LA SAGRADA BIBLIA
Traducción directa de los originales por
Mons. Juan Straubinger
Con todas sus notas completas según la fiel versión original
Rev. 9

Índice

PRÓLOGO
ANTIGUO TESTAMENTO
EL PENTATEUCO
Génesis · Éxodo · Levítico · Números · Deutoronomio
LIBROS HISTÓRICOS
Josué · Jueces · Rut · I Reyes (1 Samuel) · II Reyes (2 Samuel) · III Reyes (1 Reyes) · IV Reyes (2 Reyes) · I Paralipómenos (1 Crónicas) · II Paralipómenos (2 Crónicas) · Esdras · Nehemías · Tobías · Judit · Ester · 1 Macabeos · 2 Macabeos
LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES
Job · Salmos · Proverbios · Eclesiastés · Cantar de los Cantares · Sabiduría · Eclesiástico
LIBROS PROFÉTICOS
Isaías · Jeremías · Lamentaciones · Baruc · Ezequiel · Daniel · Oseas · Joel · Amós · Abdías · Jonás · Miqueas · Nahúm · Habacuc · Sofonías · Ageo · Zacarías · Malaquías
NUEVO TESTAMENTO
SANTOS EVANGELIOS
Mateo · Marcos · Lucas · Juan
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
EPÍSTOLAS PAULINAS
Romanos · 1 Corintios · 2 Corintios · Gálatas · Efesios · Filipenses · Colosenses · 1 Tesalonicenses · 2 Tesalonicenses · 1 Timoteo · 2 Timoteo · Tito · Filemón · Hebreos
EPÍSTOLAS CATÓLICAS
Carta de Santiago · Cartas de San Pedro · 1 Pedro · 2 Pedro · Cartas de San Juan · 1 Juan · 2 Juan · 3 Juan · Judas
APOCALIPSIS
I

No sin cierta inquietud presenta el autor una nueva versión de la Biblia, y en vez de congratularse por ello se siente más bien obligado a justificar el esfuerzo intentado, que muchos consideraban imposible.

Casi al acaso comenzó esta edición. Después de haber publicado los cinco tomos de la Biblia Vulgata, el que esto escribe pensaba descansar de sus tareas de publicista. Fue entonces cuando una gran editorial argentina, deseando mostrar su adhesión al IV Congreso Eucarístico Nacional, quiso ofrecer al público una traducción directa de los Evangelios según el texto original griego.

Rechazada la demanda por creerla superior a sus fuerzas, hubo al fin de acceder ante la insistencia de los editores.

En septiembre de 1944, prologada por Su Em. el Cardenal Santiago L. Copello, vio la luz la 1ª traducción argentina de los Evangelios. Víctor Rebuffo iluminó el texto con 186 xilografías.

El Cardenal Primado, en una emotiva ceremonia, bendijo el 4 de octubre del mismo año la edición que se presentaba en tres tipos distintos, a los que se sumaba un ejemplar único impreso en pergamino, destinado a S. S. Pío XII.

Muy pronto la Pía Sociedad de San Pablo, en sano afán de difundir la palabra de Dios, hizo varias ediciones populares del mismo texto, las que pasaron el medio millón de ejemplares vendidos en toda América. Chile y Venezuela encargaron y obtuvieron una edición propia. El grano de mostaza crecía.

El éxito logrado por la bendición de Dios, impulsaba al autor y a los editores a proseguir la obra emprendida. En el año 1945 se puso en venta una lujosa edición de los Hechos de los Apóstoles. Dos años más tarde le siguieron, en dos tomos, las Cartas de San Pablo. Ambos libros tuvieron también sus ediciones populares.

En el año 1948, la casa editora Desclée, de Brouwer y Cía, publicaba la traducción íntegra del Nuevo Testamento.

Esta edición, aparte de la más favorable acogida, le valió al traductor el título de Doctor honoris causa, conferido por la Facultad Teológica de la Universidad de Munich (Alemania).

Quedaba concluida así, la primera parte de la obra emprendida. Maduraba entretanto la segunda, a saber, la traducción del Antiguo Testamento según el texto hebreo. Fueron primicias de este trabajo, los Salmos publicados en 1949 por la misma casa editora Desclée, de Brouwer y Cía.

Llega ahora el momento de entregar al público esta flamante traducción del Antiguo Testamento. De este modo la nueva versión se presenta en cuatro tomos, a los que se agregará un quinto, conteniendo una Concordancia actualmente en preparación, y un sexto comprendiendo un Atlas Bíblico.

Tal es, en brevísimos rasgos, el origen y el desarrollo de esta traducción. Siete años de ímproba labor, llenadas todas las horas con persistente trabajo. Siete años son pocos si se considera la magnitud de la obra. Pero son muchos para quien tiene que realizarla.

II
CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA VERSIÓN

1) Si no andamos equivocados, es esta la primera versión católica americana, hecha sobre los textos primitivos. Hasta el presente, dentro del campo católico, América no ha conocido la impresión de una Biblia traducida a base del texto original. Verdad es que los católicos de Estados Unidos han comenzado a traducirla y es de esperar que en pocos años poseerán su traducción de la Biblia, mas el caso es que apenas se encuentran en los comienzos.

En Sudamérica el panorama bíblico presenta un aspecto desconocido quizá por los escrituristas europeos y por muchos de los mismos autores americanos. Nos referimos a la Biblia castellana, traducida por el Pbro. Guillermo Jünemann, sacerdote de la Arquidiócesis de Concepción (Chile). Jünemann, excelente conocedor de la lengua griega y formado en la escuela de San Crisóstomo, cuyos escritos eran su lectura predilecta, pudo atreverse a traducir toda la Sagrada Escritura del griego, tomando para el Antiguo Testamento el texto de los Setenta. Apareció el Nuevo Testamento en 1928 en Concepción de Chile; la versión del Antiguo Testamento, en cambio, quedó sin publicar. Consérvase en 32 cuadernos y espera a un editor benévolo que la edite para honor de Dios y en memoria de Jünemann (muerto en 1938), que merece tal monumento, siendo como es el primer traductor de la Biblia en la América católica. Sin embargo, siendo su versión la de los Setenta, podemos decir que la presente es la primera completa hecha entre los católicos americanos sobre el texto hebreo del Antiguo Testamento.

2) La segunda característica de esta traducción consiste en haber sido realizada por un solo traductor, el cual es, simultáneamente, su único comentador.

Las versiones modernas españolas, francesas, italianas, alemanas, y también la norteamericana que se está preparando, son el resultado de un trabajo realizado en común por varios autores. A nuestro modesto parecer, es conveniente que se trabaje así. Verter toda la Biblia en un idioma moderno, y comentarla al mismo tiempo, significa un esfuerzo tan grande que nos permitimos, habiendo escarmentado en cabeza propia, aconsejar a los demás no seguir nuestro ejemplo.

Los que están al tanto de la vida intelectual de este continente saben perfectamente cuán difícil sería reunir un núcleo de traductores de la Biblia. Con todo, quisiéramos evitar a otros lo que hemos sufrido en estos últimos años, cuando temíamos nos acaeciese lo que a Jünemann. La mano bondadosa de Dios ha bendecido la obra, dándonos las fuerzas físicas e intelectuales necesarias para llevar a buen término la tarea comenzada.

3) La tercera característica consiste en las notas, que, a la vez, revisten el carácter de comentarios o pequeños artículos. No nos toca a nosotros hablar de su valor —juzguen de ellas los críticos—, pero sí del método adoptado en la explicación del texto sagrado.

Atribuyese no sin razón a nuestra época, una fecundísima restauración de los estudios bíblicos, que es semejante a una primavera floreciente, a la que ha de seguir una rica cosecha de frutos espirituales.

Presenciamos, en verdad, una primavera bíblica. Los Sumos Pontífices, desde León XIII, no se han cansado de recomendar al pueblo cristiano la lectura de la Biblia.

El Papa Pío X dice al respecto: “Queriendo renovarlo todo en Jesucristo, nada deseamos más que el acostumbrarse nuestros hijos a tener la Sagrada Escritura para la lección cotidiana. Por ella se puede conocer mejor el modo de renovar todas las cosas en Jesucristo.” Benedicto XV alaba de modo especial a los que se dedican al apostolado bíblico y dice que “este apostolado ha sido por cierto singularmente fecundo para la Iglesia de Dios, puesto que así un gran número de almas se acercan desde entonces a esta mesa de doctrina celestial que Nuestro Señor ha hecho poner para el universo cristiano, por medio de sus profetas, apóstoles y doctores”. La encíclica Divino Afflante Spiritu de Pío XII, es el coronamiento de los esfuerzos pontificios que tienden a hacer de la Biblia la lectura cotidiana de los fieles. “Favorezcan, dice el Papa a los Prelados, y presten su auxilio a todas aquellas pías asociaciones que tengan por fin editar y difundir entre los fieles, ejemplares impresos de las Sagradas Escrituras, principalmente de los Evangelios, y procurar con todo empeño que en las familias cristianas se tenga ordenada y santamente cotidiana lectura de ellas.”

Por todo esto se ve que los Sumos Pontífices desean que la Biblia llegue al pueblo, y no solamente a los sacerdotes y laicos cultos. Síguese de esto la inmensa responsabilidad de los comentaristas, sobre quienes pesa la divina misión de explicar al pueblo la palabra que tiene el poder de salvar las almas (Sant., 1, 21; cf. Rom., 1, 16). No negamos la necesidad de la crítica textual, ni tampoco el valor de las notas filológicas, históricas, geográficas, arqueológicas, y gracias a Dios tenemos ese aparato científico en muchas ediciones; mas no olvidemos que en las publicaciones bíblicas que se dirigen al pueblo, no debe faltar el método patrístico, que ante todo busca en la Escritura las verdades doctrinales y las enseñanzas prácticas para llevar una vida de más en más cristiana.

En la revista “Cultura Bíblica” (febrero de 1950, n° 69, págs. 34-35) encontramos algunas observaciones tomadas de un artículo de la revista “Civiltà Cattolica” que enfocan acertadamente la dificultad que hoy día se presenta al exégeta católico. El articulista cita las palabras de von Dobschütz, quien dice que la Biblia no es una colección de documentos importantes para la historia o la lengua; es un producto de la piedad religiosa, por lo cual solo un hombre piadoso puede explicar bien este libro; “será buena únicamente aquella exégesis que avive la caridad y sentido religioso, que enfervorice la piedad, embebida en el afecto piadoso del autor, que se transfunde a los lectores”. Se sobreentiende la inspiración de la Biblia.

A más de sumamente sencillo, nuestro método no es nada nuevo.

Teniendo en cuenta el ambiente en que vivimos y para el cual escribimos, damos preferencia a la explicación práctica, destacando las ideas fundamentales de la Biblia y mostrando su aplicación en la vida.

Sobre todo hemos procurado mostrar la armonía que existe entre los dos Testamentos y la coincidencia de los pasajes paralelos, a fin de que el lector tenga siempre a la vista la unidad viva de las Escrituras, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, pudiendo así deleitarse con las luces que el Nuevo Testamento arroja sobre el Antiguo.

Este método no excluye las notas científicas y técnicas, porque la interpretación práctica solo tiene valor cuando se funda sobre una ciencia exegética precisa.

No fue posible comentar detalladamente todos los libros. Esto hubiese exigido algunos tomos más de los que el editor había proyectado. Por eso nos hemos concentrado especialmente sobre el Génesis, los Salmos, el Cantar de los Cantares y los Profetas, vale decir, sobre aquellos libros que oponen más problemas o son de especial importancia para la vida religiosa.

III

La versión misma no pretende hacer competencia a ninguna de las que hasta ahora han sido hechas sobre los textos originales. Al contrario, reconocemos los valores tanto de la traducción de Nácar-Colunga, como de la de Bover-Cantera, teniendo ambas sus particularidades bien definidas. En muchísimos pasajes los hemos consultado, así como también hemos acudido a otras traducciones en lenguas modernas. Confesamos, agradecidos, que nos han prestado grandes servicios.

En un solo punto esta versión difiere esencialmente de las demás, y es en los libros deutero-canónicos, es decir, en aquellos libros que no están en la Biblia hebrea. Nácar-Colunga y Bover-Cantera los traducen del texto griego actual, que no siempre es el mejor, mientras esta versión los presenta en la versión de la Vulgata, cosa que hemos indicado en la introducción respectiva de cada libro deuterocanónico.

No poca dificultad ofrecen al traductor los nombres propios. Bover-Cantera los transcribe en exacta fonética hebrea y con el acento que tienen en el hebreo, en tanto que Nácar-Colunga y otros se toman la libertad de adaptarlos a la Vulgata o a una ortografía moderna.

Nosotros no hemos seguido estrictamente ninguno de estos dos sistemas. Hemos hecho una distinción entre los nombres propios muy conocidos, usados ya como los modernos, y los otros que no han sido asimilados. Los de la primera categoría van con la forma que recibieran en la Vulgata: por ejemplo, Eva, Abel, Sara, Rebeca, Elías, Eliseo. Los de la segunda, en cambio, llevan el acento hebreo, aunque en parte han sido asimilados a la Vulgata.

IV

Mucho más podríamos decir sobre nuestra nueva versión, pero no queremos adelantarnos a la crítica.

Sea cual fuere el juicio que nuestro trabajo merezca, queremos, en todo caso, rogar a los críticos tengan en cuenta las enormes dificultades que se presentan a quien intenta traducir solo la Biblia, con los pocos recursos científicos de que dispone Sudamérica, los cuales, a lo menos en lo que hace a las ciencias bíblicas, son muy inferiores a los que tienen a mano los traductores europeos.

Damos gracias al Padre de las luces (Sant. 1, 17) por habernos concedido la inmensa satisfacción espiritual de terminar en avanzada edad la obra más importante que pensar se pueda.

Que el mensaje celestial de la divina Escritura, inspirada por el Espíritu Santo, ilumine a todos los de buena voluntad. Es antorcha para nuestros pies y luz para nuestra senda (Sal. 118, 105); es palabra viva y eficaz, más penetrante que una espada de dos filos (Hebr. 4, 12); es fuente de sabiduría (Eclo. 1, 5); semilla que, sembrada en buena tierra, da frutos, al ciento por uno (Mat. 13, 23). Pero esta Palabra es, al mismo tiempo, fuego que quema, martillo que tritura la roca (Jer. 23, 29).

De la disposición espiritual del lector depende el fruto de la lectura de la Biblia. ¿Será fruto del Espíritu Santo, luz y vida? ¿O será fuego y martillo? Rogamos a Dios que para todos sea luz y antorcha y que no haya ninguno que no experimente “el consuelo de las Escrituras” (Rom., 15, 4).

Agradecemos a todos los que nos han ayudado directa o indirectamente, en especial a la casa en donde se hizo esta traducción: el Seminario Arquidiocesano San José de La Plata, y al señor Pbro. Juan Carlos Ruta, a cuyo cargo estuvo la corrección de las pruebas.

Sit laus Deo!

J. STRAUBINGER.

ANTIGUO TESTAMENTO

EL PENTATEUCO

INTRODUCCIÓN

El Pentateuco, o, según lo llaman los judíos, el Libro de la Ley (Torah), encabeza los 73 libros de la Biblia, y constituye la magnífica puerta de la Revelación divina. Los nombres de los cinco libros del Pentateuco son: el Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números, el Deuteronomio, y su fin general es: exponer cómo Dios escogió para sí al pueblo de Israel y lo formó para la venida de Jesucristo; de modo que en realidad es Jesucristo quien aparece a través de los misteriosos destinos del pueblo escogido.

Génesis significa “generación” u origen. El nombre nos indica que este primer libro de la Revelación contiene los misterios de la prehistoria y los comienzos del Reino de Dios sobre la tierra. Describe, en particular, la creación del universo y del hombre, la caída de los primeros padres, la corrupción general, la historia de Noé y el diluvio. Luego el autor sagrado narra la confusión de las lenguas en la torre de Babel, la separación de Abrahán de su pueblo y la historia de este patriarca y de sus descendientes: Isaac, Jacob, José, para terminar con la bendición de Jacob, su muerte y la de su hijo José. En esta sucesión de acontecimientos históricos van intercaladas las grandes promesas mesiánicas con que Dios despertaba la esperanza de los patriarcas, depositarios de la Revelación primitiva.

Éxodo, es decir, “salida”, se llama al segundo libro, porque en él se narra la historia de la liberación del pueblo israelita y su salida de Egipto. Entre el Génesis y el Éxodo median varios siglos, es decir, el tiempo durante el cual los hijos de Jacob estuvieron en el país de los Faraones. El autor sagrado describe en este libro la opresión de los israelitas; luego pasa a narrar la historia del nacimiento de Moisés, su salvamento de las aguas del Nilo, su huída al desierto y la aparición de Dios en la zarza. Refiere después, en la segunda parte, la liberación misma, las entrevistas de Moisés con el Faraón, el castigo de las diez plagas, el paso del Mar Rojo, la promulgación de la Ley de Dios en el Sinaí, la construcción del Tabernáculo, la institución del sacerdocio de la Ley Antigua y otros preceptos relacionados con el culto y el sacerdocio.

Levítico es el nombre del tercer libro del Pentateuco. Derívase de Leví, padre de la tribu sacerdotal. Trata primeramente de los sacrificios, luego relata las disposiciones acerca del Sumo Sacerdote y los sacerdotes, el culto y los objetos sagrados. Con el capítulo 11 empiezan los preceptos relativos a las purificaciones, a los cuales se agregan instrucciones sobre el día de la Expiación, otras acerca de los sacrificios, algunas prohibiciones, los impedimentos matrimoniales, los castigos de ciertos pecados y las disposiciones sobre las fiestas. En el último capítulo habla el autor sagrado de los votos y diezmos.

El cuarto libro se llama Números, porque en su primer capítulo refiere el censo llevado a cabo después de concluida la legislación sinaítica y antes de la salida del monte de Dios. A continuación se proclaman algunas leyes, especialmente acerca de los nazareos, y disposiciones sobre la formación del campamento y el orden de las marchas. Casi todos los acontecimientos referidos en los Números sucedieron en el último año del viaje, mientras se pasan por alto casi todos los sucesos de los treinta y ocho años precedentes. Descuellan algunos por su carácter extraordinario; por ejemplo, los vaticinios de Balaam. Al final se añade el catálogo de las estaciones durante la marcha a través del desierto, y se dan a conocer varios preceptos sobre la ocupación de la tierra de promisión.

El Deuteronomio es, como expresa su nombre, “la segunda Ley”, una recapitulación, explicación y ampliación de la Ley de Moisés. El gran profeta, antes de reunirse con sus padres, desarrolla en la campiña de Moab en varios discursos la historia del pueblo escogido inculcándole los divinos mandamientos. En el primero (1 - 4, 43) echa una mirada retrospectiva sobre los acontecimientos en el desierto, agregando alguna exhortaciones prácticas y las más magníficas enseñanzas. En el segundo discurso (4, 44 - 11, 32) y en la parte legislativa (caps. 12-26), el legislador del pueblo de Dios repasa las leyes anteriores, haciendo las exhortaciones necesarias para su cumplimiento, y añadiendo numerosos preceptos complementarios. Los dos últimos discursos (caps. 27-30) tienen por objeto renovar la Alianza con Dios, lo que, según las disposiciones de Moisés, ha de realizarse luego de entrar el pueblo en el país de Canaán. Los capítulos 31-34 contienen el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, el cántico profético de este, su bendición, y una breve noticia sobre su muerte. El Deuteronomio es, según dice San Jerónimo, “la prefiguración de la ley evangélica” (Carta a Paulino).

El autor del Pentateuco es Moisés, profeta y organizador del pueblo de Israel, que vivió en el siglo XV o XIII antes de Jesucristo. No solamente la tradición judía sino también la cristiana ha sostenido siempre el origen mosaico del Pentateuco. El mismo Jesús habla del “Libro de Moisés” (Marc. 12, 26), de la “Ley de Moisés” (Lucas, 24, 44), atribuye a Moisés los preceptos del Pentateuco (cf. Mateo, 8, 4; Marc., 1, 44; 7, 10; 10, 5; Lucas, 5, 14; 20, 28; Juan, 7, 19), y dice en Juan, 5, 45: “Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a Mí, pues de mí escribió él.”

Fundada en estos argumentos, la Pontificia Comisión Bíblica el 27 de junio de 1906 ha determinado, con toda su autoridad, la integridad y genuinidad de los Libros de Moisés, admitiendo, sin embargo, la posibilidad de que Moisés se haya servido de fuentes existentes, y la otra, de que el Pentateuco en el decurso de los siglos haya experimentado ciertas variaciones como, por ejemplo: adiciones accidentales después de la muerte de Moisés, ora hechas por un autor inspirado, ora introducidas en el texto a modo de glosas y comentarios, sustitución de palabras y formas arcaicas; variantes debidas a los copistas, etc.

La misma Pontifica Comisión Bíblica ha inculcado, el 30 de junio de 1909, el carácter histórico de los primeros tres capítulos del Génesis, estableciendo que los sistemas inventados para excluir de estos el sentido literal, no descansan en fundamentos sólidos.

Todos los ataques de la crítica moderna contra la autenticidad y el carácter histórico de los libros de Moisés han fracasado, especialmente los intentos de atribuir el Pentateuco a tres o cuatro autores distintos (Elohista, Jahvista, Código sacerdotal, Deuteronomio) y las teorías de la escuela evolucionista de Wellhausen, que en el Pentateuco no ve más que un reflejo de ideas y mitologías babilónicas, egipcias, etc. Una comparación exacta de los relatos bíblicos con los extrabíblicos demuestra, muy al contrario, la superioridad absoluta de aquellos sobre estos que, en general, no son sino pobres y desfigurados restos de la Revelación primitiva.

Las fechas que los críticos asignan a los diversos autores por ellos inventados se basan únicamente en suposiciones. Según ellos, en la historia del texto del Pentateuco hubo “no solo infinidad de elaboraciones, refundiciones y redacciones, sino también invenciones a sabiendas, retoques, correcciones y adiciones tendenciosas, interpolaciones, falsificaciones literarias y piadosos embustes del género más sospechoso. Los críticos moderados hacen esfuerzos convulsivos para salir del dilema: unos dicen que no hay derecho a aplicar a los tiempos antiguos los conceptos actuales de la propiedad y actividad literaria; otros opinan que el fin santifica los medios, y declaran que la alternativa de obra de Moisés u obra de un “falsario”, carece de sentido, o hablan con énfasis de la profundidad de la sabiduría divina, cuyos caminos no nos es dado conocer sino admirar; mas con estas escapatorias no logran poner en claro cómo una mala compilación, así elaborada por los hombres, pudo llegar a los honores de Libro sagrado” (Schuster-Holzammer).

Han, pues, de rechazarse todas las teorías que niegan el origen mosaico y carácter histórico del Pentateuco, no solo porque están en pugna con las reglas de una sana crítica, sino también porque niegan la inspiración divina de la Escritura.

GÉNESIS

# · 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9 · 10 · 11 · 12 · 13 · 14 · 15 · 16 · 17 · 18 · 19 · 20 · 21 · 22 · 23 · 24 · 25 · 26 · 27 · 28 · 29 · 30 · 31 · 32 · 33 · 34 · 35 · 36 · 37 · 38 · 39 · 40 · 41 · 42 · 43 · 44 · 45 · 46 · 47 · 48 · 49 · 50
I. DESDE LA CREACIÓN DEL MUNDO HASTA EL DILUVIO
GÉNESIS 1
Creación del cielo y de la tierra.

1[1]Al principio creó Dios el cielo y la tierra. 2[2]La tierra era confusión y caos, y tinieblas cubrían la faz del abismo, mas el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.

3[3]Y dijo Dios: “Haya luz”; y hubo luz. 4[4]Vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5[5]Llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y hubo tarde y hubo mañana: primer día.

6[6]Después dijo Dios: “Haya un firmamento en medio de las aguas que separe unas aguas de otras”. 7[7]E hizo Dios el firmamento, y separó las aguas que estaban bajo el firmamento de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y así fue. 8Llamó Dios al firmamento cielo; y hubo tarde y hubo mañana: día segundo.

9[8]Y dijo Dios: “Júntense en un lugar las aguas que quedan bajo el cielo y aparezca lo seco”. 10Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de las aguas llamó mares. Y vio Dios que estaba bien. 11[9]Después dijo Dios: “Brote la tierra hierba verde, plantas que den semilla, árboles frutales que produzcan fruto según su especie y cuya semilla esté en ellos sobre la tierra”. Y así fue. 12Brotó, pues, la tierra hierba verde, plantas que tenían en sí semilla según su especie, y árboles que producían frutos y cuya semilla se hallaba en ellos según su especie. Y vio Dios que estaba bien. 13Y hubo tarde y hubo mañana: día tercero.

14[10]Luego dijo Dios: “Haya lumbreras en el firmamento del cielo, que separen el día de la noche y sirvan de señales y (marquen) las estaciones, días y años. 15Sirvan también de lumbreras en el firmamento del cielo para alumbrar la tierra”. Y así fue. 16Hizo, pues, Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para presidir el día, y la lumbrera menor para presidir la noche, y las estrellas. 17Púsolas Dios en el firmamento del cielo para alumbrar la tierra, 18para regir el día y la noche y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que estaba bien. 19Y hubo tarde y hubo mañana: día cuarto.

20[11]Después dijo Dios: “Pululen las aguas multitud de seres vivientes; y vuelen aves sobre la tierra debajo del firmamento del cielo”. 21Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todos los seres vivientes que marchan arrastrándose, de los cuales hierven las aguas, según su especie; y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que estaba bien. 22[12]Y Dios los bendijo, diciendo: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid las aguas en los mares; y multiplíquense las aves sobre la tierra”. 23Y hubo tarde y hubo mañana: día quinto.

24[13]Luego Dios dijo: “Produzca la tierra seres vivientes según su especie: animales domésticos, reptiles, bestias salvajes, según su especie”. Y así fue. 25Hizo, pues, Dios las bestias salvajes según su especie, y los animales domésticos según su especie, y todo reptil de la tierra según su especie. Y vio Dios que estaba bien.

La creación del hombre.

26[14]Después dijo Dios: “Hagamos al hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza; y domine sobre los peces del mar y las aves del cielo, sobre las bestias domésticas, y sobre toda la tierra y todo reptil que se mueve sobre la tierra”.

27[15]Y creó Dios al hombre a imagen suya;

a imagen de Dios lo creó;

varón y mujer los creó.

28[16]Los bendijo Dios; y les dijo Dios: “Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; y dominad sobre los peces del mar y las aves del cielo, y sobre todos los animales que se mueven sobre la tierra”. 29Después dijo Dios: “He aquí que Yo os doy toda planta portadora de semilla sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto de árbol con semilla, para que os sirvan de alimento. 30Y a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que se mueve sobre la tierra, que tiene en sí aliento de vida, les doy para alimento toda hierba verde”. Y así fue. 31[17]Vio Dios todo cuanto había hecho; y he aquí que estaba muy bien. Y hubo tarde y hubo mañana: día sexto.

GÉNESIS 2
Dios santifica el sábado

1[18]Fueron, pues, acabados el cielo y la tierra con todo el ornato de ellos. 2[19]El día séptimo terminó Dios la obra que había hecho; y descansó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. 3Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó; porque en él descansó Dios de toda su obra que en la creación había realizado.

El paraíso

4[20]Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.

El día en que Yahvé Dios creó la tierra y el cielo, 5no había aún en la tierra arbusto campestre alguno; y ninguna planta del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrase el suelo; 6[21]pero brotaba una fuente de la tierra, que regaba toda la superficie de la tierra. 7[22]Y formó Yahvé Dios al hombre (del) polvo de la tierra e insufló en sus narices aliento de vida, de modo que el hombre vino a ser alma viviente.

8[23]Y plantó Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. 9[24]Yahvé Dios hizo brotar de la tierra toda clase de árboles de hermoso aspecto y (de frutos) buenos para comer, y en el medio del jardín el árbol de la vida, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

10De Edén salía un río que regaba el jardín; y desde allí se dividía y se formaban de él cuatro brazos. 11[25]El nombre del primero es Fisón, el cual rodea toda la tierra de Havilá, donde está el oro. 12[26]El oro de aquella tierra es fino. Allí se encuentra también el bedelio y la piedra de ónice. 13[27]El nombre del segundo río es Gihón, que circunda toda la tierra de Cus. 14El tercer río se llama Tigris, el cual corre al oriente de Asir. Y el cuarto río es el Éufrates.

15[28]Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo llevó al jardín de Edén, para que lo labrara y lo cuidase. 16[29]Y mandó Yahvé Dios al hombre, diciendo: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, 17mas del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás; porque el día en que comieres de él, morirás sin remedio”.

Creación de la mujer

18[30]Entonces dijo Yahvé Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda semejante a él”. 19Formados, pues, de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, los hizo Yahvé Dios desfilar ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que el nombre de todos los seres vivientes fuese aquel que les pusiera el hombre. 20Así, pues, el hombre puso nombres a todos los animales domésticos, y a las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; mas para el hombre no encontró una ayuda semejante a él. 21[31]Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió; y le quitó una de las costillas y cerró con carne el lugar de la misma. 22[32]De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la condujo ante el hombre. 23[33]Y dijo el hombre:

“Esta vez sí es hueso de mis huesos

y carne de mi carne;

esta será llamada varona,

porque del varón ha sido tomada”.

24[34]Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser una sola carne. 25[35]Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, mas no se avergonzaban.

GÉNESIS 3
Tentación y caída

1[36]La serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho, dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios ha mandado “No comáis de ningún árbol del jardín”?” 2[37]Respondió la mujer a la Serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín; 3mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis, no sea que muráis”. 4[38]Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis; 5pues bien sabe Dios que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”.

6[39]Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comida y una delicia para los ojos, y que el árbol era apetecible para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió y dio también a su marido (que estaba) con ella, y él comió también. 7[40]Efectivamente se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaba desnudos; por lo cual cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.

Castigo del pecado y promesa del Redentor

8Cuando oyeron el rumor de Yahvé Dios que se paseaba en el jardín al tiempo de la brisa del día, Adán y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvé Dios por entre los árboles del jardín.

9[41]Yahvé Dios llamó a Adán y le dijo: “¿Dónde estás?” 10[42]Este contestó: “Oí tu paso por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí”. 11[43]Mas Él dijo: “¿Quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del cual te prohibí comer?” 12Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y comí.” 13Dijo luego Yahvé Dios a la mujer: “¿Qué es lo que has hecho?” Y contestó la mujer: “La serpiente me engañó, y comí.”

14[44]Entonces dijo Yahvé Dios a la serpiente:

“Por haber hecho esto, serás maldita

como ninguna otra bestia doméstica o salvaje.

Sobre tu vientre caminarás,

y polvo comerás todos los días de tu vida.

15[45]Y pondré enemistad entre ti y la mujer,

y entre tu linaje y su linaje:

este te aplastará la cabeza,

y tú le aplastarás el calcañar.”

16[46]Después dijo a la mujer:

“Multiplicaré tus dolores

y tus preñeces;

con dolor darás hijos a luz;

te sentirás atraída por tu marido,

pero él te dominará.”

17A Adán le dijo:

“Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer,

será maldita la tierra por tu causa;

con doloroso trabajo te alimentarás de ella

todos los días de tu vida;

18te producirá espinas y abrojos,

y comerás de las hierbas del campo.

19[47]Con el sudor de tu rostro comerás el pan,

hasta que vuelvas a la tierra;

pues de ella fuiste tomado.

Polvo eres y al polvo volverás.”

Destierro del paraíso

20[48]Adán puso a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.

21E hizo Yahvé Dios para Adán y su mujer túnicas de pieles y los vistió. 22[49]Y dijo Yahvé Dios: “He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora, pues, no vaya a extender su mano para que tome todavía del árbol de la vida, y comiendo (de él) viva para siempre.”

23Después Yahvé Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de donde había sido tomado. 24[50]Y habiendo expulsado a Adán puso delante del jardín de Edén querubines, y la fulgurante espada que se agitaba, a fin de guardar el camino del árbol de la vida.

GÉNESIS 4
El sacrificio de Caín y Abel

1[51]Conoció Adán a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Yahvé.” 2Otra vez dio a luz (y tuvo) a Abel, su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. 3[52]Pasado algún tiempo, presentó Caín a Yahvé una ofrenda de los frutos de la tierra. 4Y también Abel ofreció de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahvé miró a Abel y su ofrenda; 5pero no miró a Caín y su ofrenda, por lo cual se irritó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

6Entonces dijo Yahvé a Caín: “¿Por qué andas irritado, y por qué ha decaído tu semblante? 7[53]¿No es cierto que si obras bien, podrás alzarlo? Mas si no obras bien, está asechando a la puerta el pecado que desea dominarte; pero tú debes dominarle a él.” 8[54]Dijo después Caín a su hermano Abel: “Vamos al campo.” Y cuando estuvieron en el campo, se levantó Caín contra su hermano Abel y lo mató.

Castigo de Caín

9[55]Preguntó Yahvé a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Contestó: “No sé. ¿Soy acaso el guarda de mi hermano?” 10[56]Y dijo (Yahvé): “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano está clamando a Mí desde la tierra. 11[57]Por eso andarás maldito, lejos de esta tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12Cuando labres la tierra, ella no te dará más su fruto; fugitivo y errante vivirás sobre la tierra.” 13[58]Entonces dijo Caín a Yahvé: “Mi culpa es demasiado grande para soportarla. 14He aquí que hoy me echas de esta tierra y he de esconderme de tu presencia; andaré fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará.” 15[59]Yahvé le respondió: “Pues por eso, cualquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces.” Y puso Yahvé una señal a Caín para que no lo matara quien lo hallase. 16[60]Salió entonces Caín de la presencia de Yahvé y habitó en el país de Nod, al oriente de Edén.

Descendientes de Caín

17[61]Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Y edificando por entonces una ciudad, le dio el nombre de su hijo, Enoc. 18A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehuyael. Mehuyael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. 19Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una era Adá, y el nombre de la otra Sillá. 20Adá dio a luz a Jabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado. 21El nombre de su hermano era Jubal, el cual vino a ser padre de todos los que tocan la cítara y la flauta. 22También Sillá dio a luz; a Tubalcaín, forjador de toda herramienta de cobre y hierro. Hermana de Tubalcaín fue Naamá.

23[62]Y dijo Lamec a sus mujeres:

“Adá y Sillá, escuchad mi voz;

yo maté a un hombre que me hirió,

y a un joven por una contusión que recibí.

24Caín será vengado siete veces,

mas Lamec lo será setenta veces siete.”

Set y Enós

25[63]Conoció Adán de nuevo a su mujer; y ella dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Set; porque (dijo ella) “Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”. 26[64]También a Set le nació un hijo, a quien llamó Enós. En aquel tiempo se comenzó a invocar el nombre de Yahvé.

GÉNESIS 5
El linaje de Set

1[65]Este es el libro de los descendientes de Adán. El día en que Dios creó a Adán, lo hizo a imagen de Dios. 2Los creó varón y mujer y los bendijo: y los llamó “hombre” en el día de su creación. 3Tenía Adán ciento treinta años cuando engendró un hijo a su semejanza, según su imagen, al cual puso por nombre Set. 4Fueron los días de Adán, después de engendrar a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 5[66]Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años, y murió.

6Set tenía ciento cinco años cuando engendró a Enós. 7Y vivió Set, después de engendrar a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. 8Y fueron todos los días de Set novecientos doce años, y murió.

9Enós tenía noventa años cuando engendró a Cainán. 10Vivió Enós, después de engendrar a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. 11Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años, y murió.

12Cainán tenía setenta años cuando engendró a Mahalalel. 13Vivió Cainán, después de haber engendrado a Mahalalel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. 14Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años, y murió.

15Mahalalel tenía sesenta y cinco años, cuando engendró a Yared. 16Vivió Mahalalel, después de engendrar a Yared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. 17Y fueron todos los días de Mahalalel ochocientos noventa y cinco años, y murió.

18Yared tenía ciento sesenta y dos años cuando engendró a Enoc. 19Vivió Yared, después de engendrar a Enoc, ochocientos años y engendró hijos e hijas. 20Y fueron todos los días de Yared novecientos sesenta y dos años, y murió.

21Enoc tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén. 22Anduvo Enoc con Dios, (viviendo) después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 23Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. 24[67]Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.

25Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec. 26Vivió Matusalén, después de engendrar a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. 27Y fueron todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años, y murió.

28Lamec tenía ciento ochenta y dos años, cuando engendró un hijo, 29[68]al cual puso por nombre Noé, diciendo: Este nos consolará de nuestras fatigas y del trabajo de nuestras manos, causado por la tierra que maldijo Yahvé. 30Vivió Lamec, después de engendrar a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. 31Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años, y murió.

32Noé tenía quinientos años, cuando engendró a Sem, Cam y Jafet.

II. DESDE EL DILUVIO HASTA ABRAHAM
GÉNESIS 6
Corrupción del género humano

1Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, 2[69]y vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre todas ellas por mujeres las que les agradaron. 3Entonces dijo Yahvé: “No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, a causa de su delito; no es más que carne, y serán sus días ciento veinte años.” 4[70]En aquellos días había gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se llegaron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Estos son los héroes, los varones famosos de la antigüedad.

5Viendo, pues, Yahvé que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todos los pensamientos de su corazón se dirigían únicamente al mal, todos los días, 6[71]Yahvé se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, y se dolió en su corazón. 7Y dijo Yahvé: “Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta las bestias, hasta los reptiles, y hasta las aves del cielo, porque me arrepiento de haberlo hecho.” 8Mas Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.

El patriarca Noé

9[72]He aquí la historia de Noé. Noé fue varón justo y perfecto entre los hombres de su tiempo, pues anduvo con Dios. 10Y engendró Noé tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11La tierra estaba entonces corrompida delante de Dios, y llena de violencia. 12Miró, pues, Dios la tierra, y he aquí que estaba depravada, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.

Construcción del arca

13Dijo entonces Dios a Noé: “He decidido el fin de toda carne; porque la tierra está colmada de violencia por culpa de ellos; por eso he aquí que voy a exterminarlos juntamente con la tierra. 14Hazte un arca de maderas resinosas, la cual dividirás en compartimientos y calafatearás por dentro y por fuera con betún. 15[73]La fabricarás de esta manera: trescientos codos será la longitud del arca, cincuenta codos su anchura, y treinta codos su altura. 16[74]Harás en el arca una abertura para la luz, la cual dispondrás arriba, a un codo del techo. La puerta del arca pondrás en uno de sus costados, y harás un piso primero, un segundo y un tercero.

17Pues he aquí que voy a traer un diluvio de aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene en sí aliento de vida bajo el cielo. Todo lo que existe en la tierra, perecerá. 18[75]Pero contigo estableceré mi pacto: Entrarás en el arca tú, y tus hijos, y tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. 19Y de todos los animales de toda carne, de toda clase (de ellos), introducirás parejas en el arca para que tengan vida contigo; serán macho y hembra; 20[76]de las aves según su especie, de las bestias según su especie, de todos los reptiles de la tierra según su especie. Dos de cada clase vendrán a ti, para que les conserves la vida. 21Provéete de todo alimento que se come, acópiate provisiones para que os sirvan de comida a ti y a ellos.” 22Noé hizo conforme a cuanto Dios le había mandado. Así se hizo.

GÉNESIS 7
Noé entra en el arca

1Y dijo Yahvé a Noé: “Entra en el arca, tú y toda tu casa, porque a ti te he visto justo delante de Mí en medio de esta generación. 2De todos los animales puros te elegirás siete parejas, machos con sus hembras; y de todos los animales que no son puros, dos parejas, machos con sus hembras. 3Asimismo de las aves del cielo siete parejas, machos y hembras para que se conserve su descendencia sobre la faz de toda la tierra. 4Porque de aquí a siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches y exterminaré de la tierra todo ser viviente que he hecho.” 5[77]E hizo Noé conforme a cuanto Yahvé le había mandado.

El diluvio

6[78]Tenía Noé seiscientos años cuando el diluvio de aguas vino sobre la tierra.

7Entró Noé en el arca, y con él sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. 8De los animales puros, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, 9llegaron a Noé al arca, parejas, machos y hembras, como Dios había ordenado a Noé. 10Y al cabo de siete días las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.

11[79]El año seiscientos de la vida de Noé, el mes segundo, el día diez y siete del mes, en ese día prorrumpieron todas las fuentes del grande abismo, y se abrieron las cataratas del cielo. 12Y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13En aquel mismo día entró Noé en el arca, con Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, y con ellos la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; 14ellos, con todos los animales, según su especie, y todas las bestias domésticas según su especie, y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, según su especie, y todas las aves según su especie, todo pájaro, todo volátil. 15Se llegaron a Noé, al arca, de dos en dos, de toda carne en que hay aliento de vida 16Y los que habían venido, machos y hembras de toda carne, entraron como Dios había mandado. Y tras él cerró Yahvé la puerta.

Los efectos del diluvio

17El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Y crecieron las aguas y levantaron el arca, la cual se alzó sobre la tierra. 18Y se aumentaron las aguas y crecieron muchísimo sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre las aguas. 19Tan desmesuradamente crecieron las aguas sobre la tierra, que quedaron cubiertos todos los montes más altos que había bajo el cielo entero. 20Quince codos se alzaron sobre ellos las aguas y fueron así cubiertos los montes.

21[80]Entonces murió toda carne que se movía sobre la tierra; aves y ganados y fieras y todo reptil que se arrastraba sobre la tierra, y todos los hombres. 22Todos los seres que en sus narices tenían soplo de vida, de cuantos hay en la tierra firme, perecieron. 23[81]Así fue exterminado todo ser viviente que había sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, hasta los reptiles y hasta las aves del cielo. Fueron exterminados de la tierra, y quedaron solamente Noé y los que con él estaban en el arca. 24Por espacio de ciento cincuenta días se alzaron las aguas sobre la tierra.

GÉNESIS 8
Retroceden las aguas

1Acordose Dios de Noé y de todas las fieras y de todas las bestias que con él estaban en el arca; e hizo Dios pasar un viento sobre la tierra, y bajaron las aguas. 2Entonces se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas del cielo, y se detuvo la lluvia del cielo. 3Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra; y cuando al cabo de ciento cincuenta días las aguas empezaron a menguar, 4[82]reposó el arca sobre los montes de Ararat, en el mes séptimo, el día diecisiete del mes. 5Las aguas siguieron decreciendo paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes aparecieron las cumbres de los montes.

6Pasados cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, 7[83]y soltó un cuervo, el cual yendo salía y retornaba hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. 8Después soltó Noé una paloma, para ver si se habían retirado ya las aguas de la superficie terrestre. 9Mas como la paloma no hallase donde poner la planta de su pie, tornó hacia él, al arca, porque había todavía agua sobre toda la tierra; y alargando él su mano, la asió y la metió consigo en el arca. 10Esperó otros siete días y soltó de nuevo la paloma fuera del arca. 11[84]La paloma volvió a él al atardecer, y he aquí que traía en su pico hoja verde de olivo, por donde conoció Noé que las aguas se habían retirado de la tierra. 12Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, la cual no volvió más a él.

Noé sale del arca

13El año seiscientos uno, el día primero del primer mes, ya no había aguas sobre la tierra, y abriendo Noé la cubierta del arca miró y vio que estaba seca la superficie del suelo. 14En el mes segundo, a los veintisiete días del mes, quedó seca la tierra. 15Habló entonces Dios a Noé, y dijo: 16“Sal del arca, tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. 17Y sacarás contigo todos los animales de toda carne que te acompaña, aves, bestias y todos los reptiles que se arrastran en el suelo; pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra.” 18Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. 19Salieron también del arca, según sus especies, todos los animales, todos los reptiles y todas las aves, todo cuanto se mueve sobre la tierra.

Sacrificio de Noé

20Después erigió Noé un altar a Yahvé, y tomando de todos los animales puros, y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar. 21[85]Al aspirar Yahvé el agradable olor dijo en su corazón: “No volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque los deseos del corazón humano son malos desde su niñez, ni volveré a exterminar a todos los seres vivientes, como he hecho. 22Mientras dure la tierra, no cesarán (de sucederse) sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche.

GÉNESIS 9
Dios bendice a Noé

1Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: “Creced y multiplicaos y llenad la tierra. 2Tengan miedo y tiemblen ante vosotros todos los animales de la tierra, y todas las aves del cielo y todo lo que se arrastra sobre el suelo, y todos los peces del mar. En vuestra mano están puestos. 3[86]Todo lo que se mueve y tiene vida, os servirá de alimento. Como ya la hierba verde, así os lo entrego todo. 4[87]Pero no comeréis la carne con su vida, es decir, con su sangre. 5[88]Pues, en verdad, Yo pediré cuenta de vuestra sangre, para (protección) de vuestra vida; de mano de todo ser viviente la demandaré. De mano del hombre, de mano de su propio hermano, demandaré la vida del hombre.

6Cualquiera que derramare sangre humana,

por mano de hombre será derramada su sangre;

porque a imagen de Dios

hizo Él al hombre.

7Vosotros, pues, creced y multiplicaos; dilataos sobre la tierra y aumentaos en ella.”

Alianza de Dios con Noé

8Dijo Dios a Noé, y a sus hijos juntamente con él: 9“He aquí que Yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra descendencia después de vosotros; 10y con todo ser viviente que esté entre vosotros, aves, bestias domésticas y salvajes de la tierra que hay entre vosotros, con todo lo que sale del arca, hasta el último animal de la tierra. 11Hago mi pacto con vosotros: No será exterminada ya toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.” 12Y dijo Dios: “Esta es la señal del pacto que por generaciones perpetuas establezco entre Mí y vosotros y todo ser viviente que se halla entre vosotros: 13[89]Pondré mi arco en las nubes, que servirá de señal del pacto entre Mí y la tierra. 14Cuando Yo cubriere la tierra con nubes y apareciere el arco entre las nubes, 15me acordaré de mi pacto que hay entre Mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y las aguas no volverán más a formar un diluvio para exterminar toda carne. 16Pues cuando aparezca el arco en las nubes, Yo lo miraré, para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, de toda carne que existe sobre la tierra.” 17Dijo, pues, Dios a Noé: “Esta es la señal del pacto que he establecido entre Mí y toda carne sobre la tierra.”

Los hijos de Noé

18Los hijos de Noé, que salieron del arca, eran Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. 19Estos tres son los hijos de Noé, y por ellos ha sido poblada toda la tierra. 20Noé comenzó a cultivar la tierra y plantó una viña. 21[90]Mas bebiendo del vino se embriagó, y se quedó desnudo en medio de su tienda. 22Vio Cam, padre de Canaán, la desnudez de su padre, y fue a decirlo a sus dos hermanos (que estaban) afuera. 23Entonces Sem y Jafet tomaron entrambos el manto (de Noé), se lo echaron sobre los hombros, y yendo hacia atrás cubrieron la desnudez de su padre. Tenían vuelto el rostro de modo que no vieron la desnudez de su padre. 24Cuando despertó Noé de su vino y supo lo que había hecho con él su hijo menor, 25[91]dijo:

“Maldito sea Canaán;

esclavo de esclavos será para sus hermanos.”

26[92]Y agregó:

“Bendito sea Yahvé, el Dios de Sem;

y sea Canaán su esclavo.

27Dilate Dios a Jafet,

que habitará en las tiendas de Sem;

y sea Canaán su esclavo.”

28Vivió Noé, después del diluvio, trescientos cincuenta años. 29Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años, y murió.

GÉNESIS 10
Los pueblos descendientes de Noé

1[93]Estos son los descendientes de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes después del diluvio nacieron estos hijos:

2[94]Hijos de Jafet: Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mósoc y Tirás. 3[95]Hijos de Gómer: Asquenaz, Rifat, Togormá. 4[96]Hijos de Javán: Elisá, Tarsis, Kitim y Dodanim. 5Estos se propagaron sobre las islas de las gentes y en sus tierras, según sus lenguas y sus tribus y sus naciones.

6[97]Hijos de Cam: Cus, Misraim, Put y Canán. 7[98]Hijos de Cus: Sabá, Havilá, Sabtá, Ragmá y Sabtecá. Hijos de Ragmá: Sabá y Dedán. 8Cus engendró Nimrod, el cual fue el primero que se hizo poderoso en la tierra. 9[99]Fue él un gran cazador delante de Yahvé; por lo cual suele decir: “Gran cazador delante de Yahvé, como Nimrod”.10[100]Reinó primero en Babel, Erec, Acad y Calné, en la tierra de Sinear. 11De aquella tierra salió para Asur y edificó Nínive, Rehobot-Ir, Calah, 12[101]y Resen, entre Nínive y Calah; aquella es la gran ciudad. 13[102]Misraim engendró a los de Ludim, los Anamim, los Lahabim, los Naftuhim, 14[103]los Patrusim, los Casluhim, de donde salieron los Filisteos y los Caftoreos. 15[104]Canaán engendró a Sidón, su primogénito, y a Het, 16[105]y también al Jebuseo, al Amorreo, al Gergeseo, 17al Heveo, al Araceo, al Sineo, 18al Arvadeo, al Samareo y al Hamateo. Después se dispersaron las tribus de los cananeos. 19El territorio de los cananeos se extendió desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en dirección a Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím, hasta Lesa. 20Estos son los hijos de Cam, según sus familias y según sus lenguas, en sus territorios y según sus naciones.

21Nacieron hijos también a Sem, padre de todos los hijos de Éber y hermano mayor de Jafet. 22[106]Hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. 23[107]Hijos de Aram: Us, Hul, Géter y Mas. 24Arfaxad engendró a Sálah, y Sálah engendró a Éber. 25[108]A Éber le nacieron dos hijos: el nombre de uno fue Fáleg, porque en sus días fue dividida la tierra. Su hermano se llamaba Joctán. 26Joctán engendró a Almodad, a Sálef, a Hazarmávet, a Járah, 27a Hadoram, a Uzal, a Diklá, 28a Obal, a Abomael, a Sabá, 29[109]a Ofir, a Havilá y a Jobab. Todos estos fueron hijos de Joctán. 30Su territorio se extendió desde Mesá, en dirección a Sefar, al monte del Oriente.

31Estos son los hijos de Sem, según sus tribus y lenguas, en sus territorios y según sus naciones.

32[110]Estas son las tribus de los hijos de Noé, según su origen y sus naciones; y de ellas se propagaron los pueblos en la tierra después del diluvio.

GÉNESIS 11
La torre de Babel

1Tenía la tierra entera una misma lengua y las mismas palabras. 2[111]Mas cuando (los hombres) emigrando desde el Oriente hallaron una llanura en la tierra de Sinear, donde se establecieron, 3[112]se dijeron unos a otros: “Vamos, fabriquemos ladrillos, y cozámoslos bien.” Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el betún les sirvió de argamasa. 4[113]Y dijeron, pues: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cumbre llegue hasta el cielo; hagámonos un monumento para que no nos dispersemos sobre la superficie de toda la tierra.”

5[114]Pero Yahvé descendió a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hijos de los hombres. 6Y dijo Yahvé: “He aquí que son un solo pueblo y tienen todos una misma lengua. ¡Y esto es solo el comienzo de sus obras! Ahora, nada les impedirá realizar sus propósitos. 7[115]Ea, pues, descendamos, y confundamos allí mismo su lengua, de modo que no entienda uno el habla del otro.” 8Así los dispersó Yahvé de allí por la superficie de toda la tierra; y cesaron de edificar la ciudad. 9[116]Por tanto se le dio el nombre de Babel; porque allí confundió Yahvé la lengua de toda la tierra; y de allí los dispersó Yahvé sobre la faz de todo el orbe.

Descendientes de Sem hasta Abraham

10[117]Estos son los descendientes de Sem. Sem tenía cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. 11Vivió Sem, después de haber engendrado a Arfaxad, quinientos años; y engendró hijos e hijas.

12Arfaxad tenía treinta y cinco cuando engendró a Sálah. 13Y vivió Arfaxad, después de haber engendrado a Sálah, cuatrocientos tres años; y engendró hijos e hijas. 14Sálah tenía treinta años cuando engendró a Éber. 15Y vivió Sálah, después de haber engendrado a Éber, cuatrocientos tres años; y engendró hijos e hijas. 16Éber tenía treinta y cuatro años cuando engendró a Fáleg. 17Y vivió Éber, después de engendrar a Fáleg, cuatrocientos treinta años; y engendró hijos e hijas. 18Fáleg tenía treinta años cuando engendró a Reú. 19Y vivió Fáleg, después de haber engendrado a Reú, doscientos nueve años; y engendró hijos e hijas. 20Reú tenía treinta y dos años cuando engendró a Sarug. 21Y vivió Reú, después de haber engendrado a Sarug, doscientos siete años; y engendró hijos e hijas. 22Sarog tenía treinta años cuando engendró a Nacor. 23Y vivió Sarug, después de haber engendrado a Nacor, doscientos años y engendró hijos e hijas. 24Nacor tenía veinte y nueve años cuando engendró a Táreh. 25Y vivió Nacor, después de haber engendrado a Táreh, ciento diez y nueve años; y engendró hijos e hijas. 26Táreh tenía setenta años cuando engendró a Abram, a Nacor y a Aram.

III. HISTORIA DE ABRAHÁN
La familia de Abrahán

27Estos son los descendientes de Táreh. Táreh engendró a Abram, a Nacor y a Aram; Aram engendró a Lot. 28[118]Y murió Aram, antes de su padre Táreh, en el país de su nacimiento, en Ur de los caldeos. 29Abram y Nacor tomaron para sí mujeres. El nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milcá, hija de Aram, padre de Milcá y padre de Jescá. 30Era Sarai estéril y no tenía hijo. 31[119]Y tomó Táreh a Abram su hijo, y a Lot, hijo de su hijo de Aram, su nieto, y a Sarai, su nuera, mujer de su hijo Abram; y salieron juntos de Ur de los caldeos, para dirigirse al país de Canaán. Y llegaron a Harán, donde se quedaron. 32Y fueron los días de Táreh doscientos cinco años; y murió Táreh en Harán.

GÉNESIS 12
Vocación de Abrahán

1[120]Dijo Yahvé a Abram:

“Sal de tu tierra, y de tu parentela,

y de la casa de tu padre,

al país que Yo te mostraré.

2[121]Pues de ti haré una nación grande

y te bendeciré;

haré grande tu nombre,

y serás una bendición.

3Bendeciré a quienes te bendigan

y maldeciré a quienes te maldigan;

y en ti serán benditas

todas las tribus de la tierra.”

4Marchó, pues, Abram, como se lo había mandado Yahvé; y con él partió Lot. Tenía Abram setenta y cinco años cuando salió de Harán. 5[122]Tomó Abran a Sarai su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que poseían, y con las familias que habían procreado en Harán. Partieron para dirigirse a la tierra de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán.

6[123]Atravesó Abran el país hasta el lugar de Siquem, hasta la encina de Moré. 7[124]Entonces se apareció Yahvé a Abram y dijo: “A tu descendencia daré esta tierra.” Allí erigió un altar a Yahvé que se le había aparecido.

8[125]Pasó de allí a la montaña, al oriente de Betel, donde asentó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente. Allí construyó un altar a Yahvé en invocó el nombre de Yahvé. 9[126]Después levantó Abram su tienda y se dirigió en etapas hacia el Négueb.

Abrahán baja con Sara a Egipto.

10Mas hubo hambre en el país, por lo cual Abram bajó a Egipto para morar allí, pues era grande el hambre en el país. 11Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer: “Mira, yo sé que eres mujer hermosa; 12por eso, cuando te vean los egipcios, dirán: “Esta es su mujer”; y me matarán a mí, y a ti te dejarán la vida.” 13[127]Di, pues, te ruego, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y sea salva mi vida por amor de ti.” 14Efectivamente, cuando Abram entró en Egipto, vieron los egipcios que la mujer era muy hermosa. 15Viéronla también los cortesanos del Faraón, los cuales se la alabaron al Faraón, de modo que la mujer fue llevada al palacio del Faraón. 16Este trató a Abram muy bien por causa de ella; y se le dieron ovejas y ganados y asnos y siervos y siervas y asnas y camellos. 17Mas Yahvé hirió al Faraón con grandes plagas, a él y a su casa, por Sarai, la mujer de Abram. 18Entonces llamó el Faraón a Abram, y le dijo: “¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿Por qué no me dijiste que era tu mujer? 19¿Por qué afirmaste: “Es mi hermana”, de manera que yo la tomé por mujer? Ahora, pues, ahí tienes a tu mujer; tómala y anda.” 20Y el Faraón dio orden respecto de él a sus hombres, los cuales despidieron a él y a su mujer, con todo cuanto poseía.

GÉNESIS 13
Abrahán y Lot

1[128]De Egipto subió Abram al Négueb, él su mujer y toda su hacienda, y Lot con él. 2Era Abram muy rico en rebaños, en plata y oro. 3Y se volvió, caminando por etapas, desde el Négueb hasta Betel, donde había acampado al principio, entre Betel y Hai, 4[129]hasta el lugar del altar que alzara allí anteriormente; e invocó allí Abram el nombre de Yahvé.

5También Lot, que iba con Abram, poseía rebaños, vacadas y tiendas. 6Mas el país no les permitía vivir juntos, porque era mucha su hacienda, de modo que no podían habitar juntamente. 7De ahí nacieron contiendas entre los pastores de las greyes de Abram y los pastores de las greyes de Lot. Además, los cananeos y los fereceos habitaban en aquel tiempo en esa región. 8[130]Dijo, pues Abram a Lot: “No haya, te ruego, contienda entre mí y ti, ni entre mis pastores y tus pastores; pues somos hermanos. 9¿No está todo el país delante de ti? Sepárate, por favor, de mí. Si tú vas a la izquierda, yo iré a la derecha; y si tú vas a la derecha, yo iré a la izquierda.”. 10[131]Alzando entonces Lot sus ojos vio toda la vega del Jordán, toda ella de regadío, hasta los límites de Segor. Antes que destruyese Yahvé a Sodoma y Gomorra era esta región como el jardín de Yahvé, como la tierra de Egipto. 11[132]Eligió, pues, Lot para sí toda la vega del Jordán, y se trasladó al oriente; y así se separaron el uno del otro.

12Abram se estableció en la tierra de Canaán, y Lot habitó en las ciudades de la Vega, donde plantó sus tiendas hasta Sodoma. 13Mas los habitantes de Sodoma eran malos y grandes pecadores ante Yahvé.

Nueva bendición de Abrahán

14Dijo Yahvé a Abram, después que Lot se hubo separado de él: “Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el mediodía, hacia el oriente y hacia el occidente; 15[133]pues toda la tierra que ves, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16Y haré tu descendencia (tan numerosa) como el polvo de la tierra. Si fuera posible contar el polvo de la tierra, podría contarse también tu descendencia. 17Levántate, recorre el país, a su largo y a su ancho; porque a ti te lo daré.” 18[134]Y levantó Abram las tiendas y vino a establecerse en el encinar de Mamré, cerca de Hebrón, donde edificó un altar a Yahvé.

GÉNESIS 14
Invasión de los reyes de Oriente

1[135]Aconteció que en los días de Amrafel, rey de Sínear; Arioc, rey de Elasar; Codorlaómer, rey de Elam, y Tidal, de Goím, 2hicieron guerra a Bera, rey de Sodoma; a Birsá, rey de Gomorra; a Sinab, rey de Adamá; a Seméber, rey de Seboím, y al rey de Bela, que es Segor. 3[136]Todos estos se juntaron en el valle de Siddim, que (ahora) es el Mar Salado. 4Doce años habían servido a Codorlaómer, mas el año decimotercero se rebelaron.

5[137]Vinieron, pues, en el año decimocuarto Codorlaómer, y los reyes con él coaligados y derrotaron a los refaítas en Astarot-Carnaim, a los susitas en Ham, a los emeos en Savé-Cariataim, 6[138]y a los horreos en sus montes en Seír, hasta El-Farán, que está junto al desierto. 7Y volviéndose vinieron a En-Mispar, que es Cades, y derrotaron todo el campo de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Hazazón-Tamar. 8Salieron entonces el rey de Sodoma, y el rey de Gomorra, y el rey de Adamá, y el rey de Seboím, y el rey de Bela, que es Segor, y ordenaron batalla contra ellos en el valle de Siddim; 9esto es, contra Codorlaómer, rey de Elam; Tidal, rey de Gím; Amrafel, rey de Sinear, y Arioc, rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco. 10Ahora bien, había en el valle de Siddim muchísimos pozos de betún; cuando huyeron los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos. Los demás huyeron a la montaña. 11(Los invasores) se llevaron toda la hacienda de Sodoma y Gomorra y todos sus víveres y se marcharon. 12Se llevaron también a Lot, hijo del hermano de Abram, y su hacienda, pues él habitaba en Sodoma, y se fueron.

Abram derrota a los invasores

13[139]Mas uno que escapó, fue a avisar a Abram el hebreo, el cual habitaba en el encinar de Mamré, el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram. 14[140]Y como oyese Abram que su hermano había sido hecho prisionero, reclutó entre los siervos nacidos en su casa a los más adiestrados, en número de trescientos diez y ocho, y persiguió (a los invasores) hasta Dan. 15Y habiendo dividió su tropa (cayó) sobre ellos durante la noche, él y sus siervos, los derrotó y los persiguió hasta Hobá, que está a la izquierda de Damasco. 16Y recuperó toda la hacienda, y también a su hermano Lot con sus bienes; y asimismo a las mujeres y la gente. 17Cuando regresaba tras la derrota de Codorlaómer y de los reyes que con él estaba, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Savé, que es el valle del Rey.

El sacrificio de Melquisedec

18[141]Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios altísimo. 19Y le bendijo, diciendo

“¡Bendito sea Abram del Dios altísimo,

Señor del cielo y de la tierra!

20[142]¡Y bendito sea el Dios altísimo,

que puso tus enemigos en sus manos!”

Y le dio (Abram) el diezmo de todo. 21[143]Dijo luego el rey de Sodoma a Abram: “Dame la gente, mas la hacienda tómala para ti.” 22Pero Abram dijo al rey de Sodoma: “Levanto mi mano (jurando) por Yahvé, Dios altísimo, Señor del cielo y de la tierra, 23que ni un hilo, ni la correa de un zapato, tomaré de lo que es tuyo, no sea que digas: “Yo he enriquecido a Abram”; 24a excepción de lo que han comido los muchachos, y la porción de esos varones que vinieron conmigo, Aner, Escol y Mamré. Estos tomarán su porción.”

GÉNESIS 15
Fe del santo Patriarca

1[144]Después de estos acontecimientos habló Yahvé a Abram en una visión, diciendo: “No temas, Abram; Yo soy tu escudo, tu recompensa sobremanera grande.” 2[145]Respondió Abram: “Adonai, Yahvé, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijo, y el heredero de mi casa será este damasceno Eliécer?” 3Y repitió Abram: “Aquí me tienes, no me has dado descendencia, y así es que un hombre de mi casa me ha de heredar.” 4Mas he aquí que Yahvé le habló, diciendo: “No te heredará este, sino que uno que saldrá de tus entrañas, ese te ha de heredar.” 5[146]Y le sacó fuera, y dijo: “Mira el cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas”, y le agregó: “Así será tu descendencia.” 6[147]Y creyó a Yahvé, el cual se lo reputó por justicia.

Alianza de Dios con Abrahán

7Díjole después: “Yo soy Yahvé que te saqué de Ur de los caldeos, a fin de darte esta tierra por herencia.” 8Preguntó él: “Adonai, Yahvé, ¿en qué conoceré que he de heredarla?” 9Y le respondió: “Escógeme una novilla de tres años, un tórtola y un pichón.” 10Tomó entonces (Abram) todos estos (animales) y partiéndolos por el medio puso cada mitad en frente de la otra, pero sin partir las aves. 11Sobre estos cuerpos muertos bajaron las aves de rapiña, mas Abram las espantaba.

12[148]Y sucedió que estando ya el sol para ponerse, cayó sobre Abram un profundo sueño, y he aquí que le sobrevino un terror, una tiniebla muy grande. 13Entonces dijo (Dios) a Abram: “Ten por cierto que tus descendientes vivirán como extranjeros en una tierra no suya, donde serán reducidos a servidumbre y oprimidos durante cuatrocientos años. 14Mas la nación a la cual han de servir, Yo la juzgaré; y después saldrán con grandes riquezas. 15(entretanto) irás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena ancianidad. 16[149]Mas a la cuarta generación volverán aquí; porque hasta el presente la maldad de los amorreos no ha llegado a su colmo.” 17[150]Y sucedió que, puesto ya el sol, apareció, en medio de densas tinieblas, un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre aquellos animales divididos. 18[151]En aquel día hizo Yahvé alianza con Abram, diciendo: “A tu descendencia he dado esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates: 19los cineos, los ceneceos, los cadmoneos, 20los heteos, los fereceos, los refaítas, 21los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.”

GÉNESIS 16
Nacimiento de Ismael

1Sarai, mujer de Abram, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar, 2[152]y dijo Sarai a Abram: “Mira que Yahvé me ha hecho estéril; llégate, pues, te ruego, a mi esclava. Quizás podré tener hijos de ella.” Escuchó Abram la voz de Sarai. 3Y así al cabo de diez años de habitar Abram en el país de Canaán, tomó Sarai, la mujer de Abram, a Agar la egipcia, su esclava, y se la dio por mujer a Abram, su marido. 4Llegose, pues, él a Agar, la cual concibió; mas luego que vio que había concebido, miraba a su señora con desprecio.

5[153]Dijo entonces Sarai a Abram: “El agravio hecho a mí cae sobre ti. Yo puse mi esclava en tu seno, mas viéndose ella encinta me mira con desprecio. Juzgue Yahvé entre mí y ti.” 6Respondió Abram a Sarai: “Ahí tienes a tu sierva a tu disposición. Haz con ella como bien te parezca.” Luego la maltrató Sarai; y ella huyó de su presencia.

7[154]La encontró el Ángel de Yahvé en el desierto, junto a una fuente de agua, que está en el camino de Sur; 8y dijo: “¿Agar, esclava de Sarai, de dónde vienes y adónde vas?” Contestó ella: “Voy huyendo de la presencia de Sarai, mi señora.” 9“Vuelve a tu señora, le replicó el Ángel de Yahvé, y humíllate bajo su mano.” 10Y agregó el Ángel de Yahvé: “Multiplicaré de tal manera tu descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse.” 11[155]Le dijo además el Ángel de Yahvé:

“Mira, has concebido, y darás a luz un hijo,

al que llamarás Ismael;

porque Yahvé ha oído su aflicción.

12Será hombre (fiero) como el asno montés.

Su mano será contra todos,

y la mano de todos contra él;

y frente a todos sus hermanos pondrá su morada.”

13[156]Entonces ella llamó a Yahvé, que con ella hablaba, con el nombre de: “Atta El Roí”, pues dijo: “¿No he visto aquí mismo al que me ve?” 14[157]Por tanto llamó a aquel pozo “Pozo del Viviente que me ve.” Es el que está entre Cades y Barad.

15[158]Y Agar le dio un hijo a Abram, el cual al hijo que Agar había dado a luz, le puso por nombre Ismael. 16Tenía Abram ochenta y seis años cuando Ismael le nació de Agar.

GÉNESIS 17
Dios renueva el pacto con Abrahán

1[159]Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció Yahvé y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; camina en mi presencia y sé perfecto. 2Yo estableceré mi pacto entre Mí y ti, y te multiplicaré sobremanera.” 3Entonces Abram se postró rostro en tierra, y Dios siguió diciéndole: 4“En cuanto a Mí, he aquí mi pacto contigo: tú serás padre de una multitud de pueblos; 5[160]y no te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abrahán, porque te he puesto por padre de muchos pueblos. 6Te haré crecer sobremanera, y te haré padre de pueblos, y reyes saldrán de ti. 7Y estableceré mi pacto en Mí y ti, y tu descendencia después de ti en la serie de sus generaciones, como pacto eterno, para ser Yo el Dios tuyo y el de tu posteridad después de ti. 8Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua; y Yo seré su Dios.”

La circuncisión

9Dijo Dios a Abrahán: “Tú, pues, guarda mi pacto, y tu descendencia después de ti en la serie de sus generaciones. 10[161] Este es mi pacto que habéis de guardar entre Mí y vosotros y tu posteridad después de ti: Todo varón entre vosotros ha de ser circuncidado. 11Os circundaréis la carne de vuestro prepucio; y esto será en señal del pacto entre Mí y vosotros. 12A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón en el transcurso de vuestras generaciones, tanto el nacido en (tu) casa como el comprado con dinero a cualquier extraño, aunque no sea de su raza, 13Sí, deben ser circuncidados el nacido en tu casa y el adquirido con tu dinero, de modo que mi pacto estará en vuestra carne como alianza eterna. 14El varón incircunciso, que no se circuncidare la carne de su prepucio, será exterminado de entre su pueblo por haber quebrantado mi pacto.”

Anuncio del nacimiento de Isaac

15[162]Dijo Dios a Abrahán: “A Sarai, tu mujer, no la llamarás más Sarai, porque su nombre será Sara. 16Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y será madre de naciones; reyes de pueblos procederán de ella.” 17[163]Entonces cayo Abrahán sobre su rostro y riéndose dijo en su corazón: “¿A hombre de cien años le ha de nacer hijo, y Sara ya nonagenaria va a dar a luz?” 18[164]Y dijo Abrahán a Dios: “¡Viva al menos delante de Ti Ismael!” 19Respondió Dios: “De cierto que Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Isaac; y Yo estableceré mi pacto con él como pacto eterno, y con su posteridad después de él. 20[165] “En cuanto a Ismael, he otorgado tu petición. He aquí que le he bendecido; le multiplicaré y le haré crecer sobremanera. Doce príncipes engendrará y le haré padre de un gran pueblo. 21Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.” 22Y después de hablar con él, subió Dios dejando a Abrahán.

23Tomó entonces Abrahán a Ismael, su hijo, y a todos los nacidos en su casa, y a todos los comprados con su dinero, a todos los varones de la casa de Abrahán, y en ese mismo día les circuncidó la carne del prepucio, como Dios le había mandado. 24Tenía Abrahán noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. 25Ismael, su hijo, era de trece años cuando fue circuncidado en la carne de su prepucio. 26En el mismo día fueron circuncidados Abrahán y su hijo Ismael. 27Y todos los varones de su casa, los nacidos en su casa, y los comprados a extraños por dinero, fueron circuncidados juntamente con él.

GÉNESIS 18
Dios se aparece de nuevo a Abrahán

1Apareciósele Yahvé (a Abrahán) en el encinar de Mamré mientras estaba sentado a la entrada de la tienda, durante el calor del día. 2[166]Alzando los ojos miró, y he aquí que estaban parados delante de él tres varones. Tan pronto como los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de su tienda, y postrándose en tierra 3dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego no pases de largo junto a tu siervo. 4[167]Permitid que se traiga un poco de agua; y lavaos los pies, y descansaos debajo del árbol. 5Traeré, entretanto, un bocado de pan, y fortaleceréis vuestros corazones; después pasaréis adelante; pues por eso habéis pasado delante de vuestro siervo.” 6Fue, pues, Abrahán apresuradamente a la tienda, a Sara, y dijo: “¡Pronto, tres medidas de flor de harina; amasa y haz tortas!” 7Corrió Abrahán también a la vacada, tomó un ternero tierno y gordo, y lo dio a un mozo, el cual se apresuró a aderezarlo. 8Después tomó requesón y leche y el ternero que había aderezado, y se lo puso adelante; y mientras comían, él se quedó de pie junto a ellos, bajo el árbol.

Dios renueva la promesa de dar un hijo

9Preguntáronle: “¿Dónde está Sara, tu mujer?” “Ahí, en la tienda”, contestó él. 10Entonces dijo (Dios): “Volveré a ti sin falta, por este mismo tiempo, y he aquí que Sara, tu mujer, tendrá un hijo.” Entretanto Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, detrás de él. 11Porque Abrahán y Sara eran ancianos, de avanzada edad, y había cesado ya en Sara la costumbre de las mujeres. 12[168]Se rió, pues Sara interiormente y dijo: “¿Con que siendo ya consumida he de tener deleite? Y también mi señor es viejo.” 13Entonces dijo Yahvé a Abrahán: “¿Por qué se ha reído Sara, diciendo?: ‘¿Será cierto que voy a dar a luz, siendo, como soy, vieja?’ 14¿Hay acaso para Yahvé cosa imposible? En el plazo señalado por este mismo tiempo, te visitaré otra vez, y Sara tendrá un hijo.” 15Pero Sara negó, diciendo: “No me he reído”; pues tenía miedo. Mas Él dijo: “No, que te has reído”.

Abrahán intercede por Sodoma

16Levantáronse de allí los varones y se dirigieron hacia Sodoma, y Abrahán los acompañó para despedirlos. 17Entonces se dijo Yahvé: “¿He de encubrir a Abrahán lo que voy a hacer? 18Pues Abrahán ha de ser padre de una nación grande y fuerte y serán benditos en él todos los pueblos de la tierra. 19Porque le he constituido para eso: que mande a sus hijos y a su casa después de él, guardar el camino de Yahvé, practicando la justicia y el derecho, a fin de que Yahvé haga venir sobre Abrahán lo que tiene prometido a su favor.” 20[169]Dijo, pues, Yahvé: “El clamor de Sodoma y Gomorra es grande, y sus pecados son extraordinariamente graves. 21Bajaré a comprobar si han hecho realmente según el clamor que ha llegado hasta Mí; y si no, lo sabré.” 22Partieron, pues, de allí los varones, y se encaminaron hacia Sodoma; mas Abrahán permanecía todavía en pie delante de Yahvé. 23Y acercándose dijo Abrahán: “¿Es así que vas a destruir al justo con el impío? 24Quizás habrá cincuenta justos en la ciudad. ¿Los exterminarás acaso, y no perdonarás al lugar por los cincuenta justos que se hallaren allí? 25¡Lejos de Ti obrar de esta manera, que hagas morir al justo con el impío, y que el justo y el malvado sean tratados del mismo modo! ¡Lejos eso de Ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no ha de hacer justicia?” 26Dijo entonces Yahvé: “Si hallare en Sodoma cincuenta justos en la ciudad, perdonaré a todo el lugar por amor de ellos.” 27Replicó Abrahán diciendo: “Mira, te ruego, me he atrevido a hablar al Señor, aunque soy polvo y ceniza. 28Quizás falten de los cincuenta justos cinco; ¿destruirás por los cinco toda la ciudad?” Respondió: “No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.” 29Y de nuevo le preguntó y dijo: “Quizás se encuentren allí cuarenta.” Contestó: “No lo haré por amor de los cuarenta.” 30Dijo entonces: “No se irrite el Señor si sigo hablando. Quizás se hallen allí treinta.” Y respondió: “No lo haré si hallare allí treinta.” 31Prosiguió: “Mira, ya que he osado hablar al Señor: Quizás haya allí veinte.” Respondió: “No la destruiré por amor de los veinte.” 32[170]Te ruego, insistió; no se irrite el Señor si hablare una sola vez más: Quizás se encuentre allí diez.” “No la destruiré por amor de los diez”, contestó Él.

33Y se fue Yahvé, luego que acabó de hablar con Abrahán; y Abrahán volvió a su lugar.

GÉNESIS 19
Los ángeles llegan a Sodoma

1[171]Llegaron los dos ángeles a Sodoma por la tarde cuando Lot estaba sentado en la puerta de Sodoma. Al verlos se levantó Lot a salirles al encuentro; y postrándose rostro en tierra, 2dijo: “Mirad, señores míos, os ruego que os dirijáis hacia la casa de vuestro siervo, para pernoctar y lavaros los pies, y de madrugada os levantaréis para seguir vuestro camino.” Mas ellos dijeron: “No, pues pasaremos la noche en la plaza.” 3Pero les instó de tal manera que se encaminaron y fueron a su casa, donde les preparó un banquete y coció panes ácimos; y comieron.

4Mas antes que fueran a acostarse, los hombres de la ciudad, los sodomitas, que habían cercado la casa, todo el pueblo junto, desde los jóvenes hasta los viejos, 5[172]llamaron a Lot y le dijeron: “¿Dónde están los varones que han venido a ti esta noche? Sácanoslos para que los conozcamos.” 6Lot salió a la entrada donde ellos estaban, y cerrando tras sí la puerta, 7dijo: “Os ruego, hermanos míos, no hagáis esta maldad. 8Mirad, tengo aquí dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré fuera; haced con ellas como bien os parezca, pero no hagáis nada a estos varones; pues para eso se han acogido a la sombra de mi techo.” 9Mas ellos respondieron: “¡Quítate allá!” Y añadieron: “¡Este individuo que vino como extranjero, quiere hacerse juez! Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.” Y arrojándose sobre el hombre, sobre Lot, con gran violencia se acercaron a forzar la puerta. 10Entonces los (dos) varones alargaron la mano y metieron a Lot dentro de la casa donde estaban, y cerraron la puerta. 11[173]Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que se fatigaron (inútilmente) por hallar la puerta.

Salvación de Lot

12Luego dijeron los varones a Lot: “¿Tienes aquí todavía alguno? Sácalos a todos de aquí: los yernos, tus hijos y tus hijas, y todo cuanto tengas en la ciudad. 13Pues vamos a destruir este lugar, porque se ha hecho grande su clamor delante de Yahvé, y Yahvé nos ha enviado a exterminarla.” 14[174]Salió, pues, Lot y habló con sus yernos, desposados con sus hijas, diciendo: “Levantaos, salid de este lugar; porque Yahvé va a destruir la ciudad.” Mas era a los ojos de sus yernos como quien se burlaba. 15Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot, diciendo: “Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se hallan (contigo), no sea que perezcas por la maldad de la ciudad.” 16[175]Y como él tardase, los varones lo asieron de la mano, y, por compasión de Yahvé hacia él, también a su mujer y a sus dos hijas. Lo sacaron, pues, y lo pusieron fuera de la ciudad. 17Y mientras los sacaban fuera, dijo uno: “Ponte a salvo, por tu vida. No mires atrás, ni te pares en ningún lugar de la Vega. Huye a la montaña, no sea que perezcas.” 18Pero Lot les dijo: “No, por favor, Señor mío. 19Veo que tu siervo ha hallado gracia a tus ojos, y le has mostrado tan grande misericordia salvándome la vida; mas no puedo escapar a la montaña, sin riesgo de que me alcance la destrucción y la muerte. 20He ahí cerca esa ciudad donde podría refugiarme. Es tan pequeña. Con tu permiso huiré a ella —¿no es ella tan pequeña?— y vivirá mi alma.” 21Contestole: “Bien, te concedo también esta gracia de no destruir la ciudad de la cual hablas. 22[176]Date prisa, refúgiate allá; pues nada podré hacer hasta que hayas entrado en ella.” Por eso fue llamada aquella ciudad Segor. 23Salía el sol sobre la tierra cuando Lot entraba en Segor.

Destrucción de Sodoma

24[177]Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego que venía de Yahvé, desde el cielo. 25Y destruyó aquellas ciudades y toda la Vega, con todos los habitantes de las ciudades, hasta las plantas del suelo. 26[178]Mas la mujer de (Lot) miró atrás y se convirtió en estatua de sal. 27Levantose Abrahán muy de mañana y se fue al lugar donde había estado en pie delante de Yahvé. 28Miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la región de la Vega, y vio que de aquella tierra subía humo, como humo de un horno. 29Así, pues, cuando Dios destruyó las ciudades de la Vega, se acordó de Abrahán y sacó a Lot de en medio de la ruina, al asolar las ciudades donde Lot habitaba.

Las hijas de Lot

30[179]Subió Lot de Segor y habitó con sus hijas en la montaña, porque tuvo miedo de quedarse en Segor. Se estableció, por eso, en una cueva, él y sus dos hijas. 31Y dijo la mayor a la menor: “Nuestro padre es viejo y no hay en el país hombre que se llegue a nosotras, como es costumbre en toda la tierra. 32Vayamos a embriagar a nuestro padre con vino, y nos acostaremos con él, a fin de conseguir de nuestro padre descendencia.” 33Embriagaron, pues, con vino a su padre esa misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se diera cuenta de ello, ni cuando ella se acostó ni cuando se levantó.

34Al día siguiente dijo la mayor a la menor: “Mira, yo me acosté anoche con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra tú para acostarte con él, de modo que de nuestro padre consigamos descendencia.” 35Embriagaron, pues, con vino, también aquella noche a su padre y fue la menor a acostarse con él, sin que él se diera cuenta de ello, ni cuando ella se acostó, ni cuando se levantó. 36Y sucedió que las dos hijas de Lot concibieron de su padre. 37La mayor dio a luz un hijo, a quien llamó Moab. Es el padre de los moabitas hasta hoy. 38También la menor dio a luz un hijo, el cual llamó Ben-ammi. Es el padre de los ammonitas hasta hoy.

GÉNESIS 20
Abrahán en Gerar

1[180]De allí se trasladó Abrahán a la región del Négueb, y habitó entre Cades y el Sur, morando temporalmente en Gerar. 2[181]Y dijo Abrahán de Sara, su mujer: “Es mi hermana”; por lo cual Abimelec, rey de Gerar, envió a tomar a Sara. 3Pero vino Dios a Abimelec en el sueño durante la noche, y le dijo: “He aquí que morirás a causa de la mujer que has tomado, porque es mujer casada.” 4Abimelec aún no se había acercado a ella, por lo cual dijo: “Señor, ¿matarás Tú también a gente justa? 5¿No me dijo él mismo: ‘Es mi hermana’, y ella también dijo: ‘Es mi hermano’? Con sencillez de mi corazón, y con manos inocentes he hecho esto.” 6[182]Y le respondió Dios en sueños: “Bien sé que con sencillez de corazón has hecho esto; y Yo soy también quien te he preservado de pecar contra Mí. Por eso no te he permitido que la tocaras. 7Devuélve, pues, la mujer de este hombre, porque es un profeta y rogará por ti, para que vivas; mas si no la devuelves, sabe que morirás indefectiblemente, tú con todos los tuyos.

8Se levantó Abimelec muy de mañana, llamó a todos sus siervos y contó a sus oídos todas estas palabras. Y quedaron muy amedrentados. 9Después llamó Abimelec a Abrahán, y le dijo “¿Qué es lo que has hecho con nosotros? ¿Y en qué te he ofendido, para que hayas traído sobre mí y mi reino un pecado tan grande? Has hecho tú conmigo cosas que no deben hacerse.” 10[183]Y Abimelec siguió diciendo a Abrahán: “¿Qué has visto para que hicieras esto?” 11Respondió Abrahán: “Pensé: Seguramente no hay temor de Dios en este lugar y me van a matar a causa de mi mujer.” 12[184]Y en verdad, ella es también mi hermana, hija de mi padre, aunque no hija de mi madre; y vino a ser mi mujer. 13Mas cuando Dios me hizo errar fuera de la casa de mi padre, le dije a ella: “Este es el favor que me has de hacer. En cualquier lugar a que lleguemos, dirás de mí: ‘Es mi hermano’.”

14Entonces Abimelec tomó ovejas y ganado y siervos y siervas, y se los dio a Abrahán. Le devolvió también a Sara, su mujer, diciéndole: 15“He aquí que mi tierra está a tu disposición; habita en donde mejor te parezca.” 16[185]Y a Sara le dijo: “Mira, he dado mil siclos de plata a tu hermano. Esto te servirá para velar tus ojos ante todos los que están contigo. Así quedas justificada.” 17Y rogó Abrahán a Dios, y sanó Dios a Abimelec, y a su mujer, y a sus siervas, y ellas tuvieron hijos. 18Porque Yahvé había cerrado completamente toda matriz en la casa de Abimelec, a causa de Sara, mujer de Abrahán.

GÉNESIS 21
Nacimiento de Isaac

1Visitó, pues, Yahvé a Sara según había dicho, y cumplió en ella lo prometido. 2Concibió Sara y dio a Abrahán un hijo en su vejez, al tiempo que Dios había predicho. 3Abrahán dio al hijo que le nació y cuya madre era Sara, el nombre de Isaac. 4Y circuncidó Abrahán a Isaac, su hijo, a los ocho días, como Dios le había mandado. 5Abrahán tenía cien años cuando nació su hijo Isaac. 6[186]Y dijo Sara:

“Dios me ha dado motivo para reírme;

todo el que lo sepa se reirá de mí.”

7Y agregó:

“¿Quién hubiera dicho a Abrahán

que Sara amamantaría hijos?;

pues le he dado un hijo

en su vejez.”

8Creció el niño y fue destetado; y el día en que fue destetado Isaac, dio Abrahán un gran convite. 9Mas cuando Sara vio que el hijo que Abrahán había recibido de Agar la egipcia, se burlaba, 10[187]dijo a Abrahán: “Echa fuera a esta esclava y a su hijo; porque el hijo de esta esclava no ha de ser heredero con mi hijo Isaac.”

Expulsión de Agar e Ismael

11Esta palabra parecía muy dura a Abrahán, por cuanto se trataba de su hijo. 12[188]Pero Dios dijo a Abrahán: “No te aflijas por el niño y por tu esclava. En todo lo que dijere Sara, oye su voz; pues por Isaac será llamada tu descendencia. 13Mas también del hijo de la esclava hare una nación, por ser descendiente tuyo.”

14Se levantó, pues, Abrahán muy de mañana, tomó pan y un odre de agua, y se lo dio a Agar, poniéndolo sobre el hombro de esta; (le entregó) también el niño, y la despidió. La cual se fue y anduvo errante por el desierto de Bersabee. 15Cuando se acabó el agua del odre, echó ella al niño bajo uno de los arbustos, 16y fue a sentarse frente a él, a la distancia de un tiro de arco; porque decía “No quiero ver morir al niño.” Sentada, pues en frente, alzó su voz y prorrumpió en lágrimas. 17Mas Dios oyó la voz del niño; y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: “Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del niño en el lugar donde está. 18[189]Levántate, alza al niño, y tómalo de la mano, porque haré de él un gran pueblo.” 19[190]Y le abrió Dios los ojos, y ella vio un pozo de agua; fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al niño. 20Y Dios asistió al niño, el cual creció y habitó en el desierto, y vino a ser tirador de arco. 21[191]Se estableció en el desierto de Farán, y su madre le dio una mujer de la tierra de Egipto.

Alianza entre Abrahán y Abimelec

22[192]En aquel tiempo Abimelec, acompañado de Picol, capitán de sus tropas, dijo a Abrahán: “Dios está contigo en todo lo que haces. 23Ahora bien, júrame, aquí por Dios que no me engañarás, ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis nietos, sino que me tratarás a mí y la tierra que te dio hospedaje con la bondad que yo he usado contigo.” 24Respondió Abrahán: “Lo juraré.” 25[193]Pero se quejó Abrahán ante Abimelec con motivo de un pozo de agua del que se habían apoderado los siervos de Abimelec. 26A lo cual contestó Abimelec: “No sé quien ha hecho esto; ni tú me lo has manifestado, ni yo lo he oído hasta ahora.”

27Tomó entonces Abrahán ovejas y ganado y se los dio a Abimelec; e hicieron los dos un pacto. 28Mas como Abrahán pusiese aparte siete corderas del rebaño, 29le dijo Abimelec: “¿Qué significan estas siete corderas que has puesto aparte?” 30Respondió: “Estas siete corderas has de aceptar de mi mano, para que me sirvan de testimonio de que yo he excavado este pozo.” 31[194]Por eso fue llamado aquel lugar Bersabee, porque allí juraron los dos.

32Hicieron, pues alianza en Bersabee; y se levantó Abimelec, con Picol, capitán de sus tropas, y se volvieron al país de los filisteos. 33Después plantó (Abrahán) un tamarisco en Bersabee e invocó allí el nombre de Yahvé, el Dios eterno. 34Y se detuvo Abrahán mucho tiempo en el país de los filisteos.

GÉNESIS 22
El sacrificio de Isaac

1Después de esto probó Dios a Abrahán, y le dijo “¡Abrahán!” “Heme aquí”, contestó este. 2[195]Le dijo entonces: “Toma a tu hijo único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécele allí en holocausto sobre uno de los montes que Yo te mostraré.”

3Se levantó, pues, Abrahán muy de mañana, aparejó su asno y tomó consigo dos de sus criados y a Isaac, su hijo; después de partir leña para el holocausto se puso en camino para ir al lugar que Dios le había indicado. 4Cuando al tercer día Abrahán alzó los ojos y vio el lugar desde lejos, 5dijo a sus mozos: “Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.” 6Tomó, pues, Abrahán la leña para el holocausto, la cargó sobre Isaac, su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y caminaron los dos juntos.

7Y se dirigió Isaac a Abrahán, su padre diciendo: “Padre mío”; el cual respondió: “Heme aquí, hijo mío”. Y dijo (Isaac): “He aquí el fuego y la leña, mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” 8[196]Contestó Abrahán: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío.” Y siguieron caminando los dos juntos.

9Llegado al lugar que Dios le había indicado, erigió Abrahán allí el altar, y dispuso la leña, después ató a Isaac su hijo, y le puso sobre el altar, encima de la leña. 10Y alargando su mano tomó Abrahán el cuchillo para degollar a su hijo, 11[197]cuando he aquí que el Ángel de Yahvé le llamó desde el cielo, diciendo: “¡Abrahán, Abrahán!” Él respondió: “Heme aquí.” 12[198]Dijo entonces (el Ángel): “No extiendas tu mano contra el niño, ni le hagas nada; pues ahora conozco que eres temeroso de Dios, ya que no has rehusado darme tu hijo, tu único.”

13Y alzó Abrahán los ojos y miró, y vio detrás de él un carnero, enredado por los cuernos en un zarzal. Fue Abrahán y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. 14Y dio Abrahán a aquel lugar el nombre de “Yahvé ve” por donde se dice hoy día: “En el monte de Yahvé se verá”.

El premio a la obediencia

15El Ángel de Yahvé llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo, 16y dijo: “Por mí mismo he jurado, dice Yahvé: Por cuanto has hecho esto, y no has rehusado darme a tu hijo, tu único, 17[199]te colmaré de bendiciones y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo, y como las arenas de la orilla del mar, y tus descendientes poseerán la puerta de sus enemigos; 18[200]y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, porque has obedecido mi voz.” 19Luego volvió Abrahán a sus criados y levantándose se dirigieron juntos a Bersabee, y habitó Abrahán en Bersabee.

Descendencia de Nacor.

20Pasadas estas cosas fue dada a Abrahán esta noticia: “También Milcá ha dado a luz hijos a Nacor, tu hermano (cuyos nombres son): 21Us, el cual es su primogénito; Buz, su hermano; Camuel, padre de Aram, 22Cased, Azau, Feldas, Jedlaf y Batuel. 23Batuel engendró a Rebeca. Estos ochos dio Milcá a luz a Nacor, hermano de Abrahán. 24Su concubina, llamada Reumá, le dio también hijos: Tábeh, Gáham, Tahas y Maaca.

GÉNESIS 23
Muerte y sepultura de Sara.

1Sara vivió ciento veinte y siete años; tantos fueron los años de la vida de Sara. 2Murió Sara en Quiriat-Arbá, que es Hebrón, en la tierra de Canaán y vino Abrahán a llorar a Sara y hacer duelo por ella. 3[201]Después se levantó Abrahán de junto a su difunta, y habló con los hijos de Het diciendo: 4[202] “Extranjero y huésped soy en medio de vosotros; dadme una propiedad sepulcral entre vosotros, para que pueda enterrar a mi difunta, sacándola de mi vista.” 5Los hijos de Het respondieron a Abrahán, diciéndole: 6“Óyenos, señor, tú eres un príncipe de Dios en medio de nosotros; entierra a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros; ninguno de nosotros te negará su sepulcro, para que entierres a tu muerta.”

7Entonces se levantó Abrahán, y postrándose ante el pueblo del país, los hijos de Het, 8les habló en estos términos: “Si es vuestra buena voluntad que sepulte yo a mi difunta, sacándola de mi vista, escuchadme, y rogad por mí a Etrón, hijo de Sóhar, 9[203]que me ceda la cueva de Macpelá que es de su propiedad y que está al extremo de su campo; que me la ceda por buena plata, para poseer sepultura entre vosotros.” 10Efrón estaba sentado entre los hijos de Het, y respondió Efrón, el heteo, a Abrahán en presencia de los hijos de Het, de todos los que habían venido a la puerta de la ciudad, diciendo: 11No, señor mío; óyeme; te doy el campo y te cedo la cueva que está en él; en presencia de los hijos de mi pueblo te la cedo; entierra a tu muerta.”

12Entonces Abrahán, postrándose de nuevo ante el pueblo del país, 13dijo a Efrón, oyéndolo el pueblo del país: “¡Ojalá me escucharas! Te doy el precio del campo; recíbelo de mí, y enterraré allí a mi muerta.” 14Respondió Efrón a Abrahán, diciéndole: 15“Señor mío, escúchame: Un terreno de cuatrocientos siclos de plata, entre tú y yo, ¿qué es esto? Sepulta a tu muerta.” 16Oyó Abrahán a Efrón; y Abrahán pesó a Efrón el dinero que este había pedido en presencia de los hijos de Het: cuatrocientos siclos de plata corriente entre mercaderes.

17Con esto el campo de Efrón, que estaba en Macpelá frente a Mamré, el campo y la cueva que estaba en él, con todos los árboles de ese campo, con todos sus contornos, 18[204]vino a ser propiedad de Abrahán, estando presentes los hijos de Het, todos los que habían venido a la puerta de su ciudad. 19[205]Después de esto sepultó Abrahán a Sara, su mujer, en la cueva del campo, en Macpelá, frente a Mamré, que es Hebrón, en la tierra de Canaán. 20Así este campo, y la cueva que había en él, vinieron a ser propiedad de Abrahán como posesión sepulcral, adquirida de los hijos de Het.

GÉNESIS 24
Abrahán elige esposa a Isaac

1[206]Era Abrahán ya viejo, de edad muy avanzada; y Yahvé había bendecido a Abrahán en todo. 2[207]Dijo, pues, Abrahán al siervo más viejo de su casa, el cual administraba todo lo que tenía: “Pon, te ruego, tu mano debajo de mi muslo, 3para que te haga jurar por Yahvé, Dios del cielo y Dios de la tierra, de que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos en medio de los cuales habito; 4[208]sino que irás a mi tierra y a mi parentela, a fin de tomar mujer para mi hijo Isaac.”

5Respondiole el siervo: “Tal vez no quiera la mujer venir conmigo a este país. ¿Debo en tal caso llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?” 6Contestole Abrahán: “Guárdate de llevar allá a mi hijo. 7Yahvé, el Dios del cielo, que me sacó de la casa de mi padre y del país de mi nacimiento, y que me habló y me juró, diciendo: ‘A tu descendencia daré esta tierra’; Él enviará su ángel delante de ti, de modo que puedas traer de allí mujer para mi hijo. 8Si la mujer no quisiere venir contigo, estarás libre de este mi juramento, pero no lleves allá a mi hijo.” 9Entonces puso el siervo su mano debajo del muslo de Abrahán, su señor, y le prestó juramento sobre estas cosas.

El siervo de Abrahán llega a Mesopotamia

10Luego tomó el siervo diez camellos de su señor y emprendió el viaje, llevando consigo las cosas más preciosas que tenía su señor, y levantándose se dirigió a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor. 11Allí hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto al pozo de agua, al caer la tarde, al tiempo que suelen salir las mujeres a sacar agua; 12y dijo: “Yahvé, Dios de mi señor Abrahán, concede, te ruego, que tenga suerte hoy, y ten misericordia de mi señor Abrahán. 13Heme aquí en pie junto a la fuente de aguas, adonde las hijas de los habitantes de la ciudad están saliendo a sacar agua. 14Ahora bien, la joven a quien yo dijere: ‘Baja, por favor, tu cántaro para que yo beba’, y ella respondiere: ‘Bebe tú, y también a tus camellos daré de beber’, esa sea la que designaste para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que has tenido misericordia de mi señor.”

15Aún no había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca, hija de Batuel, el hijo de Milcá, mujer de Nacor, hermano de Abrahán. 16La joven era de muy hermoso aspecto, virgen, que no había conocido varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y volvió a subir. 17El siervo le salió al encuentro y dijo: “Dame de beber un poco de agua de tu cántaro.” 18“Bebe, señor mío”, respondió ella, y se apresuró a bajar el cántaro de su mano, y le dio de beber. 19Y después de darle de beber, dijo: “También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber.” 20Y vaciando apresuradamente su cántaro en el abrevadero, corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos.

21[209]Entretanto el hombre la contemplaba en silencio por saber si Yahvé había bendecido o no su camino. 22Cuando los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro, de medio siclo de peso, y dos brazaletes que pesaban diez siclos de oro para los brazos de ella. 23Y preguntó: “¿De quién eres hija? Dime, te ruego, ¿hay en casa de tu padre lugar para pasar la noche?” 24Ella le contestó: “Soy hija de Batuel, el hijo de Milcá, a quien ella dio a luz a Nacor.” 25Y agregó: “Tenemos paja y forraje en abundancia, y lugar para pernoctar.”

26Entonces se postró el hombre y adoró a Yahvé, 27y dijo: “Bendito sea Yahvé, el Dios de mi señor Abrahán, que no ha dejado de mostrar su benevolencia y su fidelidad para con mi señor, pues me ha guiado Yahvé en el camino a la casa de los hermanos de mi señor.”

28Entretanto, la joven se fue corriendo y contó en casa de su madre todas estas cosas.

El siervo de Abrahán en casa de Nacor

29Tenía Rebeca un hermano que se llamaba Labán. Salió entonces Labán presuroso afuera en busca del hombre que estaba junto a la fuente. 30Había visto el anillo, y los brazaletes en las manos de su hermana, y había oído las palabras de Rebeca, su hermana, que decía: “Así me habló el hombre.” Vino, pues, al hombre cuando este estaba todavía con los camellos junto a la fuente. 31Y dijo: “¡Entra, bendito de Yahvé! ¿Por qué te quedas afuera?, pues tengo preparado la casa, y un lugar para los camellos.” 32Fue el hombre a la casa, y desaparejó los camellos, Entretanto dio (Labán) paja y forraje a los camellos, y agua para que se lavasen los pies al hombre y los que le acompañaban.

33[210]Después le sirvió la comida; mas él dijo: “No comeré hasta que haya dicho mi mensaje.” A lo que respondió (Labán): “Habla.” 34Dijo, pues: “Yo soy siervo de Abrahán. 35Yahvé ha colmado de bendiciones a mi señor, el cual se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y ganado, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Y Sara, mujer de mi señor, envejecida ya, dio a luz un hijo a mi señor, quien le ha dado todo cuanto posee. 37Y me hizo jurar mi señor, diciendo: «No tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos en cuya tierra habito, 38sino que irás a casa de mi padre y a mi parentela, y traerás mujer para mi hijo». 39Yo dije a mi señor: «Tal vez no quiera la mujer venir conmigo». 40Mas él respondió: «Yahvé, en cuya presencia ando, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino, y así tomarás mujer para mi hijo de mi parentela y de la casa de mi padre. 41[211]Serás libre de mi maldición cuando llegues a mi parentela; si no te la dieren, libre quedarás entonces de mi maldición». 42Ahora bien, llegué hoy a la fuente y dije: «Yahvé, Dios de mi señor Abrahán, si en verdad Tú bendices el camino por donde yo ando, 43he aquí que me quedo junto a la fuente de agua; si saliere una doncella a sacar agua, y yo le dijere: ‘Dame de beber un poco de agua de tu cántaro’, 44y ella me respondiere: ‘Bebe tú, y también para tus camellos sacaré agua’, esa será la mujer que Yahvé ha designado para el hijo de mi señor. 45Y aún no había acabado de hablar en mi corazón, cuando he aquí que salía Rebeca, con su cántaro al hombro, y ella bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: «Dame, te ruego, de beber» 46y al mismo instante ella bajó su cántaro de sobre su hombro, y dijo «Bebe, y también a tus camellos daré de beber». Bebí y ella abrevó también a los camellos. 47[212]Entonces le pregunté, diciendo: «¿De quién eres hija?» Me respondió: «Soy hija de Batuel, el hijo de Nacor, para quien Milcá le dio a luz». Luego puse el anillo en su nariz, y los brazaletes en sus manos; 48y postrándome adoré a Yahvé, y bendije a Yahvé, el Dios de mi señor Abrahán, que me ha conducido por camino recto, a fin de traer la hija del hermano de mi señor, para su hijo. 49Por lo cual, si ahora queréis usar de benevolencia y lealtad con mi señor, decídmelo; y si no, decídmelo también, para que yo me dirija a la derecha o a la izquierda.”

50Respondieron Labán y Batuel, diciendo: “De Yahvé viene esto; nosotros no podemos decirte ni mal ni bien. 51Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea ella mujer del hijo de tu señor, como lo ha dispuesto Yahvé.” 52Cuando el siervo de Abrahán oyó lo que decían, se postró en tierra ante Yahvé. 53[213]Y sacó el siervo objetos de plata y objetos de oro y vestidos y los dio a Rebeca; hizo también ricos presentes a su hermano y a su madre.

El siervo vuelve con Rebeca.

54Después comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban y pasaron la noche. Cuando se levantaron a la mañana, dijo: “Dejadme volver a casa de mi señor.” 55A lo cual respondieron el hermano de ella y su madre: “Quédese la niña con nosotros algunos días, unos diez; después partirá.” 56Mas él les contestó: “No me detengáis, ya que Yahvé ha bendecido mi viaje; despedidme para que vaya a mi señor.” 57Ellos dijeron: “Llamemos a la joven y preguntemos lo que diga ella.” 58Llamaron, pues, a Rebeca, y la preguntaron: “Quieres ir con este hombre.” “Iré”, contestó ella.

59Entonces despidieron a Rebeca, su hermana, y a su nodriza, y al siervo de Abrahán con sus hombres. 60Y bendijeron a Rebeca, diciéndole:

“¡Hermana nuestra,

crezcas en millares y decenas de millares,

y apodérese tu descendencia

de la puerta de sus enemigos!”

61Después se levantó Rebeca con sus doncellas, y montadas sobre los camellos, siguieron al hombre, el cual tomó a Rebeca y partió.

Casamiento de Isaac con Rebeca.

62[214]Entre tanto Isaac había vuelto del pozo del “Viviente que me ve”; pues habitaba en la región del Négueb; 63[215]y por la tarde cuando salió al campo a meditar y alzó los ojos vio que venían unos camellos. 64También Rebeca alzó sus ojos y viendo a Isaac, descendió del camello; 65y preguntó al siervo: “Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro” Contestó el siervo: “Es mi señor.” Entonces ella tomó su velo y se cubrió. 66[216]El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho; 67[217]y condujo Isaac a Rebeca a la tienda de Sara, su madre; y tomó a Rebeca, la cual pasó a ser su mujer; y la amó; y así se consoló Isaac después de la muerte de su madre.

GÉNESIS 25
Últimos años y muerte de Abrahán

1Abrahán tomó todavía otra mujer, que se llamaba Keturá. 2De esta le nacieron Simrán, Jocsán, Madán, Madián, Jesboc y Sua. 3Jocsan engendró a Sabá y a Dedán. Los hijos de Dedán fueron los Asurim, los Letusim y los Leummim. 4Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Enoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Keturá.

5[218]Todo cuanto tenía dio Abrahán a Isaac. 6A los hijos de sus concubinas les hizo donaciones; y, viviendo aún él mismo, los separó de Isaac, enviándolos hacia el Oriente, a las regiones orientales.

7Estos fueron los días de los años de la vida de Abrahán: ciento setenta y cinco años. 8[219]Expiró Abrahán y murió en buena vejez, anciano y satisfecho; y fue a reunirse con su pueblo. 9Isaac e Ismael, sus hijos lo enterraron en la cueva de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de Sohar, el heteo, frente a Mamré, 10[220]en el campo que Abrahán había comprado a los hijos de Het. Allí está sepultado Abrahán, con Sara, su mujer.

11[221]Después de la muerte de Abrahán bendijo Dios a Isaac, su hijo, el cual habitaba junto al pozo del “Viviente que me ve”.

Descendientes de Ismael

12[222]Estos son los descendientes de Ismael, hijo de Abrahán, que le nació de Agar la egipcia, esclava de Sara. 13Y estos son los nombres de los hijos de Ismael, según los nombres de sus linajes: El primogénito de Ismael fue Nebayot; después Kedar, Abdeel, Mibsam, 14Mismá, Dumá, Masá. 15Hadad, Temá, Yetur, Nafís y Kedmá. 16Estos son los hijos de Ismael, y estos son sus nombres según sus poblados y sus campamentos; doce príncipes de otros tantos pueblos. 17Y estos fueron los años de la vida de Ismael: ciento treinta y siete años; después expiró y murió, y fue a reunirse con su pueblo. 18[223]Habitó desde Havilá hasta Sur, que está frente a Egipto, cuando uno va a Asiria, y se extendió al este de todos sus hermanos.

IV. DESDE ISAAC HASTA JOSÉ
Nacimiento de Esaú y Jacob

19Esta es la historia de Isaac, hijo de Abrahán: Abrahán engendró a Isaac. 20Isaac tenía cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Batuel, arameo, de Mesopotamia, hermana de Labán, arameo. 21Rogó Isaac a Yahvé por su mujer, porque ella era estéril; y Yahvé le escuchó, y concibió Rebeca, su mujer. 22[224]Pero se chochaban los hijos en su seno, por lo cual dijo “Si es así, ¿qué será de mí?” Y se fue a consultar a Yahvé. 23[225]Le respondió Yahvé:

“Dos pueblos están en tu seno,

dos naciones que se dividirán desde tus entrañas.

Y una nación será más fuerte que la otra;

pues el mayor servirá al menor.”

24Y he aquí, cuando llegó el tiempo de dar a luz, había mellizos en su seno. 25[226]Salió el primero, rubio todo él como un manto de pelo; y le llamaron Esaú. 26Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú; por lo cual le llamaron Jacob. Isaac contaba sesenta años cuando nacieron.

Esaú vende la primogenitura

27[227]Crecieron los niños, y fue Esaú diestro en la caza, hombre del campo; Jacob, empero, hombre apacible, que quedaba en casa. 28Isaac amaba a Esaú, porque comía de su caza; Rebeca, por su parte, quería a Jacob. 29Ahora bien, Jacob habíase hecho un guiso; y cuando Esaú, muy fatigado, volvió del campo, 30[228]dijo a Jacob: “Por favor, déjame comer de este guiso rojo, que estoy desfallecido.” Por esto fue llamado Edom. 31[229]Respondió Jacob: “Véndeme ahora mismo tu primogenitura.” 32“Mira, dijo Esaú, yo me muero, ¿de qué me sirve la primogenitura?” 33Replicó Jacob: “Júramelo ahora mismo.” Y él se lo juró, vendiendo a Jacob su primogenitura. 34Entonces Jacob dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y este comió y bebió; después se levantó y se marchó. Así despreció Esaú la primogenitura.

GÉNESIS 26
Dios renueva las bendiciones dadas a Abrahán

1Vino un hambre sobre el país, fuera de la primera hambre que había habido en tiempo de Abrahán. Se fue entonces Isaac a Gerar, a Abimelec, rey de los filisteos. 2Pues se le apareció Yahvé, y le dijo: “No desciendas a Egipto; fija tu residencia en el país que Yo te indicaré. 3Vive como extranjero en este país, y Yo estaré contigo y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y cumpliré el juramento que hice a tu padre Abrahán. 4[230]Multiplicaré tu posteridad como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, 5por haber obedecido Abrahán mi voz, y haber cumplido mi servicio, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”

Abimelec y Rebeca

6Habitó, pues, Isaac en Gerar. 7[231]Al preguntarle los hombres del lugar acerca de su mujer, dijo: “Es mi hermana”; porque tenía miedo de que al decir: “Es mi mujer”, lo matasen los hombres del lugar a causa de Rebeca; pues ella era de hermoso aspecto. 8[232]Mas como se prolongase allí su estancia, aconteció que Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana vio que Isaac acariciaba a su mujer Rebeca. 9Entonces llamó Abimelec a Isaac y le dijo: “Bien veo que ella es tu mujer. ¿Por qué, pues dijiste: ‘Es mi hermana’?” Y le respondió Isaac: “Porque pensé: No vaya yo a morir por causa de ella.” 10Replicó Abimelec: “¿Qué es esto que nos has hecho? Fácilmente alguno del pueblo hubiera podido tomar tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros un pecado.” 11Por lo cual dio Abimelec a todo el pueblo una orden que decía: “Quien tocare a este hombre o a su mujer, morirá irremisiblemente.”

Dios bendice a Isaac con bienes

12Sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año el ciento por uno; pues Yahvé le bendijo. 13[233]Y el hombre se hizo rico y fue engrandeciéndose cada día más, de manera que vino a ser muy rico. 14Tenía rebaños de ovejas y de ganados y mucha servidumbre. Por lo cual los filisteos le tuvieron envidia; 15y cegaron todos los pozos que los siervos de su padre habían cavado en tiempo de Abrahán, su padre y los llenaron de tierra.

Isaac se retira del país de los filisteos

16Dijo entonces Abimelec a Isaac: “Retírate de nosotros, porque te has hecho mucho más poderoso que nosotros.” 17Fuése, pues, Isaac de allí, y acampó en el valle de Gerar, donde fijó su residencia. 18Isaac abrió de nuevo los pozos de agua cavados en los días de Abrahán, su padre, que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abrahán; y les dio los mismos nombres que les había puesto su padre. 19Después cavaron los siervos de Isaac en el valle, y hallaron allí un pozo de agua viva. 20Pero riñeron los pastores de Gerar con los pastores de Isaac, diciendo: “Nuestra es el agua.” De donde llamó al pozo Esec, porque habían reñido con él. 21Cavaron otro pozo; y también por él se pelearon, por lo cual le puso por nombre Sitná. 22[234]Partió de allí y cavó otro pozo, por el cual no hubo altercado; por tanto lo llamó Rehobot, diciendo: “Porque ahora Yahvé nos ha dado anchura, y podremos prosperar sobre la tierra.”

Isaac en Bersabee

23De allí subió a Bersabee; 24y se le apareció Yahvé aquella noche, y dijo:

“Yo soy el Dios de Abrahán, tu padre.

No temas, porque Yo estoy contigo;

te bendeciré,

y multiplicaré tu descendencia

por amor a Abrahán, mi siervo.”

25Erigió allí un altar, donde invocó el nombre de Yahvé y plantó su tienda; y los siervos de Isaac cavaron allí un pozo.

26[235]Vino entonces a él Abimelec desde Gerar, con Ahuzar, su amigo, y Picol, capitán de sus tropas. 27Isaac les dijo: “¿Cómo es que venís a mí, vosotros que me odiáis y me habéis echado de entre vosotros?” 28Contestaron ellos: “Hemos visto claramente que Yahvé está contigo; por lo cual nos dijimos: Haya un juramento entre nosotros, entre ti y nosotros. Pactaremos alianza contigo, 29de que no nos harás mal alguno, así como nosotros no te hemos tocado, pues no hemos hecho contigo sino bien, y te hemos despedido en paz. Tú eres ahora el bendito de Yahvé.” 30Entonces les dio un convite, y comieron y bebieron; 31y levantándose muy de mañana juraron el uno al otro. Después los despidió Isaac, y se retiraron de él en paz.

32Aquel mismo día vinieron los siervos de Isaac a darle noticia del pozo que habían cavado, diciéndole: “Hemos hallado agua.” 33[236]Y lo llamó Sebá. Por eso el nombre de aquella ciudad es Bersabee hasta el día de hoy.

Esaú se casa con mujeres paganas

34Cuando Esaú tenía cuarenta años, tomó por mujeres a Judit, hija de Beerí, heteo, y a Basemat, hija de Elón, heteo, 35[237]las cuales causaron a Isaac y Rebeca mucha amargura.

GÉNESIS 27
Isaac bendice a su hijo Jacob

1Cuando Isaac era viejo y se le habían debilitado los ojos, de modo que ya no veía, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “Hijo mío”; el cual le contestó: “Heme aquí.” 2Y dijo: “Mira, yo soy viejo, y no sé el día de mi muerte. 3Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba, y tu arco, y sal al campo, cázame algo, 4y prepárame un buen guiso, según mi gusto, y tráemele para comida, y mi alma te bendecirá antes de morirme.”

5Mas Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a Esaú, su hijo; y cuando Esaú fue al campo a cazar una presa de casa para traérselo, 6habló Rebeca con Jacob, su hijo, diciendo: “Mira, he oído a tu padre cómo hablando con Esaú tu hermano, le decía: 7[238] ‘Tráeme caza, y hazme un buen guiso para comida, y te bendeciré delante de Yahvé antes de morirme’. 8Ahora bien, hijo mío, oye mi voz en lo que te mando. 9Ve al rebaño, y tráeme de allí dos buenos cabritos; y yo haré con ellos para tu padre un sabroso guiso como a él le gusta; 10[239]y se lo presentarás a tu padre, el cual lo comerá y te bendecirá antes de su muerte”. 11Contestó Jacob a Rebeca, su madre: “Mira que Esaú, mi hermano, es hombre velludo, y yo lampiño. 12Quizás me palpe mi padre; seré entonces a sus ojos como quien se burla de él y me acarrearé maldición, en lugar de bendición.” 13Replicole su madre: “Sobre mí tu maldición, hijo mío; oye tan solo mi voz, anda y tráemelos.”

14Fue, pues, a tomarlos, y los trajo a su madre; e hizo su madre un sabroso guiso, como le gustaba a su padre. 15Después tomó Rebeca vestidos de Esaú, su hijo mayor, los mejores que tenía en casa, y los vistió a Jacob, su hijo menor. 16Y con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lisa de su cuello. 17Luego puso el guiso y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo, 18el cual entró donde estaba su padre, y dijo “Padre mío”, a lo que este respondió: “Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío?” 19[240] “Yo soy tu primogénito Esaú”, dijo Jacob a su padre. “He hecho como me dijiste; levántate, te ruego, siéntate, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma.” 20Preguntó Isaac a su hijo: “¿Cómo es que has podido encontrarla tan pronto, hijo mío?” El cual respondió: “porque Yahvé, tu Dios me la puso delante.” 21Dijo entonces Isaac a Jacob: “Acércate, y te palparé, a ver si realmente eres o no mi hijo Esaú.”

22Acercose, pues Jacob a su padre Isaac, el cual lo palpó y dijo: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú.” 23Y no lo reconoció, porque sus manos estaban velludas, como las manos de su hermano Esaú y así lo bendijo. 24Pero repitió la pregunta: “¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?” Y él respondió: “Soy yo.” 25Dijo entonces: “Acércame la caza, y comeré de ella, hijo mío, para que te bendiga mi alma.” Se la acercó, y comió; le sirvió también vino y bebió. 26Después le dijo Isaac, su padre: “Acércate y bésame, hijo mío.” 27[241]Se acercó y lo besó; y cuando (Isaac) sintió la fragancia de sus vestidos, le bendijo diciendo:

“Mira, el olor de mi hijo

es como el olor de un campo

bendecido por Yahvé.

28[242]¡Te de Dios del rocío del cielo,

y de la grosura de la tierra,

y abundancia de trigo y de vino!

29¡Sírvante pueblos,

y póstrense delante de ti naciones;

sé señor de tus hermanos,

e inclínense ante ti los hijos de tu madre!

¡Maldito el que te maldiga,

y bendito quien te bendiga!”

Isaac bendice también a Esaú

30Apenas Isaac había acabado de bendecir a Jacob, y no bien había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, cuando Esaú, su hermano, volvió de su caza. 31Hizo también un sabroso guiso y presentándolo a su padre le dijo: “Levántese mi padre y coma la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma.” 32Isaac, su padre, le dijo: “¿Quién eres tú?” Le contestó: “Soy tu hijo, el primogénito tuyo Esaú.” 33Asombrose Isaac sobremanera, hasta el extremo, y dijo: “¿Quién es, pues, aquel que fue a cazar y me trajo caza, y yo he comido de todo antes que tu vinieses, y lo he bendecido de suerte que quedará bendito?”

34Al oír Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y extremadamente amargo, y dijo a su padre: “¡Bendíceme también a mí, padre mío!” 35Mas él respondió: “Ha venido tu hermano con engaño, y se ha llevado tu bendición.” 36[243]Dijo entonces (Esaú): “Con razón se llama Jacob; pues me ha suplantado ya dos veces: me quitó la primogenitura, y ya ves que ahora me ha quitado la bendición.” Y añadió “¿No has reservado bendición para mí? 37[244]Isaac respondió y dijo a Esaú: “Mira, le he puesto por señor tuyo, le he dado por siervos a todos sus hermanos y le he provisto de trigo y vino. Por ti, pues, ¿qué podré hacer ahora, hijo mío?” 38Dijo Esaú a su padre: “¿No tienes más que un sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí, padre mío!” y levantó Esaú su voz y rompió a llorar.

39Entonces repuso Isaac, su padre, diciendo:

“He aquí que lejos de la grosura

de la tierra será tu morada,

y lejos del rocío que baja del cielo.

40[245]De tu espada vivirás,

y servirás a tu hermano,

pero cuando empieces a dominar,

romperás su yugo de sobre tu cerviz.”

Esaú amenaza a Jacob con la muerte

41Esaú concibió odio contra Jacob a causa de la bendición con que le había bendecido su padre; y dijo Esaú en su corazón: “Se acercan ya los días en que haré duelo por mi padre; después mataré a Jacob, mi hermano.” 42Rebeca tuvo noticia de las palabras de Esaú, su hijo mayor; por lo cual envió a llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: “Mira, tu hermano Esaú quiere vengarse de ti, matándote. 43Ahora, pues, hijo mío, oye mi voz: levántate y huye a Harán, a casa de mi hermano Labán; 44y estarás con él algún tiempo, hasta que se apacigüe la cólera de tu hermano; 45hasta que la ira de tu hermano se aparte de ti, y él se olvide de lo que le has hecho. Yo entonces enviaré por ti y te traeré de allá. ¿Por qué he de quedar privada de vosotros dos en un mismo día? 46[246]Y dijo Rebeca a Isaac: “Me da fastidio el vivir, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como estas, de las hijas de este país, ¿para qué seguir viviendo?”

GÉNESIS 28
Isaac envía a Jacob a Mesopotamia

1Llamó, pues, Isaac a Jacob y lo bendijo, y le dio esta orden: “No tomes mujer de las hijas de Canaán. 2Levántate y ve a Mesopotamia, a casa de Batuel, padre de tu madre, y toma de allí mujer, de las hijas de Labán, hermano de tu madre. 3Bendígate el Dios Todopoderoso, y te haga crecer, y te multiplique, para que llegues a ser padre de muchos pueblos. 4Y te conceda la bendición de Abrahán, a ti y a tu descendencia contigo; a fin de que poseas la tierra de tus peregrinaciones, que Dios ha dado a Abrahán.” 5Despidió, pues, Isaac a Jacob, el cual se fue a Mesopotamia, a Labán, hijo de Batuel, arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú.

Esaú se casa con una hija de Ismael

6Vio, pues Esaú que Isaac había bendecido a Jacob, y le había enviado a Mesopotamia a fin de que allí se tomase mujer, y que al bendecirlo le había dado la orden: “No tomes mujer de las hijas de Canaán”, 7y que Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, había marchado a Mesopotamia, 8conoció Esaú que las hijas de Canaán eran malas a los ojos de Isaac, su padre, 9[247]por lo cual fue Esaú a Ismael, y se tomó por mujer, sobre las mujeres que ya tenía, a Mahalat, hija de Ismael, el hijo de Abrahán y hermana de Nabayot.

Viaje de Jacob a Harán

10Jacob salió de Bersabee y se dirigió a Harán. 11[248]Llegado a cierto lugar, pasó allí la noche, porque ya se había puesto el sol. Y tomando una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal, y se acostó en aquel sitio. 12[249]Y tuvo un sueño: he aquí una escalera que se apoyaba en la tierra, y cuya cima tocaba en el cielo; los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. 13Y sobre ella estaba Yahvé, que dijo: “Yo soy Yahvé, el Dios de tu padre Abrahán, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado, te la daré a ti y a tu descendencia. 14[250]Tu posteridad será como el polvo de la tierra; y te extenderás hacia el occidente y hacia el oriente, hacia el aquilón y hacia el mediodía; y en ti y en tu descendencia serán benditas todas las tribus de la tierra. 15Y he aquí que Yo estaré contigo, y te guardaré en todos tus caminos y te restituiré a esta tierra; porque no te abandonaré hasta haber cumplido cuanto te he dicho.”

16[251]Cuando Jacob despertó de su sueño, exclamó: “Verdaderamente Yahvé está en este lugar y yo no lo sabía.” 17Y lleno de temor añadió: “¡Cuan venerable es este lugar!, no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo.” 18[252]Se levantó Jacob muy de mañana, tomó la piedra que había puesto por cabezal, la erigió en monumento y derramó óleo sobre ella. 19[253]Y llamó a aquel lugar Betel —antiguamente el nombre de la ciudad era Luz—. 20[254]Y Jacob hizo un voto, diciendo: “Si Dios está conmigo, y me guarda en este viaje que hago, y me da pan que comer y ropa con que vestirme, 21y vuelvo yo en paz a la casa de mi padre, entonces será Yahvé mi Dios. 22Esta piedra que he erigido en monumento será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, te daré el diezmo sin falta.”

GÉNESIS 29
Jacob en casa de Labán

1[255]Jacob prosiguió su viaje y se fue al país de los hijos de Oriente. 2Mirando vio en el campo un pozo y he aquí tres rebaños de ovejas sesteando junto a él; pues en aquel pozo se abrevaban los rebaños; y había una piedra grande sobre la boca del pozo. 3Allí se reunían todos los rebaños; (los pastores) removían la piedra de sobre la boca del pozo, para abrevar los rebaños, y después volvían aponer la piedra en su lugar sobre la boca del pozo. 4Díjoles Jacob: “Hermanos, ¿de dónde sois?” Contestaron: “Somos de Harán”. 5[256]Les preguntó: “¿Conocéis a Labán, hijo de Nacor?” Respondieron: “Lo conocemos.” 6Les dijo entonces: “¿Está bien?” “Bien está, respondieron ellos, y he aquí a Raquel, su hija, que viene con su rebaño.” 7Entonces dijo: “Todavía es muy de día, no es hora de recoger el ganado; abrevad las ovejas, y volved a apacentarlas.” 8Ellos respondieron: “No podemos, hasta que se reúnan todos los rebaños y se remueva la piedra de sobre la boca del pozo para que abrevemos las ovejas.”

9Aún estaba hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues ella era pastora. 10Como viese Jacob a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, se acercó y removió la piedra de sobre la boca del pozo y abrevó las ovejas de Labán, hermano de su madre. 11Y besó Jacob a Raquel, y alzó su voz para llorar. 12[257]Luego declaró Jacob a Raquel que era hermano de su padre e hijo de Rebeca. Tras lo cual ella echó a correr y avisó a su padre. 13Cuando Labán oyó lo que le decía de Jacob, hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo condujo a su casa. Y (Jacob) contó a Labán todas estas cosas. 14Díjole entonces Labán: “De veras, eres hueso mío y carne mía.” Y estuvo con él por espacio de un mes.

Jacob se casa con Raquel

15Dijo Labán a Jacob: “¿Acaso por ser mi hermano, has de servirme de balde? Dime cuál será tu salario.” 16Ahora bien, tenía Labán dos hijas; el nombre de la mayor era Lía, y el nombre de la menor, Raquel. 17[258]Lía tenía los ojos enfermos; Raquel, en cambio, era de buena figura y de hermoso aspecto. 18Jacob amaba a Raquel, por lo cual dijo: “te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.” 19Labán respondió: “Mejor es dártela ti, que dársela a otro; quédate conmigo.”

20[259]Sirvió, pues, Jacob por Raquel siete años, que le parecieron como unos pocos días, por el amor que le tenía. 21Dijo entonces Jacob a Labán: “Dame mi mujer, que se han cumplido los días, y me llegaré a ella.” 22Reunió, pues, Labán a toda la gente del lugar y dio un banquete. 23Mas por la noche tomó a Lía, su hija, y la llevó a Jacob, y este se llegó a ella. 24[260]Y dio Labán a su hija Lía su sierva Silfá para esclava. 25Llegada la mañana, vio (Jacob) que era Lía. Dijo, pues, a Labán: “¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?” 26Respondió Labán: “No es costumbre en nuestra tierra dar la menor antes que la mayor. 27Cumple la semana con esta, y te daremos también la otra, por el servicio que me prestarás durante otros siete años.” 28Jacob lo hizo así; y habiendo cumplido la semana con ella, le dio por mujer a su hija Raquel. 29Y dio Labán por esclava a su hija Raquel su sierva Bilhá. 30[261]Así se llegó (Jacob) también a Raquel, a la cual amó más que a Lía y sirvió a (Labán) otros siete años.

Hijos de Lía

31Viendo Yahvé que Lía era menospreciada, la hizo fecunda, mientras Raquel era estéril. 32[262]Concibió Lía y dio a luz un hijo, al cual llamó Rubén, pues decía: “Yahvé ha mirado mi aflicción; ahora sí que me amará mi marido.” 33Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: “Yahvé oyó que yo era menospreciada; por eso me ha dado también este.” Y le llamó Simeón. 34Concibió de nuevo y dio a luz un hijo, y dijo: “Ahora, esta vez, mi marido se aficionará a mí, ya que le he dado tres hijos.” Por eso le llamó Leví. 35Volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y dijo “Esta vez alabaré a Yahvé.” Por tanto, le puso por nombre Judá; y cesó de tener hijos.

GÉNESIS 30
Los restantes hijos de Jacob

1Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y dijo a Jacob: “Dame hijos, de lo contrario me muero.” 2Entonces se airó Jacob contra Raquel, y dijo: “¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios, que te ha negado el fruto del seno?” 3[263]A lo cual ella contestó: “Ahí tienes a mi sierva Bilhá: llégate a ella para que dé a luz sobre mis rodillas. Así también yo tendré descendencia, por medio de ella.” 4Diole, pues, a Bilhá, su sierva, por mujer; y Jacob se llegó a ella. 5Concibió Bilhá y dio a Jacob un hijo. 6Y dijo Raquel: “Dios me ha hecho justicia, y también ha oído mi voz, concediéndome un hijo.” Por eso le llamó Dan. 7Concibió otra vez Bilhá, sierva de Raquel, y dio a Jacob un segundo hijo. 8[264]Entonces dijo Raquel: “Luchas de Dios he luchado con mi hermana y he vencido.” Y le llamó Neftalí.

9Ahora bien, cuando Lía vio que había dejado de dar a luz, tomó a Silfá, su sierva, y se la dio a Jacob por mujer. 10Y cuando Silfá, sierva de Lía, dio a Jacob un hijo, 11exclamó Lía: ¡Qué buena suerte!”, y le puso por nombre Gad. 12Silfá, sierva de Lía, dio a Jacob también un segundo hijo, 13y dijo Lía: “¡Por dicha mía!, porque me llamarán dichosa las doncellas.” Y le llamó Aser.

14Un día salió Rubén, en tiempo de la cosecha del trigo, y halló mandrágoras en el campo, que llevó a su madre Lía. Y dijo Raquel a Lía: “Dame, por favor, de las mandrágoras de tu hijo.” 15[265]Mas ella le contestó: “¿Te parece poco haberme quitado mi marido? ¿Quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo?” A lo cual contestó Raquel: “Duerma entonces contigo esta noche, a trueque de las mandrágoras de tu hijo.” 16A la tarde, cuando Jacob volvió del campo, salió Lía a su encuentro y le dijo: “A mí has de venir, pues te he comprado por las mandrágoras de mi hijo”; por lo cual aquella noche durmió con ella. 17Y oyó Dios a Lía, que concibió y dio a Jacob un quinto hijo. 18Y dijo Lía. “Dios ha dado mi recompensa por haber dado mi sierva a mi marido”; y le llamó Isacar. 19Lía concibió otra vez y dio un sexto hijo a Jacob. 20Y dijo Lía: “Dios me ha dado un buen regalo; ahora habitará mi marido conmigo, pues le he dado seis hijos.” Y le puso por nombre Zabulón. 21Después dio a luz una hija, a la que llamó Dina.

22Se acordó Dios también de Raquel, la oyó y la hizo fecunda. 23[266]Concibió y dio a luz un hijo, y dijo: “Ha quitado Dios mi oprobio.” 24Y le puso por nombre José, diciendo: “Añádame Yahvé otro hijo”.

Dios enriquece a Jacob

25Cuando Raquel hubo dado a luz a José, dijo Jacob a Labán: “Déjame marchar, e iré a mi lugar y a mi tierra. 26Dame mis mujeres y mis hijos, por quienes te he servido, y me iré; bien sabes los servicios que te he hecho.” 27Le respondió Labán: “¡Halle yo gracia a tus ojos! He observado que Yahvé me ha bendecido por tu causa.” 28Y agregó: “Fíjame tu salario, y lo daré.” 29Contestó él: “Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha crecido tu hacienda conmigo. 30Poco era lo que tenías antes de mi venida, pero se ha aumentado en extremo, pues Yahvé te ha bendecido con mi llegada. Ahora, pues, ¿cuándo podré trabajar también por mi casa?” 31Le preguntó (Labán): “¿Qué es lo que he de darte?” “No me des nada, respondió Jacob, antes bien haz conmigo lo que te voy a decir, y volveré a pastorear y guardar tu rebaño. 32[267]Recorreré hoy toda tu grey, apartando de ella todo animal salpicado y mancho y todo animal negro entre los corderos y todo animal manchado y salpicado entre las cabras, y (esto) será mi recompensa. 33Y responderá por mí mi rectitud el día de mañana, cuando se presente delante de ti mi salario: Todo lo que no fuere salpicado y manchado entre las cabras, y negro entre los corderos, será en mí un robo.” 34“Bien está, dijo Labán, sea como dices.”

35Y aquel mismo día (Labán) separó los chivos listados y manchados y todas las cabras salpicadas y manchadas, todo lo que tenía algo de blanco, y todo lo negro entre los corderos, y lo entregó en manos de sus hijos. 36Además fijó una distancia de tres jornadas entre él y Jacob, el cual siguió apacentando el resto del rebaño de Labán. 37[268]Entonces tomó Jacob unas varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y les quitó parte de la corteza, dejando al descubierto lo blanco de las varas. 38Y colocó las varas así descortezadas en los canales o abrevaderos de agua a donde venían los animales a beber. (Las colocó) a la vista de los animales, para que se encelasen al tiempo de beber. 39Y así se encelaban los animales a la vista de las varas, y parían crías listadas, salpicadas y manchadas. 40[269]Y Jacob separó los corderos, dirigiendo ese ganado hacia las reses listadas y poniendo, en cambio, todo lo negro en el rebaño de Labán; y él colocó sus hatos aparte, sin ponerlos junto al rebaño de Labán. 41Y cada vez que se encelaban las reses robustas, ponía Jacob las varas ante los ojos del ganado en los abrevaderos, para que se encelasen ante las varas. 42Mas cuando el ganado estaba débil, no las ponía, de modo que las crías débiles eran para Labán, y las robustas para Jacob. 43Así el hombre se enriqueció de un modo extraordinario, y tuvo muchos rebaños, siervas y siervos, camellos y asnos.

GÉNESIS 31
Vuelta de Jacob a Canaán

1Oyó Jacob las palabras de los hijos de Labán, que decían: “Jacob se ha apoderado de todo lo que era de nuestro padre, y con la hacienda de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza.” 2Jacob observó también el rostro de Labán y vio que no era para él como antes. 3Dijo, pues, Yahvé a Jacob: “Vuélvete a la tierra de tus padres y a tu parentela, y Yo estaré contigo.” 4Entonces Jacob envió llamar a Raquel y a Lía al campo, donde estaban sus rebaños, 5y le dijo “Veo que el rostro de vuestro padre no es para mí como antes, mas el Dios de mi padre ha estado conmigo. 6Como sabéis he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas; 7[270]pero vuestro padre se ha burlado de mí, cambiando diez veces mi salario, aunque Dios no le ha permitido dañarme. 8Si él decía: ‘Las ovejas salpicas serán tu salario’, todas las ovejas parían crías salpicadas. Y se decía: ‘Las listadas serán tu salario’, todas las ovejas parían crías listadas. 9[271]De esta suerte Dios ha quitado la hacienda de vuestro padre y me la ha entregado a mí. 10Al tiempo que las ovejas entraban en calor, alcé mis ojos y vi en sueños que los machos que cubrían el ganado eran listados, salpicados y manchados, 11[272]Y me dijo el Ángel de Dios en sueño: ‘¡Jacob!’, a lo cual yo respondí: ‘Heme aquí.’ 12Y dijo Él: ‘Alza los ojos, y verás que todos los machos que cubren el ganado son listados, salpicados y manchados, porque he visto todo lo que te ha hecho Labán. 13Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste un monumento, y donde me hiciste un voto. Ahora, pues, levántate, sal de esta tierra, y vuelve al país de tu nacimiento.”

14Respondieron Raquel y Lía, diciéndole: “¿Tenemos acaso todavía alguna parte y herencia en la casa de nuestro padre? 15¿No nos ha tratado como extranjeras?, pues nos vendió, y se comió por completo nuestro dinero. 16Mas ahora toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, es nuestra y de nuestros hijos. Haz, pues, cuanto te ha dicho Dios.” 17[273]Se levantó entonces Jacob, hizo subir a sus hijos y a sus mujeres sobre los camellos, 18y llevándose todo su ganado, y toda su hacienda que había adquirido, los bienes que había ganado en Mesopotamia, y se fue a Isaac, su padre, al país de Canaán.

Labán da alcance a Jacob

19[274]Labán había ido a esquilar sus ovejas. Entre tanto robó Raquel los terafim que tenía su padre, 20y Jacob engañó a Labán, arameo, no comunicándole su huída. 21[275]Pues huyó con todo lo que era suyo, y levantándose pasó el río, y se encaminó hacia las montañas de Galaad. 22Al tercer día recibió Labán la noticia de que Jacob había escapado. 23Entonces tomó a sus hermanos consigo, y persiguiéndolo durante siete días, le dio alcance en la montaña de Galaad. 24[276]Mas Dios se llegó a Labán, arameo, en sueño durante la noche y le dijo: “Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, sea buena, sea mala.” 25Alcanzó, pues Labán a Jacob, cuando este tenía fijadas sus tiendas en el monte, y acampó también Labán, con sus hermanos, en el monte de Galaad.

26Y dijo Labán a Jacob: “¿Qué es lo que has hecho? Me engañaste y te has llevado a mis hijas como cautivas de guerra. 27¿Por qué escapaste secretamente, engañándome, y no me avisaste? Te habría despedido con alegría y cantos, con tamboriles y cítaras. 28Ni siquiera me has dejado besar a mis hijos y a mis hijas. De veras, has obrado neciamente. 29Está en mi mano el haceros mal; pero el Dios de vuestro padre me habló anoche, diciendo: ‘Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, sea buena, sea mala.’ 30Mas ya que has partido, porque tanto deseabas ir a la casa de tu padre, ¿por qué has robado mis dioses?” 31Contestó Jacob, y dijo a Labán: “Tuve miedo, pues pensaba que tal vez me quitarías tus hijas. 32En cuanto a tus dioses, aquel en cuyo poder los encuentres, que muera. En presencia de nuestros hermanos haz tus pesquisas, y en caso que tengo yo algo, llévatelo.” Pues Jacob no sabía que Raquel los había robado. 33Entró entonces Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lía, y en la tienda de las dos siervas, y no halló nada. Salió de la tienda de Lía, y entró en la tienda de Raquel. 34Mas Raquel había tomado los terafim y los había metido en la albarda del camello, sentándose encima, y a Labán que registró toda la tienda, sin encontrar nada, 35le dijo: “No se irrite mi señor si no puedo levantarme delante de ti; porque estoy con la costumbre de las mujeres.” De manera que él, a pesar de escudriñarlo (todo), no halló los terafim.

36[277]Entonces Jacob, montado en cólera, recriminó a Labán; y tomando Jacob la palabro dijo a Labán: “¿Cuál es mi crimen, y cuál mi pecado, para que tanto te enardezcas en mi persecución? 37Después de registrar todo mi equipaje, ¿qué has hallado de todos los objetos de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de tus hermanos, y sean ellos jueces entre nosotros dos. 38Hace veinte años que estoy contigo, y tus ovejas y tus cabras no han abortado, y no me he comido los carneros de tu rebaño. 39Lo destrozado no te lo he mostrado, pues yo mismo pagaba el daño; y lo robado de noche y lo robado de día de mi mano lo reclamabas. 40[278]De día me consumía el calor, y de noche el frío, y huía el sueño de mis ojos. 41Esta ha sido mi suerte por veinte años en tu casa. Catorce años te he servido por tus dos hijas, y seis años por tu rebaño; y diez veces has cambiado mi salario. 42[279]Si el Dios de mi padre, el Dios de Abrahán y el Temor de Isaac, no hubiera estado conmigo, me habrías ahora despedido con las manos vacías. Mas Dios ha visto mi aflicción, y el trabajo de mis manos; y Él (te) recriminó la noche pasada.”

Labán hace alianza con Jacob

43Respondiendo dijo Labán a Jacob: “Las hijas, hijas mías son, los hijos son hijos míos y los rebaños, rebaños míos; y todo cuanto ves, mío es. Mas ¿qué puedo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han dado a luz? 44Ahora, ven, pues, pactemos alianza, yo y tú, que será para testimonio entre los dos.” 45Tomó entonces Jacob una piedra, y la erigió en monumento. 46Y dijo Jacob a sus hermanos: “Recoged piedras.” Y recogieron piedras e hicieron un montón; y comieron allí sobre aquel montón. 47[280]Labán lo llamó “Jegar-Sahaduta”, y Jacob lo llamó “Galaad”. 48Y dijo Labán: “Este majano sea hoy testigo entre mí y entre ti” Por eso se le dio el nombre de Galaad, 49y también de Masfá, porque dijo: “¡Vele Yahvé sobre nosotros dos, cuando nos hallemos separados el uno del otro! 50Si tu maltratas a mis hijas, o si tomas otras mujeres, además de mis hijas, estará entre nosotros no un hombre; mira, es Dios quien estará como testigo entre los dos.” 51Y siguió diciendo Labán a Jacob: “He aquí este majano, y he aquí este monumento que he erigido entre mí y entre ti; 52este majano sea testigo, y testigo sea este monumento de que yo no pasaré este majano yendo contra ti, y de que tú no pasarás este majano y este monumento yendo contra mí para hacerme mal. 53El Dios de Abrahán, el Dios de Nacor y el Dios de sus padres sea juez entre nosotros”. Y Jacob juró por el Temor de su padre Isaac.

54Luego ofreció Jacob un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a comer. Comieron, pues, y pasaron la noche en el monte. 55A la mañana se levantó Labán muy temprano, besó a sus hijos y a sus hijas y los bendijo; luego se puso en camino para volver a su lugar.

GÉNESIS 32
Temores de Jacob

1Prosiguió Jacob su camino y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 2[281]Al verlos, dijo Jacob: “Este es el campamento de Dios”; y llamó a aquel lugar Mahanaim. 3[282]Luego envió Jacob mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, al país de Seír, a las campiñas de Edom, 4[283]y les dio esta orden: “Así diréis a mi señor Esaú: Esto dice tu siervo Jacob: He estado con Labán donde me detuve como huésped hasta hoy. 5Tengo bueyes, asnos, ovejas, siervos y siervas; y ahora envío mensaje a mi señor, para hallar gracia a tus ojos.” 6Los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: “Hemos ido a tu hermano Esaú, y él viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres.”

7Se atemorizó entonces Jacob en gran manera, y lleno de angustia dividió la gente que tenía, incluso las ovejas, el ganado mayor y los camellos, en dos campamentos; 8pues se decía: “Si viene Esaú a uno de los dos campamentos y lo destroza, se salvará el campamento restante.” 9Y oró Jacob: “Oh Dios de mi padre Abrahán y Dios de mi padre Isaac, Yahvé, que me dijiste: Vuelve a tu tierra y al país de tu nacimiento, que Yo te haré bien, 10¡qué poco merecía yo todas las mercedes y toda la fidelidad de que has hecho objeto a tu siervo! Pues con solo mi cayado pasé este Jordán, y ahora he venido a formar dos campamentos. 11[284]Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú; porque le temo, no sea que venga y me destruya a mí y a las madres con los hijos. 12[285]Tú mismo dijiste: Yo te colmaré de bienes y haré tu descendencia como las arenas del mar, que a causa de su muchedumbre no pueden contarse.”

Jacob aplaca a su hermano Esaú

13Habiendo pasado allí aquella noche, tomó Jacob de lo que tenía a mano para hacer un presente a Esaú, su hermano: 14doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 15treinta camellas criando con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte asnas y diez pollinos. 16Los entregó a sus siervos, cada rebaño aparte, y dijo a sus siervos: “Id delante de mí, dejando un espacio entre rebaño y rebaño.” 17Y dio al primero esta orden: “Cuando te encontrare Esaú, mi hermano, y te preguntare: ¿De quién eres, y adónde vas, y de quién es lo (que marcha) delante de ti?, 18dirás: De tu siervo Jacob; es un presente, enviado a mi señor Esaú; y he aquí que él mismo viene detrás de nosotros.” 19Y también al segundo, como asimismo al tercero, y a todos los que iban tras los rebaños, mandó: “En estos términos hablaréis a Esaú cuando lo encontrareis.” 20Y diréis también: “He aquí, tu siervo Jacob viene detrás de nosotros.” Porque se decía: Aplacaré su ira con el presente que va delante de mí; después veré su rostro; quizá me sea propicio. 21Pasó, pues el presente delante de él; mas él se quedó aquella noche en el campamento.

La lucha con el Ángel

22[286]Aquella noche se levantó Jacob, tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, para pasar el vado del Yaboc. 23Los tomó, y los hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que tenía. 24[287]Así se quedó Jacob solo, y luchó con él un hombre hasta rayar el alba. 25[288]Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación del muslo de Jacob mientras luchaba con él. 26Por lo cual dijo: “Déjame que ya raya el alba.” Mas (Jacob) contestó: “No te dejaré ir si no me bendices.” 27Le preguntó él: “¿Cuál es tu nombre?”, y respondió: “Jacob.” 28[289]Le dijo entonces: “En adelante no te llamarás más Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con hombres, y has prevalecido.” 29Preguntole Jacob, diciendo: “Dime, por favor, tu nombre.” Mas él contestó: “¿Por qué preguntas mi nombre?” Y le bendijo allí.

30[290]Jacob dio a aquel lugar el nombre de Fanuel, porque (dijo): “He visto a Dios cara a cara, y ha quedado a salvo mi vida.” 31Apenas había pasado de Fanuel cuando salió el sol; e iba cojeando del muslo. 32[291]Por tanto, los hijos de Israel no comen, hasta el día de hoy, el nervio ciático, que está en la articulación del muslo, por haber sido tocada la articulación del muslo de Jacob en el nervio ciático.

GÉNESIS 33
Reconciliación con Esaú

1Cuando Jacob alzando los ojos vio que venía Esaú, y con él cuatrocientos hombres, repartió los niños entre Lía y Raquel y las dos siervas, 2poniendo delante a las siervas con sus hijos, detrás a Lía con sus hijos, y a Raquel con José los postreros. 3Él mismo se les adelantó y se postró en tierra siete veces, hasta que se hubo acercado a su hermano. 4[292]Entonces Esaú corrió a su encuentro, le abrazó, se echó sobre su cuello y le besó; y lloraron. 5Alzando los ojos, vio (Esaú) a las mujeres y a los niños, y preguntó: “¿Quiénes son estos que tienes contigo?” Respondió: “Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo.” 6Y se acercaron las siervas, ellas y sus hijos, y se postraron. 7Acercose también Lía con sus hijos, y se postraron; y después se acercaron José y Raquel, y se postraron. 8Preguntó entonces: “¿Qué significa toda esta caravana que acabo de encontrar?” A lo que respondió (Jacob): “Es para hallar gracia a los ojos de mi señor.” 9“Vivo en abundancia, hermano mío, contestó Esaú; sea para ti lo que es tuyo.” 10[293]Pero Jacob replicó: “De ninguna manera. Si he hallado gracia a tus ojos, acepta mi presente de mi mano, por cuanto he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado tu benevolencia. 11[294]Acepta, pues, mi bendición que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo.” Y le instó tanto que aceptó.

12Luego dijo (Esaú): “Partamos y pongámonos en marcha, y yo iré delante de ti.” 13Mas él respondió: “Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas preñadas; y si las arrean apresuradamente un solo día, morirá todo el ganado. 14Adelántese, pues, mi señor a su siervo, y yo seguiré lentamente, al paso de los rebaños que llevo delante, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor, a Seír.” 15Respondió Esaú: “Dejaré entonces para ti parte de la gente que tengo conmigo.” Mas (Jacob) dijo: “¿Para qué esto? ¡Con tal que halle yo gracia a los ojos de mi señor!” 16Se volvió, pues, Esaú ese mismo día rumbo a Seír.

Jacob en Sucot y Siquem

17[295]Jacob marchó a Sucot, donde hizo una casa para sí, y cabañas para su ganado. Por donde se llamó aquel lugar Sucot. 18[296]De vuelta de Mesopotamia llegó Jacob sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en el país de Canaán, y acampó frente a la ciudad. 19[297]Y compró a los hijos de Hemor, padre de Siquem, por cien kesitas, la parte del campo donde había asentado su tienda. 20[298]Allí erigió un altar, y lo llamó El-Elohé-Israel.

GÉNESIS 34
Crimen de los siquemitas

1Diná, la hija que Lía había dado a luz a Jacob, salió para ver a las hijas del país. 2[299]La vio Siquem, hijo de Hemor el heveo, príncipe del país, y la tomó y cohabitó con ella, haciéndole violencia. 3Y se prendó de Dina, hija de Jacob, de tal manera que se enamoró de la joven y le habló al corazón. 4Habló, pues, Siquem a su padre Hemor, diciendo: “Tómame esta joven por mujer.” 5Supo Jacob que (Siquem) había violado a su hija Dina; mas estando sus hijos con el ganado en el campo, se calló Jacob hasta su regreso. 6Entretanto, Hemor, padre de Siquem fue a ver a Jacob para hablar con él.

7Cuando los hijos de Jacob vinieron del campo y lo supieron, se entristecieron y se irritaron mucho, porque con la violación de la hija de Jacob se había cometido un crimen contra Israel, cosa que no se debía hacer. 8Habló Hemor con ellos, y dijo: “Siquem, mi hijo, está enamorado de vuestra hija; os ruego, dádsela por mujer. 9Emparentad con nosotros, dadnos vuestras hijas, y tomad para vosotros nuestras hijas; 10y habitad con nosotros, pues la tierra estará a vuestra disposición. Permaneced en ella, recorredla y tomadla en posesión.”

11También Siquem dijo al padre y a los hermanos de ella: “¡Halle yo gracia a vuestros ojos!, pues daré lo que me pidiereis. 12[300]Exigidme mucha dote y muchos dones; yo daré cuanto me digáis; pero dadme a la joven por mujer.” 13Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a Hemor, su padre, hablando con dolo, por cuanto había violado a Dina su hermana, 14[301]y les dijeron: “No podemos hacer eso de dar nuestra hermana a un hombre incircunciso; porque sería para nosotros una deshonra. 15Solo con esta condición podremos acceder a vuestro deseo: si consentís en ser como nosotros, circuncidando a todo varón de entre vosotros. 16Entonces os daremos nuestras hijas, y nos tomaremos vuestras hijas; y habitaremos con vosotros, formando un solo pueblo. 17Pero, si no queréis escucharnos y no os circuncidáis, tomaremos a nuestra hija y nos iremos.” 18Parecieron bien sus palabras a Hemor y a Siquem, hijo de Hemor; 19y no tardó el joven en hacer aquello, porque estaba prendado de la hija de Jacob; y era él el más distinguido de toda la casa de su padre.

Simón y Leví toman venganza

20[302]Luego fueron Hemor y Siquem, su hijo, a la puerta de su ciudad, y hablaron con los hombres de la ciudad, diciendo: 21“Estos hombres son pacíficos con nosotros; habiten, pues, en el país y lo recorran. He aquí que el país es suficientemente largo y ancho para ellos. Tomaremos a sus hijas por mujeres y les daremos nuestras hijas. 22Pero los hombres solo querrán consentir en habitar con nosotros y formar un mismo pueblo con tal que se circuncide todo varón de entre nosotros, así como ellos son circuncisos. 23Entonces sus ganados y sus riquezas y todas sus bestias, ¿no serán nuestros?, tan solo accedamos a sus deseos; y así habitarán con nosotros.” 24Asintieron a Hemor y a Siquem, su hijo, todos los que venían a la puerta de su ciudad; y se circuncidaron todos los varones que venían a la puerta de su ciudad.

25[303]Mas al tercer día, cuando sintieron los dolores, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y en plena paz entraron en la ciudad, y mataron a todos los varones. 26Mataron también a Hemor y a Siquem, su hijo, al filo de espada; y tomando a Dina de la casa de Siquem se volvieron. 27Después los hijos de Jacob se arrojaron sobre los muertos y saquearon la ciudad, por cuanto habían violado a su hermana. 28Tomaron sus ovejas, sus vacadas y sus asnos; todo lo que había en la ciudad y lo que había en el campo. 29[304]Se llevaron como botín todos sus bienes, a todos sus niños y a sus mujeres, y todo cuanto había en las casas. 30[305]Dijo entonces Jacob a Simeón y Leví: “Me habéis desconcertado, haciéndome odioso a los moradores de esta tierra, a los cananeos y los fereceos; y no tengo sino poca gente; se juntarán contra mí y me matarán; y seré destruido yo y mi casa.” 31Le respondieron: “¿Debió él tratar a nuestra hermana como a una prostituta?”

GÉNESIS 35
Jacob erige un altar en Betel

1Dijo Dios a Jacob: “Levántate, sube a Betel, donde habitarás, y construye allí un altar al Dios que se te apareció cuando ibas huyendo de Esaú, tu hermano. 2[306]Dijo, pues, Jacob a su familia, y a todos los que con él estaban: “Apartad los dioses extraños que hay en medio de vosotros; purificaos y mudad vuestros vestidos. 3Nos levantaremos para subir a Betel, donde construiré un altar al Dios que me oyó en el día de mi angustia y me asistió en el camino por donde he andado.”

4[307]Entonces entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, y los pendientes que traían en las orejas; y Jacob los escondió bajo la encina que está cerca de Siquem. 5[308]Luego se pusieron en marcha, y vino el terror de Dios sobre las ciudades circunvecinas, de manera que no persiguieron a los hijos de Jacob. 6Llegó, pues, Jacob a Luz, en tierra de Canaán, que es Betel, él y todo su pueblo con él. 7[309]Allí erigió un altar, y llamó al lugar El-Betel; porque allí se le apareció Dios, cuando huía de su hermano. 8Y murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue enterrada al pie de Betel, bajo una encina, la cual fue llamada Encina del Llanto.

El Señor renueva las promesas

9Apareciose Dios otra vez a Jacob después de su vuelta de Mesopotamia, y le bendijo. 10[310]Dios le dijo: “Tu nombre es Jacob; pero ya no te llamarás Jacob; tu nombre será Israel.” Y le puso por nombre Israel. 11Y le dijo Dios: “Yo soy el Dios Omnipotente. Crece y multiplícate; de ti nacerá una nación y una multitud de naciones, y reyes saldrán de tus lomos. 12Y la tierra que di a Abrahán y a Isaac, te la daré a ti; a tu posteridad después de ti daré esta tierra.” 13Y desapareció Dios de su presencia, en el lugar donde había hablado con él. 14[311]En aquel lugar donde había hablado con él levantó Jacob un monumento, un monumento de piedra, sobre el cual ofreció una libación y derramó óleo. 15Y Jacob dio al lugar donde Dios le había hablado, el nombre de Betel.

Muerte de Raquel

16[312]Partieron de Betel, y faltaba aún algún trecho de camino para llegar a Efrata cuando Raquel dio a luz. Tuvo ella un duro parto, 17y cuando peligraba en el parto, le dijo la partera: “No temas, porque también esta vez tienes un hijo.” 18[313]Y al salir su alma —pues estaba ya moribunda— le llamó Benoní; mas su padre le llamó Benjamín. 19Murió, pues, Raquel y fue sepultada en el camino de Efrata, que es Betlehem. 20[314]Erigió Jacob un monumento sobre su tumba, es el monumento de la tumba de Raquel hasta el día de hoy.

Crimen de Rubén

21[315]Partió Israel y asentó sus tiendas más allá de Migdal-Eder. 22[316]Y mientras moraba Israel en aquella región, fue Rubén y cohabitó con Bilhá, concubina de su padre, lo que supo Israel.

Los doce hijos de Jacob

Los hijos de Israel eran doce: 23Hijos de Lía: Rubén, el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24Hijos de Raquel: José y Benjamín. 25Hijos de Bilhá, sierva de Raquel: Dan y Neftalí. 26Hijos de Silfá, sierva de Lía: Gad y Aser. Estos son los hijos de Jacob que le nacieron en Mesopotamia.

Muerte de Isaac

27Fue Jacob adonde vivía Isaac, su padre, a Mamré, a Quiriat Arbá, que es Hebrón, donde moraron como extranjeros Abrahán e Isaac. 28Fueron los días de Isaac ciento ochenta años. 29[317]Anciano y colmado de días expiró Isaac y murió, y fue reunido con su pueblo; le sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.

GÉNESIS 36
Los descendientes de Esaú

1[318]Esta es la historia de Esaú, que es Edom: 2Esaú tomó sus mujeres de entre las hijas de Canaán: a Adá, hija de Elón, heteo; a Oholibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, heveo; 3y a Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebayot. 4De Adá nació a Esaú Elifaz, y de Basemat Reuel. 5Oholibamá dio a luz a Jeús, a Jalam y a Core. Estos son los hijos de Esaú, que le nacieron en tierra de Canaán. 6Esaú tomó a sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y a todas las almas de su casa, su ganado y todas sus bestias, con todos los bienes que había adquirido en tierra de Canaán, y se dirigió a un país alejado de Jacob, su hermano. 7Porque la hacienda de ellos era tan grande, que no podían habitar juntos; pues la tierra de sus peregrinaciones no era capaz de sostenerlos a causa de sus ganados. 8[319]Se estableció, pues, Esaú en la montaña de Seír. Esaú es lo mismo que Edom.

9Estos son los descendientes de Esaú, padre de los idumeos, en la montaña de Seír, 10y estos son los nombres de sus hijos: Elifaz, hijo de Adá, mujer de Esaú. 11Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefó, Gatam y Quenaz. 12Timná fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú, y dio a luz a Amalec. Estos son los descendientes de Adá, mujer de Esaú. 13Y estos son los hijos de Reuel: Náhat, Sera, Samá y Misá. Son estos los descendientes de Basemat, mujer de Esaú. 14Los hijos de Oholibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, mujer de Esaú, que ella dio a luz a Esaú, fueron estos: Jeús, Jalam y Core.

15He aquí los príncipes de los hijos de Esaú. De los hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: el príncipe Temán, el príncipe Omar, el príncipe Sefó, el príncipe Quenaz, 16el príncipe Core, el príncipe Gatam, el príncipe Amalec. Estos son los príncipes de Elifaz, en el país de Edom, y estos son los descendientes de Adá. 17Los hijos de Reuel, hijo de Esaú, fueron el príncipe Náhat, el príncipe Sera, el príncipe Samá, el príncipe Misá. Estos son los príncipes de Reuel, en el país de Edom; y estos son los descendientes de Basemat, mujer de Esaú. 18Los hijos de Oholibamá, mujer de Esaú, fueron: el príncipe Jeús, el príncipe Jalam, el príncipe Core. Estos son los príncipes de Oholibamá, hija de Aná, mujer de Esaú. 19Estos son los hijos de Esaú, y estos sus príncipes. Este es Edom.

Descendiente de Seír

20[320]He aquí los hijos de Seír, el horreo, que habitaba aquella tierra: Lotá, Sobal, Sibeón, Aná, 21Disón, Eser y Disán. Estos son los príncipes de los horreos, hijos de Seír, en el país de Edom. 22Los hijos de Lotán fueron: Horí y Hemán; y la hermana de Lotán fue Timná. 23Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manáhat, Efal, Sefó y Onam; 24[321]y los hijos de Sibeón: Ayá y Aná. Este es el mismo Aná que halló las aguas calientes en el desierto, cuando apacentaba los asnos de su padre Sibeón. 25[322]Los hijos de Aná: Disón y Oholibamá, hija de Aná. 26Los hijos de Disón: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán. 27Los hijos de Eser: Bilhán, Saaván y Acán. 28Los hijos de Disán: Us y Arán. 29Estos son los príncipes horreos: el príncipe Lotán, el príncipe Sobal, el príncipe Sibeón, el príncipe Aná, 30el príncipe Disón, el príncipe Eser, el príncipe Disán. Estos son los príncipes horreos, según sus principados en el país de Seír.

Los reyes de Edom

31[323]Estos son los reyes que reinaron en el país de Edom, antes que tuvieran rey los hijos de Israel. 32Reinó en Edom Bela, hijo de Beor; y el nombre de su ciudad era Dinabá. 33Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo de Sera, de Bosra. 34Murió Jobab, y reinó en su lugar Husam, de la tierra de los temanitas. 35Murió Husam, y reinó en su lugar Hadad, hijo de Badad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad era Avit. 36Murió Hadad, y reinó en su lugar Samlá, de Masrecá. 37Murió Samlá, y reinó en su lugar Saúl, de Rehobot del Río. 38Murió Saúl, y reinó en su lugar Baalhanán, hijo de Acbor. 39Murió Baalhanán, hijo de Acbor, y reinó en su lugar Hadar; y el nombre de su ciudad era Pau, y el nombre de su mujer Mehetabel, hija de Matred, hija de Mesahab. 40Estos son los nombres de los príncipes de Esaú, según sus familias, según sus territorios, y por sus nombres: el príncipe Timná, el príncipe Alvá, el príncipe Jetet, 41el príncipe Oholibamá, el príncipe Elá, el príncipe Pinón, 42el príncipe Quenaz, el príncipe Temán, el príncipe Mibsar, 43el príncipe Magdiel, el príncipe Iram. Estos son los príncipes de Edom, según sus moradas, en la tierra que ocupa. Este es Esaú, padre de Edom.

V. HISTORIA DE JOSÉ
GÉNESIS 37
Envidia de los hijos de Jacob contra José su hermano

1Habitó Jacob en la tierra de las peregrinaciones de su padre, en la tierra de Canaán. 2[324]He aquí la historia de Jacob.

Cuando José tenía diez y siete años, apacentaba con sus hermanos los rebaños, y por ser todavía joven, estaba con los hijos de Bilhá y los hijos de Silfá, mujeres de su padre; y dio José noticia de la mala fama que ellos tenían. 3[325]Israel amaba a José más que a todos sus hermanos, por ser el hijo de su vejez; y le había hecho un traje talar. 4Viendo, pues, sus hermanos que su padre le amaba más que a todos sus hermanos, cobraron tal odio contra él que no podían hablarle en paz.

5Tuvo José un sueño, que contó a sus hermanos, por lo cual le odiaron más todavía. 6Les dijo: “Escuchad este sueño que he soñado. 7[326]Estábamos atando gavillas en el campo, y vi cómo se levantaba mi gavilla y se mantenía derecha, mientras que vuestras gavillas la rodeaban, y se postraban ante mi gavilla.” 8Le dijeron sus hermanos: “¿Quieres acaso reinar sobre nosotros o dominarnos por completo?” De modo que le odiaron aún más a causa de sus sueños y sus palabras.

9Tuvo, además otro sueño, y lo contó a sus hermanos diciendo: “Mirad, he tenido otro sueño más: el sol y la luna y once estrellas se postraban delante de mí.” 10Lo contó a su padre y a sus hermanos, por lo cual su padre le reprendió, diciendo: “¿Qué sueño es este que has soñado? ¿Debemos acaso venir, yo y tu madre y tus hermanos, y postrarnos en tierra delante de ti?” 11[327]Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre reflexionaba sobre lo sucedido.

José es arrojado en una cisterna.

12Los hermanos de José fueron a apacentar los rebaños de su padre en Siquem, 13y dijo Israel a José: “¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ven, que te enviaré a donde ellos están.” Le respondió: “Heme aquí.” 14Y dijo: “Anda, y ve cómo están tus hermanos y cómo se halla el ganado, y tráeme noticias.” Así le envió desde el valle de Hebrón, y (José) se fue a Siquem. 15Y cuando andaba errante por el campo le encontró un hombre, el cual le preguntó: “¿Qué estás buscando?” 16Contestó: “Busco a mis hermanos; dime por favor, dónde están pastoreando.” 17[328]Dijo el hombre; “Se han ido de aquí, pues les oí decir: ‘Vamos a Dotain’.” Con esto se marchó José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotain.

18Cuando ellos le vieron desde lejos, ya antes que llegase a ellos, buscaron cómo matarle dolosamente, 19diciéndose uno a otro: “Mirad, ahí viene ese soñador. 20Vamos a matarle y arrojarle en una de estas cisternas; y diremos que una fiera lo ha devorado; entonces veremos qué será de sus sueños.” 21Rubén, que oyó esto, trató de librarlo de sus manos, diciendo: “No le quitemos la vida.” 22[329]Y los exhortó Rubén: “No derraméis sangre; arrojadlo en esta cisterna que está en el desierto, mas no pongáis en él la mano”, (esto decía) para librarlo de su mano, a fin de devolverlo a su padre. 23Con todo, cuando José llegó a sus hermanos, le despojaron de su túnica, el traje talar que traía puesto; 24y tomándolo lo arrojaron en la cisterna. La cisterna estaba vacía, no había agua en ella.

José en Egipto

25[330]Después se sentaron a comer, y levantando los ojos vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, y cuyos camellos llevaban especias y bálsamo y resina para transportarlos a Egipto. 26Entonces dijo Judá a sus hermanos: “¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? 27Vamos, vendámoslo a los ismaelitas y no pongamos en él nuestra mano; pues es nuestro hermano, carne nuestra.” Sus hermanos estaban de acuerdo, 28[331]y cuando pasaron los mercaderes madianitas, sacaron a José, alzándole de la cisterna. Y vendieron a José por veinte piezas de plata a los ismaelitas, que le llevaron a Egipto. 29Cuando Rubén volvió a la cisterna y vio que José no estaba en la cisterna, rasgó sus vestidos, 30y volviéndose a sus hermanos, les dijo: “El niño no aparece; ahora, ¿adónde voy yo?”

31Mas ellos tomaron la túnica de José, degollaron un macho cabrío, empaparon la túnica en la sangre, 32y enviaron el traje talar a su padre, diciendo: “Esto hemos hallado; comprueba, pues, si es o no la túnica de tu hijo.” 33Y él la reconoció y dijo: “Es la túnica de mi hijo; una fiera lo ha devorado. Despedazado, despedazado ha sido José.” 34[332]Y rasgó Jacob sus vestidos, puso un saco sobre sus lomos e hizo duelo por su hijo muchos días. 35[333]Todos sus hijos y todas sus hijas vinieron a consolarle; mas él no quiso ser consolado, sino que dijo: “Por tristeza bajaré adonde está mi hijo, al scheol.” Así lo lloró su padre. 36[334]Los madianitas le vendieron en Egipto a Putifar, eunuco del Faraón, jefe de la guardia.

GÉNESIS 38
Hijos de Judá

1[335]En aquel tiempo se separó Judá de sus hermanos, y bajando llegó a un adullamita que se llamaba Hirá. 2Allí vio Judá a la hija de un cananeo, llamado Súa; la tomó (por mujer) y se llegó a ella; 3la cual concibió y dio a luz un hijo, a quien llamó Er. 4Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, al que puso por nombre Onán. 5Volvió a dar a luz un hijo, a quien llamó Selá. Estaba en Quesib cuando dio a luz.

6Ahora bien, tomó Judá para Er, su primogénito, una mujer que se llamaba Tamar. 7Pero Er, el primogénito de Judá, era malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé le quitó la vida. 8[336]Entonces dijo Judá a Onán: “Llégate a la mujer de tu hermano, y cumple con ella tu deber de cuñado, suscitando descendencia a tu hermano.” 9[337]Mas Onán, sabiendo que la descendencia no había de ser suya, siempre que se llegaba a la mujer de su hermano, derramaba en tierra, para no dar prole a su hermano. 10Lo que hacía, era malo a los ojos de Yahvé, por lo cual lo mató a él también. 11Dijo entonces Judá a Tamar, su nuera: “Quédate como viuda en casa de tu padre, hasta que sea mayor mi hijo Selá”, porque se decía: “No sea que muera también él, como sus hermanos.” Se fue, pues, Tamar, y habitó en casa de su padre.

Judá y Tamar

12Pasados ya muchos días, murió la hija de Súa, mujer de Judá; y concluido el duelo, subió Judá con su amigo Hirá adullamita a Timná donde estaban los esquiladores de sus ovejas. 13Lo supo Tamar, pues le decían: “Mira, tu suegro sube a Timná, al esquileo de sus ovejas.” 14Entonces ella se quitó los vestidos de su viudez y se cubrió de un velo; y así envuelta se sentó a la entrada de Enaim, en el camino de Timná, porque veía que Selá era ya grande, y ella no le había sido dada por mujer. 15Como la viese Judá, la tuvo por ramera, por tener ella cubierto el rostro; 16y dirigiéndose hacia ella, en el borde del camino dijo: “Déjame, por favor llegarme a ti”, pues no sabía que era su nuera. Ella preguntó: “¿Qué me darás por llegarte a mi?”, 17Respondió: “Enviaré un cabrito del rebaño”, a lo cual ella dijo: “Sí, con tal que me des una prenda, hasta que lo mandes.” 18[338] “¿Qué prenda te he de dar?”, preguntó él, y ella contestó: “Tu sello, tu cordón y el bastón que llevas en la mano.” Se lo dio, y llegose a ella, la cual concibió de él. 19Después se levantó y se fue, se quitó el velo y se vistió los vestidos de su viudez.

20Envió Judá el cabrito por mano de su amigo, el adullamita, para retirar de la mujer los objetos dados en prenda, pero no la halló. 21Por lo cual preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo “¿Dónde está la prostituta de Enaim, la de junto al camino?” Respondieron: “Aquí no ha habido prostituta alguna.” 22Se volvió, pues, a Judá y dijo: “No la he encontrado; y además los hombres de aquel lugar dicen: ‘No ha habido aquí prostituta alguna.’” 23Dijo entonces Judá: “Tómeselo para sí, para que nadie pueda burlarse de nosotros. He aquí, yo he enviado este cabrito, mas tú no la has encontrado.”

24Pasados unos tres meses fue dada a Judá esta noticia: “Tu nuera Tamar se ha prostituido, y también está encinta a consecuencia de sus fornicaciones.” Y mandó Judá: “¡Sacadla, y sea quemada!” 25[339]Fue, pues, sacada, mas envió a decir a su suegro: “Del varón a quien pertenecen estas cosas estoy yo encinta.” Y añadió: “Averigua tú, te ruego, de quien son este sello, este cordón y este bastón.” 26Los reconoció Judá, y dijo: “Más justa es ella que yo, por cuanto no se la he dado a Selá, mi hijo.” Y no volvió más a conocerla.

27[340]Venido el tiempo de su parto, sucedió que había mellizos en su seno. 28Y al dar a luz, uno sacó la mano; la tomó la partera y ató a ella un hijo de escarlata, diciendo: “Este salió primero.” 29Pero retiró él su mano y salió su hermano. Y ella dijo: “¡Cómo te abriste brecha!” Y fue llamado Fares. 30Luego salió su hermano, el que tenía en la mano el hijo de escarlata, y fue llamado Zara.

GÉNESIS 39
José en casa de Putifar

1José fue llevado a Egipto; y Putifar, eunuco del Faraón, capitán de la guardia, egipcio, le compró a los ismaelitas que allá le habían llevado. 2Mas Yahvé estaba con José e hizo prosperar lo que hacía. Habitaba en casa de su señor, el egipcio; 3y su señor vio que Yahvé le asistía y que Yahvé favorecía en sus manos todas sus empresas. 4[341]Así José halló gracia a sus ojos, y le servía de tal manera que le encargó el gobierno de su casa y puso en sus manos todo lo que tenía. 5Y sucedió que desde el tiempo en que le encargara el gobierno de su casa y de todo lo que tenía, Yahvé bendijo la casa del egipcio por amor a José; y la bendición de Yahvé se derramó sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo; 6de manera que dejó todo lo suyo en manos de José, sin tener otra preocupación que la de comer. Era José de bella figura y de hermoso aspecto.

7[342]Acaeció después de estas cosas que la mujer de su señor puso los ojos en José y dijo: “Acuéstate conmigo.” 8Pero él rehusó, diciendo a la mujer de su señor: “Es verdad que mi señor no me pide cuentas acerca de lo que tiene en su casa, y todos sus bienes los ha puesto en mi mano; 9[343]nadie hay en esta casa que sea más grande que yo, y él no se ha reservado nada, a excepción de ti, por cuanto eres su mujer. ¿Cómo, pues, voy a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?” 10[344]Todos los días hablaba ella así, pero él no consintió en acostarse a su lado y estarse con ella. 11Mas cuando cierto día entró en la casa para cumplir su tarea, y no había ninguno de los sirvientes de la casa allí dentro, 12le asió de su vestido y dijo: “Acuéstate conmigo.” Pero él, dejando su vestido en mano de ella, huyó y salió afuera.

13Viendo ella que le había dejado su vestido en la mano y había huido afuera, 14llamó a los sirvientes de su casa y les dijo: “Mirad, nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros; vino a mí para acostarse conmigo, pero yo clamé a grandes voces; 15y él, como oyese que yo alzaba mi voz y clamaba, dejó su vestido junto a mí y escapó huyendo.” 16Y puso ella junto a sí el vestido de él hasta que su señor volviera a la casa. 17A este le habló en los mismos términos, diciendo: “Vino a mí el siervo hebreo que nos trajiste, para burlarse de mí; 18pero cuando yo levanté mi voz y grité, dejó su vestido junto a mí y huyó afuera.”

José en la cárcel

19Al oír el señor las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: “Esto me ha hecho su siervo”, montó en cólera, 20[345]y tomando a José lo metió en la cárcel, en el lugar donde se guardaban los presos del rey; y allí quedó en la cárcel. 21Mas Yahvé estaba con José, y le mostró su misericordia, haciéndolo grato a los ojos del jefe de la cárcel, 22de tal manera que el jefe de la cárcel puso todos los presos que había en la cárcel en manos de José, y sin José no se hacía nada allí. 23El jefe de la cárcel no se cuidaba de cosa alguna que estaba en manos (de José), porque Yahvé le asistía, y Yahvé favorecía todas sus acciones.

GÉNESIS 40
José interpreta los sueños de sus compañeros.

1Después de esto sucedió que el copero del rey de Egipto y el panadero faltaron contra su señor, el rey de Egipto. 2Y se encolerizó el Faraón contra sus dos ministros, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos; 3y los metió presos en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4El capitán de la guardia los puso bajo la custodia de José, y este les atendía. Estando ya algún tiempo en prisión, 5el copero y el panadero del rey de Egipto, que se hallaban presos en la cárcel, soñaron sueños, ambos en la misma noche, cada uno el suyo, cada uno según lo que había de significar su sueño. 6Cuando por la mañana José vino a ellos, vio que estaban tistes; 7por lo cual preguntó a los ministros del Faraón que estaban con él en la cárcel, en la casa de su señor, diciendo: “¿Por qué están hoy vuestros semblantes tan tristes?” 8[346]Le respondieron: “Hemos soñado sueños, y no hay quien los interprete.” Les replicó José: “¿No es Dios el que da interpretación? Contadme (el sueño), os ruego.

9Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño, diciendo: “En mi sueño vi una vid delante de mí. 10En la vid había tres sarmientos; estaba brotando, salía su flor, y sus racimos maduraban uvas. 11Yo tenía en mi mano la copa del Faraón, y tomando las uvas las exprimí en la copa del Faraón, y entregué la copa en mano del Faraón.” 12José le dijo: “Esta es su interpretación: Los tres racimos son tres días. 13Al cabo de tres días el Faraón exaltará tu cabeza, y te restituirá en tu cargo, y darás la copa del Faraón en su mano, como tenías costumbre anteriormente, cuando eras su copero. 14Solo te pido que te acuerdes de mí cuando te vaya bien; y que uses de misericordia conmigo, recordándome ante el Faraón, y que me saques de esta casa. 15[347]Pues he sido robado del país de los hebreos; y aun aquí no he hecho nada para que me metieran en el calabozo.”

16Viendo el jefe de los panaderos que era buena la interpretación, dijo a José: “Yo, por mi parte, vi en mi sueño tres canastos de pasta fina sobre mi cabeza. 17En el canasto de encima había toda clase de pastelería para el Faraón, y las aves comían del canasto que llevaba sobre mi cabeza.” 18Respondió José diciendo: “Esta es su interpretación: Los tres canastos son tres días. 19[348]Al cabo de tres días el Faraón te quitará la cabeza, te colgará en un madero y las aves comerán tu carne.” 20[349]Y, efectivamente, al día tercero, día del cumpleaños del Faraón, hizo este un banquete para todos sus siervos; y alzó en medio de sus siervos la cabeza del jefe de los coperos y la del jefe de los panaderos. 21Restituyó al jefe de los coperos a su oficio de copero, el cual volvió a poner la copa en mano del Faraón. 22Mas al jefe de los panaderos le colgó, como les había interpretado José. 23[350]Y no se acordó el jefe de los coperos de José, sino que se olvidó del mismo.

GÉNESIS 41
José interpreta los sueños del Faraón

1[351]Dos años después tuvo el Faraón un sueño: le parecía que estaba junto al río, 2y subían del río siete vacas hermosas de parecer y gordas de carne, y pacían en los lugares lagunosos. 3Y he aquí otras siete vacas que subían del río tras ella, feas de parecer y flacas de carne, que se pusieron junto a aquellas vacas a la orilla del río. 4Y las vacas feas de parecer y flacas de carne devoraron a las siete vacas hermosas de parecer y gordas. Tras esto despertó el Faraón. 5Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: vio siete espigas que brotaban de una misma caña, gruesas y lozanas. 6Pero detrás de ellas brotaban siete espigas delgadas y abrasadas por el solano; 7y las siete espigas delgadas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas. Despertó el Faraón, y he aquí que era un sueño.

8[352]A la mañana, sintiendo perturbado su espíritu, envió a llamar a todos los adivinos de Egipto y a todos sus sabios. Les contó el Faraón su sueño, mas no hubo quien se lo interpretase al Faraón. 9Entonces habló el jefe de los coperos al Faraón, diciendo: “Ahora recuerdo mis faltas. 10Cuando el Faraón estuvo enojado con sus siervos y me echó en la cárcel en la casa del capitán de la guardia, a mí y al jefe de los panaderos, 11soñamos sueños en una misma noche, yo y él, soñando cada uno según el significado que correspondía a su sueño. 12Estaba allí con otros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; le contamos nuestros sueños y él nos dio su interpretación, cada uno la interpretación correspondiente a su sueño. 13Y según nos había interpretado, así ocurrió: a mí me restituyó a mi cargo, y al otro lo hizo colgar.”

14[353]El Faraón envió a llamar a José, al cual sacaron a toda prisa del calabozo. Se afeitó, se mudó de ropa y vino al Faraón. 15Y dijo el Faraón a José: “He tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti que apenas oído un sueño sabes interpretarlo.” 16[354]Contestó José al Faraón: “No depende de mí; Dios es quien dará al Faraón una respuesta favorable.” 17Dijo entonces el Faraón a José: “En mi sueño, me parecía que estaba de pie a la orilla del río, 18y he aquí que subían del río siete vacas gordas de carne y hermosas de aspecto, que pacían en los lugares lagunosos. 19Mas he aquí que otras siete vacas subían detrás de ellas, delgadas, y muy feas de parecer y flacas de carne; nunca las he visto tan feas como ellas, en todo el país de Egipto. 20Y las vacas flacas y feas devoraron a los primeras siete vacas gordas, 21las cuales entraron en su vientre sin que se notase que en él hubieran penetrado, siendo su aspecto tan feo como antes. Y desperté. 22Vi también en mi sueño siete espigas que brotaban de una misma caña, gruesas y lozanas. 23Mas tras ellas brotaban siete espigas secas, delgadas y abrasadas por el solano; 24y las siete espigas delgadas se tragaron a las siete espigas buenas. Se lo he contado a los adivinos mas no hay quien me lo interprete.”

25Dijo entonces José al Faraón: “El sueño del Faraón es uno solo. Dios ha manifestado al Faraón lo que va a hacer. 26Las siete vacas hermosas son siete años, y las siete espigas lozanas son siete años; el sueño es uno mismo. 27Las siete vacas flacas y feas, que subían después de ellas, son también siete años, y serán, (como) las siete espigas vacías que abrasó el solano, siete años de hambre. 28Es lo que he dicho al Faraón: Dios ha manifestado al Faraón lo que va a hacer. 29He aquí que vendrán siete años de grande abundancia en todo el país. 30Después de ellos vendrán siete años de hambre, y se olvidará en la tierra de Egipto toda la abundancia, pues el hambre consumirá el país. 31Y no se conocerá más la abundancia en el país a causa del hambre que la seguirá y que será muy grande. 32La repetición del sueño al Faraón por dos veces significa que es cosa establecida por parte de Dios, y Dios se apresura a ejecutarla.

33[355]Ahora, pues, busque el Faraón un hombre entendido y sabio, y póngale el frente del país de Egipto, 34y procure el Faraón nombrar intendentes sobre el país, que durante los siete años de abundancia recojan la quinta parte (de la cosecha) en la tierra de Egipto, 35y junten así toda la producción (sobrante) de esos años buenos que vienen, y almacenen trigo a disposición del Faraón, para abastecimiento de las ciudades, y lo conserven, 36a fin de que esta producción sea una reserva para el país cuando vengan los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto. De esta manera el país no será consumido por el hambre”. 37Agradó este consejo al Faraón y a todos sus servidores.

José virrey de Egipto

38[356]Y dijo el Faraón a sus siervos: “¿Podríamos acaso hallar un varón como este, lleno del espíritu de Dios?”

39Dijo, pues, el Faraón a José: “Ya que Dios te ha dado a conocer todo esto, no hay nadie que sea tan inteligente y sabio como tú. 40[357]Tú gobernarás mi casa, y obedecerá a tu voz todo mi pueblo. Tan solo por el trono seré más grande que tú.” 41Y dijo el Faraón a José: “He aquí, te pongo sobre toda la tierra de Egipto.”

42Se quitó luego el Faraón su anillo de la mano y lo puso en la mano de José; lo vistió con vestiduras de lino finísimo, y colgó un collar de oro alrededor de su cuello. 43Lo hizo subir en la segunda carroza que tenía, gritando delante de él un heraldo: “Poneos de rodillas.” Así fue puesto sobre toda la tierra de Egipto. 44También dijo el Faraón a José: “Yo soy el Faraón; mas sin ti nadie levantará mano ni pie en toda la tierra de Egipto.” 45[358]El Faraón puso a José por nombre Safnat Panea, y le dio por mujer a Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On. Y recorrió José la tierra de Egipto. 46José tenía treinta años cuando se presentó delante del Faraón, rey de Egipto. Recorrió, pues, José toda la tierra de Egipto, después de haberse retirado de la presencia del Faraón.

José almacena el trigo

47La tierra produjo a montones en los siete años de abundancia; 48y él recogió toda la producción de los siete años que hubo en la tierra de Egipto, y almacenó la producción en las ciudades, depositando en cada ciudad los productos del campo que estaba alrededor de ella. 49Almacenó José tanto trigo como las arenas del mar; en tan gran cantidad que dejó de contarlo, porque no tenía número.

Hijos de José

50Antes que viniese el año del hambre, le nacieron a José dos hijos, que le dio a luz Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On. 51Llamó José al primogénito Manasés (diciendo): “Dios me ha hecho olvidar todas mis penas y toda la casa de mi padre.” 52Al segundo puso por nombre Efraím (diciendo): “Dios me ha dado prole en la tierra de mi aflicción.”

Comienzo de la carestía

53Terminados los siete años de abundancia que hubo en el país de Egipto, 54comenzaron a venir los siete años de hambre, como José había anunciado; y hubo hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto hubo pan. 55[359]Al sentir el hambre toda la tierra de Egipto clamó el pueblo al Faraón por pan; y dijo el Faraón a todos los egipcios: “Id a José; haced lo que él os dijere.” 56Y habiendo hambre sobre toda la faz de la tierra, abrió José todo lo que tenía en los graneros y vendió (trigo) a los egipcios, pues el hambre arreció en la tierra de Egipto. 57Y de todos los países fueron a Egipto a comprar grano a José; porque era grande el hambre en toda la tierra.

GÉNESIS 42
Primer viaje de los hermanos de José a Egipto

1[360]Viendo Jacob que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: “¿Por qué estáis mirándoos el uno al otro?” 2Y añadió: “He aquí, he oído que hay grano en Egipto. Bajad allá a comprárnoslo de allí, a fin de que vivamos y no muramos.” 3Bajaron entonces diez de los hermanos de José a comprar trigo en Egipto. 4Mas a Benjamín, hermano de José, no lo envió Jacob con sus hermanos, pues dijo: “No sea que le suceda alguna desgracia.” 5Así llegaron, entre otros, también los hijos de Israel a comprar trigo, porque había hambre en el país de Canaán. 6[361]José era entonces gobernador del país, el que vendía el trigo a todo el pueblo de la tierra. Por tanto, cuando llegaron los hermanos de José se postraron delante de él rostro a tierra. 7Al ver José a sus hermanos, los reconoció, mas fingiéndose extraño para ellos les habló con dureza, diciéndoles: “¿De dónde venís?” Contestaron: “De la tierra de Canaán, a comprar víveres.” 8Reconoció, pues, José a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron a él.

9Se acordó entonces José de los sueños que había soñado acerca de ellos, y les dijo: “Espías sois; habéis venido a observar los lugares indefensos del país.” 10Le contestaron “No, señor mío; tus siervos han venido a comprar víveres. 11Todos somos hijos de un mismo padre; hombres honestos somos; tus siervos no son espías.” 12Pero él les dijo: “No, a observar los puntos indefensos del país habéis venido.” 13Respondieron: “Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un mismo padre en la tierra de Canaán; el menor está todavía con nuestro padre, y el otro ya no existe.”

José prueba a sus hermanos

14Les replicó José: “Es como os he dicho: sois espías. 15[362]En esto seréis probados. ¡Por la vida del Faraón! No saldréis de aquí, a menos que venga acá vuestro hermano menor. 16Enviad a uno de vosotros que traiga a vuestro hermano; entretanto, vosotros quedaréis presos. Serán puestas a prueba vuestras palabras (para comprobar) si hay verdad en vosotros. Si no, ¡por la vida del Faraón! que sois espías.” 17Y los puso juntos en la cárcel por espacio de tres días.

José continúa la prueba

18[363]Al tercer día les dijo José: “Haced esto y viviréis; pues yo soy temeroso de Dios. 19Si sois gente honesta, uno de vuestros hermanos quede preso en la casa de vuestras prisión; mas vosotros, id y llevad el grano para el hambre de vuestras casas, 20y traedme a vuestro hermano menor; entonces se verá si vuestras palabras son verdaderas, y no moriréis.” Ellos hicieron así, 21[364]diciendo el uno al otro: “Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano; porque vimos la angustia de su alma cuando nos pedía compasión y no le escuchamos; por eso nos ha sobrevenido esta tribulación.” 22Respondioles Rubén, diciendo: “¿No os decía yo que no pequéis contra el niño; y no me escuchasteis? Ahora se nos demanda su sangre.” 23No se daban cuenta de que José escuchaba, pues les hablaba por medio de un intérprete. 24[365]Y se retiró de ellos para llorar. Después volvió donde estaban, y les habló; y tomando de entre ellos a Simeón, lo hizo atar ante sus ojos.

Los hermanos regresan a Canaán

25Dio José orden que les llenasen los costales de trigo y devolvieran el dinero de cada uno poniéndolo en su saco, y les diesen provisiones para el viaje; y así hicieron con ellos. 26Cargaron, pues, ellos el trigo sobre sus asnos y se marcharon de allí. 27Mas al abrir uno en la posada su saco para dar pienso a su asno, vio que su dinero se hallaba en la boca de su costal. 28Y dijo a sus hermanos: “Me ha sido devuelto mi dinero; vedlo en mi costal.” Llenos de temor y temblando se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto que Dios ha hecho con nosotros?”

29Llegados a Jacob, su padre, a la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido, diciendo: 30“Ese hombre, señor de aquella tierra, nos habló con dureza, y nos tomó por espías del país. 31Nosotros le dijimos: Somos hombres honestos, no somos espías. 32Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; el uno ya no vive, y el menor está ahora con nuestro padre en la tierra de Canaán. 33Mas aquel hombre, señor del país, nos dijo: “En esto conoceré que sois gente honesta: Dejad conmigo a uno de vuestros hermanos, y tomad (lo necesario) para el hambre de vuestras casas y partid; 34y traedme a vuestro hermano menor; así sabré que no sois espías, sino gente honesta. Os daré entonces a vuestro hermano, y podréis recorrer el país.”

35Y sucedió que al vaciar ellos sus costales estaba en el costal de cada uno el bolsillo con su dinero, y cuando ellos y su padre vieron los bolsillos con su dinero tuvieron temor. 36Y les dijo su padre Jacob: “Vosotros me vais a dejar sin hijos. ¡José ya no está, Simeón tampoco, y (ahora) queréis llevar a Benjamín! ¡Todo eso ha venido sobre mí!” 37Entonces Rubén habló a su padre, diciendo: “Quita la vida de mis dos hijos si yo no te lo devuelvo. Entrégalo en mi mano, y yo te lo devolveré.” 38[366]Mas él respondió: “No bajará mi hijo con vosotros, pues su hermano murió, y él es el único que me ha quedado. Si le sucediera alguna desgracia en el camino por donde vais, tendrías la culpa de que mis canas desciendan de puro dolor al sepulcro.”

GÉNESIS 43
Segundo viaje de los hijos de Jacob a Egipto

1El hambre pesaba sobre la tierra, 2por lo cual cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: “Volved y compradnos algo que comer.” 3[367]Le respondió Judá, diciendo: “Aquel hombre nos declaró terminantemente: ‘No veréis mi rostro, si vuestro hermano no viene con vosotros’. 4Bajaremos, pues, con tal que dejes ir con nosotros a nuestro hermano, y te compraremos alimentos; 5pero si no quieres dejarlo ir, no bajaremos; porque aquel hombre nos dijo: “No veréis mi rostro si vuestro hermano no viene con vosotros.” 6A lo cual respondió Israel: “¿Por qué me habéis hecho este mal, de decir a aquel hombre que aún teníais otro hermano?” 7Contestaron: “Aquel hombre nos preguntó detalladamente acerca de nosotros y de nuestra familia, diciendo: ‘Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano?’ Y le contestamos conforme a estas preguntas. ¿Podíamos acaso saber que iba a decir: ‘Traed a vuestro hermano?’.”

8Entonces dijo Judá a Israel, su padre: “Envía al joven conmigo, de modo que nos pondremos en marcha e iremos, para que vivamos y no muramos, ni nosotros, ni tú, ni nuestros niños. 9[368]Yo respondo por él; reclámalo de mi mano. Si no te lo devuelvo y lo pongo delante de ti, seré culpable ante ti por siempre. 10Si no fuera por esta demora, estaríamos de vuelta ya por segunda vez.” 11[369]Les dijo, pues, Israel, su padre: “Si así ha de ser, haced esto: tomad de lo mejor del país (y ponedlo) en vuestro equipaje, y haced a aquel hombre un presente: un poco de bálsamo, un poco de miel, especias, resina, pistachos y almendras. 12[370]Y llevad en vuestra mano doble cantidad de dinero para restituir el dinero que os fue devuelto en la boca de vuestros costales. Quizás fue por equivocación. 13Tomad también a vuestro hermano y levantáos para volver hacia aquel hombre. 14El Dios Todopoderoso os haga hallar gracia ante ese hombre, para que deje volver con vosotros al otro hermano vuestro y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de hijos, séalo.” 15Tomaron, pues, los hombres aquel presente. Tomaron también en sus manos la doble cantidad de dinero y a Benjamín, Luego se pusieron en camino y bajaron a Egipto y se presentaron ante José.

El convite

16[371]Apenas vio José con ellos a Benjamín, dijo al mayordomo de su casa: “Lleva a estos hombres a mi casa, degüella animales y pon la mesa, porque estos hombres comerán conmigo a mediodía”. 17E hizo este como José había mandado y los llevó a casa de José. 18Mientras los hombres eran conducidos a casa de José, sobrecogidos de temor, decían “Por el dinero que la vez pasada nos han devuelto en nuestros costales, somos traídos aquí; es para asaltarnos; van a caer sobre nosotros y prendernos como siervos, juntamente con nuestros asnos.” 19Acercáronse, pues, al mayordomo de la casa de José, y hablando con él a la puerta de la casa, 20dijeron: “Disculpe, señor mío. Nosotros hemos bajado ya una vez a comprar provisiones. 21Mas cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros costales, he aquí que el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en igual peso; por lo cual lo hemos vuelto a traer con nosotros. 22Hemos traído con nosotros también otro dinero para comprar provisiones. No sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.” 23A lo que él respondió: “¡Estad tranquilos! No temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os puso un tesoro en vuestros costales. Vuestro dinero llegó a mí.” Y condujo a Simeón adonde estaban. 24Después introdujo a los hombres en la casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies, y también pienso a sus asnos. 25Prepararon entonces el presente para cuando viniese José al mediodía; pues habían oído que allí tendrían que comer.

26Cuando José llegó a casa, transportaron a su palacio el presente que habían traído consigo; y se postraron en tierra delante de él. 27El cual les preguntó cómo estaban y dijo: “¿Está bien vuestro anciano padre de quien me hablasteis? ¿Vive todavía? 28Contestaron: “Tu siervo nuestro padre está bien y vive todavía”; e inclinándose se postraron. 29Alzando los ojos, vio a Benjamín, su hermano, hijo de su madre, y dijo: “¿Es este vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?” Y agregó: “¡Dios te bendiga, hijo mío!”

30[372]Tras esto buscó José precipitadamente un lugar donde llorar, porque se le conmovieron las entrañas a causa de su hermano; entró, pues, en su aposento y allí lloró.

31Después de haberse lavado el rostro, salió; y haciendo esfuerzo por contenerse, dijo: “Servid la comida.” 32[373]Y sirvieron para él aparte, y para ellos aparte, y aparte para los egipcios que comían con él; pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, porque esto es cosa abominable para los egipcios. 33(Los hermanos de José) ocupaban los asientos delante de él, el mayor según su primogenitura, y el menor según su menor edad, por lo cual se miraban con asombro unos a otros. 34Les hizo servir de las porciones que tenía delante de sí; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de todos ellos. Y bebieron y se alegraron con él.

GÉNESIS 44
La copa de José

1Después dio José al mayordomo de su casa esta orden: “Llena de provisiones los costales de estos hombres cuanto puedan llevar y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. 2Pon también mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, juntamente con el dinero de su trigo.” Y él hizo según la orden que José había dado. 3Al rayar el alba se despidieron los hombres con sus asnos. 4Pero apenas habían salido de la ciudad, hallándose aún a poca distancia de ella, dijo José al mayordomo de su casa: “Levántate y corre tras esas gentes, y cuando los alcances, les dirás: “¿Por qué habéis devuelto mal por bien? 5[374]¿No es esta (la copa) en que bebe mi señor, y por medio de la cual suele adivinar? Habéis obrado mal en lo que hicisteis.” 6Y él, habiéndolos alcanzado, les repitió estas mismas palabras. 7Contestáronle: “¿Por qué dice mi señor tal cosa? Lejos de tus siervos hacer algo semejante. 8He aquí que hemos vuelto a traerte desde el país de Canaán el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales; ¿cómo íbamos a robar de la casa de tu señor plata u oro? 9Aquel de tus siervos en cuyo poder fuere hallada, muera, y en cuanto a nosotros seremos siervos de mi señor.” 10Sea así como decís, respondió él. Aquel en cuyo poder fuere hallado será mi siervo; mas vosotros quedaréis sin culpa.”

11Con esto se apresuraron a bajar cada uno su costal a tierra; y abrió cada cual su costal. 12Y él (los) registró, empezando por el mayor, y acabando por el menor, y fue hallada la copa en el costal de Benjamín. 13[375]Rasgaron entonces sus vestidos, y cargando cada uno su asno, volvieron a la ciudad. 14Así llegó Judá con sus hermanos a la casa de José —este se hallaba todavía allí— y se echaron delante de él a tierra. 15Díjoles José: “¿Qué es lo que habéis hecho? ¿No sabíais que un hombre como yo sabe adivinar?” 16[376]A lo cual respondió Judá: “¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué vamos a hablar, o cómo nos justificaremos? Dios ha descubierto la iniquidad de tus siervos. Henos aquí, siervos somos de mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue hallada la copa.” 17“Lejos de mí hacer tal cosa, contestó José. El hombre en cuyo poder fue hallada la copa, ese será siervo mío; vosotros, empero, subid en paz a casa de vuestro padre.”

Judá se ofrece en lugar de Benjamín.

18Entonces Judá se acercó a él, y dijo: “Por favor, señor mío, permite que tu siervo diga una palabra a oídos de mi señor, y no se encienda tu ira contra tu siervo; porque tú eres igual al Faraón. 19Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ‘¿Tenéis padre o hermano?’ 20Respondimos a mi señor: ‘Sí, tenemos un padre anciano, y un niño de su vejez, que es el menor y cuyo hermano murió, de modo que él solo le ha quedado de su madre, y su padre le ama’. 21Tú dijiste entonces a tus siervos: ‘Traédmelo, para que ponga mis ojos sobre él’. 22Mas nosotros respondimos a mi señor: ‘El joven no puede dejar a su padre; porque si lo dejare, su padre morirá’. 23Pero tú dijiste a tus siervos: ‘Si no baja con vosotros vuestro hermano menor, no volveréis a ver mi rostro’. 24Subimos, pues a casa de tu siervo, mi padre, y le contamos las palabras de mi señor. 25Y cuando dijo nuestro padre: ‘Volved a comprarnos algo para comer’, 26contestamos nosotros: ‘No podemos bajar. Pero si nuestro hermano menor va con nosotros, bajaremos; pues no podremos ver el rostro de aquel hombre, a no ser que vaya con nosotros nuestro hermano menor’. 27[377]Entonces nos dijo tu siervo, mi padre: ‘Vosotros sabéis que mi esposa me dio dos hijos. 28El uno desapareció de mi presencia, y yo dije: Sin duda ha sido devorado, y hasta ahora no le he visto más. 29Si lleváis también a este de mi presencia, y le sucede alguna desgracia, haréis descender con dolor mis canas al sepulcro’. 30Ahora, pues, si yo llego a tu siervo mi padre, y no está con nosotros el joven, de cuya vida depende la suya, 31sucederá que al ver que el joven no existe, morirá; y así tus siervos harán descender con dolor al sepulcro las canas de tu siervo, nuestro padre. 32Porque tu siervo se hizo responsable por el joven ante mi padre, diciendo: ‘Si no te lo vuelvo a traer, seré para siempre reo de pecado contra mi padre’. 33Te ruego, pues, que tu siervo quede en lugar del joven por esclavo de mi señor, a fin de que el joven pueda volver con sus hermanos. 34[378]Pues ¿cómo podré yo subir a casa de mi padre, sin que el joven esté conmigo? ¡No vea yo el mal que vendrá sobre mi padre!”

GÉNESIS 45
José se da a conocer

1José, no pudiendo ya contenerse delante de cuantos lo rodeaban, gritó: “¡Haced salir a todos de mi presencia!” De modo que no se quedó nadie con José cuando se dio a conocer a sus hermanos. 2Y se puso a llorar en alta voz, de suerte que lo oyeron los egipcios; lo oyó también la casa del Faraón. 3Entonces dijo José a sus hermanos: “Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?” Pero sus hermanos no pudieron responderle, porque su presencia los había llenado de espanto. 4Dijo, pues, José a sus hermanos: “Acercaos a mí.” Ellos se le acercaron; y les repitió: “Yo soy José, vuestro hermano, a quien vendisteis a Egipto. 5Mas ahora no os aflijáis, y no os pese el haberme vendido aquí, que para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros. 6Porque hace dos años ya que hay hambre en la tierra, y aún restan cinco años en que no habrá ni siembra ni siega. 7[379]Dios me ha enviado delante de vosotros para dejaros un resto sobre la tierra, y a fin de conservaros la vida para una gran salvación. 8[380]Así, pues, ya no sois vosotros los que me habéis enviado aquí, sino Dios, quien me ha constituido padre del Faraón y señor de toda su casa y gobernador de todo el país de Egipto. 9Apresuraos a subir donde mi padre, y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo en Egipto; ven a mí sin tardar. 10[381]Habitarás en el país de Gosen, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ovejas y tus vacadas y todo cuanto tienes. 11Y yo te sustentaré allí —pues vendrán todavía cinco años de hambre— no sea que perezcas tú y tu casa y todo lo tuyo. 12He aquí que vuestros ojos, y también los ojos de mi hermano Benjamín están ahora viendo que es mi propia boca la que os habla. 13Contad a mi padre toda mi gloria en Egipto y todo lo que habéis visto, y apresuraos a traer a mi padre aquí.” 14Arrojándose sobre el cuello de Benjamín su hermano lloró, llorando también Benjamín sobre el cuello de José. 15Besó también a todos sus hermanos, llorando sobre ellos. Después de esto sus hermanos conversaron con él.

José despide a sus hermanos en paz

16La nueva fue oída también en el palacio del Faraón, al cual dijeron: “Han venido los hermanos de José”, y se holgaron el Faraón y sus servidores. 17Y dijo el Faraón a José: “Di a tus hermanos: Haced esto: Cargad vuestras bestias y encaminaos al país de Canaán, 18y tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí. Yo os daré lo mejor del país de Egipto, y comeréis de la grosura de la tierra. 19[382]Y tú ordénales: Llevaos del país de Egipto carros para vuestros niños y para vuestras mujeres; y tomad a vuestro padre y venid. 20[383]Vuestros ojos no miren por las cosas (que dejáis); pues lo mejor de toda la tierra de Egipto es vuestro.”

21Los hijos de Israel hicieron así; y José les dio carros por mandato del Faraón, entregándoles además provisiones para el viaje. 22[384]Dio también a todos ellos vestidos de fiesta; más a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco vestidos de fiesta. 23Y a su padre envió igualmente diez asnos cargados con las cosas más preciosas de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de su padre. 24[385]Luego despidió a sus hermanos, y cuando se fueron, les dijo: “No os peleéis en el camino.”

Alegría de Jacob

25Subieron, pues, de Egipto y llegaron al país de Canaán, a su padre Jacob, 26al cual dieron la nueva, diciendo: “Vive todavía José y es gobernador de todo el país de Egipto.” Mas no se conmovió su corazón, porque no les dio crédito. 27Dijéronle entonces todas las palabras que José les había dicho y cuando vio los carros que José había enviado para transportarle revivió el espíritu de Jacob, su padre. 28[386]Y exclamó Israel: “¡Basta! ¡Vive todavía mi hijo José; iré y lo veré antes de morir!”

GÉNESIS 46
Jacob baja a Egipto

1[387]Israel se puso en marcha con todo lo que tenía, y llegó a Bersabee, donde ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2Y habló Dios a Israel en visión nocturna y le dijo: ¡Jacob, Jacob!” Él respondió: “Heme aquí.” 3[388]Y dijo: “Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te haré padre de una gran nación. 4Yo bajaré contigo a Egipto; y Yo te subiré también; y José pondrá su mano sobre tus ojos.” 5Luego partió Jacob de Bersabee, y los hijos de Israel pusieron a Jacob su padre, y a sus niños y a sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para transportarlo. 6Lleváronse también sus ganados y la hacienda que habían adquirido en el país de Canaán, y fueron a Egipto: Jacob y con él toda sus descendencia. 7Llevó consigo a Egipto a sus hijos y a los hijos de sus hijos, a sus hijas y a las hijas de sus hijos y a toda su familia.

La familia de Jacob

8Estos son los nombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto: Jacob y sus hijos: el primogénito de Jacob: Rubén. 9Y los hijos de Rubén: Enoc, Falú, Hesrón, Carmí. 10Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Sóhar y Saúl, hijo de la cananea. 11Los hijos de Leví: Gersón, Caat y Merarí. 12[389]Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zara; pero habían muerto ya Er y Onán en el país de Canaán. Hijos de Fares: Hesrón y Hamul. 13Los hijos de Isacar: Tolá, Fuá, Job y Simrón. 14Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Jahleel. 15Estos son los hijos que Lía dio a Jacob en Mesopotamia, con Diná, su hija. Todas las almas de sus hijos y de sus hijas fueron treinta y tres. 16Los hijos de Gad: Sifión, Haguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí. 17Los hijos de Aser: Jimná, Isuá, Isuí, Beriá y Sera, hermana de ellos. Hijos de Beriá: Héber y Malquiel. 18Estos son los hijos de Silfá, la cual Labán dio a su hija Lía, y ella dio estos a Jacob: diez y seis almas. 19Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín. 20Nacieron a José en tierra de Egipto Manasés y Efraím, de Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On. 21Los hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Gerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupim, Hupim y Ard. 22Estos son los hijos de Raquel, que nacieron de Jacob. En total catorce almas. 23Los hijos de Dan: Husim. 24Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guní, Jéser y Silem. 25Estos son los hijos de Bilhá, la cual Labán dio a su hija Raquel; y de ella nacieron estos a Jacob, en total siete almas. 26Toda la familia de Jacob, que vino a Egipto, descendientes suyos sin contar las mujeres de los hijos de Jacob, todas estas almas eran sesenta y seis. 27[390]Los hijos de José, que le habían nacido en Egipto, eran dos. Todas las almas de la casa de Jacob, que vinieron a Egipto, eran setenta.

Llegada de Jacob a Egipto

28Envió (Jacob) a Judá delante suyo adonde estaba José para que este preparara su llegada a Gosen; y así llegaron a la tierra de Gosen. 29Entretanto, José había enganchado su carroza y subido a recibir a Israel, su padre, en Gosen; y cuando lo vio se arrojó a su cuello y lloró largo tiempo sobre su cuello. 30Y dijo Israel a José: “Ahora puedo morir, ya que he visto tu rostro, pues tú vives todavía.” 31Y dijo José a sus hermanos y a la casa de su padre: “Iré a dar parte al Faraón, diciendo: Han venido a mí mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en el país de Canaán. 32Son pastores de ovejas, pues poseen rebaños, y han traído sus ovejas y sus ganados y todo lo que tienen. 33Y cuando el Faraón os llamare y preguntare: ¿Cuál es vuestra ocupación? 34[391]responderéis: Criadores de ganado han sido tus siervos desde nuestra infancia hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres. Así podréis habitar en la tierra de Gosen; porque los egipcios detestan a todo pastor de ovejas.”

GÉNESIS 47
Jacob y sus hijos ante el Faraón

1Fue, pues, José a dar parte al Faraón, diciendo: “Mi padre y mis hermanos han venido del país de Canaán, con sus ovejas y sus vacadas y todo lo que poseen, y he aquí que están en la tierra de Gosen.” 2Después tomó a cinco de sus hermanos y se los presentó al Faraón. 3Y cuando el Faraón preguntó a sus hermanos: “¿Cuál es vuestra ocupación?”, respondieron al Faraón: “Nosotros, tus siervos, somos pastores de ganado menor, tanto nosotros como nuestros padres.” 4Y dijeron además al Faraón: “Hemos venido para morar en esta tierra; porque no hay pastos para los rebaños que tienen tus siervos, por ser grande el hambre en el país de Canaán. Permite, pues, que habiten tus siervos en la tierra de Gosen.” 5Dijo entonces el Faraón a José: “Tu padre y tus hermanos han venido a ti. 6La tierra de Egipto está a tu disposición. Da a tu padre y a tus hermanos morada en la mejor parte del país; habiten ellos en la tierra de Gosen; y si sabes que hay entre ellos hombres capaces, hazlos mayorales de mis ganados.”

7[392]Luego José hizo venir a su padre Jacob y le presentó al Faraón; y Jacob bendijo al Faraón. 8Cuando preguntó el Faraón a Jacob: “¿Cuántos son los días de los años de tu vida”?, 9[393]contestó Jacob al Faraón: “Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no llegaron a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.” 10Después de haber bendecido Jacob al Faraón, salió de su presencia. 11[394]Según había mandado el Faraón, estableció José a su padre y a sus hermanos, asignándoles posesiones en la tierra de Egipto, en la mejor parte del país, en la comarca de Ramesés. 12Y José proveyó de pan a su padre y a sus hermanos y a toda la casa de su padre, según el número de los hijos.

José prudente administrador

13No había pan en todo el país, porque el hambre era muy grande; la tierra de Egipto y también la tierra de Canaán estaban agotadas por el hambre. 14Entonces José recogió toda la plata que se hallaba en el país de Egipto y en el país de Canaán a cambio del trigo que ellos compraron, y llevó ese dinero al palacio del Faraón. 15[395]Acabado el dinero del país de Egipto y del país de Canaán, vinieron todos los egipcios a José, diciendo: “Danos pan. ¿Por qué hemos de morir en tu presencia?, pues el dinero se ha agotado.” 16Contestó José: “Entregad vuestro ganado, y os lo daré por vuestro ganado, si es que se ha acabado el dinero.” 17Trajeron, pues, sus ganados a José, y José les dio pan a cambio de caballos y de rebaños de ovejas y de vacas y de asnos. Aquel año los proveyó de pan a trueque de todos sus ganados. 18Pasado aquel año, vinieron a él el año siguiente y le dijeron: “No ocultaremos a nuestro señor que se ha agotado el dinero, y también los ganados pertenecen ya a nuestro señor; no nos queda nada delante de nuestro señor, salvo nuestros cuerpos y nuestras tierras. 19¿Por qué hemos de perecer ante tus ojos, tanto nosotros como nuestras tierras? Cómpranos a nosotros y nuestras tierras por pan, y nosotros y nuestras tierras serviremos al Faraón, y danos para sembrar; así viviremos y no moriremos, y no quedarán desolados los campos.” 20Adquirió, pues, José todo el suelo de Egipto para el Faraón; todos los egipcios vendieron cada uno su campo porque el hambre prevalecía sobre ellos. Así la tierra vino a ser propiedad del Faraón; 21[396]el cual hizo pasar al pueblo a las ciudades, desde un extremo del territorio de Egipto hasta el otro. 22Mas no adquirió las tierras de los sacerdotes; porque los sacerdotes percibían del Faraón una ración determinada, y comían la ración determinada que les daba el Faraón; por eso no vendieron sus tierras.

23Dijo entonces José al pueblo: “Mirad, hoy os he comprado para el Faraón, a vosotros y vuestras tierras. Ahí tenéis semilla, sembrad la tierra; 24[397]y al tiempo de la siega, daréis la quinta parte al Faraón; las otras cuatro partes serán vuestras, para sembrar los campos, y para sustentar a vosotros y los que están en vuestras casa, y para alimento de vuestros niños.” 25A lo cual ellos dijeron: “Nos ha dado la vida. Con tal que hallemos gracia a los ojos de mi señor, seremos siervos del Faraón.” 26[398]Y José puso esto por ley que vale para las tierras de Egipto hasta el día de hoy y en virtud de la cual la quinta parte es para el Faraón. Tan solo las tierras de los sacerdotes no vinieron a ser propiedad del Faraón.

Últimos años del Jacob

27Habitó Israel en el país de Egipto, en la región de Gosen; allí adquirieron posesiones y crecieron y se multiplicaron mucho. 28Vivió Jacob diez y siete años en la tierra de Egipto, y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. 29[399]Cuando los días de Israel tocaron a su fin, llamó a José, y le dijo: “Si he hallado gracia a tus ojos, te ruego pongas tu mano debajo de mi muslo y uses conmigo de misericordia y de fidelidad: No me sepultes en Egipto. 30Cuando yo descansare con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos.” 31[400] “Júramelo”, dijo Jacob. Y José se lo juró, e Israel se postró sobre la cabecera de su lecho.

GÉNESIS 48
Jacob adopta a los hijos de José

1Después de esto recibió José la noticia: “He aquí, tu padre está enfermo.” Tomó, pues, consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraím; 2y se lo anunciaron a Jacob, diciendo: “Mira que viene a ti tu hijo José.” Entonces Israel esforzándose se sentó en su lecho. 3[401]Y dijo Jacob a José: “El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo, 4diciéndome: ‘He aquí que Yo te haré crecer y te multiplicaré, y haré de ti una muchedumbre de pueblos y daré esta tierra en posesión perpetua a tu descendencia después de ti’. 5[402]Ahora bien, tus dos hijos que te han nacido en tierra de Egipto antes de mi venida a ti a Egipto, serán míos. Como Rubén y Simeón, así serán míos Efraím y Manasés. 6[403]Mas tus hijos que has engendrado después de ellos, son tuyos, y en cuanto a la herencia llevarán el nombre de sus hermanos. 7Al volver yo de Mesopotamia, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino a poca distancia de Efrata; y la enterré allí en el camino de Efrata, que es Betlehem.”

El patriarca bendice a Efraím y Manasés

8Viendo entonces Israel a los hijos de José, preguntó: “¿Quiénes son estos?” 9Respondió José a su padre: “Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí.” Y él dijo: “Acércamelos, te ruego, para que los bendiga.” 10Pues los ojos de Jacob se habían nublado por la vejez y no podía ya ver. Entonces José se los acercó, y él los besó y los abrazó. 11Después dijo Israel a José: “Yo no pensaba ya ver más tu rostro, y he aquí que Dios me ha concedido ver también a tus hijos.” 12[404]Y sacándolos de entre las rodillas de Jacob se postró José delante de él en tierra. 13Luego tomó José a ambos, a Efraím a su derecha, o sea a la izquierda de Israel, y a Manasés a su izquierda, o sea a la derecha de Israel, y los acercó a este. 14E Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraím, que era el menor, y su izquierda (la puso) sobre la cabeza de Manasés, cruzando las manos, aunque Manasés era el primogénito. 15[405]Y bendijo a José, diciendo:

“El Dios en cuya presencia caminaron

mis padre Abrahán e Isaac,

el Dios que ha sido mi Pastor

desde que existo hasta el día de hoy,

16el Ángel que me ha librado de todo mal,

bendiga a estos niños;

sean llamados con mi nombre

y con el nombre de mis padres Abrahán e Isaac,

y multiplíquense más y más

sobre la tierra.”

17[406]Cuando José vio que su padre tenía la mano derecha puesta sobre la cabeza de Efraím, no le pareció bien; tomando la mano de su padre para pasarla de la cabeza de Efraím a la cabeza de Manasés, 18dijo a su padre: “No así, padre mío, este es el primogénito; pon tu derecha sobre su cabeza.” 19[407]Pero se negó su padre, diciendo: “Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, también él será grande; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia vendrá a ser una multitud de naciones.” 20[408]Y los bendijo en aquel día, diciendo:

“Por ti se bendecirá en Israel con las palabras:

«¡Dios te haga como a Efraím y como a Manasés!»”

21Después dijo Israel a José: “He aquí que yo me muero; mas Dios estará con vosotros y os hará volver al país de vuestros padres. 22[409]Y a ti te doy una porción más que a tus hermanos, la que tomé al amorreo con mi espada y con mi arco.”

GÉNESIS 49
Jacob bendice a sus hijos

1[410]Llamó Jacob a sus hijos, y dijo “Reuníos, y os haré conocer las cosas que os han de suceder en los días postreros:

2Reuníos y oíd, hijos de Jacob,

escuchad a Israel, vuestro padre.

3Rubén, tú mi primogénito;

mi vigor y el primer fruto de mi fuerza;

el primero en dignidad, el primero en poder;

4[411]tú que hierves como el agua, no tendrás más la primacía;

porque subiste al lecho de tu padre.

Lo manchaste, porque subiste a mi lecho.

5Simeón y Leví, hermanos;

instrumentos inicuos son sus espadas.

6¡En su consejo no entres, oh alma mía;

honra mía, no te reúnas con su asamblea!

porque en su saña mataron hombres,

y por su capricho desjarretaron toros.

7[412]¡Maldita su ira, porque fue violenta,

y su furor, porque fue cruel!

Los dividiré en Jacob,

y los esparciré en Israel.

8A ti, Judá, te alabarán tus hermanos;

tu mano pesará sobre la cerviz de tus enemigos;

te adorarán los hijos de tu padre.

9[413]Cachorro de león es Judá;

—¡cómo te levantas, hijo mío, de la presa!—

se encorva, echándose como un león,

y cual leona, ¿quién le despertará?

10[414]No se apartará de Judá el cetro,

ni el báculo de entre sus pies,

hasta que venga Schiloh:

a Él obedecerán las naciones.

11[415]Él ata a la vid su pollino,

y a la cepa el pollino de su asna,

lava en vino sus vestidos,

y en sangre de uvas su manto.

12Sus ojos brillan por el vino,

y sus dientes son blancos por la leche.

13[416]Zabulón habita en la ribera del mar,

en la ribera donde (aportan) las naves;

y su flanco se extiende hacia Sidón.

14[417]Isacar es un asno huesudo,

que descansa entre los apriscos.

15Viendo que el reposo es bueno,

y la tierra amena;

ofrece su hombro para cargas,

y se somete a pagar tributos.

16[418]Dan juzgará a su pueblo

como cualquier otra tribu de Israel.

17[419]Será Dan una culebra junto al camino,

una víbora en la senda,

que muerde los talones del caballo,

para que caiga hacia atrás su jinete.

18[420]Espero tu salvación, Yahvé.

19[421]A Gad lo atacan salteadores,

mas él asalta su retaguardia.

20[422]Aser tiene pan con aceite,

proporciona bocados dignos de reyes.

21[423]Neftalí es un ciervo suelto;

profiere palabras hermosas.

22[424]Retoño fecundo es José,

retoño de árbol fértil,

al borde de una fuente;

sus vástagos pasan el muro.

23[425]Le causan amarguras, le asaetean,

le hostigan los flecheros,

24[426]más su arco queda fuerte,

y los brazos de sus manos son ágiles,

por la ayuda del Fuerte de Jacob,

por el Nombre del Pastor, la Roca de Israel.

25[427]El Dios de tu padre te ayudará,

y el Todopoderoso te bendecirá

con bendiciones celestiales de lo alto,

bendiciones del abismo que yace abajo,

bendiciones de los pechos y del seno.

26[428]Las bendiciones de tu padre superan

a las bendiciones de los montes eternos,

y los tesoros de los collados perennes.

¡Vengan ellas sobre la cabeza de José,

sobre el vértice del príncipe entre sus hermanos!

27[429]Benjamín es un lobo rapaz;

por la mañana devora la presa,

y a la tarde reparte los despojos.”

28Todas estas son las doce tribus de Israel;

y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo: a cada una la bendijo con la bendición que le correspondía.

Muerte de Jacob

29Y les dio orden, diciéndoles: “Yo voy a reunirme con mi pueblo; sepultadme con mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo, 30en la cueva que está en el campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país de Canaán; en el campo que compró Abrahán a Efrón, el heteo, para sepultura propia; 31donde sepultaron a Abrahán y a Sara, su mujer, donde sepultaron a Isaac y a Rebeca, su mujer, y donde sepulté yo a Lía; 32[430]en el campo y la cueva que en él hay, que yo he comprado a los hijos de Het.”

33Y cuando acabó Jacob de dar estas órdenes a sus hijos, recogió sus pies en el lecho y expiró, y se reunió con su pueblo.

GÉNESIS 50
Jacob es sepultado en Canaán

1Se echó entonces José sobre el rostro de su padre y llorando sobre él lo besó. 2Y mandó José a los médicos que tenía a su servicio, que embalsamaran a su padre; y embalsamaron los médicos a Israel. 3Emplearon en ello cuarenta días; porque este es el tiempo que se emplea para el embalsamamiento; y Egipto lo lloró por espacio de setenta días. 4[431]Pasado el tiempo de su llanto, habló José a los cortesanos del Faraón, diciendo: “Si he hallado gracia a vuestros ojos, hacedme el favor de hacer llegar a oídos del Faraón esta palabra. 5“Mi padre me ha tomado juramento diciendo: ‘He aquí que yo me muero; en la sepultura que abrí para mí, en la tierra de Canaán, allí me has de sepultar’. Ahora, pues permíteme que suba a sepultar a mi padre; y luego volveré.” 6Respondió el Faraón: “Sube y sepulta a tu padre, como él te hizo jurar.”

7Subió, pues, José a enterrar a su padre; y subieron con él todos los servidores del Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos del país de Egipto; 8y toda la casa de José, sus hermanos, y la casa de su padre. Solo a sus pequeñuelos, sus rebaños y sus vacadas dejaron en la tierra de Gosen. 9Subieron también con él carros y gente de a caballo, de manera que el cortejo era muy grande. 10Llegados a la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí un duelo grande y muy solemne, y José hizo a su padre un duelo de siete días. 11[432]Cuando los cananeos, habitantes de la tierra, vieron el llanto en la era de Atad, decían: “Llanto muy grande es este de los egipcios.” Por eso se dio el nombre de Abel-Misraim a ese lugar que está allende el Jordán. 12Hicieron, pues, los hijos de Jacob con él según les había mandado: 13Lleváronle sus hijos a la tierra de Canaán, y le sepultaron en la cueva del campo de Macpelá, frente a Mamré; en el campo que Abrahán había comprado a Efrón, el heteo, para sepultura propia. 14Después de haber sepultado a su padre, se volvió José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él a sepultar a su padre.

Temor de los hermanos de José

15Cuando vieron los hermanos de José que había muerto su padre, se dijeron: “A lo mejor José nos guarda rencor y nos devolverá todo el mal que le hemos hecho.” 16Enviaron, pues a decir a José: “Tu padre mandó, antes de su muerte, diciendo: 17Así diréis a José: ‘Perdona, por favor, el crimen de tus hermanos y su pecado, porque ciertamente te han hecho mal. Pero ahora perdona, te rogamos, ese crimen de los siervos del Dios de tu padre’.” José lloró mientras así hablaban con él. 18[433]Fueron entonces sus hermanos personalmente, y postrándose delante de él dijeron: “Henos aquí, somos siervos tuyos.” 19Mas José le dijo: “No temáis. ¿Estoy yo acaso en lugar de Dios? 20[434]Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo dispuso para bien para cumplir lo de hoy, a fin de conservar la vida de mucha gente. 21Así, pues no temáis; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros niños.” Y los consoló, hablándoles al corazón.

Muerte de José

22Habitó José en Egipto, él y la casa de su padre. Y vivió José ciento diez años. 23Vio José a los hijos de Efraím hasta la tercera generación. También los hijos de Maquir, hijo de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José. 24[435]Y dijo José a sus hermanos: “Voy a morir; mas Dios seguramente os visitará, y os hará subir de este país a la tierra que juró dar a Abrahán, a Isaac y a Jacob.” 25[436]Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: “De seguro os visitará Dios, y entonces llevaos de aquí mis huesos.” 26[437]Murió José a la edad de ciento diez años. Lo embalsamaron, y lo pusieron en un féretro en Egipto.

ÉXODO

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I. HASTA LA SALIDA DE EGIPTO
ÉXODO 1
Nombres de los hijos de Jacob

1[438]Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob, cada uno con su familia: 2Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3Isacar, Zabulón, Benjamín, 4Dan, Neftalí, Gad y Aser. 5[439]Todos los descendientes nacidos de Jacob eran setenta almas. José estaba ya en Egipto. 6Luego murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. 7Mas los hijos de Israel crecieron y se multiplicaron, y llegaron a ser numerosos y fuertes, y se llenó de ellos el país.

Opresión del pueblo de Israel

8[440]Entretanto se alzó sobre Egipto un nuevo rey, que nada sabía de José; 9el cual dijo a su pueblo: “Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y más fuerte que nosotros. 10Tomemos, pues, precauciones contra él, no sea que siga multiplicándose, y en caso de venir sobre nosotros una guerra, se asocie también él a nuestros enemigos para combatirnos, y salga (después) del país.” 11[441]Por lo cual pusieron sobre (Israel), sobrestantes de trabajos a fin de oprimirlos con sus cargas; y así edificaron para el Faraón ciudades almacenes: Pitom y Ramesés. 12Pero cuanto más los oprimían, tanto más crecían y tanto más se multiplicaban, de modo que (los egipcios) tomaron aversión a los hijos de Israel. 13Entonces los egipcios redujeron a cruel servidumbre a los hijos de Israel, 14y les amargaron la vida con duros trabajos de arcilla y ladrillos, toda suerte de labores del campo y toda clase de servidumbre con que los oprimían por fuerza. 15[442]El rey de Egipto dio también orden a las parteras de las hebreas, de las cuales una se llamaba Sifrá, y la otra Puá, 16diciéndoles: “Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, averiguad el sexo; si es niño, matadlo; mas si es niña, vivirá.” 17Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron como les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños. 18Por lo cual llamó el rey de Egipto a las parteras y les dijo: “¿Por qué hacéis esto y dejáis con vida a los niños?” 19Respondieron las parteras al Faraón: “Porque las hebreas no son como las egipcias. Son robustas, y antes que a ellas llegue la partera, ya han dado a luz.” 20Recompensó Dios a las parteras; y se multiplicó el pueblo y se hizo muy poderoso. 21[443]Y por haber temido las parteras a Dios, Él les dio numerosa prole. 22Entonces dio el Faraón a todo su pueblo esta orden: “Todo niño que naciere (a los hebreos) lo echaréis al río; mas a toda niña dejaréis con vida.”

ÉXODO 2
Nacimiento de Moisés

1Un varón de la casa de Leví había ido y tomado por mujer a una hija de Leví. 2[444]Concibió la mujer y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso lo tuvo escondido durante tres meses. 3Pero no pudiendo ocultarlo ya por más tiempo, tomó para él una cestilla de juncos, la calafateó con betún y pez, y metió en ella al niño, y la puso entre los juncos, a la ribera del río. 4Entretanto, su hermana se apostó de lejos para saber lo que le ocurría.

Moisés es adoptado por la hija del Faraón

5Bajó la hija del Faraón para bañarse en el río, y mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del río, divisó la cestilla en los juncos, y envió una criada suya para que se la trajese. 6Al abrirla vio al niño que era una criatura que lloraba. Tuvo compasión de él, y exclamó: “Este es un niño de los hebreos.” 7Entonces dijo su hermana a la hija del Faraón: “¿Quieres que yo vaya y te llame una nodriza de entre las hebreas que amamante para ti este niño?” 8“Anda”, le contestó la hija del Faraón. Fue pues la joven y llamó a la madre del niño. 9Y le dijo la hija del Faraón: “Toma este niño, y amamántalo para mí, y yo te recompensaré.” Y tomó la mujer al niño y lo amamantó. 10[445]El niño creció, y ella lo llevó entonces a la hija del Faraón. Así vino a ser hijo suyo, y le llamó Moisés, diciendo: “De las aguas lo he sacado.”

Huída de Moisés al desierto

11En aquellos días cuando Moisés ya era grande, visitó a sus hermanos, y vio sus trabajos penosos; vio también cómo un egipcio daba golpes a un hebreo, a uno de sus hermanos. 12[446]Miró a un lado y a otro, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. 13Salió también al día siguiente y vio a dos hebreos que reñían. Dijo al culpable: “¿Por qué pegas a tu hermano?” 14Él respondió: “¿Quién te ha constituido jefe y juez sobre nosotros? ¿Piensas acaso matarme como mataste al egipcio?” Por esto Moisés tuvo miedo y dijo: Seguramente ha trascendido este asunto. 15[447]Lo supo el Faraón y procuraba matar a Moisés; por lo cual Moisés huyó de la presencia del Faraón y se fue a morar en la tierra de Madián donde se sentó junto a un pozo. 16Tenía el sacerdote de Madián siete hijas, las cuales llegaron a sacar agua y llenar los abrevaderos, para abrevar las ovejas de su padre. 17Mas vinieron los pastores y las echaron. Entonces levantándose Moisés salió en su defensa y abrevó sus ovejas. 18[448]Volvieron ellas a Ragüel, su padre, y este preguntó: “¿Cómo es que venís hoy tan temprano?” 19Respondieron: “Un egipcio nos libró de las manos de los pastores, y a más de eso ha sacado agua para nosotras y abrevado las ovejas.” 20Preguntó entonces a sus hijas: “¿Dónde está? ¿Por qué habéis dejado a ese hombre? Llamadle para que coma pan.” 21[449]Consintió Moisés en morar con aquel hombre, el cual dio a Moisés su hija Seforá. 22[450]Esta le dio un hijo, al cual él llamó Gersom; pues dijo: “Extranjero soy en tierra extraña.” 23Durante este largo período murió el rey de Egipto; y los hijos de Israel, gimiendo bajo la servidumbre, clamaron, y desde su dura servidumbre subió su clamor a Dios. 24Oyó Dios sus gemidos, y se acordó Dios de su pacto con Abrahán, con Isaac y con Jacob. 25[451]Y miró Dios a los hijos de Israel y (los) reconoció.

ÉXODO 3
Aparición de Dios en la zarza

1[452]Un día, apacentando las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián, llevó Moisés las ovejas al interior del desierto y vino al Horeb (que es) el monte de Dios. 2[453]Y se le apareció el Ángel de Yahvé en una llama de fuego, en medio de una zarza. Veía cómo la zarza ardía en el fuego, pero la zarza no se consumía. 3Dijo, pues, Moisés: “Iré a contemplar este gran fenómeno (para saber) por qué no se consume la zarza.” 4Cuando Yahvé vio que se ponía en marcha para mirar, lo llamó de en medio de la zarza, diciendo: “¡Moisés, Moisés!” “Heme aquí”, respondió él. 5[454]Y Dios le dijo: “No te acerques aquí; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás, es tierra santa.” 6[455]Y añadió: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” Se cubrió entonces Moisés el rostro, porque temía mirar a Dios.

Vocación de Moisés

7Y dijo Yahvé: “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado el clamor que levanta a causa de sus exactores; pues conozco sus sufrimientos. 8He descendido para librarlo de la mano de los egipcios y para llevarlo de esta tierra a una buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al país del cananeo, heteo, amorreo, fereceo, heveo y jebuseo. 9Ahora el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta Mí y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10Ve, por tanto, y te enviaré al Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.” 11[456]Moisés respondió a Dios: “¿Quién soy yo para ir al Faraón y sacar a los hijos de Israel de Egipto?” 12[457]Respondió Él: “Yo estaré contigo y esto te servirá de señal de que Yo te he enviado: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto, serviréis a Dios en este monte.” 13Contestó Moisés a Dios: “Iré, pues, a los hijos de Israel y les diré: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; pero cuando me pregunten: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé? 14[458]Entonces dijo Dios a Moisés: “Yo soy el que soy.” Y agregó: “Así dirás a los hijos de Israel: «El que es me ha enviado a vosotros.»”

15Prosiguió Dios diciendo a Moisés: “Así dirás a los hijos de Israel: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, y este mi memorial de generación en generación. 16Ve, pues, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob se me apareció y me dijo: Yo os he visitado (para ver) lo que os hacen en Egipto. 17Y queda dicho: Os sacaré de la tribulación de Egipto, al país del cananeo, heteo, amorreo, fereceo, heveo y jebuseo, a una tierra que mana leche y miel. 18Ellos escucharán tu voz, y tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto; y le diréis: Yahvé, el Dios de los hebreos, se nos ha manifestado. Permite, pues, que vayamos camino de tres días al desierto, para ofrecer sacrificios a Yahvé, nuestro Dios. 19Ya sé que el rey de Egipto no os dejará ir, si no será por mano poderosa. 20Por eso extenderé mi mano y heriré a Egipto con toda suerte de prodigios, que obraré allí; y después de esto os dejará salir. 21Y haré que este pueblo halle gracia a los ojos de los egipcios, de modo que cuando partáis, no saldréis con las manos vacías, 22[459]sino que cada mujer pedirá a su vecina y a la que mora en su casa, objetos de plata y objetos de oro, y vestidos, que pondréis a vuestros hijos y a vuestras hijas, despojando así a los egipcios.”

ÉXODO 4
Milagros por manos de Moisés y Aarón

1Respondió Moisés y dijo: “Mira que no me creerán ni escucharán mi voz; pues dirán: No se te ha aparecido Yahvé.” 2Díjole Yahvé: “¿Qué es eso que tienes en tu mano?” “Una vara”, respondió él. 3Y le replicó: “Arrójala a tierra.” La tiró a tierra, y se convirtió en una serpiente; y huyó Moisés de ella. 4Dijo entonces Yahvé a Moisés: “Extiende tu mano y agárrala por la cola —y él extendiendo la mano, la agarró, y volvió a ser vara en su mano—, 5para que crean que se te ha aparecido Yahvé, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” 6Le dijo además Yahvé: “Mete tu mano en tu seno.” Metió él la mano en su seno y la volvió a sacar; y he aquí que su mano estaba leprosa (blanca) como la nieve. 7Y le dijo: “Vuelve a meter tu mano en tu seno.” Volvió a meter la mano en su seno, y cuando la sacó era como su carne. 8“Así, pues, si no te creen ni escuchan la voz de la primera señal creerán a la voz de la segunda. 9Y si no creen tampoco a estas dos señales, y no escuchan tu voz, tomarás agua del río, y la derramarás en el suelo; y el agua que sacares del río, se convertirá en sangre sobre el suelo.”

10[460]Dijo entonces Moisés a Yahvé: “¡Ah, Señor! yo no soy hombre elocuente, y esto no desde ayer ni desde anteayer, ni desde que Tú hablas con tu siervo; sino que soy torpe de boca y torpe de lengua.” 11Le respondió Yahvé: “¿Quién ha dado al hombre la boca? ¿Y quién hace al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy Yo, Yahvé? 12Ahora, vete, que Yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que has de decir.” 13[461]Mas él replicó: “¡Ah, Señor!, te ruego que mandes (tu mensaje) por mano de aquel que has de mandar.” 14Entonces se encendió la ira de Yahvé contra Moisés, y le dijo: “¿No tienes a tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla bien; he aquí que precisamente ahora sale a tu encuentro, y al verte se regocijará en su corazón. 15Hablarás, pues, con él y pondrás estas palabras en su boca, y Yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer. 16[462]Él hablará por ti al pueblo y te servirá de boca, y tú serás para él (representante de) Dios. 17Toma también en tu mano esta vara, porque con ella has de hacer las señales.”

Moisés regresa a Egipto

18Se fue Moisés para volver a casa de Jetró, su suegro, al cual dijo: “Iré con tu permiso, y volveré a ver a mis hermanos que están en Egipto, y veré si viven todavía.” Y dijo Jetró a Moisés: “Vete en paz.” 19Yahvé dijo (de nuevo) a Moisés en Madián: “Anda, vuelve a Egipto; pues han muerto todos los que buscaban tu vida.” 20Tomó, pues, Moisés a su mujer y a sus hijos, y montándolos sobre un asno, volvió a la tierra de Egipto. Tomó Moisés también la vara de Dios en su mano. 21[463]Y dijo Yahvé a Moisés: “Cuando vuelvas a Egipto, mira que hagas delante del Faraón todos los prodigios que he dado en tu mano; Yo, empero, endureceré su corazón, y no dejará ir al pueblo. 22[464]Y dirás al Faraón: “Así dice Yahvé: Israel es mi hijo, mi primogénito. 23Si Yo te digo: Deja ir a mi hijo para que me sirva, y si tú rehúsas dejarle ir, mira que Yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.”

24[465]Y sucedió que en el camino, en la posada, Yahvé le salió al encuentro y quiso darle muerte. 25Tomó entonces Seforá un pedernal y cortando el prepucio de su hijo, tocó las piernas de (Moisés), diciendo: “Tú eres para mí un esposo de sangre.” 26Y (Yahvé) le soltó por haber dicho ella: “esposo de sangre”, con motivo de la circuncisión.

27A Aarón le dijo Yahvé: “Vete al desierto al encuentro de Moisés.” Partió, pues, y le encontró en el monte de Dios y le besó. 28Moisés contó a Aarón todas las cosas para las cuales Yahvé le había enviado y todas las señales que le había mandado hacer. 29Fueron, pues, Moisés y Aarón y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel. 30Aarón refirió todas las palabras que Yahvé había dicho a Moisés, el cual hizo las señales delante del pueblo. 31El pueblo creyó, y al oír que Yahvé había visitado a los hijos de Israel y mirado su aflicción, inclinaron la cabeza y adoraron.

ÉXODO 5
Moisés y Aarón se entrevistan con el Faraón

1Después se presentaron Moisés y Aarón al Faraón y le dijeron: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Deja marchar a mi pueblo, para que me celebre una fiesta en el desierto.” 2[466]A lo cual respondió el Faraón: “¿Quién es Yahvé para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? No conozco a Yahvé, y no dejaré salir a Israel.” 3[467]Ellos dijeron: “El Dios de los hebreos se nos ha manifestado; permite, pues, que vayamos camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a Yahvé, nuestro Dios, no sea que nos castigue con peste y espada.” 4EI rey de Egipto les replicó: “¿Por qué vosotros, Moisés y Aarón, distraéis al pueblo de sus trabajos? Idos a vuestras cargas.” 5Y agregó el Faraón: “He aquí que el pueblo de esa región es ahora numeroso y vosotros lo hacéis descansar de sus cargas.”

Aumenta la opresión del pueblo

6Aquel mismo día el Faraón dio a los sobrestantes del pueblo y a los escribas esta orden: 7[468] “No deis ya, como antes, al pueblo paja, para hacer ladrillos; que vayan ellos mismos a recoger paja. 8Pero exigidles la misma cantidad de ladrillos que hacían antes, sin rebajarla; pues son perezosos; por eso claman diciendo: Vamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios. 9Agrávense los trabajos sobre estos hombres, para que estén ocupados y no pierdan el tiempo con palabras mentirosas.” 10Fueron, pues, los sobrestantes del pueblo y los escribas, y hablaron al pueblo diciendo: “Esto dice el Faraón: No os daré más paja; 11id vosotros mismos a juntar la paja donde podáis hallarla; pero vuestro trabajo no se disminuirá en nada.” 12Se esparció el pueblo por todo el país de Egipto a buscar rastrojo para emplearlo en lugar de paja. 13Y los sobrestantes los apremiaban, diciendo: “Terminad vuestro trabajo que os ha sido fijado para cada día, como cuando había paja.” 14Y los escribas de los hijos de Israel, a quienes los sobrestantes del Faraón habían puesto sobre ellos, fueron castigados, diciéndoseles: “¿Por qué no habéis hecho, ni ayer ni hoy, la misma cantidad de ladrillos que antes?”

15Fueron entonces los escribas de los hijos de Israel y clamaron al Faraón, diciendo: “¿Por qué tratas así a tus siervos? 16[469]No se da paja a tus siervos y se nos dice: Haced ladrillos. Y he aquí que tus siervos son castigados, siendo tu propio pueblo el que tiene la culpa.” 17Él respondió: “Haraganes sois, grandes haraganes; por eso decís: Vamos a ofrecer sacrificios a Yahvé. 18Id, pues, y trabajad; no se os dará paja, y habéis de entregar la cantidad fijada de ladrillos.” 19Los escribas de los hijos de Israel se vieron en grandes angustias, puesto que les fue dicho: “No disminuiréis (la cantidad) de vuestros ladrillos; ¡la obra de cada día en su día!” 20Se encontraron con Moisés y Aarón, que les estaban esperando cuando salieron de la presencia del Faraón, 21y les dijeron: “Que Yahvé os vea y que Él juzgue por qué nos habéis hecho odiosos al Faraón y a sus siervos y puesto la espada en sus manos para matarnos.” 22Se volvió entonces Moisés a Yahvé y dijo: “Señor, ¿por qué has hecho mal a este pueblo? ¿Con qué fin me has enviado? 23Pues desde que fui al Faraón para hablarle en tu nombre, está maltratando a este pueblo, y Tú de ninguna manera has librado a tu pueblo.”

ÉXODO 6
Nueva promesa de liberación

1Respondió Yahvé a Moisés: “Ahora verás lo que voy a hacer al Faraón; porque por mano poderosa los dejará salir, y debido a una mano fuerte los arrojará él mismo de su país.” 2[470]Y habló Dios a Moisés y le dijo: “Yo soy Yahvé; 3[471]Me aparecí a Abrahán, a Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso; mas con mi nombre de Yahvé no me di a conocer a ellos. 4Establecí también mi pacto con ellos, para darles la tierra de Canaán, la tierra de sus peregrinaciones, donde moraban como extranjeros. 5He oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes los egipcios han reducido a servidumbre, y tengo presente mi pacto. 6Por tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy Yahvé; Yo os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios, os libertaré de su esclavitud y os salvaré con brazo extendido y con grandes juicios. 7[472]Yo os adoptaré por pueblo mío, y seré vuestro Dios; y conoceréis que Yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os sacaré de la esclavitud de Egipto. 8Yo os llevaré a la tierra que he jurado dar a Abrahán, a Isaac y a Jacob, y os la daré en heredad. Yo Yahvé.”

9Habló, pues, Moisés de esta manera a los hijos de Israel; pero ellos no escucharon a Moisés, por cortedad de espíritu, y a causa de la dura servidumbre. 10Habló entonces Yahvé a Moisés, diciendo: 11“Ve a hablar con el Faraón, rey de Egipto, para que deje salir a los hijos de Israel fuera de su territorio.” 12[473] Respondió Moisés en la presencia de Yahvé, y dijo: “Mira, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo me va a escuchar el Faraón, a mí que soy incircunciso de labios?” 13Entonces habló Yahvé a Moisés y a Aarón, y les dio órdenes para los hijos de Israel y para el Faraón, rey de Egipto, a fin de sacar del país de Egipto a los hijos de Israel.

Genealogías

14[474]Estos son los jefes de sus casas paternas: Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Henoc, Falú, Hesrón y Carmí. Estas son las familias de Rubén. 15Hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Sóhar y Saúl, hijo de la cananea. Estas son las familias de Simeón. 16Y estos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Caat y Merarí. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años. 17Hijos de Gersón: Lobní y Semeí, según sus familias. 18Hijos de Caat: Amram, Ishar, Hebrón y Uciel. Los años de la vida de Caat fueron ciento treinta y tres años. 19Hijos de Merarí: Mahelí y Musí. Estas son las familias de los levitas, por sus linajes. 20[475]Amram tomó por mujer a Jocábed, su tía, de la cual le nacieron Aarón y Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete. 21Hijos de Ishar: Coré, Néfeg y Sicrí. 22Hijos de Uciel: Misael, Elsafán y Sitrí. 23Aarón tomó por mujer a Elisabet, hija de Aminadab, hermana de Naasón; de la cual le nacieron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 24Hijos de Coré: Asir, Elcaná y Abiasaf. Estas son las familias de los coreítas. 25Eleazar, hijo de Aarón tomó por mujer a una de las hijas de Futiel, y de ella nació Fineés. Estos son los jefes de las casas de los levitas, según sus familias.

26Estos, pues, son aquel Aarón y aquel Moisés a quienes dijo Yahvé: “Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, según sus escuadras.” 27Estos son los que hablaron al Faraón, rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Estos son Moisés y Aarón. 28Y sucedió que en el día en que Yahvé habló a Moisés en el país de Egipto, 29le habló en estos términos: “Yo soy Yahvé; di al Faraón, rey de Egipto, todo lo que Yo te digo.” 30Y Moisés respondió ante Yahvé: “Mira, yo soy incircunciso de labios. ¿Cómo me va a escuchar el Faraón?”

ÉXODO 7
Nueva entrevista de Moisés con el Faraón

1[476]Dijo Yahvé a Moisés: “He aquí que te he constituido dios para el Faraón, y Aarón, tu hermano, será tu profeta, 2al cual dirás todo lo que Yo te mandare; y Aarón, tu hermano, se lo dirá al Faraón, a fin de que deje salir de su país a los hijos de Israel. 3[477]Yo, entretanto, endureceré el corazón del Faraón, y multiplicaré mis señales y mis prodigios en el país de Egipto. 4El Faraón no os escuchará, pero Yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré de la tierra de Egipto a mi ejército, mi pueblo, los hijos de Israel a fuerza de severos juicios. 5Y conocerán los egipcios que Yo soy Yahvé, cuando extienda mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel.” 6Lo hicieron Moisés y Aarón. Como les había mandado Yahvé, así hicieron. 7Tenía Moisés ochenta años, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron al Faraón.

8Después habló Yahvé a Moisés y a Aarón, y dijo: 9“Cuando el Faraón os dijere: Haced algún milagro en favor vuestro, dirás a Aarón: Toma tu vara y échala delante del Faraón, y se convertirá en serpiente.” 10Se presentaron Moisés y Aarón al Faraón, e hicieron según la orden de Yahvé: Aarón echó su vara delante del Faraón y delante de sus servidores, la cual se convirtió en serpiente. 11[478]Mas el Faraón llamó igualmente a los sabios y a los hechiceros, y también ellos, los magos egipcios, hicieron con sus encantamientos las mismas cosas. 12Echaron ellos cada cual su vara, y se convirtieron en serpientes; pero la vara de Aarón se tragó las varas de ellos. 13Sin embargo, se endureció el corazón del Faraón, de manera que no los escuchó, como había dicho Yahvé.

Primera plaga: río en sangre

14[479]Entonces dijo Yahvé a Moisés: “El corazón del Faraón es duro; se niega a dejar salir al pueblo. 15Preséntate, pues, al Faraón por la mañana, cuando salga a las aguas. Tú lo esperarás a la orilla del río, y tomarás en tu mano la vara que se convirtió en serpiente. 16Le dirás: ‘Yahvé, el Dios de los hebreos, me ha enviado a ti con esta orden: Deja ir a mi pueblo, a fin de que me den culto en el desierto; y he aquí que no has escuchado hasta ahora. 17Por lo tanto, así dice Yahvé: En esto conocerás que Yo soy Yahvé: Mira que voy a golpear con la vara que tengo en la mano las aguas del río, y se convertirán en sangre. 18Los peces que hay en el río morirán, el río hederá, y los egipcios tendrán asco de beber las aguas del río’.”

19Yahvé dijo también a Moisés: “Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus canales, sobre sus ríos, sobre sus lagunas y sobre todos sus depósitos de agua. Y se convertirán en sangre. Habrá sangre en toda la tierra de Egipto, lo mismo en las vasijas de madera que en las de piedra.”

20Hicieron Moisés y Aarón como les había mandado Yahvé: Levantó (Aarón) la vara y golpeó las aguas en presencia del Faraón y de sus servidores, y se convirtieron todas las aguas del río en sangre. 21Los peces que había en el río murieron, quedó apestado el río y los egipcios no podían beber las aguas del río; y hubo sangre en todo el país de Egipto. 22Pero lo mismo hicieron los magos de Egipto con sus encantamientos; por lo cual se endureció el corazón del Faraón y no los escuchó, como había dicho Yahvé. 23Luego se volvió el Faraón y se retiró a su palacio sin hacer caso de estas cosas. 24Y todos los egipcios cavaron en los alrededores del río para hallar agua potable, porque no podían beber las aguas del río.

Segunda plaga: ranas

25[480]Pasaron siete días después que Yahvé había herido el río, 26y dijo Yahvé a Moisés: “Preséntate al Faraón y dile: Así dice Yahvé: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 27Y si rehúsas dejarlo ir, he aquí que voy a castigar todo tu país con ranas. 28El río bullirá de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu alcoba y en tu lecho, en las casas de tus servidores y entre tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. 29Subirán las ranas sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre tus siervos.”

ÉXODO 8

1[481]Dijo, pues, Yahvé a Moisés: “Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los canales, sobre los ríos y sobre las lagunas, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto.” 2Aarón extendió la mano sobre las aguas de Egipto; y subieron las ranas y cubrieron la tierra de Egipto. 3Pero los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, haciendo subir las ranas sobre el país egipcio. 4El Faraón llamó a Moisés y a Aarón y dijo: “Pedid a Yahvé que aparte las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré salir al pueblo para que ofrezca sacrificios a Yahvé.” 5Respondió Moisés al Faraón: “Dígnate decirme para cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, a fin de que (Dios) quite las ranas de ti y de tus casas, y queden solamente en el río.” 6“Para mañana”, contestó él. Replicó Moisés: “Será conforme a tu palabra, para que sepas que no hay como Yahvé, nuestro Dios. 7Las ranas se apartarán de ti, de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y quedarán solamente en el río.” 8Después salieron Moisés y Aarón de la presencia del Faraón; e invocó Moisés a Yahvé a causa de las ranas que afligían al Faraón. 9E hizo Yahvé conforme a la súplica de Moisés, de manera que murieron las ranas en las casas, en los patios y en los campos. 10[482]Las juntaron en montones y el país estaba lleno de hediondez. 11Pero el Faraón viendo que se le daba respiro, endureció su corazón, y no los escuchó, como había dicho Yahvé.

Tercera plaga: mosquitos

12[483]Después dijo Yahvé a Moisés: “Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, y se convertirá en mosquitos en todo el país de Egipto.” 13Así lo hicieron: Aarón extendió su mano en que tenía la vara, y golpeó el polvo de la tierra; y hubo mosquitos sobre los hombres y sobre las bestias. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos en todo el país de Egipto. 14Los magos tentaron de hacer lo mismo con sus encantamientos, a fin de suscitar mosquitos, mas no pudieron. Hubo, pues, mosquitos sobre hombres y bestias. 15[484]Dijeron entonces los magos al Faraón: “¡Este es el dedo de Dios!” Pero se endureció el corazón del Faraón, y no los escuchó, como había dicho Yahvé.

Cuarta plaga: tábanos

16Yahvé dijo a Moisés: “Levántate muy de mañana, y preséntate al Faraón cuando salga hacia las aguas, y le dirás: Así dice Yahvé: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 17[485]Si no dejas ir a mi pueblo, he aquí que voy a enviar tábanos contra ti, contra tus siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que se llenarán de tábanos las casas de los egipcios y también el suelo sobre el cual están. 18Mas distinguiré en ese día la región de Gosen, donde habita mi pueblo, para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que Yo soy Yahvé en medio de la tierra, 19que hago distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.” 20Hizo Yahvé así, y un enjambre de tábanos molestísimos vino sobre la casa del Faraón y las casas de sus siervos; y toda la tierra de Egipto fue devastada por los tábanos.

21Entonces llamó el Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: “Id, ofreced sacrificios a vuestro Dios en este país.” 22[486]Moisés respondió: “No conviene hacerlo así, porque lo que hemos de sacrificar a Yahvé, nuestro Dios, es abominación para los egipcios. ¿No nos apedrearían los egipcios si sacrificáramos ante sus ojos lo que para ellos es abominable? 23Iremos tres jornadas de camino por el desierto, y allí ofreceremos sacrificios a Yahvé, nuestro Dios, según Él nos mandare.” 24Contestó el Faraón: “Os dejaré ir, para que ofrezcáis en el desierto sacrificios a Yahvé vuestro Dios, con tal que no vayáis demasiado lejos. Rogad por mí.” 25Moisés respondió: “He aquí que voy a salir de tu presencia y rogaré a Yahvé, y mañana los tábanos se alejarán del Faraón, de sus siervos y de su pueblo; pero que no vuelva el Faraón a obrar con engaño, impidiendo al pueblo que vaya a ofrecer sacrificios a Yahvé.” 26Salió, pues, Moisés de la presencia del Faraón, y rogó a Yahvé. 27E hizo Yahvé conforme a la súplica de Moisés, y quitó los tábanos del Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedase uno solo. 28Pero el Faraón endureció también esta vez su corazón y no dejó partir al pueblo.

ÉXODO 9
Quinta plaga: peste sobre el ganado

1Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Preséntate al Faraón y dile: Así dice Yahvé, el Dios de los hebreos: Deja salir a mi pueblo para que me den culto. 2Si te niegas a dejarlos ir y todavía los retienes, 3he aquí que la mano de Yahvé enviará una peste gravísima sobre tu ganado que está en el campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacadas y sobre las ovejas. 4Mas Yahvé hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de los egipcios, de modo que no morirá nada de lo perteneciente a Israel.” 5Y Yahvé fijó el plazo, diciendo: “Mañana hará esto Yahvé en el país.” 6[487]Y lo hizo Yahvé al día siguiente, de modo que murió todo el ganado de los egipcios; mas del ganado de los hijos de Israel no murió ni una sola cabeza. 7El Faraón envió (a averiguarlo); y he aquí que del ganado de Israel no había muerto ni un solo animal. Sin embargo, se endureció el corazón del Faraón y no dejó ir al pueblo.

Sexta plaga: tumores

8Dijo entonces Yahvé a Moisés y a Aarón: “Tomad unos puñados de hollín de horno, y espárzalo Moisés hacia el cielo, a los ojos del Faraón; 9y se convertirá en polvo fino en todo el territorio de Egipto, y formará tumores que producirán úlceras, tanto en los hombres como en las bestias, por toda la tierra de Egipto.” 10Tomaron, pues, hollín de horno, y poniéndose delante del Faraón, lo esparció hacia el cielo; y hubo tumores que producían úlceras, tanto en los hombres como en las bestias. 11Ni los magos pudieron mantenerse delante de Moisés a causa de los tumores; pues los magos tenían los mismos tumores que todos los egipcios. 12[488]Mas Yahvé endureció el corazón del Faraón, de modo que no les escuchó, según Yahvé lo había dicho a Moisés.

Séptima plaga: granizo

13Luego dijo Yahvé a Moisés: “Levántate muy de mañana, preséntate al Faraón, y dile: ‘Así dice Yahvé, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me den culto. 14Porque esta vez voy a enviar todas mis plagas sobre tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay como Yo en toda la tierra. 15Si yo hubiera extendido mi mano para herirte a ti y a tu pueblo con peste, ya habrías desaparecido de la tierra; 16[489] pero para esto te he conservado, para mostrarte mi poder, y para que sea celebrado mi nombre en toda la tierra. 17Tú, empero, te ensalzas todavía contra mi pueblo, para no dejarlo salir. 18He aquí que mañana, a esta hora, haré llover una granizada tan fuerte, que nunca ha habido semejante en Egipto, desde el día que fue fundado hasta el presente. 19Ahora, pues, envía y pon a salvo tu ganado y cuanto tienes en el campo; porque sobre todos los hombres y animales que se hallan en el campo sin recogerse bajo techumbre, caerá el granizo y perecerán’.”

20Aquellos de entre los siervos del Faraón que temieron la palabra de Yahvé, recogieron en las casas a sus siervos y a su ganado; 21mas aquellos que no hicieron caso de la palabra de Yahvé, dejaron a sus siervos y a su ganado en el campo.

22[490]Dijo entonces Yahvé a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo, y caiga granizo en todo el país de Egipto, sobre los hombres, sobre los animales y sobre todas las plantas que hay en la tierra de Egipto.” 23Extendió, pues, Moisés su vara hacia el cielo, y Yahvé envió truenos y granizo; el relámpago discurría sobre la tierra, y Yahvé hizo llover granizo sobre el país de Egipto. 24El granizo, y el fuego mezclado con el granizo cayeron con fuerza tan extraordinaria, que nunca hubo semejante en toda la tierra de Egipto desde que comenzó a ser pueblo. 25El granizo hirió en todo el país de Egipto cuanto había en el campo, desde los hombres hasta las bestias. El granizo destrozó también todas las hierbas del campo, y quebró todos los árboles campestres. 26Solamente en la región de Gosen, donde habitaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

27[491]Entonces el Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: “Esta vez he pecado; Yahvé es el justo, y yo y mi pueblo somos los inicuos. 28Rogad a Yahvé, para que no haya más truenos de Dios y granizo; y os dejaré salir y no os quedaréis más aquí.”

29Le respondió Moisés: “Cuando salga de la ciudad extenderé mis manos hacia Yahvé, y cesarán los truenos, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es de Yahvé. 30Mas ya sé que ni tu ni tus siervos teméis todavía a Yahvé, Dios.” 31Habían sido destrozados ya el lino y la cebada, pues la cebada estaba ya en espiga, y el lino en caña. 32Mas el trigo y la espiga no fueron destrozados, por ser tardíos. 33Dejó, pues, Moisés al Faraón y saliendo de la ciudad extendió las manos hacia Yahvé, con lo cual cesaron los truenos y el granizo, y no cayó más lluvia sobre la tierra. 34Pero en cuanto el Faraón vio que había cesado la lluvia y el granizo y los truenos, volvió a pecar, endureciendo su corazón, tanto él como sus siervos, se endureció, pues, el corazón del Faraón, y no dejó ir a los hijos de Israel como Yahvé había dicho por boca de Moisés.

ÉXODO 10
Octava plaga: langosta

1Después dijo Yahvé a Moisés: “Ve al Faraón, porque Yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para obrar estos mis prodigios en medio de ellos; 2[492]y para que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo, las grandes cosas que Yo hice en Egipto, y los prodigios que obré en él, a fin de que sepáis que Yo soy Yahvé.” 3Fueron, pues, Moisés y Aarón al Faraón y le dijeron: “Así dice Yahvé, el Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante Mí? Deja salir a mi pueblo, para que me sirva. 4Si sigues resistiendo y no dejas salir a mi pueblo, he aquí que mañana traeré sobre tu país langostas; 5las cuales cubrirán la superficie del país, de manera que no podrá verse el suelo. Comerán el resto que se salvó, lo que os dejó el granizo; y comerán también todos los árboles que os crecen en el campo. 6Llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, lo que nunca vieron tus padres, ni los padres de tus padres, desde el día en que viven sobre la tierra hasta el día de hoy.” Con esto se retiró, y salió de la presencia del Faraón. 7Dijeron entonces al Faraón sus siervos: “¿Hasta cuándo ha de sernos este hombre un lazo? Deja salir a esa gente a fin de que sirvan a Yahvé, su Dios. ¿No sabes aún que Egipto está al borde de la ruina?” 8Llamaron, pues, de nuevo a Moisés y a Aarón a la presencia del Faraón; el cual les dijo: “Id, servid a Yahvé, vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?” 9Respondió Moisés: “Saldremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, con nuestras ovejas y nuestras vacadas; porque hemos de celebrar una fiesta en honor de Yahvé.” 10[493]Les contestó: “¡Así sea Yahvé con vosotros, como yo os dejo salir a vosotros y a vuestros hijos! Pero tened cuidado, pues seguramente procedéis con mala intención. 11Por eso, no será así; salid los varones solos y servid a Yahvé, ya que esta fue vuestra petición.” Con esto fueron echados de la presencia del Faraón. 12Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que venga la langosta; suba ella sobre el país de Egipto, y coma toda la hierba del país, todo lo que dejó el granizo.” 13[494]Extendió, pues, Moisés su vara sobre la tierra de Egipto; y Yahvé hizo soplar el viento solano sobre el país, todo aquel día y toda la noche. Y cuando vino la mañana, el viento de oriente había traído las langostas. 14Y subieron las langostas sobre todo el país de Egipto, y se posaron en todo el territorio egipcio, en cantidad tan grande, como nunca hubo anteriormente ni habrá después. 15[495]Cubrieron toda la superficie del país, de modo que se oscureció la tierra; comieron toda la hierba del país, y todos los frutos de los árboles que el granizo había dejado, y no quedó nada verde ni en los árboles ni en las hierbas del campo en todo el territorio de Egipto. 16Entonces el Faraón llamó a toda prisa a Moisés y a Aarón, y dijo: “He pecado contra Yahvé, vuestro Dios, y contra vosotros. 17Perdonad, por favor, mi pecado todavía esta única vez; rogad a Yahvé, vuestro Dios, que aparte de mí al menos esta muerte.” 18Salió (Moisés) de la presencia del Faraón y rogó a Yahvé. 19Y Yahvé hizo soplar un viento de occidente muy recio que se llevó las langostas y las echó al Mar Rojo. No quedó ni una langosta en todo el territorio de Egipto. 20Pero Yahvé endureció el corazón del Faraón, el cual no dejó ir a los hijos de Israel.

Novena plaga: tinieblas

21[496]Después dijo Yahvé a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya sobre la tierra de Egipto tinieblas que puedan palparse.” 22Extendió, pues, Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto durante tres días. 23No se veían unos a otros, ni se levantaba nadie de su sitio por espacio de tres días, en tanto que los hijos de Israel tenían luz en sus moradas. 24Entonces llamó el Faraón a Moisés, y dijo: “Id y servid a Yahvé; queden solamente vuestras ovejas y vuestras vacadas. Aun vuestros niños podrán ir con vosotros.” 25Respondió Moisés: “Nos has de conceder también sacrificios y holocaustos, para que los ofrezcamos a Yahvé, nuestro Dios. 26Por lo cual también nuestro ganado ha de ir con nosotros. No quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para dar culto a Yahvé, nuestro Dios; y no sabemos todavía qué hemos de ofrecer a Yahvé, hasta que lleguemos allá.” 27[497]Mas Yahvé endureció el corazón del Faraón, el cual no quiso dejarles salir. 28Dijo, pues, el Faraón: “¡Retírate de mí! ¡Guárdate de volver a ver mi rostro!, pues el día en que vieres mi rostro, morirás.” 29[498]A lo cual respondió Moisés: “Tú lo has dicho: no volveré a ver tu rostro.”

ÉXODO 11
Anuncio de la décima plaga

1Dijo Yahvé a Moisés: “Solo una plaga más haré venir sobre el Faraón y sobre los egipcios; después de la cual os dejará marchar de aquí; y cuando, por fin, os deje salir, lo hará expulsándoos por completo de aquí. 2[499]Di, pues, al pueblo que cada hombre pida a su vecino, y cada mujer a su vecina, objetos de plata y objetos de oro.” 3[500]Pues Yahvé había hecho que el pueblo hallase gracia a los ojos de los egipcios. Además, Moisés era una persona muy grande en la tierra de Egipto, tanto a los ojos de los siervos del Faraón como a los ojos del pueblo. 4Dijo entonces Moisés: “Así dice Yahvé: A medianoche pasaré Yo a través de Egipto; 5[501]y morirá en el país de Egipto todo primogénito, desde el primogénito del Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la esclava que está detrás de la muela, y todo primogénito del ganado. 6Y se alzará en todo el país de Egipto un alarido grande cual nunca ha habido, y nunca lo habrá. 7[502]Pero contra ninguno de los hijos de Israel, contra ningún hombre y ninguna bestia, ni siquiera ladrará un perro; para que sepáis qué distinción hace Yahvé entre los egipcios e Israel. 8[503]Entonces vendrán a mí todos estos tus siervos, y se postrarán delante de mí, diciendo: Sal tú y todo el pueblo que te sigue. Y después de esto saldré.” Y encendido en cólera se retiró de la presencia del Faraón. 9Y dijo Yahvé a Moisés: “No os escuchará el Faraón, para que se multipliquen mis prodigios en la tierra de Egipto.” 10Moisés y Aarón obraron todos estos prodigios delante del Faraón; pero Yahvé endureció el corazón del Faraón, el cual no dejó salir de su país a los hijos de Israel.

ÉXODO 12
Institución de la Pascua

1[504]Dijo Yahvé a Moisés y a Aarón en el país de Egipto: 2“Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; os será el primero de los meses del año. 3Hablad a toda la asamblea de Israel y decid: El día diez de este mes tome cada uno para sí un cordero por familia, un cordero por casa. 4Y si la casa no alcanzare para un cordero, lo tomará junto con el vecino más cercano a su casa, según el número de las personas. Calculad la porción que cada uno puede comer del cordero. 5[505]El cordero será sin defecto, macho y primal. De las ovejas o de las cabras lo tomaréis. 6Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; y toda la multitud de los hijos de Israel lo inmolará entre las dos tardes. 7Luego tomarán de la sangre y rociarán los dos postes (de la puerta) y el dintel de las casas en que han de comer. 8[506]Comerán la carne en aquella misma noche. La comerán asada al fuego, con panes ácimos y con hierbas amargas. 9No comeréis nada de él crudo, ni cocido en agua, sino asado al fuego, con su cabeza, sus piernas y sus entrañas. 10Y no dejaréis nada de él para el día siguiente; lo que sobrare de él hasta la mañana, lo quemaréis al fuego.

11[507]Lo habéis de comer de la siguiente manera: Ceñidos vuestros lomos, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis de prisa, pues es la Pascua de Yahvé. 12Porque Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y quitaré la vida a todos los primogénitos en el territorio de Egipto, desde los hombres hasta las bestias, y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto, Yo, Yahvé. 13Será, pues, vuestro distintivo la sangre en las casas de vuestra morada. Viendo la sangre pasaré de largo por vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando Yo hiera el país de Egipto. 14Os será memorable este día, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahvé durante vuestras generaciones. La celebraréis como institución perpetua. 15[508]Por siete días comeréis panes ácimos, por lo cual desde el primer día apartaréis de vuestras casas la levadura. Todo el que desde el día primero hasta el día séptimo comiere pan fermentado será exterminado de en medio de Israel. 16El primer día tendréis asamblea santa; asimismo el día séptimo os reuniréis en asamblea santa. Ninguna obra se haga en esos días, exceptuando la comida para cada uno. Esto es lo único que podréis hacer. 17Guardad (la fiesta de) los Ácimos, porque en ese mismo día habré sacado Yo vuestros ejércitos de la tierra de Egipto. Observad este día durante vuestras generaciones como institución perpetua. 18Comeréis, pues, panes ácimos en el mes primero desde el día catorce del mes por la tarde, hasta la tarde del día veintiuno del mes. 19No se halle levadura en vuestras casas por espacio de siete días, pues todo aquel que comiere cosa fermentada, sea extranjero o natural del país, será exterminado de en medio del pueblo de Israel. 20No comeréis cosa fermentada alguna; en todas vuestras habitaciones comed panes ácimos.”

Moisés convoca a los ancianos

21Entonces llamó Moisés a todos los ancianos de Israel y les dijo: “Buscad y tomaos corderos para vuestras familias, e inmolad la pascua. 22[509]Luego tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre que está en el tazón, y rociad el dintel y los dos postes con la sangre del tazón; y nadie de vosotros salga de la puerta de su casa hasta la mañana. 23Pues pasará Yahvé y herirá a los egipcios, mas al ver la sangre en el dintel y en los dos postes, Yahvé pasará de largo por aquella puerta, y no permitirá que el exterminador entre en vuestras casas para herir. 24Guardad este mandato como ley perpetua para vosotros y vuestros hijos. 25Observad este rito también después de vuestra llegada a la tierra que os dará Yahvé según su promesa. 26Y cuando os preguntaren vuestros hijos: ¿Qué significado tiene para vosotros este rito?, 27responderéis: Este es el sacrificio de la Pascua de Yahvé, quien pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto cuando hirió a los egipcios y salvó nuestras casas. Entonces el pueblo se prosternó para adorar, 28 fueron, pues, los hijos de Israel e hicieron así como había mandado Yahvé a Moisés y a Aarón; así lo hicieron.

Muerte de los primogénitos de los egipcios

29[510]Y sucedió que a media noche Yahvé hirió en el país de Egipto a todos los primogénitos, desde el primogénito del Faraón que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todos los primogénitos de las bestias. 30Con lo que se levantó el Faraón de noche, él y todos sus siervos y todos los egipcios; y hubo grande alarido en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. 31Y llamó a Moisés y a Aarón de noche y dijo: “¡Adelante!, salid de en medio de mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel. Id y ofreced sacrificios a Yahvé como habéis dicho. 32Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacadas, como dijisteis. Marchaos y bendecidme también a mí.” 33Los egipcios por su parte instaban al pueblo para acelerar su salida del país; pues decían: “Pereceremos todos.”

34Tomó, pues, el pueblo la harina amasada, antes que fermentara y envueltas sus artesas en la ropa se las echaron a cuestas. 35Y los hijos de Israel hicieron según la palabra de Moisés, pidiendo a los egipcios objetos de plata y objetos de oro y vestidos. 36[511]Pues Yahvé había hecho que el pueblo hallara gracia a los ojos de los egipcios, los cuales accedieron a sus pedidos. Así despojaron a los egipcios.

II. DESDE LA SALIDA DE EGIPTO HASTA LA LLEGADA AL SINAÍ
La salida de los israelitas

37[512]Partieron, pues, los hijos de Israel de Ramesés para Sucot, unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38[513]Salió con ellos también mucha gente de toda clase, y ganado menor y mayor, muchísimos animales. 39De la masa que habían sacado de Egipto, cocieron tortas ácimas; porque (la masa) no había aún fermentado; pues habían sido echados de Egipto a toda prisa y sin que pudieran prepararse provisiones. 40[514]El tiempo que los hijos de Israel habían habitado en Egipto, fue de cuatrocientos treinta años. 41Al fin de los cuatrocientos treinta años, en ese mismo día, salieron de la tierra de Egipto todas las escuadras de Yahvé. 42Noche de vela fue esta para Yahvé cuando los sacó de la tierra de Egipto. Esa misma noche será noche de vela en honor de Yahvé para todos los hijos de Israel de generación en generación.

La ley de la Pascua

43Dijo Yahvé a Moisés y a Aarón: “Esta es la ley de la Pascua: No coma de ella ningún extranjero. 44Todo siervo, comprado por dinero, después de haber sido circuncidado, comerá de ella. 45Mas el advenedizo y el jornalero no comerán de ella, 46[515]En una misma casa se ha de comer; no sacaréis fuera de la casa nada de la carne, ni le quebraréis ningún hueso. 47La celebrará todo el pueblo de Israel. 48Si un extranjero habita contigo y quiere celebrar la Pascua en honor de Yahvé, sean circuncidados todos sus varones, y entonces podrá acercarse para celebrarla; y será como el indígena, porque ningún incircunciso comerá de ella. 49Una misma ley habrá para el indígena y para el extranjero que habita en medio de vosotros.” 50Así lo hicieron todos los hijos de Israel. Según había mandado Yahvé a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51Y en aquel mismo día Yahvé sacó del país de Egipto a los hijos de Israel (repartidos) en sus escuadras.

ÉXODO 13
Consagración de los primogénitos de Israel

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[516]“Conságrame todo primogénito. Mío es todo primer nacido entre los hijos de Israel, tanto de hombres como de animales.” 3Dijo pues Moisés al pueblo: “Acordaos de este día en que salisteis de Egipto, de la casa de la servidumbre; pues Yahvé os ha sacado de aquí con mano poderosa; y no comáis pan fermentado. 4[517]Salís hoy, en el mes de Abib. 5Así, pues, cuando Yahvé te haya introducido en la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del heveo y del jebuseo, que juró a tus padres darte, tierra que mana leche y miel, celebrarás ese rito en este mes. 6Siete días comerás panes ácimos y el día séptimo será fiesta en honor de Yahvé. 7Se comerán panes ácimos durante siete días, y no se verá pan fermentado en tu casa, ni levadura en todo tu territorio. 8En aquel día dirás a tu hijo: “Esto es a causa de lo que hizo conmigo Yahvé cuando salí de Egipto. 9[518]Y esto te será como una señal en tu mano, y como un recuerdo entre tus ojos, para que la ley de Yahvé se halle en tu boca; porque con mano poderosa te sacó Yahvé de Egipto.” 10Guardarás este precepto, año por año, en el tiempo señalado.

11Cuando Yahvé te haya introducido en la tierra del cananeo, como lo tiene jurado a ti y a tus padres, y te la haya dado, 12apartarás para Yahvé a todos los primogénitos. También todos los primerizos de tus animales, si son machos, pertenecen a Yahvé. 13Todo primerizo del asno lo rescatarás con un cordero; y si no lo rescatas, has de quebrarle la cerviz. Rescatarás también todo primogénito humano de entre tus hijos. 14Y cuando el día de mañana te preguntare tu hijo, diciendo: “¿Qué significa esto?”, le dirás: “Con mano poderosa nos sacó Yahvé de Egipto, de la casa de la servidumbre. 15Al obstinarse el Faraón en no dejarnos salir, Yahvé mató a todos los primogénitos en el país de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el primogénito de la bestia. Por eso sacrifico a Yahvé todo primer nacido macho, y rescato todo primogénito de mis hijos.” 16Esto será como una señal en tu mano, y como frontal entre tus ojos; porque con mano poderosa Yahvé nos ha sacado de Egipto.”

Partida de Egipto

17[519]Cuando el Faraón dejó salir al pueblo, Dios no los condujo por el camino de la tierra de los filisteos, aunque estaba cerca; pues dijo Dios: “No sea que al verse atacado se arrepienta el pueblo y se vuelva a Egipto.” 18Dios hizo, pues, rodear al pueblo por el camino del desierto hacia el Mar Rojo. Y los hijos de Israel salieron en buen orden del país de Egipto. 19[520]Moisés llevó también consigo los huesos de José, pues este había hecho jurar a los hijos de Israel, diciendo: “Cuando os visitare Dios, llevad de aquí con vosotros mis huesos.”

20[521]Partieron de Sucot y acamparon en Etam, al borde del desierto. 21[522]E iba Yahvé al frente de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos en el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que pudiesen marchar de día y de noche. 22La columna de nube no se retiraba del pueblo de día, ni la columna de fuego de noche.

ÉXODO 14
El Faraón persigue a los israelitas

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[523]“Di a los hijos de Israel que se vuelvan y acampen frente a Fihahirot, entre Migdol y el mar, enfrente de Baalsefón. Delante de ese lugar acamparéis, junto al mar. 3Porque el Faraón dirá respecto de los hijos de Israel: ‘Andan errantes en el país, y el desierto los tiene encerrados.’ 4Y Yo endureceré el corazón del Faraón, y os perseguirá; pero Yo manifestaré mi gloria en el Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que Yo soy Yahvé.” Así lo hicieron.

5Efectivamente, cuando fue dado aviso al rey de Egipto que había huido el pueblo, se mudó el corazón del Faraón y de sus siervos respecto del pueblo, y dijeron: “¿Qué es lo que hemos hecho dejando ir a Israel, privándonos así de su servicio?” 6Hizo, entonces, enganchar sus carros y llevó consigo a su pueblo. 7Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con capitanes para todos ellos. 8Así endureció Yahvé el corazón del Faraón, rey de Egipto, el cual persiguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel salieron (guiados) por una mano elevada. 9Los persiguieron, pues, los egipcios, todos los caballos de los carros del Faraón, y su gente de a caballo y su ejército; y les dieron alcance mientras acampaban junto al mar, cerca de Fihahirot, frente a Baalsefón.

10Cuando el Faraón se iba acercando, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios marcharon en pos de ellos. Con lo que se amedrentaron mucho los hijos de Israel y clamaron a Yahvé. 11[524]Y dijeron a Moisés: “¿Acaso no había sepulturas en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros sacándonos de Egipto? 12¿No te decíamos en Egipto: Déjanos que sirvamos a los egipcios? Porque mejor nos sería servir a los egipcios que morir en el desierto.” 13Contestó Moisés al pueblo: “No temáis; estad firmes, y veréis el auxilio que Yahvé os otorgará en este día, pues los egipcios que hoy veis, no los volveréis a ver nunca jamás. 14[525]Yahvé peleará por vosotros, y vosotros quedaos tranquilos.”

El paso del mar Rojo

15Y dijo Yahvé a Moisés “¿Por qué sigues clamando a mí? Manda a los hijos de Israel que se pongan en marcha. 16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel entren en medio del mar a pie enjuto. 17Yo, entretanto, endureceré el corazón de los egipcios para que entren tras ellos, y se manifestará mi gloria en el Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería. 18Y conocerán los egipcios que Yo soy Yahvé, cuando haya manifestado mi gloria en el Faraón, en sus carros y en su caballería. 19Se levantó entonces el Ángel de Yahvé que marchaba al frente del ejército de Israel, y se puso detrás de ellos. Se levantó también la columna de nube de delante de ellos, y se colocó a la espalda, 20[526]intercalándose así entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. Era nube y tinieblas (por una parte), y (por la otra) iluminaba la noche, de modo que no pudieron acercarse aquellos a estos en toda la noche.

21Extendió Moisés su mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar un viento del Oriente muy fuerte durante toda la noche, el cual hizo retroceder el mar y lo dejó seco, y se dividieron las aguas. 22[527]Entonces los hijos de Israel entraron en medio del mar a pie enjuto, formando para ellos las aguas una muralla a su derecha y a su izquierda. 23Los egipcios los persiguieron y entraron en pos de ellos, todos los caballos del Faraón, sus carros y su caballería, hasta el medio del mar. 24Llegada la vigilia de la mañana, echó Yahvé una mirada desde la columna de fuego y de humo hacia el ejército de los egipcios, y puso en consternación al ejército egipcio. 25Quitó las ruedas de sus carros, de suerte que no podían avanzar sino con gran dificultad. Dijeron por tanto los egipcios: “Huyamos delante de Israel, porque Yahvé pelea por ellos contra los egipcios.” 26Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre su caballería.” 27Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba el mar volvió a su sitio; de modo que los egipcios queriendo huir se vieron frente a las (aguas). Así arrojó Yahvé a los egipcios en medio del mar. 28Pues reuniéndose las aguas cubrieron los carros y la gente de a caballo y todo el ejército del Faraón, que había entrado en el mar para seguirlos, y no escapó ni siquiera uno de ellos. 29Mas los hijos de Israel pasaron a pie enjuto por en medio del mar, teniendo las aguas por muralla a su derecha y a su izquierda. 30Aquel día salvó Yahvé a Israel de mano de los egipcios; y vio Israel a los egipcios muertos a orillas del mar. 31[528]Y cuando Israel vio la mano poderosa que Yahvé había extendido contra los egipcios, temió el pueblo a Yahvé, y creyeron en Yahvé y en Moisés, su siervo.

ÉXODO 15
Cántico de Moisés

1[529]Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Yahvé. Dijeron así:

“Cantaré a Yahvé

por su altísima gloria;

arrojó al mar al caballo y a su jinete.

2Yahvé es mi fortaleza

y (el objeto) de mi canción.

Él me ha salvado;

Él es mi Dios, a quien celebraré,

el Dios de mi padre, a quien he de ensalzar.

3El Señor es un guerrero poderoso;

Yahvé es su nombre.

4Ha precipitado en el mar

los carros del Faraón y su ejército;

la flor de sus capitanes se hundió en el Mar Rojo.

5Los cubrió el abismo;

como una piedra cayeron al fondo.

6Tu diestra, Yahvé, es admirable por su poder;

tu diestra, Yahvé, aplasta al enemigo.

7En tu grandeza sin medida derribas

a los que contra Ti se levantan,

desencadenas tu ira

que los consume como hojarasca.

8[530]Soplaron tus narices

y se apiñaron las aguas;

se pararon las olas como un dique,

los abismos se cuajaron en medio del mar.

9Perseguiré, alcanzaré,

había dicho el enemigo;

repartiré despojos, se saciará mi alma;

desenvainaré mi espada,

los destruirá mi mano.

10Pero con tu viento soplaste

y los cubrió el mar;

se hundieron como plomo

en las temibles aguas.

11[531] ¿Quién como Tú, Yahvé, entre los dioses?

¿Quién, como Tú, glorioso en santidad,

terrible en prodigios, hacedor de maravillas?

12Extendiste tu diestra,

y los engulló la tierra.

13[532]Guiaste en tu misericordia

al pueblo por Ti redimido;

con tu poder lo condujiste

a la morada de tu santidad.

14Lo oyeron los pueblos temblando;

se amedrentó la gente de Filistea;

15los príncipes de Edom se estremecieron;

temblaron los valientes de Moab

y trepidaron todos los moradores de Canaán.

16Cayó sobre ellos pavor y espanto;

por la grandeza de tu brazo

enmudecieron como una piedra,

hasta que pasó tu pueblo, Yahvé,

hasta que pasó el pueblo que Tú adquiriste.

17[533]Tú los condujiste y los plantaste

en el monte de tu herencia;

en el lugar que Tú, oh Yahvé,

preparaste para tu sede;

en el Santuario, Señor,

que fundaron tus manos.

18Yahvé reinará por siempre jamás.”

19Porque cuando los caballos del Faraón y sus carros y su caballería entraron en el mar, Yahvé hizo volver sobre ellos las aguas marinas, en tanto que los hijos de Israel pasaron a pie enjuto por medio del mar.

Cántico de María

20[534]También María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó en su mano un tamboril, y todas las mujeres salieron en pos de ella, con tamboriles y danzando. 21[535]Y María les repetía:

“Cantad a Yahvé

por su altísima gloria;

arrojó al mar al caballo y a su jinete.”

Moisés endulza las aguas

22[536]Moisés hizo partir a los hijos de Israel del Mar Rojo, y se dirigieron hacia el desierto de Sur, donde caminaron tres días en el desierto sin encontrar agua. 23[537]Luego llegaron a Mará, mas no pudieron beber el agua, por ser amarga. Por eso llamaron (a ese lugar) Mará. 24Y murmuró el pueblo contra Moisés, diciendo: “¿Qué vamos a beber?”

25Entonces clamó Moisés a Yahvé, y Yahvé le mostró un madero que Moisés echó en el agua, y el agua se volvió dulce. Allí Yahvé le dio (a Israel) leyes y estatutos, y allí lo probó, 26y dijo: “Si de veras escuchas la voz de Yahvé, tu Dios, y haces lo que es recto a sus ojos, dando oídos a sus mandamientos y guardando todos sus preceptos, no traeré sobre ti ninguna de las plagas que envié sobre los egipcios; porque Yo soy Yahvé, el que te sana. 27[538]Después llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

ÉXODO 16
Las codornices y el maná

1[539]Habiendo partido de Elim llegó todo el pueblo de los hijos de Israel al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida del país de Egipto. 2Y murmuró todo el pueblo de los hijos de Israel contra Moisés y Aarón en el desierto. 3[540]Les decían los hijos de Israel: “¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahvé en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan en abundancia! Vosotros nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a todo este pueblo.” 4Dijo entonces Yahvé a Moisés: “Mira, Yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; y saldrá el pueblo a recoger cada día la porción diaria; de esta manera lo pongo a prueba si quiere andar o no según mi ley. 5Mas al día sexto han de conservar lo que hayan traído, porque será el doble de lo que acostumbran recoger cada día.”

6Dijeron, pues, Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel:

“Esta tarde conoceréis

que Yahvé es quien os ha sacado

del país de Egipto;

7y a la mañana veréis

la gloria de Yahvé,

ya que ha oído vuestras murmuraciones que se dirigen contra Él; porque nosotros ¿qué somos para que murmuréis contra nosotros?”

8Y añadió Moisés:

“Esto será al daros Yahvé

esta tarde carne para comer,

y a la mañana pan en abundancia;

pues Yahvé ha oído vuestras murmuraciones con que murmuráis contra Él; pues ¿qué somos nosotros? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yahvé.”

9Dijo entonces Moisés a Aarón: “Di a todo el pueblo de los hijos de Israel: Acercaos a Yahvé, porque Él ha oído vuestras murmuraciones.” 10Aún estaba hablando Aarón a todo pueblo de los hijos de Israel, cuando ellos volvieron la cara hacia el desierto, y he aquí que la gloria de Yahvé se apareció en la nube. 11Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 12“He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: Entre las dos tardes comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y conoceréis que Yo soy Yahvé, vuestro Dios.” 13[541]Y sucedió que a la tarde vinieron codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14Y al evaporarse la capa de rocío se vio en la superficie del desierto una cosa menuda y granosa, tan menuda como la escarcha sobre la tierra. 15[542]Cuando la vieron los hijos de Israel, se decían unos a otros: “¿Qué es esto?” Pues no sabían lo que era. Les dijo Moisés: “Este es el pan que Yahvé os da por alimento.”

Preceptos relativos al maná

16[543]Esta es la orden prescrita por Yahvé: “Recoged de ello cada uno cuanto necesite para comer, un gomor por cabeza, conforme al número de vuestras personas; cada uno recogerá para la gente que tenga en su tienda.” 17Lo hicieron así los hijos de Israel, y recogieron unos más, otros menos. 18[544]Mas cuando lo midieron con el gomor (encontraron que) quien había recogido mucho, nada tenía de mas, y quien había recogido poco, nada tenía de menos. Cada uno había recogido según lo que podía comer. 19Les dijo también Moisés: “Nadie deje nada de ello hasta el día siguiente.” 20Pero no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron sobras para el día siguiente, y se produjeron gusanos y hediondez, por lo cual Moisés se airó contra ellos. 21Lo recogían pues todas las mañanas, cada uno según lo que necesitaba para comer; mas cuando se dejaba sentir el calor del sol se derretía. 22El día sexto recogieron doble porción de alimento, dos gomor para cada persona. Y fueron todos los príncipes del pueblo a decírselo a Moisés; 23[545]el cual les respondió: “Esto es lo que ha mandado Yahvé: Mañana es sábado, día de reposo, consagrado a Yahvé. Coced lo que hayáis de cocer, y lo que hayáis de hervir, hervidlo; y todo lo que sobre guardadlo como reserva para el día siguiente.” 24Y ellos lo guardaron para el día siguiente, según la orden de Moisés; y no hedió, ni se halló en él gusano alguno. 25Dijo entonces Moisés: “Comedlo hoy, porque hoy es sábado en honor de Yahvé; hoy no lo hallaréis en el campo. 26Seis días lo recogeréis, mas al séptimo día que es sábado, no habrá nada”.

27A pesar de todo al séptimo día salieron algunos del pueblo a recogerlo pero no encontraron nada. 28Dijo entonces Yahvé a Moisés: “¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandamientos y mis leyes? 29He aquí que Yahvé os ha dado el sábado; por eso en el día sexto os da pan para dos días. Quédese cada hombre en su sitio; no salga nadie el día séptimo de su lugar”. 30Y descansó el pueblo el día séptimo.

31[546]La casa de Israel dio a ese alimento el nombre de maná. Era como granos de cilantro, blanco, y su sabor como de torta de miel. 32Y dijo Moisés: “Esto es lo que manda Yahvé: Llenad de maná un gomor, a fin de que se guarde para vuestros descendientes y vean ellos el pan con que os he alimentado en el desierto cuando os saqué del país de Egipto.” 33[547]Dijo, pues, Moisés a Aarón: “Toma una vasija y pon en ella un gomor completo de maná, y colócalo delante de Yahvé, a fin de guardarlo para vuestros descendientes”. 34Y de acuerdo con lo que Yahvé había mandado a Moisés, puso Aarón el (maná) ante el Testimonio para guardarlo. 35[548]Los hijos de Israel comieron el maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron el maná hasta llegar a los confines del país de Canaán. 36El gomor es la décima parte del efa.

ÉXODO 17
Agua de la roca

1Partió todo el pueblo de los hijos de Israel del desierto de Sin, haciendo sus jornadas según ordenaba Yahvé; y acamparon en Rafidim, donde el pueblo no tenía agua que beber. 2Por lo cual el pueblo se querelló contra Moisés, diciendo: “Danos agua de beber.” Les respondió Moisés: “¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yahvé?” 3Pero el pueblo sufriendo allí sed de agua, siguió murmurando contra Moisés, y dijo: “¿Por qué nos has hecho salir de Egipto, para matarnos de sed, a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?” 4Clamó entonces Moisés, a Yahvé y dijo: “¿Qué hago yo con este pueblo? Falta poco que me apedreen.” 5Respondió Yahvé a Moisés: “Pasa delante del pueblo, y lleva contigo algunos de los ancianos de Israel; y toma en tu mano la vara con que heriste el río y anda. 6[549]He aquí que Yo estaré enfrente de ti, allá sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.” Moisés lo hizo así a los ojos de los ancianos de Israel. 7[550]Y dio a aquel lugar el nombre de Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel, y por haber ellos tentado a Yahvé, diciendo: “¿Está Yahvé en medio de nosotros, o no?”

Derrota de los amalecitas

8[551]Vino después Amalec e hizo guerra contra Israel en Rafidim. 9Y dijo Moisés a Josué: “Escógenos hombres, y sal a combatir contra Amalec. Mañana yo me colocaré sobre la cima del monte, con la vara de Dios en mi mano.” 10Hizo Josué como le había dicho Moisés, y peleó contra Amalec. Moisés, empero, y Aarón y Hur subieron a la cima del monte. 11[552]Y sucedió que mientras Moisés tenía alzada su mano, prevalecía Israel; y cuando bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12Mas como las manos de Moisés se cansasen, tomaron ellos una piedra, se la pusieron debajo, y se sentó sobre ella, en tanto que Aarón y Hur le sostenían las manos, uno por un lado, y otro por el otro. Así quedaron firmes sus manos hasta ponerse el sol. 13Y Josué derrotó a Amalec y a su pueblo al filo de la espada. 14[553]Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Escribe esto para recuerdo en un libro, y notifica a Josué que Yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo.” 15[554]Después erigió Moisés un altar, al cual puso por nombre Yahvé Nisí, 16[555]diciendo: “Por haber levantado la mano contra el trono de Yahvé, peleará Yahvé con Amalec de generación en generación.”

ÉXODO 18
Jetró visita a Moisés

1Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, supo todo lo que había hecho Dios en favor de Moisés e Israel, su pueblo: que Yahvé había sacado a Israel de Egipto. 2[556]Y tomó Jetró, suegro de Moisés, a Seforá, mujer de Moisés, después de haberla (Moisés) despedido; 3y a los dos hijos de este, de los cuales uno se llamaba Gersom, pues había dicho (Moisés): “Soy un extranjero en tierra extraña.” 4El otro se llamaba Eliéser, porque (Moisés) había dicho: “El Dios de mi padre fue mi protector y me ha librado de la espada del Faraón.” 5[557]Vino, pues, Jetró, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de este, al desierto, donde acampaba junto al monte de Dios. 6Y envió a decir a Moisés: “Yo, Jetró, tu suegro, vengo a ti con tu mujer, y con ella están sus dos hijos.”

7[558]Moisés salió al encuentro de su suegro, se prosternó y le besó. Y después de preguntarse mutuamente por su salud entraron en la tienda. 8Luego contó Moisés a su suegro todo lo que Yahvé había hecho al Faraón y a los egipcios, en favor de Israel; y todos los trabajos sufridos en el camino y cómo Yahvé los había librado. 9Jetró se alegró de todo el bien que Yahvé había hecho a Israel, librándolo de la mano de los egipcios. 10Y dijo Jetró: “¡Bendito sea Yahvé que os ha librado de la mano de los egipcios y de la mano del Faraón y ha salvado al pueblo del poder de los egipcios! 11[559]Ahora acabo de conocer que Yahvé es más grande que todos los dioses; pues en aquello mismo en que ellos se ensoberbecieron los ha castigado.” 12[560]Después tomó Jetró, suegro de Moisés, un holocausto y sacrificios para (ofrecerlos) a Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

Institución de jueces y jefes

13Al día siguiente se sentó Moisés para juzgar al pueblo; y el pueblo estaba delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. 14Vio el suegro de Moisés todo lo que hacía para con el pueblo, y dijo: “¿Qué es esto que haces con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo permanece parado alrededor tuyo desde la mañana hasta la tarde?” 15Contestó Moisés a su suegro: “Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen un pleito, vienen a mí; y yo juzgo entre unos y otros, dándoles a conocer los preceptos de Dios y sus leyes.”

17Entonces el suegro de Moisés le dijo: “No está bien lo que haces. 18Te cansarás demasiado, tú y este pueblo que contigo está; porque este trabajo es superior a tus fuerzas; no podrás hacerlo tú solo. 19Oye, pues, ahora mi voz; yo te doy un consejo, y Dios sea contigo. Sé tú solamente el representante del pueblo delante de Dios, al cual presentarás los asuntos. 20Enséñales los preceptos y las leyes, y dales a conocer el camino que deben seguir, y las obras que han de practicar. 21[561]Y escoge de entre el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres fieles y enemigos de la avaricia, y constitúyelos sobre ellos como jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta y jefes de diez. 22Ellos sean jueces del pueblo en todo tiempo; todo caso importante llévenlo a ti, mas en todos los asuntos de menor importancia decidan ellos. Así se aliviará tu carga, llevándola ellos contigo. 23Si haces esto, y Dios te lo manda, podrás sostenerte, y por su parte todo este pueblo podrá volver en paz a su lugar.”

24Moisés escuchó la voz de su suegro, e hizo todo lo que había dicho. 25[562]Escogió, pues, Moisés hombres capaces de entre todo Israel, y los constituyó jefes del pueblo, jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta y jefes de diez. 26Estos juzgaban al pueblo en todo tiempo; los asuntos graves los llevaban a Moisés; mas en todos los asuntos menores decidían ellos mismos. 27Después despidió Moisés a su suegro, el cual se volvió a su tierra.

III. ALIANZA Y LEGISLACIÓN DEL SINAÍ
ÉXODO 19
Preparativos para la alianza

1[563]Al tercer mes después de la salida de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron los hijos de Israel al desierto de Sinaí. 2Habiendo partido de Rafidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon en el desierto. Allí acampó Israel frente a la montaña. 3Moisés subió hacia Dios, y le llamó Yahvé desde el monte, diciendo:

“Así dirás a la casa de Jacob

y anunciarás a los hijos de Israel:

4Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios,

y cómo os he llevado sobre alas de águila

y os he traído a Mí.

5[564]Ahora, pues, si de veras escuchareis mi voz

y guardareis mi pacto,

seréis entre todos los pueblos mi propiedad particular,

pues mía es toda la tierra.

6y seréis para Mí un reino de sacerdotes

y una nación santa.

Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.”

7Fue Moisés y convocó a los ancianos del pueblo, a los cuales expuso todas estas palabras según Yahvé le había mandado. 8Y todo el pueblo respondió a una voz, diciendo: “Haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.” Y Moisés llevó a Yahvé la respuesta del pueblo.

9Entonces dijo Yahvé a Moisés: “He aquí que Yo vendré a ti en una densa nube para que el pueblo oiga que hablo contigo, y también te dé crédito para siempre.” Y refirió Moisés a Yahvé las palabras del pueblo. 10Luego dijo Yahvé a Moisés: “Vuélvete al pueblo y santifícalos hoy y mañana. Que se laven sus vestidos, 11y estén preparados para el día tercero; porque al tercer día descenderá Yahvé a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. 12Le señalarás al pueblo un límite en torno (al monte), diciendo: Guardaos de subir al monte y aun de tocar su falda. Todo el que tocare el monte morirá irremisiblemente. 13[565]Nadie lo toque con la mano, pues será apedreado o asaeteado; sea animal, sea hombre, perderá la vida. Cuando suene la trompeta, entonces subirán al monte.” 14Bajó, pues, Moisés del monte, adonde estaba el pueblo, y santificó al pueblo, y ellos lavaron sus vestidos. 15Y dijo al pueblo: “Preparaos para el tercer día, y no toquéis mujer.”

Aparición de Dios en el monte

16Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte, y también un toque penetrante de trompeta; por lo cual todo el pueblo que estaba en el campamento comenzó a temblar. 17Entonces Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y se apostaron al pie del monte. 18[566]Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yahvé descendía sobre él en medio de fuego. Este humo subía como el humo de un horno, y todo el monte temblaba fuertemente. 19El sonido de la trompeta se sentía cada vez más fuerte; mientras Moisés hablaba y Dios le respondía con voz (de trueno). 20Después, cuando Yahvé había descendido sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte, llamó a Moisés a la cumbre del monte y Moisés subió, 21y dijo Yahvé a Moisés: “Desciende y prohíbe terminantemente al pueblo que traspase los límites por ver a Yahvé, no sea que mueran muchos de ellos; 22y que también los sacerdotes que se acercan a Yahvé se santifiquen para que Yahvé no haga estragos entre ellos.” 23Moisés respondió a Yahvé: “El pueblo no podrá subir al monte Sinaí; porque Tú nos lo has prohibido, diciendo: Señala límites alrededor del monte y santifícalo.” 24Yahvé le dijo: “Anda y baja, y después subirás tú y Aarón contigo; pero los sacerdotes y el pueblo no traspasen los límites para subir hacia Yahvé, no sea que haga estragos entre ellos.” 25Bajó, pues, Moisés adonde estaba el pueblo y se lo dijo.

ÉXODO 20
Promulgación del Decálogo

1Entonces habló Dios todas estas palabras, diciendo:

2[567] “Yo soy. Yahvé, tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de la servidumbre. 3No tendrás otros dioses delante de Mí. 4[568]No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. 5[569]No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque Yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, 6y que uso de misericordia hasta mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos.

7[570]No tomarás en vano el nombre de Yahvé, tu Dios; porque Yahvé no dejará sin castigo a quien tomare en vano su nombre.

8[571]Acuérdate del día de sábado para santificarlo. 9Seis días trabajarás y harás todo tu trabajo, 10pero el día séptimo es día de descanso, consagrado a Yahvé, tu Dios. No hagas ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que habita dentro de tus puertas. 11Pues en seis días hizo Yahvé el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto ellos contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahvé el día de sábado y lo santificó.

12[572]Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra que Yahvé, tu Dios, te va a dar.

13No matarás.

14No cometerás adulterio.

15No hurtarás.

16No levantarás falso testimonio contra tu prójimo.

17[573]No codiciarás la casa de tu prójimo, tampoco codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de las que pertenecen a tu prójimo.”

18Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos y el sonido de la trompeta, y (veía como) el monte humeaba; y viéndolo el pueblo temblaba y permanecía a distancia. 19[574]Y dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros, y escucharemos, pero no hable Dios con nosotros, no sea que muramos.” 20Respondió Moisés al pueblo: “No temáis, pues para probaros ha venido Dios, y para que su temor esté ante vuestros ojos, a fin de que no pequéis.”

21Así el pueblo se mantuvo a distancia; pero Moisés se acercó a la densa nube en que estaba Dios.

Dios ordena que se erija un altar

22[575]Y dijo Yahvé a Moisés: “Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que os he hablado desde el cielo. 23No hagáis junto a Mí dioses de plata, ni os hagáis dioses de oro, 24antes bien me erigirás un altar de tierra para ofrecer sobre él tus holocaustos y tus ofrendas pacíficas, tus ovejas y tus bueyes. En todo lugar donde Yo veo que se hace memoria de mi nombre vendré a ti y te bendeciré. 25[576]Y si me fabricas un altar de piedra no lo edificarás de piedras labradas; porque al levantar tu hierro contra la piedra la habrás profanado. 26Tampoco subirás por gradas a mi altar, para que no se descubra allí tu desnudez.”

ÉXODO 21
Leyes relativas a los esclavos

1Estas son las leyes que les has de dar: 2[577]Cuando comprares un esclavo hebreo, te servirá seis años, más al séptimo saldrá libre sin pagar nada. 3Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá con él su mujer. 4Si su amo le dio mujer, y ella le dio (a su marido) hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. 5Mas si el esclavo dijere: “Amo a mi señor, y a mi mujer y a mis hijos, no quiero salir libre”, 6[578]su amo lo llevará ante Dios, y arrimándolo a la puerta o al poste de ella, su amo le horadará la oreja con una lezna; y así quedará esclavo suyo para siempre. 7[579]Cuando un hombre vendiere a su hija por esclava, ella no saldrá como salen los esclavos. 8Si no agrada a su señor que la había destinado para sí, permita él su rescate; mas no podrá venderla a gente extraña, por haberla engañado. 9Si la destina para su hijo, la ha de tratar según el derecho de las hijas. 10Si toma para sí otra mujer, no le disminuirá la comida, ni el vestido, ni el deber conyugal. 11Y si él no quiere darle estas tres cosas, puede ella salirse, sin pagar nada, sin rescate.

Homicidio, maldiciones y lesiones

12El que hiera mortalmente a otro, muera irremisiblemente. 13Mas si no le hizo asechanzas, sino que Dios le dejó caer en su mano, para este tal Yo te señalaré lugar donde podrá refugiarse. 14[580]Pero al que obrare con malicia contra su prójimo, matándole con alevosía, a ese lo arrancarás hasta de mi altar para matarlo. 15El que pegare a su padre o a su madre, muera irremisiblemente. 16Quien robare un hombre y le vendiere, o si fuere hallado todavía en su poder, muera irremisiblemente. 17El que maldijere a su padre o a su madre, muera sin remedio. 18Cuando riñeren unos hombres y el uno hiriere al otro con piedra o con el puño, sin causarle la muerte, y si este después de hacer cama 19se levantare y anduviere fuera, apoyándose en su bastón, quedará libre aquel que lo hirió. Le pagará solamente el tiempo perdido y los gastos de su curación completa. 20Quien hiriere con un palo a su siervo o a su sierva, de modo que muera bajo su mano, caerá irremisiblemente bajo la ley de venganza. 21Pero si sobreviviere un día o dos, no será castigado, por cuanto es hacienda suya. 22Cuando hombres trabados en riña dieren un golpe a una mujer encinta, de modo que aborte, sin más daño, (el culpable) será multado conforme a lo que imponga el marido de la mujer y según determinen los jueces. 23[581]Pero si resultare daño, darás vida por vida, 24ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión. 26Si uno, hiriendo el ojo de su siervo o el ojo de su sierva lo destruyere, le dará libertad en compensación de su ojo. 27Asimismo, si hiciere saltar un diente a su siervo o un diente a su sierva, lo pondrá en libertad en compensación de su diente.

Sobre los daños causados por bueyes

28Si un buey acornea a un hombre o a una mujer, con subsiguiente muerte, aquel buey será apedreado y no se comerá su carne, mas el dueño del buey quedará sin culpa. 29Pero si el buey acorneaba ya desde tiempo atrás, y su dueño, a pesar de ser avisado, no lo tuvo encerrado, de modo que pudo matar a hombre o a mujer, el buey será apedreado, y también su dueño será muerto. 30Si le imponen un precio de rescate, dará en rescate de su vida cuanto se le imponga. 31Si acornea a un hijo o a una hija, hágase con él según esta ley. 32[582]Pero si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, el dueño pagará treinta siclos de plata al dueño de ellos, y el buey será apedreado. 33Si uno deja abierto un pozo, o si uno cava un pozo y no lo tapa, y cayere en él un buey o asno, 34el propietario del pozo pagará indemnización en dinero al dueño de ellos, y el animal muerto será suyo. 35Si el buey de uno hiere al buey de otro, y este muere, venderán el buey vivo partiéndose su precio, y también el buey muerto será dividido entre ellos. 36Mas si era notorio que el buey acorneaba desde tiempo atrás y su dueño faltó en custodiarlo, este resarcirá el daño: buey por buey; mas el (buey) muerto será suyo.

ÉXODO 22
Leyes relativas a la propiedad

1Si uno roba un buey o una oveja, y los mata o vende, restituirá cinco reses mayores por el buey, y cuatro ovejas por la oveja, 2Si el ladrón sorprendido al forzar (una casa) es herido de modo que muera, no hay delito de sangre. 3[583]Mas si esto sucede salido ya el sol, es delito de sangre. Debe restituir. Si no tiene con qué hacerlo, sea vendido por su robo. 4Si lo robado fuere hallado vivo en su poder, sea buey o asno u oveja, restituirá el doble. 5Si uno causa daño en un campo o en una viña, dejando suelto su ganado de modo que pazca en campo ajeno, tiene que dar en compensación lo mejor de su propio campo y lo mejor de su propia viña, 6Si se declara un fuego, y encuentra espinos, y se abrasan las cosechas recogidas o en pie, o el campo, debe restituir el daño el que haya encendido el fuego. 7Si uno da a otro dinero o utensilios en custodia, y fueren estos robados de la casa de tal hombre, si fuere hallado el ladrón, restituirá el doble. 8[584]Si el ladrón no es hallado, el dueño de la casa se presentará ante Dios para declarar si no ha puesto su mano sobre los bienes de su prójimo. 9En todo caso de fraude, trátese de buey, o asno, u oveja, o ropa, o cualquier otra cosa desaparecida, si uno dice: Esto es (mío), ante Dios vendrá la causa de ambos; y aquel a quien Dios condenare, restituirá el doble a su prójimo. 10Si uno entrega un asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal en custodia de otro, y estos mueren o sufren daño o llevados por los enemigos sin que nadie los haya visto, 11se interponga entre los dos el juramento de Yahvé (para averiguar) si (el depositario) no ha puesto su mano sobre la hacienda de su prójimo; lo cual el dueño ha de aceptar, y no habrá restitución. 12Pero si la (bestia) le ha sido robada hará restitución al dueño de ella. 13Si ha sido destrozada, traiga lo destrozado en testimonio, y no ha de restituir el daño. 14Si uno pide a otro prestada (una bestia) y esta sufre daño o muere, en ausencia de su dueño, deberá restituirla sin falta. 15Si estaba presente su dueño, no se hará restitución. Si era alquilada, la compensación consistirá en el precio del alquiler.

Leyes relativas a las costumbres

16[585]Si uno seduce a una doncella no desposada, acostándose con ella, le pagará sin falta la dote, y sea ella su mujer. 17Si el padre de ella de ningún modo quiere dársela, (el seductor) pagará la suma correspondiente a la dote de las vírgenes. 18[586]A la hechicera no la dejarás con vida. 19Todo aquel que pecare con bestia, será muerto irremisiblemente. 20[587]Quien ofreciere sacrificios a dioses, y no a Yahvé solo, será exterminado.

Leyes sociales

21[588]No maltratarás al extranjero, ni lo oprimirás, pues extranjeros fuisteis vosotros en el país de Egipto. 22[589]No afligiréis a la viuda ni al huérfano. 23Si los afligiereis, clamarán a Mí, y Yo no dejaré de oír su clamor; 24y se encenderá mi ira, y os mataré a espada; y vuestras mujeres quedarán viudas, y vuestros hijos, huérfanos. 25[590]Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él como usurero; no le exigirás interés. 26Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol; 27[591]porque es su único abrigo; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué dormirá? Si clamare a Mí, le prestaré oído, porque soy misericordioso. 28[592]No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.

Sobre las primicias

29No tardarás (en darme) las primicias de tu cosecha y de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos. 30Lo mismo has de hacer con el de tus vacas y ovejas. Siete días estará con su madre, y al octavo me lo darás. 31Gente santa seréis para Mí. No comáis la carne destrozada (por una fiera) en el campo; echádsela a los perros.

ÉXODO 23
Leyes de justicia y caridad

1No siembres falsos rumores ni te conciertes con el malvado para dar falso testimonio. 2[593]No sigas a la muchedumbre para hacer el mal; ni depongas en una causa inclinándote hacia la mayoría para torcer (la justicia). 3[594]Tampoco favorecerás al pobre en su pleito. 4Cuando encuentres extraviado el buey de tu enemigo, o su asno, devuélveselos sin falta. 5Si ves caído debajo de su carga el asno del que te aborrece, no te niegues a ayudarlo. Ayúdalo juntamente con el (dueño). 6[595]No dobles el derecho de tu pobre en su pleito. 7Aléjate de causas mentirosas, y no quites la vida al inocente y justo; porque Yo no absolveré al malvado. 8No recibas regalos; porque el regalo ciega a los prudentes, y pervierte las causas justas. 9No oprimas al extranjero; porque vosotros sabéis lo que es ser extranjero; pues extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

El año sabático

10Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; 11[596]al séptimo la abandonarás y la dejarás sin cultivo para que coman los pobres de tu pueblo; y lo que quede, lo comerán las bestias del campo; lo mismo harás con tu viña y tu olivar. 12Seis días trabajarás, y al séptimo dejarás de trabajar, para que descansen tu buey y tu asno, y se recree el hijo de tu sierva y el extranjero. 13Atended a todo lo que os he dicho. No mencionaréis el nombre de otros dioses, ni se oiga este de tu boca.

Las fiestas principales

14[597]Tres veces al año me celebraréis fiestas. 15Guardarás la fiesta de los Ácimos. Durante siete días comerás panes sin levadura, como te he mandado, al tiempo señalado, en el mes de Abib; pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará delante de Mí con las manos vacías. 16También la fiesta de la siega, de las primicias de tus labores, de cuanto hayas sembrado en el campo; y la fiesta de la Recolección al final del año al recoger del campo los frutos de tu trabajo. 17[598]Tres veces al año se presentarán todos tus varones delante de Yahvé, el Señor. 18No ofrecerás la sangre de mi sacrificio juntamente con pan fermentado; ni has de guardar la grasa de mi sacrificio hasta el día siguiente. 19[599]Los primeros productos de tu tierra los llevarás a la Casa de Yahvé, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

El Ángel de Yahvé

20[600]He aquí que Yo envío un Ángel delante de ti, para guardarte en el camino, y para conducirte al lugar que te tengo dispuesto. 21Muéstrale reverencia y escucha su voz; no le irrites; porque no perdonará vuestras transgresiones, pues en él está mi Nombre. 22Si escuchas atentamente su voz haciendo todo lo que Yo diga, seré enemigo de tus enemigos y oprimiré a tus opresores. 23[601]Porque mi Ángel caminará delante de ti y te introducirá en el país del amorreo, del heteo, del fereceo, del cananeo, del heveo y del jebuseo; y Yo los destruiré. 24[602]No te postrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitarás sus obras; al contrario, los destruirás por completo y quebrarás sus piedras de culto. 25Vosotros serviréis a Yahvé, Vuestro Dios, y Él bendecirá tu pan y tu agua. También las enfermedades las desterraré de ti. 26En tu tierra no habrá mujer que aborte ni que sea estéril; y colmaré el número de tus días. 27Enviaré delante de ti mi terror y llenaré de consternación a todos los pueblos a los que llegues; y haré que todos tus enemigos vuelvan ante ti las espaldas. 28También enviaré tábanos delante de ti que ahuyentarán ante tu presencia al heveo, al cananeo y al heteo. 29No los expulsaré de tu presencia en un solo año, no sea que la tierra quede desierta y se multipliquen contra ti las fieras del campo. 30Poco a poco los haré desaparecer de tu vista, hasta que tú crezcas y te apoderes del país. 31[603]Y fijaré tus confines desde el Mar Rojo hasta el Mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río. Pues entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los arrojes de tu presencia. 32No hagas pacto con ellos, ni con sus dioses. 33No habiten ellos en tu país, no sea que te hagan pecar contra Mí. Porque sirviendo a sus dioses caerías en un lazo.

ÉXODO 24
Moisés lee al pueblo las leyes de la Alianza

1Dijo (Dios) a Moisés: “Sube a donde está Yahvé, tú, Aarón, Nadab y Abiú, con setenta de los ancianos de Israel, y adoraréis desde lejos. 2Mas solo Moisés se acercará a Yahvé; ellos, en cambio, no se acercarán; tampoco subirá con él el pueblo.” 3Vino, pues, Moisés y refirió al pueblo todas las palabras de Yahvé y todas sus leyes. Y todo el pueblo respondió a una voz: “Haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.” 4[604]Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahvé; y levantándose muy de mañana, erigió al pie del monte un altar y doce piedras según el número de las doce tribus de Israel. 5Y mandó a algunos jóvenes, hijos de Israel, que ofreciesen holocaustos e inmolaran becerros como sacrificios pacíficos para Yahvé. 6[605]Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.

7Después tomó el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, el cual respondió: “Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.” 8Y tomando Moisés la sangre roció con ella al pueblo y dijo: “He aquí la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con vosotros, a tenor de todas estas palabras.” 9Luego subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú y setenta de los ancianos de Israel. 10[606]Y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había algo como un pavimento de zafiro tan puro como el mismo cielo. 11[607]Mas no extendió su mano contra los príncipes de Israel; los cuales vieron a Dios, y comieron y bebieron.

Moisés sube al monte

12Después dijo Yahvé a Moisés: “Sube al monte, hacia Mí, y permanece allí, y te daré las tablas de piedra, con la ley y los mandamientos que tengo escritos para instrucción de ellos.” 13Se levantó, pues, Moisés, con Josué, su ministro; y cuando subió al monte de Dios, 14dijo a los ancianos: “Esperadnos aquí hasta que volvamos a donde estáis vosotros. Tenéis aquí a Aarón y a Hur. Quien tenga alguna cuestión recurra a ellos. 15Subió, pues, Moisés al monte, y la nube cubrió el monte. 16La gloria de Yahvé reposó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día llamó Él a Moisés de en medio de la nube. 17Y parecía la gloria de Yahvé ante los ojos de los hijos de Israel como un fuego devorador sobre la cumbre del monte. 18[608]Moisés entró en la nube y subió al monte. Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

ÉXODO 25
Ofrendas para la construcción del Tabernáculo

1[609]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Di a los hijos de Israel que me traigan una ofrenda. De todo aquel a quien mueva su corazón aceptarás para Mí ofrendas. 3Estas son las ofrendas que tomaréis de ellos: Oro, plata y bronce; 4jacinto, púrpura escarlata y carmesí, lino fino y pelo de cabra; 5[610]pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de tejón, madera de acacia; 6aceite para el candelabro, especias aromáticas para el óleo de la unción y para el incienso de perfumes; 7[611]piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral. 8Pues me han de hacer un Santuario, y Yo habitaré en medio de ellos. 9Conforme a todo lo que te voy a mostrar, conforme al modelo del Tabernáculo y según el modelo de todos sus utensilios, lo haréis.”

Construcción del Arca

10“Se fabricará un Arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho, y codo y medio de alto. 11[612]La cubrirás de oro puro; por dentro y por fuera la cubrirás; una guirnalda de oro la rodeará por el borde superior. 12Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro ángulos, dos anillos a un costado, y dos anillos al otro costado. 13Harás también varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro; 14y pasarás las varas por los anillos de los costados del Arca, para llevar el Arca con ellas. 15Las varas deben permanecer en los anillos del Arca, y no se sacarán de allí. 16[613]Y dentro del Arca pondrás el Testimonio que Yo te voy a dar.”

El propiciatorio

17[614] “Harás asimismo un propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de ancho. 18[615]Harás, además, dos querubines de oro; los harás de oro labrado a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. 19Haz un querubín en un extremo y el otro querubín en el otro extremo. Haréis los querubines de tal manera que formen una sola pieza con el propiciatorio, a sus dos extremos. 20Los querubines estarán con sus alas extendidas hacia arriba, cubriendo con ellas el propiciatorio, uno frente al otro y con las caras vueltas hacia el propiciatorio. 21Pondrás el propiciatorio sobre el Arca, y dentro del Arca el Testimonio que Yo te daré. 22Allí me encontraré contigo, y desde encima del propiciatorio, de en medio de los dos querubines colocados sobre el Arca del Testimonio, te intimaré todas mis órdenes para los hijos, de Israel.”

La mesa de los panes de la proposición

23“Harás también una mesa de madera de acacia, de dos codos de largo, un codo de ancho, y codo y medio de alto. 24La cubrirás de oro puro y le pondrás una guirnalda de oro alrededor. 25Le harás también en torno un listón de un palmo y una guirnalda de oro alrededor del listón. 26Y le harás cuatro anillos de oro, y pondrás los anillos en los cuatro ángulos correspondientes a sus cuatro pies. 27Los anillos estarán cerca del listón, para meter por ellos las varas, a fin de llevar la mesa. 28Fabricarás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro. Con ellas se llevará la mesa. 29Harás también sus platos, sus cucharones, sus copas y sus tazas con que se han de hacer las libaciones. De oro puro los harás. 30[616]Y sobre la mesa pondrás perpetuamente delante de Mí el pan de la proposición.”

El candelabro de oro

31“Harás también un candelabro de oro puro. El candelabro se haga de oro labrado a martillo. Su pie, su tallo, sus cálices, sus botones y sus flores serán de una sola pieza. 32Seis brazos saldrán de sus lados: de un lado tres brazos del candelabro, y del otro lado otros tres brazos. 33El primer brazo tendrá tres cálices en forma de flor de almendro (cada una), con un botón y una flor; también el segundo brazo tendrá tres cálices en forma de flor de almendro, con un botón y una flor; y así los seis brazos que salen del candelabro. 34En el tallo del candelabro habrá cuatro cálices en forma de flor de almendro, con sus botones y sus flores. 35Habrá en el tallo un botón debajo de los dos brazos (inferiores) que salen de él, y un botón debajo de (otros) dos de los brazos que salen de él, y un botón debajo de los dos brazos (superiores) que salen de él, según el número de los seis brazos que salen del candelabro. 36Sus botones y sus brazos serán de una sola pieza. Todo ello será una sola masa labrada a martillo, de oro puro. 37Harás para él siete lámparas, y colocarás esas lámparas de tal manera que alumbren la parte delante (del candelabro). 38Sus despabiladeras y sus cazoletas serán de oro puro. 39[617]Un talento de oro puro se empleará para hacer el candelabro con todos estos utensilios. 40Y mira que lo hagas según modelo que te ha sido mostrado en el monte.”

ÉXODO 26
El tabernáculo

1[618] “Al hacer la Morada emplearás diez cortinas de tienda, de lino fino torcido, de color de jacinto, púrpura escarlata y carmesí, con querubines; harás de ella una obra maestra. 2La longitud de cada cortina será de veinte y ocho codos, y el ancho de cada cortina será de cuatro codos. Una misma medida tendrán todas las cortinas. 3Cinco cortinas estarán unidas entre sí, y las otras cinco estarán también unidas la una con la otra. 4Pondrás lazos de jacinto en el borde de la primera cortina, en el extremo donde se une con la otra; lo mismo harás en el borde de la cortina que termina el segundo conjunto. 5Cincuenta lazos pondrás en la primera cortina, y otros cincuenta harás en el extremo de la segunda cortina donde termina el segundo conjunto, correspondiéndose los lazos unos a otros. 6[619]Y harás cincuenta broches de oro, y por medio de los broches enlazarás las cortinas entre sí, a fin de que la Morada forme un todo. 7Fabricarás también cortinas de pelo de cabra para un techo encima de la Morada. De estas cortinas harás once. 8La longitud de cada cortina será de treinta codos, y el ancho de cada cortina, de cuatro codos. Una misma medida tendrán las once cortinas. 9Juntarás cinco cortinas aparte y seis cortinas aparte; y doblarás la sexta cortina sobre el frente del Tabernáculo. 10Pondrás cincuenta lazos en el borde de la última cortina del primer conjunto, y cincuenta lazos en el borde del segundo conjunto. 11Y harás cincuenta broches de bronce e introducirás los broches en los lazos, uniendo así el Tabernáculo a fin de que forme un conjunto. 12En cuanto a la parte sobresaliente de las cortinas del Tabernáculo, (tomarás) la mitad de la cortina sobrante para colgarla en la parte posterior de la Morada. 13Lo que sobra del largo de las cortinas del Tabernáculo —un codo por este lado, y uno por el otro— colgará de ambos lados de la Morada, a un lado y a otro, para cubrirla. 14Harás también para el Tabernáculo una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo: y sobre esta, una cubierta de pieles de tejón.”

15“Harás asimismo para la Morada unos tablones de madera de acacia que sirvan de postes. 16La longitud de cada tablón será de diez codos, y la anchura de cada tablón será de codo y medio. 17Cada tablón tendrá dos espigas, para ensamblar el uno con el otro. De la misma manera harás todos los tablones de la Morada. 18[620]De los tablones de la Morada harás veinte para el lado del Négueb, hacia el sur. 19Iguahnente fabricarás cuarenta basas de plata para colocar debajo de los veinte tablones: dos basas bajo cada uno de los tablones, para sus dos espigas. 20Para el segundo lado de la Morada, la parte del norte, harás también veinte tablones, 21con sus cuarenta basas de plata: dos basas bajo cada uno de los tablones. 22Para la parte posterior de la Morada, hacia el occidente, harás seis tablones; 23y dos más para los ángulos de la parte posterior de la Morada; 24[621]los cuales estarán unidos por la parte inferior, formando un conjunto hasta arriba, hasta el primer anillo. Así se harán los dos tablones destinados para los dos ángulos. 25Serán, pues, ocho tablones, con sus basas de plata, (en total) diez y seis basas; dos basas bajo cada uno de los tablones. 26Harás, además, cinco travesaños de madera de acacia para los tablones de un lado de la Morada, 27y cinco travesaños para los tablones del otro lado de la Morada, y cinco travesaños para los tablones de la parte posterior de la Morada, hacia el occidente. 28Y el travesaño intermedio pasará a través de los tablones de un extremo al otro. 29Los tablones los revestirás de oro, y harás anillos de oro, por donde han de pasar los travesaños. Revestirás de oro también los travesaños. 30[622]Erigirás la Morada según el plan que te ha sido mostrado en el monte.”

El velo del Tabernáculo

31“Y harás un velo de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torcido, con querubines. Ha de ser una obra maestra. 32Y lo colgarás de cuatro columnas de acacia, revestidas de oro, provistas de clavos de oro y (asentadas) sobre cuatro basas de plata. 33[623]Y colgarás el velo de los corchetes; y allí, detrás del velo, pondrás el Arca del Testimonio, y el velo os servirá para separar el Santo del Santísimo. 34El propiciatorio lo pondrás sobre el Arca del Testimonio en el Santísimo. 35Fuera del velo colocarás la mesa, y frente a la mesa, en el lado meridional de la Morada, el candelabro; de manera que pondrás la mesa en el lado norte.”

La cortina del Tabernáculo

36“Harás también para la puerta del Tabernáculo una cortina de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torcido, obra de recamador. 37Para la cortina fabricarás cinco columnas de acacia, las que cubrirás de oro; sus corchetes serán también de oro, y fundirás para ellas cinco basas de bronce.”

ÉXODO 27
El altar de los holocaustos

1[624]“Harás de madera de acacia también el altar, de cinco codos de largo y de cinco codos de ancho. El altar será, pues, de forma cuadrada y tendrá tres codos de altura, 2En sus cuatro ángulos le pondrás cuernos, procedentes de él mismo, y lo revestirás de bronce. 3Y harás para él recipientes donde recoger sus cenizas, y paletas y tazones y tenedores y braseros. Todos sus utensilios los harás de bronce. 4Fabricarás para él también una rejilla de bronce, en forma de red; y en la red, en sus cuatro extremos, harás cuatro anillos de bronce; 5y la colocarás abajo, en el circuito inferior del altar, de modo que la red llegue hasta la mitad del altar. 6Y harás varas para el altar, varas de madera de acacia, que revestirás de bronce. 7Estas varas se introducirán por los anillos de modo que corran a lo largo de ambos lados del altar para transportarlo, 8[625]Lo harás de tablas y hueco. Conforme a lo que te he mostrado en el monte, así sea hecho.”

El atrio

9[626]También harás el atrio de la Morada. Del lado del Négueb, hacia el sur, habrá para el atrio cortinas de lino fino torcido, en una extensión de cien codos a lo largo de este lado, con sus veinte columnas y sus veinte basas de bronce. 10Los corchetes de las columnas y sus anillos serán de plata. 11A lo largo del lado septentrional habrá igualmente cortinas en una extensión de cien codos de largo, con sus veinte columnas, y veinte basas de bronce para ellas; y los corchetes de las columnas y sus anillos serán de plata. 12A lo ancho del atrio, por el lado occidental, habrá cortinas en una extensión de cincuenta codos; sus columnas serán diez, y las basas para ellas, diez. 13El ancho del atrio por el lado oriental, donde sale el sol, será de cincuenta codos. 14Las cortinas puestas por un lado (de la puerta) tendrán quince codos; sus columnas serán tres, y las basas para ellas, tres 15Y por el otro lado, quince (codos) de cortinas; sus columnas serán tres, y las basas para ellas, tres. 16La puerta del atrio tendrá una cortina de veinte codos, de Jacinto, de púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal, obra de recamador. Sus columnas serán cuatro, y las basas para ellas, cuatro. 17Todas las columnas en torno al atrio tendrán anillos de plata; sus corchetes serán de plata, y sus basas de bronce. 18El atrio tendrá cien codos de largo, cincuenta de ancho por ambos lados y cinco codos de alto; (sus cortinas) serán de lino torzal y sus basas de bronce. 19Todos los utensilios de la Morada para toda clase de servicio, con todas sus estacas y todas las estacas del atrio, serán de bronce.”

El aceite para el candelero

20[627] “Mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas majadas para el candelabro, a fin de alimentar las lámparas continuamente. 21[628]En el Tabernáculo de la Reunión, fuera del velo que pende delante del Testimonio, lo han de preparar Aarón y sus hijos, (para que arda) delante de Yahvé desde la tarde hasta la mañana. Estatuto perpetuo es este para todas las generaciones de los hijos de Israel.”

ÉXODO 28
Las vestiduras del sumo sacerdote

1[629] “Haz llegar a ti de en medio de los hijos de Israel a tu hermano Aarón, con sus hijos, para que él sea sacerdote mío: Aarón, con Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón. 2Y harás a Aarón, tu hermano, vestiduras sagradas, para gloria y adorno. 3Hablarás con todos los hombres ingeniosos, que Yo he dotado de espíritu de sabiduría, y ellos harán las vestiduras de Aarón, para santificarle, a fin de que sea sacerdote mío. 4Estas son las vestiduras que han de hacer: un pectoral, un efod, una sobretúnica, una túnica bordada, una mitra y un cinturón. Harán, pues, vestiduras sagradas para Aarón, tu hermano, y para sus hijos, a fin de que sean sacerdotes delante de Mí. 5Tomarán para ello oro, jacinto, púrpura escarlata y carmesí y tejido de lino fino.”

El efod

6[630]“El efod lo harán artísticamente de oro, de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal. 7Tendrá dos hombreras unidas entre sí y atadas a sus dos extremos. 8La cinta que está sobre él para ceñirlo, formará una misma pieza con él arrancando del mismo, y será de oro, de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal. 9Y tomarás dos piedras de ónice, sobre las cuales grabarás los nombres de los hijos de Israel: 10seis de sus nombres en una piedra, y los seis nombres restantes en la otra piedra, por orden de su nacimiento. 11Como se tallan las piedras y como se graban los sellos, así harás grabar en esas dos piedras los nombres de los hijos de Israel, engarzándolas en engastes de oro. 12Después pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, como piedras de recuerdo de los hijos de Israel, y así llevará Aarón sus nombres sobre sus dos hombros para memoria delante de Yahvé. 13Harás, pues, engastes de oro; 14y también dos cadenillas de oro puro, trenzadas a manera de cordones, y fijaras las cadenillas trenzadas en los engastes.”

El pectoral

15[631] “Harás también artísticamente el pectoral del juicio, al estilo de la obra del efod. De oro, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal lo harás. 16Será cuadrado y doblado, de un palmo de largo y de un palmo de ancho. 17[632]Lo guarnecerás de engastes de pedrería, poniendo las piedras en cuatro filas; en la primera fila un sardio, un topacio y una esmeralda; 18en la segunda fila un rubí, un zafiro y un diamante; 19en la tercera fila un jacinto, un ágata y una amatista; 20en la cuarta fila un crisólito, un ónice y un jaspe; todos engastados en oro. 21Las piedras corresponderán a los nombres de los hijos de Israel: doce, como los nombres de ellos, entalladas como sellos cada una con su nombre, conformé a las doce tribus.”

22“Sobre el pectoral harás cadenillas de oro puro, trenzadas a manera de cordones; 23y sobre el pectoral dos anillos de oro, que fijarás en los dos extremos del pectoral. 24Introducirás los dos cordones de oro por los dos anillos, en los extremos del pectoral; 25y unirás los dos extremos de los dos cordones a los dos engastes, y los fijarás en la parte delantera de las hombreras del efod. 26Harás (otros) dos anillos de oro, que pondrás en los dos extremos (inferiores) del pectoral, en el borde interior que mira hacia el efod. 27Además harás dos anillos de oro y los fijarás en la parte inferior de las dos hombreras del efod, por delante, cerca de su enlace, por encima de la cinta del efod. 28El pectoral se unirá por sus anillos a los anillos del efod, con un cordón de jacinto, para que quede sobre la cinta del efod y no se desprenda el pectoral del efod. 29Así llevará Aarón sobre su corazón los nombres de los hijos de Israel, en el pectoral del juicio, siempre que entre en el Santuario, en memoria perpetua delante de Yahvé. 30[633]En el pectoral del juicio pondrás los Urim y Tummim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando se presente ante Yahvé. Así llevará Aarón constantemente sobre su corazón delante de Yahvé el juicio de los hijos de Israel.”

La sobretúnica

31“La sobretúnica del efod la harás toda de jacinto. 32En su centro habrá una abertura para la cabeza; esta abertura tendrá todo en torno una orla, tejida como el cuello de una cota, para que no se rompa. 33Alrededor de todo su borde inferior pondrás granadas de jacinto, púrpura escarlata y carmesí, y en medio de ellas todo en torno campanillas de oro. 34A una campanilla de oro y una granada siga otra campanilla de oro y otra granada, todo alrededor del borde inferior de la sobretúnica. 35[634]Aarón la llevará en el ejercicio de su ministerio, para que se oiga su sonido cuando entre en el Santuario ante Yahvé y cuando salga; y así no morirá.”

La diadema

36[635]“Harás, además, una lámina de oro puro, y en ella grabarás, como se graban los sellos: Santidad a Yahvé. 37La sujetarás con un cordón de jacinto de tal modo que esté fija sobre la mitra, por delante. 38Estará sobre la frente de Aarón; pues Aarón llevará las faltas cometidas por los hijos de Israel en las cosas sagradas al ofrecer toda suerte de santas ofrendas. Estará constantemente sobre su frente, para que hallen gracia delante de Yahvé.”

La túnica, la mitra y el cinturón

39[636] “La túnica la tejerás de lino fino. Harás también la mitra de lino fino. El cinturón lo harás de labor de recamado.”

Las vestiduras de los hijos de Aarón

40“Para los hijos de Aarón harás túnicas. Les harás también cinturones y turbantes para distinción y adorno. 41[637]Vestirás así a Aarón, tu hermano, y a sus hijos. Y los ungirás, los consagrarás y los santificarás, para que sean sacerdotes míos. 42Hazles también calzoncillos de lino, para cubrir su desnudez desde la cintura hasta los muslos. 43[638]Aarón y sus hijos los llevarán al entrar en el Tabernáculo de Reunión, o al acercarse al altar para servir en el Santuario, a fin de que no se atraigan culpa y así mueran. Estatuto perpetuo será este para él y su descendencia después de él.”

ÉXODO 29
La consagración de los sacerdotes

1“Para consagrar a los sacerdotes míos, has de proceder con ellos de esta manera: Toma un novillo y dos carneros sin tacha, 2y panes ácimos y tortas sin levadura amasadas con aceite, como también galletas sin levadura, untadas con aceite. De flor de harina de trigo los harás. 3Y los pondrás en un canasto, y los presentarás en el canasto junto con el novillo y los dos carneros. 4[639]Luego harás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, donde los lavarás con agua. 5Tomarás después las vestiduras y vestirás a Aarón con la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, que ceñirás con la cinta del efod. 6[640]Pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra colocarás la diadema de santidad. 7[641]Entonces tomarás el óleo de la unción, se lo derramarás sobre la cabeza y así lo ungirás. 8Harás igualmente que se lleguen sus hijos y los vestirás con túnicas; 9[642]y ceñirás a Aarón y a sus hijos los cinturones y les sujetarás las tiaras. A ellos les corresponderá el sacerdocio por ley perpetua. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos. 10[643]El novillo lo llevarás ante el Tabernáculo de la Reunión, y Aarón y sus hijos pondrán las manos sobre la cabeza del novillo. 11Luego degollarás el novillo delante de Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 12Y tomando de la sangre del novillo la pondrás con tu dedo sobre los cuernos del altar, y derramarás toda la sangre al pie del altar. 13Saca todo el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado, y los dos riñones con el sebo que los envuelve, para quemarlo en el altar. 14Mas la carne del novillo, con su piel y sus excrementos, la quemarás fuera del campamento. Es sacrificio por el pecado.”

15“Después tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán las manos sobre la cabeza del carnero. 16Degollado el carnero tomarás de su sangre y rociarás con ella el altar todo en derredor. 17Luego descuartizarás el carnero, lavarás sus entrañas y sus piernas, las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza, 18[644]y quemarás todo el carnero en el altar. Es holocausto a Yahvé, olor grato, sacrificio consumido por el fuego en honor de Yahvé. 19Tomarás también el segundo carnero, y Aarón y sus hijos pondrán las manos sobre la cabeza del carnero. 20Y degollado este carnero, tomarás de su sangre y untarás con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y el lóbulo de la oreja derecha de sus hijos, el pulgar de su mano derecha y el pulgar de su pie derecho, y derramarás la sangre (restante) alrededor del altar. 21Toma luego de la sangre que habrá sobre el altar, y del óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedarán consagrados él y sus vestiduras, y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos. 22Toma después de este carnero el sebo: la cola, el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado, los dos riñones con el sebo que los envuelve, y la pierna derecha, porque es carnero de consagración. 23Toma también un pan, una torta de pan de aceite y una galleta del canasto de los ácimos que está delante de Yahvé.”

24[645]“Todo eso pondrás sobre las palmas de las manos de Aarón y de sus hijos; y lo mecerás como ofrenda mecida delante de Yahvé. 25Después lo tomarás de sus manos y lo quemarás en el altar encima del holocausto como olor grato a Yahvé. Es un sacrificio a fuego en honor de Yahvé. 26Tomarás también el pecho del carnero degollado en la consagración de Aarón, y lo mecerás como ofrenda mecida delante de Yahvé; esa será tu porción. 27Así santificarás el pecho de la ofrenda mecida y la pierna de la elevación, es decir, aquellas partes del carnero de la consagración que han sido mecidas y elevadas y pertenecen a Aarón y a sus hijos; 28y serán de Aarón y de sus hijos, como porción legal perpetua, de parte de los hijos de Israel; porque es ofrenda de elevación; y esa ofrenda de elevación han de dársela los hijos de Israel en sus sacrificios pacíficos como ofrenda alzada en honor de Yahvé.”

29[646]“Las vestiduras sagradas de Aarón serán después de él para sus hijos. Con ellas serán ungidos y con ellas serán consagrados. 30Por siete días las vestirá aquel de sus hijos que sea sacerdote en su lugar y entre en el Tabernáculo de la Reunión para servir en el Santuario. 31Después tomaras el carnero de la consagración y cocerás su carne en lugar sagrado; 32y Aarón y sus hijos comerán a la entrada del Tabernáculo de la Reunión la carne del carnero y el pan que estará en el canasto. 33[647]Comerán aquello que ha servido para su expiación, al consagrarlos y santificarlos; pero ningún extraño coma de ellas, porque son cosas santas. 34Si sobrare algo de la carne de la consagración o del pan hasta el día siguiente, quemaras el resto; no ha de comerse, porque es cosa santa.”

35“Harás, pues, con Aarón y con sus hijos de esta manera, según todo lo que te he mandado. Durante siete días los consagrarás. 36Cada día ofrecerás un novillo como sacrificio por el pecado, para expiación; y purificarás el altar mediante esta expiación, y lo ungirás para santificarlo. 37Por siete días harás la expiación del altar, y lo santificarás, y será el altar cosa sacratísima; todo cuanto toque el altar quedará santificado.”

El sacrificio perpetuo

38“He aquí lo que has de ofrecer sobre el altar: dos corderos primales cada día perpetuamente. 39Un cordero ofrecerás por la mañana, y el otro cordero lo ofrecerás entre las dos tardes; 40[648]y con el primer cordero la décima parte (de un efa) de flor de harina amasada con un cuarto de hin de aceite de oliva majada, y para libación un cuarto de hin de vino. 41[649]El otro cordero lo ofrecerás entre las dos tardes, con la misma ofrenda como a la mañana y con la misma libación, como olor grato, sacrificio a fuego en honor de Yahvé; 42en holocausto perpetuo, durante vuestras generaciones, ante Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, donde me encontraré con vosotros, para hablar allí contigo. 43Allí me reuniré con los hijos de Israel y (el lugar) será consagrado por mi gloria. 44Consagraré el Tabernáculo de la Reunión y el altar, y consagraré también a Aarón y a sus hijos para que sean mis sacerdotes. 45[650]Y habitaré en medio de los hijos de Israel, y seré su Dios. 46Y reconocerán que Yo soy Yahvé, su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto para habitar entre ellos, Yo, Yahvé, su Dios.”

ÉXODO 30
El altar del incienso

1[651] “Harás también un Altar para quemar el incienso. De madera de acacia lo harás. 2Será cuadrado: de un codo de largo y de un codo de ancho, y su altura será de dos codos. Sus cuernos formarán un mismo cuerpo con él. 3Lo revestirás de oro puro, tanto su parte superior como sus cuatro lados, y sus cuernos. Le harás en torno una guirnalda de oro, 4y debajo de la guirnalda, a los costados, dos anillos. Hazlos a ambos lados, para pasar por ellas las varas con que transportarlo. 5Fabricarás las varas tomando madera de acacia y las recubrirás de oro. 6[652]Lo colocarás delante del velo que está ante el Arca del Testimonio y ante el propiciatorio que se halla encima del Testimonio, donde Yo me entrevistaré contigo. 7Aarón quemará en él incienso aromático; lo quemará todas las mañanas, al preparar las lámparas, 8y lo quemará Aarón también cuando entre las dos tardes preparare las luces. Será incienso continuo ante Yahvé de generación en generación. 9No ofrezcáis sobre él incienso extraño, ni holocausto ni ofrendas, ni derraméis sobre él libación alguna. 10Una vez al año hará Aarón expiación sobre los cuernos de este altar con la sangre del sacrificio por el pecado. Una vez cada año hará sobre él expiación para vuestros descendientes. Cosa santísima es esta para Yahvé.”

El tributo para el tabernáculo

11Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 12[653]“Cuando contares el número de los hijos de Israel, para hacer su censo, cada uno de ellos pagará a Yahvé un rescate por su vida al ser empadronados, para que no haya plaga entre ellos con motivo del empadronamiento. 13Esto es lo que ha de dar cada uno de los empadronados: medio siclo, según el peso del Santuario. Un siclo son veinte gueras. Medio siclo es, pues, el tributo que se ha de dar a Yahvé. 14Todos los empadronados, de veinte años para arriba, pagarán el tributo a Yahvé. 15El rico no dará más, ni el pobre menos del medio siclo, al pagar el tributo a Yahvé como rescate de vuestras vidas. 16Tomarás el dinero del rescate de parte de los hijos de Israel, para emplearlo en el servicio del Tabernáculo de la Reunión; y será para los hijos de Israel un recuerdo ante Yahvé para el rescate de sus vidas.”

La pila de bronce

17[654]Habló Yahvé a Moisés diciendo: 18“Haz una pila de bronce con su base de bronce para las abluciones. Colócala entre el Tabernáculo de la Reunión y el altar y echa agua en ella, 19[655]para que Aarón y sus hijos se laven en ella las manos y los pies. 20Antes de entrar en el Tabernáculo de la Reunión se han de lavar con agua para que no mueran, y también antes de acercarse al altar para el ministerio, para quemar un sacrificio en honor de Yahvé. 21Se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Esta será ley perpetua para ellos, para Aarón y sus descendientes de generación en generación.”

El óleo de la unción

22Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 23[656]“Y tú, toma de los mejores aromas de mirra pura quinientos (siclos); de canela aromática la mitad de esto, o sea doscientos cincuenta, de caña aromática doscientos cincuenta, 24de casia quinientos, según el siclo del Santuario, y un hin de aceite de olivas. 25Con ello formarás el óleo para la unción sagrada, perfume oloroso compuesto según el arte de perfumería. Este será el óleo para la unción sagrada. 26Con él ungirás el Tabernáculo de la Reunión y el Arca del Testimonio, 27la mesa con todos sus utensilios, el candelabro con todos sus utensilios, el altar del incienso, 28el altar del holocausto con todos sus utensilios y la pila con su base. 29[657]Así los santificarás y serán cosa santísima. Todo el que los toque quedará santificado. 30Ungirás también a Aarón y a sus hijos y los consagrarás, para que me sirvan de sacerdotes.” 31Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: “Este será para Mí el óleo de la unción sagrada de generación en generación. 32No debe derramarse sobre ningún hombre, y en cuanto a su composición no haréis ninguno parecido a él. Santo es y lo tendréis por cosa sagrada. 33Cualquiera que elabore algo semejante o derrame de él sobre persona extraña será exterminado de en medio de su pueblo.”

El incienso sagrado

34Dijo Yahvé a Moisés: “Toma por cantidades iguales los siguientes aromas: resina, uña odorífera y gálbano, especias aromáticas e incienso puro. 35Con ello harás, según el arte de perfumería, un incienso perfumado, sazonado con sal, puro y santo; 36del cual pulverizarás una parte que pondrás delante del Testimonio en el Tabernáculo de la Reunión, donde Yo me entrevistaré contigo. Será para vosotros cosa santísima. 37Y en cuanto a la composición de este incienso que vas a hacer, no la imitéis para vuestro uso. Lo tendrás por consagrado a Yahvé. 38[658]Cualquiera que prepare otro semejante para aspirar su fragancia, será exterminado de en medio de su pueblo.”

ÉXODO 31
Los artífices del Tabernáculo

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[659] “Mira que he llamado por su nombre a Besalel, hijo de Urí, hijo de Hur, de la tribu de Judá; 3y le he llenado de espíritu divino, de sabiduría, inteligencia y maestría en toda clase de trabajos. 4Para inventar diseños y labrar el oro, la plata y el bronce; 5para grabar piedras de engaste, para tallar la madera y ejecutar cualquier otra obra. 6Y mira que le he dado por compañero a Oholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y además he infundido sabiduría en el corazón de todos los hombres hábiles, para que hagan todo lo que te he mandado: 7el Tabernáculo de la Reunión, el Arca del Testimonio, el propiciatorio que la cubre, con todos los utensilios del Tabernáculo; 8la mesa con sus utensilios, el candelabro de oro puro, con todos sus utensilios, el altar del incienso, 9el altar del holocausto, con todos sus utensilios, la pila con su base; 10las vestiduras litúrgicas y las vestiduras sagradas de Aarón el sacerdote y las vestiduras de sus hijos para las funciones sacerdotales; 11el óleo de la unción y el incienso aromático para el Santuario. Ellos lo han de hacer conforme a todo lo que te he ordenado.”

Preceptos acerca del sábado

12[660]Habló Yahvé a Moisés y dijo: 13“Di a los hijos de Israel: Mirad que guardéis mis sábados; porque el sábado es una señal entre Mí y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que Yo, Yahvé soy quien os santifico. 14Guardad el sábado, porque es santo para vosotros. El que lo profane morirá irremisiblemente. Todo el que trabajare en él, será exterminado de en medio de su pueblo. 15Seis días se trabajará; mas el día séptimo será día de descanso completo, consagrado a Yahvé. Todo aquel que trabaje en sábado, morirá irremisiblemente. 16Los hijos de Israel observarán el sábado como pacto perpetuo celebrándolo de generación en generación. 17Será entre Mí y los hijos de Israel una señal perpetua; pues en seis días hizo Yahvé el cielo y la tierra, y el día séptimo descansó y reposó.” 18[661]Después de hablar Dios con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio; tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.

ÉXODO 32
El becerro de oro

1[662]Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió alrededor de Aarón y le dijeron: “Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos que ha sido de ese Moisés, ese hombre que nos ha sacado de la tierra de Egipto.” 2Les respondió Aarón: “Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres y de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.” 3Y todos se quitaron los pendientes de oro que llevaban en las orejas, y los entregaron a Aarón. 4[663]Y él, tomándolos de sus manos le dio forma con el buril e hizo así un becerro de fundición. Entonces ellos dijeron: “Este es tu Dios, oh Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto.” 5Viendo esto Aarón, erigió un altar ante el becerro e hizo esta proclamación: “Mañana habrá fiesta en honor de Yahvé.” 6[664]Y levantándose al día siguiente muy temprano, ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios pacíficos. Luego se sentó el pueblo a comer y beber, y después se levantaron a divertirse. 7[665]Entonces habló Yahvé a Moisés, y dijo: “¡Ve, baja! porque ha pecado tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto. 8Muy pronto se han apartado del camino que Yo les había prescrito. Se han hecho un becerro de fundición y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: “Este es tu Dios, oh Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto.” 9Y dijo Yahvé a Moisés: “Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. 10[666]Déjame ahora para que se encienda mi ira contra ellos y los consuma; de ti, en cambio, haré un gran pueblo.” 11Pero Moisés imploró a Yahvé, su Dios, diciendo: “¿Por qué, oh Yahvé, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, que Tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte? 12¿Por qué han de decir los egipcios: Para hacerles mal los ha sacado a fin de matarlos en las montañas, y extirparlos de sobre la faz de la tierra? Deja el ardor de tu ira y arrepiéntete del mal contra tu pueblo. 13Acuérdate de Abrahán, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales por Ti mismo juraste, diciéndoles: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán para siempre.” 14[667]Y se arrepintió Yahvé del mal con que había amenazado a su pueblo.

Moisés baja del monte

15Se volvió Moisés y bajó del monte, con las dos tablas del Testimonio en su mano; tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas. 16Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas. 17Cuando Josué oyó la voz del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: “Gritos de guerra hay en el campamento.” 18Respondió él: “No son gritos de victoria, ni alaridos de derrota. Voz de canto es lo que oigo.” 19[668] Mas cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el becerro y las danzas, se encendió su ira de tal manera que arrojó de su mano las tablas y las hizo pedazos al pie del monte. 20[669]Luego tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo, el cual esparció en el agua y se lo dio de beber a los hijos de Israel. 21Y dijo Moisés a Aarón: “¿Qué te hizo este pueblo para que le hayas acarreado pecado tan grave?” 22Aarón respondió: “No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este pueblo es propenso al mal. 23Me dijeron: ‘Haznos un dios que vaya delante de nosotros; ya que no sabemos qué ha sucedido a ese Moisés, ese hombre que nos ha sacado de la tierra de Egipto.’ 24[670]Yo les contesté: ‘Quien tenga oro, quíteselo.’ Me lo dieron y yo lo eché al fuego y salió este becerro.”

25[671]Entonces Moisés viendo al pueblo desenfrenado —pues Aarón les había dado rienda suelta, para que se alegrasen sus enemigos—, 26se puso a la puerta del campamento, y exclamo: “¡A mí los de Yahvé!” Y se reunieron con él todos los hijos de Leví. 27Y les dijo: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo, y pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad, cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente.” 28[672]Hicieron los hijos de Leví según la orden de Moisés; y perecieron en aquel día unos tres mil hombres del pueblo. 29[673]Y dijo Moisés: “Hoy os habéis consagrado a Yahvé, cada uno contra su hijo y su hermano; para que hoy recibáis bendición.”

Moisés intercede por el pueblo

30Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: “Habéis cometido un gran pecado. Subiré ahora a Yahvé; quizás podré obtener la remisión de vuestro pecado.” 31Y se volvió Moisés a Yahvé y dijo: “¡Ay! este pueblo ha cometido un pecado grande, fabricándose un dios de oro. 32[674]Pero ahora, perdona su pecado; y si no, bórrame de tu libro que has escrito.” 33Yahvé respondió a Moisés: “Al que haya pecado contra Mí, a este le borraré de mi libro. 34[675]Por ahora ve y conduce al pueblo adonde te he dicho. He aquí que mi Ángel irá delante de ti, mas en el día de mi visitación los castigaré por su pecado.” 35Así hirió Yahvé al pueblo por haber hecho el becerro por manos de Aarón.

ÉXODO 33
Arrepentimiento del pueblo

1[676]Dijo Yahvé a Moisés: “Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de Egipto, al país que Yo con juramento prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu posteridad lo daré. 2Enviaré delante de ti un Ángel, y echaré al cananeo, al amorreo, al heteo, al fereceo, al heveo y al jebuseo, 3(para que entres) en la tierra que mana leche y miel; pues Yo no iré en medio de ti, porque eres un pueblo de dura cerviz; no sea que te destruya en el camino.” 4Al oír estas duras palabras el pueblo se puso de luto y nadie se atavió con sus galas. 5Dijo entonces Yahvé a Moisés: “Di a los hijos de Israel: Vosotros sois un pueblo de dura cerviz. Si Yo un solo momento subiera contigo, te consumiría. Ahora, pues, quítate tus atavíos, para que Yo sepa qué he de hacer contigo.” 6Por lo cual los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb.

Dios habla con Moisés cara a cara

7[677]Y tomó Moisés el Tabernáculo y lo plantó a cierta distancia fuera del campamento, y lo llamó Tabernáculo de la Reunión. De modo que todo el que buscaba a Yahvé salía hacia el Tabernáculo de la Reunión fuera del campamento. 8Cuando salía Moisés hacia el Tabernáculo se ponía en pie todo el pueblo, y cada cual se estaba a la puerta de su tienda, siguiendo con sus ojos a Moisés hasta entrar este en el Tabernáculo. 9Y cuando Moisés entraba en el Tabernáculo, bajaba la columna de nube y se detenía a la puerta del Tabernáculo, mientras (Yahvé) hablaba con Moisés. 10Todo el pueblo que veía la columna de nube erguida a la puerta del Tabernáculo, se levantaba, y cada cual se postraba junto a la puerta de su tienda. 11[678]Así hablaba Yahvé con Moisés cara a cara, como suele hablar un hombre con su amigo. Luego volvía este al campamento, pero su ministro, el joven Josué, hijo de Nun, no se apartaba del Tabernáculo. 12[679]Y dijo Moisés a Yahvé: “Mira, Tú me dices: Saca este pueblo; mas no me has dado a conocer a quien enviarás conmigo; y sin embargo me has dicho: Te conozco por tu nombre, y también: Has hallado gracia a mis ojos. 13Ahora, pues, si realmente he hallado gracia a tus ojos, te ruego me muestres tu camino, para que yo te conozca y halle gracia a tus ojos, y considera que este pueblo es pueblo tuyo.” 14[680]Respondió Él: “Mi Rostro irá (delante de ti) y te daré descanso.” 15Le contestó: “Si tu Rostro no va (delante nuestro), no nos hagas partir de aquí. 16Pues ¿en qué podrá conocerse que he hallado gracia a tus ojos, yo y tu pueblo, sino en eso en que Tú marches con nosotros, para que nos distingamos, yo y tu pueblo, de todos los pueblos que hay sobre la tierra?” 17Respondió Yahvé a Moisés: “Cumpliré también esto que me acabas de pedir, pues has hallado gracia a mis ojos, y Yo te conozco por tu nombre.”

Moisés quiere ver el rostro de Dios

18[681]Entonces dijo (Moisés): “Muéstrame, te ruego tu gloria.” 19[682]Él le contestó: “Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahvé; y haré merced a quien Yo haga merced y usaré de misericordia con quien Yo use de misericordia.” 20[683]Y añadió: “Pero mi Rostro no podrás verlo; porque no puede verme el hombre y vivir.” 21Luego dijo Yahvé: “He aquí un lugar junto a Mí; tú te pondrás sobre la peña; 22y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que Yo haya pasado. 23[684]Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi Rostro no se puede ver.”

ÉXODO 34
Dios se manifiesta a Moisés

1Dijo Yahvé a Moisés: “Tállate dos tablas de piedras como las primeras, y Yo escribiré sobre estas tablas las palabras que había en las primeras tablas que quebraste. 2Y prepárate para mañana para subir temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás delante de Mí. 3No suba nadie contigo, ni aparezca nadie en todo el monte; ni tampoco oveja ni buey pazca frente a este monte.” 4Talló, pues, Moisés dos tablas de piedra como las primeras, y levantándose muy de mañana subió al monte Sinaí, como le había mandado Yahvé, llevando en su mano las dos tablas de piedra.

5[685]Y descendió Yahvé en la nube y poniéndose allí junto a él pronunció el nombre de Yahvé. 6Y mientras Yahvé pasaba por delante de él, exclamó: “Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, longánimo y rico en bondad y fidelidad; 7que conserva la misericordia hasta mil (generaciones), que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero que de ningún modo los deja impune; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos, y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.” 8Al instante Moisés se prosternó en tierra y adoró, 9diciendo: “Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor, dígnese mi Señor andar en medio de nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por herencia tuya.”

10[686]Respondió Él: “Mira, Yo hago un pacto: haré maravillas delante de todo tu pueblo, como nunca se han hecho en toda la tierra ni en nación alguna; y todo el pueblo en medio del cual estás verá la obra de Yahvé, porque tremendas son las cosas que he de hacer por medio de ti.”

Instrucciones para Israel

11“Observa bien lo que te mando hoy. He aquí que voy a echar delante de ti al amorreo, al cananeo, al heteo, al fereceo, al heveo y al jebuseo. 12Guárdate de hacer alianza con los habitantes del país en que vas a entrar, para que no sean un lazo en medio de ti; 13[687]antes bien, destruid sus altares, quebrad sus piedras idolátricas y romped sus ascheras. 14[688]No te postrarás ante ningún otro Dios, pues Yahvé, cuyo nombre es Celoso, es un Dios celoso. 15[689]No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, porque ellos fornican con sus dioses y les ofrecen sacrificios. Te invitarán y tú comerás de sus sacrificios; 16y tomarás de sus hijas para tus hijos; y fornicando sus hijas con sus dioses harán también fornicar a tus hijos con los dioses de ellas. 17No te harás dioses de fundición. 18Guardarás la fiesta de los Ácimos; siete días comerás panes ácimos como te he mandado, al tiempo fijado, esto es, en el mes de Abib; pues en el mes de Abib saliste de Egipto. 19Todo primogénito es mío, asimismo todo primerizo de tu ganado, que fuere del sexo masculino, sea de vaca o de oveja. 20Mas el primerizo del asno rescatarás con una oveja; y si no lo rescatas le quebrarás la cerviz. A todos los primogénitos de tus hijos los rescatarás, y nadie se presentará ante Mí con las manos vacías. 21Seis días trabajarás, mas en el séptimo descansarás. Descansarás también en el tiempo de la siembra y de la siega. 22[690]Celebrarás la fiesta de las Semanas: la de los primeros frutos de la cosecha del trigo, y también la fiesta de la recolección al fin del año. 23[691]Tres veces al año, comparezcan todos tus varones ante Yahvé, el Señor, el Dios de Israel. 24Porque Yo arrojaré los pueblos delante de ti, y ensancharé tus límites, y nadie codiciará tu tierra mientras subas tres veces al año a presentarte delante de Yahvé, tu Dios. 25No ofrecerás con pan fermentado la sangre de mi sacrificio ni quede hasta el día siguiente la víctima de la fiesta de Pascua. 26[692]Llevarás a la Casa de Yahvé, tu Dios, las primicias de los primeros frutos de tu tierra. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.” 27Y dijo Yahvé a Moisés: “Escríbete estas palabras; porque a tenor de ellas hago alianza contigo y con Israel.”

El rostro de Moisés despide rayos

28[693]Moisés estuvo allí con Yahvé cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y Yahvé escribió en las tablas las palabras de la alianza, los diez mandamientos. 29[694]Luego bajó Moisés del monte Sinaí, y al bajar del monte tenía en su mano las dos tablas del Testimonio; mas no sabía Moisés que la piel de su rostro se había hecho radiante por haber hablado con Él. 30Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí que la piel de su rostro brillaba, por lo cual tuvieron miedo de acercársele. 31Pero Moisés los llamó y se volvieron a él Aarón y todos los príncipes del pueblo, y Moisés habló con ellos. 32Después se acercaron también todos los hijos de Israel, y él les dio todas las órdenes que Yahvé le había dado en el monte Sinaí. 33[695]Y cuando Moisés acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre el rostro. 34Y siempre cuando Moisés iba a presentarse delante de Yahvé para hablar con Él se quitaba el velo hasta que salía, y cuando salía, refería a los hijos de Israel lo que se le había ordenado. 35Los hijos de Israel veían entonces el rostro de Moisés y la radiante piel de su rostro. Y Moisés cubría de nuevo su rostro hasta que entraba a hablar con Él.

ÉXODO 35
El sábado

1Moisés convocó a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: “Estas son las cosas que Yahvé ha mandado hacer. 2Seis días trabajarás, mas el día séptimo os será santo, sábado de descanso completo en honor de Yahvé. Cualquiera que en él hiciere obra alguna será muerto, 3En ninguna de vuestras moradas encenderéis fuego en el día de sábado.”

Preparativos para la construcción del Tabernáculo

4[696]Moisés habló a toda la congregación de los hijos de Israel y dijo: “Esta es la orden de Yahvé: 5Tomad de lo que poseéis una ofrenda para Yahvé. Todos den generosamente un tributo para Yahvé: oro, plata y bronce, 6jacinto, purpura escarlata y carmesí, lino fino, pelo de cabra, 7[697]pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de tejón, madera de acacia, 8aceite para el candelabro, aromas para el óleo de unción y para el incienso aromático, 9piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y el pectoral. 10Y vengan los artífices hábiles de entre vosotros a fabricar todo cuanto Yahvé ha ordenado: 11la Morada, su Tabernáculo y su cubierta, sus broches, sus tablas, sus travesaños, sus columnas y sus basas; 12[698]el Arca y sus varas, el propiciatorio y la cortina del velo; 13la mesa con sus varas y todos sus utensilios, el pan de la proposición, 14el candelabro para el alumbrado con sus utensilios y sus lámparas y el aceite del alumbrado; 15el altar del incienso con sus varas; el óleo de la unción, el incienso aromático, la cortina de la puerta de entrada a la Morada, 16el altar de los holocaustos con su rejilla de bronce, sus varas y todos sus utensilios; la pila con su base; 17las cortinas del atrio con sus columnas y sus basas; la cortina de la entrada del atrio; 18las estacas de la Morada y las estacas del atrio y sus cuerdas; 19los ornamentos litúrgicos para el servicio en el Santuario; las vestiduras sagradas para Aarón, el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos para sus funciones sacerdotales.”

Generosidad del pueblo

20Entonces toda la congregación de los hijos de Israel salió de la presencia de Moisés; 21[699]y cuantos se sentían impulsados por su corazón y cuyo espíritu era generoso, vinieron a ofrecer tributo a Yahvé, para la obra del Tabernáculo de la Reunión, para todo su culto y para las vestiduras sagradas. 22Vinieron, pues, hombres y mujeres, todos los de corazón generoso, trayendo zarcillos, pendientes, anillos, brazaletes y toda clase de objetos de oro, y, además, todos los que presentaban una ofrenda de oro para Yahvé. 23Y cuantos tenían jacinto, púrpura escarlata y carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de tejón, lo trajeron. 24Todos los que podían presentar una ofrenda de plata y de bronce, la trajeron como tributo a Yahvé. También los que tenían madera de acacia para cualquier obra del servicio, la trajeron. 25Y todas las mujeres diestras hilaron con sus manos y trajeron lo que habían hilado: jacinto, púrpura escarlata y carmesí y lino fino. 26Y todas las mujeres que se sentían a ello impulsadas y que eran hábiles hilaron pelo de cabra. 27Los príncipes trajeron piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral; 28aromas y aceite para el alumbrado, para el óleo de la unción y para el incienso aromático. 29Todos los hijos de Israel, hombres y mujeres, cuyo corazón los impulsaba a que trajesen algo para toda la obra que Yahvé por medio de Moisés, había mandado hacer; dieron así sus ofrendas voluntarias a Yahvé.

Besalel y Oholiab

30Dijo entonces Moisés a los hijos de Israel: “Mirad que Yahvé ha llamado por su nombre a Besalel, hijo de Urí, hijo de Hur, de la tribu de Judá, 31[700]y le ha llenado de espíritu divino, de sabiduría, inteligencia y maestría en toda clase de trabajos, 32para idear diseños, labrar el oro, la plata y el bronce, 33grabar piedras de engaste, tallar madera y ejecutar toda obra de arte; 34y le ha puesto en el corazón el don de enseñar, lo mismo que a Oholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan. 35Él les ha llenado de sabiduría el corazón para hacer toda obra de escultor y artista, de recamador en jacinto y púrpura, carmesí y lino fino, y de tejedor, para ejecutar toda suerte de obra y para proyectar obras de arte.”

ÉXODO 36
Fin de la colecta

1[701]Así, pues, Besalel y Oholiab y todos los hombres hábiles en cuyo corazón Yahvé ha infundido sabiduría e inteligencia para saber realizar todas las obras para el servicio del Santuario, las ejecutarán conforme al mandato de Yahvé. 2LIamó, pues, Moisés a Besalel y a Oholiab y a todos los hombres de talento en cuyo corazón Yahvé había infundido sabiduría, a todos los que voluntariamente estaban dispuestos a ponerse a la obra para realizarla. 3Y recibieron de Moisés todas las ofrendas que los hijos de Israel habían traído para la ejecución de las obras del Santuario. Entretanto el pueblo siguió entregando a Moisés ofrendas voluntarias de mañana en mañana. 4Por eso todos los artífices que hacían todas las obras del Santuario dejaron cada cual la obra que estaban haciendo, 5[702]y fueron a hablar con Moisés, diciendo: “El pueblo trae más de lo que se precisa para la realización de las obras que Yahvé ha mandado hacer.” 6Entonces Moisés hizo promulgar por el campamento: “Ni hombre ni mujer traiga ya más ofrendas para el Santuario.” Y se impidió al pueblo traer más; 7pues ya había material suficiente para ejecutar todas las obras y aun sobraba.

La construcción del Tabernáculo

8[703]Entonces todos los sabios de corazón de entre los que hacían la obra, fabricaron la Morada de diez cortinas de fino lino torzal, de color jacinto, púrpura escarlata y carmesí, con querubines. Resultó una obra maestra. 9El largo de cada cortina era de veinte y ocho codos y la anchura de cada cortina de cuatro codos. Todas las cortinas tenían la misma medida. 10(Besalel) unió cinco de las cortinas una con otra, y las otras cinco cortinas también las unió una con otra. 11E hizo lazos de jacinto en el borde de la última cortina del primer conjunto; las hizo también en el borde extremo de las cortinas del segundo conjunto. 12Cincuenta lazos hizo en el primer conjunto, y cincuenta en el extremo del segundo conjunto allá donde se unen, correspondiéndose los lazos unos a otros. 13Hizo también cincuenta broches de oro, y enlazó los conjuntos el uno con el otro, por medio de los broches, de modo que la Morada vino a ser una sola pieza.

14Hizo también cortinas de pelo de cabra para que sirvan de tienda sobre la Morada. Once cortinas hizo para esto. 15La longitud de cada cortina era de treinta codos, y de cuatro codos era la anchura de cada cortina. Una misma medida tenían las once cortinas. 16Enlazó cinco de las cortinas entre sí, y seis de las cortinas entre sí. 17Y puso cincuenta lazos en el borde del (primer) conjunto en el extremo donde se enlazan, y cincuenta lazos en el borde del segundo conjunto, donde se enlazan. 18Hizo asimismo cincuenta broches de bronce a fin de unir el Tabernáculo; para que fuese un solo todo. 19Hizo además para el Tabernáculo una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, y por encima una cubierta de pieles de tejón.

20Para la Morada hizo tablones de madera de acacia para colocarlos verticalmente. 21Diez codos de largo tenía un tablón, y de codo y medio era el ancho de cada tablón. 22Cada tablón tenía dos espigas unidas una con otra. Así hizo todos los tablones de la Morada. 23Hizo, pues, los tablones para la Morada (de esta manera): veinte tablones para el lado del Négueb, hacia el sur, 24[704]colocando debajo de los veinte tablones cuarenta basas de plata, dos basas debajo de un tablón para sus dos espigas; y dos basas debajo de los otros tablones para sus dos espigas. 25Para el otro flanco de la Morada, para el lado del norte, hizo también veinte tablones, 26con sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de un tablón, y dos asas debajo de los otros tablones. 27[705]Para la parte posterior de la Morada, hacia el occidente, hizo seis tablones; 28y dos tablones hizo para los ángulos de la Morada, en el fondo, 29los cuales eran dobles desde abajo y formaban un conjunto hasta arriba, hasta el primer anillo. Así lo hizo con entrambos, en los dos ángulos. 30Eran, pues, ocho tablones, con sus basas de plata: diez y seis basas, dos basas bajo cada tablón. 31Después hizo travesaños de madera de acacia, cinco para los tablones de un costado de la Morada; 32y cinco travesaños para los tablones del otro costado de la Morada; y cinco travesaños para los tablones de la parte posterior de la Morada hacia el occidente. 33E hizo el travesaño central de tal suerte que pasase en medio de los tablones, de un extremo al otro. 34Los tablones los revistió de oro, y de oro hizo también los anillos correspondientes, por los cuales habían de pasar los travesaños, revestidos igualmente de oro.

35Hizo también el velo de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal. Era una obra artística con motivos de querubines. 36Fabricó para el mismo cuatro columnas de acacia, que revistió de oro; también sus clavos eran de oro, y fundió para ellas cuatro basas de plata. 37Hizo para la entrada del Tabernáculo una cortina de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal, obra de recamador, 38con sus cinco columnas y sus clavos, revistiendo de oro sus capiteles y sus anillos de oro y haciendo de bronce sus cinco basas.

ÉXODO 37
Construcción del Arca

1[706]Besalel hizo el Arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, de codo y medio de ancho, y de codo y medio de alto. 2La Revistió de oro puro, por dentro y por fuera, e hizo para ella una guirnalda de oro alrededor. 3Fundió para ella cuatro anillos de oro para sus cuatro pies, dos anillos a un lado y dos anillos al otro. 4Hizo también varas de madera de acacia, que revistió de oro; 5y pasó las varas por los anillos a los costados del Arca, para transportarla. 6Después hizo un propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo y de codo y medio de ancho. 7Hizo igualmente dos querubines de oro labrados a martillo para los dos extremos del propiciatorio; 8un querubín por un lado, y el otro querubín por el otro, de tal manera que (salieran) del propiciatorio en sus dos extremos. 9Estaban los querubines con las alas extendidas hacia arriba, cubriendo con ellas el propiciatorio. Tenían sus caras vueltas la una a la otra, pues las caras de los querubines se dirigían hacia el propiciatorio.

La mesa de los panes de la proposición

10[707]Hizo, además, la mesa de madera de acacia, de dos codos de largo, de un codo de ancho y de codo y medio de alto. 11La recubrió de oro puro, y puso alrededor de ella una guirnalda de oro, 12haciéndole, además, un borde a la redonda, del ancho de un palmo, y ornándole con una moldura alrededor. 13Fundió para ella cuatro anillos de oro, y colocó los anillos en los cuatro ángulos, o sea en sus cuatro pies. 14Junto al borde se hallaban los anillos por los cuales habían de pasar las varas para el transporte de la mesa. 15Hizo también las varas para llevar la mesa de madera de acacia y las recubrió de oro. 16Asimismo fabricó de oro puro los utensilios que habían de estar sobre la mesa; sus platos, sus cucharas, sus copas y sus tazas, con que se hacían las libaciones.

El candelabro

17[708]Hizo el candelabro de oro puro; labrado a martillo hizo el candelabro. Su pie, su tallo, sus cálices, sus botones y sus flores eran de una sola pieza. 18De sus lados salían seis brazos: tres brazos de un lado del candelabro, y tres brazos del otro lado del candelabro. 19En el primer brazo había tres cálices en forma de flor de almendro, con botón y flor; también en el segundo brazo había tres cálices, en forma de flor de almendro, con botón y flor, y así en los seis brazos que salían del candelabro. 20En el (tallo del) candelabro había cuatro cálices, en forma de flor de almendro, con sus botones y sus flores: 21un botón debajo de los dos (primeros) brazos que salían de él, un botón debajo de los dos brazos (siguientes) que salían de él, y un botón debajo de los dos brazos (restantes) que salían de él, conforme a los seis brazos que salían del mismo. 22Sus botones y sus brazos formaban con él un solo cuerpo; todo ello era una pieza labrada a martillo, de oro puro. 23Hizo también sus siete lámparas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro, 24[709]empleando un talento de oro puro para el candelabro y todos sus utensilios.

El altar del incienso

25[710]Hizo también de madera de acacia el altar del incienso, de un codo de largo y de un codo de ancho, cuadrado, y de dos codos de alto. Sus cuernos formaban con él una sola pieza. 26Lo revistió de oro puro, por encima y por sus lados alrededor, y también sus cuernos. Le hizo también todo en torno una guirnalda de oro. 27Por debajo de la guirnalda, a sus dos lados, en ambos costados, hizo dos anillos de oro, por los cuales habían de pasar las varas, a fin de transportarlo con ellas. 28Hizo las varas de madera de acacia y las revistió de oro. 29Confeccionó también el óleo santo de la unción, y el incienso puro de especies aromáticas, con arte de perfumería.

ÉXODO 38
El altar de los holocaustos

1[711]Hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia, de cinco codos de largo y de cinco codos de ancho, cuadrado; y de tres codos de alto. 2En sus cuatro ángulos le puso cuernos que salían de él, y lo recubrió de bronce. 3Hizo, además, todos los utensilios del altar: los recipientes, las palas, los tazones, los tenedores y los braseros. Todos sus utensilios los hizo de bronce. 4Hizo para el altar una rejilla de bronce, a manera de red, en torno a su base, que llegaba hasta la mitad del mismo. 5Y fundió cuatro anillos para los cuatro extremos de la rejilla de bronce, por donde habían de pasar las varas. 6Hizo las varas de madera de acacia, las recubrió de bronce, 7y pasó las varas por los anillos a los costados del altar, para transportarlo mediante ella. Lo hizo hueco y de tablas.

La pila de bronce

8[712]Hizo la fuente de bronce, y también su base de bronce, de los espejos de las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo de la Reunión.

El atrio

9[713]Hizo también el atrio: por el lado meridional, a la derecha, las cortinas del atrio, de lino fino torzal, de cien codos. 10Sus columnas eran veinte, y veinte sus basas de bronce; los corchetes de las columnas y sus anillos eran de plata. 11Por el lado del norte había también (cortinas de) cien codos. Sus columnas eran veinte, y veinte sus basas de bronce; los corchetes de las columnas y sus anillos eran de plata. 12En el lado occidental había (cortinas de) cincuenta codos. Sus columnas eran diez, y diez sus basas; los corchetes de las columnas y sus anillos eran de plata. 13En el lado oriental, donde nace el sol, colgaban también cincuenta codos (de cortinas): 14cortinas de quince codos, con tres columnas y tres basas, por un lado (de la entrada), 15y de igual manera por el otro lado. A ambos lados de la entrada del atrio había cortinas de quince codos. Sus columnas eran tres, y tres sus basas. 16Todas las cortinas en torno al atrio eran de lino fino torzal. 17Las basas de las columnas eran de bronce, los corchetes de las columnas y sus anillos de plata. También sus capiteles estaban revestidos de plata, y todas las columnas del atrio llevaban anillos de plata. 18La cortina de la entrada del atrio era obra de recamador y estaba hecha de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal. Tenía veinte codos de largo; su altura correspondía a su anchura y era de cinco codos, lo mismo que las cortinas del atrio. 19Sus cuatro columnas y sus cuatro basas eran de bronce; sus corchetes de plata, como también el revestimiento de sus capiteles y sus anillos. 20Todas las estacas de la Morada y del atrio que la rodeaba, eran de bronce.

Inventario y cómputo de los gastos

21Este es el inventario de la Morada, de la Morada del Testimonio, hecho por orden de Moisés por los levitas bajo la dirección de Itamar, hijo de Aarón, el sacerdote. 22Besalel, hijo de Urí, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todo cuanto Yahvé había mandado a Moisés; 23juntamente con Oholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, que era artífice, diseñador y recamador en jacinto, púrpura escarlata y carmesí y lino fino. 24El total del oro empleado en la obra, en toda la construcción del Santuario, o sea, el oro de la ofrenda, fue veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el peso del Santuario. 25Y la plata de los empadronados de entre el pueblo, fue cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el peso del Santuario: 26[714]un beka por cabeza, o sea medio siclo, según el peso del Santuario, para cada hombre comprendido en el censo, de los seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres de veinte años para arriba. 27Los cien talentos de plata se emplearon para fundir las basas del Santuario y las basas del velo: cien basas correspondientes a los cien talentos, un talento por basa. 28De los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo corchetes para las columnas, revistió sus capiteles y las unió mediante aros. 29El bronce de la ofrenda fue setenta talentos y dos mil cuatrocientos siclos. 30De él hizo las basas para la entrada del Tabernáculo de la Reunión, el altar de bronce con su rejilla de bronce y todos los utensilios del altar, 31las basas del atrio alrededor del mismo y las basas de la entrada del atrio, todas las estacas de la Morada y todas las estacas del atrio que la rodeaba.

ÉXODO 39
Las vestiduras de los sacerdotes

1[715]Hicieron para el servicio del Santuario vestiduras litúrgicas de jacinto, púrpura escarlata y carmesí. Hicieron también las vestiduras sagradas de Aarón, como Yahvé había mandado a Moisés. 2Se hizo, pues, el efod, de oro, de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino torzal. 3Fabricaron láminas delgadas de oro y las cortaron en hilos, para entretejerlos con jacinto, púrpura escarlata y carmesí y con el lino fino, obra de recamador. 4Le pusieron hombreras que se juntaban y se unían en sus dos extremos. 5La faja del cinturón que pasaba sobre él y que servía para ceñir (el efod), formaba con él una sola pieza y era de la misma labor: oro, jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal, como Yahvé lo había mandado a Moisés. 6Labraban igualmente las piedras de ónice, engastadas en oro y grabadas como se graban los sellos, (doce) conforme a los nombres de los hijos de Israel; 7y las colocaron sobre las hombreras del efod, como piedras de recuerdo de los hijos de Israel, según Yahvé había ordenado a Moisés.

El pectoral y el efod

8[716]Hizo también el pectoral, obra primorosa, al estilo de la obra del efod, de oro, jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal. 9El pectoral era cuadrado y doble; tenía un palmo de largo y un palmo de ancho y era doble. 10Lo guarnecieron de cuatro filas de piedras. En la primera fila había un sardio, un topacio y una esmeralda; 11en la segunda fila: un rubí, un zafiro y un diamante; 12en la tercera fila: un jacinto, un ágata y una amatista; 13y en la cuarta: un crisólito, un ónice y un jaspe. Cada una de ellas tenía su engaste y estaba engarzada y guarnecida de oro. 14Las piedras eran doce, correspondientes a los nombres de los hijos de Israel, según sus nombres propios, grabados como se graban los sellos, cada una con su nombre, conforme a las doce tribus. 15Fijaron sobre el pectoral cadenillas de oro puro, trenzadas a manera de cordones. 16E hicieron dos engastes de oro y dos anillos de oro, y pusieron los dos anillos a los dos extremos (superiores) del pectoral. 17Pasaron después las dos cadenillas de oro por los dos anillos a los extremos del pectoral. 18Y los otros dos extremos de las dos cadenillas los ataron a los dos engastes, que colocaron en la parte delantera de las hombreras del efod. 19Hicieron otros dos anillos de oro y los pusieron en los dos extremos (inferiores) del pectoral, en el borde interior vuelto hacia el efod. 20E hicieron dos anillos de oro, que fijaron a las dos hombreras del efod, por debajo y en su parte delantera, cerca de su juntura, por encima de la cinta del efod. 21Y por medio de sus anillos ataron el pectoral a los anillos del efod, con un cordón de jacinto, para que quedase fijo sobre la cinta del efod y no se desprendiese el pectoral del efod, como Yahvé había mandado a Moisés.

La sobretúnica y demás vestiduras

22[717]Hizo también la sobretúnica del efod, obra de tejedor, todo de jacinto. 23Había una abertura en medio de la sobretúnica, semejante al cuello de una cota, con una orla alrededor de la abertura para que no se rompiese. 24En el borde inferior de la sobretúnica aplicaron granadas de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino torzal. 25Hicieron, además, campanillas de oro puro, colocándolas entre las granadas en el borde inferior de la sobretúnica, en medio de las granadas, todo alrededor suyo. 26Una campanilla y una granada alternaba con otra campanilla y otra granada en el borde inferior de la sobretúnica, todo en derredor. (Así se usaba) para el ministerio, como Yahvé ordenara a Moisés. 27Hicieron también las túnicas de lino fino, obra de tejedor, para Aarón y sus hijos; 28y la mitra de lino fino, las cintas de los turbantes de lino fino, y también los calzoncillos de lino fino torcido, 29lo mismo que el cinturón de lino fino torcido, de jacinto, púrpura escarlata y carmesí, obra de recamador, como Yahvé había ordenado a Moisés. 30E hicieron de oro puro la lámina, la diadema sagrada, en la cual grabaron, como se graban los sellos: Santidad a Yahvé. 31Y fijaron en ella una cinta de jacinto para ponerla sobre la mitra, por la parte de arriba, como Yahvé había mandado a Moisés. 32Así fue acabada toda la obra de la Morada y del Tabernáculo de la Reunión, y los hijos de Israel hicieron todo conforme a lo que había mandado Yahvé a Moisés. Así lo hicieron.

Moisés bendice la obra

33Luego presentaron a Moisés la Morada, el Tabernáculo y todos sus utensilios; sus ganchos, sus tablones, sus travesaños, sus columnas y sus basas; 34la cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, la cubierta de pieles de tejón y la cortina del velo; 35el Arca del Testimonio con sus varas y el propiciatorio; 36la mesa con todos sus utensilios, y el pan de la proposición; 37el candelabro (de oro) puro con sus lámparas —las lámparas que habían de colocarse en él—, todos sus utensilios y el aceite del alumbrado; 38el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada del Tabernáculo; 39el altar de bronce con su rejilla de bronce, sus varas y todos sus utensilios; la pila con su base; 40las cortinas del atrio, sus columnas con sus basas, la cortina para la entrada del atrio, sus cuerdas, sus estacas y todos los utensilios del servicio de la Morada para el Tabernáculo de la Reunión; 41las vestiduras litúrgicas para el servicio en el Santuario, los ornamentos sagrados para el sacerdote Aarón, y las vestiduras de sus hijos para ejercer el sacerdocio. 42Conforme a cuanto Yahvé había ordenado a Moisés, así hicieron los hijos de Israel toda la obra. 43[718]Moisés vio toda la obra y reconoció que la habían llevado a cabo; tal como había mandado Moisés, así la habían hecho; y Moisés los bendijo.

ÉXODO 40
Erección del Tabernáculo

1Habló Yahvé a Moisés y dijo: 2[719] “El día primero del primer mes erigirás la Morada del Tabernáculo de la Reunión. 3Pondrás allí el Arca del Testimonio y cubrirás el Arca con el velo. 4Introducirás la mesa y dispondrás lo que hay que poner sobre ella; colocarás también el candelabro y ubicarás en él las lámparas. 5Erigirás el altar de oro para el incienso delante del Arca del Testimonio y pondrás la cortina a la entrada del Tabernáculo. 6Colocarás el altar de los holocaustos delante de la entrada de la Morada del Tabernáculo de la Reunión. 7Pondrás la pila entre el Tabernáculo de la Reunión y el altar, y echarás agua en ella, 8levantarás el atrio en derredor y tenderás la cortina a la entrada del atrio. 9Y tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y todo lo que hay en ella. La consagrarás con todos sus utensilios para que sea santa. 10Ungirás también el altar de los holocaustos con todos sus utensilios. Consagrarás el altar, y el altar será cosa santísima. 11Asimismo ungirás la pila y su base, y la consagrarás. 12Después dispondrás que Aarón y sus hijos se presenten a la entrada del Tabernáculo de la Reunión y los lavarás con agua. 13Y vestirás a Aarón con las vestiduras sagradas, le ungirás y le consagrarás para que me sirva de sacerdote. 14Harás también que se presenten sus hijos; los vestirás con túnicas 15[720]y los ungirás, como ungiste a su padre, para que me sirvan de sacerdotes. Su unción les conferirá el sacerdocio sempiterno entre sus descendientes.”

16Hizo Moisés conforme a todo lo que Yahvé le había mandado. Así lo hizo. 17En el primer mes del año segundo, el día primero del mes, fue erigida la Morada. 18Moisés alzó la Morada, asentó sus basas, colocó sus tablones, metió sus travesaños y erigió sus columnas. 19Después extendió el Tabernáculo por encima de la Morada y puso sobre ella, por la parte de arriba, la cubierta del Tabernáculo, como Yahvé había mandado a Moisés. 20[721]Luego tomó el Testimonio y lo depositó dentro del Arca; acomodó las varas al Arca y asentó sobre ella el propiciatorio. 21Metió el Arca en la Morada, colgó la cortina del velo y ocultó el Arca del Testimonio, como Yahvé había mandado a Moisés. 22Colocó también la mesa en el Tabernáculo de la Reunión, al lado septentrional de la Morada, fuera del velo. 23Y dispuso sobre ella los panes delante de Yahvé, así como Yahvé ordenara a Moisés. 24Luego instaló el candelabro en el Tabernáculo de la Reunión, frente a la mesa, en el lado meridional de la Morada, 25y colocó las lámparas delante de Yahvé, como Yahvé había mandado a Moisés. 26Asimismo erigió el altar de oro en el Tabernáculo de la Reunión, delante del velo; 27y quemó sobre él incienso aromático, como Yahvé había mandado a Moisés. 28Tendió la cortina a la entrada de la Morada, 29y colocó también el altar de los holocaustos a la entrada de la Morada del Tabernáculo de la Reunión; y ofreció sobre él el holocausto y la ofrenda, como Yahvé había mandado a Moisés. 30La pila la colocó entre el Tabernáculo de la Reunión y el altar, y echó en ella agua para las abluciones; 31y Moisés y Aarón y los hijos de este se lavaron en ella sus manos y sus pies. 32Siempre que entraban en el Tabernáculo de la Reunión, y siempre que se acercaban al altar, se lavaban, como Yahvé había mandado a Moisés. 33Por fin erigió el atrio alrededor de la Morada y del altar, y puso la cortina a la puerta del atrio. Así acabó Moisés la obra.

La gloria de dios llena el Tabernáculo

34[722]Entonces la nube cubrió el Tabernáculo de la Reunión y la gloria de Yahvé llenó la Morada, 35de modo que Moisés no pudo entrar en el Tabernáculo de la Reunión, pues la nube descansaba sobre este, y la gloria de Yahvé llenaba la Morada.

Las señales de marcha

36En todas sus marchas los hijos de Israel levantaban el campamento cuando la nube se alzaba de encima de la Morada. 37Y si la nube no se levantaba, no marchaban, hasta el día en que se levantaba. 38Porque durante el día estaba sobre la Morada la nube de Yahvé, en la cual durante la noche había fuego, viéndolo toda la casa de Israel en todas sus marchas.

LEVÍTICO

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I. LEYES DE CULTO
LEVÍTICO 1
Los holocaustos

1[723]Llamó Yahvé a Moisés y le habló desde el Tabernáculo de la Reunión, diciendo: 2[724]“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de vosotros quisiere presentar a Yahvé una ofrenda de animales, ofreceréis una res del ganado mayor o del ganado menor.

3[725]Si su ofrenda es holocausto de ganado mayor, presentará un macho sin tacha. A la entrada del Tabernáculo de la Reunión lo presentará para que sea grato delante de Yahvé. 4Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será acepto para expiación suya. 5Luego degollará el becerro delante de Yahvé; y los hijos de Aarón, los sacerdotes, ofrecerán la sangre, derramándola sobre todos los costados del altar que está a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 6Después será desollado el holocausto y cortado en trozos, 7y los hijos de Aarón, los sacerdotes, pondrán fuego en el altar y dispondrán la leña sobre el fuego. 8Luego los hijos de Aarón, los sacerdotes, dispondrán los trozos, juntamente con la cabeza y el sebo, sobre la leña que hay sobre el fuego encima del altar; 9[726]y después de lavar con agua las entrañas y las patas, el sacerdote lo quemará todo sobre el altar. Es holocausto, sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé.

10Si su ofrenda es de ganado menor, tomada de las ovejas o de las cabras, ofrecerá como holocausto un macho sin tacha. 11Lo degollará al lado septentrional del altar, delante de Yahvé; y los hijos de Aarón, los sacerdotes, derramarán su sangre sobre todos los costados del altar. 12Lo cortarán en trozos, y junto con la cabeza y el sebo lo ordenará el sacerdote sobre la leña dispuesta sobre el fuego encima del altar; 13y luego de lavar con agua las entrañas y las patas, el sacerdote lo ofrecerá todo, y lo quemará sobre el altar. Es holocausto, sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé.

14Cuando ofrezca a Yahvé un holocausto de aves, será su ofrenda de tórtolas o de palominos. 15[727]El sacerdote la llevará al altar y después de retorcerle con las uñas la cabeza la quemará sobre el altar y se hará gotear su sangre sobre el borde del altar. 16Le quitará el buche con sus suciedades y lo tirará junto al altar, al lado oriental, en el lugar de las cenizas. 17Después le quebrantará las alas, pero sin separarlas, y el sacerdote la quemará sobre el altar, encima de la leña dispuesta sobre el fuego. Es un holocausto, sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé.

LEVÍTICO 2
Ofrendas de harina y pan

1[728]Cuando alguno presentare una ofrenda en homenaje a Yahvé, su oblación será de flor de harina, sobre la cual derramará aceite y pondrá incienso. 2[729]La llevará a los sacerdotes, hijos de Aarón, y (el sacerdote) tomará de allí un puñado de la flor de harina con el aceite, y todo el incienso, y lo quemará sobre el altar para recuerdo. Es un sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé. 3Lo restante de la ofrenda será para Aarón y sus hijos. Es cosa santísima entre las ofrendas quemadas en honor de Yahvé.

4Si ofrecieres como oblación una cosa cocida al horno, será de tortas ácimas de flor de harina amasadas con aceite o de galletas ácimas untadas con aceite. 5Y si tu oblación fuere ofrenda hecha en sartén, será de flor de harina, sin levadura, amasada con aceite; 6la desmenuzarás, y derramarás sobre ella aceite; pues es ofrenda. 7Y si tu oblación fuere ofrenda cocida en olla, será de flor de harina con aceite, 8elevarás la ofrenda así preparada a Yahvé y la entregarás al sacerdote, el cual la llevará al altar. 9El sacerdote tomará de la ofrenda la parte destinada para recuerdo y la quemará sobre el altar. Es un sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé. 10Lo restante de la ofrenda será para Aarón y sus hijos; es cosa santísima entre los sacrificios quemados en honor de Yahvé.

11[730]Ninguna ofrenda que presentareis a Yahvé sea hecha con levadura, pues ninguna cosa hecha con levadura, ni que contenga miel, sea quemada como sacrificio ígneo en honor de Yahvé. 12Podréis presentarlas como oblación de primicias a Yahvé; pero no han de ponerse sobre el altar como (sacrificio de) olor grato.

13[731]Sazonarás con sal toda oblación de tus ofrendas. Nunca dejarás que falte en tus ofrendas la sal de la alianza de tu Dios. Con todas tus oblaciones ofrecerás sal.”

Las primicias

14“Si presentares a Yahvé ofrenda de primicias, ofrecerás espigas tostadas al fuego, o granos machacados, como oblación de tus primicias. 15Sobre ellas derramarás aceite y pondrás incienso, porque es ofrenda. 16El sacerdote quemará del grano machacado y del aceite la porción destinada para recuerdo con todo el incienso. Es sacrificio de combustión en honor de Yahvé.”

LEVÍTICO 3
Los sacrificios pacíficos

1[732]“Quien presentare como oblación un sacrificio pacífico, si la ofrece del ganado mayor, sea macho o hembra la presentará sin tacha delante de Yahvé. 2Pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, que degollará a la entrada del Tabernáculo de la Reunión y cuya sangre derramarán los hijos de Aarón, los sacerdotes, sobre todos los costados del altar. 3Del sacrificio pacífico ofrecerá a Yahvé, quemándolo en el fuego, el sebo que cubre las entrañas, todo el sebo que está adherido a las entrañas, 4los dos riñones, con el sebo que los cubre, el que hay sobre los ijares, y la telilla del hígado, que cortará de junto a los riñones. 5Los hijos de Aarón lo quemarán en el altar, encima del holocausto puesto sobre la leña, debajo de la cual arde el fuego. Es sacrificio consumido por el fuego, olor grato a Yahvé.

6Quien ofreciere a Yahvé un sacrificio pacífico del ganado menor, sea macho o hembra, lo presentará sin tacha. 7Si ofrece como sacrificio suyo un cordero lo presentará ante Yahvé, 8pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima la degollará delante del Tabernáculo de la reunión, y los hijos de Aarón derramarán la sangre sobre todos los costados del altar. 9[733]De este sacrificio pacífico ofrecerá (el oferente) a Yahvé, como sacrificio de combustión, el sebo y la cola entera, cortándola desde el espinazo, el sebo que cubre las entrañas, todo el sebo que está adherido a las entrañas, 10los dos riñones con el sebo que los cubre, el que hay sobre los ijares, y la telilla del hígado, que cortará de junto a los riñones. 11El sacerdote quemará esto sobre el altar; es alimento del sacrificio de combustión ofrecido a Yahvé.

12Si ofreciere en sacrificio una cabra, la presentará ante Yahvé, 13pondrá su mano sobre la cabeza de la misma y la degollará delante del Tabernáculo de la Reunión; y los hijos de Aarón derramarán la sangre sobre todos los costados del altar: 14De ella ofrecerá a Yahvé, como sacrificio de combustión, el sebo que cubre las entrañas, todo el sebo adherido a las entrañas, 15los dos riñones con el sebo que los cubre, el que hay sobre los ijares, y la telilla del hígado, que cortará de junto a los riñones. 16El sacerdote quemará esto sobre el altar; es alimento del sacrificio de combustión, de olor grato. Toda la grasa pertenece a Yahvé. 17[734]Ley perpetua es esta para vuestros descendientes. En todas vuestras moradas no comeréis ni grasa ni sangre.”

LEVÍTICO 4
El sacrificio por el pecado del sumo sacerdote

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[735]“Habla a los hijos de Israel y diles: Si alguno pecare por ignorancia haciendo algo prohibido por las leyes de Yahvé, y cometiendo alguna de aquellas cosas; 3[736]si el que peca es el sacerdote ungido, que de este modo hace culpable al pueblo, ofrecerá a Yahvé por el pecado cometido un becerro sin tacha, como sacrificio por el pecado. 4Conducirá el becerro a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, ante Yahvé, pondrá su mano sobre la cabeza del becerro y lo inmolará delante de Yahvé. 5El sacerdote ungido tomará de la sangre del becerro, y la llevará al Tabernáculo de la Reunión; 6y mojará el sacerdote su dedo en la sangre y hará con ella siete aspersiones ante Yahvé, hacia el velo del Santuario. 7El sacerdote untará también con la sangre los cuernos del altar del incienso aromático, que está delante de Yahvé en el Tabernáculo de la Reunión; y derramará toda la sangre del becerro al pie del altar de los holocaustos, que está a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 8Después tomará todo el sebo del becerro inmolado por el pecado, el sebo que cubre las entrañas, todo el sebo que está adherido a las entrañas, 9los dos riñones, el sebo que los cubre, el que hay sobre los ijares, y la telilla del hígado, que cortará de junto a los riñones; 10es decir, lo mismo que se toma en el becerro del sacrificio pacífico; y el sacerdote lo quemará sobre el altar de los holocaustos. 11Mas el cuero del becerro y toda su carne, junto con su cabeza y sus piernas, con sus entrañas y sus excrementos, 12[737]el becerro entero, lo sacará fuera del campamento a un lugar limpio, donde se echan las cenizas, y lo quemará sobre la leña. Será quemado allí donde se echan las cenizas.

Por el pecado del pueblo

13Si todo el pueblo de Israel pecare por ignorancia, sin que la asamblea se dé cuenta de ello, de modo que hiciera una cosa prohibida por las leyes de Yahvé, haciéndose así culpable, 14cuando se conozca el pecado cometido, ofrecerá la asamblea un becerro en sacrificio por el pecado, que presentarán delante del Tabernáculo de la Reunión. 15[738]Y los ancianos del pueblo pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro, ante Yahvé; y será inmolado el becerro delante de Yahvé. 16Después el sacerdote ungido llevará parte de la sangre del becerro al Tabernáculo de la Reunión; 17y mojará el sacerdote su dedo en la sangre y hará siete aspersiones ante Yahvé hacia el velo. 18Untará también con la sangre los cuernos del altar que está delante de Yahvé y que se halla en el Tabernáculo de la Reunión; y después verterá toda la sangre al pie del altar de los holocaustos, que está a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 19Le quitará todo su sebo y lo quemará sobre el altar. 20Hará, pues, con este becerro lo mismo que hizo con el becerro inmolado por el pecado. Así hará con él. De este modo el sacerdote hará expiación por ellos y serán reconciliados. 21Luego sacará el becerro fuera del campamento y lo quemará como quemó el becerro primero. Este es el sacrificio por el pecado de toda la asamblea.

Por el pecado de un príncipe

22[739]Cuando un príncipe pecare por ignorancia, cometiendo algo prohibido por las leyes de Yahvé, haciéndose así culpable, 23tan pronto como se diere cuenta del pecado que cometió, dará como ofrenda suya un macho cabrío sin tacha, 24pondrá su mano sobre la cabeza del macho cabrío y lo degollará en el lugar donde se degüella el holocausto, delante de Yahvé. Es sacrificio por el pecado. 25Después el sacerdote con su dedo tomará de la sangre del sacrificio por el pecado, y la pondrá sobre los cuernos del altar de los holocaustos; la sangre (restante) la derramará al pie del altar de los holocaustos. 26Quemará todo el sebo en el altar, del mismo modo que quemó el sebo de los sacrificios pacíficos. Así el sacerdote hará expiación por el pecado del (príncipe) y le será perdonado.

Por el pecado de un particular

27Si alguno del pueblo pecare por ignorancia, transgrediendo alguna de las prohibiciones de Yahvé, haciéndose así culpable, 28[740]al darse cuenta del pecado cometido, dará como ofrenda por el pecado cometido una cabra, hembra, sin tacha, 29pondrá su mano sobre la cabeza del sacrificio por el pecado y la degollará en el lugar donde se degüellan los holocaustos. 30Después tomará el sacerdote con su dedo de esta sangre, la pondrá sobre los cuernos del altar de los holocaustos y derramará todo (el resto de) la sangre al pie del altar. 31Luego tomará todo el sebo de la víctima, como se hace en los sacrificios pacíficos; y el sacerdote lo quemará en el altar, como olor grato a Yahvé. Así le expiará el sacerdote y le será perdonado.

32Si trajere como ofrenda suya por el pecado un cordero, ha de ser hembra sin tacha; 33pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima por el pecado y la degollará, como sacrificio por el pecado en el lugar donde se degüellan los holocaustos. 34Después tomará el sacerdote con su dedo de la sangre de la víctima por el pecado y la pondrá sobre los cuernos del altar de los holocaustos; toda la (demás) sangre la derramará al pie del altar. 35Luego tomará todo el sebo de la víctima, como se hace con el cordero en los sacrificios pacíficos, y el sacerdote lo quemará en el altar, junto con los sacrificios que se queman en honor de Yahvé. Así el sacerdote hará expiación por él, por el pecado cometido, y este le será perdonado.”

LEVÍTICO 5
Expiación de diversas clases de pecados

1[741]“Si alguno pecare porque habiendo oído una imprecación y sido testigo de una cosa, sea porque la vio, o sea porque la supo, y no la denunció, llevará su iniquidad. 2O si alguno sin darse cuenta tocare cosa inmunda, sea el cadáver de una fiera inmunda, o el cadáver de un animal doméstico, o el cadáver de un reptil inmundo, se hace inmundo y culpable él mismo. 3O si tocare, por inadvertencia, cualquier inmundicia de hombre, con la que uno se puede contaminar, tan pronto como llegue a saberlo, será reo de culpa. 4O si alguno con sus labios jurare inconsideradamente hacer mal o hacer bien, en una de esas cosas en que los hombres suelen jurar inconsideradamente, y no se da cuenta, tan pronto como llegue a saberlo, se hará culpable de la cosa respectiva.

5Quienquiera que fuere culpable de una de estas cosas, confesará aquello en que ha pecado; 6y para expiación del pecado cometido ofrecerá a Yahvé una hembra del ganado menor, oveja o cabra, como sacrificio por el pecado; y el sacerdote hará por él expiación de su pecado.

7Cuando sus recursos no alcancen para una oveja, presentará a Yahvé, como sacrificio por su pecado, dos tórtolas o dos palominos, uno como sacrificio por el pecado y otro en holocausto. 8[742]Los llevará al sacerdote, quien ofrecerá primero el que se ofrece por el pecado. Con las uñas le retorcerá la cabeza cerca del cuello sin arrancarla. 9Y derramará parte de la sangre del sacrificio expiatorio contra la pared del altar; y lo restante de la sangre la hará gotear al pie del altar, pues es sacrificio por el pecado. 10Luego ofrecerá el segundo en holocausto, conforme al rito. Así el sacerdote le expiará por el pecado cometido y este le será perdonado.

11Si no tuviere lo suficiente para dos tórtolas o dos palominos, presentará, como ofrenda suya por el pecado, la décima parte de una efa de flor de harina en sacrificio expiatorio. No añadirá aceite, ni echará sobre ella incienso, porque es sacrificio por el pecado. 12La llevará al sacerdote; y el sacerdote tomando de ella un puñado, para recuerdo, la quemará en el altar, encima de los sacrificios consumidos por el fuego en honor de Yahvé. Es sacrificio por el pecado. 13Y el sacerdote hará expiación por él, por el pecado que cometió en alguna de aquellas cosas, y se le perdonará. Y (el resto) pertenecerá al sacerdote, como en oblación.”

El sacrificio por el delito

14Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 15[743]“Si uno comete infidelidad y peca por inadvertencia contra las cosas santas que pertenecen a Yahvé, ofrecerá a Yahvé, como sacrificio por su delito, un carnero del rebaño, sin tacha, estimado según tu valuación en dos siclos, conforme al peso del Santuario. 16Y restituirá lo que defraudó de la cosa santa, añadiéndole una quinta parte, y lo dará al sacerdote, el cual hará por él la expiación con el carnero del sacrificio por el delito y se le perdonará.

17Quien pecare sin darse cuenta, haciendo algo prohibido por los mandamientos de Yahvé; será culpable y llevará su iniquidad. 18Llevará al sacerdote, como sacrificio por el delito, un carnero del rebaño, sin tacha, según tu valuación; y el sacerdote hará expiación por el error que cometió sin saberlo, y se le perdonará. 19[744]Es sacrificio expiatorio, pues pecó indudablemente contra Yahvé.”

LEVÍTICO 6
Otros delitos

1Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Quien pecare y cometiere infidelidad contra Yahvé, negando a su compañero (la devolución de) un depósito, o de una prenda puesta en sus manos, o de una cosa robada, o haciendo violencia a uno de su pueblo, 3o hallare una cosa perdida y mintiere respecto de ella, jurando en falso, en una de las cosas en que los hombres suelen pecar; 4cuando así pecare, haciéndose culpable, devolverá lo robado, o lo apropiado con violencia, o el depósito que se le confió, o la cosa perdida que halló, 5o todo aquello sobre lo cual juró en falso. Lo restituirá íntegramente, con el recargo de una quinta parte, y lo devolverá a su dueño en el día de su sacrificio expiatorio. 6[745]Y entregará al sacerdote para Yahvé, como sacrificio por su culpa, un carnero del rebaño, sin tacha, según tu valuación. 7El sacerdote hará por él la expiación delante de Yahvé; y le será perdonada cualquier culpa en que haya incurrido.”

El sacrificio perpetuo

8Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 9[746]“Manda a Aarón y a sus hijos y diles: Esta es la ley del holocausto: El holocausto estará en el altar sobre el fuego encendido toda la noche hasta la mañana, sin que el fuego del altar se apague. 10El sacerdote se vestirá su túnica de lino y puestos sobre su carne los calzoncillos de lino, sacará las cenizas a que el fuego habrá reducido el holocausto sobre el altar, y las depositará al lado del altar. 11Después se quitará los vestidos y se pondrá otros para llevar las cenizas fuera del campamento a un lugar puro. 12El fuego arderá siempre en el altar sin apagarse; el sacerdote lo cebará con leña todas las mañanas, dispondrá encima el holocausto y quemará sobre él el sebo de los sacrificios pacíficos. 13[747]Es un fuego que ha de arder perpetuamente sobre el altar, sin apagarse jamás.”

El rito de la oblación

14“Esta es la ley de la oblación. Los hijos de Aarón la presentarán delante de Yahvé, frente al altar. 15El (sacerdote) tomará de la oblación un puñado de flor de harina con su aceite, y todo el incienso puesto sobre la oblación, y lo quemará en el altar, para recuerdo, como olor grato a Yahvé. 16El resto de ella lo comerán Aarón y sus hijos; debe comerse sin levadura en lugar santo. En el atrio del Tabernáculo de la Reunión han de comerlo. 17[748]No se la cocerá con levadura. Es la porción que Yo les doy de lo que se me ofrece para ser consumido por el fuego. Es cosa sacratísima, como el sacrificio por el pecado y como el sacrificio por el delito. 18[749]Todos los varones de los hijos de Aarón comerán de ello. Es ley perpetua de generación en generación con respecto a las ofrendas hechas a Yahvé por el fuego. Todo el que las tocare quedará santificado.”

La oblación del Sumo Sacerdote

19Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 20“Esta es la oblación que Aarón y sus hijos presentarán a Yahvé el día de su unción: la décima parte de un efa de flor de harina. Es oblación perpetua, la mitad por la mañana, y la mitad por la tarde. 21Será preparada con aceite en la sartén; bien frita la ofrecerás; como oblación partida en trozos la presentarás como olor grato a Yahvé. 22También el Sumo Sacerdote que le suceda de entre sus hijos, la ofrecerá. Y es precepto perpetuo de Yahvé que sea totalmente quemada. 23Toda oblación de sacerdote será totalmente quemada; no se comerá.”

Rito del sacrificio por el pecado

24Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 25“Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Esta es la ley del sacrificio por el pecado: En el lugar donde se degüella el holocausto, delante de Yahvé, será degollada también la víctima por el pecado. Es cosa santísima. 26El sacerdote que ofrece la víctima por el pecado la comerá. La comerá en lugar santo, en el atrio del Tabernáculo de la Reunión. 27Todo el que tocare esta carne será santificado, y si una gota de su sangre cayere sobre un vestido, lavarás en lugar santo la parte manchada por la sangre. 28La vasija de barro en que haya sido cocida será quebrada; y si fuere cocida en vasija de cobre, se la fregará y lavará con agua. 29Todos los varones de entre los sacerdotes podrán comer de ella. Es cosa santísima. 30Mas no se comerá ninguna víctima ofrecida por el pecado, cuando parte de su sangre haya de llevarse al Tabernáculo de la Reunión para hacer la expiación en el Santuario. Será quemada en el fuego.”

LEVÍTICO 7
Rito del sacrificio por el delito

1[750]Esta es la ley del sacrificio por el delito. Es cosa santísima. 2En el lugar donde se inmola el holocausto, será inmolada la víctima por el delito, y su sangre será derramada sobre el altar todo en derredor. 3Se ofrecerá de ella todo el sebo, la cola, el sebo que cubre las entrañas, 4los dos riñones, el sebo que los cubre, el que está sobre los ijares, y la telilla del hígado, que se cortará de junto a los riñones. 5El sacerdote lo quemará sobre el altar, como sacrificio que se ofrece a Yahvé por el fuego. Este es el sacrificio por el delito. 6Todos los varones de entre los sacerdotes podrán comerlo; en lugar sagrado se lo comerá. Es cosa santísima.

7El sacrificio por el pecado y el sacrificio por el delito se rigen por la misma ley. La víctima pertenece al sacerdote que hace la expiación con ella. 8El sacerdote que ofrece el holocausto de una persona, se quedará con la piel de la víctima que haya ofrecido. 9También toda oblación cocida al horno, y toda preparada en cazuela o en sartén, es del sacerdote que la ofrece. 10Mas toda oblación amasada con aceite, o seca, será de todos los hijos de Aarón, en porciones iguales.”

Rito de los sacrificios pacíficos

11[751] “Esta es la ley del sacrificio pacífico que se ofrece a Yahvé. 12Si se ofrece en acción de gracias, se ofrecerán, juntamente con el sacrificio de acción de gracias, tortas sin levadura amasadas con aceite, galletas ácimas untadas de aceite y tortas de flor de harina amasadas con aceite. 13[752]Además de las tortas podrán ofrecerse como oblación, pan fermentado, juntamente con su sacrificio pacífico de acción de gracias. 14Se presentará a Yahvé una porción de cada una de estas oblaciones, como ofrenda alzada, que corresponderá al sacerdote que derramare la sangre del sacrificio pacífico. 15[753]La carne del sacrificio pacífico en acción de gracias será comida en el día de su oblación, sin dejar nada de ella para el día siguiente.

16Si el sacrificio se ofrece en cumplimiento de un voto, o como oblación voluntaria, se comerá el día mismo en que fuere ofrecido, y lo que de él sobrare podrá comerse al día siguiente. 17Mas lo que de la carne del sacrificio quedare hasta el tercer día, será quemada. 18Si alguno comiere de la carne de su sacrificio pacífico el día tercero; su sacrificio no será acepto; no se le computará al oferente del mismo; antes será abominación; y el que comiere de ella llevará su iniquidad. 19La carne que tocare cualquier cosa inmunda no podrá comerse; será entregada al fuego. Mas la carne (incontaminada) cualquier persona pura podrá comerla. 20[754]Quien, siendo impuro, coma carne del sacrificio pacífico presentado a Yahvé, será exterminado de entre su pueblo. 21Y el que tocare cualquier cosa inmunda, por ejemplo, inmundicia de hombre, o bestia inmunda, o inmundicia de cualquier otra abominación impura, y luego comiere de la carne del sacrificio pacífico ofrecido a Yahvé, será extirpado de entre su pueblo.”

Prohibición de comer sebo y sangre

22Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 23“Habla a los hijos de Israel y diles: No comeréis sebo de buey, ni de oveja, ni de cabra. 24El sebo de animal muerto o destrozado (por fieras) podrá servir para cualquier uso, pero en modo alguno lo comeréis. 25Porque todo aquel que coma sebo de animal que suele quemarse en honor de Yahvé, será extirpado de entre su pueblo. 26Tampoco comeréis sangre, ni de ave, ni de cuadrúpedo, en ninguno de los lugares en que habitareis. 27[755]Todo el que comiere cualquier clase de sangre, será extirpado de entre su pueblo.”

La porción de los sacerdotes

28Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 29“Habla a los hijos de Israel y diles: Quien ofreciere a Yahvé su sacrificio pacífico, entregue a Yahvé una porción de su sacrificio pacífico. 30[756]Con sus mismas manos ofrecerá lo que se ha de quemar en honor de Yahvé: presentará él mismo el sebo y el pecho; el pecho para mecerlo como ofrenda mecida ante Yahvé. 31El sacerdote quemará el sebo del sacrificio en el altar, el pecho, empero, será para Aarón y sus hijos. 32También daréis al sacerdote, como ofrenda alzada, la pierna derecha de vuestros sacrificios pacíficos. 33Aquel de los hijos de Aarón que ofrezca la sangre de los sacrificios pacíficos y el sebo, tendrá la pierna derecha como porción. 34[757]Pues Yo tomo de los sacrificios pacíficos de los hijos de Israel el pecho mecido y la espaldilla alzada, y se los doy al sacerdote Aarón y a sus hijos como derecho perpetuo de parte de los hijos de Israel. 35Esta es la porción de Aarón y la de sus hijos, que les corresponde de los sacrificios que se queman en honor de Yahvé, desde el día en que los constituyó sacerdotes de Yahvé.” 36Por lo cual mandó Yahvé que los hijos de Israel les dieran esto desde el día en que los ungió, como derecho perpetuo de generación en generación.

Conclusión

37[758]Tal es la ley del holocausto, de la oblación, del sacrificio por el pecado, del sacrificio por el delito, de la consagración y del sacrificio pacífico, 38que Yahvé prescribió a Moisés en el monte Sinaí, el día en que mandó a los hijos de Israel que ofrecieran sus oblaciones a Yahvé en el desierto de Sinaí.

LEVÍTICO 8
Consagración de Aarón y sus hijos

1[759]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Toma a Aarón, y con él a sus hijos, y también las vestiduras, el óleo de la unción, el becerro para el sacrificio por el pecado, los dos carneros, y el canasto de los ácimos; 3[760]y reúne a toda la comunidad a la entrada del Tabernáculo de la Reunión.” 4Moisés hizo como Yahvé le había mandado, y se reunió la comunidad a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 5Y dijo Moisés a la asamblea: “Esto es lo que Yahvé ha ordenado que se haga.”

6Entonces mandó Moisés que se acercaran Aarón y sus hijos y los lavó con agua. 7Puso (sobre Aarón) la túnica, le ciñó con el cinturón y le vistió con el manto, poniéndole encima el efod, que le ciñó con el cinturón del efod para atárselo. 8[761]Luego le puso el pectoral, en el cual depositó los Urim y Tummim. 9[762]Colocó también la mitra sobre su cabeza y puso al frente de ella la lámina de oro, la diadema santa, como Yahvé había mandado a Moisés.

10Después tomó Moisés el óleo de la unción y ungió la Morada, con todas las cosas que había en ella, para consagrarlas. 11Con parte de él roció siete veces el altar y lo ungió con todos sus utensilios, como también la pila con su base, para consagrarlos. 12Y derramando parte del óleo de la unción sobre la cabeza de Aarón, lo ungió para consagrarlo. 13[763]Luego mandó Moisés que se acercaran los hijos de Aarón, a los cuales vistió con las túnicas, les ciñó el cinturón y les ató los turbantes, como Yahvé había mandado a Moisés.

14Después hizo traer el becerro para el sacrificio por el pecado, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del becerro del sacrificio por el pecado. 15Moisés lo degolló; y tomando de la sangre la puso con su dedo sobre los cuernos del altar, todo en torno, para purificarlo del pecado. Después derramó la sangre al pie del altar; de esta manera lo consagró haciendo sobre él la expiación. 16Tomó luego todo el sebo que cubre las entrañas, la telilla del hígado y los dos riñones con su sebo; y lo quemó Moisés sobre el altar. 17Mas el becerro con su piel, su carne y sus excrementos, lo quemó fuera del campamento, como Yahvé había ordenado a Moisés.

18Después hizo traer el carnero del holocausto, sobre cuya cabeza Aarón y sus hijos pusieron las manos. 19Moisés lo degolló y roció con la sangre el altar por todos lados. 20El carnero fue descuartizado, y Moisés quemó la cabeza, los trozos y el sebo; 21y después de lavarlas en agua también las entrañas y las patas, de manera que Moisés quemó todo el carnero sobre el altar, como holocausto de olor grato, un sacrificio de combustión en honor de Yahvé, como Yahvé había mandado a Moisés.

22Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero de la consagración, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero. 23[764]Moisés lo degolló, y tomando de su sangre la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el dedo gordo de su pie derecho. 24Después hizo Moisés acercar a los hijos de Aarón, les untó con la sangre el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el dedo gordo del pie derecho y derramó la sangre sobre el altar todo en derredor. 25Tomó luego el sebo, la cola, todo el sebo que cubre las entrañas, la telilla del hígado, los dos riñones con su sebo y la espaldilla derecha, 26sacó del canasto de los ácimos que estaba ante Yahvé, una torta de pan ácimo, una torta de pan de aceite y una galleta y las puso sobre el sebo y sobre la espaldilla derecha. 27[765]Entregó todo esto en las manos de Aarón y en las manos de sus hijos, haciéndolo mecer como ofrenda ante Yahvé. 28Recibiéndolo otra vez de manos de ellos Moisés lo quemó en el altar, encima del holocausto, como sacrificio de consagración, de olor grato, como sacrificio de combustión en honor de Yahvé.

29Moisés tomó entonces el pecho y lo meció como ofrenda ante Yahvé; era esta la porción del carnero de la consagración que tocaba a Moisés, como Yahvé había mandado a Moisés. 30[766]Después tomó Moisés del óleo de la unción y de la sangre que había encima del altar y roció a Aarón y sus vestiduras, y a la vez a sus hijos y las vestiduras de sus hijos. Así consagró a Aarón y sus vestiduras, y con él a sus hijos y las vestiduras de sus hijos.

31Y dijo Moisés a Aarón y a sus hijos: “Coced la carne a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Comedla allí mismo como también el pan que está en el canasto de la consagración, respecto del cual yo he mandado diciendo: Aarón y sus hijos la comerán. 32Lo restante de la carne y del pan lo quemaréis en el fuego. 33Y no saldréis de la entrada del Tabernáculo de la Reunión por siete días, hasta el día en que se cumplan los días de vuestra consagración; porque siete días durará vuestra consagración. 34Como se ha hecho hoy, así ha mandado Yahvé que se haga (los siete días) a fin de expiaros. 35[767]Durante siete días os quedaréis día y noche a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, guardando el mandato de Yahvé para que no muráis, porque así me fue ordenado.”

36Hicieron Aarón y sus hijos todo cuanto Yahvé había mandado a Moisés.

LEVÍTICO 9
Aarón ofrece los primeros sacrificios

1El día octavo llamó Moisés a Aarón y sus hijos, y a los ancianos de Israel, 2y dijo a Aarón: “Tómate un becerro de la vacada para el sacrificio por el pecado y un carnero para holocausto, ambos sin tacha, para ofrecerlos ante Yahvé. 3Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: ‘Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el pecado, y un becerro y un cordero, ambos primales y sin tacha, para el holocausto, 4y un toro y un carnero para el sacrificio pacífico, que se inmolen ante Yahvé, y una oblación amasada con aceite; porque hoy se os mostrará Yahvé’.”

5Trajeron, pues, ante el Tabernáculo de la Reunión lo que Moisés había mandado, y se acercó todo el pueblo y se mantuvo en pie delante de Yahvé. 6Dijo entonces Moisés: “He aquí lo que ha mandado Yahvé; hacedlo y se os aparecerá la gloria de Yahvé.” 7[768]Después dijo Moisés a Aarón: “Acércate al altar y ofrece tu sacrificio por el pecado y tu holocausto, y haz la expiación por ti mismo y por el pueblo; ofrece también la oblación del pueblo y haz la expiación por ellos; como Yahvé lo ha prescrito.

8Se acercó, pues, Aarón al altar y degolló el becerro del sacrificio por su propio pecado. 9Los hijos de Aarón le presentaron la sangre; y él, mojando su dedo en la sangre roció con ella los cuernos del altar y derramó la sangre al pie del altar. 10Luego quemó sobre el altar el sebo, los riñones y la telilla del hígado, del sacrificio por el pecado, como Yahvé había mandado a Moisés; 11pero la carne y la piel las quemó fuera del campamento. 12Después degolló el holocausto, y los hijos de Aarón le presentaron la sangre, la cual derramó todo en torno sobre el altar. 13Le presentaron igualmente el holocausto, trozo por trozo, juntamente con la cabeza, y lo quemó sobre el altar. 14Y habiendo lavado las entrañas y las patas las quemó encima del holocausto sobre el altar.

15Después ofreció la oblación del pueblo. Tomó el macho cabrío correspondiente al pueblo para el sacrificio por el pecado, lo inmoló y lo presentó por el pecado del mismo modo que el primero. 16Ofreció así el holocausto, haciéndolo según, el rito. 17Además presentó la oblación. Tomando un puñado de ella lo quemó en el altar, juntamente con el holocausto de la mañana. 18Degolló asimismo el toro y el carnero como sacrificio pacífico por el pueblo. Los hijos de Aarón le entregaron la sangre, la cual él derramó sobre el altar, todo alrededor, 19y las partes grasas del toro y del carnero con la cola, el sebo que cubre las entrañas, los riñones y la telilla del hígado. 20Las partes grasas las pusieron sobre los pechos (de las víctimas) y él las quemó sobre el altar. 21[769]Mas los pechos y la pierna derecha los meció Aarón como ofrenda ante Yahvé, conforme Moisés había mandado.

Aparición de la gloria del Señor

22[770]Entonces Aarón alzando las manos hacia el pueblo lo bendijo, y se retiró después de haber ofrecido el sacrificio por el pecado, el holocausto y la hostia pacífica. 23[771]Luego Moisés y Aarón entraron en el Tabernáculo de la Reunión y cuando salieron bendijeron al pueblo. Entonces la gloria de Yahvé se apareció a todo el pueblo. 24[772]Salió fuego de la presencia de Yahvé que consumió el holocausto puesto en el altar y las partes grasas. Todo el pueblo lo vio, y prorrumpiendo en gritos de júbilo cayeron sobre sus rostros.

LEVÍTICO 10
Castigo de Nadab y Abiú

1[773]Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en ellos, y después de echar incienso encima, ofrecieron ante Yahvé un fuego extraño que Él no les había mandado. 2Entonces salió fuego de la presencia de Yahvé que los devoró; y murieron delante de Yahvé. 3[774]Por lo cual dijo Moisés a Aarón: “Esto es lo que Yahvé ha declarado diciendo: He de ser santificado por los que se me acercan, y glorificado delante de todo el pueblo.” Aarón enmudeció.

4Entonces llamó Moisés a Misael y a Elsafán, hijos de Usiel, tío de Aarón, y les dijo: “Aproximaos y sacad a vuestros hermanos de delante del Santuario, llevándolos fuera del campamento.” 5Se aproximaron, pues, y los llevaron con sus túnicas fuera del campamento, como Moisés había mandado. 6Y dijo Moisés a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: “No descubráis vuestras cabezas ni rasguéis vuestras vestiduras, no sea que muráis y se irrite Yahvé contra todo el pueblo; mas vuestros hermanos y toda la casa de Israel lloren el incendio que Yahvé ha encendido. 7Tampoco salgáis de la entrada del Tabernáculo de la Reunión, no sea que muráis, pues el óleo de la unción de Yahvé está sobre vosotros.” Ellos hicieron conforme a la palabra de Moisés.

Prohibición de bebidas alcohólicas

8Habló Yahvé a Aarón, diciendo: 9[775]“Cuando entréis en el Tabernáculo de la Reunión, no beberéis vino ni bebida que pueda embriagar, ni tú, ni tus hijos contigo, no sea que muráis. Ley perpetua es esta para vuestros descendientes; 10a fin de que podáis distinguir entre lo sagrado y lo profano, y entre lo impuro y lo puro, 11[776]y enseñar a los hijos de Israel todos los preceptos que Yahvé les ha dado por medio de Moisés.”

Derechos de los sacerdotes

12[777]Moisés dijo a Aarón y a Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban (a Aarón): “Tomad la ofrenda que sobra de los sacrificios quemados en honor de Yahvé y comedla sin levadura junto al altar, pues es cosa santísima. 13La comeréis en lugar sagrado, por ser porción tuya, y porción de tus hijos, de los sacrificios quemados en honor de Yahvé, pues así se me ha ordenado. 14[778]Comeréis también en lugar puro, tú y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho mecido y la pierna alzada, porque de los sacrificios pacíficos de los hijos de Israel os han sido dados como porción tuya y porción de tus hijos. 15[779]Ellos presentarán la pierna alzada y el pecho mecido, además del sebo destinados para el fuego, a fin de mecerlos como ofrenda delante de Yahvé; y serán porción perpetua para ti y para tus hijos contigo, según ha mandado Yahvé.”

16[780]También acerca del macho cabrío del sacrificio por el pecado hizo Moisés diligente investigación y he aquí que había sido quemado. Entonces irritado contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que a este le habían quedado, dijo: 17“¿Por qué no comisteis en lugar sagrado la víctima del sacrificio por el pecado? Pues es cosa santísima, y (Dios) os la ha dado para llevar la iniquidad del pueblo, para hacer expiación por ellos ante Yahvé. 18No habiendo sido llevada su sangre al interior del Santuario, debíais comerla sin falta en lugar sagrado, según os he ordenado.” 19[781]Respondió Aarón a Moisés: “Mira que ellos han presentado hoy su sacrificio por el pecado y su holocausto delante de Yahvé; mas si yo hoy, después de lo que me ha sucedido, hubiera comido la víctima expiatoria, ¿habría esto acaso sido grato a Yahvé?” 20Cuando Moisés oyó esto, se dio por satisfecho.

II. LEYES DE PURIFICACIÓN
LEVÍTICO 11
Animales puros e impuros

1[782]Habló Yahvé a Moisés y a Aarón y les dijo: 2[783]“Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que podréis comer, de entre todos los animales que hay sobre la tierra, 3Todo animal biungulado de pezuña hendida que rumia, ese podréis comer. 4Pero no comeréis, a pesar de que rumian y tienen pezuña hendida: el camello, pues aunque rumia, no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; 5ni el conejo, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impuro para vosotros; 6[784]ni liebre, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impura para vosotros; 7ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña hendida y biungulada, no rumia; será inmundo para vosotros. 8De la carne de estos no comeréis ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros.

9De entre todos los animales que viven en las aguas, podréis comer a cuantos teniendo aletas y escamas se encuentran en los mares y en los ríos; a estos podréis comer. 10Pero serán cosa abominable para vosotros todos los que carecen de aletas y escamas, de entre todos los que pululan en las aguas, sea en los mares o en los ríos, y de entre todos los demás animales que viven en el agua. 11Serán detestables para vosotros: no comeréis de su carne y tened sus cadáveres por abominación. 12Todo cuanto en las aguas no tiene aletas y escamas os sea abominable.

13De entre las aves os sean abominables las siguientes, que no se comerán y os serán detestables: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, 14el buitre, el halcón en todas sus especies, 15toda clase de cuervos, 16el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán en todas sus especies, 17el búho, el somormujo, el ibis, 18el cisne, el pelícano, el calamón, 19la cigüeña, la garza en sus especies todas, la abubilla y el murciélago.

20Todo insecto alado que anda sobre cuatro patas os será abominable. 21Pero de todos los insectos alados que andan sobre cuatro pies, podréis comer aquellos que por encima de sus pies tienen dos patas para brincar con ellas sobre la tierra. 22[785]De ellos podréis comer estos: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam, de hargol y de hagab. 23Todo otro insecto alado de cuatro patas os será abominable.

El contacto con cadáveres

24Estos animales os hacen inmundos. Quien tocare su cadáver quedará impuro hasta la tarde. 25Quien alzare alguno de sus cadáveres, lavará sus vestidos y quedará impuro hasta la tarde. 26Asimismo todos los animales que tienen pezuña pero no partida en dos uñas y que no rumian, serán inmundos para vosotros. Todo aquel que los tocare quedará impuro. 27De entre los cuadrúpedos os serán abominables todos los que andan sobre sus plantas. Quien tocare sus cadáveres quedará impuro hasta la tarde. 28El que sacare el cadáver de uno de ellos lavará sus vestidos, y quedará impuro hasta la tarde; son inmundos para vosotros.

29De entre los animales pequeños que andan arrastrándose sobre la tierra, os serán inmundos: la comadreja, el ratón, el lagarto en sus diversas especies, 30el erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo. 31De entre todos los reptiles estos serán inmundos para vosotros. Cualquiera que tocare su cadáver quedará impuro hasta la tarde. 32Y todo objeto sobre el cual cayere uno de estos cadáveres, quedará inmundo, ya sea un instrumento de madera, o un vestido, una piel, un saco, en fin, cualquier objeto que se usa para algo. Será metido en agua y quedará inmundo hasta la tarde; después será puro. 33Si cayera algo de esto en una vasija de barro, todo lo que hubiere dentro de ella quedará inmundo y tendréis que romperla. 34Toda cosa comestible, si fuere preparada con tal agua, quedará inmunda, y toda bebida que se beba en una de esas vasijas quedará inmunda. 35Y todo objeto sobre el cual caiga algo de esos cuerpos muertos, quedará inmundo; el horno y el fogón serán derribados; son impuros para vosotros y los tendréis por inmundos. 36Solamente las fuentes y cisternas, donde se recogen las aguas, permanecerán limpias, mas el que tocare sus cadáveres quedará inmundo. 37De igual manera cuando cayere algo de esos cadáveres sobre una semilla que ha de sembrarse, quedará pura. 38Mas si cayere algo de esos cuerpos muertos sobre semilla mojada, la tendréis por inmunda. 39Si muere uno de aquellos animales que os es lícito comer, quien tocare su cadáver quedará inmundo hasta la tarde. 40Y quien transportare ese cuerpo muerto lavará sus vestidos y quedará inmundo hasta la tarde.

Sobre los reptiles

41Todo reptil que anda arrastrándose sobre la tierra, es cosa abominable; no servirá de comida. 42De entre todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, no comeréis ninguno de los que andan sobre su vientre o sobre cuatro patas o sobre muchos pies, porque son detestables. 43No os hagáis abominables con ninguna clase de reptil que anda arrastrándose, ni os hagáis inmundos con ellos, para que no os contaminéis por medio de ellos. 44[786]Porque Yo soy Yahvé, vuestro Dios; por eso habéis de santificaros y ser santos, porque Yo soy santo; y no os contaminaréis con ninguno de esos reptiles que se arrastran sobre la tierra. 45Pues Yo soy Yahvé que os ha sacado de la tierra de Egipto, a fin de ser vuestro Dios. Sed, pues, santos, porque Yo soy santo.”

46Esta es la ley acerca de las bestias, y de las aves, y de todos los seres vivientes que se mueven en el agua, y de todos los que andan arrastrándose sobre la tierra; 47para que hagáis distinción entre lo impuro y lo puro, entre el animal que puede comerse y el que no puede ser comido.

LEVÍTICO 12
Purificación de la parturienta

1Habló Yahvé a Moisés y dijo: 2[787]“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando una mujer dé a luz y tenga un hijo varón, quedará impura siete días; quedará impura conforme a los días de la impureza de su menstruación. 3[788]Al octavo día será circuncidado el niño en la carne de su prepucio; 4ella, empero, permanecerá todavía treinta y tres días en la sangre de su purificación. No tocará ninguna cosa santa ni irá al Santuario hasta cumplirse los días de su purificación. 5Mas si da a luz una hija, quedará inmunda dos semanas, como en su menstruación, y permanecerá sesenta y seis días más en la sangre de su purificación.

6[789]Al cumplirse los días de su purificación, por hijo o por hija, presentará al sacerdote, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, un cordero primal para holocausto, y un palomino o una tórtola para sacrificio por el pecado. 7El (sacerdote) los ofrecerá ante Yahvé, haciendo expiación por ella, y quedará purificada del flujo de su sangre. Esta es la ley referente a la mujer que da a luz hijo o hija. 8[790]Mas si ella no tiene lo suficiente como para presentar un cordero, tome dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para sacrificio por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella, y quedará pura.”

LEVÍTICO 13
Ley acerca de la lepra

1[791]Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 2“Cuando uno tuviere en la piel de su carne tumor, pústula o mancha reluciente que podría resultar ser llaga de lepra en la piel de su carne, será llevado al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. 3El sacerdote examinará la llaga en la piel de la carne; y si el pelo de la llaga se ha vuelto blanco, y la llaga parece más hundida que la piel de su carne, es llaga de lepra, y el sacerdote que le haya examinado le declarará impuro. 4Mas si hay en la piel de su carne una mancha blanca sin que parezca más hundida que la piel, y sin que el pelo se haya vuelto blanco, el sacerdote recluirá al hombre afectado durante siete días. 5Al día séptimo lo revisará el sacerdote, y si a su parecer la llaga no ha cundido y no ha hecho progreso en la piel, lo recluirá otros siete días. 6Pasados estos siete días el sacerdote lo revisará nuevamente, y si la llaga ha palidecido y no se ha extendido en la piel, lo declarará puro; es una erupción. Lavará sus vestidos y quedará puro. 7Mas si la mancha en la piel siguiere cundiendo después de mostrarse el hombre al sacerdote para ser declarado limpio, será revisado otra vez por el sacerdote. 8El sacerdote le revisará y si la mancha se ha extendido por la piel, el sacerdote lo declarará inmundo: es lepra.

9[792]Cuando se mostrare en un hombre la plaga de la lepra, será llevado al sacerdote. 10El sacerdote lo revisará y si observa un tumor blanco en la piel, y mudado en blanco el color del pelo, y carne viva en la hinchazón, 11[793]es lepra inveterada en la piel de su carne; el sacerdote lo declarará impuro y no lo recluirá, pues es impuro. 12Pero si la lepra ha cundido mucho en la piel, hasta cubrir toda la piel del enfermo desde la cabeza a los pies, en cuanto alcanza a verlo el sacerdote, 13este lo examinará, y si la lepra ha cubierto toda su carne, declarará puro al afectado por la plaga: se ha vuelto todo blanco; es puro. 14Mas cuando se ve en él carne viva quedará impuro; 15y cuando el sacerdote observe la carne viva, lo declarará impuro; la carne viva es impura; es lepra; 16Pero si la carne viva cambia volviéndose blanca, ha de presentarse al sacerdote. 17El sacerdote lo examinará, y al ver que la plaga se ha vuelto blanca, declarará puro al afectado por la enfermedad, y este quedará puro.

18Cuando en la piel de la carne de alguno hubiere una úlcera que se ha curado, 19y apareciere en el lugar de la úlcera un tumor blanco, o una mancha de color blanco rojizo, este tal ha de presentarse al sacerdote. 20El sacerdote lo examinará, y si la mancha parece más hundida que la piel, y su pelo se ha vuelto blanco, lo declarará impuro. Es llaga de lepra que se ha producido en la úlcera. 21Mas si el sacerdote ve que no hay en ella pelo blanco, ni está más hundida que la piel, y que ha tomado color pálido, lo recluirá por siete días. 22Si entonces se extendiere por la piel, el sacerdote lo declarará impuro; es lepra. 23Pero si la mancha sigue estacionaria en su lugar, sin extenderse, es cicatriz de la úlcera; y el sacerdote lo declarará puro.

24Cuando uno tiene en la piel de su carne quemadura de fuego, y aparece sobre la quemadura una mancha, de color blanco rojizo o solo blanco, 25la examinará el sacerdote; y si el pelo se ha vuelto blanco en la mancha blanca y ella aparece más hundida que la piel, es lepra que se ha producido en la quemadura. El sacerdote lo declarará impuro. Es llaga de lepra. 26Si, en cambio, el sacerdote observa que en la mancha no aparece pelo blanco y que no está más hundida que la piel y que ha palidecido, lo recluirá siete días. 27Al séptimo día lo examinará, y si (la mancha) se ha extendido por la piel, el sacerdote le declarará impuro; es llaga de lepra. 28Pero si la mancha sigue estacionaria en su lugar, sin cundir en la piel, y ha cobrado color pálido, es hinchazón de quemadura, y el sacerdote lo declarará puro; pues es cicatriz de la quemadura.

29[794]Cuando un hombre o una mujer tuvieren una llaga en la cabeza o en la barba, 30el sacerdote examinará la llaga, y si esta aparece más hundida que la piel, y si hay en ella pelo amarillento y más delgado, el sacerdote lo declarará impuro, es tina, o sea lepra de la cabeza o de la barba. 31[795]Mas si el sacerdote ve que la llaga de la tina no aparece más hundida que la piel, aunque no hay en ella pelo negro, recluirá al enfermo de la tina por siete días. 32Al séptimo lo examinará el sacerdote, y si no ha cundido la tiña, ni hay en ella pelo amarillento, ni aparece la tina más hundida que la piel, 33se afeitará aquella persona, excepto el lugar de la tiña; y el sacerdote recluirá al tiñoso durante otros siete días. 34Al séptimo día lo examinará el sacerdote, y si no ha cundido la tiña por la piel, ni aparece más hundida que la piel, lo declarará puro. Lavará sus vestidos y quedará puro. 35Pero si la tiña, después de la purificación, se extendiere mucho por la piel, 36lo examinará el sacerdote, y si la tiña se ha extendido por la piel, el sacerdote ya no tendrá que buscar el pelo amarillento; aquella persona es impura. 37Mas si según su opinión la tiña no se ha extendido, y ha brotado en ella pelo negro, se ha curado la tifia. Esa persona es pura, y el sacerdote la declarará pura.

38Cuando un hombre o una mujer tuviere en la piel de su carne manchas blancas, 39el sacerdote los examinará y si las manchas lustrosas en la piel de su carne son de color pálido blanco, es una eczema que ha brotado en la piel; esa persona es pura.

40Si a alguno se le caen los pelos, es un calvo, pero queda puro. 41Y si los pelos se le caen de la parte delantera de la cabeza, es calvo de frente, pero queda puro. 42Mas si en la calva, por detrás o por delante, aparece una llaga de color blanco rojizo, es lepra que ha nacido en la calva, sea por detrás o por delante. 43El sacerdote lo examinará, y si la hinchazón de la llaga en la parte calva, sea por detrás o por delante, es de color blanco rojizo teniendo el aspecto de la lepra en la piel de la carne, 44es leproso; es impuro; el sacerdote lo declarará impuro; su lepra está en la cabeza.

45[796]El afectado por la lepra, llevará sus vestidos rasgados, dejará descubierta su cabeza, se tapará la boca y caminará gritando: ¡Impuro, impuro! 46[797]Todo el tiempo que durare la plaga, quedará impuro; impuro es; habitará solo; fuera del campamento será su morada.

La lepra de los vestidos

47[798]Cuando aparezca plaga de lepra en un vestido de lana o en un vestido de lino, 48sea en la urdimbre del lino o de la lana, o sea en la trama, o en una piel, o en cualquier objeto hecho de cuero, 49si la mancha en el vestido o en la piel, o en la urdimbre, o en la trama, o en cualquier objeto hecho de cuero, tiene color verdoso o rojizo, es plaga de lepra y debe ser mostrada al sacerdote. 50El sacerdote examinará la mancha y encerrará el objeto manchado durante siete días. 51Al séptimo el sacerdote examinará la plaga, y si la plaga se ha extendido en el vestido, sea en la urdimbre o en la trama, o en la piel, o en cualquier objeto hecho de cuero, lepra maligna es la tal plaga, y (el objeto) queda impuro. 52Por lo cual se quemará el vestido, esté (la mancha) en la urdimbre o en la trama de lana o de lino, y asimismo cualquier objeto de piel en que se encuentre la mancha; pues es lepra maligna; será entregado al fuego. 53Pero si el sacerdote ve que no ha cundido la mancha por el vestido, ni en la urdimbre, ni en la trama, ni en cualquier objeto de piel, 54el sacerdote hará lavar el objeto manchado y lo encerrará otros siete días. 55Si el sacerdote ve que la mancha después de haber sido lavada no ha mudado de aspecto, aunque la mancha no se haya extendido, (el objeto) es impuro; lo entregará al fuego; es una corrosión en su reverso o en su anverso. 56Mas si el sacerdote ve que la parte manchada, después de lavada, ha tomado color, la rasgará del vestido, de la piel, de la urdimbre o de la trama respectiva. 57Pero si volviere a aparecer en el vestido, sea en la urdimbre o en la trama o en cualquier objeto de cuero, es una erupción (de lepra); entregarás al fuego aquello en que estuviese la lepra. 58Mas si el vestido, la urdimbre o la trama, o cualquier objeto de cuero que después de ser lavados pierden la mancha, serán lavados por segunda vez y quedarán limpios.

59Esta es la ley de la plaga de la lepra que se halla en los vestidos de lana o de lino, sea en la urdimbre o en la trama, o en cualquier objeto hecho de cuero, para declararlos puros o impuros.”

LEVÍTICO 14
La purificación del leproso

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[799] “Esta es la ley del leproso en el día de su purificación: Se lo conducirá al sacerdote, 3y el sacerdote saldrá fuera del campamento; y si ve que el leproso ya está curado de la llaga de la lepra, 4mandará tomar para aquel que ha de ser purificado dos pájaros vivos y puros, madera de cedro, púrpura escarlata e hisopo. 5Después el sacerdote mandará degollar uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua viva. 6Luego tomará el pájaro vivo, la madera de cedro, la púrpura escarlata y el hisopo, los mojará, juntamente con el pájaro vivo, en la sangre del pájaro degollado sobre el agua viva, 7[800]y rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra. Así lo purificará; luego soltará en el campo al pájaro vivo. 8Aquel que ha de purificarse lavará sus vestidos, se raerá todo su pelo, y se bañará en agua, y quedará limpio. Después podrá entrar en el campamento; pero durante siete días ha de habitar fuera de su tienda. 9El día séptimo se raerá todo su pelo, sus cabellos, su barba, sus cejas; en fin, raerá todo su pelo; lavara también sus vestidos, bañará su cuerpo en agua, y quedará limpio.

10[801]El día octavo tomará dos corderos sin tacha y una oveja primal sin tacha, y como oblación tres décimas de flor de harina amasada con aceite, y un log de aceite. 11El sacerdote que hace la purificación, presentará al hombre que ha de purificarse, juntamente con aquellas cosas, ante Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión; 12y tomará el sacerdote uno de los corderos para ofrecerlo como sacrificio por la culpa, además del log de aceite, y lo mecerá por ofrenda ante Yahvé. 13Luego inmolará el cordero en el lugar donde se inmola el sacrificio por el pecado y el holocausto, en lugar sagrado; porque así como en el sacrificio por el pecado, así también en el sacrificio por la culpa la víctima es para el sacerdote; es cosa santísima. 14Después tomará el sacerdote de la sangre de la víctima por el delito, y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se está purificando, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el dedo gordo de su pie derecho. 15Y tomando el log de aceite echará el sacerdote parte de él sobre la palma de su mano izquierda. 16Después mojará el sacerdote el dedo de su mano derecha en el aceite que tiene en la palma de su mano izquierda, y con su dedo hará siete aspersiones de aceite delante de Yahvé. 17Con el resto del aceite que tiene en la palma de su mano untará el sacerdote el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el dedo gordo de su pie derecho, por encima de la sangre de la victima expiatoria. 18El resto del aceite que queda en la mano del sacerdote, se echara sobre la cabeza del que se purifica, y el sacerdote hará expiación por él ante Yahvé. 19Entonces el sacerdote ofrecerá el sacrificio por el pecado, y hará expiación por quien se purifica de su inmundicia, finalmente degollará el holocausto. 20Ese holocausto y la oblación los ofrecerá el sacerdote sobre el altar. De esta manera el sacerdote hará expiación por él; y quedará limpio.

21Si es pobre y no tiene suficientes recursos, tomará un cordero que será ofrecido en sacrificio por la culpa, como ofrenda mecida, para hacer expiación por él, y además, como oblación una décima de flor de harina amasada con aceite, y un log de aceite, 22y dos tórtolas o dos palominos, según sus recursos, el uno como sacrificio por el pecado y el otro para holocausto: 23Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, para su purificación delante de Yahvé. 24[802]El sacerdote tomará el cordero del sacrificio por la culpa y el log de aceite, y los mecerá por ofrenda ante Yahvé. 25Y después de haber inmolado el cordero del sacrificio por la culpa, tomará el sacerdote de la sangre de la victima expiatoria y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo gordo de su pie derecho. 26Luego derramará el sacerdote parte del aceite sobre la palma de su mano izquierda; 27y con el dedo de su mano derecha hará ante Yahvé siete aspersiones, con el aceite que tiene en la palma de su mano izquierda, 28y pondrá parte del aceite que tiene en su mano, sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo gordo de su pie derecho, en el lugar donde puso la sangre de la víctima por la culpa. 29El resto del aceite que le queda en la mano lo pondrá el sacerdote sobre la cabeza del que se purifica, haciendo expiación por él ante Yahvé. 30Luego ofrecerá según sus posibilidades una de las tórtolas o de los palominos, 31es decir, en la medida de sus recursos, el uno como sacrificio por el pecado, y el otro para holocausto, además de la oblación. De este modo el sacerdote hará expiación ante Yahvé por aquel que se purifica. 32Esta es la ley de purificación para aquel que tiene plaga de lepra y cuyos recursos son limitados.”

La lepra de las casas

33Yahvé habló a Moisés y Aarón y dijo: 34[803]“Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán que Yo os daré en posesión, y ponga la plaga de la lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión, 35el propietario de la casa irá a avisar al sacerdote, diciendo: Me parece que hay algo como lepra en mi casa. 36El sacerdote antes de entrar en la casa para examinar la lepra, dispondrá su evacuación, para que no quede contaminado todo lo que hay en ella. Después entrará a registrar la casa. 37Si al examinar la plaga observa que las manchas en las paredes de la casa forman cavidades verdosas y rojizas, que parecen hundidas en la pared, 38el sacerdote se retirará del interior hasta la puerta de la casa y cerrará la casa por siete días. 39Volverá el sacerdote al día séptimo y si viere que la lepra se ha extendido en las paredes de la casa, 40mandará arrancar las piedras manchadas y arrojarlas fuera de la ciudad en un lugar inmundo. 41Hará raspar todo el interior de la casa; y el polvo que quiten raspando, lo echarán fuera de la ciudad en un lugar inmundo. 42Luego tomarán otras piedras y las volverán a poner en lugar de aquellas y también otra argamasa para revocar la casa. 43Si con todo, la plaga volviere a difundirse en la casa después de arrancar las piedras, y después de raspar y revocar la casa, 44entrará de nuevo el sacerdote, y si viere que la plaga se ha extendido en la casa, es lepra maligna de la casa y esta es inmunda. 45Se derribará aquella casa; y sus piedras y su maderamen y todo el material de la casa, todo será sacado fuera de la ciudad, a un lugar inmundo. 46Quien entrare en esa casa durante todo el tiempo que estuviere cerrada, quedará inmundo hasta la tarde. 47El que durmiere en aquella casa lavará sus vestidos; y también el que comiere en esa casa lavara sus vestidos.

48Mas si el sacerdote al entrar nota que la plaga, después de revocada la casa, no ha cundido en ella, la declarará limpia, pues se ha curado de la plaga. 49Entonces para purificar la casa, tomará dos pájaros, madera de cedro, lana escarlata e hisopo; 50degollará uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua viva: 51y tomando la madera de cedro, el hisopo y la lana escarlata, con el pájaro vivo, los mojará en la sangre del pájaro degollado y en el agua viva y rociará la casa siete veces. 52Así purificará la casa con la sangre del pájaro, con el agua viva, el pájaro vivo, la madera de cedro, el hisopo y la lana escarlata. 53Luego soltará el pájaro vivo fuera de la ciudad, en el campo. De este modo hará expiación por la casa, la cual quedará limpia.

54Esta es la ley para toda clase de lepra y de tina, 55para la lepra del vestido y de la casa, 56y para los tumores y erupciones y manchas blancas, 57para discernir cuándo una cosa es impura y cuándo es pura. Tal es la ley de la lepra.”

LEVÍTICO 15
Pureza sexual

1[804]Habló Yahvé a Moisés y a Aarón, diciendo: 2“Hablad a los hijos de Israel y decidles: Cualquier hombre que tuviere flujo proveniente de su carne es inmundo por su flujo. 3Y esta impureza causada por su flujo, que él se contrae, tanto al destilar su carne el flujo, cuanto al retenerlo, es impureza para él. 4Toda cama en que durmiere el que padece flujo, quedará inmunda; y todo mueble encima del cual se sentare, será impuro. 5Quien tocare su cama lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde. 6Quien se sentare sobre un mueble donde se haya sentado el que padece flujo, lavará sus vestidos, se bañará en agua y será impuro hasta la tarde. 7Quien tocare la carne del que padece flujo, lavará sus vestidos, se bañará en agua y será impuro hasta la tarde. 8Si el que tiene el flujo escupiere sobre un hombre puro, este lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde. 9Toda silla de montar sobre la cual haya cabalgado el que padece flujo, será inmunda. 10Quien tocare un objeto que haya estado debajo del (que padece flujo), quedará impuro hasta la tarde. Y el que lo transportare, lavará sus vestidos, se bañará en agua y será impuro hasta la tarde. 11Todo aquel a quien el que padece flujo tocare sin haberse lavado las manos con agua, lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde. 12Toda vasija de barro tocada por el que padece flujo, será quebrada, y todo utensilio de madera será lavado con agua. 13Si el que padece flujo sanare de su flujo, contará siete días para su purificación; después lavará sus vestidos, se bañará en agua viva y quedará puro. 14Al día octavo tomará dos tórtolas o dos palominos y se presentará ante Yahvé a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, para entregarlos al sacerdote. 15El sacerdote los ofrecerá uno como sacrificio por el pecado, el otro en holocausto, y de esta manera el sacerdote hará expiación por él ante Yahvé, por su flujo.

16El hombre que tuviere derrame de semen, lavará con agua todo su cuerpo y quedará impuro hasta la tarde. 17Toda ropa y toda piel sobre la cual se hubiere derramado el semen, será lavada con agua y quedará impura hasta la tarde. 18[805]Cuando el hombre se acostare con la mujer, produciéndose efusión de semen, se lavarán ambos con agua y quedarán impuros hasta la tarde.

19La mujer que tiene flujo, su flujo de sangre en su cuerpo, permanecerá en su impureza por espacio de siete días y quien la tocare será impuro hasta la tarde. 20Aquello sobre que durmiere durante su impureza, quedará impuro, lo mismo que todo aquello en que se sentare. 21Quien tocare el lecho de ella, lavará sus vestidos, se bañará en agua y permanecerá impuro hasta la tarde. 22Quien tocare un objeto cualquiera sobre el cual ella se haya sentado, lavará sus vestidos, se bañará en agua y será impuro hasta la tarde. 23Quien tocare una cosa puesta sobre el lecho o sobre el mueble donde ella se sienta, quedará impuro hasta la tarde. 24[806]Si uno se acuesta con ella, se acarrea la impureza de ella y queda impuro siete días, y toda cama en que él se acueste será inmunda.

25Cuando una mujer tuviere flujo de su sangre durante algunos días, fuera del tiempo de su impureza o cuando el flujo se prolongare más allá del tiempo de su impureza, quedará impura todo el tiempo del flujo de su inmundicia como en los días de su impureza. 26Toda cama en que se acostare durante todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su impureza, y cualquier objeto sobre el que se sentare quedará inmundo, le será como la inmundicia de su impureza. 27Quien los tocare, quedará impuro y lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde. 28Cuando ella sanare de su flujo, contará siete días, después quedará pura. 29Al octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos y los entregará al sacerdote a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 30El sacerdote los ofrecerá, uno como sacrificio por el pecado, el otro en holocausto; y el sacerdote hará expiación por ella ante Yahvé por el flujo de su impureza.

31Así enseñaréis a los hijos de Israel a purificarse de sus impurezas para que no mueran a causa de su impureza por haber contaminado mi Morada, que está en medio de ellos.”

32Esta es la ley respecto del hombre que padece flujo o se mancha con efusión de semen, 33[807]y respecto de la mujer que se mancha con la impureza mensual, y de aquel que padece flujo, ya varón ya mujer, y de aquel que se acuesta con una mujer impura.

LEVÍTICO 16
El gran día de la expiación

1[808]Habló Yahvé a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, los cuales murieron al acercarse a Yahvé; 2[809]y dijo Yahvé a Moisés: “Di a tu hermano Aarón, que no en todo tiempo entre en el Santuario que está tras el velo, delante del propiciatorio que cubre el Arca, no sea que muera: pues Yo me hago ver en la nube encima del propiciatorio.

3He aquí cómo Aarón ha de entrar en el Santuario: tomará un becerro para sacrificio por el pecado y un carnero para holocausto. 4Se vestirá de la túnica santa de lino, se pondrá sobre su carne los calzoncillos de lino, se ceñirá el cinturón de lino y se cubrirá con la mitra de lino. Estas son las vestiduras sagradas que vestirá después de haberse lavado con agua. 5Luego tomará de la Congregación de los hijos de Israel dos machos cabríos para sacrificio por el pecado y un carnero para holocausto. 6Y después de ofrecer su becerro por el pecado para expiación de sí mismo y de su casa, 7tomará Aarón los dos machos cabríos y los presentará ante Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 8[810]Luego Aarón echará suertes sobre los dos machos cabríos, una suerte para Yahvé, y la otra para Asasel. 9Y presentará Aarón el macho cabrío que haya tocado en suerte a Yahvé, ofreciéndolo como sacrificio por el pecado. 10[811]El macho cabrío que por suerte tocare a Asasel, lo colocará vivo delante de Yahvé, para hacer sobre él la expiación y echarlo al desierto, para Asasel.

11Entonces ofrecerá Aarón su becerro por el pecado, para hacer expiación por sí mismo y por su casa, e inmolará su becerro por el pecado. 12Tomará después un incensario lleno de brasas sacadas de sobre el altar que está ante Yahvé, y dos puñados de incienso aromático pulverizado, y llevándolo detrás del velo, 13pondrá el incienso sobre el fuego, delante de Yahvé, para que la nube del incienso envuelva el propiciatorio que está encima del Testimonio y él no muera. 14Tomando luego de la sangre del becerro la derramará con su dedo sobre el frente oriental del propiciatorio, y con su dedo hará siete aspersiones de sangre delante del propiciatorio. 15Después degollará el macho cabrío por el pecado del pueblo, y llevará su sangre detrás del velo, haciendo con su sangre lo que hizo con la sangre del becerro: la derramará sobre el propiciatorio y delante del mismo.

16[812]Así purificará el Santuario de las impurezas de los hijos de Israel y de sus transgresiones y de todos sus pecados. Lo mismo hará con el Tabernáculo de la Reunión, que está entre ellos en medio de sus impurezas. 17Nadie debe estar en el Tabernáculo de la Reunión cuando él entre para hacer la expiación dentro del Santuario, hasta que salga después de haber hecho la expiación por sí mismo, por su casa y por toda la asamblea de Israel. 18Luego saldrá hacia el altar que está ante Yahvé, y lo expiará, tomando de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío y poniéndola sobre los cuernos del altar todo en torno. 19Hará sobre él con su dedo siete aspersiones de la sangre, y así lo purificará y lo santificará de las impurezas de los hijos de Israel.

20Acabada la expiación del Santuario, del Tabernáculo de la Reunión y del altar, presentará Aarón el macho cabrío vivo; 21[813]y poniendo ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas las transgresiones y todos los pecados de ellos, y depositándolos sobre la cabeza del macho cabrío, lo enviará al desierto por mano de un hombre designado para ello. 22Así el macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos hacia tierra inhabitada, y el hombre soltará al macho cabrío en el desierto.

23Luego entrará Aarón en el Tabernáculo de la Reunión, y quitándose las vestiduras de lino que se había vestido al entrar en el Santuario, las dejará allí, 24lavará su cuerpo con agua en lugar sagrado y se pondrá sus vestiduras. Después saldrá y ofrecerá su holocausto y el holocausto del pueblo, haciendo la expiación por sí mismo y por el pueblo, 25y quemando sobre el altar el sebo de la víctima por el pecado. 26El hombre encargado de soltar al macho cabrío para Asasel, lavará sus vestidos y bañará su cuerpo en agua; después de esto podrá entrar en el campamento. 27El becerro del sacrificio por el pecado y el macho cabrío inmolado por el pecado, cuya sangre fue introducida en el Santuario para hacer expiación, serán sacados fuera del campamento y quemados sus pieles, su carne y sus excrementos. 28El que los queme lavará sus vestidos y se bañará en agua; después de esto podrá entrar en el campamento.

29[814]Será esta para vosotros una ley perpetua: En el mes séptimo, el día décimo del mes, os mortificaréis y no haréis trabajo alguno, ni el indígena, ni el extranjero que mora en medio de vosotros. 30Porque en ese día se hará expiación por vosotros para purificaros y de todos vuestros pecados quedaréis limpios delante de Yahvé. 31Será para vosotros un sábado solemne, en el cual os habéis de mortificar. Ley perpetua será esta. 32La expiación será hecha por el sacerdote ungido y consagrado como sacerdote en lugar de su padre: se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas, 33y hará la expiación del Santuario de la santidad; expiará el Tabernáculo de la Reunión y el altar, como asimismo hará la expiación por los sacerdotes y por todo el pueblo de la Congregación.

34[815]Esto lo tendréis por precepto perpetuo, para hacer la expiación por los hijos de Israel, por todos sus pecados, una vez al año.” Y se hizo como Yahvé mandara a Moisés.

III. LEYES DE SANTIDAD
LEVÍTICO 17
Acerca del lugar del sacrificio

1[816]Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2“Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel, y diles: Esta es la orden que ha dado Yahvé: 3[817]Cualquier hombre de la casa de Israel que degüelle res vacuna u oveja o cabra dentro del campamento, o fuera del mismo, 4sin llevarlos a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, para presentarlo como sacrificio a Yahvé ante la Morada de Yahvé, será considerado reo de sangre. Tal hombre ha derramado sangre y será extirpado de en medio de su pueblo. 5Por lo cual presentarán los hijos de Israel sus víctimas que (hasta ahora) sacrificaban en el campo; los presentarán al sacerdote, para Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, y los ofrecerán como sacrificios pacíficos a Yahvé. 6El sacerdote derramará la sangre sobre el altar de Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, y quemará el sebo en olor agradable a Yahvé. 7[818]De este modo ellos no ofrecerán más sus sacrificios a los demonios, con los cuales están fornicando. Ley perpetua será esta para ellos, de generación en generación.

8Diles, pues: Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran en medio de vosotros, que ofrezca holocausto o sacrificio, 9y no lo traiga a la entrada del Tabernáculo de la Reunión para sacrificarlo en honor de Yahvé, será extirpado de entre su pueblo.

Prohibición de comer sangre

10Si algún hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran en medio de vosotros, comiere cualquier clase de sangre, Yo volveré mi rostro contra el que comiere sangre y lo extirparé de en medio de su pueblo; 11[819]porque la vida de la carne está en la sangre, y Yo os la doy para hacer expiación en el altar por vuestras almas; pues mediante la sangre se hace la expiación de las almas. 12Por eso mando a los hijos de Israel: Ninguno de vosotros comerá sangre; tampoco coma sangre el extranjero que mora en medio de vosotros.

13Todo hombre de la casa de Israel, o de los extranjeros que habitan en medio de ellos, que cazare un animal o un ave que es lícito comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. 14Porque la vida de toda carne es su sangre, en esta consiste su vida. Por eso mando a los hijos de Israel: No comeréis la sangre de carne alguna, pues la vida de toda carne es su sangre. Quienquiera la comiere, será exterminado.

15Quien de vuestra gente o de los extranjeros comiere carne mortecina, o presa (de fieras), lavará sus vestidos, se bañará en agua, y quedará impuro hasta la tarde; después será puro. 16Si no los lava ni baña su cuerpo, pagará su iniquidad.”

LEVÍTICO 18
Uniones ilícitas e incestuosas

1[820]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Habla a los hijos de Israel y diles: Yo soy Yahvé vuestro Dios. 3No hagáis lo que se hace en la tierra de Egipto, donde habéis morado; ni hagáis lo que se hace en el país de Canaán adonde Yo os llevo; no sigáis sus costumbres. 4Cumplid mis mandamientos y guardad mis preceptos, caminando por ellos. Yo soy Yahvé, vuestro Dios. 5[821]Guardad mis mandamientos y mis preceptos. El hombre que los cumpliere vivirá por ellos. Yo soy Yahvé.

6Ninguno de vosotros se acerque a una consanguínea suya para descubrir su desnudez. Yo soy Yahvé. 7No descubrirás la desnudez de tu padre, ni la desnudez de tu madre. Es tu madre; no descubrirás la desnudez de ella. 8No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la desnudez de tu padre. 9No descubrirás la desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o fuera de ella. 10No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo o de la hija de tu hija, pues es tu propia desnudez. 11No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, que es tu hermana. 12No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; es carne de tu padre. 13No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre, es carne de tu madre. 14No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre; no te acercarás a su mujer; es tu tía. 15No descubrirás la desnudez de tu nuera; es la mujer de tu hijo; no descubrirás su desnudez. 16No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano; es la desnudez de tu hermano. 17No descubrirás la desnudez de una mujer y la de su hija, ni tomarás la hija de su hijo ni la hija de su hija para descubrir su desnudez; son parientas cercanas, sería un crimen. 18No tomarás a una mujer juntamente con su hermana, haciéndola rival de ella y descubriendo su desnudez mientras viva la primera. 19Tampoco te acercarás a una mujer en la impureza de su inmundicia para descubrir su desnudez. 20No te juntes carnalmente con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella.

21[822]No darás ningún hijo tuyo para consagrarlo a Moloc; no profanarás así el nombre de tu Dios. Yo soy Yahvé.

22[823]No te acostarás con varón como con mujer; es abominación. 23No te copularás con bestia, contaminándote con ella. La mujer no se pondrá delante de una bestia para unirse con ella; es cosa perversa. 24[824]No os manchéis con ninguna de estas (abominaciones), pues con ellas se han contaminado las naciones que Yo voy a arrojar de vuestra vista. 25Se ha manchado el país, por lo cual castigaré su maldad, y el país vomitará a sus habitantes. 26Vosotros, pues, guardad mis preceptos y mis leyes, y no cometáis ninguna de estas abominaciones, tanto los de vuestro pueblo, como los extranjeros que moran entre vosotros. 27Porque todas estas abominaciones han cometido los hombres de aquella tierra, anteriores a vosotros, y por eso se ha contaminado el país. 28Mirad, no sea que os vomite la tierra, cuando la contaminéis, como vomitó a las naciones anteriores a vosotros; 29porque todos los que cometan una de estas abominaciones, todos ellos serán exterminados de en medio de su pueblo. 30Guardad, pues, mis preceptos; no practiquéis ninguna de estas costumbres abominables que se practicaban antes de vosotros, ni os contaminéis con ellas. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

LEVÍTICO 19
Diversas leyes morales

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[825]“Habla a toda la Congregación de los hijos de Israel y diles: Sed santos; porque Yo, Yahvé vuestro Dios, soy santo. 3[826]Respete cada cual a su madre y a su padre, y guardad mis sábados. Yo soy Yahvé, vuestro Dios. 4No os volváis hacia los ídolos, ni os hagáis dioses fundidos. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

5Cuando presentéis un sacrificio pacífico a Yahvé, ofrecedlo voluntariamente. 6La víctima se ha de comer el mismo día en que la inmolareis, y al día siguiente; y lo que sobrare hasta el día tercero, será entregado al fuego. 7Si se comiere algo al tercer día, estando ya en putrefacción, no será acepto. 8El que lo coma pagará su iniquidad; porque está profanando lo consagrado a Yahvé. Tal persona será extirpada de entre su pueblo.

9[827]En la recolección de la mies de vuestra tierra no segarás hasta el límite de tu campo, ni respigaras los restos de tu mies. 10Tampoco harás rebusca en tu viña, ni recogerás en tu viña las uvas caídas; las dejarás para el pobre y para el extranjero. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

11No hurtaréis; no usaréis de engaño o mentira entre vosotros.

12[828]No juraréis en falso por mi nombre, ni profanarás el nombre de Dios. Yo soy Yahvé.

13[829]No oprimirás a tu prójimo, ni le despojarás. No quede el salario del jornalero en tu mano hasta el día siguiente.

14No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo ante el ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy Yahvé.

15Siendo juez no hagas injusticia, ni en favor del pobre, ni por respeto al grande. Juzgarás a tu prójimo según justicia.

16[830]No andes sembrando calumnias por entre tu pueblo; no te cruces de brazos cuando esté en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy Yahvé.

17[831]No odies en tu corazón a tu hermano, pero reprende a tu prójimo, para que no lleves pecado por él. 18[832]No tomarás venganza, ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Yahvé.

19[833]Guardad mis mandamientos. No hagas que tus bestias se mezclen con las de otra especie. No siembres tu campo con dos clases distintas de semillas. No lleves vestido tejido de dos clases de hilo.

20Si un hombre duerme con una mujer, teniendo con ella comercio carnal, y ella es sierva y desposada a otro, sin que haya sido rescatada, ni puesta en libertad, serán castigados (ambos), mas no con la muerte, porque ella no era libre. 21El hombre ofrecerá por su culpa a Yahvé un carnero, como sacrificio por el delito, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 22Con el carnero ofrecido por el delito el sacerdote hará expiación por él ante Yahvé por el pecado cometido, y se le perdonará este pecado.

23Cuando después de entrar en la tierra plantéis todo género de árboles frutales, consideraréis su fruto como incircunciso; por tres años lo consideraréis como incircunciso; no se comerá. 24[834]Al cuarto año todos sus frutos serán consagrados en loor de Yahvé. 25Y desde el quinto año comeréis de su fruto; rendirán entonces mayor fruto. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

26No comáis nada con sangre. No practiquéis adivinación, ni magia.

27[835]No raeréis en forma redonda las extremidades de vuestra cabellera, ni cortarás los bordes de tu barba. 28No haréis sajaduras en vuestra carne, a causa de un muerto; ni os imprimiréis tatuaje. Yo soy Yahvé.

29No profanarás a tu hija, prostituyéndola; no sea que la tierra se entregue a la fornicación y se llene de maldad.

30Guardad mis sábados y respetad mi Santuario. Yo soy Yahvé,

31[836]No consultéis a los que evocan a los muertos, ni a los adivinos. No andéis en busca de ellos para no contaminaros con ellos. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

32Levántate ante las canas y honra el rostro del anciano. Teme a tu Dios. Yo soy Yahvé.

33Cuando un extranjero morare entre vosotros, en vuestra tierra, no le oprimáis. 34El extranjero que morare entre vosotros, os sea como uno de vuestro pueblo. Le amarás como a ti mismo; pues extranjeros habéis sido vosotros en la tierra de Egipto. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

35No hagáis injusticia en los juicios, ni en las medidas de longitud, ni en el peso, ni en las medidas de capacidad. 36[837]Tened balanza justa, peso justo, efa justo e hin justo. Yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto.

37Guardad todos mis preceptos y todos mis mandamientos, y ponedlos en práctica. Yo soy Yahvé.”

LEVÍTICO 20
Sanciones

1Yahvé habló a Moisés y dijo: 2[838]“Di a los hijos de Israel: Cualquier hombre de entre los hijos de Israel o de los extranjeros que habitan en Israel, si entregare uno de sus hijos a Moloc, será muerto irremisiblemente; el pueblo del país lo apedreará. 3Yo mismo volveré mi rostro contra el tal hombre y lo extirparé de en medio de su pueblo, por haber dado un hijo suyo a Moloc, contaminando mi Santuario y profanando mi santo nombre. 4Si el pueblo del país apartare sus ojos de ese hombre que dio uno de sus hijos a Moloc, y no le diere muerte, 5[839]yo mismo volveré mi rostro contra aquel hombre y contra su familia, y le extirparé de entre su pueblo, a él y a todos los que como él se prostituyan a Moloc.

6Si una persona consultare a los que evocan a los muertos, y a los que adivinan, fornicando en pos de ellos, Yo volveré mi rostro contra ella y la extirparé de en medio de su pueblo. 7[840]Santificaos y sed santos; porque Yo soy Yahvé, vuestro Dios. 8Guardad mis leyes y cumplidlas. Yo soy Yahvé quien os santifico. 9Quien maldiga a su padre o a su madre será muerto sin remedio; ha maldecido a su padre o a su madre; recaiga sobre él su sangre.

10[841]El hombre que cometa adulterio con la mujer de otro, con la mujer de su prójimo, ambos serán muertos irremisiblemente, tanto el adúltero como la adúltera.

11El que se acueste con la mujer de su padre, descubre la desnudez de su padre; ambos serán muertos irremisiblemente; recaiga sobre ellos su sangre. 12El hombre que se acueste con su nuera, mueran ambos; han hecho cosa abominable; su sangre recaiga sobre ellos.

13El que se acueste con varón, como se hace con mujer; ambos han cometido abominación: mueran irremisiblemente; su sangre recaiga sobre ellos.

14Si uno toma por mujeres a la hija y a la madre, es un crimen. Serán entregados a las llamas tanto él como ellas, para que no haya tal crimen en medio de vosotros.

15El que se ayuntare con bestia, muera irremisiblemente. Mataréis también la bestia. 16Si una mujer se acerca a una bestia para ayuntarse con ella, matarás a la mujer y a la bestia. Morirán irremisiblemente; recaiga sobre ellos su sangre.

17El que tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre, viendo así la desnudez de ella, y ella viendo la desnudez de él, es cosa vergonzosa. Se les dará muerte en presencia de los hijos de su pueblo; ha descubierto la desnudez de su hermana; llevará su iniquidad.

18El que se acostare con mujer que padece la indisposición mensual, descubriendo la desnudez de ella, ha descubierto su flujo y ella también ha descubierto el flujo de su sangre. Ambos serán extirpados de entre su pueblo. 19No descubras la desnudez de la hermana de tu madre, ni de la hermana de tu padre, porque es desnudar su propia carne; por eso llevarán su iniquidad. 20[842]El que se acostare con su tía, descubre la desnudez de su tía. Llevarán su pecado; morirán sin prole. 21Si uno se casa con la mujer de su hermano, hace cosa impura, pues descubre la desnudez de su hermano; quedarán sin hijos.

Exhortaciones

22Guardad, pues, todas mis leyes y todos mis preceptos y cumplidlos, no sea que os vomite el país adonde os llevo para habitarlo. 23No caminéis según las costumbres de los pueblos que Yo voy a expulsar de vuestra vista; pues por haber hecho ellos todas esas cosas les tengo asco. 24Mas a vosotros os he dicho: Poseeréis su tierra, la que Yo os daré en herencia, tierra que mana leche y miel. Yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os he separado de los demás pueblos.

25Habéis de hacer distinción entre animales puros e impuros, y entre aves impuras y puras; y no os contaminéis, ni con animales, ni con aves, ni con lo que anda arrastrándose por el suelo. Todas esas cosas os he señalado como impuras. 26Sed, pues, santos para Mí, porque Yo, Yahvé, soy santo; y os he elegido de entre los pueblos, para que seáis míos.

27[843]El hombre o la mujer que evoque a los muertos o que se dedique a la adivinación muera irremisiblemente; serán apedreados; recaiga sobre ellos su sangre.”

LEVÍTICO 21
Leyes para los sacerdotes

1Dijo Yahvé a Moisés: “Habla a los sacerdotes, hijos de Aarón, y diles: Nadie se haga impuro si muere uno de su pueblo, 2a no ser un consanguíneo cercano suyo, como su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano, 3o una hermana suya, virgen, que viva con él y no haya sido desposada aún. Por esa puede contaminarse. 4[844]Pues siendo él un jefe en medio de su pueblo no debe contaminarse, haciéndose profano.

5[845](Los sacerdotes) no se raparán la cabeza, ni se cortarán los bordes de su barba, ni se harán sajaduras en su carne. 6Santos han de ser para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios; pues son ellos los que presentan los sacrificios que se queman en honor de Yahvé, el pan de su Dios; han de ser santos.

7No tomarán mujer prostituta ni deshonrada, ni tampoco tomarán mujer repudiada de su marido; porque (el sacerdote) está consagrado a su Dios. 8[846]Lo tendrás por santo, porque él es quien presenta el pan de tu Dios; por tanto será santo para ti; pues santo soy Yo, Yahvé, que os santifico. 9[847]Si la hija de un sacerdote se deshonra, prostituyéndose, a su padre deshonra; será entregada al fuego.

10[848]El Sumo Sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que ha sido consagrado para vestir las vestiduras, no desgreñará sus cabellos ni rasgará sus vestidos. 11Tampoco se acercará a ningún muerto; ni siquiera por su padre o por su madre ha de contaminarse. 12No saldrá del Santuario ni profanará el Santuario de su Dios; pues la consagración del óleo de la unción de su Dios está sobre él. Yo soy Yahvé. 13Tomará por esposa una virgen. 14No se casará con viuda, ni repudiada, ni deshonrada, ni prostituida, sino que tomará por esposa una virgen de entre su pueblo. 15Así no deshonrará su descendencia en medio de su pueblo, pues soy Yo Yahvé quien le santifico.”

Irregularidades

16Y habló Yahvé a Moisés y dijo: 17[849]“Habla a Aarón y dile: Ninguno de tu descendencia, durante (todas) sus generaciones, que tenga un defecto corporal, se acercará a presentar el pan de su Dios; 18porque ningún hombre que tenga defecto corporal, ha de acercarse; ni ciego, ni cojo, ni mutilado, ni desproporcionado, 19ni hombre que tenga quebrado el pie o la mano; 20ni jorobado, ni débil, ni enfermo de los ojos, ni sarnoso, ni tiñoso, ni eunuco. 21Ninguno de la estirpe de Aarón que tenga un defecto corporal puede acercarse para ofrecer los sacrificios que se queman en honor de Yahvé. Tiene un defecto corporal, y por eso no puede acercarse para ofrecer el pan de su Dios. 22[850]Sin embargo podrá comer del pan de su Dios, de las cosas santísimas y de las santas, 23mas no penetrará hasta el velo ni se llegará al altar, porque tiene defecto, no sea que profane mis cosas santas; pues Yo soy Yahvé, que los santifico.”

24Moisés dijo esto a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel.

LEVÍTICO 22
Las comidas sagradas

1[851]Habló Yahvé a Moisés y dijo: 2“Di a Aarón y a sus hijos que respeten las ofrendas santas que los hijos de Israel me consagran y que no profanen mi santo nombre. Yo soy Yahvé. 3Diles: Cualquiera de todo vuestro linaje de vuestras generaciones que siendo, impuro se acercare a las cosas santas que los hijos de Israel consagran a Yahvé, será extirpado delante de Mí. Yo soy Yahvé. 4Ninguno de la estirpe de Aarón que sea leproso o tenga flujo, comerá de las cosas santas, hasta que se purifique. El que tocare a una persona contaminada por contacto con un cadáver, o el que haya tenido un derrame de semen, 5o haya tocado algún reptil que lo contaminó, o a una persona que le contaminó con cualquier clase de impureza: 6quien tocare estas cosas, quedará impuro hasta la tarde, y no comerá de las cosas santas, sino que lavará su cuerpo con agua; 7y después de la puesta del sol quedará limpio y podrá comer de las cosas santas, pues son su alimento. 8No comerá de bestia muerta o desgarrada (por fieras), para no contaminarse con ella. Yo soy Yahvé. 9[852]Que guarden mis preceptos, no sea que cargados de pecados mueran por ellos, por haber profanado (lo santo). Yo soy Yahvé, que los santifico.

10Ningún extraño comerá de las cosas santas; tampoco ningún huésped del sacerdote ni jornalero suyo coma de las cosas santas. 11Pero el esclavo comprado por el sacerdote con su dinero, este podrá comer de ellas, también los siervos nacidos en su casa podrán comer de su pan. 12La hija de un sacerdote casada con hombre extraño, no podrá comer de lo que ha sido alzado de las cosas santas. 13Mas si la hija del sacerdote quedare viuda o repudiada, sin tener hijo, y volviere a la casa de su padre, podrá comer del pan de su padre, como en su juventud; pero ningún extraño comerá de él. 14Quien por ignorancia comiere de cosa santa, la restituirá al sacerdote, añadiendo una quinta parte. 15[853]No profanen, pues, (los sacerdotes) las cosas santas ofrecidas por los hijos de Israel a Yahvé; 16pues los cargarían con la iniquidad del delito que cometen al comer de sus cosas santas. Yo soy Yahvé, que los santifico.”

Santidad de las víctimas

17Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 18“Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel y diles: Si alguno de la casa de Israel, o de los extranjeros residentes en Israel, presenta su oblación, sea en cumplimiento de su voto, o como ofrenda voluntaria suya, si la presenta a Yahvé como holocausto, 19la víctima, a fin de alcanzaros gracia, ha de ser macho sin tacha: buey, oveja o cabra. 20No ofrezcáis nada que tenga defecto, pues no será aceptado de vuestras manos. 21Si alguno ofrece a Yahvé ganado mayor o ganado menor como sacrificio pacífico, sea en cumplimiento de un voto, sea como ofrenda voluntaria, ha de ser sin defecto para que sea acepto. No debe tener defecto alguno. 22Animal ciego, o cojo, o mutilado, o ulcerado, o sarnoso, o roñoso no presentaréis ante Yahvé, ni quemaréis nada de ellos en el altar para Yahvé. 23Buey u oveja que tenga un miembro demasiado largo o demasiado corto, los podrás presentar como ofrenda voluntaria, mas para voto no serán aceptos. 24Animal que tenga los testículos aplastados, majados, arrancados o cortados, no lo habéis de ofrecer a Yahvé. No hagáis esto en vuestra tierra. 25Nada recibiréis de la mano del extranjero como pan de vuestro Dios, porque sus ofrendas son corrompidas; hay defecto en ellos; no serán aceptadas de vuestras manos.”

26Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 27[854]“Cuando nace un ternero, o cordero, o cabrito, quedará siete días con su madre; y desde el día octavo en adelante, será agradable para ser ofrecido a Yahvé en sacrificio por el fuego. 28No inmoléis en el mismo día, vaca u oveja juntamente con su cría. 29Al ofrecer a Yahvé un sacrificio en acción de gracias, lo habéis de ofrecer de tal modo que sea aceptado de vuestras manos. 30Será comido ese mismo día; no dejaréis nada de él hasta la mañana. Yo soy Yahvé.

31Guardad mis mandamientos y cumplidlos. Yo soy Yahvé. 32Y no profanéis mi santo nombre, pues Yo he de ser santificado en medio de los hijos de Israel. Yo soy Yahvé que os santifico, 33y que os he sacado de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo soy Yahvé.”

LEVÍTICO 23
La celebración del sábado

1[855]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Yahvé, que celebraréis como asambleas santas, son estas: 3Seis días se trabajará, mas el séptimo día será día de descanso solemne, asamblea santa, en que no haréis trabajo alguno. Será sábado consagrado a Yahvé dondequiera que habitéis. 4Estas son las fiestas solemnes de Yahvé, las asambleas santas que habréis de celebrar en las fechas señaladas.

La fiesta de Pascua y de los Ácimos

5[856]El mes primero, el día catorce del mes, entre las dos luces, será la Pascua de Yahvé. 6El quince de ese mes se celebrará la fiesta de los Ácimos en honor de Yahvé. Durante siete días comeréis panes ácimos. 7El día primero tendréis asamblea santa; ningún trabajo servil haréis (en él). 8Ofreceréis a Yahvé por siete días sacrificios de combustión. El séptimo día celebraréis asamblea santa; no haréis ningún trabajo servil.”

Las primicias

9Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 10[857] “Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando, después de entrar en el país que Yo os daré, segareis allí la mies llevareis una gavilla, como primicias de vuestra siega, al sacerdote, 11[858]el cual mecerá la gavilla; delante de Yahvé, para que os sea favorable. El día siguiente al sábado la mecerá el sacerdote. 12Ese mismo día en que meciereis la gavilla, sacrificaréis un cordero primal, sin tacha, en holocausto a Yahvé, 13juntamente con su oblación consistente en dos décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda quemada en olor grato para Yahvé. Su libación será de vino, un cuarto de hin. 14[859]No comeréis pan, ni grano tostado, ni espigas nuevas, antes de este mismo día, antes de traer la ofrenda de vuestro Dios. Ley perpetua será esta de generación en generación dondequiera que habitéis.

Pentecostés

15[860]Contaréis siete semanas enteras desde el día siguiente al sábado, (o sea) desde el día en que habréis ofrecido la gavilla de la ofrenda mecida, 16hasta el día siguiente al séptimo sábado —serán cincuenta días— y entonces ofreceréis a Yahvé una nueva oblación. 17Traeréis de vuestras casas para ofrenda mecida dos panes, hechos con dos décimas de flor de harina, y cocidos con levadura, como primicias a Yahvé. 18Juntamente con el pan ofreceréis en holocausto a Yahvé siete corderos primales sin tacha, un becerro y dos carneros, con su ofrenda y sus libaciones, en sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé. 19Ofreceréis también un macho cabrío como sacrificio por el pecado, y dos corderos primales como sacrificio pacífico. 20El sacerdote los mecerá, como ofrenda mecida ante Yahvé, juntamente con el pan de las primicias y con los dos corderos; serán santos a Yahvé y pertenecerán al sacerdote. 21Ese mismo día celebraréis una asamblea santa, y no haréis ningún trabajo servil. Ley perpetua será esta de generación en generación dondequiera que habitéis. 22[861]Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segarás los límites extremos de tu campo, ni recogerás las espigas de tu mies; las dejarás para el pobre y para el extranjero. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

Año nuevo

23Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 24[862]“Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, el primero del mes, tendréis un descanso solemne, una fiesta memorable con toque de trompetas, una asamblea santa. 25Ningún trabajo servil haréis, y ofreceréis a Yahvé un sacrificio de combustión.”

El día de la expiación

26Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 27[863]“El día décimo de este séptimo mes será el día de la Expiación, en el cual tendréis asamblea santa; os mortificaréis y ofreceréis a Yahvé un sacrificio de combustión. 28No haréis en ese día ningún trabajo, pues es día de expiación, en el cual se ha de hacer la expiación por vosotros delante de Yahvé, vuestro Dios. 29Toda persona que en ese día no se mortifique será extirpada de entre su pueblo. 30Y toda persona que en tal día hiciere un trabajo cualquiera, Yo la extirparé de entre su pueblo. 31No haréis, pues, trabajo alguno. Es ley perpetua durante vuestras generaciones dondequiera que habitéis. 32[864]Os será sábado de descanso absoluto, en el cual mortificaréis vuestras almas. El día nueve del mes, comenzando por la tarde, de una tarde a la otra, guardaréis vuestro descanso.”

Fiesta de los Tabernáculos

33Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 34[865]“Habla a los hijos de Israel y diles: El día quince de ese séptimo mes (celebraréis) durante siete días la fiesta de los Tabernáculos en honor de Yahvé. 35El día primero habrá asamblea santa y no haréis ningún trabajo servil. 36Durante siete días ofreceréis a Yahvé sacrificios de combustión. El día octavo tendréis asamblea santa y ofreceréis a Yahvé un sacrificio de combustión. Es asamblea solemne. No haréis ningún trabajo servil. 37[866]Estas son las fiestas de Yahvé en que habéis de convocar para asamblea santa y ofrecer a Yahvé sacrificios de combustión, holocaustos, oblaciones, víctimas y libaciones; cada cosa en el día señalado, 38sin contar los sábados de Yahvé, vuestros dones, todos vuestros votos y todas vuestras oblaciones voluntarias que ofrezcáis a Yahvé.

39[867]Celebraréis, pues, el día quince de este séptimo mes, después de haber recolectado los frutos de la tierra, la fiesta en honor de Yahvé durante siete días. El primer día será sábado solemne e igualmente el octavo. 40El primer día tomaréis frutos de árboles hermosos, gajos de palmeras, ramos de árboles frondosos y sauces del arroyo; y os regocijaréis en la presencia de Yahvé, vuestro Dios, por espacio de siete días. 41Celebraréis esta fiesta en honor de Yahvé siete días cada año. Será ley perpetua de generación en generación. En el séptimo mes la celebraréis. 42Durante siete días habitaréis en tabernáculos. Todos los nativos de Israel habitarán bajo tabernáculos, 43para que sepan vuestros hijos que Yo hice habitar bajo tabernáculos a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

44Moisés promulgó estas fiestas de Yahvé a los hijos de Israel.

LEVÍTICO 24
El aceite para las lámparas

1[868]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas majadas para el candelabro para alimentar continuamente las lámparas. 3Aarón las aderezará fuera del velo del Testimonio, en el Tabernáculo de la Reunión, (para que ardan) de continuo ante Yahvé desde la tarde hasta la mañana. Es ley perpetua para vuestras generaciones. 4El aderezará siempre las lámparas del candelabro (de oro) puro que está delante de Yahvé.

Los panes de la proposición

5[869]Tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas. Dos décimas tomarás para cada torta. 6Las colocarás en dos pilas, seis en cada pila, sobre la mesa pura delante de Yahvé. 7Pondrás sobre cada pila incienso puro, que haga del pan un memorial que se ofrece a Yahvé mediante el fuego. 8Cada sábado se aderezará delante de Yahvé continuamente el pan de parte de los hijos de Israel. Será una alianza perpetua. 9Pertenecerá a Aarón y a sus hijos, que lo comerán en lugar sagrado; porque es para él cosa santísima como las ofrendas hechas a Yahvé mediante el fuego. Es ley perpetua.”

Castigo de un blasfemo

10Se metió entre los hijos de Israel el hijo de una mujer israelita, pero de padre egipcio; y riñeron en el campamento el hijo de la israelita y un hombre de Israel. 11[870]Y blasfemó el hijo de la israelita el nombre (de Dios) y le maldijo, por lo cual le condujeron a Moisés. El nombre de su madre era Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Dan. 12Le guardaron en prisión esperando el juicio por boca de Yahvé. 13Y Yahvé habló a Moisés, y dijo: 14[871]“Saca al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le oyeron pongan las manos sobre su cabeza, y apedréele todo el pueblo. 15Y dirás a los hijos de Israel estas palabras: “Cualquier hombre que maldijere a su Dios llevara sobre sí su pecado. 16Quien blasfemare el Nombre de Yahvé muera irremisiblemente; toda la Congregación le apedreará. El extranjero y el indígena cuando blasfemare el Nombre morirá.”

La ley del talión

17Quien hiriere a otro mortalmente, muera irremisiblemente. 18Quien hiriere mortalmente a una bestia restituirá otra por ella. Bestia por bestia. 19[872]Si alguno causare una herida a otro, según hizo él, así se le hará; 20fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado a otro. 21Quien matare una bestia hará restitución por ella, mas quien matare a un hombre, morirá. 22Una misma ley tendréis para el extranjero y para los de vuestro pueblo; porque Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

23Habló entonces Moisés a los hijos de Israel, y sacaron al blasfemo fuera del campamento y le apedrearon. Así hicieron los hijos de Israel como Yahvé había mandado a Moisés.

LEVÍTICO 25
El año sabático

1Habló Yahvé a Moisés en el monte Sinaí y dijo: 2[873]“Habla a los hijos de Israel y diles: Después de vuestra entrada en el país que Yo os daré, descansará también la tierra su sábado en honor de Yahvé. 3Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos; 4pero el séptimo año será para la tierra un sábado de absoluto descanso, un sábado en honor de Yahvé: No sembrarás tu campo, ni podarás tu viña. 5No segarás lo que de suyo naciere de tu siega (anterior), ni recogerás las uvas de tu viña sin podar. Año de descanso absoluto será para la tierra. 6Lo que la tierra diere durante el descanso os servirá de alimento a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu jornalero y al extranjero que mora contigo. 7También a tus ganados y a los animales de tu tierra, servirán de alimento todos sus frutos.

El año jubilar

8Contarás siete semanas de años, siete veces siete años; de modo que el tiempo de las siete semanas de años vendrá a sumar cuarenta y nueve años. 9Entonces, en el mes séptimo, el diez del mes, harás resonar la trompeta sonora; en el día de la Expiación haréis resonar la trompeta por toda vuestra tierra. 10Santificaréis el año quincuagésimo, y proclamaréis en el país libertad para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresará a su familia. 11Un jubileo os será el año quincuagésimo; no sembraréis, ni segaréis lo que de suyo naciere de ella, ni vendimiaréis la viña, que ha quedado sin podar; 12porque es el jubileo, que os será santo. Comeréis el producto espontáneo del campo.

13[874]En este año jubilar volveréis cada cual a vuestra propiedad. 14Si vendiereis algo a vuestro conciudadano o le comprareis alguna cosa, mirad que nadie perjudique a su hermano. 15Conforme al número de los años transcurridos después del jubileo lo comprarás a tu conciudadano, y conforme al número de los años de cosecha él te lo ha de vender. 16Cuanto más numerosos sean los años, tanto más cobrarás; y cuanto menos años queden, tanto más lo bajarás, porque el número de cosechas es lo que él te vende. 17Nadie oprima a su prójimo, antes bien teme a tu Dios; pues Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

18Guardad mis mandamientos y observad mis preceptos y cumplidlos; así viviréis seguros en la tierra; 19y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros; y habitaréis tranquilamente en ella. 20Y si preguntáis: ¿Qué comeremos el año séptimo, puesto que no sembraremos ni recogeremos nuestros productos? 21(Sabed que) Yo os mandaré mi bendición en el año sexto, de modo que (la tierra) producirá frutos para tres años; 22sembraréis el año octavo, y seguiréis comiendo de la cosecha añeja hasta el año noveno. Hasta que venga su cosecha seguiréis comiendo de lo añejo.

Restitución de las posesiones

23[875]El suelo no puede venderse a perpetuidad, pues mía es la tierra, puesto que vosotros sois para mí como extranjeros y peregrinos. 24En todo el país de vuestra posesión concederéis derecho de rescatar la tierra. 25[876]Si se empobreceré tu hermano y vendiere algo de su posesión, vendrá su rescatador, el pariente suyo más cercano, y rescatará lo vendido por su hermano. 26Si uno no teniendo rescatador adquiriere él mismo medios y hallare lo suficiente para rescatarlo, 27haga el cómputo de los años transcurridos después de la venta y pague al comprador la suma restante; así recobrará su posesión. 28Pero si no hallare lo suficiente para recobrarla, lo vendido quedará en poder del comprador hasta el año jubilar; y en el jubileo será libre, y (el vendedor) la recobrará de nuevo.

29Si uno vendiere una casa de habitación en ciudad amurallada, durará su derecho de rescatarla hasta cumplirse el año de su venta. Un año entero durará su derecho de rescate. 30En caso de no ser rescatada dentro de un año entero, la casa situada en ciudad amurallada quedará para siempre al comprador y a sus descendientes. No saldrá de su poder en el jubileo. 31Mas las casas de las aldeas no amuralladas serán tratadas como los campos del país: pueden rescatarse, y en el año jubilar quedan libres. 32[877]En cuanto a las ciudades de los levitas, podrán siempre rescatar las casas de las ciudades de su posesión. 33Si uno compra una casa de los levitas, la casa vendida, en la ciudad de su posesión, saldrá libre en el jubileo: porque las casas de las ciudades de los levitas son su posesión en medio de los hijos de Israel. 34Tampoco pueden venderse los campos en torno a las ciudades de ellos, pues son posesión de ellos a perpetuidad.

Leyes en favor de los pobres y esclavos

35[878]Si tu hermano empobreciere y se apoya sobre ti, lo sostendrás, sea extranjero o advenedizo, para que pueda vivir junto a ti. 36No tomarás de él interés ni usura, antes bien teme a tu Dios y deja vivir a tu hermano junto a ti. 37No le cobrarás interés por tu dinero ni le darás tus víveres a usura. 38Yo Soy Yahvé, vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto para daros la tierra de Canaán, a fin de ser vuestro Dios.

39Si empobreciere tu hermano a tu lado y se te vendiere, no le impondrás trabajos de esclavo; 40estará contigo como jornalero y como advenedizo, te servirá hasta el año del jubileo. 41Entonces saldrá libre de tu casa, él y sus hijos juntamente con él, y volverá a su familia y a la posesión de sus padres. 42[879]Porque son mis siervos, a quienes Yo saqué de la tierra de Egipto; no han de ser vendidos como esclavos. 43No le dominarás con dureza, sino que tendrás temor a tu Dios. 44Los siervos y las siervas que necesites serán de las naciones que os rodean; de ellos podréis adquirir siervos y siervas. 45También de los hijos de los advenedizos que moran en medio de vosotros podréis comprarlos, y de sus familias residentes entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos serán vuestra propiedad. 46Los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como posesión hereditaria. A los tales podréis tener por siervos a perpetuidad. Pero si se trata de vuestros hermanos, los hijos de Israel, ninguno de vosotros domine a su hermano con dureza.

47Si el extranjero o advenedizo que mora contigo, adquiriere riquezas, y si junto a él tu hermano empobreciere y se vendiere al extranjero que mora contigo, o a algún descendiente de la familia del extranjero; 48después de haberse vendido le quedará el derecho al rescate: uno de sus hermanos podrá rescatarlo. 49Lo rescatará su tío, o el hijo de su tío; o algún pariente cercano suyo dentro de su parentela podrá rescatarlo, o si alcanzare los medios, él mismo podrá rescatarse. 50Hará el cómputo con aquel que le compró, desde el año de su venta hasta el año del jubileo; el precio de su venta será según el número de años, los días (de su trabajo) le serán computados como los de un jornalero. 51Si faltan todavía muchos años, pagará en proporción de ellos el precio de su rescate, descontándolo del precio con que fue comprado. 52Y si faltan pocos años hasta el año del jubileo, hará el mismo cómputo; en proporción de los años pagará el precio de su rescate. 53[880]Como quien trabaja a jornal año por año, así estará con él; no permitas que le trate con dureza ante tus ojos. 54Si no fuere rescatado por otros, quedará libre el año del jubileo, él y sus hijos juntamente con él. 55Porque siervos míos son los hijos de Israel; siervos míos son, a quienes Yo he sacado del país de Egipto. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

IV. CONCLUSIONES
LEVÍTICO 26
Bendiciones

1[881]“No os hagáis ídolos, ni erijáis imágenes ni estelas de culto; no coloquéis en vuestra tierra piedras esculpidas para postraros ante ellas, porque Yo soy Yahvé, vuestro Dios. 2[882]Observad mis sábados, y respetad mi Santuario. Yo soy Yahvé. 3[883]Si siguiereis mis leyes y guardareis mis mandamientos, poniéndolos en práctica, 4os enviaré las lluvias a su tiempo, para que la tierra dé sus productos y el árbol del campo su fruto. 5[884] El tiempo de trillar la mies se prolongará entre vosotros hasta la vendimia, y la vendimia se prolongará hasta la siembra, y comeréis vuestro pan en abundancia, y habitaréis en seguridad en vuestra tierra. 6Yo daré paz al país, y dormiréis sin que nadie os espante; haré desaparecer del país las bestias feroces, y la espada no pasara por vuestra tierra. 7Perseguiréis a vuestros enemigos, que caerán ante vosotros al filo de la espada. 8Cinco de vosotros perseguirán a cien, y cien de vosotros pondrán en fuga a diez mil; y vuestros enemigos caerán ante vosotros al filo de la espada. 9Yo volveré hacia vosotros mi rostro. Yo os haré fecundos y os multiplicaré y mantendré mi alianza con vosotros. 10Comeréis frutos añejos, muy añejos, hasta echar fuera los añejos para dar cabida a los nuevos. 11[885]Estableceré mi morada en medio de vosotros, y no os detestará mi alma. 12En medio de vosotros marcharé, y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. 13Yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus esclavos; rompí las coyundas de vuestro yugo y os hice andar erguida la cabeza.

Amenazas y maldiciones

14[886]Pero si no me escucháis ni cumplís todos estos mandamientos; 15si despreciáis mis leyes y rechazáis mis preceptos, no haciendo caso de todos mis mandamientos y rompiendo mi pacto, 16mirad lo que Yo entonces haré con vosotros: Traeré sobre vosotros el espanto, la consumación y la fiebre, que os abrasen los ojos y os consuman el alma. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues se la comerán vuestros enemigos. 17[887]Me volveré contra vosotros, de modo que seréis derrotados ante vuestros enemigos; os tiranizarán los que os aborrecen, y huiréis sin que nadie os persiga.

18Si ni aun con esto me obedeciereis, volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados. 19Quebrantaré vuestra orgullosa fuerza y haré vuestro cielo como hierro y vuestra tierra como bronce. 20Os esforzaréis inútilmente, pues vuestra tierra no dará sus productos, ni el árbol del campo sus frutos. 21Y si siguiereis oponiéndoos a Mí y no quisiereis oírme, volveré a castigaros siete veces más a causa de vuestros pecados. 22Soltaré contra vosotros las fieras del campo, que os privarán de vuestros hijos, destrozarán vuestro ganado y os reducirán a pocos, de modo que vuestros caminos queden desiertos.

23Si aun con esto no os dejareis corregir por Mí sino que siguiereis en oposición conmigo, 24Yo también me opondré a vosotros, y os castigaré también por mi parte siete veces más por vuestros pecados. 25Traeré sobre vosotros la espada de la venganza que vengue mi pacto; y si os refugiareis en vuestras ciudades, enviaré la peste en medio de vosotros y seréis entregados en mano de vuestros enemigos. 26Cuando Yo os quebrantare el sostén del pan, diez mujeres cocerán (todo) vuestro pan en un solo horno, y os lo darán por peso; comeréis y no os saciaréis.

27Si después de esto todavía no obedeciereis y siguiereis oponiéndoos a Mí, 28Yo me opondré a vosotros con saña, y os castigaré Yo también siete veces más por vuestros pecados. 29[888]Comeréis la carne de vuestros hijos, y también la carne de vuestras hijas devoraréis. 30[889]Destruiré vuestros lugares altos, abatiré vuestras estatuas, echaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos, y mi alma os detestará. 31Convertiré vuestras ciudades en desiertos y devastaré vuestros santuarios, no aceptaré ya más el olor grato de vuestros sacrificios; 32y asolaré el país a tal extremo, que queden atónitos vuestros mismos enemigos al ocuparlo. 33[890]A vosotros, empero, os esparciré entre las naciones, y desenvainaré la espada en pos de vosotros. Vuestro país será un yermo, y vuestras ciudades un desierto.

34[891]Entonces disfrutará la tierra de sus sábados, todos los días que dure la desolación y vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; entonces sí que descansará la tierra y gozará de sus sábados. 35Durante todo el tiempo de la desolación descansará, lo que no pudo hacer en vuestros sábados cuando habitabais en ella.

36[892]A los que quedaren de vosotros, les infundiré abatimiento en sus corazones en la tierra de sus enemigos; el ruido de una hoja que se vuela, los pondrá en fuga, huirán como quien huye de la espada, y caerán sin que nadie los persiga. 37Se atropellarán unos a otros, como delante de la espada, aunque nadie los persiga; y no podréis levantaros en presencia de vuestros enemigos. 38Pereceréis entre las naciones, y os devorará la tierra de vuestros enemigos. 39Y quienes de vosotros sobrevivan, serán consumidos por su propia iniquidad en los países de vuestros enemigos; y también por las iniquidades de sus padres serán consumidos como ellos.

Conversión de Israel

40Entonces cuando confesaren sus iniquidades y las iniquidades de sus padres, las que cometieron contra Mí por sus infidelidades; y cuando confesaren cómo me resistieron, 41[893]y cómo Yo por eso mismo resistí a ellos y los llevé al país de sus enemigos; cuando se doblegare su corazón incircunciso, y ellos aceptaren el castigo de su iniquidad, 42Yo entonces me acordaré de mi alianza con Jacob, y también de mi alianza con Isaac, y asimismo de mi alianza con Abrahán; y me acordaré del país. 43Pero antes la tierra será abandonada por ellos y disfrutará de sus sábados, mientras quede desolada en su ausencia. Entretanto aceptarán el castigo de su iniquidad, por cuanto desecharon mis leyes y su alma detestó mis mandamientos. 44Pero aun con todo esto, estando ellos en tierra enemiga, no los desecharé ni los detestaré hasta destruirlos, anulando mi alianza con ellos, porque Yo soy Yahvé, su Dios, 45sino que me acordaré en favor de ellos, de la alianza hecha con sus padres, a quienes saqué de la tierra de Egipto, a vista de las naciones, para ser su Dios. Yo soy Yahvé.”

46Estos son los mandamientos, estatutos y leyes que Yahvé estableció entre Él y los hijos de Israel en el monte Sinaí, por boca de Moisés.

V. APÉNDICE
LEVÍTICO 27
Los votos

1[894]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Habla a los hijos de Israel y diles: Si uno hiciere un voto a Yahvé tocante a personas, estas (serán valoradas) según tu tasación. 3[895]Si el objeto de tu tasación es un varón de veinte a sesenta años, tu valuación será de cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. 4Mas si se trata de una mujer, tu valuación será de treinta siclos. 5De los cinco a los veinte años, tu valuación será, para varón, veinte siclos; para mujer, diez siclos. 6De un mes hasta la edad de cinco años, será tu valuación para niño cinco siclos de plata; para niña será tu valuación tres siclos de plata. 7De sesenta años para arriba, será tu valuación, para varón, quince siclos; para mujer, diez siclos. 8Si uno es tan pobre que no puede pagar tu valuación, será presentado al sacerdote, el cual le tasará a razón de los recursos que tenga el oferente.

9Si se trata de un animal que se puede ofrecer a Yahvé en oblación, todo lo que de él se diere a Yahvé será santo. 10No se mudará ni se trocará bueno por malo, ni malo por bueno; y si de alguna manera se permutare un animal por otro, tanto el trocado como su sustituto serán cosa santa. 11Mas si es uno de los animales impuros, de los que no se puede ofrecer como oblación a Yahvé, será presentado el animal al sacerdote, 12el cual lo tasará según sea bueno a malo; y se hará conforme a la estimación del sacerdote. 13Si uno quisiere redimirlo, añada un quinto a tu valuación.

14Si alguno consagra su casa, para que sea santa a Yahvé, la tasará el sacerdote, según sea buena o mala. Conforme a la valuación del sacerdote, así será. 15Si el que consagró la casa desea rescatarla, añada la quinta parte al precio de tu valuación, y será suya.

16[896]Si uno consagra parte del campo de su posesión a Yahvé, será tu valuación según la cantidad de semilla necesaria para sembrarlo: a razón de cincuenta siclos por cada hómer de cebada. 17[897]Si él consagró su campo desde el año del jubileo, se atendrá a tu valuación. 18Mas si consagra su campo después del jubileo, el sacerdote hará la valuación del precio a razón de los años que queden hasta el año del jubileo; y según eso será el descuento de tu valuación. 19Si el que consagró el campo desea rescatarlo, añada la quinta parte al precio de tu valuación, y quedará suyo. 20Pero si no rescata el campo, y este se vendiere a otro, el campo no podrá ser rescatado en adelante. 21Ese campo, cuando salga libre en el jubileo, será consagrado a Yahvé como campo de anatema, y pertenecerá al sacerdote.

22Si alguno consagra a Yahvé un campo que compró y que no forma parte de su patrimonio, 23el sacerdote le calculará el importe de la valuación hasta el año del jubileo; y él pagará ese mismo día la suma de la valuación como cosa consagrada a Yahvé. 24El año del jubileo volverá el campo al vendedor, al que pertenece como propietario del campo. 25Todas tus valuaciones se harán según el siclo del Santuario; veinte güeras son un siclo.

26[898]Nadie, empero, podrá consagrar los primogénitos de los animales, que por ser primogénitos son de Yahvé. Sean del ganado mayor o del menor, pertenecen a Yahvé. 27Si se trata de un animal impuro, y uno desea rescatarlo según tu estimación, añada la quinta parte al precio; mas si no fuere rescatado, sea vendido conforme a tu valuación.

28[899]Nada de lo que uno de toda su propiedad dedique a Yahvé con anatema, sea hombre o bestia o campo de su posesión, podrá venderse ni rescatarse. Toda cosa dedicada con anatema es sacratísima para Yahvé. 29Ninguna persona consagrada con anatema podrá ser rescatada; muera irremisiblemente.

Los diezmos

30El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Yahvé; es cosa consagrada a Yahvé. 31Si alguno quiere rescatar parte de su diezmo, añada la quinta parte a su precio. 32Cada décimo animal del ganado mayor y del ganado menor, de todo lo que pasa bajo el cayado, cada décima cabeza será consagrada a Yahvé. 33No se escogerá entre animal bueno o malo, ni se ha de trocar; y si hiciere trueque, tanto el animal trocado como su sustituto serán cosas santas; no podrán ser rescatados.”

34Estos son los mandamientos que Yahvé dio a Moisés para los hijos de Israel en el monte Sinaí.

NÚMEROS

# · 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9 · 10 · 11 · 12 · 13 · 14 · 15 · 16 · 17 · 18 · 19 · 20 · 21 · 22 · 23 · 24 · 25 · 26 · 27 · 28 · 29 · 30 · 31 · 32 · 33 · 34 · 35 · 36
I. PREPARATIVOS PARA SALIR DEL DESIERTO
NÚMEROS 1
El censo del pueblo

1[900]El segundo año después de la salida del país de Egipto, el primer día del mes segundo, habló Yahvé a Moisés en el desierto del Sinaí, en el Tabernáculo de la Reunión, diciendo: 2[901]“Haced el censo de toda la Congregación de los hijos de Israel, según sus familias y casas paternas, contando por cabezas los nombres de todos los varones 3de veinte años para arriba de todos los israelitas aptos para la guerra. Tú y Aarón los contaréis según sus escuadrones. 4Os acompañará un hombre de cada tribu, que sea cabeza de su casa paterna.

5Estos son los nombres de los varones que os ayudarán: De Rubén, Elisur, hijo de Sedeur, 6de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadai; 7de Judá, Naasón, hijo de Aminadab; 8de Isacar, Natanael, hijo de Suar; 9de Zabulón, Eliab, hijo de Helón; 10de los hijos de José: de Efraím, Elisamá, hijo de Amiud; de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur: 11de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeoní; 12de Dan, Ahiéser, hijo de Amisadai; 13de Aser, Pagiel, hijo de Ocrán; 14de Gad, Eliasaf, hijo de Deuel; 15de Neftalí, Ahirá, hijo de Enan.” 16[902]Estos fueron los designados de entre la Congregación. Eran los príncipes de las tribus de sus padres y cabezas de los millares de Israel.

17Moisés y Aarón tomaron a estos hombres designados nominalmente 18y reunieron a toda la Congregación el día primero del segundo mes. Entonces fueron registrados, cabeza por cabeza, los varones de veinte años para arriba, según sus familias y casas paternas, conforme al número de los nombres. 19Como Yahvé había mandado a Moisés, así los contó este en el desierto del Sinaí.

El resultado del censo

20[903]Hijos de Rubén, primogénito de Israel. Fueron alistados sus descendientes según sus familias y casas paternas, nominalmente y cabeza por cabeza, todos los varones de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra, 21y fueron contados de la tribu de Rubén cuarenta y seis mil quinientos.

22Hijos de Simeón. Fueron alistados sus descendientes, según sus familias y casas paternas, nominalmente y cabeza por cabeza, todos los varones de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 23y fueron contados de la tribu de Simeón cincuenta y nueve mil trescientos.

24Hijos de Gad. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 25y fueron contados de la tribu de Gad cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta.

26Hijos de Judá. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 27y fueron contados de la tribu de Judá setenta y cuatro mil seiscientos.

28Hijos de Isacar. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 29y fueron contados de la tribu de Isacar cincuenta y cuatro mil cuatrocientos.

30Hijos de Zabulón. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 31y fueron contados de la tribu de Zabulón cincuenta y siete mil cuatrocientos.

32Hijos de José, hijos de Efraím. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 33y fueron contados de la tribu de Efraím cuarenta mil quinientos.

34Hijos de Manasés. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y sus casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 35y fueron contados de la tribu de Manasés treinta y dos mil doscientos.

36Hijos de Benjamín. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y sus casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 37y fueron contados de la tribu de Benjamín treinta y cinco mil cuatrocientos.

38Hijos de Dan. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 39y fueron contados de la tribu de Dan sesenta y dos mil setecientos.

40Hijos de Aser. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 41y fueron contados de la tribu de Aser cuarenta y un mil quinientos.

42Hijos de Neftalí. Fueron alistados nominalmente sus descendientes, según sus familias y casas paternas, los de veinte años para arriba, todos los aptos para la guerra; 43y fueron contados de la tribu de Neftalí cincuenta y tres mil cuatrocientos.

44Estos son los empadronados, a quienes contaron Moisés y Aarón, con los doce príncipes de Israel, uno por cada casa paterna, 45[904]y fue el número de todos los empadronados de los hijos de Israel, según sus casas paternas, de veinte años para arriba, todos aptos para la guerra: 46el número de todos esos empadronados fue de seiscientos tres mil quinientos cincuenta.

Exención de los levitas

47Los levitas no fueron contados como los otros, según la tribu de sus padres; 48porque Yahvé habló a Moisés, diciendo: 49[905]“No contarás la tribu de Leví, y no harás su censo entre los hijos de Israel. 50Encargarás a los levitas el cuidado del Tabernáculo del Testimonio, con todos sus utensilios, y todo cuanto le pertenece: ellos llevarán el Tabernáculo y todos sus utensilios, ejercerán allí su ministerio y acamparán alrededor del Tabernáculo. 51[906]Al ponerse en marcha el Tabernáculo, los levitas lo desarmarán; y al pararse el Tabernáculo, los levitas lo armarán; y el extraño que se acercare morirá. 52Los hijos de Israel fijarán sus tiendas, cada (tribu) en su campamento, y bajo su bandera, según sus escuadrones; 53los levitas, en cambio, acamparán alrededor del Tabernáculo del Testimonio, para que la ira (de Dios) no estalle contra la Congregación de los hijos de Israel. Los levitas estarán encargados de guardar el Tabernáculo del Testimonio.”

NÚMEROS 2
Disposiciones para el campamento y la marcha

1Habló Yahvé a Moisés y a Aarón, diciendo: 2“Los hijos de Israel acamparán cada cual junto a su bandera, bajo las enseñas de sus casas paternas; acamparán frente al Tabernáculo de la Reunión, todo en torno a él. 3[907]Delante, al oriente, se fijará la bandera del campamento de Judá, según sus escuadrones, siendo el príncipe de los hijos de Judá, Naasón, hijo de Aminadab. 4Su ejército es, según el censo, de setenta y cuatro mil seiscientos hombres. 5A su lado acampará la tribu de Isacar, siendo el príncipe de los hijos de Isacar, Natanael, hijo de Suar. 6Su ejército es, según el censo, de cincuenta y cuatro mil cuatrocientos. 7Luego la tribu de Zabulón, siendo el príncipe de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Helón. 8Su ejército es, según el censo, de cincuenta y siete mil cuatrocientos. 9El total del campamento de Judá es, según el censo, de ciento ochenta y seis mil cuatrocientos, divididos en sus escuadrones. Estos son los primeros en ponerse en marcha.

10Al mediodía se ubicará la bandera del campamento de Rubén, según sus escuadrones, siendo el príncipe de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. 11Su ejército es, según el censo, de cuarenta y seis mil quinientos. 12A su lado acampará la tribu de Simeón, siendo el príncipe de los hijos de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadai. 13Su ejército es, según el censo, de cincuenta y nueve mil trescientos. 14Luego la tribu de Gad, siendo el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf, hijo de Deuel. 15Su ejército es, según el censo, de cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta. 16El total del campamento de Rubén es, según el censo, de ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta, repartidos en sus escuadrones. Ellos se pondrán en marcha los segundos.

17[908]Después se pondrá en marcha el Tabernáculo de la Reunión, es decir, el campamento de los levitas, en medio de los campamentos. Según el orden en que acampen, así se pondrán en marcha, cada uno en su lugar y bajo su bandera.

18Al occidente estará la bandera del campamento de Efraím, con sus tropas, siendo el príncipe de los hijos de Efraím, Elisamá, hijo de Amiud. 19Su ejército es según el censo, de cuarenta mil quinientos. 20Junto a él estará la tribu de Manasés, siendo el príncipe de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur. 21Su ejército es, según el censo, de treinta y dos mil doscientos. 22Luego la tribu de Benjamín, siendo el príncipe de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeoní. 23Su ejército es, según el censo, de treinta y cinco mil cuatrocientos. 24El total del campamento de Efraím es, según el censo de ciento ocho mil cien, repartidos en sus escuadrones. Ellos se pondrán en marcha los terceros.

25Al norte estará la bandera del campamento de Dan, según sus ejércitos, siendo el príncipe de los hijos de Dan, Ahiéser, hijo de Amisadai. 26Su ejército es, según el censo, de sesenta y dos mil setecientos. 27Junto a él acampará la tribu de Aser, siendo el príncipe de los hijos de Aser, Pagiel, hijo de Ocrán. 28Su ejército es, según el censo, de cuarenta y un mil quinientos. 29Luego la tribu de Neftalí, siendo el príncipe de los hijos de Neftalí, Ahirá, hijo de Enán. 30Su ejército es, según el censo, de cincuenta y tres mil cuatrocientos. 31El total del campamento de Dan es, según el censo, de ciento cincuenta y siete mil seiscientos. Ellos se pondrán en marcha los postreros, según sus banderas.”

32[909]Estos son los hijos de Israel inscriptos en el censo, según sus casas paternas. El total de los campamentos, según sus ejércitos respectivos, sumaba seiscientos tres mil quinientos cincuenta. 33Los levitas no figuran en este censo de los hijos de Israel; así lo había mandado Yahvé a Moisés. 34E hicieron los hijos de Israel conforme a todo lo que Yahvé había ordenado a Moisés: acampaban bajo sus banderas, y se ponían en marcha cada cual según su familia y su casa paterna.

NÚMEROS 3
Los hijos de Aarón

1[910]He aquí los descendientes de Aarón y de Moisés, el día en que Yahvé habló con Moisés en el monte Sinaí. 2Y he aquí los nombres de los hijos de Aarón: Nadab, el primogénito; Abiú, Eleazar e Itamar. 3Estos son los nombres de los hijos de Aarón, los sacerdotes ungidos y consagrados para el sacerdocio. 4[911]Nadab y Abiú murieron delante de Yahvé cuando en el desierto del Sinaí llevaron a la presencia de Yahvé un fuego extraño, y no tuvieron hijos. Eleazar e Itamar ejercieron el oficio de sacerdotes a las órdenes de su padre Aarón.

Los levitas

5Yahvé habló a Moisés, diciendo: 6“Manda que se acerque la tribu de Leví, y preséntala delante del sacerdote Aarón para que le sirvan. 7Ellos se encargarán de las obligaciones de Aarón y de toda la Congregación respecto del Tabernáculo de la Reunión, ejerciendo el servicio de la Morada. 8Guardarán todos los utensilios del Tabernáculo de la Reunión, y se encargarán de los trabajos de los hijos de Israel en el servicio de la Morada. 9Darás, pues, los levitas a Aarón y a sus hijos; a él le serán enteramente entregados por parte de los hijos de Israel. 10Encargarás a Aarón y a sus hijos que se ocupen (exclusivamente) de su sacerdocio; el extraño que se acercare morirá.”

11Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 12[912]“He aquí que Yo he tomado a los levitas de en medio de los hijos de Israel, en lugar de todos los primogénitos que abren el seno de su madre. Los levitas son míos. 13[913]Porque todos los primogénitos son míos; el día en que Yo herí a todo primogénito en la tierra de Egipto, santifiqué para Mí todos los primogénitos de Israel, tanto de hombres como de animales, míos son. Yo, Yahvé.”

14Yahvé habló a Moisés en el desierto del Sinaí, diciendo: 15“Haz el censo de los hijos de Leví según sus casas paternas y según sus familias, contando a todos los varones de un mes para arriba.” 16Moisés los contó según la orden de Yahvé, tal como le fue mandado.

17He aquí los hijos de Leví por sus nombres: Gersón, Caat y Merarí. 18Estos son los nombres de los hijos de Gersón, según sus familias: Libní y Simeí. 19Los hijos de Caat, según sus familias: Amram, Isar, Hebrón y Usiel. 20Los hijos de Merarí, según sus familias: Mahalí y Musí. Estas son las familias de los levitas, según sus casas paternas:

21De Gersón descienden la familia de los libnitas y la de los simeítas. Estas son las familias de los gersonitas. 22Sus empadronados, contando a todos los varones, de un mes para arriba, fueron, según el censo, siete mil quinientos. 23Las familias de los gersonitas acampaban detrás de la Morada, al poniente. 24El príncipe de la casa paterna de los gersonitas era Eliasaf, hijo de Lael. 25Los hijos de Gersón tenían a su cargo en el Tabernáculo de la Reunión el cuidado de la Morada y del Tabernáculo, su cubierta, la cortina de la entrada del Tabernáculo de la Reunión, 26las cortinas del atrio, la cortina de la entrada del atrio que rodea la Morada y el altar, y las cuerdas para todo su servicio.

27De Caat descienden la familia de los amramitas, la familia de los isaritas, la familia de los hebronitas, y la familia de los usielitas. Estas son las familias de los caatitas. 28El número de todos sus varones, de un mes para arriba, fue de ocho mil seiscientos, encargados del servicio del Santuario. 29Las familias de los hijos de Caat acampaban al costado de la Morada, en el flanco meridional. 30El príncipe de la casa paterna de las familias de los caatitas era Elisafán, hijo de Usiel. 31Ellos tenían a su cargo el Arca, la mesa, el candelabro, los altares, los utensilios del Santuario que se usan en el ministerio, el velo y todo lo perteneciente a su servicio. 32El primer príncipe de los levitas era Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que tenía la superintendencia de los encargados del cuidado del Santuario.

33De Merarí descienden la familia de los mahalitas y la de los musitas: estas son las familias de Merarí. 34Sus empadronados, contando a todos los varones, de un mes para arriba, fueron seis mil doscientos. 35El príncipe de la casa paterna de las familias de Merarí era Suriel, hijo de Abihail. Estos acampaban al lado norte de la Morada. 36Los hijos de Merarí tenían a su cargo el cuidado de los tablones de la Morada, de sus travesaños, columnas y basas, y de todos sus utensilios con todo lo perteneciente a su servicio; 37además de las columnas en torno al atrio, de sus basas, estacas y cuerdas.

38Frente a la Morada, al oriente, delante del Tabernáculo de la Reunión, por donde se levanta el sol, tenían sus tiendas Moisés y Aarón y los hijos de este, que custodiaban el Santuario en nombre de los hijos de Israel; el extraño que se acercaba era castigado con la muerte.

39[914]El total de los levitas empadronados según sus familias por Moisés y Aarón, conforme a la orden de Yahvé, todos los varones de un mes para arriba, fue de veinte y dos mil.

Censo de los primogénitos de Israel

40Yahvé dijo a Moisés: “Haz el censo de todos los varones primogénitos de los hijos de Israel, de un mes para arriba, y cuéntalos por sus nombres. 41Y tomarás para Mí a los levitas —Yo soy Yahvé— en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, y el ganado de los levitas en lugar de todos los primogénitos del ganado de los hijos de Israel.” 42Contó, pues, Moisés a todos los primogénitos de los hijos de Israel, como Yahvé se lo había mandado. 43Y fueron, según el censo, todos los varones primogénitos de un mes para arriba, contados por nombres, veinte y dos mil doscientos setenta y tres.

44Entonces habló Yahvé a Moisés, diciendo: 45“Toma a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, y el ganado de los levitas en lugar del ganado de aquellos; y los levitas serán míos. Yo, Yahvé. 46Para el rescate de los doscientos setenta y tres primogénitos de los hijos de Israel que exceden del número de los levitas, 47[915]tomarás cinco siclos por cabeza; los tomaras según el siclo del Santuario, que es de veinte güeras; 48y darás el dinero a Aarón y a sus hijos como rescate de los que sobrepasan el número de los levitas.” 49Y Moisés cobró el dinero del rescate a los que sobrepasaban el número de los rescatados por los levitas. 50Tomó el dinero de parte de los primogénitos de los hijos de Israel: mil trescientos sesenta y cinco siclos, según el siclo del Santuario. 51Moisés dio el dinero del rescate a Aarón y a sus hijos, según la orden de Yahvé, como Yahvé había mandado a Moisés.

NÚMEROS 4
Distribución de los cargos entre los levitas

1[916]Habló Yahvé a Moisés y a Aarón, diciendo: 2“Haced el censo de los hijos de Caat, de entre los hijos de Leví, según sus familias y casas paternas, 3de treinta años para arriba, hasta los cincuenta, todos los que han de prestar servicio o ejercer alguna función en el Tabernáculo de la Reunión.

4He aquí el oficio de los hijos de Caat relativo al Tabernáculo de la Reunión, el Santo de los Santos: 5Siempre que haya de levantarse el campamento, entrará Aarón con sus hijos, para bajar la cortina del velo y cubrir con ella el Arca del Testimonio. 6[917]Pondrán encima una cubierta de pieles de tejón, sobre la cual extenderán un paño todo de jacinto, y colocarán las varas. 7También sobre la mesa de la proposición extenderán un paño de jacinto, sobre el cual pondrán los platos, las cucharas, las tazas y las copas para las libaciones, quedando encima el pan perpetuo. 8Sobre ellos tenderán un paño carmesí, cubriéndolo con una cubierta de pieles de tejón, y colocarán las varas. 9Luego tomarán una tela de jacinto con que cubrirán el candelabro del alumbrado, con sus lámparas, sus despabiladeras, sus platillos, y todos sus vasos para el aceite, todo lo necesario para su servicio. 10Lo envolverán, con todos sus utensilios, en una cubierta de pieles de tejón, y lo pondrán sobre las angarillas. 11[918]También sobre el altar de oro tenderán un paño de jacinto, que cubrirán con una cubierta de pieles de tejón; y colocarán las varas. 12Luego tomarán todos los utensilios que se usan para el servicio del Santuario, los envolverán en un paño de jacinto, cubriéndolos con una cubierta de pieles de tejón, y los pondrán sobre las angarillas. 13[919]Después quitarán las cenizas del altar, sobre el cual extenderán un paño de púrpura; 14pondrán encima todos los utensilios necesarios para su servicio: los braseros, los tenedores, las paletas, los tazones, todos los utensilios del altar, extenderán sobre él una cubierta de pieles de tejón y colocarán sus varas. 15[920]Cuando Aarón y sus hijos hayan acabado de cubrir el Santuario y todos los enseres del Santuario y se levante el campamento, se llegarán los hijos de Caat para alzarlos; mas no tocarán el Santuario, no sea que mueran. Esto es lo que toca a los hijos de Caat (en el transporte) del Tabernáculo de la Reunión.

16Eleazar, hijo de Aarón el sacerdote, tendrá a su cargo el aceite del alumbrado, el incienso aromático, la oblación perpetua, el óleo de la unción, el cuidado de toda la Morada y de todo lo perteneciente a ella, de (todo) el Santuario con sus utensilios.”

17Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 18[921]“No permitáis que el linaje de las familias de los caatitas sea extirpado de en medio de los levitas. 19Para que vivan y no mueran, cuando se lleguen a las cosas santísimas, haced con ellos de esta manera: Aarón y sus hijos vendrán y señalarán a cada uno su servicio y lo que ha de transportar. 20Pero ellos no deben entrar, ni aun por un solo instante, para ver las cosas santas, no sea que mueran.”

21Yahvé habló a Moisés, diciendo: 22“Haz también el censo de los hijos de Gersón, según sus casas paternas y sus familias. 23Desde treinta años para arriba, hasta los cincuenta los contarás a todos los que han de prestar servicio o ejercer alguna función en el Tabernáculo de la Reunión.

24He aquí el cargo de las familias de los gersonitas, tanto en el servicio como en el transporte. 25Llevarán las cortinas de la Morada y el Tabernáculo de la Reunión, su cubierta, la cubierta de pieles de tejón que está encima de aquella, el velo que se halla en la entrada del Tabernáculo de la Reunión, 26las cortinas del atrio y la cortina de la puerta de la entrada del atrio que rodea la Morada y el altar, con sus cuerdas y todos los utensilios de su servicio; harán todo lo referente a su servicio. 27Todo el servicio de los gersonitas, en todo lo que han de transportar o de ejecutar, estará a las órdenes de Aarón y de sus hijos. Vosotros les señalaréis lo que es de su obligación, todo lo que han de transportar. 28Este es el servicio de las familias de los gersonitas, relativo al Tabernáculo de la Reunión; el servicio de ellos estará bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.

29Haz también el censo de los hijos de Merarí según sus familias y sus casas paternas, 30contándolos desde los treinta años para arriba, hasta los cincuenta, a todos los que han de prestar servicio o ejercer alguna función en el Tabernáculo de la Reunión.

31He aquí los objetos del Tabernáculo de la Reunión, que tienen que llevar en todo su servicio: los tablones de la Morada, sus travesaños, sus columnas y sus basas, 32las columnas que rodean el atrio, sus basas, estacas y cuerdas, todos sus utensilios, y todo lo perteneciente a su servicio. Les señalaréis por nombre los objetos que tienen que transportar. 33Este es el oficio de las familias de los hijos de Merarí, conforme a todo su servicio en el Tabernáculo de la Reunión, bajo la dirección de Itamar, hijo de Aarón el sacerdote.”

Número de los levitas aptos para el servicio sagrado

34Moisés y Aarón y los príncipes de la Congregación contaron a los caatitas, según sus familias y sus casas paternas, 35de treinta años para arriba, hasta los cincuenta, a todos los que habían de prestar servicio o ejercer alguna función en el Tabernáculo de la Reunión. 36[922]Y fueron los empadronados, según sus familias, dos mil setecientos cincuenta. 37Estos fueron los empadronados de las familias de los caatitas, todos aquellos que servían en el Tabernáculo de la Reunión, a quienes contaron Moisés y Aarón, conforme a la orden que Yahvé había dado por boca de Moisés.

38Los empadronados de los hijos de Gersón, contados según sus familias y sus casas paternas, 39de treinta años para arriba, hasta los cincuenta, todos los que habían de prestar servicio o ejercer alguna función en el Tabernáculo de la Reunión; 40esos, empadronados según sus familias y sus casas paternas, fueron dos mil seiscientos treinta. 41Estos son los empadronados de las familias de los hijos de Gersón, todos aquellos que servían en el Tabernáculo de la Reunión, a quienes Moisés y Aarón contaron por orden de Yahvé.

42Los empadronados de las familias de los hijos de Merarí, según sus familias y sus casas paternas, 43de treinta años para arriba, hasta los cincuenta, todos los que habían de prestar algún servicio o ejercer alguna función en el Tabernáculo de la Reunión; 44esos empadronados según sus familias, fueron tres mil doscientos. 45Estos son los empadronados de las familias de los hijos de Merarí, a quienes Moisés y Aarón contaron por orden de Yahvé dada a Moisés.

46El total de los levitas contados por Moisés y Aarón y los príncipes de Israel, según sus familias y sus casas paternas, 47de treinta años para arriba, hasta los cincuenta, todos aquellos que tenían una función en el servicio y en el transporte del Tabernáculo de la Reunión, 48su número fue de ocho mil quinientos ochenta. 49Conforme a la orden de Yahvé dada a Moisés, este asignó a cada uno su ministerio y lo que había de transportar. Y los designados fueron aquellos que Yahvé había señalado a Moisés.

NÚMEROS 5
Disposiciones sobre los impuros

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Manda a los hijos de Israel que alejen del campamento a todo leproso, y a todo aquel que padece flujo, así como a todo manchado por un muerto. 3Alejad tanto a hombres como a mujeres, echadlos fuera del campamento para que no contaminen los campamentos de aquellos en medio de quienes Yo habito.” 4[923]Así lo hicieron los hijos de Israel, y los echaron fuera del campamento. Según Yahvé había mandado a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel.

Restitución de bienes

5Yahvé habló a Moisés, diciendo: 6[924]“Di a los hijos de Israel: Si un hombre o una mujer cometiere cualquier pecado de los que suelen cometer los hombres, ofendiendo a Yahvé, téngase por culpable, 7confiese el pecado cometido y restituya íntegramente aquello en que haya delinquido, añadiendo un quinto; lo restituirá a aquel contra quien se hizo culpable. 8Si este ya no tiene pariente a quien se podría restituir el objeto de delito, la restitución del mismo ha de hacerse a Yahvé (y será entregado) al sacerdote, además del carnero expiatorio con que se hará la expiación por el culpable.”

La porción de los sacerdotes

9[925]“Toda ofrenda alzada de todas las cosas santificadas que los hijos de Israel presentaren al sacerdote, a este pertenecerá. 10Las (demás) cosas ofrecidas por cualquier persona pertenecen a esta; mas lo que uno da al sacerdote, a este le pertenecerá.”

El sacrificio de los celos

11Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 12[926] “Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de un hombre fornicare, cometiendo contra él infidelidad, 13y otro hombre se acostare con ella en relación carnal, sin saberlo el marido y quedando el hecho oculto —porque cuando ella se mancilló no hubo testigo contra ella, ni fue sorprendida— 14si viniere sobre el (marido) espíritu de celos, de modo que tenga celos de su mujer, porque ella se ha mancillado, o si viniere espíritu de celos sobre él, de modo que tenga celos de su mujer, sin que ella se hubiese mancillado; 15[927]entonces ese hombre llevará a su mujer al sacerdote, ofreciendo por ella, en oblación, un décimo de efa de harina de cebada, sin derramar aceite encima, ni poner sobre ella incienso; porque es ofrenda de celos, ofrenda de recuerdo, que trae el pecado a la memoria.

16Luego el sacerdote hará que (la mujer) se acerque, y la colocará delante de Yahvé. 17[928]Y tomará el sacerdote agua santa en una vasija de barro, y polvo del suelo de la Morada, y lo echará en el agua. 18[929]El sacerdote, después de mandar que la mujer se ponga de pie delante de Yahvé, soltará la cabellera de la mujer, y pondrá en sus manos la ofrenda de recuerdo, que es la ofrenda de los celos, teniendo él en su mano el agua amarga que acarrea maldición. 19Y conjurará el sacerdote a la mujer diciendo: Si no se ha acostado contigo ninguno, y si no te has descarriado contaminándote con quien no es tu marido, no te hará daño esta agua amarga que acarrea maldición. 20Mas si te has descarriado con quien no es tu marido, y te has contaminado acostándose contigo algún hombre, que no sea tu marido, 21entonces el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y le dirá: “¡Que te ponga Yahvé por ejemplo de maldición e imprecación en medio de tu pueblo, y haga Yahvé que enflaquezcan tus caderas y se hinche tu vientre! 22[930]¡Entre en tus entrañas esta agua que acarrea maldición, para que se hinche tu vientre y enflaquezcan tus caderas!” Y dirá la mujer: “¡Amén amén!”

23[931]Luego el sacerdote escribirá estas maldiciones en un rollo y las desleirá en las aguas amargas. 24Y hará beber a la mujer el agua amarga que acarrea maldición; y penetrará en ella el agua de maldición para serle amarga. 25Después tomará el sacerdote de mano de la mujer la oblación de celos, la mecerá ante Yahvé, y la presentará delante del altar. 26Y tomando de la oblación un puñado como ofrenda de recuerdo, lo quemará en el altar; después dará de beber a la mujer el agua. 27Dándosele a ella el agua sucederá que si ella se ha deshonrado, siendo infiel a su marido, en tal caso penetrará en ella el agua de maldición para serle amarga; y se le hinchará el vientre y enflaquecerán sus caderas, de modo que aquella mujer será una execración en medio de su pueblo. 28[932]Pero si la mujer no se ha mancillado, siendo pura, quedará ilesa y tendrá hijos.”

29Esta es la ley de los celos, cuando una mujer se ha descarriado contaminándose con quien no es su marido; 30o cuando sobre un hombre viene espíritu de celos, de modo que tenga celos de su mujer: presentará a la mujer ante Yahvé, y el sacerdote hará con ella según toda esta ley. 31[933]El marido quedará así libre de culpa, pero la mujer pagará su iniquidad.”

NÚMEROS 6
El nazareato

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2[934]“Habla a los hijos de Israel y diles: Si un hombre o una mujer hace un voto especial, el voto de nazareo, consagrándose a Yahvé, 3se abstendrá de vino y de bebida embriagante, no beberá vinagre de vino ni de (otra) bebida embriagante; no tomará zumo de uvas, ni comerá uvas frescas ni secas. 4En todos los días de su nazareato no comerá producto alguno de la vid, desde los granos hasta el hollejo. 5Durante todo el tiempo de su voto de nazareato, no pasará navaja sobre su cabeza. Hasta cumplirse los días por los que se consagró a Yahvé, quedará santo, y dejará crecer libremente su cabellera. 6En todos los días de su consagración a Yahvé no entrará donde haya un muerto. 7No ha de contaminarse (haciendo luto) por la muerte de su padre, ni de su madre, ni de su hermano, ni de su hermana; porque la consagración de su Dios está sobre su cabeza. 8Durante todo el tiempo de su nazareato está consagrado a Yahvé. 9Si junto a él muriere uno de repente, contaminándose así la cabeza de su nazareato, raerá su cabeza el día de su purificación; el día séptimo la raerá. 10Y al día octavo presentará al sacerdote dos tórtolas o dos palominos a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 11El sacerdote ofrecerá el uno por el pecado, y el otro como holocausto, haciendo por él la expiación a causa del pecado en el caso del muerto; y en ese mismo día consagrará (de nuevo) su cabeza. 12Renovará ante Yahvé los días de su nazareato, y presentará un cordero primal por la culpa. Los días precedentes serán nulos, porque fue contaminado su nazareato.

13Esta es la ley del nazareo. Al cumplirse los días de su nazareato, será conducido a la entrada del Tabernáculo de la Reunión; 14y presentará como oblación suya a Yahvé un cordero primal sin tacha, en holocausto, una cordera primal sin tacha, para el sacrificio por el pecado, y un carnero sin tacha, para el sacrificio pacífico, 15[935]un canasto de panes ácimos, tortas de flor de harina amasadas con aceite, y galletas sin levadura untadas de aceite, juntamente con la oblación y las libaciones respectivas.

16El sacerdote lo presentará delante de Yahvé, y ofrecerá su sacrificio por el pecado y su holocausto. 17Ofrecerá también a Yahvé el carnero como sacrificio pacífico, junto con el canasto de los panes ácimos; después presentará el sacerdote la ofrenda y la libación. 18El nazareo raerá la cabeza de su nazareato a la entrada del Tabernáculo de la Reunión; y tomando su cabellera consagrada, la echara al fuego que arde debajo del sacrificio pacífico. 19El sacerdote tomará entonces la espaldilla, ya cocida, del carnero, una torta ácima del canasto y una galleta sin levadura, y los pondrá en las manos del nazareo, después que este se haya raído la cabeza consagrada. 20Y los mecerá el sacerdote como ofrenda mecida ante Yahvé —es cosa santa que pertenece al sacerdote, a más del pecho mecido y de la espaldilla alzada— y después podrá el nazareo beber vino.

21[936] Esta es la ley del nazareo que ha hecho voto, y de su oblación a Yahvé con motivo de su nazareato, fuera de lo que agregue según sus recursos. Conforme al voto que haya hecho, así ha de hacer, además de lo ordenado por la ley del nazareato.”

La bendición sacerdotal

22Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 23“Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: De esta manera bendeciréis a los hijos de Israel; les diréis:

24[937]¡Yahvé te bendiga y te guarde!

25¡Haga Yahvé brillar sobre ti su Rostro

y tenga misericordia de ti!

26¡Vuelva Yahvé su Rostro hacia ti

y te conceda la paz!

27Así pondrán mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.”

NÚMEROS 7
Las ofrendas de los príncipes

1[938]Después de haber terminado Moisés la erección de la Morada y la unción y santificación de la misma con todos sus utensilios, y la unción y santificación del altar con todos sus utensilios, 2presentaron sus ofrendas los príncipes de Israel, las cabezas de sus casas paternas: ellos eran los príncipes de las tribus, quienes habían presidido el censo. 3Presentaron como ofrenda suya delante de Yahvé, seis carros cubiertos y doce bueyes: un carro por cada dos príncipes, y un buey por cada uno de ellos, y los llevaron ante la Morada.

4Habló entonces Yahvé a Moisés, diciendo: 5“Recibe de ellos estas cosas, para que sean destinadas al servicio del Tabernáculo de la Reunión; las darás a los levitas, a cada cual según su servicio.” 6Recibió, pues, Moisés los carros y los bueyes, y los entregó a los levitas. 7Dio dos carros con cuatro bueyes a los hijos de Gersón, según las necesidades de su servicio. 8Cuatro carros con ocho bueyes dio a los hijos de Merarí, según las necesidades de su servicio (que cumplían) bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. 9[939]Pero no dio nada a los hijos de Caat, porque a su cargo estaba el servicio de aquellos objetos sagrados cuyo transporte se hacía llevándolos a hombros.

10Los príncipes presentaron también ofrendas para la dedicación del altar; el día en que fue ungido presentaron ellos mismos sus ofrendas ante el altar. 11Y Yahvé dijo a Moisés: “Que cada día uno de los príncipes presente su ofrenda para la dedicación del altar.”

12El que presentó su oblación el día primero fue Naasón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá. 13Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 14una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 15un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 16un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 17y para el sacrificio pacífico dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Naasón, hijo de Aminadab.

18[940]El segundo día presentó su ofrenda Natanael, hijo de Suar, príncipe de Isacar. 19Trajo como ofrenda suya una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según él siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 20una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 21un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 22un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 23y para el sacrificio pacífico dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar.

24El tercer día (llegó) el príncipe de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Helón. 25Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 26una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 27un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 28un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 29y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Eliab, hijo de Helón.

30El cuarto día (se presentó) el príncipe de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. 31Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 32una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 33un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 34un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 35y para el sacrificio pacífico dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur.

36El quinto día (vino) el príncipe de los hijos de Simeón, Selumiel, hijo de Surisadai. 37Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 38una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 39un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 40un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 41y para el sacrificio pacífico dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Selumiel, hijo de Surisadai.

42EI sexto día (presentó su ofrenda) el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf, hijo de Deuel. 43Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina, amasada con aceite, para la oblación; 44una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 45un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 46un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 47y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Eliasaf, hijo de Deuel.

48El séptimo día (se presentó) el príncipe de los hijos de Efraím, Elisamá, hijo de Amiud. 49Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 50una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 51un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 52un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 53y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Elisamá, hijo de Amiud.

54El octavo día (llegó) el príncipe de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur. 55Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 56una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 57un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 58un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 59y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedasur.

60El noveno día (se presentó) el príncipe de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeoní. 61Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 62una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 63un novillo, un carnero y un cordero primal para el holocausto; 64un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 65y para sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Abidán, hijo de Gedeoní.

66El décimo día (vino) el príncipe de los hijos de Dan, Ahiéser, hijo de Amisadai. 67Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 68una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 69un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 70un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 71y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Ahiéser, hijo de Amisadai.

72El undécimo día (llegó) el príncipe de los hijos de Aser, Pagiel, hijo de Ocrán. 73Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 74una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 75un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 76un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 77y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Pagiel, hijo de Ocrán.

78El duodécimo día (se presentó) el príncipe de los hijos de Neftalí, Ahirá, hijo de Enán. 79Era su ofrenda una fuente de plata, que pesaba ciento treinta siclos, una taza de plata de setenta siclos, según el siclo del Santuario, ambas llenas de flor de harina amasada con aceite, para la oblación; 80una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso; 81un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 82un macho cabrío para el sacrificio por el pecado; 83y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Ahirá, hijo de Enán.

84Estos fueron los dones ofrecidos por los príncipes de Israel para la dedicación del altar el día en que fue ungido: doce fuentes de plata, doce tazas de plata, doce navetas de oro; 85[941] —cada fuente de plata pesaba ciento treinta siclos, y cada taza setenta, siendo el total de la plata de estos vasos dos mil cuatrocientos siclos, según el siclo del Santuario— 86doce navetas de oro llenas de incienso, cada naveta de diez siclos, según el siclo del Santuario, siendo el total del oro de las navetas ciento veinte siclos.

87El total de los animales ofrecidos en holocausto fue: doce novillos, doce carneros, doce corderos primales con sus ofrendas, y doce machos cabríos para el sacrificio por el pecado. 88El total de los animales ofrecidos como sacrificios pacíficos fue veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta machos cabríos, sesenta corderos primales. Estos fueron los dones ofrecidos para la dedicación del altar, después de su unción.

89[942]Cuando Moisés entraba en el Tabernáculo de la Reunión para hablar con el Señor, oía la voz que le hablaba de encima del propiciatorio, que estaba sobre el Arca del Testimonio, entre los dos querubines. Así hablaba con él.

NÚMEROS 8
El candelabro

1Yahvé habló con Moisés, diciendo: 2[943]“Habla a Aarón y dile: Coloca las siete lámparas de tal manera que despidan su luz hacia la parte frontal del candelabro.” 3Así lo hizo Aarón; colocó las lámparas de tal manera que miraban hacia la parte frontal del candelabro, así como Yahvé había ordenado a Moisés. 4El candelabro era hecho de oro labrado a martillo; tanto su pie como sus flores eran labrados a martillo. Moisés lo había hecho conforme al modelo que Yahvé le había mostrado.

Consagración de los levitas

5Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 6“Toma a los levitas de en medio de los hijos de Israel y purifícalos. 7Los purificarás de esta manera: Harás sobre ellos una aspersión con agua expiatoria; luego pasen ellos la navaja por todo su cuerpo, laven sus vestidos y purifíquense; 8y tomarán un novillo con su ofrenda de flor de harina amasada con aceite; tú, entretanto, tomarás otro novillo para el sacrificio por el pecado. 9Después mandarás que se presenten los levitas ante el Tabernáculo de la Reunión, donde reunirás a toda la Congregación de los hijos de Israel. 10[944]“Cuando presentes a los levitas ante Yahvé, impondrán los hijos de Israel sus manos sobre los levitas; 11[945]y Aarón ofrecerá a los levitas como ofrenda mecida ante Yahvé de parte de los hijos de Israel, y así serán iniciados en el servicio de Yahvé; 12Luego los levitas pondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos, que tú ofrecerás, uno en sacrificio por el pecado, y el otro en holocausto a Yahvé, para hacer expiación por los levitas. 13Harás que los levitas estén en pie delante de Aarón y sus hijos, y los ofrecerás como ofrenda mecida a Yahvé. 14De esta manera separarás a los levitas de en medio de los hijos de Israel, y serán míos. 15Hecho esto, los levitas empezarán a servir en el Tabernáculo de la Reunión. Así los purificarás, y los ofrecerás como ofrenda mecida; 16porque me han sido donados y entregados por los hijos de Israel. Yo los he tomado para Mí en lugar de todos los que abren la matriz, en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel. 17Pues míos son todos los primogénitos de entre los hijos de Israel, tanto de hombres como de animales. El día en que herí a todo primogénito en la tierra de Egipto, los consagre para Mí. 18He tomado a los levitas como sustitutos de todos los primogénitos de los hijos de Israel. 19[946]Y he donado los levitas enteramente a Aarón y a sus hijos, de en medio de los hijos de Israel, para que hagan el servicio de los hijos de Israel en el Tabernáculo de la Reunión y la expiación de los hijos de Israel, a fin de que los hijos de Israel no sean castigados por acercarse al Santuario.”

20Moisés y Aarón y toda la Congregación de los hijos de Israel hicieron así con los levitas. Todo cuanto Yahvé había mandado a Moisés, respecto de los levitas, así hicieron con ellos los hijos de Israel. 21Se purificaron, pues, los levitas y lavaron sus vestidos; y Aarón los ofreció en ofrenda mecida ante Yahvé e hizo expiación por ellos para purificarlos. 22Después de esto entraron los levitas en el servicio del Tabernáculo de la Reunión, a las órdenes de Aarón y sus hijos. Como Yahvé había mandado a Moisés con respecto a los levitas, así hicieron con ellos.

23Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 24[947]“Esto es lo que ha de hacer el levita: Desde los veinte y cinco años para arriba empezará a ejercer su función en el servicio del Tabernáculo de la Reunión; 25y a los cincuenta dejará de ejercer su función, y no prestará más servicio. 26Podrá todavía ayudar a sus hermanos en el Tabernáculo de la Reunión, ejerciendo una u otra función, pero no hará más servicio. Así harás con los levitas en cuanto a sus funciones.”

NÚMEROS 9
La pascua en el Sinaí

1Habló Yahvé a Moisés en el desierto del Sinaí, el primer mes del año segundo después de la salida de la tierra de Egipto, y dijo: 2“Los hijos de Israel han de celebrar la Pascua al tiempo señalado. 3[948]El día catorce de este mes, entre las dos tardes, la celebraréis al tiempo señalado, observando todas las leyes y todos los ritos referentes a ella.” 4Y dijo Moisés a los hijos de Israel que celebrasen la Pascua. 5Celebraron, pues, la Pascua el día catorce del primer mes, entre las dos tardes, en el desierto del Sinaí. Conforme a todo lo que Yahvé había mandado a Moisés, así hicieron los hijos de Israel.

6[949]Mas hubo algunos hombres que estaban inmundos a causa de un muerto, por lo cual no pudieron celebrar la Pascua en aquel día. Por eso presentándose aquel mismo día ante Moisés y Aarón, 7les dijeron: “Nosotros estamos inmundos a causa de un muerto, ¿por qué hemos de ser privados de presentar la oblación de Yahvé al tiempo señalado, en medio de los hijos de Israel?” 8Les respondió Moisés: “Esperad para que yo sepa lo que Yahvé disponga acerca de vosotros.” 9Entonces Yahvé habló a Moisés, diciendo: 10“Habla a los hijos de Israel y diles: Si alguno de vosotros o de vuestros descendientes se hallare inmundo a causa de un muerto o ausente en algún viaje lejano, celebrará sin embargo la Pascua en honor de Yahvé. 11La celebrará en el mes segundo, el día catorce del mes, entre las dos tardes; comiéndola con panes ácimos y con yerbas amargas. 12[950]No dejará nada de ella para el día siguiente, ni le quebrará hueso. Conforme a todos los preceptos de la Pascua la celebrará. 13Si alguno hallándose limpio y no estando de viaje dejare de celebrar la Pascua, ese tal será extirpado de en medio de su pueblo, por no haber presentado la ofrenda de Yahvé al tiempo señalado; ese pagará su pecado. 14Si un extranjero que habita entre vosotros quiere celebrar la Pascua de Yahvé, la celebrará según el reglamento de la Pascua y según el rito de la misma. Un mismo reglamento regirá para vosotros, tanto para el extranjero como para los de vuestro pueblo.”

La columna de fuego

15[951]El día en que se erigió la Morada, la nube cubrió a esta, es decir, el Tabernáculo del Testimonio, apareciendo sobre la Morada como fuego, desde la tarde hasta la mañana. 16Así sucedía siempre: (de día) la cubría la nube, y de noche algo que parecía fuego. 17Y cuando la nube se alzaba de sobre el Tabernáculo, los hijos de Israel se ponían en marcha, y en el sitio donde se paraba la nube, allí acampaban los hijos de Israel. 18A la orden de Yahvé los israelitas se ponían en marcha, y a la orden de Yahvé acampaban, y quedaban acampados todo el tiempo que permanecía la nube sobre la Morada. 19Aun cuando la nube se detenía muchos días sobre la Morada, los hijos de Israel observaban lo dispuesto por Yahvé y no levantaban el campamento. 20Lo mismo hacían cuando la nube permanecía muy pocos días sobre la Morada. A la orden de Yahvé acampaban, y a la orden de Yahvé se ponían en marcha. 21Cuando la nube se paraba solo desde la tarde hasta la mañana, y se alzaba a la mañana, se ponían en marcha. O si se paraba un día y una noche y después se alzaba, también ellos emprendían a marcha. 22Si la nube permanecía dos días, o un mes o un año sobre la Morada, mientras quedaba sobre ella continuaban acampados los hijos de Israel y no se movían; mas al alzarse la nube, se ponían en marcha. 23[952]A la orden de Yahvé acampaban, y a la orden de Yahvé se ponían en marcha; guardando lo dispuesto por Yahvé, según la orden de Yahvé dada por medio de Moisés.

NÚMEROS 10
Las trompetas de plata

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Hazte dos trompetas de plata; las harás de plata labrada a martillo; te servirán para convocar la Congregación y para levantar el campamento. 3Cuando ellas suenen, se reunirá contigo toda la Congregación a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 4Cuando se toque una sola, se reunirán contigo los príncipes, las cabezas de los millares de Israel. 5[953]Mas cuando tocareis alarma, se pondrán en marcha los acampados al oriente. 6Y al segundo toque de alarma se pondrán en marcha los acampados al mediodía. Para cada levantamiento del campo tocaréis la trompeta de alarma. 7Para convocar la Asamblea, tocaréis (también), pero sin alarma. 8Los hijos de Aarón, los sacerdotes serán los que toquen las trompetas. Esto os será ley perpetua durante vuestras generaciones. 9Cuando en vuestra tierra salgáis a campaña contra el enemigo que os oprime, tocaréis alarma con las trompetas; y Yahvé, vuestro Dios, se acordará de vosotros, y seréis salvados de vuestros enemigos. 10También en vuestros días de alegría, en vuestras fiestas y neomenias tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos y sobre vuestros sacrificios pacíficos, y ellas os servirán de recuerdo ante vuestro Dios. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

II. DESDE EL SINAÍ HASTA CADES
Partida del Sinaí

11[954]El año segundo, el día veinte del segundo mes, se alzó la nube de encima del Tabernáculo del Testimonio. 12[955]Y los hijos de Israel partieron del desierto del Sinaí, marchando jornada tras jornada, hasta que la nube se paró en el desierto de Farán. 13Esta fue la primera vez que los hijos de Israel se pusieron en marcha conforme a la orden que Yahvé había dado a Moisés. 14La bandera del campamento de los hijos de Judá con sus escuadrones fue la primera en moverse; al frente de sus tropas estaba Naasón, hijo de Aminadab. 15El ejército de la tribu de los hijos de Isacar estaba al mando de Natanael, hijo de Suar; 16y el ejército de la tribu de los hijos de Zabulón al mando de Eliab, hijo de Helón. 17Después de desarmada la Morada se pusieron en marcha los hijos de Gersón y los hijos de Merarí, llevando la Morada.

18Luego se puso en marcha la bandera del campamento de Rubén, según sus escuadrones. Jefe de sus tropas era Elisur, hijo de Sedeur. 19El ejército de la tribu de los hijos de Simeón estaba al mando de Selumiel, hijo de Surisadai; 20y el ejército de la tribu de los hijos de Gad al mando de Eliasaf, hijo de Deuel.

21Después se pusieron en marcha los caatitas, llevando el Santuario, y cuando ellos llegaron, (los anteriores) habían levantado ya la Morada.

22Luego se puso en marcha la bandera del campamento de los hijos de Efraím, según sus escuadrones. Jefe de sus tropas era Elisamá, hijo de Amiud. 23El ejército de la tribu de los hijos de Manasés estaba al mando de Gamaliel, hijo de Pedasur; 24y el ejército de la tribu de los hijos de Benjamín al mando de Abidán, hijo de Gedeoní.

25Después se puso en marcha, según sus escuadrones, la bandera del campamento de los hijos de Dan, que formaba la retaguardia de todos los campamentos. Jefe de sus tropas era Ahiéser, hijo de Amisadai. 26El ejército de la tribu de los hijos de Aser estaba al mando de Pagiel, hijo de Ocrán; 27y el ejército de la tribu de los hijos de Neftalí al mando de Ahirá, hijo de Enán.

28Este era el orden de la marcha de los hijos de Israel, según sus escuadrones, cuando levantaban el campamento.

Moisés y Hobab

29[956]Dijo Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, suegro de Moisés: “Nosotros partimos para llegar al lugar del cual Yahvé ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros y te haremos bien; pues Yahvé ha prometido felicidad a Israel.” 30Él le respondió: “No iré, sino que volveré a mi tierra y al lugar donde nací.” 31[957]A lo cual contestó (Moisés): “No quieras abandonarnos, porque conociendo tú los lugares donde podemos acampar en el desierto, podrás servirnos de ojo. 32Si vienes con nosotros, te haremos el mismo bien que Yahvé nos hiciere a nosotros.

33[958]Partieron, pues, del monte de Yahvé, y caminaron tres días. Durante tres días el Arca de la Alianza de Yahvé iba delante de ellos, para buscarles un lugar de descanso. 34La nube de Yahvé estaba sobre ellos de día desde que levantaron el campamento. 35[959]Cuando el Arca se ponía en marcha, decía Moisés:

“¡Levántate, Yahvé,

y sean disipados tus enemigos!

Y huyan de tu presencia

los que te aborrecen.”

36Y cuando ella se posaba, decía:

“¡Vuélvete, Yahvé,

a las miríadas de las tribus de Israel!”

NÚMEROS 11
Murmuraciones del pueblo

1Murmuró el pueblo, quejándose de muy mala manera contra Yahvé. Lo oyó Yahvé, y se inflamó su ira, de modo que se encendió contra ellos un fuego de Yahvé y abrasó una extremidad del campamento. 2Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Yahvé, y el fuego se apagó. 3[960]Por lo cual se dio a aquel lugar el nombre de Taberá, porque el fuego de Yahvé se había encendido contra ellos.

4[961]Mas sucedió que la gente adventicia que iba en medio del pueblo tuvo un vehemente deseo; y también los hijos de Israel volvieron a llorar, diciendo: “¡Quién nos diera carne que comer! 5Se nos vienen a la memoria el pescado que de balde comíamos en Egipto, los cohombros, los melones, los puerros, las cebollas, los ajos. 6¡Mas ahora, seca esta ya nuestra alma, y no vemos sino este maná!” 7[962]Era el maná semejante a la semilla de cilantro, y su color como el color de bedelio. 8El pueblo solía desparramarse para recogerlo; lo molían en molinos, o lo majaban en morteros y lo cocían en ollas, o hacían de él tortas; y era su sabor como el sabor de buñuelos amasados con aceite. 9Cuando de noche descendía el rocío sobre el campamento, descendía el maná juntamente con él.

Moisés implora el auxilio del Señor

10Oyó Moisés al pueblo que se lamentaba en sus familias, cada cual a la entrada de su tienda. Se encendió entonces la ira de Yahvé en gran manera; y también a Moisés le pareció muy mal. 11[963]Y dijo Moisés a Yahvé: “¿Por qué tratas tan mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia a tus ojos y has echado sobre mí el peso de todo este pueblo? 12¿Acaso soy yo quien he concebido todo este pueblo? ¿Soy yo quien lo ha dado a luz, para que me digas: «llévalo en tu regazo», como lleva la nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que juraste dar a sus padres? 13¿Dónde tomo yo carne para dar a toda esta gente que llora delante de mí, diciendo: Danos carne que comer? 14Yo no soy capaz de soportar solo a toda esta gente, pues es demasiado pesado para mí. 15Si me tratas así, quítame más bien la vida, si es que he hallado gracia a tus ojos, para que no vea yo esta mi desdicha.”

Los setenta ancianos

16Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Reúneme setenta hombres de los ancianos de Israel, de los que tú sabes que son ancianos del pueblo y jefes del mismo; los conducirás al Tabernáculo de la Reunión, donde se queden contigo. 17[964]Yo descenderé y hablaré allí contigo; y tomaré del Espíritu que está sobre ti, y lo pondré sobre ellos, para que lleven juntamente contigo la carga del pueblo y no la lleves tú solo. 18[965]Y dirás al pueblo: Santificaos para mañana, pues comeréis carne, ya que habéis llorado a oídos de Yahvé, diciendo: ¡Quién nos diera carne que comer! Mejor nos iba en Egipto. Ahora Yahvé os dará carne que comer. 19La comeréis no solo un día, ni dos días, ni cinco, ni diez, ni veinte, 20sino durante todo un mes, hasta que os salga por las narices y os cause repugnancia; por cuanto habéis desechado a Yahvé que está en medio de vosotros, y habéis llorado ante Él, diciendo: ¿Por qué hemos salido de Egipto?” 21Respondió Moisés: “Seiscientos mil hombres de a pie cuenta el pueblo en cuyo medio estoy; y Tú dices: ¡Yo les daré carne para que coman durante todo un mes! 22¿Por ventura se puede degollar para ellos ganado menor y ganado mayor que les baste? ¿O pescar para ellos todos los peces del mar para abastecerlos?” 23Yahvé replicó a Moisés: “¿Acaso se ha acortado la mano de Yahvé? Ya verás si se te cumplirá o no mí palabra.” 24Luego Moisés salió y refirió al pueblo las palabras de Yahvé, y reunió de los ancianos del pueblo setenta hombres, a los cuales colocó en torno al Tabernáculo. 25[966]Y Yahvé bajó en la nube y habló con él; y tomó del Espíritu que estaba sobre él y lo puso sobre los setenta ancianos, los cuales cuando se posó sobre ellos el Espíritu profetizaron, pero no volvieron a hacerlo.

Eldad y Medad

26Mas dos de ellos, uno llamado Eldad, y el otro Medad, se habían quedado en el campamento, y sin embargo se posó sobre ellos el Espíritu —estaban en la lista, pero no habían ido al Tabernáculo— y profetizaron en el campamento. 27Corrió un mozo a dar aviso a Moisés, diciendo: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento.” 28Entonces Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés desde su juventud, tomó la palabra y dijo: “Señor mío Moisés, hazles callar”; 29[967]Moisés le respondió: “¿Estás celoso por mí? ¡Ojalá que todos del pueblo de Yahvé fuesen profetas y derramara Yahvé su Espíritu sobre ellos!” 30Después Moisés se retiró al campamento, él y los ancianos de Israel.

Dios manda codornices

31Comenzó a soplar un viento de Yahvé, que trajo codornices desde el Mar, y las hizo volar sobre el campamento, a solo dos codos de altura sobre la tierra, en la extensión de una jornada de camino por una parte, y de una jornada de camino por la otra, alrededor del campamento. 32[968]Todo aquel día, y toda aquella noche, y todo el día siguiente, estuvo levantado el pueblo, y recogieron codornices: el que menos, recogió diez gómor; y las extendieron en los alrededores del campamento.

33[969]Todavía tenían la carne entre sus dientes, y no habían aún acabado, cuando la ira de Yahvé se encendió contra el pueblo e hirió Yahvé al pueblo con una plaga muy grande. 34Y fue llamado aquel lugar Kibrot-Hataavá; porque allí enterraron a la gente codiciosa (de carne). 35De Kibrot-Hataavá partieron para Haserot; y se quedaron en Haserot.

NÚMEROS 12
Murmuraciones de María y Aarón

1[970]Hablaron María y Aarón contra Moisés, con motivo de la mujer cusita que este se había tomado; pues estaba casado con una mujer de Cus. 2Decían: “¿Acaso tan solo por boca de Moisés ha hablado Yahvé? ¿No ha hablado también por nosotros?” Y lo oyó Yahvé. 3[971]Es de saber que Moisés era hombre muy manso, más que hombre alguno sobre la tierra.

4Al instante dijo Yahvé a Moisés, a Aarón y a María: “Id los tres al Tabernáculo de la Reunión.” Y salieron los tres. 5Y descendió Yahvé en la columna de nube, y poniéndose a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, llamó a Aarón y a María que se presentaran ambos. 6Y Él les dijo:

“Escuchad mis palabras:

Si alguno de vosotros es profeta,

Yo Yahvé me le doy a conocer en visión

o le hablo en sueños.

7[972]No lo hago así con mi siervo Moisés,

el cual es fiel en toda mi casa.

8[973]Con él hablo cara a cara

y claramente, no por medio de enigmas;

pues él ve la imagen de Yahvé.

¿Por qué, pues, os atrevisteis a hablar

contra mi siervo Moisés?”

9Y habiéndose inflamado contra ellos su ira se fue Yahvé. 10Después se retiró la nube que estaba sobre el Tabernáculo y he aquí que María apareció cubierta de lepra como de nieve.

Cuando Aarón volvió el rostro hacia María, la vio cubierta de lepra. 11Entonces Aarón dijo a Moisés: “Oh, señor mío, no nos imputes, te suplico, este pecado; pues hemos obrado neciamente, hemos pecado. 12No sea ella como un abortivo, que al salir del seno de su madre tiene ya medio consumida la carne.” 13Entonces clamó Moisés a Yahvé, diciendo: “Te ruego, oh Dios, que la sanes.” 14Y Yahvé respondió a Moisés: “Si su padre la hubiera escupido en la cara, ¿no se avergonzaría ella por siete días? Sea, por lo tanto, excluida del campamento por siete días, y después será recibida de nuevo.” 15Fue María excluida del campamento por siete días; y el pueblo no se movió del lugar hasta la reincorporación de María. 16Después el pueblo partió de Haserot; y acamparon en el desierto de Farán.

III. EN EL DESIERTO DE CADES
NÚMEROS 13
Los exploradores

1[974]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Envía hombres que exploren el país de Canaán que Yo daré a los hijos de Israel: enviaréis de cada una de las tribus de sus padres un hombre que tenga entre ellos autoridad de príncipe.”

3Y los envió Moisés desde el desierto de Farán, según la orden de Yahvé, todos ellos jefes de los hijos de Israel. 4He aquí sus nombres: De la tribu de Rubén, Samua, hijo de Sacur; 5de la tribu de Simeón, Safat, hijo de Horí; 6de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefone; 7de la tribu de Isacar, Igal, hijo de José; 8de la tribu de Efraím, Oseas, hijo de Nun; 9de la tribu de Benjamín, Paltí, hijo de Rafú; 10de la tribu de Zabulón, Gadiel, hijo de Sodí; 11de la tribu de José, (es decir) de la tribu de Manasés, Gadí, hijo de Susí; 12de la tribu de Dan, Amiel, hijo de Gemalí; 13de la tribu de Aser, Setur, hijo de Micael; 14de la tribu de Neftalí, Nahabí, hijo de Vafsí; 15de la tribu de Gad, Geuel, hijo de Maquí. 16[975]Estos son los nombres de los varones que envió Moisés a explorar el país. A Oseas, hijo de Nun, dio Moisés el nombre de Josué.

17[976]Moisés los envió para que explorasen la tierra de Canaán, diciéndoles: “Subid por aquí al Négueb, luego subid a la serranía, 18explorad el país cómo es; y el pueblo que habita en ella, si fuerte o débil, si poco o mucho; 19y cómo es la tierra que habita, si buena o mala; y cuáles las ciudades en que moran, si abiertas o amuralladas; 20y qué tal es el suelo, si fértil o estéril; y si hay allí árboles o no. Esforzaos y traednos de los frutos de esa tierra”. Era el tiempo de las primeras uvas.

21[977]Subieron, pues, y exploraron el país desde el desierto de Sin hasta Rehob, por donde se va a Hamat. 22[978]Subiendo por el Négueb llegaron a Hebrón, donde estaban Animán, Sesai y Talmai, hijos de Enac —Hebrón fue edificada siete años antes que Tanis de Egipto— 23[979]Llegaron hasta el valle de Escol, donde cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, que trajeron entre dos en un palo, y también granadas e higos. 24Aquel lugar fue llamado Valle de Escol, a causa del racimo que allí cortaron los hijos de Israel.

25Volvieron de la exploración de la tierra al cabo de cuarenta días; 26[980]y se presentaron inmediatamente a Moisés y Aarón y a toda la Congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Farán, en Cades, para darles cuenta, a ellos y a toda la Congregación, mostrándoles el fruto de la tierra. 27Contaron a Moisés: “Llegamos a la tierra adonde nos enviaste, la cual en verdad mana leche y miel; y he aquí sus frutos. 28Pero el pueblo que habita en el país, es fuerte; las ciudades están fortificadas y son muy grandes; hemos visto también allí a los hijos de Enac. 29En la región del Négueb habitan los amalecitas, en las montañas el heteo, el jebuseo y el amorreo; el cananeo vive en la costa del Mar y en las riberas del Jordán.”

30Entonces Caleb tranquilizó al pueblo (que resistía) a Moisés, y dijo: “Ea, subamos y tomemos posesión del país; pues muy bien podemos conquistarlo.” 31Pero los que le habían acompañado, decían: “No podremos subir contra esta gente, porque es más fuerte que nosotros.” 32[981]Así desacreditaron entre los hijos de Israel la tierra que habían explorado, diciendo: “El país que hemos recorrido para explorarlo consume a sus moradores, y todo el pueblo que vimos allí son hombres de grande estatura. 33Vimos allí a los gigantes, hijos de Enac, de la raza de los Nefilim; y éramos a nuestros ojos y a los ojos de ellos como langostas.”

NÚMEROS 14
Sedición del pueblo

1Entonces todo el pueblo alzó la voz y dando alaridos se pasó llorando aquella noche. 2Y todos los hijos de Israel murmuraron contra Moisés y contra Aarón, diciéndoles todo el pueblo: “¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto o en este desierto! ¡Ojalá hubiéramos muerto! 3¿Por qué quiere llevarnos Yahvé a esta tierra para que perezcamos a espada y nuestras mujeres y nuestros hijos vengan a caer en cautividad? ¿No nos sería mejor volver a Egipto?” 4Y se decían unos a otros: “¡Proclamemos un caudillo y volvámonos a Egipto!”

5[982]Entonces Moisés y Aarón se postraron rostro en tierra delante de toda la Asamblea del pueblo de los hijos de Israel. 6Y Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone, que eran de los que habían explorado el país, rasgaron sus vestidos; 7y hablando a todo el pueblo de los hijos de Israel, dijeron: “La tierra que hemos recorrido para explorarla es una tierra muy buena. 8Si Yahvé nos es propicio, nos llevará a esa tierra y nos dará aquel país que mana leche y miel, 9con tal que no os rebeléis contra Yahvé, ni temáis al pueblo de esa tierra, pues son pasto nuestro; se hallan sin amparo. Con nosotros está Yahvé; no los temáis.”

Plegaria de Moisés

10Cuando ya todo el pueblo hablaba de lapidarlos, se mostró la gloria de Yahvé en el Tabernáculo de la Reunión, a vista de todos los hijos de Israel; 11y Yahvé dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo me ha de despreciar este pueblo? ¿Y hasta cuándo no creerán en Mí, a pesar de todos los prodigios que he hecho entre ellos? 12Los heriré con peste y les quitaré la herencia, pero de ti haré una nación más grande y más fuerte que ellos.”

13[983]Respondió Moisés a Yahvé: “Pero oirán esto los egipcios, de cuyo poder Tú sacaste con tu potencia a este pueblo; 14y se lo dirán a los habitantes de esta tierra. Pues también estos han oído que Tú, oh Yahvé, estás en medio de este pueblo, y que Tú, oh Yahvé, te dejas ver cara a cara, y que tu nube se posa sobre ellos; y que Tú vas a su frente, de día en la columna de nube, y de noche en la columna de fuego. 15Ahora bien, si Tú destruyes a este pueblo, como si fuera un solo hombre, los pueblos que han oído tu fama hablarán, diciendo: 16Porque Yahvé no ha podido introducir a este pueblo en el país que les había prometido con juramento, por eso los ha destruido en el desierto. 17Ahora, pues, sea grande el poder de mi Señor, como Tú mismo declaraste, diciendo: 18[984]Yahvé tarda en airarse y es rico en misericordia, perdona la iniquidad y el pecado, bien que no lo deja sin castigo, pues castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación. 19Perdona, te ruego, la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia y como lo has soportado desde Egipto hasta aquí.”

El castigo

20Respondió Yahvé: “Yo perdono conforme a tu palabra; 21pero juro por mi vida y por mi gloria que llena toda la tierra, 22[985]que todos aquellos hombres que han visto mi gloria y los prodigios hechos por Mí en Egipto y en el desierto, y que no obstante ello me han tentado ya diez veces y no han escuchado mi voz, 23no verán la tierra que prometí con juramento a sus padres. Ninguno de los que me han despreciado la verá. 24[986]Mas a mi siervo Caleb, que ha mostrado otro espíritu siguiéndome enteramente, Yo le introduciré en el país que recorrió, y su descendencia lo poseerá. 25Y por cuanto los amalecitas y los cananeos habitan en el valle, mudad de rumbo mañana, y partid hacia el desierto, camino del Mar Rojo.”

26Y habló Yahvé a Moisés y Aarón, diciendo: 27“¿Hasta cuándo ha de murmurar contra Mí este pueblo perverso? He oído las murmuraciones que los hijos de Israel profieren contra Mí. 28[987]Diles: ¡Por mi vida —palabra de Yahvé— que exactamente lo que hablasteis a mis oídos, eso haré Yo con vosotros! 29En este desierto caerán vuestros cadáveres. Cuantos fuisteis inscritos en el censo, todos los de veinte años para arriba, que habéis murmurado contra Mí, 30[988]de ninguna manera entraréis en la tierra la cual con juramento prometí daros por habitación, salvo Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun. 31Pero a vuestros pequeñuelos, de los cuales dijisteis que vendrían a ser presa de otros, a esos los introduciré, y disfrutarán la tierra que vosotros habéis desdeñado. 32En cuanto a vosotros, en este desierto caerán vuestros cadáveres. 33[989]Vuestros hijos andarán errantes por el desierto cuarenta años, llevando vuestras infidelidades hasta que vuestros cadáveres sean consumidos en el desierto. 34A proporción del número de los días que explorasteis la tierra, o sea, cuarenta días, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, contando año por día; así conoceréis cual es mi aversión. 35Yo, Yahvé, Yo lo digo: Así haré con este pueblo perverso, que se ha levantado contra Mí. En este desierto se consumirán, ahí morirán.”

36En efecto, los hombres que Moisés había enviado a explorar la tierra y que de vuelta hicieron murmurar contra él a todo el pueblo, desacreditando la tierra, 37[990]aquellos hombres que habían difamado el país, murieron de mala muerte en la presencia de Yahvé. 38De los hombres que habían ido a explorar la tierra quedaron con vida solamente Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone.

Derrota de los israelitas

39Moisés refirió estas cosas a todos los hijos de Israel, y el pueblo quedó muy afligido. 40Se levantaron muy de mañana y subieron a la cima de la montaña, diciendo: “Henos aquí, subiremos al lugar de que habló Yahvé; porque hemos pecado.” 41Pero Moisés les dijo: “¿Por qué queréis infringir la orden de Yahvé? Esto no puede salir bien. 42No subáis, pues Yahvé no está en medio de vosotros; no os dejéis derrotar por vuestros enemigos. 43Porque los amalecitas y los cananeos están allá, frente a vosotros, y caeréis a cuchillo. Por cuanto habéis vuelto las espaldas a Yahvé, Él no estará con vosotros.” 44Ellos, empero, se obstinaron en subir a la cima de la montaña; mas ni el Arca de la Alianza de Yahvé ni Moisés salieron del campamento. 45[991]Pero bajaron los amalecitas y los cananeos que habitaban en aquella montaña y derrotándolos los acuchillaron hasta Hormá.

NÚMEROS 15
Leyes rituales

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2[992]“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra de vuestra morada, que os voy a dar, 3y ofreciereis a Yahvé sacrificios ígneos, sea holocausto u otro sacrificio, en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, o en vuestras solemnidades, para presentar a Yahvé un perfume grato con el sacrificio de bueyes y ovejas; 4[993]el que presentare su ofrenda ofrecerá a Yahvé, como oblación, un décimo (de efa) de flor de harina mezclada con un cuarto de hin de aceite. 5Como libación ofrecerás para cada cordero, un cuarto de hin de vino, además del holocausto o del sacrificio. 6Para cada carnero ofrecerás como oblación dos décimas de flor de harina mezclada con un tercio de hin de aceite; 7y para la libación ofrecerás un tercio de hin de vino, en olor grato a Yahvé. 8Cuando ofrecieres a Yahvé un novillo en holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como sacrificio pacífico, 9ofrecerás, además del novillo, como oblación, tres décimas de flor de harina mezclada con medio hin de aceite; 10y como libación presentarás medio hin de vino. Es esta una ofrenda ígnea de olor grato a Yahvé. 11Así se hará con cada buey, con cada carnero, con cada cordero, con cada cabrito. 12[994]Según el número (de los sacrificios) que vais a ofrecer, así haréis con cada uno. 13Toda persona de vuestro pueblo lo hará así, al ofrecer un sacrificio por el fuego en olor grato a Yahvé. 14Y cuando un extranjero residente entre vosotros o cualquier otro que esté en medio de vosotros, ofreciere en el transcurso de las generaciones un sacrificio por el fuego en olor grato a Yahvé, lo hará del mismo modo que vosotros. 15Una misma será la ley para vosotros los que sois del pueblo, y para el extranjero que morare (entre vosotros). Ley perpetua será esta para vuestros descendientes. El extranjero tendrá ante Yahvé el mismo derecho que vosotros. 16Una misma ley y un mismo estatuto regirá para vosotros y para el extranjero que habitare con vosotros.”

17Y habló Yahvé a Moisés, diciendo: 18“Habla a los hijos de Israel, y diles: Después de haber entrado en la tierra adonde os llevo, 19[995]cuando comáis del pan del país, ofreceréis una ofrenda alzada a Yahvé. 20Como primicias de vuestra harina ofreceréis una torta por ofrenda alzada. Habéis de ofrecerla del mismo modo que la ofrenda alzada de la era. 21De las primicias de vuestra harina presentaréis a Yahvé una ofrenda alzada por todas vuestras generaciones.

22[996]Cuando pecareis por ignorancia, dejando de cumplir alguno de estos preceptos que Yahvé ha dado a Moisés, 23o sea, cuanto Yahvé os ha mandado por boca de Moisés, desde el día en que empezó a daros mandamientos para todas vuestras generaciones en adelante, 24entonces todo el pueblo, por el pecado que se hizo por ignorancia e indeliberadamente, ofrecerá un novillo en holocausto de olor grato a Yahvé, con su oblación y su libación conforme al rito, y un macho cabrío para sacrificio por el pecado. 25El sacerdote hará expiación por todo el pueblo de los hijos de Israel, y les será perdonado, porque fue por ignorancia, y ellos por su error han presentado a Yahvé su ofrenda de combustión y su sacrificio expiatorio. 26Así se le perdonará a todo el pueblo de los hijos de Israel, y al extranjero residente en medio de vosotros, pues la ignorancia fue del pueblo entero.

27Si un particular pecare por ignorancia, traerá una cabra primal en sacrificio por el pecado; 28y el sacerdote hará expiación ante Yahvé por el que pecó por ignorancia, cometiendo un pecado por error. Así hará expiación por él, y le será perdonado. 29En cuanto a los pecados por ignorancia regirá una misma ley para el natural entre los hijos de Israel y para el extranjero que habita en medio de vosotros. 30[997]Pero quien pecare con mano alzada, sea de los de vuestro pueblo, o de los extranjeros, ultraja a Yahvé; ese tal será extirpado de en medio de su pueblo; 31por cuanto ha despreciado la palabra dé Yahvé y quebrantado su mandamiento. Tal hombre será exterminado; recaiga sobre él su iniquidad.”

El profanador del sábado

32Mientras los hijos de Israel estaban en el desierto, hallaron a un hombre recogiendo leña en día de sábado. 33[998]Los que le hallaron recogiendo leña le llevaron ante Moisés y Aarón y todo el pueblo; 34y lo encerraron, porque no había sido determinado aún lo que se había de hacer con él. 35Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Ese hombre muera irremisiblemente; todo el pueblo ha de matarlo a pedradas fuera del campamento.” 36[999]Le sacaron, pues, fuera del campamento y le apedrearon; y así murió, como Yahvé había mandado a Moisés.

Distintivos en el vestido

37Yahvé habló a Moisés, diciendo: 38[1000]“Habla a los hijos de Israel y diles que en adelante se hagan flecos en los ángulos de sus vestidos, y que pongan sobre el fleco de cada ángulo un cordón de jacinto. 39El fleco os servirá para este fin: que al mirarlo os acordéis de todos los mandamientos de Yahvé, a fin de cumplirlos, y para que no vayáis tras los deseos de vuestro corazón y de vuestros ojos, por los cuales os dejáis arrastrar a la infidelidad. 40Así os acordaréis, y cumpliréis todos mis mandamientos, y seréis santos para vuestro Dios. 41Yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os he sacado de la tierra de Egipto, para ser el Dios vuestro. Yo soy Yahvé, vuestro Dios.”

NÚMEROS 16
Sedición de Coré, Datán y Abirón

1[1001]Coré, hijo de Ishar, hijo de Caat, hijo de Leví, se confabuló con Datan y Abirón, hijos de Eliab, y On, hijo de Félet, de la tribu de Rubén, 2y se levantaron contra Moisés y Aarón, con doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, príncipes de la Congregación, miembros del Consejo, varones distinguidos, 3se juntaron en torno a Moisés y Aarón, y les dijeron: “Os baste ya; pues todo el pueblo, cada uno de ellos, es santo, y Yahvé está en medio de ellos. ¿Por qué os ensalzáis sobre la Asamblea de Yahvé?”

4Al oírlo Moisés, cayó sobre su rostro; 5después habló a Coré y a todo su bando, diciendo: “Mañana Yahvé dará a conocer quién es suyo, y quién es santo, para acercarse a Él; y al que Él escogiere, a este permitirá que se le acerque. 6Haced esto: Tomad incensarios, Coré y todo su grupo; 7y mañana poned en ellos fuego, y echad encima incienso ante Yahvé; y aquel a quien Yahvé escogiere, ese será el santo. Bástenos esto, hijos de Leví.”

8Y dijo Moisés a Coré: “Oíd, os ruego, hijos de Leví: 9¿Os parece acaso poca cosa que el Dios de Israel os haya escogido de entre la Congregación de Israel, allegándoos a Sí, para hacer el servicio de la Habitación de Yahvé, y para estar delante de la Congregación como ministros suyos? 10¡Y ahora, después de haceros Él allegados suyos a ti, Coré, y a todos tus hermanos, los hijos de Leví contigo, ambicionáis también el sacerdocio! 11Por eso es que tú, y todo tu grupo os habéis juntado contra Yahvé. Pues ¿qué es Aarón, para que murmuréis contra él?”

12Envió Moisés también a llamar a Datan y a Abirón, hijos de Eliab, mas ellos respondieron: “No iremos. 13¿Es acaso poca cosa el que nos haya sacado de una tierra que mana leche y miel, para hacernos morir en el desierto? ¡Y ahora quieres también erigirte en señor nuestro! 14[1002]Tú no nos has traído a una tierra que mana leche y miel; ni nos has dado en posesión campos o viñas. ¿Quieres por ventura sacar a estos hombres los ojos? No iremos.”

15[1003]Moisés se irritó en gran manera, y dijo a Yahvé: “No atiendas a su oblación. Yo no he tomado de ellos ni siquiera un asno, y a nadie de ellos he hecho mal alguno.” 16Y dijo Moisés a Coré: “Presentaos mañana tú y todo tu grupo ante Yahvé, tú y ellos y Aarón. 17Y tomad cada uno su incensario, poned incienso en ellos, y llevad cada uno su incensario ante Yahvé: doscientos cincuenta incensarios; tú también y Aarón, cada uno con su incensario.” 18Tomaron, pues cada uno su incensario, lo llenaron con fuego y pusieron encima incienso, y se presentaron a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, juntamente con Moisés y Aarón.

19Entre tanto Coré había congregado contra ellos todo el pueblo a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Entonces apareció la gloria de Yahvé a todo el pueblo; 20y Yahvé habló a Moisés y Aarón, diciendo: 21“Separaos de este pueblo, que Yo los voy a consumir en un momento.” 22[1004]Mas ellos se prosternaron sobre sus rostros, y dijeron: “¡Oh Dios, Dios de los espíritus de todos los vivientes, uno solo ha pecado, y Tú te aíras contra todo el pueblo!” 23A lo cual contestó Yahvé diciendo a Moisés: 24“Habla al pueblo y diles: Retiraos de en derredor de las tiendas de Coré, Datan y Abirón.”

25Luego se levantó Moisés y fue hacia Datan y Abirón, siguiéndole los ancianos de Israel. 26Y habló al pueblo diciendo: Apartaos de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis cosa alguna de ellos, para que no seáis envueltos en todos sus pecados. 27Y ellos se retiraron de los alrededores de las moradas de Coré, Datan y Abirón, mientras Datan y Abirón salían y se ponían de pie a la entrada de sus tiendas, con sus mujeres, sus hijos y sus pequeñuelos.

28Dijo entonces Moisés: “En esto conoceréis que Yahvé me ha enviado a hacer todas estas obras, y que no las hice de propia iniciativa: 29Si estos mueren del mismo modo que mueren todos los hombres y si a estos les toca la suerte que toca a todos los mortales, no es Yahvé quien me ha enviado. 30[1005]Pero si Yahvé hace algo inaudito, de modo que la tierra abriendo su boca se los trague con todo cuanto es suyo y bajen vivos al scheol, conoceréis que estos hombres han despreciado a Yahvé.”

31Apenas acabó de decir todas estas palabras, cuando el suelo debajo de ellos se hendió, 32y la tierra abrió su boca tragándolos a ellos, sus casas y todos los partidarios de Coré, con todos sus bienes. 33Descendieron vivos al scheol con todo lo que tenían, y los cubrió la tierra. Así perecieron de en medio del pueblo. 34Y todo Israel que estaba en derredor de ellos, huyó al oír sus alaridos; porque decían: “No sea que nos trague la tierra.” 35También contra los doscientos cincuenta hombres que habían ofrecido el incienso, salió un fuego de Yahvé y los devoró.

36Después Yahvé habló a Moisés, diciendo: 37[1006]“Di a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que recoja los incensarios de en medio del incendio, y esparza a una y otra parte el fuego, porque son santificados. 38De los incensarios de estos que pecaron contra sus propias almas, háganse laminas delgadas, para revestir el altar, pues los han presentado ante Yahvé, por tanto son santificados y servirán de señal para los hijos de Israel.” 39Tomó, pues, el sacerdote Eleazar los incensarios de bronce que habían presentado los abrasados, y se hicieron de ellos láminas para revestir el altar, 40como advertencia para los hijos de Israel, a fin de que ningún extraño, que no sea del linaje de Aarón, se acerque para quemar incienso ante Yahvé y para que no le acontezca lo mismo que a Coré y a su bando, como se lo había anunciado Yahvé por boca de Moisés.

Nuevas murmuraciones del pueblo

41Al día siguiente murmuró todo el pueblo de los hijos de Israel contra Moisés y Aarón, diciendo: “Vosotros habéis exterminado al pueblo de Yahvé.” 42Y como el pueblo se congregase contra Moisés y Aarón, estos volvieron el rostro hacia el Tabernáculo de la Reunión; y, he aquí, que lo cubrió la nube y apareció la gloria de Yahvé. 43Fueron, pues, Moisés y Aarón al Tabernáculo de la Reunión; 44y Yahvé habló a Moisés, diciendo: 45“Retiraos de en medio de este pueblo, que Yo voy a consumirlo en un momento.” Mas ellos se postraron rostro en tierra. 46Y dijo Moisés a Aarón: “Toma el incensario, echa en él fuego de encima del altar, y pon incienso, y corre a toda prisa hacia el pueblo y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la faz de Yahvé y ha comenzado ya la plaga.” 47Y tomó Aarón (el incensario), como Moisés le había ordenado, y corrió al medio del pueblo, cuando ya comenzaba la plaga en el pueblo; echó incienso e hizo expiación por el pueblo, 48[1007]colocándose entre los muertos y los vivos, y así se detuvo la plaga. 49Murieron por esta plaga catorce mil setecientos, sin contar a los que perecieron en la sedición de Coré. 50Después que cesó la plaga, volvió Aarón adonde estaba Moisés, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión.

NÚMEROS 17
La vara de Aarón

1[1008]Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2“Habla a los hijos de Israel, y toma de cada casa paterna, de cada príncipe de su casa paterna una vara, o sea, doce varas, y escribe el nombre de cada uno en su vara. 3Sobre la vara de Leví escribe el nombre de Aarón, pues habrá una sola vara por cada cabeza de las casas paternas. 4[1009]Las depositarás en el Tabernáculo de la Reunión, ante el Testimonio, donde Yo suelo entrevistarme con vosotros. 5Y sucederá que florecerá la vara de aquel a quien Yo escogiere; así me libraré de las murmuraciones de los hijos de Israel que murmuran contra vosotros.

6Habló, pues, Moisés a los hijos de Israel y todos sus príncipes le dieron las varas, cada príncipe una vara, conforme a sus casas paternas, o sea, doce varas, y entre ellas la vara de Aarón. 7Moisés puso las varas delante de Yahvé en el Tabernáculo del Testimonio, 8y he aquí cuando al día siguiente Moisés entró en el Tabernáculo del Testimonio, florecía la vara de Aarón de la casa de Leví; había echado yemas, abierto flores y producido almendras. 9Y sacando Moisés todas las varas de la presencia de Yahvé las mostró a todos los hijos de Israel, los cuales las miraron; y tomó cada uno su vara.

10[1010]Dijo entonces Yahvé a Moisés: “Vuelve la vara de Aarón al Testimonio, para que se conserve como advertencia para los hijos rebeldes y cesen así sus murmuraciones contra Mí, y no mueran.” 11Moisés lo hizo así. Como le había mandado Yahvé, así hizo. 12Y hablaron los hijos de Israel a Moisés, diciendo: “He aquí que perecemos; estamos perdidos, todos perdidos. 13¡Cualquiera que se acerca a la Morada de Yahvé, muere! ¿Acaso hemos de ser aniquilados todos?”

NÚMEROS 18
Deberes de los sacerdotes

1[1011]Dijo Yahvé a Aarón: “Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis la responsabilidad por las cosas santas; tú y tus hijos contigo llevaréis las culpas de vuestro sacerdocio. 2Contarás también con tus hermanos de la tribu de Leví, la tribu de tu padre; ellos estarán contigo y te servirán cuando tú, y contigo tus hijos, estéis ante el Tabernáculo del Testimonio. 3Ellos estarán a tu servicio y al servicio de todo el Tabernáculo, con tal que no se acerquen a los utensilios sagrados, ni al altar; no sea que mueran ellos y vosotros. 4Estarán, pues, contigo para cumplir el servicio del Tabernáculo de la Reunión, haciendo todos los trabajos en el Tabernáculo. Ningún extraño se acercará a vosotros. 5Vosotros tendréis a vuestro cargo el cuidado del Santuario y del altar, para que no estalle más (mi) ira contra los hijos de Israel. 6He aquí que Yo he tomado a vuestros hermanos, los levitas, de entre los hijos de Israel; donados a Yahvé han sido entregados a vosotros, para hacer el servicio del Tabernáculo de la Reunión. 7Pero tú, y contigo tus hijos, tendréis como función sacerdotal todo lo concerniente al altar y lo que está detrás del velo. Este es vuestro trabajo. Como regalo os doy vuestro sacerdocio; y el extraño que se aproxime morirá.”

Emolumentos de los sacerdotes

8Dijo Yahvé a Aarón: “Mira que te confío la guarda de mis ofrendas alzadas, de todas las cosas consagradas de los hijos de Israel; te las doy a ti por razón de la unción, y a tus hijos, por derecho perpetuo. 9[1012]De las cosas sacratísimas, de los sacrificios, fuera de lo que se entrega al fuego, te pertenecerán a ti: todas sus ofrendas en todas sus oblaciones y en todos sus sacrificios por el pecado y por el delito, que ellos me ofrezcan. Cosas sacratísimas serán estas para ti y para tus hijos. 10En lugar santísimo las comeréis; todo varón podrá comerlas; es algo santo para ti. 11[1013] Esto también será tuyo: las ofrendas alzadas que, ellos presenten en todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel. A ti las doy, y a tus hijos y a tus hijas contigo, por derecho perpetuo. Toda persona pura, perteneciente a tu casa, podrá comer de ellas. 12Todo lo mejor del aceite, y todo lo mejor del mosto y del trigo, las primicias que ellos presenten a Yahvé, a ti las entrego. 13Todos los primeros productos de su tierra que ellos han de ofrecer a Yahvé, tuyos serán. Toda persona pura, que sea de tu casa, podrá comer de ellos. 14[1014]Toda cosa consagrada por anatema en Israel, será tuya. 15Todos los primogénitos de toda carne, así de hombres como de bestias, ofrecidos a Yahvé, para ti serán. Solo harás pagar rescate por los primogénitos de hombres; también harás pagar rescate por los primerizos de los animales impuros. 16A los que han de ser rescatados los rescatarás cuando tengan un mes, conforme a tu estimación, por cinco siclos de plata, según el siclo del Santuario, que es de veinte güeras. 17Mas no harás rescatar los primerizos del ganado vacuno, ni de las ovejas, ni de las cabras; son cosas santas. Derramarás la sangre de ellos sobre el altar, y ofrecerás su sebo en sacrificio que se quema por el fuego como olor grato a Yahvé. 18[1015]Su carne será para ti, como también serán para ti el pecho de la ofrenda mecida y la pierna derecha. 19[1016]Toda ofrenda alzada de las cosas santas que los Hijos de Israel han de ofrecer a Yahvé, te las doy a ti y a tus hijos y a tus hijas contigo, por derecho perpetuo. Pacto de sal es este para siempre delante de Yahvé, para ti y para tus descendientes.”

20[1017]Dijo también Yahvé a Aarón: “Tú no tendrás herencia en la tierra de ellos, ni porción para ti en medio de ellos; Yo soy tu porción y tu herencia en medio de los hijos de Israel.”

El diezmo para los levitas

21[1018]“He aquí que Yo doy por herencia a los hijos de Leví todo el diezmo de Israel, en recompensa de los trabajos que hacen en el servicio del Tabernáculo de la Reunión. 22Los hijos de Israel no deben acercarse al Tabernáculo de la Reunión para que no mueran por su pecado, 23Solo los levitas, harán el servicio del Tabernáculo de la Reunión y ellos llevarán su iniquidad. Estatuto perpetuo es este para todas las generaciones. Y no tendrán ellos herencia en medio de los hijos de Israel. 24Porque Yo doy por herencia a los levitas los diezmos que los hijos de Israel han de ofrecer como ofrenda a Yahvé. Por eso les he dicho: ‘No tendrán herencia en medio de los hijos de Israel’.”

El diezmo del diezmo

25Yahvé habló a Moisés, diciendo: 26“Habla a los levitas, y diles: Cuando recibiereis los diezmos que os he dado por herencia vuestra de parte de los hijos de Israel, ofreceréis de ellos, como ofrenda alzada a Yahvé, el diezmo del diezmo, 27que os será reputado como ofrenda alzada vuestra, como si fuese grano de la era y (vino) de la abundancia del lagar. 28[1019]Así ofreceréis también vosotros a Yahvé una ofrenda alzada de todos vuestros diezmos que recibiereis de los hijos de Israel; y daréis de ellos al sacerdote Aarón la ofrenda alzada que corresponde a Yahvé. 29De todos los dones que recibáis, ofreceréis la ofrenda alzada que corresponde a Yahvé. Siempre lo mejor de ellos será porción consagrada. 30Y les dirás: Cuando ofreciereis lo mejor de ellos, entonces (el diezmo) será reputado a los levitas como el producto de la era y como el producto del lagar. 31Comeréis de ello en cualquier lugar, tanto vosotros como vuestras familias; porque es vuestro sueldo, en recompensa de vuestro servicio en el Tabernáculo de la Reunión. 32Con tal que ofrezcáis lo mejor de estos productos no pecaréis ni profanaréis las cosas santificadas de los hijos de Israel, y no moriréis.”

NÚMEROS 19
El agua expiatoria

1Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 2[1020]“He aquí una disposición preceptiva que Yahvé ha dado, diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca roja que no tenga defecto ni tacha, y que todavía no haya llevado el yugo, 3Se la daréis al sacerdote Eleazar, el cual la sacará fuera del campamento y será degollada ante sus ojos. 4[1021]El sacerdote Eleazar tomará de la sangre de ella con el dedo, y hará con la sangre siete aspersiones hacia el frente del Tabernáculo de la Reunión. 5Luego será quemada la vaca ante sus ojos; se quemarán también su piel, su carne y su sangre juntamente con sus excrementos. 6Y el sacerdote tomará madera de cedro e hisopo y grana, y los echará en medio de las llamas que consumen la vaca. 7Después el sacerdote lavará sus vestidos, bañará su cuerpo en el agua, y volverá al campamento, pero quedará impuro hasta la tarde. 8También el que la quemó, lavará sus vestidos en agua, bañará su cuerpo en agua y quedará impuro hasta la tarde. 9[1022]Un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las depositará fuera del campamento en un lugar limpio, donde serán guardadas para el pueblo de los hijos de Israel a fin de (preparar) el agua expiatoria. Es un sacrificio por el pecado. 10El que recoge las cenizas de la vaca lavará sus vestidos, y quedará impuro hasta la tarde. Será esta una ley perpetua para los hijos de Israel y para el extranjero que habita en medio de ellos.”

El uso del agua expiatoria

11[1023]“El que tocare un muerto, cualquier cadáver humano, quedará impuro siete días. 12Se purificará con él (agua de estas cenizas) el día tercero y el día séptimo y quedará limpio. Mas si no se purificare el día tercero, no estará limpio el día séptimo. 13Todo aquel que tocare un muerto, un cadáver humano, y no se purificare, profanará la Morada de Yahvé. Ese tal será exterminado de en medio de Israel. Es impuro porque las aguas expiatorias no han sido derramadas sobre él. Queda sobre él su inmundicia.

14Esta es la ley: Cuando alguno muriere en una tienda, todos los que entren en la tienda, y todos los que se hallen en la tienda, serán impuros por siete días. 15Y toda vasija abierta, que no tenga tapa atada, quedará inmunda. 16Quien tocare en el campo algún cuerpo que murió a espada, o un muerto cualquiera, o un hueso humano, o un sepulcro, quedará impuro siete días. 17Para tal persona impura se tomará de la ceniza de aquella (vaca) quemada en sacrificio por el pecado, y se echará sobre ella un vaso de agua viva. 18Un hombre limpio tomará un hisopo, lo mojará en el agua y rociará la tienda, todos sus muebles y todas las personas que allí se hallaren, y al que haya tocado el hueso, o al hombre matado, o al muerto, o a la sepultura. 19Rociará el limpio al inmundo al día tercero, y al día séptimo; y cuando le haya purificado al día séptimo, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y a la tarde quedará puro. 20Quien, estando impuro, no se purificare, será exterminado de en medio del pueblo, por haber contaminado el Santuario de Yahvé. Por no haber sido rociado con el agua lustral, queda inmundo. 21Esto será para ellos ley perpetua. También aquel que haga la aspersión con el agua lustral, lavará sus vestidos; y el que tocare el agua lustral, quedará inmundo hasta la tarde. 22Todo lo que tocare el impuro quedará inmundo; y la persona que lo tocare, quedará inmunda hasta la tarde.”

NÚMEROS 20
Muerte de María

1[1024]El primer mes llegó toda la Congregación de los hijos de Israel al desierto de Sin, y él pueblo estableció su morada en Cades. Allí murió María y allí fue sepultada.

Las aguas de Meribá

2Como no hubiese agua para el pueblo, se amotinaron contra Moisés y Aarón. 3Litigiaba el pueblo con Moisés y decía: “¡Ojalá hubiéramos perecido cuando perecieron nuestros hermanos delante de Yahvé! 4¿Por qué habéis conducido al pueblo de Yahvé a este desierto para que muramos aquí nosotros y nuestros ganados? 5¿Y por qué nos sacasteis de Egipto para traernos a este lugar tan malo, que no es tierra para sembrar y no produce higueras, ni viñas, ni granados y ni siquiera tiene agua para beber?”

6Entonces Moisés y Aarón retirándose del pueblo fueron a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, donde se postraron sobre sus rostros; y se les apareció la gloria de Yahvé. 7Y Yahvé habló a Moisés, diciendo: 8“Toma la vara, y reúne al pueblo, tú y Aarón tu hermano; y en presencia de ellos hablad a la peña, y ella dará sus aguas. Así les sacarás agua de la peña, y darás de beber al pueblo y a sus ganados.” 9Tomó Moisés la vara de delante de Yahvé, como Él se lo había mandado. 10Y congregando Moisés y Aarón al pueblo frente a la peña, les dijo (Moisés): “Escuchad, rebeldes. ¿Por ventura podremos sacaros agua de esta peña?” 11[1025]Y alzó Moisés la mano, y después de herir la peña dos veces con su vara salieron aguas abundantes; y bebió el pueblo y su ganado. 12Mas Yahvé dijo a Moisés y a Aarón: “Por cuanto no habéis tenido fe en Mí y no me habéis santificado ante los hijos de Israel, no introduciréis este pueblo en la tierra que Yo les he dado.” 13[1026]Estas son las aguas de Meribá, donde se querellaron los hijos de Israel contra Yahvé; y El les dio una prueba de su santidad.

IV. DESDE CADES HASTA LAS CAMPIÑAS DE MOAB
Edom se opone a los israelitas

14Moisés envió desde Cades mensajeros al rey de Edom, que le dijesen: “Así dice tu hermano Israel: Tú sabes todos los trabajos que nos han sobrevenido; 15cómo nuestros padres bajaron a Egipto y hemos habitado mucho tiempo en Egipto, y los egipcios nos maltrataron, a nosotros como a nuestros padres; 16y clamamos a Yahvé el cual oyó nuestra voz y envió un ángel que nos sacó de Egipto; y henos aquí en Cades, ciudad situada al extremo de tu territorio. 17[1027]Déjanos, por favor, pasar por tu tierra; no pasaremos por los campos ni por las viñas, y no beberemos del agua de los pozos. Marcharemos por el camino real, sin declinar ni a la derecha ni a la izquierda, hasta que hayamos atravesado tu territorio.” 18Pero Edom le contestó: “No pasarás por mi (país), no sea que yo salga armado a tu encuentro.” 19Los hijos de Israel le respondieron: “Subiremos por el camino trillado, y si bebemos de tus aguas, yo y mi ganado, pagaré lo que cueste. No habrá ninguna dificultad; pasare solamente a pie.” 20Pero él dijo: “No pasarás.” Y salió Edom a su encuentro con mucha gente y con mano fuerte. 21Así negó Edom a Israel el paso por su territorio, por lo cual Israel se apartó de él.

Muerte de Aarón

22[1028]Partiendo de Cades vino todo el pueblo de los hijos de Israel al monte Hor. 23Y Yahvé hablo a Moisés y a Aarón en el monte Hor, en la frontera del país de Edom, diciendo: 24[1029]“Aarón va a reunirse con su pueblo, porque no podrá entrar en la tierra que he dado a los hijos de Israel; pues fuisteis rebeldes a mis órdenes en las aguas de Meribá. 25Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y condúcelos al monte Hor; 26[1030]y después de despojar a Aarón de sus vestiduras se las vestirás a Eleazar su hijo; y Aarón será recogido y morirá allí.” 27Moisés hizo como Yahvé había mandado, y a vista de todo el pueblo subieron al monte Hor. 28Y despojó Moisés a Aarón de sus vestiduras y se las vistió a Eleazar su hijo. Murió Aarón allí en la cumbre del monte; luego Moisés y Eleazar descendieron del monte. 29Llegó la noticia de la muerte de Aarón a todo el pueblo, y lo lloró toda la casa de Israel durante treinta días.

NÚMEROS 21
Derrota del rey de Arad

1[1031]Cuando el cananeo, el rey de Arad, que habitaba el Négueb, oyó decir que Israel venía por el camino de Atarim, atacó a Israel y le tomó prisioneros. 2[1032]Entonces Israel hizo voto a Yahvé, diciendo: “Si entregares a este pueblo en mi mano, destruiré completamente sus ciudades.” 3[1033]Oyó Yahvé la voz de Israel y le entregó el cananeo, y destruyeron completamente a ellos y a sus ciudades, por lo cual fue llamado aquel lugar Hormá.

La serpiente de bronce

4Partieron del monte Hor, camino del Mar Rojo para rodear la tierra de Edom. Mas en el camino se impacientó el pueblo, 5[1034]y murmuró contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos habéis sacado de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay pan, y no hay agua; nos provoca ya náusea este pan miserable.” 6Entonces Yahvé envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, las cuales mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel. 7Y acudió el pueblo a Moisés, diciendo: “Hemos pecado, porque hemos murmurado contra Yahvé y contra ti. Ruega a Yahvé que quite de nosotros las serpientes.” Y Moisés rogó por el pueblo. 8[1035]Dijo entonces Yahvé a Moisés: “Hazte una serpiente, y ponla en un asta; quienquiera que haya sido mordido y la mirare, vivirá.” 9Hizo, pues, Moisés una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta, y quienquiera que mordido por una serpiente dirigía su mirada a la serpiente de bronce se curaba.

Viaje al monte Fasga

10[1036]Levantaron los hijos de Israel el campamento y acamparon en Obot. 11Partidos de Obot, acamparon en Iyé-Abarim, en el desierto frente a Moab, al oriente. 12Marcharon de allí y acamparon en el valle de Sared. 13[1037]De allí partieron para acampar a la otra orilla del Arnón, en el desierto. El Arnón sale del territorio de los amorreos, pues el Arnón es la frontera de Moab, y divide a los moabitas de los amorreos. 14[1038]Por eso se dice en el Libro de las Guerras de Yahvé:

“Vaheb en Sufá,

y los valles del Arnón

15y el declive de los valles

que desciende en la región de Ar,

y se apoya sobre la frontera de Moab.”

16De allí marcharon a Beer. Este es aquel pozo del cual Yahvé dijo a Moisés: “Junta al pueblo y Yo le daré agua.” 17Entonces Israel cantó este cántico:

“¡Brota, pozo, celebradle con canción!

18pozo que cavaron los príncipes;

lo abrieron los nobles del pueblo

con el cetro, con sus cayados.”

Del desierto se dirigieron a Mataná; 19de Mataná, a Nahaliel; de Nahaliel a Bamot; 20[1039]y de Bamot al valle que está en las campiñas de Moab, (al pie de) la cumbre del Fasga que mira hacia el desierto.

Victoria sobre los amorreos

21Israel envió mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, diciendo: 22“Quiero pasar por tu tierra. No torceremos hacia los campos y viñas, ni beberemos agua de los pozos; por el camino real iremos hasta pasar tus fronteras.” 23Mas Sehón no permitió que Israel pasase por su territorio; antes bien, reuniendo Sehón a toda su gente, salió al encuentro de Israel en el desierto, y vino hasta Jahas donde atacó a Israel. 24[1040]Pero Israel lo hirió a filo de espada y se apoderó de su tierra desde el Arnón hasta el Yaboc, hasta los hijos de Ammón, cuya frontera era fortificada. 25Tomó Israel todas estas ciudades y habitó en todas las ciudades de los amorreos, en Hesbón y todos sus dominios. 26Porque Hesbón era la ciudad de Sehón, rey de los amorreos, el cual había hecho la guerra contra el anterior rey de Moab, y le había arrancado toda su tierra hasta el Arnón. 27Por eso dicen los poetas:

“Id a Hesbón;

y sea reedificada y fortificada la ciudad de Sehón.

28Porque salió fuego de Hesbón,

llama de la plaza fuerte de Sehón,

que devoró a Ar de Moab,

a los señores de las alturas del Arnón.

29[1041]¡Ay de ti, Moab!

perdido estás, pueblo de Camos.

Entregó él sus hijos a la fuga,

y sus hijas al cautiverio,

en mano de Sehón, rey de los amorreos.

30Los hemos asaeteado:

Hesbón está destruida hasta Dibón;

hemos hecho devastación hasta Nofah,

que está cerca de Medaba.”

31Así vino a habitar Israel en la tierra de los amorreos. 32Entonces Moisés envió exploradores a Jaser; y tomaron sus aldeas, expulsando a los amorreos que allí habitaban.

Derrota del rey Og

33[1042]Dando vuelta subieron por el camino de Basán. Mas Og, rey de Basán, salió a su encuentro con todo su pueblo para darles batalla en Edreí. 34[1043]Yahvé dijo entonces a Moisés: “No le temas, porque le he entregado en tus manos, a él y a todo su pueblo y su tierra. Harás con él como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón.” 35Y le derrotaron, a él y a sus hijos y a todo su pueblo, sin dejarle un hombre con vida; y tomaron posesión de su tierra.

V. EN LAS CAMPIÑAS DE MOAB
NÚMEROS 22
Balac y Balaam

1Partieron los hijos de Israel y acamparon en las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán, frente a Jericó. 2[1044]Balac, hijo de Sefor, supo todo lo que Israel había hecho a los amorreos, 3y se atemorizó Moab grandemente frente al pueblo tan numeroso y perdió el ánimo ante los hijos de Israel. 4Por lo cual dijo Moab a los ancianos de Madián: “Ahora esta multitud devorará todos nuestros contornos a la manera del buey que devora la hierba del campo.” Balac, hijo de Sefor, era a la sazón rey de Moab. 5Envió, pues, mensajeros a Balaam, hijo de Beor, a Petor, que está junto al Río en la tierra de los hijos de su pueblo, para llamarle, diciendo: “He aquí un pueblo que ha salido de Egipto y que cubre la faz de la tierra; está acampado frente a mí. 6Ven, te ruego, y maldíceme a este pueblo, porque es demasiado fuerte para mí; quizás así logre yo derrotarlo y arrojarlo del país: porque sé que es bendito aquel a quien tú bendijeres, y maldito aquel a quien tú maldijeres.”

7[1045]Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián, llevando en sus manos el estipendio de mago, y llegados a Balaam, le refirieron las palabras de Balac. 8Él les contestó: “Pasad la noche aquí, y os responderé según me diga Yahvé.” Se quedaron, pues, los príncipes de Moab con Balaam. 9Y vino Dios a Balaam y le dijo: “¿Quiénes son estos hombres que están contigo?” 10Balaam respondió a Dios: “Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, ha enviado a decirme: 11He aquí un pueblo que ha salido de Egipto y que cubre la faz de la tierra. Ven, por lo tanto, y maldícemelo; quizás así podré combatirlo y rechazarlo.” 12Y dijo Dios a Balaam: “No vayas con ellos, ni maldigas a ese pueblo, porque es bendito.” 13Se levantó, pues, Balaam por la mañana, y dijo a los príncipes de Balac: “Volveos a vuestra tierra, porque Yahvé no quiere dejarme ir con vosotros”. 14Y se levantaron los príncipes de Moab, y regresados a Balac le dijeron: “Balaam no quiere venir con nosotros.”

15Entonces Balac envió de nuevo otros príncipes a Balaam, en mayor número y más distinguidos que los anteriores; 16los cuales llegados a Balaam le dijeron: “Así dice Balac, hijo de Sefor: Te ruego no dejes apartarte de venir a mí; 17que yo te colmaré de honores, y haré todo lo que me digas, con tal que vengas y me maldigas a esta gente.” 18Mas Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: “Aunque Balac me diese tanta plata y oro como cabe en su casa no puedo desoír la palabra de Yahvé, mi Dios, haciendo (algo contrario), sea cosa chica, sea grande. 19Quedaos pues aquí esta noche, vosotros también, para que yo sepa qué más me diga Yahvé.” 20Y vino Dios de noche a Balaam y le dijo: “Si estos hombres han venido a llamarte, levántate y vete con ellos, pero harás solamente lo que Yo te dijere.” 21Y se levantó Balaam a la mañana, aparejó su asna, y marchó con los príncipes de Moab.

22[1046]Sin embargo se encendió la ira de Dios al emprender Balaam viaje, y el Ángel de Yahvé se puso en el camino para cerrarle el paso. Iba Balaam montado sobre su asna, y le acompañaban dos de sus siervos. 23Cuando la burra vio al Ángel de Yahvé parado en el camino, con su espada desenvainada en la mano, se desvió del camino, andando por el campo; y Balaam le dio golpes para volverla al camino. 24Entonces el Ángel de Yahvé se apostó en una hondonada entre las viñas, con un muro de un lado y un muro del otro. 25Al ver la burra al Ángel de Yahvé se arrimó al muro y apretó el pie de Balaam contra la pared, el cual volvió a pegarla. 26Una vez más se adelantó el Ángel de Yahvé y se puso en un sitio estrecho donde no había espacio para desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. 27Entonces al ver la burra al Ángel de Yahvé, se echó en tierra debajo de Balaam, el cual enfurecido la pegó con el bastón. 28[1047]Mas Dios abrió la boca de la burra, la cual dijo a Balaam: “¿Qué te he hecho para que me pegues ya por tercera vez?” 29Balaam respondió a la burra: “Porque haces burla de mí. ¡Ojalá tuviera yo una espada, que ahora mismo te mataría!” 30Replicó la burra a Balaam: “¿No soy yo tu asna, en que has cabalgado siempre desde que yo soy tuya hasta hoy? ¿Por ventura he hecho yo contigo jamás cosa semejante?” Y él respondió: “No”.

31Entonces Yahvé abrió los ojos de Balaam, de modo que vio al Ángel de Yahvé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano; e inclinándose se prosternó sobre su rostro. 32Y le dijo el Ángel de Yahvé: “¿Por qué has pegado a tu asna estas tres veces? He aquí que yo he salido para cerrarte el camino, pues tu viaje es perverso delante de mí. 33Me vio la burra y se desvió delante de mí estas tres veces. Si no se hubiera desviado de mi presencia, te habría matado a ti, y a ella la abría dejado con vida.” 34Dijo entonces Balaam al Ángel de Yahvé: “He pecado; porque no sabía que tú te habías apostado contra mí en el camino. Si la cosa te parece mal, ahora mismo me volveré.” 35El Ángel de Yahvé respondió a Balaam: “Ve con estos hombres; pero habla solamente lo que yo te dijere.” Se fue, pues, Balaam con los príncipes de Balac.

36[1048]Cuando Balac supo que venía Balaam, le salió al encuentro hasta Ir-Moab, situada en el límite del Arnón, en el extremo de la frontera. 37Y dijo Balac a Balaam: “¿Acaso no he enviado a llamarte? ¿Por qué no viniste a mí? ¿Crees tal vez que yo no soy capaz de recompensarte?” 38Respondió Balaam a Balac: “Heme aquí, he venido a ti; pero ¿podré yo acaso decir algo? No te diré otra palabra sino la que Dios pusiere en mi boca.” 39[1049]Y se marchó Balaam con Balac, y llegaron a Kiryat-Husot. 40Y sacrificó Balac bueyes y ovejas para hacer presentes a Balaam y a los príncipes que le acompañaban. 41[1050]Al día siguiente tomó Balac a Balaam y le hizo subir a Bamot-Baal, desde donde podía divisar la parte extrema del pueblo.

NÚMEROS 23
Primer oráculo de Balaam

1[1051]Dijo Balaam a Balac: “Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí mismo siete becerros y siete carneros.” 2Hizo Balac según ordenara Balaam, y ofrecieron Balac y Balaam sobre cada altar un becerro y un carnero. 3Después dijo Balaam a Balac: “Ponte junto a tu holocausto, en tanto que yo me voy a ver si Yahvé viene a mi encuentro; y lo que Él me diga, eso te manifestaré.” Y se retiró a una altura desnuda.

4Efectivamente salió Dios al encuentro de Balaam, y este le dijo: “He preparado siete altares y he ofrecido un becerro y un carnero en cada altar.” 5Y Yahvé puso en boca de Balaam una palabra y dijo: “Vuélvete a Balac, y hablarás así.” 6Vuelto a él, lo vio todavía parado junto a su holocausto, con todos los príncipes de Moab. 7[1052]Entonces pronunció su oráculo, y dijo:

“De Aram me hizo venir Balac,

el rey de Moab (me hizo venir)

de los montes de oriente:

¡Ven, maldíceme a Jacob!

¡Ven y execra a Israel!

8[1053]¿Cómo maldeciré yo

a quien no ha maldecido Dios?

¿Cómo voy a execrar

a quien no ha execrado Yahvé?

9Desde la cima de las peñas le veo,

desde lo alto le estoy contemplando:

es un pueblo que habita aparte,

y no se cuenta entre las naciones.

10¿Quién podrá contar a Jacob

numeroso como el polvo,

enumerar siquiera la cuarta parte de Israel?

¡Pueda yo morir la muerte de los justos,

y sea mi fin semejante al suyo!”

Segundo oráculo de Balaam

11Dijo entonces Balac a Balaam: “¿Qué es lo que me has hecho? Te he llamado para maldecir a mis enemigos, y tú los has colmado de bendiciones.” 12Respondió él y dijo: “¿No tengo yo que observar las palabras que Yahvé pone en mi boca?” 13Díjole Balac: “Ven, te ruego, conmigo, a otro lugar, desde donde puedas verle; no verás sino su parte extrema, no le verás todo; y me lo maldices desde allí.” 14[1054]Y le llevó al Campo de los Atalayas, situado en las alturas del Fasga, donde edificó siete altares y ofreció en cada altar un becerro y un carnero. 15Y dijo a Balac: “Ponte aquí junto a tu holocausto, mientras yo voy al encuentro (de Dios).”

16Y salió Dios al encuentro de Balaam, y poniéndole una palabra en la boca, dijo: “Vuelve a donde está Balac, y le dirás así.” 17Se volvió a él, y he aquí que estaba todavía parado junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab. Le preguntó Balac: “¿Qué te ha dicho Yahvé?” 18[1055]Entonces pronunció su oráculo, y dijo:

“Levántate, Balac, y escucha;

préstame atención, hijo de Sefor.

19No es Dios un hombre, para que mienta,

ni hijo de hombre para arrepentirse.

Si Él dice una cosa, ¿no la hará?

Si Él habla, ¿acaso dejará de cumplirlo?

20He aquí, la bendición está dada;

Él ha bendecido, yo no puedo revocarlo.

21Él no ve iniquidad en Jacob,

ni encuentra perversidad en Israel.

Yahvé, su Dios, está entre ellos,

y a Él le aclaman por rey.

22[1056]Es Dios quien le ha sacado de Egipto;

su fuerza es como la del búfalo.

23Pues no hay magia en Jacob,

ni adivinos en Israel.

A su tiempo se le dirá a Jacob y a Israel

lo que Dios va a cumplir.

24He aquí un pueblo que se yergue como leona,

y se alza cual león,

no se acuesta sin que devore la presa,

y beba la sangre de los traspasados.”

25Entonces dijo Balac a Balaam: “Ya que no puedes maldecirle, tampoco le bendigas.” 26Pero Balaam respondió y dijo a Balac: “¿No te he dicho: Todo cuanto hablare Yahvé, eso debo hacer?”

Tercer oráculo de Balaam

27Y dijo Balac a Balaam: “Ven, pues, y te llevaré a otro sitio, por si acaso quiere Dios que desde allí los maldigas.” 28[1057]Y condujo Balac a Balaam a la cumbre del Fegor que domina el desierto. 29Y dijo Balaam a Balac: “Erígeme aquí siete altares y prepárame aquí mismo siete becerros y siete carneros.” 30Hizo Balac como le ordenara Balaam y ofreció un becerro y un carnero sobre cada altar.

NÚMEROS 24

1Viendo Balaam que era del agrado de Yahvé bendecir a Israel, no fue, como las otras veces, en busca de augurio, sino que volvió su rostro hacia el desierto. 2Y cuando alzando los ojos vio a Israel acampado según sus tribus, vino sobre él el Espíritu de Dios, 3y formulando su oráculo dijo:

“Palabra de Balaam, hijo de Beor;

palabra del hombre de ojos cerrados,

4[1058]palabra del que oye los dichos de Dios,

y ve las visiones del Todopoderoso;

recibe visión y se les abren los ojos:

5[1059]¡Cuan hermosas tus tiendas, oh Jacob,

tus moradas, oh Israel!

6Son como valles extendidos,

como jardines a lo largo del río;

como áloes plantados por Yahvé,

como cedros junto a las aguas.

7[1060]Se desbordan de sus cubos las aguas,

abundan las aguas en sus sembrados.

Más poderoso que Agag será su rey,

y se ensalzará su reino.

8El Dios que le sacó de Egipto,

le ha dado fuerzas como de búfalo;

devorará pueblos, sus enemigos,

les desmenuzará los huesos,

y con sus saetas los traspasará.

9Se agazapa, se posa como león,

y cual leona; ¿quién osará despertarle?

¡Bendito el que te bendiga,

y maldito el que te maldiga!”

10Se airó entonces Balac contra Balaam, y dando palmadas dijo a Balaam: “Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí que tú les has echado bendiciones ya tres veces. 11Retírate ahora a tu lugar. Yo pensaba colmarte de honores, mas he aquí que Yahvé te ha negado el honor.” 12Respondió Balaam a Balac: “¿No dije ya a tus mensajeros que tú me enviaste: 13Aun cuando Balac me diera tanta plata y oro como cabe en su casa, no podré transgredir la orden de Yahvé, haciendo por mi cuenta cosa buena o mala, pues repetiré solamente lo que dijere Yahvé? 14[1061]Ahora, pues, al volverme a mi pueblo, ven, que te anunciaré lo que este pueblo hará a tu pueblo en los días postreros.” 15[1062]Y pronunció su oráculo diciendo:

“Palabra de Balaam, hijo de Beor;

palabra del hombre de ojos cerrados,

16palabra del que oye los dichos de Dios,

conoce los pensamientos del Altísimo,

y ve las visiones del Todopoderoso;

recibe visión y se le abren los ojos.

17[1063]Le veo, pero no como presente,

le contemplo, mas no de cerca:

una estrella sale de Jacob,

y de Israel surge un cetro,

que destrozará las sienes de Moab,

y destruirá a todos los hijos de Set.

18Edom será propiedad suya,

Seír será presa de sus enemigos,

e Israel hará proezas.

19[1064]De Jacob saldrá un dominador,

el cual destruirá los restos de la ciudad.”

20[1065]Y mirando a Amalec, dijo este oráculo:

“Amalec es el primero de los pueblos,

mas su fin será eterno exterminio.”

21[1066]Echando su mirada hacia el Cineo, pronunció este oráculo:

“Fuerte es tu morada,

tu nido está colocado en la peña;

con todo será devastado el Cineo.

22Tiempo vendrá, y Asur te llevará cautivo.”

23Prosiguió su oráculo, y dijo:

“¡Ay! ¿quién subsistirá

cuando Dios lo ponga por obra?

24[1067]Vendrán naves de Kitim

que humillarán a Asur,

y oprimirán a Eber,

y él mismo al fin perecerá.”

25Con esto se levantó Balaam y se fue, y volvió a su lugar. También Balac se fue por su camino.

NÚMEROS 25
Idolatría y fornicación de los israelitas

1[1068]Mientras Israel acampaba en Sitim, comenzó el pueblo a fornicar con las hijas de Moab. 2Estas invitaron al pueblo, a los sacrificios de sus dioses; y comió el pueblo y se postró ante los dioses de ellas. 3[1069]Y se allegó Israel a Baalfegor, por lo cual la ira de Yahvé se encendió contra Israel. 4Y dijo Yahvé a Moisés: “Toma a todos los jefes del pueblo, y cuélgalos ante Yahvé cara al sol, para que la ardiente ira de Yahvé se aparte de Israel.” 5Dijo, pues, Moisés a los jueces de Israel: “Mate cada uno de vosotros a los suyos que se han entregado a Baalfegor.”

6En esto he aquí que uno de los hijos de Israel venia trayendo a casa de sus hermanos una mujer madianita, a vista de Moisés y a vista de toda la Congregación de los hijos de Israel, que lloraban a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 7Viéndolo Finés, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, se levantó de en medio de la Congregación, tomó una lanza en la mano, 8y entró tras el israelita en el interior de la tienda, y atravesó a entrambos, al israelita y a la mujer, por el vientre, con lo cual cesó la plaga de los hijos de Israel. 9[1070]En aquella plaga fueron muertas veinte y cuatro mil personas. 10Entonces habló Yahvé a Moisés, diciendo: 11“Finés, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha apartado mi furor de los hijos de Israel, por cuanto se dejó arrebatar del celo mío en medio de ellos. Por eso Yo en mi celo no acabé con los hijos de Israel. 12[1071]Dile, pues: He aquí que Yo establezco con él mi pacto de paz; 13el cual será para él, y para sus descendientes después de él, pacto de un sacerdocio eterno, porque ha sido celoso de su Dios y ha hecho expiación por los hijos de Israel.”

14El israelita que fue muerto juntamente con la madianita, se llamaba Zamrí, hijo de Salú, príncipe de una familia de los Simeonitas. 15Y el nombre de la mujer madianita que fue muerta, era Cozbí, hija de Sur, jefe de una de las estirpes de Madián. 16Habló después Yahvé a Moisés, y dijo: 17“Tratad a los madianitas como enemigos y matadlos, 18porque como enemigos se han portado contra vosotros, aplicando sus ardides, con los cuales os sedujeron por medio de Fegor y por medio de Cozbí, hija de un príncipe de Madián, su hermana, la cual fue muerta en el día de la plaga a causa de Fegor.”

NÚMEROS 26
Nuevo censo del pueblo

1Pasada esta plaga habló Yahvé a Moisés y a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y dijo: 2[1072]“Haced el censo de todo el pueblo de los hijos de Israel, según sus casas paternas, de veinte años arriba, contando a todos los que pueden salir a la guerra en Israel.” 3Entonces Moisés y Eleazar, el sacerdote, hablaron con ellos en las campiñas de Moab, cerca del Jordán, frente a Jericó, diciendo: 4(Contad) a los de veinte años arriba, como ha mandado Yahvé a Moisés y a los hijos de Israel cuando salieron del país de Egipto.”

5Rubén, primogénito de Israel: los hijos de Rubén: de Enoc, la familia de los Enoquitas; de Falú, la familia de los Faluítas; 6de Hesrón, la familia de los Hesronitas; de Carmí, la familia de los Carmitas. 7Estas son las familias de los Rubenitas; y el resultado de su censo fue: cuarenta y tres mil setecientos treinta hombres. 8Hijos de Falú: Eliab. 9Hijos de Eliab: Nemuel, Datan y Abirón. Estos fueron aquel Datan y aquel Abirón, delegados del pueblo, que se sublevaron contra Moisés y Aarón, con la facción de Coré que se rebeló contra Yahvé. 10[1073]La tierra abrió su boca, y los tragó a ellos y a Coré, cuando murieron los de aquella facción, y el fuego devoró a doscientos cincuenta hombres, para que sirvieran de escarmiento. 11Mas los hijos de Coré no perecieron.

12Hijos de Simeón, según sus familias: de Nemuel, la familia de los Nemuelitas; de Jamín, la familia de los Jaminitas; de Jaquín, la familia de los Jaquinitas; 13de Zare, la familia de los Zareítas; de Saúl, la familia de los Saulitas. 14[1074]Estas son las familias de los Simeonitas: veinte y dos mil doscientos hombres.

15Hijos de Gad, según sus familias: de Sefón, la familia de los Sefonitas; de Hagí, la familia de los Hagitas; de Suní, la familia de los Sunitas; 16de Osní, la familia de los Osnitas; de Erí, la familia de los Eritas; 17de Arod, la familia de los Aroditas; de Arelí, la familia de los Arelitas. 18Estas son las familias de los hijos de Gad, conforme al resultado de su censo: cuarenta mil quinientos hombres.

19[1075]Hijos de Judá: Er y Onán. Murieron Er y Onán en el país de Canaán. 20Fueron los hijos de Judá, según sus familias: de Selá, la familia de los Selaítas; de Fares, la familia de los Faresitas; de Zara, la familia de los Zaraítas. 21Hijos de Fares fueron: de Hesrón, la familia de los Hesronitas; de Hamul, la familia de los Hamulitas. 22Estas son las familias de Judá, según el resultado de su censo: setenta y seis mil quinientos hombres.

23Hijos de Isacar, según sus familias: de Tolá, la familia de los Tolaítas; de Fuá, la familia de los Fuaítas; 24de Jasub, la familia de los Jasubitas; de Simrón, la familia de los Simronitas. 25Estas son las familias de Isacar, conforme al resultado de su censo: sesenta y cuatro mil trescientos hombres.

26Hijos de Zabulón, según sus familias: de Sared, la familia de los Sareditas; de Elón, la familia de los Elonitas; de Jahleel, la familia de los Jahleelitas. 27Estas son las familias de los Zabulonitas, según el resultado de su censo: sesenta mil quinientos hombres.

28Hijos de José, según sus familias: Manasés y Efraím. 29Hijos de Manasés: de Maquir, la familia de los Maquiritas. Maquir engendró a Galaad. De Galaad, la familia de los Galaaditas. 30Estos son los hijos de Galaad: de Jéser, la familia de los Jeseritas; de Hélec, la familia de los Helecitas; 31de Asriel, la familia de los Asrielitas; de Siquem, la familia de los Siquemitas; 32de Semidá, la familia de los Semidaítas; de Héfer, la familia de los Heferitas. 33[1076]Salfaad, hijo de Héfer, no tuvo hijos, sino solamente hijas. Los nombres de las hijas de Salfaad fueron Maalá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá. 34Estas son las familias de Manasés; y fue el resultado de su censo: cincuenta y dos mil setecientos hombres.

35Estos son los hijos de Efraím, según sus familias: de Sutela, la familia de los Sutelaítas; de Béquer, la familia de los Bequeritas; de Tahan, la familia de los Tahanitas. 36Hijos de Sutela: de Eran, la familia de los Eranitas. 37Estas son las familias de los hijos de Efraím, conforme al resultado de su censo: treinta y dos mil quinientos hombres. Estos son los hijos de José, según sus familias.

38Hijos de Benjamín, según sus familias: de Bela, la familia de los Belaítas; de Asbel, la familia de los Asbelitas, de Ahiram, la familia de los Ahiramitas; 39de Sufam, la familia de los Sufamitas; de Hufam, la familia de los Hufamitas. 40Hijos de Bela fueron Ard y Naamán. (De Ard) la familia de los Arditas; de Naamán, la familia de los Naamitas. 41Estos son los hijos de Benjamín, según sus familias, y el resultado de su censo fue: cuarenta y cinco mil seiscientos hombres.

42Estos son los hijos de Dan, según sus familias: de Suham, la familia de los Suhamitas. Esta es la descendencia de Dan según sus familias. 43Todas las familias de los Suhamitas fueron, conforme al resultado de su censo: sesenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.

44Hijos de Aser, según sus familias: de Jemná, la familia de los Jemnaítas; de Isví, la familia de los Isvitas; de Beriá, la familia de los Beriaítas. 45Hijos de Beriá: de Héber, la familia de los Heberitas; de Malquiel, la familia de los Malquielitas. 46El nombre de la hija de Aser fue Sara. 47Estas son las familias de los hijos de Aser, conforme al resultado de su censo: cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres.

48Hijos de Neftalí, según sus familias: de Jahsiel, la familia de los Jahsielitas; de Guní, la familia de los Gunitas; 49de Jéser, la familia de los Jeseritas; de Silem, la familia de los Silemitas. 50Esta es la descendencia de Neftalí, según sus familias. El resultado de su censo fue: cuarenta y cinco mil cuatrocientos hombres.

51[1077]Fue, pues, el resultado del censo de los hijos de Israel: seiscientos un mil setecientos treinta.

Disposiciones para la distribución del país

52Yahvé habló a Moisés, diciendo: 53“Entre estos será repartido el país, para que lo posean, según el número de los individuos. 54[1078]A la (tribu) numerosa darás mayor porción, y a la pequeña darás menos. Se le dará su herencia a proporción de su número; 55pero de manera que el país sea repartido por suertes. Lo han de heredar según los nombres de sus tribus paternas. 56Por la decisión de la suerte será repartido a cada una su porción según sea grande o pequeña.”

Censo de los levitas

57Este es el censo de los levitas según sus familias: de Gersón, la familia de los Gersonitas; de Caat, la familia de los Caatitas; de Merarí, la familia de los Meraritas. 58Estas son las familias de los levitas: La familia de los Libnitas, la familia de los Hebronitas, la familia de los Mahlitas, la familia de los Musitas, la familia de los Coreítas. Caat engendró a Amram. 59La mujer de Amram se llamaba Jocabed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto. Ella tuvo de Amram los hijos Aarón, Moisés y María, hermana de estos. 60A Aarón le nacieron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 61[1079]Murieron Nadab y Abiú al ofrecer ante Yahvé un fuego extraño. 62Y fue el número de los (levitas), de todos los varones de un mes arriba, veinte y tres mil. No fueron contados entre los hijos de Israel, pues no se les había de dar posesión alguna en medio de los hijos de Israel.

63Este es el censo de los hijos de Israel, hecho por Moisés y el sacerdote Eleazar en las campiñas de Moab, cerca del Jordán, frente a Jericó. 64Entre estos no se halló ninguno de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes habían hecho el censo de los hijos de Israel en el desierto del Sinaí; 65[1080]pues de ellos había dicho Yahvé; “Morirán irremisiblemente en el desierto.” Y así no quedó ninguno de ellos, salvo Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun.

NÚMEROS 27
Las hijas herederas

1Se acercaron de las familias de Manasés, hijo de José, las hijas de Salfaad, hijo de Héfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. Los nombres de sus hijas eran: Maalá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá. 2Presentándose a la entrada del Tabernáculo de la Reunión ante Moisés y ante el sacerdote Eleazar, y ante todos los príncipes de todo el pueblo, dijeron: 3[1081]“Nuestro padre murió en el desierto; él no pertenecía al grupo de los que se confabularon contra Yahvé, en la facción de Coré; sino que murió por su propio pecado, sin tener hijos varones. 4¿Y por eso ha de borrarse el nombre de nuestro padre de en medio de su familia, por no haber tenido hijo varón? Danos a nosotras posesión entre los hermanos de nuestro padre.”

5Moisés presentó el caso de ellas ante Yahvé. 6Y Yahvé respondió a Moisés, diciendo: 7“La causa de las hijas de Salfaad es justa. Les darás, pues, posesión hereditaria entre los hermanos de su padre, y les transmitirás la herencia de su padre. 8Y a los hijos de Israel dirás: ‘Cuando un hombre muere sin hijos, pasaréis su herencia a su hija. 9Y si no tiene hija, la daréis a sus hermanos. 10Y si no tiene hermanos, daréis la herencia a los hermanos de su padre. 11Y si su padre no tiene hermanos, pasaréis su herencia al más próximo de la familia, el cual la poseerá. Esto será para los hijos de Israel regla de derecho, como Yahvé lo tiene mandado a Moisés’.”

Josué sucesor de Moisés

12[1082]Dijo Yahvé a Moisés: “Sube a este monte Abarim y mira la tierra que he dado a los hijos de Israel. 13[1083]Después de haberla visto, tú también te reunirás con tu pueblo, como tu hermano Aarón, 14[1084]por cuanto en el desierto de Sin, en aquella rebelión del pueblo, fuisteis rebeldes a mi orden y no quisisteis glorificarme a sus ojos con ocasión de las aguas. Estas son las aguas de Meribá en Cades, en el desierto de Sin.” 15[1085]Entonces Moisés habló a Yahvé, diciendo: 16“Destine Yahvé, el Dios de los espíritus de todos los vivientes, un varón que gobierne este pueblo, 17que salga delante de ellos y entre delante de ellos y que los saque y los introduzca, para que el pueblo de Yahvé no sea como un rebaño sin pastor.” 18[1086]Y dijo Yahvé a Moisés: “Toma a Josué, hijo de Nun, varón de espíritu, y pon tu mano sobre él. 19Le presentarás ante el sacerdote Eleazar y ante todo el pueblo, y le darás tus órdenes delante de ellos. 20Le comunicarás parte de tu autoridad, a fin de que le obedezca todo el pueblo de los hijos de Israel. 21[1087]Se presentará al sacerdote Eleazar, que consulte por él el juicio de los Urim, delante de Yahvé. Según su respuesta saldrá y según su respuesta entrará, él y con él todos los hijos de Israel, y todo el pueblo.”

22Hizo Moisés como Yahvé se lo había mandado. Tomó a Josué y le presentó ante el sacerdote Eleazar y ante todo el pueblo; 23y poniendo sobre él sus manos, le dio sus órdenes, como Yahvé había dispuesto por boca de Moisés.

NÚMEROS 28
Fiestas y sacrificios

1[1088]Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2[1089]“Manda a los hijos de Israel, y diles: Cuidad de presentar en el tiempo señalado mi ofrenda, mi manjar, los sacrificios de combustión que se me ofrecen como suave olor. 3Les dirás: Estos son los sacrificios de combustión que presentaréis a Yahvé: dos corderos primales, sin tacha, día por día, como holocausto perpetuo. 4[1090]Un cordero ofrecerás por la mañana, y el otro cordero ofrecerás entre las dos tardes. 5[1091]Y como oblación, un décimo de efa de flor de harina, amasada con un cuarto de hin de aceite de olivas machacadas. 6Este es el holocausto perpetuo que se ofrecía ya en olor grato en el monte Sinaí, sacrificio de combustión en honor de Yahvé. 7Su libación será de un cuarto de hin por cada cordero. En el Santuario derramarás esta libación de vino para Yahvé. 8El otro cordero lo ofrecerás entre las dos tardes, y harás la oblación como a la mañana, y así también la oblación; es sacrificio de combustión de olor grato a Yahvé.

9El día de sábado (ofreceréis) dos corderos primales, sin tacha, dos décimos de flor de harina amasada con aceite, juntamente con su libación. 10Este será el holocausto de cada sábado, además del holocausto perpetuo y su libación.

11[1092]Al principio de vuestros meses ofreceréis como holocausto a Yahvé dos novillos, un carnero y siete corderos primales, sin tacha; 12y como oblación, por cada novillo, tres décimos de harina amasada con aceite; como oblación por el carnero, dos décimos de flor de harina amasada con aceite; 13y como oblación por cada cordero un décimo de flor de harina amasada con aceite. Es holocausto de olor grato, sacrificio de combustión para Yahvé. 14Las libaciones correspondientes serán: medio hin de vino por cada novillo, un tercio de hin por el carnero, y un cuarto de hin por cada cordero. Este será el holocausto de cada novilunio, todos los meses del año. 15Asimismo se ofrecerá a Yahvé un macho cabrío como sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo y su libación.

16[1093]El día catorce del primer mes será la Pascua de Yahvé. 17El día quince de este mes será día de fiesta. Durante siete días han de comerse panes ácimos. 18El día primero habrá asamblea santa, y no haréis ningún trabajo servil. 19Ofreceréis en sacrificio de combustión un holocausto a Yahvé: dos novillos, un carnero y siete corderos primales, sin tacha; 20y como oblación correspondiente, flor de harina amasada con aceite. Ofreceréis tres décimos por cada novillo, dos décimos por el carnero, 21y un décimo por cada uno de los siete corderos; 22también un macho cabrío en sacrificio por el pecado, para hacer expiación por vosotros. 23Ofreceréis esto, además del holocausto de la mañana, que es el holocausto perpetuo. 24Esto haréis diariamente durante siete días. Es alimento para el sacrificio que se consume por el fuego en olor grato a Yahvé y que ha de ofrecerse además del holocausto perpetuo y su libación. 25El séptimo día celebraréis asamblea santa, y no haréis ningún trabajo servil.

26[1094]El día de las primicias, cuando en vuestra fiesta de las Semanas presentareis a Yahvé una oblación de los nuevos frutos, tendréis asamblea santa; no haréis ningún trabajo servil. 27Ofreceréis en olor grato a Yahvé dos novillos, un carnero y siete corderos primales, 28y como oblación correspondiente: flor de harina amasada con aceite, tres décimos por cada novillo, dos décimos por el carnero, 29y un décimo por cada uno de los siete corderos; 30y también un macho cabrío para hacer expiación por vosotros. 31Ofreceréis esto, además del holocausto perpetuo y su oblación, (con víctimas) sin tacha y acompañadas de las libaciones respectivas.

NÚMEROS 29
Fiestas otoñales

1[1095]El día primero del séptimo mes tendréis asamblea santa; y no haréis ningún trabajo servil. Será para vosotros el día de las trompetas. 2Ofreceréis en holocausto de olor grato a Yahvé: un novillo, un carnero y siete corderos primales, sin tacha, 3y como oblación correspondiente, flor de harina amasada con aceite: tres décimos por el novillo, dos décimos por el carnero, 4y un décimo por cada uno de los siete corderos; 5y también un macho cabrío como sacrificio por el pecado, para hacer expiación por vosotros, 6además del holocausto del novilunio con su oblación, y del holocausto perpetuo con su oblación y sus libaciones, según lo prescrito. Son sacrificios de combustión de olor grato a Yahvé.

7[1096]El día décimo de ese mismo séptimo mes tendréis asamblea santa, y afligiréis vuestras almas, y, no haréis ninguna clase de trabajo. 8Ofreceréis como holocausto, en olor grato a Yahvé, un novillo, un carnero, y siete corderos primales, sin tacha; 9y como oblación correspondiente, flor de harina amasada con aceite: tres décimos por el novillo, dos décimos por el carnero, 10y un décimo por cada uno de los siete corderos; 11y también un macho cabrío en sacrificio por el pecado; además del sacrificio expiatorio, y del holocausto perpetuo con su oblación y sus libaciones.

12[1097]El día quince del séptimo mes tendréis asamblea santa; no haréis trabajo servil alguno, y celebraréis una fiesta a Yahvé durante siete días. 13Ofreceréis en holocausto, como sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé, trece novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha; 14y como oblación correspondiente, flor de harina amasada con aceite: tres décimos por cada uno de los trece novillos, dos décimos por cada uno de los dos carneros, 15y un décimo por cada uno de los catorce corderos; 16y también un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y su libación.

17El segundo día (ofreceréis) doce novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha, 18[1098]con su oblación y sus libaciones, correspondientes a los novillos, a los carneros y a los corderos, según el número de ellos, conforme al rito, 19y un macho cabrío en sacrificio por el pecado además del holocausto perpetuo con su oblación y sus libaciones.

20El día tercero: once novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha, 21con su oblación y sus libaciones, correspondientes a los novillos, a los carneros y a los corderos, según el número de ellos, conforme a lo prescrito, 22y un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y su libación.

23El día cuarto: diez novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha, 24con su oblación y sus libaciones, correspondientes a los novillos, a los carneros y a los corderos, según el número de ellos, conforme a lo prescrito, 25y un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y su libación.

26El día quinto: nueve novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha, 27con su oblación y sus libaciones, correspondientes a los novillos, a los carneros y a los corderos, según el número de ellos, conforme a lo prescrito, 28y un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y su libación.

29El día sexto: ocho novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha, 30con su oblación y sus libaciones, correspondientes a los novillos, a los carneros y a los corderos, según el número de ellos, conforme a lo prescrito, 31y un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y sus libaciones.

32El día séptimo: siete novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin tacha, 33con su oblación y sus libaciones, correspondientes a los novillos, a los carneros y a los corderos, según el número de ellos, conforme a lo prescrito, 34y un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y su libación.

35[1099]El día octavo tendréis asamblea solemne; no haréis trabajo servil alguno. 36Presentaréis como holocausto y sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé, un novillo, un carnero y siete corderos primales, sin tacha, 37con su oblación y sus libaciones, correspondientes al novillo, al carnero y a los corderos, según el número de ellos, conforme a lo prescrito, 38y un macho cabrío en sacrificio por el pecado, además del holocausto perpetuo con su oblación y su libación.

39Estos son los sacrificios que ofreceréis a Yahvé en vuestras fiestas, además de vuestros votos y vuestras ofrendas voluntarias agregadas a vuestros holocaustos, oblaciones, libaciones y sacrificios pacíficos.”

NÚMEROS 30
De los votos

1Moisés refirió a los hijos de Israel todo lo que Yahvé le había mandado. 2Moisés habló también a los jefes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: “He aquí lo que Yahvé ha mandado:

3[1100]Si un hombre hace voto a Yahvé, o bajo juramento se obliga a un compromiso, no quebrantará su palabra, sino que cumplirá todo lo prometido. 4Si una mujer no casada hace un voto a Yahvé, o se obliga a un compromiso, estando todavía en casa de su padre, 5y su padre, al saber el voto de ella y el compromiso contraído no le dice nada, serán válidos todos sus votos y todos los compromisos que ella haya contraído para su alma. 6Mas si su padre al saberlo protesta, serán inválidos todos sus votos y los compromisos con que se haya obligado, y Yahvé se lo perdonará, por cuanto su padre ha protestado. 7Si ella se casa teniendo sobre sí sus votos, o alguna palabra inconsiderada salida de sus labios con que se haya obligado, 8y su marido lo oye y no dice nada el día de oírlo, entonces son válidos sus votos y los compromisos con que se haya obligado. 9Pero si su marido al oírlo protesta, anula él así el voto que ella tiene sobre sí, y la inconsiderada palabra salida de sus labios con que se ha obligado, y Yahvé la perdonará. 10[1101]Mas el voto de una viuda, o de una repudiada, cualquier compromiso con que se hayan obligado, tiene validez. 11Si una mujer, estando ya en casa de su marido, hace un voto o se obliga con juramento a un compromiso, 12y su marido al saberlo guarda silencio, y no protesta, serán válidos todos sus votos, y todos los compromisos con que se haya obligado. 13Pero si su marido al saberlo lo anula terminantemente, será inválido todo cuanto salió de los labios de ella, tanto votos, como obligaciones contraídas para su alma. Su marido los ha anulado y Yahvé la perdonará. 14[1102]Todo voto y todo juramento, por el cual ella se obliga a mortificarse, su marido puede confirmarlos o anularlos. 15[1103]Si su marido durante algunos días guarda silencio, entonces él mismo confirma todos los votos de ella, y todas las obligaciones que pesan sobre ella: los confirma por no haberle dicho nada cuando lo supo. 16Si él, después de enterado los anula más tarde, llevara sobre sí la iniquidad de ella.”

17Estas son las leyes que Yahvé por medio de Moisés ha establecido para las relaciones entre el marido y su mujer, y entre el padre y su hija, siendo esta todavía joven y estando en casa de su padre.

NÚMEROS 31
Guerra contra los madianitas

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2[1104]“Venga a los hijos de Israel por lo que les han hecho los madianitas; después serás reunido con tu pueblo.” 3Y habló Moisés al pueblo, diciendo: “Armad de entre vosotros gente para la guerra, y salgan contra Madián, para ejecutar la venganza de Yahvé contra Madián. 4Enviaréis a la guerra mil hombres de cada tribu de entre todas las tribus de Israel.”

5Fueron entonces elegidos para la guerra doce mil armados de entre los millares de Israel, mil por cada tribu, 6[1105]los que Moisés envió a la guerra, mil de cada tribu, y con ellos a Finés, hijo del sacerdote Eleazar, que llevaba consigo los objetos sagrados y las trompetas de alarma. 7Marcharon, pues, contra Madián, como Yahvé había mandado a Moisés; y mataron a todos los varones. 8[1106]Además de los hombres matados, dieron muerte a Eví, Requem, Sur, Hur y Reba, cinco reyes de Madián. Pasaron también a cuchillo a Balaam, hijo de Beor. 9Los hijos de Israel tomaron cautivas a las mujeres de Madián con sus niños, y se apoderaron de todo su ganado, de todos sus rebaños y de todos sus bienes; 10y quemaron todas las ciudades que habitaban, y todos sus campamentos. 11Y tomando todo el botín y toda la presa, tanto de personas como de bestias, 12llevaron a los prisioneros, la presa y el botín a donde estaban Moisés, el sacerdote Eleazar y el pueblo de los hijos de Israel, al campamento en los llanos de Moab, cerca del Jordán, frente a Jericó.

13Moisés, el sacerdote Eleazar y todos los príncipes del pueblo salieron a recibirlos fuera del campamento. 14Pero Moisés se airó contra los jefes del ejército, los jefes de los millares y los jefes de los cientos que volvían de la guerra, 15y les dijo: “¿Cómo es que habéis dejado con vida a todas las mujeres, 16[1107]no obstante ser ellas las que, por consejo de Balaam, arrastraron a los hijos de Israel a renegar de Yahvé en el caso de Fegor, y hubo plaga en el pueblo de Yahvé? 17Matad ahora a todo varón entre los niños, matad también a toda mujer que haya conocido varón, 18[1108]pero todas las niñas que no han conocido varón reservadlas para vosotros. 19Y acampad fuera del campamento siete días; todos los que hubiereis matado a un hombre o tocado a un muerto, os purificaréis el día tercero y el día séptimo, así vosotros como vuestros prisioneros. 20Purificaréis también todo vestido, todo objeto de cuero, toda obra hecha de pelo de cabra y todo utensilio de madera.”

21Dijo entonces el sacerdote Eleazar a los hombres del ejército que habían ido a la guerra: “He aquí lo que dispone la Ley que Yahvé ha mandado a Moisés: 22El oro, la plata, el bronce, el hierro, el estaño y el plomo, 23en fin, todo objeto que resiste al fuego, lo pasaréis por el fuego, y así quedará puro, con tal que sea purificado con el agua lustral. Mas todo lo que no resiste al fuego, lo pasaréis por el agua. 24[1109]Y después de haber lavado vuestros vestidos el día séptimo, quedaréis limpios; y luego podréis volver al campamento.”

Reparto del botín

25Yahvé habló a Moisés diciendo: 26“Haz el cómputo de todo el botín que se ha tomado, tanto en hombres como en animales; (hazlo) con el sacerdote Eleazar y las cabezas de las casas paternas del pueblo. 27Y distribuirás el botín por mitad entre los que como soldados salieron a la guerra y el resto del pueblo. 28[1110]Y de parte de los que como soldados salieron a la guerra, tomarás como tributo para Yahvé de cada quinientas cabezas una, tanto de las personas como del ganado mayor, de los asnos y de las ovejas. 29Lo tomarás de la mitad que les toca, y lo darás a Eleazar el sacerdote, como tributo para Yahvé. 30De la otra mitad perteneciente a los hijos de Israel, tomarás, al azar, uno de cada cincuenta, tanto de las personas como del ganado mayor, de los asnos y de las ovejas, en fin, de todos los animales; y lo darás a los levitas, encargados de cuidar la Morada de Yahvé.”

31Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron como Yahvé había mandado a Moisés. 32Y era la presa, el resto del botín tomado por la gente del ejército: seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33setenta y dos mil cabezas de ganado bovino, 34sesenta y un mil asnos, 35y personas, es decir, las mujeres que no habían conocido varón, todas ellas fueron treinta y dos mil. 36La mitad que tocaba a los que habían salido a la guerra fue: trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas 37y el tributo para Yahvé: seiscientas setenta y cinco ovejas—38treinta y seis mil cabezas de ganado bovino —y el tributo para Yahvé: setenta y dos—; 39treinta mil quinientos asnos —y el tributo para Yahvé: setenta y uno—; 40y diez y seis mil personas —y el tributo para Yahvé: treinta y dos personas—. 41Entregó Moisés el tributo que correspondía como ofrenda a Yahvé, al sacerdote Eleazar, como Yahvé había ordenado a Moisés. 42Y de la mitad perteneciente a los hijos de Israel, la cual Moisés había separado de la de los combatientes, 43esta mitad que correspondía al pueblo fue: trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 44treinta y seis mil cabezas de ganado bovino, 45treinta mil quinientos asnos, 46y diez y seis mil personas. 47De esta mitad correspondiente a los hijos de Israel tomó Moisés, al azar, uno de cada cincuenta, tanto de las personas como de los animales y los dio a los levitas, encargados de la guardia de la Morada de Yahvé, conforme Yahvé había mandado a Moisés.

Ofrenda de los jefes

48[1111]Llegaron entonces a Moisés los jefes de las unidades del ejército, los jefes de los millares y los jefes de las centenas, 49y dijeron a Moisés: “Tus siervos han hecho el cómputo de los combatientes que han estado a nuestras órdenes, y no falta ni uno de nosotros. 50Por lo cual presentamos como obligación a Yahvé, los objetos de oro que cada uno de nosotros ha encontrado: brazaletes, cadenillas, anillos, pendientes y collares, en expiación por nosotros ante Yahvé. 51Recibieron, pues, Moisés y el sacerdote Eleazar de parte de ellos el oro y todos los objetos de arte. 52[1112]Y todo el oro que presentaron a Yahvé como ofrenda de los jefes de los millares y de los jefes de las centenas pesó diez y seis mil setecientos cincuenta siclos. 53Los combatientes se habían tomado cada cual su botín. 54Tomaron Moisés y el sacerdote Eleazar el oro de los jefes de los millares y de los jefes de las centenas, y lo metieron dentro del Tabernáculo de la Reunión, para recuerdo de los hijos de Israel ante Yahvé.

NÚMEROS 32
Distribución de la tierra transjordánica

1Los hijos de Rubén y los hijos de Gad, que tenían inmensa cantidad de ganado, vieron que la tierra de Jaser y la tierra de Galaad era un lugar muy a propósito para ganado, 2por lo cual vinieron y hablaron con Moisés, con el sacerdote Eleazar y con los príncipes del pueblo, diciendo: 3[1113]“Atarot, Dibón, Jaser, Nimrá, Hesbón, Elealé, Sebam, Nebó y Beón, 4la tierra que Yahvé ha derrotado delante del pueblo de Israel, es tierra propia para ganado, y tus siervos tienen ganado.” 5Y agregaron: “Si hemos hallado gracia a tus ojos, sea asignada esta tierra a tus siervos como propiedad y no nos hagas pasar el Jordán.”

6Respondió Moisés a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén: “Pues que, ¿vuestros hermanos han de ir a la guerra y vosotros os quedaréis aquí? 7¿Por qué desalentáis el corazón de los hijos de Israel para que no pasen a la tierra que Yahvé les ha dado? 8[1114]Es lo mismo que hicieron vuestros padres cuando les envié desde Cadesbarnea para explorar el país. 9Subieron hasta el Valle de Escol explorando el país; y luego desalentaron el corazón de los hijos de Israel para que no entrasen en la tierra que Yahvé les había asignado. 10Aquel día se encendió la ira de Yahvé y juró diciendo: 11Estos hombres que han subido de Egipto, de edad de veinte años arriba, no verán la tierra que con juramento prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, porque no han querido seguirme fielmente, 12salvo Caleb, hijo de Jefone el ceniceo, y Josué, hijo de Nun, que han seguido a Yahvé con fidelidad. 13Por lo cual se irritó Yahvé contra Israel y los hizo andar errantes por el desierto durante cuarenta años, hasta acabarse aquella generación que había obrado mal a los ojos de Yahvé. 14Y he aquí que ahora os levantáis vosotros en lugar de vuestros padres, como prole de pecadores, para encender todavía más el ardor de la ira de Yahvé contra Israel. 15Pues si no queréis seguirle, Él continuará dejándolos en el desierto, y seréis la ruina de todo este pueblo”.

16Mas ellos acercándosele dijeron: “Edificaremos aquí apriscos para nuestros rebaños y ciudades para nuestros niños; 17pero marcharemos armados y sin demora al frente de los hijos de Israel hasta que los hayamos introducido en su lugar. Entretanto quedarán nuestros niños en las ciudades fortificadas, para no ser molestados por los habitantes del país. 18No nos volveremos a nuestras casas hasta que cada uno de los hijos de Israel posea su herencia. 19[1115]Porque no queremos tener herencia con ellos al otro lado del Jordán, ya que tenemos nuestra herencia en esta ribera del Jordán, al oriente”.

20Entonces les dijo Moisés: “Si hacéis esto, si os armáis para la guerra delante de Yahvé, 21y todos vuestros armados pasan el Jordán a los ojos de Yahvé hasta que Él haya echado a sus enemigos delante de su rostro, 22y no os volvéis antes que Él se haya sometido el país, entonces no tendréis culpa ante Yahvé ni ante Israel; y será esta tierra posesión vuestra delante de Yahvé. 23Pero si no hacéis así, he aquí que pecáis contra Yahvé; y sabed que vuestro pecado recaerá sobre vosotros. 24Edificaos, pues, ciudades para vuestros niños, y apriscos para vuestros rebaños, y haced lo que habéis prometido.”

25[1116]Respondieron los hijos de Gad y los hijos de Rubén a Moisés, diciendo: “Tus siervos obrarán conforme a la orden de mi señor. 26Nuestros niños, nuestras mujeres, nuestro ganado y todas nuestras bestias quedarán aquí en las ciudades de Galaad; 27mas tus siervos, todos los armados para la guerra, marcharán delante de Yahvé para combatir según la orden de mi señor.”

28Con esto Moisés dio orden respecto de ellos al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de las casas paternas de las tribus de los hijos de Israel; 29[1117]y les dijo Moisés: “Si los hijos de Gad y los hijos de Rubén, armados todos para la guerra, pasan con vosotros el Jordán delante de Yahvé, dadles, una vez sojuzgada la tierra delante de vosotros, la tierra de Galaad en posesión. 30Pero si no pasan armados con vosotros, será su posesión en medio de vosotros en la tierra de Canaán.” 31Respondieron los hijos de Gad y los hijos de Rubén, diciendo: “Así como ha dicho Yahvé respecto de tus siervos, así haremos. 32Pasaremos armados delante de Yahvé a la tierra de Canaán, y quedará para nosotros la posesión de nuestra herencia en este lado del Jordán”.

33[1118]Moisés dio, pues, a los hijos de Gad, y a los hijos de Rubén, y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sehón, rey de los amorreos, y el reino de Og, rey de Basan, el país con sus ciudades y territorios, las ciudades del país a la redonda. 34Y los hijos de Gad edificaron a Dibón, Atarot, Aroer, 35Atrot-Sofán, Jaser, Jogbehá, 36Betnimrá y Betharán, ciudades fortificadas y apriscos para los rebaños. 37Los hijos de Rubén edificaron a Hesbón, Elealé, Kiryataim, 38[1119]Nebó y Baalmeón mudándoles los nombres, y Sibmá; y pusieron (nuevos) nombres a las ciudades que reedificaron. 39Los hijos de Maquir, hijo de Manasés, marcharon a la región de Galaad, la tomaron, y arrojaron a los amorreos que habitaban en ella. 40Moisés dio Galaad a Maquir, hijo de Manasés, que allí se estableció. 41[1120]Jaír, hijo de Manasés, fue y tomó sus aldeas que llamó Havot-Jaír. 42Nobá fue y ocupó a Canat con sus aldeas, y la llamó Nobá, según su mismo nombre.

NÚMEROS 33
Lista de los campamentos de los israelitas

1[1121] Estas fueron las estaciones de los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto divididos en escuadrones bajo el mando de Moisés y Aarón. 2Moisés apuntó, por orden de Yahvé, los lugares de donde partieron, conforme a sus estaciones. He aquí sus estaciones según sus partidas.

3Partieron de Ramesés, el primer mes el día quince del mes primero. Al día siguiente a la Pascua salieron los hijos de Israel con mano alzada, a la vista de todos los egipcios, 4[1122]mientras los egipcios sepultaban a los que Yahvé había muerto de entre ellos, todos los primogénitos, y Yahvé hacía justicia también contra los dioses de ellos.

5Partieron, pues, los hijos de Israel de Ramesés, y acamparon en Sucot. 6Partieron de Sucot, y acamparon en Etam, que está en la frontera del desierto. 7Partieron de Etam, y dieron una vuelta hacia Fihahirot, que está frente a Baalsefón, y acamparon delante de Migdol. 8Partieron de Fihahirot, y pasaron por medio del mar hacia el desierto, y después de tres días de camino por el desierto de Etam, acamparon en Mará. 9Partieron de Mará, y vinieron a Elim. En Elim había doce fuentes de agua y setenta palmas; allí acamparon. 10Partieron de Elim y acamparon junto al Mar Rojo. 11Partieron del Mar Rojo y acamparon en el desierto de Sin. 12Partieron del desierto de Sin y acamparon en Dafcá. 13Partieron de Dafcá y acamparon en Alus. 14Partieron de Alus y acamparon en Rafidim, donde faltó al pueblo agua para beber. 15Partieron de Rafidim y acamparon en el desierto del Sinaí. 16Partieron del desierto del Sinaí y acamparon en Kibrot-Hataavá. 17Partieron de Kibrot-Hataavá y acamparon en Haserot. 18Partieron de Haserot y acamparon en Ritma. 19Partieron de Ritma y acamparon en Rimonfares. 20Partieron de Rimonfares y acamparon en Libná. 21Partieron de Libná y acamparon en Risa. 22Partieron de Risa y acamparon en Quehelata. 23Partieron de Quehelata y acamparon en el monte Séfer. 24Partieron del monte Séfer y acamparon en Haradá. 25Partieron de Haradá y acamparon en Maquelot. 26Partieron de Maquelot y acamparon en Táhat. 27Partieron de Táhat y acamparon en Tare. 28Partieron de Tare y acamparon en Mitcá. 29Partieron de Mitcá y acamparon en Hasmoná. 30Partieron de Hasmoná y acamparon en Moserot. 31Partieron de Moserot y acamparon en, Bené-Yaacán. 32Partieron de Bené-Yaacán y acamparon en Hor-Hagadgad. 33Partieron de Hor-Hagadgad y acamparon en Jotbata. 34Partieron de Jotbata y acamparon en Abroná. 35Partieron de Abroná y acamparon en Esionguéber. 36[1123]Partieron de Esionguéber y acamparon en el desierto de Sin, que es Cades. 37[1124]Partieron de Cades y acamparon en el monte Hor, en la frontera del país de Edom. 38Y por orden de Yahvé subió el sacerdote Aarón al monte Hor, y allí murió, a los cuarenta años de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, el primer día del quinto mes. 39Tenía Aarón ciento veinte y tres años cuando murió en el monte Hor. 40[1125]Entonces el cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Négueb, en el país de Canaán, supo que venían los hijos de Israel. 41Partieron del monte Hor y acamparon en Salmoná. 42Partieron de Salmoná y acamparon en Punón. 43Partieron de Punón y acamparon en Obot. 44Partieron de Obot y acamparon en Iyé-Abarim, en los confines de Moab. 45Partieron de Iyim y acamparon en Dibón-Gad. 46Partieron de Dibón-Gad y acamparon en Almón-Diblataim. 47Partieron de Almón-Diblataim y acamparon en las montañas de Abarim, frente al Nebo. 48Partieron de las montañas de Abarim, y acamparon en las campiñas de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. 49Acamparon a lo largo del Jordán, desde Bet-Jesimot hasta Abel-Sitim, en los llanos de Moab.

Distribución del país de Canaán

50Yahvé habló a Moisés en las campiñas de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo: 51“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando después de pasar el Jordán entrareis en el país de Canaán, 52[1126]arrojaréis de delante de vosotros a todos los habitantes del país, y destruiréis todos sus simulacros; destruiréis también todas sus imágenes fundidas y devastaréis todos sus lugares altos. 53Y tomaréis posesión del país, y en él habitaréis, pues a vosotros os he dado esta tierra para que la poseáis. 54Os repartiréis la tierra por suertes con arreglo a vuestras familias; a una grande daréis mayor herencia, y a una pequeña daréis una herencia más pequeña. Cada una tendrá la herencia que le tocare en suerte. Haréis la repartición con arreglo a las tribus de vuestros padres. 55[1127]Pero si no arrojareis de delante vosotros a los habitantes del país sucederá que los que de ellos dejareis os serán como espinas en vuestros ojos, y como aguijones en vuestros flancos, y os tratarán como enemigos en la tierra que vais a habitar. 56Y Yo haré con vosotros eso mismo que tenía resuelto hacer con ellos.”

NÚMEROS 34
Las fronteras del país

1[1128]Yahvé habló a Moisés diciendo: 2“Manda a los hijos de Israel y diles: Entrado que hubiereis en la tierra de Canaán, esa tierra que os tocará en herencia, serán sus fronteras las siguientes:

3[1129]Vuestro lado meridional se extenderá desde el desierto de Sin a lo largo del costado de Edom. Por oriente vuestra frontera meridional arrancará desde el extremo del Mar Salado. 4[1130]Luego vuestra frontera torcerá al sur, por la subida de Acrabim y pasará adelante hacia Sin, hasta llegar al sur de Cadesbarnea. De allí irá a Hasaradar y seguirá hacia Asmón. 5[1131]Desde Asmón la frontera se inclinará hacia el arroyo de Egipto y llegará al Mar.

6[1132]Vuestra frontera occidental será el Mar grande. Este os servirá de frontera occidental. 7[1133]Vuestra frontera septentrional será esta: Desde el Mar grande la trazaréis hasta el monte Hor. 8[1134]Desde el monte Hor la continuaréis hasta la entrada de Hamat, llegando hasta Sedad; 9seguirá hasta Sefrón, y terminará en Hasar-Enán. Esta será vuestra frontera septentrional.

10La frontera oriental os la trazaréis de Hasar-Enán hacia Sefam. 11[1135]De Sefam bajará la frontera a Riblá, al oriente de Ayin, de donde descenderá y flanqueará el costado oriental del Mar de Kinéret. 12Luego la frontera descenderá hasta el Jordán, y llegará hasta el Mar Salado. Esta será vuestra tierra y sus fronteras a la redonda.”

13Moisés dio esta orden a los hijos de Israel: “Esta es la tierra que os repartiréis por suertes y que Yahvé mandó dar a las nueve tribus y a la media tribu (de Manasés); 14porque la tribu de los hijos de Rubén según sus casas paternas, y la tribu de los hijos de Gad, según sus casas paternas, y la media tribu de Manasés han recibido ya su porción. 15Estas dos tribus y la media tribu recibieron su herencia en la otra ribera del Jordán, frente a Jericó, al oriente donde se levanta el sol.”

Los encargados de repartir el país

16Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 17[1136]“Estos son los nombres de los varones que os han de repartir la tierra: el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun. 18Tomaréis también un príncipe de cada tribu para repartir la tierra. 19He aquí los nombres de los varones: De la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefone; 20de la tribu de los hijos de Simeón, Samuel, hijo de Amiud; 21de la tribu de Benjamín, Eliad, hijo de Caselón; 22de la tribu de los hijos de Dan, el príncipe Buquí, hijo de Joglí; 23de los hijos de José, por la tribu de los hijos de Manasés, el príncipe Haniel, hijo de Efod; 24de la tribu de los hijos de Efraím, el príncipe Camuel, hijo de Siftán; 25de la tribu de los hijos de Zabulón, el príncipe Elisafán, hijo de Farnac; 26de la tribu de los hijos de Isacar, el príncipe Faltiel, hijo de Asan; 27de la tribu de los hijos de Aser, el príncipe Ahiud, hijo de Selomí. 28De la tribu de los hijos de Neftalí, el príncipe Fadael, hijo de Amiud.” 29Estos son aquellos a quienes Yahvé mandó que repartieran la tierra de Canaán entre los hijos de Israel.

NÚMEROS 35
Las ciudades de los levitas

1Habló Yahvé a Moisés en las campiñas de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo: 2[1137]“Manda a los hijos de Israel que de las posesiones de su propiedad cedan a los levitas ciudades para habitar; también daréis a los levitas lugares de pasto alrededor de esas ciudades. 3Las ciudades servirán para que habiten en ellas, y sus dehesas serán para sus ganados, para sus rebaños y para todos sus animales. 4Las dehesas para las ciudades que daréis a los levitas, abarcarán, a partir del muro de la ciudad, para afuera, el espacio de mil codos a la redonda. 5[1138]Mediréis, fuera de la ciudad, al oriente dos mil codos, al mediodía dos mil codos, al occidente dos mil codos, y al norte dos mil codos, de suerte que la ciudad esté en el centro. Estas serán las dehesas para las ciudades.

6De estas ciudades que daréis a los levitas seis serán las ciudades de refugio, las cuales destinaréis para que se refugie en ellas el que derramare sangre. Además de estas daréis cuarenta y dos ciudades. 7Todas las ciudades con sus dehesas que habéis de dar a los levitas serán cuarenta y ocho. 8[1139]Las ciudades que les daréis de la posesión de los hijos de Israel, las tomaréis en mayor número de los que tienen muchas, y en menor número de los que tienen pocas. Cada (tribu) dará de sus ciudades a los levitas en proporción de la herencia que haya recibido.”

Ciudades de refugio

9Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 10“Habla a los hijos de Israel y diles: Después de haber pasado el Jordán (y entrado) en la tierra de Canaán, 11[1140]elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, para que pueda refugiarse allá el homicida que por error haya dado muerte a una persona.

12Estas ciudades de refugio os servirán de asilo contra el vengador de la sangre, para que no muera el homicida antes de presentarse delante de la Congregación para ser juzgado. 13De las ciudades que habéis de reservar, seis os servirán de ciudades de refugio. 14[1141]Tres ciudades señalaréis en la otra parte del Jordán, y tres en la tierra de Canaán. Estas serán ciudades de refugio. 15Tanto para los hijos de Israel como para el extranjero y el que mora en medio de ellos, estas seis ciudades servirán de asilo, para que pueda refugiarse allá quien haya matado a alguno por error.”

Homicidio y venganza de sangre

16“Si lo hiere con instrumento de hierro y muere (el herido), homicida es; el homicida será muerto irremisiblemente. 17Si lo hiere teniendo en la mano una piedra que pueda causar la muerte, y (el herido) muere, homicida es; el homicida será muerto irremisiblemente. 18O si lo hirió teniendo en la mano un instrumento de madera que pueda causar la muerte, y (el herido) muere, homicida es; el homicida será muerto irremisiblemente. 19El vengador de la sangre matará él mismo al homicida; dondequiera que le encuentre lo matará. 20Si por odio le da empellones, o arroja algo sobre él con mala intención y (el herido) muere, 21o si por enemistad lo hiere a puñadas y se sigue la muerte, será muerto irremisiblemente aquel que le dio el golpe; homicida es; el vengador de la sangre dará muerte al homicida tan pronto como lo encontrare.

22Mas si por casualidad, sin enemistad, le da un empujón o arroja sobre él cualquier cosa sin intención maligna, 23o si, sin verle, deja caer sobre él una piedra que pueda causar la muerte, y se sigue la muerte, sin que él fuese enemigo suyo y sin procurar su daño; 24entonces la Congregación juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre, de acuerdo con estas normas. 25[1142]La Congregación librará al homicida de la mano del vengador de la sangre, y le volverá a su ciudad de asilo, donde se refugió; y habitará en ella hasta la muerte del Sumo Sacerdote ungido con el óleo santo. 26Mas si el homicida sale fuera de los límites de su ciudad de asilo, donde se refugió, 27y el vengador de la sangre le halla fuera de los límites de su ciudad de refugio, y el vengador de la sangre mata al homicida, no tendrá culpa de sangre, 28por cuanto (el homicida) debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del Sumo Sacerdote; solo después de la muerte del Sumo Sacerdote podrá el homicida volver a la tierra de su posesión.

29Estas reglas os servirán de normas de derecho, de generación en generación, en todas vuestras moradas.”

El modo de juzgar al homicida

30“Todo homicida será muerto por el testimonio de testigos; un solo testigo no podrá deponer contra nadie para hacerle morir. 31No aceptaréis rescate por la vida del homicida que es digno de muerte; sino que morirá irremisiblemente. 32Tampoco aceptaréis rescate por aquel que se refugió en su ciudad de asilo, para que vuelva a vivir en su tierra antes de la muerte del Sumo Sacerdote. 33No profanéis el país donde moráis; porque la sangre profana la tierra; y no hay expiación por la tierra para purificarla de la sangre en ella derramada sino con la sangre de aquel que la derramó. 34Por lo cual no contaminéis el país donde moráis, y en cuyo medio habito Yo, pues Yo, Yahvé, tengo mi morada en medio de los hijos de Israel.”

NÚMEROS 36
Las hijas herederas

1[1143]Se acercaron los jefes de las casas paternas de la familia de los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de entre las familias de los hijos de José y dirigiéndose a Moisés y a los príncipes, jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, 2[1144]dijeron: “Yahvé mandó a mi señor dar por suertes la tierra de herencia a los hijos de Israel; también recibió mi señor orden de Yahvé de dar la herencia de nuestro hermano Salfaad a sus hijas. 3Mas si ellas se casan con uno de los hijos de las (otras) tribus de los israelitas, la herencia de ellas será sustraída a la herencia de nuestros padres, y aumentará la herencia de la tribu de la cual ellas formen parte, disminuyéndose así la herencia que nos tocó en suerte. 4[1145]Y cuando viene el año jubilar para los hijos de Israel, la herencia de ellas será agregada a la herencia de la tribu a la cual pertenezcan, y así su herencia será cortada de la herencia de la tribu de nuestros padres.”

5Entonces Moisés, por mandato de Yahvé, dio esta orden a los hijos de Israel: “Ha dicho bien la tribu de los hijos de José. 6[1146]He aquí lo que manda Yahvé respecto de las hijas de Salfaad: Cásense como mejor les parezca, con tal que sea con una familia de la tribu de su padre, 7para que la herencia de los hijos de Israel no pase de una tribu a la otra; así que los hijos de Israel queden vinculados cada uno con la herencia de la tribu de sus padres. 8Toda hija que tenga herencia en una de las tribus de los hijos de Israel, se casará dentro de la familia de la tribu de su padre; a fin de que los hijos de Israel conserven cada uno la herencia de sus padres. 9Ninguna herencia pasará de una tribu a otra, sino que las tribus de los hijos de Israel conserven cada una su herencia.”

10Como había mandado Yahvé a Moisés, así lo hicieron las hijas de Salfaad; 11de modo que Maalá, Tirsá, Hoglá, Milcá y Noá, las hijas de Salfaad, se casaron con hijos de sus tíos. 12Se casaron en familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y quedó su herencia en la tribu de la familia de su padre.

13Estos son los preceptos y las leyes que prescribió Yahvé, por boca de Moisés, a los hijos de Israel, en las campiñas de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.

DEUTERONOMIO

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I. PRIMER DISCURSO DE MOISÉS
DEUTERONOMIO 1

1[1147]Estas son las palabras que dirigió Moisés a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá, frente a Suf, entre Farán, Tófel, Labán, Haserot y Disahab, 2[1148]a once jornadas de marcha del Horeb, por el camino de los montes de Seír hasta Cadesbarnea. 3En el año cuadragésimo, el mes undécimo, el primero del mes, habló Moisés a los hijos de Israel conforme a todo lo que Yahvé le había mandado acerca de ellos, 4después de la derrota de Sehón, rey amorreo, que habitaba en Hesbón, y de Og, rey de Basan, que habitaba en Asterot, en Edreí. 5Allende el Jordán, en la tierra de Moab, comenzó Moisés explicando esta Ley, diciendo:

Salida del Sinaí

6“Yahvé, nuestro Dios, nos habló en el Horeb, diciendo: ‘Bastante tiempo habéis ya permanecido en este monte. 7[1149]Dad, pues, vuelta, levantad el campamento, y marchad hacia la montaña de los amorreos y hacia todos sus vecinos en el Araba, en la montaña, en la Sefelá, en el Négueb y en la ribera del mar, hacia el país de los cananeos y al Líbano, hasta el gran río, el río Éufrates. 8Mirad que pongo delante de vosotros esta tierra; entrad y tomad posesión del país que Yahvé ha jurado dar a vuestros padres, a Abrahán, a Isaac y a Jacob, a ellos y a su descendencia después de ellos.’

Institución de jefes y jueces

9[1150]En aquel tiempo os hablé, diciendo: ‘No puedo yo solo sobrellevaros. 10Yahvé, vuestro Dios, os ha multiplicado, de modo que hoy sois tan numerosos como las estrellas del cielo. 11Que Yahvé, el Dios de vuestros padres, os haga mil veces más numerosos de lo que sois y os bendiga según os ha dicho. 12Pero ¿cómo podré yo solo sobrellevar vuestra carga, vuestro peso y vuestros pleitos? 13Escoged de entre vosotros hombres sabios y entendidos y bien conocidos en vuestras tribus, para que os los ponga por caudillos.’ 14Y me respondisteis: ‘Bueno es lo que propones hacer.’ 15Tomé, pues, los jefes de vuestras tribus, hombres sabios y conocidos, y los constituí caudillos vuestros, jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta y jefes de diez y magistrados en vuestras tribus. 16En aquel tiempo mandé también a vuestros jueces, diciendo: ‘Oíd las diferencias entre vuestros hermanos, y haced justicia entre uno y otro y el extranjero que vive con él. 17[1151]En el juicio no hagáis acepción de personas; oiréis al pequeño lo mismo que al grande. No temáis a nadie, porque el juicio es de Dios; mas la causa demasiado difícil para vosotros traedla a mí, y yo la oiré. 18En ese tiempo os mandé todas las cosas que habíais de hacer.

Los exploradores

19[1152]Partimos, pues, del Horeb, y pasamos por todo aquel desierto grande y terrible que visteis, en dirección a las montañas de los amorreos, como nos lo había mandado Yahvé, nuestro Dios; y así llegamos a Cadesbarnea. 20Entonces os dije: ‘Habéis llegado a los montes de los amorreos que Yahvé, nuestro Dios, nos va a dar. 21Mira, que Yahvé, tu Dios, pone este país delante de ti; sube y tómalo en posesión, como te ha dicho Yahvé, el Dios de tus padres; no temas ni te amedrentes.’ 22Y os acercasteis a mí, todos vosotros, y dijisteis: ‘Enviemos delante de nosotros hombres que nos exploren el país y nos informen sobre el camino por el cual hemos de subir, y sobre las ciudades a las cuales hemos de llegar.’ 23Me pareció bien la propuesta y por eso escogí de entre vosotros doce hombres, uno de cada tribu; 24los cuales partieron y subieron a la montaña, y explorando el país llegaron hasta el torrente de Escol. 25Y tomando en sus manos algunos de los frutos del país nos los trajeron, y nos informaron diciendo: ‘Bueno es el país que Yahvé, nuestro Dios, da en nuestro poder.’ 26Pero vosotros no quisisteis subir; antes os rebelasteis contra la orden de Yahvé, vuestro Dios. 27Murmurasteis en vuestras tiendas y dijisteis: ‘Por odiarnos Yahvé nos ha sacado de la tierra de Egipto, para entregarnos en manos de los amorreos y acabar con nosotros. 28[1153]¿A dónde iremos? Nuestros hermanos nos han aterrado al decirnos: Es un pueblo más grande y de mayor estatura que nosotros; sus ciudades son grandes y tienen murallas que llegan hasta el cielo; hasta vimos allí a hijos de Enac.’ 29Yo os dije: ‘No os amedrentéis ni tengáis miedo de ellos. 30Yahvé, vuestro Dios, marcha delante de vosotros; Él peleará por vosotros, a semejanza de cuanto hizo por vosotros ante vuestros mismos ojos en Egipto, 31[1154]y después en el desierto, donde habéis visto cómo Yahvé, vuestro Dios, os llevó, cual lleva un hombre a su propio hijo, por todo el camino que recorristeis hasta llegar a este lugar.’ 32Pero vosotros, con todo esto, no confiasteis en Yahvé, Dios vuestro, 33que iba delante de vosotros en el camino, buscándoos los sitios donde acampar, de noche en un fuego, para mostraros el camino por donde andar, y de día en una nube.

El castigo de Dios

34Oyó Yahvé la voz de vuestras palabras, e indignado juró, diciendo: 35‘Ninguno de estos hombres, de esta mala generación, verá la buena tierra que Yo juré dar a vuestros padres; 36excepto Caleb, hijo de Jefone; él la verá; a él y a sus hijos les daré la tierra que ha pisado, por cuanto ha seguido fielmente a Yahvé.’

37[1155]También contra mí se indignó Yahvé, por culpa vuestra, y dijo: ‘Tampoco tú entrarás en ella. 38Mas Josué, hijo de Nun, ministro tuyo, ese entrará allá. Fortalécele, porque él ha de poner a Israel en posesión (de la tierra). 39Vuestros pequeñuelos, empero, de quienes dijisteis que iban a ser una presa, y vuestros hijitos que hoy todavía no saben distinguir el bien del mal, ellos entrarán allá, porque a ellos se la daré, y ellos la recibirán por herencia. 40Volveos, pues, vosotros, y poneos en marcha hacia el desierto, camino del Mar Rojo.’ 41Entonces me respondisteis diciendo: ‘Hemos pecado contra Yahvé. Subiremos y pelearemos, conforme a cuanto Yahvé, nuestro Dios, nos tiene mandado.’ Y os ceñisteis cada cual su armadura, y os preparasteis inconsideradamente para subir a la montaña. 42Mas Yahvé me dijo: ‘Diles: No subáis ni peleéis, pues Yo no estoy en medio de vosotros; no sea que quedéis derrotados ante vuestros enemigos.’ 43Yo os lo dije, pero no escuchasteis, sino que os rebelasteis contra la orden de Yahvé, e hinchados de soberbia subisteis a la montaña. 44Pero los amorreos que habitan en aquellas montañas, salieron a vuestro encuentro y os persiguieron como suelen perseguir las abejas, y os derrotaron en Seír hasta Horma. 45Entonces os volvisteis y llorasteis ante Yahvé, mas Yahvé no oyó vuestra voz ni os prestó oídos. 46Así que permanecisteis muchos días en Cades, todo el tiempo que estuvisteis allí.

DEUTERONOMIO 2
Salida de Cades

1[1156]Dimos entonces vuelta y partimos hacia el desierto, camino del Mar Rojo, como Yahvé me había mandado, y anduvimos largo tiempo rodeando las montañas de Seír. 2Y Yahvé me dijo: 3‘Bastante tiempo habéis ido rodeando esta montaña; volveos hacia el norte; 4[1157]y darás al pueblo esta orden: Vosotros queréis atravesar el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seír. Ellos os temerán, pero guardaos bien 5de atacarlos; pues de su tierra no os daré ni siquiera la huella de un pie, porque es posesión de Esaú; a él le he dado las montañas de Seír. 6Les compraréis por dinero los alimentos que comáis; y aun el agua que bebáis les compraréis. 7[1158]Porque Yahvé, tu Dios, te ha bendecido en todas las obras de tus manos; Él conoce tu viaje por este gran desierto. Durante cuarenta años Yahvé, tu Dios, ha estado contigo y no te ha faltado nada.’ 8[1159]Pasamos, pues, de largo a nuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seír (alejándonos) del camino del Araba, de Elat y de Esionguéber.

Hacia las campiñas de Moab

Luego cambiando de rumbo, avanzamos por el camino del desierto de Moab. 9[1160]Y me dijo Yahvé: ‘No hostiguéis a los moabitas, ni os metáis con ellos en guerra; pues nada te daré de su tierra en posesión, porque he dado Ar en posesión de los hijos de Lot. 10[1161]Antes habitaron allí los emitas, pueblo grande y numeroso, y de estatura alta como los enaceos; 11[1162]por lo cual también ellos pasaban por gigantes, así como los enaceos, pero los moabitas los llamaban emitas. 12[1163]En Seír habitaron antes los horreos, mas los hijos de Esaú los desposeyeron, y después de haberlos exterminado delante de sí, habitaron en su lugar, como lo hiciera Israel con el país de su herencia recibido de Yahvé. 13Ahora pues, levantaos y pasad el torrente Sared.’ Y cruzamos el torrente Sared. 14El tiempo que duraron nuestras marchas desde Cadesbarnea hasta el paso del torrente Sared, fue de treinta y ocho años, hasta desaparecer toda aquella generación de hombres de guerra de en medio del campamento, como Yahvé se lo había jurado. 15En efecto, la mano de Yahvé descargó sobre ellos, para exterminarlos de en medio del campamento, hasta acabar con ellos.

Dios prohíbe atacar a los amonitas

16Cuando la muerte hubo acabado con todos aquellos hombres de guerra de entre el pueblo, 17me llamó Yahvé, y dijo: 18‘Hoy vas a atravesar la frontera de Moab, junto a Ar, 19[1164]y te encontrarás frente a los hijos de Ammón. No los hostigues, ni trabes guerra con ellos; pues nada de la tierra de los hijos de Ammón te daré en posesión, ya que la he dado en posesión a los hijos de Lot. 20Tierra de gigantes fue considerada también esta; pues antes habitaron allí gigantes, que los amonitas llamaban zamzumitas, 21pueblo grande y numeroso, y de alta estatura como los enaceos; pero Yahvé los destruyó delante de ellos, de manera que los desposeyeron y se establecieron en su lugar; 22Lo mismo hizo (Dios) a favor de los hijos de Esaú que habitan en Seír, pues destruyó delante de ellos a los horreos de manera que los desposeyeron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy. 23[1165]Del mismo modo fueron destruidos los heveos que habitaban en aldeas hasta Gaza. Los destruyeron los caftoreos, procedentes de Caftor, que se establecieron en su lugar. 24[1166]Levantaos, pues, partid, y pasad el torrente Arnón. Mira, que he puesto en tu mano a Sehón amorreo, rey de Hesbón, a él y su tierra: comienza a desposeerle y traba con él batalla. 25Hoy comenzaré a infundir el terror y el espanto delante de ti en los pueblos que están debajo de todo el cielo, los cuales al oír hablar de ti temblarán, y se angustiarán a causa de tu presencia.’

Derrota del rey Sehón

26Envié entonces desde el desierto de Quedemot mensajeros a Sehón, rey de Hesbón, con proposiciones de paz, diciendo: 27‘Quiero pasar por tu tierra, yendo tan solo por el camino, sin apartarme ni a la diestra ni a la izquierda. 28Tu me venderás por dinero los alimentos que coma, y me darás por dinero también el agua que beba; quiero pasar solamente a pie, 29— hicieron esto conmigo los hijos de Esaú, que habitan en Seír, y los moabitas que habitan en Ar— hasta que llegue, a través del Jordán, a la tierra que Yahvé, nuestro Dios, nos va a dar.’ 30Mas Sehón, rey de Hesbón, no quiso dejarnos pasar por su territorio, porque Yahvé, tu Dios, endureció su espíritu e hizo obstinado su corazón, para entregarle en tu mano, como hoy se ve. 31Y me dijo Yahvé: ‘Mira que he empezado a entregarte a Sehón y su tierra; comienza pues a ocuparla para ponerte en posesión de su país.’ 32Y efectivamente cuando Sehón salió contra nosotros, él y todo su pueblo, a darnos batalla en Jahas, 33Yahvé, nuestro Dios, lo dio en nuestro poder y le derrotamos a él y a sus hijos y a todo su pueblo, 34[1167]Tomamos entonces todas sus ciudades y consagramos al exterminio toda la ciudad, hombres, mujeres y niños, sin dejar uno solo que escapase. 35Tomamos por botín solamente el ganado juntamente con los despojos de las ciudades que habíamos ocupado. 36[1168]Desde Aroer, situada en la ribera del torrente Arnón, y desde la ciudad que está en medio del valle, hasta Galaad, no hubo ciudad inexpugnable para nosotros; todas nos las entregó Yahvé, Dios nuestro. 37Pero no invadiste la tierra de los hijos de Ammón, ni todo el país de las orillas del torrente Yaboc, ni las ciudades de la montaña, ni lugar alguno que Yahvé, nuestro Dios nos había prohibido.

DEUTERONOMIO 3
Derrota del rey Og

1[1169]Tomando otro rumbo subimos camino de Basan. Mas salió contra nosotros Og, rey de Basan, él y todo su pueblo, a dar batalla en Edreí. 2[1170]Entonces me dijo Yahvé: ‘No le temas, pues le he entregado en tus manos, tanto a él como a su pueblo y su tierra. Harás con él como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón.’ 3Y Yahvé nuestro Dios entregó en vuestra mano también a Og, rey de Basan, y a todo su pueblo; y lo derrotamos sin que nadie le quedase con vida. 4Conquistarnos entonces todas sus ciudades; no hubo ciudad que no les quitásemos: sesenta ciudades, toda la región de Argob, el reino de Og en Basan. 5Todas estas eran ciudades fortificadas, con muy altas murallas, con puertas y cerrojos; sin contar las ciudades sin muros, que eran muy numerosas. 6Las consagramos al exterminio, como habíamos hecho con Sehón, rey de Hesbón, acabando completamente con cada ciudad, hombres, mujeres y niños. 7Para nosotros tomamos por botín todo el ganado y los despojos de las ciudades. 8[1171]Con lo que tomamos en aquel tiempo a los dos reyes amorreos, el país de la otra parte del Jordán, desde el torrente Arnón hasta el monte Hermón: 9—los sidonios llaman al Hermón Sirión, y los amorreos lo llaman Sanir— 10todas las ciudades de la llanura, todo Galaad y todo Basan hasta Salea y Edreí, ciudades de Og en Basan. 11[1172]Pues solo Og, rey de Basan, había quedado del resto de los gigantes. He aquí su cama, cama de hierro, ¿no está todavía en Rabbat de los amonitas? Su longitud es de nueve codos y su ancho de cuatro codos, según el codo ordinario.

Distribución de la tierra transjordánica

12En aquel tiempo tomamos posesión de este país. A los rubenitas y a los gaditas les di la región desde Aroer, situada sobre el torrente Arnón, y la mitad de la montaña de Galaad y sus ciudades. 13El resto de Galaad, y todo Basan, reino de Og, lo di a la media tribu de Manasés, toda la región de Argob. Todo el Basan se llama país de gigantes. 14Jaír, hijo de Manasés, ocupó toda la región de Argob, hasta la frontera de los gesureos y los maacateos, dando a (esta parte de) Basan su nombre: Havot Jaír, hasta el día de hoy. 15A Maquir le di Galaad. 16A los rubenitas y a los gaditas, ya les había dado el país desde Galaad hasta el torrente Arnón, con la mitad del valle como límite y hasta el torrente Yaboc, frontera de los amonitas; 17[1173]también el Arabá con el Jordán como límite, desde Kinéret hasta el Mar del Arabá, el Mar Salado, al pie de las vertientes del Fasga, al oriente.

18En aquel tiempo os di esta orden: ‘Yahvé, vuestro Dios, os ha dado este país para que sea heredad vuestra. Marchad, pues, armados, todos los hombres de guerra, delante de vuestros hermanos, los hijos de Israel. 19Mas vuestras mujeres y vuestros niños y vuestro ganado —yo sé que tenéis mucho ganado— quedarán en vuestras ciudades que os he dado, 20hasta que Yahvé haya dado descanso a vuestros hermanos, así como a vosotros, y posean también ellos la tierra que Yahvé, vuestro Dios, les va a dar al otro lado del Jordán; entonces volveréis cada uno a la herencia que os he dado.’

21En aquel tiempo di órdenes a Josué, diciendo: ‘Tus ojos han visto todo lo que Yahvé, tu Dios, ha hecho con estos dos reyes; así hará Yahvé con todos los reinos contra los cuales has de marchar. 22No los temáis, porque Yahvé, vuestro Dios, es quien pelea por vosotros.’

Moisés excluido del país prometido

23En aquel tiempo yo supliqué a Yahvé, diciendo: 24‘Señor Yahvé, Tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu poderoso brazo; pues ¿qué Dios hay en el cielo o en la tierra que pueda hacer las obras y las proezas que haces Tú? 25Déjame, te ruego, pasar y ver aquella excelente tierra que está al otro lado del Jordán, aquella hermosa montaña y el Líbano.’ 26[1174]Pero Yahvé enojado contra mí por culpa vuestra, no me escuchó, sino que me dijo: ‘Basta ya; no me hables más de esto. 27Sube a la cumbre del Fasga, y alza tus ojos hacia el occidente, y hacia el aquilón, y hacia el mediodía, y hacia el oriente, y contémplala con tus ojos; pues no pasarás este Jordán. 28Da órdenes a Josué, fortalécele, e inspírale ánimo, pues él es quien ha de pasar al frente de este pueblo, y él les repartirá el país que tú puedes ver solamente.’ 29[1175]Y nos quedamos en el valle, frente a Betfegor.

DEUTERONOMIO 4
Exhortaciones paternales de Moisés

1[1176]Ahora, oh Israel, escucha las leyes y los decretos que os enseño a practicar para que viváis y entréis a poseer la tierra que Yahvé vuestro Dios os ha de dar. 2[1177]No añadáis nada a lo que os prescribo, ni quitéis nada de ello; antes guardad los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, que os ordeno.

3[1178]Vuestros ojos han visto lo que hizo Yahvé contra Baalfegor; pues Yahvé, vuestro Dios, ha extirpado de en medio de vosotros todos los que siguieron a Baalfegor. 4Vosotros, empero, los que permanecisteis fieles a Yahvé, vuestro Dios, estáis al presente todos con vida. 5Mirad: os enseño leyes y decretos, como Yahvé, mi Dios, me ha mandado, para que los practiquéis en el país que vais a poseer. 6[1179]Observadlos y ponedlos en práctica; porque en esto consistirá vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de las naciones, que al conocer todas estas leyes dirán: En verdad, un pueblo sabio y entendido es esta gran nación. 7Porque ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a sí como Yahvé, Dios nuestro, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos? 8[1180]¿Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y preceptos tan justos como toda esta Ley que yo hoy os pongo delante?

9Pero ten cuidado y guarda bien tu alma, para que no olvides las cosas que han visto tus ojos, ni se aparten de tu corazón en ningún momento de tu vida; antes bien, enséñalas a tus hijos y a los hijos de tus hijos. 10Ten presente el día que estuviste delante de Yahvé, Dios tuyo, en el Horeb, cuando Yahvé me dijo: Junta al pueblo para que oigan mis palabras y aprendan a temerme todo el tiempo que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus hijos. 11[1181]Entonces os acercasteis, y estuvisteis al pie del monte, mientras el monte ardía en fuego que se elevaba hasta lo más alto del cielo, entre oscuridad y nube y densas tinieblas. 12Y Yahvé os habló de en medio del fuego; oísteis el sonido de las palabras, pero no visteis figura alguna; era solo una voz. 13El os promulgó su pacto y os mandó observarlo: los diez Mandamientos, que escribió en dos tablas de piedra. 14En aquel tiempo me mandó que os enseñase leyes y preceptos que debíais practicar en el país adonde vais a pasar para tomarlo en posesión.

15Guardad bien vuestras almas —pues no visteis figura alguna el día que Yahvé habló con vosotros en el Horeb, de en medio del fuego— 16no sea que corrompiéndoos os hagáis estatuas, figuras de ídolos, imágenes de hombre o de mujer, 17representación de alguna de las bestias que viven sobre la tierra, imagen de cualquier ave que vuela debajo del cielo, 18figura de algún animal que se arrastra sobre el suelo, o imagen de peces que viven en las aguas debajo de la tierra; 19[1182]y no sea que alzando los ojos a los cielos, y viendo el sol, la luna y las estrellas con todo el ejército del cielo, te dejes seducir postrándote ante ellos y dando culto a esas creaturas que Yahvé, tu Dios, ha dado en suerte a todas las naciones debajo de todo el cielo. 20A vosotros, en cambio, os ha tomado Yahvé, y os ha sacado de aquel horno de hierro, Egipto, para que seáis el pueblo de su herencia, como al presente lo sois. 21Contra mí, empero, se irritó Yahvé por culpa vuestra, y juró que no pasaría yo el Jordán, ni entraría en aquella excelente tierra que Yahvé, Dios tuyo, te va a dar en posesión. 22Pues voy a morir en esta tierra, y no voy a pasar el Jordán. Vosotros sí lo pasaréis y heredaréis esa excelente tierra. 23Guardaos de olvidaros del pacto que Yahvé, vuestro Dios, ha hecho con vosotros, ni os hagáis estatuas o figuras de cuanto Yahvé, tu Dios, te ha prohibido. 24[1183]Porque Yahvé, tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso.

Premio y castigo

25Si después de haber engendrado hijos e hijos de hijos y morado largo tiempo en la tierra, os corrompiereis, fabricando estatuas o imágenes de cualquier cosa, haciendo lo que es malo a los ojos de Yahvé, vuestro Dios y provocando su ira, 26invoco hoy por testigo contra vosotros el cielo y la tierra, de que pronto seréis exterminados de la tierra adonde vais, pasando el Jordán para tomarla en posesión. No viviréis mucho tiempo en ella, sino que seréis del todo extirpados. 27[1184]Yahvé os dispersará entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones adonde Yahvé os ha de llevar. 28Y allí serviréis a dioses, obra de manos de hombres, de leño y de piedra, que no ven ni oyen ni comen ni huelen. 29[1185]Desde allí buscarás a Yahvé, Dios tuyo, y le hallarás, si le buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. 30[1186]En tu angustia, cuando vinieren sobre ti todas estas cosas, en los últimos tiempos, te convertirás a Yahvé, tu Dios, y escucharás su voz; 31porque Yahvé, tu Dios, es un Dios misericordioso; no te abandonará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que juró a tus padres.

32Pregunta, te ruego, a los tiempos antiguos que te han precedido, desde el día en que creó Dios al hombre sobre la tierra, y de un cabo del cielo al otro, si jamás se ha visto cosa tan grande como esta o si se ha oído cosa semejante. 33¿Hay por ventura pueblo alguno que oyese la voz de Dios que le hablaba de en medio del fuego, como tú lo oíste, sin perder la vida? 34¿O hay dios alguno que viniese a escoger para sí un pueblo de entre los otros, con pruebas, señales y maravillas, y con guerra, mano fuerte, brazo extendido y proezas estupendas, como todo lo que Yahvé, vuestro Dios, hizo por vosotros en Egipto ante tus mismos ojos? 35A ti se te ha mostrado esto, para que sepas que Yahvé es Dios y no hay otro fuera de Él. 36Desde el cielo te hizo oír su voz para enseñarte; y sobre la tierra te ha mostrado su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus palabras. 37Por cuanto amó a tus padres, eligió a sus descendientes después de ellos y te sacó de Egipto yendo delante de ti con su gran poder, 38para expulsar a tu paso naciones más grandes y más fuertes que tú, para introducirte y darte en herencia su tierra como se ve al presente. 39Reconócelo en este día y revuélvelo en tu corazón: Yahvé es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra y no hay otro. 40[1187]Guarda sus leyes y sus mandamientos, que hoy te ordeno, para que te vaya bien, a ti y a tus hijos después de ti, y para que sean muchos tus días sobre la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará para siempre”.

Ciudades de refugio

41[1188]Entonces Moisés destinó tres ciudades del otro lado del Jordán, al oriente, 42para que allí se refugiara el homicida que sin querer y sin previa enemistad hubiese matado a su prójimo, y para que huyendo a una de dichas ciudades, salve su vida:

43Béser en el desierto, en la llanura, para los rubenitas; Ramot en Galaad para los gaditas; y Golán, en Basan, para los de Manasés.

II. SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS

44Esta es la ley que Moisés puso ante los ojos de los hijos de Israel. 45Estos son los testimonios, las leyes y los preceptos que Moisés dio a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto, 46al otro lado del Jordán, en el valle frente a Betfegor, en el país de Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón y a quien derrotaron Moisés y los hijos de Israel al salir estos de Egipto. 47Pues se posesionaron de su tierra y de la tierra de Og, rey de Basan, dos reyes de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, al oriente, 48[1189]desde Aroer, situada en la orilla del río Arnón, hasta el monte Sión, que es el Hermón, 49[1190]con todo el Arabá, de la otra parte del Jordán, al oriente, hasta el Mar del Arabá, al pie de las faldas del Fasga.

DEUTERONOMIO 5
La legislación del Sinaí

1Moisés convocó a todo Israel y le dijo: “Oye, Israel, las leyes y los preceptos que hoy intimo a vuestros oídos, aprendedlos y guardadlos para ponerlos en práctica. 2Yahvé, nuestro Dios, hizo con nosotros alianza en el Horeb. 3[1191]No con nuestros padres hizo Yahvé esta alianza, sino con nosotros, que hoy todos estamos aquí y todavía vivimos. 4[1192]Cara a cara habló Yahvé con vosotros en el monte, desde en medio del fuego, 5—yo estaba entonces entre Yahvé y vosotros, para comunicaros la palabra de Yahvé; porque teníais miedo del fuego y no subisteis al monte— Dijo así:

El Decálogo

6[1193]‘Yo soy Yahvé, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. 7No tendrás otros dioses delante de Mí. 8No te harás estatua o imagen alguna de cuanto hay arriba en el cielo, ni de cuanto hay abajo en la tierra, ni de lo que se halla en las aguas debajo de la tierra; 9[1194]no las adorarás ni les darás culto, porque Yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 10y que uso de misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos.

11No tomarás en vano el nombre de Yahvé, tu Dios, porque Yahvé no dejará impune al que tomare su nombre en vano.

12[1195]Guarda el día de sábado para santificarlo, como te lo ha mandado Yahvé, tu Dios. 13Seis días trabajarás, y harás todo tu trabajo; 14mas el día séptimo es día de descanso consagrado a Yahvé, tu Dios, no hagas trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna bestia tuya, ni el extranjero que mora dentro de tus puertas para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. 15Acuérdate de que fuiste siervo en el país de Egipto y que Yahvé, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y con brazo extendido; por eso Yahvé, tu Dios, te ha mandado guardar el día de sábado.

16Honra a tu padre y a tu madre, como te ha mandado Yahvé, tu Dios, para que vivas largo tiempo y te vaya bien sobre la tierra que Yahvé, tu Dios, te va a dar.

17No matarás.

18No cometerás adulterio.

19No hurtarás.

20No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

21No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.’

Moisés mediador entre Dios y el pueblo

22Estas son las palabras que Yahvé, con poderosa voz, dirigió a toda vuestra asamblea en el monte, desde el fuego, la nube y las tinieblas; y no añadió más. Las escribió sobre dos tablas de piedra, las cuales Él me entregó. 23Mas vosotros, cuando oísteis la voz de en medio de las tinieblas, mientras el monte estaba en llamas, os acercasteis a mí, todos los jefes de las tribus y vuestros ancianos, 24[1196]y me dijisteis: ‘Mira, Yahvé, nuestro Dios, nos ha manifestado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego. Hoy hemos visto a Dios hablar con el hombre, sin que este haya perdido la vida. 25Ahora, pues, ¿por qué hemos de morir devorados por este gran fuego? Pues si seguimos oyendo la voz de Yahvé, nuestro Dios, moriremos. 26Porque ¿quién de todos los hombres ha oído la voz de Dios vivo hablando de en medio del fuego, como nosotros, y no ha perdido la vida? 27Acércate tú, y oye todo lo que dijere Yahvé, nuestro Dios; y tú nos comunicarás todo cuanto Yahvé, nuestro Dios, te indique, y nosotros lo oiremos y cumpliremos.’

28Oyó Yahvé la voz de vuestras palabras cuando me hablabais, y dijo Yahvé: ‘He oído el son de las palabras que este pueblo te ha dicho; está bien todo lo que dicen. 29[1197]¡Ojalá que siempre tengan este sentir, para que me teman y guarden en todo tiempo todos mis mandamientos, a fin de que sean felices ellos y sus hijos para siempre! 30Anda y diles: Retiraos a vuestras tiendas. 31Pero tú quédate aquí conmigo, y Yo te diré todos los mandamientos, leyes y preceptos que les has de enseñar, para que los pongan por obra en la tierra que les voy a dar en herencia.’ 32Poned, pues, cuidado en cumplir lo que Yahvé, vuestro Dios, os ha mandado. No declinéis ni a la diestra ni a la izquierda. 33Seguid en todo el camino que Yahvé, vuestro Dios, os ha mandado, para que viváis y prosperéis y tengáis larga vida en la tierra que vais a heredar.

DEUTERONOMIO 6
El amor a Dios

1Este es el mandamiento, estas son las leyes y los preceptos que Yahvé, vuestro Dios, mandó que se os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra adonde pasáis para tomarla en posesión, 2a fin de que temas a Yahvé, tu Dios, de modo que observes todas sus leyes y mandamientos que yo te ordeno: tú, y tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida; y para que vivas muchos días. 3Escucha, oh Israel, y pon cuidado en cumplirlos, a fin de que te vaya bien, y crezcáis más y más, según la promesa que te ha hecho Yahvé, el Dios de tus padres, de darte una tierra que mana leche y miel.

4[1198]Oye, Israel: Yahvé, nuestro Dios, Yahvé es uno solo. 5Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6Y estas palabras que hoy te ordeno estarán sobre tu corazón. 7Las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas, ora estando en tu casa, ora viajando, cuando te acuestes y cuando te levantes. 8[1199]Las atarás para recuerdo a tu mano y te servirán como frontales entre tus ojos; 9y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.

10Cuando Yahvé, tu Dios, te haya introducido en la tierra que juró a tus padres, a Abrahán, a Isaac y a Jacob, que te daría: ciudades grandes y espléndidas que tú no has edificado, 11casas llenas de toda suerte de bienes que tú no acumulaste, cisternas excavadas que tú no excavaste, viñas y olivares que no plantaste; y cuando comieres y te hartares, 12guárdate entonces de olvidarte de Yahvé que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. 13[1200]A Yahvé, tu Dios, temerás, a Él (solo) servirás, y por su nombre jurarás. 14No os vayáis tras otros dioses, tras ninguno de los dioses de las naciones que os rodean; 15[1201]porque Yahvé, tu Dios, que habita en medio de ti, es un Dios celoso; no sea que la ira de Yahvé se encienda contra ti y te extermine de sobre la faz de la tierra.

16[1202]No tentéis a Yahvé, vuestro Dios, como le tentasteis en Masá. 17Observad fielmente los mandamientos de Yahvé, Dios vuestro, sus testimonios y preceptos que Él te ha prescrito. 18Haz lo que es bueno y recto a los ojos de Yahvé, para que te vaya bien y entres a poseer aquella excelente tierra que Yahvé prometió bajo juramento dar a tus padres, 19[1203]cuando arroje, según su promesa, a todos tus enemigos que se te presenten.

Instrucción de los niños en la Ley

20Cuando el día de mañana te preguntare tu hijo diciendo: ¿Qué son estos testimonios, estas leyes y preceptos que Yahvé, nuestro Dios, os ha mandado? 21Responderás a tu hijo: ‘Éramos esclavos del Faraón en Egipto, y Yahvé nos sacó de Egipto con mano potente. 22Yahvé hizo a nuestra vista señales y prodigios grandes y terribles contra Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa; 23mas a nosotros nos sacó de allí, conduciéndonos, a fin de darnos esta tierra que había prometido con juramento a nuestros padres. 24Y nos mandó cumplir todas estas leyes y temer a Yahvé, nuestro Dios, para que seamos felices todos los días, y para que Él nos dé vida, como ha hecho hasta ahora. 25Será nuestro deber cumplir fielmente todos estos mandamientos ante Yahvé, nuestro Dios, como Él nos ha mandado.’

DEUTERONOMIO 7
Orden de destruir a los cananeos

1Cuando Yahvé, tu Dios, te haya introducido en la tierra adónde vas para poseerla, y haya echado de delante de ti a muchos pueblos: a los heteos, gergeseos, amorreos, cananeos, fereceos, heveos y jebuseos, siete pueblos más grandes y más fuertes que tú; 2[1204]y cuando Yahvé, tu Dios, los haya puesto en tu mano y tú los hayas derrotado, los destruirás por completo; no pactarás con ellos, ni les tendrás compasión. 3No contraerás matrimonio con ellos; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo; 4[1205]porque ella apartará de Mí a tu hijo, para que sirva a otros dioses, con lo que Yahvé se irritará contra vosotros y acabará contigo muy pronto. 5[1206]Por el contrario, así habéis de hacer con ellos: derribaréis sus altares, quebraréis sus piedras de culto, cortaréis sus ascheras y quemaréis sus imágenes talladas.

6[1207]Porque tú eres un pueblo santo para Yahvé, tu Dios; a ti te escogió Yahvé, tu Dios, para que seas pueblo peculiar suyo entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra. 7No por ser vosotros más numerosos que los otros pueblos, se ha prendado dé vosotros Yahvé y os ha escogido —pues sois el más pequeño de todos los pueblos—, 8sino por el amor que Yahvé tenía hacia vosotros, y para guardar el juramento que había hecho a vuestros padres, os ha sacado con mano fuerte, rescatándoos de la casa de la servidumbre, de la mano del Faraón, rey de Egipto. 9Por dónde has de conocer que Yahvé, tu Dios, es el Dios (verdadero), el Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones para con los que le aman y cumplen sus mandamientos; 10pero a quien le odia le da el pago en su misma cara, destruyéndolo. No tardará; a aquel que le odia, le dará su merecido en persona. 11Guarda, pues, los mandamientos, las leyes y los preceptos que Yo te mando hoy, para ponerlos en práctica.

Bendiciones para los que cumplen la Ley

12Si escucháis estos preceptos y los guardáis y ponéis en práctica, también Yahvé, tu Dios, te guardará la alianza y la misericordia que juro a tus padres. 13[1208]Te amará, te bendecirá y te multiplicará; bendecirá el fruto de tu seno y el fruto de tu tierra, tu trigo, tu vino y tu aceite, las crías de tus vacadas y las crías de tus rebaños sobre la tierra que juró a tus padres que te daría. 14Serás bendito más que todos los pueblos; no habrá varón ni mujer estéril en medio de ti, ni tampoco entre tus ganados. 15Desterrará Yahvé de ti toda enfermedad, y no descargará sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de Egipto, que tú conoces; no las enviará contra ti, sino que las descargará sobre todos los que te odian. 16Devorarás a todos los pueblos que Yahvé, tu Dios, te va a entregar; no los perdonará tu ojo, ni sirvas a sus dioses; pues esto sería para ti un lazo.

17Acaso dirás en tu corazón: ‘Estos pueblos son más numerosos que yo, ¿cómo podré arrojarlos?’ 18No los temas; acuérdate bien de lo que hizo Yahvé, tu Dios, con el Faraón y con todo Egipto, 19y de las grandes pruebas que vieron tus ojos, de las señales, las maravillas, la mano fuerte y el brazo extendido con que te sacó Yahvé, el Dios tuyo. Del mismo modo hará Yahvé, tu Dios, con todos los pueblos a los cuales tú temes. 20Aun avispones enviará Yahvé, tu Dios, contra ellos, hasta que perezcan los restantes y los que se hayan escondido de tu presencia. 21No los temas, pues en medio de ti está Yahvé, tu Dios, el Dios grande y terrible. 22[1209]Yahvé, tu Dios, expulsará estos pueblos delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellos de golpe, no sea que se multipliquen contra ti las fieras del campo. 23Yahvé, tu Dios, los pondrá en tu poder y los llenará de gran consternación, hasta que sean exterminados. 24Él entregará sus reyes en tu mano, y tú borrarás sus nombres de debajo del cielo. Nadie podrá resistirte, hasta que los hayas destruido. 25Entregarás al fuego las estatuas de sus dioses. No codicies la plata y el oro que hubiere sobre ellas, ni lo tomarás para ti, no sea que te sirva para ruina; porque es abominación para Yahvé, tu Dios. 26[1210]No lleves tal abominación a tu casa, para no ser anatema como lo es ella. Detéstala y abomínala en extremo, por cuanto es anatema.

DEUTERONOMIO 8
La protección divina en el desierto

1Cuidad de poner en práctica todos los mandamientos que hoy os ordeno, a fin de que viváis y os multipliquéis, y entréis en posesión de la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres. 2[1211]Acuérdate de todo el camino por donde Yahvé, tu Dios, te hizo andar estos cuarenta años por el desierto con el fin de humillarte y probarte, para conocer lo que había en tu corazón: si guardas o no sus mandamientos. 3[1212]Te afligió y te hizo padecer hambre; y te dio a comer el maná, que tú no conocías ni habían conocido tus padres, para mostrarte que no de solo pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios. 4[1213]Tu vestido no ha envejecido sobre ti, y tu pie no se ha hinchado durante estos cuarenta años. 5Reconoce, pues, en tu corazón que como un hombre corrige a su hijo, así te está instruyendo Yahvé, tu Dios. 6Guarda, por tanto, los mandamientos de Yahvé, tu Dios, marchando por sus caminos y temiéndole.

Agradecimiento a Dios

7Porque Yahvé, tu Dios, va a introducirte en una tierra buena, tierra de torrentes de agua, de fuentes y manantiales profundos, que brotan en los valles y en las montañas; 8tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivos, aceite y miel; 9[1214]tierra en que sin escasez comerás el pan y no carecerás de nada; tierra cuyas piedras son hierro y de cuyas montañas sacarás el bronce. 10Comerás y te hartarás, y bendecirás a Yahvé, tu Dios, por la buena tierra que te ha dado.

11[1215]Guárdate de olvidarte de Yahvé, tu Dios, dejando de observar sus mandamientos, preceptos y leyes que hoy te prescribo; 12no sea que cuando hayas comido y te hayas hartado, y cuando hayas edificado y habitado hermosas casas, 13y después de multiplicarse tus vacadas y tus rebaños y acrecentarse tu plata y tu oro y todos tus bienes, 14se engría tu corazón, y te olvides de Yahvé, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre, 15[1216]y te condujo por ese vasto y espantoso desierto, donde había serpientes abrasadoras y escorpiones y tierra árida sin agua, pero Él te hizo salir agua de una roca durísima, 16y en el desierto te dio a comer el maná que no conocieron tus padres, para humillarte y probarte y al fin hacerte bien. 17No digas, pues, en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han procurado esta prosperidad. 18Antes bien, acuérdate de Yahvé, tu Dios; porque Él es quien te da poder para adquirir riquezas, a fin de cumplir, como se ve hoy, la alianza que juró a tus padres. 19Mas si, olvidado por completo de Yahvé, tu Dios, andas tras otros dioses, rindiéndoles culto y postrándote delante de ellos, os protesto el día de hoy que pereceréis sin remedio. 20Como las naciones que Yahvé va exterminando delante de vosotros, así también vosotros pereceréis por no haber escuchado la voz de Yahvé, vuestro Dios.

DEUTERONOMIO 9
Recuerdo del socorro divino

1Escucha, Israel, tú vas a pasar hoy el Jordán, para conquistar pueblos más grandes y más fuertes que tú, ciudades grandes, cuyas murallas llegan hasta el cielo: 2[1217]un pueblo grande y de alta estatura, los hijos de los enaceos, que tú conoces, y de quienes has oído decir: ¿Quién puede mantenerse firme delante de los hijos de Enac? 3Hoy has de saber que Yahvé, tu Dios, Él mismo irá delante de ti, cual fuego devorador. Él los destruirá y los doblegará delante de ti, y tú los desposeerás y acabarás pronto con ellos, según Yahvé te lo ha dicho. 4[1218]Después de que Yahvé los haya echado de tu presencia, no digas en tu corazón: Por mi justicia Yahvé me ha puesto en posesión de este país, siendo cierto que por la maldad de aquellas naciones Yahvé las expulsa delante de ti. 5No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de su país; al contrario, por la maldad de estas naciones Yahvé, tu Dios, las expulsa de tu presencia, y para cumplir la promesa que juró a tus padres, a Abrahán, a Isaac y a Jacob. 6Sabe, pues, que no por tu justicia, Yahvé, tu Dios, te va a dar en posesión esta excelente tierra; pues eres un pueblo de dura cerviz.

Infidelidades de Israel

7[1219]Acuérdate, y no olvides cómo provocaste la ira de Yahvé, tu Dios, en el desierto. Desde el día que saliste de la tierra de Egipto hasta vuestra llegada a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahvé. 8Ya en el Horeb irritasteis a Yahvé, y se airó Yahvé contra vosotros y quiso destruiros. 9Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahvé hizo con vosotros, y estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua, 10dióme Yahvé las dos tablas de piedra, escritas con el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que Yahvé os había hablado en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. 11Al fin de los cuarenta días y cuarenta noches, Yahvé me entregó las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza. 12Y me dijo Yahvé: ‘Levántate, desciende presto de aquí, pues tu pueblo que sacaste de Egipto ha hecho maldad, se han apartado muy pronto del camino que Yo les prescribí; se han fabricado una imagen fundida.’ 13Y me habló Yahvé, diciendo: ‘He visto este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura cerviz. 14[1220]Déjame que los destruya y borre su nombre de debajo del cielo, y haré de ti una nación más fuerte y más numerosa que ellos.’

15Me volví y descendí del monte, que estaba ardiendo, teniendo en mis manos las dos tablas de la alianza. 16Y miré, y he aquí que habíais pecado contra Yahvé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido; tan pronto os habíais apartado del camino que Yahvé os había ordenado.

17Tomé entonces las dos tablas y las arrojé de mis manos, haciéndolas pedazos ante vuestros ojos. 18[1221]Y me postré delante de Yahvé, como la vez primera, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua, a causa de todos los pecados que habíais cometido, obrando mal a los ojos de Yahvé y provocando su ira; 19porque estaba sobrecogido de temor al ver la ira y el furor que Yahvé había concebido contra vosotros, hasta querer aniquilaros. Mas me oyó Yahvé también esta vez. 20Y estando Yahvé irritado en gran manera contra Aarón, hasta querer exterminarlo, yo intercedí en aquel tiempo también por Aarón.

21Luego tomé vuestro pecado, el becerro que habíais hecho, lo entregué al fuego, y moliéndolo bien lo hice pedazos hasta reducirlo a polvo fino, el cual eché en el arroyo que baja del monte. 22[1222]También, en Taberá, y en Masá, y en Kibrot-Hataavá, habéis provocado la ira de Yahvé. 23Y cuando Yahvé os hizo partir de Cadesbarnea, diciendo: ‘Subid, tomad posesión de la tierra que os he dado’, os rebelasteis contra la orden de Yahvé, vuestro Dios, y no le creísteis, ni escuchasteis su voz. 24Habéis sido rebeldes a Yahvé desde el día en que os conocí.

Intercesión de Moisés

25Me postré, pues, ante Yahvé y quedé postrado cuarenta días y cuarenta noches, porque Yahvé había dicho que os iba a aniquilar. 26Y orando a Yahvé, dije: ‘Señor, Yahvé, no destruyas a tu pueblo y tu heredad que Tú redimiste con tu grandeza, sacándolo de Egipto con mano poderosa. 27Acuérdate de tus siervos, de Abrahán, de Isaac, y de Jacob. No mires la dureza de este pueblo, su maldad, su pecado: 28[1223]no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por no poder introducirlos Yahvé en la tierra que les había prometido, y por su odio hacia ellos, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto. 29Pues son tu pueblo y tu herencia, que Tú has sacado con tu gran poder y con tu brazo extendido.’

DEUTERONOMIO 10
Las nuevas tablas de la Ley

1En aquel tiempo me dijo Yahvé: ‘Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube hacia Mí al monte. Hazte también un arca de madera; 2y Yo escribiré en las tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que rompiste; y las pondrás en el arca.’ 3Hice, pues, un arca de madera de acacia, labré dos tablas de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en la mano. 4Y Él escribió sobre las tablas conforme a lo que había escrito en las primeras, los diez Mandamientos que Yahvé os había promulgado en el monte de en medio del fuego, el día de la Asamblea; y Yahvé me las entregó. 5Me volví y bajé del monte, y puse las tablas en el arca que había hecho, y allí han quedado, según la orden de Yahvé.

6[1224]Después los hijos de Israel partieron de Beerot-Bené-Jaacán para Moserá. Allí murió Aarón, y allí fue enterrado. En lugar suyo fue constituido sacerdote su hijo Eleazar. 7De allí partieron para Gudgod, y de Gudgod a Jotbá, tierra de torrentes de agua.

8En aquel tiempo Yahvé escogió la tribu de Leví para llevar el arca de la Alianza de Yahvé, para estar delante de Yahvé y para servirle y bendecir en su nombre, hasta el día de hoy. 9Por esto Leví no obtuvo porción ni herencia entre sus hermanos; su herencia es Yahvé como se lo prometió Yahvé, tu Dios.

10Permanecí en el monte como la vez primera, cuarenta días y cuarenta noches; y también esta vez me oyó Yahvé; y Yahvé no quiso más destruirte. 11Y me dijo Yahvé: ‘Levántate, para marchar al frente del pueblo, para que vayan ellos y posean la tierra que Yo con juramento he prometido dar a sus padres.’

Exhortaciones a la observancia de la Ley

12Ahora, oh Israel, ¿qué es lo que Yahvé, tu Dios, te pide, sino que temas a Yahvé, tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que le ames, y que sirvas a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, 13[1225]guardando los mandamientos de Yahvé y sus preceptos que hoy te mando para bien tuyo? 14[1226]Mira, de Yahvé, tu Dios, son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra y cuanto hay en ella. 15Sin embargo, Yahvé se unió íntimamente a tus padres para amarlos, y escogió a su descendencia después de ellos, esto es, a vosotros, de entre todas las naciones, como se ve al presente.

16[1227]Circuncidad, pues, vuestros corazones, y no endurezcáis más vuestra cerviz; 17[1228]porque Yahvé, vuestro Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores; el Dios grande, el Fuerte, el Terrible, que no hace acepción de personas ni recibe regalos; 18que hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da pan y vestido. 19Amad, pues, al extranjero, porque extranjeros fuisteis vosotros en el país de Egipto. 20[1229]Temerás a Yahvé, tu Dios, y a Él le servirás; a Él te adherirás y en su nombre jurarás. 21Él sea el objeto de tu alabanza y Él tu Dios, el que ha hecho por ti esas cosas grandes y terribles que han visto tus ojos. 22[1230]En número de setenta almas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Yahvé, tu Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.

DEUTERONOMIO 11
Exhortaciones

1Ama a Yahvé, tu Dios, y guarda en todo tiempo sus prescripciones, sus leyes, sus preceptos y sus mandamientos. 2Considerad hoy —pues no (hablo) a vuestros hijos que no los han conocido ni los han visto— los castigos de Yahvé tu Dios, su grandeza, su mano fuerte y su brazo extendido, 3sus prodigios y las obras que hizo en medio de Egipto contra el Faraón, rey de Egipto, y contra toda su tierra; 4y lo que hizo con el ejército de Egipto, con sus caballos y sus carros; cómo, mientras os perseguían, arrojó sobre ellos las aguas del Mar Rojo, destruyéndolos hasta el día de hoy; 5y lo que hizo con vosotros en el desierto hasta vuestra llegada a este lugar; 6[1231]y lo que hizo con Datan y Abirón, hijos de Eliab, hijo de Rubén, a los cuales la tierra, abriendo su boca, tragó con sus familias, sus tiendas y todo lo que pertenecía a ellos, en medio de todo Israel. 7Así vuestros ojos han visto todas las obras grandiosas que Yahvé ha hecho. 8Guardad, pues, todos los mandamientos que hoy os intimo, para que seáis fuertes y entréis en posesión del país adonde vais a pasar para poseerlo, 9a fin de que viváis largo tiempo sobre la tierra que Yahvé juró dar a vuestros padres, a ellos y a su descendencia, tierra que mana leche y miel. 10[1232]Porque la tierra adónde vas a entrar para poseerla, no es como la tierra de Egipto, de donde salisteis, donde sembrabas tu simiente y la regabas con tu pie, como un huerto de hortalizas. 11La tierra adónde vas a pasar para tomarla en posesión, es tierra de montaña y de valles, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; 12tierra que cuida Yahvé, tu Dios, pues Yahvé, tu Dios, tiene siempre puestos sus ojos sobre ella, desde el principio hasta el fin del año. 13Si obedecéis mis mandamientos que hoy os prescribo, y amáis a Yahvé, vuestro Dios, sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la primera y la tardía, de modo que puedas recoger tu trigo, tu vino y tu aceite. 15Haré también crecer hierba en tus campos para tus ganados, y comerás y te saciarás. 16Pero tened cuidado, no sea que se deje seducir vuestro corazón, y apartándoos sirváis a otros dioses y os postréis ante ellos. 17Porque se encendería la ira de Yahvé contra vosotros y se cerrarían los cielos para que no haya lluvia, y la tierra no daría sus frutos y pereceríais pronto de sobre la buena tierra que Yahvé os quiere dar.

18[1233]Poned estas mis palabras sobre vuestro corazón, y sobre vuestra alma, y atadlas para recuerdo a vuestras manos y os servirán como frontales entre vuestros ojos. 19Las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas, ora estando en casa, ora andando por el camino, al acostarte y al levantarte; 20y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas; 21[1234]para que tus días y los días de tus hijos sobre la tierra que Yahvé juró dar a tus padres sean tan numerosos como los días del cielo sobre la tierra. 22Porque, si de veras guardáis todo este mandamiento cuyo cumplimiento os prescribo, amando a Yahvé, vuestro Dios, siguiendo todos sus caminos y adhiriéndoos a Él, 23Yahvé expulsará de delante de vosotros a todos estos pueblos y os enseñorearéis de naciones más grandes y más fuertes que vosotros. 24Todo lugar que pise la planta de vuestro pie, será vuestro. Se extenderán vuestros confines desde el desierto hasta el Líbano, desde el río, el río Éufrates, hasta el Mar Occidental. 25Nadie podrá mantenerse ante vosotros; Yahvé, vuestro Dios, esparcirá, como os lo ha dicho, el terror y espanto de vuestro nombre sobre toda la tierra que pisareis.

Bendición y maldición

26Mirad que hoy os pongo delante bendición y maldición: 27la bendición, si obedecéis los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, que hoy os intimo; 28la maldición, si no obedecéis los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, apartándoos del camino que os prescribo hoy y andando tras otros dioses que no habéis conocido. 29[1235]Y cuando Yahvé, tu Dios, te haya introducido en la tierra adónde vas para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Garizim, y la maldición sobre el monte Ebal. 30[1236]¿No están ellos al otro lado del Jordán detrás del camino del occidente, en el país del cananeo que habita en el Arabá, frente a Gálgala, junto al encinar de Moré? 31Porque estáis a punto de pasar el Jordán a fin de tomar posesión del país que Yahvé, vuestro Dios, os da. Lo poseeréis, y allí habitaréis. 32Mirad, pues, que cumpláis todas las leyes y preceptos que hoy os pongo delante.

DEUTERONOMIO 12
Centralización del culto

1Estos son los mandamientos y preceptos que habéis de guardar y practicar en el país que Yahvé, el Dios de vuestros padres, os ha dado para que la poseáis todos los días que viviereis sobre la tierra: 2[1237]Destruid por completo los lugares en que los pueblos que habéis de desposeer han servido a sus dioses, sobre los altos montes, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso. 3Derrumbad sus altares, quebrad sus piedras de culto, quemad sus ascheras, haced pedazos las estatuas de sus dioses y borrad de aquellos lugares hasta los nombres.

4No haréis así con Yahvé, vuestro Dios, 5sino que frecuentaréis el lugar que Yahvé, vuestro Dios, escogiere de entre todas vuestras tribus para poner allí su nombre y su morada. Allí irás; 6[1238]y allí presentaréis vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas alzadas de vuestras manos, vuestros votos y vuestras ofrendas voluntarias, y los primerizos de vuestro ganado mayor y menor. 7[1239]Allí comeréis ante Yahvé vuestro Dios, y os regocijaréis, vosotros y vuestras familias, por todas las obras de vuestra mano, en que Yahvé, vuestro Dios, os bendiga. 8No haréis cada cual lo que bien le parezca, como aquí hacemos ahora; 9pues hasta ahora no habéis llegado al descanso y a la heredad que Yahvé, tu Dios, te da. 10Mas pasaréis el Jordán y habitaréis en el país que Yahvé, vuestro Dios, os dará en suerte; y cuando Él os dé descanso de todos vuestros enemigos que os rodean y habitéis en seguridad, 11entonces en el lugar que Yahvé, vuestro Dios, elija para morada de su Nombre, allí presentaréis todo lo que yo os mando, vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas alzadas de vuestras manos y todo lo más selecto que con voto hubiereis prometido a Yahvé. 12[1240]Y os regocijaréis ante Yahvé, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que mora dentro de vuestras puertas, puesto que no tiene parte ni posesión entre vosotros. 13Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar se te antoje, 14sino que ofrecerás tus holocaustos en el lugar que eligiere Yahvé en una de tus tribus, y allí harás todo lo que yo te ordeno.

15[1241]Sin embargo, cuando quieras, podrás matar y comer carne en todas tus ciudades, según la bendición que Yahvé, tu Dios, te haya concedido. El impuro y el puro podrá comerla, del mismo modo que se come de la gacela y del ciervo. 16[1242]Pero no comáis sangre, la cual derramarás como agua sobre la tierra.

17No podrás comer dentro de tus puertas el diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, ni los primerizos de tu ganado mayor y menor, ni ninguna, de las ofrendas que hayas prometido con voto, ni tus oblaciones voluntarias, ni las ofrendas alzadas por tu mano; 18sino que ante Yahvé, tu Dios, en el lugar escogido por Yahvé, tu Dios, los comerás, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que mora dentro de tus puertas; y te regocijarás ante Yahvé, tu Dios, por todas las obras de tu mano. 19Guárdate de desamparar al levita en todo el tiempo que vivas sobre tu tierra.

20Cuando Yahvé, tu Dios, haya ensanchado tu territorio, según te tiene prometido, y tú digas: Quiero comer carne, porque tu alma tiene gana de comer carne, podrás comer carne según los deseos de tu alma. 21Si el lugar que escogiere Yahvé, tu Dios, para poner allí su nombre, está lejos de ti, podrás matar reses de tu ganado mayor y menor que te dé Yahvé, tu Dios, según lo que te tengo mandado, y podrás comerlas dentro de tus puertas siempre que lo desee tu alma. 22Comerás de ellas del mismo modo que se come la gacela y el ciervo. El impuro y el puro igualmente podrán comerlas. 23[1243]Pero guárdate de comer la sangre, porque la sangre es la vida; no comerás la vida con la carne. 24No la comerás, sino que la verterás como agua sobre la tierra. 25No la comerás, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé.

26Pero las ofrendas sagradas que tienes que ofrecer, y las que hayas prometido con voto, las tomarás e irás al lugar escogido por Yahvé, 27y ofrecerás tus holocaustos, la sangre y la carne, sobre el altar de Yahvé, tu Dios. La sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar de Yahvé, tu Dios; pero la carne es para tu comida. 28Guarda y obedece todo esto que te ordeno, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre, haciendo lo que es bueno y recto a los ojos de Yahvé, tu Dios.

Preexcelencia del culto de Dios

29Cuando Yahvé, tu Dios, haya exterminado a los pueblos contra los cuales marchas para arrojarlos de delante de ti, y cuando los hayas arrojado y habites en su tierra, 30[1244]guárdate de sus seducciones; no los imites después de haberlos destruido delante de ti. Ni hagas indagaciones respecto de sus dioses, diciendo: ‘¿Cómo servían estos pueblos a sus dioses? Así lo haré también yo.’ 31No hagas tal con Yahvé, tu Dios; porque ellos hacen en honor de sus dioses toda suerte de abominaciones que Yahvé aborrece, pues hasta queman en el fuego a sus hijos y sus hijas para honrar a sus dioses. 32[1245]Cuida de practicar cuanto te mando, sin añadir ni quitar nada.

DEUTERONOMIO 13
Contra los falsos profetas

1Si se levantare en medio de ti un profeta, o un soñador de sueños, que te anuncia una señal o un prodigio, 2aunque se cumpliere la señal o prodigio de que te habló, diciendo: ‘Vamos tras otros dioses, que tú no conoces, y sirvámoslos’, 3[1246]no escucharás las palabras de ese profeta, o de ese soñador de sueños porque os prueba Yahvé, vuestro Dios, para saber si amáis a Yahvé, vuestro Dios, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. 4Id en pos de Yahvé, vuestro Dios; a Él habéis de temer; guardad sus mandamientos; escuchad su voz, servidle y allegaos a Él. 5Ese profeta, o ese soñador de sueños, será muerto, por haber predicado rebelión contra Yahvé, vuestro Dios, que os sacó de Egipto y te rescató de la casa de la servidumbre, para apartarte del camino por donde Yahvé, tu Dios, te ha mandado que andes. Así extirparás el mal de en medio de ti.

6Si tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer de tu corazón, o tu amigo que es como tu propia alma, te incitare en secreto, diciendo: ‘Vamos y sirvamos a otros dioses’, desconocidos de ti y de tus padres, 7dioses de los pueblos que te rodean, vecinos o lejanos, de un cabo de la tierra al otro, 8no condesciendas con él ni le escuches, no le perdone tu ojo, ni le tengas compasión, ni le encubras; 9[1247]al contrario, debes matarle irremisiblemente; tu mano sea la primera que se alce contra él para matarle, y después haga lo mismo la mano de todo el pueblo. 10Le apedrearás hasta que muera, porque procuraba apartarte de Yahvé, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. 11Y todo Israel lo oirá; y temerán y no volverán a hacer semejante maldad en medio de ti.

Amenazas contra las ciudades idólatras

12Si de una de las ciudades que Yahvé, tu Dios, te da para habitar allí, te llega esta noticia: 13[1248]Hijos de Belial han salido de en medio de ti y han seducido a los vecinos de su ciudad, diciendo: ‘Vamos y sirvamos a otros dioses’ —que no conocéis vosotros— 14indagarás, examinarás y preguntarás diligentemente, y si resulta ser cierto y seguro que esta abominación ha sido cometida en medio de ti, 15no tardarás en pasar a los habitantes de aquella ciudad a filo de espada, detrayéndola completamente con todo lo que hay en ella. También las bestias pasarás a cuchillo. 16Luego juntarás todo su botín en medio de su plaza, y quemarás totalmente la ciudad juntamente con todo su botín, para Yahvé, tu Dios, y quedará hecho un montón de ruinas para siempre; jamás será reedificada. 17[1249]Que no se pegue a tu mano nada del anatema, para que Yahvé deponga el ardor de su ira y te favorezca con mercedes, y se compadezca de ti, y te multiplique, como se lo juró a tus padres, 18con tal que escuches la voz de Yahvé, tu Dios, guardando todos sus mandamientos que hoy te ordeno, y haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé, tu Dios.

DEUTERONOMIO 14
Prohibición de costumbres paganas

1[1250]Vosotros sois hijos de Yahvé, vuestro Dios; no os hagáis sajaduras ni os cortéis el cabello entre los ojos por un muerto; 2pues eres un pueblo santo para Yahvé, tu Dios; y te ha escogido Yahvé para que seas un pueblo peculiar suyo entre todos los pueblos que hay sobre la tierra.

Animales puros e impuros

3No comerás cosa abominable alguna. 4[1251]Estos son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, 5el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el antílope, el búfalo, la gamuza. 6Todo animal biungulado de pezuña hendida y que rumia, ese podréis comer. 7Pero no comeréis a pesar de que rumian y tienen la pezuña hendida: el camello, la liebre y el tejón; pues aunque son rumiantes, no tienen la pezuña hendida; serán inmundos para vosotros; 8tampoco el cerdo, pues aunque tiene la pezuña hendida, no rumia; sea inmundo para vosotros; no comeréis su carne ni tocaréis su cadáver.

9De todos los animales que viven en el agua, podréis comer aquellos que tienen aletas y escamas; 10mas cuantos no tienen aletas y escamas, no los comeréis; sean inmundos para vosotros.

11Podréis comer toda clase de aves puras, 12mas he aquí las que no comeréis: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, 13el azor, el halcón, el milano en sus distintas especies; 14toda especie de cuervo; 15sel avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán con sus especies, 16el búho, el ibis, el cisne, 17el pelícano, el buitre, el somorgujo, 18la cigüeña, la garza con sus especies, la abubilla, el murciélago. 19Todo insecto alado sea inmundo para vosotros; no lo comeréis; 20pero podréis comer todo volátil puro.

21[1252]No comeréis carne mortecina; podrás darla al extranjero que habita dentro de tus puertas y él podrá comerla, o venderla a un extraño; porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Los diezmos

22[1253]Darás puntualmente el diezmo de todo el producto de tu semilla, de lo que rinde tu campo año por año; 23y comerás en presencia de Yahvé, tu Dios, en el lugar que Él escogiere para morada de su nombre, el diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y los primerizos de tu ganado mayor y menor, a fin de que aprendas a temer a Yahvé, tu Dios, en todo tiempo. 24Mas si el camino fuere demasiado largo para ti, y tú no pudieres llevarlo por estar demasiado lejos de ti el lugar escogido por Yahvé, tu Dios, para morada de su nombre, entonces cuando Yahvé, tu Dios, te haya bendecido, 25lo venderás por dinero, y encerrando el dinero en tu mano, irás al lugar que Yahvé, tu Dios, haya escogido, 26[1254]y comprarás por ese dinero cuanto apetezca tu alma: bueyes, u ovejas, o vino, o licor fermentado, o cualquier cosa que desee tu alma; y comerás allí delante de Yahvé, tu Dios, y te regocijarás, tú y tu casa. 27Y no te olvides del levita que habita dentro de tus puertas, porque no tiene parte ni heredad contigo.

28[1255]Al cabo de cada tercer año, tomarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo depositarás dentro de tus puertas; 29[1256]y si viene el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda, que habitan dentro de tus muros, podrán comer y saciarse, para que Yahvé, tu Dios, te bendiga en toda obra de tus manos.

DEUTERONOMIO 15
El año de remisión

1[1257]Al cabo de siete años harás remisión. 2He aquí en qué consiste la remisión: Todo acreedor remitirá lo que haya prestado a su prójimo; no lo exigirá a su prójimo, esto es, su hermano, una vez publicada la remisión de Yahvé. 3Podrás exigirlo a un extranjero, pero lo que tu hermano tiene de lo tuyo, se lo remitirás; 4[1258]para que no haya en medio de ti menesteroso alguno, pues Yahvé te bendecirá abundantemente en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará en propiedad hereditaria, 5con tal que oigas cuidadosamente la voz de Yahvé, tu Dios, empeñándote en cumplir todos estos mandamientos que hoy te prescribo. 6[1259]Porque Yahvé, tu Dios, te bendecirá como te ha dicho, tú prestarás a muchas naciones, mas no pedirás prestado; dominarás a muchos pueblos, y ellos no te dominarán a ti.

Obligación de socorrer a los pobres

7Cuando hubiere en medio de ti un pobre de entre tus hermanos, en una de tus ciudades, en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará, no endurezcas tu corazón, ni cierres tu mano contra tu hermano pobre; 8[1260]sino ábrele tu mano y préstale lo suficiente para satisfacer la necesidad que le oprime. 9Ten cuidado, no sea que se levante en tu corazón el perverso pensamiento: ‘Se va acercando el año séptimo, el año de la remisión’; y tu ojo sea malo para con tu hermano indigente, de modo que no le des nada; pues si él clama contra ti a Yahvé, tú te acarreas pecado. 10Dale sin falta, y al darle no debe dolerte el corazón; porque a raíz de esto te bendecirá Yahvé, tu Dios, en todas tus obras y en todo aquello que emprendas. 11[1261]Porque nunca dejará de haber pobres en el país, por lo cual yo te mando diciendo: Abre tu mano a tu hermano, es decir, a tu pobre y a tu necesitado en tu tierra.

Los esclavos

12[1262]Cuando uno de tus hermanos, hebreo o hebrea, te fuere vendido, te sirva seis años, y al séptimo le despedirás libre de tu lado. 13Y al despedirle libre de tu lado no le dejarás ir con las manos vacías; 14antes al contrario le darás liberalmente de tu rebaño, de tu era y de tu lagar; le darás de aquello con que Yahvé, tu Dios, te ha bendecido. 15Acuérdate de que tú fuiste siervo en la tierra de Egipto y que Yahvé, tu Dios, te puso en libertad; por eso te doy ahora este mandato. 16Mas si te dijere: “No quiero salir de tu casa”, por cuanto te ama a ti y a tu casa, porque le va bien contigo, 17tomarás una lezna y horadarás su oreja contra la puerta, y será esclavo tuyo para siempre. Lo mismo harás con tu esclava. 18No te parezca duro a tus ojos darle por libre; pues sirviéndote seis años te ha ahorrado el salario de dos jornaleros, y Yahvé, tu Dios, te bendecirá en cuanto hagas.

Los primerizos

19[1263]Consagrarás a Yahvé, tu Dios, todo primerizo que naciere de tus vacas y de tus ovejas; no trabajarás con el primerizo de tu vaca, ni esquilarás el primer nacido de tus ovejas: 20Los comerás, cada año, tú y tu casa, delante de Yahvé, tu Dios, en el lugar escogido por Yahvé. 21Pero si hay en él alguna tacha, si es cojo o ciego, o tiene otro defecto grave, no se lo ofrecerás en sacrificio a Yahvé, tu Dios; 22sino que lo comerás dentro de tus puertas, sin hacer distinción entre el impuro y el limpio, así como se come la gacela y el ciervo. 23[1264]Pero no comerás su sangre, la cual derramarás sobre la tierra como agua.

DEUTERONOMIO 16
La Pascua

1[1265]Guarda el mes de Abib, y celebra la Pascua en honor de Yahvé, tu Dios, pues en el mes de Abib Yahvé, tu Dios, te sacó de Egipto, durante la noche. 2[1266]Inmolarás como pascua a Yahvé, tu Dios, ganado menor y mayor en el lugar que Yahvé haya elegido para morada de su nombre. 3No comerás con ella pan fermentado: por siete días comerás con ella panes ácimos, el pan de la aflicción —porque de prisa saliste de la tierra de Egipto— para que te acuerdes del día de tu salida del país de Egipto, todos los días de tu vida. 4Durante siete días no se verá levadura contigo en todos tus términos, y de la víctima inmolada a la tarde del día primero, no quedará nada hasta el día siguiente. 5No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que Yahvé, tu Dios, te dará; 6solo en el lugar que Yahvé, tu Dios, escogiere para morada de su nombre, allí has de sacrificar la pascua por la tarde, al ponerse el sol, a la hora en que saliste de Egipto. 7La cocerás y la comerás en el lugar escogido por Yahvé, tu Dios, y a la mañana siguiente te volverás para irte a tus tiendas. 8Seis días comerás panes ácimos, y el día séptimo habrá asamblea solemne en honor de Yahvé, tu Dios; no harás en él ningún trabajo.

Pentecostés

9Contarás siete semanas. Desde el día en que empieces a meter la hoz en la mies, comenzarás a contar siete semanas; 10[1267]y después celebrarás la fiesta de las Semanas en honor de Yahvé, tu Dios, con generosas ofrendas voluntarias de tu mano, que ofrecerás conforme Yahvé, tu Dios, te haya bendecido. 11[1268]Y te regocijarás en presencia de Yahvé, tu Dios, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que mora dentro de tus puertas, juntamente con el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en medio de ti, en el lugar elegido por Yahvé, tu Dios para morada de su nombre. 12Acuérdate de que fuiste siervo en Egipto; por lo cual observa y pon en práctica estas leyes.

La fiesta de los Tabernáculos

13[1269]Celebrarás la fiesta de los Tabernáculos por siete días, una vez acabada la cosecha de tu era y de tu lagar. 14Y te regocijarás en tu fiesta, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y también el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda, que habitan en tus ciudades. 15[1270]Siete días celebrarás fiesta en honor de Yahvé, tu Dios, en el lugar escogido por Yahvé; porque Yahvé, tu Dios, te bendecirá en todos tus productos y en todas las obras de tus manos. Entrégate, por tanto, a la alegría.

16[1271]Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yahvé, tu Dios, en el lugar por Él elegido: en la fiesta de los Ácimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de los Tabernáculos; y no se presentarán ante Yahvé con las manos vacías. 17Cada uno ofrezca a proporción de lo que pueda dar, según la bendición que Yahvé, tu Dios, te haya otorgado.

Jueces y magistrados

18Constituirás jueces y magistrados en todas tus ciudades que Yahvé, tu Dios, te dará según tus tribus, y juzgarán al pueblo con juicio recto. 19[1272]No tuerzas el derecho, no hagas acepción de personas, no aceptes regalos; pues los regalos ciegan los ojos de los sabios y pervierten las palabras de los justos. 20Sigue la justicia con rectitud para que vivas y poseas la tierra que Yahvé, tu Dios, va a darte.

Contra la idolatría

21[1273]No plantarás ascheras, ningún árbol (sagrado) junto al altar que erigieres para Yahvé, tu Dios, 22ni te levantarás piedras de culto porque Yahvé, tu Dios, aborrece estas cosas.

DEUTERONOMIO 17
Leyes de culto

1No inmolarás a Yahvé, tu Dios, animal vacuno o lanar que tenga tacha o defecto de cualquier clase; porque es abominación ante Yahvé, tu Dios. 2Cuando en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yahvé, tu Dios, te diere, se hallare hombre o mujer que obre mal a los ojos de Yahvé, tu Dios, quebrantando su alianza, 3[1274]y que pase a servir a otros dioses, postrándose delante de ellos, delante del sol, o de la luna, o del ejército de los cielos —cosa que yo no he mandado—, 4y eso te fuere denunciado y lo oyeres, harás diligentes investigaciones; y si resulta verdad comprobada el haberse cometido esta abominación en Israel, llevarás a tus puertas al hombre o a la mujer que hubiere hecho esta maldad, 5(digo: sacarás) a tal hombre o mujer, y los apedrearás para que mueran, 6[1275]Por el testimonio de dos testigos, o de tres testigos, será quitada la vida al que es digno de muerte; nadie morirá por el testimonio de un solo testigo. 7[1276]La mano de los testigos será la primera que se alce contra él para hacerle morir, y después se alce la mano de todo el pueblo; así extirparás el mal de en medio de ti.

Los tribunales

8[1277]Cuando te resultare demasiado difícil resolver una causa entre sangre y sangre, entre derecho y derecho, entre herida y herida y (otras) cuestiones litigiosas en tus puertas, te levantarás y subirás al lugar escogido por Yahvé, tu Dios, 9[1278]e irás a los sacerdotes, hijos de Leví, y al juez que hubiere entonces, y los consultarás; y ellos te resolverán el caso conforme al derecho. 10Haz según la sentencia que te anuncien desde aquel lugar que Yahvé haya escogido, y pon cuidado en hacer conforme a todo lo que te enseñaren. 11[1279]Según la ley que ellos te enseñaren, y según la sentencia dada por ellos, así has de hacer. No te apartes de la sentencia que te hayan manifestado, ni a la diestra ni a la izquierda. 12[1280]Quien dejándose llevar por la soberbia, no escuchare al sacerdote establecido allí para servir a Yahvé, tu Dios, ni al juez, a ese tal será quitado la vida. Así extirparás el mal de en medio de Israel. 13Y todo el pueblo al oírlo temerá, y no se dejarán más llevar por la soberbia.

El rey

14[1281]Entrado que hubieres en el país que Yahvé, tu Dios, te va a dar, y si después de haberlo tomado en posesión para habitarlo, dijeres: ‘Yo quiero poner sobre mí un rey, como lo tienen todas las naciones que me rodean’, 15pondrás sobre ti por rey solamente a aquel que Yahvé, tu Dios, elija; establecerás por rey sobre ti a uno de en medio de tus hermanos; no podrás poner sobre ti un extranjero que no sea hermano tuyo. 16Pero no tenga para sí muchos caballos, ni haga volver al pueblo a Egipto para tener más caballos, pues Yahvé os ha dicho: ‘No volváis nunca jamás por este camino’. 17No pretenda tener gran número de mujeres, no sea que se aparte su corazón; ni ha de tener para sí excesiva cantidad de plata y oro. 18[1282]Y cuando haya subido al trono de su reino, escribirá para sí una copia de esta Ley según el ejemplar que poseen los sacerdotes levitas. 19La tendrá consigo y leerá en ella todos los días de su vida, a fin de que aprenda a temer a Yahvé, su Dios, guardando todas las palabras de esta ley y todos estos mandamientos para ponerlos por obra; 20a fin de que no se eleve en su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte de lo mandado ni a la derecha ni a la izquierda. Así prolongará los días de su reinado, tanto él como sus hijos en medio de Israel.

DEUTERONOMIO 18
Derechos de los sacerdotes y levitas

1[1283]Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni herencia con (el resto de) Israel; se han de sustentar de los sacrificios de combustión ofrecidos a Yahvé y de la herencia de Él. 2No tendrán herencia entre sus hermanos. Su herencia es Yahvé, como Él se lo tiene dicho. 3He aquí lo que los sacerdotes tienen derecho de tomar del pueblo, de parte de los que ofrecen un sacrificio, sea un buey o una oveja: se dará al sacerdote la espaldilla, las dos quijadas y el cuajar. 4Le darás también las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, con las primicias del esquileo de tus ovejas. 5Porque Yahvé, tu Dios, le ha elegido de entre todas tus tribus, para estar delante de Él y prestar servicio en nombre de Yahvé, él y sus hijos para siempre. 6Si un levita llevado por el deseo de su alma sale de alguna de tus ciudades de todo Israel, donde mora, y va al lugar escogido por Yahvé, 7[1284]prestará servicio en nombre de Yahvé, su Dios, como todos sus hermanos levitas que allí están delante de Yahvé. 8Comerá igual porción que los otros, aparte del producto de la venta de sus bienes patrimoniales.

Contra los adivinos y hechiceros

9Cuando hubieres entrado en la tierra que Yahvé tu Dios va a darte, no aprenderás a imitar las abominaciones de esos pueblos. 10[1285]No se halle en medio de ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego; ni quien practique la adivinación o el sortilegio, ni quien sea agorero, o mago, 11[1286]o encantador; ni quien consulte a espíritus y adivinos, o pregunte a los muertos. 12Porque todo aquel que hace estas cosas es abominable ante Yahvé, tu Dios; y a causa de estas abominaciones Yahvé, tu Dios, los va a arrojar delante de ti. 13[1287]Sé escrupuloso en el cumplimiento de la Ley de Yahvé, tu Dios. 14Porque estos pueblos que tú vas a desposeer escuchan a agoreros y adivinos, pero a ti te lo ha prohibido Yahvé, tu Dios.

Vaticinio mesiánico

15[1288]Yahvé, tu Dios, te suscitará un Profeta de en medio de ti, de entre tus hermanos como yo; a él escucharéis. 16Precisamente como tú pediste a Yahvé, tu Dios, en el Horeb, en el día de la asamblea, diciendo: ‘No oiga yo otra vez la voz de Yahvé, mi Dios, ni vea más este gran fuego, para que no muera.’ 17Entonces me contestó Yahvé: ‘Tienen razón en lo que han dicho. 18Les suscitaré un profeta de en medio de sus hermanos, semejante a ti; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo cuanto Yo le mandare. 19Y si alguno no escuchare mis palabras que él dirá en mi nombre, Yo le pediré cuenta de ello. 20[1289]Pero el profeta que en su presunción dijere en mi nombre lo que Yo no le he mandado decir, o en mi nombre hablare de otros dioses, ese profeta morirá.’ 21Y si preguntas en tu corazón: ‘¿Cómo podemos conocer la palabra que no ha hablado Yahvé?’ (Sábete que) 22[1290]si un profeta habla en nombre de Yahvé, y no se cumple la palabra, ni se realiza, es palabra que no ha hablado Yahvé; en su presunción habló el tal profeta; no le temas.

DEUTERONOMIO 19
Ciudades de refugio

1Cuando Yahvé, tu Dios, haya exterminado los pueblos cuya tierra Yahvé, tu Dios, te dará, y los hayas desposeído y habitares en sus ciudades y en sus casas, 2[1291]te separarás tres ciudades en medio de la tierra que Yahvé, tu Dios, te dé en posesión. 3[1292]Prepararás el camino y dividirás en tres partes el territorio de tu país que Yahvé, tu Dios, va a darte como herencia, para que en estas (ciudades) pueda refugiarse todo el que haya cometido homicidio. 4He aquí el caso en que el homicida podrá huirse allí para salvar su vida: si el que mató a su prójimo lo hizo sin querer y sin tenerle odio anteriormente. 5Uno sale, por ejemplo, con su compañero al bosque a cortar leña, y al blandir con su mano el hacha para cortar el árbol se le salta el hierro del mango e hiere a su compañero, y este muere: tal hombre se refugiará en una de aquellas ciudades y vivirá; 6[1293]no sea que el vengador de la sangre persiga en su excesivo furor al homicida y le alcance, por ser largo el camino, y le quite la vida, sin que haya merecido la muerte, pues no le odiaba anteriormente. 7Por eso te mando, diciendo: Te separarás tres ciudades. 8Y cuando Yahvé tu Dios, ensanchare tus términos, como lo ha jurado a tus padres, y te diere toda la tierra que prometió dar a tus padres 9—con tal que guardes todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy, para ponerlos en práctica, amando a Yahvé, tu Dios, y andando en sus caminos todos los días agregarás otras tres ciudades a las tres anteriores, 10para que no se derrame sangre inocente en medio de la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará por herencia tuya, y no caiga sangre sobre ti.

11Pero si uno por el odio que tiene a su prójimo, le pone asechanzas, y levantándose contra él le hiere mortalmente, y huye después a una de aquellas ciudades; 12entonces, los ancianos de su ciudad enviarán a sacarle de allí, y le entregarán en manos del vengador de la sangre para que muera. 13Tu ojo no tenga compasión de él; pues con eso quitarás de Israel el crimen cometido contra sangre inocente, y te irá bien.

No moverás los lindes

14No moverás los lindes de tu prójimo, que pusieron los antepasados, en la heredad que has de poseer, en la tierra que Yahvé, tu Dios va a darte en posesión.

Los testigos

15[1294]Un solo testigo no vale contra un hombre acusado de cualquier delito o pecado, cualquiera que sea el pecado que haya cometido. Por el testimonio de dos testigos, o por el testimonio de tres testigos, se decide la causa.

16Cuando se levantare un testigo falso contra un hombre para acusarle de un delito, 17entonces los dos hombres que tienen el pleito comparecerán ante Yahvé, ante los sacerdotes y los jueces que hubiere en ese tiempo; 18y si los jueces, después de una diligente investigación, hallaren que el testigo es un testigo falso y ha dicho mentira contra su hermano, 19harás con él lo mismo que él pensaba hacer con su hermano. Así extirparás el mal de en medio de ti; 20[1295]y los demás al oírlo temerán y no cometerán más semejante maldad en medio de ti. 21[1296]Tu ojo no tenga compasión de él: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

DEUTERONOMIO 20
El derecho de guerra

1[1297]Cuando saliendo a la guerra contra tus enemigos vieres caballos y carros y gente más numerosa que tú, no los temas; porque Yahvé, tu Dios, el que te sacó del país de Egipto, está contigo. 2Cuando os dispongáis al combate, se acercará el sacerdote y hablará al pueblo, 3y le dirá: ‘Escucha Israel: os dispondréis hoy para pelear contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro corazón; no temáis, no os asustéis, ni os amedrentéis ante ellos; 4[1298]pues Yahvé, vuestro Dios, marcha con vosotros para pelear por vosotros contra vuestros enemigos para salvaros.’

5Los capitanes hablarán al pueblo, diciendo: ‘¿Quién ha edificado una casa nueva y no la ha estrenado? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y otro hombre la estrene. 6[1299]¿Quién ha plantado una viña y no ha comenzado aún a disfrutarla? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y otro hombre goce de ella. 7[1300]¿Quién se ha desposado con una mujer, y aún no la ha tomado? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y otro hombre se case con ella.’ 8Los capitanes se dirigirán de nuevo al pueblo y dirán: ‘¿Quién tiene miedo y es tímido de corazón? Váyase y vuelva a su casa, no sea que el corazón de sus hermanos desfallezca así como el corazón suyo.’ 9Y cuando los capitanes hayan acabado de hablar al pueblo, los jefes de las tropas se pondrán al frente del pueblo.

10En el caso de acercarte a una ciudad para atacarla le ofrecerás la paz. 11Si la acepta, y te abre, toda la gente que se hallare dentro será tributaria tuya y te servirá. 12[1301]Mas si no hace paz contigo, y empieza a hacerte guerra, la sitiarás; 13y cuando Yahvé tu Dios, la entregare en tu mano pasarás a cuchillo a todos sus varones; 14pero las mujeres, los niños y los ganados, con todo lo que se halle dentro de la ciudad, todo su botín lo tomarás para ti, y comerás de los despojos de tus enemigos, que Yahvé, tu Dios, ha entregado en tus manos. 15Así harás con todas las ciudades muy distantes de ti y que no sean de las ciudades de estos pueblos.

16Pero en cuanto a las ciudades de estos pueblos que Yahvé, tu Dios, te da por herencia, no dejarás con vida alma alguna, 17sino que entregarás al anatema a los heteos, amorreos, cananeos, fereceos, heveos y jebuseos, como Yahvé, tu Dios, te lo ha mandado, 18a fin de que no os enseñen a imitar todas las abominaciones que ellos practican con sus dioses, y para que no pequéis contra Yahvé, Dios vuestro.

19Cuando sitiares una ciudad por mucho tiempo, peleando contra ella para conquistarla, no destruirás sus árboles, alzando contra ellos el hacha; porque de ellos podrás comer; no los cortarás. ¿Acaso son hombres los árboles del campo y necesitan ser sitiados? 20Solamente los árboles que tú sabes que no son frutales, podrás destruir cortándolos para construir fortificaciones contra la ciudad que te hace guerra hasta que se rinda.

DEUTERONOMIO 21
Expiación del homicidio

1[1302]Cuando en la tierra que Yahvé tu Dios, te va a dar en posesión, fuere encontrado un hombre asesinado, echado en el campo, sin que se sepa quién lo mató, 2saldrán tus ancianos y tus jueces, y medirán las distancias hasta las ciudades situadas alrededor del muerto; 3y los ancianos de aquella ciudad que esté más cercana al muerto, tomarán una ternera que todavía no haya sido empleada para el trabajo ni haya llevado yugo. 4Los ancianos de aquella ciudad llevarán la ternera al valle de un torrente, que no se cultiva y donde no se siembra, y allí en el valle le quebrarán la cerviz. 5Luego se acercarán los sacerdotes, los hijos de Leví, porque a ellos ha escogido Yahvé, tu Dios, para servirle y para bendecir en el nombre de Yahvé, y por su boca se decide toda controversia y todo caso de lesión corporal. 6Y todos los ancianos de aquella ciudad, es decir, los más cercanos al muerto, se lavarán las manos sobre la ternera a la cual le ha sido quebrada la cerviz en el valle; 7y responderán, diciendo: ‘Nuestras manos no derramaron esta sangre, ni nuestros ojos lo han visto. 8Expía, oh Yahvé, a tu pueblo Israel que Tú rescataste, y no imputes la sangre inocente a Israel tu pueblo.’ Y les será perdonada la sangre. 9Así quitarás la sangre inocente de en medio de ti, haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé.

Las mujeres cautivas

10Cuando saliendo a la guerra contra tus enemigos, Yahvé, tu Dios, los entregare en tu mano y tomares de ellos cautivos, 11[1303]si ves entre los cautivos una mujer hermosa, y enamorado de ella quieres tomarla por esposa, 12[1304]la introducirás en tu casa, y ella se raerá la cabeza y se cortará las uñas. 13Luego se quitará el vestido de su cautividad, y quedándose en tu casa llorará a su padre y a su madre durante un mes; y después de esto podrás llegarte a ella, y serás su marido, y ella será tu mujer. 14Mas si después ella no te agrada más, la dejarás ir según su propia voluntad. No la venderás por dinero, ni la tratarás mal, pues la tuviste por mujer.

Ley acerca de la primogenitura

15Si un hombre tiene dos mujeres, la una amada y la otra desamada, y ambas le dan hijos, así la amada como la odiada, siendo primogénito el hijo de la desamada, 16cuando reparta su herencia entre sus hijos no puede constituir primogénito al hijo de la amada, prefiriéndolo al hijo de la desamada, que en realidad es el primogénito; 17sino que reconocerá por primogénito al hijo de la malquerida, dándole porción doble de todos sus bienes, porque él es el primogénito de su vigor; a él pertenece el derecho de la primogenitura.

Los hijos rebeldes

18Si un hombre tiene un hijo contumaz y rebelde, que no quiere escuchar la voz de su padre ni la voz de su madre, y que aun castigado no les obedece, 19lo tomarán su padre y su madre, y lo llevarán ante los ancianos de su ciudad y a la puerta de su lugar, 20y dirán a los ancianos de su ciudad: ‘Este hijo nuestro es contumaz y rebelde, no quiere obedecer nuestra voz; es un disoluto y bebedor.’ 21[1305]Y todos los hombres de su ciudad le apedrearán para que muera. Así extirparás el mal de en medio de ti; y todo Israel al oírlo temerá.

Los cadáveres de los ahorcados

22Si uno, habiendo cometido un crimen capital, fuere muerto y colgado de un madero, 23[1306]su cadáver no quedará durante la noche en el madero; antes lo enterrarás en ese mismo día; porque un colgado es objeto de la maldición de Dios; no has de contaminar la tierra que Yahvé, tu Dios, te da en heredad.

DEUTERONOMIO 22
Preceptos de diversa índole

1[1307]Cuando veas extraviado el buey de tu hermano, o su oveja, no pasarás de largo, sino que los conducirás a tu hermano. 2Si tu hermano no es vecino tuyo, y tú no lo conoces, recogerás el animal en tu casa y estará contigo hasta que tu hermano lo busque; entonces se lo devolverás. 3Así harás también con su asno, y así harás con su manto, y así harás con toda cosa que tu hermano hubiere perdido y tú encuentres; no podrás sentirte desinteresado. 4Si ves el asno de tu hermano o su buey caído en el camino, no te pases de largo, sino que le ayudarás a levantarlos.

5[1308]La mujer no se vista de hombre, ni lleve el hombre vestido de mujer; porque quien tal hace es objeto de abominación para Yahvé, tu Dios.

6[1309]Si encuentras delante de ti en el camino, en un árbol, o en el suelo, un nido de pájaros con polluelos o huevos, estando la madre echada sobre los polluelos o los huevos, no tomarás la madre juntamente con los polluelos. 7Soltarás a la madre y tomarás para ti solamente los hijos, para que te vaya bien y vivas largo tiempo.

8Al edificar una casa nueva, pondrás un pretil alrededor de tu terrado, para que no traigas culpa de sangre sobre tu casa si alguien se cayera de él.

9[1310]No sembrarás en tu viña dos clases de semillas; por cuanto todo sería inmundo, tanto la semilla que siembras como el producto de la viña. 10No ararás con yunta de buey y asno.

11No vistas ropa tejida de lana mezclada con lino. 12[1311]Te harás borlas en las cuatro puntas del manto con que te cubres.

Leyes de honestidad

13Si un hombre después de tomar mujer y haberse llegado a ella, le tomare aversión, 14e imputándole acciones vergonzosas la difamare, diciendo: ‘Tomé a esta mujer más al acercarme a ella no la he hallado virgen’; 15entonces el padre y la madre de la joven tomarán las señales de la virginidad de la joven y las presentarán delante de los ancianos en la puerta de la ciudad. 16Y dirá el padre de la joven a los ancianos: ‘He dado mi hija a este hombre por mujer, mas él le ha tomado aversión, 17y le ha imputado acciones vergonzosas, diciendo: ‹No la he hallado virgen›; ved aquí las señales de la virginidad de mi hija’; y desplegarán la ropa de ella ante los ancianos de la ciudad. 18Y los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán. 19Y lo multarán con cien siclos de plata, que darán al padre de la joven, por haber difamado a una virgen de Israel; y ella quedará mujer suya. Nunca en todos sus días podrá repudiarla. 20Pero si la acusación es verdad, no hallándose en la joven las señales de la virginidad, 21sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán para que muera; porque cometió una infamia en Israel, fornicando en casa de su padre. Así extirparás el mal de en medio de ti.

22[1312]Cuando un hombre fuere hallado acostado con una mujer casada, entrambos morirán; el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer. Así extirparás el mal de en medio de Israel.

23[1313]Si un hombre encuentra dentro de la ciudad a una doncella virgen, desposada con un hombre, y se acuesta con ella; 24sacaréis a entrambos a la puerta de aquella ciudad, y los apedrearéis para que mueran, a la joven por no haber gritado, estando como estaba en la ciudad, y al hombre por cuanto deshonró a la mujer de su prójimo. Así extirparás el mal de en medio de ti. 25Pero si el hombre halla a la joven desposada en el campo, y haciéndole fuerza se acuesta con ella, morirá solo el hombre que se acostó con ella. 26A la joven, empero, no le harás nada; no hay en ella pecado digno de muerte; pues así como alguno se levanta contra su prójimo y le mata, así es este caso; 27porque la halló en el campo; la joven desposada dio voces pero no hubo quien la socorriese.

28Si encuentra un hombre a una joven virgen, no desposada, y echándole mano, se acostare con ella, y son sorprendidos, 29aquel que se acostó con ella pagará al padre de la joven cincuenta siclos de plata, y ella será su mujer, por haberla él deshonrado; no podrá despedirla en toda su vida. 30[1314]Ninguno tomará la mujer de su padre, ni levantará la colcha del lecho de su padre.

DEUTERONOMIO 23
Personas excluidas de la comunidad de Israel

1[1315]No entrará en la comunidad de Yahvé el hombre que tenga los testículos majados o cuyo miembro genital haya sido cortado, 2no entrará en la comunidad de Yahvé ningún bastardo; ni siquiera en la décima generación entrará en ella. 3No entrará en la comunidad de Yahvé amonita ni moabita, ni siquiera en la décima generación entrarán en ella; jamás entrarán; 4porque no vinieron a vuestro encuentro con pan y agua en el camino cuando salisteis de Egipto, sino que sobornaron contra ti a Balaam, hijo de Beor, de Petor de Mesopotamia, para que te maldijera. 5Pero Yahvé, tu Dios, no quiso escuchar a Balaam; antes Yahvé tu Dios, te convirtió la maldición en bendición; pues Yahvé, tu Dios, te ama. 6No buscarás jamás su paz ni su bienestar en todos sus días. 7[1316]No abominarás al idumeo, porque es tu hermano. No abominarás al egipcio, porque fuiste peregrino en su tierra. 8Los hijos nacidos de ellos en la tercera generación, podrán entrar en la comunidad de Yahvé.

Limpieza del campamento

9Cuando salgas a campaña contra tus enemigos, guárdate de toda cosa indecente, 10Si hubiere en medio de ti alguno que se (haya) hecho inmundo por algo que le sucedió de noche, salga fuera del campamento y no vuelva al campamento, 11hasta que al caer la tarde se haya lavado con agua, y a la puesta del sol regresará al campamento. 12Además tendrás fuera del campamento un lugar, adonde podrás salir. 13Tendrás también en tu equipo una estaca, con la cual harás un hoyo cuando te sentares fuera, y antes de volverte cubrirás tus excrementos. 14Porque Yahvé, tu Dios, anda en medio de tu campamento para protegerte y entregar tus enemigos delante de ti; por eso tu campamento ha de ser santo, para que Él no vea en ti cosas vergonzosas y no te abandone.

Esclavos y prostitutos

15No entregarás a su amo, esclavo que se haya refugiado contigo, huyendo de su amo. 16Habitará contigo, en medio de ti, en cualquier lugar que eligiere, en algunas de tus ciudades que le gustare; no le oprimirás. 17No haya prostituta entre las hijas de Israel; tampoco haya prostituto entre los hijos de Israel. 18[1317]No lleves a la Casa de Yahvé, tu Dios, las ganancias de la ramera, ni el salario del perro, para cumplir un voto, pues ambos son objeto de abominación ante Yahvé, tu Dios.

No exijas interés por tu dinero

19[1318]No exijas de tu hermano interés alguno por el dinero, ni interés por comestibles, ni interés por ninguna otra cosa, por las cuales se suele tomar interés. 20Del extranjero podrás exigirlo, mas no lo exijas de tu hermano; para que Yahvé, tu Dios, te bendiga en toda empresa de tu mano en la tierra adónde vas para tomarla en posesión.

Acerca de los votos

21[1319]Cuando hagas algún voto a Yahvé, tu Dios, no tardes en cumplirlo, porque Yahvé, tu Dios, sin falta te lo reclamará y te cargarías con un pecado. 22Si te abstienes de hacer voto, no cometas pecado. 23Pero lo que una vez salió de tus labios, lo cumplirás y ejecutarás, conforme al voto libremente hecho a Yahvé, tu Dios, que prometiste con tu boca.

La propiedad ajena

24Cuando entrares en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas según tu apetito, hasta saciarte, mas no las pondrás en tu cesta. 25[1320]Cuando entrares en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no meterás la hoz en la mies de tu prójimo.

DEUTERONOMIO 24
El libelo de repudio

1[1321]Si un hombre toma una mujer, casándose con ella, y resulta que ella luego no le agrada porque ha hallado en ella algo vergonzoso, le escribirá un libelo de repudio, y entregándoselo en la mano la despedirá de su casa. 2Y salida de su casa, podrá casarse con otro marido. 3Si también el segundo marido concibe aversión a ella, y le escribe un libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano la despide de su casa, o si muere el segundo marido que la tomó por mujer; 4entonces su primer marido que la había despedido no podrá volver a tomarla por mujer, después de haberse ella manchado; porque esto es abominable ante Yahvé. No cargues de pecado a la tierra que Yahvé, tu Dios, te va a dar por herencia.

Leyes de carácter humanitario

5Un recién casado no saldrá a campaña, ni se le imponga cargo alguno. Quede libre para su casa por un año, para que alegre a la mujer que ha tomado. 6[1322]No se tome en prenda el molino, ni la muela superior; pues sería tomar en prenda la vida. 7[1323]Cuando se descubriere un hombre que secuestrando a uno de sus hermanos de entre los hijos de Israel le haya esclavizado o vendido, el tal ladrón morirá. Así extirparás el mal de en medio de ti. 8En cuanto a la plaga de la lepra, pon cuidado en guardar y hacer escrupulosamente todo lo que te enseñaren los sacerdotes levitas; según yo les he mandado, así cuidarás de hacer. 9[1324]Acuérdate de lo que Yahvé, tu Dios, hizo a María en el camino, cuando salisteis de Egipto.

10[1325]Si prestas a tu prójimo alguna cosa, no entrarás en su casa para tomarte su prenda. 11Te quedarás afuera, y el hombre a quien has prestado te sacará fuera la prenda. 12Y si el hombre es pobre, no te acostarás sobre su prenda; 13[1326]sino que le devolverás la prenda al ponerse el sol, para que pueda dormir sobre su ropa y te bendiga. Esto te será imputado como acto de justicia ante Yahvé, tu Dios.

14No oprimas al jornalero pobre y menesteroso de entre tus hermanos, ni de entre los extranjeros que habitan en tu país dentro de tus ciudades. 15El mismo día le darás su salario, y no se ponga el sol sobre esta deuda, porque es un pobre y lo necesita; no sea que clame contra ti a Yahvé y tú te cargues con culpa.

16[1327]No han de morir los padres por culpa de los hijos, ni los hijos han de morir por culpa de los padres, sino que cada hombre morirá por su propio pecado.

17No tuerzas el derecho del extranjero ni del huérfano; ni tomes en prenda la ropa de la viuda.

18Acuérdate de que fuiste siervo en Egipto, y que Yahvé, tu Dios, te rescató de allí; por eso te mando que hagas esto. 19[1328]Cuando al segar tus mieses en tu campo olvidares alguna gavilla en el campo, no volverás atrás a recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda, a fin de que te bendiga Yahvé, tu Dios, en todas las obras de tus manos. 20Al varear tus olivos, no revises después las ramas. (El resto) será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 21Cuando vendimies tu viña, no hagas rebusco detrás de ti. Será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 22Recuerda que fuiste siervo en el país de Egipto; por eso te mando que hagas esto.

DEUTERONOMIO 25
Los azotes

1Cuando hubiere pleito entre algunos y recurrieren al juez, se les juzgue, y sea absuelto el inocente y condenado el culpable. 2Y si el culpable ha merecido ser azotado, el juez lo mandará tender en el suelo, y en su presencia le hará azotar a medida de su delito, contando los azotes. 3[1329]No le hará dar más de cuarenta azotes, no sea que continúe dándole muchos azotes más y quede tu hermano deshonrado a tus ojos. 4[1330]No pondrás bozal al buey que trilla.

Ley del levirato

5[1331]Si hermanos viven juntos y muriere uno de ellos sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará fuera con un extraño, sino que su cuñado se llegará a ella y la tomará por mujer, cumpliendo con ella el deber del levirato. 6El primogénito que ella diere a luz, será sucesor del nombre del hermano difunto, para que su nombre no se borre de Israel. 7Pero si el hombre no deseare tomar a su cuñada, subirá esta a la puerta donde están los ancianos, y dirá: ‘Rehúsa mi cuñado resucitar el nombre de su hermano en Israel; no quiere cumplir conmigo el deber de levirato.’ 8Entonces le llamarán los ancianos de su ciudad y le hablarán; y si él persiste y dice: ‘No quiero tomarla’, 9[1332]su cuñada se acercará a él y en presencia de los ancianos le quitará el calzado del pie, le escupirá en la cara y contestará diciendo: ‘Así se ha de hacer al hombre que no quiere edificar la casa de su hermano.’ 10Y se le dará en Israel este nombre: La casa del descalzado.

Ley de honestidad

11Si entre hombres que riñen, el uno con el otro, y la mujer del uno de ellos se acerca para librar a su marido de la mano del que lo golpea, y alargando la mano (contra este) le agarra por las partes vergonzosas, 12le cortarás a ella la mano; tu ojo no tendrá compasión.

Pesas y medidas

13[1333]No tendrás en tu bolsa dos pesas: una grande y otra chica. 14No tendrás en tu casa dos medidas: una grande y otra chica. 15Tendrás pesa exacta y justa; tendrás medida exacta y justa; para que vivas largo tiempo en la tierra que Yahvé, tu Dios, va a darte. 16Porque abominable ante Yahvé, tu Dios, es todo el que hace tales cosas, todo el que comete iniquidad.

Castigo de Amalec

17Acuérdate de lo que hizo Amalec en el camino, cuando saliste de Egipto, 18[1334]cómo te salió al encuentro en el camino, y asaltó a tus rezagados, todos los débiles que iban atrás, estando tú fatigado y agotado; y cómo no tuvo temor de Dios. 19Ahora bien, cuando Yahvé, tu Dios, te diere descanso de todos tus enemigos a la redonda, en el país que Yahvé, tu Dios, te dará en propiedad hereditaria, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo. No lo olvides.

DEUTERONOMIO 26
Las primicias

1[1335]Cuando hubieres entrado en el país que Yahvé, tu Dios, te va a dar en herencia, y cuando después de tomarlo en posesión habitares en él, 2tomarás de las primicias de todos los frutos de la tierra que cosechares en el país que Yahvé, tu Dios, te dé, y las pondrás en un canasto, e irás al lugar que Yahvé, tu Dios, haya elegido para morada de su nombre. 3Allí te presentaras al sacerdote que fuere por entonces, y le dirás: ‘Yo confieso hoy a Yahvé, tu Dios, que he entrado en el país que Yahvé juró a nuestros padres que nos daría.’ 4El sacerdote recibirá el canasto de tu mano y lo pondrá delante del altar de Yahvé, tu Dios.

5[1336]Entonces tomarás la palabra y dirás en presencia de Yahvé, tu Dios: ‘Un arameo errante fue mi padre, el cual con muy poca gente bajó a Egipto y vivió allí como extranjero, y allí vino a ser un pueblo grande, fuerte y numeroso. 6Pero los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, imponiéndonos dura servidumbre. 7Y clamamos a Yahvé, el Dios de nuestros padres, y Yahvé oyó nuestra voz, y miró nuestra miseria, nuestro trabajo y nuestra opresión; 8y nos sacó Yahvé de Egipto con mano poderosa y con brazo extendido, en medio de terrores estupendos, con señales y prodigios, 9y nos trajo a este lugar, entregándonos esta tierra, tierra que mana leche y miel. 10Ahora, pues, he aquí que ofrezco las primicias de los frutos de la tierra que Tú, Yahvé, me has dado.’ Y las pondrás delante de Yahvé, tu Dios, y te prosternarás ante Yahvé, tu Dios; 11y te regocijarás por todo el bien que Yahvé, tu Dios, te ha dado a ti y a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que moran en medio de ti.

Los diezmos

12[1337]Cuando hubieres acabado de separar el diezmo de todos tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, lo darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman dentro de tus puertas y se sacien; 13y dirás delante de Yahvé, tu Dios: ‘He sacado de mi casa las cosas consagradas (a Dios), y las he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he traspasado en nada tus mandamientos ni los he olvidado. 14[1338]No he comido de ellas cuando estaba de luto, no he sacado nada de ellas en estado de impureza ni dado para un muerto. He obedecido la voz de Yahvé, mi Dios; he hecho conforme a cuanto me has mandado. 15Mira desde tu santa morada, desde el cielo, y bendice a Israel, tu pueblo, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que mana leche y miel.’

16Hoy Yahvé, tu Dios, te manda que cumplas estas leyes y preceptos; los observarás y los pondrás en práctica con todo tu corazón y con todo tu alma. 17Hoy has hecho declarar a Yahvé que Él será tu Dios y que tú tienes que andar en sus caminos, guardar sus leyes, sus mandamientos y sus preceptos, y escuchar su voz. 18[1339]Hoy Yahvé te ha hecho confesar que tú eres un pueblo particular suyo, como te lo ha prometido, y que has de guardar todos sus mandamientos; 19y Él te elevará a gloria, honor y esplendor, sobre todos los pueblos que ha hecho, y serás un pueblo santo para Yahvé, tu Dios, como Él ha dicho.”

III. TERCER DISCURSO DE MOISÉS
DEUTERONOMIO 27
Erección de piedras recordatorias

1Moisés con los ancianos de Israel, dio esta orden al pueblo: “Guardad todo el mandamiento que hoy os prescribo. 2[1340]Cuando hayas pasado el Jordán para entrar en el país que Yahvé, tu Dios, te va a dar, levantarás unas grandes piedras que revocarás con cal, 3y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley, pasado que hayas (el Jordán) para entrar en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará, tierra que mana leche y miel, como Yahvé, el Dios de tus padres, te lo tiene prometido. 4Cuando, pues, hayas pasado el Jordán levantaréis estas piedras, como os mando hoy, en el monte Ebal, y las revocaréis con cal. 5Erigirás allí un altar a Yahvé, tu Dios, un altar de piedras, a las que no haya tocado instrumento de hierro. 6[1341]De piedras toscas harás ese altar para Yahvé, tu Dios, y ofrecerás en él holocaustos a Yahvé, tu Dios. 7Ofrecerás sacrificios pacíficos; y comerás allí y te regocijarás en presencia de Yahvé, Dios tuyo. 8Escribirás sobre las piedras todas las palabras de esta ley en forma bien clara.”

Sanciones de la Ley

9Entonces Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: “Guarda silencio y escucha, oh Israel. Hoy has sido constituido pueblo de Yahvé, Dios tuyo. 10Escucha, pues, la voz de Yahvé, tu Dios, y cumple sus mandamientos y sus leyes que hoy te prescribo.”

11[1342]En aquel día, Moisés mandó al pueblo, diciendo: 12“Pasado que hayáis el Jordán, se pondrán sobre el monte Garizim, para bendecir al pueblo estas (tribus): Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. 13Y para maldecir se pondrán sobre el monte Ebal las siguientes (tribus): Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí. 14Entonces los levitas tomarán la palabra, y en voz alta dirán a todos los hombres de Israel:

15‘¡Maldito el hombre que hace estatua o imagen de fundición, abominación a Yahvé, obra de artífice, y la pone en lugar oculto!’ Y responderá todo el pueblo y dirá: ‘¡Amén!’

16‘¡Maldito el que desprecia a su padre y a su madre!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

17[1343]‘¡Maldito el que remueve los lindes de su prójimo!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

18‘¡Maldito el que hace errar al ciego en el camino!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

19‘¡Maldito el que tuerce el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

20[1344]‘¡Maldito el que se acuesta con la mujer de su padre, porque ha levantado la cubierta del lecho de su padre!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

21‘¡Maldito el que peca con una bestia cualquiera!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

22‘¡Maldito el que se acueste con su hermana, hija de su padre o hija de su madre!’ Y todo el pueblo dirá ‘¡Amén!’

23‘¡Maldito el que se acuesta con su suegra!’ Y todo el pueblo dirá ‘¡Amén!’

24‘¡Maldito el que ocultamente mata a su prójimo!’ Y todo el pueblo dirá ‘¡Amén!’

25‘¡Maldito aquel que acepta soborno para matar un inocente!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

26[1345]‘¡Maldito el que no persevera en las palabras de esta Ley para ponerlas en práctica!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

DEUTERONOMIO 28
Bendiciones para el pueblo cumplidor de la Ley

1[1346]“Si escuchares atentamente la voz de Yahvé, tu Dios, observando y practicando sus mandamientos que yo hoy te prescribo, Yahvé, tu Dios, te ensalzará sobre todos los pueblos de la tierra. 2Y vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones, con tal que obedezcas la voz de Yahvé, Dios tuyo.

3Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. 4[1347]Será bendito el fruto de tu seno, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, las crías de tus vacas y de tus ovejas. 5[1348]Benditos serán tu canasto y tu artesa. 6[1349]Bendito serás en tu entrada, y bendito en tu salida. 7Yahvé derribará delante de ti a tus enemigos que contra ti se levanten. Saldrán contra ti por un solo camino, y por siete caminos huirán de tu vista. 8Yahvé ordenará a la bendición que venga sobre tus graneros y sobre todas las empresas de tu mano; y te bendecirá en la tierra que Yahvé, tu Dios, va a darte.

9[1350]Yahvé te constituirá por pueblo santo suyo, como te ha jurado, si guardas los mandamientos de Yahvé, tu Dios, y andas por sus caminos; 10y todos los pueblos de la tierra verán que el nombre de Yahvé ha sido invocado sobre ti y te temerán. 11Yahvé te dará, para bien tuyo, abundancia del fruto de tu seno, del fruto de tu ganado y del fruto de tu suelo, sobre la tierra que Yahvé juró a tus padres darte. 12[1351]Yahvé abrirá su benéfico tesoro, los cielos, para dar a tu tierra la lluvia a tiempo, y para bendecir toda obra de tu mano, de modo que tú prestarás a muchos pueblos sin tomarles prestado. 13[1352]Te pondrá Yahvé por cabeza, y no por cola; estarás solamente encima, y jamás debajo, si obedeces los mandamientos de Yahvé, tu Dios, que yo hoy te ordeno para que los guardes y pongas en práctica; 14y si no te apartas de ninguna de las cosas que hoy te prescribo, ni a la derecha, ni a la izquierda, siguiendo a otros dioses para servirles.

Maldiciones para el pueblo transgresor de la Ley

15Pero si no escuchares la voz de Yahvé, tu Dios, y si no observas ni practicas todos sus mandamientos y todas sus leyes que hoy te intimo, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:

16Maldito serás en la ciudad, y maldito en el campo. 17[1353]Malditos serán tu canasto y tu artesa. 18Maldito será el fruto de tu seno, el fruto de tu tierra, las crías de tus vacas y las de tus ovejas. 19MaIdito serás en tu entrada, y maldito en tu salida.

20Yahvé enviará sobre ti la maldición, la consternación y la amenaza en todo cuanto emprendas, hasta que seas destruido, y hasta que perezcas en breve, a causa de la maldad de tus obras, por las cuales me has abandonado. 21Yahvé hará que se te pegue la peste, hasta acabar contigo en la tierra adónde vas a entrar para poseerla. 22Yahvé te herirá de consunción, de fiebre, de inflamación, de ardor y de sequía, de tizón y de añublo, que te perseguirán hasta que perezcas. 23[1354]Tu cielo sobre tu cabeza será de bronce, y tu tierra bajo tus pies, de hierro. 24En vez de lluvia Yahvé dará a tu tierra polvo y ceniza, que caerán sobre ti desde el cielo hasta que seas destruido. 25Yahvé hará que seas derrotado delante de tus enemigos. Saldrás contra ellos por un solo camino, y por siete caminos huirás delante de ellos y serás objeto de horror para todos los reinos de la tierra. 26Tu cadáver servirá de pasto a todas las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y no habrá quien las espante.

27[1355]Yahvé te herirá con la úlcera de Egipto, con hemorroides, con sarna y tina, de que no podrás curarte. 28Yahvé te herirá con locura, con ceguera y con turbación de espíritu. 29Andarás a tientas en pleno día como anda palpando el ciego en las tinieblas. No tendrás éxito en tus caminos, sino que todos los días serás oprimido y despojado sin que haya quien te libre. 30Te desposarás con una mujer, y otro la poseerá; edificarás una casa, y no habitarás en ella; plantarás una viña y no la disfrutarás. 31Tu buey será degollado delante de tus ojos, y tú no comerás de él; tu asno será robado en tu presencia, y no te será restituido; tus ovejas caerán en manos de tus enemigos, sin que haya quien las libre. 32Tus hijos y tus hijas serán dados a otro pueblo, y viéndolo tus ojos desfallecerán por ellos todo el día, y tu mano no podrá hacer nada. 33El fruto de tu tierra y todo el producto de tu trabajo, lo comerá un pueblo que tú no conoces; siempre serás oprimido y maltratado. 34Te volverás loco a causa de lo que verán tus ojos. 35[1356]Yahvé te herirá con úlceras malignas en las rodillas y en las piernas, y no podrás curarte desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

36[1357]Yahvé te transportará a ti y al rey que pongas sobre ti, a un pueblo desconocido de ti y de tus padres; y allá servirás a otros dioses, a leño y piedra. 37Y vendrás a ser un objeto de espanto, de proverbio y de befa entre todos los pueblos adonde Yahvé te llevará. 38Echarás mucha semilla en el campo, y recogerás poco, porque lo devorará la langosta. 39Plantarás viñas y las labrarás, pero no beberás vino ni vendimiarás, porque lo comerá el gusano. 40Tendrás olivos en todos tus términos, mas no te ungirás con aceite, pues tus aceitunas se caerán. 41Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al cautiverio. 42[1358]Todos tus árboles y los frutos de tu tierra serán consumidos por los insectos. 43El extranjero que habita en medio de ti se elevará cada vez más sobre ti, en tanto que tú caerás cada vez más abajo. 44Él te prestará a ti, mas tú no le prestarás a él; él será cabeza, y tú serás cola.

45Todas estas maldiciones vendrán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta que seas destruido, por no haber escuchado la voz de Yahvé, tu Dios, ni guardado sus mandamientos y leyes que Él te ha prescrito; 46y quedarán en ti, como señal y portento, y también en tu descendencia, para siempre.

47Por cuanto no serviste a Yahvé, tu Dios, con alegría y buen corazón a pesar de que abundaba todo, 48servirás a tus enemigos que Yahvé enviará contra ti, en hambre, en sed, en desnudez y todo género de miserias. Él pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro, hasta aniquilarte. 49[1359]Yahvé hará venir contra ti, desde lejos, desde los cabos de la tierra, con la rapidez del águila, una nación cuya lengua no entiendes, 50gente de aspecto feroz, que no tendrá respeto al anciano ni compasión del niño. 51Devorará el fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra, hasta que seas destruido; pues no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas y ovejas, hasta exterminarte. 52Te sitiará en todas las ciudades de tu país entero, hasta que caigan tus altas y fuertes murallas en que confiabas; te sitiará en todas tus ciudades, en todo el país que Yahvé, tu Dios, te habrá dado. 53[1360]En la angustia y estrechez a que te reducirán tus enemigos, comerás el fruto de tu seno, la carne de tus hijos y de tus hijas que Yahvé, tu Dios, te habrá concedido. 54[1361]El hombre más delicado y más regalado de entre vosotros mirará con malos ojos a su hermano, a la mujer de su corazón, y al resto de sus hijos que le queden, 55pues no quiere dar a ninguno de ellos de la carne de sus hijos que él comerá, por no quedarle nada en la angustia y estrechez a que te reducirán tus enemigos en todas tus ciudades. 56La mujer más delicada y más regalada de entre vosotros, que por ternura y delicadeza nunca probó poner la planta de su pie en el suelo, mirará con malos ojos al marido de su corazón, a su hijo y a su hija, 57a las secundinas salidas de su seno y a los hijos que habrá dado a luz, pues, por falta de todo, los comerá ocultamente, en la angustia y en la estrechez a que te reducirán tus enemigos en tus ciudades.

58Si no cuidas de poner en práctica todas las palabras de esta Ley, escritas en este libro, y si no temes este nombre glorioso y terrible de Yahvé, tu Dios, 59acrecentará Yahvé extraordinariamente las plagas contra ti y tu posteridad, plagas grandes y duraderas, enfermedades malignas y continuas. 60Hará venir de nuevo sobre ti todas las plagas de Egipto que tanto te horrorizaron, y se te pegarán. 61Yahvé hará venir sobre ti también todas las enfermedades y todas las plagas que no están escritas en el libro de esta Ley, hasta que seas destruido. 62Y después de haber sido numerosos como las estrellas del cielo, quedaréis muy pocos en número, por cuanto no has escuchado la voz de Yahvé, tu Dios. 63Y así como Yahvé tenía placer en vosotros para haceros bien y para multiplicaros, de la misma manera tendrá placer en aniquilaros y destruiros. Y seréis arrancados de la tierra adonde tú vas para poseerla. 64Te esparcirá Yahvé por entre todos los pueblos, de un cabo de la tierra hasta el otro cabo de la tierra; y allí servirás a otros dioses que ni tú ni tus padres conocisteis, a leño y piedra. 65[1362]Y entre esos pueblos no encontrarás reposo ni descanso para la planta de tu pie; pues allí te dará Yahvé un corazón tembloroso, ojos decaídos y un alma abatida. 66Tu vida estará ante ti como pendiente de un hilo, tendrás miedo de noche y de día, y no confiarás de tu vida. 67A la mañana dirás: ¡Ojalá que fuera la tarde!, y a la tarde dirás: ¡Ojalá que fuera la mañana!, a causa del miedo que agita tu corazón y a causa de lo que tus ojos verán. 68[1363]Y Yahvé te volverá a llevar en navíos a Egipto, por el camino del cual te dijo: No volverás más a verlo; y allí os ofreceréis en venta a vuestros enemigos, por esclavos y esclavas, y no habrá quien os compre.”

IV. CUARTO DISCURSO DE MOISÉS
DEUTERONOMIO 29
La nueva alianza

1[1364]Estas son las palabras de la alianza que Yahvé mandó a Moisés ratificar con los hijos de Israel en el país de Moab, además de la alianza que hizo con ellos en el Horeb. 2Y convocó Moisés a todo Israel, y les dijo: “Habéis visto todo lo que hizo Yahvé ante vuestros ojos en la tierra de Egipto, al Faraón, a todos sus siervos y a todo su país: 3las grandes plagas que vieron vuestros ojos, aquellas señales y maravillas estupendas; 4[1365]pero hasta el día de hoy Yahvé no os ha dado corazón que entienda, ni ojos que vean, ni oídos que escuchen. 5[1366]Durante cuarenta años os he conducido por el desierto, y no se han gastado vuestros vestidos sobre vosotros, ni se ha roto el calzado en tu pie. 6No habéis comido pan, ni habéis bebido vino ni licor fermentado, a fin de que conocierais que Yo soy Yahvé, vuestro Dios. 7Cuando llegasteis a este lugar salieron a nuestro encuentro para Hacernos guerra, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basan, a los cuales derrotamos. 8Y apoderándonos de su tierra, la dimos en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. 9[1367]Guardad, pues, las palabras de esta alianza y ponedlas por obra, para que tengáis éxito en cuanto emprendáis.

Amenazas contra el pueblo rebelde

10Vosotros estáis hoy todos ante Yahvé, vuestro Dios: vuestros príncipes y vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros jefes, todos los hombres de Israel; 11[1368]vuestros niños, vuestras mujeres y el extranjero que se halla en tu campamento, desde tu leñador hasta tu aguador; 12para que entres en la alianza jurada que Yahvé, tu Dios, hace hoy contigo, 13[1369]a fin de constituirte hoy en pueblo suyo, y ser Él tu Dios, como te ha prometido, y como juró a tus padres, a Abrahán, a Isaac y a Jacob. 14Y no solamente con vosotros hago yo esta alianza jurada, 15sino con (todos) los que hoy están aquí con nosotros delante de Yahvé, nuestro Dios, y también con los que no están hoy aquí con nosotros.

16Vosotros sabéis cómo hemos vivido en la tierra de Egipto, y cómo hemos pasado por medio de los pueblos por los cuales tuvisteis que pasar; 17y habéis visto sus abominaciones y sus ídolos, leño y piedra, plata y oro, que hay entre ellos. 18No haya, pues, en medio de vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Yahvé, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de estos pueblos; no haya entre vosotros raíz que produzca veneno y amargura. 19[1370]Que nadie al oír las palabras de este juramento, se bendiga en su corazón, diciendo: ‘Yo tendré paz aunque persista en la dureza de mi corazón’, de modo que la borrachera terminaría en sed. 20[1371]Yahvé no le perdonará; sino que se encenderán la ira de Yahvé y su celo contra tal hombre y se echarán sobre él todas las maldiciones escritas en este libro; y Yahvé borrará su nombre de debajo del cielo. 21Yahvé le separará, para daño suyo, de todas las tribus de Israel, conforme a todas las maldiciones de la alianza escrita en este libro de la Ley. 22Y dirán las generaciones venideras de vuestros hijos que nacerán después de vosotros, y los extranjeros que vinieren de lejanas fierras, al ver las plagas de este país y las enfermedades con que Yahvé lo habrá castigado: 23azufre y sal, abrasada toda su tierra, en la que no se siembra, y que nada produce; no brota en ella hierba alguna, como sucedió en el asolamiento de Sodoma y Gomorra, Adama y Seboím, que asoló Yahvé en su ira y en su furor. 24Y se preguntarán los pueblos: ‘¿Por qué ha tratado Yahvé así a este país? ¿Por qué el furor de tan terrible cólera?’ 25Y se les dirá: ‘Porque abandonaron la alianza de Yahvé, el Dios de sus padres, que Él hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto. 26Se fueron y sirvieron a otros dioses, postrándose delante de ellos; dioses que no conocían y que Él no les había atribuido. 27Por tanto se encendió la ira de Yahvé contra este país descargando sobre él todas las maldiciones escritas en este libro; 28y los desarraigó Yahvé de su tierra con ira, con furor y con grande indignación, y los arrojó a otro país, como hoy se ve.’

29[1372]Las cosas secretas son para Yahvé, nuestro Dios, mas las cosas reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que pongamos en práctica todas las palabras de esta Ley.

DEUTERONOMIO 30
Promesas para el pueblo penitente

1Cuando vengan sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición, que he puesto ante tus ojos, y cuando las recapacites en tu corazón, en medio de todos los pueblos, entre los cuales te habrá arrojado Yahvé, tu Dios, 2y te vuelvas a Yahvé, tu Dios, escuchando su voz, conforme a todo lo que hoy te mando, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 3[1373]entonces Yahvé, tu Dios, te hará volver del cautiverio, y se compadecerá de ti, y de nuevo te congregará de en medio de todos los pueblos, entre los cuales te habrá dispersado. 4Aun cuando tus dispersados estuviesen en las extremidades del cielo, de allí te recogerá Yahvé, tu Dios, y de allí te sacará; 5y te llevará Yahvé, tu Dios, al país que poseyeron tus padres; tú lo poseerás, y Él te hará bien y te multiplicará más que a tus padres. 6[1374]Yahvé, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames a Yahvé, Dios tuyo, con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que tengas vida. 7[1375]Entonces Yahvé, tu Dios, arrojará todas estas maldiciones sobre tus enemigos y sobre los que te han odiado y perseguido. 8Tu, empero, volverás a obedecer la voz de Yahvé, y cumplirás todos sus mandamientos que hoy te ordeno. 9Y Yahvé, Dios tuyo, te dará bendiciones en todas las obras de tu mano, en el fruto de tu seno, en el fruto de tu ganado y en el fruto de tu tierra, para bien tuyo; porque Yahvé volverá a complacerse en ti, para bien tuyo, como se complacía en tus padres; 10con tal que obedezcas la voz de Yahvé, tu Dios, guardando sus mandamientos y sus leyes que están escritos en este libro de la Ley, y te conviertas a Yahvé, Dios tuyo, con todo tu corazón y con toda tu alma.

11[1376]Esta Ley, que yo hoy te intimo, no es demasiado difícil para ti, ni se halla lejos. 12No está en el cielo, de suerte que puedas decir: ‘¿Quién subirá por nosotros al cielo para que nos la traiga y nos la enseñe, y nosotros la pongamos por obra?’ 13Ni está más allá del mar, para que digas: ‘¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar para que nos la traiga y nos la enseñe, y nosotros la pongamos por obra?’ 14sino que la palabra está muy cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirla.”

Vida o muerte

15[1377]“Mira qué hoy pongo ante ti la vida y el bien, la muerte y el mal; 16pues lo que hoy te mando, es que ames a Yahvé, tu Dios, andando en sus caminos, y guardando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, para que vivas y te multipliques, y para que Yahvé, tu Dios, te bendiga en el país en cuya posesión has de entrar. 17Mas si tu corazón se aparta, de modo que no quieras escuchar, y si te dejas arrastrar a prosternarte ante otros dioses y darles culto, 18os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que moraréis poco tiempo en la tierra a cuya conquista y posesión irás después de pasar el Jordán. 19Yo invoco hoy por testigos contra vosotros el cielo y la tierra, poniendo ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu posteridad, 20[1378]amando a Yahvé, Dios tuyo, escuchando su voz y uniéndote a Él, porque Él es tu vida y la longitud de tus días, que vivirás en la tierra que Yahvé juró dar a tus padres: a Abrahán, a Isaac y a Jacob.”

V. CONCLUSIÓN
DEUTERONOMIO 31
Josué sucesor de Moisés

1Dirigido que hubo Moisés a todo Israel estas palabras, 2les dijo todavía: “Tengo ya ciento y veinte años de edad, y no puedo ya salir ni entrar; además me ha dicho Yahvé: ‘Tú no pasarás este Jordán.’ 3Yahvé, tu Dios, pasará delante de ti; Él destruirá a tu vista estos pueblos, y tú los poseerás. Josué pasará delante de ti, como Yahvé lo ha ordenado. 4Y hará Yahvé con ellos como hizo con Sehón y Og, reyes de los amorreos, y con sus reinos, a los cuales destruyó. 5Yahvé los entregará a vosotros para que hagáis con ellos como os he mandado. 6[1379]Sed fuertes y valerosos; no temáis ni os amedrentéis ante ellos; porque contigo marcha Yahvé, tu Dios, quien no te abandonará ni te desamparará.” 7Llamó, pues, Moisés a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: “Sé fuerte y valeroso, porque tú conducirás a este pueblo a la tierra que Yahvé con juramento prometió a sus padres que les daría, y tú se la darás en posesión. 8Yahvé marchará delante de ti; Él estará contigo, y no te abandonará ni te desamparará; no temas, pues, ni te amedrentes.”

Lectura periódica de la Ley

9[1380]Escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevan el Arca de la Alianza de Yahvé, y a todos los ancianos de Israel. 10[1381]Y les dio Moisés esta orden: “Al cabo de cada siete años en la celebración periódica del año de remisión, en la fiesta de los Tabernáculos, 11cuando viene todo Israel a presentarse delante de Yahvé, tu Dios, en el lugar por Él elegido, leerás esta Ley en presencia de todo Israel, a oídos de ellos. 12Congregarás el pueblo, los hombres y las mujeres, los niños y los extranjeros que moran dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan a temer a Yahvé, Dios vuestro, y cuiden de cumplir las palabras de esta Ley. 13Y también los hijos de ellos, que no la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Yahvé, vuestro Dios, todos los días que viviereis en la tierra a la cual vais pasando el Jordán para tomarla en posesión.”

Futura rebeldía de Israel

14Diio Yahvé a Moisés: “Mira, el tiempo en que has de morir está cerca; llama a Josué, y presentaos en el Tabernáculo de la Reunión y Yo le daré mis órdenes.” Fueron, pues, Moisés y Josué y se presentaron en el Tabernáculo de la Reunión. 15Y se apareció Yahvé en el Tabernáculo, en la columna de nube, la cual se detuvo a la entrada del Tabernáculo. 16Y dijo Yahvé a Moisés: “He aquí que vas a descansar con tus padres; y se rebelará este pueblo, y fornicará en pos de los dioses extraños de la tierra adonde va para morar allí; y me abandonará y quebrantará la alianza que con él he pactado. 17Y se encenderá mi ira contra él en aquel día; los abandonaré y esconderé de ellos mi rostro; será consumido, y le alcanzarán muchos males y angustias, de manera que en aquel día dirá: ‘¿No me han alcanzado estos males porque mi Dios no está en medio de mí?’ 18Y Yo sin falta esconderé mi rostro en aquel día a causa de todas las maldades que habrá hecho, siguiendo a otros dioses.

19[1382]Ahora, pues, escribíos este cántico; y tú lo enseñarás a los hijos de Israel, poniéndolo en su boca, para que este cántico me sirva de testimonio contra los hijos de Israel. 20Porque cuando Yo hubiere introducido a este pueblo en la tierra que con juramento he prometido a sus padres, tierra que mana leche y miel, y él haya comido, y se haya hartado y puesto gordo, se pasará a otros dioses para servirlos, y a Mí me tratarán con desprecio y quebrantarán mi alianza. 21Pero cuando le alcancen muchos males y angustias, este cántico será testigo contra ellos, porque no será olvidado en la boca de sus descendientes. Pues conozco los planes que está maquinando ya en este momento en que no le he introducido todavía en la tierra que le tengo prometida con juramento.”

22Escribió, pues, Moisés este cántico en aquel mismo día, y lo enseñó a los hijos de Israel.

23Y (Yahvé) dio sus órdenes a Josué, hijo de Nun, y le dijo: “Sé fuerte y valeroso, porque tú conducirás a Israel a la tierra que les he jurado; y Yo seré contigo.”

Moisés entrega el libro de la Ley a los levitas

24Cuando Moisés hubo acabado de escribir en un libro todas las palabras de esta Ley hasta el fin, 25mandó a los levitas portadores del Arca de la Alianza de Yahvé, diciendo: 26[1383] “Tomad este libro de la Ley y ponedlo al lado del Arca de la Alianza de Yahvé, vuestro Dios, para que allí quede por testimonio contra ti. 27Porque conozco tu ánimo rebelde y tu dura cerviz. Si estando yo todavía vivo en medio de vosotros habéis sido rebeldes a Yahvé, ¿cuánto más lo seréis después de mi muerte? 28Congregadme todos los ancianos de vuestra tribus, y vuestros jefes, para que diga estas palabras a sus oídos y ponga por testigos contra ellos el cielo y la tierra. 29Pues bien sé que después de mi muerte os pervertiréis totalmente, apartándoos del camino que os he prescrito, mas en los días venideros os sobrevendrá el mal, por haber hecho lo que es malo a los ojos de Yahvé, irritándolo con las obras de vuestras manos.”

30Pronunció, pues, Moisés a oídos de todo el pueblo de Israel todas las palabras de este cántico hasta el fin.

DEUTERONOMIO 32
Cántico de Moisés

1[1384]Escuchad, oh cielos, que yo hablaré;

oiga la tierra las palabras de mi boca.

2Descienda, como lluvia, mi doctrina;

destile mi palabra cual rocío,

cual llovizna sobre la hierba,

como gotas de agua sobre el césped.

3Pues celebraré el nombre de Yahvé;

¡dad gloria a nuestro Dios!

4[1385]Él es la Roca, perfecta es su obra,

justos son todos sus caminos;

es un Dios fiel y sin iniquidad;

justo y recto es Él.

5[1386]Prevaricaron contra Él

los que por sus inmundicias ya no son hijos suyos,

una generación depravada y perversa.

6¡Así retribuís a Yahvé,

oh pueblo necio e insensato!

¿No es Él tu padre que te adquirió

tu creador, tu fundador?

7Acuérdate de los tiempos antiguos;

considerad los años,

generación tras generación;

pregunta a tu padre, y él te lo anunciará;

a tus ancianos y ellos te lo dirán.

8[1387]Cuando el que mora en lo alto

dio a cada nación su posesión,

cuando dividió a los hijos de los hombres,

fijó los límites de los pueblos

según el número de los hijos de Israel.

9Pues la porción de Yahvé es su pueblo,

Jacob la herencia peculiar suya.

10[1388]Lo halló en una tierra desierta,

en la soledad, entre aullidos salvajes;

y rodeándolo por todas partes lo cuidó,

y lo guardó como a la niña de sus ojos.

11[1389]Como el águila vigila sobre su nido

cuando revolotea sobre sus polluelos,

extiende sus alas, los toma,

y los lleva sobre sus alas;

12[1390]así Yahvé solo lo conducía

no estaba con él dios ajeno.

13Le hizo escalar las alturas de la tierra,

para que comiera los frutos del campo;

le dio a sorber miel de la peña,

y aceite de la durísima roca,

14manteca de vacas y leche de ovejas,

con pingües corderos,

carneros de Basan y machos cabríos,

con lo más escogido del trigo;

y bebiste la sangre espumante de la uva.

15[1391]Mas engordó Yeschurún, y dio coces;

— ¡engordaste, engrosaste, te hinchaste!—

y abandonó a Dios su Hacedor,

despreciando la Roca de su salvación.

16Le provocaron con dioses extraños;

con abominaciones incitaron su ira.

17Ofrecían sacrificios a los demonios,

que no son Dios,

a dioses que no habían conocido,

a nuevos y recién venidos,

que no adoraron vuestros padres.

18Abandonaste la Roca que te engendró,

diste al olvido a Dios que te dio el ser.

19Lo vio Yahvé y sintió asco,

pues sus hijos y sus hijas le provocaron.

20Y dijo: “Les esconderé mi rostro,

veré cuál será su fin;

es una raza perversa, hijos desleales.

21[1392]Han provocado mis celos con no-dioses,

me han irritado con sus ídolos.

Por eso provocaré sus celos

con aquellos que no son pueblo;

con una nación necia los irritaré.

22[1393]Se ha encendido el fuego de mi ira,

que arderá hasta lo más hondo del infierno,

devorando la tierra con sus productos,

y abrasando los cimientos de los montes.

23Males quiero amontonar sobre ellos,

agotar contra ellos mis flechas.

24[1394]Los consumirá el hambre,

y los devorará la ardiente fiebre,

la amarga pestilencia.

Enviaré contra ellos dientes de fieras

y el veneno de las (serpientes)

que se arrastran por el polvo.

25Por fuera los destruirá la espada,

y dentro de la casa el espanto,

lo mismo al joven como a la doncella,

al niño de pecho como al anciano.

26Quisiera decir: “Los aniquilaré;

haré cesar de entre los hombres su memoria”,

27[1395]si no temiera la arrogancia del enemigo;

pues lo verían sus adversarios;

y dirían: “Nuestra mano ha prevalecido,

no es Yahvé quien ha hecho todo esto.”

28[1396]Pues es gente sin inteligencia,

y no hay en ellos entendimiento.

29¡Oh si fueran sabios para entenderlo

y comprender lo que les espera!

30¿Cómo puede perseguir uno a mil,

y dos espantar a diez mil,

si no porque su Roca los ha vendido,

y Yahvé los ha entregado?

31Pues no es la Roca nuestra como la suya;

los mismos enemigos lo testifican.

32[1397]Porque su vid es de la vid de Sodoma

y de las campiñas de Gomorra;

sus uvas son uvas venenosas,

y llenos de amargura sus racimos.

33Veneno de dragones es su vino,

ponzoña terrible de áspides.

34[1398]¿No tengo Yo esto guardado conmigo,

sellado entre mis tesoros?

35[1399]Mía es la venganza y la retribución;

a su tiempo resbalará su pie;

pues el día de su ruina está cerca,

su destino viene volando.

36Pues Yahvé juzga a su pueblo,

y se compadecerá de sus siervos,

cuando vea que ya no tienen fuerza

y no les queda ni esclavo ni libre.

37[1400]Entonces dirá: ¿Dónde están sus dioses,

la Roca en que se refugiaron?

38(¿Dónde están esos dioses),

que comían la grosura de sus sacrificios,

y bebían el vino de sus libaciones?

¡Levántense y vengan a socorreros,

y sean ellos vuestro amparo!

39[1401]Ved ahora que soy Yo, y solo Yo,

y no hay dioses junto a Mí;

Yo soy quien doy la muerte

y doy la vida;

Yo hiero y Yo sano,

y no hay quien se libre de mi mano.

40Porque alzando al cielo mi mano,

digo: “Por mi vida eterna:

41Cuando afile el rayo de mi espada,

y mi mano empuñe el juicio,

tomaré venganza de mis enemigos,

y daré el pago a los que me odian.

42Embriagaré de sangre mis saetas,

y mi espada comerá carne,

la sangre de muertos y de cautivos,

y las cabezas de los caudillos enemigos.”

43[1402]Ensalzad, oh naciones, a su pueblo,

porque Él vengará la sangre de sus siervos;

tomará venganza de sus enemigos,

y espulgará a su tierra, a su pueblo.

44Fue, pues, Moisés, y dijo todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo él con Josué, hijo de Nun. 45Y cuando Moisés hubo acabado de comunicar todas estas palabras a todo Israel, 46les dijo: “Fijad vuestro corazón en todas estas palabras que hoy os he proclamado, Los prescribiréis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de poner por obra todas las palabras de esta Ley. 47[1403]Porque no es cosa inútil para vosotros, es vuestra vida; por medio de esta palabra prolongaréis vuestros días sobre la tierra en cuya posesión vais a entrar, pasando el Jordán.”

Dios anuncia a Moisés la muerte

48En aquel día habló Yahvé a Moisés, diciendo: 49“Sube a esta montaña de Abarim, al monte Nebo, que está en el país de Moab, frente a Jericó; y mira la tierra de Canaán, que voy a dar en posesión a los hijos de Israel. 50En el monte al que has de subir morirás y serás reunido con tu pueblo; así como murió Aarón, tu hermano, en el monte Hor, y fue reunido con su pueblo. 51[1404]Porque habéis pecado contra Mí en medio de los hijos de Israel, junto a las aguas de Meribá, en Cades, en el desierto de Sin y porque no me glorificasteis en medio de los hijos de Israel. 52Verás delante de ti la tierra que Yo voy a dar a los hijos de Israel, pero no entrarás en ella.”

DEUTERONOMIO 33
Bendición de Moisés

1[1405]Esta es la bendición que Moisés varón de Dios, antes de morir, dio a los hijos de Israel. 2[1406]Dijo:

“Vino Yahvé del Sinaí,

se les apareció desde Seír,

resplandeció desde el monte Farán,

avanzando en medio de santas miríadas,

con centellas de fuego en su diestra;

3[1407]pues Él ama a su pueblo.

Todos sus santos están en su mano.

Sentados a tus pies

cada uno recibe tus palabras.

4Moisés nos dio la Ley,

que es herencia del pueblo de Jacob.

5[1408]Él fue rey en Yeschurún

cuando se congregaron los jefes del pueblo,

se juntaron las tribus de Israel.”

6[1409]“¡Viva Rubén, y no muera,

aunque sea pequeño su número!”

7[1410]He aquí lo que dijo sobre Judá:

“Oye, Yahvé, la voz de Judá,

y dale parte en su pueblo,

por el cual luchan sus manos;

sé tú su auxilio contra sus adversarios.”

8[1411]Sobre Leví dijo:

“Tus Tummim y Urim tiene tu varón santo,

al cual pusiste a prueba en Masá,

y por el cual luchaste junto a las aguas de Meribá;

9[1412]el que dijo a su padre y a su madre:

‘No los he visto’;

y no hizo caso de sus hermanos,

ni reconoció a sus propios hijos.

Porque guardaron tu palabra

y vigilaron sobre tu Alianza.

10[1413]Ellos enseñan tus juicios a Jacob,

y tu ley a Israel;

ofrecen incienso delante de Ti,

y holocaustos sobre tu altar.

11¡Bendice, oh Yahvé, su fortaleza,

acepta la obra de sus manos;

destroza las espaldas de sus enemigos

y de los que le odian para que no se levanten más!”

12[1414]Sobre Benjamín dijo:

“Amado de Yahvé

habitará en seguridad a Su lado;

Yahvé le protegerá siempre;

entre sus hombros tendrá su morada.”

13[1415]Sobre José dijo:

“Bendita de Yahvé sea tu tierra,

con lo más precioso del cielo, el rocío,

con (los manantiales del) abismo de abajo;

14con lo mejor de los productos del sol,

con el más excelente (fruto) de los meses,

15[1416]con lo mejor de los montes antiguos,

con lo más rico de los collados eternos;

16[1417]con lo más exquisito de la tierra

-y de su abundancia.

¡Que el favor de Aquel

que habitó en la zarza

venga sobre la cabeza de José,

sobre la frente del príncipe de sus hermanos!

17Como su toro primogénito es su fuerza;

sus cuernos son como los cuernos del búfalo:

con ellos acornea a todos los pueblos juntos

hasta los confines de la tierra.

Tales son las miríadas de Efraím,

tales los millares de Manasés.”

18[1418]A Zabulón le dijo:

“Regocíjate, Zabulón, en tu tráfico,

y tu Isacar, en tus tiendas.

19Invitan a los pueblos a la montaña;

allí ofrecen sacrificios de justicia;

pues chupan las riquezas del mar,

y los tesoros escondidos de la costa.”

20[1419]Sobre Gad dijo:

“¡Bendito el que ensanchó a Gad!

Está echado como leona,

desgarra a una el brazo con la cabeza.

21Eligió el primero su parte,

porque allí se guardaba la porción del príncipe.

Marchando al frente del pueblo,

ejecutó los decretos de Yahvé,

y sus juicios junto con Israel.”

22[1420]Sobre Dan dijo:

“Dan es cachorro de león,

que se lanza desde Basan.”

23[1421]Sobre Neftalí dijo:

“Neftalí goza de favores,

y colmado de la bendición de Yahvé

posee el mar y el mediodía.”

24[1422]Sobre Aser dijo:

“Aser es el bendito entre los hijos,

el favorecido entre sus hermanos,

y baña su pie en aceite.

25[1423]De hierro y de bronce son tus cerrojos,

y tan largo, como tus días, tu reposo.”

26[1424]“No hay igual al Dios de Yeschurún,

el que en auxilio tuyo

marcha sobre los cielos,

y en su majestad sobre las nubes.

27[1425]El Dios eterno es refugio (tuyo),

y tu sostén son los brazos eternos.

El mismo expulsa delante de ti al enemigo,

y dice: “¡Destruye!”.

Israel habita en seguridad,

la fuente de Jacob brota aparte,

en una tierra de trigo y de vino

y cuyos cielos destilan el rocío.

28[1426]¡Dichoso tú, oh Israel!

¿Quién como tú, oh pueblo

salvado por Yahvé,

el escudo de tu auxilio,

y la espada de tu triunfo?

Tus enemigos rehusarán reconocerte,

pero tú hollarás sus alturas.”

DEUTERONOMIO 34
Muerte de Moisés

1[1427]Subió Moisés desde las campiñas de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Fasga, que está frente a Jericó; y Yahvé le mostró el país entero: de Galaad hasta Dan, 2y todo Neftalí, y la tierra de Efraím y de Manasés, y toda la tierra de Judá, hasta el mar occidental; 3el Négueb, y la vega del valle de Jericó, ciudad de las palmas, hasta Segor. 4Y le dijo Yahvé: “Esta es la tierra respecto de la cual juré a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré. Te la hago ver con tus ojos, mas no entrarás en ella.”

5[1428]Allí murió Moisés, siervo de Yahvé en el país de Moab, según había dispuesto Yahvé. 6Y Él lo enterró en un valle en el país de Moab, frente a Bet-Fegor; y nadie hasta hoy ha sabido su sepulcro. 7Tenía Moisés ciento y veinte años cuando murió; y no se había ofuscado su ojo, ni se había perdido su vigor. 8Los hijos de Israel lloraron a Moisés en las campiñas de Moab durante treinta días; y así se cumplieron los días de llanto en el duelo por Moisés.

9[1429]Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él. Le obedecieron los hijos de Israel, e hicieron como Yahvé había mandado a Moisés.

10[1430]No se ha levantado otro profeta en Israel como Moisés, con quien Yahvé tratase cara a cara; 11ni en cuanto a todas las señales y maravillas que Yahvé le mandó hacer en el país de Egipto, contra el Faraón, sus siervos y todo su país, 12ni en cuanto a todas las obras poderosas y terribles prodigios que Moisés hizo a la vista de todo Israel.

LIBROS HISTÓRICOS

JOSUÉ

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INTRODUCCIÓN

El libro de Josué narra la conquista de la Tierra prometida, llevada a cabo después de la muerte de Moisés por Josué, el nuevo caudillo y sucesor de Moisés.

El libro se divide en dos partes, de las cuales la primera (capítulos 1-12) relata el paso del Jordán, la toma de Jericó, las batallas de Hai y Gabaón y otros sucesos relacionados con la ocupación del país. La segunda parte (capítulos 13-22) trata del reparto de la tierra de Canaán entre las doce tribus que la recibieron en suerte. Termina como el Deuteronomio, con la renovación de la Alianza (capítulos 23 y 24).

El título no quiere decir que Josué mismo sea el autor del libro. Sin embargo, hay indicios de que el conquistador hiciera uso del arte de escribir (Josué 24, 26). La tradición judía y muchos santos Padres le atribuyen a él mismo la composición del libro, mientras que los modernos en su mayoría, son de opinión contraria, sosteniendo que el autor no fue Josué sino otro escritor, que utilizó relatos y documentos, escritos por Josué y otros en tiempos de la ocupación de Canaán.

El libro fue redactado antes del establecimiento de la monarquía en Israel, pues al tiempo que se escribía, estaban los gabaonitas todavía al servicio del Santuario. Ahora bien, por otra fuente (II Reyes capítulo 21) sabemos que Saúl, el primer monarca los persiguió hasta el exterminio. En Josué 6, 25 leemos que Rahab y su familia vivía aún al tiempo de la composición del libro. Esta observación permite suponer que el libro fue escrito por un contemporáneo de Josué.

El objeto del Libro de Josué es mostrar la fidelidad de Dios en el cumplimiento de su promesa de dar a su pueblo la tierra de Canaán.

Los datos del Libro de Josué son confirmados indirectamente por las tablas cuneiformes del archivo de Tell el-Amarna, las que describen la situación política de entonces de la misma manera que el Libro sagrado. No había gobierno central ni jefe superior, sino que una multitud de reyezuelos vivían entre sí en constante hostilidad y solo se unían cuando un común y poderoso enemigo los amenazaba.

I. CONQUISTA DE CANAÁN
JOSUÉ 1
Orden de tomar posesión de Canaán

1[1431]Después de la muerte de Moisés, siervo de Yahvé, habló Yahvé a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés, diciendo: 2“Moisés, mi siervo, ha muerto; levántate, pues, y pasa este Jordán, tú con todo este pueblo, al país que Yo doy a los hijos de Israel. 3[1432]Todos los lugares que pisare la planta de vuestros pies, a vosotros os los doy, como he prometido a Moisés. 4[1433]Vuestros términos serán desde el desierto y este Líbano hasta el río grande, el río Éufrates, toda la tierra de los heteos, y hasta el Mar Grande, donde se pone el sol. 5[1434]Nadie podrá resistir ante ti en todos los días de tu vida; como Yo fui con Moisés así seré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.

6Sé fuerte y valeroso, porque tú darás a este pueblo en herencia el país que Yo juré a sus padres que les daría. 7Sé, pues, valeroso y esfuérzate por observar y practicar la Ley que te prescribió mi siervo Moisés; no te apartes de ella, ni a la derecha ni a la izquierda, a fin de que tengas buen éxito en todos tus caminos. 8[1435]No se aparte de tu boca este libro de la Ley; antes medita en él día y noche, para que observes y practiques todo lo que en él está escrito; porque entonces prosperarás en tu camino y tendrás buen éxito. 9¿No te lo mando Yo? Sé fuerte y valeroso; no temas ni te amedrentes, porque Yahvé, tu Dios, está contigo a dondequiera que vayas.”

Orden de partida

10Entonces dio Josué a los jefes del pueblo esta orden: 11Recorred el campamento y mandad al pueblo, diciendo: “Proveeos de víveres, porque dentro de tres días habéis de pasar este Jordán, para ir a ocupar el país que Yahvé, vuestro Dios, os da en posesión”.

12[1436]A los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, habló Josué en estos términos: 13“Acordaos de lo que Moisés, siervo de Yahvé, os mandó diciendo: Yahvé, vuestro Dios, os ha concedido descanso dándoos este país. 14Vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros ganados se quedarán en el país que Moisés os dio en esta parte del Jordán, pero vosotros, todos los hombres fuertes y valientes, pasaréis armados delante de vuestros hermanos y los ayudaréis, 15hasta que Yahvé conceda descanso a vuestros hermanos, así como a vosotros, y posean también ellos el país que Yahvé, vuestro Dios, les ha de dar. Después volveréis al país de vuestra posesión y lo poseeréis; ese país que Moisés, siervo de Yahvé, os dio en esta parte del Jordán, al oriente.”

16Ellos respondieron a Josué, diciendo: “Todo cuanto nos mandares lo haremos; y a dondequiera que nos enviares, iremos. 17[1437]Así como en todo obedecimos a Moisés, del mismo modo te obedeceremos también a ti, solamente que Yahvé, tu Dios, esté contigo, como estuvo con Moisés. 18Quienquiera que rebelándose contra tus órdenes, no escuchare tus palabras en todo lo que le mandes, morirá. Mas tú, esfuérzate y ten ánimo.”

JOSUÉ 2
Rahab y los exploradores

1[1438]Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sitim dos espías, diciendo: “Andad, explorad el país y a Jericó.” Partieron y entraron en casa de una ramera llamada Rahab, donde se hospedaron.2Mas se dio aviso al rey de Jericó, con estas palabras: “He aquí que durante la noche han llegado aquí unos hombres de los hijos de Israel, para explorar la tierra.” 3Entonces el rey de Jericó mando decir a Rahab: “Saca fuera a los hombres que han venido a ti y han entrado en tu casa; porque han venido a explorar todo el país.” 4Entretanto la mujer había tomado a los dos hombres para esconderlos, por lo cual dijo: “Es verdad que vinieron a mí aquellos hombres, pero yo no sabía de dónde eran. 5Salieron cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro; no sé a dónde se han dirigido. Corred a prisa en pos de ellos, que de seguro los alcanzaréis.” 6En realidad ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los tallos de lino que tenía dispuestos en el terrado. 7Fueron, pues, tras ellos aquellos hombres, persiguiéndolos camino del Jordán, hasta los vados; y luego que los perseguidores habían salido, se cerraron las puertas.

El pacto con Rahab

8Aún no se habían acostado los espías, cuando ella subió al terrado, donde estaban, 9y dijo a los hombres: “Yo sé que Yahvé os ha dado este país, porque el terror de vuestro nombre ha caído sobre nosotros y todos los habitantes del país tiemblan ante vosotros. 10Pues hemos oído cómo Yahvé secó delante de vosotros las aguas del Mar Rojo, cuando salisteis de Egipto, y cómo habéis tratado a los dos reyes de los amorreos, en la otra parte del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales entregasteis al anatema. 11[1439]Al oírlo se nos derritió el corazón y todos han perdido el ánimo ante vosotros; porque Yahvé, vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra. 12Ahora os ruego que me juréis por Yahvé que como yo he usado de misericordia con vosotros, así también vosotros usaréis de misericordia con la casa de mi padre, y me daréis una señal de seguridad, 13de que dejaréis la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, y a mis hermanas, y a todo lo que es suyo, y que libraréis nuestras vidas de la muerte.” 14Los hombres le respondieron: “Con nuestra vida salvaremos la vuestra con tal que no nos denuncies. Y será que cuando Yahvé nos entregare el país, usaremos contigo de misericordia y de fidelidad.” 15[1440]Tras lo cual ella los descolgó con una cuerda desde la ventana, pues estando su casa en el muro de la ciudad, vivía en el muro.16“¡Marchaos, les dijo, a la montaña, no sea que os alcancen los que fueron en persecución vuestra! Allí escondeos tres días, hasta que hayan vuelto los perseguidores; después seguiréis vuestro camino.”

17Los hombres le dijeron: “Nosotros sin falta cumpliremos este juramento que nos has tomado. 18[1441]Mira, cuando entremos en el país, atarás este cordón de hilo escarlata en la ventana por donde nos descolgaste; y reunirás contigo dentro de la casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos, y a toda la casa de tu padre. 19Si alguno sale fuera de la puerta de tu casa, su sangre recaerá sobre su propia cabeza, y nosotros quedaremos sin culpa; pero si mano alguna toca a los que estén contigo dentro de la casa, su sangre recaerá sobre nuestra cabeza. 20Pero si nos denuncias, nos veremos libres de este juramento que nos has tomado.” 21Ella respondió: “Como vosotros decís, así sea”. Después los despidió, y se fueron. Y ella ató el cordón de escarlata a la ventana.

Regreso de los exploradores

22Partieron ellos en dirección de la montaña, donde estuvieron tres días, hasta el regreso de los que habían ido en su persecución. Pues los perseguidores los habían buscado en todo el camino, sin hallarlos. 23Se volvieron entonces los dos hombres; bajando de la montaña pasaron (el río) y vieron a Josué, hijo de Nun, al cual refirieron todo lo que les había sucedido.

24Dijeron a Josué: “Cierto es que Yahvé ha dado en nuestra mano todo este país, porque todos los moradores del país tiemblan ya ante nosotros.”

JOSUÉ 3
Preparativos para el paso del Jordán

1Se levantó Josué muy de mañana, y partiendo de Sitim, él y todos los hijos de Israel, vinieron al Jordán, donde se detuvieron antes de cruzarlo.2Al cabo de tres días, los jefes pasaron por en medio del campamento, 3[1442]y dieron al pueblo esta orden: “Cuando veáis el Arca de la Alianza de Yahvé, vuestro Dios, y a los sacerdotes levitas que la llevan, partid también vosotros de vuestro lugar y marchad en pos de ella —4[1443]pero dejad entre vosotros y ella un espacio de unos dos mil codos de distancia y no os acerquéis a ella—, para que podáis saber el camino que habéis de seguir; pues no habéis pasado antes por este camino.” 5[1444]Y Josué dijo al pueblo: “Santificaos, porque mañana Yahvé hará maravillas en medio de vosotros.” 6Habló Josué también a los sacerdotes, diciendo: “Alzad el Arca de la Alianza e id delante del pueblo.” Alzaron el Arca de la Alianza y se pusieron en marcha al frente del pueblo.

7Y dijo Yahvé a Josué: “Hoy comenzaré a engrandecerte ante todo Israel, para que sepan ellos que Yo estoy contigo como estuve con Moisés. 8Manda a los sacerdotes que llevan el Arca de la Alianza, y diles: “Cuando lleguéis a la orilla de las aguas del Jordán, paraos, en el mismo Jordán.” 9Dijo Josué a los hijos de Israel: “Venid aquí y escuchad las palabras de Yahvé, vuestro Dios.” 10Y añadió Josué: “En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros, y que infaliblemente expulsará de delante de vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al fereceo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo. 11He aquí que el Arca de la Alianza del Señor de toda la tierra va a pasar delante de vosotros por medio del Jordán. 12[1445]Tomaos doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu; 13[1446]y cuando los sacerdotes que llevan el Arca de Yahvé, Señor de toda la tierra, pongan la planta de sus pies en las aguas del Jordán, estas se cortarán; es decir, las aguas que vienen de arriba, se pararán y formarán un montón.”

El paso del Jordán

14Entonces salió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, y los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza marchaban al frente del pueblo, 15[1447]y cuando llegaron los portadores del Arca al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca se mojaron en la orilla de las aguas —pues el Jordán se desborda por todas sus orillas durante toda la siega—; 16[1448]se pararon las aguas que venían de arriba elevándose a mucha distancia en forma de un montón, junto a Adam, ciudad que está al lado de Sartán; y las aguas que corrían hacia el Mar del Arabá, el Mar Salado, quedaron completamente cortadas; y el pueblo pasó frente a Jericó. 17Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza de Yahvé estaban parados sobre el suelo enjuto, en medio del Jordán, mientras todo Israel iba pasando en seco, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán.

JOSUÉ 4
Las doce piedras conmemorativas

1Cuando todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán, habló Yahvé a Josué, diciendo: 2“Tomaos de entre el pueblo doce hombres, uno de cada tribu, 3y dadles esta orden: De ahí, de en medio del Jordán, del lugar donde se han parado los pies de los sacerdotes, tomad doce piedras, que llevaréis con vosotros para colocarlas en el lugar donde acampéis esta noche.”

4[1449]Llamó Josué a los doce hombres que había elegido de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu; 5y les dijo: “Id al medio del Jordán, hasta donde está el Arca de Yahvé, vuestro Dios, y cada uno de vosotros cargue una piedra sobre su hombro, según el número de las tribus de los hijos de Israel. 6[1450]y sirva esto de señal en medio de vosotros. Cuando el día de mañana preguntaren vuestros hijos diciendo: ‘¿Qué significan para vosotros estas piedras?’, 7les responderéis: “Las aguas del Jordán se cortaron ante el Arca de la Alianza de Yahvé. Cuando ella pasó el Jordán, se partieron en dos las aguas del Jordán; y estas piedras han de ser un monumento sempiterno para los hijos de Israel.”

8Los hijos de Israel lo hicieron así como Josué había ordenado. Tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como Yahvé lo había mandado a Josué, según el número de las tribus de los hijos de Israel; y llevándolas consigo al lugar en que habían de acampar las asentaron allí. 9Josué erigió también doce piedras en medio del Jordán, donde habían estado los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza, y allí han quedado hasta el día de hoy.

Los sacerdotes salen del Jordán

10Los sacerdotes que llevaban el Arca se habían quedado parados en medio del Jordán hasta el cumplimiento de todo lo que Yahvé había mandado a Josué que intimara al pueblo, conforme a cuanto Moisés había ordenado a Josué. Entretanto, el pueblo atravesó a toda prisa (el Jordán),11y cuando todo el pueblo hubo acabado de pasar, pasó también el Arca de Yahvé juntamente con los sacerdotes, a vista del pueblo.12[1451]Pasaron también armados al frente de los israelitas los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, según les había ordenado Moisés. 13Estos, unos cuarenta mil, armados para la guerra, pasaron delante de Yahvé a la batalla, a los llanos de Jericó.

14En aquel día Yahvé engrandeció a Josué a los ojos de todo Israel, de manera que le respetaron como habían respetado a Moisés, todos los días de su vida.15Yahvé habló entonces a Josué, diciendo: 16“Manda a los sacerdotes que llevan el Arca del Testimonio, que suban del Jordán.” 17Mandó, pues, Josué a los sacerdotes, diciendo: “¡Subid del Jordán!” 18[1452]Y cuando los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza de Yahvé, subieron de en medio del Jordán, y las plantas de los pies de los sacerdotes hubieron alcanzado la tierra seca, volvieron las aguas del Jordán a su lugar, desbordándose, como anteriormente, por todas sus riberas.

19[1453]El pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero, y acamparon en Gálgala, en la frontera oriental de Jericó. 20En Gálgala erigió Josué aquellas doce piedras sacadas del Jordán, 21y habló a los hijos de Israel, diciendo: “Cuando el día de mañana vuestros hijos preguntaren a sus padres, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?, 22instruiréis a vuestros hijos, y diréis: A pie enjuto pasó Israel este Jordán, 23secando Yahvé, vuestro Dios, delante de vosotros las aguas del Jordán hasta que hubisteis pasado, como lo hizo Yahvé, vuestro Dios, con el Mar Rojo, al cual secó delante de nosotros, hasta que hubimos pasado; 24para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Yahvé es poderosa y vosotros temáis a Yahvé, vuestro Dios, en todo tiempo.”

JOSUÉ 5
Circuncisión de los israelitas

1Todos los reyes de los amorreos que habitaban a la otra parte del Jordán, hacia el occidente, y todos los reyes de los cananeos que habitaban junto al mar, cuando oyeron que Yahvé había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, se desmayaron en su corazón y ya no quedó en ellos aliento, por miedo a los hijos de Israel.

2[1454]En aquel tiempo dijo Yahvé a Josué: “Hazte cuchillos de piedra y vuelve a circuncidar a los hijos de Israel por segunda vez.” 3Hízose Josué cuchillos de piedra y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.

4He aquí la causa porque Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, en el camino, cuando salieron de Egipto. 5Todo ese pueblo que salió (de Egipto) había sido circuncidado; pero no lo estaba ninguno del pueblo nacido en el desierto, en el camino, después de la salida de Egipto. 6Porque los hijos de Israel anduvieron cuarenta años por el desierto, hasta perecer todo el pueblo, los hombres de guerra salidos de Egipto, por no haber obedecido la voz de Yahvé. A ellos Yahvé les juró que no les dejaría ver la tierra que con juramento había prometido a sus padres que nos la daría, tierra que mana leche y miel. 7A los hijos de aquellos que Él había suscitado en su lugar, los circuncidó Josué, porque eran incircuncisos; pues no los habían circuncidado en el camino.8Después que todo el pueblo fue circuncidado, se quedaron en su lugar, dentro del campamento, hasta que sanaron. 9[1455]Dijo entonces Yahvé a Josué: “Hoy he quitado de sobre vosotros el oprobio de Egipto.” Y se llamó el nombre de aquel lugar Gálgala hasta el día de hoy.

Celebración de la Pascua

10Acamparon los hijos de Israel en Gálgala y celebraron la Pascua el día catorce del mes, por la tarde, en la llanura de Jericó. 11Y comieron de los productos del país desde el día siguiente a la Pascua; en aquel mismo día (comieron) panes ácimos y trigo tostado. 12[1456]Al día siguiente de comer de los productos del país, cesó el maná, y en adelante los hijos de Israel ya no tuvieron el maná, sino que comieron en aquel año de los frutos del país de Canaán.

Aparición del Ángel

13[1457]Estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y miró; y he aquí que estaba en pie delante de él un hombre con la espada desenvainada en la mano. Se le acercó Josué y le preguntó: “¿Eres tú de los nuestros, o de nuestros enemigos?” 14Él respondió: “No, sino que soy el príncipe del ejército de Yahvé, que acabo de llegar.” 15Entonces Josué cayó en tierra sobre su rostro, y adoró. Y le preguntó: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” 16[1458] El príncipe del ejército de Yahvé dijo a Josué: “Quítate el calzado de los pies, porque el lugar donde estás es santo.” Y Josué lo hizo así.

JOSUÉ 6
Toma de Jericó

1[1459]Jericó tenía bien atrancadas las puertas por miedo a los hijos de Israel; nadie podía salir ni entrar.

2Entonces dijo Yahvé a Josué: “Mira, Yo he entregado en tus manos a Jericó y su rey y sus valientes de guerra. 3Dad una vuelta a la ciudad haciendo un giro en torno a ella, todos los hombres de guerra. Así haréis por seis días, 4llevando siete sacerdotes siete trompetas de cuernos de carnero delante del Arca. Mas al día séptimo daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los sacerdotes tocarán las trompetas. 5[1460]Y cuando ellos saquen del cuerno de carnero sonidos más continuados, y vosotros oigáis su sonido, todo el pueblo gritará con grande algazara, y se derrumbara la muralla de la ciudad, y subirá el pueblo cada uno por la parte que tenga delante.”

6[1461]Entonces llamó Josué, hijo de Nun, a los sacerdotes y les dijo: “Llevad el Arca de la Alianza, y siete sacerdotes vayan con siete trompetas de cuerno de carnero delante del Arca de Yahvé.” 7Al pueblo le dijo: “Pasad y dad vuelta a la ciudad; y los hombres armados marcharán delante del Arca de Yahvé.”

8Luego que Josué hubo dado esta orden al pueblo, los siete sacerdotes con las siete trompetas de cuerno de carnero marchaban delante de Yahvé y comenzaron a tocar las trompetas, mientras el Arca de la Alianza de Yahvé seguía tras ellos. 9Al frente de los sacerdotes que tocaban las trompetas marchaban los hombres armados, y el resto del pueblo iba tras el Arca. Y mientras caminaban resonaron las trompetas. 10Josué había mandado al pueblo, diciendo: “No gritéis, ni dejéis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca palabra alguna hasta el día en que yo os diga: ¡Gritad! Entonces gritaréis.” 11Hizo que el Arca de Yahvé diera la vuelta a la ciudad, rodeándola una sola vez; y volviéndose al campamento pasaron allí la noche.

12Al día siguiente Josué se levantó muy temprano, y los sacerdotes llevaron el Arca de Yahvé. 13[1462]Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas de cuerno de carnero marchaban delante del Arca de Yahvé, tocando las trompetas. Los hombres armados iban delante de ellos, y el resto del pueblo seguía tras el Arca de Yahvé, y durante la marcha resonaban las trompetas. 14Asimismo dieron una vuelta a la ciudad el segundo día y se volvieron al campamento. Eso mismo hicieron por seis días.

15Al séptimo día se levantaron muy temprano, al despuntar el alba, y de la misma manera dieron siete veces la vuelta a la ciudad; solo aquel día dieron la vuelta a la ciudad siete veces. 16Y cuando a la séptima vez los sacerdotes tocaron las trompetas, dijo Josué al pueblo: “¡Gritad, pues Yahvé os ha entregado la ciudad! 17[1463] Y será la ciudad anatema para Yahvé, ella, y cuanto hubiere en ella. Solamente Rahab, la ramera, vivirá, ella y todos los que se hallen con ella en su casa, por cuanto escondió a los exploradores que habíamos enviado.18Pero guardaos bien de lo consagrado al anatema, no sea que apropiándoos cosa alguna consagrada al anatema, os hagáis anatema, y hagáis anatema también el campamento de Israel y lo llevéis a la perdición. 19Toda la plata, todo el oro, y todos los objetos de bronce y de hierro, serán consagrados a Yahvé y han de entrar al tesoro de Yahvé.”

20[1464]Entonces el pueblo levantó el grito, y resonaban las trompetas. Y cuando el pueblo oyó el sonido de la trompeta, comenzó a gritar con grande algazara, y se derrumbó la muralla, y el pueblo subió a la ciudad, cada uno por la parte que tenía frente a sí, y tomaron la ciudad. 21Y consagraron al anatema cuanto había en la ciudad, hombres y mujeres, niños y viejos, bueyes, ovejas y asnos.

Rahab es salvada

22Entonces Josué dijo a aquellos dos hombres que habían explorado el país: “Entrad en casa de la ramera y sacad de allí a la mujer con todos los suyos, conforme se lo jurasteis.” 23[1465] Entraron los jóvenes, los espías, y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los suyos. Sacaron a todos los de su familia y los metieron en un lugar fuera del campamento de Israel.24Después abrasaron la ciudad con cuanto en ella había, menos la plata y el oro y los objetos de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro de la Casa de Yahvé. 25[1466]Mas conservó Josué la vida a Rahab la ramera y a la casa de su padre y a todos los suyos. Ella habita en medio de Israel hasta el día de hoy por haber ocultado a los mensajeros que Josué había enviado para espiar a Jericó.

Josué maldice la ciudad

26[1467]En aquel tiempo juró Josué diciendo: “¡Maldito ante Yahvé sea quien se atreva a reedificar esta ciudad de Jericó! Al precio de su primogénito eche los cimientos de ella y a costa de su hijo menor coloque sus puertas.” 27De esta manera acompañó Yahvé a Josué, y su fama se divulgó por todo el país.

JOSUÉ 7
Derrota de Israel en Hai

1Los hijos de Israel quebrantaron el anatema; pues Acán, hijo de Carmí, hijo de Zabdí, hijo de Zare, de la tribu de Judá, tomó de lo consagrado al anatema, por lo cual se encendió la ira de Yahvé contra los hijos de Israel.

2[1468]Josué envió desde Jericó unos hombres a Hai, que está junto a Betaven, al oriente de Betel, y les habló, diciendo: “Subid y explorad el país.” Subieron los hombres y exploraron a Hai. 3De vuelta a Josué le dijeron: “No es menester que suba todo el pueblo, suban solo unos dos o tres mil hombres para derrotar a Hai. No fatigues a todo el pueblo para marchar allí, porque sus habitantes son pocos.” 4Subieron allí unos tres mil hombres del pueblo, pero huyeron ante los hombres de Hai. 5Los hombres de Hai mataron de ellos unos treinta y seis hombres, y persiguiéndoles desde la puerta hasta Sebarim los derrotaron en la bajada, con lo que se derritió el corazón del pueblo y vino a ser como agua.

Josué implora la ayuda del Señor

6[1469]Josué rasgó sus vestidos y se postró en tierra sobre su rostro delante del Arca de Yahvé hasta la tarde, así él como los ancianos de Israel, y se echaron polvo sobre sus cabezas. 7[1470]Y dijo Josué:“¡Ay, Señor, Yahvé! ¿Por qué has hecho pasar a este pueblo el Jordán para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos? ¡Ojalá hubiéramos preferido quedarnos al otro lado del Jordán! 8¡Ay Señor! ¿Qué podré decir yo, después de haber vuelto Israel las espaldas ante sus enemigos? 9Al oírlo los cananeos y todos los habitantes del país, nos cercarán y borrarán nuestro nombre, de sobre la tierra. ¿Qué harás Tú por la gloria de tu Nombre?”

10Respondió Yahvé a Josué: “Levántate, ¿por qué estás postrado sobre tu rostro? 11Israel ha pecado y también violado mi pacto que Yo les he impuesto, más aún, han tomado cosas entregadas al anatema, han robado y disimulado, poniéndolas entre su equipaje. 12[1471]Por eso los hijos de Israel no podrán resistir a sus enemigos; volverán las espaldas ante sus enemigos, pues han venido a ser anatema. No estaré más con vosotros, a menos que exterminéis el anatema de en medio de vosotros. 13Levántate, santifica al pueblo y dile: Santificaos para mañana; porque así dice Yahvé, el Dios de Israel: Hay en medio de ti, oh Israel, un anatema. No podrás resistir a tus enemigos, hasta que hayas exterminado el anatema de en medio de vosotros. 14Mañana por la mañana os presentaréis según vuestras tribus; y la tribu que Yahvé señale se acercará por parentelas: y la parentela que Yahvé señale se acercará por casas; y la casa que Yahvé señale se acercará por cabezas. 15[1472]Y el que fuere hallado con el anatema será quemado en el fuego, tanto él como todo lo suyo, por haber traspasado el pacto de Yahvé y cometido maldad en Israel.”

El castigo de Acán

16Al día siguiente se levantó Josué muy temprano, e hizo que se acercara Israel por sus tribus; y fue señalada la tribu de Judá. 17Después mandó acercarse las parentelas de Judá, y fue señalada la parentela de los zareos. Hizo se acercara la parentela de los zareos por sus varones, y fue señalado Zabdí. 18Luego hizo acercarse la casa de este por cabezas, y fue señalado Acán, hijo de Carmí, hijo de Zabdí, hijo de Zare, de la tribu de Judá.19Dijo Josué a Acán: “Hijo mío, da gloria a Yahvé, el Dios de Israel, y ríndele honor, y manifiéstame, te lo ruego, qué has hecho, no me lo encubras.” 20Acan respondió a Josué, diciendo: “Es verdad que he pecado contra Yahvé, el Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: 21[1473]Vi entre los despojos un hermoso manto de Sinear, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso; y llevado de codicia lo tomé, y he aquí que está escondido en la tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo (del manto).” 22Josué envió hombres que fueron corriendo a la tienda; y he aquí que (los objetos) estaban escondidos en la tienda, y debajo estaba el dinero. 23Los sacaron de en medio de la tienda y los llevaron a Josué y a todos los hijos de Israel; y los extendieron delante de Yahvé.

24Entonces Josué, y con él todo Israel, tomaron a Acán, hijo de Zare, con la plata y el manto y la barra de oro, y también a sus hijos y a sus hijas, y sus bueyes, asnos y ovejas y su tienda y todo lo que poseía; y los llevaron al Valle de Acor.25Y le dijo Josué: “Por cuanto tú nos has perturbado, Yahvé te perturbará a ti en este día.” Y todo Israel le apedreó. Y los quemaron después de apedrearlos, levantaron sobre él un gran montón de piedras (que se ve) hasta hoy. Con esto cesó el ardor de la ira de Yahvé. Por esto se llama aquel lugar Valle de Acor, hasta el día de hoy.

JOSUÉ 8
Toma de Hai

1Dijo Yahvé a Josué: “No temas ni te amedrentes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira que Yo he dado en tu poder al rey de Hai, su pueblo, su ciudad y su territorio. 2Y harás con Hai y con su rey como hiciste con Jericó y su rey; solamente que tomaréis para vosotros sus despojos y sus ganados. Pon una emboscada contra la ciudad, al poniente de la misma.

3[1474]Se levantó Josué con toda la gente de guerra para subir contra Hai. Y escogió Josué treinta mil combatientes valerosos a los que despachó de noche. 4Les dio esta orden: “Mirad que os pongáis en emboscada contra la ciudad, a espaldas de ella, a poca distancia, y estad todos alerta. 5Yo y toda la gente que está conmigo, nos acercaremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro, como la vez primera, echaremos a huir delante de ellos.6Cuando salgan tras nosotros, los alejaremos de la ciudad —porque se dirán: huyen de nosotros como la vez primera— y mientras seguimos huyendo delante de ellos, 7vosotros os levantaréis de la emboscada y os apoderaréis de la ciudad; y Yahvé, vuestro Dios, la entregará en vuestras manos. 8Después de apoderaros de la ciudad, pegaréis fuego a ella. Como mandó Yahvé, así lo haréis. Ved, que yo os lo he mandado.” 9Así los despachó Josué; y marcharon al lugar de la emboscada para apostarse entre Betel y Hai, al occidente de Hai. Y Josué pasó aquella noche en medio del pueblo.

10Al día siguiente se levantó Josué muy de mañana, pasó revista a la gente y subió contra Hai marchando al frente del pueblo, él y los ancianos de Israel. 11Toda la gente de guerra que con él estaba subió, y acercándose llegaron frente a la ciudad, y acamparon al norte de Hai, mediando el valle entre ellos y Hai.12Después tomó unos cinco mil hombres y los puso en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13Luego que el pueblo hubo tomado posición: todo el ejército al norte de la ciudad, y la retaguardia al occidente de la ciudad, avanzó Josué durante la noche al medio del valle.14[1475]Cuando vio esto el rey de Hai, se levantó a toda prisa, y con él todo su pueblo, y salieron al encuentro de Israel para combatir, al lugar indicado frente al Arabá; mas no sabía que había contra él una emboscada detrás de la ciudad. 15Y Josué y todo Israel se dejaron vencer por ellos, echando a huir camino del desierto; 16por lo cual se reunió todo el pueblo que había dentro de Hai para perseguirlos; y mientras perseguían a Josué, se alejaron de la ciudad. 17No quedó hombre en Hai, ni en Betel, que no hubiese salido en pos de Israel. Persiguieron a Israel, dejando abierta la ciudad.

18Entonces dijo Yahvé a Josué: “Extiende hacia Hai la lanza que tienes en tu mano, porque daré la ciudad en tu mano.” Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que tenía en su mano.

19[1476]Y apenas hubo extendido la mano, se levantaron los emboscados a toda prisa de su lugar, y corriendo entraron en la ciudad y la tomaron; y se apresuraron a pegar fuego a la ciudad. 20Cuando los hombres de Hai volvieron su rostro hacia atrás, y vieron que el humo de la ciudad iba subiendo hacia el cielo, ya no tuvieron posibilidad de huir, ni por un lado ni por el otro, ya que la gente (de Israel) que había huido hacia el desierto se volvió contra los perseguidores.21Viendo Josué y todo Israel que la emboscada había tomado la ciudad, y que iba subiendo el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los hombres de Hai, 22[1477]en tanto que los otros salieron de la ciudad a su encuentro, de manera que (los de Hai) estaban en medio de los israelitas, teniendo de un lado a unos, y del otro a otros; los cuales los batieron hasta no quedarles ni sobreviviente ni fugitivo. 23Prendieron también vivo al rey de Hai y le presentaron a Josué.

24Cuando Israel hubo matado a todos los habitantes de Hai, en el campo, en el desierto, adonde aquellos los habían perseguido, y todos ellos hasta el último hubieron sido pasados a cuchillo, se volvió todo Israel contra Hai y la pasó a filo de espada. 25El total de los que cayeron en aquel día fue de doce mil, entre hombres y mujeres, todos ellos gente de Hai. 26Josué no retrajo su mano que tenía extendida con la lanza, hasta que hubo ejecutado el anatema en todos los habitantes de Hai.27Israel tomó para sí solamente los ganados y los despojos de esta ciudad, según la orden que Yahvé había dado a Josué. 28Luego Josué quemó a Hai y la convirtió para siempre en un montón de ruinas, en una desolación hasta el día de hoy. 29Al rey de Hai lo colgó de un madero hasta la tarde. Mas a la puesta del sol, Josué dio orden y bajaron el cadáver del madero. Lo arrojaron a la puerta de la ciudad, donde levantaron sobre él un gran montón de piedras, que subsiste hasta hoy.

Renovación de la Alianza

30[1478]Entonces erigió Josué un altar a Yahvé, Dios de Israel, en el monte Ebal 31—como Moisés, siervo de Yahvé, lo había mandado a los hijos de Israel, conforme a lo escrito en el libro de la Ley de Moisés—, un altar de piedras sin labrar, sobre las cuales no había pasado instrumento de hierro. Ofrecieron sobre él holocaustos a Yahvé, y sacrificaron víctimas pacíficas. 32Josué escribió allí sobre las piedras una copia de la Ley que Moisés había escrito en presencia de los hijos de Israel. 33Y todo Israel, sus ancianos, sus jefes y sus jueces, estaban en pie a ambos lados del Arca, frente a los sacerdotes levitas que llevaban el Arca de la Alianza de Yahvé, tanto los extranjeros como los hijos de Israel, la mitad de ellos dando frente al monte Garizim, y la otra mitad dando frente al monte Ebal, según la orden de bendecir al pueblo de Israel, que Moisés, siervo de Dios, había dado ya antes. 34Después de esto leyó todas las palabras de la Ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo escrito en el Libro de la Ley. 35De todo cuanto Moisés había escrito no hubo nada que no leyese Josué ante toda la asamblea de Israel, mujeres, niños y extranjeros que vivían en medio de ellos.

JOSUÉ 9
Los gabaonitas

1Todos los reyes de la otra parte del Jordán, los de la montaña y los de la Sefelá y los que vivían en toda la costa del Mar Grande hasta el Líbano, el heteo, el amorreo, el cananeo, el fereceo, el heveo y el jebuseo, al oír estas cosas. 2se juntaron todos de común acuerdo para hacer la guerra contra Josué y contra Israel.

3[1479]También los habitantes de Gabaón supieron lo que hizo Josué a Jericó y Hai; 4y ellos, por su parte, se valieron de una estratagema. Se pusieron en camino, con provisiones para el viaje, llevando sobre sus asnos costales gastados y pellejos de vino, viejos, rotos y recosidos.5Sobre sus pies tenían puestos zapatos viejos y remendados y sobre su cuerpo vestidos muy usados; y todo el pan de su provisión era pan seco y hecho migajas. 6Llegaron a Josué, al campamento de Gálgala, y le dijeron a él y a los hombres de Israel: “Venimos de una tierra lejana; haced alianza con nosotros.” 7[1480]Los hombres de Israel respondieron a los heveos: “Quizás vosotros habitéis en medio de nosotros; ¿cómo podemos, pues, hacer alianza con vosotros?” 8Ellos respondieron a Josué: “Siervos tuyos somos.” Les preguntó Josué: “¿Quiénes sois y de dónde venís?” 9[1481]Le respondieron: “Tus siervos vienen de una tierra muy lejana (atraídos) por la fama de Yahvé, tu Dios. Pues oímos su fama y todo lo que obró en Egipto, 10y cuanto hizo a los dos reyes de los amorreos que había al otro lado del Jordán, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basan, que habitaba en Astarot. 11Por eso nos hablaron nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra, y dijeron: Tomad en vuestras manos provisiones para el camino, e id al encuentro de ellos, y decidle: Somos siervos vuestros; haced, pues, ahora alianza con nosotros. 12Ved nuestro pan: estaba caliente cuando lo tomamos como provisión en nuestras casas el día en que salimos para venir a vosotros; mas ahora, ved cómo es duro y hecho migajas; 13y estos cueros de vino que eran nuevos cuando los llenamos, ved cómo ahora están rotos; también estos nuestros vestidos y nuestro calzado están ya gastados a causa de tan largo viaje.”

14[1482]Los hombres (de Israel) tomaron de sus provisiones, pero no consultaron la boca de Yahvé, 15de modo que Josué hizo paz con ellos, y concertó con ellos una alianza, que les concedía la vida; y les juraron los príncipes del pueblo.

16Mas al cabo de tres días después de haber pactado con ellos supieron que eran vecinos suyos, y que habitaban en medio de ellos.17[1483]Partieron los hijos de Israel, y al día tercero llegaron a las ciudades de ellos. Sus ciudades eran Gabaón, Cafirá, Beerot y Kiryatyearim.18Mas los hijos de Israel no les dieron muerte porque los príncipes del pueblo les habían jurado por Yahvé, el Dios de Israel, aunque todo el pueblo murmuró contra los príncipes. 19Entonces los príncipes todos dijeron a todo el pueblo: “Nosotros les hemos jurado por Yahvé, el Dios de Israel; por eso ahora no podemos tocarlos. 20Haremos con ellos esto: les concederemos la vida; para que no venga sobre nosotros la ira (de Dios) a causa del juramento que les hemos prestado.” 21[1484]Dijeron respecto de ellos los príncipes: “Que vivan.” Y fueron constituidos leñadores y aguadores para todo el pueblo como les habían dicho los príncipes.

22Luego Josué los llamó y les habló así: “¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Vivimos muy lejos de vosotros, siendo así que habitáis en medio de nosotros? 23[1485]Ahora, pues, malditos sois; y ninguno de vosotros dejará de ser siervo, sea como leñador, sea como aguador para la Casa de mi Dios.” 24Respondieron ellos a Josué, diciendo: “Es que llegó a tus siervos la noticia de la orden dada por Yahvé a Moisés de entregaros todo el país y de destruir a todos sus habitantes delante de vosotros; y temiendo de vuestra parte mucho por nuestras vidas hemos hecho esto. 25Ahora, henos aquí en tu mano; haz con nosotros como te parezca bueno y recto hacer con nosotros.” 26Y él hizo así con ellos y los libró de la mano de los hijos de Israel, de modo que no los mataron. 27Josué los constituyó en aquel día leñadores y aguadores hasta el día de hoy, para el pueblo y para el altar de Yahvé en el lugar que Él escogiere.

JOSUÉ 10
Cinco reyes sitian a Gabaón

1[1486]Cuando Adonisédec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado a Hai y ejecutado en ella el anatema, haciendo con Hai y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y que los habitantes de Gabaón habían hecho paz con Israel y vivían en medio de ellos, 2[1487]le sobrecogió gran temor; pues Gabaón era una ciudad grande, como una de las ciudades reales, y más grande que Hai y todos sus hombres eran valientes. 3[1488]Por lo cual Adonisédec, rey de Jerusalén, envió a decir a Hoham, rey de Hebrón; a Param, rey de Jarmut; a Jafía, rey de Laquís, y a Dabir, rey de Eglón:4“Subid aquí y ayudadme para derrotar a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel.” 5Se juntaron y subieron los cinco reyes de los amorreos, a saber, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquís y el rey de Eglón, ellos y todas sus tropas, y acamparon cerca de Gabaón haciéndole guerra.

6Entonces los hombres de Gabaón enviaron a decir a Josué, que estaba en el campamento de Gálgala: “No abandones a tus siervos; sube presto; líbranos y danos socorro; porque se han juntado contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña. 7Luego Josué subió de Gálgala, él y toda su gente de guerra y todos los valientes. 8Y dijo Yahvé a Josué: “No los temas; porque los he entregado en tu mano; ningún hombre de ellos podrá resistir ante ti.” 9Se echó Josué sobre ellos de repente, después de una marcha nocturna desde Gálgala. 10Y Yahvé los llenó de consternación delante de Israel, de modo que Israel les infligió una gran derrota en Gabaón; y persiguiéndolos por el camino de la subida de Betharán, los derrotó hasta Asecá y hasta Maquedá. 11[1489]Y mientras iban huyendo delante de Israel en la bajada de Betharán, Yahvé hizo caer sobre ellos desde el cielo grandes piedras, hasta Asecá, y así murieron. Fueron más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel.

Milagro en favor de los israelitas

12Entonces, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé y dijo en presencia de Israel:

“¡Sol, detente sobre Gabaón,

y tú, luna, en el valle de Ayalón!”

13[1490]Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? Se paró el sol en medio del cielo, y no se apresuró a bajar casi un día entero. 14No hubo ni antes ni después día como este en que Yahvé obedeciera a la voz de un hombre; pues Yahvé peleaba por Israel. 15Después volvió Josué, y todo Israel con él, al campamento de Gálgala.

Muerte de los cinco reyes amorreos

16Aquellos cinco reyes habían huido y se hallaban escondidos en la cueva de Maquedá. 17Y fue dado a Josué esta noticia: “Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la cueva de Maquedá.” 18Respondió Josué: “Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y colocad hombres junto a ella, para guardar a los reyes;19mas vosotros no os detengáis; perseguid a vuestros enemigos, hostigando su retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, pues Yahvé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos.”

20Cuando Josué y los hijos de Israel les hubieron infligido una derrota muy grande hasta exterminarlos —solamente algunos habían podido escapar y entrar en las ciudades fortificadas— 21[1491]se volvió todo el pueblo en paz a Josué, al campamento de Maquedá, sin que nadie moviese su lengua contra los hijos de Israel.

22Dijo entonces Josué: “Abrid la entrada de la cueva y sacadme de allí a esos cinco reyes.” 23Lo hicieron así, y le sacaron de la cueva a los cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquís y al rey de Eglón. 24[1492]Y cuando hubieron sacado a aquellos cinco reyes para presentarlos a Josué, llamó este a todos los varones de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que iban con él: “Acercaos y poned vuestro pie sobre el cuello de estos reyes.” Y ellos se acercaron y les pusieron el pie sobre el cuello. 25Y les dijo Josué: “No temáis ni os amedrentéis. Sed fuertes y valerosos; pues así hará Yahvé con todos vuestros enemigos, contra los cuales habéis de pelear.” 26[1493]Después de esto, Josué los hizo herir y matar y colgar en cinco maderos; y en aquellos maderos quedaron colgados hasta la tarde. 27Al ponerse el sol, Josué los hizo bajar de los maderos, y los echaron en la cueva donde se habían escondido; y pusieron a la boca de la cueva grandes piedras (que se ven) hasta el día de hoy.

Las ciudades del sur

28Aquel mismo día tomó Josué a Maquedá y la pasó a filo de espada, juntamente con su rey, consagrándola al anatema con todas las almas que había en ella, sin dejar quien escapase; e hizo con el rey de Maquedá lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.

29De Maquedá pasó Josué, y con el todo Israel a Libná, e hizo guerra contra Libná.30Y Yahvé la entregó, junto con su rey, en manos de Israel; y la pasó a filo de espada, con todas las almas que había en ella, sin dejar allí quien escapase; e hizo con su rey lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.31De Libná pasó Josué, y con él todo Israel, a Laquís; acampó delante de ella y la atacó. 32Y Yahvé entregó a Laquís en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y la pasó a filo de espada, con todas las almas que había en ella, exactamente como había hecho con Libná.

33Entonces subió Horam, rey de Guécer, para socorrer a Laquís; pero Josué derrotó a él y a su pueblo, hasta no dejarle gente que escapase. 34De Laquís pasó Josué, y con él todo Israel, a Eglón; la sitiaron y la atacaron. 35La tomaron aquel mismo día y la pasaron a filo de espada, ejecutando en ese día el anatema en todas las almas que había en ella, exactamente como él había hecho con Laquís.

36De Eglón subió Josué, y con él todo Israel, a Hebrón, y la atacaron. 37Tomáronla y la pasaron a filo de espada, con su rey y con todas sus ciudades, y con todas las personas que había en ella, sin dejar quien escapase, exactamente como había hecho con Eglón. Ejecutó el anatema en ella y en todas las almas que había en ella.

38Después Josué, y con él todo Israel, se volvió contra Dahir y la atacó. 39La tomó con su rey y todas sus ciudades, pasándolas a filo de espada y ejecutando el anatema en todas las almas que en ella había sin dejar quien escapase. Hizo con Dabir y con su rey lo mismo que había hecho con Hebrón y como había hecho con Libná y su rey.

40[1494]Así batió Josué todo el país: la montaña, el Négueb, la Sefelá y las vertientes, con todos sus reyes, sin dejar quien escapase, y consagrando al anatema todo ser viviente, como lo había mandado Yahvé, el Dios de Israel. 41Los batió Josué desde Cadesbarnea hasta Gaza, todo el país de Gosen hasta Gabaón. 42[1495]Josué tomó a todos estos reyes con sus territorios en una sola expedición, porque Yahvé, el Dios de Israel, peleaba por Israel. 43Después volvió Josué, y con él todo Israel, al campamento de Gálgala.

JOSUÉ 11
Derrota de Jabín, rey de Hasor

1Jabín, rey de Hasor, al oír esto, envió mensajeros a Jobab, rey de Madón, al rey de Somrón, al rey de Acsaf, 2[1496]y a los reyes que estaban al norte, en la montaña, en el Araba, al sur de Kinéret, en la Sefelá, y en las alturas de Dor, al oeste; 3[1497]y a los cananeos del este y del oeste, a los amorreos, a los heteos, a los fereceos, a los jebuseos de la montaña y a los heveos del pie del Hermón, en la tierra de Masfá. 4Se pusieron en marcha, ellos con todos sus ejércitos, muchísima gente, tan numerosa como la arena que hay en las orillas del mar, con muchísimos caballos y carros. 5[1498]Todos estos reyes se coligaron y fueron a acampar juntos cerca de las aguas de Merom para luchar contra Israel. 6Mas Yahvé dijo a Josué: “No los temas, pues mañana, a esta misma hora, Yo los pondré a todos traspasados delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros entregarás al fuego.”

7Entonces Josué y con él toda la gente de guerra vinieron contra ellos y los acometieron de improviso junto a las aguas de Merom. 8[1499]Y Yahvé los entregó en manos de Israel, que los derrotó y los persiguió hasta Sidón, la grande, hasta Misrefot-Mayim y hasta el valle de Masfá, al oriente. Los derrotó hasta no dejar de ellos quien escapase. 9[1500]Josué hizo con ellos según le había mandado Yahvé: desjarretó sus caballos y entregó sus carros al fuego.

Conquista del norte de Palestina

10En aquel tiempo se volvió Josué, tomó a Hasor y pasó a su rey a cuchillo; porque Hasor era antiguamente cabeza de todos aquellos reinos. 11Pasaron a filo de espada todas las almas que en ella había, ejecutando el anatema; y a Hasor la pegó fuego. 12Josué tomó todas las ciudades de aquellos reyes y a todos sus reyes los pasó a filo de espada y ejecutó en ellos el anatema, como lo había mandado Moisés, siervo de Yahvé. 13Israel no quemó ninguna de las ciudades situadas en las alturas, con la única excepción de Hasor, la cual quemó Josué. 14Los hijos de Israel se tomaron todos los despojos de aquellas ciudades y los ganados; mas a todos los hombres pasaron a filo de espada, hasta exterminarlos, sin dejar ninguno con vida. 15Como había mandado Yahvé a Moisés su siervo, así lo mandó Moisés a Josué, y así hizo Josué, sin descuidar nada de cuanto Yahvé había mandado a Moisés.

16[1501]Tomó, pues, Josué todo el país: la montaña, todo el Négueb, toda la tierra de Gosen, la Sefelá, el Arabá y la montaña de Israel con su llanura, 17[1502]desde la montaña desnuda, que sube hacia Seír, hasta Baalgad, en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Prendió también a todos sus reyes, los hirió y les dio muerte. 18Duró mucho tiempo la guerra de Josué contra todos estos reyes. 19[1503]No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, fuera de los heveos que habitaban en Gabaón; todas las tomaron a mano armada. 20[1504]Porque Yahvé había dispuesto endurecer el corazón de ellos, para que marchasen a la guerra contra los hijos de Israel, a fin de que se los consagrara al anatema, y para que no se les tuviese compasión, sino que fuesen destruidos, como Yahvé lo había mandado a Moisés.

Exterminio de los enaceos

21[1505]En aquel tiempo se puso en marcha y exterminó a los enaceos, de la montaña, de Hebrón, de Dabir, de Anab y de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel. Josué ejecutó el anatema en ellos y en sus ciudades. 22No quedaron enaceos en el país de los hijos de Israel, quedaron solamente en Gaza, en Gat y en Azoto. 23[1506]Conquistó, pues, Josué el país, conforme a cuanto Yahvé había ordenado a Moisés; y Josué lo dio en herencia a Israel, según sus divisiones y tribus. Y el país descansó de la guerra.

JOSUÉ 12
Los reyes vencidos de Transjordania

1Estos son los reyes del país que los hijos de Israel derrotaron y de cuyo territorio se apoderaron al otro lado del Jordán, al oriente, desde el río Arnón hasta el monte Hermón, y toda la parte oriental del Araba:

2[1507]Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón. Este dominaba desde Aroer, situada a orillas del río Arnón, desde el medio de este valle, la mitad de Galaad hasta el río Yaboc, en la frontera de los hijos de Ammón; 3[1508]también el Arabá hasta la ribera oriental del Mar de Kinéret y la ribera oriental del Mar del Arabá, el Mar Salado, camino de Bet-Jesimot; y en la parte sur, hasta el pie de las vertientes del Fasga. 4[1509]Después el territorio de Og, rey de Basan, que era del resto de los Refaím y residía en Astarot y en Edreí. 5Este reinaba en el monte Hermón, en Salea y en todo Basan, hasta la frontera de Gesur y Maacat, y sobre la mitad de Galaad hasta el territorio de Sehón, rey de Hesbón. 6Moisés, siervo de Yahvé y los hijos de Israel los derrotaron; y Moisés, siervo de Yahvé, dio (su país) en herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.

Los reyes vencidos de Cisjordania

7[1510]He aquí los reyes que Josué y los hijos de Israel derrotaron en este lado del Jordán, al occidente, desde Baalgad, en el valle del Líbano, hasta la montaña desnuda, que sube hacia Seir. Josué dio (esta tierra) en herencia a las tribus de Israel, conforme a sus divisiones; 8en la montaña, en la Sefelá, en el Araba, en las vertientes, en el desierto y en el Négueb: (el país)de los heteos, de los amorreos, de los cananeos, de los fereceos, de los heveos y de los jebuseos: 9[1511]El rey de Jericó, uno; el rey de Hai, cerca de Betel, uno; 10el rey de Jerusalén, uno; el rey de Hebrón, uno; 11el rey de Jarmut, uno; el rey de Laquís, uno; 12el rey de Eglón, uno; el rey de Guécer, uno; 13el rey de Dabir, uno; el rey de Guéder, uno; 14el rey de Horma, uno; el rey de Arad, uno; 15el rey de Libná, uno; el rey de Adulan, uno; 16el rey de Maquedá, uno; el rey de Betel, uno; 17el rey de Tapua, uno; el rey de Héfer, uno; 18[1512]el rey de Afee, uno; el rey de Lazaron, uno; 19el rey de Madón, uno; el rey de Hasor, uno; 20el rey de Simrón, uno; el rey de Acsaf, uno; 21el rey de Taanac, uno; el rey de Mejido, uno; 22el rey de Cades, uno; el rey de Jocneam en el Carmelo, uno; 23[1513]el rey de Dor, en la costa de Dor, uno; el rey de Goím, en Gilgal, uno; 24el rey de Tirsá, uno. En total, treinta y un reyes.

II. DISTRIBUCIÓN DEL PAÍS
JOSUÉ 13
Reparto del país

1[1514]Era Josué ya viejo y entrado en años cuando Yahvé le dijo: “Eres ya viejo, y de edad avanzada y queda todavía muchísima tierra por conquistar. 2[1515]He aquí la tierra que aún queda: todos los distritos de los filisteos, y todos los de Gesur, 3[1516]desde el Schihor, que corre al oriente de Egipto, hasta el territorio de Acarón, al norte —que se considera como de los cananeos—, los cinco príncipes de los filisteos, el de Gaza, el de Azoto, el de Ascalón, el de Gat, el de Acarón, y al sur los aveos; 4todo el país de los cananeos, desde Meará, que es de los sidonios, hasta Afee, hasta el territorio de los amorreos; 5[1517]el país de los gebalitas, y todo el Líbano al oriente, desde Baalgad al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat; 6todos los moradores de la montaña desde el Líbano hasta Misrefot Mayim, todos los sidonios. Yo los arrojaré delante de los hijos de Israel; tú entre tanto, repartirás su país por suerte a Israel para herencia suya, como te lo he mandado. 7Ahora reparte este país como herencia a las nueve tribus y a la mitad de la tribu de Manasés.

8La otra mitad (de Manasés), con los rubenitas y los gaditas, obtuvieron ya su porción, la que les dio Moisés al otro lado del Jordán, en la parte oriental, según se la entregó Moisés, siervo de Yahvé, 9[1518]desde Aroer, situado a orillas del río Arnón, y de la ciudad que está en medio del valle, toda la llanura de Medebá hasta Dibón; 10todas las ciudades de Sehón, rey de los amorreos, que reinó en Hesbón, hasta el territorio de los hijos de Ammón; 11[1519]Galaad, con el territorio de Gesur y Maacat, todo el monte Hermón y Basan entero, hasta Salea; 12todo el reino de Og, en Basan, el cual reinó en Astarot y en Edreí —fue el del resto de los gigantes—. Moisés los derrotó y los desposeyó. 13Pero los hijos de Israel no desposeyeron a los gesureos, ni a los maacateos, sino que los gesureos y los maacateos habitan en medio de los hijos de Israel hasta el día de hoy. 14[1520]Solamente a la tribu de Leví no le dio herencia alguna. Su herencia son los sacrificios ígneos ofrecidos a Yahvé, el Dios de Israel, como Él se lo ha prometido.

Las fronteras de Rubén

15Moisés había dado a la tribu de los hijos de Rubén (su herencia) según sus familias. 16Les fue dado el territorio desde Aroer, situada a orillas del río Arnón y de la ciudad que está en medio del valle, toda la llanura contigua a Medebá; 17Hesbón con todas sus ciudades que están en la llanura; Dibón, Bamot-Baal, Bet-Baalmeón, 18Jahsa, Quedemot, Mefaat, 19Kiryataim. Sibmá y Zaret-Hasáhar en el monte del valle; 20Betfegor, con las vertientes del Fasga, Bet-Jesimot, 21todas las ciudades de la llanura y todo el reino de Sehón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón, a quien derrotó Moisés, con los príncipes de Madián, Eví, Requem, Zur, Hur y Reba, príncipes de Sehón, que habitaban en el país. 22[1521]Los hijos de Israel mataron también a espada a Balaam, hijo de Beor, el adivino con los otros que pasaron a cuchillo. 23El Jordán, con su territorio, era la frontera de los hijos de Rubén. Tal fue la porción, las ciudades y sus aldeas, de los hijos de Rubén, según sus familias.

Fronteras de Gad

24También a la tribu de Gad, a los hijos de Gad dio Moisés (su porción) conforme a sus familias. 25Y fue el territorio de ellos Jaser, todas las ciudades de Galaad, la mitad del país de los hijos de Ammón, hasta Aroer, que está frente a Rabbá; 26además desde Hesbon hasta Ramot-Masfá, y Betonim; y desde Mahanaim hasta el territorio de Dabir; 27[1522]y en el valle, Betharán, Betnimrá, Sucot, y Safón, el resto del reino de Sehón, rey de Hesbón, el Jordán con sus riberas, hasta el borde del Mar de Kinéret al otro lado del Jordán, al oriente. 28Esta fue la porción, las ciudades con sus aldeas, de los hijos de Gad, según sus familias.

Fronteras de la media tribu de Manasés

29Moisés dio igualmente a la media tribu de Manasés (su parte): La media tribu de los hijos de Manasés recibió, según sus familias (esta herencia): 30[1523]Fue su territorio desde Mahanaim, todo Basan, todo el reino de Og, rey de Basan, y todas las aldeas de Jaír, en Basan, sesenta ciudades. 31La mitad de Galaad, juntamente con Astarot y Edreí, ciudades del reino de Og, en Basan, pertenecían a los hijos de Maquir, hijo de Manasés; para la mitad de los hijos de Maquir, según sus familias.

32Esto es lo que Moisés repartió en las campiñas de Moab, al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó. 33[1524]Moisés no dio porción a la tribu de Leví. Su porción es Yahvé, el Dios de Israel, conforme Él se lo ha dicho.

JOSUÉ 14
Preparativos para la distribución de Cisjordania

1[1525]He aquí los territorios que los hijos de Israel tomaron en posesión en el país de Canaán. Se los dieron como porción el sacerdote Eleazar, Josué, hijo de Nun, y las cabezas de las casas paternas de las tribus de los hijos de Israel. 2[1526]Las nueve tribus y media recibieron su porción por la suerte, como Yahvé había ordenado por boca de Moisés. 3Porque Moisés había ya dado su porción a las dos tribus y media al otro lado del Jordán; mas a los levitas no les dio porción alguna en medio de ellos. 4Los hijos de José formaban dos tribus, Manasés y Efraím; y no se les dio parte a los levitas en el país, fuera de las ciudades de su habitación con los ejidos para sus ganados y su hacienda. 5Así como Yahvé había mandado a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel cuando repartieron el país.

La posesión de Caleb

6[1527]Cuando los hijos de Judá se acercaron a Josué en Gálgala, le dijo Caleb, hijo de Jefone, el ceniceo: “Tú sabes lo que Yahvé dijo a Moisés, varón de Dios, respecto de mí y de ti en Cadesbarnea. 7Tenía yo cuarenta años cuando Moisés, siervo de Yahvé, me envió desde Cadesbarnea a explorar el país, y yo le referí lo que tenía en mi corazón. 8Mis hermanos que conmigo habían subido desanimaron al pueblo, pero yo seguí fielmente a Yahvé, mi Dios. 9En aquel día juró Moisés, diciendo: «La tierra que tu pie ha pisado será porción tuya y de tus hijos para siempre; por cuanto has seguido fielmente a Yahvé, mi Dios». 10Y ahora, he aquí que Yahvé me ha conservado la vida, como lo prometió, durante los cuarenta y cinco años, desde que Yahvé dijo esta palabra a Moisés cuando Israel andaba por el desierto. Mira, tengo actualmente ochenta y cinco años, 11y todavía hoy estoy tan robusto como estaba en aquel tiempo en que Moisés me envió. La fuerza que tenía entonces la tengo todavía hoy, para luchar, para salir y para entrar. 12Ahora bien, dame esta montaña de la cual habló Yahvé aquel día. Pues tú mismo oíste aquel día, que hay allí enaceos, con ciudades grandes y fortificadas. Quizá Yahvé esté conmigo, de manera que logre yo desposeerlos, como dijo Yahvé.

13Entonces bendijo Josué a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón por porción suya. 14Por eso Hebrón vino a ser la porción de Caleb, hijo de Jefone, el ceniceo, hasta este día; por cuanto había seguido fielmente a Yahvé, el Dios de Israel. 15[1528]Hebrón se llamaba antiguamente Kiryat Arba. (Arba) fue el hombre más grande entre los enaceos. Y el país descansó de la guerra.

JOSUÉ 15
Fronteras de Judá

1[1529]El territorio que tocó en suerte a los hijos de la tribu de Judá, según sus familias, se extendía en el extremo meridional (del país), hasta el confín de Edom, hasta el desierto de Sin, al sur. 2Partía su frontera meridional, desde el extremo del Mar Salado, desde la lengua que mira hacia el sur; 3se prolongaba hasta el lado meridional de la subida de Acrabim, pasaba a Sin, subía al sur de Cadesbarnea, corría hacia Hesrón, subía a Adar, y daba vuelta a Carcaá. 4Luego pasaba a Asmón y se prolongaba hasta el torrente de Egipto, para terminar en el mar. “Esta será vuestra frontera meridional.”

5La frontera oriental era el Mar Salado, hasta la desembocadura del Jordán. La frontera septentrional partía desde la lengua del mar, junto a la desembocadura del Jordán. 6Subía la frontera hacia Bethoglá, y pasaba al norte de Betarabá; luego subía la frontera hasta la piedra de Bohan, hijo de Rubén. 7Subía entonces la frontera a Dabir desde el valle de Acor, y por el norte torcía hacia Gálgala, que está frente a la subida de Adumim, al sur del torrente. La frontera pasaba hacia las aguas de En-Semes y terminaba en En-Rogel. 8[1530]De allí subía la frontera por el valle de Ben Hinnom, por el lado meridional del jebuseo, que es Jerusalén. Luego subía la frontera a la cumbre del monte que está frente al valle de Hinnom, al occidente, y a la extremidad del valle de Refaím, al norte. 9[1531]Desde la cima del monte torcía la frontera a la fuente de las aguas de Neftoa y llegaba a las ciudades del monte de Efrón; luego la frontera seguía hacia Baalá, que es Kiryatyearim. 10Desde Baalá se volvía la frontera al oeste, hacia el monte Seír, pasaba por la vertiente septentrional del monte Yearim que es Quesalón, bajaba a Betsemes y pasaba a Timná. 11Después partía la frontera hacia la vertiente septentrional de Acarón, doblaba hacia Sicrón; pasaba por el monte de Baalá y salía a Jabneel para terminar en el mar.

12La frontera occidental era el Mar Grande con su costa. Estos fueron los términos de los hijos de Judá, a la redonda, según sus familias.

Territorio de Caleb

13Caleb, hijo de Jefone, recibió, por mandato de Yahvé dado a Josué, como porción en medio de los hijos de Judá, la ciudad de Arba, padre de Enac, que es Hebrón.14[1532]Caleb arrojó de allí a los tres hijos de Enac: Sesai, Abimán y Talmai, hijos de Enac. 15De allí subió contra los habitantes de Dabir, que antiguamente se llamaba Kiryatséfer.16Y dijo Caleb: “Al que derrotare a Kiryatséfer y la tomare, le daré por mujer a mi hija Acsá. 17[1533]La tomó Otoniel, hijo de Quenez, hermano de Caleb; y este le dio por mujer a su hija Acsá. 18[1534]Y aconteció que cuando ella se iba (con Otoniel), le instigó a que pidiese a su padre un campo; y como ella bajara del asno, le dijo Caleb: “¿Qué te pasa?” 19[1535]Respondió ella: “Dame una bendición; ya que me has dado tierra de secano, dame también manantiales de agua.” Y él le dio manantiales en las regiones superiores y en las inferiores.

Las ciudades de Judá

20Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Judá, según sus familias. 21Las ciudades de los hijos de Judá, en las extremidades meridionales de la tribu, hacia el territorio de Edom, eran: Cabseel, Eder, Jagur, 22[1536]Ciná, Dimoná, Adadá, 23Cades, Hasor, Itnan, 24Sif, Télem, Bealot, 25Hasor la nueva, Keriyothesrón, que es Hasor, 26Amam, Sema, Moladá, 27Hasargadá, Hesmón, Betfélet, 28Hazarsual, Bersabee, Bisiotiá,29Baalá, Iyim, Esem, 30Eltolad, Quesil, Horma, 31Siclag, Madmaná, Sansaná, 32Lebaot, Selhim, Ayin y Rimón; en total, veinte y nueve ciudades, con sus aldeas. 33En la Sefelá: Estaol, Zorá, Asna, 34Zanoa, Enganim, Tafua, Enam,35Jarmut, Adullam, Socó, Asecá, 36Saaraim, Aditaim, Gederá y Gederotaim: catorce ciudades con sus aldeas. 37Senán, Hadasá, Migdalgad, 38Dilán, Masfá, Jocteel, 39Laquis, Boscat, Eglón, 40Cabón, Lahmam, Ketlís, 41Gederot, Betdagón, Naama y Maquedá: diez y seis ciudades con sus aldeas. 42Libná, Éter, Asan,43Jeftá, Asna, Nesib, 44Queilá, Acsib y Maresá: nueve ciudades con sus aldeas. 45Acarón con sus pueblos y sus aldeas; 46desde Ecrón hacia el mar, todas las ciudades de la región de Azoto con sus aldeas; 47Azoto con sus pueblos y sus aldeas; Gaza con sus pueblos y sus aldeas, hasta el torrente de Egipto y el Mar Grande con su costa.

48En la montaña: Samir, Jatir, Socó, 49Daná, Kiryatsaná, que es Dabir; 50Anab, Estemó, Anim, 51Gosen, Holón y Giló: once ciudades con sus aldeas. 52Arab, Dumá, Esán, 53Ianum, Bettafua, Afecá, 54Humtá, Kiryatarbá, que es Hebrón, y Sior: nueve ciudades con sus aldeas.55Maón, Carmel, Sif, Juta, 56Jesreel, Jocdeam, Sanoa, 57Caín, Gabaá y Timná: diez ciudades con sus aldeas. 58Halhul, Betsur, Gedor,59[1537]Meará, Betanot y Eltecón; seis ciudades con sus aldeas. 60Kiryatbaal, que es Kiryatyearim, y Rabbá: dos ciudades con sus aldeas. 61En el desierto: Betarabá, Midín, Secacá, 62Nibsán, la ciudad de la Sal, y Engadí, seis ciudades con sus aldeas.

63Los hijos de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos, que habitaban en Jerusalén, de manera que los jebuseos habitan con los hijos de Judá en Jerusalén hasta el día de hoy.

JOSUÉ 16
El territorio de Efraím

1[1538]El territorio que tocó en suerte a los hijos de José partía al oriente desde el Jordán, cerca de Jericó, hasta las aguas de Jericó y el desierto que sube de Jericó por la montaña a Betel; 2[1539]seguía de Betel a Luz, y pasaba a la frontera de los arquitas, a Atarot. 3Luego bajaba hacia el occidente al territorio de los jafláteos, hasta la frontera de Bethorón de abajo, y hasta Guécer, para terminar en el mar. 4Esta es la herencia que tomaron los hijos de José, Manasés y Efraím.

5He aquí el territorio de los hijos de Efraím según sus familias: La frontera de su herencia iba al norte desde Atarot-Adar hasta Bethorón de arriba. 6La frontera seguía hacia el oeste por el lado norte de Micmetat, doblaba hacia el este hasta Taanat-Siló, y pasando por allí al oriente llegaba hasta Janoa. 7De Janoa bajaba a Atarot y a Naarat, tocaba en Jericó y salía al Jordán. 8[1540]De Tafua iba la frontera hacia el oeste, al torrente de Cana, para terminar en el mar. Esta es la herencia de los hijos de Efraím, según sus familias.9Los hijos de Efraím tenían, además, ciudades separadas en medio de la herencia de los hijos de Manasés todas con sus aldeas. 10Mas no expulsaron a los cananeos que habitaban en Guécer de modo que los cananeos habitan en medio de Efraím hasta este día, siendo sus tributarios y siervos.

JOSUÉ 17
El territorio de Manasés

1[1541]También la tribu de Manasés recibió una porción, pues era el primogénito de José. Maquir, primogénito de Manasés, padre de Galaad, que era hombre de guerra, había obtenido ya a Galaad y Basan.2Era (esta suerte) para los hijos restantes de Manasés, según sus familias: para los hijos de Abiéser, para los hijos de Hélec, para los hijos de Asriel, para los hijos de Siquem, para los hijos de Héfer y para los hijos de Semidá. Estos fueron los hijos varones de Manasés, hijo de José, según sus familias. 3[1542]Salfaad, hijo de Héfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, no tuvo hijos sino hijas, cuyos nombres son: Maalá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá. 4Estas se presentaron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué, hijo de Nun, y ante los príncipes, diciendo: “Yahvé mandó a Moisés que se nos diese herencia en medio de nuestros hermanos.” Se les dio, pues, por orden de Yahvé, herencia entre los hermanos de su padre. 5Tocaron a Manasés diez porciones, además de la región de Galaad y de Basan, que está al otro lado del Jordán; 6porque las hijas de Manasés obtuvieron herencia entre los hijos; la región de Galaad quedó para los demás hijos de Manasés.

7La frontera de Manasés iba de Aser a Micmetat, que está frente a Siquem; y seguía la frontera, hacia el sur hasta los habitantes de En Tafua. 8El territorio de Tafua pertenecía a Manasés, pero Tafua, aunque situada en el territorio de Manasés, era de los hijos de Efraím. 9La frontera bajaba hacia el sur, al torrente de Caná, cuyas ciudades que estaban en medio de las ciudades de Manasés pertenecían a Efraím. La frontera de Manasés corría por el norte del torrente, para terminar en el mar; 10de modo que el territorio al sur era de Efraím, y el del norte, de Manasés. El mar era su término. Por el norte tocaban con Aser, y por el este con Isacar.

11[1543]Manasés obtuvo en Isacar y en Aser, a Betseán con sus aldeas, a Ibleam con sus aldeas, a los habitantes de Dor con sus aldeas, a los habitantes de Endor con sus aldeas, a los habitantes de Taanac con sus aldeas, y a los habitantes de Megiddó con sus aldeas: tres distritos.

12[1544]Mas los hijos de Manasés no pudieron apoderarse de aquellas ciudades, de modo que los cananeos lograron habitar con ellos en aquella región. 13Cuando los hijos de Israel cobraron fuerzas, obligaron a los cananeos a pagar tributos, pero no los expulsaron por completo.

Los hijos de José piden más territorio

14[1545]Los hijos de José hablaron entonces a Josué, diciendo: “¿Por qué me has dado en herencia una sola suerte y una sola porción, siendo así que soy un pueblo grande, pues Yahvé me ha bendecido hasta ahora?” 15Josué les contestó: “Si eres un pueblo grande, sube al bosque, y haz desmontes para ti allá en la tierra de los fereceos y de los refaítas, ya que la montaña de Efraím es para ti estrecha.” 16Los hijos de José le respondieron: “La montaña no nos basta, y todos los cananeos que habitan en los valles tienen carros de hierro, tanto los de Betseán y sus aldeas, como los que están en el valle de Jesreel.” 17Respondió Josué a la casa de José, a Efraím y a Manasés, y dijo: “Eres un pueblo numeroso y tienes gran poder. No has de tener una sola suerte; 18porque tuya será la montaña. Es bosque, pero tú la desmontarás, y serán tuyos sus términos, porque expulsarás a los cananeos, aunque tengan carros de hierro y sean fuertes.”

JOSUÉ 18
Reparto del resto del país

1[1546]Se reunió toda la Congregación de los hijos de Israel en Silo, donde establecieron el Tabernáculo de la Reunión; y el país estaba sometido delante de ellos. 2[1547]Quedaban de los hijos de Israel siete tribus que no habían recibido aún su herencia. 3[1548]Dijo Josué a los hijos de Israel: “¿Hasta cuándo os mostraréis ociosos para apoderaros del país que Yahvé, el Dios de vuestros padres, os ha dado? 4Elegid tres hombres de cada tribu, que yo enviaré, para que se levanten y recorran el país y hagan de él una descripción a efectos de su reparto, y después vuelvan a este lugar. 5Lo dividirán en siete partes, quedando Judá en su territorio al sur, y la casa de José en su posesión al norte. 6Haréis un plan para dividir el país en siete partes, que me traeréis aquí, para que yo os las sortee aquí delante de Yahvé, nuestro Dios.7Pues no habrá entre vosotros porción alguna para los levitas, sino que su herencia es el sacerdocio de Yahvé. Gad, Rubén y la media tribu de Manasés han recibido ya su herencia al otro lado del Jordán, al oriente, la cual les dio Moisés, siervo de Yahvé.”

8Se levantaron entonces los hombres y partieron, y cuando se fueron a hacer la descripción del país, Josué les dio esta orden: “Id y recorred el país y haced la descripción, y después volved a mí para que yo os eche las suertes delante de Yahvé aquí en Silo.” 9Partieron los hombres y recorrieron el país y lo describieron en un libro, según las ciudades, (dividiéndolo) en siete partes. Después volvieron a Josué, al campamento de Silo.10Luego Josué les echó suertes en Silo, delante de Yahvé; y allí Josué repartió el país a los hijos de Israel, conforme a sus divisiones.

El territorio de Benjamín

11[1549]Y salió la suerte de la tribu de los hijos de Benjamín, según sus familias, y el territorio que les tocó en suerte se hallaba entre los hijos de Judá y los hijos de José. 12Su frontera septentrional arrancaba desde el Jordán, subía hacia la vertiente, al norte de Jericó, y luego por la montaña hacia el oeste, para llegar al desierto de Betaven. 13De allí pasaba la frontera a Luz, por el lado meridional de Luz, que es Betel; descendía después hacia Atarot-Adar, al monte que está al sur de Bethorón de abajo. 14Por el lado del oeste se inclinaba la frontera hacia el sur, desde el monte que está delante de Bethorón, al sur, y terminaba en Kiryatbaal, que es Kiryatyearim, ciudad de los hijos de Judá. Este era el lado occidental. 15Al sur partía desde el extremo de Kiryatyearim; y siguiendo la frontera hacia el oeste, llegaba hasta la fuente de las aguas de Neftoa. 16[1550]La frontera bajaba hasta el extremo del monte que está enfrente del valle de Ben-Hinnom, al norte del valle de Refaím. Después descendía por el valle de Hinnom hacia la vertiente meridional de los jebuseos, y de ahí bajaba a la fuente de Rogel. 17Se volvía hacia el norte, seguía hasta En-Semes, se dirigía a GeIiIot, que está frente a la subida de Adumim, y bajaba a la piedra de Bohan, hijo de Rubén. 18[1551]Luego pasaba por la vertiente septentrional, frente al Arabá, y bajaba al Arabá. 19Después pasaba la frontera por la vertiente septentrional de Bethoglá y terminaba en la lengua septentrional del Mar Salado, en la desembocadura del Jordán, al sur. Esta era la frontera meridional. 20Por el lado oriental el Jordán servía de frontera. Esta fue la herencia de los hijos de Benjamín, según sus familias, demarcados sus lindes por todo su alrededor.

21Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, según sus familias, eran: Jericó, Bethoglá, Emek-Casís, 22Betarabá, Zemaraim, Betel,23Avim, Pará, Ofrá, 24Kefar-Haammoná, Ofní, Gaba: doce ciudades con sus aldeas; 25Gabaón, Rama, Beerot, 26Masfá, Kefirá, Moza,27Réquem, Irpeel, Tárala, 28Zelá, Elef, Jebús, que es Jerusalén; Gabaat y Kiryat: catorce ciudades con sus aldeas. Esta fue la herencia de los hijos de Benjamín, según sus familias.

JOSUÉ 19
El territorio de Simeón

1[1552]La segunda suerte salió para Simeón, para la tribu de los hijos de Simeón, según sus familias, que recibieron su herencia en medio de la herencia de los hijos de Judá. 2Su herencia fue Bersabee, Seba, Moladá, 3Hazersual, Balá, Esem, 4Eltolad, Betul, Horma, 5Siclag, Betmarcabot, Hazersusá, 6Betlebaot y Sarunen: trece ciudades con sus aldeas.7Ayin, Rimón, Éter y Asan: cuatro ciudades con sus aldeas; 8y todas las aldeas de los alrededores de estas ciudades, hasta Balaatbeer, que es Rama del Sur. Esta fue la herencia de la tribu de los hijos de Simeón, según sus familias.

9La herencia de los hijos de Simeón se tomó de la porción de los hijos de Judá, porque la porción de los hijos de Judá era demasiado grande para ellos; por tanto, los hijos de Simeón obtuvieron su herencia en medio de la herencia de ellos.

Zabulón

10[1553]La tercera suerte salió para los hijos de Zabulón según sus familias. La frontera de su herencia se extendía hasta Sarid. 11Subía su frontera hacia el oeste, a Maralá, y tocaba en Dabéset, y también en el torrente que pasa frente a Jocneam. 12De Sarid se volvía al este, hacia donde nace el sol, hasta el territorio de Kislot-Tabor, salía a Deberat, y subía a Jafía. 13De allí pasaba hacia el este, hacia donde nace el sol, a Gathéfer, a Etiasín, dirigiéndose hacia Rimón, Metoar y Neá. 14La frontera daba la vuelta, por la parte del norte, hasta Hanatón, y terminaba en el valle de Jefteel. 15(Se le dio) también Catat, Nahalal, Simrón, Idalá y Betlehem: doce ciudades con sus aldeas.

16Esta fue la herencia de los hijos de Zabulón, según sus familias: estas ciudades con sus aldeas.

Isacar

17[1554]La cuarta suerte salió para Isacar, para los hijos de Isacar, según sus familias.18Su territorio era: Jesreel, Kesulot, Sunem,19Hafaraim, Sión, Anaharat, 20Rabit, Kisión, Ebes, 21Rémet, Enganim, Enhadá y Betfasés;22[1555]la frontera tocaba en el Tabor, Sahasimá y Betsemes, y su territorio terminaba en el Jordán: dieciséis ciudades con sus aldeas.

23Esta fue la herencia de la tribu de los hijos de Isacar, según sus familias: las ciudades con sus aldeas.

Aser

24La quinta suerte salió para la tribu de los hijos de Aser, según sus familias. 25Su territorio comprendía: Helcat, Halí, Beten, Acsaf, 26[1556]Alamelec. Amad y Misal. Tocaba al oeste en el Carmelo y en Sihor-Libnat. 27Volviéndose hacia oriente, hasta Betdagón, tocaba en Zabulón y en el valle de Jefteel, por la parte del norte, pasaba por Bet-Emec y Neiel; y se extendía hacia Cabul, por la izquierda, 28y Hebrón, Rohob, Hamón y Cana, hasta Sidón, la grande. 29La frontera torcía hacia Ramá, hasta la plaza fuerte de Tiro, se volvía hacia Hosá, para terminar en el mar, en el distrito de Acsib. 30También Umá, Afec y Rohob: veinte y dos ciudades con sus aldeas.

31Esta fue la herencia de la tribu de los hijos de Aser, según sus familias: estas ciudades con sus aldeas.

Neftalí

32[1557]La sexta suerte salió para los hijos de Neftalí, para los hijos de Neftalí según sus familias. 33Comenzaba su territorio desde Hélef, desde el encinar de Zaananim, e iba por Adaminékeb y Jabneel hasta Lacum, acabando en el Jordán. 34Luego torcía la frontera hacia el oeste hasta Asnot-Tabor, y pasando de allí a Hucoc, lindaba con Zabulón, por el sur, tocando a Aser por el oeste, y a Judá del Jordán, en el este. 35Las ciudades fuertes eran Sidim, Ser, Hamat, Racat, Kinéret, 36Adamá, Rama, Hasor, 37Kedes, Edreí, En-Hasor, 38Jirón, Migdalel, Hórem, Betanat, y Betsemes: diez y nueve ciudades con sus aldeas.

39Esta fue la herencia de la tribu de los hijos de Neftalí, según sus familias: las ciudades con sus aldeas.

La posesión de Dan

40La séptima suerte salió para la tribu de los hijos de Dan, según sus familias. 41El territorio de su herencia comprendía: Zorá, Estaol, Irsemes, 42Saalabin, Ayaón, Itlá, 43Elón, Timná, Acarón, 44Eltequé, Gibetón, Baalat, 45Jehud, Beneberac, Gatrimón,46Mejarcón y Racón, con el territorio de enfrente de Joppe. 47[1558]El territorio de los hijos de Dan era demasiado estrecho para ellos, por lo cual los hijos de Dan subieron y pelearon contra Lésem; la conquistaron y la pasaron a filo de espada; y tomándola en posesión habitaron allí; llamando a Lésem, Dan, según el nombre de su padre Dan.

48Esta fue la herencia de la tribu de los hijos de Dan, según sus familias: estas ciudades con sus aldeas.

La posesión de Josué

49[1559]Después de terminar la distribución del país, según sus territorios, los hijos de Israel dieron a Josué, hijo de Nun, una posesión en medio de ellos. 50Por orden de Yahvé le dieron la ciudad que él había solicitado, a saber, Timnatsérah, en la montaña de Efraím; y reedificó la ciudad y habitó allí.

51Estas son las herencias que el sacerdote Eleazar, Josué, hijo de Nun, y las cabezas de las casas paternas de las tribus de los hijos de Israel repartieron por sorteo, en Silo, ante Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, terminando así la distribución del país.

JOSUÉ 20
Las ciudades de refugio

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2[1560]“Habla a los hijos de Israel y diles: Señalaos las ciudades de refugio, de que os hablé por boca de Moisés; 3para que pueda refugiarse allá el homicida que haya matado a un hombre por inadvertencia sin querer. Ellas os servirán de refugio contra el vengador de la sangre. 4Él (homicida) podrá refugiarse en una de estas ciudades; presentándose a la entrada de la puerta de la ciudad, declarará su caso a los ancianos de aquella ciudad, los cuales lo recibirán entre ellos dentro de la ciudad, y le darán lugar para que habite con ellos. 5Y cuando lo persiguiere el vengador de la sangre, no han de entregar al homicida en su mano; porque mató a su prójimo, sin querer y sin tenerle rencor anteriormente.6[1561]Y quedará en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio ante la Congregación y hasta la muerte del sumo sacerdote que hubiere en aquellos días. Entonces el homicida podrá volver a entrar en su ciudad y su casa, en la ciudad de donde huyó.”

7Designaron a Kedes en Galilea, en la montaña de Neftalí, a Siquem en la montaña de Efraím, y a Kiryat-Arba, o sea Hebrón, en la montaña de Judá. 8Y al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó, señalaron a Béser en el desierto, en la llanura de la tribu de Rubén, a Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y a Golán en Basan, de la tribu de Manasés.

9Estas fueron las ciudades señaladas para todos los hijos de Israel, y para los extranjeros que moran en medio de ellos, para que allí se refugiara cualquiera que matase a alguno por error, a fin de que no muriera por mano del vengador de la sangre, antes de comparecer en juicio ante la Congregación.

JOSUÉ 21
Ciudades levíticas

1[1562]Los jefes de las familias de los levitas se acercaron al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a las cabezas de las familias de las tribus de los hijos de Israel, 2y hablaron con ellos en Silo, en el país de Canaán, diciendo: “Yahvé mandó por boca de Moisés que se nos diesen ciudades donde habitar, con sus ejidos para nuestro ganado.” 3[1563]Dieron los hijos de Israel de sus propias herencias, conforme a la orden de Yahvé, estas ciudades con sus ejidos a los levitas.

4Salió la (primera) suerte para las familias de los caatitas: y así los hijos del sacerdote Aarón de entre los levitas obtuvieron por suerte trece ciudades de parte de la tribu de Judá, de la tribu de Simeón y de la tribu de Benjamín.5Los restantes hijos de Caat obtuvieron por suerte diez ciudades de parte de las familias de la tribu de Efraím, de la tribu de Dan y de la mitad de la tribu de Manasés. 6Los hijos de Gersón obtuvieron por suerte trece ciudades de parte de las familias de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la mitad de la tribu de Manasés en Basan. 7Los hijos de Merarí obtuvieron, según sus familias, doce ciudades de parte de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón. 8Dieron, pues, los hijos de Israel por suerte estas ciudades con sus ejidos a los levitas, como Yahvé había mandado por boca de Moisés.

9[1564]De la tribu de los hijos de Judá y de la tribu de los hijos de Simeón, estas ciudades señaladas nominalmente, fueron adjudicadas 10a los hijos de Aarón de las familias de los caatitas, de los hijos de Leví, pues la suerte de ellos fue la primera. 11Les dieron la ciudad de Arbá, padre de Enac, o sea Hebrón, situada en la montaña de Judá, con sus ejidos en derredor de ella. 12Mas los campos de la ciudad, con sus aldeas, los dieron en posesión a Caleb, hijo de Jefone. 13Dieron, pues, a los hijos del sacerdote Aarón: Hebrón, ciudad de refugio para los homicidas, con su ejido, Libná con su ejido, 14Jatir con su ejido, Estemoa con su ejido, 15Holón con su ejido, Dabir con su ejido,16Ayin con su ejido, Juta con su ejido, Betsemes con su ejido; nueve ciudades en estas dos tribus. 17De la tribu de Benjamín: Gabaón con su ejido, Gaba con su ejido. 18Anatot con su ejido, Almón con su ejido: cuatro ciudades. 19Total de las ciudades de los sacerdotes hijos de Aarón: trece ciudades con sus ejidos.

20Las demás familias de los hijos de Caat, los levitas que sobraron de los hijos de Caat, obtuvieron en suerte ciudades de la tribu de Efraím. 21Se les dio Siquem, ciudad de refugio para los homicidas, con su ejido, en la montaña de Efraím, Guécer con su ejido. 22Kibsaim con su ejido y Bethorón con su ejido: cuatro ciudades.23De la tribu de Dan: Eltequé con su ejido, Gibetón con su ejido, 24Ayalón con su ejido, Gatrimón con su ejido: cuatro ciudades.25De la media tribu de Manasés: Taanac consu ejido y Gatrimón con su ejido: dos ciudades.26En total: diez ciudades con sus ejidos, para las familias restantes de los hijos de Caat.

27Los hijos de Gersón, de entre las familias de los levitas, obtuvieron de la otra media tribu de Manasés: Golán, ciudad de refugio para los homicidas, en Basan, con su ejido, y Beesterá con su ejido, dos ciudades. 28De la tribu de Isacar: Kesión con su ejido, Daberat con su ejido, 29Jarmut con su ejido, Enganim con sus ejidos: cuatro ciudades. 30De la tribu de Aser: Misal con su ejido, Abdón con su ejido,31Helcat con su ejido y Rehob con su ejido: cuatro ciudades. 32De la tribu de Neftalí: Kedes en Galilea, ciudad de refugio para los homicidas, con su ejido, Hamot-Dor con su ejido y Cartán con su ejido: tres ciudades.33Total de las ciudades de los gersonitas, con arreglo a sus familias: trece ciudades con sus ejidos.

34Las familias de los hijos de Merarí, los restantes de las levitas, obtuvieron de la tribu de Zabulón: Jocneam con su ejido, Cartá con su ejido, 35Dimná con su ejido, Nahalal con su ejido: cuatro ciudades. 36[1565]De la tribu de Rubén, Béser con su ejido, Jahsa con su ejido, Quedemot con su ejido y Mefaat con su ejido: cuatro ciudades. 37De la tribu de Gad: la ciudad de refugio para los homicidas, Ramot en Galaad con su ejido, Mahanaim con su ejido, Hesbón con su ejido y Jaser con su ejido. En total: cuatro ciudades.

38Todas las ciudades sorteadas para los hijos de Merarí, con arreglo a sus familias, que formaban el resto de las familias de los levitas, fueron doce ciudades. 39TotaI de las ciudades de los levitas, en medio de la posesión de los hijos de Israel: cuarenta y ocho ciudades con sus ejidos. 40Cada una de estas ciudades tenía su ejido en derredor. Así fue en todas estas ciudades.

41[1566]De este modo Yahvé dio a Israel todo el país que había jurado dar a sus padres; y ellos lo tomaron en posesión y habitaron allí.42Y Yahvé les dio descanso todo en derredor, conforme a cuanto había jurado a sus padres; ninguno de sus enemigos pudo resistir delante de ellos; Yahvé entregó en sus manos a todos sus enemigos. 43[1567]No quedó sin efecto ni una sola de las buenas promesas que Yahvé había dado a la casa de Israel. Todo se cumplió.

JOSUÉ 22
Se retiran las tribus transjordánicas

1Entonces llamó Josué a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, 2y les dijo: “Vosotros habéis cumplido todo lo que os mandó Moisés, siervo de Yahvé; y habéis escuchado también mi voz en todo lo que os he mandado. 3No habéis abandonado a vuestros hermanos durante este largo tiempo hasta hoy, sino que habéis guardado escrupulosamente el mandamiento de Yahvé, vuestro Dios. 4[1568]Ahora, pues, ya que Yahvé vuestro Dios ha concedido descanso a vuestros hermanos, como les prometió, volveos e id a vuestras tiendas, al país de vuestra posesión, que os dio Moisés, siervo de Yahvé, al otro lado del Jordán. 5Pero cuidad bien de poner en práctica los preceptos y la Ley que Moisés, siervo de Yahvé, os ha prescrito (y que consiste en) amar a Yahvé, vuestro Dios, caminar en todos sus caminos y observar sus mandamientos, adhiriéndoos a Él y sirviéndole de todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.” 6Luego Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas.

7Moisés había dado a la mitad de la tribu de Manasés (posesión) en Basan, mas a la otra mitad se la dio Josué entre sus hermanos en este lado del Jordán, al occidente. Josué los bendijo al remitirlos a sus tiendas, 8[1569]y les habló, diciendo: “Volveos a vuestras tiendas con grandes riquezas y con muchísimo ganado; con plata, oro, bronce, hierro y ropa en abundancia. Pero partid con vuestros hermanos los despojos de vuestros enemigos.”

9Con esto los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés se volvieron, despidiéndose de los hijos de Israel en Silo, que está en el país de Canaán, para irse al país de Galaad, la tierra de su posesión, que habían recibido por Moisés según la orden de Yahvé.

Las tribus transjordánicas levantan un altar

10Llegados que hubieron a los distritos del Jordán, que pertenecen a la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí, junto al Jordán, un altar, un altar grande y magnífico. 11Y se les dijo a los hijos de Israel: “Mirad que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés han edificado ese altar en la frontera de la tierra de Canaán, en los distritos del Jordán, en la ribera de los hijos de Israel.” 12Al oír esto los hijos de Israel, se reunió toda la Congregación de los hijos de Israel en Silo, para salir contra ellos y hacerles la guerra.

13Pero (primero) enviaron los hijos de Israel a Finés, hijo del sacerdote Eleazar, hacia los hijos de Rubén, hacia los hijos de Gad y hacia la media tribu de Manasés en el país de Galaad, 14y con él diez príncipes, un príncipe de las casas paternas de cada tribu de Israel; eran todos ellos cabezas de sus casas paternas, entre los millares de Israel. 15Los cuales fueron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en el país de Galaad, y hablaron con ellos en estos términos: 16[1570]“Así dice toda la Congregación de Yahvé: ¿Qué infidelidad es esta que habéis cometido contra el Dios de Israel, apartándoos ahora de Yahvé, y edificándoos un altar, para rebelaros hoy contra Yahvé? 17[1571]¿Acaso no nos basta la maldad de Fegor, de la cual hasta hoy no nos hemos purificado, aunque hubo castigo de la Congregación de Yahvé? 18¡Y ahora vosotros os apartáis de Yahvé! Si vosotros hoy os rebeláis contra Yahvé, se encenderá mañana su ira contra toda la Congregación de Israel. 19Si la tierra de vuestra posesión es inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Yahvé, donde está el Tabernáculo de Yahvé, y tomad posesión en medio de nosotros; pero no os rebeléis contra Yahvé, ni contra nosotros, edificándoos un altar, fuera del altar de Yahvé, nuestro Dios. 20¿No cometió Acán, hijo de Zare, maldad respecto de las cosas consagradas al anatema, y sobre toda la Congregación de Israel descargó la ira? Y no solamente él pereció por su iniquidad.”

21Respondieron los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés y dijeron a los jefes de los millares de Israel: 22[1572]“El supremo Dios, Yahvé, sí, el supremo Dios, Yahvé, Él lo sabe, y lo sepa también Israel: si ha sido por rebelión, o por infidelidad contra Yahvé, no haya hoy salvación para nosotros. 23Si nos hemos edificado un altar para apartarnos de Yahvé, para ofrecer sobre él holocaustos y oblaciones, y para presentar allí sacrificios pacíficos, que Yahvé nos demande. 24Muy al contrario, hicimos esto por la siguiente preocupación: Él día de mañana vuestros hijos hablarán, tal vez, a nuestros hijos, diciendo: ¿Qué tenéis vosotros que ver con Yahvé, el Dios de Israel? 25Yahvé ha puesto el Jordán como frontera entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de Gad; vosotros no tenéis parte con Yahvé. Con esto vuestros hijos podrían extinguir en nuestros hijos el temor de Yahvé. 26Por lo cual dijimos: Pongámonos a erigir ese altar, no para holocaustos, ni para sacrificios,27sino como testimonio entre nosotros y vosotros, y entre nuestros descendientes después de nosotros, para poder servir a Yahvé delante de Él, con nuestros holocaustos, con nuestras víctimas y con nuestros sacrificios pacíficos; de modo que vuestros hijos no podrán decir el día de mañana a nuestros hijos: No tenéis parte en Yahvé. 28[1573]Dijimos pues: Si el día de mañana dijeran esto a nosotros, o a nuestros descendientes, responderíamos: Mirad la figura del altar de Yahvé que hicieron nuestros padres, no para holocaustos, ni para sacrificios, sino para que sea testimonio entre nosotros y vosotros. 29¡Lejos sea de nosotros el que nos rebelemos contra Yahvé, o que nos apartemos hoy de Yahvé, edificando un altar para holocaustos, oblaciones y sacrificios, fuera del altar de Yahvé, nuestro Dios, que está delante de su Tabernáculo!”

Se calman las otras tribus

30Cuando el sacerdote Finés, los príncipes de la Congregación, y los jefes de los millares de Israel que estaban con él, oyeron las palabras de los hijos de Rubén, de los hijos de Gad y de los hijos de Manasés, se tranquilizaron; 31[1574]y dijo Finés, hijo del sacerdote Eleazar, a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: “Ahora sabemos que Yahvé está en medio de nosotros, puesto que no habéis cometido tal infidelidad contra Yahvé. Así habéis librado a los hijos de Israel de la mano de Yahvé.”

32Después Finés, hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y se volvieron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, para darles respuesta. 33Y quedaron satisfechos los hijos de Israel, los cuales bendijeron a Dios y no hablaron más de salir contra ellos en guerra, para devastar la tierra que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34[1575]Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron por título al altar que habían construido: “Testimonio entre nosotros de que Yahvé es Dios.”

III. RENOVACIÓN DE LA ALIANZA
JOSUÉ 23
Exhortación de Josué al pueblo

1Pasado ya mucho tiempo después que Yahvé había dado a Israel descanso de todos sus enemigos circunvecinos y siendo Josué ya viejo, de edad avanzada, 2[1576]convocó a todo Israel, a sus ancianos y jefes, a sus jueces y capitanes, y les dijo: “Yo soy ya viejo, de edad avanzada. 3Vosotros habéis visto todo lo que Yahvé, Dios vuestro, ha hecho a todas estas naciones delante de vosotros; pues Yahvé, vuestro Dios, Él mismo ha peleado por vosotros. 4Mirad que os he repartido por sorteo, como herencia de vuestras tribus, esos pueblos que todavía quedan, y todos los pueblos que he destruido, desde el Jordán hasta el Mar Grande, al occidente. 5Yahvé, vuestro Dios, los expulsará de delante de vosotros y los arrojará de vuestra presencia, y vosotros tomaréis su país en posesión, como Yahvé, vuestro Dios, os ha prometido. 6Esforzaos, pues, y guardad y practicad constantemente todo lo escrito en el libro de la Ley de Moisés, sin desviaros ni a la derecha ni a la izquierda. 7No tengáis nada que ver con estos pueblos que han quedado entre vosotros; no mentéis siquiera los nombres de sus dioses ni juréis por ellos; no les deis culto, ni os postréis ante ellos; 8sino quedad adheridos a Yahvé, vuestro Dios, como habéis hecho hasta este día. 9Yahvé ha expulsado de delante de vosotros a pueblos grandes y fuertes; ninguno ha podido resistir ante vosotros hasta el día de hoy. 10Uno solo de vosotros perseguía a mil; porque Yahvé, vuestro Dios, peleaba por vosotros, según os había prometido.

11[1577]Poned, pues, todo empeño en amar a Yahvé, Dios vuestro. 12[1578]Porque si de cualquier manera os apartareis, adhiriéndoos al resto de esos pueblos que han quedado entre vosotros, y si contrayendo matrimonios con ellos os llegareis a ellos y ellos a vosotros, 13[1579]tened entendido con toda seguridad que Yahvé, vuestro Dios, no seguirá expulsando estos pueblos de delante de vosotros; sino que ellos serán para vosotros un lazo y una trampa, un látigo en vuestros costados y espinas en vuestros ojos, hasta que seáis exterminados de sobre esta buena tierra que Yahvé, vuestro Dios, os ha dado.

14He aquí que yo estoy ya para irme adonde se encaminan todos los mortales. Reconoced con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que ni una sola de todas las cosas buenas que Yahvé, vuestro Dios, os ha prometido, ha quedado sin efecto; todas se han cumplido; no ha fallado ni una sola de ellas. 15Así como se han cumplido en vosotros todas las cosas buenas que Yahvé, vuestro Dios os ha prometido, de la misma manera Yahvé, vuestro Dios, traerá sobre vosotros todas las cosas malas, hasta exterminaros de sobre esta excelente tierra que Yahvé, vuestro Dios, os ha dado. 16[1580]Si violáis la alianza que Yahvé, vuestro Dios, os ha prescrito, y si os vais y servís a otros dioses y os postráis ante ellos, se encenderá la ira de Yahvé contra vosotros, y desapareceréis pronto de sobre esta excelente tierra que Él os ha dado.”

JOSUÉ 24
Josué se despide del pueblo

1[1581] Josué congregó a todas las tribus de Israel en Siquem, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, jueces y capitanes, los cuales se presentaron ante Dios. 2[1582]Y dijo Josué a todo el pueblo: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Vuestros padres, Tare, padre de Abrahán y padre de Nacor, habitaban antiguamente al otro lado del río, y servían a otros dioses. 3Y Yo saqué a vuestro padre Abrahán del otro lado del río y le conduje por todo el país de Canaán; multipliqué su descendencia y le di Isaac. 4A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le entregué en herencia la montaña de Seír, y Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. 5Después envié a Moisés y a Aarón y herí a Egipto, conforme a lo que hice allí, y al fin os hice salir (de Egipto). 6Saqué a vuestros padres de Egipto y así llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y con gente de a caballo hasta el Mar Rojo. 7Mas ellos clamaron a Yahvé, el cual, puso tinieblas entre vosotros y los egipcios, e hizo venir sobre ellos el mar, que los cubrió, y vieron vuestros ojos lo que Yo hice en Egipto; luego habitasteis mucho tiempo en el desierto. 8Después os introduje en el país de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, y ellos os hicieron guerra. Mas Yo los entregué en vuestras manos; así vosotros tomasteis posesión de su país y Yo los destruí delante de vosotros. 9Se levantó Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, para hacer guerra a Israel; envió y llamó a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijese. 10Mas Yo no quise escuchar a Balaam; él mismo hubo de bendeciros, y Yo os libré de su mano. 11Después pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Lucharon contra vosotros los hombres de Jericó, lo mismo que los amorreos, los fereceos, los cananeos, los heteos, los gergeseos, los heveos y los jebuseos; mas Yo los entregué en vuestras manos. 12Envié delante de vosotros tábanos, y estos los arrojaron de delante de vosotros (como también) a los dos reyes de los amorreos. No fue por medio de tu espada y arco. 13[1583]Y os di una tierra que vosotros no habíais labrado, y ciudades que no habíais edificado. Vosotros habitáis en ellas y coméis de viñas y de olivares que no habéis plantado.

14[1584]Ahora pues, temed a Yahvé, y servidle con sinceridad y fidelidad. Desechad a los dioses a los cuales vuestros padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto y servid a Yahvé. 15Y si os parece mal servir a Yahvé, escoged hoy a quién queréis servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres que habitaban más allá del río, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis. Mas yo y mi casa serviremos a Yahvé.”

Renovación de la Alianza

16Respondió el pueblo y dijo: “¡Lejos de nosotros el abandonar a Yahvé para servir a otros dioses! 17Porque Yahvé es nuestro Dios, el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres del país de Egipto, de la casa de la servidumbre, e hizo ante nosotros esos grandes prodigios. Él nos ha protegido en todo el camino que hemos recorrido, y en medio de todos los pueblos por medio de los cuales hemos pasado. 18Yahvé ha expulsado de ante nosotros a todos aquellos pueblos y a los amorreos que habitaban este país. Por tanto también nosotros serviremos a Yahvé; pues Él es nuestro Dios.”

19Josué respondió al pueblo: “No podréis servir a Yahvé; porque es un Dios santo, un Dios celoso, que no perdonará vuestras transgresiones y vuestros pecados. 20[1585]Cuando abandonéis a Yahvé y sirváis a dioses extraños, Él se volverá y después de haberos hecho bien os hará mal y acabará con vosotros.” 21Replicó el pueblo a Josué: “No, sino que serviremos a Yahvé.” 22Dijo entonces Josué al pueblo: “Testigos sois contra vosotros mismos de que habéis escogido a Yahvé para servirle.” Respondieron: “Testigos somos.” 23(Y dijo él): “Arrojad pues, los dioses extraños que están en medio de vosotros, e inclinad vuestro corazón hacia Yahvé, el Dios de Israel.” 24Respondió el pueblo a Josué: “Serviremos a Yahvé, nuestro Dios, y escucharemos su voz.”

25De esta manera Josué hizo en aquel día en Siquem una alianza con el pueblo y le dio leyes y preceptos. 26[1586]Josué escribió estas cosas en el libro de la Ley de Dios; y tomando una gran piedra la levantó allí bajo la encina que estaba junto al santuario de Yahvé. 27Y dijo Josué a todo el pueblo: “Ved esta piedra que será testigo contra nosotros, porque ella ha oído todas las palabras que Yahvé nos ha dicho; quede pues por testigo contra vosotros, para que no neguéis a vuestro Dios.” 28Y Josué despidió al pueblo, y cada uno se fue a su herencia.

Muerte y sepultura de Josué

29[1587]Después de esto murió Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, teniendo ciento diez años. 30Le sepultaron en el terreno de su propia herencia en Timnatsérah, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaas. 31Israel sirvió a Yahvé todos los días de Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que conocían todas las obras que Yahvé había hecho a favor de Israel.

32[1588]Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, los enterraron en Siquem, en aquella parte del campo que Jacob había comprado por cien monedas a los hijos de Hemor, padre de Siquem, y fueron posesión de los hijos de José.

33Murió Eleazar, hijo de Aarón, y le enterraron en Gabaa, (propiedad) de su hijo Finés, la cual le había sido dada en la montaña de Efraím.

JUECES

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INTRODUCCIÓN

El Libro de los Jueces contiene la historia del período transcurrido entre la muerte de Josué y la judicatura de Samuel, o sea, hasta la implantación de la monarquía.

Se llama Libro de los Jueces porque sus protagonistas desempeñaban el cargo de jueces, que era idéntico con el cargo de gobernar y reinar, pues en todo el Antiguo Testamento juzgar es sinónimo de reinar. Fueron en realidad los caudillos del pueblo de Israel en el período indicado.

Dios solía llamarlos directamente en tiempos de suma necesidad, para que librasen a su pueblo de sus opresores. Una vez oprimidos los enemigos, seguían desempeñando, por regla general, las funciones de gobernantes, sea en su tribu, sea en todo el pueblo. Por eso, antes de formular juicio u opinión sobre la conducta de los Jueces de Israel, debemos tener muy presente que estos fueron puestos por Dios, como se ve en el discurso de San Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hechos de los Apóstoles 13, 20), a fin de abstenernos de condenar lo que el mismo Dios dispuso.

El Libro de los Jueces se divide en tres partes. En la primera (1, 1 - 3, 6) se describe la situación política y religiosa que reinaba inmediatamente antes del período de los Jueces; la segunda parte (3, 7 - 16, 31) contiene la historia de los Jueces; la tercera (17-21) narra dos episodios que se refieren a la idolatría de los danitas y la corrupción de los benjaminitas, y que dan saludable idea de los extravíos de que somos capaces los hombres si nos guiamos por nuestros propios impulsos.

No conocemos el nombre del autor del libro. En general se cree que el profeta Samuel le dio la forma literaria que hoy tiene.

No es difícil establecer el tiempo de su composición. El autor da por supuesto el comienzo de la monarquía en Israel, la cual es considerada como un gran beneficio para el pueblo y goza todavía de gran prestigio. Todo esto prueba que el libro fue redactado en los primeros años del reinado de Saúl.

La enseñanza especial que deducimos del libro de los Jueces es demostrar que Dios siempre castiga a su pueblo cuando este se aparta de su Ley, pero le suscita un libertador cada vez que se convierte o pide auxilio a su Dios.

No se ha aclarado aún la cronología del libro. Si sumamos los años atribuidos a cada Juez, salen como resultado 410 años. Ahora bien, todos los acontecimientos transcurridos entre el Éxodo de Egipto y el comienzo de la edificación del Templo bajo Salomón abarcan 480 años. Si de esos 480 años se quitan los 410 de los Jueces, quedan para los demás acontecimientos solo 70 años, lo cual es imposible. La solución de esta dificultad consiste en admitir que algunos de los Jueces reinaron simultáneamente en diversas regiones del país.

I. LA SITUACIÓN POLÍTICO-RELIGIOSA DESPUÉS DE LA MUERTE DE JOSUÉ
JUECES 1
Derrota de Adonibésec

1[1589]Muerto Josué, los hijos de Israel consultaron a Yahvé, diciendo: “¿Quién de nosotros marchará primero contra el cananeo para combatirlo?” 2Respondió Yahvé: “Judá; he aquí que he entregado la tierra en sus manos.” 3Dijo entonces Judá a Simeón, su hermano: “Sube conmigo a la tierra de mi herencia, para hacer guerra contra los cananeos, y también yo iré contigo a la tierra de tu herencia.” Y Simeón le acompañó.

4Subió Judá, y Yahvé dio en sus manos a los cananeos y fereceos, de los cuales derrotaron en Bésec diez mil hombres. 5Encontraron en Bésec a Adonibésec, le atacaron y derrotaron a los cananeos y a los fereceos. 6[1590]Huyó Adonibésec; mas le persiguieron y después de haberle tomado preso le cortaron los pulgares de sus manos y de sus pies. 7[1591]Entonces dijo Adonibésec: “Setenta reyes que tenían cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, recogían las migajas debajo de mi mesa. Como yo hice, así me paga Dios.” Y le llevaron a Jerusalén, donde murió. 8[1592]Pues los hijos de Judá atacaron a Jerusalén y habiéndola tomado la pasaron a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad.

Conquista de Hebrón y Dabir

9Después descendieron los hijos de Judá a combatir a los cananeos que habitaban en la montaña, en el Négueb y en la Sefelá. 10[1593]Y marchó Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón, cuyo nombre antiguo era Kiryat-Arbá, y derrotaron a Sesai, Ahimán y Talmai. 11De allí marchó contra los habitantes de Dabir, cuyo nombre antiguo era Kiryatséfer. 12Entonces dijo Caleb: “Al que derrote a Kiryatséfer y la tome, le daré por mujer mi hija Acsá.” 13Y la tomó Otoniel, hijo de Kenas, hermano menor de Caleb; y este le dio por mujer su hija Acsá. 14[1594]Mientras ella se iba (con su marido), este la instigó a que pidiera a su padre un campo; y como ella se bajó del asno, le preguntó Caleb: “¿Qué te pasa?” 15Respondió ella: “Dame una bendición; ya que me has dado tierra de secano, dame también fuentes de agua.” Y Caleb le dio fuentes en las regiones superiores y en las inferiores.

16[1595]Los hijos del Cineo, cuñado de Moisés, subieron juntamente con los hijos de Judá, desde la ciudad de las Palmeras, al desierto de Judá, que está al sur, en Arad; y vinieron a habitar con el pueblo.

17[1596]Después acompañó Judá a su hermano Simeón y derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat; ejecutaron allí el anatema y fue llamada aquella ciudad Horma. 18Judá tomó también a Gaza con su territorio, a Ascalón con su territorio y a Acarón con su territorio. 19Yahvé estuvo con Judá de modo que pudo apoderarse de la montaña, pero no pudo expulsar a los habitantes de los valles, porque tenían carros de hierro. 20A Caleb se le dio Hebrón, como le había prometido Moisés; y Caleb expulsó de allí a los tres hijos de Enac.

21[1597]Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén; y así habitan los jebuseos con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta el día de hoy.

Toma de Betel

22Los de la casa de José, por su parte, subieron contra Betel, y Yahvé estuvo con ellos. 23Mientras exploraban Betel, cuyo nombre antiguo era Luz, 24vieron los centinelas a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: “Muéstranos, te rogamos, por dónde se puede entrar en la ciudad, y usaremos contigo de misericordia.” 25Él les mostró por donde se podía entrar en la ciudad, y ellos pasaron la ciudad a filo de espada; mas dejaron salir a aquel hombre con toda su familia, 26[1598]el cual fue a tierra de los heteos, donde edificó una ciudad, y la llamó Luz. Este es su nombre hasta el día de hoy.

Resistencia de los cananeos

27[1599]Manasés no desposeyó a (los habitantes de) Betseán con sus aldeas, ni a los de Taanac con sus aldeas, ni a los habitantes de Dor con sus aldeas, ni a los habitantes de Ibleam con sus aldeas, ni a los habitantes de Megiddó con sus aldeas; por lo cual los cananeos lograron mantenerse en aquel territorio. 28Cuando Israel cobró fuerza, hizo tributarios a los cananeos, pero no los expulsó por completo. 29Efraím no expulsó a los cananeos que habitaban en Guécer; y los cananeos siguieron viviendo en medio de ellos en Guécer. 30Zabulón no expulsó a los habitantes de Ketrón, ni a los habitantes de Nahalol; y los cananeos siguieron viviendo en medio de ellos pero vinieron a ser tributarios. 31Aser no expulsó a los habitantes de Acó ni a los habitantes de Sidón, Ahalab, Aczib, Helbá, Afee y Rohob; 32sino que los hijos de Aser vivieron en medio de los cananeos, habitantes del país, pues, no los expulsaron. 33Neftalí no expulsó a los habitantes de Betsemes, ni a los habitantes de Betanat, sino que habitó en medio de los cananeos, habitantes del país; pero los habitantes de Betsemes y de Betanat vinieron a ser tributarios suyos. 34[1600]Los amorreos estrecharon a los hijos de Dan en las montañas; pues no les permitían bajar a los valles. 35Lograron los amorreos habitar en Har-Heres, en Ayalón, y en Saalbim; mas cuando la mano de la casa de José pesó sobre ellos, vinieron a ser tributarios. 36[1601]El territorio de los amorreos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Selá para arriba.

JUECES 2
Yahvé reprende a los israelitas

1[1602]Subió el Ángel de Yahvé de Gálgala a Boquín, y dijo: “Yo os he sacado de Egipto, y os he introducido en el país que prometí con juramento a vuestros padres. Y dije: Jamás quebrantaré mi alianza con vosotros, 2si vosotros no hacéis alianza con los habitantes de esta tierra, y si derribáis sus altares. Pero no habéis obedecido mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? 3[1603]Por eso Yo por mi parte he dicho: No los expulsaré delante de vosotros, sino que quedarán a vuestro lado y sus dioses os serán un lazo”. 4Al decir el Ángel de Yahvé estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó la voz y se puso a llorar. 5Por eso llamaron a este lugar Boquín; y ofrecieron allí sacrificios a Yahvé.

Apostasía de Israel

6Despedido que hubo Josué al pueblo, los hijos de Israel se fueron cada cual a su herencia para tomar posesión de la tierra; 7y sirvió el pueblo a Yahvé todos los días de Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que habían visto toda la obra grandiosa que Yahvé había hecho en favor de Israel. 8Pero murió Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, cuando tenía ciento y diez años; 9y le sepultaron en el terreno de su propia herencia, en Timnatheres, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaas.

10También toda aquella generación fue congregada con sus padres; y surgió otra generación después de ellos que no conocía a Yahvé, ni la obra que Él había hecho a favor de Israel. 11Entonces los hijos de Israel hicieron lo que era malo a los ojos de Yahvé. Sirvieron a los Baales, 12[1604]y abandonando a Yahvé, el Dios de sus padres, que los había sacado del país de Egipto, anduvieron en pos de otros dioses, de entre los dioses de los pueblos que los rodeaban, y se postraron ante ellos, provocando la ira de Yahvé. 13[1605]Dejaron a Yahvé, y sirvieron a Baal y a las Astartés.

Castigo de la infidelidad

14Entonces se encendió la ira de Yahvé contra Israel; por lo cual los entregó en manos de salteadores que los saquearon, y los vendió en manos de sus enemigos que los rodeaban, y no pudieron ya resistir a sus enemigos. 15Por doquiera que salían, la mano de Yahvé descargaba sobre ellos, para su daño, como Yahvé les había dicho y jurado, con lo que se vieron en muy grande aprieto. 16[1606]Entonces suscitó Yahvé jueces que los librasen de los saqueadores. 17Mas ni aun a sus jueces quisieron escuchar, sino que se prostituyeron yéndose tras otros dioses, ante los cuales se postraban. Así se apartaron muy pronto del camino en que anduvieron sus padres, obedeciendo los mandamientos de Yahvé; ellos, empero, no lo hicieron así. 18Cuando Yahvé les suscitaba un juez, estaba con él, y los salvaba de sus enemigos, todos los días de aquel juez; porque Yahvé les tenía compasión a causa de los gemidos que proferían ante sus opresores y vejadores. 19Pero al morir el juez, volvían a corromperse más que sus padres y andaban en pos de otros dioses sirviéndolos y dándoles culto. No dejaron estas sus maldades ni su perverso camino.

20Por eso se encendió la ira de Yahvé contra Israel, y dijo: “Por cuanto este pueblo viola la alianza que Yo prescribí a sus padres, y no escucha mi voz, 21tampoco Yo seguiré expulsando de delante de ellos a ninguno de aquellos pueblos que dejó Josué cuando murió, 22[1607]a fin de probar por medio de ellos a Israel, si pondrán o no su empeño en andar en el camino de Yahvé, como hicieron sus padres.” 23Y Yahvé dejó a aquellos pueblos sin apresurarse a expulsarlos, como tampoco los había entregado en manos de Josué.

JUECES 3
Los pueblos paganos en medio de Israel

1[1608]Estos son los pueblos que Yahvé dejó para probar por medio de ellos a Israel, a cuantos no tenían experiencia de las guerras de los cananeos 2—con el único fin de instruir a las generaciones de los hijos de Israel y enseñarles la guerra, por lo menos a aquellos que antes no la conocían—, 3los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte Baalhermón hasta la entrada de Hamat. 4Servían estos para probar por medio de ellos a Israel, a fin de saber si obedecería los mandamientos que Yahvé había prescrito a sus padres por boca de Moisés. 5Así, los hijos de Israel habitaban entre los cananeos, los heteos, los amorreos, los fereceos, los heveos y los jebuseos. 6Y tomaron las hijas de ellos por mujeres, dando sus hijas a los hijos de ellos y sirviendo a sus dioses.

II. LOS JUECES
El juez Otoniel

7[1609]Los hijos de Israel hicieron lo que era malo a los ojos de Yahvé y, olvidándose de Yahvé, su Dios, sirvieron a los Baales y a las Ascheras. 8[1610]Y se airó Yahvé contra Israel, y los vendió en manos de Cusan Rasataim, rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan Rasataim ocho años. 9Entonces clamaron los hijos de Israel a Yahvé, y Yahvé suscitó un libertador para los hijos de Israel que los libró: Otoniel, hijo de Kenas, hermano menor de Caleb. 10[1611]Vino sobre él el espíritu de Yahvé y juzgó a Israel. Y salió a la guerra, y Yahvé entregó en sus manos a Cusan Rasataim, rey de Aram, y su mano pesó sobre Cusan Rasataim. 11Así tuvo el país descanso durante cuarenta años. Y murió Otoniel, hijo de Kenas.

El juez Aod

12Volvieron los hijos de Israel a hacer lo que era malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé hizo prevalecer a Eglón, rey de Moab, contra Israel, por cuanto hacían lo que era malo a los ojos de Yahvé. 13[1612]Congregando consigo a los hijos de Amón y a Amalec, Eglón se puso en marcha, derrotó a Israel y se apoderó de la Ciudad de las Palmeras. 14Y los hijos de Israel sirvieron a Eglón, rey de Moab, diez y ocho años.

15Clamaron entonces los hijos de Israel a Yahvé, y Yahvé les suscitó un libertador: Aod, hijo de Gerá, benjaminita, hombre zurdo. Cuando los hijos de Israel enviaron por mano de él un presente a Eglón, rey de Moab, 16Aod se hizo una daga de dos filos, de un palmo de largo, que se ciñó debajo de su ropa sobre el muslo derecho; 17y así llevó el presente a Eglón, rey de Moab, que era un hombre muy gordo. 18Terminada la entrega del presente, despidió Aod la gente que había traído el presente, 19y volviéndose desde Pesilim, cerca de Gálgala, dijo: “Oh rey, tengo un mensaje secreto para ti”. El rey dijo: “¡Silencio!”, y salieron de su presencia todos los que con el estaban. 20Entonces Aod se acercó al rey que estaba sentado en la habitación de verano que tenía reservada para sí solo. Y le dijo Aod: “Tengo para ti un mensaje de parte de Dios.” Se levantó con esto Eglón de la silla, 21y Aod, alargando su mano izquierda, sacó la daga que llevaba sobre su muslo derecho, y la clavó en el vientre de Eglón. 22[1613]Entró incluso el mango tras la hoja, y se cerró la grosura sobre la hoja, de modo que no pudo retirar la daga del vientre, del cual salieron los excrementos. 23Se escapó Aod por la galería, cerrando tras sí la puerta de la habitación y echando el cerrojo. 24[1614]Salido ya él, llegaron los siervos del rey y miraron, y he aquí que la puerta de la habitación estaba cerrada con cerrojo, por lo cual dijeron: “Sin duda se cubre los pies en la cámara de verano.” 25Esperaron hasta darles vergüenza; mas he aquí que él no abrió la puerta de la cámara alta; por lo cual tomando la llave abrieron, y vieron a su señor caído en el suelo y muerto. 26Mientras ellos estaban perplejos Aod huyó, y pasando más allá de Pesilim, se puso a salvo en Seirá. 27Llegado a casa tocó la trompeta en la montaña de Efraím; y los hijos de Israel bajaron con él de la montaña, llevándole a su frente. 28Y les dijo: “Seguidme, pues Yahvé ha entregado en vuestras manos a vuestros enemigos, los moabitas.” Bajaron en pos de él, y tomaron los vados del Jordán frente a Moab, sin dejar pasar a nadie. 29Mataron en aquel tiempo, como diez mil hombres de Moab, todos robustos, y todos hombres valientes. No escapó uno solo. 30Aquel día fue Moab humillado bajo la mano de Israel, y el país tuvo descanso ochenta años.

El juez Samgar

31[1615]Después de Aod, Samgar, hijo de Amat, mató a seiscientos hombres de los filisteos con un aguijón de bueyes. También él libertó a Israel.

JUECES 4
Débora y Barac

1Muerto Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo que era malo a los ojos de Yahvé; 2[1616]y Yahvé los vendió en manos de Jabín, rey de Canaán, que reinaba en Hasor. El jefe de su ejército era Sísara, el cual habitaba en Haserot-Goím. 3Clamaron entonces los hijos de Israel a Yahvé; porque tenía Jabín novecientos carros de hierro, y desde hacía veinte años oprimía duramente a los hijos de Israel.

4En aquel tiempo Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel. 5[1617]Tenía su asiento debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím; y los hijos de Israel acudían a ella en sus litigios. 6[1618]Envió ella a llamar a Barac, hijo de Abinoam, de Kedes-Neftalí, y le dijo: “¿No es esta la orden de Yahvé, el Dios de Israel: Anda y marcha hacia el monte Tabor, y toma contigo diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón? 7Yo llevaré hacia ti, hacia el torrente Kisón, a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y con su multitud, y le entregaré en tus manos.” 8[1619]Barac le contestó: “Si tú vienes conmigo, iré; pero si no vienes conmigo, no iré.” 9A lo que ella replicó: “Sí, iré contigo; mas no será tuya la gloria de la expedición que vas a emprender; pues en manos de una mujer entregará Yahvé a Sísara.” Y se levantó Débora y fue con Barac a Kedes.

Derrota de Sísara

10Barac convocó a Zabulón y a Neftalí en Kedes; y subieron en pos de él diez mil hombres. También Débora subió con él. 11[1620]Ahora bien, Héber, el cineo, que se había separado de los cineos, hijos de Hobab, cuñado de Moisés, había extendido sus tiendas hasta el encinar de Saaraim, cerca de Kedes. 12Cuando supo Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor, 13[1621]hizo salir de Haserot-Goím al torrente Kisón todos sus carros, novecientos carros de hierro, con toda la gente que tenía.

14Entonces dijo Débora a Barac: “¡Levántate, que este es el día en que Yahvé ha entregado a Sísara en tus manos! ¿No va Yahvé delante de ti?” Bajó, entonces, Barac del monte Tabor, y tras él los diez mil hombres. 15Y Yahvé perturbó a Sísara delante de Barac, entregándolo con todos sus carros y con todo su ejército al filo de la espada. El mismo Sísara, saltando de su carro, huyó a pie. 16Barac persiguió los carros y el ejército hasta Hasoret-Goím; y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, sin quedar uno solo.

Jael da muerte a Sísara

17Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Héber, cineo; porque había paz entre Jabín, rey de Hasor y la casa de Héber cineo. 18Salió Jael a recibir a Sísara, y le dijo: “Entra, señor mío, entra en mi casa; no tengas temor.” Entró en la tienda de ella, y ella le cubrió con una alfombra. 19Él le dijo: “Dame de beber, te ruego, un poco de agua, que tengo sed.” Y abrió ella el odre de la leche, le dio de beber y le volvió a cubrir. 20Él le dijo: “Ponte a la puerta de la tienda; y si viene alguno y te pregunta, diciendo: ¿Hay aquí alguien?, le responderás que no.” 21[1622]Entonces Jael, mujer de Héber, tomó una estaca de la tienda y empuñando con su mano un martillo, se acercó a él calladamente y le hincó en la sien la estaca hasta que penetró en la tierra; porque Sísara estaba demasiado fatigado y había caído en un profundo sueño, Y así murió. 22Y he aquí que vino Barac que perseguía a Sísara. Salió Jael a recibirle, y le dijo: “Ven, y te mostrare al hombre que estás buscando.” Entró él en la casa, y vio a Sísara tendido y muerto, con el clavo en la sien.

23En aquel día Dios humilló a Jabín, rey de Canaán, ante los hijos de Israel. 24Y la mano de los hijos de Israel se hizo cada vez más pesada sobre Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron por completo.

JUECES 5
Cántico de Débora

1[1623]En aquel día cantaron Débora y Barac, hijo de Abinoam, el siguiente canto:

2“Los príncipes de Israel al frente,

ofrece el pueblo su vida.

¡Bendecid a Yahvé!

3Escuchad, reyes; prestad atención, príncipes;

que yo, sí, yo cantaré a Yahvé,

cantaré a Yahvé, el Dios de Israel.

4[1624]Cuanto Tú, Yahvé, saliste de Seír,

avanzaste desde los campos de Edom,

se estremeció la tierra, los cielos gotearon,

y las nubes se disolvieron en agua.

5Se derritieron los montes

a la presencia de Yahvé,

aquel Sinaí, a la presencia de Yahvé,

el Dios de Israel.

6[1625]En los días de Samgar, hijo de Anat,

en los días de Jael,

estaban desiertos los caminos;

y los viajeros caminaban por senderos tortuosos;

7faltaron en Israel los caudillos,

faltaron hasta que me levanté yo, Débora;

me levanté como madre en Israel.

8Mientras elegían a nuevos dioses,

la guerra llegó a las puertas;

y no se veía ni escudo ni lanza

entre cuarenta millares de Israel.

9Mi corazón ama a los príncipes de Israel

a los que se ofrecen de entre el pueblo.

¡Bendecid a Yahvé!

10[1626]Los que cabalgáis sobre asnas blancas,

los que os sentáis sobre alfombras,

y los que vais por los caminos, cantad.

11En los abrevaderos,

libres ya del estruendo de los arqueros,

allí se canten las justicias de Yahvé,

las justicias de su imperio en Israel.

Pues entonces pudo bajar

a las puertas el pueblo de Yahvé.

12¡Despierta, despierta, Débora!

¡Despierta, despierta, entona el himno!

¡Levántate, Barac, hijo de Abinoam,

toma presos a tus apresadores!

13En aquel tiempo descendió

el resto de los nobles del pueblo;

Yahvé bajó hacia mí con los valientes.

14[1627]De Efraím vinieron

los que derrotaron a Amalec;

detrás de ti Benjamín entre tu gente.

De Maquir llegaron los jefes,

de Zabulón los que llevan la vara del mando.

15[1628]Los príncipes de Isacar bajan con Débora;

Isacar marcha al lado de Barac;

se arrojan al valle en pos de sus pisadas.

Mas en los distritos de Rubén

hubo grandes deliberaciones.

16¿Por qué quedaste en tus apriscos

para escuchar los balidos de los rebaños?

En los distritos de Rubén

hubo grandes deliberaciones.

17Galaad descansaba allende el Jordán;

y Dan no se separaba de sus navíos.

Aser habitaba en la ribera del mar,

y reposaba junto a sus puertos.

18[1629]Mas Zabulón es un pueblo

que expone su vida a la muerte,

lo mismo que Neftalí,

sobre las alturas del campo.

19[1630]Vinieron reyes y dieron batalla;

lucharon entonces los reyes de Canaán

en Taanac, junto a las aguas de Megiddó,

y no tomaron plata por botín.

20[1631]Desde el cielo lucharon los astros,

de sus órbitas lucharon contra Sísara.

21[1632]El torrente Kisón los arrastró,

el torrente viejo, el torrente Kisón.

¡Pisa firme, oh alma mía!

22Se rompieron los cascos de los caballos,

en la veloz huida de sus guerreros.

23[1633]Maldecid a Meroz,

dice el Ángel de Yahvé;

¡Malditos sus habitantes!

porque no vinieron en socorro de Yahvé,

a socorrer a Yahvé con sus valientes.

24[1634]¡Bendita entre las mujeres

sea Jael, mujer de Héber, el cineo!

¡Bendita entre las mujeres

que viven en tiendas!

25Agua pidió él, y ella dio leche;

en vaso de príncipes le sirvió nata.

26Tomó su mano el clavo,

y su derecha el pesado martillo,

dio el golpe a Sísara,

le rompió la cabeza,

le machacó y atravesó las sienes.

27A sus pies él se encorva,

cae y queda tendido.

Se encorva a los pies de ella y cae;

donde se encorva, allí mismo queda muerto.

28[1635]Por la ventana, tras las celosías

se asoma la madre de Sísara y clama:

¿Por qué tarda en venir su carro?

¿Por qué tan lerda la marcha de sus cuadrigas?

29Las más sabias de sus damas le contestan,

y ella misma se da la respuesta:

30Habrán hallado botín

que están repartiendo;

para cada guerrero, una joven, o dos;

vestidos de color para Sísara, como despojo,

vestidos bordados,

de varios colores, como botín;

despojos de diversos colores,

dos veces recamados, para la esposa.

31¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahvé!

¡Y los que te aman brillen como el sol

cuando sale con toda su fuerza!”

Y el país tuvo descanso durante cuarenta años.

JUECES 6
Invasión de los madianitas

1[1636]Los hijos de Israel, hicieron lo malo a los ojos de Yahvé, y los entregó Yahvé en manos de Madián, por siete años. 2La mano de Madián pesó sobre Israel de tal manera que los hijos de Israel por miedo a los madianitas se hicieron los antros que se hallan en las montañas, las cuevas y los lugares fortificados. 3Pues cuando Israel había hecho la siembra subían contra ellos Madián y Amalec con los hijos del Oriente. 4Acampaban frente a ellos y destruían los productos de la tierra hasta la región de Gaza, no dejando a Israel sustento alguno, ni oveja, ni buey, ni asno. 5Porque llegaban con sus ganados y sus tiendas, numerosos como las langostas; ellos y sus camellos eran innumerables, y venían al país para devastarlo. 6Con lo que Israel fue muy debilitado por los madianitas, y los hijos de Israel clamaron a Yahvé.

7Cuando los hijos de Israel clamaron a Yahvé a causa de Madián, 8envió Yahvé un profeta a los hijos de Israel, que les dijo: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, sacándoos de la casa de la servidumbre; 9os libré de las manos de los egipcios y de todos los que os oprimieron; los expulsé de delante de vosotros y os di su tierra; 10y os dije: Yo soy Yahvé, vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; pero no habéis escuchado mi voz.”

Vocación de Gedeón

11[1637]Vino el Ángel de Yahvé y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Joás de la familia de Abiéser, cuando Gedeón, su hijo, estaba batiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12Se le apareció el Ángel de Yahvé y le dijo: “Yahvé está contigo, ¡oh valiente héroe!” 13[1638]Gedeón contestó: “Ah, señor mío; si Yahvé está con nosotros, ¿cómo es que nos ha sucedido todo esto? ¿Dónde están todos sus prodigios que nos han contado nuestros padres, diciendo: No nos sacó Yahvé de Egipto? Mas ahora Yahvé nos ha abandonado y entregado en manos de Madián.” 14[1639]Entonces Yahvé se volvió hacia él y dijo: “Anda con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy Yo quien te envío?” 15Mas él le dijo: “¡Ah, Señor! ¿Con qué he de salvar yo a Israel? Mira, mi familia es la más pobre en Manasés, y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre.” 16Yahvé le respondió: “Yo estaré contigo; y derrotarás a Madián como si fuese un solo hombre.” 17Entonces él le dijo: “Si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que me des una señal de que eres Tú quien hablas conmigo. 18[1640]Y no te retires de aquí hasta que yo vuelva hacia ti y traiga mi ofrenda para ponerla delante de ti.” A lo cual respondió: “Yo me quedaré hasta que vuelvas.”

19Fue Gedeón y aderezó un cabrito, y con un efa de flor de harina coció ácimos; luego puso la carne en un canasto y echó el caldo en una olla, y los llevó para presentarlos debajo del terebinto. 20Y le dijo el Ángel de Dios: “Toma la carne y los ácimos, ponlos sobre esta peña y echa sobre ellos el caldo.” Y él lo hizo así. 21Entonces el Ángel de Yahvé extendió la punta del báculo que tenía en la mano, y tocó la carne y los ácimos; y salió fuego de la peña, que consumió la carne y los ácimos. Luego el Ángel de Yahvé desapareció de su vista. 22[1641]Viendo Gedeón que era el Ángel de Yahvé, dijo: “Ay de mí, Señor Yahvé, pues yo he visto al Ángel de Yahvé cara a cara.” 23Yahvé le dijo: “La paz sea contigo; no temas, no morirás.” 24Gedeón erigió allí un altar a Yahvé, y lo llamó Paz de Yahvé. Este altar está hasta el día de hoy en Ofrá de Abiéser.

Destrucción del altar de Baal

25[1642]En aquella misma noche dijo Yahvé a Gedeón: “Toma el toro de tu padre, el toro segundo que tiene siete años, y derriba el altar de Baal que pertenece a tu padre, y corta la aschera que está junto a él; 26y edifica un altar a Yahvé, tu Dios, sobre la cumbre de este peñasco, según lo dispuesto, y tomando aquel segundo toro, lo ofrecerás en holocausto con la madera de la aschera cortada.” 27Tomó Gedeón diez hombres de entre sus siervos, e hizo lo que Yahvé le había mandado, pero por temor a la casa de su padre y a los hombres de la ciudad no lo hizo de día, sino de noche. 28Cuando al día siguiente madrugaron los hombres de la ciudad vieron derribado el altar de Baal, cortada la aschera que había junto a él, y el toro segundo ofrecido en holocausto sobre el altar edificado. 29Se preguntaban entonces unos a otros: “¿Quién ha hecho esto?” Investigaron y buscaron, y se les dijo: “Gedeón, hijo de Joás, ha hecho esto.” 30Por lo cual los hombres de la ciudad dijeron a Joás: “Saca a tu hijo para que muera; pues ha derribado el altar de Baal, y cortado la aschera que estaba a su lado.” 31Mas Joás respondió a todos los que estaban delante de él: “¿Queréis acaso combatir por Baal? ¿Pretendéis vosotros salvarle? Quien se atreva luchar por él, que muera antes que llegue la mañana. Si él es Dios que luche por sí mismo contra el que ha derribado su altar.” 32[1643]En aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, porque decía: “Luche Baal con aquel que ha derribado su altar.”

El milagro del vellocino

33Todo Madián y Amalec y los hijos del Oriente se coligaron, pasaron (el Jordán) y acamparon en el valle de Jesreel. 34[1644]Entonces el Espíritu de Yahvé revistió a Gedeón, el cual tocó la trompeta, y se juntaron los de la familia de Abiéser para seguirle. 35Envió también mensajeros por todo Manasés, y ellos se juntaron para seguirle. Envió, además, mensajeros a Aser, Zabulón y Neftalí, los cuales salieron a su encuentro.

36[1645]Y dijo Gedeón a Dios: “Si quieres salvar por mi mano a Israel, como has dicho, 37he aquí que voy a poner un vellocino de lana en la era. Si solamente el vellocino se cubre de rocío, quedando todo el suelo seco, conoceré que salvarás por mi mano a Israel, conforme has prometido.” 38Así fue; cuando al día siguiente se levantó muy temprano para exprimir el vellocino, sacó del vellocino tanta agua que con ella llenó una taza. 39Dijo entonces Gedeón a Dios: “No se encienda tu ira contra mí, si hablo una vez más. Permíteme repetir la prueba con el vellocino solamente esta vez. Te ruego quede seco el vellocino, en tanto que en todo el suelo haya rocío.” 40Y así lo hizo Dios en aquella noche; quedó seco el vellocino solo, y en todo el suelo hubo rocío.

JUECES 7
El pequeño ejército de Gedeón

1Jerobaal, que es Gedeón, y toda la gente que estaba con él, se levantaron muy temprano y acamparon junto a la fuente de Harod, teniendo el campamento de Madián hacia el norte, en el valle, al pie del collado de Moré. 2[1646]Dijo entonces Yahvé a Gedeón: “La gente que está contigo es demasiado numerosa para que Yo entregue a Madián en sus manos, no sea que Israel se gloríe contra Mí, diciendo: «Es mi mano la que me ha salvado». 3[1647]Haz llegar al pueblo esta proclamación: «Los cobardes y medrosos, vuélvanse y se retiren de la montaña de Galaad».” Y se volvieron de la gente veinte y dos mil, quedando solamente diez mil.

4Mas Yahvé dijo a Gedeón: “Aún es demasiada la gente, hazlos bajar al agua y allí te los probaré. Aquel de quien Yo te dijere que vaya contigo, ese irá contigo; mas todo aquel de quien te dijere que no vaya contigo, ese tal no irá.” 5Gedeón hizo bajar a la gente al agua, y Yahvé le dijo: “A todos los que lamieren el agua con la lengua, como lame el perro, los pondrás aparte; asimismo a todos los que para beber doblaren las rodillas.” 6[1648]El número de los que lamieron el agua (llevándola) con la mano a la boca, fue de trescientos hombres; todo el resto del pueblo dobló las rodillas para beber agua. 7Y dijo Yahvé a Gedeón: “Por medio de los trescientos hombres que toman el agua lamiendo, os salvaré y entregaré a Madián en tus manos. Toda la demás gente vuélvase cada cual a su lugar.” 8Tomó aquella gente provisiones en su mano, y también sus trompetas; y Gedeón despidió a todos los demás hombres de Israel cada uno a su tienda, reteniendo solo a los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba debajo de él, en el valle.

Dios alienta a Gedeón

9En aquella noche le dijo Yahvé: “Levántate, baja contra el campamento, pues lo he entregado en tu mano. 10[1649]Mas si temes atacar, baja tú con tu siervo Purá al campamento, 11y oirás lo que dicen; después se fortalecerán tus manos para descender contra el campamento. Bajaron él y su siervo hasta la vanguardia de la gente armada que había en el campamento. 12Madián, Amalec, y todos los hijos del Oriente se habían extendido por el valle, tan numerosos como langostas, y con camellos innumerables, pues como la arena que está a la ribera del mar, así era su multitud. 13[1650]Gedeón llegó justamente cuando un hombre contaba a su compañero un sueño. Decía: “He tenido un sueño: un pan de cebada venía rodando por el campamento de Madián, llegó a la tienda, la derribó de manera que cayó, la trastornó de arriba abajo, y la tienda quedó derribada.” 14Su compañero contestó, diciendo: “No es esta otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, hombre israelita, en cuyas manos Dios ha entregado a Madián y todo el campamento.”

Victoria de Gedeón

15Al oír Gedeón el relato del sueño y su interpretación, se postró para adorar, volvió al campamento de Israel y dijo: “Levantaos, que Yahvé ha entregado en vuestras manos el campamento de Madián.” 16Dividió los trescientos hombres en tres compañías, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos, con teas encendidas dentro de los cántaros; 17y les dijo: “Lo que me viereis hacer, haced lo mismo vosotros. Tan pronto como yo llegue al borde del campamento, haréis como hago yo. 18Cuando yo y todos los que están conmigo toquemos la trompeta, tocaréis también vosotros las trompetas, alrededor de todo el campamento, y gritaréis: ¡Por Yahvé y por Gedeón!”

19Llegaron Gedeón, y los trescientos hombres que le acompañaban, al borde del campamento, al principio de la vigilia mediana, cuando acababan de relevarse los centinelas; y tocaron las trompetas, y rompieron los cántaros que tenían en la mano. 20Y a la vez tocaron las trompetas las tres compañías, rompieron los cántaros, y tomando con la mano izquierda las teas encendidas, y con la derecha las trompetas para tocar, gritaron: “¡Espada por Yahvé y por Gedeón!”, 21manteniéndose parados, cada uno en su puesto alrededor del campamento. Con esto todo el campamento echó a correr, gritar y huir. 22[1651]Pues cuando tocaron las trescientas trompetas, Yahvé volvió la espada de cada cual contra su compañero, por todo el campamento. Y huyó el ejército hasta Betsitá, en dirección de Sererá, hasta el borde de Abelmeholá, cerca de Tabat.

23Entonces se reunieron los hombres de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a Madián. 24[1652]Gedeón envió también mensajeros por toda la montaña de Efraím, para decir a los (efraimitas): “Bajad al encuentro de los madianitas, y ocupad antes que ellos las aguas del Jordán, hasta Betbará.” Se juntaron todos los hombres de Efraím y tomaron las aguas del Jordán, hasta Betbará. 25[1653]Hicieron prisioneros a los dos príncipes de Madián, Oreb y Zeeb; y mataron a Oreb sobre la peña de Oreb, y a Zeeb le dieron muerte en el lagar de Zeeb, y terminada la persecución de Madián llevaron las cabezas de Oreb y Zeeb a Gedeón, al otro lado del Jordán.

JUECES 8
Celos de Efraím

1Dijeron los hombres de Efraím a Gedeón: “¿Qué es esto que has hecho con nosotros, eso de no llamarnos cuando saliste a combatir contra Madián?” Y se querellaron reciamente contra él. 2[1654]Les respondió: “¿Qué he hecho yo que se pueda comparar con lo vuestro? ¿No es mejor la rebusca de Efraím que la vendimia de Abiéser? 3[1655]En vuestras manos ha entregado Dios a los príncipes de Madián, Oreb y Zeeb. ¿Qué he hecho yo que se pueda comparar con lo vuestro?” Con esta respuesta se calmó la ira que contra él habían concebido.

Nuevos triunfos de Gedeón

4Gedeón llegó al Jordán, y lo cruzó con los trescientos hombres que tenía consigo, cansados, pero prosiguiendo la persecución. 5[1656]Y dijo a los hombres de Sucot: “Dadme, por favor, pan para la gente que me sigue, porque están cansados, y estoy persiguiendo a Zébah y Salmaná, reyes de Madián.” 6Contestaron los jefes de Sucot: “¿Acaso los puños de Zébah y Salmaná están ya en tu mano para que demos pan a tu tropa?” 7Gedeón respondió: “Por eso, cuando entregue Yahvé a Zébah y a Salmaná en mi mano, azotaré vuestras carnes con espinas del desierto y con cardos.” 8De allí subió a Fanuel y les habló de la misma manera; mas los hombres de Fanuel le respondieron del mismo modo que los de Sucot. 9Dijo también a los hombres de Fanuel: “Cuando vuelva yo en paz derribaré esta torre.”

10Zébah y Salmaná estaban en Carcor, y su ejército con ellos, unos quince mil hombres, el resto de todo aquel ejército de los hijos del Oriente, habiendo perecido ya ciento veinte mil hombres que llevaban espada. 11Gedeón subió por el camino de los nómadas, al oriente de Noba y Jegbaá, y derrotó el campamento, pues el ejército, no temía peligro. 12Huyeron Zébah y Salmaná; más él, en la persecución prendió a los dos reyes de Madián, Zébah y Salmaná, e hizo temblar a todo su ejército.

13Entre tanto, Gedeón, hijo de Joás, volviendo de la batalla por la subida de Heres, 14prendió a un muchacho de los habitantes de Sucot. Le interrogó, y este le apuntó los nombres de los jefes de Sucot y sus ancianos, setenta y siete hombres. 15Llegado a los hombres de Sucot dijo Gedeón: “Ved aquí a Zébah y Salmaná con motivo de los cuales me zaheristeis diciendo: «¿Acaso los puños de Zébah y Salmaná están ya en tu mano, para que demos pan a tus hombres cansados?»” 16[1657]Tomó entonces a los ancianos de la ciudad, y espinas del desierto y cardos, y con estos dio una lección a los hombres de Sucot. 17[1658]Arrasó también la torre de Fanuel, y dio muerte a los hombres de la ciudad.

18A Zébah y a Salmaná les dijo: “¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?” Contestaron: “Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de un rey.” 19Replicó Gedeón: “Eran mis hermanos, los hijos de mi misma madre. ¡Vive Yahvé, que no os mataría, si les hubieses conservado la vida!” 20Luego dijo a Jéter, su primogénito: “¡Levántate, mátalos!” Pero el joven no sacó la espada, por temor, siendo como era aún joven. 21Entonces dijeron Zébah y Salmaná: “Levántate tú y danos el golpe; porque como es el hombre, así es su fuerza.” Se levantó Gedeón y mató a Zébah y a Salmaná y tomó las lunetas que se hallaban al cuello de sus camellos.

Gedeón rechaza la realeza

22Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: “Reina tú sobre nosotros, tú, tu hijo, y los hijos de tu hijo, ya que nos has librado del poder de Madián.” 23[1659]Gedeón les respondió: “No reinaré yo sobre vosotros, ni reinará mi hijo sobre vosotros. Yahvé sea quien reine sobre vosotros.” 24Y les añadió Gedeón: “Voy a pediros una cosa, y es que me dé cada cual un zarcillo de su despojo”; pues (los enemigos) llevaban zarcillos de oro por ser ismaelitas. 25Ellos respondieron: “Con mucho gusto te lo daremos”. Tendieron pues, un manto, y cada uno echó allí un zarcillo de su botín. 26[1660]Y fue el peso de los zarcillos de oro que había pedido, de mil setecientos siclos de oro; sin contar las lunetas y pendientes, ni los vestidos de púrpura que los reyes de Madián llevaban, ni los collares que se hallaban al cuello de sus camellos. 27[1661]De esto hizo Gedeón un efod, y lo depositó en su ciudad, en Ofrá; y todo Israel cometía allí idolatría con ese (efod), lo cual vino a ser un lazo para Gedeón y su casa. 28Así fue humillado Madián ante los hijos de Israel, y no volvió más a levantar cabeza. Y tuvo el país en los días de Gedeón un descanso de cuarenta años.

Muerte de Gedeón

29[1662]Partió después Jerobaal, hijo de Joás, y habitó en su casa. 30[1663]Y tuvo Gedeón setenta hijos, todos nacidos de él, porque tenía muchas mujeres. 31También una de sus mujeres secundarias que estaba en Siquem, le dio un hijo, al que puso por nombre Abimelec. 32[1664]Murió Gedeón, hijo de Joás, en buena vejez, y fue enterrado en la sepultura de su padre Joás, en Ofrá de los hijos de Abiéser.

33[1665]Muerto Gedeón, los hijos de Israel volvieron a fornicar tras los Baales, y pusieron a Baal-Berit por dios suyo. 34No se acordaron los hijos de Israel de Yahvé su Dios, que los había librado del poder de todos sus enemigos a la redonda. 35Tampoco usaron de piedad con la casa de Jerobaal-Gedeón, por todo el bien que él había hecho a Israel.

JUECES 9
Abimelec

1Abimelec, hijo de Jerobaal, se fue a Siquem y habló a los hermanos de su madre, a ellos y a toda la parentela de la casa del padre de su madre, en los siguientes términos: 2“Decid, os ruego, al oído de todos los vecinos de Siquem: “¿Qué es mejor para vosotros: el que reinen sobre vosotros setenta hombres, hijos todos ellos de Jerobaal, o que reine sobre vosotros uno solo? Acordaos también de que yo soy hueso vuestro y carne vuestra.” 3Repitieron los hermanos de su madre todas estas palabras referentes a él, de modo que las oyeron todos los vecinos de Siquem, y se inclinó el corazón de ellos hacia Abimelec; pues decían: “Es nuestro hermano.” 4[1666]Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-Berit, con los cuales Abimelec tomó a sueldo hombres ociosos y aventureros que le siguieron. 5Y llegó a Ofrá, a la casa de su padre, y mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Solo pudo escapar Joatam, el hijo menor de Jerobaal, porque se escondió. 6[1667]Entonces se reunieron todos los vecinos de Siquem y todos los de Bet-Meló y fueron a proclamar rey a Abimelec, junto al terebinto del santuario que está en Siquem.

La parábola de Joatam

7[1668]Habiéndolo oído Joatam, se fue y apostándose en la cumbre del monte Garizim, alzó su voz y les dijo a gritos: “Oídme, señores de Siquem, para que os oiga Dios. 8[1669]Fueron una vez los árboles a ungir un rey que reinase sobre ellos; y dijeron al olivo: «Reina tú sobre nosotros». 9El olivo les contestó: «¿Puedo acaso yo dejar mi grosura, con la cual se honra a Dios y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?» 10Entonces dijeron los árboles a la higuera: «Ven tú y reina sobre nosotros». 11La higuera les respondió: «¿He de dejar acaso mi dulzura y mi excelente fruto, para ir a mecerme sobre los árboles?» 12Dijeron, pues, los árboles a la vid: «Ven tú y reina sobre nosotros». 13Mas la vid les respondió: «¿He de dejar acaso mi vino que alegra a Dios y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?» 14Entonces todos los árboles dijeron a la zarza: «Ven tú y reina sobre nosotros». 15Respondió la zarza a los árboles: «Si es que en verdad queréis ungirme rey sobre vosotros, venid y refugiaos bajo mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza que devore los cedros del Líbano». 16Ahora, pues, (preguntaos) si habéis obrado fiel y justamente haciendo rey a Abimelec, y si os habéis portado bien con Jerobaal y su casa, y si le habéis tratado como lo merecía la obra de sus manos; 17pues mi padre peleó por vosotros, exponiendo su vida a los mayores peligros, y os libró del poder de Madián; 18pero vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre; habéis matado a sus hijos, setenta hombres, sobre una misma piedra, y habéis puesto a Abimelec, hijo de una esclava suya, por rey sobre los vecinos de Siquem, por ser él vuestro hermano. 19Si pues en este día habéis obrado fiel y justamente con Jerobaal y con su casa, complaceos en Abimelec, y complázcase él en vosotros. 20Pero si no, salga fuego de Abimelec, fuego que devore a los vecinos de Siquem y de Bet-Meló, y salga fuego de los vecinos de Siquem y de Bet-Meló, que devore a Abimelec.” 21Luego Joatam emprendió la huida, y huyendo se fue a Beer donde habitó por temor de su hermano Abimelec.

Sedición de los siquemitas

22Reinó Abimelec tres años sobre Israel. 23[1670]Entonces envió Dios un espíritu maligno entre Abimelec y los vecinos de Siquem, y los vecinos de Siquem se portaron pérfidamente con Abimelec; 24para que se vengase el crimen hecho contra los setenta hijos de Jerobaal, y para que su sangre cayese sobre Abimelec su hermano, que los mató, y también sobre los vecinos de Siquem, que le habían ayudado a matar a sus hermanos. 25Los vecinos de Siquem le pusieron emboscadas sobre las cimas de las montañas, para despojar a cuantos pasaban por el camino junto a ellos. Esto llegó al conocimiento de Abimelec.

26Entre tanto llegó Gáal, hijo de Ebed, con sus hermanos, y entraron en Siquem, y los siquemitas pusieron en él su confianza. 27Salieron al campo, vendimiaron sus viñas y pisaron (las uvas), haciendo gran fiesta; luego entraron en la casa de su dios, y mientras comían y bebían, maldecían a Abimelec. 28[1671]Dijo entonces Gáal, hijo de Ebed: “¿Quién es Abimelec, y quién es Siquem, para que le sirvamos? ¿No es el hijo de Jerobaal, y no es Zebul su lugarteniente? Servid a los hombres de Hemor, padre de Siquem. ¿Por qué hemos de servir nosotros (a Abimelec)? 29¡Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mando! Yo expulsaría a Abimelec.” Y envió a decir a Abimelec: “Refuerza tu ejército y sal.”

30Cuando Zebul, comandante de la ciudad, oyó las palabras de Gáal, hijo de Ebed, montó en cólera, 31y enviando secretamente mensajeros a Abimelec le dijo: “Mira que Gáal, hijo de Ebed, y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí que ellos están sublevando la ciudad contra ti. 32Levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y ponte en emboscada en el campo, 33y por la mañana, al salir el sol, levántate pronto y cae sobre la ciudad; cuando él y la gente que está con él salgan contra ti, podrás hacer con él según la fuerza de tu mano.

Abimelec sofoca la revolución

34Abimelec se levantó de noche, él y toda la gente que le acompañaba, y divididos en cuatro compañías se pusieron en emboscada contra Siquem. 35Y cuando Gáal, Hijo de Ebed, salió y se apostó a la entrada de la puerta de la ciudad, salió Abimelec de la emboscada con la gente que tenía consigo. 36Viendo Gáal la gente, dijo a Zebul: “He aquí gente que baja de las cimas de los montes.” Zebul le contesto: “Lo que ves es la sombra de los montes, y te parecen hombres.” 37[1672]Gáal volvió a hablar, diciendo: “Mira que baja gente del ombligo del país y una compañía viene de la encina de los adivinos.” 38Entonces dijo Zebul: “¿Dónde está ahora tu boca, con que dijiste: Quién es Abimelec, para que le sirvamos? ¿No es esta la gente que despreciaste? Sal, pues, ahora y pelea contra ellos. 39Salió Gáal, a la vista de los vecinos de Siquem, y dio batalla a Abimelec. 40Y Abimelec le persiguió, porque, huyó delante de él, y cayeron muchos traspasados hasta la entrada de la puerta. 41Abimelec permaneció en Arumá; y Zebul expulsó a Gáal y a sus hermanos de modo que no pudieron quedarse en Siquem.

Destrucción de Siquem

42Al día siguiente salió el pueblo al campo; de lo cual avisado Abimelec, 43tomó su gente, la dividió en tres compañías y los puso en emboscada en el campo; y cuando vio que la gente salía de la ciudad, se levantó contra ellos para derrotarlos. 44Abimelec y el destacamento que le seguía, avanzaron y se apostaron a la entrada de la puerta de la ciudad, en tanto que las otras dos compañías se lanzaron sobre todos los que estaban en el campo y los destrozaron. 45[1673]Abimelec asaltó la ciudad todo aquel día, la tomó y mató la gente que había en ella. Después arrasó la ciudad, y la sembró de sal.

46[1674]Al oír esto, todos los hombres de la torre de Siquem se refugiaron en la fortaleza del templo de El-Berit. 47Cuando Abimelec supo que allí se habían reunido todos los hombres de la torre de Siquem, 48subió al monte Salmón, él y toda la gente que le seguía; y tomando un hacha en su mano, cortó la rama de un árbol, la alzó, se la puso al hombro y mandó a la gente que le acompañaba: “Lo que me habéis visto hacer, haced pronto igual que yo.” 49Y cortó también toda la gente cada cual una rama, y siguiendo tras Abimelec, las colocaron sobre la fortaleza, a la cual pegaron fuego, cubriéndolos con llamas, y así murió también toda la gente de la torre de Siquem, unos mil hombres y mujeres.

Muerte de Abimelec

50Después marchó Abimelec a Tebes, la asedió y la tomó. 51Mas había en medio de la ciudad una torre fuerte, adonde se habían refugiado todos los hombres y las mujeres, y todos los vecinos de la ciudad; y cerrando tras sí subieron al terrado de la torre. 52Avanzó Abimelec hasta la torre y la asaltó; mas cuando había llegado ya hasta la puerta de la torre para incendiarla, 53[1675]arrojó una mujer la piedra superior de un molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo. 54[1676]Llamó él en seguida al joven, su escudero, y le dijo: “Saca tu espada y mátame, para que no digan de mí: le mató una mujer.” Le traspasó entonces el joven, y así murió. 55Cuando vieron los hombres de Israel que había muerto Abimelec, se fueron, cada cual a su lugar.

56Así retribuyó Dios a Abimelec el mal que había hecho contra su padre matando a sus setenta hermanos. 57También sobre la cabeza de los hombres de Siquem hizo Dios caer todo el mal que habían hecho. Así se cumplió en ellos la maldición de Joatam, hijo de Jerobaal.

JUECES 10
El juez Tolá

1[1677]Después de Abimelec, se levantó Tolá, hijo de Fuá, hijo de Dodó, varón de Isacar, para salvar a Israel. Habitó en Samir, en la montaña de Efraím, 2y juzgó a Israel durante veinte y tres años. Murió y fue sepultado en Samir.

El juez Jaír

3Después de él surgió Jaír galaadita, que juzgó a Israel veinte y dos años. 4Tenía treinta hijos, que montaban treinta pollinos y poseían treinta ciudades, que se llaman Havot Jaír hasta el día de hoy. Están situadas en el país de Galaad. 5Murió Jaír y fue sepultado en Camón.

Nueva apostasía y castigo

6[1678]Los hijos de Israel siguieron haciendo lo que era malo a los ojos de Yahvé; y sirvieron a los Baales y a las Astartés, a los dioses de los sirios, a los dioses de los sidonios, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Ammón y a los dioses de los filisteos; y abandonando a Yahvé no le sirvieron más. 7[1679]Se encendió entonces la ira de Yahvé contra Israel, y los vendió en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Ammón; 8los cuales desde aquel año, por espacio de dieciocho años, oprimieron y vejaron a los hijos de Israel que habitaban al otro lado del Jordán, en la tierra de los amorreos, en Galaad. 9Los hijos de Ammón pasaron también el Jordán para hacer la guerra a Judá, a Benjamín, y a la casa de Efraím, de modo que Israel se vio muy apretado.

10Clamaron entonces los hijos de Israel a Yahvé, diciendo: “Hemos pecado contra Ti, porque hemos abandonado a nuestro Dios, y hemos servido a los Baales.” 11Y dijo Yahvé a los hijos de Israel: “¿No soy Yo quien (os libré) de los egipcios, de los amorreos, de los hijos de Ammón y de los filisteos? 12Y cuando los sidonios, los amalecitas y los maonitas os oprimían, y clamasteis a Mí, ¿no os salvé Yo de sus manos? 13Pero vosotros me habéis abandonado, sirviendo a otros dioses; por eso no volveré a libraros. 14Andad y clamad a los dioses que os habéis elegido. ¡Que ellos os salven en el tiempo de vuestra angustia!” 15Los hijos de Israel respondieron a Yahvé: “Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero líbranos, te rogamos, en este día.” 16[1680]Y arrojando de en medio de ellos los dioses extraños sirvieron a Yahvé; pues su alma desfallecía a causa de la desdicha de Israel.

17[1681]Se reunieron entretanto los hijos de Ammón y acamparon en Galaad. Se juntaron también los hijos de Israel y acamparon en Masfá. 18Entonces el pueblo, los príncipes de Galaad decían unos a otros: “¿Quién es el hombre que comenzará a combatir a los hijos de Ammón? Él será el caudillo de todos los habitantes de Galaad.”

JUECES 11
Vocación de Jefté

1Jefté de Galaad era un guerrero esforzado, pero hijo de una ramera, y Galaad era su padre. 2Galaad tuvo también de su esposa hijos, los cuales cuando crecieron expulsaron a Jefté, diciéndole: “Tú no serás heredero en casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.” 3[1682]Huyó Jefté de sus hermanos y habitó en la tierra de Tob. Allí se allegaron a Jefté hombres pobres que le acompañaban.

4Ahora bien, cuando, andando el tiempo, los hijos de Ammón atacaron a Israel, 5sucedió que mientras los hijos de Ammón hacían guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a la tierra de Tob, en busca de Jefté; 6y dijeron a Jefté: “Ven y sé nuestro jefe, y combatiremos a los hijos de Ammón.” 7Jefté contestó a los ancianos de Galaad: “¿No sois vosotros los que me habéis odiado y expulsado de la casa de mi padre? ¿Por qué venís ahora a mí cuando os veis apurados?” 8Entonces los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: “Por eso mismo nos dirigimos hoy a ti. Ven con nosotros y lucha contra los hijos de Ammón, y serás nuestro caudillo, el caudillo de todos los habitantes de Galaad.” 9Contestó Jefté a los ancianos de Galaad: “Si me lleváis con vosotros para combatir a los hijos de Ammón, y Yahvé los entrega en mis manos, ¿seré vuestro caudillo?” 10Los ancianos respondieron a Jefté: “Oiga Yahvé lo que hablamos entre nosotros; juramos hacer lo que tú pides.” 11[1683]Partió entonces Jefté con los ancianos de Galaad; y el pueblo le puso sobre sí como caudillo y jefe. Y Jefté confirmó todas sus promesas delante de Yahvé en Masfá.

Negociaciones con los ammonitas

12Luego envió Jefté mensajeros al rey de los hijos de Ammón, diciendo: “¿Qué tienes tú conmigo? ¿Por qué has venido a hacerme guerra en mi país?” 13Contestó el rey de los hijos de Ammón a los mensajeros de Jefté: “Por cuanto Israel cuando subió de Egipto se apoderó de mi país desde el Arnón hasta el Yaboc y hasta el Jordán. Ahora, pues, devuélvemelo pacíficamente.”

14[1684]Jefté envió nuevos mensajeros al rey de los hijos de Ammón, 15y le dijo: “Así dice Jefté: Israel no se apoderó del país de Moab, ni del país de los hijos de Ammón. 16Pues cuando Israel subió de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades. 17Entonces envió Israel mensajeros al rey de Edom, diciendo: Déjame pasar por tu país; mas no quiso escuchar el rey de Edom. También envió mensajeros al rey de Moab que tampoco quiso, de modo que Israel se quedó en Cades. 18Después de andar por el desierto, dio la vuelta al país de Edom y al país de Moab, y llegó al oriente del país de Moab, y acampó al otro lado de Arnón; pero no entró en el territorio de Moab; puesto que el Arnón es la frontera de Moab. 19Entonces Israel envió mensajeros a Sehón, rey de los amorreos que reinaba en Hesbón, y le dijo: Déjame pasar por tu país hasta mi lugar. 20Pero Sehón despreciando a Israel no lo dejó pasar por su territorio; antes reunió a todo su pueblo y acampó en Jahsa para hacer guerra contra Israel. 21Pero Yahvé, el Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, que los derrotó; y ocupó Israel todo el país de los amorreos que habitaban en aquella región. 22Conquistaron todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Yaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23Ahora que Yahvé, el Dios de Israel desposeyó a los amorreos ante Israel, su pueblo, ¿pretendes tú ser dueño de esa tierra? 24[1685]¿No es cierto que tú consideras como tu herencia lo que Camos, tu Dios, te da en posesión? Así también nosotros poseemos todo aquello que Yahvé, nuestro Dios, nos ha dado en posesión por amor a nosotros. 25¿Estás tú acaso en mejor condición que Balac, hijo de Sefor, rey de Moab? ¿Peleó él jamás con Israel o le hizo guerra? 26En los trescientos años que Israel habita en Hesbón y sus aldeas, y en todas las ciudades que hay a orillas del Arnón, ¿por qué no las habéis reivindicado en ese tiempo? 27Yo no he pecado contra ti, pero tú obras mal conmigo, haciéndome la guerra. Yahvé, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Ammán.”

28El rey de los hijos de Ammón no escuchó las palabras que Jefté le había enviado a decir.

Voto y victoria de Jefté

29[1686]Vino entonces el Espíritu de Yahvé sobre Jefté, quien recorrió a Galaad y Manasés; después pasó a Masfá de Galaad, y desde Masfá de Galaad marchó contra los hijos de Ammón. 30E hizo Jefté un voto a Yahvé, diciendo: “Si Tú de veras entregas a los hijos de Ammón en mi mano, 31[1687]lo que primero salga de las puertas de mi casa a mi encuentro cuando vuelva yo en paz de los hijos de Ammón, será para Yahvé, y lo ofreceré en holocausto.” 32Avanzó, entonces, Jefté contra los hijos de Ammón, para pelear contra ellos, y Yahvé los entregó en sus manos. 33Los derrotó desde Aroer hasta cerca de Minit, veinte ciudades, y hasta Abel Keramim (infligiéndoles) una muy grave derrota. Así fueron humillados los hijos de Ammón ante los hijos de Israel.

La hija de Jefté

34Luego Jefté volvió a Masfá, a su casa; y he aquí que su hija le salió al encuentro con tímpanos y danzas. Era su única hija; fuera de ella no tenía ni hijo ni hija. 35Al verla rasgó sus vestidos, y le dijo: “¡Ay, hija mía!, tú me has abatido sobremanera; tú misma eres la que me aflige. Pues yo he dado mi palabra a Yahvé y no puedo volverme atrás.” 36Ella le respondió: “Padre mío, si has dado tu palabra a Yahvé, haz conmigo conforme a lo que salió de tu boca, ya que Yahvé te ha vengado de tus enemigos, los hijos de Ammón.” 37Y dijo a su padre: “Hágase conmigo esto: Déjame libre por dos meses, e iré con mis compañeras por las montañas llorando mi virginidad.” 38Respondió él: “Vete.” Y la dejó ir por dos meses. Se fue ella con sus compañeras, y lloró su virginidad sobre las montañas. 39Y cuando al cabo de los dos meses volvió a su padre, este cumplió en ella el voto que había hecho, sin que ella hubiera conocido varón. Por eso se hizo costumbre en Israel 40que las hijas de Israel fuesen cada año a llorar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días al año.

JUECES 12
Descontento de los efraimitas

1[1688]Se reunieron los hombres de Efraím, y pasando a Safón dijeron a Jefté: “¿Por qué saliste a hacer la guerra contra los hijos de Ammón, sin llamarnos a nosotros para marchar contigo? Vamos a quemar tu casa sobre tu cabeza.” 2Jefté les respondió: “Yo y mi pueblo estábamos luchando violentamente con los hijos de Ammón; y llamé a vosotros, pero no me librasteis de sus manos. 3Mas viendo que no veníais a librarme, tomé mi vida en mi mano y marché contra los hijos de Ammón, y Yahvé les entregó en mi mano. ¿Por qué ahora subís contra mí para hacerme la guerra?”

4Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, y atacó a Efraím. Y los galaaditas derrotaron a los efraimitas, por cuanto estos decían: “Vosotros sois fugitivos de Efraím; Galaad está en medio de Efraím y Manasés.” 5Los galaaditas cortaron a los efraimitas los vados del Jordán; y cuando los fugitivos de Efraím decían: “Quiero pasar”, le preguntaban los galaaditas: “¿Eres tú efraimita?” y cuando respondía: “No” 6[1689]le decían: “Di: schibólet”; mas él decía: “sibólet”, pues no podía pronunciarlo bien. Entonces lo prendían y le degollaban junto a los vados del Jordán. Así murieron en aquel tiempo cuarenta y dos mil efraimitas.

7[1690]Jefté juzgó a Israel seis años. Luego murió Jefté galaadita y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.

El juez Abesán

8Después de él juzgó a Israel Abesán de Betlehem, 9[1691]el cual tuvo treinta hijos. Casó, además a su treinta hijas con gente de afuera y trajo de fuera treinta hijas para sus hijos. Juzgó a Israel durante siete años. 10Y murió Abesán y fue sepultado en Betlehem.

El juez Elón

11Después de él juzgó a Israel Elón de Zabulón, el cual juzgó a Israel por espacio de diez años. 12Y murió Elón de Zabulón y fue sepultado en Ayalón, en la tierra de Zabulón.

El juez Abdón

13Después de él juzgó a Israel Abdón, hijo de Hilel de Faratón, 14el cual tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta pollinos. Juzgó a Israel por espacio de ocho años. 15Y murió Abdón, hijo de Hilel de Faratón y fue sepultado en Faratón, en la tierra de Efraím, en la montaña de los amalecitas.

JUECES 13
Nacimiento de Sansón

1[1692]Los hijos de Israel volvieron a hacer lo que era malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé los entregó en manos de los filisteos durante cuarenta años. 2Vivía entonces en Saraá un hombre de la familia de los danitas, de nombre Manué, cuya mujer era estéril y no tenía hijos. 3Apareció el Ángel de Yahvé a la mujer y le dijo: “He aquí que eres estéril y no has tenido hijo; pero concebirás y darás a luz un hijo. 4Ahora guárdate de beber vino o bebida fuerte, y no comas cosa inmunda. 5[1693]Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo sobre cuya cabeza no ha de pasar navaja, porque este niño será desde su nacimiento nazareo de Dios; y él comenzará a librar a Israel del poder de los filisteos.”

6Fue la mujer y habló con su marido, diciendo: “Un varón de Dios ha venido a mí, y era su aspecto como el del Ángel de Dios, muy temible, pero no le pregunté de dónde era, ni él me manifestó su nombre. 7Me dijo: «He aquí que concebirás y darás a luz un hijo. No bebas vino ni bebida fuerte, ni comas de ninguna cosa inmunda; porque el niño será nazareo de Dios, desde su nacimiento hasta el día de su muerte».”

8Entonces Manué oró a Yahvé, diciendo: “Oh Señor, te ruego que el varón de Dios que enviaste venga otra vez a nosotros y nos enseñe qué debemos hacer con el niño que ha de nacer.” 9Escuchó Dios el ruego de Manué y vino el Ángel de Dios otra vez a la mujer, cuando estaba sentada en el campo, pero Manué, su marido no se hallaba con ella. 10Entonces corrió la mujer a toda prisa y avisó a su marido, diciéndole: “He aquí, se me ha aparecido el varón que vino a mí el otro día.” 11Manué se levantó y siguió a su mujer, y llegado donde estaba el varón, le preguntó: “¿Eres tú el hombre que hablaste con esta mujer?” Respondió él: “Yo soy.” 12Y dijo Manué: “Cuando se cumpla tu palabra, ¿cuáles son los preceptos que habrá que observar respecto del niño y que ha de hacerse con él?” 13Contestó el Ángel de Yahvé a Manué: “Que la mujer se abstenga de cuanto le he indicado; 14que no coma nada de lo que viene de la vid, que no beba vino ni bebida fuerte ni coma cosa inmunda; que ella observe todo cuanto le he mandado.” 15[1694]Entonces Manué dijo al Ángel: “Permítenos que te retengamos para prepararte un cabrito.” 16Pero el Ángel de Yahvé dijo a Manué: “Por más que me retengas no comeré de tu alimento; mas si quieres preparar un holocausto, lo has de ofrecer a Yahvé.” Pues Manué no sabía que era el Ángel de Yahvé. 17Y así preguntó al Ángel de Yahvé: “¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando se cumpla tu palabra?” 18[1695]A lo cual respondió el Ángel de Yahvé: “¿Por qué preguntas por mí nombre, siendo él admirable?” 19Tomó, entonces, Manué un cabrito con la oblación correspondiente, y lo ofreció sobre la peña a Yahvé quien hizo una cosa milagrosa, a la vista de Manué y su mujer. 20Pues al subir la llama de sobre el altar hacia el cielo, subió también el Ángel de Yahvé con la llama del altar. Viéndolo Manué y su mujer, se postraron en tierra sobre sus rostros. 21El Ángel de Yahvé no volvió a aparecerse a Manué y su mujer. Entonces conoció Manué que era el Ángel de Yahvé; 22y dijo Manué a su mujer: “Debemos morir porque hemos visto a Dios.” 23Pero su mujer le dijo: “Si Yahvé quisiera quitarnos la vida no habría aceptado de nuestras manos holocausto y oblación y no nos habría mostrado todas estas cosas, ni nos habría hecho oír palabras como estas.”

24La mujer dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Sansón. Creció el niño y Yahvé le bendijo. 25[1696]Y el Espíritu de Yahvé comenzó a inspirarle en Mahané-Dan, entre Saraá y Estaol.

JUECES 14
Sansón y los filisteos

1[1697]Sansón bajó a Timná, donde vio a una mujer de las hijas de los filisteos. 2Cuando subió (a su casa) habló a su padre y a su madre, diciendo: “He visto en Timná a una mujer de las hijas de los filisteos; ahora pues, tomádmela por mujer.” 3Dijéronle su padre y su madre: “¿Acaso no hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni entre todo mi pueblo, para que tú vayas a tomar mujer de entre los incircuncisos filisteos?” Pero Sansón contestó a su padre: “Tómame a esa porque me gusta.” 4[1698]Su padre y su madre no sabían que esto venía de Yahvé, por cuanto buscaba ocasión contra los filisteos, pues los filisteos dominaban a la sazón a Israel.

Sansón mata a un león

5Bajó Sansón con su padre y su madre a Timná, y cuando llegaron a las viñas de Timná, he aquí que un leoncillo salió rugiendo a su encuentro. 6Entonces vino el Espíritu de Yahvé sobre Sansón y sin tener nada a mano, lo desgarró como se desgarra un cabrito; pero no dijo ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. 7Bajó y habló con la mujer, y ella gustó a Sansón. 8Pasado algún tiempo volvió para tomarla y se apartó del camino para ver el cuerpo del león; y he aquí que dentro del cuerpo del león había un enjambre de abejas y un panal de miel. 9Lo tomó en sus manos, y siguiendo el camino comió, y cuando alcanzó a su padre y su madre, les dio y ellos comieron; mas no les dijo que había tomado la miel del cadáver del león.

Bodas de Sansón

10Luego bajó su padre a casa de la mujer, y Sansón hizo allí un banquete; porque tal era la costumbre de los mozos. 11[1699]Cuando ellos le vieron le dieron treinta compañeros para acompañarle; 12a los cuales dijo Sansón: “Voy a proponeros un enigma; si me lo descifráis dentro de los siete días del banquete y encontráis el sentido, os daré treinta túnicas y treinta mudas de ropa. 13Pero si no podéis descifrármelo me daréis vosotros a mí treinta túnicas y treinta mudas de ropa.” Ellos respondieron: “Propón tu enigma para que lo oigamos.” 14[1700]Les dijo entonces:

“Del que come salió manjar,

y del fuerte salió dulzura.”

Y no pudieron descifrarle el enigma en tres días.

15Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: “Persuade a tu marido, para que nos descifre el enigma; de lo contrario te quemaremos a ti y a la casa de tu padre. ¿Acaso nos habéis convidado para robarnos?” 16Y lloraba la mujer de Sansón delante de él y le decía: “Solo me odias y no me amas; has propuesto este enigma a los hijos de mi pueblo, sin descifrármelo a mí.” Le contestó: “Mira, no lo he explicado ni a mi padre ni a mi madre. ¿Acaso he de explicártelo a ti?” 17Mas ella lloraba delante de él los siete días que duró el banquete. Y al séptimo día él le dio la explicación, porque le molestaba mucho, y ella descifró el enigma a los hijos de su pueblo. 18[1701]Le dijeron los hombres de la ciudad al séptimo día, antes de ponerse el sol:

“¿Qué cosa más dulce que la miel?

¿qué más fuerte que el león?”

Les respondió:

“Si no hubierais arado con mi novilla,

no habríais descifrado mi enigma.”

19[1702]Y vino el Espíritu de Yahvé sobre él; bajó a Ascalón, mató allí treinta hombres, y quitándoles los despojos, dio las mudas de ropa a los que habían descifrado el enigma; y ardiendo de cólera subió a casa de su padre. 20Entretanto, la mujer de Sansón fue dada a uno de los compañeros que le había servido de amigo (en las bodas).

JUECES 15
Sansón destruye las mieses de los filisteos

1Después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, Sansón visitó a su mujer, llevando un cabrito, y dijo: “Me llegaré a mi mujer, en su aposento.” Pero el padre de ella no le dejó entrar. 2Pues dijo su padre: “Yo pensaba que tú no le tienes más que odio; por tanto se la di a uno de tus compañeros. ¿No es su hermana menor más hermosa que ella? Sea ella tuya, en su lugar.” 3Pero Sansón les dijo: “Esta vez no pueden quejarse de mí los filisteos, si les hago mal.”

4[1703]Fue Sansón y tomó trescientas zorras y teas, y atándoles cola con cola, puso una tea entre cada dos colas. 5Luego, encendiendo las teas, las soltó entre las mieses de los filisteos; y así quemó las gavillas y las mieses en pie, y hasta las viñas y los olivares. 6Preguntaron los filisteos: “¿Quién ha hecho esto?” Y se les dijo; “Sansón, yerno del Timnateo; por cuanto este ha tomado su mujer y se la ha dado a uno de sus compañeros.” Subieron los filisteos y quemaron tanto a ella como a su padre. 7Entonces les dijo Sansón: “Ya que habéis hecho esto, no cesaré hasta que haya tomado venganza de vosotros.” 8Les dio rudos golpes sobre muslos y lomos haciendo un destrozo grande; luego bajó y habitó en una caverna del peñón de Etam.

Nuevas hazañas de Sansón

9Entonces subieron los filisteos y acamparon en Judá, desplegando sus fuerzas cerca de Lehí. 10Preguntaron los hombres de Judá: “¿Por qué habéis subido contra nosotros?” A lo que respondieron: “Hemos subido para atar a Sansón, a fin de hacer con él según él ha hecho con nosotros.” 11Y bajaron tres mil hombres de Judá a la caverna del peñón de Etam, y dijeron a Sansón: “¿No sabes que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Qué es esto que has hecho?” Él les contestó: “Como ellos hicieron conmigo, así he hecho yo con ellos.” 12Y le dijeron: “Hemos bajado para atarte, a fin de entregarte en manos de los filisteos.” Sansón les dijo: “Juradme que no me vais a matar.” 13Ellos le respondieron diciendo: “No, solamente te ataremos y te entregaremos en poder de ellos, pero de ninguna manera te mataremos.” Lo ataron con dos sogas nuevas, y le sacaron del peñón. 14Cuando llegó a Lehí, los filisteos le salieron al encuentro con grande algazara. Mas el Espíritu de Yahvé vino sobre él; las sogas que tenía sobre sus brazos fueron como hilos de lino que se queman por el fuego, y se deshicieron las ligaduras de sobre sus manos. 15Y como hallase la quijada de un asno recién muerto, alargó la mano, la agarró y mató con ella a mil hombres. 16[1704]Dijo entonces Sansón:

“Con la quijada de un asno (maté)

un montón, dos montones;

con la quijada de un asno

he matado mil hombres.”

17Dicho esto, arrojó la quijada de su mano; y llamó aquel lugar Ramat-Lehí. 18Y teniendo grandísima sed, clamó a Yahvé, diciendo: “Tú has obrado esta gran liberación por manos de tu siervo; y ahora me muero de sed y caigo en manos de los incircuncisos.” 19[1705]Entonces hendió Dios la piedra hueca que hay en Lehí, y salió de allí agua. Cuando hubo bebido, se reanimó y recobró sus fuerzas. Por tanto, fue llamado aquella fuente En Hakoré, que es la que hoy todavía existe en Lehí. 20[1706]Sansón juzgó a Israel en los días de los filisteos durante veinte años.

JUECES 16
Sansón en Gaza

1[1707]Cuando Sansón llegó a Gaza, vio allí a una prostituta, en cuya casa entró. 2Se les dijo a los de Gaza: “Sansón ha venido a esta.” Por lo cual lo cercaron, y estuvieron en acecho toda aquella noche, a la puerta de la ciudad. Y toda la noche quedaron tranquilos, diciendo: “Cuando salga la luz del alba lo mataremos.” 3Sansón permaneció acostado hasta la medianoche. A medianoche se levantó, y tomando las hojas de la puerta de la ciudad con las dos jambas, las arrancó juntamente con el cerrojo, y echándoselas a cuestas las llevó a la cumbre del monte que mira hacia Hebrón.

Sansón y Dalila

4Después de esto amó a una mujer que habitaba en el valle de Sorec y que se llamaba Dalila. 5Vinieron a ellas los príncipes de los filisteos y le dijeron: “Atráelo con halagos para ver en qué consiste su gran fuerza, y cómo podríamos prevalecer contra él para atarlo y sujetarlo, y te daremos cada uno mil cien siclos de plata.”

6Dijo Dalila a Sansón: “Dime, te ruego, en qué consiste tu gran fuerza y con qué se te debe atar para sujetarte.” 7Sansón respondió: “Si me atan con siete cuerdas frescas, húmedas aún, quedaré sin fuerzas y vendré a ser como cualquier otro hombre.” 8Entonces los príncipes de los filisteos le llevaron siete cuerdas frescas, todavía húmedas, y lo ató con ellas. 9Tenía ella en el aposento gentes en acecho, y le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti.” Mas él rompió las cuerdas, como se rompe un hilo de estopa cuando siente el fuego; de manera que no se descubrió (el secreto de) su fuerza.

10Entonces dijo Dalila a Sansón: “He aquí que te has burlado de mí, diciéndome mentiras. Ahora dime, te ruego, con qué podrás ser atado.” 11Él contestó: “Si me atan cien con sogas nuevas, no usadas todavía para otra cosa, quedaré sin fuerzas y vendré a ser como cualquier otro hombre.” 12Tomó Dalila sogas nuevas, y habiéndolo atado con ellas, le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti”; y estaban efectivamente acechadores apostados en el aposento. Pero él rompió las sogas de sobre sus brazos como un hilo.

13Luego dijo Dalila a Sansón: “Hasta ahora te has burlado de mí, diciéndome mentiras; dime al fin con qué podrás ser atado.” Y él le dijo: “Entreteje las siete trenzas de mi cabeza con una clavija de tejedor.” 14Ella las aseguró con una clavija y le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti.” Pero él, despertando de su sueño, arrancó la clavija de tejedor juntamente con la urdimbre.

15Ella entonces le dijo: “¿Cómo puedes decir: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya tres veces te has burlado de mí, y no me has manifestado en qué consiste tu gran fuerza.” 16[1708]Y como ella le molestase con sus palabras todos los días y le apremiase, perdió su alma la gana de vivir, 17y le descubrió todo su corazón, diciendo: Nunca ha pasado navaja por mi cabeza, pues soy nazareo de Dios desde el seno de mi madre. Si yo fuese rapado, perdería mi fuerza, me quedaría débil y vendría a ser como cualquier otro hombre.” 18Dalila vio que le había descubierto todo su corazón, por lo cual envió a llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: “Subid aún esta vez, porque me ha descubierto todo su corazón.” Subieron los príncipes de los filisteos a la casa de ella, llevando el dinero en su mano. 19Le hizo entonces dormir sobre sus rodillas; luego llamó al hombre para que le cortara las siete trenzas de la cabeza; entretanto, ella misma comenzó a sujetarlo, y su fuerza se apartó de él. 20[1709]Y ella le dijo: “Sansón, los filisteos sobre ti.” Él, despertándose de su sueño, se dijo: “Saldré como las demás veces, y me desembarazaré”, pues no sabía que Yahvé se había apartado de él. 21Los filisteos, después de haberlo prendido, le sacaron los ojos, y lo llevaron a Gaza, donde lo sujetaron con doble cadena de bronce; y en la cárcel tuvo que dar vueltas a la muela. 22Mas el cabello de su cabeza comenzó a crecer después de haber sido rapado.

Muerte de Sansón

23Los príncipes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y celebrar fiesta; pues decían:

“Nuestro dios ha entregado en nuestras manos

a Sansón, nuestro enemigo.”

24También el pueblo, al verle, alabó a su dios, diciendo:

“Nuestro dios ha entregado en nuestras manos

a nuestro enemigo,

que asolaba nuestro país,

matando a nuestra gente.”

25Y en la alegría de su corazón dijeron: “Llamad a Sansón, para que nos divierta.” Llamaron a Sansón de la cárcel y tuvo que divertirlos. Pero Sansón, al cual tenían colocado entre las columnas, 26[1710]dijo al muchacho que le tenía de la mano: “Déjame tocar las columnas sobre las cuales se sustenta la casa, para apoyarme sobre ellas.” 27Ahora bien, la casa estaba llena de hombres y mujeres; también todos los príncipes de los filisteos estaban allí, y sobre las azoteas había unos tres mil hombres y mujeres que miraban a Sansón que los divertía. 28Entonces Sansón invocó a Yahvé, y dijo: “Señor, Yahvé, acuérdate de mí, te ruego, y dame fuerza solamente esta vez, para que de una vez me vengue de los filisteos por mis dos ojos.” 29[1711]Y agarró Sansón las dos columnas de en medio, sobre las cuales estribaba la casa; y apoyándose sobre ellas, sobre la una con su mano derecha, y sobre la otra con la izquierda, 30[1712]dijo: “Muera yo con los filisteos”, y dio tan fuertemente (contra las columnas) que la casa cayó sobre los príncipes de los filisteos y sobre todo el pueblo que allí estaba reunido, de modo que los que mató muriendo, fueron más numerosos que los que había muerto en vida. 31Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron, y levantándolo se lo llevaron. Lo sepultaron entre Saraá y Estaol, en la sepultura de Manué, su padre. Fue juez de Israel por espacio de veinte años.

III. APÉNDICES
JUECES 17
El ídolo de Micas

1Vivía un hombre en la montaña de Efraím que se llamaba Micas; 2el cual dijo a su madre: “Los mil cien siclos de plata que te fueron robados, en cuya ocasión proferiste maldiciones, oyéndolas también yo, mira, ese dinero tengo yo; yo lo tomé.” Y le dijo su madre: “¡Bendito seas de Yahvé, hijo mío!” 3[1713]Devolvió entonces los mil cien siclos de plata a su madre. Y dijo su madre: “Yo de mi parte destino este dinero para Yahvé en favor de mi hijo, para que se haga una imagen, una estatua de fundición. Y así te lo devuelvo.” 4Habiendo él devuelto el dinero a su madre tomó esta doscientos siclos de plata, y los dio al fundidor; el cual hizo una imagen, una estatua de fundición, que quedó en casa de Micas. 5[1714]Así un hombre como Micas tuvo una casa de Dios; pues hizo también un efod y unos terafim, y consagró a uno de sus hijos que le sirvió de sacerdote. 6En aquel tiempo no había rey en Israel, sino cada cual hacía lo que mejor le parecía.

El levita de Betlehem

7[1715]Había un joven de Betlehem de Judá, de la tribu de Judá, que era levita y habitaba allí como forastero. 8Este hombre partió de la ciudad de Betlehem de Judá, para hallar un lugar donde vivir, y en su viaje llegó a la montaña de Efraím, a casa de Micas. 9Micas le preguntó: “¿De dónde vienes?” Le contestó: “Soy un levita de Betlehem de Judá, y voy de camino a fin de hallar un lugar dónde vivir.” 10Le dijo: “Quédate conmigo y sé mi padre y sacerdote. Te daré diez siclos de plata al año, vestido completo y comida.” El levita entró, 11y consintió en habitar con aquel hombre, para quien el joven era como uno de sus hijos. 12Micas consagró al levita, y el joven vino a ser su sacerdote y se quedó en casa de Micas. 13Entonces dijo Micas: “Ahora sé que Yahvé me bendecirá, porque tengo este levita por sacerdote.”

JUECES 18
Los exploradores danitas

1[1716]En aquel tiempo no había rey en Israel; y en esos mismos días la tribu de los danitas buscaba una posesión donde habitar; porque hasta aquel día no les había tocado posesión entre los hijos de Israel. 2Enviaron, por lo tanto, los hijos de Dan cinco hombres de su estirpe y de su territorio, hombres valientes, de Saraá y Estaol, para recorrer el país y para explorarlo, diciéndoles: “Id y explorad el país.” Llegaron ellos a la montaña de Efraím, hasta la casa de Micas, donde pasaron la noche. 3Estando ya cerca de la casa de Micas, reconocieron la voz del joven levita; por lo cual desviándose hacia allá, le dijeron: “¿Quién te ha traído aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Y qué tienes aquí?” 4Les contestó: “Esto y esto ha hecho Micas por mí, y me tiene asalariado para que sea su sacerdote.” 5Entonces le rogaron: “Háganos el favor de consultar a Dios, para que sepamos si el viaje que hemos emprendido tendrá buen éxito.” 6El sacerdote les respondió: “Id en paz. Yahvé os mira en el camino por donde andáis.”

7[1717]Se fueron los cinco hombres y llegaron a Lais, donde vieron que la gente que había en ella seguía las costumbres de los sidonios, viviendo en seguridad, tranquilos y confiados, porque no había en aquella tierra nadie que les molestara; eran ricos, vivían lejos de los sidonios, y no tenían trato con nadie.

8Regresaron los exploradores a sus hermanos a Saraá y Estaol. Y les preguntaron sus hermanos: “¿Qué decís?” 9[1718]Respondieron: “Adelante, subamos contra ellos; pues hemos visto el país; he aquí que es muy bueno. ¡Y vosotros estáis sin hacer nada! No seáis perezosos. Poneos en camino e id a tomar posesión de aquella tierra. 10Cuando lleguéis, encontraréis un pueblo que vive seguro; la tierra es amplia y Dios la ha entregado en vuestras manos; es un lugar donde no falta nada de cuanto hay en la tierra.”

Los danitas se llevan el ídolo

11Partieron de allí, de Saraá y Estaol, seiscientos hombres de la tribu de los danitas, armados para la guerra. 12Y subieron y acamparon en Kiryatyearim, en Judá; por lo cual se llama aquel lugar Mahané-Dan hasta el día de hoy. Ese lugar está al occidente de Kiryatyearim. 13De allí pasaron a la montaña de Efraím y llegaron a la casa de Micas.

14[1719]Entonces los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra de Lais, dirigieron a sus hermanos estas palabras: “¿Sabéis que en aquellas casas hay un efod, con terafim, y una imagen, una estatua de fundición? Ved ahora lo que habéis de hacer.” 15Se desviaron hacia allá, y entraron a la casa del joven levita, la casa de Micas para saludarle. 16Entretanto, los seiscientos hombres de los hijos de Dan, armados para la guerra, se apostaron a la entrada de la puerta. 17Entonces los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra, subieron y penetrando allá dentro, tomaron la imagen de talla y el efod, con los terafim, y la imagen de fundición, mientras el sacerdote y los seiscientos hombres ceñidos de armas de guerra estaban a la entrada de la puerta. 18Cuando aquellos entraron en la casa de Micas para llevarse la imagen de talla, el efod, los terafim y la imagen de fundición, les preguntó el sacerdote: “¿Qué estáis haciendo?” 19Ellos le dijeron: “¡Calla! Ponte la mano sobre la boca y ven con nosotros, y senos padre y sacerdote. ¿Qué es mejor: ser sacerdote de la casa de un solo hombre, o ser sacerdote de una tribu y familia en Israel?” 20Se alegró el corazón del sacerdote, y él mismo tomó el efod, los terafim y la imagen de talla, y se juntó a la gente.

21Se pusieron en marcha y partieron llevando delante de sí a los niños, los animales y las cosas preciosas. 22Estaban ya lejos de la casa de Micas, cuando los hombres que estaban en las casas vecinas a la casa de Micas se reunieron y persiguieron a los hijos de Dan. 23Gritaron a los hijos de Dan, los cuales, volviendo el rostro, preguntaron a Micas: “¿Qué te pasa? ¿Por qué gritas tanto?” 24[1720]Él contestó: “Os habéis tomado mis dioses, que yo me hice y también al sacerdote, y os habéis marchado. ¿Qué me queda todavía? ¿Cómo podéis decirme: Qué te pasa?” 25Replicáronle los hijos de Dan: “Guárdate de seguir gritándonos, no sea que se arrojen sobre vosotros algunos hombres irritados y vengas a perecer tú y los de tu casa.” 26Y los hijos de Dan prosiguieron su camino; y viendo Micas que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.

Conquista de Lais

27Ellos se llevaron lo que se había fabricado Micas, y también al sacerdote que tenía, y marcharon contra Lais, un pueblo que vivía tranquilo y confiadamente: y los pasaron a filo de espada y pegaron fuego a la ciudad. 28No había quien la librase, porque estaba lejos de Sidón, y les faltaban relaciones con otros hombres. La ciudad estaba en el valle que se extiende hacia Bet-Rehob. Y reedificándola habitaron en ella. 29Llamaron la ciudad Dan, del nombre de su padre Dan que fue hijo de Israel; pero anteriormente la ciudad se llamaba Lais. 30[1721]Allí los hijos de Dan se erigieron la imagen de talla; y Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de los danitas hasta el tiempo del cautiverio del país.

31[1722]Así tuvieron la imagen fabricada por Micas todo el tiempo que estuvo la Casa de Dios en Silo.

JUECES 19
El crimen de Gabaá

1[1723]En aquel tiempo en que no había rey en Israel, habitaba un levita como forastero en la parte extrema de la montaña de Efraím, el cual se había tomado una mujer secundaria de Betlehem de Judá. 2Pero esa su segunda mujer cometió adulterio contra él, y dejándole se fue a casa de su padre, a Betlehem de Judá, donde permaneció por espacio de cuatro meses. 3Su marido se levantó y fue en pos de ella, para hablarla al corazón y traérsela consigo. Venía con uno de sus criados y un par de asnos; y ella lo introdujo en la casa de su padre, el cual al verlo lo recibió gozoso. 4Le instó su suegro, el padre de la joven, y se quedó con él tres días; y comieron y bebieron y se hospedaron allí.

5Al cuarto día se levantaron muy de mañana, y (el levita) se dispuso a marchar. Pero el padre de la joven dijo a su yerno: “Conforta primero tu corazón con un bocado de pan, después partiréis.” 6Se sentaron los dos y comieron y bebieron. Y el padre de la joven dijo al marido: “Te ruego consientas en pasar (aquí) también esta noche, y se alegrará tu corazón.” 7El marido se levantó para marcharse, pero le instó su suegro, de modo que volvió a pasar allí la noche.

8Al quinto día se levantó muy de mañana para ponerse en camino, pero le dijo el padre de la joven: “Conforta, te ruego, tu corazón, y espera hasta que decline el día”; y comieron ambos. 9Y cuando el marido se levantó para irse él con su mujer secundaria y su criado, le dijo su suegro, el padre de la joven: “Mira que comienza ya a caer la tarde; os ruego que pernoctéis aquí; ved cómo ya se acaba el día. Pasa aquí la noche, y alégrese tu corazón; mañana os levantareis muy temprano para emprender el viaje, y volverás a tu tienda.”

10[1724]Mas el marido no quiso pasar allí la noche; se levantó y partió, y llegó hasta enfrente de Jebús, que es Jerusalén, teniendo consigo los dos asnos aparejados y su mujer secundaria. 11Cuando se acercaron a Jebús, el día estaba ya muy avanzado, por lo cual el criado dijo a su amo: “Vamos, torzamos hacia esta ciudad de los jebuseos, para pasar allí la noche.” 12[1725]Su amo le contestó: “No torceremos hacia una ciudad de gente extraña, que no es de los hijos de Israel, sino que pasaremos hasta Gabaá. 13Y dijo a su criado: “Vamos, trataremos de llegar a uno de esos lugares para pasar la noche: Gabaá o Ramá.”

14Prosiguieron caminando, y se les puso el sol cuando estaban junto a Gabaá, que era de Benjamín. 15Torcieron hacia allá, para pasar la noche en Gabaá. Entró (el levita) y se sentó en la plaza de la ciudad; y no hubo quien los acogiese en su casa para pasar la noche, 16cuando he aquí que al anochecer volvió un anciano de su trabajo del campo; era ese natural de los montes de Efraím y moraba como forastero en Gabaá; pues los hombres del lugar eran benjaminitas. 17Levantando el anciano los ojos, vio al viajero en la plaza de la ciudad; y le dijo: “¿Adónde vas y de dónde vienes?” 18[1726]Respondió él: “Vamos de Betlehem de Judá a la parte extrema de la montaña de Efraím, de donde soy. Me había ido a Betlehem de Judá, y ahora voy a la casa de Yahvé; pero no hay nadie que me reciba en su casa. 19Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, así como pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que acompaña a tus siervos. No necesitamos nada.” 20[1727]Dijo entonces el anciano: “¡Paz sea contigo! Deja correr por mi cuenta todas tus necesidades; de ninguna manera podrás pasar la noche en la plaza.” 21Le llevó a su casa, y dio forraje a los asnos. Y después de lavarse los pies comieron y bebieron.

22[1728]Cuando ya iban alegrándose sus corazones, he aquí que unos hombres de la ciudad, hijos de Belial, rodearon la casa, y dando fuertes golpes en la puerta, dijeron al anciano, dueño de la casa: “Saca afuera al hombre que vino a tu casa, para que lo conozcamos.” 23Salió a ellos el dueño de la casa, y les dijo: “Por favor, hermanos míos, no hagáis tal maldad; pues este hombre vino a mi casa, no cometáis cosa tan infame. 24He aquí a mi hija, que es virgen, y la segunda mujer de ese hombre; a estas os sacaré, para que abuséis de ellas. Haced con ellas como bien os parezca; mas no hagáis a este hombre semejante infamia. 25[1729]Pero los hombres no quisieron escucharle; por lo cual tomó el (levita) a su mujer secundaria y la sacó fuera. La conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, dejándola libre al rayar el alba.

26Al rayar la mañana vino la mujer y cayó a la puerta de la casa del hombre donde estaba su marido (quedando allí) hasta que fue de día. 27Cuando a la mañana se levantó su marido y abrió la puerta de la casa, para salir y proseguir su viaje, vio a su mujer secundaria postrada delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. 28Le dijo: “Levántate, y vámonos.” Pero nadie le dio respuesta. Entonces el marido la cargó sobre el asno, partió y se fue a su lugar.

29Llegado a su casa, tomó un cuchillo, y echando mano de su mujer secundaria, la partió, con los huesos, en doce trozos, que envió por todo el territorio de Israel. 30Y todos los que lo vieron decían: “Nunca se ha hecho, ni se ha visto cosa como esta, desde el día en que los hijos de Israel subieron de Egipto, hasta el día de hoy. Poned vuestra atención sobre esto, deliberad y hablad.”

JUECES 20
La asamblea de Masfá

1[1730]Entonces salieron todos los hijos de Israel, desde Dan hasta Bersabee, incluso los de la tierra de Galaad, y se reunieron como un solo hombre delante de Yahvé en Masfá. 2Se presentaron los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, en la asamblea del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie, armados de espada. 3Los hijos de Benjamín supieron que los hijos de Israel habían subido a Masfá. Preguntaron los hijos de Israel: “¿Podemos saber cómo fue perpetrada esta maldad?”

4Entonces el levita, marido de la mujer muerta, tomó la palabra y dijo: “Llegué yo con mi mujer secundaria a Gabaá, de Benjamín, para pasar la noche; 5y se levantaron contra mí los vecinos de Gabaá, me cercaron durante la noche en la casa con intención de matarme, y abusaron de mi mujer secundaria, de modo que murió. 6Por tanto eché mano de mi segunda mujer, la dividí en trozos, y la envié por todo el país de la herencia de Israel, por cuanto han cometido un crimen y una infamia en Israel. 7He aquí que todos vosotros sois hijos de Israel; dad vuestro parecer y decidid aquí mismo.”

8Entonces todo el pueblo se levantó como un solo hombre, y dijo: “Ninguno vuelva a su tienda, ni regrese nadie a su casa. 9Lo que ahora tenemos que hacer a Gabaá es esto: (Iremos) contra ella por sorteo; 10tomaremos de entre todas las tribus de Israel diez hombres por cada ciento, ciento por cada mil, y mil por cada diez mil, que busquen víveres para el ejército y cuando ellos vuelvan, hagamos contra Gabaá de Benjamín conforme a la infamia que ha cometido en Israel.” 11Se juntaron todos los israelitas, contra la ciudad, unidos como un solo hombre.

Guerra entre Israel y Benjamín

12Luego las tribus de Israel enviaron hombres a todas las familias de Benjamín que dijeran: “¿Qué maldad es esta que se ha cometido entre vosotros? 13Entregad ahora a aquellos hijos de Belial, que están en Gabaá, para que les demos muerte y así extirpemos el mal de en medio de Israel.” Pero los hijos de Benjamín no quisieron escuchar la voz de sus hermanos, los hijos de Israel; 14sino que de las (demás) ciudades acudieron a Gabaá, para comenzar la guerra contra los hijos de Israel. 15[1731]Se contaron en aquel día veinte y seis mil benjaminitas armados de espada que habían venido de sus ciudades, sin contar los habitantes de Gabaá, de los cuales se alistaron setecientos hombres escogidos. 16Entre toda esta gente había setecientos hombres escogidos, zurdos; todos capaces de tirar piedras con la honda contra un cabello sin errar el blanco. 17Entre los hijos de Israel, fuera de Benjamín, se contaron cuatrocientos mil hombres armados de espada, todos hombres aguerridos.

Benjamín vence a los israelitas

18[1732]Se levantaron y subieron a Betel, para consultar a Dios. Preguntaron los hijos de Israel: “¿Quién de nosotros subirá primero para hacer la guerra contra los hijos de Benjamín?” Respondió Yahvé: “Judá será el primero.” 19Se levantaron entonces los hijos de Israel a la mañana y acamparon frente a Gabaá. 20Y salieron los hombres de Israel a dar batalla a Benjamín, tomando posición contra ellos cerca de Gabaá. 21Pero los hombres de Benjamín hicieron una salida desde la ciudad, y derribaron por tierra en aquel día veinte y dos mil hombres de los israelitas. 22Sin embargo, los hombres de Israel recobraron su vigor y volvieron a ponerse en orden de batalla en el mismo sitio donde se habían ordenado el primer día. 23[1733]Además, los hijos de Israel subieron y lloraron delante de Yahvé hasta la tarde; y consultaron a Yahvé, diciendo: “¿He de presentarme de nuevo en batalla a los hijos de Benjamín mi hermano?” Respondió Yahvé: “Subid contra él.” 24Se acercaron los hijos de Israel a los hijos de Benjamín también el segundo día. 25Pero Benjamín hizo también el segundo día una salida contra ellos desde Gabaá, y derribaron otros diez y ocho mil de los hijos de Israel, todos ellos armados de espada.

26Por eso todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, subieron y vinieron a Betel, donde permanecieron llorando delante de Yahvé. Ayunaron aquel día hasta la tarde y ofrecieron holocaustos y hostias pacíficas ante Yahvé. 27Y consultaron los hijos de Israel a Yahvé —pues en aquellos días estaba allí el Arca de la Alianza de Dios, 28[1734]y Finés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, desempeñaba en aquel tiempo el servicio de Yahvé— diciendo: “¿Marcharé otra vez para dar batalla a los hijos de Benjamín, mi hermano, o cesaré?” Respondió Yahvé: “Sube, que mañana le entregaré en tu mano.”

Derrota de los benjaminitas

29Entonces Israel puso una emboscada alrededor de Gabaá, 30y al tercer día subieron los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín, y se pusieron en orden de batalla contra Gabaá, como las otras veces. 31Los hijos de Benjamín salieron contra el pueblo, y alejados ya de la ciudad, comenzaron a hacer estragos entre el pueblo, como las veces anteriores, en los caminos, de los cuales uno sube a Betel, y el otro a Gabaá. Así dieron muerte en el campo a unos treinta hombres de Israel. 32Y se decían los hijos de Benjamín: “Están derrotados ante nosotros como anteriormente”, en tanto que los hijos de Israel decían: “Huyamos y alejémoslos de la ciudad hacia estos caminos.” 33[1735]Entonces todos los hombres de Israel levantándose de sus puestos, se ordenaron en batalla en Baaltamar; también los israelitas de la emboscada se lanzaron fuera de sus posiciones, desde la llanura de Gabaá. 34Vinieron así contra Gabaá diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla fue recia, mas (los de Benjamín) no advirtieron que ya les alcanzaba el mal. 35Así derrotó Yahvé a Benjamín ante Israel, pues los hijos de Israel mataron en aquel día veinte y cinco mil cien hombres de Benjamín, todos armados de espada.

36Se vieron, pues, derrotados los hijos de Benjamín, porque los hijos de Israel cedieron terreno a Benjamín, fiándose de la emboscada que habían tendido contra Gabaá. 37Efectivamente los emboscados se arrojaron sobre Gabaá con toda rapidez, y avanzando pasaron toda la ciudad a filo de espada. 38Habían convenido los hijos de Israel con los de la emboscada en que estos hiciesen subir desde la ciudad una gran humareda. 39Así cuando los hombres de Israel volvieron las espaldas en la batalla, y Benjamín hubo comenzado a matar entre los hombres de Israel unos treinta hombres —pues se decían: “están completamente derrotados ante nosotros como en la primera batalla”— 40empezó a elevarse desde la ciudad la columna de humo; de manera que cuando los benjaminitas miraron hacia atrás, vieron que de toda la ciudad subía fuego al cielo. 41Entretanto los hombres de Israel les dieron la cara, y los benjaminitas vieron aterrados que les había alcanzado el mal. 42Volvieron las espaldas ante los hombres de Israel, tomando el camino del desierto; pero la batalla los alcanzó, y los que salían de la ciudad fueron matados, pues estaban encerrados por ambos lados. 43Cercando a los benjaminitas los persiguieron y los exterminaron en los refugios hasta enfrente de Gabaá, por la parte oriental. 44Y cayeron de Benjamín diez y ocho mil hombres, todos ellos hombres valientes. 45Los restantes volvieron las espaldas y huyeron camino del desierto, hacia la peña de Remmón. Mas (los de Israel) hicieron entre ellos una rebusca matando a cinco mil hombres en los caminos. Y siguiendo en su alcance hasta Gidom mataron de ellos dos mil hombres más. 46[1736]Ascendieron las bajas de Benjamín en aquel día a veinte y cinco mil hombres de guerra, todos ellos hombres valientes.

47Solo los seiscientos hombres que habían vuelto las espaldas, lograron escaparse al desierto, a la peña de Remmón, donde permanecieron durante cuatro meses. 48Luego los hombres de Israel se volvieron contra (el resto de) los hijos de Benjamín, y los pasaron a filo de espada, así las ciudades, hombres y bestias, como todo lo que hallaron. Y pegaron fuego a todas las ciudades que encontraron.

JUECES 21
Duelo en Israel

1Ahora bien, en Masfá los hombres de Israel habían hecho este juramento: “Nadie de nosotros dará su hija por mujer a uno de Benjamín.”

2[1737]Y vino el pueblo a Betel, y sentados allí hasta la tarde delante de Dios alzaron la voz y lloraron con grandes alaridos. 3Decían: “¿Por qué, oh Yahvé, Dios de Israel, ha acontecido esto en Israel, que falte hoy una tribu en Israel?” 4Al día siguiente, se levantó el pueblo muy temprano; edificaron allí un altar, donde ofrecieron holocaustos y sacrificios pacíficos. 5Y los hijos de Israel dijeron: “¿Quién hay de entre todas las tribus de Israel, que no haya subido a la asamblea de Yahvé? Porque habían hecho un gran juramento contra aquel que no subiere a Yahvé a Masfá, diciendo: “¡Morirá sin remedio!” 6Mas ahora los hijos de Israel compadecidos de Benjamín, su hermano, dijeron: “Ha sido cortada hoy una tribu de Israel. 7¿Qué haremos para dar mujeres a los que quedan, puesto que hemos jurado por Yahvé no darles por mujeres nuestras hijas?”

Restauración de la tribu de Benjamín

8[1738]Preguntaron pues: “¿Quién hay de entre todas las tribus de Israel que no haya subido a Yahvé a Masfá?” Y he aquí que de Jabés-Galaad nadie había venido al campamento, a la asamblea. 9E hicieron un recuento del pueblo y resultó que no se hallaba allí hombre alguno de los habitantes de Jabés-Galaad. 10[1739]Por lo cual la asamblea envió allá doce mil hombres de entre los valientes, y les dio esta orden: “Andad y pasad a filo de espada a los habitantes de Jabés-Galaad, también a las mujeres y a los niños. 11Esto es lo que habéis de hacer: Ejecutaréis el anatema en todo varón, y en toda mujer que haya conocido varón.” 12Y hallaron entre los habitantes de Jabés-Galaad cuatrocientas doncellas vírgenes que no habían conocido varón; y las trajeron al campamento de Silo, que está en el país de Canaán.

13Entonces toda la asamblea mandó mensajeros que hablaran con los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Remmón, y les anunciasen la paz. 14[1740]Volvieron en aquel tiempo los benjaminitas y les dieron por mujeres a aquellas de las mujeres de Jabés-Galaad a quienes habían perdonado la vida; mas no hallaron así el número suficiente para ellos.

15El pueblo tuvo gran pesar a causa de Benjamín, por cuanto Yahvé había abierto una brecha en las tribus de Israel. 16Dijeron los ancianos de la asamblea: “¿Qué haremos a fin de dar mujeres a los que quedan? porque han sido extirpadas las mujeres de Benjamín.” 17Y declararon: “Debe haber una herencia para los que han escapado de Benjamín; no sea borrada una tribu de en medio de Israel. 18Nosotros, empero, no podemos darles por mujeres nuestras hijas.” Pues habían jurado los hijos de Israel, diciendo: “¡Maldito aquel que de mujer a los de Benjamín!” 19Y dijeron: “He aquí, que todos los años se celebra la fiesta de Yahvé en Silo, situada al norte de Betel, al oriente del camino que sube de Betel a Siquem, y al sur de Leboná.” 20Por lo cual dieron a los hijos de Benjamín esta orden: “Id y poneos en emboscada en las viñas; 21y cuando veáis salir a las hijas de Silo a bailar en coro, salid de las viñas, y tomaos cada uno una mujer de las hijas de Silo, y llevadlas a tierra de Benjamín. 22[1741]Y cuando los padres de ellas, o sus hermanos vengan para reclamárnoslas, les diremos: «Regaládnoslas a nosotros; pues no hemos podido tomar para cada cual una mujer en la guerra; y vosotros no se las habéis dado, pues en este caso os habríais hecho culpables».” 23Los hijos de Benjamín hicieron así; se llevaron mujeres según el número de ellos, de entre las que danzaban. Las arrebataron y se fueron. Y volvieron a su herencia, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas.

24[1742]Regresaron entonces de allí los hijos de Israel, cada uno a su tribu y a su familia. Volvieron de allí cada uno a su herencia. 25En aquellos días no había rey en Israel; cada cual hacía lo que mejor le parecía.

RUT

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INTRODUCCIÓN

El libro de Rut es como un suplemento de los Jueces y una introducción a los Reyes. Contiene la encantadora historia de una familia del tiempo de los Jueces. La moabita Rut, peregrina con su suegra Noemí desde el país de Moab a la patria de esta y se casa con Booz, un rico pariente de su marido. Los dos, Booz y Rut, aparecen en la genealogía de Cristo (Mateo 1, 5).

No se sabe exactamente, cuándo se escribió esta preciosa historia del tiempo de los Jueces, que trata de los antepasados de David. Muy probable es la hipótesis de que fuera escrita en tiempos de este, y se supone que su autor es aquel que escribió el primer libro de los Reyes, tal vez el profeta Samuel.

Nos ofrece un hermoso ejemplo de la divina Providencia que todo lo dispone y hace que concurran aun los menores sucesos al cumplimiento de sus mayores designios. Nos pone ante los ojos un modelo de singular piedad y religión, tanto en Rut como en su suegra Noemí, y nos deja ver en Booz, no solo un modelo de israelita, sino también un miembro de la real estirpe, de la cual nació Nuestro Señor Jesucristo.

Puede verse en este librito también una recomendación del matrimonio levirático (Deuteronomio 25, 5), ya sea el levirato propiamente dicho, ya sea el levirato en sentido amplio, como es el de Booz con Rut.

RUT 1
Elimelec y su familia

1[1743]Al tiempo en que gobernaban los Jueces, hubo una carestía en el país; y partió un hombre de Betlehem de Judá para habitar en los campos de Moab, él, su mujer y sus dos hijos. 2[1744]El hombre se llamaba Elimelec, su mujer, Noemí, y los dos hijos, Mahalón y Quelión. Eran efrateos de Betlehem de Judá. Llegados a los campos de Moab vivieron allí. 3Murió Elimelec, marido de Noemí, y se quedó ella sola con sus dos hijos, 4[1745]los cuales tomaron mujeres moabitas, siendo el nombre de la una Orfá, y el nombre de la otra Rut. Habitaron allí unos diez años; 5y murieron también esos dos, Mahalón y Quelión, con lo que la mujer quedó privada de sus dos hijos y de su marido.

Piedad filial de Rut

6Ella se levantó con sus nueras, para volverse del país de Moab; porque había oído en los campos de Moab que Yahvé había visitado a su pueblo, dándole pan. 7Salió pues del lugar donde estaba, y sus dos nueras con ella, y se pusieron en camino para volver a la tierra de Judá. 8Dijo entonces Noemí a sus dos nueras: “Id, volveos cada una a la casa de su madre. Y Yahvé use de misericordia con vosotras, como la habéis usado vosotras con los difuntos y conmigo. 9¡Yahvé os conceda que halléis descanso cada cual en casa de un marido suyo!” Y las besó; mas ellas alzaron la voz y se pusieron a llorar. 10Y le decían: “No, nosotras iremos contigo a tu pueblo.” 11[1746]A lo cual replicó Noemí: “Volveos, hijas mías. ¿Para qué queréis ir conmigo? ¿Tengo por ventura más hijos en mi seno que puedan ser vuestros maridos? 12¡Volveos, hijas mías, andad! Soy ya demasiado vieja para casarme. Aun cuando yo dijera: Tengo esperanza y esta misma noche tuviera un marido y diera a luz hijos, 13¿acaso esperaríais por eso hasta que ellos fuesen grandes? ¿Os abstendríais por ellos de tener marido? No, hijas mías; porque demasiada amarga es para vosotras mi suerte, pues la mano de Yahvé se ha alzado contra mí.” 14[1747]Entonces ellas levantando la voz siguieron llorando. Después Orfá besó a su suegra, en tanto que Rut se acogió a ella.

15Noemí le dijo: “He aquí que tu cuñada ya se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú también en pos de tu cuñada.” 16[1748]Rut respondió: “No insistas en que te deje, retirándome de ti: porque adonde tú vayas iré yo, y donde tú mores moraré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. 17Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada. Que Yahvé me castigue de todas maneras si otra cosa que la muerte me separe de ti.”

Noemí y Rut llegan a Betlehem

18Viendo (Noemí) que estaba resuelta a ir con ella, dejó de insistirle, 19y caminaron las dos hasta que llegaron a Betlehem. A su entrada en Betlehem, toda la ciudad se conmovió a causa de ellas, y decían las mujeres: “¿Esta es Noemí?” 20[1749]Pero ella les contestó: “No me llaméis más Noemí; llamadme Mará, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura. 21[1750]Colmada salí, y con manos vacías me ha hecho volver Yahvé. ¿Por qué pues me llamáis Noemí, ya que Yahvé ha dado testimonio contra mí, y me ha afligido el Todopoderoso?”

22[1751]Volvió por lo tanto Noemí, y con ella Rut, la moabita, su nuera, que había dejado el país de Moab. Llegaron a Betlehem a principios de la siega de las cebadas.

RUT 2
Rut espigando en el campo de Booz

1Tenía Noemí un pariente por parte de su marido, de la familia de Elimelec, un hombre poderoso y rico, que se llamaba Booz. 2[1752]Y dijo Rut, la moabita, a Noemí: “Si me permites, iré al campo, y recogeré espigas en pos de aquel en cuyos ojos hallare gracia.” Dijo ella: “Anda, hija mía.”

3[1753]Fue, pues, y se puso a espigar en el campo detrás de los segadores. Por fortuna dio con la parcela del campo que pertenecía a Booz, de la familia de Elimelec. 4[1754]Y he aquí que Booz vino de Betlehem, y dijo a los segadores: “Yahvé sea con vosotros.” Ellos le contestaron: “Yahvé te bendiga.” 5Preguntó Booz al criado suyo que era sobrestante de los segadores: “¿De quién es esa joven?” 6El criado, sobrestante de los segadores, contestó diciendo: “Es una joven moabita que ha vuelto con Noemí de los campos de Moab. 7[1755]Ella me dijo: “Déjame espigar e ir detrás de los segadores para recoger entre las gavillas.” Así vino y se ha quedado desde la mañana, hasta ahora; este descanso que (ahora) se toma en la cabaña es muy corto.”

Generosidad de Booz

8Dijo luego Booz a Rut: “Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni te apartes de aquí, sino sigue de cerca a mis criadas. 9Fija tus ojos en el campo donde se siega y anda detrás de ellas: Pues he dado orden a los criados que no te toquen. Y si tienes sed, irás donde están las vasijas y beberás del agua que han sacado los criados.” 10[1756]Entonces ella cayó sobre su rostro, y postrada en tierra le dijo: “¿De dónde me viene el haber hallado gracia a tus ojos para que me mires, siendo como soy extranjera?” 11Respondió Booz y le dijo: “Me han contado todo lo que has hecho para con tu suegra, después de la muerte de tu marido; y cómo has dejado a tu padre y a tu madre y al país de tu nacimiento, y has venido a un pueblo que no conocías antes. 12Recompense Yahvé lo que has hecho, y recibas pleno galardón de parte de Yahvé, el Dios de Israel, bajo cuyas alas te has amparado.” 13Respondió ella: “¡Halle yo gracia a tus ojos, señor mío! Pues tú me has consolado y has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.”

14[1757]Llegada la hora de comer le dijo Booz: “Ven aquí y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre.” Ella se sentó al lado de los segadores; y él le dio del grano tostado, del cual ella comió hasta saciarse, y guardó el resto. 15Y cuando se levantó para seguir espigando, mandó Booz a sus criados, diciendo: “Hasta entre las gavillas podrá ella recoger espigas, no la increpéis; 16[1758]antes bien, dejad caer para ella algo de las gavillas, abandonándolo atrás para que ella lo recoja; y no la reprendáis.”

Cosecha de Rut

17[1759]Estuvo Rut espigando en el campo hasta la tarde, y cuando batió lo que había recogido, había como una efa de cebada. 18Cargó con ello y se volvió a la ciudad; y vio su suegra lo que había espigado. Tras esto Rut sacó lo que había guardado después de haberse saciado, y se lo dio. 19Le preguntó su suegra: “¿Dónde has espigado hoy, y en qué parte has trabajado? Bendito quien te ha mirado.” Dijo entonces a su suegra con quién había trabajado, y agregó: “El hombre con quien hoy he trabajado se llama Booz.” 20[1760]Entonces dijo Noemí a su nuera: “¡Bendito sea él de Yahvé! porque no ha dejado de mostrar su bondad, tanto con los vivos como con los muertos.” Y añadió Noemí: “Pariente cercano nuestro es ese hombre; es uno de nuestros parientes, uno de los que tienen la obligación del levirato.” 21Y dijo Rut, la moabita: “Él me mandó también: Sigue de cerca a mis criados hasta que hayan acabado de segar toda mi cosecha.” 22Dijo entonces Noemí a Rut, su nuera: “Mejor es, hija mía, que salgas con sus criados, para que no te maltraten en otro campo.”

23Se acogió para espigar, a las criadas de Booz, hasta terminar la siega de las cebadas y la siega de los trigos. Y habitaba con su suegra.

RUT 3
Rut a los pies de Booz

1Le dijo Noemí, su suegra: “Hija mía, ¿no he de buscar para ti un lugar de reposo donde te vaya bien? 2[1761]Ahora ese Booz, con cuyas criadas tú has estado, es pariente nuestro. Mira, esta noche avienta él la cebada en la era. 3Lávate, por tanto y úngete, y ponte tus vestidos y baja a la era; mas no te des a conocer al hombre hasta que haya acabado de comer y beber. 4[1762]Y al acostarse él, nota bien el lugar donde se acuesta; luego irás, y le destaparás la parte de los pies, y te acostarás. Él te dirá entonces lo que has de hacer.” 5Ella le respondió: “Haré todo lo que dices.”

6Bajó a la era, e hizo todo lo que le había ordenado su suegra. 7Booz comió y bebió, y se alegró su corazón. Y cuando fue a acostarse al extremo de un montón de gavillas, se acercó ella calladamente, y destapándole la parte de los pies se acostó. 8A media noche el hombre tuvo un gran susto, porque al darse vuelta, vio que una mujer estaba acostada a sus pies. 9[1763]Preguntó: “¿Quién eres?” Y ella contestó: “Soy Rut, tu sierva; extiende tu manto sobre tu sierva, porque tú tienes respecto de mí la obligación del levirato.” 10A lo que dijo él: “¡Bendita seas de Yahvé hija mía! Tu último acto de piedad es mejor que el primero, porque no andas tras los jóvenes, ni pobres, ni ricos. 11Ahora, hija mía, no temas. Yo haré por ti cuanto me digas; pues todos mis conciudadanos saben que eres una mujer virtuosa. 12[1764]Mas ahora, aunque es cierto que tengo la obligación del levirato, sin embargo hay un pariente más cercano que yo. 13Pasa la noche, y si él mañana quiere cumplir con su deber de levirato, que lo haga; pero si él no lo hace, lo haré yo. ¡Vive Yahvé! Acuéstate hasta la mañana.”

14[1765]Quedó ella acostada a sus pies hasta la mañana; y se levantó antes de poder distinguir un hombre a otro; porque él dijo: “Nadie sepa que esta mujer vino a la era.” 15[1766]Y agregó: “Extiende el manto que traes sobre ti, y tenlo bien.” Ella lo tuvo bien, y él le midió seis (medidas) de cebada, que le cargó a cuestas, y ella se fue a la ciudad.

16Cuando llegó a su suegra, esta preguntó: “¿Qué es lo que has alcanzado, hija mía?” Y Rut le contó todo lo que el hombre le había hecho. 17Dijo también: “Me ha dado estas seis (medidas) de cebada, diciéndome: No vuelvas a tu suegra con las manos vacías.” 18Dijo (la suegra): “Siéntate, hija mía, hasta que sepas en que va a parar este asunto; porque no descansará ese hombre hasta que lo haya acabado hoy mismo.”

RUT 4
Gestiones con el pariente más cercano

1[1767]Subió Booz a la puerta (de la ciudad) y se sentó allí; y he aquí que pasaba aquel pariente obligado al levirato, de quien Booz había hablado. Le dijo: “Ven aquí y siéntate, fulano.” Y se acercó el hombre y se sentó allí. 2[1768]Tomó también diez hombres de los ancianos de la ciudad, y dijo: “Tomad asiento”; y ellos se sentaron. 3Entonces dijo al pariente obligado al levirato: “Noemí, que ha vuelto de los campos de Moab, vende la porción de campo que era de nuestro hermano Elimelec. 4He querido informarte de ello y te propongo: Adquiérela delante de los que están aquí sentados y delante de los ancianos de mi pueblo. Si quieres cumplir con el deber del levirato, hazlo; si no, dímelo, para que yo lo sepa; pues tú eres el pariente más cercano; después de ti vengo yo.” Él respondió: “Yo cumpliré con ese deber.” 5[1769]Le dijo entonces Booz: “Cuando adquieras el campo de manos de Noemí, lo adquirirás también de Rut la moabita, mujer del difunto, para resucitar el nombre del difunto sobre su herencia.” 6Replicó el obligado al levirato: “No puedo hacerlo, para no perjudicar mi herencia. Ejerce tú ese derecho que tengo yo, pues yo no puedo hacerlo.”

Casamiento de Booz con Rut

7Era costumbre antigua en Israel, en casos de levirato y cambios, que para dar validez a todo acto, el uno se quitaba el zapato y lo daba al otro. Esto servía de testimonio en Israel. 8Por eso, el hombre obligado al levirato dijo a Booz: “Adquiérelo tú por tú cuenta.” Y se quitó el zapato. 9Dijo entonces Booz a los ancianos y a todo el pueblo: “Vosotros sois hoy testigos de que yo he adquirido de mano de Noemí todo lo que era de Elimelec, y todo lo que era de Quelión y Mahalón, 10y que he adquirido también a Rut la moabita, mujer de Mahalón, para que sea mi mujer, a fin de resucitar el nombre del difunto sobre su herencia, y para que el nombre del difunto no se borre de entre sus hermanos, ni de la puerta de su lugar. De eso sois vosotros hoy testigos.” 11[1770]Y todo el pueblo que estaba en la puerta, respondió juntamente con los ancianos: “Somos testigos. ¡Haga Yahvé que la mujer que va a entrar en tu casa, sea como Raquel y como Lía, que ambas edificaron la casa de Israel, para que seas poderoso en Efrata y tengas renombre en Betlehem! 12¡Venga a ser tu casa como la casa de Fares, que Tamar le dio a Judá, por la descendencia que Yahvé te diere de esta joven!”

13[1771]Tomó Booz a Rut, y ella fue su mujer. Entró a ella, y Yahvé le concedió que concibiera y diera a luz un hijo. 14Entonces decían las mujeres a Noemí: “¡Bendito sea Yahvé, que no te ha negado un redentor el día de hoy! ¡Su nombre sea celebrado en Israel! 15¡Que el consuele tu alma y sea el sostén de tu vejez! Pues tu nuera, que te ama y que para ti vale más que siete hijos, ha dado a luz.” 16[1772]Y Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo, y le sirvió de aya. 17Y las vecinas la aclamaron diciendo: “A Noemí le ha nacido un hijo”, y le llamaron Obed. Él fue padre de Isaí, padre de David.

Genealogía de David

18Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hesrón; 19Hesrón engendró a Ram, Ram engendró a Aminadab, 20Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón. 21Salmón engendró a Booz, Booz engendró a Obed, 22Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.

I REYES (1 SAMUEL)

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INTRODUCCIÓN

Los cuatro libros de los Reyes se refieren a la monarquía de Israel y de Judá, que duró unos 450 años, hasta el cautiverio de Babilonia. Los dos primeros, llamados también I y II de Samuel, relatan la historia de Israel desde el nacimiento de Samuel hasta la muerte de David.

El libro primero empieza narrando la historia de Helí y Samuel, que fue el último de los jueces, y el establecimiento de la monarquía en Israel (capítulos 1-15); en la segunda parte refiere el fin de Saúl, el primer rey, y el advenimiento de David (capítulos 16-31).

El libro segundo está dedicado por entero al reinado del Rey-Profeta.

El autor de estos libros es desconocido. El texto hebreo pone el nombre del profeta Samuel al frente de ambos libros. Es realmente muy probable que gran parte del primero provenga de Samuel; pero hay que fijar su redacción definitiva en el tiempo después de David.

El objeto que se propone el autor, es mostrar principalmente la fidelidad de Dios en sus promesas y la divina providencia en la vocación de David al trono. Al mismo tiempo quiere el autor trazar una imagen del rey ejemplar David, en contraste con Saúl, a quien no es lícito imitar.

San Jerónimo encarece la lectura de los libros de los Reyes, porque es fácil comprender su contenido y sacar las enseñanzas que Dios mediante ellos pone ante nuestros ojos y nuestro corazón.

Esta divina historia es como un bosquejo de todo cuanto ha sucedido en el mundo desde aquel tiempo hasta hoy. Mudados los nombres, la substancia es la misma. “Se descubre por todas partes aquella providencia paternal, aquel poder y sabiduría eterna, que todo lo dispensa, ordena y endereza al fin y cumplimiento de sus altísimos designios. En cada página se nos muestra al Señor como un Dios santo, benéfico, misericordioso, siempre pronto a perdonar las faltas de los que arrepentidos recurren a su clemencia” (Scío).

El personaje que se destaca en toda esta historia es David, el gran amigo, de Dios y figura de Cristo que descendió de él según la carne.

I. EL PROFETA SAMUEL
1 SAMUEL 1
Los padres de Samuel

1[1773]Había un hombre de Ramataim-Sofim, de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná. Era hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohú, hijo de Suf, efraimita. 2Tenía dos mujeres, una llamada Ana, y la otra Fenená. Fenená tenía hijos, en tanto que Ana carecía de ellos. 3[1774]Año tras año subía este hombre desde su ciudad, para adorar a Yahvé de los ejércitos en Silo y para ofrecerle sacrificios. Estaban allí los dos hijos de Helí, Ofní y Fineés, sacerdotes de Yahvé. 4Siempre cuando Elcaná ofrecía sacrificio, daba a Fenená, su mujer, y a todos sus hijos y sus hijas, porciones (de la víctima); 5[1775]mas a Ana le daba doble porción, porque amaba a Ana, aunque Yahvé le había negado hijos.

6Entretanto su rival la afligía en extremo, a fin de exasperarla porque Yahvé le había negado hijos. 7Esto se repetía todos los años. Siempre que ella subía a la casa de Yahvé (Fenená) la afligía de tal manera que lloraba y no comía. 8Dijo, pues, Elcaná, su marido: “Ana ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué se aflige tu corazón? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos?”

El voto de Ana

9Después de haber comido y bebido se levantó Ana, mientras Helí, el sacerdote de Yahvé, estaba sentado sobre su silla, junto a una jamba de la puerta del Templo de Yahvé. 10[1776]Y se puso ella a orar a Yahvé con el alma llena de amargura; y entre muchas lágrimas 11[1777]hizo un voto, diciendo: “Yahvé de los Ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, le consagraré a Yahvé todos los días de su vida, y no pasará navaja por su cabeza.” 12Durante largo tiempo prolongaba ella su oración delante de Yahvé, y Helí observaba la boca de ella; 13pues Ana hablaba dentro de su corazón; se movían, sí, sus labios, pero no se oía su voz; y así Helí la tuvo por ebria. 14Dijo, pues, Helí: “¿Hasta cuándo andarás embriagada? ¡Procura librarte de tu embriaguez!” 15Ana dio por respuesta: “No, señor mío; soy una mujer de corazón afligido. No he bebido ni vino ni bebida embriagante, sino que he derramado mi alma delante de Yahvé. 16[1778]No tomes a tu sierva por hija de Belial, porque de la abundancia de mi pena y de mi aflicción he hablado así hasta ahora.” 17Respondió Helí y dijo: “Vete en paz, y el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.” 18[1779]Y ella contestó: “¡Halle tu sierva gracia a tus ojos!” Luego la mujer se fue por su camino, y comió, y su cara ya no era como antes. 19A la mañana se levantaron muy temprano, y después de postrarse ante Yahvé regresaron y vinieron a su casa, a Rama. Y Elcaná conoció a Ana, su mujer, y Yahvé se acordó de ella.

Nacimiento de Samuel

20[1780]Con el correr de los días, Ana que había concebido, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo: “porque de Yahvé lo he impetrado.” 21Cuando después su marido Elcaná subió con toda su familia, para ofrecer a Yahvé el sacrificio anual, y para cumplir su voto, 22Ana no subió; pues dijo a su marido: “Cuando haya sido destetado el niño, lo llevaré para que sea presentado ante Yahvé, y se quede allí para siempre.” 23Respondiole Elcaná, su marido: “Haz lo que mejor te parezca. Quédate hasta que lo hayas destetado. Dígnese Yahvé llevar a cabo su promesa.” Se quedó la mujer y dio de mamar a su hijo hasta que lo destetó.

El niño es ofrecido al Señor

24[1781]Después de destetarlo, lo llevó consigo, con un becerro de tres años, un efa de flor de harina y un cuero de vino, y lo condujo a la Casa de Yahvé, a Silo, siendo el niño todavía pequeño. 25Inmolaron el becerro y entregaron el niño a Helí, 26y ella dijo: “¡Óyeme, señor mío! Por la vida de tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí contigo orando a Yahvé. 27Estaba rogando por este niño, y Yahvé me ha otorgado lo que le pedí. 28Por eso yo por mi parte lo doy a Yahvé. Todos los días de su vida, será consagrado a Yahvé.” Y se prosternaron allí ante Yahvé.

1 SAMUEL 2
Cántico de Ana

1[1782]Entonces Ana oró, y dijo:

“Exalta mi corazón en Yahvé,

en Yahvé que ha ensalzado mi brazo.

Se ha abierto mi boca contra mis enemigos,

pues me alegro de la salvación

que de Ti he recibido.

2No hay santo como Yahvé;

porque no hay otro fuera de Ti;

no hay roca como nuestro Dios.

3[1783]No habléis tanto ni tan orgullosamente;

no salgan palabras insolentes de vuestra boca;

pues Yahvé es un Dios que todo lo sabe,

un Dios que pesa las acciones.

4Se quebró el arco de los fuertes,

y los débiles se han ceñido de fuerza.

5Los que antes estaban hartos

se han alquilado por pan,

mientras los que andaban hambrientos

no tienen más hambre.

La estéril ha dado a luz siete veces,

y se marchitó la que muchos hijos tenía.

6Yahvé es quien da la muerte y la vida;

Él conduce al sepulcro y levanta de él.

7[1784]Yahvé da la pobreza y la riqueza,

abate y también ensalza.

8[1785]Levanta del polvo al pobre,

y saca del muladar al menesteroso,

para sentarle entre los príncipes,

y en herencia un trono glorioso.

Pues Yahvé dio columnas a la tierra,

asentó sobre ellas el orbe.

9[1786]Él guarda los pasos de sus santos;

mas los impíos morirán en tinieblas,

que no por fuerza prevalece el hombre.

10[1787]Sean aplastados los enemigos de Yahvé;

desde los cielos tronará contra ellos.

Yahvé juzgará los extremos de la tierra;

a su Rey le dará el poder,

y exaltará la frente de su Ungido.

11Después regresó Elcaná a Rama, a su casa; y el niño servía a Yahvé bajo la vigilancia del sacerdote Helí.

Los hijos de Helí

12Los hijos de Helí eran hijos de Belial; no conocían a Yahvé, 13ni los deberes de los sacerdotes para con el pueblo. Pues cuando alguno ofrecía sacrificios, mientras aún se cocía la carne venía ya el criado del sacerdote, teniendo en la mano un tridente, 14y lo metía en la caldera o en la cazuela; o en la olla, o en el puchero, y todo cuanto sacaba el tridente, lo tomaba el sacerdote para sí. Así hacían ellos con todos los israelitas que venían allí a Silo. 15Aun antes de quemarse el sebo, venía el criado del sacerdote, y decía al que lo inmolaba: “Dame carne para asársela al sacerdote; pues no tomará de ti carne cocida, sino cruda.” 16Y si el hombre le respondía: “Hay que quemar primero el sebo, y luego toma para ti cuanto desee tu alma”, le decía: “No, ahora mismo me la darás; de lo contrario la tomaré por fuerza.” 17[1788]Era, pues, muy grande el pecado de aquellos jóvenes delante de Yahvé; porque esos hombres trataban con desprecio las ofrendas de Yahvé.

Dios bendice a Ana

18[1789]EL niño Samuel servía ante Yahvé, ceñido de un efod de lino. 19Hacíale su madre todos los años un manto pequeño, y se lo traía cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. 20Y Helí bendijo a Elcaná y a su mujer, diciendo: “Yahvé te conceda hijos de esta mujer en lugar del (hijo) que ha cedido a Yahvé. Y se volvieron a su lugar. 21[1790]En efecto Yahvé visitó a Ana, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Entre tanto el niño Samuel crecía en la presencia de Yahvé.

Helí reprende a sus hijos

22[1791]Cuando Helí, que era ya muy viejo, supo cuanto hacían sus hijos a todo Israel, y que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del Tabernáculo de la Reunión, 23les dijo: “¿Por qué hacéis tales cosas? Todo este pueblo me habla de vuestras fechorías. 24No, hijos míos; porque son malos los rumores que tengo que oír. Vosotros hacéis prevaricar al pueblo de Yahvé. 25[1792]Si un hombre peca contra otro,

Dios interviene como árbitro;

pero si uno peca contra Yahvé,

¿quién intercederá por él?”

Mas ellos no quisieron escuchar la voz de su padre, porque Yahvé había dispuesto quitarles la vida.

26Mientras tanto el niño Samuel iba creciendo, y era grato a Dios y a los hombres.

Anuncio del castigo

27Vino a Helí un hombre de Dios, y le dijo: “Así dice Yahvé: ¿No me he bien manifestado a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto, en la casa del Faraón? 28¿No le escogí de entre todas las tribus de Israel, para sacerdote mío, para que subiese a mi altar, para que quemase el incienso y llevase el efod en mi presencia? ¿Y no di a la casa de tu padre (parte de) todas las ofrendas de los hijos de Israel ofrecidas mediante el fuego? 29¿Por qué, pues, habéis pisoteado mis sacrificios y mis oblaciones que Yo he mandado ofrecer en mi morada? ¿Y por qué respetas tú, más que a Mí, a tus hijos, para engordaros con lo mejor de todas las ofrendas de Israel mi pueblo? 30Por eso dice Yahvé, el Dios de Israel: Yo había prometido solemnemente que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de Mí para siempre. Mas ahora, dice Yahvé, ¡lejos de Mí sea eso! Porque Yo honraré a los que me honren, y los que me desprecien serán despreciados; 31He aquí que vendrán días en que Yo cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. 32Tú verás a (tu) rival en (mi) morada en todo aquel tiempo en que Él colmará de bienes a Israel. Y no habrá nunca anciano en tu casa. 33Con todo no haré desaparecer a todos los tuyos de junto a mi altar, para que de este modo se consuman tus ojos y desfallezca tu alma; pero todos los descendientes de tu casa morirán apenas hayan llegado a la edad viril. 34Y te servirá de señal lo que va a suceder a tus dos hijos, Ofní y Fineés: En un mismo día morirán ambos. 35[1793]Suscitaré para Mí un sacerdote fiel, que obrará según mi corazón y según mi alma; y voy a edificarle casa estable, y él andará delante de mí Ungido para siempre. 36[1794]Y todo aquel que quede de tu casa vendrá, y se postrará delante de él, para (pedir) una monedita de plata y una torta de pan, diciendo: ‘Admíteme por favor a algún ministerio sacerdotal, para que tenga un bocado de pan’.”

1 SAMUEL 3
Vocación de Samuel

1[1795]Entretanto el joven Samuel servía a Yahvé en presencia de Helí. En aquellos días la palabra de Yahvé era cosa rara y las visiones proféticas no eran frecuentes. 2En aquel tiempo, estando acostado en su lugar Helí, cuyos ojos habían comenzado ya a ofuscarse, de modo que no podía ver, 3[1796]pero no habiéndose todavía apagado la lámpara de Dios, y mientras Samuel dormía en el Templo de Yahvé, donde se hallaba el Arca de Dios, 4llamó Yahvé a Samuel; el cual respondió: “Heme aquí.” 5Y corrió a Helí, diciendo: “Aquí me tienes, pues me has llamado.” Mas él dijo: “No te he llamado; vuelve a acostarte.” Fue, pues, y se acostó.

6Yahvé llamó otra vez: “¡Samuel!” Se levantó Samuel, fue a Helí y dijo: “Aquí me tienes, pues me has llamado.” Mas él respondió: “No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.” 7[1797]Samuel no conocía aún a Yahvé y todavía no le había sido revelada palabra alguna de Yahvé.

8Yahvé volvió a llamar a Samuel por tercera vez. Y este se levantó, fue a Helí y le dijo: “Aquí me tienes, pues me has llamado.” Entonces entendió Helí que Yahvé llamaba al joven. 9[1798]Y dijo Helí a Samuel: “Anda, acuéstate; y al llamarte (de nuevo) dirás: “Habla, Yahvé, tu siervo escucha.” Se fue Samuel y se acostó en su lugar.

10Vino Yahvé (de nuevo) y parándose llamó como las otras veces: “¡Samuel! ¡Samuel!” Respondió Samuel: “Habla, tu siervo escucha.” 11Y dijo Yahvé a Samuel: “He aquí que voy a hacer en Israel una cosa tal que a todo aquel que la oiga le retiñirán ambos oídos. 12En aquel día cumpliré contra Helí todo cuanto he dicho contra su casa, desde el principio hasta el fin. 13[1799]Yo le he dicho que castigaré a su casa perpetuamente, por la iniquidad de que él tenía conocimiento, pues cuando sus hijos iban atrayendo sobre sí maldición, no los corrigió. 14[1800]Por tanto he jurado a la casa de Helí: ‘Jamás será expiada la iniquidad de la casa de Helí, ni con sacrificios ni con oblaciones’.”

15Samuel se quedó acostado hasta la mañana. Después abrió las puertas de la Casa de Yahvé; pero temía Samuel contar a Helí la visión. 16Llamó Helí a Samuel y dijo: “¡Samuel, hijo mío!” A lo que este respondió: “Aquí me tienes.” 17Y le preguntó: “¿Qué es lo que Él te ha dicho? Te ruego no me lo ocultes. Esto y esotro te haga Dios si me ocultas una palabra de cuanto Él te ha dicho.” 18[1801]Samuel le refirió todas las palabras, y no le ocultó nada. Entonces Helí respondió: “Él es Yahvé; haga lo que sea agradable a sus ojos.”

19Samuel creció y Yahvé estaba con él y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras. 20Por lo cual conoció todo Israel, desde Dan hasta Bersabee, que Samuel era un verdadero profeta de Yahvé. 21Y siguió Yahvé apareciéndose en Silo, porque en Silo se manifestaba Yahvé a Samuel por su palabra.

1 SAMUEL 4
El Arca cae en manos de los filisteos

1[1802]La palabra de Samuel corrió por todo Israel. (En aquel tiempo) salió Israel al encuentro de los filisteos para hacerles guerra, y acamparon en Ebenéser, mientras los filisteos sentaron sus reales en Afec. 2Los filisteos se pusieron en orden de batalla contra Israel, y se trabó la batalla, en la cual Israel fue vencido por los filisteos, que mataron en el campo a unos cuatro mil hombres del ejército. 3[1803]Cuando el pueblo volvió al campamento, dijeron los ancianos de Israel: “¿Por qué nos ha derrotado Yahvé hoy delante de los filisteos? Tráigasenos desde Silo el Arca de la Alianza de Yahvé y que venga Él en medio de nosotros, para salvarnos del poder de nuestros enemigos.” 4[1804]Envió, pues, el pueblo mensajeros a Silo, y trajeron de allí el Arca de la Alianza de Yahvé de los Ejércitos, que está sentado sobre los querubines. Los dos hijos de Helí, Ofní y Fineés, acompañaban el Arca de la Alianza de Dios.

5Cuando el Arca de la Alianza de Yahvé llegó al campamento, todo Israel dio voces con algazara tan grande que se conmovió la tierra. 6Oyeron los filisteos el estruendo de la algazara y dijeron: “¿Qué estruendo de algazara tan grande es este en el campamento de los hebreos?” Y supieron que el Arca de Yahvé había venido al campamento. 7Con esto se atemorizaron los filisteos, pues se dijeron: “Ha venido Dios al campamento”; y agregaron: “¡Ay de nosotros! Pues cosa como esta no ha sucedido nunca antes. 8[1805]¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de ese poderoso Dios? Es aquel Dios que hirió a Egipto con toda suerte de plagas en el desierto. 9Mostraos fuertes y sed hombres, filisteos, para que no seáis siervos de los hebreos, como ellos lo han sido de vosotros. Sed hombres, y luchad.” 10Dieron, pues, los filisteos la batalla y fue derrotado Israel. Huyó cada cual a su tienda, y la derrota fue tan grande, que de Israel cayeron treinta mil hombres de a pie. 11Fue tomada también el Arca de Dios; y murieron los dos hijos de Helí, Ofní y Fineés.

Muerte de Helí

12[1806]Un hombre de Benjamín, uno del ejército, corrió y llegó aquel mismo día a Silo, rasgado el vestido y cubierta de polvo la cabeza. 13Cuando llegó, he aquí que Helí estaba sentado en su silla al lado del camino, mirando, porque temblaba su corazón por el Arca de Dios. Llegó, pues, el hombre y dijo en la ciudad lo que había pasado, y toda la ciudad prorrumpió en alaridos. 14Al oír Helí las voces de alarido, preguntó: “¿Qué ruido tumultuoso es ese?” Entonces el hombre vino a toda prisa y dio la noticia a Helí. 15Helí tenía ya noventa y ocho años; sus ojos no se movían más, y ya no podía ver. 16Dijo el hombre a Helí: “Yo vengo del ejército; hoy mismo huí del ejército.” Helí preguntó: “¿Qué ha pasado, hijo mío?” 17Y respondió el mensajero y dijo: “Huyó Israel delante de los filisteos, y fue grande el estrago en el pueblo; también tus dos hijos, Ofní y Fineés, quedaron muertos; y el Arca de Dios ha sido tomada.” 18[1807]Y sucedió que cuando mencionó el Arca de Dios, cayó Helí de la silla hacia atrás, junto a la puerta, y se le quebró la cerviz, y murió; porque era hombre viejo y pesado. Fue juez de Israel durante cuarenta años.

Muerte de la nuera de Helí

19Su nuera, la mujer de Fineés, que estaba encinta y cercana ya al parto, como oyese la nueva de haber sido tomada el Arca de Dios, y que habían muerto su suegro y su marido, se doblegó y dio a luz, porque de repente vinieron sobre ella los dolores de parto. 20Cuando estaba ya expirando, decían las mujeres que la asistían: “No temas, pues has dado a luz un hijo.” Mas ella no respondió, ni puso en ello su atención. 21Llamó al niño Icabod, diciendo: “Se ha apartado de Israel la Gloria”, por haber sido capturada el Arca de Dios, y a causa de su suegro y de su marido. 22Dijo, pues: “Se ha apartado de Israel la Gloria”, por haber sido tomada el Arca de Dios.

1 SAMUEL 5
El Arca en el templo de Dagón

1[1808]Los filisteos que habían tomado el Arca de Dios, la llevaron de Ebenéser a Azoto. 2Y tomaron los filisteos el Arca de Dios y la metieron en la casa de Dagón, donde la colocaron junto a Dagón. 3Mas cuando al día siguiente los habitantes de Azoto se levantaron muy temprano, vieron a Dagón tendido de bruces en tierra, delante del Arca de Yahvé, y tomaron a Dagón y le pusieron otra vez a su lugar. 4Pero cuando al día siguiente se levantaron muy de mañana, vieron a Dagón (de nuevo) tendido en tierra sobre su rostro delante del Arca de Yahvé, y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos yacían cortadas sobre el umbral de la puerta, quedándole solamente (el tronco en) forma de pez. 5Por eso los sacerdotes de Dagón, y cuantos entran en la casa de Dagón en Azoto, no ponen el pie sobre el umbral de la puerta de Dagón, hasta el día de hoy.

6[1809]Pero la mano de Yahvé pesaba mucho sobre los de Azoto, e hizo entre ellos estragos, hiriéndolos con tumores, tanto en Azoto como en su territorio. 7Viendo los hombres de Azoto lo que pasaba, decían: “¡No quede entre nosotros el Arca del Dios de Israel!, porque su mano pesa sobre nosotros y sobre Dagón, nuestro dios.”

El Arca es llevada a otras ciudades

8[1810]Convocaron, pues, a todos los príncipes de los filisteos para que se reunieran con ellos, y preguntaron: “¿Qué haremos con el Arca del Dios de Israel?” Respondieron: “Pásese el Arca del Dios de Israel a Gat.” Pasaron, pues, el Arca del Dios de Israel. 9[1811]Pero después de trasladarla descargó la mano de Yahvé sobre la ciudad, causando grandísimo espanto; pues hirió a los hombres de la ciudad, desde los chicos hasta los grandes, de modo que les brotaron tumores.

10Entonces enviaron el Arca de Dios a Acarón. Mas apenas había llegado el Arca de Dios a Acarón, los acaronitas dieron gritos, exclamando: “¡Han pasado hasta nosotros el Arca del Dios de Israel para matarnos, a nosotros y a nuestro pueblo!” 11Llamaron, pues, a reunión a todos los príncipes de los filisteos; los cuales dijeron: “Devolved el Arca del Dios de Israel, y vuélvase ella a su lugar, para que no nos mate a nosotros y a nuestro pueblo.” Pues reinaba en toda la ciudad un terror mortal, porque la mano de Yahvé pesaba mucho sobre ella. 12Aun los que no morían, estaban llagados de tumores; y los gritos de la ciudad subieron al cielo.

1 SAMUEL 6
Devolución del Arca

1Después de estar el Arca de Yahvé siete meses en el país de los filisteos, 2llamaron los filisteos a los sacerdotes y adivinos y les preguntaron: “¿Qué haremos con el Arca de Yahvé? Decidnos en qué forma la hemos de devolver a su lugar.” 3A lo que respondieron: “Si devolvéis el Arca del Dios de Israel, no la devolváis vacía, sino pagadle una ofrenda por la culpa. Entonces sanaréis, y conoceréis por qué motivo su castigo no se ha apartado de vosotros.” 4Y cuando preguntaron: “¿Qué hemos de pagarle por la culpa?”, contestaron: “Cinco tumores de oro y cinco ratones de oro según el número de los príncipes de los filisteos, porque una misma plaga ha descargado sobre todos vosotros y sobre vuestros príncipes. 5[1812]Haced, pues, figuras de vuestros tumores y figuras de vuestros ratones, que han asolado el país, y dad gloria al Dios de Israel; quizás su mano pese menos sobre vosotros, sobre vuestros dioses y vuestra tierra. 6[1813]¿Por qué queréis endurecer vuestro corazón, como endurecieron el suyo los egipcios y el Faraón? ¿No los castigó Él tan terriblemente que por fin soltaron (a los israelitas) y estos se fueron? 7[1814]Haced ahora un carro nuevo, y tomando dos vacas recién paridas, sobre las cuales nunca se haya puesto el yugo; uncid las vacas al carro y apartad de ellas sus terneros, encerrándolos en el establo. 8Tomad después el Arca de Yahvé y colocadla sobre el carro. Al lado de ella, en un cofre, pondréis las joyas de oro que le pagaréis como ofrenda por la culpa. Luego dejadla que se vaya. 9Y observad bien: si sube en dirección a su propio territorio, hacia Betsemes, es Él que nos ha hecho este gran mal; pero si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto nos ha sucedido por casualidad.”

10Lo hicieron así; tomaron dos vacas recién paridas, las uncieron al carro y encerraron sus terneros en el establo. 11Sobre el carro colocaron el Arca de Yahvé y el cofre con los ratones de oro y las figuras de sus tumores. 12Las vacas tomaron rectamente el camino de Betsemes, y siguiendo ese mismo camino marcharon mugiendo, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda. Los príncipes de los filisteos fueron tras ellas hasta la frontera de Betsemes.

13Estaba la gente de Betsemes en el valle segando el trigo, y alzando los ojos vieron el Arca y se alegraron de verla. 14Llegó el carro al campo de Josué betsemesita, donde se paró. Había allí una gran piedra, y haciendo pedazos la madera del carro ofrecieron las vacas en holocausto a Yahvé. 15Luego los levitas bajaron el Arca de Yahvé, y el cofre que estaba al lado y que contenía las joyas de oro; y la pusieron sobre aquella gran piedra; y los hombres de Betsemes ofrecieron aquel día holocaustos y sacrificios a Yahvé. 16Cuando vieron esto los cinco príncipes de los filisteos, se volvieron a Acarón ese mismo día.

17Los tumores de oro que los filisteos dieron a Yahvé, como ofrenda por la culpa, son estos: de Azoto, uno; de Ascalón, uno; de Gat, uno; de Acarón, uno. 18[1815]También los ratones de oro eran según el número de todas las ciudades de los filisteos, pertenecientes a los cinco príncipes, desde las ciudades fortificadas hasta las aldeas de la gente del campo. Testigo de ello es hasta hoy día la gran piedra, en el campo de Josué betsemesita, donde depusieron el Arca de Yahvé. 19[1816]Pero (Dios) castigó a los hombres de Betsemes, por haber ellos mirado el Arca de Yahvé; e hirió del pueblo a setenta hombres. Entonces el pueblo hizo gran duelo, porque Yahvé había causado entre el pueblo estrago tan grande. 20[1817]Por lo cual dijeron los hombres de Betsemes: “¿Quién puede estar en la presencia de Yahvé, este Dios tan santo? ¿Y hacia quién subirá al salir de nosotros?” 21Enviaron, pues, mensajeros a los habitantes de Kiryatyearim, diciendo: “Los filisteos han devuelto el Arca de Yahvé; bajad y llevadla con vosotros.”

1 SAMUEL 7
Los israelitas se convierten al Señor

1[1818]Vinieron, los hombres de Kiryatyearim, y se llevaron el Arca de Yahvé. La introdujeron en la casa de Abinadab, situada en el collado, y consagraron a Eleazar, su hijo, para que guardase el Arca de Yahvé. 2[1819]Había pasado mucho tiempo —eran ya veinte años— desde el día en que se estableció el Arca en Kiryatyearim. Entretanto, toda la casa de Israel suspiraba en pos de Yahvé. 3Entonces habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: “Si de todo vuestro corazón os convertís a Yahvé, quitad de en medio de vosotros los dioses ajenos, y también las Astartés, y dirigid vuestros corazones hacia Yahvé para servirle a Él solo; y Él os librará de la mano de los filisteos.” 4[1820]Y los hijos de Israel arrojaron los Baales y las Astartés, y sirvieron solo a Yahvé.

5Después dijo Samuel: “Congregad a todo Israel en Masfá y haré oración por vosotros a Yahvé.” 6[1821]Se congregaron, pues, en Masfá, y sacando agua la derramaron ante Yahvé; y ayunaron aquel día, y decían allí: “Hemos pecado contra Yahvé.” Y Samuel era juez de los hijos de Israel en Masfá.

Derrota de los filisteos

7Cuando los filisteos oyeron que los hijos de Israel se habían congregado en Masfá, subieron los príncipes de los filisteos contra Israel. Lo supieron los hijos de Israel y tuvieron miedo de los filisteos. 8Por lo cual dijeron a Samuel: “No ceses de clamar por nosotros a Yahvé, nuestro Dios, para que nos salve de la mano de los filisteos.” 9Tomó, pues, Samuel un corderito que aún mamaba y lo ofreció entero en holocausto a Yahvé; y clamó Samuel a Yahvé por Israel, y Yahvé le escuchó. 10[1822]Mientras Samuel estaba ofreciendo el holocausto, se acercaron los filisteos para dar batalla a Israel; más Yahvé tronó aquel día con estruendo espantoso contra los filisteos y los aterró de tal suerte que fueron derrotados delante de Israel. 11Los israelitas saliendo de Masfá, persiguieron a los filisteos y los derrotaron hasta más debajo de Betcar. 12Después tomó Samuel una piedra y la colocó entre Masfá y Sen; y le dio el nombre de Ebenéser, diciendo: “Hasta aquí nos ha socorrido Yahvé.”

13Así humillados los filisteos, no volvieron más a invadir el territorio de Israel; y la mano de Yahvé se hizo sentir sobre los filisteos todos los días de Samuel. 14[1823]Y volvieron a Israel las ciudades que los filisteos le habían quitado, desde Acarón hasta Gat. También los territorios de esas ciudades libró Israel del poder de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.

Samuel, juez de Israel

15[1824]Samuel juzgó a los hijos de Israel todos los días de su vida. 16[1825]Año tras año se ponía en marcha y daba la vuelta por Betel, Gálgala y Masfá, juzgando a Israel en todos esos lugares. 17[1826]Se volvía después a Ramá, porque allí tenía su casa; también allí juzgaba a Israel, y allí edificó un altar a Yahvé.

II. SAMUEL Y SAÚL
1 SAMUEL 8
El pueblo pide un rey

1Cuando Samuel llegó a la edad avanzada, instituyó a sus hijos por jueces de Israel. 2Se llamaba el primogénito Joel, y el segundo Abías; y juzgaban ellos en Bersabee. 3[1827]Pero los hijos no anduvieron por los caminos (de su padre), sino que apartándose siguieron su propio interés, aceptando regalos y torciendo el derecho.

4Se reunieron, pues, todos los ancianos de Israel, y se llegaron a Samuel, en Ramá. 5[1828]Y le dijeron: “Mira; tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos. Pon ahora un rey sobre nosotros que nos juzgue, como lo tienen todos los pueblos.”

6Desagradó a Samuel esta propuesta que le expresaron: “Danos un rey que nos juzgue.” E hizo Samuel oración a Yahvé. 7[1829]Respondió Yahvé a Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo cuanto te digan; porque no te han desechado a ti, sino a Mí, para que no reine sobre ellos. 8Todo lo que han hecho (conmigo) desde el día que los saqué de Egipto hasta este día, en que me han dejado para servir a otros dioses, lo mismo hacen también contigo. 9Ahora, pues, escucha su voz, pero da testimonio contra ellos, y anúnciales los fueros del rey que va a reinar sobre ellos.”

Los derechos del rey

10[1830]Samuel refirió al pueblo que le había pedido un rey, todas las palabras de Yahvé, 11y dijo: “Este será el derecho, del rey que va a reinar sobre vosotros: Tomará a vuestros hijos, y los empleará para sus carros, y como jinetes suyos para que corran delante de su carroza. 12Los constituirá jefes de mil, y jefes de cincuenta, y los hará labrar sus tierras, segar sus mieses y fabricar sus armas de guerra, y los pertrechos de sus carros. 13Y de entre vuestras hijas sacará perfumistas, cocineras y panaderas. 14Tomará lo mejor de vuestros campos, vuestras viñas y vuestros olivares y los dará a sus servidores. 15Diezmará vuestras sementeras y vuestras viñas, para hacer regalos a sus cortesanos y servidores. 16[1831]Tomará también vuestros siervos y vuestras siervas, y los escogidos de entre vuestros jóvenes, y vuestros asnos, y los empleará para sus trabajos. 17Diezmará asimismo vuestros rebaños, y vosotros seréis siervos suyos. 18Entonces clamaréis a causa de vuestro rey que os habéis escogido: pero en aquel día Yahvé no os responderá.”

El pueblo insiste en tener un rey

19[1832]El pueblo no quiso escuchar la voz de Samuel, sino que dijeron: “¡No, no! ¡Que haya un rey sobre nosotros! 20¡Que seamos también nosotros como todos los pueblos! ¡Que nos juzgue nuestro rey, y salga al frente de nosotros para pelear nuestras guerras!” 21Oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las repitió a Yahvé. 22[1833]Y Yahvé dijo a Samuel: “Escucha su voz, y pon sobre ellos un rey.” Entonces dijo Samuel a los hijos de Israel: “Váyase cada cual a su ciudad.”

1 SAMUEL 9
Saúl consulta a Samuel

1[1834]Vivía en Benjamín un hombre que se llamaba Kis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorat, hijo de Afía, benjaminita. Era hombre valeroso y poderoso, 2y tenía un hijo llamado Saúl, el cual era un joven de tan bella presencia, que entre los hijos de Israel no había hombre más gallardo que él: desde los hombros arriba descollaba sobre todo el pueblo. 3Ahora bien, se habían extraviado las asnas de Kis, padre de Saúl; por lo cual Kis dijo a Saúl su hijo: “Toma contigo uno de los criados y levántate para andar a buscar las asnas.” 4[1835]Atravesaron ellos la montaña de Efraím, y recorrieron el país de Salisá, mas no las hallaron. Pasaron también por el país de Saalbim, y tampoco aparecieron. Recorrieron al fin el país de los benjaminitas sin encontrarlas. 5Habían ya entrado en el país de Suf, cuando Saúl dijo a su criado que le acompañaba: “Vamos a volvernos, no sea que mi padre, dejando ya el cuidado de las asnas, esté intranquilo por nosotros.” 6[1836]El criado le contestó: “Mira, hay en esta ciudad un varón de Dios, hombre muy famoso. Todo cuanto él dice, se cumple sin falta. Ahora, pues, vamos allá; quizá nos diga el camino por el cual debemos ir.” 7Respondió Saúl a su criado: “Sí, vamos, pero ¿qué podemos llevar a ese hombre? No hay ya pan en nuestras alforjas, y no tenemos regalo que podríamos ofrecer al varón de Dios: ¿qué tenemos?” 8[1837]El criado comenzó a hablar de nuevo y dijo a Saúl: “He aquí que tengo en mi mano un cuarto de siclo de plata; se lo daré al varón de Dios para que nos indique nuestro camino.” 9[1838]Antiguamente los hombres de Israel cuando iban a consultar a Dios decían: “Venid, vamos al vidente”; pues al profeta le llamaban anteriormente vidente. 10Dijo entonces Saúl a su criado: “Tu propuesta es buena; vamos, pues.” Y se fueron a la ciudad donde vivía el varón de Dios.

11Subiendo la cuesta hacia la ciudad encontraron a unas doncellas que salían a sacar agua, y les preguntaron: “¿Está aquí el vidente?” 12Ellas contestaron diciendo: “Sí, está; mira allí, delante de ti. Pero date prisa; porque ha venido hoy a la ciudad, por cuanto hoy el pueblo ofrece un sacrificio en la altura.

13En cuanto entréis en la ciudad, lo hallaréis antes que suba a la altura para comer; porque no comerá la gente hasta que él venga; pues suele bendecir el sacrificio, y después de esto comen los convidados. Subid, pues, en seguida, que lo hallaréis ahora mismo.”

14Subieron, pues, a la ciudad; y he aquí que cuando entraban en la ciudad se encontraron con Samuel que salía para subir a la altura. 15Ya un día antes de la llegada de Saúl, Yahvé había avisado a Samuel, diciendo: 16[1839] “Mañana a esta hora te enviaré un hombre del país de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre Israel, mi pueblo; él salvará a mi pueblo del poder de los filisteos, pues he mirado a mi pueblo, por cuanto ha llegado a Mí su clamor.” 17Luego que Samuel vio a Saúl, Yahvé le dijo: “He aquí el hombre de quien te hablé. Este reinará sobre mi pueblo.”

18Entretanto, Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta y dijo: “Dime, por favor, dónde está la casa del vidente.” 19Samuel respondió a Saúl, diciendo: “Yo soy el vidente; sube delante de mí a la altura. Comeréis hoy conmigo, y mañana te despediré; te diré también todo lo que tienes en tu corazón. 20Por las asnas que se te perdieron tres días ha, no te preocupes; han sido halladas. ¿Y para quién será lo más precioso en Israel? ¿No será para ti y para toda la casa de tu padre?” 21[1840]Respondió Saúl y dijo: “¿No soy yo un benjaminita, de la más pequeña de las tribus de Israel? ¿Y no es mi familia la mínima entre todas las familias de los linajes de Benjamín? ¿Por qué me hablas de esta manera?”

El convite

22Entonces tomó Samuel a Saúl y a su criado, y los introdujo en la sala, donde los colocó a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres. 23Y dijo Samuel al cocinero: “Dame la porción que te di, de la cual te dije: Guárdala contigo.” 24Sacó, pues el cocinero la espaldilla con lo que hay sobre ella, y la puso delante de Saúl, y dijo: “He aquí lo que quedó reservado; ponlo delante de ti y come; pues para este momento fue guardado para ti cuando invité al pueblo.” Y comió Saúl con Samuel aquel día.

25[1841]Después bajaron de la altura a la ciudad, y conversó Samuel con Saúl en el terrado. 26Se levantaron muy de mañana, y al rayar el alba Samuel llamó a Saúl que estaba en el terrado, diciendo: “Levántate y te despediré.” Se levantó, pues, Saúl, y salieron fuera los dos, él y Samuel. 27Y cuando llegaron a la parte extrema de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: “Di al criado que vaya delante de nosotros —y este pasó adelante—, pero tú, párate por ahora, para que te comunique una palabra de Dios.”

1 SAMUEL 10
Unción de Saúl

1[1842]Tomó entonces Samuel una redoma de óleo, que derramó sobre la cabeza de (Saúl), y besándole, dijo: “Yahvé te ha ungido por príncipe sobre su herencia. 2[1843]Cuando te marches hoy de mi casa, encontrarás dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en la frontera de Benjamín, en Selsah; estos te dirán: «Han sido halladas las asnas que fuiste a buscar; y he aquí que tu padre ya no piensa en las asnas, sino que se preocupa por vosotros, diciendo: ¿Qué haré para (encontrar) a mi hijo?» 3[1844]Pasando de allí adelante, llegarás a la encina de Tabor, allí te encontrarán tres hombres subiendo a Dios, a Betel, llevando uno tres cabritos, el otro tres tortas de pan, y el tercero un odre de vino. 4Ellos te saludarán, y te darán dos panes, los cuales recibirás de su mano. 5[1845]Después llegarás a Gabaá de Dios, donde hay una guarnición de filisteos. Entrando allí en la ciudad encontrarás un grupo de profetas, precedidos de salterios, tambores, flautas y cítaras y profetizando. 6Entonces vendrá sobre ti el Espíritu de Yahvé, y profetizarás con ellos, y serás transformado en otro hombre. 7Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te venga a mano, porque Dios está contigo. 8Después bajarás, antes que yo, a Gálgala y he aquí que yo iré a encontrarte, para ofrecer holocaustos y sacrificar víctimas pacíficas. Me aguardarás siete días, hasta que yo llegue a ti y te enseñe lo que has de hacer.”

Saúl entre los profetas

9En realidad, cuando (Saúl) volvió las espaldas para irse de la presencia de Samuel, Dios le dio otro corazón, y se cumplieron todas estas señales aquel mismo día. 10[1846]Cuando llegaron allá, a Gabaá, he aquí que se encontró con un grupo de profetas, y se apoderó de él el Espíritu de Dios, de manera que profetizó en medio de ellos. 11Y todos los que le conocían antes, como le vieron profetizando en medio de los profetas, todos ellos decían el uno al otro: “¿Qué le ha sucedido al hijo de Kis? ¡También Saúl entre los profetas!” 12[1847]Y tomó uno de los de allí la palabra y dijo: “¿Y quién es el padre de ellos?” Por donde pasó a proverbio: “¡También Saúl entre los profetas!” 13[1848]Cuando hubo acabado de profetizar, fue al lugar alto. 14Un tío de Saúl preguntó a este y a su criado: “¿Adónde habéis ido?” Respondió él: “A buscar las asnas, pero no hallándolas nos dirigimos a Samuel.” 15Dijo entonces el tío de Saúl: “Te ruego me digas lo que os ha dicho Samuel.” 16Respondió Saúl a su tío: “Nos comunicó que las asnas habían sido halladas”; pero no le manifestó nada de lo que Samuel le había dicho del reino.

Elección de Saúl

17Convocó Samuel al pueblo ante Yahvé en Masfá, 18y dijo a los hijos de Israel: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de la mano de los egipcios, y de la mano de todos los reinos que os oprimían. 19Mas vosotros desecháis hoy a vuestro Dios, que os ha salvado de todos vuestros males y de todas vuestras tribulaciones; pues le habéis dicho: «Pon rey sobre nosotros». Ahora bien, presentaos ante Yahvé según vuestras tribus y vuestros millares.”

20Ordenó Samuel que se acercasen todas las tribus de Israel, y fue sorteada la tribu de Benjamín. 21Luego ordenó que se acercase la tribu de Benjamín por sus familias, y fue sorteada la familia de Matrí, y después fue sorteado Saúl, el hijo de Kis. Le buscaron, pero no fue hallado. 22[1849]Preguntaron, pues, otra vez a Yahvé: “¿Ha venido aquí ese hombre?” Respondió Yahvé: “Está allí escondido entre el bagaje.” 23Fueron, pues, corriendo y lo sacaron de allí, y cuando estuvo en medio del pueblo, descollaba entre todo el pueblo de los hombros arriba. 24[1850]Entonces dijo Samuel a todo el pueblo: “¿Veis al que ha escogido Yahvé? No hay ninguno semejante a él entre todo el pueblo.” Y gritó todo el pueblo, diciendo; “¡Viva el rey!”

25[1851]Luego Samuel promulgó al pueblo los estatutos del reino y los escribió en un libro, que depositó ante Yahvé. Después despidió Samuel a todo el pueblo, cada uno a su casa.

26También Saúl se fue a su casa, a Gabaá; y fue con él una tropa de hombres a quienes Dios había tocado el corazón. 27[1852]Pero los hijos de Belial decían: “¿Cómo nos ha de salvar este?” Y le despreciaron, no haciéndole presentes, mas él no decía nada.

1 SAMUEL 11
Victoria de Saúl sobre los ammonitas

1[1853]Subió Nahás ammonita y sitió a Jabés-Galaad. Entonces dijeron todos los hombres de Jabés a Nahás. “Pacta con nosotros y te serviremos.” 2Nahás ammonita les contestó: “Pactaré con vosotros con tal que os saque a todos el ojo derecho, infligiendo así un oprobio a todo Israel.” 3Le dijeron los ancianos de Jabés: “Concédenos un plazo de siete días, hasta que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel; y si no hay quien venga en nuestro socorro, saldremos a ti.” 4Llegaron, pues, los mensajeros a Gabaá de Saúl; y cuando contaron esto en oídos del pueblo, alzó todo el pueblo la voz y lloró.

5[1854]En ese momento vino Saúl del campo tras los bueyes. Y dijo Saúl: “¿Qué tiene el pueblo que llora?”; y le contaron las palabras de los hombres de Jabés. 6Al oírlas el Espíritu de Dios se apoderó de Saúl; e irritado en gran manera 7tomó un par de bueyes, los hizo trozos, y envió estos por manos de mensajeros por todo el territorio de Israel diciendo: “Esto se hará con los bueyes del que no salga en pos de Saúl y Samuel.” Y cayó el terror de Yahvé sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre. 8Cuando los pasó revista en Bésec, se hallaron trescientos mil de los hijos de Israel, y los hombres de Judá eran treinta mil. 9Entonces dijeron a los mensajeros que habían venido: “Así diréis a los hombres de Jabés-Galaad: Mañana en calentando el sol, tendréis socorro.” Fueron, pues, los mensajeros y dieron la noticia a los hombres de Jabés, los cuales se llenaron de gozo; 10y dijeron (a los ammonitas): “Mañana nos rendiremos a vosotros, para que hagáis con nosotros como mejor os parezca.” 11Al día siguiente Saúl dividió el pueblo en tres cuerpos, que a la vigilia de la mañana penetraron en el campamento y derrotaron a los ammonitas hasta que el sol comenzó a calentar. El resto fue disperso, y no quedaron de ellos dos juntos.

Saúl reconocido por todo el pueblo

12[1855]Entonces dijo el pueblo a Samuel: “Quiénes son los que decían: ¿Saúl va a reinar sobre nosotros? Traednos aquí esos hombres, para que les quitemos la vida.” 13Pero Saúl dijo: “Nadie será muerto hoy, pues hoy ha obrado Yahvé salvación en Israel.” 14[1856]Y dijo Samuel al pueblo: “Venid y vamos a Gálgala para renovar allí el reino.” 15Fue, pues, todo el pueblo a Gálgala, y allí en Gálgala proclamaron rey a Saúl delante de Yahvé. Allí ofrecieron sacrificios pacíficos delante de Yahvé, y Saúl y todos los hombres de Israel se regocijaron muchísimo en aquel sitio.

1 SAMUEL 12
Samuel se retira del gobierno

1Dijo Samuel a todo Israel: “He aquí que he escuchado vuestra voz en todo lo que me habéis propuesto, y he constituido sobre vosotros un rey. 2Ahora, pues, tenéis al rey a vuestro frente. Mas yo soy viejo y canoso, y mis hijos están entre vosotros, después de andar yo delante de vosotros desde mi juventud hasta este día. 3Aquí me tenéis. Declarad contra mí delante de Yahvé y ante su ungido: ¿Cuyo buey he tomado, cuyo asno he quitado, a quién he oprimido, a quién he hecho injusticia, o de cuya mano he aceptado regalo para velar con él mis ojos? Se lo restituiré.” 4[1857]Ellos respondieron: “No nos has oprimido ni nos has hecho injusticia, ni de nadie has aceptado nada.” 5[1858]Entonces les dijo: “Testigo es Yahvé contra vosotros, y testigo es también hoy su ungido, de que no habéis hallado nada en mi mano.” Y ellos contestaron: “Testigo.”

Samuel exhorta al pueblo

6Dijo Samuel al pueblo: “Sí, (testigo) es Yahvé quien constituyó a Moisés y Aarón y sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto. 7Ahora bien, compareced, que voy a juzgaros ante Yahvé, por todos los beneficios que Yahvé ha hecho a vosotros y a vuestros padres. 8Cuando Jacob entró en Egipto y vuestros padres clamaron a Yahvé, envió Yahvé a Moisés y Aarón, que sacaron a vuestros padres de Egipto, y los estableció en este lugar. 9Mas ellos olvidaron a Yahvé, su Dios, y Él los vendió en manos de Sísara, jefe del ejército de Hasor, en manos de los filisteos, y en manos del rey de Moab; los cuales hicieron guerra contra ellos. 10[1859]Entonces clamaron a Yahvé, diciendo: “Hemos pecado, abandonando a Yahvé y sirviendo a los Baales y a las Astartés. Ahora pues, líbranos de nuestros enemigos y te serviremos.” 11[1860]Envió, pues, Yahvé a Jerobaal, a Bedán, a Jefté y a Samuel, y os libró de las manos de vuestros enemigos que os rodeaban; y habitasteis en seguridad. 12Pero cuando visteis que Nahás, rey de los hijos de Ammón, venía contra vosotros, me dijisteis: ‘No, que reine un rey sobre nosotros’, siendo así que Yahvé, vuestro Dios, es vuestro rey. 13Ahora bien, aquí tenéis al rey que habéis elegido y pedido. He aquí que Yahvé ha puesto un rey sobre vosotros. 14Si temiereis a Yahvé y le sirviereis, y escuchareis su voz, y no fuereis rebeldes a los mandamientos de Yahvé, y si tanto vosotros, como el rey que reina sobre vosotros, siguiereis en pos de Yahvé, vuestro Dios (bien para vosotros). 15[1861]Pero si no escuchareis la voz de Yahvé, si fuereis rebeldes a los mandamientos de Yahvé, descargará sobre vosotros la mano de Yahvé como descargó sobre vuestros padres. 16Ahora preparaos y ved este prodigio que Yahvé va a hacer ante vuestros ojos. 17[1862]¿No estamos ahora en la siega de los trigos? Pues bien, yo invocaré a Yahvé, y Él enviará truenos y lluvias; para que sepáis y veáis cuán grande a los ojos de Yahvé es el pecado que habéis cometido, pidiendo para vosotros un rey.”

18Invocó, pues, Samuel a Yahvé; y Yahvé envió ese mismo día truenos y lluvias, con lo cual todo el pueblo concibió gran temor a Yahvé y a Samuel. 19Y dijo todo el pueblo a Samuel: “Ruega a Yahvé, tu Dios, por tus siervos para que no muramos; pues a todos nuestros pecados hemos añadido la maldad de pedir para nosotros un rey.” 20Samuel respondió al pueblo: “No temáis. Aunque habéis hecho toda esta maldad, sin embargo, no os apartéis de Yahvé, sino servid a Yahvé de todo vuestro corazón. 21[1863]No os apartéis; porque así seguiríais en pos de vanidades que no pueden aprovecharos ni libraros, pues son vanidades. 22Porque Yahvé, a causa de su gran nombre, no abandonará a su pueblo; ya que ha querido haceros pueblo suyo. 23[1864]Y en cuanto a mí, sea lejos que yo peque contra Yahvé dejando de rogar por vosotros. Os enseñaré el bueno y recto camino, 24para que temáis a Yahvé y le sirváis fielmente de todo vuestro corazón, pues ¡ved cuán grandes cosas Él ha hecho por vosotros! 25Mas si seguís haciendo el mal, pereceréis vosotros y vuestro rey.”

1 SAMUEL 13
Guerra con los filisteos

1[1865]Saúl tenía… años cuando comenzó a reinar, y había ya reinado dos años sobre Israel. 2Saúl escogió para sí tres mil hombres de Israel. Dos mil estaban con Saúl en Micmás y en el monte de Betel, y mil estaban con Jonatán en Gabaá de Benjamín; y despidió Saúl el resto del pueblo, a cada uno a su casa. 3Entretanto Jonatán derrotó la guarnición de los filisteos que había en Gueba, lo que supieron los filisteos. Entonces Saúl hizo tocar la trompeta por todo el país, diciendo: “¡Óiganlo los hebreos!” 4Y todo Israel oyó decir: “Saúl ha derrotado la guarnición de los filisteos con lo cual Israel se ha hecho odioso a los filisteos.” Y fue convocado el pueblo para ir tras Saúl a Gálgala. 5[1866]También los filisteos se juntaron para la guerra contra Israel: treinta mil carros, y seis mil hombres de a caballo, y gente en tanto número como las arenas en la orilla del mar. Subieron, y asentaron su campamento en Micmás, al oriente de Betaven. 6Los israelitas se vieron en gran apuro; porque el pueblo se hallaba estrechado en tanto grado que se escondía en cuevas, entre los abrojos, en las peñas, en grutas y cisternas. 7Parte de los hebreos pasaron el Jordán retirándose a la tierra de Gad y de Galaad. Saúl, empero, estaba todavía en Gálgala, y temblaba todo el pueblo que le seguía.

Pecado de Saúl

8(Saúl) esperó siete días según el plazo que Samuel había fijado; pero Samuel no vino a Gálgala, y el pueblo que estaba con Saúl se iba dispersando. 9[1867]Dijo, pues, Saúl: “Traedme el holocausto y las víctimas pacíficas”, y él mismo ofreció el holocausto. 10Apenas hubo acabado de ofrecer el holocausto, he aquí que llegó Samuel. Saúl salió a su encuentro para saludarle, 11y Samuel le dijo: “¿Qué has hecho?” Respondió Saúl: “Cuando vi que se dispersaba la gente que estaba conmigo, y que tú no venías dentro del plazo fijado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmás, 12me dije: Ahora los filisteos bajarán contra mí a Gálgala y yo no he todavía aplacado el rostro de Yahvé. Así, pues, obligado por la necesidad, ofrecí el holocausto.” 13[1868]Entonces Samuel dijo a Saúl: “Has obrado neciamente; no has guardado el mandamiento que te intimó Yahvé, Dios tuyo. Yahvé estaba ya para establecer tu reino sobre Israel para siempre; 14[1869]pero ahora tu reino no se mantendrá. Yahvé ha buscado para sí un hombre conforme a su corazón, y le ha designado príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado su mandato.”

Inferioridad del ejército de Israel

15[1870]Se levantó Samuel y subió de Gálgala a Gabaá de Benjamín. Luego Saúl revistó a la gente que se hallaba con él, y eran unos seiscientos hombres. 16Hallábase, pues, Saúl y su hijo Jonatán y la gente que estaba con ellos, en Gabaá de Benjamín, mientras que los filisteos acampaban en Micmás. 17[1871]Del campamento de los filisteos salieron las tropas de pillaje, formando tres bandas, dirigiéndose una por el camino de Ofrá, hacia la región de Sual. 18Otra banda tomó el camino de Bethorón, y la tercera el de la frontera, que domina el valle de Seboím, hacia el desierto. 19[1872]No había herrero en todo el país de Israel; porque los filisteos habían dicho: “No sea que los hebreos fabriquen espada o lanza.” 20Por eso de todo Israel recurría cada uno a los filisteos para aguzar su reja, su azadón, su hacha y su zapa, 21de modo que se habían embotado las rejas, los azadones, los tridentes y las hachas y no se podía aguzar los aguijones. 22[1873]Por eso en el día de la batalla nadie de la gente que acompañaba a Saúl y a Jonatán, tenía espada o lanza sino Saúl y su hijo Jonatán. 23Entretanto un destacamento de los filisteos avanzó hasta el desfiladero de Micmás.

1 SAMUEL 14
Hazaña de Jonatán

1Un día dijo Jonatán, hijo de Saúl, a su joven escudero: “Anda, pasémonos al pueblo de los filisteos, que está allí del otro lado”; pero no dijo nada a su padre. 2[1874]Saúl se encontraba en la extremidad de Gabaá, debajo del granado de Migrón; y la gente que tenía consigo eran unos seiscientos hombres. 3[1875]Aquías, hijo de Aquitob, hermano de Icabod, hijo de Fineés, hijo de Helí, sacerdote de Yahvé en Silo, vestía el efod. Aquella gente no sabía que Jonatán se había ido. 4Entre los caminos por donde Jonatán intentaba pasar al puesto de los filisteos, había una roca puntiaguda de este lado, y otra del lado opuesto, siendo el nombre de la primera Boses, y el nombre de la segunda Sene. 5Una de las rocas se alzaba por la parte norte, frente a Micmás, y la otra por la parte sur, frente a Gabaá. 6[1876]Dijo Jonatán a su escudero: “Ven, pasemos al puesto de esos incircuncisos, quizá obrará Yahvé por nosotros; porque a Yahvé nada le impide salvar con mucha o con poca gente.” 7Le contestó su escudero: “Haz todo lo que te gustare, y vete a donde quieras. He aquí que yo estoy contigo, a tu disposición.” 8Dijo entonces Jonatán: “Mira, vamos a pasar hacia aquellos hombres y nos mostraremos a ellos. 9Si nos dicen: «Quedaos quietos hasta que lleguemos a vosotros», nos quedaremos en nuestro lugar y no subiremos hasta ellos. 10[1877]Pero si dicen: «Subid hacia nosotros», subiremos; porque Yahvé los ha entregado en nuestras manos. Esto nos servirá de señal.” 11Se mostraron los dos al puesto de los filisteos. Y dijeron los filisteos: “Mirad cómo los hebreos salen de las cavernas donde se habían escondido.” 12Y dirigiéndose los hombres del puesto a Jonatán y a su escudero, dijeron: “Subid hacia nosotros y os daremos una lección.” Dijo entonces Jonatán a su escudero: “Sube en pos de mí, porque Yahvé los ha entregado en manos de Israel.” 13Y subió Jonatán, trepando con manos y pies, seguido de su escudero; y (los filisteos) cayeron delante de Jonatán; y su escudero hizo estragos detrás de él.

14En esta primera matanza que hicieron Jonatán y su escudero, murieron unos veinte hombres, en un espacio como de media yugada. 15[1878]Y se produjo espanto en el campamento, en el campo y entre toda la gente. Se llenaron de pavor las tropas del puesto, y también las bandas de pillaje. Hasta la tierra tembló, pues fue un espanto de Dios.

Victoria de Israel

16Miraron los centinelas de Saúl que estaban en Gabaá de Benjamín, y vieron una muchedumbre que se disolvía y corría por todos lados. 17Dijo, pues, Saúl al pueblo que estaba con él: “Pasad revista, y ved quién ha salido de entre nosotros.” Pasó revista, y resultó que faltaban Jonatán y su escudero. 18[1879]Dijo entonces Saúl a Ahías: “Trae aquí el Arca de Dios”; porque el Arca de Dios se hallaba en aquel tiempo entre los israelitas. 19Y mientras Saúl hablaba con el sacerdote, iba creciendo cada vez más el tumulto que había en el campamento de los filisteos, y Saúl dijo al sacerdote: “Retira tu mano.” 20Y se juntaron Saúl y toda la gente que le acompañaba, y se lanzaron al combate; y he aquí que la espada de cada uno (de los filisteos) se volvía contra el otro, siendo grandísima la confusión. 21También aquellos hebreos que antes estaban con los filisteos y con ellos habían subido al campamento, vinieron a juntarse con los de Israel que estaban con Saúl y Jonatán. 22Y todos los hombres de Israel que se habían escondido en la montaña de Efraím, luego que supieron que los filisteos habían huido, se agregaron y tomaron parte con ellos en la batalla.

23Así Yahvé salvó en aquel día a Israel; y la batalla siguió hasta Betaven.

Temerario juramento de Saúl

24[1880]Los israelitas estaban exhaustos aquel día; porque Saúl había conjurado al pueblo, diciendo: “¡Maldito aquel que probare bocado antes de la tarde, hasta que yo haya tomado venganza de mis enemigos!” Y nadie del pueblo probó bocado. 25Llegó entonces todo el pueblo a un bosque donde había miel en el suelo. 26Entró la gente en el bosque, y vio la miel que corría por el suelo, pero no hubo quien se llevase la mano a la boca; porque el pueblo temía el juramento. 27Pero Jonatán que no había oído cuando su padre juramentó al pueblo, alargó la punta del bastón que tenía en la mano, la metió en un panal de miel, y se llevó la mano a la boca, con lo cual le brillaron los ojos. 28Entonces tomó la palabra uno del pueblo y dijo: “Tu padre ha obligado al pueblo con juramento, diciendo: ‘¡Maldito aquel que hoy probare bocado!’” Y el pueblo estaba ya exhausto. 29Respondió Jonatán: “Mi padre pone en peligro el país. Mirad cómo brillan mis ojos por haber gustado un poco de esta miel. 30¡Ojalá que el pueblo hubiera comido hoy del despojo de sus enemigos que han encontrado! ¿No sería entonces más grave la derrota de los filisteos?”

31Derrotaron aquel día a los filisteos desde Micmás hasta Ayalón; pero estaba el pueblo sumamente extenuado. 32[1881]Y se arrojó el pueblo sobre el botín, agarraron ovejas, bueyes y novillos. Los degollaron en el suelo, y comió el pueblo carne con sangre. 33Se le dijo a Saúl: “He aquí que el pueblo peca contra Yahvé, comiendo carne con sangre.” El respondió: “Habéis prevaricado. Haced rodar aquí una piedra grande.” 34[1882]Y agregó Saúl: “Dispersaos entre el pueblo y decidles que cada uno me traiga su buey, y cada uno su oveja, y degolladlos aquí; después podréis comer. Así no pecaréis contra Yahvé, comiendo (carne) con sangre.” Y todo el pueblo, cada uno de ellos, trajo aquella noche al buey que tenía a mano, y los degollaron allí. 35Y Saúl edificó un altar a Yahvé, siendo este el primer altar que edificó a Yahvé.

Jonatán es salvado por el pueblo

36Después dijo Saúl: “Descendamos esta noche en pos de los filisteos, para saquearlos hasta que raye el alba, y no dejemos de ellos hombre con vida.” Respondieron: “Haz cuanto bien te parezca.” Pero el sacerdote dijo: “Consultemos aquí a Dios.” 37Preguntó, pues, Saúl a Dios: “¿Descenderé contra los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?” Mas (Dios) no le respondió aquel día. 38Entonces dijo Saúl: “Venid aquí todos los príncipes del pueblo: averiguad y ved cuál sea el pecado que se ha cometido hoy. 39Pues ¡vive Yahvé, el Libertador de Israel, que aunque tenga (la culpa) Jonatán mi hijo, morirá sin remisión!” Y entre todo el pueblo no hubo quien le respondiese. 40Entonces dijo a todo Israel “Estaos vosotros de un lado, y yo y Jonatán, mi hijo, estaremos del otro.” Y dijo el pueblo a Saúl: “Haz como bien te parezca.” 41[1883]Dijo, pues, Saúl a Yahvé, el Dios de Israel: “Da Tú la decisión.” Y fueron sorteados Jonatán y Saúl, mas el pueblo salió libre. 42[1884]Luego dijo Saúl: “Echad suerte entre mí y mi hijo Jonatán.” Y cayó la suerte sobre Jonatán. 43Dijo, pues, Saúl a Jonatán: “Dime, ¿qué es lo que has hecho?” Y se lo contó Jonatán, diciendo: “Con la punta del bastón que tenía en mi mano, he gustado un poco de miel; ¡y por eso he de morir!” 44Dijo Saúl: “Hágame Dios esto y eso otro, Jonatán, si tú no mueres sin remedio.” 45Pero el pueblo dijo a Saúl: “¿Jonatán ha de morir, el que ha obrado en Israel esta tan grande liberación? ¡No lo permita Dios! ¡Vive Yahvé que no caerá a tierra un solo cabello de su cabeza, pues con Dios ha obrado en este día!” Salvó así el pueblo a Jonatán, de manera que no murió. 46[1885]Y volvió Saúl, desistiendo de la persecución de los filisteos, los cuales se fueron a su tierra.

Otras victorias de Saúl

47Después que Saúl hubo ocupado el trono en Israel, hizo guerra contra todos sus enemigos que vivían al contorno: contra los moabitas, contra los hijos de Ammón, contra los idumeos, contra los reyes de Soba y contra los filisteos; y a dondequiera que se volvía, regresaba vencedor. 48Mostró valentía, derrotó a los amalecitas y libró a Israel de manos de los que lo despojaban.

La familia de Saúl

49Los hijos de Saúl eran Jonatán, Jesuí y Melquisúa; sus dos hijas se llamaban: la mayor, Merob, y la menor, Micol. 50La mujer de Saúl se llamaba Ahinoam, hija de Ahimaas. El nombre del jefe del ejército era Abner, hijo de Ner, tío de Saúl. 51Porque Kis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos de Abiel. 52Durante toda la vida de Saúl hubo violenta guerra contra los filisteos, y cuando Saúl veía un hombre esforzado y valiente, lo agregó a sus filas.

1 SAMUEL 15
Saúl desobedece al Señor

1Samuel dijo a Saúl: “Yahvé me envió a ungirte rey sobre su pueblo, sobre Israel. Escucha, pues, ahora lo que dice Yahvé. 2Así dice Yahvé de los Ejércitos: “He visto lo que hizo Amalec contra Israel, cómo se le opuso en el camino cuando subía de Egipto. 3[1886]Ve, pues, ahora y derrota a Amalec; extermínalo por completo sin tenerle compasión alguna. Harás morir a hombres y mujeres, niños y mamantes, vacas y ovejas, camellos y asnos.”

4[1887]Convocó, pues, Saúl al pueblo, y los pasó revista en Telaím, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. 5Llegado a la ciudad de los amalecitas, se apostó en el valle, 6[1888]y dijo a los cineos: “Idos, retiraos, bajad de en medio de Amalec, de lo contrario os destruiré juntamente con ellos. Porque vosotros usasteis de misericordia para con todos los hijos de Israel cuando subieron de Egipto.” Se retiraron los cineos de en medio de Amalec.

7Saúl derrotó a Amalec desde Havilá hasta Sur, frente a Egipto; 8y prendió vivo a Agag, rey de Amalec, y en todo el pueblo ejecutó el anatema. 9[1889]Pero Saúl y el pueblo tuvieron lástima de Agag, y de las mejores ovejas y vacas, de los animales gordos, de los corderos y de todo lo bueno, y no quisieron consagrarlo al anatema; así que consagraron al anatema solamente lo vil y lo despreciable.

Reprobación de Saúl

10Entonces Yahvé habló a Samuel y dijo: 11[1890]“Me pesa haber hecho rey a Saúl; porque me ha abandonado y no ha ejecutado mis órdenes.” Se contristó Samuel, y clamó a Yahvé toda aquella noche. 12[1891]Al día siguiente cuando Samuel se levantó muy temprano para ir al encuentro de Saúl, se le dio la siguiente noticia: “Saúl se ha ido a Carmelo, y he aquí que se ha erigido un monumento; luego dio la vuelta y pasando adelante bajó a Gálgala.” 13[1892]Cuando Samuel se llegó a Saúl, le dijo este: “Bendito seas de Yahvé; he ejecutado ya la orden de Yahvé.” 14Le respondió Samuel: “¿Qué es ese balido de ovejas que llega a mis oídos, y el mugido de bueyes que oigo?” 15[1893]Contestó Saúl: “Los han traído de Amalec, pues el pueblo tenía lástima de lo mejor de las ovejas, y de los bueyes y (los reservó) para ofrecerlos a Yahvé, tu Dios; pero el resto lo hemos consagrado al anatema.”

16Entonces dijo Samuel a Saúl: “Deja que te anuncie lo que Yahvé me ha dicho esta noche.” Él le respondió: “Habla.” 17[1894]Y Samuel dijo: “¿No eras tú pequeño a tus propios ojos cuando llegaste a ser cabeza de las tribus de Israel y te ungió Yahvé por rey sobre Israel? 18Yahvé te hizo marchar diciendo: «Ve y consagra al anatema a aquellos pecadores, los amalecitas, y combátelos hasta acabar con ellos.» 19¿Por qué, pues, no has obedecido la voz de Yahvé echándote sobre el botín y haciendo lo que es malo a los ojos de Yahvé?”

20Saúl contestó a Samuel: “Al contrario, yo he obedecido la voz de Yahvé y he seguido el camino por el cual me envió Yahvé; he traído a Agag, rey de Amalec, y a los amalecitas los he consagrado al anatema. 21[1895]Mas el pueblo tomó del despojo ovejas y bueyes, las primicias del anatema, para ofrecerlos a Yahvé, tu Dios, en Gálgala.”

22[1896]Respondió Samuel: “¿Le agradan acaso a Yahvé holocaustos y sacrificios más que la obediencia a su voz? He aquí, que mejor es la obediencia que los sacrificios, y el ser dócil vale más que el sebo de los carneros. 23Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y la obstinación como iniquidad e idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra de Yahvé, Él te ha desechado a ti para que no seas rey.”

24Entonces dijo Saúl a Samuel: “He pecado, pues he traspasado la orden de Yahvé y tus palabras, temiendo al pueblo y escuchando la voz de ellos. 25Perdona ahora, te ruego, mi pecado; vuélvete conmigo y voy a adorar a Yahvé.” 26“No me volveré contigo, dijo Samuel a Saúl, pues has desechado la palabra de Yahvé, por lo cual Yahvé te ha desechado a ti para que no seas rey sobre Israel.” 27Y dándole Samuel la espalda para irse, le asió (Saúl) del ruedo de la capa, la cual se rasgó. 28Y dijo Samuel: “Arrancado ha Yahvé hoy de ti el reino de Israel y lo ha dado a un prójimo tuyo que es mejor que tú. 29Pues no miente el Esplendor de Israel, tampoco se arrepiente, porque no es como un hombre para arrepentirse.” 30Respondió (Saúl): “He pecado; mas hónrame ahora, te ruego, delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelve conmigo para que adore a Yahvé, tu Dios.” 31Se volvió Samuel y siguió a Saúl; y adoró Saúl a Yahvé.

Muerte de Agag

32[1897]Después dijo Samuel: “Traedme a Agag, rey de Amalec.” Y Agag se acercó a él con aire complacido, pues se decía Agag: “Seguramente ha pasado ya la amargura de la muerte.” 33Pero Samuel dijo: “Así como tu espada ha privado de hijos a tantas mujeres, quede también tu madre sin hijo entre las mujeres.” Y Samuel destrozó a Agag delante de Yahvé en Gálgala. 34Y se retiró Samuel a Ramá; Saúl, empero, subió a su casa, a Gabaá de Saúl. 35Samuel no volvió a ver a Saúl en todo el resto de su vida, pero lloraba por Saúl, porque Yahvé se había arrepentido de haber hecho a Saúl rey sobre Israel.

III. SAÚL Y DAVID
1 SAMUEL 16
Unción de David

1Dijo Yahvé a Samuel: “¿Hasta cuándo estarás llorando por Saúl, habiéndole Yo desechado para que no sea rey sobre Israel? Llena tu cuerno de óleo y anda; pues te enviaré a Isaí betlehemita; porque entre sus hijos he visto un rey para Mí.” 2Respondió Samuel: “¿Cómo podré ir? Lo sabrá Saúl y me matará.” Dijo Yahvé: “Llevarás contigo una ternera, y dirás: He venido para ofrecer un sacrificio a Yahvé. 3E invitarás a Isaí al sacrificio, y Yo te haré saber lo que has de hacer. Me ungirás al que Yo te indique.” 4[1898]Hizo Samuel lo que Yahvé le había dicho y fue a Betlehem. Le salieron al encuentro los ancianos de la ciudad y le preguntaron asustados: “¿Es tu venida para paz?” 5Él contestó: “Para paz; he venido a ofrecer sacrificio a Yahvé. Santificaos y venid conmigo al sacrificio.” Santificó también a Isaí con sus hijos y los invitó al sacrificio.

6Cuando llegaron, y (Samuel) vio a Eliab, se dijo: “Seguramente se halla delante de Yahvé su ungido.” 7[1899]Pero Yahvé dijo a Samuel: “No mires a su exterior ni a su elevada estatura: porque Yo lo rechazo, pues (Dios) no ve como el hombre. El hombre ve el exterior, mas Yahvé ve el corazón.” 8Entonces llamó Isaí a Abinadab, y le hizo pasar ante Samuel, el cual dijo: “Tampoco a este ha escogido Yahvé.” 9Hizo Isaí pasar a Sammá; mas Samuel dijo: “A este tampoco ha escogido Yahvé.” 10Isaí hizo así pasar a siete de sus hijos ante Samuel; mas Samuel dijo a Isaí: “A ninguno de estos ha escogido Yahvé.”

11[1900]Luego preguntó Samuel a Isaí: “¿Son estos todos los jóvenes?” Respondió: “Aún queda el más pequeño, y he aquí que está apacentando las ovejas.” Entonces dijo Samuel a Isaí: “Manda a traerlo; pues no nos pondremos a la mesa hasta que él venga aquí.” 12Mandó, pues, y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y de lindo aspecto. Y dijo Yahvé: “¡Levántate y úngelo; porque este es!” 13[1901]Tomó, pues, Samuel el cuerno de óleo y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante vino el Espíritu de Yahvé sobre David. Y Samuel se levantó y fue a Ramá.

David en la corte de Saúl

14[1902]El Espíritu de Yahvé se había retirado de Saúl, y le aterraba un espíritu malo mandado por Yahvé. 15Entonces los siervos de Saúl le dijeron: “He aquí que te aterra un mal espíritu de Dios. 16Mande nuestro Señor; pues tus siervos están a tu disposición y buscarán un hombre que sepa tañer la cítara; y cuando el mal espíritu de Dios venga sobre él, la tocará con su mano y tú sentirás alivio.” 17Y dijo Saúl a sus siervos: “Buscadme un hombre que toque bien, y traédmelo.”

18[1903]Entonces tomó uno de los criados la palabra y dijo: “He aquí que yo he visto a un hijo de Isaí de Betlehem, que sabe tañer, hombre fortísimo y valiente, prudente en el hablar y de gallarda presencia, y Yahvé está con él.” 19Tras esto Saúl envió mensajeros a Isaí para decirle: “Envíame tu hijo David, que está con las ovejas.”

20Tomó, pues, Isaí un asno y pan, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por mano de su hijo David. 21Llegó David a Saúl y se presentó delante de él; el cual le cobró mucho cariño y David vino a ser su escudero. 22Y envió Saúl a decir a Isaí: “Te ruego, se quede David a mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.” 23Y siempre que el espíritu de Dios venía sobre Saúl, tomaba David la cítara y tañía con su mano; y Saúl se calmaba y se sentía bien, y el espíritu malo se apartaba de él.

1 SAMUEL 17
Goliat desafía a los israelitas

1[1904]Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se reunieron en Socó, que pertenece a Judá, donde acamparon entre Socó y Asecá, en Efes-Dammim. 2Se reunieron también Saúl y los israelitas, y acamparon en el valle de Elá, y se pusieron en orden de batalla frente a los filisteos. 3Los filisteos habían tomado posición en un monte por un lado, e Israel en un monte por el otro lado, mediando entre ellos el valle.

4[1905]Y salió un campeón del ejército de los filisteos, que se llamaba Goliat, de Gat; cuya estatura era de seis codos y un palmo. 5[1906]Llevaba sobre la cabeza un yelmo de bronce y estaba vestido de una coraza escamada, siendo el peso de la coraza de cinco mil siclos de bronce. 6En las piernas llevaba grebas de bronce, y sobre sus hombros un venablo, también de bronce. 7El asta de su lanza era como el engullo de un telar, y la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro. Delante de él iba su escudero. 8[1907]Se apostó y gritó hacia las filas de Israel, diciéndoles: “¿Por qué habéis salido a poneros en orden de batalla? ¿No soy yo un filisteo y vosotros sois siervos de Saúl? Escogeos un hombre, que descienda contra mí. 9Si él es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos siervos vuestros; pero si yo prevalezco contra él y le mato, seréis vosotros esclavos nuestros y nos serviréis.” 10Y agregó el filisteo: “Hoy he escarnecido a las filas de Israel. Dadme un hombre, y lucharemos los dos.” 11Al oír las palabras del filisteo, Saúl y todo Israel quedaron consternados y sobrecogidos de grande miedo.

David viene al campamento

12[1908]Ahora bien, David era hijo de aquel efrateo de Betlehem de Judá, que se llamaba Isaí. Este tenía ocho hijos; en tiempo de Saúl era ya viejo y de edad muy avanzada entre los hombres. 13Los tres hijos mayores de Isaí habían ido a la guerra, en pos de Saúl. Esos tres hijos que habían ido a la guerra se llamaban Eliab, el primogénito, Abinadab, el segundo, y Sammá el tercero. 14David era el menor; y mientras los tres mayores seguían a Saúl, 15David iba y venía de junto a Saúl para apacentar el rebaño de su padre en Betlehem.

16Entretanto se acercaba el filisteo a la mañana y a la tarde, presentándose por espacio de cuarenta días. 17Y dijo Isaí a David: “Toma para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalos corriendo al campamento, a tus hermanos. 18[1909]Y estos diez quesos los llevarás al jefe de su millar. Pregunta por la salud de tus hermanos, y tráeme algo de ellos como prenda. 19Saúl y ellos, y todos los hombres de Israel, están en el valle de Elá luchando contra los filisteos.” 20Al día siguiente David se levantó muy temprano, y dejando las ovejas en manos de un pastor, cargó y se puso en marcha como Isaí le había mandado. Cuando llegó al atrincheramiento, el ejército iba saliendo en orden de batalla levantando el grito de combate, 21e Israel y los filisteos se pusieron en orden de batalla, ejército contra ejército. 22Entonces David, dejando el equipaje que tenía sobre sí, en manos del guardia del bagaje, corrió hacia el ejército, y llegado allí saludó a sus hermanos.

23Estaba aún hablando con ellos, cuando he aquí que aquel campeón, el filisteo de Gat, llamado Goliat, salió de las filas de los filisteos y habló lo mismo (que antes), oyéndolo David. 24Y todos los israelitas, cuando vieron a aquel hombre, huyeron de delante de él. Tuvieron gran miedo; 25y uno de los hombres de Israel dijo: “¿Veis a ese hombre que viene subiendo? Pues sube para desafiar a Israel. Al hombre que lo mate lo colmará el rey de grandes riquezas, le dará su hija, y a la casa de su padre la eximirá de tributos en Israel.” 26[1910]Preguntó David a los que estaban junto a él: “¿Qué se hará al hombre que mate a ese filisteo, y quite el oprobio de Israel? Porque ¿quién es ese filisteo incircunciso para que insulte al ejército del Dios vivo?” 27Y le repitió la gente aquellas mismas palabras, diciendo: “Así se hará al hombre que lo mate.”

28[1911]Al escuchar Eliab, su hermano mayor, que David hablaba con los hombres, se irritó contra David y le dijo: “¿Para qué has venido y en qué manos has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Bien conocido tengo tu orgullo y la malicia de tu corazón; pues para ver la batalla has venido.” 29[1912]Contestó David: “¿Qué he hecho yo ahora? ¿Acaso he hecho más que hablar?” 30Se apartó de él para dirigirse a otro, a quien preguntó del mismo modo; y el pueblo le dio la misma respuesta que antes.

El combate de David con Goliat

31Algunos oyeron las palabras que habló David, y las refirieron a Saúl, el cual lo hizo llamar. 32Y dijo David a Saúl: “No se desmaye el corazón de nadie a causa de ese; tu siervo irá y luchará con ese filisteo.” 33Mas Saúl dijo a David: “Tú no tienes fuerza para ir contra ese filisteo y luchar con él; pues eres joven todavía, y él es un hombre de guerra desde su juventud.” 34[1913]David replicó a Saúl: “Cuando tu siervo apacentaba las ovejas de su padre y venía un león, o un oso, y arrebataba una oveja del rebaño, 35yo salía en su persecución; lo hería, y se la arrancaba de su boca; y cuando se levantaba contra mí, lo agarraba por la quijada, lo hería y lo mataba. 36[1914]Tu siervo ha matado tanto al león como al oso, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, puesto que ha insultado al ejército del Dios vivo.” 37Y agregó David: “Yahvé que me libró de las garras del león y de las garras del oso, Él mismo me librará de la mano de ese filisteo.” Dijo entonces Saúl a David: “Ve, pues, y Yahvé sea contigo.”

38[1915]Vistió Saúl a David con su armadura, le puso un yelmo de bronce sobre la cabeza, y le cubrió con una coraza. 39[1916]Se ciñó luego David la espada sobre su armadura y comenzó a andar; porque no estaba acostumbrado a eso. Dijo David a Saúl: “No puedo andar con estas armas, porque no estoy acostumbrado”; y quitándoselas 40[1917]tomó su cayado en la mano, se escogió cinco guijarros lisos del torrente, los metió en el zurrón de pastor que traía y que le servía de bolsa, y con la honda en la mano se acercó al filisteo.

41Venía el filisteo acercándose poco a poco a David, yendo delante de él su escudero, 42y cuando miró y vio a David, lo despreció, porque era joven aún, rubio, y de hermoso aspecto. 43Y dijo el filisteo a David: “¿Soy yo acaso un perro, para que vengas contra mí con un bastón?” Y maldijo el filisteo a David por sus dioses. 44Luego dijo el filisteo a David: “Ven aquí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.” 45[1918]David contestó al filisteo: “Tú vienes contra mí con espada y lanza y venablo, mas yo voy contra ti en el nombre de Yahvé de los Ejércitos, el Dios del ejército de Israel, a quien tú has escarnecido. 46Hoy te entregará Yahvé en mi mano, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y los cadáveres del ejército de los filisteos los daré hoy mismo a las aves del cielo, y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47Y también toda esta multitud conocerá que no por espada, ni por lanza, salva Yahvé; porque Yahvé es el Señor de la batalla, y Él os ha entregado en nuestras manos.”

48Se levantó entonces el filisteo y poniéndose en marcha avanzó contra David, el cual corrió rápidamente hacia las filas de los filisteos; 49y metiendo la mano en el zurrón, sacó de allí un guijarro, lo lanzó con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y penetró el guijarro en la frente del (filisteo), que cayó de bruces en tierra. 50Así prevaleció David sobre el filisteo con una honda y una piedra, e hirió al filisteo y le mató, sin que David tuviera espada en su mano.

51Luego David corrió y poniéndose sobre el filisteo, tomó la espada del mismo y sacándola de la vaina, lo mató y le cortó con ella la cabeza. Cuando los filisteos vieron muerto a su campeón echaron a huir, 52pero los hombres de Israel y de Judá, levantándose, alzaron el grito y persiguieron a los filisteos hasta llegar a Gat, y hasta las puertas de Acarón; y cayeron traspasados (muchos) filisteos en el camino de Saaraim, hasta Gat y Acarón. 53Después de volver de la persecución de los filisteos los hijos de Israel saquearon su campamento. 54[1919]Y tomando David la cabeza del filisteo, la llevó a Jerusalén; mas las armas del mismo las puso en su tienda.

Saúl se informa sobre David

55[1920]Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, dijo a Abner, jefe del ejército: “¿De quién es hijo este joven, Abner?” A lo que respondió Abner: “Por tu vida, oh rey, que no lo sé.” 56Y dijo el rey: “Pregunta de quién es hijo el muchacho.” 57Cuando David volvió después de dar muerte al filisteo, lo tomó Abner y lo llevó a la presencia de Saúl, con la cabeza del filisteo en su mano. 58[1921]Saúl le preguntó: “¿De quién eres hijo, joven mío?” Y respondió David: “Soy hijo de tu siervo Isaí betlehemita.”

1 SAMUEL 18
David y Jonatán

1[1922]Cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó unida estrechamente con el alma de David; y le amó Jonatán como a su propia alma. 2Tomó Saúl a David aquel día consigo, y no le permitió que volviese a casa de su padre. 3E hizo Jonatán pacto con David, porque le amaba como a su propia alma. 4Jonatán se quitó el manto que vestía y se lo dio a David, así como su armadura, su espada, su arco y aun su cinturón. 5Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba y se comportaba con prudencia, de modo que Saúl le dio un cargo al frente de las tropas. Así agradó a todo el pueblo, y también a los servidores de Saúl.

Envidia de Saúl

6Cuando, después de la muerte del filisteo por mano de David (las tropas) volvieron, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel, cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con tamboriles, con júbilo y con triángulos. 7Las mujeres danzaban y cantaban alternando, diciendo:

“Saúl mató sus mil,

mas David sus diez mil.”

8Entonces Saúl se irritó en gran manera, y tuvo por ello un gran disgusto. Decía: “A David le dan diez mil, y a mí (solamente) mil. No le falta más que el reino.” 9Y desde aquel día Saúl miraba a David con malos ojos.

10[1923]Al otro día vino sobre Saúl un espíritu malo enviado por Dios, de manera que tuvo un ataque de rabia en su misma casa. David tañía como los otros días, en tanto que Saúl tenía la lanza en su mano. 11Y arrojo Saúl la lanza, diciéndose: “Clavaré a David en la pared.” Pero David hurtó el cuerpo por dos cuerpos delante de él. 12Temió, pues, Saúl a David; porque Yahvé estaba con este, en cambio de Saúl se había apartado. 13Por eso Saúl le apartó de sí, haciéndolo jefe de mil hombres; y David salía y entraba frente al pueblo. 14David obró en todas sus empresas con prudencia, pues Yahvé estaba con él. 15Sin embargo Saúl, al ver que obraba con gran prudencia, le tenía miedo. 16Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque salía y entraba al frente de ellos.

David yerno del rey

17[1924]Saúl dijo a David: “Mira, te daré a Merob, mi hija mayor, por mujer, pero que me seas valiente, y pelees las batallas de Yahvé.” Mas para sí decía Saúl: “No venga mi mano sobre él, sino venga sobre él la mano de los filisteos.” 18[1925]Respondió David a Saúl: “¿Quién soy yo, y cuál es mi vida, y la familia de mi padre en Israel, para que sea yo yerno del rey?” 19Pero cuando (Saúl) tuvo que dar su hija Merob a David, resultó que fue dada por mujer a Adriel meholatita.

20Mas Micol, (otra) hija de Saúl, amaba a David, y se lo dijo a Saúl, lo cual le pareció bien. 21Y dijo Saúl: “Se la daré para que le sirva de lazo y venga sobre él la mano de los filisteos.” Dijo, pues, Saúl a David: “Por segunda vez podrás hacerte ahora mi yerno.” 22Y dio Saúl esta orden a sus siervos: “Hablad con David en secreto, diciendo: «Mira, el rey te estima, y todos sus servidores te aman; sé pues yerno del rey».” 23[1926]Los servidores de Saúl hablaron así a David; y respondió David: “¿Os parece poca cosa ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de humilde condición?” 24Los servidores de Saúl se lo refirieron a este, diciendo: “Esta es la respuesta que nos dio David.”

25Entonces dijo Saúl: “Así diréis a David: «El rey no desea dote alguna; solo (exige) cien prepucios de filisteos, para vengarse de los enemigos del rey».” Mas Saúl pensaba hacer caer a David por manos de los filisteos. 26Sus servidores dijeron estas palabras a David, al cual pareció bien esta condición para ser yerno del rey. Antes de haber vencido el plazo, 27se levantó David y marchó, él con sus hombres, y mató a doscientos filisteos, y trayendo los prepucios los entregó en número completo al rey, para ser yerno del mismo. Y este le dio su hija Micol por mujer. 28Y vio Saúl claramente que Yahvé estaba con David; además, Micol, su hija, le amaba. 29Por eso Saúl tuvo cada vez más miedo de David y no dejó de ser enemigo de David todos los días. 30Cada vez que los príncipes de los filisteos salían a campaña, David mostraba más prudencia que todos los servidores de Saúl, por lo cual se hizo muy célebre su nombre.

1 SAMUEL 19
Intervención de Jonatán

1[1927]Saúl habló con Jonatán, su hijo, y con todos sus servidores (del plan) de matar a David. Mas Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David. 2Y Jonatán avisó a David, diciendo: “Saúl, mi padre, busca cómo matarte. Guárdate, pues, mañana, retírate a un lugar oculto, y escóndete; 3yo, entretanto, me pondré al lado de mi padre y saldré al campo donde tú estuvieres, y hablaré de ti con mi padre, para ver lo que diga; y te avisaré.” 4Habló, pues, Jonatán con Saúl, su padre, en favor de David y le dijo: “No peque el rey contra su servidor David, pues él no ha pecado contra ti; al contrario, sus obras te son de gran provecho. 5Él ha expuesto su vida matando al filisteo, y así ha obrado Yahvé una gran liberación en favor de todo Israel. Tú mismo eras testigo y te has llenado de alegría. ¿Por qué quieres pecar contra sangre inocente, matando a David sin causa?” 6Escuchó Saúl la voz de Jonatán, y juró Saúl: “¡Vive Yahvé que no ha de morir David!” 7Llamó entonces Jonatán a David, y le comunicó todas estas palabras; y Jonatán llevó a David a la presencia de Saúl, donde David se quedó como antes.

Huida de David

8Hubo de nuevo guerra y David salió a luchar contra los filisteos. Les infligió una gran derrota, y ellos huyeron delante de él. 9Pero Yahvé envió un espíritu malo sobre Saúl, cuando estaba sentado en su casa, teniendo su lanza en la mano, mientras David tañía la cítara. 10Saúl intentó clavarlo con la lanza en la pared; pero David esquivó el golpe de Saúl, y la lanza fue a dar en la pared. Huyó David y se salvó aquella noche. 11[1928]Saúl envió guardias a casa de David para vigilarlo y matarlo al día siguiente. Mas avisó a David su mujer Micol, diciendo: “Si no librares tu vida esta misma noche, mañana morirás.” 12[1929]Y Micol descolgó a David por la ventana, el cual de esta suerte escapó y se puso en salvo. 13[1930]Luego tomó Micol el terafim, y lo metió en el lecho, poniendo sobre su cabeza una piel de cabra y cubriéndolo de ropa. 14Y cuando Saúl envió los guardias para prender a David, ella dijo: “Está enfermo.” 15Saúl envió (de nuevo) los guardias que diesen con David, y les dijo: “Traédmelo en su lecho, para que le mate.” 16Entraron, pues, los guardias, y he aquí que en el lecho estaba el terafim, con la piel de cabra sobre la cabeza. 17Entonces dijo Saúl a Micol: “¿Por qué me has engañado así, y has dejado salir a mi enemigo, de manera que se ha podido salvar?” Micol respondió a Saúl: “Él me dijo: «Déjame ir o te mato».” 18[1931]Huyó, pues, David y se puso en salvo. Se fue a Ramá, donde estaba Samuel, y le dijo todo lo que Saúl le había hecho. Después se fueron, él y Samuel, y habitaron en Nayot.

Saúl entre los profetas

19Avisaron a Saúl, diciendo: “Mira, David está en Nayot de Ramá.” 20[1932]Envió, pues, Saúl gente para prender a David. Pero viendo ellos el tropel de profetas que estaban profetizando, y a Samuel en pie presidiéndolos, vino sobre la gente de Saúl el Espíritu de Dios, de manera que ellos también comenzaron a profetizar. 21Fue avisado Saúl, el cual envió otros mensajeros, que también profetizaron. Saúl envió de nuevo mensajeros, por tercera vez; y ellos igualmente se pusieron a profetizar.

22Entonces él mismo fue a Ramá; y llegado al pozo grande que hay en Secú, preguntó, diciendo: “¿Dónde están Samuel y David?” Le respondieron: “He aquí que están en Nayot de Ramá.” 23Se dirigió allá, a Nayot de Ramá; mas también sobre él vino el Espíritu de Dios, de manera que siguió adelante profetizando, hasta llegar a Nayot de Ramá; 24[1933]Y despojándose de sus vestidos, profetizó también él delante de Samuel; y desnudo estuvo postrado en tierra todo aquel día y toda aquella noche. De donde se suele decir: “¿También Saúl entre los profetas?”

1 SAMUEL 20
Jonatán consuela a David

1[1934]David huyó de Nayot de Ramá, y llegado que hubo a Jonatán, le dijo: “¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi crimen y cuál mi pecado delante de tu padre, para que él busque mi vida?” 2Le respondió: “De ninguna manera has de morir. Mira, mi padre no hace cosa alguna, ni grande ni chica, sin darme de ello aviso. ¿Por qué me habría de encubrir esto mi padre? No puede ser.” 3David, empero, agregó con juramento: “Tu padre sabe muy bien que he hallado gracia a tus ojos, y se habrá dicho: ‹Nada de esto sepa Jonatán, no sea que se aflija›; pero por la vida de Yahvé y por la vida tuya, que solo hay un paso entre mí y la muerte.” 4Respondió Jonatán a David: “Haré por ti todo cuanto me indiques.”

5[1935]Entonces dijo David a Jonatán: “Mira, mañana es el novilunio, en que yo sin falta debería sentarme a la mesa con el rey; pero déjame ir, y me esconderé en el campo hasta la tarde del día tercero. 6Si tu padre me echa de menos dirás: “David me pidió con instancia que le permitiera ir a toda prisa a Betlehem, su ciudad; porque se celebra allí el sacrificio anual de toda la familia.” 7Si contesta: ‘Bien está’, habrá paz para tu siervo; pero si se pone furioso, sabrás que tiene determinada mi ruina. 8Haz esta merced a tu siervo; ya que has concluido con tu siervo un pacto de Yahvé. Si hay en mí algún crimen, mátame tú mismo. ¿Para qué en tal caso llevarme a tu padre?” 9Respondió Jonatán: “¡Lejos sea de ti tal cosa! Si yo llego a saber que está determinado de parte de mi padre traer sobre ti el mal (juro) que te avisaré.” 10Preguntó David a Jonatán: “¿Quién me avisará en caso de que tu padre te responda con aspereza?”

Pacto de Jonatán con David

11Dijo Jonatán a David: “Ven, salgamos al campo.” Salieron, pues, los dos al campo. 12Y dijo Jonatán a David: “¡Yahvé, Dios de Israel! Yo sondearé a mi padre, mañana, o pasado mañana, y si la cosa va bien para David, y yo no enviare informarte de ello, 13[1936]haga Yahvé a Jonatán esto y esotro. Y si mi padre quiere hacerte mal, te lo descubriré también, y te dejaré salir para que vayas en paz. ¡Y sea Yahvé contigo, como estuvo con mi padre! 14[1937]Y, si yo viviere aún, usa conmigo de la misericordia de Yahvé; pero si muero, 15no prives jamás mi casa de tu favor, aun cuando Yahvé extirpe de la faz de la tierra a todos los enemigos de David.”

16Pactó, pues, Jonatán con la casa de David; y Yahvé se encargó de tomar venganza de los enemigos de David. 17Jonatán juró una vez más a David por lo mucho que le quería; pues le amaba como a su misma alma. 18[1938]Y le dijo Jonatán: “Mañana es el novilunio; serás echado de menos, porque tu asiento quedará vacío. 19Mas al tercer día bajarás prestamente e irás al sitio donde te escondiste el otro día, y te quedarás junto al peñón de Esel. 20Yo tiraré tres flechas a ese lado, como si tirara a un blanco. 21Y he aquí que enviaré al muchacho (diciéndole): «Anda y busca las flechas». Si digo al muchacho: «¡Mira, las flechas están más acá de ti, recógelas!»; entonces ven, porque estás seguro, y no hay ningún peligro. ¡Por la vida de Yahvé! 22Mas si digo al muchacho de esta manera: «Mira, las flechas están más allá de ti»; entonces vete porque Yahvé te hace marchar. 23En cuanto a lo que hemos hablado, yo y tú, he aquí que Yahvé está entre yo y tú para siempre.”

Jonatán defiende a David

24Se escondió David en el campo. Y llegado el novilunio se sentó el rey a la mesa para comer. 25Se sentó el rey en su sitio, como de costumbre, en el asiento cercano a la pared. Jonatán estaba en frente y Abner se sentó al lado de Saúl, pero el asiento de David quedaba vacío. 26Saúl no dijo nada aquel día, pues se decía: “Le habrá pasado algo; no está limpio; seguramente se ha contaminado” 27Al día siguiente, segundo día del novilunio, permaneciendo aún vacío el asiento de David, dijo Saúl a Jonatán, su hijo: “¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí, ni ayer, ni hoy?” 28Contestó Jonatán a Saúl: “Con mucha instancia me pidió David permiso para ir a Betlehem, 29diciendo: «Te ruego me dejes ir; pues en aquella ciudad celebramos un sacrificio de familia; mi hermano insiste en que vaya. Ahora, pues, si he hallado gracia a tus ojos, permíteme ir en seguida para ver a mis hermanos». Por esto no ha venido a la mesa del rey.”

30[1939]Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: “Hijo perverso y rebelde, ¿no sé yo acaso que has escogido al hijo de Isaí para oprobio tuyo y para oprobio del pudor de tu madre? 31Porque mientras viva el hijo de Isaí sobre la tierra, ni tú estarás seguro, ni lo estará tu reino. Ahora, pues, envía a traérmele; porque es digno de muerte.” 32Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: “¿Por qué ha de morir? ¿Qué ha hecho?” 33Mas Saúl blandió contra él la lanza para matarlo, por donde entendió Jonatán que su padre tenía resuelto hacer morir a David. 34Y se levantó Jonatán de la mesa lleno de ira, y no comió bocado el segundo día del novilunio, pues estaba muy afligido por causa de David y porque su padre lo había afrentado.

Jonatán se despide de David

35Al día siguiente salió Jonatán al campo, como había convenido con David, acompañado de un jovencito. 36Y dijo al muchacho: “Corre, busca las flechas que voy a tirar.” El muchacho corrió, y (Jonatán) disparó la flecha de modo que pasara más allá de él. 37Cuando el muchacho llegó al lugar de la flecha que Jonatán había tirado, le gritó este, diciendo: “¿No está la flecha más allá de ti?” 38Y siguió gritando Jonatán tras el muchacho: “¡Rápido, date prisa, no te detengas!” Recogió, pues, el mozo de Jonatán las flechas, y volvió a donde estaba su señor. 39El muchacho no sabía de qué se trataba; solamente Jonatán y David lo entendían. 40Luego Jonatán dio sus armas al muchacho que le acompañaba, y le dijo: “Anda, llévalas a la ciudad.” 41[1940]Cuando se hubo ido el muchacho, se levantó David de la parte meridional, cayó sobre su rostro a tierra y se postró tres veces. Se besaron el uno al otro, y lloraron juntamente, hasta que David no pudo más contenerse. 42Y dijo Jonatán a David: “Vete en paz, ya que los dos hemos jurado en nombre de Yahvé, diciendo: «Yahvé esté entre mí y entre ti, entre mi descendencia y la tuya para siempre».”

1 SAMUEL 21
David en Nob

1[1941]Se levantó David y se fue, y Jonatán se volvió a la ciudad. 2[1942]David llegó a Nob, al sacerdote Aquimelec, el cual lo recibió con miedo, y le dijo: “¿Por qué estás solo, y nadie viene contigo?” 3Respondió David al sacerdote Aquimelec: “El rey me ha dado un encargo y me ha dicho: «Nadie sepa nada del asunto a que te envío y que te he encargado». Por eso he citado a los muchachos a tal y tal lugar. 4Y ahora, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes en mi mano, o cualquier cosa que hallares.” 5El sacerdote contestó a David, diciendo: “Tan común no tengo a mano, mas hay pan santo, si es que tu gente se ha abstenido de mujeres.” 6[1943]Respondió David al sacerdote y le dijo: “Te aseguro que nos hemos abstenido de mujeres ayer y anteayer, desde cuando salí; los cuerpos de mi gente están puros; y aunque el viaje es profano, sin embargo se encuentran ahora santificados sus cuerpos.” 7[1944]Entonces el sacerdote le dio pan santo, pues no había allí (otro) pan, sino solamente el pan de la proposición, que había sido retirado de la presencia de Yahvé, para reemplazarlo por pan caliente en el día en que fue retirado. 8Estaba allí aquel mismo día un hombre de los siervos de Saúl, que se había encerrado delante de Yahvé; se llamaba Doeg, idumeo, el mayoral de los pastores de Saúl.

9Luego preguntó David a Aquimelec: “¿No tienes aquí en tu poder una lanza o espada?, pues ni mi espada, ni (otra de) mis armas he traído conmigo, por cuanto urgía la orden del rey.” 10Dijo el sacerdote: “He aquí la espada de Goliat el filisteo, a quien tú mataste en el valle del Terebinto. Está envuelta en el manto, detrás del efod. Si quieres tomarla, tómala, que aquí no hay otra sino esta.” Respondió David: “No hay otra semejante a ella; dámela.”

David en Gat

11[1945]Se levantó David, y huyendo aquel día de Saúl, se fue a Aquís, rey de Gat. 12Mas los siervos dijeron a Aquís: “¿No es este aquel David, el rey del país? ¿No es este aquel de quien cantaban en medio de danzas:

Mató Saúl sus mil,

pero David sus diez mil?”

13[1946]David guardó estas palabras en su corazón y tuvo mucho miedo de Aquís, rey de Gat. 14[1947]Fingió ante ellos haber perdido su juicio y aparentaba estar loco en medio de ellos, escribiendo garabatos en las hojas de las puertas y dejando correr la saliva por su barba. 15Dijo entonces Aquís a sus siervos: “Ya veis que este hombre es un loco. ¿Por qué me lo habéis traído? 16¿Acaso me faltan locos? ¿Cómo es, pues, que habéis traído este para que haga locuras delante de mí? ¿Y un hombre tal habrá de entrar en mi casa?”

1 SAMUEL 22
David en Odollam y Moab

1[1948]Salió, pues, David de allí, y se refugió en la caverna de Odollam. Al oír esto sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron allí hacia él. 2[1949]También todos los oprimidos, y todos los endeudados, y todos los amargados de espíritu se le allegaron, de modo que vino a ser su caudillo, teniendo consigo unos cuatrocientos hombres.

3[1950]De allí partió David para Masfá de Moab, y dijo al rey de Moab: “Te ruego que dejes habitar entre vosotros a mi padre y mi madre, hasta que yo sepa lo que Dios va a hacer conmigo.” 4Los entregó al rey de Moab, y se quedaron allí todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza. 5[1951]Pero el profeta Gad dijo a David: “No te quedes en la fortaleza. Marcha y vete a la tierra de Judá.” Partió, pues, David, y se fue al bosque de Háret.

Saúl mata a los sacerdotes

6Supo Saúl que David y los hombres que le acompañaban habían sido descubiertos. Saúl estaba entonces sentado en Gabaá, bajo el tamarisco, en el collado, con su lanza en la mano, y rodeado de todos sus servidores. 7Y dijo Saúl a sus servidores que le rodeaban: “Escuchad, hijos de Benjamín. El hijo de Isaí, ¿dará él también a todos vosotros campos y viñas? ¿Os hará a todos vosotros jefes de mil, y jefes de ciento, 8para que todos os hayáis confabulado contra mí, sin que nadie me haya descubierto cómo mi hijo ha pactado con el hijo de Isaí, y sin que haya entre vosotros quien se compadezca de mí, y me descubra cómo mi hijo ha sublevado contra mí a mi siervo, para que me arme asechanzas, como lo hace el día de hoy?”

9Respondió Doeg, idumeo, el cual estaba puesto sobre los siervos de Saúl, y dijo: “Yo he visto al hijo de Isaí cuando llegó a Nob, a Aquimelec, hijo de Aquitob; 10el cual consultó por él a Yahvé y le dio provisiones y le entregó también la espada de Goliat el filisteo.”

11Entonces el rey envió a llamar a Aquimelec, hijo de Aquitob, el sacerdote, y a toda la casa de su padre, los sacerdotes que había en Nob. Vinieron, pues, al rey; 12y dijo Saúl: “¡Oye, hijo de Aquitob!” Respondió él: “Heme aquí, señor mío.” 13Y le preguntó Saúl: “¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, por cuanto le has dado pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantara contra mí y me armara asechanzas, como lo hace ahora?” 14Aquimelec respondió al rey, y dijo: “¿Quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, que es yerno del rey, tiene acceso a tu consejo privado, y es honrado en tu casa? 15[1952]¿Es acaso hoy que comencé a consultar por él a Dios? ¡Lejos de mí sea (lo que tú dices)! No impute el rey nada a su siervo, ni tampoco a ninguno de la casa de mi padre; porque tu siervo no sabía nada de esto, ni poco ni mucho.” 16Replicó el rey: “Morirás sin remedio, Aquimelec, tú y toda la casa de tu padre.” 17Y mandó el rey a los de su guardia que estaban alrededor de él: “Volveos y matad a los sacerdotes de Yahvé porque también ellos están en conspiración con David; y porque sabiendo que él huía no me lo denunciaron.” Mas los siervos del rey no osaron extender la mano para herir a los sacerdotes de Yahvé.

18[1953]Dijo entonces el rey a Doeg: “Vuélvete y mata a los sacerdotes.” Y se volvió Doeg, el idumeo, y acometió a los sacerdotes; y mató en aquel día ochenta y cinco hombres que vestían el efod de lino. 19Pasó también a cuchillo a Nob, ciudad de los sacerdotes, matando a hombres y mujeres, chicos y niños de pecho, bueyes, asnos y ovejas.

20Con todo se salvó un hijo de Aquimelec, hijo de Aquitob, que se llamaba Abiatar, el cual huyó en pos de David. 21[1954]Abiatar contó a David cómo Saúl había hecho matar a los sacerdotes de Yahvé. 22Y dijo David a Abiatar: “Ya sabía yo aquel día en que estaba allí Doeg, idumeo, que no dejaría de informar a Saúl. Yo he causado la muerte de todas las personas de la casa de tu padre. 23Quédate conmigo; no tengas temor, pues quien atenta contra mi vida, atenta también contra la tuya. Conmigo estarás bien guardado.”

1 SAMUEL 23
David salva la ciudad de Keilá

1[1955]Se le dio a David esta noticia: “He aquí que los filisteos hacen guerra contra Keilá y están saqueando las eras.” 2Consultó David a Yahvé, diciendo: “¿Iré a batir a estos filisteos?” Y Yahvé respondió: “Ve, que batirás a los filisteos y salvarás a Keilá.” 3Mas los hombres de David le dijeron: “Mira, estamos con miedo aquí en Judá, ¿cuánto más si marchamos a Keilá contra las tropas de los filisteos?” 4Consultó David otra vez a Yahvé. Y Yahvé dio la siguiente respuesta: “Levántate, desciende a Keilá, porque entregaré a los filisteos en tus manos.” 5Fue David con su gente a Keilá y luchó contra los filisteos; se llevó sus ganados y les infligió una gran derrota. Así salvó David a los habitantes de Keilá.

6[1956]Es de saber que Abiatar, hijo de Aquimelec, al huir hacia David, a Keilá, había llevado consigo el efod. 7Fue dada a Saúl la noticia de que David había ido a Keilá. Entonces dijo Saúl: “Dios lo ha entregado en mis manos, ya que se ha encerrado, entrando en una ciudad con puertas y barras.” 8Y llamó a Saúl a campaña a todo el pueblo, para bajar a Keilá y sitiar a David y sus hombres.

David se retira al desierto

9[1957]Cuando David supo que Saúl tramaba su ruina, dijo al sacerdote Abiatar: “Trae el efod.” 10Y preguntó David: “¡Yahvé, Dios de Israel! Tu siervo ha sido advertido de que Saúl procura venir a Keilá para destruir la ciudad por mi causa. 11¿Me entregarán los habitantes de Keilá en su mano? ¿Bajará Saúl como ha oído decir tu siervo? Yahvé, Dios de Israel, manifiéstalo, te ruego, a tu siervo.” Respondió Yahvé: “Bajará.” 12Preguntó entonces David: “¿Me entregarán los habitantes de Keilá a mí y a mis hombres en manos de Saúl?” Y respondió Yahvé: “Te entregarán.” 13Se levantó David con su gente, unos seiscientos hombres, y saliendo de Keilá caminaban a la ventura. Cuando Saúl supo que David se había escapado de Keilá, desistió de su marcha.

David y Jonatán renuevan la alianza

14[1958]Se quedó David en el desierto, en lugares fuertes, y se estableció en un monte en el desierto de Zif. Saúl le buscaba todos los días, pero Dios no le entregó en sus manos. 15Cuando David vio que Saúl había salido para quitarle la vida, se mantuvo en el desierto de Zif, en Horesa, 16[1959]y se levantó Jonatán, hijo de Saúl, y fue a ver a David en Horesa. Lo confortó en Dios, 17y le dijo: “No temas; porque la mano de Saúl, mi padre, no te hallará. Tú reinarás sobre Israel, y yo seré el segundo, después de ti; también mi padre Saúl sabe esto.” 18E hicieron los dos un pacto delante de Yahvé; y se quedó David en Horesa, mas Jonatán se volvió a su casa.

Traición de los zifeos

19[1960]Fueron los zifeos a ver a Saúl en Gabaá, y dijeron: “¿No se esconde David entre nosotros, en los lugares fuertes, en Horesa, en el collado de Haquilá, que está al mediodía del desierto? 20Ahora, pues, oh rey, baja presto, como lo desea ardientemente tu alma, y será cosa nuestra entregarle en manos del rey.” 21Respondió Saúl: “¡Benditos seáis de Yahvé! por haberos compadecido de mí. 22Id, por favor, y cercioraos aún más. Averiguad e inquirid en qué lugar él pone sus pies y quién le ha visto allí; porque me han dicho que es muy astuto. 23Averiguad y registrad todos los escondrijos donde él suele ocultarse, y volved a mí con buenas informaciones. Luego yo iré con vosotros; y si está en el país, le buscaré entre todos los millares de Judá.” 24[1961]Ellos se levantaron y fueron a Zif, delante de Saúl. David con su gente estaba entonces en el desierto de Maón, en la llanura que hay al sur del desierto.

25Salió, pues, Saúl con sus hombres para buscarlo; pero David, habiendo sido avisado, se retiró a un peñón, quedándose, sin embargo, en el desierto de Maón. Cuando lo supo Saúl, siguió en pos de David en el desierto de Maón. 26E iba Saúl por un lado del monte, y David con su gente por el otro, apresurándose a escapar de las manos de Saúl, mientras este y su gente iban cercando a David y sus hombres para apresarlos. 27[1962]En esto llegó un mensajero a Saúl, diciendo: “Date prisa y ven, porque los filisteos han invadido el país”. 28Entonces Saúl dejó de perseguir a David, y se fue al encuentro de los filisteos. Por eso fue llamado aquel sitio “Peña de la División”.

1 SAMUEL 24
Magnanimidad de David

1[1963]David subió de allí y se estableció en los lugares fuertes de Engadí. 2Cuando Saúl volvió de la persecución de los filisteos, le dieron aviso, diciendo: “Mira, David está en el desierto de Engadí.” 3[1964]Tomó, pues, Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, y salió en busca de David y su gente hasta las rocas de Yealim. 4Y llegado a unos rediles de ovejas junto al camino, donde había una caverna, entró allí para cubrir sus pies, en tanto que David y sus hombres estaban sentados en el fondo de la caverna. 5[1965]Entonces los hombres de David dijeron a este: “He aquí el día de que te habló Yahvé diciendo: «Mira, que voy a entregar a tu enemigo en tus manos para que hagas con él como bien te parezca».” Y se levantó David, y cortó furtivamente la orla del manto de Saúl. 6Mas después de esto le latía a David el corazón por haber cortado la orla (del manto) de Saúl, 7y dijo a sus hombres: “No permita Yahvé que yo haga tal cosa contra mi señor, el ungido de Yahvé, extendiendo contra él mi mano; porque es el ungido de Yahvé.” 8Con estas palabras contuvo David a sus hombres y no dejó que se levantasen contra Saúl. Salió, pues, Saúl de la caverna y siguió su camino.

9Después de esto se levantó también David, y saliendo de la caverna se puso a gritar tras Saúl, diciendo: “¡Mi rey y señor!” Saúl miró atrás, y David inclinó el rostro hasta el suelo, y prosternándose 10dijo a Saúl: “¿Por qué escuchas las palabras de los que dicen: He aquí que David procura hacerte mal? 11Mira, en este mismo día ven tus ojos cómo Yahvé te ha entregado hoy en mis manos, en la caverna; y aunque me instigaron a que te matara, me he compadecido de ti, diciéndome: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Yahvé. 12Padre mío, mira, sí, mira en mi mano la orla de tu manto. Si yo al cortar la orla de tu manto no te he matado, podrás reconocer y ver que en mí no hay maldad ni rebeldía, y que no he pecado contra ti; y sin embargo tú estás cazando mi vida para quitármela. 13¡Juzgue Yahvé entre mí y ti, y sea Yahvé quien me vengue de ti!, mas yo no levantaré mi mano contra ti. 14De los malos viene la maldad, dice un antiguo proverbio, pero yo no levantaré mi mano contra ti. 15[1966]¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién estás persiguiendo? A un perro muerto, a una pulga. 16¡Sea Yahvé juez, y juzgue entre tú y yo! ¡Que Él vea y defienda mi causa, y que su sentencia me libre de tu mano!”

Saúl se reconcilia con David

17Cuando David hubo acabado de hablar a Saúl estas palabras, dijo Saúl: “¿Es esta tu voz, hijo mío, David?” Y alzó Saúl su voz y se puso a llorar. 18Y dijo a David: “Más justo eres tú que yo; ya que me has hecho bien, en tanto que yo te he pagado con mal. 19Hoy has manifestado tu bondad conmigo, pues cuando Yahvé me ha entregado en tus manos, no me has quitado la vida. 20¿Quién es el que hallando a su enemigo, lo deja seguir su camino sano y salvo? ¡Que Yahvé te haga bien en recompensa de lo que hoy has hecho conmigo! 21[1967]Ahora sé con certeza que tú reinarás, y que a tu mano pasará el reino de Israel. 22Júrame, pues, por Yahvé que no extinguirás mi descendencia después de mí, y que no borrarás mi nombre de a casa de mi padre.” 23[1968]Y David se lo juró a Saúl, y Saúl fue a su casa, mas David y sus hombres subieron al lugar fuerte.

1 SAMUEL 25
Muerte de Samuel

1[1969]Murió Samuel, y se reunió todo Israel. Lo lloraron y lo enterraron en su casa, en Ramá.

David y Nabal

Se levantó entonces David y bajó al desierto de Farán. 2[1970]Y había un hombre en Maón, que tenía sus posesiones en Carmel. Este hombre era muy rico, tenía tres mil ovejas y mil cabras. Hallábase en Carmel para el esquileo de sus ovejas. 3Este hombre se llamaba Nabal, y su mujer Abigail. La mujer era de gran prudencia y hermosura; el marido, al contrario, era duro y de malas costumbres y descendía del linaje de Caleb.

4Al oír David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas, 5envió diez mozos, a los que dijo: “Subid a Carmel, y llegados a Nabal saludadle en mi nombre, 6y diréis así: ¡Tengas (larga) vida! ¡Paz a ti, y paz a tu casa, y paz a cuanto tienes! 7[1971]Acabo de saber que los esquiladores están contigo. Ahora bien, cuando tus pastores estaban con nosotros, no los hemos tratado mal y nada les ha faltado durante el tiempo que han estado en Carmel. 8Pregunta a tus criados y te lo dirán. Hallen, pues, estos mozos gracia a tus ojos, porque venimos en un día de fiesta. Te ruego que des a tus siervos y a tu hijo David lo que encuentre tu mano.”

9Fueron, pues, los mozos de David, y repitieron a Nabal todas estas palabras de parte de David, y se quedaron esperando. 10[1972]Pero Nabal respondió a los siervos de David, y dijo: “¿Quién es David, y quién el hijo de Isaí? Hoy día son muchos los siervos que andan fugitivos de sus amos. 11¿He de tomar yo mi pan y mi agua y mis animales que he degollado para mis esquiladores, y lo daré a hombres que no sé de dónde son?” 12Con esto retomaron los mozos de David el camino y volvieron; y habiendo llegado le dijeron todas estas palabras. 13Entonces dijo David a su gente: “Cíñase cada uno su espada.” Y se ciñó cada uno su espada, ciñéndose también David la suya; y subieron tras David unos cuatrocientos hombres, quedándose doscientos para custodiar el bagaje.

Abigail aplaca la ira de David

14Uno de los criados dio noticia a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: “Mira que David ha enviado desde el desierto mensajeros a saludar a nuestro señor, mas él se precipitó sobre ellos. 15Esos hombres han sido muy buenos con nosotros, no nos molestaron, ni echamos de menos cosa alguna en todo el tiempo que anduvimos con ellos mientras estábamos en el campo. 16Nos servían de muro tanto de noche como de día, todo el tiempo que estuvimos con ellos, apacentando los rebaños. 17[1973]Reflexiona ahora tú y mira lo que has de hacer; porque la ruina de nuestro señor y de toda su casa es cosa resuelta, y él es tan malo, que nadie le puede hablar.”

18[1974]Tomó, pues, Abigail a toda prisa doscientos panes, dos pellejos de vino, cinco ovejas aderezadas, cinco medidas de grano tostado, cien atados de pasas y doscientas tortas de higos secos, y poniéndolos sobre los asnos, 19dijo a sus criados: “Adelantaos, y he aquí que yo os sigo.” Mas a su marido Nabal no le dijo nada. 20Cuando ella montada sobre el asno bajaba por la falda del monte, he aquí que David y sus hombres venían bajando frente a ella, de modo que dio con ellos. 21Decía David: “A la verdad que en balde he guardado todo lo que este tenía en el desierto, sin que haya perdido nada de cuanto tenía; pero él me ha devuelto mal por bien. 22[1975]¡Así haga Dios con los enemigos de David, y aún más, si yo hasta la luz del alba dejare con vida uno solo de todos sus hombres!” 23Tan pronto como vio Abigail a David, bajó a toda prisa del asno y cayó ante David sobre el rostro postrándose a tierra. 24Y postrada a sus pies, dijo: “Caiga sobre mí, señor mío, esta culpa. Permite, te ruego, que hable tu sierva a tus oídos, y escucha lo que dice tu sierva. 25[1976]Te ruego, señor mío, no hagas caso de Nabal, ese hombre de Belial, porque él es lo que significa su nombre. Se llama Insensato y de veras está poseído de insensatez. Yo, tu sierva, no vi a los mozos de mi señor, que tú enviaste. 26[1977]Ahora, señor mío, ¡por la vida de Yahvé, y por la vida de tu alma! que es Yahvé quien te ha preservado de derramar sangre, y hacerte justicia por tu propia mano. ¡Sean como Nabal tus enemigos y los que maquinan el mal contra mi señor! 27[1978]Y ahora (acepta) este regalo que tu sierva ha traído a mi señor, y que sea dado a los mozos que siguen a mi señor. 28Perdona, te ruego, la falta de tu sierva; pues seguramente va a hacer Yahvé para mi señor una casa estable, puesto que mi señor combate los combates de Yahvé, y nunca en (todos) tus días se halle en ti maldad alguna. 29[1979]Y si alguno se levantare para perseguirte y quitarte la vida, será la vida de mi señor guardada en el haz de los vivos junto a Yahvé tu Dios. Pero la vida de tus enemigos la arrojará como una piedra tirada de la cavidad de la honda. 30Entonces, cuando haga Yahvé a mi señor todo el bien que tiene prometido en orden a ti, y te ponga por príncipe sobre Israel, 31no tendrá mi señor remordimiento y pesar de corazón por haber derramado sangre inocente, ni por haberse vengado mi señor por propia cuenta. Y cuando Yahvé haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.”

32Respondió David a Abigail: “¡Bendito sea Yahvé, el Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro! 33¡Y bendita sea tu prudencia, y bendita seas tú misma, que hoy me has impedido derramar sangre y vengarme por mi propia cuenta! 34[1980]Pues —vive Yahvé, el Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal— si tú no te hubieras apresurado a venir a mi encuentro, antes de romper el alba no le habría quedado vivo a Nabal ni un solo hombre.” 35Luego recibió David de mano de (Abigail) lo que ella había traído; y le dijo: “Sube en paz a tu casa; ya ves que he oído tu petición y he aceptado tu persona.”

David se casa con Abigail

36Abigail se volvió a Nabal; y he aquí que celebraban en su casa un banquete como banquete de rey. Y el corazón de Nabal rebosaba de alegría. Estaba él completamente borracho, por lo cual ella no le dijo nada, ni poco ni mucho, hasta la luz de la mañana. 37Pero a la mañana, cuando Nabal ya había digerido el vino, su mujer le contó estas cosas, y se le paralizó el corazón en el cuerpo, de modo que quedó como una piedra. 38[1981]Así al cabo de unos diez días, Yahvé hirió a Nabal, y este murió.

39Cuando David supo que Nabal había muerto, dijo: “¡Bendito sea Yahvé que ha defendido mi causa (vengándome) de la afrenta que me hizo Nabal, y ha impedido a su siervo obrar mal! Yahvé ha hecho recaer la maldad de Nabal sobre su misma cabeza.” Después mandó David a decir a Abigail que quería tomarla por mujer. 40Fueron los siervos de David a Carmel, a Abigail, y hablaron con ella, diciendo: “David nos ha enviado a ti para tomarte por mujer suya.” 41Con lo cual ella se levantó, e inclinando su rostro hasta la tierra, dijo: “Tu sierva no es más que una sirvienta para lavar los pies de los siervos de mi señor.” 42Y levantándose Abigail apresuradamente, montó en un asno, y acompañada de cinco criadas suyas que estaban a sus órdenes, siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer. 43[1982]David tomó también a Ahinoam, de Jesreel, y ambas fueron mujeres suyas. 44Saúl había dado Micol, su hija, mujer de David, a Faltí, hijo de Laís, de Gallim.

1 SAMUEL 26
David perdona por segunda vez la vida de Saúl

1[1983]Llegaron los zifeos a Saúl, a Gabaá, y dijeron: “¿No se esconde David en el collado de Haquilá, al margen del desierto?” 2Se levantó Saúl y bajó al desierto de Zif, y con él tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. 3Acampó Saúl en el collado de Haquilá, al margen del desierto, junto al camino; David, empero, estaba en el desierto. Cuando David oyó que Saúl le había seguido al desierto, 4envió espías y supo que Saúl realmente había venido. 5Luego se levantó David y fue al sitio donde Saúl acampaba; y divisó David el lugar donde Saúl estaba acostado, juntamente con Abner, hijo de Ner, jefe de sus tropas. Dormía Saúl dentro del atrincheramiento, y la gente acampaba en derredor de él. 6[1984]Se dirigió entonces David a Aquimelec heteo, y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: “¿Quién quiere bajar conmigo al campamento de Saúl?” Respondió Abisai: “Yo iré contigo.”

7Fueron, pues, David y Abisai de noche al pueblo, y hallaron a Saúl acostado, durmiendo dentro del atrincheramiento, con su lanza hincada en tierra, junto a su cabecera, y Abner y el pueblo dormían alrededor de él. 8Dijo entonces Abisai a David: “Dios ha entregado hoy en tus manos a tu enemigo. Permíteme ahora que con la lanza le clave en tierra de un solo golpe sin repetirlo.” 9[1985]Pero David contestó a Abisai: “No le mates. Porque ¿quién podría extender su mano contra el ungido de Yahvé y quedar impune?” 10Y agregó David: “¡Vive Yahvé! que seguramente le herirá Yahvé: o le llegará su día y morirá, o descenderá a la batalla y perderá la vida. 11¡Líbreme Yahvé de extender mi mano contra el ungido de Yahvé! Toma ahora la lanza que está a su cabecera, y el jarro de agua, y vámonos.” 12Tomó, pues, David la lanza y el jarro de agua que estaban junto a la cabecera de Saúl, y se fueron. No hubo quien lo viese, ni quien lo supiese, ni quien se despertase; todos dormían; pues había caído sobre ellos un profundo sueño enviado por Yahvé. 13Luego pasó David al lado opuesto y se apostó a cierta distancia, en la cima del monte, mediando bastante espacio entre ellos; 14y gritó al pueblo y a Abner, hijo de Ner, diciendo: “Abner, ¿no contestas?” Respondió Abner y dijo: “¿Quién eres tú que llamas al rey?” 15Y dijo David a Abner: “¿No eres tú un hombre valiente? ¿Quién hay como tú en Israel? ¿Cómo es, pues, que no has guardado a tu señor, el rey? Porque uno del pueblo ha venido a matar al rey, tu señor. 16No es bueno lo que has hecho. ¡Vive Yahvé!, que sin duda habéis merecido la muerte por no haber guardado a vuestro señor, el ungido de Yahvé. Ahora, pues, mira dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que estaba junto a su cabecera.”

Saúl se reconcilia por segunda vez con David

17Conoció Saúl la voz de David y dijo: “¿Es esta tu voz, hijo mío, David?” Respondió David: “Es mi voz, oh rey y señor mío.” 18Y siguió diciendo: “¿Por qué persigue mi señor a su siervo? Pues, ¿qué he hecho, o qué mal ha cometido mi mano? 19[1986]Oiga ahora mi señor el rey las palabras de su siervo. Si es Yahvé quien te ha incitado contra mí, séale acepto el olor de (mi) sacrificio; pero si son hombres, ¡malditos sean delante de Yahvé! pues me han desterrado hoy, para que no tenga parte en la herencia de Yahvé, como si dijeran: ¡Vete y sirve a otros dioses! 20[1987]Ahora, pues, no caiga mi sangre a tierra ante la faz de Yahvé. El rey de Israel ha salido a buscar una pulga; como quien va tras una perdiz en las montañas.”

21Entonces dijo Saúl: “He pecado. Vuelve, hijo mío, David; que no te haré ya mal, por cuanto mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. Mira, he obrado locamente y he cometido un gran error.” 22David respondió y dijo: “Aquí está la lanza del rey; pase uno de los mozos a buscarla. 23Yahvé recompensará a cada uno según su justicia y su fidelidad. Yahvé te ha puesto hoy en mi mano, pero yo no quise alzar mi mano contra el ungido de Yahvé; 24[1988]y, he aquí, como ha sido hoy preciosa tu vida a mis ojos, así sea preciosa mi vida a los ojos de Yahvé; y Él me libre de toda angustia.” 25Tras esto dijo Saúl a David: “¡Bendito seas, hijo mío, David! Sin duda ejecutarás cosas grandes y prevalecerás.” Con esto David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar.

1 SAMUEL 27
David entre los filisteos

1[1989]David dijo en su corazón: “Algún día voy a perecer por mano de Saúl. Lo mejor será salvarme huyendo al país de los filisteos, para que Saúl desista de mí y no me busque más en todo el territorio de Israel. Así escaparé de su mano.” 2Se levantó David; y con los seiscientos hombres que tenía consigo pasó a Aquís, hijo de Maoc, rey de Gat. 3Y habitó David con Aquís en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia, David con sus dos mujeres, Ahinoam de Jesreel y Abigail, mujer de Nabal de Carmel. 4[1990]Y fue dicho a Saúl que David se había refugiado en Gat, con lo que dejó de buscarlo.

David en Siceleg

5Dijo David a Aquís: “Si he hallado gracia a tus ojos, que se me dé en una de las ciudades del campo un lugar para morar allí. Pues ¿para qué ha de habitar tu siervo contigo en la ciudad real?” 6[1991]Y le dio Aquís en aquel día Siceleg; por lo cual Siceleg pertenece a los reyes de Judá hasta el día de hoy. 7[1992]El tiempo que habitó David en el país de los filisteos fue de un año y cuatro meses.

8[1993]En aquel tiempo salía David con sus hombres y hacía correrías contra los gesureos, contra los girsitas y contra los amalecitas; porque estos habitaban desde antiguo en aquella tierra, en la dirección de Sur y hasta Egipto. 9David asolaba el país, sin dejar con vida ni hombre ni mujer, y se llevaba ovejas, bueyes, asnos, camellos y vestidos. Cuando volvía, se presentaba a Aquís, 10[1994]y cuando Aquís le preguntaba: “¿Adónde habéis hecho hoy vuestra incursión?” le respondía David: “Hacia el Négueb de Judá”, o “hacia el sur de Jerameel”, o “hacia el mediodía de los cineos.” 11Mas ni a hombre ni a mujer los dejaba David con vida para traerlos a Gat; porque se decía: “No sea que hablen contra nosotros, y digan: «Así ha hecho David». Esto fue su costumbre todo el tiempo que habitó en el país de los filisteos. 12[1995]Por eso Aquís puso su confianza en David, y decía: “Él se ha hecho del todo odioso a Israel su pueblo; y así será para siempre mi siervo.”

1 SAMUEL 28
Guerra entre Israel y los filisteos

1[1996]En aquellos días reunieron los filisteos sus fuerzas para prepararse a la guerra contra Israel. Entonces dijo Aquís a David. “Ten entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tu gente.” 2David respondió a Aquís: “Con esto sabrás lo que hace tu siervo.” Y dijo Aquís a David: “Pues bien, yo te confiaré la guardia de mi persona para siempre.”

Saúl y la pitonisa

3Samuel había muerto ya, y todo Israel le había llorado, habiéndole enterrado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había echado del país a los nigromantes y adivinos. 4[1997]Se reunieron, pues, los filisteos, los cuales vinieron y acamparon en Sunem. También Saúl convocó a todo Israel, y ellos acamparon en Gelboé. 5Cuando Saúl vio el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y su corazón tembló en gran manera. 6Por lo cual consultó a Yahvé, pero Yahvé no le dio respuesta, ni por sueños, ni por los Urim, ni por los profetas. 7[1998]Entonces dijo Saúl a sus siervos: “Buscadme una mujer que tenga espíritu pitónico, e iré a ella a consultarla.” Le dijeron sus siervos: “He aquí que en Endor hay una mujer que tiene espíritu pitónico.” 8Saúl se disfrazó, poniéndose otros vestidos, y fue allá acompañado de dos hombres. Llegaron de noche donde estaba la mujer, y le dijo Saúl: “Adivíname, te ruego, por medio del espíritu pitónico, y evócame a aquel que yo te diga.” 9[1999]La mujer le contestó: “Bien sabes tú lo que ha hecho Saúl, cómo ha extirpado del país a los nigromantes y adivinos. ¿Por qué pues me tiendes un lazo, para hacerme morir?” 10Mas Saúl le juró por Yahvé, diciendo: “¡Vive Yahvé! que por esto no te sucederá ningún mal.” 11Preguntó entonces la mujer: “¿A quién he de evocar?” Él respondió: “Haz que se me aparezca Samuel.”

12Cuando la mujer vio a Samuel, lanzó un tremendo gritó y dijo a Saúl: “¿Por qué me has engañado? Tú eres Saúl.” 13El rey le respondió: “No temas. ¿Qué has visto?” Y la mujer dijo a Saúl: “Veo un dios que sube de la tierra.” 14[2000]“¿Cuál es su figura?”, preguntó él; y la mujer dijo: “Es un anciano que sube envuelto en un manto.” Conoció, pues, Saúl que era Samuel, e hizo reverencia, inclinando el rostro hasta la tierra. 15Y dijo Samuel a Saúl: “¿Por qué has turbado mi reposo, haciéndome subir?” Saúl respondió: “Me encuentro en gran aprieto. Los filisteos me han movido guerra, y Dios se ha apartado de mí; ya no me contesta, ni por medio de los profetas, ni por sueños. Te he llamado para que me indiques lo que tengo que hacer.” 16Replicó Samuel: “¿Por qué me preguntas a mí, cuando Yahvé se ha apartado de ti, y se ha hecho enemigo tuyo? 17Yahvé ha hecho, conforme predijo por mi boca. Ha arrancado Yahvé de tus manos el reino, y lo ha dado a tu compañero, a David. 18Por cuanto no obedeciste a la voz de Yahvé, y no trataste a Amalec según el furor de su ira, por eso Yahvé obra hoy así contigo. 19[2001]Además, Yahvé entregará a Israel, juntamente contigo, en manos de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estaréis conmigo; también entregará Yahvé en manos de los filisteos el ejército de Israel.” 20Al instante Saúl cayó a tierra cuan largo era, pues estaba lleno de espanto por las palabras de Samuel, sin que le quedase fuerza alguna; porque no había comido nada durante todo el día y durante toda la noche.

21La mujer se acercó a Saúl, y viendo que estaba sumamente turbado, le dijo: “Mira, cómo tu sierva ha escuchado tu voz; he expuesto mi vida obedeciendo las palabras que me dijiste. 22Ahora pues, escucha también tú la voz de tu sierva, y permite que te ponga delante un bocado de pan. Come para que tengas fuerzas cuando sigas tu camino.” 23Pero él lo rehusó, diciendo: “No comeré.” Mas sus servidores, juntamente con la mujer, le instaron de manera que escuchó su voz. Se levantó de la tierra y se sentó sobre el diván. 24Tenía la mujer en casa un ternero cebado, al cual mató inmediatamente; tomó también harina, la amasó y coció de ella panes ácimos. 25Luego lo presentó todo a Saúl y a sus siervos, y ellos comieron. Después se levantaron, y partieron aquella noche.

1 SAMUEL 29
David es excluido del combate

1[2002]Los filisteos concentraron todo su ejército en Afee, mientras Israel estaba acampado junto a la fuente de Jesreel. 2[2003]Los príncipes de los filisteos avanzaban a la cabeza de sus centenas y miles, mas David y sus hombres marchaban a retaguardia con Aquís. 3Los príncipes de los filisteos preguntaron: “¿Quiénes son estos hebreos?” Respondió Aquís a los príncipes de los filisteos: “¿No conocéis a David, siervo de Saúl rey de Israel? Está conmigo, días hace, o ya años, y no he tenido queja contra él desde el día en que se pasó (a nosotros), hasta el presente.” 4Mas los príncipes de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: “Haz volver a ese hombre, para que regrese al lugar que le has señalado, y no venga con nosotros a la guerra; no sea que durante el combate se convierta en enemigo nuestro. Pues, ¿de qué otro modo podrá congraciarse con su señor sino ofreciéndole las cabezas de estos hombres? 5[2004]¿No es este aquel David, de quien cantaban en coro entre danzas:

Mató Saúl sus mil,

y David, sus diez mil?”

6[2005]Llamó Aquís a David, y le dijo: “Te aseguro por la vida de Yahvé que tú eres recto, y que veo con buenos ojos tu conducta conmigo en el ejército; pues no he hallado en ti nada malo desde el día que llegaste a mí hasta el presente; pero no agradas a los ojos de los príncipes. 7Vuélvete, pues, y vete en paz, para que no desagrades a los ojos de los príncipes de los filisteos.” 8David respondió a Aquís: “Pues, ¿qué he hecho, y qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy junto a ti hasta hoy, para que no vaya yo a pelear contra los enemigos de mi señor, el rey?” 9Replicó Aquís y dijo a David: “Bien sé que tú eres para conmigo tan bueno como un ángel de Dios; pero los príncipes de los filisteos han dicho: No ha de ir con nosotros a la batalla. 10[2006]Por lo cual, levántate mañana temprano, tú y los siervos de tu señor que vinieron contigo; y después de haberos levantado muy temprano, marchaos al romper el alba.” 11Se levantó David muy temprano, él con su gente, para marchar a la mañana y volver al país de los filisteos. Entretanto los filisteos subieron a Jesreel.

1 SAMUEL 30
Invasión de los amalecitas

1[2007]Cuando al tercer día David y su gente llegaron a Siceleg, los amalecitas habían irrumpido en el Négueb y en Siceleg, y habían tomado a Siceleg y le pegaron fuego, 2llevándose cautivas a las mujeres que había en ella, y a chicos y grandes, pero sin matar a nadie. Llevándoselos (a todos) habían retomado el camino. 3Llegados David y sus hombres a la ciudad, la vieron quemada; y sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos. 4Entonces David la gente que estaba con él alzaron la voz, y lloraron hasta que se les acabaron las fuerzas para llorar. 5También las dos mujeres de David habían sido hechas cautivas: Ahinoam la jesreelita, y Abigail de Carmel, mujer de Nabal.

6David se halló en grandes angustias, porque el pueblo hablaba de apedrearle; pues el espíritu de toda la gente estaba amargado, cada cual a causa de sus hijos y de sus hijas. Pero David se confortó en Yahvé, su Dios. 7[2008]Y dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Aquimelec: “Tráeme el efod.” Trajo Abiatar el efod a David, 8y David consultó a Yahvé, diciendo: “¿Perseguiré a estos salteadores? ¿Les daré alcance?” Y le respondió: “Persigue, porque de cierto los alcanzarás y recobrarás (lo robado).”

Derrota de los amalecitas

9Entonces David se puso en marcha, él y los seiscientos hombres que estaban con él, y llegaron al torrente Besor, donde se quedaron los rezagados. 10David continuó la persecución con cuatrocientos hombres, quedándose los doscientos hombres que estaban demasiado cansados para pasar el torrente Besor. 11Hallaron en el campo un egipcio, al cual llevaron a David. Le dieron pan y comió, y le dieron de beber agua. 12Le dieron también un trozo de torta de higos secos, y dos atados de pasas. Y cuando hubo comido, se recobró; pues no había comido pan, ni bebido agua, en tres días y tres noches. 13Preguntole David: “¿De quién eres y de dónde vienes?” Contestó: “Soy un esclavo egipcio que sirvo a un amalecita; hace tres días me abandonó mi amo, porque caí enfermo. 14[2009]Hicimos una incursión en la parte meridional de los cereteos y de Judá, y por el mediodía de Caleb; y hemos quemado a Siceleg.”

15Díjole David: “¿Podrás conducirme a donde están los salteadores?” Él respondió: “Júrame por Dios que no me matarás ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré hasta esa gente.” 16[2010]Los condujo allá, y he aquí que (los amalecitas) se habían extendido sobre toda aquella región y estaban comiendo, bebiendo y haciendo fiesta, a causa de todo el gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá. 17Y los derrotó David desde el crepúsculo hasta la tarde del día siguiente; y no escapó nadie de ellos, salvo cuatrocientos mozos que montados en camellos lograron huir. 18David recobró todo cuanto los amalecitas habían robado, y rescató también a sus dos mujeres. 19No les faltó cosa alguna, ni chica ni grande, ni hijos ni hijas, ni nada del botín ni de cuanto les habían quitado. David lo recuperó todo. 20Además tomó David todo el ganado menor y mayor; y llevaron delante de él ese ganado, diciendo: “Este es el botín de David.”

Reparto del botín

21[2011]Cuando David llegó a los doscientos hombres que habían estado demasiado cansados para seguir a David, y a quienes él había dejado junto al torrente Besor, salieron estos al encuentro de David y del pueblo que le acompañaba, y David se acercó a la gente y los saludó. 22Entonces todos los malos y perversos de entre los hombres que habían seguido a David, comenzaron a decir: “Por cuanto no salieron con nosotros, no les daremos nada del botín que hemos rescatado, sino tan solo a cada hombre su mujer y sus hijos. ¡Que se los lleven y se vayan!” 23Pero David dijo: “No hagáis así, hermanos míos, con lo que Yahvé nos ha dado, ya que Él nos ha guardado y ha entregado en nuestras manos a los salteadores que se habían arrojado sobre nosotros. 24¿Quién podrá aprobar lo que proponéis?, porque la parte debe ser la misma para el que bajó al combate y para el que se quedó con el bagaje. Ambos participen por igual.” 25[2012]Y fue así desde aquel día en adelante, y David lo puso por ley y estatuto en Israel, que subsiste hasta el día de hoy.

David y los ancianos de Judá

26[2013]Llegado que hubo David a Siceleg, envió del botín a los ancianos de Judá, amigos suyos, diciendo: “Aquí tenéis un regalo del despojo de los enemigos de Yahvé.” 27(Mandó también regalos) a los de Betul, a los de Ramot-Négueb, a los de Jatir, 28a los de Arara, a los de Sefomot, a los de Estemoa, 29a los de Racal, a los de las ciudades de Jerameel, a los de las ciudades de los cineos, 30a los de Horma, a los de Cor-Asán, a los de Atac, 31los de Hebrón, y a todos los lugares que David y sus hombres habían frecuentado.

1 SAMUEL 31
Derrota y muerte de Saúl

1Entonces los filisteos libraron batalla contra Israel, y los hombres de Israel volvieron las espaldas a los filisteos, y cayeron muertos en la montaña de Gelboé. 2Los filisteos persiguieron con todo empeño a Saúl y a sus hijos y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Melquisúa, hijos de Saúl, 3de modo que el peso del combate vino a descargar sobre Saúl, el cual concibió gran temor cuando le descubrieron los flecheros. 4[2014]Por lo cual dijo Saúl a su escudero: “Saca tu espada, y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y me maten, mofándose de mí.” Mas no quiso su escudero porque tuvo gran miedo. Entonces tomó Saúl la espada y se arrojó sobre ella. 5El escudero al ver que Saúl era muerto, se echó él también sobre su espada y murió con él. 6Así murieron en aquel día Saúl, juntamente con sus tres hijos, su escudero y toda su gente. 7Cuando los israelitas que vivían en la otra parte del valle, y los de la otra parte del Jordán, vieron que habían huido los hombres de Israel y que habían muerto Saúl y sus hijos, dejaron las ciudades y se pusieron en fuga. Y vinieron los filisteos y habitaron en ellas.

Sepultura de Saúl

8Al día siguiente vinieron los filisteos para despojar a los muertos, y hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en la montaña de Gelboé. 9Le cortaron la cabeza y le despojaron de sus armas y enviaron a publicar esta buena nueva por todo el país de los filisteos en los templos de sus ídolos y entre su pueblo. 10Las armas (de Saúl) las depositaron en el templo de Astarté, y colgaron su cadáver en el muro de Betsán.

11[2015]Cuando los habitantes de Jabés-Galaad oyeron lo que los filisteos habían hecho con Saúl, 12todos los hombres valientes se levantaron y después de marchar durante toda la noche quitaron el cadáver de Saúl y los cadáveres de sus hijos, del muro de Betsán, y se volvieron a Jabés, donde los quemaron. 13[2016]Después tomaron sus huesos y los sepultaron bajo el tamarisco de Jabés y ayunaron siete días.

II REYES (2 SAMUEL)

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I. DAVID REINA SOBRE JUDÁ
2 SAMUEL 1
La noticia de la muerte de Saúl

1[2017]Después de la muerte de Saúl, estando David de vuelta de la derrota de los amalecitas, y hallándose ya dos días en Siceleg, 2sucedió que al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl, rasgados sus vestidos y cubierta su cabeza de polvo; el cual llegado a David se postró en tierra e hizo reverencia. 3David le preguntó: “¿De dónde vienes?” “He podido escapar del campamento de Israel”, contestó él. 4David le dijo: “¿Qué ha sucedido? Cuéntamelo.” A lo que respondió: “Huyó el pueblo de la batalla, y muchos del pueblo han caído y perecieron; también Saúl y su hijo Jonatán han sido muertos.” 5Preguntó entonces David al mozo que le daba la noticia: “¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo Jonatán?” 6[2018]Respondió el mozo que le traía la noticia: “Yo me hallaba por casualidad en el monte Gelboé, y vi a Saúl arrojado sobre su lanza, cuando los carros y la gente de a caballo le daban ya alcance. 7Volviéndose él entonces hacia atrás, me vio y me llamó. Yo respondí: “Heme aquí.” 8Y me preguntó: “¿Quién eres tú?” Le dije: “Soy un amalecita.” 9Tras lo cual él me dijo: “Ponte sobre mí y mátame; porque se ha apoderado de mí angustia mortal, y mi vida está aún toda en mí.” 10Me puse entonces sobre él y lo maté; porque sabía que no podía vivir después de su caída. Y tomé la diadema que había sobre su cabeza, y el brazalete que tenía en su brazo, y los he traído aquí a mi señor.”

11Entonces asió David sus vestidos y los rasgó, haciendo lo mismo todos cuantos estaban con él. 12E hicieron duelo y lloraron, ayunando hasta la tarde, por Saúl y por Jonatán, su hijo, y por el pueblo de Yahvé y por la casa de Israel; pues habían caído al filo de la espada.

Castigo del amalecita

13Después dijo David al mozo que le había traído la noticia: “¿De dónde eres?” Respondió: “Soy hijo de un extranjero, amalecita.” 14“David le dijo: “¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para dar muerte al ungido de Yahvé?”

15[2019]Y llamó David a uno de los jóvenes, al cual dijo: “¡Acércate y mátalo!” Y él lo hirió, y murió (el amalecita), 16mientra David le decía: “Tu sangre caiga sobre tu cabeza; pues tu misma boca ha dado testimonio contra ti, al decir: Yo he dado muerte al ungido de Yahvé.”

Elegía sobre Saúl y Jonatán

17David entonó la siguiente elegía por Saúl y Jonatán, su hijo; 18[2020]y mandó enseñarla a los hijos de Judá. Es el (canto del) arco, que está escrito en el Libro del Justo:

19[2021]¡La flor de Israel, traspasada,

yace sobre tus alturas!

¡Cómo cayeron los héroes!

20No lo digáis en Gat;

no publiquéis la nueva en las calles de Ascalón,

que no se alegren

las hijas de los filisteos

ni salten de gozo

las hijas de los incircuncisos.

21[2022]¡Montes de Gelboé, ni rocío ni lluvia

vuelvan a caer sobre vosotros!

ni seáis campos de primicias.

Pues allí fue arrojado

el escudo de los héroes,

el escudo de Saúl,

cual si no fuera ungido con óleo.

22[2023]El arco de Jonatán no disparó flecha

sin sangre de traspasados,

sin grasa de valientes;

ni tornó vacía la espada de Saúl.

23¡Saúl y Jonatán, amables y hermosos,

inseparables en la vida y en la muerte!

¡Más ligeros que las águilas,

más fuertes que los leones!

24Hijas de Israel, llorad a Saúl,

quien os vestía de rica escarlata,

y colocaba adornos de oro

sobre vuestro ropaje.

25¡Cómo cayeron los héroes

en el campo de batalla!

¡Cómo fue traspasado Jonatán

sobre tus alturas!

26La angustia me oprime

por ti, oh hermano mío, Jonatán!

Tú eras toda mi delicia;

tu amor era para mí más precioso

que el amor de las mujeres.

27[2024]¡Cómo han caído los héroes!

¡Cómo han perecido las armas del combate!

2 SAMUEL 2
David rey de Judá

1[2025]Después de esto consultó David a Yahvé, diciendo: “¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá?” Yahvé le respondió: “Sube.” Y preguntó David: “¿A dónde subiré?” Respondió Yahvé: “A Hebrón.” 2Subió, pues, allá David con sus dos mujeres, Ahinoam la jesreelita, y Abigail de Carmel, mujer de Nabal. 3David mandó que subiesen también los hombres que tenía consigo cada uno con su familia; y habitaron en las ciudades de Hebrón. 4[2026]Vinieron entonces los hombres de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá.

Mensaje a Jabés

Fue dicho a David: “Los hombres de Jabés-Galaad han dado sepultura a Saúl.” 5Por eso David envió mensajeros a los hombres de Jabés-Galaad, para decirles: “¡Benditos seáis de Yahvé! por cuanto habéis hecho esta obra para con Saúl, vuestro señor, dándole sepultura. 6¡Ahora pues, que use Yahvé con vosotros de misericordia y de fidelidad! y yo también os recompensaré esta buena acción que habéis hecho. 7[2027]Y ahora cobren fuerza vuestras manos, y sed valientes; pues muerto ya Saúl, vuestro señor, la casa de Judá me ha ungido a mí por rey suyo.”

Oposición de la casa de Saúl

8[2028]Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó a Isbóset, hijo de Saúl y lo llevó a Mahanaim, 9donde lo hizo rey sobre Galaad, sobre los asureos, sobre Jesreel, sobre Efraím, sobre Benjamín y sobre todo Israel. 10Isbóset, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Solo la casa de Judá seguía a David. 11El tiempo que reinó David en Hebrón sobre la casa de Judá, fue de siete años y seis meses.

La batalla de Gabaón

12[2029]Abner, hijo de Ner, y los siervos de Isbóset, hijo de Saúl, salieron de Mahanaim para Gabaón. 13También Joab, hijo de Sarvia, y los soldados de David, se pusieron en marcha, y los encontraron junto al estanque de Gabaón, donde acamparon, los unos de un lado del estanque, y los otros del otro lado. 14Dijo entonces Abner a Joab: “Levántense los jóvenes para escaramuzar delante de nosotros.” Joab respondió: “Que se levanten.” 15Se levantaron y avanzaron en igual número: doce de Benjamín, por parte de Isbóset, hijo de Saúl, y doce del ejército de David. 16Y asiendo cada uno a su adversario por la cabeza, le atravesó con la espada el costado, de manera que cayeron todos juntos; y fue llamado aquel sitio Helcat-Hasurim; está vecino a Gabaón. 17Y hubo aquel día una batalla muy reñida, en la cual Abner y los hombres de Israel fueron vencidos por el ejército de David.

Abner mata a Asael

18Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Asael era ligero de pies como una gacela del campo. 19Y persiguió Asael a Abner, sin desviarse ni a la derecha, ni a la izquierda en la persecución de Abner. 20Abner volvió la cara hacia atrás, y dijo: “¿Eres tú Asael?” El respondió: “Yo soy.” 21Y le dijo Abner: “Tuerce o a la derecha o a la izquierda, y acomete a uno de los muchachos y toma sus despojos.” Pero Asael no quiso apartarse de en pos de él. 22Segunda vez dijo Abner a Asael: “Apártate de en pos de mí. ¿Por qué he de derribarte por tierra? ¿Cómo podría yo después alzar mi rostro delante de Joab, tu hermano?” 23[2030]Mas él rehusó apartarse. Entonces Abner le hirió con la extremidad de la lanza, en el abdomen; y le salió la lanza por detrás, de manera que allí cayó, y allí mismo murió. Y todos los que llegaban al sitio donde Asael había caído muerto, se detenían. 24[2031]Mas Joab y Abisai persiguieron a Abner, y al ponerse el sol llegaron al collado de Ama, que está frente a Gíah, en el camino del desierto de Gabaón.

Armisticio entre Abner y Joab

25Entonces se reunieron los hijos de Benjamín en pos de Abner, y formando un solo tropel se apostaron en la cima de un collado. 26Y llamando Abner a Joab, dijo: “¿Ha de devorar la espada para siempre? ¿No sabes que al fin vendrá amargura? ¿Hasta cuándo, pues, tardarás en decir al pueblo que deje de perseguir a sus hermanos?” 27[2032]Respondió Joab: “¡Vive Dios! que si tú no hubieras hablado, el pueblo no habría cesado de perseguir a sus hermanos hasta mañana.” 28Entonces Joab tocó la trompeta, y se detuvo todo el pueblo, y no persiguieron más a Israel, sino que desistieron de guerra.

29[2033]Abner y sus gentes marcharon toda aquella noche por el Araba y después de pasar el Jordán, atravesaron todo el Bitrón, y llegaron a Mahanaim. 30Cuando Joab dejó de perseguir a Abner y reunió toda su gente, faltaron de las tropas de David diez y nueve hombres, además de Asael. 31Por su parte, las tropas de David habían herido de muerte a trescientos sesenta nombres de los benjaminitas y de los hombres de Abner. 32Llevaron a Asael y lo sepultaron en el sepulcro de su padre en Betlehem. Joab y sus hombres marcharon toda la noche y al rayar el día llegaron a Hebrón.

2 SAMUEL 3
La familia de David

1[2034]Duró largo tiempo la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se hacía cada vez más fuerte y la casa de Saúl iba decayendo de día en día. 2Le nacieron a David hijos en Hebrón. Su primogénito fue Ammón, hijo de Ahinoam de Jesreel; 3su segundo, Quileab, de Abigail de Carmel, mujer de Nabal; el tercero, Absalón, hijo de Maacá, hija de Talmai, rey de Gesur; 4el cuarto, Adonías, hijo de Hagit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital; 5el sexto, Itream, de Eglá, mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón.

Abner se pasa a David

6Mientras duraba la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner se hizo poderoso en la casa de Saúl. 7Saúl había tenido una concubina que se llamaba Resfá, hija de Ayá; y dijo (Isbóset) a Abner: “¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre?” 8[2035]Abner se irritó mucho por las palabras de Isbóset, y le dijo: “¿Soy yo acaso una cabeza de perro de Judá? Hoy todavía sigo haciendo favores a la casa de Saúl tu padre, a sus hermanos y a sus amigos, y no te he entregado en manos de David; ¿y tú me haces hoy reproches por causa de esa mujer? 9Esto haga Dios a Abner, y aun esotro si yo no hago para con David, según lo que le ha jurado Yahvé (prometiéndole) 10que quitaría el reino a la casa de Saúl, para establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Bersabee.” 11Y el no pudo responder a Abner, porque le temía.

12Luego envió Abner mensajeros que de su parte dijesen a David: “¿De quién es el país? Haz, pues, tú alianza conmigo, y he aquí que mi mano te ayudará para hacer que se vuelva a ti todo Israel.” 13[2036]Respondió: “Bueno, yo haré alianza contigo; pero una cosa te exijo, y es, que no verás mi rostro sin traer a Micol, hija de Saúl, cuando vengas a ver mi rostro.” 14Y envió David mensajeros a Isbóset, hijo de Saúl, diciendo: “Restitúyeme mi mujer Micol, la que desposé conmigo por cien prepucios de filisteos.” 15Envió, pues, Isbóset a quitársela a su marido Faltiel, hijo de Laís. 16Y la acompañó su marido, andando y llorando en pos de ella, hasta Bahurim, donde Abner le dijo: “¡Anda, vuélvete!” Y se volvió. 17Entretanto habló Abner con los ancianos de Israel; diciendo: “Hace ya mucho tiempo que deseáis tener a David por rey sobre vosotros. 18Hacedlo, pues, ahora, porque así ha dicho Yahvé a David: «Por mano de mi siervo David salvaré a Israel mi pueblo, de las manos de los filisteos y de todos sus enemigos».” 19Abner habló también a los de Benjamín. Y luego fue Abner a Hebrón a comunicar a David todo lo que parecía bien a Israel y a toda la casa de Benjamín.

Abner asesinado por Joab

20Vino Abner a David, a Hebrón, y con él veinte hombres. Y David dio un banquete a Abner y a los hombres que le acompañaban. 21Después dijo Abner a David: “Me levantaré y partiré, para reunir a todo Israel con mi señor el rey; ellos harán alianza contigo y tú podrás reinar sobre cuanto desee tu alma.” Luego David despidió a Abner, el cual se marchó en paz.

22En esto vinieron los siervos de David y Joab, de vuelta de una correría, trayendo consigo grandes despojos. —Abner no se hallaba más en Hebrón con David, porque este le había despedido ya y él se había ido en paz—. 23Cuando Joab y toda la tropa que con él estaba entraron, le dieron a Joab esta noticia: “Vino Abner, hijo de Ner, al rey, y este le ha despedido, y él se ha ido en paz.” 24[2037]Entonces Joab llegado al rey le dijo: “¿Qué has hecho? He aquí que Abner vino a ti. ¿Por qué le despediste de modo que ha podido irse en paz? 25¿Tú conoces a Abner, hijo de Ner, el cual ha venido a engañarte y a espiar tus actividades y averiguar cuánto haces?”

26Salió Joab de la presencia de David, y sin que este lo supiera, envió mensajeros tras Abner, los cuales le hicieron volver desde el pozo de Sirá. 27[2038]Vuelto Abner a Hebrón, le llamó Joab aparte al interior de la puerta como para hablar con él en secreto; y allí le hirió en el vientre, para vengar la sangre de su hermano Asael. Y Abner murió. 28Cuando después lo supo David, dijo: “Yo y mi reino somos eternamente inocentes, delante de Yahvé, de la sangre de Abner, hijo de Ner. 29[2039]¡Caiga (su sangre) sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa de su padre! ¡No falte jamás en la casa de Joab quien padezca de flujo, ni leproso, ni quien se sostenga sobre muleta, ni quien caiga a cuchillo, ni quien carezca de pan!” 30Así Joab y Abisai, su hermano, mataron a Abner, porque este había muerto a Asael, hermano de ellos, en la batalla de Gabaón.

Duelo de David por Abner

31David dijo a Joab y a todo el pueblo que había con él: “¡Rasgaos los vestidos, ceñíos de saco, y haced duelo por Abner!” Y el rey David iba detrás del féretro. 32Sepultaron a Abner en Hebrón, y el rey, levantando la voz, lloró junto al sepulcro de Abner, y lloró todo el pueblo. 33[2040]El rey entonó también una elegía por Abner y dijo:

“Cual muere un insensato

¡así había de morir Abner!

34Tus manos nunca estaban atadas,

ni encadenados con grillos tus pies:

Caíste como quien cae por manos de malvados.”

Y todo el pueblo continuó llorando por él. 35Acercose todo el pueblo para invitar a David a que comiese pan, siendo aún de día; mas juró David, diciendo: “¡Esto haga Dios conmigo, y otras cosas más, si antes de la puesta del sol probare yo pan u otra cosa alguna!” 36Todo el pueblo observaba esto, y le agradó, como todo cuanto hacía el rey parecía bien a todo el pueblo. 37En aquel día conoció todo el pueblo y todo Israel que el asesinato de Abner, hijo de Ner, no fue por obra del rey. 38Dijo también el rey a sus siervos: “¿No sabéis que un príncipe, uno de los grandes ha caído hoy en Israel? 39[2041]Yo soy hoy todavía débil, aunque ungido rey; y estos hombres, los hijos de Sarvia, son más fuertes que yo. ¡Que Yahvé pague al que hace mal, conforme a su maldad!”

2 SAMUEL 4
Muerte de Isbóset

1Cuando el hijo de Saúl supo que Abner había sido muerto en Hebrón, se le cayeron las manos y todo Israel quedó consternado. 2Tenía el hijo de Saúl dos hombres, capitanes de tropas guerrilleras, de los cuales uno se llamaba Baaná, y el otro Recab, hijos de Rimón beerotita, de los hijos de Benjamín pues Beerot se cuenta también entre (las ciudades) de Benjamín, 3aunque los beerotitas habían huido a Gitaim, quedándose allí como forasteros hasta el día de hoy. 4[2042]Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo tullido de los pies. Tenía este cinco años cuando vino de Jesreel la noticia (de la muerte) de Saúl y de Jonatán. Lo tomó su nodriza y echó a huir, pero en la precipitación de la fuga cayó él y quedó cojo. Se llamaba Mefibóset.

5Fueron, pues, los hijos de Rimón beerotita, Recab y Baaná, y a la hora del calor del día entraron en casa de Isbóset, el cual estaba durmiendo la siesta del mediodía. 6Penetraron en el interior de la casa como para buscar trigo, y le hirieron en la ingle. Después huyeron Recab y su hermano Baaná. 7[2043]Habían entrado en la casa, donde le encontraron tendido sobre su cama, en su cámara de dormir. Allí lo hirieron de muerte, y después de cortarle la cabeza marcharon toda la noche por el camino del Arabá.

CASTIGO DE LOS ASESINOS

8Trajeron la cabeza de Isbóset a David, a Hebrón, y dijeron al rey: “Aquí tienes la cabeza de Isbóset, hijo de Saúl, tu enemigo, que atentaba contra tu vida. Yahvé ha vengado hoy a mi señor, el rey, de Saúl y de su linaje.” 9Respondió David a Recab y a Baaná su hermano, hijos de Rimón beerotita, y les dijo: “¡Vive Yahvé, que ha librado mi vida de todo peligro! 10[2044]Al que me avisó, diciendo: “He aquí, ha muerto Saúl”, creyéndose portador de una buena nueva, le hice prender y matar en Siceleg, en vez de darle albricias por la noticia. 11¡Cuánto más ahora, que unos hombres malvados han muerto a un hombre justo en su casa, sobre su cama!, ¿no he de demandar su sangre de vuestras manos y borraros de la tierra? 12Mandó, pues, David a sus criados, los cuales los mataron; y cortándoles las manos y los pies, los colgaron junto al estanque de Hebrón. Después tomaron la cabeza de Isbóset y la sepultaron en el sepulcro de Abner en Hebrón.

II. DAVID, REY DE TODO ISRAEL
2 SAMUEL 5
David aclamado rey por todo Israel

1[2045]Entonces llegaron todas las tribus de Israel a David, a Hebrón, y le hablaron, diciendo: “He aquí que hueso tuyo y carne tuya somos. 2Ya anteriormente, cuando Saúl era rey sobre nosotros, capitaneabas tú a Israel en sus salidas y en sus entradas. Además te ha dicho Yahvé: ‘Tú apacentarás a Israel mi puedo, y tú serás el príncipe sobre Israel’.” 3Llegaron, pues, todos los ancianos de Israel al rey, a Hebrón, y el rey David hizo alianza con ellos delante de Yahvé en Hebrón; y ellos ungieron a David por rey sobre Israel. 4Treinta años tenía David cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. 5En Hebrón reinó sobre Judá siete años y seis meses; y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá.

Conquista de Jerusalén

6[2046]Y marchó el rey con su gente a Jerusalén, contra los jebuseos, que habitaban todavía en el país. Estos decían a David: “Aquí no entrarás; los ciegos y los cojos bastarán para rechazarte con solo decir: ¡David no entrará aquí!” 7Sin embargo David se apoderó de la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David, 8[2047]En aquel día dijo David: “¿Quién bate a los jebuseos, acercándose por el canal y (saca) a esos ‘cojos y ciegos’, aborrecidos del alma de David?” Por eso se dice: “Ni ciego ni cojo entrará en la casa.” 9[2048]David se estableció en la fortaleza, y la llamó ciudad de David. David hizo construcciones al contorno, desde el Millo para adentro. 10Así se hizo David cada vez más grande, y Yahvé, el Dios de los Ejércitos, estaba con él.

Embajada del rey de Tiro

11Hiram, rey de Tiro, envió mensajeros a David, con madera de cedro, y carpinteros y canteros, los cuales edificaron una casa para David. 12Y conoció David que Yahvé le había confirmado como rey sobre Israel, y que había ensalzado su reino, por amor de Israel, su pueblo.

Hijos de David

13[2049]Tomó David más concubinas y mujeres de Jerusalén, después que vino de Hebrón; y le nacieron a David más hijos e hijas. 14Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 15Ibhar, Elisúa, Néfeg, Jafía, 16Elisamá, Eliadá y Elifélet.

Victoria sobre los filisteos

17[2050]Luego que los filisteos oyeron que David había sido ungido rey sobre Israel, subieron todos ellos en busca de David. Tan pronto como lo supo David bajó a la fortaleza. 18[2051]Entretanto vinieron los filisteos y se extendieron por el valle de Refaím. 19Entonces consultó David a Yahvé preguntando: “¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?” Y Yahvé respondió a David: “Sube, que sin falta entregaré a los filisteos en tus manos.” 20Vino, pues, David a Baal-Ferasim y allí los derrotó y dijo: “Yahvé ha roto a mis enemigos, delante de mí, como rompen las agitas.” Por lo cual fue llamado aquel lugar Baal-Ferasim. 21(Los filisteos) dejaron allí sus ídolos, donde David y su gente los recogieron.

22Volvieron los filisteos a subir y se desparramaron por el valle de Refaím. 23[2052]Y consultó David a Yahvé; el cual respondió: “No subas; da la vuelta por detrás de ellos, y atácalos desde el lado de los árboles de bálsamo. 24Y cuando oyeres el ruido de pasos por las copas de los árboles de bálsamo, te darás prisa, porque entonces sale Yahvé delante de ti para derrotar al ejército de los filisteos.” 25David, lo hizo así, según se lo había mandado Yahvé; y derrotó a los filisteos desde Gueba hasta la entrada de Guézer.

2 SAMUEL 6
Traslado del arca a la casa de Obededom

1[2053]David congregó de nuevo a todos los escogidos de Israel: treinta mil hombres. 2Y levantándose David, con todo el pueblo que lo acompañaba, se puso en marcha desde Baalé-Judá, para traerse de allí el Arca de Dios, sobre la cual es invocado el Nombre de Yahvé de los Ejércitos, sentado sobre los querubines. 3CoIocaron el Arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, situada en el collado; Ozá y Ahío, hijos de Abinadab, conducían el carro nuevo. 4Lo sacaron de la casa de Abinadab, que está en el collado, junto con el Arca de Dios; y Ahío iba delante del Arca. 5David y toda la casa de Israel hacían danzas delante de Yahvé, con toda suerte de instrumentos de madera de ciprés; con cítaras, salterios, tamboriles, sistros y címbalos.

6Cuando llegaron a la era de Nacón, extendió Ozá la mano hacia el Arca de Dios y la agarró, porque los bueyes resbalaban. 7[2054]Entonces se encendió la ira de Yahvé contra Ozá, y le hirió allí Dios por su temeridad, y murió en ese mismo lugar, junto al Arca de Dios. 8David se consternó por cuanto había estallado la ira de Yahvé contra Ozá, y se llamó aquel sito Pérez-Ozá hasta el día de hoy. 9Y David tuvo temor de Yahvé en aquel día, y dijo: “¿Cómo he de traer a mí el Arca de Dios?” 10[2055]Y no quiso David que se llevase el Arca de Yahvé hacia él, a la ciudad de David, por lo cual la trasladó a la casa de Obededom geteo. 11Permaneció, pues, el Arca de Yahvé tres meses en la casa de Obededom geteo, y Yahvé bendijo a Obededom y a toda su casa.

Traslado del arca a Jerusalén

12Dijeron al rey David: “Ha bendecido Yahvé a la casa de Obededom y a todo cuanto tiene, por causa del Arca de Dios.” Entonces fue David, y con gran júbilo trasladó el Arca de Dios desde la casa de Obededom a la ciudad de David. 13Apenas los portadores del Arca de Yahvé habían andado seis pasos, fue inmolado un toro y un novillo cebado. 14[2056]David danzaba con toda su fuerza delante de Yahvé e iba ceñido de un efod de lino fino. 15Así David y toda la casa de Israel subieron el Arca de Yahvé con gran júbilo y al son de trompetas. 16Al entrar el Arca de Dios en la ciudad de David, Micol, hija de Saúl, miró por la ventana, y viendo al rey David cómo saltaba y danzaba delante de Yahvé, le despreció en su corazón. 17[2057]Introdujeron, pues, el Arca de Yahvé y la colocaron en su lugar, en medio del Tabernáculo que David había levantado para ella. Luego ofreció David ante Yahvé holocaustos y sacrificios pacíficos.

18Habiendo terminado de ofrecer los holocaustos y los sacrificios pacíficos David bendijo al pueblo en nombre de Yahvé de los Ejércitos. 19Después repartió a todo el pueblo, a toda la muchedumbre de Israel, hombres y mujeres, a cada cual una torta de pan, una porción de carne y un pastel de pasas. Con esto se retiró todo el pueblo, cada cual a su casa.

Castigo de Micol

20[2058]Cuando David se retiró para bendecir a su casa, le salió al encuentro Micol, hija de Saúl, y le dijo: “¡Qué bella figura ha hecho hoy el rey de Israel, descubriéndose a la vista de las siervas de sus servidores, al modo que se desnuda un bufón!” 21Pero David respondió a Micol: “Delante de Yahvé, que con preferencia a tu padre y a toda su casa me eligió para constituirme príncipe del pueblo de Yahvé, de Israel, delante de Yahvé he danzado. 22Y me humillaré todavía más y me haré despreciable a mis propios ojos, y seré tenido en honor por las siervas de que has hablado.” 23[2059]Y Micol, hija de Saúl, no tuvo hijo hasta el día de su muerte.

2 SAMUEL 7
Proyecto de levantar un templo

1[2060]Cuando el rey se había establecido en su casa, y Yahvé le había dado descanso de todos sus enemigos en derredor, 2[2061]dijo al profeta Natán: “¿No ves que yo habito en casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en medio de una tienda?” 3Natán contestó al rey: “Anda, haz todo cuanto tienes en tu corazón; porque Yahvé es contigo.”

4Mas aquella noche recibió Natán una palabra de Yahvé, que decía: 5“Anda, y di a mi siervo David: «Así dice Yahvé: ¿Tú quieres edificarme una Casa para que habite en ella? 6Yo nunca he habitado en Casa alguna desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta el día de hoy, sino que he andado de un lugar a otro en una tienda y en un tabernáculo. 7Durante todo el tiempo en que he andado en medio de todos los hijos de Israel, ¿he hablado Yo jamás a alguna de las tribus de Israel, a las que he encargado el gobierno de Israel mi pueblo, diciendo: «Por qué no me habéis edificado una Casa de cedro?»

Promesa mesiánica

8[2062]Habla, pues, ahora de esta manera a mi siervo David: «Así dice Yahvé de los Ejércitos: Yo te saqué de las dehesas, de detrás de las ovejas, para que seas príncipe de Israel, mi pueblo. 9He estado contigo dondequiera que andabas, he exterminado a todos tus enemigos de delante de ti, y he hecho grande tu nombre como el nombre de los más grandes de la tierra. 10He señalado un lugar para Israel, mi pueblo, y lo he plantado, de modo que puede habitar en su propio lugar, sin ser inquietado, pues los hijos de iniquidad ya no lo oprimirán como antes. 11[2063]desde el día en que constituí jueces sobre Israel mi pueblo. Te he dado descanso de todos tus enemigos, y Yahvé te hace saber que Él te edificará una casa. 12Cuando se cumplieren tus días y tú descansares con tus padres. Yo suscitaré después de ti, un descendiente tuyo que ha de salir de tus entrañas, y haré estable su reino. 13[2064]Él edificará una casa para mi nombre: y Yo afirmaré el trono de su reino para siempre, 14Yo seré su Padre y el será mi hijo. Cuando obrare mal, le reprenderé con vara de hombres y con azotes de hombres. 15Con todo no se apartará de él mi misericordia como la aparté de Saúl, al cual he quitado de delante de ti. 16[2065]Tu casa y tu reino serán estables ante Mí eternamente, y tu trono será firme para siempre.»” 17Conforme a todas estas palabras, y a toda esta visión, así habló Natán a David.

David da gracias al Señor

18[2066]Entró entonces el rey David y permaneciendo en la presencia de Yahvé, dijo: “¿Quién soy yo, oh Señor, Yahvé, y cuál es mi casa, para que me hayas conducido hasta aquí? 19[2067]Y como si esto fuese aun poco a tus ojos, Señor, Yahvé, has hablado de nuevo también en favor de la casa de tu siervo para los tiempos futuros. ¿Es esta la costumbre de los hombres?, oh Señor Yahvé. 20¿Y qué más podrá decirte David? Pues Tú, oh Señor Yahvé, conoces a tu siervo. 21Según tu palabra y según tu corazón has hecho toda esta obra tan grande, y la has dado a conocer a tu siervo. 22Por eso eres grande, oh Yahvé Dios; pues no hay nadie como Tú, ni hay Dios alguno fuera de Ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos. 23[2068]¿Y hay en la tierra pueblo como tu pueblo, como Israel, al que Dios haya venido a rescatarle para hacerle el pueblo suyo y darle nombre, obrando maravillas en su favor y prodigios en favor de tu tierra, rechazando de delante de tu pueblo que redimiste de Egipto para Ti mismo, las naciones con sus dioses? 24[2069]Tú constituiste a tu pueblo Israel pueblo tuyo para siempre; y Tú, oh Yahvé, te hiciste Dios suyo. 25Ahora pues, oh Yahvé Dios, mantén siempre firme la promesa que has hecho respecto de tu siervo y respecto de tu casa, y haz según tu promesa. 26[2070]Y sea ensalzado tu nombre para siempre, y se diga: Yahvé de los Ejércitos es Dios sobre Israel, y sea estable la casa de tu siervo David delante de tu rostro. 27Porque Tú, Yahvé de los Ejércitos, Dios de Israel, has dado a tu siervo esta revelación, diciendo: ‘Te edificaré una casa’; por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. 28Ahora pues, oh Señor Yahvé, Tú eres Dios y tus palabras son fieles. Ya que prometiste a tu siervo este bien, 29sea ahora de tu agrado bendecir la casa de tu siervo, para que subsista siempre delante de Ti; pues Tú, Señor Yahvé, lo has prometido; y con tu bendición será por siempre bendita la casa de tu siervo.”

2 SAMUEL 8
Victorias de David

1[2071]Después de esto derrotó David a los filisteos y los sojuzgó; y David arrebató de las manos de los filisteos el mando de la capital. 2[2072]Derrotó también a los moabitas; y tendiéndolos en el suelo los midió con la cuerda: midió dos cuerdas sobre los que tenían que morir, y una cuerda entera sobre quienes quedaban con vida. Con esto los moabitas vinieron a ser siervos de David y trajeron tributo. 3[2073]David derrotó también a Hadadéser, hijo de Rehob, rey de Sobá, cuando este salió a restablecer su dominio sobre el río Éufrates. 4[2074]David le tomó mil setecientos soldados de a caballo y veinte mil de a pie; y desjarretó David todos los caballos de los carros, sin dejar más que cien carros. 5Acudieron los sirios de Damasco en ayuda de Hadadéser, rey de Sobá; pero David mató de los sirios veintidós mil hombres. 6Y puso David guarniciones en la Siria de Damasco, de modo que los sirios vinieron a ser siervos de David y trajeron tributo. Yahvé hizo triunfar a David dondequiera que fue. 7David se llevó los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadadéser, y los trajo a Jerusalén; 8[2075]y de Beta y de Berotai, ciudades de Hadadéser, tomó el rey David grandes cantidades de bronce.

9[2076]Cuando Tou, rey de Hamat, oyó que David había destrozado todo el ejército de Hadadéser, 10envió a Joram, su hijo, al rey David, para saludarle y bendecirle por haber atacado y vencido a Hadadéser, porque Tou era enemigo de Hadadéser. (Joram) trajo consigo vasos de plata, vasos de oro y vasos de bronce, 11los cuales el rey David consagró también a Yahvé, además de la plata y el oro que de todos los pueblos sometidos había tomado para consagrarlo; 12a saber, de Siria, de Moab, de los hijos de Arrimón, de los filisteos, de Amalec y del botín tomado a Hadadéser, hijo de Rehob, rey de Sobá. 13[2077]David se hizo también muy célebre cuando, de vuelta de la victoria sobre los sirios, derrotó a diez y ocho mil (Idumeos) en el valle de las Salinas. 14Puso también guarniciones en Edom; en toda la comarca de Edom puso guarniciones, y todos los idumeos vinieron a ser siervos de David. Yahvé le dio la victoria a David en todas sus expediciones.

Los ministros de David

15[2078]Reinó David sobre todo Israel, juzgando y haciendo justicia a todo su pueblo. 16Joab, hijo de Sarvia, mandaba el ejército; Josafat, hijo de Ahilud, era cronista; 17Sadoc, hijo de Aquitob, y Aquimelec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Saraías era secretario; 18[2079]Banaías, hijo de Joiadá, mandaba a los cereteos y feleteos. Y los hijos de David eran ministros.

2 SAMUEL 9
David y Mefibóset

1[2080]Preguntó David: “¿Queda todavía alguno de la casa de Saúl, a quien pueda yo hacer merced por amor a Jonatán?” 2Y había un siervo de la casa de Saúl que se llamaba Sibá, al cual llamaron ante David, y el rey le preguntó: “¿Eres tú Sibá?” Él respondió: “Tu siervo.” 3Dijo el rey: “¿Queda aún persona alguna de la casa de Saúl para que pueda yo hacerle misericordia de Dios?” Sibá respondió al rey: “Vive todavía un hijo de Jonatán, lisiado de ambos pies.” 4El rey le preguntó: “¿Dónde está?” Y dijo Sibá al rey: “He aquí que está en casa de Maquir, hijo de Amiel, en Lodebar.” 5Entonces el rey David envió por él, y le trajeron de la casa de Maquir, hijo de Amiel, de Lodebar. 6Llegó, pues, Mefibóset, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, a David, y prosternándose cayó sobre su rostro. Dijo David: “¿Mefibóset?” A lo cual él respondió: “Aquí tienes a tu siervo.” 7“No temas, le dijo David, pues pienso hacerte merced, por amor a Jonatán, tu padre; te restituiré todas las heredades de tu abuelo Saúl y comerás siempre a mi mesa.” 8[2081]Entonces él le hizo profunda reverencia, y exclamó: “¿Qué soy yo, siervo tuyo, para que vuelvas tu rostro hacia un perro muerto cual soy yo?”

9Luego llamó el rey a Sibá, siervo de Saúl, y le dijo: “Todo cuanto era de Saúl y de toda su casa se lo doy al hijo de tu señor. 10Labrarás para él las tierras, tú y tus hijos y tus siervos, y harás la cosecha para que la casa de tu señor tenga pan que comer; mas Mefibóset, hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa.” Tenía Sibá quince hijos y veinte siervos; 11y dijo Sibá al rey: “Tu siervo hará todo lo que mi señor, el rey, le ha mandado.” Comió, pues, Mefibóset a la mesa (de David), como uno de los hijos del rey. 12Tenía Mefibóset un hijo pequeño, que se llamaba Micá; y todos los que vivían en la casa de Sibá eran siervos de Mefibóset. 13Mefibóset habitaba en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; era cojo de ambos pies.

2 SAMUEL 10
Victoria sobre los ammonitas

1Después de esto aconteció que murió el rey de los hijos de Ammón, y le sucedió en el reino su hijo Hanún. 2Dijo entonces David: “Mostraré benevolencia a Hanún, hijo de Nahás, como su padre usó de benevolencia conmigo.” Envió, pues, David a sus siervos para consolarle (de la muerte) de su padre. Pero llegados que hubieron los siervos de David al país de los hijos de Ammón, 3[2082]dijeron los príncipes de los hijos de Ammón a Hanún, su señor: “¿Crees tú que para honrar a tu padre, David te ha enviado consoladores? ¿No te habrá mandado David sus siervos para examinar y explorar la ciudad, a fin de destruirla?” 4[2083]Entonces tomó Hanún a los siervos de David, les rapó la mitad de la barba y les cortó la mitad inferior de los vestidos, hasta la cintura, y los despachó. 5Cuando David tuvo conocimiento de esto, envió mensajeros a su encuentro, porque esos hombres estaban sumamente avergonzados. Les mandó, pues, el rey: “Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y luego volveréis.”

6[2084]Viendo los hijos de Ammón que se habían hecho odiosos a David, enviaron mensajeros y tomaron a sueldo veinte mil soldados de los sirios de Bet-Rehob y de los sirios de Soba, mil del rey de Maacá y doce mil de los hombres de Tob. 7Cuando lo supo David, envió a Joab y todo el ejército, todas las tropas valientes. 8Salieron los hijos de Ammón y se formaron en orden de batalla a la entrada de la puerta, mientras los sirios de Soba y de Rehob, así como los hombres de Tob y de Maacá, estaban aparte en el campo. 9Al ver Joab los (dos) frentes de batalla, uno por delante, y otro por las espaldas, escogió de entre todos los escogidos de Israel (un cuerpo) que puso en orden de batalla contra los sirios, 10entregando el resto del pueblo en manos de Abisai, su hermano, el cual los formó en orden de batalla contra los hijos de Ammón. 11Y dijo (Joab): “Si los sirios prevalecieren contra mí, tú me ayudarás; y si los hijos de Ammón prevalecieren contra ti, iré yo a ayudarte. 12[2085]¡Ten buen ánimo, y esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios; y que haga Yahvé lo que sea de su mayor agrado!” 13Efectivamente, cuando Joab y la gente que con él estaba avanzaron para atacar a los sirios, estos huyeron delante de él. 14[2086]Y al ver los hijos de Ammón que huían los sirios huyeron ellos también delante de Abisai, retirándose a la ciudad. Entonces Joab volvió de la guerra contra los hijos de Ammón y vino a Jerusalén.

Nuevo triunfo sobre los ammonitas

15Viendo los sirios que habían sido vencidos por los hijos de Israel, concentraron todas sus fuerzas, 16y Hadadéser hizo venir a los sirios que habitaban al otro lado del río, los cuales vinieron a Helam, capitaneados por Sobac, general de las tropas de Hadadéser. 17De lo cual informado David, reunió a todo Israel, pasó el Jordán y llegó a Helam. Los sirios se pusieron en orden de batalla contra David y trabaron con él combate. 18[2087]Pero huyeron delante de Israel; y David les mató los caballos de setecientos carros de guerra y cuarenta mil hombres de a caballo; hirió también a Sobac, general del ejército, que murió allí mismo. 19Y todos los reyes vasallos de Hadadéser, viéndose vencidos por Israel, hicieron paces con Israel y se sometieron; y los sirios no se atrevieron más a ayudar a los hijos de Ammón.

III. DAVID, EL REY PENITENTE
2 SAMUEL 11
Adulterio de David con Betsabee

1[2088]Al año siguiente, al tiempo que los reyes suelen salir a campaña, envió David a Joab y con él a sus servidores y a todo Israel, para que devastaran (el país) de los hijos de Ammón y pusieran sitio a Rabbá; David, empero, se quedó en Jerusalén. 2Una tarde, cuando David se levantó de su cama y se puso a pasear sobre el terrado del palacio real, vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando. La mujer era muy hermosa. 3David hizo averiguar quién era aquella mujer. Le dijeron: “Es Betsabee, hija de Eliam, mujer de Urías, el heteo.” 4[2089]Entonces David envió mensajeros y la tomó; y llegada que hubo a su presencia se acostó con ella, apenas purificada de su inmundicia. Luego ella volvió a su casa, 5y habiendo concebido mandó aviso a David, diciendo: “Estoy encinta.”

David y Urías

6Luego David mandó a Joab esta orden: “Envíame a Urías, el heteo. Y Joab le envió a David. 7Llegado Urías a David, este preguntó cómo estaba Joab y la gente y cómo andaba la guerra. 8Después dijo David a Urías: “Baja a tu casa y lava tus pies.” Y salió Urías de la casa del rey y le siguió la comida de la mesa del rey. 9Pero Urías durmió a la entrada de la casa del rey con los demás siervos de su señor, y no bajó a su casa. 10Lo contaron a David, diciendo: “Urías no ha bajado a su casa.” Y dijo David a Urías: “¿No has venido de viaje? ¿Por qué, pues, no has bajado a tu casa?” 11[2090]Urías respondió a David: “El Arca e Israel y Judá viven en tiendas, y mi señor Joab, con los servidores de mi señor, están acampados al raso; ¿e iría yo a mi casa, para comer y beber y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida, y por la vida de tu alma, que no haré tal cosa!” 12Replicó David a Urías: “Quédate aquí también hoy, y mañana te despacharé.” Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el día siguiente. 13David lo convidó a comer y beber con él, procurando embriagarlo, mas a la noche salió (Urías) y se acostó para dormir con los siervos de su señor; y no bajó a su casa.

14Al día siguiente David escribió una carta a Joab, y se la remitió por mano de Urías. 15[2091]Decía en la carta: “Poned a Urías en aquel punto del frente donde más recio sea el combate, y retiraos de él para que sea herido y muera.” 16Joab, que sitiaba la ciudad, puso entonces a Urías en el lugar donde sabía que estaban los guerreros más valientes. 17Y cuando los hombres de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab, cayeron del pueblo algunos de los siervos de David, y murió también Urías, el heteo. 18Luego Joab mandó (un mensajero) e informó a David de todos los detalles del combate, 19y dio esta orden al mensajero: “Cuando acabares de contar al rey todos los detalles del combate, 20y el rey montando en cólera te pregunte: «¿Por qué os acercasteis a la ciudad para combatirla? ¿No sabíais que desde el muro habían de tirar sobre vosotros? 21[2092]¿Quién mató a Abimelec, hijo de Jerobaal? ¿No fue una mujer que arrojó sobre él desde la muralla la piedra superior de un molino, de modo que murió en Tebes? ¿Cómo, pues, os acercasteis a la muralla?» Tú entonces le dirás: «Quedó muerto también tu siervo Urías, el heteo».”

22Fue, pues, el mensajero, y llegado a David le contó todo lo que Joab le había mandado. 23Dijo el mensajero a David: “Esas gentes han tenido una ventaja sobre nosotros. Hicieron una salida contra nosotros al campo y las rechazamos hasta la entrada de la puerta. 24Pero los flecheros tiraron desde la muralla sobre tus siervos, y murieron algunos de los siervos del rey; y también tu siervo Urías, el heteo, quedó muerto.” 25Entonces dijo David al mensajero: “Así dirás a Joab: No te aflijas por este asunto, porque la espada devora una vez a este, y otra vez a otro. Intensifica tu combate contra la ciudad y destrúyela. Y tú mismo, aliéntalo.”

David se casa con Betsabee

26Cuando la mujer de Urías supo que había muerto su marido Urías, hizo duelo por su señor; 27[2093]y pasado el duelo, envió David y la recogió en su casa. Ella fue su mujer, y le dio un hijo. Pero lo que David había hecho fue malo a los ojos de Yahvé.

2 SAMUEL 12
Natán anuncia a David el castigo

1Yahvé envió entonces a Natán, el cual llegó a David y le dijo: “Había en una ciudad dos hombres, el uno rico y el otro pobre. 2El rico tenía ovejas y ganado mayor en grandísimo número, 3el pobre, en cambio, no tenía más que una ovejita, que había comprado y criado, y la cual había crecido juntamente con él y con sus hijos, comiendo de su bocado y bebiendo de su copa y durmiendo en su seno; y era para él como una hija. 4Mas llegó un viajero al hombre rico, y este, no queriendo tocar a sus ovejas ni a sus bueyes para aderezarlos al viajero que le había llegado, tomó la ovejita del hombre pobre y la aderezó para el hombre que había venido a su casa.”

5Se irritó David fuertemente contra aquel hombre y dijo a Natán: “¡Vive Yahvé que el hombre que ha hecho esto es digno de muerte! 6[2094]Restituirá la oveja cuatro veces, por haber hecho esto y no haber tenido piedad.” 7Dijo entonces Natán a David: “Ese hombre eres tú. Así dice Yahvé, el Dios de Israel: «Yo te ungí rey sobre Israel y te libré de la mano de Saúl; 8te di la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado también la casa de Israel y de Judá; y si esto te parece poco, te daré por añadidura aún cosas mayores. 9¿Por qué, pues, has vilipendiado el mandamiento de Yahvé, haciendo lo que es malo a sus ojos? Has matado a espada a Urías, el heteo, y has tomado a su mujer por mujer tuya, hiriéndole a él con la espada de los hijos de Ammón. 10Por eso nunca se apartará la espada de tu casa; pues me has despreciado, tomando a la mujer de Urías, el heteo, para que sea mujer tuya.» 11[2095]Así dice Yahvé: «He aquí que Yo suscitaré desgracias contra ti de entre tu misma familia. Quitaré tus mujeres ante tus mismos ojos y se las daré a tu prójimo, el cual se acostará con ellas a la luz de este sol. 12Tú lo has hecho en secreto, pero Yo haré esto a vista de todo Israel y a la luz del sol».”

Penitencia de David

13[2096]Dijo entonces David a Natán: “He pecado contra Yahvé.” Y respondió Natán a David: “Yahvé, por su parte ha perdonado tu pecado; no morirás. 14[2097]Pero puesto que con esta acción has dado a los enemigos de Yahvé ocasión de blasfemar, por eso el niño que te ha nacido morirá irremisiblemente.” 15Con esto Natán se fue a su casa, y Yahvé hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, de modo que enfermó gravemente. 16David rogó a Dios por el niño y ayunó rigurosamente; y retirándose pasaba las noches acostado en tierra. 17Los ancianos de su casa le instaron para obligarle a que se levantase de la tierra; pero él no quiso hacerlo ni tomar con ellos alimento.

18Al séptimo día murió el niño; mas los siervos de David no se atrevían a darle la noticia de que había muerto el niño, porque decían: “Si cuando aún vivía el niño le hablábamos y él no quería escuchar nuestra voz, ¿cómo podemos decirle que el niño ha muerto? ¿No le causará daño?” 19Pero David, al ver que sus siervos cuchicheaban entre sí, conoció que el niño había muerto, por lo cual dijo a sus siervos: “¿Ha muerto el niño?” Y ellos respondieron: “Ha muerto.” 20[2098]Entonces se levantó David del suelo, se lavó y se ungió, y después de mudarse las ropas fue a la Casa de Yahvé y se prosternó. Luego vuelto a su casa pidió que le sirvieran la comida y comió. 21Preguntáronle sus siervos: “¿Qué es esto que estás haciendo? Cuando el niño aún vivía, ayunabas y llorabas; y ahora que el niño ha muerto te levantas y comes pan.” 22A lo que respondió: “Yo ayunaba y lloraba por el niño cuando aún vivía, pues decía: «¿Quién sabe si Yahvé no tendrá piedad de mí, y el niño quedará con vida?» 23Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré acaso restituirle la vida? Yo iré a él, pero él no vendrá más a mí.”

24[2099]Luego consoló David a Betsabee, su mujer, y entrado donde ella estaba se llegó a ella; la cual le dio un hijo, al que puso por nombre Salomón. Y Yahvé le amó, 25y envió al profeta Natán, que le dio el nombre de Yedidyá, por amor de Yahvé.

Conquista de Rabbá

26Entretanto Joab prosiguió la guerra contra Rabbá de los ammonitas, y tomó la ciudad real. 27[2100]Envió, pues, Joab mensajeros a David que dijeran: “He atacado a Rabbá y he tomado la ciudad de las aguas. 28Junta, pues, ahora el resto del pueblo y ven a acampar contra la ciudad para tomarla, no sea que tome yo la ciudad y tenga el honor de la victoria.” 29Entonces David juntó todo el pueblo y marchó a Rabbá; la atacó y se apoderó de ella. 30[2101]Y quitó de la cabeza de su rey la corona, que pesaba un talento de oro y tenía una piedra preciosa. Esta fue puesta en la cabeza de David, el cual tomó de la ciudad un botín muy grande. 31[2102]Sacó también a los habitantes de la misma y los puso a las sierras, a los picos de hierro y a las hachas de hierro, y los llevó a los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todas las ciudades de los hijos de Ammón. Después volvió David con toda la gente a Jerusalén.

IV. DAVID Y ABSALÓN
2 SAMUEL 13
Incesto de Amnón

1[2103]Después de esto aconteció lo siguiente: Tenía Absalón, hijo de David, una hermana que era muy hermosa y se llamaba Tamar, de la cual se enamoró Amnón, hijo de David. 2Amnón se apasionó tanto que por amor de su hermana Tamar vino a enfermar; pues siendo ella virgen le parecía a Amnón imposible hacer con ella cosa alguna. 3Tenía Amnón un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Sammá, hermano de David. Jonadab era un hombre muy astuto, 4y le preguntó: “¿Por qué, hijo del rey, te pones cada vez más flaco? ¿No quieres descubrírmelo?” Amnón le contestó: “Estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón.” 5Le dijo Jonadab: “Acuéstate sobre tu cama y fíngete enfermo; y cuando tu padre venga a verte, le dirás: «Te ruego que venga mi hermana Tamar para darme de comer y para aderezar la comida ante mi vista, a fin de que yo lo vea y coma de su mano».” 6Se Acostó, pues, Amnón, y se fingió enfermo; y cuando vino su padre a verlo, dijo Amnón al rey: “Permite que venga mi hermana Tamar y haga ante mis ojos un par de hojuelas y yo las coma de su mano.” 7En efecto, David envió un recado a la habitación de Tamar para decirle: “Vete, a casa de tu hermano Amnón y prepárale la comida.”

8Fue, pues, Tamar a casa de su hermano Amnón, el cual se encontraba en cama, y tomando la pasta la amasó, e hizo delante de él las hojuelas y las puso a freír. 9Y tomando la sartén las vació delante de él; mas él no quiso comer, sino que dijo: “¡Haced salir a todos de mi presencia!” Y salieron todos de su presencia. 10Luego dijo Amnón a Tamar: “Trae la comida a la alcoba para que yo la coma de tu mano.” Tomó, pues, Tamar las hojuelas que había hecho, y las llevó a su hermano Amnón a la alcoba. 11Mas cuando se las presentó para que comiese, echó mano de ella y le dijo: “¡Ven, hermana mía, acuéstate conmigo!” 12Ella le dijo: “¡No, hermano mío; no me humilles!, pues no se hace esto en Israel. No cometas tal infamia. 13[2104]¿Adónde llevaría yo mi oprobio? Y tú serías tenido por un insensato en Israel. Por favor, habla al rey, que no se negará a darme a ti.” 14Pero él no quiso escuchar su voz, sino que siendo más fuerte que ella, la violentó y se acostó con ella. 15[2105]Mas luego concibió Amnón contra ella un aborrecimiento tan grande, que el odio con que la odiaba era más grande que el amor con que la había amado. Le dijo, pues, Amnón: “¡Levántate y vete!” 16Respondió ella: “Al ultraje que me has hecho no agregues el echarme fuera, lo que sería aún peor.” Pero él no quiso escucharla, 17sino que llamando al criado que le servía, dijo: “¡Echad a esta fuera de aquí y cerrad la puerta tras ella!” 18Llevaba ella una ropa talar, tal como la vestían las doncellas hijas de rey. Y el sirviente la echó fuera y cerró tras ella la puerta. 19Entonces Tamar puso ceniza sobre su cabeza, y rasgó la ropa talar que llevaba, y con las manos puestas sobre la cabeza se fue dando gritos. 20Su hermano Absalón le preguntó: “¿Acaso ha estado contigo tu hermano Amnón? Calla por ahora, hermana mía; es tu hermano; no te aflijas demasiado por esta cosa.” Y Tamar permaneció desconsolada, en casa de su hermano Absalón. 21[2106]Cuando el rey David oyó todo esto se irritó en gran manera. 22Mas Absalón no habló palabra con Amnón, ni mala ni buena. Sin embargo, Absalón tenía odio a Amnón, porque había violentado a su hermana Tamar.

Venganza de Absalón

23[2107]Al cabo de dos años cuando Absalón tenía los esquiladores en Baal-Hasor, cerca de Efraím, convidó a todos los hijos del rey. 24Por lo cual fue Absalón al rey y le dijo: “He aquí que tu siervo tiene los esquiladores; te ruego que el rey y sus siervos acompañen a tu siervo.” 25Respondió el rey a Absalón: “No, hijo mío, no iremos todos, por no serte gravosos.” Absalón le instó, pero él rehusó ir y le dio la bendición. 26Dijo entonces Absalón: “Si tú no puedes ir, venga siquiera con nosotros mi hermano Amnón.” Le dijo el rey: “¿Para qué ha de ir contigo?” 27[2108]Pero instándole Absalón, envió con él a Amnón y a todos los hijos del rey.

28Absalón había dado a sus siervos esta orden: “¡Estad alerta! Cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino y yo os diga: ¡Matad a Amnón!, entonces matadle. No temáis; soy yo quien os lo he mandado. ¡Mostrad coraje y sed hombres valientes!” 29[2109]Los siervos de Absalón hicieron con Amnón como Absalón les había mandado. Con lo que se levantaron todos los hijos del rey, montaron cada uno en su mula y se huyeron.

30Estando ellos todavía en camino, llegó a David el rumor de que Absalón había dado muerte a todos los hijos del rey, sin quedar de ellos ni uno solo. 31Entonces, levantándose el rey, rasgó sus vestidos y se echó en tierra; y todos sus siervos que estaban presentes rasgaron también sus vestidos. 32Mas Jonadab, hijo de Sammá, hermano de David, tomó la palabra y dijo: “No diga mi señor que han muerto todos los jóvenes hijos del rey. Amnón solo ha perecido; porque Absalón lo tenía así determinado desde el día que (Amnón) violó a su hermana Tamar. 33Ahora, pues, que mi señor el rey no dé crédito a ese rumor que dice: «Han muerto todos los hijos del rey», pues Amnón solo ha muerto.”

Huida de Absalón

34[2110]Absalón emprendió la fuga. Entretanto, el joven que estaba de atalaya, alzando los ojos vio que venía mucha gente por el camino occidental, del lado de la montaña. 35Dijo entonces Jonadab al rey: “Mira cómo llegan los hijos del rey. Según dijo tu siervo, así ha sucedido.” 36Apenas acabó de hablar, he aquí que llegaron los hijos del rey, y alzando la voz lloraron. También el rey y todos sus siervos se deshacían en lágrimas. 37[2111]Absalón, empero, huyó y se dirigió a Talmai, hijo de Amiud, rey de Gesur. Y (David) estuvo de duelo por su hijo todos los días.

38Después de la huida estuvo Absalón durante tres años en Gesur, 39y el rey David se consumía por la ausencia de Absalón; pues ya se había consolado de la muerte de Amnón.

2 SAMUEL 14
Regreso de Absalón

1Advirtiendo Joab, hijo de Sarvia, que el corazón del rey estaba inclinado hacia Absalón, 2[2112]envió (mensajeros) a Tecoa e hizo venir de allí una mujer sabia, a la cual dijo: “Finge que estás de duelo, ponte un vestido de luto, y no te unjas con óleo, a fin de que parezcas ser una mujer que de tiempo atrás está de duelo por un muerto. 3Irás al rey y le hablarás de esta manera.” Y Joab le puso las palabras en la boca.

4Fue, pues, aquella mujer de Tecoa a hablar con el rey. Cayendo en tierra sobre su rostro hizo reverencia, y dijo: “¡Sálvame, oh rey!” 5El rey le dijo: “¿Qué tienes?” Ella respondió: “Soy una mujer viuda, pues se me murió mi marido. 6Tenía tu sierva dos hijos, que riñeron en el campo, sin que hubiera quien los separase, de manera que el uno hirió al otro y le mató. 7[2113]Y he aquí que toda la parentela se ha levantado contra tu sierva, diciendo: ‘Entréganos al que mató a su hermano, para hacerle morir en venganza de la vida de su hermano a quien mató; y extirparemos también al heredero’. Así extinguirán la centella que me queda aún, sin dejar a mi marido ni nombre ni heredero sobre la faz de la tierra.” 8El rey respondió a la mujer: “Vete a tu casa, que yo daré órdenes en tu caso.” 9[2114]Luego dijo la mujer de Tecoa al rey: “¡Recaiga la culpa, oh rey y señor mío, sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono queden sin culpa!” 10Y dijo el rey: “A cualquiera que te moleste, tráele a mí, y no te incomodará más.” 11[2115]A lo que replicó ella: “Acuérdese el rey de Yahvé, tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el estrago matando a mi hijo.” Respondió él: “¡Vive Yahvé, que ni un cabello de tu hijo caerá en tierra!”

12Dijo entonces la mujer: “Permite que tu sierva diga una palabra a mi señor el rey.” Respondió el rey: “Habla.” 13[2116]Y dijo la mujer: “¿Por qué has pensado tú esto mismo contra el pueblo de Dios? Pues pronunciando el rey este juicio se hace culpable, por cuanto el rey no hace volver a su (hijo) desterrado. 14Que sin duda nos consume la muerte; somos como agua derramada sobre la tierra, la cual no puede ser recogida; pero Dios no quiere quitar la vida, sino que busca medios para que el desterrado no permanezca arrojado de su presencia. 15Si yo ahora me he presentado para hablar al rey mi señor estas cosas, es porque el pueblo me ha atemorizado. Dijo, pues, tu sierva: «Voy a hablar con el rey; quizás accederá el rey a la palabra de su sierva. 16Seguramente el rey escuchará y librará a su sierva de la mano del hombre que quiere exterminarme, juntamente con mi hijo, de la herencia de Dios.» 17[2117]Pensó, pues, tu sierva: ¡Que la respuesta de mi señor el rey me dé tranquilidad! Pues como un ángel de Dios, así es mi señor el rey para entender lo bueno y lo malo. ¡Yahvé, tu Dios, sea contigo!” 18Respondió el rey, y dijo a la mujer: “No me encubras nada de lo que voy a preguntarte.” A lo que dijo la mujer: “Hable mi señor el rey.” 19Preguntó entonces el rey: “¿No está contigo en todo este asunto la mano de Joab?” La mujer respondió y dijo: “Por la vida de tu alma, oh rey, señor mío, que es plena verdad todo lo que dice mi señor el rey; porque tu siervo Joab es el que me lo ha mandado, y él mismo puso en boca de tu sierva todas estas palabras. 20Tu siervo Joab hizo esto para disfrazar este asunto, pero mi señor es sabio como un ángel de Dios para conocer todo cuanto pasa en la tierra.”

21Dijo entonces el rey a Joab: “He aquí, ya que lo tengo resuelto, ve y haz que vuelva el joven Absalón.” 22Joab cayó en tierra sobre su rostro, postrándose, y bendijo al rey, diciendo: “Hoy sabe tu siervo que ha hallado gracia a tus ojos, oh rey señor mío, por haber otorgado el rey lo que ha pedido su siervo.” 23Y se levantó Joab y fue a Gesur, de donde trajo a Absalón a Jerusalén. 24[2118]Pero el rey dijo: “¡Retírese él a su casa y que no venga a ver mi rostro!” Se retiró, pues, Absalón a su casa, sin ver la cara del rey.

Readmisión de Absalón

25En todo Israel no había hombre tan hermoso como Absalón. Desde la planta de su pie hasta la coronilla de su cabeza no había en él defecto alguno. 26[2119]Cuando se cortaba el pelo —lo hacía cada año, porque le era muy pesado, por eso lo cortaba— pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos, según el peso del rey. 27[2120]Le nacieron a Absalón tres hijos y una hija, la cual se llamaba Tamar, que era mujer muy hermosa.

28Absalón estuvo en Jerusalén dos años sin ver la cara del rey. 29Por lo cual mandó llamar a Joab para enviarlo al rey; pero Joab no quiso ir a verlo. Mandó, pues, llamarlo por segunda vez; mas no quiso ir. 30[2121]Dijo entonces a sus siervos: “Ved, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada. Id y pegadle fuego.” Y los siervos de Absalón pegaron fuego a (las mieses) del campo. 31Con lo cual Joab se levantó, y llegado a Absalón, a su casa, le dijo: “¿Por qué tus siervos han pegado fuego a mi campo?”

32Contestó Absalón a Joab: “Mira, he enviado por ti para decirte: Ven aquí para que te envíe al rey y le digas: ¿A qué propósito he venido de Gesur? Mejor sería para mí estar todavía allí. Quiero ver ahora el rostro del rey; y si hay en mí culpa quíteme él la vida.” 33Fue, pues, Joab al rey y le contó estas cosas; y este llamó a Absalón, el cual vino y se prosternó ante el rey con el rostro en tierra; y el rey besó a Absalón.

2 SAMUEL 15
Rebelión de Absalón

1Después de esto Absalón se procuró una carroza y caballos, y cincuenta hombres corrían delante de él. 2Levantándose Absalón muy temprano se colocaba junto al camino que llevaba a la puerta; y cuando alguno que tenía un pleito venía a juicio ante el rey, Absalón le llamaba y le decía: “¿De qué ciudad eres tú?”, y cuando este contestaba: “De tal o cual tribu de Israel es tu siervo”, 3le respondía Absalón: “Mira, tu causa es buena y justa; pero no hay quien te oiga de parte del rey.” 4Y solía agregar Absalón: “¡Quién me constituyera juez en el país, para que todo hombre que tiene algún pleito o algún negocio viniese a mí! ¡Yo le haría justicia!” 5Y cuando alguno se acercaba para postrarse ante él, le tendía la mano, y asiéndole le besaba. 6Así hacía Absalón con todo Israel que venía a juicio ante el rey; con lo cual Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.

7[2122]Al cabo de cuatro años, dijo Absalón al rey: “Permíteme que vaya a cumplir en Hebrón el voto que tengo hecho a Yahvé. 8Pues estando tu siervo en Gesur, en Siria, hizo un voto diciendo: ‘Si Yahvé me restituyere a Jerusalén, serviré a Yahvé’.” 9El rey le dijo: “Vete en paz.” Se levantó y marchó a Hebrón. 10Entonces Absalón envió mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: “Cuando oyereis el sonido de la trompeta, decid: «¡Absalón es rey en Hebrón!»” 11Con Absalón fueron doscientos hombres de Jerusalén que él había convidado; mas iban con sencillez de corazón, sin tener conocimiento de nada. 12Mientras Absalón ofrecía los sacrificios, envió también a llamar de Gilo, su ciudad, a Aquitófel, gilonita, consejero de David. Era fuerte la conspiración, y el pueblo que estaba con Absalón iba cada vez más en aumento.

David huye de Jerusalén

13Llegó a David un mensajero que dijo: “Los corazones de los hombres de Israel se han adherido a Absalón.” 14[2123]Dijo entonces David a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: «¡Levantaos y huyamos!, de lo contrario no podemos escapar a las manos de Absalón. ¡Daos prisa a salir, no sea que él, apresurándose, nos alcance y arroje sobre nosotros el mal y pase la ciudad a filo de espada!» 15Los siervos del rey le respondieron: “He aquí a tus siervos, dispuestos a cuanto dispusiere el rey, nuestro señor.” 16Salió, pues, el rey y toda su familia en pos de él. El rey dejó solo diez mujeres secundarias para guardar la casa. 17Salido que hubo el rey, con toda la gente en pos de él, se paró cerca de una casa alejada. 18[2124]Entonces todos sus siervos desfilaron junto a él. Todos los cerneos, todos los feleteos y todos los geteos —seiscientos hombres que tras él habían venido de Gat— desfilaban por delante del rey.

Fidelidad de Etai

19Dijo el rey a Etai, el geteo: “¿Por qué vas tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey; pues eres extranjero y desterrado también de tu patria. 20Ayer llegaste, ¿y hoy te hago ir vagando con nosotros cuando yo mismo no sé adónde voy? Vuelve, pues, y lleva contigo a tus hermanos. La misericordia y la fidelidad (de Dios) sean contigo.” 21[2125]Etai respondió al rey, diciendo: “¡Vive Yahvé, y vive mi señor el rey, que dondequiera que esté mi señor el rey; sea para muerte, sea para vida, allí estará también tu siervo!” 22Dijo entonces David a Etai: “Ve, pues, y pasa adelante.” Y Etai, el geteo, pasó adelante con todos sus hombres y todos los niños que le acompañaban. 23[2126]Todo el país lloraba en alta voz mientras toda esa gente pasaba. Luego el rey y toda la gente atravesaron el Cedrón y se encaminaron hacia el desierto. 24Y he aquí que iba también Sadoc, y con él todos los levitas, que llevaban el Arca de la Alianza de Dios. Y depusieron el Arca de Dios mientras Abiatar ofrecía sacrificios hasta que toda la gente hubo salido de la ciudad.

El arca vuelve a Jerusalén

25[2127]Entonces dijo el rey a Sadoc: “Vuelve a llevar el Arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia a los ojos de Yahvé, Él me volverá a traer y me dejará ver el Arca y su Tabernáculo. 26Mas si Él dijere: «No me complazco en ti», heme aquí, haga Él conmigo como mejor le parezca.” 27Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: “¿No eres tú vidente? Vuelve, pues, en paz, a la ciudad, juntamente con vuestros dos hijos: Aquimaas, tu hijo, y Jonatán, hijo de Abiatar. 28Mira que yo esperaré en los vados del desierto, hasta que venga de vuestra parte una noticia informadora.” 29Así, pues, Sadoc y Abiatar llevaron el Arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allí.

30[2128]Subía David la cuesta (del Monte) de los Olivos; subía llorando, cubierta la cabeza y caminando descalzo. También toda la gente que le acompañaba tenía cubierta la cabeza, y subían llorando. 31Se le dijo a David: “Aquitófel está entre los conspiradores con Absalón.” “Oh Yahvé, exclamó entonces David, te ruego, que vuelvas insensato el consejo de Aquitófel.”

32[2129]Cuando David llegó a la cumbre donde solía adorar a Dios, he aquí que se le presentó Cusai, arquita, rasgados los vestidos y con tierra sobre su cabeza. 33David le dijo: “Si me acompañas, serás para mí una carga; 34pero si te vuelves a la ciudad y dices a Absalón: «Quiero ser siervo tuyo, oh rey. Antes he sido siervo de tu padre, mas ahora seré tu siervo», me podrás desconcertar el consejo de Aquitófel. 35Tienes allí contigo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. Todo lo que sepas de la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36Ellos tienen allí consigo a sus dos hijos, Aquimaas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar; por medio de ellos podréis informarme de todo lo que lleguéis a oír.” 37Volvió, pues, Cusai, amigo de David, a la ciudad al mismo tiempo que Absalón hacía su entrada en Jerusalén.

2 SAMUEL 16
Fidelidad de Sibá

1[2130]Apenas hubo David pasado un poco más allá de la cumbre, he aquí que Sibá, siervo de Mefibóset, vino a su encuentro con un par de asnos aparejados, y sobre ellos doscientos panes, cien cuelgas de pisas, cien frutas de verano y un odre de vino. 2Preguntó el rey a Sibá: “¿Qué quieres con estas cosas?” Respondió Sibá: “Los asnos son para que monte en ellos la familia del rey, y el pan y las frutas para que coman los mozos, y el vino para que beban los que se fatiguen en el desierto.” 3Preguntó más el rey: “¿Dónde está el hijo de tu señor?” Sibá respondió al rey: “He aquí que se ha quedado en Jerusalén, diciendo: «Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.»” 4Dijo entonces el rey a Sibá: “He aquí que todo lo que pertenece a Mefibóset, es tuyo.” A lo que contestó Sibá: “Yo me prosterno. ¡Halle yo gracia a tus ojos, oh rey, señor mío!”

Semeí maldice a David

5Cuando el rey llegó a Bahurim, he aquí que de allí le salió al encuentro un hombre de la parentela de Saúl, cuyo nombre era Semeí, hijo de Gerá. Salía, echando maldiciones, 6[2131]y tiraba piedras contra David, y contra todos los siervos del rey David, mientras toda la gente y todos los hombres de guerra marchaban a la derecha y a la izquierda (del rey). 7Y así decía Semeí en sus maldiciones: “¡Vete, vete sanguinario y hombre de Belial! 8Yahvé ha hecho recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, en cuyo lugar te has hecho rey; Yahvé ha dado el reino en manos de Absalón, tu hijo; y a ti te ha prendido en tus maldades, porque eres un sanguinario.” 9Entonces Abisai, hijo de Sarvia, dijo al rey: “¿Por qué este perro muerto ha de maldecir a mi señor el rey? Iré, con tu permiso, y le cortaré la cabeza.” 10[2132]El rey respondió: “¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia? ¡Que siga él maldiciendo! Si Yahvé le ha dicho: «¡Maldice a David!» ¿Quién osará decirle: «Por qué haces esto»?” 11Y dijo David a Abisai y a todos sus siervos: “Mirad, mi propio hijo, que salió de mis entrañas, busca cómo quitarme la vida. ¿Con cuánta más razón puede hacerlo este hijo de Benjamín? Dejadle que siga maldiciendo; porque se lo ha mandado Yahvé. 12Quizás Yahvé mirará mi aflicción y me devolverá bienes en lugar de las maldiciones de hoy.” 13Así, pues, David y sus hombres siguieron su camino, mientras Semeí iba por la falda del monte, cerca de David, maldiciendo y tirando piedras hacia él y esparciendo polvo. 14El rey y toda la gente que le acompañaba llegaron extenuados y descansaron en aquel lugar.

Aquitófel y Cusai

15Entretanto Absalón y todo el pueblo, los hombres de Israel, habían llegado a Jerusalén, y con él Aquitófel. 16También Cusai, el arquita, amigo de David, fue a presentarse a Absalón; y dijo Cusai a Absalón: “¡Viva el rey! ¡Viva el rey!” 17Absalón dijo a Cusai: “¿Es esta tu piedad para con tu amigo? ¿Por qué no has ido con tu amigo?” 18Respondió Cusai a Absalón: “¡No! Yo soy de aquel a quien ha escogido Yahvé y este pueblo y todos los hombres de Israel; con ese me quedaré. 19Por lo demás: ¿A quién voy a servir? ¿No es a un hijo suyo? De la misma manera que he servido al padre, así te serviré a ti.” 20Dijo entonces Absalón a Aquitófel: “¡Dad vuestro consejo! ¿Qué debemos hacer?” 21Aquitófel respondió a Absalón: “Entra a las concubinas de tu padre; que él ha dejado para custodiar la casa; y oirá todo Israel que te has hecho odioso a tu padre; así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo.” 22[2133]Levantaron, pues, para Absalón un pabellón sobre el terrado y Absalón entró a las concubinas de su padre, viéndolo todo Israel. 23En aquel tiempo un consejo dado por Aquitófel era mirado como un oráculo que un hombre pedía a Dios. Así (eran estimados) todos los consejos de Aquitófel tanto por David como por Absalón.

2 SAMUEL 17
Absalón se deja engañar por Cusai

1Dijo Aquitófel a Absalón: “Déjame escoger doce mil hombres, para que me levante y siga tras David esta misma noche. 2[2134]Caeré sobre él mientras esté cansado y muy debilitado. Le infundiré miedo, y toda la gente que le acompaña huirá, de modo que mataré al rey solo, 3y traeré de nuevo a ti todo el pueblo. Y cuando volvieren todos los hombres, según tú deseas, todo el pueblo estará en paz.” 4Este consejo agradó a Absalón y a todos los ancianos de Israel. 5Pero Absalón dijo: “Llámese asimismo a Cusai, el arquita, para que oigamos también lo que dice él.” 6Vino Cusai a Absalón, el cual le habló, diciendo: “De esta manera ha hablado Aquitófel. ¿Haremos según su consejo? Si no, habla tú.” 7Cusai respondió a Absalón: “Esta vez el consejo que ha dado Aquitófel no es bueno.” 8Y agregó Cusai: “Tú sabes que tu padre y sus hombres son valerosos, y de ánimo exasperado como una osa en el campo a quien le han robado sus cachorros. Tu padre es hombre de guerra y no descansará la noche con el pueblo. 9Estará ahora escondido en alguna cueva, o en otro lugar, y si al principio cayeren algunos de los (tuyos), los que lo oyeren dirán: ‘Se ha hecho estrago entre la gente que sigue a Absalón.’ 10Entonces aun el más valiente, cuyo corazón es como de león, va a desmayar completamente; porque todo Israel sabe que tu padre es esforzado, y que son valientes cuantos le siguen. 11[2135]Mi consejo es, pues: que se reúna en derredor de ti todo Israel, desde Dan hasta Bersabee, en multitud como las arenas de la orilla del mar, y que tú en persona vayas al combate. 12Y nos echaremos sobre él en cualquier lugar en que se hallare, y caeremos sobre él a la manera del rocío que cae sobre la tierra, y no dejaremos que quede él, ni nadie de los que lo acompañan. 13Y si se refugiare en una ciudad, todo Israel llevará sogas a esa ciudad, y la arrastraremos al torrente, hasta que no quede allí ni siquiera una piedrecita.”

14[2136]Dijeron entonces Absalón y todos los hombres de Israel: “El consejo de Cusai arquita es mejor que el consejo de Aquitófel”; porque Yahvé había determinado frustrar el excelente consejo de Aquitófel, pues Yahvé quería traer el mal sobre Absalón.

David es avisado por Cusai

15Dijo luego Cusai a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: “Esto y esto ha aconsejado Aquitófel a Absalón y a los ancianos de Israel; y esto y esto les he aconsejado yo. 16Enviad, pues, presto y dad a David esta noticia: «No te detengas esta noche en las llanuras del desierto, antes bien pasa sin falta a la otra ribera, para que no sea destruido el rey con toda la gente que le sigue.»” 17[2137]Entretanto Jonatán y Aquimaas estaban junto a la fuente de Rogel, porque no podían dejarse ver entrando en la ciudad. Por esto fue la criada y se lo dijo. Pero cuando partieron para dar aviso a David, 18los vio un muchacho, que dio parte a Absalón. Los dos caminaron a toda prisa y llegaron a casa de un hombre, en Bahurim, que tenía en su patio un pozo, en el cual se metieron. 19La mujer (de la casa) tomó una cubierta, la tendió sobre la boca del pozo y puso encima de ella grano trillado, de modo que no se notó nada. 20[2138]Y cuando llegaron los siervos de Absalón a la casa de la mujer y preguntaron: “¿Dónde están Aquimaas y Jonatán?” La mujer les respondió: “Han cruzado ya el río de las aguas.” Empezaron, pues, a buscarlos, mas no hallándolos regresaron a Jerusalén. 21Cuando se hubieron ido, subieron (los dos) del pozo, y marcharon a avisar al rey David, y dijeron a David: “Levantaos, y apresuraos a pasar las aguas, pues esto y esotro ha aconsejado Aquitófel contra vosotros.” 22David se levantó y todo el pueblo que le acompañaba y pasaron el Jordán. Al despuntar el día no quedó ni uno que no hubiese pasado el Jordán.

Suicidio de Aquitófel

23[2139]Cuando Aquitófel vio que no se había seguido su consejo, aparejó su asno, y levantándose se fue a su casa, a su ciudad, donde dispuso los negocios de su casa. Después se ahorco y murió. Fue enterrado en el sepulcro de su padre.

David y Absalón preparan la batalla

24[2140]David había venido ya a Mahanaim cuando Absalón pasó el Jordán, y con él todos los hombres de Israel. 25[2141]Absalón puso a Amasa al frente del ejército en lugar de Joab. Amasa era hijo de un hombre llamado Itrá, ismaelita, que tuvo que ver con Abigail, hija de Nahás, hermana de Sarvia, madre de Joab. 26Israel y Absalón acamparon en el país de Galaad. 27Llegado que hubo David a Mahanaim, Sobí, hijo de Nahás, de Rabbá de los hijos de Ammón, y Maquir, hijo de Amiel, de Lobedar, y Barcillai galaadita, de Rogelim, 28[2142](le ofrecieron) camas, platos, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, (garbanzos) tostados, 29miel, manteca, ovejas y quesos de vaca; y se lo dieron a David y a la gente que con él estaba, para que comiesen; pues decían: “La gente habrá sufrido hambre, fatiga y sed en el desierto.”

2 SAMUEL 18
Derrota de Absalón

1David pasó revista a las tropas que tenía consigo, y estableció sobre ellos jefes de miles y jefes de cientos. 2Y puso David una tercera parte de las tropas bajo el mando de Joab, otra tercera parte bajo el mando de Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte bajo el mando de Etai, el geteo. Y dijo el rey a las tropas: “Yo saldré también con vosotros.” 3Mas la gente le respondió: “De ningún modo saldrás tú; pues aun cuando nosotros huyéramos no les importaría mucho; y si muriere la mitad de nosotros, nada les aprovecharía; porque tú equivales a diez mil de nosotros. Más vale, pues, que tú desde la ciudad puedas venir en nuestro socorro.” 4Respondió el rey: “Haré lo que bien os parezca.” Y se apostó el rey junto a la puerta, en tanto que toda la gente iba saliendo en grupos de cien y de mil. 5Entonces dio el rey a Joab y a Abisai y a Etai esta orden: “¡Conservadme al joven Absalón!” Y todo el pueblo oyó cuando el rey dio a todos los jefes esta orden respecto a Absalón.

6[2143]Salió, pues, la gente al campo contra Israel; y se libró la batalla en el bosque de Efraím. 7Allí fue derrotado el pueblo de Israel por los soldados de David, y en aquel día se hizo allí una gran matanza, de veinte mil hombres. 8La batalla se extendió allí sobre toda aquella región, y en aquel día fueron más los que devoró el bosque que los que murieron al filo de espada.

Muerte de Absalón

9Y sucedió que Absalón, al encontrarse con los soldados de David, iba montado en un mulo; y pasando el mulo debajo del ramaje tupido de un gran terebinto, se enredó la cabellera (de Absalón) en el terebinto; y quedó suspendido entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que tenía debajo de sí, seguía adelante. 10[2144]Un hombre lo vio, el cual dio aviso a Joab, diciendo: “He aquí que he visto a Absalón colgado de un terebinto.” 11Dijo entonces Joab al hombre que le dio la noticia: “Ya que le viste, ¿por qué no le abatiste allí mismo a tierra? A fe mía, te habría dado diez siclos de plata y un tahalí.” 12Pero aquel hombre contestó a Joab: “Aunque se pesaran en mi mano mil siclos de plata, no la alargaría contra el hijo del rey; pues, oyéndolo nosotros, mandó el rey a ti, a Abisai, y a Etai, diciendo: «¡Conservadme al joven Absalón!» 13Si yo hubiera hecho traición contra su vida, nada de eso quedaría oculto al rey, y tú mismo te pondrías contra mí.” 14[2145]Respondió Joab: “No es así, pero pierdo tiempo contigo.” Y tomando tres dardos en su mano los clavó en el corazón de Absalón, el cual vivía aún pendiente del terebinto. 15Tras esto, diez jóvenes, escuderos de Joab, cercaron a Absalón, lo hirieron y lo mataron.

16Entonces Joab tocó la trompeta y el pueblo desistió de perseguir a Israel, pues Joab tenía compasión del pueblo. 17Luego tomaron a Absalón y le echaron en un gran hoyo en el bosque, levantando sobre él un enorme montón de piedras. Y todo Israel huyó, cada cual a su tienda. 18[2146]Durante su vida Absalón había tomado y erigido para sí el monumento que está en el Valle del Rey; porque se decía: “No tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre.” Dio al monumento su propio nombre, y se llama “Mano de Absalón” hasta el día de hoy.

El mensaje a David

19Aquimaas, hijo de Sadoc, dijo: “Iré corriendo para dar al rey la buena noticia de que Yahvé le ha hecho justicia librándolo de las manos de sus enemigos.” 20Joab le contestó: “Hoy no serías portador de buenas nuevas; podrás serlo en otra ocasión, pero hoy no llevarías noticias buenas, por cuanto ha muerto el hijo del rey.” 21[2147]Dijo, pues, Joab al cusita: “Ve y anuncia al rey lo que has visto.” El cusita se prosternó delante de Joab y echó a correr. 22Mas Aquimaas, hijo de Sadoc, volvió a decir a Joab: “Sea lo que fuere; déjame correr tras el cusita.” Respondió Joab: “¿Para qué quieres correr tú, hijo mío? pues no se te darán albricias.” 23“Sea lo que fuere, yo correré”, replicó él y (Joab) le dijo: “Corre.” Corrió, pues, Aquimaas por el camino del valle, y se adelantó al cusita.

24[2148]Estaba David sentado entre las dos puertas. En ese momento el atalaya que había ido al techo de la puerta, sobre el muro, alzó los ojos y miró, y divisó a un hombre solo que venía corriendo. 25El atalaya dio voces y se lo avisó al rey. El rey respondió: “Si está solo, tiene buenas noticias en su boca.” Mientras este seguía acercándose, 26divisó el atalaya a otro hombre que venía corriendo, y gritó hacia la puerta, diciendo: “He aquí (otro) hombre que corre solo.” Y dijo el rey: “También este trae buenas noticias.” 27Añadió el atalaya: “Veo que la manera de correr del primero es la de Aquimaas, hijo de Sadoc.” Respondió el rey: “Es hombre de bien y viene con buenas nuevas.”

28En esto, Aquimaas exclamó y dijo al rey: “¡Salud!” Y postrándose ante el rey, rostro a tierra, dijo: “¡Bendito sea Yahvé, tu Dios, que ha entregado a los hombres que alzaron su mano contra mi señor, el rey!” 29El rey preguntó: “Y el joven Absalón, ¿está bien?” Aquimaas respondió: “Yo vi un gran alboroto cuando Joab envió al siervo del rey y a mí tu siervo, mas no supe qué era.” 30Dijo entonces el rey: “Pasa y ponte ahí.” Y él pasó y permaneció allí de pie. 31Y he aquí que entretanto llegó el cusita. Y dijo el cusita: “Sepa el rey, mi señor, la buena noticia: Yahvé te ha hecho justicia hoy, librándote de mano de todos los que se habían levantado contra ti.” 32Preguntó el rey al cusita: “¿Está bien el joven Absalón?” Contestó el cusita: “¡Tengan la suerte de ese joven los enemigos de mi señor, el rey, y todos los que para mal se han levantado contra ti!” 33[2149]El rey, profundamente conmovido, subió al aposento que había sobre la puerta y echó a llorar, y andando exclamaba: “¡Hijo mío, Absalón! ¡Hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera yo muerto en lugar de ti! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!”

2 SAMUEL 19
Luto del rey

1Dijeron a Joab: “He aquí que el rey llora y hace duelo por Absalón.” 2De modo que en aquel día la victoria se trocó en luto para todo el pueblo; porque el pueblo supo en ese día que el rey se afligía por su hijo. 3En aquel día el pueblo entró en la ciudad a hurtadillas como suele entrar furtivamente la gente avergonzada cuando huye en la batalla. 4[2150]El rey se había cubierto el rostro y clamaba en alta voz: “¡Hijo mío, Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!” 5Entró entonces Joab en casa del rey y le dijo: “Has cubierto hoy de confusión el rostro de todos tus siervos, que hoy han salvado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus esposas y de tus mujeres secundarias. 6Tú amas a los que te aborrecen, y aborreces a los que te aman. Porque hoy has mostrado que nada te importan ni príncipes, ni siervos; pues ahora sé que si Absalón viviera y nosotros todos estuviéramos hoy muertos, te darías por satisfecho. 7Levántate ahora y sal fuera, y habla al corazón de tus siervos. Pues juro por Yahvé que si no sales, no quedará un solo hombre contigo esta noche. Y esto será para ti un mal peor que todos los males que han venido sobre ti desde tu mocedad hasta ahora.” 8Con esto se levantó el rey y se sentó a la puerta, y se le dio a todo el pueblo esta noticia: “He aquí que el rey está sentado a la puerta.” Y todo el pueblo se presentó delante del rey. Entretanto los de Israel habían huido cada cual a su tienda.

Vuelta de David a Jerusalén

9Todo el pueblo, en todas las tribus de Israel, disputaba entre sí, diciendo: “El rey nos libró del poder de nuestros enemigos, él nos salvó de las manos de los filisteos, y ahora ha huido del país a causa de Absalón. 10Ahora bien, Absalón, a quien habíamos ungido por rey sobre nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, no hacéis nada para traer al rey?” 11[2151]El rey David envió entonces a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: “Hablad con los ancianos de Judá, diciendo: ¿Cómo es que sois vosotros los últimos en hacer volver al rey a su casa? Pues lo que en todo Israel se decía había llegado a la casa del rey. 12Vosotros sois mis hermanos, sois huesos míos y carne mía; ¿por qué, pues, sois los últimos en hacer volver al rey? 13[2152]Decid también a Amasá: ¿No eres tú mi hueso y mi carne? Esto y aún más me haga Dios, si no has de ser delante de mí jefe vitalicio del ejército, en lugar de Joab.” 14Así ganó el corazón de todos los hombres de Judá, como si fuese un solo hombre; y enviaron a decir al rey: “Vuelve tú y todos tus siervos.”

Clemencia del rey

15Volvió, pues, el rey, y vino al Jordán. Los de Judá habían ido al encuentro del rey hasta Gálgala, a fin de ayudarle en el paso del Jordán. 16También Semeí, hijo de Gerá, de los hijos de Benjamín, de Bahurim, se apresuró a descender con los hombres de Judá para recibir al rey David; 17y con él mil hombres de Benjamín; y Sibá, siervo de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos, que pasaron el Jordán delante del rey. 18Cruzaron el vado para pasar a la familia del rey y ponerse a su disposición. Entonces Semeí, hijo de Gerá, se postró delante del rey, en el momento que este iba a pasar el Jordán, 19y dijo al rey: “¡No me impute mi señor la iniquidad, y no se acuerde de lo que hice perversamente el día en que mi señor, el rey, salió de Jerusalén! ¡No haga el rey caso de ello! 20[2153]Porque bien sabe tu siervo que ha pecado. He aquí que he venido hoy, el primero de toda la casa de José, para bajar al encuentro de mi señor el rey.” 21Entonces Abisai, hijo de Sarvia, tomó la palabra y dijo: “¿Acaso no ha de morir Semeí, por haber maldecido al ungido de Yahvé?” 22[2154]Pero David dijo: “¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia? ¿Por qué me tentáis? Nadie ha de morir hoy en Israel, pues he visto que hoy seré (de nuevo) rey sobre Israel.” 23Y dijo el rey a Semeí: “No morirás.” Y se lo juró el rey.

David y Mefibóset

24También Mefibóset, hijo de Saúl, había descendido al encuentro del rey. No había cuidado sus pies, ni compuesto la barba, ni lavado la ropa, desde el día que subió el rey hasta el día que volvió en paz. 25Cuando vino de Jerusalén al encuentro del rey, este le dijo: “¿Por qué no fuiste conmigo, Mefibóset?” 26Respóndió él: “¡Oh rey y señor mío, mi siervo me ha engañado! Porque tu siervo había dicho: Me aparejaré el asno, y montaré en él para ir con el rey, por cuanto tu siervo es cojo. 27Además, ha calumniado a tu siervo delante de mi señor, el rey. Pero mi señor, el rey, es como un ángel de Dios; haz lo que mejor te parezca. 28Pues aunque todos los de la casa de mi padre no hemos merecido del rey, mi señor, sino la muerte, pusiste tú a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo todavía para pedir al rey cosa alguna?” 29[2155]El rey le dijo: “¿Por qué hablas tanto de tus asuntos? Ya lo he dicho: Tú y Sibá os repartiréis las tierras.” 30Y dijo Mefibóset al rey: “Tómeselas él todas, ya que el rey, mi señor, ha vuelto en paz a su casa.”

El rey y Barzillai

31También Barzillai, el galaadita, bajó desde Rogelim, y pasó el Jordán con el rey, para escoltarlo en el paso del Jordán. 32Era Barzillai muy anciano, tenía ya ochenta años y había abastecido al rey durante su estancia en Mahanaim, porque era hombre muy rico. 33Dijo el rey a Barzillai: “Pasa adelante conmigo, y te sustentaré junto a mí en Jerusalén.” 34Barzillai respondió al rey: “¿Cuántos años podré vivir todavía? No vale la pena subir con el rey a Jerusalén. 35Tengo ahora ochenta años. ¿Puedo yo, acaso, distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede tu siervo gustar lo que come y lo que bebe? ¿O puedo oír ya la voz de cantores y de cantoras? ¿Cómo, pues, tu siervo ha de servir de carga a mi señor, el rey? 36Solo un corto trecho acompañará tu siervo al rey en el Jordán. ¿Y por qué quiere el rey darme esta recompensa? 37[2156]Permite, pues, que se vuelva tu siervo, para que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Pero ahí tienes a tu siervo Camaam. Pase él con mi señor, el rey, y haz con él lo que bien te parezca.” 38Respondió el rey: “¡Pase, pues, conmigo Camaam! ¡Con él haré lo que te plazca; pues te otorgaré todo cuanto me pidas!” 39Cuando todo el pueblo hubo cruzado el Jordán, pasó también el rey. Entonces besó el rey a Barzillai y le bendijo; y este volvió a su lugar.

Disensión entre Judá e Israel

40El rey pasó a Gálgala, acompañándole Camaam. Todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel escoltaban al rey. 41Y he aquí que vinieron al rey todos los hombres de Israel y le dijeron: “¿Por qué nuestros hermanos, los hombres de Judá, te han secuestrado, pasando por el Jordán al rey y a su casa y a todos los hombres de la comitiva de David?” 42Entonces respondieron todos los hombres de Judá a los hombres de Israel: “Es que el rey es pariente nuestro. ¿Por qué os enojáis por eso? ¿Hemos acaso comido a costa del rey? ¿Hemos recibido algo de él?” 43[2157]Replicaron los hombres de Israel a los hombres de Judá, diciendo: “Nosotros tenemos diez partes en el rey, por lo cual David nos pertenece más a nosotros que a vosotros. ¿Por qué, pues, nos habéis hecho este agravio? ¿No fue nuestra palabra la primera para traer a nuestro rey?” Y fue más dura la respuesta de los hombres de Judá que la de los hombres de Israel.

2 SAMUEL 20
Sedición de Seba

1[2158]Hallábase allí un hijo de Belial, que se llamaba Seba, hijo de Bicrí, benjaminita; el cual tocó la trompeta y dijo:

“Nosotros no tenemos parte con David,

ni herencia con el hijo de Isaí.

¡Cada uno a su tienda, oh Israel!”

2Y todos los hombres de Israel abandonaron a David y siguieron a Seba, hijo de Bicrí, quedando fieles al rey solo los hombres de Judá, desde el Jordán hasta Jerusalén. 3Llegó, pues, David a Jerusalén, a su casa; y tomó el rey a las diez mujeres secundarias que había dejado al cuidado de la casa, y las puso en clausura. Las sustentó, pero no se llegó más a ellas. Estuvieron encerradas hasta el día que murieron, viviendo como viudas.

4Dijo el rey a Amasá: “Convócame dentro de tres días a los hombres de Judá; y tú también estate aquí presente.” 5Fue Amasá a convocar a Judá, mas no guardó el plazo fijado. 6Por lo cual dijo David a Abisai: “Ahora Seba, hijo de Bicrí, va a hacernos más mal que Absalón. Toma, pues, tú los siervos de tu señor, y sigue tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se escape de nuestra vista.” 7[2159]Y salieron en pos de él los hombres de Joab, los cereteos y los feleteos y todos los hombres valientes. Salieron de Jerusalén para perseguir a Seba, hijo de Bicrí.

Joab asesina a Amasá

8Estando ellos junto a la piedra grande que había en Gabaón, se presentó Amasá delante de ellos. Vestía Joab su túnica militar, sobre la cual tenía ceñida a sus lomos una espada en su vaina, que saliéndose se le cayó. 9Dijo Joab a Amasá: “¿Te va bien, hermano mío?”, y con la mano derecha tomó a Amasá de la barba para besarlo. 10[2160]Amasá no se fijó en la espada que Joab tenía en la mano, de modo que este pudo herirlo con ella en el vientre y derramar por tierra sus entrañas; y sin golpe murió Amasá. Luego Joab y su hermano Abisai continuaron la persecución de Seba, hijo de Bicrí. 11Uno de los soldados de Joab se apostó junto a Amasá y decía: “¡Quien es del partido de Joab y quien está con David que siga tras Joab!” 12Mientras tanto Amasá se revolcaba en su sangre, en medio del camino. Mas viendo ese hombre que todo el pueblo se paraba, trasladó a Amasá del camino al campo y lo cubrió con una ropa; pues se había dado cuenta de que todos los que pasaban se detenían junto a él. 13Apartado ya del camino, toda la gente siguió adelante en pos de Joab, en persecución de Seba, hijo de Bicrí.

Castigo de Seba

14[2161]Joab recorrió todas las tribus de Israel hasta Abel de Betmaacá; y también todos los bicritas se reunieron y le siguieron. 15Llegaron, pues, y sitiaron (a Seba) en Abel de Betmaacá y levantaron contra la ciudad un baluarte que llegaba hasta el vallado, y toda la gente que estaba con Joab estaba batiendo el muro para destruirlo. 16Entonces una mujer sabia gritó desde la ciudad: “¡Oíd! ¡Oíd! ¡Os ruego que digáis a Joab que se llegue aquí, para que yo hable con él!” 17Se le acercó Joab y la mujer preguntó: “¿Eres tú Joab?” “Yo soy”, contestó él. Entonces ella le dijo: “Escucha las palabras de tu sierva.” A lo que dijo él: “Escucho.” 18Luego habló ella, diciendo: “Antiguamente se solía decir: ‘Hay que pedir consejo en Abel’; y así se arreglaba todo asunto. 19Yo soy una de las (ciudades) pacíficas y fieles en Israel; tú procuras destruir una ciudad y una madre en Israel. ¿Por qué quieres devorar la herencia de Yahvé?” 20Joab respondió: “¡Muy lejos de mí la idea de devorar y destruir! 21El caso no es así, sino es que un hombre de la montaña de Efraím que se llama Seba, hijo de Bicrí, ha levantado la mano contra el rey David. Entregadme ese hombre solo y me retiraré de la ciudad.” Repuso la mujer a Joab: “He aquí que se te arrojará su cabeza por encima de la muralla.” 22Entonces la mujer se dirigió a todo el pueblo con tanta cordura que cortaron la cabeza a Seba, hijo de Bicrí, y se la echaron a Joab; el cual tocó la trompeta y las tropas se dispersaron retirándose de la ciudad, cada una hacia su tienda; y Joab se volvió a Jerusalén, al rey.

Ministros de David

23Joab estaba al frente del ejército de Israel; Banaías, hijo de Joiadá, era capitán de los cereteos y feleteos; 24Aduram, inspector de los tributos; Josafat, hijo de Aquilud, cronista; 25Sivá, secretario, y Sadoc y Abiatar eran sacerdotes. 26[2162]También Irá de Jaír era ministro de David.

V. APÉNDICES
2 SAMUEL 21
Venganza de los gabaonitas

1En los días de David se produjo un hambre que duró tres años seguidos. David consultó a Yahvé, y dijo Yahvé: “Es por causa de Saúl y su casa, que derramó sangre, matando a los gabaonitas.” 2[2163]Entonces el rey llamó a los gabaonitas para hablar con ellos. Es de saber que los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino de los restos de los amorreos, y los hijos de Israel les habían jurado; pero Saúl quiso extirparlos (pretextando) su celo por los hijos de Israel y Judá. 3Dijo, pues, David a los gabaonitas: “¿Qué queréis que yo os haga y cómo podré hacer expiación para que bendigáis la herencia de Yahvé?” 4Los gabaonitas le contestaron: “No tenemos cuestión de plata y oro ni con Saúl ni con su casa; y no pretendemos matar hombre alguno en Israel.” Preguntó él: “Pues ¿qué queréis que haga por vosotros?” 5Contestaron ellos al rey: “Aquel hombre nos ha destruido y maquinaba nuestro exterminio para hacernos desaparecer de todo el territorio de Israel; 6[2164]por eso que se nos entreguen siete de sus hijos, para que los colguemos ante Yahvé en Gabaa de Saúl, el elegido de Yahvé.” Y dijo el rey: “Yo los entregaré.” 7El rey tuvo compasión de Mefibóset, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Yahvé que había entre ellos, entre David y Jonatán, hijo de Saúl. 8[2165]Tomó, pues, el rey a los dos hijos que Resfá, hija de Ayá, había dado a Saúl: Armoní y Mefibóset, y los cinco hijos que Merob, hija de Saúl, había dado a Adriel, hijo de Barzillai meholatita; 9[2166]y los entregó en mano de los gabaonitas, que los colgaron en el monte delante de Yahvé, pereciendo los siete juntos. Murieron en los primeros días de la siega, al comienzo de la cosecha de la cebada.

Amor maternal de Resfá

10Entonces Resfá, hija de Ayá, tomando un saco, se lo extendió sobre la roca; y (estuvo allí) desde el principio de la siega hasta que se derramaron sobre los (cadáveres) las aguas del cielo, espantando de día las aves del cielo, y de noche las fieras del campo. 11Fue dado aviso a David de lo que había hecho Resfá, hija de Ayá, concubina de Saúl. 12Y fue David y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán, su hijo; de los ciudadanos de Jabés-Galaad, que se los habían llevado de la plaza de Betsán, donde los habían colgado los filisteos después de derrotar a Saúl en Gelboé; 13y trasladó de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán, su hijo; y recogiendo también los huesos de los colgados, 14[2167]los hizo sepultar con los huesos de Saúl y de Jonatán, su hijo, en tierra de Benjamín, en Selá, en el sepulcro de Kis, su padre. Y se hizo todo lo que el rey había mandado. Después de esto, Dios se mostró propicio al país.

Héroes del ejército de David

15Hubo otra vez guerra entre los filisteos e Israel; y descendió David, y sus siervos con él, y combatieron a los filisteos. Pero en el momento en que David se cansó, 16Isbibenob, uno de la raza de los gigantes, que llevaba una lanza de trescientos siclos de bronce y ceñía una espada nueva, intentó matar a David. 17[2168]Mas le vino en socorro Abisai, hijo de Sarvia, que hirió al filisteo y le mató. Entonces los hombres de David le conjuraron, diciendo: “¡No saldrás más con nosotros a la guerra, para que no apagues la antorcha de-Israel!” 18[2169]Después de esto hubo en Gob otra batalla contra los filisteos. Entonces Sibecai, husatita, mató a Saf, que era de los hijos de los gigantes. 19Hubo, además, otra batalla en Gob contra los filisteos; y Elhanán, hijo de Jaaré-Oregim, betlehemita, mató a Goliat, geteo, que tenía una lanza cuya asta era como un enjullo de telar. 20Hubo, además, una batalla en Gat, donde había un hombre de gran estatura que tenía en cada mano seis dedos, y en cada pie seis dedos, en total veinticuatro; era también él hijo de los gigantes. 21Insultó a Israel; pero le mató Jonatán, hijo de Sammá hermano de David.

22Estos cuatro eran del linaje de los gigantes de Gat, y cayeron por mano de David y sus servidores.

2 SAMUEL 22
Cántico de David

1[2170]Cantó David a Yahvé las palabras de este cántico, cuando Yahvé lo hubo librado de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. 2Dijo:

“Yahvé es mi Roca,

mi fortaleza y mi libertador;

3[2171]Dios es mi Roca,

a Él me acojo;

Él es mi escudo

y el cuerno de mi salvación,

mi alto amparo, mi asilo.

¡Salvador mío!

Tú me libraste de la violencia.

4Clamé alabándole, a Yahvé,

y quedé salvo de mis enemigos.

5Ya me cercaban las ondas de la muerte,

me aterraban torrentes perniciosos;

6[2172]ya me rodeaban las sogas del scheol,

y me amenazaban los lazos de la muerte;

7cuando en mi angustia clamé a Yahvé,

invoqué a mi Dios;

y Él desde su templo oyó mi voz,

y mi clamor llegó a sus oídos.

8[2173]Se conmovió y tembló la tierra,

vacilaron los cimientos de los cielos,

temblaron, porque se inflamó su ira.

9Subía humo de sus narices,

y fuego devorador de su boca;

ascuas encendidas salían de Él.

10E inclinó los cielos y descendió,

teniendo espesa nube bajo sus pies.

11[2174]Subió sobre un querubín y voló,

apareció sobre las alas del viento.

12Puso en torno suyo tinieblas por velo,

masas de aguas, densos nubarrones.

13Al fulgor que le precedía

se encendieron ascuas de fuego.

14Tronó Yahvé desde el cielo,

el Altísimo hizo resonar su voz.

15Disparó saetas y los dispersó,

rayos, y los consternó.

16Entonces apareció el fondo del mar

se descubrieron los cimientos del orbe

ante la voz increpadora de Yahvé,

ante el resuello del furor de su ira.

17Extendió su mano desde lo alto,

me tomó y me sacó de grandes aguas.

18Me libró de mi feroz enemigo,

de los que me aborrecían,

porque eran más fuertes que yo.

19Me habían sorprendido

en el día de mi calamidad;

pero Yahvé fue mi sostén.

20[2175]Me sacó fuera, a un lugar ancho,

salvándome porque me amaba.

21Yahvé me ha recompensado

según merecía mi justicia;

según la inocencia de mis manos

me dio el pago;

22pues he guardado los caminos de Yahvé,

no me he apartado impíamente de mi Dios.

23Tenía ante mis ojos todos sus preceptos,

y no me apartaba de sus mandamientos.

24Sin reproche anduve en su presencia,

me guardé de hacer iniquidad.

25Yahvé me ha retribuido

conforme a mi justicia,

según mi inocencia ante sus ojos.

26[2176]Con el piadoso Tú te portas piadoso,

con el nombre recto, rectamente;

27Tú eres limpio con el limpio,

y al perverso lo tratas como tal.

28Tú salvas al pueblo humilde,

y con tu mirada abates a los altivos.

29[2177]Tú, Yahvé, eres mi antorcha;

Yahvé ilumina mis tinieblas.

30Contigo me arrojo sobre ejércitos,

con mi Dios salto murallas.

31[2178]El camino de Dios es perfecto,

y acrisolada la palabra de Yahvé;

Él es un escudo

para cuantos en Él confían.

32Pues ¿quién es Dios sino solo Yahvé?

¿Quién es Roca fuera de nuestro Dios?

33Mi fortaleza inexpugnable es Dios,

quien hace perfecto mi camino.

34Me dio pies ligeros cual de ciervo

y me colocó sobre las alturas;

35adiestró mis manos para la guerra,

y mis brazos doblan el arco de bronce.

36Me diste el escudo de tu salvación,

y tu benignidad me ha hecho grande.

37Ensanchaste el camino bajo mis pies,

para que no resbalasen.

38Así perseguí a mis enemigos

hasta destruirlos,

y no me volví hasta acabar con ellos.

39Sí, acabé con ellos y los aplasté,

de modo que no pueden ya levantarse;

han caído debajo de mis pies.

40[2179]Me ceñiste de fortaleza para luchar,

sometiste mis enemigos a mi poder,

41pusiste en fuga a mis contrarios;

y así destrocé a los que me odiaban.

42Miraban en derredor,

mas no hubo quien los salvase,

(clamaban) a Yahvé, pero no los oía;

43triturábalos como polvo de la tierra;

cual barro de las calles

los aplastaba y los hollaba.

44[2180]Me libraste también

de los revoltosos de mi pueblo,

para jefe de naciones me elegiste.

Pueblos que no conocía me sirven.

45Hombres extranjeros me dicen lisonjas,

apenas oyen de mí, me obedecen.

46Los extranjeros palidecen

y temblando salen de sus refugios.

47¡Viva Yahvé, y bendita sea mi Roca!

Ensalzado sea Dios,

la Roca de mi salvación,

48el Dios que me otorga venganza,

y somete los pueblos a mis pies;

49el que me salva de mis enemigos.

Pues Tú me ensalzas

sobre los que se levantan contra mí;

me libras del hombre violento.

50Por eso, te alabaré entre las naciones,

y cantaré loores a tu nombre, Yahvé.

51[2181]Él salva maravillosamente a su rey,

y usa de misericordia con su ungido

David y su descendencia para siempre.”

2 SAMUEL 23
Ultimo cántico de David

1Estas son las últimas palabras de David:

“Oráculo de David, hijo de Isaí,

oráculo del varón puesto en lo alto,

del ungido del Dios de Jacob,

del dulce cantor de Israel:

2[2182]El Espíritu de Yahvé habla por mí,

y sobre mi lengua se halla su palabra.

3[2183]Me habló el Dios de Israel,

dijo la Roca de Israel:

Un dominador justo de los hombres

que gobierna en el temor de Dios,

4[2184]es como la luz de la aurora

cuando se levanta el sol

en una mañana sin nubes.

A sus rayos, tras la lluvia,

brota la hierba de la tierra.

5[2185]¿No está así con Dios mi casa?

pues Él hizo conmigo pacto eterno,

firme en todo y bien guardado.

Él es toda mi salud

y el cumplimiento de todos mis deseos.

6[2186]Pero los hombres de Belial

sean desechados todos como espinas,

que no pueden tomarse con la mano.

7Quien quiere tocarlas,

se arma de hierro o de un asta de lanza,

y las quema en su mismo lugar.”

Los paladines de David

8[2187]Estos son los nombres de los héroes que tenía David: Jesbam, hijo de Hacamoní, el principal de los tres. Blandió su lanza contra ochocientos hombres y los mató de una vez.

9Después de este, Eleazar, hijo de Dodó, hijo de Ahohí, que era uno de los tres valientes que estaban con David. Desafiaba a los filisteos, reunidos allí para batalla. Se habían dispersado ya los hombres de Israel, 10[2188]cuando él se levantó e hirió a los filisteos hasta que se le cansó la mano y le quedó pegada a la espada. En aquel día obró Yahvé una gran liberación, y el pueblo volvió en pos de Eleazar, pero solo para tomar los despojos.

11Después de él, Sammá, hijo de Agé, hararita. Se habían reunido los filisteos en Lehí, y había allí un pedazo de terreno sembrado de lentejas, y el pueblo iba huyendo delante de los filisteos. 12Entonces él se plantó en medio del campo, lo defendió y derrotó a los filisteos; y obró Yahvé una gran liberación.

13[2189]Tres de los treinta capitanes fueron a reunirse con David, al tiempo de la siega, en la cueva de Odollam, mientras una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. 14David estaba a la sazón en la fortaleza y había una guarnición de los filisteos en Betlehem. 15Se le vino entonces a David un deseo y dijo: “¡Ah, si yo pudiera beber del agua del pozo de Betlehem, que está junto a la puerta!” 16Con lo cual los tres valientes atravesaron el campamento de los filisteos, sacaron agua del pozo de Betlehem que está junto a la puerta, y la llevaron a David. Mas él no quiso beberla, sino que la derramó para Yahvé, 17[2190]diciendo: “¡Lejos de mí, oh Yahvé, hacer tal cosa! ¿No es esta la sangre de los hombres que han expuesto su vida para buscarla?” Por tanto no quiso bebería. Esto hicieron los tres héroes.

Hazañas de Abisai y Banaías

18[2191]Abisai, hermano de Joab, hijo de Sarvia, era jefe de treinta. Enristró su lanza contra trescientos y los derrotó, y adquirió fama entre los tres. 19Él era de los treinta el más distinguido y su jefe, mas no igualó a los tres. 20[2192]Banaías, hijo de Joiadá, varón fortísimo y de grandes hazañas, natural de Cabseel, mató a los dos Ariel de Moab. En un día de nieve bajó y mató un león en una cisterna. 21Mató, además a un egipcio, varón de alta estatura. Tenía el egipcio en su mano una lanza, pero (Banaías) bajó contra él con su báculo, y arrancando la lanza de la mano del egipcio lo mató con esa misma lanza. 22Tales cosas hizo Banaías, hijo de Joiadá, y tuvo renombre entres los tres valientes. 23Él era el más considerado entre los treinta, pero no alcanzó a los tres. David lo hizo consejero suyo.

Otros guerreros valientes

24[2193]Entre los treinta figuraban: Asael, hermano de Joab; Elhanán, hijo de Dodó, de Betlehem; 25Sammá de Harod; Elicá de Harod; 26Heles el paltita; Irá, hijo de Iqués, de Tecoa; 27Abiéser de Anatot; Mobonai, husatita; 28Selmón ahotita; Maharai de Netofá; 29Heleb, hijo de Baaná, de Netofá; Itai, hijo de Ribai, de Gabaá de los hijos de Benjamín; 30Banaías, de Faratón; Hidai, de los valles de Gaas; 31Abialbón de Arbat; Azmávet de Barhum; 32Eliabá de Saalbón, Bené-Jasén, Jonatán; 33Sammá de Harar; Ahiam, hijo de Sarar, de Aror; 34Elifálet, hijo de Ahasbai, hijo del maacateo; Eliam, hijo de Aquitófel gilonita; 35Hesrai de Carmel; Farai arbita; 36Igal, hijo de Natán, de Soba; Baní gadita; 37Sélec ammonita y Naharai de Beerot, escuderos de Joab, hijo de Sarvia; 38Irá de Jéter; Gareb de Jéter; 39Urías, el heteo; en total treinta y siete.

2 SAMUEL 24
Censo del pueblo

1[2194]Una vez más se encendió la ira de Yahvé contra los israelitas, e instigó a David contra ellos, diciendo: “Anda y haz el censo de Israel y de Judá.” 2Dijo, pues, el rey a Joab, jefe del ejército que estaba con él: “Recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Bersabee, y haced el censo del pueblo, para que yo sepa el número del mismo.” 3[2195]Respondió Joab al rey: “¡Multiplique Yahvé, tu Dios, cien veces más el número actual del pueblo, y véanlo los ojos de mi señor el rey! Mas, ¿por qué quiere esto mi señor el rey?” 4Pero la palabra del rey prevaleció sobre Joab y los jefes del ejército, de manera que Joab y los jefes del ejército salieron de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.

5Pasaron el Jordán y acamparon en Aroer, a la derecha de la ciudad que está en medio del valle de Gad. Luego fueron a Jazer, 6vinieron a Galaad y a la región situada al pie del Hermón, y después llegaron a Dan-Jaan y a los alrededores de Sidón, 7de donde fueron a la fortaleza de Tiro, y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos; y al fin marcharon hacia el mediodía de Judá, a Bersabee. 8Así recorrieron todo el país y al cabo de nueve meses y veinte días volvieron a Jerusalén. 9[2196]Joab dio al rey la suma del censo del pueblo; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres de guerra que sacaban espada, y los de Judá, quinientos mil hombres.

La peste

10[2197]Pero después que hubo contado el pueblo le remordió a David la conciencia. Y dijo David a Yahvé: “He pecado gravemente en lo que acabo de hacer. Perdona, pues, oh Yahvé, la iniquidad de tu siervo; porque he obrado muy neciamente.” 11Al día siguiente, cuando David se levantó, habló Yahvé a Gad profeta, vidente de David, en estos términos: 12“Ve y di a David: Así dice Yahvé: Yo pongo delante de ti tres cosas; escógele una de ellas, y te la haré.” 13Vino, pues, Gad a David, y se lo comunicó, diciendo: “¿Quieres que vengan sobre ti siete años de hambre en tu tierra?, ¿o que tú huyas durante tres meses perseguido por tus enemigos?, ¿o que haya tres días de peste en tu país? Delibera ahora y mira qué he de responder al que me envía.” 14[2198]Entonces David respondió a Gad: “Me veo en muy grande angustia. ¡Caigamos, pues, en manos de Yahvé, porque grandes son sus misericordias, pero que no caiga yo en manos de los hombres!”

15Envió, pues, Yahvé una peste a Israel, desde aquella mañana hasta el tiempo señalado; y murieron, desde Dan hasta Bersabee, setenta mil hombres del pueblo. 16[2199]El ángel extendía ya su mano contra Jerusalén para desolarla; mas Yahvé se arrepintió del mal, y dijo al ángel que exterminaba al pueblo: “¡Basta ya; detén tu mano!” El ángel de Yahvé estaba entonces junto a la era de Areuna, el jebuseo. 17Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahvé: “He aquí que yo soy el que he pecado; he obrado perversamente, pero estas ovejas, ¿qué han hecho? ¡Descarga, pues, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre!”

Dios se apiada del pueblo

18[2200]Ese mismo día vino Gad a David y le dijo: “Sube, levanta un altar a Yahvé en la era de Areuna, el jebuseo.” 19Subió, pues, David, conforme a la palabra de Gad, como se lo había mandado Yahvé. 20Cuando Areuna, alzando los ojos, vio al rey y a sus siervos que venían hacia él, salió y se postró delante del rey, rostro en tierra. 21Y dijo Areuna: “¿Por qué viene el rey mi señor a casa de su siervo?” David respondió: “Para comprarte esta era, a fin de edificar un altar a Yahvé, para que la plaga se retire de sobre el pueblo.” 22Dijo entonces Areuna al rey: “Tome el rey mi señor y ofrezca como sacrificio lo que bien le parezca. Mira, aquí están los bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para la leña. 23Todo esto, oh rey, regala Areuna al rey.” Areuna dijo además al rey: “¡Yahvé, tu Dios, te sea propicio!” 24Respondió el rey a Areuna: “No, sino que te lo compraré por plata, pues no quiero ofrecer a Yahvé mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.” Y así compró David la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. 25David erigió allí un altar a Yahvé y ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos; y Yahvé fue propicio al país, y se retiró la plaga de Israel.

III REYES (1 REYES)

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INTRODUCCIÓN

Los Libros III y IV de los Reyes que en algunas versiones se llaman libros I y II de los Reyes (porque los dos libros que preceden se llaman a veces libros de Samuel), han de considerarse como continuación de esos dos libros históricos a los cuales se agregan.

Empiezan con el advenimiento de Salomón al trono y cierran con la caída del reino de Judá, abarcando, por consiguiente, más de cuatro siglos (X-VI a. C.).

El primero, a saber el Libro III de los Reyes, trae en su primera parte la historia de Salomón (capítulos 1-11), en la segunda la de los reinos de Judá e Israel hasta el rey Ococías de Israel (capítulos 12-22).

El Libro IV describe la historia de los dos reinos hasta la destrucción de Samaria y del reino de Israel (capítulos 1-17), refiriendo luego los acontecimientos que siguieran en Judá, hasta el cautiverio babilónico.

No es el objeto de estos libros ofrecernos una historia exclusivamente política. Lo que el autor quiere mostrar es cómo los reyes observaron o no las normas de la Ley y de qué manera Dios cumplió sus promesas y amenazas. A la posición que toma cada rey respecto de la Ley, corresponde su suerte personal y la de su reino. Aquel rey es grande, que cumple la Ley, aquel es pequeño e impío, que la descuida. Este es el esquema según el cual cada rey es juzgado.

El autor debe haber sido uno de los profetas. Según la tradición judía fue Jeremías, con lo cual coinciden algunos ilustres exégetas modernos. En todo caso, ha de reconocerse el parentesco de estilo entre el libro de Jeremías y estos dos de los Reyes.

El tiempo de la composición de los dos libros ha de fijarse entre el año 562 y el año 538 a. C. Pues el autor menciona la liberación del rey Jeconías acaecida el año 562, pero no el fin del cautiverio (año 538).

El autor ha tenido a su disposición fuentes escritas, los anales de los reyes de Judá, citados por él 15 veces, y los anales de los reyes de Israel citados 11 veces. De estas fuentes ha entresacado lo que creía conveniente para su objeto.

Un problema para los exégetas es la cronología de los dos libros. Consiste ella en indicar la edad del rey que sube al trono y la duración de su reinado, y, además, su sincronización con el reinado del rey contemporáneo de Israel o de Judá, respectivamente. Pero si se suman los años de los reyes de Judá con los del reino de Israel desde el cisma hasta el cautiverio de Israel, resulta una diferencia de 19 años. Para solucionar esta dificultad se han propuesto varios sistemas.

I. SALOMÓN
1 REYES 1
Abisag

1El rey David era ya viejo y de edad avanzada, por lo cual lo cubrían con ropas, pero no podía entrar en calor. 2Entonces sus siervos le dijeron: “Búsquese para el rey, nuestro señor, una joven, virgen, que sirva al rey. Ella te cuide y se acueste en tu seno, para que nuestro señor, el rey, consiga calor. 3[2201]Buscaron, pues, una joven hermosa en todos los territorios de Israel; y hallaron a Abisag, sunamita, y la trajeron al rey. 4Esta joven era en extremo hermosa; cuidaba ella al rey y le servía, pero el rey no la conoció.

Conspiración de Adonías

5[2202]Entonces Adonías, hijo de Hagit, dijo en su orgullo: “Yo seré rey”; y se procuró una carroza, gente de a caballo, y cincuenta hombres que corriesen delante de él. 6Su padre nunca en todos sus días se lo reprochaba, preguntándole: “¿Por qué haces esto?” Adonías era de muy hermosa presencia y (su madre) le había dado a luz después de Absalón. 7Conspiraba con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar, los cuales siguieron el partido de Adonías. 8Pero el sacerdote Sadoc, Banaías, hijo de Joiadá, el profeta Natán, Semeí, Reí, y los valientes que tenía David, no seguían a Adonías. 9[2203]Ahora bien, Adonías inmoló ovejas, bueyes y novillos cebados junto a la piedra de Sohélet, que está al lado de la fuente de Rogel, y convidó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey; 10pero no invitó al profeta Natán, ni a Banaías, hijo de Joiadá, ni a los valientes, ni a Salomón su hermano.

Intervención de Natán

11Entonces habló Natán a Betsabee, madre de Salomón, y le dijo: “¿No sabes que reina Adonías, hijo de Hagit, sin que nuestro señor David lo sepa? 12Ven, pues, ahora y te daré un consejo, para que puedas salvar tu vida y la vida de tu hijo Salomón. 13Anda, preséntate al rey David, y dile: «Señor mío y rey, ¿no juraste tú a tu sierva, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí, y él se sentará sobre mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?» 14Y he aquí que mientras tú estuvieres aún hablando allí con el rey, entraré yo tras de ti, y confirmaré tus palabras.”

15Entró, pues, Betsabee en el aposento del rey, el cual era ya muy viejo, y Abisag la sunamita servía al rey. 16Se inclinó Betsabee y se postró ante el rey; y dijo el rey: “¿Qué quieres?” 17Respondió ella: “Señor mío, tú juraste a tu sierva por Yahvé, tu Dios, diciendo: «Salomón, tu hijo, reinará después de mí, y él se sentará sobre mi trono.» 18Mas ahora he aquí que Adonías se ha hecho rey, y tú, señor mío, y rey, no lo sabes. 19Ha sacrificado bueyes y novillos cebados y ovejas en gran número, y ha convidado a todos los hijos del rey, y al sacerdote Abiatar, y a Joab, jefe del ejército; pero no ha convidado a tu siervo Salomón. 20En ti, oh rey y señor mío, están ahora puestos los ojos de todo Israel, para que les hagas saber quién ha de sentarse sobre el trono de mi señor el rey después de él. 21[2204]De lo contrario, cuando el rey mi señor duerma con sus padres, yo y Salomón, mi hijo, seremos (tratados como) criminales.”

22Ella estaba todavía hablando con el rey, cuando he aquí llegó el profeta Natán. 23Y avisaron al rey, diciendo: “Ahí está el profeta Natán.” Entró, pues, este a la presencia del rey y se postró delante del rey, rostro en tierra. 24Y dijo Natán: “Señor mío y rey, ¿has dicho tú: «Adonías ha de reinar después de mí, y se sentará sobre mi trono»? 25Porque ha bajado hoy y ha sacrificado bueyes y novillos cebados y ovejas en gran número, y ha convidado a todos los hijos del rey, a los capitanes del ejército y al sacerdote Abiatar; y he aquí que están comiendo y bebiendo con él y exclaman: ¡Viva el rey Adonías! 26Pero no me ha convidado a mí, tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Banaías, hijo de Joiadá, ni a Salomón tu siervo. 27¿Se hace esto por orden de nuestro señor el rey, sin comunicar a tus siervos quién ha de sentarse sobre el trono de mi señor el rey después de él?”

28Respondió el rey David, diciendo: “Llamadme a Betsabee”; y ella entró a la presencia del rey y estuvo de pie ante el rey. 29Entonces hizo el rey este juramento: “¡Vive Yahvé que ha librado mi alma de toda angustia, 30que así como te he jurado por Yahvé, el Dios de Israel, diciendo: Salomón tu hijo, reinará después de mí, y él se sentara sobre mi trono en mi lugar, así haré hoy mismo!” 31Entonces Betsabee inclinó el rostro hasta la tierra, y prosternándose delante del rey, dijo: “¡Viva mi señor, el rey David, para siempre!”

Salomón es ungido rey

32Después dijo el rey David: “Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Banaías, hijo de Joiadá.” Cuando ellos se habían presentado delante del rey, 33[2205]les dijo este: “Tomad con vosotros a los siervos de vuestro señor, y haced montar a Salomón mi hijo sobre mi mula, y conducidle al Gihón. 34Allí el sacerdote Sadoc y el profeta Natán le ungirán por rey sobre Israel; y tocaréis la trompeta, y diréis: “¡Viva el rey Salomón!” 35Luego subiréis en pos de él; y vendrá y se sentará sobre mi trono. El será rey en mi lugar, porque a él le instituyo príncipe sobre Israel y Judá.” 36Respondió Banaías, hijo de Joiadá, al rey, diciendo: “¡Amén! ¡Así lo confirme Yahvé, el Dios de mi señor el rey! 37¡Como Yahvé ha estado con mi señor, el rey, así esté con Salomón; y ensalce su trono más que el trono de mi señor, el rey David!” 38[2206]Bajaron, pues, el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Banaías, hijo de Joiadá, con los cereteos y feleteos, e hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey David y le condujeron al Gihón. 39[2207]El sacerdote Sadoc tomó del Tabernáculo el cuerno de óleo, con el cual ungió a Salomón; y al son de la trompeta exclamó todo el pueblo: “¡Viva el rey Salomón!” 40Después subió con él todo el pueblo, tocando flautas, y haciendo gran fiesta de modo que parecía hendirse la tierra por el ruido de sus aclamaciones.

41Lo oyó Adonías y todos los convidados que con él estaban, en el momento en que acababan de comer. Y como oyese Joab el sonido de la trompeta, dijo: “¿Qué significa este ruido de la ciudad alborotada?” 42Estaba todavía hablando, cuando he aquí que llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar. “Ven, le dijo Adonías, porque tú eres hombre valiente y traes buenas nuevas.” 43Jonatán respondió y dijo a Adonías: “Sí, por cierto, pues nuestro señor, el rey David, ha hecho rey a Salomón. 44El rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Banaías, hijo de Joiadá, con los cereteos y feleteos, y ellos le hicieron montar sobre la mula del rey. 45El sacerdote Sadoc y el profeta Natán le han ungido rey en el Gihón; y de allí han subido con júbilo, y la ciudad está en conmoción. Este es el ruido que habéis oído. 46Y Salomón no solo se ha sentado en el trono del reino, 47[2208]sino que también los servidores del rey han venido a felicitar a nuestro señor, el rey David, diciendo: «¡Haga tu Dios el nombre de Salomón más grande que tu nombre y ensalce su trono sobre el trono tuyo!» Y el mismo rey se prosternó sobre su lecho 48y habló de esta manera: «¡Bendito sea Yahvé, el Dios de Israel, que hoy me ha concedido ver con mis ojos al sucesor sobre mi trono!»”

Adonías se somete al nuevo rey

49Entonces temblaron todos los convidados que estaban con Adonías, y levantándose se marcharon cada cual por su camino. 50[2209]También Adonías, teniendo miedo de Salomón, se levantó y fue a asirse de los cuernos del altar. 51Y se le dio a Salomón esta noticia: “He aquí que Adonías teme al rey Salomón; se ha asido de los cuernos del altar y dice: «¡Júreme hoy el rey Salomón que no hará morir a su siervo al filo de la espada!»” 52El rey Salomón respondió: “Si fuere hombre de bien, no caerá a tierra ni un cabello suyo; pero si se hallare maldad en él, morirá.” 53[2210]Envió, pues, el rey Salomón gente que lo sacasen del altar; y él vino y se postró ante el rey Salomón. Y le dijo Salomón: “Vete a tu casa.”

1 REYES 2
Ultimas disposiciones de David

1Estando ya cerca los días de su muerte, dio David a su hijo Salomón estas órdenes: 2“Yo me voy por el camino de todos los mortales; muéstrate fuerte y sé hombre. 3[2211]Observa las obligaciones para con Yahvé, tu Dios, siguiendo sus caminos y cumpliendo sus mandamientos, sus leyes, sus preceptos y testimonios, como están escritos en la Ley de Moisés, para que aciertes en cuanto hagas y adondequiera que dirijas tus pasos, 4[2212]a fin de que Yahvé cumpla la palabra que pronunció respecto de mi persona, diciendo: «Si tus hijos observan el recto camino, andando fielmente delante de Mí, con todo su corazón y con toda su alma, nunca te faltará hombre (de tu linaje) sobre el trono de Israel.» 5[2213]Ya sabes también tú lo que me ha hecho Joab, hijo de Sarvia; lo que hizo a los dos jefes del ejército de Israel: a Abner, hijo de Ner, y a Amasá, hijo de Jéter, cómo los mató, derramando sangre de guerra en tiempo de paz, y echando sangre de guerra sobre el cinturón ceñido a sus lomos, y sobre los zapatos que llevaba en sus pies. 6Harás conforme a tu sabiduría, y no permitas que desciendan sus canas en paz al scheol. 7[2214]Con los hijos de Barzillai, el galaadita, usarás de benevolencia, y serán ellos (de) los que comen a tu mesa; porque de la misma manera me atendieron ellos a mí, cuando iba huyendo de Absalón, tu hermano. 8Tienes también contigo a Semeí, hijo de Gerá, benjaminita, de Bahurim, el cual me maldijo con maldición horrenda en el día de mí huida a Mahanaim. Pero cuando descendió al Jordán a mi encuentro, yo le juré por Yahvé, diciendo: «No te haré morir a espada». 9Ahora, empero, no le dejes impune, ya que eres sabio y entiendes lo que debes hacer con él; harás, pues, que sus canas bajen con sangre al scheol.”

Muerte de David

10[2215]Se durmió entonces David con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. 11El tiempo que reinó David sobre Israel fue de cuarenta años. En Hebrón reinó siete años, y en Jerusalén treinta y tres años. 12Y Salomón se sentó en el trono de su padre David y su reino quedó firmemente establecido.

Muerte de Adonías

13Adonías, hijo de Hagit, fue a ver a Betsabee, madre de Salomón. Le preguntó ella: “¿Vienes en paz?” “En paz”, respondió él. 14Y dijo: “Tengo una cosa que decirte.” Ella respondió: “Habla.” 15Dijo pues: “Bien sabes que el reino era mío y que todo Israel tenía puesta en mí la mirada para que yo reinara. Pero el reino ha sido transferido y vino a ser de mi hermano, porque le correspondía por voluntad de Yahvé. 16Ahora una sola cosa te pido; no me la niegues.” Y ella le dijo: “Habla.” 17Entonces dijo: “Di por favor al rey Salomón —porque él no te lo negará— que me dé a Abisag, la sunamita, por mujer.” 18“Bien, respondió Betsabee, yo hablaré por ti con el rey.”

19Se presentó Betsabee ante el rey Salomón, para hablar con él en favor de Adonías. Y se levantó el rey para salir a su encuentro, y se inclinó ante ella. Luego se sentó en su trono, e hizo poner un trono para la madre del rey, la cual se sentó a su diestra. 20Y le dijo: “Vengo a pedirte una pequeña cosa, no me la niegues.” “Pide, madre mía, dijo el rey, que no te la negaré.” 21Dijo ella: “Dese Abisag, la sunamita, por mujer a Adonías, tu hermano.” 22Entonces respondió el rey Salomón y dijo a su madre: “¿Por qué pides (solamente) a Abisag, la sunamita, para Adonías? Pide también para él el reino —puesto que es mi hermano mayor—, para él, para el sacerdote Abiatar y para Joab, hijo de Sarvia.” 23Y el rey Salomón juró por Yahvé, diciendo: “Esto haga Dios conmigo, y más aún, si Adonías no ha hablado en daño de su propia vida. 24[2216]Ahora pues, ¡vive Yahvé! que me ha confirmado y sentado sobre el trono de mi padre David y que según su promesa me ha fundado casa, que hoy mismo morirá Adonías.” 25Y envió el rey Salomón a Banaías, hijo de Joiadá, el cual se arrojó sobre él; y así murió.

Destierro de Abiatar

26Al sacerdote Abiatar le dijo el rey: “Vete a Anatot, a tus posesiones, pues eres digno de muerte; pero no te quito hoy la vida, por cuanto llevaste el arca de Yahvé, el Señor, delante de mi padre David y has tomado parte en todo lo que padeció mi padre.” 27[2217]Y Salomón expulsó a Abiatar para que no fuese sacerdote de Yahvé, cumpliendo así la palabra que Yahvé había dicho contra la casa de Helí en Silo.

Muerte de Joab

28[2218]Llegó la noticia de esto a Joab, el cual había seguido el partido de Adonías, bien que no se había acogido a Absalón. Huyó, pues, Joab al Tabernáculo de Yahvé, donde se asió de los cuernos del altar. 29Se le dijo al rey Salomón: “Joab ha huido al Tabernáculo de Yahvé, y he aquí qué está al lado del altar.” Entonces Salomón envió a Banaías, hijo de Joiadá, diciendo: “Ve y arrójate sobre él.” 30Fue, pues, Banaías al Tabernáculo de Yahvé, y dijo: “Así ordena el rey: ¡Sal!” Mas él respondió: “No, sino que moriré aquí.” Banaías llevó esta respuesta al rey, diciendo: “Así ha dicho Joab, y así me ha contestado.” 31Respondiole el rey: “Haz como él ha dicho; acomételo, y después entiérrale; así quitarás de sobre mí y de sobre la casa de mi padre la sangre inocente que Joab ha derramado. 32Así Yahvé hace recaer su delito de sangre sobre su misma cabeza; puesto que asaltó a dos hombres, más justos y mejores que él, y los mató a espada, sin que mi padre David lo supiese: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasá, hijo de Jéter, jefe del ejército de Judá. 33Recaiga, pues, la sangre de ellos sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su linaje para siempre; pero sobre David y su linaje, sobre su casa y su trono, haya paz sempiterna de parte de Yahvé!” 34[2219]Subió, pues, Banaías, hijo de Joiadá, y arrojándose sobre él le mató; y fue sepultado en su misma posesión, en el desierto. 35[2220]En su lugar puso el rey sobre el ejército a Banaías, hijo de Joiadá, y al sacerdote Sadoc lo puso en el lugar de Abiatar.

Castigo de Semeí

36El rey hizo llamar a Semeí y le dijo: “Edifícate una casa en Jerusalén y habita en ella, y no salgas de allí a ninguna parte; 37pues ten bien entendido que morirás sin remedio el día en que salgas y pases el torrente Cedrón. Tu sangre recaerá entonces sobre tu propia cabeza.” 38Respondió Semeí al rey: “La orden es buena. Como ha dicho mi señor el rey, así lo hará tu siervo.” Y habitó Semeí en Jerusalén largo tiempo.

39Al cabo de tres años aconteció que dos esclavos de Semeí se escaparon yéndose a Aquís, hijo de Maacá, rey de Gat. Le avisaron a Semeí, diciendo: “He aquí que tus esclavos se hallan en Gat.” 40Con esto Semeí se levantó y aparejó su asno para dirigirse a Gat, a Aquís, en busca de sus siervos. Así, pues, Semeí marchó y trajo a sus siervos de Gat. 41Mas fue informado Salomón de que Semeí había ido de Jerusalén a Gat, y estaba de vuelta. 42Entonces el rey hizo llamar a Semeí y le dijo: “¿No te hice jurar por Yahvé y te advertí, diciendo: Ten bien entendido que el día en que salgas para ir a cualquier parte morirás sin remedio? Y tú mismo me respondiste: «Buena es la orden que acabo de oír». 43¿Por qué pues no has cumplido el juramento de Yahvé, y el precepto que yo te puse?” 44Dijo también el rey a Semeí: “Tú sabes todo el mal —y tú misma conciencia lo reconoce— que hiciste a mi padre David. Por eso Yahvé hace recaer tu maldad sobre tu propia cabeza. 45Mas el rey Salomón será bendito, y el trono de David estable ante Yahvé para siempre.” 46[2221]Y el rey mandó a Banaías, hijo de Joiadá, el cual salió y se arrojó sobre él de suerte que murió. Así el reino se afianzó en manos de Salomón.

1 REYES 3
Bodas de Salomón

1[2222]Salomón emparentó con el Faraón, rey de Egipto, tomando (por mujer) a la hija del Faraón, a la que trajo a la ciudad de David, hasta que hubiese acabado de edificar su propia casa, la casa de Yahvé, y las murallas en derredor de Jerusalén. 2[2223]Mientras tanto el pueblo ofrecía sacrificios en las alturas porque hasta aquel tiempo no se había edificado Casa al nombre de Yahvé. 3Salomón amaba a Yahvé siguiendo los preceptos de su padre David, solo que continuaba ofreciendo sacrificios y quemando incienso en las alturas.

Oración de Salomón en Gabaón

4Fue el rey a Gabaón para ofrecer allí sacrificios, porque era este el más principal de los lugares altos. Mil holocaustos ofreció Salomón sobre aquel altar. 5En Gabaón se apareció Yahvé a Salomón en sueños durante la noche, y dijo Dios: “Pide lo que quieres que Yo te otorgue.” 6A lo que respondió Salomón: “Tú has hecho gran misericordia a tu siervo David, mi padre, conforme caminaba él en tu presencia en fidelidad, en justicia y en rectitud de corazón para contigo, y le has conservado esta gran misericordia, dándole un hijo que se sentara sobre su trono, como hoy (se verifica). 7[2224]Ahora pues, oh Yahvé, Dios mío, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de mi padre David, a pesar de ser yo todavía un niño pequeño que no sabe cómo conducirse. 8[2225]Y sin embargo, tu siervo está en medio de tu pueblo que Tú escogiste, un pueblo grande, que por su muchedumbre no puede contarse ni numerarse. 9Da, pues, a tu siervo un corazón dócil, para juzgar a tu pueblo, para distinguir entre el bien y el mal; porque ¿quién puede juzgar este pueblo tan grande?”

10Estas palabras agradaron al Señor, por haber pedido Salomón semejante cosa, 11[2226]y le dijo Dios: “Por cuanto has pedido esto, y no has pedido para ti larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos; sino que has pedido para ti inteligencia a fin de aprender justicia, 12sábete que te hago según tu palabra; he aquí que te doy un corazón tan sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti, ni lo habrá igual después de ti. 13Y aun lo que no pediste te lo doy: riqueza y gloria, de suerte que no habrá entre los reyes ninguno como tú en todos tus días. 14Y si siguieres mis caminos, guardando mis leyes y mis mandamientos, como lo hizo tu padre David, prolongaré tus días.”

15Se despertó Salomón y (comprendió) que era un sueño. De vuelta a Jerusalén, se presentó delante del Arca de la Alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos y dio un banquete a todos sus servidores.

Salomón manifiesta su sabiduría

16Vinieron entonces al rey dos mujeres rameras, y presentándose delante de él, 17dijo la primera: “¡Óyeme, señor mío! Yo y esta mujer habitábamos en la misma casa; y di a luz un niño, junto a ella en la casa. 18Tres días después de mi parto, dio a luz también esta mujer. Permanecíamos juntas; ninguna persona extraña se hallaba con nosotras en casa, sino que tan solo nosotras dos estábamos en casa. 19Una noche murió el niño de esta mujer, por haberse ella acostado sobre él. 20Y levantándose ella a medianoche, quitó mi niño de junto a mí, estando dormida tu sierva, y lo puso en su seno, en tanto que a su hijo muerto lo puso en mi seno. 21Cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Mas mirándole con mayor atención, a la luz del día; reconocí que no era el hijo mío, el que yo había dado a luz.” 22Respondió la otra mujer: “¡No, sino que mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto!” La primera, empero, decía: “¡No, sino que tu hijo es el muerto, y el mío el vivo!” Y así altercaban ante el rey.

23Entonces dijo el rey: “Esta dice: Mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto; y aquella dice: No, sino que tu hijo es el muerto, y el mío el vivo.” 24Y ordenó el rey: “Traedme una espada”, y trajeron la espada ante el rey, 25el cual dijo: “Partid el niño vivo en dos, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.” 26En este momento la mujer cuyo niño era el vivo, habló al rey —porque se le conmovían las entrañas por amor a su hijo— y dijo: “¡Óyeme, señor mío! ¡Dadle a ella el niño vivo, y de ninguna manera lo matéis!”; en tanto que la otra decía: “¡No ha de ser ni mío ni tuyo, sino divídase!” 27Entonces tomó el rey la palabra y dijo: “¡Dad a la primera el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre!”

28Oyó todo Israel el fallo que había dictado el rey; y todos tuvieron profundo respeto al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para administrar justicia.

1 REYES 4
Ministros de Salomón

1[2227]Reinaba el rey Salomón sobre todo Israel. 2Sus ministros eran estos: Azarías, hijo de Sadoc, era el sacerdote; 3Elihóref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat, hijo de Aquilud, cronista; 4Banaías, hijo de Joiadá, jefe del ejército; Sadoc y Abiatar, sacerdotes; 5Azarías, hijo de Natán, jefe de los intendentes; Zabud, hijo de Natán, sacerdote, amigo del rey; 6Aquisar, prefecto del palacio; y Adoniram, hijo de Abdá, prefecto de los tributos.

Los doce intendentes

7Tenía Salomón doce intendentes sobre todo Israel, los cuales proveían de víveres al rey y su casa. Cada uno tenía que proveer los víveres durante un mes del año. 8[2228]He aquí los nombres de ellos: Ben-Hur, en la montaña de Efraím; 9Ben-Déquer en Macas, Saalbim, Betsemes, Elón y Bethanán; 10Ben-Hésed, en Arubot; él tenía Socó y toda la tierra de Héfer. 11Ben-Abinadab tenía toda Nafat-Dor; su mujer era Tafat, hija de Salomón. 12Baaná, hijo de Aquilud, tenía Taanac y Megiddó, y todo Betseán, que está al lado de Saretan, por debajo de Jesreel, desde Betseán hasta Abel-Meholá, hasta más allá de Jocneam. 13Ben-Géber, en Ramot-Galaad, tenía las Villas de Jaír, hijo de Manasés, situadas en Galaad. Tenía también la región de Argob, que está en Basan, sesenta ciudades grandes con muros y con barras de bronce. 14Aquinadab, hijo de Addó, en Mahanaim; 15Aquimaas, en Neftalí; este también había tomado por mujer una hija de Salomón (de nombre) Basemat; 16Baaná, hijo de Husai, en Aser y en Alot; 17Josafat, hijo de Parúa, en Isacar; 18Semeí, hijo de Elá, en Benjamín; 19Géber, hijo de Urí, en la tierra de Galaad, país de Sehón, rey amorreo, y de Og, rey de Basan. Había en aquella tierra un solo intendente.

20Judá e Israel eran numerosos; su multitud era como las arenas que hay a orillas del mar; y comían y bebían y se alegraban.

La mesa del rey

21[2229]Reinaba Salomón sobre todos los reinos desde el río hasta la tierra de los filisteos, y hasta la frontera de Egipto. Ellos traían tributos y estuvieron sujetos a Salomón todos los días de su vida. 22[2230]La provisión para la mesa de Salomón consistía cada día en treinta coros de flor de harina y sesenta coros de harina común, 23diez bueyes cebados, veinte bueyes de pasto, y cien ovejas, sin contar los corzos, gacelas, ciervos y aves cebadas. 24[2231]Porque él reinaba sobre toda la tierra al lado de aquí del río, desde Tafsah hasta Gaza, sobre todos los reyes de esta parte del río; y gozaba de paz por todos lados en derredor suyo. 25Judá e Israel habitaban seguros, cada cual bajo su parra y su higuera, desde Dan hasta Bersabee, todos los días de Salomón. 26[2232]Tenía Salomón cuarenta mil pesebres para los caballos de sus carros, y doce mil caballos de silla.

27Aquellos intendentes proveían de víveres al rey Salomón y a cuantos tenían acceso a la mesa del rey Salomón, cada cual en su mes, sin dejar que faltase cosa alguna. 28Llevaban también cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga a cualquier lugar donde él estaba, cada uno cuando le tocaba el turno.

Sabiduría de Salomón

29Dios otorgó a Salomón sabiduría, y una inteligencia y grandeza de corazón tan inmensa como la arena que está en las playas del mar; 30de modo que la sabiduría de Salomón superaba a la sabiduría de todos los hijos del Oriente y a toda la sabiduría de Egipto. 31[2233]Era más sabio que todos los hombres: más que Etán; el ezrahita, más que Hernán, Calcol y Dardá, hijos de Macol, y su nombre se celebraba en todas las naciones comarcanas. 32[2234]Compuso tres mil proverbios, y sus cantos fueron mil cinco. 33[2235]Disertó acerca de los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que brota en el muro. Discurrió asimismo sobre las bestias, las aves, los reptiles y los peces. 34Para oír la sabiduría de Salomón venían hombres de todos los pueblos, enviados de todos los reyes de la tierra, que habían oído hablar de su sabiduría.

1 REYES 5
Alianza entre Salomón e Hiram

1[2236]Hiram, rey de Tiro, envió a sus siervos a Salomón, cuando supo que le habían ungido rey en lugar de su padre; pues Hiram había sido siempre amigo de David. 2Salomón, por su parte, envió a decir a Hiram: 3“Bien sabes que David mi padre no pudo edificar la Casa al Nombre de Yahvé, su Dios, a causa de las guerras (con los enemigos) que le rodearon, hasta que Yahvé los puso bajo las plantas de sus pies. 4Mas ahora Yahvé, mi Dios, me ha dado reposo por todos lados; no hay más enemigo ni obstáculo adverso. 5Por lo cual, he aquí que yo me propongo edificar una Casa al Nombre de Yahvé, mi Dios, como Yahvé lo ha ordenado a mi padre David, diciendo: ‘Tu hijo que Yo pondré en tu lugar sobre tu trono, ese edificará la Casa a mi Nombre.’ 6[2237]Manda, pues, que se me corten cedros en el Líbano; y mis siervos estarán con tus siervos, y te pagaré el salario de tus siervos conforme a todo lo que pidieres; porque bien sabes que no hay entre nosotros quien sepa cortar las maderas como los sidonios.”

7[2238]Cuando Hiram oyó estas palabras de Salomón, se alegró mucho y exclamó: “¡Bendito sea hoy Yahvé que ha dado a David un hijo sabio sobre este pueblo tan grande!” 8Y envió Hiram a decir a Salomón: “He tomado nota de lo que me has mandado a decir. Cumpliré todos tus deseos en cuanto a las maderas de cedro y las maderas de ciprés. 9Mis siervos las bajarán desde el Líbano al mar, y yo las haré transportar en balsas por mar al lugar que tú me indiques. Allí las haré desatar y tú te las llevarás, y cumplirás, por tu parte, mi deseo, suministrando víveres a mi casa.” 10Suministraba, pues, Hiram a Salomón maderas de cedro y maderas de ciprés, cuantas este quería, 11en tanto que Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento de su casa y veinte coros de aceite de olivas machacadas. Esto daba Salomón a Hiram todos los años. 12Y Yahvé dio a Salomón sabiduría, como se lo había prometido. Hubo, pues, paz entre Hiram y Salomón, e hicieron los dos alianza.

Número de los obreros

13Hizo el rey Salomón una leva de obreros en todo Israel, la cual fue de treinta mil hombres. 14[2239]De esos enviaba al Líbano diez mil cada mes, por turno. Un mes estaban en el Líbano, y dos meses en sus casas. Adoniram era prefecto de los obreros de la leva. 15Tenía Salomón además setenta mil hombres que llevaban cargas, y ochenta mil canteros en la montaña, 16sin contar los sobrestantes de Salomón, que estaban al frente de la obra, en número de tres mil trescientos. Estos dirigían al pueblo que trabajaba en la obra. 17Por orden del rey se cortaban también piedras grandes, piedras de gran precio, para hacer de piedras talladas el cimiento de la Casa. 18[2240]Los obreros de Salomón y los obreros de Hiram y los giblios las tallaron y prepararon las maderas y las piedras para edificar la Casa.

1 REYES 6
Construcción del Templo

1[2241]El año cuatrocientos ochenta después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo (Salomón) comenzó a edificar la Casa de Yahvé. 2[2242]La Casa que el rey Salomón edificó para Yahvé tenía sesenta codos de largo, veinte codos de ancho y treinta codos de alto. 3Delante de la Casa había un pórtico de veinte codos de largo, correspondiente al ancho de la Casa, y de diez codos de fondo por delante de la Casa. 4Hizo en la Casa también ventanas, que dejaban entrar un poco de luz, 5[2243]y todo en derredor de las paredes de la Casa construyó pisos laterales, adosados a las paredes de la Casa, así del Templo como del Santísimo; y en ellos hizo cámaras laterales en todo su derredor. 6El piso de abajo tenía cinco codos de ancho; el de en medio, seis codos de ancho, y el tercero, siete codos de ancho; porque se hicieron encogimientos en el muro exterior, todo alrededor de la Casa, para que (las vigas) no entrasen en las paredes mismas de la Casa.

7En la construcción de la Casa se usaban solamente piedras, labradas ya en las canteras, de manera que durante la construcción no se dejó oír en la Casa ni martillo, ni punzón, ni ningún instrumento de hierro. 8La entrada a las cámaras del piso inferior estaba en la parte derecha de la Casa; por una escalera de caracol se subía al piso de en medio, y de este al tercero. 9Así edificó (Salomón) la Casa, y cuando la hubo terminado, la cubrió con vigas y tablas de cedro. 10[2244]A los pisos laterales que edificó junto a (la pared) de la Casa, les dio una altura de cinco codos y los trabó con la Casa por medio de maderas de cedro.

Dios renueva su promesa

11Después de lo cual llegó esta palabra de Yahvé a Salomón: 12(Me agrada) esta Casa que estás edificando; si tú siguieres mis leyes, y cumplieres mis preceptos, y observares todos mis mandamientos, practicándolos, entonces Yo cumpliré contigo mi promesa que he dado a David, tu padre; 13y habitaré en medio de los hijos de Israel, y no abandonaré a Israel, mi pueblo.”

El interior del Templo

14Así, pues, Salomón edificó la Casa y la acabó. 15Después revistió la parte interior de las paredes de la Casa con tablas de cedro, desde el suelo de la Casa hasta la altura del techo; las cubrió por dentro con maderas, y cubrió también el suelo de la casa con maderas de ciprés. 16Asimismo revistió los veinte codos del fondo de la Casa con tablas de cedro, desde el suelo hasta el techo, y reservó su espacio interior para el Sancta Sanctorum, o sea, el Santísimo. 17La Casa, es decir, el Templo delante del (Santísimo), tenía cuarenta codos (de largo). 18La madera de cedro, en el interior de la Casa, presentaba entalladuras de coloquíntidas y guirnaldas de flores. Todo era de cedro; no se dejaba ver piedra alguna.

19El Santísimo lo estableció en el fondo, en la parte más interior de la Casa, para poner allí el Arca de la Alianza de Yahvé. 20[2245]El interior del Santísimo tenía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte codos de alto. Lo revistió de oro fino, pero el altar lo recubrió de cedro. 21Así revistió Salomón el interior de la Casa de oro fino, e hizo tender cadenas de oro delante del Santísimo, que también revistió de oro, 22[2246]de manera que revistió de oro toda la Casa, la casa toda entera. Asimismo cubrió de oro todo el altar que estaba delante del Santísimo.

Los querubines

23[2247]Hizo en el Santísimo dos querubines de madera de olivo, de diez codos de altura cada uno. 24Cinco codos tenía la una de las alas de (cada) querubín, y cinco codos tenía la otra ala del querubín. Había, pues, diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra. 25Diez codos tenía también el segundo querubín. Una misma medida, y una misma forma tenían los dos querubines. 26La altura de un querubín era de diez codos; así era también el otro querubín. 27[2248]Colocó a los querubines en medio de la Casa interior. Los querubines tenían las alas desplegadas, de suerte que el ala del uno tocaba en la pared, y el ala del segundo querubín tocaba en la otra pared, y se tocaban, ala con ala, en el medio de la Casa. 28Cubrió también de oro a los querubines. 29En todas las paredes que rodeaban la Casa hizo esculpir figuras entalladas de querubines, de palmas y de guirnaldas de flores, tanto por dentro como por fuera. 30Cubrió asimismo de oro el pavimento de la Casa, por dentro y por fuera.

Las puertas

31Las dos hojas de la puerta del Santísimo las hizo de madera de olivo. El jambaje de ellas con los postes ocupaba la quinta parte (de la pared). 32Sobre las dos hojas de madera de olivo esculpió entalladuras de querubines, de palmas y de guirnaldas de flores, y las revistió de oro, extendiendo el oro sobre los querubines y sobre las palmas.

33Hizo, además, para la puerta del Templo postes de madera de olivo, que ocupaban la cuarta parte (de la pared) 34y dos hojas de madera de ciprés. La primera hoja se componía de dos tablas giratorias, la segunda hoja tenía también dos tablas giratorias. 35Esculpió sobre ellas querubines, palmas y guirnaldas de flores, y las revistió de oro, ajustándolo a las entalladuras.

36Hizo también el atrio interior de tres órdenes de piedras labradas, y un orden de vigas de cedro.

Término de las obras

37Echáronse los cimientos de la Casa de Yahvé el año cuarto, en el mes de Zif; 38[2249]y el año undécimo, en el mes de Bul, que es el mes octavo, se terminó la Casa en todas sus partes y con arreglo a todo lo dispuesto. La edificó en siete años.

1 REYES 7
Construcción de los palacios reales

1Durante trece años edificó Salomón su propia casa, hasta que la hubo completamente terminado. 2[2250]Construyó la Casa del Bosque del Líbano, de cien codos de largo, de cincuenta codos de ancho y de treinta codos de alto, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas. 3E hizo un techo de madera de cedro sobre las habitaciones que estribaban sobre cuarenta y cinco columnas, quince en cada hilera. 4Había tres filas de ventanas, y se correspondían tres veces unas a otras. 5Todas las puertas con sus postes tenían marcos cuadrangulares, y las ventanas daban luz correspondiéndose tres veces las unas a las otras.

6Hizo también un pórtico de columnas de cincuenta codos de largo y de treinta codos de ancho, y delante de ellas (otro) pórtico con columnas, y un techo delante de ellas.

7Hizo, además, el pórtico del trono, el pórtico del juicio, donde él juzgaba, y lo revistió de maderas de cedro desde el suelo hasta el techo.

8[2251]De la misma madera fue construida la casa, donde él mismo había de habitar, en otro atrio, más atrás del pórtico. Salomón hizo también una casa al estilo de este pórtico para la hija del Faraón que había tomado por mujer.

9Todas estas construcciones, por dentro y por fuera, desde los cimientos hasta las cornisas, y por fuera hasta el atrio grande, eran de piedras escogidas, cortadas a medida y aserradas con sierra. 10[2252]También los cimientos eran de piedras escogidas, piedras grandes, piedras de diez codos y de ocho codos. 11La parte superior, asimismo, era de piedras escogidas, cortadas a medida, y de madera de cedro. 12[2253]El atrio grande tenía a la redonda tres órdenes de piedras cortadas, y un orden de vigas de cedro, así como lo tenía el atrio interior de la Casa de Yahvé y el pórtico del palacio.

El interior del Templo

13El rey Salomón hizo venir de Tiro a Hiram, 14el cual era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de un padre de Tiro que era herrero de bronce. Hiram estaba lleno de sabiduría, inteligencia y maestría para hacer cualquier clase de obras de bronce. Este, pues, llegó al rey Salomón e hizo toda su obra.

Las columnas Jaquín y Bóaz

15[2254]Hiram fundió las dos columnas de bronce. Cada columna tenía diez y ocho codos de altura; y un cordón de doce codos medía la circunferencia de las dos columnas. 16Hizo dos capiteles de bronce fundido, para colocarlos encima de las columnas. Cinco codos de altura tenía el primer capitel, y cinco codos de altura tenía el otro. 17Fabricó también mallas en forma de redes, y cadenillas trenzadas para los capiteles que estaban encima de las columnas: siete para el primer capitel, y siete para el segundo. 18E hizo las columnas de tal manera que había dos órdenes de granadas en derredor de una de las redes para cubrir el capitel que estaba encima de la columna. Lo mismo hizo para el segundo capitel. 19Los capiteles que estaban encima de las columnas del pórtico tenían forma de azucenas y eran de cuatro codos. 20En los capiteles sobre las dos columnas había doscientas granadas puestas en la convexidad sobresaliente de las mallas. Había, asimismo, doscientas granadas, ordenadas alrededor del segundo capitel. 21[2255]Levantó estas columnas junto al pórtico del Templo. Alzó la columna derecha y le dio el nombre de Jaquín; después alzó la columna izquierda y le dio el nombre de Bóaz. 22Encima de las columnas había un adorno en forma de azucenas. Así quedó concluida la obra de las dos columnas.

El mar de bronce

23[2256]Hizo, además, un mar (de bronce) fundido, de diez codos de un borde al otro. Era completamente redondo y tenía cinco codos de altura. Un cordón de treinta codos ceñía toda su circunferencia. 24Por debajo de su borde lo rodeaban coloquíntidas[2257], todo alrededor, diez por cada codo, cercando el mar entero con dos órdenes de coloquíntidas, fundidas al mismo tiempo que él. 25Estaba asentado sobre doce bueyes, de los cuales tres miraban hacia el norte, tres hacia el occidente, tres hacia el sur y tres hacia el oriente. El mar descansaba encima de ellos, y las partes traseras de todos ellos se dirigían hacia adentro. 26[2258]Su espesor medía un palmo, y su borde era labrado como el borde de un cáliz, como una flor de azucena. Cabían en él dos mil batos.

Las pilas

27[2259]Hizo también diez basas de bronce. Cuatro codos era el largo de cada basa, cuatro codos su ancho, y tres codos su altura. 28He aquí la forma de las basas: Constaban de tableros y de travesaños que cruzaban los tableros. 29En los tableros, entre los travesaños había leones, bueyes y querubines, y lo mismo en los travesaños. Por encima y por debajo de los leones y de los bueyes había guirnaldas que colgaban. 30Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con sus ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había apoyos de fundición sobre los cuales descansaba la pila. Cada uno de ellos sobresalía de las guirnaldas. 31La abertura (para recibir la pila) estaba dentro de una guarnición que tenía un codo de altura. La abertura era redonda, de la forma de un pedestal, y de codo y medio de diámetro. Sobre la abertura había también grabaduras y los tableros eran cuadrados, y no redondos. 32Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas fijados en la basa misma. La altura de cada rueda era de codo y medio. 33Las ruedas estaban hechas como las ruedas de un carro; sus ejes, sus llantas, sus rayos y sus cubos, todo era de fundición. 34Había cuatro apoyos en las cuatro esquinas de cada basa, y los apoyos formaban una sola pieza con la basa. 35La parte superior de cada basa remataba en un cilindro de medio codo de altura. Los apoyos y los tableros formaban en la parte superior de la basa una sola pieza con esta. 36En las planchas de sus apoyos y en los tableros grabó querubines, leones y palmas, según el espacio correspondiente a cada uno, y guirnaldas en derredor. 37Así, pues, se hicieron las diez basas; todas ellas eran de una misma fundición, de una misma medida y de la misma forma.

38Luego hizo diez pilas de bronce, cada una de cuarenta batos de cabida. Cada pila tenía cuatro codos y cada una (descansaba) sobre una de las diez basas. 39Colocó cinco de las basas al lado derecho de la Casa, y cinco al lado izquierdo de la Casa. El mar (de bronce) lo puso al lado derecho de la Casa, al sudeste.

Resumen de los trabajos

40[2260]Asimismo hizo Hiram las calderas, las palas y las tazas. Terminó, pues, Hiram toda la obra que el rey Salomón le había encargado para la Casa de Yahvé: 41las dos columnas, los dos globos de los capiteles que estaban encima de las columnas, las dos redes que cubrían los dos globos de los capiteles en que remataban las columnas, 42las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos órdenes de granadas para cada red, para cubrir los dos globos de los capiteles que coronaban las columnas, 43las diez basas y las diez pilas sobre las basas, 44el mar y los doce bueyes de debajo del mar, 45las calderas, las palas y las tazas. Todos estos utensilios que hizo Hiram para el rey Salomón, en la Casa de Yahvé, eran de bronce bruñido. 46[2261]El rey los hizo fundir en la llanura del Jordán, donde hay tierra arcillosa, entre Sucot y Sartán. 47[2262]Por la extraordinaria cantidad de todos los utensilios, Salomón dejó de pesarlos; no fue averiguado el peso de bronce.

48Salomón hizo fabricar, además, todos los otros utensilios de la Casa de Yahvé: el altar de oro, la mesa de oro sobre la cual se ponía el pan de la proposición, 49los candelabros de oro fino, cinco a la derecha y cinco a la izquierda, frente al Santísimo, las flores, las lámparas y las despabiladeras de oro, 50las fuentes, los cuchillos, las copas, las tazas y los braseros, de oro fino, y también los goznes de oro para la puerta de la Casa interior, o sea, el Santísimo, y para la puerta de la Casa, el Templo.

51[2263]Así fue concluida toda la obra que hizo el rey Salomón en la Casa de Yahvé. Y trajo Salomón las cosas que su padre David había consagrado: la plata, el oro y los vasos, y los depositó en la tesorería de la Casa de Yahvé.

1 REYES 8
Traslado del arca al Templo

1[2264]Entonces Salomón reunió alrededor suyo, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las familias de los hijos de Israel, para trasladar el Arca de la Alianza de Yahvé, desde la ciudad de David, que es Sión. 2[2265]Concurrieron, pues, al rey Salomón todos los varones de Israel en la fiesta del mes de Etanim, que es el mes séptimo.

3Cuando habían venido todos los ancianos de Israel, alzaron los sacerdotes el Arca, 4y trasladaron el Arca de Yahvé, con el Tabernáculo de la Reunión, y todos los utensilios sagrados que había dentro del Tabernáculo; y los llevaban los sacerdotes levitas. 5El rey Salomón y toda la congregación de Israel, reunida en torno suyo, estaban con él delante del Arca, inmolando ovejas y bueyes incontables e innumerables por su muchedumbre. 6Los sacerdotes pusieron el Arca de la Alianza de Yahvé en su sitio, en el lugar más interior de la Casa, en el Santísimo, debajo de las alas de los querubines. 7Porque los querubines extendían las alas sobre el lugar del Arca y cubrían por arriba el Arca y sus varas. 8Tan largas eran las varas, que sus extremos se dejaban ver desde el Lugar Santo, que está delante del Santísimo; pero no se dejaban ver desde fuera. Allí están hasta el día de hoy. 9[2266]Dentro del Arca no había sino las dos tablas de piedra que Moisés había depositado en ella en el Horeb al hacer Yahvé alianza con Israel, en la salida de ellos de la tierra de Egipto.

La gloria del Señor llena el Templo.

10[2267]Y sucedió que al salir los sacerdotes del Santuario, la nube llenó la Casa de Yahvé; 11y los sacerdotes no pudieron permanecer (allí) para ejercer su ministerio, a causa de la nube; pues la gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé. 12[2268]Entonces dijo Salomón:

“Yahvé ha dicho que moraría en la oscuridad.

13Pues bien, yo he edificado una casa que sea morada para Ti,

el lugar de tu morada para siempre.”

Oración de Salomón

14Y volviéndose el rey bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras toda la asamblea de Israel se tenía en pie. 15Dijo: “¡Bendito sea Yahvé!, el Dios de Israel, que habló con su boca a mi padre David y con su mano lo cumplió, diciendo: 16«Desde el día que saqué de Egipto a Israel, mi pueblo, no he escogido ciudad de entre las tribus de Israel para edificar una casa donde resida mi Nombre, aunque escogí a David para que reinase sobre Israel, mi pueblo.» 17David, mi padre, tuvo el propósito de edificar una casa al Nombre de Yahvé, el Dios de Israel; 18mas Yahvé dijo a mi padre David: «Teniendo tú el propósito de edificar una casa a mi Nombre, has ideado un buen proyecto. 19Con todo, no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo, que saldrá de tus entrañas, edificará la Casa a mi Nombre.» 20Yahvé ha cumplido la palabra que prometió; pues me he levantado yo en el lugar de David, mi padre —y heme sentado sobre el trono de Israel, como Yahvé lo ha anunciado—, y he edificado la Casa al Nombre de Yahvé, el Dios de Israel. 21[2269]He establecido allí un lugar para el Arca, donde se halla la Alianza que Yahvé hizo con nuestros padres al sacarlos del país de Egipto.”

22Luego, poniéndose Salomón delante del altar de Yahvé, frente a toda la asamblea de Israel, extendió las manos hacia el cielo, 23[2270]y dijo: “Yahvé, Dios de Israel, no hay Dios como Tú, ni arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, porque Tú guardas la Alianza y la misericordia con tus siervos que andan en tu presencia de todo corazón. 24Tú has cumplido con tu siervo David, mi padre, lo que prometiste; y lo que con tu boca prometiste, con tu mano lo has puesto por obra, como se ve en este día. 25[2271]Ahora, pues, oh Yahvé, Dios de Israel, guarda la promesa que has dado a tu siervo David, mi padre, diciendo: «Nunca te faltará varón delante de Mí que se siente sobre el trono de Israel, con tal que tus hijos vigilen sobre sus caminos y anden delante de Mí, como tú has andado en mi presencia.» 26Cúmplase ahora, oh Dios de Israel, la promesa que diste a tu siervo David, mi padre. 27[2272]Pero ¿es verdad que Dios habita sobre la tierra? He aquí que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¿cuánto menos esta Casa que yo acabo de edificar? 28Con todo vuelve tu rostro a la oración de tu siervo y a su súplica, oh Yahvé, Dios mío, para escuchar el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de Ti. 29Que estén abiertos tus ojos, noche y día, hacia esta Casa y este lugar, acerca del cual has dicho: «Estará allí mi Nombre, para escuchar la oración que tu siervo haga en este lugar». 30Oye, pues, la súplica de tu siervo y de Israel, tu pueblo, cuando oraren en este lugar. Oye Tú desde el lugar de tu morada, el cielo; escucha y perdona.”

Primera petición

31[2273]“Cuando pecare alguno contra su prójimo, y se le impusiere juramento, haciéndole jurar, y él viniere a jurar ante tu altar en esta Casa, 32óyelo Tú desde el cielo, y obra; juzga a tus siervos, condenando al inicuo y haciendo recaer su conducta sobre su misma cabeza, justificando, en cambio, al justo y premiándolo conforme a su justicia.”

Segunda petición

33“Cuando Israel, tu pueblo, fuere vencido por un enemigo, por haber pecado contra Ti, y ellos vueltos a Ti confesaren tu Nombre y oraren, suplicándote en esta Casa, 34óyelo Tú en el cielo, y perdona el pecado de Israel, tu pueblo, y hazlos volver al país que diste a sus padres.”

Tercera petición

35[2274]“Cuando se cierre el cielo, de manera que no haya lluvia, por haber ellos pecado contra ti, y si oraren (dirigiendo sus miradas) hacia este lugar, y alabando tu Nombre, y si se convirtieren de su pecado por haberlos Tú afligido, 36óyelos en el cielo, y perdona el pecado de tus siervos y de Israel, tu pueblo, enseñándoles el recto camino, por el cual deben andar; y envía lluvia sobre tu tierra que diste por herencia a tu pueblo.”

Cuarta petición

37“Cuando haya hambre en la tierra, o peste, o roya, añublo, langosta, u otra clase de insectos, o cuando el enemigo asedie (a tu pueblo) en su país, en sus ciudades, o cuando haya plagas o enfermedades de cualquier clase, 38si entonces uno en particular, o todo Israel, tu pueblo, se dirija a Ti con oraciones y súplicas, y si cada cual, reconociendo la plaga de su corazón, extienda sus manos hacia esta Casa, 39óyelo Tú en el cielo, lugar de tu morada, y perdona; obra y retribuye a cada uno conforme a todos sus caminos, ya que conoces su corazón —pues Tú solo conoces el corazón de todos los hijos de los hombres— 40para que te teman todos los días que vivan en la tierra que diste a nuestros padres.

Quinta petición

41[2275] “También el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, cuando viniere de tierras lejanas a causa de tu Nombre 42—pues ellos oirán hablar de tu gran Nombre y de tu poderosa mano y de tu brazo extendido¾, cuando venga, pues, a orar en esta Casa, 43óyelo Tú en el cielo, lugar de tu morada, y otorga todo lo que te pidiere aquel extranjero, a fin de que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre, para temerte como (te teme) Israel, tu pueblo, y sepan que tu Nombre ha sido invocado sobre esta Casa que yo he edificado.”

Sexta petición

44[2276]“Cuando tu pueblo salga a combatir a sus enemigos por el camino por el cual Tú los enviares, y oraren a Yahvé, mirando hacia la ciudad que Tú elegiste y la Casa que yo he edificado a tu Nombre, 45escucha Tú en el cielo su oración y su plegaria, y hazles justicia.”

Séptima petición

46[2277]“Cuando pecaren contra Ti —pues no hay hombre que no peque— y Tú, irritado contra ellos, los entregares en poder del enemigo, y el vencedor los llevare cautivos a la tierra enemiga, sea lejana o cercana; 47si ellos entonces se arrepintieren en la tierra de su cautividad y convertidos pidieren perdón en el país de sus apresadores, diciendo: «Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos obrado perversamente»; 48y si se volvieren a ti de todo corazón y con toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los cautivaron, y suplicaren a Ti, mirando hacia su tierra que Tú diste a sus padres, hacia la ciudad que has escogido, y hacia la Casa que yo he edificado a tu Nombre, 49entonces oye Tú en el cielo, lugar de tu morada, su oración y su súplica y hazles justicia; 50y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra Ti, y todas sus transgresiones con que contra Ti se rebelaron, y haz que hallen misericordia delante de los que los llevaron cautivos, para que los traten con compasión. 51[2278]Porque son tu pueblo y tu herencia, que Tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro. 52Estén abiertos tus ojos a la súplica de tu siervo, y a la súplica de Israel, tu pueblo, para escucharlos en todo cuanto te invoquen. 53Pues Tú los separaste para Ti mismo, como herencia, de entre todos los pueblos de la tierra; como lo prometiste por boca de Moisés, tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor, Yahvé.”

Salomón bendice al pueblo

54Después de dirigir a Yahvé toda esta oración y súplica, se levantó Salomón de delante del altar de Yahvé, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo; 55y puesto en pie, bendijo a toda la asamblea de Israel, diciendo en alta voz: 56“¡Bendito sea Yahvé, que ha dado descanso a Israel, su pueblo, conforme a todo lo que había prometido! No ha fallado una sola palabra de todas aquellas buenas promesas que anunció por boca de su siervo Moisés. 57Yahvé, nuestro Dios, sea con nosotros así como estuvo con nuestros padres. ¡Que Él no nos abandone ni nos deseche, 58sino que incline nuestro corazón hacia sí, a fin de que andemos por todos sus caminos y guardemos sus mandamientos, sus leyes y preceptos que prescribió a nuestros padres! 59¡Que estas palabras de mi súplica que he pronunciado ante Yahvé estén presentes día y noche ante Yahvé, nuestro Dios, para que haga justicia a su siervo y a Israel, su pueblo, en todo tiempo; 60y sepan todos los pueblos de la tierra que Yahvé es Dios y no hay otro! 61Sea, pues, vuestro corazón recto para con Yahvé, vuestro Dios, de suerte que cumplamos sus leyes y guardemos sus mandamientos, como al presente.”

Clausura de la fiesta

62Después el rey, y con él todo Israel, ofrecieron sacrificios ante Yahvé. 63[2279]Inmoló Salomón como sacrificios pacíficos, ofreciéndolos a Yahvé, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. De esta manera el rey y todos los hijos de Israel inauguraron la Casa de Yahvé. 64En aquel día el rey consagró el interior del atrio, que está delante de la Casa de Yahvé; pues ofreció allí los holocaustos, las oblaciones y los sebos de los sacrificios pacíficos, por cuanto el altar de bronce que había ante Yahvé, no era tan grande que pudiesen caber en él los holocaustos, las oblaciones y las grasas de los sacrificios pacíficos. 65[2280]Así en ese tiempo, Salomón, y con él todo Israel, una muchedumbre inmensa venida desde la entrada de Hamat hasta el Arroyo de Egipto, celebró fiesta delante de Yahvé, nuestro Dios, durante siete días, y otros siete días, esto es, catorce días. 66El día octavo despidió el rey al pueblo; y ellos bendijeron al rey y se fueron a sus tiendas gozosos y contentos por todos los beneficios que Yahvé había hecho a David, su siervo, y a Israel, su pueblo.

1 REYES 9
Nueva aparición de Dios

1[2281]Cuando Salomón hubo terminado de construir la Casa de Yahvé, la casa del rey y todo lo que deseaba hacer según sus designios, 2se apareció Yahvé a Salomón por segunda vez, como se le había aparecido en Gabaón; 3y le dijo Yahvé: “He oído tu oración y tu súplica que has proferido delante de Mí. He santificado esta Casa que has edificado, para poner allí mi Nombre para siempre, y mis ojos y mi corazón estarán allí en todo tiempo. 4[2282]Si tú andas en mi presencia como anduvo David, tu padre, con sinceridad de corazón y con rectitud, haciendo todo lo que te tengo mandado, y guardando mis mandamientos y mis preceptos, 5aseguraré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, según prometí a tu padre David, diciendo: «Nunca te faltará varón sobre el trono de Israel.» 6Pero, si vosotros y vuestros hijos os apartáis de Mí, y no guardáis mis leyes y mis mandamientos, que he puesto delante de vosotros, y os vais a servir a otros dioses, postrándoos ante ellos, 7extirparé a Israel de la tierra que les he dado; y esta Casa que he santificado para mi Nombre, la echaré lejos de mi vista. Israel vendrá a ser objeto de proverbio y burla entre todos los pueblos; 8y esta Casa será reducida a ruinas, y cuantos pasaren junto a ella se pasmarán y silbarán, diciendo: «¿Por qué ha tratado así Yahvé a esta tierra y a esta Casa?» 9[2283]Y se les contestará: «Porque abandonaron a Yahvé, su Dios, que sacó a sus padres del país de Egipto y se adhirieron a otros dioses, postrándose ante ellos y dándoles culto; por eso ha descargado Yahvé sobre ellos todos estos males».”

Salomón construye ciudades

10Al fin de los veinte años que Salomón empleó para edificar las dos casas, la Casa de Yahvé y la casa del rey, 11para las cuales Hiram, rey de Tiro, había dado a Salomón maderas de cedro y de ciprés y oro, accediendo a todos sus deseos, el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en la tierra de Galilea. 12Salió, pues, Hiram de Tiro para ver las ciudades que le había dado Salomón, y no le gustaron. 13[2284]Por lo cual dijo: “¿Estas son las ciudades que me has dado, hermano mío?” Y las llamó Tierra de Cabul (nombre que llevan) hasta hoy día. 14Es de saber que Hiram había enviado al rey ciento veinte talentos de oro. 15[2285]He aquí la razón de las cargas que impuso el rey Salomón. Fue para edificar la Casa de Yahvé, su propia casa, el Milló, el muro de Jerusalén, y a Hasor, Megiddó y Guézer. 16El Faraón, rey de Egipto, había subido, y después de tomar a Guézer, la había incendiado, matando a los cananeos que habitaban la ciudad. Después la dio en dote a su hija, la mujer de Salomón.

17[2286]Salomón edificó a Guézer, Bet-horón de abajo, 18[2287]Baalat y Tadmor en el país del desierto, 19como también todas las ciudades de almacenes que tenía Salomón, como también las ciudades de los carros, y las ciudades de la caballería: en fin, todo cuanto Salomón gustó de edificar en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio de su reino.

Los pueblos tributarios

20Toda la gente que había quedado de los amorreos, de los heteos, de los fereceos, de los heveos y de los jebuseos, que no eran de los hijos de Israel 21(es decir), los hijos de ellos que habían quedado en el país después de ellos, porque los hijos de Israel no pudieron exterminarlos, a estos hizo Salomón esclavos de trabajo hasta el día de hoy.

Diversas disposiciones de Salomón

22Salomón no sujetó a servidumbre a ninguno de los hijos de Israel, sino que ellos eran sus guerreros, sus dignatarios, sus jefes, sus capitanes y los comandantes de sus carros y de su caballería. 23Los jefes que estaban al frente de las obras de Salomón, eran quinientos cincuenta. Estos dirigían a los obreros que trabajaban en la obra. 24La hija del Faraón subió desde la ciudad de David a la casa, que (Salomón) le había edificado. En aquel tiempo edificó también el Millo. 25Tres veces al año ofrecía Salomón holocaustos y sacrificios pacíficos sobre el altar que había erigido a Yahvé, y quemaba incienso sobre el que estaba delante de Yahvé, después de quedar acabada la Casa.

La flota de Ofir

26[2288]El rey Salomón construyó también una flota en Esionguéber, que está junto a Elat, sobre la orilla del Mar Rojo en el país de Edom. 27Con esta flota envió Hiram a sus siervos, marinos peritos en la navegación, juntamente con los siervos de Salomón. 28Y fueron a Ofir, de donde tomaron cuatrocientos veinte talentos de oro que trajeron al rey Salomón.

1 REYES 10
La reina de Sabá

1[2289]La reina de Sabá tuvo noticia de la fama que Salomón se había adquirido para la gloria de Yahvé, y vino a probarle con enigmas. 2Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos que traían especias aromáticas, muchísimo oro y piedras preciosas. Y fue a ver a Salomón, con el cual habló de todo lo que había en su corazón. 3Salomón le respondió a todas sus preguntas; no hubo cosa que fuese escondida al Rey y de la cual no pudiese dar solución. 4Al ver la reina de Sabá toda la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, 5[2290]los manjares de su mesa, las habitaciones de sus dignatarios, la manera de servir de sus criados y los trajes de ellos, sus coperos, y el holocausto que ofrecía en la Casa de Yahvé, quedó atónita, 6y dijo al rey Salomón: “Verdad es lo que oí decir en mi tierra respecto de ti y de tu sabiduría. 7Yo no creía lo dicho antes de haber venido y antes de haberlo visto con mis propios ojos; y he aquí que no me habían contado ni siquiera la mitad. Tu sabiduría y tu prosperidad son más grandes de lo que yo había oído. 8[2291]¡Dichosa tus gentes, dichosos estos tus siervos, que de continuo están en tu presencia y oyen tu sabiduría! 9[2292]¡Bendito sea Yahvé, tu Dios, que se ha complacido en ti y te ha puesto sobre el trono de Israel! Porque Yahvé ama eternamente a Israel, y Él te ha constituido rey para que hagas juicio y justicia.” 10[2293]Luego regaló al rey ciento veinte talentos de oro, grandísima cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca más vino tanta cantidad de especias aromáticas como la que la reina de Sabá dio al rey Salomón.

11[2294]La flota de Hiram que traía oro de Ofir, trajo de Ofir también muchísima cantidad de madera de sándalo y de piedras preciosas. 12El rey hizo de la madera de sándalo balaustradas para la Casa de Yahvé y la casa del rey, y también cítaras y salterios para los cantores. Nunca jamás vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta el día de hoy. 13El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso y todo cuanto pidió, sin contar lo que además recibió de la regia munificencia de Salomón. Después se volvió y regresó a su país, acompañada de sus servidores.

Riquezas de Salomón

14[2295]El peso del oro que llegaba a Salomón cada año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro, 15fuera de lo que recibía de los mercaderes, del comercio de los traficantes, de todos los reyes de los beduinos y de los gobernadores del país. 16El rey Salomón fabricó doscientos escudos grandes de oro batido, empleando en cada escudo seiscientos siclos de oro; 17[2296]y trescientos escudos chicos de oro batido, empleando en cada escudo tres minas de oro, y los colocó el rey en la Casa del Bosque del Líbano.

18Hizo asimismo el rey un gran trono de marfil y lo guarneció de oro finísimo. 19Tenía el trono seis gradas y en la parte superior del trono un respaldo redondeado; tenía también brazos por uno y otro lado del asiento y dos leones de pie, junto a los brazos. 20Doce leones estaban de pie allí sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se fabricó jamás obra como esta.

21Todos los vasos en que bebía el rey Salomón eran de oro; asimismo toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. Nada era de plata, pues en tiempo de Salomón esta no se estimaba. 22[2297]Porque el rey tenía en el mar una flota de Tarsis, juntamente con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales; 23de manera que en cuanto a riquezas y sabiduría el rey Salomón fue más grande que todos los reyes de la tierra. 24Y todo el mundo procuraba ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había infundido en su corazón; 25y todos traían sus presentes, objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos. Así año tras año. 26[2298]Reunió Salomón carros y caballería; tenía mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes, qué tenían su cuartel en las ciudades de los carros y en Jerusalén, junto al rey. 27El rey hizo que la plata en Jerusalén abundara como las piedras y la madera de cedro, y como los cabrahígos que crecen en llanura. 28[2299]Los caballos de Salomón venían de Egipto. Una caravana de comerciantes del rey los traía en grupos al precio (convenido). 29[2300]Un tiro de carro sacado de Egipto costaba seiscientos siclos de plata, y un caballo ciento cincuenta. También los traían en las mismas condiciones, por su intermedio, para todos los reyes de los heteos y para los reyes de la Siria.

1 REYES 11
Idolatría de Salomón

1[2301]El rey Salomón amó, además de la hija del Faraón, a muchas mujeres extranjeras, moabitas, ammonitas, idumeas, sidonias y heteas; 2de las naciones de que había dicho Yahvé a los hijos de Israel: “No os lleguéis a ellas, ni ellas se lleguen a vosotros; pues seguramente desviarán vuestro corazón hacia los dioses de ellas.” A tales se unió Salomón con amor. 3Tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres eran causa de los extravíos de su corazón. 4Pues siendo Salomón ya viejo, sus mujeres arrastraron su corazón hacia otros dioses; pues no era su corazón enteramente fiel a Yahvé su Dios, como lo fue el corazón de su padre David. 5[2302]Salomón dio culto a Astarté, diosa de los sidonios, y a Milcom, abominación de los ammonitas. 6E hizo Salomón lo que era malo a los ojos de Yahvé, y no siguió por entero en pos de Yahvé como su padre David. 7En aquel tiempo Salomón erigió en el monte que está frente a Jerusalén un santuario para Camos, abominación de Moab y para Moloc, abominación de los hijos de Ammón. 8Lo mismo hizo para todas sus mujeres de tierra extraña, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.

El Señor anuncia el castigo

9[2303]Entonces se irritó Yahvé contra Salomón, puesto que había apartado su corazón de Yahvé, el Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, 10y le había mandado particularmente que no se fuese tras otros dioses; mas él no guardó lo que Yahvé le había ordenado. 11Dijo, pues, Yahvé a Salomón: “Por cuanto te has portado así y no has guardado mi alianza y mis leyes que Yo te había prescrito, arrancaré el reino de tu mano y lo daré a un siervo tuyo; 12pero no lo haré en tus días por amor de tu padre David; sino que lo arrancaré de mano de tu hijo. 13Ni tampoco le arrancaré el reino entero, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David, mi siervo, y por amor de Jerusalén que Yo he escogido.”

Hadad de Edom

14[2304]Suscitó Yahvé a Salomón un enemigo: Hadad, el idumeo, que era del linaje real de Edom. 15Cuando David estuvo (en guerra) con Edom, y Joab, jefe del ejército, subió para enterrar los muertos y mató a todos los varones de Edom 16—porque seis meses permaneció allí Joab con todo Israel, hasta exterminar a todos los varones de Edom— 17huyó Hadad y con él algunos idumeos de entre los siervos de su padre y se retiró a Egipto, siendo Hadad todavía jovencito. 18Saliendo de Madián pasaron a Farán, y tomando consigo algunos hombres de Farán, llegaron a Egipto, al Faraón, rey de Egipto, el cual le dio casa, le asignó sustento y le dio tierras. 19Hadad halló gracia a los ojos del Faraón, de tal manera que le dio por mujer la hermana de su misma mujer, la hermana de la reina Tafnes. 20La hermana de Tafnes le dio un hijo, Genubat, al que destetó Tafnes en la casa del Faraón; y habitó Genubat en la casa del Faraón, en medio de los hijos del Faraón. 21Cuando supo Hadad en Egipto que David se había dormido con sus padres, y que Joab, jefe del ejército, era muerto, dijo al Faraón: “Déjame ir para que vaya a mi tierra.” 22El Faraón le contestó: “Pues, ¿qué te falta conmigo para que quieras irte a tu tierra?” Replicó él: “Nada me falta, pero de todos modos déjame partir.”

Rezón de Siria

23[2305]Suscitó Dios (a Salomón otro) adversario: Rezón, hijo de Eliadá, que había huido de su señor Hadadéser, rey de Soba. 24Reuniendo consigo unos hombres vino a ser jefe de una banda, cuando David mató a los (arameos). Llegó a Damasco, donde se estableció, apoderándose del reino de Damasco. 25Este fue enemigo de Israel todos los días de Salomón, además del mal que hizo Hadad, pues aborrecía a Israel y reinaba sobre la Siria.

Rebelión de Jeroboam

26[2306]Levantó la mano contra el rey también Jeroboam, hijo de Nabat, efrateo de Seredá, cuya madre era una viuda que se llamaba Seruá. Era este siervo de Salomón. 27[2307]Y he aquí la causa porque se sublevó contra el rey: Salomón estaba edificando el Milló, rellenando la hondonada que había en la ciudad de David, su padre. 28[2308]Jeroboam era hombre valiente y capaz y viendo Salomón que este joven era muy activo en la obra, le puso sobre todos los trabajos de la casa de José. 29Aconteció por aquel tiempo que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, que estaba envuelto en una capa nueva, y los dos estaban solos en el campo. 30Tomando entonces Ahías la capa nueva que tenía encima, la rasgó en doce pedazos, 31y dijo a Jeroboam: “Toma para ti diez pedazos, porque así dice Yahvé, el Dios de Israel: He aquí que voy a arrancar el reino de mano de Salomón, y te daré a ti diez tribus; 32[2309]una sola tribu quedará para él, a causa de mi siervo David, y a causa de Jerusalén, la ciudad que Yo he escogido entre todas las tribus de Israel; 33por cuanto me han abandonado, y se han prosternado ante Astarté, diosa de los sidonios, ante Camos, dios de Moab, y ante Milcom, dios de los hijos de Ammón; y no han seguido mis caminos para hacer lo que es recto a mis ojos (ni han observado) mis leyes y mis preceptos como lo hizo David, su padre. 34Mas no quitaré de su mano ninguna parte del reino, puesto que le he constituido príncipe todos los días de su vida, por amor de mi siervo David, a quien escogí, porque observó mis leyes y mis mandamientos, 35sino que quitaré el reino de mano de su hijo, y te lo daré a ti, a saber, las diez tribus; 36[2310]y a su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga una lámpara todos los días delante de Mí en Jerusalén, la ciudad que he escogido para Mí a fin de poner allí mi Nombre. 37A ti te tomaré, y tú reinarás sobre todo lo que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel. 38[2311]Si obedecieres todo cuanto Yo te mandare, andando en mis caminos, e hicieres lo que es recto a mis ojos, guardando mis leyes y mis mandamientos, como lo hizo mi siervo David, seré contigo y te edificaré una casa estable, como la edifiqué a David, y te daré Israel. 39Humillaré a la descendencia de David por esta causa, pero no para siempre.” 40[2312]Procuraba Salomón dar muerte a Jeroboam, pero Jeroboam se escapó y fue a refugiarse en Egipto, cerca de Sesac, rey de Egipto, y permaneció en Egipto hasta la muerte de Salomón.

Muerte de Salomón

41Las demás cosas de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón? 42[2313]El tiempo que reinó Salomón en Jerusalén, sobre todo Israel, fue de cuarenta años. 43Y Salomón se durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David, su padre. En su lugar reinó su hijo Roboam.

II. DIVISIÓN DEL REINO
1 REYES 12
Dureza de Roboam

1[2314]Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había concurrido a Siquem para proclamarlo rey. 2Lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba todavía en Egipto, adonde había huido de la presencia del rey Salomón. Estando aún Jeroboam en Egipto, 3enviaron a llamarle. Vino, pues, Jeroboam y toda la asamblea de Israel, y hablaron con Roboam, diciendo: 4“Tu padre hizo muy pesado nuestro yugo; aligera tú la dura servidumbre de tu padre y el yugo pesado que nos puso encima, y te serviremos.” 5Él les dijo: “Id, y volved a verme dentro de tres días.” Y se fue el pueblo.

6Consultó entonces el rey Roboam a los ancianos, los que habían servido a su padre Salomón durante su vida, y preguntó: “¿Qué me aconsejáis responder a este pueblo?” 7Le contestaron: “Si hoy te haces siervo de este pueblo y condescendiendo con ellos les respondes en tono amable, serán para siempre siervos tuyos.” 8Mas él desechó el consejo que los ancianos le dieron, y consultó a los jóvenes que se habían criado con él y le servían. 9A estos les dijo: “¿Qué aconsejáis que contestemos a este pueblo que me habla, diciendo: Aligera el yugo que nos ha impuesto tu padre?” 10[2315]Le respondieron los jóvenes que se habían criado con él, diciendo: “Así dirás a este pueblo que te ha dicho: Tu padre hizo pesado nuestro yugo, alívianoslo tú; así les contestarás: Mi meñique es más grueso que los lomos de mi padre. 11[2316]Ahora pues, mi padre os impuso un yugo pesado, pero yo haré vuestro yugo más pesado aún, mi padre os castigó con látigos, yo, empero, os castigaré con escorpiones.”

Jeroboam rey de las diez tribus

12Comparecieron, pues, Jeroboam y todo el pueblo al día tercero ante Roboam, según lo que había dicho el rey: “Volved a verme al cabo de tres días.” 13Y el rey contestó al pueblo con dureza; porque desechando el consejo que le habían dado los ancianos, 14les respondió según el consejo de los jóvenes, diciendo:

“Mi padre hizo pesado vuestro yugo,

pero yo lo haré más pesado aún;

mi padre os castigó con látigos,

yo, empero, os castigaré con escorpiones.”

15De modo que el rey no escuchó al pueblo; porque así lo había dispuesto Yahvé, para cumplir su palabra que había dicho por boca de Ahías silonita a Jeroboam, hijo de Nabat. 16[2317]Viendo, pues, todo Israel que el rey no les escuchaba le dieron todos a una esta respuesta:

“¿Qué parte tenemos nosotros con David?

¿Y qué herencia con el hijo de Isaí?

¡A tus tiendas, oh Israel!

¡Mira ahora por tu casa, David!”

E Israel se retiró a sus tiendas. 17Así que Roboam solo reinó sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá.

18Roboam envió a Adoram, que era prefecto de los tributos; pero todo Israel le apedreó de manera que murió; y el rey Roboam tuvo que montar apresuradamente en su carro para huir a Jerusalén. 19[2318]Así se rebeló Israel contra la casa de David hasta el día de hoy.

20Cuando supo todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarlo a la asamblea, y le constituyeron rey sobre todo Israel, sin que nadie siguiese a la casa de David, fuera de la sola tribu de Judá.

21Llegado a Jerusalén, Roboam convocó a toda la casa de Judá y la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros escogidos, para hacer la guerra contra la casa de Israel, y recuperar el reino para Roboam, hijo de Salomón. 22Entonces fue dirigida la palabra de Dios a Semeías, varón de Dios, en estos términos: 23“Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo, diciendo: 24Así dice Yahvé: No subáis ni hagáis la guerra contra vuestros hermanos, los hijos de Israel. Volveos cada cual a su casa; pues por voluntad mía ha sucedido esto.” Y ellos, obedeciendo la palabra de Yahvé, se volvieron y fueron según la orden de Yahvé.

El culto idolátrico en Israel

25[2319]Jeroboam fortificó a Siquem, en la montaña de Efraím, y residió allí. De allí salió y edificó a Fanuel. 26Jeroboam decía en su corazón: “Pronto va a volver el reino a la casa de David. 27Si este pueblo sube a Jerusalén a ofrecer sacrificios en a Casa de Yahvé, el corazón de este pueblo se volverá hacia su señor Roboam, rey de Judá, a mí me matarán y se tornarán a Roboam, rey de Judá.” 28Por lo cual el rey, después de haber reflexionado hizo dos becerros de oro, y dijo a la gente: “Bastante tiempo habéis subido a Jerusalén. ¡He aquí tu Dios, oh Israel, el que te sacó del país de Egipto!” 29[2320]Y colocó al uno en Betel y al otro en Dan. 30Esto fue ocasión de pecado para el pueblo que iba hasta Dan a adorar al otro (de los dos becerros). 31[2321]Jeroboam hizo también santuarios en los lugares altos, y puso por sacerdotes a gentes de la clase vulgar que no eran de los hijos de Leví. 32[2322]E instituyó Jeroboam una fiesta en el mes octavo, el día quince del mes, semejante a la fiesta que se celebraba en Judá; y él mismo ofreció sacrificios en el altar. Lo mismo hizo en Betel para ofrecer sacrificios a los becerros que había hecho, y constituyó en Betel a algunos sacerdotes de los lugares altos que había erigido. 33El quince del mes octavo, mes que había elegido por propia iniciativa, subió Jeroboam al altar que había hecho en Betel. Así instituyó una fiesta para los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.

1 REYES 13
Profecía contra Betel

1[2323]He aquí que por orden de Yahvé vino un hombre de Dios de Judá a Betel, estando Jeroboam todavía en el altar para quemar incienso. 2Y gritó contra el altar por orden de Yahvé, y dijo: “¡Altar, altar! así dice Yahvé: He aquí que un hijo ha de nacer a la casa de David, que se llamará Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti; y se quemaran sobre ti huesos humanos.” 3Y dio aquel mismo día una señal diciendo: “Esta es la señal que ha indicado Yahvé: He aquí que el altar se quebrará y se derramará la ceniza que hay sobre él.”

4Al oír el rey la palabra que el varón de Dios gritaba contra el altar de Betel, extendió su mano desde el altar y dijo: “¡Prendedlo!” Mas se le secó la mano que había extendido contra él; y no pudo retirarla hacia sí. 5Y al punto el altar se quebró, y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por orden de Yahvé. 6[2324]Entonces tomando el rey la palabra dijo al varón de Dios: “Suplica, te ruego, a Yahvé tu Dios, y ora por mí, para que vuelva hacia mí la mano.” Y suplicó el varón de Dios a Yahvé, después de lo cual la mano del rey volvió hacia él y quedó como antes. 7Luego dijo el rey al varón de Dios: “Ven conmigo a casa, y toma un refresco y te daré un presente.” 8Pero el varón de Dios respondió al rey: “Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo; y no comeré pan ni beberé agua en este lugar; 9[2325]porque así me fue mandado por palabra de Yahvé, que me dijo: «No comerás pan ni beberás agua, ni volverás por el camino por donde viniste.»” 10Se fue, pues, por otro camino, y no volvió por el camino por el cual había venido a Betel.

Desobediencia del profeta

11Ahora bien, habitaba en Betel un profeta anciano, al cual llegaron sus hijos y le contaron todo lo que aquel día había hecho el varón de Dios en Betel. Contaron también a su padre las palabras que había dicho al rey. 12Su padre les dijo: “¿Por qué camino se fue?” Y le mostraron sus hijos el camino que había tomado el varón de Dios venido de Judá. 13Dijo entonces a sus hijos: “Aparejadme el asno.” Le aparejaron el asno, y montado en él 14siguió tras el varón de Dios, y después de hallarlo sentado bajo una encina le dijo: “¿Eres tú el varón de Dios que ha venido de Judá?” “Yo soy”, respondió él. 15El otro le dijo: “Vente conmigo a casa a comer pan.” 16Mas él contestó: “No puedo volver contigo, ni entrar contigo (en tu casa); tampoco podré comer pan ni beber agua contigo en este lugar; 17porque me fue mandado por palabra de Yahvé, que me dijo: «No comas pan ni bebas agua allí, ni vuelvas a tomar el camino por donde viniste.»” 18El otro le dijo: “Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por orden de Yahvé, diciendo: «Hazle volver contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua.»” Y así lo engañó. 19[2326]Se volvió con él, y comió pan en su casa y bebió agua.

Castigo del profeta desobediente

20Estando ellos aún sentados a la mesa, fue dirigida la palabra de Yahvé al profeta que lo había hecho volver; 21y gritando al varón de Dios que había venido de Judá, le dijo: “Así dice Yahvé: Por cuanto has sido rebelde a la orden de Yahvé, y no has observado la orden que Yahvé, tu Dios, te había dado, 22sino que volviéndote has comido pan y bebido agua en este lugar, en que Él te prohibió comer pan y beber agua, no entrará tu cadáver al sepulcro de tus padres.” 23Y apenas hubo comido pan y tomado bebida, cuándo el otro aparejó para él el asno, (es decir), para el profeta a quien había hecho volver.

24[2327]Partió, pues, mas en el camino le encontró un león, que le mató, y quedó su cadáver tendido en el camino, mientras que el asno estaba parado junto a él; también el león se tenía de pie al lado del cadáver. 25Y he aquí que pasaron algunos hombres que vieron el cadáver tendido en el camino, y al león parado junto al cadáver y fueron a contarlo en la ciudad donde habitaba aquel anciano profeta. 26Cuando lo oyó el profeta que le había hecho volver del camino, dijo: “Es el varón de Dios que fue rebelde a la orden de Yahvé; por lo cual Este le entregó al león, que le ha despedazado y le ha dado muerte, conforme a la palabra que Yahvé le había dicho.” 27Dijo entonces a sus hijos: “Aparejadme el asno.” Ellos se lo aparejaron; 28y él se fue, y halló el cadáver tendido en el camino, y el asno y el león parados junto al cadáver. El león no se había comido el cadáver ni había despedazado el asno. 29El profeta alzó el cadáver del varón de Dios, lo puso sobre el asno; y llevándolo de vuelta vino el anciano profeta a la ciudad para velarlo y darle sepultura. 30Depositó el cadáver en su propio sepulcro, y le hicieron el duelo, exclamando: “¡Ay, hermano mío!” 31Después de sepultarlo dijo a sus hijos: “Cuando yo muera, sepultadme en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios. Depositad mis huesos junto a sus huesos. 32[2328]Porque infaliblemente se cumplirá la palabra que él por orden de Yahvé gritó contra el altar que está en Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que están en las ciudades de Samaria.”

33[2329]Aun después de este acontecimiento Jeroboam no se apartó de su mal camino, antes al contrario, volvió a constituir como sacerdotes de los lugares altos a gentes del vulgo. A cualquiera que quería, le consagraba y quedaba sacerdote de los lugares altos. 34En esto consistió el pecado de la casa de Jeroboam, y por eso fue extirpada y destruida de sobre la tierra.

1 REYES 14
Vaticinio de Ahías contra Jeroboam

1En aquel tiempo enfermó Abías, hijo de Jeroboam. 2[2330]Y dijo Jeroboam a su mujer: “Levántate, por favor, y disfrázate, para que no se sepa que eres la mujer de Jeroboam, y vete a Silo. He aquí que allí está Ahías, el profeta, el mismo que me predijo que yo había de ser rey sobre este pueblo. 3Toma en tu mano diez panes, algunas tortas y un tarro de miel, y entra en su casa; él te dirá lo que ha de ser del niño.” 4Lo hizo así la mujer de Jeroboam. Se levantó, fue a Silo y entró en la casa de Ahías. Ahías ya no podía ver, porque a causa de su vejez se le habían quedado fijos los ojos.

5Yahvé había dicho a Ahías: “He aquí que viene la mujer de Jeroboam para consultarte acerca de su hijo, que está enfermo. Esto y esto le dirás, pues ella cuando venga fingirá ser otra.” 6Por eso al oír el sonido de los pasos de ella, cuando entraba por la puerta, dijo Ahías: “¡Entra, mujer de Jeroboam! ¿Para qué finges ser otra? Soy enviado para darte un mensaje duro. 7Ve y di a Jeroboam: Así dice Yahvé, el Dios de Israel: «Yo te ensalcé de en medio del pueblo y te puse por príncipe sobre Israel mi pueblo. 8Arranqué el reino de la casa de David para entregártelo a ti, y sin embargo no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos y me siguió con todo su corazón, no haciendo otra cosa que cuanto era recto a mis ojos. 9Tú, empero, has hecho cosas peores que todos los que te han precedido; pues has comenzado a hacerte otros dioses e imágenes de fundición para provocar mi ira, y me has echado a tus espaldas. 10[2331]Por tanto, he aquí que voy a hacer venir el mal sobre la casa de Jeroboam, y exterminaré (de la casa) de Jeroboam todos los varones, al esclavo y al libre en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que no quede nada. 11Al que de Jeroboam muriere en la ciudad, lo comerán los perros, y al que muriere en el campo, lo comerán las aves del cielo; porque Yahvé lo ha dicho». 12Tú pues, levántate, vete a tu casa; y cuando tus pies entren en la ciudad, morirá el niño. 13[2332]Todo Israel lo llorará y le darán sepultura, porque solo este (de la casa) de Jeroboam recibirá sepultura, por haberse hallado en él algo de bueno delante de Yahvé, el Dios de Israel, dentro de la casa de Jeroboam. 14Yahvé se suscitará un rey sobre Israel, que en aquel día destruirá la casa de Jeroboam. ¿Qué más por ahora? 15[2333]Yahvé sacudirá a Israel para que se agite como se agita la caña en el agua, y desarraigará a Israel de esta buena tierra que dio a sus padres, y los dispersará más allá del río; por cuanto se han hecho ascheras, provocando la ira de Yahvé. 16Él entregará a Israel a causa de los pecados que Jeroboam ha cometido y ha hecho cometer a Israel.”

17[2334]Entonces se levantó la mujer de Jeroboam para irse y llegó a Tirsá, y al trasponer ella el umbral de la casa murió el niño. 18Lo sepultaron y lo lloró todo Israel, conforme a la palabra que Yahvé había dicho por boca de su siervo Ahías, el profeta.

Muerte de Jeroboam

19[2335]Los demás hechos de Jeroboam, las guerras que hizo, y cómo reinó, he aquí que esto se halla escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel. 20El tiempo que reinó Jeroboam fue de veintidós años. Luego se durmió con sus padres, y Nadab su hijo reinó en su lugar.

Roboam de Judá

21En Judá reinó Roboam, hijo de Salomón, el cual tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diez y siete años en Jerusalén, la ciudad que Yahvé había escogido entre todas las tribus de Israel, para poner allí su Nombre, El nombre de su madre fue Naamá, ammonita. 22Judá hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, y con los pecados que cometían provocaron sus celos, más que lo habían hecho sus padres. 23[2336]Erigieron lugares altos, piedras de culto y ascheras, encima de todo collado elevado y bajo todo árbol frondoso. 24[2337]Hubo también prostitución cultual de hombres en el país e imitaron todas las abominaciones de las naciones que Yahvé había arrojado delante de los hijos de Israel.

25[2338]El año quinto del rey Roboam subió contra Jerusalén Sesac, rey de Egipto, 26el cual tomó los tesoros de la casa de Yahvé y de la casa del rey y lo robó todo. Tomó también todos los escudos de oro que había hecho Salomón. 27En lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce y los entregó en manos de los capitanes de la guardia que guardaban la puerta del palacio real. 28Y siempre cuando el rey iba a la Casa de Yahvé los llevaban los de la guardia, y luego los volvían a traer a la cámara de la guardia.

29Los demás hechos de Roboam, y todo lo que hizo, ¿no se halla esto escrito en el libro de los anales de los Reyes de Judá? 30Y hubo siempre guerra entre Roboam y Jeroboam. 31Después se durmió Roboam con sus padres y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. El nombre de su madre fue Naamá, ammonita. Y reinó, en su lugar, su hijo Abiam.

1 REYES 15
Abiam, rey de Judá

1[2339]Abiam comenzó a reinar sobre Judá el año diez y ocho del rey Jeroboam, hijo de Nabat, 2[2340]y reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre era Maacá, hija de Abisalom. 3Anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él, y su corazón no estuvo enteramente con Yahvé su Dios, como el corazón de su padre David. 4[2341]Pero por amor de David le dio Yahvé, su Dios, una lámpara en Jerusalén, elevando a su hijo después de él, y dejando aún en pie a Jerusalén; 5[2342]porque David había hecho lo que era recto a los ojos de Yahvé, y en nada se había apartado de los mandamientos, todos sus días, salvo el caso de Urías heteo. 6Mas hubo guerra entre Roboam y Jeroboam mientras vivió aquel.

7Los demás hechos de Abiam, y todo lo que hizo, ¿no se halla escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá? Hubo también guerra entre Abiam y Jeroboam. 8Abiam se durmió con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David. Reinó, en su lugar, su hijo Asá.

Asá, rey de Judá

9[2343]El año veinte de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Asá sobre Judá. 10Reinó cuarenta y un años en Jerusalén; y el nombre de su madre era Maacá, hija de Abisalom. 11Asá hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, como David su padre. 12Extirpó del país la prostitución cultual de hombres y quitó todos los ídolos que habían hecho sus padres. 13[2344]Quitó también a su madre Maacá la dignidad de reina, porque ella había hecho un ídolo abominable en honor de Aschera. Asá hizo pedazos el ídolo abominable y lo quemó en el valle del Cedrón. 14Pero los lugares altos no desaparecieron, aunque el corazón de Asá estuvo enteramente con Yahvé todos sus días. 15Llevó a la Casa de Yahvé las cosas consagradas por su padre, y las cosas consagradas por él mismo: plata, oro y vasos.

16[2345]Hubo guerra entre Asá y Baasá, rey de Israel, durante toda su vida. 17Pues Baasá, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó a Ramá para impedir la salida y la entrada a la gente de Asá, rey de Judá. 18Entonces Asá tomó toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la Casa de Yahvé y en los tesoros de la casa del rey y lo entregó en manos de sus siervos, a los cuales envió a Benhadad, hijo de Tabrimón, hijo de Hesión, rey de Siria, que residía en Damasco, con este mensaje: 19[2346]“Haya alianza entre mí y ti, como la hubo entre mi padre y tu padre. He aquí que te envío un regalo de plata y oro. Anda, pues, y rompe tu alianza con Baasá, rey de Israel, para que este se retire de mí.” 20Benhadad escuchó al rey Asá, y envió los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel, y batió a Iyón, a Dan, a Abel-Betmaacá y a todo Kinerot con todo el país de Neftalí. 21Cuando Baasá supo esto, cesó de edificar a Ramá y se retiró a Tirsá. 22[2347]Entonces el rey Asá convocó a toda Judá, sin exceptuar a nadie, y se llevaron de Ramá las piedras y la madera que Baasá había empleado en la fortificación; y con ellas fortificó el rey Asá a Gabaá de Benjamín y a Masfá.

23[2348]Todos los demás hechos de Asá, todo su poderío, todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no está todo escrito en el libro de los anales de los reyes de luda? Siendo ya viejo enfermó de los pies. 24Y se durmió Asá con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David, su padre. Reinó en su lugar Josafat, su hijo.

Nadab, rey de Israel

25Nadab, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar sobre Israel el año segundo de Asá, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. 26Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, andando en el camino de su padre y en el pecado que su padre había hecho cometer a Israel. 27Baasá, hijo de Ahías, de la casa de Isacar, hizo conspiración contra él, y lo mató en Gebetón que pertenecía a los filisteos, al tiempo que Nadab y todo Israel estaban sitiando a Gebetón. 28Baasá le mató el año tercero de Asá, rey de Judá, y reinó en su lugar. 29Apenas llegado a reinar, mató a todos los de la casa de Jeroboam, no dejando sin destruir a ninguna alma viviente de (la casa de) Jeroboam, según la palabra que Yahvé había dicho por boca de su siervo Ahías silonita, 30a causa de los pecados que Jeroboam había cometido y los que había hecho cometer a Israel, y a causa de la provocación con que había irritado a Yahvé el Dios de Israel.

31Los demás hechos de Nadab, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 32Y hubo guerra entre Asá y Baasá, rey de Israel, durante toda su vida.

Baasá, rey de Israel

33El año tercero del rey Asá de Judá, Baasá, hijo de Ahías, comenzó a reinar sobre todo Israel en Tirsá. Reinó veinticuatro años; 34e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, andando en el camino de Jeroboam y en el pecado que este había hecho cometer a Israel.

1 REYES 16
Vaticinio contra Baasá

1Entonces la palabra de Yahvé fue dirigida a Jehú, hijo de Hananí, contra Baasá, en estos términos: 2“Yo te levanté del polvo, y te he hecho caudillo de Israel, mi pueblo, pero tú has andado en el camino de Jeroboam y has hecho pecar a mi pueblo Israel, provocándome a ira con sus pecados. 3Por eso he aquí que voy a barrer la posteridad de Baasá y la posteridad de su casa, y haré tu casa como la casa de Jeroboam, hijo de Nabat. 4El que de Baasá muriere en la ciudad, será devorado por los perros, y aquel de los suyos que muriere en el campo, será pasto de las aves del cielo.”

5Los demás hechos de Baasá, y lo que hizo, y su poderío, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 6Y se durmió Baasá con sus padres y fue sepultado en Tirsá. En su lugar reinó su hijo Elá.

7La palabra de Yahvé, emitida por medio del profeta Jehú, hijo de Hananí, había sido dirigida contra Baasá y su casa no solo por todo el mal que había hecho a los ojos de Yahvé, irritándolo con la obra de sus manos y haciéndose semejante a la casa de Jeroboam, sino también porque había extirpado la casa de este.

Elá, rey de Israel

8El año veinte y seis de Asá, rey de Judá, empezó a reinar Elá, hijo de Baasá, sobre Israel en Tirsá (y reinó) dos años. 9Conspiró contra él su siervo Zambrí, jefe de la mitad de los carros de guerra. Estaba él en Tirsá, bebiendo y emborrachándose en casa de Arsá, mayordomo del palacio de Tirsá, 10cuando entró Zambrí y lo hirió a muerte, el año veinte y siete de Asá, rey de Judá, y reinó en su lugar. 11[2349]Después de hacerse rey y sentarse sobre el trono, exterminó a toda la casa de Baasá, no dejándole varón alguno, ni pariente, ni amigo. 12Así exterminó Zambrí a toda la casa de Baasá, según la palabra que Yahvé había proferido contra Baasá por medio del profeta Jehú, 13a causa de todos los pecados que Baasá y Elá, su hijo, habían cometido, y que habían hecho cometer a Israel, irritando con sus ídolos a Yahvé, el Dios de Israel.

14Los demás hechos de Elá, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel?

Zambrí, rey de Israel

15El año veinte y siete de Asá, rey de Judá, comenzó a reinar Zambrí (y reinó) siete días en Tirsá. Estaba el pueblo sitiando a Gebetón, que pertenecía a los filisteos. 16Y oyó decir el pueblo en el campamento: Zambrí ha hecho conspiración y también ha dado muerte al rey. En aquel mismo día todo Israel hizo rey sobre Israel a Amrí, jefe del ejército, en medio del campamento. 17Subió, pues, Amrí, y todo Israel con él, desde Gebetón, y pusieron sitio a Tirsá. 18Viendo Zambrí que era tomada la ciudad, se retiró a la ciudadela del palacio real, e incendió sobre sí el palacio. Así murió, 19[2350]a causa de los pecados que había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé, y andando en el camino de Jeroboam y en el pecado que este cometió, induciendo a Israel a pecar.

20Los demás hechos de Zambrí, y la conspiración que tramó, ¿no está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 21Entonces se dividió el pueblo de Israel en dos partidos, siguiendo la mitad del pueblo a Tební, hijo de Ginet, para hacerle rey, mientras la otra mitad estaba con Amrí. 22Pero la gente que estaba con Amrí, prevaleció contra la gente que estaba con Tební, hijo de Ginet, de manera que murió Tební y Amrí subió al trono.

Amrí, rey de Israel

23El año treinta y uno de Asá, rey de Judá, comenzó a reinar Amrí sobre Israel (y reinó) doce años; seis de ellos reinó en Tirsá. 24[2351]Compró a Sémer el monte de Samaria, por dos talentos de plata, y edificó sobre el monte, dando a la ciudad que edificó el nombre de Samaria, según el nombre de Sémer, dueño del monte. 25Amrí hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, y cometió más maldades que todos sus antecesores. 26Imitó todos los caminos de Jeroboam, hijo de Nabar, y en el pecado que este había hecho cometer a Israel, irritando con sus ídolos a Yahvé, el Dios de Israel.

27Los demás hechos de Amrí, y las hazañas que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 28Amrí se durmió con sus padres y fue sepultado en Samaria, reinando en su lugar su hijo Acab.

Acab sube al trono

29Acab, hijo de Amrí, comenzó a reinar sobre Israel el año treinta y ocho de Asá, rey de Judá; y reinó Acab, hijo de Amrí, sobre Israel en Samaria veintidós años. 30Acab, hijo de Amrí, hizo muchas maldades a los ojos de Yahvé, más que todos sus antecesores. 31Pareciéndole poca cosa andar en los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, tomó por mujer a Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios, y fue a dar culto a Baal y se prosternó ante él. 32Erigió también un altar a Baal en el templo de Baal que había edificado en Samaria. 33[2352]Acab hizo, además, una aschera, y así hizo más para irritar a Yahvé, el Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que le habían precedido.

34[2353]En sus días, Hiél de Betel reedificó a Jericó. Sobre Abiram, su primogénito, echó los cimientos de ella, y sobre Segub, su hijo menor, puso las puertas, según la palabra que Yahvé había dicho por boca de Josué, hijo de Nun.

1 REYES 17
El profeta Elías

1[2354]Elías tesbita, uno de los habitantes de Galaad, dijo a Acab: “Vive Yahvé, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia, sino por mi palabra.” 2Entonces llegó a él esta orden de Yahvé: 3“Vete de aquí, y dirígete hacia el oriente, y escóndete junto al arroyo Carit, que está al este del Jordán. 4Beberás del arroyo, y he mandado a los cuervos que te den allí el sustento.” 5Partió e hizo según la orden del Señor; y fue a instalarse junto al arroyo Carit, que corre al este del Jordán. 6Los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde, y bebía del arroyo.

Elías en Sarepta

7Pasado cierto tiempo se secó el arroyo, porque no había caído lluvia en el país. 8Entonces le fue dada esta orden de Yahvé: 9[2355]“Levántate y vete a Sarepta, que pertenece a Sidón, y habita allí. He aquí que he mandado allí a una mujer viuda que te sustente.” 10Se levantó y marchó a Sarepta; y al llegar a la entrada de la ciudad, he aquí que allí estaba una mujer viuda que recogía leña. La llamó y dijo: “Dame, por favor, en un vaso un poco de agua para beber.” 11Y ella fue a buscarla. La llamó de nuevo y dijo: “Tráeme también, por favor, un bocado de pan en tu mano.” 12Ella respondió: “Vive Yahvé, tu Dios, que no tengo nada cocido, sino tan solo un puñado de harina en la tinaja, y un poco de aceite en la vasija; y he aquí que estoy recogiendo dos pedacitos de leña para ir a cocer (este resto) para mí y mi hijo, a fin de comerlo, y luego morir.” 13Elías le dijo: “No temas, anda y haz como has dicho; pero haz de ello primero para mí una pequeña torta, que me traerás aquí fuera y después cocerás para ti y tu hijo. 14Porque así dice Yahvé, el Dios de Israel: La harina en la tinaja no se agotará, ni faltará nada en la vasija de aceite, hasta el día en que Yahvé deje caer lluvia sobre la tierra.” 15[2356]Ella fue e hizo como había dicho Elías; y muchos días comieron ella y él y la casa de ella, 16sin que se agotase en la tinaja la harina ni faltase aceite en la vasija, según la palabra que Yahvé había dicho por boca de Elías.

Elías resucita al hijo de la viuda

17Después de estas cosas cayó enfermo el hijo de la mujer, dueña de la casa, y fue su enfermedad muy grave, de suerte que quedó sin respiración. 18[2357]Dijo entonces ella a Elías: “¿Qué tengo yo que ver contigo, oh varón de Dios? ¿Has venido a mi casa para traer a la memoria mi pecado y matar a mi hijo?” 19Contestó él: “Dame tu hijo”, y tomándolo del regazo de ella, lo llevó a la cámara alta donde él habitaba y lo acostó sobre su cama; 20[2358]e invocando a Yahvé dijo: “¡Oh Yahvé, Dios mío! ¿Cómo es que has hecho mal a la viuda que me ha dado hospedaje, haciendo morir a su hijo?” 21[2359]Y tendiéndose tres veces sobre el niño e invocando a Yahvé dijo: “¡Oh Yahvé, te ruego, haz que vuelva el alma de este niño a su cuerpo!” 22Oyó Yahvé la voz de Elías, y volvió el alma del niño a entrar en su cuerpo y revivió. 23Luego Elías tomó al niño, y bajándolo de la cámara alta a la casa, lo entregó a su madre, y le dijo Elías: “¡Mira, tu hijo vive!” 24Entonces dijo la mujer a Elías: “Ahora conozco que eres varón de Dios, y que la palabra de Yahvé en tu boca es verdad.”

1 REYES 18
Acab en busca de Elías

1[2360]Muchos días después, en el tercer año, fue dirigida esta palabra de Yahvé a Elías: “Ve, muéstrate a Acab, pues voy a dar lluvia a la tierra.” 2Partió Elías para presentarse a Acab. El hambre era grande en Samaria; 3[2361]por lo cual Acab llamó a Abdías, que era mayordomo de su casa. Abdías era muy temeroso de Yahvé, 4pues cuando Jezabel exterminaba a los profetas de Yahvé, Abdías tomó a cien profetas y los escondió, cincuenta en una cueva y cincuenta en otra, sustentándolos con pan y agua. 5Y dijo Acab a Abdías: “Da una vuelta por todo el país hacia todas las fuentes de agua y hacia todos los arroyos; quizás hallaremos pastos para conservar con vida a los caballos y mulos y evitar la destrucción del ganado.” 6Y se repartieron entre sí el país para recorrerlo. Acab iba por un camino, y Abdías separadamente por el otro.

7Estando Abdías de camino, he aquí que Elías le salió al encuentro. Le reconoció y cayó sobre su rostro diciendo: “¿Eres Tú, mi señor Elías?” 8Él le respondió: “Yo soy. Vete y di a tu señor: Ahí está Elías.” 9Replicó (Abdías): “¿En qué he pecado yo para que tú entregues a tu siervo en manos de Acab, a fin de que me mate? 10Vive Yahvé, tu Dios, que no hay pueblo ni reino adonde no haya enviado mi señor a buscarte; y cuando decían: No está, hacía jurar a aquel reino y a aquel pueblo que no te habían hallado. 11¡Y ahora tú dices: Vete y di a tu señor: Ahí está Elías! 12[2362]Y, además, cuando yo te deje, el Espíritu de Yahvé te llevará yo no sé dónde, y cuando yo vaya a decírselo a Acab; resulta que él no podrá hallarte y me matará, bien que yo, tu siervo, amo a Yahvé desde mi niñez. 13¿Acaso nunca han contado a mi señor lo que hice yo cuando Jezabel mataba a los profetas de Yahvé; cómo yo escondía cien profetas de Yahvé, cincuenta en una cueva, y cincuenta en otra, sustentándolos con pan y agua? 14Y ahora tú me dices: Vete y di a tu señor: Ahí está Elías. De seguro me matará.” 15Respondió Elías: “Vive Yahvé de los Ejércitos, a quien yo sirvo, que hoy mismo me presentaré (a Acab).” 16Marchó, pues, Abdías para encontrar a Acab, y le dio la noticia. Y Acab salió al encuentro de Elías.

Elías y los profetas de Baal

17Luego que Acab vio a Elías, le dijo: “¿Tú aquí, perturbador de Israel?” 18Respondió él: “No he perturbado yo a Israel, sino tú y la casa de tu padre, porque habéis dejado los mandamientos de Yahvé y tú has ido tras los Baales. 19[2363]Ahora bien, manda congregar conmigo a todo Israel en el monte Carmelo; también a los profetas de Baal, cuatrocientos cincuenta, y a los profetas de Aschera, cuatrocientos, que comen a la mesa de Jezabel.”

20Convocó, pues, Acab a todos los hijos de Israel, y congregó a los profetas en el monte Carmelo. 21[2364]Entonces Elías, acercándose a todo el pueblo, dijo: “¿Hasta cuándo estaréis claudicando hacia dos lados? Si Yahvé es Dios, seguidle; y si lo es Baal, id tras él.” Mas el pueblo no le respondió palabra. 22Dijo, pues, Elías al pueblo: “He quedado yo solo de los profetas de Yahvé, cuando los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta hombres. 23Désenos dos toros; y escójanse ellos un toro, y cortándolo en pedazos pónganlo sobre la leña, sin aplicarle fuego, y yo prepararé el otro toro, y lo colocaré sobre la leña, sin poner fuego. 24E invocad el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el nombre de Yahvé. Aquel dios que respondiere con el fuego, ese sea Dios.” Respondió todo el pueblo: “¡Bien dicho!” 25Dijo entonces Elías a los profetas de Baal: “Escogeos uno de los toros y preparadlo primero, porque sois más numerosos, e invocad el nombre de vuestro dios; mas sin poner fuego.” 26Tomaron, pues, el toro que les había sido dado y lo prepararon, invocando el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, gritando: “¡Baal, respóndenos!” Pero no había voz, ni quien respondiese, a pesar de que estaban saltando alrededor del altar que habían hecho. 27Al mediodía se burlaba de ellos Elías, diciendo: “Gritad más fuerte, ya que es dios. Está tal vez meditando, o se ha retirado, o está de viaje; o tal vez duerma y hay que despertarlo.” 28[2365]Gritaban, pues, a toda fuerza, sajándose, según su costumbre, con cuchillos y lanzas hasta chorrear la sangre sobre ellos. 29Pasado ya el mediodía, siguieron delirando hasta (la hora en que suele) ofrecerse el sacrificio sin que hubiese voz, ni quien respondiera ni atendiese.

El sacrificio de Elías

30Entonces dijo Elías a todo el pueblo: “Acercaos a mí.” Se le acercó todo el pueblo, y él se puso a preparar el altar de Yahvé que estaba derribado. 31Tomó Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dirigida la palabra de Yahvé, que decía: “Israel será tu nombre.” 32[2366]Con estas piedras edificó un altar al nombre de Yahvé, y alrededor del altar hizo una zanja, tan grande como para sembrar dos medidas de semilla. 33Luego dispuso la leña, y cortando en trozos al toro, lo puso encima de la leña, y dijo: “Llenad cuatro cántaros de agua y vertedla sobre el holocausto y sobre la leña.” 34Después dijo: “Hacedlo por segunda vez”, y lo hicieron por segunda vez. Y repitió: “Hacedlo por tercera vez”, y lo hicieron por tercera vez; 35de suerte que corría el agua alrededor del altar; y también la zanja la hizo llenar de agua.

36A la hora (en que suele) ofrecerse el sacrificio (de la tarde), se acercó el profeta Elías, y dijo: “¡Oh Yahvé, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, hoy sea notorio que Tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo, y que por orden tuya he hecho todas estas cosas! 37¡Respóndeme, Yahvé, respóndeme, para que sepa este pueblo que Tú, Yahvé, eres Dios, que conviertes el corazón de ellos de nuevo (a Ti)!” 38En ese momento bajó fuego de Yahvé y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, lamiendo incluso el agua que había en la zanja. 39Viéndolo todo el pueblo cayeron sobre sus rostros y exclamaron: “¡Yahvé es Dios! ¡Yahvé es Dios!” 40[2367]Y Elías les dijo: “Prended a los profetas de Baal; que no se escape ni uno de ellos. Ellos los prendieron, y Elías los llevó al torrente Cisón, donde les quitó la vida.

Cesa la sequía

41Entonces dijo Elías a Acab: “¡Sube, come y bebe, porque oigo ya gran ruido de lluvia!” 42Subió Acab, a comer y beber. Elías, empero, subió a la cumbre del Carmelo, e inclinándose hacia la tierra puso su rostro entre sus rodillas, 43[2368]y dijo a su criado: “Sube y mira hacia el mar.” Subió (el criado), miró y dijo: “No hay nada.” Dijo Elías: “Hazlo siete veces.” 44[2369]Y a la séptima vez dijo: “He aquí una nube, tan pequeña como la palma de la mano de un hombre, que se levanta del mar.” Entonces le dijo Elías: “Anda y di a Acab: «Unce y marcha, a fin de que no te ataje la lluvia».” 45Y pasado un poco de tiempo se oscureció el cielo con nubes y viento, y cayó una gran lluvia; y Acab subió y marchó a Jesreel. 46[2370]Entonces la mano de Yahvé se posó sobre Elías, el cual se ciñó los lomos y corrió delante de Acab hasta llegar a Jesreel.

1 REYES 19
Elías huye al monte Horeb

1Acab contó a Jezabel todo cuanto había hecho Elías y cómo había pasado a cuchillo a todos los profetas. 2Tras lo cual envió Jezabel un mensajero a Elías, diciendo: “Así hagan conmigo los dioses, y aún más, si mañana, a esta hora, no haya yo tratado tu vida como tú trataste la vida de cada uno de ellos.” 3Viendo esto Elías, se levantó y se fue para salvar su vida. Llegado a Bersabee de Judá, dejó allí a su criado; 4[2371]más él mismo prosiguió su camino una jornada por el desierto. Llegado que hubo allá se sentó debajo de una retama y pidió para sí la muerte, diciendo: “Basta, ya, oh Yahvé, quítame la vida; pues no soy mejor que mis padres.” 5Y acostándose se quedó dormido debajo de la retama. Mas he aquí que un ángel le tocó y le dijo: “¡Levántate y come!” 6Miró y vio a su cabecera una torta cocida al rescoldo y un jarro de agua. Comió y bebió, y se acostó de nuevo. 7Mas el ángel de Yahvé vino por segunda vez y le tocó, diciendo: “Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti.” 8[2372]Se levantó y después de haber comido y bebido, y confortado con aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta el Horeb, el monte de Dios.

El señor conforta a Elías

9[2373]Entró allí en una cueva, donde pasó la noche. Y he aquí que fue dirigida a él la palabra de Yahvé, que le dijo: “¿Qué haces aquí, Elías?” 10El respondió: “Con gran celo he defendido la causa de Yahvé, el Dios de los Ejércitos; pues los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y pasado a cuchillo a tus profetas; y he quedado yo solo; y me buscan para quitarme la vida.” 11[2374]Le dijo (Yahvé): “Sal fuera y ponte de pie en el monte ante Yahvé.” Y he aquí que pasó Yahvé. Un viento grande e impetuoso rompía delante de Yahvé los montes y quebraba las peñas; pero Yahvé no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto; mas Yahvé no estaba en el terremoto. 12Y después del terremoto, un fuego; pero Yahvé no estaba en el fuego; y tras el fuego, un soplo tranquilo y suave. 13Al oírlo Elías se cubrió el rostro con su manto y salió, y se puso de pie a la entrada de la cueva. Y he aquí una voz que le dijo: “¿Qué haces aquí, Elías?” 14Respondió él: “Con gran celo he defendido la causa de Yahvé, el Dios de los Ejércitos; pues los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y pasado a cuchillo a tus profetas, y he quedado yo solo; y me buscan para quitarme la vida.” 15[2375]Entonces le dijo Yahvé: “Anda, vuélvete por tu camino, por el desierto, a Damasco; y llegado allá, unge a Hazael por rey de Siria; 16y a Jehú, hijo de Namsi, le ungirás por rey de Israel. Ungirás también a Eliseo, hijo de Safat, de Abelmehulá, por profeta en tu lugar. 17Y sucederá que al que escapare de la espada de Hazael, le matará Jehú; y al que escapare de la espada de Jehú, le matará Eliseo. 18[2376]Mas dejaré en Israel siete mil hombres: todas las rodillas que no se han doblado ante Baal, todos aquellos cuyas bocas no le han besado.”

Vocación de Eliseo

19[2377]Partió, pues, de allí, y halló a Eliseo, hijo de Safat, el cual estaba arando con doce yuntas que iban delante de él, y él mismo iba con la duodécima. Elías paso junto a él y le echó su manto encima. 20Y (Eliseo) dejó los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo: “Déjame ir a besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré.” Él le respondió: “Anda y vuelve; pues ¿qué te he hecho yo?” 21Eliseo le dejó, tomó una yunta de bueyes, los degolló, y con las coyundas de los bueyes coció la carne de ellos, y la dio a la gente, que la comieron; luego levantándose siguió a Elías y se puso a su servicio.

1 REYES 20
Guerra entre Israel y Siria

1[2378]Benhadad, rey de Siria, reunió todo su ejército, y teniendo consigo treinta y dos reyes, y caballería y carros subió, y poniendo sitio a Samaria la atacó. 2Envió mensajeros a la ciudad, a Acab, rey de Israel, y le dijo: “Así dice Benhadad: 3Tu plata y tu oro son para mí; tus mujeres y tus gallardos hijos, míos son.” 4Contestó el rey de Israel y dijo: “Como tú dices, señor mío, oh rey, tuyo soy yo y cuanto tengo.” 5Vinieron otra vez los mensajeros y dijeron: “Así dice Benhadad: Yo he enviado a decirte: Entrégame tu plata y tu oro, y también tus mujeres y tus hijos. 6Mañana, a esta hora, te enviaré mis siervos, que registrarán tu casa y la de tus siervos; y todo lo que es precioso a tus ojos lo tomarán con sus manos, y se lo llevarán”. 7Llamó entonces el rey a todos los ancianos del país y les dijo: “Entended y ved, cómo este hombre busca el mal; porque envió a pedirme mis mujeres, mis hijos, mi plata y mi oro, y yo no le he dicho que no.” 8Le dijeron todos los ancianos y todo el pueblo: “No escuches ni consientas.” 9Contestó, pues (Acab) a los mensajeros de Benhadad: “Decid a mi señor, el rey: Todo lo que hiciste, pedir a tu siervo al principio, lo haré; pero esto otro no lo puedo hacer.” Y se fueron los mensajeros con esta respuesta. 10[2379]Entonces Benhadad envió a decirle: “Así hagan conmigo los dioses, y más todavía, si el polvo de Samaria basta para llenar los puños de toda la gente que me sigue.” 11Respondió el rey de Israel, diciendo: “Decidle: No se alabe quien se ciñe, sino el que se desciñe.” 12Benhadad recibió esta respuesta cuando estaba bebiendo, él y los reyes, en los pabellones. Dijo, pues, a sus siervos: “¡Listo!” Y se movilizaron contra la ciudad.

13[2380]En esto se acercó a Acab; rey de Israel, un profeta, que dijo: “Así dice Yahvé: ¿Ves tú esta gran multitud? He aquí que voy a entregarla hoy en tus manos, y sabrás que yo soy Yahvé.” 14Preguntó Acab: “¿Por medio de quién?” Y él respondió: “Así dice Yahvé: Por medio de las tropas de los jefes de las provincias.” “¿Y quién, replicó (Acab), comenzará la batalla?” “Tú”, respondió él.

Derrota del rey de Siria

15Entonces (Acab) pasó revista a las tropas de los jefes de las provincias, y fueron doscientos treinta y dos; y tras de ellos pasó revista a toda la gente, a todos los hijos de Israel, que eran siete mil. 16Hicieron una salida al mediodía cuando Benhadad estaba bebiendo y embriagándose en los pabellones, él y los treinta y dos reyes auxiliares. 17Salieron primero las tropas de los jefes de las provincias, y envió Benhadad (observadores), que le avisaron, diciendo: “Unos hombres han salido de Samaria.” 18Respondió él: “Si han salido con intenciones pacíficas, prendedlos vivos; y prendedlos también vivos, si han salido para pelear.” 19Mas las tropas de los jefes de las provincias —y tras ellos los del ejército— que acabaron de salir, 20[2381]mataron cada uno al hombre (que se les puso adelante), y huyeron los sirios y fue Israel persiguiéndolos. Benhadad, rey de Siria, escapó en un caballo, con algunos de la caballería. 21Salió también el rey de Israel y destrozó los caballos con los carros, haciendo en medio de los sirios grandes estragos. 22Se acercó entonces el profeta al rey de Israel y le dijo: “Ve y cobra fuerza, piensa bien y mira lo que has de hacer; porque el rey de Siria va a subir contra ti a la vuelta del año.”

23[2382]Dijeron los siervos del rey de Siria a este: “Los dioses de ellos son dioses de montañas; por eso han podido vencernos; si peleamos contra ellos en tierra llana los venceremos. 24Haz ahora esto: Quita a cada uno de los reyes de su puesto, y pon capitanes en su lugar; 25y fórmate un ejército semejante al ejército que has perdido, con otros tantos caballos y otros tantos carros, y pelearemos contra ellos en tierra llana, entonces los venceremos.” Escuchó él su consejo e hizo así. 26[2383] A la vuelta del año, Benhadad pasó revista a los sirios, y subió a Afec para pelear contra Israel. 27También los hijos de Israel fueron revistados; y provistos de víveres marcharon al encuentro de ellos. Acamparon los hijos de Israel frente a ellos, como dos rebaños de cabras, en tanto que los sirios llenaban el país.

28Entonces se acercó el varón de Dios y dijo al rey de Israel: “Así dice Yahvé: Por cuanto dicen los sirios: Yahvé es un dios de montañas y no un dios de valles, entregaré toda esta inmensa multitud en tu mano; y así conoceréis que Yo soy Yahvé.” 29Siete días estuvieron acampados unos frente a otros. Al séptimo día se libró la batalla, y los hijos de Israel mataron a los sirios en un día cien mil hombres de infantería. 30Los restos huyeron a la ciudad de Afec, donde cayó la muralla sobre los veintisiete mil hombres que habían quedado. También Benhadad había huido para refugiarse en la ciudad, y huía de un aposento a otro.

31[2384]Sus siervos le dijeron: “Mira, nosotros hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes benignos. Pongámonos, pues, sacos sobre los lomos, y sogas al cuello, y salgamos a ver al rey de Israel; tal vez te deje la vida.” 32Se pusieron sacos sobre los lomos y sogas al cuello, y salieron hacia el rey de Israel diciendo: “Tu siervo Benhadad dice: «Déjame, te ruego, la vida».” (Acab) respondió: “¿Vive todavía? Él es mi hermano.” 33Los hombres tomaron esto por buen agüero, y se apresuraron a tomarle por la palabra, diciendo: “¿Benhadad es tu hermano?” Y él dijo: “Id, traedle.” Salió Benhadad a verlo, y este le hizo subir a su carro. 34[2385](Benhadad) le dijo: “Las ciudades que mi padre quitó a tu padre, te las restituiré; y tú establecerás para ti en Damasco bazares como los estableció mi padre en Samaria.” “Y yo, (dijo Acab), te dejaré libre a base de esta alianza.” Hizo, pues, alianza con él, y le dejó ir.

Un profeta reprende a Acab

35[2386]Entonces uno de los hijos de los profetas dijo a su compañero por orden de Yahvé: “Hiéreme, por favor.” Mas aquel hombre se negó a herirlo, 36[2387]por lo cual él le dijo: “Por cuanto no has obedecido la voz de Yahvé, he aquí que te matará un león tan pronto como te apartes de mí.” Y apartándose de él, lo halló un león y lo mató. 37Después encontró a otro hombre, y le dijo: “Hiéreme, por favor.” Y este lo hirió y le hizo una llaga, 38entonces se fue el profeta y se puso en el camino del rey, disfrazado con una venda sobre los ojos. 39Y cuando el rey pasaba, dio gritos hacia el rey y dijo: “Tu siervo había salido para participar en la batalla; y he aquí que apartándose un hombre me entregó un prisionero, diciendo: Guarda a este hombre. Si de cualquier manera llegare a faltar, tu vida responderá por la suya, o pagarás un talento de plata. 40[2388]Mas andando tu siervo ocupado en esta y otra parte, he aquí que él escapó.” “El rey de Israel le respondió: “Tú mismo has pronunciado tu sentencia.” 41Entonces (el profeta) se quitó apresuradamente la venda de sus ojos, y el rey de Israel conoció que era uno de los profetas. 42Y este le dijo: “Así dice Yahvé: Por cuanto has dejado escapar de tu mano al hombre que Yo había entregado al anatema, responderá tu vida por su vida, y tu pueblo por su pueblo.” 43Tras esto el rey de Israel se fue a su casa enojado e irritado; y así llegó a Samaria.

1 REYES 21
Jezabel y la viña de Nabot

1Después de esto sucedió lo siguiente: Nabot de Jesreel tenía una viña que estaba en Jesreel, junto al palacio de Acab, rey de Samaria. 2[2389]Habló Acab a Nabot, diciendo: “Dame tu viña, para que me sirva de huerto para legumbres; porque está tan cerca de mi casa; y yo te daré en su lugar otra viña mejor que ella; o si te parece bien, te pagaré su valor en dinero.” 3[2390]Nabot respondió a Acab: “¡Líbreme Yahvé de darte la herencia de mis padres!” 4Acab volvió a su casa enojado e irritado, a causa de la respuesta que le había dado Nabot de Jesreel en estos términos: “No te daré la herencia de mis padres.” Se echó sobre su cama, ocultó su rostro y no comió nada.

5Vino a verle Jezabel, su mujer, y le dijo: “¿Por qué está tu espíritu tan triste y no pruebas bocado?” 6Él le respondió: “He hablado con Nabot jesreelita, diciéndole: «Dame tu viña por dinero, o si quieres te daré otra viña en cambio de ella.» Pero él contestó: «No te daré mi viña.»” 7Jezabel, su mujer, le dijo: “¿Reinas tú efectivamente sobre Israel? ¡Levántate, come pan, y alégrese tu corazón! Yo te daré la viña de Nabot jesreelita.” 8Luego escribió ella cartas en nombre de Acab, sellándolas con el sello de este, y envió las cartas a los ancianos y nobles que habitaban con Nabot en su ciudad. 9[2391]He aquí el contenido de las cartas: “Promulgad un ayuno y sentad a Nabot entre los primeros del pueblo; 10[2392]y frente a él poned a dos hombres, hijos de Belial, que depongan contra él, diciendo: «¡Tú has maldecido a Dios y al Rey!» Después sacadle y apedreadle para que muera.”

11Sus conciudadanos, los ancianos y nobles que habitaban en su ciudad, hicieron conforme a la orden de Jezabel y según estaba escrito en las cartas que ella les había mandado. 12Proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot entre los primeros del pueblo. 13[2393]Y vinieron dos hombres, hijos de Belial, que se sentaron en frente de él; y depusieron los hombres de Belial contra Nabot, delante del pueblo, diciendo: “¡Nabot ha maldecido a Dios y al Rey!” Luego le sacaron fuera de la ciudad y le apedrearon, y así murió. 14Después enviaron a decir a Jezabel: “Nabot ha sido apedreado y murió.” 15Cuando Jezabel supo que Nabot había sido apedreado y que había muerto, dijo a Acab: “¡Levántate, toma posesión de la viña de Nabot jesreelita, el cual se negó a dártela por dinero; que ya no vive Nabot, sino que ha muerto!” 16Al oír Acab la noticia de la muerte de Nabot, se levantó y bajó a la viña de Nabot jesreelita, para tomar posesión de ella.

Elías anuncia el castigo de Dios

17Entonces fue dirigida la palabra de Yahvé a Elías tesbita en estos términos: 18“Levántate, desciende al encuentro de Acab, rey de Israel, que está en Samaria. He aquí que está en la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión de ella. 19[2394]Y le hablarás, diciendo: «Así dice Yahvé: No solo has cometido un asesinato, sino que también has robado.» Y le dirás, además: «Así dice Yahvé: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán los perros tu propia sangre.»” 20[2395]Respondió Acab a Elías: “¿Me has hallado enemigo mío?” Y dijo él: “Sí, te he hallado; por cuanto te has vendido para hacer lo que es malo a los ojos de Yahvé. 21[2396]He aquí que haré venir el mal sobre ti; barreré tu posteridad, y exterminaré de la casa de Acab a todos los varones, a los esclavos y a los libres en Israel. 22Y haré tu casa como la casa de Jeroboam, hijo de Nabat, y como la casa de Baasá, hijo de Ahías, por cuanto me has provocado a ira, haciendo pecar a Israel.” 23También respecto de Jezabel ha hablado Yahvé, diciendo: “Los perros comerán a Jezabel junto al muro de Jesreel. 24[2397]Al que de Acab muriere en la ciudad, le comerán los perros, y al que muriere en el campo, le comerán las aves del cielo.” 25Pues no hubo nadie como Acab, el cual instigado por su mujer Jezabel se vendió para hacer el mal a los ojos de Yahvé. 26Obró de una manera muy abominable, siguiendo en pos de los ídolos y haciendo exactamente lo mismo que habían hecho los amorreos, a quienes Yahvé arrojó de delante de los hijos de Israel.

27Cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos, puso un saco sobre su cuerpo y ayunó y se acostó con su saco y andaba silencioso. 28Entonces fue dirigida esta palabra de Yahvé a Elías tesbita: 29[2398]“¿Has visto cómo se humilla Acab delante de Mí? Por cuanto se ha humillado delante de Mí, no descargaré este mal en sus días. En los días de sus hijos haré venir el mal sobre su casa.”

1 REYES 22
Alianza de Acab con Josafat

1Pasaron tres años sin que hubiera guerra entre la Siria e Israel. 2[2399]Mas al tercer año Josafat, rey de Judá, bajó a ver al rey de Israel. 3Dijo entonces el rey de Israel a sus siervos: “¿No sabéis que Ramot-Galaad es nuestra? ¡Y nosotros no hacemos nada para quitársela de las manos del rey de la Siria!” 4Dijo, pues, a Josafat: “¿Quieres ir conmigo para atacar a Ramot-Galaad?” Respondió Josafat al rey de Israel: “Yo hago lo mismo que tú; mi pueblo es tu pueblo, mis caballos son tus caballos.” 5Josafat dijo, además, al rey de Israel: “Consulta, te ruego, hoy la palabra de Yahvé.”

El profeta Miqueas

6[2400]Juntó, pues, el rey de Israel a los profetas, unos cuatrocientos hombres, y les dijo: “¿Iré a atacar a Ramot-Galaad, o desistiré?” “Sube, dijeron ellos, y el Señor la entregará en manos del rey.” 7Preguntó entonces Josafat: “¿No hay aquí algún profeta de Yahvé, para que por medio de él hagamos una consulta?” 8Respondió el rey de Israel a Josafat: “Queda todavía un hombre por cuyo medio podríamos consultar a Yahvé; pero yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino solamente mala. Es Miqueas, hijo de Imlá.” Replicó Josafat: “No hable el rey así.” 9Llamó, pues, el rey de Israel a un eunuco y dijo: “Trae presto a Miqueas, hijo de Imlá.”

10El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos de gala, en una plaza contigua a la entrada de la puerta de Samaria, y todos los profetas profetizaban delante de ellos. 11Sedecías, hijo de Canaaná, se había hecho cuernos de hierro, y decía: “Así dice Yahvé: «Con estos acornearás a los sirios hasta acabar con ellos.»” 12Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: Sube a Ramot-Galaad, y tendrás éxito, pues Yahvé la entregará en manos del rey.”

13Entretanto, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas, le habló de esta manera: “Mira cómo los oráculos de los profetas anuncian unánimemente prósperos sucesos al rey; sea, pues, tu oráculo como el oráculo de cada uno de ellos; habla favorablemente.” 14Respondió Miqueas: “¡Vive Yahvé, que hablaré solamente lo que me dijere Yahvé!”

15[2401]Llegado al rey, este le preguntó: “Miqueas, ¿debemos ir a atacar a Ramot-Galaad, o debemos desistir?” Contestó él: “Sube y saldrás bien, pues Yahvé la entregará en manos del rey.” 16Dijole el rey: “¿Hasta cuántas veces he de conjurarte que no me digas sino la verdad en nombre de Yahvé?” 17[2402]Respondió (Miqueas): “Yo he visto a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas sin pastor”; y dijo Yahvé: “Estos no tienen señor; vuélvase cada cual en paz a su casa.” 18Dijo entonces el rey de Israel a Josafat: “¿No te dije: Este nunca me profetiza cosa buena, sino solamente mala?”

19[2403]A lo cual contestó (Miqueas): “Oye, por tanto, el oráculo de Yahvé: He visto a Yahvé sentado sobre su trono, y todo el ejército celestial estaba alrededor de él, a su derecha y a su izquierda. 20Y preguntó Yahvé: «¿Quién engañara a Acab, para que suba y caiga en Ramot-Galaad?» Y habló uno de esta manera, y otro de otra. 21En ese momento vino el (mal) espíritu, que presentándose delante de Yahvé, dijo: «Yo lo engañaré.» Yahvé le preguntó: «¿De qué manera?» 22Respondió él: «Saldré y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas.» Y dijo Yahvé: «Tú lo engañarás y tendrás éxito. Sal, y hazlo así.» 23Ahora, pues, he aquí que Yahvé ha puesto un espíritu de mentira en boca de todos estos tus profetas; pues Yahvé tiene decretada contra ti la desventura.”

Encarcelamiento de Miqueas

24Se acercó entonces Sedecías, hijo de Canaaná, y abofeteó a Miqueas, diciéndole: “¿Ha salido acaso de mí el espíritu de Yahvé, Miqueas, para hablarte a ti?” 25Respondió Miqueas: “Ya lo verás en aquel día en que huyas de aposento en aposento para esconderte.” 26[2404]Dijo entonces el rey de Israel (al eunuco): “Prende a Miqueas y llévalo a Amón, comandante de la ciudad, y a Joás, hijo del rey. Les dirás: 27Así dice el Rey: «Meted a este en la cárcel, y alimentadle con pan de aflicción, y agua de aflicción, hasta que yo regrese en paz».” 28A lo que dijo Miqueas: “Si tú, de veras vuelves en paz, no ha hablado Yahvé por mi boca.” Y agregó: “¡Oídlo, pueblos todos!”

Muerte de Acab

29Subieron, pues, el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, a Ramot-Galaad. 30[2405]Y dijo el rey de Israel a Josafat: “Voy a disfrazarme para la batalla, mas tú ponte tus vestiduras.” El rey de Israel se disfrazó, y se metió en la batalla. 31Ahora bien, el rey de Siria había dado esta orden a los treinta y dos capitanes de sus carros: “No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino tan solo al rey de Israel.” 32Viendo, pues, los capitanes de los carros a Josafat, dijeron: “Sin duda es este el rey de Israel; y se arrojaron sobre él para atacarlo”, pero Josafat gritó; 33y viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, le dejaron. 34Mas un hombre tiró con un arco al azar, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la coraza. Dijo entonces (el rey) al conductor de su carro: “¡Vuélvete y sácame del combate, porque estoy herido!” 35Arreció el combate en aquel día, mas el rey se sostenía de pie en su carro, frente a los sirios. Murió por la tarde, y la sangre de la herida corría por el fondo del carro. 36Al ponerse el sol, pasó por el campamento este grito: “¡Cada cual a su ciudad y cada cual a su tierra!”

37Así murió el rey, y fue llevado a Samaria. Allí sepultaron al rey. 38Y cuando lavaron el carro junto al estanque de Samaria, donde se bañan las rameras, lamieron los perros su sangre, según la palabra que Yahvé había dicho.

39Las demás cosas de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que levantó, y todas las ciudades que edificó; ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 40Se durmió Acab con sus padres; y reinó en su lugar su hijo Ococías.

Josafat, rey de Judá

41[2406]Josafat, hijo de Asá, comenzó a reinar sobre Judá el año cuarto de Acab, rey de Israel. 42Tenía Josafat treinta y cinco años cuando comenzó a reinar y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Salai. 43Anduvo en todos los caminos de su padre Asá, sin apartarse de ellos, haciendo lo que era recto a los ojos de Yahvé. 44[2407]Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los altos. 45Josafat vivió en paz con el rey de Israel.

46Las demás cosas de Josafat, las hazañas que hizo, y sus guerras ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá?

47[2408]Exterminó del país el resto de los hieródulos que habían quedado aún en los días de su padre Asá. 48No había entonces rey en Edom; reinaba un gobernador. 49[2409]Josafat construyó naves de Tarsis, para que fuesen a Ofir en busca de oro; mas no fueron, porque las naves se destrozaron en Esionguéber. 50Dijo entonces Ococías, hijo de Acab, a Josafat: “Mis siervos podrían ir con tus siervos en las naves”, pero Josafat no quiso. 51Se durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar su hijo Joram.

Ococías, rey de Israel

52Ococías, hijo de Acab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria el año diecisiete de Josafat, rey de Judá. Reinó sobre Israel dos años, 53e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, siguiendo el camino de su padre y de su madre, y el camino de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 54Pues sirvió a Baal y se prosternó delante de él. Así provocó a Yahvé, el Dios de Israel, haciendo todo lo que había hecho su padre.

IV REYES (2 REYES)

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I. LOS DOS REINOS HASTA LA CAÍDA DE SAMARIA
2 REYES 1
Ococías de Israel y Elías

1[2410]Después de la muerte de Acab, se rebeló Moab contra Israel. 2[2411]Un día se cayó Ococías por una ventana de su aposento alto en Samaria, de modo que quedó enfermo. Despachó, pues, mensajeros, a los cuales dijo: “Id y consultad a Beelzebul, dios de Acarón, si acaso sanaré de esta enfermedad.” 3Dijo entonces el ángel de Yahvé a Elías tesbita: “Levántate y sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: «¿Acaso no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Beelzebul, dios de Acarón? 4Por esto, así dice Yahvé: No dejarás la cama en que te has postrado, sino que morirás sin remedio.»” Y Elías se marchó.

5Volvieron los mensajeros. El rey les dijo: “¿Por qué estáis ya de vuelta?” 6Le contestaron: “Un hombre vino a nuestro encuentro y nos dijo: Id y volveos al rey que os ha enviado, y decidle: Así dice Yahvé: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que tú envíes a consultar a Beelzebul, dios de Acarón? Por tanto no dejarás la cama en que te has postrado, sino que morirás sin remedio.” 7Él les preguntó: “¿Qué aspecto tenía ese hombre que subió a vuestro encuentro y os ha dicho esto?” 8[2412]Ellos le respondieron: “Era un varón cubierto de una piel velluda y un cinto de cuero ceñido a sus lomos.” Dijo (el rey): “Es Elías tesbita.”

9Entonces envió el rey un capitán de cincuenta hombres con sus cincuenta soldados; el cual subió hasta (el profeta), y he aquí que este estaba sentado sobre la cumbre del monte. Y le dijo: “Varón de Dios, el rey ha dicho: «Desciende.»” 10Elías respondió y dijo al capitán de los cincuenta: “Si yo soy varón de Dios, baje fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta.” Y descendió fuego del cielo y le consumió a él y a sus cincuenta.

11Ococías volvió a enviar contra él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta hombres el cual tomó la palabra y dijo: “Varón de Dios, así ha dicho el rey: «Desciende inmediatamente.»” 12[2413]Elías respondió y les dijo: “Si yo soy varón de Dios, baje fuego del cielo y te consuma a ti y tus cincuenta.” Y descendió del cielo fuego de Dios, y le consumió a él y a sus cincuenta.

13(Ococías) volvió a enviar por tercera vez un capitán de cincuenta con sus cincuenta hombres. Este tercer capitán de cincuenta subió, y llegado dobló sus rodillas ante Elías, le suplicó y le dijo: “Varón de Dios, te ruego que mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos, sea preciosa a tus ojos. 14Bien sé que fuego del cielo bajó y consumió a los dos primeros capitanes de cincuenta, con sus cincuenta hombres. Mi vida sea, pues, preciosa a tus ojos.”

15[2414]Entonces el Ángel de Yahvé dijo a Elías: “Desciende con él; no le tengas miedo.” Se levantó y fue con él al rey; 16y le dijo: “Así dice Yahvé: Por cuanto has enviado mensajeros para consultar a Beelzebul, dios de Acarón, como si no hubiera Dios en Israel, cuya palabra se pueda consultar, por tanto no dejarás la cama en que te has postrado, sino que morirás sin remedio.”

17Murió efectivamente, conforme a la palabra de Yahvé que Elías había dicho; y en su lugar subió al trono Joram, el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá; porque (Ococías) no tenía hijo.

18Los demás hechos que hizo Ococías ¿no están escritos en el libro de los anales de los reyes de Israel?

2 REYES 2
Elías arrebatado al cielo

1Cuando Yahvé quiso arrebatar a Elías al cielo, mediante un torbellino, partió Elías con Eliseo desde Gálgala; 2y dijo Elías a Eliseo: “Quédate, te ruego, aquí, porque Yahvé me envía a Betel.” Mas Eliseo le respondió: “Por la vida de Yahvé, y por la vida de tu alma, que no te dejaré.” Bajaron, pues, a Betel. 3[2415]Los hijos de los profetas que había en Betel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: “¿Sabes tú que hoy va a arrebatar Yahvé a tu señor alzándolo sobre tu cabeza?” Dijo él: “Yo también lo sé; ¡callad!” 4Luego dijo Elías: “Eliseo, quédate, te ruego, aquí, porque Yahvé me envía a Jericó.” Mas él le respondió: “Por la vida de Yahvé, y por la vida de tu alma, que no te dejaré.” Y llegaron a Jericó. 5Los discípulos de los profetas que había en Jericó vinieron a Eliseo, y le dijeron: “¿Sabes tú que hoy va a arrebatar Yahvé a tu señor alzándolo sobre tu cabeza?” Respondió él: “Yo también lo sé; ¡callad!” 6Después le dijo Elías: “Quédate, te ruego, aquí; porque Yahvé me envía al Jordán.” Mas él le respondió: “Por la vida de Yahvé, y por la vida de tu alma, que no te dejaré.” Y ambos siguieron andando. 7Vinieron también cincuenta de los discípulos de los profetas, que se pararon enfrente, a lo lejos, mientras los dos estaban de pie junto al Jordán. 8Entonces tomó Elías su manto, lo arrolló y golpeó las aguas, las cuales se dividieron a un lado y otro; y entrambos pasaron a pie enjuto.

9[2416]Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Eliseo: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que sea quitado de tu lado.” Contestó Eliseo: “Que venga sobre mí doble porción de tu espíritu.” 10Respondió él: “Cosa difícil es la que pides. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no te será concedido.”

11[2417]Mientras seguían andando y hablando, he aquí que un carro de fuego y caballos de fuego separaron al uno del otro y subió Elías en un torbellino al cielo. 12[2418]Eliseo miraba y clamaba: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su caballería!” Y no lo vio más. Entonces asió sus vestidos y los rasgó en dos partes.

Eliseo sucesor de Elías

13[2419]Alzó Eliseo el manto que se le había caído a Elías, y volviéndose se detuvo a la orilla del Jordán. 14[2420]Luego tomó el manto que se le había caído a Elías, e hirió las aguas, diciendo: “¿Dónde está ahora Yahvé, el Dios de Israel?” Y cuando hirió las aguas, estas se dividieron a un lado y otro; y pasó Eliseo. 15Viendo esto los discípulos de los profetas que estaban enfrente, en Jericó, decían: “El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.” Y saliéndole al encuentro se postraron delante de él en tierra, 16y le dijeron: “He aquí que hay entre tus siervos cincuenta hombres esforzados; que vayan ellos en busca de tu señor. Quizás el espíritu del Señor le ha arrebatado y le ha arrojado sobre algún monte, o en algún valle.” Mas él dijo: “No los enviéis.” 17Pero ellos le importunaron hasta que se avergonzó y dijo: “Enviad.” Enviaron pues a los cincuenta nombres, los cuales buscaron tres días sin dar con él. 18[2421]Cuando se volvieron a él —pues él moraba en Jericó— les dijo: “¿No os he dicho: No vayáis?”

Los primeros milagros de Eliseo

19Los vecinos de la ciudad dijeron a Eliseo: “El sitio de la ciudad es hermoso, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra es estéril.” 20Entonces él dijo: “Traedme una vasija nueva, y echad sal en ella.” Se la trajeron; 21[2422]y él salió a la fuente del agua, echó en ella la sal y dijo: “Así dice Yahvé: Yo saneo estas aguas. En adelante no saldrá más de aquí ni muerte ni esterilidad.” 22Y quedaron saneadas aquellas aguas hasta el día de hoy, conforme a la palabra que había dicho Eliseo. 23[2423]De allí subió a Betel, y en la subida, estando él en el camino, salieron de la ciudad unos muchachuelos que se burlaban de él, diciéndole: “¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!” 24Pero él se dio vuelta, los miró y los maldijo en nombre de Yahvé; y salieron dos osas del bosque, que destrozaron cuarenta y dos de esos muchachuelos. 25De allí se fue al monte Carmelo, desde donde regresó a Samaria.

2 REYES 3
Joram, rey de Israel

1Joram, hijo de Acab, empezó a reinar sobre Israel, en Samaria, el año diez y ocho de Josafat, rey de Judá. Reinó doce años, 2e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, pero no tanto como su padre y su madre; pues quitó las estatuas de Baal que había hecho su padre. 3Sin embargo siguió los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, y no se apartó de ellos.

Guerra de Joram y Josafat contra Moab.

4[2424]Mesó, rey de Moab, era criador de ovejas, y pagaba al rey de Israel un tributo de cien mil corderos, y cien mil carneros, con su lana. 5Pero después de la muerte de Acab, se rebeló el rey de Moab contra el rey de Israel. 6Entonces el rey Joram salió de Samaria y pasó revista a todo Israel. 7Y cuando se puso en marcha, envió a decir a Josafat, rey de Judá: “El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo para atacar a Moab?” Josafat respondió: “Subiré. Yo haré lo mismo que tú, mi pueblo es tu pueblo, y mis caballos son tus caballos.” 8Y agregó: “¿Por qué camino subiremos?” “Por el camino del desierto de Edom”, contestó él.

Eliseo salva a los tres reyes

9[2425]Partieron el rey de Israel y el rey de Judá, juntamente con el rey de Edom, y después de haber marchado siete días, se hallaron sin agua para el ejército y para el ganado que los seguía. 10Dijo entonces el rey de Israel: “¡Ay! Yahvé ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab.” 11Pero Josafat dijo: “¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé, por medio del cual podamos consultar a Yahvé?” Y respondió uno de los siervos del rey de Israel, diciendo: “Aquí está Eliseo, hijo de Safat, que echaba agua sobre las manos de Elías.” 12Dijo Josafat: “En él hay palabra de Yahvé.” Y bajaron a encontrarle el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom. 13[2426]Mas Eliseo dijo al rey de Israel: “¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Vete a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre!” El rey de Israel le respondió: “¡No! Pues Yahvé ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos del rey de Moab.” 14Replicó Eliseo: “¡Vive Yahvé de los ejércitos, al cual yo sirvo! Si no fuera por respeto a Josafat, rey de Judá, no alzaría ni siquiera mis ojos para mirarte. 15[2427]Ahora pues, traedme un tañedor.” Y mientras tocaba el tañedor, vino sobre (Eliseo) la mano de Yahvé. 16Y dijo: “Así dice Yahvé: Haced en este valle zanjas y zanjas; 17porque así dice Yahvé: No veréis viento ni lluvia; y con todo el valle se llenará de aguas, y beberéis vosotros, y vuestros ganados, y vuestras bestias de tiro. 18Pero esto es lo de menos a los ojos de Yahvé; porque entregará a Moab en vuestra mano; 19tomaréis todas las plazas fuertes y todas las ciudades principales; derribaréis todo árbol bueno, cegaréis todas las fuentes de agua e inutilizaréis con piedras todos los campos fértiles.”

20En efecto, llegada la mañana, a la hora en que se suele ofrecer la oblación, he aquí que el agua vino por el camino de Edom, y se llenó de agua aquel país.

Derrota de los moabitas

21Todos los moabitas, al oír que subían los reyes a pelear contra ellos, fueron convocados, todos los que eran capaces de ceñirse las armas, incluso los de edad avanzada, y se apostaron en la frontera. 22Y cuando se levantaron muy de mañana, al brillar el sol sobre las aguas, vieron los moabitas delante de sí las aguas rojas como sangre; 23[2428]por lo cual dijeron: “Esta es sangre. Los reyes han peleado uno con otro y cada cual ha matado a su compañero. ¡Ahora, pues, a la presa, Moab!” 24Mas cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y derrotaron a los moabitas, los cuales huyeron delante de ellos; e invadiendo destrozaron a Moab. 25[2429]Destruyeron las ciudades, y echando cada cual su piedra sobre todo campo fértil lo llenaron de ellas, cegaron todas las fuentes de agua y talaron todo árbol bueno, dejando solo las piedras de Kir Haróset, a la cual los honderos rodearon y batieron.

26Cuando el rey de Moab vio que iba a ser vencido en la guerra tomó consigo setecientos hombres que desenvainaron espada, para abrirse paso hacia el rey de Edom, mas no pudo. 27[2430]Entonces tomó a su hijo primogénito, que había de reinar en su lugar, y le ofreció en holocausto sobre la muralla, lo cual causó grande indignación entre los israelitas, los cuales levantaron el campamento contra el (rey de Moab) y se volvieron a su país.

2 REYES 4
Eliseo salva a una viuda

1[2431]Una de las mujeres de los discípulos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: “Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Yahvé; ahora ha venido el acreedor para llevarse mis dos hijos como esclavos.” 2[2432]Eliseo le dijo: “¿Qué puedo hacer yo por ti? Dime ¿qué tienes en casa?” Ella respondió: “Tu sierva no tiene ninguna otra cosa sino una orza de aceite.” 3Dijo él: “Vete a pedir fuera vasijas, de parte de todas tus vecinas, vasijas vacías, y no sean pocas. 4Luego entrarás y cerrarás la puerta tras de ti y tus hijos, y echarás (aceite) en todas esas vasijas, y las que estuvieren llenas, las pondrás aparte.” 5Ella se retiró de él, cerró la puerta tras de sí y de sus hijos; y mientras estos le alcanzaban (las vasijas) ella las llenaba. 6Estando ya todas llenas, dijo a su hijo: “Alcánzame otra vasija.” Él le respondió: “No hay más vasijas.” Y se detuvo el aceite. 7[2433]Ella fue entonces y se lo contó al varón de Dios, el cual dijo: “Vete y vende el aceite, y paga tus deudas; y viviréis de lo restante, tú y tus hijos.”

Eliseo y la mujer de Sunem

8Un día pasó Eliseo a Sunem, donde había una mujer distinguida, la cual le obligó a que comiese. Y siempre que pasaba se detenía allí para comer. 9Dijo entonces ella a su marido: Mira, por favor, yo sé que este hombre que viene tan a menudo a nuestra casa, es un santo varón de Dios. 10[2434]Hagamos en el piso de arriba un cuartito con paredes, y pongámosle allí una cama, una mesa, una silla, y un candelero, para que siempre que nos visite pueda retirarse allí.” 11Efectivamente, llegó allá un día (Eliseo) y retirándose al cuarto, se acostó allí. 12Luego dijo a Giecí, su criado: “Llama a esta sunamita.” La llamó y ella se presentó ante él. 13Entonces dijo a (Giecí): “Dile a ella: Mira, tú nos has tratado con tanta solicitud. ¿Qué se puede hacer para ti? ¿Hay que intervenir por ti ante el rey, o ante el jefe del ejército?” Respondió ella: “Yo habito en medio de mi pueblo.” 14[2435]“¿Qué se puede entonces hacer por ella?”, preguntó (Eliseo). Giecí respondió: “Desgraciadamente no tiene hijo, y su marido es ya viejo.” 15Dijo entonces: “Llámala.” La llamó y ella se paró a la puerta. 16Dijo él: “El año que viene, a este tiempo, abrazarás un hijo.” Mas ella respondió: “No, señor mío, varón de Dios, no engañes a tu sierva.” 17En efecto, concibió la mujer y dio a luz un hijo el año siguiente, por ese mismo tiempo, como Eliseo lo había anunciado.

18Creció el niño, pero un día habiendo salido para ver a su padre, que estaba con los segadores, 19dijo a su padre: “¡Mi cabeza, mi cabeza!” El (padre) dijo al criado: “Llévalo a su madre.” 20Él lo alzó y lo llevó a su madre, sobre cuyas rodillas (el niño) estuvo sentado hasta el mediodía, y luego murió. 21Entonces ella subió, le puso sobre la cama del varón de Dios, cerró la puerta y salió. 22Llamó a su marido y le dijo: “Mándame, por favor, uno de los criados con una borrica, para que yo vaya corriendo en busca del varón de Dios; luego volveré.” 23[2436]Contestó él: “¿Por qué vas a verlo hoy? Hoy no es novilunio ni sábado.” Pero ella respondió: “Adiós.” 24Hizo aparejar la borrica, y dijo a su criado: “¡Arrea y anda! no me detengas en el camino hasta que yo te lo diga.”

Eliseo resucita al hijo de la sunamita

25Fue y llegó al varón de Dios en el monte Carmelo. Cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a Giecí, su criado: “He ahí a esa sunamita. 26Córre, pues, al encuentro de ella, y dile: «¿Te va bien? ¿Y cómo están tu marido y el niño?»” “¡Bien!”, dijo ella. 27Pero llegada al varón de Dios en el monte, le asió de los pies. Giecí se acercó para arrancarla; mas el varón de Dios dijo: “Déjala porque su alma está llena de amargura, pero Yahvé me lo ha ocultado, y no me lo ha revelado.” 28Exclamó ella: “¿Acaso he pedido yo un hijo a mi señor? ¿No te dije: no me engañes?” 29Dijo él entonces a Giecí: “Cíñete los lomos, y toma mi báculo en tu mano y marcha. Si encuentras a alguno no le saludes; y si alguna te saluda no le respondas; y pon mi báculo sobre el rostro del niño.” 30Mas la madre del niño dijo: “¡Por la vida de Yahvé y por la vida de tu alma! No me apartaré de ti.” Se levantó él también y la siguió. 31[2437]Entretanto Giecí se les adelantó y puso el báculo sobre el rostro del niño; pero no hubo voz en él ni señal de vida, por lo cual se volvió al encuentro (de Eliseo) y le dio noticia, diciendo: “No ha despertado el niño.”

32Llegó Eliseo a la casa; y he aquí que halló al niño muerto, tendido sobre su cama. 33Entró, cerró la puerta tras los dos, y oró a Yahvé. 34Luego subió, y acostándose sobre el niño, puso su boca sobre la boca de este, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos, y se tendió sobre él. Así se calentó la carne del niño. 35Después se retiró y anduvo por la casa, de un lugar a otro. Subió (de nuevo) y se tendió sobre el niño, el cual estornudó siete veces y abrió los ojos. 36Entonces llamó a Giecí y dijo: “Llama a esa sunamita.” La llamó, y ella vino donde estaba él; y dijo (Eliseo): “Toma a tu hijo.” 37Entró ella y postrándose en tierra se echó a sus pies. Luego tomó a su hijo y salió.

Eliseo salva a los discípulos de los profetas

38[2438]Eliseo volvió a Gálgala. Había entonces hambre en el país; y estando los discípulos de los profetas sentados delante de él, dijo a su criado: “Pon la olla grande, y cuece un potaje para los discípulos de los profetas.” 39[2439]Salió, pues, uno de ellos al campo a recoger hierbas; y hallando una como cepa silvestre, recogió de ella coloquíntidas campestres y llenó con ellas su manto. Vuelto a casa las cortó en pedazos y las echó en la olla del potaje; pues no las conocían. 40Sirvieron después a aquellos hombres la comida, pero luego que probaron el potaje alzaron el grito, diciendo: “Hay muerte en la olla, oh varón de Dios.” Y no pudieron comer. 41Ordenó él: “Traed harina.” Y la echó en la olla, diciendo: “Sírvelo a la gente para que coma”, y no hubo ya nada malo en la olla.

Multiplicación de panes

42[2440]Vino un hombre de Baalsalisá que trajo al varón de Dios pan de primicias, veinte panes de cebada y espigas de trigo nuevo en su alforja. Dijo (Eliseo): “Dáselo a la gente para que coma.” 43[2441]Pero respondió su siervo: “¿Cómo? ¿Esto he de servir a cien hombres?” Replicó él: “Dáselo a la gente para que coma, porque así dice Yahvé: «Comerán y aun sobrará.:»” 44Entonces los puso delante de ellos, y comieron, y sobró, según la palabra de Yahvé.

2 REYES 5
Curación de Naamán

1[2442]Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un gran personaje ante su señor, y hombre de gran prestigio; pues por su medio Yahvé había salvado a Siria. Pero este hombre tan valiente era leproso. 2Ahora bien, habían salido de Siria guerrilleros que trajeron cautiva de la tierra de Israel a una jovencita, que fue puesta al servicio de la mujer de Naamán. 3Dijo ella a su señora: “¡Oh, si mi amo pudiera presentarse al profeta que hay en Samaria!, él le sanaría de la lepra. 4Fue, pues (Naamán) y avisó a su señor, diciendo: “Esto y esto ha dicho la muchacha de tierra de Israel.” 5[2443]Dijo entonces el rey de Siria: “Anda, pues, que yo enviaré una carta al rey de Israel.” Y partió él, llevando consigo diez talentos de plata y seis mil siclos de oro y diez vestidos nuevos. 6[2444]Llevó también la carta para el rey de Israel, la cual decía: “Cuando llegare a ti esta carta, sabrás que te he enviado a Naamán, mi servidor, para que le sanes de su lepra.” 7Como el rey de Israel leyese la carta, rasgó sus vestidos y dijo: “¿Soy yo acaso Dios, para dar la muerte o la vida? Pues este me manda sanar a un hombre de su lepra. Reparad y veréis que busca solamente pretextos contra mí.”

8Cuando Eliseo, el varón de Dios, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: “¿Por qué has rasgado tus vestidos? ¡Que venga (ese hombre) a mí, y sabrá que hay profeta en Israel!” 9Vino Naamán con sus caballos y su carroza y se paró a la puerta de la casa de Eliseo. 10[2445]Eliseo le envió un mensajero, que le dijese: “Ve y lávate siete veces en el Jordán, y recobrarás tu carne y quedarás limpio.” 11Naamán se fue enojado y dijo: “Yo pensaba que por lo menos saldría y, puesto de pie, invocaría el nombre de Yahvé, su Dios, y pasaría su mano sobre el lugar (de la llaga) para curar la lepra. 12Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría yo lavarme en ellos y quedar limpio?” Y volviendo su rostro se fue, lleno de ira. 13Pero se acercaron sus siervos, y hablaron con él, diciendo: “Padre mío, si el profeta te hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habrías hecho? ¿Cuánto más ahora que te dice: Lávate y quedarás limpio?” 14[2446]Bajó, y se bañó siete veces en el Jordán, conforme a la orden del varón de Dios, y se volvió su carne como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio.

15“Después regresó con toda su comitiva al varón de Dios, entró, y presentándose delante de él dijo: “Ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra sino solo en Israel. Acepta, pues, te ruego, un presente de parte de tu siervo.” 16[2447]Respondió él: “¡Vive Yahvé, a quien sirvo, que no lo aceptaré!” Y aunque (Naamán) insistió en que aceptara, siguió rehusando. 17[2448]Al fin dijo Naamán: Pues si no, permite al menos que se dé a tu siervo la porción de tierra que puedan cargar dos mulos; porque en adelante tu siervo no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otro dios sino a Yahvé. 18[2449]Sin embargo, una sola cosa debe perdonar Yahvé a tu siervo: Cuando entre mi señor en el templo de Remón para adorar allí, y él se apoye en mi mano, y yo me prosterne en el templo de Remón, que perdone Yahvé a tu siervo si yo en tales circunstancias me prosterno en el templo de Remón.” 19[2450]Él le dijo: “Vete en paz.” Pero cuando (Naamán) alejándose estaba ya a cierta distancia, 20[2451]Giecí, criado de Eliseo, el varón de Dios, se dijo: “He aquí que mi señor ha tratado con demasiado miramiento a Naamán, ese sirio, no aceptando de su mano lo que había traído. ¡Vive Yahvé! que voy a correr en su seguimiento para recibir de él alguna cosa.”

Avaricia de Giecí

21Salió, pues, Giecí en seguimiento de Naamán. Cuando Naamán le vio correr tras él, bajó de su carro para ir a su encuentro, y dijo: “¿Va todo bien?” 22“Bien”, respondió él; pero mi señor me ha enviado a decir: “He aquí que acaban de llegar de la montaña de Efraím dos jóvenes, discípulos de los profetas; te ruego me des para ellos un talento de plata y dos vestidos nuevos.” 23Dijo Naamán: “Hazme el favor de tomar dos talentos”. Y le instó, y ató en dos talegas los dos talentos de plata y dos vestidos nuevos, y los dio a dos criados suyos para que los llevasen yendo delante de (Giecí). 24Mas cuando llegó a la colina (Giecí) los tomó de mano de ellos, y los guardó en su casa; luego despidió a los hombres, que se fueron. 25Después entró a presentarse a su señor. Eliseo le preguntó: “¿De dónde vienes, Giecí?” Respondió: “No ha ido tu siervo a ninguna parte”. 26Mas él le replicó: “¿No iba mi espíritu (contigo) cuando cierto hombre se dio vuelta (bajando) de su carro para salir a tu encuentro? ¿Es este, por ventura, el momento para ganar dinero y vestidos, y también olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27[2452]Por eso la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre.” Y Giecí salió de su presencia leproso, (blanco) como la nieve.

2 REYES 6
Otro milagro de Eliseo

1Dijeron los discípulos de los profetas a Eliseo: “Mira, el lugar donde habitamos contigo, es muy estrecho para nosotros. 2Vayamos, pues, a la ribera del Jordán; allí tomaremos cada uno una viga y haremos para nosotros un lugar donde habitemos.” Él respondió: “¡Id!” 3Mas uno de ellos dijo: “Haznos el favor de venir con tus siervos.” “Yo iré”, contestó él. 4Se fue con ellos, y llegaron al Jordán, donde cortaron maderas. 5[2453]Pero mientras uno cortaba una viga, se le cayó el hierro en el agua, por lo cual exclamó: “¡Ay, señor mío! Era prestado.” 6[2454]Preguntó el varón de Dios: “¿Dónde ha caído?” Y habiéndosele indicado el lugar, cortó un palo, y lo arrojó allí; y salió el hierro flotando. 7Entonces dijo: “Recógelo”; y él alargó la mano y lo asió.

Eliseo y los sirios

8El rey de Siria estaba en guerra con Israel; y en un consejo que celebró con sus siervos, dijo: “En tal y tal parte estará mi campamento.” 9Entonces el varón de Dios mandó a decir al rey de Israel: “Guárdate de pasar por tal lugar; que por allí van a bajar los sirios.” 10Envió el rey de Israel gentes al lugar que el varón de Dios le había señalado y respecto del cual le había prevenido. Y así se resguardó repetidas veces. 11El corazón del rey de Siria se inquietó por esa táctica, por lo cual llamó a sus servidores y les dijo: “¿No queréis manifestarme quién de nosotros está de parte del Rey de Israel?” 12Respondió uno de sus servidores: “Ninguno, oh rey, señor mío; sino que Eliseo, el profeta que está en Israel, manifiesta al rey de Israel las palabras que tú dices en tu alcoba.” 13Dijo entonces (el rey): “Id y ved dónde está, y enviaré a prenderle.” Luego le dieron esta noticia: “He aquí que está en Dotan.” 14Envió, pues, allí caballos y carros y muchas tropas, que vinieron de noche y cercaron la ciudad. 15Y cuando el criado del varón de Dios se levantó muy de mañana y salió, he aquí que tropas tenían cercada la ciudad con caballos y carros. El criado le dijo: “¡Ay! señor mío, ¿qué haremos?” 16[2455]Mas él respondió: “No tengas miedo; pues los que están con nosotros son más que los que están con ellos.” 17Luego Eliseo se puso a orar, diciendo: “¡Yahvé, ábrele los ojos, para que vea!” Y Yahvé abrió los ojos del criado y vio este que el monte estaba lleno de caballos y de carros de fuego en derredor de Eliseo.

18[2456]Después bajaron (los sirios) contra Eliseo, el cual oró a Yahvé y dijo: “Hiere, te ruego, a estos gentiles con ceguera.” En efecto (Yahvé) los hirió con ceguera, conforme a la súplica de Eliseo. 19Entonces Eliseo les dijo: “No es este el camino, ni es esta la ciudad. Seguidme, y os llevaré al hombre que buscáis.” Y los condujo a Samaria. 20Cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: “¡Yahvé, abre los ojos de estos hombres para que vean!”, y Yahvé les abrió los ojos, de modo que vieron, y he aquí que estaban en medio de Samaria. 21Al verlos el rey de Israel dijo a Eliseo: “¿Los mato, padre mío?” 22Pero él dijo: “No los mates. Mata a quienes has cautivado con tu arco y con tu espada. Pero a estos, ponles delante pan y agua, para que coman y beban, y después se vuelvan a su señor.” 23Les dio una gran comida; y comieron y bebieron; luego los despachó, y se fueron a su señor. Tras lo cual las bandas sirias no volvieron más al país de Israel.

Hambre en Samaria

24Después de esto Benhadad, rey de Siria, reunió todo su ejército, subió y puso sitio a Samaria. 25[2457]Hubo mucha hambre en Samaria y duró el sitio hasta el extremo de venderse una cabeza de asno por ochenta siclos de plata, y la cuarta parte de un cabo de estiércol de paloma por cinco siclos de plata. 26Fue entonces que al pasar el rey de Israel sobre la muralla, una mujer le gritó, diciendo: “¡Sálvame, oh rey, señor mío!”; 27el cual le respondió: “Si no te salva Yahvé, ¿cómo puedo salvarte yo? ¿Con los productos de la era o del lagar?” 28[2458]Y el rey le preguntó: “¿Qué tienes?” Ella contestó: “Esta mujer me dijo: «Da tu hijo para que le comamos hoy, y mañana comeremos al mío.» 29Cocimos, pues, a mi hijo, y le comimos; mas cuando yo al día siguiente le dije a ella: «Entrega a tu hijo para que le comamos», escondió a su hijo.” 30[2459]Al oír las palabras de la mujer, rasgó el rey sus vestidos; y mientras proseguía andando por la muralla, el pueblo observaba el cilicio que por dentro llevaba sobre su cuerpo.

31Dijo entonces: “Esto haga Dios conmigo, y más aún, si la cabeza de Eliseo, hijo de Safat, queda hoy sobre sus hombros.” 32Eliseo se hallaba a la sazón sentado en su casa, y los ancianos estaban sentados con él, cuando (el rey) envió uno de los hombres que le servían; pero antes que llegara este enviado a su casa, dijo (Eliseo) a los ancianos: “¿Habéis visto cómo ese hijo de homicida manda a cortarme la cabeza? Mirad: cuando llegue el enviado, cerrad la puerta y rechazadle en la puerta. ¿No se oye ya, en pos de él, el ruido de los pies de su señor?” 33[2460]Estaba todavía hablando con ellos, cuando he aquí que llegó el emisario a su casa, y dijo: “He aquí que esta calamidad viene de Yahvé. ¿Qué tengo ya que esperar de Yahvé?”

2 REYES 7
El profeta anuncia el fin del hambre

1[2461]Respondió Eliseo: “¡Oíd la palabra de Yahvé! Así dice Yahvé: «Mañana, a esta hora, se venderá en la puerta de Samaria la medida de flor de harina por un siclo y dos medidas de cebada por un siclo».” 2[2462]EI oficial sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, contestó al varón de Dios, y dijo: “Aun cuando Yahvé abriese ventanas en el cielo, ¿podría ser eso?” Le respondió: “He aquí que tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.”

Huida de los sirios

3[2463]Ahora bien, había a la entrada de la puerta cuatro leprosos que se dijeron unos a otros: “¿Por qué quedamos aquí sentados hasta que muramos? 4Si preferimos entrar en la ciudad, el hambre está en la ciudad, y moriremos allí; y si nos quedamos aquí, moriremos igualmente. Vamos, pues, y pasémonos al campamento de los sirios. Si ellos nos dejan vivir, viviremos; y si nos matan, moriremos.” 5Con esto, se levantaron al anochecer para irse al campamento de los sirios. Mas cuando llegaron a la entrada del campamento de los sirios, he aquí que no había allí nadie. 6[2464]Pues el Señor había hecho que el ejército de los sirios oyese estrépito de carros y estrépito de caballos, el estrépito de un gran ejército, y se dijeron unos a otros: “He aquí que el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para caer sobre nosotros.” 7Y se levantaron para huir al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos y sus asnos, el campamento tal cual estaba, y buscaron su salvación en la huida. 8Los leprosos llegados a la entrada del campamento entraron en una tienda, donde comieron y bebieron, y llevaron de allí plata y oro y vestidos, que fueron a esconder. Volvieron, y entrando en otra tienda, se llevaron también de allí objetos que ocultaron de la misma manera.

9Entonces se decían entre ellos: “No es bueno lo que hacemos. Este día es día de albricias. Si callamos y esperamos hasta la luz de la mañana, cae sobre nosotros culpa. ¡Vamos a avisar a la casa del rey!” 10Fueron, pues, y llamaron a los porteros de la ciudad, a los cuales dieron noticia, diciendo: “Hemos ido al campamento de los sirios; y he aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre. Encontramos los caballos atados, y los asnos atados, y las tiendas como estaban.” 11Los porteros dieron voces y transmitieron la noticia al interior de la casa del rey, 12[2465]el cual se levantó de noche y dijo a sus siervos: “Voy a explicaros la maniobra que los sirios hacen con nosotros. Ellos saben que estamos hambrientos; por eso han salido del campamento para esconderse en el campo, porque se decían: «Cuando salgan de la ciudad, los prenderemos vivos, y podremos entrar en la ciudad.»”

13Entonces uno de sus siervos tomó la palabra y dijo: “Tómense cinco de los caballos restantes que han quedado en la ciudad —pues a ellos les sucederá lo mismo que a toda la multitud de Israel que ha quedado en ella, es decir, lo mismo que a toda la multitud de Israel que ya murió— y enviémoslos a averiguarlo. 14Tomaron dos carros con caballos, y el rey envió (gente) en seguimiento del ejército de los sirios, diciendo: “Id y ved.” 15Les fueron siguiendo hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y de objetos que los sirios habían arrojado en su precipitada fuga. Luego volvieron los enviados y avisaron al rey.

Cumplimiento de la profecía de Eliseo.

16[2466]Entonces salió el pueblo y saqueó el campamento de los sirios, y realmente se vendió una medida de flor de harina por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo, según la palabra de Yahvé. 17El rey había entregado la custodia de la puerta a aquel oficial, sobre cuyo brazo se apoyaba; mas el pueblo lo atropelló en la puerta, de modo que murió, según la palabra del varón de Dios que este había pronunciado cuando el rey bajó a su casa. 18El varón de Dios había dicho al rey: “Mañana, a esta hora, se venderán en la puerta de Samaria dos medidas de cebada por un siclo, y una medida de flor de harina por un siclo”; 19más aquel oficial había respondido al varón de Dios diciendo: “Aun cuando Yahvé abriese ventanas en el cielo, ¿podría ser esto?” Y el profeta le había replicado. “He aquí que tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.” 20Así le aconteció; el pueblo lo atropello en la puerta y murió.

2 REYES 8
La viuda de Sunem recobra sus bienes

1[2467]Eliseo dijo a la mujer cuyo hijo había resucitado: “Levántate y vete, tú y tu casa, y habita donde quieras, pues Yahvé ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre el país por siete años.” 2Se levantó la mujer, e hizo según la palabra del varón de Dios. Se marchó, con su familia y moró en el país de los filisteos durante siete años.

3Transcurridos los siete años, la mujer regresó del país de los filisteos; y fue a reclamar ante el rey su casa y su campo. 4El rey estaba hablando con Giecí, criado del varón de Dios, y le decía: “Cuéntame, te ruego, todas las maravillas que ha hecho Eliseo.” 5Y mientras estaba contando al rey cómo (Eliseo) había resucitado a un muerto, he aquí que esa mujer cuyo hijo (el profeta) había resucitado, vino a reclamar ante el rey su casa y su campo. Dijo entonces Giecí: “¡Oh, rey, señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, a quien Eliseo ha resucitado!” 6El rey preguntó a la mujer, la cual le informó; y el rey le dio un eunuco, a quien dijo: “Haz que se le restituya a ella todo lo suyo, con todos los frutos de su campo, desde el día que dejó el país hasta ahora.”

Eliseo en Damasco

7Vino Eliseo a Damasco, cuando Benhadad, rey de Siria, estaba enfermo. Avisaron a este, diciendo: “Ha llegado aquí el varón de Dios.” 8Y dijo el rey a Hazael: “Toma contigo un regalo, y vete a encontrar al varón de Dios, y consulta por medio de él a Yahvé si sanaré de esta enfermedad.”

9Fue, pues, Hazael a encontrarle, llevando consigo regalos de todo lo precioso que había en Damasco: una carga de cuarenta camellos. Y llegado, se presentó delante de él, diciendo: “Tu hijo Benhadad, rey de Siria, me envía a ti para preguntar: «¿Sanaré de esta enfermedad?»” 10[2468]Respondió Eliseo: “Ve y dile: «Sanarás seguramente»; pero Yahvé me ha revelado que morirá sin remedio.” 11[2469]Luego fijó sus ojos (sobre Hazael) y lo hizo así hasta que este se avergonzó. Luego el varón de Dios rompió a llorar. 12Hazael le preguntó: “¿Por qué llora mi señor?” Respondió: “Porque conozco el mal que vas a hacer a los hijos de Israel. Entregarás a las llamas sus plazas fuertes, pasarás a cuchillo a sus mancebos, estrellarás a sus pequeñitos, y rajarás a sus mujeres encintas.” 13Respondió Hazael: “Pues ¿qué es tu siervo, este perro, para hacer cosa tan grande?” Eliseo le replicó: “Yahvé me ha hecho ver que tú serás rey de Siria.” 14Dejó entonces a Eliseo y volvió a su señor, el cual le preguntó: “¿Qué te ha dicho Eliseo?” Él contestó: “Me ha dicho: Seguramente sanarás.” 15[2470]Mas al día siguiente tomó un paño, lo empapó en agua y tapó con él el rostro (del rey), el cual murió; y reinó Hazael en su lugar.

Joram de Judá

16El año quinto de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, y siendo Josafat aún rey en Judá, empezó a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. 17[2471]Treinta y dos años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. 18[2472]Siguió el camino de los reyes de Israel, como lo había hecho la casa de Acab, porque la hija de Acab era su mujer; e hizo lo malo a los ojos de Yahvé. 19[2473]Pero Yahvé no quiso destruir a Judá, por amor de David, su siervo, según la promesa que le había dado de conservarle siempre una lámpara, a él y a sus hijos.

20En sus días se rebelaron los idumeos contra el dominio de Judá, y pusieron sobre sí un rey. 21Por eso Joram marchó a Seír, y con él todos los carros. Y levantándose de noche, derrotó a los idumeos, que le habían cercado a él y a los capitanes de los carros, mas el pueblo huyó a sus tiendas. 22Así Edom se libró del dominio de Judá hasta el día de hoy. Entonces, al mismo tiempo, se rebeló también Lobná.

23Las demás cosas de Joram, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá? 24[2474]Se durmió Joram con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo Ococías.

Ococías, rey de Judá

25[2475]El año doce de Joram, hijo de Acab, rey de Israel, comenzó a reinar Ococías, hijo de Joram, rey de Judá. 26[2476]Veinte y dos años tenía Ococías cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía, hija de Amrí, rey de Israel. 27Siguió el camino de la casa de Acab, e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, como la casa de Acab; siendo como era yerno de la casa de Acab. 28Estuvo con Joram, hijo de Acab, en la guerra contra Hazael, rey de Siria, en Ramot-Galaad, donde los sirios derrotaron a Joram. 29El rey Joram volvió para curarse en Jesreel de las heridas que los sirios le habían causado en Ramá, cuando estaba en guerra con Hazael, rey de Siria. Ococías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó entonces a Jesreel para ver a Joram, hijo de Acab, que estaba enfermo.

2 REYES 9
Jehú ungido rey de Israel

1El profeta Eliseo llamó a uno de los discípulos de los profetas, y le dijo: “Cíñete los lomos, toma esta redoma de óleo en tu mano y anda a Ramot-Galaad. 2Llegado allá buscaras a Jehú, hijo de Josafat; hijo de Namsi; y luego que entres lo invitarás que se levante de en medio de sus compañeros, y lo llevarás a un aposento retirado. 3Allí tomarás la redoma de óleo y lo derramarás sobre su cabeza, diciendo: Así dice Yahvé: «Yo te unjo por rey de Israel.» Después abrirás la puerta y huirás sin tardar.”

4Partió, pues, el joven, criado del profeta, para Ramot-Galaad; 5y llegado que hubo, vio a los jefes del ejército reunidos y dijo: “Tengo que decirte una palabra, oh jefe.” Preguntó Jehú: “¿A quién de todos nosotros?” Respondió: “A ti, oh jefe.” 6Entonces se levantó (Jehú), y entró en la casa; y el (joven) derramó sobre su cabeza el óleo y le dijo: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Yo te unjo por rey sobre el pueblo de Yahvé, sobre Israel. 7Tú destruirás la casa de Acab, tu señor, y Yo vengaré en Jezabel la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos de Yahvé. 8[2477]Perecerá toda la casa de Acab; exterminaré de (la casa de) Acab a todos los varones, tanto a los esclavos como a los libres en Israel, 9trataré la casa de Acab como la casa de Jeroboam, hijo de Nabat, y como la casa de Baasá, hijo de Ahías. 10Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jesreel, y no habrá nadie quien la entierre.” Dicho esto abrió la puerta y echó a huir.

11Jehú volvió adonde estaban los siervos de su señor; y uno le preguntó: “¿Va (todo) bien? ¿Para qué vino a verte ese loco?” Entonces les dijo: “Vosotros conocéis ya a ese hombre y lo que suele hablar.” 12Dijeron ellos: “De ninguna manera. ¡Cuéntanoslo!” Y él respondió: “De tal y tal manera habló conmigo diciendo: Así dice Yahvé: «Yo te unjo por rey de Israel.»” 13[2478]Entonces ellos se apresuraron a tomar cada uno su vestido, y poniéndolo debajo de él, sobre el macizo de las gradas, tocaron las trompetas y gritaron: “¡Jehú es rey!”

Muerte de Joram y Ococías

14[2479]Conspiró, pues, Jehú, hijo de Josafat, hijo de Namsi, contra Joram. Ahora bien, Joram, y con él todo Israel, había defendido a Ramat-Galaad contra Hazael, rey de Siria; 15y el rey Joram habíase vuelto para curarse en Jesreel de las heridas que los sirios le habían infligido en el combate contra Hazael, rey de Siria. Dijo, pues, Jehú: “Si os parece bien, no salga ninguno furtivamente de la ciudad, para llevar la noticia a Jesreel.” 16Montó luego Jehú en su carro y partió para Jesreel; porque Joram estaba allí enfermo y Ococías, rey de Judá, había bajado a ver a Joram.

17Cuando el atalaya que estaba sobre la torre de Jesreel divisó la tropa de Jehú, dijo: “Estoy viendo una tropa.” Y mandó Joram: “Toma un jinete y envíalo al encuentro para preguntar: «¿Es pacífica (tu venida)?» 18[2480]Fue, pues, un jinete al encuentro (de Jehú), y dijo: “Así dice el rey: «¿Es pacífica (tu venida)?»” Respondió Jehú: “¿Qué te importa a ti si es pacífica? Ponte en pos de mí.” El atalaya dio aviso, diciendo: “El mensajero ha llegado hasta ellos, mas no vuelve.” 19Envió (Joram) otro jinete, que llegado a ellos, dijo: “Así dice el rey: «¿Es pacifica (tu venida)?»” Contestó Jehú: “¿Qué te importa a ti si es pacífica? Ponte en pos de mí.” 20El atalaya avisó, diciendo: “Ha llegado hasta ellos, mas no vuelve; y la manera de manejar el carro es como la de Jehú, hijo de Namsi, pues maneja con ímpetu.”

21Entonces dijo Joram: “¡Engancha!” Engancharon su carro; y salieron Joram, rey de Israel, y Ococías, rey de Judá, cada uno en su carro, yendo al encuentro de Jehú, y le encontraron en el campo de Nabot de Jesreel. 22[2481]Cuando Joram vio a Jehú, le dijo: “¿Paz, Jehú?” El cual respondió: “¿Qué paz, mientras duren las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías?” 23Joram dio vuelta y echó a huir, y dijo a Ococías: “¡Traición, Ococías!” 24Pero Jehú asió con su mano el arco, e hirió a Joram entre las espaldas. La flecha le salió por el corazón, y cayó muerto en su carro. 25[2482]Y dijo (Jehú) a Bidcar, capitán suyo: “Tómalo y arrójalo en el campo de Nabot de Jesreel; pues acuérdate de que cuando yo y tú íbamos juntos a caballo tras Acab, su padre, Yahvé fulminó contra él esta sentencia: 26[2483]«Yo he visto ayer la sangre de Nabot y la de sus hijos, dice Yahvé; y te lo voy a pagar en este mismo campo, dice Yahvé.» Ahora, pues, tómalo y arrójalo en este campo, conforme a la palabra de Yahvé.”

27[2484]Al ver esto Ococías, rey de Judá, echó a huir por el camino de la casa del huerto. Pero Jehú lo persiguió y dijo: “¡Herid también a este en el carro!” (Así sucedió) en la subida de Gur, que está cerca de Jibleam, pero siguió huyendo hasta Megiddó, donde murió. 28Sus siervos lo llevaron en un carro a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro, junto con sus padres, en la ciudad de David. 29Ococías había comenzado a reinar sobre Judá el año undécimo de Joram, hijo de Acab.

Fin de Jezabel

30[2485]Después entró Jehú en Jesreel. Cuando Jezabel lo supo se pintó los ojos con estibio, se adornó la cabeza y se asomó a la ventana. 31[2486]Y al entrar Jehú por la puerta, le gritó: “¿Le ha ido bien a Zambrí, que mató a su señor?” 32Mas él, alzando el rostro hacia la ventana, dijo: “¿Quién es de mi partido; quién?” Y miraron hacia él dos o tres eunucos, 33a los cuales ordenó: “¡Arrojadla abajo!” La arrojaron, y su sangre salpicó el muro y los caballos. Y él mismo la holló. 34[2487]Luego entró y después de haber comido y bebido, dijo: “Mirad por esa maldita y dadle sepultura, que al fin es hija de rey.” 35Fueron, pues, para enterrarla, pero no hallaron de ella más que la calavera, los pies y las palmas de las manos. 36Volvieron y le dieron de ello noticia. Entonces él dijo: “Palabra de Yahvé es esta, que Él pronunció por boca de su siervo Elías tesbita, diciendo: «En el campo de Jesreel comerán los perros la carne de Jezabel. 37Y será el cadáver de Jezabel como estiércol sobre la superficie de la tierra, en el campo de Jesreel; de suerte que no dirán más: ¡Esta es Jezabel!»”

2 REYES 10
Jehú extirpa la familia de Acab

1Hallándose en Samaria todavía setenta hijos de Acab, escribió Jehú cartas que envió a Samaria, a los magistrados de Jesreel, a los ancianos y a los ayos de (los hijos de) Acab. Decía en ellas: 2[2488]“Puesto que con vosotros están los hijos de vuestro señor, y tenéis carros y caballos, ciudades fuertes y armas; 3escoged —tan pronto como llegue a vosotros esta carta— el mejor y más excelente de los hijos de vuestro señor, ponedlo sobre el trono de su padre y combatid por la casa de vuestro señor.” 4Ellos se asustaron sobremanera y dijeron: “He aquí que dos reyes no han podido resistirle, ¿cómo podremos resistirle nosotros?” 5Y el mayordomo de palacio, los magistrados de la ciudad, los ancianos y los ayos, enviaron a decir a Jehú: “Somos siervos tuyos, y todo lo que mandares haremos; no pondremos a ninguno por rey; haz lo que mejor te parezca.” 6Entonces les escribió una segunda carta en estos términos: “Si sois de mi partido y si obedecéis a mi voz, tomad las cabezas de esos hombres, hijos de vuestro señor, y venid a mí mañana a esta hora a Jesreel.” Eran los hijos del rey setenta hombres, que estaban con los grandes de la ciudad, quienes los criaban.

7Cuando recibieron la carta, tomaron a los hijos del rey, setenta hombres, y los degollaron, y metiendo las cabezas de ellos en canastas las enviaron a Jesreel. 8Llegó un mensajero a avisar (a Jehú), diciendo: “Han traído las cabezas de los hijos del rey.” Él respondió: “Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana.” 9Al día siguiente salió, y parándose dijo a todo el pueblo: “Vosotros sois inocentes; he aquí que yo he conspirado contra mi señor y lo he matado; pero ¿quién ha dado muerte a todos estos? 10[2489]Reconoced ahora que ninguna de las palabras que Yahvé ha pronunciado contra la casa de Acab ha caído por tierra, pues Yahvé ha cumplido lo que anunció por medio de su siervo Elías.” 11[2490]Jehú mató a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jesreel, a todos sus grandes, sus familiares y sus sacerdotes, sin dejar de él ninguno con vida.

Muerte de los hermanos de Ococías

12Después se levantó y partió para ir a Samaria. En el camino, en un albergue de pastores, 13[2491]encontró Jehú a los hermanos del rey Ococías de Judá. Preguntó: “¿Quiénes sois vosotros?” Ellos respondieron: “Somos hermanos de Ococías y estamos en viaje para saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina.” 14(Jehú) dijo: “¡Prendedlos vivos!” Los prendieron vivos, y los degollaron junto a la cisterna del albergue ¾eran cuarenta y dos—, sin dejar ninguno de ellos.

Jehú y Jonadab

15[2492]Partió de allí, y encontró a Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro. Le saludó, y dijo: “¿Es tu corazón sincero, como mi corazón lo es para con el tuyo?” Respondió Jonadab: “¡Lo es!” Y Jehú replicó: “Si es así, dame tu mano.” Él le dio la mano, y Jehú lo hizo subir a su carro junto a él. 16Y le dijo: “Ven conmigo, y verás mi celo por Yahvé.” Así lo llevaron en el carro (de Jehú). 17Llegado a Samaria. (Jehú) mató a todos los que allí habían quedado de Acab, hasta exterminarlos del todo, conforme a la palabra que Yahvé había dicho a Elías.

Jehú extirpa el culto de Baal

18Jehú congregó a todo el pueblo, y les dijo: “Acab tributó poco culto a Baal; Jehú le va a servir mucho más. 19[2493]Convocadme ahora a todos los profetas de Baal, a todos sus adoradores y a todos sus sacerdotes; no falte ni uno solo; porque voy a ofrecer a Baal un gran sacrificio. Todo aquel que faltare perderá la vida.” Jehú hacía esto arteramente, para exterminar a los adoradores de Baal. 20Dijo, pues, Jehú: “Promulgad una fiesta solemne en honor de Baal.” Y la promulgaron. 21Así Jehú invitó a todo Israel; y vinieron todos los adoradores de Baal, no quedó ni uno que no se presentare; y entraron en la casa de Baal, que se llenó de cabo a cabo. 22Dijo después al que tenía el cargo de guardar las vestiduras: “Saca vestiduras para todos los adoradores de Baal.” Y él sacó para ellos las vestiduras. 23Entonces entró Jehú, con Jonadab, hijo de Recab, en el templo de Baal, y dijo a los adoradores de Baal: “Registrad bien y ved para que no haya aquí con nosotros ninguno de los siervos de Yahvé, sino solamente adoradores de Baal.”

24Entraron, pues, ellos, para ofrecer los sacrificios y los holocaustos. Jehú, empero, había apostado fuera a ochenta hombres, diciendo: “Si uno solo de los hombres que yo entrego en vuestras manos escapare, responderéis con vuestra vida de la suya.” 25Cuando hubieron acabado de ofrecer el holocausto, dijo Jehú a la guardia y a los capitanes: “¡Entrad y matadlos! ¡No escape ninguno!” Los pasaron a cuchillo; y los de la guardia y los capitanes los echaron fuera y penetraron en el mismo santuario de la casa de Baal, 26de dónde sacaron las estatuas y las quemaron. 27Destrozaron también la estatua de Baal, derribaron la casa de Baal y la convirtieron en cloacas, hasta el día de hoy.

28De esta manera extirpó Jehú a Baal de en medio de Israel. 29[2494]Pero Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, ni de los becerros de oro que había en Betel y Dan. 30[2495]Dijo, pues, Yahvé a Jehú: “Por cuanto has obrado bien, haciendo lo que es recto a mis ojos e hiciste con la casa de Acab conforme a todo lo que tenía en mi corazón, tus hijos se sentarán en tu lugar sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación.” 31Pero Jehú no se cuidó de andar con todo su corazón en la Ley de Yahvé, Dios de Israel; pues no se apartó de los pecados de Jeroboam, que había hecho pecar a Israel.

Muerte de Jehú

32[2496]En aquellos días Yahvé comenzó a mutilar a Israel. Hazael los derrotó en todo el territorio de Israel, 33desde el Jordán hacia la parte donde nace el sol; todo el país de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés, desde Aroer que está situado sobre el torrente Arnón; tanto Galaad como Basan.

34Las demás cosas de Jehú, y todo lo que hizo y, todas sus hazañas, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 35Jehú se durmió con sus padres, y le sepultaron en Samaria; y reinó en su lugar su hijo, Joacaz. 36El tiempo que Jehú reinó sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.

2 REYES 11
Atalía usurpa el trono de Judá

1[2497]Atalía, madre de Ococías, viendo que había muerto su hijo, se levantó y exterminó a toda la estirpe real. 2Mas Josaba, hija del rey Joram, hermana de Ococías, tomó a Joás, hijo de Ococías y lo sacó, con su nodriza de en medio de los hijos del rey, cuando estos estaban a punto de ser asesinados. Lo escondió de Atalía, en el aposento de dormir, y así no fue muerto. 3Y estuvo escondido con ella en la Casa de Yahvé, por seis años; mientras tanto reinó Atalía sobre el país.

Joás proclamado rey

4[2498]El año séptimo, Joiadá envió y convocó a los centuriones de los carios y de la guardia real, y los llevó consigo a la Casa de Yahvé. Concluyó con ellos un pacto y los juramentó en la Casa de Yahvé. Después les mostró al hijo del rey, 5y les dio orden, diciendo: “Esto es lo que habéis de hacer: La tercera parte de vosotros que entra el sábado, para montar guardia en la casa del rey, 6[2499]y la otra tercera parte que guarda la puerta de Sur, y la tercera parte que guarda la puerta detrás de la guardia real, vosotros haréis la guardia de la Casa (de Yahvé) contra cualquier ataque. 7Y los otros dos destacamentos de entre vosotros —es decir, todos lo que salen de servicio el sábado y guardan la Casa de Yahvé, junto al rey— 8vosotros rodearéis al rey por todas partes cada uno con sus armas en la mano, y cualquiera que pretenda penetrar en las filas, será muerto. Vosotros estaréis con el rey cuando salga y cuando entre.”

9Los centuriones ejecutaron puntualmente las instrucciones del sacerdote Joiadá. Tomaron cada uno sus hombres, tanto los que entraban el sábado, como los que salían el sábado, y vinieron al sacerdote Joiadá; 10y el sacerdote dio a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se hallaban en la Casa de Yahvé. 11Los de la guardia real, cada uno con sus armas en la mano, se apostaron desde el lado derecho de la Casa hasta el lado izquierdo entre el altar y la Casa, para rodear al rey. 12[2500]Entonces sacó (Joiadá) al hijo del rey, puso sobre él la diadema y el Testimonio, y lo proclamó rey, ungiéndole. Y batieron palmas, clamando: “¡Viva el rey!”

Muerte de Atalía

13Al oír Atalía las voces de la guardia real y del pueblo, se vino a la gente que estaba en la Casa de Yahvé. 14Miró, y he aquí al rey estando de pie sobre el estrado, según costumbre, y a los cantores y las trompetas junto al rey; y todo el pueblo del país se alegraba al son de las trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó: “¡Traición, traición!” 15Mas el sacerdote Joiadá dio orden a los centuriones que tenían el mando de las tropas diciendo: “Sacadla por entre las filas y cualquiera que la siga, matadle a espada”; porque el sacerdote había dicho: “¡No sea muerta en la casa de Yahvé!” 16[2501]Echaron, pues, manos de ella, y ella salió hacia la casa del rey por la puerta de los caballos; y allí fue muerta.

Renovación de la alianza del Sinaí

17[2502]Joiadá hizo entonces la alianza entre Yahvé y el rey y el pueblo, de que ellos serían el pueblo de Yahvé. Del mismo modo (hizo alianza) entre el rey y el pueblo. 18Y entró todo el pueblo del país en el templo de Baal y lo destruyeron, demoliendo totalmente sus altares y sus imágenes. Mataron también a Matan, sacerdote de Baal, ante los altares. Luego el sacerdote puso guardias en la Casa de Yahvé; 19y tomando a los centuriones, a los carios, a la guardia real y a todo el pueblo del país, condujeron al rey desde la Casa de Yahvé, y entraron en la casa del rey por el camino de la puerta de la guardia real; y (Joás) se sentó sobre el trono de los reyes. 20Todo el pueblo del país se regocijó, y la ciudad quedó tranquila, pues Atalía había sido muerta a filo de espada, en la casa del rey. 21Joás tenía siete años cuando empezó a reinar.

2 REYES 12
Restauración del Templo

1[2503]Joás empezó a reinar el año séptimo de Jehú y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sebiá de Bersabee. 2[2504]Hizo Joás lo que era recto a los ojos de Yahvé todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joiadá. 3[2505]Pero los lugares altos no desaparecieron, y el pueblo siguió sacrificando y quemando incienso en los lugares altos.

4Joás dijo a los sacerdotes: “Todo el dinero que como cosa santificada entre en la Casa de Yahvé, la tasa personal de cada uno, el dinero de rescate de personas, según su valuación, y todo el dinero que voluntariamente se ofrece a la Casa de Yahvé, 5tómenlo los sacerdotes, cada uno de las manos de sus conocidos; y hagan reparar los desperfectos de la Casa dondequiera que se hallaren deterioros.” 6Pero hasta el año veinte y tres del rey Joás, los sacerdotes no habían aún reparado los desperfectos de la Casa. 7Llamó, pues, el rey Joás al sacerdote Joiadá y a los sacerdotes, y les dijo: “¿Por qué no reparáis los deterioros de la Casa? En adelante no podréis más tomar el dinero de vuestros conocidos, sino que habéis de entregarlo para los deterioros de la Casa.” 8[2506]Consintieron los sacerdotes en no recibir más dinero del pueblo, ni hacer ellos las reparaciones de la Casa.

9Entonces el sacerdote Joiadá tomó un arca, hizo un agujero en la tapa de ella, y la colocó junto al altar, a la derecha, por donde se entraba en la Casa de Yahvé; y los sacerdotes que guardaban la puerta metían allí todo el dinero que fue traído a la Casa de Yahvé. 10Cuando veían que había mucho dinero en el arca, subía el secretario del rey, con el Sumo Sacerdote, y metían el dinero en bolsas y lo contaban todo cuanto había en la Casa de Yahvé. 11Y después de pesarlo entregaban el dinero en manos de los que hacían la obra, es decir, en manos de los encargados de la Casa de Yahvé; y ellos lo gastaban para pagar a los carpinteros y a los constructores que trabajaban en la Casa de Yahvé; 12y a los albañiles y a los canteros, y para comprar maderas y piedras labradas, necesarias para las reparaciones de la Casa de Yahvé y para todo lo que se gastaba en la reparación de la Casa. 13Pero de ese dinero que ingresaba en la Casa de Yahvé, no se hacían para la Casa de Yahvé fuentes de plata, ni cuchillos, ni aspersorios, ni trompetas, ni utensilio alguno de oro y plata, 14sino que se daba a quienes hacían la obra; y ellos restauraban con ello la Casa de Yahvé. 15No se tomaban cuentas a los hombres, en cuyas manos se entregaba el dinero, para dárselo a los que hacían las obras, porque trabajaban con probidad. 16[2507]No ingresaba en la Casa de Yahvé el dinero de los sacrificios por la culpa o por el pecado, pues este era de los sacerdotes.

Joás paga tributo al rey de Siria

17Entontonces subió Hazael, rey de Siria, atacó a Gat y la tomó. Mas cuando Hazael se puso a subir contra Jerusalén, 18tomó Joás, rey de Judá, todos los objetos sagrados que habían consagrado sus padres Josafat y Joram y Ococías, reyes de Judá, y los que él mismo había dedicado, juntamente con el oro que se hallaba en los tesoros de la Casa de Yahvé, y en la casa del rey, y lo envió a Hazael, rey de Siria, que entonces se retiró de Jerusalén.

Muerte de Joás

19Las demás cosas de Joás, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá? 20[2508]Se sublevaron sus servidores, y haciendo una conspiración, mataron a Joás en Betmilló, a la bajada de Silá. 21[2509]Sus servidores Josacar, hijo de Simeat, y Josabad, hijo de Somer, le hirieron de modo que murió. Le sepultaron con sus padres, en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Amasías.

2 REYES 13
Joacaz, rey de Israel

1El año veinte y tres de Joás, hijo de Ococías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz, hijo de Jehú, sobre Israel en Samaria. (Reinó) diez y siete años, 2e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, el cual había hecho pecar a Israel. Nunca se apartó de ellos; 3con lo cual se encendió la ira de Yahvé contra Israel, y los entregó durante todo ese tiempo en manos de Hazael, rey de Siria, y en manos de Benhadad, hijo de Hazael. 4[2510]Entonces Joacaz imploró a Yahvé, y le oyó Yahvé, porque vio la opresión de Israel con que los oprimía el rey de Siria. 5Y Yahvé dio a Israel un libertador; y liberados del poder de los sirios habitaron los hijos de Israel en sus tiendas como en los tiempos anteriores, 6[2511]pero no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el cual había hecho pecar a Israel. Anduvieron en ellos, y también la aschera permaneció en Samaria. 7Por eso (Yahvé) no dejó a Joacaz más gentes que cincuenta de a caballo, diez carros y diez mil soldados de a pie; pues el rey de Siria los había destruido y deshecho como el polvo que se pisotea.

8Las demás cosas de Joacaz, y todo lo que hizo y sus hazañas, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 9Joacaz se durmió con sus padres, y lo sepultaron en Samaria. Reinó en su lugar su hijo Joás.

Joás, rey de Israel

10El año treinta y siete de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Joás, hijo de Joacaz, sobre Israel en Samaria. (Reinó) diez y seis años, 11e hizo lo malo a los ojos de Yahvé; porque no se apartó de ninguno de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel, sino que caminó en ellos. 12Las demás cosas de Joás, y todo lo que hizo, sus hazañas y su guerra contra Amasías, rey de Judá, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 13Durmiose Joás con sus padres y se sentó Jeroboam sobre su trono. Joás fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel.

Joás y Eliseo

14[2512]Estando Eliseo enfermo de la enfermedad de la cual había de morir, bajó a verle Joás, rey de Israel, y llorando sobre su rostro dijo: “¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!” 15Eliseo le dijo: “Toma un arco y flechas.” Y tomó el arco y flechas; 16y dijo (Eliseo) al rey de Israel: “Pon tu mano sobre el arco.” Él la puso, y Eliseo puso sus manos sobre las manos del rey, 17[2513]y le dijo: “Abre la ventana que da al oriente.” Él la abrió; y dijo Eliseo: “¡Dispara!” Disparó (el rey), y dijo (Eliseo): “Es una flecha de liberación, de parte de Yahvé, una flecha de liberación del poder de los sirios, porque derrotarás a los sirios en Afee hasta exterminarlos.” 18Y repitió: “Toma las flechas.” Él las tomó, y dijo (Eliseo) al rey de Israel: “¡Hiere la tierra!” La hirió tres veces, y se detuvo. 19[2514]Se irritó contra él el varón de Dios y dijo: “Si la hubieras herido cinco o seis veces, habrías derrotado a los sirios hasta exterminarlos. Ahora pues, solamente tres veces derrotarás a los sirios.”

Muerte de Eliseo

20[2515]Murió Eliseo y lo sepultaron. Al comienzo del próximo año, los guerrilleros de Moab hicieron una incursión en el país, 21y vieron a los guerrilleros algunos que estaban enterrando a un hombre. Entonces arrojaron al hombre en el sepulcro de Eliseo; y al tocar el hombre los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie.

Victoria de Joás sobre los sirios

22Hazael, rey de Siria, oprimió a Israel todos los días de Joacaz. 23Mas Yahvé les tuvo misericordia, y se compadeció de ellos. Volvió hacia ellos su rostro a causa de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos, ni desecharlos definitivamente de su presencia. 24Murió Hazael, rey de Siria, y en su lugar reinó Benhadad, su hijo. 25Entonces Joás, hijo de Joacaz, reconquistó de mano de Benhadad, hijo de Hazael, las ciudades que este había quitado a su padre Joacaz, por derecho de guerra. Tres veces lo derrotó Joás, y reconquistó las ciudades de Israel.

2 REYES 14
Amasías, rey de Judá

1[2516]El año segundo de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel, comenzó a reinar Amasías, hijo de Joás, rey de Judá. 2Al empezar a reinar tenía veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Joadán, de Jerusalén. 3Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, pero no así como su padre David. En todo imitó el proceder de su padre Joás. 4Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos. El pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. 5Cuando hubo tomado posesión del reino, dio muerte a sus siervos que habían asesinado al rey, su padre. 6[2517]Pero no hizo morir a los hijos de los homicidas, conforme a lo escrito en el Libro de la Ley de Moisés, donde Yahvé dio este mandamiento: “No han de morir los padres por los hijos, ni los hijos han de morir por los padres; sino que cada cual morirá por su propio pecado.” 7[2518]Derrotó en el Valle de las Salinas a diez mil idumeos y se apoderó en esa guerra de Petra, a la cual dio el nombre de Jocteel, que le ha quedado hasta hoy.

Guerra entre Judá e Israel

8Amasías envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: “¡Ven, y veámonos frente a frente!” 9[2519]Entonces Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: “Él cardo del Líbano hizo decir al cedro del Líbano: Da tu hija a mi hijo por mujer; pero las fieras del Líbano pasaron y pisotearon el cardo. 10Por cuanto has derrotado a Edom, se te ha engreído el corazón. Gloríate y quédate en casa. ¿Por qué quieres meterte en la calamidad para que caigas tú y Judá contigo?” 11Mas Amasías no quiso escuchar. Subió, pues, Joás, rey de Israel; y se vieron frente a frente, él y Amasías, rey de Judá, en Betsemes, en el territorio de Judá. 12Judá fue derrotado por Israel, y huyó cada cual a su casa. 13[2520]Joás, rey de Israel, tomó prisionero en Betsemes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ococías. Después vino a Jerusalén e hizo una brecha de cuatrocientos metros en la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta de la Esquina. 14Tomó también todo el oro y la plata y todos los vasos que se hallaban en la Casa de Yahvé y en los tesoros de la casa del rey. Y después de tomar también rehenes, regresó a Samaria.

Muerte de Joás y de Amasías

15Las demás cosas que hizo Joás, su valentía y su guerra contra Amasías, rey de Judá, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 16Joás se durmió con sus padres, y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel; y reinó en su lugar su hijo Jeroboam.

17Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió aún quince años, después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. 18Las demás cosas de Amasías, ¿no están escritas en el libro de los anales de los reyes de Judá? 19[2521]Tramaron contra él una conspiración en Jerusalén, por lo cual huyó a Laquís; mas enviaron detrás de él gente a Laquís, donde le dieron muerte. 20Después lo transportaron sobre caballos a Jerusalén y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David.

21[2522]Entonces el pueblo entero de Judá tomó a Azarías, que era de diez y seis años de edad, y lo hicieron rey en lugar de su padre Amasías. 22[2523]El edificó a Elat, que fue restituida a Judá, después de dormirse el rey con sus padres.

Jeroboam segundo, rey de Israel

23El año quince de Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar en Samaria Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel. Reinó cuarenta y un años, 24e hizo lo malo a los ojos de Yahvé. No se apartó de ninguno de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabar, que había hecho pecar a Israel. 25[2524]Restableció los límites antiguos de Israel, desde la entrada de Hamat hasta el Mar del Araba, conforme a la palabra que Yahvé, el Dios de Israel, había dicho por boca de su siervo Jonás el profeta, hijo de Amitai, natural de Gethéfer. 26[2525]Porque vio la aflicción de Israel que era amarga en extremo pues habían perecido esclavos y libres, y no hubo quien ayudase a Israel. 27Y, sin embargo, Yahvé no había decretado borrar el nombre de Israel de debajo del cielo; por eso los salvó por mano de Jeroboam, hijo de Joás.

28Las demás cosas de Jeroboam, y todo lo que hizo, su valentía en la guerra, y cómo recuperó a Damasco y a Hamat —que habían pertenecido a Judá— para Israel, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 29Jeroboam se durmió con sus padres, los reyes de Israel, y reinó en su lugar su hijo Zacarías.

2 REYES 15
Azarías u Ocías, rey de Judá

1El año veintisiete de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Azarías, hijo de Amasías, rey de Judá. 2Tenía diez y seis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolía, de Jerusalén. 3Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, siguiendo en todo el proceder de su padre Amasías. 4Pero no dejaron de existir los lugares altos; el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. 5[2526]Y Yahvé hirió al rey, que estuvo leproso hasta el día de su muerte, y habitaba en una casa aislada. Entretanto Joatam, hijo del rey, gobernaba el palacio y juzgaba al pueblo del país.

6Las demás cosas de Azarías, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá? 7[2527]Azarías se durmió con sus padres, en la ciudad de David, y reinó en su lugar su hijo Joatam.

Zacarías, Sellum y Manahén de Israel

8El año treinta y ocho de Azarías, rey de Judá, Zacarías, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria. (Reinó) seis meses, 9e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, así como lo habían hecho sus padres. No se apartó de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que indujo a pecar a Israel. 10Conspiró contra él Sellum, hijo de Jabés, que lo hirió en Jibleam. Lo mató, y reinó en su lugar.

11Las demás cosas de Zacarías, he aquí que están escritas en el libro de los anales de los reyes de Israel. 12[2528]Así se cumplió la palabra que Yahvé había dicho a Jehú: “Tus hijos se sentarán en tu lugar sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación.”

13Sellum, hijo de Jabés, comenzó a reinar el año treinta y nueve de Ocías, rey de Judá, y reinó durante un mes en Samaria. 14Pues subió Manahén, hijo de Gadí, desde Tirsá, y llegado a Samaria, hirió a Sellum, hijo de Jabés, en Samaria. Lo mató y reinó en su lugar.

15Las demás cosas de Sellum, y la conspiración que tramó, he aquí que esto está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel.

16Manahén devastó a Tapsá, y cuanto había en ella, y todo su territorio desde Tirsá. La devastó porque no le habían abierto (las puertas) e hizo rajar el vientre de todas las mujeres encintas.

17El año treinta y nueve de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar Manahén, hijo de Gadí, sobre Israel. (Reinó) diez años en Samaria, 18[2529]e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé. En toda su vida no se apartó de ninguno de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel. 19[2530]Cuando Ful, rey de Asiria, vino al país, le dio Manahén mil talentos de plata para que le ayudase en afianzar el reino en su mano. 20Para dar (este dinero) al rey de Asiria, exigió Manahén la cantidad respectiva a todos los que en Israel poseían grandes bienes: cincuenta siclos de plata a cada uno. Entonces el rey de Asiria se volvió, y no se detuvo allí en el país.

21Las demás cosas de Manahén, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel? 22Manahén se durmió con sus padres, y reinó en su lugar su hijo Faceia.

Faceia y Facee, reyes de Israel

23El año cincuenta de Azarías, rey de Judá, Faceia, hijo de Manahén, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria. (Reinó) dos años, 24e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé. No se apartó de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que había hecho pecar a Israel. 25Conspiró contra él Facee, hijo de Romelías, uno de sus capitanes, que lo hirió en Samaria, juntamente con Argob y Aryé, en la fortaleza de la casa del rey, teniendo consigo cincuenta hombres de los hijos de Galaad. Le dio muerte y reinó en su lugar.

26Las demás cosas de Faceia, y todo lo que hizo, he aquí que esto está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel.

27El año cincuenta y dos de Amasías, rey de Judá, Facee, hijo de Romelías, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria. (Reinó) veinte años. 28Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, y no se apartó de los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 29[2531]En los días de Facee, rey de Israel, vino Teglatfalasar, rey de Asiria, que tomó a Iyón, Abel-Betmaacá, Janoé, Cades, Hasor, Galaad, y la Galilea, toda la tierra de Neftalí, y llevó los (habitantes) a Asiria. 30Oseas, hijo de Elá, tramó una conspiración contra Facee, hijo de Romelías, lo hirió y lo mató. Después reinó en su lugar, en el año veinte de Joatam, hijo de Ocías.

31Las demás cosas de Facee, y todo lo que hizo, he aquí que esto está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel.

Joatam, rey de Judá

32El año segundo de Facee, hijo de Romelías, rey de Israel, comenzó a reinar Joatam, hijo de Ocías, rey de Judá. 33[2532]Tenía veinticinco años cuando empezó a reinar, y reinó diez y seis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jerusá, hija de Sadoc. 34Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, obrando en todo según el proceder de su padre Ocías. 35[2533]Pero no dejaron de existir los lugares altos; el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. Fue él quien edificó la puerta superior de la Casa de Yahvé.

36Las demás cosas de Joatam, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá?

37En ese tiempo comenzó Yahvé a enviar contra Judá a Rasín, rey de Siria, y a Facee, hijo de Romelías.

38Joatam se durmió con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David, su padre. En su lugar reinó su hijo Acaz.

2 REYES 16
Acaz sube al trono de Judá

1[2534]El año diez y siete de Facee, hijo de Romelías, comenzó a reinar Acaz, hijo de Joatam, rey de Judá.

2Tenía Acaz veinte años cuando entró a reinar, y reinó diez y seis años en Jerusalén. No obró lo que era recto a los ojos de Yahvé su Dios, como lo había hecho su padre David, 3[2535]sino que siguió los caminos de los reyes de Israel; y además de eso, hizo pasar por el fuego a su propio hijo, conforme a las abominaciones de las naciones que Yahvé había expulsado ante los hijos de Israel. 4Ofreció también sacrificios y quemó incienso en los lugares altos, sobre las colinas y debajo de todo árbol frondoso.

5[2536]Entonces Rasín, rey de Siria, y Facee, hijo de Romelías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para atacarla, y pusieron sitio a Acaz; pero no pudieron vencerlo. 6[2537]En aquel tiempo, Rasín, rey de Siria, reconquistó a Elat para Siria, expulsando a los judíos de Elat; y vinieron a Elat los idumeos, que habitan allí hasta el día de hoy.

Acaz llama al rey de Asiria

7[2538]Entonces envió Acaz mensajeros a Teglatfalasar, rey de Asiria, para decirle: “Soy tu siervo e hijo tuyo. Sube y líbrame del poder del rey de Siria y del poder del rey de Israel, que se han levantado contra mí.” 8Y tomó Acaz la plata y el oro que se hallaban en la Casa de Yahvé y en los tesoros de la casa real, y lo mandó como presente al rey de Asiria. 9[2539]El rey de Asiria le dio oídos y subió contra Damasco, la tomó y deportó (sus habitantes) a Kir, dando muerte a Rasín.

El nuevo altar en el Templo

10[2540]Cuando el rey Acaz fue a Damasco para recibir a Teglatfalasar, rey de Asiria, vio el altar que había en Damasco, y envió al sacerdote Urías el modelo y el diseño exacto de aquel altar. 11Entonces el sacerdote Urías edificó un altar similar en todo al (modelo) que el rey Acaz le había enviado de Damasco; e hizo Urías el altar, antes de que el rey Acaz volviese de Damasco. 12Después de su vuelta de Damasco, el rey inspeccionó el altar; y acercándose al altar, subió al mismo. 13Y quemando su holocausto y su oblación derramó también su libación y la sangre de sus sacrificios pacíficos sobre el altar. 14Trasladó asimismo el altar de bronce que estaba delante de Yahvé (apartándolo) de delante de la Casa, de entre el altar (nuevo) y la Casa de Yahvé, y lo colocó al lado de (su) altar, hacia el norte. 15[2541]Después dio el rey Acaz al sacerdote Urías esta orden: “Sobre el altar grande harás quemar el holocausto de la mañana y la oblación de la tarde, el holocausto del rey y su oblación, los holocaustos de todo el pueblo del país y sus oblaciones, y derramarás sobre él sus libaciones y toda la sangre de los holocaustos y toda la sangre de los (demás) sacrificios. El altar de bronce, empero, está a mi disposición.” 16[2542]El sacerdote Urías hizo todo lo que el rey Acaz le había mandado. 17El rey Acaz cortó también las láminas de las basas, de las cuales quitó los recipientes; bajó el mar de sobre los toros de bronce que lo sostenían, y lo asentó sobre un pavimento enlosado. 18[2543]Por consideración al rey de Asiria, quitó de la Casa de Yahvé también el pórtico del sábado, que se había edificado en la Casa, juntamente con la entrada exterior del rey.

19Las demás cosas que hizo Acaz ¿no están escritas en los anales de los reyes de Judá? 20Acaz se durmió con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. En su lugar reinó su hijo Ezequías.

2 REYES 17
Oseas, último rey de Israel

1El año doce de Acaz, rey dé Judá, Oseas, hijo de Elá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaria. (Reinó) nueve años, 2e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, pero no tanto como los reyes de Israel que le precedieron. 3[2544]Contra él subió Salmanasar, rey de Asiria, y Oseas se hizo vasallo suyo, pagándole tributo. 4[2545]Mas el rey de Asiria descubrió una conspiración de Oseas que había enviado embajadores a Sua, rey de Egipto, y no pagó más el tributo al rey de Asiria, como solía hacer anualmente. Por lo cual el rey de Asiria lo tomó preso y lo encarceló. 5Después el rey de Asiria recorrió todo el país y subió contra Samaria, y la tuvo sitiada durante tres años. 6[2546]En el año noveno de Oseas, el rey de Asiria tomó a Samaria, y llevó a (los habitantes de) Israel cautivos a Asiria, donde los estableció en Halah y cerca del Habor, río de Gozan, y en las ciudades de los medos.

Causa de la ruina de Israel

7Esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra Yahvé, su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, de bajo de la mano del Faraón, rey de Egipto, y porque habían servido a otros dioses, 8e imitado los cultos de los pueblos que Yahvé había expulsado ante los hijos de Israel, y los cultos introducidos por los reyes de Israel. 9[2547]Pues los hijos de Israel no obraron con sinceridad con Yahvé, su Dios, edificaron lugares altos en todas sus ciudades, desde la torre de atalaya hasta la ciudad fortificada, 10alzaron piedras de culto y ascheras sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso; 11y allí, en todos los lugares altos, quemaron incienso como los pueblos que Yahvé había quitado de delante de ellos. Así hicieron cosas malas, provocando la ira de Yahvé, 12[2548]y dando culto a los ídolos, respecto de los cuales Yahvé les había dicho: “¡No hagáis tal cosa!” 13[2549]Yahvé no dejó de dar testimonio contra Israel y contra Judá, por medio de todos sus profetas y de todos los videntes, diciendo: “Abandonad vuestros malos caminos y observad mis mandamientos y mis preceptos, siguiendo fielmente la Ley que yo he prescrito a vuestros padres, y que os he transmitido por medio de mis siervos los profetas.” 14Pero ellos no quisieron escuchar, antes endurecieron su cerviz, como lo habían hecho sus padres, que no dieron crédito a Yahvé, su Dios. 15Desecharon sus leyes y la alianza que Él había hecho con sus padres, y las amonestaciones con que los reconvino, y marcharon tras la vanidad, infatuándose por la misma, y en pos de las naciones que estaban en derredor de ellos; respecto de los cuales Yahvé les había mandado que no los imitasen. 16[2550]Abandonaron todos los mandamientos de Yahvé, su Dios, y se hicieron imágenes de fundición, los dos becerros. Hicieron también ascheras, postrándose ante toda la milicia del cielo, y sirvieron a Baal. 17[2551]Hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por el fuego, practicaron la adivinación y los encantamientos, y se entregaron a cuanto era malo a los ojos de Yahvé, para irritarle.

18Por eso Yahvé se irritó fuertemente contra Israel y los apartó de su presencia, quedando solamente la tribu de Judá; 19aunque Judá tampoco guardó los mandamientos de Yahvé, su Dios, sino que imitaron los cultos que Israel había, introducido. 20Por eso desechó Yahvé a toda la descendencia de Israel, los humilló y los entregó en manos de salteadores hasta arrojarlos de su presencia. 21Porque cuando Él arrancó a Israel de la casa de David, y ellos constituyeron rey a Jeroboam, hijo de Nabat, este Jeroboam apartó a Israel de Yahvé, y los hizo cometer un gran pecado. 22Pues los hijos de Israel siguieron todos los pecados que Jeroboam había cometido, y no se apartaron de ellos, 23[2552]hasta que Yahvé quitó de su presencia a Israel, como había anunciado por todos sus siervos los profetas. Y así Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy.

Origen de los samaritanos

24[2553]El rey de Asiria trajo gentes de Babilonia, de Cuta, de Avá, de Hamat y de Sefarvaim, y las estableció en las ciudades de Samaria, en lugar de los israelitas, y tomaron posesión de Samaria y habitaron en las ciudades de (Israel). 25Mas cuando comenzaron a habitar allí, sin temor de Yahvé, envió, Yahvé contra ellos leones, que los mataron. 26[2554]Por lo cual enviaron a decir al rey de Asiria: “Las gentes que tú has transportado para establecerlas en las ciudades de Samaria, no saben cómo servir al dios del país; este ha enviado contra ellas leones que las están matando, pues ellas no saben cómo servir al dios del país.” 27Dio entonces el rey de Asiria esta orden: “Llevad allá uno de los sacerdotes que de allí habéis traído cautivo, y vaya y habite allí, y les enseñe cómo servir al dios del país.” 28[2555]Llegó uno de los sacerdotes que habían sido llevados cautivos de Samaria, y habitó en Betel, y les enseñó cómo habían de temer a Yahvé. 29[2556]Con todo, cada nación se fabricó su propio dios, que pusieron en los santuarios de los lugares altos que los samaritanos habían edificado, cada nación en las ciudades donde habitaba. 30Los que habían venido de Babilonia pusieron a Sucot-Benot, los de Cuta a Nergal, los de Hamat a Asimá, 31los de Avá a Nibcaz y a Tartac, y los de Sefarvaim entregaban a sus hijos al fuego en honor de Adramelec y Anamelec, dioses de Sefarvaim. 32Temían también a Yahvé y hacían para sí sacerdotes de los lugares altos, tomándolos del vulgo, los cuales ofrecían por ellos sacrificios en los santuarios de los lugares altos. 33Temían a Yahvé, y al mismo tiempo servían a sus propios dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido transportados.

34Hasta este día siguen ellos sus antiguas costumbres. No temen a Yahvé, ni obran según las normas y estatutos, ni tampoco según la Ley y los mandamientos que Yahvé prescribió a los hijos de Jacob, a quien dio el nombre de Israel. 35Yahvé había hecho con ellos alianza y les había mandado, diciendo: “No temáis a otros dioses, ni os prosternéis delante de ellos, ni los sirváis, ni les ofrezcáis sacrificios. 36A Yahvé, que os ha sacado del país de Egipto con gran poder y con brazo extendido, a Él habéis de temer; delante de Él habéis de prosternaros, y a Él habéis de ofrecer sacrificios. 37Observad los preceptos y los estatutos, la Ley y los mandamientos que Él escribió para vosotros. Cuidad de ponerlos en práctica todos los días; y no temáis a otros dioses. 38No olvidéis la alianza que hice con vosotros, ni temáis a otros dioses; 39sino temed a Yahvé, vuestro Dios, y Él os librará de las manos de todos vuestros enemigos.” 40Pero ellos no escucharon, sino que están obrando todavía conforme a su antigua costumbre. 41Estas naciones temen, por una parte, a Yahvé, y por la otra sirven a sus estatuas; y sus hijos y los hijos de sus hijos obran hasta hoy de la misma manera que sus padres.

II. EL REINO DE JUDÁ DESPUÉS DE LA CAÍDA DE SAMARIA
2 REYES 18
Ezequías sube al trono de Judá

1El año tercero de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá. 2Tenía veinticinco años cuando empezó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abí, hija de Zacarías. 3Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, siguiendo en toda su conducta a su padre David. 4[2557]Eliminó los lugares altos, quebró las piedras de culto, cortó las ascheras e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés; porque hasta ese tiempo los hijos de Israel le quemaban incienso, dándole el nombre de Nohestán. 5Puso su confianza en Yahvé, el Dios de Israel; y no hubo semejante a él entre todos los reyes de Judá, que vinieron después de él, ni tampoco entre los que le precedieron. 6Era adicto a Yahvé y no se apartó de Él, y guardó los mandamientos que Yahvé había prescrito a Moisés. 7Yahvé estuvo con él, por lo cual tuvo éxito en todas sus empresas; se rebeló también contra el rey de Asiria y no le sirvió. 8Derrotó a los filisteos hasta Gaza y su territorio, desde la torre de atalaya hasta la ciudad fortificada.

Ruina de Samaria

9[2558]El año cuarto del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, subió Salmanasar, rey de Asiria, contra Samaria para asediarla; 10y (los asirios) la tomaron al cabo de tres años. El año sexto de Ezequías, que era el año noveno de Oseas, rey de Israel, fue tomada Samaria. 11El rey de Asiria transportó a los israelitas a Asiria, y los colocó en Halah, y cerca del Habor, río de Gozan, y en las ciudades de los medos; 12porque no habían escuchado la voz de Yahvé, su Dios, violando su alianza y todo cuanto Él había mandado a Moisés, siervo de Yahvé. No lo escucharon, ni lo practicaron.

Invasión de Senaquerib

13[2559]El año decimocuarto del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fuertes de Judá y se apoderó de ellas. 14[2560]Entonces Ezequías, rey de Judá, mandó a decir al rey de Asiria, que estaba en Laquís: “He pecado; retírate de mí; todo lo que me impongas lo pagaré.” Y el rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro. 15Entonces Ezequías le dio todo el dinero que había en la Casa de Yahvé, y en los tesoros de la casa real. 16En aquella ocasión arrancó Ezequías de las puertas y columnas del templo de Yahvé (el oro) con que el mismo Ezequías, rey de Judá, las había recubierto, y lo entregó al rey de Asiria.

Embajada de Senaquerib

17[2561]El rey de Asiria envió desde Laquís a Tartán, a Rabsarís y a Rabsacés, con un gran ejército contra Ezequías, a Jerusalén. Estos subieron y llegaron a Jerusalén. Y cuando hubieron subido y llegado hicieron alto junto al acueducto del estanque superior, en el Camino del campo del batanero. 18Preguntaron por el rey, y salieron a ellos Eliaquim, hijo de Helcías, mayordomo del palacio; Sobná, secretario, y Joah, hijo de Asaf, el cronista; 19a los cuales dijo Rabsacés: “Decid a Ezequías: Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es esta en que tú te apoyas? 20Tú piensas que las meras palabras sustituyen la prudencia y la fuerza para la guerra. Y ahora, ¿en quién confías para rebelarte contra mí? 21[2562]Ya sé que confías en Egipto, este báculo de caña cascada que penetra y traspasa la mano del que en ella se apoya. Tal es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22[2563]Y si me dijereis: Confiamos en Yahvé, el Dios nuestro, ¿no es el mismo cuyos lugares altos y cuyos altares ha quitado Ezequías, diciendo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar, en Jerusalén, habéis de postraros? 23Haz, pues, una apuesta con mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes poner jinetes sobre ellos. 24¿Cómo podrías tú resistir a un solo jefe de los más pequeños servidores de mi señor, poniendo tu confianza en Egipto por sus carros y su caballería? 25[2564]¿Acaso he subido yo ahora sin Yahvé contra este lugar, para destruirlo? Es Yahvé quien me ha dicho: «Sube contra este país y destrúyelo.»”

26Respondieron Eliaquim, hijo de Helcías, Sobná y Joah a Rabsacés: “Habla con tus siervos en lengua aramea, pues la entendemos; y no nos hables en judío, pues lo oye la gente que está sobre la muralla.” 27Rabsacés les respondió: “¿Acaso mi señor me ha enviado a decir estas palabras a tu señor y a ti, y no más bien a esos hombres sentados sobre el muro que han de comer sus propios excrementos y beber su propia orina lo mismo que vosotros?” 28Y puesto en pie gritó Rabsacés en alta voz, y dijo en lengua judía estas palabras: “¡Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria! 29Así dice el rey: «No os engañe Ezequías, pues no podrá libraros de mi mano.» 30Ni os haga Ezequías confiar en Yahvé, diciendo: «Sin falta nos librará Yahvé, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.» 31No escuchéis a Ezequías; porque así dice el rey de Asiria: «Haced paz conmigo y venid a mí; y cada uno comerá de su vid y de su higuera, y cada cual beberá del agua de su cisterna; 32hasta que yo venga y os lleve a una tierra parecida a la vuestra, tierra de trigo y vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivos, de aceite y de miel; y así viviréis y no moriréis.» No escuchéis, pues, a Ezequías, porque os engaña cuando dice: «¡Yahvé nos librará!» 33¿Hay por ventura uno de los dioses de las naciones que haya librado su país del poder del rey de Asiria? 34[2565]¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaim, de Haná y de Avá? ¿Han librado a Samaria de mi mano? 35¿Cuáles son, entre todos los dioses de los países, los que han salvado su tierra de mi mano, para que Yahvé libre de mi poder a Jerusalén?”

36El pueblo permaneció en silencio y no le respondió palabra; porque el rey había dado esta orden: “No le respondáis.” 37Entonces Eliaquim, hijo de Helcías, mayordomo de palacio; Sobná, secretario, y Joah, hijo de Asaf, el cronista, volvieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le refirieron las palabras de Rabsacés.

2 REYES 19
Isaías conforta al rey

1[2566]Cuando lo oyó el rey Ezequías, rasgó sus vestidos, y cubriéndose de saco, fue a la Casa de Yahvé, 2[2567]y envió a Eliaquim, mayordomo de palacio, y a Sobná, secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, al profeta Isaías, hijo de Amós, 3[2568]para que le dijesen: “Así dice Ezequías: Día de angustia, de castigo y de oprobio es este; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, pero no hay fuerza para el alumbramiento. 4[2569]Quizá haya oído Yahvé, tu Dios, todas las palabras de Rabsacés, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para insultar al Dios vivo, y le castigará Yahvé, tu Dios, por las palabras que ha oído. Haz, pues, subir una oración por el resto que aún queda.”

5Los servidores del rey Ezequías fueron a Isaías, 6e Isaías les respondió: “Esto diréis a vuestro señor: Así dice Yahvé: «No temas a causa de las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7[2570]He aquí que pondré en él un espíritu, y al oír un rumor se volverá a su tierra; y lo hará perecer a espada en su tierra.»”

Nuevas amenazas de Senaquerib

8Volvió luego Rabsacés y encontró al rey de Asiria atacando a Lobná; pues le habían informado que (el rey) se había retirado de Laquís. 9[2571]Entretanto (el rey de Asiria) recibió noticias respecto de Tarhaca, rey de Etiopía, que decían: “He aquí que se ha puesto en marcha para hacerte la guerra.” Volvió a enviar mensajeros a Ezequías, diciendo: 10“Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: «No te engañe tu Dios en quien confías cuando dices: Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. 11He aquí que tú mismo has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los países y cómo los destruyeron completamente. ¿Podrás tú por ventura librarte? 12¿Acaso los dioses han librado a aquellas naciones a las que destruyeron mis padres: Gozan, Harán, Résef y los hijos de Edén, que habitaban en Telasar? 13¿Dónde están el rey de Hamat, el rey de Arfad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Ana y de Ivá?»”

14[2572]Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros, y después de leerla subió a la Casa de Yahvé, y la extendió delante de Yahvé. 15E hizo Ezequías delante de Yahvé esta plegaria: “¡Yahvé, Dios de Israel, que estás sentado sobre los querubines! Tú eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra; pues Tú hiciste los cielos y la tierra. 16¡Inclina, oh Yahvé, tu oído y escucha! Abre, oh Yahvé, tus ojos y mira. Oye las palabras que Senaquerib ha enviado para insultar al Dios vivo. 17Es verdad, oh Yahvé, que los reyes de Asiria han destruido a los pueblos con sus países, 18y que han echado sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombres, palos y piedras; por eso los pudieron aniquilar. 19Ahora oh Yahvé, Dios nuestro, líbranos de su mano, para que conozcan todos los reinos de la tierra que Tú, Yahvé, eres el solo Dios.”

Oráculo de Yahvé contra Senaquerib

20Entonces Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: He escuchado lo que me pediste respecto a Senaquerib, rey de Asiria. 21[2573]He aquí el oráculo que Yahvé ha pronunciado contra él:

“Te desprecia, te escarnece

la virgen, hija de Sión;

la hija de Jerusalén

menea tras ti su cabeza.

22¿A quién has insultado e injuriado?

¿Contra quién has alzado la voz

y levantado en alto tus ojos?

¡Contra el Santo de Israel!

23[2574]Por boca de tus mensajeros

has insultado al Señor, y has dicho:

“Con la multitud de mis carros he subido

a las altas montañas,

a las cimas del Líbano.

He cortado sus elevados cedros,

sus escogidos cipreses;

he penetrado en sus últimos rincones,

en sus más amenos bosques.

24[2575]He alumbrado y bebido aguas ajenas,

y con las plantas de mis pies

he secado todos los ríos de Egipto.”

25[2576]¿Acaso no lo oíste decir

que desde hace mucho lo he preparado,

que Yo lo tengo planeado

desde los tiempos antiguos?

Ahora lo realizo.

Por esto serás para devastar;

serán ruinas las ciudades fuertes.

26Sus habitantes se hallan sin fuerza,

llenos de susto y confusión;

son como la hierba del campo,

como la tierna verdura,

como el pasto de los tejados,

como el trigo agostado antes de madurar.

27Yo conozco tu asiento,

tu salida y tu entrada,

y el furor que tienes contra Mí.

28Porque te has enfurecido contra Mí,

y ha llegado a mis oídos tu soberbia,

pondré mi anillo en tu nariz,

y mi freno en tus labios;

y te haré volver

por el camino por donde viniste.

29[2577]Y esto te sirva de señal (oh Ezequías):

Comeréis en este año

lo que crece sin sembrar,

en el segundo lo que brote de suyo,

al tercer año sembraréis y segaréis;

plantaréis viñas y comeréis su fruto.

30Lo que se salvare,

el resto de la casa de Judá,

volverá a echar raíces por debajo,

y llevará fruto por arriba.

31Porque de Jerusalén saldrá un resto,

y del monte Sión algunos escapados.

El celo de Yahvé de los Ejércitos hará esto.”

32Por tanto, así dice Yahvé del rey de Asiria:

“No entrará en esta ciudad,

ni disparará aquí flecha;

no le opondrá escudo;

ni levantará contra ella baluartes.

33Por el camino que vino,

por el mismo se volverá;

no entrará en esta ciudad, dice Yahvé.

34Porque Yo ampararé esta ciudad

para salvarla,

por mi propia causa,

y por amor de David, mi siervo.”

35[2578]En aquella misma noche salió el Ángel de Yahvé e hirió en el campamento de los asirios ciento ochenta y cinco mil hombres, y por la mañana, al tiempo de levantarse, he aquí que todos eran cadáveres. 36Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, y se marchó. Después habitó en Nínive; 37y mientras estaba adorando en el templo de su dios Nesroc, le mataron a espada sus hijos Adramélec y Sarasar, que huyeron al país de Armenia; y reinó en su lugar su hijo Asarhaddón.

2 REYES 20
Enfermedad de Ezequías

1[2579]En aquel tiempo Ezequías enfermó de muerte. Y vino a verle el profeta Isaías, hijo de Amós, y le dijo: “Así dice Yahvé: Dispón tu casa, porque vas a morir, y no vivirás más.” 2[2580]Entonces volvió su rostro hacia la pared, y dirigió a Yahvé esta plegaria: 3“¡Ay, Yahvé!, acuérdate de cómo he andado delante de tu rostro con fidelidad, y con corazón sincero y he hecho lo que es bueno a tus ojos.” Y lloró Ezequías con llanto grande.

4Isaías salió, y estando todavía en el patio central recibió una palabra de Yahvé, que dijo: 5[2581] “Vuélvete, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Yahvé, el Dios de tu padre David: He oído tu oración, y he visto tus lágrimas, y he aquí que te sanaré. Dentro de tres días subirás a la Casa de Yahvé. 6Agregaré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, pues Yo ampararé esta ciudad por mi propia causa, y por amor de mi siervo David.” 7[2582]Dijo entonces Isaías: “Tomad una masa de higos secos.” La tomaron y se la pusieron sobre la úlcera, y así (el rey) consiguió la salud. 8Ezequías preguntó a Isaías: “¿Cuál será la señal de que Yahvé me va a sanar, y de que dentro de tres días podré subir a la Casa de Yahvé?” 9Respondió Isaías: “Esto te servirá de señal de parte de Yahvé (para que conozcas) que Yahvé cumplirá la palabra que ha dicho. ¿Quieres que la sombra avance diez grados o que retroceda diez grados?” 10Contestó Ezequías: “Fácil es que la sombra avance diez grados; por eso quiero que la sombra vuelva atrás diez grados.” 11[2583]Entonces el profeta Isaías invocó a Yahvé, el cual hizo que la sombra en el reloj de Acaz volviese atrás diez grados de los que ya había bajado.

Embajada de Berodac Baladán

12Por aquel tiempo, Berodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías; porque había oído la noticia de la enfermedad de Ezequías. 13[2584]Ezequías atendió amablemente a los (mensajeros) y les mostró todos sus tesoros, la plata, el oro, los aromas, el óleo más precioso, su arsenal y cuanto se hallaba entre sus tesoros. No hubo cosa en su palacio y en todo su dominio, que Ezequías no les mostrase. 14[2585]Entonces el profeta Isaías se presentó ante el rey Ezequías, y le dijo: “¿Qué han dicho esos hombres? ¿Y de dónde han venido a ti?” Respondió Ezequías: “Han venido de tierra lejana, de Babilonia.” 15Preguntó él: “¿Qué han visto en tu casa?” A lo que contestó Ezequías: “Han visto todo cuanto hay en mi palacio. No hay cosa entre mis tesoros que no les haya mostrado.” 16Dijo entonces Isaías a Ezequías: “¡Escucha la palabra de Yahvé! 17[2586]He aquí que vienen días en que será llevado a Babilonia todo cuanto hay en tu palacio, y todo lo que han atesorado tus padres hasta el día presente. No quedará nada, dice Yahvé. 18Y tus hijos, salidos de ti, descendientes tuyos, serán tomados cautivos, para ser eunucos en el palacio del rey de Babilonia.” 19[2587]Respondió Ezequías a Isaías: “Buena es la palabra de Yahvé que tú acabas de pronunciar.” Pues se decía: Al menos habrá paz y seguridad en mis días.

20[2588]Las demás cosas de Ezequías, y todas sus hazañas, y cómo hizo el estanque y el acueducto con que trajo agua a la ciudad, ¿no está escrito esto en el libro de los anales de los reyes de Judá? 21[2589]Ezequías se durmió con sus padres, y en su lugar reinó Manasés, su hijo.

2 REYES 21
Manasés, rey de Judá

1[2590]Doce años tenía Manasés cuando empezó a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén. Su madre se llamaba Hafsibá. 2Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando las abominaciones de las naciones que Yahvé había expulsado ante los hijos de Israel. 3Volvió a edificar los lugares altos que su padre Ezequías había destruido; erigió altares a Baal, e hizo una aschera, como había hecho Acab, rey de Israel; y se postró ante todo el ejército del cielo, dándole culto. 4Erigió también altares dentro de la Casa de Yahvé, de la cual había dicho Yahvé: “En Jerusalén pondré mi nombre.” 5Edificó asimismo altares a todo el ejército del cielo en ambos atrios de la Casa de Yahvé; 6hizo pasar a su hijo por el fuego, observó agüeros y practicó la adivinación y estableció la nigromancia y la magia, e hizo mucha maldad a los ojos de Yahvé, por lo cual provocó su ira. 7Colocó la imagen de Aschera que había hecho, en la Casa de la cual había dicho Yahvé a David y a Salomón, su hijo: “En esta Casa, y en Jerusalén que he escogido entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre 8y no haré errar más el pie de Israel fuera de la tierra que he dado a sus padres, con tal que cuiden de cumplir todo lo que les tengo mandado, y toda la Ley que les prescribió mi siervo Moisés.” 9Pero ellos no escucharon; y Manasés les sedujo a hacer cosas peores que las naciones que Yahvé había destruido delante de los hijos de Israel.

Anuncio de la destrucción de Jerusalén

10Entonces habló Yahvé por medio de sus siervos los profetas diciendo: 11“Por cuanto Manasés, rey de Judá, ha cometido estas abominaciones, haciendo cosas peores que cuanto antes de él hicieron los amorreos, y por cuanto ha hecho también pecar a Judá por medio de sus ídolos; 12[2591]por tanto, así dice Yahvé, el Dios de Israel: He aquí que haré venir sobre Jerusalén y Judá calamidades, que a cualquiera que los oyere le retiñirán ambos oídos. 13[2592]Extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria, y la plomada de la casa de Acab, y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato. Se lo limpia y se lo pone boca abajo. 14Desecharé el resto de mi herencia, y los entregaré en poder de sus enemigos; y serán presa y botín de todos sus enemigos; 15pues han hecho lo que es malo a mis ojos, y me han irritado desde aquel día en que salieron sus padres de Egipto, hasta el día de hoy.”

16[2593]Manasés derramó también mucha sangre inocente, hasta llenar a Jerusalén de cabo a cabo, además de su pecado de hacer pecar a Judá, para que obraran lo malo a los ojos de Yahvé.

17Las demás cosas de Manasés, y todo lo que hizo, y su pecado que cometió, ¿no está escrito esto en el libro de la anales de los reyes de Judá?

18[2594]Manasés se durmió con sus padres, y fue sepultado en el jardín de su casa, el jardín de Ozá. En su lugar reinó su hijo Amón.

Amón, rey de Judá

19Veintidós años tenía Amón cuando empezó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Mesulémet, hija de Harús, de Jotbá. 20Hizo lo malo a los ojos de Yahvé, como lo había hecho su padre Manasés, 21siguiendo en todo los caminos que había seguido su padre. Sirvió a los ídolos a los que había servido su padre, y se postró ante ellos, 22abandonó a Yahvé, el Dios de sus padres, y no siguió el camino de Yahvé. 23Conspiraron contra él sus siervos, y mataron al rey en su casa. 24Mas el pueblo del país mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y puso por rey, en su lugar, a Josías, su hijo.

25Las demás cosas que hizo Amón, ¿no están escritas en el libro de los anales de los reyes de Judá? 26Fue sepultado en el sepulcro, en el jardín de Ozá; y en su lugar reinó su hijo Josías.

2 REYES 22
Josías, rey de Judá

1Josías tenía ocho años cuando empezó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén. Su madre se llamaba Ididá, hija de Adaías, de Boscat. 2[2595]Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, siguiendo en todo el camino de David, su padre, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda. 3El año diez y ocho del rey Josías, el rey envió al secretario Safán, hijo de Asalías, hijo de Mesulam, a la Casa de Yahvé, diciendo: 4“Vete a Helcías, Sumo Sacerdote, y que haga un resumen del dinero que ha ingresado en la Casa de Yahvé, que los guardianes de la puerta han recogido del pueblo. 5Que lo entreguen en manos de los sobrestantes encargados de la obra de la Casa de Yahvé, y ellos lo darán a los que trabajan en la obra de la Casa de Yahvé, para llevar a cabo la reparación de la Casa: 6a los carpinteros, a los obreros de construcción y a los albañiles y para compra de maderas y piedras labradas; a fin de reparar la Casa. 7Y no se les pedirá cuenta del dinero que se da en sus manos, porque trabajan con fidelidad.”

Hallazgo del Libro de la Ley

8[2596]Entonces dijo el Sumo Sacerdote al secretario Safán: “He hallado el Libro de la Ley en la Casa de Yahvé.” Y Helcías dio el libro a Safán, el cual lo leyó. 9Volvió el secretario Safán al rey y le dio cuenta, diciendo: “Tus siervos han sacado el dinero que se hallaba en la Casa, y lo han entregado en manos de los sobrestantes que hacen la obra de la Casa de Yahvé.” 10El secretario Safán dio también al rey la siguiente noticia: “El sacerdote Helcías me ha dado un libro.” Y Safán lo leyó delante del rey.

11Al oír el rey las palabras del Libro de la Ley, rasgó sus vestidos, 12y dio esta orden al sacerdote Helcías, a Ahicam, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, a Safán secretario, y a Asaías servidor del rey: 13“Id y consultad a Yahvé por mí y por el pueblo y por todo Judá, sobre las palabras de este libro que ha sido hallado; porque grande debe ser la ira de Yahvé que se ha encendido contra nosotros, puesto que nuestros padres no han obedecido las palabras de este libro, ni han hecho cuanto nos está prescrito.”

14[2597]El sacerdote Helcías, Ahicam, Acbor, Safán, y Asaías fueron a la profetisa Hulda, mujer de Sellum, el guardarropa, hijo de Tecuá, hijo de Harhás. Habitaba ella en el segundo barrio de Jerusalén. Hablaron, pues, con ella; 15y ella les respondió: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Decid al varón que os ha enviado a mí: 16Así dice Yahvé: He aquí que haré venir males sobre este lugar, y sobre sus habitantes: todo el contenido del libro que el rey de Judá ha leído. 17Porque me han abandonado a Mí, y han quemado incienso a otros dioses, irritándome con todas las obras de sus manos. Por eso se ha encendido mi ira contra este lugar, y no se apagará.” 18Al rey de Judá, que os ha enviado a consultar a Yahvé, diréis esto: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel, en lo tocante a las palabras que has leído: 19Por cuanto tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante de Yahvé, al oír lo que Yo he dicho contra este lugar, y contra sus habitantes, a saber, que serán objeto de espanto y maldición; y porque has rasgado tus vestidos y llorado delante de Mí; por eso te he oído, dice Yahvé. 20Por lo tanto te reuniré con tus padres, y serás sepultado en paz, y no verán tus ojos ninguno de los males que descargaré sobre este lugar.” Ellos llevaron al rey esta respuesta.

2 REYES 23
Renovación de la Alianza

1[2598]El rey dio orden y se juntaron en torno a él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 2Y subió el rey a la Casa de Yahvé, y con él todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes y profetas; y el pueblo entero, desde los chicos hasta los grandes; y leyó delante de ellos todas las palabras del Libro de la Alianza, que había sido hallado en la Casa de Yahvé. 3Luego poniéndose de pie sobre el estrado renovó el rey la Alianza ante Yahvé, (prometiendo) andar en pos de Yahvé y guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus leyes con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las palabras de esta Alianza escritas en aquel libro; y todo el pueblo asintió a la Alianza.

Purificación del Templo

4[2599]Después mandó el rey al Sumo Sacerdote Helcías, a los sacerdotes de segundo orden y a los guardianes de la puerta, que sacaran del Templo de Yahvé todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Aschera y para todo el ejército del cielo; y los quemó fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón; e hizo llevar sus cenizas a Betel. 5[2600]Expulsó a los sacerdotes que los reyes de Judá habían instituido para quemar incienso en los lugares altos de las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, como también a los que quemaban incienso a Baal, al sol, a la luna, a los signos del zodíaco y a todo el ejército del cielo, 6[2601]Sacó asimismo de la Casa de Yahvé la aschera, (la llevó) fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón y la quemó en el valle del Cedrón, reduciéndola a polvo, y arrojó su polvo sobre los sepulcros de la plebe. 7[2602]Destruyó las habitaciones de los prostitutos que había en la Casa de Yahvé, donde las mujeres tejían pabellones para Aschera. 8[2603]Retiró a todos los sacerdotes desde las ciudades de Judá, profanó los lugares altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Gabaá hasta Bersabee, y derribó los altares de los sátiros: el que estaba a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, y el otro que se hallaba a la izquierda de la puerta de la ciudad. 9Con todo los sacerdotes de los lugares altos no podían subir al altar de Jerusalén, aunque comían de los panes ázimos en medio de sus hermanos. 10[2604]Profanó el Tófet, situado en el valle de los hijos de Hinnom, para que nadie hiciera pasar a su hijo o a su hija por el fuego en honor de Moloc. 11[2605]Quitó los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol, a la entrada de la Casa de Yahvé, junto a la habitación del eunuco Natanmelec, en el Parvarim, y entregó al fuego los carros del sol. 12El rey destruyó también los altares que estaban sobre el terrado del aposento alto de Acaz, erigidos por los reyes de Judá, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la Casa de Yahvé, y después de arrojarlos de allí, echó el polvo de ellos en el torrente Cedrón. 13[2606]Asimismo profanó el rey los santuarios que había al este de Jerusalén, al sur del Monte de la Perdición, que Salomón, rey de Israel, había erigido en honor de Astarté, ídolo de los sidonios, de Camos, ídolo de Moab, y de Melcom, ídolo de los hijos de Ammón, 14hizo pedazos las estatuas, cortó las ascheras y llenó el lugar donde estaban, de huesos humanos.

Destrucción de la idolatría en Betel y Samaria.

15Destruyó, además, el altar de Betel y el lugar alto erigido por Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. (Destruyó) tanto el altar como el lugar alto; quemó el lugar alto, reduciéndolo a polvo, y quemó también la aschera. 16[2607]Cuando Josías miraba en torno suyo, vio los sepulcros que había allí en el monte y mandó sacar los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar, profanándolo conforme a la palabra de Yahvé pronunciada por aquel varón de Dios que había anunciado estas cosas. 17Y preguntó: “¿Qué monumento es este que veo?” Los hombres de la ciudad le contestaron: “Es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y anunció estas cosas que tú acabas de hacer contra el altar de Betel.” 18Entonces dijo: “¡Dejadle; que nadie mueva sus huesos!” Así dejaron en paz sus huesos, con los huesos del profeta que había venido de Samaria.

19[2608]Josías quitó también los santuarios de los lugares altos de las ciudades de Samaria, erigidos por los reyes de Israel para irritar (a Yahvé); e hizo con ellas lo mismo que había hecho en Betel. 20Mató sobre sus altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que había allí, y quemó sobre ellos huesos humanos. Después se volvió a Jerusalén.

Celebración de la Pascua

21[2609]Entonces dio el rey a todo el pueblo esta orden: “Celebrad la Pascua en honor de Yahvé, vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en este Libro de la Alianza.” 22Y nunca se celebró Pascua como esta desde los días de los Jueces que gobernaron a Israel, ni en todos los días de los reyes de Israel y de los reyes de Judá. 23Corría el año decimoctavo del rey Josías cuando se celebró esta Pascua en honor de Yahvé en Jerusalén. 24[2610]Josías extirpó igualmente a los nigromantes y a los que practicaban la magia; también los terafim, los ídolos, y todas las abominaciones que se veían en tierra de Judá y Jerusalén. Así cumplió las palabras de la Ley, escritas en el libro que el sacerdote Helcías había hallado en la Casa de Yahvé.

Muerte de Josías

25Antes de (Josías) no hubo rey que como él con todo su corazón y con toda su alma y con todas sus fuerzas, se convirtiese a Yahvé, siguiendo en todo la Ley de Moisés; y después de él tampoco surgió otro igual. 26A pesar de esto Yahvé no desistió del ardor, de su gran cólera que tenía encendida contra Judá, a causa de todas las provocaciones con que Manasés le había irritado. 27Por lo cual dijo Yahvé: “Voy a quitar de mi presencia también a Judá, como he quitado a Israel; y rechazaré a Jerusalén, esa ciudad que Yo había escogido, y la Casa de la que Yo dije: Allí estará mi Nombre.”

28Las demás cosas de Josías, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá?

29[2611]En sus días subió el Faraón Necao, rey de Egipto, contra el rey de Asiria, hacia el río Éufrates. El rey Josías le salió al paso, y (el Faraón) le mató en Megiddó, en el primer encuentro. 30[2612]Sus siervos lo llevaron muerto desde Megiddó y lo transportaron a Jerusalén, donde le sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, al cual ungieron y proclamaron rey en lugar de su padre.

El rey Joacaz

31Joacaz tenía veintitrés años cuando empezó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Hamital, hija de Jeremías, de Lobná. 32Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando todo lo que habían hecho sus padres. 33El Faraón Necao lo encadenó en Rebla, en el país de Hamat, para que no reinase en Jerusalén. E impuso al país una contribución de cien talentos de plata y un talento de oro. 34El Faraón Necao puso por rey a Eliaquim, hijo de Josías, en lugar de Josías, su padre, mudándole el nombre en el de Joakim. Y llevó consigo a Joacaz, el cual fue a Egipto y murió allí. 35Joakim dio la plata y el oro al Faraón, pero para pagar el dinero, según la orden del Faraón, tuvo que imponer al país una contribución, por lo cual exigió de cada uno del pueblo del país, según su valuación, oro y plata, para entregarlo al Faraón Necao.

36[2613]Veinticinco años tenía Joakim cuando empezó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Cebidá, hija de Fadaías, de Ruma. 37Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando todo lo que habían hecho sus padres.

2 REYES 24
Reinado de Joakim

1[2614]En sus días vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, y Joakim le estuvo sujeto por tres años; después de lo cual volvió a rebelarse contra él. 2[2615]Yahvé envió contra él bandas de caldeos, bandas de sirios, bandas de moabitas y bandas de los hijos de Ammón. Las envió contra Judá para destruirle, según la palabra de Yahvé que había hablado por medio de sus siervos los profetas. 3Por orden del mismo Yahvé se hizo esto contra Judá, para quitarlo de su presencia, a causa de todos los pecados que había cometido Manasés, 4y también a causa de la sangre inocente por él derramada; pues había llenado a Jerusalén de sangre inocente, por la cual Yahvé no quiso perdonar.

5Las demás cosas de Joakim, y todo lo que hizo, ¿no está esto escrito en el libro de los anales de los reyes de Judá? 6[2616]Joakim se durmió con sus padres, y en su lugar reino su hijo Joaquín.

7El rey de Egipto no salió más de su tierra; porque el rey de Babilonia había tomado todo lo que antes era del rey de Egipto, desde el torrente de Egipto hasta el río Éufrates.

Joaquín

8[2617]Joaquín tenía diez y ocho años cuando empezó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nohestá, hija de EInatán, de Jerusalén. 9Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando todo lo que había hecho su padre.

10En aquel tiempo los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia subieron a Jerusalén, y la ciudad fue asediada. 11[2618]Vino también Nabucodonosor, rey de Babilonia, a la ciudad, mientras sus capitanes la asediaban. 12Entonces Joaquín, rey de Judá, se presentó al rey de Babilonia, él y su madre, sus servidores, sus príncipes, y sus eunucos, y el rey de Babilonia lo tomó preso el año octavo de su reinado, 13y como Yahvé lo había predicho, sacó de allí todos los tesoros de la Casa de Yahvé y los tesoros de la casa real, e hizo pedazos todos los objetos de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el Templo de Yahvé. 14[2619]Llevó al cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los guerreros —diez mil cautivos— y todos los artesanos y herreros, no quedando sino los más pobres del pueblo del país. 15[2620]Deportó a Joaquín a Babilonia y llevo cautivos de Jerusalén a Babilonia a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus eunucos y a la gente pudiente del país. 16[2621]A todos los hombres robustos, en número de siete mil, a los artesanos y herreros en número de mil, a todos los hombres de valer y aptos para la guerra, los llevó el rey de Babilonia cautivos a Babilonia; 17[2622]y en lugar de (Joaquín) puso por rey a Matanías, tío de (Joaquín), mudándole el nombre en el de Sedecías.

Sedecías, último rey de Judá

18Sedecías tenía veintiún años cuando empezó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Hamital, hija de Jeremías, de Lobná. 19Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando todo lo que había hecho Joakim, 20de manera que la ira de Yahvé contra Jerusalén y Judá llegó hasta el punto de arrojarlos de su presencia. Entonces Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.

2 REYES 25
Asedio de Jerusalén

1[2623]El año noveno de su reinado, el día diez del mes décimo llegó el rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén y asentó su campamento frente a ella. Levantaron terraplenes en derredor de la misma, 2y la ciudad quedó sitiada hasta el año undécimo del rey Sedecías.

3[2624]El día nueve del mes cuando era grande el hambre en la ciudad y no había ya pan para el pueblo del país, 4[2625]abrieron una brecha en la ciudad, y toda la gente de guerra (huyó) de noche por el camino de la puerta entre los dos muros, situada cerca del jardín del rey, mientras los caldeos tenían rodeada la ciudad. (Sedecías) se dirigió hacia el Arabá; 5pero el ejército de los caldeos persiguió al rey. Le alcanzaron en los llanos de Jericó, y todo su ejército se dispersó y le abandonó. 6[2626]Tomaron prisionero al rey y lo llevaron al rey de Babilonia, a Rebla, donde lo sentenciaron. 7Degollaron a los hijos de Sedecías en su presencia; a Sedecías le sacaron los ojos, le ataron con cadenas de bronce, y le llevaron a Babilonia.

Destrucción de Jerusalén

8[2627]El día séptimo del mes quinto —era el año diez y nueve del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia— Nabuzardán, jefe de la guardia y servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén; 9quemó la Casa de Yahvé y la casa del rey y entregó a las llamas todas las casas de Jerusalén y todos los grandes edificios. 10Y todo el ejército de los caldeos que acompañaban al jefe de la guardia, derribó los muros que rodeaban a Jerusalén.

11Nabuzardán, jefe de la guardia, llevó cautivo el resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y, además, el resto del pueblo común. 12El jefe de la guardia dejó solamente a algunos de los más pobres del país como viñadores y labradores.

13[2628]Los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce que había en la Casa de Yahvé, como también las basas y el mar de bronce que había en la misma y se llevaron el bronce a Babilonia. 14Se apoderaron de los calderos, de las paletas, de los cuchillos, de los tazones y de todos los instrumentos de bronce con que se hacía el servicio. 15El jefe de la guardia se llevó también los incensarios y los aspersorios, todo cuanto había de oro y de plata. 16Las dos columnas, el mar y las basas que Salomón había hecho para la Casa de Yahvé, todos estos objetos de bronce tenían un peso incalculable. 17[2629]Una columna tenía diez y ocho codos de altura; sobre ella estaba un capitel de bronce, de tres codos de altura, y alrededor del capitel había una red y granadas, todo ello de bronce. Así era también la segunda columna, con su red.

18El jefe de la guardia se llevó también al Sumo Sacerdote Saraías, a Sofonías, segundo sacerdote, y a los tres guardianes de la puerta. 19Se llevó, asimismo, de la ciudad a un oficial que tenía a su cargo la gente de guerra, y cinco hombres de los consejeros del rey, que se hallaban en la ciudad; al secretario del jefe del ejército que hacía el alistamiento del pueblo del país, con sesenta hombres del pueblo del país, que se hallaron en la ciudad. 20Nabuzardán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó al rey de Babilonia, a Rebla. 21[2630]El rey de Babilonia les hirió y les dio muerte en Rebla, en el país de Hamat. Así Judá fue llevado cautivo fuera de su tierra.

Godolías, gobernador de Judá

22[2631]Sobre el resto del pueblo del país de Judá que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dejado, puso (el rey) a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 23Todos los jefes de las tropas, ellos y su gente, cuando supieron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Godolías, vinieron acompañados de sus gentes, a Godolías, a Masfá; a saber, Ismael, hijo de Natanías; Johanán, hijo de Caree; Saraías, hijo de Tanhumet, netofatita, y Jezonías, hijo del Maacateo; 24Godolías les juró, a ellos y a sus hombres, diciéndoles: “No temáis nada de los capitanes de los caldeos; permaneced en el país y servid al rey de Babilonia, y os irá bien”. 25Pero el séptimo mes vino Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisamá, oriundo de la familia real, y diez hombres con él, e hirieron mortalmente a Godolías, lo mismo que a los judíos y a los caldeos que estaban con él en Masfá. 26Entonces se levantó todo el pueblo, desde los chicos hasta los grandes, con los jefes de las tropas, y se fueron a Egipto; porque temían a los caldeos.

Jeconías en Babilonia

27[2632]El año treinta y siete del cautiverio de Joaquín, rey de Judá, el veintisiete del mes duodécimo, Evilmerodac, rey de Babilonia, que llevaba el año primero de su reinado, elevó la cabeza de Joaquín, rey de Judá, sacándolo de la cárcel. 28Habló con él bondadosamente, y puso su trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 29Le cambió sus vestidos de preso, y (Joaquín) comía siempre en su presencia, todos los días de su vida. 30Le fue dado su sustento de parte del rey, en forma perpetua, según la necesidad de cada día, durante todo el tiempo de su vida.

I PARALIPÓMENOS (1 CRÓNICAS)

# · 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9 · 10 · 11 · 12 · 13 · 14 · 15 · 16 · 17 · 18 · 19 · 20 · 21 · 22 · 23 · 24 · 25 · 26 · 27 · 28 · 29
INTRODUCCIÓN

Los dos Libros de los Paralipómenos formaron en su origen un solo libro. Fueron divididos en dos por los Setenta, probablemente por razones prácticas.

Paralipómenos, es decir Suplementos, se llaman en griego estos libros porque traen cosas omitidas en los demás libros sagrados; pero además son un resumen de la historia del Antiguo Testamento. Los judíos los llamaban “las Palabras de los Días”, y San Jerónimo, para señalar su importancia, les dio el nombre de “Crónica de las Crónicas”. Pero no deben confundirse con el Libro de las Crónicas o Anales, tantas veces citados en los libros de los Reyes, y en estos mismos; aquel se perdió, pero es posible que estuviese resumido en estos.

El primer libro refiere en su primera parte (capítulos 1-9) las genealogías desde Adán hasta David, y en la segunda (capítulos 10-29) la historia de David.

El libro segundo trata primeramente de la historia de Salomón (capítulos 1-9) y luego principalmente del reino de Judá hasta su caída (capítulos 10-36), incluyendo el decreto de libertad dado por Ciro.

Si bien los Paralipómenos son un resumen de la Historia Sagrada, constituyen, sin embargo, una obra personal e independiente. El fin que se propuso el autor fue demostrar que los tiempos en que el pueblo de Dios cumplía con la Ley, eran los mejores. Por eso pasa por alto los acontecimientos que no están relacionados con la religión y el culto; lo que, sin embargo, no quiere decir que su obra no tenga valor histórico. Muy al contrario, en la esfera religiosa, a que se limita el autor, pudo recurrir a otras fuentes, ante todo, las listas genealógicas guardadas en el Templo, las cuales no estaban al alcance de otros historiadores.

Las llamadas contradicciones con otros libros del Antiguo Testamento se solucionan fácilmente para los que adoptan las reglas de una sana hermenéutica, y no se erigen orgullosamente en jueces de la Palabra divina. Pues, como observa San Jerónimo, todo el conocimiento de las Escrituras se encierra en este volumen, en cuanto a la inteligencia de la historia.

El autor de los Paralipómenos es desconocido. Algunos lo buscan en Esdras o Nehemías, y para demostrar su tesis aducen la semejanza de estilo, explicando, por otra parte, como adiciones posteriores todas las cosas que denuncian un origen más moderno, p. ej. la prolongación de la genealogía davídica hasta seis generaciones después de Zorobabel, etc. Seguramente los dos libros no han sido compuestos antes del cautiverio babilónico, sino probablemente en tiempos de la restauración del pueblo judío, con el fin de ilustrar sobre su historia sagrada a los judíos vueltos a su tierra, y facilitar el reparto de esta según las genealogías. Quiso inculcarles que eran un pueblo teocrático, separado de los demás pueblos de la tierra y elegido para dar culto a Yahvé. De ahí la preferencia que el autor diera a la organización del culto que es el sello de la unión de Dios con su pueblo.

I. TABLAS GENEALÓGICAS
1 CRÓNICAS 1
Desde Adán hasta Abrahán

1[2633]Adán, Set, Enós; 2Cainán, Mahalalel, Jared; 3Enoc, Matusalén, Lamec; 4Noé, Sem, Cam y Jafet.

5[2634]Hijos de Jafet: Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal. Mósoc y Tiras. 6Hijos de Gómer: Asquenaz, Rifat y Togormá. 7Hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Kitim y Dodanim.

8Hijos de Cam: Cus, Misraim, Put y Canaán. 9Hijos de Cus: Sabá, Havilá, Sabrá, Raamá y Sabtecá. Hijos de Raamá: Sabá y Dedán. 10[2635]Cus engendró a Nimrod. Este fue el primero que se hizo poderoso en la tierra. 11Misraim engendró a los Ludim, los Anamim, los Lehabim, los Haftuhim, 12los Patrusim, los Casluhim, de donde han salido los filisteos y los caftoreos.

13[2636]Canaán engendró a Sidón, su primogénito, y a Het, 14como también al Jebuseo, al Amorreo, al Gergeseo, 15al Heveo, al Arqueo, al Sineo, 16al Arvadeo, al Samareo y al Hamateo.

17Hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud, Aram, Hus, Hul, Géter y Mósoc. 18[2637]Arfaxad engendró a Sélah; Sélah engendró a Héber. 19[2638]A Héber le nacieron dos hijos; el nombre del uno era Fáleg, porque en sus días fue dividida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. 20Joctán engendró a Almodad, Sélef, Hazarmávet, Jérah, 21Hadoram, Uzal, Dicla, 22Ebal, Abimael, Sabá, 23Ofir, Havilá y Jobab; todos estos son hijos de Joctán.

24De Sem (descienden): Arfaxad, Sélah, 25Héber, Fáleg, Reú, 26Serug, Nacor, Táreh. 27[2639]Abram, que es el mismo que Abrahán.

Descendientes de Abrahán

28Hijos de Abrahán: Isaac e Ismael. 29[2640]He aquí sus descendientes: El primogénito de Ismael: Nabayot; después Kedar, Adbeel, Mibsam, 30Mismá, Dumá, Masá, Hadad, Temá; 31Jetur, Nafís y Kedmá. Estos son los hijos de Ismael.

32Hijos de Keturá, mujer secundaria de Abrahán, la cual dio a luz a Simrán, Jocsán, Medán, Madián, Jisbac y Súah. Hijos de Jocsán: Sabá y Dedán. 33Hijos de Madián: Efá, Éfer, Enoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Keturá.

34Abrahán engendró a Isaac. Hijos de Isaac: Esaú e Israel.

Descendientes de Esaú

35Hijos de Esaú: Elifaz, Reuel, Jeús, Jalam y Coré. 36Hijos de Elifaz: Teman, Ornar, Sefí, Gatam, Kenaz, Timná y Amalee. 37Hijos de Reuel: Náhat, Será, Samá y Mizá.

38[2641]Hijos de Seír: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, Disón, Éser y Disán. 39Hijos de Lotán: Horí y Homam. Hermana de Lotán: Timná. 40Hijos de Sobal: Alyán, Manáhat, Ebal, Sefí y Onam. Hijos de Sibeón: Ayá y Aná. 41Hijos de Aná: Disón. Hijos de Disón: Hamram, Esbán, Itrán y Kerán. 42Hijos de Éser: Bilhán, Saaván y Jaacán. Hijos de Disán: Hus y Arán.

43He aquí los reyes que reinaron en el país de Edom antes que reinase un rey sobre los hijos de Israel: Bela, hijo de Beor; el nombre de su ciudad era Dinhabá. 44Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo de Sera, de Bosra. 45Murió Jobab, y reinó en su lugar Husam, de la tierra de los lemanitas. 46Murió Husam, y reinó en su lugar Hadad, hijo de Bedad, el cual derrotó a Madián en los campos de Moab; el nombre de su ciudad era Avit. 47Murió Hadad, y reinó en su lugar Samlá, de Masrecá. 48Murió Samlá, y reinó en su lugar Saúl, de Rehobot del Río. 49Murió Saúl, y reinó en su lugar Baalhanán, hijo de Acbor. 50Murió Baalhanán, y reinó en su lugar Hadad. El nombre de su ciudad era Paí, y el de su mujer Mehetabel, hija de Matred, hija de Mesahab. 51Murió Hadad, y fueron caudillos de Edom: el caudillo Timná, el caudillo Alvá, el caudillo Jetet, 52el caudillo Oholibamá, el caudillo Elá, el caudillo Finón, 53el caudillo Kenás, el caudillo Teman, el caudillo Mibsar, 54el caudillo Magdiel, el caudillo Iram. Estos fueron los caudillos de Edom.

1 CRÓNICAS 2
Hijos de Jacob

1He aquí los hijos de Israel: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, 2Dan, José, Benjamín, Neftalí, Gad y Aser.

Descendientes de Judá

3[2642]Hijos de Judá: Er, Onán y Selá. Estos tres le nacieron de la hija de Súa, la cananea. Er, primogénito de Judá, era malo a los ojos de Yahvé, que le quitó la vida. 4Tamar, nuera de Judá, le dio Fares y Zara. Todos los hijos de Judá fueron cinco.

5Hijos de Fares: Hesrón y Hamul. 6Hijos de Zara: Zimrí, Etán, Hernán, Calcol y Dará. En total, cinco. 7[2643]Hijos de Carmí: Acar, que perturbó a Israel por cuanto pecó contra el anatema. 8Hijo de Etán: Azarías.

9[2644]Hijos que le nacieron a Hesrón: Jerameel, Ram y Calubai. 10Ram engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Naasón, príncipe de los hijos de Judá. 11[2645]Naasón engendró a Salmá; Salmá engendró a Booz; 12Booz engendró a Obed; Obed engendró a Isaí. 13Isaí engendró a Eliab, su primogénito; a Abinadab, el segundo; a Simeá, el tercero; 14a Natanael, el cuarto; a Radai, el quinto; 15a Osem, el sexto; a David, el séptimo. 16Las hermanas de ellos fueron Sarvia y Abigail. Hijos de Sarvia: Abisai, Joab y Asael, tres. 17Abigail dio a luz a Amasá. El padre de Amasá fue Jéter, ismaelita.

18[2646]Caleb, hijo de Hesrón, tuvo hijos de Asubá, su mujer, y también de Yeriot. He aquí los hijos de (Asubá): Jéser, Sobab y Ardón. 19Murió Asubá, y Caleb tomó por mujer a Efrata, de la cual le nació Hur. 20Hur engendró a Urí, y Urí engendró a Bezalel. 21Después llegó Hesrón a la hija de Maquir, padre de Galaad, y la tomó por mujer, teniendo él ya sesenta años; de ella le nació Segub. 22Segub engendró a Jaír, el cual tuvo veinte y tres ciudades en la tierra de Galaad. 23Y quitó a los gesureos y sirios las villas de Jaír, juntamente con Kenat y sus aldeas; sesenta ciudades. Todos estos eran hijos de Maquir, padre de Galaad. 24[2647]Después de la muerte de Hesrón en Caleb-Efrata, Abiá, mujer de Hesrón, dio a luz a Ashur, padre de Tecoa.

25Los hijos de Jerameel, primogénito de Hesrón, fueron: Ram, el primogénito, y Buná, Orem, Osem y Ahías. 26Jerameel tuvo otra mujer, que se llamaba Atará, la cual fue madre de Onam. 27Los hijos de Ram, primogénito de Jerameel: Maas, Jamín y Équer. 28Los hijos de Onam fueron Samai y Jada; los hijos de Samai: Nadab y Abisur. 29La mujer de Abisur se llamaba Abihaíl, la cual dio a luz a Ahbán y a Molid. 30Hijos de Nadab: Séled y Apaim. Séled murió sin hijos. 31Hijo de Apaim: Isí. Hijo de Isí: Sesán. Hijo de Sesán: Ahlai. 32Hijos de Jadá, hermano de Samai: Jéter y Jonatán. Jéter murió sin hijos. 33Hijos de Jonatán: Félet y Zaza. Estos son los hijos de Jerameel. 34Sesán no tuvo hijos, sino hijas; y tenía un siervo egipcio que se llamaba Jarhá. 35Y dio Sesán una hija suya a Jarhá, su siervo, por mujer, la cual dio a luz a Atai. 36Atai engendró a Natán; Natán engendró a Zabad; 37Zabad engendró a Eflal; Eflal engendró a Obed; 38Obed engendró a Jehú; Jehú engendró a Azarías; 39Azarías engendró a Heles; Heles engendró a Elasá: 40Elasá engendró a Sismai; Sismai engendró a Sallum; 41Sallum engendró a Jecamías, y Jecamías engendró a Elisamá.

42Hijos de Caleb, hermano de Jerameel: Mesa, su primogénito, el cual fue padre de Cif, y los hijos de Maresá, padre de Hebrón. 43Hijos de Hebrón: Coré, Tapúa, Réquem y Sema. 44Sema engendró a Ráham, padre de Jorqueam; Réquem engendró a Samai. 45Hijo de Samai: Maón; y Maón fue padre de Betsur. 46Efá, mujer secundaria de Caleb, dio a luz a Harán, Mosá y Gasés. Harán engendró a Gases. 47Hijos de Jahadai: Régem, Jotam, Gesan, Félet, Efá y Sáaf. 48Maacá, mujer secundaria de Caleb, dio a luz a Séber y Tirhaná. 49Dio a luz también a Sáaf, padre de Madmaná, y a Sevá, padre de Macbená y padre de Gabaá. Hija de Caleb fue Acsá.

50Estos fueron los hijos de Caleb, hijo de Hur, primogénito de Efrata: Sobal, padre de Kiryatyearim; 51Salmá, padre de Betlehem; Haref, padre de Betgader. 52[2648]Sobal, padre de Kiryatyearim, tuvo estos hijos: Haroé y Hasihammenuhot. 53Las familias de Kiryatyearim fueron: los Itreos, los Puteos, los Sumateos y los Misraítas. De ellos salieron los Soratitas y los Estaolitas. 54Hijos de Salmá: Betlehem y los Netofateos, Atarot-Bet-Joab y Hasihammanahti, sarateo. 55[2649]Las familias de los escribas que habitaban en Jabés, fueron los Tirateos, los Simateos y los Sucateos. Estos son los Cineos, descendientes de Hamat, padre de la casa de Recab.

1 CRÓNICAS 3
Descendientes de David

1[2650]He aquí los hijos de David que le nacieron en Hebrón: El primogénito Amnón, de Ahinoam de Jesreel; el segundo, Daniel, de Abigail de Carmel; 2el tercero, Absalón, hijo de Maacá, hija de Talmai, rey de Gesur; el cuarto, Adonías, hijo de Haggit; 3el quinto, Safarías, de Abital; el sexto, Itream, de su mujer Eglá. 4Estos seis le nacieron en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses. Después reinó treinta y tres años en Jerusalén. 5He aquí los que le nacieron en Jerusalén: Sima, Sobab, Natán y Salomón, cuatro, de Betsabee, hija de Amiel; 6además Ibhar, Elisamá, Elifálet, 7Nogá, Néfeg, Jafía, 8Elisamá, Eliadá y Elifélet, nueve.

9Estos son todos los hijos de David, sin contar los hijos de las mujeres secundarias. Tamar era hermana de ellos.

10Hijo de Salomón: Roboam; Abías, su hijo; Asá, su hijo; Josafat, su hijo; 11Joram, su hijo; Ococías, su hijo; Joás, su hijo; 12Amasías, su hijo; Azarías, su hijo; Joatam, su hijo; 13Acaz, su hijo; Ezequías, su hijo; Manasés, su hijo; 14Amón, su hijo; Josías, su hijo.

15Hijos de Josías: El primogénito, Johanán; el segundo, Joakim; el tercero, Sedecías; el cuarto, Sellum. 16[2651]Hijos de Joakim: Jeconías, su hijo; Sedecías, su hijo. 17Hijos de Jeconías el cautivo: Salatiel, su hijo; 18Malquiram, Fadaías, Senasar, Jecamías, Hosamá y Nadabías. 19[2652]Hijos de Fadaías: Zorobabel y Semeí. Hijos de Zorobabel: Mesullam, Hananías y Salomit, su hermana, 20Hasubá, Ohel, Baraquías, Hasadías y Jusabhésed, cinco. 21Hijos de Hananías: Faldas y Jesaías; los hijos de Refaías, los hijos de Arnán, los hijos de Abdías, los hijos de Sequenías. 22Hijo de Sequenías: Semeías. Hijos de Semeías: Hatús, Igal, Barias, Nearías y Safat, seis. 23Hijos de Nearías: Elioenai, Ezequías y Ezricam, tres. 24Hijos de Elioenai: Hodaías, Eliasib, Feleías, Acub, Johanán, Dalaías y Ananí[2653], siete.

1 CRÓNICAS 4
Suplementos de la genealogía de Judá

1Hijos de Judá: Fares, Hesrón, Carmí, Hur y Sobal, 2Raías, hijo de Sobal, engendró a Jáhat. Jáhat engendró a Ahumai y a Lahad. Estas son las familias de los sarateos.

3He aquí los descendientes de la estirpe de Etam: Jesreel, Ismá e Idbás; su hermana se llamaba Hasalelponí. 4Fanuel fue padre de Gedor, y Éser, padre de Husá. Estos son los hijos de Hur, primogénito de Efrata, padre de Betlehem.

5Ashur, padre de Tecoa, tuvo dos mujeres: Hela y Naará. 6De Naará le nacieron: Ohosam, Héfer, Temaní y Haahastarí. Estos son los hijos de Naará. 7Hijos de Hela: Séret, Ishar y Etnán.

8Cos engendró a Anob, a Zobebá y las familias de Aharhel, hijo de Harum. 9Jabés fue más ilustre que sus hermanos; su madre le dio el nombre de Jabés, diciendo: “Porque le di a luz con dolor.” 10Jabés invocó al Dios de Israel, diciendo: “Cólmame, te ruego, de bendiciones y ensancha mis términos; protégeme con tu mano y guárdame del mal, de modo que no padezca aflicción.” Y Dios le otorgó su petición.

11Kelub, hermano de Suhá, engendró a Mehir, que fue padre de Estón. 12Estón engendró a Betrafa, a Pasee y Tehiná, padre de la ciudad de Nahás. Estos son los hombres de Recá.

13Hijos de Quenaz: Otoniel y Saraías. Hijo de Otoniel: Hatat (y Maonatí). 14[2654]Maonatí engendró a Ofrá; y Saraías engendró a Joab, padre del Valle de los artesanos; pues eran artesanos. 15Hijos de Caleb, hijo de Jefone: Ir, Elá y Náam. Hijo de Elá: Quenaz.

16Hijos de Jehalelel: Zif, Zifá, Tiriá y Asarel. 17Hiios de Esrá: Jéter, Méred, Éfer y Jalón. (Jéter) engendró a María, a Samai y a Isbah, padre de Estamo. 18Su mujer, la de Judá, dio a luz a Jéred, padre de Gedor, a Héber, padre de Soco, y a Jecutiel, padre de Zanoa. Aquellos (primeros) fueron los hijos de Bitiá, hija del Faraón, que Méred había tomado por mujer. 19Hijos de la mujer de Hodías, hermana de Náham: el padre de Ceilá, Garmí y Estemoa macaatita.

20Hijos de Simón: Amnón, Riná, Benhanán y Tilón. Hijos de Isí: Zóhet y Benzóhet.

21Hijos de Selá, hijo de Judá: Er, padre de Leca, Laadá, padre de Maresá, y las familias de los que labran el lino en Bet-Asbea, 22[2655]y Joquim, los hombres de Cozebá, y Joás y Saraf, los cuales dominaron en Moab y Jasubi-Léhem. Estas son cosas antiguas. 23Eran ellos alfareros y habitaban en Netaim y Cederá. Habitaban allí al servicio del rey trabajando por él.

Descendientes de Simeón

24Hijos de Simeón: Namuel, lamín, Jarib, Zéra y Saúl. 25Sellum, su hijo; Mibsam, su hijo; Misma, su hijo. 26Hijos de Mismá: Hanuel, su hijo; Zacur, su hijo; Semeí, su hijo. 27[2656]Semeí tuvo diez y seis hijos y seis hijas. Pero sus hermanos no tuvieron muchos hijos, ni se multiplicaron todas sus familias como los hijos de Judá. 28Habitaban en Bersabee, Moladá, Hazarsual, 29Bilhá, Ésem, Tolad, 30Betuel, Hormá, Siceleg, 31Bet-Marcabot, Hasarsusim, Betbirí y Saaraim. Estas fueron sus ciudades hasta el reinado de David, 32con sus aldeas. (Además): Etam, Ain, Rimón, Toquen y Asan; cinco localidades, 33con todas sus aldeas que están en torno a aquellas ciudades, hasta Baal. Estas son sus moradas, y su registro genealógico.

34Y Mesobab, Jamlec, Josa, hijo de Amasías, 35Joel, Jehú, hijo de Josibías, hijo de Saraías, hijo de Asiel; 36Elioenai, Jaacoba, Jesohaías, Asaías, Adiel, Jesimiel, Banaías, 37Zizá, hijo de Sifí, hijo de Allón, hijo de Jedaías, hijo de Simrí, hijo de Samaías. 38Estos cuyos nombres van aquí, eran príncipes de sus familias, y sus casas paternas tomaron un gran aumento. 39Por lo cual se dirigieron a la entrada de Gedor, hasta el oriente del valle, buscando pastos para sus ganados. 40[2657]Y hallaron pastos pingües y buenos y una tierra espaciosa, tranquila y segura, donde antes habían habitado descendientes de Cam. 41[2658]Los antes mencionados por nombre vinieron en tiempo de Ezequías, rey de Judá, y destruyeron las tiendas de aquellos, y también a los Meunitas que habitaban allí, entregándolos al exterminio hasta el día de hoy; y entraron a habitar en su lugar, por haber allí pastos para sus ganados.

42Algunos de los hijos de Simeón, en número de quinientos hombres, se fueron a la montaña de Seír, bajo el mando de Faltías, Naarías, Rafaías y Usiel, hijos de Isí; 43y derrotaron a los restos de los amalecitas que habían escapado, y allí habitan hasta el día de hoy.

1 CRÓNICAS 5
La tribu de Rubén

1[2659]Hijos de Rubén, primogénito de Israel. Era el primogénito, más por haber manchado el tálamo de su padre, fue dada su primogenitura a los hijos de José, hijo de Israel, de modo que no ha de contarse como primogénito. 2Pues Judá se hizo poderoso entre sus hermanos, y de él salió el príncipe, pero la primogenitura fue de José. 3Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Enoc, Fallú, Hesrón y Carmí.

4Hijos de Joel: Semaya, su hijo; Gog, su hijo; Semeí, su hijo; 5Micá, su hijo; Reía, su hijo; Baal, su hijo; 6[2660]Beerá, su hijo, al cual Tiglatfalnasar, rey de Asina, llevó cautivo. Él era príncipe de los Rubenitas. 7Además, sus hermanos, según sus familias, tal como están inscriptos en los registros genealógicos, conforme a sus generaciones: El primero: Jeiel, después Zacarías, 8Bela, hijo de Azaz, hijo de Sema, hijo de Joel, que habitaba en Aroer, y hasta Nebo y Baalmeón. 9Habitaba, asimismo, al oriente hasta la entrada del desierto, que se extiende desde el río Éufrates; porque tenían mucho ganado en la tierra de Galaad. 10[2661]En los días de Saúl hicieron guerra contra los agarenos, que cayeron por su mano; y habitaron en sus tiendas en toda la región oriental de Galaad.

La tribu de Gad

11Los hijos de Gad habitaron enfrente de ellos en la tierra de Basan, hasta Salea. 12Joel fue el primero, Safán el segundo, después Janai y Safat, en Basan. 13Sus hermanos, según sus casas paternas, fueron: Micael, Mesullam, Seba, Jorai, Jacán, Zía y Eber, siete. 14Estos son los hijos de Abihail, hijo de Hurí, hijo de Jaroa, hijo de Galaad, hijo de Micael, hijo de Jesisai, hijo de Jahdó, hijo de Buz. 15Ahí, hijo de Abdiel, hijo de Guní, era el jefe de las casas paternas de ellos. 16Habitaban en Galaad, en Basan y sus aldeas, y en todos los ejidos de Sarón, hasta sus puntos extremos. 17Todos ellos fueron inscriptos en las genealogías, en los días de Joatam, rey de Judá, y en los días de Jeroboam, rey de Israel.

18Los hijos de Rubén, los gaditas y la media tribu de Manasés, eran hombres valientes, llevaban escudo y espada, manejaban el arco, y eran diestros en la guerra. Salían a campaña en número de cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta. 19Hicieron guerra contra los agarenos, Jetur, Nafís y Nodab, 20[2662]y recibieron socorro en la guerra contra ellos, de suerte que los agarenos y todos los que con ellos estaban, fueron entregados en sus manos; pues en la batalla clamaron a Dios, y Él les fue propicio, por cuanto confiaban en Él. 21Capturaron la hacienda de ellos: sus camellos: cincuenta mil; ovejas: doscientas cincuenta mil; asnos: dos mil; y cien mil cautivos. 22[2663]Y hubo muchos muertos, porque la guerra venía de Dios. Habitaron en su lugar hasta el cautiverio.

Descendientes de la media tribu de Manasés.

23Los hijos de la media tribu de Manasés habitaron en el país desde Basán hasta Baalhermón, hasta Senir y el monte Hermón. 24He aquí los jefes de sus casas paternas: Éfer, Isí, Eliel, Asriel. Jeremías, Hodavías y Jahdiel, valientes guerreros, gente de nombradía, jefes de sus casas paternas. 25Pero cometieron infidelidad contra el Dios de sus padres y se prostituyeron yendo en pos de los dioses de los pueblos del país que Yahvé había destruido delante de ellos. 26[2664]Por lo cual el Dios de Israel incitó el espíritu de Ful, rey de Asiria, y el espíritu de Tiglatfalnasar, rey de Asiria, y llevó al cautiverio a los Rubenitas, los Gaditas y la media tribu de Manasés, y los transportó a Halah, a Habor, a Hará y al río Gozan, donde están hasta hoy día.

1 CRÓNICAS 6
Descendientes de Leví

1[2665]Hijos de Leví: Gersón, Caat y Merarí. 2Hijos de Caat: Amram, Ishar, Hebrón y Uciel. 3Hijos de Amram: Aarón, Moisés y María. Hijos de Aarón: Nadab, Abiú. Eleazar e Itamar; 4Eleazar engendró a Fineés; Fineés engendró a Abisúa; 5Abisúa engendró a Bukí; Bukí engendró a Ocí; 6Ocí engendró a Zaraías; Zaraías engendró a Meraiot; 7Meraiot engendró a Amarías; Amarías engendró a Ahitob; 8Ahitob engendró a Sadoc; Sadoc engendró a Ahimaas; 9Ahimaas engendró a Azarías; Azarías engendró a Johanán; 10Johanán engendró a Azarías, el cual ejerció el sacerdocio en la Casa que Salomón edificó en Jerusalén. 11Azarías engendró a Amarías; Amarías engendró a Ahitob; 12Ahitob engendró a Sadoc; Sadoc engendró a Sallum; 13Sallum engendró a Helcías; Helcías engendró a Azarías; 14Azarías engendró a Saraías; Saraías engendró a Josadac; 15Josadac fue llevado cuando Yahvé deportó a Judá y a Jerusalén, por mano de Nabucodonosor.

16Fueron hijos de Leví: Gersón, Caat y Merarí. 17He aquí los nombres de los hijos de Gersón: Libní y Simeí. 18Hijos de Caat: Amram, Ishar, Hebrón, y Uciel. 19Hijos de Merarí: Mahlí y Musí. Estas son las familias de los levitas, según sus casas paternas. 20Hijos de Gersón: Libní, su hijo; Jáhat, su hijo; Sammá, su hijo; 21Joah, su hijo; Iddó, su hijo; Zara, su hijo; Jeatrai, su hijo. 22[2666]Hijos de Caat: Aminadab, su hijo; Coré, su hijo; Asir, su hijo; 23Elcaná, su hijo; Ebiasaf, su hijo; Asir, su hijo; 24Táhat, su hijo; Uriel, Su hijo; Ocías, su hijo, y Saúl, su hijo. 25Hijos de Elcaná: Amasai, Ahimot 26y Elcaná. Hijos de Elcaná: Zofai, su hijo; Náhat, su hijo; 27Eliab, su hijo; Jeroham, su hijo; Elcaná, su hijo. 28[2667]Hijos de Samuel: El primogénito, Vasní; después Abías. 29Hijos de Merarí: Mahlí; Libní, su hijo; Simeí, su hijo; Uzá, su hijo; 30Simeá, su hijo; Hagía, su hijo; Asaía, su hijo.

Los levitas cantores

31He aquí los que David puso para dirigir el canto, en la Casa de Yahvé, después que el Arca había encontrado un lugar de reposo. 32[2668]Ellos ejercían el ministerio de cantores delante de la Morada del Tabernáculo de la Reunión, hasta que Salomón edificó la Casa de Yahvé en Jerusalén. Cumplían su servicio según su reglamento. 33He aquí los que ejercían este servicio, con sus hijos: De los hijos de los Caatitas: Hernán, el cantor, hijo de Joel, hijo de Samuel, 34hijo de Elcaná, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Tóah, 35hijo de Suf, hijo de Elcaná, hijo de Máhat, hijo de Amasai, 36hijo de Elcaná, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías, 37hijo de Táhat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, 38hijo dé Ishar, hijo de Caat, hijo de Leví, hijo de Israel. 39[2669]Su hermano Asaf, que asistía a su derecha: Asaf, hijo de Baraquías, hijo de Simeá, 40hijo de Micael, hijo de Basaías, hijo de Malquías, 41hijo de Etní, hijo de Zara, hijo de Adaías, 42hijo de Etán, hijo de Sima, hijo de Simeí, 43hijo de Jáhat, hijo de Gersón, hijo de Leví. 44[2670]Los hijos de Merarí, hermanos de ellos, estaban a la izquierda: Etán, hijo de Quisí, hijo de Abdí, hijo de Malluc, 45hijo de Asabías, hijo de Amasías, hijo de Helcías, 46hijo de Amsí, hijo de Baní, hijo de Sémer, 47hijo de Mahlí, hijo de Musí, hijo de Merarí, hijo de Leví. 48Sus hermanos, los (demás) levitas, estaban encargados de todo el servicio de la Morada de la Casa de Dios.

Aarón y sus hijos

49Aarón y sus hijos ejercían sus funciones en el altar del holocausto y en el altar del incienso; cumplían todo el servicio del Santísimo y hacían la expiación por todo Israel, conforme a cuanto había mandado Moisés, siervo de Dios. 50Estos son los hijos de Aarón: Eleazar, su hijo; Fineés, su hijo; Abisúa, su hijo; 51Bukí, su hijo; Ocí, su hijo; Zaraías, su hijo; 52Meraiot, su hijo; Amaría, su hijo; Ahitob, su hijo; 53Sadoc, su hijo; Ahimaas, su hijo.

Ciudades de los sacerdotes

54He aquí sus residencias según los territorios que les fueron asignados: A los hijos de Aarón, de la familia de los Caatitas, que fueron los (primeros) señalados por la suerte, 55les tocó Hebrón en la tierra de Judá, con sus ejidos alrededor de ella; 56[2671]pero el campo de la ciudad, y sus aldeas, fueron dados a Caleb, hijo de Jefone. 57Se les dio a los hijos de Aarón Hebrón, que era también ciudad de refugio, además, Lobná con sus ejidos, Jatir y Estemoá con sus ejidos, 58Helón con sus ejidos, Dabir con sus ejidos, 59Asan con sus ejidos, y Betsemes con sus ejidos. 60De la tribu de Benjamín: Gabaá con sus ejidos, Almat con sus ejidos, Anatot con sus ejidos. Todas sus ciudades fueron trece, según sus familias.

Ciudades de los levitas

61[2672]Los hijos de Caat, que pertenecían a esa familia de la tribu, recibieron por suerte diez ciudades de la mitad de Manasés, 62Los hijos de Gersón, según sus familias, recibieron trece ciudades de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la tribu de Manasés que estaba en Basan. 63A los hijos de Merarí, según sus familias, les tocaron en suerte doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón. 64Los hijos de Israel dieron a los levitas estas ciudades con sus ejidos. 65[2673]Les dieron por suerte también de la tribu de los hijos de Judá, de la tribu de los hijos de Simeón y de la tribu de los hijos de Benjamín, las ciudades designadas nominalmente.

66Las (demás) familias de los hijos de Caat recibieron las ciudades de su propiedad de parte de los hijos de Efraím, 67les dieron Siquem en la montaña de Efraím, una de las ciudades de refugio, con sus ejidos, Guézer con sus ejidos, 68[2674]Jocmeam con sus ejidos, Bethorón con sus ejidos, 69Ayalón con sus ejidos y Gatrimón con sus ejidos; 70de parte de la media tribu de Manasés: Aner con sus ejidos, Bileam con sus ejidos, para las familias de los demás hijos de Caat.

71A los hijos de Gersón (se les dio): de la familia de la otra media tribu de Manasés: Golán en Basan con sus ejidos y Astarot con sus ejidos; 72de la tribu de Isacar: Cades con sus ejidos, Daberat con sus ejidos; 73Ramot con sus ejidos y Anem con sus ejidos; 74de la tribu de Aser: Masal con sus ejidos, Abdán con sus ejidos; 75Hucoc con sus ejidos y Rehob con sus ejidos; 76de la tribu de Neftalí: Cades en Galilea con sus ejidos, Hamón con sus ejidos, y Kiryataim con sus ejidos.

77[2675]Al resto, (es decir), a los hijos de Merarí (se les dio): de la tribu de Zabulón: Rimonó con sus ejidos y Tabor con sus ejidos; 78y en la otra parte del Jordán, frente a Jericó, al oriente del Jordán, de la tribu de Rubén: Béser en el desierto con sus ejidos, Jazá con sus ejidos, 79Quedemot con sus ejidos, y Mefaat con sus ejidos; 80de la tribu de Gad: Ramot de Galaad con sus ejidos, Mahanaim con sus ejidos, 81Mesbón con sus ejidos, y Jaer con sus ejidos.

1 CRÓNICAS 7
La tribu de Isacar

1Hijos de Isacar: Tolá, Fuá, Jasub y Simrón; cuatro. 2Hijos de Tolá: Ucí, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Samuel, jefes de las casas paternas de Tola; valientes guerreros (inscriptos) en los registros genealógicos, siendo su número en los días de David veinte y dos mil seiscientos. 3Hijos de Ucí: Israhías. Hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel y Jesías, en total cinco jefes. 4Tenían, además, según sus linajes y sus casas paternas, divisiones de tropas de guerra, en número de treinta y seis mil; pues tenían muchas mujeres e hijos, 5Sus hermanos de todas las familias de Isacar, valientes guerreros, eran ochenta y siete mil, inscriptos todos ellos en los registros genealógicos.

La tribu de Benjamín

6[2676]Hijos de Benjamín: Bela, Béquer y Jediael; tres. 7Hijos de Bela: Esbón, Ucí, Uciel, Jerimor e Irí; cinco jefes de las casas paternas, valientes guerreros, inscriptos en los registros genealógicos en número de veinte y dos mil treinta y cuatro. 8Hijos de Béquer: Semirá, Joás, Eliéser, Elioenai, Amrí, Jeremot, Abías, Anatot y Almat; todos estos hijos de Béquer. 9Su registro genealógico, según sus linajes y jefes de sus casas paternas, abarcaba veinte mil doscientos valientes guerreros. 10Hijos de Jediael: Bilhán. Hijos de Bilhán: Jeús, Benjamín, Aod, Canaaná, Cetán, Tarsis y Ahisáhar: 11todos estos hijos de Jediael (contados) según los jefes de sus casas paternas, valientes guerreros en número de diez y siete mil doscientos, aptos para ir a la guerra. 12Supim y Hupim, hijos de Ir; y los Husim, hijos de Aher.

La tribu de Neftalí

13[2677]Hijos de Neftalí: Jahaciel, Guní, Géser y Sellum; hijos de Bilhá.

La tribu de Manasés

14[2678]Hijos de Manasés: Asriel. Su concubina siria dio a luz a Maquir, padre de Galaad. 15[2679]Maquir tomó mujer de Hupim y Supim. Su hermana se llamaba Maacá. El nombre del segundo era Saliehad, el cual tuvo hijas. 16Maacá, mujer de Maquir, dio a luz un hijo, y llamó su nombre Peres; el nombre del hermano de este fue Seres, y sus hijos fueron Ulam y Réquem. 17Hijos de Ulam: Bedán. Estos son los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. 18[2680]Su hermana Hamoléquet dio a luz a Ishod, a Abiéser y a Mahlá. 19Los hijos de Semidá fueron Ahían, Siquem, Liquí y Aniam.

La tribu de Efraím

20[2681]Hijos de Efraím: Sutela; Bered, su hijo; Táhat, su hijo; Eladá, su hijo; Táhat, hijo de él. 21Zabad, su hijo; Sutela, su hijo; Éser y Elad, a quienes mataron los hombres de Gat, naturales del país; porque habían bajado allá para quitarles sus ganados. 22Su padre Efraím los lloró muchos días, y sus hermanos vinieron a consolarle. 23Después entró a su mujer, la cual concibió y le dio un hijo, a quien llamó Berías, porque la desgracia estaba en su casa. 24Su hija fue Sara, la cual edificó a Bethorón, la de abajo y la de arriba; y también a Ucén-Sara. 25También fueron sus hijos Refa, y Résef, y Tela, su hijo; Tahán, su hijo; 26Ladán, su hijo; Amihud, su hijo; Elisamá, su hijo; 27[2682]Nun, su hijo; Josué, su hijo. 28Las posesiones de ellos y sus moradas eran: Betel con sus aldeas; al oriente Naarán, y al occidente Guézer con sus villas, y Siquem con sus villas, hasta Gaza y sus aldeas, 29quedando en manos de los hijos de Manasés, Betseán con sus aldeas, Tanac con sus aldeas, Megidó con sus aldeas, Dor con sus aldeas. En estas ciudades habitaron los hijos de José, hijo de Israel.

La tribu de Aser

30[2683]Hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Berías, y Sara, hermana de ellos. 31Hijos de Berías: Héber, y Malquiel, el cual fue padre de Birzavit. 32Héber engendró a Jaflet, Somer, Jotam y Suá, hermana de ellos. 33Hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos son los hijos de Jaflet. 34Hijos de Sémer: Ahí, Rohagá, Jehubá y Aram. 35Hijos de Hélem, su hermano: Zofah, Imná, Seles y Amal. 36Hijos de Zofah: Súah, Harnéfer, Sual, Berí, Imrá, 37Béser, Hod, Sammá, Silsá, Itrán y Beerá. 38Hijos de Jéter: Jefone, Pispa y Ara. 39Hijos de Ullá: Arah, Haniel, y Risiá. 40Todos estos eran hijos de Aser, jefes de casas paternas, hombres escogidos, valientes guerreros, jefes de príncipes. En los registros genealógicos estaban ellos inscriptos en número de veinte y seis mil hombres, aptos para el ejército y para la guerra.

1 CRÓNICAS 8
Genealogías de la tribu de Benjamín

1[2684]Benjamín engendró a Bela, su primogénito, a Asbel, el segundo, a Aharah, el tercero, 2a Nohá, el cuarto, a Rafa, el quinto. 3Bela tuvo por hijos: Adar, Gerá, Abihud, 4Abisúa, Naamán, Ahoá, 5Gerá, Sefufán y Huram.

6He aquí los hijos de Ahud, que eran jefes de casas paternas de los habitantes de Gabaá y fueron transportados a Manáhat: 7Naamán, Ahías y Gerá. Este los transportó, y engendró a Uzá y a Ahihud.

8Saaraim engendró hijos en el país de Moab, después de haber repudiado a sus mujeres Husim y a Baará. 9Engendró de Hodes, su mujer, a Jobab, Sibiá, Mesá, Malcam, 10Jeús, Sequía y Mirmá. Estos son sus hijos, jefes de casas paternas. 11De Husim engendró a Abitob, y Elpaal. 12Hijos de Elpaal: Éber, Misam, y Sémed, el cual edificó a Onó y Lod, con sus aldeas; 13también Berías y Sema, jefes de casas paternas de los habitantes de Ayalón, que pusieron en fuga a los habitantes de Gat. 14Ahío, Sasac, Jeremot, 15Zebadías. Arad, Eder, 16Micael, Ispá y Jojá, hijos de Berías. 17Zebadías, Mesullam, Ezequías, Héber, 18Ismerai, Izliá y Jobab, hijos de Elpaal. 19Jaquim Sicrí, Zabdí, 20Elienai, Silletai, Eliel, 21Adayá, Berayá y Simrat, hijos de Simeí. 22Ispán, Eber. Eliel, 23Abdón, Sicrí, Hanán, 24Hananías, Elam, Anatotías. 25Ifdayá y Penuel: hijos de Sasac. 26Samserai, Sehariá, Ataliá, 27Jaaresías, Eliá y Sicrí: hijos de Jeroham. 28Estos son los jefes de las casas paternas, según sus linajes, que habitaban en Jerusalén.

29[2685]En Gabaón habitó el padre de Gabaón, cuya mujer se llamaba Maacá; 30y Abdón, su hijo primogénito, y Sur, Cis, Baal, Nadab, 31Gedor, Ahío y Zequer. 32Miclot engendró a Simeá. También estos, habitaron con sus hermanos en Jerusalén, frente a sus hermanos. 33[2686]Ner engendró a Cis; Cis engendró a Saúl; Saúl engendró a Jonatán, Melquisúa, Abinadab, y Esbáal. 34Hijos de Jonatán: Meribbáal. Meribbáal engendró a Mica. 35Hijos de Mica: Pitón, Mélec, Tarea y Acaz. 36Acaz engendró a Joadá, Joadá engendró a Alémet, Azmáyet y Simrí. Simrí engendró a Mosá; 37Mosá engendró a Bineá, cuyo hijo fue Rafa, hijo de este Elasá, e hijo de este, Asel. 38AseI tuvo seis hijos, cuyos nombres son estos: Azricam, Bocrú, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Todos estos son hijos de Asel. 39Hijos de Esec, su hermano: Ulam, su primogénito, Jeús, el segundo, y Elifélet, el tercero. 40Los hijos de Ulam eran valientes guerreros, que manejaban el arco, padres de muchos hijos y nietos: ciento cincuenta. Todos estos pertenecen a los hijos de Benjamín.

1 CRÓNICAS 9
Habitantes de Jerusalén

1Todo Israel fue inscripto en los registros genealógicos; y he aquí que están inscriptos en el libro de los reyes de Israel y de Judá, pero fueron transportados a Babilonia a causa de sus transgresiones. 2[2687]Los primeros que entraron en sus posesiones, en sus ciudades, fueron israelitas, los sacerdotes, los levitas y los natineos.

3En Jerusalén habitaron hijos de Judá, hijos de Benjamín, e hijos de Efraím y de Manasés: 4Utai, hijo de Amihud, hijo de Omrí, hijo de Imrí, hijo de Baní, de los hijos de Fares, hijo de Judá. 5De los Silonitas: Asayá, el primogénito, con sus hijos. 6De los hijos de Zara: Jeuel y sus hermanos: seiscientos noventa. 7De los hijos de Benjamín: Sallú, hijo de Mesullam, hijo de Hodavías, hijo de Asenuá; 8e Ibneías, hijo de Jeroham, Elá, hijo de Ucí, hijo de Micrí, y Mesullam, hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnía, 9y sus hermanos, según sus linajes: novecientos cincuenta y seis. Todos estos eran jefes de casas paternas, en las casas de sus padres.

Sacerdotes

10[2688]De los sacerdotes: Jedaías, Joiarib, Jaquín, 11y Azarías, hijo de Helcías, hijo de Mesullam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la Casa de Dios; 12Adaías, hijo de Jeroham, hijo de Fasur, hijo de Malquías; Masai, hijo de Adiel, hijo de Jaserá, hijo de Mesullam, hijo de Mesilemit, hijo de Imer; 13y sus hermanos, jefes de sus casas paternas: mil setecientos sesenta hombres vigorosos para la obra del servicio de la Casa de Dios.

Levitas

14De los levitas: Semeías, hijo de Hasub, hijo de Asricam, hijo de Hasabías, de los hijos de Merarí; 15Bacbacar, Heres, Galal, Matanías, hijo de Mica, hijo de Sicrí, hijo de Asaf; 16Obadías, hijo de Semeías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; Baraquías, hijo de Asá, hijo de Elcaná, que habitó en las aldeas de los Netofatitas.

17Porteros: Sellum, Acub, Talmón, Ahimán y sus hermanos. Sellum era el jefe; 18y hasta ahora están cabe la puerta del rey, al oriente. Estos son los porteros del campamento de los hijos de Leví. 19[2689]Sellum, hijo de Coré, hijo de Abiasaf, hijo de Coré, y sus hermanos de su casa paterna, los coreítas, tenían a su cargo el oficio de guardar las puertas del Tabernáculo, pues sus padres habían tenido a su cargo la guardia de la entrada al campamento de Yahvé. 20Antiguamente Fineés, hijo de Eleazar, había sido su jefe; y Yahvé estuvo con él. 21[2690]Zacarías, hijo de Meselemías, era portero de la entrada del Tabernáculo de la Reunión. 22Todos estos, escogidos para guardianes de las puertas, en número de doscientos doce, estaban inscriptos en los registros genealógicos según sus ciudades. David y el profeta Samuel los habían establecido en sus cargos. 23Tanto ellos como sus hijos tenían a su cargo guardar las puertas de la Casa de Yahvé, la Casa del Tabernáculo. 24Había porteros a los cuatro vientos: al oriente, al occidente, al norte, y al mediodía. 25Sus hermanos, que habitaban en sus ciudades, tenían que venir de tiempo en tiempo para estar con ellos durante siete días. 26Porque estos cuatro jefes de los porteros, que eran levitas, tenían como función permanente la vigilancia de las cámaras y de los tesoros de la Casa de Dios. 27Sus alojamientos se hallaban alrededor de la Casa de Dios, porque tenían a su cargo la custodia de ella y habían de abrirla todas las mañanas.

28Algunos de ellos tenían el cuidado de los utensilios de culto, que se contaban al entrar y al salir. 29[2691]Otros de entre ellos tenían que cuidar de los utensilios y de todos los instrumentos del Santuario, la flor de harina, el vino, el aceite, el incienso y los perfumes. 30Algunos de los hijos de los sacerdotes confeccionaban los perfumes, 31y Matatías, uno de los levitas, el primogénito de Sellum coreíta, cuidaba de las cosas que se freían en sartén. 32Otros de sus hermanos, de entre los hijos de los Caatitas tenían a su cargo preparar para todos los sábados los panes de la proposición. 33En cuanto a los cantores, jefes de las casas paternas de los levitas (permanecían) en las habitaciones y estaban exentos de servicio, pues se ocupaban de día y de noche en su ministerio. 34Estos son los jefes de las casas paternas de los levitas, jefes de sus linajes, que habitaban en Jerusalén.

Genealogía de Saúl

35[2692]En Gabaón habitó el padre de Gabaón, Jehiel, cuya mujer se llamaba Maacá. 36Abdón, fue su hijo primogénito, después Sur, Cis, Báal, Ner, Nadab, 37Gedor, Ahío, Zacarías y Miclot. 38Miclot engendró a Simeam. También estos habitaron en Jerusalén, frente a sus hermanos, en unión con estos. 39Ner engendró a Cis; Cis engendró a Saúl; Saúl engendró a Jonatán, Melquisúa, Abinadab y Esbáal. 40Hijo de Jonatán: Meribbáal. Meribbáal engendró a Mica. 41Hijos de Mica: Pitón, Mélec, Tarea y Acaz. 42Acaz engendró a Jará; Jará engendró a Alémet, Azmávet y Simrí. Simrí engendró a Mosá; 43Mosá engendró a Bineá. Su hijo fue Rafayá; hijo de este, Elasá; hijo de este, Asel. 44Asel tuvo seis hijos, cuyos nombres son: Asricam, Bocrú, Ismael, Searyá, Obadías y Hanán. Estos son los hijos de Asel.

II. DAVID
1 CRÓNICAS 10
Muerte de Saúl

1[2693]Los filisteos hicieron guerra contra Israel; y huyeron los israelitas delante de los filisteos, y cayeron traspasados en el monte Gelboé. 2Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, Abinadab y Melquisúa, hijos de Saúl. 3Entonces se concentró el combate sobre Saúl, pues lo descubrieron los flecheros; y tembló ante los flecheros. 4Por lo cual dijo Saúl a su escudero: “Desenvaina tu espada y traspásame con ella; no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí.” Mas no quiso su escudero, porque tuvo gran temor. Entonces tomó Saúl su espada y se arrojó sobre ella. 5Cuando su escudero vio que Saúl era muerto, se echó también él sobre su espada y murió. 6[2694]Así murió Saúl con sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él. 7Entonces todos los hombres de Israel que vivían en el valle, cuando vieron que (los suyos) habían huido y que habían muerto Saúl y sus hijos abandonaron sus ciudades entregándose a la fuga; y vinieron los filisteos para habitar en ellas.

8Cuando al día siguiente vinieron los filisteos para despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus hijos tendidos en el monte Gelboé. 9Lo despojaron y se llevaron su cabeza y sus armas. Después hicieron publicar por mensajeros la buena nueva a sus ídolos y a su pueblo en todo el país de los filisteos. 10[2695]Depositaron las armas de Saúl en la casa de sus dioses y clavaron su cabeza en la casa de Dagón.

11Pero toda Jabés-Galaad al oír lo que los filisteos habían hecho con Saúl, 12todos los hombres valientes se levantaron, y quitando el cadáver de Saúl, y los cadáveres de sus hijos, los trasladaron a Jabés. Enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabés, y ayunaron siete días.

13Saúl murió a causa de las transgresiones que había cometido contra Yahvé, porque no guardó la palabra de Yahvé, y también por haber interrogado y consultado un espíritu pitónico. 14[2696]en vez de consultar a Yahvé; por lo cual Este le hizo morir, y transfirió el reino a David, hijo de Isaí.

1 CRÓNICAS 11
David, rey en Hebrón

1[2697]Todo Israel se congregó en torno a David, en Hebrón, diciendo: “He aquí que somos hueso tuyo y carne tuya. 2Ya antes, cuando Saúl reinaba todavía, tú sacabas (a campaña) a Israel y lo conducías a casa; y a ti te ha dicho Yahvé tu Dios: Tú apacentarás a Israel, mi pueblo, y tú serás el caudillo de Israel, mi pueblo.” 3Vinieron todos los ancianos de Israel al rey, a Hebrón y el rey David hizo con ellos alianza en Hebrón en la presencia de Yahvé; y ellos ungieron a David por rey sobre Israel, según la palabra que Yahvé había pronunciado por boca de Samuel.

David conquista a Jerusalén

4Después marchó David con todo Israel contra Jerusalén, que es Jebús, donde (aún residían) los jebuseos, habitantes del país. 5[2698]Y decían los habitantes de Jebús a David: “No podrás entrar aquí.” Pero David tomó la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David; 6pues dijo David: “El que primero hiera a los jebuseos, será jefe y capitán.” Y Joab, hijo de Sarvia, subió el primero, y resultó jefe. 7David se estableció en la fortaleza; por esto la llamaron ciudad de David. 8[2699]Y edificó la ciudad en derredor, desde el Milló hasta la circunvalación; y Joab restauró el resto de la ciudad. 9Así David vino a ser cada vez más poderoso, y Yahvé de los Ejércitos estaba con él.

Los paladines de David

10[2700]He aquí los principales de los héroes que tenía David, y que, en unión con todo Israel, contribuyeron a asegurarle el reino y hacerle rey, conforme a la palabra de Yahvé anunciada a Israel.

11He aquí la nómina de los héroes que tenía David: Jasobeam, hijo de Acmoní, jefe de los treinta, que blandió su lanza contra trescientos y los mató de una vez.

12[2701]Después de él, Eleazar, hijo de Dodó, ahohita, que era uno de los tres héroes. 13Este estaba con David en Pasdamim, donde los filisteos se habían reunido para la batalla. Había allí una parcela de campo llena de cebada, y el pueblo estaba ya huyendo delante de los filisteos, 14[2702]pero él se puso en medio del campo, lo defendió y derrotó a los filisteos, obrando Yahvé una gran salvación.

15Tres de los treinta héroes descendieron a la peña de la cueva de Odollam donde estaba David, cuando los filisteos se hallaban acampados en el valle de Refaím. 16David estaba a la sazón en la fortaleza, y una guarnición de filisteos ocupaba Betlehem. 17Entonces le vino a David un deseo, y dijo: “¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Betlehem, que está junto a la puerta!” 18Al punto aquellos tres se abrieron paso a través del campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Betlehem, que está contigua a la puerta, y tomándola la llevaron a David. Mas no quiso David bebería, sino que hizo una libación a Yahvé, 19diciendp: “¡Líbrame Dios de hacer tal cosa! ¿Voy a beber yo la sangre de estos hombres junto con sus vidas? pues con riesgo de sus vidas la han traído.” Por tanto no quiso beberla. Esto hicieron los tres héroes.

20Abisai, hermano de Joab, era jefe de los treinta. Blandió su lanza contra trescientos que mató, y tuvo nombre entre los treinta. 21Él se distinguía entre ellos, por lo cual fue hecho su jefe; mas no igualó a los tres (primeros).

22[2703]Banaías, hijo de Joiadá, hijo de un varón valiente, grande en hazañas, de Cabseel, mató a los dos Arieles de Moab. Bajó y mató a un león, en medio de una cisterna, en un día de nieve. 23Mató asimismo a un egipcio, que tenía cinco codos de altura; y en su mano tenía el egipcio una lanza, semejante a un enjullo de tejedor. Bajó contra él con su báculo, y arrebatando la lanza de la mano del egipcio, lo mató con esta. 24[2704]Esto hizo Banaías, hijo de Joiadá, y tuvo nombre entre los treinta héroes. 25[2705]Fue muy famoso entre los treinta, pero no igualó a los tres; y David le puso al frente de su guardia.

26Los valientes entre las tropas eran: Asael, hermano de Joab; Elhanán, hijo de Dodó, de Betlehem; 27Samet arorita; Heles pelonita; 28Irá, hijo de Iqués, de Tecoa; Abiéser de Anatot; 29Sibecai husatita; Ilai ahoíta; 30Maharai netofatita; Héled, hijo de Baaná, netofatita; 31Itai, hijo de Ribai, de Gabaá, de los hijos de Benjamín; Banaías piratonita; 32Hurai de los valles de Gaas; Abiel arbatita; 33Azmávet bahurimita; Eliabá saalbonita; 34Benehasem gizonita; Jonatán, hijo de Sagé, ararita; 35Ahiam, hijo de Sacar, ararita; Elifélet, hijo de Ur; 36Héfer mequeratita; Ahía pelonita; 37Hesró del Carmel; Naarai, hijo de Esbai; 38Joel, hermano de Natán; Mibhar, hijo de Hagrai; 39Zélec ammonita; Naarai berotita, escudero de armas de Joab, hijo de Sarvia; 40Irá de Jéter; Gareb de Jéter; 41Urías heteo; Zabad, hijo de Ahlai; 42Adiná, hijo de Sizá, rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él; 43Hanán, hijo de Maacá; Josafat mitnita; 44Ucías de Astarot; Sama y Jeiel, hijos de Hotam, de Aroer; 45Jediael, hijo de Simrí; Johá, su hermano, tisita; 46Eliel mahavita; Jeribai y Josavía, hijos de Elnaam; Irma moabita; 47Eliel, Obed y Jaasiel, de Masobía.

1 CRÓNICAS 12
Los primeros compañeros de David

1[2706]Estos son los que se afiliaron a David en Siceleg, cuando estaba alejado de la presencia de Saúl, hijo de Cis. Estos son también del número de los valientes que le ayudaron en la guerra. 2Manejaban el arco, y eran diestros en (arrojar) piedras con la mano derecha y con la izquierda, y saetas con el arco. Eran parientes de Saúl, benjaminitas. 3El principal era Ahiéser, luego Joás, hijos de Semaá gabaatita; Jesiel y Pélet, hijos de Azmávet; Beracá; Jehú anatotita; 4Ismaías gabaonita, valiente entre los treinta, y jefe de los treinta; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita; 5Eluzai, Jerimot, Bealías, Semanas, Sefatías harufita; 6Elcaná, Isaías, Azarel, Joéser y Jasobeam, coreítas; 7Joelá y Zebadías, hijos de Jeroham, de Gedor.

8[2707]Se separaron también algunos hombres valientes de los gaditas, para (unirse) con David en la fortaleza del desierto, soldados aptos para la guerra, que manejaban escudo y lanza. Sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas de los montes. 9Su jefe era Éser; Obadías, el segundo; Eliab, el tercero; 10Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; 11Atai, el sexto; Eliel, el séptimo; 12Johanán, el octavo; Elzabad, el nono; 13Jeremias, el décimo; Macbanai, el undécimo. 14Estos eran de los hijos de Gad, jefes del ejército; el menor de ellos era capaz de atacar a cien hombres, y el mayor a mil. 15[2708]Estos fueron los que atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando suele desbordarse por todas sus riberas, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles al oriente y al occidente.

16Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a la fortaleza, donde estaba David. 17David se presentó delante de ellos, y tomando la palabra, les dijo: “Si venís a mí con intenciones pacíficas para ayudarme, mi corazón se unirá con vosotros; pero si es para engañarme y entregarme a mis enemigos, siendo mis manos limpias de maldad, ¡véalo el Dios de nuestros padres, y sea juez!” 18[2709]Entonces el Espíritu revistió a Amasai, jefe de los treinta (y dijo):

“¡Tuyos somos, oh David;

y contigo estamos, hijo de Isaí!

¡Paz, paz a ti,

y paz a cuantos te ayuden!

Pues a ti te ayuda tu Dios.”

Y David los recibió, y los puso entre los jefes del ejército.

19También de Manasés se unieron algunos con David, cuando este juntamente con los filisteos hizo guerra contra Saúl, bien que no ayudó a estos; pues los príncipes de los filisteos, habido consejo, lo despidieron, diciendo: “Se pasará a Saúl, su señor, y arriesgaremos nuestras cabezas.” 20Así cuando regresó a Siceleg, algunos de los hijos de Manasés se pasaron a él: Adná, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Silletai, jefes militares de Manasés. 21Estos ayudaron a David contra las bandas, porque todos eran hombres valientes y vinieron a ser jefes del ejército. 22[2710]En aquel tiempo día por día acudían gentes a David para ayudarle, hasta que el ejército llegó a ser grande, como un ejército de Dios.

Los partidarios de David lo proclaman rey en Hebrón

23Estas son las cifras de los destacamentos que armados para la guerra vinieron a David, a Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la orden de Yahvé. 24De los hijos de Judá, armados de escudo y lanza, seis mil ochocientos, listos para la guerra. 25De los hijos de Simeón, hombres valerosos para la guerra, siete mil cien. 26De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos. 27Y con Joiadá, jefe de (la casa de) Aarón, otros tres mil setecientos; 28[2711]con Sadoc, joven y valeroso, veinte y dos jefes de su casa paterna. 29De los hijos de Benjamín, hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces la mayor parte de ellos guardaba fidelidad a la casa de Saúl. 30De los hijos de Efraím, veinte mil ochocientos, hombres valientes, famosos en sus casas paternas. 31De la media tribu de Manasés, diez y ocho mil, nominalmente designados para ir a proclamar rey a David. 32[2712]De los hijos de Isacar, que conocían los tiempos y sabían lo que Israel debía hacer, doscientos jefes, y todos sus hermanos bajo sus órdenes. 33De Zabulón, cincuenta mil, aptos para salir a campaña, preparados para dar batalla y provistos de todas las armas de guerra para entrar en combate con ánimo resuelto. 34De Neftalí, mil jefes, y con ellos treinta y siete mil hombres con escudo y lanza. 35De los Danitas, listos para la guerra veinte y ocho mil seiscientos. 36De Aser, aptos para salir a campaña y preparados para la guerra, cuarenta mil. 37Y de la otra parte del Jordán, de los rubenitas, de los gaditas y de la media tribu de Manasés, provistos de todos los pertrechos de guerra para la batalla, ciento veinte mil.

38Todos estos hombres de guerra, formados en orden de batalla, vinieron con corazón sincero a Hebrón, para proclamar a David rey sobre todo Israel; y todo el resto de Israel era de un mismo sentir para hacer rey a David. 39Estuvieron allí con David tres días, comiendo y bebiendo; porque sus hermanos les habían preparado comida. 40[2713]Además los vecinos de ellos, hasta Isacar, Zabulón y Neftalí, traían víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor en abundancia; pues reinaba alegría en Israel.

1 CRÓNICAS 13
Traslado del arca a la casa de Obededom

1[2714]Después de consultar con los tribunos y centuriones y con todos los príncipes, 2dijo David a toda la asamblea de Israel: “Si os parece bien y la cosa viene de Yahvé, nuestro Dios, vamos a mandar mensajeros por todas partes a (llamar a) nuestros hermanos que han quedado en todas las regiones de Israel y, además, a los sacerdotes y levitas en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros; 3y volvamos a restituirnos el Arca de nuestro Dios, ya que no la hemos buscado en los días de Saúl.”

4Toda la asamblea resolvió hacer así, pues la propuesta pareció bien a todo el pueblo. 5[2715]Congregó entonces David a todo Israel desde el Sihor de Egipto, hasta la entrada de Hamat, para traer el Arca de Dios desde Kiryatyearim. 6Subió David, con todo Israel, hacia Baalá, o sea Kiryatyearim, que pertenece a Judá, para sacar de allí el Arca del Dios de Israel, que reside sobre los querubines; el Arca, sobre el cual es invocado el Nombre (de Yahvé). 7Y de la casa de Abinadab se llevaron el Arca de Dios sobre un carro nuevo, que fue conducido por Uzzá y Ahió. 8David y todo Israel danzaban delante de Dios con todas sus fuerzas, cantando y tocando cítaras, salterios, panderetas, címbalos y trompetas.

9Mas cuando llegaron a la era de Quidón, extendió Uzzá su mano para sostener el Arca, porque los bueyes tropezaban. 10[2716]Por esto se irritó Yahvé contra Uzzá, le hirió por haber tocado con su mano el Arca; y Uzzá murió allí delante de Dios. 11[2717]Entonces David se contristó, porque Yahvé había infligido a Uzzá tal castigo; y aquel sitio se llama Peres-Uzzá hasta hoy día. 12Y David tuvo en aquel día miedo a Dios, y dijo: “¿Cómo voy a traer a mí el Arca de Dios?” 13Por lo cual David no trasladó el Arca de Dios hacia él, a la ciudad de David, sino que la hizo desviar a la casa de Obededom geteo.

14El Arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obededom. Y bendijo Yahvé la casa de Obededom y todo cuanto tenía.

1 CRÓNICAS 14
La familia de David

1[2718]Hiram, rey de Tiro, envió mensajero a David, y maderas de cedro, y también albañiles y carpinteros, para edificarle una casa. 2[2719]Y conoció David que Yahvé había confirmado su reinado sobre Israel, porque (Dios) había ensalzado su dignidad real por amor de Israel su pueblo.

3Tomó David otras mujeres en Jerusalén, y engendró más hijos e hijas. 4He aquí los nombres de los hijos que tuvo en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 5Ibhar, Elisúa, Elpélet, 6Noga, Náfeg, Jafía, 7Elisamá, Baaliadá y Elifélet.

Victoria sobre los filisteos

8Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey sobre Israel entero, todos los filisteos subieron en busca de David. Mas David lo supo y les salió al paso. 9Llegaron los filisteos y se extendieron en el valle de Refaím. 10Entonces David consultó a Dios, preguntando: “¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano?” Y Yahvé le respondió: “Sube, pues Yo los entregaré en tu mano”. 11[2720]Y subieron a Baal-Ferasim, donde David los derrotó. Dijo entonces David: “Dios ha quebrantado a mis enemigos por mi mano, como las aguas rompen (los diques) y por eso aquel lugar se llamó Baal-Ferasim.” 12Dejaron allí sus dioses, que por orden de David fueron arrojados al fuego.

13Otra vez invadieron los filisteos el valle, 14y David volvió a consultar a Dios, el cual le contestó: “No subas tras de ellos; aléjate de ellos, para acometerlos desde el lado de las balsameras. 15[2721]Y cuando oigas el ruido de pasos por las copas de las balsameras, saldrás a la batalla, porque Dios va marchando delante de ti para derrotar el campamento de los filisteos.” 16David hizo como le había mandado Dios; y derrotaron el campamento de los filisteos desde Gabaón hasta Géser.

17La fama de David se extendió sobre todos los países, pues Yahvé le hizo temible para todos los gentiles.

1 CRÓNICAS 15
David prepara el traslado del Arca a Jerusalén.

1[2722]David se hizo casas en la ciudad de David, y preparó un lugar para el Arca de Dios, erigiendo para ella un Tabernáculo, 2[2723]Entonces dijo David: “Solamente los levitas han de llevar el Arca de Dios, pues a ellos los escogió Yahvé para llevar el Arca de Dios, y para hacer el servicio ante Él para siempre.” 3Congregó David a todo Israel en Jerusalén para subir el Arca de Yahvé al lugar que para ella había preparado. 4David reunió también a los hijos de Aarón y los levitas: 5de los hijos de Caat: a Uriel, el jefe, y sus hermanos: ciento veinte; 6de los hijos de Merarí: a Asayá, el jefe, y sus hermanos: doscientos veinte; 7de los hijos de Gersón: a Joel, el jefe, y sus hermanos: ciento treinta; 8de los hijos de Elisafán: a Semeías, el jefe, y sus hermanos: doscientos; 9de los hijos de Hebrón: a Eliel, el jefe, y sus hermanos: ochenta; 10de los hijos de Uciel: a Aminadab, el jefe, y sus hermanos: ciento doce.

11David llamó también a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semeías, Eliel y Aminadab, 12[2724]y les dijo: “Vosotros sois los jefes de las casas paternas de los levitas. Santificaos, vosotros y vuestros hermanos, para subir el Arca de Yahvé, el Dios de Israel, al lugar que para ella tengo preparado; 13[2725]pues por no (haberla llevado) vosotros la vez anterior, Yahvé, nuestro Dios, nos ha castigado, porque no le buscábamos conforme a la Ley.”

14Los sacerdotes se santificaron y los levitas, para subir el Arca de Yahvé, el Dios de Israel. 15[2726]Y los hijos de los levitas llevaron el Arca de Dios, a hombros, con las varas puestas sobre los mismos, como lo había ordenado Moisés, según la palabra de Dios.

16Dijo David a los jefes de los levitas, que eligieran entre sus hermanos a los cantores aptos para tocar los instrumentos músicos, salterios, cítaras y címbalos; para que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo. 17[2727]Los levitas designaron a Hernán, hijo de Joel, y de sus hermanos a Asaf, hijo de Baraquías, y de los hijos de Merarí, hermanos suyos, a Etán, hijo de Cusaías; 18y con ellos a sus hermanos de segundo orden: a Zacarías, Ben, Jaazael, Semiramot, Jehiel, Uní, Eliab, Banaías, Maasías, Matatías, Elifelehu, Micneías, Obededom y Jeiel, porteros. 19Los cantores, Hernán, Asaf y Etán, tenían címbalos de bronce para hacerlos resonar. 20[2728]Zacarías, Uciel, Semiramot, Jehiel, Uní, Eliab, Maasías y Banaías tenían salterios de tonos altos. 21Matatías, Elifelehu, Micneías, Obededom, Jeiel y Asacías tenían cítaras de octava, para dirigir (el canto). 22[2729]Conenías, jefe de los levitas portadores, dirigía el transporte, porque era hombre entendido. 23Baraquías y Elcaná eran porteros del Arca. 24Los sacerdotes Sebanías, Josafat, Natanael, Amasías, Zacarías, Banaías y Eliéser tocaban las trompetas delante del Arca de Dios. Obededom y Jehías eran porteros del Arca.

Traslado del Arca

25David, los ancianos de Israel, y los jefes militares, fueron a traer el Arca de la Alianza de Yahvé, desde la casa de Obededom. Estaban llenos de alegría, 26y para que Dios asistiese a los levitas, portadores del Arca de la Alianza de Yahvé, sacrificaron siete becerros y siete carneros. 27[2730]David iba ceñido de un manto de lino fino, lo mismo que todos los levitas, portadores del Arca, y los cantores, y Conenías, que dirigía el transporte en medio de los cantores. Llevaba David también sobre sí un efod de lino. 28Todo Israel acompañaba el traslado del Arca de la Alianza de Yahvé con gritos de júbilo, al son de clarines y trompetas y címbalos, y haciendo resonar los salterios y las cítaras. 29[2731]Mas cuando el Arca de la Alianza de Yahvé llegó a la ciudad de David, y Micol, hija de Saúl, mirando por una ventana, vio al rey David saltando y bailando, le despreció en su corazón.

1 CRÓNICAS 16
Organización del culto

1[2732]Entraron el Arca de Dios y la colocaron en medio del Tabernáculo que David había erigido para ella; y ofrecieron ante Dios holocaustos y sacrificios pacíficos. 2Cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y los sacrificios pacíficos, bendijo al pueblo en nombre de Yahvé, 3y distribuyó a toda la gente de Israel, hombres y mujeres, a cada uno, una torta de pan, una porción de carne y un pastel de uvas pasas. 4Y puso levitas que habían de hacer el servicio delante del Arca de Yahvé, invocando, alabando y ensalzando a Yahvé, el Dios de Israel. 5Asaf era el jefe; después de él, Zacarías, Jeiel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Banaías, Obededom y Jeiel, que tenían salterios y cítaras. Asaf hacía sonar los címbalos. 6Los sacerdotes Banaías y Jahaziel estaban con trompetas continuamente delante del Arca de la Alianza de Yahvé.

Cántico de alabanza

7Entonces, en aquel día, David dio por primera vez (este himno) en manos de Asaf y de sus hermanos para que alabasen a Yahvé:

8[2733]“¡Alabad a Yahvé, invocad su nombre;

pregonad a las naciones sus proezas!

9¡Cantadle, tañed salmos en su honor;

narrad todas sus maravillas!

10¡Gloriaos en su santo Nombre;

alégrese el corazón

de los que buscan a Yahvé!

11[2734]¡Buscad a Yahvé y su fortaleza;

buscad de continuo su Rostro!

12¡Acordaos de las maravillas

que Él ha hecho,

de sus prodigios

y de los juicios de su boca,

13oh hijos de Israel, su siervo,

descendientes de Jacob, sus elegidos!

14Él es Yahvé, Dios nuestro;

Él es quien juzga toda la tierra.

15Recordad para siempre su Alianza,

la palabra valedera para mil generaciones;

16el pacto que firmó con Abrahán,

y el juramento que prestó a Isaac.

17Lo estableció para Jacob como ley,

y para Israel como alianza eterna;

18diciendo: “Te daré el país de Canaán,

como parte de vuestra herencia.”

19Cuando erais escasa gente,

poco numerosos,

y extranjeros en el país;

20cuando iban de una nación a otra,

y de un reino a otro pueblo,

21no permitió que nadie los oprimiese.

Por amor de ellos castigó a reyes;

22[2735] “¡No toquéis a mis ungidos,

ni hagáis mal a mis profetas!”

23Cantad a Yahvé, oh tierra toda,

anunciad de día en día su salvación.

24Narrad entre las naciones su gloria,

sus maravillas a todos los pueblos.

25Pues grande es Yahvé,

y digno de toda alabanza;

y más temible que todos los dioses.

26Porque ídolos son todos los dioses de los pueblos.

Yahvé ha creado los cielos;

27gloria y majestad están ante Él,

fortaleza y alegría, en su Morada.

28[2736]Tributad a Yahvé,

oh familias de los pueblos,

dad a Yahvé la gloria y el poder!

29¡Tributad a Yahvé

la gloria de su Nombre!

¡Traed ofrendas,

y presentaos delante de Él!

¡Adorad a Yahvé con adorno sagrado!

30¡Conmuévase ante Él toda la tierra!

Firme está el orbe,

y no será conmovido.

31¡Regocíjense los cielos,

y alégrese la tierra;

digan los gentiles: “¡Yahvé es rey!”

32¡Brame el mar, y cuanto lo llena!

¡Salten de júbilo los campos,

y cuanto en ellos existe!

33Prorrumpan en gritos de alegría

los árboles de la selva, ante Yahvé;

pues viene a juzgar la tierra.

34¡Alabad a Yahvé, porque Él es bueno,

porque es eterna su misericordia!

35[2737]Y decid: “¡Sálvanos,

oh Dios de nuestra salvación;

reúnenos y líbranos de las naciones,

para que celebremos tu santo Nombre,

y nos gloriemos,

cantando tus alabanzas!

36Bendito sea Yahvé, el Dios de Israel,

por eternidad de eternidades.”

Y todo el pueblo dijo: “Amén”, y alabó a Yahvé.

Disposiciones acerca del culto

37Entonces dejó (David) allí, delante del Arca de la Alianza de Yahvé, a Asaf y sus hermanos, para el servicio continuo delante del Arca, según el reglamento de cada día; 38y a Obededom, con sus hermanos, en número de sesenta y ocho; y a Obededom, hijo de Iditún, y a Hosá, como porteros; 39[2738]asimismo a Sadoc, el sacerdote, y sus hermanos, los sacerdotes, delante de la Morada de Yahvé, en la altura de Gabaón, 40para que ofreciesen continuamente holocaustos a Yahvé en el altar del holocausto, por la mañana y por la tarde, según todo lo dispuesto en la Ley de Yahvé, que Él había prescrito a Israel. 41[2739]Con ellos (estableció) a Hemán y a Iditún, y a los otros escogidos y nominalmente designados, para alabar a Yahvé: “Porque su misericordia es eterna.” 42Con ellos estaban, pues, Hemán e Iditún, que tenían las trompetas y los címbalos para cuantos los tocaban, y los instrumentos para los cánticos de Dios. Los hijos de Iditún eran porteros.

43Luego todo el pueblo se fue, cada cual a su casa; también David se volvió para bendecir su casa.

1 CRÓNICAS 17
Promesa del reino eterno

1[2740]Morando ya David en su casa, dijo a Natán profeta: “He aquí, yo estoy habitando en una casa de cedro, mientras el Arca de la Alianza de Yahvé está debajo de lonas.” 2[2741]Respondió Natán a David: “Haz todo cuanto tienes en tu corazón, porque Dios está contigo.”

3En aquella misma noche fue dirigida a Natán la palabra de Yahvé, que decía: 4[2742]“Ve, y di a mi siervo David: Así dice Yahvé: No serás tú quien me edifique Casa para que habite en ella. 5Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a los hijos de Israel hasta el día de hoy; sino que anduve de una tienda a otra y (siempre mudando mi) morada. 6Dondequiera que iba con todo Israel, ¿dije Yo acaso una sola palabra a alguno de los Jueces de Israel a quienes mandé apacentar a mi pueblo: Por qué no me edificáis una Casa de cedro? 7Dirás a mi siervo David: Así dice Yahvé de los Ejércitos: Yo te he tomado de la dehesa, de detrás de las ovejas, para que fueses el príncipe dé mi pueblo Israel. 8He estado contigo por dondequiera que has andado, y he extirpado a todos tus enemigos delante de ti, y te he dado nombradía semejante a la de los grandes de la tierra. 9He concedido morada a Israel, mi pueblo, y lo he plantado para que habite en su propio lugar; y no será más inquietado, ni volverán los hijos de la iniquidad a vejarlo como al principio, 10[2743]y como en los días en que constituí Jueces sobre Israel, mi pueblo. He humillado a todos tus enemigos, y te anuncio que Yahvé va a edificarte a ti una casa. 11Cuando se te cumplieren los días para que vayas a tus padres, Yo alzaré tu descendencia en pos de ti, a uno de entre tus hijos, y haré estable su reino. 12Él me edificará una Casa, y Yo haré estable su trono para siempre. 13[2744]Yo seré padre para él, y él será hijo para Mí, y no apartaré de él mi gracia, como la aparté de aquel que te ha precedido. 14Yo lo estableceré en mi Casa y en mi reino eternamente, y su trono será establecido para siempre.”

15Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, habló Natán con David.

Oración de David

16[2745]Fue entonces el rey David, y se sentó delante de Yahvé y dijo: “¿Quién soy yo, oh Yahvé Dios, y cuál es mi casa, para que me hayas elevado hasta aquí? 17Y esto es todavía poco a tus ojos, oh Dios; pues has hablado del lejano porvenir de la casa de tu siervo, y me miras como si fuese un hombre distinguido, oh Yahvé Dios. 18¿Qué más podrá decirte David de la honra (concedida) a tu siervo?, pues Tú conoces a tu siervo. 19Oh Yahvé, por amor de tu siervo, y según tu corazón, has hecho toda esta cosa tan grande, para manifestar todas estas grandezas. 20Oh Yahvé, no hay semejante a Ti, ni hay otro Dios fuera de Ti, según todo lo que hemos oído con nuestros oídos. 21[2746]Y ¿qué otra nación hay en la tierra semejante a Israel, tu pueblo, que Dios fue a rescatar para hacerlo pueblo suyo? Así te ganaste un nombre mediante obras grandes y terribles, arrojando naciones de delante de tu pueblo que rescataste de Egipto. 22Tú has constituido a Israel, tu pueblo, como pueblo tuyo para siempre; y Tú, Yahvé, te has hecho su Dios. 23Ahora, oh Yahvé, sea firme para siempre la palabra que has dicho respecto de tu siervo y respecto de su casa; y haz según tu palabra. 24Sí, sea firme; y sea tu nombre glorificado eternamente cuando se diga: Yahvé de los Ejércitos, el Dios de Israel, es el Dios para Israel. Y la casa de tu siervo David sea estable delante de Ti. 25Por cuanto Tú, oh Dios mío, has revelado a tu siervo que vas a edificarle una casa, por esto tu siervo se ha atrevido a orar delante de Ti. 26Ahora, Yahvé, Tú eres Dios, y Tú has prometido este bien a tu siervo. 27Y ahora te has dignado bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca siempre delante de Ti. Porque lo que Tú, oh Yahvé, bendices, es bendito para siempre.”

1 CRÓNICAS 18
Guerras y victorias de David

1[2747]Después de esto derrotó David a los filisteos y los sojuzgó, arrebatando a Gat y sus aldeas de las manos de los filisteos. 2Derrotó también a Moab; y los moabitas se sometieron a David y le pagaron tributo. 3Asimismo venció David a Hadaréser, rey de Sobá, en Hamat, cuando este iba a establecer su dominio sobre el río Éufrates. 4David le quitó mil carros, siete mil soldados de a caballo y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David todos los tiros de carro, dejando de ellos solamente para cien carros. 5Cuando los sirios de Damasco vinieron en socorro de Hadaréser, rey de Sobá, derrotó David a veinte y dos mil sirios. 6[2748]David puso (guarniciones) en la Siria de Damasco, y los sirios se sometieron a David y le pagaron tributo. Yahvé asistía a David dondequiera que iba.

7[2749]David tomó, además, los escudos de oro con que los siervos de Hadaréser se protegían y los llevó a Jerusalén. 8[2750]En Tibat y Cun, ciudades de Hadaréser, se apoderó David de una gran cantidad de bronce, con el cual hizo Salomón el mar de bronce, las columnas y los utensilios de bronce.

9Cuando Tou, rey de Hamat, supo que David había derrotado a todo el ejército de Hadaréser, rey de Sobá, 10envió a Hadoram, su hijo, al rey David para saludarle y para bendecirle por haber atacado a Hadaréser, pues Tou era enemigo de Hadaréser; y (trajo Hadoram) toda clase de objetos de oro, de plata y de bronce, 11que el rey David consagró a Yahvé, además de la plata y el oro que había tomado a todas las naciones: a Edom, a Moab, a los hijos de Ammón, a los filisteos y a los amalecitas.

12Abisai, hijo de Sarvia, derrotó en el Valle de la Sal diez y ocho mil idumeos, 13[2751]y puso guarniciones en Edom; y todos los idumeos quedaron sometidos a David. Así asistió Yahvé a David en todas sus empresas.

Ministros de David

14David reinó sobre todo Israel, y hacía juicio y justicia a todo el pueblo. 15Joab, hijo de Sarvia, estaba al frente del ejército; Josafat, hijo de Ahilud, era cronista; 16Sadoc, hijo de Ahitob, y Abimelec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Savsa era secretario; 17[2752]Banaías, hijo de Joiadá, mandaba a los cereteos y feleteos; y los hijos de David eran los primeros junto al rey.

1 CRÓNICAS 19
Guerra contra los ammonitas

1[2753]Después de esto murió Nahás, rey de los hijos de Ammón, y en su lugar reinó su hijo. 2Entonces dijo David: “Manifestaré mi benevolencia a Hanún, hijo de Nahás, porque su padre usó de benevolencia conmigo.” Envió, pues, David embajadores para consolarle por la muerte de su padre. Pero cuando los servidores de David llegaron al país de los hijos de Ammón, a Hanún, para consolarlo, 3dijeron los príncipes de los hijos de Ammón a Hanún: “¿Crees tú acaso que para honrar a tu padre te ha enviado David consoladores? ¿No te han llegado más bien sus servidores para explorar y destruir, y para espiar el país?”

4[2754]Tomó, pues, Hanún a los servidores de David, los rapó y les cortó la mitad (inferior) de los vestidos, hasta las caderas. Después los despachó. 5Fueron algunos a informar a David sobre estos hombres; y él envió gente a su encuentro, pues los hombres estaban muy avergonzados; y les dijo el rey: “Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba; después podréis volver.” 6Cuando los hijos de Ammón vieron que se habían hecho odiosos a David, enviaron ellos, Hanún y los ammonitas, mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y caballería de Mesopotamia, de la Siria de Maacá y de Sobá. 7Tomaron a sueldo treinta y dos mil carros y al rey de Maacá con su pueblo; los cuales vinieron y acamparon frente a Medebá. Los hijos de Ammón se congregaron también desde sus ciudades, y salieron a campaña. 8[2755]Cuando David lo supo, envió a Joab y toda la tropa de los valientes. 9Y salieron los hijos de Ammón y se formaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad, mientras que los reyes que habían venido tomaron posición aparte en el campo.

10Viendo Joab que tenía un frente de batalla por delante y otro por la espalda, escogió de entre todos los selectos de Israel un cuerpo, que puso en orden de batalla contra los sirios, 11y dio el mando del resto del pueblo a su hermano Abisai; luego se formaron en orden de batalla contra los hijos de Ammón. 12Dijo (Joab): “Si los sirios son más fuertes que yo, tú me ayudarás; pero si los hijos de Ammón son más fuertes que tú, yo te ayudaré a ti. 13¡Sé fuerte y esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! ¡Y haga Yahvé lo que sea de su agrado!” 14Avanzó Joab y el pueblo que con él estaba, contra los sirios para trabar combate, y estos huyeron delante de él. 15Cuando los hijos de Ammón vieron que huían los sirios, huyeron también ellos delante de Abisai, hermano de Joab, retirándose a la ciudad. Y se volvió Joab a Jerusalén.

16[2756]Viéndose derrotados por Israel, los sirios enviaron embajadores, para hacer venir a los sirios del otro lado del río. Al frente de ellos estaba Sofac, jefe de las tropas de Hadaréser. 17[2757]Informado sobre esto reunió David a todo Israel, pasó el Jordán, y llegado a ellos, ordenó (el ejército) en batalla contra ellos. Y apenas se hubo ordenado en batalla contra los sirios, estos pelearon con él. 18[2758]Pero huyeron los sirios delante de Israel; y David mató a los sirios siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie. Mató también a Sofac, jefe del ejército. 19Cuando los sirios de Hadaréser vieron que habían sido derrotados por Israel, hicieron paces con David y le sirvieron; y los sirios no quisieron más ayudar a los hijos de Ammón.

1 CRÓNICAS 20
Conquista de la capital de los ammonitas.

1[2759]Al año siguiente, al tiempo en que los reyes suelen salir a campaña, Joab se puso al frente de un fuerte ejército y asoló el país de los hijos de Ammón; y llegado que hubo puso sitio a Rabbá; David, empero, se quedó en Jerusalén. Entretanto, Joab derrotó a Rabbá y la destruyó. 2[2760]David le quitó la corona de su rey de encima de la cabeza, y halló que pesaba un talento de oro. Había en ella una piedra preciosa. Fue puesta sobre la cabeza de David, el cual sacó de la ciudad muchísimo botín. 3Hizo salir al pueblo que había en ella, y los puso a las sierras, a los trillos de hierro y a las hachas. Así hizo David con todas las ciudades de los hijos de Ammón. Después volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.

Victorias de David sobre los filisteos

4[2761]Después de esto tuvo lugar una batalla en Guézer contra los filisteos, en la cual Sibecai husatita mató a Sipai, uno de los Refaím, los cuales fueron humillados. 5[2762]Hubo otra batalla contra los filisteos; y Elhanán, hijo de Jaír, mató a Lahmí, hermano de Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como un enjullo de tejedor. 6Hubo otra batalla más en Gat, y había un hombre de gran estatura, que tenía seis dedos (en sendas manos y pies): veinte y cuatro (entre todos). También ese era descendiente de Rafa. 7Cuando insultó a Israel, le mató Jonatán, hijo de Simeá, hermano de David. 8Estos eran descendientes de Rafa, de Gat, y cayeron por mano de David y por manos de sus paladines.

1 CRÓNICAS 21
El censo del pueblo

1[2763]Satanás se alzó contra Israel e instigó a David a hacer el censo de Israel. 2Dijo, pues, David a Joab y a los príncipes del pueblo: “Id, contad a los israelitas desde Bersabee hasta Dan, y dadme aviso para que yo sepa su número.” 3Respondió Joab: “¡Multiplique Yahvé su pueblo cien veces más de lo que es! ¿Acaso no son, oh rey, señor mío, todos ellos siervos de mi señor? ¿Por qué, pues, pide esto mi señor? ¿Por qué traer culpa sobre Israel?” 4Pero la palabra del rey prevaleció contra Joab, de modo que este salió y recorrió todo Israel, para volver después a Jerusalén. 5[2764]Dio entonces Joab a David la suma del censo del pueblo; y era todo Israel un millón cien mil hombres que ceñían espada; y en Judá había cuatrocientos setenta mil hombres aptos para la guerra. 6No incluyó en este censo a Leví y Benjamín, porque Joab detestaba la orden del rey.

7[2765]Desagradó esto a Dios, por lo cual castigó a Israel. 8Entonces dijo David a Dios: “He pecado gravemente en hacer esto. Perdona, ahora, te ruego, la iniquidad de tu siervo, pues he obrado muy insensatamente.” 9Luego habló Yahvé a Gad, vidente de David, diciendo: 10“Ve a decir a David lo siguiente: Así dice Yahvé: Tres cosas voy a proponerte; escógete una de ellas, y Yo te la haré.” 11Fue Gad a David y le dijo: “Así dice Yahvé: Elige para ti: 12o tres años de hambre, o tres meses durante los cuales seas presa de tus adversarios y alcanzado por la espada de tus enemigos, o tres días durante los cuales la espada de Yahvé y la peste ande por la tierra y el Ángel de Yahvé haga estragos en todo el territorio de Israel. Ahora bien, considera qué respuesta he de dar al que me ha enviado.” 13David respondió a Gad: “Me veo en grandes angustias. ¡Pero caiga yo en manos de Yahvé, porque sus misericordias son muy grandes, y no caiga en mano de los hombres!”

14Entonces envió Yahvé la peste sobre Israel, y cayeron de Israel setenta mil hombres. 15[2766]Dios envió también un Ángel contra Jerusalén para destruirla; pero cuando ya estaba destruyéndola, echó Yahvé una mirada y se arrepintió del estrago, y dijo al Ángel destructor: “¡Basta; detén ahora tu mano!” El Ángel de Yahvé se hallaba cerca de la era de Ornan jebuseo. 16[2767]Alzando los ojos vio David al Ángel de Yahvé cómo estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David, y los ancianos, cubiertos de saco, cayeron sobre sus rostros. 17[2768]Y dijo David a Dios: “Yo soy quien mandé hacer el censo del pueblo. Yo soy quien he pecado y hecho el mal; pero estas ovejas ¿qué han hecho? ¡Oh Yahvé, Dios mío, te ruego que sea tu mano contra mí y contra la casa de mi padre, y no haya plaga entre tu pueblo!”

David levanta un altar en Jerusalén

18Entonces el Ángel de Yahvé dijo a Gad que diera a David la orden de subir para levantar un altar a Yahvé en la era de Ornan jebuseo. 19Subió, pues, David, según la orden que Gad le había dado en nombre de Yahvé. 20Ornan, que estaba trillando el trigo, se dio vuelta, pero al ver al Ángel, él y sus cuatro hijos se escondieron. 21Cuando David llegó a Ornan, miró Ornan, y viendo a David salió de la era y se postró ante David, rostro en tierra. 22Dijo David a Ornan: “Dame el sitio de la era para que edifique en él un altar a Yahvé —dámelo por su pleno valor en plata—, a fin de que la plaga se retire del pueblo.” 23Respondió Ornan a David: “Tómalo; y haga mi señor el rey lo que mejor le parezca. Mira que te doy dos bueyes para holocaustos, los trillos para leña, y el trigo para la ofrenda; todo te lo doy.” 24Replicó el rey David a Ornan: “No, sino que lo compraré por su pleno valor en plata, pues no tomaré para Yahvé lo que es tuyo ni ofreceré holocaustos que nada me cuesten.” 25Y dio David a Ornan por el sitio la suma de seiscientos siclos de oro. 26[2769]David edificó allí un altar a Yahvé, y ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos, e invocó a Yahvé, el cual respondió enviando fuego desde el cielo sobre el altar del holocausto. 27Entonces Yahvé dio orden al Ángel; y este volvió su espada a la vaina.

28En aquel tiempo, después de ver que Yahvé le había oído en la era de Ornan jebuseo, ofreció David allí sacrificios. 29Pues la Morada de Yahvé que Moisés había hecho en el desierto, y el altar de los holocaustos, estaban a la sazón en el lugar alto de Gabaón; 30[2770]más David no se animaba a presentarse delante de él para consultar a Dios, porque había sido aterrado por la espada del Ángel de Yahvé.

1 CRÓNICAS 22
David prepara la construcción del templo

1Entonces dijo David: “¡Aquí (se levantará) la Casa de Yahvé Dios, y aquí el altar de los holocaustos para Israel!” 2[2771]Mandó David, juntar a los extranjeros que había en la tierra de Israel, y señaló canteros que preparasen piedras talladas para la construcción de la Casa de Dios. 3Preparó David también hierro en abundancia para la clavazón de las hojas de las puertas y para las trabazones, y cantidad incalculable de bronce 4y madera de cedro innumerable, pues los sidonios y los tirios trajeron a David madera de cedro en abundancia. 5[2772]Porque David se decía: “Mi hijo Salomón es todavía joven y de tierna edad, y la Casa que ha de edificarse para Yahvé debe ser grande sobre toda ponderación, para renombre y para gloria en todos los países. Haré para ella los preparativos.” E hizo David abundantes provisiones antes de su muerte.

6Después llamó a su hijo Salomón, al que mandó que edificase una Casa para Yahvé, el Dios de Israel. 7[2773]Dijo David a Salomón: “Hijo mío, yo tenía la intención de edificar una Casa al Nombre de Yahvé, mi Dios, 8Pero fue dirigida a mí esta palabra de Yahvé: «Tú has vertido mucha sangre y hecho grandes guerras; no podrás edificar tú la Casa a mi Nombre, porque has derramado delante de mí mucha sangre en la tierra. 9[2774]He aquí que te nacerá un hijo, el cual será hombre de paz, y le daré descanso de todos sus enemigos de en derredor; porque Salomón será su nombre, y en sus días daré paz y tranquilidad a Israel. 10[2775]Él edificará una Casa a mi Nombre; él será para mí hijo, y Yo seré padre para él; y estableceré el trono de su reino sobre Israel para siempre.» 11Ahora, pues, hijo mío, Yahvé sea contigo, para que logres edificar la Casa de Yahvé tu Dios, como Él de ti lo ha predicho. 12[2776]Te conceda tan solo Yahvé prudencia y entendimiento, para que, habiéndote Él dado poder sobre Israel, guardes la Ley de Yahvé, tu Dios. 13Entonces te saldrá bien la obra si cuidares de cumplir los mandamientos y los preceptos que Yahvé ha prescrito a Moisés para Israel. ¡Sé fuerte y ten buen ánimo! ¡No temas, ni te amedrentes! 14[2777]He aquí lo que yo en mi aflicción he preparado para la Casa de Yahvé: De oro, cien mil talentos; de plata, un millón de talentos, y de cobre y de hierro una cantidad incalculable por su abundancia. He preparado también maderas y piedras cuya cantidad tú podrás aumentar. 15Y tienes a mano muchos obreros, canteros, talladores de piedras y carpinteros, y toda clase de hombres hábiles para toda suerte de obra. 16El oro, la plata, el bronce y el hierro son sin número. ¡Levántate, pues! ¡Manos a la obra, y Yahvé sea contigo!

17Mandó David a todos los príncipes de Israel que ayudasen, a su hijo Salomón (diciéndoles): 18[2778]“¿No está con vosotros Yahvé, vuestro Dios? ¿Y no os ha dado paz por todos lados? Pues Él ha entregado en mis manos los habitantes del país, y el país está sujeto delante de Yahvé y delante de su pueblo. 19Aplicad ahora vuestro corazón y vuestra alma para buscar a Yahvé, vuestro Dios. Levantaos y edificad el Santuario de Yahvé, Dios, para trasladar el Arca de la Alianza de Yahvé y los utensilios del Santuario de Dios, a la Casa que ha de edificarse al Nombre de Yahvé.”

1 CRÓNICAS 23
Nombres y cargos de los levitas

1Viejo ya David, y harto de días, constituyó a Salomón, su hijo, rey de Israel. 2Reunió a todos los príncipes de Israel, a los sacerdotes y a los levitas, 3y fueron contados los levitas de treinta años arriba; y su número, contado por cabezas, uno por uno, fue de treinta y ocho mil. 4[2779] “De estos, (dijo David), serán veinte y cuatro mil para dirigir las obras de la Casa de Yahvé; seis mil serán magistrados y jueces, 5cuatro mil porteros, y cuatro mil para cantar el loor de Yahvé con los instrumentos que yo he hecho para alabanzas.”

6David los distribuyó en clases, según los hijos de Leví: Gersón, Caat y Merarí.

7De los Gersonitas: Ladán y Simeí. 8Hijos de Ladán: Jehiel, el jefe, Zetán y Joel, tres. 9Hijos de Simeí: Selomit, Hasiel y Harán, tres. Estos son las cabezas de las casas paternas de Ladán. 10Hijos de Simeí: Jáhat, Sisá, Jeús y Berías. Estos son los hijos de Simeí, cuatro. 11Jáhat era jefe, y Sisá el segundo. Jeús y Berías no tuvieron muchos hijos, por lo cual representaron en el censo una sola casa paterna.

12Hijos de Caat: Amran, Ishar, Hebrón y Uciel, cuatro. 13[2780]Hijos de Amran: Aarón y Moisés. Aarón fue separado para que consagre las cosas santísimas juntamente con sus hijos, para siempre; para que ofrezca incienso ante Yahvé, sirva a Él y bendiga en su nombre perpetuamente. 14En cuanto a Moisés, varón de Dios, sus hijos fueron contados entre los levitas. 15[2781]Los hijos de Moisés fueron Gersón y Eliéser. 16Hijos de Gersón: Sebuel, el jefe. 17Los hijos de Eliéser fueron: Rehabías, el jefe. Eliéser no tuvo otros hijos; mas los hijos de Rehabías fueron muy numerosos. 18Hijos de Ishar: Selomit, el jefe. 19Hijos de Hebrón: Jería, el jefe, Amarías, el segundo, Jahasiel, el tercero, y Jecamaam, el cuarto. 20Hijos de Uciel: Mica, el jefe, e Isaías, el segundo.

21Hijos de Merarí: Mahlí y Musí. Hijos de Mahlí: Eleazar y Cis. 22[2782]Murió Eleazar, sin dejar hijos, sino solamente hijas. Los hijos de Cis, hermanos de ellas, las tomaron por mujeres. 23Hijos de Musí: Mahlí, Eder y Jeremot, tres.

24[2783]Estos son los hijos de Leví, según sus casas paternas, las cabezas de las casas paternas, según el censo de ellos, contados nominal e individualmente. Ellos hacían la obra del ministerio de la Casa de Yahvé, desde los veinte años arriba. 25Porque David había dicho: “Yahvé, el Dios de Israel, ha dado reposo a su pueblo, y habitará en Jerusalén para siempre. 26Y en cuanto a los levitas, ya no habrán de llevar la Morada, con todos los utensilios de su ministerio.” 27Conforme a estas últimas disposiciones de David, se hizo el cómputo de los hijos de Leví de veinte años arriba. 28Estaban agregados a los hijos de Aarón, para el ministerio de la Casa de Yahvé, y tenían a su cargo los atrios y las cámaras, la limpieza de todas las cosas sagradas, en fin, la obra del ministerio de la Casa de Dios; 29[2784]asimismo los panes de la proposición, la flor de harina para las ofrendas, las galletas sin levadura, lo cocido en sartén, lo frito, y toda clase de medidas de capacidad y longitud. 30Tenían que estar presentes todas las mañanas y todas las tardes para celebrar y alabar a Yahvé, 31y para ofrecer todos los holocaustos a Yahvé, en los sábados, novilunios y fiestas, según su número y su rito especial, delante de Yahvé para siempre. 32Tenían también que servir al Tabernáculo de la Reunión y al Santuario, y a los hijos de Aarón sus hermanos, en el ministerio de la Casa de Yahvé.

1 CRÓNICAS 24
Los sacerdotes

1He aquí las clases de los hijos de Aarón: Hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 2[2785]Nadab y Abiú murieron antes que su padre, sin tener hijos; y ejercieron las funciones sacerdotales Eleazar e Itamar.

3[2786]David, con Sadoc, de los hijos de Eleazar, y Ahimelec, de los hijos de Itamar, los clasificó según sus oficios que tenían en su ministerio. 4Se hallaron entre los hijos de Eleazar más cabezas que entre los hijos de Itamar; por lo que se hizo entre ellos esta división: para los hijos de Eleazar, diez y seis cabezas de casas paternas; y para los hijos de Itamar, ocho casas paternas. 5Los repartieron por suertes, a los unos como a los otros; porque había príncipes del Santuario y príncipes de Dios, tanto entre los hijos de Eleazar como entre los hijos de Itamar. 6Semeías, hijo de Natanael, escriba, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los príncipes, y en presencia del sacerdote Sadoc, y de Ahimelec, hijo de Abiatar, y de las cabezas de las casas paternas de los sacerdotes y de los levitas. Se sacaba alternando una casa paterna para Eleazar, y otra para Itamar.

7Tocó la primera suerte a Joiarib; la segunda a Jedayá; 8la tercera a Harim; la cuarta a Seorim; 9la quinta a Malquías; la sexta a Mijamín; 10[2787]la séptima a Hacoz; la octava a Abía; 11la nona a Jesúa; la décima a Secanías; 12la undécima a Eliasib; la duodécima a Jaquim, 13la decimotercera a Hupá; la decimocuarta a Jesbeab; 14la decimoquinta a Bilgá; la decimosexta a Imer; 15la decimoséptima a Hesir, la decimoctava a Hapisés; 16la decimonona a Petayá; la vigésima a Ezequiel; 17la vigésimo prima a Jaquín; la vigesimosegunda a Gamul; 18la vigesimotercera a Delayá; la vigesimocuarta a Maacías. 19[2788]Esta fue la distribución según su ministerio, para que entrasen en la Casa de Yahvé conforme al reglamento que Yahvé, el Dios de Israel, había prescrito por medio de Aarón, padre de ellos.

Los levitas

20[2789]He aquí (los jefes) de los hijos restantes de Leví: De los hijos de Amran: Subael; de los hijos de Subael: Jehedías. 21De Rehabías, de los hijos de Rehabías era jefe Isías; 22de los Isharitas: Selomot; de los hijos de Selomot: Jáhat. 23Hijos (de Hebrón): Jerías, Amarías, el segundo; Jahasiel, el tercero; Jecamaam, el cuarto. 24Hijos de Uciel: Micá; de los hijos de Micá: Samir. 25Hermano de Mica: Isías; de los hijos de Isías: Zacarías. 26Hijos de Merarí: Mahlí y Musí; hijos de Jaacías: su hijo. 27Hijos de Merarí por Jaacías, su hijo: Soham, Zacur e Ibrí. 28De Mahlí: Eleazar, que no tuvo hijos. 29De Cis: los hijos de Cis: Jerameel. 30Hijos de Musí: Mahlí, Eder y Jerimot.

Estos son los hijos de los levitas, según sus casas paternas. 31[2790]También estos echaron suertes de la misma manera que sus hermanos, los hijos de Aarón, en presencia del rey David, Sadoc y Ahimelec, y en presencia de las cabezas de las casas paternas de los sacerdotes y de los levitas; siendo tratados de la misma manera los jefes de familia como sus hermanos menores.

1 CRÓNICAS 25
Los cantores del Templo

1[2791]David y los jefes del ejército separaron para el culto a los que de entre los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún tenían que ejercer la música sacra con cítaras, salterios y címbalos. He aquí el número de los hombres que hacían esto en su ministerio: 2De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela, hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, que ejercía su ministerio según las órdenes del rey. 3De Jedutún: los hijos de Jedutún: Gedalías, Serí, Isaías, Hasabías, Matatías (y Simeí), seis, bajo la dirección de su padre Jedutún, que cantaba con la cítara para celebrar y alabar a Yahvé. 4De Hemán: los hijos de Hemán: Bukías, Matanías, Uciel, Sebuel, Jerimot, Hananías, Hananí, Eliata, Gidalti, Romamtiéser, Josbecasa, Malloti, Hotir y Mahasiot. 5Todos estos eran hijos de Hemán, vidente del rey en las cosas de Dios para ensalzar su poder. Dios había dado a Hemán catorce hijos y tres hijas.

6[2792]Todos estos estaban bajo la dirección de su padre en el canto de la Casa de Yahvé, con címbalos, salterios y cítaras para cumplir su ministerio en la Casa de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban a las órdenes del rey. 7[2793]El número de ellos, con sus hermanos, los que eran instruidos en el canto de Yahvé, todos ellos maestros, era de doscientos ochenta y ocho. 8Echaron suertes para (determinar) sus funciones, sobre pequeños y grandes, hábiles y menos hábiles.

9[2794]Salió la primera suerte de (la casa de) Asaf: para José, la segunda para Gedalías, para él, sus hermanos e hijos: doce; 10la tercera para Zacur, con sus hijos y hermanos: doce; 11la cuarta para Isrí, con sus hijos y hermanos: doce; 12la quinta para Netanías, con sus hijos y hermanos: doce; 13la sexta para Bukías, con sus hijos y hermanos: doce; 14la séptima para Jesarela, con sus hijos y hermanos: doce; 15la octava para Isaías, con sus hijos y hermanos: doce; 16la nona, para Matanías, con sus hijos y hermanos: doce; 17la décima para Simeí, con sus hijos y hermanos: doce; 18la undécima para Asarel, con sus hijos y hermanos: doce; 19la duodécima para Hasabías, con sus hijos y hermanos: doce; 20la decimotercia para Subael, con sus hijos y hermanos: doce; 21la decimocuarta para Matatías, con sus hijos y hermanos: doce; 22la decimoquinta para Jeremot, con sus hijos y hermanos: doce; 23la decimosexta para Hananías, con sus hijos y hermanos: doce; 24la decimoséptima para Josbecasa, con sus hijos y hermanos: doce; 25la decimoctava para Hananí, con sus hijos y hermanos: doce; 26la decimonona para Malloti, con sus hijos y hermanos: doce; 27la vigésima para Eliata, con sus hijos y hermanos: doce; 28la vigésimo prima para Hotir, con sus hijos y hermanos: doce; 29la vigesimosegunda para Gidalti, con sus hijos y hermanos: doce; 30la vigesimotercera para Mahasiot, con sus hijos y hermanos: doce; 31la vigesimocuarta para Romamtiéser, con sus hijos y hermanos: doce.

1 CRÓNICAS 26
Los porteros del Templo

1He aquí las clases de los porteros: De los coreítas, Meselemías, hijo de Coré, de los hijos de Asaf. 2Meselemías tuvo por hijos: Zacarías, el primogénito; Jediael el segundo; Zebadías, el tercero; Jatniel, el cuarto; 3Elam, el quinto; Johanán, el sexto; Elioenai, el séptimo. 4Hijos de Obededom: Semeías, el primogénito; Josabad, el segundo; Joah, el tercero; Sacar, el cuarto; Nataniel, el quinto; 5[2795]Amiel, el sexto; Isacar, el séptimo; Peulletai, el octavo; porque Dios le había bendecido. 6A Semeías, su hijo, le nacieron hijos, que eran jefes en la casa de su padre; porque eran hombres valerosos. 7Hijos de Semeías: Otní, Rafael, Obed, Elsabad y sus hermanos, hombres valerosos, Eliú y Samaquías. 8Todos estos eran de los hijos de Obededom; ellos y sus hijos y sus hermanos eran hombres valerosos y robustos para el ministerio: sesenta y dos de los hijos de Obededom. 9Meselemías tuvo diez y ocho hijos y hermanos, hombres valerosos.

10Hosá, de los hijos de Merarí, tuvo estos hijos: Simrí, el jefe —aunque no era el primogénito, su padre le había puesto por jefe—; 11Helcías, el segundo; Tabalías, el tercero; Zacarías, el cuarto. Todos los hijos y los hermanos de Hosá eran trece.

12Estas clases de los porteros, los jefes de estos hombres, lo mismo que sus hermanos, estaban encargados de funciones en la guardia de la Casa de Yahvé. 13Echaron suertes para cada puerta, sobre pequeños y grandes, con arreglo a sus casas paternas; 14y cayó la suerte para la puerta oriental sobre Selemías. Después echaron suertes para Zacarías, su hijo, que era un prudente consejero, y le tocó por suerte el norte. 15Asimismo a Obededom, el sur; y a sus hijos, la casa de los almacenes; 16[2796]a Supim y Hosá, el occidente, con la puerta de Salléquet, en el camino de la subida, correspondiendo una guardia a la otra. 17Al oriente había seis levitas, al norte, de día cuatro; al sur, de día cuatro; y para los almacenes, (cuatro) de dos en dos. 18[2797]Para las dependencias, al occidente, cuatro para la subida, y dos para las dependencias. 19Estos son las clases de los porteros, de los hijos de los coreítas y de los hijos de Merarí.

Guardias de los tesoros del Templo

20[2798]Los levitas, sus hermanos, custodiaban los tesoros de la Casa de Dios, y los tesoros de las cosas sagradas. 21Los hijos de Ladán, descendientes de Gersón (es decir), los gersonitas, las cabezas de las casas paternas de Ladán gersonita, eran los Jehielitas, 22o sea, los hijos de Jehieli, Zetam y Joel, su hermano. Estos tenían la guarda de los tesoros de la Casa de Yahvé. 23De entre los Amramitas, Isharitas, Hebronitas y Ucielitas, 24Sebuel, hijo de Gersón, hijo de Moisés, era tesorero mayor. 25Y sus hermanos, descendientes de Eliéser —hijo de este fue Rehabías, hijo de este Isaías, hijo de este Joram, hijo de este Zicrí, hijo de este Selomit—; 26[2799]este Selomit y sus hermanos tenían la guarda de todos los tesoros de las cosas sagradas que habían consagrado el rey David, los jefes de las casas paternas, los jefes de miles y de cientos, y los jefes del ejército. 27Las habían consagrado del botín de guerra y de los despojos para el mantenimiento de la Casa de Yahvé. 28Todo lo que habían consagrado el vidente Samuel, Saúl, hijo de Cis, Abner, hijo de Ner, y Joab, hijo de Sarvia; todo lo consagrado por cualquier persona, estaba bajo Selomit y sus hermanos.

Levitas al servicio del rey

29[2800]De entre los Isharitas, Conenías y sus hijos (administraban) como magistrados y jueces los negocios exteriores de Israel. 30[2801]De entre los Hebronitas, Hasabías y sus hermanos, hombres de valer, en número de mil setecientos, tenían la inspección de los israelitas de la otra parte del Jordán, al occidente, tanto en todos los asuntos de Yahvé, como en los negocios del rey. 31[2802]De los Hebronitas era jefe Jerías. Acerca de los Hebronitas, en cuanto a sus linajes, según sus casas paternas, se hicieron investigaciones en el año cuarenta del reinado de David, y se hallaron entre ellos hombres de valía en Jazer de Galaad. 32Sus hermanos, hombres valerosos, jefes de familias en número de dos mil setecientos, fueron constituidos por el rey David sobre los Rubenitas, los Gaditas y la media tribu de Manasés, en todos los asuntos de Dios y en todos los negocios del rey.

1 CRÓNICAS 27
Los jefes del ejército

1[2803]El número de los hijos de Israel con arreglo a las cabezas de sus casas paternas, los jefes de miles y de cientos, y los magistrados que servían al rey en todo lo tocante a las formaciones militares, relevándose todos los meses del año, era de veinte y cuatro mil hombres para cada división.

2Al frente de la primera división, que era la del primer mes, estaba Jasobeam, hijo de Zabdiel; en su división había veinte y cuatro mil. 3Él era de los hijos de Fares, y mandaba a todos los jefes de los ejércitos del primer mes. 4Al frente de la división del segundo mes estaba Dodai ahohita, y su división, con la tropa que mandaba el príncipe Miclot, tenía veinte y cuatro mil. 5[2804]Jefe del tercer ejército, para el tercer mes, era el comandante Banaías, hijo del sacerdote Joiadá; en su división había veinte y cuatro mil. 6[2805]Este Banaías era héroe entre los treinta, y estaba al frente de los treinta; en su división estaba Amizabad, su hijo. 7El cuarto, para el cuarto mes, era Asael, hermano de Joab, y Zebadías, su hijo, después de él; su división comprendía veinte y cuatro mil. 8El quinto, para el mes quinto, era el jefe Samhut israíta, su división constaba de veinte y cuatro mil. 9El sexto, para el sexto mes, era Irá, hijo de Iqués tecoíta, en cuya división había veinte y cuatro mil. 10El séptimo, para el séptimo mes, era Heles pelonita, de los hijos de Efraím; su división era de veinte y cuatro mil. 11El octavo, para el mes octavo, era Sibecai husatita, de los Zarhitas; su división tenía veinte y cuatro mil. 12El noveno, para el mes noveno, era Abiéser anatotita, de los Benjaminitas; en su división había veinte y cuatro mil. 13El décimo, para el décimo mes, era Maharai netofatita, de los Zarhitas, en cuya división había veinte y cuatro mil. 14El undécimo, para el mes undécimo, era Banaías piratonita, de los hijos de Efraím; su división tenía veinte y cuatro mil. 15El duodécimo, para el mes duodécimo, era Heldai netofatita, del linaje de Otniel; su división comprendía veinte y cuatro mil.

Los príncipes de las tribus

16[2806]Al frente de las tribus de Israel estaban: al frente de los Rubenitas: Eliéser, hijo de Sicrí; de los Simeonitas: Sefatías, hijo de Maacá; 17de Leví: Hasabías, hijo de Kemuel; de la casa de Aarón: Sadoc; 18de Judá: Eliab, uno de los hermanos de David; de Isacar: Amrí, hijo de Micael; 19de Zabulón: Ismaías, hijo de Obadías; de Neftalí: Jerimot, hijo de Asriel; 20de los hijos de Efraím: Oseas, hijo de Azarías; de la media tribu de Manasés: Joel, hijo de Fedaías; 21de la otra tribu de Manasés en Galaad: Iddó, hijo de Zacarías; de Benjamín: Jaasiel, hijo de Abner; 22de Dan: Asarel, hijo de Jeroham. Estos eran los príncipes de las tribus de Israel.

23[2807]David no hizo el censo de los de veinte años para abajo, porque Yahvé había dicho que multiplicaría a Israel como las estrellas del cielo. 24Joab, hijo de Sarvia, había comenzado a hacer el censo, pero no lo finalizó, pues estalló con ese motivo la ira (de Yahvé) contra Israel, y el resultado no fue puesto en el registro de los anales del rey David.

Los administradores de David

25[2808]Asmávet, hijo de Abdiel, tenía a su cargo los tesoros del rey. Sobre lo que este poseía en el campo, en las ciudades, en las aldeas y en las torres, estaba Jonatán, hijo de Ucías; 26sobre los labradores del campo que cultivaban las tierras, Esrí, hijo de Kelub; 27sobre las viñas, Simeí de Ramá; sobre las provisiones de vino para las bodegas del vino, Sabdí de Safam; 28[2809]sobre los olivares y los sicomorales que había en la Sefelá, Baalhanán de Géder; sobre los depósitos de aceite, Joás; 29sobre las vacadas que pacían en Sarón, Sitrai saronita; sobre las vacadas en los valles. Safat, hijo de Adlai; 30sobre los camellos, Obil ismaelita; sobre las asnas, Jedías meronotita; 31sobre las ovejas, Jasís agareno. Todos estos eran administradores de la hacienda del rey David.

Los altos funcionarios

32Jonatán, tío de David, varón sensato y prudente, era consejero. Él y Jehiel, hijo de Hacmoní, estaban con los hijos del rey. 33[2810]Aquitófel era consejero del rey, y Cusai arquita amigo del rey. 34Luego de Aquitófel figuraban Joiadá, hijo de Banaías, y Abiatar. Joab era el generalísimo del ejército del rey.

1 CRÓNICAS 28
David exhorta al pueblo

1David reunió en Jerusalén a todos los príncipes de Israel, los príncipes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al rey, los jefes de miles y los jefes de cientos, los administradores de la hacienda y del ganado del rey, y también a sus hijos, los eunucos, los oficiales y todos los hombres de valer.

2[2811]Levantándose entonces en pie, dijo el rey David: “Oídme, hermanos míos, y pueblo mío: Yo tenía el propósito de edificar una casa de descanso para el Arca de la Alianza de Yahvé y para el escabel de los pies de nuestro Dios. Había ya preparado la construcción, 3pero Dios me dijo: «Tú no edificarás la casa a mi Nombre, pues eres hombre de guerra y has derramado sangre.» 4[2812]Sin embargo, Yahvé, el Dios de Israel, me ha elegido de entre toda la casa de mi padre, para que fuese rey de Israel para siempre. Porque ha elegido a Judá para ser caudillo, y de las familias de Judá la casa de mi padre; y de entre los hijos de mi padre tuvo complacencia en mí para hacerme rey sobre todo Israel. 5Y de en medio de todos mis hijos —pues muchos hijos me ha dado Yahvé— eligió Él a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Yahvé sobre Israel. 6[2813]Y me dijo: «Salomón, tu hijo, edificará mi Casa y mis atrios; porque a él le he escogido por hijo mío, y Yo seré padre suyo. 7Haré estable su reino para siempre, si perseverare en el cumplimiento de mis mandamientos y de mis preceptos como lo hace actualmente.» 8[2814]Ahora pues, en presencia de todo Israel, la congregación de Yahvé, y oyéndolo nuestro Dios (os digo): Guardad y estudiad todos los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, para que podáis poseer esta buena tierra, y la dejéis como heredad perpetua a vuestros hijos después de vosotros.”

Exhortación a Salomón

9“Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón recto y con buena voluntad, porque Yahvé escudriña todos los corazones y penetra todos los pensamientos del entendimiento. Si le buscares, le hallarás, pero si le dejares, Él te desechará para siempre. 10[2815]Mira ahora que Yahvé te ha escogido para edificar una casa que sea su Santuario. ¡Sé fuerte, y manos a la obra!”

11[2816]Dio luego David a su hijo Salomón el diseño del pórtico y de los demás edificios, de las tesorerías, de las cámaras altas, de las cámaras interiores y del lugar del Propiciatorio; 12y también el diseño de todo lo que tenía en su espíritu respecto de los atrios de la Casa de Yahvé y de todas las cámaras de alrededor, para los tesoros de la Casa de Dios y los de las cosas sagradas; 13y lo (dispuesto) respecto de las clases de los sacerdotes y de los levitas y de todos los deberes del ministerio de la Casa de Yahvé, como también de todos los utensilios del ministerio de la Casa de Yahvé. 14Y (le dio) el oro, según el peso para cada uno de los utensilios de toda clase de servicio, y también la plata, según el peso que correspondía a todos los utensilios de toda clase de servicio; 15asimismo el peso correspondiente a los candelabros de oro y sus lámparas de oro, según el peso de cada candelabro y sus lámparas, y (el peso) para los candelabros de plata, según el peso de cada candelabro y sus lámparas, conforme al destino de cada candelabro. 16También el peso de oro para las mesas de la proposición, para cada mesa, y la plata para las mesas de plata; 17y oro puro para los tenedores, las fuentes y las copas; y asimismo lo correspondiente para las tazas de oro, según el peso de cada taza, y para las tazas de plata, según el peso de cada taza, 18[2817]y para el altar del incienso oro acrisolado según el peso, asimismo oro para la figura de la carroza (de Dios), los querubines, que extienden (las alas) y cubren el Arca de la Alianza de Yahvé. 19[2818]“Todo esto (dijo David), me mostró Yahvé en un escrito (que me llegó) de su mano: el modelo de toda la obra.”

20Dijo David a Salomón su hijo: “¡Sé fuerte y ten buen ánimo; y manos a la obra! No temas, ni te amedrentes, porque Yahvé Dios, el Dios mío, está contigo; no te dejará, ni te desamparará, hasta la terminación de toda la obra para el servicio de la Casa de Yahvé. 21Y he aquí que tienes las clases de los sacerdotes y de los levitas para todo el servicio de la Casa de Dios, y estarán a tu lado para toda clase de obras todos los hombres de buena voluntad y habilidad en cualquier clase de servicio, y los príncipes y el pueblo entero en todas tus empresas.”

1 CRÓNICAS 29
Ofrendas para el Templo

1Dijo el rey David a toda la asamblea: “Mi hijo Salomón a quien solo ha escogido Dios, es todavía joven y tierno, y la obra es grande; pues este alcázar no es para hombre, sino para Yahvé Dios. 2[2819]Con todas mis fuerzas he preparado para la Casa de mi Dios el oro para los objetos de oro, la plata para los de plata, el bronce para los de bronce, el hierro para los de hierro y la madera para los de madera; también piedras de ónice y (piedras) de engaste; piedras brillantes y de varios colores, toda suerte de piedras preciosas y piedras de mármol en abundancia. 3Fuera de esto, en mi amor a la Casa de mi Dios, doy a la Casa de mi Dios el oro y la plata que poseo, además de todo lo que tengo preparado para la Casa del Santuario: 4tres mil talentos de oro, del oro de Ofir, y siete mil talentos de plata acrisolada para revestir las paredes de los edificios; 5[2820]el oro para los objetos de oro, la plata para los de plata, y para todas las obras hechas por mano de los artífices, ¿Quién, pues, quiere ahora hacer una ofrenda espontánea a Yahvé?”

6Entonces los jefes de las casas paternas, los príncipes de las tribus de Israel, los jefes de miles y de cientos, y los administradores de la hacienda del rey ofrecieron espontáneamente sus ofrendas, 7[2821]y dieron para la obra de la Casa de Dios, cinco mil talentos de oro, diez mil dáricos, diez mil talentos de plata, diez y ocho mil talentos de bronce y cien mil talentos de hierro. 8Los que tenían piedras preciosas, las entregaron para el tesoro de la Casa de Yahvé, en mano de Jehiel gersonita. 9Y se regocijó el pueblo por haberlo hecho voluntariamente; porque de todo su corazón habían ofrecido espontáneamente sus dádivas a Yahvé. También el rey David tuvo un gran gozo.

Oración de David

10[2822]Después bendijo David a Yahvé en presencia de toda la asamblea; y dijo David:

“¡Bendito Tú, oh Yahvé, Dios de nuestro padre Israel,

desde la eternidad hasta la eternidad!

11Tuya, oh Yahvé, es la grandeza, el poder,

la magnificencia, el esplendor y la majestad;

pues tuyo es cuánto hay en el cielo y en la tierra.

Tuyo, oh Yahvé, es el reino; Tú te eriges en cabeza de todo.

12De Ti proceden la riqueza y la gloria;

Tú lo gobiernas todo;

en tu mano están el poder y la fortaleza,

y en tu mano el dar grandeza y poder a todos.

13Ahora, pues, oh Dios nuestro,

te alabamos y celebramos tu Nombre glorioso.

14[2823]Pues ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que seamos capaces de ofrecerte tales donativos? Porque todo viene de Ti, y te damos lo (que hemos recibido) de tus manos. 15Porque extranjeros y advenedizos somos delante de Ti, como todos nuestros padres; como sombra son nuestros días sobre la tierra, y no hay espera. 16Yahvé, Dios nuestro, todo este grande acopio que hemos acumulado, a fin de edificarte una Casa para tu santo Nombre, viene de tu mano, y es todo tuyo. 17[2824]Bien sé, Dios mío, que Tú pruebas los corazones y amas la rectitud; por eso te he ofrecido voluntariamente todo esto con sincero corazón, y ahora veo con regocijo a tu pueblo, a los que se hallan aquí, cómo te ofrecen espontáneamente sus dones. 18Oh, Yahvé, Dios de nuestros padres, de Abrahán, de Isaac y de Israel, conserva esto perpetuamente para formar los pensamientos del corazón de tu pueblo, y dirige Tú su corazón hacia Ti. 19Da a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus preceptos, a fin de que todo lo ponga por obra y edifique el palacio, para el cual yo he hecho los preparativos.”[2825]

20[2826]Después dijo David a toda la asamblea: “¡Bendecid a Yahvé vuestro Dios!” Y toda la asamblea bendijo a Yahvé, el Dios de sus padres, e inclinaron la cabeza y se postraron ante Yahvé y ante el rey.

Unción de Salomón

21Al día siguiente inmolaron a Yahvé víctimas y le ofrecieron holocaustos: mil becerros, mil carneros y mil corderos, con sus correspondientes libaciones y muchos sacrificios por todo Israel. 22[2827]En aquel día comieron y bebieron ante Yahvé con gran gozo, y por segunda vez proclamaron rey a Salomón, hijo de David, y le ungieron por rey delante de Yahvé, y a Sadoc por sacerdote. 23Entonces se sentó Salomón como rey sobre el trono de Yahvé, en lugar de su padre David, y prosperó y le obedeció todo Israel. 24Todos los jefes y grandes, y también todos los hijos del rey David, prestaron obediencia al rey Salomón. 25Y Yahvé le engrandeció en extremo a los ojos de todo Israel, y le confirió tanta gloria real cual nunca había tenido ningún rey de Israel antes de él.

Muerte de David

26David, el hijo de Isaí, reinó sobre todo Israel. 27Fueron los días que reinó sobre Israel cuarenta años. En Hebrón reinó siete años, y en Jerusalén reinó treinta y tres. 28Murió en buena vejez, harto de días, riqueza y gloria; y en su lugar reinó su hijo Salomón. 29[2828]Los hechos del rey David, los primeros y los postreros, he aquí que están escritos en la historia del vidente Samuel, en la historia del profeta Natán y en la historia del vidente Gad, 30juntamente con todo su reinado y sus hazañas, y las vicisitudes que pasaron sobre él, sobre Israel y sobre todos los reinos de los (demás) países.

II PARALIPÓMENOS (2 CRÓNICAS)

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I. SALOMÓN
2 CRÓNICAS 1
Sacrificio de Salomón

1[2829]Salomón, hijo de David, quedó afirmado en su reino; Yahvé su Dios estaba con él y lo engrandeció sobremanera. 2[2830]Entonces habló Salomón a todo Israel, a los jefes de miles y de cientos, a los jueces y a todos los príncipes de todo Israel, a las cabezas de las casas paternas; 3y fue Salomón con toda la comunidad que lo acompañaba, al lugar alto que había en Gabaón, porque allí se hallaba el Tabernáculo de la Reunión de Dios, que Moisés, siervo de Yahvé, había hecho en el desierto. 4En cuanto al Arca de Dios, David la había llevado de Kiryatyearim al lugar que él le había preparado, pues le había erigido un Tabernáculo en Jerusalén. 5El altar de bronce que había hecho Besalel, hijo de Urí, hijo de Hur, estaba también allí, delante de la Morada de Yahvé. Fueron Salomón y la comunidad para consultarle. 6Y subió Salomón allí al altar de bronce que estaba ante Yahvé junto al Tabernáculo de la Reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.

Petición de Salomón

7[2831]En aquella noche se apareció Dios a Salomón y le dijo: “Pídeme lo que quieres que te conceda.” 8Salomón respondió a Dios: “Tú has tenido gran misericordia con David mi padre, y a mí me has hecho rey en su lugar. 9Ahora, oh Yahvé Dios, cúmplase la promesa que hiciste a mi padre David, ya que Tú me has hecho rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. 10Dame ahora sabiduría e inteligencia, para que sepa cómo conducirme ante este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?”

11Respondió Dios a Salomón: “Ya que piensas esto en tu corazón, y no has pedido riquezas, ni bienes, ni gloria, ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e inteligencia para gobernar a mi pueblo, del cual te he hecho rey; 12por eso te son dadas la sabiduría y la inteligencia; y además te daré riqueza y bienes y gloria como no las poseyó ningún rey antes de ti ni las tendrá ninguno de tus sucesores.” 13Y Salomón regresó a Jerusalén desde el lugar alto de Gabaón, de delante del Tabernáculo de la Reunión, y reinó sobre Israel.

Riquezas de Salomón

14[2832]Salomón juntó carros y gente de a caballo y vino a poseer mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes, a los que acuarteló en las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusalén. 15El rey hizo que la plata y el oro fuesen en Jerusalén tan común como las piedras, y los cedros tan abundantes como los sicómoros en la Sefelá. 16Los caballos de Salomón venían por medio de una caravana de comerciantes del rey desde Egipto, donde la caravana los compraba a un precio convenido. 17Sacaban y traían de Egipto un carro por seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. De la misma manera los traían, como intermediarios, para todos los reyes de los heteos y los de Siria.

2 CRÓNICAS 2
Preparativos para la construcción del Templo

1Resolvió Salomón edificar una Casa al Nombre de Yahvé y un palacio real para sí. 2[2833]Salomón señaló setenta mil hombres para transportar cargas y ochenta mil hombres para trabajar en las canteras de las montañas y tres mil seiscientos sobrestantes sobre ellos.

3Envió Salomón a decir a Huram, rey de Tiro: “Así como hiciste con David mi padre, enviándole maderas de cedro para edificar una casa en que habitase (así hazlo también conmigo). 4He aquí que voy a edificar una Casa al Nombre de Yahvé, mi Dios, para consagrársela, para quemar ante Él incienso aromático, para (el pan de) la proposición perpetua, y para los holocaustos de la mañana y de la tarde de los sábados, novilunios y fiestas de Yahvé, nuestro Dios, para siempre, como es precepto para Israel. 5La Casa que voy a edificar será grande; porque nuestro Dios es mayor que todos los dioses. 6[2834]Mas ¿quién es capaz de construirle Casa, cuando los cielos y los cielos de los cielos no pueden abarcarlo? ¿Y quién soy yo para edificarle esa Casa, si no fuese para quemar incienso delante de Él? 7Envíame un hombre inteligente, diestro en trabajar el oro, la plata, el cobre, el hierro, la púrpura, el carmesí y el jacinto, y que sepa hacer entalladuras, trabajando con estos artífices instruidos por mi padre David que tengo conmigo en Judá y en Jerusalén. 8Envíame también maderas de cedro, de ciprés y de pino, desde el Líbano; pues bien sé que tus siervos saben labrar las maderas del Líbano; y he aquí que mis siervos trabajarán con tus siervos, 9para prepararme maderas en abundancia; pues la Casa que voy a edificar ha de ser grande y maravillosa. 10[2835]He aquí que daré para el sustento de tus siervos, los obreros que han de cortar los árboles, veinte mil coros de trigo, veinte mil coros de cebada, veinte mil batos de vino y veinte mil batos de aceite.”

11Huram, rey de Tiro, respondió en una carta que envió a Salomón: “Por el amor que tiene Yahvé hacia su pueblo, te ha hecho rey sobre ellos.” 12Y agregó Huram: “¡Bendito sea Yahvé, el Dios de Israel, creador del cielo y de la tierra, que ha dado al rey David un hijo sabio, prudente y juicioso a fin de que edifique una Casa a Yahvé, y un palacio real para sí. 13[2836]Te envío ahora un hombre sabio, dotado de inteligencia, a saber, Huram, confidente mío; 14hijo de una mujer de las hijas de Dan, cuyo padre era de Tiro, el cual sabe trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, piedras y maderas, púrpura, jacinto, lino fino y carmesí. Sabe también esculpir toda clase de entalladuras y elaborar cualquier plan que se le proponga, juntamente con tus artífices y los artífices de mi señor David, tu padre. 15Mande, mi señor a sus siervos el trigo, la cebada, el aceite y el vino, que ha prometido mi señor, 16y nosotros cortaremos del Líbano las maderas que necesites, y te las conduciremos en balsas, por mar, hasta Joppe, y tú las transportarás a Jerusalén.”

Censo de los obreros

17[2837]Salomón hizo el censo de todos los extranjeros que había en el país de Israel, después del censo que había hecho su padre David; y se hallaron ciento cincuenta y tres mil seiscientos. 18De ellos destinó setenta mil para el transporte de cargas, ochenta mil para las canteras en las montañas, y tres mil seiscientos como sobrestantes para dirigir los trabajos del pueblo.

2 CRÓNICAS 3
Construcción del Templo

1[2838]Empezó Salomón a edificar la Casa de Yahvé en Jerusalén, en el monte Moriah indicado anteriormente a su padre David, en el sitio donde David había hecho los preparativos, en la era de Ornan jebuseo. 2Dio comienzo a las obras el día dos del mes segundo del año cuarto de su reinado.

3[2839]He aquí (las dimensiones) de los fundamentos que puso Salomón, para edificar la Casa de Dios: la longitud en codos de la medida antigua: sesenta codos, y la anchura: veinte codos.

4El pórtico que servía de fachada y cuya longitud correspondía al ancho de la Casa, tenía una longitud de veinte codos y una altura de ciento veinte. Lo recubrió por dentro de oro puro.

5[2840]Revistió la Casa mayor de madera de ciprés y la recubrió de oro fino, haciendo esculpir en ella palmas y cadenillas. 6[2841]Revistió también la Casa de piedras preciosas para adornarla; el oro era oro de Parvaim. 7Así cubrió de oro tanto la Casa, las vigas, los umbrales, sus paredes y sus puertas, y esculpió querubines sobre las paredes.

El Santísimo del Templo

8Construyó también la Casa del Santísimo, cuya longitud, correspondiente al ancho de la Casa, era de veinte codos, y su anchura igualmente de veinte codos. Lo revistió de oro puro, que pesaba seiscientos talentos. 9Los clavos de oro pesaban cincuenta siclos. Cubrió de oro también los pisos altos.

10En el interior de la Casa del Santísimo hizo dos querubines, de obra esculpida, que revistió de oro. 11Las alas de los querubines tenían veinte codos de largo. La una del primero era de cinco codos y tocaba la pared de la Casa; la otra ala tenía también cinco codos, y tocaba el ala del otro querubín. 12[2842]Del mismo modo un ala del otro querubín era de cinco codos y tocaba la pared de la Casa; la otra ala tenía también cinco codos, y se juntaba al ala del primer querubín. 13Las alas de estos querubines medían desplegadas veinte codos. Estaban ellos de pie, y con sus caras vueltas hacia la Casa.

14[2843]Asimismo hizo el velo, de jacinto, púrpura escarlata, carmesí y lino fino, en el cual hizo bordar querubines.

Las columnas

15[2844]Delante de la Casa hizo dos columnas de treinta y cinco codos de alto. El capitel que las coronaba tenía cinco codos. 16Forjó, además, cadenillas (como) en el Santísimo, y las colocó sobre los remates de las columnas; e hizo cien granadas, que puso en las cadenillas. 17Erigió las columnas delante del Templo, una a la derecha, y la otra a la izquierda, llamando la de la derecha Jaquín, y la de la izquierda Boas.

2 CRÓNICAS 4
Objetos sagrados

1Construyó también un altar de bronce de veinte codos de largo, veinte codos de ancho y diez codos de alto. 2[2845]Asimismo hizo el mar (de bronce) fundido, que tenía diez codos de un borde al otro. Era enteramente redondo y de cinco codos de alto. Un cordón de treinta codos le rodeaba todo en derredor. 3Debajo del borde había en toda la circunferencia figuras de bueyes, diez por cada codo, colocadas en dos órdenes que formaban con él una sola pieza de fundición. 4[2846]Estaba asentado sobre doce bueyes; de los cuales tres miraban al norte, tres al occidente, tres al sur, y tres al oriente. El mar descansaba encima de ellos, y las partes traseras de todos ellos estaban hacia adentro. 5Su espesor era de un palmo, y su borde como el borde de un cáliz, como una flor de azucena. Cabían en él tres mil batos.

6Hizo también para los lavatorios diez pilas y colocó cinco de ellas a la derecha y cinco a la izquierda. En ellas se limpiaba lo que se ofrecía en holocausto. El mar era para las abluciones de los sacerdotes.

7Hizo igualmente diez candelabros de oro, según la forma prescrita, y los colocó en el Templo, cinco a la derecha, y cinco a la izquierda. 8Y fabricó diez mesas, que puso en el Templo, cinco a la derecha, y cinco a la izquierda. Hizo igualmente cien tazas de oro.

9Además construyó el atrio de los sacerdotes, y el atrio grande con las puertas del atrio, y revistió las puertas del mismo de bronce. 10EI mar lo colocó al lado derecho, al este, hacia el sur.

11Hizo Huram también las calderas, las paletas y las tazas.

Así concluyó Huram la obra que le había encargado el rey Salomón en la Casa de Dios: 12las dos columnas, los globos y los capiteles que había arriba de las columnas; las dos mallas para cubrir los dos globos de los capiteles que coronaban las columnas, 13las cuatrocientas granadas de las dos mallas, dos filas de granadas para cada malla, para cubrir los dos globos de los capiteles que había sobre las columnas; 14las diez basas, y también las pilas, para (asentarlas) sobre las bazas; 15el mar con los doce bueyes debajo de él; 16[2847]las calderas, las paletas y los tenedores. Todos estos utensilios los hizo Hiram, el maestro, para el rey Salomón para la Casa de Yahvé; eran de bronce pulido. 17[2848]El rey los hizo fundir en la llanura del Jordán, en la tierra arcillosa que hay entre Sucot y Seredá. 18Salomón hizo todos estos utensilios en número muy grande, y nunca fue averiguado el peso del bronce.

19Salomón hizo también todos los (demás) objetos de la Casa de Dios: el altar de oro, las mesas para el pan de la proposición, 20los candelabros con sus lámparas, de oro puro, para que ardieran, según el rito, delante del Santísimo; 21las flores, las lámparas y las despabiladeras de oro, del mejor oro; 22y los cuchillos, las copas, las cazuelas y los incensarios, de oro puro. Eran también de oro las puertas interiores de la Casa a la entrada del Santísimo, y las puertas de la Casa del Templo.

2 CRÓNICAS 5
Traslado del Arca al Templo

1Así fue acabada toda la obra que hizo Salomón para la Casa de Yahvé. Y trajo Salomón todas las cosas que su padre David había dedicado, y puso la plata, el oro y todos los objetos en los tesoros de la Casa de Dios.

2[2849]Entonces Salomón reunió en Jerusalén a todos los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los hijos de Israel, para trasladar el Arca de la Alianza de Yahvé desde la Ciudad de David, que es Sión. 3Se reunieron en torno al rey todos los hombres de Israel, en la fiesta del mes séptimo.

4Cuando hubieron llegado todos los ancianos de Israel, alzaron los levitas el Arca; 5e introdujeron el Arca juntamente con el Tabernáculo de la Reunión, y todos los utensilios del Santuario que había en el Tabernáculo, los cuales transportaron los sacerdotes levitas.

6Entretanto el rey Salomón, con toda la Congregación de Israel que se había reunido en torno a él, estaba ante el Arca, ofreciendo ovejas y bueyes, incalculables e innumerables por su multitud. 7Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza de Yahvé en su lugar, en el Oráculo de la Casa, en el Santísimo, debajo de las alas de los querubines. 8Los querubines tenían las alas extendidas sobre el lugar del Arca, y cubrían a esta por encima, lo mismo que las varas. 9[2850]Las varas del Arca eran tan largas que se dejaban ver sus extremos que salían un poco fuera del Santísimo; pero no se veían desde lejos: y allí están hasta el día de hoy. 10En el Arca no había más que las dos tablas que allí había colocado Moisés en el Horeb, cuando Yahvé hizo alianza con los hijos de Israel, a su salida de Egipto.

Dedicación del Templo

11[2851]Cuando los sacerdotes salieron del Santuario —pues todos los sacerdotes que estaban presentes se habían santificado, ni había orden de clases— 12y cuando todos los levitas cantores, Asaf, Hernán y Jedutún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino fino, estaban de pie al oriente del altar, tocando címbalos, salterios y cítaras, y con ellos ciento veinte sacerdotes, que tocaban las trompetas; 13[2852]cuando al mismo tiempo y al unísono se hicieron oír los que tocaban las trompetas y los cantores, alabando y celebrando a Yahvé, y cuando alzaron la voz con las trompetas y con los címbalos y otros instrumentos de música, sucedió que mientras alababan a Yahvé, diciendo: “Porque es bueno, porque es eterna su misericordia”, la Casa se llenó de una nube, la misma Casa de Yahvé; 14[2853]y no pudieron permanecer los sacerdotes para hacer el servicio, a causa de la nube; porque la gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé.

2 CRÓNICAS 6
Alocución de Salomón al pueblo

1[2854]Después dijo Salomón: “Yahvé ha dicho que moraría en la oscuridad. 2Por eso te he edificado una Casa para morada, y un lugar estable donde habites para siempre.”

3Luego, volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la asamblea de Israel, estando de pie toda la asamblea de Israel. 4Dijo: “Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, que con su boca habló a David, mi padre, y con su mano ha cumplido (lo prometido) diciendo: 5«Desde el día que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, no he elegido ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel, para edificar una Casa donde estuviese mi Nombre; ni elegí varón que fuese príncipe de Israel, mi pueblo; 6[2855]pero (ahora) he escogido a Jerusalén, para que esté allí mi Nombre, y he elegido a David para que reine sobre Israel, mi pueblo.» 7David, mi padre, tuvo la intención de edificar una Casa al Nombre de Yahvé, el Dios de Israel. 8Yahvé, empero, dijo a David, mi padre: «En cuanto a tu intención de edificar una Casa a mi Nombre, bien has hecho en concebir esta idea. 9Sin embargo, no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo que saldrá de tus entrañas, ese será quien edificará la Casa a mi Nombre.» 10Ahora bien, Yahvé ha cumplido la palabra que había pronunciado; me he levantado yo en lugar de David, mi padre, y me he sentado sobre el trono de Israel, como Yahvé había dicho, y he edificado la Casa al Nombre de Yahvé, Dios de Israel; 11y he puesto allí el Arca, en la cual está la Alianza de Yahvé, que Él celebró con los hijos de Israel.”

Oración de Salomón

12Después (Salomón) se puso ante el altar de Yahvé, frente a toda la asamblea de Israel y extendió las manos —13pues Salomón había hecho una tribuna de bronce de cinco codos de largo, cinco codos de ancho, y tres codos de alto, que había colocado en medio del atrio— y poniéndose sobre ella se arrodilló y frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo, 14y dijo:

“Yahvé, Dios de Israel, no hay Dios como Tú, ni en el cielo ni en la tierra; Tú guardas la Alianza y la misericordia para con tus siervos que andan delante de Ti con todo su corazón. 15Tú has cumplido todas las promesas que diste a tu siervo David, mi padre, porque con tu boca lo prometiste, y con tu mano lo has cumplido, como (se ve) el día de hoy. 16[2856]Ahora, oh Yahvé, Dios de Israel, cumple también lo que prometiste a tu siervo David, mi padre, diciendo: Nunca te faltará varón delante de Mí que se siente sobre el trono de Israel, con tal que tus hijos velen sobre su camino andando en mi Ley, como tú has andado delante de Mí. 17Cúmplase ahora, oh Yahvé, Dios de Israel, tu palabra que prometiste a tu siervo David.

18[2857]Pero, ¿es realmente posible que Dios habite con los hombres sobre la tierra? He aquí que los cielos y los cielos de los cielos no te pueden abarcar, ¿cuánto menos esta Casa que yo acabo de edificar? 19Con todo, atiende a la oración de tu siervo y a su súplica, oh Yahvé, Dios mío, y escucha el clamor y la oración que tu siervo presenta delante de Ti. 20¡Que tus ojos estén abiertos sobre esta Casa día y noche, sobre este lugar del cual has dicho que pondrías allí tu Nombre para escuchar la oración que dirige tu siervo hacia este lugar! 21[2858]Oye, pues, la súplica de tu siervo y de Israel, tu pueblo, cuando oren hacia este lugar. Escucha Tú desde el lugar de tu morada, el cielo; escucha y perdona.

22Si alguno pecare contra su prójimo, y se le impusiere que haga juramento, y si él viniere a jurar delante de tu altar en esta Casa, 23escúchale desde el cielo; obra y juzga a tus siervos; da su merecido al inicuo, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza, y declarando inocente al justo, remunerándole según su justicia.

24Si Israel, tu pueblo, fuere vencido por el enemigo, por haber pecado contra Ti, y ellos se convirtieren y confesaren tu Nombre, orando y suplicando ante Ti en esta Casa, 25escúchalos desde el cielo, y perdona el pecado de Israel, tu pueblo, y llévalos de nuevo a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.

26Si se cerrare el cielo, de manera que no haya lluvia, por haber pecado ellos contra Ti; si entonces oraren hacia este lugar y confesaren tu Nombre, convirtiéndose de su pecado por afligirlos Tú, 27escúchalos en el cielo, y perdona el pecado de tus siervos y de Israel, tu pueblo, enseñándoles el buen camino en que deben andar, y envía lluvia sobre la tierra que has dado por herencia a tu pueblo.

28[2859]Si sobreviniere hambre en el país, si hubiere peste, o si hubiere tizón, o añublo, langosta u otra clase de insectos, o si su enemigo los cercare en el país, en las ciudades, o si hubiere cualquier otra plaga o enfermedad, 29si entonces un hombre, o todo Israel, tu pueblo, hiciere oraciones y súplicas, y uno, reconociendo su llaga y su dolor, tendiere sus manos hacia esta Casa, 30escúchale desde el cielo, lugar de tu morada, y perdona, remunerando a cada uno conforme a todos sus caminos, estándote manifiesto su corazón —pues solamente Tú conoces el corazón de los hijos de los hombres— 31para que te teman, andando en tus caminos todo el tiempo que vivieren en la tierra que Tú diste a nuestros padres.

32También al extranjero, que no es de tu pueblo de Israel, si viniere de tierras lejanas a causa de tu gran Nombre, tu mano fuerte y tu brazo extendido, cuando viniere y orare en esta Casa, 33[2860]escúchale desde el cielo, lugar de tu morada, y haz conforme a todo lo que te pidiere el extranjero, a fin de que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman, como Israel, tu pueblo, y sepan que tu Nombre es invocado sobre esta Casa por mí edificada.

34Si saliere tu pueblo a campaña contra sus enemigos siguiendo el camino por el cual Tú le envíes, si oraren a Ti, dirigiendo su rostro hacia esta ciudad que Tú has escogido, y la Casa que yo he edificado a tu Nombre, 35escucha Tú desde el cielo su oración y su plegaria, y hazles justicia.

36[2861]Cuando pecaren contra Ti —pues no hay hombre que no peque— y Tú irritado contra ellos los entregares en poder de un enemigo que los lleve cautivos a un país lejano o cercano, 37y ellos volviendo en sí en el país de su cautiverio se convirtieren y te suplicaren en la tierra de su cautiverio, diciendo: «Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos obrado mal»; 38si de veras se convirtieren a Ti de todo su corazón y con toda su alma en el país de su cautiverio a que fueron llevados cautivos, y oraren mirando hacia la tierra que Tú diste a sus padres, y hacia la ciudad que Tú escogiste, y hacia la Casa que yo he edificado a tu Nombre, 39escucha desde el cielo, desde el lugar de tu morada, su oración y su plegaria; hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra Ti.

40Estén, oh Dios mío, tus ojos abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar. 41¡Y ahora, levántate, oh Yahvé, Dios (y ven) al lugar de tu reposo, Tú y el Arca de tu poderío! ¡Que tus sacerdotes, oh Yahvé Dios, se revistan de salud y tus santos gocen de tus bienes! 42[2862]Yahvé, Dios mío, no rechaces el rostro de tu ungido; acuérdate de las misericordias (otorgadas) a David, tu siervo.”

2 CRÓNICAS 7
La majestad del señor llena el Templo

1[2863]Cuando Salomón acabó de orar, bajó del cielo fuego que consumió el holocausto y los sacrificios; y la gloria de Yahvé llenó la Casa. 2Y no podían los sacerdotes entrar en la Casa de Yahvé, porque la gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé. 3[2864]Entonces todos los hijos de Israel, al ver descender el fuego y la gloria de Yahvé sobre la Casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento, y adoraron, celebrando a Yahvé (diciendo): “porque es bueno, porque es eterna su misericordia.”

Conclusión de la fiesta

4[2865]Luego el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios delante de Yahvé. 5El rey Salomón ofreció en sacrificio veinte y dos mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así el rey y todo el pueblo celebraron la dedicación de la Casa de Dios. 6Los sacerdotes atendían su ministerio, como también los levitas con los instrumentos de música de Yahvé, que el rey David había hecho para alabar a Yahvé (con las palabras): “porque es eterna su misericordia”. El mismo David solía alabar (a Dios) por medio de ellos. Los sacerdotes que tocaban las trompetas estaban delante de los (levitas), y todo Israel se mantenía en pie. 7Salomón santificó también el atrio central, que está delante de la Casa de Yahvé; pues ofreció allí los holocaustos y las grosuras de los sacrificios pacíficos, ya que el altar de bronce que había hecho no podía contener los holocaustos, oblaciones y sebos.

8[2866]Salomón celebró durante siete días la fiesta, y con él todo Israel, una multitud numerosísima, venida desde la entrada de Hamat hasta el torrente de Egipto. 9Al día octavo tuvo lugar la asamblea solemne, porque habían hecho la dedicación del altar por siete días, de manera que la fiesta (duró) siete días.10El día veinte y tres del mes séptimo (Salomón) envió al pueblo a sus casas, y estaban alegres y contentos en su corazón por todos los beneficios que Yahvé había hecho a David, a Salomón y a Israel, su pueblo.

Dios se aparece a Salomón

11[2867]Acabó Salomón la Casa de Yahvé y la casa del rey, y realizó todo cuanto se había propuesto hacer en la Casa de Yahvé y en su propia casa. 12Apareciose entonces Yahvé a Salomón de noche, y le dijo: “He oído tu oración, y me he escogido este lugar como Casa de sacrificio. 13Si Yo cerrare el cielo y no lloviere, si Yo enviare la langosta para que devore la tierra, o mandare la peste entre mi pueblo; 14y si mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre se humillare, orando y buscando mi rostro, y si se convirtieren de sus malos caminos, Yo los oiré desde el cielo, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. 15Estarán mis ojos abiertos, y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar; 16pues ahora he escogido y santificado esta Casa, para que en ella permanezca para siempre mi Nombre. Allí estarán mis ojos y mi corazón todos los días. 17[2868]Y en cuanto a ti, si andas en mi presencia como anduvo David, tu padre, haciendo todo lo que te he mandado, y guardando mis leyes y mis preceptos, 18haré estable el trono de tu reino, como he pactado con David, tu padre, diciendo: «Jamás te faltará hombre (de tu descendencia) que reine en Israel.» 19Pero si os apartáis, abandonando mis leyes y mis mandamientos que os he puesto delante, y vais a servir a otros dioses, postrándoos delante de ellos, 20os arrancaré de mi país que os he dado, y esta Casa que he santificado para mi Nombre la echaré de mi presencia, y la haré objeto de proverbio y escarnio entre todos los pueblos. 21Y esta Casa tan alta vendrá a ser el espanto de todos los que pasaren cerca de ella, de modo que dirán: «¿Por qué ha tratado Yahvé así a este país y esta Casa?» 22Y se les responderá: «Porque abandonaron a Yahvé, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se adhirieron a otros dioses, postrándose ante ellos y sirviéndolos, por eso Él hizo venir sobre ellos todo este mal».”

2 CRÓNICAS 8
Salomón extiende su reino

1[2869]Al cabo de veinte años, cuando Salomón hubo acabado de edificar la Casa de Yahvé y su propia casa, 2reconstruyó las ciudades que Huram le había dado, y estableció allí a los hijos de Israel.

3Salomón marchó contra Hamat-Sobá, y se apoderó de ella; 4[2870]edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de abastecimientos que construyó en Hamat; 5edificó a Bethorón la alta, y a Bethorón la baja, ciudades fortificadas, que tenían murallas, puertas y barras, 6y a Baalat, con todas las ciudades de abastecimientos que le pertenecían, y todas las ciudades de los carros y las ciudades de la caballería, y todo lo que le gustó edificar en Jerusalén, en el Líbano y en todo el país de su dominio. 7A toda la gente que había quedado de los heteos, los amorreos, los fereceos, los heveos y los jebuseos, que no eran israelitas; 8(es decir), a sus hijos, que después de ellos habían quedado en el país y a quienes los israelitas no habían exterminado, los destinó Salomón para prestación personal, hasta el día de hoy. 9No empleó Salomón a ninguno de los hijos de Israel como esclavo para sus obras, sino que ellos eran hombres de guerra, jefes y oficiales, comandantes de sus carros y de su caballería. 10Los jefes de las guarniciones que tenía Salomón eran doscientos cincuenta. Ellos gobernaban a la gente.

11[2871]Salomón trasladó a la hija del Faraón de la ciudad de David a la casa que para ella había edificado; pues se decía: “No ha de habitar mi mujer en la casa de David, rey de Israel; porque sagrados son aquellos (lugares) adonde ha entrado el Arca de Yahvé.”

Organización del culto

12Entonces ofreció Salomón holocaustos a Yahvé sobre el altar de Yahvé que había erigido delante del pórtico, 13[2872]ofreciendo lo que para cada día había prescrito Moisés, para los sábados, los novilunios y las fiestas, tres veces al año: en la fiesta de los Ázimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de los Tabernáculos. 14Estableció también las clases de los sacerdotes en sus ministerios, conforme al reglamento de su padre David, y a los levitas en su cargo de cantar y servir bajo vigilancia de los sacerdotes, según el rito de cada día; y a los porteros con arreglo a sus clases, en cada puerta; porque así lo había mandado David, varón de Dios.

15Y no se apartaron en nada del mandamiento del rey respecto a los sacerdotes y los levitas, ni tampoco en lo relativo a los tesoros.

16Toda la obra de Salomón se hallaba bien preparada, desde el día en que se echaron los cimientos de la Casa de Yahvé hasta su terminación. Así fue acabada la Casa de Yahvé.

La flota de Ofir

17[2873]Entonces Salomón fue a Esionguéber y a Elat, a orillas del Mar en el país de Edom, 18y Huram envió, por mano de sus siervos, navíos cuyos marineros eran conocedores del mar. Fueron estos con los siervos de Salomón a Ofir, de donde trajeron cuatrocientos cincuenta talentos de oro, que entregaron al rey Salomón.

2 CRÓNICAS 9
La reina de Sabá

1[2874]Había oído la reina de Sabá la fama de Salomón, y vino a Jerusalén para probar a Salomón con enigmas. (Vino) con séquito muy grande, con camellos que traían aromas, gran cantidad de oro, y piedras preciosas. Llegada que fue donde estaba Salomón, habló con él sobre todo lo que tenía en su corazón. 2Salomón contestó a todas sus preguntas; y no hubo nada que fuese escondido a Salomón y que él no pudiera explicarle.

3[2875]Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, 4los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte de sus criados y los vestidos de los mismos, sus coperos con sus trajes, y la escalera por donde él subía a la Casa de Yahvé, se quedó como atónita, 5y dijo al rey: “Verdad es lo que en mi país he oído decir de ti y de tu sabiduría. 6[2876]Yo no creía lo que se decía, hasta que he venido y lo han visto mis propios ojos; y he aquí que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú sobrepujas la fama que yo Había oído. 7¡Dichosas tus gentes! ¡Dichosos estos tus siervos, los cuales están siempre en tu presencia y oyen tu sabiduría! 8¡Bendito sea Yahvé tu Dios que se ha complacido en ti, poniéndote sobre su trono como rey de Yahvé, tú Dios, por el amor que tu Dios tiene hacia Israel para conservarlo para siempre, y te ha hecho rey sobre ellos para ejercer juicio y justicia!” 9Y dio al rey ciento veinte talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca hubo aromas como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón.

10Los siervos de Huram y los siervos de Salomón, que traían oro de Ofir, trajeron también madera de sándalo y piedras preciosas. 11[2877]De la madera de sándalo hizo el rey balaustradas para la Casa de Yahvé y la casa real, y cítaras y salterios para los cantores. No se había visto antes en el país de Judá madera semejante.

12El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso y cuanto pidió, fuera (del equivalente) de lo que ella había traído al rey. Después se volvió y regresó a su tierra, acompañada de sus siervos.

Magnificencia de Salomón

13El peso del oro que llegaba a Salomón año por año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro, 14además de lo que traían los mercaderes y traficantes. Todos los reyes de Arabia, y los gobernadores del país, traían oro y plata a Salomón.

15Hizo el rey Salomón doscientos grandes escudos de oro batido, empleando para cada escudo seiscientos siclos de oro batido, 16[2878]y (otros) trescientos escudos de oro batido, para cada uno de los cuales empleó trescientos siclos de oro; y los colocó el rey en la Casa del Bosque del Líbano.

17Asimismo hizo el rey un gran trono de marfil, que revistió de oro puro. 18El trono sobre una tarima de oro, tenía seis gradas, que estaban sujetas a él, y brazos a uno y otro lado del lugar del asiento, y dos leones, de pie, junto a los brazos. 19Además estaban allí de pie doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Nunca se hizo otro semejante en ningún reino.

20Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. La plata no se estimaba en los días del rey Salomón. 21Porque el rey tenía naves que navegaban a Tarsis con los siervos de Huram y una vez cada tres años llegaban las naves de Tarsis, trayendo oro y plata, marfil, monos y pavos reales.

22Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. 23Todos los reyes de la tierra buscaban ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón; 24y cada uno de ellos traía su presente, objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y mulos, año tras año. 25[2879]Tenía Salomón cuatro mil pesebres para los caballos y carros, y doce mil jinetes, a los cuales puso en cuarteles en las ciudades de los carros y en Jerusalén junto al rey. 26Dominaba sobre todos los reyes desde el río hasta el país de los filisteos y hasta los confines de Egipto. 27Hizo el rey que en Jerusalén la plata fuese (tan común) como las piedras, y tuvo tanta abundancia de cedros como los sicómoros que crecen en la Sefelá.

28Traían también caballos para Salomón de Egipto y de todos los países.

29[2880]Las demás cosas de Salomón, las primeras y las postreras, ¿no están escritas en la historia de Natán profeta, en las profecías de Ahías silonita, y en las visiones del vidente Iddó dirigidas contra Jeroboam, hijo de Nabat? 30Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. 31Y Salomón se durmió con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de su padre David. En su lugar reinó su hijo Roboam.

II. LOS REYES DE JUDÁ
2 CRÓNICAS 10
Roboam y Jeroboam

1[2881]Fue Roboam a Siquem; porque todo Israel había concurrido a Siquem para proclamarle rey. 2Cuando lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba en Egipto, adonde había huido de la presencia del rey Salomón, 3volvió de Egipto, pues habían enviado a llamarle. Vino entonces Jeroboam con todo Israel, y hablaron con Roboam, diciendo: 4“Tu padre hizo duro nuestro yugo; ahora alivia tú la dura servidumbre de tu padre y su yugo pesado que nos impuso, y te serviremos.” 5Él les contestó: “Volved a mí de aquí a tres días.” Y el pueblo se fue.

6Luego consultó el rey Roboam a los ancianos, que habían servido a Salomón, mientras vivía, y les preguntó: “¿Qué me aconsejáis que responda a este pueblo?” 7Le contestaron, diciendo: “Si eres bueno con este pueblo y condesciendes con ellos y les diriges palabras amables, serán siervos tuyos perpetuamente.” 8Pero él dejó el consejo que los ancianos le dieron y consultó a los jóvenes que se habían criado con él y formaban su corte. 9Les dijo: “¿Qué aconsejáis vosotros que responda a este pueblo, que me ha hablado, diciendo: «Alivia el yugo que nos impuso tu padre»?” 10[2882]Le contestaron los jóvenes que se habían criado con él, diciendo: “Al pueblo que te dijo: Tu padre agravó nuestro yugo, aligéranoslo tú, le responderás en estos términos: «Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre. 11Mi padre os impuso un yugo pesado, pero yo lo agravaré todavía más; mi padre os azotó con látigos, mas yo lo haré con escorpiones».”

12VoIvieron Jeroboam y todo el pueblo al tercer día a Roboam, como el rey había mandado, diciendo: “Volved a mí al tercer día”; 13pero el rey, dejando el consejo de los ancianos, les respondió con dureza, 14y siguiendo el consejo de los jóvenes, dijo:

“Mi padre agravó vuestro yugo,

pero yo lo agravaré todavía más;

mi padre os azotó con látigos,

mas yo lo haré con escorpiones.”

15[2883]Y no escuchó el rey al pueblo, pues esto sucedió por voluntad de Dios para cumplir la palabra que Yahvé había dicho por boca de Ahías silonita a Jeroboam, hijo de Nabat.

El cisma

16[2884]Viendo todo Israel que el rey no los escuchaba, el pueblo dio al rey la siguiente respuesta:

“¿Qué tenemos nosotros que ver con David?

¿Cuál es nuestra herencia con el hijo de Isaí?

¡Cada uno a su tienda, oh Israel!

¡Y tú, David, mira por tu propia casa!”

Y todo Israel se retiró a sus tiendas. 17De manera que Roboam reinó (solamente) sobre cuántos de los hijos de Israel habitaban en las ciudades de Judá. 18Después envió el rey Roboam a Hadoram, prefecto de los tributos, al cual los hijos de Israel mataron a pedradas. Entonces el rey Roboam se apresuró a subir a su carro, y huyó a Jerusalén. 19Así se separó Israel de la casa de David hasta el día de hoy.

2 CRÓNICAS 11
El reinado de Roboam

1[2885]Llegado a Jerusalén reunió Roboam la casa de Judá y la de Benjamín, ciento ochenta mil hombres, tropas escogidas, para atacar a Israel y devolver el reino a Roboam. 2Entonces llegó la palabra de Yahvé a Semeías, varón de Dios, en estos términos: 3Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todo Israel que está en Judá y Benjamín, diciendo: 4Así dice Yahvé: “No subáis a luchar con vuestros hermanos; vuélvase cada cual a su casa; pues por voluntad mía ha sido hecho esto.” Y ellos, al oír las palabras de Yahvé, desistieron de marchar contra Jeroboam.

5Roboam habitó en Jerusalén, y edificó ciudades fortificadas en Judá. 6Fortificó a Betlehem, Etam, Tecoa, 7Betsur, Socó, Odullam, 8Gat, Maresá, Cif, 9Adoraim, Laquís, Acecá, 10Zorá, Ayalón y Hebrón, ciudades fortificadas situadas en Judá y en Benjamín. 11Después de restaurar las fortalezas, puso en ellas comandantes, provisiones de víveres, de aceite y de vino, 12y en cada una de ellas escudos y lanzas; y las hizo sumamente fuertes. Con él estaban Judá y Benjamín.

13[2886]Los sacerdotes y los levitas de todo Israel se vinieron a él desde todos sus territorios; 14pues los levitas abandonaron sus ejidos y sus posesiones y se fueron a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos les habían prohibido el ejercicio de las funciones sacerdotales en honor de Yahvé; 15[2887]y además había establecido sacerdotes para los lugares altos, los sátiros y los becerros que había hecho. 16Los siguieron aquellos que de entre todas las tribus de Israel tenían puesto su corazón en buscar a Yahvé, el Dios de Israel. Vinieron, pues, a Jerusalén, para ofrecer sacrificios a Yahvé, el Dios de sus padres, 17y así fortalecieron el reino de Judá y consolidaron (el reino) de Roboam, hijo de Salomón, por tres años: pues tres años siguieron el camino de David y de Salomón.

La familia de Roboam

18Roboam tomó por mujer a Mahalat, hija de Jerimot, hijo de David y de Abihail, hija de Eliab, hijo de Isaí. 19Esta le dio los hijos Jeús, Semarías y Záham. 20Después tomó a Maacá, hija de Absalón, la cual le dio a luz a Abías, Atai, Sisa y Selomit. 21[2888]Roboam amaba a Maacá, hija de Absalón, más que a todas sus mujeres y concubinas; pues tuvo diez y ocho mujeres y sesenta concubinas; y engendró veinte y ocho hijos y sesenta hijas. 22Roboam puso a Abías, hijo de Maacá, por cabeza y príncipe de sus hermanos, porque quería hacerle rey. 23Para este fin repartió hábilmente a todos sus (demás) hijos por toda la tierra de Judá y de Benjamín, en todas las ciudades fortificadas, dándoles alimentos en abundancia y procurándoles muchas mujeres.

2 CRÓNICAS 12
Invasión del rey de Egipto

1[2889]Consolidado y afianzado que hubo el reino, abandonó Roboam la Ley de Yahvé, y con él todo Israel. 2Y sucedió que el año quinto del rey Roboam subió Sesac, rey de Egipto, contra Jerusalén —porque (sus habitantes) no eran fieles a Yahvé— 3[2890]con mil doscientos carros y sesenta mil jinetes; y no se podía contar la gente que venía con él de Egipto: libios, suquitas y etíopes. 4Tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.

5Entonces el profeta Semeías vino a Roboam y a los jefes de Judá, que se habían reunido en Jerusalén por miedo a Sesac, y les dijo: “Así dice Yahvé: Vosotros me habéis abandonado, y por esto también Yo os abandono en poder de Sesac.” 6Efectivamente los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: “¡Justo es Yahvé!” 7[2891]Cuando Yahvé vio que se habían humillado, llegó a Semeías la palabra de Yahvé, que decía: “Por haberse ellos humillado, no los destruiré, sino que les concederé un poco de salvación, y no se derramará mi ira sobre Jerusalén por mano de Sesac. 8Pero le quedarán sujetos, para que conozcan lo que es mi servidumbre y la servidumbre de los reinos de los países.”

9[2892]Subió, pues, Sesac rey de Egipto contra Jerusalén y tomó los tesoros de la Casa de Yahvé y los tesoros de la casa real. Lo tomó todo, y se llevó también los escudos de oro hechos por Salomón. 10En su lugar hizo el rey Roboam escudos de bronce, que entregó en manos de los jefes de la guardia que custodiaban la entrada de la casa del rey. 11Y siempre que el rey iba a la Casa de Yahvé, venían los de la guardia y los llevaban; y después volvían a ponerlos en la cámara de la guardia. 12[2893]A raíz de su humillación se apartó de él la ira de Yahvé, el cual no le destruyó del todo, pues se hallaban aún en Judá algunas obras buenas.

Fin del reinado de Roboam

13El rey Roboam se fortaleció en Jerusalén, y reinó. Roboam tenía cuarenta y un años cuando empezó a reinar, y diez y siete años reinó en Jerusalén, la ciudad que Yahvé había escogido de entre todas las tribus de Israel para poner allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá, ammonita. 14Hizo lo que era malo, porque no había dispuesto su corazón para buscar a Yahvé.

15Las actividades de Roboam, las primeras y las postreras, ¿no están escritas exactamente en la historia del profeta Semeías y del vidente Iddó? Entre Roboam y Jeroboam hubo continuamente guerra. 16[2894]Roboam se durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David. En su lugar reinó su hijo Abías.

2 CRÓNICAS 13
Guerra entre Judá e Israel

1[2895]Abías comenzó a reinar sobre Judá el año decimoctavo del rey Jeroboam. 2[2896]Reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre era Micaía, hija de Uriel, de Gabaá. Y hubo guerra entre Abías y Jeroboam. 3Abías empezó la guerra con un ejército de valientes guerreros: cuatrocientos mil hombres escogidos, pero se le opuso a él Jeroboam con ochocientos mil guerreros escogidos y valerosos. 4[2897]Entonces se levantó Abías y habló desde el monte Semaraim, que está en la montaña de Efraím, en estos términos: “¡Oídme, Jeroboam, y todo Israel! 5[2898]¿Ignoráis acaso que Yahvé, el Dios de Israel, dio el reino sobre Israel para siempre a David, a él y a sus hijos con pacto de sal? 6Pero Jeroboam, hijo de Nabat, siervo de Salomón, hijo de David, se levantó en rebelión contra su señor. 7Se juntaron con él unos individuos abyectos, hijos de Belial, con cuya ayuda prevaleció contra Roboam, hijo de Salomón, cuando este era joven y de tierno corazón y no podía hacerles frente. 8Y ahora tratáis vosotros de hacer resistencia al reino de Yahvé, que está en manos de los hijos de David, porque sois una inmensa multitud y con vosotros están los becerros de oro que Jeroboam os puso por dioses. 9¿No habéis expulsado a los sacerdotes de Yahvé, los hijos de Aarón y los levitas? ¿Y no os habéis hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de los (demás) países? Cualquiera que viene con un novillo y siete carneros y pide la dignidad sacerdotal, es constituido sacerdote de los que no son dioses. 10Para nosotros, Yahvé es nuestro Dios; no le hemos dejado; y los sacerdotes que sirven a Yahvé con los hijos de Aarón, como también los levitas en su ministerio. 11[2899]Queman a Yahvé holocaustos todas las mañanas y todas las tardes, y también perfumes aromáticos; ponen el pan de la proposición sobre la mesa limpia, y encienden cada tarde el candelero de oro con sus lámparas, pues nosotros guardamos el precepto de Yahvé, nuestro Dios; vosotros, empero, le habéis abandonado. 12He aquí que con nosotros, a nuestra cabeza, está Dios, y están sus sacerdotes y las trompetas resonantes, para tocar alarma contra vosotros. Hijos de Israel, no hagáis guerra contra Yahvé, el Dios de vuestros padres, porque no conseguiréis nada.”

13Entretanto Jeroboam hizo un movimiento para poner una emboscada a fin de atacarlos por detrás, de manera que él estaba frente a Judá, y la emboscada a espaldas de este; 14de modo que cuando Judá volvió la cabeza, he aquí que tenía el enemigo de frente y por las espaldas. Entonces clamaron a Yahvé y mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, 15los hombres de Judá alzaron el grito; y así como los hombres de Judá alzaron el grito, desbarató Dios a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá. 16Huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos. 17Abías y su pueblo les infligieron una gran derrota, y de Israel cayeron traspasados quinientos mil hombres escogidos. 18En aquella ocasión fueron humillados los hijos de Israel, y prevalecieron los hijos de Judá, por haberse apoyado en Yahvé, él Dios de sus padres. 19Abías persiguió a Jeroboam, y le quitó las ciudades de Betel con sus aldeas, Jesaná con sus aldeas, y Efrón con sus aldeas. 20Jeroboam no recobró ya fuerza en los días de Abías; pues Yahvé le hirió de modo que murió. 21Pero Abías cobró fuerza; tomó catorce mujeres, y engendró veinte y dos hijos y diez y seis hijas.

22[2900]Las demás cosas de Abías, lo que hizo y lo que dijo, están escritas en el libro del profeta Iddó.

2 CRÓNICAS 14
Asá, rey de Judá

1[2901]Abías se durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David. Reinó en su lugar su hijo Asá, en cuyo tiempo el país tuvo paz durante diez años.

2[2902]Asá hizo lo que era bueno y recto a los ojos de Yahvé, su Dios. Suprimió los altares extraños y los lugares altos; 3[2903]quebró las piedras de culto, taló las ascheras 4e inculcó a Judá que buscase a Yahvé, el Dios de sus padres y cumpliese la Ley de los mandamientos. 5En todas las ciudades de Judá hizo desaparecer los lugares altos y los pilares del sol; y el reino estuvo en paz bajo su reinado.

6[2904]Edificó ciudades fuertes en Judá, porque el país estaba en paz, y no hubo guerra contra él por aquellos años; pues Yahvé le había dado reposo. 7Dijo (Asá) a Judá: “Edifiquemos estas ciudades, cercándolas de murallas, torres, puertas y cerrojos, mientras el país esté (en paz) delante de nosotros; porque hemos buscado a Yahvé nuestro Dios; y por haberle buscado, Él nos ha dado reposo de todas partes.” Edificaron y prosperaron. 8Asa tenía un ejército de trescientos mil hombres de Judá, que llevaban broquel y lanza, y de doscientos ochenta mil de Benjamín, que llevaban escudos y eran arqueros; todos estos valientes guerreros.

Asá derrota a los etíopes

9[2905]Salió contra ellos Zarah etíope con un ejército de un millón (de hombres) y trescientos carros, y llegó hasta Maresá. 10Asá salió contra él, y se pusieron en orden de batalla en el valle de Sefata, junto a Maresá. 11[2906]Entonces Asá invocó a Yahvé, su Dios, y dijo: “¡Oh Yahvé, en tu poder está ayudar a los fuertes o a los que no tienen ninguna fuerza! Ayúdanos, pues, Yahvé, Dios nuestro, porque en Ti nos apoyamos y en tu nombre hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Yahvé, Tú eres nuestro Dios! ¡No prevalezca contra Ti hombre alguno!” 12En efecto, Yahvé deshizo a los etíopes delante de Asá y Judá; y los etíopes se pusieron en fuga. 13[2907]Asá y la gente que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar; y cayeron de los etíopes tantos que no pudieron rehacerse, pues fueron destrozados delante de Yahvé y su ejército; y (los de Judá) se llevaron un botín inmenso. 14Destruyeron también todas las ciudades en los alrededores de Gerar; porque el terror de Yahvé las había invadido; y, saquearon todas las ciudades, pues había en ellas un gran botín. 15Asimismo atacaron las majadas y capturaron gran cantidad de ovejas y camellos. Después se volvieron a Jerusalén.

2 CRÓNICAS 15
Profecía de Azarías

1[2908]Vino entonces el Espíritu de Dios sobre Azarías, hijo de Oded, 2[2909]el cual salió al encuentro de Asá y le dijo: “¡Oídme vosotros, oh Asá y todo Judá y Benjamín! Yahvé estará con vosotros cuando vosotros estéis con Él; y si le buscareis, se dejará hallar de vosotros; mas si le abandonareis, os abandonará. 3Durante mucho tiempo Israel ha estado sin verdadero Dios, sin sacerdote que enseñase, y sin ley. 4Mas cuando en su angustia se volvió a Yahvé, el Dios de Israel, y le buscaron, Él se dejó hallar de ellos. 5En aquel tiempo no había seguridad para los que salían y entraban, sino grandes terrores sobre todos los habitantes de los países. 6Se estrellaba pueblo contra pueblo, y ciudad contra ciudad, porque Dios los conturbaba con toda suerte de aflicciones. 7¡Vosotros, pues, esforzaos, y no se debiliten vuestros brazos! Vuestra obra será recompensada.”

Reformas religiosas de Asá

8[2910]Al oír Asá estas palabras y la profecía del profeta Oded, cobró fuerza e hizo desaparecer las abominaciones de todo el país de Judá y Benjamín y de las ciudades que había tomado en la montaña de Efraím, y restauró el altar de Yahvé, que estaba ante el pórtico de Yahvé. 9Congregó a todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros venidos de Efraím, Manasés y Simeón; pues se habían pasado a él muchos de los israelitas, viendo que Yahvé su Dios estaba con él. 10Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. 11En aquel año ofrecieron a Yahvé sacrificios de los despojos que habían traído: setecientos bueyes y siete mil ovejas. 12Y se obligaron por pacto a buscar a Yahvé, el Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma; 13y que todo aquel que no buscase a Yahvé el Dios de Israel, muriese, desde el pequeño hasta el grande, fuese varón o mujer. 14Juraron, pues, a Yahvé en alta voz, con gritos de júbilo, y al son de trompetas y clarines. 15[2911]Y se regocijó todo Judá con motivo del juramento, porque de todo corazón habían prestado el juramento, y con toda su voluntad le habían buscado. Por eso Él se dejó hallar de ellos; y Yahvé les dio reposo de todas partes. 16[2912]El rey Asá destituyó también a Maacá, su madre, para que no fuese reina madre, por cuanto ella había hecho un ídolo en honor de Aschera. Asá rompió el ídolo, lo hizo pedazos y lo quemó en el valle del Cedrón. 17Pero los lugares altos no fueron quitados de en medio de Israel, si bien el corazón de Asá fue perfecto en todos sus días. 18Depositó en la Casa de Dios los objetos que había dedicado su padre y él mismo: plata, oro y utensilios.

19No hubo guerra hasta el año treinta y cinco del reinado de Asá.

2 CRÓNICAS 16
Guerra con Baasá de Israel

1[2913]El año treinta y seis del reinado de Asá, subió Baasá, rey de Israel, contra Judá, y fortificó a Ramá, para impedir la salida y entrada a (la gente de) Asá, rey de Judá. 2Entonces sacó Asá plata y oro de los tesoros de la Casa de Yahvé y de la casa real, y envió mensajeros a Benhadad, rey de Siria, que habitaba en Damasco, para que le dijesen: 3“Haya alianza entre mí y ti, como la hubo entre mi padre y tu padre. Te envío plata y oro; ven, rompe tu alianza con Baasá, rey de Israel, para que se retire de mí. 4[2914]Benhadad accedió al pedido del rey Asá y envió a los jefes de sus tropas contra las ciudades de Israel; y ellos derrotaron a Iyón, Dan, Abelmaim y todas las ciudades de provisiones situadas en Neftalí. 5Cuando Baasá lo supo, desistió de fortificar a Ramá, suspendiendo su obra. 6Entonces el rey Asá movilizó a todo Judá, y se llevaron de Ramá las piedras y las maderas que Baasá había empleado para la construcción; y con ellas edificó a Gabaá y a Masfá.

Asá es reprendido por un profeta

7En aquel tiempo el vidente Hananí llegó a Asá rey de Judá, y le dijo: “Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no pusiste tu confianza en Yahvé, se ha escapado de tu mano el ejército del rey de Siria. 8[2915]¿No eran un ejército inmenso los etíopes y los libios, con carros y jinetes numerosísimos? Y sin embargo, por haber puesto tu confianza en Yahvé, Él los entregó en tu mano. 9[2916]Porque los ojos de Yahvé recorren toda la tierra, para defender a aquellos cuyos corazones ponen toda su confianza en Él. Has procedido neciamente a este respecto, y por eso de aquí en adelante tendrás guerra.” 10Entonces Asá se irritó contra el vidente y lo metió en la cárcel, porque estaba enojado con él por este asunto. En ese tiempo maltrató Asá también a varios del pueblo.

Muerte de Asá

11[2917]He aquí que los hechos de Asá, los primeros y los postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

12El año treinta y nueve de su reinado enfermó Asá de los pies, hasta el punto de sufrir muchísimo, pero a pesar de su enfermedad no buscó a Yahvé, sino a los médicos. 13Asá se durmió con sus padres. Murió el año cuarenta y uno de su reinado, 14[2918]y le sepultaron en el sepulcro que se había hecho en la ciudad de David. Lo pusieron sobre un lecho lleno de aromas y de muchas clases de ungüentos preparados según el arte de los perfumistas; y encendieron en su honor un enorme fuego.

2 CRÓNICAS 17
Josafat, rey de Judá

1[2919]En su lugar reinó su hijo Josafat, el cual se hizo fuerte contra Israel. 2Puso guarniciones en todas las ciudades fortificadas de Judá, y destacamentos de tropas en el país de Judá y también en las ciudades de Efraím, que Asá su padre había tomado. 3[2920]Estuvo Yahvé con Josafat, porque siguió los primeros caminos de su padre David y no buscó a los Baales, 4antes siguió buscando al Dios de su padre caminando en sus mandamientos, sin imitar el proceder de Israel. 5Por eso Yahvé afirmó el reino en su mano; y todo Judá traía presentes a Josafat, el cual adquirió grandes riquezas y honores. 6Su corazón cobró ánimo en los caminos de Yahvé, de modo que hizo desaparecer de Judá los lugares altos y las ascheras.

7[2921]El año tercero de su reinado envió a sus príncipes Benhail, Obadías, Zacarías, Natanael y Miqueas para que enseñasen en las ciudades de Judá, 8y con ellos a los levitas Semeías, Natanías, Zabadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías; y con estos levitas, a los sacerdotes Elisamá y Joram, 9[2922]los cuales enseñaron en Judá, llevando consigo el libro de la Ley de Yahvé. Recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando al pueblo.

Poderío de Josafat

10El terror de Yahvé se apoderó de todos los reinos de los países circunvecinos de Judá, de manera que no hicieron guerra contra Josafat. 11Los mismos filisteos trajeron presentes a Josafat, y tributos de plata. También los árabes le trajeron ganado menor: siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos. 12Así Josafat iba haciéndose cada vez más grande, hasta el máximo grado, y edificó en Judá alcázares y ciudades de aprovisionamiento. 13Tuvo muchas obras en las ciudades de Judá, y en Jerusalén guerreros y hombres valientes. 14He aquí la lista de ellos, por sus casas paternas: De Judá, jefes de millares: Adná, el jefe, y con él trescientos mil hombres valientes. 15Tras este seguía el jefe Johanán, y con él doscientos ochenta mil. 16Tras este seguía Amasías, hijo de Sierí, que se había consagrado espontáneamente a Yahvé, y con él doscientos mil hombres valientes. 17De Benjamín: Eliadá, hombre valeroso, y con él doscientos mil armados de arco y escudo. 18[2923]Tras este seguía Josabad, y con él ciento ochenta mil armados para la guerra. 19Estos eran los que servían al rey, fuera de los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas de todo Judá.

2 CRÓNICAS 18
Alianza entre Josafat y Acab

1[2924]Teniendo ya grandes riquezas y honores, Josafat emparentó con Acab; 2[2925]y al cabo de algunos años descendió a visitar a Acab en Samaria. Acab mató gran número de ovejas y de bueyes, para él y la gente que le acompañaba; y le persuadió que subiese (con él) a Ramot-Galaad. 3Dijo Acab, rey de Israel, a Josafat, rey de Judá: “¿Quieres ir conmigo a Ramot-Galaad?” Le contestó: “No hay diferencia entre mí y ti, entre tu pueblo y mi pueblo; contigo iremos a la guerra.” 4Pero agregó Josafat, dirigiéndose al rey de Israel: “Te ruego que consultes hoy todavía la palabra de Yahvé.”

Acab y el profeta Miqueas

5Convocó el rey de Israel a los profetas, cuatrocientos hombres, y les dijo: “¿Subiremos a la guerra contra Ramot-Galaad, o lo dejaré?” Contestaron: “Sube, que Dios la entregará en manos del rey.” 6Pero Josafat preguntó: “¿No hay todavía aquí algún profeta de Yahvé, a quien podamos consultar?” 7[2926]Respondió el rey de Israel a Josafat: “Aún hay un hombre por medio de quien podríamos consultar a Yahvé, mas yo le aborrezco, porque nunca profetiza para mí cosas buenas sino siempre malas. Es Miqueas, hijo de Imlá.” A lo que respondió Josafat: “No hable el rey así.” 8Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: “Trae inmediatamente a Miqueas, hijo de Imlá.”

9El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada cual en su trono, vestidos de vestiduras (reales), en la plaza que hay a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas estaban profetizando delante de ellos. 10Sedecías, hijo de Canaaná, que se había hecho cuernos de hierro, dijo: “Así dice Yahvé: Con estos acornearás a los sirios hasta acabar con ellos.” 11Y todos los profetas estaban profetizando del mismo modo, diciendo: “¡Sube a Ramot-Galaad, y triunfarás; porque Yahvé la entregará en manos del rey!”

12Entretanto el mensajero que había ido a llamar a Miqueas, habló con él, diciendo: “Mira que todos los profetas en coro (anuncian) sucesos felices al rey; sea, pues, tu vaticinio conforme al suyo y habla favorablemente.” 13Respondió Miqueas: “¡Vive Yahvé que solo anunciaré lo que me dijere mi Dios!”

14Vino, pues, al rey; y el rey le preguntó: “Miqueas, ¿subiremos a la guerra contra Ramot-Galaad, o lo dejaré?” Y él respondió: “Subid, y triunfaréis, pues ellos serán entregados en vuestras manos.” 15El rey le dijo: “¿Hasta cuántas veces he de conjurarte que no me digas sino la verdad en nombre de Yahvé?” 16Entonces él replicó: “He visto a todo Israel disperso sobre las montañas como ovejas que no tienen pastor; y dijo Yahvé: “Estos no tienen señor; que vuelvan en paz, cada cual a su casa.” 17Dijo el rey de Israel a Josafat: “¿No te decía yo que este nunca profetiza para mí cosas buenas, sino malas?”

18Dijo entonces Miqueas: “Por lo mismo, oíd la palabra de Yahvé: He visto a Yahvé sentado sobre su trono, y todo el ejército celestial estaba a su derecha y a su izquierda. 19Y dijo Yahvé: «¿Quién engañará a Acab, rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot-Galaad?» Y decía uno una cosa y otro otra. 20[2927]Entonces salió el Espíritu (maligno), se presentó delante de Yahvé y dijo: «Yo le engañaré.» Yahvé le preguntó: «¿De qué modo?» 21Respondió: «Saldré y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas.» Y (Yahvé) dijo: «Tú lo engañarás con pleno éxito. Sal y hazlo así.» 22Ahora, pues, he aquí que Yahvé ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, ya que Yahvé ha decretado el mal contra ti.”

23Entonces se acercó Sedecías, hijo de Canaaná y abofeteando a Miqueas, dijo: “¿Por qué camino salió el Espíritu de Yahvé de mí, para hablarte a ti?” 24Respondió Miqueas: “En aquel día lo verás cuando andes de aposento en aposento para esconderte.” 25Mandó entonces el rey de Israel: “Prended a Miqueas y llevadlo a Amón comandante de la ciudad, y a Joás, hijo del rey; 26y decidles: Así manda el rey: Meted a este en la cárcel y alimentadle con pan de angustia y con agua de aflicción hasta que yo vuelva en paz.” 27Miqueas dijo: “Si tú efectivamente vuelves en paz, no ha hablado Yahvé por mí.” Y agregó: “¡Escuchad, pueblos todos!”

Se cumple la profecía de Miqueas

28Subieron el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, a Ramot-Galaad. 29Y dijo el rey de Israel a Josafat: “Yo voy a disfrazarme, y entraré así en la batalla; mas tú, ponte tus vestiduras.” Se disfrazó el rey de Israel, y así entraron en la batalla. 30Ahora bien, el rey de Siria había dado esta orden a los capitanes de sus carros: “No ataquéis ni a chico ni a grande, sino tan solo al rey de Israel.” 31Por eso, cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: “Este es el rey de Israel”, y le rodearon para cargar sobre él. Pero Josafat se puso a gritar, y Yahvé le socorrió, y Dios los apartó de su persona. 32Efectivamente, al ver los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se retiraron de él. 33[2928]Mas un hombre, disparando al azar el arco, hirió al rey de Israel por entre las comisuras de la coraza, por lo cual (el rey) dijo al auriga: “Retoma y sácame del campo, porque estoy gravemente herido.” 34Pero recrudeció el combate en aquel día, y el rey de Israel tuvo que mantenerse erguido en su carro frente a los sirios hasta la tarde. Murió a la hora de ponerse el sol.

2 CRÓNICAS 19
Mensaje del profeta Jehú

1Mientras Josafat, rey de Judá, regresaba en paz a su casa, a Jerusalén, 2salió a su encuentro el vidente Jehú, hijo de Hananí, el cual dijo al rey Josafat: “¿Tú ayudas a los malos, y amas a los que aborrecen a Yahvé? Por esto ha caído sobre ti la ira de Yahvé. 3[2929]Sin embargo, han sido halladas en ti también obras buenas, por cuanto has quitado del país las ascheras y has dispuesto tu corazón para buscar a Yahvé.” 4[2930]Residía Josafat en Jerusalén, mas volvió a visitar al pueblo desde Bersabee hasta la montaña de Efraím; y los convirtió de nuevo a Yahvé, el Dios de sus padres.

Nombramiento de jueces

5Estableció jueces en el país, en todas las ciudades fortificadas de Judá, ciudad por ciudad; 6y dijo a los jueces: “Mirad lo que hacéis; porque no sois jueces en lugar de hombres, sino en lugar de Yahvé, el cual está con vosotros cuando juzgáis. 7Sea, pues, sobre vosotros el temor de Yahvé. Cumplid cuidadosamente vuestro oficio, porque para con Yahvé, nuestro Dios, no hay iniquidad, ni acepción de personas, ni cohecho.” 8[2931]También en Jerusalén constituyó Josafat levitas, sacerdotes y cabezas de las casas paternas de Israel, para la administración de la justicia de Yahvé y para las causas (profanas). Ellos habitaban en Jerusalén. 9Les dio esta orden: “Proceded así en el temor de Yahvé, con fidelidad y con corazón perfecto. 10En todo pleito que venga a vosotros de parte de vuestros hermanos que habitan en sus ciudades, sean causas de sangre, o cuestiones de la Ley, de los mandamientos, preceptos y ceremonias, habéis de esclarecerlos, a fin de que no se hagan culpables para con Yahvé, y se encienda su ira contra vosotros y contra vuestros hermanos. Haciendo así, no os haréis culpables. 11[2932]Y he aquí que Amarías, sumo sacerdote, será vuestro jefe en todos los asuntos de Yahvé, y Zabadías, hijo de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en todos los asuntos del rey. También para magistrados están los levitas a vuestra disposición. ¡Esforzaos, y manos a la obra! Pues Dios esta con los buenos.”

2 CRÓNICAS 20
Invasión de los ammonitas y moabitas

1[2933]Después de esto, los hijos de Moab y los hijos de Ammón, y con ellos algunos meunitas, marcharon contra Josafat para atacarle. 2Vinieron mensajeros a avisar a Josafat, diciendo: “Marcha contra ti una gran muchedumbre de gentes de más allá del Mar (Salado) y de Siria; y he aquí que están en Hasasón-Tamar que es Engadí.” 3Entonces Josafat, atemorizado, se dedicó todo a buscar a Yahvé y promulgó un ayuno para todo Judá. 4Se congregó, por lo tanto, Judá para implorar a Yahvé, y de todas las ciudades de Judá vino gente para suplicar a Yahvé.

Oración de Josafat

5Entonces Josafat, puesto en pie en medio de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la Casa de Yahvé, delante del atrio nuevo, 6dijo: “Yahvé, Dios de nuestros padres, ¿no eres Tú Dios en el cielo, y no reinas Tú en todos los reinos de las gentes? ¿No está en tu mano el poder y la fortaleza, sin que haya quien pueda resistirte? 7Tú, oh Dios nuestro, expulsaste a los habitantes de este país delante de Israel, tu pueblo, y lo diste a la posteridad de tu amigo Abrahán para siempre. 8Ellos fijaron allí su morada, y te han edificado allí un Santuario para tu Nombre, diciendo: 9«Si viniere sobre nosotros algún mal, espada, castigo, peste o hambre, nos presentaremos delante de esta Casa, y delante de tu Rostro, porque tu Nombre reside en esta Casa; y clamaremos a Ti en nuestra angustia; y Tú oirás y nos salvarás.» 10Ahora bien, he aquí que los hijos de Ammón, y los de Moab y del monte Seír —aquellos cuyos (países) Tú no dejaste invadir por Israel en su salida de la tierra de Egipto, por lo cual Israel se apartó de ellos, sin destruirlos—, 11he aquí que ellos nos pagan, viniendo para echarnos de tu heredad, que Tú nos diste en herencia. 12Oh Dios nuestro, ¿no los castigarás? Pues nosotros no tenemos fuerza contra esta gran muchedumbre que viene contra nosotros; y no sabemos qué hacer. Por eso nuestros ojos se vuelven hacia Ti.” 13[2934]Y todo Judá estaba en pie ante Yahvé, con sus niños, sus mujeres y sus hijos.

El profeta Jahasiel

14Entonces vino el Espíritu de Yahvé sobre Jahasiel, hijo de Zacarías, hijo de Banaías, hijo de Jehiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, el cual estaba en medio de la asamblea, 15[2935]y dijo: “¡Atended, Judá todo, y vosotros los habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat! Así os dice Yahvé: No temáis ni os asustéis ante esta tan grande muchedumbre; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16[2936]Bajad contra ellos mañana; he aquí que van a subir por la cuesta de Sis. Los encontraréis en la extremidad del valle, enfrente del desierto de Jeruel. 17No tendréis que pelear en esta ocasión. Apostaos y quedaos quietos, y veréis la salvación de Yahvé, que vendrá sobre vosotros, oh Judá y Jerusalén. ¡No temáis, ni os amedrentéis! Salid mañana al encuentro de ellos, pues Yahvé estará con vosotros.”

18Entonces Josafat inclinó su rostro a tierra; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron ante Yahvé para adorarle. 19Y los levitas, de los hijos de los caatitas y de la estirpe de los coreítas, se levantaron, para bendecir con grandes voces a Yahvé, el Dios de Israel.

Victoria de Josafat

20AI día siguiente se levantaron temprano y salieron al desierto de Tecoa. Mientras iban saliendo, Josafat se paró y dijo: “¡Oídme, oh Judá y vosotros los habitantes de Jerusalén! Tened confianza en Yahvé, vuestro Dios, y estaréis seguros; confiad en sus profetas, y triunfaréis.” 21Después, habiendo deliberado con el pueblo, señaló cantores que, vestidos de ornamentos sagrados y marchando al frente de los armados, celebrasen la hermosura de su Santuario cantando: “¡Alabad a Yahvé, porque es eterna su misericordia!” 22Y al momento que comenzaron los cantos y las alabanzas, Yahvé puso emboscadas contra los hijos de Ammón, los de Moab y los del monte Seír, que habían venido contra Judá, de suerte que fueron derrotados. 23Porque se levantaron los hijos de Ammón y Moab contra los moradores del monte Seír, para entregarlos al anatema y para aniquilarlos, y cuando hubieron acabado con los moradores de Seír, se esforzaron para destruirse a sí mismos los unos a los otros.

24Entretanto Judá había venido a la atalaya del desierto, y cuando dirigieron sus miradas hacia la multitud, no vieron más que cadáveres, tendidos por tierra; pues ninguno había podido escapar. 25Luego Josafat y su pueblo fueron a tomar los despojos de ellos y hallaron allí abundancia de riqueza, y cadáveres, y objetos preciosos, que recogieron, hasta no poderlos llevar. Estuvieron tres días recogiendo el botín; porque era mucho. 26[2937]Al cuarto día se congregaron en el Valle de Beracá, y allí bendijeron a Yahvé; por eso se llama aquel lugar Valle de Beracá, hasta el día de hoy. 27Después todos los hombres de Judá y de Jerusalén, y Josafat al frente de ellos, regresaron con júbilo a Jerusalén, porque Yahvé les había dado el gozo (del triunfo sobre) sus enemigos. 28Y entraron en Jerusalén, en la Casa de Yahvé, con salterios, cítaras y trompetas. 29Invadió el terror de Dios a todos los reinos de los países cuando supieron que Yahvé había peleado contra los enemigos de Israel.

Fin de Josafat

30Así el reinado de Josafat fue tranquilo, porque su Dios le había dado paz por todos lados. 31[2938]Reinó Josafat sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y veinte y cinco años reinó en Jerusalén. Su madre se llamaba Asubá, hija de Silhí. 32Anduvo por el camino de su padre Asá, sin apartarse de él, haciendo lo que era recto a los ojos de Yahvé. 33Pero los lugares altos no desaparecieron, pues el pueblo no había aún enderezado su corazón al Dios de sus padres.

34El resto de los hechos de Josafat, los primeros y los postreros, he aquí que están escritos en la historia de Jehú, hijo de Hananí, que se halla inserta en el libro de los reyes de Israel.

35Después de esto, Josafat, rey de Judá, hizo coalición con Ococías, rey de Israel, cuyas obras eran malas. 36[2939]Hizo coalición con él para construir naves que hiciesen el viaje a Tarsis; y construyeron las naves en Esionguéber. 37[2940]Entonces profetizó Eliéser, hijo de Dodavahu, de Maresá, contra Josafat, diciendo: “Por cuanto te has coligado con Ococías, Yahvé va a destruir tus obras.” En efecto, naufragaron las naves, y no pudieron ir a Tarsis.

2 CRÓNICAS 21
Joram, rey de Judá

1Josafat se durmió con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. En su lugar reinó su hijo Joram, 2[2941]cuyos hermanos, hijos de Josafat, eran Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael y Safatías. Todos estos eran hijos de Josafat, rey de Israel. 3Su padre les había dado grandes donaciones de plata y de oro y de objetos preciosos, con ciudades fuertes en Judá; entregando, empero, el reino a Joram, porque era el primogénito. 4Subió, pues, Joram al trono de su padre; mas cuando se hubo consolidado, pasó a cuchillo a todos sus hermanos y a algunos de los príncipes de Israel.

5[2942]Treinta y dos años tenía Joram cuando empezó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. 6Anduvo por el camino de los reyes de Israel, según hacía la casa de Acab; pues tenía por mujer a una hija de Acab, e hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé. 7[2943]Mas Yahvé no quiso destruir la casa de David, a causa de la alianza que había hecho con David, y por haberle prometido que le daría siempre una lámpara, a él y a sus hijos.

Guerra con Idumea

8En sus días se rebeló Edom contra el cetro de Judá, y se dio un rey. 9Entonces se puso en marcha Joram con sus jefes, y con él todos sus carros. Y levantándose de noche derrotó a los idumeos que le tenían cercado a él y a los capitanes de sus carros. 10Con todo, Edom logró independizarse de Judá hasta hoy día. Entonces, a ese mismo tiempo Lobná se rebeló contra su dominio, porque había abandonado a Yahvé, el Dios de sus padres.

11Construyó asimismo lugares altos en las montañas de Judá, hizo idolatrar a los habitantes de Jerusalén e indujo al pecado a Judá.

Vaticinio de Elías

12[2944]Entonces le llegó una carta del profeta Elías, que decía: “Así dice Yahvé, el Dios de tu padre David. Por cuanto no has seguido los caminos de tu padre Josafat, ni los caminos de Asá, rey de Judá, 13sino que has andado por el camino de los reyes de Israel, y has hecho idolatrar a Judá, y a los habitantes de Jerusalén, como lo hace la casa de Acab, y porque has dado muerte a tus hermanos, la casa de tu padre, que eran mejores que tú; 14he aquí que Yahvé castigará con terrible azote a tu pueblo, tus hijos, tus mujeres y toda tu hacienda; 15y a ti te (castigará) con graves enfermedades y con una dolencia de entrañas, hasta que tus entrañas salgan fuera a causa de la enfermedad, día tras día.”

16Incitó Yahvé contra Joram el espíritu de los filisteos y de los árabes, vecinos de los etíopes, 17[2945]los cuales subiendo contra Judá, y penetrando allí se llevaron todas las riquezas que hallaron en la casa del rey, y también a sus hijos y a sus mujeres, de manera que no le quedó otro hijo que Joacaz, su hijo menor. 18Después de todo esto Yahvé lo hirió con una enfermedad incurable de vientre. 19[2946]Y después de cierto tiempo, al fin del año segundo, se le salieron las entrañas a causa de su enfermedad, y murió entre terribles dolores. El pueblo no hizo quema para él, como lo había hecho para sus padres.

20Tenía treinta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. Se fue sin que nadie le extrañase; y le sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

2 CRÓNICAS 22
Ococías, rey de Judá

1[2947]Los habitantes de Jerusalén proclamaron rey en su lugar a Ococías, su hijo menor; porque las bandas que con los árabes habían venido a hacer guerra, habían dado muerte a todos los mayores, de suerte que Ococías, hijo de Joram, rey de Judá, llegó al trono. 2[2948]Tenía Ococías cuarenta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de Amrí. 3También este (rey) siguió los caminos de la casa de Acab, ya que su misma madre le instigaba a hacer el mal. 4Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, como los de la casa de Acab, porque después de la muerte de su padre, ellos fueron sus consejeros y le llevaron a la perdición.

5Siguiendo el consejo de ellos, fue con Joram, hijo de Acab, rey de Israel, a la guerra contra Hasael, rey de Siria, a Ramot-Galaad, donde los sirios hirieron a Joram, 6[2949]el cual se retiró a Jesreel para curarse de las heridas que había recibido en Ramá, en la batalla con Hasael, rey de Siria. Cuando Ococías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Jesreel para visitar a Joram, hijo de Acab, en Jesreel, que se hallaba enfermo, 7vino de Dios la ruina de Ococías, por haber ido a ver a Joram; pues llegado (allí), salió con Joram al encuentro de Jehú, hijo de Namsí, a quien Yahvé había ungido para exterminar la casa de Acab. 8Así, pues, Jehú, mientras ejecutaba el castigo de la casa de Acab, se encontró con los príncipes de Judá y los hijos de los hermanos de Ococías, que pertenecían a la corte de Ococías, y los mató. 9Y buscó a Ococías, al que prendieron en Samaria, donde se había escondido. Lo presentaron a Jehú, y habiéndole dado muerte, le sepultaron; pues decían: “Es hijo de Josafat, que buscaba a Yahvé con todo su corazón.” Y no quedó de la casa de Ococías nadie que fuese capaz de reinar.

Atalía usurpa el trono de Judá

10[2950]Cuando Atalía, madre de Ococías, vio que era muerto su hijo, se levantó, y exterminó toda la estirpe real de la casa de Judá. 11Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás, hijo de Ococías, arrebatándole de entre los hijos del rey cuando los mataban, y lo escondió, juntamente con su nodriza, en un dormitorio. Así Josabet, hija del rey Joram, mujer del sacerdote Joiadá, y hermana de Ococías, lo ocultó de la vista de Atalía, la cual no pudo darle muerte. 12Estuvo con ellos escondido en la Casa de Dios durante seis años, y reinó Atalía sobre el país.

2 CRÓNICAS 23
Joás proclamado rey

1[2951]El año séptimo Joiadá cobró ánimo y concertó un pacto con los centuriones Azarías, hijo de Joram; Ismael, hijo de Jeohanán; Azarías, hijo de Obed; Maasías, hijo de Adaías, y Elisafat, hijo de Sicrí; 2y ellos, recorriendo (el país de) Judá, congregaron a los levitas de todas las ciudades de Judá, y a los jefes de las casas paternas de Israel, que vinieron a Jerusalén. 3Y toda la asamblea hizo alianza con el rey en la Casa de Dios; y (Joiadá) les dijo: “He aquí al hijo del rey que ha de reinar, como Yahvé lo ha dicho de los hijos de David. 4Lo que habéis de hacer es esto: La tercera parte de vosotros, así sacerdotes como levitas, que entráis el sábado, servirá de porteros en las entradas; 5[2952]otra tercera parte, en la casa del rey; y otra tercera parte, en la puerta de Jesod; y todo el pueblo estará en los atrios de la Casa de Yahvé. 6Nadie podrá entrar en la Casa de Yahvé sino los sacerdotes, y aquellos levitas que estén de servicio; estos podrán entrar, por estar consagrados, pero todo el pueblo tiene que respetar el precepto de Yahvé. 7Los levitas rodearán al rey por todas partes, cada uno con las armas en su mano, y cualquiera que penetrare en la Casa morirá. Solo ellos acompañarán al rey cuando entrare y cuando saliere.”

8Los levitas y todo Judá hicieron exactamente lo que había mandado el sacerdote Joiadá. Tomó cada uno sus hombres, así los que entraban el sábado, como los que salían el sábado; pues el sacerdote Joiadá no había despedido ninguna clase (de levitas). 9El sacerdote Joiadá entregó a los centuriones las lanzas y los escudos, grandes y pequeños, del rey David, que se hallaban en la Casa de Dios, 10y apostó a todo el pueblo, cada uno con sus armas en la mano, desde el lado derecho de la Casa hasta el lado izquierdo de la Casa, entre el altar y la Casa, para que rodeasen al rey. 11[2953]Sacaron entonces al hijo del rey, y pusieron sobre él la diadema y el (libro del) Testimonio. Así le proclamaron rey; y Joiadá y sus hijos le ungieron y gritaron: “¡Viva el rey!”

12Al oír Atalía los gritos del pueblo que corría y aclamaba al rey, vino a la Casa de Yahvé, donde estaba el pueblo 13y miró, y he aquí que el rey estaba de pie sobre su estrado, a la entrada, y los capitanes y las trompetas estaban junto al rey, en tanto que todo el pueblo del país se alegraba y tocaba las trompetas. Los cantores, por su parte, dirigían, con instrumentos de música, los cánticos de alabanza. Entonces Atalía rasgó sus vestidos y gritó: “¡Traición, traición!” 14Mas el sacerdote Joiadá llamó a los centuriones, que estaban al frente de las tropas, y les dijo: “¡Hacedla salir por entre las filas, y el que la siguiere sea muerto a cuchillo!” Porque había dicho el sacerdote: “¡No la matéis en la Casa de Yahvé!” 15Le dieron paso, y cuando ella llegó a la entrada de la puerta de los caballos, cerca de la casa del rey, allí la mataron.

Renovación de la Alianza

16[2954]Entonces Joiadá hizo alianza entre él, todo el pueblo y el rey, de que ellos serían el pueblo de Yahvé. 17Después penetró todo el pueblo en el templo de Baal y lo derribaron; hicieron pedazos sus altares y sus imágenes, y mataron a Matán, sacerdote de Baal, ante los altares. 18Luego ordenó Joiadá los oficios en la Casa de Yahvé por medio de los sacerdotes y levitas, que David había distribuido en la Casa de Yahvé, para que, conforme a lo escrito en la Ley de Moisés, se ofrecieran los holocaustos, acompañados de regocijo y cánticos, con arreglo a las disposiciones de David. 19Puso también porteros junto a las puertas de la Casa de Yahvé, para que no entrase ninguno que por cualquier causa fuese inmundo. 20Después tomó a los centuriones, a los nobles, a los dirigentes del pueblo, y al pueblo entero del país; y haciendo descender al rey de la Casa de Yahvé entraron por la puerta superior en la casa del rey, donde lo sentaron sobre el trono del reino. 21Todo el pueblo del país hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila; pues Atalía había sido muerta a espada.

2 CRÓNICAS 24
Restauración del Templo

1[2955]Siete años tenía Joás cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibiá, de Bersabee. 2Hizo Joás lo que era recto a los ojos de Yahvé durante toda la vida del sacerdote Joiadá. 3Joiadá tomó dos mujeres para Joás, y este engendró hijos e hijas.

4Después de esto resolvió Joás restaurar la Casa de Yahvé. 5Por lo cual reunió a los sacerdotes y a los levitas y les dijo: “Recorred las ciudades de Judá, y juntad, cada año, en todo Israel dinero para reparar la Casa de vuestro Dios; y apuraos en este asunto.” Pero los levitas no se apuraron. 6Llamó entonces el rey a Joiadá, sumo sacerdote, y le dijo: “¿Por qué no has tenido cuidado de que los levitas trajesen de Judá y de Jerusalén la contribución que Moisés, siervo de Yahvé, y la asamblea de Israel han prescrito para el Tabernáculo del Testimonio?” 7Pues los partidarios de la impía Atalía habían arruinado la Casa de Dios empleando para los Baales todas las Cosas consagradas a la Casa de Yahvé.

8Mandó, pues, el rey que se hiciera un arca; la cual fue colocada junto a la puerta de la Casa de Yahvé, por la parte de afuera; 9y se promulgó en Judá y en Jerusalén que trajesen a Yahvé la contribución que Moisés, siervo de Dios, había impuesto a Israel en el desierto. 10Todos los jefes y todo el pueblo se alegraron; y trajeron (su contribución) y la echaron en el arca hasta llenarla. 11De tiempo en tiempo, cuando veían que había mucho dinero llevaban el arca a los intendentes del rey, por mano de los levitas; y venían el secretario del rey, y el encargado del sumo sacerdote, a vaciar el arca; luego la tomaban y la volvían a su lugar. Así lo hacían cada vez, y recogían dinero en abundancia. 12El rey y Joiadá lo dieron a los que tenían a su cargo la ejecución de las obras de la Casa de Yahvé; y estos tomaron a sueldo canteros y carpinteros para restaurar la Casa de Yahvé; y también a los que trabajaban en hierro y bronce, para reparar la Casa de Yahvé. 13Trabajaron, pues, los obreros, y por su mano se hizo la restauración del edificio; restituyeron la Casa de Dios a su (antiguo) estado y la consolidaron. 14Acabado (todo), entregaron al rey y a Joiadá lo que quedaba del dinero, del cual hicieron objetos para la Casa de Yahvé, utensilios para el ministerio y para los sacrificios, copas y vasos de oro y plata. Durante toda la vida de Joiadá se ofrecieron siempre holocaustos en la Casa de Yahvé.

Apostasía de Joás

15Envejeció Joiadá y murió, harto de días. Tenía ciento treinta años cuando murió. 16[2956]Le sepultaron en la ciudad de David, con los reyes, por sus méritos por Israel, por Dios y su Casa. 17Después de la muerte de Joiadá vinieron los príncipes de Judá, se postraron delante del rey, y el rey les prestó oído. 18Abandonaron entonces la Casa de Yahvé, el Dios de sus padres, y sirvieron a las ascheras y a las estatuas, de manera que estalló la ira (de Dios) contra Judá y Jerusalén a causa de esta su culpa. 19Yahvé les envió profetas, los cuales dieron testimonios contra ellos, para que se convirtiesen a Él, pero no les hicieron caso. 20[2957]Entonces el Espíritu de Dios revistió a Zacarías, hijo de Joiadá, el sacerdote; el cual puesto de pie se presentó delante del pueblo y les dijo: “Así dice Dios: ¿Por qué traspasáis los mandamientos de Yahvé? No tendréis éxito; pues por cuanto habéis dejado a Yahvé, Él os ha dejado a vosotros.” 21Mas ellos conspiraron contra él, y por mandato del rey le apedrearon en el atrio de la Casa de Yahvé. 22[2958]Pues el rey Joás no se acordó de los beneficios que le había hecho Joiadá, padre de (Zacarías), sino que mató al hijo del mismo, el cual exclamó muriendo: “¡Véalo Yahvé y tome venganza!”

Castigo y muerte de Joás

23Al cabo de un año subió contra Joás el ejército de los sirios, que invadieron a Judá y Jerusalén, mataron de entre el pueblo a todos los príncipes del pueblo y enviaron todos sus despojos al rey de Damasco. 24El ejército de los sirios había venido con poca gente, pero Yahvé entregó en su mano un ejército muy grande; pues habían dejado a Yahvé, el Dios de sus padres. Así (los sirios) ejecutaron el juicio contra Joás. 25Y cuando ellos se retiraron de él, dejándole en grandes dolores, se conjuraron contra él sus siervos, a causa de la sangre de los hijos del sacerdote Joiadá, y le mataron en su lecho, y así murió. Le sepultaron en la ciudad de David, mas no en los sepulcros de los reyes. 26Los que conspiraron contra él fueron Zabad, hijo de Simeat, ammonita, y Josabad, hijo de Simrit, moabita.

27[2959]Lo relativo a sus hijos, las graves amenazas pronunciadas contra él, y la restauración de la Casa de Dios, he aquí que esto se halla escrito en el comentario del libro de los reyes.

En su lugar reinó Amasías, su hijo.

2 CRÓNICAS 25
El reinado de Amasías

1[2960]Veinte y cinco años tenía Amasías cuando comenzó a reinar, y reinó veinte y nueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Joadán, de Jerusalén. 2Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, aunque no con corazón perfecto. 3Después de haberse afirmado su reino, dio muerte a sus siervos, que habían matado al rey su padre; 4[2961]pero no dio muerte a los hijos de ellos, conforme a lo escrito en la Ley, en el Libro de Moisés, donde Yahvé había prescrito, diciendo: “No han de morir los padres por los hijos, ni los hijos han de morir por los padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.”

Victoria sobre los idumeos

5Amasías congregó a Judá, y los organizó en todo Judá y Benjamín, según las casas paternas, bajo jefes de miles y jefes de cientos; e hizo el censo de ellos, desde los veinte años arriba, y halló que eran trescientos mil hombres escogidos, aptos para la guerra y el manejo de lanza y broquel. 6Tomó también a sueldo de Israel a cien mil hombres valientes, por cien talentos de plata. 7[2962]Pero vino a él un varón de Dios, que le dijo: “Oh rey, que no salga contigo el ejército de Israel, porque Yahvé no está con Israel, con ninguno de los hijos de Efraím; 8[2963]antes bien, sal tú solo y hazte fuerte para la guerra, para que Dios (no) te haga caer delante del enemigo; porque Dios tiene poder para ayudar y para derribar.” 9[2964]Dijo Amasías al varón de Dios: “¿Qué será de los cien talentos que he dado a la gente de Israel?” A lo que contestó el varón de Dios: “Tiene Yahvé poder para darte mucho más que eso.” 10Entonces Amasías despidió los destacamentos que le habían venido de Efraím, para que se volviesen a su país. Ellos se irritaron sobremanera contra Judá y se volvieron a su país, llenos de ardiente ira.

11[2965]Amasías, empero, cobró ánimo, y tomando el mando de su pueblo marchó al Valle de las Salinas, donde dio muerte a diez mil hombres de los hijos de Seír. 12A (otros) diez mil los apresaron vivos los hijos de Judá, y llevándolos a la cumbre de la peña los precipitaron desde la cumbre de la peña, y todos ellos quedaron destrozados. 13Entretanto los de la gente que Amasías había despedido, para que no fuesen con él a la guerra, se derramaron por las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bethorón, mataron en ellas tres mil personas y tomaron mucho botín.

Idolatría de Amasías

14Volviendo Amasías de la derrota de los idumeos, trajo consigo los dioses de los hijos de Seír; los puso por dioses suyos, se postró ante ellos y les quemó incienso. 15[2966]Entonces se encendió la ira de Yahvé contra Amasías, y le envió un profeta, que le dijo: “¿Por qué has buscado a los dioses de ese pueblo, que no han podido librar de tu mano a su propia gente?” 16Mientras él así le hablaba, (Amasías) le interrumpió: “¿Acaso te hemos hecho a ti consejero del rey? ¡Cállate! De otro modo te van a matar.” El profeta se calló, más le dijo: “Yo sé que Dios ha determinado destruirte, porque has hecho esto y no quieres escuchar mi consejo.”

Guerra de Amasías con Israel

17[2967]Amasías, rey de Judá, después de haber deliberado envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, para decirle: “¡Ven, que nos veamos cara a cara!” 18Pero Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: “El cardo del Líbano envió a decir al cedro del Líbano: Da tu hija por mujer a mi hijo. Pero pasaron las fieras del Líbano y hollaron el cardo. 19Tú dices: He aquí que he derrotado a Edom. Por eso te lleva tu corazón a jactarte. Quédate ahora en tu casa. ¿Por qué quieres provocar la calamidad, para que caigas tú, y Judá contigo?” 20Pero Amasías no hizo caso, pues era disposición de Dios entregarlos en manos (de sus enemigos), por haber buscado a los dioses de Edom. 21Salió, pues, Joás, rey de Israel, y se vieron cara a cara, él y Amasías, rey de Judá, en Betsemes, que pertenece a Judá. 22Y fue derrotado Judá por Israel, y huyeron, cada cual a su tienda. 23[2968]Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, en Betsemes, le llevó a Jerusalén y abrió una brecha en la muralla desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Ángulo, que son cuatrocientos codos. 24[2969](Tomó) todo el oro y la plata, y todos los utensilios que se hallaban con Obededom en la Casa de Dios, y los tesoros de la casa del rey, y también rehenes. Después se volvió a Samaria.

Muerte de Amasías

25Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. 26Los demás hechos de Amasías, los primeros y los postreros, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

27Después que Amasías se apartó de Yahvé, conspiraron contra él en Jerusalén, por lo cual huyo a Laquís; pero enviaron tras él gentes a Laquís que allí le dieron muerte. 28Transportaron (el cadáver) en caballos y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de Judá.

2 CRÓNICAS 26
Ocías, rey de Judá

1[2970]Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Ocías, que tenía diez y seis años, y lo proclamaron rey en lugar de su padre Amasías. 2[2971]Él edificó a Elat y la restituyó a Judá, después que el rey (Amasías) había ido a descansar con sus padres.

3Diez y seis años tenía Ocías cuando empezó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolía, de Jerusalén. 4Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, según todo lo que había hecho su padre Amasías. 5Cuidó de buscar a Dios durante la vida de Zacarías, que le instruyó en el temor de Dios; y por cuanto buscó a Yahvé, Dios le dio prosperidad.

Ocías organiza la defensa

6Salió a campaña contra los filisteos y derribó el muro de Gat, el muro de Jabné y el muro de Azoto, y edificó ciudades en (el territorio de) Azoto y entre los filisteos. 7[2972]Dios le ayudó contra los filisteos, contra los árabes que habitaban en Gurbaal, y contra los meunitas. 8Los ammonitas trajeron presentes a Ocías, y su fama llegó hasta la frontera de Egipto; porque se había hecho sumamente poderoso.

9Ocías construyó torres en Jerusalén sobre la puerta del Ángulo, sobre la puerta del Valle y en el ángulo, y las fortificó. 10[2973]Construyó también torres en el desierto, y excavó muchas cisternas; pues poseía muchos ganados, en la Sefelá y en el Mischor, también labradores y viñadores en las montañas y en los campos fértiles, porque amaba la agricultura. 11Ocías tenía un ejército de guerra, que salía a campaña en divisiones, conforme al número del censo de ellos, hecho por el secretario Jeiel y el escriba Maasías, a las órdenes de Hananías, uno de los príncipes del rey. 12El número total de los jefes de las casas paternas, guerreros valerosos, era de dos mil seiscientos. 13A sus órdenes estaba un ejército de trescientos siete mil quinientos hombres, que hacían la guerra con gran pujanza, ayudando al rey contra el enemigo. 14Ocías les proporcionó, a todo aquel ejército, escudos y lanzas, yelmos y corazas, arcos y hondas para tirar piedras. 15Hizo construir en Jerusalén máquinas, inventadas por hombres ingeniosos, para colocarlas sobre las torres y los ángulos y para arrojar saetas y piedras grandes. Su fama se extendió lejos, porque fue socorrido maravillosamente, de manera que llegó a ser poderoso.

Prevaricación y castigo de Ocías

16[2974]Mas una vez fortalecido en su poder, se engrió su corazón hasta acarrearle la ruina. Pues prevaricó contra Yahvé su Dios, entrando en el Templo de Yahvé, para quemar incienso sobre el altar del incienso. 17Entró tras él Azarías, el sacerdote, y con él ochenta sacerdotes de Yahvé, hombres valientes; 18que se opusieron al rey Ocías y le dijeron: “No te corresponde a ti, oh Ocías, quemar incienso a Yahvé, sino a los sacerdotes, los hijos de Aarón, que han sido consagrados para quemar el incienso. ¡Sal del Santuario, porque has pecado, y no será esto para honra tuya ante Yahvé Dios!” 19Entonces Ocías, que tenía en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira, y en tanto que se irritaba contra los sacerdotes, brotó la lepra en su frente, a vista de los sacerdotes, en la Casa de Yahvé, frente al altar del incienso. 20Azarías, el Sumo Sacerdote, y todos los sacerdotes dirigieron hacia él sus miradas, y he aquí que tenía la lepra en su frente. Por lo cual lo echaron de allí a toda prisa; y él mismo se apresuró a salir, porque Yahvé le había herido. 21[2975]El rey Ocías quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una casa apartada, como leproso, porque había sido excluido de la Casa de Yahvé, y su hijo Joatán gobernaba la casa del rey, y juzgaba al pueblo del país. 22[2976]Los demás hechos de Ocías, los primeros y los postreros, los escribió el profeta Isaías, hijo de Amós. 23[2977]Ocías se durmió con sus padres, y le sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros de los reyes, porque decían: “Es un leproso.” En su lugar reinó su hijo Joatán.

2 CRÓNICAS 27
Joatán, rey de Judá

1[2978]Joatán tenía veinte y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó diez y seis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jerusá, hija de Sadoc. 2Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, imitando en todo el proceder de su padre Ocías, salvo que no penetró en el Templo de Yahvé. El pueblo, sin embargo, seguía haciendo el mal.

3[2979]Joatán construyó la puerta superior de la Casa de Yahvé, e hizo muchas construcciones sobre los muros del Ofel. 4Consfruyó también ciudades en la montaña de Judá, y en los bosques edificó castillos y torres.

5[2980]Hizo guerra contra el rey de los hijos de Ammón, a los cuales venció. Los hijos de Ammón le dieron aquel año cien talentos de plata, diez mil coros de trigo y diez mil de cebada. Los ammonitas le trajeron lo mismo el año segundo y el tercero. 6Así Joatán llegó a ser poderoso, porque caminaba delante de Yahvé, su Dios.

7Los demás hechos de Joatán, y todas sus guerras y sus obras, he aquí que esto está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá. 8Tenía veinte y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó diez y seis años en Jerusalén. 9Joatán se durmió con sus padres, y le sepultaron en la ciudad de David. En su lugar reinó Acaz, su hijo.

2 CRÓNICAS 28
Acaz, rey de Judá

1[2981]Tenía Acaz veinte años cuando empezó a reinar, y reinó diez y seis años en Jerusalén. No hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, como lo había hecho su padre David. 2Siguió los caminos de los reyes de Israel, hasta hacer estatuas de fundición para los Baales. 3[2982]Quemó incienso en el valle de Ben-Hinnom, e hizo pasar a sus hijos por el fuego, según las abominaciones de los gentiles que Yahvé había arrojado de delante de los hijos de Israel. 4Ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso.

Los enemigos invaden el país

5Yahvé, su Dios, lo entregó en manos del rey de los sirios, que lo derrotaron, haciéndole gran número de prisioneros, a los que llevaron a Damasco. Fue entregado también en manos del rey de Israel, el cual le infligió una gran derrota. 6Pues Facee, hijo de Romelías, mató en Judá en un solo día a ciento veinte mil, todos ellos hombres valientes; porque habían abandonado a Yahvé, el Dios de sus padres. 7Sicrí, uno de los valientes de Efraím, mató a Maasías, hijo del rey, a Asricam, mayordomo de palacio, y a Elcaná, que era el segundo después del rey. 8Los hijos de Israel hicieron entre sus hermanos doscientos prisioneros: mujeres e hijos e hijas. Se apoderaron también de un enorme botín que se llevaron a Samaria. 9Había allí un profeta de Yahvé, llamado Oded, que salió al encuentro del ejército que volvía a Samaria, y les dijo: “He aquí que Yahvé, el Dios de vuestros padres, irritado contra Judá, los ha entregado en vuestras manos, mas vosotros los habéis matado con un furor que ha subido hasta el cielo. 10Y ahora pensáis en sujetar a los hijos de Judá y de Jerusalén, como siervos y siervas vuestros. ¿No sois también vosotros culpables contra Yahvé, vuestro Dios? 11Oídme, pues, y dejad volver a vuestros hermanos, que habéis tomado prisioneros, porque os amenaza el furor de la ira de Yahvé.”

12Entonces algunos hombres de los príncipes de Efraím, Asarías, hijo de Johanán; Baraquías, hijo de Mesillemot; Ezequías, hijo de Sallum, y Amasá, hijo de Hadlai, se levantaron contra los que habían vuelto de la guerra, 13y les dijeron: “¡No introduciréis aquí a los prisioneros! porque además de la culpa contra Yahvé que ya está sobre nosotros, queréis aumentar todavía nuestros pecados y nuestra culpa; pues grande es nuestra culpa, y el furor de la ira (de Dios) amenaza a Israel.” 14[2983]Con eso los guerreros dejaron los prisioneros y el botín delante de los príncipes y de toda la asamblea. 15Entonces se levantaron los hombres designados nominalmente, y tomando a los prisioneros, vistieron con el botín a todos los desnudos entre ellos, dándoles vestido y calzado. Les dieron también de comer y de beber y los ungieron; y transportando en asnos a todos los débiles, los llevaron a Jericó, ciudad de las palmetas, donde estaban sus hermanos. Luego se volvieron a Samaria.

Acaz pide auxilio a los asirios

16[2984]En aquel tiempo el rey Acaz envió mensajeros a los reyes de Asiria para pedir auxilio. 17Pues los idumeos vinieron otra vez y derrotaron a Judá, llevándose prisioneros. 18También los filisteos se habían derramado sobre las ciudades de la Sefelá, y del Négueb de Judá, y habían tomado a Betsemes, Ayalón, Gaderot y Socó con sus aldeas, a Timná con sus aldeas, y a Gimzó con sus aldeas, donde se establecieron. 19Porque Yahvé humillaba a Judá a causa de Acaz, rey de Israel, que había sublevado a Judá (contra Yahvé), después que él mismo había apostatado de Yahvé. 20En efecto, vino a él Teglatfalnasar, rey de Asiria; pero le estrechó en vez de fortalecerle. 21Pues Acaz tuvo que despojar la Casa de Yahvé y la casa del rey y de los príncipes, para satisfacer al rey de Asiria, pero esto no le sirvió de nada.

Idolatría de Acaz

22Aun en el tiempo de la angustia el rey Acaz continuó pecando cada vez más contra Yahvé. 23[2985]Ofrecía sacrificios a los dioses de Damasco que le habían batido; pues se decía: “Los dioses de los reyes de Siria les ayudan a ellos; por eso yo también les ofreceré sacrificios, para que me ayuden a mí.” Sin embargo, fueron ellos la causa de su ruina y de la de todo Israel. 24[2986]Acaz juntó los utensilios de la Casa de Dios, cortó en pedazos todos los objetos de la Casa de Dios, y después de cerrar las puertas de la Casa de Yahvé se fabricó altares en todas las esquinas de Jerusalén. 25Erigió asimismo lugares altos en cada una de las ciudades de Judá, para quemar incienso a otros dioses, provocando así la ira de Yahvé, el Dios de sus padres. 26El resto de sus hechos y todas sus obras, las primeras y las postreras, he aquí que esto está escrito en el libro de los reyes de Judá e Israel. 27[2987]Acaz se durmió con sus padres, y lo sepultaron dentro de la ciudad, en Jerusalén; pues no le colocaron en los sepulcros de los reyes de Israel. En su lugar reinó su hijo Ezequías.

2 CRÓNICAS 29
Ezequías restaura el culto

1[2988]Ezequías tenía veinte y cinco años cuando empezó a reinar y reinó veinte y nueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abía, hija de Zacarías. 2Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, siguiendo en todo el proceder de su padre David.

3[2989]En el año primero de su reinado, el primer mes, abrió las puertas de la Casa de Yahvé, y las reparó. 4Hizo venir a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental, 5[2990]y les dijo: “¡Escuchadme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la Casa de Yahvé, el Dios de vuestros padres; y echad fuera del Santuario lo que es impuro. 6Porque nuestros padres han pecado, haciendo lo que era malo a los ojos de Yahvé, nuestro Dios; pues le han abandonado, y apartando sus rostros de la Morada de Yahvé, le han vuelto las espaldas. 7Hasta cerraron las puertas del pórtico (del Templo), apagaron las lámparas, y no quemaron incienso, ni ofrecieron holocaustos en el Santuario al Dios de Israel. 8Por eso la ira de Yahvé se ha encendido contra Judá y Jerusalén, y Él los ha convertido en objeto de espanto, terror y ludibrio, como lo estáis viendo con vuestros ojos. 9He aquí que a causa de esto han caído a espada nuestros padres; y nuestros hijos, hijas y mujeres se hallan en cautividad. 10Tengo por lo tanto el propósito de hacer alianza con Yahvé, el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira. 11Hijos míos, no seáis ahora negligentes; porque a vosotros os ha escogido Yahvé a fin de estar listos para su servicio, para ser sus ministros y para quemarle incienso.”

Purificación del Templo

12[2991]Entonces se alzaron los levitas de la estirpe de los Caatitas: Macat, hijo de Amasai, y Joel, hijo de Azarías; de los hijos de Merarí: Cis, hijo de Abdí, y Azarías, hijo de Jehalelel; de los Gersonitas: Joah, hijo de Sima, y Edén, hijo de Joah; 13de los hijos de Elisafán: Simrí y Jeiel; de los hijos de Asaf: Zacarías y Matanías; 14de los hijos de Hernán: Jehiel y Semeí; y de los hijos de Jedutún: Semeías y Uciel. 15Estos reunieron a sus hermanos, se santificaron y vinieron a purificar la Casa de Yahvé, conforme al mandato del rey, según las palabras de Yahvé. 16Los sacerdotes entraron en el interior de la Casa de Yahvé para purificarla, y sacaron al atrio de la Casa de Yahvé todas las inmundicias que encontraron en el Templo de Yahvé. Los levitas, por su parte, las tomaron para llevarlas fuera, al valle del Cedrón. 17Comenzaron la purificación el día primero del primer mes, y el día octavo del mes llegaron al pórtico de Yahvé. Emplearon ocho días en la purificación de la Casa de Yahvé y acabaron la obra el día diez y seis del mes primero.

18Se presentaron luego al rey Ezequías, y dijeron: “Hemos purificado toda la Casa de Yahvé, el altar de los holocaustos con todos sus instrumentos, y la mesa de la proposición con todos sus utensilios. 19Y todos los objetos profanados por el rey Acaz durante su reinado, cuando cometió sus prevaricaciones, los hemos preparado y santificado, y he aquí que están ante el altar de Yahvé.”

20Entonces el rey Ezequías, levantándose muy de mañana, reunió a los príncipes de la ciudad y subió a la Casa de Yahvé. 21[2992]Trajeron siete becerros, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para el sacrificio expiatorio, por el reino, por el Santuario y por Judá; y mandó a los sacerdotes, los hijos de Aarón, que los ofreciesen sobre el altar de Yahvé. 22Inmolaron los becerros; y los sacerdotes recogieron la sangre y la derramaron sobre el altar; luego inmolaron los carneros y derramaron la sangre de ellos sobre el altar; degollaron igualmente los corderos y derramaron su sangre sobre el altar. 23Presentaron después los machos cabríos del sacrificio expiatorio, ante el rey y la asamblea; los cuales pusieron las manos sobre ellos; 24y los sacerdotes los inmolaron, y esparcieron su sangre sobre el altar, en expiación por todo Israel; porque el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio expiatorio fuese por todo Israel.

25[2993]Luego estableció en la Casa de Yahvé a los levitas con címbalos, salterios y cítaras, según las disposiciones de David, de Gad, vidente del rey, y de Natán, profeta; pues de Yahvé había venido ese mandamiento, por medio de sus profetas. 26Y cuando hubieron, ocupado su sitio los levitas con los instrumentos de David, y los sacerdotes con las trompetas, 27mandó Ezequías ofrecer el holocausto sobre el altar. Y al comenzar el holocausto, comenzaron también las alabanzas de Yahvé, al son de las trompetas y con el acompañamiento de los instrumentos de David, rey de Israel. 28Entretanto toda la asamblea estaba postrada; los cantores cantaban, y las trompetas sonaban. Todo eso duró hasta que fue consumido el holocausto. 29Consumido el holocausto, el rey y todos los que con él estaban, doblaron las rodillas y se postraron. 30[2994]Entonces el rey Ezequías y los príncipes mandaron a los levitas que alabasen a Yahvé con las palabras de David y del vidente Asaf; y cantaron alabanzas con alegría, e inclinándose adoraron.

31[2995]Después tomó Ezequías la palabra y dijo: “Ahora habéis sido consagrados a Yahvé, acercaos y ofreced sacrificios y alabanzas en la Casa de Yahvé.” Y la asamblea trajo sacrificios y ofrendas en acción de gracias, y todos los que querían, también holocaustos. 32El número de los holocaustos ofrecidos por la asamblea, fue de setenta bueyes, cien carneros, doscientos corderos; todos ellos en holocausto a Yahvé. 33Se consagraba también seiscientos bueyes y tres mil ovejas. 34Pero los sacerdotes, que eran pocos, no bastaban para desollar todas las víctimas; por lo cual los ayudaron sus hermanos, los levitas, hasta terminar la obra, y hasta santificarse los (otros) sacerdotes; porque los levitas mostraban más sinceridad para santificarse que los sacerdotes. 35Hubo, pues, muchos holocaustos, además de las grosuras de los sacrificios pacíficos y libaciones de los holocaustos. Así quedó restablecido el culto de la Casa de Yahvé. 36Ezequías y todo el pueblo tuvieron gran gozo por haber Dios dispuesto al pueblo; pues la fiesta fue llevada a cabo de un momento a otro.

2 CRÓNICAS 30
Invitación a celebrar la Pascua

1[2996]Ezequías envió (mensajeros) a todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraím y Manasés, para que viniesen a la Casa de Yahvé, a Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua en honor de Yahvé, el Dios de Israel. 2[2997]Pues el rey y los príncipes y toda la asamblea de Jerusalén habían determinado celebrar la Pascua en el mes segundo; 3puesto que no había sido posible celebrarla a su debido tiempo, porque los sacerdotes no se habían santificado en número suficiente, y el pueblo no se había reunido en Jerusalén. 4Agradó esta resolución al rey y a toda la asamblea. 5Resolvieron, pues, enviar aviso a todo Israel, desde Bersabee basta Dan, para que viniesen a Jerusalén a celebrar la Pascua en honor de Yahvé, el Dios de Israel; porque hacía mucho tiempo que no la habían celebrado al modo prescrito.

6Tras lo cual los correos con las cartas del rey y de sus príncipes recorrieron todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado; y decían: “Hijos de Israel, volveos a Yahvé, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, y Él se volverá a los que de vosotros han quedado, a los que han escapado de la mano de los reyes de Asiria. 7No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que prevaricaron contra Yahvé, el Dios de sus padres; por lo cual Él los entregó a la desolación, como estáis viendo. 8Ahora, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; dad la mano a Yahvé; venid a su Santuario, que Él ha santificado para siempre; servid a Yahvé vuestro Dios, y se apartará de vosotros el furor de su ira. 9Porque si os volvéis a Yahvé, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia ante aquellos que los llevaron cautivos, y volverán a este país, pues Yahvé, vuestro Dios, es clemente y misericordioso y no apartara de vosotros su rostro, si vosotros os convertís a Él.”

10Recorrieron los correos una ciudad tras otra en el país de Efraím y de Manasés, llegando hasta Zabulón; pero se reían y se burlaban de ellos. 11Sin embargo, algunos de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron y vinieron a Jerusalén. 12También en Judá se dejó sentir la mano de Dios, que les dio un solo corazón, para cumplir el mandato del rey y de los príncipes, según la palabra de Yahvé.

Celebración de la Pascua

13[2998]Se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta de los Ácimos, en el mes segundo; era una asamblea muy grande. 14Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares de incienso y los arrojaron en el torrente Cedrón. 15[2999]Sacrificaron la pascua, a los catorce días del mes segundo. También los sacerdotes y los levitas, avergonzándose, se santificaron y trajeron holocaustos a la Casa de Yahvé. 16Ocuparon sus puestos según su reglamento, conforme a la Ley de Moisés, varón de Dios; y los sacerdotes derramaban la sangre que recibían de mano de los levitas. 17[3000]Y como muchos de la asamblea no se habían santificado, los levitas fueron encargados de inmolar los corderos pascuales para todos los que no se hallaban puros, a fin de santificarlos para Yahvé. 18Pues una gran multitud de gentes, muchos de Efraím y de Manasés, de Isacar y de Zabulón, que no se habían purificado, comieron la pascua, sin observar lo prescrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: “¡Quiera Yahvé en su bondad perdonar a todos aquellos 19cuyo corazón busca al Dios Yahvé, el Dios de sus padres, aunque no se hayan purificado según el (rito del) Santuario!” 20Y oyó Yahvé a Ezequías, y sanó al pueblo.

21Así los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los Ácimos por siete días con gran alegría; y los levitas y los sacerdotes alabaron a Yahvé todos los días, tocando con toda fuerza los instrumentos en honor de Yahvé. 22[3001]Ezequías habló al corazón de todos los levitas que manifestaban un buen conocimiento de Yahvé. Comieron durante los siete días (las víctimas) de la fiesta, sacrificando sacrificios pacíficos, y alabando a Yahvé, el Dios de sus padres.

Prórroga de la fiesta de Pascua

23Toda la asamblea resolvió celebrar la fiesta por otros siete días, y la celebraron con júbilo por siete días más. 24Porque Ezequías, rey de Judá, había regalado a toda la asamblea mil becerros y siete mil ovejas. Los príncipes, por su parte, habían regalado a la asamblea mil becerros y diez mil ovejas; y ya se habían santificado muchos sacerdotes. 25Toda la asamblea de Judá, los sacerdotes y los levitas, y también toda la multitud que había venido de Israel, y los extranjeros venidos de la tierra de Israel y los que habitaban en Judá, se entregaron a la alegría. 26Hubo gran gozo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había habido (fiesta) semejante en Jerusalén. 27[3002]Al fin se levantaron los sacerdotes, hijos de Leví, y bendijeron al pueblo; y fue oída su voz, pues su oración penetró en el cielo, Su santa morada.

2 CRÓNICAS 31
Destrucción de los ídolos

1[3003]Terminado todo esto, salió Israel entero, todos los que allí se hallaban, a recorrer las ciudades de Judá; y quebraron las piedras de culto, cortaron las ascheras y derribaron los lugares altos y los altares en todo Judá y Benjamín, y también en Efraím y Manasés, hasta acabar con ellos. Después volvieron todos los hijos de Israel cada cual a su posesión en sus ciudades.

Reorganización del clero

2[3004]Ezequías restableció las clases de los sacerdotes y de los levitas según sus divisiones, (designando) a cada uno de los sacerdotes y de los levitas, su función en los holocaustos y sacrificios pacíficos, y en lo tocante al ministerio, las alabanzas y cantos dentro de las puertas del Campamento de Yahvé. 3Una porción de la propiedad del rey estaba (destinada) para los holocaustos de la mañana y de la tarde; y para los holocaustos de los sábados, de los novilunios y de las fiestas según lo prescrito en la Ley de Yahvé.

4[3005]Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diesen a los sacerdotes y a los levitas las porciones correspondientes, a fin de que pudiesen dedicarse exclusivamente a la Ley de Yahvé. 5Cuando se promulgó esta disposición, los hijos de Israel, trajeron en abundancia las primicias del trigo, del vino, del aceite y de la miel y de todos los productos del campo; trajeron también en abundancia el diezmo de todo. 6Los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, presentaron igualmente el diezmo del ganado mayor y menor, y el diezmo de las cosas santas que eran consagradas a Yahvé su Dios, e hicieron de ello grandes montones. 7En el mes tercero comenzaron a formar aquellos montones y terminaron en el mes séptimo.

Distribución de las ofrendas

8Vinieron Ezequías y los príncipes a ver los montones y bendijeron a Yahvé y a Israel, su pueblo. 9Cuando Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de los montones, 10[3006]respondió el Sumo Sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, y dijo: “Desde que se ha comenzado a traer las ofrendas a la Casa de Yahvé, hemos comido y nos hemos saciado, y aún sobra muchísimo; porque Yahvé ha bendecido a su pueblo; y esta gran cantidad es lo que sobra.”

11Entonces mandó Ezequías que se hiciesen depósitos en la Casa de Yahvé. Los hicieron, 12y metieron allí fielmente las ofrendas, los diezmos y las cosas consagradas. El levita Conenías fue constituido intendente de ellos, y Semeí, su hermano, era su sustituto. 13Jehiel, Azarías, Nahat, Asael, Jerimot, Josabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Banaías eran inspectores, a las órdenes de Conenías y de Semeí, su hermano, según las disposiciones del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la Casa de Dios. 14El levita Coré, hijo de Imná, portero de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas voluntarias hechas a Dios, para repartir las porciones consagradas a Yahvé y las cosas santísimas. 15En las ciudades sacerdotales estaban bajo sus órdenes Edén, Minyamín, Jesúa, Semeías, Amarías y Secanías, para repartir fielmente (las porciones) a sus hermanos, así grandes como chicos, 16[3007]exceptuando a los varones de tres años para arriba inscritos en las genealogías, y a todos los que entraban en la Casa de Yahvé, como lo exigía cada día, para cumplir los oficios de su ministerio, según sus clases. 17Los sacerdotes estaban inscritos en las genealogías, conforme a sus casas paternas, y los levitas de veinte años para arriba, según su ministerio y sus clases. 18Estaban inscritos en las genealogías también todos sus niños, sus mujeres, sus hijos, y sus hijas, de entre toda la asamblea, porque se consagraban exclusivamente al servicio sagrado. 19Para los sacerdotes, hijos de Aarón, que vivían en el campo, en los ejidos de sus ciudades, había en cada ciudad hombres designados nominalmente, para dar las porciones a todos los varones de entre los sacerdotes, y a todos los levitas inscritos en las genealogías.

20Así hizo Ezequías en todo Judá, y obró lo que era bueno y recto y verdadero ante Yahvé, su Dios. 21[3008]En todo aquello que emprendió respecto del ministerio de la Casa de Dios, la Ley y los mandamientos, obró con todo su corazón y tuvo éxito.

2 CRÓNICAS 32
Invasión de Senaquerib

1[3009]Después de estas cosas y de tanta fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria, que penetrando en Judá puso sitio a las ciudades fortificadas, intentando apoderarse de ellas. 2Cuando vio Ezequías que venía Senaquerib y que tenía la intención de atacar a Jerusalén; 3tuvo consejo con sus príncipes y sus guerreros, para cegar las fuentes de agua que había fuera de la ciudad, y ellos estaban conformes. 4[3010]Se juntó mucha gente, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría por en medio de la región, diciendo: “Cuando vengan los reyes de Asiria, ¿para qué han de hallar tanta agua?” 5Y cobrando ánimo, reparó toda la muralla que estaba derribada, y aumentó la altura de las torres. Edificó por fuera otra muralla, fortificó el Milló de la ciudad de David, y fabricó una enorme cantidad de armas y escudos, 6Puso jefes militares sobre el pueblo, a los cuales reunió en torno a su persona en la plaza de la puerta de la ciudad, y hablándoles al corazón, dijo: 7“Sed fuertes y tened ánimo; no temáis, ni os amedrentéis ante el rey de Asiria, ni ante toda la muchedumbre que viene con él, porque son más los que con nosotros están que los que están con él. 8[3011]Con él está un brazo de carne; pero con nosotros está Yahvé, nuestro Dios, para ayudarnos, y para pelear por nosotros en las batallas.” Y el pueblo se confortó con las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Mensaje blasfemo de Senaquerib

9Pasadas estas cosas, Senaquerib, rey de Asiria, mientras sitiaba a Laquís, acompañado de todo su ejército, envió sus siervos a Jerusalén a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén, para decirles: 10“Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué ponéis vuestra confianza, para que permanezcáis cercados en Jerusalén? 11¿No os engaña Ezequías, para entregaros a morir de hambre y de sed, cuando dice: Yahvé nuestro Dios, nos librará de la mano del rey de Asiria? 12¿No es este Ezequías el mismo que ha quitado los lugares altos y los altares de (Yahvé) y ha dicho a Judá y Jerusalén: Delante de un solo altar os postraréis, y sobre él habéis de quemar incienso? 13¿Acaso ignoráis lo que yo y mis padres hemos hecho con todos los pueblos de los países? ¿Por ventura los dioses de las naciones de esos países han podido librar sus territorios de mi mano? 14¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres han exterminado pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Y vosotros creéis que vuestro Dios podrá libraros de mi poder? 15Ahora, pues, no os engañe Ezequías, ni os embauque de tal manera. No le creáis; ningún dios de ninguna nación y de ningún reino ha podido salvar a su pueblo de mi mano, ni de las manos de mis padres, ¿cuánto menos podrá vuestro dios libraros a vosotros de mi mano?”

16Sus siervos hablaron todavía más contra Yahvé Dios y contra Ezequías, su siervo. 17Escribió también una carta para insultar a Yahvé, el Dios de Israel, hablando contra Él de este modo: “Así como los dioses de las naciones de los (otros) países no han librado a sus pueblos de mi poder, así tampoco el Dios de Ezequías salvará a su pueblo de mi mano.” 18(Los enviados) gritaban en voz alta, en lengua judía, contra el pueblo de Jerusalén, que estaba sobre el muro, para atemorizarlos y asustarlos, a fin de apoderarse de la ciudad. 19Y hablaban del Dios de Jerusalén, como de los dioses de los pueblos de la tierra, que son obra de manos de hombres.

Salvación milagrosa

20[3012]Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron a causa de esto, y clamaron al cielo. 21Y Yahvé envió un ángel que exterminó a todos los guerreros de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el campamento del rey de Asiria; el cual volvió con rostro avergonzado a su tierra, y cuando entró en la casa de su dios, allí mismo los hijos de sus propias entrañas le mataron a espada. 22Así salvó Yahvé a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de las manos de todos (los enemigos), y les dio protección por todos lados. 23Muchos trajeron entonces ofrendas a Yahvé, a Jerusalén, y ricos presentes a Ezequías, rey de Judá; el cual, de allí en adelante, adquirió gran prestigio a los ojos de todas las naciones.

Enfermedad de Ezequías

24[3013]En aquellos días Ezequías enfermó de muerte; más hizo oración a Yahvé, quien le escuchó y le otorgó una señal maravillosa. 25[3014]Pero Ezequías no correspondió al bien que había recibido, pues se envaneció su corazón, por lo cual (Yahvé) se irritó contra él, contra Judá y Jerusalén. 26[3015]Mas después de haberse ensoberbecido en su corazón, se humilló Ezequías, él y los habitantes de Jerusalén; y por eso no estalló contra ellos la ira de Yahvé en los días de Ezequías.

Prestigio de Ezequías

27Ezequías tuvo muy grandes riquezas y muchísima gloria. Adquirió tesoros de plata, de oro, de piedras costosas, de aromas, de escudos y de toda suerte de objetos que uno puede desear. 28Tuvo también almacenes para los productos de trigo, de vino y de aceite; pesebres para bestias de toda clase y apriscos para los rebaños. 29Se hizo ciudades, porque poseía ganado menor y mayor en abundancia, pues Dios le había dado muchísima hacienda. 30Este mismo Ezequías tapó la salida superior de las aguas del Gihón, y las condujo, bajo tierra, a la parte occidental de la ciudad de David. Ezequías tuvo suerte en todas sus empresas. 31[3016]Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron embajadores para investigar la señal maravillosa ocurrida en el país, Dios le dejó de su mano para probarle y descubrir todo lo que tenía en su corazón.

Muerte de Ezequías

32Los demás hechos de Ezequías y sus obras piadosas, he aquí que esto está escrito en las visiones del profeta Isaías, hijo de Amós, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33Ezequías se durmió con sus padres, y le sepultaron más arriba de los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores con motivo de su muerte. En su lugar reinó su hijo Manasés.

2 CRÓNICAS 33
Manasés, rey de Judá

1[3017]Manasés tenía doce años cuando empezó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. 2Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, conforme a las abominaciones de las gentes que Yahvé había arrojado de delante de los hijos de Israel. 3[3018]Volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre, había derribado, erigió altares a los Baales, fabricó ascheras, adoró a todo el ejército del cielo y le dio culto. 4Erigió también altares en la Casa de Yahvé, de la cual había dicho Yahvé: “En Jerusalén estará mi Nombre eternamente.” 5Edificó altares a todo el ejército del cielo en los dos atrios de la Casa de Yahvé, 6[3019]e hizo pasar a sus hijos por el fuego en el valle de Ben-Hinnom; se dedicaba a la adivinación, a la magia y a la hechicería; instituyó nigromantes y agoreros, e hizo mucha maldad a los ojos de Yahvé, provocándole a ira. 7Puso la imagen del ídolo que había hecho, en la Casa de Dios, de la cual Dios había dicho a David y a Salomón, su hijo: “En esta Casa y en Jerusalén que he escogido de entre todas las tribus de Israel, estableceré mi Nombre eternamente. 8Y no apartaré más el pie de Israel de sobre el suelo que he asignado a sus padres, con tal que guarden y practiquen todo lo que les he mandado, según toda la Ley, los mandamientos y preceptos, (que les he dado) por Moisés. 9Manasés hizo prevaricar a Judá y a los habitantes de Jerusalén de tal modo que hicieron mayores males que las gentes que Yahvé había destruido delante de los hijos de Israel. 10Habló Yahvé a Manasés y a su pueblo; pero no hicieron caso. 11[3020]Entonces Yahvé hizo venir sobre ellos los jefes del ejército del rey de Asiria, que apresaron a Manasés con ganchos, le ataron con cadenas de bronce y le llevaron a Babilonia.

Conversión de Manasés

12Cuando se vio en angustia imploró a Yahvé su Dios, humillándose profundamente en presencia del Dios de sus padres. 13[3021]Oró a Yahvé, y Este le fue propicio, oyó su oración y le concedió el retorno a Jerusalén, a su reino. Entonces conoció Manasés que Yahvé es Dios.

14Después de esto edificó una muralla exterior para la ciudad de David, al occidente del Gihón, en el valle, hasta la entrada de la puerta del Pescado, de modo que cercó el Ofel, y elevó (la muralla) a gran altura. Puso también jefes del ejército en todas las plazas fuertes de Judá. 15Quitó de la Casa de Yahvé los dioses extraños, la imagen y todos los altares que había erigido en el monte de la Casa de Yahvé y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. 16Reedificó el altar de Yahvé, y ofreció sobre él sacrificios pacíficos y de acción de gracias, y mandó a Judá que sirviese a Yahvé, el Dios de Israel. 17Sin embargo el pueblo ofrecía aún sacrificios en los lugares altos, bien que solo a Yahvé su Dios.

Muerte de Manasés

18[3022]Los demás hechos de Manasés, su oración a Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre de Yahvé, Dios de Israel, he aquí que esto está escrito en los anales de los reyes de Israel. 19[3023]Su oración y cómo fue oído, todo su pecado, su apostasía, los lugares altos que edificó y donde puso ascheras y estatuas, antes de humillarse, he aquí que esto está escrito en las Palabras de Hozai. 20Durmiose Manasés con sus padres, y le sepultaron en su posesión. En su lugar reinó Amón su hijo.

Amón, rey de Judá

21[3024]Amón tenía veinte y dos años cuando empezó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. 22Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé imitando lo que había hecho su padre Manasés. Amón ofreció sacrificios a todas las imágenes que había hecho su padre Manasés, y les rindió culto; 23pero no se humilló delante de Yahvé como su padre Manasés; al contrario, Amón cometió aún más pecados. 24Conspiraron contra él sus siervos, que le dieron muerte en su casa. 25Pero el pueblo del país mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón, y proclamó por rey en su lugar a Josías, su hijo.

2 CRÓNICAS 34
Primeras reformas de Josías

1[3025]Josías tenía ocho años cuando empezó a reinar, y reinó treinta y un años en Jerusalén. 2Hizo lo que era recto a los ojos de Yahvé, andando por los caminos de su padre David sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.

3[3026]A los ocho años de su reinado, siendo todavía joven, comenzó a buscar al Dios de su padre David, y en el año doce empezó a limpiar a Judá y Jerusalén de los lugares altos, de las ascheras, de las estatuas y de las imágenes de fundición. 4Derribaron en su presencia los altares de los Baales, cortaron los pilares del sol, puestos en ellos, y quebró las ascheras, las imágenes y las piedras de culto reduciéndolas a polvo, que esparció sobre las sepulturas de los que les habían ofrecido sacrificios. 5Quemó los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpió a Judá y a Jerusalén. 6En las ciudades de Manasés, de Efraím y de Simeón, y hasta en Neftalí —en medio de las ruinas que las rodeaban— 7derribó los altares, demolió las ascheras y las estatuas y las redujo a polvo, y cortó todos los pilares del sol en toda la tierra de Israel. Después regresó a Jerusalén.

Restauración del Templo

8El año diez y ocho de su reinado, después de haber limpiado el país y la Casa (de Dios), mandó a Safán, hijo de Asalías, a Maasías, comandante de la ciudad, y a Joah, hijo de Joacaz, cronista, que se encargasen de la reparación de la Casa de Yahvé, su Dios. 9Fueron ellos al Sumo Sacerdote Helcías, y entregaron el dinero traído a la Casa de Dios y el que los levitas porteros habían recaudado de Manasés y de Efraím y de todo el resto de Israel, como también de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén, 10a los encargados de las obras de la Casa de Yahvé; y estos lo dieron a los obreros que trabajaban en la Casa de Yahvé para reparar y restaurar la Casa. 11Lo dieron a los carpinteros y obreros de construcción para comprar piedras talladas y maderas para las trabazones y para el maderamen de los edificios destruidos por los reyes de Judá. 12Estos hombres hacían la obra con probidad. Estaban sobre ellos Jáhat y Obadías, levitas de los hijos de Merarí, y Zacarías y Mesullam, de los hijos de los caatitas, que los dirigían, así como otros levitas; todos ellos maestros en tañer instrumentos músicos. 13Dirigían ellos también a los peones de carga y a todos los que hacían la obra, en cualquier clase de trabajo. Entre los levitas, había, además, escribas, comisarios y porteros.

Descubrimiento del Libro de la Ley

14[3027]Cuando se sacaba el dinero depositado en la Casa de Yahvé, halló el sacerdote Helcías el Libro de la Ley de Yahvé, dada por Moisés; 15y dirigiéndose al secretario Safán, dijo Helcías: “He hallado el Libro de la Ley en la Casa de Yahvé”; y se lo entregó a Safán. 16Safán llevó el libro al rey, y rindiéndole cuenta, dijo: “Tus siervos están haciendo todo lo que les ha sido encargado. 17Pues han vaciado el dinero encontrado en la Casa de Yahvé, y lo han entregado a los sobrestantes y a los que hacen la obra.” 18El secretario Safán dio al rey también la siguiente noticia: “El sacerdote Helcías me ha entregado un libro.” Y Safán lo leyó ante el rey.

19[3028]Cuando el rey oyó las palabras de la Ley, rasgó sus vestiduras, 20y dio a Helcías, a Ahicam, hijo de Safán, a Abdón, hijo de Mica, a Safán secretario, y a Asayá, siervo del rey, esta orden: 21“¡Id!, consultad a Yahvé por mí, y por el resto de Israel y de Judá, acerca de las palabras del libro que ha sido hallado; porque grande es la cólera de Yahvé que se ha derramado sobre nosotros; pues nuestros padres han transgredido la palabra de Yahvé, no haciendo conforme a todo lo escrito en este libro.”

22Entonces Helcías y los (enviados) del rey, fueron a la profetisa Hulda, mujer del guardarropa Sellum, hijo de Tocat, hijo de Hasrá. Esta habitaba en Jerusalén, en el barrio segundo; y después que ellos la consultaron al respecto, 23ella les respondió: “Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Decid al que os ha enviado a mí: 24Así dice Yahvé: «He aquí que haré venir males sobre este lugar y sus habitantes: todas las maldiciones escritas en el libro que se ha leído delante del rey de Judá. 25En castigo de haberme ellos dejado y quemado incienso a otros dioses, irritándome con todas las obras de sus manos, mi ira se ha derramado sobre este lugar, y no se apagará.» 26Dad al rey de Judá que os ha enviado a consultar a Yahvé, esta respuesta: Así dice Yahvé, el Dios de Israel, acerca de las palabras que has oído: 27«Por cuanto se ha enternecido tu corazón y te has humillado delante de Dios, al oír sus palabras contra este lugar y sus habitantes, y porque te has humillado ante Mí, rasgando tus vestidos y llorando en mi presencia, por eso también Yo te he oído, dice Yahvé. 28He aquí que te reuniré con tus padres, y serás recogido en paz en tu sepulcro; y tus ojos no verán ninguno de los males que haré venir sobre este lugar y sus moradores.»” Ellos llevaron al rey esta respuesta.

Renovación de la Alianza con Yahvé

29[3029]Entonces el rey hizo reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén; 30y después de subir a la Casa de Yahvé, con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes y los levitas, y todo el pueblo desde el mayor hasta el menor, leyó a oídos de ellos todas las palabras del Libro de la Alianza que había sido encontrado en la Casa de Yahvé. 31Y puesto en pie en su estrado hizo el rey alianza en la presencia de Yahvé (prometiendo) que seguirían a Yahvé y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos con todo su corazón y con toda su alma, cumpliendo las palabras de la Alianza escritas en el libro. 32Después hizo entrar en el pacto a cuantos se hallaban en Jerusalén y en Benjamín. Y los habitantes de Jerusalén obraron conforme a la Alianza de Dios, el Dios de sus padres. 33[3030]Josías extirpó todas las abominaciones de todo el territorio que pertenecía a los hijos de Israel, y obligó a todos los que moraban en Jerusalén a servir a Yahvé su Dios. Y mientras él vivió no se apartaron de Yahvé, el Dios de sus padres.

2 CRÓNICAS 35
Celebración de la Pascua

1[3031]Después celebró Josías la Pascua en honor de Yahvé en Jerusalén; y se inmoló la pascua el día catorce del primer mes. 2Estableció a los sacerdotes en sus funciones, y los exhortó a cumplir el servicio de la Casa de Yahvé. 3[3032]Dijo a los levitas, que enseñaban a todo Israel, y que estaban consagrados a Yahvé: “Colocad el Arca santa en a Casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel, porque ya no habéis de llevarla a hombros; servid ahora a Yahvé, vuestro Dios, y a Israel, su pueblo. 4Teneos preparados según vuestras casas paternas y vuestras clases, conforme a lo prescrito por David, rey de Israel, y lo prescrito por Salomón, su hijo. 5Ocupad vuestros sitios en el Santuario según las divisiones de las casas paternas de vuestros hermanos, los hijos del pueblo, y según la división de las casas paternas de los levitas. 6E inmolad la pascua, santificaos y preparadla para vuestros hermanos, a fin de cumplir la orden de Yahvé, dada por boca de Moisés.” 7[3033]Y dio Josías a la gente del pueblo reses de ganado menor, así corderos como cabritos, en número de treinta mil, todos ellos en calidad de víctimas pascuales para todos los que se hallaban presentes, y tres mil bueyes; (todo esto) de la hacienda del rey.

8También sus príncipes hicieron donaciones voluntarias al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Helcías, Zacarías y Jehiel, príncipes de la Casa de Dios, dieron a los sacerdotes dos mil seiscientos corderos pascuales y trescientos bueyes. 9Conenías, Semeías y Natanael, hermanos suyos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, príncipes de los levitas, dieron a los levitas, cinco mil corderos pascuales y quinientos bueyes.

10Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus puestos, lo mismo que los levitas, según sus clases, conforme al mandato del rey. 11[3034]Estos inmolaron las víctimas pascuales, y mientras los sacerdotes derramaban (la sangre) de ellos, los levitas las desollaban. 12Apartaron (las partes destinadas para) el holocausto para darlas a las divisiones de las casas paternas de los hijos del pueblo, a fin de que las ofreciesen a Yahvé, conforme a lo escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con los bueyes. 13[3035]Asaron la pascua al fuego según el reglamento; y cocieron las cosas santas en ollas, calderos y cazuelas, para repartirlas inmediatamente entre todos los hijos del pueblo.

14Después prepararon (la pascua) para sí y los sacerdotes; porque los sacerdotes, hijos de Aarón, estaban ocupados en ofrecer los holocaustos y los sebos, hasta la noche. Por eso los levitas la prepararon para sí y los sacerdotes, hijos de Aarón. 15[3036]También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto, conforme a lo dispuesto por David, Asaf, Hernán y Jedutún, vidente del rey; los porteros, asimismo, cada uno en su puerta. No tenían que retirarse de su servicio, porque sus hermanos, los levitas, les preparaban (la pascua).

16De esta manera se organizó en aquel día todo el servicio de Yahvé para celebrar la Pascua y para ofrecer los holocaustos sobre el altar de Yahvé, según la orden del rey Josías. 17Los hijos de Israel, que se hallaban allí, celebraron en ese tiempo la Pascua y la fiesta de los Ácimos durante siete días. 18No hubo Pascua como esta en Israel desde los días de Samuel, profeta; y ningún rey de Israel celebró Pascua semejante a esta que celebraron Josías, los sacerdotes y los levitas, todo Judá e Israel que allí se hallaban, y los habitantes de Jerusalén. 19Esta Pascua se celebró el año diez y ocho del reinado de Josías.

Muerte de Josías

20Después de todo esto, cuando Josías había restaurado la Casa (de Yahvé), subió Necao, rey de Egipto para combatir en Carquemís, junto al Éufrates; y Josías le salió al paso. 21[3037](Necao) le envió mensajeros, para decirle: “¿Qué tengo yo que ver contigo, rey de Judá? No es contra ti contra quien he venido hoy, sino contra la casa con la cual estoy en guerra; y Dios me ha mandado que me apresure. Deja de oponerte a Dios, el cual está conmigo, no sea que Él te destruya.” 22Pero Josías no quiso retirarse de él, sino que se disfrazó, no escuchando las razones de Necao, que eran de boca de Dios. Y avanzó para librar la batalla en la llanura de Megiddó. 23Mas los flecheros tiraron contra el rey Josías, y dijo el rey a sus siervos: “¡Sacadme fuera, pues estoy gravemente herido!” 24[3038]Sus siervos lo sacaron de su carro, le pasaron a otro que tenía, y le llevaron a Jerusalén. Así murió, y fue sepultado en los sepulcros de sus padres, y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. 25Jeremías compuso una elegía sobre Josías, y todos, los cantores y cantoras se refieren en sus elegías a Josías hasta el día de hoy; lo que se ha hecho costumbre en Israel, y he aquí que están escritas entre las Lamentaciones.

26Los demás hechos de Josías, y sus obras piadosas, conforme a lo escrito en la Ley de Yahvé, 27y sus obras primeras y las postreras, he aquí que esto está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

2 CRÓNICAS 36
El rey Joacaz

1[3039]Entonces el pueblo del país tomó a Joacaz, hijo de Josías, y le proclamaron rey en Jerusalén, en lugar de su padre. 2Joacaz tenía veinte y tres años cuando empezó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. 3El rey de Egipto le destituyó en Jerusalén, e impuso al país una contribución de cien talentos de plata y un talento de oro.

El rey Joakim

4El rey de Egipto puso por rey sobre Judá y Jerusalén a Eliaquim, hermano de (Joacaz), cambiándole el nombre por el de Joakim. Y a Joacaz, su hermano, le tomó Necao y le llevó a Egipto. 5Joakim tenía veinte y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, su Dios. 6[3040]Subió Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra él, y le ató con cadenas de bronce para conducirle a Babilonia. 7Nabucodonosor llevó a Babilonia también vasos de la Casa de Yahvé, que depositó en su templo en Babilonia. 8Los demás hechos de Joakim, las abominaciones que hizo, y todo lo que le sucedió, he aquí que esto está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá. En su lugar reinó su hijo Joaquín.

El rey Joaquín

9Joaquín tenía ocho años cuando empezó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén, haciendo lo que era malo a los ojos de Yahvé. 10A la vuelta del año mandó el rey Nabucodonosor que le llevasen a Babilonia, juntamente con los objetos más preciosos de la Casa de Yahvé; y en su lugar puso a Sedecías, hermano de (Joaquín), por rey sobre Judá y Jerusalén.

El rey Sedecías

11Sedecías tenía veinte y un años cuando empezó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. 12[3041]Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, su Dios, y no se humilló ante el profeta Jeremías que le hablaba de parte de Yahvé.

13También se rebeló contra el rey Nabucodonosor, el cual le había hecho jurar por Dios; y endureció su cerviz e hizo obstinado su corazón, en vez de convertirse a Yahvé, el Dios de Israel.

14[3042]También todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo se portaron muy impíamente, imitando todas las abominaciones de los gentiles y contaminando la Casa de Yahvé, que Él había santificado en Jerusalén. 15Yahvé, el Dios de sus padres, les envió muy pronto reiteradas amonestaciones por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. 16Pero ellos burlándose de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira de Yahvé contra su pueblo a tal punto que no hubo más remedio.

Destrucción de Jerusalén

17Por lo cual trajo (Dios) contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la Casa de su Santuario, sin perdonar a mancebo ni a doncella, a viejo ni a cabeza cana; a todos los entregó (Dios) en su mano. 18Nabucodonosor lo llevó todo a Babilonia: todos los utensilios de la Casa de Dios, grandes y pequeños, los tesoros de la Casa de Yahvé, y los tesoros del rey y de sus príncipes. 19Incendiaron la Casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todo cuanto en ellos había de precioso. 20[3043]Y a los que escaparon de la espada, los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos de él y de sus hijos hasta la dominación del reino de los persas; 21[3044]para que se cumpliese la palabra de Yahvé pronunciada por boca de Jeremías; hasta que el país hubo gozado de sus sábados; pues descansó todos los días de su desolación, hasta que se cumplieron los setenta años.

El edicto de Ciro

22[3045]El año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahvé, pronunciada por boca de Jeremías, Yahvé movió el espíritu de Ciro, rey de Persia, el cual mandó publicar de viva voz, y también por escrito, en todo su reino, el siguiente edicto: 23Así dice Ciro, rey de Persia: “Yahvé, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra; y me ha encargado de edificarle una casa en Jerusalén, que está en Judá. Todos los de entre vosotros que formen parte de su pueblo, sea Yahvé, su Dios, con ellos y suban (a Jerusalén).

ESDRAS

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INTRODUCCIÓN

Los dos libros de Esdras y Nehemías que originariamente formaron un todo, constituyen la continuación de los Paralipómenos, retomando en su primer capítulo el edicto de Ciro, con el cual termina el segundo libro de los Paralipómenos.

El libro de Esdras relata en primer lugar (capítulos 1-6) el regreso de los judíos (tribus de Judá y Benjamín) de la cautividad babilónica bajo Zorobabel, y la reconstrucción del Templo del Señor (536-516 a. C.); pasa después a describir (capítulos 7-10) el regreso de otro grupo de cautivos, asimismo de aquellas tribus, bajo Esdras, y las medidas reformatorias adoptadas por este con el fin de restablecer la Ley (458 a. C.).

El libro de Nehemías, o segundo de Esdras, narra en su primera parte (capítulos 1-7), la llegada de Nehemías y la fortificación de Jerusalén (453 a 445 a. C.); en la segunda (capítulos 8-10) las reformas de carácter religioso y moral; en la tercera (capítulos 11-13) las reformas político religiosas, destinadas a la restauración de la comunidad del pueblo de Dios.

El fin que el autor de los dos libros se propone, es mostrar las disposiciones de la divina Providencia en favor del pueblo escogido y el cumplimiento exacto del vaticinio del Profeta Jeremías que había anunciado la liberación de Israel al cabo de 70 años (Jeremías 25, 11-12; 29, 10).

Algunos creen que el autor de ambos fue el mismo que escribió los libros de los Paralipómenos; otros, empero, opinan con razón que su autor fue Esdras, sacerdote, “el príncipe de los doctores de la Ley”, descendiente de la familia de los Sumos Sacerdotes, que se sirvió de sus propios apuntes y de los de Nehemías; sin embargo, varios párrafos han de considerarse adiciones posteriores, como por ejemplo la genealogía de Eliasib (Nehemías 12, 10 ss.), que alcanza la época de Alejandro Magno, hecho que algunos expositores modernos aprovechan para remitir la composición al siglo IV, pero sin dar razones convincentes. Además, tal teoría es contradicha por los papiros de Elefantina (Egipto) que han arrojado nueva luz sobre la época de Esdras.

El 1° de estos libros abarca un período de 82 años; el 2°, uno de 31 años.

Hay otros dos libros llamados de Esdras (3° y 4°) que no están en el canon de la Biblia, aunque se los incluye, por su importancia, como apéndice en las ediciones latinas de la Vulgata, junto con la Oración de Manasés (II Paralipómenos 33, 10-13) y, a veces, el llamado Salmo 151. Son, sin embargo, apócrifos.

I. ZOROBABEL Y LA RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO
ESDRAS 1
Decreto de Ciro

1[3046]El año primero de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Yahvé, pronunciada por boca de Jeremías, Yahvé movió el espíritu de Ciro, rey de Persia, el cual mandó publicar de viva voz, y también por escrito, en todo su reino, el siguiente edicto: 2[3047]“Así dice Ciro, rey de Persia: Yahvé, el Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha encargado de edificarle una Casa en Jerusalén, que está en Judá. 3[3048]Todos los de entre vosotros que formen parte del pueblo de Él, sea su Dios con ellos y suban a Jerusalén, que está en Judá, y edifiquen la Casa de Yahvé, el Dios de Israel; el cual es el Dios que está en Jerusalén. 4Y en todo lugar donde habiten restos (de Judá) han de ser ayudados por los vecinos de su lugar con plata, oro, bienes, ganado y dones preciosos para la Casa de Dios, que está en Jerusalén.”

Preparativos para la repatriación

5[3049]Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, con todos aquellos cuyo espíritu había movido Dios, y subieron para edificar la Casa de Yahvé, que está en Jerusalén. 6Y todos sus vecinos les ayudaron con objetos de plata y oro, con bienes, ganado y dones preciosos, a más de todos los presentes voluntarios.

7El rey Ciro hizo sacar los utensilios de la Casa de Yahvé que Nabucodonosor había llevado de Jerusalén y depositado en la casa de su dios. 8[3050]Ciro, rey de Persia, los hizo sacar por mano de Mitridates, tesorero, y después de hacer inventario de ellos los dio a Sesbasar, príncipe de Judá. 9He aquí el inventario de ellos: Treinta fuentes de oro, mil fuentes de plata, veinte y nueve cuchillos, 10treinta copas de oro, cuatrocientas diez copas de plata de segundo orden, y mil otros utensilios. 11Todos los objetos de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Sesbasar llevó todo esto consigo cuando los cautivos volvieron de Babilonia a Jerusalén.

ESDRAS 2
Lista de los repatriados

1[3051]He aquí los de la provincia, que regresaron de entre los cautivos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad. 2[3052]Volvieron ellos con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Saraías, Rahelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum, Baaná.

He aquí el número de los hombres del pueblo de Israel:

3[3053]Hijos de Farós: dos mil ciento setenta y dos. 4Hijos de Sefatías: trescientos setenta y dos. 5Hijos de Arah: setecientos setenta y cinco. 6Hijos de Fáhat-Moab, de los hijos de Jesúa y de Joab: dos mil ochocientos doce. 7Hijos de Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro. 8Hijos de Zatú: novecientos cuarenta y cinco. 9Hijos de Zacai: setecientos sesenta. 10Hijos de Baní: seiscientos cuarenta y dos. 11Hijos de Bebai: seiscientos veinte y tres. 12Hijos de Asgad: mil doscientos veinte y dos. 13Hijos de Adonicam: seiscientos sesenta y seis. 14Hijos de Bigvai: dos mil cincuenta y seis. 15Hijos de Adín: cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16Hijos de Ater de (la familia de) Ezequías: noventa y ocho. 17Hijos de Besai: trescientos veinte y tres. 18Hijos de Jora: ciento doce. 19Hijos de Hasum: doscientos veinte y tres. 20Hijos de Gibar: noventa y cinco. 21Hijos de Betlehem: ciento veinte y tres. 22Varones de Netofá: cincuenta y seis. 23Varones de Anatot: ciento veinte y ocho. 24Hijos de Azmávet: cuarenta y dos. 25Hijos de Kiryatyearim, Cafirá y Beerot: setecientos cuarenta y tres. 26Hijos de Ramá y de Gabaá: seiscientos veinte y uno. 27Hombres dé Micmás: ciento veinte y dos. 28Hombres de Betel y Hai: doscientos veinte y tres. 29Hijos de Nebó: cincuenta y dos. 30Hijos de Magbís: ciento cincuenta y seis. 31Hijos del otro Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro. 32Hijos de Harim: trescientos veinte. 33Hijos de Lod, de Hadid y de Onó: setecientos veinte y cinco. 34Hijos de Jericó: trescientos cuarenta y cinco. 35Hijos de Senaá: tres mil seiscientos treinta.

36[3054]Sacerdotes: Hijos de Jadaías, de la casa de Jesúa: novecientos setenta y tres. 37Hijos de Imer: mil cincuenta y dos. 38Hijos de Fashur: mil doscientos cuarenta y siete. 39Hijos de Harim: mil diez y siete.

40Levitas: Hijos de Jesúa y Cadmiel, de los hijos de Hodavías: setenta y cuatro.

41Cantores: Hijos de Asaf: ciento veinte y ocho.

42Hijos de los porteros: Hijos de Sellum, hijos de Ater, hijos de Talmón, hijos de Acub, hijos de Hatitá, hijos de Sobai: entre todos ciento treinta y nueve.

43[3055]Natineos: Hijos de Sihá, hijos de Hasufá, hijos de Tabaot, 44hijos de Kerós, hijos de Siahá, hijos de Padón, 45hijos de Lebaná, hijos de Hagabá, hijos de Acub, 46hijos de Hagab, hijos de Salmai, hijos de Hanán, 47hijos de Gidel, hijos de Gahar, hijos de Reayá, 48hijos de Resín, hijos de Necodá, hijos de Gasam, 49hijos de Uzá, hijos de Faseá, hijos de Besai, 50hiios de Asená, hijos de Meunim, hijos de Nefisim, 51hijos de Bacbuc, hijos de Hacufá, hijos de Harhur, 52hijos de Baslut, hijos de Mehidá, hijos de Harsá, 53hijos de Barcos, hijos de Sisará, hijos de Tema, 54hijos de Nesiá, hijos de Hatifá.

55Hijos de los siervos de Salomón: Hijos de Sotai, hijos de Soféret, hijos de Ferudá, 56hijos de Jalá, hijos de Darcón, hijos de Gidel, 57hijos de Sefatías, hijos de Hatil, hijos de Foquéret-Hasebaim, hijos de Amí. 58El total de los natineos y de los hijos de los siervos de Salomón: trescientos noventa y dos.

59He aquí los que subieron de Tel-Mela, Tel-Harsá, Querub, Adán e Imer, y no pudieron indicar sus casas paternas, ni su estirpe, ni su procedencia de Israel: 60Hijos de Delayá, hijos de Tobías, hijos de Necodá: seiscientos cincuenta y dos. 61[3056]Y entre los hijos de los sacerdotes: Hijos de Hobía, hijos de Hacós, hijos de Barcillai, que se había tomado mujer de las hijas de Barcillai galaadita, llamándose según el nombre de ellas. 62Estos buscaron las escrituras de su genealogía, pero no se hallaron; por tanto fueron tratados como ineptos para el sacerdocio. 63[3057]Y les prohibió el gobernador comer de las cosas santísimas hasta que se presentase un sacerdote (capaz de consultar) los Urim y Tummim.

64La Congregación toda era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 65sin contar los siervos y las siervas de ellos, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete. Había entre ellos doscientos cantores y cantoras. 66Tenían setecientos treinta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos, 67cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos.

68Algunos de los jefes de las casas paternas cuando llegaron a la Casa de Yahvé, que está en Jerusalén, hicieron donaciones voluntarias para la Casa de Dios, para reedificarla en su sitio. 69[3058]Dieron, conforme a sus recursos, a la tesorería de la obra sesenta y un mil dáricos de oro, cinco mil minas de plata y cien vestidos sacerdotales.

70Los sacerdotes, los levitas, y las gentes del pueblo, así como los cantores, los porteros y los natineos se instalaron en sus ciudades; y todo Israel vivió en sus ciudades.

ESDRAS 3
Restauración del altar

1Llegado el mes séptimo, y estando ya los hijos de Israel en sus ciudades, se reunió el pueblo como un solo hombre en Jerusalén. 2Entonces se levantaron Jesúa, hijo de Josadac, con sus hermanos, los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Salatiel, con sus hermanos, y reedificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, según está escrito en la Ley de Moisés, varón de Dios. 3[3059]Erigieron el altar sobre su (antigua) base, pues tenían miedo a los pueblos vecinos, y ofrecieron sobre él holocaustos a Yahvé, el holocausto de la mañana y el de la tarde.

4Celebraron la fiesta de los Tabernáculos, conforme a lo prescrito, ofreciendo cada día los holocaustos según el número y reglamento correspondiente a cada día.

5Después de esto ofrecieron el holocausto perpetuo, los holocaustos de los novilunios y de todas las fiestas consagradas a Yahvé, y los de todos aquellos que hacían ofrendas voluntarias a Yahvé. 6Comenzaron a ofrecer holocaustos a Yahvé desde el día primero del mes séptimo, cuando no habían sido todavía puestos los fundamentos del Templo del Señor.

La reconstrucción del Templo

7[3060]Dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y también comida, bebida y aceite a los sidonios y tirios, para que trajesen maderas de cedro desde el Líbano por mar a Joppe, según lo dispuesto por Ciro, rey de Persia. 8En el año segundo de su llegada a la Casa de Yahvé, a Jerusalén, en el mes segundo, Zorobabel, hijo de Salatiel, Jesúa, hijo de Josadac, y el resto de sus hermanos, los sacerdotes y levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén, pusieron mano a la obra, y entregaron a los levitas, de veinte años arriba, la dirección de los trabajos de la Casa de Yahvé. 9[3061]Entonces Jesúa con sus hijos y hermanos, Cadmiel con sus hijos, los hijos de Judá y los hijos de Henadad, con sus hijos y sus hermanos levitas, asumieron unánimemente el cargo de dirigir a los que trabajaban en la Casa de Dios.

10[3062]Cuando los obreros echaron los fundamentos del Templo de Yahvé, asistieron los sacerdotes, revestidos de sus ornamentos, y con las trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar a Yahvé, según las disposiciones de David, rey de Israel. 11Cantaron, alabando y confesando a Yahvé: “Porque Él es bueno; porque es eterna su misericordia para con Israel.” Y todo el pueblo prorrumpió en grandes voces de alabanza a Yahvé, porque se echaban los cimientos de la Casa de Yahvé.

12[3063]Muchos de los sacerdotes y levitas y de los jefes de las casas paternas, ancianos ya, que habían visto la Casa primera, lloraban en voz alta al echarse los cimientos de esta Casa ante sus ojos; muchos en cambio, alzaban la voz dando gritos de alegría, 13[3064]de modo que el pueblo no podía distinguir entre los gritos de alegría y los llantos de la gente; porque el pueblo gritaba a grandes voces, y el sonido se oía desde lejos.

ESDRAS 4
Intrigas de los samaritanos

1[3065]Cuando los enemigos de Judá y Benjamín supieron que los hijos de la cautividad edificaban un Templo para Yahvé, el Dios de Israel, 2vinieron a Zorobabel y a los jefes de las casas paternas, y les dijeron: “Permitid que os ayudemos; pues nosotros buscamos a vuestro Dios lo mismo que vosotros, y a Él le ofrecemos sacrificios desde los días de Asarhaddón, rey de Asiria, que nos ha trasladado a este lugar.” 3[3066]Zorobabel, Jesúa y los demás jefes de las casas paternas de Israel les respondieron: “Nada nos sea común con vosotros en la edificación de una Casa para nuestro Dios; antes bien nosotros solos la edificaremos para Yahvé, el Dios de Israel; como nos lo ha mandado el rey Ciro, soberano de Persia.”

4Así la gente del país debilitaba las manos del pueblo de Judá y estorbaba la construcción. 5[3067]Sobornaron también contra ellos a algunos magistrados para frustrarles su propósito durante toda la vida de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.

6[3068]En el reinado de Asuero, al principio de su reinado, escribieron una carta de acusación contra los habitantes de Judá y Jerusalén; 7[3069]y en los días de Artajerjes, Bislam, Mitridates, Tabeel y el resto de sus compañeros escribieron a Artajerjes, rey de Persia, una carta escrita en letra aramea y traducida a la lengua aramea. 8[3070]Rehum, gobernador, y Simsai, secretario, escribieron en lo tocante a Jerusalén la siguiente carta al rey Artajerjes:

9[3071]“En aquel tiempo Rehum, gobernador; Simsai secretario, y el resto de sus compañeros, los dineos, los afarsateos, los tarpelitas, los afarseos, los arquavitas, los babilonios, los susanitas, los dehaítas, los elamitas, 10y los demás pueblos que el grande e ilustre Asnapar transportó y estableció en las ciudades de Samaria y en los otros lugares de la otra parte del Río, etc.”

11He aquí la copia de la carta que le enviaron:

“Al rey Artajerjes, tus siervos, las gentes de la otra parte del Río, etc. 12Sepa el rey que los judíos que vinieron de ti hacia nosotros, han venido a Jerusalén, y están edificando la ciudad rebelde y mala, reconstruyendo las murallas y restaurando los cimientos. 13Sepa el rey, que si esta ciudad se reedifica y se reparan sus murallas, no pagarán ni impuesto, ni tributo, ni derechos de tránsito y al fin perjudicará esto a los reyes. 14[3072]Por eso nosotros, en atención a que comemos la sal del palacio, y que no conviene que presenciemos la deshonra del rey, enviamos al rey esta información: 15Que se averigüe en el libro de los anales de tus padres; y en el libro de los anales de tus padres hallarás y conocerás que esta ciudad es una ciudad rebelde, que causa daño a los reyes y a las provincias; y que ya desde antiguo se han fraguado rebeliones en medio de ella. Por eso fue destruida esta ciudad.16Hacemos saber al rey que si esta ciudad se reedifica y se reparan sus murallas, no te quedará más posesión alguna en la otra parte del río.”

Decreto del rey

17El rey envió respuesta a Rehum, gobernador; a Simsai, secretario, y a los demás de sus compañeros que habitaban en Samaria, y en los otros lugares de la otra parte del río (diciendo): “Paz, etc. 18La carta que nos enviasteis se ha leído delante de mí, palabra por palabra. 19He dado orden de que se hicieran investigaciones, y se ha hallado que esa ciudad desde antiguo se ha rebelado contra los reyes, y que en ella se han tramado sediciones y revueltas. 20Hubo en Jerusalén reyes poderosos, señores de todos los países de la otra parte del río, que recibían impuesto, tributo y derechos de tránsito. 21Por lo tanto dad orden a esos hombres, que desistan y que esta ciudad no sea reconstruida hasta que yo dé la orden correspondiente. 22Y mirad que no seáis negligentes en esto, no sea que crezca el daño en perjuicio de los reyes.”

23Entonces, después de la lectura de la copia de la carta del rey Artajerjes delante de Rehum y Simsai, secretario, y sus compañeros, fueron estos a toda prisa a Jerusalén, a los judíos, y los obligaron a suspender los trabajos por la violencia y la fuerza.

24[3073]Con esto cesó la obra de la Casa de Dios, que está en Jerusalén; y quedó interrumpida hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.

ESDRAS 5
Se reanuda la reconstrucción

1[3074]En aquel tiempo los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Iddó, profetizaron en nombre del Dios de Israel a los judíos que había en Judá y Jerusalén. 2Se levantaron entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, y comenzaron la construcción de la Casa de Dios que está en Jerusalén. Con ellos estaban los profetas de Dios que les ayudaban.

3En ese tiempo vino a ellos Tatnai, gobernador de la otra parte del río, Setarboznai y sus compañeros, y les dijeron: “¿Quién os ha dado autorización para edificar esta Casa y terminar estos muros?” 4Entonces les respondimos diciéndoles cuáles eran los nombres de los que ejecutan esta obra. 5Y el ojo de su Dios estaba sobre los ancianos de los judíos, de manera que no se les prohibió continuar (la obra) hasta que el asunto llegase ante Darío y se recibiese una carta al respecto.

6Copia de la carta que Tatnai, gobernador de más allá del río, Setarboznai y sus compañeros, los afarseos que habitaban allende el río, mandaron al rey Darío. 7La carta que le enviaron decía así:

“¡Al rey Darío, plena salud! 8[3075]Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la Casa del gran Dios. Esta se reconstruye con piedras enormes y se colocan ya las vigas sobre los muros. Esta obra se hace con diligencia y prospera entre sus manos. 9Hemos, entonces, preguntado a aquellos ancianos, diciéndoles así: «¿Quién os ha dado autorización para edificar esta Casa, y terminar estos muros?» 10Les hemos preguntado también los nombres de ellos, para hacértelos saber, y pusimos por escrito los nombres de las personas que los dirigen. 11[3076]Nos dieron la siguiente respuesta: «Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra y reedificamos la Casa que fue construida muchos años antes de ahora. Un gran rey de Israel la edificó y la acabó. 12Pero habiendo nuestros padres irritado al Dios del cielo, Este los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, que destruyó esta Casa y deportó al pueblo a Babilonia.

13Mas el año primero de Ciro, rey de Babilonia, el rey Ciro dio la orden de reconstruir esta Casa de Dios. 14[3077]El rey Ciro hizo también sacar del templo de Babilonia los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios que Nabucodonosor había sacado del Templo de Jerusalén para llevarlos al templo de Babilonia. Estos fueron entregados a uno llamado Sesbasar, a quien el (rey) nombró gobernador, 15diciéndole: ‘Toma estos utensilios y llévalos al Templo que está en Jerusalén, y sea reedificada la Casa de Dios en su sitio’. 16Entonces vino este mismo Sesbasar y puso los fundamentos de la Casa de Dios en Jerusalén; y desde entonces hasta el presente se está edificando, y aún no está terminada.»

17Ahora, pues, si al rey parece conveniente, averígüese en la casa de los tesoros del rey, que está allá en Babilonia, para ver si por el rey Ciro fue dada la orden de edificar esta Casa de Dios en Jerusalén. Quiera el rey transmitir su voluntad en este asunto.”

ESDRAS 6
Edicto de Darío

1Entonces el rey Darío dio orden, y se hicieron investigaciones en la casa de los archivos, donde se guardaban los tesoros, allá en Babilonia. 2[3078]Y fue hallado en el alcázar de Ecbátana, en la provincia de Media, un rollo, en que estaba escrito el siguiente documento: 3“En el año primero del rey Ciro ha dado el rey Ciro este edicto: Edifíquese la Casa de Dios en Jerusalén, la Casa que ha de servir de lugar para ofrecer sacrificios, y que se echen los fundamentos. Su altura sea de sesenta codos, y su anchura de sesenta codos, 4con tres órdenes de piedras enormes y una hilera de vigas; y los gastos corran por cuenta de la casa del rey. 5Sean devueltos también los utensilios de oro y de plata de la Casa de Dios que Nabucodonosor sacó del Templo de Jerusalén y llevó a Babilonia; y sean transportados al Templo que está en Jerusalén, al lugar donde estaban. Tú los depositarás en la Casa de Dios.”

6“Ahora bien, tú, Tatnai, gobernador de allende el río, y tú, Setarboznai, con vuestros compañeros, los afarseos, que habitáis en el otro lado del río, retiraos de ellos, 7y dejad fabricar esta casa de Dios al gobernador de los judíos y a los ancianos de los judíos. Que ellos edifiquen esta Casa de Dios en su lugar. 8Yo de mi parte para edificar esta Casa de Dios, os doy esta orden respecto de lo que habéis de hacer en favor de estos ancianos de los judíos: que se pague a aquellos hombres los gastos exactamente y sin demora de la hacienda del rey, es decir, de los tributos de más allá del río. 9Y lo que necesiten para los holocaustos (a ofrecer) al Dios del cielo, becerros, carneros y corderos, y también trigo, sal, vino y aceite, se les entregue sin falta día por día según lo exijan los sacerdotes que están en Jerusalén. 10[3079]para que presenten sacrificios de olor grato al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y de sus hijos. 11[3080]Decreto también que a cualquier hombre que mudare este mandato, se le arranque de su casa una viga, en la cual él sea colgado y clavado, y en castigo de eso sea convertida su casa en un montón de escombros. 12¡Que el Dios que hace residir allí su Nombre derribe a todo rey y pueblo que extienda su mano para mudar este decreto y destruir esta Casa de Dios en Jerusalén! Yo Darío he dado este edicto; sea ejecutado exactamente.”

Dedicación del nuevo Templo

13Entonces Tatnai, gobernador de más allá del río, Setarboznai y sus compañeros, lo ejecutaron exactamente, de acuerdo a la orden que el rey Darío había enviado. 14[3081]Los ancianos de los judíos prosiguieron con buen éxito la reconstrucción, (animados) por las profecías de Ageo profeta, y de Zacarías, hijo de Iddó. Así construyeron hasta el fin, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia; 15[3082]y fue terminada esta Casa el día tercero del mes de Adar, en el año sexto del reinado del rey Darío. 16Los hijos de Israel, los sacerdotes y los levitas y el resto de los hijos del cautiverio, celebraron con gozo la dedicación de esta Casa de Dios, 17ofreciendo para la dedicación de esta Casa de Dios cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos, y conforme al número de las tribus de Israel, doce machos cabríos para sacrificios por el pecado en favor de todo Israel. 18[3083]Y establecieron a los sacerdotes según sus divisiones, y a los levitas según sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el Libro de Moisés.

Celebración de la Pascua

19[3084]Los hijos del cautiverio celebraron la Pascua el día catorce del mes primero; 20pues entonces se habían purificado todos los sacerdotes y los levitas, sin excepción alguna; todos estaban puros, e inmolaron la Pascua para todos los hijos del cautiverio, para sus hermanos los sacerdotes, y para ellos mismos. 21[3085]Los israelitas vueltos del cautiverio la comieron, y todos los que se habían separado de las inmundicias de los gentiles del país, agregándose a aquellos para buscar a Yahvé, el Dios de Israel. 22[3086]Celebraron la fiesta de los Ácimos con júbilo durante siete días; pues Yahvé los había llenado de alegría y dirigido hacia ellos el corazón del rey de Asiria para robustecer sus manos en la obra de la Casa de Dios, el Dios de Israel.

II. LA REFORMA DE ESDRAS
ESDRAS 7

1[3087]Después de estos acontecimientos, bajo el reinado de Artajerjes, rey de Persia, Esdras, hijo de Saraías, hijo de Azarías, hijo de Helcías, 2hijo de Sellum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob, 3hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Merayot, 4hijo de Zaraías, hijo de Ucí, hijo de Bukí, 5hijo de Abisúa, hijo de Fineés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, Sumo Sacerdote; 6[3088]este Esdras subió de Babilonia. Era un escriba muy versado en la Ley de Moisés que había dado Yahvé, el Dios de Israel, y la mano de Yahvé, su Dios, estaba sobre él, por lo cual le concedió el rey todo cuanto pidió. 7(Con él) subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, de los sacerdotes y levitas, de los cantores, porteros y natineos. Era el año séptimo del rey Artajerjes. 8Llegó a Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey.

9Había emprendido la subida desde Babilonia el primer día del mes primero, y sostenido por la benigna mano de Dios, llegó a Jerusalén el primero del mes quinto. 10Porque Esdras había aplicado su corazón al estudio de la Ley de Yahvé, para cumplirla y para enseñar en Israel las leyes y los preceptos.

Edicto de Artajerjes

11He aquí la copia de la carta que el rey Artajerjes dio a Esdras sacerdote y escriba, que explicaba las palabras de los mandamientos de Yahvé y de las leyes dadas por Él a Israel:

12[3089]“Artajerjes, rey de reyes, a Esdras sacerdote, escriba perfecto de la Ley de Dios del cielo, etc. 13Yo de mi parte he decretado que vayan contigo todos los del pueblo de Israel, de sus sacerdotes y levitas, residentes en mi reino que quisieren ir voluntariamente a Jerusalén. 14Porque tú eres enviado de parte del rey y de sus siete consejeros para inspeccionar a Judá y Jerusalén en lo tocante a la Ley de Dios que está en tu mano, 15y para llevar contigo la plata y el oro que el rey y sus consejeros han dado espontáneamente al Dios de Israel, que tiene su morada en Jerusalén, 16y también toda la plata y el oro que puedas conseguir en toda la provincia de Babilonia, y las donaciones voluntarias del pueblo, y de los sacerdotes, ofrecidas espontáneamente para la Casa de su Dios en Jerusalén. 17Cuida de comprar con este dinero becerros, carneros, corderos, y las ofrendas y libaciones respectivas, que presentarás sobre el altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén. 18Y lo que a ti y a tus hermanos parezca bien respecto del empleo de la plata y del oro que sobrare, hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios.

19Los utensilios que se te entregan para el servicio de la Casa de Dios, los has de depositar ante el Dios de Jerusalén; 20[3090]y lo demás que necesites para la Casa de tu Dios y que tengas que pagar, lo tomarás de la casa de los tesoros del rey. 21Yo, el rey Artajerjes, he dado orden a todos los tesoreros de allende el río, que todo lo que os pidiere Esdras, sacerdote y escriba de la Ley del Dios del cielo, se ejecute diligentemente, 22hasta cien talentos de plata, cien coros de trigo, cien batos de vino, cien batos de aceite, y sal a discreción. 23Todo lo mandado por el Dios del cielo, cúmplase puntualmente para la Casa del Dios del cielo, no sea que Él se irrite contra el reino del rey y de sus hijos. 24Además os hacemos saber que no será lícito imponer tributo, ni impuesto, ni derechos de tránsito a ninguno de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y natineos, ni a ningún sirviente de esta Casa de Dios.

25[3091]Y tú, Esdras, según la sabiduría que tienes de tu Dios, instituye magistrados y jueces que juzguen a todo el pueblo que está al otro lado del río, a cuantos conocen las leyes de tu Dios; e instruid a los que no las conocen. 26Y contra todo aquel que no cumpliere exactamente la ley de tu Dios y la ley del rey, sea pronunciada la pena de muerte, o de destierro o una multa pecuniaria, o la pena de prisión.”

Acción de gracias de Esdras

27¡Bendito sea Yahvé, el Dios de nuestros padres, que puso este pensamiento en el corazón del rey, para glorificar la Casa de Yahvé en Jerusalén, 28y que me ha otorgado misericordia delante del rey y sus consejeros, y delante de todos los grandes jefes del rey! Me sentí entonces confortado, porque me asistía la mano de Yahvé mi Dios; y junté a algunos de entre los jefes de Israel para que subieran conmigo.

ESDRAS 8
Los compañeros de Esdras

1He aquí los jefes de las casas paternas y la genealogía de aquellos que subieron conmigo de Babilonia en el reinado del rey Artajerjes: 2De los hijos de Fineés, Gerson. De los hijos de Itamar, Daniel. De los hijos de David, Hatús. 3De los hijos de Secanías, (es decir), de los hijos de Faros, Zacarías, y con él, ciento cincuenta varones, inscritos en los registros genealógicos. 4De los hijos de Fáhat-Moab, Elioenai, hijo de Zaraías; y con él doscientos varones. 5De los hijos de Secanías, un hijo de Jahasiel, y trescientos varones que le acompañaban. 6De los hijos de Adín, Ébed, hijo de Jonatán; y con él cincuenta varones. 7De los hijos de Elam, Isaías, hijo de Atalías; y con él setenta varones. 8De los hijos de Safatías, Sebadías, hijo de Micael; y con él ochenta varones. 9De los hijos de Joab, Obadías, hijo de Jehiel; y con él doscientos diez y ocho varones. 10De los hijos de Selomit, un hijo de Josifías, y ciento sesenta varones que le acompañaban. 11De los hijos de Bebai, Zacarías, hijo de Bebai; y con él veinte y ocho varones. 12De los hijos de Asgad, Johanán, hijo de Hacatán; y con él ciento diez varones. 13De los hijos de Adonicam, que fueron los últimos, he aquí sus nombres: Elifélet, Jeiel y Samaías; y con ellos sesenta varones. 14De los hijos de Bigvai, Utai y Zabud; y con ellos setenta varones.

Esdras junta a los levitas

15[3092]Los reuní junto al río que corre hacia Ahavá; donde acampamos tres días. Y cuando revisté al pueblo y a los sacerdotes, no hallé allí a ninguno de los levitas. 16Por lo cual hice llamar a Eliéser, Ariel, Semeías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesullam, que eran jefes, y a Joiarib y Elnatán, que eran doctores; 17y los envié a casa de Iddó, que era jefe de la localidad de Casifiá; y puse en su boca las palabras que había de decir a Iddó y a sus hermanos, los natineos, que vivían en la localidad de Casifiá, a fin de que nos mandasen sirvientes para la Casa de nuestro Dios. 18Y estando con nosotros la bondadosa mano de nuestro Dios nos trajeron un varón inteligente de los hijos de Mahlí, hijo de Leví, hijo de Israel: a Sarabías con sus diez y ocho hijos y hermanos, 19y a Hasabías, y con él a Isaías, de los hijos de Merarí, con sus hermanos y sus hijos, en número de veinte; 20y doscientos veinte de los natineos, que David y los príncipes habían destinado para el servicio de los levitas; todos ellos apuntados nominalmente.

Ayuno y oración

21Allí, junto al río de Ahavá, proclamé un ayuno, para humillarnos delante de nuestro Dios, a fin de pedirle feliz viaje para nosotros, nuestros hijos y toda nuestra hacienda. 22[3093]Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropas y caballería para protegernos del enemigo en el camino, ya que habíamos dicho al rey: “La mano de nuestro Dios favorece a todos los que le buscan, pero su poder y su ira están contra todos los que le abandonan.” 23A este fin ayunamos e hicimos oración a nuestro Dios, el cual nos escuchó.

Los donativos

24Escogí entonces a doce de los jefes de los sacerdotes: Sarabías y Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos; 25a los cuales entregué por peso la plata, el oro y los utensilios: donativos que el rey, sus consejeros y sus príncipes y todos los israelitas que allí se encontraban, habían ofrecido para la Casa de nuestro Dios. 26Pesé y entregué en sus manos seiscientos cincuenta talentos de plata, utensilios de plata por cien talentos, cien talentos de oro, 27veinte copas de oro, por valor de mil dáricos, y dos vasos de bronce fino reluciente, tan preciosos como el oro. 28Y les dije: “Vosotros estáis consagrados a Yahvé, los utensilios son cosa consagrada, y la plata y el oro han sido ofrecidos voluntariamente a Yahvé, el Dios de vuestros padres. 29Velad, y guardadlos hasta que los peséis en las cámaras de la Casa de Yahvé delante de los jefes de los sacerdotes y levitas, y delante de los jefes de las casas paternas de Israel en Jerusalén.” 30Así los sacerdotes y los levitas recibieron por peso la plata y el oro y los utensilios, para llevarlos a Jerusalén, a la Casa de nuestro Dios.

Llegada a Jerusalén

31Después de levantar el campamento partimos del río de Ahavá el día doce del primer mes, para ir a Jerusalén. La mano de nuestro Dios estuvo con nosotros, y nos preservó del poder del enemigo y de los que nos pusieron asechanzas en el camino. 32Llegado a Jerusalén, descansamos allí tres días. 33[3094]Al cuarto día se hizo la entrega de la plata, del oro y de los utensilios, que se pesaron en la Casa de Yahvé, nuestro Dios, por mano de Meremot, hijo del sacerdote Urías, con el cual estaba Eleazar, hijo de Fineés, asistiéndoles los levitas Josabad, hijo de Jesúa, y Noadías, hijo de Binuí. 34Todo (fue entregado) por número y peso; y al mismo tiempo se puso por escrito el peso de todas estas cosas.

35Entonces los hijos del cautiverio, los que habían vuelto del desierto, ofrecieron en holocausto al Dios de Israel doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros y setenta y siete corderos, y por el pecado doce machos cabríos; todo en holocausto a Yahvé. 36[3095]Entregaron también las órdenes que el rey había dado a sus sátrapas y a los gobernadores de la otra parte del río, quienes ayudaron al pueblo y a la Casa de Dios.

ESDRAS 9
Los matrimonios mixtos

1Cumplidas estas cosas, se me acercaron los jefes diciendo: “El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han mantenido separados de los pueblos de estas tierras, sino que imitan sus abominaciones, las de los cananeos, heteos, fereceos, jebuseos, ammonitas, moabitas, egipcios y amorreos; 2[3096]porque han tomado de las hijas de ellos mujeres para sí y para sus hijos; y se ha mezclado la raza santa con los pueblos de estos países; y los jefes y magistrados han sido los primeros en esta prevaricación.”

3Al oír esto, rasgué mis vestidos y mi manto, me arranqué cabellos de la cabeza y de la barba, y me senté consternado. 4Y se reunieron conmigo todos los que temblaban por las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los que habían vuelto del cautiverio; yo, empero, quedé sentado lleno de aflicción hasta el sacrificio de la tarde. 5Al tiempo del sacrificio de la tarde, me levanté de mi aflicción, y rasgados mis vestidos y mi manto caí sobre mis rodillas; después extendí mis manos hacia Yahvé, mi Dios, y dije:

Oración de Esdras

6[3097] “¡Oh Dios mío, estoy demasiado avergonzado y confundido para poder levantar mi rostro hacia Ti, oh Dios mío; porque nuestras iniquidades se han aumentado por encima de nuestra cabeza, y nuestra culpa ha subido hasta el cielo! 7Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy hemos pecado gravemente; y por nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al saqueo y al oprobio, como sucede aún en este día. 8Verdad es que ahora por un breve momento Yahvé nos ha dispensado su misericordia, dejándonos un resto de salvados y dándonos estabilidad en su Lugar Santo, para que nuestro Dios ilumine nuestros ojos y nos conceda un poco de vida en nuestra esclavitud. 9[3098]Porque esclavos somos, más en medio de nuestra esclavitud nuestro Dios no nos ha desamparado, antes bien nos hizo encontrar gracia delante de los reyes de Persia, para darnos vida, para levantar la Casa de nuestro Dios y reparar sus ruinas, y para concedernos un lugar seguro en Judá y Jerusalén. 10Pero ahora, oh Dios nuestro, ¿qué diremos después de esto? Pues hemos abandonado tus mandamientos, 11que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: «La tierra en cuya posesión vais a entrar, es una tierra inmunda, a causa de la inmundicia de los pueblos de estos países, y a causa de las abominaciones; pues la han llenado con sus inmundicias de un cabo a otro. 12Por lo cual no daréis vuestras hijas a sus hijos, ni tomaréis sus hijas para vuestros hijos; ni procuraréis nunca su paz y prosperidad, para que lleguéis a ser fuertes y comáis los deliciosos frutos de este país y lo dejéis en herencia a vuestros hijos para siempre.» 13Después de todo lo que ha caído sobre nosotros, a causa de nuestras malas obras y de nuestra culpa tan grave —bien que Tú, oh Dios nuestro, nos has castigado menos de lo que nuestras iniquidades han merecido, y nos has dejado este resto de salvados— 14comenzamos a quebrantar de nuevo tus mandamientos, emparentando con los pueblos que hacen semejantes abominaciones. ¿No te irritarás contra nosotros hasta exterminarnos, sin dejarnos ni resto ni escape? 15[3099]¡Yahvé, Dios de Israel! Tú eres justo; pues los que hemos quedado no somos más que un resto que ha escapado, como hoy se ve. ¡Henos aquí delante de Ti, cargados de nuestra culpa, porque a causa de esto no podemos estar en pie delante de Ti!”

ESDRAS 10
Medidas contra los matrimonios mixtos

1En tanto que Esdras, postrado ante la Casa de Dios, lloraba orando y haciendo esta confesión, se había reunido en derredor de él una grandísima multitud de Israel, hombres, mujeres y niños, y el pueblo se deshacía en lágrimas. 2[3100]Tomó entonces la palabra Secanías, hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras: “Hemos sido infieles a nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras de los pueblos del país; pero no por eso queda Israel sin esperanza. 3Hagamos ahora pacto con nuestro Dios de despedir a todas estas mujeres y los hijos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen los mandamientos de nuestro Dios; y sea cumplida la Ley. 4¡Levántate! que esta cosa es de tu incumbencia; nosotros estaremos contigo. ¡Ánimo, y a la obra!”

5Se levantó Esdras e hizo jurar a los príncipes de los sacerdotes, a los levitas y a todo Israel, que obrarían de acuerdo a lo dicho. Y ellos juraron. 6[3101]Tras lo cual se retiró Esdras de la Casa de Dios, y fue al aposento de Johanán, hijo de Eliasib; y entrado allí no comió pan ni bebió agua, porque guardaba duelo por la infidelidad de los que habían venido del cautiverio.

7Se promulgó entonces un pregón por Judá y Jerusalén, para que todos los vueltos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén, 8y que según el acuerdo de los príncipes y de los ancianos, a todo el que no compareciese dentro de tres días, le fuesen confiscados todos sus bienes y él mismo quedase excluido de la congregación de los hijos del cautiverio. 9[3102]Se congregaron, efectivamente, dentro de los tres días todos los hombres de Judá y de Benjamín en Jerusalén. Era el mes noveno, el veinte del mes. Y se sentó todo el pueblo en la plaza de la Casa de Dios, temblando a causa de este asunto, y por las lluvias.

10Entonces se levantó el sacerdote Esdras, y les dijo: “Vosotros habéis sido infieles tomándoos mujeres extranjeras y aumentando así la culpa de Israel. 11Confesad ahora (vuestra culpa) a Yahvé, el Dios de vuestros padres, y haced lo que es de su agrado, separándoos de los pueblos del país y de las mujeres extranjeras.”

12Toda la asamblea contestó, diciendo en alta voz: “Debemos hacer según tus palabras. 13Pero el pueblo es numeroso y estamos en el tiempo de las lluvias; no es posible estar al descubierto; y el asunto no es cosa de un día, ni de dos; porque hemos pecado muy gravemente en este caso. 14Sean, pues, constituidos nuestros príncipes (árbitros) en lugar de toda la congregación, y todos los que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, comparezcan en tiempos determinados, acompañados de los ancianos y jueces de cada ciudad, hasta que se aparte de nosotros el fuego de la ira de nuestro Dios por este asunto.” 15Solamente Jonatán, hijo de Asael, y Jahasías, hijo de Ticvá, se opusieron a esta propuesta; y los apoyaron Mesullam y Sabetai, el levita. 16Pero los hijos del cautiverio no cedieron. Se designó al sacerdote Esdras y a algunos de los jefes de las casas paternas, según sus casas paternas, todos ellos nominalmente; y se sentaron el día primero del mes décimo para examinar los casos. 17El día primero del mes primero acabaron (de registrar) a todos los hombres que habían tomado mujeres extranjeras.

Nombres de los transgresores

18Entre los hijos de los sacerdotes se hallaron los siguientes casados con mujeres extranjeras: De los hijos de Jesúa, hijo de Josadac, y de los hermanos de él: Maasías, Eliéser, Jarib y Godolías. 19Estos dieron su mano obligándose a despedir a sus mujeres, y, por ser culpables, a ofrecer por su culpa un carnero del rebaño. 20De los hijos de Imer: Hananí y Sebadías. 21De los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semeías, Jehiel y Ocías. 22De los hijos de Fashur: Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Josabad y Elasá. 23De los levitas: Josabad, Semeí y Kelayá, que es Kelitá, Petahías, Judá y Eliéser. 24De los cantores: Eliasib; de los porteros: Sellum, Télem y Urí. 25[3103]Además, de entre Israel: De los hijos de Faros: Ramías, Isías, Malquías, Miamín, Eleazar, Malquías y Banaías. 26De los hijos de Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdí, Jeremot y Elías. 27De los hijos de Zatú: Elioenai, Eliasib, Matanías, Jeremot, Sabad y Asisá. 28De los hijos de Bebai: Johanán, Hananías, Zabai y Atlai. 29De los hijos de Baní: Mesullam, Malluc, Adaías, Jasub, Seal y Ramor. 30De los hijos de Fáhat-Moab: Adná, Kelal, Banaías, Maasías, Matanías, Bezalel. Binuí y Manasés. 31De los hijos de Harim: Eliéser, Isaías, Malquías, Semeías, Simeón, 32Benjamín, Malluc y Samarias. 33De los hijos de Hasum: Matenai, Matatá, Sabad, Elifélet, Jeremai, Manasés y Semeí. 34De los hijos de Baní: Maadai, Amram, Joel, 35Banaías, Bedías, Keluhú, 36Vanías, Meremot, Eliasib. 37Matanías, Matenai, Jaasías. 38Baní, Binuí, Semeí, 39Selemías. Natán, Adaías, 40Macnadbai. Sasai, Sarai, 41Azarel, Selemías, Semerías, 42Sellum. Amarías y José. 43De los hijos de Nebó: Jeiel, Matitías, Sabad, Zebiná, Jadai, Joel y Banaías.

44Todos estos habían tomado mujeres extranjeras; y había entre ellos quienes tenían hijos de esas mujeres.

NEHEMÍAS

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I. RESTAURACIÓN DE LAS MURALLAS DE JERUSALÉN
NEHEMÍAS 1
Aflicción de Nehemías

1[3104]Relato de Nehemías, hijo de Hacalías.

En el mes Kislev del año vigésimo, estando yo en el palacio de Susa, 2vino Hananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá. Yo les pregunté por los judíos liberados, los sobrevivientes del cautiverio, y por Jerusalén; 3y ellos me contestaron: “Los que han quedado, los sobrevivientes del cautiverio, viven allá en la provincia en gran miseria y oprobio; y las murallas de Jerusalén se hallan en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego.”

4Cuando oí estas palabras, me senté y me puse a llorar; e hice duelo algunos días, ayunando y orando delante del Dios del cielo. 5[3105]Y dije: “Te ruego, oh Yahvé, Dios del cielo, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y la misericordia con los que te aman y observan tus mandamientos; 6[3106]préstenme atención tus oídos, y ábranse tus ojos, para escuchar la oración que yo, siervo tuyo, elevo ahora delante de Ti, día y noche, por tus siervos, los hijos de Israel, a la vez que confieso los pecados de los hijos de Israel, cometidos por nosotros contra Ti; porque yo y la casa de mi padre hemos pecado. 7Te hemos ofendido gravemente; no hemos guardado los mandamientos, las leyes y los preceptos que Tú prescribiste a tu siervo Moisés. 8Acuérdate, te ruego, de la palabra que intimaste a Moisés, tu siervo, diciendo: Si fuereis infieles, os esparciré entre las naciones; 9[3107]si, en cambio, os convirtiereis a Mí, guardando mis mandamientos y poniéndolos por obra, reuniré a tus desterrados, aunque estuvieran en el punto más extremo del cielo, y los llevaré al lugar que he escogido para que habite allí mi Nombre. 10Pues siervos tuyos son, y pueblo tuyo, que Tú redimiste con tu gran poder y con tu fuerte mano. 11[3108]Te ruego, oh Señor, que prestes atento oído a la oración de tu siervo, y a la plegaria de tus siervos que se complacen en temer tu nombre. Da ahora éxito a tu siervo, y concédele que halle gracia delante de este hombre”; pues era yo entonces copero del rey.

NEHEMÍAS 2
Viaje de Nehemías a Jerusalén

1[3109]En el mes de Nisán del año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante del rey, tomé yo el vino para ofrecérselo, y por primera vez estuve triste en su presencia. 2Y me dijo el rey: “¿Por qué está triste tu rostro, puesto que no estás enfermo? No puede ser esto sino tristeza de corazón.” Entonces me llené de gran temor; 3y respondí al rey: “¡Viva el rey para siempre! ¿Por qué no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad donde están los sepulcros de mis padres está en ruinas y sus puertas han sido consumidas por el fuego?” 4El rey me preguntó: “¿Qué es lo que pides?” Entonces yo, rogando al Dios del cielo, 5dije al rey: “Si al rey le parece bien, y si tu siervo ha hallado gracia ante ti, envíame a Judá, a la ciudad donde están los sepulcros de mis padres, para reedificarla.” 6El rey me preguntó, mientras la reina estaba sentada a su lado: “¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?” Y plugo al rey enviarme; y yo le indiqué la fecha. 7Dije también al rey: “Si al rey le parece bien, ruego que se me den cartas para los gobernadores del otro lado del río, para que me dejen pasar hasta llegar a Judá; 8[3110]y una carta a Asaf, guarda de los bosques del rey, para que me suministre maderas, a fin de construir vigas para las puertas de la fortaleza del Templo, para las murallas de la ciudad y para la casa en que he de habitar.” El rey me dio (las cartas), pues estaba sobre mí la benigna mano de mi Dios.

9Así llegué a los gobernadores del otro lado del río, a los cuales entregué las cartas del rey. Había el rey enviado conmigo jefes del ejército y gente de a caballo.

10[3111]Pero cuando lo supieron Sanballat horonita, y Tobías, el siervo ammonita, les desagradó sobremanera que viniese un hombre para procurar el bien de los hijos de Israel.

Llegada a Jerusalén

11Llegué a Jerusalén, y después de estar allí tres días, 12me levanté de noche, acompañado de unos pocos hombres, sin decir a nadie lo que mi Dios me había inspirado hacer por Jerusalén, y no tenía conmigo otra cabalgadura fuera de la que yo montaba. 13[3112]Salí de noche por la puerta del Valle, y me dirigí hacia la fuente del Dragón y la puerta del Estiércol, contemplando las murallas de Jerusalén en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego. 14De allí pasé a la puerta de la Fuente y al estanque del rey; y no había lugar por donde pudiera pasar la cabalgadura en que iba. 15Subí siendo todavía de noche, por el torrente examinando las murallas; y dando la vuelta entré por la puerta del Valle, estando así de vuelta. 16Los magistrados no sabían adonde yo había ido, ni lo que era mi propósito; porque hasta entonces no había dicho nada a los judíos, ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los magistrados, ni al resto de los que tenían que ocuparse de la obra.

Nehemías explica su proyecto

17Luego les dije: “Bien veis vosotros la miseria en que nos hallamos: Jerusalén en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego. Vamos a reedificar las murallas de Jerusalén, y no seremos más objeto de oprobio.” 18Y les conté cómo la benigna mano de Dios había estado sobre mí, y también las palabras que el rey me había dicho. Entonces exclamaron: “¡Levantémonos y edifiquemos!” Con esto fortalecieron sus manos para la buena obra. 19Cuando lo supieron Sanballat horonita, Tobías, el siervo ammonita, y Gésem, el árabe, se mofaron de nosotros, y con desprecio nos dijeron: “¿Qué es lo que estáis haciendo? ¿Queréis acaso rebelaros contra el rey?” 20[3113]Mas yo en contestación les dije: “El Dios del cielo nos dará buen éxito. Nosotros, siervos suyos, nos levantaremos y edificaremos. Pero para vosotros no habrá parte, ni derecho, ni recuerdo en Jerusalén.”

NEHEMÍAS 3
Reedificación de la muralla

1[3114]Entonces Elasib, Sumo Sacerdote, se levantó con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas; la consagraron, y asentaron las puertas. La consagraron hasta la torre de Mea y hasta la torre de Hananeel. 2Junto a él edificaron los hombres de Jericó; y al lado de estos edificó Zacur, hijo de Imrí.

3[3115]Los hijos de Hasenaá edificaron la puerta del Pescado, la cubrieron de vigas y asentaron en ella las puertas, los cerrojos y las barras.

4Junto a ellos reparó el muro Meremot, hijo de Urías, hijo de Haccós. A su lado restauró Mesullam, hijo de Baraquías, hijo de Mesezabel; y al lado de ellos reconstruyó Sadoc, hijo de Baaná.

5Cerca de ellos restauraron los de Tecoa; pero sus magnates no doblaron su cerviz al servicio del Señor.

6Joiadá, hijo de Pasea, y Mesullam, hijo de Besodías, restauraron la puerta Vieja; la cubrieron de vigas y colocaron en ella las puertas, los cerrojos y las barras.

7Junto a ellos edificaron Meladas gabaonita, Jadón meronotita, hombres de Gabaón y de Masfá, que venían del dominio del gobernador de más allá del río.

8Al lado de ellos restauró Uciel, hijo de Harhayá, uno de los plateros, y junto a él trabajó Hananías, uno de los perfumistas. Estos dejaron (fortificada) a Jerusalén hasta la muralla ancha.

9A su lado restauró Refaías, hijo de Hur, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.

10Junto a ellos fabricó Jedaías, hijo de Harumaf, frente a su casa. Y junto a este restauró Hatús, hijo de Hasabnías.

11Malquías, hijo de Harim, y Hasub, hijo de Fáhat-Moab restauraron otra parte, y también la torre de los Hornos.

12[3116]Al lado de ellos restauró Sellum, hijo de Hallohés, jefe de la (otra) mitad del distrito de Jerusalén, él y sus hijas.

13[3117]Hanún y los habitantes de Zanoa repararon la puerta del Valle, la edificaron y colocaron en ella las puertas, los cerrojos y las barras. Edificaron también mil codos de la muralla, hasta la puerta del Estiércol.

14Malquías, hijo de Recab, jefe del distrito de Bet-Haquérem, restauró la puerta del Estiércol; la edificó y puso en ella las puertas, los cerrojos y las barras.

15Sellum, hijo de Golhosé, jefe del distrito de Masfá, restauró la puerta de la Fuente; la edificó, la techó y colocó en ella las puertas, los cerrojos y las barras. Edificó, además, el muro de la piscina de Siloé, cerca del jardín del rey, hasta las gradas que bajan de la ciudad de David.

16[3118]Tras él edificó Nehemías, hijo de Azbuc, jefe de la mitad del distrito de Betsur, hasta enfrente de los sepulcros de David, hasta la piscina que se había hecho, y hasta la casa de los Valientes.

17Después de él restauraron los levitas, Rehum, hijo de Baní, al lado del cual restauró Hasabías, jefe de la mitad del distrito de Ceilá, por cuenta de su distrito.

18A continuación de él restauraron sus hermanos. Bavai, hijo de Henadad, jefe de la mitad del distrito de Ceilá.

19Junto a él, Éser, hijo de Jesúa, jefe de Masfá, reparó otra sección, en la esquina, frente a la subida de la armería.

20Después de él restauró con fervor Baruc, hijo de Zabai, otra sección, desde esta esquina hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Eliasib.

21Meremot, hijo de Urías, hijo de Hacós, restauró tras él la parte siguiente, desde la puerta de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de Eliasib.

22Tras él restauraron los sacerdotes de la vega (del Jordán).

23Después de ellos edificaron Benjamín y Hasub, frente a su casa. Y a continuación de ellos restauró Azarías, hijo de Maasías, hijo de Ananías, junto a su casa.

24Después de él restauró Binuí, hijo de Henadad, otra porción, desde la casa de Azarías hasta la esquina y hasta la vuelta. 25Palal, hijo de Uzai (trabajó) enfrente de la esquina y de la torre que sale hacia afuera de la casa alta del Rey, cerca del patio de la cárcel. Después de este (trabajaron) Fedaías, hijo de Faros, 26[3119]y hasta frente a la puerta del Agua los natineos que habitaban en el Ofel, al oriente de la torre que sale hacia afuera.

27Tras ellos los de Tecoa restauraron otra sección, desde en frente de la torre grande que sale hacia afuera, hasta el muro del Ofel.

28A partir de la puerta de los caballos, restauraron los sacerdotes, cada uno frente a su casa.

29Después de ellos restauró Sadoc, hijo de Imer, frente a su casa. Y a continuación de él restauró Semeías, hijo de Secanías, guarda de la puerta oriental.

30Después de él Hananías, hijo de Selemías, y Hanún, hijo sexto de Zalaf, restauraron otra sección. Después de ellos restauró Mesullam, hijo de Baraquías, frente a su casa.

31Después de él restauró Malquías, uno de los plateros, hasta la casa de los natineos y de los comerciantes, frente a la puerta de Mifcad y hasta la cámara alta del ángulo.

32Entre la cámara alta del ángulo y la puerta de las Ovejas, restauraron los plateros y los comerciantes.

NEHEMÍAS 4
Hostilidades de los enemigos

1Cuando Sanballat se enteró de que estábamos edificando las murallas, montó en cólera, y enfurecido en extremo hizo mofa de los judíos. 2[3120]En presencia de sus hermanos y del ejército de Samaria se expresó de esta manera: “¿Qué hacen esos miserables judíos? ¿Se les ha permitido esto? ¿Ofrecerán sacrificios? ¿Quieren acaso terminar en un día? ¿Podrán acaso resucitar de entre los montones de escombros las piedras consumidas por el fuego?” 3[3121]Tobías ammonita que estaba a su lado, dijo: “¡Déjalos edificar! Si una zorra se lanza al asalto, derribará su muralla de piedras.”

4¡Escucha, oh Dios nuestro! porque somos despreciados. Haz recaer sus insultos sobre su misma cabeza, y entrégalos al saqueo en una tierra de cautiverio. 5No encubras su maldad, y no se borre ante Ti su pecado; pues te han irritado a la vista de los que están edificando. 6[3122]Nosotros, empero, seguimos edificando la muralla; y quedó restaurada la muralla hasta la mitad; porque el pueblo se entusiasmó para trabajar.

7Así que supieron Sanballat, Tobías, los árabes, los ammonitas y los asdoditas, que avanzaba la restauración de la muralla de Jerusalén y que comenzaban ya a cerrarse las brechas, se irritaron en gran manera; 8y todos a una se coaligaron para venir a atacar a Jerusalén y causarle estorbos. 9Pero nosotros oramos a nuestro Dios y pusimos contra ellos guardias que de día y de noche (nos defendiesen) de ellos. 10Mas Judá decía: “Se debilita ya la fuerza de los cargadores, y quedan aún muchos escombros; no podremos seguir edificando la muralla.” 11Y nuestros enemigos decían: “Nada sabrán, y nada verán, hasta que nosotros, penetrando en medio de ellos, los matemos y pongamos fin a la obra.”

12[3123]Venían también los judíos que moraban cerca de ellos, y nos decían esto hasta diez veces, de todos los lugares de donde llegaban a nosotros. 13Por eso aposté en las partes bajas, detrás de la muralla, donde había claros, al pueblo por familias, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. 14[3124]Entonces miré, y levantándome dije a los nobles, a los magistrados y al resto del pueblo: “¡No los temáis! ¡Acordaos del Señor, grande y terrible, y luchad por vuestros hermanos, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas!”

Nehemías organiza la defensa

15Cuando supieron nuestros enemigos que estábamos advertidos y que Dios había desbaratado su propósito, volvimos todos a la muralla, cada cual a su trabajo. 16Desde aquel día la mitad de mi gente trabajaba en la obra, y la otra mitad estaba sobre las armas, con las lanzas, los escudos, los arcos y las lorigas, y los jefes estaban detrás de toda la casa de Judá. 17[3125]Los que edificaban la muralla, y los que llevaban cargas, así como quienes las cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y con la otra empuñaban el arma. 18[3126]Los que edificaban, tenían cada cual su espada ceñida a sus lomos, mientras edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba a mi lado.

19Dije entonces a los nobles, a los magistrados y al resto del pueblo: “La obra es grande y muy extensa, y nosotros estamos dispersos sobre la muralla, lejos unos de otros. 20Dondequiera, pues, que oyereis la voz de la trompeta, allí reuníos con nosotros; nuestro Dios combatirá por nosotros.” 21Así seguimos trabajando en la obra, mientras la mitad empuñaba la lanza, desde el despuntar de la aurora hasta la salida de las estrellas. 22En este tiempo di al pueblo también esta orden: “Cada uno con su criado pase la noche en Jerusalén; así nos servirán de guardia por la noche, y de día (trabajarán) en la obra.” 23Ni yo, ni mis hermanos, ni mis criados, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitábamos los vestidos; cada uno llevaba su arma (aun yendo al) agua.

NEHEMÍAS 5
Malestar social

1[3127]Se levantó entre el pueblo y sus mujeres un gran clamor contra sus hermanos, los judíos. 2Algunos decían: “Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos. Por eso debemos comprar trigo, para que podamos comer y vivir.” 3Otros decían: “Estamos empeñando nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas, para poder comprar trigo en la carestía.” 4Otros decían: “Hemos hipotecado nuestros campos y nuestras viñas, para (pagar) los tributos del rey. 5[3128]Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, y nuestros hijos son como los hijos de ellos. Sin embargo, he aquí que tenemos que sujetar a servidumbre a nuestros hijos y a nuestras hijas. Algunas de nuestras hijas están sujetas ya, sin que tengamos con qué (rescatarlas), pues nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros.”

Medidas contra la usura

6Al oír sus clamores y estas quejas me indigné mucho; 7y después de haber reflexionado conmigo mismo, me opuse a los nobles y a los magistrados, y les dije: “¡Con que vosotros prestáis a usura, cada uno a su hermano!” Y convoqué contra ellos una gran asamblea. 8y les dije: “Nosotros según nuestras facultades hemos rescatado a nuestros hermanos judíos, que habían sido vendidos a los paganos; ¿y vosotros queréis ahora vender a vuestros hermanos, después de rescatados por nosotros?” Ellos callaron, no hallando qué responder. 9Y añadí: “No es bueno lo que hacéis. ¿No debéis más bien andar en el temor de nuestro Dios, para no ser el oprobio de los paganos, enemigos nuestros? 10También yo, mis hermanos y mis servidores les hemos prestado dinero y trigo; pero dejemos esta usura. 11[3129]Devolvedles hoy mismo sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas y el uno por ciento del dinero, del trigo, del vino y del aceite que les exigís como interés.”

12Respondieron: “Se los devolveremos, y no les exigiremos nada; haremos como tú dices.” Entonces llamé a los sacerdotes, e hice jurar a aquellos que harían según esta promesa. 13Con esto sacudí mi seno y dije: “¡Así sacuda Dios de su casa y de sus bienes a todo hombre que no cumpla esta palabra; y así quede sacudido y sin nada!” Respondió toda la asamblea: “¡Amén!”, y alabaron a Yahvé. E hizo el pueblo conforme a esto.

El buen ejemplo de Nehemías

14[3130]Desde el día en que fui constituido gobernador del país de Judá, desde el año veinte hasta el año treinta y dos del rey Artajerjes, durante estos doce años, ni yo ni mis hermanos comimos pan de gobernador, 15en tanto que los gobernadores primeros, antecesores míos, habían cargado al pueblo, tomando de él pan y vino, y además cuarenta siclos de plata; y aun sus servidores oprimían al pueblo; mas yo, por temor de Dios, no hice así. 16Antes bien, trabajé personalmente en la restauración de esta muralla. No adquirimos campo alguno, y todos mis criados se juntaron allí para trabajar.

17Tenía a mi mesa ciento cincuenta judíos y magistrados, sin contar a los que nos venían de los pueblos circunvecinos. 18[3131]Cada día se aderezaba un buey y seis ovejas escogidas y aves, y cada diez días toda suerte de vino en abundancia; y con todo esto, no he buscado pan de gobernador; porque los trabajos pesaban sobre este pueblo.

19¡Oh Dios mío, acuérdate, para bien mío, de todo lo que he hecho por este pueblo!

NEHEMÍAS 6
Nuevas dificultades

1Cuando Sanballat, Tobías, Gésem el árabe y los demás enemigos nuestros supieron que yo había edificado las murallas, y que ya no quedaba brecha en ella, bien que hasta entonces no había puesto las hojas en las puertas, 2[3132]Sanballat y Gésem enviaron a decirme: “Ven a una entrevista en las aldeas del valle de Onó”; pero ellos pensaban hacerme mal. 3Les envié mensajeros que les dijeran: “Estoy haciendo una grandísima obra y no puedo bajar. ¿Ha de suspenderse acaso la obra, mientras yo, dejándola, me entreviste con vosotros?”

4Me enviaron este mismo mensaje cuatro veces, y yo les contesté de la misma manera. 5Sanballat me mandó decir lo mismo por quinta vez, por un criado suyo que (traía) en su mano una carta abierta. 6En ella estaba escrito: “Se dice entre las gentes, y Gasmú lo confirma, que tú y los judíos pensáis en sublevaros; por cuyo motivo estás construyendo las murallas. Según estos mismos rumores tú pretendes también hacerte rey de ellos. 7A más de esto, has constituido profetas que respecto de ti proclaman en Jerusalén diciendo: ¡Hay rey en Judá! Ahora bien, el rey va a ser informado de estas cosas; ven, pues, y pongámonos de acuerdo.” 8Pero yo envié a decirle: “No se hace nada de lo que tú dices, sino que son invenciones de tu corazón.” 9Pues todos ellos querían amedrentarnos, diciéndose: “Se debilitarán sus manos y dejarán la obra, la cual no se cumplirá.” ¡Ahora, fortalece Tú mis manos!

Maquinaciones de un falso profeta

10Después fui a la casa de Semaías, hijo de Dalías, hijo de Mehetabel, que se había encerrado; y él me dijo: “Vamos juntos a la Casa de Dios, al interior del Templo, y cerraremos las puertas del Templo; porque vendrán a matarte. Sí, de noche vendrán a matarte.” 11[3133]Respondí yo: “¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Un hombre como yo ha de entrar en el Templo para salvar su vida? ¡No entraré!” 12Y fijándome en él conocí que no era Dios quien le enviaba, sino que él mismo había hecho esta profecía contra mí; porque Tobías y Sanballat le habían sobornado. 13Lo habían comprado para que yo tuviese miedo y obrando así cometiera un pecado; esto les habría servido para infamar mi nombre y cubrirme de oprobio.

14¡Acuérdate, oh Dios mío, de Tobías y de Sanballat, según estas obras suyas; y también de Noadiá, la profetisa, y de los demás profetas que procuraban atemorizarme!

Se acaba la muralla

15[3134]Se acabaron las murallas el veinte y cinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. 16Cuando todos nuestros enemigos lo supieron, se atemorizaron todas las gentes que vivían alrededor de nosotros, y cayeron de ánimo, pues conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.

17También en ese tiempo iban muchas cartas, de los nobles de Judá a Tobías, y venían a ellos cartas de parte de Tobías, 18porque muchos de Judá le estaban obligados por juramento, puesto que era yerno de Secanías, hijo de Arah, y su hijo Jonatán había tomado por mujer a la hija de Mesullam, hijo de Baraquías. 19Hablaban también en mi presencia de sus buenas cualidades y le comunicaron mis palabras. También Tobías envió cartas para intimidarme.

NEHEMÍAS 7
Centinelas en las murallas

1Cuando después de la construcción de las murallas hube puesto las puertas y los porteros, cantores y levitas estaban en sus puestos, 2entregué el mando sobre Jerusalén a mi hermano Hananí, y a Hananías comandante de la ciudadela, como quien era hombre fiel y más temeroso de Dios que (otros) muchos. 3[3135]Y les dije: “No han de abrirse las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y se cerrarán y asegurarán las puertas estando (los capitanes) presentes; y nombrad centinelas de entre los habitantes de Jerusalén que monten la guardia cada uno en su puesto y enfrente de su casa.” 4Porque la ciudad era espaciosa y grande, y el pueblo dentro de ella escaso, y las casas no habían sido edificadas aún.

Censo del pueblo

5[3136]Entonces mi Dios me dio la inspiración de reunir a los nobles, a los magistrados y al pueblo, para inscribirlos en los registros genealógicos. Hallé el registro genealógico de los que habían vuelto al principio, y allí encontré escrito así: 6“Estos son los hijos de la provincia que volvieron de los cautivos de la deportación, los que había llevado cautivos Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que regresaron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad. 7[3137]Son los que han venido con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Nahamaní, Mardoqueo, Bilsán, Mispéret, Bigvai, Nahúm, Baaná. He aquí el número de los hombres del pueblo de Israel: 8Hijos de Faros: dos mil ciento setenta y dos. 9Hijos de Sefatías: trescientos setenta y dos. 10Hijos de Arah: seiscientos cincuenta y dos. 11Hijos de Fáhat-Moab, de los hijos de Jesúa y de Joab: dos mil ochocientos diez y ocho. 12Hijos de Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro. 13Hijos de Zatú: ochocientos cuarenta y cinco. 14Hijos de Zacai: setecientos sesenta. 15Hijos de Binuí: seiscientos cuarenta y ocho. 16Hijos de Bebai: seiscientos veinte y ocho. 17Hijos de Asgad: dos mil trescientos veinte y dos. 18Hijos de Adonicam: seiscientos sesenta y siete. 19Hijos de Bigvai: dos mil sesenta y siete. 20Hijos de Adín: seiscientos cincuenta y cinco. 21Hijos de Ater: de Ezequías, noventa y ocho. 22Hijos de Hasum: trescientos veinte y ocho. 23Hijos de Besai: trescientos veinte y cuatro. 24Hijos de Harif: ciento doce. 25Hijos de Gabaón: noventa y cinco. 26Hombres de Betlehem y Netofá: ciento ochenta y ocho. 27Hombres de Anatot: ciento veinte y ocho. 28Hombres de Betazmávet: cuarenta y dos. 29Hombres de Kiryatyearim, Cafirá y Beerot: setecientos cuarenta y tres. 30Hombres de Ramá y Geba: seiscientos veinte y uno. 31Hombres de Macmás: ciento veinte y dos. 32Hombres de Betel y Hai: ciento veinte y tres. 33Hombres del otro Nebó: cincuenta y dos. 34Hijos del otro Elam: mil doscientos cincuenta y cuatro. 35Hijos de Harim: trescientos veinte. 36Hijos de Jericó: trescientos cuarenta y cinco. 37Hijos de Lod, Hadid y Onó: setecientos veinte y uno. 38Hijos de Senaá: tres mil novecientos treinta. 39Sacerdotes: hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa: novecientos setenta y tres. 40Hijos de Imer: mil cincuenta y dos. 41Hijos de Fashur: mil doscientos cuarenta y siete. 42Hijos de Harim: mil diez y siete.

43Levitas: hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodvías: setenta y cuatro.

44Cantores: hijos de Asaf: ciento cuarenta y ocho.

45Porteros: hijos de Sellum, hijos de Ater, hijos de Talmón, hijos de Acub, hijos de Hatitá, hijos de Soba: ciento treinta y ocho. 46[3138]Natineos: hijos de Sihá, hijos de Hasufá, hijos de Tabaot, 47hijos de Kerós, hijos de Siá, hijos de Fadón, 48hijos de Lebaná, hijos de Hagabá, hijos de Salmai, 49hijos de Hanán, hijos de Gidel, hijos de Gahar, 50hijos de Raaías, hijos de Rasín, hijos de Necodá, 51hijos de Gasam, hijos de Uzá, hijos de Fasea, 52hijos de Besai, hijos de Meunim, hijos de Nefusesim, 53hijos de Bacbuc, hijos de Hacufá, hijos de Harhur, 54hijos de Baslit, hijos de Mehidá, hijos de Harsá, 55hijos de Barcós, hijos de Sisará, hijos de Témah, 56hijos de Nesiá, hijos de Hatifá. 57Hijos de los siervos de Salomón, hijos de Sotai, hijos de Soféret, hijos de Feridá, 58hijos de Jaalá, hijos de Darcón, hijos de Gidel, 59hijos de Sefatías, hijos de Hatil, hijos de Poquéret-Hasebaim, hijos de Amón.

60Total de los natineos y de los hijos de los siervos de Salomón: trescientos noventa y dos.

61He aquí los que subieron de Tel-Mélah, Tel-Harsá, Querub, Adón e Imer y no pudieron indicar sus casas paternas, ni su origen israelítico. 62Hijos de Dalaías, hijos de Tobías, hijos de Necodá: seiscientos cuarenta y dos. 63De los sacerdotes: hijos de Hobaías, hijos de Hacós, hijos de Barcillai, hombre que había tomado mujer de las hijas de Barcillai galaadita, llamándose según el nombre de ellas. 64Estos buscaron la escritura de su genealogía, pero no se halló; por lo cual fueron tratados como ineptos para el sacerdocio. 65[3139]Y les prohibió el gobernador comer de las cosas santísimas, hasta que se presentase un sacerdote capaz de consultar los Urim y Tummim.

66La Congregación toda era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta personas 67sin contar a sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete. Había entre ellos doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. 68Tenían setecientos treinta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos, 69[3140]cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos.

Ofrendas de los jefes y del pueblo

70Algunos de los jefes de las casas paternas hicieron donaciones para la obra. El gobernador dio para el tesoro mil dáricos de oro, cincuenta copas y quinientos treinta vestiduras sacerdotales. 71De los jefes de las casas paternas llegaron para el tesoro de la obra veinte mil dáricos de oro y dos mil doscientas minas de plata. 72Lo que dio el resto del pueblo fue veinte mil dáricos de oro, dos mil minas de plata y sesenta y siete vestiduras sacerdotales.

73Habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, parte del pueblo, los natineos, en fin, todo Israel, en sus ciudades.

II REFORMA RELIGIOSA
NEHEMÍAS 8
Lectura de la Ley

1[3141]Llegado el mes séptimo los hijos de Israel estaban ya en sus ciudades. Entonces se congregó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está enfrente de la puerta del Agua, y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el Libro de la Ley de Moisés, que Yahvé había prescrito a Israel. 2Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, hombres y mujeres, y ante todos los que tenían inteligencia para escuchar. Era el día primero del séptimo mes.

3Leyó en él delante de la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde el alba hasta el mediodía, ante los hombres y las mujeres y los que eran capaces de entender; y todo el pueblo oía atentamente (la lectura del) Libro de la Ley. 4El escriba Esdras estaba de pie sobre una tribuna de madera que se había hecho para esta ocasión, y junto a él, a su derecha, estaban Matatías, Sema, Anayá, Urías, Helcías y Maasías, y a su izquierda, Fadaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesullam. 5Abrió Esdras el libro, a vista de todo el pueblo, por estar él más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, se puso de pie todo el pueblo. 6Esdras bendijo a Yahvé, el gran Dios. Y todo el pueblo levantando las manos, respondió: “¡Amén, Amén!” E inclinándose se postraron ante Yahvé, rostro a tierra.

7[3142]Y Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelitá, Azarías, Josabad, Hanán, Falaías y los levitas explicaban la Ley al pueblo, permaneciendo este de pie en su lugar. 8[3143]Leían en el libro, en la Ley de Dios, clara y distintamente, explicando el sentido; de manera que se entendía lo leído.

9Nehemías, gobernador, y Esdras, sacerdote y escriba, como también los levitas que hacían la interpretación para el pueblo, dijeron a todo el pueblo: “Este día está consagrado a Yahvé, vuestro Dios; no andéis tristes, ni lloréis”; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. 10Díjoles además: “Id y comed manjares grasos y bebed vinos dulces, y enviad porciones a cuantos nada tienen preparado, porque este día está consagrado a muestro Señor. No os aflijáis, pues el gozo de Yahvé es vuestra fortaleza.” 11Así calmaban los levitas a todo el pueblo, diciendo: “¡Callad, pues este día es santo; no andéis tristes!” 12[3144]Entonces se retiró todo el pueblo a comer y beber, a repartir porciones y celebrar una gran fiesta, porque habían entendido lo que se les había enseñado.

Fiesta de los Tabernáculos

13Al segundo día se reunieron los jefes de las casas paternas de todo el pueblo, los sacerdotes y los levitas, con Esdras, escriba, para estudiar más intensamente las palabras de la Ley. 14Y hallaron escrito en la Ley que Yahvé por medio de Moisés había ordenado que los hijos de Israel habitasen en cabañas durante la fiesta del mes séptimo, 15y que se publicase y pregonase por todas sus ciudades, y en Jerusalén esta proclamación: “¡Salid al monte, y traed ramas de olivo, ramas de oleastro, ramas de mirto, ramas de palmera y ramas de árboles frondosos, para hacer cabañas conforme a lo prescrito!”

16[3145]Salió el pueblo para traerlas, e hicieron cabañas, cada cual sobre el terrado de su casa y en sus patios, también en los atrios de la Casa de Dios, en la plaza de la puerta del Agua, y en la plaza de la puerta de Efraím. 17Todos los de la comunidad que habían vuelto del cautiverio se hicieron cabañas y habitaron en ellas; pues desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día los hijos de Israel no habían celebrado (la fiesta) de tal manera. Y hubo muy grande alegría. 18[3146](Esdras) leyó en el Libro de la Ley de Dios cada día, desde el día primero hasta el último, pues se celebró la fiesta por siete días; y al octavo tuvo lugar la asamblea solemne según el rito.

NEHEMÍAS 9
Penitencia del pueblo

1[3147]El día veinte y cuatro de ese mes se congregaron los hijos de Israel para un ayuno, cubiertos de saco y polvo. 2Y separado ya el linaje de Israel de todos los extranjeros, se pusieron de pie e hicieron confesión de sus pecados y de las iniquidades de sus padres. 3[3148]Puestos en pie, cada uno en su lugar, leyeron en el Libro de la Ley de Yahvé su Dios, durante la cuarta parte del día; (otra) cuarta parte emplearon para la confesión y adoración de Yahvé, su Dios.

4Subieron a la tribuna de los levitas: Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías y Kenaní, que en alta voz clamaron a Yahvé, su Dios. 5Y dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Hasebnías. Serebías, Hodías, Sebanías y Petahías:

“¡Levantaos y bendecid a Yahvé, vuestro Dios,

de eternidad en eternidad;

y sea bendito el nombre de tu gloria

que es superior a toda bendición y alabanza!

Oración y confesión de los pecados

6[3149] Tú solo eres el Señor,

Tú que hiciste el cielo, y el cielo de los cielos,

con toda su milicia;

la tierra con todo cuanto hay en ella

y los mares con todo lo que en ellos existe.

Tú das vida a todas estas cosas,

y la milicia del cielo te adora.

7Tú, Yahvé, eres el Dios que escogiste a Abram,

le sacaste de Ur de los caldeos

y le diste el nombre de Abrahán.

8Tú hallaste fiel su corazón delante de Ti,

e hiciste con él un pacto,

de dar a su descendencia

el país del cananeo, del heteo, del amorreo,

del fereceo, del jebuseo y del gergeseo;

y Tú has cumplido tu palabra,

pues eres justo.

9Tú miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto,

oíste su clamor junto al Mar Rojo,

10[3150]e hiciste señales y prodigios contra el Faraón,

contra todos sus siervos y contra todo el pueblo de su país;

pues sabías que los habían tratado con soberbia.

Así te hiciste un nombre, como (se ve todavía) hoy.

11Tú dividiste delante de ellos el mar,

por en medio del cual pasaron a pie enjuto,

y arrojaste a sus perseguidores en el abismo

como (se arroja) una piedra en aguas impetuosas.

12Tú en columna de nube los condujiste de día,

y en columna de fuego de noche,

para alumbrarles la senda por donde habían de caminar.

13Tú bajaste sobre el monte Sinaí,

y hablaste con ellos desde el cielo,

dándoles normas rectas,

leyes de verdad, mandamientos y preceptos excelentes.

14Tú les hiciste conocer tu santo sábado

y les ordenaste preceptos, mandamientos

y la Ley por medio de Moisés, tu siervo.

15[3151]Tú para su hambre les diste pan del cielo

y para su sed hiciste brotar aguas de la peña,

y les dijiste que tomasen posesión del país

que con mano alzada les prometiste dar.”

Ingratitud del pueblo

16“Pero ellos y nuestros padres obraron con soberbia,

y endureciendo su cerviz no escucharon tus mandamientos.

17[3152]Rehusaron oírlos

ni se acordaron de los prodigios que Tú habías hecho a favor de ellos;

endurecieron su cerviz,

y en su rebeldía se eligieron un caudillo

para volver a su servidumbre.

Tú, empero, eres el Dios que perdona, y eres clemente y misericordioso,

de larga espera y de mucha bondad, por lo cual no los abandonaste,

18[3153]ni aún, cuando se hicieron un becerro de fundición

y dijeron: «¡Este es tu Dios

que te hizo subir de Egipto!»,

y cometieron grandes blasfemias.

19Tú, no obstante, en tu gran misericordia

no los abandonaste en el desierto:

la columna de nube no se apartó de ellos de día

para conducirlos en el camino,

ni la columna de fuego de noche

para alumbrarles el camino que tenían que seguir.

20[3154]Tú les diste también tu buen Espíritu para instruirlos;

no rehusaste dar tu maná a su boca,

y les presentaste aguas para su sed.

21Por cuarenta años los sustentaste en el desierto,

sin que nada les faltase;

no se gastaron sus vestidos, ni se hinchó su pie.

22Después les diste reinos y pueblos,

repartiendo entre ellos sus territorios,

y tomaron en posesión el país de Sehón, el país del rey de Hesbón

y el país de Og, rey de Basán.

23Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo,

y los introdujiste en el país del cual habías dicho a sus padres

que entrarían en su posesión.

24En efecto, los hijos entraron y tomaron posesión del país,

en tanto que Tú humillaste delante de ellos

a los habitantes del país, los cananeos,

y los entregaste en sus manos,

con sus reyes y los pueblos del país,

para que hiciesen con ellos lo que quisiesen.

25Tomaron ciudades fortificadas y una tierra pingüe;

se apoderaron de casas llenas de toda suerte de bienes,

de cisternas excavadas, de viñas, olivares

y árboles frutales en abundancia;

y comieron y se saciaron y engordaron

y vivieron en delicia merced a tu gran bondad.

26Pero, fueron rebeldes y se levantaron contra Ti,

echando tu Ley detrás de sus espaldas;

y mataron a tus profetas,

que daban testimonio contra ellos para convertirlos a Ti,

y profirieron grandes blasfemias.

27[3155]Por eso los entregaste en manos de sus enemigos,

que los oprimieron;

pero cuando en el tiempo de su angustia clamaron a Ti,

los oíste desde el cielo,

y según la multitud de tus misericordias les diste libertadores

que los salvasen del poder de sus enemigos.

28Apenas tuvieron descanso,

volvieron a hacer lo malo delante de Ti,

por lo cual volviste a abandonarlos en manos de sus enemigos,

que los dominaron,

y cuando de nuevo clamaron a Ti,

Tú desde el cielo los escuchaste

y según la multitud de tus misericordias los libraste muchas veces.

29[3156]Tú diste testimonio contra ellos para convertirlos a tu Ley;

pero ellos en su soberbia no escucharon tus mandamientos;

pecaron contra tus preceptos, en cuya observancia halla el hombre la vida,

mostraron hombros rebeldes,

endurecieron su cerviz y no quisieron escuchar.

30Tú los sufriste muchos años,

y diste testimonio contra ellos por tu Espíritu,

por medio de tus profetas.

Pero ellos no dieron oídos

por lo cual los entregaste en manos de los pueblos de estos países.

La infinita misericordia de Dios

31Con todo esto, en tu gran misericordia

no acabaste con ellos, ni los abandonaste;

porque eres un Dios clemente y misericordioso.

32Ahora, oh Dios nuestro, Dios grande, fuerte y temible,

que guardas la Alianza y la misericordia,

no tengas en poco toda esta angustia

que ha venido sobre nosotros, sobre nuestros reyes y nuestros príncipes,

sobre nuestros sacerdotes y nuestros profetas,

sobre nuestros padres y todo nuestro pueblo,

desde los días de los reyes de Asiria hasta el día de hoy.

33[3157]Tú has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido;

porque has obrado con fidelidad,

mas nosotros hemos hecho el mal.

34Nuestros reyes y nuestros príncipes, nuestros sacerdotes y nuestros padres

no han cumplido tu Ley,

no hicieron caso de tus mandamientos,

ni de los testimonios que diste contra ellos.

35Ellos, al contrario, a pesar de la gran bondad con que los trataste,

no te sirvieron en su reino,

en la tierra espaciosa y pingüe que les pusiste delante,

ni se convirtieron de sus malas obras.

36[3158]He aquí que hoy somos siervos;

sí, somos siervos en ese mismo país que Tú diste a nuestros padres,

para que comiéramos sus frutos y sus bienes.

37Sus abundantes frutos son para los reyes

que Tú has puesto sobre nosotros a causa de nuestros pecados.

Ellos dominan, según su antojo,

sobre nuestros cuerpos y nuestras bestias, y vivimos en gran angustia.”

38[3159] “A raíz de todo esto, hacemos un pacto fiel, que ponemos por escrito; y nuestros príncipes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes han de imprimirle sus sellos.”

NEHEMÍAS 10
Las firmas

1[3160]He aquí los que imprimieron sus sellos: Nehemías, el gobernador, hijo de Hacalías, y Sedeclías, 2Saraías, Azarías, Jeremías, 3Fashur, Amarías, Malquías, 4Hatús, Sebanías, Maluc, 5Harim, Meremot, Obadías, 6Daniel, Ginetón, Baruc, 7Mesullam, Abías, Miamín, 8Maacías, Bilgai y Semeías. Estos eran sacerdotes. 9Levitas: Jesúa, hijo de Asanías, Binuí de los hijos de Henadad, Cadmiel, 10y sus hermanos Sebanías, Hodías, Kelitá, Felaías, Hanán, 11Micá, Rehob, Hasabías, 12Zacur, Serebías, Sebanías, 13Hodías, Baní y Beninu. 14Jefes del pueblo: Faros, Fáhat-Moab, Elam, Zatú, Baní, 15Buní, Asgad, Bebai, 16Adonías, Bigvai, Adín, 17Ater, Ezequías, Asur, 18Hodías, Hasum, Besai, 19Harif, Anatot, Nebai, 20Magpías, Mesullam, Hesir, 21Mesezabel, Sadoc, Jadúa, 22Falatías, Hanán, Anaías, 23Oseas, Hananías, Hasub, 24Hallohés, Pilhá, Sobec, 25Rehúm, Hasabná, Maasías, 26Ahías, Hanán, Anán, 27Malluc, Harim y Baaná.

Obligaciones del pueblo

28El resto del pueblo, los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los natineos y todos los que se habían separado de los pueblos de estos países, para observar la Ley de Dios, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, 29todos cuantos eran capaces de conocer y entender, se adhirieron a los nobles, sus hermanos, y prometieron con imprecación y juramento seguir la Ley de Dios, dada por medio de Moisés, siervo de Dios, y guardar y practicar todos los mandamientos de Yahvé, nuestro Señor, sus leyes y sus preceptos.

30[3161]“Asimismo (prometemos) no dar nuestras hijas a los pueblos del país ni tomar sus hijas para nuestros hijos. 31Y si los pueblos del país traen mercaderías y cualquier clase de comestibles para venderlos en día de sábado, no les compraremos nada en sábado, ni en (otro) día santo, y renunciaremos en el año séptimo (a los frutos de la tierra) y a toda deuda. 32Nos imponemos también la obligación de contribuir todos los años con la tercera parte de un siclo para el servicio de la Casa de nuestro Dios, 33para el pan de la proposición, para la oblación continua, para el holocausto perpetuo, para el de los sábados y de los novilunios, para las fiestas, para las cosas consagradas, para los sacrificios por el pecado con los cuales se hace la expiación por Israel, y para toda obra de la Casa de nuestro Dios. 34Entonces los sacerdotes, los levitas y el pueblo echamos suertes acerca de la ofrenda de la leña, cuál de nuestras casas paternas hubiese de traerla a la Casa de nuestro Dios, en los tiempos determinados, de año en año, para quemarla sobre el altar de Yahvé, nuestro Dios, según lo escrito en la Ley.

Primicias y diezmos

35[3162]“Además (hacemos la promesa) de traer cada año a la Casa de Yahvé las primicias de nuestra tierra y las primicias de todos los frutos de todos los árboles, 36[3163]y de traer a la Casa de nuestro Dios, para los sacerdotes que ejercen el ministerio en la Casa de nuestro Dios, los primogénitos de nuestros hijos, y de nuestras bestias, conforme a lo prescrito en la Ley, así como los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas, 37y de entregar las primicias de nuestros productos de harina, de nuestras ofrendas alzadas, del fruto de todo árbol, del vino y del aceite, a los sacerdotes, a las cámaras de nuestro Dios, así como el diezmo de nuestra tierra a los levitas. Los mismos levitas cobrarán el diezmo en todas las ciudades donde hay agricultura.

38Un sacerdote, hijo de Aarón, ha de estar con los levitas, cuando estos cobraren el diezmo. Los levitas entregarán el diezmo del diezmo a la Casa de nuestro Dios, a las cámaras, en la casa de la tesorería; 39pues los hijos de Israel y los hijos de Leví han de llevar la ofrenda de trigo, de vino, y de aceite a las cámaras, donde están los utensilios del Santuario, los sacerdotes que ejercen el ministerio, los porteros y los cantores. Y no descuidaremos la Casa de nuestro Dios.”

III REFORMAS COMPLEMENTARIAS
NEHEMÍAS 11
Los habitantes de Jerusalén

1[3164]Los príncipes del pueblo habitaban en Jerusalén, mas el resto del pueblo echó suertes para que de cada diez hombres uno se estableciese en Jerusalén la ciudad santa, quedando nueve en las ciudades. 2Y bendijo el pueblo a todos los que se ofrecieron espontáneamente a habitar en Jerusalén.

3[3165]He aquí los principales de la provincia que vivían en Jerusalén. (Los otros) vivían en las ciudades de Judá, cada uno en su posesión y en su ciudad, así Israel, como los sacerdotes, los levitas, los natineos y los hijos de los siervos de Salomón. 4En Jerusalén se establecieron hijos de Judá y de Benjamín. De los hijos de Judá: Atayá, hijo de Ucías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Mahalalel, de los hijos de Fares; 5y Maasías, hijo de Baruc, hijo de Colhosé, hijo de Hasayá, hijo de Adayá, hijo de Joiarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloní. 6Todos los hijos de Fares que vivían en Jerusalén, eran cuatrocientos sesenta y ocho hombres valientes. 7He aquí los hijos de Benjamín: Sallú, hijo de Mesullam, hijo de Joed, hijo de Fadaías, hijo de Colaías, hijo de Maasías, hijo de Itiel, hijo de Jesaías; 8y después de él, Gabai y Sallai: novecientos veinte y ocho. 9Joel, hijo de Sicrí, era su jefe; y Judá, hijo de Senuá, ocupaba el segundo puesto en la ciudad.

10De los sacerdotes: Jedaías, hijo de Joiarib, Taquín; 11[3166]y Seraías, hijo de Helcías, hijo de Mesullam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, príncipe de la Casa de Dios; 12y sus hermanos, empleados en el ministerio de la Casa: ochocientos veinte y dos. Además, Adaías, hijo de Jeroham, hijo de Pelalías, hijo de Amsí, hijo de Zacarías, hijo de Fashur, hijo de Malquías, 13con sus hermanos, cabezas de casas paternas: doscientos cuarenta y dos. Y Amasai, hijo de Asarel, hijo de Ahsí, hijo de Mesillemot, hijo de Imer, 14con sus hermanos, hombres valientes: ciento veinte y ocho, cuyo jefe era Zabdiel, hijo de Hagedolim.

15De los levitas: Semeías, hijo de Hasub, hijo de Asricam, hijo de Hasabías, hijo de Buní; 16y Sabetai y Josabad, de los príncipes de los levitas, que dirigían las obras exteriores de la Casa de Dios; 17y Matanías, hijo de Mica, hijo de Zabdí, hijo de Asaf, director (del canto), que entonaba las alabanzas en la oración; Bacbuquías, el segundo entre sus hermanos, y Abdá, hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún. 18Todos los levitas en la ciudad santa eran doscientos ochenta y cuatro.

19Los porteros: Acub, Talmón y sus hermanos que guardaban las puertas, eran ciento setenta y dos.

20El resto de Israel, los sacerdotes y los levitas habitaban en todas las ciudades de Judá, cada cual en su heredad.

21[3167]Los natineos habitaban en el Ofel. Sihá y Gispá eran jefes de los natineos. 22[3168]El jefe de los levitas en Jerusalén era Ucí, hijo de Baní, hijo de Hasabías, hijo de Matanías, hijo de Micá, de los hijos de Asaf, cantores, encargados del servicio de la Casa de Dios. 23Porque había respecto de los cantores una orden del rey y un salario fijo correspondiente a cada día. 24[3169]Petahías, hijo de Mesezabel, de los hijos de Zara, hijo de Judá, era delegado del rey para todos los asuntos del pueblo.

Habitantes de Judea

25Algunos de los hijos de Judá habitaban en las aldeas y sus campos: en Kiryatarbá y sus aldeas; en Dibón y sus aldeas; en Jecabseel y sus aldeas; 26en Jesúa, Moladá, Betfélet, 27Hazarsual, Bersabee y sus aldeas; 28en Siclag, Meconá y sus aldeas; 29en Enrimón, Sorá. Jarmut, 30[3170]Sanoa, Odollam y sus aldeas; en Laquís y sus aldeas; en Asecá y sus aldeas. Así habitaban desde Bersabee hasta el valle de Hinnom.

31Los hijos de Benjamín desde Geba, en Micmás, Aya, Betel y sus aldeas, 32en Anatot, Nob, Ananías, 33Hasor, Rama, Gitaim, 34Hadid, Seboím, Neballar, 35Lod y Onó, en el valle de los artesanos.

36De los levitas había grupos tanto en Judá como en Benjamín.

NEHEMÍAS 12
Lista de sacerdotes y levitas

1Estos son los sacerdotes y los levitas que volvieron con Zorobabel, hijo de Salatiel, y con Jesúa: Seraías, Jeremías, Esdras, 2Amarías, Malluc, Hatús, 3Secanías, Rehum, Meremot, 4Iddó, Ginetoi, Abías, 5Miamín, Maadías, Bilhá, 6Semeías, Joiarib, Jedaías, 7Sallú, Amoc, Helcías. Jedaías Estos eran los príncipes de los sacerdotes y de sus hermanos, en los días de Jesúa.

8Levitas: Jesúa, Binuí, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, el cual, con sus hermanos, dirigía (el canto de) las alabanzas. 9Bacbuquías y Uní, sus hermanos, estaban en su ministerio en el coro opuesto.

10Jesúa engendró a Joaquim, Joaquim engendró a Eliasib, Eliasib engendró a Joiadá, 11[3171]Joiadá engendró a Jonatán y Jonatán engendró a Jadúa.

12En los días de Joaquim, los siguientes sacerdotes eran jefes de casas paternas: de la de Seraías: Meraías; de la de Jeremías: Hananías; 13de la de Esdras: Mesullam; de la de Amarías: Johanán; 14de la de Melicú: Jonatán; de la de Sebanías: José; 15de la de Harim: Adná; de la de Meraiot: Helcai; 16de la de Iddó: Zacarías; de la de Ginetón: Mesullam; 17de la de Abías: Sicrí; de la de Miniamín y de Moadías: Piltai; 18de la de Bilgá: Samúa; de la de Semaías: Jonatán; 19de la de Joiarib: Matenai; de la de Jedaías: Ucí; 20de la de Sallai: Callai; de la de Amoc: Eber; 21de la de Helcías: Hasabías; de la de Jedaías: Natanael.

22[3172]En los días de Eliasib, Joaidá, Johanán y Jadúa, reinando Darío el persa, fueron inscritos los levitas, jefes de casas paternas, lo mismo que los sacerdotes. 23Los hijos de Leví, jefes de casas paternas, fueron inscritos en el libro de los anales hasta el tiempo de Johanán, hijo de Eliasib.

24[3173]Príncipes de los levitas eran: Hasabías, Sarabías, Jesúa, hijo de Cadmiel, y sus hermanos que en el coro opuesto cantaban los salmos y alabanzas, por turno, según la disposición de David, varón de Dios. 25Matanías, Bacbuquías, Obadías, Mesullam, Talmón y Acub eran porteros y custodiaban los almacenes en las puertas. 26Estos vivían en tiempo de Joaquín, hijo de Jesúa, hijo de Josadac, y en tiempo de Nehemías, gobernador, y de Esdras, sacerdote escriba.

Dedicación de la muralla

27Con motivo de la dedicación de la muralla de Jerusalén se buscaron levitas por todos sus lugares, a fin de traerlos a Jerusalén, para celebrar la dedicación y la fiesta con alabanzas y cánticos y al son de címbalos, salterios y cítaras. 28Se reunieron, pues, los hijos de los cantores, tanto los de los alrededores de Jerusalén como los de las aldeas de los Netofatitas, 29de Bet-Gilgal y de los campos de Geba y Asmávet; pues los cantores se habían edificado aldeas alrededor de Jerusalén. 30Se purificaron entonces los sacerdotes y los levitas, y luego purificaron al pueblo, las puertas y las murallas.

31[3174]Después mandé que los príncipes de Judá subieran sobre la muralla, y formé dos grandes coros de alabanza; el primero se puso en marcha sobre la muralla, por la mano derecha, hacia la puerta del Estiércol. 32Tras ellos iban Hosaías, con la mitad de los príncipes de Judá, 33y Azarías, Esdras, Mesullam, Judá, Benjamín, Semeías y Jeremías, 34y de los hijos de los sacerdotes, con trompetas: Zacarías, hijo de Jonatán, hijo de Semeías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf, 35[3175]y sus hermanos: Semeías, Asarel, Milalai, Gilalai, Maai, Natanael, Judá y Hananí, con los instrumentos músicos de David, varón de Dios, y al frente de ellos Esdras escriba. 36A la puerta de la Fuente subieron derechos por las gradas de la ciudad de David, donde se alza la muralla sobre la casa de David, hasta la puerta del Agua, al oriente.

37El segundo coro de alabanzas caminaba sobre la muralla en dirección opuesta, y yo detrás de ellos, con la (otra) mitad del pueblo, por encima de la torre de los Hornos hasta el muro ancho; 38[3176]y sobrepasando la puerta de Efraím, la puerta Vieja, la puerta del Pescado, la torre de Hananeel y la torre de Mea, hasta la puerta de las Ovejas, vino a parar en la puerta de la Cárcel. 39[3177]Después se apostaron los dos coros de alabanzas en la Casa de Dios, como yo también y la mitad de los magistrados conmigo; 40y los sacerdotes Eliaquim, Maasías, Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías, Hananías con las trompetas; 41y Maasías, Semeías, Eleazar, Ucí, Johanán, Malquías, Elam y Éser. Y cantaron los cantores bajo la dirección de Israhías.

42En aquel día inmolaron muchas víctimas, y reinó gran alegría, porque Dios los había llenado de gran gozo. También las mujeres y los niños se regocijaron, y el alborozo de Jerusalén se oyó desde lejos.

Los tributos para el culto

43En aquel tiempo fueron nombrados intendentes de las cámaras de los tesoros, de las ofrendas alzadas, de las primicias y de los diezmos, para almacenar allí lo proveniente de los territorios de las ciudades, las porciones asignadas por la Ley a los sacerdotes y a los levitas; porque se regocijaba Judá al ver cómo los sacerdotes y levitas 44cumplían en sus puestos el servicio de Dios y el reglamento de las purificaciones, lo mismo que los cantores y porteros, conforme a las disposiciones de David y de Salomón, su hijo. 45[3178]Pues ya en tiempos antiguos, en los días de David y de Asaf, había directores de los cantores y cánticos de alabanzas y de acciones de gracias en honor de Dios. 46En los tiempos de Zorobabel y en los días de Nehemías, todo Israel daba las raciones establecidas para cada día a los cantores y porteros. También a los levitas se daban las cosas consagradas y por medio de los levitas a los hijos de Aarón.

NEHEMÍAS 13
Expulsión de los extranjeros

1[3179]En aquel tiempo, con motivo de la lectura del Libro de Moisés delante del pueblo, hallaron escrito allí que los ammonitas y los moabitas no habían de entrar jamás en la congregación de Dios; 2[3180]porque no fueron al encuentro de los hijos de Israel con pan y agua, antes bien sobornaron contra ellos a Balaam, para que los maldijera, aunque nuestro Dios trocó la maldición en bendición. 3Cuando oyeron esta ley, separaron de Israel a todos los extranjeros.

Expulsión de Tobías

4[3181]Antes de esto, el sacerdote Eliasib, intendente de las cámaras de la Casa de Dios y pariente cercano de Tobías, 5había hecho para este un gran aposento donde antes se depositaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, los diezmos del trigo, del vino y del aceite, la porción legal de los levitas, cantores y porteros, y las ofrendas para los sacerdotes.

6[3182]En todo ese tiempo yo no estaba en Jerusalén; porque el año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, volví al rey. Mas pasado cierto tiempo, pedí licencia al rey, 7[3183]y vine a Jerusalén, donde supe el mal que había hecho Eliasib, en favor de Tobías, haciéndole un aposento en los atrios de la Casa de Dios. 8Tuve gran pena, y eché fuera de la cámara todos los muebles de la habitación de Tobías. 9Después mandé que purificasen las cámaras, y volví a poner allí los utensilios de la Casa de Dios, las ofrendas y el incienso.

Remuneraciones de los levitas

10Supe también que los levitas no habían recibido las porciones, y que tanto los levitas como los cantores, que hacían el servicio, se habían huido cada cual a su campo. 11Por eso disputé con los magistrados, y dije: “¿Por qué se ha abandonado la Casa de Dios?” Y reuní a los (fugitivos) y los restablecí en su puesto. 12Entonces todo Judá trajo el diezmo del trigo, del vino y del aceite a los almacenes, 13cuya administración confié a Selemías sacerdote, a Sadoc escriba y a Fedaías, uno de los levitas, a cuyo lado estaba Hanán, hijo de Zacur, hijo de Matanías; porque ellos tenían fama de ser fieles y era de su cargo repartir las porciones entre sus hermanos.

14¡Acuérdate por esto de mí, oh Dios mío, y no borres mis obras piadosas que he hecho por la Casa de mi Dios y por su culto!

La observancia del sábado

15[3184]En aquellos días vi en Judá que algunos pisaban los lagares en sábado, traían gavillas, ponían cargas sobre los asnos, también vino, uvas e higos, y toda suerte de cargas que introducían en Jerusalén en día de sábado. Les hice una advertencia en el mismo día en que vendían los productos. 16Del mismo modo los tirios que vivían en (Jerusalén) traían pescado y toda suerte de mercaderías, vendiéndolas en sábado a los hijos de Judá y en Jerusalén. 17Por lo cual reprendí a los magistrados de Judá, y les dije: “¿Qué acción mala es esta que hacéis, profanando así el sábado? 18¿No hicieron esto nuestros padres, y por eso nuestro Dios hizo venir este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? Vosotros estáis acumulando ira contra Israel, profanando el sábado.”

19[3185]Entonces al caer la obscuridad sobre las puertas de Jerusalén, antes del sábado, mandé que se cerraran las puertas, y que no fueran abiertas hasta después del sábado; y aposté a algunos de mis criados a las puertas, para que no entrase carga alguna en día de sábado. 20Así los negociantes y vendedores de toda clase de mercadería pasaron la noche una o dos veces fuera de Jerusalén. 21Yo les hice advertencia y les dije: “¿Por qué pasáis la noche delante del muro? Si otra vez lo hacéis, voy a prenderos.” Desde entonces no vinieron más en sábado. 22Mandé también a los levitas que se purificasen, y viniesen a guardar las puertas, a fin de santificar el día de sábado.

¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, también por esto, y ten piedad de mí según tu gran misericordia!

Contra los matrimonios mixtos

23En ese mismo tiempo vi también a judíos que habían tomado mujeres asdoditas, ammonitas y moabitas. 24[3186]Sus hijos hablaban medio asdodeo y no sabían hablar judío, sino que seguían el lenguaje de uno y otro pueblo. 25Yo los reprendí y los maldije; golpeé a algunos de ellos y les arranqué el cabello, y los conjuré por Dios (diciendo): “No deis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni toméis sus hijas para vuestros hijos ni para vosotros. 26¿No pecó en esto mismo Salomón, rey de Israel? Y sin embargo, entre todas las naciones no hubo rey como él; era amado de su Dios y Dios le hizo rey sobre todo Israel; y con todo aun a él le hicieron prevaricar las mujeres extranjeras. 27¿Hemos acaso de acomodarnos a vosotros, que hacéis esta tan grande maldad de pecar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras?”

28[3187]Uno de los hijos de Joiadá, hijo de Eliasib, Sumo Sacerdote, era yerno de Sanballat horonita: por eso le eché de mi presencia.

29¡Ácuérdate de ellos, oh Dios mío, para castigarlos por las profanaciones del sacerdocio y del pacto del sacerdocio y de los levitas!

30De esta manera los limpié de todo lo extranjero, ordenando las funciones de los sacerdotes y de los levitas, de cada uno según su ministerio, 31y también lo que se refiere a la ofrenda de la leña en los tiempos determinados, y lo tocante a las primicias.

¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, para (mi) bien!

TOBÍAS

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INTRODUCCIÓN

El Libro de Tobías es una deliciosa historia, de esas que la delicadeza de Dios parece haber puesto como cebo para encariñarnos con la lectura de la Sagrada Biblia, río de la gracia divina, que procede del Trono de Dios y del Cordero (Apocalipsis 22, 1), como la llama el Papa Benedicto XV, en pos de San Jerónimo.

Tobías, en griego Tobit, se encuentra cautivo en Nínive, unos setecientos años antes de Jesucristo. Brillan en él extraordinariamente las virtudes de la religión, la fe en las divinas promesas, la firme esperanza en Dios, que le da alegría y fortaleza en las pruebas, y la más tierna caridad para con el prójimo. También su hijo, del mismo nombre, es un modelo de hombre recto, lo mismo que su esposa, la joven Sara, en quien se cumplen las palabras de Proverbios 19, 14: “De los padres vienen la casa y los bienes, mas la mujer, prudente la da solo el Señor.”

El libro de Tobías forma parte de los libros históricos de la Biblia y pertenece a aquellos escritos de los cuales dice el Cardenal Gomá que podrían llamarse “un tratado de moral en forma histórica” (Biblia y Predicación, página 118). De ahí que algunos exégetas propongan incorporarlo a los libros poético-didácticos. La Iglesia no se ha pronunciado sobre este asunto y permite que los escrituristas estudien esta cuestión, como la del carácter histórico de los libros de Judit y Ester, con tal que se atengan a las normas de la Encíclica “Divino Afflante Spiritu”.

En cuanto a la composición, los dos Tobías mismos parecen ser los autores de este libro, ya que en los tres primeros capítulos de los textos griego y siríaco, Tobías habla en primera persona. Esta opinión se funda también en la versión griega que dice en 12, 20 (19): “Escribid en un libro todo lo acaecido.” Sin embargo, creen muchos expositores que el libro, tal como hoy se presenta, fue redactado en el tiempo en que el hebreo había dejado de ser lengua del pueblo.

El texto original hebreo o arameo se ha perdido, por lo cual seguimos en esta edición la versión hecha por San Jerónimo según el texto arameo. Hemos consultado también la traducción griega, que en general es más larga, especialmente la recensión trasmitida en el Codex Sinaiticus.

El Libro de Tobías es el poema incomparable del feliz hogar cristiano: del viejo hogar de los padres y del nuevo hogar de los hijos. Allí se aprende a practicar las obras de misericordia y se entera de que un Ángel presenta a Dios todo lo que hacemos por auténtica caridad.

TOBÍAS 1
Tobías permanece fiel a la Ley

1[3188]Tobías, de la tribu y ciudad de Neftalí, situada en la Galilea superior, sobre Naasón, detrás del camino que va hacia el Occidente, teniendo a la izquierda la ciudad de Sefet, 2[3189]fue llevado cautivo en tiempo de Salmanasar, rey de los asirios pero a pesar de hallarse en cautiverio no abandonó la senda de la verdad, 3[3190]de suerte que de cuanto tenía, repartía todos los días a los hermanos de su nación, cautivos como él mismo.

4Aunque siendo el más joven de todos los de la tribu de Neftalí, no había nada pueril en sus acciones; 5[3191]de manera que cuando todos iban a los becerros de oro que había hecho Jeroboam, rey de Israel, solo él huía la compañía de todos los demás; 6y se iba a Jerusalén al Templo del Señor, donde adoraba al Señor Dios de Israel, ofreciendo fielmente todas sus primicias y sus diezmos. 7[3192]Cada tercer año repartía a los prosélitos y a los forasteros todo el diezmo. 8Estas y otras cosas semejantes, prescritas por la Ley de Dios, observaba desde jovencito. 9Hombre ya, se casó con una mujer de su tribu, llamada Ana, de la cual tuvo un hijo, a quien puso su nombre, 10[3193]y le enseñó desde la niñez a temer a Dios, y a guardarse de todo pecado.

Su amor al prójimo

11Por eso, cuando fue llevado cautivo con su mujer e hijo y toda su tribu a la ciudad de Nínive, 12[3194]aunque todos comían de los manjares de los gentiles, Tobías guardó pura su alma, sin contaminarse jamás con sus viandas.

13Porque se acordaba del Señor con todo su corazón, Dios le hizo grato a los ojos del rey Salmanasar; 14el cual le dio permiso para ir adonde quisiese, y libertad de hacer cuanto le gustase. 15Iba, pues, a visitar a todos los que estaban en cautiverio, y les daba consejos saludables. 16[3195]Llegado que hubo a Rages, ciudad de los medos, con diez talentos de plata, procedentes de las remuneraciones que había recibido del rey, y 17viendo en necesidad entre la mucha gente de su nación a Gabelo, de su misma tribu, le prestó dicha suma de dinero contra un recibo firmado de su mano.

Conducta heroica de Tobías

18[3196]Al cabo de mucho tiempo, murió el rey Salmanasar, y reinó en su lugar su hijo Senaquerib, que tenía gran odio contra los hijos de Israel. 19Visitaba entonces Tobías cada día a los de su parentela, los consolaba; y repartía a cada uno, según podía, una porción de sus bienes. 20Sustentaba a los hambrientos, vestía a los desnudos, y mostraba gran celo en dar sepultura a los que habían fallecido, o habían sido matados. 21[3197]Cuando el rey Senaquerib, luego que volvió huyendo de Judea a causa de la plaga con que Dios le había castigado por sus blasfemias, mataba en su furor a muchos de los hijos de Israel, Tobías sepultaba sus cadáveres. 22Lo que habiendo llegado a noticia del rey, mandó quitarle la vida y le quitó todos sus bienes. 23[3198]Mas Tobías huyó con su hijo y su mujer, y despojado de todo se escondió, porque tenía muchos amigos.

24Cuarenta y cinco días después asesinaron al rey sus propios hijos. 25Entonces Tobías volvió a su casa, y le fueron restituidos todos sus bienes.

TOBÍAS 2
Dios prueba a Tobías

1[3199]Después de esto, un día festivo del Señor, estando preparada una buena comida en casa de Tobías, 2[3200]dijo este a su hijo: “Vete y trae aquí algunos de nuestra tribu, temerosos de Dios, para que coman con nosotros.” 3Se fue (el hijo), y cuando volvió, contó cómo uno de los hijos de Israel, que había sido matado, yacía en la plaza. Al instante se levantó (Tobías) de la mesa, y dejada la comida, sin probar bocado, fue adonde estaba el cadáver, 4[3201]cargó con él y lo llevó secretamente a su casa, para darle sepultura cautelosamente, después de puesto el sol. 5Ocultado el cadáver, comió el pan entre lágrimas y temblando; 6[3202]pues se acordaba de aquellas palabras que el Señor había dicho por el profeta Amós:

“Vuestros días festivos se convertirán en lamentos y luto.”

7Puesto ya el sol, fue y le dio sepultura.

8Reprendíanle entonces todos sus parientes, diciendo: “Precisamente por esto se dio la orden de quitarte la vida, y apenas escapaste del poder de la muerte; ¿y ahora vas nuevamente a enterrar los cadáveres?” 9Pero Tobías, temiendo a Dios más que al rey, robaba los cadáveres de los que habían sido muertos, los escondía en su casa, y a medianoche los enterraba.

Ceguera de Tobías

10Un día, después de volver a su casa fatigado de enterrar, se echó junto a la pared, y se adormeció. 11Mientras dormía, le cayó de un nido de golondrinas estiércol caliente sobre los ojos, y se quedó ciego. 12[3203]El Señor permitió que le sobreviniese esta prueba, para que, como el santo Job, diera a los venideros un ejemplo de paciencia. 13Pues, como desde su niñez vivió siempre en temor de Dios, guardando sus mandamientos, no se quejó contra Dios por la desgracia de la ceguedad que había venido sobre él; 14sino que permaneció inquebrantable en el temor de Dios, dándole gracias todos los días de su vida.

15[3204]Así como los reyes insultaban al santo Job, del mismo modo los parientes y los amigos se burlaban de la conducta de Tobías, diciendo: 16“¿Dónde está tu esperanza, por la cual hacías limosnas y dabas sepultura a los muertos?” 17Mas Tobías los reprendía, diciendo: “No habléis de esa manera. 18[3205]Porque nosotros somos hijos de santos y esperamos aquella vida que Dios ha de dar a los que le sirven fielmente.”

Probidad de Tobías

19Ana, su mujer, iba todos los días a tejer, y traía el sustento que podía ganar con el trabajo de sus manos; 20y así sucedió que trajo a casa un cabrito que había recibido. 21[3206]Su marido, al oír el balido del cabrito, dijo: “Mirad que no sea acaso hurtado; restituidlo a sus dueños; porque no nos es lícito comer cosa robada, ni siquiera tocarla.” 22A lo que su mujer, irritada, respondió: “Es evidente que ha fracasado tu esperanza; ahora se ve el fruto de tus limosnas.” 23Con estas y otras semejantes palabras, lo zahería.

TOBÍAS 3
Oración de Tobías

1Entonces, Tobías gimiendo empezó a orar con lágrimas, 2[3207]y dijo: “Justo eres, Señor, y justos son todos tus juicios; todos tus caminos son misericordia, verdad y justicia. 3[3208]Ahora Señor, acuérdate de mí, no tomes venganza de mis pecados, y no traigas a tu memoria mis delitos, ni los de mis padres. 4Por cuanto no hemos obedecido tus mandamientos, por eso hemos sido entregados al saqueo, a la esclavitud y a la muerte, y hemos venido a ser la fábula y el escarnio de todos los pueblos, entre los cuales nos has desparramado. 5Por eso, son ahora tan grandes tus juicios, oh Señor, porque no hemos obrado según tus preceptos, ni procedido sinceramente delante de Ti. 6Y ahora, Señor, haz conmigo conforme a tu voluntad; y manda que sea recibido en paz mi espíritu; pues mejor me es morir que vivir.”

Aflicción de Sara

7[3209]Aquel mismo día aconteció en Rages, ciudad de la Media, que Sara, hija de Ragüel, oyó las injurias de una de las criadas de su padre; 8porque (Sara) había sido dada en matrimonio a siete maridos, y un demonio llamado Asmodeo les había quitado la vida luego que entraron a ella. 9Cuando reprendió a la muchacha por una falta, esta le replicó diciendo: “Nunca jamás veamos sobre la tierra hijo ni hija nacida de ti, homicida que eres de tus maridos. 10[3210]¿Por ventura quieres matarme también a mí, como has hecho ya con siete maridos?” Oyendo estas palabras subió Sara al cuarto más alto de su casa, donde pasó tres días y tres noches sin comer y beber.

Oración de Sara

11Y perseverando en oración suplicaba a Dios con lágrimas que la librase de este oprobio. 12Al tercer día concluyó su oración, y bendiciendo al Señor, 13[3211]dijo: “Bendito sea tu nombre, oh Dios de nuestros padres, que después de haberte enojado usas de misericordia, y en tiempo de la tribulación perdonas los pecados a los que te invocan. 14A Ti, Señor, vuelvo mi rostro, a Ti levanto mis ojos. 15Te ruego, Señor, que me libres del lazo de este oprobio, o que por lo menos me saques de este mundo. 16[3212]Tú sabes, Señor, que nunca he codiciado varón y que he conservado mi alma limpia de toda concupiscencia. 17Jamás estuve con gente frívola, ni tuve trato con los que se portan livianamente. 18Si consentí en tomar marido, fue en tu temor, y no por un afecto sensual mío. 19Así que, o yo fui indigna de ellos, o acaso ellos no fueron dignos de mí; porque me has reservado Tú tal vez para otro esposo. 20Pues tus designios sobrepujan la capacidad de los hombres. 21[3213]Mas esto es seguro que todo aquel que Te adora y cuya vida ha sido aprobada, será coronado; que en caso de haber sido atribulado será librado, y si el castigo descargare sobre él, podrá acogerse a tu misericordia. 22Porque Tú no te deleitas en nuestra perdición; puesto que después de la tempestad das la bonanza, y después de las lágrimas y el llanto, infundes la alegría. 23¡Oh Dios de Israel, bendito sea tu nombre por los siglos!”

24Fueron oídas al mismo tiempo las plegarias de ambos en la presencia de la majestad del soberano Dios; 25[3214]y fue enviado Rafael, el santo ángel del Señor, para que sanase a ambos, cuyas oraciones habían sido presentadas a un tiempo delante del Señor.

TOBÍAS 4
Tobías da consejos a su hijo

1[3215]Creyendo Tobías que Dios había oído su oración en el sentido de que le concediera la muerte, llamó cerca de sí a su hijo Tobías, 2y le dijo:

“Escucha, hijo mío, las palabras de mi boca, y asiéntalas como fundamento en tu corazón. 3Luego que Dios recibiere mi alma, entierra mi cuerpo y honrarás a tu madre todos los días de su vida. 4No te olvides, cuáles y cuántos peligros ella ha soportado por ti llevándote en su seno. 5Y cuando ella (haya) también acabado el tiempo de su vida, la enterrarás junto a mí.

6Ten a Dios en tu mente todos los días de tu vida, y guárdate de consentir jamás en pecado y de quebrantar los mandamientos del Señor Dios nuestro.

7[3216]Da limosna de tus bienes, y no apartes tu rostro de ningún pobre; así conseguirás que tampoco de ti se aparte el rostro del Señor. 8Usa de misericordia con todas tus fuerzas. 9Si tienes mucho, da con abundancia; si poco, procura dar de buena gana aun lo poco; 10pues con eso te atesoras una gran recompensa para el día de la angustia. 11Porque la limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no dejará caer el alma en las tinieblas. 12La limosna será motivo de gran confianza delante del altísimo Dios para todos los que la hacen.

13Guárdate, hijo mío, de toda fornicación, y fuera de tu mujer, nunca cometas el delito (de conocer a otra).

14[3217]No permitas jamás que la soberbia domine en tu corazón o en tus palabras, porque de ella tomó principio toda perdición,

15[3218]A todo aquel que haya trabajado algo por ti, dale en seguida su jornal, y de ningún modo quede en tu poder el salario de tu jornalero.

16[3219]No hagas jamás a otro lo que no quieres que otro te haga a ti.

17Come tu pan con los hambrientos y menesterosos, y con tus vestidos cubre a los desnudos.

18[3220]Pon tu pan y tu vino sobre el sepulcro del justo, y no comas ni bebas de ello con los pecadores.

19Pide siempre consejo al hombre sabio.

20[3221]Alaba al Señor en todo tiempo; y pídele que dirija tus pasos, para que todos tus propósitos tengan en Él su fundamento.

21Te comunico también, hijo mío, que siendo tú aún niño, presté diez talentos de plata a Gabelo, en Rages, ciudad de los medos, y tengo en mi poder el recibo firmado de su mano. 22Por tanto procura el modo de ir allá, y de cobrarle dicha suma de dinero, devolviéndole el recibo firmado de su mano.

23No temas, hijo mío. Es verdad que pasamos una vida pobre, pero tendremos muchos bienes, si apartándonos de todo pecado tememos a Dios y hacemos el bien.”

TOBÍAS 5
El ángel Rafael compañero de viaje

1Entonces respondió Tobías a su padre, y dijo: “Padre, todo lo que me has mandado, lo haré. 2Pero no sé cómo he de cobrar ese dinero (de Gabelo); pues él no me conoce a mí, ni yo le conozco a él. ¿Qué señal le daré? Ni siquiera conozco el camino para ir allá.”

3A lo que su padre le contestó, diciendo: “Tengo en mi poder el recibo firmado de su mano; cuando se lo mostrares, te pagará al instante. 4Mas anda ahora, y búscate algún hombre fiel que vaya contigo, recibiendo en pago un salario correspondiente, para que hagas esta cobranza mientras yo vivo todavía.”

5[3222]Salió Tobías y encontró un gallardo joven, que estaba ya con el vestido ceñido, y como dispuesto a emprender viaje. 6Sin saber que era un ángel de Dios, le saludó, y dijo: “¿De dónde eres, buen muchacho?” 7[3223]Él respondió: “De los hijos de Israel.” Tobías le replicó: “¿Sabes el camino que va al país de los medos?” 8“Sí que lo sé, respondió el otro; muchas veces he recorrido todos aquellos caminos, y me he hospedado en casa de Gabelo, nuestro hermano, que vive en Rages, ciudad de los medos, situada en la montaña de Ecbátana. 9Tobías le dijo: “Aguárdame, te ruego, que voy a dar aviso de todo esto a mi padre.”

10Entró entonces Tobías en casa, y se lo dijo todo a su padre. De lo cual admirado el padre, le rogó que entrase en su casa. 11[3224]Entró y saludó a Tobías, diciendo: “Sea siempre contigo la alegría.” 12Respondió Tobías: “¿Qué alegría puedo tener yo que vivo en tinieblas y no veo la luz del cielo?” 13Replicó el joven: “Ten buen ánimo, pronto serás sanado por Dios.” 14Tobías le preguntó: “¿Podrás acaso llevar a mi hijo a casa de Gabelo, en Rages, ciudad de los medos? Yo te pagaré tu salario cuando vuelvas.” 15Contestó el ángel: “Yo le llevaré, y te lo volveré a traer aquí.” 16Tobías le dijo: “Dime, te ruego, ¿de qué familia o de qué tribu eres tú?” 17[3225]Y respondióle el ángel Rafael: “¿Averiguas tú acaso el linaje del jornalero, o la persona del jornalero que ha de ir con tu hijo? 18[3226]Mas por no dejarte en inquietud (te digo): yo soy Azarías, hijo de Ananías el grande.” 19Dijo entonces Tobías: “Tú eres de noble linaje. Te ruego que no tomes a mal el que haya querido saber tu ascendencia.” 20El ángel le replicó: “Yo llevaré sano a tu hijo, y sano te lo volveré a traer.” 21[3227]Respondió Tobías y dijo: “Id en buena hora; Dios bendiga vuestro viaje, y su ángel vaya en vuestra compañía.” 22Después de haber preparado todo lo necesario para el viaje, se despidió Tobías de su padre y de su madre, y los dos se pusieron en camino.

Aflicción de la madre

23Partidos que fueron, la madre comenzó a llorar y decir: “Nos has quitado el báculo de nuestra vejez, enviándolo lejos de nosotros. 24¡Ojalá que nunca hubiera habido tal dinero, por el cual lo has enviado! 25Porque nosotros estábamos contentos en nuestra pobreza, y teníamos por riqueza el ver a nuestro hijo.” 26Tobías le respondió: “No llores; nuestro hijo llegará salvo, y salvo volverá a nosotros, y tus ojos lo verán; 27[3228]pues creo que un buen ángel de Dios lo acompaña, disponiendo bien de todo lo que le pase, a fin de que vuelva con gozo a nuestra casa.” 28A estas palabras cesó la madre de llorar, y se calló.

TOBÍAS 6
Tobías es salvado por el ángel

1Partió Tobías, seguido del perro, e hizo su primera parada junto al río Tigris. 2[3229]Cuando salió para lavarse los pies, he aquí que un pez enorme se lanzó sobre él para devorarlo. 3Viéndolo Tobías se asustó y dio un gran grito, diciendo: “¡Señor, que me embiste!” 4El ángel le dijo: “Agárralo de las agallas, y tíralo hacia ti.” Lo hizo, y arrastrando lo sacó a lo seco, y (el pez) empezó a palpitar a sus pies. 5Entonces le dijo el ángel: “Desentraña ese pez, y guarda su corazón, la hiel y el hígado; pues estas cosas son necesarias para hacer útiles remedios.” 6[3230]Hizo así, y asó (parte de) la carne del pez, que llevaron para el camino. Después salaron el resto para que les sirviese hasta llegar a Rages, ciudad de los medos.

7Entonces Tobías preguntó al ángel diciendo: “Dime, te ruego, hermano mío Azarías, ¿qué virtud curativa tienen estas partes del pez, que me has mandado guardar?” 8[3231]A lo que respondió el ángel, y le dijo: “Si pones sobre las brasas un pedacito del corazón del pez, su humo ahuyenta todo género de demonios, ya sea del hombre, ya de la mujer, de tal manera que no se acercan más a ellos. 9La hiel sirve para untar los ojos cubiertos de catarata, y sanarán.”

10Preguntó Tobías al ángel: “¿Dónde quieres que nos hospedemos?” 11El ángel le respondió: “Aquí vive un hombre llamado Ragüel, pariente tuyo, de tu tribu, el cual tiene una hija llamada Sara, y no tiene otro hijo ni hija fuera de ella. 12[3232]A ti te tocan todos sus bienes, y tú debes tomarla por mujer; 13pídesela, pues, a su padre, y te la dará por mujer.”

Instrucción sobre el matrimonio

14Entonces Tobías respondió y dijo: “Tengo entendido que ella ha sido dada a siete maridos, y que estos han fallecido; y aun he oído decir que los ha matado un demonio. 15Temo que también a mí me suceda lo mismo, y que siendo yo hijo único de mis padres, lleve yo su vejez con dolor al sepulcro.” 16[3233]Entonces le dijo el ángel Rafael: “Óyeme, y te enseñaré cuáles son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio. 17Son los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de sí y de su mente a Dios, dejándose llevar de su pasión, como el caballo y el mulo que no tienen entendimiento; esos son sobre quienes tiene poder el demonio. 18[3234]Mas tú, cuando la hubieres tomado por mujer, y hayas entrado en el aposento, no llegues a ella en tres días, y no pienses en otra cosa sino en hacer oración en compañía de ella. 19En la primera noche, quemarás el hígado del pez, y será ahuyentado el demonio. 20En la segunda noche serás admitido en la unión de los santos patriarcas. 21En la tercera alcanzarás la bendición para que de vosotros nazcan hijos sanos. 22Pasada la tercera noche, recibirás la doncella en el temor del Señor, llevado más bien del deseo de tener hijos, que de la pasión, para que consigas en tus hijos la bendición reservada al linaje de Abrahán.”

TOBÍAS 7
Tobías en casa de Ragüel

1Entraron en casa de Ragüel, el cual los recibió con alegría. 2Y mirando Ragüel a Tobías, dijo a Ana, su mujer: “¡Cuan parecido es este joven a mi primo hermano!” 3Dicho esto, les preguntó: “¿De dónde sois, oh jóvenes, hermanos nuestros?” Respondieron: “Somos de la tribu de Neftalí, de los cautivos de Nínive.” 4Ragüel les dijo: “¿Conocéis a Tobías, mi primo hermano?” “Le conocemos”, respondieron ellos. 5Y mientras (Ragüel) hablaba mucho bueno de (Tobías), el ángel dijo a Ragüel: “Ese Tobías, por quien preguntas, es el padre de este.” 6Entonces Ragüel se echó sobre él, le besó con lágrimas; y sollozando sobre su cuello, 7[3235]dijo: “Bendito seas tú, hijo mío, porque eres hijo de un varón bueno, muy bueno.” 8Lloraron también Ana, su mujer, y Sara, hija de ambos.

Tobías toma a Sara por esposa

9Después de hablar así, mandó Ragüel matar un carnero y preparar un convite. Y como les instase a que se sentasen a la mesa, 10dijo Tobías: “Yo no comeré ni beberé hoy aquí, si antes no me otorgas mi petición y prometes darme a Sara, tu hija.” 11Al oír estas palabras, se pasmó Ragüel, sabiendo lo que había sucedido a los siete maridos que se habían casado con ella; y comenzó a temer que también a este sucediera lo mismo. Estando perplejo y sin dar respuesta al que preguntaba, 12[3236]dijo el ángel a Ragüel: “No temas dársela; porque a este que teme a Dios debe darse tu hija por mujer; por eso ningún otro ha podido poseerla.” 13Dijo entonces Ragüel: “No dudo que Dios ha admitido mis oraciones y lágrimas en su presencia, 14[3237]y creo que por esto os ha traído a mi casa, a fin de que esta reciba esposo de su parentela, según la Ley de Moisés. No tengas, pues, duda de que te la daré.”

Celebración del matrimonio

15[3238]Y tomando la mano derecha de su hija, la puso en la derecha de Tobías, y dijo: “El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob sea con vosotros; Él os junte y cumpla en vosotros su bendición.” 16Luego, tomando papel, hicieron la escritura matrimonial. 17Después celebraron el convite, bendiciendo a Dios.

18Luego llamó Ragüel a Ana, su mujer, y le mandó que preparase otro aposento. 19Ella introdujo allí a su hija Sara, que se puso a llorar. 20[3239]Mas ella le dijo: “Ten buen ánimo, hija mía, El Señor del cielo te llene de gozo, en lugar del disgusto que has sufrido.”

TOBÍAS 8
Conjuración del demonio

1Acabada la cena, condujeron al joven al aposento de la esposa. 2Entonces Tobías, acordándose de las advertencias del ángel, sacó de su alforja un pedazo del hígado, y lo puso sobre unos carbones encendidos. 3[3240]Con eso el ángel Rafael apresó al demonio y le confinó en el desierto del Egipto superior.

4[3241]Tobías, por su parte, exhortó a la doncella, y le dijo: “Levántate, Sara, y hagamos oración a Dios hoy y mañana y pasado mañana; porque estas tres noches nos uniremos con Dios, y pasada la tercera noche haremos vida maridable; 5[3242]pues somos hijos de santos, y no podemos unirnos a manera de los gentiles, que no conocen a Dios.” 6Y levantándose juntos, oraban ambos a una, para que les fuese dada salud. 7Dijo Tobías: “Oh Señor Dios de nuestros padres, te bendigan los cielos y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y todas tus creaturas que hay en ellos. 8Tú formaste a Adán del lodo de la tierra, y le diste a Eva para que le ayudase. 9Ahora pues, Señor, Tú sabes que no llevado por lujuria tomo a esta mi hermana por esposa, sino por el solo deseo de tener hijos en los que sea bendito tu nombre por los siglos de los siglos.” 10También Sara oró: “Ten misericordia de nosotros, oh Señor, ten misericordia de nosotros, para que ambos lleguemos sanos a la vejez.”

Salvación milagrosa de los esposos

11A la hora del canto del gallo Ragüel mandó llamar a sus criados, y fueron con él a abrir una sepultura. 12Pues se decía: “Le habrá sucedido probablemente lo mismo que a los otros siete maridos que entraron a ella.” 13Preparada la fosa, volvió Ragüel a casa, y dijo a su mujer: 14“Envía una de tus criadas a ver si ha muerto, para enterrarlo antes que amanezca.” 15Envió ella a una de sus criadas; la cual entrando en el aposento, los halló sanos y salvos, durmiendo ambos igualmente. 16VoIvió a dar la buena noticia, y tanto Ragüel como Ana, su mujer, alabaron a Dios, 17y dijeron: “Te alabamos, Señor Dios de Israel, porque no ha sucedido lo que pensábamos. 18Pues nos has mostrado tu misericordia, echando de nosotros al enemigo que nos perseguía. 19[3243]Has tenido compasión de los dos (hijos) únicos. Haz, Señor, que te bendigan ellos más y más, y te ofrezcan un sacrificio de alabanza por su salud, para que conozca el mundo entero, que Tú solo eres Dios en toda la tierra.” 20Al instante mandó Ragüel a sus siervos que antes que amaneciese rellenasen la fosa que habían abierto.

El convite de bodas

21[3244]Y dijo a su mujer que preparase un convite y dispusiese todas las provisiones necesarias como para los que emprenden viaje. 22Hizo también matar dos vacas gordas y cuatro carneros, y mandó que fuesen convidados todos sus vecinos y todos sus amigos. 23Y Ragüel hizo jurar a Tobías que se quedaría en su casa dos semanas más. 24De todo lo que poseía Ragüel dio la mitad a Tobías, e hizo escritura, para que la otra mitad, luego de muertos él y su mujer, fuese propiedad de Tobías.

TOBÍAS 9
El ángel va a Rages para cobrar el dinero

1Entonces Tobías llamó aparte al ángel a quien tenía por un hombre, y le dijo: “Hermano Azarías, te suplico que oigas mis palabras. 2[3245]Aun cuando yo me diese a ti por esclavo, no podría pagar como debo tu cuidado. 3[3246]Esto no obstante te ruego que tomes caballerías y criados, para ir a Rages, ciudad de los medos, donde devolverás a Gabelo su recibo recobrando de él el dinero, y le convidarás a venir a mis bodas. 4Porque bien sabes tú mismo que mi padre está contando los días y si tardo un día más se afligirá su alma. 5Has visto también cómo me ha hecho jurar Ragüel, cuyo juramento no puedo tener en poco. 6Entonces Rafael, tomando cuatro criados de Ragüel y dos camellos, se encaminó a Rages, ciudad de los medos, y habiendo hallado a Gabelo le devolvió el recibo, y cobró de él todo el dinero. 7Y le contó todo lo que había pasado con Tobías, hijo de Tobías; y le llevó consigo (para asistir) a las bodas.

Gabelo en casa de Ragüel

8[3247]Al llegar (Gabelo) a casa de Ragüel, encontró a Tobías sentado a la mesa; el cual se levantó al punto, y los dos se besaron. Gabelo lloró, y alabando a Dios 9[3248]dijo: “Te bendiga el Dios de Israel, pues eres hijo de un hombre muy bueno, justo, y temeroso de Dios, y que reparte muchas limosnas. 10Que esta bendición se extienda sobre tu esposa, y sobre vuestros padres; 11y que veáis a vuestros hijos y a los hijos de vuestros hijos, hasta la tercera y cuarta generación; y sea vuestra descendencia bendita del Dios de Israel, que reina por los siglos de los siglos.” 12Y todos respondieron: “Amén”; y se pusieron a la mesa para celebrar con temor de Dios el convite de bodas.

TOBÍAS 10
Ansia de los padres de Tobías

1[3249]Mas como tardase Tobías, por razón de las bodas, estaba su padre Tobías con ansiedades, y decía: “¿Quién sabe por qué tarda mi hijo, o por qué se ha detenido allí? 2¿Ha muerto tal vez Gabelo, y no hay quien le devuelva el dinero?” 3Con esto empezó a afligirse sobremanera, y con él su mujer Ana. Ambos se pusieron a llorar juntamente porque su hijo no volvía a ellos al tiempo señalado. 4Su madre derramaba sin cesar lágrimas, y decía: “¡Ay, ay de mí, hijo mío! ¿Para qué te hemos enviado a lejanas tierras, lumbrera de nuestros ojos, báculo de nuestra vejez, consuelo de nuestra vida, esperanza de nuestra posteridad? 5Teniendo en ti solo todas las cosas juntas, no te debíamos dejar ir de nosotros.” 6Mas Tobías le decía: “Cálmate y no te inquietes; a nuestro hijo le va bien; es muy fiel el varón aquel con quien le enviamos.” 7Pero ella no se dejaba consolar, antes saliendo cada día fuera miraba hacia todas partes, y recorría todos los caminos por donde se esperaba que pudiera volver, para verlo venir, si posible fuese, desde lejos.

Tobías se despide de Ragüel

8Entretanto Ragüel decía a su yerno: “Quédate aquí, que yo enviaré a tu padre Tobías noticias de tu salud.” 9Tobías le respondió: “Yo sé que mi padre y mi madre están ahora contando los días y que su espíritu se consume en ansiedades.” 10Y después de haber hecho Ragüel repetidas instancias a Tobías, sin que este en lo más mínimo oyera sus razones, le entregó a Sara, con la mitad de su hacienda en siervos y siervas, en ganados, en camellos, en vacas, y con una gran cantidad de dinero. Así le dejó ir de su casa, sano y gozoso, 11[3250]diciendo: “El santo ángel del Señor os acompañe en vuestro viaje, y os conduzca sanos y salvos. Que halléis en próspero estado todas las cosas en casa de vuestros padres, y puedan ver mis ojos, antes que muera, a vuestros hijos.” 12Y tomando los padres a su hija, la besaron y la dejaron ir; 13[3251]amonestándola que honrase a sus suegros, amase al marido, cuidase de su familia, gobernase la casa y se portase de un modo irreprensible.

TOBÍAS 11
Vuelta de Tobías a sus padres

1[3252]Regresaron y llegaron en once días a Harán, situada a mitad del camino que va a Nínive. 2Y dijo el ángel: “Hermano Tobías, bien sabes en qué estado has dejado a tu padre. 3Por eso, si te parece, adelantémonos y vengan siguiendo poco a poco los criados con tu mujer y los animales.” 4Le pareció bien caminar así; y Rafael dijo a Tobías: “Toma contigo de la hiel del pez, porque será necesaria.” Tomó Tobías de aquella hiel, y se marcharon.

5[3253]Entretanto Ana iba todos los días a sentarse cerca del camino, en la cima de una colina, desde donde podía mirar muy lejos. 6Atalayando una vez desde allí a ver si venía su hijo, lo vio de lejos, y reconociendo inmediatamente que el que venía era su hijo, corrió a dar la noticia a su marido, diciendo: “Mira que viene tu hijo.”

7[3254]Entonces dijo Rafael a Tobías: “Cuando entrares en tu casa, adora en seguida al Señor, Dios tuyo; y dándole gracias, acércate a tu padre y bésalo; 8y al instante unge sus ojos con esta hiel del pez, que llevas contigo; pues has de saber que luego se abrirán sus ojos, y verá tu padre la luz del cielo y se alegrará al verte.”

9[3255]En esto el perro que los había acompañado en el viaje, se adelantó corriendo; y como si viniese a traer una nueva, se alegraba haciendo halagos con su cola. 10Levantose entonces el padre ciego y empezó a correr, más tropezando con los pies, dio la mano a un criado y salió a recibir a su hijo. 11Lo abrazó y lo besó, haciendo lo mismo la madre, y ambos comenzaron a llorar de gozo. 12Después de haber adorado a Dios y dado gracias se sentaron.

El hijo cura al padre

13[3256]Entonces Tobías, tomando de la hiel del pez, ungió los ojos de su padre. 14Estuvo este esperando casi media hora, cuando he aquí que empezó a desprenderse de sus ojos la catarata, semejante a una membrana de huevo. 15Tobías la asió y se la sacó de los ojos; y al punto recobró la vista. 16Y daban gloria a Dios, tanto él como su mujer, y todos sus conocidos. 17[3257]Tobías decía: “Te bendigo, oh Señor Dios de Israel, porque Tú me has castigado, y Tú me has sanado; y he aquí que yo veo ya a mi hijo Tobías.”

Llegada de Sara

18[3258]Al cabo de siete días llegó también Sara, mujer de su hijo, con toda la comitiva, en buena salud, y los ganados, los camellos, y el mucho dinero de la mujer, además de la suma cobrada de Gabelo. 19Y contó (Tobías) a sus padres todos los beneficios recibidos de parte de Dios por medio de aquel varón que le había guiado. 20[3259]Vinieron después Aquior y Nabat, primos hermanos de Tobías, a alegrarse y congratularse con él por todos los favores que Dios le había hecho. 21Tuvieron banquetes por espacio de siete días, y se regocijaron todos con gran alegría.

TOBÍAS 12
El ángel se da a conocer

1Entonces Tobías llamó aparte a su hijo, y le dijo: “¿Qué podemos dar a este santo varón que ha ido contigo?” 2Respondiendo Tobías, dijo a su padre: “Oh padre, ¿qué salario le daremos? ¿O qué cosa podría considerarse como equivalente de sus beneficios? 3[3260]Pues él me ha llevado y traído sano, cobró el dinero de Gabelo, me proporcionó esposa y ahuyentó de ella al demonio, causando alegría a sus padres; él me libró del pez que me iba a tragar, a ti te ha hecho ver la luz del cielo, y hemos sido colmados por medio de él de todos los bienes. ¿Qué podremos darle que corresponda a tantos favores? 4Mas yo te pido, padre mío, que le preguntes si por ventura se dignará tomar para sí la mitad de todo lo que hemos traído.” 5Llamándolo aparte el padre y el hijo empezaron a rogarle que se dignase aceptar la mitad de todo lo que habían traído.

6Entonces el ángel, estando solo con ellos, les dijo: “Bendecid al Dios del cielo, y glorificadle delante de todos los vivientes, pues ha mostrado en vosotros su misericordia. 7[3261]Porque así como es bueno guardar el secreto del rey, así es cosa honorífica revelar y pregonar las obras de Dios. 8Buena es la oración con el ayuno, y mejor la limosna que acumular tesoros de oro; 9[3262]porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna. 10[3263]Mas los que cometen pecado e iniquidad, son enemigos de su propia alma. 11Por eso voy a manifestaros la verdad, sin encubriros lo que ha estado oculto. 12Cuando tú orabas con lágrimas y enterrabas a los muertos y dejabas tu comida y escondías de día los muertos en tu casa y los sepultabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor. 13[3264]Y por lo mismo que eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase. 14Ahora el Señor me envió a sanarte a ti, y a librar del demonio a Sara, mujer de tu hijo. 15[3265]Porque yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor.”

16Cuando oyeron estas palabras, quedaron turbados y temblando cayeron en tierra sobre su rostro. 17Pero el ángel les dijo: “La paz sea con vosotros, no temáis. 18Pues cuando estaba yo con vosotros, estaba por voluntad de Dios. Bendecid a Él y cantad sus alabanzas. 19[3266]Vosotros creíais por cierto que yo comía y bebía con vosotros; más yo me sustento de un manjar invisible y de una bebida que no puede ser vista de los hombres. 20Ya es tiempo de que me vuelva al que me ha enviado; vosotros, empero, bendecid a Dios, y pregonad todas sus maravillas.”

21Dicho esto desapareció de su vista, y no pudieron ya verlo más. 22Entonces, postrados sobre su rostro durante tres horas, bendijeron a Dios. Después se levantaron y contaron todas estas maravillas.

TOBÍAS 13
Cántico de Tobías

1[3267]Tobías el anciano abrió su boca, y bendiciendo al Señor dijo:

“Grande eres Tú, oh Señor, por siempre,

y tu reino dura por todos los siglos.

2Porque Tú castigas y salvas;

Tú conduces al sepulcro, y sacas de él,

y no hay quien escape de tus manos.

3Bendecid al Señor; hijos de Israel,

y alabadle ante las naciones.

4[3268]Pues por eso os ha esparcido

entre las gentes que no lo conocen,

para que contéis sus maravillas,

y les enseñéis que fuera de Él

no hay otro Dios todopoderoso.

5[3269]Él nos ha castigado

por nuestras iniquidades,

y Él nos salvará por su misericordia.

6Mirad lo que ha hecho por nosotros;

alabadle con temor y temblor,

y glorificad con vuestras obras

al rey de los siglos.

7Yo le ensalzaré

en la tierra de mi cautiverio,

pues ha manifestado su majestad

sobre una nación pecadora.

8Convertíos oh pecadores,

y haced lo que es justo ante Dios,

seguros de que os hará misericordia.

9[3270]En cuanto a mí,

yo y mi alma en Él nos alegraremos.

10Bendecid al Señor

todos sus escogidos,

celebrad días de alegría y loadle.

11[3271]Jerusalén, ciudad de Dios,

el Señor te ha castigado

por lo que has hecho.

12[3272]Glorifica al Señor

con tus buenas obras,

y bendice al Dios de los siglos,

para que reedifique en ti su morada

y te restituya todos los cautivos,

y te goces por todos los siglos de los siglos.

13[3273]Brillarás con luz esplendorosa,

y todos los países de la tierra

se prosternarán delante de ti.

14[3274]Vendrán a ti naciones lejanas;

trayendo dones adorarán en ti al Señor,

y tendrán tu tierra por santuario.

15Porque dentro de ti

invocarán el gran Nombre.

16[3275]Malditos los que te desprecian;

serán condenados

todos los que te blasfemaren

y benditos los que te reedifiquen.

17Te regocijarás en tus hijos,

porque todos serán benditos

y se reunirán con el Señor.

18Dichosos todos los que te aman

y se regocijan por tu paz.

19[3276]Alma mía, bendice al Señor;

pues Él, el Señor Dios nuestro,

ha librado a Jerusalén, su ciudad,

de todas sus tribulaciones.

20Dichoso seré yo,

si quedaren reliquias de mi linaje

para ver el esplendor de Jerusalén.

21[3277]De zafiros y de esmeraldas

se harán las puertas de Jerusalén,

y de piedras preciosas

todo el circuito de sus muros.

22Con piedras blancas y limpias

serán enlosadas todas sus calles

y en todos sus barrios se cantará Aleluya.

23Bendito sea el Señor

que la ha ensalzado,

y sea su reino en ella

por los siglos de los siglos. Amén.”

TOBÍAS 14
Últimos años de Tobías

1Así terminó Tobías su cántico.

Cuarenta y dos años vivió Tobías después de recobrada la vista, y viendo a los hijos de sus nietos; 2cumplió ciento dos años hasta que fue sepultado con honores en Nínive. 3Porque a los cincuenta y seis años perdió la vista, y a los sesenta la recobró. 4[3278]Pasó en gozo el resto de su vida; y habiendo hecho grandes progresos en el temor de Dios, vino a descansar en paz.

5A la hora de su muerte llamó a sí a su hijo Tobías y a los siete jóvenes hijos de este, nietos suyos, y les dijo: 6“La ruina de Nínive está cerca; pues la palabra del Señor no dejará de cumplirse; nuestros hermanos que están dispersos fuera de la tierra de Israel, volverán a ella; 7[3279]será repoblada toda su tierra desierta, y reedificada de nuevo la casa de Dios, que fue allí entregada a las llamas. Volverán allá todos los que temen a Dios; 8[3280]los gentiles abandonarán sus ídolos y vendrán a Jerusalén para morar en ella. 9Allí se regocijarán todos los reyes de la tierra, adorando al Rey de Israel. 10Escuchad, hijos míos, a vuestro padre; servid al Señor en verdad y buscad cómo hacer lo que le es agradable. 11Encomendad a vuestros hijos que practiquen la justicia y den limosnas; que tengan presente a Dios y le bendigan en todo tiempo sinceramente y con todo esfuerzo. 12Ahora oídme, hijos míos. No queráis permanecer aquí; el día mismo en que hubiereis sepultado a vuestra madre junto a mí, en la misma sepultura, en ese día disponed vuestro viaje para salir de aquí. 13Porque yo veo que la iniquidad llevará a esta (ciudad) a la ruina.”

Conclusión

14En efecto, después de la muerte de su madre, se retiró Tobías (el hijo) de Nínive con su mujer, sus hijos y los hijos de sus hijos, y se volvió a sus suegros; 15a los cuales halló sanos y salvos, en dichosa vejez. Cuidó de ellos, y él mismo les cerró los ojos. Recibió toda la herencia de la casa de Ragüel, y vio a los hijos de sus hijos hasta la quinta generación. 16[3281]Después que hubo cumplido noventa y nueve años en el temor del Señor, le sepultaron con alegría. 17Toda su parentela y todos sus descendientes perseveraron en el bien vivir y en el ejercicio de obras santas; de manera que fueron gratos a Dios y a los hombres, y a todos los habitantes de aquel país.

JUDIT

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INTRODUCCIÓN

El libro de Judit tiene por objeto confortar a los israelitas, dándoles a conocer en un hecho histórico la milagrosa ayuda que Dios presta a su pueblo.

Judit, una viuda de la tribu de Simeón, que habitaba en la ciudad de Betulia, sitiada por el general asirio Holofernes, habiendo oído que los magistrados iban a entregar la ciudad al enemigo, promete libertar a su pueblo. Se viste con sus mejores galas, y acompañada de una sirvienta, sale en dirección al campo de los asirios. Conducida a la presencia de Holofernes, logra ganar su simpatía y engañarlo de tal manera que la invita a un festín. Llegada la noche, Judit le corta la cabeza, regresa a Betulia y cuelga la cabeza de Holofernes de la muralla de la ciudad. Los asirios al ver el cadáver ensangrentado de su general emprenden la fuga.

“La historicidad de estos hechos ha sido atacada por muchos, entre los que se colocaron también algunos católicos. Hay tres opiniones sobre el carácter histórico o no-histórico de este libro. Unos lo toman en sentido estrictamente histórico, otros le atribuyen carácter didáctico o parenético, y otros mezclan los dos géneros literarios, es decir, consideran el libro como histórico en sentido general, pero no en los detalles. Falta, pues, determinar el carácter literario de este libro, asunto que debe resolverse en conformidad con la luminosa doctrina expresada en la Encíclica de Pío XII: «Divino Afflante Spiritu» (Nácar-Colunga).”

Para los defensores de la historicidad, la época de los sucesos es aquel triste período, en que el rey Manasés fue llevado cautivo a Babilonia (cf. II Paralipómenos 33, 11), lo que explica que Judá estaba sin jefe (no existiendo tampoco el reino de Israel) (cf. IV Reyes capítulo 11).

También sobre el tiempo de la composición divergen las opiniones entre los exégetas católicos. Parece seguro que fue escrito en tiempo postexílico, o sea, después del cautiverio de Babilonia. Por otra parte, hay que reconocer la frescura del relato y la precisión de los datos genealógicos (1, 8), geográficos (1, 6-8; 2, 12-17; 3, 1-14; 4, 3 y 5), cronológicos (2, 1; 8, 4; 16, 28), históricos (1, 3-10), etc., que su ignorado autor —un judío de Palestina— conocía bien a fondo.

Las versiones, como en el Libro de Tobías, son varias y distintas en los detalles, no existiendo el original, que parece haber sido hebreo o arameo.

En cuanto al contenido moral y espiritual de este sublime Libro, lo entenderá con gran provecho quien lo medite atentamente. No hemos pretendido ciertamente justificar a Dios como si Él necesitara de nuestra defensa. La justificación de Dios está en sus propias palabras, como dice el Profeta David (cf. Salmo 18, 8-10).

No existiendo el original hebreo (arameo), seguimos en esta traducción el texto de la Vulgata, que proviene de un texto arameo caldeo, revisando de vez en cuando a Torres Amat.

JUDIT 1
Arfaxad y Nabucodonosor

1[3282]Arfaxad, rey de los medos, después de haber subyugado a su imperio muchas naciones, edificó una ciudad sumamente fuerte, a la que dio el nombre de Ecbátana. 2(La edificó) de piedras labradas a escuadra, dándole murallas que tenían setenta codos de anchura y treinta de altura, y levantó sus torres hasta cien codos de altura. 3Eran estas cuadradas, teniendo cada uno de sus lados la extensión de veinte pies; e hizo sus puertas en proporción de la altura de las torres. 4Entonces se jactaba, como si fuese invencible, de la fuerza de sus ejércitos y de la magnificencia de sus carros.

5[3283]Pero Nabucodonosor, rey de los asirios, que reinaba en Nínive, la gran ciudad, hizo guerra contra Arfaxad el año duodécimo de su reinado, y le venció 6en la espaciosa llanura llamada Ragau, cerca del Éufrates, del Tigris y del Jadasón, en la llanura de Erioc, rey de los élicos.

Mensaje de Nabucodonosor

7Entonces se ensalzó el rey Nabucodonosor, y engriéndose en su corazón despachó mensajeros a todos los habitantes de la Cilicia, de Damasco y del Líbano, 8[3284]a los pueblos del Carmelo y de Cedar, a los habitantes de Galilea y de la gran llanura de Esdrelón, 9[3285]a todos los que moraban en Samaria y en la otra parte del Jordán, hasta Jerusalén, y a toda la tierra de Jesé hasta las fronteras de Etiopía. 10A todos estos envió embajadores Nabucodonosor, rey de los asirios; 11pero todos a una rechazaron a los mensajeros, despachándolos con las manos vacías, y los echaron con desprecio. 12[3286]Con esto el rey Nabucodonosor se indignó contra todos estos países y juró por su trono y por su reino que se vengaría de todas esas regiones.

JUDIT 2
Designios de Nabucodonosor

1La resolución de vengarse se tomó el año decimotercio del reinado de Nabucodonosor, el veinte y dos del mes primero, en el palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios. 2Convocó a todos los ancianos, a todos sus capitanes y guerreros y tuvo con ellos un consejo secreto. 3[3287]Les dijo que su designio era subyugar toda la tierra a su imperio. 4Siendo tal decisión aprobada por todos, llamó el rey Nabucodonosor a Holofernes, jefe de su ejército. 5[3288]Y le dijo: “Sal a campaña contra todos los reinos del Occidente, y principalmente contra los que menospreciaron mi dominación. 6No te compadecerás de reino alguno, sino que me subyugarás toda ciudad fuerte.”

Expedición de Holofernes

7Entonces Holofernes convocó a los capitanes y oficiales del ejército de los asirios y escogió para la expedición, conforme a la orden del rey, ciento veinte mil soldados de infantería y doce mil flecheros de a caballo. 8Despachó delante de su ejército una innumerable muchedumbre de camellos con abundantes provisiones para las tropas, juntamente con ganado vacuno, y rebaños de ovejas sin número. 9Mandó acopiar trigo en toda la Siria para cuando él pasase. 10Y tomó de la casa del rey muchísima cantidad de oro y plata. 11Después se puso en marcha, él y todo el ejército, con los carros, la caballería y los flecheros, que cubrieron la superficie de la tierra como langostas.

12[3289]Habiendo pasado la frontera de Asiria, llegó a las grandes montañas de Ange, situadas a la izquierda de la Cilicia, subió a todos sus castillos y se apoderó de todas las plazas fuertes. 13[3290]Conquistó la famosísima ciudad de Meloti, y saqueó a todos los habitantes de Tarsis, como también a los hijos de Ismael, que moraban enfrente del desierto, al mediodía del país de Celón. 14[3291]Pasó el Éufrates y llegó a Mesopotamia, donde tomó todas las ciudades fuertes que había allí, desde el arroyo de Mambré hasta el mar.

15Se hizo también dueño de todo el país desde Cilicia hasta el territorio de Jafet, que se extiende hacia el mediodía. 16[3292]Y se llevó toda la gente de Madián, robó todas sus riquezas y paso a filo de espada a todos los que le resistían. 17Después descendió a las campiñas de Damasco, al tiempo de la siega, quemó todos los sembrados y taló todos los árboles y viñas.

18Y cayó el temor de él sobre todos los habitantes de la tierra.

JUDIT 3
Rendición de los pueblos

1[3293]Entonces los reyes y los príncipes de todas las ciudades y provincias, es a saber, de la Siria de Mesopotamia y de la Siria de Sobal, de Libia y de Cilicia, enviaron sus embajadores, que se presentaron a Holofernes y le dijeron: 2“Cese tu indignación para con nosotros, porque vale más vivir sirviendo al gran rey Nabucodonosor y someternos a ti, que morir y con nuestra ruina sufrir los males de nuestra esclavitud. 3Todas nuestras ciudades, todas nuestras posesiones, todos nuestros montes y collados, los campos, las vacadas, los rebaños de ovejas, cabras, caballos y camellos, todas nuestras facultades y nuestras familias están a tu disposición. 4Quede a tu arbitrio todo lo que poseemos. 5Nosotros y nuestros hijos somos tus siervos. 6Ven a nosotros como señor pacífico y empléanos en tu servicio como gustares.”

7Entonces bajó de las montañas con la caballería y su ejército numeroso, y se apoderó de todas las ciudades y de todos los pueblos del país. 8De todas las ciudades enroló como tropas auxiliares a los hombres robustos y escogidos para la guerra. 9Fue tan grande el espanto que se apoderó de aquellas provincias, que los habitantes de todas las ciudades, tanto los príncipes y distinguidos, como el pueblo, a su llegada le salían al encuentro, 10recibiéndolo con coronas y antorchas encendidas y formando danzas al son de tamboriles y flautas. 11Pero aun haciendo todo esto no pudieron mitigar la ferocidad de aquel corazón. 12[3294]Porque siguió destruyendo sus ciudades y talando sus árboles sagrados, 13[3295]por cuanto el rey Nabucodonosor le había dado orden de exterminar todos los dioses de la tierra, para que él solo fuese llamado dios por aquellas naciones que el poder de Holofernes pudiese subyugarle.

14[3296]Habiendo atravesado la Siria de Sobal, toda la Apamea y toda la Mesopotamia, llegó a los idumeos, al país de Gabaá, 15tomó sus ciudades y se detuvo allí por espacio de treinta días, durante los cuales mandó que se reuniese toda la fuerza de su ejército.

JUDIT 4
Israel se prepara para la guerra

1Cuando los hijos de Israel, habitantes de la tierra de Judá, supieron esto, temieron sobremanera su llegada. 2[3297]Invadió sus corazones el terror y el espanto, porque temían que hiciese con Jerusalén y con el Templo del Señor lo que había perpetrado en las otras ciudades y sus templos. 3Enviaron gente a toda la frontera de Samaria hasta Jericó, ocuparon de antemano todas las cimas de los montes, 4cercaron de muros sus aldeas y almacenaron granos, preparándose para la guerra. 5[3298]Asimismo el sacerdote Eliaquim escribió a todos los que habitaban enfrente de Esdrelón, ante la gran llanura cerca de Dotain, y a todos los lugares por los cuales (el enemigo) podía pasar, 6que ocupasen las subidas de los montes, por donde se podía ir a Jerusalén, y custodiasen los pasos estrechos que podía haber entre los montes. 7Los hijos de Israel hicieron conforme se lo había ordenado Eliaquim, sacerdote del Señor.

8[3299]Todo el pueblo invocó al Señor con grandes instancias, y humillaron sus almas con ayunos y oraciones, así ellos como sus mujeres. 9Los sacerdotes vistieron cilicios y los niños se postraron por tierra delante del Templo del Señor, cuyo altar cubrieron también de cilicio. 10Y clamaron todos al Señor, Dios de Israel (pidiéndole) que no fuesen llevados presos sus hijos, ni repartidas sus mujeres, ni exterminadas sus ciudades, ni profanado su Santuario, para que no llegasen a ser el oprobio de las naciones.

El Sumo Sacerdote exhorta al pueblo

11Entonces Eliaquim, Sumo Sacerdote del Señor, recorrió todo (el país de) Israel, y les habló 12[3300]en estos términos: “Tened por cierto que el Señor oirá vuestras plegarias si perseverareis constantemente en ayunos y oraciones delante del Señor. 13Acordaos de Moisés, siervo del Señor, el cual no por medio de las armas, sino suplicando con santas oraciones, derrotó a Amalec, que confiaba en su fuerza, en su poder, en su ejército, en sus broqueles, en sus carros de guerra y en su caballería. 14Así sucederá a todos los enemigos de Israel si perseverareis en esta obra que habéis comenzado.” 15Movidos por estas exhortaciones, perseveraban orando en la presencia del Señor, 16de tal manera, que aun los que ofrecían holocaustos al Señor, le presentaban las víctimas vestidas de cilicios, y cubiertas de ceniza sus cabezas. 17Y todos oraban a Dios de todo corazón, para que visitase a Israel, su pueblo.

JUDIT 5
Aquior y Holofernes

1Holofernes, jefe del ejército asirio, recibió la noticia de que los hijos de; Israel se preparaban para resistirle y que tenían cerrados los pasos de los montes. 2[3301]Entonces, montando en cólera, e irritándose sobremanera, hizo venir a todos los príncipes de Moab, y a los capitanes de los ammonitas, 3y les habló de esta manera: “Decidme ¿Qué pueblo es ese que ocupa los montes, qué ciudades son las suyas, cuáles y cuán grandes; cuál es su poder, cuánta su gente, y quién es el jefe de sus tropas? 4¿Por qué estos, entre todos los que moran en el oriente, nos han menospreciado y no han venido a nuestro encuentro para recibirnos como amigos?”

5[3302]Entonces Aquior, jefe de todos los ammonitas, le respondió y dijo: “Si te dignas escucharme, diré, señor mío, en tu presencia la verdad acerca de ese pueblo que habita en las montañas, y no saldrá de mi boca palabra falsa, 6[3303]Ese pueblo es del linaje de los caldeos. 7Habitó primeramente en Mesopotamia, pues no quisieron seguir los dioses de sus padres, que vivían en el país de los caldeos. 8Abandonando las ceremonias de sus padres, que rendían culto a muchos dioses, 9adoraron al solo Dios del cielo, el cual les mandó salir de allí y pasar a vivir en Canaán. Mas cuando una gran hambre invadió todo aquel país, bajaron a Egipto, donde por espacio de cuatrocientos años se multiplicaron hasta hacerse incontable su número. 10Tratados con dureza por el Rey de Egipto y forzados a edificar ciudades con barro y ladrillos, clamaron a su Señor, el cual hirió a toda la tierra de Egipto con varias plagas. 11Entonces los egipcios los arrojaron de sí. Pero cuando cesaron las plagas, quisieron de nuevo cautivarlos y reducirlos a la anterior servidumbre. 12Mas ellos huyeron, y el Dios del cielo les abrió el mar; de tal manera que de un lado y otro las aguas formaron una masa sólida como un muro; y así caminando a pie enjuto, atravesaron el fondo del mar. 13Un ejército innumerable de egipcios que los perseguía por el mismo paso, fue de tal suerte cubierto de las aguas, que ni uno siquiera quedó para contar el suceso a la posteridad. 14Salidos del Mar Rojo ocuparon los desiertos del monte Sinaí, donde jamás hombre alguno pudo habitar, ni descansar persona alguna. 15[3304]Allí las fuentes amargas se les convirtieron en dulces, a fin de que pudiesen beber, y por espacio de cuarenta años recibieron el manjar del cielo. 16Dondequiera que llegaron, sin arco ni saeta, sin escudo ni espada, peleó por ellos su Dios y salió vencedor. 17No hubo jamás quien pudiese hacer daño a este pueblo, mientras no se apartó del culto del Señor su Dios. 18Pero siempre que, fuera de su Dios, adoraron a otro, fueron entregados al saqueo, a la espada y al oprobio. 19En cambio, cuando se arrepintieron de haber abandonado el culto de su Dios, el Dios del cielo les dio fuerzas para resistir. 20Así que al fin abatieron a los reyes cananeos, jebuseos, fereceos, heteos, heveos, amorreos y a todos los potentados de Hesebón, de cuyas tierras y ciudades tomaron posesión. 21Mientras no pecaron contra su Dios, les fue bien, porque su Dios aborrece la iniquidad. 22[3305]Pocos años hace, se desviaron del camino que Dios les había señalado para que anduviesen por él, y fueron destruidos en batallas por muchas naciones y llevados cautivos muchísimos de ellos a tierra extraña 23Mas habiéndose convertido poco ha al Señor, su Dios, se han reunido de nuevo (volviendo) de los lugares en que habían sido esparcidos, han repoblado todas estas montañas y poseen nuevamente a Jerusalén, donde está su santuario. 24Ahora, pues, infórmate, oh señor mío, si ellos son reos de algún delito delante de su Dios. (De ser así) marcharemos contra ellos, porque indudablemente su Dios los entregará en tus manos y quedarán sujetos al yugo de tu poder. 25Pero si este pueblo no ha ofendido a su Dios, no podremos resistirle, porque le defenderá su Dios, y vendremos a ser el escarnio de toda la tierra.”

Cólera de Holofernes contra Aquior.

26Acabado que hubo Aquior de hablar estas palabras, se indignaron todos los magnates de Holofernes y pensaban quitarle la vida, diciéndose uno a otro: 27“¿Quién es este que dice que al rey Nabucodonosor y a sus ejércitos pueden resistir los hijos de Israel, unos hombres sin armas, sin valor y sin pericia en el arte militar? 28Por eso, para que Aquior conozca cómo nos engaña, subamos a esas montañas, y después de cautivar los más valientes de entre ellos, será pasado a cuchillo él juntamente con los mismos, 29para que sepa todo el mundo que Nabucodonosor es el dios de la tierra y que no hay otro fuera de él.”

JUDIT 6
Aquior entregado a los israelitas

1En cuanto terminaron de hablar, Holofernes indignado sobremanera, dijo a Aquior: 2“Ya que has profetizado, diciéndonos que el pueblo de Israel es defendido por su Dios, y para hacerte ver que no hay otro Dios fuera de Nabucodonosor, 3pasaremos a cuchillo a todos ellos, como si fuesen un solo hombre, después perecerás tú también al filo de la espada de los asirios, y todo Israel perecerá contigo. 4Entonces sabrás por experiencia que Nabucodonosor es el señor de toda la tierra; porque entonces la espada de mis soldados atravesará tu costado y caerás traspasado entre los heridos de Israel, y no respirarás más, sino que serás exterminado con ellos. 5Si tú realmente tienes por cierta tu profecía, no se abata tu rostro; y apártese de ti esa palidez que cubre tu semblante, si de veras crees que no pueden cumplirse estas palabras mías. 6Mas para que sepas que has de sufrir esto juntamente con ellos, he aquí que desde ahora serás asociado a su pueblo, a fin de que cuando por mi espada reciban el castigo merecido, también tú seas envuelto en la venganza.”

7Entonces Holofernes ordenó a sus siervos que prendiesen a Aquior y lo llevasen a Betulia, para entregarlo en manos de los hijos de Israel. 8Tomaron, pues, los siervos de Holofernes a Aquior y atravesaron la llanura; mas cuando llegaron a las montañas, salieron contra ellos los honderos, 9por lo que declinando hacia un lado del monte amarraron a Aquior de pies y manos a un árbol; y así atado con cuerdas lo dejaron, volviéndose a su señor.

Aquior en medio de los israelitas

10[3306]Los hijos de Israel descendieron de Betulia, y llegados a él, lo desataron y lo condujeron a Betulia, donde lo pusieron en medio del pueblo y le preguntaron cuál era la causa de haberlo atado los asirios. 11En aquel tiempo eran allí príncipes, Ocías, hijo de Micas, de la tribu de Simeón, y Carmí, llamado también Gotoniel. 12Estando Aquior en medio de los ancianos y en presencia de todos, contó todo cuanto había respondido a las preguntas de Holofernes, y cómo la gente de Holofernes le había querido matar por haber hablado de aquella manera, 13y cómo a causa de esto el mismo Holofernes irritado le había mandado entregar a los israelitas, para que, luego que estos fuesen vencidos, le quitara la vida por medio de varios suplicios, por haber dicho: “El Dios del cielo es el defensor de ellos.”

14Explicadas todas estas cosas por Aquior, todo el pueblo se postró sobre su rostro para adorar al Señor, y con gemidos y llanto general derramaron unánimes sus plegarias ante el Señor, 15[3307]diciendo: “Señor Dios del cielo y de la tierra, mira la soberbia de ellos y contempla nuestra humillación; considera el semblante de tus santos y muestra que no abandonas a los que confían en Ti, y que humillas a los que presumen de sí mismos y se jactan de su poder.”

16Acabado el llanto y concluida la oración del pueblo, que duró todo el día, consolaron a Aquior, 17diciendo: “El Dios de nuestros padres, cuyo poder has pregonado, Ese mismo te dará, como recompensa, que veas tú antes la ruina de aquellos. 18Cuando el Señor nuestro Dios hubiere dado libertad a sus siervos, esté Él también contigo en medio de nosotros, para que del modo que mejor te parezca vivas entre nosotros, así tú como los tuyos.” 19Entonces Ocías, despedida la asamblea, le hospedó en su casa y le ofreció un gran banquete, 20al cual convidó a todos los ancianos. Así después de haber ayunado todo el día, tomaron juntos su alimento. 21Después fue convocado todo el pueblo, y toda la noche hicieron oración dentro de la sinagoga, pidiendo socorro al Dios de Israel.

JUDIT 7
Asedio de Betulia

1Al día siguiente Holofernes mandó a sus tropas que subiesen contra Betulia. 2Tenía ciento veinte mil soldados de infantería y veinte y dos mil de caballería, sin contar a los que había adiestrado de entre los cautivos, y toda la juventud que por fuerza se había llevado de las provincias y ciudades. 3[3308]Todos a un tiempo se prepararon para combatir a los hijos de Israel, y avanzaron por la ladera del monte hasta la altura que mira a Dotain, (acampando) desde el lugar llamado Belma, hasta Celmón, situado enfrente de Esdrelón. 4Al ver los hijos de Israel aquella multitud, se postraron en tierra, echando ceniza sobre sus cabezas y rogando todos juntos al Dios de Israel que mostrase su misericordia para con su pueblo. 5Luego tomaron sus armas y se apostaron en los parajes por donde se va a un sendero estrecho en medio de los montes; y los estaban guardando de día y de noche.

6Dando vuelta por los alrededores, encontró Holofernes que la fuente que desaguaba dentro (de la ciudad) venía por un acueducto que se hallaba fuera, hacia el mediodía, y mandó que les cortasen ese acueducto. 7Quedaban, sin embargo, no lejos de los muros, unos manantiales, de donde se veía que sacaban a escondidas agua, más para aliviar la sed que para apagarla. 8Entonces los ammonitas y los moabitas fueron a decir a Holofernes: “Los hijos de Israel no ponen su confianza en sus lanzas, ni en sus flechas, sino que su defensa y fortificaciones son los montes y los collados escarpados. 9Ahora bien, si quieres vencerlos sin venir a las manos, pon guardias en los manantiales, para impedir que saquen agua de ellos, y los matarás sin espada, o a lo menos, fatigados entregarán su ciudad, que creen inexpugnable por cuanto está situada en los montes.” 10[3309]Este consejo pareció bueno a Holofernes y a sus oficiales, por lo cual puso cien hombres de guardia alrededor de cada manantial. 11Después de veinte días que se hacía esta guardia, todas las cisternas y depósitos de agua de todos los habitantes de Betulia se agotaron, de tal manera que dentro de la ciudad no había agua bastante para saciar la sed aunque fuese para un solo día; pues se repartía cada día a los vecinos el agua por medida.

Los habitantes quieren rendirse

12Entonces todos los hombres y mujeres, jóvenes y niños, se congregaron con Ocías, y todos a una voz 13dijeron: “Juzgue Dios entre ti y nosotros; pues tú nos has causado estos males, por no querer tratar la paz con los asirios; por eso Dios nos ha vendido en sus manos; 14y por lo mismo no hay quien nos socorra ahora que desfallecemos por la sed y la suma miseria, a vista de los enemigos. 15[3310] Convóquense, pues, inmediatamente todos los que se hallan en la ciudad, para que nos entreguemos todos voluntariamente a la gente de Holofernes; 16porque más vale vivir cautivos y bendecir al Señor, que morir y ser el oprobio de todos los hombres, después de haber visto perecer ante nuestros ojos nuestras esposas y nuestros niños. 17Tomando hoy por testigos al cielo y a la tierra y al Dios de nuestros padres, el cual nos castiga conforme a nuestros pecados, (os conjuramos) que entreguéis en seguida la ciudad en poder de la gente de Holofernes, para que encontremos en breve nuestro fin al filo de la espada, y no se prolongue más y más con el ardor de la sed.”

18Dicho esto, prorrumpió todo el concurso en grandes llantos y alaridos; y por espacio de muchas horas estuvieron clamando a Dios a una voz, diciendo: 19“Hemos pecado nosotros y nuestros padres; hemos obrado injusticia y hemos hecho iniquidad. 20Pero Tú eres piadoso; ten misericordia de nosotros, o castiga Tú mismo nuestras iniquidades, mas no quieras entregar a los que te honran, en manos de un pueblo que no te conoce; 21no sea que digan los gentiles: “¿Dónde está su Dios?”

22Cuando fatigados de tanto clamar y llorar, quedaron en silencio, 23[3311]se levantó Ocías y bañado en lágrimas, dijo: “Tened buen ánimo, hermanos míos, y esperemos durante cinco días la misericordia del Señor; porque quizá pondrá fin a su indignación y glorificará su nombre. 24Mas si pasados los cinco días no viene socorro, haremos lo que habéis dicho.”

JUDIT 8
Judit

1Oyó estas palabras Judit, una viuda que era hija de Merarí, hijo de Idox, hijo de José, hijo de Ocías, hijo de Elaí, hijo de Jamnor, hijo de Gedeón, hijo de Rafaím, hijo de Aquitob, hijo de Melquías, hijo de Henán, hijo de Natanías, hijo de Salatiel, hijo de Simeón, hijo de Rubén. 2El marido de ella fue Manasés, que murió en los días de la siega de la cebada. 3Pues mientras vigilaba a los que ataban los haces en el campo, vino una insolación sobre su cabeza y murió en Betulia, su ciudad, donde fue sepultado con sus padres. 4Hacía ya tres años y medio que Judit había quedado viuda de (Manasés), 5y en lo más alto de su casa se había hecho una habitación separada, donde moraba encerrada con sus criadas. 6Ceñida de cilicio, ayunaba todos los días de su vida, menos los sábados, novilunios y fiestas de la casa de Israel. 7Era hermosa en extremo, y su marido le había dejado muchas riquezas, muchos criados y posesiones llenas de vacadas y de rebaños de ovejas. 8[3312]Todos la estimaban muchísimo, porque era temerosa de Dios, y no había quien hablase de ella en sentido desfavorable.

Judit reprende a los ancianos

9Esta, cuando oyó que Ocías había prometido que pasados cinco días entregaría la ciudad, envió a llamar a los ancianos Cabri y Carmi. 10[3313]Venidos a ella, les dijo: “¿Cómo Ocías ha podido consentir en entregar la ciudad a los asirios, si dentro de cinco días no viene socorro? 11¿Y quiénes sois vosotros, que tentáis al Señor? 12No es esta palabra el medio apropiado para atraer su misericordia, sino más bien para provocar su ira y encender su furor. 13Habéis fijado plazo a la misericordia del Señor, y le habéis señalado día según vuestro arbitrio. 14Mas, puesto que el Señor es sufrido, arrepintámonos de esto mismo, y derramando lágrimas imploremos su indulgencia; 15[3314]porque no son las amenazas de Dios como las de los hombres, ni se enciende su cólera a la manera de los hijos de los hombres. 16Por tanto, humillemos delante de Él nuestras almas, y poseídos de un espíritu de humildad, como conviene a siervos suyos, 17[3315]pidamos con lágrimas al Señor, para que según su voluntad use con nosotros de su misericordia, y para que así como la soberbia de los enemigos ha turbado nuestro corazón, así también nuestra humillación resulte un motivo de gloria. 18Pues no hemos imitado los pecados de nuestros padres, que abandonaron a su Dios y adoraron dioses extranjeros, 19por cuya maldad fueron entregados a la espada y al saqueo y al escarnio de sus enemigos. Nosotros, empero, no conocemos otro Dios que a Él. 20[3316]Esperemos humildemente su consolación; Él vengará nuestra sangre de los enemigos que nos afligen, y humillará a todas las naciones que se levantan contra nosotros; el Señor Dios nuestro las cubrirá de ignominia.

Exhortaciones de Judit

21[3317]Ahora, pues, hermanos, ya que vosotros sois los ancianos en el pueblo de Dios, y de vosotros depende la vida de ellos, alentad con vuestras palabras sus corazones, para que recuerden que nuestros padres han sido tentados, a fin de ser probados si de veras honraban a su Dios. 22¡Que se acuerden cómo fue tentado nuestro padre Abrahán, y cómo, probado con muchas tribulaciones, vino a ser el amigo de Dios! 23Así Isaac, así Jacob, así Moisés y todos los que agradaron a Dios, pasaron por muchas tribulaciones, manteniéndose siempre fieles. 24[3318]Mas aquellos que no aceptaron las pruebas con temor del Señor, sino que a causa de su impaciencia profirieron injuriosas murmuraciones contra el Señor, 25fueron exterminados por el exterminador y perecieron mordidos de las serpientes. 26[3319]Por tanto, no nos dejemos llevar a la impaciencia por lo que padecemos; 27antes bien, considerando que estos castigos son menores que nuestros pecados, creamos que los azotes del Señor, con que como esclavos somos corregidos, nos han venido para enmienda, y no para nuestra perdición.”

Proyecto de Judit

28Dijeron entonces Ocías y los ancianos: “Todo lo que has dicho es verdad, y no hay en tus palabras cosa que reprender. 29Ahora, pues, ruega por nosotros, puesto que eres una mujer santa y temerosa de Dios.” 30Judit les dijo: “Así como conocéis que es de Dios lo que he podido decir, 31así también examinad, si es de Dios lo que me propongo hacer; y orad para que Dios me dé la fuerza para realizar mi designio. 32Vosotros esta noche estaréis a la puerta, y yo saldré fuera con mi doncella; y orad, a fin de que dentro de los cinco días, como lo habéis dicho, el Señor sea propicio a su pueblo de Israel. 33Mas no quiero que investiguéis lo que voy a hacer; y hasta que vuelva yo a avisaros, no se haga otra cosa, sino orar por mí al Señor Dios nuestro.” 34Ocías, príncipe de Judá, le respondió: “Vete en paz, y el Señor sea contigo para vengarnos de nuestros enemigos.” Y volviéndose se retiraron.

JUDIT 9
Oración de Judit

1Después que estos se hubieron retirado, entró Judit en su oratorio, y vistiéndose de cilicio, esparció ceniza sobre su cabeza, y postrada ante el Señor clamaba a Él, diciendo: 2[3320]“Señor Dios de mi padre Simeón, que le diste una espada para castigar aquellos extranjeros que por una impura pasión violaron y deshonraron una virgen, llenándola de afrenta; 3Tú que entregaste sus mujeres a la esclavitud, y sus hijas al cautiverio, y repartiste todos los despojos entre tus siervos, que ardieron de celo por tu honor; socorre, te suplico, Señor Dios mío, a esta viuda. 4Tú obraste las maravillas de los tiempos antiguos, las ideaste unas tras otras, y se ha hecho lo que Tú has querido; 5pues todos tus caminos están preparados de antemano, y Tú tienes dispuestos tus juicios según tu providencia. 6Vuelve ahora la vista sobre el campamento de los asirios, como te dignaste en otra ocasión volverla sobre el de los egipcios, cuando armados perseguían a tus siervos, confiando en sus carros, en su caballería y en la muchedumbre de los guerreros. 7[3321]Mas Tú tendiste la vista sobre el campamento y las tinieblas les quitaron la fuerza; 8el abismo detuvo sus pasos y las aguas los cubrieron. 9Así suceda también con estos, Señor, que confían en su gran número y se glorían de sus carros, de sus picas, de sus escudos, de sus saetas y de sus lanzas; 10y no conocen que Tú eres nuestro Dios, que desde el principio deshaces los ejércitos y tienes por nombre el Señor. 11Levanta tu brazo, como en tiempos antiguos, y con tu poder estrella su fuerza. Ante tu ira caiga por tierra el poder de ellos, ya que han resuelto violar tu Santuario, profanar el Tabernáculo dedicado a tu nombre y derribar con su espada los cuernos de tu altar. 12Haz, Señor, que con su propia espada sea cortada su soberbia. 13[3322]Sean los ojos (de Holofernes), fijados en mí, el lazo en que quede preso, e hiérelo Tú con las dulces palabras de mi boca. 14Pon firmeza en mi corazón para despreciarlo, y valor para destruirlo; 15[3323]porque será un monumento en honor de tu nombre cuando la mano de una mujer lo derribare. 16Porque no consiste, Señor, tu poder en la multitud, y tu voluntad no depende de la fuerza de los caballos. Desde el principio te han desagradado los soberbios, mientras te ha sido siempre acepta la oración de los humildes y mansos. 17Oh Dios de los cielos, Creador de las aguas y Señor de todas las criaturas, oye benigno a esta miserable que te ruega y confía en tu misericordia. 18Acuérdate, Señor, de tu alianza, pon las palabras en mi boca y fortifica mi corazón para esta empresa, a fin de que tu Casa se conserve en santidad, 19y reconozcan las naciones todas que Tú eres Dios, y que no hay otro fuera de Ti.”

JUDIT 10
Judit va al campamento de los asirios

1Cuando cesó de clamar al Señor, se levantó del lugar en que estaba postrada delante del Señor. 2Llamó a su criada, bajó a su habitación, se quitó el cilicio, y se despojó de los vestidos de viuda. 3Luego lavó su cuerpo, se ungió con ungüento preciosísimo, aderezó el cabello de su cabeza, sobre el cual se puso un turbante, se atavió con los vestidos de fiesta, se calzó las sandalias, tomó sus brazaletes, el collar, los zarcillos y las sortijas, y se adornó de todos sus atavíos. 4[3324]Además le añadió el Señor belleza, porque toda esta compostura no provenía de lasciva pasión, sino de virtud; y por eso el Señor dio mayor realce a su hermosura, de modo que a los ojos de todos parecía de una incomparable belleza. 5Entregó a su criada una bota de vino, un frasco de aceite, trigo tostado, tortas de higos, panes y queso, y se puso en camino.

6Al llegar a la puerta de la ciudad, hallaron a Ocías y los ancianos de la ciudad, que estaban esperando. 7Al verla quedaron en extremo asombrados de su hermosura, 8pero sin preguntarle palabra, la dejaron pasar diciendo: “El Dios de nuestros padres te dé su gracia, y confirme con su poder todos los designios de tu corazón, para que Jerusalén se gloríe de ti y tu nombre figure en el número de los santos y justos.” 9Y todos los que allí estaban dijeron a una voz: “¡Así sea! ¡Así sea!” 10Mas Judit pasó por las puertas, con su criada, orando al Señor.

Judit es llevada a Holofernes

11Bajando por el monte, al rayar el día, le salieron al paso los centinelas de los asirios, que la detuvieron, diciendo: “¿De dónde vienes? ¿Y adónde vas?” 12[3325]“Soy una de las hijas de los hebreos, respondió, y he huido de ellos, porque sé que han de ser presa vuestra; por cuanto menospreciándoos no han querido entregarse voluntariamente para hallar misericordia delante de vosotros. 13Por esto pensé y dije para conmigo: «Voy a presentarme al príncipe Holofernes, para descubrirle los secretos de los hebreos e indicar el camino por donde pueda tomarlos, sin perder ni un hombre siquiera de su ejército».” 14Oyendo aquellos soldados sus palabras, contemplaron su cara, y se les leía en los ojos el asombro; tan encantados estaban de su belleza. 15Y le dijeron: “Has salvado tu vida, tomando la resolución de venir a nuestro señor; 16[3326]pues ten por cierto que al presentarte delante de él, te tratará bien y serás muy agradable a su corazón.” Con esto la condujeron al pabellón de Holofernes, dándole noticia de ella.

17Apenas estuvo ella en su presencia, quedó Holofernes inmediatamente preso de sus ojos. 18[3327]Y le dijeron sus oficiales: “¿Quién podrá menospreciar al pueblo de los hebreos, que tiene mujeres tan bellas? ¿No merecen estas más bien que les hagamos la guerra para adquirirlas?” 19Cuando Judit vio a Holofernes sentado bajo su dosel, que era de púrpura, entretejido de oro con esmeraldas y piedras preciosas, 20fijó los ojos en su rostro y lo adoró, postrándose en tierra, más los siervos de Holofernes, la levantaron por mandato de su señor.

JUDIT 11
Judit ante Holofernes

1Entonces Holofernes le dijo: “Ten buen ánimo y destierra de tu corazón todo temor; porque nunca hice mal a nadie que haya querido servir al rey Nabucodonosor. 2[3328]Si tu pueblo no me hubiese despreciado, no habría alzado mi lanza contra él. 3Mas ahora dime: ¿Por qué los has abandonado a ellos, prefiriendo venir a nosotros?” 4[3329]Judit le respondió: “Escucha benignamente las palabras de tu sierva; pues si sigues los consejos de tu sierva, el Señor dará cumplimiento a tu empresa. 5¡Viva Nabucodonosor, rey de la tierra, y viva su poder, que reside en ti para castigar a todos los que van errados! Pues no solo los hombres le sirven, gracias a tu valor, sino que aun las bestias del campo le obedecen. 6Porque en todas las naciones es celebrada la prudencia de tu espíritu, y todo el mundo sabe que tú eres el mejor y el más poderoso en todo su reino, y tu arte militar es sobremanera alabado en todas las provincias. 7Se sabe también lo que ha dicho Aquior, y lo que tú has dispuesto acerca de él. 8Pues cierto es que nuestro Dios está tan ofendido por los pecados de su pueblo, que ha enviado a decirle por medio de sus profetas, que lo entregará (a los enemigos) a causa de sus pecados. 9Y como los hijos de Israel saben que han ofendido a su Dios, los ha invadido el temor de ti. 10Además de esto, sufren hambre, y por falta de agua están ya como muertos. 11[3330]Para colmo han resuelto matar sus bestias, para beberse la sangre de las mismas. 12Incluso han pensado en usar las cosas consagradas al Señor su Dios, que Este les mandó no tocaran, como trigo, vino y aceite; quieren consumir lo que no deben tocar ni siquiera con las manos. Siendo tal su proceder, no hay duda que serán entregados en perdición. 13Lo cual conociendo yo, sierva tuya, hui de ellos, y el Señor me ha mandado darte aviso de esto mismo. 14[3331]Pues yo, tu sierva, adoro a Dios, aun ahora que estoy en tu poder; por eso saldrá tu sierva a hacer oración a Dios, 15el cual me dirá cuándo querrá castigarlos por su pecado. Yo vendré a darte aviso, y entonces yo misma te conduciré por medio de Jerusalén, y tendrás en tu poder a todo el pueblo de Israel como ovejas sin pastor, y no ladrará ni un solo perro contra ti. 16Todo esto me ha sido revelado por la providencia de Dios; 17y porque Dios está indignado contra ellos, me ha enviado para anunciarte estas cosas.”

18Todas estas palabras agradaron a Holofernes y a sus servidores, y maravillados de la sabiduría de Judit, se decían unos a otros: 19“No hay sobre la tierra mujer como esta en talla, belleza y cordura de palabras.” 20Y Holofernes le dijo: “Bien ha hecho Dios, que te ha enviado delante de ese pueblo para ponerlo en nuestras manos. 21En cuanto a tu amable promesa, si tu Dios me la cumple, será Él también mi Dios, y tú serás grande en la casa de Nabucodonosor, y celebrado tu nombre en toda la tierra.”

JUDIT 12
Judit se queda en el campamento asirio

1Entonces mandó que la llevasen adonde se guardaban sus tesoros, y que se quedase allí, y señaló lo que debía dársele de su mesa. 2Judit le respondió y dijo: “Por ahora no podré comer de esas cosas que mandas darme, por no acarrear culpa sobre mí, sino que comeré de lo que he traído conmigo.” 3Holofernes le replicó: “Y cuando te lleguen a faltar esas cosas que has traído, ¿qué haremos contigo?” 4“Yo juro por tu vida, mi señor, respondió Judit, que no consumirá tu sierva todas estas cosas, sin que cumpla Dios por mi mano lo que he pensado.” Y los siervos de Holofernes la acompañaron al pabellón señalado. 5Entrando allí, pidió permiso para salir fuera por la noche y antes de amanecer, para orar e invocar al Señor. 6Dio, pues, Holofernes orden a sus camareros que durante tres días la dejasen salir y entrar para adorar a su Dios como ella quisiese. 7[3332]De modo que salía por las noches al valle de Betulia, para lavarse en una fuente de agua. 8Cuando volvía oraba al Señor, Dios de Israel, para que enderezase su camino, a fin de librar a su pueblo. 9[3333]Y volviéndose a su pabellón permanecía allí purificada hasta que al anochecer tomaba su alimento.

El banquete de Holofernes

10A los cuatro días celebró Holofernes un convite con sus servidores, y dijo a Vagao, su eunuco: “Anda y persuade a esa hebrea que espontáneamente consienta en cohabitar conmigo. 11Porque es cosa vergonzosa entre los asirios que una mujer se burle de un hombre, logrando salir intacta de sus manos.” 12Entonces Vagao entró donde estaba Judit, y le dijo: “No vacile esta hermosa sierva en venir a casa de mi señor, para ser honrada en su presencia, comer con él y beber vino con alegría.” 13[3334]Judit le respondió: “¿Quién soy yo para oponerme a mi señor? 14Haré todo lo que le guste y mejor le parezca; y todo lo que sea de su agrado, esto será para mí lo mejor en todos los días de mi vida.”

15Con esto se levantó, y adornada con todas sus galas, entró a presentarse delante de él. 16Y se conmovió el corazón de Holofernes, pues se abrasaba en deseos de poseerla; 17y le dijo: “Bebe ahora y siéntate a comer alegremente, porque has hallado gracia delante de mí.”

18Judit le contestó: “Beberé, señor, pues recibo en este día mayor gloria que en todos los días de mi vida.” 19Y tomó de lo que su criada le había preparado, y comió y bebió en su presencia. 20Holofernes estuvo muy alegre a causa de ella; y bebió vino sin medida, más de lo que nunca en su vida había tomado.

JUDIT 13
Judit da muerte a Holofernes

1Cuando se hizo tarde, se retiraron prontamente los criados a sus alojamientos; fuese también Vagao, después de cerrar las puertas de la cámara. 2Todos estaban tomados del vino, 3y Judit quedaba sola en la cámara. 4Holofernes estaba tendido en la cama, durmiendo profundamente a causa de su extraordinaria embriaguez. 5Judit había dicho a su criada que aguardara fuera de la cámara. 6Entonces Judit, estando de pie delante de la cama, oró con lágrimas, y moviendo apenas los labios, 7[3335]dijo: “Dame valor, Señor, Dios de Israel, y echa en esta hora una mirada propicia sobre la obra de mis manos, para que ensalces, como lo tienes prometido, tu ciudad de Jerusalén; y ponga yo por obra lo que he pensado ejecutar con tu asistencia.” 8Dicho esto, se arrimó al pilar que estaba a la cabecera de la cama de Holofernes, descolgó el alfanje que colgaba de él, 9y habiéndolo desenvainado, asió a Holofernes por los cabellos de la cabeza, y dijo: “Señor Dios, dame valor en este momento”; 10y dándole dos golpes en la cerviz, le cortó la cabeza. Luego desprendió las cortinas de los pilares y volcó al suelo su cadáver hecho un tronco. 11Inmediatamente salió y entregó la cabeza de Holofernes a su criada, mandándole que la metiese en su talego.

Judit vuelve a la ciudad

12Después se fueron las dos, según costumbre, como para ir a la oración, y atravesando el campamento y rodeando el valle, llegaron a la puerta de la ciudad. 13Judit, desde lejos, gritó a los centinelas de la muralla: “Abrid las puertas, porque Dios está con nosotros y ha mostrado su poder en favor de Israel.”

14Luego que los centinelas reconocieron su voz, llamaron a los ancianos de la ciudad. 15Y vinieron corriendo a ella todos, desde el menor hasta el mayor, porque ya no esperaban que ella volviese. 16Encendieron luminarias, y se pusieron todos alrededor de ella. Entonces Judit, subiendo a un sitio elevado, mandó guardar silencio; y cuando todos callaron, 17habló de esta manera: “Alabad al Señor, Dios nuestro, que no ha desamparado a los que esperaban en Él. 18Por medio de mí, esclava suya, ha cumplido la promesa de mostrar su misericordia para con la casa de Israel, y por mi mano ha quitado la vida esta noche al enemigo de su pueblo.” 19Y sacando del talego la cabeza de Holofernes, se la mostró, diciendo: “Ved aquí la cabeza de Holofernes, jefe del ejército de los asirios, y he aquí el cortinaje dentro del cual estaba acostado en su embriaguez, y donde el Señor, nuestro Dios, le ha degollado por mano de una mujer. 20[3336]Os juro por el mismo Señor que su ángel me ha guardado, así al ir de aquí, como estando allí, y al volver de allí para aquí; ni ha permitido el Señor que yo, su sierva, fuese amancillada, sino que me ha restituido a vosotros sin mancha de pecado, gozosa por su victoria, por mi salvación y por vuestra liberación. 21Alabadle todos por su bondad, porque es eterna su misericordia.”

El pueblo da gracias a Dios

22[3337]Entonces todos, adorando al Señor, dijeron a Judit: “El Señor te ha bendecido, dándote su poder; pues por medio de ti ha aniquilado a nuestros enemigos.” 23Ocías, príncipe del pueblo de Israel, le dijo: “Bendita eres del Señor, Dios Altísimo, oh hija, sobre todas las mujeres de la tierra. 24Bendito sea el Señor, creador del cielo y de la tierra, que ha dirigido tu mano para cortar la cabeza del caudillo de nuestros enemigos. 25Hoy ha hecho Él tan célebre tu nombre, que no cesarán de pregonar tus alabanzas los hombres, que conservarán para siempre la memoria del poder del Señor; pues has expuesto tu vida por tu pueblo, viendo las angustias y la tribulación de tu gente, y nos has salvado de la ruina, acudiendo a nuestro Dios.” 26A lo que respondió todo el pueblo: “¡Así sea, así sea!”

Aquior bendice a Judit

27También Aquior, al ser llamado, se presentó, y Judit le dijo: “El Dios de Israel, de quien tú diste testimonio de que sabe tomar venganza de sus enemigos, El mismo ha cortado esta noche por mi mano la cabeza de todos los incrédulos. 28Y para que conozcas que es así, ve aquí la cabeza de Holofernes, el que en su soberbia despreció al Dios de Israel y te amenazó con muerte, diciendo: «Después de mi triunfo sobre el pueblo de Israel, mandaré atravesarte el costado con la espada».” 29Aquior, al ver la cabeza de Holofernes, se estremeció de pavor y cayó sobre su rostro en tierra, desmayándose su alma. 30Pero luego que recobrando el aliento, volvió en sí, se postró a los pies de Judit, y adorándola, dijo: 31“Bendita eres tú de tu Dios en todos los tabernáculos de Jacob; porque en todos los pueblos que oyeren mentar tu nombre, será glorificado por causa de ti el Dios de Israel.”

JUDIT 14
Sugerencias de Judit

1Dijo Judit a todo el pueblo: “Oídme, hermanos; colgad esta cabeza en lo alto de nuestros muros; 2y al salir el sol, tome cada uno sus armas, y salid con ímpetu, no para descender abajo, sino aparentando que vais a acometerlos. 3Entonces los centinelas, necesariamente correrán a despertar a su comandante para el combate; 4[3338]y cuando los capitanes concurran al pabellón de Holofernes, y hallen a este sin cabeza, revolcado en su propia sangre, el pavor se va a apoderar de ellos. 5Vosotros, empero, cuando advirtáis que huyen, perseguidlos sin temor, porque el Señor los aplastará debajo de vuestros pies.”

6[3339]Entonces Aquior, viendo el prodigio que Dios había hecho en favor de Israel, abandonó los ritos de los gentiles, creyó en Dios, y se incorporó, por medio de la circuncisión al pueblo de Israel, y toda su descendencia hasta hoy día.

Pánico en el campamento de los asirios

7Luego que se hizo de día, colgaron la cabeza de Holofernes en lo alto de la muralla, y tomando cada uno sus armas, salieron con grande estruendo y algazara. 8Al ver esto los centinelas, corrieron al pabellón de Holofernes. 9Los que estaban en el pabellón, se acercaron a la entrada de la cámara e hicieron ruido para despertarlo, procurando interrumpirle el sueño sin llamar la atención, a fin de que Holofernes se despertase con el ruido sin que nadie tuviera que despertarlo directamente; 10porque nadie osaba llamar ni entrar para abrir la cámara del caudillo de los asirios.

11Acudieron sus generales y tribunos, y todos los oficiales mayores del ejército del rey de los asirios, y dijeron a los camareros: 12[3340]“Entrad y despertadlo, porque han salido los ratones de sus agujeros, y han tenido la osadía de provocarnos a batalla.”

13Entonces Vagao, entrando en la cámara, se paró delante de la cortina, y dio palmadas con sus manos; pues sospechaba que estaba durmiendo con Judit. 14Pero cuando aplicando el oído, no percibió ni el más leve movimiento de persona acostada, se arrimó más a la cortina, y alzándola vio el cadáver de Holofernes sin cabeza, tendido en tierra, y bañado en su propia sangre. Prorrumpió en grandes gritos y lágrimas, rasgó sus vestidos, 15y entró en el alojamiento de Judit, pero no la encontró. Con esto salió corriendo donde estaba la gente, y dijo: 16“Una mujer hebrea ha cubierto de afrenta la casa del rey Nabucodonosor, porque ahí yace Holofernes tendido en tierra, y no está en él su cabeza.”

17Al oír esto los jefes del ejército de los asirios, rasgaron todos sus vestidos y se apoderó de ellos un temor y temblor sumamente grande. Quedaron muy conturbados sus ánimos, 18y se levantó una gritería espantosa por todo el campamento.

JUDIT 15
Derrota del ejército asirio

1Cuando supo todo el ejército que Holofernes había sido degollado, perdieron el seso, y sin saber qué hacer, agitados solo del terror y del miedo, buscaron su salvación en la fuga. 2Sin hablar ninguno con su compañero, cabizbajos, abandonándolo todo, se daban prisa a escapar de los hebreos, que oían venir armados sobre ellos, y a huir a través de los campos y por los senderos de los collados. 3[3341]Los israelitas, viéndolos huir, siguieron a su alcance, y bajaron, tocando las trompetas y dando grandes gritos en pos de ellos. 4Y como los asirios iban desparramados en precipitada huida, y los israelitas los perseguían en un solo cuerpo, derrotaban a cuantos podían encontrar.

5Al mismo tiempo Ocías despachó mensajeros a todas las ciudades y provincias de Israel, 6de modo que cada provincia y cada ciudad envió en pos de ellos a los jóvenes armados, los más escogidos, que los fueron persiguiendo y acuchillando hasta llegar a los últimos términos del país. 7Los otros que habían quedado en Betulia, entraron en el campamento de los asirios, y tomando los despojos que estos en la huida habían dejado, volvieron bien cargados. 8Por su parte, los que victoriosos del enemigo regresaron a Betulia, trajeron consigo todo lo que había sido de los asirios, en tanta abundancia, que no podían contarse los ganados, ni las bestias de carga, ni todos los demás objetos; y así todos quedaron ricos, desde el menor hasta el mayor, con los despojos de ellos.

El sumo sacerdote llega a Betulia

9[3342]También Joaquim, el Sumo Sacerdote, vino de Jerusalén a Betulia con todos sus ancianos, para ver a Judit; 10[3343]y habiendo salido ella a recibirlo, todos a una voz la bendijeron, diciendo: “Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nuestro pueblo. 11[3344]Porque te has portado varonilmente, y tu corazón ha sido fuerte. Pues has amado la castidad y después de tu marido no has conocido otro varón; por esto la mano del Señor te ha confortado, y por lo mismo serás bendita para siempre.” 12A lo que respondió todo el pueblo: “¡Así sea, así sea!”

13Apenas bastaron treinta días para que el pueblo de Israel recogiese los despojos de los asirios. 14Todas las cosas que se conoció haber sido propias de Holofernes: oro, plata, vestidos, pedrería y toda suerte de objetos, se las dieron a Judit. Todas le fueron entregadas por el pueblo. 15Y todo el pueblo, con las mujeres, doncellas y jóvenes, estaban llenos de regocijo, al son de flautas y cítaras.

JUDIT 16
Cántico de Judit

1[3345]Entonces Judit cantó al Señor este cántico, diciendo:

2Entonad un himno al Señor

al son de tamboriles, cantad al Señor con címbalos,

cantad en honor suyo un salmo nuevo;

ensalzad y aclamad su nombre.

3El Señor quebranta las guerras;

Señor es su nombre.

4Él asentó sus reales en su pueblo,

para librarnos del poder

de todos nuestros enemigos.

5Vino Asur de los montes del Norte,

con las miríadas de su ejército;

su muchedumbre detuvo los arroyos,

y sus caballos cubrieron los valles.

6Quería él abrasar mi país,

pasar a cuchillo mi juventud,

dar en presa mis niños,

y llevarse cautivas mis vírgenes.

7[3346]Mas el Señor Todopoderoso le hirió,

entregándolo en manos de una mujer

que le quitó la vida.

8[3347]Porque no por manos de jóvenes

cayó su caudillo,

ni lo destruyeron titanes,

ni le asaltaron altos gigantes.

Judit, hija de Merarí, le derribó

con la belleza de su rostro.

9Se quitó el hábito de su viudez,

y se vistió de gala,

para que los hijos de Israel

saltasen de alegría.

10Ungió su rostro con perfumes,

prendió sus cabellos con el turbante,

se puso nueva estola para engañarle.

11Sus sandalias le robaron los ojos,

su hermosura le cautivó el, corazón;

le cortó la cabeza con su mismo alfanje.

12Se pasmaron los persas de su audacia,

y los medos de su osadía.

13Resonó de alaridos

el campamento de los asirios,

cuando vinieron mis pobres

abrasados de sed.

14Hijos de madres jóvenes los acuchillaron,

los mataron como a niños que huyen.

Perecieron en la batalla,

delante del Señor mi Dios.

15[3348]Cantemos un himno al Señor;

un himno nuevo a nuestro Dios.

16[3349]Adonai, Señor, Tú eres grande

y muy glorioso en tu poder;

nadie puede sobrepujarte.

17Sírvante todas tus creaturas,

porque dijiste y fueron hechas;

enviaste tu Espíritu,

y fueron creadas;

no hay quien resista a tu voz.

18Los montes y las aguas

se conmueven hasta los cimientos;

se derriten las peñas

como cera en tu presencia.

19Mas los que te temen,

son grandes delante de Ti,

en todas las cosas.

20[3350]¡Ay de la nación

que se levante contra mi pueblo!

porque el Señor Todopoderoso

tomará de ella venganza,

la visitará en el día del juicio;

21pues enviará fuego y gusanos

sobre sus carnes,

para que se abrasen

y sufran eternamente.

Acción de gracias en Jerusalén

22Después de esto, conseguida la victoria, todo el pueblo fue a Jerusalén a adorar al Señor; y luego que se purificaron, ofrecieron todos sus holocaustos y cumplieron sus votos y promesas. 23[3351]Judit ofreció, en anatema de olvido, todos los instrumentos bélicos de Holofernes, que el pueblo le había dado, y aquel cortinaje que ella misma había quitado de su cama. 24El pueblo se entregaba al regocijo a la vista del Santuario, y el gozo de esta victoria se celebró con Judit durante tres meses.

Últimos años de Judit

25Pasados estos días, regresó cada cual a su casa. Judit fue muy celebrada en Betulia, y era la mujer más ilustre de todo el país de Israel. 26Porque uniendo a la valentía la castidad, no conoció otro varón en toda su vida, después que falleció su marido Manasés. 27En los días de fiesta salía en público, llena de gloria. 28Permaneció en la casa de su marido ciento cinco años, y dio la libertad a su sierva. Cuando murió fue sepultada con su marido en Betulia, 29[3352]llorándola todo el pueblo por espacio de siete días. 30Durante toda su vida y muchos años después de su muerte no hubo quien turbase (la paz) de Israel.

31[3353]El día de la fiesta de esta victoria es contado por los hebreos en el número de los días santos y es celebrado por los judíos desde aquel tiempo hasta el presente.

ESTER

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INTRODUCCIÓN

El libro de Ester contiene una de las más emocionantes escenas de la Historia Sagrada. Habiendo el rey Asuero (Jerjes) repudiado a la reina Vasti, la judía Ester vino a ser su esposa y reina de Persia. Ella, confiada en Dios y sobreponiéndose a su debilidad, intercedió por su pueblo cuando el primer ministro Amán concibió el proyecto de exterminar a todos los judíos, comenzando por Mardoqueo, padre adoptivo de Ester. En un banquete, Ester descubrió al rey su nacionalidad hebrea y pidió protección para sí y para los suyos contra su perseguidor Amán. El rey concedió lo pedido: Amán fue colgado en el mismo patíbulo que había preparado para Mardoqueo, y el pueblo judío fue autorizado a vengarse de sus enemigos el mismo día en que según el edicto de Amán, debía ser aniquilado en el reino de los persas. En memoria de este feliz acontecimiento los judíos instituyeron la fiesta de Purim (Fiesta de las Suertes).

El texto masorético que hoy tenemos en la Biblia hebrea, solo contiene 10 capítulos, y es más corto que el originario, debido a que la Sinagoga omitió ciertos pasajes religiosos, cuando la fiesta de Purim, en que se leía este libro al pueblo, tomó carácter mundano. San Jerónimo añadió los últimos capítulos (10, 4 - 16, 24), que contienen los trozos que se encuentran en la versión griega de Teodoción, pero faltan en la forma actual del texto hebreo. Hemos indicado los lugares a que corresponde cada fragmento. Estos fragmentos constituyen la parte deuterocanónica del libro, que hemos agregado según el texto de la Vulgata.

El carácter histórico del libro siempre ha sido reconocido, tanto por la tradición judaica, como por la cristiana. Un hecho manifiesto nos muestra la historicidad del libro, y es la existencia de la mencionada fiesta de Purim, que los judíos celebran aún en nuestros días. Sin embargo, han surgido no pocos exégetas, sobre todo acatólicos, que relegan el libro de Ester a la categoría de los libros didácticos o le atribuyen solamente un carácter histórico en sentido lato. Es este un punto que debe estudiarse a la luz de las normas trazadas en la Encíclica “Divino Afflante Spiritu”. Hasta aclararse la cuestión damos preferencia a la opinión tradicional.

En cuanto al tiempo de la composición se deciden algunos por la época de Jerjes I (485-461 a. C.), otros por el tiempo de los Macabeos.

La canonicidad del libro de Ester está bien asegurada. El Concilio de Trento ha definido también la canonicidad de la segunda parte del libro de Ester (capítulo 10, versículo 4 al capítulo 16, versículo 24), mientras los judíos y protestantes conservan solamente la primera parte en su canon de libros sagrados.

Los santos Padres ven en Ester, que intercedió por su pueblo, una figura de la Santísima Virgen María, auxilium christianorum. Lo que Ester fue para su pueblo por disposición de Dios, lo es María para el pueblo cristiano.

I. PARTE PROTOCANÓNICA
ESTER 1
Convite del rey Asuero

1[3354]En tiempo de Asuero —ese Asuero reinó desde la India hasta la Etiopía sobre ciento veinte y siete provincias—, 2[3355]en aquel tiempo en que el rey Asuero se sentaba sobre su trono real en Susa, la capital, 3el año tercero de su reinado, dio un festín a todos sus príncipes y ministros, estando en su presencia también (los jefes) del ejército de los persas y de los medos, y los grandes y gobernadores de las provincias. 4[3356]Con esta ocasión hizo delante de ellos ostentación de la riqueza y magnificencia de su reino y del pomposo esplendor de su grandeza, durante mucho tiempo, (a saber), durante ciento ochenta días.

5Pasados estos días, el rey dio a todo el pueblo, a grandes y chicos que se hallaban en Susa, la capital, un festín en el patio del jardín del palacio real. 6[3357]Había toldos blancos, verdes y azules, sujetos con cordones de lino fino y de púrpura a anillos de plata y a columnas de mármol. Divanes de oro y de plata descansaban sobre un pavimento de pórfido, de mármol blanco, nácar y mármol negro. 7Se servían las bebidas en vasos de oro, de variadas formas, y el vino real en abundancia como correspondía a la liberalidad del rey. 8[3358]Según la orden del rey cada uno bebía sin que nadie le obligase, pues el rey había mandado a todos los intendentes de su casa que actuaran conforme al gusto de cada uno. 9También la reina Vasti dio un festín a las mujeres en el palacio real del rey Asuero.

Conflicto entre el rey y la reina

10El día séptimo, el rey cuyo corazón estaba alegre a causa del vino, mandó a Mehumán, Biztá, Harboná, Bigtá, Abagtá, Setar y Carcas, los siete eunucos que servían delante del rey Asuero, 11que condujesen a su presencia a la reina Vasti, con la diadema real, para mostrar a la gente y a los grandes su belleza, pues era de extremada belleza. 12[3359]La reina Vasti, empero, desacató la orden que el rey había mandado por medio de los eunucos, por lo cual el rey se irritó mucho y se encendió en él su cólera.

13Entonces el rey consultó a los sabios, conocedores de las costumbres, porque así respetaba el rey a todos los conocedores de la ley y del derecho. 14Los más allegados a él eran Carsená, Setar, Admata, Tarsís, Meres, Marsená y Memucán, siete príncipes de Persia y Media, que veían la cara del rey y ocupaban el primer rango en el reino. 15(Les preguntó:) “Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti, por no haber obedecido la orden del rey Asuero enviada por medio de los eunucos?” 16[3360]Respondió Memucán, delante del rey y los príncipes: “La reina Vasti no, solo ha ofendido al rey, sino a todos los príncipes y a todos los pueblos que están en todas las provincias del rey Asuero. 17Porque lo hecho por la reina llegará a oídos de todas las mujeres; por lo cual estas menospreciarán a sus maridos, diciendo: “El rey Asuero mandó que presentasen delante de él a la reina Vasti, y ella no fue. 18Desde hoy las princesas de Persia y Media, tan pronto como sepan este ejemplo de la reina, dirán (lo mismo) a todos los príncipes del rey; de donde resultarán muchos desprecios y mucha indignación. 19Si al rey le agrada, promúlguese un edicto real de su parte, y escríbase entre las leyes de los persas y medos, para que no haya más transgresiones: “Que Vasti no aparezca más ante el rey Asuero; y en cuanto a su dignidad real, otórguela el rey a otra que sea mejor que ella. 20El edicto que el rey va a promulgar será conocido en todo su reino, por grande que sea, y todas las mujeres respetarán a sus maridos, desde el más grande hasta el más pequeño.”

21Este consejo pareció bien al rey y a los príncipes; e hizo el rey conforme al parecer de Memucán. 22[3361]Envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia en la escritura correspondiente y a cada pueblo en su lengua, (ordenando) que todo marido había de ser señor en su casa, y que esto se publicase en el lenguaje de cada pueblo.

ESTER 2
Ester es elegida reina

1[3362]Después de esto, calmada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti, y de lo que ella había hecho, y de la decisión que se había tomado contra ella. 2Entonces dijeron los servidores del rey, los que le asistían: “Búsquense para el rey jóvenes doncellas de hermosa presencia, 3poniendo el rey comisionados en todas las provincias de su reino, que reúnan a todas las jóvenes doncellas de hermosa presencia en Susa, la capital, en la casa de las mujeres, a cargo de Egeo, eunuco del rey y guarda de las mujeres, y déseles lo necesario para su atavío; 4y la joven que agrade al rey, sea reina en lugar de Vasti.” La propuesta pareció bien al rey, y se hizo así. 5Ahora bien, vivía en Susa, la capital, un judío, llamado Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Simeí, hijo de Cis, benjaminita, 6que había sido deportado de Jerusalén con los cautivos llevados al cautiverio juntamente con Jeconías, rey de Judá, por Nabucodonosor, rey de Babilonia. 7[3363]Este había criado a Hadasá, o sea Ester, que era hija de un tío suyo y no tenía ni padre ni madre. La joven era de bella figura y de hermoso aspecto. Mardoqueo la había adoptado por hija, después que ella había perdido su padre y su madre.

8Cuando a raíz de la publicación de la orden del rey y de su decreto, se reunieron en Susa, la capital, muchas jóvenes bajo la vigilancia de Egeo, fue llevada también Ester a la casa del rey y entregada a Egeo, guarda de las mujeres. 9La joven le agradó y halló favor delante de él; por lo cual se apresuró a facilitarle lo necesario para el atavío y la subsistencia y, además, puso a su disposición siete doncellas escogidas de la casa del rey, y la trasladó con sus doncellas al mejor departamento de la casa de las mujeres. 10Éster no decía nada de su pueblo, ni de su parentela, porque Mardoqueo le había prohibido hablar de eso. 11[3364]Todos los días se paseaba Mardoqueo por delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester y cómo la trataban.

12Según el reglamento establecido para las mujeres, tocaba a cada una de las jóvenes el turno para ir al rey Asuero, pasados (los doce meses) que exigía su tratamiento cosmético: seis meses con ungüento de mirra, y seis meses con aromas y perfumes para mujeres. 13De esta manera iban las jóvenes al rey, y todo cuanto pedían se les daba para llevarlo consigo de la casa de las mujeres a la casa del rey. 14Entraban por la tarde, y por la mañana volvían a la casa segunda de las mujeres, que estaba bajo la vigilancia de Sasgaz, eunuco del rey, guarda de las concubinas; y ninguna volvía más al rey a menos que este la desease llamándola nominalmente.

15[3365]Cuando a Ester, hija de Abihael, tío de Mardoqueo, a la cual este había adoptado por hija, le tocó el turno de ir al rey, no pidió cosa alguna fuera de lo que le había indicado Egeo, eunuco del rey, guarda de las mujeres; porque Ester hallaba gracia a los ojos de todos los que la veían. 16Ester fue llevada al rey Asuero, a la casa real, en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. 17[3366]El rey amó a Ester más que a todas las mujeres, y ella halló gracia y favor ante él más que todas las jóvenes. Puso la diadema real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vasti. 18Y dio el rey un gran banquete para todos sus príncipes y servidores, el banquete de Ester. Concedió también alivio a las provincias, y distribuyó dones con real munificencia.

Mardoqueo salva la vida del rey

19Cuando por segunda vez se buscaron doncellas, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey. 20[3367]Aún no había manifestado Ester su parentela ni su pueblo, como se lo había ordenado Mardoqueo; pues Ester cumplía las órdenes de Mardoqueo como cuando estaba bajo su tutela. 21[3368]En aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, que guardaban la puerta, dejándose llevar de la cólera quisieron echar mano al rey Asuero. 22Mardoqueo tuvo conocimiento de esto y lo notificó a la reina Ester; y Ester se lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. 23Fue investigado el asunto y resultó ser cierto, por lo cual los dos fueron colgados en una horca, escribiéndose esto en el libro de los anales en presencia del rey.

ESTER 3
Amán

1[3369]Después de esto, el rey ensalzó a Amán, hijo de Hamedata, agagita. Lo ensalzó y puso su silla sobre la de todos los príncipes que tenía. 2[3370]Por lo cual todos los siervos del rey que estaban a la puerta del rey, doblaban la rodilla y se postraban ante Amán; porque así lo había mandado el rey acerca de él. Solo Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba. 3Por lo cual los siervos del rey que estaban a la puerta del rey, dijeron a Mardoqueo: “¿Por qué traspasas la orden del rey?” 4Así le hablaban todos los días sin que él les hiciese caso. Al fin informaron a Amán para ver si Mardoqueo persistía en su resolución; porque les había dicho que era judío. 5Cuando vio Amán que Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba ante él, se llenó de cólera; 6más reputando por nada alargar su mano solo contra Mardoqueo, de cuya nacionalidad le habían informado, procuró exterminar al pueblo de Mardoqueo, a todos los judíos que había en el reino entero de Asuero.

Decreto contra los judíos

7[3371]En el mes primero, que es el mes de Nisán, el año duodécimo del rey Asuero, se echó el “pur”, es decir, la suerte delante de Amán, para cada día y cada mes, (y salió) el mes duodécimo, que es el mes de Adar. 8[3372]Entonces dijo Amán al rey Asuero: “Hay un pueblo esparcido que vive disperso entre los pueblos de todas las provincias de tu reino. Sus leyes son diferentes de las de todos los pueblos, y no cumplen ellos las leyes del rey. No le conviene al rey tolerarlos. 9[3373]Si al rey le parece bien escríbase (una orden) según la cual sean destruidos; y yo pagaré diez mil talentos de plata en manos de los administradores de la hacienda, para que los entreguen a la tesorería del rey.” 10Con esto el rey quitó de su mano su anillo de sellar, y lo dio a Amán, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de los judíos. 11Y dijo el rey a Amán: “La plata sea para ti y en cuanto al pueblo, haz con él lo que mejor te parezca.”

12Fueron llamados los secretarios del rey en el mes primero, el día trece del mismo; y conforme a todas las órdenes de Amán se escribió a los sátrapas del rey, a los gobernadores que había en cada provincia, y a los príncipes de cada pueblo; a cada provincia en su escritura y a cada pueblo en su lenguaje. Se escribió las cartas en nombre del rey Asuero, y fueron selladas con el anillo del rey. 13Las cartas se enviaron por medio de correos a todas las provincias del rey, mandando destruir, matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y viejos, niños y mujeres, en un mismo día, el trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y saquear sus bienes.

14[3374]Una copia del escrito que había de publicarse como edicto en cada provincia, fue notificada a todos los pueblos, a fin de que estuvieran preparados para aquel día. 15[3375]Los correos salieron a toda prisa, cumpliendo la orden del rey. Cuando el edicto se publicó en Susa, la capital, el rey y Amán se sentaron a beber, en tanto que la ciudad de Susa estaba consternada.

ESTER 4
Consternación de los judíos

1[3376]Cuando Mardoqueo supo lo sucedido, rasgó sus vestidos, se cubrió de saco y ceniza, y yendo por medio de la ciudad y dando alaridos grandes y amargos, 2llegó hasta delante de la puerta del rey, pues nadie podía franquear la puerta del rey vestido de saco. 3En todas las provincias, dondequiera que llegó la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gran duelo y ayuno y lágrimas y llanto, acostándose muchos en saco y ceniza.

4Cuando las siervas y eunucos vinieron a darle parte a Ester, la reina se atemorizó mucho, y envió vestidos a Mardoqueo para que los vistiese y se quitase el saco; más él no los aceptó. 5Entonces Ester llamó a Atac, uno de los eunucos que el rey había designado para asistirla, y le envió a preguntar a Mardoqueo, para saber qué era eso y por qué lo hacía. 6Fue Atac a Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad, delante de la puerta del rey. 7Y Mardoqueo le contó todo lo que había acontecido, indicándole también la suma de dinero que Amán había prometido pagar a la tesorería del rey, para poder exterminar a los judíos. 8[3377]Le dio también copia del edicto que se había promulgado en Susa para exterminarlos, a fin de que lo mostrase a Ester, para su información, y la exhortase a presentarse al rey a pedirle compasión y rogarle por su pueblo.

9Vino Atac a referir a Ester lo que había dicho Mardoqueo. 10Entonces respondió Ester a Atac, y le mandó decir a Mardoqueo: 11“Todos los servidores del rey, y la gente de las provincias del rey, saben que hay una ley, según la cual cualquiera persona, hombre o mujer, que se presente al rey en el atrio interior, sin ser llamada, será entregada a la muerte, salvo que el rey extienda hacia ella el cetro de oro para que viva; y yo no he sido llamada para ir al rey en estos treinta días.”

Mardoqueo pide la intervención de Ester

12Cuando refirieron a Mardoqueo las palabras de Ester, 13[3378]este mandó que respondiesen a Ester: “No vayas a imaginarte que tú, por estar en la casa del rey, te salvarás (sola) de entre todos los judíos; 14pues si ahora callas, socorro y libertad para los judíos vendrá de otra parte, más tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si no es para un momento como este que tú has llegado a la realeza?”

15Entonces Ester mandó a Mardoqueo esta respuesta: 16[3379]“Ve, y junta a todos los judíos, cuantos estén en Susa; y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis durante tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré del mismo modo con mis siervas; y después iré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si debo morir, moriré.”

17[3380]Con esto Mardoqueo se fue e hizo cuanto Ester le había encargado.

ESTER 5
El convite de Ester

1[3381]Al tercer día, Ester se vistió de reina y se presentó en el atrio interior del palacio del rey, delante de la sala del rey. Estaba el rey sentado sobre el trono de su reino, en la sala del rey, frente a la entrada de la sala. 2Cuando el rey vio a la reina Ester parada en el atrio, halló esta gracia a sus ojos; y extendió el rey el cetro de oro, que tenía en la mano, hacia Ester, la cual acercándose tocó la punta del cetro. 3[3382]Y le dijo el rey: “¿Qué quieres, reina Ester? ¿Y cuál es tu petición? Aunque fuera la mitad del reino te será concedida.” 4Ester respondió: “Si al rey le place, venga el rey hoy con Amán al banquete que le tengo preparado.” 5Entonces dijo el rey: “Traed en seguida a Amán, para hacer lo que dice Ester.” Y fueron el rey y Amán al banquete que Ester había preparado.

6En el banquete de vino preguntó el rey a Ester: “¿Cuál es tu petición, pues te será concedida? ¿Y cuál es tu deseo? Aunque pidieres la mitad del reino te será otorgada.” 7Respondió Ester y dijo: “He aquí mi petición y mi deseo: 8Si he hallado gracia a los ojos del rey, y si place al rey cumplir mi petición y mi deseo, venga el rey, con Amán, al banquete que voy a hacerles; y mañana daré al rey la respuesta que pide.” 9[3383]Aquel día salió Amán gozoso y alegre de corazón; pero cuando vio a la puerta del rey a Mardoqueo, que no se puso de pie, ni siquiera se movió en su presencia, se llenó de cólera contra Mardoqueo.

Amán intenta matar a Mardoqueo

10Sin embargo, Amán se dominó y fue a su casa. Luego envió a llamar a sus amigos, y a Zares, su mujer; 11y les habló Amán de la grandeza de sus riquezas, de la multitud de sus hijos y de todas las distinciones que el rey le había conferido, y cómo le había elevado sobre todos los príncipes y servidores del rey. 12Y agregó Amán: “Aún la reina Ester no ha llamado a ningún otro al banquete que dio al rey, sino a mí; y también para mañana estoy convidado por ella con el rey. 13[3384]Mas todo esto no me satisface mientras vea al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.” 14[3385]Zares, su mujer, y todos sus amigos le dijeron: “Que se haga una horca de cincuenta codos de altura, y mañana habla al rey para que Mardoqueo sea colgado en ella. Entonces irás gozoso con el rey al banquete.” La propuesta agradó a Amán, e hizo preparar la horca.

ESTER 6
El rey honra a Mardoqueo

1[3386]Aquella noche el rey no pudo dormir y mandó traer el libro de las memorias, las crónicas. Y cuando fueron leídas delante del rey, 2hallose escrito cómo Mardoqueo había denunciado a Bigtán y Teres, los dos eunucos del rey que tenían la guardia de la puerta y habían tratado de matar al rey Asuero. 3El rey preguntó: “¿Qué honra y qué distinción se ha conferido a Mardoqueo por esto?” Respondieron los servidores del rey, los que le servían: “No le fue conferida ninguna.” 4Luego dijo el rey: “¿Quién está en el patio?” Pues Amán había venido al patio exterior de la casa del rey para pedir al rey que mandara colgar a Mardoqueo en la horca preparada para este. 5Contestaron los servidores del rey: “Es Amán el que espera en el patio.” Y dijo el rey: “¡Que entre!” 6[3387]Entró Amán y el rey le dijo: “¿Qué debe hacerse con un hombre a quien el rey quiere honrar?” Entonces Amán dijo en su corazón: “¿A quién deseará el rey honrar sino a mí?” 7Respondió, pues, Amán: “Para el hombre que el rey quiera honrar, 8tráigase uno de los trajes reales con que se viste el rey, y uno de los caballos, en que el rey cabalga, y póngase una corona real sobre su cabeza, 9y dense el traje y el caballo a uno de los príncipes más nobles del rey, para que vista al hombre que el rey quiere honrar, y lo lleve en el caballo por la plaza de la ciudad, pregonando delante de él: ¡Así se hace con aquel a quien el rey quiere honrar!” 10Replicó el rey a Amán: “¡Toma inmediatamente el traje y el caballo, como has dicho, y hazlo así con Mardoqueo el judío, que está sentado a la puerta del rey! ¡No omitas nada de cuanto has dicho!” 11Tomó Amán el traje y el caballo y vistió a Mardoqueo, y lo hizo pasear a caballo por la plaza de la ciudad, pregonando delante de él: “¡Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar!”

12Después volvió Mardoqueo a la puerta del rey; más Amán se fue a toda prisa a su casa, entristecido y cubierta la cabeza. 13[3388]Y contó Amán a Zares, su mujer, y a todos sus amigos todo lo que había sucedido. Entonces le dijeron sus sabios y Zares, su mujer: “Si ese Mardoqueo, delante del cual has comenzado a caer, es del linaje de los judíos, no lo vencerás, sino que caerás del todo delante de él.” 14Estaban ellos todavía hablando con él, cuando llegaron los eunucos del rey, para llevar a Amán apresuradamente al banquete que Ester tenía preparado.

ESTER 7
Ester intercede por su pueblo

1Fueron el rey y Amán al banquete de la reina Ester. 2[3389]También en este segundo día el rey, mientras bebía vino, preguntó a Ester: “¿Cuál es tu petición, reina Ester?, pues te será concedida; ¿y cuál es tu deseo? Aunque pidieres la mitad del reino te será otorgada.” 3Respondió la reina Ester y dijo: “Si he hallado gracia a tus ojos, oh rey, y si es del agrado del rey, sea concedida la vida mía —esta es mi petición, y la de mi pueblo—, este es mi deseo. 4[3390]Porque estamos vendidos, yo y mi pueblo, para ser entregados a la ruina y para que nos maten y exterminen. Si fuéramos vendidos para siervos y siervas hubiera callado; porque entonces la aflicción no habría sido tan grande como para molestar por ello al rey.” 5Respondió el rey Asuero y dijo a la reina Ester: “¿Quién es, y dónde está el que pretende hacerlo así?” 6Contestó Ester: “El adversario y el enemigo es este malvado Amán.” Con esto Amán se sobrecogió de terror ante el rey y la reina.

Amán es condenado a muerte

7Entonces el rey, en su ira, se levantó del banquete de vino, (y se fue) al jardín del palacio. Amán, entretanto, se quedó para rogar a la reina Ester por su vida, pues veía que el rey había resuelto perderlo. 8[3391]Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la casa del banquete de vino, Amán se hallaba caído sobre el diván de Ester. Por lo cual dijo el rey: “¡Aun querrá violentar a la reina, en mi casa, en el palacio!” Apenas había salido esta palabra de la boca del rey, cuando cubrieron la cara de Amán. 9Entonces Harboná, uno de los eunucos, dijo en presencia del rey: “En casa de Amán está todavía la horca de cincuenta codos de altura, preparada por Amán para Mardoqueo, el que habló en provecho del rey.” Y dijo el rey: “¡Colgadle a él mismo en ella!” 10[3392]Colgaron a Amán en la horca que este había preparado para Mardoqueo, y se apaciguó la ira del rey.

ESTER 8
Edicto en favor de los judíos

1[3393]Aquel mismo día el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán, el enemigo de los judíos; y Mardoqueo fue presentado al rey, pues Ester había dado a conocer su parentesco. 2[3394]Entonces tomó el rey su anillo de sellar, que había retirado de Amán, y lo dio a Mardoqueo. Ester, por su parte, puso a Mardoqueo sobre la casa de Amán.

3Ester volvió a hablar al rey y, echándose a sus pies y con lágrimas en los ojos le rogó que frustrara la malicia de Amán agagita y los planes que este había tramado contra los judíos. 4Y extendió el rey hacia Ester el cetro de oro, de modo que Ester pudo levantarse. Y puesta en pie delante del rey, 5dijo: “Si es del agrado del rey y si he hallado gracia a sus ojos; si la propuesta conviene al rey y si yo soy agradable a sus ojos, (pido) que sean invalidadas por escrito las cartas inspiradas por Amán, hijo de Hamedata, agagita, las cuales este escribió para exterminar a los judíos que están en todas las provincias del rey; 6porque ¿cómo podré yo ver el mal que ha de venir sobre mi pueblo? ¿Y cómo podré ver el exterminio de mi raza?” 7Respondió el rey Asuero a la reina Ester y a Mardoqueo el judío: “He aquí que he dado la casa de Amán a Ester, y él mismo ha sido colgado en una horca, por haber extendido su mano contra los judíos. 8Escribid vosotros en nombre del rey, lo que bien os parezca respecto de los judíos, y selladlo con el anillo del rey; pues carta escrita en nombre del rey y sellada con el anillo real no puede ser revocada.”

9[3395]Fueron entonces llamados los secretarios del rey, en el mes tercero, o sea, en el mes de Siván, el día veinte y tres del mismo; y se escribió, conforme a todo lo que mandó Mardoqueo, a los judíos y a los sátrapas, los gobernadores y jefes de las provincias, desde la India hasta Etiopía, que eran ciento veinte y siete provincias; a cada provincia en su escritura, y a cada pueblo en su lengua, y también a los judíos en su escritura y lengua. 10Escribió (Mardoqueo) en nombre del rey Asuero y puso el sello con el anillo del rey; y envió las cartas por medio de correos montados en caballos veloces, de las caballerizas (del rey). 11(En estas cartas) concedía el rey a los judíos, que en cada ciudad se reuniesen para defender su vida y para destruir, matar y exterminar, con niños y mujeres, a cualquier gente armada de cualquier pueblo o provincia que los atacase, y también para saquear sus bienes, 12(y todo esto) en un mismo día en todas las provincias del rey Asuero: el trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar.

13[3396]Copia de esta carta había de publicarse como edicto en cada una de las provincias, de manera que todos los pueblos supieran que los judíos aquel día estuviesen preparados para vengarse de sus enemigos. 14Los correos montados en caballos veloces partieron inmediatamente y a toda prisa, según la orden del rey. El edicto fue publicado también en Susa, la capital.

Júbilo entre los judíos

15Mardoqueo salió de la presencia del rey, con traje real de color de jacinto y blanco, con una gran corona de oro y un manto de lino fino y de púrpura; y la ciudad de Susa rebosaba de alborozo y alegría, 16ya que para los judíos había luz y alegría y gozo y honra. 17[3397]En cada provincia y en cada ciudad, dondequiera que llegaba la orden del rey y su edicto, hubo júbilo y alegría para los judíos, banquetes y fiestas. Y muchos de entre los pueblos del país se hicieron judíos; porque había caído sobre ellos el temor de los judíos.

ESTER 9
Victoria de los judíos

1[3398]En el duodécimo mes, que es el mes de Adar, el día trece del mismo, cuando había de ejecutarse la orden del rey y su edicto, y cuando los enemigos de los judíos creían obtener el dominio sobre ellos, sucedió todo lo contrario; pues los judíos prevalecieron contra quienes los odiaban. 2Los judíos se reunieron en sus ciudades, por todas las provincias del rey Asuero, para echar mano de todos aquellos que buscaban perderlos; y ninguno pudo resistirles; pues el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos. 3Y todos los jefes de las provincias, los sátrapas y los gobernadores, y todos los dignatarios del rey, favorecían a los judíos; porque los había invadido el temor de Mardoqueo. 4Pues Mardoqueo era poderoso en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias, de suerte que este hombre, Mardoqueo, crecía cada día más en poder. 5Los judíos hirieron a golpe de espada a todos sus enemigos, los mataron y los exterminaron y trataron a su gusto a los que los odiaban.

Estragos en Susa

6En Susa, la capital, los judíos mataron y exterminaron a quinientos hombres. 7Mataron también a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8Porata, Adalia, Aridata, 9Parmasta, Arisai, Aridai, y Yezata, 10los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, adversario de los judíos; pero no alargaron su mano para despojarlos.

11Aquel mismo día llegó al conocimiento del rey el número de los muertos en Susa, la capital. 12Y dijo el rey a la reina Ester: “En Susa, la capital, los judíos han matado y exterminado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las demás provincias? ¿Cuál es ahora tu petición?, pues te será concedida. ¿Y qué más deseas?, pues será otorgado.” 13[3399]Dijo Ester: “Si al rey le parece bien concédase a los judíos que están en Susa, hacer también mañana, según el decreto de hoy; y que los diez hijos de Amán sean colgados en la horca.” 14Mandó entonces el rey que se hiciera así; se dio un decreto en Susa y los diez hijos de Amán fueron colgados. 15Se reunieron, pues, los judíos de Susa el catorce del mes de Adar y mataron en Susa a trescientos hombres; pero no se dieron al saqueo.

Importancia de la victoria

16[3400]Los otros judíos que estaban en las provincias del rey, se reunieron del mismo modo para defender su vida, y obtuvieron que sus enemigos los dejasen en paz. Mataron de sus enemigos a setenta y cinco mil: pero no se dieron al saqueo.

17Esto sucedió el día trece del mes de Adar. El día catorce del mismo mes descansaron, haciendo de él un día de banquete y de alegría. 18Solo los judíos de Susa se habían reunido el trece y el catorce del mes, y descansaron el quince del mismo, haciendo de él un día de banquete y de alegría. 19Por eso los judíos de la campaña, los que habitan en ciudades sin murallas, hacen del día catorce del mes de Adar día de regocijo y de banquete, día de fiesta en que se mandan regalos los unos a los otros.

La fiesta de Purim

20Mardoqueo escribió estas cosas, y envió cartas a todos los judíos que había en todas las provincias del rey Asuero, cercanas y remotas, 21obligándolos a celebrar todos los años el día catorce del mes de Adar, y el día quince del mismo 22—como días en que los judíos se deshicieron de sus enemigos, y como mes en que la tristeza se les trocó en regocijo, y el luto en día bueno— y hacer de ellos días de banquete y de regocijo, con el fin de mandarse regalos los unos a los otros y repartir dádivas a los pobres.

23Los judíos adoptaron (como costumbre) lo que habían va comenzado a hacer, y lo que Mardoqueo les había escrito. 24Porque Amán, hijo de Hamedata agagita, enemigo de todos los judíos, había tramado el proyecto de exterminar a los judíos, echando el “pur”, es decir, la suerte, para destruirlos y exterminarlos. 25Mas cuando (Ester) se presentó al rey, mandó este por escrito, que recayese sobre su misma cabeza el proyecto maligno que había tramado contra los judíos, y así le colgaron a él y a sus hijos en la horca. 26[3401]Por esto llamaron a aquellos días Purim, del nombre de pur. Y por lo mismo, a raíz de todas las palabras de aquella carta, y por lo que ellos mismos habían visto y que les había acaecido, 27los judíos establecieron como obligación para sí, para sus descendientes y para los que se les agregasen, celebrar irrevocablemente estos dos días, conforme a lo prescrito y en el tiempo señalado, año tras año 28y que estos días fuesen recordados y celebrados de generación en generación, en cada familia, en cada provincia y en cada ciudad; y que estos días de Purim no cayesen en desuso entre los judíos, ni se borrase su recuerdo entre sus descendientes.

Segunda carta de Ester y Mardoqueo

29Por esto la reina Ester, hija de Abihael, y Mardoqueo el judío escribieron con toda instancia, por segunda vez, para confirmar la carta sobre Purim. 30Mandaron cartas a todos los judíos de las ciento veinte y siete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y verdad, 31y recomendaron celebrar estos días de Purim en su tiempo determinado, como Mardoqueo judío y la reina Ester lo habían ordenado y como ellos mismos se habían obligado para sí y para sus descendientes en lo tocante a los ayunos y sus lamentaciones. 32La orden de Ester confirmó estas observancias de Purim; y se escribió esto en el libro.

ESTER 10
Conclusión

1[3402]El rey Asuero impuso un tributo a la tierra y a las islas del mar. 2Y todos los actos de su poder, y sus hazañas, y los detalles de la grandeza a la cual el rey elevó a Mardoqueo, ¿no están escritos en el libro de los anales de los reyes de Media y Persia? 3Porque el judío Mardoqueo era segundo después del rey Asuero, el más eminente entre los judíos, y amado de todos sus hermanos, porque procuraba el bien de su pueblo e intercedía por la prosperidad de su nación.

II. PARTE DEUTEROCANÓNICA
Interpretación del sueño de Mardoqueo

4Entonces Mardoqueo dijo: “Esto es obra de Dios. 5[3403]Me acuerdo de un sueño que vi, el cual significaba estas mismas cosas, y nada de ello ha quedado sin cumplirse: 6La pequeña fuente que creció hasta hacerse un río, y se convirtió en luz y en sol, y llegó a ser una masa de aguas, es Ester, a quien el rey tomó por mujer y quiso que fuese reina. 7Los dos dragones somos Amán y yo. 8Las gentes que se juntaron, son los que intentaron borrar el nombre judío. 9Mi gente es Israel, que clamó al Señor, y el Señor salvó a su pueblo, librándonos de todos los males y obrando grandes milagros y portentos entre los gentiles. 10Por lo cual mandó preparar dos suertes, una para el pueblo de Dios, y otra para todas las naciones. 11Ambas suertes salieron fuera delante del Señor, en el día señalado ya desde aquel tiempo para las naciones. 12Y se acordó el Señor de su pueblo y tuvo compasión de su herencia. 13Por esto los días catorce y quince del mes de Adar deben celebrarse con todo celo y júbilo por todo el pueblo congregado, por todas las generaciones futuras del pueblo de Israel.”

ESTER 11
Traducción de la carta de Ester

1[3404]El año cuarto del reinado de Ptolomeo y de Cleopatra, Dositeo, que decía ser sacerdote y de la estirpe de Leví, y Ptolomeo, su hijo, trajeron esta carta de Purim, que dijeron haber sido traducida en Jerusalén por Lisímaco, hijo de Ptolomeo.

El sueño de Mardoqueo

2[3405]El año segundo del reinado del muy grande Artajerjes, el primer día del mes de Nisán, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Semeí, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín. 3Era judío y habitaba en la ciudad de Susa; era asimismo poderoso y uno de los primeros de la corte del rey. 4[3406]Pertenecía al número de los cautivos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había trasportado de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá.

5[3407]He aquí su sueño: Le pareció que sentía voces y alborotos y truenos y terremotos y turbación sobre la tierra; 6y vio a dos grandes dragones dispuestos a combatir uno contra otro. 7[3408]Oyendo su grito se alborotaron todas las naciones para hacer la guerra contra la nación de los justos. 8[3409]Fue aquel día un día de tinieblas, de peligros, de tribulación y de angustias, y reinaba grande temor sobre la tierra. 9Se conturbó la nación de los justos, temerosa de los desastres, y considerándose destinada a la muerte. 10Clamaron a Dios, y a su clamor una fuentecilla creció hasta hacerse un grandísimo río, qué llegó a ser una enorme masa de aguas. 11Apareció entonces la luz y el sol; y los humildes fueron ensalzados y devoraron a los grandes.

12Cuando Mardoqueo tuvo esta visión, se levantó de la cama y se puso a pensar qué cosa Dios quería hacer; y la llevaba grabada en su mente, deseoso de saber su significación.

ESTER 12
Mardoqueo descubre la conjuración

1Estaba entonces Mardoqueo en el palacio del rey con Bagata y Tara, eunucos del rey, los cuales eran porteros del palacio. 2Se enteró de los planes de ellos y después de averiguar bien sus designios, entendió que atentaban contra la vida del rey Artajerjes, y dio de ello noticia al rey; 3el cual hizo el proceso a ambos, y habiendo ellos confesado, mandó conducirlos a la muerte. 4[3410]El rey hizo escribir en los anales lo sucedido; e igualmente lo puso por escrito Mardoqueo, para conservar su memoria. 5[3411]También el rey le mandó que se quedase en la corte real, después de haberle recompensado por la denuncia. 6Pero Amán, hijo de Amadati, bugeo, gozaba de gran favor con el rey, y quiso perder a Mardoqueo y a su pueblo, a causa de los dos eunucos del rey que habían sido ajusticiados.

ESTER 13
Primer edicto del rey

1[3412]“El muy grande Artajerjes, rey desde la India hasta Etiopía, a los príncipes y gobernadores de las ciento veinte y siete provincias sujetas a su imperio, salud. 2[3413]Siendo yo rey de muchísimas naciones, y habiendo sometido a mi dominio toda la tierra, no he querido en modo alguno abusar de la grandeza de mi poderío, sino antes bien gobernar a mis súbditos con clemencia y mansedumbre, para que pasando una vida tranquila, sin temor alguno, gozasen la paz deseada de todos los mortales. 3Consultando con mis consejeros cómo esto podría conseguirse, uno de ellos, llamado Amán, que aventajaba a los demás en sabiduría y lealtad y era el segundo después del rey, 4me hizo conocer la existencia de un pueblo disperso por toda la tierra, que se gobierna con leyes nuevas, y que, oponiéndose a la costumbre de todas las gentes, menosprecia las órdenes de los reyes, y con sus disensiones turba la concordia de todas las naciones. 5Lo cual entendido por Nos, viendo que esta sola nación, contraria a todo el género humano, sigue leyes perversas, desoye nuestros mandatos y perturba la paz y concordia de las provincias que Nos están sujetas: 6[3414]hemos decretado que todos los que señalare Amán —el cual tiene la superintendencia de todas las provincias; y es el segundo después de Nos, y a quien honramos como a padre— sean exterminados por sus enemigos, juntamente con las mujeres e hijos, el día catorce del mes duodécimo de Adar, del presente año, sin que nadie los perdone; 7a fin de que esos hombres malvados, desciendan al infierno en un, mismo día, y se restituya a nuestro reino la paz que han turbado.”

Oración de Mardoqueo

8[3415]Hizo entonces Mardoqueo oración al Señor, haciendo memoria de todas Sus obras, 9[3416]y dijo: “Señor, Señor, Rey omnipotente, en tu poder están todas las cosas, y no hay quien pueda resistir a tu voluntad, si has resuelto salvar a Israel. 10Tú hiciste el cielo y la tierra y todo cuanto en el ámbito del cielo se contiene. 11Tú eres el Señor de todas las cosas, ni hay quien resista a tu majestad. 12Tú lo sabes todo, y sabes que no por altivez, no por desdén, ni por ambición de gloria he hecho esto de no adorar al soberbísimo Amán; 13porque para salvar a Israel estaría dispuesto a besar con gusto aun las huellas de sus pies, 14[3417]pero he temido trasladar a un hombre el honor debido a mi Dios, y adorar a ningún otro fuera del Dios mío. 15[3418]Ahora oh Señor y Rey, Dios de Abrahán, apiádate de tu pueblo; porque nuestros enemigos buscan cómo perdernos y acabar con tu heredad. 16No menosprecies tu posesión, que para Ti has rescatado de Egipto. 17Escucha mi súplica, y muéstrate propicio a tu nación y a la heredad tuya, y convierte nuestro llanto en gozo, para que viviendo alabemos, Señor, tu nombre, y no cierres las bocas de los que te alaban.”

18[3419]Todo Israel, orando unánimemente, clamó al Señor, pues una muerte cierta les amenazaba a todos.

ESTER 14
Oración de Ester

1También la reina Ester, aterrada del peligro inminente, acudió al Señor. 2Quitándose las vestiduras reales, tomó un traje propio de llanto y luto, y en vez de los preciosos perfumes, cubrió la cabeza de ceniza y basura, mortificó su cuerpo con ayunos y esparcía los cabellos que se arrancaba, por todos aquellos lugares en que antes acostumbraba alegrarse. 3Y oró al Señor, Dios de Israel, diciendo:

“Oh Señor mío, Tú que eres el único rey nuestro, socórreme a mí, que estoy desolada, pues no tengo otra ayuda fuera de Ti; 4[3420]porque me estrecha el peligro por todas partes. 5[3421]Yo oí contar a mi padre, cómo Tú, Señor, escogiste a Israel de entre todas las naciones, y a nuestros padres de entre todos sus antepasados, para poseerlos como heredad perpetua, e hiciste con ellos como habías prometido. 6Hemos pecado delante de Ti, y por eso nos has entregado en manos de nuestros enemigos; 7[3422]puesto que hemos adorado sus dioses. Justo eres, oh Señor. 8Mas ahora no se contentan con oprimirnos con durísima esclavitud, sino que, atribuyendo al poder de los ídolos la fuerza de sus brazos, 9intentan desbaratar tus promesas, destruir tu heredad, cerrar las bocas de los que te alaban y extinguir la gloria de tu templo y de tu altar, 10a fin de que abran los gentiles sus bocas para alabar el poder de los ídolos y celebrar para siempre a un rey de carne. 11[3423]No entregues, Señor, tu cetro a los que nada son, para que no se rían de nuestra caída; antes bien vuelve contra ellos sus maquinaciones, y derriba al que ha empezado a desencadenar su furor contra nosotros. 12Acuérdate, Señor, de nosotros, y muéstranos tu rostro en el tiempo de nuestra tribulación, y dame firme esperanza, oh Señor, rey de los dioses y de toda potestad. 13[3424]Pon en mi boca palabras apropiadas cuando me presente al león, y muda su corazón para que aborrezca a nuestro enemigo y este perezca con todos los que están de acuerdo con él. 14Líbranos con tu mano, y ayúdame a mí, que no tengo otro auxilio sino a Ti, Señor, como quiera que Tú conoces todas las cosas, 15[3425]y sabes que aborrezco la gloria de los inicuos y detesto el lecho de los incircuncisos y de todo extranjero. 16Tú conoces mi necesidad, y que abomino el soberbio distintivo de mi gloria que llevo sobre mi cabeza en los días de mi lucimiento; que lo detesto, cual paño de menstruación, y que no lo llevo, en los días de mi retiro. 17[3426]Y que nunca he comido en la mesa de Amán, ni me han gustado los banquetes del rey, ni he bebido vino de las libaciones; 18y que esta tu sierva desde el día en que fue trasladada aquí, hasta el presente, jamás se ha alegrado sino en Ti, Señor, Dios de Abrahán. 19Oh Dios, que eres más fuerte que todos, escucha las voces de aquellos que no tienen ninguna otra esperanza, sálvanos de las manos de los inicuos y líbrame de mis angustias.”

ESTER 15
Exhortación de Mardoqueo a Ester

1[3427]Y le envió a decir —sin duda era Mardoqueo— que se presentase al rey, y rogase por su pueblo y por su patria:

2“Acuérdate, le dijo, del tiempo en que te hallabas en estado humilde, y como te he alimentado con mi mano; porque Amán, el segundo después del rey, ha hablado contra nosotros para (tramar) nuestra muerte. 3Por tanto, invoca Tú al Señor, y habla por nosotros al rey, para librarnos de la muerte.”

Ester ante el rey

4[3428]Al tercer día dejó los vestidos de penitencia y se vistió con todas sus galas. 5Y así, brillando con el esplendor de los aderezos de reina, e invocando a Dios, que es el árbitro y salvador de todos, tomó consigo dos de sus criadas, 6apoyándose sobre una de ellas, como que por la suma delicadeza y debilidad no podía sostener su cuerpo. 7La otra criada iba detrás de su señora, llevándole la falda que arrastraba por el suelo. 8Ella, empero, con el color de rosa en su rostro, y con la gracia y brillo de sus ojos, ocultaba la tristeza de su corazón, oprimida por un excesivo temor.

9Pasó una por una todas las puertas, hasta que llegó a la presencia del rey, en donde este se hallaba sentado sobre el solio de su reino, vestido con las vestiduras reales y reluciente de oro y pedrería, pero de un aspecto que causaba terror. 10Cuando él alzó la vista y manifestó en sus ojos encendidos el furor de su pecho, la reina se desmayó, y mudándose su color en palidez, dejó caer su fatigada cabeza sobre la criada. 11[3429]Entonces Dios trocó la ira del rey en dulzura, y apresurado y temeroso saltó del trono, y sosteniéndola con sus brazos hasta que volvió en sí, la acariciaba con estas palabras: 12“¿Qué tienes, Ester? Yo soy tu hermano, no temas. 13[3430]No morirás, porque esta ley fue puesta para todos los demás, pero no para ti. 14Acércate y toca el cetro.” 15Y como ella no hablase, tomó él el cetro de oro, y poniéndoselo sobre el cuello la besó, diciendo: “¿Por qué no me hablas?” 16[3431]Entonces ella respondió: “Te he visto, señor, como a un ángel de Dios, y ante el temor de tu majestad quedó conturbado mi corazón. 17Porque tú, señor, eres en extremo admirable, y tu rostro está lleno de gracias.” 18Mientras decía esto se desmayó de nuevo, quedando casi exánime, 19[3432]por lo cual el rey se acongojaba, y todos sus ministros consolaban a Ester.

ESTER 16
Segundo edicto del rey

1[3433]“El grande Artajerjes, rey desde la India hasta Etiopía, a los gobernadores y príncipes de las ciento veinte y siete provincias que están sujetas a nuestro imperio, salud. 2Muchos en su soberbia han abusado de la bondad de los príncipes y de los honores que se les han conferido, 3y no solo procuran oprimir a los súbditos de los reyes, sino que, incapaces de mantener la gloria recibida, maquinan asechanzas contra los que se la dieron. 4[3434]Y no se contentan con ser ingratos a los beneficios, y con violar en sí mismos los derechos de la humanidad, sino que creen también poder escapar al juicio de Dios que todo lo ve. 5Han llegado a tal punto de locura, que con ardides y mentiras intentan derribar a los que cumplen exactamente los cargos a ellos confiados y se portan en todo de tal manera, que se hacen dignos del común aplauso. 6Con sus astutas mentiras engañan los oídos sencillos de los príncipes, que juzgan a los otros por su propio natural. 7Lo cual se comprueba no solo por las historias antiguas, sino también por lo que sucede cada día, (es decir) que por las malas sugestiones de algunos se pervierten las buenas inclinaciones de los reyes. 8Por eso es preciso proveer a la paz de todas las provincias; 9[3435]y por tanto no debéis creer que si damos contraórdenes, proviene esto de ligereza de ánimo, sino que tomamos tales resoluciones con arreglo al bien del estado, conforme a la condición y necesidad de los tiempos.

10Para que mejor entendáis lo que decimos: Amán, hijo de Amadati, macedonio de corazón y de origen, extraño de la raza de los persas y despreciador cruel de nuestra bondad, extranjero como era, fue acogido por Nos, 11y alcanzó nuestra benevolencia en tanto grado, que era apellidado nuestro padre, y venerado de todos como el segundo después del rey. 12Este se infatuó de tanta arrogancia, que intentó privarnos del reino y de la vida. 13Pues con nuevos y nunca oídos engaños maquinaba la muerte de Mardoqueo, a cuya lealtad y buenos servicios debemos la vida, y de Ester, consorte de nuestro reino, y de toda su nación. 14Pensaba, quitada la vida a estos, armarnos asechanzas, después de habernos aislado, y trasladar a los macedonios el reino de los persas. 15[3436]Pero no hemos hallado la menor culpa en los judíos, a los cuales había destinado a la muerte el peor de los hombres. Al contrario, ellos viven según leyes justas, 16y son hijos del Dios altísimo, máximo y siempre viviente, por cuyo beneficio fue dado el reino a nuestros padres y a Nos y conservado hasta el día de hoy.

17Por tanto sabed que son nulas las cartas que él expidió en nuestro nombre. 18Por esta maldad así él, que la fraguó, como toda su parentela, están colgados en patíbulos a las puertas de esta ciudad de Susa, no siendo nosotros, sino Dios, el que le ha dado su merecido. 19[3437]Este edicto, que ahora enviamos, publíquese en todas las ciudades, para que sea permitido a los judíos vivir según sus leyes; 20y vosotros debéis prestarles auxilio, a fin de que el día trece del duodécimo mes llamado Adar, puedan dar muerte a aquellos que estén preparados para acabar con ellos; 21pues este día de aflicción y de llanto, el Dios Todopoderoso lo convirtió en día de gozo. 22Por esto contaréis también vosotros este día entre los demás días festivos; y lo celebraréis con toda suerte de regocijos, para que se sepa en los tiempos venideros 23que todos los que obedecen lealmente a los persas reciben la recompensa digna de su lealtad, mientras que los conspiradores contra su reino perecen por su crimen.

24Toda provincia y toda ciudad, que no quisiere tener parte en esta solemnidad, perezca a cuchillo y a fuego, y sea de tal manera arrasada, que quede para siempre intransitable, no solo a los nombres, sino aun a las fieras, para escarmiento de los despreciadores y desobedientes.”

I MACABEOS

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INTRODUCCIÓN

Los dos Libros de los Macabeos son los últimos del Antiguo Testamento, cronológicamente posteriores a los de Esdras y Nehemías, que señalan el retorno de Babilonia. Han recibido su nombre del tercer hijo del sacerdote Matatías: Judas, a quien por su valentía fue dado el sobrenombre de “Makkébet” (martillo). Ese apodo pasó a los hermanos de Judas y a toda su familia que antiguamente se llamaba de los Hasmoneos, por Hasmonai, bisabuelo de Matatías.

La canonicidad de los dos libros es atestiguada por muchos Padres, como Clemente Alejandrino, Orígenes, San Cipriano, San Hilario, San Ambrosio, San Agustín, San Crisóstomo, y por los Concilios de Hipona (393) y Cartago (391). San Jerónimo, sin embargo, no los tradujo al latín, “acaso porque dudaba de su autenticidad” (Bardenhewer). El Concilio de Trento terminó con las dudas sobre su carácter canónico, incorporándolos ambos definitivamente al canon de las Escrituras sagradas.

El primer Libro empieza describiendo la situación política y religiosa de Palestina a raíz de la persecución de Antíoco IV Epífanes (175-164); relata después la resistencia de Matatías, de estirpe sacerdotal, su celo por la Ley, y su muerte (caps. 1-2). Matatías es la encarnación del sentimiento religioso y patriótico, el cual supo infundir a sus hijos y a un pequeño núcleo de su pueblo, que no rehusaba ningún sacrificio para obtener la victoria. A estos dos primeros capítulos se agrega la historia de los hijos de Matatías, sus batallas, victorias y proezas: Judas Macabeo (3, 1 - 9, 22), Jonatás (9, 23 - 12, 53) y Simón (caps. 13-16).

El segundo Libro trae primero dos cartas de los judíos de Palestina a los de Egipto, que tratan de la fiesta de la Dedicación del Templo. En el Prólogo, subsiguiente a esas cartas, el autor da noticias acerca de la composición del libro, el cual se presenta como compendio de los cinco libros de Jasón de Cirene (caps. 1-2). La primera parte trae el castigo de Heliodoro, la historia de los Sumos Sacerdotes Onías, Jasón y Menelao, el martirio de Eleázaro y de la madre de los llamados Macabeos con sus siete hijos (caps. 3-7). El resto del libro está dedicado exclusivamente a Judas Macabeo, cuya historia se narra hasta la victoria sobre Nicanor (caps. 8-15).

En cuanto a la composición se cree que el primer libro fue escrito por un autor palestinense en idioma hebreo, alrededor del año 100 a. C. y traducido poco después al griego. San Jerónimo vio todavía el texto hebreo. El segundo libro, empero, se escribió en griego como fácilmente se prueba por el estilo. Su composición es anterior a la del primero, y ha de fijarse poco después del año 160 a. C. Por eso no alcanza a referir las hazañas de Jonatás ni las de Simón que se narran en el primer libro.

El fin y objeto de los dos libros no es solamente dar una exposición histórica de las guerras contra los más poderosos opresores de Israel, sino también, y más aún, poner de relieve las tremendas pruebas que sufrió el pueblo escogido por querer imitar a los paganos, y destacar el auxilio de la divina Providencia en aquella lucha de vida o muerte, que humanamente hablando, habría debido tener por consecuencia la aniquilación del pequeño pueblo judío. Si esto no sucedió, si el curso de la historia tomó un rumbo contrario a toda expectación humana, estamos autorizados y obligados a atribuirlo a la intervención del Altísimo, que una vez más se mostró benigno para con su pueblo, del cual poco después había de nacer el Mesías.

El segundo libro acentúa más él carácter edificante y confortante de los acontecimientos históricos, exhortando a la celebración de las fiestas, a la reverencia al Templo, a la constancia en la persecución, a la fe en la resurrección y a la esperanza en la eterna recompensa.

En la cronología siguen los dos libros la era de los Seléucidas, cuyo comienzo es el mes de Tischri del año 312 a. C.

Faltando el texto hebreo seguimos, con leves cambios, la versión publicada en nuestra edición de la Vulgata.

1 MACABEOS 1
Prólogo

1[3438]Sucedió que después que Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, y el primero que reinó en Grecia, salió del país de Cetim y derrotó a Darío, rey de los persas y de los medos; 2ganó muchas batallas, y se apoderó en todas partes de las ciudades fuertes, y mató a los reyes de la tierra, 3y penetró hasta los últimos términos del mundo, y se enriqueció con los despojos de muchas naciones; y enmudeció la tierra delante de él. 4Juntó poder y un ejército muy fuerte; y después se engrió e hinchó de soberbia su corazón; 5y se apoderó de las provincias, de las naciones y de sus reyes, los cuales se le hicieron tributarios. 6Después de esto cayó enfermo, y conoció que iba a morirse. 7Entonces llamó a los nobles de su corte que se habían criado con él desde la tierna edad; y antes de morir dividió entre ellos su reino. 8[3439]Reinó Alejandro doce años, y murió.

9En seguida aquellos se hicieron reyes, cada uno en su respectiva provincia. 10Y así que él murió, se coronaron todos, y después de ellos sus hijos, por espacio de muchos años; y se multiplicaron los males sobre la tierra.

I. LEVANTAMIENTO DE MATATÍAS
Antíoco Epífanes sube al poder

11[3440]Y de entre ellos salió aquella raíz perversa, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que después de haber estado en Roma como rehén, empezó a reinar el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos. 12[3441]En aquel tiempo se dejaron ver unos inicuos israelitas, que persuadieron a otros muchos, diciéndoles: Vamos, y hagamos alianza con las naciones circunvecinas, porque después que nos separamos de ellas, hemos experimentado muchos desastres. 13Les pareció bien este consejo. 14Y algunos del pueblo se decidieron, y fueron a estar con el rey, el cual les dio facultad de vivir según las costumbres de los gentiles. 15[3442]En seguida construyeron en Jerusalén un gimnasio, según el estilo de los gentiles; 16abolieron el uso de la circuncisión, y abandonaron el Testamento, y se coligaron con las naciones y se vendieron como esclavos a la maldad.

Antíoco saquea a Jerusalén

17EstabIecido Antíoco en su reino, concibió el designio de hacerse también rey de Egipto, a fin de dominar en ambos reinos. 18Así entró en Egipto con un poderoso ejército, con carros de guerra, y elefantes, y caballería, y un gran número de naves. 19[3443]Y haciendo la guerra a Ptolomeo, rey de Egipto, temió este su encuentro, y echó a huir, y fueron muchos los muertos y heridos. 20Entonces se apoderó de las ciudades fuertes de Egipto, y saqueó el país de Egipto.

21Después de haber asolado a Egipto, volvió Antíoco el año ciento cuarenta y tres, y se dirigió contra Israel. 22Y habiendo llegado a Jerusalén con un poderoso ejército, 23[3444]entró lleno de soberbia en el Santuario, y tomó el altar de oro, y el candelero con todas sus lámparas, y todos sus vasos, y la mesa de la proposición, y las palanganas, y las copas, y los incensarios de oro, y el velo, y las coronas, y los adornos de oro que había en la fachada del Templo, y todo lo hizo pedazos. 24[3445]Tomó asimismo la plata y el oro, y los vasos preciosos, y los tesoros escondidos que encontró. Y después de haberlo saqueado todo, se volvió a su tierra; 25habiendo hecho grande mortandad en las personas, y mostrado en sus palabras mucha soberbia.

26[3446]Fue grande el llanto que hubo en Israel y en todo el país. 27Gemían los príncipes y los ancianos; quedaban sin aliento las doncellas y los jóvenes; y desapareció la hermosura en las mujeres. 28Se entregaron al llanto todos los esposos, y sentadas sobre el tálamo nupcial se deshacían en lágrimas las esposas. 29Y se estremeció la tierra, como compadecida de sus habitantes; y toda la casa de Jacob quedó cubierta de oprobio.

Nuevo estrago en Jerusalén

30Cumplidos que fueron dos años, envió el rey por las ciudades de Judá al superintendente de tributos, el cual llegó a Jerusalén con grande acompañamiento. 31[3447]Y habló a la gente con una fingida dulzura, y le creyeron. 32Pero de repente se arrojó sobre los ciudadanos, e hizo en ellas una gran carnicería, quitando la vida a muchísima gente del pueblo de Israel. 33Y saqueó la ciudad, y la entregó a las llamas, y derribó sus casas y los muros que la cercaban. 34Y se llevaron cautivas las mujeres, y se apoderaron de sus hijos y de sus ganados.

Jerusalén, ciudad desolada

35[3448]Fortificaron la ciudad de David, con una grande y firme muralla, y con fuertes torres, e hicieron de ella una fortaleza. 36La guarnecieron de gente malvada, de hombres perversos, los cuales se hicieron allí fuertes, y metieron en ella armas y vituallas, y también los despojos de Jerusalén, 37teniéndolos allí como en custodia. Y vinieron a ser como un funesto lazo, 38estando como en emboscada contra el lugar santo, y siendo como unos enemigos mortales de Israel; 39pues derramaron la sangre inocente alrededor del Santuario, y profanaron el lugar santo. 40[3449]Por causa de ellos huyeron los habitantes de Jerusalén, viniendo esta a quedar morada de extranjeros, y como extraña para sus naturales, los cuales la abandonaron. 41[3450]Su Santuario quedó desolado como un yermo, convertidos en días de llanto sus días festivos, en oprobio sus sábados, y reducidos a nada sus honores. 42En fin, la grandeza de su ignominia igualó a la de su gloria, y su alta elevación se convirtió en llantos.

Impío edicto de Antíoco

43[3451]En esto el rey Antíoco expidió cartas por todo su reino, para que todos sus pueblos formasen uno solo, renunciando cada uno a su ley: particular. 44Todas las gentes se conformaron con este decreto del rey Antíoco, 45y muchos del pueblo de Israel se sometieron a esta servidumbre, y sacrificaron a los ídolos, y violaron el sábado. 46[3452]En efecto, el rey envió sus comisionados a Jerusalén, y por todas las ciudades de Judá, con cartas, para que abrazasen las leyes de las gentes de la tierra, 47y se prohibiese ofrecer en el Templo de Dios holocaustos, sacrificios, y oblaciones por los pecados, 48y se impidiese la celebración del sábado y de las solemnidades. 49[3453]Mandó además que se profanasen los santos lugares y el pueblo santo de Israel. 50Dispuso que se erigiesen altares y templos e ídolos, y que se sacrificasen carnes de cerdo y animales inmundos; 51que dejasen sin circuncidar a sus hijos, y que manchasen sus almas con toda suerte de viandas impuras y de abominaciones, a fin de que olvidasen la Ley de Dios, y traspasasen todos sus mandamientos; 52[3454]y que todos los que no obedeciesen las órdenes del rey Antíoco perdiesen la vida. 53A este tenor escribió a todo su reino, y nombró comisionados que obligasen al pueblo a hacer todo esto; 54los cuales mandaron a las ciudades de Judá que sacrificasen. 55Y muchos del pueblo se unieron con aquellos que habían abandonado la Ley del Señor, e hicieron mucho mal en el país; 56y obligaron al pueblo de Israel a huir a parajes extraviados, y a guarecerse en sitios ocultos.

Profanación del templo y persecución de los que observaban la ley

57[3455]El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, colocó el rey Antíoco sobre el altar de Dios el abominable ídolo de la desolación, y por todas partes se erigieron altares en todas las ciudades de Judá. 58Y quemaban inciensos y ofrecían sacrificios delante de las puertas de las casas y en las plazas. 59[3456]Y despedazando los libros de la Ley de Dios, los arrojaban al fuego; 60y a todo hombre en cuyo poder hallaban los libros del Testamento del Señor, y a todos cuantos observaban la Ley del Señor, los despedazaban, en cumplimiento del edicto del rey. 61Con esta violencia trataban, una vez por mes, al pueblo de Israel que habitaba en las ciudades. 62Porque a los veinticinco días del mes, ofrecían ellos sacrificios sobre el altar, que estaba erigido enfrente del altar.

63Las mujeres que circuncidaban a sus hijos eran despedazadas, conforme a lo mandado por el rey Antíoco; 64y a los niños los colgaban por el cuello en todas las casas donde los hallaban, y despedazaban a los que los habían circuncidado. 65[3457]En medio de esto muchos del pueblo de Israel resolvieron en su corazón no comer viandas impuras, y eligieron antes el morir que contaminarse con manjares inmundos; 66y no queriendo quebrantar la Ley santa de Dios, fueron despedazados. 67[3458]Terrible fue sobremanera la ira contra el pueblo.

1 MACABEOS 2
El sacerdote Matatías y sus hijos

1[3459]En aquellos días se levantó Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote de la familia de Joarib, de Jerusalén, que vivía en el monte de Modín. 2Tenía cinco hijos: Juan, llamado por sobrenombre Gadis; 3Simón, por sobrenombre Tasi; 4[3460]Judas, que era apellidado Macabeo; 5Eleázaro, denominado Abarón; y Jonatás, conocido con el sobrenombre de Apfus.

6Al ver estos los estragos que se hacían en el pueblo de Judá y en Jerusalén, 7exclamó Matatías: “¡Infeliz de mí! ¿Por qué he venido yo al mundo para ver la ruina de mi patria, y la destrucción de la ciudad santa, y para estarme aquí sin hacer nada por ella al tiempo que es entregada en poder de sus enemigos? 8Las cosas santas se hallan en manos de los extranjeros; y su Templo es como un hombre que está infamado. 9Sus vasos preciosos han sido saqueados y llevados fuera; despedazados por las plazas sus ancianos, y muertos al filo de la espada enemiga sus jóvenes. 10¿Qué nación hay que no haya participado algo de este reino, o tenido parte en sus despojos? 11[3461]Arrebatado le ha sido todo su esplendor; y la que antes era libre, es en el día esclava. 12En fin, todo cuanto teníamos de santo, de ilustre y de glorioso, otro tanto ha sido asolado y profanado por las naciones. 13¿Para qué queremos ya la vida?” 14Y rasgaron sus vestidos Matatías y sus hijos, y se cubrieron de cilicios, y lloraban amargamente.

Su celo por la Ley

15A este tiempo llegaron allí los comisionados que el rey Antíoco enviaba para obligar a los que se habían refugiado en la ciudad de Modín a que ofreciesen sacrificios y quemasen incienso a los ídolos, y abandonasen la Ley de Dios. 16En efecto, muchos del pueblo de Israel consintieron en ello, y se les unieron. Pero Matatías y sus hijos permanecieron firmes. 17Y tomando la palabra los comisionados de Antíoco, dijeron a Matatías: “Tú eres el principal, el más grande y el más esclarecido de esta ciudad, y glorioso con esa corona de hijos y de hermanos. 18[3462]Ven, pues, tú el primero, y haz lo que el rey manda, como lo han hecho todas las gentes, y los varones de Judá, y los que han quedado en Jerusalén; y con esto tú y tus hijos seréis del número de los amigos del rey, el cual os llenará de oro y plata, y de grandes dones”. 19Respondió Matatías, y dijo en alta voz: “Aunque todas las gentes obedezcan al rey Antíoco, y todos abandonen la observancia de la ley de sus padres, y se sometan a los mandatos del rey, 20yo, y mis hijos, y mis hermanos obedeceremos la ley de nuestros padres. 21[3463]Quiera Dios ampararnos. No nos es provechoso abandonar la Ley y los preceptos de Dios. 22No daremos oídos a las palabras del rey Antíoco, ni ofreceremos sacrificios, violando los mandamientos de nuestra Ley por seguir otro camino”.

Matatías mata a los idólatras y huye al desierto

23Apenas había acabado de pronunciar estas palabras, cuando a vista de todos se presentó un cierto judío para ofrecer sacrificios a los ídolos sobre el altar que se había erigido en la ciudad de Modín, conforme a la orden del rey. 24[3464]Matatías lo vio, y se llenó de dolor; se le conmovieron las entrañas; e inflamándose su furor, conforme al espíritu de la Ley, se arrojó sobre él, y le mató sobre el mismo altar. 25No contento con esto, mató al mismo tiempo al comisionado del rey Antíoco, que forzaba a la gente a sacrificar, y derribó el altar; 26mostrando su celo por la Ley e imitando lo que hizo Fineés con Zamrí, hijo de Salomí.

27Gritó entonces Matatías a grandes voces por la ciudad, diciendo: “Todo el que tenga celo por la Ley, y quiera permanecer firme en la Alianza, sígame.” 28[3465]Y huyó con sus hijos a los montes, y abandonaron todo cuanto tenían en la ciudad. 29Entonces muchos que amaban la Ley y la justicia, se fueron al desierto; 30y permanecieron allí con sus hijos, con sus mujeres y sus ganados; porque se veían inundados de males.

Fidelidad a la observancia del sábado

31Se dio aviso a los oficiales del rey, y a las tropas que había en Jerusalén, en la ciudad de David, de cómo ciertas gentes que habían hollado el mandato del rey, se habían retirado a los lugares ocultos del desierto, y que les habían seguido otros muchos. 32Por lo que marcharon al punto contra ellos, y se prepararon para atacarlos en día de sábado; 33pero antes les dijeron: “¿Queréis todavía resistiros? Salid, y obedeced el mandato del rey Antíoco, y quedaréis salvos”. 34“De ningún modo saldremos, respondieron ellos, ni obedeceremos al rey, ni violaremos el sábado”. 35Entonces las tropas se arrojaron sobre ellos; 36pero tan lejos estuvieron ellos de resistirles, que ni tan siquiera les tiraron una piedra, ni aun cerraron las bocas de las cavernas; 37[3466]sino que dijeron: “Muramos todos en nuestra sencillez, y el cielo y la tierra nos serán testigos de que injustamente nos quitáis la vida”. 38En efecto, los enemigos los acometieron en día de sábado; y perecieron tanto ellos como sus mujeres, hijos y ganados, llegando a mil personas las que perdieron la vida.

39Lo supieron Matatías y sus amigos e hicieron por ellos un gran duelo; 40y se dijeron unos a otros: “Si todos nosotros hiciéremos como han hecho nuestros hermanos, y no peleáremos para defender nuestras vidas y nuestra Ley contra las naciones, en breve tiempo nos exterminarán del país”. 41Así, pues, tomaron aquel día esta resolución: “Si alguno, dijeron, nos acomete en día de sábado, pelearemos contra él; y así no moriremos todos, como han muerto en las cavernas nuestros hermanos.”

Matatías destruye en todo el país los altares paganos

42[3467]Entonces vino a reunirse con ellos la congregación de los asideos, que eran hombres de los más valientes de Israel, y celosos todos de la Ley; 43y también se les unieron todos los que huían acosados de las calamidades, y les sirvieron de refuerzo. 44Formaron un ejército, y se arrojaron en su ira sobre los prevaricadores, y en su saña sobre los hombres malvados; y los que quedaron huyeron a ponerse en salvo entre las naciones. 45Después recorrió Matatías con sus amigos todo el país; y destruyeron los altares; 46y circuncidaron a cuantos niños hallaron incircuncisos, en los términos de Israel, y obraron con denuedo. 47Persiguieron a sus orgullosos enemigos, y salieron prósperamente en todas sus empresas. 48Y vindicaron la Ley contra el poder de los gentiles, y el poder de los reyes; y no dejaron al malvado que abusase de su poder.

Muerte de Matatías

49[3468]Se acercaron entretanto los días de la muerte de Matatías; el cual habló a sus hijos de esta manera: “Ahora domina la soberbia, y es el tiempo del castigo y de la ruina, y del furor e indignación. 50Por lo mismo ahora, oh hijos míos, sed celosos de la Ley, y dad vuestras vidas en defensa del Testamento de vuestros padres. 51Acordaos de las obras que hicieron en sus tiempos vuestros antepasados, y os adquiriréis una gloria grande, y un nombre eterno. 52[3469]Abrahán, por ventura, ¿no fue hallado fiel en la prueba que de él se hizo, y le fue imputado esto por justicia? 53[3470]José en el tiempo de su aflicción observó los mandamientos, y vino a ser el señor de Egipto. 54Fineés, nuestro padre, porque se abrasó en celo por la honra de Dios, recibió la recompensa de un sacerdocio eterno. 55Josué por su obediencia llegó a ser caudillo de Israel. 56Caleb, por el testimonio que dio en la congregación del pueblo, recibió una herencia. 57[3471]David por su misericordia se adquirió para siempre el trono del reino. 58[3472]Elías por su abrasado celo por la Ley fue recibido en el cielo. 59Ananías, Azarías y Misael fueron librados de las llamas por su fe. 60Daniel por su sinceridad fue librado de la boca de los leones. 61Y a este modo id discurriendo de generación en generación: Todos aquellos que ponen en Dios su esperanza, no descaecen.

62Y no os amedrenten las palabras del hombre pecador; porque su gloria no es más que basura y gusanos. 63Hoy es ensalzado, y mañana desaparece; porque se convierte en el polvo de que fue formado, y se desvanecen todos sus designios. 64Sed, pues, constantes vosotros, oh hijos míos, y obrad vigorosamente en defensa de la Ley; pues ella será la que os llenará de gloria.

Última instrucción y bendición de Matatías

65Ahí tenéis a Simón, vuestro hermano. Yo sé que es hombre de consejo; escuchadle siempre, y él hará para con vosotros las veces de padre. 66Judas Macabeo ha sido esforzado y valiente desde su juventud; sea él el general de vuestro ejército, y el que conduzca el pueblo a la guerra. 67Reunid a vosotros todos aquellos que observan la Ley, y vengad a vuestro pueblo. 68Dad a las gentes su merecido, y sed solícitos en guardar los preceptos de la Ley.”

69En seguida les echó su bendición, y fue a reunirse con sus padres. 70[3473]Murió Matatías el año ciento cuarenta y seis, y sus hijos le sepultaron en Modín en el sepulcro de sus padres, y todo Israel le lloró amargamente.

II. JUDAS MACABEO
1 MACABEOS 3
Elogio de Judas

1Y le sucedió su hijo Judas, que tenía el sobrenombre de Macabeo. 2Le ayudaban todos sus hermanos, y todos cuantos se habían unido con su padre, y peleaban con alegría por la defensa de Israel. 3[3474]Y dio Judas de nuevo lustre a la gloria de su pueblo; se revistió cual gigante la coraza, se ciñó sus armas para combatir, y protegía con su espada todo el campamento. 4Parecía un león en sus acciones, y se asemejaba a un cachorro cuando ruge sobre la presa. 5Persiguió a los malvados, buscándolos por todas partes; y abrasó en las llamas a los que turbaban el reposo de su pueblo. 6El temor que infundía su nombre hizo desaparecer a sus enemigos, todos los malvados se llenaron de turbación; y con su brazo obró la salud. 7Preparaba gran amargura a muchos reyes; sus acciones eran la alegría de Jacob, y será eternamente bendita su memoria. 8Recorrió las ciudades de Judá, exterminando de ellas a los impíos y apartó el azote de sobre Israel. 9Su nombradía llegó hasta el cabo del mundo, y reunió alrededor de sí a los que estaban a punto de perecer.

Victoria de Judas sobre Apolonio

10[3475]Apolonio, empero, juntó las naciones, y sacó de Samaria un grande y poderoso ejército para pelear contra Israel. 11Informado de ello Judas, le salió al encuentro, y le derrotó, y le quitó la vida; quedando en el campo de batalla un gran número de enemigos, y echando a huir los restantes. 12Se apoderó en seguida de sus despojos, reservándose Judas para sí la espada de Apolonio; de la cual se servía siempre en los combates.

Victoria sobre Serón.

13En esto llegó a noticia de Serón, general del ejército de Siria, que Judas había congregado una multitud y congregación del pueblo fiel; 14y dijo: “Yo voy a ganarme gran reputación y gloria en todo el reino, derrotando a Judas y a los que le siguen; los cuales no hacen caso de las órdenes del rey”. 15Con esto se preparó; y se le unió un considerable refuerzo de tropas de impíos, para vengarse de los hijos de Israel. 16[3476]Y avanzaron hasta Bethorón, y Judas le salió al encuentro con pocas tropas. 17Así que estas vieron al ejército que venía contra ellas, dijeron a Judas: “¿Cómo podremos nosotros pelear contra un ejército tan grande y valeroso, siendo, como somos, tan pocos, y estando debilitados por el ayuno de hoy?” 18[3477]Respondió Judas: “Fácil cosa es que muchos sean presa de pocos; pues cuando el Dios del cielo quiere dar la victoria lo mismo es para Él que haya poca o que haya mucha gente; 19porque el triunfo en los combates no depende de la multitud de las tropas, sino del cielo, que es de donde dimana la fortaleza. 20Ellos vienen contra nosotros con una turba de gente insolente y orgullosa, con el fin de aniquilarnos a nosotros, y a nuestras mujeres, y a nuestros hijos, y despojarnos; 21mas nosotros vamos a combatir por nuestras vidas y por nuestra Ley. 22El Señor mismo los hará pedazos en nuestra presencia; y así no los temáis.”

23Luego que acabó de pronunciar estas palabras, se arrojó de improviso sobre los enemigos, y derrotó a Serón con todo su ejército. 24Y les persiguió desde la bajada de Bethorón hasta el llano y habiendo quedado ochocientos hombres tendidos en el campo de batalla, huyeron los demás al país de los filisteos.

25Con esto Judas y sus hermanos eran el terror de todas las naciones circunvecinas; 26y su fama llegó hasta los oídos del rey, y en todas partes se hablaba de las batallas de Judas.

Preparativos de Antíoco para una nueva guerra contra los judíos

27Luego que el rey Antíoco recibió estas noticias, se embraveció sobremanera, y mandó que se reunieran las tropas de todo su reino, y se formase un poderosísimo ejército. 28Y abrió su erario, y habiendo dado a las tropas la paga de un año, les mandó que estuviesen apercibidas para todo. 29Mas observó que se iba acabando el dinero de sus tesoros, y que sacaba pocos tributos de aquel país, por causa de las disensiones y de la miseria, que él mismo había ocasionado queriendo abolir los fueros que allí regían desde tiempos antiguos; 30[3478]y temió que no podría ya gastar ni dar, como antes hacía con largueza y con una munificencia superior a la de todos los reyes sus predecesores. 31Hallándose en gran consternación resolvió pasar a Persia, con el fin de recoger los tributos de aquellos países, y juntar gran cantidad de dinero.

32Dejó a Lisias, príncipe de sangre real, por lugarteniente del reino desde el Éufrates hasta el río de Egipto, 33y para que tuviese cuidado de la educación de su hijo Antíoco hasta que él volviese. 34Le dejó la mitad del ejército y los elefantes, y le comunicó órdenes sobre todo aquello que él quería que se hiciese; y también por lo respectivo a los habitantes de la Judea, y de Jerusalén. 35mandándole que enviase contra ellos un ejército para destruir y exterminar el poder de Israel; y los restos que quedaban en Jerusalén, y borrar de aquel país hasta la memoria de ellos; 36y que estableciese en toda aquella región habitantes de otras naciones, distribuyéndoles por suerte sus tierras. 37[3479]Tomó el rey la otra mitad del ejército, y partiendo de Antioquía, capital de su reino, el año ciento cuarenta y siete, y pasado el río Éufrates, recorrió las provincias superiores.

El enemigo se acerca a Jerusalén

38En esto eligió Lisias a Ptolomeo, hijo de Dorimino, a Nicanor, y a Gorgias, que eran personas de gran valimiento entre los amigos del rey; 39y envió con ellos cuarenta mil hombres de a pie y siete mil de a caballo, para que pasasen a asolar la tierra de Judá, según lo había dejado dispuesto el rey. 40[3480]Avanzaron con todas sus tropas, y vinieron a acampar en la llanura de Emaús. 41[3481]Y oyendo la noticia de su llegada los mercaderes de aquellas regiones tomaron consigo gran cantidad de oro y plata; y con criados vinieron a los reales con el fin de comprar por esclavos a los hijos de Israel; y con ellos se unieron las tropas de Siria y las de otras naciones.

Judas y sus tropas imploran el auxilio divino con oración y ayuno

42Judas, empero, y sus hermanos, viendo que se aumentaban las calamidades, y que los ejércitos se iban acercando a sus confines, y habiendo sabido la orden que había dado el rey de exterminar y acabar con el pueblo, 43se dijeron unos a otros: “Reanimemos nuestro abatido pueblo, y peleemos en defensa de nuestra patria, y de nuestra santa religión”. 44Se reunieron en un cuerpo para estar prontos a la batalla, y para hacer oración e implorar misericordia y gracia. 45[3482]Se hallaba a esta sazón Jerusalén sin habitantes; de modo que parecía un desierto. No se veían ya entrar ni salir los naturales de ella, era hollado el Santuario, los extranjeros eran dueños del alcázar, el cual servía de habitación a los gentiles. Desterrada estaba de Jacob toda alegría; no se oía ya en ella flauta ni cítara. 46Habiéndose reunido, se fueron a Masfá, que está enfrente de Jerusalén; por haber sido Masfá en otro tiempo el lugar de la oración para Israel. 47Ayunaron aquel día, y se vistieron de cilicio, y se echaron ceniza sobre la cabeza, y rasgaron sus vestidos. 48[3483]Y abrieron los libros de la Ley, en donde los gentiles buscaban semejanzas para sus simulacros; 49[3484]y trajeron los ornamentos sacerdotales, y las primicias y diezmos; e hicieron venir a los nazareos que habían cumplido los días de su voto; 50y levantando su clamor hasta el cielo, dijeron: “¿Qué haremos de estos, y adonde los conduciremos? 51Tu Santuario está hollado y profanado, y cubiertos de lágrimas y de abatimiento tus sacerdotes; 52y he aquí que las naciones se han coligado contra nosotros para destruirnos. Tú sabes sus designios contra nosotros. 53¿Cómo podremos sostenernos delante de ellos, si Tú, oh Dios, no nos ayudas?” 54En seguida hicieron resonar las trompetas con grande estruendo.

El ejército de Judas acampa junto a Emaús

55Nombró después Judas los caudillos del ejército, los tribunos, los centuriones, y los cabos de cincuenta hombres, y los de diez. 56[3485]Y a aquellos que estaban construyendo casa, o acababan de casarse, o de plantar viñas, como también a los que tenían poco valor, les dijo que se volviesen cada uno a su casa, conforme a lo prevenido por la Ley. 57Levantaron luego los reales, y fueron a acamparse al mediodía de Emaús. 58Y Judas les habló de esta manera: “Tomad las armas, y tened buen ánimo; y estad prevenidos para mañana, a fin de pelear contra estas naciones, que se han unido contra nosotros para aniquilarnos, y echar por tierra nuestra santa religión; 59porque más nos vale morir en el combate, que ver el exterminio de nuestra nación y del Santuario. 60Y venga lo que fuere la voluntad del cielo.”

1 MACABEOS 4
Derrota de Gorgias

1Y tomó Gorgias consigo cinco mil hombres de a pie, y mil caballos escogidos; y de noche partieron, 2[3486]para dar sobre el campamento de los judíos, y atacarlos de improviso; sirviéndoles de guías los del país que estaban en el alcázar. 3Tuvo Judas aviso de este movimiento, y marchó con los más valientes de los suyos para acometer al grueso del ejército del rey, que estaba en Emaús. 4Se hallaba el ejército todavía desparramado, fuera de los atrincheramientos. 5Gorgias llegó aquella noche al campamento de Judas, y no halló en él alma viviente; se fue a buscarlos por los montes, diciendo: “Estas gentes van huyendo de nosotros.”

6[3487]Mas así que se hizo de día, se dejó ver Judas en el llano, acompañado tan solamente de tres mil hombres, que se hallaban faltos de espadas y broqueles; 7y reconocieron que el ejército de los gentiles era muy fuerte, y que estaba rodeado de coraceros y de caballería, y que todos eran diestros en el combate. 8Entonces Judas habló a los suyos de esta manera: “No os asuste su muchedumbre, ni temáis su encuentro. 9Acordaos del modo con que fueron librados nuestros padres en el Mar Rojo, cuando el Faraón iba en su alcance con un numeroso ejército; 10y clamemos ahora al cielo, y el Señor se compadecerá de nosotros, y se acordará de la Alianza hecha con nuestros padres, y destrozará hoy a nuestra vista ese ejército; 11con lo cual reconocerán todas las gentes que hay un salvador y libertador de Israel.”

12En esto levantaron sus ojos los extranjeros, y percibieron que (los judíos) venían marchando contra ellos, 13y salieron de los reales para acometerlos. Entonces los que seguían a Judas dieron la señal con las trompetas; 14y habiéndose trabado combate, fueron desbaratadas las tropas de los gentiles; y echaron a huir por aquella campiña. 15[3488]Mas todos los que se quedaron atrás, perecieron al filo de la espada. Y los vencedores fueron siguiéndoles al alcance hasta Gecerón, y hasta las campiñas de Idumea y de Azoto y de Jamnia, y murieron de ellos hasta tres mil hombres.

Segunda victoria sobre las tropas de Gorgias

16Después Judas se volvió con el ejército que le seguía, 17y dijo a sus tropas: “No os dejéis llevar de la codicia del botín; porque aún tenemos enemigos que vencer; 18y Gorgias se halla con su ejército cerca de nosotros en el monte. Ahora manteneos firmes contra nuestros enemigos, y vencedlos, y después tomaréis los despojos con toda seguridad. 19En efecto, aún estaba hablando Judas cuando se descubrió parte de las tropas, que estaban acechando desde el monte. 20Y reconoció Gorgias que los suyos habían sido puestos en fuga, y que habían sido entregados al fuego sus reales; pues la humareda que se veía le daba a entender lo sucedido. 21Cuando ellos vieron esto, y al mismo tiempo a Judas y su ejército en el llano preparados para la batalla, se intimidaron en gran manera, 22y echaron todos a huir a las tierras de las naciones extranjeras.

23Con esto, Judas se volvió a tomar los despojos del campo, donde juntaron mucho oro y plata, y jacinto, y púrpura marina, y grandes riquezas. 24[3489]Y al volverse, entonaban himnos, y bendecían a voces a Dios: porque el Señor es bueno, y eterna es su misericordia. 25Y con esta memorable victoria se salvó Israel en aquel día.

Derrota de Lisias

26Todos aquellos extranjeros que escaparon, fueron a llevar la nueva a Lisias de cuanto había sucedido; 27y así que lo oyó, quedó consternado, y como fuera de sí, por no haber salido las cosas en Israel según él se había prometido y conforme el rey había mandado.

28El año siguiente reunió Lisias sesenta mil hombres escogidos, y cinco mil de a caballo, con el fin de exterminar a los judíos. 29Y entrando en Judea sentaron los reales en Bethorón, y les salió Judas al encuentro con diez mil hombres. 30[3490]Y conociendo que era poderoso el ejército, oró, y dijo: “Bendito seas, oh Salvador de Israel, Tú que quebrantaste la fuerza de un gigante por medio de tu siervo David, y que entregaste el campamento de los extranjeros en poder de Jonatás, hijo de Saúl, y de su escudero. 31Entrega ese ejército en poder de Israel, pueblo tuyo, y queden confundidas sus huestes y su caballería. 32Infúndeles miedo, y aniquila su osadía y coraje, y despedácense ellos mismos con sus propias fuerzas. 33Derríbalos con la espada de aquellos que te aman, para que todos los que conocen tu nombre te canten himnos de alabanza.”

34Trabada luego la batalla, quedaron en ella muertos cinco mil hombres del ejército de Lisias. 35Viendo este la fuga de los suyos, y el ardimiento de los judíos, y que estos estaban resueltos a vivir, o a morir valerosamente, se fue a Antioquía, y levantó nuevas tropas escogidas para volver con mayores fuerzas a la Judea.

Desolación del Templo

36[3491]Entonces Judas y sus hermanos, dijeron: “Ya que quedan destruidos nuestros enemigos, vamos ahora a purificar y restaurar el Templo”. 37[3492]Y reunido todo el ejército, subieron al monte Sión 38donde vieron desierto el lugar santo, y profanado el altar, y quemadas las puertas, y que en los patios habían nacido arbustos como en los bosques y montes, y que estaban arruinadas todas las habitaciones de los ministros del Santuario. 39Al ver esto rasgaron sus vestidos, y lloraron amargamente, y se echaron ceniza sobre la cabeza; 40y se postraron rostro por tierra, e hicieron resonar las trompetas con que se daban las señales, y levantaron sus clamores hasta el cielo.

Purificación del Templo

41[3493]Entonces Judas dispuso que fueran algunas tropas a combatir a los que estaban en el alcázar, mientras tanto que se iba purificando el Santuario. 42Y escogió sacerdotes sin tacha, amantes de la Ley de Dios, 43los cuales purificaron el Santuario, y llevaron a un sitio profano las piedras contaminadas. 44Y estuvo pensando qué debía hacerse del altar de los holocaustos, que había sido profanado; 45y tomaron el mejor partido, que fue el destruirle, a fin de que no fuese para ellos motivo de oprobio, puesto que había sido contaminado por los gentiles, y así le demolieron; 46[3494]y depositaron las piedras en un lugar a propósito del monte en que estaba el Templo, hasta tanto que viniese un profeta, y decidiese qué era lo que de ellas debía hacerse.

47[3495]Tomaron después piedras intactas, conforme a la Ley, y construyeron un altar nuevo semejante a aquel que había habido antes; 48y reedificaron el Santuario, y aquello que estaba de la parte de adentro de la Casa, y santificaron el Templo y sus atrios. 49E hicieron nuevos vasos sagrados, y colocaron en el Templo el candelero y el altar de los inciensos y la mesa. 50Y pusieron después incienso sobre el altar, y encendieron las lámparas que estaban sobre el candelero, y alumbraron el Templo. 51Y pusieron los panes sobre la mesa, colgaron los velos, y completaron todas las obras que habían comenzado.

El primer sacrificio en el nuevo altar

52[3496]Se levantaron antes de amanecer, el día veinticinco del noveno mes, llamado Casleu, del año ciento cuarenta y ocho. 53y ofrecieron el sacrificio, según la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido. 54Con lo cual se verificó que en el mismo tiempo, y el mismo día que este altar había sido profanado por los gentiles, fue renovado al son de cánticos, de cítaras, de liras, y de címbalos. 55Y todo el pueblo se postró, hasta juntar su rostro con la tierra, y adoraron a Dios, y levantando su voz hasta el cielo, bendijeron a Aquel que les había concedido aquella felicidad.

Institución de la fiesta de la Dedicación

56[3497]Celebraron la dedicación del altar por espació de ocho días, y ofrecieron holocaustos con regocijo, y sacrificios de acción de gracias y alabanza. 57Adornaron también la fachada del Templo con coronas de oro y con escudetes, y renovaron las puertas, y las habitaciones de los ministros, y les pusieron puertas. 58Fue extraordinaria la alegría del pueblo; y sacudieron de sí el oprobio de las naciones. 59Entonces estableció Judas y sus hermanos, y toda la iglesia de Israel, que en lo sucesivo se celebrase cada año con grande gozo y regocijo este día de la dedicación del altar por espacio de ocho días seguidos, empezando el día veinticinco del mes de Casleu.

Fortificación del monte Sión

60[3498]Fortificaron entonces mismo el monte Sión, y le circuyeron de altas murallas y de fuertes torres, para que no viniesen los gentiles a profanarle, como lo habían hecho antes. 61[3499]Y puso allí Judas una guarnición para que le custodiase, y le fortificó para seguridad de Betsura, a fin de que el pueblo tuviese a esta fortaleza en la frontera de Idumea.

1 MACABEOS 5
Guerra contra los pueblos vecinos

1Así que las naciones circunvecinas oyeron que el altar y el Santuario habían sido reedificados como antes, se irritaron sobremanera; 2[3500]y resolvieron exterminar a los de la estirpe de Jacob que vivían entre ellos, y comenzaron a matar y perseguir a aquel pueblo. 3[3501]Entretanto batía Judas a los hijos de Esaú en la Idumea, y a los que estaban en Acrabatane, porque tenían sitiados a los israelitas, e hizo en ellos un gran destrozo.

4[3502]También se acordó de la malicia de los hijos de Beán, los cuales eran para el pueblo un lazo y tropiezo, armándole emboscadas en el camino. 5Y los obligó a encerrarse en unas torres, donde los tuvo cercados; y habiéndolos anatematizado, pegó fuego a las torres y las quemó con cuantos había dentro.

6[3503]De allí pasó a los hijos de Ammón, donde encontró un fuerte y numeroso ejército, con Timoteo, su caudillo. 7Tuvo diferentes choques con ellos, y los derrotó, e hizo en ellos gran matanza. 8[3504]Y tomó la ciudad de Gacer con los lugares dependientes de ella, y se volvió a Judea.

Persecución de los judíos en Galaad y Galilea

9[3505]Los gentiles que habitaban en Galaad se reunieron para exterminar a los israelitas que vivían en su país; mas estos se refugiaron en la fortaleza de Datemán. 10Desde allí escribieron cartas a Judas y a sus hermanos, en las cuales decían: “Se han congregado las naciones circunvecinas para perdernos; 11y se preparan para venir a tomar la fortaleza donde nos hemos refugiado, siendo Timoteo, el caudillo de su ejército. 12Ven luego, y líbranos de sus manos, porque han perecido ya muchos de los nuestros; 13[3506]y todos nuestros hermanos, que habitaban en los lugares de Tubín, han sido muertos, habiéndose llevado cautivas a sus mujeres e hijos, y saqueándolo todo, y dado muerte allí mismo a cerca de mil hombres.” 14Aún no había acabado de leer estas cartas, cuando he aquí que llegaron otros mensajeros que venían de Galilea, rasgados sus vestidos, trayendo otras nuevas semejantes. 15Pues decían haberse coligado contra ellos los de Tolomaida, y los de Tiro y de Sidón, y que toda la Galilea estaba llena de extranjeros, con el fin de acabar con nosotros. 16Luego que Judas y su gente oyeron tales noticias, tuvieron un gran consejo para deliberar qué era lo que harían a favor de aquellos hermanos suyos que se hallaban en la angustia, y eran estrechados por aquella gente.

17Dijo Judas a su hermano Simón: “Escoge un cuerpo de tropas, y ve a librar a tus hermanos que están en Galilea, y yo y mi hermano Jonatás iremos a Galaad.” 18Y dejó a José, hijo de Zacarías, y a Azarías por caudillos del pueblo, para guardar la Judea con el resto del ejército. 19Les dio esta orden: “Cuidad de esta gente, les dijo; y no salgáis a pelear contra los gentiles, hasta que volvamos nosotros.” 20Se dieron a Simón tres mil hombres para ir a Galilea, y Judas tomó ocho mil para pasar a Galaad.

Simón liberta a Galilea y judas a Galaad

21[3507]Partió Simón para Galilea; y tuvo muchos encuentros con aquellas naciones, las que derrotó y fue persiguiendo hasta las puertas de Tolomaida; 22dejando muertos cerca de tres mil gentiles, y apoderándose del botín. 23[3508]Tomó después consigo a los que había en Galilea y en Arbates, como también a sus mujeres e hijos, y todo cuanto tenían, y los condujo a la Judea con grande regocijo.

24Entretanto Judas Macabeo, con su hermano Jonatás, pasaron el Jordán, y caminaron tres días por el desierto. 25[3509]Y les salieron al encuentro los nabuteos, los cuales los recibieron pacíficamente, y les contaron lo que había acaecido a sus hermanos en Galaad; 26[3510]y cómo muchos de ellos se habían encerrado en Barasa, en Bosor, en Alimas, en Casfor, en Maget, y Carnaim, todas ellas ciudades fuertes y grandes; 27y cómo quedaban también cercados los que habitaban en otras ciudades de Galaad, y que los enemigos querían arrimar al día siguiente su ejército a aquellas ciudades, y prenderlos, y acabar con ellos en un solo día.

28Con esto partió Judas inmediatamente con su ejército por el camino del desierto de Bosor, y se apoderó de la ciudad, y pasó a cuchillo a todos los varones, y después de saqueada la entregó a las llamas. 29Por la noche salieron de allí y se dirigieron a la fortaleza; 30y al rayar el día, alzando los ojos vieron una tropa innumerable de gentes, que traían consigo escalas y máquinas para tomar la plaza, y destruir a los que estaban dentro. 31Luego que Judas vio que se había comenzado el ataque, y que el clamor de los combatientes subía hasta el cielo como trompeta, y la grande gritería en la ciudad, 32dijo a sus tropas: “Pelead en este día en defensa de vuestros hermanos”. 33Y marcharon en tres columnas por las espaldas de los enemigos; tocaron las trompetas, y clamaron orando. 34Entonces conocieron las tropas de Timoteo, que era el Macabeo el que venía, y huyeron su encuentro; sufriendo un gran destrozo, y habiendo perecido en aquel día al pie de ocho mil hombres.

Destrucción de Carnaim y Efrón

35[3511]De allí torció Judas el camino hacia Masfá, la batió y se apoderó de ella; pasó a cuchillo todos los varones, y después de haberla saqueado, la incendió. 36Partiendo más adelante tomó, a Casbón, a Maget, a Bosor y a las demás ciudades de Galaad. 37[3512]Después de estos sucesos juntó Timoteo otro ejército, y se acampó frente a Rafón, a la otra parte del arroyo. 38Judas envió luego a espiar al enemigo, y los emisarios le dijeron: “Todas las naciones que nos rodean se han juntado con Timoteo; es un ejército sumamente grande. 39Han tomado también en su auxilio a los árabes, y están acampados a la otra parte del arroyo, preparándose para venir a darte la batalla”. Y Judas marchó contra ellos.

40Ahora bien, Timoteo había dicho a los capitanes de su ejército: “Cuando Judas con sus tropas llegare al arroyo y pasare él primero hacia nosotros, no le podremos resistir, y nos vencerá infaliblemente. 41Pero si temiere pasar, y pusiere su campo en el otro lado del arroyo, pasémoslo nosotros, y lograremos victoria”. 42En esto llegó Judas cerca del arroyo, y poniendo a los escribanos del ejército a lo largo de la orilla del agua, les dio esta orden: “No dejéis que se quede aquí nadie; sino que todos han de venir al combate”. 43Dicho esto pasó él el primero hacia los enemigos, y en pos de él toda la tropa, y así que llegaron, derrotaron a todos aquellos gentiles, los cuales arrojaron las armas, y huyeron al templo que había en Carnaim. 44Judas tomó la ciudad, pegó fuego al templo y le abrasó con cuantos había dentro; y Carnaim fue asolada, sin que pudiese resistir a Judas. 45Entonces reunió Judas todos los israelitas que se hallaban en el país de Galaad, desde el más chico hasta el más grande, con sus mujeres e hijos, formando de todos ellos un ejército numerosísimo para que viniesen a la tierra de Judá.

46[3513]Llegaron a Efrón, ciudad grande situada en la embocadura del país, y muy fuerte; y no era posible dejarla a un lado, echando a la derecha o a la izquierda, sino que era preciso atravesar por medio de ella. 47Mas sus habitantes se encerraron, y tapiaron las puertas con piedras. Judas les envió un mensajero de paz, 48diciéndoIes: “Es nuestro deseo pasar por vuestro país para ir a nuestras casas, y nadie os hará daño; no haremos más que pasar”. Sin embargo, ellos no quisieron abrir. 49Entonces Judas hizo pregonar por todo el ejército, que cada uno la asaltase por el lado en que se hallaba. 50En efecto, la atacaron los hombres más valientes, y se dio el asalto, que duró todo aquel día y aquella noche, cayendo al fin en sus manos la ciudad. 51Pasaron a cuchillo a todos los varones, y arrasaron la ciudad hasta los cimientos, después de haberla saqueado, y atravesaron por toda ella, caminando por encima de los cadáveres.

Judas vuelve a Jerusalén dando gracias a Dios

52En seguida pasaron el Jordán en la gran llanura que hay enfrente de Betsán. 53E iba Judas en la retaguardia reuniendo a los rezagados, y alentando al pueblo por todo el camino, hasta que llegaron a tierra de Judá. 54[3514]Y subieron al monte Sión con alegría y regocijo, y ofrecieron allí holocaustos en acción de gracias por el feliz regreso, sin que hubiese perecido ninguno de ellos.

Imprudencia de los comandantes de Jerusalén

55[3515]Pero mientras Judas y Jonatás estaban en el país de Galaad, y Simón, su hermano, en Galilea delante de Tolomaida, 56José, hijo de Zacarías, y Azarías, comandante de las tropas, tuvieron noticia de estos felices sucesos, y de las batallas que se habían dado. 57Y dijo aquel: “Hagamos también nosotros célebre nuestro nombre, y vamos a pelear contra las naciones circunvecinas”. 58Y dando la orden a las tropas de su ejército, marcharon contra Jamnia.

59Pero Gorgias salió con su gente fuera de la ciudad, para venir al encuentro de ellos y presentarles batalla. 60Y fueron batidos José y Azarías, los cuales echaron a huir hasta las fronteras de Judea; pereciendo en aquel día hasta dos mil hombres del pueblo de Israel; habiendo sufrido el pueblo esta gran derrota, 61[3516]por no haber obedecido las órdenes de Judas y de sus hermanos, imaginándose que harían maravillas. 62[3517]Mas ellos no eran de la estirpe de aquellos varones, por medio de los cuales había de ser salvado Israel. 63Por el contrario, las tropas de Judas se adquirieron gran reputación, tanto en todo Israel, como entre las naciones todas, adonde llegaba el eco de su fama. 64Y la gente les salía al encuentro con aclamaciones de júbilo.

Judas castiga a los idumeos y filisteos

65Marchó después Judas con sus hermanos al país del mediodía a reducir a los hijos de Esaú, y se apoderó a la fuerza de Hebrón, y de sus aldeas, quemando sus muros y las torres que tenía alrededor. 66[3518]De allí partió y se dirigió al país de las naciones extranjeras, y recorrió la Samaria. 67En aquel tiempo murieron peleando unos sacerdotes por querer hacer proezas, y haber entrado imprudentemente en el combate. 68Judas torció después hacia Azoto, país de los extranjeros, y derribó sus altares, quemó los simulacros de sus dioses, saqueó las ciudades, y con sus despojos se volvió a tierra de Judá.

1 MACABEOS 6
Derrota de Antíoco en Persia

1[3519]Entretanto el rey Antíoco recorriendo las provincias superiores, oyó que había en Persia una ciudad llamada Elimaida, muy célebre y abundante de plata y oro, 2con un templo riquísimo, donde había velos con mucho oro, y corazas, y escudos que había dejado allí Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, el que reinó primero en Grecia. 3Y fue allá con el fin de apoderarse de la ciudad, y saquearla; pero no pudo salir con su intento, porque llegando a entender su designio los habitantes, 4[3520]salieron a pelear contra él, y tuvo que huir, y se retiró con gran pesar, volviéndose a Babilonia.

Tardío arrepentimiento de Antíoco

5Y estando en Persia, le llegó la noticia de que había sido destrozado el ejército que se hallaba en el país de Judá, 6y que habiendo pasado allá Lisias con grandes fuerzas fue derrotado por los judíos, los cuales se hacían más poderosos con las armas, municiones y despojos tomados al ejército destruido; 7[3521]y de cómo habían igualmente ellos derrocado la abominación erigida por él sobre el altar de Jerusalén, y cercado asimismo el Santuario con altos muros, según estaba antes, y también a Betsura, su ciudad. 8Oído que hubo el rey tales noticias, quedó pasmado y lleno de turbación, y se puso en cama, y enfermó de melancolía, viendo que no le habían salido las cosas como él se lo había imaginado. 9[3522]Permaneció así en aquel lugar por muchos días; porque iba aumentándose su tristeza, de suerte que consintió en que se moría.

Muerte de Antíoco

10Con esto llamó a todos sus amigos, y les dijo: “El sueño ha huido de mis ojos; mi corazón se ve abatido y oprimido de pesares, 11he dicho en mi corazón: ¡A qué aflicción me veo reducido, y en qué abismo de tristeza me hallo, yo que estaba antes tan contento y querido, gozando de mi regia dignidad! 12Mas ahora se me presentan a la memoria los males que causé en Jerusalén, de donde me traje todos los despojos de oro y plata que allí tomé, y cómo sin motivo alguno envié a exterminar los moradores de la Judea. 13Yo reconozco ahora que por eso han llovido sobre mí tales desastres; y ved aquí que muero de profunda melancolía en tierra extraña.”

14Llamó después a Filipo, uno de sus confidentes, y le nombró regente de todo su reino; 15y le entregó la diadema, el manto real y el anillo, a fin de que fuese a encargarse de su hijo Antíoco, y le educase para ocupar el trono. 16Y murió allí el rey Antíoco, el año ciento cuarenta y nueve.

Judas pone sitio a la ciudadela de Jerusalén

17[3523]Al saber Lisias la muerte del rey, proclamó a Antíoco, su hijo, a quien él había criado desde niño; y le puso el nombre de Eupator. 18Entretanto los que ocupaban el alcázar tenían encerrado a Israel en los alrededores del Santuario; y procuraban siempre causarle daño, y acrecentar el partido de los gentiles. 19Judas resolvió destruirlos, y convocó a todo el pueblo para ir a sitiarlos. 20Reunida la gente comenzaron el sitio el año ciento cincuenta, y construyeron ballestas, y otras máquinas de guerra. 21[3524]Salieron fuera algunos de los sitiados, a los que se agregaron varios otros de los impíos del pueblo de Israel. 22Y se fueron al rey, y le dijeron: “¿Cuándo, finalmente, harás tú justicia, y vengarás a nuestros hermanos? 23Nosotros nos resolvimos a servir a tu padre, y obedecerle, y observar sus leyes. 24Por esta causa nos tomaron aversión los de nuestro mismo pueblo, han dado muerte a todo el que han encontrado de nosotros, y han robado nuestros bienes; 25y no tan solo han ejercido su violencia contra nosotros, sino también por todo nuestro país. 26Y he aquí que ahora han puesto sitio al alcázar de Jerusalén para apoderarse de él, y han fortificado a Betsura. 27Si tú no obras con más actividad que ellos, harán aún cosas mayores que estas, y no podrás tenerlos a raya.”

28Se irritó el rey al oír esto, e hizo llamar a todos sus amigos, y a los principales oficiales de su ejército, y a los comandantes de la caballería. 29Le llegaron también tropas asalariadas de otros reinos, y de las islas del mar, 30de suerte que juntó un ejército de cien mil infantes con veinte mil hombres de caballería, y treinta y dos elefantes adiestrados para el combate.

Sitio de Betsura y batalla de Betzacara

31Y entrando por la Idumea, vinieron a poner sitio a Betsura, y la combatieron por espacio de muchos días, e hicieron máquinas de guerra; pero habiendo hecho una salida (los sitiados), las quemaron y pelearon valerosamente. 32[3525]A este tiempo levantó Judas el sitio del alcázar, y dirigió sus tropas hacia Betzacara, frente al campamento del rey. 33Se levantó el rey antes de amanecer, e hizo marchar apresuradamente su ejército por el camino de Betzacara. Se prepararon para el combate ambos ejércitos, y dieron la señal con las trompetas. 34Mostraron a los elefantes vino tinto y zumo de moras, a fin de incitarlos a la batalla; 35y distribuyeron estos animales por las legiones, poniendo alrededor de cada elefante mil hombres armados de cotas de malla y morriones de bronce, y quinientos hombres escogidos de caballería cerca de cada elefante. 36Estas tropas se hallaban anticipadamente en donde quiera que había de estar el elefante, e iban donde él iba, sin apartarse de él nunca. 37[3526]Sobre cada una de estas bestias había una fuerte torre de madera, que les servía de defensa, y sobre la torre máquinas de guerra; yendo en cada torre treinta y dos hombres esforzados, los cuales peleaban desde ella, y un indio gobernaba la bestia. 38El resto de la caballería, dividido en dos trozos, lo colocó en los flancos del ejército para excitarle con el sonido de las trompetas, y tener así encerradas las filas de sus legiones. 39Así que salió el sol e hirió con sus rayos los broqueles de oro y de bronce, reflejaron estos la luz en los montes, resplandeciendo como antorchas encendidas. 40La una parte del ejército del rey caminaba por lo alto de los montes, y la otra por los lugares bajos, e iban avanzando con precaución y en buen orden. 41Y todos los moradores del país estaban asombrados a las voces de aquella muchedumbre, y al movimiento de tanta gente, y al estruendo de sus armas; pues era grandísimo y muy poderoso aquel ejército. 42Y se adelantó Judas con sus tropas para dar la batalla, y murieron del ejército del rey seiscientos hombres.

Acto heroico de Eleazar

43[3527]Eleazar, hijo de Saura, observó un elefante que iba protegido con corazas regias, y que era más alto que todos los demás: y juzgó que iría encima de él el rey. 44[3528]E hizo el sacrificio de sí mismo por libertar a su pueblo, y granjearse un nombre eterno. 45Corrió animosamente hacia el elefante por en medio de la legión, matando a la diestra y la siniestra, y atropellando a cuantos se le ponían delante; 46[3529]y fue a meterse debajo del vientre del elefante, y le mató; pero cayendo la bestia encima de él, le dejó muerto. 47Mas los judíos, viendo las fuerzas e impetuosidad del ejército del rey, hicieron una retirada.

Se rinde Betsura

48Entonces las tropas del rey fueron contra ellos por el camino de Jerusalén, y llegando a la Judea, acamparon junto al monte Sión. 49[3530]EI rey hizo un tratado con los que estaban en Betsura; los cuales salieron de la ciudad, porque estando sitiados dentro de ella, no tenían víveres, por ser aquel año sabático para los campos. 50De esta suerte, el rey se apoderó de Betsura, dejando en ella una guarnición para su custodia.

Sitio de Jerusalén

51Asentó después sus reales cerca del lugar santo; donde permaneció muchos días, preparando allí ballestas, y otros ingenios para lanzar fuegos, y máquinas para arrojar piedras y dardos, e instrumentos para tirar saetas, y además de eso hondas. 52Los sitiados hicieron también máquinas contra las de los enemigos, y se defendieron por muchos días. 53Faltaban, empero, víveres, en la ciudad, por ser el año séptimo, y porque los gentiles que habían quedado en Judea habían consumido todos los repuestos. 54Con esto quedó poca gente para los lugares santos; porque los soldados se hallaron acosados del hambre, y se desparramaron, yéndose cada cual a su lugar.

Pacto entre el rey y los judíos

55[3531]En esto llegó a entender Lisias que Filipo, a quien el rey Antíoco, estando aún en vida, había encargado la educación de su hijo Antíoco para que ocupase el trono, 56había vuelto de Persia y de la Media con el ejército que había ido con él, y que buscaba medios para apoderarse del gobierno del reino. 57Por tanto, fue inmediatamente, y dijo al rey y a los generales del ejército: “Nos vamos consumiendo de día en día; tenemos pocos víveres; la plaza que tenemos sitiada está bien pertrechada; y lo que nos urge es arreglar los negocios del reino. 58Ahora, pues, compongámonos con estas gentes, y hagamos la paz con ellas, y con toda su nación; 59y dejémosles que vivan como antes según sus leyes; pues por amor de sus leyes, que hemos despreciado nosotros, se han encendido en cólera, y hecho todas estas cosas.”

60Pareció bien al rey y a sus príncipes esta proposición; y envió a hacer la paz con los judíos, los cuales la aceptaron. 61La confirmaron con juramento el rey y los príncipes; y salieron de la fortaleza los que la defendían. 62Y entró el rey en el monte Sión, y observó las fortificaciones que en él había; pero violó luego el juramento hecho, mandando derribar el muro que había alrededor.

63Partió después de allí a toda prisa, y se volvió a Antioquía, donde halló que Filipo se había hecho dueño de la ciudad; mas habiendo peleado contra él, la recobró.

1 MACABEOS 7
Traición de Alcimo

1[3532]El año ciento cincuenta y uno. Demetrio, hijo de Seleuco, salió de la ciudad de Roma, y llegó con poca comitiva a una ciudad marítima, y allí comenzó a reinar. 2Y apenas entró en el reino de sus padres, cuando el ejército se apoderó de Antíoco y de Lisias, para presentárselos a él. 3Mas así que lo supo, dijo: “Haced que no vea yo su cara”. 4Con esto la misma tropa les quitó la vida, y Demetrio quedó sentado en el trono de su reino. 5[3533]Y vinieron a presentársele algunos hombres malvados e impíos de Israel, cuyo caudillo era Alcimo, el cual pretendía ser Sumo Sacerdote. 6Acusaron estos a su nación delante del rey, diciendo: “Judas y sus hermanos han hecho perecer a todos tus amigos, y a nosotros nos han arrojado de nuestra tierra. 7Envía, pues, una persona de tu confianza, para que vaya y vea todos los estragos que aquel nos ha causado a nosotros y a las provincias del rey y castigue a todos sus amigos y partidarios.”

Báquides y Alcimo cooperan contra Judas

8En efecto, el rey eligió de entre sus amigos a Báquides, que tenía el gobierno de la otra parte del río, magnate del reino, y de la confianza del rey; y le envió 9a reconocer las vejaciones que había hecho Judas; confirió además el pontificado al impío Alcimo, al cual dio orden de castigar a los hijos de Israel. 10Se pusieron en camino, y entraron con un grande ejército en el país de Judá; y enviaron mensajeros a Judas y a sus hermanos para engañarlos con buenas palabras. 11Pero estos no quisieron fiarse de ellos, viendo que habían venido con un poderoso ejército.

Alcimo quebranta el juramento

12[3534]Sin embargo, el colegio de los escribas pasó a estar con Alcimo y con Báquides para hacerles algunas proposiciones justas. 13[3535]Al frente de estos hijos de Israel iban los asideos, los cuales les pedían la paz. 14Porque decían: Un sacerdote de la estirpe de Aarón es el que viene a nosotros. No es de creer que nos engañe. 15Y les habló palabras de paz, y les juro, diciendo: “No os haremos daño alguno ni a vosotros ni a vuestros amigos”. 16Dieron ellos crédito a su palabra; pero él hizo prender a sesenta de los mismos, y en un día les hizo quitar la vida; conforme a lo que está escrito: 17[3536]“Alrededor de Jerusalén arrojaron los cuerpos de tus santos, y su sangre; ni hubo quien les diese sepultura”. 18Con esto, se apoderó de todo el pueblo un grande temor y espanto, y decían: No se encuentra verdad ni justicia en estas gentes; pues han quebrantado el tratado y el juramento que hicieron.

Crímenes de Báquides

19Levantó Báquides sus reales de Jerusalén, y fue a acamparse junto a Betceca, desde donde envió a prender a muchos que habían abandonado su partido; haciendo degollar a varios del pueblo, y que los arrojaran en un profundo pozo. 20Encargó después el gobierno del país a Alcimo, dejándole un cuerpo de tropas que le sostuviera; y se volvió Báquides adonde estaba el rey.

Judas prevalece contra Alcimo

21Hacía Alcimo todos sus esfuerzos para asegurarse en su pontificado; 22y habiéndose unido a él todos los revoltosos del pueblo, se hicieron dueños de toda la tierra de Judá, y causaron grandes estragos en Israel. 23Viendo Judas todos los males que Alcimo y los suyos hacían a los hijos de Israel, y que eran mucho peores que los causados por los gentiles 24salió a recorrer todo el territorio de la Judea, y castigó a estos desertores; de suerte que no volvieron a hacer más excursiones por el país. 25Mas cuando Alcimo vio que Judas y sus gentes ya prevalecían, y que él no podía resistirles, se volvió a ver al rey, y los acusó de muchos delitos.

Entrevista entre Judas y Nicanor

26Entonces el rey envió a Nicanor, uno de sus más ilustres magnates, y enemigo declarado de Israel, con la orden de acabar con este pueblo. 27Pasó Nicanor a Jerusalén con un grande ejército, y envió sus emisarios a Judas y a sus hermanos para engañarlos con palabras de paz, 28diciéndoles: “No haya guerra entre mí y vosotros. Yo pasaré con poca comitiva a veros y tratar de paz”. 29[3537]En efecto, fue Nicanor a ver a Judas; y se saludaron mutuamente como amigos; pero los enemigos estaban prontos para apoderarse de Judas.

30Y llegando Judas a entender que habían venido con mala intención, temió y no quiso volver a verle más. 31[3538]Conoció entonces Nicanor que estaba descubierta su trama; y salió a pelear contra Judas junto a Cafarsalama, 32donde quedaron muertos como unos cinco mil hombres del ejército de Nicanor; y se retiraron a la ciudad de David.

Judas derrota el ejército de Nicanor

33[3539]Después de esto subió Nicanor al monte Sión, y salieron a saludarle pacíficamente algunos sacerdotes del pueblo, y hacerle ver los holocaustos que se ofrecían por el rey. 34Mas él los recibió con desprecio y mofa, los contaminó y les habló con arrogancia, 35y lleno de cólera les juró diciendo: “Si no entregáis en mis manos a Judas y a su ejército, inmediatamente que yo vuelva victorioso, abrasaré esta casa”. Y se marchó sumamente enfurecido. 36[3540]Entonces los sacerdotes entraron en el Templo a presentarse ante el altar, y llorando dijeron: 37“Señor, Tú elegiste esta Casa a fin de que en ella fuese invocado tu Nombre, y fuese un lugar de oración y de plegarias para tu pueblo. 38Toma venganza de este hombre y su ejército, y perezcan al filo de la espada. Ten presentes sus blasfemias, y no les permitas que subsistan”. 39Habiendo partido Nicanor de Jerusalén, fue a acamparse cerca de Bethorón, y allí se le juntó el ejército de Siria. 40Judas acampó en Adarsa con tres mil hombres, e hizo oración a Dios en estos términos: 41[3541]“Señor, cuando los enviados del rey Senaquerib blasfemaron contra Ti, vino un Ángel que les mató ciento ochenta y cinco mil hombres. 42Extermina hoy del mismo modo a nuestra vista ese ejército; y sepan todos los demás que Nicanor ha hablado indignamente contra tu Santuario, y júzgale conforme a su maldad.”

43La batalla se dio el día trece del mes de Adar; y quedó derrotado el ejército de Nicanor, siendo él el primero que murió en el combate. 44Viendo los soldados de Nicanor que este había muerto, arrojaron las armas, y echaron a huir. 45Los judíos los siguieron al alcance toda una jornada desde Adacer hasta la entrada de Gazara, y al ir tras de ellos tocaban las trompetas dando señales. 46Con esto salían gentes de todos los pueblos de la Judea situados en las cercanías, y cargando sobre ellos con denuedo, los hacían retroceder; de suerte que fueron todos pasados a cuchillo, sin que escapara ni siquiera uno.

Celebración del triunfo

47Se apoderaron en seguida de sus despojos, y cortaron la cabeza a Nicanor, y su mano derecha, la cual había levantado él insolentemente, y las llevaron y colgaron a la vista de Jerusalén. 48Se alegró sobremanera el pueblo, y pasaron aquel día en grande regocijo. 49[3542]Y ordenó que se celebrase todos los años esta fiesta a trece del mes de Adar. 50Y la tierra de Judá quedó en reposo por algún tiempo.

1 MACABEOS 8
Alianza de Judas con los romanos

1[3543]Y oyó Judas la reputación de los romanos, y que eran poderosos, y se prestaban a todo cuanto se les pedía, y que habían hecho amistad con todos los que se habían querido unir a ellos, y que era muy grande su poder. 2[3544]Había también oído hablar de sus guerras, y de las proezas que hicieron en Galacia, de la cual se habían enseñoreado y hecho tributaria suya; 3y de las cosas grandes obradas en España, y cómo se habían hecho dueños de las minas de plata y de oro que hay allí, conquistando todo aquel país a esfuerzos de su prudencia y constancia; 4que asimismo habían sojuzgado regiones sumamente remotas, y destruido reyes, que en las extremidades del mundo se habían movido contra ellos, habiéndolos abatido enteramente, y que los demás les pagaban tributo cada año; 5[3545]cómo también habían vencido en batalla, y sujetado a Filipo y a Perseo, rey de los ceteos, y a los demás que habían tomado las armas contra ellos; 6[3546]que Antíoco el grande, rey de Asia, el cual les había acometido con un ejército sumamente poderoso, en donde iban ciento veinte elefantes, muchísima caballería y carros de guerra, fue asimismo enteramente derrotado; 7cómo además le prendieron vivo, y lo obligaron tanto a él como a sus sucesores a pagarles un grande tributo, y a que diese rehenes, y lo demás que se había pactado, 8[3547]y el país de los indios, el de los medos, y el de los lidios, sus provincias más excelentes, y cómo después de haberlas recibido de ellos, las dieron al rey Eumenes. 9Cómo habían querido los griegos ir contra los romanos para destruirlos; y que al saberlo estos 10enviaron en contra uno de sus generales, y dándoles batalla les mataron mucha gente, y se llevaron cautivas a las mujeres con sus hijos; saquearon todo el país, y se hicieron dueños de él; derribaron los muros de sus ciudades, y redujeron aquellas gentes a la servidumbre, como lo están hasta el día de hoy; 11y cómo habían asolado y sometido a su imperio los otros reinos e islas que habían tomado las armas contra ellos; 12[3548]pero que con sus amigos, y con los que se entregaban con confianza en sus manos, guardaban amistad; y que se habían enseñoreado de los reinos, ya fuesen vecinos, ya lejanos, porque cuantos oían su nombre, los temían; 13[3549]que aquellos a quienes ellos querían dar auxilio para que reinasen, reinaban en efecto; y al contrario, quitaban el reino a quienes querían; y que se habían elevado a un sumo poder; 14que sin embargo de todo esto, ninguno de entre ellos ceñía su cabeza con corona, ni vestía púrpura para ensalzarse con ella; 15y que habían formado un senado compuesto de trescientas veinte personas, y que cada día se trataban en este consejo los negocios públicos, a fin de que se hiciese lo conveniente; 16[3550]y que se confiaba cada año la magistratura a un solo hombre, para que gobernase todo el estado, y que todos obedecían a uno solo, sin que hubiese entre ellos envidia ni celos.

17Judas, pues, eligió a Eupólemo, hijo de Juan, que lo era de Jacob, y a Jasón, hijo de Eleázaro, y los envió a Roma para establecer amistad y alianza con ella, 18a fin de que los libertasen del yugo de los griegos; pues estaban viendo cómo tenían estos reducido a esclavitud el reino de Israel. 19En efecto, luego de un viaje muy largo, llegaron aquellos a Roma, y habiéndose presentado al senado, dijeron: 20“Judas Macabeo y sus hermanos y el pueblo judío nos envían para establecer alianza y paz con vosotros, a fin de que nos contéis en el número de vuestros aliados y amigos”. 21Les pareció bien a los romanos esta proposición.

Texto del pacto

22Y he aquí el rescripto que hicieron grabar en láminas de bronce, y enviaron a Jerusalén para que lo tuviesen allí los judíos como un monumento de paz y alianza. 23“Dichosos sean por mar y tierra eternamente los romanos y la nación de los judíos, y aléjense de ellos la guerra y el enemigo. 24Pero si sobreviniere alguna guerra a los romanos, o a alguno de sus aliados en cualquiera parte de sus dominios, 25los auxiliará la nación de los judíos de todo corazón, según lo exigieren las circunstancias, 26sin que los romanos tengan que dar y suministrar a las tropas que envían, ni víveres, ni armas, ni dinero, ni naves, porque así ha parecido a los romanos; y (los judíos) les obedecerán sin recibir de ellos la paga. 27De la misma manera si primero sobreviniese alguna guerra a los judíos, los auxiliarán de corazón los romanos, según la ocasión se lo permitiere; 28sin que los judíos tengan que abastecer a las tropas auxiliares, ni de víveres, ni de armas, ni de dinero, ni de naves, porque así ha parecido a los romanos; y les obedecerán sinceramente. 29Este es el pacto que hacen los romanos con los judíos. 30Mas si en lo venidero los unos o los otros quisieren añadir o quitar alguna cosa de lo que va expresado, lo harán de común consentimiento, y todo cuanto añadieren o quitaren permanecerá firme. 31Por lo que mira a las injurias que el rey Demetrio ha hecho a los judíos, nosotros le hemos escrito, diciéndole: ¿Por qué has oprimido con yugo tan pesado a los judíos, amigos que son y aliados nuestros? 32Como vengan, pues, ellos de nuevo a quejarse a nosotros, les haremos justicia contra ti, y te haremos guerra por mar y tierra.”

1 MACABEOS 9
Nueva invasión de Báquides

1Entretanto, así que Demetrio supo que Nicanor con todas sus tropas había perecido en el combate, envió de nuevo a Báquides y a Alcimo a la Judea, y con ellos el ala derecha de su ejército. 2Se dirigieron por el camino que va a Gálgala, y acamparon en Masalot, que está en Arbellas; la cual tomaron, y mataron mucha gente. 3[3551]En el primer mes del año ciento cincuenta y dos se acercaron con el ejército a Jerusalén; 4[3552]de donde salieron y se fueron a Berea en número de veinte mil hombres y dos mil caballos.

Superioridad del enemigo y temor de los judíos

5Había Judas sentado su campo en Laisa, y tenía consigo tres mil hombres escogidos. 6Mas cuando vieron la gran muchedumbre de tropas, se llenaron de gran temor, y desertaron muchos del campamento; de suerte que no quedaron más que ochocientos hombres. 7[3553]Viendo Judas reducido a tan corto número su ejército, y que el enemigo le estrechaba de cerca, perdió el ánimo; pues no tenía tiempo para ir a reunir tropas, y desmayó. 8Con todo, dijo a los que le habían quedado: “Ea, vamos contra nuestros enemigos, y veamos si podemos batirlos”. 9Mas ellos procuraban disuadirle de eso, diciendo: “De ningún modo podemos; pongámonos más bien en salvo, yéndonos a incorporar con nuestros hermanos, y después volveremos a pelear con ellos; ahora somos nosotros pocos”. 10[3554]“Líbrenos Dios, respondió Judas, de huir de ellos; si ha llegado nuestra hora, muramos valerosamente en defensa de nuestros hermanos, y no echemos un borrón a nuestra gloria.”

Muerte gloriosa de Judas

11A este tiempo salió de sus reales el ejército, y vino a su encuentro. La caballería iba dividida en dos cuerpos; los honderos y los flecheros ocupaban el frente del ejército, cuya vanguardia componían los soldados más valientes. 12Báquides estaba en el ala derecha, y los batallones avanzaron por ambos lados, tocando al mismo tiempo las trompetas. 13Los soldados de Judas alzaron también ellos el grito, de suerte que la tierra se estremeció con el estruendo de los ejércitos, y duró el combate desde la mañana hasta caída la tarde. 14Habiendo conocido Judas que el ala derecha del ejército de Báquides era la más fuerte, tomó consigo los más valientes de su tropa, 15[3555]y derrotándola, persiguió a los que la componían hasta el monte de Azoto. 16Mas los que estaban en el ala izquierda, al ver desbaratada la derecha, fueron por la espalda en seguimiento de Judas y de su gente; 17y encendiéndose con más vigor la pelea, perdieron muchos la vida de una y otra parte. 18Cayó también Judas y los restantes huyeron.

Judas es enterrado en el sepulcro de sus padres

19Recogieron después Jonatás y Simón el cuerpo de su hermano Judas, y le enterraron en el sepulcro de sus padres en la ciudad de Modín. 20Y todo el pueblo de Israel manifestó un gran sentimiento, y le lloró por espacio de muchos días. 21[3556]¡Cómo es, decían, que ha perecido el campeón que salvaba al pueblo de Israel! 22[3557]Las otras guerras de Judas, y las grandes hazañas que hizo, y la magnanimidad de su corazón no se han descrito, por ser excesivamente grande su número.

III. JONATÁS, JEFE Y PONTÍFICE
Jonatás es elegido jefe

23Y sucedió que muerto Judas, se manifestaron en Israel por todas partes los hombres perversos, y se dejaron ver todos los que obraban la maldad. 24Por este tiempo sobrevino una grandísima hambre, y todo el país con sus habitantes se sujetó a Báquides; 25el cual escogió hombres perversos, y los puso por comandantes del país. 26Andaban estos buscando, y pesquisaban a los amigos de Judas, y los llevaban a Báquides, quien se vengaba de ellos, y les hacía mil oprobios. 27[3558]Fue grande la tribulación de Israel, y tal que no se había experimentado semejante desde el tiempo en que dejó de verse profeta en Israel. 28En esto, se juntaron todos los amigos de Judas, y dijeron a Jonatás: 29“Después que murió tu hermano Judas, no hay ninguno como él que salga contra nuestros enemigos, que son Báquides y los enemigos de nuestra nación. 30Por tanto, te elegimos hoy en su lugar, para que seas nuestro príncipe, y el caudillo en nuestras guerras”. 31Aceptó entonces Jonatás el mando, y ocupó el lugar de su hermano Judas.

Huida de Jonatás al desierto

32Sabedor de esto Báquides, buscaba medios para quitarle la vida; 33[3559]pero habiéndolo llegado a entender Jonatás, y Simón, su hermano, con todos los que le acompañaban, huyeron al desierto de Tecuá, e hicieron alto junto al lago de Asfar. 34Báquides lo supo, y marchó él mismo con todo su ejército, en día de sábado, al otro lado del Jordán. 35[3560]Entonces Jonatás envió a su hermano, caudillo del pueblo, a rogar a los nabuteos, sus amigos, que les prestasen su tren de guerra, que era grande. 36[3561]Pero saliendo de Madaba los hijos de Jambri, tomaron prisionero a Juan y cuanto conducía, y se fueron con todo. 37De allí a poco dieron noticia a Jonatás y a su hermano Simón, de que los hijos de Jambri celebraban unas grandes bodas, y que llevaban desde Madaba con mucha pompa la novia, la cual era hija de los grandes príncipes de Canaán. 38Se acordaron entonces de la sangre derramada de Juan su hermano, y fueron, y se escondieron en las espesuras de un monte.

39En este estado, levantando sus ojos, vieron a cierta distancia una multitud de gentes, y un magnífico aparato; pues había salido el novio con sus amigos y parientes a recibir a la novia, al son de tambores e instrumentos músicos, con mucha gente armada. 40Entonces saliendo de su emboscada, se echaron sobre ellos, y mataron e hirieron a muchos, huyendo los demás a los montes; con lo cual se apoderaron de todos sus despojos; 41de suerte que las bodas se convirtieron en duelo, y sus conciertos de música, en lamentos. 42[3562]Vengaron de este modo la sangre de su hermano, y se volvieron hacia la ribera del Jordán.

Primera batalla de Jonatás con Báquides

43Luego que lo supo Báquides, vino con un poderoso ejército en un día de sábado a la orilla del Jordán. 44Entonces Jonatás dijo a los suyos: “Ea, vamos a pelear contra nuestros enemigos; pues no nos hallamos nosotros en la situación de ayer y demás días anteriores. 45Vosotros veis que tenemos de frente a los enemigos; hacia derecha e izquierda, las aguas del Jordán, con sus riberas, y pantanos, y bosques, sin que nos quede medio para escapar. 46Ahora clamad al cielo, para que seáis librados de vuestros enemigos”. Y se trabó luego el combate; 47en el cual levantó Jonatás su brazo para matar a Báquides; pero evitó este el golpe, retirando su cuerpo hacia atrás. 48En fin, Jonatás y los suyos se arrojaron al Jordán, y le pasaron a nado, a la vista de sus enemigos. 49Y habiendo perecido en aquel día mil hombres del ejército de Báquides, volvieron (los enemigos) a Jerusalén.

50[3563]Después reedificaron las plazas fuertes de Judea, y fortificaron con altos muros, con puertas y barras de hierro las ciudadelas de Jericó, de Amaum, de Bethorón, de Betel, de Tamnata, de Fara y de Topo. 51En ellas puso guarniciones, para que hicieran correrías contra Israel. 52Fortificó también la ciudad de Betsura, y la de Gazara y el alcázar, poniendo en todas partes guarnición y víveres. 53[3564]Tomó después en rehenes los hijos de las primeras familias del país, y los tuvo custodiados en el alcázar de Jerusalén.

Muerte de Alcimo

54[3565]En el segundo mes del año ciento cincuenta y tres, mandó Alcimo derribar las murallas de la parte interior del Templo, y que se destruyesen las obras de los profetas y comenzó con efecto la demolición. 55[3566]Le hirió entonces el Señor y no pudo acabar lo que había comenzado; perdió el habla, y quedó baldado de parálisis, sin poder pronunciar una palabra más, ni dar disposición alguna en los asuntos de su casa. 56Y murió Alcimo de allí a poco, atormentado de grandes dolores.

Báquides vuelve a su país

57Viendo Báquides que había muerto Alcimo, se volvió adonde estaba el rey, y quedó el país en reposo por dos años. 58[3567]Pero los malvados todos formaron el siguiente designio: “Jonatás, dijeron, y los que con él están, viven en sosiego y descuidados; ahora es tiempo de hacer venir a Báquides y de que los sorprenda a todos en una noche”. 59Fueron a verse con él, y le propusieron este designio. 60Báquides se puso luego en camino con un poderoso ejército, y envió secretamente sus cartas a los que seguían su partido en la Judea, a fin de que pusiesen presos a Jonatás y a los que le acompañaban; mas no pudieron hacer nada, porque estos fueron advertidos de su designio.

Derrota de Báquides en Betbesen

61Entonces (Jonatás) prendió a cincuenta personas del país, que eran los principales jefes de aquella conspiración, y les quitó la vida. 62[3568]En seguida Jonatás se retiró con Simón y los de su partido a Betbesen, que está en el desierto; repararon sus ruinas, y la pusieron en estado de defensa.

63Tuvo noticia de esto Báquides, y juntando todas sus tropas, y avisando a los que tenía en Judea. 64Vino a acampar sobre Betbesen, a la cual tuvo sitiada por mucho tiempo, haciendo construir máquinas de guerra. 65Pero Jonatás, dejando en la ciudad a su hermano Simón, fue a recorrer el país, y volviendo con un buen cuerpo de tropa, 66[3569]derrotó a Odaren, y a sus hermanos, y a los hijos de Faserón en sus propias tiendas, y comenzó a hacer destrozo, y a dar grandes muestras de su valor. 67Simón, empero, y sus tropas salieron de la ciudad, y quemaron las máquinas de guerra; 68atacaron a Báquides y le derrotaron, causándole grandísimo pesar por ver frustrados sus designios y tentativas.

69Y así, lleno de cólera contra aquellos hombres perversos que le habían aconsejado venir a su país, hizo matar a muchos de ellos, y resolvió volverse a su tierra con el resto de sus tropas.

Pacto entre Jonatás y Báquides

70Sabedor de esto Jonatás, le envió embajadores para ajustar la paz con él y que les entregara los prisioneros. 71Báquides los recibió gustosamente, y consintiendo en lo que proponía Jonatás, juró que en todos los días de su vida no volvería a hacerle mal ninguno. 72Le entregó, asimismo, los prisioneros que había hecho antes en el país de Judá; después de lo cual partió para su tierra, y no quiso volver más a la Judea.

73[3570]Con esto cesó la guerra en Israel; y Jonatás fijó su residencia en Macmás, donde comenzó a gobernar la nación, y exterminó de Israel a los impíos.

1 MACABEOS 10
Jonatás recibe grandes favores de parte del rey Demetrio

1[3571]El año ciento sesenta Alejandro, hijo de Antíoco el ilustre, subió a ocupar a Tolemaida, y fue recibido, y empezó allí a reinar. 2Así que lo supo el rey Demetrio, levantó un poderoso ejército, y marchó a pelear contra él. 3Envió también una carta a Jonatás llena de paz y de grandes elogios. 4Porque pensó: Anticipémonos a hacer con él la paz, antes que la haga con Alejandro en daño nuestro; 5pues él se acordará de los males que le hemos hecho tanto a él como a su hermano y a su nación. 6Le dio facultad para levantar un ejército y fabricar armas; le declaró su aliado, y mandó que se le entregasen los que estaban en rehenes en el alcázar.

Reedificación y fortificación de la ciudad

7Entonces Jonatás pasó a Jerusalén, y leyó las cartas delante de todo el pueblo, y de los que estaban en el alcázar; 8y se intimidaron estos en gran manera al oír que el rey le daba facultad de levantar un ejército. 9Se entregaron luego a Jonatás los rehenes, el cual los volvió a sus padres. 10[3572]Fijó Jonatás su residencia en Jerusalén, y comenzó a reedificar y restaurar la ciudad. 11[3573]Y mandó a los arquitectos que levantasen una muralla de piedras cuadradas alrededor del monte Sión, para que quedase bien fortificado; y así lo hicieron. 12Entonces los extranjeros que estaban en las fortalezas construidas por Báquides, huyeron, 13y abandonando sus puestos se fue cada cual a su país. 14Solo en Betsura quedaron algunos de aquellos que habían abandonado la Ley y los preceptos de Dios; porque esta fortaleza era su refugio.

El pretendiente Alejandro nombra a Jonatás sumo sacerdote

15Entretanto llegaron a oídos de Alejandro las promesas que Demetrio había hecho a Jonatás, y le contaron las batallas y acciones gloriosas de Jonatás y de sus hermanos, y los trabajos que habían padecido. 16Y dijo: “¿Podrá haber acaso otro varón como este? Pensemos, pues, en hacerle nuestro amigo y aliado”. 17Con esta mira le escribió, enviándole una carta concebida en los términos siguientes: 18“El rey Alejandro a su hermano Jonatás, salud: 19Hemos sabido que eres un hombre de valor, y digno de ser nuestro amigo. 20[3574]Por lo tanto, te constituimos hoy Sumo Sacerdote de tu nación, y queremos además que tengas el título de amigo del rey, y que tus intereses estén unidos a los nuestros, y que conserves amistad con nosotros”. Y le envió la vestidura de púrpura y la corona de oro. 21[3575]En efecto, en el séptimo mes del año ciento sesenta, Jonatás se vistió la estola santa, en el día solemne de los tabernáculos; y levantó un ejército, e hizo fabricar gran multitud de armas.

Demetrio promete nuevos y grandes favores

22Así que supo Demetrio estas cosas se entristeció sobremanera, y dijo: 23“¿Cómo hemos dado lugar a que Alejandro se nos haya adelantado en conciliar la amistad de los judíos para fortalecer su partido? 24Voy yo también a escribirles cortésmente, ofreciéndoles dignidades y dádivas, para empeñarlos a unirse conmigo en mi auxilio”. 25Y les escribió en estos términos: “El rey Demetrio a la nación de los judíos, salud: 26[3576]Hemos sabido, con mucho placer, que habéis mantenido la alianza que teníais hecha con nosotros; y que sois constantes en nuestra amistad, sin haberos coligado con nuestros enemigos. 27Perseverad como hasta aquí, guardándonos la misma fidelidad, y os recompensaremos ampliamente lo que habéis hecho por nosotros. 28Os perdonaremos muchos impuestos, y os haremos muchas gracias. 29[3577]Desde ahora a vosotros y a todos los judíos os eximo de tributos; os condono los impuestos sobre la sal; os perdono las coronas y la tercera parte de la simiente. 30[3578]Además os cedo, desde hoy en adelante, la mitad de los frutos de los árboles, que me corresponde, por lo cual no se exigirá más de la tierra de Judá, ni tampoco de las tres ciudades de Samaria y de Galilea que se le han agregado; y así será desde hoy para siempre.

31Quiero también que Jerusalén sea santa, y que quede libre con todo su territorio, y que los diezmos y tributos sean para ella. 32[3579]Os entrego también el alcázar de Jerusalén, y se lo doy al Sumo Sacerdote para que ponga en él la gente que él mismo escogiere para su defensa. 33Concedo además gratuitamente la libertad a todos los judíos que se trajeron cautivos de la tierra de Judá, en cualquier parte de mi reino que se hallen, eximiéndolos de pagar tributos por sí y también por sus ganados. 34[3580]Todos los días solemnes, los sábados, las neomenias y los días establecidos, y los tres días antes y después de una fiesta solemne, sean días de inmunidad y de libertad para todos los judíos que hay en mi reino; 35de modo que nadie podrá proceder contra ellos, ni llamarlos a juicio por ningún motivo.

36[3581]Sean también admitidos en el ejército del rey hasta treinta mil judíos, los cuales serán mantenidos de igual modo que todas las tropas reales, y se echará mano de ellos para ponerlos de guarnición en las fortalezas del gran rey.

37Igualmente se escogerán de estos algunas personas, a las cuales se encarguen los negocios del reino que exigen gran confianza. Sus jefes serán elegidos de entre ellos mismos, y vivirán conforme a sus leyes, según el rey ha ordenado para el país de Judá.

38Repútense asimismo en un todo, como la misma Judea, las tres ciudades de la provincia de Samaria incorporadas a Judea, de suerte que no dependan más que de un jefe, ni reconozcan otra potestad que la del Sumo Sacerdote.

39Hago donación de Tolemaida con su territorio al Templo de Jerusalén para los gastos necesarios del Santuario; 40[3582]y le consigno todos los años quince mil siclos de plata de los derechos reales que me pertenecen. 41Y todo aquello que ha quedado atrasado, y han dejado de pagar mis administradores en los años precedentes, se entregará desde ahora para la reparación del Templo. 42[3583]Y por lo que hace a los cinco mil siclos de plata que aquellos recaudaban cada año por cuenta de las rentas del Santuario, también pertenecerán estos a los sacerdotes que están ejerciendo las funciones de su ministerio.

43Asimismo todos aquellos que, siendo responsables al rey, por cualquier motivo que sea se refugiaren en el Templo de Jerusalén, o en cualquier parte de su recinto, quedarán inmunes, y gozarán libremente de todos los bienes que posean en mi reino. 44Y el gasto de lo que se edifique o repare en el Santuario correrá por cuenta del rey; 45como también lo que se gaste para restaurar los muros de Jerusalén, y fortificarlos por todo alrededor, y para las murallas que deben levantarse en Judea.

Jonatás desconfía del rey Demetrio y presta su ayuda a Alejandro

46Habiendo oído Jonatás y el pueblo estas proposiciones, no las creyeron sinceras, ni las quisieron aceptar; porque se acordaban de los grandes males que había hecho en Israel, y cuán duramente los había oprimido. 47Y así se inclinaron más bien a complacer a Alejandro, pues había sido el primero que les había hablado de paz, y con efecto le auxiliaron constantemente.

48[3584]En esto, juntó el rey Alejandro un grande ejército, y marchó con sus tropas contra Demetrio. 49Y se dieron la batalla ambos reyes; y habiendo sido puestas en fuga las tropas de Demetrio las fue siguiendo Alejandro, y cargó sobre ellas. 50[3585]Fue muy recio el combate, hasta ponerse el sol; y murió Demetrio en aquel día.

Alianza de Alejandro con Egipto

51Después de esto Alejandro envió sus embajadores a Ptolomeo, rey de Egipto, para que le dijesen: 52“Puesto que he vuelto a mi reino, y me hallo sentado en el trono de mis padres, y he recobrado mis estados, y entrado en posesión de mis dominios con la derrota de Demetrio, 53a quien deshice en batalla campal, por cuyo motivo ocupo el trono que él poseía; 54establezcamos ahora entre nosotros una mutua amistad; y concédeme por esposa a tu hija, con lo cual seré yo tu yerno, y te presentaré tanto a ti como a ella regalos dignos de tu persona.”

55A lo que el rey Ptolomeo respondió diciendo: “¡Bendito sea el día en que has vuelto a entrar en la tierra de tus padres, y te has sentado en el trono de su reino! 56Yo estoy pronto a concederte lo que me has escrito; mas ven hasta Tolemaida, para que nos veamos allí ambos, y te entregue yo mi hija por esposa, conforme me pides.”

57[3586]Partió Ptolomeo de Egipto con su hija Cleopatra, y vino a Tolemaida el año ciento sesenta y dos. 58Y fue Alejandro a encontrarla allí; y Ptolomeo le dio su hija Cleopatra por esposa, celebrándose sus bodas en dicha ciudad de Tolemaida, con una magnificencia verdaderamente real.

Jonatás es invitado por Alejandro y colmado de honores

59El rey Alejandro escribió también a Jonatás que viniese a verle; 60y en efecto, habiendo pasado a Tolemaida con grande pompa, visitó a los dos reyes, les presentó mucha plata y oro y regalos, y ellos le recibieron con mucho agrado. 61Entonces algunos hombres corrompidos y malvados de Israel se conjuraron para presentar una acusación contra él; mas el rey no quiso darles oídos. 62Antes bien mandó que a Jonatás le quitasen sus vestidos, y le revistiesen de púrpura. Y así se ejecutó. Después de lo cual, el rey le mandó sentar a su lado.

63[3587]Luego dijo a sus magnates: “Id con él por medio de la ciudad, y haced publicar que nadie por ningún título forme acusación contra él, ni le moleste, sea por cualquier cosa que fuere”. 64Así que los acusadores vieron la honra que se hacía a Jonatás, y lo que se había pregonado, y cómo iba revestido de púrpura, echaron a huir todos. 65El rey le elevó a grandes honores, y le contó entre sus principales amigos. Le hizo general, y le dio parte en el gobierno. 66Después de lo cual se volvió Jonatás a Jerusalén en paz, y lleno de gozo.

Jonatás se apodera de Jope y derrota a Apolonio

67[3588]El año ciento sesenta y cinco, Demetrio, hijo de Demetrio, vino desde Creta a la tierra de sus padres; 68y habiéndolo sabido el rey Alejandro, tuvo de ello gran pena, y se volvió a Antioquía. 69Y el rey Demetrio hizo general de sus tropas a Apolonio, que era gobernador de la Celesiria, el cual juntó un grande ejército, y se acercó a Jamnia, 70y envió a decir a Jonatás, Sumo Sacerdote, estas palabras: “Tú eres el único que nos haces resistencia; y yo he llegado a ser un objeto de escarnio y oprobio, a causa de que tú te haces fuerte en los montes contra nosotros. 71[3589]Ahora bien si tienes confianza en tus tropas, desciende a la llanura, y mediremos allí nuestras fuerzas; pues el valor militar en mí reside. 72Infórmate, sino, y sabrás quién soy yo, y quiénes son los que vienen en mi ayuda; los cuales dicen que vosotros no podréis sosteneros en nuestra presencia; porque dos veces fueron tus mayores puestos en fuga en su propio país. 73¿Cómo ahora podrás resistir el ímpetu de la caballería y de un ejército tan poderoso en una llanura, donde no hay piedras ni peñas, ni lugar para huir?”

74Así que Jonatás oyó estas palabras de Apolonio, se alteró su ánimo; y escogiendo diez mil hombres, partió de Jerusalén, saliendo a incorporarse con él su hermano Simón para ayudarle. 75[3590]Fueron a acamparse junto a la ciudad de Jope; la cual le cerró las puertas, porque Jope tenía guarnición de Apolonio, y así hubo de ponerla sitio. 76Pero atemorizados los que estaban dentro, le abrieron las puertas, y Jonatás se apoderó de Jope. 77Habiéndolo sabido Apolonio se acercó con tres mil caballos y un ejército numeroso; 78[3591]y marchando como para ir a Azoto, bajó sin perder tiempo a la llanura; pues tenía mucha caballería, en la cual llevaba puesta su confianza. Jonatás le siguió hacia Azoto, y allí se dio la batalla.

79Había dejado Apolonio en el campo, a espaldas de los enemigos, mil caballos en emboscada. 80Supo Jonatás esta emboscada que los enemigos habían dejado a sus espaldas; los cuales le cercaron en su campo, y estuvieron arrojando dardos sobre sus gentes desde la mañana hasta la tarde. 81Pero los de Jonatás se mantuvieron inmobles, conforme él había ordenado; y se fatigó mucho la caballería enemiga. 82Entonces Simón hizo avanzar su gente, y acometió a la infantería, pues la caballería estaba ya cansada, y la derrotó y puso en fuga. 83[3592]Los que se dispersaron por el campo, se refugiaron en Azoto, y se metieron en la casa de su ídolo Dagón para salvarse allí. 84Pero Jonatás puso fuego a Azoto, y a las ciudades circunvecinas, después de haberlas saqueado; y abrasó el templo de Dagón con cuantos en él se habían refugiado; 85y entre pasados a cuchillo y quemados, perecieron cerca de ocho mil hombres.

86Levantó luego Jonatás el campo, y se aproximó a Ascalón, cuyos ciudadanos salieron a recibirle con grandes agasajos. 87Después regresó a Jerusalén con sus tropas cargadas de despojos.

88Así que el rey Alejandro supo todos estos sucesos, concedió nuevamente mayores honores a Jonatás, 89[3593]y le envió la hebilla de oro, que se acostumbraba dar a los parientes del rey; y le dio el dominio de Acarón con todo su territorio.

1 MACABEOS 11
Entrevista de Jonatás con el rey de Egipto.

1Después de esto el rey de Egipto juntó un ejército innumerable como las arenas de la orilla del mar, y gran número de naves; y trataba con perfidia de apoderarse del reino de Alejandro, y unirlo a su corona. 2[3594]Entró en Siria aparentando amistad, y las ciudades le abrían las puertas, y le salían a recibir sus moradores; pues así lo había mandado Alejandro, por cuanto era su suegro. 3Mas Ptolomeo así que entraba en una ciudad, ponía en ella guarnición militar. 4Cuando llegó a Azoto, le mostraron el templo de Dagón que había sido abrasado, y las ruinas de esta ciudad y de sus arrabales, y los cadáveres tendidos en tierra, y los túmulos que habían hecho a lo largo del camino de los muertos en la batalla. 5Y dijeron al rey que todo aquello lo había hecho Jonatás: con lo cual intentaban hacerle odiosa su persona; mas el rey no se dio por entendido.

6Y salió Jonatás a recibir al rey con toda pompa en Jope, y se saludaron mutuamente, y pasaron allí la noche. 7[3595]Fue Jonatás acompañando al rey hasta un río llamado Eleutero, desde donde regresó a Jerusalén.

Muerte de Alejandro y del rey de Egipto

8Pero el rey Ptolomeo se apoderó de todas las ciudades que hay hasta Seleucia, situada en la costa del mar, y maquinaba traiciones contra Alejandro. 9Y despachó embajadores a Demetrio para que le dijeran: “Ven, haremos alianza entre los dos, y yo te daré mi hija desposada con Alejandro, y tú recobrarás el reino de tu padre; 10pues estoy arrepentido de haberle dado mi hija; porque ha conspirado contra mi vida”. 11Así le infamaba; porque codiciaba alzarse con su reino. 12Al fin, habiéndole quitado la hija, se la dio a Demetrio, y se alejó de Alejandro, e hizo patente su malvada intención. 13Entró después Ptolomeo en Antioquía, y ciñó su cabeza con dos diademas, la de Egipto y la de Asia. 14Hallábase a esta sazón el rey Alejandro en Cilicia, por habérsele rebelado la gente de aquellas provincias. 15Pero así que supo lo ocurrido con el rey Ptolomeo, marchó contra él. Ordenó también este sus tropas, y salió a su encuentro con grandes fuerzas y le derrotó. 16Huyó Alejandro a Arabia para ponerse allí a cubierto; y se aumentó así el poder de Ptolomeo. 17Y Zabdiel, de Arabia, cortó la cabeza de Alejandro, y se la envió a Ptolomeo. 18De allí a tres días murió también el rey Ptolomeo; y las tropas que estaban en las fortalezas perdieron la vida a manos de las que estaban en el campamento.

Jonatás se gana el favor del nuevo rey

19[3596]Y entró Demetrio en posesión del reino el año ciento setenta y siete. 20[3597]Por aquellos días reunió Jonatás las milicias de Judea para apoderarse del alcázar de Jerusalén; a cuyo fin levantaron contra él muchas máquinas de guerra. 21Mas algunos hombres malvados, enemigos de su propia nación, fueron al rey Demetrio, y le dieron parte de que Jonatás tenía sitiado el alcázar. 22Irritado al oír esto, pasó al instante a Tolemaida, y escribió a Jonatás que levantase el sitio del alcázar, y viniese al punto a verse con él. 23Recibido que hubo Jonatás esta carta, mandó que se continuase el sitio; y escogiendo algunos de los ancianos de Israel, y de los sacerdotes, se expuso al peligro. 24Llevó consigo oro y plata, ropas y varios otros regalos, y partió a presentarse al rey en Tolemaida, y se ganó su amistad. 25Sin embargo, algunos hombres perversos de su nación formaron acusaciones contra Jonatás; 26[3598]mas el rey le trató como le habían tratado sus predecesores; y le honró en presencia de todos sus amigos, 27y le confirmó en el Sumo Sacerdocio, y en todos los demás honores que de antemano tenía, y le trató como al primero de sus amigos.

Franquicia de tributos y otorgamiento de más libertades a los judíos

28[3599]Entonces Jonatás suplicó al rey que concediese franquicia de tributos a la Judea, a las tres toparquías, y a Samaria con todo su territorio, prometiendo darle trescientos talentos. 29Otorgó el rey la petición, e hizo expedir el diploma para Jonatás, en estos términos: 30“El rey Demetrio a su hermano Jonatás, y a la nación judía, salud: 31[3600]Os enviamos para conocimiento vuestro, copia de la carta que acerca de vosotros hemos escrito a Lastenes, nuestro padre, para que tengáis conocimiento de ello. 32El rey Demetrio a Lastenes, su padre, salud: 33Hemos resuelto hacer mercedes a la nación de los judíos, los cuales son nuestros amigos, y se portan fielmente con nosotros, a causa de la buena voluntad que nos tienen. 34[3601]Decretamos, pues, que toda la Judea, y las tres ciudades, Lida y Ramata, de la provincia de Samaria, agregadas a Judea, y todos sus territorios queden destinados para todos los sacerdotes de Jerusalén, en cambio de lo que el rey percibía antes de ellos todos los años, y por los frutos de la tierra y de los árboles. 35Asimismo les perdonamos desde ahora lo demás que nos pertenecía de diezmos y tributos, y los productos de las lagunas de la sal, y las coronas que se nos ofrecían. 36Todo lo referido se lo concedemos, y todo irrevocablemente, desde ahora en adelante para siempre. 37[3602]Ahora cuidad de que se saque una copia de este decreto, y entregádsela a Jonatás, para que se coloque en el monte santo en un paraje público.”

Jonatás pide al rey la evacuación de la ciudadela de Jerusalén

38Viendo luego el rey Demetrio que toda la tierra estaba tranquila, y le respetaba, sin que le quedase competidor ninguno licenció todo su ejército, enviando a cada cual a su casa, salvo las tropas extranjeras que había asalariado de las islas de las naciones; con lo cual se atrajo el odio de todas las tropas que habían servido a sus padres.

39[3603]Había entonces un cierto Trifón que había sido antes del partido de Alejandro; y viendo que todo el ejército murmuraba de Demetrio, fue a verse con Emalcuel, árabe; el cual educaba a Antíoco, hijo de Alejandro; 40y le hizo muchas y grandes instancias para que se le entregase, a fin de hacer que ocupase el trono de su padre. Le contó todo lo que Demetrio había hecho, y cómo le aborrecía todo el ejército, y se detuvo allí muchos días.

41Entre tanto, Jonatás envió a pedir al rey Demetrio que mandase quitar la guarnición que había en el alcázar de Jerusalén y en las otras fortalezas; porque causaban daño a Israel. 42Y Demetrio respondió a Jonatás: “No solo haré esto por ti y por tu nación, sino que también te elevaré a mayor gloria a ti y a tu pueblo, luego que el tiempo me lo permita. 43Mas ahora me harás el favor de enviar tropas a mi socorro; porque todo mi ejército me ha abandonado.

El rey no cumple las promesas

44[3604]Entonces Jonatás le envió a Antioquía tres mil hombres de los más valientes, por cuya llegada recibió el rey grande contento. 45Pero los moradores de la ciudad, en número de ciento veinte mil hombres, se conjuraron, y querían matar al rey. 46Se encerró este en su palacio, y apoderándose los de la ciudad de las calles, comenzaron a combatirle. 47Entonces el rey hizo venir en su socorro a los judíos, los cuales se reunieron todos junto a él; y acometiendo por varias partes a la ciudad, 48mataron en aquel día cien mil hombres, y después de haberla saqueado en ese mismo día la pegaron fuego; y libertaron al rey.

49Al ver los de la ciudad que los judíos se habían hecho dueños absolutos de ella, se aturdieron, y a gritos pidieron al rey misericordia, haciéndole esta súplica: 50“Concédenos la paz, y cesen los judíos de maltratarnos a nosotros y a la ciudad”. 51Y rindieron las armas, e hicieron la paz. Con esto los judíos adquirieron grande gloria para con el rey y para con todos de su reino; y habiéndose hecho en el reino muy célebres, se volvieron a Jerusalén cargados de despojos.

52Quedó con esto Demetrio asegurado en el trono de su reino; y sosegado todo el país, era respetado de todos. 53[3605]Mas, sin embargo, faltó a todo lo que había prometido. Se extrañó de Jonatás, y bien lejos de manifestarse reconocido a los servicios recibidos, le hacía todo el mal que podía.

Jonatás es honrado por el nuevo rey Antíoco

54[3606]Después de estas cosas, volvió Trifón trayendo consigo a Antíoco, que era aún niño; el cual fue reconocido por rey, y se ciñó la diadema. 55Acudieron a presentársele todas las tropas que Demetrio había licenciado; y pelearon contra Demetrio, el cual volvió las espaldas, y se puso en fuga. 56Se apoderó en seguida Trifón de los elefantes, y se hizo dueño de Antioquía.

57El jovencito Antíoco escribió a Jonatás en estos términos: “Te confirmo en el sacerdocio, y en el dominio de las cuatro ciudades, y quiero que seas uno de los amigos del rey”. 58Le envió también varias alhajas de oro para su servicio y le concedió facultad de poder beber en copa de oro, vestirse de púrpura, y de llevar la hebilla de oro. 59[3607]Al mismo tiempo nombró a su hermano Simón gobernador desde los confines de Tiro hasta las fronteras de Egipto.

Rendición de Gaza y Betsura

60[3608]Salió luego Jonatás, y recorrió las ciudades de la otra parte del río; y todo el ejército de Siria acudió en su auxilio; con lo que se encaminó hacia Ascalón, cuyos moradores salieron a recibirle con grandes festejos. 61Desde allí pasó a Gaza, y sus habitantes le cerraron las puertas; por lo que le puso sitio, y quemó todos los alrededores de la ciudad, después de haberlo todo saqueado. 62Entonces los de Gaza pidieron capitulación a Jonatás, el cual se la concedió; y tomando en rehenes a sus hijos, los envió a Jerusalén, y recorrió en seguida todo el país hasta Damasco.

63A esta sazón supo Jonatás que los generales de Demetrio habían ido con un poderoso ejército a Cades, situada en Galilea, para sublevarla; con el fin de impedirle que se mezclase en adelante en los negocios del reino. 64Y marchó contra ellos, dejando en la provincia a su hermano Simón.

65Entretanto este aproximándose a Betsura, la tuvo sitiada muchos días, teniendo encerrados a sus habitantes; 66quienes pidieron al fin la paz, y se la concedió, y habiéndoles hecho desocupar la plaza, tomó posesión de ella y la guarneció.

Victoria de Jonatás al norte del lago de Genesaret

67[3609]Jonatás se acercó con su ejército al lago de Genesar, y antes de amanecer llegaron a la llanura de Asor. 68[3610]Y he aquí que se encontró en la llanura delante del campamento de los extranjeros; quienes le habían puesto una emboscada en los montes, y él fue a embestirlos de frente; 69pero entonces los que estaban emboscados salieron de sus puestos, y cargaron sobre él. 70Con esto los de Jonatás echaron todos a huir, sin que quedase uno siquiera, excepto Matatías, hijo de Absolomi, y Judas, hijo de Calfi, comandante de su ejército. 71Entonces Jonatás rasgó sus vestidos, se echó polvo sobre su cabeza e hizo oración. 72En seguida volvió Jonatás sobre los enemigos, y peleó contra ellos y los puso en fuga. 73Viendo esto las tropas que le habían abandonado, volvieron a unirse a él, y todos juntos persiguieron a los enemigos hasta Cades, donde tenían estos sus reales, al pie de los cuales llegaron. 74Murieron en aquel día tres mil hombres del ejército de los extranjeros; y Jonatás se volvió a Jerusalén.

1 MACABEOS 12
Renovación de la alianza con los romanos.

1Viendo Jonatás que el tiempo le era favorable, eligió diputados y los envió a Roma, para confirmar y renovar la amistad con los romanos. 2[3611]E igualmente envió a los lacedemonios y a otros pueblos cartas en todo semejantes. 3Partieron aquellos para Roma y habiéndose presentado al senado, dijeron: Jonatás, Sumo Sacerdote, y la nación de los judíos, nos han enviado a renovar la amistad y alianza, según se hizo en tiempos pasados. 4Y les dieron cartas para los prefectos de cada lugar, a fin de que viajasen con seguridad hasta la Judea.

Carta de Jonatás a los espartanos

5El tenor de la carta que Jonatás escribió a los lacedemonios, es el siguiente: 6[3612]“Jonatás, Sumo Sacerdote, y los ancianos de la nación, y los sacerdotes, y todo el pueblo de los judíos, a los lacedemonios sus hermanos, salud. 7[3613]Ya hace tiempo que Ario, vuestro rey, escribió una carta a Onías, Sumo Sacerdote, en la cual se leía que vosotros sois nuestros hermanos, como se ve por la copia que más abajo se pone. 8Onías recibió con grande honor al enviado, y también sus cartas, en las cuales se hablaba de esta amistad y alianza. 9[3614]Y aunque nosotros no teníamos necesidad de nada de eso, teniendo como tenemos en nuestras manos para consuelo nuestro, los libros santos; 10con todo, hemos querido enviar a renovar con vosotros esta amistad y unión fraternal; no sea que os parezca que nos hemos alejado de vosotros; porque ha transcurrido ya mucho tiempo desde que nos enviasteis aquella embajada.

11Nosotros en todo este intermedio jamás hemos dejado de hacer conmemoración de vosotros en los sacrificios que ofrecemos en los días solemnes, y en los demás que corresponde, y en todas nuestras oraciones, pues es justo y debido acordarse de los hermanos. 12[3615]Nos regocijamos de la gloria que disfrutáis. 13Mas por lo que hace a nosotros, hemos sufrido grandes aflicciones y muchas guerras, habiéndonos acometido los reyes circunvecinos. 14Sin embargo, en estas guerras no hemos querido cansaros ni a vosotros ni a ninguno de los demás aliados y amigos; 15pues hemos recibido el socorro del cielo, con el cual hemos sido librados nosotros, y humillados nuestros enemigos.

16Por tanto, habiendo elegido a Numenio, hijo de Antíoco, y a Antípatro, hijo de Jasón, para enviarlos a los romanos, a fin de renovar con ellos la antigua amistad y alianza; 17les hemos dado también la orden de pasar a veros y a saludaros de nuestra parte, y llevaros esta nuestra carta, cuyo objeto es el renovar nuestra unión fraternal. 18Y así nos haréis un favor respondiéndonos sobre su contenido.”

Carta de Ario de Esparta al Sumo Sacerdote Onías

19Este es el traslado de la carta escrita a Onías: 20“Ario, rey de los lacedemonios, a Onías, Sumo Sacerdote, salud. 21[3616]Se ha encontrado en cierta escritura que los lacedemonios y los judíos son hermanos, y que son todos del linaje de Abrahán. 22Por tanto, ahora que hemos descubierto esta noticia, nos haréis el gusto de escribirnos si gozáis de paz. 23Pues nosotros, desde luego, os respondemos: Nuestros ganados y nuestros bienes, vuestros son, y nuestros los vuestros; y esto es lo que les encargamos que os digan.

Nueva expedición de Jonatás contra Demetrio

24Entretanto, supo Jonatás que los generales de Demetrio habían vuelto contra él, con un ejército mucho mayor que antes. 25[3617]Con esto partió de Jerusalén, y fue a salirse al encuentro en el país de Amat, para no darles tiempo de entrar en su tierra; 26y enviando espías a reconocer su campo, volvieron estos con la noticia de que los enemigos habían resuelto sorprenderles aquella noche. 27Con esto Jonatás, puesto que fue el sol, mandó a su gente que estuviese alerta toda la noche, y sobre las armas, prontos para la batalla, y puso centinelas alrededor del campamento. 28Pero cuando los enemigos supieron que Jonatás estaba preparado con sus tropas para la batalla, temieron y huyeron despavoridos, dejando encendidos fuegos en su campamento. 29Mas Jonatás y su tropa, por lo mismo que veían los fuegos encendidos, no lo conocieron hasta la mañana. 30Bien que fue después en su seguimiento, no los pudo alcanzar, pues habían pasado ya el río Eleutero.

31[3618]Entonces convirtió Jonatás sus armas contra los árabes llamados zabadeos, a quienes derrotó y tomó sus despojos; 32y reunida su gente fue a Damasco, y anduvo por todo aquel país.

Los judíos se apoderan de Jope

33[3619]Entretanto, Simón marchó y llegó hasta la ciudad de Ascalón y las fortalezas vecinas; y dirigiéndose a Jope se apoderó de ella, 34pues había sabido que los de aquella ciudad querían entregar la plaza a los partidarios de Demetrio, y le puso guarnición para que la custodiase.

Fortificación de Jerusalén

35Habiendo vuelto Jonatás, convoco a los ancianos del pueblo, y de acuerdo con ellos resolvió construir fortalezas en Judea, 36reedificar los muros de Jerusalén, y levantar una muralla de grande altura entre el alcázar y la ciudad, para separar aquel de esta, de modo que el alcázar quedase aislado, y los de dentro no pudiesen comprar ni vender ninguna cosa. 37[3620]Se reunió la gente para reedificar la ciudad, y hallándose caída la muralla que estaba sobre el torrente hacia el oriente, la levantó Jonatás, la cual se llama Cafeteta. 38[3621]Simón también construyó a Adiada, en la Sefelá, y la fortificó, y la aseguró con puertas y barras.

Trifón engaña a Jonatás

39[3622]Por este tiempo proyectó Trifón hacerse rey de Asia, y ceñirse la corona, y quitar la vida al rey Antíoco. 40Mas temiendo que Jonatás le sería contrario y le declararía la guerra, andaba buscando medios para apoderarse de él y quitarle la vida. Fuese, pues, a Betsán, levantando su campamento.

41Pero Jonatás le salió al encuentro con cuarenta mil hombres de tropa escogida, para darle batalla y fue a Betsán. 42Y cuando Trifón vio que Jonatás había ido contra él con tan poderoso ejército, entró en miedo; 43y así le recibió con agasajo, y le recomendó a todos sus amigos; le hizo varios regalos y mandó a todo su ejército que le obedeciese como a su propia persona. 44Dijo luego a Jonatás: “¿Por qué has cansado a toda esa tu gente, no habiendo guerra entre nosotros? 45Ahora bien, despáchalos a sus casas, y escoge solamente algunos pocos de entre ellos que te acompañen, y vente conmigo a Tolemaida, y yo te haré dueño de ella, y de las demás fortalezas, y del ejército, y de todos los encargados del gobierno; ejecutado lo cual, me volveré, pues para eso he venido aquí.”

Jonatás en manos de los enemigos

46Le dio crédito Jonatás, y haciendo lo que le dijo, licenció sus tropas, que se volvieron a la tierra de Judá, 47reteniendo consigo tres mil hombres, de los cuales envió dos mil a Galilea, y mil le acompañaron. 48Mas apenas Jonatás hubo entrado en Tolemaida, cerraron sus habitantes las puertas de la ciudad, y le prendieron; y pasaron a cuchillo a todos los que con él habían entrado.

49[3623]Y Trifón envió su infantería y caballería a Galilea y a su gran llanura para acabar con todos los soldados que habían acompañado a Jonatás. 50Pero estos, oyendo decir que habían apresado a Jonatás, y que había sido muerto con cuantos le acompañaban, se animaron los unos a los otros, y se presentaron con denuedo para pelear. 51Y viendo los que les iban persiguiendo, que estaban resueltos a vender muy caras sus vidas, se volvieron. 52[3624]De esta suerte siguieron su camino, regresando todos felizmente a Judea, donde hicieron gran duelo por Jonatás, y por los que le habían acompañado; y le lloró Israel amargamente.

53Entonces todas las naciones circunvecinas intentaron abatirlos. Porque dijeron: 54“No tienen caudillo, ni quien los socorra; ahora es tiempo de echarnos sobre ellos, y de borrar su memoria de entre los hombres.”

IV. SIMÓN, SUMO SACERDOTE Y CAUDILLO
1 MACABEOS 13
Simón es elegido sucesor de Jonatás

1Tuvo Simón aviso de que había juntado Trifón un grande ejército para venir a asolar la tierra de Judá. 2Y observando que la gente estaba intimidada y temblando, subió a Jerusalén y convocó al pueblo; 3y para animarlos a todos, les habló de esta manera: “Ya sabéis cuánto hemos trabajado, así yo, como mis hermanos, y la casa de mi padre por defender la Ley y el Santuario, y en qué angustias nos hemos visto. 4[3625]Por amor de estas cosas han perdido la vida todos mis hermanos, para salvar a Israel, siendo yo el único de ellos que he quedado. 5Mas no permita Dios que tenga ningún miramiento a mi vida, mientras estemos en la aflicción; pues no soy yo de más valer que mis hermanos. 6Defenderé a mi nación y al Santuario, y a nuestros hijos, y a nuestras esposas; porque todas las naciones, por el odio que nos tienen, se han coligado para destruirnos”. 7Se inflamó el espíritu del pueblo así que oyó estas palabras, 8[3626]y en alta voz respondieron: “Tú eres nuestro caudillo en lugar de Judas y Jonatás tus hermanos; 9dirige nuestra guerra, que nosotros haremos todo cuanto nos mandares”. 10[3627]Con esto Simón hizo juntar todos los hombres de guerra, y se dio prisa a reedificar las murallas de Jerusalén, y la fortaleció por todos lados. 11Y envió a Jonatás hijo de Absalomi, con un nuevo ejército contra Jope, y habiendo este arrojado a los de dentro de la ciudad, se quedó en ella.

Negociaciones con Trifón

12Entretanto, Trifón partió de Tolemaida con un numeroso ejército para entrar en tierra de Judá, trayendo consigo prisionero a Jonatás. 13Simón acampó cerca de Addus, enfrente de la llanura. 14Y Trifón, así que supo que Simón había entrado en lugar de su hermano Jonatás, y que se disponía a salir a darle batalla, le envió mensajeros 15para que le dijesen: “Hemos detenido hasta ahora su hermano Jonatás, porque debía dinero al rey, con motivo de los negocios que estuvieron a su cuidado. 16Ahora envíame cien talentos de plata, y por rehenes a sus dos hijos, para seguridad de que luego que esté libre no se vuelva contra nosotros, y le dejaremos ir”. 17Bien conoció Simón que le hablaba con doblez; pero con todo mandó que se le entregase el dinero y los niños, por no atraer sobre sí el odio del pueblo de Israel, el cual hubiera dicho: 18“Por no haberse enviado el dinero y los niños, por eso ha perecido. 19Así envió los niños y los cien talentos; pero Trifón faltó a la palabra y no puso en libertad a Jonatás.

Jonatás es asesinado por Trifón

20[3628]Y entró después Trifón en el país para devastarlo, y dio la vuelta por el camino que va a Ador; y Simón con sus tropas les seguía siempre los pasos a donde quiera que iban. 21A este tiempo los que estaban en el alcázar enviaron a decir a Trifón que se apresurase a venir por el camino del desierto, y les enviase víveres. 22En vista de lo cual dispuso Trifón toda su caballería para partir aquella misma noche; mas por haber gran copia de nieve, no se verificó su ida al territorio de Galaad. 23[3629]Al llegar cerca de Bascamán, hizo matar allí a Jonatás y a sus hijos. 24Luego volvió Trifón atrás, y regresó a su país.

El sepulcro de Modín

25Entonces Simón envió a buscar los huesos de su hermano Jonatás, y los sepultó en Modín, patria de sus padres; 26y todo Israel hizo gran duelo en su muerte, y le lloró por espacio de muchos días. 27Mandó después Simón levantar sobre los sepulcros de su padre y hermanos un elevado monumento, que se descubría desde lejos, de piedras labradas por uno y otro lado, 28[3630]y allí levantó siete pirámides una enfrente de otra, a su padre y a su madre, y a sus cuatro hermanos. 29[3631]Alrededor de ellas colocó grandes columnas, y sobre las columnas armas para eterna memoria, y junto a las armas unos navíos de escultura, los cuales se viesen de cuantos navegasen por el mar. 30[3632]Tal es el sepulcro que levantó Simón en Modín, el cual subsiste hasta el día de hoy.

Simón recobra para su pueblo la independencia

31[3633]Pero Trifón, yendo de camino con el jovencito rey Antíoco, hizo quitar a este la vida a traición; 32[3634]y reinó en su lugar, ciñendo su cabeza con la diadema de Asia; e hizo grandes estragos en el país. 33Entretanto, Simón reparó las plazas de armas de Judea, reforzándolas con altas torres, elevados muros, puertas y cerrojos, y surtiéndolas de víveres. 34Envió también Simón comisionados al rey Demetrio para suplicarle que concediera la exención al país; porque todo cuanto había hecho Trifón no había sido más que un puro latrocinio. 35Contestó el rey Demetrio a esta solicitud, y le escribió la siguiente carta:

36“El rey Demetrio a Simón, Sumo Sacerdote y amigo de los reyes, y a los ancianos y al pueblo de los judíos, salud: 37[3635]Hemos recibido la corona de oro y el ramo que nos habéis enviado; y estamos dispuestos a hacer con vosotros una paz sólida, y a escribir a los intendentes del rey que os perdonen los tributos de que os hemos hecho gracia; 38en la inteligencia de que debe permanecer firme todo cuanto hemos dispuesto a favor vuestro. Las plazas que habéis fortificado quedarán por vosotros. 39Os perdonamos también las faltas y yerros que hayáis podido cometer hasta el día de hoy, como igualmente la corona de que erais deudores, y queremos que si se pagaba algún otro tributo en Jerusalén, no se pague ya más en adelante. 40Finalmente, si se hallan entre vosotros algunos que sean a propósito para ser aliados entre los nuestros, alístense, y reine la paz entre nosotros.”

41Con esto, en el año ciento sesenta quedó libre Israel del yugo de los gentiles. 42[3636]Y comenzó el pueblo de Israel a datar sus monumentos y registros públicos desde el año primero de Simón, Sumo Sacerdote, gran caudillo y príncipe de los judíos.

Ocupación de Gaza

43[3637]Por aquellos días pasó Simón a Gaza; y cercándola con su ejército, levantó máquinas de guerra, las arrimó, a sus muros, y batió una torre, y se apoderó de ella. 44Y los soldados que estaban en una de estas máquinas entraron de golpe en la ciudad, excitando con esto un gran alboroto en ella. 45Entonces los ciudadanos subieron a la muralla con sus mujeres e hijos, rasgados sus vestidos, y a gritos clamaban a Simón, pidiendo que les concediese la paz, 46[3638]y diciéndole: “No nos trates como merece nuestra maldad, sino según tu grande clemencia”. 47En efecto, movido Simón a compasión, no los trató con el rigor de la guerra; pero los echó de la ciudad, y purificó los edificios en que había habido ídolos, y luego entró en ella entonando himnos en alabanza del Señor. 48Arrojadas después de la ciudad todas las inmundicias, la hizo, habitar por gente que observase la Ley, y la fortificó, e hizo en ella para sí una casa.

Se rinde la ciudadela de Jerusalén

49A esta sazón los que ocupaban el alcázar de Jerusalén no pudiendo entrar ni salir por el país, ni comprar, ni vender, se vieron reducidos a una grande escasez, de suerte que perecían muchos de hambre. 50Entonces clamaron a Simón pidiéndole capitulación, y se la otorgó; y los arrojó de allí, y purificó el alcázar de las inmundicias. 51Entraron en él el día veintitrés del segundo mes, del año ciento setenta y uno, llevando ramos de palma, y cantando alabanzas, al son de arpas, de címbalos, y de liras, y entonando himnos y cánticos, por haber exterminado de Israel un gran enemigo. 52[3639]Y Simón ordenó que todos los años se solemnizasen aquellos días con regocijos.

53Asimismo fortificó el monte del Templo, que está junto al alcázar y habitó allí con sus gentes. 54Finalmente, viendo Simón que su hijo Juan era un guerrero muy valiente le hizo general de todas las tropas; el cual tenía fija en Gazara su residencia.

1 MACABEOS 14
Reina paz y prosperidad en Israel

1[3640]EI año ciento setenta y dos juntó el rey Demetrio su ejército, y pasó a la Media para recoger allí socorros, a fin de hacer la guerra a Trifón. 2[3641]Mas luego que Arsaces, rey de Persia y de Media, tuvo noticia de que Demetrio había invadido sus estados, envió a uno de sus generales para que le prendiese y se le trajese vivo. 3Marchó este general, y derrotando al ejército de Demetrio, tomó preso a este y le condujo a Arsaces, quien le hizo poner en prisión.

4[3642]Todo el país de Judá disfrutó de reposo durante los días de Simón,

no cuidaba este de otra cosa que de hacer bien a su pueblo;

el cual miró siempre con placer su gobierno

y la gloria de que gozaba.

5A más de otros muchos hechos gloriosos

habiendo tomado a Jope,

hizo de ella un puerto que sirviese de escala para los países marítimos.

6Extendió los límites de su nación,

y se hizo dueño del país.

7[3643]Reunió también un gran número de cautivos,

tomó a Gazara, a Betsura, y el alcázar,

y quitó de allí las inmundicias,

y no había nadie que le contrarrestase.

8Cada uno cultivaba entonces pacíficamente su tierra;

y el país de Judá daba cosechas,

y frutos los árboles de los campos.

9Sentados todos los ancianos en las plazas,

trataban de lo que era allí útil y ventajoso al país,

y se engalanaba la juventud con ricos vestidos

y ropas de guerra.

10Distribuía Simón víveres por las ciudades,

y las ponía en estado de que fuesen otras tantas fortalezas,

de manera que la fama de su glorioso nombre

se extendió hasta el cabo del mundo.

11Estableció la paz en toda la extensión de su país,

con lo cual se vio Israel colmado de gozo.

12[3644]De suerte que podía cada uno estarse sentado a la sombra de su parra

y de su higuera,

sin que nadie le infundiese el menor temor.

13Desaparecieron de la tierra sus enemigos;

y los reyes en aquellos días estaban abatidos.

14Fue Simón el protector de los pobres de su pueblo,

gran celador de la observancia de la Ley,

y el que exterminó a todos los inicuos y malvados.

15Restauró el Santuario,

y aumentó el número de los vasos sagrados.

Simón renueva la alianza con Roma y Esparta

16Habiéndose sabido en Roma y hasta en Lacedemonia la muerte de Jonatás, tuvieron de ella un gran sentimiento; 17mas luego que entendieron que su hermano Simón había sido elegido Sumo Sacerdote en su lugar, y que gobernaba todo el país y a sus ciudades; 18le escribieron en láminas de bronce, para renovar la amistad y alianza que habían hecho con Judas y con Jonatás, sus hermanos. 19Estas cartas fueron leídas en Jerusalén delante del pueblo.

El contenido de la que enviaron los lacedemonios es como sigue: 20“Los príncipes y ciudades de los lacedemonios, a Simón, Sumo Sacerdote, a los ancianos, a los sacerdotes, y a todo el pueblo de los judíos, sus hermanos, salud: 21Los embajadores que enviasteis a nuestro pueblo nos han informado de la gloria y felicidad y contentamiento que gozáis, y nos hemos alegrado mucho con su llegada; 22y hemos hecho escribir lo que ellos nos han dicho en la asamblea del pueblo, en esta forma: Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatro, hijo de Jasón, embajadores de los judíos, han venido a nosotros para renovar nuestra antigua amistad. 23Y pareció bien al pueblo recibir estos embajadores honoríficamente, y depositar copia de sus palabras en los registros públicos, para que en lo sucesivo sirva de recuerdo al pueblo de los lacedemonios. Y de esta acta hemos remitido un ejemplar al Sumo Sacerdote Simón.

24[3645]Después de esto, Simón envió a Roma a Numenio con un grande escudo de oro, que pesaba mil minas, con el fin de renovar con ellos la alianza.

El pueblo manifiesta a Simón su gratitud erigiéndole un monumento

Y luego que lo supo el pueblo romano, 25dijo: “¿De qué manera manifestaremos nosotros nuestro reconocimiento a Simón y a sus hijos? 26Porque él ha vengado a sus hermanos y ha exterminado de Israel a los enemigos. En vista de esto le concedieron la libertad”, cuyo decreto fue grabado en láminas de bronce, y colocado entre los monumentos del monte Sión.

27[3646]Y he aquí lo que en ella se escribió: “A los diez y ocho días del mes de Elul, el año ciento setenta y dos, el tercero del sumo pontificado de Simón, fue hecha la siguiente declaración en Asaramel, 28en la grande asamblea de los sacerdotes y del pueblo, y de los príncipes de la nación, y de los ancianos del país: Que habiendo habido en nuestra tierra continuas guerras; 29Simón, hijo de Matatías, de la estirpe de Jarib, y asimismo sus hermanos se expusieron a los peligros e hicieron frente a los enemigos de su nación en defensa de su Santuario y de la Ley; acrecentando mucho la gloria de su pueblo. 30Jonatás levantó a los de su nación, fue Sumo Sacerdote de ellos, y se halla ya reunido a los de su pueblo. 31Quisieron luego los enemigos atropellar y asolar su país, y profanar su Santuario. 32Les resistió entonces Simón, y combatió en defensa de su pueblo, y expendió mucho dinero, armando a los hombres más valientes de su nación, y suministrándoles la paga. 33Fortificó también las ciudades de Judea, y a Betsura, situada en su frontera, la cual antes era plaza de armas de los enemigos, y puso allí una guarnición de judíos. 34[3647]Asimismo fortificó a Jope, en la costa del mar, y a Gazara, situada en los confines de Azoto, ocupada antes por los enemigos; en las cuales puso guarnición de judíos, proveyéndolas de todo lo necesario para su defensa. 35Viendo el pueblo las cosas que había ejecutado Simón, y cuanto hacía para acrecentar la gloria de su nación, le declaró caudillo suyo y príncipe de los sacerdotes, por haber hecho todo lo referido, y por su justicia, y por la fidelidad que guardó para con su pueblo, y por haber procurado por todos los medios el ensalzar a su nación.”

Simón limpia el país y es ensalzado por el rey

36En tiempo de su gobierno todo prosperó en sus manos; de manera que las naciones extranjeras fueron arrojadas del país, y echados también los que estaban en Jerusalén, en la ciudad de David, en el alcázar, desde el cual hacían sus salidas, profanando todos los contornos del Santuario, y haciendo grandes ultrajes a la santidad del mismo. 37Para seguridad del país y de la ciudad puso allí soldados judíos e hizo levantar los muros de Jerusalén.

38El rey Demetrio le confirmó en el Sumo Sacerdocio; 39y le hizo su amigo, y le ensalzó con grandes honores. 40Pues oyó que los judíos habían sido declarados amigos, y aliados, y hermanos de los romanos, y que estos habían recibido con grande honor a los embajadores de Simón. 41[3648]Y que asimismo los judíos y sus sacerdotes le habían creado, de común consentimiento, su caudillo y Sumo Sacerdote para siempre, hasta la venida de un profeta fiel; 42y también habían querido que fuese su capitán, y que cuidase de las cosas santas, y estableciese inspectores sobre las obras públicas y sobre el país, sobre las cosas de la guerra y sobre las fortalezas; 43que tuviese a su cargo el Santuario, y que fuese de todos obedecido, y que todos los instrumentos públicos del país se autorizasen con su nombre, y que vistiese púrpura y oro. 44Y por último, que no fuese permitido a nadie, ora del pueblo, ora de los sacerdotes, violar ninguna de estas órdenes, ni contradecir a lo que él mandase, ni convocar en la provincia sin su autoridad ninguna junta, ni vestir de púrpura, ni llevar la hebilla de oro; 45y que todo aquel que no cumpliese estas órdenes, o violase alguna, fuese reputado como reo. 46Y plugo a todo el pueblo el dar tal potestad a Simón, y que se ejecutase todo lo dicho. 47[3649]Y Simón aceptó, y le agradó ejercer el Sumo Sacerdocio; y el ser caudillo y príncipe del pueblo de los judíos y de los sacerdotes, y el tener la suprema autoridad.”

48Y acordaron que esta acta se escribiese en láminas de bronce, las cuales fuesen colocadas en el pórtico del Templo, en un lugar distinguido; 49archivándose, además, una copia de todo en el tesoro, a disposición de Simón y de sus hijos.

1 MACABEOS 15
El rey confirma los derechos y exenciones del pueblo judío

1[3650]Desde las islas del mar escribió el rey Antíoco, hijo de Demetrio, una carta a Simón, Sumo Sacerdote y príncipe del pueblo de los judíos, y a toda la nación; 2cuyo tenor es el que sigue: “El rey Antíoco a Simón, Sumo Sacerdote, y a la nación de los judíos, salud. 3[3651]Habiéndose hecho dueños del reino de nuestros padres algunos hombres malvados, tengo resuelto libertarlo y restablecerlo en el estado que antes tenía, para cuyo fin he levantado un ejército numeroso y escogido, y he hecho construir naves de guerra. 4Quiero, pues, entrar en esas regiones, para castigar a los que han destruido mis provincias y asolado muchas ciudades de mi reino. 5Pero a ti desde ahora te confirmo todas las exenciones de tributos que te concedieron todos los reyes que me han precedido, y todas las demás donaciones que te hicieron. 6Te doy permiso para que puedas acuñar moneda propia en tu país; 7y quiero que Jerusalén sea santa y libre, y que todas las armas que has fabricado, como también las plazas fuertes que has construido, y están en tu poder, queden para ti. 8Te perdono desde ahora todas las deudas y regalías debidas al rey y a la real hacienda, tanto por lo pasado como por lo venidero. 9Y luego que entremos en la posesión de nuestro reino, te colmaremos de tanta gloria a ti y a tu pueblo, y al Templo, que resplandecerá por todo el orbe.”

10El año ciento setenta y cuatro, entró Antíoco en el país de sus padres, y al punto acudieron a presentársele todas las tropas, de suerte que quedaron poquísimos con Trifón. 11[3652]Luego el rey Antíoco le persiguió; pero huyendo Trifón por la costa del mar, llegó a Dora. 12Pues veía los desastres que sobre él iban a llover, habiéndole abandonado el ejército. 13Entonces Antíoco fue contra Dora con ciento veinte mil hombres aguerridos, y ocho mil caballos; 14y puso sitio a la ciudad, haciendo que los navíos la bloqueasen por la parte del mar; con lo que estrechaba la ciudad por mar y por tierra, sin permitir que nadie entrase ni saliese.

Cartas de Roma en favor de los judíos

15[3653]A esta sazón llegaron de la ciudad de Roma, Numenio y sus compañeros, con cartas escritas a los reyes y a las naciones, del tenor siguiente: 16[3654]“Lucio, cónsul de los romanos, al rey Ptolomeo, salud. 17Han venido a nosotros embajadores de los judíos, nuestros amigos, enviados por Simón, príncipe de los sacerdotes, y por el pueblo judío con el fin de renovar la antigua amistad y alianza; 18y nos han traído al mismo tiempo un escudo de oro de mil minas. 19A consecuencia de esto hemos tenido a bien escribir a los reyes y a los pueblos que no les causen ningún daño ni les muevan guerra a ellos, ni a sus ciudades y territorios, ni auxilien tampoco a los que se la hagan. 20Y nos ha parecido bien aceptar el escudo que nos han traído. 21Por lo tanto, si hay algunos hombres malvados que, fugitivos de su propio país, se hayan refugiado entre vosotros, entregádselos a Simón, príncipe de los sacerdotes, para que los castigue según su ley.”

22[3655]Esto mismo escribieron al rey Demetrio, y a Atalo, y a Ariarates, y a Arsaces; 23como también a todos los pueblos, a saber, a los de Lámpsaco, y a los de Lacedemonia, y a los de Delos, y de Mindos, y de Sición, y a los de la Caria, y de Samos, y de la Panfilia, a los de Licia, y de Alicarnaso, de Coo, y de Siden, y de Aradón, y de Rodas, y de Fasélides, y de Gortina, y de Gnido, y de Chipre, y de Cirene. 24Y de estas cartas, enviaron los romanos una copia a Simón, príncipe de los sacerdotes, y al pueblo de los judíos.

Ruptura de las relaciones entre el rey y Simón

25A este tiempo el rey Antíoco puso por segunda vez sitio a Dora, combatiéndola sin cesar, y levantando máquinas de guerra contra ella; y encerró dentro a Trifón, de tal suerte que no podía escapar. 26Simón envió para auxiliarle dos mil hombres escogidos, y plata, y oro, y muchas alhajas; 27mas aquel no quiso aceptar nada; antes bien, rompió todos los tratados hechos con él anteriormente, y se le mostró contrario.

28[3656]Envió a Atenobio, uno de sus amigos, para tratar con Simón, y decirle de su parte: “Vosotros estáis apoderados de Jope y de Gazara, y del alcázar de Jerusalén, que son ciudades pertenecientes a mi reino. 29Habéis asolado sus términos, y causado grandes daños al país, y os habéis alzado con el dominio de muchos lugares de mi reino. 30Así que, o entregadme las ciudades que ocupasteis, y los tributos exigidos en los lugares de que os hicisteis dueños fuera de los límites de Judea; 31o si no, pagad quinientos talentos de plata por aquellas ciudades, y otros quinientos por los estragos que habéis hecho, y por los tributos de las ciudades; pues de lo contrario iremos y os haremos guerra”. 32Llegó Atenobio, amigo del rey, a Jerusalén, y viendo la magnificencia de Simón, y el oro y plata que brillaba por todas partes, y el grande aparato de su casa, se sorprendió sobremanera. Le dijo luego las palabras que el rey le había mandado.

33Simón respondió en estos términos: “Nosotros, ni hemos usurpado el territorio ajeno, ni retenemos nada que no sea nuestro; solo, sí, hemos tomado lo que es herencia de nuestros padres, y que nuestros enemigos poseyeron injustamente por algún tiempo. 34Y habiéndonos aprovechado de la ocasión, nos hemos vuelto a poner en posesión de la herencia de nuestros padres. 35Por lo que mira a las quejas que nos das tocante a Jope y Gazara, los de estas ciudades causaban grandes daños al pueblo y a todo nuestro país; estamos prontos a dar por ellas cien talentos. A lo que Atenobio no respondió palabra. 36Pero volviéndose irritado a su rey, le dio parte de esta respuesta, y de la magnificencia de Simón, y de todo cuanto había visto; y se indignó el rey sobremanera.

Nuevas vejaciones

37[3657]En este intermedio Trifón se escapó en una nave a Ortosiada. 38Y el rey dio el gobierno de la costa marítima a Cendebeo; y entregándole un ejército compuesto de infantería y caballería, 39le mandó marchar contra Judea, ordenándole que reedificase a Gedor, y reforzase las puertas de la ciudad, y que domase el pueblo. Entretanto el rey perseguía a Trifón.

40[3658]En efecto, Cendebeo llegó a Jamnia, y comenzó a vejar al pueblo, a talar la Judea, a prender y matar gente, y a fortificar a Gedor, 41en la cual puso caballería e infantería para que hiciese desde allí correrías por Judea, según se lo mandó el rey.

1 MACABEOS 16
Victoria de los hijos de Simón

1[3659]Habiendo Juan subido de Gazara, y enterado a su padre Simón de los daños que causaba Cendebeo en el pueblo; 2llamó Simón a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: “Yo y mis hermanos, y la casa de mi padre hemos vencido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta este día, y hemos tenido la dicha de libertar muchas veces a Israel. 3[3660]Mas ahora yo ya soy viejo; y así entrad vosotros en mi lugar y en el de mis hermanos, y salid a pelear por nuestra nación; y el auxilio del cielo sea con vosotros.”

4En seguida escogió del país veinte mil hombres aguerridos de tropa de infantería y caballería, los cuales marcharon contra Cendebeo, y durmieron en Modín; 5de donde partieron al rayar el día, y avanzando por la llanura descubrieron un numeroso ejército de infantería y de caballería, que venía contra ellos, mediando un impetuoso torrente entre ambos ejércitos. 6Entonces Juan hizo avanzar sus tropas para acometer; mas viendo que estas temían pasar el torrente, pasó él primero, y a su ejemplo le pasaron todos en seguida. 7Hecho esto dividió en dos partes su infantería, colocando en medio de ella la caballería, por ser muy numerosa la de los enemigos. 8[3661]E hicieron resonar las trompetas sagradas, y echó a huir Cendebeo con todas sus tropas; muchas de estas perecieron al filo de la espada, y las que escaparon con vida se refugiaron en la fortaleza.

9[3662]En esta acción quedó herido Judas, hermano de Juan; pero Juan los fue persiguiendo hasta Cedrón, la que había sido reedificada. 10Muchos llegaron hasta los castillos que había en las llanuras de Azoto; pero Juan les puso fuego, dejando muertos allí dos mil hombres, y regresó felizmente a Judea.

Simón es muerto por su yerno Ptolomeo

11[3663]A este tiempo Ptolomeo, hijo de Abobo, se encontraba de gobernador del llano de Jericó, y tenía mucho oro y plata; 12pues era yerno del Sumo Sacerdote. 13Se le hinchó de soberbia el corazón, y quería hacerse dueño del país; a cuyo fin maquinaba cómo quitar la vida por medio de alguna traición a Simón y a sus hijos. 14[3664]Hallábase este a la sazón recorriendo las ciudades de Judea, tomando providencias para su mayor bien, y bajó a Jericó con sus hijos, Matatías y Judas, en el undécimo mes, llamado Sabbat, del año ciento setenta y siete. 15[3665]Les salió a recibir el hijo de Abobo con mal designio, en un pequeño castillo llamado Doc, que había él construido; donde les dio un gran convite, poniendo gente en asechanza. 16Y cuando Simón y sus hijos hubieron tomado vino, se levantó Ptolomeo con los suyos, y tomando sus armas entraron en la sala del banquete, y asesinaron a Simón, y a sus dos hijos, y a algunos de sus criados; 17cometiendo una gran traición en Israel, y volviendo mal por bien.

Juan Hircano, hijo de Simón, escapa a la muerte

18Después Ptolomeo escribió todo esto al rey, rogándole que le enviase tropas en su socorro, prometiéndole entregar en su poder el país con todas sus ciudades y los tributos. 19Despachó asimismo otros a Gazara para que matasen a Juan; y escribió a los oficiales del ejército para que se viniesen a él, que les daría plata y oro y dones. 20Envió otros para que se apoderasen de Jerusalén y del monte donde estaba el Templo. 21Pero se adelantó corriendo un hombre, el cual llegó a Gazara y contó a Juan cómo habían perecido su padre y hermanos, y como Ptolomeo había enviado gentes para quitarle a él también la vida. 22Al oír tales cosas se turbó en gran manera Juan, pero luego se apoderó de los que venían para matarle; haciéndoles quitar la vida, puesto que supo que maquinaban contra la suya.

Conclusión

23El resto de las acciones de Juan, y sus guerras, y las gloriosas empresas que llevó a cabo con singular valor, y la reedificación de los muros hecha por él, y lo demás que ejecutó; 24[3666]todo se halla descrito en el diario de su pontificado desde el tiempo que fue hecho príncipe de los sacerdotes, después de su padre Simón.

II MACABEOS

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DOS CARTAS INTRODUCTORIAS
2 MACABEOS 1
Primera carta

1[3667]A los hermanos judíos que moran en Egipto, los judíos sus hermanos de Jerusalén y de Judea, salud y completa felicidad. 2Os conceda Dios sus bienes, y acuérdese de la Alianza hecha con Abrahán, con Isaac y con Jacob, fieles siervos suyos; 3y os dé a todos un corazón para adorarle y cumplir su voluntad con grande espíritu, y con un ánimo fervoroso. 4Abra vuestro corazón, para que entendáis su Ley y sus preceptos y os conceda la paz. 5Oiga benigno vuestras oraciones y se aplaque con vosotros y no os desampare en la tribulación; 6pues aquí no cesamos de rogar por vosotros. 7[3668]Reinando Demetrio en el año ciento sesenta y nueve os escribimos nosotros los judíos en medio de la aflicción y quebranto que nos sobrevino en aquellos años, después que Jasón se retiró de la tierra santa y del reino. 8Fueron quemadas las puertas y derramada la sangre inocente; pero habiendo dirigido nuestras súplicas al Señor fuimos atendidos, y ofrecimos el sacrificio y las oblaciones de flor de harina, y encendimos las lámparas, y pusimos en su presencia los panes. 9[3669]Así, pues, celebrad vosotros la fiesta de los Tabernáculos del mes de Casleu.

Segunda carta

10[3670]Año ciento ochenta y ocho.

El pueblo de Jerusalén y de Judea, y el senado, y Judas, a Aristóbulo, preceptor del rey Ptolomeo, del linaje de los sacerdotes ungidos y a los judíos que habitan en Egipto, salud y prosperidad. 11[3671]Por habernos librado Dios de grandes peligros, le tributamos solemnes acciones de gracias, habiendo tenido que pelear contra tal rey; 12que es el que hizo salir de Persia una muchedumbre de gentes, que combatieron contra nosotros y contra la ciudad santa; 13[3672]y aquel mismo caudillo que, hallándose en Persia al frente de un ejército innumerable, pereció en el templo de Nanea, engañado por el consejo de los sacerdotes de dicha diosa. 14Pues habiendo ido el mismo Antíoco con sus amigos a aquel lugar, como para desposarse con ella, y recibir grande suma de dinero a título de dote, 15y habiéndoselo presentado los sacerdotes de Nanea; así que hubo él entrado, con algunas pocas personas, en la parte interior del templo, cerraron las puertas, 16[3673]después que estaba ya Antíoco dentro, y abriendo entonces una puerta secreta del templo, mataron a pedradas al caudillo y a los compañeros, y los hicieron pedazos, y cortándoles la cabeza los arrojaron fuera. 17Sea Dios bendito por todo, pues Él fue el que destruyó los impíos.

Descubrimiento del fuego sagrado

18Debiendo nosotros celebrar la purificación del Templo el día veinticinco del mes de Casleu, hemos juzgado necesario hacéroslo saber; a fin de que celebréis también vosotros el día de los Tabernáculos, y la solemnidad del fuego que se nos concedió cuando Nehemías, restaurado que hubo el Templo y el altar, ofreció allí sacrificios. 19[3674]Porque cuando nuestros padres fueron llevados a Persia, los sacerdotes que a la sazón eran temerosos de Dios, tomando secretamente el fuego que había sobre el altar, le escondieron en un valle donde había un pozo profundo y seco, y le dejaron allí guardado, sin que nadie supiese dicho lugar.

20[3675]Mas pasados muchos años, cuando plugo a Dios que el rey de Persia enviase a Nehemías, los nietos de aquellos sacerdotes que le habían escondido, fueron enviados a buscar dicho fuego; pero según ellos nos contaron, no hallaron fuego, sino solamente un agua crasa. 21Entonces el sacerdote Nehemías les mandó que la sacasen y se la trajesen. Ordenó asimismo que hiciesen con ella aspersiones sobre los sacrificios preparados, sobre la leña y sobre lo puesto encima de ella, 22Luego que esto se hizo, y que empezó a descubrirse el sol, escondido antes detrás de una nube, se encendió un gran fuego, que llenó a todos de admiración.

Oraciones de los sacerdotes y de Nehemías

23Todos los sacerdotes hacían oración, mientras se consumaba el sacrificio, entonando Jonatás, y respondiendo los otros. 24Y la oración de Nehemías fue en los siguientes términos: “Oh Señor Dios, Creador de todas las cosas, terrible y fuerte, justo y misericordioso, Tú que eres el solo Rey bueno, 25[3676]el solo excelente, el solo justo, omnipotente y eterno, Tú que libras a Israel de todo mal. Tú que escogiste a nuestros padres y los santificaste; 26recibe este sacrificio por todo tu pueblo de Israel, y guarda tu herencia, y santifícalos. 27[3677]Vuelve a reunir a todos nuestros hermanos que se hallan dispersos, libra a aquellos que son esclavos de las naciones, y echa una mirada favorable sobre los que han llegado a ser un objeto de desprecio e ignominia; para que así conozcan las naciones que Tú eres nuestro Dios. 28Humilla a los que, llenos de soberbia, nos oprimen y ultrajan. 29Establece a tu pueblo en su santo lugar, según lo predijo Moisés”. 30Los sacerdotes, entretanto, cantaban himnos, hasta que fue consumado el sacrificio.

Se enciende milagrosamente el fuego sagrado

31Acabado el cual, Nehemías mandó que el agua que había quedado se derramase sobre las piedras mayores; 32[3678]y no bien se hubo efectuado, cuando se levantó de ellas una gran llama, la cual fue absorbida por la lumbre que resplandeció sobre el altar. 33Luego que se divulgó este suceso, contaron al rey de Persia cómo en el mismo lugar en que los sacerdotes, al ser trasladados al cautiverio, habían escondido el fuego se había encontrado un agua, con la cual Nehemías y los que con él estaban, purificaron los sacrificios. 34[3679]Considerando el rey este suceso, y examinada atentamente la verdad del hecho, mandó construir allí un templo en prueba de lo acaecido; 35y habiéndose asegurado de este prodigio, dio muchos bienes a los sacerdotes, y les hizo muchos y diferentes regalos, que les distribuyó por su propia mano. 36[3680]Y Nehemías dio a este sitio el nombre de Neftar, que significa purificación; pero hay muchos que lo llaman Nefi.

2 MACABEOS 2
Cómo Jeremías escondió el Arca del Tabernáculo

1[3681]Se lee en los escritos del profeta Jeremías, cómo mandó él a los que eran conducidos al cautiverio que tomasen el fuego del modo que queda referido, y cómo prescribió varias cosas a aquellos que eran llevados cautivos. 2Les dio asimismo la Ley, para que no se olvidasen de los mandamientos del Señor, y no se pervirtiesen sus corazones con la vista de los ídolos de oro y plata y de su pompa. 3Y añadiéndoles otros varios avisos, los exhortó a que jamás apartasen de su corazón la Ley. 4[3682]También se leía en aquella escritura que este profeta, por una orden expresa que recibió de Dios, mandó llevar consigo el Tabernáculo y el Arca, hasta que llegó a aquel monte, al cual subió Moisés, y desde donde vio la herencia de Dios; 5y que habiendo llegado allí Jeremías, halló una cueva, donde metió el Tabernáculo, y el Arca, y el altar del incienso, tapando la entrada; 6y algunos de aquellos que le seguían se acercaron para dejar notado este lugar, pero no pudieron hallarlo. 7[3683]Lo que sabido por Jeremías, los reprendió, y les dijo: “Este lugar permanecerá ignorado hasta tanto que Dios congregue todo el pueblo, y use con el de misericordia; 8entonces el Señor manifestará estas cosas, y aparecerá la majestad del Señor, y se verá la nube que veía Moisés, y cual se dejó ver cuando Salomón pidió que fuese santificado el Templo para el gran Dios. 9[3684]Porque dio grandes muestras de su sabiduría; y estando lleno de ella, ofreció el sacrificio de la dedicación y santificación del Templo. 10Y así como Moisés hizo oración al Señor, y bajó fuego del cielo y consumió el holocausto, así también oró Salomón, y bajó fuego del cielo, y consumió el holocausto. 11Y dijo Moisés: Por no haber sido comida la hostia ofrecida por el pecado, por eso ha sido consumida. 12Celebró igualmente Salomón, por espacio de ocho días la dedicación.

Bibliotecas de Nehemías y Judas

13[3685]Estas mismas noticias se encontraron también anotadas en los escritos y comentarios de Nehemías, donde se lee que el formó una biblioteca, habiendo recogido de varias regiones los libros de los profetas, los de David, y las cartas de los reyes, y lo concerniente a sus donativos. 14A este modo recogió también Judas todo cuanto se había perdido durante la guerra que sufrimos; todo lo cual se conserva en nuestro poder.

15Si vosotros deseáis tener estos escritos, enviad personas que puedan llevároslos. 16Y estando ahora para celebrar la fiesta de la Purificación, os hemos dado aviso de ello; y así haréis bien si celebrareis estos días. 17Entretanto esperamos que Dios, que ha libertado a su pueblo, que ha vuelto a todos su herencia, que ha restablecido el reino y el sacerdocio, y el Santuario, 18[3686]conforme lo había prometido en la Ley, se apiadará bien presto de nosotros, y nos reunirá de todas las partes del mundo en el lugar santo; 19puesto que nos ha sacado de grandes peligros, y ha purificado el Templo.

PRÓLOGO

20[3687]Por lo que mira a Judas Macabeo y a sus hermanos, y a la purificación del gran Templo, y a la dedicación del altar, 21así como a lo que toca a las guerras que hubo en tiempo de Antíoco el ilustre, y en las de su hijo Eupator, 22[3688]y a las señales que aparecieron en el aire a favor de los que combatían valerosamente por la nación judía, de tal suerte que, siendo en corto número, defendieron todo el país, y pusieron en fuga la muchedumbre de bárbaros, 23recobrando el Templo más célebre que hay en el mundo, y librando la ciudad, y restableciendo la observancia de las leyes, las cuales se hallaban abolidas, habiéndoles favorecido el Señor con toda suerte de prosperidades; 24estas cosas que escribió en cinco libros Jasón de Cirene, hemos procurado nosotros compendiarlas en un solo volumen. 25Pues considerando la multitud de libros, y la dificultad que acarrea la multiplicidad de noticias a los que desean internarse en las narraciones históricas, 26hemos procurado que los que quisieren leerlas, hallen placer en su corazón, y que los aplicados puedan más fácilmente retenerlas en su memoria, y sean útiles a todos los que las leyeren. 27Y a la verdad, habiéndonos empeñado en hacer este compendio, no hemos emprendido una obra de poca dificultad, sino un trabajo que pide grande aplicación y sudor.

28Emprendemos de buena gana esta tarea por la utilidad que de ella resultará a muchos; a semejanza de aquellos que teniendo a su cargo el preparar un convite, se dedican del todo a satisfacer el gusto de los convidados. 29[3689]La verdad de los hechos que se refieren va sobre la fe de los autores que los escribieron; pues por lo que hace a nosotros, trabajaremos solamente en compendiarlos conforme al designio que nos hemos propuesto. 30Y a la manera que un arquitecto que emprende edificar una casa nueva, debe cuidar de toda la fábrica; y aquel que la pinta, ha de buscar las cosas que son a propósito para su ornato; del mismo modo se debe juzgar de nosotros. 31En efecto al autor de una historia atañe el recoger los materiales, y ordenar la narración, inquiriendo cuidadosamente las circunstancias particulares de lo que cuenta; 32mas al que compendia se le debe permitir que use un estilo conciso, y que evite el extenderse en largos discursos. 33Basta ya de exordio, y empecemos nuestra narración; porque no sería cordura prolongar el discurso preliminar a la historia, y abreviar después el cuerpo de ella.

I. ANTES DEL LEVANTAMIENTO DE LOS MACABEOS
2 MACABEOS 3
Traición del prefecto del Templo

1[3690]En el tiempo que la Ciudad Santa gozaba de una plena paz, y que las leyes se observaban muy exactamente por la piedad del pontífice Onías, y el odio que tenía a la maldad; 2nacía de esto que aun los mismos reyes y príncipes honraban sumamente aquel lugar, y enriquecían el Templo con grandes dones; 3[3691]de manera que Seleuco, rey de Asia, costeaba de sus rentas todos los gastos que se hacían en los sacrificios. 4En medio de esto, Simón, de la tribu de Benjamín, y creado prefecto del Templo, maquinaba con ansia hacer algún mal en esta ciudad; pero se le oponía el Sumo Sacerdote. 5Viendo que no podía vencer a Onías, pasó a verse con Apolonio, hijo de Tarseas, que en aquella sazón era gobernador de Celesiria y de Fenicia, 6y le contó que el erario de Jerusalén estaba lleno de inmensas sumas de dinero, y de riquezas en general, las cuales no servían para los gastos de los sacrificios; y que se podría hallar medio para que todo entrase en poder del rey.

El rey encarga a Heliodoro robar el tesoro del Templo

7Habiendo Apolonio dado cuenta al rey respecto del dinero que a él le había sido denunciado, llamó el rey a Heliodoro, su ministro de hacienda, y le envió con orden de transportar todo el dinero referido. 8Heliodoro se puso luego en camino con el pretexto de ir a recorrer las ciudades de Celesiria y Fenicia, mas en realidad para poner en ejecución el designio del rey. 9Habiendo llegado a Jerusalén, y sido bien recibido en la ciudad por el Sumo Sacerdote, le declaró a este la denuncia que le había sido hecha de aquellas riquezas, y le manifestó que este era el motivo de su viaje; preguntándole luego si verdaderamente era la cosa como se le dijo.

10[3692]Entonces el Sumo Sacerdote le representó que aquellos eran unos depósitos y alimentos de viudas y huérfanos; 11[3693]y que entre lo que había denunciado el impío Simón había una parte que era de Hircano Tobías, varón muy eminente, y que el todo eran cuatrocientos talentos de plata, y doscientos de oro; 12[3694]que por otra parte de ningún modo se podía defraudar a aquellos que habían depositado sus caudales en un lugar y templo honrado y venerado como sagrado por todo el universo. 13Mas Heliodoro, insistiendo en las órdenes que llevaba del rey, repuso que de todos modos se había de llevar al rey aquel tesoro.

Heliodoro penetra en el Templo

14En efecto, en el día señalado entró Heliodoro para ejecutar su designio, con lo cual se llenó de consternación toda la ciudad. 15[3695]Y los sacerdotes, revestidos con las vestiduras sacerdotales, se postraron por tierra ante el altar, e invocaban a Aquel que está en el cielo, y que puso la ley acerca de los depósitos, suplicándole que los conservase salvos para los depositadores. 16Ninguno podía mirar el rostro del Sumo Sacerdote sin que su corazón quedase traspasado de aflicción; porque su semblante y color demudado manifestaban el interno dolor de su ánimo. 17La tristeza esparcida por todo su rostro, y un temblor que se había apoderado de todo su cuerpo, mostraban bien a los que le miraban, la pena de su corazón.

18Salían al mismo tiempo muchos a tropel de sus casas, pidiendo con públicas rogativas que (Dios) no permitiese que aquel lugar quedase expuesto al desprecio. 19Las mujeres, ceñidas hasta el pecho de cilicios, andaban en tropas por las calles; y hasta las doncellas mismas, que antes se quedaban en casa, corrían unas adonde estaba Onías, otras hacia las murallas, y algunas otras estaban mirando desde las ventanas; 20pero todas levantando al cielo sus manos, dirigían allí sus plegarias. 21A la verdad, era un espectáculo digno de compasión el ver aquella confusa turba de gente, y al Sumo Sacerdote puesto en tan grande conflicto. 22Mientras tanto estos por su parte invocaban al Dios Todopoderoso para que conservase intacto el depósito de aquellos que se lo habían confiado.

Heliodoro es castigado por un ángel

23Heliodoro no pensaba en otra cosa que en ejecutar su designio; y para ello se había presentado ya él mismo con sus guardias a la puerta del erario. 24Mas el espíritu del Dios todopoderoso se hizo allí manifiesto con señales bien patentes, en tal conformidad, que derribados en tierra por una virtud divina cuantos habían osado obedecer a Heliodoro, quedaron como yertos y despavoridos. 25Porque se les apareció montado en un caballo un personaje de fulminante aspecto, y magníficamente vestido, cuyas armas parecían de oro, el cual acometiendo con ímpetu a Heliodoro le pateó con los pies delanteros del caballo.

26Se aparecieron también otros dos gallardos y robustos jóvenes llenos de majestad, y ricamente vestidos, los cuales poniéndose uno a cada lado de Heliodoro, empezaron a azotarle cada uno por su parte, descargando sobre él continuos golpes. 27[3696]Con esto, Heliodoro cayó luego por tierra envuelto en oscuridad y tinieblas; y habiéndole tomado y puesto en una silla de manos, le sacaron de allí.

28De esta suerte, aquel que había entrado en el erario con tanto aparato de guardias y ministros, era llevado sin que nadie pudiese valerle; habiéndose manifestado visiblemente el poder de Dios. 29Por un efecto del divino poder, Heliodoro yacía sin habla, y sin ninguna esperanza de vida. 30Por el contrario, los otros bendecían al Señor, porque había ensalzado con esto la gloria de su lugar; y el Templo que poco antes estaba lleno de confusión y temor, se llenó de alegría y regocijo luego que hizo ver el Señor su omnipotencia.

Heliodoro es salvado por la oración de Onías

31Entonces algunos amigos de Heliodoro rogaron con insistencia a Onías que invocase al Altísimo, a fin de que concediese la vida a Heliodoro, reducido ya a los últimos alientos. 32El Sumo Sacerdote, considerando que quizá el rey podría sospechar que los judíos habían urdido alguna trama contra Heliodoro, ofreció una víctima de salud por su curación, 33y al tiempo que el Sumo Sacerdote estaba haciendo la súplica, aquellos mismos jóvenes, con las mismas vestiduras, poniéndose junto a Heliodoro, le dijeron: “Dale las gracias al sacerdote Onías, pues por amor de él te concede el Señor la vida. 34Y habiendo tú sido castigado por Dios, anuncia a todo el mundo sus maravillas y su poder”. Dicho esto desaparecieron.

Heliodoro vuelve al rey confesando las maravillas de Dios

35En efecto, Heliodoro, habiendo ofrecido un sacrificio a Dios, y hecho grandes votos a Aquel que le había concedido la vida, y dadas las gracias a Onías, recogiendo su gente se volvió para el rey. 36Y atestiguaba a todo el mundo las obras del gran Dios, que había visto él con sus propios ojos. 37Y como el rey preguntase a Heliodoro quién sería bueno para ir de nuevo a Jerusalén contestó: 38[3697]“Si tú tienes algún enemigo o quien atente contra tu reino, envíale allá, y le verás volver desgarrado a azotes, si es que escapare con vida; porque no se puede dudar que reside en aquel lugar una cierta virtud divina. 39Pues Aquel mismo que tiene su morada en los cielos, está presente y protege aquel lugar, y castiga y hace perecer a los que van a hacer allí algún mal”. 40[3698]Esto es, en suma, lo que pasó a Heliodoro, y el modo con que se conservó el tesoro.

2 MACABEOS 4
Onías se justifica delante del rey

1Mas el mencionado Simón, que en daño de la patria había denunciado aquel tesoro, hablaba mal de Onías, como si este hubiese instigado a Heliodoro a hacer tales cosas, y sido el autor de aquellos males; 2y al protector de la ciudad, al defensor de su nación, al celador de la Ley de Dios, tenía el atrevimiento de llamarle traidor del reino. 3Mas como estas enemistades pasasen a tal extremo, que se cometían hasta asesinatos por algunos amigos de Simón; 4considerando Onías los peligros de la discordia, y que Apolonio, gobernador de Celesiria y de Fenicia atizaba con su furor la malignidad de Simón, 5[3699]se fue a presentar al rey, no para acusar a sus conciudadanos, sino únicamente con el fin de atender al bien de todo su pueblo, que era lo que él se proponía; 6pues estaba viendo que era imposible el pacificar los ánimos, ni el contener la locura de Simón, sin una providencia de rey.

Traición de Jasón

7[3700]Mas después de la muerte de Seleuco, habiéndole sucedido en el reino Antíoco, llamado el ilustre, Jasón, hermano de Onías, aspiraba al pontificado. 8Pasó a presentarse al rey, y le prometió trescientos sesenta talentos de plata, y otros ochenta talentos por otros títulos; 9[3701]con más otros ciento cincuenta que ofrecía dar si se le concedía facultad de establecer un gimnasio, y una efebia, y el que los moradores de Jerusalén gozasen del derecho de que gozaban los ciudadanos de Antioquía.

Jasón introduce costumbres paganas

10Habiendole otorgado el rey lo que pedía, y obtenido el principado, comenzó al instante a hacer tomar a sus paisanos los usos y costumbres de los gentiles. 11Y desterrando la manera de vivir, que los reyes por un efecto de su bondad a favor de los judíos habían aprobado, mediante los oficios de Juan, padre de Eupólemo, el que fue enviado de embajador a los romanos para renovar la amistad y alianza, establecía Jasón leyes perversas, trastornando los derechos legítimos de los ciudadanos. 12[3702]Pues tuvo el atrevimiento de establecer bajo el alcázar mismo, un gimnasio, y de exponer en lugares infames la flor de la juventud; 13[3703]siendo esto no un principio, sino un progreso y consumación de la vida pagana y extranjera, introducida con detestable e inaudita maldad por el no sacerdote e impío Jasón.

14[3704]Llegó la cosa a tal estado, que los sacerdotes no se aplicaban ya al ministerio del altar, sino que despreciando el Templo y los sacrificios, corrían a la palestra, y a los premios indignos, y a ejercitarse en el disco. 15Reputando en nada los honores patrios, apreciaban más las glorias de Grecia; 16por cuya adquisición se excitaba entre ellos una peligrosa emulación; de suerte que hacían alarde de imitar los usos de los griegos, y de parecer semejantes a aquellos mismos que habían sido sus mortales enemigos. 17[3705]Pero el obrar impíamente contra las leyes de Dios no queda sin castigo, como se verá en los tiempos siguientes.

El impío Jasón costea los sacrificios de Hércules

18Como se celebrasen en Tiro los juegos de cada cinco años, y el rey estuviese presente, 19[3706]envió el malvado Jasón desde Jerusalén unos hombres perversos a llevar trescientas didracmas para el sacrificio de Hércules. Mas los mismos que las llevaron pidieron que no se expendiesen en los sacrificios, por no ser conveniente tal aplicación, sino que se empleasen en otros objetos. 20Y así, aunque el donador de estas dracmas las había ofrecido para el sacrificio de Hércules, las emplearon, a instancias de los conductores, en la construcción de galeras.

El rey Antíoco en Jerusalén

21[3707]Mas Antíoco, habiendo enviado a Egipto a Apolonio, hijo de Mnesteo, a tratar con los grandes de la corte del rey Ptolomeo Filometor, luego que vio que le impedía en el manejo de los negocios de su reino, atendiendo solo a sus propios intereses, partió de allí, y se vino a Jope; desde dónde pasó a Jerusalén, 22y recibido con toda pompa por Jasón y por la ciudad, hizo su entrada en ella en medio de luminarias y aclamaciones; y desde allí volvió a Fenicia con su ejército.

Traición de Menelao

23Tres años después envió Jasón a Menelao, hermano del mencionado Simón, a llevar dinero al rey, y a recibir órdenes de este sobre negocios de importancia. 24[3708]Mas habiéndose granjeado Menelao la voluntad del rey, porque supo lisonjearle ensalzando la grandeza de su poder, se alzó con el Sumo Sacerdocio, dando trescientos talentos de plata más de lo que daba Jasón. 25Y recibidas las órdenes del rey, se volvió. Y en verdad que nada se veía en su persona digno del sacerdocio; pues tenía el corazón de un cruel tirano, y la rabia de una bestia feroz. 26De esta suerte Jasón, que había vendido a su propio hermano, engañado ahora él mismo, huyó como desterrado al país de los ammonitas.

27Menelao, empero, así que obtuvo el principado, no se cuidó de enviar al rey el dinero que le había prometido; no obstante que Sóstrato, comandante del alcázar, le estrechaba al pago, 28pues estaba a cargo de este la cobranza de los tributos. Por cuya causa fueron citados ambos a comparecer ante el rey. 29[3709]Y Menelao fue depuesto del pontificado, sucediéndole su hermano Lisímaco; y a Sóstrato le dieron el gobierno de Chipre.

El Sumo Sacerdote Onías muere asesinado

30[3710]Mientras que sucedían estas cosas, los de Tarso y de Malo excitaron una sedición, porque habían sido donados a Antioquide, concubina del rey. 31Con este motivo pasó el rey allá apresuradamente a fin de apaciguarlos, dejando por su lugarteniente a Andrónico, uno de sus amigos. 32Menelao, entonces, creyendo que la ocasión era oportuna, hurtando del Templo algunos vasos de oro, dio una parte de ellos a Andrónico, y vendió la otra en Tiro, y en las ciudades comarcanas. 33[3711]Lo que sabido con certeza por Onías, le reprendió por esta acción desde un sitio de Antioquía, cercano a Dafne, donde se hallaba refugiado. 34Por esta causa pasó Menelao a ver a Andrónico y le rogó que hiciese matar a Onías. Andrónico fue a visitar a Onías; y habiéndole alargado su mano derecha, y jurado, le persuadió (a pesar de que no se fiaba de él) a que saliese del asilo; más al punto que salió le quitó la vida, sin tener ningún miramiento a la justicia. 35[3712]Con cuyo motivo, no solamente los judíos, sino también las demás naciones se irritaron, y llevaron muy a mal la injusta muerte de un tan grande varón.

Castigo del asesino

36Y así, habiendo el rey vuelto de Cilicia, se le presentaron en Antioquía los judíos y los mismos griegos a querellarse de la inicua muerte de Onías. 37Y Antíoco, afligido en su corazón, y enternecido por la muerte de Onías, prorrumpió en llanto, acordándose de la moderación y modestia del difunto; 38y encendiéndose en cólera, mandó que Andrónico, despojado de la púrpura, fuese paseado por toda la ciudad; y que en el mismo lugar en que este sacrílego había cometido tal impiedad contra Onías, allí mismo se le quitase la vida. Así le dio el Señor el merecido castigo.

Menelao es acusado pero absuelto, a pesar de sus maldades

39Por lo que hace a Lisímaco, habiendo cometido muchos sacrilegios en el Templo a instigación de Menelao, y esparcida la fama del mucho oro que de allí había sacado, se sublevó el pueblo contra él. 40[3713]Y amotinándose las gentes, y encendidos en cólera los ánimos, Lisímaco, armando como unos tres mil hombres, capitaneados por un cierto Tirano, tan consumado en malicia, como avanzado en edad, empezó a cometer violencias. 41Mas luego que fueron conocidos los intentos de Lisímaco, unos se armaron de piedras, otros de gruesos garrotes, y otros arrojaron sobre él ceniza. 42De cuyas resultas muchos quedaron heridos, algunos quedaron muertos, y todos los restantes fueron puestos en fuga, perdiendo también la vida, junto al erario, el mismo sacrílego. 43De todos estos desórdenes comenzó a acusarse a Menelao.

44Y habiendo llegado el rey a Tiro, pasaron a darle quejas sobre estos sucesos, tres diputados enviados por los ancianos. 45Pero Menelao, conociendo que iba a ser vencido, prometió a Ptolomeo una grande suma de dinero, con tal que inclinase al rey en su favor. 46En efecto, Ptolomeo entró a ver al rey, que estaba tomando el fresco en una galería, y le hizo mudar de parecer; 47[3714]de tal suerte, que Menelao, reo de toda maldad, fue absuelto de sus delitos; y a aquellos infelices, que en un tribunal, aunque fuese de escitas, hubieran sido declarados inocentes, los condenó a muerte. 48Fueron castigados inmediatamente, contra toda justicia, aquellos que habían sostenido la causa del pueblo y de la ciudad, y la veneración de los vasos sagrados. 49Pero los mismos vecinos de Tiro, indignados de semejante acción, se mostraron sumamente generosos en la honrosa sepultura que les dieron. 50Entretanto, Menelao conservaba la autoridad, por medio de la avaricia de aquellos que tenían el poder, y crecía en malicia para daño de sus conciudadanos.

2 MACABEOS 5
Signos en el cielo

1Hallábase Antíoco por este mismo tiempo haciendo los preparativos para la segunda expedición contra Egipto. 2Y sucedió entonces, que por espacio de cuarenta días se vieron en toda la ciudad de Jerusalén correr de parte a parte por el aire hombres a caballo, vestidos de telas de oro, y armados de lanzas, como si fuesen escuadrones de caballería; 3y caballos, ordenados en filas, que corriendo se atacaban unos a otros, y movimiento de broqueles, y una multitud de gentes armadas con morriones y espadas desnudas, y tiros de dardos, y el resplandor de armas doradas y de todo género de corazas. 4Por tanto, rogaban todos que tales prodigios tornasen en bien.

Jasón vuelve y comete nuevas crueldades

5[3715]Mas habiéndose esparcido el falso rumor de que Antíoco había muerto, tomando Jasón consigo mil hombres, acometió de improviso a la dudad, y aunque los ciudadanos acudieron al instante a las murallas, al fin aquellos se apoderaron de ellas, y Menelao huyó al alcázar. 6[3716]Pero Jasón, como si creyese ganar un triunfo sobre sus enemigos y no sobre sus ciudadanos, hizo una horrible carnicería en la ciudad, no parando la consideración en que es un gravísimo mal ser feliz en la guerra que se hace a los de su propia sangre.

Muerte de Jasón

7Esto, no obstante, no pudo conseguir ponerse en posesión del principado; antes bien, todo el fruto que sacó de sus traiciones, fue la propia ignominia; y viéndose precisado nuevamente a huir, se retiró al país de los ammonitas. 8[3717]Finalmente, fue puesto en prisión por Aretas, rey de los árabes, que quería acabar con él; y habiéndose podido escapar, andaba de ciudad en ciudad, aborrecido de todo el mundo; y como prevaricador de las leyes, y como un hombre execrable, y enemigo de la patria y de los ciudadanos, fue arrojado a Egipto. 9[3718]Y de esta suerte aquel que había arrojado a muchos fuera de su patria, murió desterrado de ella, habiéndose ido a Lacedemonia, creyendo que allí, encontraría algún refugio a título de parentesco; 10y el que había mandado arrojar los cadáveres de muchas personas sin darles sepultura, fue arrojado insepulto, y sin ser llorado de nadie, no habiendo podido hallar sepulcro ni en su tierra propia, ni en la extraña.

Antíoco toma venganza y despoja al Templo

11[3719]Pasadas así estas cosas, entró el rey en sospecha de que los judíos iban a abandonar la alianza que tenían con él; y así, partiendo de Egipto, lleno de furor; se apoderó de la ciudad a mano armada, 12y mandó a los soldados que matasen indistintamente a cuantos encontrasen, sin perdonar a nadie, y que entrando también por las casas, pasasen a cuchillo toda la gente; 13de manera que se hizo una carnicería general de jóvenes y de ancianos, y de mujeres con sus hijos, y de doncellas y de niños; 14tanto, que en el espacio de aquellos tres días fueron ochenta mil los muertos, cuarenta mil los cautivos, y otros tantos los vendidos.

15Mas ni aun con esto quedó satisfecho Antíoco; sino que además cometió el arrojo de entrar en el Templo, lugar el más santo de toda la tierra, conducido por Menelao, traidor a la patria y a las leyes; 16y tomando con sus sacrílegas manos los vasos sagrados, que otros reyes y ciudades habían puesto allí para ornamento y gloria de aquel lugar, los manoseaba de una manera indigna, y los profanaba. 17[3720]Así Antíoco, perdida toda la luz de su entendimiento, no veía que si Dios mostraba por un poco de tiempo su indignación contra los habitantes de la ciudad, era por causa de los pecados de ellos; y que por lo mismo había experimentado semejante profanación aquel lugar. 18[3721]Porque de otra suerte, si no hubieran estado envueltos en muchos delitos, este príncipe, como le sucedió a Heliodoro, enviado del rey Seleuco para saquear el tesoro, hubiera sido azotado luego que llegó, y precisado a desistir de su temeraria empresa. 19[3722]Mas Dios no escogió el pueblo por amor del lugar, sino a este por amor del pueblo. 20Por cuyo motivo este lugar mismo ha participado de los males que han acaecido al pueblo, así como tendrá también parte en los bienes; y el que ahora se ve abandonado por efecto de la indignación del Dios todopoderoso, será nuevamente ensalzado a la mayor gloria, aplacado que esté aquel grande Señor.

Crueldades de los gobernadores

21[3723]Habiendo Antíoco sacado del Templo mil ochocientos talentos, se volvió apresuradamente a Antioquía, dominado de tal manera de la soberbia y presunción de ánimo, que se imaginaba poder llegar a navegar sobre la tierra, y a caminar sobre el mar a pie. 22Pero dejó allí gobernadores para que vejasen a la nación; a saber, en Jerusalén, a Filipo, originario de Frigia, aún más cruel que su amo; 23[3724]y en Garizim, a Andrónico y a Menelao, más encarnizados aún que los otros contra los ciudadanos. 24Y siguiendo muy enconado contra los judíos, envió por comandante al detestable Apolonio con un ejército de veintidós mil hombres, con orden de degollar a todos los adultos, y de vender las mujeres y niños. 25LIegado este a Jerusalén aparentando paz, se estuvo quieto hasta el santo día del sábado; mas en este día en que los judíos observaban el descanso, mandó a sus tropas que tomasen las armas, 26y mató a todos los que se habían reunido para ver aquel espectáculo; y discurriendo después por toda la ciudad con sus soldados, quitó la vida a una gran multitud de gentes.

Judas Macabeo en el desierto

27[3725]Pero Judas Macabeo, que era uno de los diez que se habían retirado a un lugar desierto, pasaba la vida con los suyos en los montes, entre las fieras, alimentándose de yerbas, a fin de no tener parte en las profanaciones.

2 MACABEOS 6
Profanación del Templo

1[3726]De allí a poco tiempo envió el rey un senador de Antioquía, para que compeliese a los judíos a abandonar las leyes de su Dios y de sus padres, 2[3727]y para profanar el Templo de Jerusalén, y consagrarle a Júpiter Olímpico, como también el de Garizim a Júpiter Extranjero, por ser extranjeros los habitantes de aquel lugar. 3Así que se vio caer entonces de un golpe sobre todo el pueblo un diluvio terrible de males; 4[3728]porque el Templo estaba lleno de lascivias y de glotonerías propias de los gentiles, y de hombres disolutos mezclados con rameras, y de mujeres que entraban con descaro en los lugares sagrados, llevando allí cosas que no era lícito llevar. 5El mismo altar se veía lleno de cosas ilícitas y prohibidas por las leyes.

Idolatría y persecución de los que guardaban la Ley

6No se guardaban ya los sábados, ni se celebraban las fiestas solemnes del país, y nadie se atrevía a confesar sencillamente que era judío. 7[3729]El día de cumpleaños del rey los hacían ir a viva fuerza a los sacrificios; y cuando se celebraba la fiesta de Baco, los precisaban a ir por las calles coronados de yerba en honor de dicho ídolo.

8A sugestión de los de Tolemaida se publicó en las ciudades de los gentiles vecinas un edicto por el cual se les daba facultad para obligar en aquellos lugares a los judíos a que sacrificasen; 9y para quitar la vida a todos aquellos que no quisiesen acomodarse a las costumbres de los gentiles. Así, pues, no se veía otra cosa más que miserias. 10[3730]En prueba de ello, habiendo sido acusadas dos mujeres de haber circuncidado a sus hijos, las pasearon públicamente por la ciudad, con los hijos colgados a sus pechos, y después las precipitaron desde lo alto de la muralla. 11Asimismo, algunos otros que se juntaban en las cuevas vecinas para celebrar allí secretamente el día del sábado, habiendo sido denunciados a Filipo, fueron quemados vivos; porque tuvieron escrúpulo de defenderse por respeto a la religión y a la observancia.

Dios castiga a su pueblo solo para convertirlo

12Ruego ahora a los que lean este libro, que no se escandalicen a vista de tan desgraciados sucesos; sino que consideren que estas cosas acaecieron, no para exterminar, sino para corregir a nuestra nación. 13Porque señal es de gran misericordia hacia los pecadores, el no dejarlos vivir largo tiempo a su antojo, sino aplicarles prontamente el azote. 14[3731]En efecto, el Señor no se porta con nosotros como con las demás naciones, a las cuales sufre con paciencia para castigarlas en el día del juicio, colmada que sea la medida de sus pecados. 15No así con nosotros, sino que nos castiga sin esperar a que lleguen a su colmo nuestros pecados. 16Y así, nunca retira de nosotros su misericordia, y cuando aflige a su pueblo con adversidades, no lo desampara. 17Mas baste esto que hemos dicho, para que estén advertidos los lectores; y volvamos ya a tomar el hilo de la historia.

Martirio de Eleázaro

18[3732]Eleázaro uno de los primeros doctores de la Ley, varón de edad provecta, y de venerable presencia, fue estrechado a comer carne de cerdo, y se le quería obligar a ello abriéndole por fuerza la boca. 19[3733]Mas él, prefiriendo una muerte llena de gloria a una vida aborrecible, caminaba voluntariamente por su pie al suplicio. 20Y considerando cómo debía portarse en este lance, sufriendo con paciencia, resolvió no hacer por amor a la vida ninguna cosa ilícita. 21[3734]Pero los que se hallaban presentes, movidos de una injusta compasión, y en atención a la antigua amistad que con él tenían, tomándole aparte, le rogaban que les permitiese traer carnes de las que le era lícito comer, para poder así aparentar que había cumplido la orden del rey, de comer de las carnes del sacrificio; 22a fin de que de esta manera se libertase de la muerte. De esta especie de humanidad usaban con él por un efecto de la antigua amistad que le profesaban. 23Pero Eleázaro, dominado de otros sentimientos dignos de su edad y de sus venerables canas, como asimismo de su antigua nativa nobleza, y de la buena conducta que había observado desde niño, respondió en el acto, conforme a los preceptos de la Ley santa establecida por Dios, y dijo que más bien quería morir. 24[3735]“Porque no es decoroso a nuestra edad, les añadió, usar de esta ficción; la cual sería causa que muchos jóvenes, creyendo que Eleázaro en la edad de noventa años se había pasado a la vida de los gentiles, 25[3736]cayesen en error a causa de esta ficción mía, por conservar yo un pequeño resto de esta vida corruptible; además de que echaría sobre mi ancianidad la infamia y execración. 26[3737]Fuera de esto, aun cuando pudiese librarme al presente de los suplicios de los hombres, no podría yo, ni vivo ni muerto, escapar de las manos del Todopoderoso. 27Por lo cual muriendo valerosamente, me mostraré digno de la ancianidad a que he llegado; 28y dejaré a los jóvenes un ejemplo de fortaleza si sufriere con ánimo pronto y constante una muerte honrosa por la Ley más santa y venerable.”

Luego que acabó de decir esto, fue conducido al suplicio. 29Y aquellos que le llevaban, y que poco antes se le habían mostrado muy humanos, pasaron a un extremo de furor por las palabras que había dicho; las cuales creían efecto de arrogancia. 30[3738]Estando ya para morir a fuerza de golpes que descargaban sobre él, lanzó un suspiro, y dijo: “Señor, Tú que tienes la ciencia santa, Tú sabes bien que habiendo yo podido librarme de la muerte, sufro en mi cuerpo atroces dolores; pero mi alma los padece de buena gana por temor tuyo.” 31De esta manera murió Eleázaro, dejando no solamente a los jóvenes, sino también a toda su nación, en la memoria de su muerte, un dechado de virtud y de fortaleza.

2 MACABEOS 7
Martirio de los siete hermanos macabeos y su madre

1[3739]A más de lo referido aconteció que fueron presos siete hermanos juntamente con su madre; y quiso el rey, a fuerza de azotes y tormentos con nervios de toro, obligarlos a comer carne de cerdo, contra lo prohibido por la Ley.

Muere el primer hijo

2[3740]Mas uno de ellos, que era el primogénito, dijo: “¿Qué es lo que tú pretendes, o quieres saber de nosotros? Aparejados estamos a morir antes que quebrantar las leyes patrias que Dios nos ha dado”. 3Se encendió el rey en cólera, y mandó que se pusiesen sobre el fuego sartenes y calderas de bronce. Así que cuando estas empezaron a hervir 4[3741]ordenó que se cortase la lengua al que había hablado el primero, que se le arrancase la piel de la cabeza, y que se le cortasen las extremidades de las manos y pies, en presencia de sus hermanos y de su madre. 5Estando ya así del todo inutilizado, mandó traer fuego, y que le tostasen en la sartén hasta que expirase. Mientras que sufría en ella este largo tormento, los demás hermanos con la madre se alentaban mutuamente a morir con valor, diciendo: 6[3742]“El Señor Dios verá la verdad, y se apiadará de nosotros, como lo declaró a Moisés cuando protestó en su cántico: Él será misericordioso con sus siervos.”

El segundo hijo

7Muerto que fue de este modo el primero, conducían al segundo para atormentarle con escarnio; y habiéndole arrancado la piel de la cabeza con los cabellos, le preguntaban si comería antes que ser atormentado en cada miembro de su cuerpo. 8Pero él, respondiendo en la lengua de su patria, dijo: “No haré tal”. Así sufrió también este los mismos tormentos que el primero. 9[3743]Y cuando estaba ya para expirar, dijo: “Tú, oh perversísimo, nos quitas la vida presente; pero el Rey del universo nos resucitará algún día para la vida eterna, por haber muerto en defensa de sus leyes.”

El tercer hijo

10Después de este, vino al tormento el tercero; el cual, así que le pidieron la lengua, la sacó al instante, y extendió sus manos con valor, 11diciendo con confianza: “Del cielo he recibido estos miembros del cuerpo, mas ahora los desprecio por amor de las leyes de Dios, y espero que los he de volver a recibir de su misma mano”. 12De modo que así el rey como su comitiva, quedaron maravillados del espíritu de este joven, que ningún caso hacía de los tormentos.

El cuarto hijo

13Muerto también este, atormentaron de la misma manera al cuarto, 14[3744]el cual, estando ya para morir, habló del modo siguiente: “Es gran ventaja para nosotros perder la vida a mano de los hombres; por la firme esperanza que tenemos en Dios de que nos la devolverá, haciéndonos resucitar; pero tu resurrección no será para la vida.”

El quinto hijo

15Habiendo tomado al quinto, le martirizaban igualmente; pero él, clavando sus ojos en el rey, 16dijo: “Teniendo, como tienes, poder entre los hombres, aunque eres mortal como ellos, haces tú lo que quieres, mas no imagines por eso que Dios haya desamparado a nuestra nación. 17Aguarda tan solamente un poco, y verás la grandeza de su poder, y cómo te atormentarán a ti y a tu linaje.”

El sexto hijo

18[3745]Después de este, fue conducido el sexto; y estando ya para expirar, dijo: “No quieras engañarte vanamente; pues si nosotros padecemos estos tormentos, es porque los hemos merecido habiendo pecado contra nuestro Dios: y por esto experimentamos cosas tan terribles; 19mas no pienses tú quedar impune después de haber osado combatir contra Dios.”

La madre exhorta a sus hijos al martirio

20Entretanto, la madre, sobremanera admirable, y digna de la memoria de los buenos, viendo perecer en un solo día a sus siete hijos, lo sobrellevaba con ánimo constante, por la esperanza que tenía en Dios. 21Llena de sabiduría, exhortaba con valor, en su lengua nativa a cada uno de ellos en particular; y juntando un ánimo varonil a la ternura de mujer, 22[3746]les dijo: “Yo no sé cómo fuisteis formados en mi seno; porque ni yo os di el alma, el espíritu y la vida, ni fui tampoco la que coordiné los miembros de cada uno de vosotros; 23[3747]sino que el Creador del universo es el que formó al hombre en su origen, y el que dio principio a todas las cosas; y Él mismo os volverá por su misericordia el espíritu y la vida, puesto que ahora, por amor de sus leyes, no hacéis aprecio de vosotros mismos.”

24Antíoco, considerándose humillado y creyendo que aquellas voces eran un insulto a él, como quedase todavía el más pequeño de todos, comenzó no solo a persuadirle con palabras, sino a asegurarle también con juramento, que le haría rico y feliz si abandonaba las leyes de sus padres, y que le tendría por uno de sus amigos, y le daría cuanto necesitase. 25Pero como ninguna mella hiciesen en el joven semejantes promesas llamó el rey a la madre, y le aconsejaba que mirase por la vida y por la felicidad de su hijo. 26Y después de haberla exhortado con muchas razones, ella le prometió que en efecto persuadiría a su hijo. 27[3748]A cuyo fin, habiéndose inclinado a él, burlándose del cruel tirano, le dijo en lengua patria: “Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, que te alimenté por espacio de tres años con la leche de mis pechos, y te he criado y conducido hasta la edad en que te hallas. 28[3749]Te ruego, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y a todas las cosas que en ellos se contienen; y que entiendas bien que Dios las ha creado todas de la nada, como igualmente al linaje humano. 29De este modo no temerás a este verdugo; antes bien, haciéndote digno de participar de la suerte de tus hermanos, abrazarás la muerte, para que así en el tiempo de la misericordia te recobre yo, junto con tus hermanos.”

El séptimo hijo

30Aún no había acabado de hablar esto, cuando el joven dijo: “¿Qué es lo que esperáis? Yo no obedezco al mandato del rey, sino al precepto de la Ley que nos fue dada por Moisés. 31Mas tú que eres el autor de todos los males de los hebreos, no evitarás el castigo de Dios. 32Porque nosotros padecemos esto por nuestros pecados; 33y si el Señor nuestro Dios se ha irritado por un breve tiempo contra nosotros, a fin de corregirnos y enmendarnos, Él, empero, volverá a reconciliarse otra vez con sus siervos. 34Pero tú, oh malvado y el más abominable de todos los hombres, no te lisonjees inútilmente con vanas esperanzas, inflamado en cólera contra los siervos de Dios; 35pues aún no has escapado del juicio de Dios Todopoderoso que lo está viendo todo. 36[3750]Mis hermanos por haber padecido ahora un dolor pasajero, se hallan ya gozando de la alianza de la vida eterna; mas tú por justo juicio de Dios sufrirás los castigos debidos a tu soberbia. 37[3751]Por lo que a mí toca, hago como mis hermanos el sacrificio de mi cuerpo y de mi vida en defensa de las leyes de mis padres, rogando a Dios que cuanto antes se muestre propicio a nuestra nación, y que te obligue a ti a fuerza de tormentos y de castigos a confesar que Él es el solo Dios. 38Mas la ira del Todopoderoso, que justamente descarga sobre nuestra nación, tendrá fin en la muerte mía y de mis hermanos.”

39Entonces el rey, ardiendo en cólera, descargó su furor sobre este con más crueldad que sobre todos los otros, sintiendo a par de muerte verse burlado. 40[3752]Murió también este joven sin contaminarse, con una entera confianza en el Señor.

Martirio de la madre

41[3753]Finalmente, después de los hijos fue también muerta la madre. 42Pero bastante se ha hablado ya de los sacrificios y de las horribles crueldades.

II. JUDAS MACABEO
2 MACABEOS 8
Primeros éxitos de la campaña de Judas.

1Entretanto, Judas Macabeo y los que le seguían entraban secretamente en las poblaciones, y convocando a sus parientes y amigos, y tomando consigo a los que habían permanecido firmes en la religión judía, juntaron hasta seis mil hombres. 2Al mismo tiempo invocaban al Señor para que mirase propicio a su pueblo, hollado de todos, y que tuviese compasión de su Templo, el cual se veía profanado por los impíos; 3que se apiadase igualmente de la ruina de la ciudad, que iba a ser destruida y luego después arrasada, y escuchase la voz de la sangre derramada, que le estaba pidiendo venganza. 4Que tuviese también presente las inicuas muertes de los inocentes niños, y las blasfemias proferidas contra su nombre, y tomase de ello venganza.

5El Macabeo habiendo juntado mucha gente, se hacía formidable a los gentiles; porque la indignación del Señor se había convertido en misericordia. 6Se arrojaba repentinamente sobre los lugares y ciudades, y los incendiaba, y ocupando los sitios más ventajosos, hacía no pequeño estrago en los enemigos. 7Ejecutaba estas correrías principalmente por la noche; y la fama de su valor se esparcía por todas partes.

Nicanor y Gorgias marchan contra los judíos

8[3754]Viendo Filipo que este caudillo iba poco a poco haciendo progresos, y que las más de las veces le salían bien sus empresas, escribió a Ptolomeo, gobernador de Celesiria y de Fenicia, a fin de que le enviara socorros para sostener el partido del rey. 9[3755]En efecto, Ptolomeo le envió al punto a Nicanor, amigo suyo, hijo de Patroclo, y uno de los principales magnates, dándole hasta veinte mil hombres armados, de diversas naciones, para que exterminase todo el linaje de los judíos; y junto con él envió también a Gorgias, que era gran soldado, y hombre de larga experiencia en las cosas de la guerra. 10Nicanor pensó pagar el tributo de los dos mil talentos que el rey debía dar a los romanos, sacándolos de la venta de los cautivos que haría de los judíos. 11[3756]Con esta idea envió inmediatamente a las ciudades marítimas a convidar a la compra de judíos esclavos, prometiendo dar noventa de ellos por un talento; sin reflexionar el castigo que el Todopoderoso había de ejecutar en él.

Judas y sus tropas ponen su confianza en el Señor

12Luego que Judas supo la venida de Nicanor, la participó a los judíos que tenía consigo; 13algunos de los cuales, por falta de confianza en la justicia divina, llenos de miedo, echaron a huir; 14pero otros vendían cuanto les había quedado, y a una rogaban al Señor que los librase del impío Nicanor, que aun antes de haberse acercado a ellos los tenía ya vendidos; 15y que se dignase hacerlo, ya que no por amor de ellos, siquiera por la Alianza que había hecho con sus padres, y por el honor que tenían de llamarse con el nombre santo y glorioso de pueblo de Dios.

16[3757]Habiendo convocado el Macabeo los siete mil hombres que le seguían, les conjuró que no entrasen en composición con los enemigos, y que no temiesen aquella muchedumbre que venía a atacarlos injustamente, sino que peleasen, con esfuerzo; 17teniendo siempre presente el ultraje que aquellos indignos habían cometido contra el lugar santo, y las injurias e insultos hechos a la ciudad, y además la abolición de las instituciones de sus mayores. 18[3758]Estas gentes, añadió, confían solo en sus armas y en su audacia; mas nosotros tenemos puesta nuestra confianza en el Señor Todopoderoso, que con una mirada puede trastornar no solo a los que vienen contra nosotros, sino también al mundo entero. 19[3759]Asimismo les trajo a la memoria los socorros que había dado Dios a sus padres, y los ciento ochenta y cinco mil que perecieron del ejército de Senaquerib; 20[3760]como también la batalla que ellos habían dado a los gálatas en Babilonia, en la cual, no habiendo osado entrar en la acción sus aliados los macedonios, ellos, que solo eran seis mil, mataron ciento veinte mil, mediante el auxilio que les dio el cielo; y consiguieron en recompensa grandes bienes. 21Este razonamiento los llenó de valor, de suerte que se hallaron dispuestos a morir por las leyes y por la patria.

Derrota de Nicanor

22[3761]En seguida dio el mando de una porción de tropas a sus hermanos Simón, José y Jonatás, poniendo a las órdenes de cada uno mil quinientos hombres. 23[3762]Además de eso, Esdras les leyó el libro santo; y habiéndoles dado por señal: Socorro de Dios, se puso él mismo a la cabeza del ejército, y marchó contra Nicanor. 24En efecto, declarándose el Todopoderoso a favor de ellos, mataron más de nueve mil hombres, y pusieron en fuga la mayor parte del ejército de Nicanor, que quedó muy disminuido por razón de los muchos heridos. 25Con esto tomaron el dinero de aquellos que habían acudido para comprarlos; y fueron persiguiendo largo trecho al enemigo. 26[3763]Pero estrechados del tiempo volvieron atrás, pues era la víspera del sábado; lo cual les impidió que continuaran la persecución. 27Recogidas las armas y despojos de los enemigos, celebraron el sábado, bendiciendo al Señor, que los había librado en aquel día, derramando sobre ellos como las primeras gotas del rocío de su misericordia. 28[3764]Pasado el sábado, dieron parte de los despojos a los enfermos, a los huérfanos y a las viudas, quedándose con el resto para sí y para sus familias. 29Ejecutadas estas cosas, hicieron todos juntos oración, rogando al Señor misericordioso que se aplacase para siempre con sus siervos.

Derrota de los ejércitos de Timoteo y Báquides

30[3765]Y habiendo sido acometidos del ejército de Timoteo y de Báquides, mataron de él a más de veinte mil hombres, se apoderaron de varias plazas fuertes, y recogieron un botín muy grande; del cual dieron igual porción a los enfermos, a los huérfanos y a las viudas, y también a los viejos. 31Recogidas luego con diligencia todas las armas de los enemigos, las depositaron en lugares convenientes, llevando a Jerusalén los otros despojos. 32Asimismo quitaron la vida a Filarco, hombre perverso, uno de los que acompañaban a Timoteo, y que había causado muchos males a los judíos. 33[3766]Y cuando estaban en Jerusalén dando gracias por esta victoria, al saber que aquel Calístenes, que había incendiado las puertas sagradas, se había refugiado en cierta casa, le abrasaron en ella, dándole así el justo pago de sus impiedades.

Decepción de Nicanor

34Entretanto el perversísimo Nicanor, aquel que había hecho venir a mil negociantes para venderles los judíos, 35humillado con la ayuda del Señor por aquellos mismos a quienes él había reputado por nada, dejando su brillante vestido, y huyendo por el Mediterráneo, llegó solo a Antioquía, y reducido al colmo de la infelicidad por la pérdida de su ejército. 36[3767]Y aquel mismo que antes había prometido pagar el tributo a los romanos con los cautivos de Jerusalén, iba publicando ahora que los judíos tenían por protector a Dios, y que eran invulnerables, porque seguían las leyes que el mismo Señor les había dado.

2 MACABEOS 9
Cólera y humillación de Antíoco

1[3768]A este tiempo volvió Antíoco ignominiosamente de Persia; 2[3769]pues habiendo entrado en la ciudad de Persépolis, e intentado saquear el templo y oprimir la ciudad, corrió todo el pueblo a tomar las armas, y le puso en fuga con todas sus tropas, por lo cual volvió atrás vergonzosamente. 3[3770]Y llegado que hubo cerca de Ecbátana, recibió la noticia de lo que había sucedido a Nicanor y a Timoteo. 4Con lo que montando en cólera, pensó desfogarla en los judíos, y vengarse así del ultraje que le habían hecho los que le obligaron a huir. Por tanto, mandó que anduviese más aprisa su carroza, caminando sin pararse, impelido para ello del juicio del cielo, por la insolencia con que había dicho: Que él iría a Jerusalén, y la convertiría en un cementerio de cadáveres hacinados de judíos.

5Mas el Señor Dios de Israel, que ve todas las cosas, le hirió con una llaga interior e incurable. Pues apenas había acabado de pronunciar dichas palabras, le acometió un acerbo dolor de entrañas, y un terrible cólico; 6y a la verdad que bien lo merecía, puesto que él había desgarrado las entrañas de otros con muchas y nuevas maneras de tormentos. Mas no por eso desistía de sus malvados designios. 7De esta suerte, lleno de soberbia, respirando su corazón llamas contra los judíos, y mandando acelerar el viaje, sucedió que, corriendo furiosamente, cayó de la carroza, y con el grande golpe que recibió, se le quebrantaron los miembros del cuerpo. 8Y aquel que lleno de soberbia quería levantarse sobre la esfera de hombre, y se lisonjeaba de poder mandar aun a las olas del mar, y de pesar en una balanza los montes más elevados, humillado ahora hasta el suelo, era conducido en una silla de manos, presentando en su misma persona un manifiesto testimonio del poder de Dios. 9[3771]Pues hervía de gusanos el cuerpo de este impío, y aun viviendo se le caían a pedazos las carnes en medio de los dolores, y ni sus tropas podían sufrir el mal olor y fetidez que de sí despedía. 10Así el que poco antes se imaginaba que podría alcanzar con la mano las estrellas del cielo, se hizo insoportable a todos, por lo intolerable del hedor.

Arrepentimiento del rey perverso

11Derribado de este modo de su extremada soberbia, comenzó a entrar en conocimiento de sí mismo, estimulado del azote de Dios, pues crecían por momentos sus dolores. 12[3772]Y como ni el mismo pudiese ya sufrir su hedor, dijo así: “Justo es que el hombre se sujete a Dios, y que un mortal no pretenda apostárselas a Dios”. 13Mas este malvado rogaba al Señor, del cual no había de alcanzar misericordia; 14y siendo así que antes se apresuraba a ir a la ciudad para arrasarla, y hacer de ella un cementerio de cadáveres amontonados, ahora deseaba hacerla libre; 15[3773]prometiendo asimismo igualar con los atenienses a estos mismos judíos, a quienes poco antes había juzgado indignos de sepultura, y les había dicho que los arrojaría a las aves de rapiña, y a las fieras, para que los despedazasen, y que acabaría hasta con los niños más pequeños. 16Ofrecía también adornar con preciosos dones aquel Templo santo que antes había despojado, y aumentar el número de los vasos sagrados, y costear de sus rentas los gastos necesarios para los sacrificios; 17y además de esto, hacerse él judío, e ir por todo el mundo ensalzando el poder de Dios.

Carta de Antíoco a los judíos

18Mas como no cesasen sus dolores, porque al fin había caído sobre él la justa venganza de Dios, perdida toda esperanza, escribió a los judíos una carta, en forma de súplica, del tenor siguiente: 19“El rey y príncipe Antíoco, a los judíos, excelentes ciudadanos, mucha salud y bienestar, y toda prosperidad. 20Si gozáis de salud, tanto vosotros como vuestros hijos, y si os sucede todo según lo deseáis, nosotros damos por ello muchas gracias. 21Hallándome yo al presente enfermo, y acordándome benignamente de vosotros, he juzgado necesario, en esta grave enfermedad que me ha acometido a mi regreso de Persia, atender al bien común, dando algunas disposiciones; 22no porque desespere de mi salud, antes confío mucho que saldré de esta enfermedad. 23Mas considerando que también mi padre al tiempo que iba con su ejército por las provincias altas, declaró quién debía reinar después de su muerte, 24con el fin de que si sobreviniese alguna desgracia, o corriese alguna mala noticia, no se turbasen los habitantes de las provincias, sabiendo ya quién era el sucesor en el mando; 25[3774]y considerando además que cada uno de los confinantes y poderosos vecinos está acechando ocasión favorable, y aguardando los sucesos, he designado por rey a mi hijo Antíoco, el mismo a quien yo muchas veces, al pasar a las provincias altas de mis reinos, recomendé a muchos de vosotros, y al cual he escrito lo que más abajo veréis. 26Por tanto, os ruego y pido que acordándoos de los beneficios que habéis recibido de mí en común y en particular, me guardéis todos fidelidad a mí y a mi hijo. 27Pues confío que él se portará con moderación y dulzura, y que siguiendo mis intenciones será vuestro favorecedor.”

Muerte de Antíoco

28[3775]En fin, herido mortalmente este homicida y blasfemo, del mismo modo que él había tratado a otros, acabó su vida en los montes, lejos de su patria, con una muerte infeliz. 29Filipo, su hermano de leche, hizo trasladar su cuerpo, y temiéndose del hijo de Antíoco, se fue para Egipto a Ptolomeo Filometor.

2 MACABEOS 10
Purificación del Templo

1[3776]Entretanto el Macabeo y los que le seguían, protegidos del Señor, recobraron el Templo y la ciudad, 2[3777]y demolieron los altares que los gentiles habían erigido en las plazas, y asimismo los templos de los ídolos. 3[3778]Y habiendo purificado el Templo, construyeron un altar nuevo, y sacando fuego por medio de unos pedernales, ofrecieron sacrificios, dos años después, y pusieron incienso, las lámparas, y los panes de la proposición. 4[3779]Ejecutado esto, postrados en tierra, rogaban al Señor que nunca más los dejase caer en semejantes desgracias; y, caso que llegasen a pecar, los castigase con más benignidad y no los entregase en poder de hombres bárbaros y blasfemos. 5Y el Templo fue purificado en aquel mismo día en que había sido profanado por los extranjeros, es decir, el día veinticinco del mes de Casleu.

Instituyese la solemnidad de la Dedicación

6En efecto, celebraron esta fiesta con regocijo por espacio de ocho días, a manera de la de los Tabernáculos, acordándose que poco tiempo antes habían pasado esta solemnidad de los Tabernáculos en los montes y cuevas a manera de fieras. 7[3780]Por cuyo motivo llevaban tallos y ramos verdes y palmas en honor de Aquel que les había concedido la dicha de purificar su lugar. 8Y de común consejo y acuerdo decretaron que toda la nación judía celebrase esta fiesta todos los años en aquellos días. 9[3781]Por lo que toca a la muerte de Antíoco, llamado Epífanes, fue del modo que hemos dicho.

Nueva opresión de los judíos por el rey de Siria

10Mas ahora referiremos los hechos de Eupator, hijo del impío Antíoco, recopilando los males que ocasionaron sus guerras. 11Habiendo entrado este a reinar, nombró para la dirección de los negocios del reino a un tal Lisias, gobernador militar de Fenicia y de Siria. 12Porque Ptolomeo llamado Macrón, había resuelto observar inviolablemente la justicia respecto de los judíos, y portarse pacíficamente con ellos, sobre todo a vista de las injusticias que se les había hecho sufrir. 13[3782]Pero acusado por esto mismo ante Eupator, por los amigos, que a cada paso le trataban de traidor por haber abandonado a Chipre, cuyo gobierno le había confiado Filometor, y porque después de haberse pasado al partido de Antíoco Epífanes había desertado también de él, acabó su vida con el veneno.

Victoria de Judas sobre Gorgias y los idumeos

14A este tiempo Gorgias, que tenía el gobierno de aquellas tierras, asalariando tropas extranjeras, molestaba frecuentemente a los judíos. 15[3783]Y los judíos que ocupaban plazas fuertes en lugares ventajosos, acogían en ellas a los que huían de Jerusalén, y buscaban ocasiones de hacer guerra. 16Pero aquellos que seguían al Macabeo, hecha oración al Señor para implorar su auxilio, asaltaron con valor las fortalezas de los idumeos; 17y después de un crudo y porfiado combate, se apoderaron de ellas, mataron a cuantos se les pusieron delante, no siendo los pasados a cuchillo menos de veinte mil personas. 18Mas como algunos se hubiesen refugiado en dos castillos sumamente fuertes, abastecidos de todo lo necesario para defenderse, 19dejó el Macabeo para expugnarlos a Simón y José, y también a Zaqueo, con bastantes tropas que tenían bajo su mando, y marchó con las suyas adonde las necesidades más urgentes de la guerra le llamaban.

20[3784]Pero las tropas de Simón, llevadas de la avaricia, se dejaron sobornar con dinero por algunos de los que estaban en los castillos; y habiendo recibido hasta setenta mil didracmas, dejaron escapar a varios de ellos. 21Así que fue informado de esto el Macabeo, congregados los príncipes del pueblo, acusó a aquellos de haber vendido por dinero a sus hermanos, dejando escapar a sus enemigos. 22Por lo cual hizo quitar la vida a dichos traidores; y al instante se apoderó de los dos castillos. 23Y saliendo todo tan felizmente como correspondía al valor de sus armas, mató en las dos fortalezas más de veinte mil hombres.

Victoria sobre Timoteo

24Timoteo, empero, que antes había sido vencido por los judíos, habiendo levantado un ejército de tropas extranjeras, y reunido la caballería de Asia, vino a Judea como para apoderarse de ella a fuerza de armas. 25Mas al mismo tiempo que se iba acercando Timoteo, el Macabeo y su gente oraban al Señor, cubiertas de polvo sus cabezas, ceñidos con el cilicio sus lomos, 26[3785]y postrados al pie del altar, a fin de que les fuese propicio, y se mostrase enemigo de sus enemigos, y contrario de sus contrarios, como lo dice la Ley. 27Y de este modo acabada la oración, habiendo tomado las armas, y saliendo a una distancia considerable de la ciudad, cercanos ya a los enemigos, hicieron alto. 28[3786]Apenas empezó a salir el sol, principió la batalla entre los dos ejércitos; teniendo los unos, además de su valor, al Señor por garantía de la victoria y del éxito feliz de sus armas, cuando los otros solamente contaban con su esfuerzo en el combate.

29Mas mientras se estaba en lo más recio de la batalla vieron los enemigos aparecer del cielo cinco varones montados en caballos adornados con frenos de oro, que servían de capitanes a los judíos. 30Dos de dichos varones, tomando en medio al Macabeo, le cubrían con sus armas, guardándole de recibir daño; pero lanzaban dardos y rayos contra los enemigos, quienes envueltos en oscuridad y confusión, y llenos de espanto, iban cayendo por tierra; 31habiendo sido muertos veinte mil quinientos de a pie, y seiscientos de caballería.

Muerte miserable de Timoteo

32[3787]Timoteo se refugió en Gazara, plaza fuerte, cuyo gobernador era Quereas. 33Mas llenos de gozo el Macabeo y sus tropas, tuvieron sitiada la plaza cuatro días. 34Entretanto los sitiados, confiados en la fortaleza de la plaza, los insultaban de mil maneras, y vomitaban expresiones abominables. 35Pero así que amaneció el quinto día, veinte jóvenes de los que estaban con el Macabeo, irritados con tales blasfemias, se acercaron valerosamente al muro, y con ánimo denodado subieron sobre él, 36y haciendo lo mismo otros, empezaron a pegar fuego a las torres y a las puertas, y quemaron vivos a aquellos blasfemos. 37Dos días continuos estuvieron devastando la fortaleza; y habiendo encontrado a Timoteo, que se había escondido en cierto lugar, le mataron, así como también a Quereas, su hermano, y a Apolófanes. 38[3788]Ejecutadas estas cosas bendijeron con himnos y cánticos al Señor, que hizo grandes cosas en Israel, y les había concedido la victoria.

2 MACABEOS 11
Derrota de Lisias

1[3789]Pero poco tiempo después Lisias, ayo del rey y su pariente, que tenía el manejo de los negocios, sintiendo mucho pesar por lo que había acaecido, 2[3790]juntó ochenta, mil hombres de a pie, y toda la caballería, y se dirigió contra los judíos con el designio de tomar la ciudad, y darla a los gentiles para que la poblasen, 3[3791]y sacar del Templo grandes sumas de dinero, como de los otros templos de los paganos, y vender anualmente el Sumo Sacerdocio; 4sin reflexionar en el poder de Dios, sino confiando neciamente en su numerosa infantería, en los miles de caballos, y en ochenta elefantes. 5[3792]Y habiendo entrado en Judea, y acercándose a Betsura, situada en una garganta a cinco estadios de Jerusalén, atacó esta plaza. 6Pero luego que el Macabeo y su gente supieron que los enemigos habían comenzado a sitiar las fortalezas, rogaban al Señor con lágrimas y suspiros, a una con todo el pueblo, que enviase un Ángel bueno para que salvase a Israel.

7El mismo Macabeo, tomando las armas el primero de todos, exhortó a los demás a exponerse como él a los peligros, a fin de socorrer a sus hermanos. 8[3793]Mientras que iban marchando todos con ánimo denodado, se les apareció, al salir de Jerusalén, un personaje a caballo, que iba vestido de blanco, con armas de oro, y blandiendo la lanza. 9Entonces todos a una bendijeron al Señor misericordioso, y cobraron nuevo aliento, hallándose dispuestos a pelear, no solo contra los hombres, sino hasta contra las bestias más feroces, y a penetrar muros de hierro.

10Caminaban con esto llenos de ardimiento, teniendo en su ayuda al Señor, que desde el cielo hacía resplandecer sobre ellos su misericordia. 11Así que, arrojándose impetuosamente como leones sobre el enemigo, mataron once mil de a pie, y mil seiscientos de a caballo; 12y pusieron en fuga a todos los demás, la mayor parte de los cuales escaparon heridos y despojados, salvándose el mismo Lisias por medio de una vergonzosa fuga.

Judas consigue la paz

13[3794]Y como no le faltaba talento, meditando para consigo la pérdida que había tenido, y conociendo que los hebreos eran invencibles cuando se apoyaban en el socorro del Dios Todopoderoso, les envió comisionados; 14y les prometió condescender en todo aquello que fuese justo, y que persuadiría al rey que hiciese amistad con ellos. 15[3795]Asintió el Macabeo a la demanda de Lisias, atendiendo en todo a la utilidad pública; y en efecto, concedió el rey todo lo que había pedido Judas a favor de los judíos en la carta que escribió a Lisias.

Carta de Lisias a los judíos

16La carta que Lisias escribió a los judíos era del tenor siguiente: 17“Lisias al pueblo de los judíos, salud. Juan y Abesalom, vuestros enviados, al entregarme vuestro escrito, me pidieron que hiciese lo que ellos proponían. 18Por tanto, expuse al rey todo lo que podía representársele, y ha otorgado cuanto le ha permitido el estado de los negocios. 19Y si vosotros guardáis fidelidad en lo tratado, yo también procuraré en lo sucesivo proporcionaros el bien que pudiere. 20Por lo que hace a los demás asuntos, he encargado a vuestros diputados, y a los que yo envío, que de boca traten de cada uno de ellos con vosotros. 21[3796]Pasadlo bien. A veinticuatro del mes de Dióscoro del año ciento cuarenta y ocho.”

Carta del rey a Lisias

22[3797]La carta del rey decía así: “El rey Antíoco a Lisias, su hermano, salud. 23[3798]Después que el rey, nuestro padre, fue trasladado entre los dioses, nos, deseando que nuestros súbditos vivan en paz, y puedan atender a sus negocios; 24y habiendo sabido que los judíos no condescendieron con mi padre en que abrazasen los ritos de los griegos, sino que han querido conservar sus costumbres, y por esta razón nos piden que les concedamos vivir según sus leyes; 25por tanto, queriendo nos que esta nación goce también de paz, hemos ordenado y decretado que se les restituya el Templo, a fin de que vivan según las costumbres de sus mayores. 26En esta conformidad harás bien en enviarles comisionados para hacer con ellos la paz, a fin de que enterados de nuestra voluntad cobren buen ánimo y se apliquen a sus intereses particulares.”

Carta del rey a los judíos

27La carta del rey a los judíos era del tenor siguiente: “El rey Antíoco al senado de los judíos, y a todos los demás judíos, salud. 28Si estáis buenos, esto es lo que os deseamos. Por lo que hace a nos, lo pasamos bien. 29Menelao ha venido a nos para hacernos presente que deseáis venir a tratar con los de vuestra nación que están con nosotros. 30[3799]Por tanto, damos salvoconducto a aquellos que vengan hasta el día treinta del mes de Xántico; 31y permitimos a los judíos que usen de sus viandas, y vivan según sus leyes como antes; sin que ninguno pueda ser molestado por razón de las cosas hechas por ignorancia. 32Y finalmente, os hemos enviado a Menelao para que lo trate con vosotros. 33Pasadlo bien. A quince del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho.”

Carta de los romanos a los judíos

34[3800]Asimismo los romanos enviaron también una carta en estos términos: Quinto Memmio, y Tito Manilio, legados de los romanos, al pueblo de los judíos, salud. 35Las cosas que os ha concedido Lisias, pariente del rey, os las concedemos igualmente nosotros. 36Y por lo que hace a las otras, sobre las cuales juzgó Lisias deber consultar al rey, enviad cuanto antes alguno, después que hayáis conferenciado entre vosotros, a fin de que resolvamos lo que os sea más ventajoso; pues estamos para marchar hacia Antioquía. 37Daos, pues, prisa a responder, para que sepamos de este modo lo que deseáis. 38Pasadlo bien. A quince del mes de Xántico, del año ciento cuarenta y ocho.

2 MACABEOS 12
Judas castiga las ciudades de Jope y Jamnia

1Concluidos estos tratados, se volvió Lisias para el rey, y los judíos se dedicaron a cultivar sus tierras. 2Pero los oficiales, que residían en el país: Timoteo, y Apolonio, hijo de Geneo, y también Jerónimo y Demofonte, y además de estos, Nicanor, gobernador de Chipre, no los dejaban vivir en paz ni sosiego. 3Mas los habitantes de Jope cometieron el siguiente atentado: convidaron a los judíos que habitaban en aquella ciudad a entrar con sus mujeres e hijos en unos barcos que habían prevenido, como que no existía ninguna enemistad entre unos y otros. 4Y habiendo condescendido en ello, sin tener la menor sospecha, pues vivían en paz, y la ciudad tenía hecho un público acuerdo a favor de ellos; así que se hallaron en alta mar fueron arrojados al agua unos doscientos de ellos. 5[3801]Luego que Judas tuvo noticia de esta crueldad contra los de su nación, dio órdenes a su gente, y después de invocar a Dios, justo juez, 6marchó contra aquellos asesinos de sus hermanos, y de noche pegó fuego al puerto, quemó sus barcos, e hizo pasar a cuchillo a todos los que se habían escapado de las llamas. 7Hecho esto, partió de allí con ánimo de volver de nuevo para exterminar enteramente todos los vecinos de Jope.

8[3802]Pero habiendo entendido que también los de Jamnia meditaban hacer otro tanto con los judíos que moraban entre ellos, 9los sorprendió igualmente de noche, y quemó el puerto con sus naves; de suerte que el resplandor de las llamas se veía desde Jerusalén, que dista de allí doscientos cuarenta estadios.

Guerra contra los árabes y Casfín

10[3803]Y cuando partido que hubo de Jamnia había ya andado nueve estadios, avanzando contra Timoteo, le atacaron los árabes en número de cinco mil infantes y con quinientos caballos; 11y trabándose un crudo combate, que con la protección de Dios le salió felizmente, el resto del ejército de los árabes, vencido, pidió la paz a Judas, prometiendo cederle pastos, y asistirle en todo lo demás. 12Y Judas, creyendo que verdaderamente podían serle útiles en muchas cosas, les concedió la paz; y hecho el tratado se volvieron los árabes a sus tiendas. 13[3804]Después de esto atacó a una ciudad fuerte, llamada Casfín, rodeada de muros y de puentes, en la cual habitaba una turba de diferentes naciones. 14Mas confiados los de dentro en la firmeza de sus muros, y en que tenían provisión de víveres, se defendían con flojedad, y provocaban a Judas con dichos picantes, blasfemias, y expresiones detestables. 15Entonces el Macabeo, habiendo invocado al gran rey del universo, que en tiempo de Josué derribó de un golpe, sin arietes ni máquinas de guerra, a Jericó, subió con gran denuedo sobre la muralla; 16y tomada por voluntad del Señor la ciudad, hizo en ella una horrorosa matanza; de tal suerte que un estanque vecino, de dos estadios de anchura, apareció teñido de sangre de los muertos.

Triunfo del macabeo sobre Timoteo

17[3805]Partieron de allí, y después de andados setecientos cincuenta estadios, llegaron a Caraca, donde habitaban los judíos llamados tubianeos. 18Mas tampoco pudieron venir allí a las manos con Timoteo, quien se había vuelto sin poder hacer nada, dejando en cierto lugar una guarnición muy fuerte. 19Pero Dositeo y Sosípatro que mandaban las tropas en compañía del Macabeo, pasaron a cuchillo a diez mil hombres que Timoteo había dejado en aquella plaza. 20[3806]Entretanto el Macabeo, tomando consigo seis mil hombres, y distribuyéndolos en batallones, marchó contra Timoteo, que traía ciento veinte mil hombres de a pie, y dos mil quinientos de a caballo. 21[3807]Luego que este supo la llegada de Judas, envió delante las mujeres, los niños y el resto del bagaje a una fortaleza llamada Carnión, que era inexpugnable, y de difícil entrada, a causa de los desfiladeros que era necesario pasar. 22Mas al dejarse ver el primer batallón de Judas, se apoderó el terror de los enemigos, a causa de la presencia de Dios, que todo lo ve, y se pusieron en fuga uno tras de otro, de manera que el mayor daño lo recibían de su propia gente, y quedaban heridos por sus propias espadas. 23Judas los cargaba de recio, castigando a aquellos profanos; habiendo dejado tendidos a treinta mil de ellos.

24El mismo Timoteo cayó en poder de los batallones de Dositeo y Sosípatro, a los cuales pidió con grande instancia que le salvasen la vida, porque tenía en su poder muchos padres y hermanos de los judíos; los cuales, muerto él, quedarían sin esperanza. 25Y habiéndoles dado palabra de restituirles los prisioneros, según lo estipulado, le dejaron ir sin hacerle mal, con la mira de salvar así a sus hermanos.

Ocupación de Carnión y Efrón

26[3808]Hecho esto, volvió Judas contra Carnión, en donde pasó a cuchillo a veinticinco mil hombres. 27Después de la derrota y mortandad de los enemigos, dirigió su ejército contra Efrón, ciudad fuerte, habitada por una multitud de gentes de diversas naciones; cuyas murallas estaban coronadas de robustos jóvenes que las defendían con valor, y además había dentro de ella muchas máquinas de guerra, y acopio de dardos. 28Mas los judíos, invocando al Todopoderoso, que con su poder quebranta las fuerzas de los enemigos, tomaron la ciudad, y dejaron tendidos por el suelo a veinticinco mil hombres de los que en ella había. 29[3809]Desde allí fueron a la ciudad de los escitas distante seiscientos estadios de Jerusalén; 30pero asegurando los judíos que habitaban allí entre los escitopolitanos, que estas gentes los trataban bien, y que aun en el tiempo de sus desgracias se habían portado con ellos con humanidad, les dio Judas las gracias; 31y habiéndolos exhortado a que en lo venidero mostrasen igual benevolencia a los de su nación, se volvió con los suyos a Jerusalén, por estar muy cercano el día solemne de Pentecostés.

Guerra victoriosa contra Gorgias

32Y pasada esta festividad, marcharon contra Gorgias, gobernador de la Idumea. 33Salió Judas con tres mil infantes y cuatrocientos caballos; 34y habiéndose trabado el combate, quedaron tendidos algunos pocos judíos en el campo de batalla. 35[3810]Mas un cierto Dositeo, soldado de caballería de los de Bacenor, hombre valiente, asió a Gorgias, y quería capturarlo vivo, pero se arrojó sobre él un soldado de a caballo de los de Tracia, y le cortó un hombro, lo cual dio lugar a que Gorgias huyese a Maresa. 36Fatigados ya los soldados que mandaba Esdrín con tan larga pelea, invocó Judas al Señor para que protegiese y dirigiese el combate; 37[3811]y habiendo comenzado a cantar en alta voz himnos en su lengua nativa, puso en fuga a los soldados de Gorgias.

Sacrificio expiatorio por los muertos

38Reuniendo después Judas su ejército, pasó a la ciudad de Odollam, y llegado el día séptimo, se purificaron según el rito y celebraron allí el sábado.

39Al día siguiente fue Judas con su gente para traer los cadáveres de los que habían muerto y enterrarlos, con sus parientes en las sepulturas de sus familias. 40[3812]Y encontraron debajo de la ropa de los que habían sido muertos algunos objetos consagrados a los ídolos que había en Jamnia, cosas prohibidas por la Ley a los judíos; con lo cual conocieron todos evidentemente que esto había sido la causa de su muerte. 41Por tanto, bendijeron a una los justos juicios del Señor, que había manifestado lo oculto. 42Y poniéndose en oración rogaron que echase en olvido el delito que se había cometido.

Al mismo tiempo el esforzadísimo Judas exhortaba al pueblo a que se conservase sin pecado, viendo delante de sus mismos ojos lo sucedido por causa de las culpas de los que habían sido muertos. 43[3813]Y habiendo recogido en una colecta que mandó hacer, doce mil dracmas de plata, las envió a Jerusalén, a fin de que se ofreciese un sacrificio por los pecados de estos difuntos, teniendo, como tenía, buenos y religiosos sentimientos acerca de la resurrección, 44—pues si no esperara que los que habían muerto habían de resucitar, habría tenido por cosa superflua e inútil el rogar por los difuntos—, 45[3814]y porque consideraba que a los que habían muerto después de una vida piadosa, les estaba reservada una grande misericordia. 46Es un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de sus pecados.

2 MACABEOS 13
Nueva invasión enemiga

1El año ciento cuarenta y nueve supo Judas que Antíoco Eupator venía con un grande ejército contra Judea, 2[3815]acompañado de Lisias, tutor y regente del reino, y que traía consigo ciento diez mil hombres de a pie, y cinco mil de a caballo, y veintidós elefantes y trescientos carros armados de hoces.

Muerte de Menelao

3[3816]Se agregó también a ellos Menelao; y con grande y falaz artificio procuraba aplacar a Antíoco, no porque amase el bien de la patria, sino esperando ser puesto en posesión del principado. 4[3817]Mas el Rey de los reyes movió el corazón de Antíoco contra aquel malvado; y habiendo dicho Lisias que él era la causa de todos los males, mandó prenderle, y que le quitasen la vida en aquel mismo lugar, según el uso de ellos. 5Había, en aquel sitio una torre de cincuenta codos de alto, rodeada por todas partes de un gran montón de cenizas; desde allí no se veía más que un precipicio. 6Y mandó que desde la torre fuese arrojado en la ceniza aquel sacrílego, llevándole todos a empellones a la muerte. 7De este modo debió morir Menelao, prevaricador de la Ley, sin que a su cuerpo se le diese sepultura. 8[3818]Y a la verdad, con mucha justicia; porque habiendo él cometido tantos delitos contra el altar de Dios, cuyo fuego y ceniza son cosas santas, fue condenado a morir en la ceniza.

Derrota del rey

9El rey, empero, continuaba furibundo su marcha, con ánimo de mostrarse con los judíos más cruel que su padre. 10Teniendo Judas noticia de ello, mandó al pueblo que invocase al Señor día y noche, a fin de que les asistiese en aquella ocasión, como lo había hecho siempre; 11pues temían el verse privados de su Ley, de su patria y de su santo Templo; y para que no permitiese que su pueblo, que poco antes había empezado a respirar algún tanto, se viese nuevamente subyugado por las naciones blasfemas. 12En efecto, haciendo todos lo mandado, implorando la misericordia del Señor con lágrimas y ayunos, postrados en tierra por espacio de tres días continuos, los exhortó Judas a que estuviesen apercibidos. 13Él, luego, con el consejo de los ancianos resolvió salir a campaña antes que el rey entrase con su ejército en Judea y se apoderase de la ciudad, y encomendar al Señor el éxito de la empresa.

14[3819]Entregándose, enteramente a las disposiciones de Dios, Creador del universo, y habiendo exhortado a sus tropas a pelear varonilmente y hasta perder la vida en defensa de sus leyes, del Templo, de la ciudad, de la patria y de sus conciudadanos, hizo acampar el ejército en las cercanías de Modín. 15Dio después a los suyos por señal: “La victoria de Dios”; y tomando consigo los jóvenes más valientes, asaltó de noche el cuartel del rey, y mató en su campamento cuatro mil hombres, y al mayor de los elefantes, con toda la gente que llevaba encima. 16Y llenando con esto de un grande terror y confusión el campo de los enemigos, concluida tan felizmente la empresa, se retiraron. 17Se ejecutó todo esto al rayar el día, asistiendo el Señor al Macabeo con su protección.

El rey pacta con Judas

18[3820]Mas el rey, visto este ensayo de la audacia de los judíos, intentó apoderarse con arte de los lugares más fortificados; 19y se acercó con su ejército a Betsura, una de las plazas de los judíos más bien fortificadas; pero era rechazado, hallaba mil tropiezos y perdía gente. 20Entretanto Judas enviaba a los sitiados cuanto necesitaban. 21En esto un tal Rodoco hacía de espía de los enemigos en el ejército de los judíos; pero siendo reconocido, fue preso y puesto en un encierro. 22Nuevamente parlamentó el rey con los habitantes de Betsura, les concedió la paz, aprobó la capitulación de los sitiados, y se marchó. 23Peleó entonces con Judas y quedó vencido.

A esta sazón, teniendo aviso de que en Antioquía se le había rebelado Filipo, el cual había quedado con el gobierno de los negocios, consternado su ánimo, suplicando y humillándose ante los judíos, juró guardarles todo lo que pareció justo; y después de esta reconciliación ofreció un sacrificio, tributó honor al Templo y le hizo varios donativos. 24[3821]Y abrazó al Macabeo, declarándole gobernador y príncipe desde Tolemaida hasta los gerrenos.

25Luego que Antíoco llegó a Tolemaida, dieron a conocer sus habitantes el grave disgusto que les había causado aquel tratado y amistad hecha con los judíos, amenazando que indignados rompiesen la alianza. 26Pero subiendo Lisias a la tribuna, expuso las razones y apaciguó al pueblo, y se volvió después a Antioquía. Tal fue la expedición del rey y el fin que tuvo.

2 MACABEOS 14
Intrigas de Alcimo contra el Macabeo

1[3822]Mas de allí a tres años Judas y su gente entendieron que Demetrio, hijo de Seleuco, habiendo llegado con muchas naves y un numeroso ejército al puerto de Trípoli, se había apoderado de los puestos más ventajosos, 2y ocupado varios territorios, a despecho de Antíoco y de su general Lisias. 3[3823]Entretanto un cierto Alcimo, que había sido Sumo Sacerdote, y que voluntariamente se había contaminado en los tiempos de la mezcla, considerando que no había ningún remedio para él, y que jamás podría acercarse al altar, 4pasó a ver al rey Demetrio el año ciento cincuenta, presentándole una corona de oro y una palma, y además unos ramos que parecían ser del Templo; y por entonces no le dijo nada.

5Habiendo logrado una buena coyuntura para ejecutar su loco designio, por haberle llamado Demetrio a su consejo, y preguntándole cuál era el sistema y máximas con que se regían los judíos; 6[3824]respondió: “Aquellos judíos que se llaman asideos, cuyo caudillo es Judas Macabeo, son los que fomentan la guerra, y mueven las sediciones, y no dejan estar en quietud el reino. 7Yo mismo, despojado de la dignidad hereditaria de mi familia, quiero decir, del Sumo Sacerdocio, me vine aquí; 8primeramente por ser fiel a la causa del rey, y lo segundo para mirar por el bien de mis conciudadanos; pues toda nuestra nación padece grandes vejaciones por causa de la perversidad de aquellos hombres. 9Así que te suplico, oh rey, que informándote por menor de todas estas cosas, mires por nuestra tierra y nación, conforme a tu bondad a todos notoria. 10Porque en tanto que viva Judas, es imposible que haya allí paz.” 11Habiéndose él explicado de esta suerte, todos sus amigos inflamaron también a Demetrio contra Judas, del cual eran enemigos declarados.

El rey envía a Nicanor a Judea

12[3825]Así es que al punto envió el rey a la Judea por general a Nicanor, comandante de los elefantes, 13con orden de que capturase vivo a Judas, dispersase sus tropas, y pusiese a Alcimo en posesión del Sumo Sacerdocio del gran Templo. 14Entonces los gentiles que habían huido de Judea por temor de Judas, vinieron a bandadas a juntarse con Nicanor, mirando como prosperidad propia las miserias y calamidades de los judíos. 15[3826]Luego que estos supieron la llegada de Nicanor, y la reunión de los gentiles con él; esparciendo polvo sobre sus cabezas, dirigieron sus plegarias a Aquel que se había formado un pueblo suyo para conservarle eternamente, y, que con evidentes milagros había protegido a esta su herencia. 16[3827]E inmediatamente, por orden del comandante, partieron de allí, y fueron a acampar junto al castillo de Desau. 17Había ya Simón, hermano de Judas, venido a las manos con Nicanor; pero se llenó de sobresalto con la repentina llegada de los enemigos.

Nicanor hace una alianza con Judas

18Sin embargo, enterado Nicanor del denuedo de las tropas de Judas, y de la grandeza de ánimo con que combatían por su patria, temió fiar su suerte a la decisión de una batalla. 19Y así envió delante a Posidonio, a Teodoto y a Matías para presentar y recibir proposiciones de paz. 20Y habiendo durado largo tiempo las conferencias sobre el asunto, y dando el mismo general parte de ellas al pueblo, todos unánimemente fueron de parecer que se aceptara la paz.

21En virtud de lo cual emplazaron un día para conferenciar entre sí secretamente; a cuyo fin se llevó y puso una silla para cada uno de ellos. 22Esto no obstante, mandó Judas apostar algunos soldados en lugares oportunos, no fuera que los enemigos intentasen de repente hacer alguna tropelía. Pero la conferencia se celebró como debía. 23Por eso Nicanor fijó después su residencia en Jerusalén, sin hacer ninguna vejación a nadie, y despidió aquella multitud de tropas que se le habían juntado. 24Amaba constantemente a Judas con un amor sincero, mostrando una particular inclinación a su persona. 25[3828]Le rogó que se casase, y pensase en tener hijos. En efecto, se casó, vivía tranquilo, y los dos se trataban familiarmente.

Denuncias de Alcimo

26Mas viendo Alcimo la amistad y buena armonía que reinaba entre ellos, fue a ver a Demetrio, y le dijo que Nicanor favorecía los intereses ajenos, y que tenía destinado por sucesor a Judas, que aspiraba al trono. 27Exasperado e irritado el rey sobremanera con sus atroces calumnias, escribió a Nicanor diciéndole que llevaba muy a mal la amistad que había contraído con el Macabeo, y que le mandaba que luego al punto se lo enviase encadenado a Antioquía. 28Enterado de esto Nicanor, quedó lleno de consternación, y sentía sobremanera tener que violar los tratados hechos con aquel varón, sin haber recibido de él ofensa alguna. 29Mas no pudiendo desobedecer al rey, andaba buscando oportunidad para poner en ejecución la orden recibida.

Judas toma precauciones

30Entretanto el Macabeo, observando que Nicanor le trataba con aspereza, y que en las visitas acostumbradas se le mostraba con cierto aire duro e imponente, consideró que aquella aspereza no podía nacer de nada bueno, y reuniendo algunos pocos de los suyos, se ocultó de Nicanor.

Blasfemias de Nicanor contra el Templo

31[3829]Luego que este reconoció que Judas había tenido la destreza de prevenirle, fue al augusto y santísimo Templo, hallándose los sacerdotes ofreciendo los sacrificios acostumbrados, y les mandó que le entregasen al Macabeo. 32Mas como ellos le asegurasen con juramento que no sabían dónde estaba el que él buscaba, Nicanor levantó la mano contra el Templo, 33[3830]y juró, diciendo: “Si no me entregáis maniatado a Judas, arrasaré este templo de Dios, derribaré este altar, y consagraré aquí un templo al padre Baco”. 34Y dicho esto, se marchó. Los sacerdotes entonces, levantando sus manos al cielo, invocaban a Aquel que había sido siempre el defensor de su nación, y oraban de este modo: 35[3831]“Señor del universo, Tú que de nada necesitas, quisiste tener entre nosotros un Templo para tu morada. 36Conserva oh Santo de los santos, Señor de todas las cosas, conserva ahora y para siempre libre de profanación esta Casa, que hace poco tiempo ha sido purificada.”

Racías se da la muerte

37En este tiempo fue acusado a Nicanor uno de los ancianos de Jerusalén, llamado Racías, varón amante de la patria, y de reputación, al cual se daba el nombre de padre de los judíos por el afecto con que los miraba. 38Este ya de mucho tiempo antes, llevaba una vida muy exacta en el judaísmo, pronto a dar su cuerpo y su vida antes que faltar a su observancia. 39Mas queriendo Nicanor manifestar el odio que tenía a los judíos, envió quinientos soldados para que le prendiesen. 40Pues juzgaba que si lograba seducir a este hombre, haría un daño gravísimo a los judíos.

41[3832]Pero al tiempo que los soldados hacían sus esfuerzos para entrar en la casa, rompiendo la puerta, y poniéndole fuego, así que estaban ya para prenderle, se hirió con su espada; 42prefiriendo morir noblemente a verse esclavo de los pecadores, y a sufrir ultrajes indignos de su nacimiento. 43Mas como por la precipitación con que se hirió, no fuese mortal la herida, y entrasen ya de tropel los soldados en la casa, corrió animosamente al muro, y se precipitó denodadamente encima de las gentes; 44las cuales retirándose al momento para que no les cayese encima, vino a dar de cabeza contra el suelo. 45Pero como aún respirase, hizo un nuevo esfuerzo, y se volvió a poner de pie; y aunque la sangre le salía a borbollones por sus heridas mortales, pasó corriendo por medio de la gente, 46y subiéndose sobre una roca escarpada, desangrado ya como estaba, agarró con ambas manos sus propias entrañas, y las arrojó sobre las gentes, invocando al Señor del alma y de la vida, a fin de que se las volviese a dar algún día; y de esta manera acabó de vivir.

2 MACABEOS 15
Nuevas blasfemias de Nicanor

1[3833]Luego que Nicanor tuvo noticia que Judas estaba en tierra de Samaria, resolvió acometerle con todas sus fuerzas en un día de sábado. 2Y como los judíos que por necesidad le seguían, le dijesen: “No quieras hacer una acción tan feroz y bárbara como esa; mas honra la santidad de este día, y respeta a Aquel que ve todas las cosas”; 3les preguntó aquel infeliz, si había en el cielo algún poderoso que hubiese mandado celebrar el sábado. 4Y le contestaron ellos: “Sí, el Señor vivo y poderoso que hay en el cielo, es el que mandó guardar el día séptimo”. 5Pues yo, les replicó él, soy poderoso sobre la tierra, y mando que se tomen las armas, y que se ejecuten las órdenes del rey. Mas a pesar de eso, no pudo Nicanor efectuar sus designios; 6siendo así que había ideado ya, en el delirio de su soberbia, erigir un trofeo de todas sus victorias sobre Judas.

Judas alienta el ánimo de los suyos

7En medio de esto, el Macabeo, esperaba siempre con firme confianza que Dios le asistiría con su socorro; 8[3834]y al mismo tiempo, exhortaba a los suyos a que no temiesen el encuentro de las naciones, sino que antes bien, trajesen a la memoria la asistencia que otras veces habían recibido del cielo, y que al presente esperasen que el Todopoderoso les concedería la victoria. 9Y dándoles igualmente instrucciones sacadas de la Ley y de los Profetas, y acordándoles los combates que antes habían sostenido, les infundió nuevo aliento. 10Inflamados de esta manera sus ánimos; les ponía igualmente a la vista la perfidia de las naciones, y la violación de los juramentos. 11Y armó a cada uno de ellos, no tanto con darle escudo y lanza, como con admirables discursos y exhortaciones, y con la narración de un sueño digno de fe, con lo cual llenó a todos de alegría.

Se le aparecen Onías y Jeremías

12[3835]Esta fue la visión que tuvo: Se le representó que estaba viendo a Onías, Sumo Sacerdote, que había sido hombre lleno de bondad y de dulzura, de aspecto venerando, modesto en sus costumbres, y de gracia en sus discursos, y que desde niño se había ejercitado en la virtud; el cual, levantadas las manos, oraba por todo el pueblo judío, 13y que después se le había aparecido otro varón, respetable por su ancianidad, lleno de gloria, y rodeado por todos lados de magnificencia; 14[3836]y que Onías, dirigiéndole la palabra, le había dicho: “Este es el amante de sus hermanos y del pueblo de Israel; este es Jeremías, profeta de Dios, que ruega incesantemente por el pueblo y por toda la Ciudad Santa”; 15y que luego Jeremías extendió su derecha y entregó a Judas una espada de oro, diciéndole: 16“Toma esta santa espada, don de Dios, con la cual derribarás a los enemigos de mi pueblo de Israel.”

Antes del combate

17Animados todos con estas palabras de Judas, las más eficaces para avivar el valor e infundir nuevo aliento en la juventud, resolvieron atacar y combatir vigorosamente a los enemigos, de modo que su esfuerzo decidiese la causa; pues así el Templo como la Ciudad Santa estaban en peligro. 18Y a la verdad, menos cuidado pasaban por sus mujeres, por sus hijos, por sus hermanos y por sus parientes que por la santidad del Templo, que era lo que les causaba el mayor y principal temor. 19Pero los que se hallaban dentro de la ciudad, estaban en grande sobresalto por la suerte de aquellos que iban a entrar en batalla.

Judas implora al Señor en fervorosa oración

20Y cuando ya todos estaban aguardando la decisión del combate, estando ya a la vista los enemigos, el ejército formado en batalla, y los elefantes y caballería colocados en los lugares oportunos; 21considerando el Macabeo la multitud de hombres que venían a dejarse caer sobre ellos; y el vario aparato de armas, y la ferocidad de los elefantes, levantó las manos al cielo, invocando al Señor que obra los prodigios; a Aquel que, no según la fuerza de los ejércitos, sino según su voluntad concede la victoria a los que la merecen. 22[3837]Y le invocó de esta manera: “¡Oh Señor! Tú que en el reinado de Ezequías, rey de Judá, enviaste uno de tus Ángeles, y quitaste la vida a ciento ochenta y cinco mil hombres del ejército de Senaquerib, 23envía también ahora, oh dominador de los cielos, a tu Ángel bueno que vaya delante de nosotros, y haga conocer la fuerza de tu terrible y tremendo brazo; 24a fin de que queden llenos de espanto los que, blasfemando, vienen contra tu santo pueblo.” Así terminó su oración.

La victoria

25Entretanto, venía Nicanor marchando con su ejército al son de trompetas y de canciones. 26Mas Judas y su gente, habiendo invocado a Dios por medio de sus oraciones, acometieron al enemigo; 27[3838]y orando al Señor en lo interior de sus corazones, al mismo tiempo que, espada en mano, cargaban sobre sus enemigos, mataron no menos de treinta y cinco mil, sintiéndose sumamente llenos de gozo por la presencia de Dios. 28Concluído el combate, al tiempo que alegres se volvían ya, supieron que Nicanor con sus armas yacía tendido en el suelo. 29Por lo que alzándose al instante una gritería y estrépito, bendecían al Señor Todopoderoso en su nativo idioma.

Castigo de Nicanor

30Y Judas, que estaba siempre pronto a morir o dar su cuerpo y vida por sus conciudadanos, mandó que se cortase la cabeza y el brazo, junto con el hombro, a Nicanor, y que se los llevasen a Jerusalén. 31Así que él llegó a esta ciudad, convocó cerca del altar a sus conciudadanos y a los sacerdotes, e hizo llamar también a los del alcázar, 32y habiéndoles mostrado la cabeza de Nicanor, y aquella su execrable mano, que con tanto orgullo e insolencia había levantado contra la morada santa de Dios Todopoderoso, 33mandó luego que la lengua de este impío fuese cortada en menudos trozos, y arrojada después para pasto de las aves; y que se colgara enfrente del Templo la mano de aquel insensato.

34Con esto bendijeron todos al Señor del cielo, diciendo: Bendito sea el que ha conservado exento de la profanación su Templo. 35Asimismo hizo colgar la cabeza de Nicanor en lo más alto del alcázar, para que fuese una señal visible y patente de la asistencia de Dios. 36Finalmente, todos unánimes resolvieron que de ningún modo se debía pasar este día sin hacer en él una fiesta particular; 37[3839]y se dispuso que se celebrase esta solemnidad el día trece del mes llamado en lengua siriaca Adar, día anterior al día de Mardoqueo.

Conclusión

38Ejecutadas estas cosas en orden a Nicanor, y hechos dueños los hebreos desde entonces de la ciudad, acabaré yo también con esto mi narración. 39Si ella ha salido bien, y cual conviene a una historia, es ciertamente lo que yo deseaba; pero si, por el contrario, es menos digna del asunto que lo que debiera, se me debe disimular la falta. 40Pues, así como es cosa dañosa el beber siempre vino, o siempre agua, al paso que es grato el usar ora de uno, ora de otro, así también un discurso gustaría poco a los lectores, si el estilo fuese siempre limado. Y con esto doy fin.

LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES

INTRODUCCIÓN

A los libros históricos sigue, en el Canon del Antiguo Testamento, el grupo de los libros llamados didácticos (por su enseñanza) o poéticos (por su forma) o sapienciales (por su contenido espiritual), que abarca los siguientes libros: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría, Eclesiástico. Todos estos son principalmente denominados libros sapienciales, porque las enseñanzas e instrucciones que Dios nos ofrece en ellos, forman lo que en el Antiguo Testamento se llama Sabiduría, que es el fundamento de la piedad. Temer ofender a Dios nuestro Padre, y guardar sus mandamientos con amor filial, esto es el fruto de la verdadera sabiduría. Es decir, que si la moral es la ciencia de lo que debemos hacer, la sabiduría es el arte de hacerlo con agrado y con fruto. Porque ella fructifica como el rosal junto a las aguas (Eclesiástico 39, 11).

Bien se ve cuán lejos estamos de la falsa concepción moderna que confunde sabiduría con el saber muchas cosas, siendo más bien ella un sabor de lo divino, que se concede gratuitamente a todo el que lo quiere (Sabiduría 6, 12 ss.), como un don del Espíritu Santo, y que en vano pretendería el hombre adquirir por sí mismo. Cf. Job 28, 12 ss. La Liturgia cita todos estos libros, con excepción del de Job y el de los Salmos, bajo el nombre genérico de Libro de la Sabiduría, nombre con que el Targum judío designaba el Libro de los Proverbios (Séfer Hokmah).

Los libros sapienciales, en cuanto a su forma, pertenecen al género poético. La poesía hebrea no tiene rima, ni ritmo cuantitativo, ni metro en el sentido de las lenguas clásicas y modernas. Lo único que la distingue de la prosa, es el acento (no siempre claro), y el ritmo de los pensamientos, llamado comúnmente paralelismo de los miembros. Este último consiste en que el mismo pensamiento se expresa dos veces, sea con vocablos sinónimos (paralelismo sinónimo), sea en forma de tesis y antítesis (paralelismo antitético), o aun ampliándolo por una u otra adición (paralelismo sintético). Pueden distinguirse, a veces, estrofas.

Al género poético pertenece también la mayor parte de los libros proféticos y algunos capítulos de los libros históricos, por ejemplo la bendición de Jacob (Génesis 49), el cántico de Débora (Jueces 5), el cántico de Ana (1 Reyes 2), etc.

JOB

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INTRODUCCIÓN

Con el libro de Job volvemos a los tiempos patriarcales. Job, un varón justo y temeroso de Dios, está acosado por tribulaciones de tal manera que, humanamente, ya no puede soportarlas. Sin embargo, no pierde la paciencia, sino que resiste a todas las tentaciones de desesperación, guardando la fe en la divina justicia y providencia, aunque no siempre la noticia del amor que Dios nos tiene, y de la bondad que viene de ese amor (1 Juan 4, 16) y según la cual no puede sucedernos nada que no sea para nuestro bien. Tal es lo que distingue a este santo varón del Antiguo Testamento, de lo que ha de ser el cristiano.

Inicia el autor sagrado su tema con un prólogo (capítulos 1-2), en el cual Satanás obtiene de Dios permiso para poner a prueba la piedad de Job. La parte principal (capítulos 3-42, 6) trata, en forma de un triple diálogo entre Job y sus tres amigos, el problema de por qué debe sufrir el hombre y cómo es compatible el dolor de los justos con la justicia de Dios. Ni Job ni sus amigos saben la verdadera razón de los padecimientos, sosteniendo los amigos la idea de que los dolores son consecuencia del pecado, mientras que Job insiste en que no lo tiene.

En el momento crítico interviene Eliú, que hasta entonces había quedado callado, y lleva la cuestión más cerca de su solución definitiva, afirmando que Dios a veces envía las tribulaciones para purificar y acrisolar al hombre.

Al fin aparece Dios mismo, en medio de un huracán, y aclara el problema, condenando los falsos conceptos de los amigos y aprobando a Job, aunque reprendiéndolo también en parte por su empeño en someter a juicio los designios divinos con respecto a él. ¿Acaso no debemos saber que son paternales y por lo tanto misericordiosos? En el epílogo (capítulo 42, 1-16) se describe la restitución de Job a su estado anterior.

La historicidad de la persona de Job está atestiguada repetidas veces por textos de la Sagrada Escritura (Ezequiel 14, 14 y 20; Tobías 2, 12; Santiago 5, 11), que confirman también su gran santidad. Según la versión griega, Job era descendiente de Abrahán en quinta generación, y se identificaría con Jobab, segundo rey de Idumea. Pero esta versión se aparta considerablemente del original. De todos modos, es cosa admitida, que Job no pertenecía al pueblo que había de ser escogido, lo cual hace más notable su ejemplo.

El autor inspirado que compuso el poema, reuniendo en forma sumamente artística las tradiciones acerca de Job, vivió en una época, en la cual la literatura religiosa estaba en pleno florecimiento, es decir, antes del cautiverio babilónico. No es de negar que el estilo del libro tenga cierta semejanza con el del profeta Jeremías, por lo cual algunos consideran a este como autor, aunque está claro que Jeremías es posterior y reproduciría pasajes de Job. Cf. Jeremías 12, 1 y Job 21, 1; Jeremías 11, 1 y Job 19, 23; Jeremías 20, 14-18 y Job 3, 3-10; Jeremías 20, 11 y Job 3, 11, etc. Otros lo han atribuido al mismo Job, a Eliú, a Moisés, a Salomón, a Daniel. Ya San Gregorio Magno señala la imposibilidad de establecer el nombre del autor.

Job, cubierto de llagas, insultado por sus amigos, padeciendo sin culpa, y presentando a Dios quejas tan desgarradoras como confiadas, es imagen de Jesucristo, y solo así podemos descubrir el abismo de este Libro que es una maravillosa prueba de nuestra fe. Porque toda la fuerza de la razón nos lleva a pensar que hay injusticia en la tortura del inocente. Y es Dios mismo quien se declara responsable de esas torturas. Esta prueba nos hace penetrar en el gran misterio de “injusticia” que el amor infinito del Padre consumó a favor nuestro: hacer sufrir al Inocente, por salvar a los culpables. ¡Y el castigado era SU HIJO único!

Las lecciones del Oficio de Difuntos están tomadas totalmente del Libro de Job y comprenden sucesivamente los siguientes pasajes: 7, 16-21; 10, 1-7, 8-12; 13, 22-28; 14, 1-6, 13-16; 17, 1-3, 11-15; 19, 20-27; 10, 18-22.

PRÓLOGO
JOB 1
Job, varón justo y recto

1[3840]Había en tierra de Us un varón que se llamaba Job; era hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. 2Le nacieron siete hijos y tres hijas, 3[3841]y poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muy numerosa servidumbre. Era así aquel hombre más poderoso que todos los orientales.

4Sus hijos solían visitarse el uno al otro en sus casas y celebrar banquetes, cada cual en su día, e invitaban también a sus tres hermanas a comer y beber con ellos. 5[3842]Concluido el turno de los días del convite, Job los hacía venir, y los santificaba. Madrugando por la mañana ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos; pues decía Job: “Quizá hayan pecado mis hijos, y maldecido a Dios en sus corazones.” Así obraba Job siempre.

Dios da a Satanás poder sobre Job

6[3843]Un día cuando los hijos de Dios fueron a presentarse delante de Yahvé, vino también entre ellos Satanás. 7Y dijo Yahvé a Satanás: “¿De dónde vienes?” Respondió Satanás a Yahvé y dijo: “Acabo de dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella.” 8[3844]Y preguntó Yahvé a Satanás: “¿Has reparado en mi siervo Job?, pues no hay ninguno como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” 9[3845]Respondió Satanás a Yahvé, y dijo: “¿Acaso teme Job a Dios desinteresadamente? 10¿No le has rodeado con tu protección por todas partes a él, su casa y todo cuanto tiene? Has bendecido la obra de sus manos, y su hacienda se ha multiplicado sobre la tierra. 11Pero anda, extiende tu mano y toca cuanto es suyo, y verás cómo te maldice en la cara.” 12[3846]Dijo entonces Yahvé a Satanás: “He aquí que todo cuanto tiene está en tu mano; pero no extiendas tu mano contra su persona.” Con esto se retiró Satanás de la presencia de Yahvé.

Job privado de sus bienes

13Ahora bien, mientras un día sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano mayor, 14llegó un mensajero a Job y dijo: “Estaban los bueyes arando, y las asnas paciendo junto a ellos, 15[3847]cuando cayeron sobre ellos los sabeos y se los llevaron, pasando a cuchillo a los siervos. Y yo solo he escapado para traerte la noticia.”

16[3848]Todavía estaba este hablando, cuando llegó otro, que dijo: “Fuego de Dios ha caído del cielo, que abrasó a las ovejas y a los siervos, devorándolos; yo solo he podido escapar para traerte la noticia.”

17[3849]Todavía estaba este hablando, cuando vino otro, que dijo: “Los caldeos, divididos en tres cuadrillas, cayeron sobre los camellos y se los llevaron, pasando a cuchillo a los siervos; y yo solo he escapado para traerte la noticia.”

18Aún estaba este hablando, cuando entró otro y dijo: “Mientras tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano mayor, 19sobrevino del otro lado del desierto un gran viento, que sacudió las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, que quedaron muertos; y yo solo he escapado para traerte la noticia.”

En la adversidad Job bendice a Dios

20[3850]Entonces Job se levantó, rasgó su manto y se rapó la cabeza. Y postrado en tierra adoró, 21[3851]y dijo:

“Desnudo salí de las entrañas de mi madre

y desnudo volveré allá.

Yahvé lo ha dado, Yahvé lo ha quitado.

¡Sea bendito el nombre de Yahvé!”

22En todo esto no pecó Job, ni dijo palabra insensata contra Dios.

JOB 2
Job herido con una plaga maligna

1Sucedió que un día se presentaron los hijos de Dios delante de Yahvé, y en medio de ellos vino también Satanás a ponerse en su presencia. 2[3852]Dijo Yahvé a Satanás: “¿De dónde vienes?” Satanás respondió a Yahvé y dijo: “Acabo de dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella.” 3Preguntó Yahvé a Satanás: “¿Has reparado en mi siervo Job?, pues no hay ninguno como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, que persevera en su integridad, aunque tú me has incitado contra él, para perderle sin causa.” 4[3853]Respondió Satanás a Yahvé y dijo: “Piel por piel; porque todo cuanto tiene el hombre lo da por su vida. 5[3854]Pero anda, extiende tu mano y toca su hueso y carne, y verás cómo te maldice en la cara.” 6Dijo, pues, Yahvé a Satanás: “He aquí que en tu mano está, pero consérvale la vida.”

7[3855]Salió Satanás de la presencia de Yahvé, e hirió a Job con una úlcera maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. 8[3856]Entonces este sentado sobre ceniza, tomó un casco de teja para rasparse con él (la podredumbre). 9[3857]Su mujer le dijo:

“¿Todavía perseveras en tu rectitud?

¡Maldice a Dios, y muérete!”

10[3858]Mas él le dijo:

“Hablas como una mujer necia.

Si hemos aceptado el bien de parte de Dios,

¿no hemos de aceptar también el mal?”

En todo esto no pecó Job con sus labios.

Vienen los amigos de Job

11[3859]Cuando los tres amigos de Job, Elifaz lemanita, Bildad suhita y Sofar naamatita, supieron toda esta calamidad que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar, porque habían concertado ir a darle el pésame y consolarlo. 12Mas cuando desde lejos alzaron los ojos no lo reconocieron; por lo cual levantaron su voz y lloraron; y rasgando cada uno su manto, esparcieron polvo por el aire sobre sus cabezas; 13[3860]y quedaron con él sentados en tierra siete días y siete noches, sin hablarle palabra, pues veían que su dolor era muy grande.

I. DISCUSIÓN DE JOB CON SUS AMIGOS
JOB 3

1[3861]Después de esto abrió Job su boca y maldijo el día de su nacimiento. 2Tomando Job la palabra dijo:

3“¡Perezca el día en que nací,

y la noche que dijo: Ha sido concebido varón!

4Conviértase aquel día en tinieblas;

no pregunte por él Dios desde lo alto,

ni resplandezca sobre él la luz.

5Oscurézcanlo tinieblas y sombra de muerte;

cúbralo densa niebla,

sea espantosa la negrura de aquel día.

6Apodérese de aquella noche la oscuridad;

no se mencione entre los días del año,

ni se registre en el cómputo de los meses.

7Cuéntese aquella noche entre las estériles,

en que no se oye canto de alegría.

8[3862]Maldíganla los que saben maldecir los días,

los que saben despertar a Leviatán.

9Eclípsense las estrellas de sus albores;

espere la luz, que nunca le venga,

no vea jamás los párpados de la aurora;

10por cuanto no cerró las puertas del seno

y no ocultó a mis ojos los dolores.

11¿Por qué no morí en el seno de mi madre,

ni expiré al salir de sus entrañas?

12[3863]¿Por qué me acogieron las rodillas (de mi padre),

y los pechos para que mamara?

13[3864]Pues ahora reposaría yo en el silencio,

dormiría, y así tendría reposo,

14[3865]con los reyes y consejeros de la tierra,

que se edificaron mausoleos,

15o con los príncipes que tenían oro,

y llenaron sus casas de plata;

16o no existiría, como aborto secreto,

como los niños que no llegan a ver la luz.

17[3866]Allí los malvados cesan de hacer violencias,

descansan los fatigados,

18gozan los cautivos todos de paz,

no oyen ya la voz del sobrestante.

19Allí se hallan chicos y grandes,

y también el siervo libre de su amo.

20¿Por qué conceder luz a los desdichados,

y vida a los amargos de espíritu?

21A los que esperan la muerte, que no viene,

aunque la buscan

cavando con más empeño que un tesoro.

22Se alegran con júbilo

y son felices al hallar el sepulcro.

23¿(Por qué dar vida) al hombre

cuyo camino está encubierto,

y a quien Dios tiene cercado?

24[3867]En vez de comer me alimento con suspiros,

y mis gemidos se derraman como agua.

25[3868]Lo que temía, eso me ha sucedido,

y lo que recelaba, eso me ha sobrevenido.

26Estoy sin tranquilidad, sin paz, sin descanso,

se ha apoderado de mí la turbación.”

JOB 4
Primer discurso de Elifaz

1[3869]Entonces Elifaz temanita tomó la palabra y dijo:

2“¿Te molestará por ventura si osamos hablarte?

Mas ¿quién puede contener las palabras?

3Mira, tú has enseñado a muchos,

y a las manos débiles dabas fuerza.

4Tus palabras sostenían a los que tropezaban,

fortalecías las rodillas que vacilaban.

5[3870]Y ahora que a ti te ha llegado el turno, estás abatido;

si Él te toca a ti, quedas turbado.

6¿No existe ya tu temor (a Dios),

tu confianza, ni esperanza,

y la rectitud de tu vida?

7Recuerda bien si pereció jamás inocente alguno,

¿y dónde han sido exterminados los justos?

8Por lo que siempre he visto,

los que aran la iniquidad

y siembran el mal,

eso mismo cosechan,

9Perecen al soplo de Dios,

los consume el aliento de su ira.

10[3871]El bramido del león, la voz del rugiente,

y los dientes del leoncillo se quiebran.

11Perece el león por falta de presa,

y los cachorros de la leona andan dispersos.

12En el silencio me llegó una palabra,

mi oído solo percibió un murmullo.

13Agitado por visiones nocturnas,

cuando en profundo sueño caen los hombres,

14se apoderó de mí un susto y espanto

que estremeció todos mis huesos.

15Pasó por delante de mí un espíritu

que erizó los pelos de mi cuerpo.

16Se detuvo, pero no pude conocer su rostro;

estaba cual espectro ante mis ojos;

y en el silencio oí una voz (que decía):

17[3872]«¿Acaso el hombre es más justo que Dios?

¿el mortal más puro que su Hacedor?»

18[3873]Si Él ni de sus mismos ministros se fía,

y aun en sus ángeles descubre faltas,

19¿cuánto más en los que habitan en casas de barro,

cuyos fundamentos son de polvo

y serán roídos (como) por la polilla?

20De la noche a la mañana son exterminados,

perecen para siempre sin que nadie repare en ello.

21[3874]Se les corta el hilo de su (vida);

mueren sin sabiduría.

JOB 5
Continuación del primer discurso de Elifaz.

1[3875]Llama, pues, si hay quien te responda.

¿A cuál de los santos te dirigirás?

2[3876]Porque al necio le mata la cólera,

y al fatuo la envidia.

3[3877]Yo vi al necio echar raíces,

y al instante maldije su morada.

4[3878]Sus hijos no podrán prosperar;

hollados serán en la puerta, sin haber quien los libre.

5Su cosecha la devoran los hambrientos,

la hurtan detrás (del cerco) de espinos;

y los sedientos se sorben su riqueza.

6[3879]Pues no del polvo nace la calamidad,

ni del suelo brotan los trabajos,

7[3880]ya que el hombre nace para el trabajo,

como el ave para volar.

8[3881]Yo (en tu lugar) acudiría a Dios,

y a Él le encomendaría mi causa;

9[3882]Él hace cosas grandes e inescrutables,

maravillas que nadie puede enumerar;

10derrama la lluvia sobre la tierra,

y envía las aguas sobre los campos.

11Ensalza a los humildes

Y eleva al afligido a lugar seguro;

12desbarata las tramas del astuto,

para que sus manos no puedan realizar sus proyectos.

13[3883]Prende a los sabios en su propia red,

y los designios de los arteros quedan frustrados.

14En pleno día tropiezan con tinieblas,

andan a tientas al mediodía,

como si fuese de noche.

15Entretanto (Dios) salva al desvalido

de la espada de sus lenguas,

y de la mano del poderoso.

16Por eso el débil tiene esperanza,

y la injusticia tiene que callarse.

17Feliz el hombre a quien Dios corrige.

No desprecies la corrección del Omnipotente.

18Él hace la llaga, y la venda;

Él hiere y sana con sus manos.

19[3884]De seis angustias te sacará,

y en la séptima no te tocará el mal.

20En tiempos de hambre te salvará de la muerte,

y en la guerra, del poder de la espada.

21Te preservará del azote de la lengua,

y no temerás si vinieren calamidades.

22Te reirás de la devastación y del hambre,

y no temerás a las fieras salvajes.

23[3885]Pues estarás en alianza

con las piedras del campo,

y las fieras del campo

vivirán en paz contigo.

24Conocerás que reina la paz en tu tienda;

visitarás tus apriscos,

y nada echarás de menos.

25Verás numerosa tu descendencia,

y tu prole como la hierba del campo.

26Entrarás en el sepulcro en plena madurez

cual gavilla segada a su tiempo.

27Esto es lo que hemos visto. Así es.

Óyelo bien y medítalo para tu provecho.”

JOB 6
Respuesta de Job a Elifaz

1[3886]Respondió Job y dijo:

2“¡Oh! ¡Si pudiera pesarse mi aflicción,

ponerse en balanza toda mi calamidad!

3Pesarían más que la arena del mar.

Por eso mis palabras son sin moderación.

4Pues las saetas del Omnipotente

se han clavado en mí,

y mi espíritu bebe su veneno;

los terrores de Dios me combaten.

5[3887]¿Acaso el asno montés rebuzna teniendo hierba?

¿muge el buey si tiene su forraje?

6¿Acaso se puede comer un manjar insípido, sin sal,

o gustar el jugo de plantas sin sabor?

7Las cosas que mi alma rehúsa tocar,

son mi repugnante comida.

8¡Ojalá que se cumpliese mi petición!

y que Dios me diera lo que deseo:

9que quiera Dios acabar conmigo,

que soltara su mano

para cortarme (la vida).

10[3888]Entonces me quedaría al menos este consuelo,

—y por eso brincaría de gozo aunque Él me aplasta—

que no he traspasado las palabras del Santo.

11[3889]Pero ¿cuál es mi fuerza para esperar todavía,

y cuál mi fin, para tener aún paciencia?

12¿Es acaso mi fuerza la de las piedras;

o es de bronce mi carne?

13¿No estoy privado de toda ayuda?

¿No se ha apartado de mí todo auxilio?

14El abatido tiene derecho

a la compasión de su amigo,

a menos que este abandone el temor del Omnipotente.

15[3890]Mis hermanos son falaces

como un arroyo seco,

pasan como las aguas torrenciales,

16turbias a causa del hielo

y de la nieve que en ellas se oculta;

17cuando viene el calor desaparecen;

a los (primeros) calores su cauce se seca;

18se pierden en el curso de su camino,

se evaporan y perecen.

19[3891]Las caravanas de Temá van en su busca,

suspiran por ellas los mercaderes de Sabá;

20[3892]más su esperanza será frustrada,

llegados a ellas quedan defraudados.

21Así sois ahora vosotros para mí;

os espantáis, viendo mis males.

22¿Acaso os he pedido: “Dadme algo;

dejadme participar de vuestros bienes.”

23O bien: “Libradme del enemigo,

salvadme del poder del opresor”?

24Enseñadme, y yo callaré;

explicadme en qué he errado.

25¡Qué fuerza tienen las palabras rectas!

pero ¿a qué viene vuestra censura?

26[3893]¿Pensáis acaso en censurar palabras?

Las palabras de un desesperado ¿no son como viento?

27[3894]¡Oh! vosotros tendéis (un lazo) sobre el huérfano,

y caváis (una fosa) a vuestro amigo.

28Ahora volveos, por favor, hacia mí,

porque (juro) ante vosotros

que no voy a mentiros en vuestra cara.

29¡Reparad, os ruego; no seáis injustos!

Reflexionad de nuevo,

y mi inocencia se hará manifiesta.

30¿Hay acaso en mi lengua iniquidad?

¿Puede mi paladar ya no distinguir la maldad?

JOB 7
Job continúa su defensa

1[3895]Milicia es la vida del hombre sobre la tierra;

como los del jornalero son sus días.

2Como el siervo suspira por la sombra,

y como el jornalero espera su salario;

3así heredé meses de calamidad,

y noches de dolor me tocaron en suerte.

4Si me acuesto, digo:

“¿Cuándo me levantaré?”

Mas la noche es larga, y me canso,

dándome vuelta hasta el alba.

5[3896]Mi carne está cubierta de gusanos

y de una costra de barro;

mi piel se rompe y se deshace.

6[3897]Mis días pasan

más ligeros que la lanzadera,

y desaparecen sin esperanza.

7[3898]Acuérdate de que mi vida es un soplo;

mis ojos ya no verán la felicidad.

8No me verá más el ojo del que ahora me ve;

apenas tus ojos me ven, y ya no subsisto.

9La nube se disipa y pasa;

así no sube más el que desciende al sepulcro.

10No volverá más a su casa,

ni le reconocerá su lugar.

11[3899]Por eso, no refrenaré mi lengua,

hablaré en la angustia de mi espíritu,

me quejaré en la amargura de mi alma.

12[3900]¿Soy yo el mar, o algún monstruo marino,

para que me tengas encerrado con guardias?

13Cuando digo:

Mi lecho me consolará, mi cama aliviará mi pesar,

14entonces me aterras con sueños,

y me espantas con visiones.

15Por eso prefiero ser ahogado,

deseo la muerte para estos mis huesos.

16[3901]Tengo asco; no quiero vivir más;

déjame, ya que mi vida es un soplo.

17[3902]¿Qué es el hombre,

para que tanto le estimes,

y fijes en él tu atención,

18para que le visites cada mañana,

y a cada momento le pruebes?

19¿Cuándo cesarás de mirarme,

y me das tiempo para tragar mi saliva?

20[3903]Si he pecado, ¿qué te he hecho con eso,

oh Guardador de los hombres?

¿Por qué me pones por blanco a mí,

que soy una carga para mí mismo?

21[3904]¿Por qué no perdonas mi pecado

ni borras mi iniquidad?

Pues pronto me dormiré en el polvo;

y si me buscas, ya no existiré.”

JOB 8
Primer discurso de Baldad

1[3905]Entonces tomó la palabra Baldad suhita y dijo:

2“¿Hasta cuándo hablarás de este modo

y serán las palabras de tu boca

cual viento tempestuoso?

3[3906]¿Acaso Dios tuerce el derecho,

o pervierte el Omnipotente la justicia?

4Si tus hijos contra Él pecaron,

Él los ha castigado ya

a causa de sus transgresiones.

5[3907]Pero tú, si buscas solícito a Dios,

e imploras al Todopoderoso,

6y eres puro y recto,

al punto Él velará sobre ti,

y prosperará la morada de tu justicia.

7Tu anterior estado será poca cosa,

pues tu porvenir será muy grande.

8Pregunta, si quieres,

a las generaciones pasadas,

respeta la experiencia de los padres;

9pues de ayer somos y nada sabemos,

y nuestros días sobre la tierra pasan como la sombra.

10Ellos te instruirán, ellos hablarán contigo,

y de su corazón sacarán estas palabras:

11¿Puede crecer el papiro sin humedad,

el junco elevarse sin agua?

12Estando aún en flor,

y sin ser cortado se seca

antes que cualquier otra hierba.

13Así será el fin de todos los que se olvidan de Dios;

se desvanecerá la esperanza del impío;

14[3908]su seguridad le será cortada,

y su confianza va a ser como telaraña.

15Se apoya sobre su casa,

mas esta no se mantiene,

se aferra a ella y no resiste.

16Está en su lozanía ante el sol,

sus renuevos exceden de su huerto,

17sus raíces se entrelazan

sobre el montón de piedras,

hundiéndose hasta donde está la roca;

18mas cuando se lo arranca de su lugar,

este lo desconoce (diciendo):

«Nunca te he visto.»

19No es otro el gozo

que está al fin de su camino,

y de su polvo nacerán otros.

20He aquí que Dios no desecha al justo,

ni da la mano a los malvados.

21Algún día rebosará de risa tu boca,

y tus labios de júbilo.

22[3909]Los que te aborrecen

se cubrirán de ignominia,

y la tienda de los impíos dejará de existir.”

JOB 9
Respuesta de Job a Baldad

1Respondió Job y dijo:

2[3910]“Bien sé que es así.

¿Cómo puede el hombre ser justo frente a Dios?

3Si pretendiera contender con él,

de mil (cargos) no respondería a uno solo.

4Él es sabio de corazón,

poderoso y fuerte;

¿quién se le opuso y le salió bien?

5Él traslada los montes, sin que sepan

quién los trastorna en su ira.

6Él remueve la tierra de su sitio,

y sus columnas son sacudidas.

7[3911]Él manda al sol, y este no sale,

y encierra bajo sello las estrellas.

8Él solo extiende los cielos,

y anda sobre las olas del mar.

9[3912]Él hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,

las constelaciones del cielo austral.

10Él hace cosas grandes e insondables,

y maravillas sin cuento y número.

11He aquí que pasa junto a mí, y yo no le veo;

y si se retira, tampoco lo advierto.

12Si Él toma una presa

¿quién hará que la devuelva?

¿quién podrá decirle: «¿Qué es lo que haces?»

13[3913]Él es Dios, no hay quien pueda doblegar su ira;

debajo de Él se encorvan los auxiliares de Rahab.

14¿Cuánto menos podré yo responderle,

elegir mis palabras frente a Él?

15[3914]Aun teniendo yo razón, nada le respondería;

imploraría la clemencia del que me juzga.

16Aun cuando respondiera a mis clamores,

no creería que había escuchado mi voz,

17Él, que me aplasta con un torbellino,

y multiplica mis llagas sin causa.

18No me deja respirar

y me harta de amargura.

19Si se trata de fuerza, el poderoso es Él,

y si de justicia (dice): «¿Quién me emplazará?»

20[3915]Aun cuando yo tuviera razón mi boca me condenaría,

aunque fuera inocente, me declararía culpable.

21Soy inocente, pero no me importa mi existencia,

no hago caso de mi vida.

22Es todo lo mismo; por eso he dicho:

«Él acaba con el inocente como con el impío.»

23[3916]¡Si al menos el azote matase de repente!

Él se ríe de la prueba de los inocentes.

24La tierra ha sido entregada en manos de los malvados;

Él mismo tapa el rostro de sus jueces.

Si no es Él, ¿quién lo será?

25Mis días pasaron más veloces que un correo,

huyen sin ver cosa buena;

26pasan como las naves de junco,

cual águila que se arroja sobre la presa.

27Si digo: «Olvidaré mis quejas,

voy a mudar mi semblante, y me regocijaré»,

28me espantan todos mis dolores,

pues sé que Tú no me declaras inocente.

29Y si soy juzgado culpable,

¿por qué fatigarme en vano?

30Aunque me lavara con agua de nieve,

y con lejía limpiara mis manos,

31[3917]Tú me sumergirías en el fango,

y hasta mis vestidos me darían asco.

32[3918]Porque Él no es un hombre como yo,

a quien se pudiera decir:

«¡Vamos juntos a juicio!»

33[3919]No hay entre nosotros árbitro

que ponga la mano sobre entrambos.

34[3920]Aparte Él de mí su vara,

y no me espante su terror:

35entonces hablaré, sin tenerle miedo,

porque así como estoy, no me conozco a mí mismo.”

JOB 10
Continúa la respuesta de Job a Baldad

1[3921]“Tedio de vida tiene mi alma,

daré libre curso a mis quejas;

hablaré con la amargura de mi alma.

2Diré a Dios: «No me condenes»;

dime por qué contiendes conmigo.

3Te parece acaso bien oprimirme,

desechar la obra de tus manos,

y favorecer los designios de los malvados?

4[3922]¿Tienes Tú ojos de carne,

y miradas como miradas de hombre?

5¿Son tus días

como los días de los mortales,

y tus años como los años humanos,

6para que vayas inquiriendo mi culpa

y buscando mi pecado,

7[3923]aunque sabes que no soy malo,

y que nadie puede librarme de tu mano?

8Tus manos me han plasmado

y me han hecho todo entero

¿y ahora quieres destruirme?

9Recuerda que me formaste como barro,

y ahora me reduces a polvo.

10[3924]¿No me vaciaste como leche,

y cual queso me cuajaste?

11De piel y de carne me revestiste,

y me tejiste de huesos y nervios;

12[3925]vida y favores me has concedido,

y tu protección me ha conservado la vida.

13[3926]Mas lo guardaste en tu corazón;

bien sé que esto era tu designio.

14Si peco, Tú me observas;

y no me perdonarás mi culpa.

15Si hago mal, ¡ay de mí!

y si soy inocente

ni aun así puedo alzar mi cabeza,

harto como estoy de oprobio

y viendo mi miseria.

16Y si la alzo, me das caza como león,

repites contra mí tus terrores;

17renuevas tus pruebas contra mí,

y acrecientas conmigo tu saña,

me atacan cada vez nuevos ejércitos (de males).

18¿Por qué me sacaste del seno materno?

Estaría ahora muerto,

sin que ojo alguno me hubiera visto.

19Sería como si nunca hubiese existido,

llevado del seno materno al sepulcro.

20¿No son pocos mis días?

Que Él me deje pues,

y que se retire de mí

para que pueda alegrarme un poco,

21[3927]antes que me vaya, para no volver,

a la tierra de tiniebla

y de sombra de muerte,

22tierra de tiniebla,

parecida a densísima lobreguez,

sombra de muerte, sin orden alguno,

cuya luz es semejante a espesas tinieblas.”

JOB 11
Primer discurso de Sofar

1[3928]Entonces Sofar naamatita tomó la palabra y dijo:

2[3929]“¿Acaso no hay que contestar

al que vomita palabras?

¿el hombre verboso ha de tener razón?

3¿Tu palabrería hará callar a los hombres?

y cuanto te burlas,

¿no habrá quien te confunda?

4[3930]Tú has dicho: “Mi doctrina es pura,

y limpio estoy ante tus ojos.”

5¡Ojalá que hablase Dios

y abriera sus labios contra ti,

6para descubrirte

los arcanos de la sabiduría!

—pues son muy diversos sus designios—

entonces verías que Dios castiga

solamente una parte de tu culpa.

7¿Pretendes acaso penetrar

en las profundidades de Dios,

hasta la perfección del Omnipotente?

8[3931]Es más alta que el cielo,

¿qué podrás hacer?

más honda que el scheol,

¿cómo podrás conocerlo?

9más extensa que la tierra,

y más ancha que el mar.

10Si Él acomete, cerrando el paso,

y llama a juicio,

¿quién podrá disuadírselo?

11Porque Él conoce a los perversos,

y ve la iniquidad,

aunque parece disimularla.

12[3932]¿Puede acaso el necio pasar por inteligente,

el pollino del asno montés por hombre?

13Si tú dispones tu corazón,

y levantas hacia Él tus manos,

14si alejas la iniquidad

que hay en tus manos,

y no permites a la maldad

que habite bajo tu tienda,

15entonces alzarás tu rostro sin mácula,

te sentirás seguro,

y nada temerás;

16te olvidarás de los dolores,

y si de ellos te acuerdas

es como de aguas que pasaron.

17[3933]Entonces tu vida surgirá

más resplandeciente que el mediodía,

las tinieblas te serán como la mañana,

18[3934]tendrás seguridad

por tener esperanza,

echarás una mirada en torno,

y dormirás tranquilo;

19te acostarás,

y no habrá quien te espante,

y muchos acariciarán tu rostro.

20Pero los ojos de los impíos desfallecerán;

para ellos no habrá escape alguno;

su esperanza será exhalar el alma.”

JOB 12
Respuesta de Job a Sofar

1Respondió Job y dijo:

2[3935]“De veras, vosotros sois hombres,

y con vosotros morirá la sabiduría.

3[3936]También yo tengo seso como vosotros;

ninguna ventaja tenéis sobre mí;

¿y quién no sabe lo que decís?

4[3937]¡Ludibrio soy de mis amigos!

¡Yo, que clamaba a Dios,

y Él le respondía!

¡Yo, el recto e inocente,

ahora objeto de oprobio!

5[3938]¡Ignominia al que sufre!

—así piensa el que vive sin cuidados—.

¡Caiga desprecio

sobre aquel cuyo pie resbala!

6[3939]Las guaridas de los salteadores gozan de paz,

seguros están los que irritan a Dios;

a ellos Dios se lo otorga (todo).

7[3940]Pregunta, te ruego, a las bestias,

y ellas te enseñarán,

a las aves del cielo, y te lo dirán;

8o habla con la tierra,

y ella te instruirá;

te lo contarán los peces del mar.

9¿Quién de todos estos seres no sabe

que la mano de Yahvé

ha hecho (todas) las cosas?

10En su mano está el alma de todo viviente,

y el soplo de toda carne humana.

11[3941]¿No se ha hecho el oído para discernir las palabras;

el paladar para gustar los manjares?

12[3942]En los ancianos reside la sabiduría,

y en la larga vida la prudencia;

13con Él, empero, están la sabiduría y el poder,

suyo es el consejo y suya la inteligencia.

14[3943]Lo que Él derriba, no será reedificado;

si Él encierra al hombre, no hay quien lo libre.

15[3944]Si detiene las aguas, estas se secan;

si las suelta, devastan la tierra.

16En Él están el poder y el saber,

suyos son el engañado y el que engaña.

17Él hace andar a los consejeros

privados (de consejo),

y entontece a los jueces.

18[3945]Él quita a los reyes la faja,

y les ciñe los lomos, con una soga.

19[3946]Hace andar a los sacerdotes descalzos,

y a los grandes derriba.

20Quita el habla a los más respetados,

y a los ancianos los priva del juicio.

21Vacía desprecio sobre los príncipes,

y afloja el cinto de los fuertes.

22[3947]Descubre lo oculto en las tinieblas,

y saca a luz la sombra de la muerte.

23Da prosperidad a los pueblos y los destruye,

dilata a las naciones, y las reduce.

24[3948]Quita la inteligencia a los príncipes de los pueblos de la tierra,

y los hace vagar por un desierto sin camino;

25[3949]andan a tientas en tinieblas, sin tener luz;

Él los hace errar como a embriagados.”

JOB 13
Continúa la defensa de Job

1“Todo esto lo han visto mis ojos;

mis oídos lo han oído

y lo comprendieron.

2Lo que vosotros sabéis,

lo sé yo también,

no soy inferior a vosotros.

3Mas quiero hablar con el Todopoderoso,

mi anhelo es discutir con Dios.

4[3950]Vosotros fraguáis mentiras;

sois médicos inútiles todos.

5[3951]Callaos, por fin;

que os será reputado por sabiduría.

6Oíd, por favor, mi defensa

y prestad atención a las razones

que alega mi boca.

7[3952]¿Queréis acaso hablar falsedades

en favor de Dios,

decir mentiras en obsequio suyo?

8[3953]¿Pretendéis prestarle favores,

patrocinar la causa de Dios?

9¿Os sería grato que Él os sondease,

o pensáis engañarlo

como se engaña a un hombre?

10[3954]Os reprenderá sin falta,

si solapadamente sois parciales.

11¿No os causa miedo su majestad?

¿No caerá sobre vosotros su espanto?

12Vuestros argumentos son necedades,

y vuestras fortalezas, fortalezas de barro.

13[3955]Callaos, que yo hablaré;

venga sobre mí lo que viniere.

14[3956]Sea lo que fuere,

tomaré mi carne entre mis dientes,

y pondré mi alma en mi mano.

15[3957]Aunque Él me matase y yo nada tuviese que esperar,

defendería ante Él mi conducta.

16Al fin Él mismo me defenderá;

porque el impío no puede comparecer en su presencia.

17Escuchad atentamente mi palabra,

mis argumentos os penetren el oído.

18Tengo bien preparada (mi) causa,

y sé que seré justificado.

19¿Quién quiere litigar conmigo?

pues si yo callara, me moriría.

20Solo dos cosas alejes de mí;

y no me esconderé de tu presencia:

21que retires de mí tu mano,

y no me espanten más tus terrores.

22Luego llama, y yo contestaré;

o hablaré yo, y Tú me respondes.

23¿Cuántos son mis delitos y pecados?

Dime mis faltas y transgresiones.

24¿Por qué ocultas tu rostro,

y me tienes por enemigo tuyo?

25¿Quieres aterrar una hoja

que lleva el viento,

perseguir una paja reseca?

26Porque decretas contra mí

penas tan amargas,

y me imputas las faltas de mi mocedad.

27Pones mis pies en el cepo,

observas todos mis pasos

y acechas las plantas de mis pies.

28Me consumo como un (leño) carcomido,

como ropa roída por la polilla.”

JOB 14
Job sigue contestando a Sopar

1[3958]“El hombre, nacido de mujer,

vive corto tiempo, y se harta de miserias.

2Brota como una flor,

y se marchita,

huye como la sombra,

y no tiene permanencia.

3¿Sobre un tal abres Tú los ojos,

y me citas a juicio contigo?

4[3959]¡Oh, si se pudiera sacar cosa limpia de lo inmundo!

Nadie lo puede.

5Ya que Tú has determinado los días (del hombre)

y fijado el número de sus meses;

le señalaste un término que no puede traspasar;

6[3960]aparta de él tu mirada para que repose,

hasta que, como el jornalero cumpla sus días.

7El árbol tiene esperanza;

siendo cortado, no deja de retoñar,

y no cesan sus renuevos.

8Aun cuando envejeciere su raíz en la tierra,

y haya muerto en el polvo su tronco,

9sintiendo el agua retoña,

y echa ramas como planta (nueva).

10EI hombre si muere, queda postrado;

si expira, ¿dónde va a parar?

11Como las aguas del lago se están evaporando

y el río se agota y se seca,

12[3961]así el hombre cuando se acuesta no se levanta más.

No despertará, hasta que se hayan consumido los cielos;

ni se levantará de su sueño.

13[3962]¡Ojalá me escondieras en el scheol,

para ocultarme hasta que pase tu ira;

y me fijases un plazo para acordarte de mí!

14[3963]Muerto el hombre ¿podrá volver a vivir?

entonces todos los días de mi milicia

esperaría la hora de mi relevo.

15Entonces respondería a tu llamado,

y Tú amarías la obra de tus manos.

16Pero ahora cuentas mis pasos,

tienes el ojo abierto sobre mi pecado.

17Sellada está en una bolsa mi delito,

y tienes encerrada mi iniquidad.

18Como un monte se deshace cayendo,

y la peña se traslada de su lugar;

19y como el agua cava las piedras,

y sus inundaciones se llevan el polvo de la tierra,

desbaratas Tú la esperanza del hombre.

20[3964]Prevaleces contra él por siempre,

y así desaparece;

desfiguras su rostro, y lo eliminas.

21Sean honrados sus hijos, él no lo sabe;

o sean abatidos, él no se da cuenta de ello.

22Solo siente los propios dolores,

solo por sí misma se aflige su alma.”

JOB 15
Segundo discurso de Elifaz

1[3965]Entonces Elifaz temanita tomó la palabra y dijo:

2“¿Es acaso de sabios

responder con argumentos vanos,

y llenarse el pecho de viento,

3arguyendo con palabras inútiles,

y con razones sin valor?

4[3966]De veras, tú destruyes la piedad

y socavas el temor de Dios.

5Porque tu boca revela tu iniquidad,

adoptas el lenguaje de los arteros.

6Tu propia boca, y no yo, te condena,

tus mismos labios testifican contra ti.

7¿Naciste tú el primero de los hombres,

saliendo a la luz antes que los montes?

8¿Escuchaste tú los secretos de Dios,

secuestraste para ti la sabiduría?

9¿Qué sabes tú, que no sepamos nosotros?

¿En qué nos supera tu sabiduría?

10[3967]También entre nosotros

hay cabezas canas y hombres de edad,

más avanzados en días que tu padre.

11[3968]¿Acaso tienes en poco

las consolaciones de Dios,

y las suaves palabras que se te dicen.

12¿Adónde te lleva tu corazón,

y qué significa el pestañeo de tus ojos?

13¿Por qué diriges contra Dios tu ira,

y profiere tu boca tales palabras?

14[3969]¿Qué es el hombre para aparecer inocente;

el nacido de mujer, para ser justo?

15[3970]Pues Él no se fía ni de sus santos;

los mismos cielos no están limpios a su vista;

16¿cuánto menos este ser,

abominable y perverso, el hombre,

que bebe como agua la iniquidad?

17Te voy a enseñar; escúchame;

te voy a contar lo que he visto,

18lo que los sabios enseñan

sin ocultar nada,

— (como lo recibieron) de sus padres—

19pues a ellos solos fue dado el país,

y no pasó extraño alguno entre ellos.

20Todos sus días el impío es atormentado;

y el tirano ignora el número de sus años.

21[3971]Voz de angustia suena en sus oídos;

en plena paz le asalta el devastador.

22Él mismo pierde la esperanza

de escapar a las tinieblas;

se siente amenazado de la espada;

23[3972]vaga buscando alimento,

(diciendo): ¿En dónde está?

sabe que es inminente

el día de las tinieblas;

24le aterran angustia y tribulación,

le acometen como un rey

listo para la guerra.

25Pues extendió su mano contra Dios,

se exaltó contra el Todopoderoso.

26Corre contra Él, erguido el cuello,

ocultándose detrás de sus escudos,

27cubierto el rostro con su gordura,

con capas de grosura sus lomos.

28Vive en ciudades asoladas,

en casas inhabitadas,

destinadas a convertirse en ruinas.

29[3973]Por eso no será rico,

sus bienes no durarán, y su hacienda

no se extenderá sobre la tierra.

30Nunca escapará a las tinieblas;

la llama abrasará sus renuevos,

y él será llevado

por el soplo de la boca de (Dios).

31No confíe en una engañosa vanidad;

la misma vanidad será su recompensa.

32Ella le llegará

antes que se acaben sus días,

y sus ramas no reverdecerán ya más.

33[3974]Sacudirá como la vid sus uvas,

aun estando en cierne,

y como el olivo dejará caer su flor.

34[3975]La casa del impío es estéril,

y el fuego consume la morada

del que se deja sobornar.

35[3976]Concibe penas y engendra maldades,

nutriendo en su seno el engaño.”

JOB 16
Respuesta de Job a Elifaz

1[3977]Respondió Job y dijo:

2“Muchas cosas como estas he oído ya.

Consoladores molestos sois todos.

3¿Cuándo tendrán fin estas palabras de viento?

¿O qué te incita a responder así?

4Yo podría hablar como vosotros,

si estuvierais en mi lugar.

5Os dirigiría un montón de palabras,

y menearía contra vosotros mi cabeza.

6Os alentaría con mi boca,

y os consolaría con el movimiento de mis labios.

7Mas ahora, aunque hablo,

no se mitiga mi dolor,

y si callo, ¿acaso por eso se aleja de mí?

8[3978]Ahora se han agotado mis fuerzas;

Tú has destruido toda mi familia.

9Me has asido

y esto es un testimonio (contra mí);

se levanta contra mí mi flacura,

acusándome cara a cara.

10Su ira me despedaza y me persigue;

rechina contra mí sus dientes;

enemigo mío, aguza sus ojos contra mí.

11[3979]Han abierto contra mí su boca;

me insultan, me hieren en las mejillas;

a una se han coaligado contra mí.

12[3980]Dios me ha entregado al perverso,

me ha arrojado en manos de malvados.

13Vivía yo en paz, pero Él me sacudió;

me asió por la cerviz, me hizo trizas,

y me eligió por blanco suyo.

14Me rodean arqueros,

traspasa mis riñones sin piedad

y derrama por tierra mi hiel.

15Me inflige herida sobre herida,

corre contra mí cual gigante.

16[3981]He cosido un saco sobre mi piel,

he revuelto en el polvo mi rostro.

17Mi cara está hinchada de tanto llorar,

y la sombra de la muerte

cubre mis párpados,

18[3982]aunque no hay injusticia en mí

y mi oración es pura.

19[3983]¡Tierra, no cubras mi sangre,

y no sofoques en tu seno mi clamor!

20Aún hay un testigo mío en el cielo,

en lo alto reside

el que da testimonio en mi favor.

21Mis amigos me escarnecen,

mas mis ojos buscan llorando a Dios.

22¡Ojalá que hubiera juez

entre el hombre y Dios,

así como lo hay

entre el hijo del hombre y su prójimo.

23El número de mis años se va pasando,

y el camino que sigo no tiene vuelta.”

JOB 17
Continúa la respuesta de Job a Elifaz

1[3984]“Mi aliento se agota,

mis días se apagan,

y (me aguarda) el sepulcro.

2¿No son mofadores los que me rodean?

¿No veo sin cesar sus provocaciones?

3[3985](Oh Dios), sé Tú mi fiador;

¿quién podría entonces apretarme?

4Pues cerraste su corazón a la sabiduría;

no permitas que se ensalcen.

5[3986]Prometen la presa a sus amigos,

en tanto se consumirán

los ojos de sus mismos hijos.

6[3987]Soy la fábula de las gentes,

y como un hombre

a quien se escupe en la cara.

7Mis ojos pierden la vista

a causa de aflicción,

y mis miembros todos

no son más que una sombra.

8Los rectos se pasman de ello,

y el inocente se alza contra el impío.

9[3988]Con todo, el justo sigue su camino,

y el que tiene limpias las manos

se hace cada vez más fuerte.

10[3989]Vosotros, volved todos, venid aquí,

que no hallaré entre vosotros un solo sabio.

11Pasaron mis días,

están desbaratados mis proyectos,

los deseos de mi corazón.

12[3990]Me convierten la noche en día,

y en medio de las tinieblas (dicen)

que la luz está cerca.

13Por más que espere,

el sepulcro es mi morada,

en las tinieblas tengo mi lecho.

14[3991]A la fosa he dicho:

«Tú eres mi padre»;

y a los gusanos:

«¡Mi madre y mis hermanos!»

15¿Dónde, pues, está mi esperanza?

Mi dicha, ¿quién la verá?

16Bajarán a las puertas del scheol

si de veras en el polvo hay descanso.”

JOB 18
Segundo discurso de Baldad

1Entonces Baldad suhita tomó la palabra, y dijo:

2“¿Cuándo acabaréis de hablar?

Pensad primero, luego hablaremos.

3[3992]¿Por qué nos reputas por bestias,

y somos unos estúpidos a tus ojos?

4[3993]Tú que te desgarras en tu furor,

¿quedará sin ti abandonada la tierra,

o cambiarán de lugar las peñas?

5Sí, la luz de los malos se apaga,

no brillará más la llama de su fuego.

6La luz se oscurecerá en su morada,

y encima de él se apagará su lámpara.

7Se cortarán sus pasos tan vigorosos,

le precipitará su propio consejo;

8pues meterá sus pies en la red,

y caminará sobre una trampa.

9Un lazo le enredará el calcañar,

y será aprisionado en la red.

10Ocultas están en el suelo sus sogas,

y la trampa está en su senda.

11Por todas partes le asaltan terrores,

que le embarazan los pies.

12Su robustez es pasto del hambre,

y a su lado está la perdición,

13[3994]que roerá los miembros de su cuerpo;

serán devorados

por el primogénito de la muerte.

14Arrancado será de su morada

donde se creía seguro;

le arrastrarán al rey de los espantos.

15Nadie de los suyos habitará su tienda,

azufre será sembrado sobre su morada.

16Por abajo se secarán sus raíces,

y por arriba le cortarán las ramas.

17Perecerá en la tierra su memoria,

ya no se oirá su nombre en las plazas.

18De la luz le arrojarán a la tiniebla,

y lo echarán fuera del mundo.

19[3995]No dejará hijo

ni posteridad en su pueblo,

ni sobreviviente

en el lugar de su peregrinación.

20[3996]En el día (de su caída)

se pasmará el Occidente,

y el Oriente se sobrecogerá de espanto.

21[3997]Así son las moradas de los impíos,

y tal es el paradero del que no conoce a Dios.”

JOB 19
Respuesta de Job a Baldad

1Respondió Job y dijo:

2“¿Hasta cuándo afligiréis mi alma,

y queréis majarme con palabras?

3[3998]Ya diez veces me habéis insultado,

y no os avergonzáis de ultrajarme.

4Aunque yo realmente haya errado,

soy yo quien pago mi error.

5Si queréis alzaros contra mí,

alegando en mi desfavor mi oprobio,

6[3999]sabed que es Dios quien me oprime,

y me ha envuelto en su red.

7He aquí que alzo el grito por ser oprimido,

pero nadie me responde;

clamo, pero no hay justicia.

8Él ha cerrado mi camino, y no puedo pasar;

ha cubierto de tinieblas mis sendas.

9[4000]Me ha despojado de mi gloria,

y de mi cabeza ha quitado la corona.

10Me ha arruinado del todo, y perezco;

desarraigó, como árbol, mi esperanza.

11Encendió contra mí su ira,

y me considera como enemigo suyo.

12Vinieron en tropel sus milicias,

se abrieron camino contra mí

y pusieron sitio a mi tienda.

13[4001]A mis hermanos los apartó de mi lado,

y mis conocidos se retiraron de mí.

14Me dejaron mis parientes,

y mis íntimos me han olvidado.

15Los que moran en mi casa,

y mis criadas me tratan como extraño;

pues soy un extranjero a sus ojos.

16Llamo a mi siervo, y no me responde,

por más que le ruegue con mi boca.

17[4002]Mi mujer tiene asco de mi hálito,

y para los hijos de mis entrañas

no soy más que hediondez.

18[4003]Me desprecian hasta los niños;

si intento levantarme se mofan de mí.

19Todos los que eran mis confidentes

me aborrecen, y los que yo más amaba

se han vuelto contra mí.

20[4004]Mis huesos se pegan a mi piel y a mi carne,

y tan solo me queda la piel de mis dientes.

21[4005]¡Compadeceos de mí, compadeceos de mí,

a lo menos vosotros, amigos míos,

pues la mano de Dios me ha herido!

22¿Por qué me perseguís como Dios,

y ni os hartáis de mi carne?

23[4006]¡Oh! que se escribiesen mis palabras

y se consignaran en un libro,

24que con punzón de hierro y con plomo

se grabasen en la peña

para eterna memoria!

25[4007]Mas yo sé que vive mi Redentor,

y que al fin se alzará sobre la tierra.

26Después, en mi piel,

revestido de este (mi cuerpo)

veré a Dios (de nuevo) desde mi carne.

27Yo mismo le veré;

le verán mis propios ojos, y no otro;

por eso se consumen en mí mis entrañas.

28[4008]Vosotros diréis entonces:

«¿Por qué lo hemos perseguido?»

Pues quedará descubierta la justicia de mi causa.

29[4009]Temed la espada,

porque terribles son las venganzas de la espada;

para que sepáis que hay un juicio.”

JOB 20
Segundo discurso de Sofar

1Entonces Sofar naamatita tomó la palabra y dijo:

2“Por eso mis pensamientos

me sugieren una respuesta,

y a eso me mueve mi interior.

3He oído la reprensión con que me insultas,

mas el espíritu que tengo

me impulsa a responder según mi saber.

4¿No sabes tú, que desde siempre,

desde que hay hombre sobre la tierra,

5[4010]el gozo de los malos es breve,

y la alegría del impío un instante?

6Aunque su arrogancia alcance hasta el cielo,

y su cabeza toque las nubes,

7como su estiércol,

para siempre perecerá;

los que le vieron, dirán:

«¿Dónde está?»

8Como un sueño volará, y no lo hallarán;

desaparecerá cual visión nocturna.

9El ojo que le vio no le verá más,

no verá otra vez su lugar.

10Sus hijos andarán pidiendo el favor de los pobres,

y sus manos restituirán su riqueza.

11[4011]Sus huesos llenos aún de juvenil vigor,

yacerán con él en el polvo.

12Por dulce que sea el mal en su boca,

y por más que lo oculte bajo su lengua,

13si lo saborea y no lo suelta,

si lo retiene en su paladar,

14su manjar se convierte en sus entrañas,

hiel de áspid se volverá en su interior.

15[4012]Se tragó riquezas, pero las vomitará;

Dios se las arrancará de su vientre.

16[4013]Chupará veneno de áspides,

y la lengua de la víbora le matará.

17Jamás verá los arroyos,

los ríos, los torrentes de miel y de leche.

18Devolverá lo que ganó,

y no se lo tragará;

será como riqueza prestada,

en que no se puede gozar.

19Por cuanto oprimió

y desamparó al pobre,

robó casas que no había edificado,

20y no se hartó su vientre,

por eso no salvará nada de lo que tanto le gusta.

21Nada escapaba a su voracidad,

por eso no durará su prosperidad.

22En medio de toda su abundancia

le sobrevendrá la estrechez;

toda clase de penas le alcanzará.

23Cuando se pone a llenarse el vientre,

(Dios) le manda el furor de su ira,

y hará llover sobre él su castigo.

24Si huye de las armas de hierro,

le traspasará el arco de bronce.

25Se saca (la flecha),

y sale de su cuerpo,

se la arranca de su hiel

cual hierro resplandeciente,

y vienen sobre él los terrores;

26[4014]una noche oscura traga sus tesoros,

le consumirá fuego

no encendido (por hombre);

devorará cuanto quedare en su tienda.

27El cielo descubrirá su iniquidad,

y la tierra se levantará contra él.

28La riqueza de su casa desaparecerá,

será desparramada en el día de Su ira.

29Tal es la suerte

que Dios al impío tiene reservada,

y la herencia que Dios le ha asignado.”

JOB 21
Respuesta de Job a Sofar

1[4015]Replicó Job y dijo:

2[4016]“Escuchad bien mis palabras.

Que me deis, a lo menos, este consuelo.

3Toleradme, para que pueda hablar;

y cuando haya hablado,

podréis burlaros.

4[4017]¿Por ventura me quejo de un hombre?

¿Cómo no ha de impacientarse mi espíritu?

5Miradme y espantaos,

y poned la mano sobre la boca.

6Yo, de solo pensarlo, tiemblo,

y se apodera de mí un escalofrío.

7[4018] ¿Cómo es que viven los inicuos,

alcanzan muchos años y gran fuerza?

8Sus hijos viven en su presencia,

y sus vástagos ante sus ojos.

9Sus casas están en paz, sin temer nada,

y la vara de Dios no los alcanza.

10Sus toros son siempre fecundos,

sus vacas paren y no abortan.

11Como manadas de ovejas

salen sus pequeñuelos,

y sus niños saltan (de gozo).

12Bailan al son de la pandereta y de la cítara,

y se regocijan al son de la flauta.

13[4019]Pasan en delicias sus días,

y sin darse cuenta bajan al sepulcro.

14[4020]Y, sin embargo, estos dicen a Dios:

«Retírate de nosotros,

no nos gusta conocer tus caminos.

15¿Qué es el Todopoderoso para que le sirvamos?

¿Qué ganaremos rogándole?»

16¿No está su fortuna en sus manos?

¡Lejos de mí el consejo de los impíos!

17Pues ¡cuántas veces se apaga la lámpara de los malvados,

y viene sobre ellos su destrucción!

¡Y cuántas veces (Dios) en su ira les asigna dolores!

18Son como hojarasca llevada por el viento,

como tamo que arrebata un torbellino.

19[4021](Dicen) que Dios guarda para los hijos

la iniquidad del (padre).

¡Que le castigue a él, para que sepa!

20[4022]¡Vean sus propios ojos su ruina,

y beba él mismo la ira del Omnipotente!

21Pues ¿qué interés puede tener él

por el futuro de su casa,

cuando se le cortare el número de sus meses?

22[4023]¿Es acaso a Dios,

a quien se puede enseñar sabiduría,

siendo Él quien juzga a los grandes?

23[4024]Uno muere en su pleno vigor,

enteramente feliz y tranquilo,

24cubiertas sus entrañas de grosura,

bien empapada la médula de sus huesos;

25y; otro muere en amargura de alma,

sin haber gozado de los bienes.

26Pero yacen en el polvo de modo igual,

y los cubren los gusanos.

27[4025]Ya conozco vuestros pensamientos,

y los planes insidiosos

que fraguáis contra mí.

28Porque decís:

«¿Dónde está la casa del opresor?

¿Qué se hizo de la tienda

que habitaban los impíos?»

29¿No habéis preguntado jamás

a los que pasan por el camino?

Por eso tampoco conocéis

lo que os indican:

30[4026]que en el día de la perdición

es salvado el impío,

y que escapa en el día de la ira.

31¿Quién le echa en cara su conducta?

y por lo que hizo ¿quién lo castiga?

32Es llevado al sepulcro (con honor),

y sobre su túmulo se vela.

33[4027]Leves le son los terrones del valle;

y todos siguen en pos de él,

así como no tienen número

los que van delante de él.

34[4028]¿Cómo pues me consoláis con vanas palabras

si vuestras respuestas no son más que perfidia?”

JOB 22
Tercer discurso de Elifaz

1[4029]Entonces Elifaz temanita tomó la palabra y dijo:

2[4030]“¿Puede el hombre ser útil a Dios?

Solo a sí mismo es útil el sabio.

3¿Qué provecho tiene el Todopoderoso de que tú seas justo?

¿O qué ventaja, si son perfectos tus caminos?

4¿Te castiga acaso por tu piedad,

y entra en juicio contigo?

5¿No es inmensa tu malicia,

y no son innumerables tus maldades?

6[4031]Exigiste prendas a tus hermanos, sin justo motivo,

y despojaste al desnudo de su ropa.

7No diste agua al desfallecido,

y al hambriento le negaste el pan,

8ya que el hombre de brazo (fuerte) ocupa la tierra,

y se adueñan de ella los que gozan de privilegios.

9[4032]A las viudas las despachaste con las manos vacías,

y rompiste los brazos al huérfano.

10[4033]Por eso estás cercado de lazos,

y te aterra de improviso el espanto.

11(Te cubren) tinieblas y no puedes ver;

te inundan aguas desbordadas.

12¿No está Dios en lo alto del cielo?

Mira las sublimes estrellas:

¡Qué altura!

13Y tú dices: «¿Qué sabe Dios?

¿acaso juzga a través de las nubes?

14Nubes espesas le envuelven y no puede ver;

se pasea por el circuito del cielo.»

15¿Quieres tú acaso seguir aquel antiguo camino,

por donde marcharon los malvados?

16[4034]Fueron arrebatados antes de tiempo,

y sobre sus cimientos se derramó un diluvio.

17Decían a Dios:

«¡Apártate de nosotros!

¿Qué podrá hacernos el Todopoderoso?»

18Y Él llenaba sus casas de bienes.

¡Lejos de mí el consejo de los impíos!

19[4035]Los justos verán

y se alegrarán (de su ruina),

y los inocentes se reirán de ellos,

20[4036](diciendo): «No ha sido aniquilada su fuerza,

y sus restos consumidos por el fuego?»

21Reconcíliate con Él, y tendrás paz;

así te vendrá la felicidad.

22[4037]Recibe de su boca la Ley,

y pon sus palabras en tu corazón.

23Serás restablecido,

si te convirtieres al Omnipotente,

y apartas de tu tienda la iniquidad.

24[4038]Echa al polvo el oro,

y entre los guijarros del arroyo (los tesoros de) Ofir;

25y será el Todopoderoso tu tesoro,

y caudal de plata para ti.

26Entonces te gozarás en el Omnipotente,

y alzarás tu rostro hacia Dios.

27Le rogarás, y Él te escuchará;

y tú le cumplirás tus votos.

28Si proyectas una cosa, te saldrá bien,

y sobre tus caminos brillará la luz.

29[4039]Si te abaten, podrás decir: «¡Arriba!»

pues Él salva a los que humildemente bajan los ojos.

30Se salvará el inocente,

será librado por la pureza de sus manos.”

JOB 23
Respuesta de Job a Elifaz

1Respondió Job y dijo:

2[4040]Cierto que hoy es amarga mi queja;

pero más grande que ella es mi carga.

3[4041]¡Oh, quién me diera a conocer

dónde hallarle a Él!

Me llegaría hasta su trono,

4expondría delante de Él mi causa,

y llenaría mi boca de argumentos.

5Quisiera saber las palabras

que Él me respondería,

y entender sus razones.

6[4042]¿Acaso me opondría Él su gran poder?

¡No! Seguro que me atendería.

7Entonces el justo disputaría con Él;

para siempre quedaría yo absuelto

por el que me juzga.

8Pero si voy al oriente, no está allí,

si hacia el occidente, no le diviso,

9si me vuelvo al norte, no le descubro,

si hacia el mediodía, tampoco le veo.

10[4043]Él, empero, conoce el camino que sigo.

Que me pruebe; yo saldré como el oro.

11Mi pie siguió siempre sus pasos,

guardé siempre su camino

sin desviarme en nada.

12[4044]No me he apartado del mandamiento de sus labios,

más que mis necesidades personales

he atendido las palabras de su boca.

13[4045]Pero Él no cambia de opinión;

¿quién podrá disuadirle?

Lo que le place, eso lo hace,

14ÉL cumplirá lo decretado sobre mí;

y aún tiene planeadas

muchas cosas semejantes.

15[4046]Por eso estoy turbado ante Él;

cuando pienso en ello,

me sobreviene temor.

16Dios ha aterrado mi corazón,

el Omnipotente me ha conturbado.

17[4047]Porque lo que me consume

no es la tiniebla,

ni la oscuridad que me cubre el rostro.”

JOB 24
Job sigue contestando a Elifaz

1[4048]“¿Por qué el Todopoderoso

no fija tiempos (para el juicio)?

¿y por qué los que le conocen

no saben el día fijado por Él?

2[4049]Hay quienes remueven mojones,

roban rebaños y los apacientan;

3se llevan el asno de los huérfanos,

toman en prenda el buey de la viuda;

4no dejan pasar a los pobres por el camino,

y todos los humildes del país se esconden.

5Mira cómo estos salen a su trabajo

como los asnos monteses del desierto,

buscando una presa hasta la tarde,

sin hallar alimento para sus hijos.

6En el campo cortan el trigo (ajeno),

y vendimian la viña del inicuo.

7Pasan la noche desnudos,

por falta de ropa,

no tienen abrigo contra el frío.

8Mojados con las lluvias de las montañas

se acurrucan contra las peñas,

porque no tienen donde abrigarse.

9(Y hay opresores que) arrancan al huérfano del pecho,

y toman en prenda la ropa de los pobres,

10que andan desnudos sin vestidos,

cargan hambrientos con las gavillas;

11exprimen el aceite entre sus muros,

y sedientos pisan sus lagares.

12[4050]Desde la ciudad se oyen gemidos

y clama el alma de los muertos;

pero Dios no atiende su oración.

13[4051]Y hay quienes aborrecen la luz;

no conocen sus caminos,

ni quieren atenerse a sus senderos.

14Al alba se levanta el homicida

para matar al desvalido y al pobre,

y en la oscuridad sale como ladrón.

15[4052]Aguarda la noche el ojo del adúltero,

diciendo: «No me verá ojo alguno»

y se emboza la cara.

16[4053]Otros de noche fuerzan las casas,

y de día se esconden,

pues no quieren ver la luz.

17Para todos ellos el alba es sombra de muerte;

más los terrores de la noche les son familiares;

18[4054](huyen) veloces sobre la superficie de las aguas.

¡Maldita su prole sobre la tierra!

¡No ande por el camino de sus viñas!

19Como la sequía y el calor absorben las aguas de la nieve,

así (engulle) el scheol al pecador.

20Se olvida de él el seno materno,

gusanos le comen como dulce manjar,

no quedará memoria de su nombre.

Como árbol será deshecha la maldad.

21Porque alimentaba a la estéril,

que no tenía hijos,

y no hacía bien a la viuda.

22Pero (Dios) con su fuerza derriba a los poderosos;

se levanta, y ninguno está seguro de su vida.

23[4055]Los deja vivir en seguridad y confianza,

pero sus ojos velan sobre los caminos de ellos.

24Se ven ensalzados por un poco,

y luego desaparecen,

son derribados y cosechados como todos los hombres;

son segados como espigas del trigal.

25Si no es así, ¿quién me desmentirá y

declarará nula mi palabra?”

JOB 25
Tercer discurso de Baldad

1[4056]Entonces Baldad suhita, tomó la palabra y dijo:

2“Suyos son el dominio y el terror,

Él mantiene la paz en sus alturas,

3[4057]¿No es innumerable su milicia?

¿Sobre quién no se levanta su luz?

4[4058]¿Cómo podría ser justo el hombre delante de Dios,

cómo ser puro el nacido de mujer?

5He aquí que ante sus ojos

aun la luna no tiene brillo,

ni son limpias las estrellas;

6[4059]¡cuánto menos el mortal,

ese gusano, el hijo del hombre,

que no es más que un vil insecto!”

JOB 26
Respuesta de Job a Baldad

1Replicó Job y dijo:

2“¡Cómo sabes ayudar tú al flaco,

y sostener el brazo del que carece de fuerza!

3¿Qué consejo has dado al falto de sabiduría?

¿qué plenitud de saber has ostentado?

4¿A quién dirigiste estas palabras?

¿y de quién es el espíritu que procede de tu boca?

5[4060]Hasta los muertos tiemblan,

bajo las aguas con sus habitantes.

6El mismo scheol está ante Él desnudo,

y el abismo carece de velo.

7[4061]Él tendió el septentrión sobre el vacío,

y colgó la tierra sobre la nada.

8Él encierra las aguas en sus nubes,

y no se rompen las nubes bajo su peso.

9Él impide la vista de su trono,

tendiendo sobre Él su nube.

10Trazó un círculo

sobre el haz de las aguas,

hasta donde linda la luz con las tinieblas.

11[4062]Las columnas del cielo tiemblan,

y se estremecen a una amenaza suya.

12[4063]Con su poder revuelve el mar,

y con su sabiduría machaca al monstruo.

13[4064]Con su soplo hizo serenos los cielos,

y su mano formó la fugaz serpiente.

14[4065]Esto es solo el borde de sus caminos,

es un leve susurro que hemos oído de Él;

pues el trueno de su poder

¿quién podría comprenderlo?”

JOB 27
Nuevo discurso de Job

1[4066]Job prosiguió su exposición, diciendo:

2[4067]“Por la vida de Dios,

quien no me hace justicia,

y por la vida del Todopoderoso,

que ha colmado de amargura mi alma.

3[4068]Mientras en mí quede mi espíritu,

y el soplo de Dios en mis narices,

4mis labios no hablarán falsedad,

ni mi lengua proferirá mentira.

5[4069]Lejos de mí daros la razón,

hasta que fallezca defenderé mi inocencia.

6[4070]Sostengo mi justicia, y no cederé;

mi conciencia no condena a ninguno de mis días.

7Sea tratado como malvado mi enemigo,

y mi adversario, como perverso.

8[4071]Pues ¿cuál es la esperanza del hipócrita,

cuando Dios le corta la vida,

y le arranca el alma?

9¿Acaso Dios oirá sus gritos

cuando le sobrevenga la angustia?

10¿Podrá deleitarse en el Omnipotente,

invocar a Dios en todo tiempo?

11Os mostraré la conducta de Dios;

no ocultaré los planes del Todopoderoso.

12Si todos vosotros lo habéis visto,

¿por qué os agotáis en vanos discursos?

13[4072]Esta es la suerte

que Dios reserva al malvado,

y la herencia de los violentos

de parte del Todopoderoso:

14Si tiene muchos hijos,

es para la espada,

y sus nietos nunca se hartan de pan.

15Sus sobrevivientes

serán sepultados por la muerte,

y sus viudas no los llorarán.

16Aunque amontone plata como tierra,

y como lodo acumule vestidos,

17el los prepara,

pero se vestirá de ellos el justo,

y el inocente poseerá su plata.

18[4073]La casa que él hace es como la de la polilla,

como la cabaña que construye el guarda campo.

19[4074]Se acuesta rico, y no se levanta más,

abre sus ojos y deja de existir.

20Cual diluvio caen sobre él terrores,

le arrastra un torbellino nocturno.

21Le arrebata el solano, y se va;

le arranca de su lugar a manera de un huracán.

22Pues Él se le echa encima sin piedad.

Busca cómo escaparse de sus manos;

23pero se baten las manos sobre él,

y le silbarán echándolo de su propio lugar.”

JOB 28
Sobre la sabiduría de Dios

1“La plata tiene sus veneros,

y el oro su lugar donde lo acrisolan.

2El hierro se saca de la tierra,

y de la piedra fundida el cobre.

3El (hombre) pone fin a las tinieblas,

y hasta en lo más profundo,

excava las piedras (escondidas) en densa oscuridad.

4[4075]Abre galerías,

lejos de la habitación humana

donde, ignorado de los transeúntes,

(trabaja) descolgándose

y balanceando el cuerpo.

5[4076]La tierra, de donde sale el pan,

está revuelta en sus entrañas

como por el fuego,

6pues en sus piedras hay zafiros;

y sus terrones contienen oro.

7Sendas hay que no conoce el águila,

ni puede verlas el ojo del halcón.

8No las pisan las fieras,

ni pasó jamás por ellas león.

9[4077]Al pedernal extiende su mano,

explorando la raíz de los montes.

10Abre zanjas a través de las rocas,

y su ojo ve todo lo precioso.

11Detiene las goteras de las aguas

y saca a luz lo que estaba escondido.

12[4078]Mas la sabiduría ¿dónde se halla?

¿Dónde reside la inteligencia?

13No conoce el hombre su valor

y nadie puede encontrarla en la tierra de los vivientes.

14El abismo dice:

«No está en mí»;

y el mar responde:

«Tampoco conmigo está».

15[4079]No se compra con oro finísimo,

ni se pesa plata a cambio de ella.

16No se la compensa con el oro de Ofir,

ni con el ónice precioso,

ni con el zafiro.

17No se la equipara al oro,

ni al vidrio,

ni se la cambia por vasos de oro puro.

18Corales y cristal ni se mencionan;

la posesión de la sabiduría

vale más que las perlas.

19No le es igual el topacio de Etiopía;

el oro más puro no alcanza su valor.

20¿De dónde, pues, viene la sabiduría?

¿Cuál es el lugar de la inteligencia?

21Ocúltase a los ojos de todo viviente,

y aun a las aves del cielo no se revela.

22[4080]El abismo y la muerte dicen:

«Hemos oído hablar de ella.»

23Mas su camino solo conoce Dios,

Él sabe dónde ella reside.

24Porque su vista alcanza

los extremos de la tierra;

Él ve cuanto hay bajo todo el cielo.

25Cuando fijó el peso del viento,

y estableció la medida de las aguas;

26cuando dio leyes a la lluvia,

y trazó el camino de las tempestades,

27[4081]entonces Él la vio, y la describió;

la estableció y la escudriñó,

28[4082]y dijo al hombre:

«El temor del Señor, esta es la sabiduría,

y huir del mal, esta es la inteligencia».”

JOB 29
Último discurso de Job

1Siguió Job explicando y dijo:

2“¡Ojalá volviera a ser

como en los meses pasados,

como en los días

en que Dios me protegía,

3cuando su luz brillaba sobre mi cabeza,

y su luz me guiaba en las tinieblas!

4[4083]¿Cuál era en la madurez de mi vida,

cuando era amigo de Dios

y Este guardaba mi morada;

5cuando el Todopoderoso estaba conmigo,

y me rodeaban mis hijos;

6[4084]cuando lavaba mis pies con leche,

y de la roca me brotaban ríos de aceite.

7(En aquel tiempo) cuando yo salía

a la puerta de la ciudad,

y en la plaza establecía mi asiento,

8los jóvenes al verme se retiraban,

y los ancianos se levantaban,

y se mantenían en pie.

9Los príncipes contenían la palabra,

y ponían su mano sobre la boca.

10Se callaba la voz de los magnates

y su lengua se pegaba a su paladar.

11El que me escuchaba,

me llamaba dichoso,

y el ojo que me veía,

daba señas en favor mío.

12[4085]Yo libraba al pobre que pedía auxilio,

y al huérfano que no tenía sostén.

13Sobre mí venía la bendición

del que hubiera perecido,

y yo alegraba el corazón de la viuda.

14Me revestía de justicia,

y esta me revestía a mí,

mi equidad me servía de manto y tiara.

15[4086]Era yo ojo para el ciego,

y pie para el cojo,

16padre de los pobres,

que examinaba con diligencia

aun la causa del desconocido.

17Quebraba los colmillos del malvado,

y de sus dientes arrancaba la presa.

18[4087]Por lo cual me decía:

«Moriré en mi nido,

y mis días serán tan numerosos como la arena;

19[4088]mi raíz se extenderá hacia las aguas,

y el rocío pasará la noche en mis hojas.

20Será siempre nueva en mí la gloria mía,

y mi arco se renovará en mi mano.»

21A mí me escuchaban

sin perder la paciencia,

aguardando silenciosamente mi consejo.

22Después de hablar ya no respondía nadie,

porque (cual rocío) caían sobre ellos mis palabras.

23[4089]Me esperaban como se espera la lluvia,

abrían su boca como a la lluvia tardía.

24[4090]Si les sonreía estaban admirados,

y se alegraban de esa luz de mi rostro.

25Yo decidía su conducta

y me sentaba a la cabecera,

habitaba como un rey entre sus tropas,

cual consolador un medio de los afligidos.”

JOB 30
Continuación del discurso de Job

1[4091]“Mas ahora se ríen de mí

los que tienen menos años que yo,

a cuyos padres yo hubiera desdeñado

de tomar como perros para mi ganado.

2Aun la fuerza de sus manos

¿de qué me habría servido?

ya que carecen ellos de todo vigor.

3Muertos de miseria y de hambre

roen el yermo,

la tierra desolada y vacía.

4[4092]Recogen frutos amargos de arbustos,

y se sustentan con raíces de retama.

5Expulsados de la sociedad,

y perseguidos con gritos

habitan como ladrones,

6en los barrancos de los torrentes,

en las cuevas de la tierra

y en las breñas.

7Entre la maleza lanzan sus gritos,

y se reúnen bajo las zarzas.

8Son hombres insensatos,

hijos de gente sin nombre,

echados del país a viva fuerza.

9Y ahora soy escarnecido por ellos

y el objeto de sus pullas.

10[4093]Me abominan, se apartan de mí;

y no se avergüenzan

de escupirme en la cara.

11[4094]Han perdido todo freno, me humillan

y pierden todo respeto en mi presencia.

12A mi derecha se levanta el populacho;

hacen vacilar mis pies;

traman contra mí maquinaciones

para perderme.

13Me cortan el camino,

procuran mi caída;

nadie me presta auxilio contra ellos.

14Como por brecha ancha irrumpen,

se revuelcan entre los escombros.

15Me han acometido terrores,

y como el viento se llevan mi nobleza;

cual nube pasó mi prosperidad.

16Ahora mi vida se derrama dentro de mí,

se han apoderado de mí días aciagos.

17[4095]La noche me taladra los huesos,

y no me dan tregua los que me roen.

18Su gran muchedumbre

ha desfigurado mi vestido;

me ciñen como el cabezón de mi túnica.

19Me han echado en el lodo,

soy como el polvo y la ceniza.

20A Ti clamo por auxilio,

y Tú no me respondes;

permanezco en pie,

y Tú me miras (con indiferencia).

21[4096]Te has tornado para mí en enemigo,

y me persigues con todo tu poder.

22Me alzas sobre el viento,

y me haces cabalgar;

me sacudes sin darme sostén.

23Porque bien sé

que me entregarás a la muerte,

a la casa adonde van a parar

todos los vivientes.

24Sin embargo el que va a perecer

¿no extiende su mano?

en su aflicción ¿no pide auxilio?

25¿No lloraba yo con el atribulado?

¿no se afligía mi alma por el pobre?

26Pero esperando el bien,

me vino el mal;

aguardando la luz

he quedado cubierto de tinieblas.

27Mis entrañas se abrazan sin descanso;

me han sobrevenido días de aflicción.

28Ando como quien está de luto,

sin alegría,

me levanto en la asamblea

para clamar por auxilio.

29[4097]Soy ahora hermano de los chacales,

y compañero de los avestruces.

30Ennegrecida se me cae la piel,

y mis huesos se consumen por la fiebre.

31El son de mi cítara

se ha trocado en lamentos,

y mi flauta en voz de llanto.”

JOB 31
Continuación de los lamentos de Job

1[4098] “Había ya hecho pacto con mis ojos

de no mirar a doncella.

2[4099]¿Cuál es, pues, mi porción desde arriba

de parte de Dios,

y la herencia que desde lo alto

me da el Todopoderoso?

3¿No es la perdición para el malvado,

y la calamidad

para los que obran la iniquidad?

4¿No observa El mis caminos

y cuenta todos mis pasos?

5Si yo he seguido la mentira,

y mi pie ha corrido tras el fraude,

6¡péseme Dios en justa balanza

y reconozca mi inocencia!

7[4100]Si mis pasos se desviaron del camino,

si mi corazón se fue tras mis ojos,

y si se ha pegado algo a mis manos,

8¡siembre yo, y coma otro,

y sea desarraigado mi linaje!

9[4101]Si mi corazón se ha dejado seducir

por una mujer,

y si anduve acechando

a la puerta de mi prójimo,

10¡muela para otro mi mujer,

y encórvense ajenos sobre ella!

11Porque esto es cosa nefanda,

un crimen que han de juzgar los jueces;

12un fuego que devora hasta la ruina

y destruiría todos mis bienes.

13[4102]Si yo he despreciado el derecho

de mi siervo, o de mi sierva

en su litigio conmigo,

14¿qué podría hacer yo

al levantarse el mismo Dios?

Cuando Él viniera a juzgar

¿qué respondería yo?

15El que me hizo en el seno materno,

¿no le hizo también a él?

¿No nos formó uno mismo en la matriz?

16Si he negado al pobre lo que pedía,

si he hecho desfallecer

los ojos de la viuda;

17si he comido solo mi bocado,

sin que comiese de él el huérfano

18—desde mi juventud era padre para este,

y desde el seno materno

he protegido a aquella—

19si no hice caso del que iba a perecer

por falta de vestido,

o del pobre que estaba desnudo,

20(y lo dejé)

sin que me bendijeran sus carnes

al calentarse con el vellón de mis ovejas;

21[4103]si alcé mi mano contra el huérfano,

por verme apoyado por los jueces,

22¡despréndase mi hombro de la espalda,

y mi brazo sea arrancado del húmero!

23Por cuanto temía el castigo de Dios,

no he podido resistir a su majestad.

24[4104]Si he puesto en el oro mi confianza,

y al oro he dicho:

«Mi seguridad eres tú»;

25si tuve gozo por mi grande hacienda,

y por haber juntado mucho mi mano;

26si al ver el resplandor del sol,

y la brillante carrera de la luna,

27[4105]fue seducido en secreto mi corazón,

y mi mano les mandó un beso de mi boca,

28también esto sería una maldad,

una falta criminal,

pues habría negado a Dios en lo alto.

29Si me holgué de la ruina del que me odiaba,

y me gocé cuando le sobrevino el mal;

30aunque no presté al pecado mi lengua,

pidiendo con maldición su muerte;

31[4106]si no decían las gentes de mi casa:

«¿Quién de su alimento no se ha saciado?»

32pues jamás el forastero se quedó de noche al descubierto,

porque yo abría mis puertas al pasajero;

33[4107]si encubrí, como Adán, mi pecado,

y oculté en mi seno mi iniquidad,

34[4108]temiendo a la gran muchedumbre

y el desprecio de los parientes,

quedando callado y sin salir de mi casa...

35[4109]¡Oh si hubiese quien me escuchase!

He aquí mi firma.

¡Respóndame el Todopoderoso!

¡Que escriba también mi adversario

su libelo de acusación!

36[4110]Yo lo llevaría sobre mi hombro,

me lo ceñiría como diadema.

37(A mi juez) le daré cuenta

de todos mis pasos;

como a un príncipe me presentaré a él.

38[4111]Si contra mi clama mi tierra,

y a una lloran sus surcos,

39por haber yo comido sus frutos sin pagar

y afligido a sus cultivadores,

40¡názcanme abrojos en vez de trigo,

y cizaña en vez de cebada!”

Fin de las palabras de Job.

II. DISCURSOS DE ELIÚ
JOB 32
Primer discurso de Eliú

1Desistieron aquellos tres hombres de responder a Job; porque este estaba convencido de su inocencia. 2[4112]Entonces montó en cólera Eliú, hijo de Baraquel bucita, de la familia de Ram. Montó en cólera contra Job, porque pretendía ser más justo que Dios. 3Se irritó también contra sus tres amigos, por cuanto no habían hallado qué contestar a Job, y con todo lo condenaban. 4Siendo ellos de mayor edad que él, Eliú había tardado en contestar a Job. 5[4113]Mas cuando vio que no había más respuesta en la boca de aquellos tres hombres, se indignó sobremanera. Tomó Eliú, hijo de Baraquel, bucita, la palabra y dijo:

6[4114]“Siendo yo joven, y vosotros ancianos,

tuve miedo, y no me atreví

a manifestar mi parecer.

7Yo me decía: Los días han de hablar,

y en los muchos años

se dará a conocer la sabiduría.

8Pero hay espíritu que reside en el hombre;

es el soplo del Todopoderoso

el que les da la inteligencia.

9[4115]No es lo mismo ser viejo que sabio,

no son (siempre) los ancianos

los que entienden de justicia.

10Por eso dije: Escuchadme;

quiero también yo manifestar mi parecer.

11He aquí que he esperado mientras hablabais,

di oídos a vuestros razonamientos

hasta el fin de vuestra disputa.

12Sí, os he prestado atención,

más ninguno ha convencido a Job;

ninguno de vosotros sabe responder a sus palabras.

13No digáis, pues: «Hemos hallado la sabiduría;

es Dios quien le castiga, y no hombre alguno.»

14No contra mí ha dirigido él sus palabras;

y yo no voy a contestarle con vuestros argumentos.

15[4116]Desconcertados ya no responden nada,

faltándoles otras palabras.

16He esperado hasta que se callasen,

hasta que quedasen atascados

sin poder contestar.

17Comenzaré yo a hablar,

manifestaré por mi parte mi saber.

18Pues lleno estoy de palabras,

me aprieta el espíritu en mi interior.

19[4117]Mi pecho es como vino encerrado,

cual odre nuevo pronto a reventar.

20Hablaré para desahogarme;

abriré mis labios y responderé.

21No haré acepción de personas,

no adularé a ningún mortal.

22Pues no sé adular; (si lo hiciera),

dentro de poco me llevaría mi Creador.”

JOB 33
Continúa el primer discurso de Eliú

1“Escucha ahora, oh Job, mi palabra,

y a todos mis argumentos presta oído.

2He aquí que abro mi boca;

se mueve mi lengua

para formar palabras en mi paladar.

3Lo que diré viene de un corazón recto,

mis labios profieren la pura verdad.

4El Espíritu de Dios me hizo,

y el soplo del Omnipotente me dio vida.

5Respóndeme, si puedes;

prepárate para (contender) conmigo;

tente dispuesto.

6Mira, yo soy creatura de Dios,

igual que tú;

también yo fui formado del barro.

7[4118]Por eso nada tienes que temer de mí,

ni te abrumará el peso de mi persona.

8Ahora bien, tú has dicho oyéndolo yo

—bien escuché el son de tus palabras—:

9[4119]«Inocente soy, sin pecado,

limpio soy, no hay iniquidad en mí.

10Pero Él busca pretextos contra mí,

me considera como enemigo suyo;

11pone en el cepo mis pies,

observa todos mis pasos.»

12Precisamente en esto no tienes razón;

te lo explicaré.

Si Dios es más grande que el hombre,

13[4120]¿por qué contiendes con Él,

ya que Él no da cuenta

de ninguno de sus actos?

14[4121]Porque de una manera habla Dios,

y también de otra,

pero (el hombre) no le hace caso.

15En sueños, en visiones nocturnas,

cuando cae letargo sobre los hombres,

recostados en sus camas,

16entonces Él abre el oído del hombre,

y le instruye en forma secreta,

17para apartarle de su obra.

Así le retrae de la soberbia,

18salva su alma de la perdición,

y su vida del filo de la espada.

19Corrige también al hombre

con dolores en su lecho,

y con continua angustia

dentro de sus huesos;

20de modo que tiene asco del pan

y del bocado más exquisito.

21Vase consumiendo su carne

hasta desaparecer,

y aparecen sus huesos que no se veían.

22Se acerca su vida al sepulcro,

y su existencia a los que la quitan.

23[4122]Pero si hay para él un ángel,

un intercesor de entre mil,

que explique al hombre su deber;

24y que se compadezca de él

y diga (a Dios):

«Líbrale para que no baje al sepulcro;

yo he hallado el rescate (de su alma)

25Entonces se vuelve más fresca

que la de un niño su carne;

será como en los días de su juventud;

26implora a Dios, y Este le es propicio.

Así contemplará con júbilo su rostro,

y (Dios) le devuelve su justicia.

27Cantará entonces entre los hombres,

y dirá: «Yo había pecado,

había pervertido la justicia,

y no me fue retribuido según merecía;

28pues Él me libró del paso al sepulcro,

y mi alma ve todavía la luz.»

29Mira, todo esto hace Dios,

dos y aun tres veces con el hombre,

30a fin de retraerlo de la muerte,

y alumbrarlo con la luz de la vida.

31Atiende, Job; escúchame;

calla, que yo hablaré.

32Si tienes algo que decir, respóndeme;

habla, pues mi deseo es verte justo.

33Si no, escúchame en silencio,

y yo te enseñaré sabiduría.”

JOB 34
Segundo discurso de Eliú

1Tomó de nuevo

la palabra Eliú y dijo:

2“Oíd, oh sabios, mis palabras;

hombres prudentes, prestadme oído;

3[4123]porque el oído prueba las palabras,

como el paladar los manjares.

4Procuremos elegirnos lo justo,

conozcamos lo bueno en medio nuestro.

5[4124]Job dice: «Yo soy justo,

pero Dios no quiere hacerme justicia;

6al sostener mi derecho

paso por mentiroso;

incurable es mi llaga,

sin que haya en mi pecado.»

7[4125]¿Qué hombre hay semejante a Job,

que se bebe las blasfemias como agua,

8que va en compañía

con los obradores de iniquidad,

y anda con los hombres perversos?

9Pues dice: «No saca ningún provecho

el que procura agradar a Dios.»

10Oídme, por tanto, hombres sensatos:

¡Lejos de Dios la maldad,

lejos del Todopoderoso la injusticia!

11Él da a las obras del hombre su pago,

retribuye según la conducta de cada uno.

12Es imposible que Dios haga maldad;

no viola el Omnipotente la justicia.

13¿Quién le puso sobre la tierra?

¿Quién le ha confiado el universo?

14[4126]Si Él mirase al hombre

y retirara hacia sí su espíritu y su soplo,

15de golpe moriría toda carne,

y el hombre volvería al polvo.

16Si tienes entendimiento,

escucha esto,

atiende a la voz de mis palabras.

17[4127]¿Acaso puede gobernar

un enemigo de la justicia?

¿Pretendes tú por ventura

condenar al Justo poderoso?

18A aquel que dice a un rey: «¡Malvado!»

y a los nobles: «¡Perversos!»

19A aquel que no prefiere

la persona de los grandes,

ni mira al rico más que al pobre,

porque todos son obra de sus manos.

20De repente mueren,

en medio de la noche;

pueblos enteros son sacudidos

y desaparecen;

son quitados los poderosos,

sin fuerza (de hombre).

21[4128]Porque Sus ojos

observan los caminos del hombre,

y Él ve todos sus pasos.

22No hay tiniebla,

no hay oscuridad tan densa,

que puedan esconderse en ella

los obradores de iniquidad.

23Él no necesita tiempo

en el examen del hombre,

para llamarlo ante Dios a juicio.

24Él quebranta a los poderosos

sin necesidad de investigación,

y pone a otros en su lugar.

25Por eso, conociendo las obras de ellos

los derriba de noche y están destruidos.

26Los castiga, siendo como son malos,

en un lugar donde (todos) lo ven,

27porque alejándose de Él,

no quisieron saber nada de sus caminos.

28Hicieron llegar a Él

el clamor de los humildes,

y Él oyó el lamento de los afligidos.

29Cuando Él calla,

¿quién podrá condenarlo?

si esconde su rostro,

¿quién le verá,

ya sea nación o bien un particular?

30[4129]Así pone fin al dominio del impío,

para que no sirva más de lazo para el pueblo.

31Si ahora dice a Dios:

«He soportado (tu castigo),

no pecaré más;

32enséñame Tú lo que yo no veo;

si he hecho iniquidad, no la haré más.»

33¿Acaso Él debe darte el pago

según el parecer tuyo,

según tu negativa o conformidad?

Yo no (pienso) así.

Di, pues, lo que sabes.

34Los hombres sensatos me dirán,

lo mismo que los sabios que me oyen:

35«Job ha hablado neciamente,

sus palabras fueron imprudentes.»

36[4130]¡Ojalá sea Job probado hasta el fin,

por sus respuestas de hombre impío!

37Porque a su pecado añade la rebelión,

bate palmas en medio de nosotros,

y habla cada vez más contra Dios.”

JOB 35
Tercer discurso de Eliú

1Tomando de nuevo la palabra dijo Eliú:

2[4131]“¿Acaso te parece justo decir:

«Yo tengo razón contra Dios?»

3[4132]Ya que dices: “¿Qué provecho tienes Tú,

o qué ventaja tengo yo de mi pecado?”

4Voy a darte respuesta,

a ti y a tus compañeros.

5Dirige tu mirada hacia el cielo y ve;

y contempla el firmamento

que es más alto que tú.

6[4133]Si pecas, ¿qué le haces a Él?

y si multiplicas tus transgresiones,

¿qué (daño) le causas?

7Si eres justo, ¿qué le das con ello?

o ¿qué recibe Él de tu mano?

8Solamente a un hombre como tú

dañará tu maldad,

y tu justicia (aprovecha solo)

a un hijo de hombre.

9[4134]Gritan (los desgraciados),

bajo la violencia de la opresión,

y piden auxilio

contra el brazo de los poderosos;

10mas ninguno dice:

«¿Dónde está Dios, mi Creador,

el cual inspira canciones de alegría

en medio de la noche,

11que nos da más ilustración que a las bestias de la tierra,

y más inteligencia que a las aves del cielo?»

12Entonces gritan; pero Él no responde,

a causa de la soberbia de los malvados.

13Pues Dios no atiende ruegos vanos;

el Omnipotente no los considera.

14Pero si dices que Él no lo ve,

la causa está delante de Él;

espera su sentencia.

15Pero ahora (que Dios) tarda

en descargar su ira,

y no castiga con rigor la necedad,

16Job abre su boca para vanas palabras

amontonando frases de ignorante.”

JOB 36
Cuarto discurso de Eliú

1Continuó Eliú diciendo:

2“Espérame un poco, y te instruiré,

pues hay aún más argumentos

para defender la causa de Dios.

3Sacaré de lo más alto mi saber,

y probaré que mi Creador es justo.

4[4135]Porque te aseguro

que no son falsas mis palabras;

el que está delante de ti

es perfecto en la doctrina.

5He aquí que Dios es grande,

pero no desdeña a nadie;

Él es grande por el poder de su inteligencia.

6No deja vivir al malvado,

hace justicia a los oprimidos;

7[4136]no aparta sus ojos de los justos,

los coloca en tronos (como) a reyes,

los hace sentar para siempre

y son ensalzados.

8Encadenados con grillos,

y atados con cuerdas de aflicción,

9Él les hace reproches

por sus obras y sus pecados,

porque obraron con soberbia;

10les abre los oídos para la corrección,

y les exhorta a abandonar la maldad.

11[4137]Si obedecen y se someten,

terminan sus días en felicidad,

y sus años entre delicias.

12Mas si no obedecen perecen a espada,

y mueren en necedad.

13Los impíos de corazón acumulan la ira;

no pueden clamar por auxilio,

cuando Él los encadena,

14mueren en plena juventud,

y acaban su vida entre los afeminados.

15Al pobre, empero,

(Dios) le salva en la aflicción,

le abre los oídos por la tribulación.

16[4138]A ti también te sacaría

de las fauces de la angustia,

a un lugar espacioso, sin estrechez,

y tendrías tu mesa cómoda

y llena de grosura.

17Mas tú llenas la medida del inicuo;

el juicio y la justicia te alcanzarán.

18[4139]Por eso, no oprimas a nadie

acicateado por la ira,

y no te pervierta la copia de sobornos.

19¿Acaso te librará tu clamor de la angustia,

aunque emplees

todos los recursos de tu poder?

20[4140]No suspires tanto por la noche

que arrebatará a todos de su lugar.

21Guárdate de dirigir tu rostro hacia la iniquidad;

aunque la prefieras a la aflicción.

22Mira: Dios es sublime en su poder;

¿quién es Maestro como Él?

23[4141]¿Quién le ha impuesto su camino?

Y ¿quién puede decirle:

«Tú has hecho mal»?

24[4142]Acuérdate de ensalzar su obra,

la cual celebran los hombres.

25La contemplan todos los hombres,

la miran desde lejos los mortales.

26¡Cuán grande es Dios!

No podemos comprenderlo;

el número de sus años es inescrutable.

27Él hace las menudas gotas de agua,

que después se derraman en lluvias torrenciales.

28Destilan las nubes,

y caen sobre los hombres gotas en abundancia.

29¿Quién comprenderá

la extensión de las nubes,

los truenos de su pabellón?

30[4143]Él extiende en torno suyo su luz,

y cubre las profundidades del mar.

31[4144]De esta manera juzga a los pueblos,

y da pan en abundancia.

32[4145]Llena sus manos de rayos,

a los que indica el objeto

que han de alcanzar.

33Le anuncia su voz de trueno,

como también el ganado (siente) su venida.”

JOB 37
Continúa el discurso de Eliú

1“Por esto tiembla mi corazón,

y salta de su lugar.

2[4146]Oíd, oíd el trueno de su voz,

el ruido que sale de su boca.

3[4147]Lo hace retumbar

por toda la extensión del cielo,

y su fulgor brilla

hasta los confines de la tierra.

4Tras de Él se oye una voz rugiente;

pues truena con la voz de su majestad;

y no retiene más (los rayos) cuando se oye su voz.

5Truena la voz de Dios y obra maravillas,

hace cosas grandes e inescrutables.

6Pues a la nieve dice: «¡Baja a la tierra!»

Él (envía) la lluvia y los aguaceros torrenciales.

7[4148]Sobre la mano de todos pone un sello,

para que todos conozcan Su obra.

8Las fieras se retiran a sus cubiles,

y descansan en sus guaridas.

9[4149]De sus cámaras sale el huracán,

y del norte viene el frío.

10Al soplo de Dios se forma el hielo,

y en su derretimiento

se ensanchan las aguas.

11Él carga con vapor la nube,

y la nube esparce sus fulgores,

12que dando vueltas según sus planes

hacen lo que Él manda

sobre la redondez de la tierra;

13[4150]ora para corrección de su tierra,

ora para mostrar su misericordia.

14Esto, oh Job, escúchalo bien, detente,

y considera las maravillas de Dios.

15[4151]¿Sabes tú cómo Dios las realiza,

y cómo hace relampaguear la luz de sus nubes?

16¿Conoces tú el balanceo de las nubes,

las maravillas de Aquel que es perfecto en saber?

17¿(Sabes) tú por qué se calientan tus vestidos,

cuando la tierra se calla bajo el soplo del Austro?

18¿Extendiste tú con Él el firmamento,

tan sólido como un espejo fundido?

19Díganos qué debemos responderle,

ya que no sabemos qué decirle,

siendo como somos ignorantes.

20Mas ¿hay que contarle lo que yo digo?

pues el hombre, por más que hable,

no es más que una nada.

21[4152]Ahora ya no se ve la luz,

aquel resplandor en el firmamento;

pasó el viento, y lo deja despejado.

22[4153]Del norte viene áureo (brillo),

la terrible majestad,

que envuelve a Dios.

23Él Todopoderoso, el inaccesible,

es grande en poder y juicio,

es rico en justicia,

y no oprime a nadie.

24Por eso han de temerlo los hombres:

no mira Él a los que se creen sabios.”

III. INTERVENCIÓN DE DIOS
JOB 38
Primer discurso de Dios

1[4154]Entonces Yahvé respondió a Job desde el torbellino, y dijo:

2[4155]“¿Quién es este que obscurece mis planes

con palabras insensatas?

3[4156]Cíñete ahora los lomos, como varón;

que Yo te preguntaré,

y tú me instruirás.

4[4157]¿Dónde estabas tú

cuando Yo cimentaba la tierra?

Dilo, si tienes inteligencia.

5[4158]¿Quién le trazó sus dimensiones

—tú lo sabes seguro—

o quién extendió sobre ella la cuerda?

6[4159]¿En qué se hincan sus bases,

o quien asentó su piedra angular,

7[4160]mientras cantaban en coro

las estrellas de la mañana,

entre los aplausos de todos los hijos de Dios?

8¿Quién cerró con puertas el mar,

cuando impetuoso salía del seno?

9al ponerle Yo las nubes por vestido

y las tinieblas por envoltura;

10imponiéndole mi ley

y poniendo barras y puertas,

11[4161]con estas palabras:

«Hasta aquí llegarás, y no pasarás más allá;

y ahí se quebrantará el orgullo de tus olas.»

12¿Acaso en algún momento de tu vida

has dado tú órdenes a la mañana,

señalado su lugar a la aurora,

13para que ocupe los cabos de la tierra,

y sean expulsados de ellas los malhechores?

14[4162]Cambia ella su forma

como la arcilla del sello,

y se presenta como un vestido (nuevo),

15[4163]privando de su luz a los malvados,

y quebrando el brazo levantado.

16¿Penetraste tú hasta las fuentes del mar;

te paseaste en el fondo del abismo?

17[4164]¿Se te han abierto acaso

las puertas de la muerte,

y has visto esas puertas tenebrosas?

18Ya que has investigado la tierra

en toda su anchura,

habla, si todo lo sabes.

19¿Dónde está el camino

que conduce a la morada de la luz?

y el lugar de las tinieblas, ¿dónde se halla?

20ya que tú las conduces a sus dominios,

y conoces los senderos que llevan a su morada.

21[4165]Tú debes saberlo,

porque habías nacido ya entonces,

y el número de tus días es tan grande.

22[4166]¿Penetraste tú acaso

en los depósitos de la nieve,

y viste los almacenes del granizo,

23que Yo he guardado

para el tiempo de la angustia,

para el día de la batalla y del combate?

24¿Por qué camino se difunde la luz,

y marcha el solano sobre la tierra?

25¿Quién abre regueras al aguacero,

y camino a la nube tronadora,

26para hacer llover

sobre un país inhabitado,

sobre el yermo, donde no vive hombre,

27para hartar tierras desiertas y vacías,

y hacer brotar un poco de hierba?

28[4167]¿Tiene padre la lluvia?

¿o quién engendra las gotas del rocío?

29¿Del seno de quién sale el hielo?

y la escarcha del cielo

¿quién la da a luz,

30para que sea como piedra el agua,

y se congele la superficie del abismo?

31[4168]¿Atas tú los lazos de las Pléyades,

o puedes soltar las ataduras del Orión?

32[4169]¿Eres tú quien a su tiempo

hace salir los signos del zodíaco,

y guía a la Osa con sus cachorros?

33¿Conoces tú las leyes del cielo

y fijas su influjo sobre la tierra?

34¿Alzas tú hasta las nubes tu voz,

para que caigan sobre ti

las copiosas aguas?

35¿Despachas tú los rayos, y se van

diciéndote: «Henos aquí»?

36[4170]¿Quién puso sabiduría en las nubes,

e inteligencia en los meteoros?

37[4171]¿Hay quien con toda su sabiduría

puede contar las nubes,

y vaciar los odres del cielo,

38para que el polvo

se transforme en masa sólida,

y se peguen unos a otros los terrones?

39[4172]¿Cazas tú la presa para la leona,

y sustentas la vida de los Ieoncillos,

40cuando se acurrucan en sus cubiles,

y se retiran a la espesura

para estar en acecho?

41¿Quién prepara al cuervo su alimento,

cuando sus pollitos gritan hacia Dios,

yendo de un lado a otro

por falta de comida?

JOB 39
Continuación del discurso de Dios

1[4173]“¿Sabes tú el tiempo

en que paren las cabras monteses?

¿Observas el parto de las ciervas?

2¿Sabes tú los meses de su preñez,

y conoces el tiempo de su parto?

3Se encorvan y echan su cría

librándose de sus dolores.

4Sus crías son robustas,

crecen en el campo;

se van, y no vuelven a ellas.

5¿Quién dio libertad al asno montés,

y quién soltó las ataduras del onagro,

6[4174]al que di por domicilio el desierto

y por morada la tierra salitrosa?

7Se ríe del tumulto de la ciudad,

y no oye los gritos del arriero.

8Los montes son su lugar de pasto,

anda buscando toda yerba verde.

9[4175]¿Querrá servirte acaso el búfalo,

pasará la noche junto a tu pesebre?

10¿Podrás atarlo con coyundas

para que abra surcos?

¿Querrá acaso rastrillar

los valles detrás de ti?

11¿Confiarás en él por su gran fuerza,

y dejarás a su cuidado tus labores?

12¿Le fiarás traer a casa tu grano

para llenar tu era?

13El avestruz agita alegre las alas;

no son alas pías, ni voladoras;

14[4176]pues abandona en tierra sus huevos

para calentarlos en el suelo.

15Olvida que puede pisarlos el pie,

y aplastarlos la fiera del campo.

16Es cruel con sus hijos,

como si fuesen ajenos;

no le preocupa

la inutilidad de sus fatigas.

17Porque Dios le privó de sabiduría,

y no le dio parte en la inteligencia.

18[4177]Pero cuando se alza y bate las alas,

se burla del caballo y del jinete.

19¿Das tú al caballo la valentía,

y revistes su cuello con la airosa melena?

20¿Le enseñas tú a saltar

como la langosta,

a esparcir terror

con su potente relincho?

21Hiere la tierra,

orgulloso de su fuerza,

y se lanza al combate,

22riéndose del miedo;

no se acobarda,

ni retrocede ante la espada.

23Si oye sobre sí el ruido de la aljaba,

el vibrar de la lanza y del dardo,

24con ímpetu fogoso sorbe la tierra,

no deja contenerse

al sonido de la trompeta.

25[4178]Cuando suena la trompeta,

dice: «¡Adelante!»;

huele de lejos la batalla,

la voz del mando de los capitanes,

y el tumulto del combate.

26[4179]¿Es acaso por obra tuya

que emprende vuelo el gavilán,

tendiendo sus alas hacia el sur?

27¿Es por orden tuya

que remonta el águila,

y pone su nido en las alturas?

28Habita en la peña,

y tiene su morada en la cima

de las rocas más inaccesibles.

29Allí acecha la presa,

desde lejos atisban sus ojos.

30[4180]Sus polluelos chupan la sangre;

y doquiera que haya cadáveres

se la encuentra.”

31Se dirigió entonces Yahvé a Job y dijo:

32“Quiere el censor

contender más con el Omnipotente?

El que disputa con Dios responda.”

Job confiesa su ignorancia

33[4181]Job respondió a Yahvé y dijo:

34“He aquí ¡cuán pequeño soy yo!

¿Qué puedo responderte?

Pondré mi mano sobre mi boca.

35Una vez he hablado,

mas no hablaré más;

y otra vez (he hablado),

pero no añadiré palabra.

JOB 40
Segundo discurso de Dios

1Yahvé siguió hablando a Job desde el torbellino, y dijo:

2[4182] “Cíñete los lomos como varón;

voy a preguntarte y tú me instruirás.

3¿Quieres tú de veras negar mi justicia,

condenarme a Mí para justificarte a ti mismo?

4¿Tienes tú un brazo como el de Dios,

y puedes tronar con voz

semejante a la suya?

5Adórnate de alteza y majestad,

y revístete de gloria y grandeza.

6[4183]Derrama los torrentes de tu ira;

mira a todo orgulloso y humíllalo.

7Mira a todo soberbio y abátelo,

aplasta a los malvados donde estén.

8Escóndelos a todos en el polvo,

y cubre su rostro con tinieblas.

9[4184]Yo entonces te alabaré,

porque tu diestra podrá salvarte.

10[4185]Mira a Behemot,

creado por Mí lo mismo que tú.

Come hierba como el buey;

11[4186]y ve que su fuerza está en sus lomos,

y su vigor en los músculos de su vientre.

12Endurece su cola como un cedro;

y los nervios de sus muslos

son como un solo tejido.

13Sus huesos son tubos de bronce,

sus costillas como planchas de hierro.

14[4187]Es la primera de las obras de Dios;

Él que lo hizo le dio una espada.

15Los montes le ofrecen alimento,

(alrededor de él) retozan

todas las bestias del campo.

16Duerme debajo de los lotes,

en la espesura de los juncos y pantanos.

17[4188]Los lotos le cubren con su sombra,

y le rodean los sauces del río.

18Al desbordar el río no se amedrenta;

se queda tranquilo

aunque el Jordán le llegue a la garganta.

19Fascina la (presa) con los ojos,

y su nariz perfora las redes.

20[4189]¿Pescas tú con anzuelo a Leviatán,

y atas con una cuerda su lengua?

21[4190]¿Le meterás un junco en la nariz,

le taladrarás con un gancho la quijada?

22¿Acaso te dirigirá muchas súplicas,

o te dirá palabras tiernas?

23¿Hará pacto contigo?

¿Lo tomarás por perpetuo esclavo?

24¿Juguetearás con él como con un pájaro?

¿Lo atarás para tus hijas?

25[4191]¿Lo tomarán los amigos para comida?

¿Se lo repartirán entre sí los mercaderes?

26¿Horadarás su cuero con flechas,

y con el arpón su cabeza?

27Pon (una vez) en él tu mano;

y no olvidarás el combate;

no volverás a hacerlo.

28He aquí que la esperanza (de los cazadores) es vana;

su solo aspecto basta para echarlos por tierra.”

JOB 41
Continuación del discurso de Dios

1[4192]“Nadie es tan audaz que le despierte.

¿Quién es capaz de mantenerse en pie delante de Mí?

2[4193]¿Quién me dio algo primero,

para que Yo lo recompense?

Mío es lo que hay bajo todo el cielo.

3[4194]No callaré sus miembros, su fuerza,

la armonía de sus proporciones.

4¿Quién puede abrir las mallas de su cota,

franquear la doble fila de sus dientes?

5Las puertas de su boca

¿quién jamás las ha abierto?;

el cerco de sus dientes causa espanto.

6[4195]Su espalda cubren escamas en forma de escudos,

compactas como un sello de piedra.

7Se traba una con otra tan íntimamente,

que el aire no puede pasar entre ellas.

8Una está pegada a la otra;

asidas entre sí no pueden separarse.

9Sus estornudos son chispas de fuego,

sus ojos como los párpados de la aurora.

10De su boca salen llamas

y se escapan centellas de fuego.

11Sus narices arrojan humo,

como de olla encendida e hirviente.

12Su resoplido enciende carbones

y su boca despide llamaradas.

13[4196]En su cerviz reside la fuerza,

ante él tiembla el mismo espanto.

14Aun las partes flojas de su carne

están unidas entre sí,

sin que quede resquicio

ni posibilidad de oscilar.

15[4197]Su corazón es duro como piedra;

tan duro como la muela inferior.

16Cuando se alza

tienen miedo los más valientes,

y de terror están fuera de sí.

17La espada que le acomete se rompe,

lo mismo que la lanza,

el dardo y la coraza.

18Estima como paja el hierro,

y el bronce como leña carcomida.

19[4198]No le pone en fuga el hijo del arco;

las piedras de la honda le parecen paja.

20La maza es para él como hojarasca,

y se ríe del silbido del venablo.

21[4199]Su vientre tiene puntas de teja,

se arrastra cual trillo sobre el cieno.

22Hace hervir el abismo como olla,

y el mar como caldero de ungüentos.

23[4200]Tras él un surco de luz,

de modo que el abismo parece canoso.

24[4201]No hay en la tierra semejante a él,

pues fue creado para no tener miedo.

25Mira (con desprecio) lo más alto;

es rey de todos los soberbios.”

JOB 42
Job responde al Omnipotente

1Entonces respondió Job a Yahvé, y dijo:

2[4202]“Sé que todo lo puedes;

para Ti ningún plan es irrealizable.

3[4203]¿Quién es este que imprudentemente

oscurece el plan (divino)?

(Soy yo); he hablado temerariamente

de las maravillas superiores a mí

y que yo ignoraba.

4[4204]«Escucha, pues, y Yo hablaré;

Yo preguntaré, y tú me instruirás.»

5[4205]Solo de oídas te conocía;

mas ahora te ven mis ojos.

6[4206]Por eso me retracto y me arrepiento,

envuelto en polvo y ceniza.”

EPÍLOGO
El Señor reprende a los amigos de Job

7Después que Yahvé hubo dicho estas palabras a Job, dijo a Elifaz temanita: “Estoy irritado contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado de Mí rectamente, como mi siervo Job. 8[4207]Ahora tomad siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced por vosotros un holocausto. Mi siervo Job orará por vosotros, y Yo aceptaré su intercesión, de modo que no os haré mal por no haber hablado de Mí rectamente como mi siervo Job.

9Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Sofar naamatita, e hicieron como Yahvé les había mandado. Y Yahvé aceptó los ruegos de Job.

Rehabilitación de Job

10Después Yahvé restableció a Job en su primer estado, mientras este oraba por sus amigos; y Yahvé dio a Job el doble de todo cuanto había poseído. 11[4208]Le visitaron también todos sus hermanos y todas sus hermanas, y sus antiguos amigos, y comieron con él en su casa. Se condolieron con él, y le consolaron por todos los males que Yahvé le había enviado, dándole cada uno una kesita y un anillo de oro.

12Yahvé bendijo los postreros tiempos de Job más que los primeros, y llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13Tuvo también siete hijos y tres hijas. 14[4209]A la primera le puso por nombre Jemimá, y a la segunda Kesiá, y a la tercera Keren Happuk. 15No se hallaron en toda aquella tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. 16[4210]Job vivió después de esto ciento cuarenta años; y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos hasta la cuarta generación. Y murió Job anciano y colmado de días.

LOS SALMOS

Primer libro
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Segundo libro
41 · 42 · 43 · 44 · 45 · 46 · 47 · 48 · 49 · 50 · 51 · 52 · 53 · 54 · 55 · 56 · 57 · 58 · 59 · 60 · 61 · 62 · 63 · 64 · 65 · 66 · 67 · 68 · 69 · 70 · 71
Tercer libro
72 · 73 · 74 · 75 · 76 · 77 · 78 · 79 · 80 · 81 · 82 · 83 · 84 · 85 · 86 · 87 · 88
Cuarto libro
89 · 90 · 91 · 92 · 93 · 94 · 95 · 96 · 97 · 98 · 99 · 100 · 101 · 102 · 103 · 104 · 105
Quinto libro
106 · 107 · 108 · 109 · 110 · 111 · 112 · 113A · 113B · 114 · 115 · 116 · 117 · 118 · 119 · 120 · 121 · 122 · 123 · 124 · 125 · 126 · 127 · 128 · 129 · 130 · 131 · 132 · 133 · 134 · 135 · 136 · 137 · 138 · 139 · 140 · 141 · 142 · 143 · 144 · 145 · 146 · 147 · 148 · 149 · 150
INTRODUCCIÓN

Se ha dicho con verdad que los Salmos —para el que les presta la debida atención a fin de llegar a entenderlos— son como un resumen de toda la Biblia: historia y profecía, doctrina y oración. En ellos habla el Espíritu Santo (“qui locutus est per prophetas”) por boca de hombres, principalmente de David, y nos enseña lo que hemos de pensar, sentir y querer con respecto a Dios, a los hombres y a la naturaleza, y también nos enseña la conducta que más nos conviene observar en cada circunstancia de la vida.

A veces el divino Espíritu nos habla aquí con palabras del Padre celestial; a veces con palabras del Hijo. En algunos Salmos, el mismo Padre habla con su Hijo, como nos lo revela San Pablo respecto del sublime Salmo 44 (Hebreos 1, 8; Salmo 44, 7 s.); en otros muchos, es Jesús quien se dirige al Padre. Sorprendemos así el arcano del Amor infinito que los une, o sea los secretos más íntimos de la Trinidad, y vemos anunciados, mil años antes de la Encarnación del Verbo, los misterios de Cristo doliente (Salmos 104-106); sus pruebas Salmos 101; 117, etc.); el grandioso destino deparado a él, y a la Iglesia de Cristo (Salmos 64; 92-98), etc.

David es la abeja privilegiada que elabora —o mejor, por cuyo conducto el mismo Espíritu Santo elabora— la miel de la oración por excelencia, e “intercede por nosotros con gemidos inefables” (Romanos 8, 26). Todo lo que pasa por las manos del Real Profeta, dice un santo comentarista, se convierte en oración: afectos y sentimientos; penas y alegrías; aventuras, caídas, persecuciones y triunfos; recuerdos de su vida o la de su pueblo (con el cual el Profeta suele identificarse), y, principalmente, visiones sobre Cristo, “sus pasiones” y “posteriores glorias” (I Pedro 1, 10-12). Profecías de un alcance insospechado por el mismo David; detalles asombrosos de la Pasión, revelados diez siglos antes con la precisión de un Evangelista; esplendores del triunfo del Mesías y su Reino; la plenitud de la Iglesia, del Israel de Dios: todo, todo sale de su boca y de su arpa, no ya solo al modo de un canto de ruiseñor que brota espontáneamente como en el caso del poeta clásico[4211], sino a manera de olas de un alma que vuelca, que “derrama su oración”, según él mismo lo dice (Salmo 141, 3), en la presencia paternal de su Dios.

Por eso la belleza de los Salmos es toda pura, como la gracia de los niños, que son tanto más encantadores cuanto menos sospechan que lo son. Este espíritu de David es el que da el tono a sus cantos, de modo que la belleza fluye en ellos de suyo, como una irradiación inseparable de su perfección interior, no pudiendo imaginarse nada más opuesto a toda preocupación retórica, no obstante la estupenda riqueza de las imágenes y la armonía de su lenguaje, a veces onomatopéyico en el hebreo.

La oración del salmista es toda sobrenatural, Dios la produce, como miel divina, en el alma de David, para que con ella nos alimentemos (Proverbios 24, 13) y nos endulcemos (Salmo 118, 103) todos nosotros. Por eso la entrega el santo rey a los levitas, que él mismo ha establecido de nuevo para el servicio del Santuario (II Paralipómenos capítulos 22-26). Y no ya solo como un Benito de Nursia que funda sus monjes y los orienta especialmente hacia el culto litúrgico: porque no es una orden particular, es todo el clero lo que David organiza en la elegida nación hebrea, y él mismo elabora la oración con que había de alabar a Dios toda la Iglesia de entonces… y hoy día la Iglesia de Cristo (cf. el magnífico elogio de David en Eclesiástico 47, principalmente los vv. 9, 12.) ¿Y qué digo, elabora? ¿Acaso no es él mismo quien lo reza y lo canta, y hasta lo baila en la fiesta del Arca, inundado de gozo celestial, al punto de provocar la burla irónica de su esposa la reina? A la cual él contesta, en un gesto mil veces sublime: “¡Delante de Dios que me eligió… y me mandó ser el caudillo de su pueblo Israel, bailaré yo y me humillaré más de lo que he hecho, y seré despreciable a los ojos míos!...” (II Reyes 6, 21 s.).

¿Qué mucho, pues, que Dios, amando a David con una predilección que resulta excepcional aun dentro de la Escritura, pusiese en su corazón los más grandes efluvios de amor con que un alma puede y podrá jamás responder al amor divino? ¿Y cómo no había de ser esta la oración insuperable, si es la que expresa los mismos efectos que un día habían de brotar del Corazón de Cristo?

Después de esta breve introducción general, pasemos a hacer algunas observaciones de orden técnico.

Se dividen los 150 Salmos del Salterio en cinco partes o libros: I Libro, Salmos 1-40; II Libro, 41-71; III Libro, 72-88; IV Libro, 89-105; V Libro, 106-150.

La mayoría de los Salmos llevan un epígrafe, que se refiere o al autor, o a las circunstancias de su composición o a la manera de cantarlos. Estos epígrafes, aunque no hayan formado parte del texto primitivo, son antiquísimos; de otro modo no los pondría la versión griega de los Setenta. Según estos, el principal autor del Salterio es David; siendo atribuidos al Real Profeta, en el texto latino, 85 Salmos, 84 en el griego y 73 en el hebreo. A más de David, se mencionan como autores de Salmos: Moisés, Salomón, Asaf, Hemán, Etán y los hijos de Coré. No se puede, pues, razonablemente desestimar la tradición cristiana que llama al libro de los Salmos ‘Salterio de David’, porque los demás autores son tan pocos y la tradición a favor de los Salmos davídicos es tan antigua, que con toda razón se puede poner su nombre al frente de toda la colección. En particular no puede negarse el origen davídico de aquellos Salmos que se citan en los libros sagrados expresamente con el nombre de David; así, por ejemplo, los Salmos 2, 15, 17, 109 y otros (Decreto de la Pontificia Comisión Bíblica del 1° de mayo de 1910.)

Huelga decir que el género literario de los Salmos es el poético. La poesía hebrea no cuenta con rima ni con metro en el sentido riguroso de la palabra, aunque sí con cierto ritmo silábico; mas lo que constituye su esencia, es el ritmo de los pensamientos, repitiéndose el mismo pensamiento dos y hasta tres veces. Este sistema simétrico de frases se llama ‘paralelismo de los miembros’.

En cuanto al texto latino de los Salmos de la Vulgata (y el Breviario), hay que observar que esto no corresponde a la versión de San Jerónimo, sino a la traducción prejeronimiana tomada de los Setenta, y divulgada principalmente en las Galias, por lo cual recibió la denominación de ‘Psalterium Gallicanum’. El doctor Máximo solo pudo revisar dicha versión en algunas partes, porque estaba introducida ya en la Liturgia.

Recientemente, las investigaciones abnegadas de los exégetas modernos (Zorell, Knabenbauer, Miller, Peters, Wutz, Vaccari), lograron completar la obra de San Jerónimo, reconstruyendo un texto que corresponde en lo más posible al texto hebreo original.

El 24 de marzo de 1945 autorizó el Papa Pío XII para el rezo del Oficio Divino una nueva versión latina hecha por los Profesores del Instituto Bíblico de Roma a base de los textos originales.

La presente traducción sigue los mismos principios que la edición del Pontificio Instituto Bíblico y la completa con una crítica del texto, fundada en las mejores ediciones modernas. De esta manera los “pasajes oscuros” del Salterio han dejado de existir casi todos, y clero y laicos pueden disfrutar de las delicias que nos brinda el genio inspirado del Rey Profeta.

PRIMER LIBRO DE LOS SALMOS
SALMO 1
Fruto seguro de la Palabra divina

1[4212]¡Dichoso el hombre que no sigue

el consejo de los malvados,

ni pone el pie

en el camino de los pecadores,

ni entre los burladores toma asiento,

2mas tiene su deleite en la Ley del Señor,

y en ella medita día y noche!

3[4213]Es como un árbol

plantado junto a ríos de agua,

que a su tiempo dará fruto

y cuyas hojas no se marchitan;

todo cuanto hiciere prosperará.

4[4214]No así los malvados, no así.

Ellos son como paja

que el viento desparrama.

5[4215]Por eso en el juicio

no estarán en pie los malvados,

ni los pecadores en la reunión de los justos.

6[4216]Porque el camino de los justos

lo cuida Yahvé,

y el camino de los malvados tiene mal fin.

SALMO 2
Triunfo del Mesías Rey

1[4217]¿Por qué se amotinan las gentes,

y las naciones traman vanos proyectos?

2[4218]Se han levantado los reyes de la tierra,

y a una se confabulan los príncipes

contra Yahvé y contra su Ungido.

3[4219] “Rompamos (dicen) sus coyundas,

y arrojemos lejos de nosotros sus ataduras.”

4El que habita en los cielos ríe,

el Señor se burla de ellos.

5[4220]A su tiempo les hablará en su ira,

y en su indignación los aterrará:

6[4221] “Pues bien, soy Yo

quien he constituido a mi Rey

sobre Sión, mi santo monte.”

7[4222]¡Yo promulgaré ese decreto de Yahvé!

Él me ha dicho: “Tú eres mi Hijo,

Yo mismo te he engendrado en este día.

8Pídeme y te daré en herencia las naciones,

y en posesión tuya los confines de la tierra,

9[4223]Con cetro de hierro los gobernarás,

los harás pedazos como a un vaso de alfarero.”

10[4224]Ahora, pues, oh reyes, comprended,

instruíos, vosotros que gobernáis la tierra.

11Sed siervos de Yahvé con temor y alabadle,

temblando, besad sus pies,

12antes que se irrite y vosotros erréis el camino,

pues su ira se encenderá pronto.

¡Dichoso quien haya hecho de Él su refugio!

SALMO 3
El eterno es mi escudo

1[4225]Salmo de David cuando huía de su hijo Absalón.

2Oh Yahvé, ¡cuán numerosos

son mis perseguidores!

¡Cuántos se levantan contra mí!

3Muchos son los que dicen de mi vida:

“No hay para él salvación en Dios.”

4[4226]Pero Tú, Yahvé, eres mi escudo,

Tú mi gloria,

Tú quien me hace erguir la cabeza.

5[4227]Con mi voz invoco a Yahvé

y Él me oye desde su santo monte.

6Me acuesto y me duermo,

y despierto incólume,

porque Yahvé me sostiene.

7No temo a los muchos millares de gentes

que en derredor se ponen contra mí.

8Levántate, Yahvé; sálvame, Dios mío,

Tú que heriste en la mejilla

a todos mis enemigos,

y a los impíos les quebraste los dientes.

9[4228]De Yahvé viene la salvación,

¡Que sea tu bendición sobre tu pueblo!

SALMO 4
Para un sueño apacible. Oración vespertina

1[4229]Al maestro de música. Para instrumentos de cuerda. Salmo de David.

2Cuando te invoque,

óyeme ¡oh Dios de mi justicia!

Tú, que en la tribulación me levantaste,

ten misericordia de mí, y acoge mi súplica.

3[4230]Hijos de hombres

¿hasta cuándo seréis insensatos?

¿Por qué amáis la vanidad

y buscáis lo que es mentira?

4[4231]Sabed que Yahvé favorece

maravillosamente al santo suyo;

cuando le invoco, Yahvé me oye.

5[4232]Temblad, y no queráis pecar;

dentro de vuestros corazones,

en vuestros lechos, recapacitad y enmudeced.

6[4233]Ofreced sacrificios de justicia,

y esperad en Yahvé.

7[4234]Muchos dicen:

“¿Quién nos mostrará los bienes?”

Alza Tú sobre nosotros

la luz de tu rostro, oh Yahvé.

8[4235]Tú has puesto en mi corazón mayor alegría

que cuando abunda trigo y vino.

9[4236]Apenas me acuesto, me duermo en paz,

porque Tú me das seguridad, oh Yahvé.

SALMO 5
Oración al despertar

1Al maestro de coro. Para flautas. Salmo de David.

2[4237]Presta oído a mis palabras, oh Yahvé,

atiende a mi gemido;

3advierte la voz de mi oración,

oh Rey mío y Dios mío;

4porque es a Ti a quien ruego, Yahvé.

Desde la mañana va mi voz hacia Ti;

temprano te presento mi oración

y aguardo.

5[4238]Tú no eres un Dios

que se complazca en la maldad;

el malvado no habita contigo,

6ni los impíos permanecen en tu presencia.

Aborreces a todos

los que obran iniquidades;

7Tú destruyes a todos

los que hablan mentiras;

del hombre sanguinario y doble

abomina Yahvé.

8[4239]Mas yo, por la abundancia de tu gracia,

entraré en tu Casa,

en tu santo Templo me postraré

con reverencia, oh Yahvé.

9[4240]A causa de mis enemigos

condúceme en tu justicia,

y allana tu camino delante de mí;

10[4241]porque en su boca no hay sinceridad,

su corazón trama insidias,

sepulcro abierto es su garganta,

y adulan con sus lenguas.

11[4242]Castígalos, Dios,

desbarata sus planes;

arrójalos por la multitud de sus crímenes,

pues su rebeldía es contra Ti.

12Alégrense, empero,

los que en Ti se refugian;

regocíjense para siempre

y gocen de tu protección,

y gloríense en Ti cuantos aman tu Nombre.

13Pues Tú, Yahvé, bendices al justo,

y lo rodeas de tu benevolencia

como de un escudo.

SALMO 6
Oración de un penitente

1[4243]Al maestro de canto. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de David.

2[4244]Yahvé, no quieras argüirme en tu ira,

ni corregirme en tu furor.

3Ten misericordia de mí, oh Yahvé,

porque soy débil;

sáname, porque hasta mis huesos se sacuden

4[4245]y mi alma está en el colmo de la turbación;

mas Tú, Yahvé ¿hasta cuándo?

5Vuélvete, oh Yahvé, libra mi alma;

sálvame por tu misericordia,

6[4246]porque en la muerte

no hay quien se acuerde de Ti;

¿quién te alaba en el sepulcro?

7Me hallo extenuado de tanto gemir,

cada noche inundo en llanto mi almohada,

y riego con mis lágrimas el lecho.

8A causa de todos mis enemigos,

van mis ojos apagándose de tristeza,

y envejecen.

9[4247]Apartaos de mí todos

los que obráis la iniquidad;

pues Yahvé ha oído la voz de mi llanto.

10Yahvé escuchó mi demanda,

Yahvé aceptó mi oración.

11Mis enemigos todos quedarán sonrojados

y llenos de vergüenza;

huirán súbitamente confundidos.

SALMO 7
Apelación del justo al Supremo Juez

1[4248]Lamentación que David entonó con ocasión de las palabras de Cus, hijo de Benjamín.

2Yahvé, Dios mío, a Ti me acojo;

líbrame de todo el que me persigue,

y ponme a salvo;

3[4249]no sea que arrebate mi vida,

como león, y me despedace,

sin que haya quien me salve.

4[4250]Yahvé, Dios mío, si yo hice eso,

si hay en mis manos iniquidad;

5[4251]si he hecho mal a mi amigo

-yo, que salvé a los que me oprimían injustamente-

6[4252]persígame el enemigo y apodérese de mí;

aplaste mi vida en el suelo

y arrastre mi honor por el fango.

7[4253]Despierta, Yahvé, en tu ira;

yérguete contra la rabia

de los que me oprimen.

Levántate a mi favor

en el juicio que tienes decretado

8[4254]Te rodee la congregación de los pueblos

y siéntate sobre ella en lo alto.

9Yahvé va juzgar a las naciones.

Hazme a mí justicia, Yahvé,

según mi rectitud,

y según la inocencia que hay en mí.

10[4255]Cese ya la malicia de los impíos

y confirma Tú al justo,

¡oh justo Dios, que sondeas

los corazones y las entrañas!

11[4256]Mi defensa está en Dios,

que salva a los rectos de corazón.

12[4257]Dios, justo Juez, fuerte y paciente,

tiene pronta su ira cada día.

13Si no se convierte afilará su espada,

entesará su arco y apuntará;

14tiene preparadas para ellos flechas mortales;

hará de fuego sus saetas.

15[4258]Mirad al que concibió la iniquidad:

quedó grávido de malicia

y dio a luz la traición.

16[4259]Cavó una fosa y la ahondó,

mas cayó en el hoyo que él hizo.

17En su propia cabeza recaerá su malicia,

y sobre su cerviz

descenderá su iniquidad.

18Mas yo alabaré a Yahvé por su justicia,

y cantaré salmos

al Nombre de Yahvé Altísimo.

SALMO 8
La gloria de Dios en la Creación

1[4260]Al maestro de coro. Sobre el ghittit (los lagares). Salmo de David.

2[4261]¡Oh Yahvé, Señor nuestro,

cuán admirable es tu Nombre

en toda la tierra!

Tú, cuya gloria cantan los cielos,

3[4262]te has preparado la alabanza

de la boca de los pequeños

y de los lactantes,

para confundir a tus enemigos

y hacer callar

al adversario y al perseguidor.

4Cuando contemplo tus cielos,

hechura de tus dedos,

la luna y las estrellas

que Tú pusiste en su lugar...

5¿Qué es el hombre para que Tú lo recuerdes,

o el hijo del hombre

para que te ocupes de él?

6[4263]Tú lo creaste poco inferior a Dios,

le ornaste de gloria y de honor.

7Le diste poder sobre las obras de tus manos,

y todo lo pusiste bajo sus pies:

8[4264]las ovejas y los bueyes todos,

y aun las bestias salvajes,

9las aves del cielo y los peces del mar,

y cuanto surca las sendas del agua.

10Oh Yahvé, Señor nuestro,

¡cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!

SALMO 9A
El juicio de las naciones

1[4265]Al maestro de coro. Sobre el tono de Muthlabbén. Salmo de David.

2Quiero alabarte, Yahvé,

con todo mi corazón,

voy a cantar todas tus maravillas.

3En Ti me alegraré

y saltaré de gozo,

cantaré salmos a tu Nombre,

oh Altísimo.

4[4266]Porque mis enemigos vuelven las espaldas,

caen y perecen ante tu presencia.

5He aquí que Tú me has hecho justicia,

y has tomado en tus manos mi causa;

te has sentado, Juez justo,

sobre el trono.

6[4267]Has reprendido a los gentiles

y aniquilado al impío,

borrado su nombre para siempre.

7Los enemigos han sido aplastados,

reducidos a perpetua ruina;

has destruido sus ciudades,

y hasta la memoria de ellas ha perecido.

8He aquí que Yahvé se sienta para siempre,

ha establecido su trono para juzgar.

9Él mismo juzgará el orbe con justicia,

y gobernará a los pueblos con equidad.

10Y será Yahvé refugio para el oprimido,

refugio siempre pronto

en el tiempo de la tribulación.

11[4268]Y los que conocieron tu nombre

confiarán en Ti,

pues Tú no abandonas, Yahvé,

a los que te buscan.

12[4269]Cantad salmos a Yahvé,

que habita en Sión,

haced conocer a los pueblos sus proezas.

13Porque el vengador de la sangre

se ha acordado de los pobres,

y no ha olvidado su clamor.

14Yahvé se apiadó de mí

viendo la aflicción

que me causan mis enemigos,

y me ha sacado

de los umbrales de la muerte,

15[4270]para que anuncie todas sus alabanzas

en las puertas de la hija de Sión,

y me goce yo en tu salud.

16Cayeron las naciones

en la fosa que cavaron,

su pie quedó preso

en el lazo que escondieron.

17[4271]Yahvé se ha dado a conocer

haciendo justicia;

el pecador quedó enredado

en las obras de sus manos.

18Bajen los malvados al sepulcro,

todos los gentiles

que se han olvidado de Dios.

19Porque no siempre

quedará en olvido el pobre,

ni siempre burlada

la esperanza de los oprimidos.

20[4272]Levántate Yahvé;

no prevalezca el hombre,

sean juzgadas las naciones

ante tu presencia.

21[4273]Arroja, Señor, sobre ellas

el terror, oh Yahvé,

¡que sepan los gentiles que son hombres!

SALMO 9B (10)

1¿Por qué, Yahvé, te estás lejos?

¿Te escondes en el tiempo de la tribulación,

2mientras se ensoberbece el impío,

y el pobre es vejado y preso

en los ardides que aquel le urdió?

3[4274]Porque he aquí que el inicuo

se jacta de sus antojos,

el expoliador blasfema

despreciando a Yahvé.

4En el orgullo de su mente dice el impío:

“Él no tomará venganza; Dios no existe.”

Tal es todo su pensamiento.

5[4275]Sus caminos prosperan en todo tiempo;

lejos de su ánimo están tus juicios;

menosprecia él a todos sus adversarios.

6En su corazón dice:

“No seré conmovido;

de generación en generación

estaré al abrigo de la adversidad.”

7Su boca está llena de maldición,

de astucia y de violencia;

bajo su lengua lleva

la maldad y la mentira.

8Se pone en acecho junto al poblado,

en lo escondido, para matar al inocente.

Sus ojos están espiando al pobre;

9insidia en la oscuridad como el león

que desde su guarida está asechando

al desvalido para atraparlo;

lo arrebata y lo atrae a su red;

10se encoge, se agacha hasta el suelo,

y el desdichado cae en sus garras.

11[4276]Dice en su corazón:

“Dios está desmemoriado,

apartó su rostro, nunca ve nada.”

12Levántate, Yahvé Dios mío,

alza tu mano;

no quieras olvidarte de los afligidos.

13[4277]¿Cómo es que el impío desprecia a Dios,

diciendo en su corazón:

“No tomará venganza”?

14[4278]Mas Tú lo estás viendo.

Tú consideras el afán y la angustia,

para tomarlos en tus manos.

A Ti está confiado el pobre;

Tú eres el protector del huérfano.

15Quebranta Tú el brazo del impío

y del maligno;

castigarás su malicia y no subsistirá.

16[4279]Yahvé es Rey para siglos eternos;

los gentiles fueron exterminados de su tierra.

17Ya escuchaste, Yahvé,

el deseo de los humildes;

confirmaste su corazón y prestaste oído,

18[4280]para tomar en tus manos

la causa del huérfano y del oprimido,

a fin de que nunca más vuelva

a infundir pavor el hombre de tierra.

SALMO 10 (11)
No huye quien tiene a Yahvé por refugio

1[4281]Al maestro de coro. De David.

Yo me refugio en Yahvé.

¿Cómo podéis decirme:

“Huye al monte como el pájaro”?

2Pues los malvados están entesando el arco

y colocan ya su flecha en la cuerda

para asaetear en la sombra

a los rectos de corazón;

3[4282]si han socavado los cimientos

¿qué puede hacer el justo?

4Está Yahvé en su santo templo;

¡Yahvé! su trono está en el cielo;

sus ojos miran,

sus párpados escrutan

a los hijos de los hombres.

5[4283]Yahvé examina al justo y al malvado;

y al que ama la prepotencia

Él lo abomina.

6[4284]Sobre los pecadores

hará llover ascuas y azufre,

y viento abrasador

será su porción en el cáliz.

7[4285]Porque Yahvé es justo y ama la justicia;

los rectos verán su rostro.

SALMO 11 (12)
Recurso a Dios contra la corrupción dominante

1[4286]Al maestro de coro. En octava. Salmo de David.

2Sálvame Tú, oh Yahvé,

porque se acaban los justos;

la fidelidad ha desaparecido

de entre los hombres.

3Unos a otros se dicen mentiras;

se hablan con labios fraudulentos

y doblez de corazón.

4Acabe Yahvé con todo labio fraudulento

y con la lengua jactanciosa;

5[4287]con esos que dicen:

“Somos fuertes con nuestra lengua,

contamos con nuestros labios;

¿quién es señor nuestro?”

6[4288] “Por la aflicción de los humildes

y el gemido de los pobres,

me levantaré ahora mismo, dice Yahvé;

pondré a salvo a aquel que lo desea.”

7[4289]Las palabras de Yahvé

son palabras sinceras;

plata acrisolada, sin escorias,

siete veces purificada.

8Tú las cumplirás, oh Yahvé;

nos preservarás para siempre

de esta generación.

9Los malvados se pasean por todas partes,

mientras Tú dejas que sea exaltado

lo más vil de entre los hombres.

SALMO 12 (13)
Recurso del alma apremiada

1Al maestro de coro. Salmo de David.

2[4290]¿Hasta cuándo, Yahvé?

¿Me tendrás olvidado constantemente?

¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?

3¿Hasta cuándo fatigaré

mi alma con cavilaciones

y mi corazón con tristezas cada día?

¿Hasta cuándo habrá de prevalecer

sobre mí el enemigo?

4Mira y respóndeme, Yahvé, Dios mío;

alumbra mis ojos

para que no me duerma en la muerte,

5[4291]y no diga el adversario:

“Lo he vencido.”

Los que me afligen

saltarían de gozo si yo cayera,

6[4292]después de haber puesto

mi confianza en tu misericordia.

Sea mi corazón

el que se alegre por tu socorro;

cante yo a Yahvé

por su bondad para conmigo.

SALMO 13 (14)
Llegará la hora para los impostores

1[4293]Al maestro de coro. De David.

El insensato dice en su corazón:

“No hay Dios.”

Se han pervertido; su conducta es abominable,

ni uno solo obra bien.

2[4294]Yahvé mira desde el cielo

a los hijos de los hombres,

para ver si hay quien sea inteligente

y busque a Dios.

3[4295]Pero se han extraviado todos juntos

y se han depravado.

No hay uno que obre el bien,

ni uno siquiera.

4[4296]¡Nunca entenderán, todos esos malhechores,

que devoran a mi pueblo

como quien come pan,

sin acordarse de Dios para nada!

5[4297]Mas algún día temblarán de espanto,

porque Dios está

con la generación de los justos.

6Vosotros que despreciáis

las ansias del desvalido,

sabed que Dios es su refugio.

7[4298]¡Oh, venga ya de Sión

la salud de Israel!

Cuando cambie el Señor

la suerte de su pueblo,

saltarán de gozo Jacob,

e Israel de alegría.

SALMO 14 (15)
El verdadero hombre de Dios

Salmo de David.

1[4299]Yahvé, ¿quién podrá morar en tu Tabernáculo?

¿Quién habitará en tu santo monte?

2[4300]El que procede sin tacha

y obra justicia

y piensa verdad en su corazón,

3cuya lengua no calumnia,

que no hace mal a su semejante,

ni infiere injuria a su prójimo;

4[4301]que tiene por despreciable al réprobo,

y honra en cambio

a los temerosos de Yahvé;

que no vuelve atrás,

aunque haya jurado en perjuicio propio;

5[4302]que no presta su dinero a usura,

ni recibe sobornos contra el inocente.

6El que así vive

no será conmovido jamás.

SALMO 15 (16)
El sumo bien

Miktam de David.

1[4303]Presérvame, oh Dios, pues me refugio en Ti;

2[4304]dije a Yahvé: “Tú eres mi Señor,

no hay bien para mí fuera de Ti”.

3[4305]En cuanto a los santos

e ilustres de la tierra,

no pongo en ellos mi afecto.

4Multiplican sus dolores

los que corren tras falsos dioses;

no libaré la sangre de sus ofrendas,

ni pronunciaré sus nombres con mis labios.

5[4306]Yahvé es la porción de mi herencia

y de mi cáliz;

Tú tienes en tus manos mi suerte.

6Las cuerdas (de medir)

cayeron para mí en buen lugar,

y me tocó una herencia que me encanta.

7[4307]Bendeciré a Yahvé,

porque me (lo) hizo entender,

y aun durante la noche

me (lo) enseña mi corazón.

8[4308]Tengo siempre a Yahvé ante mis ojos,

porque con Él a mi diestra no seré conmovido.

9[4309]Por eso se alegra mi corazón

y se regocija mi alma,

y aun mi carne descansará segura;

10[4310]pues Tú no dejarás a mi alma en el sepulcro,

ni permitirás que tu santo

experimente corrupción.

11[4311]Tú me harás conocer la senda de la vida,

la plenitud del gozo a la vista de tu rostro,

las eternas delicias de tu diestra.

SALMO 16 (17)
Plegaria del perseguido

1[4312]Oración de David.

Escucha, oh Yahvé, una justa demanda;

atiende a mi clamor;

oye mi plegaria,

que no brota de labios hipócritas.

2[4313]Que mi sentencia venga de Ti;

tus ojos ven lo que es recto.

3Si escrutas mi corazón,

si me visitas en la noche,

si me pruebas por el fuego,

no encontrarás malicia en mí.

4[4314]Que jamás mi boca se exceda

a la manera de los hombres.

Ateniéndome a las palabras de tus labios,

he guardado los caminos de la Ley.

5[4315]Firmemente se adhirieron

mis pasos a tus senderos,

y mis pies no han titubeado.

6Te invoco, oh Dios,

porque sé que Tú responderás;

inclina a mi tu oído,

y oye mis palabras.

7Ostenta tu maravillosa misericordia,

oh Salvador

de los que se refugian en tu diestra,

contra tus enemigos.

8[4316]Cuídame como a la niña de tus ojos,

escóndeme bajo la sombra de tus alas

9de la vista de los impíos

que me hacen violencia,

de los enemigos furiosos que me rodean.

10[4317]Han cerrado con grasa su corazón;

por su boca habla la arrogancia.

11[4318]Ahora me rodean espiando,

con la mira de echarme por tierra,

12cual león ávido de presa,

como cachorro que asecha en su guarida.

13[4319]Levántate, Yahvé, hazle frente y derríbalo,

líbrame del perverso con tu espada;

14y con tu mano, oh Yahvé,

líbrame de estos hombres del siglo,

cuya porción es esta vida,

y cuyo vientre Tú llenas con tus dádivas;

quedan hartos sus hijos,

y dejan sobrante a los nietos.

15[4320]Yo, empero, con la justicia tuya

llegaré a ver tu rostro;

me saciaré al despertarme, con tu gloria.

SALMO 17 (18)
Gratitud de David

1[4321]Al maestro de coro. Del servidor de Dios, de David, el cual dirigió al Señor las palabras de este cántico en el día en que le libró de las manos de todos sus enemigos y de las de Saúl.

2Y dijo: Te amo, Yahvé, fortaleza mía,

mi peña, mi baluarte, mi libertador,

3[4322]Dios mío, mi roca, mi refugio,

broquel mío, cuerno de mi salud, asilo mío.

4[4323]Invoco a Yahvé, el digno de alabanza,

y quedo libre de mis enemigos.

5Olas de muerte me rodeaban,

me alarmaban los torrentes de iniquidad;

6las ataduras del sepulcro me envolvieron,

se tendían a mis pies lazos mortales.

7En mi angustia invoqué a Yahvé,

y clamé a mi Dios;

y Él, desde su palacio, oyó mi voz;

mi lamento llegó a sus oídos.

8[4324]Se estremeció la tierra y tembló;

se conmovieron los cimientos de los montes

y vacilaron, porque Él ardía de furor.

9Humo salió de sus narices;

de su boca, fuego devorador;

y despedía carbones encendidos.

10Inclinó los cielos, y descendió

con densas nubes bajo sus pies.

11[4325]Subió sobre un querube y voló,

y era llevado sobre las alas del viento.

12Se ocultaba bajo un velo de tinieblas;

aguas tenebrosas y oscuras nubes

lo rodeaban como un pabellón.

13Se encendieron carbones de fuego

al resplandor de su rostro.

14[4326]Tronó Yahvé desde el cielo,

el Altísimo hizo resonar su voz;

15[4327]y lanzó sus saetas y los dispersó;

multiplicó sus rayos,

y los puso en derrota.

16Y aparecieron a la vista

los lechos de los océanos;

se mostraron desnudos

los cimientos del orbe terráqueo,

ante la amenaza de Yahvé,

al resollar el soplo de su ira.

17[4328]Desde lo alto extendió su brazo

y me arrebató,

sacándome de entre las muchas aguas;

18me libró de mi feroz enemigo,

de adversarios más poderosos que yo.

19Se echaron sobre mí

en el día de mi infortunio;

pero salió Yahvé en mi defensa,

20[4329]y me trajo a la anchura;

me salvó porque me ama.

21[4330]Yahvé me ha retribuido

conforme a mi rectitud;

me remunera según la limpieza

de mis manos.

22[4331]Porque seguí los caminos de Yahvé,

y no me rebelé contra mi Dios;

23porque mantuve ante mis ojos

todos sus mandamientos

y nunca aparté de mí sus estatutos.

24Fui íntegro para con Él,

y me cuidé de mi maldad.

25Yahvé me ha retribuido

conforme a mi rectitud;

según la limpieza de mis manos

ante sus ojos.

26[4332]Tú eres misericordioso con el misericordioso;

con el varón recto, eres recto.

27Con el sincero, eres sincero;

y con el doble, te haces astuto.

28[4333]Tú salvas al pueblo oprimido,

y humillas los ojos altaneros.

29[4334]Eres Tú quien mantiene

encendida mi lámpara, oh Yahvé;

Tú, Dios mío, disipas mis tinieblas.

30Fiado en Ti embestiré a un ejército;

con mi Dios saltaré murallas.

31[4335]¡El Dios mío!... Su conducta es perfecta,

Su palabra acrisolada.

Él mismo es el escudo

de cuantos lo buscan como refugio.

32[4336]Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?

o ¿qué roca hay si no es el Dios nuestro?

33Aquel Dios que me ciñó de fortaleza

e hizo inmaculado mi camino.

34[4337]El que volvió mis pies veloces

como los del ciervo,

y me afirmó sobre las cumbres.

35El que adiestró mis manos para la pelea,

y mi brazo para tender el arco de bronce.

36Tú me diste por broquel tu auxilio,

me sostuvo tu diestra;

tu solicitud me ha engrandecido.

37[4338]Ensanchaste el camino a mis pasos,

y mis pies no flaquearon.

38Perseguía a mis enemigos y los alcanzaba;

y no me volvía hasta desbaratarlos.

39Los destrozaba y no podían levantarse;

caían bajo mis pies.

40[4339]Tú me revestías de valor para el combate,

sujetabas a mi cetro a los que me resistían.

41Ponías en fuga a mis enemigos,

dispersabas a cuantos me aborrecían.

42Vociferaban,

mas no había quien los auxiliase;

(clamaban) a Yahvé mas Él no los oía.

43Y yo los dispersaba

como polvo que el viento dispersa;

los pisoteaba como el lodo de las calles.

44[4340]Me libraste de las contiendas del pueblo,

me has hecho cabeza de las naciones;

un pueblo que no conocía me sirve;

45[4341]con atento oído me obedecen;

los extraños me adulan.

46Los extranjeros palidecen,

y abandonan, temblando, sus fortalezas.

47¡Vive Yahvé! ¡Bendita sea mi Roca!

¡Sea ensalzado el Dios mi Salvador!

48Aquel Dios que me otorgó la venganza,

que sujetó a mí las naciones;

49que me libró de mis enemigos,

que me encumbró sobre mis opositores,

y me salvó

de las manos del hombre violento.

50[4342]Por eso te alabaré

entre las naciones, oh Yahvé;

cantaré himnos a tu Nombre.

51[4343]Él da grandes victorias a su rey,

y usa de misericordia con su ungido,

con David y su linaje, por toda la eternidad.

SALMO 18 (19)
Dos biblias: la naturaleza y la palabra

1[4344]Al maestro de coro. Salmo de David.

2[4345]Los cielos atestiguan la gloria de Dios;

y el firmamento predica las obras

que Él ha hecho.

3Cada día transmite

al siguiente este mensaje,

y una noche lo hace conocer a la otra.

4[4346]Si bien no es la palabra,

tampoco es un lenguaje

cuya voz no pueda percibirse.

5Por toda la tierra se oye su sonido,

y sus acentos hasta los confines del orbe.

Allí le puso tienda al sol,

6que sale como un esposo de su tálamo,

y se lanza alegremente cual gigante

a recorrer su carrera.

7[4347]Parte desde un extremo del cielo,

y su giro va hasta el otro extremo;

nada puede sustraerse a su calor.

8[4348]La Ley de Yahvé es perfecta,

restaura el alma.

El testimonio de Yahvé es fiel,

hace sabio al hombre sencillo.

9Los preceptos de Yahvé son rectos,

alegran el corazón.

La enseñanza de Yahvé es clara,

ilumina los ojos.

10[4349]El temor de Yahvé es santo,

permanece para siempre.

Los juicios de Yahvé son la verdad,

todos son la justicia misma,

11[4350]más codiciables que el oro,

oro abundante y finísimo;

más sabrosos que la miel

que destila de los panales.

12También tu siervo

es iluminado por ellos,

y en su observancia

halla gran galardón.

13Mas ¿quién es el

que conoce sus defectos?

Purifícame de los que no advierto.

14[4351]Preserva a tu siervo,

para que nunca domine

en mí la soberbia.

Entonces seré íntegro,

y estaré libre del gran pecado.

15Hallen favor ante Ti

estas palabras de mi boca

y los anhelos de mi corazón,

oh Yahvé, Roca mía

y Redentor mío.

SALMO 19 (20)
Plegaria por el Rey

1[4352]Al maestro de coro. Salmo de David.

2[4353]Que Yahvé te escuche

en el día de la prueba;

te defienda el Nombre

del Dios de Jacob.

3Él te envíe su auxilio desde el santuario,

y desde Sión te sostenga.

4Acuérdese de todas tus ofrendas

y séale grato tu holocausto.

5Te conceda lo que tu corazón anhela

y confirme todos tus designios.

6Séanos dado ver gozosos tu victoria,

y alzar el pendón

en el nombre de nuestro Dios.

Otorgue el Señor todas tus peticiones.

7Ahora ya sé que Yahvé

dará el triunfo a su ungido,

respondiéndole desde su santo cielo

con la potencia victoriosa de su diestra.

8[4354]Aquellos en sus carros,

estos en sus caballos;

mas nosotros seremos fuertes

en el Nombre de [Yahvé] nuestro Dios.

9Ellos se doblegarán y caerán;

mas nosotros estaremos erguidos,

y nos mantendremos.

10[4355]Oh Yahvé, salva al rey,

y escúchanos en este día

en que apelamos a Ti.

SALMO 20 (21)
Acción de gracias por la victoria del Rey

1[4356]Al maestro de coro. Salmo de David.

2Oh Yahvé, de tu poder se goza el rey,

y está lleno de alegría por tu auxilio.

3Cumpliste el anhelo de su corazón,

y no frustraste

la petición de sus labios.

4Lo previniste con faustas bendiciones,

corona de oro puro pusiste en su cabeza.

5[4357]Te pidió la vida

y le has dado días

que durarán por los siglos de los siglos.

6[4358]Gracias a tu socorro

es grande su gloria;

lo colmaste de honor

y de magnificencia.

7[4359]Porque has hecho

que él sea una bendición

para siempre,

y lo has llenado de alegría

con el gozo de tu vista.

8Pues el rey confía en Yahvé,

y merced al Altísimo

no será conmovido.

9Descargue tu mano

sobre todos tus enemigos;

alcance tu diestra

a los que te aborrecen.

10[4360]Cuando tu rostro aparezca

los pondrás como en un horno encendido.

El Señor los destruirá en su ira,

y el fuego los devorará.

11Quita de la tierra su descendencia,

y su raza de entre los hijos de los hombres.

12Y si dirigen sus malas artes contra Ti

y maquinan insidias, nada podrán.

13Porque Tú los pondrás en fuga

al dirigir tu arco hacia su rostro.

14[4361]Levántate, Yahvé, en tu poderío,

y con salmos celebraremos tus hazañas.

SALMO 21 (22)
Elí, Elí, “lemá sabactani?” (Profecía sobre la Pasión de Cristo)

1[4362]Al maestro de coro. Por el pronto socorro. Salmo de David.

2[4363]Dios mío, Dios mío,

¿por qué me has abandonado?

Los gritos de mis pecados

alejan de mí el socorro.

3[4364]Dios mío, clamo de día, y no respondes;

de noche también, y no te cuidas de mí.

4[4365]Y Tú, sin embargo,

estás en tu santa morada,

¡oh gloria de Israel!

5En Ti esperaron nuestros padres;

esperaron, y los libraste.

6A Ti clamaron, y fueron salvados;

en Ti confiaron,

y no quedaron confundidos.

7[4366]Pero es que yo soy gusano,

y no hombre,

oprobio de los hombres

y desecho de la plebe.

8Cuantos me ven se mofan de mí,

tuercen los labios y menean la cabeza:

9[4367] “Confió en Yahvé: que Él lo salve;

líbrelo, ya que en Él se complace.”

10Sí, Tú eres mi sostén

desde el seno materno,

mi refugio desde los pechos de mi madre.

11A Ti fui entregado

desde mi nacimiento;

desde el vientre de mi madre

Tú eres mi Dios.

12[4368]No estés lejos de mí,

porque la tribulación está cerca,

porque no hay quien socorra.

13[4369]Me veo rodeado de muchos toros;

los fuertes de Basan me cercan;

14abren contra mí sus bocas,

cual león rapaz y rugiente.

15[4370]Soy como agua derramada,

todos mis huesos se han descoyuntado;

mi corazón, como cera,

se diluye en mis entrañas.

16Mi garganta se ha secado como una teja;

mi lengua se pega a mi paladar,

me has reducido al polvo de la muerte.

17[4371]Porque me han rodeado muchos perros;

una caterva de malvados me encierra;

han perforado mis manos y mis pies;

18puedo contar todos mis huesos.

Entretanto, ellos miran,

y al verme se alegran.

19[4372]Se reparten mis vestidos,

y sobre mi túnica echan suertes.

20[4373]Mas Tú, Yahvé, no estés lejos de mí;

sostén mío, apresúrate a socorrerme.

21Libra mi alma de la espada,

mi vida del poder del perro.

22[4374]Sálvame de la boca del león;

de entre las astas de los bisontes escúchame.

23[4375]Anunciaré tu Nombre a mis hermanos,

y proclamaré tu alabanza

en medio de la asamblea.

24Los que teméis a Yahvé alabadle,

glorificadle, vosotros todos, linaje de Israel.

25Pues no despreció ni desatendió

la miseria del miserable;

no escondió de él su rostro,

y cuando imploró su auxilio, le escuchó.

26[4376]Para Ti será mi alabanza en la gran asamblea,

cumpliré mis votos

en presencia de los que te temen.

27[4377]Los pobres comerán y se hartarán,

alabarán a Yahvé los que le buscan.

Sus corazones vivirán para siempre.

28[4378]Recordándolo, volverán a Yahvé

todos los confines de la tierra;

y todas las naciones de los gentiles

se postrarán ante su faz.

29[4379]Porque de Yahvé es el reino,

y Él mismo gobernará a las naciones.

30[4380]A Él solo adorarán

todos los que duermen

bajo la tierra;

ante Él se encorvará

todo el que desciende al polvo,

y no tiene ya vida en sí.

31[4381]Mi descendencia le servirá a Él

y hablará de Yahvé a la edad venidera.

32[4382]Anunciará su justicia

a un pueblo que ha de nacer:

“Estas cosas ha hecho Yahvé.”

SALMO 22 (23)
El buen Pastor

1[4383]Salmo de David.

Yahvé es mi pastor,

nada me faltará.

2Él me hace recostar en verdes prados,

me conduce a manantiales

que restauran,

3Confortando mi alma,

guiándome por senderos rectos,

para gloria de su Nombre.

4[4384]Aunque atraviese

un valle de tinieblas,

no temeré ningún mal,

porque Tú vas conmigo.

Tu bastón y tu cayado

me infunden aliento.

5[4385]Para mí Tú dispones una mesa

ante los ojos de mis enemigos.

Unges con bálsamo mi cabeza;

mi copa rebosa.

6[4386]Bondad y misericordia me seguirán

todos los días de mi vida;

y moraré en la casa de Yahvé

por días sin fin.

SALMO 23 (24)
Entrada del Rey de la gloria

1[4387]De David. Salmo.

De Yahvé es la tierra

y cuanto ella contiene;

el orbe y cuantos lo habitan.

2[4388]Porque Él la asentó sobre mares

y la afirmó sobre corrientes.

3¿Quién será digno

de ascender al monte de Yahvé?

y ¿quién estará en su santuario?

4[4389]Aquel que tiene inmaculadas las manos

y puro el corazón,

que no inclinó su ánimo a la vanidad

[ni juró con doblez];

5él recibirá la bendición de Yahvé,

y la justicia de Dios su Salvador.

6Esta es la generación

de los que lo buscan,

de los que buscan tu faz,

(Dios de) Jacob.

7[4390]¡Levantad, oh puertas, vuestros dinteles,

y alzaos, portones antiquísimos,

para que entre el Rey de la gloria!

8¿Quién es este Rey de la gloria?

Yahvé fuerte y poderoso;

Yahvé, poderoso en la batalla.

9¡Levantad, oh puertas, vuestros dinteles,

y alzaos, portones antiquísimos,

para que entre el Rey de la gloria!

10¿Quién es este Rey de la gloria?

Yahvé Dios de los ejércitos:

Él mismo es el Rey de la gloria.

SALMO 24 (25)
Oración para crecer en la amistad de Dios

1De David.

A Ti, Yahvé, Dios mío, elevo mi alma;

2en Ti confío, no sea yo confundido;

no se gocen a costa mía mis enemigos.

3[4391]No, ninguno que espera en Ti es confundido.

Confundido queda el que locamente se aparta de Ti.

4[4392]Muéstrame tus caminos, oh Yahvé,

indícame tus sendas;

5condúceme a tu verdad e instrúyeme,

porque Tú eres el Dios que me salva,

y estoy siempre esperándote.

6[4393]Acuérdate, Yahvé, de tus misericordias,

y de tus bondades de todos los tiempos.

7[4394]No recuerdes los pecados de mi mocedad,

[ni mis ofensas];

según tu benevolencia acuérdate de mí,

por tu bondad, oh Yahvé.

8[4395]Yahvé es benigno y es recto;

por eso da a los pecadores

una ley para el camino;

9[4396]guía en la justicia a los humildes,

y amaestra a los dóciles en sus vías.

10[4397]Todos los caminos de Yahvé

son misericordia y fidelidad

para cuantos buscan su alianza

y sus disposiciones.

11Por la gloria de tu Nombre, oh Yahvé,

Tú perdonarás mi culpa,

aunque es muy grande.

12¿Hay algún hombre que tema a Yahvé?

A ese le mostrará Él qué senda elegir;

13[4398]reposará su alma rodeada de bienes,

y su descendencia poseerá la tierra.

14[4399]Yahvé concede intimidad familiar

a los que le temen;

les da a conocer (las promesas de) su alianza.

15[4400]Mis ojos están siempre puestos en Yahvé

porque Él saca mis pies del lazo.

16[4401]Mírame Tú y tenme lástima,

porque soy miserable y estoy solo.

17[4402]Ensancha mi corazón angustiado,

sácame de mis estrecheces.

18[4403]Mira que estoy cargado y agobiado,

y perdona Tú todos mis delitos.

19[4404]Repara en mis enemigos,

porque son muchos

y me odian con odio feroz.

20[4405]Cuida Tú mi alma y sálvame;

no tenga yo que sonrojarme

de haber acudido a Ti.

21[4406]Los íntegros y justos

están unidos conmigo,

porque espero en Ti.

22[4407]Oh Yahvé, libra a Israel

de todas sus tribulaciones.

SALMO 25 (26)
Confianza del hombre recto

1[4408]De David.

Hazme justicia, oh Yahvé:

he procedido con integridad:

y, puesta en Yahvé mi confianza,

no he vacilado.

2[4409]Escrútame, Yahvé, y sondéame;

acrisola mi conciencia y mi corazón.

3[4410]Porque, teniendo tu bondad

presente a mis ojos,

anduve según tu verdad.

4[4411]No he tomado asiento con hombres inicuos,

ni busqué la compañía de los que fingen;

5aborrecí la sociedad de los malvados,

y con los impíos no tuve comunicación.

6[4412]Lavo mis manos como inocente

y rodeo tu altar, oh Yahvé,

7[4413]para levantar mi voz en tu alabanza

y narrar todas tus maravillas.

8[4414]Amo, Yahvé, la casa de tu morada,

el lugar del tabernáculo de tu gloria.

9No quieras juntar mi alma con los pecadores,

ni mi vida con los sanguinarios,

10[4415]que en sus manos tienen crimen,

y cuya diestra está llena de soborno,

11en tanto que yo he procedido con integridad;

sálvame y apiádate de mí.

12[4416]Ya está mi pie sobre camino llano;

en las asambleas bendeciré a Yahvé.

SALMO 26 (27)
Espera confiada

1[4417]De David.

Yahvé es mi luz y mi socorro;

¿a quién temeré?

La defensa de mi vida es Yahvé;

¿ante quién podré temblar?

2Cada vez que me asaltan los malignos

para devorar mi carne,

son ellos, mis adversarios y enemigos,

quienes vacilan y caen.

3Si un ejército acampase contra mí,

mi corazón no temería;

y aunque estalle contra mí la guerra,

tendré confianza.

4[4418]Una sola cosa he pedido a Yahvé,

y esto sí lo reclamo:

[habitar en la casa de Yahvé

todos los días de mi vida];

contemplar la suavidad de Yahvé

y meditar en su santuario.

5[4419]Porque en el día malo

Él me esconderá en su tienda;

me tendrá seguro

en el secreto de su tabernáculo,

y me pondrá sobre una alta roca.

6[4420]Entonces mi cabeza se alzará

por encima de mis enemigos en torno mío,

e inmolaré en su tabernáculo

sacrificios de júbilo;

cantaré y entonaré salmos a Yahvé.

7Escucha, oh Yahvé, mi voz que te llama;

ten misericordia de mí y atiéndeme.

8[4421]Mi corazón sabe

que Tú has dicho: “Buscadme.”

Y yo busco tu rostro, oh Yahvé.

9No quieras esconderme tu faz,

no rechaces con desdén a tu siervo.

Mi socorro eres Tú;

no me eches fuera,

ni me desampares,

oh Dios, Salvador mío.

10[4422]Si mi padre y mi madre me abandonan,

Yahvé me recogerá.

11Muéstrame, oh Yahvé, tu camino,

y condúceme por la senda llana

a causa de los que me están asechando.

12[4423]No me dejes entregado

a la voluntad de mis enemigos,

porque se han levantado

contra mí falsos testigos

que respiran crueldad.

13[4424] ¡Ah, si no creyera yo

que veré los bienes de Yahvé

en la tierra de los vivientes!

14[4425]¡Aguarda a Yahvé y ten ánimo;

aliéntese tu corazón y aguarde a Yahvé!

SALMO 27 (28)
Oración escuchada

1[4426]De David.

A Ti, Yahvé, clamo, roca mía,

no te muestres sordo conmigo;

no sea que si Tú me desoyes

me asemeje yo a los que bajan al sepulcro.

2[4427]Escucha la voz de mi súplica

cuando clamo a Ti,

mientras levanto mis manos

hacia el interior de tu Santuario.

3[4428]No me quites de en medio con los impíos

y los obradores de iniquidad,

que hablan paz a su prójimo

y maquinan el mal en su corazón.

4[4429]Retribúyeles conforme a sus obras

y a la malicia de sus maquinaciones;

págales según su conducta,

dales su merecido.

5[4430]Porque no paran mientes

en los hechos de Yahvé,

ni en las obras de sus manos.

¡Destrúyalos Él y no los restablezca!

6[4431]Bendito sea Yahvé,

porque oyó la voz de mi súplica.

7Yahvé es mi fortaleza y mi escudo;

en Él confió mi corazón y fui socorrido.

Por eso mi corazón salta de gozo

y lo alabo con mi cántico.

8[4432]Yahvé es la fuerza de su pueblo,

y el alcázar de salvación para su ungido.

9[4433]Salva a tu pueblo

y bendice a tu heredad;

apaciéntalos y condúcelos para siempre.

SALMO 28 (29)
La voz de Yahvé en la tempestad del juicio

1[4434]Salmo de David.

Dad a Yahvé, oh hijos de Dios,

dad a Yahvé gloria y poderío.

2[4435]Tributad a Yahvé la gloria

debida a su Nombre,

adorad a Yahvé en su Santuario.

3[4436]¡La voz de Yahvé sobre las aguas!

Truena el Dios de la majestad,

Yahvé sobre las muchas aguas.

4¡La voz de Yahvé con poderío!

¡La voz de Yahvé con majestad!

5La voz de Yahvé troncha los cedros,

Yahvé troncha los cedros del Líbano.

6[4437]Hace brincar al Líbano como un novillo,

y al Schirión como cría de bisonte.

7La voz de Yahvé hace brotar llamas de fuego.

8La voz de Yahvé sacude el desierto;

Yahvé hace temblar el desierto de Cadés.

9La voz de Yahvé retuerce los robles

y arrasa las selvas,

mientras en su Santuario todos dicen:

¡Gloria!

10[4438]Yahvé ha puesto su trono

sobre las muchas aguas,

y se sentará como Rey para siempre.

11[4439]Yahvé dará fortaleza a su pueblo;

Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.

SALMO 29 (30)
Acción de gracias después de una enfermedad grave

1[4440]Salmo-cántico para la dedicación de la casa de David.

2Yo te alabo, Yahvé, porque me libraste

y no dejaste que a costa mía

se alegraran mis enemigos.

3Yahvé, Dios mío,

clamé a Ti, y me sanaste.

4[4441]Tú, Yahvé, sacaste mi vida del sepulcro;

me sacaste de entre los que descienden a la fosa.

5[4442]Cantad himnos a Yahvé

vosotros sus santos,

dad gracias al Nombre de Su santidad.

6[4443]Porque su enojo dura un instante,

mas su benevolencia es por toda la vida,

como el llanto viene al anochecer

y con la aurora vuelve la alegría.

7[4444]Me decía yo en mi presunción:

“Nunca me pasará nada”;

8pues Tú, oh Yahvé, en tu benevolencia,

me habías prestado honor y poderío;

mas apenas escondiste tu rostro,

quedé conturbado.

9Clamé a Ti, oh Yahvé,

e imploré la misericordia de mi Dios:

10[4445] “¿Qué beneficio se obtendrá con mi sangre,

cuando yo descienda a la fosa?

¿Acaso te alabará el polvo,

o proclamará tu fidelidad?”

11[4446]Me oyó Yahvé y tuvo compasión de mí;

Yahvé vino en mi socorro.

12Convertiste en danza mi llanto

desataste mi cilicio

y me ceñiste de alegría,

13para que mi alma

te cante himnos sin cesar.

¡Oh Yahvé, Dios mío,

te alabaré eternamente!

SALMO 30 (31)
Serenidad en la hora de la muerte

1[4447]Al maestro de coro. Salmo de David.

2[4448]En Ti, Yahvé, me refugio;

no quede yo nunca confundido;

sálvame con tu justicia.

3[4449]Inclina a mí tu oído,

apresúrate a librarme.

Sé para mí la roca de seguridad,

la fortaleza donde me salves.

4Porque Tú eres mi peña y mi baluarte,

y por la gloria de tu nombre,

cuidarás de mí y me conducirás.

5Tú me sacarás de la red,

que ocultamente me tendieron,

porque eres mi protector.

6[4450]En tus manos encomiendo mi espíritu.

¡Tú me redimirás, oh Yahvé, Dios fiel!

7[4451]Aborreces a los que dan culto

a vanos ídolos,

mas yo pongo mi confianza en Yahvé.

8Rebosaré de gozo y alegría

por tu compasión;

pues Tú ves mi miseria,

y has socorrido a mi alma en sus angustias;

9[4452]nunca me entregaste

en manos del enemigo,

sino que afianzaste mis pies

en lugar espacioso.

10[4453]Ten piedad de mí, Yahvé,

porque estoy conturbado;

mis ojos decaen de tristeza,

mi alma y mi cuerpo

desfallecen juntamente.

11[4454]Porque mi vida

se va acabando entre dolores

y mis años entre gemidos.

Mi vigor ha flaqueado en la aflicción,

y se han debilitado mis huesos.

12[4455]He venido a ser objeto de oprobio

para todos mis enemigos,

de burla para mis vecinos

y de horror para mis amigos:

los que me encuentran por la calle

se apartan de mí;

13como si hubiera muerto,

se ha borrado mi recuerdo de sus corazones;

he llegado a ser como una vasija rota.

14Oigo el hablar malévolo de muchos,

y esparcir el espanto en torno mío.

Mientras a una se conjuran contra mí,

han pensado en quitarme la vida.

15Pero yo confío en Ti, Yahvé;

digo: “Tú eres mi Dios.”

16[4456]Mi destino está en tu mano;

sácame del poder de mis enemigos

y de mis perseguidores.

17Muestra a tu siervo tu rostro sereno;

sálvame por tu misericordia.

18[4457]Oh Yahvé, no tenga yo que avergonzarme

por haberte invocado;

avergonzados queden los impíos

y reducidos al silencio del abismo.

19Enmudezcan esos labios mentirosos

que, con soberbia y menosprecio,

hablan inicuamente contra el justo.

20[4458]¡Oh cuán grande, Señor, es la bondad

que reservas para los que te temen,

y concedes a quienquiera recurre a Ti

delante de los hombres!

21[4459]Tú proteges a cada uno

con tu propio rostro,

frente a la conspiración de los hombres;

en tu tienda los escondes

del azote de las lenguas.

22[4460]Bendito sea Yahvé,

porque en ciudad fuerte ha mostrado

su admirable misericordia para conmigo.

23[4461]Verdad que yo, en mi perturbación,

llegué a decir:

“Separado estoy de tu vista”;

mas Tú oíste la voz de mi súplica

cuando grité hacia Ti.

24Amad a Yahvé, todos sus santos,

pues Yahvé protege a los fieles,

mientras retribuye plenamente

a los que obran con soberbia.

25[4462]¡Animaos y confortad vuestro corazón,

todos los que esperáis en Yahvé!

SALMO 31 (32)
Confesión

1[4463]Maskil de David.

Dichoso aquel a quien es perdonada su iniquidad,

cuyo pecado es olvidado.

2[4464]Dichoso el hombre

a quien Yahvé no imputa culpa

y en cuyo espíritu no hay doblez.

3[4465]Mientras callé se consumieron mis huesos,

en medio de mis continuos gemidos.

4Porque de día y de noche

pesaba sobre mí tu mano,

me revolcaba en mi miseria

mientras tenía clavada la espina.

5[4466]Entonces te manifesté mi delito,

y no te oculté mi culpa;

dije: “confesaré mi iniquidad a Yahvé”

y Tú remitiste la culpa de mi pecado.

6[4467]Que te invoquen todos los fieles,

en el tiempo en que puedes ser hallado;

aunque irrumpiera un diluvio de agua,

no les alcanzará.

7Tú para mí eres un refugio

que me libra de la angustia,

Tú me envuelves en el gozo de mi salud.

8[4468] “Yo te aleccionaré

y te mostraré el camino que has de seguir;

de ti cuidaré y fijaré sobre ti mis ojos.

9[4469]No quieras ser como el caballo o el mulo,

sin entendimiento,

que han de ser domados con freno y riendas

para que te obedezcan.”

10Muchos dolores aguardan al pecador,

mas al que confía en Yahvé

lo defenderá la misericordia.

11[4470]Alegraos en Yahvé y regocijaos, oh justos;

saltad de júbilo todos los rectos de corazón.

SALMO 32 (33)
Himno a la providencia de Dios

1[4471]Cantad, oh justos, a Yahvé,

la alabanza es propia de los rectos.

2[4472]Celebrad al Señor con la cítara;

con el arpa de diez cuerdas cantadle himnos.

3[4473]Entonadle un cántico nuevo;

tañed bien sonoramente.

4[4474]Porque la Palabra de Yahvé es recta,

y toda su conducta es fiel.

5[4475]Él ama la misericordia y la justicia,

la tierra está llena de la bondad de Yahvé.

6[4476]Por la Palabra de Yahvé

fueron hechos los cielos,

y todo su ornato por el soplo de su boca.

7[4477]Él junta como en un odre las aguas del mar,

encierra en depósitos los abismos.

8Tema a Yahvé toda la tierra;

reveréncienle todos los pobladores del orbe.

9[4478]Porque Él habló y quedaron hechos;

mandó, y tuvieron ser.

10[4479]Yahvé desbarata los planes de las naciones,

deshace los designios de los pueblos.

11[4480]Mas los planes del Señor permanecen eternamente;

los designios de su corazón,

de generación en generación.

12¡Dichoso el pueblo

que tiene por Dios a Yahvé,

dichoso el pueblo

que Él escogió para herencia suya!

13Yahvé mira desde lo alto de los cielos,

ve a todos los hijos de los hombres.

14Desde el lugar de su morada fija sus ojos,

sobre todos los que habitan la tierra.

15[4481]Él, que formó el corazón de cada uno,

presta atención a todas sus acciones.

16No vence el rey por un gran ejército;

el guerrero no se salva por su mucha fuerza.

17[4482]Engañoso es el caballo para la victoria,

todo su vigor no salvará al jinete.

18Mas los ojos de Yahvé

velan por los que le temen,

por los que esperan de su misericordia,

19que ha de librar sus almas de la muerte,

y alimentarlos en el tiempo de hambre.

20Nuestra alma cuenta con Yahvé;

Él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

21En Él se regocija nuestro corazón,

y en su santo Nombre confiamos.

22[4483]Sea, Yahvé, sobre nosotros tu misericordia,

según lo esperamos de Ti.

SALMO 33 (34)
Felicidad del justo

1[4484]De David. Cuando fingió ante el rey Abimelec haber perdido el juicio, y este le desterró y él pudo salvarse.

2Quiero bendecir a Yahvé en todo tiempo,

tener siempre en mi boca su alabanza.

3[4485]En Yahvé se gloría mi alma;

oigan los afligidos y alégrense.

4Enalteced conmigo a Yahvé,

y juntos ensalcemos su Nombre.

5Busqué a Yahvé y Él me escuchó,

y me libró de todos mis temores.

6[4486]Miradlo a Él

para que estéis radiantes de gozo,

y vuestros rostros

no estén cubiertos de vergüenza.

7He aquí un miserable que clamó,

y Yahvé lo oyó, lo salvó de todas sus angustias.

8El ángel de Yahvé monta guardia

en torno a los temerosos de Dios y los salva.

9[4487]Gustad y ved cuán bueno es Yahvé;

dichoso el hombre que se refugia en Él.

10[4488]Temed a Yahvé, vosotros, santos suyos;

los que le temen no carecen de nada.

11[4489]Empobrecen los ricos y sufren hambre;

pero a los que buscan a Yahvé

no les faltará ningún bien.

12[4490]Venid, hijos, escuchadme,

y os enseñaré el temor de Yahvé.

13¿Ama alguno la vida?

¿Desea largos días para gozar del bien?

14Pues guarda tu lengua del mal,

y tus labios de las palabras dolosas.

15Apártate del mal, y obra el bien;

busca la paz, y ve en pos de ella.

16[4491]Los ojos de Yahvé miran a los justos;

y sus oídos están abiertos

a lo que ellos piden.

17[4492]Yahvé aparta su vista

de los que obran el mal,

para borrar de la tierra su memoria.

18Claman los justos y Yahvé los oye,

y los saca de todas sus angustias.

19[4493]Yahvé está junto

a los que tienen el corazón atribulado

y salva a los de espíritu compungido.

20[4494]Muchas son las pruebas del justo,

mas de todas lo libra Yahvé.

21[4495]Vela por cada uno de sus huesos;

ni uno solo será quebrado.

22[4496]La malicia del impío lo lleva a la muerte;

y los que odian al justo serán castigados.

23[4497]Yahvé redime las almas de sus siervos,

y quienquiera se refugie en Él no pecará.

SALMO 34 (35)
El abogado de los perseguidos

1[4498]De David.

Disputa mi causa, oh Yahvé,

contra mis contendores;

combate Tú a los que me combaten.

2[4499]Echa mano al escudo y al broquel,

y levántate en mi socorro.

3[4500]Empuña la lanza,

y cierra contra mis perseguidores.

Dile a mi alma:

“Tu salvación soy Yo.”

4[4501]Queden confusos y avergonzados

los que buscan mi vida.

Vuelvan atrás, cubiertos de oprobio

los que maquinan mi perdición.

5Sean como la paja ante el viento,

acosados por el Ángel de Yahvé.

6Sea su camino obscuro y resbaloso,

cuando el Ángel de Yahvé los persiga.

7[4502]Porque sin causa me tendieron su red;

y sin causa cavaron una fosa para mi vida.

8Venga sobre ellos la muerte inesperada,

y préndalos la red que para mí escondieron;

caigan en la fosa que ellos mismos cavaron.

9[4503]Y mi alma se regocijará en Yahvé,

y se alegrará de su auxilio.

10[4504]Todos mis huesos dirán:

¿Quién como Tú, Yahvé,

que libras del prepotente

al desvalido,

y al pobre y afligido

de la mano del que lo despoja?

11[4505]Se levantaron testigos de iniquidad;

me pedían cuentas de cosas

que yo ni conocía.

12Por el bien me devolvían mal,

para desolación de mi alma.

13[4506]En tanto que yo,

cuando ellos enfermaban,

vestía de cilicio,

me maceraba con el ayuno,

y mis plegarias me golpeaban el seno.

14Me portaba como con un amigo,

como con un hermano;

me encorvaba triste,

como quien llora a una madre.

15[4507]Ellos, en cambio, se alegraron

en mi adversidad, y se juntaron;

coligados contra mí

me hirieron de improviso,

me laceraron sin tregua.

16[4508]Entre impíos burladores de torta redonda,

rechinaron contra mí sus dientes.

17[4509]¿Hasta cuándo. Señor,

lo estarás viendo?

libra de sus maldades mi vida,

de los leones a mi único bien.

18Te daré gracias en la gran asamblea,

te alabare ante un pueblo numeroso.

19[4510]No se alegren a costa mía

mis injustos enemigos;

no se hagan guiños de ojo

los que sin causa me odian,

20porque ni siquiera hablan de paz,

y planean traidoramente fraudes

contra los pacíficos de la tierra.

21[4511]Ensanchan contra mí sus bocas

y dicen: “aja, aja;

lo hemos visto con nuestros propios ojos”.

22Tú, Yahvé, sí que lo has visto;

no calles, Señor,

no quieras estar lejos de mí.

23Despierta y vela por mi defensa,

por mi causa, Dios mío y Señor mío.

24[4512]Júzgame Tú según tu justicia,

Yahvé, Dios mío,

que no se alegren a mi costa;

25que no piensen en su corazón:

“Hemos salido con nuestro deseo”;

no digan: “Lo hemos devorado.”

26Confundidos sean y abochornados a una

los que se gozan en mi mal.

Sean cubiertos de vergüenza e ignominia

los que se ensoberbecen contra mí.

27Alégrense y gócense

los que comparten mi causa,

y digan siempre: “Grande es Yahvé

que se deleita en la paz de su siervo.”

28[4513]Y mi lengua proclamará tu justicia;

y tu alabanza perpetuamente.

SALMO 35 (36)
La malicia humana y la bondad divina

1[4514]Al maestro de coro. De David, siervo de Dios.

2La rebeldía instiga al impío en su corazón;

a sus ojos no hay temor de Dios.

3Por tanto, se lisonjea en su mente

de que su culpa no será hallada

ni aborrecida.

4[4515]Las palabras de su boca

son malicia y fraude,

no se cuida de entender para obrar bien.

5En su lecho medita la iniquidad;

anda siempre en malos caminos.

La maldad no le causa horror.

6[4516]Yahvé, tu misericordia toca el cielo;

tu fidelidad, las nubes.

7Tu justicia es alta

como los montes de Dios;

profundos como el mar, tus juicios.

Tú, Yahvé, socorres al hombre y al animal.

8¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu largueza!

los hijos de los hombres se abrigan

a la sombra de tus alas.

9Se sacian con la abundancia de tu casa,

y los embriagas en el río de tus delicias.

10[4517]Pues en Ti está la fuente de la vida,

y en tu luz vemos la luz.

11[4518]Despliega tu bondad

sobre los que te conocen,

y tu justicia sobre los de corazón recto.

12No me aplaste el pie del soberbio

ni me haga vacilar la mano del impío.

13[4519]He aquí derribados

a los obradores de la iniquidad,

caídos para no levantarse más.

SALMO 36 (37)
Espejo de la Providencia

1[4520]De David.

No te acalores a causa de los malvados,

ni envidies a los que cometen la iniquidad.

2Porque muy pronto serán cortados,

como el heno,

y como hierba verde se secarán.

3Tú, espera en Yahvé y obra el bien;

permanece en la tierra

y cultiva la rectitud.

4[4521]Pon tus delicias en Yahvé,

y Él te otorgará lo que tu corazón busca.

5[4522]Entrega a Yahvé tu camino;

confíate a Él y déjale obrar.

6Él hará aparecer tu justicia como el día,

y tu causa como la luz meridiana.

7[4523]Calla ante Yahvé y espera de Él;

no te acalores

a causa del que prospera en su camino,

del hombre que obra torcidamente.

8[4524]Depón el rencor y aplaca la ira,

no te irrites: pues sería peor;

9porque los que obran mal

serán exterminados,

mas los que esperan en Yahvé

heredarán la tierra.

10Aguarda un poco,

y el impío ya no estará;

y si buscas su lugar,

no lo hallarás.

11En tanto que los mansos

poseerán la tierra,

y se deleitarán en abundancia de paz.

12[4525]El impío urde males contra el justo,

y a su vista rechina los dientes;

13[4526]pero Yahvé se ríe de él,

porque está viendo llegar su día.

14Los perversos desenvainan la espada

y tienden su arco,

para derribar al afligido y al desvalido,

y trucidar a los que son rectos.

15Pero la espada se les clavará

en su propio corazón,

y sus arcos se romperán.

16[4527]Más vale lo poco del justo

que la gran opulencia de los pecadores;

17porque serán quebrados

los brazos de los impíos,

en tanto que a los justos

los sostiene Yahvé.

18Lleva cuenta Yahvé

de los días de los justos,

y su herencia será eterna.

19No se verán confundidos

en tiempo de calamidad,

y en los días de hambre

serán saciados.

20[4528]Mas los impíos perecerán;

y los enemigos de Yahvé,

los altivos ensoberbecidos en su corazón,

se desvanecerán como el humo.

21[4529]El malvado toma en préstamo

y no devuelve,

mas el justo es compasivo y da;

22porque los benditos poseerán la tierra,

pero los malditos serán exterminados.

23[4530]Yahvé dirige los pasos del hombre,

al que le agrada Él le afirma el camino.

24Aunque resbalare,

no caerá postrado,

porque Yahvé lo sostiene con su mano.

25[4531]Joven fui y ahora soy viejo,

mas nunca he visto

al justo desamparado,

ni a sus hijos mendigando el pan.

26En todo tiempo es misericordioso

y presta,

y su estirpe es bendecida.

27[4532]Huye tu del mal y haz el bien,

y habitarás por siempre.

28Pues Yahvé ama la justicia,

y no abandona a sus santos;

los impíos serán exterminados,

y su descendencia perecerá.

29[4533]Los justos poseerán la tierra,

y habitarán en ella para siempre.

30[4534]La boca del justo profiere sabiduría,

y su lengua habla con rectitud.

31La Ley de su Dios está en su corazón,

y sus pasos no vacilan.

32[4535]El impío anda en acecho del justo,

y busca cómo quitarle la vida;

33pero Yahvé no lo deja en sus manos,

ni permite que le condenen

cuando es juzgado.

34[4536]Cuenta con Yahvé

y sigue su camino;

Él te conducirá

a la herencia de la tierra;

asistirás gozoso

al exterminio de los perversos.

35Vi al impío sumamente empinado

y expandiéndose,

como un cedro del Líbano;

36pasé de nuevo, y ya no estaba;

lo busqué, y no fue encontrado.

37[4537]Observa al hombre íntegro

y mira al que es recto,

porque el hombre pacífico

tendrá porvenir,

38en tanto que los rebeldes

todos perecerán,

y la posteridad de los impíos

será extirpada.

39De Yahvé viene

la salvación de los justos;

Él es su fortaleza en los días aciagos.

40[4538]Yahvé les da ayuda y libertad;

los saca de las manos de los impíos

y los salva,

porque a Él se acogieron.

SALMO 37 (38)
Invocación del justo atribulado (Cristo en la Pasión)

1[4539]Salmo de David. Para recuerdo.

2Yahvé, no me arguyas en tu ira,

ni me castigues en tu furor.

3[4540]Mira que tengo clavadas tus flechas,

y tu mano ha caído sobre mí.

4[4541]A causa de tu indignación

no hay en mi carne parte sana,

ni un hueso tengo intacto,

por culpa de mi pecado.

5Es que mis iniquidades

pasan sobre mi cabeza,

me aplasta el peso de su carga.

6[4542]Mis llagas hieden y supuran,

por culpa de mi insensatez.

7Inclinado, encorvado hasta el extremo,

en mi tristeza

ando todo el día sin rumbo;

8mis entrañas se abrasan de dolor,

no queda nada sano en mi cuerpo.

9Languidezco abrumado;

los gemidos de mi corazón me hacen rugir.

10Señor, a tu vista están todos mis suspiros,

y mis gemidos no se te ocultan.

11Palpita fuertemente mi corazón;

las fuerzas me abandonan,

y aún me falta la luz de mis ojos.

12[4543]Mis amigos y compañeros

se han apartado de mis llagas,

y mis allegados se mantienen, a distancia.

13[4544]Me tienden lazos

los que atentan contra mi vida;

los que buscan mi perdición

hablan de amenazas

y forman todo el día designios aviesos.

14[4545]Yo entretanto, como sordo, no escucho;

y soy como mudo que no abre sus labios.

15Me he hecho semejante

a un hombre que no oye

y que no tiene respuesta en su boca;

16[4546]porque confío en Ti, oh Yahvé,

Tú responderás, Señor Dios mío.

17[4547]Yo he dicho en efecto:

“No se alegren a costa mía,

y no se ensoberbezcan contra mí

al vacilar mi pie.”

18[4548]Pues me encuentro a punto de caer,

y tengo siempre delante mi flaqueza,

19[4549]dado que confieso mi culpa

y estoy lleno de turbación por mi delito;

20en tanto que son poderosos

los que injustamente me hacen guerra,

y muchos los que me odian sin causa.

21Y los que devuelven mal por bien

me hostilizan,

porque me empeño en lo bueno.

22No me abandones, oh Yahvé;

Dios mío, no quieras estar lejos de mí.

23Apresúrate a socorrerme,

Yahvé, salvación mía.

SALMO 38 (39)
Oración en tiempo de aflicción

1[4550]Al maestro de coro, a Iditún. Salmo de David.

2[4551]Yo me dije: “Atenderé a mis caminos,

para no pecar con mi lengua;

pondré un freno a mi boca

mientras el impío esté frente a mí.”

3[4552]Y quedé silencioso, mudo;

callé aun el bien;

pero mi dolor se exasperaba.

4[4553]El corazón ardía en mi pecho;

cuando reflexionaba, el fuego se encendía;

entonces solté mi lengua diciendo:

5[4554] “Hazme saber, Yahvé, cuál es mi fin,

y cuál el número de mis días,

para que entienda cuán caduco soy.

6Tú diste a mis días un largo de pocos palmos,

y mi vida es como nada ante Ti.

Un mero soplo es todo hombre.

7[4555]Como una sombra, pasa el mortal,

y vanamente se inquieta;

atesora, y no sabe quién recogerá.”

8Así pues ¿qué espero yo ahora, Señor?

Toda mi esperanza está en Ti.

9Sálvame Tú de todas mis iniquidades;

no me entregues al escarnio del necio.

10[4556]Enmudezco y no abro más mi boca;

porque todo lo haces Tú.

11Solo aparta de mí tu azote,

pues ante el poder de tu mano desfallezco.

12[4557]Tú castigas al hombre por su culpa;

destruyes, como la polilla,

lo que él más aprecia.

En verdad, todo hombre

no es más que un soplo.

13[4558] Escucha, Yahvé, mi ruego,

presta oído a mis clamores,

no te hagas sordo a mis lágrimas;

porque frente a Ti yo soy un peregrino,

un transeúnte, como fueron todos mis padres.

14Deja de castigarme para que respire,

antes que parta y ya no esté.

SALMO 39 (40)
Oblación de Cristo al Padre

1[4559]Al maestro de coro. Salmo de David.

2Esperé en Yahvé,

con esperanza sin reserva,

y Él se inclinó hacia mí

y escuchó mi clamor.

3[4560]Me sacó de una fosa mortal,

del fango cenagoso;

asentó mis pies sobre roca

y dio firmeza a mis pasos.

4Puso en mi boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos verán esto,

y temerán y esperarán en Yahvé.

5[4561]Dichoso el hombre

que ha puesto su esperanza en Yahvé,

sin volverse hacia los arrogantes

y los apóstatas impostores.

6[4562]Oh Yahvé, Dios mío,

Tú has multiplicado

tus hazañas maravillosas,

y nadie puede compararse a Ti,

por tus planes en favor nuestro.

Yo quisiera anunciarlos y proclamarlos,

pero su número excede a todo cálculo.

7[4563]Tú no te has complacido

en sacrificio ni ofrenda,

sino que me has dado oídos;

holocausto y expiación

por el pecado no pides.

8Entonces he dicho:

“He aquí que vengo.”

En el rollo del libro me está prescrito

9hacer tu voluntad;

tal es mi deleite, Dios mío,

y tu Ley está en el fondo de mi corazón.

10[4564]He proclamado tu justicia

en la grande asamblea;

no contuve mis labios;

Tú, Yahvé, lo sabes.

11[4565]No he tenido escondida tu justicia

en mi corazón,

publiqué tu verdad y la salvación

que de Ti viene;

no oculté a la muchedumbre

tu misericordia y tu fidelidad.

12[4566]Tú, Yahvé, no contengas

para conmigo tus piedades;

tu misericordia y tu fidelidad

me guarden siempre.

13[4567]Ahora me rodean males sin número,

mis culpas se precipitan sobre mí,

y no puedo soportar su vista.

Son más numerosas,

que los cabellos de mi cabeza,

y mi corazón desmaya.

14Plegue a Ti, Yahvé, librarme;

apresúrate, Señor, a ayudarme.

15Confundidos sean y avergonzados

todos los que buscan mi vida

para perderla;

retrocedan y cúbranse de ignominia

los que se deleitan en mis males.

16Queden aturdidos de vergüenza

esos que me dicen: “aja, aja”.

17[4568]Pero salten de gozo

y alégrense en Ti

todos los que te buscan;

y los que quieren la salvación

que de Ti viene

digan siempre: “Grande es Yahvé.”

18[4569]En cuanto a mí, soy pobre y miserable;

pero el Señor cuida de mí.

Mi amparo y mi libertador eres Tú;

¡Dios mío, no tardes!

SALMO 40 (41)
Defensa contra los falsos y traidores

1[4570]Al maestro de coro. Salmo de David.

2Dichoso el que sabe comprender

al débil y al pobre;

en el día aciago Yahvé lo pone a salvo.

3[4571]Yahvé cuida de él y lo hace vivir,

lo hace próspero sobre la tierra,

y no lo entrega a la voluntad de sus enemigos.

4[4572]Yahvé lo conforta en el lecho del dolor,

y calma sus padecimientos

durante toda su enfermedad.

5[4573]Yo por mi parte digo:

“Apiádate de mí, Yahvé,

sana mi alma porque pequé contra Ti.”

6Mis enemigos hablan de mí

con maldad (diciendo):

“¿Cuándo morirá y perecerá su nombre?”

7[4574]Y el que viene a visitarme habla con falsía;

en su interior hace provisión de maledicencia,

y entonces sale afuera y la desparrama.

8Todos los que me odian

se juntan para murmurar contra mí;

imaginan de mí lo peor:

9“Le ha sobrevenido una peste maligna;

se acostó y no volverá a levantarse.”

10[4575]Hasta mi amigo, de quien me fiaba,

que comía mi pan,

ha alzado contra mí su calcañar.

11[4576]Mas Tú, Yahvé, apiádate de mí;

levántame para que les retribuya.

12En esto conoceré que me amas,

si el que me odia

no se huelga a costa mía,

13[4577]y me sustentas en mi integridad,

conservándome en tu presencia para siempre.

14[4578] ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,

desde la eternidad y por la eternidad!

Amén, Amén.

SEGUNDO LIBRO DE LOS SALMOS
SALMO 41 (42)
Nostalgia de la casa de Dios

1[4579] Al maestro de coro. Maskil. De los hijos de Coré.

2Como el ciervo ansía

las corrientes de aguas,

así mi alma suspira por Ti, oh Dios,

3[4580]porque mi alma tiene sed de Dios,

del Dios vivo.

¿Cuándo vendré

y estaré en la presencia de Dios?

4[4581]Mis lágrimas se han hecho mi pan

de día y de noche,

mientras se me dice continuamente:

“¿Dónde está tu Dios?”

5[4582]Me acuerdo

-y el recuerdo me parte el alma-

de cómo caminaba yo

al frente de la noble cohorte

hacia la casa de Dios,

entre cantares de júbilo y alabanza,

en festivo cortejo.

6¿Por qué estás afligida, alma mía,

y te conturbas dentro de mí?

Espera en Dios,

pues aún he de alabar

al que es mi salvación, mi Dios.

7[4583]Desfallece en mi interior mi alma,

cuando de Ti me acuerdo;

desde la lejana tierra del Jordán

y del Hermón,

desde la colina de Misar.

8Como, en el estruendo de tus cataratas,

un abismo llama a otro abismo,

así todas tus ráfagas

y tus olas pasan sobre mí.

9[4584]De día gimo: “Mande Yahvé su gracia”,

y de noche entono un cántico,

la plegaria al Dios de mi vida.

10Digo a Dios: “Roca mía,

¿por qué me has olvidado,

por qué he de andar afligido,

bajo la opresión de mis enemigos?”

11Mis huesos se quebrantan

cuando mis adversarios me hacen burla,

diciendo uno y otro día:

“¿Dónde está tu Dios?”

12[4585]¿Por qué estás afligida, alma mía,

y te conturbas dentro de mí?

Espera en Dios,

pues aún he de alabar

al que es mi salvación, mi Dios.

SALMO 42 (43)
Continuación del anterior

1[4586]Hazme justicia, oh Dios,

y aboga en mi causa

contra un pueblo impío;

líbrame del hombre inicuo y doble.

2Pues Tú, oh Dios, eres mi fortaleza;

¿por qué me desechaste?

¿por qué he de andar afligido,

bajo la opresión del adversario?

3[4587]Envíame tu luz y tu verdad;

que ellas me guíen

y me conduzcan a tu santo monte,

a tus tabernáculos.

4[4588]Así llegaré al altar de Dios,

al Dios que es la alegría de mi gozo;

y te alabaré al son de la cítara

oh Dios, Dios mío.

5¿Por qué estás afligida, alma mía,

y te conturbas dentro de mí?

Espera en Dios,

pues aún he de alabar

al que es mi salvación, mi Dios.

SALMO 43 (44)
Apremiante súplica de Israel

1[4589]Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Maskil.

2[4590]Oímos, oh Dios, con nuestros oídos,

nos contaron nuestros padres,

los prodigios que hiciste en sus días,

en los días antiguos.

3[4591]Tú, con tu mano,

expulsando pueblos gentiles,

los plantaste a ellos;

destruyendo naciones,

a ellos los propagaste.

4[4592]Pues no por su espada ocuparon la tierra,

ni su brazo les dio la victoria;

fue tu diestra y tu brazo,

y la luz de tu rostro;

porque Tú los amabas.

5Tú eres mi Rey, mi Dios,

Tú, el que dio la victoria a Jacob.

6Por Ti batimos a nuestros enemigos;

y en nombre tuyo hollamos

a los que se levantaron contra nosotros.

7Porque no en mi arco puse mi confianza,

ni me salvó mi espada,

8sino que Tú nos has salvado

de nuestros adversarios,

y has confundido a los que nos odian.

9En Dios nos gloriábamos cada día,

y continuamente celebrábamos tu Nombre.

10[4593]Pero ahora Tú nos has repelido

y humillado;

ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos.

11Nos hiciste ceder ante nuestros enemigos,

y los que nos odian

nos han saqueado como han querido.

12Nos entregaste como ovejas

destinadas al matadero,

y nos desparramaste entre los gentiles.

13[4594]Vendiste a tu pueblo sin precio,

y no sacaste gran provecho de esa venta.

14[4595]Nos hiciste el escarnio de nuestros vecinos,

la irrisión y el ludibrio

de los que nos rodean.

15Nos convertiste en fábula de los gentiles,

y recibimos de los pueblos

meneos de cabeza.

16Todo el día tengo ante los ojos

mi ignominia,

y la confusión cubre mi rostro,

17a los gritos del que me insulta y envilece,

a la vista del enemigo,

ávido de venganza.

18[4596]Todo esto ha venido sobre nosotros,

mas no nos hemos olvidado de Ti,

ni hemos quebrantado

el pacto hecho contigo.

19No volvió atrás nuestro corazón,

ni nuestro paso se apartó de tu camino,

20[4597]cuando nos aplastaste

en un lugar de chacales

y nos cubriste con sombras de muerte.

21Si nos hubiéramos olvidado

del nombre de nuestro Dios,

extendiendo nuestras manos

a un Dios extraño,

22¿no lo habría averiguado Dios,

Él, que conoce los secretos del corazón?

23[4598]Mas por tu causa

somos ahora carneados cada día,

tenidos como ovejas de matadero.

24[4599]Despierta, Señor. ¿Por qué duermes?

Levántate; no nos deseches para siempre.

25¿Por qué ocultas tu rostro?

¿Te olvidas de nuestra miseria

y de nuestra opresión?

26Agobiada hasta el polvo está nuestra alma,

y nuestro cuerpo pegado a la tierra.

27¡Levántate en nuestro auxilio,

líbranos por tu piedad!

SALMO 44 (45)
Epitalamio del Rey Mesías

1[4600]Al maestro de coro. Sobre el tono de “Schoschannim” (“Las azucenas”). De los hijos de Coré. Maskil. Canto de amor.

2De mi corazón

desbordan faustas palabras,

hablo de lo que hice para el rey,

mi lengua es pluma de ágil escriba.

3[4601]Eres más hermoso

que los hijos de los hombres;

la gracia se ha derramado en tus labios,

pues Dios te ha bendecido para siempre.

4[4602]Oh poderoso,

ciñe a tu flanco tu espada

en tu gloria y majestad.

5[4603]Cabalga, victorioso,

por la verdad y por la justicia,

y tu diestra te mostrará

hazañas formidables.

6Agudas son tus flechas,

los pueblos caerán debajo de ti;

desfallecidos caerán los enemigos del rey.

7[4604]Tu trono, oh Dios, es por los siglos

y para siempre;

el cetro de tu reino es vara de justicia.

8[4605]Tú amas la justicia

y detestas la maldad;

por esto, oh Dios, el Dios tuyo te ungió,

entre todos tus semejantes,

con óleo de alegría.

9[4606]Mirra y áloes y casia exhalan tus vestidos

desde los palacios de marfil

donde te alegraron.

10[4607]Hijas de reyes vienen a tu encuentro;

a tu diestra está en pie la reina,

vestida de oro de Ofir.

11[4608]Oye, hija, y considera; aplica tu oído;

olvida a tu pueblo

y la casa de tu padre.

12[4609]El rey se prendará de tu hermosura;

Él es tu Señor: inclínate ante Él.

13Ante ti se inclinará

la hija de Tiro con dádivas,

y los más ricos de la tierra

solicitarán tu favor.

14[4610]Toda hermosa entra la hija del rey,

vestida de tela de oro.

15[4611]Envuelta en manto multicolor

es llevada al rey;

detrás de ella son introducidas a ti,

las vírgenes, sus amigas;

16son conducidas alegremente y, dichosas,

entran en el palacio del rey.

17[4612]Tus hijos ocuparán

el lugar de tus padres;

los establecerás príncipes

sobre toda la tierra.

18[4613]Haré tu nombre memorable

de edad en edad;

sí, los pueblos te ensalzarán

por los siglos de los siglos.

SALMO 45 (46)
Alcázar es el Dios de Jacob

1[4614]Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Al-Alamoth (para voces de soprano). Cántico.

2Dios es para nosotros refugio y fortaleza;

mucho ha probado ser nuestro auxiliador

en las tribulaciones.

3[4615]Por eso no tememos si la tierra vacila

y los montes son precipitados al mar.

4[4616]Bramen y espumen sus aguas,

sacúdanse a su ímpetu los montes.

Yahvé de los ejércitos está con nosotros;

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

5[4617]Los brazos del río alegran la ciudad de Dios,

la santa morada del Altísimo.

6Dios está en medio de ella,

no será conmovida;

Dios la protegerá desde que apunte el día.

7Agítanse las naciones, caen los reinos;

Él hace oír su voz, la tierra tiembla.

8Yahvé de los ejércitos está con nosotros;

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

9[4618]Venid y ved las obras de Yahvé,

las maravillas que ha hecho sobre la tierra.

10Cómo hace cesar las guerras

hasta los confines del orbe,

cómo quiebra el arco y hace trizas la lanza,

y echa los escudos al fuego.

11[4619] “Basta ya; sabed que Yo soy Dios,

sublime entre las naciones,

excelso sobre la tierra.”

12Yahvé de los ejércitos está con nosotros;

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

SALMO 46 (47)
Israel y las naciones alaban al Rey de toda la tierra

1[4620]Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

2[4621]Pueblos todos, batid palmas;

aclamad a Dios con cantos de júbilo;

3porque el Señor Altísimo, terrible,

es el gran Rey sobre toda la tierra.

4[4622]Él ha sometido los pueblos a nosotros

y a nuestros pies las naciones.

5[4623]Él nos eligió nuestra heredad,

gloria de Jacob, su amado.

6Sube Dios entre voces de júbilo,

Yahvé con sonido de trompeta.

7[4624]Cantad a Dios, cantad;

cantad a nuestro Rey, cantadle.

8Porque Dios es rey sobre toda la tierra;

cantadle un himno.

9Dios reina ya sobre todas las naciones;

Dios se ha sentado sobre su santo trono.

10[4625]Los príncipes de los pueblos se han unido

al pueblo del Dios de Abrahán,

pues los poderosos de la tierra

se han dado a Dios.

Él domina desde lo más alto.

SALMO 47 (48)
Grandezas del Señor en Sión

1[4626]Cántico. Salmo de los hijos de Coré.

2Grande es Yahvé

en la ciudad de nuestro Dios,

y digno de suma alabanza.

3[4627]Su monte sagrado es gloriosa cumbre,

es el gozo de toda la tierra;

el monte Sión, (su) extremo norte,

es la ciudad del gran Rey.

4En sus fortalezas,

Dios se ha mostrado baluarte seguro.

5[4628]Pues, he aquí que los reyes

se habían reunido,

y acometieron a una;

6mas apenas le vieron, se han pasmado,

y aterrados han huido por doquier.

7Los invadió allí un temblor,

una angustia como de parto,

8[4629]como el viento de Oriente

cuando estrella las naves de Tarsis.

9[4630]Como lo habíamos oído,

así lo hemos visto ahora

en la ciudad de Yahvé de los ejércitos,

en la ciudad de nuestro Dios:

Dios la hace estable para siempre.

10Nos acordamos, oh Dios,

de tu misericordia

dentro de tu Templo.

11Como tu Nombre, Dios,

así también tu alabanza

llega hasta los confines de la tierra.

Tu diestra está llena de justicia.

12Alégrese el monte Sión;

salten de júbilo las ciudades de Judá,

a causa de tus juicios.

13[4631]Recorred a Sión, circulad en rededor,

contad sus torres;

14considerad sus baluartes,

examinad sus fortalezas,

para que podáis referir

a la generación venidera:

así es de grande Dios,

15[4632]nuestro Dios para siempre jamás.

Él mismo nos gobernará.

SALMO 48 (49)
No envidiar la opulencia de los malos

1Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

2[4633]Oíd esto, naciones todas,

escuchad, moradores todos del orbe,

3así plebeyos como nobles,

ricos tanto como pobres.

4Mi boca proferirá sabiduría,

y la meditación de mi corazón, inteligencia.

5[4634]Inclinaré mi oído a la parábola,

y al son de la cítara

propondré mi enigma.

6[4635] ¿Por qué he de temer yo

en los días malos,

cuando me rodea la malicia

de los que me asechan,

7los que confían en sus recursos

y se glorían de la abundancia de sus riquezas?

8[4636]Pues nadie podrá librarse a sí mismo,

ni dar a Dios un precio por su redención

9—demasiado caro es el rescate de la vida—

ni logrará nunca seguir viviendo por siempre

10sin ver la muerte.

11[4637]Pues verá que los sabios mueren,

e igualmente perecen el insensato y el necio,

dejando sus riquezas a extraños.

12Los sepulcros son sus mansiones para siempre,

sus moradas de generación en generación,

por más que hayan dado

a las tierras sus nombres.

13Porque el hombre

no permanece en su opulencia;

desaparece como los brutos.

14[4638]Tal es la senda

de los que estultamente confían,

y tal el fin de los que se glorían de su suerte.

15[4639]Como ovejas son echados al sepulcro;

su pastor es la muerte,

y a la mañana los justos

dominarán sobre ellos.

Pronto su figura se volverá un desecho,

y el sepulcro será su casa.

16[4640]Pero mi vida

Dios la librará de la tumba,

porque Él me tomará consigo.

17No temas si alguno se enriquece,

si aumenta la opulencia de su casa;

18[4641]porque al morir nada se llevará consigo,

ni baja con él su fausto.

19Aunque él mientras vivía se jactase,

congratulándose de pasarlo bien,

20bajará a reunirse con sus padres,

y no verá jamás la luz.

21[4642]Pero el hombre en auge no comprende;

desaparece como los brutos.

SALMO 49 (50)
El obsequio grato a Dios

1[4643]Salmo de Asaf.

El Señor Dios habló

y convocó a la tierra,

desde el sol naciente hasta su ocaso.

2Desde Sión en plena belleza

aparece radiante Dios;

3[4644]viene el Dios nuestro, y no en silencio;

un fuego devorador le precede

y en torno suyo ruge la tempestad.

4[4645]Llama a los cielos de arriba y a la tierra,

dispuesto a hacer juicio sobre su pueblo:

5“¡Congregadme a los piadosos,

los que han hecho alianza conmigo

mediante sacrificios!”

6Y he aquí que los cielos

proclaman su justicia,

porque el Juez es Dios mismo.

7“Oye, pueblo mío, y hablaré;

Israel, voy a dar testimonio contra ti;

Yo soy Dios, el Dios tuyo.

8[4646]No te reprendo

por falta de tus sacrificios,

pues tus holocaustos

están siempre delante de Mí.

9No tomaré ni un becerro de tu casa,

ni carneros de tus manadas.

10Puesto que son mías

todas las fieras de la selva,

y las bestias que por millares

viven en mis montañas.

11[4647]Conozco todas las aves del cielo,

y cuanto se mueve en el campo

está de manifiesto a mis ojos.

12Si tuviera hambre,

no te lo diría a ti,

porque mío es el orbe

y cuanto él contiene.

13¿Acaso Yo como carne de toros,

o bebo sangre de chivos?

14[4648]Sacrificios de alabanza

es lo que has de ofrecer a Dios,

y cumplir al Altísimo tus votos.

15Entonces sí, invócame

en el día de la angustia;

Yo te libraré y tú me darás gloria.”

16[4649]Al pecador, empero, le dice Dios:

“¿Cómo es que andas tú

pregonando mis mandamientos,

y tienes mi alianza en tus labios,

17tú, que aborreces la instrucción,

y has echado a la espalda mis palabras?

18Cuando ves a un ladrón te vas con él,

y te asocias a los adúlteros.

19Has abierto tu boca al mal,

y tu lengua ha urdido engaño.

20Te sentabas para hablar

contra tu hermano,

y cubrías de oprobio al hijo de tu madre.

21Esto hiciste, y ¿Yo he de callar?

¿Imaginaste que Yo soy como tú?

Yo te pediré cuentas

y te lo echaré en cara.

22Entended estas cosas

los que os olvidáis de Dios;

no sea que Yo os destroce

y no haya quien os salve.

23[4650]El que me ofrece el sacrificio de alabanza,

ese es el que honra;

y al que anda en sinceridad,

a ese le haré ver la salvación de Dios.”

SALMO 50 (51)
Espíritu de perfecta contrición

1[4651]Al maestro de coro. Salmo de David. 2Cuando después que pecó con Betsabee, se llegó a él Natán.

3[4652]Ten compasión de mí, oh Dios,

en la medida de tu misericordia;

según la grandeza de tus bondades,

borra mi iniquidad.

4Lávame a fondo de mi culpa,

límpiame de mi pecado.

5[4653]Porque yo reconozco mi maldad,

y tengo siempre delante mi delito.

6[4654]He pecado contra Ti,

contra Ti solo,

he obrado lo que es desagradable a tus ojos,

de modo que se manifieste

la justicia de tu juicio

y tengas razón en condenarme.

7[4655]Es que soy nacido en la iniquidad,

y ya mi madre me concibió en pecado.

8[4656]Mas he aquí que Tú te complaces

en la sinceridad del corazón,

y en lo íntimo del mío

me haces conocer la sabiduría.

9[4657]Rocíame con hisopo,

y seré limpio;

lávame Tú,

y quedaré más blanco que la nieve.

10[4658]Hazme oír tu palabra

de gozo y de alegría,

y saltarán de felicidad estos huesos

que has quebrantado.

11[4659]Aparta tu rostro, de mis pecados,

y borra todas mis culpas.

12[4660]Crea en mí, oh Dios,

un corazón sencillo,

y renueva en mi interior

un espíritu recto.

13[4661]No me rechaces de tu presencia,

y no me quites el espíritu de tu santidad.

14[4662]Devuélveme la alegría de tu salud;

confírmame en un espíritu de príncipe.

15[4663]Enseñaré a los malos tus caminos;

y los pecadores se convertirán a Ti.

16[4664]Líbrame de la sangre,

oh Dios, Dios Salvador mío,

y vibre mi lengua de exultación

por tu justicia.

17[4665]Abre Tú mis labios, oh Señor,

y mi boca publicará tus alabanzas,

18[4666]pues los sacrificios no te agradan,

y si te ofreciera un holocausto

no lo aceptarías.

19[4667]Mi sacrificio, oh Dios,

es el espíritu compungido;

Tú no despreciarás, Señor,

un corazón contrito [y humillado].

20[4668]Por tu misericordia, Señor,

obra benignamente con Sión;

reconstruye los muros de Jerusalén.

21Entonces te agradarán los sacrificios legales,

[las oblaciones y los holocaustos];

entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.

SALMO 51 (52)
Contra la lengua intrigante y prepotente

1[4669]Al maestro de coro. Maskil de David.

2Cuando Doeg, el idumeo, fue a decir a Saúl: “David ha entrado en la casa de Aquimelec.”

3[4670] ¿Cómo haces alarde de maldad,

oh prepotente, contra el justo?

¡En todo tiempo hay Dios!

4Tu lengua, maquinando ruinas,

es como afilada navaja, oh artífice del dolo.

5Prefieres el mal al bien

y la falsedad al lenguaje sincero.

6Amas todas las palabras que hieren,

lengua pérfida.

7Por eso Dios te destruirá;

te quitará de en medio para siempre;

te arrojará de tu tienda

y te arrancará de la tierra de los vivientes.

8Al ver esto los justos temerán,

y se reirán (diciendo):

9[4671] “He aquí el hombre

que no hizo de Dios su baluarte,

sino que confió

en la multitud de sus riquezas

y llegó a ser poderoso por sus crímenes.”

10[4672]Mas yo, como olivo lozano

en la casa de Dios,

confío en la bondad divina para siempre.

11[4673]Por los siglos te alabaré porque obraste,

y proclamaré tu Nombre porque es bueno,

a la vista de tus santos.

SALMO 52 (53)
Confusión de los impostores

1[4674]Al maestro de coro. Según Mahalat. Maskil de David.

2El insensato dice en su corazón:

“No hay Dios.”

Se han pervertido;

su conducta es abominable;

ni uno solo obra bien.

3Yahvé mira desde el cielo

a los hijos de los hombres,

para ver si hay quien sea inteligente

y busque a Dios.

4Pero se han extraviado todos juntos

y todos se han depravado.

No hay uno que obre el bien,

ni uno siquiera.

5[4675]¡Nunca entenderán esos malhechores,

que devoran a mi pueblo, como comen pan,

sin cuidarse de Dios para nada!

6[4676]He aquí que tiemblan de miedo

donde no hay que temer;

porque Dios ha dispersado los huesos

de los que te esquilmaban;

están desconcertados porque Dios los rechazó.

7[4677]¡Oh, venga ya de Sión la salud de Israel!

Cuando Yahvé cambie

la suerte de su pueblo,

saltará de gozo Jacob,

e Israel de alegría.

SALMO 53 (54)
Fidelidad con que Dios nos escucha

1[4678]Al maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Maskil de David.

2[4679]Cuando los cifeos fueron a decirle a Saúl: “Mira, David está escondido entre nosotros.”

3Sálvame, oh Dios, por tu Nombre,

y defiende mi causa con tu poder.

4Escucha mi oración, oh Dios,

presta oído a las palabras de mi boca.

5[4680]Porque soberbios

se han levantado contra mí;

y hombres violentos

buscan mi vida,

sin tener en cuenta

a Dios para nada.

6[4681]Mirad, ya viene Dios en mi socorro;

el Señor sostiene mi vida.

7Haz rebotar el mal contra mis adversarios,

y según tu fidelidad, destrúyelos.

8[4682]Te ofreceré sacrificios voluntarios;

ensalzaré, oh Yahvé, tu Nombre,

porque es bueno.

9Pues me libró de toda tribulación,

y mis ojos han visto

a mis enemigos confundidos.

SALMO 54 (55)
Ansias de huir a la soledad

1[4683]Al maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Maskil de David.

2Escucha oh Dios, mi oración,

y no te escondas de mi súplica.

3[4684]Atiéndeme, inclina tu oído.

Vago gimiendo y sobresaltado

[y estoy turbado]

4[4685]ante las amenazas del enemigo

y la opresión del inicuo;

se acumulan calamidades sobre mí

y me asaltan con furor.

5El corazón tiembla en mi pecho,

y me acometen mortales angustias.

6El temor y el terror me invaden,

y me envuelve el espanto.

7[4686]Y exclamo: “¡Oh si tuviera yo alas

como la paloma

para volar en busca de reposo!”

8Me iría bien lejos a morar en el desierto.

9Me escaparía al instante

del torbellino y de la tempestad.

10[4687]Piérdelos, Señor; divide sus lenguas,

pues en la ciudad

veo la violencia y la discordia

11[4688]rondar día y noche sobre sus muros;

y en su interior hay opresión y ruina.

12La insidia impera en medio de ella,

y de sus plazas no se apartan

la injuria y el engaño.

13Si me insultara un enemigo,

lo soportaría;

si el que me odia

se hubiese levantado contra mí,

me escondería de él simplemente.

14[4689]Pero eres tú, mi compañero,

mi amigo y mi confidente,

15con quien vivía yo en dulce intimidad,

y subíamos en alegre consorcio

a la casa de Dios.

16[4690]Sorpréndalos la muerte;

vivos aún desciendan al sepulcro,

porque la maldad reina en sus moradas

[y en ellos mismos].

17Mas yo clamaré a Dios,

y Yahvé me salvará.

18[4691]Me lamentaré y lloraré

a la tarde, a la mañana, a mediodía,

y Él oirá mi voz.

19Me sacará sano y salvo de los asaltos,

aunque son muchos contra mí.

20Me escuchará Dios y los humillará

Él, que es eternamente.

Porque no hay modo de convertirlos,

y no temen a Dios.

21Cada cual levanta su mano

contra el amigo,

y violan la fe jurada.

22[4692]Más blando que manteca es su rostro,

pero su corazón es feroz;

sus palabras, más untuosas que el aceite,

son espadas desnudas.

23[4693]Deja tu cuidado a cargo de Yahvé,

y Él te sostendrá.

Nunca permitirá que el justo caiga;

24mas a ellos, oh Dios,

los harás descender a la fosa.

No llegarán a la mitad de sus días

esos hombres sanguinarios y fraudulentos.

Yo, empero, pongo en Ti mi confianza, oh Señor.

SALMO 55 (56)
Si Dios conmigo, ¿quién contra mí?

1[4694]Al maestro de coro. Por el tono “Paloma silenciosa de la lejanía”. De David. Miktam. Cuando lo prendieron los filisteos en Qat.

2Apiádate de mí, oh Dios,

porque el hombre me pisotea,

me oprime con su ataque incesante.

3Todo el día

tratan mis enemigos de devorarme,

y son muchos

los que me combaten... Oh Altísimo,

4[4695]el día en que me invada el temor,

confiaré en Ti.

5[4696]Me gloriaré en la promesa de Dios,

confiado en Dios no temo.

¿Qué podrá contra mí un hombre de carne?

6Siempre toman a mal mis palabras,

todos sus pensamientos son para mi daño.

7[4697]Se conjuran, ponen asechanzas,

observan mis pasos,

buscando cómo quitarme la vida.

8[4698]Devuélveles otro tanto por su iniquidad;

oh Dios, abate los pueblos en tu ira.

9[4699]Tú cuentas los pasos de mi vida errante;

recoges mis lágrimas en tu redoma.

¿No están acaso escritos en tu libro?

10[4700]Así pues mis enemigos retrocederán;

cada vez que apelo a Ti

conozco que Dios está conmigo.

11Me gloriaré en la promesa de Dios,

12confiado en Dios no temo.

¿Qué podrá contra mí

un hombre de carne?

13[4701]Te debo, oh Dios,

los votos que te hice;

te ofreceré sacrificios de alabanza.

14[4702]Pues Tú has librado

mi vida de la muerte,

y mis pies de la caída,

para que ande yo ante la faz de Dios

en la luz de los vivientes.

SALMO 56 (57)
Dios escucha la oración de Israel

1[4703]Al maestro de coro. Por el tono de “No destruyas”. De David. Miktam. Cuando huyendo de Saúl, se refugió en una cueva.

2[4704]Ten piedad de mí, oh Dios,

ten piedad de mí,

ya que a Ti se acoge mi alma.

A la sombra de tus alas me refugio

hasta que pase la calamidad.

3[4705]Clamo al Dios Altísimo,

al Dios que es mi bienhechor.

4[4706]Quiera El enviar del cielo

a quien me salve;

entregue al oprobio

a quienes me persiguen;

mande Dios su misericordia y su fidelidad.

5[4707]Yazgo en medio de leones,

que devoran con avidez

a los hijos de los hombres.

Sus dientes son lanzas y saetas;

y su lengua, cortante espada.

6[4708]Muéstrate excelso,

oh Dios, sobre los cielos;

brille tu gloria sobre toda la tierra.

7[4709]Tendieron una red a mis pasos,

deprimieron mi alma;

habían cavado una fosa delante de mí;

han caído en ella.

8[4710]Mi corazón está pronto, oh Dios;

firme está mi corazón;

quiero cantar y entonar salmos.

9[4711]Despierta, oh alma mía;

salterio y cítara despertaos;

despertaré a la aurora.

10Te alabaré, Señor,

entre los pueblos,

te cantaré himnos

entre las naciones.

11Porque tu misericordia

es grande hasta el cielo,

y tu fidelidad, hasta las nubes.

12Muéstrate excelso,

oh Dios, sobre los cielos;

brille tu gloria sobre toda la tierra.

SALMO 57 (58)
Hay un Dios que juzga a los jueces

1[4712]Al maestro de coro. Sobre el tono de “No destruyas”. De David. Miktam.

2[4713] ¿Es verdad que habláis justicia,

oh dioses?

¿Es verdad que juzgáis con rectitud

a los hijos de los hombres?

3[4714]No, en vuestro corazón

os mueve la iniquidad,

y vuestras manos venden al peso

la violencia sobre la tierra.

4[4715]Los prevaricadores se extraviaron

desde el seno materno;

desde el vientre

se descarriaron los impostores.

5[4716]Hay en ellos veneno

como en la serpiente,

como en el áspid sordo

que tapa sus oídos,

6para que no oiga

la voz de los encantadores,

del mago que sabiamente hechiza.

7Oh Dios, quiebra sus dientes

en su misma boca;

rompe las muelas de los leones, oh Yahvé.

8[4717]Disípense como agua derramada;

marchítense

como la verdura de la hierba.

9[4718]Pasen como el caracol que se deshace;

como aborto de mujer,

que no ve el sol.

10[4719]Antes que vuestro fuego dé espinas verdes

caliente vuestras ollas,

arrebátelo todo un torbellino.

11[4720]El justo se gozará al ver la venganza;

lavará sus pies en la sangre del impío.

12Y los hombres dirán:

“En verdad hay un premio para el justo;

en verdad hay un Dios

que juzga en la tierra.”

SALMO 58 (59)
Dios, Alcázar de Israel

1[4721]Al maestro de coro. Por el tono de “No destruyas”. De David. Miktam. Cuando Saúl mandó hombres que vigilaran la casa para matarlo.

2Dios mío, sálvame de mis enemigos;

defiéndeme de los que me atacan.

3Líbrame de los que obran iniquidades

y protégeme contra los hombres sanguinarios.

4Mira: ponen asechanzas a mi vida,

y hombres poderosos conspiran contra mí.

No hay en mí delito ni pecado, Yahvé.

5[4722]Sin culpa mía irrumpen y me asaltan.

Despierta Tú, ven a mí y mira.

6Porque Tú, Yahvé, Dios de los ejércitos,

eres el Dios de Israel.

Levántate a castigar a todos los gentiles;

no te apiades de ninguno de los pérfidos.

7[4723]Vuelven al anochecer,

aullando como perros,

y giran en torno de la ciudad.

8[4724]Mira la jactancia en su boca,

y cómo injurian sus labios:..

“¿Quién hay que (nos) oiga?”

9Mas Tú, Yahvé te ríes de ellos;

harás befa de todos los gentiles.

10[4725]Oh fortaleza mía, a Ti cantaré.

Verdaderamente mi alcázar es Dios.

11[4726]La misericordia de mi Dios se me anticipará

y me hará mirar con alegría a mis enemigos.

12[4727]No les des tregua, oh Dios;

no sean tropiezo para mi pueblo.

Confúndelos con tu poder y póstralos,

oh Señor, escudo nuestro.

13Pecado de su boca es

cuanto profieren sus labios;

sean presa de su propia soberbia,

de sus maldiciones y de sus mentiras.

14[4728]Destrúyelos en tu saña,

destrúyelos hasta que ya no existan;

entonces se sabrá

que Dios reina en Jacob

y hasta los confines del orbe.

15[4729]Vuelvan al anochecer,

aullando como perros,

y giren en torno de la ciudad;

16vaguen buscando qué comer,

y si no se sacian, den aullidos.

17Entretanto, yo cantaré tu potencia,

y desde la mañana saltaré de gozo

por tu misericordia;

porque fuiste mi protector,

y mi refugio en el día de la tribulación.

18[4730]Oh fortaleza mía, a Ti cantaré.

Verdaderamente mi alcázar es Dios,

el Dios misericordiosísimo conmigo.

SALMO 59 (60)
Dolores y esperanzas de Israel

1[4731]Al maestro de coro. Por el tono de “El lirio del testimonio”. Miktam de David, para hacerlo aprender.

2[4732]Cuando hizo guerra contra Aram de Naharaim y Aram de Sobá, y Joab, ya de vuelta, batió a Edom en el valle de las Salinas (matándole) doce mil hombres.

3[4733]Oh Dios, nos has desechado,

quebrantaste nuestros ejércitos;

estabas airado, ¡vuelve a nosotros!

4[4734]Has sacudido la tierra, la has hendido;

sana sus fracturas porque tambalea.

5[4735]Cosas duras le hiciste experimentar

a tu pueblo;

nos diste de beber vino de vértigo.

6Pusiste, empero, una señal

a los que te temen

de modo que huyeran del arco.

7[4736]Mas ahora; para que sean libertados

los que Tu amas,

socorre con tu diestra, y escúchanos.

8[4737]Dijo Dios en su santidad:

“Triunfaré; repartiré a Siquem,

y mediré el valle de Sucot.

9[4738]Mío es Galaad,

y mía la tierra de Manasés;

Efraím es el yelmo de mi cabeza;

y Judá mi cetro;

10[4739]Moab, la vasija de mi lavatorio;

sobre Edom echaré mi calzado,

y Filistea será mi súbdito.”

11[4740] ¿Quién me conducirá

a la ciudad fortificada?

¿Quién me llevará hasta Edom?

12¿No serás Tú, oh Dios,

que nos has rechazado

y que ya no sales con nuestros ejércitos?

13[4741]Ven en nuestro auxilio

contra el adversario,

porque vano es el auxilio de los hombres.

14Con Dios haremos proezas;

Él hollará a nuestros enemigos.

SALMO 60 (61)
Anhelo mesiánico de David

1[4742]Al maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. De David.

2Escucha, oh Dios, mi grito,

atiende a mi oración.

3[4743]Desde los confines de la tierra

clamo a Ti,

con el corazón desfallecido;

Tú me alzarás hasta la roca,

me darás el reposo.

4[4744]Porque eres mi refugio,

la fuerte torre contra el enemigo.

5Habite yo para siempre

en tu tabernáculo

y encuentre abrigo

a la sombra de tus alas.

6[4745]Oíste mis votos, oh Dios,

y me has dado la herencia

de los que temen tu Nombre.

7[4746]Añade días a los días del rey;

sean iguales sus años

a la multitud de generaciones.

8Reine eternamente delante de Dios;

que tu misericordia

y tu fidelidad lo conserven.

9[4747]Así cantaré tu Nombre para siempre,

y cumpliré mis votos cada día.

SALMO 61 (62)
No confiar más que en Dios

1[4748]Al maestro de coro. Según Iditún. Salmo de David.

2[4749]Solo en Dios se descansa, oh alma mía,

porque la salud viene de Él.

3Él solo es mi roca, mi salvación,

mi defensa: nunca seré conmovido.

4[4750] ¿Hasta cuándo acometeréis

a un solo hombre,

queriendo todos derribarlo,

como muro inclinado,

como pared que se desploma?

5[4751]De su lugar excelso intentan despeñarle,

ellos, que se deleitan con la mentira;

bendicen con su boca,

y en su corazón maldicen.

6[4752]Solo en Dios se descansa, oh alma mía,

porque la salud viene de Él.

7Él solo es mi roca, mi salvación,

mi defensa; nunca seré conmovido.

8En Dios está mi salud y mi gloria;

mi firme roca y mi refugio es Dios.

9[4753]Oh pueblo, espera en Él en todo tiempo;

en su presencia derramad vuestros corazones,

porque Dios es para nosotros el amparo.

10[4754]Los hijos de los hombres no son más que un soplo;

los poderosos, una mentira;

puestos en la balanza suben alto;

porque todos juntos pesan menos que el aire.

11[4755]No confiéis en la violencia,

ni os gloriéis en la rapiña.

Si vuestras riquezas aumentan,

no pongáis en ellas el corazón.

12[4756]Una cosa dijo Dios, y otra segunda le oí:

13[4757]que el poder es de Dios,

y la gracia, oh Señor, es tuya.

Porque Tú recompensas a cada uno

según sus obras.

SALMO 62 (63)
El alma sedienta de Dios

1[4758]Salmo de David. Mientras vagaba por el desierto de Judá.

2[4759]Oh Dios, Tú eres el Dios mío,

a Ti te busco ansioso;

mi alma tiene sed de Ti,

y mi carne sin Ti languidece,

como (esta) tierra árida y yerma,

falta de agua.

3[4760]Así vuelvo mis ojos

hacia Ti en el santuario,

para contemplar

tu poder y tu gloria;

4[4761]porque tu gracia

vale más que la vida,

por eso mis labios te alabarán.

5[4762]Así te bendeciré toda mi vida

y hacia tu Nombre levantaré mis manos.

6[4763]Mi alma quedará saciada

como de médula y gordura,

y mi boca te celebrará

con labios de exultación,

7[4764]cada vez que me acuerde de Ti

en mi lecho

y en mis insomnios medite sobre Ti;

8porque en verdad

Tú te hiciste mi amparo,

y a la sombra de tus alas

me siento feliz.

9[4765]Si mi alma se adhiere a Ti,

tu diestra me sustenta.

10Los que quieren quitarme la vida

caerán en lo profundo de la tierra.

11Serán entregados al poder de la espada,

y formarán la porción de los chacales,

12[4766]en tanto que el rey se alegrará en Dios

y se gloriará todo el que jura por Él;

pues será cerrada la boca

a los que hablan iniquidad.

SALMO 63 (64)
Dios frustra los ardides

1Al maestro de coro. Salmo de David.

2[4767]Oye, oh Dios, mi voz en esta queja;

libra mi vida del enemigo aterrador.

3Ampárame contra la conspiración

de los malvados;

contra la turba de los malhechores,

4[4768]que aguzan su lengua como espada,

y lanzan su saeta: la palabra venenosa,

5para herir a escondidas al inocente;

para alcanzarlo de improviso, a mansalva.

6[4769]Afirmados resueltamente

en sus perversos designios,

se conciertan

para tender sus lazos ocultos,

diciendo: “¿Quién nos verá?”

7[4770]Fraguados los planes dolosos (dicen):

“El golpe está bien preparado,

procedamos.”

¡Profundo es el pensamiento

y el corazón del hombre!

8[4771]Pero Dios les manda una saeta,

quedan heridos de improviso;

9su propia lengua los arruina,

y cuantos los miran menean la cabeza.

10[4772]Entonces todos temerán

y proclamarán la obra de Dios,

y reconocerán que es cosa suya.

11Entretanto el justo se alegrará en Yahvé

y en Él confiará;

y se gloriarán todos los de corazón recto.

SALMO 64 (65)
La alabanza en Sión

1[4773]Al maestro de coro. Salmo de David. Himno.

2[4774]A Ti, oh Dios, es debida

la alabanza en Sión,

y a Ti se han de cumplir los votos.

3[4775]A Ti, que oyes las plegarias,

a Ti irá toda carne,

a causa de los pecados.

4Prevalecen contra nosotros

nuestras iniquidades,

mas Tú las perdonas.

5[4776]Dichoso aquel

a quien Tu elijas y atraigas,

para que habite en tus atrios.

Nos hartaremos de los bienes de tu casa

y de la santidad de tu Templo.

6[4777]En tu justicia nos escuchas

con estupendas señales,

oh Dios salvador nuestro,

esperanza de todos los confines de la tierra

y de los más lejanos mares.

7[4778]Con tu fuerza consolidas los montes,

revestido de poder.

8Sosiegas el furor de los mares,

el estruendo de sus ondas

y el tumulto de las naciones.

9[4779]Se estremecen ante tus portentos

los que habitan los confines de la tierra.

Tú llenas de alegría el Oriente y el Occidente.

10[4780]Has visitado la tierra,

la has embriagado

y colmado de riquezas.

El río de Dios rebosa de aguas;

Tú preparas sus trigales,

aparejando la tierra,

11[4781]regando sus surcos,

y allanando sus terrones;

las ablandas con lluvias,

y fecundas sus gérmenes.

12Coronas de benignidad el año,

y tus huellas destilan grosura.

13Las praderas del desierto destilan,

y los collados se visten de exultación.

14Llenos están los campos de rebaños,

y los valles se cubren de mieses;

se alegran y cantan.

SALMO 65 (66)
Gratitud de Israel

1[4782]Al maestro de coro. Cántico. Salmo.

2Aclamad a Dios con júbilo, tierras todas;

cantad salmos a la gloria de su Nombre;

dadle el honor de la alabanza.

3Decid a Dios:

“¡Cuan asombrosas son tus obras!”

Aun tus enemigos te lisonjean

por la grandeza de tu poder.

4[4783]Prostérnese ante Ti la tierra entera

y cante tu Nombre.

5[4784]Venid y contemplad las hazañas de Dios;

sublime en sus designios sobre los hombres.

6[4785]Trocó en tierra seca el mar;

el río fue cruzado a pie enjuto.

Alegrémonos en Él.

7Reina con su poderío para siempre;

sus ojos observan a las naciones,

para que los rebeldes no levanten cabeza.

8[4786]Bendecid, oh naciones, a nuestro Dios,

y haced resonar su alabanza,

9porque Él mantuvo en vida a nuestra alma,

y no dejó que vacilara nuestro pie.

10Pues Tú nos probaste, oh Dios,

nos probaste por el fuego,

como se hace con la plata.

11Nos dejaste caer en el lazo;

pusiste un peso aplastante

sobre nuestras espaldas.

12[4787]Hiciste pasar hombres

sobre nuestra cabeza;

atravesamos por fuego y por agua;

mas nos sacaste a refrigerio.

13Entraré en tu casa con holocausto,

y te cumpliré mis votos,

14los que mis labios pronunciaron

y prometió mi boca

en medio de mi tribulación.

15[4788]Te ofreceré pingües holocaustos,

con grosura de carneros;

te inmolaré bueyes y cabritillos.

16[4789]Venid, escuchad todos

los que teméis a Dios;

os contaré cuán grandes cosas

ha hecho por mí.

17[4790]Clamé hacia Él con mi boca,

y su alabanza estaba pronta en mi lengua.

18Si mi corazón

hubiera tenido en vista la iniquidad,

el Señor no me habría escuchado;

19pero Dios oyó;

atendió a la voz de mi plegaria.

20[4791]Bendito sea Dios,

que no despreció mi oración

y no retiró de mí su misericordia.

SALMO 66 (67)
Anhelo del Israel de Dios

1Al maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.

2[4792]Dios tenga misericordia de nosotros

y bendíganos;

vuelva hacia nosotros su rostro sereno,

3[4793]para que sus caminos

sean conocidos sobre la tierra,

y su salvación entre todas las naciones.

4Alábente los pueblos, oh Dios,

te alaben los pueblos todos.

5[4794]Alégrense y salten de gozo las naciones,

viéndote gobernar los pueblos con justicia

y regir en la tierra a las naciones.

6Te alaben los pueblos, oh Dios,

te alaben los pueblos todos.

7[4795]La tierra ha dado su fruto;

nos bendijo Dios, el Dios nuestro.

¡Que Dios nos bendiga

y que le reverencien

hasta los últimos confines del universo!

SALMO 67 (68)
Triunfo de Dios

1[4796]Al maestro de coro. Salmo de David. Cántico.

2[4797]Alzase Dios; sus enemigos se dispersan,

y huyen ante Él sus adversarios.

3Como se desvanece el humo,

así se disipan;

como se derrite la cera junto al fuego,

así perecen los impíos ante la faz de Dios.

4Los justos están alegres,

saltan de júbilo en la presencia de Dios,

y se regocijan con deleite.

5[4798]Celebrad a Dios,

entonad salmos a su Nombre;

abrid camino al que viene

a través del desierto.

“El Señor” es su nombre,

gozaos delante de Él.

6[4799]Padre de los huérfanos

y defensor de las viudas,

Dios está en su santa morada.

7Dios prepara un hogar a los desamparados,

saca a prosperidad a los cautivos,

solo los rebeldes

se quedan en el tórrido desierto.

8[4800]Dios cuando Tú saliste

a la cabeza de tu pueblo,

cuando avanzabas por el desierto,

9se estremeció la tierra;

también los cielos destilaron

a la vista de Dios,

[el mismo Sinaí tembló delante de Dios]

el Dios de Israel.

10[4801]Lluvia generosa derramaste,

oh Dios, sobre tu heredad;

estaba agotada y la renovaste.

11En ella habitó tu grey;

en tu bondad, oh Dios,

proveías a los necesitados.

12[4802]El Señor cumple su palabra:

las buenas nuevas llegan en tropel:

13[4803] “Huyen reyes y ejércitos, huyen;

y las mujeres de la casa reparten el botín.

14Mientras vosotros descansabais

recostados entre los apriscos,

las alas de la paloma brillaban plateadas

y las plumas de la misma

atornasoladas de oro.

15[4804]Cuando el Omnipotente

dispersaba a los reyes

parecía caer nieve sobre el Salmón.”

16[4805]Montes grandes son los montes de Basan,

montañas de altas cumbres

son los montes de Basan.

17¿Por qué, oh montes encumbrados,

miráis con envidia

el monte que Dios escogió para su morada?

Sí, en él habitará Yahvé para siempre.

18[4806]Millares y millares

forman la carroza de Dios;

en medio de ellos

viene el Señor del Sinaí al Santuario.

19[4807]Subiste a lo alto llevando cautivos;

recibiste en don hombres;

aun los rebeldes habitarán

junto a Yah (nuestro) Dios.

20¡Bendito sea el Señor, día tras día!

Dios, salvación nuestra,

lleva nuestras cargas.

21El Dios nuestro es un Dios que salva;

por el Señor Yahvé

escapamos a la muerte.

22[4808]Porque Dios quebrantará

la cabeza de sus enemigos,

el altivo penacho

de los que se pasean en sus delitos.

23[4809]El Señor dijo: “De Basan los sacaré,

los sacaré de lo profundo del océano;

24para que hundas tu pie

en la sangre de tus enemigos

y en ella tenga parte

la lengua de los perros.”

25Se ve tu entrada, oh Dios,

la entrada de mi Dios,

de mi Rey, en el Santuario.

26[4810]Cantores van delante,

en pos van los tañedores;

en medio, las doncellas

baten los címbalos (cantando):

27“Bendecid a Dios con alegría,

bendecid al Señor los hijos de Israel.”

28Allí está Benjamín,

el más joven, precediéndolos;

los príncipes de Judá y su séquito,

los príncipes de Zabulón,

los príncipes de Neftalí.

29[4811]Despliega, oh Dios, tu poderío;

poderío que asumes,

oh Dios, en favor nuestro.

30[4812]A causa de tu templo que está en Jerusalén,

te ofrezcan tributos los reyes.

31[4813]Increpa a la bestia del cañaveral

y la multitud de los poderosos,

dominadores de los pueblos.

Suprime a los ávidos de plata.

¡Dispersa a los pueblos,

que se gozan en las guerras!

32Vengan los magnates de Egipto,

levante Etiopía sus manos a Dios,

33[4814]Reinos de la tierra, celebrad a Dios,

entonad salmos al Señor,

34[4815]a Aquel que cabalga por los cielos,

los antiguos cielos;

al que hace resonar su voz,

su voz poderosa.

35Reconoced la potestad de Dios,

su majestad es sobre Israel,

y su poder en las nubes.

36Terrible es Dios desde su Santuario,

el Dios de Israel,

el que da potestad y vigor a su pueblo.

¡Bendito sea Dios!

SALMO 68 (69)
El lamento de Cristo

1[4816]Al maestro de coro. Por el tono de “Los lirios”. De David.

2[4817]¡Sálvame, oh Dios!

porque las aguas me han llegado al cuello.

3Estoy sumergido en lo hondo del fango,

y no hay donde hacer pie;

he caído en aguas profundas

y me arrastra la corriente.

4Me he cansado de llamar,

mi garganta ha enronquecido,

han desfallecido mis ojos

esperando a mi Dios.

5[4818]Más que los cabellos de mi cabeza

son los que sin causa me odian.

Son demasiado poderosos para mis fuerzas

los que injustamente me hostilizan,

y tengo que devolver

lo que no he robado.

6[4819]Tú, oh Dios, conoces mi insensatez

y mis pecados no te están ocultos.

7[4820]No sean confundidos por mi causa

los que esperan en Ti,

oh Señor, Yahvé de los ejércitos.

Que no se avergüencen de mí

quienes te buscan, oh Dios de Israel.

8[4821]Es por tu causa si he sufrido oprobio

y mi rostro se ha cubierto de confusión.

9[4822]He venido a ser un extraño

para mis hermanos;

los hijos de mi madre no me conocen,

10[4823]porque me devora el celo de tu casa,

y los baldones de los que te ultrajan

cayeron sobre mí.

11[4824]Me afligí con ayuno,

y se me convirtió en vituperio.

12Me vestí de cilicio,

y vine a ser la fábula de ellos.

13[4825]Murmuran contra mí

los que se sientan a la puerta,

y los bebedores me hacen coplas.

14[4826]Mas yo dirijo a Ti mi oración, oh Yahvé,

en tiempo favorable, oh Dios,

escúchame según la grandeza de tu bondad,

según la fidelidad de tu socorro.

15[4827]Sácame del lodo, no sea que me sumerja.

Líbrame de los que me odian

y de la hondura de las aguas.

16No me arrastre la corriente de las aguas,

ni me trague el abismo,

ni el pozo cierre sobre mí su boca.

17Escúchame, Yahvé,

porque tu gracia es benigna;

mírame con la abundancia

de tu misericordia;

18no escondas tu rostro a tu siervo,

escúchame pronto

porque estoy en angustias.

19Acércate a mi alma y rescátala;

por causa de mis enemigos, líbrame.

20Bien conoces Tú mi afrenta,

mi confusión y mi ignominia;

a tu vista están todos los que me atribulan.

21[4828]El oprobio me ha quebrantado

el corazón y titubeo;

esperé que alguien se compadeciera

de mí, y no lo hubo;

y que alguno me consolara,

mas no le hallé.

22[4829]Por comida me ofrecieron hiel;

y para mi sed me dieron a beber vinagre.

23[4830]Conviértaseles su mesa en lazo

y su holocausto en tropiezo.

24[4831]Obscurézcanse sus ojos

para que no vean;

y encorva siempre sus espaldas.

25Vierte sobre ellos tu indignación,

y alcánceles el ardor de tu ira.

26[4832]Devastada quede su casa,

y no haya quien habite en sus tiendas.

27[4833]Por cuanto persiguieron

a aquel que Tú heriste,

aumentaron el dolor de aquel

que Tú llagaste.

28Añádeles iniquidad a su iniquidad,

y no acierten con tu justicia.

29[4834]Sean borrados del libro de la vida,

y no estén escritos con los justos.

30Yo soy miserable y doliente,

mas tu auxilio, oh Dios,

me defenderá.

31[4835]Alabaré el nombre de Dios en un cántico,

le ensalzaré en un himno de gratitud;

32y agradará a Yahvé más que un toro,

más que un novillo con sus cuernos y pezuñas.

33Vedlo, oh humildes, y alegraos,

y reviva el corazón

de los que buscáis a Dios.

34Porque Yahvé escucha a los pobres,

y no desprecia a sus cautivos.

35Alábenlo los cielos y la tierra,

los mares y cuanto en ellos se mueve.

36[4836]Porque Dios salvará a Sión,

y reedificará las ciudades de Judá;

y habitarán allí,

y tomarán posesión de ella.

37La heredarán

los descendientes de sus siervos,

y morarán en ella los que aman su Nombre.

SALMO 69 (70)
Apremiante pedido de auxilio

1[4837]Al maestro de coro. De David. En memoria.

2[4838]Ven a librarme, Dios mío,

apresúrate, Yahvé, a socorrerme.

3Confundidos y sonrojados queden

los que buscan mi vida;

vuelvan la espalda cubiertos de vergüenza

los que se gozan de mis males.

4Retrocedan llenos de confusión

los que me dicen: “¡aja! ¡aja!”.

5[4839]Mas alégrense en Ti

y regocíjense todos los que te buscan;

y los que aman tu auxilio digan siempre:

“Dios es grande.”

6[4840]Yo soy miserable y doliente;

mas Tú, oh Dios, ven en mi socorro.

Mi amparo y mi libertador eres Tú;

oh Yahvé, no tardes.

SALMO 70 (71)
Confiada oración del anciano

1[4841]En Ti, Yahvé, me refugio,

no me vea nunca confundido.

2[4842]Líbrame por obra de tu justicia

y sácame del peligro;

inclina a mí tu oído y sálvame.

3Sé para mí la roca que me acoja,

el baluarte seguro en que me salves,

porque mi roca y mi alcázar eres Tú.

4[4843]Líbrame, Dios mío,

de las manos del inicuo,

de las garras del impío y del opresor,

5porque Tú, Señor, eres mi esperanza;

Tú, Yahvé, el objeto de mi confianza

desde mi niñez.

6En Ti he descansado

desde el seno materno,

desde el vientre de mi madre

Tú eres mi protector;

mi esperanza ha estado siempre en Ti.

7[4844]A muchos he aparecido como un portento,

porque Tú eras mi poderoso auxiliador.

8[4845]Llénese mi boca de tus alabanzas

y de tu gloria todo el día.

9[4846]No me deseches en el tiempo de la vejez;

cuando me falten las fuerzas

no me desampares;

10[4847]pues ya hablan de mí mis enemigos,

y espiándome se conciertan a una,

11y dicen: “Dios lo ha abandonado;

perseguidle y prendedle,

pues no hay quien lo libre.”

12Oh Dios, no quieras alejarte de mí;

Dios mío, apresúrate a socorrerme.

13[4848]Sean confundidos y aniquilados

los que atentan contra mi vida;

cúbranse de afrenta y rubor

los que buscan mi daño.

14Mas yo siempre esperaré,

y te añadiré alabanzas cada día.

15[4849]Mi boca anunciará, sin cesar,

tu justicia y tus favores,

bien que no conozco su medida.

16Entraré a hablar de las gestas divinas;

de Ti solo, oh Yahvé, proclamaré la justicia.

17[4850]Desde mi mocedad

me has enseñado Tú, oh Dios,

y hasta el presente

voy predicando tus maravillas.

18[4851]En mi vejez y decrepitud

no quieras tampoco desampararme,

Dios mío, hasta que manifieste

tu brazo a esta generación,

tu poder a todas las venideras,

19y tu justicia, oh Dios, que toca los cielos.

En tan grandes cosas como hiciste, Dios

¿quién es como Tú?

20[4852]Con muchas y acerbas tribulaciones

me probaste,

mas volviste a darme la vida,

y de nuevo me sacarás

de los abismos de la tierra.

21Multiplicarás tu magnificencia

y continuarás consolándome.

22Y yo, Dios mío,

alabaré con salmos tu fidelidad;

te cantaré con la cítara,

oh Santo de Israel.

23[4853]Y cuando te cante,

de gozo temblarán mis labios,

y mi alma que Tú redimiste.

24Mi lengua hablará todo el día de tu justicia,

porque han quedado confundidos

y avergonzados

cuantos buscaban mi mal.

SALMO 71 (72)
El reino mesiánico

1[4854]Para Salomón.

Oh Dios, entrega al Rey tu juicio,

y tu justicia al Hijo del Rey;

2[4855]para que Él gobierne a tu pueblo

con justicia,

y a los humildes tuyos

con equidad.

3[4856]Los montes traerán al pueblo la paz;

y los collados, la justicia.

4Él defenderá a los humildes del pueblo,

Él salvará a los hijos de los pobres,

y aplastará al opresor.

5[4857]Permanecerá como el sol,

y como la luna, de generación en generación.

6[4858]Descenderá, como lluvia,

sobre el prado segado,

como las aguas que riegan la tierra.

7[4859]En sus días florecerá la justicia,

y abundará la paz

mientras dure la luna.

8[4860]Y Él dominará de mar a mar,

y desde el Río hasta los confines de la tierra.

9[4861]Ante Él se prosternarán sus enemigos,

y sus adversarios lamerán el polvo.

10[4862]Los reyes de Tarsis y de las islas

le ofrecerán tributos;

los reyes de Arabia y de Sabá

le traerán presentes.

11[4863]Y lo adorarán los reyes todos de la tierra;

todas las naciones le servirán.

12[4864]Pues Él librará al que clama desvalido,

y al mísero que no tiene amparo.

13Se compadecerá

del necesitado y del pobre,

y a los indigentes salvará la vida,

14los libertará del daño

y de la opresión,

y la sangre de ellos

será preciosa a sus ojos.

15[4865]Por eso vivirá; y le darán del oro de Arabia,

orarán siempre a causa de Él;

sin cesar le bendecirán.

16[4866]Habrá abundancia de trigo en la tierra;

en las cumbres de los montes

ondeará su fruto como el Líbano;

y florecerán los habitantes de las ciudades

como la grama del campo.

17[4867]Su nombre será para siempre bendito,

mientras dure el sol

permanecerá el nombre suyo;

y serán benditas en Él

todas las tribus de la tierra;

todas las naciones

lo proclamarán bienaventurado.

18Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,

único que hace maravillas;

19y bendito sea por siempre

su glorioso Nombre;

llénese de su gloria toda la tierra.

¡Así sea; así sea!

20[4868]Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé.

TERCER LIBRO DE LOS SALMOS
SALMO 72 (73)
La misteriosa prosperidad de los impíos

1[4869]De Asaf.

¡Cuán bueno es Dios para Israel,

el Señor para los que son rectos de corazón!

2[4870]Pero, mis pies casi resbalaron,

cerca estuve de dar un mal paso;

3porque envidiaba a los jactanciosos

al observar la prosperidad de los pecadores.

4No hay para ellos tribulaciones;

su cuerpo está sano y robusto.

5No conocen las inquietudes de los mortales,

ni son golpeados como los demás hombres.

6[4871]Por eso la soberbia

los envuelve como un collar;

y la violencia los cubre como un manto.

7De su craso corazón desborda su iniquidad;

desfogan los caprichos de su ánimo.

8Zahieren y hablan con malignidad,

y altivamente amenazan con su opresión.

9Su boca se abre contra el cielo,

y su lengua se pasea por toda la tierra.

10[4872]Así el pueblo se vuelve hacia ellos

y encuentra sus días plenos;

11[4873]y dice: “¿Acaso lo sabe Dios?

¿Tiene conocimiento el Altísimo?

12Ved cómo tales impíos

están siempre tranquilos

y aumentan su poder.

13Luego, en vano he guardado puro mi corazón,

y lavado mis manos en la inocencia,

14pues padezco flagelos todo el tiempo

y soy atormentado cada día.”

15[4874]Si yo dijere: “Hablaré como ellos”,

renegaría del linaje de tus hijos.

16[4875]Me puse, pues, a reflexionar

para comprender esto;

pero me pareció demasiado difícil para mí.

17Hasta que penetré

en los santos arcanos de Dios,

y consideré la suerte final

de aquellos hombres.

18En verdad Tú los pones

en un camino resbaladizo

y los dejas precipitarse en la ruina.

19¡Cómo se deslizaron de golpe!

Son arrebatados, consumidos por el terror,

20[4876]son como quien despierta de un sueño;

así Tú, Señor, al despertar

despreciarás su ficción.

21[4877]Cuando, pues, exasperaba mi mente

y se torturaban mis entrañas,

22era yo un estúpido que no entendía;

fui delante de Ti como un jumento.

23Mas yo estaré contigo siempre,

Tú me has tomado de la mano derecha.

24[4878]Por tu consejo me conducirás,

y al fin me recibirás en la gloria.

25[4879]¿Quién hay para mí en el cielo sino Tú?

Y si contigo estoy

¿qué podrá deleitarme en la tierra?

26La carne y el corazón mío desfallecen,

la roca de mi corazón es Dios,

herencia mía para siempre.

27[4880]Pues he aquí que cuantos de Ti

se apartan perecerán;

Tú destruyes a todos los que se prostituyen,

alejándose de Ti.

28[4881]Mas para mí la dicha consiste

en estar unido a Dios.

He puesto en el Señor Dios mi refugio

para proclamar todas tus obras

en las puertas de la hija de Sión.

SALMO 73 (74)
Contra los destructores del Santuario

1[4882]Maskil de Asaf.

¿Por qué, oh Dios, nos desechas para siempre?

¿Por qué arde tu ira

contra el rebaño de tu dehesa?

2[4883]Acuérdate de tu grey

que hiciste tuya desde antiguo,

de la estirpe que rescataste

para hacerla tu herencia;

del monte Sión

que elegiste para morada tuya.

3[4884]Dirige tus pasos

hacia esas perpetuas ruinas:

todo lo ha devastado

el enemigo en el Santuario.

4[4885]Los que te odian

rugieron en el recinto de tus asambleas;

pusieron sus enseñas por trofeo.

5Talaron allí como quien alza la segur

en lo espeso de la selva;

6[4886]y ya con hacha y martillo

hacen pedazos sus puertas.

7Entregaron al fuego tu Santuario,

profanaron, arrasándolo,

el tabernáculo de tu Nombre.

8Decían en su corazón:

“Destruyámoslos por completo;

pegad fuego a todas las sinagogas

de Dios en el país.”

9[4887]Ya no vemos nuestras señales,

ya no hay profeta,

ni queda entre nosotros

quien sepa hasta cuándo.

10¿Hasta cuándo, oh Dios,

nos afrentará el enemigo?

¿Ha de blasfemar siempre

tu Nombre el adversario?

11¿Por qué retiras tu mano

y retienes en tu seno tu diestra?

12[4888]Porque Tú, Yahvé, eres nuestro Rey,

el que de antiguo ha obrado la salvación

en medio de la tierra.

13[4889]Tú dividiste el mar con tu poder

y quebrantaste la cabeza

de los dragones en las aguas;

14Tú aplastaste las cabezas de Leviatán,

y lo diste por comida

a las fieras que pueblan el desierto.

15[4890]Tú hiciste brotar fuentes y torrentes,

y secaste ríos perennes.

16Tuyo es el día y tuya la noche;

Tú pusiste los astros y el sol.

17Tú trazaste todos los confines de la tierra;

el verano y el invierno Tú los hiciste.

18Recuérdalo Yahvé: el enemigo blasfema;

un pueblo impío ultraja tu Nombre.

19[4891]No entregues al buitre la vida de tu tórtola;

no quieras olvidar

perpetuamente a tus pobres.

20[4892]Vuelve los ojos a tu alianza,

pues todos los rincones del país

son guaridas de violencia;

21[4893]no sea que el oprimido,

en su confusión, se vuelva atrás;

puedan el pobre y el desvalido

alabar tu Nombre.

22Levántate, Dios, defiende tu causa;

recuerda cómo el insensato

te insulta continuamente.

23No te olvides

del vocerío de tus adversarios,

porque crece el tumulto

de los que se levantan contra Ti.

SALMO 74 (75)
El juicio de Yahvé

1[4894]Al maestro de coro. Sobre la melodía “No dañes”. Salmo de Asaf. Cántico.

2Te alabamos, Yahvé, te alabamos;

invocamos tu Nombre

y narramos tus maravillas.

3[4895] “Cuando Yo fije la hora,

juzgaré según la justicia.

4Conmovida la tierra y todos sus habitantes,

Yo sustentaré sus columnas.”

5[4896]Por tanto, digo a los altaneros;

“No os ensoberbezcáis”;

y a los impíos:

“Cesad de engreíros en vuestro poder”;

6no levantéis vuestra cerviz

frente al Altísimo,

no digáis insolencias contra Dios.

7Porque no del oriente ni del occidente,

ni del desierto, ni de los montes,

viene la justicia,

8[4897]sino que es Dios mismo el Juez;

a este lo abate y a aquel lo encumbra.

9[4898]Porque en la mano del Señor hay un cáliz

de vino espumoso, lleno de mixtura;

y de él vierte:

lo beberán hasta las heces

todos los impíos de la tierra.

10Mas yo me gozaré eternamente,

cantando salmos al Dios de Jacob.

11“Y Yo quebrantaré la cerviz

de todos los impíos,

y alzarán su cerviz los justos.”

SALMO 75 (76)
El triunfo de Dios en Jerusalén

1[4899]Al maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf.

2[4900]Dios se ha dado a conocer en Judá;

grande es su Nombre en Israel.

3Ha levantado en Salem su tabernáculo

y su morada en Sión.

4[4901]Allí quebró

las fulmíneas saetas de los arcos

y el escudo y la espada y la guerra.

5[4902]Envuelto en luz Tú, Majestuoso, descendiste

desde los montes eternos.

6[4903]Despojados quedaron los de robusto corazón;

duermen su sueño;

no hallaron sus manos los hombres fuertes;

7carros y caballos se paralizaron

ante tu amenaza, oh Dios de Jacob.

8Terrible eres Tú

y ¿quién podrá estar de pie ante Ti

cuando se encienda tu ira?

9[4904]Desde el cielo hiciste oír tu juicio;

la tierra tembló y quedó en silencio,

10al levantarse Dios a juicio,

para salvar a todos los humildes

de la tierra.

11[4905]Hasta la furia de Edom

redundará en tu gloria,

y los sobrevivientes de Emat

te festejarán:

12[4906]haced votos y cumplidlos

a Yahvé, vuestro Dios,

y todos los pueblos en derredor suyo

traigan ofrendas al Temible;

13a El, que quita el aliento a los príncipes;

al Terrible para los reyes de la tierra.

SALMO 76 (77)
El amor de Dios no cambia

1[4907]Al maestro de coro. A Iditún. Salmo de Asaf.

2Mi voz sube hacia Dios y clama;

mi voz va hasta Dios

para que me oiga.

3En el día de mi angustia busco al Señor;

de noche, mis manos

se extienden sin descanso,

y mi alma rehúsa el consuelo.

4[4908]Si pienso en Dios tengo que gemir;

si cavilo, mi espíritu desfallece.

5Tú mantienes insomnes mis ojos;

estoy perturbado, incapaz de hablar.

6[4909]Pienso en los días antiguos

y considero los años eternos.

7Por la noche medito en mi corazón,

reflexiono y mi espíritu inquiere:

8¿Es que nos desechará el Señor

por todos los siglos?

¿No volverá a sernos favorable?

9¿Se habrá agotado para siempre su bondad?

¿Será vana su promesa

hecha para todas las generaciones?

10[4910]¿Se habrá olvidado Dios de su clemencia?

o ¿en su ira habrá contenido su misericordia?

11[4911]Y dije: “Este es mi dolor:

que la diestra del Altísimo haya cambiado.”

12Recordaré los hechos de Yahvé;

sí, me acuerdo de tus antiguas maravillas;

13medito todas tus obras

y peso tus hazañas.

14Santo es tu camino, oh Dios,

¿Qué Dios hay tan grande

como el Dios nuestro?

15Tú eres el Dios que obra prodigios,

y has dado a conocer a los pueblos tu poder.

16[4912]Redimiste con tu brazo a tu pueblo,

a los hijos de Jacob y de José.

17[4913]Las aguas te vieron, oh Dios,

te vieron las aguas, y temblaron;

hasta los abismos se estremecieron.

18[4914]Aguas derramaron las nubes,

los cielos hicieron oír su voz,

y volaron tus dardos.

19Tu trueno sonó en el torbellino,

los relámpagos iluminaron el mundo;

se conmovió y tembló la tierra.

20Tu camino se abrió a través del mar,

y tus sendas sobre inmensas aguas,

sin que aparecieran las huellas de tus pisadas.

21[4915]Y Tú mismo guiaste a tu pueblo

como un rebaño,

por mano de Moisés y de Aarón.

SALMO 77 (78)
Historia del ingrato Israel

1[4916]Maskil de Asaf.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;

presta oído a las palabras de mis labios.

2Voy a abrir mi boca en un poema,

y evocaré escondidas lecciones del pasado.

3[4917]Lo que hemos oído y aprendido,

lo que nos han contado nuestros padres,

4no lo ocultaremos a sus hijos;

relataremos a la generación venidera

las glorias de Yahvé y su poderío,

y las maravillas que Él hizo.

5[4918]Porque Él, habiendo dado testimonio a Jacob,

y establecido una ley en Israel,

mandó a nuestros padres

enseñarlo a sus hijos,

6para que lo supiera la generación siguiente,

y a su vez los hijos nacidos de esta

lo narrasen a sus propios hijos;

7de suerte que pongan en Dios su confianza,

no olvidando los beneficios de Yahvé

y observando sus mandamientos;

8[4919]para que no vengan a ser como sus padres,

una raza indócil y contumaz;

generación que no tuvo el corazón sencillo

ni el espíritu fiel a Dios.

9[4920]Los hijos de Efraím,

muy diestros arqueros,

volvieron las espaldas en el día de la batalla;

10no guardaron la alianza con Dios,

rehusaron seguir su ley;

11olvidaron sus obras y las maravillas

que hizo ante los ojos de ellos.

12[4921]A la vista de sus padres

Él había hecho prodigios

en el país de Egipto,

en los campos de Tanis.

13[4922]Dividió el mar por medio, y los hizo pasar,

sosteniendo las aguas como un muro.

14De día los guiaba con la nube

y toda la noche con un resplandor de fuego.

15[4923]Hendió la roca en el desierto,

y les dio de beber aguas copiosísimas.

16Sacó torrentes de la peña,

hizo salir aguas como ríos.

17[4924]Mas ellos continuaron pecando contra Él,

resistiendo al Altísimo en el yermo;

18[4925]tentaron a Dios en sus corazones,

pidiendo comida según su antojo.

19Y hablando mal de Dios, dijeron:

“¿Podrá Dios prepararnos

una mesa en el desierto?

20Cierto es que hirió la peña,

y brotaron aguas y corrieron torrentes;

mas ¿podrá también dar pan

y proveer de carne a su pueblo?”

21[4926]Yahvé lo oyó y se indignó;

su fuego se encendió contra Jacob,

y subió de punto su ira contra Israel,

22[4927]porque no creyeron a Dios,

ni confiaron en su auxilio.

23[4928]Con todo, ordenó a las nubes en lo alto,

abrió las puertas del cielo,

24y llovió sobre ellos maná para su sustento,

dándoles trigo del cielo.

25[4929]Pan de fuertes comió el hombre,

les envió comida hasta hartarlos.

26[4930]Después levantó el viento solano en el cielo,

guio con su poder el ábrego,

27y llovió sobre ellos carne

tanta como el polvo;

aves volátiles como arena del mar

28cayeron en su campamento,

en derredor de sus tiendas.

29[4931]Y comieron y se hartaron.

Así Él les dio lo que habían deseado.

30[4932]Mas no bien satisfecho su apetito,

y estando el manjar aún en su boca,

31se alzó contra ellos la ira de Dios,

e hizo estragos entre los más fuertes,

y abatió a la flor de Israel.

32Sin embargo, pecaron de nuevo,

y no dieron crédito a sus milagros.

33Y Él consumió sus días en un soplo,

y sus años con repentinas calamidades.

34[4933]Cuando les enviaba la muerte,

entonces recurrían a Él,

y volvían a convertirse a Dios,

35recordando que Dios era su roca,

y el Altísimo su Libertador.

36[4934]Pero lo lisonjeaban con su boca,

y con su lengua le mentían;

37su corazón no era sincero para con Él,

y no permanecieron fieles a su alianza.

38[4935]Él, no obstante, en su misericordia,

les perdonaba su culpa, y no los exterminaba.

Muchas veces contuvo su ira,

y no permitió que se desahogase toda su indignación,

39[4936]acordándose de que eran carne,

un soplo que se va y no vuelve.

40¡Cuántas veces lo provocaron en el desierto;

cuántas lo irritaron en aquella soledad!

41[4937]Y no cesaban de tentar a Dios,

de afligir al Santo de Israel.

42[4938]No se acordaban ya de su mano,

de aquel día en que los libertó

del poder del opresor,

43cuando Él ostentó sus prodigios en Egipto,

y sus maravillas en los campos de Tanis,

44[4939]trocando en sangre sus ríos

y sus canales, para que no bebiesen;

45enviando contra ellos

unos tábanos que los devoraban,

y ranas que los infectaron;

46entregando sus cosechas a la oruga,

y el fruto de su trabajo a la langosta;

47destruyendo con el granizo sus viñas,

y con heladas sus higueras;

48[4940]librando a la peste sus manadas,

y sus rebaños al contagio;

49[4941]desatando contra ellos el ardor de su ira,

su indignación, el furor, el castigo:

un tropel de ejecutores de calamidad;

50[4942]dando libre paso a su saña,

y entregando a ellos mismos a la peste,

sin perdonar sus propias vidas,

51[4943]y matando a todo primogénito en Egipto,

las primicias del vigor en las tiendas de Cam.

52[4944]Ni recordaban cuando como ovejas

sacó a los de su pueblo,

y los guio como un rebaño por el desierto,

53y los condujo con seguridad y sin temor,

mientras sepultaba a sus enemigos en el mar.

54[4945]Y los llevó a su tierra santa,

a los montes que conquistó su diestra;

55expulsó ante ellos a los gentiles,

en suertes repartió la heredad de estos,

y en sus pabellones hizo habitar

a las tribus de Israel.

56Pero ellos aun tentaron

y provocaron al Dios Altísimo,

y no guardaron sus mandamientos.

57[4946]Apostataron y fueron traidores,

como sus padres;

fallaron como un arco torcido.

58[4947]Lo movieron a ira

con sus lugares altos,

y con sus esculturas

le excitaron los celos.

59Ardió con esto el furor de Dios;

acerbamente apartó de sí a Israel,

60[4948]y abandonó el Tabernáculo de Silo,

la morada que tenía entre los hombres.

61Abandonó al cautiverio su fortaleza,

y su gloria en manos del adversario.

62Entregó su pueblo a la espada,

y se irritó contra su herencia.

63[4949]El fuego devoró a sus jóvenes,

y sus doncellas no fueron desposadas.

64A cuchillo cayeron sus sacerdotes,

y sus viudas no los lloraron.

65[4950]El Señor despertó entonces

como de un sueño

-cual gigante adormecido por el vino-

66[4951]e hirió a los enemigos en la zaga,

cubriéndolos de ignominia para siempre.

67[4952]Mas reprobó la tienda de José,

y a la tribu de Efraím no la eligió,

68y prefirió a la tribu de Judá,

el monte Sión, su predilecto.

69[4953]Y levantó, como cielo, su santuario,

como la tierra, que fundó para siempre.

70[4954]Y escogió a su siervo David,

sacándolo de entre los rebaños de ovejas;

71detrás de las que amamantaban lo llamó,

para que apacentase a Jacob, su pueblo,

y a Israel, su heredad.

72Y él los apacentó con sencillez de corazón,

y los guio con la destreza de sus manos.

SALMO 78 (79)
Elegía sobre la ruina de Jerusalén

1[4955]Salmo de Asaf.

Oh Dios, los gentiles

han invadido tu heredad,

han profanado el Templo de tu santidad,

han hecho de Jerusalén un montón de ruinas.

2Dieron los cadáveres de tus siervos

por pasto a las aves del cielo;

las carnes de tus santos

a las bestias de la tierra.

3Derramaron su sangre como agua,

en rededor de Jerusalén,

y no hubo quien les diera sepultura.

4Hemos venido a ser

el escarnio de nuestros vecinos,

fábula y ludibrio de los que nos rodean.

5[4956]¿Hasta cuándo, Señor?

¿Ha de durar tu ira para siempre?

¿Arderán tus celos como el fuego?

6[4957]Derrama tu cólera sobre las gentes

que no te conocen,

y sobre los reinos que no invocan tu Nombre;

7porque ellos han devorado a Jacob

y han asolado su morada.

8[4958]No quieras recordar contra nosotros

las iniquidades de nuestros mayores;

venga pronto a encontrarnos tu misericordia,

porque estamos muy abatidos.

9Acude a socorrernos,

oh Dios, Salvador nuestro,

por la gloria de tu Nombre.

Líbranos y olvida nuestros pecados,

a causa de tu Nombre.

10[4959]¿Por qué han de decir los gentiles:

“¿Dónde está el Dios de estos?”

Sea manifiesta contra los gentiles,

delante de nuestros ojos,

la venganza por la sangre vertida de tus siervos.

11Suba hasta Ti el gemido de los cautivos,

según la potencia de tu brazo,

salva a los destinados a la muerte.

12Derrama en retorno,

sobre el seno de nuestros vecinos,

septuplicado el ultraje

que arrojaron sobre Ti, Señor.

13[4960]Y nosotros, tu pueblo, y ovejas de tu grey,

te daremos gracias eternamente,

y cantaremos tu alabanza,

de generación en generación.

SALMO 79 (80)
Restauración de la viña del Señor

1[4961]Para el maestro de coro. Por el tono de (como) azucenas (las palabras) de la Ley, Salmo de Asaf.

2[4962]Pastor de Israel, escucha:

Tú, que como un rebaño guías a José;

Tú, que te sientas sobre querubines,

3muéstrate a los ojos de Efraím,

de Benjamín y de Manasés.

Despierta tu potencia, y ven a salvarnos.

4[4963]¡Oh Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu Rostro,

y seremos salvos.

5[4964]¡Oh Yahvé, Dios de los ejércitos!,

¿hasta cuándo seguirás airado

contra la oración de tu pueblo?

6Lo has alimentado con pan de llanto;

le has dado a beber lágrimas en abundancia.

7Nos has hecho objeto de contienda

entre nuestros vecinos;

y nuestros enemigos se burlan de nosotros.

8¡Oh Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu Rostro,

y seremos salvos.

9[4965]De Egipto trasladaste tu viña,

arrojaste a los gentiles, y la plantaste;

10preparaste el suelo para ella,

y echó raíces y llenó la tierra.

11Los montes se cubrieron con su sombra,

y con sus ramas los cedros altísimos.

12[4966]Hasta el mar extendió sus sarmientos

y hasta el gran río sus vástagos.

13¿Cómo es que derribaste sus vallados

para que la vendimien

cuantos pasan por el camino;

14[4967]la devaste el jabalí salvaje

y las bestias del campo la devoren?

15Retorna, oh Dios de los ejércitos,

inclínate desde el cielo, y mira, y visita esta viña,

16[4968]la cepa que tu diestra plantó,

y el retoño que para ti conformaste.

17Perezcan ante la amenaza de tu Rostro

quienes la quemaron y la cortaron.

18[4969]Pósese tu mano sobre el Varón

que está a tu diestra;

sobre el Hijo del hombre

que para Ti fortaleciste.

19Entonces no volveremos a apartarnos de Ti;

Tú nos vivificarás,

y nosotros proclamaremos tu Nombre.

20[4970]¡Oh Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu Rostro,

y seremos salvos.

SALMO 80 (81)
Para la fiesta de los Tabernáculos

1[4971]Al maestro de coro. Por el tono de Hagghittoth (los lagares). De Asaf.

2Regocijémonos delante de Dios,

nuestro Auxiliador;

aclamad con júbilo al Dios de Jacob.

3Entonad himnos al son del címbalo,

la cítara armoniosa y el salterio.

4[4972]Tocad la trompeta en el novilunio

y en el plenilunio, nuestro día de fiesta.

5[4973]Porque esta es ley en Israel,

prescripción del Dios de Jacob.

6[4974]Como rito recordatorio,

la impuso Él a José,

cuando salió (Él) contra la tierra de Egipto.

Oyó entonces (este) lenguaje

nunca escuchado:

7[4975] “Libré sus hombros de la carga,

y sus manos dejaron los cestos.

8[4976]En la tribulación me llamaste,

y Yo te saqué;

te respondí escondido en la nube tempestuosa,

te probé en las aguas de Meribá.

9[4977]Oye, pueblo mío, quiero amonestarte.

¡Ojalá me escucharas, oh Israel!

10[4978]No haya en ti ningún otro Dios;

no te encorves ante un dios ajeno.

11Soy Yo Yahvé el Dios tuyo,

que te saqué de la tierra de Egipto.

Abre bien tu boca, y Yo la llenaré.

12[4979]Pero mi pueblo no escuchó mi voz,

e Israel no me obedeció.

13[4980]Por eso los entregué

a la dureza de su corazón:

a que anduvieran según sus apetitos.

14[4981] ¡Ah, si mi pueblo me oyera!

¡Si Israel siguiera mis caminos!

15Cuán pronto humillaría Yo a sus enemigos,

y extendería mi mano

contra sus adversarios.

16[4982]Los que odian a Dios

le rendirían homenaje,

y su destino estaría fijado para siempre.

17[4983]Yo le daría a comer la flor del trigo

y lo saciaría con miel de la peña.”

SALMO 81 (82)
Dios juzga a los jueces

1[4984]Salmo de Asaf.

Dios se levanta

en la reunión de los dioses;

en medio de ellos va a juzgarlos.

2“¿Hasta cuándo fallaréis injustamente

y haréis acepción de personas con los inicuos?

3Haced justicia

al oprimido y al huérfano;

amparad al afligido y al menesteroso;

4[4985]librad al desvalido y al necesitado,

arrancadlo de la mano de los impíos.”

5[4986]Pero no saben, ni entienden;

andan en tinieblas;

por eso vacilan

todos los fundamentos de la tierra.

6[4987]Es cierto que Yo dije: “Dioses sois,

e hijos todos del Altísimo.

7[4988]Pero moriréis como hombres,

y caeréis como cae cualquier príncipe.”

8[4989]Levántate, Dios; juzga a la tierra,

porque Tú has de dominar

sobre todas las naciones.

SALMO 82 (83)
Imprecación de Israel contra los gentiles confabulados

1[4990]Cántico. Salmo de Asaf.

2Oh Dios, no permanezcas mudo;

no estés sordo, oh Dios, ni te muestres pasivo.

3Mira el tumulto que hacen tus enemigos,

y cómo los que te odian yerguen su cabeza.

4A tu pueblo le traman asechanzas;

se confabulan contra los que Tú proteges.

5“Venid (dicen), borrémoslos;

que ya no sean pueblo;

no quede ni memoria del nombre de Israel.”

6[4991]Así conspiran todos a una

y forman liga contra Ti:

7[4992]las tiendas de Edom y los ismaelitas,

Moab y los agarenos,

8Gebal y Ammón y Amalec,

Filistea y los habitantes de Tiro.

9También los asirios se les han unido,

y se han hecho auxiliares de los hijos de Lot.

10[4993]Haz Tú con ellos como con Madián

y con Sísara, y con Jabín,

junto al torrente Cisón;

11que perecieron en Endor,

y vinieron a ser como estiércol para la tierra.

12[4994]Trata a sus caudillos como a Oreb y a Zeb;

a todos sus jefes, como a Zebee y a Salmaná,

13pues han dicho:

“Ocupemos para nosotros las tierras de Dios.”

14[4995]Dios mío, hazlos como el polvo en un remolino

y la hojarasca presa del viento.

15Como fuego que consume la selva,

como llama que abrasa los montes,

16así persíguelos en tu tempestad,

y atérralos en tu borrasca.

17[4996]Haz que sus rostros

se cubran de vergüenza,

para que busquen tu nombre ¡oh Dios!

18Queden para siempre en la ignominia

y en la turbación;

sean confundidos y perezcan.

19Y sepan que tu Nombre es Yahvé;

y que solo Tú eres el Altísimo

sobre toda la tierra.

SALMO 83 (84)
Dichosa esperanza del peregrino

1[4997]Al maestro de coro. Por el tono de Hagghittoth (Los lagares). De los hijos de Coré. Salmo.

2¡Oh cuán amable es tu morada,

Yahvé de los ejércitos!

3[4998]Suspirando, desfalleciendo,

anhela mi alma los atrios de Yahvé.

Mi corazón y mi carne

claman ansiosos hacia el Dios vivo.

4[4999]Hasta el gorrión halla una casa,

y la golondrina un nido

para poner sus polluelos,

junto a tus altares, Yahvé de los ejércitos,

Rey mío y Dios mío.

5[5000]Dichosos los que moran en tu casa

y te alaban sin cesar.

6[5001]Felices aquellos cuya fuerza viene de Ti,

y tienen su corazón puesto en tu camino santo.

7[5002]Atravesando el valle de lágrimas

ellos lo convierten en lugar de manantiales,

que la lluvia temprana

cubrirá de bendiciones.

8Y suben con vigor creciente

hasta que Dios se hace ver de ellos en Sión.

9Yahvé de los ejércitos,

oye mi oración;

escucha, oh Dios de Jacob.

10[5003]Pon tus ojos, oh Dios, escudo nuestro,

y mira el rostro de tu ungido.

11Un día solo en tus atrios

vale más que otros mil.

Prefiero estar en el umbral

de la Casa de mi Dios que habitar

en los pabellones de los pecadores.

12[5004]Porque sol y escudo es Yahvé Dios;

Él da gracia y da gloria.

Él no rehúsa ningún bien

a los que caminan en inocencia.

13Yahvé de los ejércitos,

dichoso el hombre que confía en Ti.

SALMO 84 (85)
Súplica y profecía mesiánica

1[5005]Para él maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

2[5006]Oh Yahvé, has sido propicio a tu tierra,

has trocado en bien la suerte de Jacob.

3[5007]Has quitado la iniquidad de tu pueblo,

cubierto todos sus pecados.

4Has puesto fin a todo tu resentimiento,

desistido del furor de tu ira.

5[5008]Restáuranos, oh Dios, Salvador nuestro;

aparta de nosotros tu indignación.

6¿Acaso estarás siempre enojado con nosotros?

¿Extenderás tu saña

de generación en generación?

7[5009] ¿No volverás Tú a darnos vida,

para que tu pueblo se alegre en Ti?

8Muéstranos, Yahvé, tu misericordia

y envíanos tu salvación.

9[5010]Quiero escuchar

lo que dirá Yahvé mi Dios;

sus palabras serán de paz

para su pueblo y para sus santos,

y para los que de corazón se vuelvan a Él.

10[5011]Sí, cercana está su salvación

para los que le temen;

y la Gloria fijará su morada en nuestro país.

11[5012]La misericordia y la fidelidad

se saldrán al encuentro;

se darán el ósculo la justicia y la paz.

12[5013]La fidelidad germinará de la tierra

y la justicia se asomará desde el cielo.

13[5014]El mismo Yahvé dará el bien

y nuestra tierra dará su fruto.

14La justicia marchará ante Él

y la salud sobre la huella de sus pasos.

SALMO 85 (86)
Ardiente súplica y alabanza

1[5015]Oración de David.

Inclina, Yahvé, tu oído y escúchame,

porque soy desvalido y necesitado.

2[5016]Preserva mi vida porque soy santo;

salva a tu siervo que espera en Ti.

3Tú eres mi Dios,

ten misericordia de mí,

pues a Ti clamo todo el día.

4[5017]Alegra el alma de tu siervo,

pues a Ti, Señor, elevo mi espíritu.

5Porque Tú eres un Señor bueno

y pronto a perdonar,

lleno de gracia para todos los que te invocan.

6Escucha, Yahvé, mi ruego;

presta atención a la voz de mi súplica.

7En el día de mi aflicción clamo a Ti

porque Tú me oirás.

8No hay Señor semejante a Ti

entre los dioses;

ni obras como las obras tuyas.

9[5018]Todas las naciones que Tú hiciste vendrán

a postrarse delante de Ti, Señor,

y proclamarán tu Nombre.

10Porque Tú eres grande y obras maravillas.

Tú solo eres Dios

11[5019]Enséñame, Yahvé, tu camino

para que ande en tu verdad;

que mi corazón se alegre

en temer tu Nombre.

12Te alabaré, Señor Dios mío,

con todo mi corazón,

y glorificaré tu Nombre

por toda la eternidad.

13[5020]Pues grande ha sido

tu misericordia para conmigo;

y libraste mi alma

de lo más hondo del abismo.

14Oh Dios, los soberbios se levantan contra mí,

y la turba de los prepotentes amenaza mi vida;

¡No te han tenido en cuenta!

15[5021]Mas Tú, Señor,

Dios de bondad y misericordia,

tardo en airarte y clementísimo y leal,

16[5022]vuelve hacia mí tu rostro

y ten piedad de mí;

pon tu fuerza en tu siervo,

y salva al hijo de tu esclava.

17[5023]Dame una señal de tu favor,

para que los que me odian

vean, confundidos, que eres Tú, Yahvé,

quien me asiste y me consuela.

SALMO 86 (87)
Gloria de Sión

1[5024]De los hijos de Coré. Salmo. Cántico.

¡Él la fundó sobre los montes santos!

2[5025]Yahvé ama las puertas de Sión

más que todos los tabernáculos de Jacob.

3[5026]¡Oh ciudad de Dios,

de ti se dicen cosas gloriosas!

4[5027] “Contaré a Rahab y a Babel

entre los que me conocen;

he aquí a Filistea y a Tiro

y al pueblo de los etíopes:

han nacido allí.”

5[5028]Así se dirá de Sión:

“Uno por uno,

todos han nacido en ella,

y es el mismo Altísimo

quien la consolidó.”

6Y en el libro de los pueblos,

Yahvé escribirá:

“Estos nacieron allí.”

7[5029]Y cantarán danzando:

“Todas mis fuentes están en Ti.”

SALMO 87 (88)
Lamento del hombre en extrema aflicción

1[5030]Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al maestro de coro. Sobre el tono de “Mahalat”, para cantar. Maskil. De Hemán el ezrahita.

2[5031]Yahvé, Dios de mi salud,

día y noche clamo en tu presencia.

3Llegue hasta Ti mi oración,

inclina tu oído a mi clamor.

4Pues mi alma está saciada de males,

y mi vida al borde del sepulcro.

5Me cuentan entre los que bajan a la tumba;

he venido a ser como un hombre inválido,

6[5032]abandonado a su propia suerte

como los muertos;

como las víctimas

que yacen en el sepulcro,

de quienes ya no te acuerdas,

y que no son más objeto de tu cuidado.

7Me has puesto en una profunda fosa,

en tinieblas, en el abismo.

8[5033]Sobre mí pesa tu indignación,

y con todas tus olas me estás ahogando.

9[5034]Has alejado de mí a los amigos,

me has hecho objeto

de abominación para ellos;

me encuentro encerrado, sin poder salir.

10Mis ojos flaquean de miseria;

clamo a Ti, Yahvé, todo el día,

hacia Ti extiendo mis manos.

11[5035] ¿Es que para los muertos

haces tus maravillas,

o se levantan los difuntos para alabarte?

12¿Acaso en las sepulturas

se proclama tu bondad,

en la tierra de los muertos tu fidelidad?

13¿Se harán tus prodigios manifiestos

en las tinieblas,

y tu gracia en la tierra del olvido?

14[5036]Yo en cambio, Yahvé,

te expreso mi clamor,

y desde temprano te llega mi ruego.

15¿Por qué, Yahvé, rechazas mi alma

y escondes de mí tu faz?

16Soy miserable,

y vivo muriendo desde niño;

soporté tus terrores

y ya no puedo más;

17tus iras pasaron sobre mí,

y tus espantos me han anonadado.

18Me rodean como agua todo el día,

me cercan todos juntos.

19Has alejado de mí al amigo

y al compañero,

y mis familiares son las tinieblas.

SALMO 88 (89)
Promesa del reino mesiánico a David

1[5037]Maskil de Etán ezrahita.

2[5038]Quiero cantar eternamente

las misericordias de Yahvé;

que mi boca anuncie tu fidelidad

de generación en generación.

3[5039]Porque Tú dijiste: “La misericordia

está afianzada para siempre”,

y en el cielo afirmaste tu fidelidad:

4“He hecho un pacto con mi escogido,

he jurado a David, mi siervo:

5[5040]Para siempre haré estable tu descendencia;

daré firmeza a tu trono

por todas las generaciones.”

6Los cielos pregonan

tus maravillas, oh Yahvé,

y tu fidelidad la asamblea de los santos.

7[5041]Porque ¿quién en los cielos

se igualará a Yahvé,

y quién entre los hijos de Dios

será semejante a Él?

8Dios es glorificado

en la asamblea de los santos;

grande y formidable sobre cuantos le rodean.

9[5042]¡Yahvé, Dios de los ejércitos!

¿Quién como Tú?

Poderoso eres, oh Yah,

y tu fidelidad te circunda.

10[5043]Tú señoreas la soberbia del mar,

Tú domas la altivez de sus olas.

11[5044]Tú hollaste a Rahab como a un cadáver;

con el poder de tu brazo dispersaste a tus enemigos.

12[5045]Tuyos son los cielos

y tuya es la tierra,

Tú cimentaste el orbe

y cuanto contiene.

13[5046]Tú creaste el Septentrión

y el Mediodía;

el Tabor y el Hermón

se estremecen al Nombre tuyo.

14Tú tienes el brazo poderoso,

fuerte es tu mano,

sublime tu diestra.

15[5047]Justicia y rectitud

son las bases de tu trono;

la misericordia y la fidelidad

van delante de Ti.

16[5048]¡Dichoso el pueblo

que conoce el alegre llamado!

Caminará, oh Yahvé,

a la luz de tu rostro.

17Continuamente se regocijará

por tu Nombre,

y saltará de exultación

por tu justicia.

18[5049]Porque Tú eres la gloria de su fortaleza,

y por favor tuyo

será exaltado nuestro poder.

19Pues de Yahvé es nuestro socorro,

del Santo de Israel, que es nuestro Rey.

20[5050]Hablaste un día en visiones a tus santos, y dijiste:

“He impuesto la corona a un héroe,

he ensalzado al escogido de entre mi pueblo.

21[5051]He descubierto a David, mi siervo,

lo he ungido con mi óleo santo,

22para que mi mano esté con él siempre

y mi brazo le dé fortaleza.

23No lo engañará el enemigo;

ni el maligno lo humillará.

24Pues Yo destrozaré delante de él

a sus enemigos,

y destruiré a los que le odian.

25Mi fidelidad y mi gracia están con él;

y en mi Nombre será exaltado su poderío.

26Extenderé su mano sobre el mar,

y su diestra sobre los ríos.

27[5052]Él me invocará: “Tú eres mi Padre;

Tú mi Dios y la roca, de mi salud.”

28[5053]Y Yo lo haré primogénito;

el más excelso entre los reyes de la tierra.

29Le guardaré mi gracia eternamente,

y para él será firme mi alianza.

30Haré durar para siempre su descendencia,

y su trono como los días de los cielos.

31[5054]Si sus hijos abandonaren mi Ley

y no caminaren en mis preceptos,

32si violaren mis disposiciones

y no guardaren mis mandamientos,

33castigaré con la vara su delito,

y con azotes su culpa;

34pero no retiraré de él mi gracia,

ni desmentiré mi fidelidad.

35No violaré mi pacto,

ni mudaré cuanto han dicho mis labios.

36Juré una vez por mi santidad;

¿acaso quebrantaré mi palabra a David?

37[5055]Su descendencia durará eternamente,

y su trono como el sol delante de Mí,

38y como la luna, firme para siempre,

testigo fiel en el cielo.

39[5056]Sin embargo Tú (nos) has rechazado

y echado fuera,

te has irritado gravemente

contra tu ungido;

40has despreciado el pacto con tu siervo,

profanaste su corona (echándola) a tierra.

41Has destruido todas sus murallas,

has reducido a ruinas sus fortificaciones.

42Lo saquearon cuantos pasaron por el camino,

ha venido a ser el ludibrio de sus vecinos.

43Levantaste la diestra de sus adversarios,

llenaste de regocijo a todos sus enemigos.

44Le embotaste el filo de su espada,

y no le sostuviste en el combate.

45Apagaste su esplendor

y derribaste por tierra su trono.

46Abreviaste los días de su juventud,

lo cubriste de ignominia.

47[5057] ¿Hasta cuándo, Señor?

¿Te esconderás para siempre?

¿Arderá tu ira como el fuego?

48[5058]Recuerda lo que es la vida;

¿acaso habrías creado en vano a los hijos de los hombres?

49[5059] ¿Qué hombre podrá sobrevivir

sin ver la muerte,

y sustraer su vida

a las garras del sepulcro?

50¿Dónde están, Señor,

tus antiguas misericordias,

las que a David juraste por tu fidelidad?

51[5060]Señor, acuérdate

del oprobio de tus siervos:

llevo yo en mi pecho

las hostilidades de los gentiles,

52el insulto con que tus enemigos

persiguen, oh Yahvé,

persiguen los pasos de tu ungido.

53[5061]Bendito sea el Señor eternamente.

¡Así sea! ¡Así sea!

CUARTO LIBRO DE LOS SALMOS
SALMO 89 (90)
Fugacidad de la vida humana

1[5062]Oración de Moisés, varón de Dios.

Oh Señor,

Tú eres de generación en generación.

2[5063]Antes que los montes fuesen engendrados,

y naciesen la tierra y el orbe,

y desde la eternidad hasta la eternidad,

Tú, oh Dios, eres.

3[5064]Tú reduces a los mortales al polvo,

y les dices: “Reintegraos, hijos de Adán.”

4[5065]Así como mil años son a tus ojos

lo que el día de ayer,

una vez que ha pasado,

y lo que una vigilia de la noche,

5[5066]así (a los hombres) los arrebatas,

y son como un sueño matutino,

como la hierba verde;

6que a la mañana está en flor y crece,

y a la tarde es cortada y se seca.

7[5067]Así también nos consumimos

a causa de tu ira,

y estamos conturbados por tu indignación.

8Has puesto ante tus ojos nuestros delitos,

y a la luz de tu rostro

nuestros pecados ocultos,

9[5068]porque todos nuestros días declinan

por efecto de tu ira,

nuestros días pasan como un suspiro.

10[5069]Los días de nuestra vida son en suma setenta años,

y en los robustos, ochenta;

y los más de ellos son pena y vanidad,

porque pronto han pasado y nos volamos.

11¿Quién pesa según el temor que te es debido

la vehemencia de tu ira y tu indignación?

12[5070]Enséñanos a contar nuestros días,

para que lleguemos a la sabiduría del corazón.

13Vuélvete, Yahvé —¿hasta cuándo?—

y sé propicio a tus siervos.

14Sácianos con tu misericordia desde temprano,

para que nos gocemos

y nos alegremos todos nuestros días.

15[5071]Alégranos por los días en que nos humillaste,

por los años en que conocimos la desventura.

16Manifiéstese a tus siervos tu obra,

y a sus hijos tu gloria.

17[5072]Y la bondad del Señor, nuestro Dios,

sea sobre nosotros;

y conduce Tú las obras de nuestras manos,

[para que prospere la obra de nuestras manos].

SALMO 90 (91)
Premio de la confianza

1[5073]Tú que te abrigas

en el retiro del Altísimo,

y descansas a la sombra

del Omnipotente,

2di a Yahvé:

“¡Refugio mío y fortaleza mía,

mi Dios, en quien confío!”

3Porque Él te librará

del lazo de los cazadores

y de la peste mortífera.

4[5074]Con sus plumas te cubrirá,

y tendrás refugio bajo sus alas;

su fidelidad es escudo y broquel.

5[5075]No temerás los terrores de la noche,

ni las saetas disparadas de día,

6ni la pestilencia que vaga en las tinieblas,

ni el estrago que en pleno día devasta.

7[5076]Aunque mil caigan junto a ti

y diez mil a tu diestra,

tú no serás alcanzado.

8Antes bien, con tus propios ojos contemplarás,

y verás la retribución de los pecadores.

9[5077]Pues dijiste a Yahvé:

“Tú eres mi refugio”,

hiciste del Altísimo tu defensa.

10No te llegará el mal

ni plaga alguna se aproximará a tu tienda.

11[5078]Pues Él te ha encomendado a sus ángeles,

para que te guarden en todos tus caminos.

12Ellos te llevarán en sus manos,

no sea que lastimes tu pie contra una piedra.

13[5079]Caminarás sobre el áspid y el basilisco;

hollarás al león y al dragón.

14[5080] “Por cuanto él se entregó a Mí,

Yo lo preservaré;

lo pondré en alto

porque conoció mi Nombre.

15[5081]Me invocará, y le escucharé;

estaré con él en la tribulación,

lo sacaré y lo honraré.

16Lo saciaré de larga vida,

y le haré ver mi salvación.”

SALMO 91 (92)
Grandezas de nuestro Dios

1[5082]Salmo. Cántico. Para el día del sábado.

2[5083]Bueno es alabar a Yahvé,

y cantar a tu Nombre, oh Altísimo;

3[5084]anunciar al alba tu misericordia

y por las noches tu fidelidad;

4[5085]con el salterio de diez cuerdas y el laúd,

cantando al son de la cítara;

5[5086]porque Tú, Yahvé,

me deleitas con tus hechos,

y me gozo en las obras de tus manos.

6[5087]¡Cuan magníficas son tus obras, Yahvé!

¡Cuán profundos tus pensamientos!

7[5088]El hombre insensato no lo reconoce,

y el necio no entiende esto.

8Aunque broten impíos como hierba,

y florezcan todos los artesanos del crimen,

destinados están al exterminio

para siempre;

9mientras que Tú, Yahvé,

eres eternamente el Altísimo.

10[5089]Porque he aquí

que tus enemigos, oh Yahvé,

los enemigos tuyos perecerán,

y todos los malhechores

quedarán desbaratados.

11[5090]Tú exaltaste mi fuerza

como la de un bisonte,

me has ungido con aceite nuevo.

12[5091]Mis ojos se alegran

al mirar a mis enemigos,

y mis oídos oyen regocijados

a los perversos que se levantan contra mí.

13[5092]El justo florecerá como la palma

y crecerá como el cedro del Líbano,

14los cuales plantados en la casa de Yahvé

florecerán en los atrios de nuestro Dios.

15[5093]Aun en la vejez fructificarán todavía,

llenos de savia y vigor,

16[5094]para proclamar que Yahvé es recto,

— ¡Roca mía!—

y que no cabe iniquidad en Él.

SALMO 92 (93)
El Señor, Rey del orbe

1[5095]Reina Yahvé;

se ha revestido de majestad.

El Señor se reviste de poder,

se ciñe las armas;

da estabilidad al orbe de la tierra,

que no se moverá.

2[5096]Fijado está tu trono desde ese tiempo;

Tú eres desde la eternidad.

3Alzan los ríos, Yahvé,

alzan los ríos su voz;

alzan las olas su fragor.

4[5097]Pero, más poderoso

que la voz de las muchas aguas,

más poderoso que el oleaje del mar,

es Yahvé en las alturas.

5[5098]Tus testimonios, Yahvé, son segurísimos;

corresponde a tu casa la santidad

por toda la duración de los tiempos.

SALMO 93 (94)
Dios, vengador de los suyos

1[5099]¡Oh Dios vengador, Yahvé,

Dios de las venganzas, muéstrate!

2Levántate, glorioso, oh Juez del mundo;

da a los soberbios lo que merecen.

3[5100]¿Hasta cuándo los malvados, Yahvé?

¿Hasta cuándo los malvados triunfarán,

4proferirán necedades con lenguaje arrogante,

se jactarán todos de sus obras inicuas?

5[5101]Oprimen a tu pueblo, Yahvé,

y devastan tu heredad;

6[5102]asesinan a la viuda y al extranjero,

y matan a los huérfanos.

7[5103]Y dicen: “El Señor no lo ve,

el Dios de Jacob nada sabe.”

8[5104]Entendedlo, oh necios entre todos;

insensatos, sabedlo al fin:

9Aquel que plantó el oído ¿no oirá Él mismo?

Y el que formó el ojo ¿no verá?

10[5105]El que castiga a las naciones

¿no ha de pedir cuentas?

Aquel que enseña al hombre

¿(no tendrá) conocimiento?

11[5106]Yahvé conoce los pensamientos de los hombres:

¡son una cosa vana!

12[5107]Dichoso el hombre

a quien Tú educas, oh Yah,

el que Tú instruyes mediante tu Ley,

13[5108]para darle tranquilidad

en los días aciagos,

hasta que se cave la fosa para el inicuo.

14[5109]Puesto que Yahvé no desechará a su pueblo,

ni desamparará su heredad,

15sino que volverá a imperar la justicia,

y la seguirán todos los rectos de corazón.

16[5110]¿Quién se levantará en mi favor

contra los malhechores?

¿Quién se juntará conmigo

para oponerse a los malvados?

17[5111]Si Yahvé no estuviese para ayudarme,

ya el silencio sería mi morada.

18[5112]Cuando pienso: “Mi pie va a resbalar”,

tu misericordia, Yahvé, me sostiene.

19[5113]Cuando las ansiedades se multiplican

en mi corazón,

tus consuelos deleitan mi alma.

20[5114]¿Podrá tener comunidad contigo

la sede de la iniquidad,

que forja tiranía bajo apariencia legal?

21Asalten ellos el alma del justo,

y condenen la sangre inocente;

22mas Yahvé será para mí una fortaleza,

y el Dios mío la roca de mi refugio.

23[5115]Él hará que su perversidad

caiga sobre ellos mismos;

y con su propia malicia los destruirá,

los exterminará Yahvé, nuestro Dios.

SALMO 94 (95)
“Venite adoremus”

1[5116] Venid, alegrémonos para Yahvé;

aclamemos a la Roca de nuestra salvación.

2Acerquémonos a Él con alabanzas,

y con cantos gocémonos en su presencia.

3[5117]Porque Yahvé es un gran Dios,

y un rey más grande que todos los dioses.

4[5118]En sus manos están

las profundidades de la tierra

y son suyas las cumbres de las montañas.

5Suyo es el mar, pues Él lo hizo,

y el continente, que plasmaron sus manos.

6[5119]Venid, adoremos e inclinémonos;

caigamos de rodillas ante Yahvé que nos creó.

7[5120]Porque Él es nuestro Dios;

nosotros somos el pueblo que Él alimenta,

y las ovejas que Él cuida.

Ojalá oyerais hoy aquella voz suya:

8[5121] “No endurezcáis vuestros corazones

como en Meribá,

como en el día de Masá, en el desierto,

9cuando vuestros padres me provocaron

poniéndome a prueba

aunque habían visto mis obras.

10[5122]Durante cuarenta años me dio asco

aquella generación y dije:

“Son un pueblo de corazón extraviado,

no han conocido mis caminos.”

11[5123]Por eso, indignado, juré:

“No entrarán en mi reposo.”

SALMO 95 (96)
Advenimiento y alabanza del divino Rey

1[5124]Cantad a Yahvé un cántico nuevo,

cantad a Yahvé, tierras todas.

2Cantad a Yahvé, bendecid su nombre,

proclamad día tras día su salvación.

3[5125]Pregonad su gloria entre los gentiles;

sus maravillas entre los pueblos todos.

4Porque grande es Yahvé

y digno de suma alabanza,

temible, más que todos los dioses.

5Pues todos los dioses de los gentiles son ficción

en tanto que Yahvé hizo los cielos.

6[5126]Majestad y belleza le preceden;

en su santa morada están el poder y la gloria.

7Reconoced a Yahvé,

oh razas de los pueblos,

reconoced a Yahvé la gloria y el poder.

8[5127]Reconoced a Yahvé

la gloria de su Nombre.

Traedle oblaciones y venid a sus atrios.

9[5128]Adorad a Yahvé en sacro esplendor,

oh tierra toda, tiembla ante ÉL

10[5129]Anunciad a las naciones: “Reina Yahvé;

Él ha dado estabilidad al orbe,

para que no vacile;

rige a los pueblos con justicia.”

11[5130]Alégrense los cielos,

y regocíjese la tierra;

retumbe el mar y cuanto lo llena;

12salte de júbilo el campo

con todo lo que hay en él.

Rebosarán entonces de exultación

todos los árboles de la selva,

13ante la presencia de Yahvé,

porque viene,

porque viene para gobernar la tierra.

Gobernará la redondez de la tierra

con justicia,

y a los pueblos con su fidelidad.

SALMO 96 (97)
Hazañas del Rey

1[5131]Reina Yahvé; alégrese la tierra,

muestre su júbilo la multitud de las islas.

2[5132]Nubes y oscura niebla le rodean,

justicia e imperio

son el fundamento de su trono.

3[5133]Delante de Él va el fuego

y abrasa en derredor a sus enemigos.

4Sus relámpagos iluminan el orbe,

la tierra lo ve, y tiembla.

5[5134]Los montes, como cera,

se derriten ante Yahvé,

ante el Dominador de toda la tierra.

6[5135]Los cielos proclaman su justicia,

y todos los pueblos ven su gloria.

7[5136]Confundidos quedan

todos los que adoran simulacros,

y los que se glorían en los ídolos.

“¡Adoradlo, ángeles todos de Dios!”

8[5137]Lo oye Sión, y se llena de gozo;

y las ciudades de Judá

saltan de alegría,

por tus juicios, oh Yahvé.

9Pues Tú eres, Yahvé,

excelso sobre toda la tierra,

eminentísimo sobre toda deidad.

10[5138]Yahvé ama a los que odian el mal;

guarda las almas de sus santos,

los arrebata de la mano de los impíos.

11[5139]Ya despunta la luz para el justo,

y la alegría para los de corazón recto.

12Oh justos, regocijaos en Yahvé

y celebrad su santo Nombre.

SALMO 97 (98)
Justicia del Rey

1[5140]Cantad a Yahvé un cántico nuevo,

porque ha hecho cosas admirables.

Su diestra y su santo brazo

le han dado la victoria.

2Yahvé ha hecho manifiesta su salvación;

ha mostrado su justicia

delante de los gentiles,

3[5141]se ha acordado de su misericordia

y de su fidelidad

en favor de la casa de Israel.

Todos los confines de la tierra

han visto la salud

que viene de nuestro Dios.

4[5142]Tierra entera, aclama a Yahvé,

gozaos, alegraos y cantad.

5Entonad himnos a Yahvé con la cítara,

con la cítara y al son del salterio;

6con trompetas y sonidos de bocina

prorrumpid en aclamaciones al Rey Yahvé.

7[5143]Retumbe el mar y cuanto lo llena,

el orbe de la tierra y los que lo habitan.

8Batan palmas los ríos,

y los montes a una salten de gozo

9ante la presencia de Yahvé porque viene,

porque viene para gobernar la tierra.

Gobernará la redondez de la tierra con justicia

los pueblos con rectitud.

SALMO 98 (99)
Santidad del Rey

1[5144]Reina Yahvé, tiemblan los pueblos.

Sentado se ha sobre los querubines;

se conmueve la tierra.

2Grande es Yahvé en Sión,

y excelso sobre todos los pueblos.

3Celebrado sea tu Nombre, grande y tremendo:

¡Santo es!

4[5145]Y sea el honor para el Rey que ama la justicia.

Tú has establecido lo que es recto;

Tú ejerces la justicia y el imperio en Jacob.

5[5146]Ensalzad a Yahvé nuestro Dios,

y ante el escabel de sus pies, postraos:

¡Santo es!

6[5147]Moisés y Aarón

están entre sus sacerdotes,

y Samuel

entre los que invocan su Nombre;

invocaban a Yahvé

y Él los escuchaba.

7En la columna de nubes

les hablaba;

oían sus mandamientos,

y la Ley que les dio.

8[5148]Oh Yahvé Dios nuestro,

Tú los escuchaste;

fuiste para ellos un Dios propicio,

bien que castigaste sus infracciones.

9Ensalzad a Yahvé nuestro Dios,

y postraos ante su santo monte,

porque Santo es Yahvé, Dios nuestro.

SALMO 99 (100)
Himno de ingreso al Templo

1 Salmo en acción de gracias.

2[5149]Aclamad a Yahvé, tierras todas,

servid a Yahvé con alegría,

llegaos a su presencia con exultación.

3[5150]Sabed que Yahvé es Dios.

Él nos hizo y somos de Él,

pueblo suyo y ovejas de su aprisco.

4[5151]Entrad por sus puertas alabándole,

en sus atrios, con himnos.

Ensalzadle, bendecid su Nombre.

5[5152]Porque Yahvé es bueno;

su misericordia es eterna,

y su fidelidad,

de generación en generación.

SALMO 100 (101)
Modelo de príncipe

1[5153]Salmo de David.

Quiero cantar la bondad y la justicia,

un Salmo para Ti, Yahvé.

2[5154]Quiero seguir el camino recto.

— ¡Oh, cuando vendrás a mí!—

Procederé con recto corazón

dentro de mi casa.

3Jamás pondré la mira

en cosa injusta;

aborrezco la conducta

del que prevarica;

no andará conmigo.

4El corazón perverso

estará lejos de mí;

lo malo no quiero ni conocerlo.

5[5155]Al que solapadamente

calumnia a su prójimo

lo destruiré.

Al de mirada altiva y corazón inflado

no lo soportaré.

6[5156]Mis ojos buscarán

a los hombres fieles del país,

para tenerlos cerca de mí.

El que ande por el camino recto,

ese será mi ministro.

7[5157]No habitará dentro de mi casa

el hombre doble,

y el mentiroso

no durará en mi presencia.

8[5158]Exterminaré cada día

a todos los pecadores del país,

a fin de extirpar

a todos los obradores de iniquidad

en la ciudad de Yahvé.

SALMO 101 (102)
Plegaria por la restauración de Jerusalén

1[5159]Oración de un afligido que desfallece y derrama su angustia ante el Señor.

2[5160]Escucha, Yahvé, mi oración,

y llegue a Ti mi clamor.

3No quieras esconderme tu rostro

en el día de mi desolación;

inclina hacia mí tu oído;

apresúrate a atenderme

en el día de mi llamado.

4[5161]Porque mis días se desvanecen como el humo,

y mis huesos arden como fuego.

5[5162]Abrasado, como la hierba,

se seca mi corazón;

me olvido de comer mi pan.

6A fuerza de gemir y llorar

se me pega la piel a los huesos.

7[5163]Soy como el pelícano del desierto,

hecho semejante al búho entre las ruinas.

8No puedo conciliar el sueño, y me lamento

como el ave solitaria sobre el tejado:

9Mis enemigos me insultan sin cesar,

y los que se enfurecen contra mí,

toman mi nombre como imprecación.

10[5164]Mi comida es ceniza en vez de pan,

y mezclo mi bebida con las lágrimas,

11[5165]a causa, de tu indignación y tu furor,

porque me arrojaste

después de levantarme en alto.

12[5166]Mis días son como la sombra que se alarga;

y, como la hierba, voy secándome,

13[5167]mas Tú, Yahvé, permaneces siempre,

y tu Nombre es de generación en generación.

14[5168]Tú te levantarás y serás propicio a Sión,

porque tiempo es ya de que te apiades de ella;

a llegado la hora.

15[5169]Ya tus siervos aman sus piedras,

sienten compasión de sus ruinas.

16[5170]Así, oh Yahvé, los gentiles

reverenciarán tu Nombre,

y tu gloria todos los reyes de la tierra,

17porque Yahvé habrá restaurado a Sión,

y Él se mostrará en su gloria.

18[5171]Se volverá hacia la oración de los despojados,

y no despreciará sus ruegos.

19[5172]Escríbase esto para la generación venidera,

para que el pueblo

que va a nacer alabe a Yah.

20Porque Yahvé se habrá inclinado

desde su excelso santuario,

desde el cielo habrá mirado a la tierra,

21[5173]para escuchar el gemido de los cautivos

y librar a los destinados a la muerte,

22[5174]a fin de que en Sión sea pregonado

el Nombre de Yahvé,

y en Jerusalén su alabanza,

23cuando allí se congreguen a una los pueblos

y los reinos, para servir a Yahvé.

24[5175]Él quebrantó mis fuerzas a medio camino;

acortó mis días.

25Y yo clamo: Oh Dios mío,

no me quites de esta vida

en la mitad de mis días,

Tú, cuyos años duran

por todas las generaciones.

26[5176]En el principio cimentaste la tierra,

y obra de tus manos es el cielo.

27[5177]Ellos van pasando,

mas Tú permanecerás;

todo en ellos se envejece

como una vestidura;

Tú los mudarás

como quien cambia de vestido,

y quedarán cambiados.

28Mas Tú eres siempre el mismo,

y tus años no tienen fin.

29[5178]Los hijos de tus siervos morarán seguros,

y su posteridad será estable delante de Ti.

SALMO 102 (103)
Elogio del Padre de las misericordias

1[5179]De David.

Bendice a Yahvé, alma mía,

y todo cuanto hay en mí

bendiga su santo Nombre.

2[5180]Bendice a Yahvé, alma mía,

y no quieras olvidar todos sus favores.

3Es Él quien perdona todas tus culpas,

quien sana todas tus dolencias.

4Él rescata de la muerte tu vida,

Él te corona de bondad y misericordia.

5[5181]Él harta de bienes tu vida;

tu juventud se renueva

como la del águila.

6[5182]Yahvé practica la rectitud

y a todos los oprimidos hace justicia.

7[5183]Hizo conocer sus caminos a Moisés

y a los hijos de Israel sus hazañas.

8[5184]Misericordioso y benigno es Yahvé,

tarde en airarse y lleno de clemencia.

9No está siempre acusando,

ni guarda rencor para siempre.

10No nos trata conforme a nuestros pecados,

ni nos paga según nuestras iniquidades.

11[5185]Pues cuanto se alza el cielo sobre la tierra,

tanto prevalece su misericordia

para los que le temen.

12[5186]Cuanto dista el Oriente del Occidente,

tan lejos echa de nosotros nuestros delitos.

13[5187]Como un padre que se apiada de sus hijos,

así Yahvé se compadece

de los que le temen.

14[5188]Porque Él sabe de qué estamos formados:

Él recuerda que somos polvo.

15[5189]Los días del hombre son como el heno;

como la flor del campo, así florece.

16[5190]Apenas le roza el viento,

y ya no existe;

y ni siquiera se conoce el espacio que ocupó.

17[5191]Mas la misericordia de Yahvé permanece

[desde la eternidad y] hasta la eternidad,

con los que le temen,

y su protección, hasta los hijos de los hijos,

18[5192]de los que conservan su alianza

y recuerdan sus preceptos para cumplirlos.

19[5193]Yahvé tiene establecido su trono en el cielo,

y su Reino gobernará el universo.

20Bendecid a Yahvé todos sus ángeles,

héroes poderosos

que ejecutáis sus mandatos

en cumplimiento de su palabra.

21[5194]Bendecid a Yahvé todos sus ejércitos,

ministros suyos que hacéis su voluntad.

22Bendecid a Yahvé todas sus obras,

en todos los lugares de su imperio.

Bendice tú, alma mía, a Yahvé.

SALMO 103 (104)
La obra de Dios en la creación

1[5195] ¡Bendice a Yahvé, alma mía!

¡Yahvé, Dios mío, cuán grande eres!

Te has vestido de majestad y de belleza,

2[5196]envuelto en luz como en un manto.

Extendiste el cielo como un cortinaje;

3[5197]construiste tu morada superior sobre las aguas,

haces de las nubes tu carroza,

cabalgas sobre las alas del viento.

4[5198]A los vientos haces tus mensajeros,

y ministros tuyos los relámpagos centellantes.

5Cimentaste la tierra sobre sus bases

de suerte que no vacile jamás.

6[5199]La habías cubierto con el océano

como de un manto;

las aguas se posaban sobre los montes.

7[5200]Mas huyeron a un grito tuyo,

—temblaron a la voz de tu trueno,

8surgieron los montes,

bajaron los valles—,

hasta el lugar que les habías destinado.

9[5201]Les fijaste un límite que no traspasarán,

para que no vuelvan a cubrir la tierra.

10Haces correr en arroyos las fuentes

que brotan entre los montes,

11para que beban

todas las bestias del campo

y sacien su sed los asnos monteses.

12[5202]A sus orillas posan las aves del cielo,

que cantan entre el ramaje.

13Desde tu morada riegas los montes;

la tierra se sacia del fruto de tus obras.

14[5203]Produces el heno para los ganados,

y las plantas que sirven al hombre,

para que saque pan de la tierra,

15[5204]y vino que alegre el corazón del hombre;

para que el aceite dé brillo a su rostro

y el pan vigorice su corazón.

16Satúranse los árboles de Yahvé,

los cedros del Líbano que Él plantó.

17Las aves anidan en ellos;

en los abetos tiene su casa la cigüeña.

18Los altos montes dan refugio a los antílopes,

las peñas, a los conejos.

19[5205]Para señalar los tiempos,

hiciste la luna;

el sol conoce la hora de su ocaso.

20Mandas las tinieblas, y viene la noche;

en ellas rondan

todas las fieras de las selvas.

21[5206]Los leoncillos rugen en pos de la presa,

e imploran de Dios el sustento;

22al salir el sol se retiran,

y se tienden en sus madrigueras;

23[5207]y el hombre acude a su trabajo,

a su labranza, hasta la tarde.

24[5208] ¡Cuán variadas son tus obras, oh Yahvé!

Todo lo hiciste con sabiduría;

llena está la tierra de tus riquezas.

25Mira el mar, grande y anchuroso:

allí un hormiguear sin número,

de animales pequeños y grandes.

26[5209]Allí transitan las naves,

y ese leviatán que creaste

para que en él juguetease.

27[5210]Todos esperan de Ti

que a su tiempo les des el alimento.

28Se lo das y ellos lo toman;

al abrir Tú la mano se hartan de bienes.

29[5211]Si Tú escondes el rostro, desfallecen;

si retiras Tú su aliento, expiran,

y vuelven a su polvo.

30Cuando envías tu soplo, son creados,

y renuevas la faz de la tierra.

31[5212]Sea eterna la gloria de Yahvé;

gócese Yahvé en sus obras.

32Mira Él a la tierra, y ella tiembla;

toca Él los montes, y humean.

33[5213]A Yahvé cantaré mientras viva;

tañeré salmos a mi Dios

mientras yo tenga el ser.

34Séanle gratos mis acentos!

Yo en Yahvé me gozaré.

35[5214] ¡Sean quitados de la tierra los pecadores

y no haya más impíos!

36¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

¡Hallelú Yah!

SALMO 104 (105)
Yahvé, fiel con su pueblo ingrato

1[5215]Celebrad a Yahvé,

aclamad su Nombre,

proclamad entre los gentiles sus proezas.

2Cantadle, entonadle salmos,

relatad todas sus obras maravillosas.

3[5216]Gloriaos de su santo Nombre;

alégrese el corazón

de los que buscan a Yahvé.

4Fijaos en Yahvé y su fortaleza,

buscad sin cesar su rostro.

5[5217]Acordaos de las maravillas que hizo,

de sus prodigios

y de las sentencias de su boca,

6[5218]vosotros, descendencia de Abrahán, su siervo,

hijos de Jacob, su escogido.

7El mismo Yahvé es nuestro Dios;

sus juicios prevalecen en toda la tierra.

8[5219]Se acuerda siempre de su alianza,

promesa que hizo por mil generaciones;

9del pacto concertado con Abrahán,

del juramento que hizo a Isaac,

10que confirmó a Jacob, como firme decreto,

y como testamento eterno a Israel,

11diciendo:

“A ti te daré la tierra de Canaán,

como porción hereditaria vuestra.”

12[5220]Cuando eran pocos en número,

muy pocos, y peregrinos en aquella tierra,

13y vagaban de nación en nación,

y de este reino a aquel pueblo,

14[5221]a nadie permitió que los oprimiese,

y por causa de ellos castigó a reyes:

15[5222] “Guardaos de tocar a mis ungidos,

ni hacer mal a mis profetas.”

16Atrajo el hambre sobre aquella tierra,

y se retiró toda provisión de pan.

17[5223]Envió delante de ellos a un varón:

a José vendido como esclavo.

18[5224]Le habían atado los pies con grillos,

y encerrado en hierro su cuello,

19hasta que se cumplió lo que él predijo,

y la Palabra del Señor lo acreditó.

20Mandó desatarlo el rey,

el soberano de aquellos pueblos,

y lo libertó.

21[5225]Lo constituyó señor de su propia casa,

y príncipe de todos sus dominios,

22[5226]para que a su arbitrio

instruyese a los magnates

y enseñara sabiduría a los ancianos.

23[5227]Entonces entró Israel en Egipto;

Jacob fue peregrino en tierra de Cam.

24[5228]Y Él multiplicó a su pueblo

en gran manera,

y le hizo más poderoso

que sus adversarios.

25Mudó a estos el corazón

para que odiasen a su pueblo,

y urdiesen tramas contra sus siervos.

26[5229]Entonces envió a Moisés su siervo,

a Aarón, el elegido,

27quienes obraron entre ellos sus maravillas

y prodigios en la tierra de Cam.

28[5230]Mandó tinieblas, y se hizo oscuridad,

mas se resistieron contra sus palabras.

29Convirtió sus aguas en sangre

e hizo morir sus peces.

30Su tierra brotó ranas

hasta en la cámara de sus reyes.

31Habló, y vinieron enjambres de moscas

y mosquitos por todos sus confines.

32Por lluvia les mandó granizo,

y fuego que inflamaba su tierra,

33y destruyó sus viñas y sus higueras,

y destrozó los árboles en su territorio.

34A una orden suya vinieron langostas,

y orugas sin número,

35que devoraron toda la hierba de sus prados,

y comieron los frutos de sus campos.

36[5231]Y dio muerte

a todo primogénito en su tierra,

las primicias de todo su vigor.

37[5232]Mas a ellos los sacó con oro y plata,

sin un enfermo en todas sus tribus.

38Alegráronse los egipcios de su salida,

pues los había sobrecogido el terror.

39[5233]Extendió Él una nube para cubrirlos,

y un fuego que resplandeciese de noche.

40Pidieron, y les envió codornices;

y los sació con pan del cielo.

41Hendió la peña, y brotaron aguas,

que corrieron por el desierto

como arroyos.

42Porque se acordó de su santa palabra,

que había dado a Abrahán, su siervo.

43Así sacó a su pueblo con alegría,

con júbilo a sus escogidos.

44[5234]Y les dio las tierras de los gentiles

y poseyeron los bienes de los pueblos,

45[5235]para que guardaran sus mandamientos

y obedecieran sus leyes.

¡Hallelú Yah!

SALMO 105 (106)
Israel, ingrato con su Dios fiel

1[5236]Hallelú Yah.

Celebrad a Yahvé porque es bueno,

porque su misericordia es para siempre.

2[5237] ¿Quién dirá las hazañas de Yahvé?

¿Pregonará todas sus alabanzas?

3Bienaventurados

los que conservan sus estatutos

y practican la justicia en todo tiempo.

4[5238]Señor, acuérdate de mí

cuando muestres tu bondad

para con tu pueblo;

visítame cuando operes la salvación

5[5239]para que yo vea la felicidad de tus escogidos,

me goce del gozo de tu pueblo

y me gloríe con tu herencia.

6[5240]Hemos pecado lo mismo que nuestros padres;

obramos el mal, fuimos impíos.

7[5241]Nuestros padres en Egipto

no tuvieron en cuenta tus prodigios;

no se acordaron de la multitud de tus favores,

sino que se rebelaron contra el Altísimo

junto al Mar Rojo.

8[5242]Pero Él los salvó a causa de su Nombre,

para dar a conocer su poderío.

9Increpó al Mar Rojo y lo secó,

y los condujo por entre las aguas

como por un llano.

10Los sacó de las manos de sus aborrecedores,

y los rescató del poder del enemigo.

11Las aguas cubrieron a sus adversarios,

no quedó ni uno de ellos.

12Entonces creyeron a Sus palabras

y cantaron Sus alabanzas.

13[5243]Pronto olvidaron las obras de Él,

no aguardaron sus designios,

14[5244]sino que en el desierto se entregaron

a su propia concupiscencia

y en la soledad provocaron a Dios.

15[5245]Él les concedió lo que pedían,

pero les envió la consunción.

16[5246]Luego envidiaron a Moisés en el campamento,

y a Aarón, el santo de Yahvé.

17Y la tierra se abrió, y se tragó a Datan,

y cubrió a la facción de Abirón.

18Y se encendió contra su banda un fuego;

la llama devoró a los inicuos.

19[5247]Hicieron un becerro en Horeb,

y adoraron una estatua de fundición;

20trocando su Gloria

por la figura del buey harto de heno,

21olvidaron a Dios, que los había salvado

y que había hecho portentos en Egipto,

22[5248]cosas maravillosas en la tierra de Cam,

cosas estupendas junto al Mar Rojo.

23[5249]Los habría deshecho,

si Moisés, escogido por Él,

no se hubiese puesto en la brecha frente a Él,

para apartar su furor

a fin de que no los exterminase.

24[5250]Y despreciaron la tierra codiciable,

no dando crédito a su palabra;

25y murmuraron en sus tiendas,

no escucharon la voz de Yahvé.

26Mas Él con mano alzada les juró

que los haría caer en el desierto;

27[5251]que haría caer a su descendencia

entre los gentiles

y los dispersaría por las tierras.

28[5252]Y se consagraron a Baalfegor,

y comieron de las víctimas

inmoladas a dioses muertos.

29[5253]Con tales delitos le provocaron a ira,

y una plaga cayó sobre ellos.

30[5254]Pero se irguió Fineés, y ejerció la venganza,

y la plaga cesó.

31Y esto le fue imputado a justicia

por todas sus generaciones

para siempre jamás.

32[5255]Y lo irritaron

juntó a las aguas de Meribá;

y a Moisés le fue mal por culpa de ellos;

33porque ellos exacerbaron su espíritu,

y él dejó que sus labios

hablaran inconsideradamente.

34[5256]No destruyeron los pueblos

que Dios les había señalado;

35sino que se mezclaron con los gentiles,

y aprendieron sus obras,

36y adoraron sus ídolos,

que fueron para ellos un lazo;

37[5257]e inmolaron sus hijos

y sus hijas a los demonios,

38derramando sangre inocente,

la sangre de sus hijos y de sus hijas,

que sacrificaron a los ídolos de Canaán;

y la tierra quedó profanada por la sangre.

39[5258]Se contaminaron por sus actos

y fornicaron con sus propias obras.

40[5259]Se encendió entonces la ira de Yahvé

contra su pueblo,

y abominó de su herencia;

41los entregó en manos de los gentiles,

y fueron dominados por quienes los odiaban.

42Oprimidos por sus enemigos,

tuvieron que doblegarse ante ellos.

43[5260]Muchas veces Él los salvó,

mas ellos lo exasperaron por sus empeños,

y se hundieron más en su iniquidad.

44Con todo, al percibir sus lamentos,

fijaba Él los ojos en sus tribulaciones;

45en favor de ellos se acordaba de su alianza,

y se arrepentía

según la grandeza de su misericordia.

46[5261]Y los hacía objeto de la compasión

de aquellos que los tenían en cautiverio.

47[5262]Sálvanos, Yahvé, Dios nuestro,

y congréganos de en medio de las naciones,

para que celebremos tu santo Nombre

y nos gloriemos en tu alabanza.

48[5263]Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,

de siglo en siglo.

Y todo el pueblo diga: Amén.

¡Hallelú Yah!

QUINTO LIBRO DE LOS SALMOS
SALMO 106 (107)
Es eterna su misericordia

1[5264]Celebrad a Yahvé porque es bueno,

porque su misericordia

permanece para siempre.

2[5265]Así digan los rescatados de Yahvé,

los que Él redimió

de manos del enemigo,

3[5266]y a quienes Él ha congregado de las tierras

del Oriente y del Occidente,

del Norte y del Mediodía.

4[5267]Erraban por el desierto, en la soledad,

sin hallar camino a una ciudad donde morar.

5Sufrían hambre y sed;

su alma desfallecía en ellos.

6Y clamaron a Yahvé en su angustia,

y Él los sacó de sus tribulaciones.

7Y los condujo por camino derecho,

para que llegasen a una ciudad

donde habitar.

8[5268]Den gracias a Yahvé

por su misericordia,

y por sus maravillas

en favor de los hijos de los hombres.

9Porque sació al alma sedienta,

y a la hambrienta colmó de bienes.

10[5269]Moraban en tinieblas y sombras,

cautivos de la miseria y del hierro;

11porque habían resistido a las palabras de Dios

y despreciado el consejo del Altísimo.

12Y Él humilló su corazón con trabajos;

sucumbían y no había quien los socorriese.

13Y clamaron a Yahvé en su angustia,

y Él los sacó de sus tribulaciones.

14Y los libró de las tinieblas y de las sombras,

y rompió sus cadenas.

15Den gracias a Yahvé

por su misericordia,

y por sus maravillas

en favor de los hijos de los hombres;

16porque Él rompió las puertas de bronce,

e hizo pedazos los cerrojos de hierro.

17[5270]Estaban enfermos a causa de su iniquidad,

y afligidos a causa de sus delitos;

18sintieron náuseas de todo alimento,

y llegaron a las puertas de la muerte.

19Y clamaron a Yahvé en su angustia,

y Él los sacó de sus tribulaciones.

20Envió su Palabra para sanarlos

y arrancarlos de la perdición.

21Den gracias a Yahvé

por su misericordia,

y por sus maravillas

en favor de los hijos de los hombres,

22[5271]y ofrezcan sacrificios de alabanza,

y publiquen con júbilo sus obras.

23[5272]Surcaban en naves el mar,

traficando sobre las vastas ondas,

24esos vieron las obras del Señor,

y sus maravillas en el piélago.

25Con Su palabra suscitó un viento borrascoso,

que levantó las olas del mar;

26subían hasta el cielo

y descendían hasta el abismo,

su alma desmayaba en medio de sus males.

27Titubeaban y se tambaleaban como ebrios,

y les fallaba toda su pericia.

28Y clamaron a Yahvé en su angustia,

y Él los sacó de sus tribulaciones.

29Tornó el huracán en suave brisa,

y las ondas del mar callaron.

30Y se alegraron de que callasen,

y los condujo al puerto deseado.

31Den gracias a Yahvé por su misericordia,

y por sus maravillas

en favor de los hijos de los hombres.

32Celébrenlo en la asamblea del pueblo,

y en la reunión de los ancianos, cántenle.

33[5273]Él convirtió los ríos en desierto,

y los manantiales en árida tierra,

34el suelo fructífero en un salobral,

por la malicia de sus moradores.

35[5274]Él mismo ha convertido el desierto en lago

y la tierra árida en manantiales,

36[5275]allí coloca a los hambrientos,

y fundan una ciudad para habitarla.

37Siembran los campos y plantan viñas,

y obtienen de ellos los frutos.

38Bendecidos por Él

se multiplican en gran manera,

y sus ganados no disminuyen nunca.

39[5276]Aunque reducidos a pocos y despreciados,

por el peso del infortunio y de la aflicción,

40Aquel que derrama desprecio

sobre los príncipes,

y los hace errar por desiertos sin huellas,

41ha levantado de la miseria al indigente,

y hace las familias numerosas como rebaños.

42[5277]Lo ven los justos y se alegran,

y toda malicia cierra su boca.

43[5278] ¿Quién es el sabio que considere estas cosas

y comprenda las misericordias del Señor?

SALMO 107 (108)
Israel canta su esperanza

1[5279]Cántico. Salmo. De David.

2Mi corazón está pronto, oh Dios;

quiero cantar y entonar salmos;

mi alma está despierta.

3Salterio y lira, despertaos;

despiértese la aurora (a nuestro canto).

4Te alabaré, Yahvé, entre los pueblos,

te cantaré himnos ante las naciones.

5[5280]Porque tu misericordia

es más grande que los cielos,

y tu fidelidad hasta las nubes.

6[5281]Muéstrate excelso,

oh Dios, sobre los cielos,

y brille tu gloria sobre toda la tierra,

7para que sean libertados los que Tú amas;

socorre con tu diestra y escúchanos.

8[5282]Lo dijo Dios por su santidad:

“Triunfaré; repartiré a Siquem,

y mediré el valle de Sucot.

9Mía es la tierra de Galaad,

mía la tierra de Manasés;

Efraím es el yelmo de mi cabeza,

y Judá, mi cetro;

10Moab, la vasija de mi lavatorio;

sobre Edom echaré mi calzado,

sobre Filistea cantaré victoria.”

11[5283] ¿Quién me conducirá a la ciudad inaccesible?

¿Quién me llevará hasta Edom?

12¿No serás Tú, oh Dios,

que nos has rechazado

y que ya no sales con nuestros ejércitos?

13Ven en nuestro auxilio contra el adversario,

porque vano es el concurso de los hombres.

14Con Dios haremos proezas;

Él hollará a nuestros enemigos.

SALMO 108 (109)
Oración imprecatoria contra los maldicientes

1[5284]Al maestro de coro. De David. Salmo.

Oh Dios, Gloria mía, no enmudezcas,

2porque bocas impías y dolosas

se han abierto contra mí

y me hablan con lengua pérfida.

3[5285]Me asedian con odiosos discursos,

me combaten sin motivo.

4[5286]Por lo que me debieran amar, me acusan,

y yo hago oración.

5[5287]Me devuelven mal por bien,

y odio a cambio de mi amor.

6[5288]Ponlo bajo la mano de un impío,

con el acusador a su derecha.

7[5289]Cuando se le juzgue, salga condenado,

y su oración sea pecado.

8[5290]Acórtense sus días,

y otro reciba su ministerio.

9Que sus hijos queden huérfanos

y viuda su mujer.

10Anden sus hijos mendigando, errantes,

arrojados de sus casas destruidas.

11El usurero aseche todos sus bienes,

y sea presa de los extraños

el fruto de su trabajo.

12Nadie le muestre misericordia

y ninguno se compadezca de sus huérfanos.

13Sea su posteridad entregada al exterminio,

extíngase su nombre

en la primera generación.

14[5291]La culpa de sus padres

sea recordada [por Yahvé],

y el pecado de su madre no se borre.

15Estén siempre ante los ojos de Yahvé,

para que Él quite de la tierra su memoria;

16[5292]pues no pensó en usar de misericordia,

sino que persiguió al infortunado, al pobre,

al afligido de corazón,

para darle el golpe de muerte.

17[5293]Amó la maldición. ¡Cáigale encima!

No quiso la bendición. ¡Apártese de él!

18Se revistió de maldición como de una túnica;

y le penetró como agua en sus entrañas,

y como aceite en sus huesos.

19Séale como manto que lo cubra,

y como cinto con que siempre se ciña.

20[5294]Tal pago tengan [de Yahvé]

los que me acusan

y los que profieren maldiciones contra mí.

21[5295]Mas Tú, Yahvé, Señor mío, haz conmigo

según la gloria de tu Nombre;

sálvame,

pues tu bondad es misericordiosa.

22[5296]Porque yo soy un infortunado y pobre,

y llevo en mí el corazón herido.

23Como sombra que declina,

me voy desvaneciendo;

soy arrojado como la langosta.

24Mis rodillas vacilan,

debilitadas por el ayuno,

y mi carne, enflaquecida, desfallece.

25Y he venido a ser el escarnio de ellos;

me miran, y hacen meneos de cabeza.

26Ayúdame, Yahvé, Dios mío,

sálvame conforme a tu misericordia.

27Y sepan que aquí está tu mano,

y que eres Tú, Yahvé, quien lo ha hecho.

28[5297]Que ellos maldigan, pero Tú bendíceme.

Véanse confundidos

los que contra mí se levantan,

mas alégrese tu siervo.

29Sean cubiertos de ignominia

los que me acusan,

y envueltos en su confusión

como en un manto.

30[5298]Mi boca rebosará de alabanzas a Yahvé;

en medio de la gran multitud

cantaré sus glorias;

31[5299]porque Él se mantuvo

a la derecha de este pobre

para salvarlo de sus jueces.

SALMO 109 (110)
Triunfo de Cristo rey y Sacerdote

1[5300]Salmo de David.

Oráculo de Yahvé a mi Señor:

“Siéntate a mi diestra,

hasta que Yo haga de tus enemigos

el escabel de tus pies.”

2[5301]El cetro de tu poder

lo entregará Yahvé (diciéndote):

“Desde Sión impera

en medio de tus enemigos.”

3[5302]Tuya será la autoridad

en el día de tu poderío,

en los resplandores de la santidad;

Él te engendró del seno antes del lucero.

4[5303]Yahvé lo juró y no se arrepentirá:

“Tú eres Sacerdote para siempre

a la manera de Melquisedec.”

5[5304]Mi Señor está a la diestra de (Yahvé).

En el día de su ira

destrozará a los reyes.

6[5305]Juzgará las naciones,

amontonará cadáveres,

aplastará la cabeza de un gran país.

7[5306]Beberá del torrente en el camino;

por eso erguirá la cabeza.

SALMO 110 (111)
Memorables son las obras del Señor

1[5307]¡Hallelú Yah!

Quiero honrar a Yahvé

con todo mi corazón,

en el coro de los justos y en la asamblea.

2[5308]Grandes son las obras de Yahvé:

escudríñenlas los que las disfrutan.

3[5309]Su obrar es todo majestad y esplendor,

y su justicia permanece para siempre.

4Hizo sus maravillas

para ser recordadas.

Yahvé es benigno y compasivo;

5[5310]Él da alimento a los que le temen;

para siempre se acordará de su alianza.

6[5311]A su pueblo ha mostrado

el poder de sus obras,

dándole la herencia de las naciones.

7Fieles y justas son las obras de sus manos.

Sus preceptos son todos infalibles,

8establecidos por los siglos, para siempre,

dictados con firmeza y justicia.

9[5312]Él ha enviado la redención a su pueblo,

ha ratificado su alianza para siempre;

santo y terrible es su Nombre.

10[5313]El principio de la sabiduría

es el temor de Yahvé.

Prudentes son todos los que lo adoran,

Su alabanza permanece para siempre.

SALMO 111 (112)
Bienaventuranzas del justo

1[5314]¡Hallelú Yah!

Dichoso el hombre que teme a Yahvé,

en sus preceptos halla el sumo deleite.

2[5315]Su descendencia

será poderosa sobre la tierra;

la estirpe de los rectos es bendecida.

3En su casa hay bienestar y abundancia,

y su justicia permanece para siempre.

4[5316]Para los rectos

brilla una luz en las tinieblas:

el Clemente, el Misericordioso, el Justo.

5[5317]Bien le va al hombre

que se compadece y presta;

reglará sus negocios con discreción;

6nunca resbalará;

el justo quedará en memoria eterna.

7[5318]No temerá malas nuevas;

su corazón está firme,

confiado en Yahvé.

8Su ánimo es constante, impávido,

hasta ver confundidos a sus adversarios.

9[5319]Distribuye y da a los pobres largamente;

su justicia permanece para siempre,

su triunfo será exaltado con gloria.

10Lo verá el impío y se enfurecerá,

se consumirá rechinando los dientes.

Estéril será la envidia de los pecadores.

SALMO 112 (113)
Cómo el Altísimo exalta a los humildes

1[5320]¡Hallelú Yah!

Alabad, siervos de Yahvé,

alabad el Nombre de Yahvé.

2Sea bendito el Nombre de Yahvé,

desde ahora y para siempre.

3[5321]Desde el nacimiento del sol hasta su ocaso

sea ensalzado el Nombre de Yahvé.

4[5322]Excelso es Yahvé

sobre todas las naciones,

sobre los cielos, su gloria.

5¿Quién hay en los cielos y en la tierra,

comparable al Señor Dios nuestro,

que tiene su trono en las alturas

6y se inclina para mirar?

7[5323]Alza del polvo al desvalido

y desde el estiércol exalta al pobre

8para sentarlo con los nobles,

entre los príncipes de su pueblo.

9Él hace que la estéril viva en hogar,

madre gozosa de hijos.

SALMO 113A (114)
Majestad del Libertador de Israel

1[5324]¡Hallelú Yah!

Cuando Israel salió de Egipto,

—la casa de Jacob

de entre un pueblo bárbaro—

2[5325]Judá vino a ser su santuario,

Israel su imperio.

3[5326]El mar, al ver, huyó;

el Jordán volvió atrás.

4[5327]Los montes saltaron como carneros,

los collados como corderillos.

5¿Qué tienes, mar, para huir

y tú, Jordán, para volver atrás?

6¿Montes, para saltar como carneros;

collados, como corderillos?

7[5328]Tiembla, oh tierra,

ante la faz del Señor,

ante la faz del Dios de Jacob,

8[5329]que convierte la peña en estanque,

la roca en fuente de aguas.

SALMO 113B (115)
Israel alabe a su Dios

1[5330]No a nosotros, Yahvé, no a nosotros,

sino a tu Nombre da la gloria

por tu misericordia y tu fidelidad.

2Por qué habrían de decir los gentiles:

“¿Dónde está el Dios de estos?”

3[5331]El Dios nuestro está en el cielo;

Él hace todo cuanto quiere.

4[5332]Los ídolos de aquellos

son plata y oro,

hechura de mano de hombre:

5tienen boca, pero no hablan;

tienen ojos, mas no ven;

6tienen orejas y no oyen;

tienen narices y no huelen;

7tienen manos y no palpan,

tienen pies y no andan;

y de su garganta no sale voz.

8Semejantes a ellos serán quienes los hacen,

quienquiera confía en ellos.

9La casa de Israel confía en Yahvé;

Él es su auxilio y su escudo.

10[5333]La casa de Aarón confía en Yahvé;

Él es su auxilio y su escudo.

11Los temerosos de Yahvé confían en Yahvé;

Él es su auxilio y su escudo.

12[5334]Yahvé se acuerda de nosotros y nos bendecirá:

bendecirá a la casa de Israel,

bendecirá a la casa de Aarón.

13Bendecirá a los que temen a Yahvé,

tanto a pequeños como a grandes.

14Yahvé os multiplicará

a vosotros y a vuestros hijos.

15Sois benditos del Señor

que hizo el cielo y la tierra.

16[5335]El cielo es cielo de Yahvé;

mas dio la tierra a los hijos de los hombres.

17[5336]Los muertos no alaban a Yahvé,

ninguno de los que bajan al sepulcro.

18Nosotros, en cambio, bendecimos a Yah,

desde ahora y para siempre.

SALMO 114 (116, 1-9)
Acción de gracias del salmista

1[5337]¡Hallelú Yah!

Yo lo amo, porque Yahvé escucha

mi voz, mi súplica;

2porque inclinó hacia mí su oído

el día en que lo invoqué.

3[5338]Me habían rodeado

los lazos de la muerte,

vinieron sobre mí

las angustias del sepulcro;

caí en la turbación y en el temor.

4[5339]Pero invoqué el Nombre de Yahvé:

¡Oh Yahvé, salva mi vida!

5Yahvé es benigno y justo;

sí, nuestro Dios es misericordioso.

6[5340]Yahvé cuida de los sencillos;

yo era miserable y Él me salvó.

7Vuelve, alma mía, a tu sosiego,

porque Yahvé te ha favorecido.

8[5341]Puesto que Él ha arrancado

mi vida de la muerte,

mis ojos del llanto, mis pies de la caída,

9[5342]caminaré delante de Yahvé

en la tierra de los vivientes.

SALMO 115 (116, 10-19)
¿Qué podemos dar al Señor?

(10) 1[5343]Yo tenía confianza

aun cuando hablé diciendo:

“Grande es mi aflicción”,

(11) 2[5344]y exclamando en mi angustia:

“Todo hombre es mentira.”

(12) 3[5345]¿Qué daré a Yahvé

por todo lo que Él me ha dado?

(13) 4[5346]Tomaré la copa de la salud

y publicaré el Nombre de Yahvé.

(14) 5[Cumpliré los votos hechos a Yahvé

en presencia de todo su pueblo.]

(15) 6[5347]Es cosa grave delante de Yahvé

la muerte de sus fieles.

(16) 7[5348]Oh Yahvé, yo soy tu siervo;

siervo tuyo, hijo de tu esclava.

Tú soltaste mis ataduras,

(17) 8[5349]y yo te ofreceré un sacrificio de alabanza;

publicaré el Nombre de Yahvé.

(18) 9Cumpliré a Yahvé estos votos

en presencia de todo su pueblo;

(19) 10en los atrios de la casa de Yahvé,

en medio de ti, oh Jerusalén.

SALMO 116 (117)
Alaben los gentiles al Señor

1[5350]¡Hallelú Yah!

Alabad a Yahvé, naciones todas,

celebradle todos los pueblos;

2[5351]pues su misericordia

se ha confirmado sobre nosotros,

y la fidelidad de Yahvé

permanece para siempre.

SALMO 117 (118)
Júbilo y acción de gracias por la salvación

1[5352]¡Hallelú Yah!

Alabad a Yahvé porque es bueno,

porque su misericordia

permanece para siempre.

2[5353]Diga ahora la casa de Israel:

“Su misericordia permanece para siempre.”

3Diga la casa de Aarón:

“Su misericordia permanece para siempre.”

4Digan los que temen a Yahvé:

“Su misericordia permanece para siempre.”

5[5354]En la estrechez invoqué a Yah;

y Yah me escuchó

y me sacó a la anchura.

6[5355]Yahvé está en mi favor, nada temo.

¿Qué podrá hacerme el hombre?

7Yahvé, mi auxiliador, está conmigo

y miraré (confundidos) a mis enemigos.

8Mejor es acogerse a Yahvé

que confiar en el hombre.

9Mejor es acogerse a Yahvé

que confiar en príncipes.

10[5356]Todas las naciones me habían cercado;

en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.

11Me envolvieron por todas partes;

en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.

12Me rodeaban como abejas,

ardían como fuego de espinas;

en el Nombre de Yahvé las hice pedazos.

13[5357]Empujado, empujado, estuve a punto de caer,

pero Yahvé vino en mi ayuda.

14Mi fuerza y mi valor es Yahvé,

mi Salvador es Él.

15[5358]Voz de exultación y de triunfo

en las tiendas de los justos:

“La diestra de Yahvé ha hecho proezas;

16[5359]la diestra de Yahvé se alzó muy alto,

la diestra de Yahvé ha hecho proezas.

17No moriré, sino que viviré;

y publicaré las hazañas de Yahvé.

18[5360]Me castigó Yah, me castigó,

pero no me entregó a la muerte.”

19[5361]Abridme las puertas de la justicia,

para que entre por ellas

y dé gracias a Yah.

20Esta es la puerta de Yahvé;

entren los justos por ella.

21Te daré gracias porque me escuchaste

y te has hecho mi Salvador.

22[5362]La piedra que rechazaron los constructores

ha venido a ser la piedra angular.

23Obra de Yahvé es esto,

admirable ante nuestros ojos.

24[5363]Este es el día que hizo Yahvé;

alegrémonos por él y celebrémoslo.

25[5364]Sí, oh Yahvé, ¡da la victoria!

Sí, oh Yahvé, ¡da prosperidad!

26Bendito el que viene

en el nombre de Yahvé;

desde la casa de Yahvé os bendecimos.

27[5365]Yahvé es Dios y nos ha iluminado.

Ordenad procesión con ramos frondosos

hasta los cuernos del altar.

28[5366]Mi Dios eres Tú y te doy gracias;

mi Dios eres Tú, quiero alabarte;

29Alabad a Yahvé porque es bueno;

porque su misericordia

permanece para siempre.

SALMO 118 (119)
Elogio de la palabra divina

ALEF.

1[5367]Dichosos aquellos

cuyo camino es perfecto,

que andan tras la Ley de Yahvé.

2[5368]Bienaventurados

los que observan sus instrucciones,

de todo corazón lo buscan,

3[5369]no cometen ninguna iniquidad,

siguen los caminos de Él.

4[5370]Tu diste tus preceptos,

para que sean cuidadosamente guardados.

5¡Ojalá se afirmen mis pasos

hacia la guarda de tus palabras!

6Entonces no quedaré confundido

cuando contemple todos tus mandamientos.

7[5371]Te alabaré por la rectitud de corazón,

aprendiendo los decretos de tu justicia.

8[5372]Tus estatutos guardaré,

de ningún modo me desampares.

BET.

9[5373] ¿Cómo el joven mantendrá puro su camino?

Conservando tus palabras.

10[5374]Con toda mi alma te busco;

no permitas que yo ande errante

al margen de tus mandamientos.

11[5375]En mi corazón escondo tus palabras,

para no pecar contra Ti.

12[5376]Bendito seas, oh Yahvé,

enséñame tus decretos.

13[5377]Con mis labios doy a conocer

todos los oráculos de tu boca.

14[5378]En el camino de tus testimonios me deleito

como quien posee todas las riquezas.

15Quiero meditar en tus preceptos

y contemplar tus caminos;

16[5379]gozarme en tus estatutos,

no olvidar tus palabras.

GUIMEL.

17Haz merced a tu siervo que viva

y guarde tus palabras.

18[5380]Quita el velo a mis ojos,

para que descubra las maravillas de tu Ley.

19[5381]Peregrino soy en la tierra:

no me ocultes tus preceptos.

20[5382]Mi alma se consume

anhelando en todo tiempo tus justificaciones.

21[5383]Increpaste a los infatuados;

malditos esos

que se desvían de tus mandamientos.

22[5384]Aparta de mí el oprobio y el desprecio,

porque sigo tus instrucciones.

23Aunque los príncipes se sientan

y confabulan contra mí,

tu siervo medita tus testimonios;

24[5385]porque tus enseñanzas son mis delicias,

y tus leyes mis consejeros.

DALET.

25[5386]Postrada está mi alma en el polvo;

vuélveme la vida según tu palabra.

26[5387]Te manifesté mis pasos y Tú me escuchaste;

enséñame tus disposiciones.

27[5388]Instrúyeme en el camino de tus designios,

y contemplaré tus maravillas.

28[5389] Mi alma vierte lágrimas de tristeza;

confórtame según tu palabra.

29[5390]Aléjame del camino del error,

y favoréceme con tu Ley.

30[5391]He deseado la senda de la verdad,

he hallado rectos tus juicios.

31[5392]Me apoyo en tus testimonios;

no quieras confundirme, oh Yahvé.

32[5393]Corro por el camino de tus mandamientos,

porque Tú me ensanchas el corazón.

HE.

33Muéstrame, Yahvé,

el camino de tus ordenaciones,

para seguirlo hasta el fin.

34[5394]Dame entendimiento

para que observe tu Ley

y la practique con todo mi corazón.

35[5395]Hazme marchar

por la senda de tus mandamientos,

porque en ella me deleito.

36[5396]Inclina mi corazón hacia tus enseñanzas

y no vaya hacia el lucro.

37[5397]Aparta mis ojos

para que no miren la vanidad;

dame la vida en tu camino.

38[5398]Cumple en tu siervo tu promesa,

hecha para los que te temen.

39Aleja de mí el oprobio que me asusta,

pues tus juicios son tan amables.

40Mira cómo me he aficionado

a tus decretos;

hazme vivir por tu justicia.

VAU.

41[5399]Vengan sobre mí

tus misericordias, oh Yahvé;

y tu salud, según tus oráculos;

42y podré responder

a los que me reprochan

por haber confiado en tus palabras.

43[5400]No quites de mi boca

la palabra de la verdad,

porque en tus designios

tengo puesta mi esperanza.

44[5401]Y guardaré tu Ley para siempre,

en el siglo y por los siglos de los siglos.

45Ancho será el camino en que yo ande,

porque busco tus preceptos.

46[5402]Hablaré de tus enseñanzas

delante de los reyes,

y no me avergonzaré.

47Y me deleitaré con las voluntades tuyas,

que yo amo.

48[5403]Y alzaré mis manos hacia tus mandatos

y meditaré en tus enseñanzas.

ZAIN.

49[5404]Acuérdate de tu palabra a tu siervo,

en la cual me hiciste poner mi esperanza.

50[5405]Esto es lo que me consuela en mi aflicción:

que tu palabra me da vida.

51[5406]Los infatuados hacen burla de mí

hasta el extremo,

pero yo no me aparto de tu Ley.

52[5407]Recuerdo tus antiguos juicios,

oh Yahvé, y quedo consolado.

53[5408]La indignación se enciende en mí

a causa de esos malvados

que abandonan tu Ley.

54[5409]Tus decretos se han hecho cantos para mí

en el lugar de mi destierro.

55[5410]Durante la noche

me acuerdo de tu nombre, oh Yahvé,

y guardaré tu Ley.

56Esta ha sido mi suerte: guardar tus preceptos.

HET.

57[5411]He dicho, oh Yahvé, que mi suerte

es guardar tus palabras.

58[5412]De todo corazón imploro tu rostro;

apiádate de mí conforme a tu promesa.

59Examiné mis caminos,

y volví mis pies hacia tus enseñanzas.

60Me apresuré, y no me he detenido

en guardar tus mandamientos.

61Los lazos de los pecadores me rodean,

mas no he dado tu Ley al olvido.

62A media noche me levanto para alabarte

por tus justos decretos.

63[5413]Estoy asociado a todos los que te temen

y guardan tus preceptos.

64La tierra está llena

de tu misericordia, oh Yahvé,

hazme conocer tus disposiciones.

TET.

65Conforme a tu palabra, oh Yahvé,

has obrado bondadosamente con tu siervo.

66[5414]Enséñame el juicio recto y el conocimiento,

pues confío en tus preceptos.

67Antes que me humillaras anduve descarriado,

mas ahora me atengo a tu palabra.

68[5415]Tú eres bueno y benéfico;

instrúyeme, pues, en tus enseñanzas.

69[5416]Fraguan engaños contra mí los infatuados,

pero yo guardo tus preceptos

con todo mi corazón.

70[5417]El corazón de ellos está craso como sebo,

mas yo tengo tu Ley como deleite.

71[5418]Bueno me ha sido el ser maltratado,

para conocer tus estatutos.

72[5419]Mejor es para mí la Ley de tu boca

que millares de oro y plata.

YOD.

73Tus manos me hicieron

y me formaron;

dame la inteligencia de tus disposiciones.

74[5420]Los que te temen

se alegrarán al verme,

porque puse en tu palabra

toda mi esperanza.

75[5421]Reconozco, Yahvé,

que tus juicios son justos

y que justamente me has humillado.

76Venga ahora tu misericordia a consolarme,

según la promesa que diste a tu siervo.

77[5422]Vengan a mí tus piedades

para que tenga vida,

porque tu Ley hace mis delicias.

78[5423]Confundido quede el fatuo;

mintiendo me ha deformado;

pero yo meditaré en tus mandatos.

79[5424]Diríjanse a mí los que te temen,

los que conocen tus testimonios.

80[5425]Sea mi corazón perfecto según tus leyes,

para que no quede confundido.

CAF.

81[5426]Desfallece mi alma

suspirando por la salud que de Ti viene;

cuento con tu palabra.

82[5427]Desfallecen mis ojos

de tanto esperar tu promesa;

¿cuándo vendrás a consolarme?

83[5428]He venido a ser como pellejo

expuesto al humo,

mas no he olvidado tus estatutos.

84[5429]¿Cuántos son los días de tu siervo?

¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen?

85[5430]El infatuado cavó fosas para mí;

él, que es contrario a la Ley.

86[5431]Todos tus mandamientos son verdad;

mas ellos sin causa me persiguen;

ayúdame Tú.

87[5432]Casi me han exterminado del país,

pero yo no abandoné tus preceptos.

88Según tu misericordia, consérvame la vida,

y guardaré los oráculos de tu boca.

LAMED.

89[5433]Tu palabra, oh Yahvé, es eterna,

permanece en el cielo.

90[5434]Tu fidelidad, de generación en generación;

Tú formaste la tierra, y perdura.

91[5435]Como Tú lo dispusiste,

así continúa en todo tiempo,

pues todas las cosas están a tu servicio.

92[5436]Si yo no hubiera puesto

mis delicias en tu Ley,

ya habría perecido en mi angustia.

93No olvidaré nunca tus decretos,

porque en ellos me das la vida.

94[5437]Yo soy tuyo: sálvame,

pues me empeño en hacer tu voluntad.

95[5438]Los pecadores me espían para perderme;

pero yo sigo atento a tus preceptos.

96[5439]A toda perfección le he hallado el límite,

mas tus estatutos no lo tienen.

MEM.

97[5440] ¡Oh Yahvé, cuánto amo tu Ley!

Es mi meditación de todo el día.

98[5441]Tu mandamiento me hace más sabio

que mis enemigos,

porque él está siempre conmigo.

99[5442]Estoy más instruido

que todos mis maestros,

porque tus enseñanzas son mi meditación.

100Entiendo más que los ancianos,

porque observo tus prescripciones.

101Aparto mis pies de toda senda mala,

para ser fiel a tus palabras.

102[5443]No me desvío de tus decretos,

porque me enseñaste Tú.

103¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras!

Mas que la miel a mi boca.

104[5444]Por tus preceptos me hago inteligente;

por eso aborrezco todo camino de iniquidad.

NUN.

105[5445]Antorcha para mis pies es tu palabra,

y luz para mi senda.

106[5446]Juro, y me resuelvo

a guardar tus justas disposiciones.

107[5447]Abatido estoy en gran manera, oh Yahvé;

dame vida según tu palabra.

108[5448]Te sea grata, Yahvé,

la ofrenda de mis labios,

y enséñame tus designios.

109[5449]Tengo constantemente mi vida en la mano,

pero tu Ley no se aparta de mi memoria.

110[5450]Los malvados me tendieron un lazo,

mas yo no me desvié de tus preceptos.

111[5451]Tus decretos son mi herencia para siempre,

porque constituyen

la alegría de mi corazón.

112[5452]He inclinado mi corazón

a cumplir tus estatutos,

para siempre, hasta el fin.

SAMEC.

113[5453]Aborrezco a los de corazón doble

y amo tu Ley.

114Mi protector y mi escudo eres Tú;

mi esperanza está en tu palabra.

115[5454]Alejaos de mí los malvados;

yo escrutaré las disposiciones de mi Dios.

116Sosténme, como lo tienes prometido,

y viviré;

no desalientes mi esperanza.

117[5455]Sé mi apoyo para que sea salvo y tenga

constantemente mis ojos en tus decretos.

118Tú desprecias

a cuantos se apartan de tus órdenes,

pues su pensamiento es engañoso.

119[5456]Yo tengo por escoria

a todos los impíos de la tierra;

por esto amo tus enseñanzas.

120[5457]Ante Ti se estremece de temor mi carne;

tus juicios me llenan de espanto.

AYIN.

121He abrazado la rectitud y la justicia,

no me entregues

en manos de mis opresores.

122[5458]Responde Tú del bien por tu siervo,

no sea que me opriman los infatuados.

123[5459]Mis ojos desfallecen

de tanto desear tu salvación

y la promesa de liberación.

124Haz con tu siervo según tu benignidad,

e instrúyeme en tus enseñanzas.

125Siervo tuyo soy; dame inteligencia,

a fin de que comprenda tus testimonios.

126[5460]Tiempo es ya de obrar, oh Yahvé;

han hecho escarnio de tu Ley.

127Por eso amo yo tus mandamientos,

por sobre el oro, aun el más puro.

128[5461]Por eso he escogido para mí

todos tus preceptos,

y odio todo camino de impostura.

PE.

129[5462]Tus prescripciones son maravillas;

por eso mi alma las observa.

130[5463]La explicación de tus palabras ilumina,

a los simples les da inteligencia.

131[5464]Abro mi boca y suspiro,

ansioso de tus órdenes.

132Vuélvete hacia mí y seme propicio,

como lo haces

con los que aman tu Nombre.

133[5465]Dirige mis pasos mediante tus palabras,

para que no reine en mí

injusticia alguna.

134[5466]Rescátame de la opresión de los hombres,

y seré obediente a tus preceptos.

135Muestra a tu siervo tu Rostro sereno,

y enséñame tus designios.

136[5467]Ríos de agua han corrido de mis ojos,

porque tu Ley no es observada.

SADE.

137Tú eres justo, Yahvé,

y tu juicio es recto.

138[5468]Con justicia has impuesto tus preceptos,

y con gran benignidad.

139[5469]Mi celo me consume,

porque mis adversarios

olvidan tus palabras.

140[5470]Acendrada en extremo es tu palabra,

y tu siervo la ama.

141[5471]Yo soy pequeño, soy despreciado,

mas no olvido tus preceptos.

142Tu justicia es justicia eterna,

y tu Ley es la verdad.

143Angustia y tribulación vinieron sobre mí,

mas tus sentencias son mis delicias.

144[5472]La justicia de tus decretos es eterna;

instrúyeme en ellos y viviré.

QOF.

145[5473]Clamo con todo mi corazón;

escúchame, Yahvé;

quiero obedecer tus voluntades.

146Te he llamado; sálvame Tú,

y cumpliré tus preceptos.

147[5474]Me anticipo a la aurora y grito,

pues tengo mi esperanza en tus palabras.

148Mis ojos se adelantan

a las vigilias de la noche,

para meditar tu palabra.

149Oh Yahvé, escucha mi voz

según tu misericordia,

y vivifícame conforme a tu justificación.

150Se acercan los que me persiguen inicuamente,

los que se alejan de tu Ley.

151Tú, Yahvé, estás cerca;

y todos tus caminos son verdad.

152Desde antiguo tus preceptos me enseñaron

que los estableciste para siempre.

RESCH.

153[5475]Mira mi aflicción y líbrame,

pues no me he olvidado de tu Ley.

154[5476]Defiende Tú mi causa y rescátame,

guarda mi vida, conforme a tu promesa.

155[5477]Lejos está de los impíos la salvación,

porque no se interesan por tus disposiciones.

156[5478]Tus misericordias son muchas, oh Yahvé,

otórgame vida según tus designios.

157Muchos me persiguen y me atribulan,

pero yo no me aparto de tus preceptos.

158[5479]A la vista de los impostores tuve asco;

ellos no hacían caso de tus palabras.

159Mira, Yahvé, que yo amo tus preceptos;

por tu misericordia, consérvame la vida.

160[5480]La suma de tu palabra es la verdad,

y eternos son todos los decretos de tu justicia.

SIN.

161[5481]Me persiguen sin causa

los que tienen poder;

pero mi corazón teme a tus palabras.

162[5482]Y tus oráculos me alegran tanto

como quien halla copioso botín.

163Odio la falsedad y le tengo horror;

pero tu Ley la amo.

164[5483]Siete veces al día te digo mi alabanza

por tus justos juicios.

165[5484]Mucha es la paz de los que aman tu Ley;

para ellos no hay piedra de escándalo.

166Aguardo, Yahvé, tu socorro,

mientras practico tus mandamientos.

167[5485]Mi alma conserva tus enseñanzas,

y las ama sin medida.

168[5486]Sigo tus preceptos y disposiciones,

porque Tú tienes en vista todos mis caminos.

TAU.

169[5487]Llegue a Ti, Yahvé, mi clamor,

adiéstrame según tu palabra.

170Penetre mi súplica hasta llegar a Ti,

y líbrame conforme a tu palabra.

171[5488]Un himno brotará de mis labios

cuando Tú me hayas enseñado

tus justificaciones.

172Cante mi lengua tu palabra,

porque todos tus preceptos son justos.

173[5489]Que tu mano esté cerca para ayudarme,

pues he preferido tus mandamientos.

174[5490]Ansío la salud

que de Ti viene, oh Yahvé,

y en tu Ley he puesto mis delicias.

175[5491]Viva, pues, mi alma para alabarte,

y tus decretos sean mi apoyo.

176[5492]Si me he descarriado,

busca Tú a tú siervo

como oveja perdida,

porque no me he olvidado de tus leyes.

SALMO 119 (120)
Contra la lengua calumniadora

1[5493]Cántico gradual.

A Yahvé clamé

en medio de mi tribulación

y Él me escuchó.

2Yahvé, libra mi alma del labio engañoso,

de la lengua astuta.

3[5494]¿Qué te dará o qué te añadirá (Yahvé),

oh lengua astuta?

4Saetas de un potente

aguzadas en ascuas de retama.

5[5495]¡Ay de mí, advenedizo en Mósoc,

alojado en las tiendas de Cedar!

6Demasiado tiempo ha habitado mi alma

entre los que odian la paz.

7[5496]Yo soy hombre de paz; apenas hablo,

y ellos mueven la guerra.

SALMO 120 (121)
El custodio de Israel

1[5497]Cántico gradual.

Alzo mis ojos hacia los montes:

¿De dónde me vendrá el socorro?

2Mi socorro viene de Yahvé

que creó el cielo y la tierra.

3[5498]¿Permitirá Él que resbale tu pie?

¿O se dormirá el que te guarda?

4No por cierto: no dormirá,

ni siquiera dormitará,

el Custodio de Israel.

5[5499]Es Yahvé quien te custodia;

Yahvé es tu umbráculo

y se mantiene a tu derecha.

6De día no te dañará el sol,

ni de noche la luna.

7Presérvete Yahvé de todo mal;

Él guarde tu alma.

8[5500]Yahvé custodiará tu salida y tu llegada,

ahora y para siempre.

SALMO 121 (122)
Cántico de los peregrinos

1[5501]Cántico gradual. De David.

Me llené de gozo cuando me dijeron:

“Iremos a la Casa de Yahvé.”

2Ya se posan nuestros pies

ante tus puertas, ¡oh Jerusalén!

3[5502]Jerusalén, que estás edificada,

como la ciudad

cuya comunidad le está bien unida.

4[5503]Allá suben las tribus, las tribus de Yah;

es ley para Israel

celebrar allí el Nombre de Yahvé.

5[5504]Allí se han establecido

los tronos para el juicio,

los tronos de la casa de David.

6[5505]Saludad a Jerusalén:

“Gocen de seguridad los que te aman;

7reine la paz dentro de tus muros,

la felicidad en tus palacios.”

8Por amor a mis hermanos y amigos

exclamo: Paz sobre ti.

9[5506]A causa del Templo de Yahvé nuestro Dios

te auguro todo bien.

SALMO 122 (123)
Los ojos fijos en Dios

1[5507]Cántico gradual.

Levanto mis ojos a Ti

que habitas en los cielos.

2[5508]Como los ojos de los siervos

están fijos en las manos de sus señores;

como los ojos de la sierva

en las manos de su señora,

así nuestros ojos están fijos

en Yahvé nuestro Dios,

hasta que se apiade de nosotros.

3Apiádate, Yahvé, senos propicio,

porque estamos colmados de desprecio.

4Nuestra alma está muy harta

del escarnio de los saciados,

del oprobio de los soberbios.

SALMO 123 (124)
El lazo roto

1[5509]Cántico gradual. De David.

Si Yahvé no hubiera estado con nosotros

—dígalo ahora Israel—

2si no hubiera estado Yahvé de nuestra parte

cuando los hombres

se levantaron contra nosotros,

3nos habrían tragado vivos

al inflamarse contra nosotros su furor;

4entonces nos habrían sumergido las aguas,

el torrente habría pasado sobre nosotros

5[5510]y nuestra alma habría caído

bajo las aguas tumultuosas.

6Bendito sea Yahvé que no nos dio

por presa de sus dientes.

7[5511]Nuestra vida escapó como un pájaro

del lazo de los cazadores.

El lazo se ha roto

y hemos quedado libres.

8[5512]Nuestro socorro está

en el Nombre de Yahvé,

el que hizo el cielo y la tierra.

SALMO 124 (125)
Firmeza del monte Sión

1[5513]Cántico gradual.

Los que confían en Yahvé

son como el monte Sión,

que no será conmovido

y permanecerá eternamente.

2[5514]Como Jerusalén está rodeada de montes,

así Yahvé rodea a su pueblo,

ahora y para siempre.

3[5515]No permanecerá, pues,

el cetro de los impíos

sobre la heredad de los justos;

no sea que también los justos

extiendan sus manos hacia la iniquidad.

4Oh Yahvé, derrama tus favores

sobre los buenos y rectos de corazón.

5Pero a los que se desvían

por senderos tortuosos

échelos Yahvé con los obradores de iniquidad.

¡Paz sobre Israel!

SALMO 125 (126)
Oración por la plena restauración del pueblo

1[5516]Cántico gradual.

Cuando Yahvé trajo de nuevo

a los cautivos de Sión,

fue para nosotros como un sueño.

2[5517]Se llenó nuestra boca de risas,

y nuestra lengua de exultación.

Entonces dijeron entre los gentiles:

“Es grande lo que Yahvé ha hecho por ellos.”

3[5518]Sí, Yahvé ha obrado con magnificencia

en favor nuestro;

por eso nos llenamos de gozo.

4[5519]Oh Yahvé, cambia nuestro destino

como los torrentes en el Négueb.

5Los que siembran con lágrimas

segaran con júbilo.

6[5520]Yendo, iban llorosos,

llevando la semilla para la siembra;

volviendo, vendrán con exultación,

trayendo sus gavillas.

SALMO 126 (127)
El esfuerzo humano y el regalo divino

1[5521]Cántico gradual. De Salomón.

Si Yahvé no edifica la casa,

en vano trabajan los que la construyen.

Si Yahvé no guarda la ciudad,

el centinela se desvela en vano.

2[5522]Vano es que os levantéis antes del alba,

que os recojáis tarde a descansar,

que comáis pan de dolores;

porque Él regala a sus amigos

(aun) durante el sueño.

3[5523]Vedlo: don de Yahvé son los hijos,

el fruto del seno es un regalo.

4Como flechas en manos del guerrero,

así son los hijos de la juventud.

5Dichoso el varón

que tiene su aljaba llena de ellos;

no será confundido cuando, en la puerta,

litigue con sus adversarios.

SALMO 127 (128)
El justo bendecido en su hogar

1[5524]Cántico gradual.

Dichoso tú que temes a Yahvé,

que andas en sus caminos.

2Pues comerás del trabajo de tus manos;

serás bendito, te irá bien:

3tu esposa, parra fecunda

en el interior de tu casa;

tus hijos, retoños de olivo

alrededor de tu mesa.

4Así será bendecido el hombre

que teme a Yahvé.

5[5525]Te bendiga Yahvé desde Sión,

para que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

6para que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz sobre Israel!

SALMO 128 (129)
Contra los enemigos de Israel

1[5526]Cántico gradual.

Mucho me han combatido

desde mi mocedad,

exclame ahora Israel;

2[5527]mucho me combatieron desde mi mocedad,

mas no concluyeron conmigo.

3Sobre mis espaldas araron los aradores;

abrieron largos surcos;

4[5528]mas Yahvé, el Justo,

ha cortado las coyundas de los impíos.

5[5529]Retrocedan confundidos cuantos odian a Sión.

6[5530]Sean como la hierba de los tejados,

que se seca antes de crecer.

7No llena de ella su mano el segador,

ni su regazo el que hace gavillas.

8[5531]No dicen los transeúntes:

“La bendición de Yahvé sea sobre vosotros.”

“Os bendecimos en el Nombre de Yahvé.”

SALMO 129 (130)
“De profundis”

1[5532]Cántico gradual.

Desde lo más profundo clamo a Ti, Yahvé,

2Señor, oye mi voz.

Estén tus oídos atentos al grito de mi súplica.

3[5533]Si Tú recordaras las iniquidades, oh Yah,

Señor ¿quién quedaría en pie?

4[5534]Mas en Ti esta el perdón de los pecados,

a fin de que se te venere.

5[5535]Espero en Yahvé,

mi alma confía en su palabra.

Aguardando está

6[5536]mi alma al Señor,

más que los centinelas el alba.

Más que los centinelas con la aurora

7[5537]cuenta Israel con Yahvé,

porque en Yahvé está la misericordia,

y con Él copiosa redención.

8Y Él mismo redimirá a Israel

de todas sus iniquidades.

SALMO 130 (131)
Infancia espiritual

1[5538]Cántico gradual. De David.

Yahvé, mi corazón (ya) no se engríe

ni son altaneros mis ojos.

No ando tras de grandezas

ni en planes muy difíciles para mí;

2[5539]lejos de eso, he hecho a mi alma

quieta y apaciguada

como un niño que se recuesta

sobre el pecho de su madre;

como ese niño, está mi alma en mí.

3[5540]Oh Israel, espera en Yahvé,

desde ahora y para siempre.

SALMO 131 (132)
La promesa hecha a David

1[5541]Cántico gradual.

Acuérdate, Yahvé, en favor de David,

de toda su solicitud;

2cómo juró a Yahvé,

e hizo al Fuerte de Jacob este voto:

3“No entraré yo a morar en mi casa,

ni subiré al estrado de mi lecho;

4no concederé sueño a mis ojos

ni descanso a mis párpados,

5hasta que halle un sitio para Yahvé,

una morada para el Fuerte de Jacob.”

6[5542]He aquí que le oímos mencionar en Efrata,

encontrámosle en los campos de Yáar.

7Entrábamos en la morada,

para postrarnos

ante el escabel de sus pies.

8[5543]Oh Yahvé, sube a tu mansión estable,

Tú y el Arca de tu majestad.

9Revístanse de justicia tus sacerdotes

y tus santos rebosen de exultación.

10[5544]Por amor de David tu siervo

no rechaces el rostro de tu ungido.

11[5545]Yahvé juró a David

una firme promesa que no retractará:

“Vástago de tu raza pondré sobre tu trono.

12[5546]Si tus hijos guardaren mi alianza,

y los mandamientos que Yo les enseñare,

también los hijos de ellos

se sentarán sobre tu trono perpetuamente.”

13[5547]Porque Yahvé escogió a Sión;

la ha querido para morada suya:

14[5548]“Este es mi reposo para siempre;

aquí habitaré porque la he elegido.

15[5549]Colmaré su mesa de bendiciones,

saciaré de pan a sus pobres.

16[5550]A sus sacerdotes los vestiré de salud,

y sus santos rebosarán de exultación.

17[5551]Allí haré reflorecer el cuerno de David,

allí preparo una lámpara para mi ungido.

18A sus enemigos vestiré de confusión;

mas sobre él refulgirá mi diadema.”

SALMO 132 (133)
El rebaño reunido

1[5552]Cántico gradual. De David.

¡Mirad cuán bueno es y cuán deleitoso

para los hermanos el estar reunidos!

2[5553]Es como el precioso ungüento

sobre la cabeza,

que desciende a la barba,

la barba de Aarón,

y que baja hasta la orla de su vestido.

3[5554]Es como el rocío del Hermón,

que desciende sobre el monte Sión.

Porque allí Yahvé derrama bendición,

vida para siempre.

SALMO 133 (134)
Alabanza perpetua

1[5555]Cántico gradual.

Ea, bendecid a Yahvé,

todos los siervos de Yahvé,

los que estáis en la casa de Yahvé,

en las horas de la noche.

2Alzad vuestras manos

hacia el Santuario,

y bendecid a Yahvé.

3Desde Sión te bendiga Yahvé,

el que hizo el cielo y la tierra.

SALMO 134 (135)
Alabanza de Israel a su Dios

1[5556]¡HalIelú Yah!

Alabad el Nombre de Yahvé;

alabadle vosotros, ciervos de Yahvé,

2los que estáis en la casa de Yahvé,

en los atrios del Templo de nuestro Dios.

3Alabad a Yah

porque es un Señor bueno;

cantad salmos a su Nombre,

porque es suave.

4Porque Yah se eligió a Jacob,

a Israel como su bien propio.

5Porque yo sé esto:

que Yahvé es grande,

y que nuestro Señor es más

que todas las divinidades.

6[5557]Todo cuanto Yahvé quiere lo hace

en el cielo y en la tierra,

en el mar y en todos los abismos.

7[5558]Él trae las nubes

desde el extremo de la tierra,

hace la lluvia con los relámpagos,

saca los vientos de sus depósitos.

8[5559]Él hirió a los primogénitos de Egipto,

desde el hombre hasta el ganado.

9[5560]Envió signos y prodigios

a ti, oh Egipto,

contra Faraón y contra todos sus vasallos.

10[5561]Hirió a muchas naciones,

y mató a reyes poderosos:

11[5562] a Sehón, rey de los amorreos;

y a Og, rey de Basan,

y a todos los reyes de Canaán.

12Y dio en herencia la tierra de ellos,

en herencia a Israel, su pueblo.

13[5563]Yahvé es tu Nombre para siempre;

Yahvé, tu memorial

de generación en generación;

14pues Yahvé protege a su pueblo

y tiene compasión de sus siervos.

15[5564]Los ídolos de los gentiles son plata y oro,

hechuras de manos de hombre:

16tienen boca y no hablan;

tienen ojos y no ven;

17tienen orejas y no oyen,

y no hay aliento en su boca.

18[5565]Semejantes a ellos son quienes los hacen,

quienquiera confía en ellos.

19[5566]Casa de Israel, bendecid a Yahvé;

casa de Aarón, bendecid a Yahvé.

20Casa de Leví, bendecid a Yahvé,

los que adoráis a Yahvé, bendecid a Yahvé.

21[5567]Bendito sea Yahvé desde Sión,

el que mora en Jerusalén.

SALMO 135 (136)
Letanía de la misericordia

1[5568]¡Hallelú Yah!

Alabad a Yahvé porque es bueno,

porque su misericordia es para siempre.

2Alabad al Dios de los dioses,

porque su misericordia es para siempre.

3Alabad al Señor de los señores,

porque su misericordia es para siempre.

4Al que, solo, obra grandes maravillas,

porque su misericordia es para siempre.

5Al que creó los cielos con sabiduría,

porque su misericordia es para siempre.

6Al que afirmó la tierra sobre las aguas,

porque su misericordia es para siempre.

7Al que hizo los grandes luminares,

porque su misericordia es para siempre;

8el sol para presidir el día,

porque su misericordia es para siempre;

9[5569]la luna y las estrellas para presidir la noche,

porque su misericordia es para siempre.

10Al que hirió a los egipcios

en sus primogénitos,

porque su misericordia es para siempre,

11y sacó a Israel de en medio de ellos,

porque su misericordia es para siempre;

12con mano fuerte y brazo extendido,

porque su misericordia es para siempre.

13Al que partió en dos el Mar Rojo,

porque su misericordia es para siempre;

14y llevó a Israel a cruzarlo en el medio,

porque su misericordia es para siempre;

15y precipitó a Faraón y su ejército

en el Mar Rojo,

porque su misericordia es para siempre.

16Al que guió a su pueblo por el desierto,

porque su misericordia es para siempre.

17Al que destrozó a grandes reyes,

porque su misericordia es para siempre;

18y mató a reyes poderosos,

porque su misericordia es para siempre;

19a Sehón, rey de los amorreos,

porque su misericordia es para siempre;

20y a Og, rey de Basan,

porque su misericordia es para siempre;

21[5570]y dio en herencia su tierra,

porque su misericordia es para siempre;

22en herencia a Israel, su siervo,

porque su misericordia es para siempre.

23Al que en nuestro abatimiento

se acordó de nosotros,

porque su misericordia es para siempre;

24y nos libró de nuestros enemigos,

porque su misericordia es para siempre.

25Al que alimenta a toda carne,

porque su misericordia es para siempre.

26Alabad al Dios del cielo,

porque su misericordia es para siempre.

SALMO 136 (137)
Imprecación contra Babilonia

1[5571]Junto a los ríos de Babilonia,

allí nos sentábamos y llorábamos,

acordándonos de Sión.

2En los sauces de aquella tierra

colgábamos nuestras cítaras;

3[5572]porque allí nuestros raptores

nos pedían cánticos,

y nuestros atormentadores alegría:

“Cantadnos de los cantares de Sión.”

4[5573] ¿Cómo cantar un cántico de Yahvé

en tierra extraña?

5Si yo te olvido, oh Jerusalén,

olvídese de sí mi diestra.

6Péguese mi lengua a mi paladar,

si no me acordare de ti;

si no pusiese a Jerusalén

por encima de toda alegría.

7[5574]Acuérdate, Yahvé,

contra los hijos de Edom,

del día de Jerusalén.

Ellos decían: “¡Arrasad,

arrasadla hasta los cimientos!”

8[5575]Hija de Babilonia, la devastada:

dichoso aquel que ha de pagarte

el precio de lo que nos hiciste.

9¡Dichoso el que tomará tus pequeñuelos

y los estrellará contra la peña!

SALMO 137 (138)
La alabanza de los reyes

1[5576]De David.

Quiero celebrarte, Yahvé,

con todo mi corazón,

porque oíste las palabras de mi boca;

quiero cantarte delante de los reyes.

2[5577]Me postraré ante tu santo Templo,

y alabaré tu Nombre

por tu misericordia y tu fidelidad;

porque has engrandecido tu Palabra

sobre todas las cosas.

3[5578]El día en que (te) invoqué Tú me oíste

y multiplicaste la fuerza en mi alma.

4[5579]Te alabarán, Yahvé,

todos los reyes de la tierra

cuando hayan oído los oráculos de tu boca;

5[5580]y cantarán los caminos de Yahvé:

“Grande es ciertamente la gloria de Yahvé.

6Sí, Yahvé, siendo excelso,

pone los ojos en el humilde

y mira como lejos de sí al soberbio.”

7Cuando camino en medio de la tribulación,

Tú conservas mi vida;

tiendes tu mano

contra la ira de mis enemigos,

y tu diestra me salva.

8[5581]Yahvé acabará para mí lo que ha comenzado.

Yahvé, tu misericordia

permanece eternamente;

no abandones la obra de tus manos.

SALMO 138 (139)
Himno a la omnisciencia divina

1[5582]Al maestro de coro. Salmo de David.

Yahvé, Tú me penetras y me conoces.

2Sabes cuando me siento

y cuando me levanto;

de lejos disciernes mis pensamientos.

3Si ando y si descanso Tú lo percibes,

y todos mis caminos te son familiares.

4[5583]No está todavía en mi lengua la palabra,

y Tú, Yahvé, ya la sabes toda.

5Tú me rodeas por detrás y por delante,

y pones tu mano sobre mí.

6[5584]Maravillosa sobremanera

es para mí tal ciencia,

demasiado sublime,

superior a mi alcance.

7[5585]¿Adónde iré que me sustraiga a tu espíritu,

adónde huiré de tu rostro?

8[5586]Si subiere al cielo, allí estás Tú;

si bajare al abismo, Tú estás presente.

9[5587]Si tomare las alas de la aurora,

y me posare en el extremo del mar,

10también allí me conducirá tu mano,

y me tendrá asido tu diestra.

11[5588]Si dijera:

“Al menos las tinieblas me esconderán”,

y a modo de luz me envolviese la noche.

12las mismas tinieblas

no serían oscuras para Ti,

y la noche resplandecería como el día,

la oscuridad como la luz.

13[5589]Tú formaste mis entrañas;

me tejiste en el seno de mi madre.

14Te alabo

porque te has mostrado maravilloso,

porque tus obras son admirables;

largamente conoces mi alma,

15y mi cuerpo no se te ocultaba,

aunque lo plasmabas en la oscuridad,

tejiéndolo bajo la tierra.

16[5590]Tus ojos veían ya mis actos,

y todos están escritos en tu libro;

los días (míos) estaban determinados

antes de que ninguno de ellos fuese.

17[5591]Oh Dios ¡cuán difíciles de comprender

tus designios!

¡Cuán ingente es su número!

18[5592]Si quisiera contarlos,

son más que las arenas;

si llegara al fin,

mi duración sería como la tuya.

19[5593] ¡Oh, si quitaras la vida,

oh Dios, al impío,

y se apartasen de mí

los hombres perversos!

20Porque con disimulo

se rebelan contra Ti;

siendo tus enemigos,

asumen tu Nombre en vano.

21[5594] ¿Acaso no debo odiar, Yahvé,

a los que te odian,

y aborrecer a los que contra Ti se enaltecen?

22Los odio con odio total;

se han hecho mis propios enemigos.

23[5595]Escudríñame, oh Dios, y explora mi corazón,

examíname y observa mi intimidad;

24[5596]mira si ando por el falso camino,

y condúceme por la senda antigua.

SALMO 139 (140)
Oración contra los lazos de la perfidia

1[5597]Al maestro de coro. Salmo de David.

2Líbrame, Yahvé, del hombre malo;

defiéndeme del hombre violento,

3de esos que en su corazón

maquinan cosas perversas,

que provocan contiendas cada día;

4[5598]afilan su lengua como la serpiente,

tienen veneno de áspid bajo sus labios.

5[5599]Sálvame, Yahvé, de las manos del inicuo,

guárdame del impío,

de los que intentan hacerme caer.

6Los soberbios me esconden lazos,

y tienen mallas como red;

me colocan trampas junto al camino.

7[5600]Yo digo a Yahvé: Tú eres mi Dios;

escucha, Yahvé, la voz de mi súplica.

8Señor Yahvé, poderoso auxilio mío,

Tú cubres mi cabeza

en el día de la batalla.

9No satisfagas, Yahvé, los deseos del inicuo,

ni cumplas sus designios.

10[5601]No levanten cabeza los que me asedian;

caiga sobre ellos la malicia de sus lenguas.

11[5602]Lluevan sobre ellos carbones encendidos,

precipítalos en abismos,

para no levantarse más.

12El hombre de mala lengua

no durará en la tierra;

los infortunios caerán de golpe

sobre el violento.

13[5603]Sé que Yahvé tomará la defensa del desvalido,

hará justicia a los pobres.

14Ciertamente los justos celebrarán tu Nombre;

los rectos habitarán en tu presencia.

SALMO 140 (141)
Oración del justo paciente

1[5604]Salmo de David.

Te he invocado, Yahvé,

socórreme pronto;

escucha mi voz cuando te llamo.

2[5605]Como el incienso,

suba hacia Ti mi oración;

sea la elevación de mis manos

el sacrificio vespertino.

3[5606]Pon, Yahvé, una guardia ante mi boca,

un cerrojo en la puerta de mis labios.

4[5607]No dejes inclinar mi corazón a lo malo,

para consumar acciones impías

con hombres que obran la iniquidad;

ni me dejes tener parte en sus delicias.

5[5608]Golpéeme el justo y me corrija:

esto es amor;

mas nunca el óleo del pecador

unja mi cabeza,

y aun se elevará mi oración

en sus prosperidades.

6[5609]Fueron precipitados sus príncipes

junto a la roca,

y habían oído

cuán suaves eran mis palabras.

7Como la tierra

que se trabaja rompiéndola,

mis huesos han sido dislocados,

y la tumba se ha abierto.

8Mas a Ti, Señor Yahvé,

se dirigen mis ojos;

a Ti recurro,

no derrames mi vida.

9Guárdame del lazo

que me han tendido

y de las emboscadas

de los malhechores.

10Caigan juntos los impíos

en sus propias redes

al mismo tiempo que yo me salvare.

SALMO 141 (142)
Oración del abandonado

1[5610]Maskil. De David. Cuando estaba en la cueva. Oración.

2Con (toda) mi voz clamo hacia Yahvé,

a Yahvé imploro con (toda) mi voz.

3[5611]En su presencia derramo mi ansiedad;

ante Él expongo mi angustia.

4[5612]Pues cuando en mí el espíritu

está por desfallecer,

eres Tú quien conoces mi rumbo.

En el camino por donde voy

me han escondido un lazo.

5[5613]Miro hacia mi derecha, buscando,

y no veo a nadie que me reconozca;

no hay adonde huir,

ni quien mire por mi vida.

6A Ti, pues, clamo, Yahvé, diciendo:

“Mi refugio eres Tú,

herencia mía en la tierra de los vivientes.”

7Atiende a mi clamor,

porque he caído en extrema desventura.

Sálvame de los que me persiguen,

porque son más fuertes que yo.

8[5614]Sácame de esta cárcel,

para que dé gracias a tu Nombre.

Conmigo serán coronados los justos

cuando Tú me hayas favorecido.

SALMO 142 (143)
Para saber qué camino seguir

1[5615]Salmo de David.

Yahvé, escucha mi oración,

presta oído a mi súplica según tu fidelidad;

óyeme por tu justicia,

2[5616]y no entres en juicio con tu siervo,

porque ningún viviente

es justo delante de Ti.

3El enemigo persigue mi alma,

ha postrado en tierra mi vida;

me ha encerrado en las tinieblas,

como los ya difuntos.

4El espíritu ha desfallecido en mí,

y mi corazón está helado en mi pecho.

5[5617]Me acuerdo de los días antiguos,

medito en todas tus obras,

contemplo las hazañas de tus manos,

6[5618]y extiendo hacia Ti las mías:

como tierra falta de agua,

mi alma tiene sed de Ti.

7[5619]Escúchame pronto, Yahvé,

porque mi espíritu languidece.

No quieras esconder de mí tu rostro:

sería yo como los que bajaron a la tumba.

8[5620]Hazme sentir al punto tu misericordia,

pues en Ti coloco mi confianza.

Muéstrame el camino que debo seguir,

ya que hacia Ti levanto mi alma.

9Líbrame de mis enemigos, Yahvé;

a Ti me entrego.

10[5621]Enséñame a hacer tu voluntad,

porque Tú eres mi Dios.

Tu Espíritu es bueno;

guíame, pues, por camino llano.

11Por tu Nombre, Yahvé, guarda mi vida;

por tu clemencia

saca mi alma de la angustia.

12[5622]Y por tu gracia acaba con mis enemigos,

y disipa a cuantos atribulan mi alma,

porque soy siervo tuyo.

SALMO 143 (144)
Cántico de victoria

1[5623]De David.

Bendito sea Yahvé, mi piedra;

Él adiestra mis manos para la pelea,

mis dedos para la guerra;

2[5624]Él es mi alcázar y mi libertador,

el broquel con que me cubro;

Él es quien me somete los pueblos.

3[5625]Yahvé ¿qué es el hombre

para que de él te ocupes,

el hijo de hombre para que pienses en él?

4El hombre es semejante al soplo del viento;

sus días, como sombra que pasa.

5[5626]Oh Yahvé, inclina tus cielos y desciende;

toca los montes y humearán.

6Arroja tu rayo y dispérsalos,

asesta tus flechas y desconciértalos.

7[5627]Extiende tu mano desde lo alto y arrebátame

sálvame de las muchas aguas,

del poder de gente extranjera,

8que con la boca habla mentiras,

y con la diestra jura en falso.

9[5628]Quiero cantarte, oh Dios, un cántico nuevo,

con el salterio de diez cuerdas te cantaré:

10[5629] “El que da la victoria a los reyes,

que salvó a David, su siervo,

de la fatal espada,

11me ha salvado y me ha librado

de la mano de gente extranjera,

que con la boca habla mentiras

y con la diestra jura en falso.

12[5630]Nuestros hijos son como plantas

que crecen en la flor de su edad;

nuestras hijas, como columnas de ángulo,

talladas para adorno de un palacio.

13Nuestros graneros están llenos,

rebosantes de toda clase de frutos.

Nuestras ovejas, mil veces fecundas,

se multiplican a miríadas

en nuestros campos;

14nuestros bueyes son robustos.

No hay brechas ni salidas

en nuestros muros

ni llanto en nuestras plazas.”

15[5631]Dichoso el pueblo que tanto tiene;

dichoso el pueblo cuyo Dios es Yahvé.

SALMO 144 (145)
Bondad y majestad del Dios Rey

1[5632]Alabanza. De David.

A Ti, mi Dios Rey, ensalzaré,

y por los siglos de los siglos

bendeciré tu Nombre.

2Te bendeciré cada día;

y alabaré tu Nombre

por los siglos de los siglos.

3[5633]Grande es Yahvé

y digno de suma alabanza;

su grandeza es insondable.

4Una generación anuncia a la otra tus obras,

y proclama tu poder.

5Hablan de la magnífica gloria

de tu Majestad,

y divulgan tus maravillas.

6Cuentan el poderío terrible de tus hechos,

y publican tus grandezas.

7Rememoran el elogio de tu inmensa bondad,

y se gozan de tu justicia (diciendo):

8[5634]“Yahvé es benigno y misericordioso,

magnánimo y grande en clemencia.

9Yahvé es bueno con todos,

y su misericordia se derrama

sobre todas sus creaturas.”

10[5635]Todas tus obras te alabarán, Yahvé,

y tus santos te bendecirán.

11[5636]Publicarán la gloria de tu reino,

y pregonarán tu potestad,

12haciendo conocer a los hijos de los hombres

tu poder

y el magnífico esplendor de tu reino:

13[5637]Tu reino es reino de todos los siglos;

y tu imperio, de generación en generación.

Yahvé es digno de confianza

en todas sus palabras,

y benévolo en todas sus obras.

14[5638]Yahvé sostiene a todos los que caen,

y levanta a todos los agobiados.

15[5639]Los ojos de todos te miran esperando,

y Tú les das a su tiempo el alimento.

16Tú abres la mano

y hartas de bondad a todo viviente.

17[5640]Yahvé es justo en todos sus caminos,

y santo en todas sus obras.

18[5641]Yahvé cerca está de cuantos le invocan,

de todos los que le invocan de veras.

19[5642]Él hace la voluntad de los que le temen,

oye su clamor y los salva.

20[5643]Yahvé conserva a todos los que le aman,

y extermina a todos los impíos.

21Mi boca dirá la alabanza de Yahvé;

y toda carne bendecirá su santo Nombre

por los siglos de los siglos.

SALMO 145 (146)
Confiar en Dios y no en los hombres

1[5644]¡HalIelú Yah!

Alaba a Yahvé, alma mía.

2[5645]Toda mi vida alabaré a Yahvé;

cantaré salmos a mi Dios

mientras yo viva.

3[5646]No pongáis vuestra confianza

en los príncipes,

en un hijo de hombre,

que no puede salvar.

4[5647]Apenas el soplo le abandona,

él vuelve a su polvo,

y entonces se acaban todos sus designios.

5Dichoso en cambio

quien tiene en su ayuda al Dios de Jacob,

y pone su esperanza en Yahvé, su Dios,

6[5648]Creador del cielo y de la tierra,

del mar y de cuanto contienen.

Él conserva siempre su fidelidad;

7hace justicia a los oprimidos,

y da pan a los hambrientos.

Es Yahvé quien desata a los cautivos;

8es Yahvé quien abre los ojos de los ciegos;

Yahvé levanta a los agobiados;

Yahvé ama a los justos;

9Yahvé cuida de los peregrinos;

sustenta al huérfano y a la viuda,

y trastorna los caminos de los malvados.

10[5649]Reinará Yahvé para siempre,

el Dios tuyo, oh Sión, de edad en edad.

¡HalIelú Yah!

SALMO 146 (147, 1-11)
Dios bendice al que cree en su bondad

1[5650]¡Hallelú Yah!

Alabad a Yahvé porque es bueno;

salmodiad al Dios nuestro

porque es amable;

bien le está a Él la alabanza.

2[5651]Es Yahvé quien reconstruye a Jerusalén,

y congrega a los dispersos de Israel;

3[5652]Él quien sana a los de corazón llagado,

y venda sus heridas;

4Él quien fija el número de las estrellas,

y a cada una llama por su nombre.

5[5653]Grande es nuestro Señor,

poderoso en fuerza;

y su sabiduría no tiene medida.

6Yahvé levanta a los humildes,

y abaja hasta la tierra a los impíos.

7Ensalzad a Yahvé con acciones de gracias,

cantad al son de la cítara

salmos a nuestro Dios,

8que cubre el cielo de nubes,

y prepara la lluvia para la tierra;

que en los montes hace brotar hierba,

y plantas para servir al hombre;

9[5654]que da su alimento a los ganados,

y a las crías de los cuervos que pían.

10[5655]Él no se deleita en el vigor del caballo,

ni le agradan los músculos del hombre.

11[5656]La complacencia de Yahvé

está en los que le temen,

los que se fían en su bondad.

SALMO 147
Cántico de la nueva Jerusalén

1[5657]Da gloria a Yahvé, oh Jerusalén;

alaba, oh Sión, a tu Dios.

2[5658]Porque Él ha asegurado

los cerrojos de tus puertas;

ha bendecido tus hijos dentro de ti.

3[5659]Él ha puesto paz en tus fronteras,

y te alimenta de la flor del trigo.

4[5660]Él manda sus órdenes a la tierra;

su palabra corre veloz.

5Él derrama la nieve como copos de lana;

esparce como ceniza la escarcha.

6Él echa su hielo como bocados de pan;

¿quién resistiría su frío?

7[5661]Él envía su palabra

y los derrite;

hace soplar el viento,

y las aguas corren.

8[5662]Él dio a conocer su palabra a Jacob;

sus estatutos y sus mandatos a Israel.

9[5663]No hizo tal con ninguno de los otros pueblos;

a ellos no les manifestó sus disposiciones.

¡Hallelú Yah!

SALMO 148
Aleluya de las creaturas

1[5664]¡Hallelú Yah!

Alabad a Yahvé desde los cielos,

alabadlo en las alturas.

2[5665]Ángeles suyos, alabadlo todos;

alabadle todos, ejércitos suyos.

3Alabadle, sol y luna;

lucientes astros, alabadle todos.

4[5666]Alabadle, cielos de los cielos

y aguas que estáis sobre los cielos:

5[5667]alaben el Nombre de Yahvé,

porque Él lo mandó, y fueron creados.

6[5668]Él los estableció

para siempre y por los siglos;

dio un decreto que no será transgredido.

7[5669]Alabad a Yahvé desde la tierra,

monstruos marinos y todos los abismos;

8fuego y granizo, nieve y nieblas,

vientos tempestuosos,

que ejecutáis sus órdenes;

9montes y collados todos,

árboles frutales y todos los cedros;

10bestias salvajes y todos los ganados,

reptiles y volátiles;

11[5670]reyes de la tierra y pueblos todos,

príncipes y jueces todos de la tierra;

12los jóvenes y también las doncellas,

los ancianos junto con los niños.

13[5671]Alaben el Nombre de Yahvé,

porque solo su Nombre

es digno de alabanza;

su majestad domina la tierra y los cielos.

14[5672]Él ha encumbrado

el cuerno de su pueblo.

Para Él es la alabanza de todos sus santos,

los hijos de Israel,

el pueblo familiar suyo.

¡Hallelú Yah!

SALMO 149
El cántico nuevo

1[5673] ¡Hallelú Yah!

Cantad a Yahvé el cántico nuevo;

resuenen sus alabanzas

en la reunión de los santos.

2[5674]Alégrese Israel en su Hacedor,

y los hijos de Sión regocíjense en su Rey.

3Alaben su Nombre entre danzas;

cántenle al son del tímpano y de la cítara.

4[5675]Porque Yahvé se deleita en su pueblo;

y ha adornado con el triunfo

a los humildes.

5[5676]Salten de alegría los santos por tal gloria,

griten de júbilo desde sus triclinios.

6En su boca vibra el elogio de Dios,

y en sus manos espadas de dos filos,

7[5677]para tomar venganza de las naciones,

y castigar a los gentiles;

8[5678]para atar a sus reyes con grillos,

y a sus magnates con esposas de hierro;

9[5679]para ejecutar en ellos la sentencia escrita.

Gloria es esta para todos sus santos.

¡Hallelú Yah!

SALMO 150
Sinfonía de alabanzas

1[5680]¡Hallelú Yah!

Alabad al Señor en su Santuario,

alabadlo en la sede de su majestad.

2[5681]Alabadlo por las obras de su poder,

alabadlo según su inmensa grandeza.

3[5682]Alabadlo al son de trompeta,

alabadlo con salterio y cítara.

4Alabadlo con tamboril y danza,

alabadlo con cuerdas y flautas.

5[5683]Alabadlo con címbalos sonoros,

alabadlo con címbalos que atruenen.

6[5684]¡Todo lo que respira alabe al Señor!

¡Hallelú Yah!

PROVERBIOS

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INTRODUCCIÓN

El Libro de los Proverbios no es un código de obligaciones, sino un tratado de felicidad. Dios no habla para ser obedecido como déspota, sino para que le creamos cuando nos entrega, por boca del más sabio de los hombres, los más altos secretos de la Sabiduría (en hebreo jokmah). Se trata de una sabiduría eminentemente práctica, que desciende a veces a los detalles, enseñándonos aun, por ejemplo, a evitar las fianzas imprudentes (cf. 6, 1 y nota; 17, 18 y los pasajes concordantes que allí señalamos); a desconfiar de las fortunas improvisadas (13, 11; 20, 21); del crédito (22, 7) y de los hombres que adulan o prometen grandes cosas (20, 19); a no frecuentar demasiado la casa del amigo, porque es propio de la naturaleza humana que él se harte de nosotros y nos cobre aversión (25, 17). Otras veces nos descubre las más escondidas miserias del corazón humano (verbigracia, 28, 13; 29, 19, etc.), y no vacila en usar expresiones cuya exactitud va acompañada de un exquisito humorismo; verbigracia, el comparar la belleza en una mujer insensata, con un anillo de oro en el hocico de un cerdo (11, 22).

Casi todos los pueblos antiguos han tenido su sabiduría, distinta de la ciencia, y síntesis de la experiencia que enseña a vivir con provecho para ser feliz. Aún hoy se escriben tratados sobre el secreto del triunfo en la vida, del éxito en los negocios, etc. Son sabidurías psicológicas, humanistas, y como tales harto falibles. La sabiduría de la Sagrada Escritura es toda divina, es decir, inspirada por Dios, lo cual implica su inmenso valor. Porque no es ya solo dar fórmulas verdaderas en sí mismas, que pueden hacer del hombre el autor de su propia felicidad, a la manera estoica; sino que es como decir: si tú me crees y te atienes a mis palabras, Yo tu Dios, que soy también tu amantísimo Padre, me obligo a hacerte feliz, comprometiendo en ello toda mi omnipotencia. De ahí el carácter y el valor eminentemente religiosos de este Libro, aun cuando no habla de la vida futura sino de la presente, ni trata de sanciones o premios eternos sino temporales.

El Libro de los Proverbios debe su nombre al versículo 1, 1, donde se dice que su contenido constituyen las “parábolas” o “proverbios” de Salomón. Sin embargo, ni el nombre de parábola, ni el de proverbio, corresponde al hebreo “maschal” (plural meschalim). La Sagrada Escritura llama maschal no solo a las parábolas o semejanzas, sino más bien a todos los poemas didácticos, y en particular a las sentencias y máximas que encierran una enseñanza. Muchas veces el maschal se acerca, por su oscuridad, al enigma.

En el título se expresa el objeto del Libro (ver 1, 1-6). Los primeros nueve capítulos se leen como una introducción que contiene avisos y enseñanzas generales, mientras los capítulos 10-22, forman un cuerpo de cortas sentencias de Salomón, que versan sobre temas variadísimos, no teniendo conexión unas con otras. A ellas se añade un apéndice que trae “las palabras de los sabios” (22, 17-24, 34). Un segundo cuerpo de sentencias salomónicas, compiladas por los varones de Ezequías, se presenta en los capítulos 25-29, a los cuales se agregan tres colecciones: los proverbios de Agur (30, 1-22), los de la madre de Lamuel (31, 1-9) y el elogio de la mujer fuerte (31, 10-31).

El autor del Libro, con excepción de los apéndices, es, según los títulos (1, 1; 10, 1; 25, 1), el rey Salomón, quien en sabiduría no tuvo igual (III Reyes 5, 9 s.), atribuyéndole la Sagrada Escritura “3.000 sentencias y 1.005 canciones” (III Reyes 4, 32). El presente libro de los Proverbios contiene solamente 550, cuarenta de las cuales repetidas casi textualmente.

Los exégetas creen que la última redacción del libro se hizo en tiempos de Esdras.

PRÓLOGO
PROVERBIOS 1

1Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:

2[5685]para aprender sabiduría e instrucción, para entender las palabras sensatas;

3para instruirse en la sabiduría, en la justicia, equidad y rectitud;

4[5686]para enseñar discernimiento a los sencillos, y a los jóvenes conocimientos y discreción.

5Escuche el sabio y acrecerá en saber. El hombre inteligente adquirirá maestría

6[5687]en entender las parábolas y su sentido misterioso, las sentencias de los sabios y sus enigmas.

7[5688]El temor de Yahvé es el principio de la sabiduría; solo los insensatos desprecian la sabiduría y la doctrina.

I. SENTENCIAS GENERALES
Las malas compañías

8[5689]Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre; y no deseches las enseñanzas de tu madre.

9Serán una corona de gracia para tu cabeza, un collar para tu cuello.

10Hijo mío, si los malvados quieren seducirte, no les des oído;

11[5690]si te dicen: “Ven con nosotros; pongamos asechanzas a la vida ajena, tendamos por mero antojo celadas al inocente;

12traguémoslos vivos, como el sepulcro, enteros, como los que descienden a la fosa;

13[5691]y hallaremos preciosas riquezas, henchiremos de despojos nuestras casas.

14Echa tu suerte con nosotros; sea una sola la bolsa de todos nosotros.”

15[5692]Hijo mío, no sigas sus caminos; aparta tu pie de sus senderos;

16porque sus pies corren al mal, van presurosos a derramar sangre.

17[5693]En vano se tiende la red ante los ojos de los pájaros;

18[5694]mas ellos arman asechanzas a su propia sangre, traman maquinaciones contra su propia vida.

19Tal es la senda de los codiciosos de ganancia, quita la vida a los propios dueños.

Llamamiento de la sabiduría

20[5695]La sabiduría clama en las calles, en las plazas levanta su voz;

21llama donde hay más concurso de gente, en las puertas de la ciudad expone su doctrina:

22¿Hasta cuándo, oh necios, amaréis la necedad? ¿Hasta cuándo los burladores se deleitarán en burlas, y odiarán los fatuos la sabiduría?

23[5696]Volveos para (oír) mi instrucción, y derramaré sobre vosotros mi espíritu, quiero enseñaros mis palabras.

24Os convidé y no respondisteis, tendí mis manos, y nadie prestó atención;

25rechazasteis todos mis consejos, y ningún caso hicisteis de mis amonestaciones.

26[5697]Por eso también yo me reiré de vuestra calamidad, y me burlaré cuando os sobrevenga el espanto,

27[5698]cuando os sobrevenga cual huracán el terror, cuando caiga sobre vosotros, como torbellino, la calamidad, y os acometan la angustia y la tribulación.

28[5699]Entonces me llamarán, y no les responderé; madrugarán a buscarme, y no me hallarán,

29[5700]por cuanto aborrecieron la instrucción y abandonaron el temor de Dios,

30no amando mi consejo, y desdeñando mis exhortaciones.

31Comerán los frutos de su conducta, y se saciarán de sus propios consejos.

32Porque la indocilidad lleva a los necios a la muerte, y la prosperidad de los insensatos es causa de su ruina.

33Mas el que me escucha, habitará seguro, y vivirá tranquilo sin temer el mal.

PROVERBIOS 2
Frutos de la sabiduría

1Hijo mío, si acoges mis palabras, y guardas mis preceptos en tu corazón,

2aplicando tu oído a la sabiduría, e inclinando tu corazón a la inteligencia;

3si invocas la prudencia y con tu voz llamas a la inteligencia;

4[5701]si la buscas como la plata, y la exploras como un tesoro,

5[5702]entonces sabrás lo que es el temor de Yahvé, y habrás hallado el conocimiento de Dios.

6Porque Yahvé da la sabiduría; de su boca salen el conocimiento y la inteligencia.

7Él guarda para los buenos la salvación, y es el escudo de los que proceden rectamente;

8[5703]El cubre las sendas de la justicia, y protege los pasos de sus santos.

9[5704]Entonces conocerás la justicia y la equidad, la rectitud y todo sendero bueno.

10[5705]Cuando entrare en tu corazón la sabiduría, y se complaciere tu alma en el conocimiento,

11[5706]velará sobre ti la prudencia, y la inteligencia será tu salvaguardia,

12[5707]para librarte del camino de los malvados, y de los hombres de lengua perversa,

13de aquellos que abandonan el camino recto, para andar por sendas tenebrosas;

14que se alegran haciendo el mal, y se deleitan en las peores perversidades.

15Siguen caminos tortuosos, y perversas son sus andanzas.

16[5708]Ella te librará de la mujer ajena, de la extraña que usa de dulces palabras,

17que deja al compañero de su juventud y se olvida del pacto de su Dios.

18Su casa está en la vereda de la muerte, y sus pasos conducen a la ruina.

19Cuantos entran en ella no retornan, no alcanzan más las sendas de la vida.

20Anda tú, pues, por el camino de los buenos; y sigue las pisadas de los justos.

21[5709]Porque los rectos habitarán la tierra, y los íntegros permanecerán en ella.

22Mas los impíos serán exterminados de la tierra, y desarraigados de ella los pérfidos.

PROVERBIOS 3
La sabiduría y el temor de Dios

1[5710]Hijo mío, no te olvides de mi ley; guarda en tu corazón mis preceptos,

2porque te darán longevidad, (felices) años de vida y prosperidad.

3¡Que nunca la misericordia y la verdad se aparten de ti! Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón.

4Así hallarás gracia y verdadera sabiduría a los ojos de Dios y a los ojos de los hombres.

5[5711]Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia.

6En todas tus empresas piensa en Él, y Él dirigirá tus caminos.

7No te creas sabio a tus ojos, teme a Dios, y huye del mal;

8[5712]será medicina para tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.

9[5713]Honra a Dios con tu hacienda, y con las primicias de todos tus frutos;

10[5714]con eso se llenará de abundancia tus graneros, y tus lagares rebosarán de mosto.

11No deseches, hijo mío, la corrección de Yahvé, ni tengas aversión cuando Él te reprenda.

12[5715]Pues Yahvé castiga a aquel a quien ama, como un padre al hijo en quien se complace.

Preexcelencia de la sabiduría

13[5716]¡Dichoso el hombre que halló la sabiduría, el varón que ha adquirido la inteligencia!

14Mejor es su adquisición que la de la plata; y más preciosos que el oro son sus frutos.

15Ella es más apreciable que las perlas; no hay cosa deseable que la iguale.

16En su diestra (trae) larga vida, en su siniestra riquezas y honores.

17[5717]Sus caminos son caminos deliciosos, y llenas de paz todas sus sendas.

18[5718]Es árbol de vida para los que echan mano de ella, y dichoso el que la tiene asida.

19[5719]Por la sabiduría fundó Dios la tierra, y por la inteligencia estableció los cielos;

20por su ciencia fueron abiertos los abismos; y destilan las nubes rocío.

21Hijo mío, no se aparten ellas de tus ojos; guarda la sabiduría y la prudencia;

22pues serán vida para tu alma y adorno para tu cuello.

23Así seguirás confiado tu camino, y no vacilará tu pie.

24[5720]Te acostarás sin temor; y si te acuestas, tu sueño será dulce.

25[5721]No tendrás que temer repentinos espantos, ni los ataques de los impíos cuando te acometieren;

26[5722]porque Yahvé estará a tu lado, y preservará tu pie de quedar preso.

Caridad y paz con el prójimo

27[5723]No niegues un beneficio al necesitado cuando esté a tu alcance el hacerlo.

28[5724]No digas a tu prójimo: “Vete y vuelve, mañana te daré”, estando en tu poder el (atenderlo).

29[5725]No maquines ningún mal contra tu prójimo mientras él vive tranquilamente contigo.

30Jamás pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho mal.

31[5726]No envidies al hombre violento, ni sigas sus senderos.

32Porque Yahvé detesta al perverso, pero tiene trato íntimo con los justos.

33Sobre la casa del malvado pesa la maldición de Yahvé, el cual bendice la morada del justo.

34[5727]Se burla de los burladores, y da su gracia a los humildes.

35La gloria es la herencia de los sabios, en tanto que los necios se acarrean ignominia.

PROVERBIOS 4
Exhortación paternal

1[5728]Oíd, hijos, las instrucciones de un padre; y prestad atención para aprender prudencia.

2Pues os enseño buena doctrina, no abandonéis mis lecciones.

3También yo fui hijo de mi padre, tierno y único ante mí madre.

4Él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis palabras; observa mis preceptos y vivirás.

5Adquiere la sabiduría, trata de alcanzar la inteligencia; no te olvides de ella, ni te apartes de los dichos de mi boca.

6No la dejes, y ella te guardará; ámala, y será tu defensa.

7[5729]He aquí el principio de la sabiduría: adquirir la sabiduría, y a trueque de todos tus bienes alcanzar la inteligencia.

8[5730]Tenla en gran estima, ella te ensalzará; te honrará cuando la estreches en tus brazos.

9Ornará tu cabeza con una corona de gracia, y te regalará una magnífica diadema.

El recto camino

10Escucha, hijo mío, y recibe mis palabras, para que se multipliquen los años de tu vida.

11Yo te enseño el camino de la sabiduría, te conduzco por los senderos de la rectitud.

12[5731]Andando por ellos no serán acechados tus pasos, y si corres no tropezarás.

13Atente a la instrucción, nunca la dejes; guárdala, porque es tu vida.

14No sigas los caminos de los impíos, no vayas por la ruta de los malvados.

15Esquívala, no pases por ella; apártate de allí y pasa adelante.

16Porque ellos no duermen, si antes no han hecho algún mal; no pueden conciliar el sueño, si no han hecho caer a otro.

17[5732]Comen el pan de la iniquidad, y beben el vino de la violencia.

18[5733]La senda de los justos es como la luz de la mañana, cuyo resplandor crece hasta ser pleno día.

19El camino de los malos, en cambio, es como tinieblas; no saben en qué van a tropezar.

20[5734]Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tus oídos a mis enseñanzas;

21no se aparten de tus ojos; guárdalas en lo íntimo de tu corazón.

22Son vida para quien las halla, salud para todo su cuerpo.

23Ante toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

24Evita la perversidad de la lengua, y aleja de ti la maledicencia en el hablar.

25Miren de frente tus ojos, y tus párpados diríjanse a los pasos que des.

26Examina los pasos de tu pie y sean rectos todos tus caminos.

27[5735]No declines ni a la derecha ni a la izquierda, y aparta tu pie del mal.

PROVERBIOS 5
¡Huye de la mujer adúltera!

1Hijo mío, presta atención a mi sabiduría, inclina tu oído a mi enseñanza,

2para que guardes los consejos y tus labios conserven la instrucción.

3[5736]Pues los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más suave que el aceite;

4pero su fin es amargo como el ajenjo, cortante como espada de dos filos.

5Sus pies se encaminan hacia la muerte, sus pasos llevan al scheol.

6No anda por la senda de la vida, va errando por caminos sin saber adónde.

7Pues bien, escuchadme, hijos, y no os apartéis de las palabras de mi boca;

8[5737]desvía de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa.

9No sacrifiques tu honor a gente extraña ni tus años a un tirano,

10no sea que extraños se harten de tus bienes, y tus fatigas beneficien a casas ajenas,

11y al fin tengas que gemir, después de consumir tu carne,

12[5738]y hayas de exclamar: “¡Cómo he podido aborrecer la instrucción, y rehusar en mi corazón la corrección!

13Desoí la voz de los que me adoctrinaban y no quise oír a mis maestros.

14Casi he llegado al colmo de los males, en medio del pueblo y de la asamblea.”

15[5739]Bebe el agua de tu aljibe y los raudales que manan de tu pozo.

16¿Por qué derramar fuera tus fuentes, por las plazas las corrientes de tu agua?

17¡Sean para ti solo, y no para los extraños a tu lado!

18¡Sea tu fuente bendita, y alégrate con la esposa de tu mocedad!

19[5740]¡Sea ella la gacela de tu amor, una cierva graciosa, embriáguenle sus pechos perpetuamente, y su amor te encante en todo tiempo!

20¿Por qué, hijo mío, dejarte embaucar por la mujer extraña y abrazar el seno de la ajena?

21[5741]Pues ante Yahvé están los caminos del hombre. Él mira todos sus pasos.

22[5742]El hombre malo será presa de sus propias iniquidades, y quedará enredado en los lazos de su pecado.

23Perecerá por falta de disciplina, y andará perdido a causa de su gran necedad.

PROVERBIOS 6
¡No salgas fiador!

1[5743]Hijo mío, si saliste fiador de tu prójimo. Si tendiste tu mano a un extraño,

2si te ligaste con la palabra de tu boca, y quedaste preso por lo que dijeron tus labios,

3haz esto, hijo mío: Recobra la libertad; ya que has caído en manos de tu prójimo. Ve sin tardanza e importuna a tu amigo.

4No concedas sueño a tus ojos, ni reposo a tus párpados.

5Líbrate, como el corzo, de su mano, como el pájaro de la mano del cazador.

La pereza

6[5744]Ve, oh perezoso, a la hormiga; observa su obra y hazte sabio.

7No tiene juez, ni superior, ni señor,

8y se prepara en el verano su alimento, y recoge su comida al tiempo de la mies.

9[5745]¿Hasta cuándo, perezoso, quedarás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño?

10Un poco dormir, un poco dormitar, cruzar un poco las manos para descansar;

11y te sobrevendrá cual salteador la miseria, y la necesidad cual hombre armado.

Contra la doblez

12[5746]Hijo de Belial es el hombre inicuo, anda con perversidad en la boca,

13guiña los ojos, hace señas con los pies, habla con los dedos.

14En su corazón habita la perversidad; urde el mal en todo tiempo, y siembra discordias.

15Por eso vendrá de improviso su ruina, de repente será quebrantado sin que tenga remedio.

Siete vicios

16[5747]Seis son las cosas que aborrece Yahvé, y una séptima abomina su alma:

17Ojos altivos, lengua mentirosa, manos que vierten sangre inocente,

18corazón que maquina designios perversos, pies que corren ligeros tras el mal,

19testigo falso que respira calumnias, y quien siembra discordia entre hermanos.

¡Huye de la mujer adúltera!

20Guarda, hijo mío, la doctrina de tu padre; y no desprecies la enseñanza de tu madre.

21Tenlas siempre atadas a tu corazón, enguirnalda con ellas tu cuello.

22[5748]Te guiarán en tu camino, velarán por ti cuando durmieres; y hablarán contigo al despertar.

23[5749]Porque el precepto es una antorcha, y la ley una luz, y senda de vida son las amonestaciones dadas para corrección.

24Pues te guardarán de la mala mujer, de los halagos seductores de la ajena.

25No codicies en tu corazón la hermosura de ella, no te seduzcan sus ojos.

26[5750]Pues por la prostituta uno es reducido a un pedazo de pan, mientras la casada va a la caza de una vida preciosa.

27[5751]¿Acaso puede un hombre llevar fuego en el seno, sin que ardan sus vestidos?

28¿O andar sobre brasas, sin quemarse los pies?

29Así (sucede con) aquel que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará sin castigo quien la tocare.

30¿No es acaso despreciado el ladrón que roba para saciar su apetito cuando tiene hambre?

31Si es hallado, ha de pagar siete veces otro tanto, tendrá que dar hasta toda la sustancia de su casa.

32Quien comete adulterio con una mujer es un insensato; quien hace tal cosa se arruina a sí mismo.

33Cosechará azotes e ignominia, y no se borrará su afrenta.

34[5752]Porque los celos excitan el furor del marido, y no tendrá compasión en el día de la venganza;

35no se aplacará por ninguna indemnización; no aceptará regalos, por grandes que sean.

PROVERBIOS 7
Más advertencias contra la mala mujer

1[5753]Hijo mío, ten en cuenta mis palabras, guarda bien dentro de ti mis enseñanzas.

2Presta atención a mis preceptos, y vivirás; guarda mis mandamientos como la niña de tus ojos.

3Átalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón.

4[5754]Di a la sabiduría: “¡Tú eres mi hermana!” y llama a la inteligencia pariente tuya,

5[5755]para que te preserve de la mujer extraña, de la ajena con sus lisonjeras palabras.

6[5756]Estaba yo a la ventana de mi casa, mirando a través de las celosías,

7y observando a los necios, advertí entre los mancebos a un joven insensato,

8que pasaba por la calle, junto a la esquina, yendo hacia la casa de ella;

9era al caer de la tarde, cuando ya oscurecía, en horas de la noche y en la oscuridad.

10y he aquí que una mujer le sale al paso, con atavíos de ramera y corazón falso,

11una de esas apasionadas y desenfrenadas, cuyos pies no pueden descansar en casa,

12y que se ponen en acecho, ora en la calle, ora en la plaza, y en todas las esquinas.

13Le echa mano y le besa, y con semblante descarado le dice:

14[5757]“Tenía que ofrecer un sacrificio pacífico, hoy he cumplido mis votos.

15Por eso he salido a tu encuentro, para buscarte, y al fin te he hallado.

16He cubierto con colchas mi lecho, con tapices de hilo recamado de Egipto.

17He perfumado mi dormitorio con mirra, con áloe y cinamomo.

18Ven; embriaguémonos de amores hasta la alborada, entreguémonos a las delicias de la voluptuosidad.

19[5758]Pues el marido no está en casa, emprendió un viaje y está lejos,

20llevando consigo un talego de plata; no volverá a casa hasta el día del plenilunio.”

21Le rinde con la abundancia de sus palabras, le arrastra con los halagos de sus labios.

22Al punto va en pos de ella, como el buey que es llevado al matadero, cual loco que corre para corregir al necio,

23[5759]hasta que una saeta le atraviesa el hígado; como el pájaro que se precipita en la red, sin advertir que es una celada contra su vida.

24Escuchadme, pues, hijos míos, atended las palabras de mi boca.

25No se desvíe tu corazón hacia los caminos de ella, ni sigas errando por sus senderos.

26Porque son muchos los que cayeron traspasados por ella, innumerables los fuertes que le deben la muerte.

27[5760]Su casa es el camino del scheol, que lleva a la morada de la muerte.

PROVERBIOS 8
Invitación de la sabiduría

1[5761]He aquí que la sabiduría levanta la voz, y se hace oír la inteligencia.

2En las altas cimas, junto a la carretera, en las encrucijadas de los caminos es donde se para.

3En las puertas, en las entradas de la ciudad, en los umbrales de las casas, hace ella oír su voz:

4“A vosotros, mortales, me dirijo, mi voz va a los hijos de los hombres.

5Aprended, oh necios, la sabiduría, y vosotros, oh insensatos, la inteligencia.

6Escuchadme que voy a deciros cosas magníficas, y mis labios se abrirán para (enseñar) lo recto.

7Porque verdad proclama mi boca, y mis labios abominan la maldad.

8Justos son todos los dichos de mi boca; nada hay en ellos de torcido o perverso.

9Todos son rectos para quien tiene inteligencia, y justos para quien llegó a entender.

10[5762]Recibid mi instrucción, y no la plata, y la sabiduría, antes que el oro escogido.

11Pues la sabiduría vale más que perlas, y todas las cosas deseables no la igualan.

Preexcelencia de la sabiduría

12[5763]Yo, la sabiduría, habito con la prudencia, y poseo el conocimiento más profundo.

13Temer a Yahvé es detestar el mal; yo abomino la soberbia, la altivez, el mal camino y la boca perversa.

14[5764]Mío es el consejo y la prudencia, mía la inteligencia y mía la fuerza.

15[5765]Por mí reinan los reyes y los príncipes administran la justicia.

16Por mí mandan los gobernantes, los grandes y todos los jueces de la tierra.

17Yo amo a los que me aman; y los que me buscan me hallarán.

18En mi mano están la riqueza y la gloria, los bienes duraderos y la justicia.

19Mi fruto es mejor que el oro más puro, y mis productos son mejores que la plata escogida.

20Yo voy por las sendas de la justicia por medio del recto camino,

21para dar bienes a mis amigos, y henchir sus tesoros.

Origen divino de la sabiduría

22[5766]El Señor me poseyó al principio de sus caminos, antes de sus obras más antiguas.

23Desde la eternidad fui constituida, desde los orígenes, antes que existiera la tierra.

24Antes que los abismos fui engendrada yo; no había aún fuentes ricas en aguas.

25Antes que fuesen asentados los montes; antes que los collados fui yo dada a luz,

26cuando aún no había creado Él la tierra ni los campos, ni el primer polvo del orbe.

27[5767]Cuando estableció los cielos, allí estaba yo; cuando trazó el horizonte sobre la faz del abismo;

28cuando fijó las nubes en lo alto, y dio fuerza a las aguas de la profundidad;

29cuando señaló sus límites al mar, para que las aguas no traspasasen sus orillas; cuando puso los cimientos de la tierra,

30entonces estaba yo con Él, como arquitecto, deleitándome todos los días y me regocijaba delante de Él continuamente.

31[5768]Me holgaba en el orbe de la tierra, teniendo mi delicia en los hijos de los hombres.

32Y ahora, hijos, oídme: Dichosos aquellos que siguen mis caminos.

33Escuchad la instrucción, y sed sabios; y no la rechacéis.

34Bienaventurado el hombre que me oye, y vela a mis puertas día tras día, aguardando en el umbral de mi entrada.

35Porque quien me halla a mí, ha hallado la vida, y alcanza el favor de Yahvé.

36[5769]El que a mí me ofende daña a su propia alma; todos los que me odian, aman la muerte.

PROVERBIOS 9
El banquete de la sabiduría

1[5770]La sabiduría se ha edificado una casa, ha labrado sus siete columnas;

2inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y tiene preparada su mesa.

3Envió sus doncellas y clama sobre las cimas más altas de la ciudad:

4[5771]“¡El que es simple venga aquí!” y al falto de inteligencia le dice:

5[5772]“Venid, y comed de mi pan; y bebed el vino que yo he mezclado.

6Dejad ya la necedad, y viviréis, y caminad por la senda de la inteligencia.”

7[5773]Quien reprende al escarnecedor se afrenta a sí mismo, y el que corrige al impío, se acarrea baldón.

8No corrijas al escarnecedor, no sea que te odie; corrige al sabio, y te amará.

9Da al sabio (consejo), y será más sabio; enseña al justo, y crecerá en doctrina.

10[5774]El principio de la sabiduría consiste en el temor de Dios, y conocer al Santo es inteligencia.

11Pues por mí se multiplicarán tus días, y se aumentaran los años de tu vida.

12Si eres sabio, lo serás en bien tuyo, y si mofador, tú solo lo pagarás.

Invitación de la necedad

13[5775]Una mujer insensata y turbulenta, una ignorante que no sabe nada,

14se sienta a la puerta de su casa, sobre una silla, en las colinas de la ciudad,

15para invitar a los que pasan, a los que van por su camino:

16“¡El que es simple, venga aquí!”; y al falto de inteligencia le dice:

17[5776]“Las aguas hurtadas son (más) dulces; y el pan comido clandestinamente es (más) sabroso.”

18[5777]Y él no advierte que allí hay muerte, y que los convidados de ella van a las profundidades del scheol.

II. PRIMERA COLECCIÓN DE SENTENCIAS DE SALOMÓN
PROVERBIOS 10
La sabiduría y la necedad

1[5778] Parábolas de Salomón. Un hijo sabio es la alegría de su padre, y un hijo necio el desconsuelo de su madre.

2[5779]Nada aprovechan los tesoros de iniquidad, pero la justicia libra de la muerte.

3[5780]Yahvé no permite que el justo sufra hambre, al par que desatiende los apetitos de los malvados.

4La mano indolente empobrece, y la mano laboriosa enriquece.

5Quien en verano recoge, es hijo sabio; el que ronca en la siega, se acarrea deshonra.

6La bendición (descansa) sobre la cabeza del justo, mientras los labios de los malvados encubren la maldad.

7La memoria del justo será bendita, pero el nombre de los malos es podredumbre.

8El sabio de corazón acepta los preceptos, el necio de labios, en cambio, caerá.

9[5781]Quien procede con rectitud anda seguro, mas el que tuerce sus caminos vendrá a ser descubierto.

10Quien guiña los ojos causa dolores; y el necio de labios va a la perdición.

11Fuente de vida es la boca del justo; mas los labios de los malvados encubren la injusticia.

12[5782]El odio suscita contiendas, el amor, empero, cubre todas las faltas.

13En los labios del prudente se halla la sabiduría, mas para las espaldas del que no tiene juicio es la vara.

14Los sabios conservan su saber, mas la boca del necio se apresura en causar ruina.

15[5783]La hacienda del rico es su plaza fuerte, la desgracia de los pobres es su misma pobreza.

16Los trabajos del justo son para vida, las ganancias del impío, para pecado.

17Va por senda de vida quien hace caso de la corrección, anda descarriado quien no acepta la reprensión.

18El que disimula el odio tiene labios mentirosos, y quien esparce calumnias es un insensato.

19[5784]En el mucho hablar no falta pecado, el sabio ahorra sus palabras.

20Plata finísima es la lengua del justo, mas el corazón del malvado vale muy poco.

21Nutren a muchos los labios del justo, mas los necios mueren por falta de inteligencia.

22La bendición de Yahvé da prosperidad, nuestro afán no le añade nada.

23Es como un juego para el necio el hacer mal, y para el sensato el ser sabio.

24[5785]Sobrevendrá al impío el mal que teme, mas a los justos se les concede lo que desean.

25Como pasa el torbellino, así desaparece el impío, mas el justo queda cimentado para siempre.

26[5786]Como el agraz para los dientes, y el humo para los ojos, así es el perezoso para el que le manda.

27El temor de Yahvé alarga la vida, mas los años de los malvados serán abreviados.

28[5787]La esperanza de los justos se transforma en gozo, la expectación de los malos en humo.

29El camino de Yahvé es una fortaleza para el hombre recto, pero causa de ruina para los obradores de iniquidad.

30[5788]Nunca vacilará el justo, pero los impíos no subsistirán sobre la tierra.

31La boca del justo brota sabiduría, la lengua perversa será cortada.

32Los labios del justo conocen la benevolencia, mas de la boca de los malvados sale la perversidad.

PROVERBIOS 11
La virtud y el vicio

1[5789]La balanza falsa es abominación para Yahvé, la pesa cabal es lo que le agrada.

2[5790]Si viene la soberbia, viene también la ignominia, mas la sabiduría habita con los humildes.

3[5791]A los rectos los guía su rectitud, a los pérfidos los arruina su propia perfidia.

4[5792]De nada sirven las riquezas en el día de la ira, mas la justicia libra de la muerte.

5La justicia endereza el camino del hombre recto, mientras que el malvado cae por su propia malicia.

6A los rectos los salva su justicia; pero los pérfidos quedan presos en su propia maldad.

7[5793]Con la muerte muere la esperanza del impío, se desvanecen las ilusiones de los inicuos.

8[5794]El justo es librado de la tribulación, y en su lugar será atribulado el malvado.

9[5795]Con su boca el impío arruina a su prójimo, mas los justos se salvan mediante la ciencia.

10Cuando prosperan los justos se alegra la ciudad, y cuando perecen los impíos hay júbilo.

11Con la bendición de los buenos se engrandece un pueblo, la boca de los malos es su ruina.

12[5796]Quien desprecia a su prójimo es un insensato; el varón prudente se calla.

13El maldiciente revela los secretos, mas el de espíritu fiel los mantiene ocultos.

14[5797]Por falta de dirección cae el pueblo; donde abunda el consejo hay bienestar.

15[5798]Sufrirá males quien por otro da fianza, el que rehúsa dar fianza vive tranquilo.

16La mujer graciosa alcanza honor, así como los poderosos adquieren riqueza.

17El misericordioso hace bien a su propia alma, el cruel inflige heridas a su misma carne.

18El trabajo del impío es ilusorio, mas el que siembra justicia tiene segura la recompensa.

19Como la justicia (conduce) a la vida, así el que va tras el mal (corre) a la muerte.

20[5799]El corazón perverso es abominable a Yahvé, pues Él se complace en los que proceden con sinceridad.

21Tarde o temprano será castigado el malvado, pero la descendencia de los justos será puesta en salvo.

22[5800]Anillo de oro en hocico de cerdo es la belleza de una mujer insensata.

23Los deseos de los justos se dirigen solamente al bien: el afán de los malos es encender su ira.

24[5801]Hay quienes reparten liberalmente y se enriquecen; y hay quien ahorra más de lo justo, y permanece pobre.

25El alma benéfica será saciada, y el que riega será regado.

26[5802]Al que retiene el trigo, le maldice el pueblo, mientras que sobre la cabeza del que lo vende desciende bendición.

27Cosa agradable busca quien busca el bien; mas el que busca el mal, (del mal) será alcanzado.

28Quien en sus riquezas confía, caerá, pero el justo, como la fronda del árbol, retoña.

29[5803]Quien perturba su casa, heredará viento, y el necio será esclavo del cuerdo.

30Árbol de vida son los frutos del justo; y quien gana los corazones es sabio.

31[5804]Si el justo ya en la tierra tiene su paga, ¿cuánto más el inicuo y el pecador?

PROVERBIOS 12
Diversas conductas: la del sabio y la del necio

1[5805]Quien ama la corrección, ama la sabiduría; quien odia la corrección es un insensato.

2El bueno gana el favor de Yahvé, el cual condena al hombre de mala intención.

3La malicia no es fundamento firme para el hombre, la raíz de los justos, en cambio, es inconmovible.

4Como la mujer virtuosa es la corona de su marido así la desvergonzada es como carcoma de sus huesos.

5Los pensamientos de los justos son equidad, mas los consejos de los malvados son fraude.

6[5806]Las palabras de los impíos son emboscada a sangre ajena, la boca de los rectos los salva.

7Se da un vuelco a los impíos y dejan de ser, en tanto que la casa de los justos sigue en pie.

8El hombre es alabado según su sabiduría, mas el perverso de corazón es despreciado.

9[5807]Más vale un hombre humilde que sabe ganarse la vida, que el ostentoso que tiene escasez de pan.

10El justo mira por las necesidades de su ganado, mas las entrañas de los impíos son crueles.

11El que labra su tierra se saciará de pan; correr tras cosas vanas es necedad.

12El impío quiere vivir de la presa de los malos, la raíz del justo produce (lo necesario para la vida).

13[5808]El pecado de los labios constituye un lazo peligroso, mas el justo se libra de la angustia.

14Del fruto de su boca se sacia uno de bienes, y según las obras de sus manos será su premio.

15[5809]Al necio su proceder le parece acertado, el sabio, empero, escucha consejos.

16[5810]El necio al momento muestra su ira, el prudente disimula la afrenta.

Pecados de la lengua

17Quien profiere la verdad, propaga la justicia, pero el testigo mentiroso sirve al fraude.

18[5811]Hay quien con la lengua hiere como con espada, mas la lengua del sabio es medicina.

19La palabra veraz es para siempre, la lengua mentirosa solo para un momento.

20[5812]Lleno de fraude es el corazón del que maquina el mal, pero lleno de alegría el de los que aconsejan la paz.

21[5813]Sobre el justo no cae ningún mal, sobre los impíos, empero, una ola de adversidades.

22Abomina Yahvé los labios mentirosos, pero le son gratos quienes obran fielmente.

23[5814]El hombre prudente encubre su saber, mas el corazón de los necios pregona su necedad.

Laboriosidad

24La mano laboriosa será señora, la indolente, tributaria.

25[5815]Las congojas del corazón abaten al hombre, mas una palabra buena le alegra.

26El justo muestra a los otros el camino, el ejemplo de los malos, en cambio, los desvía.

27[5816]El holgazán no asa la caza, pero el laborioso, gana preciosa hacienda.

28En la senda de la justicia está la vida; en el camino que ella traza no hay muerte.

PROVERBIOS 13
Distinta suerte del sabio y del necio

1[5817]El hijo sabio acepta la corrección de su padre; el burlador no hace caso de la reprensión.

2El hombre (de bien) se hartará del fruto de su boca, el alma de los pérfidos, en cambio, de la violencia.

3Quien guarda su boca, guarda su alma; quien habla inconsideradamente se arruina a sí mismo.

4[5818]El perezoso tiene deseos que no se cumplen, el alma del laborioso se saciará.

5El justo aborrece la palabra mentirosa, el impío infama y obra vergonzosamente.

6La justicia protege los pasos del hombre recto, la malicia causa la ruina del pecador.

7[5819]Hay quien se jacta de rico, y nada tiene, y quien se hace el pobre, y es acaudalado.

8[5820]Con las riquezas el hombre (rico) rescata su vida; el pobre, empero, no necesita temer la amenaza.

9[5821]La luz de los justos difunde alegría, en tanto que la lámpara de los impíos se apaga.

10[5822]La soberbia no causa sino querellas, la sabiduría está con los que toman consejo.

11Los bienes ganados sin esfuerzo tienden a desaparecer, mas el que los junta a fuerza de trabajo los aumenta.

12Esperanza que se dilata hace enfermo el corazón; pero es árbol de vida el deseo cumplido.

13[5823]Quien menosprecia la palabra se pierde; quien respeta el precepto será recompensado.

14[5824]La enseñanza del sabio es fuente de vida, para escapar de los lazos de la muerte.

15[5825]Buenos modales ganan favores, mas la conducta de los pérfidos queda estéril.

16Todo varón prudente obra con reflexión, el necio derrama su locura.

17El mensajero infiel se precipita en la desgracia, el mensajero fiel se procura salud.

18Pobreza e ignominia a quien desecha la corrección, honra a quien escucha la amonestación.

19[5826]Deseo cumplido recrea al alma, pero el necio abomina apartarse del mal.

20[5827]Quien anda con sabios, sabio será, quien con necios, acabará siendo necio.

21A los pecadores los persigue la desventura, mas los justos serán recompensados con bienes.

22[5828]Los buenos tienen como herederos los hijos de los hijos; mas la hacienda del pecador queda reservada para el justo.

23[5829]Los barbechos de los pobres dan pan en abundancia, pero hay quien disipa (la hacienda) por falta de juicio.

24Quien hace poco uso de la vara quiere mal a su hijo; el que lo ama, le aplica pronto el castigo.

25[5830]El justo come y satisface su apetito, en tanto que el vientre del malo padece hambre.

PROVERBIOS 14
La sabiduría, maestra de la vida

1[5831]La mujer sabia edifica su casa, la necia con sus manos la derriba.

2El que teme a Yahvé, va por el camino derecho, el que lo menosprecia, camina por sendas tortuosas.

3En la boca del necio está el azote de su orgullo; mas a los sabios les sirven de guarda sus labios.

4Sin bueyes queda vacío el pesebre; en la mies abundante se muestra la fuerza del buey.

5El testigo fiel no miente, el testigo falso, empero, profiere mentiras.

6[5832]El mofador busca la sabiduría, y no da con ella; el varón sensato, en cambio, se instruye fácilmente.

7[5833]Toma tú el rumbo opuesto al que sigue el necio, pues no encuentras en él palabras de sabiduría.

8[5834]La sabiduría del prudente está en conocer su camino, mas a los necios los engaña su necedad.

9[5835]El necio se ríe de la culpa; mas entre los justos mora la gracia.

10El corazón conoce sus propias amarguras, y en su alegría no puede participar ningún extraño.

11La casa de los impíos será arrasada, pero florecerá la morada de los justos.

12[5836]Caminos hay que a los ojos parecen rectos, mas en su remate está la muerte.

13[5837]Aun en la risa siente el corazón su dolor, y la alegría termina en tristeza.

14De sus caminos se harta el insensato, como de sus frutos el hombre de bien.

15[5838]El simple cree cualquier cosa, el hombre cauto mira dónde pone su pie.

16[5839]El sabio es temeroso y se aparta del mal; el fatuo se arroja sin pensar nada.

17El que pronto se enoja comete locuras, y el malicioso será odiado.

18Los simples recibirán por herencia la necedad, mientras los juiciosos se coronan de sabiduría.

19Se postran los malos ante los buenos, y los impíos a las puertas de los justos.

20[5840]El pobre es odioso aun a su propio amigo, el rico tiene numerosos amigos.

21[5841]Peca quien menosprecia a su prójimo, bienaventurado el que se apiada de los pobres.

22¡Cómo yerran los que maquinan el mal! ¡Y cuánta gracia y verdad obtienen los que obran el bien!

23En todo trabajo hay fruto, mas el mucho hablar solo conduce a la miseria.

24[5842]Las riquezas pueden servir de corona para un sabio, mas la necedad de los necios es siempre necedad.

25El testigo veraz salva las vidas; pero el que profiere mentiras es un impostor.

26Del temor de Yahvé viene la confianza del fuerte, y sus hijos tendrán un refugio.

27El temor de Yahvé es fuente de vida para escapar de los lazos de la muerte.

28[5843]La gloria del rey está en el gran número de su pueblo; la escasez de gente es la ruina del príncipe.

29[5844]El tardo en airarse es rico en prudencia, el impaciente pone de manifiesto su necedad.

30[5845]Un corazón tranquilo es vida del cuerpo, carcoma de los huesos es la envidia.

31[5846]Quien oprime al pobre ultraja a su Creador, mas le honra aquel que del necesitado se compadece.

32[5847]Al malvado le pierde su propia malicia; el justo, al contrario, tiene esperanza cuando muere.

33En el corazón del prudente mora la sabiduría; incluso los ignorantes la reconocerán.

34[5848]La justicia enaltece a un pueblo; el pecado es el oprobio de las naciones.

35El ministro sabio es para el rey objeto de favor, el inepto, objeto de ira.

PROVERBIOS 15
Otras ventajas de la sabiduría

1[5849]Una respuesta blanda calma el furor, una palabra áspera excita la ira.

2[5850]La lengua de los sabios hace amable la sabiduría, la boca de los fatuos profiere sandeces.

3En todo lugar están los ojos de Yahvé, observando a malos y buenos.

4Mansedumbre de lengua, árbol de vida; lengua perversa, quebranto del corazón.

5El necio desprecia la corrección de su padre; mas quien acepta la amonestación se hace más sabio.

6En la casa del justo abunda la hacienda; en tanto que en las empresas del impío hay pérdidas.

7La lengua de los sabios difunde la sabiduría; no así el corazón del insensato.

8[5851]Yahvé detesta el sacrificio de los malos, y le agrada la oración de los buenos.

9El camino del malvado es abominación para Yahvé, el cual ama a aquel que sigue la justicia.

10[5852]Lección dura recibe el que abandona el camino; halla la muerte, quien aborrece la corrección.

11[5853]El scheol y el abismo están (patentes) ante Yahvé, ¡cuánto más los corazones de los hombres!

12El burlador no ama al que le reprende, ni se junta con sabios.

13[5854]El corazón alegre hace el rostro amable; mas la tristeza del corazón quebranta el espíritu.

14El corazón inteligente busca la sabiduría, la boca del necio se pace con sandeces.

15Los días del pobre son todos malos; pero la alegría del corazón es un banquete sin fin.

16[5855]Más vale poco con temor de Yahvé, que grandes tesoros con inquietud.

17Mejor un plato de legumbres con amor, que buey cebado y odio a la mesa.

18La ira del hombre provoca contiendas, la mansedumbre apacigua las rencillas.

19El camino del perezoso es como un seto de espinas, la senda de los rectos es llana.

20El hijo sabio es la alegría de su padre, el necio desprecia a su propia madre.

21Le gusta al fatuo la necedad, al prudente el marchar por el recto camino.

22Fracasan los planes si no hay consejo, pero prosperan con numerosos consejeros.

23[5856]Alegrase uno de la (buena) respuesta de su boca; ¡cuán buena una palabra dicha a tiempo!

24El sabio va hacia arriba siguiendo la senda de la vida, para apartarse del scheol que está abajo.

25[5857]Yahvé derriba la casa de los soberbios, y afirma la heredad de la viuda.

26Son abominables a Yahvé los pensamientos de los malos, pero son puras (ante Él) las palabras amables.

27Perturbador de su casa es el codicioso; el que aborrece las dádivas vivirá.

28[5858]El corazón del justo medita para responder, la boca de los impíos rebosa de maldades.

29[5859]Lejos está Yahvé de los malvados, mas oye la oración de los justos.

30La luz de los ojos alegra el corazón, y una buena nueva da fuerza a los huesos.

31Quien escucha la amonestación saludable, morará entre los sabios.

32El que rechaza la corrección desprecia su propia alma, quien escucha la amonestación adquiere entendimiento.

33[5860]El temor de Dios es escuela de sabiduría, y a la gloria precede la humildad.

PROVERBIOS 16
La divina providencia

1[5861]Del hombre es preparar el corazón, mas la respuesta de la lengua viene de Yahvé.

2Todos los caminos parecen limpios a los ojos del hombre, pero es Dios quien pesa los espíritus.

3Encomienda a Yahvé tus planes, y tendrán éxito tus proyectos.

4[5862]Todo lo ha creado Yahvé para su fin, aun al impío para el día aciago.

5[5863]Todo altivo de corazón es abominación para Yahvé, será castigado indefectiblemente.

6Con misericordia y fidelidad se expía la culpa, y con el temor de Dios (el hombre) se aparta del mal.

7Cuando los caminos de un hombre son agradables a Yahvé, Este reconcilia con él a sus enemigos.

8[5864]Mejor poco con justicia, que grandes ganancias con injusticia.

9[5865]El corazón del hombre proyecta sus caminos, pero Yahvé dirige sus pasos.

Deberes del rey

10[5866]Los labios del rey pronuncian oráculos; no peca su boca cuando dicta sentencia.

11[5867]Balanza y platillos justos son de Dios, y obra suya son todas las pesas de la bolsa.

12Aborrecen los reyes a los malhechores, pues la justicia es el apoyo del trono.

13Placen a los reyes los labios justos, y les agradan los que hablan con rectitud.

14La ira del rey anuncio es de muerte; pero el varón sabio la aplaca.

15[5868]El semblante alegre del rey significa vida, y su favor es como nube de lluvia primaveral.

El infinito valor de la sabiduría

16Adquirir sabiduría vale más que el oro, y mejor que la plata es poseer la inteligencia.

17La senda de los justos es huir del mal; guarda su alma el que guarda sus pasos.

18[5869]La soberbia precede a la caída, y la altivez de espíritu a la ruina.

19Mejor ser humilde con los humildes, que repartir despojos con los soberbios.

20[5870]El que está atento a la palabra, saca provecho, y el que confía en Yahvé es dichoso.

21El sabio de corazón es llamado prudente; y la dulzura en el hablar aumenta los frutos de la enseñanza.

22[5871]Fuente de vida es la sabiduría para quien la posee pero el castigo del necio es su necedad.

23El corazón del sabio es maestro de su boca, en sus labios crece la doctrina.

24[5872]Panal de miel son las palabras amables; delicia del alma y medicina de los huesos.

25Camino hay que al hombre le parece recto, pero en su remate está la muerte.

26[5873]El que se afana, para sí se afana; a esto le estimula su boca.

27El hombre perverso se cava la desventura; sobre sus labios hay como llamas de fuego.

28[5874]El hombre depravado provoca contiendas, y el chismoso siembra discordia entre los amigos.

29El inicuo halaga a su prójimo y así lo lleva por malos caminos.

30Cuando uno guiña los ojos maquina maldades, y cuando se muerde los labios, las lleva a cabo.

31Corona de gloria es la canicie, se la halla en el camino de la justicia.

32[5875]El hombre sosegado es superior al valiente, y el que es señor de sí vale más que el conquistador de una ciudad.

33[5876]En el regazo se echan las suertes, pero de Yahvé depende toda decisión.

PROVERBIOS 17
Superioridad del sabio

1[5877]Más vale un bocado de pan seco en paz, que una casa llena de carne de víctimas con discordia.

2Un siervo prudente se hace señor de un hijo desvergonzado, y repartirá la herencia en medio de los hermanos.

3[5878]El crisol prueba la plata, la hornaza el oro, mas los corazones los prueba Yahvé.

4El malvado está atento a labios que infaman; el mentiroso da oídos a la lengua maligna.

5[5879]Quien escarnece al pobre insulta a su Hacedor; y el que se alegra del mal no quedará impune.

6Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y gloria de los hijos, sus padres.

7Al necio no le esta bien el lenguaje sentencioso, ¡cuánto menos al príncipe una lengua mentirosa!

8[5880]Piedra preciosa es la dádiva a los ojos del que la recibe, a cualquier parte que se vuelva tiene éxito.

9[5881]Quien cubre una falta, conquista amistad; quien la propala, desune a los amigos.

10Da más resultado la reprensión en un sensato, que cien azotes en un necio.

11[5882]El malo no busca más que revueltas; pero le será enviado un cruel mensaje.

12[5883]Mejor es dar con una osa que perdió sus cachorros, que con un loco en su locura.

13Quien devuelve mal por bien, no verá su casa libre de desventura.

14[5884]Comenzar un pleito es dar suelta a las aguas; retírate antes que recrudezca la querella.

15Quien absuelve a un reo, y quien condena a un justo, ambos son abominables ante Yahvé.

16¿De qué sirve en manos del insensato la plata? ¿Podrá acaso comprar sabiduría, ya que no posee entendimiento?

17Un amigo ama en todo tiempo, es un hermano nacido para tiempos adversos.

18[5885]Hombre falto de juicio es quien estrecha la mano, y sale por fiador de otros.

19[5886]Quien busca riñas ama el pecado; el que alza su puerta marcha hacia la ruina.

20El corazón perverso no halla dicha, y la lengua dolosa se acarrea calamidad.

21Quien engendra a un necio para pesar suyo será; no tendrá alegría el que lo engendró.

22[5887]El corazón alegre es una excelente medicina; mas un espíritu abatido reseca los huesos.

23El impío acepta regalos ocultamente, para torcer los caminos de la justicia.

24[5888]Ante el rostro del sensato está la sabiduría, pero los ojos del necio vagan hasta el cabo del mundo.

25El hijo necio es la aflicción de su padre, y la amargura de la que le dio a luz.

26No es bueno castigar al justo, ni condenar a príncipes por su rectitud.

27Ahorra sus palabras quien posee la sabiduría, y es de ánimo reservado el que tiene inteligencia.

28[5889]Aun el necio, si calla, es reputado por sabio, y por inteligente, si cierra sus labios.

PROVERBIOS 18
Sabiduría práctica

1[5890]Va tras sus propios deseos el que se separa (del amigo); todo su empeño consiste en pleitear.

2[5891]Al necio no le gusta ser sensato, se deja llevar por los gustos de su corazón.

3[5892]Con la impiedad llega también la ignominia, y con la ignominia la deshonra.

4[5893]Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre, torrente caudaloso la fuente de la sabiduría.

5No está bien tener miramientos con el malvado, para torcer el derecho contra un justo.

6Los labios del necio se meten en contiendas, y su boca provoca litigios.

7La boca del necio es su ruina, y sus labios son un lazo para su alma.

8[5894]Las palabras del chismoso son como dulces bocados, penetran hasta lo más hondo de las entrañas.

9Quien es remiso en sus labores, hermano es del que disipa sus bienes.

10[5895]Ciudadela fuerte es el nombre de Yahvé, en ella se refugia el justo y está seguro.

11Las riquezas son para el rico una ciudad fuerte, en su fantasía le parecen una alta muralla.

12[5896]Antes de la caída se engríe el corazón humano, y a la gloria precede la humillación.

13Quien responde antes de escuchar, muestra su insensatez y confusión.

14[5897]El espíritu sostiene al hombre en la flaqueza pero al espíritu abatido ¿quién lo sostendrá?

15El corazón prudente adquiere sabiduría, y el oído de los sabios busca doctrina.

16Los presentes allanan al hombre el camino, y lo llevan a la presencia de los magnates.

17[5898]Inocente parece el que primero expone su causa, pero viene su adversario y lo examina.

18La suerte pone fin a las contiendas, y decide entre los poderosos.

19Un hermano ofendido (resiste) más que una fortaleza, y sus querellas son como los cerrojos de una ciudadela.

20De los frutos de su boca sacia el hombre su vientre; se harta del producto de sus labios.

21[5899]La muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea su uso, tales serán los frutos que se comen.

22[5900]El que halla una esposa halla cosa buena, es un favor que le viene de Yahvé.

23Habla el pobre suplicando, mas el rico responde con aspereza.

24Amigos hay que solo sirven para perdición, pero hay también amigos más adictos que un hermano.

PROVERBIOS 19
La vida social

1Más vale el pobre que vive rectamente, que el rico fatuo y de lengua perversa.

2[5901]Es un mal si el alma carece de ciencia, pues tropieza el que anda precipitado.

3[5902]La necedad le tuerce al hombre sus caminos, y luego murmura su corazón contra Yahvé.

4Las riquezas aumentan mucho el número de los amigos, el pobre, empero, es abandonado de su propio compañero.

5Testigo falso no quedará sin castigo, y no se librará el que profiere mentiras.

6El dadivoso tiene muchos aduladores; todos son amigos del que da regalos.

7Si al pobre le aborrecen todos sus hermanos, ¡Cuánto más se alejarán de él sus amigos! Quiere ganarlos con palabras pero no están a su alcance.

8[5903]El que adquiere inteligencia ama su alma, quien se acomoda a la prudencia hallará la dicha.

9El testigo falso no quedará impune, y el que propala mentiras perecerá.

10[5904]No está bien al necio una vida regalada, mucho menos a un esclavo el mandar a los príncipes.

11El hombre sabio detiene su ira; su gloria es olvidar las injurias.

12Como rugido de león es la ira del rey; y su favor cual rocío sobre el césped.

13Dolor de su padre es el hijo insensato, y gotera continua la mujer rencillosa.

14[5905]Casa y riqueza se heredan de los padres, pero la mujer discreta es don de Yahvé.

15La pereza trae el sueño, y la indolencia el hambre.

16Quien guarda los mandamientos, guarda su alma; mas el que menosprecia los caminos de (Yahvé) morirá.

17[5906]Quien se apiada del pobre, presta a Yahvé, el cual le recompensará su obra.

18[5907]Castiga a tu hijo, pues hay esperanza; pero no te dejes llevar a darle muerte.

19[5908]El que mucho se aíra sufrirá penas, de las cuales aun cuando le libras has de sacarle siempre de nuevo.

20[5909]Escucha el consejo, y acepta la corrección, para que seas sabio en tu fin.

21[5910]Muchos proyectos hay en el corazón del hombre, pero siempre se cumple el designio de Yahvé.

22[5911]Al hombre le gusta ser compasivo; más vale ser pobre que mentiroso.

23El temor de Yahvé conduce a la vida; así queda (el hombre) satisfecho y libre de todo mal.

24[5912]El haragán mete su mano en el plato, pero no la lleva a su boca.

25[5913]Castiga al burlador, y se hace cuerdo el necio; amonesta al sensato y entenderá la sabiduría.

26Quien maltrata a su padre y echa de sí a su madre, es un hijo desvergonzado y sin honor.

27Hijo mío, si dejas de oír consejos, te desviarás de las palabras de la sabiduría.

28El testigo perverso se ríe de la justicia; y la boca de los impíos se traga la iniquidad.

29Los castigos han sido hechos para los burladores, y los azotes para las espaldas de los insensatos.

PROVERBIOS 20
Varias advertencias e instrucciones

1[5914]El vino es mofador, el licor alborotador; nunca será sabio el que a ellos se entrega.

2Semejante al rugido de león es el furor del rey; quien provoca su ira peca contra sí mismo.

3Es honor del hombre abstenerse de altercados; todos los necios se meten en pendencias.

4A causa del frío no ara el perezoso, por eso mendigará en vano en la siega.

5Aguas profundas son los pensamientos del corazón humano, mas el sabio sabe sacarlos.

6[5915]Muchos se jactan de su bondad, pero un hombre fiel, ¿quién lo hallará?

7El justo procede sin tacha, bienaventurados sus hijos después de él.

8El rey, sentado como juez en el trono, con su sola mirada ahuyenta todo lo malo.

9[5916]¿Quién podrá decir: “He purificado mi corazón, limpio estoy de mi pecado”?

10[5917]Peso falso y falsa medida son dos cosas abominables ante Yahvé.

11Ya el niño muestra por sus acciones si su conducta ha de ser pura y recta.

12[5918]El oído que oye, y el ojo que ve, ambas son obras de Yahvé.

13[5919]Huye el sueño, para que no empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan.

14[5920]“Malo, malo”, dice el comprador, pero después de haber comprado se gloría.

15Hay oro y perlas en abundancia, mas la alhaja más preciosa son los labios instruidos.

16Tómate el vestido del que salió fiador por un extraño, y exígele una prenda por lo que debe al extranjero.

17[5921]El pan injustamente adquirido le gusta al hombre, pero después se llena su boca de guijos.

18[5922]Los consejos aseguran el éxito de los proyectos; no hagas la guerra sin previa deliberación.

19[5923]No tengas trato con el que revela secretos y es chismoso, ni con aquel cuyos labios siempre se abren.

20[5924]Si uno maldice a su padre y a su madre, su antorcha se apagará en densas tinieblas.

21Lo que uno comenzó a adquirir apresuradamente, no tiene fin venturoso.

22[5925]No digas: “Yo devolveré el mal”; espera en Yahvé, y Él te salvará.

23Yahvé abomina las pesas falsas, y falsa balanza es cosa mala.

24[5926]Es Yahvé quien dirige los pasos del hombre; ¿qué sabe el hombre de su destino?

25[5927]Es un lazo para el hombre decir a la ligera: “Consagrado”, sin meditar antes de hacer el voto.

26[5928]El rey sabio avienta a los malhechores, y hace pasar sobre ellos la rueda.

27[5929]Antorcha de Yahvé es el espíritu del hombre, escudriña todos los secretos del corazón.

28[5930]Bondad y fidelidad guardan al rey, y la clemencia le afirma el trono.

29Los jóvenes se glorían de su fuerza, el adorno de los ancianos son las canas.

30[5931]Los azotes que hieren son medicina contra el mal, como las llagas que penetran hasta el interior del cuerpo.

PROVERBIOS 21

1[5932]Arroyo de agua es el corazón del rey en las manos de Yahvé, quien lo inclina adonde quiere.

2Parécenle rectos al hombre todos sus caminos, pero el que pesa los corazones es Yahvé.

3[5933]Practicar la justicia y equidad agrada a Yahvé más que el sacrificio.

4[5934]Altivez de ojos y soberbia de corazón, son antorcha de los impíos, son pecados.

5Los pensamientos del diligente dan frutos en abundancia, mas el hombre precipitado no gana más que la pobreza.

6[5935]Amontonar tesoros con lengua artera, es vanidad fugaz de hombres que buscan la muerte.

7La rapiña de los impíos es su ruina, porque rehúsan obrar rectamente.

8El camino del perverso es tortuoso, mas el proceder del honesto es recto.

9[5936]Mejor es habitar en la punta del techo, que en la misma casa al lado de una mujer rencillosa.

10El alma del impío desea el mal, ni siquiera su amigo halla gracia a sus ojos.

11[5937]Por el castigo del burlador escarmienta el necio; el sabio se hace más sabio por la enseñanza.

12El justo contempla la casa del impío, y cómo los impíos corren a la ruina.

13[5938]Quien cierra sus oídos a los clamores del pobre, clamará él mismo y no será oído.

14La dádiva secreta calma la cólera, y el don metido en el seno, la mayor ira.

15[5939]El justo halla su gozo en practicar la justicia, en tanto que los obradores de iniquidad se espantan.

16[5940]El que se desvía del camino de la sabiduría, irá a morar con los muertos.

17El que ama los placeres se empobrece; quien ama el vino y los perfumes no se enriquece.

18[5941]Rescate del justo es el impío, y el de los rectos, el pérfido.

19[5942]Mejor vivir en tierra desierta que con mujer pendenciera y colérica.

20En la casa del sabio hay tesoros deseables y aceite, pero un necio los malbarata.

21[5943]Quien practica la justicia y la misericordia, hallará vida, justicia y honra.

22[5944]El sabio va a la guerra contra una ciudad de héroes y arrasa los baluartes en que ella confiaba.

23[5945]Quien guarda su boca y su lengua, guarda de angustias su alma.

24El soberbio y altanero, burlador es su nombre; obra con insolente furor.

25[5946]Matan al haragán sus deseos; pues sus manos rehúsan trabajar.

26[5947]Todo el día se consume codiciando, mientras el justo da sin tasa.

27El sacrificio del impío es abominable, ¡cuánto más si uno lo ofrece con mala intención!

28[5948]El testigo mentiroso perecerá, pero quien escucha habla para siempre.

29El malvado muestra dureza en su cara, el hombre recto dispone su camino.

30[5949]Contra Yahvé no hay sabiduría, ni prudencia, ni consejo.

31[5950]Se prepara el caballo para el día del combate, pero la victoria viene de Yahvé.

PROVERBIOS 22

1[5951]Vale más el buen nombre que grandes riquezas, y más que la plata y el oro, la buena estima.

2[5952]El rico y el pobre viven en mutua oposición; sin embargo, a entrambos los hizo Yahvé.

3[5953]El prudente ve venir el mal, y se precave, el necio pasa adelante y sufre el daño.

4Frutos de la humildad son: el temor de Dios, riqueza, honra y vida.

5Espinas y lazos hay en el camino del perverso; guarda su alma quien se aleja de ellos.

6Enseña al niño el camino que debe seguir, y llegado a la vejez no se apartará de él.

7[5954]El rico domina a los pobres, y el que toma prestado sirve al que le presta.

8Quien siembra iniquidad cosecha desdicha, y será quebrada la vara de su furor.

9[5955]El ojo compasivo será bendito, porque parte su pan con el pobre.

10[5956]Echa fuera al altivo, y se irá la discordia, cesarán las contiendas y las afrentas.

11Quien ama la pureza de corazón y tiene la gracia del bien hablar, es amigo del rey.

12Los ojos de Yahvé protegen a los sabios, pues Él desbarata los planes de los pérfidos.

13[5957]Dice el perezoso: “Un león anda por la calle; seré devorado en medio de la plaza.”

14[5958]Fosa profunda es la boca de la extraña; quien es objeto de la ira de Yahvé cae en ella.

15[5959]La necedad se pega al corazón del joven, mas la vara de corrección la arroja fuera.

16[5960]Quien oprime al pobre, lo enriquece; quien da al rico, lo empobrece.

III. LOS DICHOS DE LOS SABIOS

17[5961]Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios; aplica tu corazón a mis enseñanzas;

18[5962]porque es cosa dulce conservarlas en tu corazón, y tenerlas siempre prontas en tus labios.

19Para que tu confianza se apoye en Yahvé, quiero hoy darte esta instrucción.

20[5963]¿No te he escrito cosas excelentes en forma de consejos y enseñanzas, 21[5964]para mostrarte la certeza de las palabras de verdad, a fin de que sepas dar claras respuestas a tus mandantes?

Diversos consejos

22No despojes al pobre, porque es pobre, ni oprimas en juicio al desvalido;

23pues Yahvé defenderá su causa y quitará la vida a los que lo despojan.

24No seas de aquellos que se obligan con aquel que no puede dominar su furor,

25no sea que aprendas sus caminos, y prepares un lazo para tu alma.

26[5965]No seas de aquellos que se obligan con apretón de manos, y por deudas ajenas prestan caución.

27Porque si no tienes con qué pagar, te quitarán la cama de debajo de tu cabeza.

28[5966]No trasplantes los hitos antiguos, los que plantaron tus padres.

29Mira al hombre hábil en su trabajo; ante los reyes estará y no quedará entre la plebe.

PROVERBIOS 23
Reglas para la vida social

1Cuando te sientas a comer con uno de los grandes, mira con atención lo que te ponen delante; 2y aplica un cuchillo a tu garganta, si eres un hombre de gran apetito.

3[5967]No muestres avidez de sus delicadas viandas, pues son un manjar engañoso.

4[5968]No te afanes por ganar riquezas; pon coto a tus deseos.

5No fijes tus ojos en las (riquezas) perecederas, pues ellas se toman alas, como de águila y vuelan hacia el cielo.

6No comas pan con el envidioso; no codicies sus delicados manjares;

7[5969]porque así como los pensamientos de su alma es él. “Come y bebe”, te dice; mas su corazón no está contigo.

8Vomitarás el bocado que comiste, y habrás desperdiciado tus amables palabras.

9[5970]No hables a los oídos del necio, pues despreciará tus sabios razonamientos.

10[5971]No trasplantes los hitos antiguos, ni pongas tu pie en los campos de los huérfanos.

11[5972]Porque su vengador es fuerte; Él tomará contra ti la causa de ellos.

12Aplica tu corazón a la instrucción, y tus oídos a los dichos de la sabiduría.

13No ahorres al joven la corrección; puesto que no morirá aunque le castigues con la vara.

14[5973]Si lo castigas con la vara, librarás su alma del scheol.

15[5974]Hijo mío, si tu corazón es sabio, se alegrará mi corazón;

16y se regocijarán mis entrañas cuando tus labios hablen de cosas rectas.

17No envidie tu corazón a los pecadores, antes (persevera) en el temor de Yahvé en todo tiempo.

18Porque hay cosas venideras, y tu esperanza no quedará burlada.

19Escúchame, hijo mío, y sé sabio, endereza tu corazón por la (recta) senda.

20[5975]No seas compañero de los bebedores de vino, ni de los que comen carne sin medida.

21Porque los que beben y comen sin medida, se empobrecen; y la somnolencia los lleva a vestir andrajos.

22Escucha a tu padre que te engendró; y no desprecies a tu madre cuando envejeciere.

23[5976]Adquiere la verdad, y no la vendas, tampoco la sabiduría, la doctrina e inteligencia.

24[5977]Salta de placer el padre del justo, y el que engendra a un sabio tendrá en él su gozo.

25¡Alégrense, pues, tu padre y tu madre; regocíjese la que te dio a luz!

26[5978]Dame, hijo mío, tu corazón, y tus ojos tengan placer en mis caminos;

27[5979]porque fosa honda es la ramera, y pozo angosto la mujer ajena.

28También ella, como un salteador, está al acecho, y aumenta el número de los prevaricadores entre los hombres.

La embriaguez

29[5980]¿Para quién los ayes? ¿Para quién los lamentos? ¿Para quién las riñas? ¿Para quién las querellas? ¿Para quién las heridas sin motivo? ¿Para quién los ojos hinchados?

30Son para los que no pueden separarse del vino, para los que andan en busca de vino aromático.

31No mires el vino cómo rojea; cómo en la copa se refleja su color; ni cómo fluye suavemente.

32Porque al fin muerde como una serpiente, y pica cual basilisco.

33Tus ojos irán tras mujeres extrañas, y tu corazón hablará cosas perversas.

34Serás como un hombre que se acuesta en medio del mar, y duerme sobre la punta de un mástil.

35[5981](Dirás): “Me han apaleado, y no me duele, me han golpeado, y nada siento. Cuando me despierte volveré a tomar de nuevo.”

PROVERBIOS 24
Diversas reglas para ordenar la vida

1[5982]No tengas envidia de los hombres malvados; ni ansia de estar con ellos;

2porque su corazón maquina rapiñas, y sus labios hablan para dañar.

3Con la sabiduría se edifica una casa, y con la prudencia se afirma.

4Con la inteligencia se hinchen sus cámaras de todo lo más precioso y deseable.

5[5983]El hombre sabio está lleno de fuerza; el que tiene sabiduría aumenta su poder.

6Pues con prudentes medidas puedes ganar la guerra, y donde hay muchos consejeros allí está la victoria.

7[5984]Cosa demasiado alta es para el necio la sabiduría; no abrirá él en el foro su boca.

8Quien medita cómo hacer daño será llamado intrigante.

9El afán del insensato consiste en pecar, y abominable para los hombres es el maldiciente.

10Si desfalleces en el día de la prueba, tu fortaleza es poca cosa.

11[5985]Libra a los que son llevados a la muerte; a los que andan vacilando al degolladero, sálvalos.

12[5986]Si dijeres: “¿Cómo saberlo?” ¿Acaso no lo ve Aquel que pesa los corazones? Bien lo sabe Aquel que vela sobre tu vida; Él retribuirá a cada cual según sus obras.

13[5987]Come, hijo mío, miel, porque es buena, y el panal, que es dulce para tu paladar.

14[5988]Tal será para tu alma la sabiduría; si la hallares, el porvenir será tuyo, y tu esperanza no será frustrada.

15No pongas, malvado, asechanzas a la morada del justo, ni devastes el lugar de su reposo.

16[5989]El justo se levanta, aunque caiga siete veces, los impíos, empero, se pierden en el mal.

17[5990]No te goces en la caída de tu enemigo; si sucumbe no se alegre tu corazón,

18no sea que al verlo Yahvé se ofenda y aparte de sobre él su enojo.

19No te irrites a causa de los impíos, ni envidies a los malhechores.

20[5991]Porque no hay porvenir para el malo; la lámpara de los impíos se apagará.

21[5992]Hijo mío, teme a Yahvé y al rey, y no te asocies con los revoltosos;

22porque de repente vendrá sobre ellos su ruina, y la desventura de ambos, ¿quién la conoce?

Otra colección de sentencias

23[5993]También estas son sentencias de los sabios: Es cosa mala hacer acepción de personas en el juicio.

24Quien dice al delincuente: “Tú tienes razón”, será maldito del pueblo y detestado de la gente.

25Y aquellos que lo condenan, serán alabados, y sobre ellos vienen ricas bendiciones.

26[5994]Los labios besa quien responde palabras rectas.

27Haz con esmero tu trabajo de afuera, aplicándolo a tu campo, y luego podrás edificar tu casa.

28[5995]No seas de ligero testigo contra tu prójimo; ¿quieres acaso engañarlo con tus labios?

29[5996]No digas: “Como él me trató, así haré con él, le daré el pago según sus obras.”

30Pasé junto al campo del perezoso, y junto a la viña del insensato;

31y he aquí que espinas brotaban por todas partes, ortigas cubrían su superficie y la cerca de piedra estaba destruida.

32[5997]Lo vi y me puse a reflexionar; lo miré y aprendí esta lección:

33[5998]Un poco dormir, un poco dormitar, cruzar un poco las manos para descansar,

34y sobrevendrá cual salteador la miseria, y como hombre armado, la necesidad.

IV. NUEVA COLECCIÓN DE PROVERBIOS DE SALOMÓN
PROVERBIOS 25

1[5999]También estos son proverbios de Salomón, que compilaron los hombres de Ezequías, rey de Judá.

2[6000]Gloria de Dios es guardar una cosa en lo secreto, y gloria del rey escudriñarla.

3La altura del cielo, la profundidad de la tierra y el corazón del rey, son insondables.

4Separa de la plata la escoria, y el platero podrá hacer un vaso.

5Quita al impío de la presencia del rey, y su trono se fundará sobre la justicia.

6No te jactes delante del rey, ni te pongas en el lugar donde están los grandes.

7[6001]Pues mejor es que te digan: “Sube aquí”; que verte humillado ante el príncipe a quien vieron tus ojos.

Discreción y moderación

8[6002]No empieces inconsideradamente a pleitear, pues, ¿qué harás al fin, cuando tu adversario te ponga en apuros?

9[6003]Defiende tu causa contra tu adversario, pero no reveles el secreto de otro,

10[6004]no sea que el que lo escucha te vitupere, y tu deshonra resulte imborrable.

11Manzana de oro en bandeja de plata, es la palabra dicha a tiempo.

12Zarcillo de oro y collar de plata es para el oído dócil la amonestación de un sabio.

13[6005]Como frescura de nieve en el tiempo de la siega, es un mensajero fiel para el que lo envía; refrigera el ánimo de su dueño.

14[6006]Nubes y vientos sin lluvia, tal es el que se jacta de donaciones que no hizo.

15La paciencia aplaca al príncipe, y la lengua blanda quebranta los huesos.

16[6007]Si hallas miel, come de ella solo tu medida, no sea que harto de ella tengas que vomitarla.

17Frecuenta solamente raras veces la casa de tu vecino, no sea que hastiado de ti te aborrezca.

18[6008]Maza, espada y flecha aguda es aquel que da falso testimonio contra su prójimo.

19Diente quebrado y pie que titubea es la confianza en un pérfido en el día de la angustia.

20[6009]Quitarse la ropa cuando hace frío (y echar) vinagre en el nitro, es como cantar coplas a un corazón afligido.

Amor al enemigo

21Si tu enemigo tiene hambre dale de comer, si tiene sed, dale de beber;

22[6010]así amontonarás ascuas sobre su cabeza, y Yahvé te recompensará.

23[6011]El viento norte disipa la lluvia, y el rostro severo la lengua detractora.

24Mejor es habitar en la punta del techo, que en una casa con mujer pendenciera.

25Agua fresca para un alma sedienta, tal es la buena nueva que viene de tierra lejana.

26[6012]Fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que vacila ante el impío.

27[6013]Comer mucha miel no es bueno, así también es dañoso escudriñar la Majestad (divina).

28[6014]Ciudad abierta y sin muro es el hombre que no sabe refrenarse.

PROVERBIOS 26
¿Qué pensar del necio?

1[6015]Como la nieve en el verano, y la lluvia durante la siega, así cuadran al necio los honores.

2[6016]Como el pájaro que escapa y como la golondrina en vuelo, así es la maldición injusta: no se cumple.

3[6017]El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para las espaldas del insensato.

4[6018]No respondas al necio según su necedad, para que no te hagas semejante a él.

5Responde al necio como su necesidad se merece, para que no se considere como sabio.

6[6019]Quien despacha los negocios por medio de un tonto, es como el que se corta los pies y padece daño.

7Como al cojo le bambolean las piernas, así es el proverbio en la boca del necio.

8[6020]Dar honra a un necio es como ligar la piedra a la honda.

9Una espina que se clava en la mano de un borracho, eso es el proverbio en la boca del fatuo.

10Como arquero que hiere a todos, así es el que toma a sueldo a necios y vagabundos.

11[6021]Como perro que vuelve sobre su vómito, así es el necio que repite sus necedades.

12[6022]Si ves a un hombre que se tiene por sabio, confía más en un loco que en él.

Perezosos y litigiosos

13[6023]Dice el perezoso: “Hay un león en el camino, en las calles está un león.”

14La puerta gira sobre su quicio, y sobre su cama el haragán.

15El perezoso mete su mano en el plato, pero le da fatiga el llevarla a la boca.

16[6024]Se imagina el perezoso ser más sabio que siete que saben dar respuestas prudentes.

17[6025]Agarra un perro por las orejas quien, al pasar, se mete en riñas de otros.

18Como el loco que arroja llamas, saetas y muerte,

19así es el que engaña a su prójimo, y le dice luego: “Solo lo hice por broma.”

Chismosos y maliciosos

20[6026]Faltando la leña, se apaga el fuego; así también, si no hay chismoso, cesa la discordia.

21Como el carbón para las brasas y la leña para el fuego, así es, el rencilloso para atizar contiendas.

22Las palabras del chismoso son como golosinas, mas penetran hasta lo más hondo de las entrañas.

23[6027]Como barniz de plata sobre vasija de barro, así son los labios lisonjeros y un corazón ruin.

24El que odia disfraza sus labios, pero en su interior maquina engaños.

25[6028]Cuando habla en tono suavísimo, no te fíes de él; pues en su corazón abriga siete abominaciones.

26Esconde su odio con disimulo; mas su falsía será descubierta en pública asamblea.

27[6029]El que cava una fosa, cae en ella, y la piedra se echa encima del que la hace rodar.

28[6030]La lengua mentirosa odia a quienes hirió, y la boca lisonjera es causa de la ruina.

PROVERBIOS 27
Sentencias diversas

1[6031]No te jactes del día de mañana, ya que no sabes qué dará de sí el día (siguiente).

2[6032]Alábete otro, y no tu boca; un extraño, y no tus labios.

3Pesada es la piedra, y una carga la arena, pero más gravosa que ambas cosas es la ira del necio.

4Cruel es la cólera e impetuoso el furor; pero, ¿quién es capaz de suprimir los celos?

5Más vale una reprensión abierta que una amistad que no se manifiesta.

6Son sinceras las heridas hechas por quien ama, pero engañosos los besos del que odia.

7[6033]El harto pisotea el panal, para el hambriento todo lo amargo es dulce.

8[6034]Como ave que se aleja de su nido, así es el hombre que abandona su lugar.

9Como perfumes e incienso deleitan el corazón, así el alma encuentra dulzura en el consejo de un amigo.

10[6035]No abandones a tu amigo, ni al amigo de tu padre, y en el día de tu dolor no vayas a la casa de tu hermano. Más vale vecino cercano que hermano lejano.

11[6036]Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón; para que pueda yo responder a quien me afrenta.

12El hombre cauto divisa el peligro y se esconde; el incauto sigue adelante y sufre el daño.

13[6037]Quítale el vestido, pues salió de fiador por otro, y tómale prenda para satisfacer a la mujer extraña.

14[6038]Bendecir al amigo a grandes voces y muy de mañana, es reputado como una maldición.

15[6039]Gotera continua en tiempo de lluvia, y mujer rencillosa, cosa igual;

16querer guardarla es guardar los vientos, y retener en la mano el aceite.

17Hierro con hierro se aguza; así un hombre aguza a otro.

18Quien cultiva una higuera comerá su fruto; quien cuida a su señor será honrado.

19[6040]Como en el agua rostro (corresponde) a rostro, así el corazón del hombre al hombre.

20[6041]El scheol y el abismo no se sacian nunca; así tampoco los ojos del hombre.

21[6042]El crisol prueba la plata, la hornaza el oro; así le prueba al hombre la boca que le alaba.

22Aunque majares al necio en un mortero, como se maja el trigo con el pisón, no por eso se apartará de él su necedad.

23[6043]Conoce bien tus ovejas y cuida de tus rebaños,

24porque no duran siempre las riquezas, ni la corona de generación en generación.

25[6044]Brota el pasto, aparece la hierba y se recoge el heno de los montes;

26entonces los corderos te darán el vestido, los cabritos el precio del campo,

27y las cabras leche en abundancia para tu alimento, para el sustento de tu casa y la vida de tus criadas.

PROVERBIOS 28

1[6045]Huye el impío sin que nadie le persiga; el justo, como león, se siente seguro.

2[6046]Por sus pecados un país tiene muchos gobernantes, pero uno, sabio y prudente, hace el orden estable.

3El pobre que oprime a los pobres, es como una lluvia que arrastra todo y trae carestía.

4Los que abandonan la Ley, alaban al malvado; los que la guardan, contra él se indignan.

5Los malos no entienden lo que es justo; pero quien busca a Yahvé lo entiende todo.

6Más vale un pobre que vive rectamente, que un acaudalado de perversas costumbres.

7El que observa la Ley es hijo prudente: mas quien es compañero de comilones deshonra a su padre.

8[6047]Quien con logro y usura aumenta sus riquezas, las acumula para el que tiene compasión de los pobres.

9[6048]El que aparta su oído para no oír la Ley, su misma oración es objeto de maldición.

10[6049]Quien extravía a buenos llevándolos por malas sendas caerá él mismo en su propia fosa, y los buenos heredarán sus bienes.

11El rico se tiene por sabio; pero un pobre inteligente le quita la máscara.

12[6050]Cuando triunfan los justos hay gran gloria, pero cuando se encumbran los malos, se esconden todos.

13[6051]El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y abandona, conseguirá perdón.

14[6052]Bienaventurado el hombre que anda siempre temeroso; los de duro corazón caen en el mal.

15León rugiente y oso hambriento, tal es un príncipe malo, que reina sobre un pueblo pobre.

16[6053]El príncipe falto de prudencia será un gran opresor; pero el que odia la codicia, vivirá muchos años.

17El hombre reo de sangre humana, corre al sepulcro; ¡no se lo detenga!

18Quien anda en integridad será salvo, mas el que anda por caminos perversos al fin caerá.

19Quien labra su tierra, tendrá pan en abundancia, quien se junta con los ociosos se saciará de pobreza.

20[6054]El hombre probo será colmado de bendiciones; mas el que se afana por atesorar no quedará impune.

21[6055]No es bueno hacer acepción de personas; hay hombres que hacen un crimen por un bocado de pan.

22[6056]El envidioso va apurado tras las riquezas; no advierte que le sobrevendrá la pobreza.

23Quien a otro corrige, halla después mayor gracia que aquel que lisonjea con la lengua.

24[6057]El que roba algo a su padre y a su madre, y dice: “No es pecado”, es compañero del criminal.

25El hombre codicioso suscita querellas, mas el que espera en Yahvé prosperará.

26El que confía en sí mismo, es un insensato; quien procede con sabiduría, ese será salvo.

27[6058]El que da al pobre, no padecerá penuria; quien aparta de él los ojos será colmado de maldiciones.

28Cuando se levantan los malvados, se esconden los hombres; mas cuando perecen, crece el número de los justos.

PROVERBIOS 29

1[6059]El que a pesar de la corrección endurece la cerviz, será quebrantado de improviso y sin remedio.

2Cuando aumenta el número de los justos se goza el pueblo, mas si los malos llegan al poder, el pueblo gime.

3El que ama la sabiduría alegra a su padre; quien frecuenta rameras, disipa sus bienes.

4Por medio de la justicia, el rey cimenta el estado, pero el que cede al cohecho, lo arruina.

5[6060]El que adula a su prójimo, le tiende una red a sus pies.

6[6061]La prevaricación del malvado le es un lazo, en tanto que el justo canta alegremente.

7[6062]El justo estudia la causa del pobre, el impío se hace el desentendido.

8Los altaneros alborotan una ciudad; los sabios aplacan los ánimos agitados.

9[6063]Si un sabio disputa con un necio, ora se enoje ora se ría, no habrá paz.

10[6064]Los hombres sanguinarios odian al íntegro, mientras los justos procuran defenderlo.

11El necio desfoga toda su ira; el sabio la enfrena y la apacigua.

12[6065]El príncipe que da oído a palabras mentirosas, no tendrá sino servidores malos.

13[6066]Frente al pobre está el opresor; y es Yahvé quien alumbra los ojos de entrambos.

14Un rey que juzga con justicia a los pobres, hace estable su trono para siempre.

15La vara y la corrección dan sabiduría, el muchacho mimado es la vergüenza de su madre.

16[6067]Creciendo el número de los malos, crecen los crímenes, pero los justos verán la ruina de ellos.

17Corrige a tu hijo, y será tu consuelo, y las delicias de tu alma.

18[6068]Faltando la palabra profética, el pueblo anda sin rienda; ¡dichoso el que observa la Ley!

19[6069]El esclavo no se corrige con solas palabras; comprende bien, pero no cumple.

20[6070]¿Has visto a un hombre que habla precipitadamente? más que de él espera de un loco.

21[6071]El que mima a su esclavo desde la niñez, al fin lo encontrará contumaz.

22[6072]El hombre colérico provoca peleas, y el violento cae en muchos pecados.

23[6073]La soberbia humilla al hombre, mas el humilde de espíritu será ensalzado.

24[6074]El cómplice de un ladrón odia su propia vida, pues oye la maldición y no dice nada.

25[6075]Quien teme al hombre, se prepara un lazo, pero el que confía en Yahvé será puesto en salvo.

26Muchos buscan el favor del príncipe; pero es Yahvé quien juzga a cada uno.

27Abominación de los justos es el hombre malvado, y abominación de los malvados quien procede rectamente.

V. APÉNDICES
PROVERBIOS 30
Palabras de Agur

1[6076] Palabras de Agur, hijo de Jaqué, de Masá. Palabras que este varón dijo a Itiel, a Itiel y a Ucal:

2[6077]Soy más torpe que hombre alguno, no tengo la inteligencia de otros.

3[6078]No he aprendido la sabiduría, y no conozco la ciencia del Santo.

4[6079]¿Quién jamás subió al cielo y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién envolvió las aguas en un manto? ¿Quién dio estabilidad a todos los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y qué nombre tiene su hijo? ¿Lo sabes acaso?

5[6080]Toda palabra de Dios es acrisolada, es escudo de los que buscan en Él su amparo.

6[6081]No añadas nada a sus palabras; no sea que Él te reprenda y seas hallado falsario.

7Dos cosas te pido, no me las niegues antes que muera:

8[6082]Aparta de mí la vanidad y la mentira, y no me des ni pobreza ni riquezas; dame solamente el pan que necesito,

9no sea que harto yo reniegue (de Ti) y diga: “¿Quién es Yahvé?” o que, empobrecido, me ponga a robar y blasfemar del nombre de mi Dios.

10No difames al siervo ante su señor, no sea que te maldiga, y tú tengas que pagarlo.

11[6083]Ralea hay que maldice a su padre, y no bendice a su madre.

12[6084]Hay gente que se tiene por limpia, sin lavarse de sus inmundicias.

13[6085]Otros hay que miran con ojos altivos, con párpados levantados en alto.

14[6086]Y hay también hombres cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, para devorar a los pobres de la tierra y a los desvalidos de entre los hombres.

15[6087]La sanguijuela tiene dos hijas: “¡Dame, dame!” Tres cosas hay insaciables, y también una cuarta, que jamás dicen: “¡Basta!”:

16el scheol, el seno estéril, la tierra que nunca se harta de agua, y el fuego que jamás dice: “¡Basta!”

17Ojos que escarnecen al padre, y no miran con respeto a la madre; sáquenlos los cuervos del torrente y los aguiluchos los coman.

18Tres cosas hay demasiado maravillosas para mí, y una cuarta que no entiendo:

19[6088]el rastro del águila en el aire, el rastro de la culebra sobre la peña, el rastro de la nave en medio del mar, y el rastro del hombre en la doncella.

20[6089]Tal es también el proceder de la mujer adúltera; come, se limpia la boca, y dice: “No he hecho cosa mala.”

21Bajo tres cosas tiembla la tierra, y también bajo una cuarta que no puede soportar:

22[6090]bajo un siervo que llega a reinar, bajo un necio que tiene mucha comida,

23bajo una aborrecida que halla marido, y bajo la esclava que hereda a su señora.

24Hay sobre la tierra cuatro animales pequeños que son más sabios que los sabios:

25las hormigas, pueblo sin fuerza, que al tiempo de la mies se prepara su provisión;

26el tejón, animal endeble, que entre las peñas coloca su madriguera;

27las langostas, que sin tener rey salen todas bien ordenadas;

28el lagarto que puedes asir con la mano, y, sin embargo, se aloja en los palacios de los reyes.

29[6091]Tres seres hay de paso gallardo, y también un cuarto que anda con gallardía:

30el león, el más valiente de los animales, que no retrocede ante nadie;

31el (gallo) que anda erguido, el macho cabrío, y el rey al frente de su ejército.

32[6092]Si te has engreído neciamente, o si pensaste hacer mal; mano a la boca.

33Comprimiendo la leche se hace la manteca; comprimiendo la nariz, sale sangre; y comprimiendo la ira, se producen contiendas.

PROVERBIOS 31
Proverbios de Lamuel

1[6093]Palabras del rey Lamuel, de Masa, (sentencias) que le enseñó su madre.

2¿Qué, hijo mío, qué, hijo de mis entrañas, que, hijo de mis votos (te diré)?

3No des tu vigor a las mujeres, ni tu fuerza a las que son la ruina de los reyes.

4[6094]No conviene a los reyes, Lamuel; no conviene a los reyes beber vino, ni a los príncipes, tomar bebidas embriagantes.

5Si los toman se olvidan de la ley, y pervierten el derecho de los pobres.

6[6095]Dad los licores a los que perecen, y el vino a los amargos de espíritu.

7Beban y olviden su miseria, y no se acuerden más de sus penas.

8[6096]Abre tu boca en favor del mudo, en defensa de todos los desamparados.

9Abre tu boca para juzgar con justicia, y haz justicia al desvalido y al pobre.

Elogio de la mujer fuerte

10[6097]Una mujer fuerte, ¿quién podrá hallarla? Mucho mayor que de perlas es su precio.

11[6098]Confía en ella el corazón de su marido, el cual no tiene necesidad de tomar botín (a otros).

12Le hace siempre bien, y nunca mal, todos los días de su vida.

13[6099]Busca lana y lino y trabaja con la destreza de sus manos.

14Es como navío de mercader, trae de lejos su pan.

15Se levanta antes que amanezca, para distribuir la comida a su casa, y la tarea a sus criadas.

16[6100]Pone la mira en un campo y lo compra; con el fruto de sus manos planta una viña.

17[6101]Se ciñe de fortaleza, y arma de fuerza sus brazos.

18[6102]Ve gustosa las ricas ganancias; no se apaga su lámpara durante la noche.

19Aplica sus manos a la rueca; y sus dedos manejan el huso.

20[6103]Abre su mano al pobre, y la alarga al mendigo.

21No teme por su familia a causa de la nieve, pues todos los de su casa tienen vestidos forrados.

22[6104]Labra ella alfombras de fino lino; y púrpura es su vestido.

23[6105]Conocido en las puertas es su marido, cuando se sienta entre los senadores del país.

24[6106]Fabrica telas y las pone en venta, vende ceñidores al mercader.

25[6107]Fortaleza y gracia forman su traje, y está alegre ante el porvenir.

26Abre su boca con sabiduría, y la ley del amor gobierna su lengua.

27Vela sobre la conducta de su familia, y no come ociosa el pan.

28Álzanse sus hijos, y la llaman bendita. La ensalza también su marido:

29[6108]“Muchas hijas obraron proezas; pero tú superas a todas.”

30[6109]Engañosa es la belleza, y un soplo la hermosura. La mujer que teme a Yahvé, esa es digna de alabanza.

31Dadle del fruto de sus manos, y sus obras sean su alabanza ante el pueblo.

ECLESIASTÉS O COHÉLET

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INTRODUCCIÓN

Eclesiastés, en hebreo Kohélet, significa predicador, o sea el que habla en la Iglesia o Asamblea; nombre que corresponde por todos conceptos a su contenido, porque predica en forma de sentencias y consejos, en prosa y verso, la vanidad de las cosas creadas. Los bienes de este mundo son vanos; vanas por tanto todas las ambiciones, vana la ilusión de felicidad terrena fuera del sencillo bienestar; la verdadera felicidad consiste en temer, o sea reverenciar, a Dios nuestro Padre, y observar sus mandamientos para que en ellos hallemos la vida (Proverbios 4, 13 y passim).

El autor del libro habla, desde el título, como hijo de David, por lo cual las tradiciones judía y cristiana, que siempre reconocieron su canonicidad, lo atribuyeron a Salomón. Con todo, la crítica y también numerosos exégetas católicos modernos se creyeron obligados a admitir que ciertos pasajes podrían ser de una época posterior a Salomón (p. ej. las referencias sobre la tiranía de los reyes, la corrupción de los magistrados, la opresión de los súbditos). Señalan, además, que el lenguaje y el estilo no son los del tiempo salomónico. Por todo lo cual opinan algunos que el Eclesiastés sufrió posteriormente una transcripción al lenguaje más moderno; otros (entre ellos Condamín, Zapletal y Simón-Prado), piensan que el autor se sirvió del nombre de “hijo de David” solo con el fin de dar más realce a la obra, y fijan la composición del Eclesiastés entre los años 300-200 a. C. Podemos admitir la posibilidad de esta fecha, puesto que el Libro Sagrado no se presenta como escrito por Salomón, sino por un autor anónimo que nos refiere dichos del sabio rey. No dice, en efecto: yo, el hijo de David, sino que pone como título: Palabras del Eclesiastés (Predicador), hijo de David, rey de Jerusalén (1, 1) y empieza mencionándolo en tercera persona: “Dijo el Eclesiastés” (1, 2), para hacerlo hablar luego en primera persona (1, 12 ss.). Lo mismo hace en el epílogo (12, 8 ss.), donde refiere que el Eclesiastés era sapientísimo, que compuso muchas parábolas, etc., cosas todas que sabemos son exactas respecto de Salomón (III Reyes 4, 30-34; Proverbios 1, 1), a quien el autor se refiere con toda evidencia (1, 12, 16, etc.), del mismo modo como los Evangelios se refieren a Cristo y nos dan sus Palabras, pudiendo la Iglesia decir con toda exactitud: “El Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo”, y afirmar que en él habla el divino Maestro, no obstante saber todos que Él no lo escribió. No hay, pues, pura ficción en el autor de este divino Libro del Eclesiastés, sino que, reconociendo su inspiración sobrenatural, debemos creer que quiere transmitirnos las palabras y sabiduría de Salomón, tal como lo hicieron con Cristo los escritores del Nuevo Testamento, aun aquellos que no lo habían escuchado directamente.

El Eclesiastés no es sistemático. “No le atraen las síntesis, y parece desinteresarse de las conclusiones de sus asertos, aun cuando suenen a discordantes” (Manresa). San Pablo pudo gloriarse de predicar igualmente: “no con palabras persuasivas según la sabiduría humana, sino mostrando la verdad con el Espíritu Santo y la fuerza de Dios” (1 Corintios 2, 4). De ahí que estas sentencias, tremendas para la suficiencia humana, hayan escandalizado hasta ser tildadas de epicúreas. En realidad, la irresistible elocuencia de este Libro revulsivo, con su apariencia de pesimismo implacable, es quizá lo más poderoso que existe para quitarnos la venda que oculta, a nuestra inteligencia oscurecida por el pecado congénito, los esplendores de la vida espiritual, y remover así ese gran obstáculo con que “el padre de la mentira” (Juan 8, 44) pretende escondernos las Bienaventuranzas, y que el Sabio llama “la fascinación de la bagatela” (Sabiduría 4, 12).

Los hebreos dividían los libros sagrados en tres grupos: La Torah (Ley); los Nebiyim (Profetas) y los Ketubim (Hagiógrafos). A este tercer grupo pertenece el Eclesiastés, que era contado también entre los cinco Meghillot, o sea libros pequeños que se escribían en rollos aparte, para uso litúrgico.

ECLESIASTÉS 1
Todo es vanidad

1[6110]Palabras del Predicador, hijo de David, rey de Jerusalén.

2[6111]Vanidad de vanidades,

decía el Predicador;

vanidad de vanidades; todo es vanidad.

3¿Qué provecho saca el hombre

de todo el trabajo con que se afana debajo del sol?

No hay nada nuevo

4Una generación se va y otra generación viene,

mas la tierra es siempre la misma.

5El sol se levanta, el sol se pone,

y camina presuroso hacia su lugar, donde nace (de nuevo).

6El viento se dirige hacia el mediodía, declina luego hacia el norte;

gira y gira sin cesar el viento,

y así retorna girando.

7[6112]Todos los ríos van al mar, y el mar nunca se llena;

al lugar de donde los ríos vienen, allá vuelven para correr de nuevo.

8[6113]Todas las cosas son afanes,

más de cuanto se puede decir.

Los ojos nunca se hartan de ver,

ni los oídos se llenan de oír.

9[6114]Lo que fue,

eso será; lo que se hizo, lo mismo se hará;

nada hay de nuevo bajo el sol.

10Si hay una cosa de que dicen: “Mira, esto es nuevo”,

también esa existió ya en los tiempos que nos precedieron.

11No queda memoria de las cosas pasadas,

ni recuerdo de las futuras entre los que han de venir.

La vanidad y la sabiduría

12Yo, el Predicador, fui rey sobre Israel, en Jerusalén. 13[6115]Y me puse en el corazón averiguar y escudriñar, por medio de la sabiduría, todo cuanto se hace debajo del cielo. Esta dura tarea ha dado Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en ella. 14[6116]He visto todo cuanto se hace bajo el sol, y he aquí que todo es vanidad y correr tras el viento.

15Lo torcido no puede enderezarse,

y es imposible contar las cosas que faltan.

16Dije para mí esto: “Mira cómo soy grande; soy más sabio que cuantos antes de mí fueron en Jerusalén; inmensa es la sabiduría y ciencia que mi corazón ha visto.” 17Propuse en mi ánimo conocer la sabiduría, y asimismo la necedad y la insensatez; y aprendí que también esto es correr tras el viento.

18[6117]Pues donde hay mucho saber hay mucha molestia;

quien aumenta la ciencia, aumenta el dolor.

ECLESIASTÉS 2
Vanidad de los placeres

1[6118]Dije en mi corazón: “Ven, te probaré con la alegría; ¡goza la felicidad!” Mas he aquí que también esto es vanidad.

2[6119]A la risa le dije: “¡Qué locura!”,

y a la alegría: “¿De qué sirve?”

3Resolví en mi corazón regalar mi carne con el vino, mientras mi corazón me condujese con sabiduría, y entregarme a la necedad hasta saber cuál sea la cosa más útil para los hombres, y qué deben hacer bajo el cielo en los días de su vida. 4[6120]Realicé grandes obras: me edifiqué casas y planté viñas. 5Me hice jardines y vergeles, y planté en ellos toda suerte de árboles frutales. 6Me construí estanques de agua, para regar con ella el parque donde crecían los árboles. 7Compré esclavos y esclavas, y otros me nacieron en casa; tuve también mucho ganado, mayor y menor, más que cuantos me precedieron en Jerusalén. 8[6121]Amontoné, además, plata y oro, tesoros de reyes y provincias; me procuré cantores y cantoras y las delicias del hombre: muchas mujeres. 9Fui grande y sobrepujé a cuantos antes de mí vivieron en Jerusalén; y también mi sabiduría permaneció conmigo. 10Nada negué a mis ojos de cuanto pedían, ni privé a mi corazón de placer alguno; porque mi corazón se gozaba de todos mis trabajos; y este fue mi premio en todos mis afanes. 11Mas considerando todas las obras de mis manos, y el trabajo que me habían costado, vi que todo era vanidad y correr tras el viento, y que no hay provecho alguno debajo del sol.

El sabio y el necio tienen la misma suerte

12[6122]Dirigí entonces mi mirada a la sabiduría, a la insensatez y a la necedad. Pues, “¿qué puede hacer el que viene en pos del rey sino lo que otros hicieron ya antes? 13[6123]Y vi que la sabiduría lleva sobre la necedad tanta ventaja, cuanto la luz sobre las tinieblas.

14[6124]El sabio tiene sus ojos en la cabeza,

mas el necio anda a oscuras”.

Con todo observé que es una misma la suerte de todos.

15Y dije en mi corazón: “La suerte del necio será también la mía. ¿De qué, pues, me sirve tanta sabiduría?” Por lo cual dije para mí: “¡Aun esto es vanidad!” 16Pues el recuerdo del sabio no es más durable que el del necio; pasados algunos días todos son olvidados. ¿Cómo es que el sabio muere igual que el necio?

17[6125]Por esto aborrecí la vida, pues todo cuanto acaece bajo el sol no es más que calamidad, ya que todo es vanidad y correr tras el viento. 18Y aborrecí todos mis trabajos que había hecho bajo el sol, para dejarlos a quien venga después de mí. 19Y ¿quién sabe si será un sabio o un necio? Ese será dueño de todos los frutos de mi trabajo que he desplegado bajo el sol. También esto es vanidad. 20[6126]Y comencé a desesperar en mi corazón de todos los trabajos que había hecho debajo del sol; 21puesto que aquel que realizó su trabajo con sabiduría, con inteligencia y destreza, ha de dejárselo como propiedad a quien no puso en ello las manos. También esto es vanidad y mal grande.

22En efecto ¿qué le queda al hombre de todos sus afanes, y de tanta aflicción que su corazón sufre bajo el sol? 23Todos sus días son dolor, y sus trabajos una pena; ni aun de noche descansa su corazón. También esto es vanidad. 24[6127]No le queda al hombre cosa mejor que comer y beber, y recrear su alma con los frutos de sus fatigas. Y he visto que también esto viene de la mano de Dios. 25[6128]¿Quién, en efecto, puede comer y gozar si no es por Él?

26[6129]Porque al que es bueno a sus ojos, a este le da Dios sabiduría, conocimiento y gozo; pero al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para después pasarlo a aquel que es bueno delante de Dios. También esto es vanidad y correr tras el viento.

ECLESIASTÉS 3
Todas las cosas tienen su tiempo

1[6130]Todas las cosas tienen su tiempo;

todo lo que pasa debajo del sol tiene su hora.

2Hay tiempo de nacer, y tiempo de morir;

tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

3tiempo de matar, y tiempo de curar;

tiempo de derruir, y tiempo de edificar;

4tiempo de llorar, y tiempo de reír;

tiempo de entregarse al luto, y tiempo de darse a la danza;

5[6131]tiempo de desparramar las piedras, y tiempo de recogerlas;

tiempo de abrazar, y tiempo de dejar los abrazos;

6tiempo de buscar, y tiempo de perder;

tiempo de guardar, y tiempo de tirar;

7tiempo de rasgar, y tiempo de coser;

tiempo de callar, y tiempo de hablar;

8tiempo de amar, y tiempo de aborrecer;

tiempo de guerra, y tiempo de paz.

El hombre tan pequeño ante Dios

9¿Qué provecho saca el que se afana con todos sus trabajos?

10Consideré el trabajo que Dios ha dado a los hombres para que en él se ocupen. 11[6132]Todas las cosas hizo Él buenas a su tiempo, y hasta la eternidad la puso en sus corazones, sin que el hombre pueda comprender la obra de Dios desde el comienzo hasta el fin. 12[6133]Y conocí que no hay cosa mejor para ellos que gozarse y llevar una vida regalada; 13y si el hombre come y bebe y goza del fruto de su trabajo, también esto es un don de Dios. 14[6134]Conocí que todas las obras de Dios subsisten siempre; nada se les puede añadir ni quitar. Dios lo hizo así para que se lo tema. 15[6135]Lo que ya fue, existe aún, y lo que será, ya fue, porque Dios busca (renovar) lo pasado.

16[6136]Aún más vi debajo del sol: en el sitial del derecho sentada la maldad, y en el lugar de la justicia, la iniquidad. 17Díjeme entonces en mi corazón: “Dios juzgará al justo y al injusto, porque allá hay un tiempo para cada cosa y cada obra.”

18Dije además en mi corazón respecto de los hijos de los hombres: “Dios quiere probarlos y mostrarles que por sí mismos no son más que bestias.” 19Porque lo mismo que a las bestias sucede al hombre, como muere este así mueren aquellas; un mismo hálito tienen todos; y no tiene el hombre ventaja sobre la bestia, porque todo es vanidad. 20Todos van a un mismo paradero;

todos han sido sacados del polvo,

y al polvo vuelven todos.

21¿Quién sabe si el hálito del hombre sube arriba, y el del animal desciende abajo, a la tierra? 22[6137]Y vi que no hay cosa mejor para el hombre que gozarse en sus obras; pues esta es su suerte. Porque ¿quién le hará ver lo que será después de él?

ECLESIASTÉS 4
Opresión de los débiles

1[6138]Volví (a pensar) y vi todas las opresiones que se cometen debajo del sol; y miré a los oprimidos en sus lágrimas, sin haber nadie que los consolase, sujetos a la violencia de sus opresores sin tener consolador. 2[6139]Por lo cual llamé dichosos a los hombres que ya murieron, más que a los vivos que viven todavía. 3Y más dichoso que ambos, a aquel que no ha sido, ni vio las cosas malas que se hacen bajo el sol.

Envidia y avaricia

4[6140]Vi además que todo trabajo y todo esmero que un hombre emplea en sus obras provoca la envidia de su prójimo. También esto es vanidad y correr tras el viento.

5[6141]Cruza el necio sus manos,

y come su propia carne (diciendo):

6“Más vale una sola mano llena con reposo,

que las dos llenas con trabajo y correr tras el viento.”

7Reflexioné de nuevo y reparé en otra vanidad debajo del sol: 8[6142]Un hombre solo, sin compañero, sin hijo ni hermano, y con todo no cesa de trabajar, ni se hartan de riquezas sus ojos. (No dice): “¿Para quién trabajo yo y me privo de los placeres?” También esto es vanidad y grave molestia. 9Más valen dos que uno solo; porque así sacan más fruto de su trabajo. 10Pues si caen, el uno puede levantar a su compañero. Mas ¡ay del solo si cae y no hay segundo que le levante! 11Del mismo modo si duermen dos juntos, se calientan mutuamente; uno solo ¿cómo podrá calentarse? 12Y si alguien ataca a uno, los dos le resisten; pues una cuerda triplicada difícilmente se rompe.

Inconstancia de los afectos humanos

13Más vale un joven pobre y sabio

que un rey viejo e insensato,

que ya no sabe ponderar los consejos.

14[6143]Pues aquel sale de la cárcel y llega a reinar, aunque nació pobre en el reino de este. 15[6144]Y vi cómo todos los vivientes debajo del sol iban en pos del joven sucesor, quien en lugar del (rey) se levantaba. 16Era infinito el número de toda aquella gente, de todos aquellos a cuyo frente él marchaba, y sin embargo los que vendrán después, no se alegrarán por él. También esto es vanidad y correr tras el viento.

Obediencia vale más que sacrificios

17[6145]Guarda tus pies cuando entras en la casa de Dios. Acercarse (a Él) para escuchar vale más que los sacrificios de los necios, que no saben hacer más que el mal.

ECLESIASTÉS 5
Prácticas religiosas

1[6146]No abras inconsideradamente tu boca, ni sea ligero tu corazón en proferir palabras delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú en la tierra; por eso sean pocas tus palabras. 2Pues de los muchos trabajos vienen los sueños; y del mucho hablar las palabras necias.

3[6147]Si haces a Dios un voto, no tardes en cumplirlo, porque Él no otorga favores a los necios; tú cumple lo prometido. 4Mejor es no hacer voto alguno, que hacerlo sin darle cumplimiento. 5[6148]No sea tu lengua ocasión de que peque tu cuerpo, ni digas después ante el ángel que fue inadvertencia, para que no se enoje Dios a causa de tu palabra y destruya la obra de tus manos. 6[6149]Pues donde hay mucho sueño, hay también muchas vanidades y muchas palabras. Tú teme a Dios.

Injusticias

7[6150]Si ves en una provincia la opresión del pobre y la violación del derecho y de la justicia, no te sorprendan tales cosas. Otro (más) alto vela sobre el que es alto; y sobre ellos hay quienes son más altos todavía. 8El fruto del campo es para todos; aun el rey vive del campo.

Vanidad de las riquezas

9[6151]El que ama la plata no se sacia de ella y el que ama las riquezas no aprovecha sus frutos. También esto es vanidad. 10[6152]Creciendo la hacienda, crece el número de los que de ella comen; ¿qué provecho tiene entonces su dueño sino el verlo con sus ojos?

11Dulce es el sueño del que trabaja,

coma poco, coma mucho;

pero al rico su hartura

no le deja dormir.

12Hay otro mal grave que he visto debajo del sol: riquezas guardadas para mal de su dueño. 13Pues se pierde esa riqueza por un infortunado suceso, y los hijos que engendró ya no tienen nada en la mano. 14Desnudo como salió del seno de su madre, así volverá para ir como vino, sin recibir nada por su trabajo que pueda llevar en su mano. 15También esto es una desdicha enorme: que precisamente como vino, así se haya de volver. ¿Qué le aprovecha el haber trabajado para el viento? 16[6153]¡Y comió todos los días a obscuras, entre muchas penas, dolencias y enojos! 17[6154]Por tanto, he aquí lo que me pareció conveniente y agradable: que el hombre coma y beba y disfrute, en todo su trabajo, de los bienes, por los cuales se afana debajo del sol, durante los días de vida que Dios le conceda; porque tal es su destino. 18Y cuando Dios da a un hombre riquezas y hacienda, y también la facultad de comer de ellas, y disfrutar de la parte que le toca, y alegrarse con (el fruto de) su trabajo, esto es un don de Dios. 19Pues no tiene muchas preocupaciones en los días de su vida, porque Dios le colma de gozo el corazón.

ECLESIASTÉS 6
Bienes sin disfrute

1[6155]Hay otro mal que vi debajo del sol, y que pesa gravemente sobre los hombres: 2Hombres hay a quienes Dios dio riquezas, bienes y honores, y a los que nada falta en la vida de cuanto puedan desear, pero Dios no los deja gozar de ello; un extraño lo consumirá. Vanidad es esto y mal muy grande. 3[6156]Si uno engendra cien hijos, y vive muchos años, hasta la más avanzada edad, y su alma no se harta de sus bienes, y ni siguiera obtiene sepultura, este tal, digo yo, es mas infeliz que un abortivo. 4Pues ha venido en vano, y en tinieblas se va; y la obscuridad cubre su nombre; 5[6157]nunca vio el sol ni le conoció. Más reposo tiene este que aquel infeliz. 6Y esto aunque haya vivido dos veces mil años; pues no ha podido gozar de los bienes. ¿Acaso no van todos a un mismo lugar?

7Todo el afán del hombre es para su boca;

pero nunca se sacian sus apetitos.

8[6158]¿Qué ventaja tiene el sabio sobre el necio? ¿Cuál el pobre que sabe conducirse delante de los hombres? 9[6159]Más vale lo que ven los ojos, que ir tras deseos. También esto es vanidad y correr tras el viento.

La fugacidad de la vida

10[6160]A todo cuanto ha de venir le ha sido dado ya su nombre, y ya se sabe qué es un hombre, y que no puede contender con quien le supera en fuerza. 11Hay muchas palabras que solo sirven para aumentar la vanidad. ¿Qué provecho tiene de esto el hombre?

ECLESIASTÉS 7
Diversas reglas de sabiduría

1[6161]Pues, ¿quién sabe lo que es bueno para el hombre mientras vive, en los días de su vida de vanidad, que él recorre como una sombra? Y ¿quién puede decir al hombre lo que después de él ha de ser bajo el sol?

2[6162]Más vale la buena reputación que preciosos ungüentos,

y más el día de la muerte que el del nacimiento.

3[6163]Mejor es ir a la casa del luto

que a la casa del festín;

pues aquella (recuerda) el fin de todos los hombres,

y el viviente se pone a reflexionar.

4[6164]Mejor es el pesar que la risa,

pues la tristeza del rostro es medicina para el corazón.

5[6165]El corazón de los sabios está en la casa del luto,

y el de los necios en la casa del placer.

6Más vale oír la reprensión del sabio,

que escuchar el cantar de los necios;

7porque como el crepitar de los espinos debajo de la olla,

así es la risa de los necios.

Y también esto es vanidad.

8Porque la vejación conturba al sabio,

y las dádivas corrompen el corazón.

9[6166]Mejor es el fin de una cosa que sus comienzos;

y vale más el hombre sufrido que el arrogante.

10[6167]No seas ligero en airarte; la ira reside en el seno de los insensatos. 11[6168]No preguntes: “¿Por qué los tiempos antiguos fueron mejores que estos?”, porque no es sabiduría el preguntarlo. 12[6169]Cosa buena es la sabiduría con bienes materiales, y de gran provecho para los que ven el sol. 13[6170]Escudo es la sabiduría, y escudo es el dinero, pero el conocimiento de la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a su poseedor.

Incertidumbre del porvenir

14Considera la obra de Dios: ¿Quién podrá enderezar lo que Él encorvó? 15En el día de la prosperidad goza de la prosperidad, y en el día de la adversidad ten presente que Dios hizo al uno como al otro, a fin de que el hombre nada sepa de lo que ha de venir después de Él.

16[6171]Todo lo he visto en los días de mi vanidad: al justo, que perece en medio de su justicia, y al malvado, que vive largo tiempo en medio de sus iniquidades.

17[6172]No quieras ser demasiado justo,

ni demasiado sabio.

¿Por qué quieres perderte?

18[6173]No hagas mucho mal,

ni seas insensato.

¿Por qué quieres morir antes de tiempo?

19[6174]Bueno es retener lo uno, sin dejar de tu mano lo otro; porque quien teme a Dios, evita todos esos (excesos).

Valor de la sabiduría

20[6175]La sabiduría da al sabio más fuerzas que diez poderosos que hay en la ciudad. 21[6176]Porque no hay sobre la tierra hombre justo que obre bien y no peque nunca. 22[6177]No prestes atención a todas las palabras que se dicen, no sea que oigas a tu siervo hablar mal de ti. 23Pues bien sabe tu conciencia que también tú muchas veces has murmurado de otros.

24He probado todo esto por medio de la sabiduría. Me dije “Quiero ser sabio”, mas la (sabiduría) está lejos de mí. 25Lo que se queda lejos y es más profundo, ¿quién podrá alcanzarlo?

La mujer

26Apliqué mi corazón para conocer, investigar y buscar la sabiduría y la razón de ser (de las cosas), y para conocer la maldad de la insensatez, la necedad y la locura, 27[6178]y hallé que más amarga que la muerte es aquella mujer cuyo corazón es lazo y red, y cuyas manos son cadenas. Quien agrada a Dios, escapa de ella, pero el pecador quedará preso en sus lazos. 28He aquí lo que hallé, dice el Predicador, contemplando una cosa tras otra para averiguar sus razones, 29las cuales busca todavía mi alma, sin poder encontrarlas.

Entre mil hallé un hombre,

pero no una mujer entre otras tantas mujeres.

30Pero esto hallé; nótalo bien:

Dios creó al hombre recto;

mas ellos se entregaron a muchos vanos pensamientos.

¿Quién como el sabio? ¿Quién sabe explicar las cosas?

ECLESIASTÉS 8
La sumisión debida al rey

1La sabiduría da brillo al rostro del hombre,

y se muda la aspereza de su semblante.

2Yo (digo): Guarda el mandato del rey, a causa del juramento hecho a Dios. 3[6179]No te retires a la ligera de su presencia, ni te obstines en cosa mala; porque lo que quiere, eso lo hace. 4Pues la palabra del rey es poderosa, y quién le dirá: “¿Qué es lo que haces?” 5[6180]El que guarda el mandato no experimentará mal alguno; el corazón del sabio conoce el tiempo y lo que conviene. 6Pues cada cosa tiene su tiempo y su manera, porque es grande el mal que gravita sobre el hombre, 7ya que ignora lo que ha de venir; y ¿quién le manifestará el modo de su realización? 8[6181]El hombre no es dueño de su aliento para retenerlo, ni tiene poder sobre el día de la muerte. No hay tregua en este combate, y la impiedad no podrá librar a los que la sirven.

Caminos desconocidos

9Todas estas cosas he visto, fijando mi atención sobre cuanto pasa debajo del sol. Hay tiempos en que el hombre domina al hombre para arruinarlo. 10[6182]También he visto a impíos que recibieron sepultura y entraron (en el reposo), mientras los que frecuentaban el lugar santo son olvidados en la ciudad donde habían obrado rectamente. También esto es vanidad. 11[6183]Por cuanto la sentencia contra el mal obrar no se ejecuta prontamente, por eso el corazón de los hijos de los hombres se anima a hacer el mal. 12Pero aunque el pecador centuplique sus malas obras y prolongue (sus días), sin embargo sé yo que les irá bien a quienes temen a Dios, a los que temen en su presencia. 13A los impíos, empero, no les irá bien; no prolongarán sus días, (serán) como la sombra, porque no temen la faz del Señor. 14(Otra) vanidad existe sobre la tierra: hay justos que padecen lo que corresponde a las obras de los impíos; e impíos que cobran como corresponde a las obras de los justos. Y dije: también esto es vanidad. 15Por eso ensalcé la alegría, puesto que el hombre no tiene otra ventura bajo el sol que comer, beber y alegrarse. Esto es lo que queda de su trabajo en los días de su vida que Dios le concede bajo el sol.

Vanos cuidados

16[6184]Así apliqué mi corazón a conocer la sabiduría, y a examinar el trabajo que los hombres hacen sobre la tierra; porque hay ojos que ni de noche ni de día ven el sueño. 17Y vi toda la obra de Dios (y comprendí) que el hombre no puede entender cuanto se hace debajo del sol. Por mucho que se afane el hombre en buscar, nada descubrirá; y aun cuando el sabio afirmare saberlo, nada podrá hallar.

ECLESIASTÉS 9
Los designios de Dios son inescrutables

1[6185]Sobre todas estas cosas he reflexionado en mi corazón, y he averiguado que los justos y los sabios y sus obras están en la mano de Dios. El hombre no sabe (de antemano) ni el amor ni el odio; todo está adelante de él.

2[6186]Todo sucede igualmente a todos;

una misma suerte aguarda al justo y al malhechor,

al que es bueno y puro y al impuro;

al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece:

al recto y al pecador;

al que jura y al que teme jurar.

3[6187]Este mal existe en todo cuanto debajo del sol acaece: una misma es la suerte de todos. Por eso el corazón de los hombres está lleno de malicia, y henchido de locura mientras viven, y después se van a morar con los muertos. 4Para el que está entre los vivos hay esperanza; más vale perro vivo que león muerto. 5[6188]Los que viven saben que han de morir, mas los muertos no saben nada; y no esperan premio, pues su memoria se ha perdido. 6Amor, odio y envidia para ellos ya no existen, y no tendrán ya parte en lo que pasa debajo del sol.

7Ve, pues, y come gozoso tu pan,

y bebe con alegre corazón tu vino;

porque Dios mira ya complacido tus obras.

8[6189]Sean tus vestidos en todo tiempo blancos;

y no falte en tu cabeza el perfume.

9[6190]Goza de la vida con tu amada esposa todos los días de tu vida fugaz, que Él te ha dado debajo del sol durante todos los días de tu existencia caediza, porque esta es tu parte en la vida, y en los trabajos que has de sufrir debajo del sol. 10[6191]Todo lo que pueda hacer tu mano ejecútalo con tus fuerzas, porque en el scheol a donde vas no hay obra, ni plan, ni ciencia, ni sabiduría.

Trabajos sin recompensa

11[6192]Me volví (a examinar) y observé debajo del sol: que no es siempre de los ágiles el vencer en la carrera, ni de los valientes el triunfar en la guerra, ni de los sabios ganarse el pan, ni de los inteligentes el alcanzar riquezas, ni de los doctos el lograr favores; pues todos están sujetos al tiempo y al azar. 12[6193]Tampoco conoce el hombre su hora. Como los peces se prenden en la fatal red, y los pájaros en el lazo, de igual modo se enredan los hombres en el tiempo aciago que los sobrecoge de repente.

Un ejemplo

13He visto debajo del sol también este ejemplo de sabiduría, que me pareció muy significativo.

14[6194]Había una pequeña ciudad y pocos hombres en ella; vino contra ella un rey poderoso que la cercó y levantó contra ella grandes torres.

15Y se halló en ella un hombre pobre, pero sabio, que salvó a la ciudad por su sabiduría. Mas después nadie se acordó de aquel hombre pobre.

16Y dije entonces: “Vale más la sabiduría que la fortaleza”,

pero la sabiduría del pobre es despreciada,

y no se hace caso de sus palabras.

17Las palabras sosegadas de los sabios se oyen mejor

que los gritos del que es príncipe entre insensatos.

18[6195]Más vale sabiduría que pertrechos de guerra;

pero un solo pecador destruye mucho bien.

ECLESIASTÉS 10
Excelencia de la sabiduría

1Moscas muertas infectan y corrompen el ungüento del perfumista; así una leve locura es mengua de la sabiduría y de la gloria.

2[6196]El corazón del sabio está en su mano derecha,

el del necio en su izquierda.

3Por cualquier camino que vaya el necio le falta el tino, y declara a cada uno que es un necio.

4No dejes tu lugar si la ira del que manda se enciende contra ti; porque la mansedumbre calma graves errores.

5Hay un mal que he visto debajo del sol, una especie de errores que provienen del príncipe: 6[6197]la necedad elevada a los puestos más altos, y los señores sentados abajo. 7Vi a esclavos ir a caballo, y a príncipes andar sobre la tierra como esclavos.

8[6198]Quien cava una fosa, en ella caerá,

y quien destruye un vallado le muerde la serpiente.

9El que rueda piedras se lastima con ellas,

y quien parte leña corre peligro de herirse.

10[6199]Si el hierro se embota y no se aguza el filo, se requiere mayor esfuerzo, pero la sabiduría halla la ventaja.

11[6200]Si muerde la serpiente por fallar el encantamiento, ¿qué provecho tiene el encantador?

12En la boca del sabio las palabras son llenas de gracia,

mas al necio le devoran sus labios.

13El principio de las palabras de su boca es necedad,

y el fin de su hablar es locura perniciosa.

14[6201]El necio habla mucho. Ignora el hombre lo que pasó; y lo que después de él sucederá ¿quién se lo manifiesta?

15[6202]Al necio le fatigan sus afanes,

ni siquiera sabe por dónde se va a la ciudad.

16¡Ay de ti, país, cuando por rey tienes a un niño, y tus príncipes banquetean ya a la mañana!

17¡Dichoso tú, oh, país, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su tiempo, para sustentarse, y no para embriagarse!

18A causa de la pereza se desploma la techumbre, y por flojedad de manos será toda la casa una gotera.

19Para gozar se hacen convites; el vino hace alegre la vida, y la plata sirve para todo.

20Ni aun en tu pensamiento maldigas al rey,

y ni siquiera en el interior de tu alcoba hables mal del poderoso,

porque un pájaro del cielo puede llevar tus palabras

y denunciarte un alado.

ECLESIASTÉS 11
No te preocupes del porvenir

1[6203]Echa tu pan sobre la faz de las aguas, que al cabo de mucho tiempo lo hallarás.

2[6204]Repártelo a siete y aun a ocho, pues no sabes los males que pueden venir sobre la tierra.

3[6205]Cuando las nubes están cargadas de agua

la derraman sobre la tierra,

y si un árbol cae hacia el mediodía o hacia el norte,

en el lugar donde cayere, allí quedará.

4[6206]Quien solamente observa los vientos, nunca siembra,

y el que mira a las nubes, nunca siega.

5[6207]Así como no sabes cuál es el camino del viento, ni cómo (se forman) los huesos en el seno de la madre, así tampoco conoces la obra de Dios, quien hace todas las cosas.

6[6208]Siembra tu semilla muy de mañana, y a la tarde no dejes reposar tu mano, porque ignoras qué es mejor, si esto o aquello, o si ambas acciones surten el mismo efecto.

No olvidarse del fin

7Dulce cosa es la luz,

y ver el sol agrada a los ojos.

8[6209]Aunque un hombre viva largos años

y todos ellos llenos de alegría,

piense en los días tenebrosos,

pues serán muchos.

Todo lo que sucede es vanidad.

9[6210]Gózate, joven, en tu juventud,

y alégrese tu corazón en los días de tu mocedad;

sigue los caminos de tu corazón

y lo que encanta tus ojos;

pero sábete que de todas estas cosas Dios te pedirá cuenta.

10[6211]Destierra de tu corazón las congojas,

y aleja de tu carne el dolor.

Pues la juventud y los albores de la vida son vanidad.

ECLESIASTÉS 12
Acuérdate de tu Creador

1[6212]Acuérdate de tu Creador

en los días de tu juventud,

antes que vengan los días malos

y lleguen aquellos años de los cuales dirás:

“¡No me gustan!”

2Antes que se obscurezca

el sol y la luz, la luna y las estrellas,

y vuelvan las nubes después de la lluvia.

Caducidad de la vejez

3[6213]Entonces temblarán los guardianes de la casa,

y se encorvarán los hombres fuertes;

cesarán las molederas por ser pocas,

y se oscurecerán las que miran por las ventanas.

4Se cerrarán las puertas que dan a la calle,

y se apagará el rumor del molino.

La voz será tan alta como la del pájaro,

y enmudecerán todas sus canciones.

5[6214]Temerá las alturas

y tendrá miedo en el camino;

florecerá el almendro

y engrosará la langosta,

y no servirá más la alcaparra;

porque se va el hombre a la casa de su eternidad,

y andan ya los plañideros por las calles.

6[6215](Acuérdate) antes que se rompa el cordón de plata

y se quiebre la copa de oro;

y el cántaro se haga pedazos en la fuente,

y la rueda sobre la cisterna;

7[6216]y antes que el polvo se vuelva a la tierra de donde salió,

y el espíritu retorne a Dios que le dio el ser.

8[6217]¡Vanidad de vanidades!

decía el Predicador.

¡Todo es vanidad!

Epílogo

9El Predicador, además de ser sabio, enseñó también al pueblo la sabiduría, fijó su atención (sobre las cosas), y escudriñando compuso numerosos proverbios. 10Procuró el Predicador hallar sentencias agradables, y escribir apropiadas palabras de verdad. 11[6218]Las palabras de los sabios son como aguijones y cual clavos hincados; son provisiones dadas por el Pastor único. 12[6219]Por lo demás, hijo mío, no busques otra lección. No tiene fin el componer muchos libros; y los muchos estudios fatigan al cuerpo. 13[6220]Oídas todas estas cosas, se sigue como conclusión: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es todo el hombre. 14Pues Dios traerá a juicio todo lo que se hace, aun las cosas ocultas, sean buenas o sean malas.

CANTAR DE LOS CANTARES

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INTRODUCCIÓN

El misterio que Dios esconde en los amores entre esposo y esposa, y que presenta como figura en este divino Poema, no ha sido penetrado todavía en forma que permita explicar satisfactoriamente el sentido propio de todos sus detalles. El breve libro es sin duda el más hondo arcano de la Biblia, más aún que el Apocalipsis, pues en este, cuyo nombre significa revelación, se nos comunica abiertamente que el asunto central de su profecía es la Parusía de Cristo y los acontecimientos que acompañarán aquel supremo día del Señor en que Él se nos revelará para que lo veamos “cara a cara”. Aquí, en cambio, se trata de una gran Parábola o alegoría en la cual, excluida como se debe la interpretación mal llamada histórica, que quisiera ver en ella un epitalamio vulgar y sensual, aplicándolo a Salomón y la princesa de Egipto, no tenemos casi referencias concretas, salvo alguna (cf. 6, 4 y nota), que permite con bastante firmeza ver en la Amada a Israel, esposa de Yahvé.

La diversidad casi incontable de las conclusiones propuestas por los que han investigado el sentido propio del Cántico, basta para mostrar que la verdad total no ha sido descubierta. No sabemos con certeza si el Esposo es uno solo, o si hay varios, que podrían ser un rey y un pastor como pretendientes de Israel (Vaccari), o podrían ser, paralelamente, Yahvé (el Padre) como Esposo de Israel, y Jesucristo como Esposo de la Iglesia ya preparada para las bodas del Cordero que veremos en Apocalipsis 19, 6-9. Ignoramos también qué ciudad es esa en que la Esposa sale por dos veces a buscar al Amado. Ignoramos principalmente cuál es el tiempo en que ocurre u ocurrirá la acción del pequeño gran drama, y ni siquiera podemos afirmar en todos los casos (pues las opiniones también varían en esto) cuál de los personajes es el que habla en cada momento del diálogo.

En tal situación, después de mucho meditar, hemos llegado a la conclusión de que es forzoso ser muy parco en afirmaciones con respecto al Cantar. Porque no está al alcance del hombre explicar los misterios que Dios no ha aclarado aún a la Iglesia, y sería vano estrujar el entendimiento para querer penetrar, a fuerza de inteligencia pura, lo que Dios se complace en revelar a los pequeños. Sería, en cambio, tremenda responsabilidad delante de Él, aseverar como verdades reveladas lo que no fuese sino producto de nuestra imaginación o de nuestro deseo, como lo hicieron esos falsos profetas tantas veces fustigados por Jeremías y otros videntes de Dios.

Como enseña el Eclesiástico (cf. 39, 1 ss. y nota), nada es más propio del verdadero sabio según Dios, que investigar las profecías y el sentido oculto de las parábolas: tal es la parte de María, que Jesús declaró ser la mejor. Pero esa misma palabra de Dios, cuya meditación ha de ocuparnos “día y noche” (Salmo 1, 2), nos hace saber que hay cosas que solo se entenderán al fin de los tiempos (Jeremías 30, 24). El mismo Jeremías, refiriéndose a estos misterios y a la imprudencia de querer explicarlos antes de tiempo, dice: “Al fin de los tiempos conoceréis sus designios” (de Dios). Y agrega inmediatamente, cediendo la palabra al mismo Dios: “Yo no enviaba a esos profetas, y ellos corrían. No les hablaba, y ellos profetizaban” (Jeremías 23, 20-21). En Daniel encontramos sobre esto una notable confirmación. Después de revelársele, por medio del Ángel Gabriel, maravillosos arcanos sobre los últimos tiempos, entre los cuales vemos la grande hazaña de San Miguel Arcángel defensor de Israel (Dan. 12, 1; cf. Apocalipsis 12, 7), se le dice: “Pero tú, oh Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el Libro hasta el tiempo del fin” (Dan. 12, 4). Y como el Profeta insistiese en querer descubrirlo, tornó a decir el Ángel: “Anda, Daniel, que esas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (ibíd. 9). Entonces “ninguno de los malvados entenderá, pero los que tienen entendimiento comprenderán” (ibíd. 10). Finalmente, vemos que aun en la profecía del Apocalipsis, cuyas palabras se le prohibió sellar a San Juan (Apocalipsis 22, 10), hay sin embargo un misterio, el de los siete truenos, cuyas voces le fue vedado revelar (Apocalipsis 10, 4).

Nuestra actitud, pues, ha de ser la que enseña el Espíritu Santo al final del mismo Apocalipsis, fulminando terribles plagas sobre los que pretendan añadir algo a sus palabras, y amenazando luego con excluir del Libro de la vida y de todas las bendiciones anunciadas por el vidente de Patmos, a los que disminuyan las palabras de su profecía (Apocalipsis 22, 18 s.).

El criterio expuesto así, a la luz de la misma Escritura, nos muestra desde luego que, si es hermoso aplicar a la Virgen María, como hace la liturgia, los elogios más ditirámbicos que recibe la Esposa del Cantar, pues que ciertamente nadie pudo ni podrá merecerlos más que Aquella a quien el Ángel declaró bendita entre las mujeres, no es menos cierto que hemos de evitar la tentación de generalizar y ver en María a la protagonista del Cántico, incluso en aquella incidencia del capítulo 5 en que la Esposa rehúsa abrir la puerta al Esposo por no ensuciarse los pies. Semejante infidelidad jamás podría atribuirse a la Virgen Inmaculada, ni aun cuando en esa escena se tratase de un sueño, como algunos interpretan. Basta recordar la actitud de María ante la Anunciación del Ángel, en la cual, si bien Ella afirma su voto de virginidad, en manera alguna cierra la puerta a la Encarnación del Verbo; antes por el contrario, Cristo, lejos de sentirse rechazado como el Esposo del Cantar, realiza el estupendo prodigio de penetrar virginalmente en el huerto cerrado del seno maternal. Y es por igual razón que esa falla de la Esposa no puede atribuirse tampoco a la Iglesia cristiana como esposa del Cordero, así como también resultan inaplicables a ella los caracteres de esposa repudiada y perdonada, con que los profetas señalan repetidamente a Israel (Isaías 54, 1 y nota).

De ahí que, por eliminación —y sin perjuicio de las preciosas aplicaciones místicas al alma cristiana, las cuales, como bien observa Joüon, en ningún caso pretenden ser una interpretación del sentido propio del poema bíblico— hemos de inclinarnos en general a admitir en él, como han hecho los más autorizados comentadores antiguos y modernos, lo que se llama la alegoría yahvística, o sea los amores nupciales entre Dios e Israel, a la luz del misterio mesiánico, a pesar de que tampoco en ella nos es posible descubrir en detalle el significado propio de cada uno de los episodios de este divino Epitalamio. “A esta sentencia fundamental (sobre Israel) nos debemos atener”, dice en su introducción al poema la Biblia española de Nácar-Colunga, y agrega inmediatamente: “Pero admitido este principio, una duda salta a la vista. Los historiadores sagrados y los profetas están concordes en pintarnos a Israel como infiel a su Esposo y manchada de infinitos adulterios; lo cual no está conforme con el Cántico, donde la Esposa aparece siempre enamorada de su Esposo, y además, toda hermosa o pura. La solución a esta dificultad nos la ofrecen los mismos profetas cuando al Israel histórico oponen el Israel de la época mesiánica, purificado de sus pecados y vuelto de todo corazón a su Dios. Las relaciones rotas por el pecado de idolatría se reanudan para siempre. Es preciso, pues, decir que el Cántico celebra los amores de Yahvé y de Israel en la edad mesiánica, que es el objeto de los deseos de los profetas y justos del Antiguo Testamento. En torno a esta imagen del matrimonio, usada por los profetas, reúne el sabio todas las promesas contenidas en los escritos proféticos” (cf. Éxodo 34, 16; Números 14, 34; Isaías 54, 4 ss.; 62, 4 ss.; Oseas 1, 2; 2, 4 y 19; 6, 10; Jeremías 2, 2; 3, 1 y 2; 3, 14; Ezequiel 16).

El Sumo Pontífice Pío XII, en su importantísima Encíclica “Divino Afflante Spiritu”, sobre los estudios bíblicos alude expresamente a las dificultades de interpretación que dejamos planteadas, al decir que “no pocas cosas... apenas fueron explicadas por los expositores de los pasados siglos”; que “entre las muchas cosas que se proponen en los Libros sagrados legales, históricos, sapienciales y proféticos, solo muy pocas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los Santos Padres” y que “si la deseada solución se retarda por largo tiempo, y el éxito feliz no nos sonríe a nosotros, sino que acaso se relega a que lo alcancen los venideros, nadie por eso se incomode... siendo así que a veces se trata de cosas oscuras y demasiado lejanamente remotas de nuestros tiempos y de nuestra experiencia”.

Entretanto, y a pesar de nuestra ignorancia actual para fijar con certeza el sentido propio de todos sus detalles, el divino poema nos es de utilidad sin límites para nuestra vida espiritual, pues nos lleva a creer en el más precioso y santificador de los dogmas: el amor que Dios nos tiene, según esa inmensa verdad sobrenatural que expresó, a manera de testamento espiritual, el Beato Pedro Julián Eymard: “La fe en el amor de Dios es la que hace amar a Dios.”

No puede haber la menor duda de que sea lícito a cada alma creyente recoger para sí misma las encendidas palabras de amor que el Esposo dirige a la Esposa. El Cantar es, en tal sentido, una celestial maravilla para hacernos descubrir y llevarnos a lo que más nos interesa, es decir, a creer en el amor con que somos amados. El que es capaz de hacerse bastante pequeño para aceptar, como dicho a sí mismo por Jesús, lo que el Amado dice a la Amada, siente la necesidad de responderle a Él con palabras de amor, y de fe, y de entrega ansiosa, que la Amada dirige al Amado. Felices aquellos que exploten este sublime instrumento, que es a un tiempo poético y profético, como los Salmos de David, y en el cual se juntan, de un modo casi sensible, la belleza y la piedad, el amor y la esperanza, la felicidad y la santidad. ¡Y felices también nosotros si conseguimos darlo en forma que pueda ser de veras aprovechado por las almas!

El título “Cantar de los Cantares” (en hebreo Schir Haschirim) equivale, en el lenguaje bíblico, a un superlativo como “vanidad de vanidades” (Eclesiastés 1, 2), “Rey de Reyes y Señor de Señores” (Apocalipsis 19, 16), etc., y quiere decir que esta canción es superior a todas. “El Alto Canto” se le llama en alemán; en italiano “La Cántica” por antonomasia, etc. Efectivamente el “Cantar de los Cantares” ha ocupado y sigue ocupando el primer lugar en la literatura mística de todos los siglos.

Poema todo oriental, no puede juzgárselo, como bien dice Vigouroux, según las reglas puestas por los griegos, como son las nuestras. Tiene unidad, pero “entendida a la manera oriental, es decir, mucho más en el pensamiento inspirador que en la ejecución de la obra”.

Intervienen en el “Cantar de los Cantares”, mediante diálogos y a veces en forma dramática, la Esposa (Sulamita) y el Esposo, denominados también en ocasiones hermano y hermana. Aparecen además otros personajes: los “hermanos”, las “hijas de Jerusalén”, etc., que forman algo así como el coro de la antigua tragedia griega. La manera en que se tratan el Amado y la Amada muestra claramente que no son simples amantes, porque entre los israelitas solamente los esposos podían tratarse tan estrechamente.

No se exhibe, pues, aquí un amor prohibido o culpable, sino una relación legítima entre esposos. A este respecto debe advertirse desde luego que el lenguaje del Cántico es el de un amor entre los sexos. No creemos que esto haya de explicarse solamente porque se trata de un poema de costumbres orientales, sino también porque la Biblia es siempre así: “plata probada por el fuego, purificada de escoria, siete veces depurada” (Salmo 11, 7). Ella dice todo lo que debe decir, sin el menor disimulo (cf. Génesis 19, 30 y nota), es decir, como muy bien observa Hello, sin revestir la verdad con apariencias que atraigan el aplauso de los demás, según suelen hacer los hombres. Dios quiere aplicar aquí, a los grandes misterios de su amor con la humanidad —ya se trate de Israel, de la Iglesia o de cada alma— la más vigorosa de las imágenes: la atracción de los sexos. Sabe que todos la comprenderán, porque todos la sienten. Y en ello no ha de verse lo prohibido, sino lo legítimo del amor matrimonial, instituido por Dios mismo, a la manera como el vino solo sería malo en el ebrio que lo bebiera pecaminosamente. De ahí que, como muy bien se ha dicho de este sublime poema, “el que vea mal en ello, no hará sino poner su propia malicia. Y el que sin malicia lo lea buscando su alimento espiritual, hallará el más precioso antídoto contra la carne”.

Los expositores antiguos miraron siempre como autor del libro al rey Salomón cuyo nombre figura en el título: “Cantar de los Cantares de Salomón” y fue respetado por el traductor griego. La Vulgata no pone nombre de autor, y diversos exégetas católicos remiten la composición del Cantar a tiempos posteriores a Salomón (Joüon, Holzhey, Ricciotti, Zapletal, etc.). Otros empero, entre ellos Fillion, lo atribuyen al mismo rey sabio, que en el poema figura con toda su opulencia. A este respecto no podemos dejar de señalar, entre las muchas interpretaciones (que hacen variar de mil maneras el diálogo y el sentido, según que pongan cada versículo en boca de uno u otro de los personajes), la que adopta un estudioso tan autorizado como Vaccari presentándola como “la que mejor corresponde, tanto a los datos intrínsecos del Libro, cuanto a las condiciones históricas del antiguo Israel”. Según esta interpretación, el Esposo a quien ama la Sulamita, no es la misma persona que el rey, sino un joven pastor que la celebra en un lenguaje idílico y agreste, contrastando precisamente con la fastuosidad del rey cuyas atracciones desprecia la Esposa que prefiere a su Amado. En este contraste, la paz del campo simboliza la Religión de Israel, tan sencilla como verdadera, y los esplendores de la Corte figuran los de la civilización pagana, que humanamente hablando parece tan superior a la hebrea. Tendríamos así, como en las dos Ciudades de San Agustín, el eterno contraste entre Dios y el mundo, entre lo espiritual y lo temporal. El valor de esta interpretación que permite entender muchos pasajes antes obscuros, podrá juzgarse a medida que la señalemos en las notas. Entretanto ella explicaría que Salomón, siendo el autor del Poema (como lo sostiene también Vigouroux con sólidas razones) se haya puesto él mismo como personaje del drama, pues que, siendo así, ya no aparecería como figura del divino Esposo, sino que, lejos de ello, se presenta modestamente con su persona y su proverbial opulencia, como un ejemplo de la vanidad de todo lo terreno, cosa muy propia de la sabiduría de aquel gran Rey.

Agreguemos que esta manera de entender el Cantar según lo propone Vaccari no se opone en modo alguno al aprovechamiento de su riquísima doctrina mística, pues nada más congruente que aplicar las relaciones de Yahvé con su esposa Israel, a las de su Hijo Jesús, espejo perfectísimo del Padre (Hebreos 1, 3), con la Iglesia que Él fundó, y con cada una de las almas que la forman, en su peregrinación actual en busca del Esposo (cf. 4, 7; 3, 3; 5, 6 y notas); en la misteriosa unión anticipada de la vida eucarística (cf. 2, 6 y nota); y finalmente en su bienaventurada esperanza (cf. 1, 1; 8, 13 s. y notas; Tito 2, 13), cuya realización anhela ella desde el principio con un suspiro que no es sino el que repetimos cada día en el Padre Nuestro enseñado por el mismo Cristo: “Adveniat Regnum tuum”, y el que los primeros cristianos exhalaban en su oración que desde el siglo primero nos ha conservado la “Didajé” o “Doctrina de los doce Apóstoles”: “Así como este pan fraccionado estuvo disperso sobre las colinas y fue recogido para formar un todo, así también, de todos los confines de la tierra, sea tu Iglesia reunida para el Reino tuyo... líbrala de todo mal, consúmala en tu caridad, y de los cuatro vientos reúnela, santificada, en tu reino que para ella preparaste, porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos. ¡Venga la gracia! ¡Pase este mundo! ¡Hosanna al Hijo de David! Acérquese el que sea santo; arrepiéntase el que no lo sea. Maranatha (Ven Señor). Amén.”

Para facilitar la lectura, orientando al lector, señalamos aquí la división en seis escenas que propone Vaccari y sintetizamos brevemente el contenido de cada una de ellas:

ESCENA I (1, 1 - 2, 7): a) El anhelo de la Esposa (1, 1-14): Ella busca al Amado y él le indica el campo. El rey la solicita. Ella prefiere al pastor, b) El primer encuentro (1, 15 - 2, 7): Diálogo y unión de los dos esposos.

ESCENA II (2, 8 - 3, 5): a) En el campo (2, 8-17): Invitación del Esposo y paseo campestre. b) Búsqueda nocturna del Esposo (3, 1-5): Ella recorre en vano la ciudad. Lo encuentra afuera.

ESCENA III (3, 6 - 5, 1): a) “Salomón en todo su esplendor” (3, 6-11): Coro sobre la opulencia del rey (tentación), b) Retrato de la Esposa (4, 1-6). c) El místico jardín (4, 7 - 5, 1): El Amado le hace el gran elogio. Ella se goza. Él invita a los amigos.

ESCENA IV (5, 2 - 6, 3): a) Visita nocturna (5, 2-9): La Esposa no abre al Amado. Luego lo busca en vano, b) Ella hace la semblanza del Esposo ante el coro (5, 10 - 6, 3).

ESCENA V, (6, 4 - 8, 4): a) Nuevas loas de la Esposa (6, 4 - 7, 1). b) Justa de requiebros, en que parecen rivalizar el rey y el pastor (7, 2-10). c) Fidelidad de la Esposa (7, 11 - 8, 4).

ESCENA VI (8, 5-14): a) El triunfo del amor (8, 5-7): La Esposa descansa en el Amado. El fuego divino. Unión transformante. b) Parábolas de la hermanita y de la viña (8, 8-12). c) Idilio (8, 13) y llamado final (8, 14).

CANTAR DE LOS CANTARES 1
Cantar de los Cantares, de Salomón
Esposa

1[6221] ¡Béseme él con los besos de su boca!

porque tus amores son mejores que el vino.

2[6222]Suave es el olor de tus ungüentos;

es tu nombre ungüento derramado;

por eso te aman las doncellas.

Coro

3[6223]Atráeme en pos de ti. ¡Corramos!

Me introdujo el Rey en sus cámaras.

Nos gozaremos, nos alegraremos en ti.

Celebraremos tus amores más que el vino.

Con razón te aman.

Esposa

4[6224]Morena soy, pero hermosa,

oh hijas de Jerusalén,

como las tiendas de Cedar,

como los pabellones de Salomón.

5[6225]No reparéis en que soy morena;

es que me ha quemado el sol.

Los hijos de mi madre se airaron contra mí;

me pusieron a guardar las viñas;

pero mi viña, la mía, no he guardado.

6Dime, oh tú a quien ama el alma mía,

dónde pastoreas,

dónde haces sestear las ovejas al mediodía,

para que no ande yo vagando

alrededor de los rebaños de tus compañeros.

Esposo o Coro

7[6226]Si no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,

sal siguiendo las huellas del rebaño,

y apacienta tus cabritos

junto a las cabañas de los pastores.

Esposo

8[6227]A mi yegua, en las carrozas del Faraón,

te comparo, oh amiga mía.

9Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,

cuello entre los collares.

10[6228]Collares de oro haremos para ti

incrustados de plata.

Esposa

11[6229]Estando el rey en su diván,

mi nardo exhala su fragancia.

12[6230]Un manojito de mirra

es para mí el amado mío:

reposa entre mis pechos.

13[6231]Racimo de cipro

es mi amado para mí

en las viñas de Engadí.

Esposo

14[6232]Hermosa eres, amiga mía,

eres hermosa;

tus ojos son palomas.

Esposa

15Hermoso eres, amado mío, ¡y cuán delicioso!

y nuestro lecho es de flores.

Esposo

16De cedro son las vigas de nuestra casa,

de ciprés nuestros artesonados.

CANTAR DE LOS CANTARES 2
Esposa

1[6233]Yo soy el lirio de Sarón,

la azucena de los valles.

Esposo

2[6234]Como una azucena entre los espinos,

así, es mi amiga entre las doncellas.

Esposa

3[6235]Como el manzano entre los árboles silvestres,

tal es mi amado entre los mancebos.

A su sombra anhelo sentarme,

y su fruto es dulce a mi paladar.

4[6236]Me introdujo en la celda del vino,

y su bandera sobre mí es el amor.

5[6237]¡Confortadme con pasas!

¡Restauradme con manzanas!

porque languidezco de amor.

6[6238]Su izquierda está debajo de mi cabeza,

y su derecha me abraza.

Esposo

7[6239]Os conjuro, oh hijas de Jerusalén,

por las gacelas y las ciervas del campo,

que no despertéis ni inquietéis a la amada,

hasta que ella quiera.

Esposa

8[6240]¡La voz de mi amado!

Helo aquí que viene,

saltando por los montes,

brincando sobre los collados.

9Es mí amado como el gamo,

o como el cervatillo.

Vedlo ya detrás de nuestra pared,

mirando por las ventanas,

atisbando por las celosías.

10[6241]Habla mi amado, y me dice:

Esposo

Levántate, amiga mía; hermosa mía, ven.

11[6242]Porque, mira, ha pasado ya el invierno,

la lluvia ha cesado y se ha ido;

12aparecen ya las flores en la tierra;

llega el tiempo de la poda,

y se oye en nuestra tierra

la voz de la tórtola.

13[6243]Ya echa sus brotes la higuera,

esparcen su fragancia las viñas en flor.

¡Levántate, amiga mía;

hermosa mía, ven!

14[6244]Paloma mía,

que anidas en las grietas de la peña,

en los escondrijos de los muros escarpados,

hazme ver tu rostro,

déjame oír tu voz;

porque tu voz es dulce,

y tu rostro es encantador.

Esposa

15[6245]Cazadnos las raposas,

las raposillas que devastan las viñas,

porque nuestras viñas están en flor.

16[6246]Mi amado es mío,

y yo soy suya;

él apacienta entre azucenas.

17[6247]Mientras sopla la brisa,

y se alargan las sombras,

¡vuélvete, amado mío!

¡Aseméjate al gamo,

o al cervatillo,

sobre los montes escarpados!

CANTAR DE LOS CANTARES 3
Esposa

1[6248]En mi lecho, de noche,

busqué al que ama mi alma;

le busqué y no le hallé.

2Me levantaré, pues,

y giraré por la ciudad,

por las calles y las plazas;

buscaré al que ama mi alma.

Le busqué y no le hallé.

3[6249]Me encontraron los guardias

que hacen la ronda por la ciudad:

“¿Habéis visto al que ama mi alma?”

4[6250]Apenas me había apartado de ellos,

encontré al que ama mi alma.

Lo así y no lo soltaré

hasta introducirlo en la casa de mi madre,

y en la cámara de la que me dio el ser.

Esposo (¿o Pastor?)

5[6251]Os conjuro, oh hijas de Jerusalén,

por las gacelas y las ciervas del campo,

que no despertéis ni inquietéis a la amada,

hasta que ella quiera.

Coro

6[6252]¿Qué cosa es esta que sube del desierto,

como columna de humo

perfumada de mirra e incienso

con todos los aromas del mercader?

7[6253]Mirad, es su litera, la de Salomón;

sesenta valientes la rodean,

de entre los héroes de Israel.

8Todos ellos manejan la espada,

son adiestrados para el combate;

todos llevan la espada ceñida,

a causa de los peligros de la noche.

9De maderas del Líbano

se hizo el rey Salomón un cenáculo.

10Hizo de plata sus columnas,

de oro el dosel,

de púrpura su asiento;

su interior está recamado de amor,

por las hijas de Jerusalén.

11[6254]Salid, oh hijas de Sión,

a contemplar al rey Salomón

con la corona que le tejió su madre

en el día de sus desposorios,

el día del gozo de su corazón.

CANTAR DE LOS CANTARES 4
Esposo

1[6255]¡Qué hermosa eres, amiga mía!

¡Cuán hermosa eres tú!

Tus ojos son palomas, detrás de tu velo.

Tu cabellera es como un rebaño de cabras,

que va por la montaña de Galaad.

2Son tus dientes

como hatos de ovejas esquiladas,

que suben del lavadero,

todas con crías mellizas,

sin que haya entre ellas una estéril.

3[6256]Como cinta de púrpura son tus labios,

y graciosa es tu boca.

Como mitades de granada son tus mejillas,

detrás de tu velo.

4[6257]Tu cuello es cual la torre de David,

construida para armería,

de la que penden mil escudos,

todos ellos arneses de valientes.

5[6258]Como dos mellizos de gacela

que pacen entre azucenas,

son tus dos pechos.

Esposa

6[6259]Mientras sopla la brisa

y se alargan las sombras,

me iré al monte de la mirra,

y al collado del incienso.

Esposo

7[6260]Eres toda hermosa, amiga mía,

y no hay en ti defecto alguno.

8[6261]¡Ven del Líbano, esposa mía!

¡Ven conmigo del Líbano!

¡Mira de la cima del Amaná,

de la cumbre del Senir y del Hermón,

de las guaridas de los leones,

de las montañas de los leopardos!

9[6262]Me has arrebatado el corazón,

hermana mía, esposa.

Me has arrebatado el corazón

con una de tus miradas,

con una perla de tu collar.

10¡Cuán dulce son tus amores,

hermana mía, esposa!

¡Cuánto más dulces

son tus caricias que el vino;

y la fragancia de tus perfumes

que todos los bálsamos!

11Miel destilan tus labios,

esposa mía,

miel y leche

hay debajo de tu lengua;

y el perfume de tus vestidos

es como el olor del Líbano.

12[6263]Un huerto cerrado

es mi hermana esposa,

manantial cerrado,

fuente sellada.

13Tus renuevos son un vergel de granados,

con frutas exquisitas; cipro y nardo;

14nardo y azafrán, canela y cinamomo,

con todos los árboles de incienso;

mirra y áloes,

con todos los aromas selectos.

Esposa

15[6264]La fuente del jardín

es pozo de aguas vivas,

y los arroyos fluyen del Líbano.

16¡Levántate, oh Aquilón,

ven, oh Austro!

¡Qué se esparzan sus aromas!

¡Venga mi amado a su jardín

y coma de sus exquisitas frutas!

CANTAR DE LOS CANTARES 5
Esposo

1[6265]Vine a mi jardín, hermana mía, esposa;

tomé de mi mirra y de mi bálsamo;

comí mi panal con mi miel;

bebí mi vino y mi leche.

¡Comed, amigos;

bebed y embriagaos, mis bien amados!

Esposa

2[6266]Yo dormía,

pero mi corazón estaba despierto.

¡Una voz! Es mi amado que golpea.

Esposo

Ábreme, hermana mía, amiga mía,

paloma mía, perfecta mía,

pues mi cabeza está llena de rocío,

y mis cabellos de las gotas de la noche.

Esposa

3[6267]Ya me he quitado la túnica;

¿cómo ponérmela de nuevo?

Ya me he lavado los pies;

¿cómo ensuciarlos?

4[6268]Mi amado introdujo la mano por el cerrojo,

y mis entrañas todas se conmovieron.

5[6269]Me levanté para abrir a mi amado,

y mis manos gotearon mirra;

de mirra exquisita

se impregnaron mis dedos

en la manecilla de la cerradura.

6[6270]Abrí a mi amado,

pero mi amado, volviéndose,

había desaparecido.

Mi alma desfalleció al oír su voz.

Lo busqué y no lo hallé;

lo llamé, mas no me respondió.

7[6271]Me encontraron los guardias

que hacen la ronda en la ciudad;

me golpearon, me hirieron;

y los que custodian las murallas

me quitaron el manto.

8[6272]Os conjuro, oh hijas de Jerusalén,

si halláis a mi amado, decidle

que yo desfallezco de amor.

Coro

9¿Qué es tu amado más que otro amado,

oh hermosa entre las mujeres?

¿Qué es tu amado más que los demás amados,

para que así nos conjures?

Esposa

10[6273]Mi amado es blanco y rubio,

se distingue entre millares.

11[6274]Su cabeza es oro puro;

sus rizos, racimos de palma,

negros como el cuervo.

12[6275]Sus ojos, palomas junto a los arroyos de agua,

bañadas en leche, en pleno reposo.

13[6276]Sus mejillas son eras de balsameras,

macizos de perfumadas flores;

sus labios son lirios

que destilan mirra purísima.

14[6277]Sus manos son barras de oro

esmaltadas con piedras de Tarsis;

su pecho, una obra de marfil

cuajada de zafiros.

15[6278]Sus piernas son columnas de mármol,

asentadas en basas de oro puro;

su aspecto es como el del Líbano,

esbelto como los cedros.

16[6279]Su voz es la dulzura misma,

y todo él es amable.

Tal es mi amado, tal es mi amigo,

oh hijas de Jerusalén.

Coro

17[6280]¿Adónde se ha ido tu amado,

oh hermosa entre las mujeres?

¿Hacia dónde se ha vuelto tu amado,

para que le busquemos contigo?

CANTAR DE LOS CANTARES 6
Esposa

1[6281]Mi amado bajó a su jardín,

a las eras de bálsamo,

para pastorear en los jardines,

y juntar azucenas.

2[6282]Yo soy de mi amado;

y mi amado es mío,

el pastor entre azucenas.

Esposo

3[6283]Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá,

amable como Jerusalén,

temible como batallones de guerra.

4[6284]Aparta de mí tus ojos,

porque ellos me conturban.

Es tu cabellera,

como una manada de cabras

que va por las laderas de Galaad.

5Tus dientes son como un rebaño de ovejas

que suben del lavadero,

todas con crías gemelas,

y no hay entre ellas una estéril.

6Como mitades de granada son tus mejillas,

detrás de tu velo.

7[6285]Sesenta son las reinas,

ochenta las concubinas,

e innumerables las doncellas.

8Pero una es mi paloma, mi perfecta;

única para su madre,

la predilecta de aquella que la engendró.

Las jóvenes la vieron,

y la proclamaron dichosa;

la vieron las reinas y concubinas,

y la alabaron.

Coro

9[6286]¿Quién es esta que avanza

como la aurora,

hermosa como la luna,

pura como el sol,

temible como batallones de guerra?

Esposa

10[6287]He bajado al nogueral,

para mirar las flores del valle,

para ver si ha brotado la vid,

si florecen los granados.

11[6288]No reconozco mi alma;

¡me ha puesto en los carros de Aminadib!

Coro

12[6289]¡Vuelve, vuelve, Sulamita!

¡Vuelve, vuelve, para que te miremos!

CANTAR DE LOS CANTARES 7
Esposa

1[6290]¿Por qué miráis a la Sulamita

como las danzas de Mahanaim?

Esposo (¿Rey?)

¡Qué hermosos son tus pies

en las sandalias, hija de príncipe!

Los contornos de tus caderas son como joyas,

obra de manos de artista.

2[6291]Tu seno es un tazón torneado,

en que no falta el vino sazonado.

Tu vientre es un montón de trigo

rodeado de azucenas.

3Como dos cervatillos son tus pechos,

gemelos de gacela.

4[6292]Tu cuello es una torre de marfil,

tus ojos como las piscinas de Hesebón,

junto a la puerta de Bat-Rabim,

tu nariz como la torre del Líbano

que mira hacia Damasco.

5[6293]Tu cabeza está asentada como el Carmelo,

y tu cabellera es como la púrpura:

un rey está preso en sus trenzas.

Esposo (¿o Pastor?)

6¡Qué hermosa eres y qué encantadora,

oh amor, con tus delicias!

7Ese tu talle parece una palmera,

y tus pechos, racimos.

8[6294]Subiré, dije yo, a la palmera,

y me asiré de sus ramas.

¡Séanme tus pechos como racimos de uvas!

Tu aliento es como manzanas,

9[6295]y tu boca como vino generoso...

Esposa

que fluye suavemente para mi amado,

deslizándose entre mis labios y mis dientes.

10[6296]Yo soy de mi amado

y hacia mí tienden sus deseos.

11[6297] ¡Ven, amado mío,

salgamos al campo,

pasemos la noche en las aldeas!

12Madrugaremos para ir a las viñas;

veremos si la vid está en cierne,

si se abrieron los brotes,

si han florecido los granados.

Allí te daré mi amor.

13[6298]Ya despiden su fragancia

las mandrágoras;

junto a nuestras puertas

hay toda clase de frutas exquisitas;

las nuevas y las pasadas

he guardado, amado mío, para ti.

CANTAR DE LOS CANTARES 8
Esposa

1[6299]¡Quién me diera que fueses hermano mío,

amamantado a los pechos de mi madre!

Al encontrarte afuera te besaría,

y no me despreciarían.

2[6300]Yo te llamaría

y te introduciría

en la casa de mi madre;

tú me enseñarías,

y yo te daría a beber vino aromático

del zumo de granados.

3[6301]Su izquierda debajo de mi cabeza,

y su derecha me abraza.

Esposo

4Os conjuro, hijas de Jerusalén,

que no despertéis ni inquietéis a la amada,

hasta que ella quiera.

Coro

5[6302]¿Quién es esta que sube del desierto,

apoyada sobre su amado?

Esposo

Yo te suscitaré debajo del manzano,

allí donde murió tu madre,

donde pereció la que te dio a luz.

Esposa

6[6303]¡Ponme cual sello sobre tu corazón,

cual marca sobre tu brazo!

Porque es fuerte el amor

como la muerte,

e inflexibles los celos

como el infierno.

Sus flechas son flechas de fuego,

llamas del mismo Yahvé.

7[6304]No valen muchas aguas

para apagar el amor,

ni los ríos pueden ahogarlo.

Si un hombre diera

todos los bienes de su casa por el amor,

sería sin embargo sumamente despreciado.

Coro

8[6305]Tenemos una hermana pequeña;

no tiene pechos todavía.

¿Qué haremos con nuestra hermana

en el día en que se trate de su boda?

9Si es muro,

levantaremos sobre ella almenas de plata;

si es puerta,

le formaremos un tablado de cedro.

Esposa (¿O Hermana?)

10Muro soy,

y mis pechos son como torres.

Así he venido a ser a los ojos de él

como quien ha hallado la paz.

Coro

11[6306]Una viña tenía Salomón en Baal-Hamón,

entregó la viña a los guardas;

cada uno había de darle

por sus frutos mil monedas de plata.

Esposa

12Tengo delante mi viña, la mía.

Para ti los mil (siclos), oh Salomón,

y doscientos para los guardas de su fruto.

Esposo

13[6307]Oh tú que habitas en los jardines,

los amigos desean oír tu voz.

¡Házmela oír!

Esposa

14[6308]Corre, amado mío,

y sé como la gacela y el cervatillo

sobre los montes de los bálsamos.

SABIDURÍA

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INTRODUCCIÓN

El Libro de la Sabiduría forma juego con los libros de los Proverbios y Eclesiastés. Trata de la Sabiduría, pero presentándola no ya como aquel —en forma de virtud de orden práctico que desciende al detalle de los problemas temporales—, ni tampoco, según hace este, como un concepto general y anti-humanista de la vida, en sí misma, sino como una sabiduría toda espiritual y sobrenatural, verdadero secreto revelado amorosamente por Dios. Más que otros libros del Antiguo Testamento, tiene este por objeto inculcar a los reyes y dirigentes la noción de su cometido, su alto destino y su tremenda responsabilidad ante Dios, y a todos la admiración y el amor de la sabiduría, la cual aparece dotada de personalidad y atributos divinos, como que no es sino el Verbo eterno del Padre, que había de encarnarse por obra del Espíritu Santo para revelarse a los hombres.

En los Salmos presenta el Profeta David al sol como una imagen de Dios, de cuyo benéfico influjo nadie puede esconderse (Salmo 18, 6 s.). Esto no es una mera figura literaria sino —como todo en los Salmos— una enseñanza. El sol es como Dios, fuego ardiente y abrasador (Éxodo 24, 17; Deuteronomio 4, 24; 9, 3; Isaías 10, 17; Hebreos 11, 29) o sea que arde en sí mismo y además comunica su llama. El sol es luz y calor a un tiempo, y nos envía sus rayos gratuitamente. Y en el rayo solar (como vemos cuando atraviesa el transparente vidrio de una ventana) es también inseparable la luz del calor. Así la luz, el Verbo-Jesús (Juan 1, 9; II Timoteo 1, 10) y la llama del amor del Espíritu Santo (Mateo 3, 11; Hechos de los Apóstoles 2, 3) proceden ambas inseparablemente del divino Sol, del divino Padre. El apóstol Santiago resume ambos aspectos de Dios diciéndonos a un tiempo que Él es “el Padre de las luces”, y que de Él procede todo el bien que recibimos (Santiago 1, 17). Él es al mismo tiempo la “Luz en la cual no hay tinieblas” (I Juan 1, 5), y el Padre del amor que se derrama en misericordia (Salmo 102, 13; II Corintios 1, 3; Efesios 2, 4).

Pues bien, ese rayo de sol que nos envía el Padre con su Verbo de luz y con su Espíritu de amor, eso es la sabiduría. De ahí que en ella sean inseparables conocimiento y amor, así como por Cristo, Palabra del Padre, nos fue dado el Espíritu Paráclito que vino en lenguas de fuego. Sapientia sapida scientia, dice San Bernardo, esto es, ciencia sabrosa, que entraña a un tiempo el saber y el sabor. Así es la divina maravilla de la Sabiduría. Es decir, que probarla es adoptarla, pero también que nadie la querrá mientras no la guste, porque, ni puede amarse lo que no se conoce, ni tampoco se puede dejar de amar aquello que se conoce como soberanamente amable.

Tal es el misterio del Dios Amor (“Caritas Pater”), que nos da su Hijo (“Gratia Filius”) y que luego, aplicándonos, como si fueran nuestros, los méritos de ese Hijo, nos comunica la participación a su divina Esencia (II Pedro 1, 4) mediante su Santo Espíritu (“Communicatio Spiritus Sanctus”: cf. la antífona 1ª del III Nocturno de la Santísima Trinidad, inspirada en II Corintios 13, 13), engendrándonos de nuevo para esa vida divina (Juan 1, 13; 3, 5; I Pedro 1, 3), según la cual somos y seremos hijos suyos, no solo adoptivos (Efesios 1, 5) sino verdaderos (1 Juan 3, 1), nacidos de Dios (Juan 1, 12-13), semejantes al mismo Jesucristo: desde ahora, en espíritu (I Juan 3, 2): y un día, también en el cuerpo (Filipenses 3, 21), para que Él sea nuestro Hermano mayor (Romanos 8, 29).

Tal es la sabiduría cuya descripción, que es como decir su elogio, se hace en este libro sublime. Como fruto de ella, podemos decir que, al hacernos sentir así la suavidad de Dios, nos da el deseo de su amor que nos lleva a buscarlo apasionadamente, como el que descubre el tesoro escondido (Isaías 45, 3) y la perla preciosa del Evangelio (Mateo 13). He aquí el gran secreto, de incomparable trascendencia: La moral es la ciencia de lo que debemos hacer. La sabiduría es el arte de hacerlo sin esfuerzo y con gusto, como todo el que obra impelido por el amor (Kempis, III, 5).

El mismo Kempis nos dice cómo este sabor de Dios, que la sabiduría proporciona, excede a todo deleite (III, 34), y cómo las propias Palabras de Cristo tienen un maná escondido y exceden a las palabras de todos los santos (I, 1, 4). ¿Podrá alguien decir luego que es una ociosidad estudiar así estos secretos de la Biblia? Cada uno puede hacer la experiencia, y preguntarse si, mientras está con su mente ocupada en estas cosas, podría dar cabida a la inclinación de pecar, ¿No basta, entonces, para reconocer que este es el remedio por excelencia para nuestras almas? ¿No es el que la madre usa por instinto, al ocupar la atención del niño con algún objeto llamativo para desviarlo de ver lo que no le conviene? Y así es como la Sabiduría lleva a la humildad, pues el que esto experimenta comprende bien que, si se libró del pecado, no fue por méritos propios, sino por virtud de la Palabra divina que le conquistó el corazón.

Tal es exactamente lo que enseña, desde el Salmo 1° (versículos 1-3), el Profeta David, a quien Dios puso “a fin de llenar de sabiduría a nuestros corazones” (Ecclo. 45, 31): El contacto asiduo con las Palabras divinas asegura el fruto de nuestra vida. Cf. también Proverbios 4, 23; 22, 17; Ecclo. 1, 18; 30, 24; 37, 21; 39, 6; 51, 28; Jeremías 24, 7; 30, 21; Baruc 2, 31; Ezequiel 36, 26; Lucas 6, 45; Mateo 15, 19; Hebreos 13, 9.

Mas para probar la eficacia de este remedio sobrenatural, claro está que hay que adoptarlo. Y eso es lo que el Papa acaba de proponer a los Pastores de almas, recordándoles, con San Jerónimo, que si el conocimiento de Cristo es lo único que puede salvar al mundo, ello supone el conocimiento de las Escrituras, porque “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”.

He aquí lo que el Sumo Pontífice Pío XII se propone al promover con la nueva Encíclica “Divino Afflante Spiritu” el amor a la Biblia, y su enseñanza al pueblo, sin detenerse hasta llegar a darla y comentarla en la prensa.

El libro de la Sabiduría fue escrito en griego y pertenece, por lo tanto, a los Libros deuterocanónicos de la Biblia. Fue compuesto probablemente no en Palestina sino en Egipto, donde había muchos judíos que ya no comprendían el hebreo, y por consiguiente usaban los Libros Santos en lengua griega.

El texto griego señala como autor al rey Salomón; no así la Vulgata, la cual no pone nombre de autor. La opinión de que el Libro fuese escrito por Salomón fue abandonada ya en los primeros siglos, y esto con toda razón. Ahora bien, como Salomón aparece hablando en los capítulos 7, 8 y 9, nada impide que miremos esas palabras como propias del sapientísimo rey y trasmitidas posteriormente. (Véase introducción al Libro del Eclesiastés).

El verdadero autor, desconocido, debió de ser un varón piadoso que buscaba consuelo en la contemplación de los misterios de Dios, y parece que se propuso fortalecer a las víctimas de una persecución, para lo cual el Libro es de una inspiración incomparable.

El tiempo de la composición no ha de fijarse antes del año 300 a. C. Lo más probable es que se escribiera hacia el año 200 a. C. A esta conclusión llegan los exégetas en atención a que el libro fue compuesto en griego y que el autor conoce ideas cuyos orígenes han de buscarse en la escuela filosófica de Alejandría; lo cual no significa en manera alguna que el autor sagrado pague tributo a ellas. Antes por el contrario es este, por su asunto, uno de los libros más esencialmente sobrenaturales de la Escritura, como vemos por su altísima teología que parece un anticipo del Nuevo Testamento.

Tratándose de un libro deuterocanónico, que no está en la Biblia hebrea, presentamos el texto (corregido) de nuestra edición de la Vulgata (Edit. Guadalupe).

I. LA SABIDURÍA: SU NATURALEZA Y SUS FRUTOS
SABIDURÍA 1
Exhortación a adquirir la sabiduría

1[6309]Amad la justicia, vosotros los que juzgáis la tierra.

Sentid bien del Señor, y buscadle con sencillez de corazón.

2[6310]Porque los que no le tientan le hallan,

y se manifiesta a aquellos que en Él confían.

3[6311]Pues los pensamientos perversos apartan de Dios,

cuyo poder puesto a prueba redarguye a los necios.

4Porque la sabiduría no entrará en alma maligna,

ni habitará en el cuerpo sometido al pecado.

5[6312]El Espíritu Santo que la enseña, huye de las ficciones;

se aparta de los pensamientos desatinados,

y es repelido por la presencia de la iniquidad.

El pecador no puede escapar al castigo

6[6313]Ciertamente, el Espíritu de la sabiduría es benigno,

y no dejará sin castigo los labios del maldiciente;

porque Dios es testigo de sus afectos interiores,

escudriñador infalible de su corazón, y entendedor de su lenguaje.

7[6314]Por cuanto el Espíritu del Señor llena el mundo universo;

y El que contiene todas las cosas, tiene conocimiento de lo que se habla.

8Por eso el que habla cosas malas no puede esconderse,

ni escapará del juicio vengador.

9Pues se le interrogará al impío sobre sus pensamientos;

y llegarán a los oídos de Dios sus palabras,

para castigo de sus maldades.

10[6315]Porque el oído celoso de Dios todo lo oye;

ni encubrirse puede el ruido de las murmuraciones.

11[6316]Guardaos, pues, de la murmuración, la cual de nada aprovecha,

y refrenad la lengua de detracción;

porque ni una palabra dicha a escondidas se irá por el aire;

y la boca mentirosa da muerte al alma.

No es Dios quien hizo la muerte

12No os afanéis en acarrearos la muerte con el descarrío de vuestra vida;

ni os granjeéis la perdición con las obras de vuestras manos.

13[6317]Porque no es Dios quien hizo la muerte,

ni se complace en la perdición de los vivientes.

14Todo lo creó para la vida;

saludables hizo las cosas que nacen en el mundo.

Nada hay en ellas de ponzoñoso ni nocivo,

ni reino del infierno en la tierra.

15Puesto que la justicia es perpetua e inmortal.

16[6318]Mas los impíos con las manos y con las palabras llamaron a la muerte;

y reputándola como amiga,

vinieron a corromperse hasta hacer con ella alianza,

como dignos de tal sociedad.

SABIDURÍA 2
Los impíos niegan la vida eterna

1[6319]Dijeron entre sí, discurriendo sin juicio:

“Corto y lleno de tedio es el tiempo de nuestra vida;

no hay consuelo en el fin del hombre;

ni se ha conocido nadie que haya vuelto de los infiernos.

2Hemos nacido de la nada,

y pasado lo presente seremos como si nunca hubiésemos sido.

La respiración de nuestras narices es humo,

y el habla como una chispa, con la cual se mueve nuestro corazón.

3[6320]Apagada que sea, quedará nuestro cuerpo reducido a ceniza;

y el espíritu se disipará, cual sutil aire.

Se ha de desvanecer nuestra vida; como una nube que pasa;

y desaparecerá, como niebla herida de los rayos del sol y oprimida de su calor.

4Caerá en olvido con el tiempo nuestro nombre,

sin que quede memoria de nuestras obras.

5[6321]Porque el tiempo de nuestra vida es una sombra que pasa;

ni hay retorno después de nuestra muerte;

porque queda puesto el sello, y nadie vuelve atrás.

Los impíos corren tras los placeres

6[6322]Venid y gocemos de los bienes presentes;

apresurémonos a disfrutar de las creaturas, como en la juventud.

7Llenémonos de vinos exquisitos,

y de olorosos perfumes, y no dejemos pasar la flor de la edad.

8[6323]Coronémonos de rosas antes que se marchiten;

no haya prado por donde no pase nuestra intemperancia.

9Ninguno de nosotros deje de tomar parte en nuestra lascivia;

dejemos por todas partes vestigios de nuestro regocijo,

ya que nuestra herencia es esta, y tal nuestra suerte.

El odio de los impíos al justo

10[6324]Oprimamos al justo desvalido, no perdonemos a la viuda,

ni respetemos las canas del anciano de muchos días.

11[6325]Sea nuestra fortaleza la ley de la justicia;

pues lo flaco de nada sirve.

12[6326]Armemos lazos al justo, visto que él no es de provecho para nosotros,

y que es contrario a nuestras obras.

Nos echa en cara los pecados contra la ley;

y nos desacredita, divulgando nuestra conducta.

13[6327]Protesta tener la ciencia de Dios,

y se llama a sí mismo hijo de Dios.

14Se ha hecho el censor de nuestros pensamientos.

15No podemos sufrir ni aun su vista;

porque no se asemeja su vida a la de los otros,

y sigue una conducta muy diferente.

16[6328]Nos mira como a gente frívola,

se abstiene de nuestros usos como de inmundicias,

prefiere las postrimerías de los justos,

y se gloría de tener a Dios por padre.

17Veamos ahora si sus palabras son verdaderas;

experimentemos lo que le acontecerá, y veremos cuál será su paradero.

18[6329]Que si es verdaderamente hijo de Dios, Dios le tomará a su cargo,

y le librará de las manos de los adversarios.

19[6330]Examinémosle a fuerza de afrentas y tormentos, para conocer su resignación y probar su paciencia.

20[6331]Condenémosle a la más infame muerte;

pues que según sus palabras será él atendido.”

La muerte obra del diablo

21Tales cosas idearon, mas desatinaron,

cegados de su propia malicia.

22No entendieron los misterios de Dios,

ni esperaron la recompensa de la justicia;

ni hicieron caso de la gloria de las almas santas.

23[6332]Porque Dios creó inmortal al hombre,

y le formó a su imagen y semejanza;

24[6333]mas por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo;

25[6334]e imitan al diablo los que son de su bando.

SABIDURÍA 3
El destino de los justos

1[6335]Mas las almas de los justos están en la mano de Dios;

y no llegará a ellas el tormento de la muerte.

2[6336]A los ojos de los insensatos pareció que morían;

y su tránsito se miró como una desgracia,

3[6337]y como un aniquilamiento su partida de entre nosotros,

mas ellos reposan en paz.

4Y si delante de los hombres han padecido tormentos,

su esperanza está llena de la inmortalidad.

5[6338]Su tribulación ha sido ligera, y su galardón será grande,

porque Dios hizo prueba de ellos, y los halló dignos de sí.

6[6339]Los probó como el oro en el crisol,

y los aceptó como víctima de holocausto,

y a su tiempo se les dará la recompensa.

7[6340]Brillarán los justos,

y discurrirán como centellas por un cañaveral.

8[6341]Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos.

El Señor reinará sobre ellos eternamente.

9[6342]Los que confían en Él, entenderán la verdad;

y los fieles a su amor descansarán en Él,

pues que la gracia y la paz es para sus escogidos.

La desdicha de los impíos

10Mas los impíos serán castigados a medida de sus pensamientos:

ellos que no hicieron caso de la justicia, y apostataron del Señor.

11Porque desdichado es quien desecha la sabiduría y la instrucción,

y vana es su esperanza; sin fruto sus trabajos, e inútiles sus obras.

12Las mujeres de los tales son unas locas,

y perversísimos sus hijos.

13[6343]Maldita la raza de ellos.

Porque dichosa será la estéril; la sin mancilla,

la que conservó inmaculado su lecho,

ella recibirá la recompensa en la visitación de las almas santas.

14[6344]Asimismo el eunuco, cuyas manos no han obrado la iniquidad,

ni ha pensado cosas criminales contrarias a Dios;

pues se le dará un don precioso por su fidelidad,

y un destino muy distinguido en el templo de Dios.

15[6345]Porque glorioso es el fruto de las buenas obras;

y nunca se seca la raíz de la sabiduría.

16Mas los hijos de los adúlteros jamás alcanzarán madurez,

y extirpada será la raza del tálamo impuro.

17Y dado que tuvieren larga vida, para nada se contará con ellos,

y su última vejez será sin honra.

18Si murieron pronto, no tendrán esperanza,

ni quien los consuele en el día de la cuenta.

19Porque la raza de los malvados tiene un fin nefasto.

SABIDURÍA 4
Alabanza de la castidad

1[6346]Oh, ¡cuán bella es la generación casta con claridad!

Inmortal es su memoria, y en honor delante de Dios y de los hombres.

2Cuando está presente, la imitan;

y cuando se ausenta, la echan de menos;

coronada triunfa eternamente,

ganando el premio en combates inmaculados.

3Pero la raza de los impíos, aunque multiplicada, de nada servirá;

no echarán hondas raíces los pimpollos bastardos,

ni tendrán una estable consistencia.

4Que si por algún tiempo brotan sus ramas,

como no están firmes serán sacudidos por el viento,

y desarraigados por la violencia del huracán.

5Con lo que serán desgajadas sus ramas antes de acabar de formarse;

inútiles y de áspero gusto son sus frutos,

y para nada buenos.

6[6347]Porque los hijos nacidos de uniones ilícitas,

al preguntárseles de quién son,

vienen a ser testigos que deponen contra la maldad de sus padres.

De la temprana muerte de los justos

7[6348]Mas el justo, aunque arrebatado de la muerte,

estará en lugar de refrigerio.

8[6349]Porque no hacen venerable la vejez los muchos días ni los muchos años;

sino que la prudencia del hombre suple las canas,

9y es edad anciana la vida inmaculada.

10[6350]Porque agradó a Dios, fue amado de Él;

y como vivía entre los pecadores, fue trasladado a otra parte.

11[6351]Fue arrebatado para que la malicia no alterase su modo de pensar,

ni sedujesen su alma las apariencias.

12[6352]Pues el hechizo de la vanidad oscurece el bien;

y la inconstancia de la concupiscencia pervierte el ánimo inocente.

13Con lo poco que vivió, llenó una larga vida.

14Porque su alma era grata a Dios;

por eso se apresuró Él a sacarle de en medio de los malvados.

Mas viendo las gentes, no entendieron, ni reflexionaron en su corazón:

15que la gracia de Dios y la misericordia son para sus santos,

y que Él fija su mirada sobre los escogidos.

16El justo muerto condena a los impíos que viven;

y su juventud presto acabada, la larga vida del pecador.

17Verán el fin del hombre prudente,

y no comprenderán los designios de Dios sobre él,

ni cómo el Señor le ha puesto en salvo.

18Le verán, y le mirarán con desprecio,

mas el Señor se burlará de ellos.

El fin tremendo de los impíos

19[6353]Al cabo vendrán a morir sin honor,

y estarán con eterna infamia entre los muertos;

porque Él hará que hinchados revienten por medio,

sin que osen abrir su boca,

y los desquiciará desde los cimientos.

Serán reducidos a extrema desolación;

quedarán gimiendo, y perecerá su memoria.

20[6354]Comparecerán llenos de espanto por el remordimiento de sus pecados,

y sus iniquidades se levantarán contra ellos.

SABIDURÍA 5
Lamento de los condenados

1[6355]Entonces los justos se presentarán con gran valor,

contra aquellos que los angustiaron y les robaron sus fatigas.

2[6356]A cuyo aspecto se apoderará de estos la turbación, y un temor horrendo;

y han de asombrarse de la repentina salvación de ellos, que no esperaban.

3Arrepentidos, y arrojando gemidos de su angustiado corazón,

dirán dentro de sí:

“Estos son los que en otro tiempo fueron el blanco de nuestros escarnios

y el objeto de oprobio.

4[6357]¡Insensatos de nosotros! Su vida nos parecía una necedad,

y su muerte una ignominia.

5[6358]Mirad cómo son contados en el número de los hijos de Dios,

y cómo su suerte es estar con los santos.

6[6359]Luego descarriados nos hemos ido del camino de la verdad;

no nos ha alumbrado la luz de la justicia,

ni para nosotros ha nacido el sol de la inteligencia.

7Nos hemos fatigado en seguir la carrera de la iniquidad y perdición;

andado hemos por senderos fragosos, sin conocer el camino del Señor.

8¿De qué nos ha servido la soberbia?

O, ¿qué provecho nos ha traído la ostentación de las riquezas?

El verdadero aspecto de la vida

9[6360]Pasaron como sombra todas aquellas cosas,

y como mensajero que pasa corriendo;

10[6361]o cual nave que surca las olas del mar,

de cuyo tránsito no hay que buscar vestigio,

ni la vereda de su quilla en las olas;

11o como ave que vuela a través del aire,

de cuyo vuelo no queda rastro ninguno,

y solamente se oye el sacudimiento de las alas con que azota al ligero viento y se abre camino rasgando con fuerza la atmósfera; ella bate sus alas y vuela sin dejar detrás de sí señal ninguna de su rumbo.

12O como una saeta disparada contra el blanco; corta el aire, y luego este se reúne, sin que se conozca por donde pasó.

13[6362]Así también nosotros, apenas nacidos, dejamos de ser;

y ninguna señal de virtud pudimos mostrar,

y nos consumimos en nuestra maldad.”

14[6363]Así discurren en el infierno los pecadores,

15[6364]porque la esperanza del impío es como la pelusa que arrebata el viento; o cual espuma ligera que la tempestad deshace; o como humo que disipa el viento; o como la memoria del huésped de un día.

La recompensa de los justos y el castigo de los impíos

16[6365]Mas los justos vivirán eternamente;

su galardón está en el Señor, y el Altísimo tiene cuidado de ellos.

17[6366]Por tanto, recibirán de la mano del Señor el reino de la gloria,

y una brillante diadema.

Los protegerá con su diestra, y con su santo brazo los defenderá.

18[6367]Se armará de todo su celo,

y armará las creaturas para tomar venganza en sus enemigos.

19[6368]Tomará la justicia por coraza, y por yelmo el juicio cierto;

20embrazará por escudo impenetrable la rectitud;

21[6369]de su inflexible ira hará una aguda lanza:

y el universo peleará con Él contra los insensatos.

22[6370]Irán derechamente los tiros de los rayos, los cuales serán lanzados de las nubes, como de un arco bien asestado, y herirán a un punto fijo.

23[6371]Y de la cólera como de una ballesta lloverán densos granizos.

Se embravecerán contra ellos las olas del mar,

y los ríos todos correrán impetuosamente.

24Se levantará contra ellos un furioso huracán,

y en torbellino de viento serán destrozados.

Por su iniquidad quedará convertida en un yermo toda la tierra;

y los tronos de los potentados serán derrocados por la maldad.

SABIDURÍA 6
Los reyes y la sabiduría

1[6372]Más vale la sabiduría que la fuerza;

y el varón prudente más que el valeroso.

2Escuchad, pues, oh reyes, y estad atentos;

aprended vosotros, oh jueces de toda la tierra.

3Dad oídos vosotros que tenéis el gobierno de los pueblos,

y os gloriáis del vasallaje de muchas naciones.

4[6373]Porque la potestad os la ha dado el Señor;

del Altísimo tenéis esa fuerza;

el cual examinará vuestras obras, y escudriñará los pensamientos.

5Porque siendo vosotros ministros de su reino,

no juzgasteis con rectitud,

ni observasteis la ley de la justicia,

ni procedisteis conforme a la voluntad de Dios.

6[6374]Él se os mostrará espantosa y repentinamente;

pues los que ejercen potestad sobre otros,

serán juzgados con extremo rigor.

7[6375]Porque con los pequeños se usará de compasión;

mas los grandes sufrirán grandes tormentos.

8[6376]Que no exceptuará Dios persona alguna,

ni respetará la grandeza de nadie;

pues al pequeño y al grande, Él mismo los hizo,

y de todos cuida igualmente;

9si bien a los más grandes amenaza mayor suplicio.

10[6377]Por tanto, a vosotros, oh reyes, se dirigen estas mis palabras,

a fin de que aprendáis la sabiduría, y no vengáis a resbalar.

11Porque los que guardan santamente las cosas santas, serán justificados;

y los que habrán aprendido estas cosas, hallarán con qué defenderse.

12Codiciad, pues, mis mandamientos; amadlos y seréis instruidos.

Es cosa fácil encontrar la sabiduría

13[6378]Luminosa es e inmarcesible la sabiduría;

y se deja ver fácilmente de los que la aman, y hallar de los que la buscan.

14Se anticipa a aquellos que la codician;

poniéndoseles delante ella misma.

15[6379]Quien madrugare en busca de ella, no tendrá que fatigarse;

pues la hallará sentada en su puerta.

16El tener, pues, el pensamiento ocupado en ella, es prudencia consumada;

y el que por amor de ella velare, bien presto estará en reposo.

17Porque ella misma va por todas partes,

buscando a los que son dignos de poseerla;

y por los caminos se les presenta con agrado,

y en todas las ocasiones les sale al encuentro.

La sabiduría asegura los tronos de los reyes

18[6380]El principio de la sabiduría es un deseo sincerísimo de instrucción.

19Procurar instruirse es amar (la sabiduría);

amarla es guardar sus leyes;

y la observancia de estas leyes, es la perfecta incorrupción.

20La incorrupción une con Dios;

21[6381]luego el deseo de la sabiduría conduce al reino eterno.

22Ahora bien, oh reyes de los pueblos,

si os complacéis en los tronos y cetros,

amad la sabiduría, a fin de reinar perpetuamente.

23[6382]Amad la luz de la sabiduría, todos los que estáis al frente de los pueblos.

Exhortación a adquirir la sabiduría

24[6383]Yo os declararé qué cosa es la sabiduría, y cómo fue engendrada;

no os ocultaré los misterios de Dios;

sino que subiré investigando hasta su primer origen,

y pondré en claro su conocimiento, sin ocultar la verdad.

25No me acompañaré por cierto con el que se repudre de envidia;

pues un tal no será participante de la sabiduría.

26[6384]La muchedumbre de sabios es la felicidad del mundo;

y un rey sabio es firme sostén del pueblo.

27Recibid, pues, la instrucción por medio de mis palabras,

porque os será provechosa.

SABIDURÍA 7
Igualdad de los hombres

1[6385]A la verdad, soy también yo mortal, semejante a los demás,

y del linaje de aquel que el primero fue formado de la tierra.

En el vientre de la madre fui modelado en carne;

2[6386]en el espacio de diez meses fui formado de sangre cuajada,

y de la semilla de un hombre, concurriendo lo apacible del sueño.

3[6387]Y luego que nací, respiré el común aire,

y caí sobre la misma tierra que todos;

y mi primera voz, como la de todos, fue de llanto.

4Fui criado entre pañales, y con grandes cuidados.

5Porque no ha tenido otra manera de nacer que esta, ninguno de los reyes.

6[6388]Una misma, pues, es para todos la entrada a la vida,

y semejante es la salida.

Elogio de la sabiduría

7[6389]Por esto deseé yo la inteligencia, y me fue concedida;

rogué y vino sobre mí el espíritu de sabiduría.

8La preferí a los reinos y tronos,

y en su comparación tuve por nada las riquezas;

9ni parangoné con ella las piedras preciosas;

porque todo el oro, respecto de ella, no es más que una menuda arena,

y a su vista la plata será tenida por lodo.

10[6390]La amé más que la salud y la hermosura;

y propuse tenerla por luz,

porque su resplandor es inextinguible.

11[6391]Me vinieron, juntamente con ella, todos los bienes,

e innumerables riquezas por medio de ella.

12[6392]Me gozaba en todas las cosas, porque me guiaba esta sabiduría;

e ignoraba yo que ella fuese madre de todos estos bienes.

13[6393]La aprendí sin ficción, y la comunico sin envidia, ni encubro su valor.

14[6394]Pues es un tesoro infinito para los hombres,

que a cuantos se han valido de él,

ha hecho partícipes de la amistad de Dios,

y recomendables por los dones de la doctrina.

La sabiduría divina madre de la sabiduría humana

15A mí me ha concedido Dios el expresar lo que siento;

y tener pensamientos dignos de los dones recibidos,

porque Él es la guía de la sabiduría, y el que corrige a los sabios;

16puesto que estamos en sus manos nosotros, y nuestros discursos,

y toda la sabiduría, y la ciencia del obrar, y la disciplina.

17[6395]Él me dio la verdadera ciencia de las cosas existentes;

para que yo conozca la constitución del mundo,

y las virtudes de los elementos,

18el principio, fin y medio de los tiempos, las mudanzas de las estaciones,

y las vicisitudes de los tiempos;

19el curso del año, y las posiciones de las estrellas;

20la naturaleza de los animales, y la bravura de las fieras;

la violencia de los vientos, y las inclinaciones de los hombres;

la variedad de las plantas, y las virtudes de las raíces.

21[6396]Aprendí cuantas cosas hay ocultas, y nunca vistas;

pues me instruyó la sabiduría que es el artífice de todas.

Origen y atributos de la sabiduría

22[6397]Porque en ella tiene su morada el espíritu de inteligencia,

el cual es santo, único, multiforme, sutil, elocuente, ágil, inmaculado,

infalible, suave, amante del bien, perspicaz, irresistible, benéfico,

23[6398]amador de los hombres, benigno, estable, constante, seguro.

Lo puede todo, todo lo prevé, y abarca todos los espíritus;

es inteligente, puro y sutil.

24Pues la sabiduría es más ágil que todas las cosas que se mueven,

y alcanza a todas partes, a causa de su pureza;

25siendo como es una exhalación de la virtud de Dios,

o como una pura emanación, de la gloria de Dios omnipotente;

por eso no tiene lugar en ella cosa manchada;

26[6399]como que es el resplandor de la luz eterna,

un espejo sin mancilla de la majestad de Dios,

y una imagen de su bondad.

27[6400]Con ser una sola lo puede todo,

y siendo en sí inmutable todo lo renueva;

se derrama por las naciones, entre las almas santas,

formando amigos de Dios y profetas.

28[6401]Porque Dios solamente ama al que mora con la sabiduría,

29[6402]la cual es más hermosa que el sol,

y sobrepuja a todo el orden de las estrellas,

y si se la compara con la luz, le hace muchas ventajas;

30[6403]visto que a la luz la alcanza la noche;

pero la malicia jamás prevalece contra la sabiduría.

SABIDURÍA 8
La sabiduría abarca todos los bienes

1[6404]Ella abarca fuertemente (todas las cosas), de un cabo a otro,

y las ordena todas con suavidad.

2[6405]A esta amé yo, y la busqué desde mi juventud,

y procuré tomarla por esposa mía,

y quedé enamorado de su hermosura.

3[6406]Realza su nobleza la estrecha unión que tiene con Dios;

y además la ama el Señor de todas las cosas;

4[6407]siendo ella la maestra de la ciencia de Dios,

y la directora de sus obras.

5[6408]Y si en esta vida se codician las riquezas,

¿qué cosa más rica que la sabiduría, creadora de todas las cosas?

6Si la industria es la que produce las obras,

¿quién mejor que la sabiduría mostró el arte en estas cosas existentes?

7[6409]Si alguno ama la justicia,

frutos son de los trabajos de esta las grandes virtudes,

porque enseña la templanza, y la prudencia, y la justicia, y la fortaleza,

que son las cosas más útiles a los hombres en esta vida.

8[6410]Si alguno desea el mucho saber,

ella es la que sabe lo pasado, y forma juicio de lo futuro;

conoce los artificios de los discursos, y las soluciones de los argumentos;

adivina los prodigios y maravillas antes, que sucedan,

y los acontecimientos de los tiempos y de los siglos.

La sabiduría compañera de nuestra vida

9[6411]Propuse traérmela, para vivir en su compañía,

sabiendo que comunicará conmigo sus bienes,

y será el consuelo mío, en mis cuidados y penas.

10[6412]Por ella seré ilustre entre las gentes;

joven seré honrado de los ancianos.

11[6413]Me reconocerán por agudo en el juzgar,

seré admirable a los ojos de los grandes,

y los príncipes manifestarán en sus semblantes la admiración que les causo.

12[6414]Si callo, estarán en expectación,

y si hablo me escucharán atentos;

y cuando me extendiere en mi discurso,

pondrán el dedo en sus labios.

13Además de esto, por ella adquiriré la inmortalidad,

y dejaré memoria eterna de mí a los venideros.

14[6415]Gobernaré los pueblos, y se sujetarán a mí las naciones.

15Temblarán los reyes feroces, al oír mi nombre;

con el pueblo me mostraré benigno, y valiente en la guerra.

16[6416]Entrando en mi casa tendré con ella mi reposo,

porque su conversación no tiene amargura,

ni tedio su trato, sino consuelo y alegría.

Esfuerzos por adquirir la sabiduría

17[6417]Considerando yo esto para conmigo,

y revolviendo en mi corazón

cómo en la unión con la sabiduría se halla la inmortalidad,

18[6418]y un santo placer en su amistad,

e inagotables tesoros en las obras de sus manos,

y la prudencia en el ejercicio de conversar con ella,

y grande gloria en participar de sus razonamientos,

andaba por todas partes, buscando cómo apropiármela.

19[6419]Ya de niño era yo de buen ingenio,

y me cupo por suerte una buena alma.

20Creciendo en la bondad vine a un cuerpo incontaminado;

21[6420]y luego que llegué a entender que no podría ser continente,

si Dios no me lo otorgaba

—y era ya afecto de la sabiduría el saber de quién venía este don—

acudí al Señor, a quien se lo pedí con fervor,

diciendo de todo mi corazón:

SABIDURÍA 9
Oración de Salomón

1[6421] “Oh Dios de mis padres, y Señor de misericordia,

que hiciste todas las cosas por medio de tu Palabra,

2y con tu sabiduría formaste al hombre,

para que fuese señor de las creaturas que Tú hiciste;

3a fin de que gobernase la redondez de la tierra con equidad y justicia,

y ejerciese el juicio con rectitud de corazón;

4[6422]dame aquella sabiduría que asiste a tu trono,

y no quieras excluirme de entre tus hijos;

5ya que soy siervo tuyo e hijo de tu esclava,

hombre flaco, y de corta edad,

y poco idóneo para entender el juicio y las leyes.

6[6423]Porque aun cuando alguno de entre los hijos de los hombres

fuese consumado,

si se ausentare de él tu sabiduría, no valdría nada

7Tú me escogiste por rey de tu pueblo,

y por juez de tus hijos e hijas.

8[6424]Me mandaste edificar el Templo en tu santo monte,

y un altar en la ciudad de tu morada,

a semejanza de tu santo tabernáculo,

que dispusiste desde el principio.

9Contigo está tu sabiduría, que conoce tus obras,

la cual se hallaba también entonces cuando creabas al mundo,

y sabía lo que era acepto a tus ojos,

y qué cosa era conforme a tus decretos.

10[6425]Envíala de tus santos cielos y del solio de tu grandeza,

para que esté conmigo, y conmigo trabaje,

a fin de que sepa yo lo que te place.

11[6426]Porque sabe ella todas las cosas, y todo lo entiende;

me guiará con acierto en mis empresas, y me protegerá con su poder;

12con lo cual mis obras serán aceptas,

y gobernaré con justicia a tu pueblo,

siendo digno del trono de mi padre.

13[6427]Pues, ¿quién de los hombres podrá saber los consejos de Dios?

¿O quién podrá averiguar qué es lo que Dios quiere?

14Porque inseguros son los pensamientos de los mortales,

e inciertas nuestras providencias.

15[6428]El cuerpo corruptible agrava al alma,

y la morada terrestre deprime la mente, ocupada en muchas cosas.

16[6429]Difícilmente llegamos a formarnos un concepto de las cosas de la tierra;

y a duras penas entendemos lo que tenemos delante.

¿Quién podrá, pues, investigar lo que está en el cielo?

17Y ¿quién podrá conocer tu voluntad,

si Tú no le das la sabiduría

y no envías desde lo más alto tu santo Espíritu;

18con que sean enderezados los caminos de los moradores de la tierra,

y aprendan los hombres lo que te place?

19[6430]Visto que por la sabiduría fueron salvados, oh Señor,

cuantos desde el principio te fueron aceptos.”

II. DEMOSTRACIÓN HISTÓRICA
SABIDURÍA 10
El papel de la sabiduría en la vida de Adán

1[6431]Ella guardó al que fue por Dios formado primer padre del mundo, habiendo sido creado él solo;

2[6432]y ella le sacó de su pecado, y le dio potestad para gobernar todas las cosas.

3[6433]Luego que apostató de esta el impío, arrebatado de la ira, se halló perdido por la furia del homicidio fraterno.

Noé

4[6434]Y cuando por causa de él las aguas anegaron la tierra, la Sabiduría puso nuevamente remedio, conduciendo al justo en un leño despreciable.

Abrahán

5[6435]Ella, igualmente, cuando las gentes conspiraron a una para obrar mal, distinguió al justo, le conservó irreprensible para Dios, y le mantuvo fuerte contra su ternura por el hijo.

Lot

6[6436]La (sabiduría) libró al justo, que huía de los impíos, que perecieron cuando cayó el fuego sobre la Pentápolis;

7[6437]cuya tierra, en testimonio de las maldades de ella, persevera desierta y humeando, y los árboles dan frutos sin sazón; y queda fija la estatua de sal, como monumento de un alma incrédula.

8Así aquellos que dieron de mano a la sabiduría, no solamente vinieron a desconocer la virtud, sino que dejaron a los hombres memoria de su necedad, por manera que no pudieron encubrir los pecados que cometieron.

9Al contrario, la sabiduría libró de los dolores a los que la respetaban.

Jacob

10[6438]Ella condujo por caminos seguros al justo, cuando huía de la ira de su hermano; le mostró el reino de Dios, y le dio la ciencia de los santos; le enriqueció en medio de las fatigas, y recompensó sus trabajos.

11[6439]Cuando querían sorprenderle con sus fraudes, ella le asistió y le hizo rico.

12[6440]Le guardó de los enemigos y le defendió de los seductores, e le hizo salir vencedor en la gran lucha, a fin de que conociese que de todas las cosas la más poderosa es la sabiduría.

José

13[6441]Esta misma no desamparó al justo vendido; antes le libró de los pecadores, y descendió con él a la mazmorra; 14[6442]ni le desamparó en las prisiones, sino que le dio el bastón del reino, y el poder contra aquellos que le oprimían; convenció de mentirosos a los que le habían infamado, y le procuró una gloria eterna.

La sabiduría libra a los israelitas

15[6443] Esta libró al pueblo justo, y al linaje irreprensible, de las naciones que la oprimían;

16[6444]entrándose en el alma del siervo de Dios, el cual contrastó a reyes formidables, a fuerza de portentos y milagros.

17[6445]Esta les dio a los justos el galardón de sus trabajos, y los condujo por sendas maravillosas; les sirvió de toldo durante el día, y de luz de estrellas por la noche.

18Los pasó por el Mar Rojo a la otra orilla, y los fue guiando entre montañas de aguas.

19[6446]A sus enemigos los sumergió en el mar, pero a ellos los retiró del profundo abismo.

Así los justos se llevaron los despojos de los impíos;

20[6447]y celebraron con cánticos, oh Señor, tu santo nombre,

21[6448]alabando todos a una tu diestra vencedora. Porque la sabiduría abrió la boca de los mudos, e hizo elocuentes las lenguas de los niños.

SABIDURÍA 11
La sabiduría protegió a Israel en el desierto

1[6449]La misma dirigió sus pasos bajo el gobierno del santo profeta.

2Viajaron por desiertos inhabitados, y acamparon en lugares yermos.

3[6450]Hicieron frente a sus enemigos, y se vengaron de sus contrarios.

4[6451]Tuvieron sed, y te invocaron, y les fue dada agua de una altísima peña, y refrigerio a su sed de una dura piedra.

Cómo la sabiduría castigó a los egipcios

5Por tanto, en lo mismo que fueron castigados sus enemigos, cuando les faltó el agua para beber, los hijos de Israel se gozaban por tenerla en abundancia;

6y por eso cuando a aquellos les faltó, recibieron estos tan singular beneficio.

7[6452]Porque realmente a los malvados les diste a beber sangre humana, en vez de las aguas del perenne río.

8Y cuando perecían estos, en pena de haber hecho morir a los niños, diste a los tuyos agua abundante contra toda esperanza;

9demostrando por la sed, que hubo entonces, cómo ensalzabas a los tuyos, y hacías perecer a sus contrarios.

10[6453]Pues viéndose ellos puestos a prueba, y afligidos, bien que con misericordia, echaron de ver cómo los impíos eran atormentados y castigados con indignación.

11[6454]Verdaderamente que a los unos los probaste como padre que amonesta; mas a los otros los pusiste en juicio, y los condenaste como rey inexorable,

12siendo atormentados igualmente, en ausencia y en presencia.

13Porque eran castigados con doble pesar y llanto, y con la memoria de las cosas pasadas.

14Pues al oír que era bien para los otros lo que para ellos había sido tormento, conocieron la mano del Señor, asombrados del éxito de los sucesos.

15[6455]Así fue que a aquel de quien en aquella inhumana exposición se mofaban, como de un desechado, al fin de los sucesos le miraban con admiración, habiendo ellos padecido una sed, bien diferente de la de los justos.

Castigo de la idolatría de los egipcios

16[6456]Y en castigo de las ideas locas de su iniquidad, según las cuales algunos, desviados, adoraban mudas serpientes, y viles bestias, Tú enviaste contra ellos para vengarte una muchedumbre de animales estúpidos,

17[6457]a fin de que conociesen cómo por aquellas cosas en que uno peca, por esas mismas es atormentado.

18[6458]No porque tu mano omnipotente, que creó al mundo de una materia nunca vista, no pudiera enviar contra ellos multitud de osos y de feroces leones,

19[6459]o fieras de una nueva especie desconocida, llenas de furor, que respirasen llamas de fuego, o despidiesen una negra humareda, o arrojasen por los ojos espantosas centellas,

20que no solamente con sus mordeduras hubieran podido exterminarlos, sino aun con la sola vista hacerlos morir de espanto.

21[6460]Pero aun sin nada de todo esto, con un solo aliento podían ser muertos, perseguidos de sus propios crímenes, y disipados por un soplo de tu potencia; mas Tú dispones todas las cosas con medida, número y peso.

22Porque Tú solo tienes siempre a mano el sumo poder. ¿Quién puede resistir a la fuerza de tu brazo?

Castigo misericordioso

23El mundo todo es delante de Ti como un granito en la balanza, y como una gota de rocío que por la mañana desciende sobre la tierra.

24[6461]Pero Tú tienes misericordia de todos, por lo mismo que todo lo puedes, y disimulas los pecados de los hombres, a fin de que hagan penitencia;

25[6462]porque Tú amas todo cuanto tiene ser, y nada aborreces de todo lo que has hecho; que si alguna cosa aborrecieras, nunca la hubieras ordenado ni hecho.

26¿Cómo podría durar alguna cosa, si Tú no quisieses? ¿Ni cómo conservarse nada sin orden tuya?

27[6463]Pero Tú eres indulgente para con todas las cosas, porque tuyas son, oh Señor, amador de las almas.

SABIDURÍA 12
Longanimidad de Dios

1[6464]¡Oh, cuán benigno y suave es, oh Señor, tu espíritu en todas las cosas!

2[6465]De aquí es que a los que andan perdidos Tú los castigas poco a poco; y los amonestas por las faltas que cometen, y les hablas, para que, dejada la malicia, crean en Ti, oh Señor.

Castigo de los cananeos

3Porque Tú miraste con horror a los antiguos moradores de tu tierra santa;

4pues hacían obras detestables a tus ojos con hechicerías y sacrificios impíos,

5[6466]matando sin piedad a sus propios hijos, y comiendo las entrañas humanas, y bebiendo la sangre en medio de tu sagrada tierra.

6A estos padres, procreadores de aquellas criaturas abandonadas, los quisiste hacer perecer por medio de nuestros padres;

7a fin de que la tierra, de Ti la más amada de todas, recibiese una digna colonia de hijos de Dios.

8[6467]Mas aun a estos, por ser hombres, les tuviste compasión, y les enviaste avispas, a manera de batidores de tu ejército, para que los exterminasen poco a poco.

9No porque no pudieses someter, a mano armada, los impíos a los justos, o exterminarlos de una vez por medio de bestias feroces, o con una severa palabra;

10[6468]sino que castigándolos poco a poco, dabas lugar a la penitencia; bien que no ignorabas cuán malvada era su casta, y connatural su malicia, y que no se mudarían jamás sus ideas.

11[6469]Pues venían de una raza maldita desde el principio; y sin que fuese por temer Tú a nadie, les dabas tregua en sus pecados.

12[6470]Porque quién te dirá a Ti: ¿Por qué has hecho eso? ¿O quién se opondrá a tus juicios? ¿O quién se presentará ante Ti para defender a hombres malvados? ¿O quién te hará cargos por haber exterminado las naciones que Tú creaste?

13Porque no hay otro Dios sino Tú; que de todas las cosas tienes cuidado, para demostrar que no hay injusticia en tus juicios.

14No hay rey ni príncipe delante de Ti que pueda pedirte cuenta de aquellos que Tú has hecho perecer.

15[6471]Siendo como eres justo, dispones todas las cosas justamente; y crees ajeno de tu poder el condenar a aquel que no merece ser castigado.

La razón de la indulgencia del Señor

16[6472]Pues tu poder es el principio de la justicia; y por lo mismo que eres el Señor de todas las cosas, eres con todos indulgente.

17[6473]Muestras, empero, tu poder, cuando no te creen soberanamente poderoso, y confundes la audacia de aquellos que no te reconocen.

18Pero como Tú eres el soberano Señor, juzgas sin pasión, y nos gobiernas con moderación suma; teniendo siempre en tu mano el usar del poder cuando quisieres.

19[6474]Por esta tu conducta has enseñado a tu pueblo que el justo debe también ser humano, y has dado a tus hijos buenas esperanzas, puesto que cuando los juzgas por sus pecados, dejas lugar a la penitencia.

20[6475]Pues si a los enemigos de tus siervos, y reos de muerte, los castigaste con tanto miramiento, dándoles tiempo y comodidad, para que se arrepintiesen de su malicia;

21¿con cuánto cuidado juzgarás a tus hijos, a cuyos padres hiciste grandes promesas con juramentos y pactos?

22[6476]Así cuando a nosotros nos das alguna corrección, a nuestros enemigos los castigas de mil maneras; para que reflexionando consideremos tu bondad, y cuando nos hagas experimentar tu justicia, esperemos en tu misericordia.

23[6477]Por la misma razón a esos otros, que vivieron como insensatos e injustos, les hiciste sufrir horribles tormentos por medio de aquellas cosas que adoraban.

24[6478]Así es que anduvieron largo tiempo extraviados por la senda del error, creyendo dioses a las creaturas más viles entre los animales, y viviendo como niños, sin ningún juicio.

25Por lo mismo les diste un castigo, a manera de escarnio, como a muchachos sin seso.

26[6479]Mas los que no se corrigieron con escarnios y reprensiones, vinieron a experimentar un castigo digno de Dios.

27Porque irritados de lo que padecían, y viéndose atormentados por las mismas cosas que creían dioses, y que ellas eran su ruina, reconocieron ser el verdadero Dios Aquel a quien en otro tiempo negaban conocer. Por lo cual descargó al cabo sobre ellos la condenación final.

SABIDURÍA 13
Diversas formas de idolatría

1[6480]Vanidad son ciertamente todos los hombres en quienes no se halla la ciencia de Dios, y que por los bienes visibles no llegaron a conocer a Aquel que es; ni considerando las obras, reconocieron al artífice de ellas;

2[6481]sino que se figuraron ser el fuego, o el viento, o el aire ligero o las constelaciones de los astros, o la gran mole de las aguas, o el sol y la luna los dioses gobernadores del mundo.

3[6482]Y si encantados de la belleza de tales cosas las imaginaron dioses, debieron conocer cuánto más hermoso es el dueño de ellas; pues el que creó todas estas cosas es el autor de la hermosura.

4O si se maravillaron de la virtud e influencia de estas creaturas, entender debían por ellas que Aquel que las creó, las sobrepuja en poder.

5[6483]Pues de la grandeza y hermosura de las creaturas, se puede a las claras venir al conocimiento de su Creador.

6[6484]Mas los tales son menos reprensibles; porque yerran tal vez buscando a Dios y esforzándose por encontrarle,

7[6485]por cuanto le buscan discurriendo sobre sus obras, de las cuales quedan como encantados por la belleza que ven en ellas;

8aunque ni tampoco a estos se les debe perdonar.

9[6486]Porque si pudieron llegar por su sabiduría a conocer el mundo, ¿cómo no echaron de ver más fácilmente al Señor del mismo?

Descripción irónica de la fabricación de un ídolo

10Pero, malaventurados son, y fundan en cosas muertas sus esperanzas, aquellos que llamaron dioses a las obras de la mano de los hombres, al oro y a la plata, labrados con arte, o a las figuras de los animales, o a una piedra inútil, obra de mano antigua.

11[6487]Como cuando un artífice hábil corta del bosque un árbol derecho, y diestramente le quita toda la corteza, y valiéndose de su arte fabrica mañosamente un mueble a propósito para el servicio de la vida,

12y los restos de aquella obra los recoge para cocer la comida;

13y a uno de estos restos, que para nada sirve, por estar torcido y lleno de nudos, lo cincela diligentemente en ratos desocupados, y con la pericia de su arte va dándole figura, hasta hacer de él la imagen de un hombre,

14o darle la semejanza de un animal, pintándole de bermellón, y poniéndole la encarnadura, y cubriéndole todas las manchas que hay en él;

15y haciéndole un nicho conveniente, la coloca en la pared, y la afirma con clavos,

16[6488]para que no caiga al suelo, usando con ella de esta precaución, porque sabe que no puede valerse por sí misma, puesto que es una mera imagen, la cual ha menester ayuda.

17Y sin embargo, ofreciéndole votos, le consulta sobre su hacienda, sobre sus hijos, y sobre sus matrimonios. No tiene vergüenza de hablar con aquello que carece de vida.

18Antes bien suplica por la salud a un inválido, y ruega por la vida a un muerto, e invoca en su ayuda a un inútil.

19Para hacer un viaje se encomienda a quien no puede menearse, y para sus ganancias y labores, y el buen éxito de todas las cosas hace oración al que es inútil para todo.

SABIDURÍA 14
Necedad del culto de los ídolos

1[6489]Asimismo piensa otro en navegar, y estando para surcar las encrespadas olas, invoca un leño más endeble que aquel que le lleva.

2Este leño lo inventó la codicia de ganar, y lo fabricó el artífice con su saber.

3[6490]Mas tu providencia, oh Padre, lleva el timón; por cuanto aun en medio del mar le abriste camino, y le diste paso segurísimo por entre las olas;

4demostrando que eres poderoso para salvar de todo riesgo, aunque alguno sin arte se meta en el mar.

5[6491]Pero a fin de que no quedasen inútiles las obras de tu sabiduría, por eso los hombres fían sus vidas a un débil leño, y atravesando el mar sobre un barco llegan a salvo.

6[6492]De esta suerte también al principio, cuando merecieron los soberbios gigantes, una barca fue el refugio de la esperanza de toda la tierra; barca que siendo gobernada por tu mano, transmitió al mundo semilla de posteridad.

Maldito el ídolo y el que lo hace

7[6493]Porque bendito el leño que sirve a la justicia;

8pero maldito el leño de un ídolo hecho de mano, tanto él como su artífice; este porque le fabricó, y aquel porque no siendo más que una cosa frágil recibió el nombre de Dios.

9[6494]Puesto que a Dios le son igualmente aborrecibles el impío y su impiedad.

10Por donde así la obra hecha como el hacedor serán castigados.

11Y por eso no se perdonará a los ídolos de las naciones; por cuanto siendo creaturas de Dios se hicieron abominación, tentación para las almas de los hombres, y lazo para los pies de los insensatos.

Cómo los hombres inventaron los ídolos

12[6495]Pues la invención de los ídolos fue el origen de la fornicación, y su hallazgo la corrupción de la vida.

13Porque ni los había al principio, ni los habrá siempre.

14Fueron introducidos en el mundo por la vanidad de los hombres, y con esto vendrá muy pronto el fin de ellos.

15[6496]Hallándose un padre traspasado de acerbo dolor por la prematura muerte de su hijo, formó de él un retrato; y al que como hombre acababa de morir, comenzó luego a honrarle como a dios, y estableció entre sus criados ceremonias y sacrificios.

16[6497]Después con el discurso del tiempo, tomando cuerpo aquella impía costumbre, el error vino a ser observado como ley, y se adoraban los simulacros por mandato de los tiranos.

17[6498]Y así hacían traer desde lejos los retratos de quiénes no podían los hombres honrar personalmente por estar distantes; y exponían a la vista de todos la imagen del rey, a quien querían tributar honores, a fin de reverenciarle con su culto, como si estuviera presente.

18La extremada habilidad del artífice atrajo a los ignorantes a este culto;

19porque deseando complacer al que le hacía trabajar, empleó todos los esfuerzos del arte para sacar más al vivo la imagen.

20Con eso, embelesado el vulgo con la belleza de la obra, comenzó a calificar por un dios al que poco antes era honrado como un hombre.

Inmoralidad de la idolatría

21[6499]Y este fue el error del género humano; pues los hombres, o por satisfacer a un afecto suyo, o a los reyes, dieron a las piedras y leños el nombre incomunicable.

22Ni se contentaron con errar en orden al conocimiento de Dios, sino que viviendo sumamente arruinados por su ignorancia, dieron el nombre de paz a un sinnúmero de muy grandes males.

23[6500]Pues ya sacrificando sus propios hijos, ya ofreciendo sacrificios entre tinieblas, o celebrando vigilias llenas de delirios,

24no respetan las vidas, ni la pureza de los matrimonios, sino que unos a otros se matan por celos, o con sus adulterios se contristan.

25[6501]Por todas partes se ve efusión de sangre, homicidios, hurtos y engaños, corrupción, infidelidad, alborotos, perjurios, vejación de los buenos,

26[6502]olvido de Dios, contaminación de las almas, trastorno de la naturaleza, inconstancia de los matrimonios, desórdenes de adulterio y de lascivia;

27siendo el abominable culto de los ídolos la causa, y el principio y fin de todos los males;

28porque o hacen locuras en sus fiestas, o a lo menos fingen oráculos falsos, o viven en la injusticia, o perjuran con facilidad;

29como que confiados en sus ídolos, que son creaturas inanimadas, no temen que por jurar en falso les venga ningún daño.

El justo castigo de los idólatras

30[6503]Mas por entrambas cosas tendrán su justo castigo: porque entregados a sus ídolos sintieron mal de Dios, y porque juraron injustamente y con dolo, menospreciando la justicia.

31Pues no el poder de aquellos por quienes juran, sino la venganza sobre los pecadores es lo que persigue siempre la prevaricación de los injustos.

SABIDURÍA 15
Israel fue preservado de la idolatría

1Mas Tú, oh Dios nuestro, eres benigno, veraz y longánimo, y todo lo gobiernas con misericordia.

2[6504]Porque si pecamos, tuyos somos, sabiendo como sabemos tu grandeza; y si no pecamos, sabemos que nos cuentas en el número de los tuyos.

3[6505]Porque conocerte a Ti es la justicia consumada, y conocer tu justicia y poder es la raíz de la inmortalidad.

4Y así no nos ha inducido a error la humana invención de un arte malo, ni el vano artificio de las sombras de una pintura, ni la efigie entallada y de varios colores,

5cuya vista excita la concupiscencia del insensato, que ama la compostura de un retrato muerto e inanimado.

6Dignos son de poner su esperanza en semejantes cosas, aquellos que aman el mal; como también los que las hacen, los que las aman, y los que les dan culto.

Culpabilidad de los que se ocupan de la fabricación de ídolos

7[6506]Un alfarero, manejando la blanca greda, forma de ella, a costa de su trabajo, toda suerte de vasijas para nuestros usos; y de un mismo barro hace vasos que sirven para cosas limpias, e igualmente otros para cosas que no lo son; siendo el alfarero el árbitro del destino que han de tener los vasos.

8[6507]Y con vana fatiga forma del mismo barro un dios aquel que poco antes fue formado de la tierra, y que muy en breve volverá a reducirse a ella, obligado a restituir la deuda del alma que tiene.

9Pero él no se cura del trabajo que le ha de costar, ni de la brevedad de su vida; sino que va a competencia con los artífices de oro y de plata, e imita también a los broncistas, y pone su gloria en formar cosas vanas.

10Pues su corazón es ceniza, y vil tierra su esperanza, y su vida más despreciable que el barro,

11como que no conoce al que le ha creado e infundido el alma con que trabaja, y al que le inspiró el espíritu de vida.

12[6508]Y aun han creído estos ser nuestra vida un juego, una manera de vivir hecha para ganar, y que conviene el ganar por cualesquiera medios, aunque sean malos.

13Porque aquel que de materia terrena forma vasijas y simulacros, bien conoce que peca más que todos.

Insensatez de los paganos

14[6509]Son, pues, necios, desgraciados y soberbios, más que alma nacida, todos los que son enemigos de tu pueblo y que le tienen avasallado;

15[6510]porque reputaron dioses a todos los ídolos de las naciones; los cuales ni pueden usar de los ojos para ver, ni de las narices para respirar, ni de las orejas para oír, ni de los dedos de las manos para palpar, ni aun sus pies son capaces de menearse.

16Porque es hombre quien los hizo, y recibió prestado el espíritu quien los formó; ni jamás podrá hombre alguno fabricar un dios semejante a sí;

17por cuanto, siendo mortal, forma con manos sacrílegas una cosa muerta. El mismo es mejor que aquellos a quienes adora, pues él, aunque mortal, ha obtenido la vida, pero aquellos nunca vivirán.

18[6511]Y aun adoran a los más viles animales, que comparados con las demás bestias irracionales, son de peor condición que estas.

19[6512]Ni hay quien pueda observar cosa buena en el aspecto de estos animales; como que ahuyentaron de sí la aprobación y bendición de Dios.

SABIDURÍA 16
La sabiduría interviene a favor de los israelitas

1[6513]Por eso con semejantes cosas fueron justamente atormentados, y exterminados por una turba de animales.

2Mas a tu pueblo, en lugar de estos tormentos, le hiciste favores; concediéndole los apetecidos deleites de un nuevo sabor, con traerle por manjar gordas codornices;

3de manera que cuando los otros, bien que hambrientos, perdían las ganas aun del necesario sustento, por el asco de aquellas cosas que se les ponían delante de los ojos, y les eran enviadas, estos padeciendo necesidad por un poco de tiempo, lograron un nuevo manjar.

4Porque convenía que a los que se portaban como tiranos, les sobreviniese irremediable ruina, y a estos otros se les mostrase solamente de qué manera eran exterminados sus enemigos.

5Así que cuando contra ellos se enfurecieron las bestias crueles, perecían de las mordeduras de venenosas serpientes.

6[6514]Pero no duró siempre tu enojo, sino que fueron aterrados por un breve tiempo para escarmiento, recibiendo luego una señal de salud, para recuerdo de los mandamientos de tu Ley.

7A la cual (insignia) quien miraba, quedaba sano; no por virtud del objeto que veía, sino por Ti, oh Salvador de todos.

Lección para los egipcios

8Con lo que demostraste a nuestros enemigos que Tú eres el que libra de todo mal.

9Pues ellos perecieron mordidos de las langostas y moscas, sin que se hallase remedio para su vida; porque merecían ser así exterminados.

10Mas contra tus hijos ni aun los dientes de dragones venenosos pudieron prevalecer, porque acudió a curarlos tu misericordia.

11Pues eran puestos a prueba, a fin de que se acordasen de tus preceptos; y presto quedaban curados, para que no sucediese que cayendo en un profundo olvido, no pudiesen gozar de tu socorro.

12[6515]Porque no fue yerba, ni ningún emplasto suave lo que los sanó, sino que fue tu palabra, oh Señor, la cual sana todas las cosas.

13Tú eres, Señor, el dueño de la vida y de la muerte; conduces hasta las puertas de la muerte y de allí retiras.

14[6516]Un hombre bien puede matar a otro por malicia; pero salido que haya el espíritu, no volverá, ni hará tornar el alma una vez recogida (allá).

Otra intervención del Señor

15Mas el huir de tu mano es cosa imposible.

16[6517]Así los impíos, que negaban conocerte, fueron azotados por tu fuerte brazo, siendo perseguidos de extrañas lluvias, de pedriscos y tempestades, y consumidos por el fuego.

17Y lo más maravilloso era que el fuego en el agua, que lo apaga todo, tenía mayor actividad; porque el universo venga a los justos.

18A veces se amansaba el fuego, para no quemar a los animales, enviados contra los impíos; a fin de que viéndolo ellos mismos, acabasen de conocer que por juicio de Dios eran perseguidos.

19[6518]Otras veces el fuego, contra su natural virtud, ardía en el agua por todas partes, para consumir las producciones de aquella tierra maldita.

El milagroso manjar en el desierto

20[6519]Al contrario, alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, y le suministraste del cielo un pan aparejado sin fatiga suya, que contenía en sí todo deleite, y la suavidad de todo sabor.

21[6520]Y así este tu sustento demostraba cuán dulce eres para con tus hijos; y acomodándose al gusto de cada uno, se trasmutaba en lo que cada cual quería.

22[6521]La nieve y el hielo resistían a la fuerza del fuego, y no se derretían, para que viesen, cómo arrasaba las cosechas de los enemigos aquel fuego que ardía y relampagueaba en medio del granizo y de la lluvia.

23Aquí, al contrario, se olvidó el fuego de su misma actividad; para que tuviesen los justos de qué alimentarse.

24Pues la creatura, sirviéndote a Ti, hacedor suyo, redobla los ardores para atormentar a los injustos, y los mitiga en beneficio de aquellos que en Ti confían.

25Por eso también entonces, tomando el gusto de todos los manjares, servía a tu gracia, sustentadora de todos, acomodándose al deseo de aquellos que a Ti recurrían;

26[6522]a fin de que tus hijos, oh Señor, de Ti tan amados, reconociesen que no tanto son los frutos naturales los que alimentan a los hombres, sino que tu palabra sustenta a los que creen en Ti.

27[6523]Porque lo que no podía ser consumido del fuego, calentado al más leve rayo del sol, luego se deshacía;

28para que supiesen todos que era necesario adelantarse al sol para obtener tu bendición, y adorarte así que amanece.

29Porque la esperanza del ingrato se deshace como la escarcha del invierno, y desaparece como agua perdida.

SABIDURÍA 17
Otros ejemplos del amor de Dios a su pueblo

1[6524]Grandes son, oh Señor, tus juicios, e inefables tus palabras. Por eso las almas privadas de la ciencia, cayeron en el error.

2[6525]Pues cuando los inicuos se persuadían poder oprimir al pueblo santo, fueron ligados con cadenas de tinieblas y de una larga noche; y encerrados dentro de sus casas yacían excluidos de la eterna Providencia.

3[6526]Creyendo estar escondidos con sus negras maldades, fueron separados unos de otros con el velo tenebroso del olvido, llenos de horrendo pavor, y perturbados con grandísimo asombro.

4[6527]Porque ni las cavernas en que se habían metido los libraban del miedo; sino que el estruendo que bajaba los aterraba, y se les aparecían horrorosos fantasmas, que los llenaban de espanto.

5No había ya fuego, por grande que fuese, que pudiese alumbrarlos; ni el claro resplandor de las estrellas podía esclarecer aquella horrenda noche.

6Al mismo tiempo, de repente, les daban en los ojos terribles fuegos; y aturdidos por el temor de aquellos fantasmas, que veían confusamente, se imaginaban más terribles todos los objetos.

7[6528]Allí fueron escarnecidas las ilusiones del arte mágica, y afrentosamente castigada la jactancia de su sabiduría.

8Pues los que prometían desterrar de los ánimos abatidos los temores y las perturbaciones, esos mismos llenos de terror estaban con vergüenza suya desmayados.

9[6529]Porque aunque nada de monstruoso solía espantarlos; aquí despavoridos con el pasar de las bestias, y los silbidos de las serpientes, se morían de miedo, y hubieran elegido no percibir el aire, lo que nadie puede evitar de ningún modo.

10[6530]Pues la maldad, siendo medrosa, da testimonio de su propia condenación; porque una conciencia agitada presagia siempre cosas atroces.

11[6531]Que no es otra cosa el temor, sino el pensar que está uno destituido de todo auxilio.

12Y cuanto menos, dentro de sí espera el hombre, tanto mayor le parece aquella causa desconocida que le atormenta.

Descripción de la plaga de las tinieblas

13Lo cierto es que los que en aquella noche, verdaderamente intolerable y salida de lo más inferior y profundo del infierno, dormían el mismo sueño,

14parte eran agitados por el temor de los monstruosos espectros, parte desfallecían de abatimiento, sobresaltados de un terror repentino e inesperado.

15Y si alguno de ellos llegaba a caer, allí quedaba como preso, encerrado en una cárcel, sin cadenas de hierro.

16Pues, o bien fuese algún labrador, o un pastor, o jornalero que trabajase en el campo, se hallaba sorprendido, y envuelto en aquella insuperable angustia.

17[6532]Porque todos quedaban aprisionados con una misma cadena de tinieblas; donde ya el susurro de los vientos, ya el canto suave de las aves entre las frondosas ramas de los árboles, ya el ímpetu de corrientes caudalosas de agua,

18ya el recio estruendo de peñascos que se desgajaban, ya el correr de los animales, que andaban retozando, y a los cuales no divisaban, ya el fuerte alarido de las bestias que aullaban, ya el eco resonante de los montes altísimos, los hacía desfallecer de espanto.

19Y entretanto todo el resto del mundo estaba iluminado de clarísima luz, y se ocupaba sin embarazo alguno en sus labores ordinarias.

20[6533]Solamente sobre ellos reinaba una profunda noche, imagen de aquellas tinieblas, que después los aguardaban; por eso se hacían más insoportables a sí mismos que las tinieblas.

SABIDURÍA 18
Una columna de fuego alumbra a los israelitas

1[6534]Mas tus santos gozaban de una grandísima luz; oían la voz de aquellos pero sin verlos. Y te daban a Ti la gloria de que no padeciesen las mismas angustias,

2[6535]tributándote gracias porque no eran maltratados, como antes lo habían sido; y te pedían la merced de que subsistiese esta diferencia.

3[6536]Por lo cual al ir por un camino desconocido tuvieron por guía una luminosa columna de fuego, y les diste un sol que no los incomodaba cuando descansaban.

4[6537]Bien merecían los otros el quedar privados de la luz, y padecer una cárcel de tinieblas, ya que tenían encarcelados a tus hijos, por cuyo medio había de ser dada al mundo la luz inmaculada de la Ley.

La muerte de los primogénitos egipcios

5[6538]Cuando resolvieron quitar la vida a los infantes de los justos, y Tú libraste para castigo suyo uno de ellos que había sido expuesto, les quitaste muchísimos de sus hijos; y a ellos mismos los ahogaste en las recias aguas.

6[6539]Fue aquella noche previamente anunciada a nuestros padres, para que conociendo la verdad de las promesas juradas, a que habían dado crédito, estuviesen más confiados.

7Y con esto vio tu pueblo, a un mismo tiempo, la salvación de los justos, y el exterminio de los malvados.

8[6540]Que así como castigaste a los enemigos, así llamándonos a nosotros, nos ensalzaste.

9[6541]Porque los justos, hijos de los santos, te ofrecían en secreto el sacrificio, y concordes establecieron esta ley de justicia, que los justos se ofrecían a recibir igualmente los bienes como los males, cantando ya los himnos de los patriarcas.

10Mientras tanto resonaban los desentonados gritos de los enemigos, y se oía el llanto de los que se lamentaban por la muerte de los niños;

11estando afligidos con la misma pena el esclavo y el amo, y padeciendo el mismo castigo el hombre plebeyo que el rey.

12[6542]Todos igualmente tenían innumerables muertos, que habían perecido con el mismo género de muerte; ni ya bastaban los vivos para enterrarlos; pues en un momento fue extirpada la más noble porción de su prole.

13[6543]Entonces los que a ninguna cosa creían, por engaño de los hechiceros, luego que acaeció el exterminio de los primogénitos, reconocieron que aquel era el pueblo de Dios.

El ángel exterminador

14Cuando un tranquilo silencio ocupaba todas las cosas, y la noche, siguiendo su curso, se hallaba en la mitad del camino,

15[6544]tu omnipotente palabra, desde el cielo, desde tu real solio, cual terrible campeón, se lanzó en medio de la tierra condenada al exterminio.

16Llevaba por aguda espada tu irresistible decreto, y a su llegada lo llenó todo de la muerte, y estando sobre la tierra alcanzaba hasta el cielo.

17Entonces visiones de sueños funestos los llenaron de turbación, y los sobrecogieron imprevistos temores.

18Y arrojados medio muertos, unos en una parte, otros en otra, mostraban la causa de su muerte.

19Porque los mismos fantasmas que los habían turbado, los habían antes advertido de esto, a fin de que no muriesen sin saber la causa del mal que padecían.

Aarón aplaca la ira del Señor

20[6545]También los justos estuvieron un tiempo en peligro de muerte; y la muchedumbre experimentó calamidades en el desierto; pero no duró mucho tu enojo.

21[6546]Porque acudió a toda prisa un varón irreprensible a interceder por el pueblo. Embrazó el escudo de su ministerio, y presentando la oración con el incienso de la expiación, contrastó a la ira, y puso fin al azote, mostrando ser siervo tuyo.

22Calmó luego el desorden, y no con las fuerzas del cuerpo, ni con el poder de las armas, sino con la sola palabra desarmó al que le afligía, haciendo presentes los juramentos y alianza hecha con los patriarcas;

23porque cuando ya caían muertos a montones, unos sobre otros, se puso él de por medio, y cortó la cólera, y le impidió el pasar hacia los vivos.

24[6547]Por cuanto en la vestidura talar que llevaba, estaba simbolizado todo el mundo; como también los gloriosos nombres de los patriarcas estaban esculpidos en los cuatro órdenes de piedras, y grabada en la tiara de su cabeza tu Majestad.

25A estas cosas, pues, cedió el exterminador, y las respetó; pues bastaba ya esta sola muestra de ira.

SABIDURÍA 19
El paso del Mar Rojo

1Mas sobre los impíos descargó la ira, sin misericordia hasta el fin; como que Él estaba previendo lo que les había de acontecer.

2[6548]Porque después de haber ellos permitido que los hebreos se marchasen, y aun habiéndoles dado prisa para que saliesen, arrepentidos luego les iban al alcance.

3De modo que, estando todavía cubiertos de luto, derramando lágrimas sobre los sepulcros de los muertos, tomaron otra resolución de locura, y se pusieron a perseguir como a fugitivos a los que habían hecho marchar con ruegos.

4A este fin los conducía una necesidad merecida; y perdían la memoria de lo que les había acaecido, para que el castigo pusiese el colmo al resto de sus tormentos;

5y así tu pueblo pasase milagrosamente, y los otros hallasen un nuevo género de muerte.

6[6549]Porque las creaturas todas, según su género, obedeciendo a tus preceptos, tomaban una nueva forma a fin de que tus hijos se conservasen ilesos.

7Así una nube hacía sombra a su campamento; y donde antes había agua, apareció tierra enjuta, un camino sin tropiezo en medio del Mar Rojo, y en el profundo abismo una verdadera pradería,

8por la cual atravesó todo el pueblo, protegido de tu mano, viendo tus maravillas y portentos.

9[6550]Pues como caballos bien pacidos, y como corderillos, daban brincos de alegría, engrandeciéndote a Ti, oh Señor, que los libraste.

10Pues se acordaban todavía de aquellas cosas que habían sucedido allá donde moraron como forasteros; cuando en vez de crías de animales produjo la tierra moscas; y en lugar de peces echó fuera el río muchedumbre de ranas.

11[6551]Y a la postre vieron una nueva creación de aves, cuando llevados del antojo pidieron viandas delicadas.

12Porque para contentar su apetito vinieron volando del mar codornices; pero sobre los pecadores vinieron venganzas, precediendo los mismos fenómenos que antes se habían producido por la violencia de los rayos; pues justamente padecían según sus maldades.

Crueldad de los egipcios

13[6552]Pues su hospitalidad fue muy inhumana, porque si otros no acogieron a unos forasteros desconocidos, los egipcios reducían a la esclavitud a huéspedes bienhechores.

14Ni es de considerar solamente esto, sino que hay otra diferencia en aquellos que hospedaban de mala gana a unos extraños.

15Afligían con crudelísimos trabajos a los que habían recibido con alegría, y que vivían bajo las mismas leyes.

16[6553]Por lo que fueron castigados con la ceguera al modo que lo fueron aquellos otros a la puerta del justo, cuando, envueltos en repentinas tinieblas, buscaban cada uno la puerta de su casa.

17[6554]Porque los elementos cambiaban entre sí sus propias funciones, como en un salterio varían los sonidos bien que cada cuerda retenga el propio tono. Esto se puede conocer evidentemente por la misma experiencia.

18A este modo las creaturas terrestres se hacían acuáticas y las que nadaban se pasaban a la tierra.

19El fuego, excediendo su condición, era activo en medio del agua, y el agua se olvidaba de su natural virtud de apagar.

20[6555]Al contrario, las llamas no dañaban a los cuerpos de los animales corruptibles, de suyo combustibles, que andaban dentro de ellas, ni derretían aquel delicioso manjar, que se deshacía tan fácilmente como la escarcha. Así que, oh Señor, en todo y por todo engrandeciste a tu pueblo, y le honraste ni te desdeñaste de asistirle en todo tiempo y en todo lugar.

ECLESIÁSTICO O BEN SIRÁ

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INTRODUCCIÓN

El nombre de este libro: “El Eclesiástico”, es debido al constante uso que de él se hacía en la Iglesia, especialmente en la instrucción del pueblo y de los catecúmenos que iban a ser bautizados. Basta este nombre para mostrarnos el aprecio que la Iglesia tenía de su utilidad como arsenal de doctrina y de piedad; y para darnos idea de lo familiarizados que estaban los fieles en los tiempos de fe, con el conocimiento de este divino tesoro de sabiduría. El nombre de “Libro de Jesús, hijo de Sirac”, o “Sabiduría de Sirac”, le viene de su autor Jesús (Josué), descendiente de un cierto Sirac (50, 29) que vivía en Palestina al comienzo del siglo II a. C.

El libro fue escrito por los años 200-170 a. C.

El autor se sirvió de la lengua hebrea, de la cual el libro fue traducido al griego, en Egipto, por su nieto, que llevaba el mismo nombre que el abuelo. La traducción se emprendió en el año 38 del rey Ptolomeo Evergetes II, es decir, en 132 a. C.

San Jerónimo conocía todavía el texto hebreo, pero poco después este se perdió. Recién en nuestros días, en 1896-1900, fue hallado en una sinagoga de El Cairo un manuscrito que contiene más de la mitad del texto hebreo. Ello muestra, por otra parte, que este Libro deuterocanónico, aunque no forma parte del canon judío, fue tenido siempre en grande estima por Israel, cuyos maestros lo citan hasta hoy como fuente de suma autoridad. Las diferencias textuales de las versiones antiguas son muy numerosas y hemos procurado señalarlas brevemente en lo posible.

El objeto del Eclesiástico es enseñar la sabiduría, es decir, las reglas para hallar la felicidad en la vida de amistad con Dios. De ahí que se le ha llamado “tratado de ética a lo divino”, es decir, expuesto no en forma sistemática sino con esa pedagogía sobrenatural que San Pablo llama “mostrar el espíritu y la virtud” de Dios (I Corintios 2, 4), siendo de notar que la palabra “moral” (del latín mores: costumbres), tan usada posteriormente, no figura en la Sagrada Escritura. Para ilustrar su doctrina, recorre finalmente el autor en los capítulos 44-50 la historia del pueblo escogido, presentándonos con elogio los varones sabios y justos desde Abrahán hasta Simón, hijo de Onías. Termina con una oración y una maravillosa exhortación para que todos aprendan y aprovechen de la sabiduría que a todos se brinda gratuitamente para saciar la sed del corazón.

El libro no está compuesto según un plan lógico, por lo cual su división no puede hacerse rigurosamente. Ello no obstante, señalamos aproximativamente como útil orientación para el lector, las diez secciones que propone Peten:

I) 1, 1 - 4, 11: Elogio de la Sabiduría; deberes para con Dios, para con los padres, para con el prójimo, para con los pobres y oprimidos.

II) 4, 12 - 6, 17: Ventajas de la sabiduría; prudencia y sinceridad en el obrar. La amistad.

III) 6, 18 - 14, 21: Ventajas de la sabiduría. Contra la ambición. Reglas de conducta acerca de varias categorías de hombres. Confianza en Dios. Hombres de los que hay que desconfiar. Contra la avaricia.

IV) 14, 22 - 16, 23: Frutos de la sabiduría. El pecado y su castigo.

V) 16, 24 - 23, 38: Himno al Creador. Templanza en el hablar y disciplina de la lengua. Diferencia entre el necio y el sabio.

VI) 24, 1 - 33, 19: Himno a la Sabiduría. Las mujeres. Honestidad en los negocios. Educación de los hijos. Salud y templanza. El temor de Dios.

VII) 33, 20 - 36, 19: Los esclavos. La superstición. Culto falso y verdadero. Oración por la salvación de Israel.

VIII) 36, 20 - 39, 15: Elección de los mejores. Templanza. Relaciones con el médico. Culto de los muertos. Estudio de la Sabiduría.

IX) 39, 16 - 43, 37: Loa de la Divina Providencia. La vida humana, sus penas y alegrías. Castigos de los impíos. Verdadera y falsa vergüenza. Himno a Dios Creador.

X) 44, 1 - 50, 23: Elogio de los Padres.

Sigue un apéndice que comprende dos partes: a) la oración de gratitud del autor (51, 1-17); b) un poema alfabético de invitación a la busca de la sabiduría (51, 18-38).

No hay palabras con qué expresar el bien que pueden hacernos, para la prosperidad de nuestra vida, estas enseñanzas cuya inspirada omnisciencia prevé todos los casos y resuelve todas las dificultades que nos puedan ocurrir.

Junto a estos libros sapienciales, palidece y aparece superficial y a menudo vacía y falsa toda la psicología de los moralistas clásicos, griegos y romanos. Con respecto a las características propias de cada uno de estos santos Libros, conviene ver las Introducciones a los Proverbios, al Eclesiastés y a la Sabiduría. En el presente Libro se nos dan gratuitamente consejos que pagaríamos a peso de oro si vinieran de un maestro famoso.

El Sabio va escrutando, como en un laboratorio, todos los problemas de la vida humana, y ofreciéndonos su solución. ¿Puede haber favor más grande? Porque no se trata de esas soluciones de la pura razón, o de la ciencia positiva que cada época y cada autor han ido proponiendo, o imponiendo orgullosamente, como definitivas conquistas de la filosofía... hasta que llegaba otro que las destruyese y las negase para proclamar las suyas, tan relativas o deleznables como aquellas.

No; el laboratorio del moralista que aquí nos alecciona, está iluminado por un foco nuevo. Los pensadores de hoy lo llamarían intuición. Para los felices creyentes (Lucas 1, 45) hay un nombre más claro, un nombre divino: el Espíritu Santo, que habló por los profetas, “qui locutus est per Prophetas”.

La intuición, que ahora se propone como una fuga ante el fracaso del racionalismo, ¿qué es, que puede ser, sino un modo disimulado de admitir que Dios obra en nosotros, por encima de nosotros y sin necesidad de nosotros, así como no nos necesitó para crearnos. ¿O acaso esa intuición —reconocida superior al raciocinio porque este muchas veces es falaz y deformado por las pasiones— no sería sino un instinto puramente humano y biológico? En tal caso, habremos de reconocer a los animales como los modelos del hombre en sabiduría… (y a fe que bien podrían ser nuestros maestros en cuanto se refiere a la ordenación de sus apetitos, que en el hombre están en rebeldía). Si nuestro ideal en cuanto a espíritu se contenta con tal instinto de intuición es que los “post-cristianos” de hoy están muy por debajo de la intuición del pagano Sócrates que al menos reconocía en su interior el soplo de un “demonio”, en griego: espíritu, como agente de sus inspiraciones.

En vano David nos lo advertía hace tres mil años, hablando por su boca el mismo Dios: “Yo te daré la inteligencia. Yo te enseñaré el camino que debes seguir... no queráis haceros semejantes al caballo y al mulo, los cuales no tienen entendimiento” (Salmo 31, 8 s.). En vano, decimos, porque los hombres no aceptaron ese magisterio de nuestro Creador, y prefirieron el de las bestias, como lo expresa también otro Salmo de los hijos de Coré, diciendo: “El hombre, constituido en honor, no lo entendió. Se ha igualado a los insensatos jumentos y se ha hecho como uno de ellos” (Salmos 48, 13 y 21).

Estas reflexiones pueden servirnos como claroscuro para apreciar mejor, frente a nuestra triste indigencia propia, el tesoro de verdad, de enseñanzas, de soluciones infalibles, que la bondad de Nuestro Padre Dios pone en nuestras manos con este Libro, tan poco leído y meditado en los tiempos modernos. Agreguemos que esta sabiduría práctica del Eclesiástico, no es como un tónico o néctar de excepción, reservado solo para los que aspiran a lo exquisito. Es un alimento cotidiano, al que hemos de recurrir sistemáticamente los que vivimos “en este siglo malo” (Gálatas 1, 4), los que creemos que San Juan no miente al decir que “el mundo todo está poseído del maligno” (1 Juan 5, 19). Jesús confirma esto en forma tremendamente absoluta, diciendo que a ese Espíritu Santo, que “enseña toda verdad” (Juan 16, 13) porque es “el Espíritu de la Verdad” (ibíd. 14, 17), “el mundo no lo puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce” (ibíd.).

Siendo el Eclesiástico uno de los libros deuterocanónicos, nos hemos servido del texto (corregido) de nuestra edición de la Vulgata, añadiendo en las notas las variantes más importantes del griego y hebreo.

Prólogo del traductor griego

[6556]Muchas y grandes cosas se nos han enseñado en la Ley, y por medio de los Profetas, y de otros que vinieron después de ellos; de donde con razón merecen ser alabados los israelitas por su erudición y doctrina; puesto que no solamente los mismos que escribieron estos discursos hubieron de ser muy instruidos, sino que también los extranjeros pueden, asimismo, llegar a ser muy hábiles, tanto para hablar como para escribir. De aquí es que mi abuelo Jesús, después de haberse aplicado con el mayor empeño a la lectura de la Ley y de los Profetas, y de otros Libros que nos dejaron nuestros padres, quiso él también escribir algo de estas cosas tocantes a la doctrina y a la sabiduría, a fin de que los deseosos de aprender, bien instruidos en ellas, atiendan más y más a su deber, y se mantengan firmes en vivir conforme a la Ley.

Os exhorto, pues, a que acudáis con benevolencia, y con el más atento estudio, a emprender esta lectura, y que nos perdonéis si algunas veces os pareciere que al copiar este retrato de la sabiduría, flaqueamos en la composición de las palabras; porque las palabras hebreas pierden mucho de su fuerza trasladadas a otra lengua. Ni es solo este libro, sino que la misma Ley y los Profetas, y el contexto de los demás Libros son no poco diferentes de cuando se anuncian en su lengua original.

Después que yo llegué a Egipto en el año treinta y ocho del reinado del rey Ptolomeo Evergetes, habiéndome detenido allí mucho tiempo, encontré los libros que se habían dejado, de no poca ni despreciable doctrina. Por lo cual juzgué útil y necesario emplear mi diligencia y trabajo en traducir este libro, y así en todo aquel espacio de tiempo, empleé muchas vigilias y no pequeño estudio en concluir y dar a luz este libro, para utilidad de aquellos que desean aplicarse, y aprender de qué manera deben arreglar sus costumbres los que se han propuesto vivir según la Ley del Señor.

ECLESIÁSTICO 1
¿Qué es la sabiduría?

1[6557]Toda sabiduría viene de Dios, el Señor; con Él estuvo siempre, y existe antes de los siglos.

2¿Quién ha contado las arenas del mar, las gotas de la lluvia y los días de los siglos? La altura del cielo, la extensión de la tierra, y la profundidad del abismo, ¿quién las ha medido?

3La sabiduría de Dios, que precede a todas las cosas, ¿quién es el que la ha investigado?

4La sabiduría fue creada ante todas las cosas; y la luz de la inteligencia existe desde la eternidad.

5[6558]El Verbo de Dios en las alturas es la fuente de la sabiduría, y sus caminos son los mandamientos eternos.

6El origen de la sabiduría, ¿a quién fue revelado? ¿Ni quién conoce sus trazas?

7La disciplina de la sabiduría, ¿a quién fue descubierta y manifestada? ¿Ni quién entendió la multiplicidad de sus designios?

8Hay un solo Creador, altísimo y omnipotente y rey grande, y sumamente terrible, que está sentado sobre su trono, y es Dios, el Señor.

9[6559]Este la creó en el Espíritu Santo, y la comprendió, la numeró, y la midió.

10[6560]Y la derramó sobre todas sus obras, y sobre toda carne, según su liberalidad, y la comunicó a los que le aman.

La sabiduría y el temor de Dios

11El temor del Señor es gloria y honor; y es alegría y corona de júbilo.

12El temor del Señor recrea el corazón, y da contento y gozo y larga vida.

13Al que teme al Señor le irá felizmente en sus postrimerías, y será bendito en el día de su muerte.

14El amor de Dios es gloriosa sabiduría.

15[6561]Aquellos a quienes ella se manifiesta, la aman luego que la ven, y reconocen sus grandes obras.

16[6562]El principio de la sabiduría es el temor del Señor, el cual es creado con los fieles en el seno materno; acompaña a las mujeres escogidas, y se da a conocer en los justos y fieles.

17El temor del Señor es la santificación de la ciencia.

18La religiosidad guarda y justifica el corazón, da gozo y alegría.

19Quien teme al Señor será feliz, y bendito será en el día de su fallecimiento.

El temor de Dios es el colmo de la sabiduría

20El colmo de la sabiduría consiste en temer a Dios, y sus frutos producen plenitud.

21Llenará toda su casa de bienes, y de sus tesoros todas las recámaras.

22Corona de la sabiduría es el temor del Señor, que da paz cumplida y frutos de salud.

23El conoce la sabiduría y la calcula; lo uno y lo otro son dones de Dios.

24La sabiduría reparte la ciencia y la prudente inteligencia, y acrecienta la gloria de aquellos que la poseen.

25La raíz de la sabiduría es el temor del Señor, y sus ramas son longevidad.

26[6563]En los tesoros de la sabiduría se halla la inteligencia, y la ciencia religiosa; mas para los pecadores la sabiduría es abominación.

27El temor del Señor destierra el pecado.

28[6564]Quien no tiene el temor, no podrá ser justo; porque su cólera exaltada es su ruina.

29Por algún tiempo sufrirá el que padece, mas después será consolado.

30[6565]El hombre sensato retendrá sus palabras hasta, cierto tiempo, y los labios de muchos celebrarán su prudencia.

31[6566]En los tesoros de la sabiduría están las máximas de la buena conducta de vida;

32pero el pecador detesta el culto de Dios.

No seas hipócrita

33Hijo, si deseas la sabiduría, guarda los mandamientos, y Dios te la concederá.

34[6567]Pues la sabiduría y la disciplina son temor del Señor, y lo que le agrada

35es la fe y la mansedumbre, pues colmará de tesoros al que la posee.

36[6568]No seas rebelde al temor del Señor; ni acudas a Él con corazón doble.

37No seas hipócrita delante de los hombres, ni ocasiones con tus labios tu ruina.

38Ten cuidado de ellos, a fin de que no caigas, y acarrees sobre ti la infamia;

39[6569]revelando Dios lo que tú escondes, y abatiéndote en medio de la asamblea.

40por haberte acercado al Señor con malignidad, estando tu corazón lleno de doblez y engaño.

ECLESIÁSTICO 2
Constancia en la tentación

1[6570]Hijo, entrando en el servicio de Dios, persevera firme en la justicia, y en el temor, y prepara tu alma para la tentación.

2[6571]Humilla tu corazón, y ten paciencia; inclina tus oídos y recibe los consejos prudentes; y no agites tu espíritu en tiempo de la oscuridad.

3[6572]Aguarda con paciencia lo que esperas de Dios. Estréchate con Dios, y ten paciencia, para que a tu fin sea próspera tu vida.

4Acepta todo cuanto te enviare, en los dolores sufre con constancia, y lleva con paciencia tu abatimiento.

5[6573]Pues como en el fuego se prueba el oro y la plata, así los hombres aceptos se prueban en la fragua de la humillación.

Confianza en Dios

6Confía en Dios, y Él te sacará a salvo; endereza tu camino, y espera en Él; conserva su temor, hasta el fin de tus días.

7Vosotros los temerosos del Señor, aguardad su misericordia; nunca os desviéis de Él, porque no caigáis.

8Los que teméis al Señor, creed a Él; pues no se malogrará vuestro galardón.

9[6574]Los que teméis al Señor, esperad en Él; que su misericordia vendrá a consolaros.

10Los que teméis al Señor, amadle y serán iluminados vuestros corazones.

11[6575]Contemplad, hijos, las generaciones de los hombres: y veréis cómo ninguno, que confió en el Señor, quedó burlado.

12[6576]Porque, ¿quién perseveró en sus mandamientos que fuese desamparado? ¿O quién le invocó que haya sido despreciado?

13Pues Dios es benigno y misericordioso; en el día de la tribulación perdonará los pecados; y es protector de cuantos de veras le buscan.

¡Ay del hombre de corazón doble!

14[6577]¡Ay del que es de corazón doble, y de labios malvados, y de manos facinerosas! ¡Ay del pecador que anda sobre la tierra por dos senderos!

15¡Ay de los hombres de corazón flojo, que no confían en Dios, que por lo mismo no serán protegidos por Él!

16¡Ay de los que pierden la paciencia, y abandonan los caminos rectos, y se van por sendas torcidas!

17¿Qué harán cuando comience el Señor su juicio?

Fidelidad a Dios

18[6578]Los que temen al Señor no dejarán de creer en su palabra; y los que le aman seguirán su camino.

19[6579]Los que temen al Señor inquirirán lo que le es agradable; y aquellos que le aman estarán penetrados de su ley.

20[6580]Los que temen al Señor prepararán sus corazones; y en la presencia de Él santificarán sus almas.

21Los que temen al Señor guardan sus mandamientos; y tendrán paciencia hasta el día que los visite,

22[6581]diciendo: Si no hacemos penitencia, caeremos en las manos del Señor, y no en manos de hombres.

23Porque cuanto Él es grande, otro tanto es misericordioso.

ECLESIÁSTICO 3
Deberes de los hijos

1Los hijos de la sabiduría, son la congregación de los justos; y la estirpe de ellos es obediencia y amor.

2Escuchad, hijos, los preceptos de vuestro padre, y hacedlo así, si queréis salvaros.

3[6582]Porque Dios quiso honrar al padre en los hijos, y vindica y confirma la autoridad de la madre sobre ellos.

4Quien ama a Dios alcanzará perdón de los pecados; se abstendrá de ellos y será oído siempre que le ruegue.

5Como quien acumula tesoros, así es el que tributa honor a su madre.

6Quien honra a su padre, tendrá consuelo en sus hijos, y al tiempo de su oración será oído.

7[6583]El que honra a su padre, vivirá larga vida; y da consuelo a la madre quien al padre obedece.

8Quien teme al Señor, honra a sus padres; y sirve, como a sus señores, a los que le dieron el ser.

9[6584]Honra a tu padre con obras, y con palabras y con toda paciencia;

10para que venga sobre ti su bendición, la cual te acompañe hasta el fin.

11[6585]La bendición del padre afirma las casas de los hijos; mas la maldición de la madre les arruina los cimientos.

¡Alivia la vejez de tu padre!

12[6586]No te alabes de la afrenta de tu padre, porque no es gloria tuya su ignominia;

13[6587]puesto que de la buena reputación del padre resulta gloria al hombre, y es desdoro del hijo un padre sin honra.

14Hijo, alivia la vejez de tu padre, y no le des pesadumbres en su vida.

15Si llegare a volverse como un niño, compadécele, y jamás le desprecies por tener tú más vigor que él; porque la beneficencia con el padre no quedará en olvido.

16[6588]Por los defectos de la madre recibirás tu recompensa.

17La justicia será el fundamento de tu casa; y en el día de la tribulación se hará memoria de ti; como en un día sereno se deshace el hielo, de igual modo se disolverán tus pecados.

18¡Oh, cuán infame es el que a su padre desampara! ¡Y cómo es maldito de Dios aquel que exaspera a su madre!

Mansedumbre y humildad

19[6589]Hijo, haz tus cosas con mansedumbre, y sobre ser alabado, serás amado de los hombres.

20[6590]Cuanto fueres más grande, tanto más debes humillarte en todas las cosas, y hallarás gracia ante Dios.

21Porque Dios es el solo grande en poder, y Él es honrado de los humildes.

22No busques lo que es sobre tu capacidad, ni escudriñes aquellas cosas que exceden tus fuerzas; sino piensa siempre en lo que te tiene mandado Dios, y no seas curioso de sus muchas obras.

23Porque no te es necesario el ver por tus ojos los ocultos arcanos.

24[6591]No escudriñes con ansias las cosas superfluas, ni tampoco indagues las muchas obras de Dios.

25Porque muchas cosas se te han enseñado que sobrepujan la humana inteligencia.

26A muchos sedujo la falsa opinión que formaron de ellas; en la vanidad detuvo ella sus sentidos.

Castigo del orgullo

27[6592]El corazón duro lo pasará mal al fin; y quien ama el peligro perecerá en él.

28[6593]El corazón que sigue dos caminos, no tendrá buen suceso, y el hombre de corazón depravado hallará en ellos su ruina.

29El corazón perverso se irá cargando de dolores; y el pecador añadirá pecados a pecados.

30La reunión de los soberbios es incorregible; porque la planta del pecado se arraiga en ellos sin que lo adviertan.

31El corazón del sabio se deja conocer en la sabiduría, y el oído bien dispuesto escuchará a esta con sumo anhelo.

32El corazón sabio y prudente se guardará de pecar; y en las obras de justicia prosperará.

Valor de la limosna

33[6594]El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna resiste a los pecados.

34[6595]Dios es el proveedor del que hace bien, se acuerda de él para lo venidero, y al tiempo de su caída hallará apoyo.

ECLESIÁSTICO 4
Amor al pobre

1[6596]Hijo, no defraudes al pobre de su limosna; ni apartes tus ojos del necesitado.

2No desprecies al que padece hambre; ni exasperes al pobre en su necesidad.

3No aflijas el corazón del desvalido ni dilates el socorro al que se halla angustiado.

4No deseches el ruego del atribulado, ni apartes tu rostro del menesteroso.

5No apartes tus ojos del mendigo, irritándole; ni des ocasión a los que te piden, de que te maldigan por detrás.

6Porque escuchada será la imprecación del que te maldijere en la amargura de su alma; y ha de oírle su Creador.

7Muéstrate afable a la turba de los pobres; humilla tu corazón ante el anciano, y baja tu cabeza delante de los grandes.

8[6597]Inclina sin desdén tu oído al pobre; paga tu deuda, y respóndele con benignidad y mansedumbre.

9Libra de la mano del soberbio al que sufre injuria, y no se te haga esto gravoso.

10En el juzgar sé misericordioso con los huérfanos, como padre, y cual esposo de su madre.

11Y serás como un hijo obediente al Altísimo, y Este será para contigo más compasivo que una madre.

Bendiciones de la sabiduría

12[6598]La sabiduría infunde vida a sus hijos, acoge a los que la buscan, y va delante de ellos en el camino de la justicia.

13Quien la ama, ama la vida; y los que solícitos la buscaren, gozarán de su suavidad.

14Los que la poseyeren, heredarán la vida; y donde ella entrare, allí echará Dios su bendición.

15[6599]Los que la sirven, rinden obsequio al Santo; y Dios ama a los que la aman.

16[6600]Quien la escucha, juzgará las naciones; y quien tiene fijos en ella los ojos, reposará seguro.

17[6601]Si en ella pone su confianza, la tendrá por herencia, y serán confirmados sus hijos.

18[6602]Porque la sabiduría anda con él en la tentación, y le elige entre los primeros.

19Para probarle le conduce entre temores y sustos, y le aflige con la tribulación de su doctrina, hasta explorar todos sus pensamientos, y fiarse ya del corazón de él.

20Entonces le afirmará, le allanará el camino, y le llenará de alegría.

21Le descubrirá sus arcanos, le enriquecerá con un tesoro de ciencia, y de conocimiento de la justicia.

22[6603]Mas si se desviare, le desamparará, y le entregará en poder de su enemigo.

No te avergüences de la verdad

23Hijo, ten cuenta del tiempo, y huye del mal.

24Por tu alma no te avergüences de decir la verdad.

25[6604]Porque hay vergüenza que conduce al pecado, y hay vergüenza que acarrea gloria y gracia.

26No tengas miramiento a nadie en daño tuyo; ni mientas a costa de tu alma.

27[6605]No respetes a tu prójimo cuando cae.

28[6606]No reprimas tu palabra, cuando puede ser saludable; ni encubras tu sabiduría en ocasión en que debes ostentarla.

29Porque en la lengua se conoce la sabiduría, y la prudencia, la discreción y la ciencia en las palabras del hombre sensato; mas su fuerza consiste en las obras buenas.

30Por ningún caso contradigas la palabra de verdad, y avergüénzate de la mentira por falta de tu saber.

31[6607]No tengas vergüenza de confesar tus pecados; mas no te rindas a nadie para pecar.

32No quieras resistir en su cara al poderoso; ni intentes detener el ímpetu de una riada.

33Pugna por la justicia para bien de tu alma; combate por la justicia hasta la muerte, porque Dios peleara por ti contra tus enemigos.

Domínate a ti mismo

34[6608]No seas precipitado en el hablar, ni remiso y negligente en tus obras.

35[6609]No seas en tu casa como un león, aterrando a tus domésticos, y oprimiendo a tus súbditos.

36No esté tu mano extendida para recibir, y encogida para dar.

ECLESIÁSTICO 5
Falsa seguridad

1[6610]No pongas tu confianza en riquezas inicuas, y no digas: tengo lo bastante para vivir: porque de nada te servirá eso al tiempo de la venganza y de la oscuridad.

2Cuando seas poderoso, no sigas los deseos de tu corazón;

3ni andes diciendo: “Gran poder es el mío, ¿quién me sujetará por causa de mis acciones?” Pues Dios segurísimamente tomará venganza.

4Tampoco digas: “Yo pequé, ¿y qué mal me ha venido? Porque el Altísimo, aunque paciente, da el pago merecido.

5[6611]Del pecado perdonado no quieras estar sin temor; ni añadas pecados a pecados.

6[6612]No digas: “¡Oh, la misericordia del Señor es grande! Él me perdonará la multitud de mis pecados”.

7[6613]Porque tan pronto como ejerce su misericordia, ejerce su indignación, y tiene fijos sus ojos sobre el pecador.

8No tardes en convertirte al Señor, ni lo difieras de un día para otro;

9porque de repente sobreviene su ira, y en el día de la venganza acabará contigo.

10No tengas ansia de adquirir riquezas injustas porque de nada te aprovecharán en el día de la oscuridad y de la venganza.

Sobre el recto uso de la lengua

11[6614]No te vuelvas a todos vientos, ni quieras ir por cualquier camino; porque de eso se convence reo todo pecador que usa doble lenguaje.

12[6615]Mantente firme en el camino del Señor, en la verdad de tus sentimientos, y en la ciencia; y vaya contigo la palabra de paz y de justicia.

13Sé manso en oír lo que dicen; a fin de que lo entiendas, y puedas dar con prudencia una cabal respuesta.

14Si tienes inteligencia, responde al prójimo; sino, ponte la mano sobre la boca, para que no te sorprendan en alguna palabra indiscreta, y quedes avergonzado.

15Honor y gloria al discurso del hombre sensato; mas la lengua del imprudente viene a ser la ruina de este.

16[6616]Guárdate de ser chismoso, y de que tu lengua sea para ti un lazo y motivo de confusión.

17Porque el ladrón cae en la confusión y arrepentimiento; y el hombre de doble lenguaje en una infamia grandísima; pero el chismoso se acarrea el odio, la enemistad y el oprobio.

18[6617]Haz igualmente justicia a los pequeños y a los grandes.

ECLESIÁSTICO 6
Peligros del orgullo

1No te hagas, en vez de amigo, enemigo del prójimo; porque el hombre malvado tendrá por herencia el oprobio y la ignominia, particularmente todo pecador envidioso, y de lengua doble.

2[6618]No te dejes llevar de pensamientos altivos, a modo de un toro; no sea que tu animosidad se estrelle por causa de tu locura;

3[6619]y coma esta tus hojas, y eche a perder tus frutos, y vengas a quedar como un árbol seco, en medio del desierto.

4Porque el alma maligna arruinará a aquel en quien reside, le hará objeto de complacencia para sus enemigos, y le conducirá a la suerte de los impíos.

De la amistad

5[6620]La palabra dulce multiplica los amigos, y aplaca a los enemigos; la lengua graciosa vale mucho en un hombre virtuoso.

6Vive en amistad con muchos; pero toma a uno entre mil para consejero tuyo.

7[6621]Si quieres hacerte amigo con uno, sea después de haberle experimentado, y no te entregues a él con ligereza.

8Porque hay amigo de ocasión, y no persevera tal en el tiempo de la tribulación.

9Y amigo hay que se trueca en enemigo; y hay amigo que descubrirá su odio, contiendas e injurias.

10Hay también algún amigo, compañero en la mesa; que en el día de la necesidad ya no se dejará ver.

11[6622]El amigo, si es constante, será para ti como un igual, e intervendrá con confianza en las cosas de tu casa.

12Si se humilla delante de ti, y se retira de tu presencia, has hallado una amistad buena y constante.

13Aléjate de tus enemigos, y está alerta en orden a tus amigos.

14El amigo fiel es una defensa poderosa; quien le halla, ha hallado un tesoro.

15Nada hay comparable al amigo fiel; ni hay peso de oro ni plata, que sea digno de ponerse en balanza con la sinceridad de su fe.

16[6623]Bálsamo de vida y de inmortalidad es un fiel amigo; aquellos que temen al Señor le encontraran.

17Quien teme a Dios logrará igualmente tener buenos amigos; pues como él así es su amigo.

Frutos de la sabiduría

18[6624]Hijo, desde tu mocedad abraza la doctrina, y hasta el fin de tu vida tendrás sabiduría.

19Como el que ara y siembra, aplícate a ella, y espera sus buenos frutos;

20puesto que te costará un poco de trabajo su cultivo: mas luego comerás de sus frutos.

21[6625]¡Oh, cuán sumamente áspera es la sabiduría para los hombres necios! No permanecerá en su estudio el insensato.

22Para estos será como una piedra de prueba, que no tardarán en lanzarla de sus hombros.

23[6626]Porque la sabiduría que adoctrina es como su nombre, y no es conocida de muchos; mas con los que la conocen persevera hasta la presencia de Dios.

24Escucha, hijo, y abraza una sabia advertencia, y no deseches mi consejo.

25[6627]Mete tus pies en sus grillos, y tu cuello en su argolla.

26[6628]Inclina tus hombros, y llévala a cuestas, y no te sean desabridas sus cadenas.

27Arrímate a ella de todo tu corazón; y con todas tus fuerzas sigue sus caminos.

28Búscala, que ella se te manifestará; y poseyéndola no la abandones;

29porque al fin hallarás en ella reposo, y se te convertirá en dulzura.

30Sus grillos serán para ti fuerte defensa, y firme base, y sus argollas un vestido de gloria.

31[6629]Pues la sabiduría es el esplendor de la vida, y sus ataduras una venda saludable.

32De ella te revestirás como de un glorioso ropaje, y la pondrás sobre ti como corona de regocijo.

¡Madruga para oír al sabio!

33Hijo, si tú me estuvieres atento, adquirirás la doctrina; y si aplicas tu mente, serás sabio.

34Si me oyes, recibirás la enseñanza, y serás sabio si amas el escuchar.

35[6630]Frecuenta la reunión de los ancianos prudentes, y abraza de corazón su sabiduría; a fin de poder oír todas las cosas que cuentan de Dios, y no ignorar los proverbios de alabanza.

36Si vieres algún hombre sensato, madruga para oírle, y trillen tus pies las gradas de su puerta.

37[6631]Fija tu atención en los preceptos de Dios, y medita continuamente sus mandamientos; Él te dará un corazón, y te cumplirá el deseo de la sabiduría.

ECLESIÁSTICO 7
Fallas que hay que evitar

1No hagas mal, y el mal no caerá sobre ti.

2[6632]Apártate del hombre perverso, y estarás lejos del mal.

3[6633]Hijo, no siembres maldades en surcos de injusticia, y no tendrás que segarlas siete veces más.

4[6634]No pidas al Señor el guiar a los demás, ni al rey puesto honorífico.

5[6635]No te tengas por justo en presencia de Dios; pues Él está viendo los corazones; ni delante del rey afectes parecer sabio.

6No pretendas ser juez, si no te hallas con valor para hacer frente a las injusticias; no sea que por temor de la cara del poderoso te expongas a obrar contra equidad.

7No ofendas a la muchedumbre de una ciudad, y no te metas en el tumulto del pueblo.

8[6636]No añadas pecados a pecados; porque ni aun por uno solo has de quedar sin castigo.

9No seas de corazón pusilánime;

10ni descuides el hacer oración, y dar limosna.

11[6637]No digas: “Dios tendrá miramiento a mis muchas ofrendas, y ofreciendo yo mis dones al Dios altísimo, los aceptará.”

12No te burles del hombre que tiene angustiado su corazón; porque hay quien humilla y exalta: Dios que todo lo ve.

13No inventes mentira contra tu hermano, ni lo hagas tampoco contra tu amigo.

14Guárdate de proferir mentira alguna; porque el acostumbrarse a eso es muy malo.

15[6638]No seas hablador en el concurso de los ancianos; ni repitas en tu oración las palabras.

16[6639]No aborrezcas el trabajo, aunque sea penoso, ni la labranza del campo instituida por el Altísimo.

17No te alistes en la turba de los hombres indisciplinados.

18Acuérdate de la ira, la cual no tardará.

19[6640]Humilla cuanto puedas tu espíritu; porque el fuego y el gusano castigarán la carne del impío.

Reglas para la vida familiar

20No quieras romper con el amigo porque tarda en volverte el dinero; y no desprecies a tu carísimo hermano por causa del oro.

21[6641]No te separes de la mujer sensata y buena, que por el temor del Señor te cupo en suerte; porque la gracia de su modestia vale más que el oro.

22[6642]No trates mal al siervo que trabaja con fidelidad; ni al jornalero que consume su vida.

23[6643]Al esclavo juicioso ámale como a tu misma alma; no le niegues la libertad, ni le dejes en la miseria.

24¿Tienes ganados? cuida bien de ellos; y si te dan ganancia, consérvalos.

25¿Tienes hijos? adoctrínalos, y dómalos desde su niñez.

26[6644]¿Tienes hijas? guarda su honestidad, y no les muestres complaciente tu rostro.

27Casa la hija, y dala a un hombre sensato, y habrás hecho un gran negocio.

28[6645]Si tienes una mujer conforme a tu corazón, no la deseches; y no te entregues a una que sea aborrecible.

29Honra a tu padre con todo tu corazón; y no te olvides de los gemidos de tu madre.

30Acuérdate que sin ellos no hubieras nacido; y correspóndeles según lo que han hecho por ti.

Respeta al sacerdote

31Con toda tu alma teme al Señor, y reverencia a sus sacerdotes.

32Ama a tu Creador con todas tus fuerzas; y no desampares a sus ministros.

33[6646]Honra a Dios con toda tu alma, y respeta a los sacerdotes, y purifícate ofreciendo la espaldilla.

34Dales su parte, como te está mandado, así de las primicias, como de la expiación, y purifícate de tus negligencias con lo poco.

35Ofrecerás como don al Señor la espaldilla, el sacrificio de santificación y las primicias de las cosas santas.

Ayuda al pobre

36Alarga tu mano al pobre; a fin de que sea perfecta tu propiciación y tu bendición.

37[6647]La beneficencia parece bien a todo viviente; y ni a los muertos se la debes negar.

38[6648]No dejes de consolar a los que lloran, y haz compañía a los afligidos.

39[6649]No se te haga pesado el visitar al enfermo, pues con tales medios serás afirmado en la caridad.

40[6650]En todas tus acciones, acuérdate de tus postrimerías, y nunca jamás pecarás.

ECLESIÁSTICO 8
Lo que no se debe hacer

1No te pongas a pleitear con un hombre poderoso, no sea que caigas en sus manos.

2[6651]No contiendas con un hombre rico, no sea que te mueva una querella.

3Porque a muchos ha corrompido el oro y la plata, que hasta el corazón de los reyes influye y lo pervierte.

4[6652]No porfíes con hombre parlador, y no echarás leña en su fuego.

5[6653]No tengas trato con hombre mal educado, a fin de que no diga mal de tu linaje.

6[6654]No mires con desprecio al hombre que se arrepiente del pecado, y no se lo eches encara. Acuérdate que todos somos dignos de reprensión.

7[6655]No pierdas el respeto al hombre en su vejez; pues que de nosotros se hacen los viejos.

8No te huelgues en la muerte de tu enemigo, sabiendo que todos morimos, y no queremos ser objeto de gozo.

9[6656]No menosprecies lo que contaren los ancianos sabios; antes bien, hazte familiares sus máximas;

10porque de ellos aprenderás sabiduría y documentos de prudencia, y el modo de servir a los príncipes sin queja.

11No dejes de oír lo que cuentan los ancianos, porque ellos lo aprendieron de sus padres.

12Pues aprenderás de los mismos, discreción y el saber dar una respuesta cuando fuere menester.

13[6657]No enciendas los carbones de los pecadores, con hacerles reconvenciones; de otra suerte serás abrasado con la llama del fuego de sus pecados.

14No te pongas de frente a persona de mala lengua, a fin de que no esté en acecho para sorprenderte en alguna palabra.

15[6658]No prestes al que puede más que tú; si algo le prestaste, haz cuenta que lo has perdido.

16No hagas fianza sobre tus fuerzas; y si la has hecho, piensa cómo pagarla.

17[6659]No litigues contra el juez; porque él juzga según lo que cree justo.

18En viaje no te acompañes con un temerario; no sea que cargue sus desastres sobre ti; porque él va siguiendo su voluntad, y su locura te perderá a ti, juntamente con él.

19Con el colérico no trabes riña; ni camines por lugar solitario con el atrevido; porque para él la sangre no importa nada, y cuando no haya quien te socorra, te hará pedazos.

20[6660]No te aconsejes con tontos; porque estos no pueden amar sino aquello que a ellos les place.

21[6661]No consultes en presencia de un extraño; porque no sabes lo que él maquina dentro de sí.

22Ni descubras tu corazón a cualquier hombre; no sea que te muestre una falsa amistad, y te afrente.

ECLESIÁSTICO 9
El trato con mujeres

1[6662]No seas celoso de tu querida esposa; para que no se valga de las malas ideas que tú le sugieres.

2No dejes que la mujer tenga dominación sobre tu espíritu; para que no se levante contra tu autoridad, y quedes avergonzado.

3No pongas los ojos en una mujer que quiere a muchos, no sea que caigas en su lazo.

4[6663]No frecuentes el trato con la bailarina, ni la escuches, si no quieres perecer a la fuerza de su atractivo.

5[6664]No pongas tus ojos en la doncella, para que su belleza no sea ocasión de tu ruina.

6De ningún modo des entrada en tu alma a las meretrices, para que no te pierdas a ti y tu patrimonio.

7No andes derramando tu vista por las calles de la ciudad, ni vagueando de plaza en plaza.

8[6665]Aparta tus ojos de la mujer lujosamente ataviada, y no mires curioso una hermosura ajena.

9Por la hermosura de la mujer muchos se han perdido; pues por ella se enciende cual fuego la concupiscencia.

10[6666]Cualquiera mujer pública es pisoteada como estiércol en el camino.

11Muchos embelesados de la belleza de la mujer ajena se hicieron réprobos; porque su conversación quema como fuego.

12Con la mujer de otro no estés jamás de asiento; ni en la mesa te arrimes a ella recostado sobre el codo;

13[6667]ni la desafíes en tomar vino; no sea que tu corazón se incline hacia ella, y a costa de tu vida caigas en la perdición.

Diversas reglas de prudencia

14No dejes al amigo antiguo; porque no será como él el nuevo.

15El amigo nuevo es un vino nuevo; se hará añejo, y le beberás con gusto.

16[6668]No envidies la gloria y las riquezas del pecador; pues no sabes cuál ha de ser su catástrofe.

17[6669]No te agraden las violencias que cometen los hombres injustos; tú sabes que jamás en toda su vida puede agradar el impío.

18Vive lejos de aquel que tiene potestad para hacerte morir, y no andarás asustado con el temor de la muerte.

19Si te acercas a él, guárdate de hacer ninguna cosa, no sea que te quite la vida.

20[6670]Sábete que conversas con la muerte; porque caminas en medio de lazos, y andas entre las armas de gente resentida.

21Procede con cuanta cautela puedas, con tu prójimo, y aconséjate con los sabios y prudentes.

22Sean tus convidados los varones justos, y tu gloria consista en temer a Dios.

23[6671]El pensamiento de Dios esté fijo en tu alma, y sea toda tu conversación de los preceptos del Altísimo.

24[6672]Las obras de los artífices son alabadas por su industria, el príncipe del pueblo por la sabiduría de sus discursos, y las palabras de los ancianos por su prudencia.

25Temible es en su ciudad el hombre deslenguado, y será aborrecido el temerario por sus palabras.

ECLESIÁSTICO 10
Gobernantes y magistrados

1[6673]El juez sabio hará justicia a su pueblo, y será estable el principado del varón sensato.

2[6674]Cual es el juez del pueblo, tales son sus ministros, y cuál es el gobernador de la ciudad, tales son sus habitantes.

3El rey imprudente será la ruina de su pueblo; mas la prudencia de los que mandan poblará las ciudades.

4[6675]La potestad de la tierra está en manos de Dios; y Él a su tiempo suscitará a quien la gobierne útilmente.

5[6676]En manos de Dios está la prosperidad del hombre; y Él hace participar de su gloria al escriba.

Soberbia y avaricia

6[6677]Echa en olvido todas las injurias recibidas del prójimo; y nada hagas en daño de otro.

7[6678]La soberbia es aborrecida de Dios y de los hombres; y execrable toda iniquidad de las gentes.

8[6679]Un reino es trasladado de una nación a otra por causa de las injusticias, y violencias y ultrajes, y de muchas maneras de fraudes.

9No hay cosa más detestable que un avaro. ¿De qué se ensoberbece el que es tierra y ceniza?

10[6680]No hay cosa más inicua que el que codicia el dinero; porque el tal a su alma misma pone en venta; y aun viviendo se arranca sus propias entrañas.

11Breve es la vida de todo potentado. La enfermedad prolija es pesada para el médico;

12la corta enfermedad la ataja el médico. Así el que hoy es rey, mañana morirá.

13Cuando muera el hombre, su herencia serán serpientes, sabandijas y gusanos.

Origen de la soberbia y su castigo

14[6681]El principio de la soberbia del hombre fue apostatar de Dios,

15apartándose su corazón de Aquel que le creó. Así, pues, el origen de todo pecado es la soberbia; quien la tuviere, rebosará en abominaciones, y ella al fin será su ruina.

16Por eso el Señor cargó de ignominia la raza de los malvados, y los destruyó hasta exterminarlos.

17[6682]Derribó Dios los tronos de los príncipes soberbios, y colocó en su lugar a los humildes.

18Arrancó de raíz las naciones soberbias, y plantó aquellos que eran despreciables entre las mismas gentes.

19Asoló el Señor las tierras de las naciones, y las arrasó hasta los cimientos.

20A algunas de ellas las desoló; acabó con sus moradores, y extirpó del mundo su memoria.

21Aniquiló Dios la memoria de los soberbios; y conservó la memoria de los humildes de corazón.

22[6683]No fue creada para los hombres la soberbia, ni la cólera para el hijo de la mujer.

El santo temor de Dios

23[6684]Honrada será la descendencia del que teme a Dios; mas será deshonrada la del que traspasa los mandamientos del Señor.

24Entre los hermanos el superior es honrado; así sucederá en la presencia del Señor a aquellos que le temen.

25La gloria de los ricos, la de los hombres constituidos en dignidad, y la de los pobres es el temor de Dios.

26Guárdate de menospreciar al justo si es pobre; guárdate de hacer gran aprecio del pecador si es rico.

27Los grandes, los jueces y los poderosos gozan de honor; pero ninguno lo tiene mayor que aquel que teme a Dios.

28[6685]Al siervo prudente se le sujetarán los hombres libres. El varón cuerdo y bien enseñado no murmurará por ser corregido; mas al siervo necio no se le hará semejante honra.

29[6686]No te engrías cuando tu obra te salga bien; ni estés de plantón en tiempo de necesidad.

30Es más digno de estima aquel que trabaja y abunda de todo, que el jactancioso que no tiene pan.

31Hijo, conserva en la mansedumbre tu alma, y hónrala como ella merece.

32¿Quién justificará al que peca contra su alma? ¿Y quién honrará al que a su propia alma deshonra?

33El pobre es honrado por sus buenas costumbres y santo temor; y el rico es respetado por las riquezas que tiene.

34[6687]Mas aquel que en medio de la pobreza se gloría, ¿cuánto más no lo haría si llegase a ser rico? El que se gloría en sus riquezas, tiene que temer la pobreza.

ECLESIÁSTICO 11
No te gloríes

1[6688]La sabiduría ensalzará al humilde, y le dará asiento en medio de los magnates.

2[6689]No alabes al hombre por su bello aspecto, ni desprecies a nadie por su sola presencia exterior.

3Pequeña es la abeja entre los volátiles; mas su fruto es el primero en la dulzura.

4[6690]No te gloríes jamás por el traje que llevas, y no te engrías cuando te veas ensalzado en alto puesto; porque solo las obras del Altísimo son admirables; gloriosas son ellas, pero ocultas e invisibles.

5[6691]Se sentaron en el trono muchos tiranos; y un hombre, en quien nadie pensaba, se ciñó la diadema.

6Cayeron en grande ignominia muchos potentados; y magnates fueron entregados en poder de otros.

Se moderado en tus actividades

7[6692]A nadie reprendas antes de informarte; y habiéndote informado, reprenderás con justicia.

8Antes de haber escuchado, no respondas palabra; y mientras otro habla, no le interrumpas.

9No porfíes sobre cosa que no te importa nada, ni te sientes para juzgar con los pecadores.

10[6693]Hijo, no quieras abarcar muchos negocios; porque si te hicieres rico, no serás exento de culpa. Yendo tras de muchas cosas, no llegarás a alcanzar ninguna; y por mucho que corras, no te escaparás.

Pobreza y riqueza

11Hay hombre que, estando falto de piedad, trabaja y se afana y se duele, y tanto menos se enriquece.

12Hay otro lánguido y necesitado de amparo, muy falto de fuerzas y abundante de miseria;

13[6694]y a este Dios le mira con ojos benignos, le alza de su abatimiento y le hace levantar cabeza; de lo cual quedan muchos maravillados, y glorifican a Dios.

14[6695]De Dios vienen los bienes y los males, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza.

15[6696]De Dios son la sabiduría, la disciplina y la ciencia de la Ley; y del mismo son la caridad y las obras que hacen los buenos.

16El error y las tinieblas son connaturales a los pecadores; y los que se glorían en el mal, envejecen en la malicia.

17[6697]El don de Dios permanece en los justos; e irá creciendo continuamente con feliz suceso.

18[6698]Hay quien se hace rico viviendo con escasez; y el único fruto que tiene por recompensa,

19es el decir: Yo he hallado mi reposo, y ahora comeré de mis bienes yo solo.

20Mas él no sabe cuánto tiempo le resta; y no piensa que se le acerca la muerte, y que todo lo dejará a otros y morirá.

¡Cumple con tu deber!

21[6699]Persiste en tu pacto, y de este trata, y acaba tus días cumpliendo con aquello que te está mandado.

22[6700]No fijes tu consideración en las obras de los pecadores; confía en Dios, y mantente en tu puesto.

23Porque fácil es a Dios el enriquecer en un momento al pobre.

Falsa riqueza

24La bendición de Dios se apresura a recompensar al justo, y en breve tiempo le hace crecer y fructificar.

25No digas: “¿Qué me queda ya que hacer? ¿Y qué bienes me vendrán en lo venidero?”

26[6701]Tampoco digas: “Yo me basto a mí mismo; ¿y qué mal puedo temer para en adelante?”

27En los días buenos no te olvides de los días malos, y en el día malo acuérdate del día bueno.

28Porque fácil es a Dios el dar a cada uno, en el día de la muerte, el pago según sus obras.

29Una hora de mal hace olvidar los mayores deleites; y en el fin del hombre se manifiestan sus obras.

30[6702]No alabes a nadie antes de su muerte; porque al hombre se le ha de conocer en sus hijos.

Prudencia en la hospitalidad

31[6703]No introduzcas en tu casa toda suerte de personas; pues son muchas las acechanzas de los maliciosos.

32Porque así como un estómago fétido arroja regüeldos, y como la perdiz es conducida a la trampa, y la corza al lazo; así sucede con respecto al corazón del soberbio, el cual como de una atalaya está acechando la caída de su prójimo;

33y convirtiendo el bien en mal, está poniendo acechanzas; y pondrá tacha en los mismos escogidos.

34Por una chispa se levanta un incendio, y por un hombre doloso se vierte mucha sangre; porque el pecador asecha la sangre.

35Guárdate del hombre corrompido, pues está fraguando males; no sea que te cubra de perpetua infamia.

36Si admites en tu casa al extranjero, te trastornará como un torbellino, y te alejará de los tuyos.

ECLESIÁSTICO 12
A quién se debe hacer bien

1[6704]Si haces bien, mira a quién lo haces; y tendrás mucho mérito por tu bondad.

2[6705]Haz bien al justo, y lograrás una gran recompensa, sino de él, a lo menos del Señor.

3No lo pasará bien el que de continuo hace mal, y no da limosnas; porque el Altísimo aborrece a los pecadores; y usa de misericordia con los que se arrepienten.

4[6706]Sé tú liberal con el hombre misericordioso, y no patrocines al pecador; porque Él dará su merecido a los impíos y a los pecadores, reservándolos para el día de la venganza.

5Sé liberal con el hombre de bien, y no apoyes al pecador.

6[6707]Haz bien al humilde, y no concedas dones al impío; impide que se le dé de comer, para que no se alce sobre ti con lo mismo que le das.

7Porque será doble mal el que reportarás por todo el bien que le hicieres; pues odia el Altísimo a los pecadores, y tomará venganza de los impíos.

Cómo se conoce al amigo y al enemigo

8No se conoce el amigo en la prosperidad; y en la adversidad no quedará oculto el enemigo.

9En la prosperidad del hombre sus enemigos andan tristes; y en la adversidad se conoce quién es amigo.

10[6708]Nunca te fíes de tu enemigo; porque como un vaso de cobre, cría cardenillo su malicia.

11Aunque haciendo de humilde ande cabizbajo, tú está sobre aviso, y recátate de él.

12No te le pongas a tu lado, ni se siente a tu diestra; no sea que volviéndose contra ti, tire a ocupar tu puesto; y al fin caigas en cuenta de lo que digo, y te traspasen el corazón mis advertencias.

13[6709]¿Quién tendrá compasión del encantador mordido de la serpiente, ni de todos que se acercan a las fieras? Así será del que se acompaña con un hombre inicuo, y se halla envuelto en sus pecados.

14Algún tiempo estará contigo; mas si declina tu fortuna, no te sostendrá.

15El enemigo tiene la miel en sus labios; mas en su corazón está tramando cómo dar contigo en la fosa.

16Derrama lágrima de sus ojos el enemigo; pero si halla ocasión, no se hartará de sangre;

17y si te sobreviene algún mal, hallarás que él es su primer origen.

18Llorando están los ojos del enemigo; pero en ademán de querer ayudarte te dará un traspié.

19[6710]Meneará su cabeza, y dará palmadas, y hablando mucho entre dientes, mudará su rostro.

ECLESIÁSTICO 13
El trato con los poderosos

1[6711]El que tocare la pez, se ensuciará con ella; y al que trata con el soberbio, se le pegará la soberbia.

2Una buena carga se echa encima quien tiene trato con otro más poderoso que él. No te acompañes con quien es más rico que tú.

3[6712]¿Qué sacará la olla de estar junto al caldero? Cuando chocaren, quedará hecha pedazos.

4[6713]El rico hará un agravio, y aun bramará; el pobre recibirá un agravio, y habrá de callar.

5Si le haces regalos, te recibirá; cuando nada tengas que ofrecerle te abandonará.

6Mientras tienes algo, se sentará a tu mesa, hasta que te haya consumido tu hacienda; pero no se compadecerá de ti.

7Si te ha menester, te engañará, y con semblante risueño te dará esperanzas, prometiéndote mil bienes, y te dirá: “¿Qué es lo que has menester?”

8[6714]Te confundirá con sus convites; hasta que te apure dos o tres veces, y a la postre se burlará de ti; y después, al verte, te volverá las espaldas y moverá sobre ti su cabeza.

9[6715]Humíllate ante Dios, y espera de su mano.

10[6716]Mira que seducido no te humilles neciamente.

11Guárdate de abatirte en tu sabiduría; no sea que humillado seas inducido a necedad.

No seas importuno

12Cuando te llame algún poderoso, excúsate; pues así serás llamado con mayor empeño.

13No seas importuno, para que no te eche de sí; ni te alejes de él, que vengas a ser olvidado.

14No te entretengues para hablar con él como con un igual, ni te fíes de las muchas palabras suyas; porque con hacerte hablar mucho hará prueba de ti, y como por pasatiempo te sonsacará tus secretos.

15Su corazón fiero observará tus palabras, y no te escaseará el mal trato y las prisiones.

16Vete con tiento, y está alerta a lo que oyes, pues andas por el borde de tu ruina.

17Mas al oír estas cosas tenías presentes, aun durmiendo, y está alerta.

18Ama a Dios toda tu vida, e invócale para que te salve.

Actitud diversa para con el rico y el pobre

19[6717]Todo animal ama a su semejante; así también todo hombre a su prójimo.

20[6718]Todas las bestias se asocian con sus semejantes; así también se ha de acompañar todo hombre con su semejante.

21[6719]Cuando el lobo trabe amistad con el cordero, entonces la tendrá el pecador con el justo.

22¿Qué comunicación puede haber entre un hombre santo y un perro? O, ¿qué unión, entre un rico y un pobre?

23Presa del león es el asno montés en el desierto; así también los pobres son pasto de los ricos.

24Así como el soberbio detesta la humildad; así también el rico tiene aversión al pobre.

25Si bambolea el rico, sus amigos le sostienen; mas en cayendo el pobre, aun sus familiares le echan a empellones.

26[6720]El rico que resbala, tiene muchos que le sostienen; habla con arrogancia, y aquellos le justifican.

27Mas el pobre que se desliza, tras eso es reprendido; habla cuerdamente, y no se hace caso de él.

28Habla el rico, y todos callan, y ensalzan su dicho hasta las nubes.

29Habla el pobre, y dicen: “¿Quién es ese?” Y si da un paso en falso, lo vuelcan por tierra.

Del buen uso de las riquezas

30[6721]Buenas son las riquezas en manos del que no tiene pecado en su conciencia; mas la pobreza es malísima a juicio del impío.

31[6722]El corazón del hombre le hace demudar el semblante, o en bien, o en mal.

32[6723]La señal del buen corazón, que es un rostro bueno, lo hallarás difícilmente y a duras penas.

ECLESIÁSTICO 14
Uso de la lengua

1[6724]Bienaventurado el hombre que no se deslizó en palabra que haya salido de su boca; ni es punzado por el remordimiento del pecado.

2[6725]Feliz el que no tiene en su ánimo la tristeza, y no ha decaído de su esperanza.

De la avaricia

3[6726]Al hombre codicioso y agarrado, de nada le sirven las riquezas; y ¿qué le aprovecha el oro al hombre tacaño?

4El que amontona, privándose a sí mismo, para otros amontona; un extraño se regalará con sus bienes.

5¿Para quién será bueno el que para sí mismo es mezquino, y no sabe gozar de sus bienes?

6[6727]Quien es avaro contra sí mismo, es el hombre más ruin del mundo, y ya recibe el pago de su pasión perversa.

7Si algún bien hace, sin pensar ni querer lo hace, y al cabo viene a manifestar su malicia.

8[6728]Maligno es el ojo del envidioso, quien vuelve su cara al otro lado, y desprecia su misma alma.

9No se sacia el ojo del avaro con una porción injusta; no se saciará hasta tanto que haya consumido y secado su vida.

10El ojo maligno está fijo en el mal; no se saciará de pan; se estará famélico y melancólico en la mesa.

Haz bien a tu prójimo

11[6729]Hijo mío, disfruta aquello que tienes, y haz de ello ofrendas dignas a Dios.

12[6730]Acuérdate de la muerte, la cual no tarda, y de la ley que se te ha intimado de ir al sepulcro; porque el morir es una ley de la que nadie está exento.

13[6731]Antes de morir haz bien a tu prójimo, y alarga tu mano hacia el pobre según tu posibilidad.

14[6732]No te prives de un buen día; y del buen don no dejes perder ninguna parte.

Brevedad de la vida

15¿No ves que has de dejar a otros tus sudores y fatigas, y que a la suerte se lo repartirán entre sí?

16[6733]Da, y toma, y santifica tu alma.

17Practica la justicia antes que mueras; pues en el sepulcro no hay que buscar el sustento.

18[6734]Se ha de pudrir toda carne como el heno y como las hojas que brotan en la verde planta.

19[6735]Unas hojas nacen, y otras se caen; así de las generaciones de carne y sangre una fenece, y otra nace.

20Toda obra corruptible ha de perecer finalmente, y su artífice tendrá el mismo paradero que ella.

21Todas las obras escogidas serán aprobadas, y el que las hace, será por ellas glorificado.

Dicha del sabio

22[6736]Bienaventurado el hombre que es constante en la sabiduría, y medita en la justicia, y considera en su mente la providencia de Dios,

23que va estudiando en su corazón los caminos de ella, y entiende sus arcanos, yendo en pos de ella, como quien sigue su rastro, pisando siempre sus huellas;

24[6737]que se pone a mirar por sus ventanas, y está escuchando en su puerta;

25y reposa junto a la casa de ella, e hincando en sus paredes una estaca, asienta al lado de ella su pequeño pabellón, dentro del cual tendrán perpetua morada los bienes.

26Bajo la protección de la sabiduría colocará a sus hijos, y morará debajo de sus ramas,

27a la sombra de ella estará defendido del calor, y reposará en su gloria.

ECLESIÁSTICO 15
Bienes de la sabiduría

1[6738]El que teme a Dios, hará buenas obras; y quien observa exactamente la justicia, poseerá la (sabiduría);

2[6739]porque ella le saldrá al encuentro cual madre respetable, y cual virgen desposada le recibirá.

3[6740]Le alimentará con pan de vida y de inteligencia; le dará a beber el agua saludable de la sabiduría, y fijará en él su morada, y él será constante.

4Será su sostén, y no se verá confundido, sino que será ensalzado entre sus hermanos.

5[6741]En medio de la Iglesia le abrirá la boca, llenándole del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y revistiéndole de un manto de gloria.

6Le colmará de consuelo y de alegría, y le dará en herencia un eterno renombre.

Sabiduría y alabanza de Dios

7Los hombres necios nunca la lograrán, mas los prudentes saldrán a su encuentro; no la verán los necios, porque está lejos de la soberbia y del dolo.

8Los hombres mentirosos no se acordarán de ella, mas los veraces estarán con ella, y andarán de bien en mejor hasta que vean a Dios.

9[6742]No está bien la alabanza de ella en la boca del pecador;

10porque de Dios es la sabiduría, y con la sabiduría anda acompañada la alabanza de Dios; rebosará en los labios del hombre fiel, y el Señor se la infundirá.

11[6743]No digas: “Por Dios ella me falta.” No hagas lo que Él aborrece.

12[6744]Tampoco digas: “Él me ha inducido al error”, pues no necesita Él de los impíos.

13[6745]Aborrece el Señor toda maldad, la cual no puede ser amada de aquellos que le temen.

El libre albedrío del hombre

14[6746]Creó desde el principio al hombre, y le dejó en manos de su consejo.

15[6747]Le dio, además, sus mandamientos y preceptos.

16Si guardando constantemente la fidelidad que le agrada, quisieres cumplir los mandamientos, ellos serán tu salvación.

17[6748]Ha puesto delante de ti el agua y el fuego; extiende tu mano a lo que más te agrade.

18Delante del hombre están la vida y la muerte, el bien y el mal; lo que escogiere le será dado.

19Porque la sabiduría de Dios es grande, y su poder fuerte; y está mirando a todos sin cesar.

20[6749]Tiene puestos el Señor sus ojos sobre los que le temen; Él observa todas las acciones de los hombres.

21A ninguno ha mandado obrar impíamente, y a ninguno ha dado permiso para pecar;

22[6750]porque no le es grato a Él el tener muchos hijos desleales e inútiles.

ECLESIÁSTICO 16
La justicia de Dios

1[6751]No te alegres de que tus hijos se multipliquen si son malos, ni te complazcas en ellos, si no tienen temor de Dios.

2No fíes en su vida, ni cuentes con sus labores;

3porque mejor es un solo hijo temeroso de Dios, que mil hijos malos;

4y más cuenta tiene el morir sin hijos, que dejar hijos malos.

5[6752]Un solo hombre cuerdo hará que sea poblada la patria; mas despoblada será la nación de los impíos.

6Muchas cosas semejantes han visto mis ojos, y más graves que estas las han oído mis oídos.

7[6753]Arderán llamas en la reunión de los pecadores; y la ira reventará sobre la nación de los incrédulos.

8[6754]Implacable se mostró Dios a los pecados de los antiguos gigantes; los cuales, confiados en sus fuerzas, fueron aniquilados.

9Ni perdonó al lugar donde estaba hospedado Lot, antes bien maldijo a sus habitantes por la soberbia de sus palabras.

10No tuvo lástima de ellos, y destruyó a toda aquella nación que hacía gala de sus delitos.

11Y lo mismo a los seiscientos mil hombres que, obstinados de corazón, se amotinaron. Aunque uno solo fuese contumaz, sería cosa maravillosa que quedase sin castigo.

La misericordia y la indignación de Dios

12Porque la misericordia y la ira están con el Señor; puede aplacarse, y puede descargar su enojo.

13Así como usa de misericordia, así también castiga; Él juzga al hombre según sus obras.

14No escapará el pecador de su latrocinio; y no se retardará al hombre misericordioso el premio que espera.

15[6755]Todo acto de misericordia prepara el lugar a cada uno según el mérito de sus obras, y según su prudente conducta durante la peregrinación.

16[6756]No digas: “Yo me esconderé de Dios; ¿y desde allá arriba quién pensará en mí?

17Nadie me reconocerá en medio de tan gran muchedumbre; porque, ¿qué es mi persona entre tanta infinidad de creaturas?”

18He aquí que el cielo, y los altísimos cielos, el abismo y la tierra toda y cuanto en ellos se contiene, temblarán a una mirada suya.

19Los montes también y los collados, y los cimientos de la tierra, solo con que los mire Dios, se estremecerán de terror.

20[6757]Y en medio de todo esto, es insensato el corazón; pero Él está viendo todos los corazones.

21[6758]¿Quién es el que entiende sus caminos? ¿Y aquella tormenta, que jamás habrán visto ojos humanos?

22[6759]Así es que escondidas son muchísimas de sus obras; mas las obras de su justicia, ¿quién será capaz de explicarlas? ¿O quién las podrá sufrir? porque los decretos de Dios están muy distantes de algunos; pero a todos se ha de pedir cuenta al fin.

23El hombre mentecato piensa en cosas vanas; el insensato y descarriado se ocupa de sandeces.

La sabiduría de Dios Creador

24Escúchame, hijo, y aprende la educación del espíritu, y medita en tu corazón las palabras que voy a decirte;

25[6760]pues te daré instrucciones muy acertadas, y te manifestaré la escondida sabiduría; aplícate de corazón a atender mis palabras, que yo con ánimo sincero te diré las maravillas que esparce Dios en sus obras desde el principio, y te mostraré con toda verdad su ciencia.

26Formó Dios sabiamente desde el principio sus obras, y desde su creación las distinguió en partes; y sus inicios se forman según su naturaleza.

27[6761]Dio a sus operaciones virtud perenne; sin que hayan tenido necesidad de ser restauradas, ni se hayan fatigado, ni cesado nunca de obrar.

28Jamás ninguna de ellas embarazará a la otra.

29[6762]No seas tú desobediente a su palabra.

30Después de esto miró Dios la tierra, y la colmó de bienes.

31[6763] Eso están demostrando todos los seres vivientes, que están sobre su superficie y vuelven otra vez a ser tierra.

ECLESIÁSTICO 17
Dios, creador del hombre

1[6764]Dios creó de la tierra al hombre, formándole a imagen suya;

2mas le hizo volver a ser tierra, y le revistió de poder conforme a su ser.

3Le señaló determinado tiempo, y número de días; y le dio potestad sobre las cosas que hay en la tierra.

4[6765]Le hizo temible a todos los animales; y le dio el dominio sobre las bestias, y sobre las aves.

5[6766]De la sustancia del mismo formó Dios una ayuda semejante a él; les dio razón y lengua, ojos y oídos e ingenio para inventar, y los llenó de las luces del entendimiento.

6[6767]Creó en ellos la ciencia del espíritu; les llenó el corazón de discernimiento, y les hizo conocer los bienes y los males.

7[6768]Puso su ojo sobre sus corazones, para mostrarles la magnificencia de sus obras;

8a fin de que alaben su santo nombre, y ensalcen sus maravillas, y publiquen la grandeza de sus obras.

9[6769]Les añadió instrucción, y les dio por herencia la ley de vida.

10Asentó con ellos una alianza eterna, e les hizo conocer su justicia y sus preceptos.

11Vieron con los propios ojos la grandeza de su gloria, y la majestad de su voz les hirió los oídos, y les dijo: “Guardaos de toda suerte de iniquidad.”

12[6770]Y mandó a cada uno de ellos el amor a su prójimo.

13Están siempre a su vista los procederes de ellos; no pueden encubrirse a sus ojos.

14A todas las naciones señaló quien las gobernase;

15[6771]mas Israel fue visiblemente porción de Dios.

16[6772]Todas las obras de ellos están como el sol en la presencia de Dios; cuyos ojos están siempre fijos sobre sus procederes.

17Ni por sus maldades quedó oscurecida la alianza, y todas sus iniquidades están a la vista de Dios.

18[6773]La limosna del hombre la guarda como un sello, y tendrá cuidado de las buenas obras del hombre como de las niñas de sus ojos.

19[6774]Después se levantará y les dará el pago, a cada uno en particular, y los enviará al profundo de la tierra.

20Pero a los que se arrepienten les concede el volver a la justicia, y les da fuerzas, cuando les faltan para ir adelante, y destinó para ellos el premio de la verdad.

La misericordia de Dios

21Conviértete al Señor, y abandona tus vicios.

22Haz oración ante la presencia del Señor, y remueve las ocasiones de caer.

23[6775]Conviértete al Señor, y vuelve las espaldas a tu iniquidad, y aborrece sumamente todo lo que es abominable.

24Estudia los mandamientos y los juicios de Dios, y sé constante en el estado que se te ha propuesto, y en la oración al altísimo Dios.

25[6776]Entra en la compañía del siglo santo, con aquellos que viven, y dan alabanza a Dios.

26No te pares en el camino errado de los malos. Alaba a Dios antes de morir; pues el muerto, como si no fuese, no puede alabarle.

27Vivo, vivo le has de alabar, y estando sano has de confesar y alabar a Dios, y gloriarte en sus misericordias.

28[6777]¡Oh, cuán grande es la misericordia del Señor, y cuánta su clemencia para con los que a Él se convierten!

29Porque no todas las cosas pueden hallarse en el hombre, puesto que no existe ningún hijo del hombre que sea inmortal, y que no se complazca en la vanidad y en la malicia.

30[6778]¿Qué cosa hay más resplandeciente que el sol? y este también se eclipsa. O, ¿qué cosa más torpe que los pensamientos de carne y sangre?, pero no han de quedar ellos sin castigo.

31[6779] Aquel ve en torno de sí las virtudes del altísimo cielo; mas todos los hombres son polvo y ceniza.

ECLESIÁSTICO 18
La grandeza del Señor

1El que vive eternamente, creó todas las cosas sin excepción. Solo Dios será hallado justo, y Él es el rey invencible eternamente.

2¿Quién es capaz de referir todas sus obras?

3[6780] ¿Quién puede investigar sus maravillas?

4Y su omnipotente grandeza, ¿quién podrá jamás explicarla? ¿O quién emprenderá contar sus misericordias?

5[6781]No hay que quitar ni que añadir en las admirables obras del Señor, ni hay quien pueda investigarlas.

6[6782]Cuando el hombre hubiere acabado, entonces estará al principio; y cuando cesare quedará absorto.

7[6783]¿Qué es el hombre? ¿Y en qué puede ser útil? ¿Qué importa su bien o su mal?

8[6784]El número de los días del hombre, cuando mucho, es de cien años, que son como una gota de las aguas del mar; y como un granito de arena, tan cortos son los años a la luz del día de la eternidad.

La paciencia de Dios

9[6785]Por eso Dios aguanta a los mortales, y derrama sobre ellos su misericordia.

10[6786]Está viendo la presunción de sus corazones, que es mala, y conoce el trastorno de ellos, que es perverso.

11Por esto les manifestó de lleno su clemencia, y les mostró el camino de la equidad.

12La compasión del hombre tiene por objeto a su prójimo; pero la misericordia de Dios se extiende sobre toda carne.

13Él tiene misericordia, los amaestra, y los guía cual pastor a su grey.

14Él es benigno con los que escuchan la doctrina de la misericordia, y son solícitos en la práctica de sus preceptos.

Caridad y prudencia

15[6787]Hijo, no juntes con el beneficio la reprensión; ni acompañes tus dones con la aspereza de malas palabras.

16¿No es verdad que el rocío templa el calor? Así también la palabra vale más que la dádiva.

17[6788]¿No conoces que la palabra vale más que el don? Pero el hombre justo acompañará lo uno con lo otro.

18El necio prorrumpe ásperamente en improperios, y la dádiva del hombre mal criado saca lágrimas de los ojos.

19[6789]Antes del juicio asegúrate de tu justicia, y antes que hables aprende.

20[6790]Antes de la enfermedad toma medidas preventivas, y antes del juicio examínate a ti mismo, y así hallarás misericordia ante Dios.

21Antes de la dolencia humíllate, y en el tiempo de tu enfermedad has conocer tu conversión.

Constancia y vigilancia

22[6791]Nada te detenga de orar siempre, ni te avergüences de justificarte hasta la muerte; porque la recompensa de Dios dura eternamente.

23Antes de la oración prepara tu alma, y no quieras ser como quien tienta a Dios.

24[6792]Acuérdate de la ira en el día final, y del tiempo de la retribución, cuando Él aparte su rostro.

25Acuérdate de la pobreza en el tiempo de la abundancia, y de las necesidades de la pobreza en el día de las riquezas.

26De la mañana a la tarde se cambiará el tiempo, y todo esto se hace muy presto a los ojos de Dios.

27[6793]El hombre sabio temerá en todo, y en los días de pecados se guardará de la negligencia.

28Todo hombre sensato sabe distinguir la sabiduría, y alaba al que la ha hallado.

29[6794]Los hombres juiciosos se portan con prudencia en el hablar, y entienden la verdad y la justicia, y esparcen como lluvia proverbios y sentencias.

30[6795]No vayas en pos de tus concupiscencias, y apártate de tu propia voluntad.

31Si satisfaces los antojos de tu alma, ella hará que seas gozo de tus enemigos.

32No gustes de andar en los bullicios, ni aun en los de poca monta; porque ocurren en ellos continuos conflictos.

33[6796]Mira, no te empobrezcas con tomar dinero a usura para seguir disputas con los otros, teniendo vacío tu bolsillo; pues serás injusto contra tu propia vida.

ECLESIÁSTICO 19
Moderación

1[6797]El operario dado al vino no se enriquecerá; y poco a poco se arruinará el que desprecia las cosas pequeñas.

2[6798]El vino y las mujeres hacen apostatar a los sabios, y desacreditan a los sensatos.

3El que se junta con rameras, perderá toda vergüenza; la podre y los gusanos serán sus herederos; será propuesto por escarmiento, y será borrado del número (de los vivientes).

4[6799]El que cree de ligero, es de corazón liviano, y padecerá menoscabo. Quien peca contra su propia alma, será reputado por un hombre ruin.

5[6800]Infamado será quien se goza en la iniquidad; se acortará la vida al que odia la corrección; y el que aborrece la locuacidad, sofoca la malicia.

6Tendrá que arrepentirse el que peca contra su propia alma; y el que se huelga en la malicia, se acarreará la infamia.

Contra la locuacidad

7[6801]No repitas una palabra maligna y ofensiva, y no sufrirás daño.

8No cuentes tus sentimientos ni al amigo, ni al enemigo; y si has pecado no lo propales;

9porque te escuchará, y se guardará de ti; y aparentando que disculpa tu pecado, te odiará, y así estará siempre alrededor de ti.

10[6802]¿Oíste alguna palabra contra tu prójimo? Sepúltala en tu pecho, seguro de que no reventarás.

11Padece el necio dolores de parto por causa de una palabra; como mujer que gime para dar a luz un niño.

12Como saeta hincada en un muslo carnoso, así es la palabra en el corazón del necio.

La corrección fraterna

13[6803]Corrige al amigo, pues quizá no obró con intención, y dirá: No hice yo eso; pero si lo hizo, a fin de que no lo haga más.

14Corrige al prójimo, pues acaso no habrá dicho tal cosa; y si la hubiere dicho, para que no la diga más.

15Corrige al amigo; porque muchas veces se levantan calumnias.

16Y no creas todo lo que se cuenta. Tal hay que se desliza en lo que habla; mas no lo dice con mala intención.

17Porque, ¿quién hay que no haya pecado con su lengua? Corrige al prójimo, antes de usar de amenazas,

18[6804]y da lugar al temor del Altísimo, porque toda la sabiduría se encierra en el temor de Dios, y a Dios se teme con ella; pues toda sabiduría consiste en el cumplimiento de la Ley.

Verdadera y falsa sabiduría

19No es sabiduría el arte de hacer mal; ni es prudencia el pensar de los pecadores.

20Hay una malignidad que es en sí execración; y es un necio el que está falto de sabiduría.

21Es preferible un hombre falto de sagacidad y privado de ciencia, pero timorato, al que es muy entendido y traspasa la ley del Altísimo.

22[6805]Hay una sagacidad certera, mas es sagacidad inicua.

23Hay quien discurre acertadamente exponiendo la verdad, y hay quien maliciosamente se humilla, mas su corazón está lleno de dolo.

24[6806]Hay quien se abate excesivamente con grandes sumisiones, y quien vuelve la cara, y aparenta no ver aquello que es un secreto.

25Mas si por falta de fuerzas no puede pecar, en hallando oportunidad de hacer mal, lo hará.

26[6807]Por el semblante es conocido el hombre; y por el aire de la cara se conoce al que es juicioso.

27La manera de vestir, la risa de los dientes y el caminar del hombre, dicen lo que es.

28[6808]Es una corrección falsa, cuando uno airado vomita injurias, y forma un juicio que se halla no ser recto; y hay quien calla, y ese es prudente.

ECLESIÁSTICO 20
Discreción en el hablar

1[6809]Mejor es dar una reprensión que estar enojado, y mejor no prohibir el hablar al que confiesa.

2[6810]Como el eunuco lascivo que deshonra a una doncellita,

3así es el que con la fuerza viola la justicia.

4[6811]¡Cuán buena cosa es, mostrar arrepentimiento siendo corregido! porque así escaparás al pecado voluntario.

5Hay quien callando es reconocido por sabio; y hay quien es odioso por su flujo de hablar.

6[6812]Tal hay que calla por no saber hablar; y tal hay que calla, porque sabe cuál es la ocasión oportuna.

7[6813]El nombre sabio callará hasta que sea tiempo; mas el vano y el imprudente no aguardan la ocasión.

8Quien habla mucho, hará daño a su alma; y el que se arroga un poder injustamente será aborrecido.

No fiarse de las apariencias

9[6814]La prosperidad es un mal para el hombre desarreglado; y los tesoros que halla, se le convierten en detrimento.

10[6815]Hay dádiva que es inútil; y dádiva hay que tiene doble recompensa.

11Hay quien en la exaltación halla el abatimiento; y a otro la humillación sirve para ensalzarse.

12[6816]Tal hay que compra muchas cosas, a un vil precio, y después tiene que pagar siete veces más.

13[6817]Se hace amable el sabio con su conversación; mas las gracias de los tontos serán pérdidas.

El daño que hace el necio

14[6818]La dádiva del necio no te aprovechará; porque sus ojos tienen muchas miras.

15[6819]Dará poco y lo echará muchas veces en cara; y el abrir de su boca será un volcán.

16Hoy da prestado uno, y mañana lo demanda; hombre de este jaez es bien odioso.

17[6820]El necio no tendrá amigo; ni serán agradecidos sus dones;

18pues los que comen su pan, son de lengua fementida[6821]. ¡Oh, cuántos, y cuántas veces harán burla de él!

19Porque da sin juicio lo que debía reservar, y aun aquello que no debía guardar.

Pecados de la lengua

20[6822]El desliz de la lengua embustera es como el de quien cae en un pavimento; tan precipitada será la caída de los malos.

21El hombre insulso es como un cuento sin sustancia, repetido en boca de gente mal criada.

22La parábola no tiene gracia en boca del fatuo, porque la dice fuera de tiempo.

23[6823]Hay quien deja de pecar por falta de medios, y padecer tormentos por estar en inacción.

24Hay quien pierde su alma por respetos humanos, y la pierde por miramiento a un imprudente; y por un tal hombre se pierde a sí mismo.

25[6824]Hay quien por respetos humanos hace promesas al amigo, y la ganancia que de eso saca, es hacérsele gratuitamente enemigo.

26Es una tacha infame la mentira en el hombre; está de continuo en la boca de los mal criados.

27Menos malo es el ladrón, que el hombre que miente a todas horas; bien que ambos heredarán la perdición.

28Deshonradas son las costumbres de los mentirosos; siempre llevan consigo su propia confusión.

Sentencias diversas

29El sabio se acredita con su hablar; y el varón prudente será grato a los magnates.

30[6825]Aquel que labra su tierra, formará más alto el montón de frutos. El que hace obras de justicia, será ensalzado, y el que es acepto a los magnates, debe huir la injusticia.

31Los regalos y las dádivas ciegan los ojos de los jueces, y les cierran la boca para no corregir.

32La sabiduría que se tiene oculta, y el tesoro escondido, ¿de qué sirven, ni aquella ni este?

33[6826]Mejor es el hombre que oculta su ignorancia, que el que tiene escondido su saber.

ECLESIÁSTICO 21
¡Huye de la soberbia del pecado!

1Hijo, ¿has pecado? No vuelvas a pecar más; antes bien haz oración por las culpas pasadas, a fin de que te sean perdonadas.

2[6827]Como de la vista de una serpiente, así huye del pecado; porque si te arrimas a él te morderá.

3Sus dientes son dientes de león, que matan las almas de los hombres.

4Todo pecado es como espada de dos filos; sus heridas son incurables.

5La arrogancia y las injurias reducen a humo la hacienda; y la más opulenta casa será arruinada por la soberbia; así también serán aniquilados los bienes del soberbio.

6[6828]La súplica del pobre llegará desde su boca hasta los oídos de Dios, y al punto se le hará justicia.

7El aborrecer la corrección es indicio de pecador; pero el que teme a Dios entrará en sí.

8De lejos se da a conocer el poderoso por su osada lengua; mas el varón sensato sabe escabullirse del tal.

9[6829]Quien edifica su casa a expensas de otro, es como el que reúne sus piedras para el invierno.

10Todos los pecadores juntos son como un montón de estopa para ser consumida con llamas de fuego.

11[6830]El camino de los pecadores está bien enlosado y liso, pero va a parar en el infierno, en las tinieblas y en los tormentos.

El sabio y el necio

12[6831]El que observa la justicia comprenderá el espíritu de ella.

13El perfecto temor de Dios es la sabiduría y prudencia.

14Quien no es sabio en el bien, nunca será instruido.

15[6832]Mas hay una sabiduría fecunda en lo malo; bien que no hay prudencia donde se halla la amargura.

16[6833]La ciencia del sabio rebosa como inundación; y sus consejos son cual fuente perenne de vida.

17Como un vaso roto, así es el corazón del fatuo; no puede retener ni una gota de sabiduría.

18[6834]Cualquier palabra bien dicha que oyere el sabio, la celebrará, y se la aplicará a sí; la oirá el hombre dado a los deleites, y le desagradará, y la echará detrás de sí.

19Los razonamientos del necio son como un fardo para el que anda de viaje; mientras los labios del prudente están llenos de gracia.

20La boca del varón prudente es buscada en las asambleas, y cada uno medita en su corazón sus palabras.

21Como una casa demolida es la sabiduría para el necio, y la ciencia del insensato se reduce a dichos ininteligibles.

22[6835]Como grillos en los pies, y como cadena en su mano derecha, así es para el necio la doctrina.

23[6836]El tonto cuando ríe, ríe a carcajada suelta; mas el varón sabio apenas sonríe.

24La ciencia es para el hombre prudente un joyel de oro, y como un brazalete en el brazo derecho.

25El tonto con facilidad mete el pie en casa ajena; mas el hombre avisado mira con timidez la persona del poderoso.

26[6837]El necio registra por las ventanas lo que pasa dentro de la casa; mas el hombre bien criado se queda a la puerta.

27Es propio del tonto estar escuchando a la puerta; el hombre prudente tendrá esto por afrenta insoportable.

28[6838]Los labios de los indiscretos cuentan tonterías; mas las palabras de los sabios son pesadas en una balanza.

29[6839]El corazón de los fatuos está en su boca, y la boca de los sabios en su corazón.

30[6840]Cuando el impío maldice al diablo, a sí mismo se maldice.

31[6841]El chismoso contamina su propia alma, y de todos será odiado; y será mal visto quien converse con él; mas el hombre que sabe callar y tiene prudencia, será honrado.

ECLESIÁSTICO 22
¿Cómo tratar al necio?

1[6842]Con piedras llenas de lodo es apedreado el perezoso, y todos hablarán de él con desprecio.

2Le tiran boñigas de buey, y todos los que le tocan sacuden las manos.

3Afrenta del padre es el hijo mal criado; y la hija será poco estimada.

4La hija prudente es una herencia para su esposo; mas la que acarrea desdoro es el oprobio de su padre.

5La descocada deshonra al padre y al marido; en nada es inferior a los malvados; será vilipendiada de uno y otro.

6[6843]Un discurso fuera de tiempo es música en un duelo; mas el azote y la instrucción, en toda ocasión son sabiduría.

7Quien pretende amaestrar a un tonto, es como el que quiere reunir con engrudo los pedazos de un tiesto.

8Quien cuenta una cosa al que no escucha, hace como el que quiere despertar de su letargo al que duerme.

9[6844]Habla con un dormido quien discurre de la sabiduría con un necio, y al fin del discurso dice: ¿Quién es este?

10Llora tú por el muerto, porque le faltó la luz; y llora por el fatuo, porque le falta el seso.

11[6845]Llora, empero, poco por un muerto, pues ya goza de reposo.

12Porque la pésima vida del impío fatuo, es peor que la muerte.

13Siete días dura el llanto por un muerto; pero el llanto por el fatuo e impío ha de durar mientras vivan.

14Con el necio no hables mucho, y no te acompañes con el insensato.

15Guárdate de él para no tener inquietudes, y a fin de que no te manche su pecado.

16Desvíate de él, y tendrás sosiego, y no recibirás tedio por su necedad.

17¿Qué otra cosa se nombrará que sea más pesada que el plomo, a no ser el tonto?

18[6846]Más fácil es cargar sobre sí arena, sal, y barras de hierro, que con un imprudente, un fatuo o un impío.

La fortaleza

19[6847]La trabazón de vigas encajadas para cimiento del edificio, no se descompondrá; así tampoco un corazón robustecido con un consejo maduro.

20Las resoluciones del hombre sensato no serán alteradas por el miedo en ningún tiempo.

21[6848]Como los palos plantados en lugares elevados, y las paredes hechas a poca costa, no pueden resistir contra la fuerza del viento;

22así igualmente el corazón del fatuo, tímido en sus pensamientos, no resistirá al ímpetu del temor.

23[6849]Así como el corazón del fatuo, que está pavoroso en sus pensamientos, no temerá en todo tiempo; así tampoco aquel que está firme en los mandamientos de Dios.

De la amistad

24El que punza el ojo, hace salir lágrimas, y quien punza el corazón, hace salir los afectos.

25El que tira una piedra contra los pájaros, los hace huir, así también el que habla mal del amigo rompe la amistad.

26Aunque hubieres desenvainado la espada contra el amigo, no desesperes; pues todavía podrás reconciliarte con él.

27Si has dicho al amigo palabras pesadas, no temas; porque hay lugar a la concordia; pero dicterios, desvergüenzas, orgullo, revelación de un secreto, golpe a traición; por todas estas cosas sí que huirá el amigo.

28Guarda fidelidad al amigo en medio de su pobreza, a fin de gozar también de su prosperidad.

29[6850]En el tiempo de su tribulación mantente fiel a él, si quieres también ser llamado a la parte en su herencia.

30[6851]El vapor y el humo se levantan del horno antes que la llama del fuego; así también las maldiciones, las injurias, y las amenazas preceden al derramamiento de sangre.

31[6852]No me avergonzaré de saludar al amigo, ni me retiraré de su trato; y si me vinieren males por causa de él, sabré sufrirlos.

32Mas todos los que lo oyeren se guardarán de él.

33[6853]¿Quién pondrá un candado a mi boca, y sobre mis labios un sello inviolable para que no me deslice por ellos, y no sea mi lengua la perdición mía?

ECLESIÁSTICO 23
Plegaria del sabio

1[6854]¡Señor, Padre mío, y dueño de mi vida! No me abandones a la indiscreción de mis labios, ni permitas que yo me deslice por causa de ellos.

2¿Quién empleará el azote sobre mis pensamientos, y la corrección de la sabiduría sobre mi corazón, de modo que no me perdone sus errores y de ellos no broten pecados?

3no sea que se acrecienten mis ignorancias y se multipliquen mis faltas, y aumenten mis pecados, y que caiga yo delante de mis contrarios, y se ría de mí el enemigo mío.

4[6855]¡Oh, Señor, Padre mío, y Dios de mi vida! no me entregues a sus pensamientos.

5No permitas en mis ojos la altanería; y aleja de mí todo deseo.

6Quita de mí la intemperancia de la gula y no se apoderen de mí los apetitos de la lujuria; ni quieras entregarme a un ánimo inverecundo y desenfrenado.

Disciplina de la lengua

7Hijos míos, escuchad las reglas para gobernar la lengua; y quien las observare no se perderá por los labios, ni resbalará en obras perversas.

8En su necio hablar queda preso el pecador y el soberbio y maldiciente se arruinarán por sus mismos labios.

9[6856]No acostumbres tu boca al juramento; porque son muchas por eso las caídas.

10[6857]Tampoco tomes continuamente en boca el nombre de Dios; ni interpongas los nombres de las cosas santas; porque no quedarás libre de culpa si lo haces.

11Pues así como un esclavo sometido a todas horas a examen, nunca está sin cardenales; así todo el que jura y repite aquel nombre, jamás estará limpio de culpa.

12El hombre que jura mucho, se llenará de pecados, y no se apartará de su casa la desgracia.

13[6858]Porque si no cumple el juramento tendrá sobre sí el delito; y si no hace caso, peca doblemente.

14Si ha jurado en vano, no será tenido por inocente; antes bien, lloverán castigos sobre su casa.

15[6859]Hay todavía otro lenguaje que confina con la muerte. Nunca se oiga entre los descendientes de Jacob.

16Así, todas estas cosas estarán lejos de los hombres piadosos, que no se envuelven en semejantes delitos.

17No se acostumbre tu boca al hablar indiscreto; porque siempre va acompañado de la mancha del pecado.

18[6860]Acuérdate de tu padre y de tu madre, aunque estés sentado entre los magnates;

19para que no suceda que Dios se olvide de ti delante de ellos; y que infatuado por tu costumbre tengas que sufrir tales oprobios, que quisieras más no haber venido al mundo, y maldigas el día de tu nacimiento.

20El hombre acostumbrado a decir improperios, no se corregirá en toda su vida.

Fealdad del adulterio

21[6861]Dos especies de personas pecan con frecuencia, y otra tercera provoca la ira y la perdición:

22[6862]el ánimo fogoso como una ardiente llama, que no se calma sin devorar alguna cosa;

23y el hombre esclavo de los apetitos de su carne, el cual no tendrá sosiego hasta que encienda el fuego.

24Al hombre fornicario todo pan le es dulce; y no cesará de pecar hasta el fin.

25Todo hombre que deshonra su tálamo conyugal, como quien tiene en poco su alma, suele decir: “¿Quién hay que me vea?

26Rodeado estoy de tinieblas, y las paredes me encubren, y nadie me atisba: ¿a quién tengo que temer? el Altísimo no se acordará de mis delitos.”

27Mas él no reflexiona que el ojo de Dios está viendo todas las cosas; porque semejante temor humano, temor no más que de los hombres, expele de él el temor de Dios.

28[6863]No sabe que los ojos del Señor son mucho más luminosos que el sol; descubren todos los procederes de los hombres y lo profundo del abismo, y ven hasta los más recónditos senos del corazón humano.

29Porque todas las cosas, antes de ser creadas, fueron conocidas de Dios, el Señor; y aun después que fueron hechas las está mirando a todas.

30[6864]Este tal será por lo mismo castigado en la plaza de la ciudad; él, cual potro, echará a huir; pero le pillarán donde menos pensaba.

31Y será deshonrado delante de todos, por no haber conocido el temor del Señor.

Infidelidad de la mujer

32Lo mismo será de cualquiera mujer que deja a su propio marido, y de un extraño le da un heredero;

33porque ella en primer lugar fue rebelde a la ley del Altísimo; lo segundo, ultrajó a su propio marido; lo tercero, se contaminó con el adulterio, y se procreó hijos del marido ajeno.

34Esta será conducida a la asamblea pública, y se hará información sobre sus hijos;

35[6865]los cuales no echarán raíces, ni darán frutos sus ramos.

36Dejará en maldición su memoria; y jamás se borrará su infamia.

37Por donde los venideros conocerán que no hay cosa mejor que temer a Dios, y nada más suave que observar los mandamientos del Señor.

38[6866]Servir al Señor es una gloria grande; pues de Él se recibirá larga vida.

ECLESIÁSTICO 24
Origen divino de la sabiduría

1[6867]La sabiduría se hará ella misma su elogio, se honrará en Dios, y se gloriará en medio de su pueblo.

2[6868]Ella abrirá su boca en medio de las reuniones del Altísimo, y se glorificará a la vista de los escuadrones de Dios.

3[6869]Será ensalzada en medio de su pueblo, y admirada en la congregación de los santos.

4Recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos, y será bendita entre los benditos y dirá:

5[6870]Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada antes de toda creatura.

6[6871]Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente, y como una niebla cubrí toda la tierra.

7En los altísimos cielos puse mi morada, y el trono mío sobre una columna de nubes.

8Yo sola hice todo el giro del cielo, penetré por el profundo del abismo, y me paseé por las olas del mar.

9Puse mis pies en todas las partes de la tierra, y en todos los pueblos,

10y en toda nación tuve el supremo dominio,

11[6872]Yo sujeté con mi poder los corazones de los grandes y de los pequeños, en todos esos busqué donde posar, y en la heredad del Señor fijé mi morada.

12[6873]Entonces dio Él sus órdenes, y me habló el Creador de todas las cosas; y El que a mí me dio el ser, reposó en mi tabernáculo,

13y me dijo: “Habita en Jacob, y sea Israel tu herencia, y arráigate en medio de mis escogidos.”

Habita en el pueblo escogido

14[6874]Desde el principio, y antes de los siglos, recibí yo el ser, y no dejaré de existir en el siglo venidero. En el tabernáculo santo ejercité el ministerio mío, ante su acatamiento.

15[6875]Y así fijé mi estancia en Sión, y fue el lugar de mi reposo la Ciudad Santa; en Jerusalén está el trono mío.

16[6876]Me arraigué en un pueblo glorioso, y en la porción de mi Dios, la cual es su herencia; y mi habitación fue en la multitud de los santos.

17[6877]Elevada estoy cual cedro sobre el Líbano y cual ciprés sobre el monte Sión.

18Me he alzado como una palmera en Cadés; y como un rosal plantado en Jericó.

19Crecí como un hermoso olivo en los campos, y como el plátano en las plazas junto al agua.

20Como el cinamomo y el bálsamo aromático despedí fragancia. Como mirra escogida exhalé suave olor;

21y llené mi habitación de odoríferos perfumes como de estoraque, de gálbano, de ónice, y como de mirra y de incienso virgen; y mi fragancia es como bálsamo sin mezcla.

22Extendí mis ramas como el terebinto, y mis ramas llenas están de majestad y hermosura.

23[6878]Como la vid di pimpollos de suave olor, y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza.

Manifestaciones de la sabiduría

24[6879]Yo soy la madre del bello amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.

25[6880]En mí está toda la gracia del camino y de la verdad; en mí toda esperanza de vida y de virtud.

26Venid a mí todos los que os halláis presos de mi amor, y saciaos de mis frutos;

27porque mi espíritu es más dulce que la miel, y más suave que el panal de miel, mi herencia.

28Se hará memoria de mí en toda la serie de los siglos.

29[6881]Los que de mí comen, tienen siempre hambre de mí, y tienen siempre sed los que de mí beben.

30El que me escucha, jamás tendrá de qué avergonzarse; y los que se guían por mí, no pecarán.

31[6882]Los que me esclarecen, obtendrán la vida eterna.

La sabiduría de la ley

32[6883]Todas estas cosas contiene el libro de la vida, que es el testamento del Altísimo y el conocimiento de la verdad.

33Moisés intimó una ley de preceptos justos, en herencia a la casa de Jacob, con las promesas hechas a Israel.

34[6884]Puso a su siervo David para suscitar de él un Rey fortísimo, que se sentase sobre un trono de gloria para siempre.

35[6885]Rebosa en sabiduría como el Fisón y el Tigris en la estación de los nuevos frutos;

36desborda inteligencia, como el Éufrates, y crece más y más, como el Jordán en el tiempo de la siega;

37derrama la ciencia como la Faz, e inunda como el Gihón en la estación de la vendimia.

38[6886]Él es el primero que la conoce perfectamente, otro que sea menos fuerte no la comprende.

39[6887]Porque son más vastos que el mar sus pensamientos, y sus consejos más profundos que el grande abismo.

40Yo, la sabiduría, derramé los ríos.

41[6888]Yo como canal de agua inmensa, derivada del río, y como acequia sacada del río, y como un acueducto, salí del paraíso.

42Yo dije: “Regaré los plantíos de mi huerto, y hartaré de agua los frutales de mi prado.”

43Y he aquí que mi canal ha salido de madre, y mi río se iguala a un mar.

44[6889]Porque la luz de mi doctrina, con que ilumino a todos, es como la luz de la aurora, y seguiré esparciéndola hasta los remotos tiempos.

45[6890]Penetraré todas las partes más hondas de la tierra, visitaré a todos los que duermen, e iluminaré a todos los que esperan en el Señor.

46[6891]Proseguiré difundiendo la doctrina como profecía, y la dejaré a aquellos que buscan la sabiduría, y no cesaré de anunciarla a toda su descendencia hasta el siglo santo.

47[6892]Observad cómo no he trabajado para mí solo, sino para todos aquellos que andan en busca de la verdad.

ECLESIÁSTICO 25
Nuevos aspectos de la sabiduría

1En tres cosas se complace mi corazón, las cuales son de la aprobación de Dios y de los hombres:

2[6893]La concordia entre los hermanos, el amor entre los prójimos, y un marido y mujer bien unidos entre sí.

3Tres especies de personas aborrece mi alma y su proceder me es sumamente enfadoso:

4[6894]el pobre soberbio, el rico mentiroso, el viejo fatuo e imprudente.

5[6895]Lo que no juntaste en tu juventud, ¿cómo lo has de hallar en tu vejez?

6¡Oh qué bello adorno para las canas el saber juzgar, y para los ancianos el saber dar un consejo!

7¡Cuán bien parece la sabiduría en las personas de edad avanzada! ¡Y en las que están en alto puesto la inteligencia y el consejo!

8Corona de los ancianos es la mucha experiencia, y la gloria de ellos el temor de Dios.

Elogio del temor de Dios

9[6896]Nueve cosas raras he tenido yo en mucha estima en mi corazón; y la décima la anunciaré con mi lengua a los hombres.

10Un hombre que halla consuelo en sus hijos, y uno que ya en vida ve la ruina de sus enemigos.

11[6897]Dichoso el que vive con una mujer juiciosa, el que no se deslizó en su lengua, y el que no ha sido siervo de personas indignas de sí.

12[6898]Dichoso él que ha hallado un verdadero amigo; y aquel que explica la justicia a oídos que escuchan.

13[6899]¡Oh cuán grande es el que adquirió la sabiduría, y el que posee la ciencia! pero ninguno supera al que teme a Dios.

14El temor de Dios se sobrepone a todas las cosas.

15Bienaventurado el hombre a quien es dado tener el temor de Dios. ¿Con quién compararemos al que le posee?

16El temor de Dios es el principio de su amor; mas debe unírsele el principio de la fe.

La mujer mala

17[6900]La tristeza del corazón es la mayor plaga; y la suma malicia, la malignidad de la mujer.

18Sufrirá uno cualquiera llaga, mas no la llaga del corazón;

19y cualquiera maldad, mas no la maldad de la mujer;

20y toda aflicción, mas no la que viene de aquellos que odian;

21y cualquier castigo, mas no el que viene de los enemigos.

22[6901]No hay cabeza peor que la cabeza de la culebra,

23[6902]ni hay ira peor que la ira de la mujer. Mejor habitar con un león, y con un dragón, que con una mujer malvada.

24La malignidad de la mujer la hace inmutar su semblante y poner tétrico aspecto, como el de un oso, y la presenta tal como un saco de luto.

25Gime su marido en medio de sus vecinos, y oyéndolos suspira un poco.

26[6903]Toda malicia es muy pequeña en comparación de la malicia de la mujer; caiga ella en suerte al pecador.

27Lo que es para los pies de un viejo el subir un monte de arena, eso es para un hombre sosegado una mujer habladora.

28[6904]No mires el buen parecer de la mujer, ni codicies a una mujer por su belleza.

29Grande es la ira de la mujer, y su desacato y su ignominia.

30Si la mujer tiene el mando, se rebela contra su marido.

31La mujer de mala ralea aflige el ánimo, y abate el semblante, y llaga el corazón.

32La mujer que no da gusto a su marido, le descoyunta los brazos, y le debilita las rodillas.

33[6905]De la mujer tuvo principio el pecado, y por causa de ella morimos todos.

34No dejes ni aun el menor agujero a tu agua, ni a la mujer mala le des licencia de salir fuera.

35[6906]Si ella no camina bajo tu dirección, te afrentará delante de tus enemigos.

36Sepárala de tu lecho, porque no se burle siempre de ti.

ECLESIÁSTICO 26
El contraste entre la mujer buena y la mala

1[6907]Dichoso el marido de una mujer virtuosa, porque será doblado el número de sus años.

2La mujer fuerte es el consuelo de su marido, y le hace vivir en paz los años de su vida.

3[6908]Es una suerte dichosa la mujer buena; suerte que tocará al que teme a Dios, y le será dada al hombre por sus buenas obras.

4Ora sea rico, ora pobre, tendrá contento el corazón, y alegre en todo tiempo su semblante.

5De tres cosas tiene temor mi alma; y por la cuarta tiene espanto mi rostro:

6[6909]de la delación de una ciudad, del motín de un pueblo,

7y de la mentirosa calumnia; cosas todas más dolorosas que la muerte.

8[6910]La mujer celosa es dolor y llanto del corazón;

9su lengua es un azote que alcanza a todos.

10Como el yugo de bueyes que está flojo, así es la mujer mala. Quien la toma, cuente que toma un escorpión.

11La mujer que se embriaga es una plaga grande; y su ignominia y torpeza no podrán encubrirse.

12[6911]La deshonestidad de la mujer se conoce en la altivez de sus ojos y en sus párpados.

¡Vela sobre tu hija!

13[6912]Vela atentamente sobre la hija que no refrena sus ojos; no sea que hallando oportunidad, desfogue sus pasiones.

14Séate sospechosa toda inmodestia de sus ojos, y no te maravilles si no hace caso de ti.

15Como un caminante sediento, aplicará la boca a la fuente, beberá de toda agua cercana, se sentará junto a cualquier estaca (de tienda) y abrirá la aljaba a cualquiera saeta hasta que más no pueda.

La mujer virtuosa es un don de Dios

16La gracia de la mujer hacendosa alegra al marido, y le llena de jugo los huesos.

17La buena crianza de ella es un don de Dios.

18Es cosa que no tiene precio: una mujer discreta y amante del silencio, y con el ánimo morigerado.

19Gracia es sobre gracia la mujer santa y vergonzosa.

20No hay cosa de tanto valor que pueda equivaler a un alma casta.

21[6913]Lo que es para el mundo el sol al nacer en las altísimas moradas de Dios, eso es la gentileza de la mujer virtuosa para el adorno de una casa.

22[6914]Antorcha que resplandece sobre el candelabro sagrado, es la hermosura del rostro en una edad robusta.

23[6915]Columnas de oro sobre basas de plata son los pies que descansan sobre las plantas de una mujer fuerte.

24[6916]Cimientos eternos, sobre piedra sólida son los mandamientos de Dios en el corazón de la mujer santa.

Cosas que entristecen

25Dos cosas contristan mi corazón, y la tercera me provoca a cólera:

26un varón aguerrido que desfallece de hambre; el varón sabio de quien no se hace caso;

27[6917]y el hombre que de la justicia se vuelve al pecado, al cual destina Dios a la perdición.

28[6918]Dos profesiones me han parecido difíciles y peligrosas: el negociante con dificultad se librará de culpa, y el tabernero no estará exento de los pecados de la lengua.

ECLESIÁSTICO 27
Ocasiones de pecado en los negocios

1[6919] Muchos han pecado por causa de la miseria; y quien busca el enriquecerse, a nada más atiende.

2Como se hinca una estaca en medio de la juntura de dos piedras, así se introduce el pecado entre la venta y la compra.

3Será destruido con el delito el delincuente.

4Si no te mantienes siempre firme en el temor del Señor, presto se arruinará tu casa.

Indiscreciones

5[6920]Como zarandeando la criba queda el polvo, así en la reflexión aparecen los apuros del hombre.

6En el horno se prueban las vasijas de tierra, y en la tentación de las tribulaciones los hombres justos.

7Como el cultivo del árbol se muestra por tu fruto, así por la palabra pensada se ve el corazón del hombre.

8No alabes a un hombre antes que haya hablado; porque en el hablar se dan a conocer los hombres.

9[6921]Si vas en pos de la justicia, la alcanzarás, y te revestirás de ella como de una vestidura talar de gloria; con ella morarás, y ella te amparará para siempre, y en el día de la cuenta hallarás en ella apoyo.

10[6922]Las aves van a juntarse con sus semejantes; así la verdad va a encontrar a los que la ponen en práctica.

11[6923]El león siempre acecha su presa; así el pecado arma lazos a los que obran la iniquidad.

12[6924]El hombre santo persevera en la sabiduría como el sol; mas el necio se muda como la luna.

13En medio de los insensatos reserva las palabras para otro tiempo, pero quédate en medio de los que piensan.

14[6925]La conversación de los pecadores es insoportable; porque hacen gala de las delicias del pecado.

15La lengua que jura mucho, hace erizar el cabello, y tu irreverencia hace tapar las orejas.

16Paran en derramamiento de sangre las riñas de los soberbios, y da pena el oír sus maldiciones.

17[6926]Quien revela los secretos del amigo, pierde su confianza, y no hallará un amigo a su gusto.

18Ama al amigo, y sé leal con él.

19Mas si revelares sus secretos, no corras más tras él.

20Porque el hombre que viola la amistad que tenía con su prójimo, es como quien pierde al amigo.

21Y como uno que se deja escapar de la mano un pájaro, así tú dejaste ir a tu amigo, y ya no le recobrarás.

22No le sigas; porque está ya muy lejos, habiendo huido como un gamo del lazo, por estar herida su alma.

23[6927]Jamás podrás vendarle la herida, porque de una injuria de palabras hay resarcimiento;

24mas el revelar los secretos del amigo, quita toda esperanza al alma desgraciada.

Hipocresía y engaño

25Quien guiña el ojo está fraguando picardías, y nadie puede apartarle de ello.

26En tu presencia hablará con dulzura, y celebrará tus discursos; mas a lo último mudará de lenguaje, y de tus palabras sacará ocasión para arruinarte.

27[6928]Muchas cosas aborrezco; pero a ninguna más que a semejante hombre; y el Señor también le aborrecerá.

28[6929]Si uno tira a lo alto una piedra le caerá sobre su cabeza; así la herida a traición abrirá las llagas del traidor.

29Aquel que cava una fosa caerá en ella; el que pone una piedra de tropiezo al prójimo, en ella tropezará; quien arma lazos a otros, perecerá en ellos.

30El perverso designio redundará en daño de quien lo fragua, y no sabrá de dónde le viene el mal.

31Los escarnios y ultrajes son propios de los soberbios; mas la venganza cual león los está acechando.

32Perecerán en el lazo, aquellos que se huelgan de la caída de los justos; y a consumirlos el dolor antes que mueran.

33La ira y el furor son cosas ambas bien detestables; pero el hombre pecador las tendrá dentro de sí.

ECLESIÁSTICO 28
Debemos olvidar las injurias

1[6930]El que quiere vengarse, experimentará la venganza del Señor; el cual tendrá exacta cuenta de sus pecados.

2[6931]Perdona a tu prójimo cuando te agravia, y así cuando tú implores el perdón, te serán perdonados los pecados.

3Un hombre conserva encono contra otro hombre, ¿y pide a Dios la salud?

4No usa de misericordia con otro hombre como él, ¿y pide perdón de sus pecados?

5Siendo él carne conserva el enojo, ¿y pide a Dios reconciliación? ¿Quién se la alcanzará por sus pecados?

6[6932]Acuérdate de las postrimerías, y déjate de enemistades;

7[6933]pues la corrupción y la muerte están intimadas en sus mandamientos.

8Acuérdate de temer a Dios, y no estés airado con tu prójimo.

9[6934]Ten presente la ley del Altísimo, y no hagas caso del yerro del prójimo.

¡Sé pacífico!

10Abstente de litigios, y te ahorrarás pecados;

11porque el hombre iracundo enciende querellas, y el pecador suscita discordias entre los amigos, y siembra enemistades en medio de los que viven en paz.

12Porque según la, leña del bosque es el incendio, según el poder del hombre es su enojo, y según sus riquezas crece su cólera.

13Como la reyerta precipitada enciende el fuego, y la querella temeraria derrama sangre, de igual modo la lengua amenazadora acarrea la muerte.

14[6935]Si soplares en una chispa, se encenderá de ella fuego, y si escupieres sobre ella se apagará. Lo uno y lo otro sale de la boca.

La lengua murmuradora

15El murmurador y el de dos lenguas es maldito, porque mete confusión entre muchos que vivían en paz.

16La lengua de un tercero ha alborotado a muchos, y los ha dispersado de un pueblo a otro.

17Arruinó ciudades fuertes y ricas, y destruyó desde los cimientos los palacios de los magnates.

18Aniquiló las fuerzas de los pueblos, y disipó gentes valerosas.

19[6936]La lengua de un tercero echó fuera de casa a mujeres varoniles, y las privó del fruto de sus fatigas.

20[6937]El que la escucha no tendrá sosiego, ni tampoco encontrará un amigo con quien consolarse.

21El golpe del azote deja un cardenal, pero el golpe de la lengua desmenuza los huesos.

22Muchos han perecido al filo de la espada; pero no tantos como por culpa de su lengua.

23Bienaventurado el que está a cubierto de la mala lengua, ni experimentó su furor, ni arrastró su yugo, ni fue atado con sus cadenas;

24porque su yugo es yugo de hierro, y sus cadenas son cadenas de bronce.

25[6938]La muerte que de ella proviene es la peor; más tolerable que ella es el sepulcro.

26Ella no será de larga duración; se enseñoreará de los caminos de los perversos; sus llamas, a pesar de todo, no quemarán a los justos.

27Los que abandonan a Dios, caerán en poder de la mala lengua, la cual encenderá en ellos su fuego, que no se apagará; se desencadenará contra ellos como león, y cual leopardo los despedazará.

28[6939]Haz de espinas una cerca a tus orejas, no des oídos a la mala lengua, y pon puerta y candado a tu boca.

29[6940]Funde tu oro y tu plata, haz una balanza para tus palabras, y un freno bien ajustado para tu boca;

30y mira no resbales en tu hablar, por lo cual caigas por tierra delante de los enemigos que te acechan, y sea incurable y mortal tu caída.

ECLESIÁSTICO 29
La misericordia

1[6941]Quien es misericordioso, da prestado a su prójimo; y el que tiene abierta la mano para dar, observa los mandamientos.

2[6942]Presta a tu prójimo en tiempo de su necesidad; y restituye a su tiempo al prójimo lo prestado.

3Cumple tu palabra y pórtate fielmente con él, y en todo tiempo hallarás lo que necesites

De los préstamos

4El dinero prestado lo reputan muchos como un hallazgo; y causan molestia a los que los favorecieron.

5Hasta tanto que hayan recibido, besan las manos del que puede dar, y con voz humilde hacen promesas;

6mas cuando es tiempo de pagar piden espera, y dicen cosas pesadas, y murmuran; y echan la culpa al tiempo.

7[6943]Y aunque se hallen en estado de pagar, pondrán dificultades; apenas volverán la mitad de la deuda; y lo que pagan ha de contarse como un hallazgo.

8Y no siendo así, le defraudarán de su dinero; y sin más ni más se ganará el acreedor un enemigo,

9el cual le pagará con injurias y maldiciones, y por un honor y un beneficio recibido le volverá ultrajes.

10[6944]Muchos dejan de prestar, no por dureza de corazón, sino por temor de ser burlados injustamente.

La limosna

11Sé tú de alma más generosa con el humilde, y no le hagas esperar por la limosna.

12En cumplimiento del mandamiento socorre al pobre, y en su necesidad no lo despidas con las manos vacías.

13Pierde el dinero por amor de tu hermano y de tu amigo, y no lo escondas sin provecho debajo de una losa.

14[6945]Emplea tu tesoro según los preceptos del Altísimo; y te rendirá más que el oro.

15[6946]Encierra la limosna en el seno del pobre, y ella rogará por ti para librarte de todo mal.

16[6947], 17, 18Peleará contra tu enemigo mejor que el escudo y la lanza de un campeón.

Las fianzas

19El hombre de bien da fianza por su prójimo; mas el que ha perdido el rubor, lo abandona a su suerte.

20[6948]No te olvides del beneficio que te ha hecho tu fiador, pues ha expuesto por ti su vida.

21[6949]El pecador y el inmundo huyen del que ha salido fiador por ellos.

22El pecador se apropia los bienes del que ha dado la fianza por él, y con corazón ingrato abandona a su libertador.

23Sale uno por fiador de su prójimo; y este, perdida toda vergüenza, le abandona.

24Fianzas indiscretas han perdido a muchos acomodados, y los han conmovido como olas del mar.

25Han trastornado a hombres acaudalados, los han hecho trasmigrar y andar errantes entre gentes extrañas.

26[6950]El pecador que traspasa el mandamiento del Señor, se enredará en fianzas ruinosas; y el que se mete a muchas empresas, caerá en juicio.

27Sostén al prójimo según tu posibilidad; pero mira también por ti mismo, a fin de que no te precipites.

La hospitalidad

28[6951]Lo esencial de la vida del hombre es agua y pan, y vestido y casa, para tener cubierto aquello que no debe dejarse ver.

29Mejor es la comida del pobre, al abrigo de una choza, que banquetes espléndidos en tierra extraña donde no se tiene domicilio.

30[6952]Conténtate con lo que tuvieres, sea poco o mucho, y no tendrás que oír el reproche de ser forastero.

31Es una vida infeliz la del que va hospedándose de casa en casa; pues donde quiera que se hospede, no puede obrar con libertad, ni abrir su boca.

32Alguien da hospedaje y de comer y beber a ingratos; y tras esto oirá cosas que le amarguen.

33[6953] “Vamos, huésped, pon la mesa, y da de comer a los otros lo que tienes a mano.”

34“Vete afuera, haz lugar a otro más honorable que tú; necesito mi casa; he de alojar a un hermano mío.”

35Para un hombre sensato estas cosas son pesadas: la increpación del patrón de la casa, y los improperios del prestamista.

ECLESIÁSTICO 30
La educación de los hijos

1[6954]El que ama a su hijo, le hace sentir a menudo el azote para hallar en él al fin su consuelo, para que no llame de puerta en puerta.

2[6955]Quien instruye a su hijo será honrado en él; y de él se gloriará con la gente de su casa.

3Quien instruye a su hijo causará envidia a su enemigo, y se preciará de él en medio de sus amigos.

4Muere su padre, y es como si no muriese, porque deja después de sí otro semejante a él.

5En vida suya lo vio, y se alegró en él; al morir no tuvo por qué contristarse, ni confundirse a vista de sus enemigos;

6pues ha dejado a la casa un defensor contra los enemigos; y uno que será agradecido a los amigos.

7[6956]Por las almas de sus hijos vendará (el padre) las heridas de ellos, y a cualquier voz se conmoverán sus entrañas.

8Un caballo no domado se hace intratable: así un hijo abandonado a sí mismo se hace insolente.

9Halaga al hijo y te hará temblar; juega con él, y te llenará de pesadumbres.

10No te rías con él, no sea que tengas que llorar, y al fin tus dientes sientan la dentera.

11[6957]No le des libertad en su juventud, y no disimules sus locuras.

12[6958]Dóblale la cerviz en la mocedad, y dale con la vara en las costillas, mientras es niño; no sea que se endurezca y te niegue la obediencia; lo que causará dolor a tu alma.

13Instruye a tu hijo, y trabaja en formarle, para no ser cómplice en su deshonor.

Ten cuidado de tu salud

14Más vale el pobre sano y de robustas fuerzas, que el rico débil y acosado de males.

15La salud del alma, que consiste en la santidad de la justicia, vale más que todo el oro y la plata; y un cuerpo robusto, más que inmensas riquezas.

16No hay tesoro que valga más que la salud del cuerpo, ni hay placer mayor que el gozo del corazón.

17Preferible es la muerte a una vida amarga, y el eterno reposo, a una dolencia continua.

18[6959]Los bienes conservados en una boca cerrada, son como las exquisitas viandas dispuestas sobre un sepulcro.

19¿De qué le sirven al ídolo las libaciones? Porque él ni comerá, ni percibirá el olor de ellas.

20Así acontece a quien es castigado del Señor y recibe el pago de su iniquidad.

21Está mirando con sus ojos, y no hace sino gemir, como el eunuco que abraza una doncella, y da un suspiro.

La tristeza

22[6960]No dejes que la tristeza se apodere de tu alma, ni te aflijas a ti mismo con tus pensamientos.

23[6961]La alegría del corazón es la vida del hombre, y un tesoro inexhausto de santidad; el regocijo alarga la vida del hombre.

24Apiádate de tu alma, agrada a Dios y sé continente; fija tu corazón en la santidad del Señor, y arroja lejos de ti la tristeza,

25porque a muchos ha matado, y para nada es buena.

26[6962]La envidia y la ira abrevian los días, y las zozobras aceleran la vejez antes de tiempo.

27[6963]El corazón magnánimo y bueno esta como en banquetes, cuyos platos se guisan con esmero.

ECLESIÁSTICO 31
Las riquezas

1El desvelo por las riquezas consume las carnes, y sus cuidados quitan el sueño.

2[6964]Los pensamientos de lo que podrá suceder perturban el sosiego, y la grave enfermedad hace al alma templada.

3Trabaja el rico para allegar riquezas, y en su reposo se rellena de sus bienes.

4Trabaja el pobre para poder comer; y al fin sigue pobre.

5[6965]No será justo el que es amante del oro, y quien sigue la corrupción, en ella se perderá.

6Muchos han caído a causa del oro, el resplandor del cual fue su perdición.

7[6966]Leño de tropiezo es el oro, para los que lo adoran. ¡Ay de aquellos que se van tras el oro! Por su causa perecerá todo imprudente.

8[6967]Bienaventurado el rico que es hallado sin culpa, y que no anda tras el oro, ni pone su esperanza en el dinero ni en los tesoros.

9¿Quién es este, y le elogiaremos? porque ha hecho cosas admirables en su vida.

10[6968]Él fue probado por medio del oro, y hallado perfecto; por lo que reportará gloria eterna. Él podía pecar y no pecó, hacer mal y no lo hizo.

11[6969]Por eso sus bienes están asegurados en el Señor; y celebrará sus limosnas toda la congregación de los santos.

Los convites

12[6970]¿Te sentaste en una espléndida mesa? No seas tú el primero en abrir tu boca.

13Tampoco digas: “¡Oh, cuántas viandas hay en ella!”

14Mira que es mala cosa el ojo maligno.

15[6971]¿Hay en el mundo cosa peor que semejante ojo? Por eso derramará lágrimas por toda su cara, cuando mirare.

16No alargues el primero tu mano, no sea que tachado por el envidioso quedes avergonzado.

17En el tomar las viandas no vayas atropellado.

18[6972]Juzga el deseo de tu vecino por el tuyo propio.

19[6973]Toma como persona moderada de los platos que se te presentan, para que no te hagas odioso o despreciable con el mucho comer.

20Muestra tu buena crianza, acabando el primero; y no seas insaciable, a fin de no disgustar a nadie.

21Y si estás sentado en medio de muchos, no alargues primero que ellos tu mano, ni seas el primero en pedir de beber.

22[6974]¡Cuán poco vino es suficiente para un hombre bien educado! y así cuando duermas no te causará desasosiego, ni sentirás incomodidad.

23Insomnio, cólera y retortijones padecerá el hombre destemplado.

24Sueño saludable gozará el hombre templado; dormirá hasta la mañana y despertará con el corazón alegre.

25[6975]Y si te has visto forzado a comer mucho, retírate de la concurrencia y vomita; y te hallarás aliviado, y no acarrearás una enfermedad a tu cuerpo.

26Escúchame, hijo, y no me desprecies, que a la postre reconocerás lo que digo.

27En todas tus operaciones sé diligente, y no tendrás ningún achaque.

28[6976]Al liberal en distribuir el pan le bendecirán los labios de muchos, y darán un testimonio fiel de su bondad.

29Contra aquel que es mezquino en dar pan, murmurará la ciudad, y será verdadero el testimonio que darán de su mezquindad.

El vino

30[6977]A los buenos bebedores no los provoques a beber; porque la perdición de muchos viene del vino.

31Como el fuego prueba la dureza del hierro, así el vino bebido hasta embriagarse descubre los corazones de los soberbios.

32[6978]Vida tranquila para los hombres es el vino usado con sobriedad; serás sobrio si lo bebes con moderación.

33[6979]¿Qué vida es la de aquel a quien falta el vino?

34[6980]¿Qué cosa es la que nos priva de la vida? La muerte.

35[6981]El vino desde el principio fue creado para alegría, no para embriaguez.

36Recrea el alma y el corazón el vino bebido moderadamente.

37El beberle con templanza es salud para el alma y para el cuerpo.

38El demasiado vino causa contiendas, iras y muchos estragos.

39Amargura del alma es el vino bebido con exceso.

40La embriaguez estimula al necio a ofender, enerva las fuerzas, y es ocasión de heridas.

41[6982]En un convite en que se bebe, no reprendas al prójimo, ni le desprecies en el calor de su alegría.

42No le digas dicterios, ni le apremies a que te devuelva lo que te debe.

ECLESIÁSTICO 32
Más reglas para los convites

1[6983]¿Te han hecho simposiarca? Por eso no te engrías; compórtate entre ellos como uno de tantos.

2Cuida bien de todos, y después que hayas satisfecho plenamente tu oficio, siéntate a la mesa;

3a fin de que ellos te causen alegría, y recibas la corona, como ornamento de distinción, y obtengas la porción de honor que ellos han separado para ti.

4[6984]Tú, el más anciano, a quien toca hablar el primero,

5habla sabia y prudentemente; mas no estorbes la música.

6[6985]Donde no hay quien escuche, no eches palabras al viento; ni quieras fuera de sazón ostentar tu saber.

7Un concierto de música en un convite de vino, es semejante a un rubí engastado en oro.

8Como esmeralda engastada en un anillo de oro, así es la melodía de los cantares con el beber alegre y moderado.

9[6986]Escucha en silencio, y con tu modestia te ganarás la estimación.

10Tú, oh joven, habla si es necesario, a duras penas, en lo que a ti te toque.

11Preguntado una y otra vez, reduce a pocas palabras tu respuesta.

12En muchas cosas hazte el ignorante, y escucha, ya callando, ya también preguntando.

13En medio de los magnates no seas presumido, y donde hay ancianos no hables mucho.

14[6987]El granizo es precedido del relámpago; así el rubor es precedido de la gracia, y por tu modestia serás bien visto de todos.

15[6988]Llegando la hora de levantarte no te detengas; vete el primero a tu casa; allí diviértete, allí juega,

16y haz lo que te pluguiere, con tal que sea sin pecar, ni decir palabras insolentes.

17Y después de todo eso bendice al Señor que te creó, y que te colma de todos sus bienes.

No obres sin consejo

18El que teme al Señor abraza su instrucción; y los que vigilaren en busca de Él, lograrán bendición.

19[6989]Quien busca la Ley se enriquece con ella; mas el que obra con hipocresía tropezará en ella.

20Los que temen al Señor sabrán discernir lo que es justo, y harán brillar sus buenas obras como antorcha.

21[6990]Huye de la reprensión el hombre pecador, y halla ejemplos en que apoyar sus antojos.

22El varón prudente reflexiona bien lo que ha de hacer; pero el que no lo es, y el soberbio, nunca temen nada,

23aun después de haber obrado por sí, sin consejo; más sus mismas empresas los condenarán.

24Tú, hijo, no hagas cosa alguna sin consejo, y no tendrás que arrepentirte después de hecha.

25[6991]No vayas por camino malo, y no tropezarás en las piedras; ni te arriesgues a ir por senda difícil, para que no expongas a caídas tu alma.

26[6992]Cuídate aun de tus propios hijos, y guárdate de tus criados.

27[6993]En todas tus acciones sigue el dictamen fiel de tu conciencia; pues eso es observar los mandamientos.

28Quien cree en Dios atiende a sus preceptos, y el que confía en Él, no padecerá menoscabo.

ECLESIÁSTICO 33
El temor de Dios libra de males

1[6994]Al que teme al Señor, nada malo le sucederá; antes bien en la tentación Dios le guardará, y le librará de males.

2El varón sabio no aborrece los preceptos y las leyes; ni se estrellará como un navío en la tormenta.

3[6995]El hombre prudente es fiel a la Ley de Dios, y la Ley será fiel para con él.

4[6996]El que ha de aclarar una pregunta, debe premeditar la respuesta; y así, después de haber hecho oración, será oído; de ese modo conservará la buena doctrina, y entonces podrá responder.

5[6997]El corazón del fatuo es como la rueda del carro; y como un eje que da vueltas, así son sus pensamientos.

6El amigo escarnecedor es como el caballo padre, que relincha debajo de cualquier jinete.

Desigualdades sociales

7[6998]¿De dónde viene que un día se prefiere a otro, y la luz de un día a la luz de otro, y un año a otro año, proviniendo todos de un mismo sol?

8La sabiduría del Señor los diferenció después de creado el sol, el cual obedece las órdenes recibidas.

9Dios arregló las estaciones, y los días festivos de ellas, en que se celebran las solemnidades a la hora establecida.

10De estos mismos días, a unos los hizo grandes y sagrados, y a otros los dejó en el número de días comunes. Así también a todos los hombres los hizo del polvo, y de la tierra, de que Adán fue formado;

11a los cuales distinguió el Señor con su gran sabiduría, y diferenció los caminos de ellos.

12De ellos a unos bendijo, los ensalzó y los consagró, y los tomó para sí; a otros los maldijo y abatió, y los trastornó después de su separación.

13Como el barro está en manos del alfarero para hacer y disponer de él,

14y pende de su arbitrio el emplearle en lo que quiera; así el hombre está en las manos de su Hacedor, el cual le dará el destino según su juicio.

15[6999]Contra el mal está el bien, y contra la muerte la vida; así también contra el hombre justo el pecador; y de este modo has de contemplar todas las obras del Altísimo; las veréis pareadas, y la una opuesta a la otra.

Palabras del autor

16[7000]Yo me he levantado el último, y soy como el que recoge rebuscos tras los vendimiadores.

17Pero puse mi esperanza en la bendición de Dios, y llené mi lagar, como el que vendimia.

18Observad que no he trabajado para mí solo, sino para todos los que buscan instruirse.

19[7001]Escuchadme, oh magnates, y pueblos todos; y vosotros que presidís la asamblea, prestad atención.

Conserva tu autoridad

20[7002]Ni al hijo, ni a la mujer, ni al hermano, ni al amigo, jamás en tu vida les des potestad sobre ti; ni cedas a otro lo que posees, para que no suceda que arrepentido hayas de pedirle rogando que te lo devuelva.

21[7003]Mientras estés en este mundo y respires, ningún hombre te haga mudar de este propósito.

22Porque mejor es que tus hijos hayan de recurrir a ti, que no el que tú hayas de esperar el auxilio de las manos de tus hijos.

23[7004]En todas tus cosas mantén la superioridad,

24a fin de no manchar tu reputación. Reparte tu herencia cuando se terminen los días de tu vida, al tiempo de tu muerte.

Los esclavos

25[7005]Pienso y palos y carga para el asno; pan y castigo y trabajo para el esclavo.

26Trabaja por el castigo, y apetece el reposo; si le dejas sueltas las manos, busca la libertad.

27El yugo y la coyunda doblan la dura cerviz; así las continuas faenas amansan al siervo.

28Al siervo de mala inclinación azotes y cepo. Envíale al trabajo para que no esté mano sobre mano.

29[7006]Pues la ociosidad es maestra de muchos vicios.

30Fuérzale a trabajar, que esto es lo que le conviene; y si no hiciere lo que le mandas, aprémiale con meterle en el cepo; guárdate, empero, de excederte contra carne alguna, y no hagas cosas de gravedad sin consejo.

31[7007]Si tienes un siervo fiel, cuida de él como de ti mismo; trátale como a hermano; pues le compraste a costa de tu sangre.

32Si le maltratas injustamente, se te huirá.

33Y si él se aparta de ti y se marcha, no sabrás a quién preguntar, ni por qué camino le has de buscar.

ECLESIÁSTICO 34
Sueños y visiones

1Las vanas esperanzas y las mentiras son para el necio; y los sueños dan alas a los imprudentes.

2[7008]Como el que se abraza con una sombra, y persigue al viento; así es el que atiende a sueños engañosos.

3[7009]Las visiones de los sueños son la semejanza de una cosa, como es la imagen del hombre puesta delante del mismo hombre.

4Una cosa sucia ¿a qué otra limpiará? Y de un mentiroso, ¿qué verdad se sacará?

5[7010]Las adivinaciones erróneas, los agüeros falsos, y los sueños de los malvados son una vanidad.

6[7011]Si tu espíritu padece fantasmas, como el de la mujer que está de parto, no hagas caso de semejantes visiones, a no ser que te fuesen enviadas del Altísimo.

7Porque a muchos hicieron errar los sueños, y se perdieron por haber confiado en ellos.

8[7012]La palabra de la Ley es perfecta sin estas mentiras; y la sabiduría es fácil y clara en boca del hombre fiel.

El valor de la experiencia

9[7013]¿Qué sabe el que no ha sido probado? El varón experimentado en muchas cosas, será muy reflexivo; y el que ha aprendido mucho, discurrirá con prudencia.

10El que no tiene experiencia sabe poco; mas el que se ha ocupado en muchos negocios, adquiere mucha sagacidad.

11[7014]Quien no ha sido tentado, ¿qué cosas puede saber? El que ha sido engañado, se hace más cauteloso.

12[7015]Muchas cosas he visto en mis peregrinaciones; y muchísima diversidad de palabras.

13Por esta razón me he visto algunas veces en peligros aun de muerte, y me he librado por la gracia de Dios.

No tengáis miedo

14[7016]Es buscado el espíritu de aquellos que temen a Dios, y serán benditos los que le tienen respeto,

15porque tienen puesta su esperanza en su Salvador, y los ojos de Dios están fijos sobre los que le aman.

16[7017]De nada temblará, ni tendrá miedo quien teme al Señor, pues Este es su esperanza.

17Bienaventurada es el alma del que teme al Señor.

18¿En quién pone sus ojos, y quién es su fortaleza?

19[7018]Fijos están los ojos del Señor sobre los que le temen. Él es el poderoso protector, el apoyo fuerte, un toldo contra los ardores, y sombra en el mediodía,

20sustentáculo para no tropezar; socorro en las caídas; el que eleva el alma y alumbra los ojos; el que da salud, vida y bendiciones.

Los sacrificios de los malvados

21[7019]Inmunda es la ofrenda de aquel que ofrece sacrificio de lo mal adquirido; no son gratas las irrisiones de los injustos.

22El Señor solo es para aquellos que en el camino de la verdad y de la justicia le aguardan con paciencia.

23El Altísimo no acepta los dones de los impíos, ni atiende a las oblaciones de los malvados; ni por muchos sacrificios que ellos ofrezcan les perdonará sus pecados.

24El que ofrece sacrificio de la hacienda de los pobres, es como el que degüella un hijo delante del padre.

25[7020]Es la vida de los pobres el pan de los miserables; y es un hombre sanguinario cualquiera que se lo quita.

26Quien quita a alguno el pan del sudor, es como el que asesina a su prójimo.

27[7021]Hermanos son el que derrama la sangre, y el que defrauda el jornal al jornalero.

28Si lo que uno edifica, el otro lo destruye, ¿qué provecho sacan ambos sino el fatigarse?

29Si uno hace oración, y el otro echa maldiciones, ¿a cuál escuchará Dios?

Las mortificaciones

30[7022]Quien se lava por haber tocado un muerto, y de nuevo le toca, ¿de qué le sirve el haberse lavado?

31Así el hombre que ayuna por sus pecados, y de nuevo los comete, ¿qué provecho saca de su mortificación? ¿Su oración quién la oirá?

ECLESIÁSTICO 35
El culto grato a Dios

1[7023]El que observa la Ley hace muchas oblaciones.

2Sacrificio de salud es guardar los mandamientos, y alejarse de toda iniquidad.

3Apartarse de la injusticia, es como ofrecer un sacrificio de propiciación por las injusticias, y remover la pena merecida por los pecados.

4Así como el que ofrece la flor de harina tributa gracias, así el que hace misericordia, ofrece un sacrificio.

5[7024]Agrada al Señor el huir de la iniquidad; y el alejarse de la injusticia es ofrecer una oración por los pecados.

6[7025]No comparezcas en la presencia del Señor con las manos vacías;

7porque todas esas cosas se hacen por mandamiento de Dios.

8[7026]La oblación del justo engrasa el altar, y es un olor suave en la presencia del Altísimo.

9Acepto es el sacrificio del justo, y no se olvidará de él el Señor.

10Da con corazón generoso gloria a Dios, y no disminuyas las primicias de tus manos.

11[7027]Todo lo que das, dalo con semblante alegre, y consagra tus diezmos con regocijo.

12Retribuye al Altísimo a proporción de lo que te ha dado, y preséntale con alegría ofrendas, según tus facultades;

13porque el Señor es remunerador, y te volverá siete veces más.

14[7028]No le ofrezcas dones defectuosos; porque no le serán aceptos.

15Y no cuentes para nada un sacrificio injusto; porque el Señor es juez, y no tiene miramiento al rango de las personas.

Contra los opresores

16No hace el Señor acepción de personas en perjuicio del pobre; Él escucha las plegarias del injuriado.

17[7029]No desechará los ruegos del huérfano; ni a la viuda cuando, derramare sus gemidos.

18Las lágrimas de la viuda, que corren por sus mejillas, ¿no son por ventura otros tantos clamores contra aquel que se las hace derramar?

19Desde las mejillas suben hasta el cielo, y el Señor que la escucha, no las verá sin irritarse.

20Quien adora a Dios con buena voluntad, será protegido, y su oración llegará hasta las nubes.

21[7030]La oración del humilde traspasará las nubes, y no reposará hasta acercarse al Altísimo; del cual no se apartará hasta tanto que Él le mire.

22[7031]Y el Señor no dará largas, sino que vengará a los justos, y hará justicia; el Fortísimo no tendrá más paciencia con ellos, sino que quebrantará su espinazo.

23A las naciones les dará su merecido, hasta aniquilar la multitud de los soberbios, y desmenuzar los cetros de los inicuos;

24[7032]hasta dar el pago a los hombres según sus méritos, conforme a las obras de Adán y según su presunción;

25hasta que haya hecho justicia a su pueblo, y consolado con su misericordia a los justos.

26[7033]Amable es la misericordia de Dios en el tiempo de la tribulación. Es como las nubes de lluvia en tiempo de sequía.

ECLESIÁSTICO 36
Oración por la restauración de Israel

1[7034]Oh, Dios de todas las cosas, ten compasión de nosotros; vuelve hacia nosotros tus ojos, y muéstranos la luz de tus misericordias.

2[7035]Infunde tu temor en las naciones, que no han pensado en buscarte; para que entiendan que no hay otro Dios sino Tú, y pregonen tus maravillas.

3Alza tu brazo contra las naciones extrañas, para que experimenten tu poder.

4[7036]Porque así como a vista de sus ojos demostraste en nosotros tu santidad; así también a nuestra vista mostrarás en ellas tu grandeza;

5a fin de que conozcan, como nosotros hemos conocido, que no hay otro Dios fuera de Ti, oh Señor.

6[7037]Renueva los prodigios, y haz nuevas maravillas.

7Glorifica tu mano, y tu brazo derecho.

8Despierta la cólera, y derrama la ira.

9Destruye al adversario, y abate al enemigo.

10[7038]Acelera el tiempo, no te olvides del fin; para que sean celebradas tus maravillas.

11Devorados sean por el fuego de la ira aquellos que escapan; y hallen su perdición los que tanto maltratan a tu pueblo.

12Quebranta las cabezas de los príncipes enemigos, los cuales dicen: “No hay otro fuera de nosotros.”

13[7039]Reúne todas las tribus de Jacob; para que conozcan que no hay más Dios que Tú, y publiquen tu grandeza, y sean herencia tuya, como lo fueron desde el principio.

14[7040]Apiádate de tu pueblo que lleva tu nombre, y de Israel a quien has tratado como a primogénito tuyo.

15[7041]Apiádate de Jerusalén, ciudad que has santificado, ciudad de tu reposo.

16Llena a Sión de tus palabras inefables, y a tu pueblo de tu gloria.

17[7042]Declárate a favor de aquellos que desde el principio son creaturas tuyas y verifica las predicciones que anunciaron en tu nombre los antiguos profetas.

18[7043]Remunera a los que esperan en Ti, para que se vea la veracidad de tus profetas; y oye las oraciones de tus siervos,

19[7044]según la bendición que dio Aarón a tu pueblo, y enderézanos por el sendero de la justicia. Sepan los moradores todos de la tierra, que Tú eres el Dios que dispone los siglos.

Elección de esposa

20El vientre recibe toda suerte de manjares; pero hay un manjar que es mejor que otro.

21El paladar distingue el plato de caza; así el corazón discreto las palabras falsas.

22El corazón depravado ocasionará dolores; mas el hombre sabio se le opondrá.

23[7045]La mujer tomará por marido a cualquier varón; mas entre las doncellas una es mejor que otra.

24[7046]Las gracias de la mujer bañan de alegría el rostro de su marido, y producen en él un afecto superior a todos los deseos del hombre.

25[7047]Si su lengua habla palabras saludables, de blandura y de compasión, el marido de esta mujer tendrá una ventaja que no es común entre los hombres.

26Quien posee una buena esposa, comienza a formar un patrimonio, tiene una ayuda semejante a él, y una columna de apoyo.

27Donde no hay cerca, la heredad será saqueada; donde no hay mujer, gime el hombre en la pobreza.

28[7048]¿Quién se fía de aquel que no tiene nido, y que se echa para dormir donde le sorprende la oscuridad de la noche, y es como un ladrón muy listo que salta de una ciudad a otra?

ECLESIÁSTICO 37
Falsos amigos

1Todo amigo dirá: Yo también he trabado amistad contigo. Pero hay amigos que lo son solo de nombre. ¿No es un disgusto a par de la muerte, 2que el compañero y el amigo se cambien en enemigos?

3¡Oh, perversísima invención! ¿De dónde has salido tú a cubrir la tierra de tal malicia y perfidia?

4Un amigo se goza con el amigo en la mesa, y en el tiempo de la tribulación es su adversario.

5[7049]Un amigo se conduele con el amigo por amor de su propio vientre, y embrazará el escudo contra el enemigo.

6[7050]No te olvides en tu corazón de tu amigo, y no pierdas la memoria de él en medio de tu opulencia.

Elección de consejeros

7No quieras aconsejarte con aquel que te arma acechanzas; y encubre tus intentos a los que te envidian.

8[7051]Todo el que es consultado da su consejo; mas hay consejero que lo da mirando su propio interés.

9Mira bien con quién te aconsejas; infórmate primero de qué necesita; pues también él pensará dentro de sí;

10no sea que él fije en el suelo una estaca, y te diga:

11“Bueno es tu camino”, y se esté enfrente para ver lo que te acontece.

12[7052]Vete a tratar de santidad con un hombre sin religión, y de justicia con un injusto, y con una mujer de otra que le da celos; de guerra con el cobarde, de cosas de tráfico con el negociante, de la venta con el comprador, con el hombre envidioso del agradecimiento,

13con el impío de la piedad, con el deshonesto de la honestidad, de cualquier labor con el peón,

14con el jornalero, asalariado por un año, de la obra que en él se puede hacer, con el siervo perezoso del tesón en el trabajo. Nunca tomes consejos de estos sobre tal cosa.

15[7053]Trata de continuo con el varón piadoso, con cualquiera que tú conozcas como constante en el temor de Dios,

16y cuya alma es conforme a la tuya; el cual si tú vacilas entre tinieblas tiene piedad de ti.

17[7054]Forma dentro de ti un corazón de buen consejo; porque no hay para ti cosa de mayor precio.

18El alma de un varón piadoso descubre algunas veces la verdad, mejor que siete centinelas apostados en un lugar alto para atalayar.

19[7055]Mas sobre todo has de rogar al Altísimo, que enderece tus pasos en la verdad.

Sabiduría verdadera y falsa

20Preceda a todas tus obras la palabra veraz, y un consejo firme a todas tus acciones.

21[7056]Una palabra mala altera el corazón; del cual nacen estas cuatro cosas: el bien y el mal, la vida y la muerte, cosas que constantemente están en poder de la lengua. Hay hombre que es hábil para instruir a muchos, y para su alma no vale nada.

22Otro es prudente e instruye a muchos, y sirve de consuelo a su propia alma.

23El que discurre con sofisterías, se hace odioso; quedará defraudado en todas las cosas.

24No le ha dado el Señor gracia; porque carece de todo saber.

25Aquel es sabio, que es sabio para su alma; y son loables los frutos de su prudencia.

26El hombre sabio instruye a su pueblo, y los frutos de su prudencia son fieles.

27[7057]Colmado será de bendiciones el varón sabio, y alabado de cuantos le conozcan.

28[7058]La vida del hombre se reduce a cierto número de días; mas los días de Israel son innumerables.

29El sabio continuará en ser honrado del pueblo, y su nombre vivirá eternamente.

De la templanza

30[7059]Hijo, durante tu vida examina tu alma; y si es mal inclinada, no le des libertad;

31porque no todas las cosas son útiles a todos; ni todos se complacen en unas mismas cosas.

32Guárdate de ser glotón en los convites, ni te abalances a todos los platos;

33porque ocasiona enfermedades el mucho comer, y la glotonería viene a parar en cólicos.

34La intemperancia ha muerto muchos; mas el hombre sobrio alargará la vida.

ECLESIÁSTICO 38
Honra al médico

1Honra al médico, porque lo necesitas; pues el Altísimo es el que le ha hecho.

2[7060]Porque de Dios viene toda medicina, y el médico será remunerado por el rey.

3Al médico le elevará su ciencia a los honores, y será celebrado ante los magnates.

4El Altísimo creó de la tierra los medicamentos, y el nombre prudente no los desecha.

5[7061]¿No endulzó un palo las aguas amargas?

6La virtud de los medicamentos pertenece al conocimiento de los hombres; el Señor se la ha descubierto, para que le glorifiquen por sus maravillas.

7[7062]Con ellas cura y mitiga los dolores; el boticario hace composiciones suaves, y forma ungüentos saludables, y no tendrán fin sus operaciones.

8Porque la bendición de Dios está extendida sobre toda la tierra.

9[7063]Hijo, cuando estés enfermo, no te descuides a ti mismo; antes bien, ruega al Señor, y Él te curará.

10Apártate del pecado, endereza tus acciones, y limpia tu corazón de toda culpa.

11[7064]Ofrece suave olor, y la flor de harina en memoria; sea perfecta tu oblación, y entonces da lugar al médico.

12Pues le ha puesto el Señor; y no se aparte de ti, porque su asistencia es necesaria.

13[7065]Puesto que hay un tiempo en que has de caer en manos de los médicos;

14[7066]y ellos rogarán al Señor para que les conceda lograr alivio y salud por su tratamiento.

15[7067]Caerá en manos del médico el que peca en la presencia de su Creador.

Del luto

16[7068]Hijo, derrama lágrimas sobre el muerto, y como en un fatal acontecimiento comienza a suspirar; cubre su cuerpo según costumbre, y no te olvides de su sepultura.

17Y para evitar que murmuren de ti, llórale amargamente por un día. Consuélate después para huir de la tristeza.

18Haz duelo, según el mérito de la persona, uno o dos días, para evitar la maledicencia;

19porque la tristeza apresura la muerte y deprime el vigor, y la melancolía del corazón encorva la cerviz.

20[7069]Mientras le llevan se mantiene la tristeza; pues la vida del pobre es como su corazón.

21No abandones tu corazón a la tristeza, arrójala de ti; y acuérdate de las postrimerías.

22[7070]No te olvides de ellas; porque de allá no se vuelve; no ayudarás en nada a él, y te harás daño a ti mismo.

23[7071]“Considera lo que ha sido de mí; porque lo mismo será de ti: ayer por mí, hoy por ti.”

24[7072]El descanso del difunto tranquilice en ti la memoria de él; y consuélate en orden a él en la salida de su espíritu.

La gente humilde y la sabiduría

25[7073]La sabiduría la aprende el escriba en el tiempo que está libre de negocios; y el que tiene pocas ocupaciones la adquirirá, y se llenará de ella.

26[7074]Pero, ¿qué sabiduría podrá adquirir el que está asido del arado, y pone su gloria en picar los bueyes con la aguijada, y se ocupa en sus labores, y no habla de otra cosa que de los toros?

27Aplica su corazón a tirar los surcos, y sus desvelos a engordar sus vacas.

28Así todo artesano y constructor que trabaja día y noche, y el que graba las figuras en los sellos, y con tesón va formando varias figuras, tiene su corazón atento a imitar el dibujo, y a fuerza de vigilias perfecciona su obra.

29Así el herrero, sentado junto al yunque, está atento al hierro que está trabajando; el vaho del fuego tuesta sus carnes, y está luchando con los ardores de la fragua.

30El ruido del martillo le aturde los oídos, y tiene fijos sus ojos en el modelo de su obra;

31su corazón atiende a acabar las obras, y con su desvelo las pule a la perfección.

32Así el alfarero, sentado a su labor, gira con sus pies la rueda, siempre cuidadoso de lo que tiene entre las manos; y llevando cuenta de todo lo que labra.

33Con sus brazos amasa el barro, y con sus pies doma las fuerzas del mismo.

34Pondrá toda su atención en vidriar perfectamente la obra, y madrugará para limpiar el horno.

35[7075]Todos estos tienen su esperanza en la industria de sus manos, y cada uno es sabio en su arte.

36Sin todos estos, no se edifica una ciudad.

37Mas no habitarán en ella, ni se pasearán, ni entrarán en las asambleas.

38[7076]No se sentarán entre los jueces, ni entenderán las leyes judiciales, ni enseñarán las reglas de la moral, ni del derecho, ni se meterán a inventar parábolas;

39[7077]sino que restaurarán las cosas del inundo, y sus votos serán para hacer bien las obras de su arte, aplicando su propia alma a entender la ley del Altísimo.

ECLESIÁSTICO 39
El verdadero sabio

1[7078]El sabio indagará la sabiduría de todos los antiguos, y hará estudio de los profetas.

2[7079]Recogerá las explicaciones de los varones ilustres, y penetrara asimismo las agudezas de las parábolas.

3Sacará el sentido oculto de los proverbios, y se ocupará en lo misterioso de las parábolas.

4Asistirá en medio de los magnates, y se presentará delante del que gobierna.

5Pasará a países de naciones extrañas, para reconocer aquello que hay de bueno y de malo entre los hombres.

6[7080]Despertándose muy de mañana, dirigirá su corazón al Señor que le creó, y hará oración en la presencia del Altísimo.

7Abrirá su boca para orar, y pedirá perdón de sus pecados.

8Porque si aquel gran Señor quisiere, le llenará del espíritu de inteligencia,

9[7081]y él derramará, como lluvia, palabras de sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor.

10Pondrá en práctica sus consejos y reglas, y meditará sus ocultos juicios.

11[7082]Expondrá públicamente la doctrina que ha aprendido, y se gloriará en la Ley del Testamento del Señor.

12[7083]Celebrarán muchos su sabiduría, la cual nunca jamás será olvidada.

13No perecerá su memoria, y su nombre será repetido de generación en generación.

14Las naciones pregonarán su sabiduría, y la Iglesia celebrará sus alabanzas.

15[7084]Mientras viva, tendrá más nombradía que mil; y si descansare hallará en esto su provecho.

Alabanza del Creador

16[7085]Yo seguiré todavía dando consejos, porque me siento poseído como de un sagrado entusiasmo.

17[7086]Una voz dice: Escuchadme, vosotros que sois prosapia de Dios, y brotad como rosales, plantados junto a las corrientes de las aguas.

18Esparcid suaves olores, como el Líbano.

19Floreced como azucenas; despedid fragancia, y echad graciosas ramas; entonad cánticos de alabanza, y bendecid al Señor en sus obras.

20Engrandeced su nombre; alabadle con la voz de vuestros labios, y con cánticos de vuestra lengua, y al son de las cítaras; y diréis así en loor suyo:

21Todas las obras del Señor son muy buenas.

22[7087]A una voz suya se contuvo el agua como si fuera una masa, y quedó como en un depósito a un dicho de su boca.

23[7088]Porque a su orden se cumple su voluntad, y la salud que Él da es perfecta.

24Están a su vista las acciones de todos los hombres, y no hay cosa escondida a sus ojos.

25Él alcanza a ver los siglos todos; y no hay cosa que sea maravillosa para Él.

26No hay que decir: ¿Qué viene a ser esto? ¿O para qué es esto otro? porque todas las cosas servirán a su tiempo.

27[7089]Su bendición es como un río que inunda.

28Como el diluvio empapó en agua la tierra, así la ira del Señor será la suerte de las naciones que no le buscaren.

29Así como Él convirtió las aguas en una sequedad, y quedó enjuta la tierra, y abrió un camino cómodo para que pasasen; así los pecadores por un efecto de su ira hallarán su tropiezo.

30[7090]Los bienes fueron desde el principio creados para los buenos; pero para los malos los bienes y los males.

31[7091]Lo que principalmente se necesita para el uso de la vida humana, es agua, fuego y hierro, sal, leche, y harina de trigo, miel y racimos de uvas, aceite y vestido.

32[7092]Así como todas estas cosas son un bien para los buenos; así para los impíos y pecadores se convierten en mal.

33Hay espíritus creados para ministros de la venganza, los cuales en su furor aumentan los suplicios.

34[7093]En el tiempo de la consumación derraman su fuerza y aplacan la cólera de Aquel que los creó.

35El fuego, el pedrisco, el hambre, y la muerte, todas estas cosas se hicieron para castigo;

36como los dientes de las fieras, los escorpiones, y las serpientes, y la espada vengadora que extermina a los impíos.

37Se regocijan en cumplir sus mandamientos, y están aparejadas sobre la tierra para cuando fuere menester, y llegado el tiempo ejecutan puntualmente cuanto se les ordene.

38[7094]Y así desde el principio estoy persuadido, y lo he meditado, y pensado, y dejado por escrito

39[7095]que todas las obras de Dios son buenas, y cada una de ellas a su tiempo hará su servicio.

40No hay que decir: esto es peor que aquello; pues se verá que todas las cosas serán aprobadas a su tiempo.

41Y ahora con todo el corazón, y a boca llena alabad a una, y bendecid el nombre del Señor.

ECLESIÁSTICO 40
La miseria de la vida humana

1[7096]Una molestia grande es innata a todos los hombres; y un pesado yugo abruma a los hijos de Adán, desde el día que salen del vientre materno, hasta el día de su entierro en el seno de la común madre.

2[7097]Están con cuidados y sobresaltos de su corazón, en aprensión de lo que aguardan, y del día de la muerte.

3Desde el que está sentado sobre un glorioso trono hasta el que yace por tierra, y sobre la ceniza;

4desde el que viste jacinto, y trae corona hasta el que se cubre de lienzo crudo, hay saña, celos, alborotos, zozobras y temor de muerte, rencor obstinado y contiendas.

5Aun al tiempo de reposar en su lecho, perturba su imaginación el sueño de la noche.

6[7098]Breve o casi ninguno es su reposo, y aun en el mismo sueño esta como en día de centinela,

7y turbado por las visiones de su espíritu, y como quien echa a huir al tiempo de la batalla. Mas cuando despierta, y se ve salvo, se admira de su vano temor.

El destino de los pecadores

8[7099]Esto sucede en todo viviente, desde el hombre hasta la bestia; mas en los pecadores siete veces peor.

9Además de esto, la muerte, el derramamiento de sangre, las contiendas, la espada, las opresiones, el hambre, las ruinas y los azotes.

10Todas estas cosas fueron destinadas para los impíos; y por causa de ellos vino el diluvio.

11[7100]Todo cuanto de la tierra viene, en tierra se convertirá; así como todas las aguas vuelven al mar.

12[7101]Todas las dádivas y las injusticias se acabarán; pero la rectitud subsistirá para siempre.

13Se secarán como un torrente las riquezas de los injustos, y harán ruido a manera de un gran trueno, en medio de un aguacero.

14[7102]Al abrir su mano (el injusto) se alegrará; mas al fin los prevaricadores pararán en humo.

15[7103]No multiplicarán sus ramos los nietos de los impíos; harán solamente ruido como raíces viciadas, que están sobre la punta de un risco.

16Duran como la verdura que se cría en sitio húmedo, y a las orillas de un río, la cual es arrancada antes que toda otra yerba.

17La beneficencia es como un jardín amenísimo, y la misericordia jamás perece.

Cosas insuperables

18[7104]Dulce será la vida del operario que está contento con su suerte, y halla en ella un tesoro.

19Dan un nombre duradero los hijos, y la fundación de una ciudad; mas será preferida a estas cosas una mujer irreprensible.

20El vino y la música, alegran el corazón, pero más que ambas cosas el amor de la sabiduría.

21La flauta y el salterio, causan dulce melodía, mas la lengua suave, es superior a entrambas cosas.

22La gentileza y la hermosura, recrean tu vista; pero más que todo eso, los verdes sembrados.

23[7105]El amigo y el compañero se ayudan mutuamente a su tiempo, pero más que ambos la mujer y su marido.

24[7106]Los hermanos sirven de gran socorro en tiempo de la aflicción; pero la misericordia salva mejor que estos.

25Oro y plata mantienen al hombre en pie, pero más que ambas cosas agrada un buen consejo.

26Engrandecen el corazón las riquezas y el valor, pero más que estas cosas, el temor del Señor.

27Al que tiene el temor del Señor, nada le falta, y con él no hay necesidad de otro auxilio.

28Es el temor del Señor como un jardín amenísimo; cubierto está de gloria, superior a todas las glorias.

No andes mendigando

29[7107]Hijo, no andes mendigando durante tu vida; que más vale morir que mendigar.

30El hombre que se atiene a mesa ajena, no piensa jamás cómo ganar su sustento; porque se alimenta de las viandas de otro.

31Pero un hombre bien educado y cuerdo se guardará de hacer esto.

32En la boca del insensato será suave el mendigar, mas en su vientre arderá el fuego.

ECLESIÁSTICO 41
No temas la muerte

1[7108]¡Oh muerte, cuán amarga es tu memoria para un hombre que vive en paz, en medio de sus riquezas!

2¡Para un hombre tranquilo, y a quien todo le sale a medida de sus deseos, y que aún puede disfrutar de los manjares!

3¡Oh muerte! tu sentencia es dulce al hombre necesitado y falto de fuerzas,

4al de una edad ya decrépita, que está lleno de cuidados, al que se halla sin esperanza y sin paciencia.

5No temas la sentencia de la muerte. Acuérdate de lo que fue antes de ti, y de lo que ha de venir después de ti. Esta es la sentencia del Señor sobre toda carne.

6¿Y qué otra cosa te sobrevendrá, sino lo que fuere del agrado del Altísimo, sean diez, o ciento, o mil tus años?

7[7109]No se pide cuenta en el otro mundo de lo que uno ha vivido.

Maldición de los pecadores

8Hijos abominables se hacen los hijos de los pecadores, y los que frecuentan las casas de los impíos.

9Perecerá la herencia de los hijos de los pecadores, y acompañará siempre el oprobio a sus descendientes.

10Quéjanse de su padre los hijos del impío, viendo que por culpa de él viven deshonrados.

11¡Ay de vosotros, hombres impíos que abandonasteis la Ley del Señor altísimo!

12Cuando nacisteis, en la maldición nacisteis; y cuando muriereis, la maldición será vuestra herencia.

13[7110]Todo aquello que de la tierra procede, en tierra se convertirá; así los impíos pasarán de la maldición a la perdición.

14[7111]Los hombres harán duelo sobre sus cadáveres; mas el nombre de los impíos será raído.

15Ten cuidado de tu buena reputación; porque esa será tuya más establemente que mil grandes y preciosos tesoros.

16La buena vida se cuenta por días, pero el buen nombre permanecerá para siempre.

De la vergüenza

17[7112]Hijos, conservad en la paz mi enseñanza. Pues la sabiduría escondida, y un tesoro enterrado, ¿qué utilidad acarrean?

18Más digno de estima es el hombre que oculta su ignorancia, que el hombre que oculta su sabiduría.

19Tened, pues, rubor de lo que voy a deciros:

20que no de todo es bueno avergonzarse; ni todas las cosas bien hechas agradan a todos.

21[7113]Avergonzaos de la deshonestidad delante del padre y de la madre; y de la mentira delante del que gobierna, o del hombre poderoso;

22de un delito ante el príncipe y el juez; del crimen delante de la asamblea, y delante del pueblo;

23[7114]de la injusticia delante del compañero y del amigo, en el lugar donde mores;

24[7115]del robo, a causa de la verdad y alianza; de comer con los codos encima del pan, y de embrollar el libro de cargo y data;

25de no responder a los que te saludan; de fijar tus ojos sobre la mujer fornicaria; y de torcer tu rostro por no ver al pariente.

26No vuelvas al otro lado tu cara para no mirar a tu prójimo. Avergüénzate de defraudar una parte, y de no restituirla.

27[7116]No pongas tus ojos en la mujer de otro, ni solicites a su criada; no te arrimes a su lecho.

28[7117]Con los amigos guárdate de palabras injuriosas; y si has dado algo, no lo eches en cara.

ECLESIÁSTICO 42
La verdadera y la falsa vergüenza

1No divulgues la conversación que has oído, revelando el secreto, y no tendrás de qué avergonzarte, y hallarás gracia ante todos los hombres. No te avergüences de las cosas siguientes; ni por respeto a nadie cometas pecado.

2[7118]No te avergüences de la Ley del Altísimo, ni de su Testamento; ni de modo que justifiques en juicio al impío;

3[7119]ni del trato con compañeros y peregrinos, ni en la repartición de herencias entre amigos;

4ni de tener balanzas y pesos fieles, ni hacer mucha o poca ganancia;

5[7120]ni de impedir los fraudes de los negociantes en el vender; ni de contener a los hijos con severidad; ni de azotar al esclavo malvado hasta que salte la sangre.

6[7121]A la mujer mala es bueno tenerla encerrada.

7Donde hay muchas manos, echa la llave; y todo cuanto entregares cuéntalo, y pésalo; y apunta aquello que das y aquello que recibes.

8[7122]No te avergüences de corregir a los insensatos, y a los necios; ni de los ancianos que son condenados por los mozos; y así te mostrarás sabio en todo, y serás bien visto delante de todos los vivientes.

Preocupación por las hijas

9[7123]La hija tiene desvelado a su padre; pues el cuidado de ella le quita el sueño, temiendo que pase de la mocedad a la edad adulta y sea odiosa cuando tome marido.

10y por el temor de que sea manchada su virginidad, y se halle estar encinta en la casa paterna, o estando casada peque, o tal vez sea estéril.

11A la hija libertina guárdala con estrecha custodia, no sea que algún día te haga escarnio de tus enemigos, fábula de la ciudad y befa de la plebe, y te cubra de ignominia delante de todo el pueblo.

12No quieras fijar tus ojos en la hermosura de persona alguna, ni estar de asiento en medio de las mujeres.

13[7124]Pues como de las ropas nace la polilla, así de la mujer la malicia del hombre.

14Porque menos te dañará la malignidad del hombre, que la mujer benéfica que es causa de tu confusión e ignominia.

Las obras de Dios

15[7125]Ahora traeré a la memoria las obras del Señor, y publicaré aquello que he visto. Por la palabra del Señor existen sus obras.

16[7126]Como el sol resplandeciente ilumina todas las cosas, así la obra del Señor está llena de su gloria.

17¿No ordenó el Señor a los santos que pregonasen todas sus maravillas, que el Señor Todopoderoso ha perpetuado para monumento estable de su gloria?

18Él penetra el abismo, y los corazones de los hombres, y tiene caladas sus astucias.

19[7127]Porque el Señor sabe cuánto hay que saber, y distingue las señales de los tiempos. Declara las cosas pasadas y las futuras, y descubre los rastros de las que están escondidas.

20No se le escapa pensamiento alguno, ni se le oculta una sola palabra.

21Hermoseó las maravillas de su sabiduría. Él existe antes de los siglos, y hasta el siglo, y nada se le puede añadir,

22ni disminuir, ni ha menester consejo de nadie.

23¡Cuán amables son todas sus obras! Y eso que de ellas podemos comprender, viene a ser como una centella.

24Todas estas cosas subsisten, y duran para siempre; y todas en toda ocasión a Él obedecen.

25[7128]Pareadas son todas, y una opuesta a otra, y ninguna hizo imperfecta.

26[7129]Aseguró el bien de cada una de ellas. La gloria de Él ¿quién se saciará de contemplarla?

ECLESIÁSTICO 43
Las maravillas de la creación

1[7130]El alto firmamento es la hermosura de Él; la belleza del cielo es una muestra de su gloria.

2[7131]El sol, al salir, le anuncia con su presencia, ese admirable instrumento, obra del Excelso.

3Al medio día quema la tierra; — ¿quién puede resistir de cara el ardor de sus rayos?— como quien mantiene la fragua encendida para las labores que piden fuego muy ardiente.

4El sol abrasa tres veces más los montes, vibrando rayos de fuego, con cuyo resplandor deslumbra los ojos.

5Grande es el Señor que lo creó, y de orden suya acelera su curso.

6[7132]También la luna con todas sus mutaciones indica los tiempos, y señala los años.

7La luna señala los días festivos; luminar, que luego que llega a su plenitud comienza a menguar;

8del cual ha tomado nombre el mes; crece maravillosamente hasta estar llena.

9[7133]Un ejército hay en las alturas, el cual brilla gloriosamente en el firmamento del cielo.

10El resplandor de las estrellas es la hermosura del cielo; el Señor desde lo alto ilumina al mundo.

11[7134]A una palabra del Santo están prontas a sus órdenes, y jamás se cansan de hacer de centinela.

12[7135]Contempla el arco iris, y bendice al que lo hizo; es muy hermoso su resplandor;

13ciñe al cielo con el cerco glorioso; las manos del Altísimo lo han formado.

14Con su mandato hace venir pronto la nieve, y despide con velocidad sus relámpagos justicieros.

15Por eso se abren sus depósitos, de donde vuelan las nubes a manera de aves.

16Con su gran poder condensa las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo.

17[7136]A una mirada suya se conmueven los montes, y a su querer sopla el ábrego.

18La tierra se conmueve por la voz de su trueno, el huracán del norte y el remolino de los vientos.

19Él esparce la nieve, la cual desciende como las aves que bajan para descansar, y como las langostas que se echan sobre la tierra.

20Los ojos admiran la belleza de su blancura, y las inundaciones llenan de espanto el corazón.

21[7137]Derrama como sal sobre la tierra la escarcha, la cual helándose se vuelve como puntas de abrojos.

22Al soplo del viento frío del norte se congela el agua en cristal; el cual cubre toda reunión de aguas, y pone encima de ellas una como coraza.

23[7138]Devora los montes, quema los desiertos y seca toda verdura como con fuego.

24El remedio de todo esto es una nube que aparezca luego, y un rocío que sobrevenga templado le hará amansar.

25A una palabra suya calma Él los vientos, y con solo su querer sosiega el mar profundo; en medio del cual plantó el Señor las islas.

26[7139]Que los que navegan el mar, cuenten sus peligros; y al escucharlos con nuestros propios oídos, quedaremos atónitos.

27Allí hay obras grandes y admirables, varios géneros de animales, bestias de todas especies y creaturas monstruosas.

28Por Él fue prescrito el fin a que caminan, y por su mandato se puso todo en orden.

Gloria al Señor

29[7140]Por mucho que digamos, nos quedará mucho que decir; mas la suma de cuanto se puede decir es que Él mismo está en todas las cosas.

30[7141]Para darle gloria, ¿qué es lo que valemos nosotros? Pues siendo Él todopoderoso, es superior a todas sus obras.

31Terrible es el Señor, y grande sobremanera, y su poder es admirable.

32Glorificad al Señor cuanto más pudiereis, que todavía quedará Él superior; siendo como es prodigiosa su magnificencia.

33Bendecid al Señor, ensalzadle cuanto podáis; porque superior es a toda alabanza.

34Para ensalzarle, recoged todas vuestras fuerzas; y no os canséis, que jamás llegaréis al cabo.

35¿Quién le ha visto a fin de poderle describir? ¿Y quién le glorificará tanto como Él es desde el principio?

36Muchas son sus obras que ignoramos, mayores que las ya dichas; pues es poco lo que de sus obras sabemos.

37Pero todo lo hizo el Señor; y a los que viven virtuosamente les da la sabiduría.

ECLESIÁSTICO 44
Elogio de los patriarcas

1[7142]Alabemos a los varones ilustres, a nuestros mayores, a los que debemos el ser.

2Cosas muy gloriosas obró el Señor por su magnificencia con ellos desde el principio del mundo.

3[7143]Gobernaron sus estados, fueron hombres grandes en valor, y adornados de prudencia; y como profetas que eran, hicieron conocer la dignidad de profeta.

4Gobernaron al pueblo de su tiempo con la virtud de la prudencia, dando muy santas instrucciones a sus súbditos.

5[7144]Con su habilidad inventaron tonos musicales y compusieron los cánticos de las Escrituras.

6[7145]Hombres ricos en virtudes, solícitos del decoro, pacíficos en sus casas.

7Todos estos alcanzaron gloria, en los tiempos de su pueblo, y eran honrados en su siglo.

8Los que de ellos nacieron, dejaron un nombre que hace recordar sus alabanzas.

9[7146]Mas hay de quienes no queda memoria, que perecieron como si nunca hubieran existido. Nacieron como si no hubiesen nacido, así ellos como sus hijos.

10Pero aquellos fueron varones misericordiosos, y su piedad no salió fallida.

11En su descendencia permanecen sus bienes.

12[7147]Sus nietos son una sucesión santa, y su posteridad se mantuvo constante en las alianzas.

13Por el mérito suyo durará para siempre su descendencia; nunca perecerá su gloria.

14Sepultados en paz fueron sus cuerpos; y vive su nombre por todos los siglos.

15Celebren los pueblos su sabiduría, y repítanse sus alabanzas en la Iglesia.

Henoc y Noé

16[7148]Henoc agradó a Dios, y fue transportado al paraíso para predicar a las naciones la penitencia.

17[7149]Noé fue hallado perfectamente justo; y en el tiempo de la ira vino a ser instrumento de reconciliación.

18Por eso fue dejado un resto en la tierra cuando vino el diluvio.

19[7150]A Noé fue hecha aquella promesa sempiterna, según la cual no pueden ser destruidos por diluvio todos los mortales.

Abrahán

20[7151]Abrahán, aquel gran padre de muchas gentes, que no tuvo semejante en la gloria, el cual guardó la Ley del Altísimo, y estrechó con Él alianza,

21[7152]la que ratificó con la circuncisión en su carne, y en la tentación fue hallado fiel.

22[7153]Por eso juró el Señor darle gloria en su descendencia, y que se multiplicaría como el polvo de la tierra,

23[7154]y que su posteridad sería ensalzada como las estrellas, y que ella sería heredera de mar a mar, y desde el río hasta los términos de la tierra.

Isaac y Jacob

24[7155]Del mismo modo se portó con Isaac por amor de Abrahán su padre.

25A él le dio el Señor la bendición de todas las naciones, y confirmó su pacto sobre la cabeza de Jacob.

26[7156]Al cual distinguió con sus bendiciones, y le dio la herencia, repartiéndosela entre las doce tribus.

27Y le concedió que en su linaje hubiese siempre varones de misericordia que fuesen amados de todas las gentes.

ECLESIÁSTICO 45
Moisés

1[7157]Moisés fue el amado de Dios y de los hombres; su memoria se conserva en bendición.

2[7158]Él lo hizo semejante en la gloria a los santos, le engrandeció e le hizo terrible a los enemigos; y él con su palabra hizo cesar las horrendas plagas.

3[7159]Le glorificó en presencia de los reyes; le dio preceptos que promulgase a su pueblo, y le mostró su gloria.

4Le santificó por su fe y mansedumbre, y le escogió entre todos los hombres.

5[7160]Por eso le hizo oír su voz y entrar en la nube;

6donde cara a cara le dio los mandamientos, y la ley de vida y de ciencia, para que enseñase a Jacob su pacto y sus juicios a Israel.

Aarón

7Ensalzó a Aarón, hermano de Moisés, y semejante a él, de la tribu de Leví.

8[7161]Asentó con él un pacto eterno, le dio el sacerdocio de la nación, y le llenó de felicidad y gloria.

9[7162]Le ciñó con un cíngulo precioso, le vistió con vestiduras de gloria, y le honró con ornamentos de majestad.

10Le puso la túnica talar, y la túnica interior; le dio el efod, y puso alrededor suyo muchísimas campanillas de oro,

11para que sonasen cuando se moviese, y se oyese su sonido en el Templo; para acordar a los hijos de su pueblo.

12[7163]Le puso la vestidura santa, de oro, de jacinto y de púrpura, obra tejida, de varón sabio, dotado de verdadera prudencia;

13labor artificiosa, hecha de hilo de púrpura torcido, con piedras preciosas, engastadas en oro, esculpidas por industrioso lapidario, según el número de las tribus de Israel, y para memoria de estas.

14Sobre su mitra una diadema de oro, donde estaba esculpido el sello de santidad, ornamento de gloria, obra primorosa, que con su belleza se llevaba tras sí los ojos.

15No hubo antes de él y desde el principio cosas tan preciosas.

16Jamás las vistió hombre alguno de otra gente; sino solamente los hijos de este y sus nietos perpetuamente.

17Sus sacrificios eran diariamente consumidos por el fuego.

18[7164]Moisés le llenó las manos, y le ungió con el óleo sagrado.

19[7165]Fue concedido a él y a su descendencia, por un pacto eterno, y duradero como los cielos, el ejercer las funciones del sacerdocio, cantar las alabanzas, y en Su nombre bendecir a su pueblo.

20El Señor le escogió entre todos los vivientes para que le ofreciese los sacrificios, el incienso y olor suave; a fin de que haciendo memoria de su pueblo, se le mostrase propicio.

21[7166]Le dio también autoridad acerca de sus preceptos y de sus alianzas y juicios, para enseñar a Jacob los testimonios, y dar a Israel la inteligencia de su Ley.

22[7167]Mas se sublevaron contra él en el desierto unos hombres extraños; y por envidia le embistieron los que estaban con Datan y Abirón y los de la facción de Coré.

23El Señor Dios lo vio y se irritó, y con el ímpetu de su enojo los consumió.

24Obró horrendos prodigios contra ellos, y con ardientes llamas los aniquiló.

25Y añadió gloria a Aarón y le señaló herencia; y le dio las primicias de los frutos de la tierra.

26Con ellas le proveyó, a él y a sus hijos, de abundante sustento, y además comerán de los sacrificios del Señor, que les concedió a él y a su linaje.

27[7168]Pero no tendrá herencia en la tierra de las naciones, ni se le dio porción entre su pueblo; pues el mismo Dios es la porción y herencia suya.

Fineés

28Fineés, hijo de Eleazar, es el tercero en gloria, imitador de Aarón en el temor del Señor.

29[7169]Por estar firme en la afrenta del pueblo, él con su bondad y ánimo resuelto aplacó al Señor a favor de Israel.

30Por cuyo motivo le firmó un pacto de paz; le constituyó príncipe del Santuario, y de su pueblo, adjudicándole para siempre, a él y a su estirpe, la dignidad sacerdotal.

31[7170]Semejante fue el pacto celebrado con el rey David, hijo de Jesé, de la tribu de Judá, cuando le hizo heredero del reino, a él y a su linaje, a fin de llenar de sabiduría nuestros corazones, y de que su pueblo fuese gobernado con justicia, para que no perdiese su felicidad. Así hizo eterna la gloria de estos entre sus gentes.

ECLESIÁSTICO 46
Josué

1[7171]Esforzado en la guerra fue Jesús, hijo de Nave, sucesor de Moisés en el don de la profecía; el cual fue grande, como lo denota su nombre,

2[7172]grandísimo en salvar a los escogidos de Dios, en sojuzgar a los enemigos que se levantaban contra él, y en conseguir para Israel la herencia.

3[7173]¡Cuánta gloria alcanzó, teniendo levantado su brazo, y vibrando la espada contra las ciudades!

4¿Quién antes de él combatió así? Porque el mismo Señor le puso en sus manos los enemigos.

5[7174]¿No se detuvo al ardor de su celo el sol, por lo que un día llegó a ser como dos?

6Invocó al Altísimo Todopoderoso cuando batía por todos los lados a los enemigos, y el grande, el santo Dios, oyendo su oración, envió piedras de granizo muy duras y pesadas.

7Se arrojó impetuosamente sobre las huestes enemigas, y en la bajada arrolló a los contrarios,

8para que conociesen las naciones su poder, porque no es fácil pelear contra Dios. Fue siempre en pos del Omnipotente.

Caleb

9[7175]En vida de Moisés, hizo una obra muy buena, junto con Caleb, hijo de Jefone, haciendo frente al enemigo, arredrando al pueblo de pecar, y apaciguando el sedicioso murmullo.

10Estos dos fueron aquellos, que del número de seiscientos mil hombres salieron salvos de todo peligro, para introducir al pueblo en la herencia, en la tierra que mana leche y miel.

11[7176]Al mismo Caleb le dio el Señor gran valor, y le conservó vigoroso hasta la vejez, para subir a la montaña del país; y sus hijos obtuvieron la herencia,

12a fin de que viesen todos los hijos de Israel cuán bueno es el obedecer al santo Dios.

Los Jueces

13[7177](Sean loados) los Jueces, cada uno por su nombre, cuyo corazón no fue pervertido, porque no se apartaron del Señor;

14[7178]a fin de que sea bendita la memoria de ellos, y reverdezcan sus huesos allá donde reposan,

15y dure para siempre su nombre, y pase a sus hijos con la gloria de aquellos santos varones.

Samuel

16[7179]Samuel, querido del Señor, Dios suyo, y profeta del Señor, estableció un nuevo gobierno, y ungió reyes en su nación.

17Juzgó al pueblo según la Ley del Señor, y Dios miró a Jacob, y por su fidelidad fue reconocido por profeta,

18habiendo sido hallado fiel en sus palabras, porque había visto al Dios de la luz.

19[7180]Mientras combatía contra los enemigos que le estrechaban por todas partes, invocó al Señor Todopoderoso con la ofrenda de un cordero inmaculado.

20Tronó el Señor desde el cielo, y con grande estruendo hizo sentir su voz;

21destrozó los príncipes de los tirios, y a todos los caudillos de los filisteos.

22[7181]Y antes que terminase su vida, y saliese del mundo, protestó públicamente en la presencia del Señor y de su ungido, que de nadie había recibido dinero, ni siquiera unas sandalias; y ninguno entre todos tuvo de qué acusarle.

23[7182]Después de esto murió, y se apareció al rey, y le notificó el fin de su vida, alzando su voz desde bajo de la tierra y profetizando la destrucción de la impiedad del pueblo.

ECLESIÁSTICO 47
Natán y David

1Después de esto floreció Natán, profeta, en tiempo de David.

2[7183]Como la grosura de la víctima se separa de la carne; así fue David separado de entre los hijos de Israel.

3[7184]En su juventud se burló de los leones, como si fuesen unos corderos; y otro tanto hizo con los osos, como si fuesen corderitos.

4¿No fue él quien mató al gigante quitando el oprobio de su nación?

5AIzando la mano, derribó con la piedra de su honda al orgulloso Goliat.

6[7185]Por invocar al Señor todopoderoso, el cual dio fuerza a su brazo para degollar a un tan valiente campeón, y realzar los bríos de su nación.

7[7186]Así el Señor le glorificó con diez mil, le hizo ilustre con sus bendiciones y le dio una corona gloriosa.

8Pues derrotó por todas partes a los enemigos, y exterminó hasta hoy día a los filisteos, sus contrarios; quebrantando sus fuerzas para siempre.

9[7187]En todas sus obras dio la gloria al Santo y Excelso con palabras de suma alabanza.

10Alabó al Señor con todo su corazón, y amó a Dios, su Creador; el cual le había armado de fortaleza contra los enemigos.

11[7188]Estableció cantores enfrente del altar, y para sus cánticos les dio armoniosos tonos.

12Puso decoro en la celebración de las fiestas, y hasta el fin de su vida dio magnificencia a cada tiempo, haciendo que se alabase el nombre santo del Señor, y se celebrase desde la madrugada la santidad de Dios.

13[7189]El Señor le purificó de sus pecados, y ensalzó para siempre su poder, asegurándole con juramento la promesa del reino y el trono glorioso de Israel.

Salomón

14[7190]Le sucedió después el hijo sabio; y el Señor por amor de aquel tuvo abatido el poder de sus enemigos.

15[7191]El reinado de Salomón fue una época de paz; Dios le sometió todos los enemigos, a fin de que fabricase un templo a su nombre, y le preparase un eterno santuario. ¡Cuán bien instruido fuiste en tu juventud,

16y cómo estuviste lleno de sabiduría cual río! Descubrió tu alma los secretos de la tierra.

17En tus parábolas reuniste enigmas; llegó la fama de tu nombre, hasta las islas remotas, y fuiste amado en tu paz.

18[7192]Todas las gentes admiraron tus cánticos y proverbios, las parábolas y las soluciones de los enigmas,

19y la protección del Señor Dios, que se apellida el Dios de Israel.

20Tú reuniste oro, como si fuera cobre, y amontonaste la plata, como si fuese plomo.

21[7193]Pero después te prostituiste a las mujeres, y tuviste quien ejerciese dominio sobre tu cuerpo;

22echaste un borrón a tu gloria, y profanaste tu linaje, provocando la ira sobre tus hijos, y llevando a tal extremo tu necedad,

23[7194]que causaste la división del reino en dos partes, y que de Efraím saliese un reino de rebeldes.

24[7195]Pero no se desprenderá Dios de su misericordia, y no trastornará ni destruirá sus obras, ni arrancará de raíz los nietos de su escogido, ni extinguirá la descendencia de aquel varón amante del Señor.

25Por eso dejó un residuo a Jacob y a David de su mismo linaje.

26Pasó Salomón a descansar con sus padres,

27y dejó después de sí a Roboam, su hijo, ejemplo de necedad para su nación,

28[7196]quien falto de prudencia, con su consejo enajenó de sí el corazón del pueblo;

29y a Jeroboam, hijo de Nabat, que indujo a pecar a Israel, y enseñó el camino del pecado a Efraím, causando la grandísima inundación de sus vicios,

30[7197]por los cuales fueron muchas veces arrojados de su país.

31Porque buscaron toda suerte de maldades, hasta que descargó sobre ellos la venganza, que puso fin a todos sus pecados.

ECLESIÁSTICO 48
Elías

1[7198]Se levantó Elías, profeta semejante al fuego; y sus palabras eran como ardientes teas.

2Hizo venir sobre ellos el hambre, y fueron reducidos a un corto número los que por envidia le perseguían, porque no podían sufrir los preceptos del Señor.

3[7199]Con la palabra del Señor cerró el cielo, del cual por tres veces hizo bajar fuego.

4Así Elías se hizo célebre por sus milagros; ¿Quién ha alcanzado tanta gloria como tú?

5[7200]Tú en virtud de la palabra del Señor Dios, sacaste del sepulcro a un difunto, arrancándoselo a la muerte.

6Tú arrojaste los reyes a la perdición, quebrantaste sin trabajo su poderío, y en medio de su gloria los trasladaste del lecho.

7[7201]Tú oíste en el Sinaí el juicio del Señor, y en el Horeb los decretos de la venganza.

8[7202]Tú ungiste reyes para que castigasen, y dejaste profetas sucesores tuyos.

9Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego sobre una carroza tirada de caballos de fuego.

10[7203]Tú estás escrito en los decretos de los tiempos, para aplacar el enojo del Señor, reconciliar el corazón de los padres con los hijos, y restablecer las tribus de Jacob.

11Dichosos los que te vieron y fueron honrados con tu amistad.

12[7204]Porque nosotros vivimos solo esta vida; mas después de la muerte no será nuestro nombre como el tuyo.

Eliseo

13En fin, Elías, fue encubierto por el torbellino, y quedó en Eliseo la plenitud de su espíritu; que mientras vivió no temió a príncipe alguno, ni nadie fue más poderoso que él.

14[7205]No le dobló cosa de este mundo; y aun después de muerto profetizó su cuerpo.

15Durante su vida obró prodigios, y en su muerte hizo cosas admirables.

16[7206]Mas ni con todas estas cosas se arrepintió el pueblo; ni se apartaron de sus pecados hasta que fueron arrojados de su país y dispersados por toda la tierra,

17y quedó poquísima gente, y a la casa de David un príncipe.

18Algunos de estos hicieron lo que era del agrado de Dios; otros, empero, cometieron muchos pecados.

Ezequías

19[7207]Ezequías fortificó su ciudad, y condujo el agua al centro de ella; excavó a fuerza del hierro la peña, e hizo en ella una cisterna para el agua.

20[7208]En su tiempo vino Senaquerib, y envió delante a Rabsacés; el cual levantó su mano contra los judíos, y amenazó con ella a Sión, ensoberbecido de sus fuerzas.

21Entonces se estremecieron sus corazones y sus manos, y sintieron dolores como de mujer que está de parto.

22Pero invocaron al Señor misericordioso, y extendiendo sus manos las levantaron al cielo, y el Señor Dios santo oyó luego sus voces.

23No se acordó más de sus pecados, ni los entregó en poder de sus enemigos, sino que los purificó por mano del santo profeta Isaías.

24Disipó el campamento de los asirios, y el Ángel del Señor los exterminó,

25porque Ezequías hizo lo que agradó a Dios, y siguió con firmeza las sendas de David su padre.

Isaías

Así se lo había recomendado Isaías, profeta grande y fiel delante del Señor.

26[7209]En su tiempo volvió atrás el sol, y él prolongó su vida al rey.

27[7210]Vio con su grande espíritu los últimos tiempos, y consoló a los que lloraban en Sión.

28Anunció las cosas que han de suceder hasta el fin de los tiempos, y las ocultas, antes que aconteciesen.

ECLESIÁSTICO 49
Josías

1[7211]La memoria de Josías es como una confección de aromas hecha por un perfumero.

2Será su nombre en toda boca, dulce como miel, y como la música en un banquete de vino.

3El fue destinado de Dios para la conversión del pueblo, y quitó las abominaciones de la impiedad.

4Dirigió su corazón hacia el Señor, y en los días de los pecadores restableció la piedad.

Jeremías

5[7212]A excepción de David, de Ezequías y de Josías, todos los otros pecaron;

6porque los reyes de Judá abandonaron la Ley del Altísimo, y despreciaron el temor de Dios.

7Por lo cual cedieron a otros el propio reino, y su gloria a una nación extranjera.

8[7213]Incendiaron la escogida y santa ciudad, y redujeron sus calles a un desierto, según la predicción de Jeremías.

9[7214]Porque maltrataron a aquel que desde el seno de su madre fue consagrado profeta, para trastornar, arrancar y destruir, y después reedificar y restaurar.

Ezequiel

10[7215]Ezequiel vio aquel espectáculo de gloria que el Señor le mostró en la carroza de los querubines;

11y habló, bajo la figura de la lluvia, de los enemigos, y del bien que hace Él a los que andan por el recto camino.

Los profetas menores

12[7216]Reverdezcan desde sus tumbas los huesos de los doce profetas; pues restauraron a Jacob, y se salvaron a sí mismos por la virtud de su fe.

Zorobabel, Jesús y Nehemías

13[7217]¿Qué diremos para ensalzar a Zorobabel, que fue como un anillo en la mano derecha?

14[7218]¿Y qué diremos de Jesús, hijo de Josedec? Ellos en sus días edificaron la Casa, y levantaron el Templo santo del Señor destinado para gloria sempiterna.

15[7219]Durará largo tiempo la memoria de Nehemías; el cual levantó nuestros arruinados muros, repuso nuestras puertas y cerrojos y reedificó nuestras casas.

Henoc, José, Sem, Set, Adán

16[7220]No nació en la tierra hombre como Henoc; el cual fue arrebatado de ella;

17[7221]ni otro comparable a José, nacido para ser el príncipe de sus hermanos, el sostén de la nación, guía de sus hermanos, y firme apoyo del pueblo;

18[7222]cuyos huesos fueron visitados, y profetizaron después de su muerte.

19[7223]Set y Sem fueron celebrados entre los hombres, y sobre todos Adán por razón de su origen.

ECLESIÁSTICO 50
Simón, sumo sacerdote

1[7224]Simón, hijo de Onías, Sumo Sacerdote, durante su vida levantó de nuevo la Casa y en sus tiempos fortificó el Templo.

2Por él fue también fundada la altura del Templo, el edificio doble y los altos muros del Templo.

3En sus días se renovaron los manantiales de las aguas en los pozos, los cuales se llenaron sobremanera como un mar.

4Este cuidó de su pueblo, y le libró de la perdición.

5Consiguió engrandecer la ciudad, se granjeó gloria en medio de su nación; y ensanchó la entrada del Templo y del atrio.

6[7225]Como el lucero de la mañana entre tinieblas, y como la luna en tiempo de su plenitud,

7como el sol refulgente, así brillaba él en el Templo de Dios.

8[7226]Como el arco iris, que resplandece en las transparentes nubes, y como la flor de la rosa en tiempo de primavera, como las azucenas junto a la corriente de las aguas, y como el árbol del incienso que despide fragancia en tiempo del estío;

9como luciente llama, y como incienso encendido en el fuego;

10como un vaso de oro macizo, guarnecido de toda suerte de piedras preciosas;

11como el olivo que retoña, y como el ciprés que descuella por su altura; (tal parecía Simón) cuando se ponía el manto glorioso y se revestía de todos los ornamentos de su dignidad.

12Cuando subía al altar santo, hacía honor a las vestiduras sagradas.

13[7227]Cuando recibía de las manos de los sacerdotes las partes de la hostia, estando en pie junto al altar, rodeado del coro de sus hermanos, era como un alto cedro sobre el monte Líbano.

14Como renuevos de palmera así estaban alrededor suyo todos los hijos de Aarón en su magnificencia.

15Los cuales tenían en sus manos la oblación que había de ofrecerse al Señor en presencia de toda la congregación de Israel; y él, consumando el sacrificio, para hacer más solemne la ofrenda al rey Altísimo,

16[7228]extendía las manos para hacer la libación, y derramaba la sangre de la uva,

17esparciéndola al pie del altar en olor suavísimo al altísimo príncipe.

18[7229]Entonces los hijos de Aarón alzaban sus voces, tocaban las trompetas hechas a martillo, y hacían sentir un gran concierto ante Dios para recuerdo.

19Asimismo todo el pueblo, a una, se postraba de repente sobre su rostro en tierra para adorar al Señor, Dios suyo, y ofrecer sus plegarias al omnipotente Dios excelso.

20Y alzaban sus voces los cantores, con lo cual se acrecentaba en la gran Casa el sonido de una suave melodía.

21[7230]Y presentaba el pueblo sus preces al Señor altísimo, hasta que quedaba terminado el culto de Dios, y se acababan las sagradas funciones.

22[7231]Entonces bajaba el Sumo Sacerdote, y extendía sus manos hacia toda la congregación de los hijos de Israel, para dar gloria a Dios con sus labios, y celebrar su santo nombre.

23Y segunda vez repetía su oración, deseoso de hacer conocer el poder de Dios.

Acción de gracias

24Y ahora, vosotros, rogad al Dios de todo lo creado, que ha hecho cosas grandes en toda la tierra, que ha conservado nuestra vida desde el seno de nuestra madre; y que nos ha tratado siempre según su misericordia;

25para que nos dé el contentamiento del corazón, y que reine la paz en Israel en nuestros días y para siempre;

26[7232]con lo cual crea Israel que la misericordia de Dios está con nosotros para librarnos en sus días.

Tres naciones detestables

27[7233]A dos naciones tiene aversión mi alma; y la tercera que aborrezco no es nación:

28[7234]a los que habitan en la montaña de Seír, a los filisteos, y al pueblo insensato que mora en Siquem.

Fin y objeto de este libro

29[7235]Documentos de sabiduría y de disciplina dejó escritos en este libro Jesús, hijo de Sirac, de Jerusalén; el cual restauró la sabiduría derramándola de su corazón.

30[7236]Bienaventurado el que practica estos buenos consejos, y los estampa en su corazón. Este tal será siempre sabio.

31Porque obrando así, será bueno para todo; pues la luz de Dios guiará sus pasos.

ECLESIÁSTICO 51
Oración de Jesús, hijo de Sirac

1[7237]Oración de Jesús, hijo de Sirac. Te glorificaré, oh Señor y Rey; a Ti alabaré, oh Dios Salvador mío.

2Gracias tributaré a tu nombre, porque has sido mi auxiliador y mi protector.

3Y has librado mi cuerpo de la perdición, del lazo tendido por la lengua maligna y de los labios que urden la mentira; y delante de mis acusadores te has manifestado mi defensor.

4[7238]Por tu gran misericordia, de la cual tomas nombre, me has librado de los que rugían, ya prontos a devorarme;

5de las manos de aquellos que buscaban cómo quitarme la vida, y del tropel de tribulaciones que me cercaron;

6de la violencia de las llamas entre las cuales me vi encerrado y en cuyo fuego no fui abrasado;

7[7239]del profundo seno del infierno, de los labios impuros, del falso testimonio; de un rey inicuo y de la lengua injusta.

8Mi alma alabará al Señor hasta la muerte;

9pues mi vida estuvo a pique de caer en el infierno.

10Me cercaron por todas partes, y no había quien me prestase socorro; volvía los ojos en busca del amparo de los hombres, y no lo había.

11[7240]Me acordé, oh Señor, de tu misericordia, y de tus obras desde el principio del mundo;

12y cómo salvas, Señor a los que en Ti esperan, y los libras de las naciones.

13Tú ensalzaste mi casa sobre la tierra, y yo te supliqué que me librases de la muerte, que todo lo disuelve.

14[7241]Invoqué al Señor, Padre de mi Señor, que no me desamparase en el tiempo de mi tribulación, y mientras dominaren los soberbios.

15Alabaré sin cesar tu nombre, y le celebraré con acciones de gracias; pues fue oída mi oración.

16Me libraste de la perdición, y me sacaste a salvo en el tiempo calamitoso.

17[7242]Por tanto te glorificaré, te cantaré alabanzas, y bendeciré el nombre del Señor.

Exhortación a buscar la sabiduría

18[7243]Siendo yo todavía mozo, antes que anduviese errante, busqué abiertamente la sabiduría con mis oraciones.

19La estaba pidiendo en el atrio del Templo, y la buscaré hasta mi último aliento. Ella brotó su flor, como la uva temprana.

20Se regocijó con ella mi corazón; mis pies tomaron el camino recto; desde mi juventud iba yo en seguimiento de ella.

21Apliqué un tanto mi oído, y la percibí.

22Acopié mucha sabiduría en mi mente, e hice en ella muchos progresos.

23Al que me dio la sabiduría tributaré yo la gloria.

24Me resolví, por lo tanto, a ponerla en práctica; fui celoso del bien, y no me avergonzaré.

25Por ella ha combatido mi alma, y poniéndola por obra cobré fuerza.

26[7244]Levanté mis manos a lo alto, y lloré mi ignorancia.

27[7245]Hacia ella enderecé el alma mía; y la hallé en el conocimiento.

28[7246]Con ella desde luego fui dueño de mi corazón, por lo que no seré abandonado.

29Acongojado anduvo mi corazón en busca de ella; por lo tanto gozaré de esta rica herencia.

30El Señor me dio en recompensa una lengua, y con ella le alabaré.

31Acercaos a mí, oh ignorantes, y reuníos en la casa de la enseñanza.

32[7247]¿Por qué os detenéis todavía? ¿Y qué respondéis a esto, estando vuestras almas ardiendo de sed?

33[7248]Abrí mi boca y os dije: Venid a comprarla sin dinero.

34[7249]Someted a su yugo vuestro cuello, y reciba vuestra alma la instrucción; pues fácil es el encontrarla.

35[7250]Mirad con vuestros ojos lo poco que me he fatigado, y cómo he adquirido mucho descanso.

36[7251]Recibid la enseñanza como un caudal de plata, y poseeréis con ella un inmenso tesoro de oro.

37[7252]Alégrese vuestra alma en la misericordia de Dios; y alabándole a Él, nunca quedaréis confundidos.

38Haced lo que debéis hacer antes que el tiempo pase; y Él os dará a su tiempo vuestra recompensa.

LIBROS PROFÉTICOS

INTRODUCCIÓN

Profeta es una voz griega, y designa al que habla por otro, o sea en lugar de otro; equivale por ende, en cierto sentido, a la voz “intérprete” o vocero. Pero poco importa el significado de la voz griega; debemos recurrir a las fuentes, a la lengua hebrea misma. En el hebreo se designa al profeta con dos nombres muy significativos: El primero es “nabí” que significa “extático”, “inspirado”, a saber por Dios. El otro nombre es “roéh” o “choséh” que quiere decir “el vidente”, el que ve lo que Dios le muestra en forma de visiones, ensueños, etc., ambos nombres expresan la idea de que el profeta es instrumento de Dios, hombre de Dios que no ha de anunciar su propia palabra sino la que el Espíritu de Dios le sopla e inspira.

Según I Reyes 9, 9, el “vidente” es el precursor de los otros profetas; y efectivamente, en la época de los patriarcas, el proceso profético se desarrolla en forma de “visión” e iluminación interna, mientras que más tarde, ante todo en las “escuelas de profetas” se cultivaba el éxtasis, señal característica de los profetas posteriores que precisamente por eso son llamados “nabí”.

Otras denominaciones, pero metafóricas, son: vigía, atalaya, centinela, pastor, siervo de Dios, ángel de Dios (Isaías 21, 1; 52, 8; Ezequiel 3, 11; Jeremías 17, 16; IV Reyes 4, 25; 5, 8; Isaías 20, 3; Amós 3, 7; Ageo 1, 13).

El concepto de profeta se desprende de esos nombres. Él es vidente u hombre inspirado por Dios. De lo cual no se sigue que el predecir las cosas futuras haya sido la única tarea del profeta; ni siquiera la principal. Había profetas que no dejaban vaticinios sobre el porvenir, sino que se ocupaban exclusivamente del tiempo en que les tocaba vivir. Pero todos —y en esto estriba su valor— eran voceros del Altísimo, portadores de un mensaje del Señor, predicadores de penitencia, anunciadores de los secretos de Yahvé, como lo expresa Amós: “El Señor no hace estas cosas sin revelar sus secretos a los profetas siervos suyos” (3, 7). El Espíritu del Señor los arrebataba, irrumpía sobre ellos y los empujaba a predicar aun contra la propia voluntad (Isaías capítulo 6; Jeremías 1, 6). Tomaba a uno que iba detrás del ganado y le decía: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel” (Amós 7, 15); sacaba a otro de detrás del arado (III Reyes 19, 19 ss.), o le colocaba sus palabras en la boca y tocaba sus labios (Jeremías 1, 9), o le daba sus palabras literalmente a comer (Ezequiel 3, 3). El mensaje profético no es otra cosa que “Palabra de Yahvé”, “oráculo de Yahvé”, “carga de Yahvé”, un “así dijo el Señor”. La Ley divina, las verdades eternas, la revelación de los designios del Señor, la gloria de Dios y de su Reino, la venida del Mesías, la misión del pueblo de Dios entre las naciones, he aquí los temas principales de los profetas de Israel.

En cuanto al modo en que se producían las profecías, hay que notar que la luz profética no residía en el profeta en forma permanente (II Pedro 1, 20 ss.) sino a manera de cierta pasión o impresión pasajera (Santo Tomás). Consistía, en general, en una iluminación interna o en visiones, a veces ocasionadas por algún hecho presentado a los sentidos (por ejemplo en Daniel 5, 25 por palabras escritas en la pared); en la mayoría de los casos, empero, solamente puestas ante la vista espiritual del profeta, por ejemplo, una olla colocada al fuego (Ezequiel 24, 1 ss.), los huesos secos que se cubren de piel (Ezequiel 37, 1 ss.); el gancho que sirve para recoger fruta (Amós 8, 1), la vara de almendro (Jeremías 1, 11), los dos canastos de higos (Jeremías 24, 1 ss.), etc., símbolos todos estos que manifestaban la voluntad de Dios.

Pero no siempre ilustraba Dios al profeta por medio de actos o símbolos, sino que a menudo le iluminaba directamente por la luz sobrenatural de tal manera que podía conocer por su inteligencia lo que Dios quería decirle (por ejemplo, Isaías 7, 14).

A veces el mismo profeta encarnaba una profecía. Así, por ejemplo, Oseas debió por orden de Dios casarse con una mala mujer que representaba a Israel, simbolizando de este modo la infidelidad que el pueblo mostraba para con Dios. Y sus tres hijos llevan nombres que asimismo encierran una profecía: “Jezrael”, “No más misericordia”, “No mi pueblo” (Oseas 1).

El profeta auténtico subraya el sentido de la profecía mediante su manera de vivir, llevando una vida austera, un vestido áspero, un saco de pelo con cinturón de cuero (IV Reyes 1, 8; 4, 38 ss.; Isaías 20, 2; Zacarías 13, 4; Mateo 3, 4), viviendo solo y aun célibe, como Elías, Eliseo y Jeremías.

No faltaba en Israel la peste de los falsos profetas. El profeta de Dios se distingue del falso por la veracidad y por la fidelidad con que transmite la Palabra del Señor. Aunque tiene que anunciar a veces cosas duras: “cargas”; está lleno del espíritu del Señor, de justicia y de constancia, para decir a Jacob sus maldades y a Israel su pecado (Miqueas 3, 8). El falso, al revés, se acomoda al gusto de su auditorio, habla de “paz”, es decir, anuncia cosas agradables, y adula a la mayoría, porque esto se paga bien. El profeta auténtico es universal, predica a todos, hasta a los sacerdotes; el falso, en cambio, no se atreve a decir la verdad a los poderosos, es muy nacionalista, por lo cual no profetiza contra su propio pueblo ni lo exhorta al arrepentimiento.

Por eso los verdaderos profetas tenían adversarios que los perseguían y martirizaban (véase lo que el mismo Rey Profeta dice a Dios en el salmo 16, 4); los falsos, al contrario, se veían rodeados de amigos, protegidos por los reyes y obsequiados con enjundiosos regalos. Siempre será así: el que predica los juicios de Dios, puede estar seguro de encontrar resistencia y contradicción, mientras aquel que predica “lo que gusta a los oídos” (II Timoteo 4, 3) puede dormir tranquilo; nadie le molesta; es un orador famoso. Tal es lo que está tremendamente anunciado para los últimos tiempos, los nuestros (I Timoteo 4, 1 ss.; II Timoteo 3, 1 ss.; II Pedro 3, 3 s.; Judas 18; Mateo 24, 11).

Jesús nos previene amorosamente, como Buen Pastor, para que nos guardemos de tales falsos profetas y falsos pastores, advirtiéndonos que los conoceremos por sus frutos (Mateo 7, 16). Para ello los desenmascara en el almuerzo del fariseo (Lucas 11, 37-54) y en el gran discurso del Templo (Mateo 23), y señala como su característica la hipocresía (Lucas 12, 1), esto es, que se presentarán no como revolucionarios antirreligiosos, sino como “lobos con piel de oveja” (Mateo 7, 15). Su sello será el aplauso con que serán recibidos (Lucas 6, 26), así como la persecución será el sello de los profetas verdaderos (ibíd. 22 ss.)

En general los profetas preferían el lenguaje poético. Los vaticinios propiamente dichos son, por regla general, poesía elevadísima, y se puede suponer que, por lo menos algunos profetas los promulgaban cantando para revestirlos de mayor solemnidad. Se nota en ellos la forma característica de la poesía hebrea, la coordinación sintáctica (“parallelismus membrorum”), el ritmo, la división en estrofas. Solo en Jeremías, Ezequiel y Daniel se encuentran considerables trozos de prosa, debido a los temas históricos que tratan. El estilo poético no solo ha proporcionado a los videntes del Antiguo Testamento la facultad de expresarse en imágenes rebosantes de esplendor y originalidad, sino que también les ha merecido el lugar privilegiado que disfrutan en la literatura mundial.

No es, pues, de extrañar que su interpretación tropiece con oscuridades. Es un hecho histórico que los escribas y doctores de la Sinagoga, a pesar de conocer de memoria casi toda la Escritura, no supieron explicarse las profecías mesiánicas, ni menos aplicarlas a Jesús. Otro hecho, igualmente relatado por los evangelistas, es la ceguedad de los mismos discípulos del Señor ante las profecías. ¡Cuántas veces Jesús tuvo que explicárselas! Lo vemos aun en los discípulos de Emaús, a los cuales dice Él, ya resucitado: “¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas!” (Lucas 24, 25). “Y empezando por Moisés, y discurriendo por todos los profetas, Él les interpretaba en todas las Escrituras los lugares que hablaban de Él” (Lucas 24, 21). Y aquí el Evangelista nos agrega que esta lección de exégesis fue tan íntima y ardorosa, que los discípulos sentían abrasarse sus corazones (Lucas 24, 32).

Las oscuridades, propias de las profecías, se aumentan por el gran número de alusiones a personas, lugares, acontecimientos, usos y costumbres desconocidos, y también por la falta de precisión de los tiempos en que han de cumplirse los vaticinios, que Dios quiso dejar en el arcano hasta el tiempo conveniente (véase Jeremías 30, 24; Isaías 60, 22; Daniel 12, 4).

En lo tocante a las alusiones, el exégeta dispone hoy día, como observa la nueva Encíclica bíblica “Divino Afflante Spiritu”, de un conjunto muy vasto de conocimientos recién adquiridos por las investigaciones y excavaciones, respecto del antiguo mundo oriental, de manera que para nosotros no es ya tan difícil comprender el modo de pensar o de expresarse que tenían los profetas de Israel.

Con todo, las profecías están envueltas en el misterio, salvo las que ya se han cumplido; y aun en estas hay que advertir que a veces abarcan dos o más sentidos. Así, por ejemplo, el vaticinio de Jesucristo en Mateo 24, tiene, dos modos de cumplirse, siendo el primero (la destrucción de Jerusalén) la figura del segundo (el fin del siglo). Muchas profecías resultan puros enigmas, si el expositor no se atiene a esta regla hermenéutica que le permite ver en el cumplimiento de una profecía la figura de un suceso futuro.

Sería, como decíamos más arriba, erróneo, considerar a los profetas solo como portadores de predicciones referentes a lo por venir; fueron en primer lugar misioneros de su propio pueblo. Si Israel guardó su religión y fe y se mantuvo firme en medio de un mundo idólatra, no fue el mérito de la sinagoga oficial, sino de los profetas, que a pesar de las persecuciones que padecieron no desistieron de ser predicadores del Altísimo.

Nosotros que gozamos de la luz del Evangelio, “edificados en Cristo sobre el fundamento de los Apóstoles y los Profetas” (Efesios 2, 20), no hemos de menospreciar a los voceros de Dios en el Antiguo Testamento, ya que muchas profecías han de cumplirse aún, y sobre todo porque San Pablo nos dice expresamente: “No queráis despreciar las profecías” (I Tesalonicenses 5, 20). En la primera Carta a los Corintios, da a la profecía un lugar privilegiado, diciendo: “Codiciad los dones espirituales, mayormente el de la profecía” (1 Corintios 14, 1); pues “el que hace oficio de profeta, habla con los hombres para edificarlos y para consolarlos” (1 Corintios 14, 3).

ISAÍAS

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INTRODUCCIÓN

No todos los profetas nos han dejado sus visiones en forma de escritos. De Elías y Eliseo, por ejemplo, solo sabemos lo que nos narran los libros históricos del Antiguo Testamento, principalmente los libros de los Reyes.

Entre los vates cuyos escritos poseemos es sin duda el mayor Isaías, hijo de Amós, de la tierra de Judá, quien fue llamado al duro cargo de profeta en el año 738 a. C., y cuya muerte ocurrió probablemente bajo el rey Manasés (693-639). Según una antigua tradición judía, murió aserrado por la mitad a manos de los verdugos de este impío rey. En 442 d. C. sus restos fueron transportados a Constantinopla. La Iglesia celebra su memoria el 6 de julio.

Isaías es el primero de los profetas del Antiguo Testamento, desde luego por lo acabado de su lenguaje, que representa el siglo de oro de la literatura hebrea, mas sobre todo por la importancia de los vaticinios que se refieren al pueblo de Israel, los pueblos paganos y los tiempos mesiánicos y escatológicos. Ningún otro profeta vio con tanta claridad al futuro Redentor, y nadie, como él, recibió tantas ilustraciones acerca de la salud mesiánica, de manera que San Jerónimo no vacila, en llamarlo “el Evangelista entre los profetas”.

Se distinguen en el libro de Isaías un Prólogo (capítulo 1) y dos partes principales. La primera (capítulos 2-35) es una colección de profecías, exhortaciones y amonestaciones, que tienen como punto de partida el peligro asirio, y contiene vaticinios sobre Judá e Israel (2, 1 - 12, 6), oráculos contra las naciones paganas (13, 1 - 23, 18); profecías escatológicas (24, 1 - 27, 13); amenazas contra la falsa seguridad (28, 1 - 33, 24), y la promesa de la salvación de Israel (34, 1 - 35, 10). Entre las profecías descuellan las consignadas en los capítulos 7-12. Fueron pronunciadas en tiempo de Acaz y tienen por tema la Encarnación del Hijo de Dios, por lo cual son también llamadas “El Libro de Emmanuel”.

Entre la primera y segunda parte media un trozo de cuatro capítulos (36-39) que forma algo así como un bosquejo histórico.

El capítulo 40 da comienzo a la parte segunda del Libro (capítulos 40-66), que trae veintisiete discursos cuyo fin inmediato es consolar con las promesas divinas a los que iban a ser desterrados a Babilonia, como expresa el Eclesiástico (48, 27 s.).

Fuera de eso, su objeto principal es anunciar el misterio de la Redención y de la salud mesiánica, a la cual precede la Pasión del “Siervo de Dios”, que se describe proféticamente con la más sorprendente claridad.

No es de extrañar que la crítica racionalista haya atacado la autenticidad de esta segunda parte, atribuyéndola a otro autor posterior al cautiverio babilónico. Contra tal teoría que se apoya casi exclusivamente en criterios internos y lingüísticos, se levanta no solo la tradición judía, cuyo primer testigo es Jesús, hijo de Sirac (Eclesiástico 50, 29 ss.), sino también toda la tradición cristiana.

Para la interpretación de Isaías hay que tener presente lo dicho en la Introducción general.

PRÓLOGO
ISAÍAS 1

1[7253]Visión que Isaías, hijo de Amós, tuvo acerca de Judá y Jerusalén en los días de Ocías, Joatán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

Oráculo introductorio

2[7254]Oíd, cielos, y tú, tierra, escucha;

porque habla Yahvé:

“He criado hijos y los he engrandecido,

mas ellos se han rebelado contra Mí.

3El buey conoce al que lo posee,

y el asno el pesebre de su amo;

pero Israel no (me) conoce;

mi pueblo no tiene inteligencia.”

4[7255]¡Ay de ti, nación pecadora,

pueblo cargado de culpa,

raza de malvados, hijos corrompidos!

Han abandonado a Yahvé,

han despreciado al Santo de Israel,

se han vuelto atrás.

5[7256]¿De qué sirve daros golpes,

si seguís rebelándoos?

La cabeza toda está enferma,

y todo el corazón doliente.

6Desde la planta del pie hasta la cabeza,

no queda en él nada sano;

hay solo heridas, contusiones y llagas inflamadas,

que no han sido cerradas, ni vendadas,

ni suavizadas con aceite.

7Vuestra tierra es un desierto;

vuestras ciudades han sido quemadas,

a vuestra vista los extranjeros

devoran vuestro suelo,

que está desolado

como si fuese destruido por extraños.

8[7257]Y la hija de Sión queda como cabaña de viña,

como choza de melonar,

como ciudad sitiada.

9[7258]Si Yahvé de los ejércitos

no nos hubiera dejado un pequeño resto,

seríamos como Sodoma

y semejantes a Gomorra.

10[7259]¡Oíd la palabra de Yahvé,

príncipes de Sodoma!

¡Escucha la ley de nuestro Dios,

oh pueblo de Gomorra!

11[7260]¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios?

dice Yahvé.

Harto estoy de los holocaustos de carneros

y del sebo de animales cebados;

no me agrada la sangre de toros,

ni la de corderos y machos cabríos.

12¡Y venís a presentaros delante de Mí!

¿Quién os ha pedido que holléis mis atrios?

13[7261]No traigáis más vanas ofrendas;

abominable es para Mí el incienso;

no aguanto más las neomenias

ni los sábados, ni las asambleas solemnes;

son asambleas solemnes con crimen.

14Mi alma aborrece vuestras neomenias

y vuestras fiestas; me son una carga, cansado estoy de soportarlas.

15Cuando extendéis vuestras manos,

cierro ante vosotros mis ojos,

y cuando multiplicáis las oraciones, no escucho;

vuestras manos están manchadas de sangre.

16[7262]Lavaos, purificaos; quitad de ante mis ojos la maldad de vuestras obras;

cesad de obrar mal.

17Aprended a hacer el bien, buscad lo justo,

poned coto al opresor,

haced justicia al huérfano,

defended la causa de la viuda.

Invitación a la conversión

18[7263]Venid, discutamos juntos,

dice Yahvé.

Aunque vuestros pecados fuesen como la grana,

quedarán blancos como la nieve.

Aunque fuesen rojos como el carmesí,

vendrán a ser como lana.

19Si queréis y si me escucháis,

comeréis de lo mejor de la tierra.

20Pero si no queréis y os rebeláis,

seréis devorados por la espada;

porque la boca de Yahvé ha hablado.

21[7264]¡Cómo se ha convertido en prostituta

la ciudad fiel!

Llena estaba de justicia,

la rectitud moraba en ella;

pero ahora es (ciudad) de homicidas.

22[7265]Tu plata se ha tornado escoria;

tu vino fue adulterado con agua;

23[7266]tus príncipes son unos obstinados

y compañeros de ladrones;

todos aman el soborno

y van tras los presentes;

no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

24[7267]Por esto dice el Señor, Yahvé de los ejércitos, el Fuerte de Israel:

“Voy a tomar satisfacción de mis adversarios

y venganza de mis enemigos,

quitaré de ti todo el metal impuro.

25Volveré mi mano sobre ti,

y limpiaré como con lejía tus escorias,

26Restituiré tus jueces como fueron al principio,

y tus consejeros como eran antes;

después de lo cual serás llamada ciudad de justicia, ciudad fiel.”

27Sión será redimida con justicia,

y sus convertidos, con equidad.

Castigo de los rebeldes

28[7268]Los transgresores y los pecadores serán quebrantados juntamente,

y anonadados los que abandonan a Yahvé.

29[7269]Pues os avergonzareis de las encinas que habéis amado,

y os abochornaréis por los jardines que habéis escogido.

30Seréis como encina cuya hoja se marchita,

y como huerto sin agua.

31Será el fuerte como estopa,

y su obra cual chispa;

arderán los dos juntos, y no habrá quien apague el fuego.

PRIMERA PARTE
I. PROFECÍAS SOBRE JUDÁ E ISRAEL
ISAÍAS 2
Gloria del reino mesiánico

1He aquí lo que vio Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén:

2[7270]Acontecerá en los últimos tiempos

que el monte de la Casa de Yahvé

será establecido en la cumbre de los montes,

y se elevará sobre los collados;

y acudirán a él todas las naciones.

3Y llegarán muchos pueblos y dirán:

“¡Venid, subamos al monte de Yahvé,

a la Casa del Dios de Jacob!

Él nos enseñará sus caminos,

e iremos por sus sendas”;

pues de Sión saldrá la ley,

y de Jerusalén la palabra de Yahvé.

4[7271]El será árbitro entre las naciones,

y juzgará a muchos pueblos;

y de sus espadas forjarán rejas de arado,

y de sus lanzas hoces.

No alzará ya espada pueblo contra pueblo,

ni aprenderán más la guerra.

5¡Casa de Jacob, venid,

y caminemos en la luz de Yahvé!

Humillación del pueblo orgulloso

6[7272]Pues Tú desechaste a tu pueblo, la casa de Jacob,

por cuanto están llenos (de la corrupción) del Oriente;

son agoreros como los filisteos,

y pactan con los extranjeros.

7Su tierra está llena de plata y de oro,

y sus tesoros no tienen fin;

8llena está su tierra también de caballos,

y son innumerables sus carros.

Su tierra rebosa de ídolos;

se prosternan ante las obras de sus manos,

ante lo que han fabricado sus dedos.

9[7273](Todo) hombre se postró,

y se humillaron los mortales;

por tanto no les perdones.

10Métete en la peña y escóndete en el polvo,

ante el terror de Yahvé, y ante la gloria de su majestad.

11Entonces serán abatidos los ojos altivos del hombre,

y su soberbia quedará humillada;

solo Yahvé será ensalzado en aquel día.

12[7274]Pues Yahvé de los ejércitos

ha fijado un día (de juicio)

contra todos los soberbios y altivos,

contra todos los que se ensalzan, para humillarlos,

13[7275]contra todos los cedros del Líbano, altos y erguidos,

contra todas las encinas de Basan,

14contra todos los montes encumbrados,

contra todos los collados elevados,

15contra toda torre alta

y contra toda muralla fortificada,

16[7276]contra todas las naves de Tarsis

y contra todo lo que es hermoso a la vista.

17Será abatida la altivez de los hombres,

y humillada la soberbia humana;

Yahvé solo será ensalzado en aquel día;

18y todos los ídolos desaparecerán.

19Se esconderán en las cuevas de las peñas

y en los hoyos de la tierra

ante el terror de Yahvé y ante la gloria de su majestad,

cuando Él se levantare para causar espanto en la tierra.

20[7277]En aquel día el hombre arrojará sus ídolos de plata, y sus ídolos de oro, que se hizo para adorarlos, a los topos y a los murciélagos, 21para esconderse en las cavernas de las peñas, y en las hendiduras de las rocas, ante el terror de Yahvé y ante la gloria de su majestad, cuando Él se levantare para causar espanto en la tierra. 22[7278]¡Cesad de confiar en el hombre, cuya vida no es más que un soplo de su nariz! Pues ¿de qué valor es el (hombre)?

ISAÍAS 3
Desolación en Jerusalén

1Porque he aquí que el Señor, Yahvé de los ejércitos,

quitará a Jerusalén y a Judá toda clase de apoyo,

todo sostén de pan y todo sostén de agua;

2el héroe, el guerrero y el juez,

el profeta, el adivino y el anciano,

3[7279]el jefe de cincuenta y el hombre de prestigio

el consejero, el perito artífice

y el hábil encantador.

4Les daré muchachuelos por príncipes,

y reinarán sobre ellos algunos mozalbetes.

5En el pueblo tiranizará el uno al otro,

y cada cual a su vecino;

el joven se precipitará sobre el anciano,

y el villano sobre el noble.

6Pues uno echará mano de otro

en la casa de su padre (diciendo):

“Tú tienes vestido,

sé nuestro príncipe,

y hazte cargo de esta ruina.”

7[7280]Pero él responderá en aquel día, diciendo:

“Yo no soy médico,

y en mi casa no hay pan ni ropa;

no me hagáis príncipe del pueblo.”

8Pues Jerusalén está bamboleando, y Judá caerá,

porque sus palabras y sus obras están contra Yahvé;

así irritan ellos los ojos de su gloria.

9[7281]El aspecto de su semblante da testimonio contra ellos;

como Sodoma pregonan su pecado, y no lo encubren.

¡Ay de ellos!

porque son ellos los causantes de su ruina.

10[7282]Decid al justo que le irá bien;

pues comerá el fruto de sus obras.

11pero ¡ay del malo! Mal le irá;

porque le será retribuido según las obras de sus manos.

12[7283]Mi pueblo está oprimido por caprichosos,

y mujeres lo gobiernan.

Pueblo mío, los que te guían te hacen errar y destruyen

el camino por donde debes seguir.

13Se levanta Yahvé para hacer justicia;

se pone de pie para juzgar a los pueblos:

14[7284]Yahvé entrará en juicio

con los ancianos de su pueblo y con sus príncipes:

“Vosotros habéis devorado la viña,

en vuestras casas están los despojos del pobre.

15¿Por qué aplastáis a mi pueblo,

y moléis el rostro de los pobres?”

dice el Señor, Yahvé de los ejércitos.

Contra el lujo femenino

16[7285]Y dijo Yahvé:

“Por cuanto las hijas de Sión son tan altivas

y andan con el cuello erguido y guiñando los ojos,

y caminan meneando el cuerpo

al son de las ajorcas de sus pies,

17por eso el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sión,

y Yahvé descubrirá sus vergüenzas.

18[7286]En aquel día quitará el Señor

las hermosas ajorcas, los solecillos y las lunetas,

19los pendientes, los brazaletes

y las cofias,

20los turbantes, las cadenillas

y los ceñidores, los pomos de olor y los amuletos,

21los anillos y los aros de la nariz,

22los vestidos de gala y los mantos,

los chales y los bolsitos,

23los espejos y la ropa fina,

las tiaras y las mantillas.

24En lugar de perfume habrá hediondez;

en lugar de ceñidor, una soga:

en lugar de cabellos rizados, calvicie;

en lugar de vestidos suntuosos,

una túnica áspera;

en lugar de hermosura, marca de fuego.

25Tus hombres a espada caerán,

y tus fuertes en la batalla.

26Se lamentarán las puertas de (Sión) y estarán de luto;

y ella, desolada, se sentará en tierra.

ISAÍAS 4
Visión del reino mesiánico

1[7287]En aquel día siete mujeres

echaran mano de un solo hombre, diciendo:

“Comeremos nuestro propio pan

y con nuestra ropa nos vestiremos;

tan solo déjanos llevar tu nombre;

quítanos el oprobio.”

2[7288]En aquel día el Pimpollo de Yahvé será la magnificencia y gloria,

el fruto de la tierra, la grandeza y el orgullo

de los de Israel que se salvaren.

3[7289]Entonces los restos de Sión

y los que quedaren en Jerusalén, serán llamados santos:

todos los que están inscritos para la vida en Jerusalén.

4Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión,

y limpiado a Jerusalén de la sangre que está en ella,

mediante espíritu de juicio y espíritu de fuego,

5[7290]Yahvé creará sobre toda la extensión del monte Sión,

y sobre sus asambleas,

una nube sombría de día,

y durante la noche un resplandor de fuego ardiente,

porque toda la gloria quedará cubierta;

6[7291]y habrá un tabernáculo para dar sombra contra el calor del día,

y refugio y abrigo contra la tormenta y la lluvia.

ISAÍAS 5
La parábola de la viña

1[7292]Cantaré ahora a mi amado un canto,

la canción de mi amado acerca de su viña.

Tenía mi amado una viña

en un collado muy fértil.

2La cavó y la despedregó,

la plantó de cepas escogidas,

y edificó en medio de ella una torre,

y también un lagar,

y esperó que diese uvas,

pero dio agraces.

3Ahora, pues, habitantes de Jerusalén

y hombres de Judá,

juzgad entre mí y mi viña.

4[7293]¿Qué más había de hacer yo

por mi viña que no le hiciera?

¿Por qué mientras esperaba

que diese uvas, dio agraces?

5Ahora voy a deciros

lo que haré con mi viña:

Le quitaré su seto, y será talada,

derribaré su muro, y será hollada.

6Haré de ella una desolación

y no será podada ni cultivada;

brotarán allí zarzas y espinas;

y mandaré que las nubes no lluevan sobre ella.

Explicación de la parábola

7Pues la viña de Yahvé de los ejércitos es la casa de Israel,

y los hombres de Judá son el plantío de su deleite.

Esperaba de ellos rectitud, y no veo más que derramamiento de sangre;

justicia, y he aquí que no hay más que gritos de dolor.

8[7294]¡Ay de los que juntan casa con casa,

campo con campo, hasta que no queda más terreno

y vosotros sois los únicos habitantes en medio del país!

9Ha llegado a mis oídos (esta palabra) de Yahvé de los ejércitos:

“Estas numerosas casas serán convertidas en ruinas,

y por grandes y hermosas que sean, quedarán sin moradores.”

10[7295]Porque diez yugadas de viña producirán solamente un bat,

y un hómer de semilla no dará más que un efa.

11[7296]¡Ay de los que se levantan muy de mañana

para correr tras bebidas que embriagan,

y que siguen bebiendo hasta la noche,

hasta que los enciende el vino!

12En sus banquetes hay cítaras,

liras, tamboriles y flautas y vinos,

y no miran la obra de Yahvé

ni ven las obras de sus manos.

13Por eso mi pueblo será llevado al cautiverio sin darse cuenta;

sus nobles morirán de hambre,

y su multitud se abrasará de sed.

14[7297]Por eso el scheol ensanchará sus fauces

y abrirá sin medida su boca.

Descenderá allí la gloria de (Jerusalén) y su multitud turbulenta

que se regocija en ella.

15Será humillado todo hombre, serán abatidos todos los mortales

y bajados los ojos altivos;

16mas Yahvé de los ejércitos será grande en el juicio,

y el Dios Santo mostrará su santidad por la justicia.

17Corderos pacerán allí como si fuese su pastizal,

y los extranjeros devorarán los devastados campos de los ricos.

18[7298]¡Ay de los que arrastran la iniquidad con cuerdas de vanidad,

y el pecado como con coyundas de carro;

19[7299]y dicen: “Dese prisa;

que haga presto su obra, para que la veamos;

acérquese y tome cuerpo el plan del Santo de Israel,

para que lo conozcamos!”

20[7300]¡Ay de los que al mal llaman bien y al bien mal,

que ponen tinieblas por luz, y luz por tinieblas;

que dan lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

21¡Ay de los que son sabios a sus propios ojos,

y prudentes ante sí mismos!

22¡Ay de los que son héroes para beber vino,

y valientes para mezclar bebidas embriagadoras,

23que por un regalo absuelven al malhechor

y privan a los justos de su derecho!

El castigo

24Por eso, como la lengua del fuego devora la paja,

y como la llama consume la hierba seca,

así su raíz será como podredumbre,

y su flor será arrebatada como el polvo,

por cuanto han rechazado a ley de Yahvé de los ejércitos,

y despreciado la palabra del Santo de Israel.

25[7301]Por eso se ha encendido la ira de Yahvé contra su pueblo,

y extendió contra él su mano y lo hirió,

por eso tiemblan los montes,

y sus cadáveres yacen en las calles como basura.

Con todo esto no se ha aplacado su ira;

aún está extendida su mano.

26Él alzará una bandera para pueblos lejanos,

y los llamará con un silbo desde los fines de la tierra;

y he aquí que vendrán pronto y apresuradamente.

27Entre ellos no hay cansado ni quien tropiece;

ningún soñoliento, ningún dormilón;

no se desata de sus lomos el cinturón,

ni se rompe la correa de su calzado;

28sus saetas son agudas, y tensos están todos sus arcos;

los cascos de sus caballos son como pedernal,

y las ruedas de sus carros como el torbellino.

29Braman como león, rugen como leoncillo,

que gruñe y agarra la presa,

y se la lleva, sin que nadie se la quite.

30En aquel día bramarán contra (Israel) como brama el mar;

y si uno mirase la tierra, no verá sino tinieblas y angustia;

pues la luz se oscurecerá en densas nubes.

(“LIBRO DEL EMMANUEL”: capítulos 6-12)
ISAÍAS 6
Vocación de Isaías

1[7302]En el año en que murió el rey Ocías, vi al Señor sentado en un trono alto y excelso y las faldas de su vestido llenaban el Templo. 2Encima de Él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos los pies, y con dos volaban. 3[7303]Y clamaban unos a otros, diciendo:

“Santo, santo, santo es Yahvé de los ejércitos,

llena está toda la tierra de su gloria.”

4[7304]Y los fundamentos de los umbrales se conmovieron a la voz del que clamaba; y la Casa se llenó de humo.

5[7305]Entonces dije:

“¡Ay de mí, que estoy perdido!

Pues soy hombre de labios impuros,

y habito en un pueblo de labios impuros,

y mis ojos han visto al Rey, Señor de los ejércitos.”

6Y voló hacia mí uno de los serafines, que tenía en su mano una brasa ardiente, la cual con las tenazas había tomado de encima del altar. 7Con ella tocó mi boca y dijo:

“Mira, esto ha tocado tus labios;

quitada está tu iniquidad,

y expiado tu pecado.”

8[7306]Y oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Respondí: “Heme aquí; envíame a mí.” 9[7307]Y dijo Él: “Ve y di a este pueblo:

Oíd, y no entendáis; ved, y no conozcáis.

10Embota el corazón de este pueblo,

y haz que sean sordos sus oídos

y ciegos sus ojos;

no sea que vea con sus ojos,

y oiga con sus oídos,

y con su corazón entienda,

y se convierta y encuentre salud.”

11Yo pregunté: “¿Hasta cuándo, Señor?”. Y respondió:

“Hasta que las ciudades

queden devastadas y sin moradores,

y las casas sin habitantes,

y la tierra convertida en ruina completa;

12hasta que Yahvé arroje lejos a los hombres,

y la desolación abunde en medio de la tierra.

13[7308]Y si quedare de ellos solo la décima parte,

volverán a ser destruidos.

Mas como del terebinto y de la encina,

aun talados, queda el tronco,

así el tronco de (Israel) será semilla santa.”

ISAÍAS 7
Invasión de los sirios

1[7309]Aconteció que en los días de Acaz, hijo de Joatán, hijo de Ocías, rey de Judá, subió Rasín, rey de Siria, con Facee, hijo de Romelías, rey de Israel, a Jerusalén, para hacer guerra contra ella, pero no pudo tomarla. 2[7310]Y dieron aviso a la casa de David, diciendo: “Acampó Siria en Efraím”; y tembló su corazón, y el corazón de su pueblo, como tiemblan los árboles de la selva agitados por el viento. 3[7311]Entonces dijo Yahvé a Isaías: “Sal al encuentro de Acaz, tú y Schearyaschub, tu hijo, al extremo del acueducto de la piscina superior, en el camino del campo del batanero. 4[7312]Y le dirás: “Ponte en guardia, quédate tranquilo; no temas ni se desaliente tu corazón, a causa de estos dos cabos de tizones humeantes; a causa de la ira ardiente de Rasín, de Siria y del hijo de Romelías. 5Porque ha proyectado mal contra ti Siria, Efraím y el hijo de Romelías, diciendo: 6[7313]“Subamos contra Judá, aterroricémoslo, apoderémonos de él y démosle por rey al hijo de Tabeel.”

7Así dice Yahvé el Señor:

“Esto no se llevará a cabo, ni se hará.

8Porque cabeza de Siria es Damasco,

y cabeza de Damasco, Rasín;

faltan todavía sesenta y cinco años

y Efraím será quebrantado,

y dejará de ser pueblo.

9Y cabeza de Efraím es Samaria,

y cabeza de Samaria, el hijo de Romelías.

Si no creyereis, no subsistiréis.”

Profecía sobre el futuro Emmanuel

10Volvió a hablar Yahvé a Acaz, diciendo: 11“Pide para ti una señal de parte de Yahvé tu Dios; en lo profundo del scheol, o arriba en lo alto.” 12[7314]Mas Acaz respondió: “No pediré, ni tentaré a Yahvé.” 13Dijo entonces (el profeta): “Oíd, pues, casa de David: ¿acaso os es poca cosa molestar a los hombres, que molestáis también a mi Dios? 14[7315]Por tanto el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. 15[7316]Comerá leche cuajada y miel hasta que sepa repudiar el mal y elegir el bien. 16[7317]Porque antes que sepa el niño repudiar el mal y elegir el bien, será abandonada la tierra, ante cuyos dos reyes tú tienes miedo.

Males sobre Judá

17Pero Yahvé hará venir sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca han venido desde el día que Efraím se apartó de Judá; pues (hará venir) al rey de Asiria.”

18[7318]En aquel día Yahvé

atraerá con un silbido a la mosca

que está en los cabos de los ríos de Egipto,

y la abeja que está en la tierra de Asiria.

19Ellas vendrán y se posarán todas

en los valles escarpados,

en las hendiduras de las rocas,

en todos los zarzales

y en todos los matorrales.

20[7319]En aquel día rasurará el Señor

por medio de una navaja alquilada del otro lado del río,

a saber, por medio del rey de Asiria,

la cabeza y el pelo de los pies;

y arrancara también la barba.

21En aquel día un hombre no criará más

que una vaca y dos ovejas;

22[7320]y cuando le den abundancia de leche,

comerá leche cuajada.

Pues leche cuajada y miel

comerán todos los que quedaren en el país.

23En aquel día sucederá

que todo lugar en donde había mil vides, por valor de mil siclos,

será convertido en zarzal y abrojos.

24Por allá se andará con flechas y arco;

pues el país entero será zarzal y espinas.

25Y todos los montes que (ahora) se labran con azada,

quedarán abandonados por temor de las zarzas y espinas;

serán para pasto de bueyes, y para ser hollados por ovejas.

ISAÍAS 8
Ruina de Damasco y de Samaria

1[7321]Me dijo Yahvé: “Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres comunes: Para Maher-schalal-hasch-baz.” 2Y me tomé por testigos fieles a Urías sacerdote, y a Zacarías, hijo de Jebaraquías. 3[7322]Y me acerqué a la profetisa, la cual concibió y dio a luz un hijo; y Yahvé me dijo: “Ponle por nombre Maher-schalal-hasch-baz. 4Pues antes que el niño sepa decir: ¡Padre mío! y ¡Madre mía!, las riquezas de Damasco y el botín de Samaria serán llevados a la presencia del rey de Asiria.”

La salvación por Emmanuel

5Y volvió Yahvé a hablarme otra vez, diciendo:

6[7323]“Por cuanto este pueblo ha despreciado las aguas de Siloé,

que corren mansamente,

y se ha regocijado con Rasín y el hijo de Romelías,

7[7324]por tanto, he aquí que el Señor traerá sobre ellos

las aguas del río, impetuosas y caudalosas:

al rey de Asiria con toda su gloria,

que (franqueará) todos sus cauces,

se desbordará sobre todas sus riberas;

8[7325]penetrará en Judá,

inundará y pasará adelante,

hasta llegarle (las aguas) al cuello;

y sus alas extendidas

cubrirán toda la extensión de tu tierra, oh Emmanuel.”

9Alborotaos, oh pueblos, y seréis derrotados;

escuchad, todas las extremidades de la tierra:

Ceñíos, y seréis derrotados;

ceñíos, y seréis derrotados.

10[7326]Haced proyectos; serán frustrados;

dad órdenes; no surtirán efecto;

porque “Dios está con nosotros”.

11Pues así me ha dicho Yahvé, cuando su mano me asió, y me advirtió que no siguiese el camino de este pueblo, diciendo:

12No llaméis conjuración

a todo lo que este pueblo llama conjuración;

no temáis lo que él teme, ni os amedrentéis.

13A Yahvé de los ejércitos, a Él habéis de tratar santamente;

sea Él vuestro temor, sea Él ante quien tembláis.

14[7327]Él será (vuestra) santidad,

más también una piedra de tropiezo, y una roca de escándalo

para las dos casas de Israel,

un lazo y una trampa para los habitantes de Jerusalén.

15Muchos de ellos tropezarán,

caerán, y serán quebrantados;

se enredarán en el lazo y quedarán presos.

16[7328]Conserva el testimonio, y sella la ley (en el corazón) de mis discípulos.

El profeta y sus hijos servirán de señal

17[7329]Yo espero en Yahvé, que esconde su rostro de la casa de Jacob; en Él pongo mi confianza. 18He aquí que yo y los hijos que me dio Yahvé, somos señales y presagios en Israel, de parte de Yahvé de los ejércitos, que habita en el monte Sión. 19Y cuando os dijeren: “Consultad a los pitones y a los adivinos, que susurran y murmullan” (responded): “¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿(Consultará) acaso a los muertos sobre la suerte de los vivos?” 20(Id) más bien a la Ley y al testimonio. Si no hablan de esta manera, no les amanecerá la luz del día.

21Pasarán por el (país) abatidos y hambrientos;

y enfurecidos por el hambre

maldecirán a su rey y a su Dios.

Levantarán sus miradas hacia arriba;

22[7330]luego mirarán la tierra;

pero he aquí tribulación

y tinieblas y sombría angustia;

y serán rechazados a las tinieblas.

ISAÍAS 9
El reino del príncipe de paz

1[7331]No habrá más lobreguez sobre la (tierra)

que (ahora) está en angustia.

Como primeramente (Dios) cubrió de oprobio la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, así al fin hará glorioso el camino del mar, la otra parte del Jordán, la Galilea de los gentiles.

2El pueblo que andaba en tinieblas

vio una gran luz;

sobre los habitantes de la tierra de sombras de muerte

resplandeció una luz.

3Multiplicaste el pueblo,

hiciste grande su alegría;

se regocijan delante de Ti

con la alegría del tiempo de la siega;

como los que saltan de gozo cuando reparten los despojos.

4Porque el yugo que pesaba sobre ellos,

y la vara que hería sus hombros,

y el bastón de su exactor,

Tú los hiciste pedazos, como en el día de Madián.

5Pues todo zapato que (el guerrero) lleva en la batalla,

y el manto revolcado en sangre,

serán quemados y hechos pasto del fuego.

6[7332]Porque un Niño nos ha nacido,

un Hijo nos ha sido dado,

que lleva el imperio sobre sus hombros.

Se llamará Maravilloso, Consejero,

Dios poderoso, Padre de la eternidad, Príncipe de la paz.

7[7333]Se dilatará su imperio,

y de la paz no habrá fin.

(Se sentará) sobre el trono de David y sobre su reino,

para establecerlo y consolidarlo mediante el juicio y la justicia,

desde ahora para siempre jamás.

El celo de Yahvé de los ejércitos hará esto.

Castigo de Samaria y Efraím

8[7334]Envió el Señor una palabra contra Jacob, que cayó sobre Israel.

9Lo conocerá todo el pueblo,

los de Efraím como los habitantes de Samaria.

Los que en la soberbia e hinchazón de su corazón están diciendo:

10[7335]“Han caído los ladrillos, mas edificaremos con piedras labradas;

han sido cortados los sicómoros. Pero en su lugar pondremos cedros.”

11Por eso Yahvé suscitará contra él los adversarios de Rasín,

e incitará a sus enemigos:

12los sirios al este, y los filisteos al oeste,

los cuales a boca llena devorarán a Israel.

Con todo esto no se apañará su ira,

antes su mano estará aún extendida.

13Porque el pueblo no quiere convertirse al que lo hiere

ni buscar a Yahvé de los ejércitos;

14[7336]por eso Yahvé cortará de Israel la cabeza y la cola,

la palmera y el junco, en un mismo día.

15Los ancianos y los notables son la cabeza,

y el profeta que enseña mentiras es la cola.

16[7337]Porque los que guían este pueblo lo descarrían,

y los guiados por ellos van a la perdición.

17Por eso el Señor no se complacerá en sus jóvenes,

ni tendrá compasión de sus huérfanos y de sus viudas;

pues todos ellos son impíos y malvados,

y cada boca profiere insensateces.

Con todo esto no se aparta su ira,

antes su mano está aún extendida.

18Pues la maldad arde como un fuego,

devorando las zarzas y espinas,

y prende las espesuras de la selva,

que se elevan en remolinos de humo.

19Por la ira de Yahvé de los ejércitos el país está en llamas,

y el pueblo es pasto del fuego.

Nadie tiene piedad de su propio hermano;

20[7338]despedazan a la derecha, y queda el hambre,

devoran a la izquierda, y no se hartan;

come cada cual la carne de su brazo.

21Manasés contra Efraím, y Efraím contra Manasés,

y los dos juntos contra Judá.

Con todo esto no se aparta su ira,

antes su mano está aún extendida.

ISAÍAS 10
Iniquidades de Efraím

1[7339]¡Ay de los que establecen leyes inicuas,

y de los que ponen por escrito las injusticias decretadas,

2para apartar del tribunal a los desvalidos,

y privar de su derecho

a los pobres de mi pueblo,

para que las viudas sean su presa

y los huérfanos su botín.

3¿Qué haréis en el día del castigo,

en la desolación que viene de lejos?

¿A quién acudiréis en busca de auxilio?

Y ¿dónde dejaréis vuestra gloria,

4[7340]para no doblar la cerviz entre los prisioneros

y no caer entre los muertos?

Con todo esto no se aparta su ira,

antes su mano está aún extendida.

Orgullo y caída de Asiria

5[7341]¡Ay de Asiria, vara de mi ira!

el bastón en su mano es (instrumento de) mi furor.

6Contra una nación impía le enviaré,

le daré orden de ir contra el pueblo, objeto de mi ira,

para saquearlo y llevarse el botín,

para pisotearlo como al lodo de las calles.

7Pero él no piensa así,

y su corazón no tiene tal concepto;

pues su corazón piensa en destruir

y exterminar naciones en gran número.

8Porque dice: ¿No son todos mis príncipes reyes?

9[7342]¿No tuvo Calnó la misma suerte que Carquemís,

Hamat la misma que Arpad,

y Samaria la misma que Damasco?

10Como mi mano halló los reinos de los ídolos,

cuyas imágenes eran más numerosas

que las de Jerusalén y de Samaria,

11y como he hecho con Samaria y sus ídolos,

¿no podré hacer lo mismo con Jerusalén y sus simulacros?

12[7343]Pero acaecerá que cuando el Señor haya cumplido toda su obra en el monte Sión y en Jerusalén, castigará las empresas orgullosas del rey de Asiria, y la arrogancia de sus altivos ojos, 13porque él dice:

“Con el poder de mi mano he hecho esto,

y con mi sabiduría, pues soy inteligente.

He mudado los límites de los pueblos

y saqueado sus tesoros;

y como un héroe he derribado a los sentados (sobre tronos).

14Mi mano ha hallado, como un nido, las riquezas de los pueblos;

y como quien recoge los huevos abandonados,

así me he apoderado de toda la tierra:

y no hubo quien moviese las alas ni abriese el pico para piar.”

15¿Acaso el hacha se gloría

contra aquel que corta con ella?

¿o se ensoberbece la sierra

contra aquel que la maneja?

Como si la vara dirigiera al que la alza,

como si el bastón se levantase a sí mismo y no fuese leño.

16Por eso el Señor, Yahvé de los ejércitos,

enviará la extenuación entre sus robustos,

y por debajo de su gloria arderá un fuego

como fuego de incendio.

17[7344]La Luz de Israel será el fuego,

y su Santo la llama,

y devorará las zarzas

y espinas de (Asiria) en un solo día.

18[7345]La gloria de su bosque y de su campo fructífero

será consumida completamente

así como se consume un enfermo.

19Y los árboles que sobraren de su bosque,

serán tan pocos en número,

que un niño podrá hacer su censo.

Un resto de Israel será salvado

20En aquel día los que quedaren de Israel

y los salvados de la casa de Jacob,

no volverán más a apoyarse en aquel que le hirió,

sino que se apoyarán con fidelidad en Yahvé,

el Santo de Israel.

21[7346]Se convertirá un resto,

un resto de Jacob, al Dios fuerte.

22[7347]Pues aunque tu pueblo, oh Israel, fuese como las arenas del mar,

(solo) un resto se convertirá.

La destrucción está decretada, desbordará la justicia.

23Pues el Señor, Yahvé de los ejércitos,

va a cumplir la destrucción decretada en toda la tierra.

Vaticinio contra Asiria

24[7348]Por lo cual así dice el Señor, Yahvé de los ejércitos: “Pueblo mío, que habitas en Sión, no temas al asirio, que (ahora) te hiere con la vara y levanta contra ti su bastón a la manera de Egipto; 25porque dentro de muy poco tiempo llegará a su colmo mi ira, por cuanto mi furor los destruirá. 26[7349]Yahvé de los ejércitos suscitará contra él un azote como cuando hirió a Madián, junto a la peña de Oreb; y (levantará) su vara sobre el mar, como la levantó contra Egipto.

27[7350]En aquel día será quitada

su carga de tu hombro,

y su yugo de sobre tu cerviz;

se pudrirá el yugo a fuerza de grasa.

28[7351]Llegó ya (el asirio) a Ayat; pasa a Migrón;

en Micmás deja su bagaje.

29Han pasado el desfiladero y plantado sus reales en Geba;

Rama tiembla, Gabaá de Saúl se pone en fuga.

30Lanza gritos, oh hija de Gallim;

escucha, Laís; ¡ay de Anatot!

31Madmená se dispersa, los habitantes de Gebim huyen.

32Hoy todavía hace alto en Nob,

y levanta la mano contra el monte de la hija de Sión,

contra el monte de Jerusalén.

33[7352]Pero, he aquí que el Señor, Yahvé de los ejércitos,

cortará con estrépito el ramaje,

los más elevados (de sus árboles) serán derribados,

y los sublimes serán abatidos.

34La espesura del bosque será cortada a hierro,

y el Líbano caerá por mano de un poderoso.

ISAÍAS 11
El reino de paz

1[7353]Saldrá un retoño del tronco de Isaí,

y de sus raíces brotará un renuevo.

2[7354]Descansará sobre él el Espíritu de Yahvé;

espíritu de sabiduría e inteligencia,

espíritu de consejo y de fortaleza,

espíritu de conocimiento y temor de Yahvé.

3[7355]Su delicia consistirá en el temor de Yahvé;

no juzgará según lo que ven los ojos,

ni fallará según lo que oyen los oídos;

4[7356]sino que juzgará a los pobres con justicia,

y fallará con rectitud en favor de los humildes de la tierra;

herirá a la tierra con la vara de su boca,

y con el aliento de sus labios matará al impío.

5La justicia será el cinturón de sus lomos,

y la fidelidad ceñirá sus flancos.

6[7357]Habitará el lobo con el cordero,

y el leopardo se acostará junto al cabrito;

el ternero y el leoncillo andarán juntos,

y un niñito los guiará.

7La vaca pacerá con la osa

y sus crías se echarán juntas;

y el león comerá paja como el buey.

8El niño de pecho jugará

junto al agujero del áspid,

y el recién destetado meterá la mano

en la madriguera del basilisco.

9No habrá daño ni destrucción

en todo mi santo monte;

porque la tierra estará llena

del conocimiento de Yahvé,

como las aguas cubren el mar.

Restauración de Israel

10[7358]En aquel día la raíz de Isaí

se alzará como bandera para los pueblos;

la buscarán los gentiles,

y será gloriosa su morada.

11[7359]En aquel día el Señor extenderá nuevamente su mano,

para rescatar los restos de su pueblo

que aún quedaren, de Asiria, de Egipto, de Patros,

de Etiopía, de Elam, de Sinear,

de Hamat y de las islas del mar.

12Alzará una bandera entre los gentiles,

y reunirá los desterrados de Israel;

y congregará a los dispersos de Judá, de los cuatro puntos de la tierra.

13[7360]Cesará la envidia de Efraím,

y serán exterminados los enemigos de Judá.

Efraím no envidiará más a Judá,

y Judá no hará más guerra a Efraím.

14[7361]Se lanzarán, al occidente, sobre los flancos de los filisteos

y juntos saquearán a los hijos del Oriente;

sobre Edom y Moab extenderán la mano,

y los hijos de Ammón les prestarán obediencia.

15[7362]Yahvé herirá con el anatema la lengua del mar de Egipto,

y levantará con impetuoso furor su mano sobre el río,

lo partirá en siete arroyos,

de modo que se pueda pasar en sandalias.

16Así habrá un camino para los restos de su pueblo,

para los que quedaren de Asiria,

como lo hubo para Israel

el día de su salida del país de Egipto.

ISAÍAS 12
Cántico de los rescatados

1[7363]En aquel día dirás:

“Yo te alabaré, Yahvé,

porque después de airarte contra mí

se aplacó tu ira, y me has consolado.

2[7364]He aquí que Dios es mi salvación;

tendré confianza y no temeré,

porque mi fortaleza y mi canto,

es Yah, Yahvé, el cual ha sido mi salvación

3[7365]Sacaréis con regocijo el agua de las fuentes de salvación,

4[7366]y diréis en aquel día:

“Alabad a Yahvé, invocad su nombre;

pregonad sus obras entre los pueblos,

proclamad que es excelso su Nombre.

5Cantad a Yahvé, porque ha hecho cosas gloriosas;

que lo sepa la tierra entera.

6Prorrumpe en júbilo y canta, oh moradora de Sión;

porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.”

II. PROFECÍAS CONTRA LAS NACIONES PAGANAS
ISAÍAS 13
Oráculo contra Babilonia

1[7367]Oráculo contra Babilonia, que vio Isaías, hijo de Amós:

2Sobre un monte pelado alzad bandera,

levantad la voz para llamarlos, hacedles señas con la mano,

para que entren por las puertas de los príncipes.

3[7368]He dado órdenes a mis consagrados;

he llamado a mis valientes, para (ejecutar) mi ira;

y ellos saltan de gozo por la gloria mía.

4Se oye tumulto sobre los montes como tumulto de mucha gente;

voces de alarma de reinos, de naciones reunidas.

Yahvé de los ejércitos pasa revista a las tropas de guerra.

5Vienen de tierra lejana, de los extremos del cielo;

Yahvé y los instrumentos de su furor,

para asolar la tierra entera.

La destrucción de Babilonia

6[7369]¡Aullad, que cercano está el día de Yahvé!

vendrá como ruina, de parte del Todopoderoso.

7Por tanto todos los brazos perderán su vigor,

y todos los corazones de los hombres se derretirán.

8Temblarán;

convulsiones y dolores se apoderarán de ellos;

se lamentarán como mujer parturienta.

Cada uno mirará con estupor a su vecino,

sus rostros serán rostros de llamas.

9[7370]He aquí que ha llegado el día de Yahvé,

el inexorable, con furor e ira ardiente,

para convertir la tierra en desierto

y exterminar en ella a los pecadores.

10Pues las estrellas del cielo

y sus constelaciones no darán más su luz,

el sol se oscurecerá al nacer,

y la luna no hará resplandecer su luz.

11Entonces castigaré al mundo por su malicia,

y a los impíos por su iniquidad;

acabaré con la arrogancia de los soberbios

y abatiré la altivez de los opresores.

12[7371]Haré que los hombres sean más escasos que el oro fino,

y los hijos de Adán más raros que el oro de Ofir.

13Por eso sacudiré los cielos,

y la tierra se moverá de su lugar,

por el furor de Yahvé de los ejércitos,

en el día de su ardiente ira.

14Entonces cual gacela perseguida,

y como ovejas sin redil;

se dirigirá cada uno a su pueblo,

y huirá cada cual a su tierra.

15Todos cuantos fueren hallados serán traspasados,

y todos los que cayeren presos morirán a cuchillo.

16[7372]Sus niños serán estrellados ante sus ojos,

saqueadas sus casas,

y violadas sus mujeres.

Los medos como instrumentos

17[7373]He aquí que suscitaré contra ellos a los medos

que no buscan plata ni son codiciosos de oro.

18Con sus arcos matarán a los jóvenes,

no tendrán piedad del fruto del seno,

y sus ojos no se compadecerán de los niños.

19Entonces Babilonia, la joya de los reinos,

gloria y orgullo de los caldeos,

vendrá a ser como Sodoma y Gomorra, (ciudades) destruidas por Dios.

20[7374]Nunca jamás será habitada,

ni poblada de generación en generación;

no alzará allí el nómada su tienda;

ni harán en ella majada los pastores.

21[7375]Se guarecerán allí las fieras del desierto;

los búhos llenarán sus casas;

se instalarán allí los avestruces,

y los sátiros harán allí sus danzas.

22[7376]En sus palacios aullarán los chacales,

y los perros salvajes en sus casas de placer.

Próximo a llegar está su tiempo,

y sus días no se aplazarán.

ISAÍAS 14
Nueva promesa de Dios

1[7377]Porque Yahvé tendrá compasión de Jacob,

y escogerá otra vez a Israel;

y les dará descanso en su propia tierra.

Se juntarán con ellos los extranjeros,

y se incorporarán a la casa de Jacob.

2Los pueblos los tomarán

y los llevarán a su propio lugar;

y la casa de Jacob los poseerá

por siervos y siervas en la tierra de Yahvé.

Así tomarán cautivos a aquellos

que los habían cautivado,

y dominarán a sus opresores.

Himno triunfal

3El día que Yahvé te dé descanso

de tus penas y de tu angustia

y de la dura servidumbre

a la cual estuviste sujeto,

4cantarás este canto sobre el rey de Babilonia, y dirás:

“¡Cómo se acabó el opresor! ¡Cómo terminó la opresión!

5Yahvé ha hecho pedazos la vara de los impíos,

el cetro del dominador,

6el cual azotaba a los pueblos con furor, hiriéndolos sin cesar,

y en su saña tiranizaba a las naciones persiguiéndolas sin piedad.

7Ahora descansa y está en paz toda la tierra

y prorrumpe en cantos de alegría.

8[7378]Aun los cipreses se regocijan a causa de ti, y los cedros del Líbano (dicen):

«Desde que tú dormiste, nadie sube ya a cortarnos».

9[7379]El scheol se conmueve en sus profundidades,

a causa de ti, para salir a tu encuentro,

y por ti despierta él

a las sombras de los gigantes,

a todos los poderosos de la tierra;

hace que se levanten de sus tronos

todos los reyes de las naciones.

10Todos ellos te dirigirán la palabra y te dirán:

«¿También tú te debilitaste como nosotros?

¿A nosotros te has asemejado?»

11Ha bajado al scheol tu gloria

al son de tus arpas,

tendrás por cama la podredumbre,

y los gusanos por cubierta.

12[7380]¡Cómo caíste del cielo, astro brillante,

hijo de la aurora!

¡Cómo fuiste echado por tierra,

tú, el destructor de las naciones!

13[7381]Tú que dijiste en tu corazón:

«Al cielo subiré;

sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono;

me sentaré en el Monte de la Asamblea,

en lo más recóndito del Septentrión;

14[7382]subiré a las alturas de las nubes;

seré como el Altísimo».

15Pero ahora has sido precipitado al scheol,

a lo más profundo del pozo.

16Los que te ven fijan en ti la mirada

y contemplándote con atención (dicen):

«¿Es este el varón que sacudió la tierra

e hizo temblar los reinos,

17que convirtió el mundo en un desierto

y devastó sus ciudades;

que no abrió (la cárcel) a sus prisioneros?

18Todos los reyes de las naciones, todos descansan con honor,

cada cual en su propia morada,

19pero tú has sido arrojado lejos de tu sepulcro,

como un retoño inútil,

cual cadáver pisoteado y cubierto de muertos.

Hasta los traspasados a espada

bajan a sepulcros de piedra.

20Pero tú no tendrás con ellos sepultura;

porque has arruinado tu tierra,

has destruido a tu pueblo.

No se hablará ya jamás de la raza de los malhechores.

21Preparaos a dar muerte a sus hijos,

por la culpa de sus padres;

no se levanten para heredar la tierra,

ni llenen con ciudades la superficie del orbe».”

22“Yo me alzaré contra ellos

—oráculo de Yahvé de los ejércitos—

y cortaré de Babilonia nombre y resto,

germen y retoño

—oráculo de Yahvé—.

23[7383]La convertiré en morada de erizos,

en aguas fangosas,

y la barreré con la escoba de la destrucción

—oráculo de Yahvé de los ejércitos.

Oráculo contra los asirios

24Yahvé de los ejércitos ha jurado diciendo:

“Como lo he pensado, así será;

como lo tengo proyectado, así sucederá:

25destruiré al asirio en mi tierra,

y sobre mis montes le hollaré;

será quitado su yugo de encima de (Israel),

y su carga de sobre sus hombros.

26[7384]Este es el designio que he resuelto

ejecutar en toda la tierra,

y esta la mano extendida

sobre todas las naciones.

27Si Yahvé de los ejércitos lo ha resuelto,

¿quién podrá frustrarlo?

si su mano está extendida,

¿quién osará retirarla?”

Contra los filisteos

28El año en que murió el rey Acaz, se dio este oráculo:

29[7385]“No te regocijes, oh Filistea entera,

porque ha sido quebrada la vara que te hirió;

pues de la raíz de la serpiente, saldrá un basilisco,

y su fruto será una serpiente voladora.

30Entonces los más pobres encontrarán su pasto,

y los necesitados reposarán con seguridad;

pues haré perecer de hambre tu raíz,

y acabaré con lo que de ti quedare.

31[7386]¡Aúlla, puerta!, ¡grita, ciudad!

trastornada esta la Filistea toda,

porque del norte viene una humareda,

y nadie se pierde de sus escuadrones.”

32[7387]¿Qué respuesta se da, pues, a los embajadores de las naciones?

“Que Yahvé ha fundado a Sión,

y que en ella se refugiarán los pobres de su pueblo.”

ISAÍAS 15
Contra Moab

1[7388]Oráculo contra Moab:

Pues en una noche Ar-Moab será asolada y enmudecerá;

en una noche será saqueada y arruinada Kir-Moab.

2[7389]Sube la casa (de Moab) y Dibón a las alturas para llorar;

Moab da alaridos por Nebó y por Medebá:

todas las cabezas están rasuradas

y todas las barbas cortadas.

3[7390]Andan por las calles ceñidos de saco;

sobre sus terrados y por sus plazas

todos están aullando y prorrumpen en lágrimas.

4Hesbón y Elealé alzan el grito;

hasta Jahas se oye su voz;

porque los guerreros de Moab tiemblan,

desfallece su alma.

5[7391]Mi corazón da suspiros por Moab;

sus defensores (huyen) a Sóhar,

a Eglat-Schelischiah.

Suben llorando por la cuesta de Luhit,

dan gritos de quebranto en el camino de Horonaim.

6Pues las aguas de Nimrim desaparecerán,

se secará el pasto y se marchitará la hierba;

no habrá ya planta verde.

7Por eso llevarán el resto de sus tesoros, y sus provisiones

al otro lado del torrente de los sauces.

8Porque lamentos rodean los términos de Moab;

hasta Eglaim (llegan) sus lamentos,

hasta Beer-Elim sus alaridos.

9[7392]Porque las aguas de Dimón están llenas de sangre;

pues haré venir sobre Dimón nuevas (calamidades):

leones sobre los escapados de Moab, y sobre los que queden en el país.

ISAÍAS 16
Continuación del vaticinio contra Moab

1[7393]Enviad los corderos al dominador del país,

desde Sela, desde el desierto,

al monte de la hija de Sión.

2[7394]Como aves espantadas,

echadas de su nido,

así serán las hijas de Moab

en los vados del Arnón.

3[7395]“Danos consejo, decide tú;

haz tu sombra como noche en pleno mediodía;

esconde a los perseguidos, no traiciones a los que andan errantes.

4Deja habitar contigo a los fugitivos de Moab;

sé tú para ellos un asilo contra el desolador.

Cuando cese la opresión

y se acabe la devastación,

cuando desaparezca del país el opresor,

5[7396]entonces será establecido misericordiosamente un trono,

sobre el cual se sentará sin faltar,

en el tabernáculo de David, un juez que busca lo justo

y no tarda en hacer justicia.”

6[7397]Conocemos la soberbia de Moab,

que es orgulloso en extremo,

su arrogancia, su altivez, su saña, su falta de sinceridad en el hablar.

7Por eso laméntese Moab por Moab;

que se lamenten juntos.

Gemid, consternados,

por las tortas de uvas de Kir-Haróset.

8[7398]Pues los campos de Hesbón están marchitos;

los señores de las naciones han destruido las viñas escogidas de Sibmá,

las que se extendían hasta Jazer

y se perdían en el desierto,

cuyos sarmientos llegaban muy lejos

hasta la otra parte del mar.

9[7399]Por lo cual lloro con Jazer por la viña de Sibmá;

te riego con mis lágrimas, oh Hesbón y Elealé;

porque sobre tus frutos y sobre tu mies

vino el grito del (que pisa el), lagar.

10[7400]El gozo y la alegría se han retirado del campo fructífero;

no se oyen canciones ni gritos de júbilo en las viñas;

y no hay pisador que exprima el vino en los lagares;

he hecho cesar la alegría del (que pisa) el lagar.

11Por eso mis entrañas vibran cual cítara por causa de Moab,

y mi corazón por Kir-Hares.

12[7401]Se verá cómo Moab se fatigará

sobre el lugar alto;

entrará en su santuario

para orar, y no conseguirá nada.

13Esta es la palabra que Yahvé tiempo ha pronunció contra Moab. 14[7402]Mas ahora habla Yahvé así: “Dentro de tres años, (contados) como años de jornalero, será cubierta de oprobio la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y quedarán algunos pocos, muy pocos y débiles.”

ISAÍAS 17
Vaticinio contra Damasco y Samaria

1[7403]Oráculo contra Damasco:

“Damasco ha dejado de ser ciudad,

no es más que un montón de escombros.

2[7404]Las ciudades abandonadas de Aroer serán para los rebaños,

que tendrán allí sus apriscos sin que nadie los espante.

3[7405]Será quitada de Efraím la fortaleza,

y de Damasco el reino,

y será de los restos de Siria

lo que de la gloria de los hijos de Israel

—oráculo de Yahvé de los ejércitos.

4[7406]En aquel día enflaquecerá la gloria de Jacob,

y decrecerá la gordura de su carne.

5Será como cuando el segador recoge la mies

y su brazo corta las espigas;

y como cuando se rebuscan espigas en el valle de Refaím:

6Quedará en él un rebusco,

como cuando se varea el olivo;

dos o tres aceitunas en la cima de la copa,

cuatro o cinco en las ramas del árbol”

—oráculo de Yahvé, el Dios de Israel.

7[7407]En aquel día el hombre dirigirá la mirada hacia su Hacedor,

y sus ojos mirarán al Santo de Israel,

8[7408]ya no mirará a los altares,

obra de sus manos;

no volverá la vista a lo que han hecho sus dedos,

ni a las ascheras, ni a las imágenes del sol.

9En aquel día sus ciudades fortificadas

serán como las ciudades abandonadas de los amorreos y heveos,

que estos abandonaron a la llegada de los hijos de Israel;

serán un desierto.

10[7409]Olvidaste al Dios de tu salvación,

y no te acordaste de la Roca de tu fortaleza;

por eso te plantas jardines de deleite

y siembras en ellos simiente extraña.

11En el mismo día de plantarlas las ves crecer,

y al día siguiente echar flores,

pero la mies te escapará

en el día aciago de la calamidad irremediable.

12[7410]¡Qué estruendo de muchos pueblos,

que braman como el bramido del mar!

¡Qué estrépito de naciones!

Rugen como poderosas aguas.

13Como aguas inmensas rugen las naciones;

pero Él las reprende, y huyen lejos.

Se dispersan como el tamo sobre los montes al soplo del viento,

y como un torbellino (de polvo) en la tempestad.

14A la tarde habrá espanto,

y antes de la mañana ya no existen.

Este es el destino de los que nos saquean,

esta la suerte de los que nos despojan.

ISAÍAS 18
Oráculo contra Etiopía

1[7411]¡Ay de la tierra del zumbido de alas

que está a la otra parte de los ríos de Etiopía;

2[7412]que envía embajadores por el mar

y en barcos de papiro sobre las aguas!

“Volved, veloces mensajeros,

al pueblo de alta estatura y bruñida piel,

al pueblo temible

desde su principio y sin cesar,

a la nación vigorosa e imperiosa,

cuya tierra surcan los ríos.”

3[7413]Moradores todos del orbe,

y habitantes de la tierra,

cuando se alce la bandera sobre los montes, mirad,

y cuando se toque la trompeta, escuchad.

4Porque así me ha dicho Yahvé:

“Me quedaré tranquilo, y miraré desde mi morada,

como el calor sereno de la plena luz (del sol),

como una nube de rocío en el ardor de la siega.”

5Pues antes de la siega, cuando haya caído la flor,

y los restos de la flor se estén convirtiendo en uva madura,

corta Él las vides con la podadera,

quita las ramas y las arranca.

6Serán dejadas juntas a merced de las aves rapaces de los montes,

y de las bestias de la tierra.

Las aves de rapiña

pasarán sobre ellos el verano,

y todas las bestias del campo el invierno.

7[7414]En aquel tiempo será traída una ofrenda a Yahvé de los ejércitos, de parte de un pueblo de alta estatura y bruñida piel, de un pueblo temible desde su principio y sin cesar, de una nación vigorosa e imperiosa, cuya tierra surcan los ríos, al lugar del Nombre de Yahvé de los ejércitos, al monte Sión.

ISAÍAS 19
Oráculo contra Egipto

1[7415]Oráculo contra Egipto:

Ved cómo Yahvé montado sobre nube ligera

entra en Egipto.

Tiemblan ante Él los ídolos de Egipto;

y se derrite el corazón de Egipto en su pecho.

2“Instigaré a egipcios contra egipcios,

pelearán hermanos contra hermanos,

y amigos contra amigos,

ciudad contra ciudad,

y reino contra reino.

3Se trastornará el espíritu en el corazón de Egipto,

pues Yo desbarataré sus planes.

Consultarán a los ídolos

y a los encantadores,

a los pitones y a los adivinos.

4[7416]pero Yo entregaré a los egipcios en manos de un dueño duro,

y un rey fiero los dominará”

—oráculo del Señor, Yahvé de los ejércitos.

5[7417]Las aguas del mar se secarán

y el río se agotará y quedará sin agua.

6Los ríos, despedirán hedor;

menguarán y vendrán a secarse los canales de Egipto;

se marchitarán la caña y el junco.

7Los prados a lo largo del Nilo

y en la desembocadura del Nilo,

y todo lo sembrado a orillas del Nilo,

se secará, desaparecerá

y no existirá más.

8Gemirán los pescadores,

llorarán todos los que echan sus anzuelos en el Nilo,

y se consumirán cuantos tienden redes sobre el agua.

9Quedarán consternados los que labran el lino,

las peinadoras y los tejedores de tela fina.

10Sus grandes serán derribados,

y todos los jornaleros andarán afligidos.

11[7418]Los príncipes de Tanis han perdido el juicio,

los sabios consejeros del Faraón dan consejos desatinados.

¿Cómo sugerís al Faraón:

“Yo soy hijo de sabios, hijo de reyes antiguos”?

12¿Dónde están ahora tus sabios?

Que te digan y que conozcan

lo que Yahvé de los ejércitos ha decretado contra Egipto.

13[7419]Los príncipes de Tanis se han vuelto locos,

los príncipes de Menfis andan errados,

los jefes de sus tribus ensañan a Egipto.

14[7420]Yahvé ha vertido sobre ellos espíritu de vértigo,

de modo que descarrían a Egipto en todas sus obras,

así como un borracho desatina en su vómito.

15No le saldrá bien a Egipto obra alguna,

sea hecha por la cabeza o por la cola, por la palmera o por el junco.

16[7421]En aquel día serán los egipcios como mujeres; temblarán y se espantarán

al levantarse la mano de Yahvé de los ejércitos, que Él alzará contra ellos. 17Y la tierra de Judá será motivo de temor para los egipcios; quienquiera oiga hablar de ella, será sobrecogido de pavor, a causa del designio que Yahvé de los ejércitos ha resuelto contra ellos.

Conversión a Yahvé

18[7422]En aquel día habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablarán la lengua de Canaán, y jurarán por Yahvé de los ejércitos. Ciudad del Sol será llamada una de ellas. 19[7423]En aquel día habrá un altar para Yahvé en medio de la tierra de Egipto, y junto a su frontera un monumento de Yahvé, 20[7424]y esto será para Yahvé de los ejércitos señal y testimonio en la tierra, de Egipto: Cuando los (egipcios) clamen a Yahvé contra sus opresores, les enviará un salvador y defensor, que los librará. 21Yahvé se dará a conocer a Egipto; los egipcios conocerán en aquel día a Yahvé; le servirán con sacrificios y ofrendas; harán votos a Yahvé, y los cumplirán. 22Cuando Yahvé hiera a Egipto con plagas será para sanarlo. Ellos se convertirán a Yahvé, y Él accederá a sus pedidos y les dará salud.

23[7425]En aquel día habrá una calzada de Egipto a Asiria; el asirio irá a Egipto, y el egipcio a Asiria, y los egipcios adorarán juntamente con los asirios.

24En aquel día Israel será el tercero con Egipto y con Asiria, una bendición en medio de la tierra. 25Y Yahvé de los ejércitos los bendecirá, diciendo: “¡Bendito sea mi pueblo de Egipto, y Asiria, obra de mis manos, e Israel, herencia mía!”

ISAÍAS 20
Oráculo contra Egipto y Etiopía

1[7426]El año en que Tartán, enviado de Sargón, rey de Asiria, llegó a Azoto, la combatió y la tomó, 2en ese tiempo habló Yahvé por boca de Isaías, hijo de Amós, diciendo: “Ve y quítate el cilicio de sobre tus lomos, y sácate el calzado de tus pies.” Y él lo hizo así, yendo desnudo y descalzo. 3Y dijo Yahvé: “Así como mi siervo Isaías anduvo desnudo y descalzo por tres años, siendo señal y presagio para Egipto y Etiopía; 4así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y a los deportados de Etiopía, jóvenes y ancianos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas, para vergüenza de Egipto.” 5Entonces temblarán y se avergonzarán por haber puesto su esperanza en Etiopía y su gloria en Egipto. 6[7427]Y los habitantes de esta tierra dirán en aquel día: “¡He aquí los que eran nuestra esperanza, a los que hemos acudido en busca de auxilio contra el rey de Asiria! ¿Cómo escaparemos nosotros?”

ISAÍAS 21
Vaticinio contra Babilonia

1[7428]Oráculo contra el desierto del mar:

Como los huracanes vienen del sur,

así viene esto del desierto, de una tierra terrible.

2[7429]Me ha sido mostrada dura visión:

El saqueador sigue saqueando,

y el devastador devasta aún.

¡Sube, Elam!

¡Asedia, oh medo!

Suprimiré todos los gemidos de ella.

3Por esto mis entrañas están llenas de angustia;

dolores se han apoderado de mí, como dolores de una mujer que da a luz.

Demasiado aturdido estoy para oír,

demasiado aterrado para ver.

4[7430]Mi corazón tambalea,

me sobrecoge el horror.

La noche que era mi deleite

se me ha trocado en espanto.

5[7431](En vez de) poner la mesa,

tender el mantel, comer y beber,

¡levantaos, oh príncipes,

engrasad el escudo!

6[7432]Porque así me ha dicho el Señor:

“Ve y pon un atalaya

que diga lo que viere.”

7El cual vio a jinetes, de dos en dos

montados en caballos,

montados en asnos,

montados en camellos.

Y mirando con mayor atención,

8clamó como león:

“Señor, estoy de centinela,

sin cesar, todo el día,

y todas las noches me quedo en mi puesto.”

9Y he aquí que vinieron jinetes,

de dos en dos, montados en caballos,

y empezó a gritar y dijo:

“Cayó, cayó Babilonia,

y todas las estatuas de sus dioses

yacen destrozadas por tierra.”

10[7433]Oh trilladura mía,

oh pueblo de mi ira.

Lo que he oído

de parte de Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel,

esto os he anunciado.

Vaticinio contra Edom

11[7434]Oráculo contra Duma:

Me llegan voces desde Seír:

“Centinela ¿qué hay de la noche?

Centinela ¿qué hay de la noche?”

12Responde el centinela:

“Viene la mañana y también la noche.

Si queréis preguntar, preguntad.

Volved a venir.”

Contra Arabia

13[7435]Oráculo contra Arabia:

En las estepas de Arabia pasáis la noche,

oh caravanas de Dedán.

14[7436]Al encontrar a un sediento, traedle agua,

habitantes de la tierra de Tema,

ofreced pan al fugitivo.

15Porque huyen de la espada,

de la espada desenvainada,

del arco entesado,

y del furor de la guerra.

16[7437]Pues así me ha dicho el Señor: “Dentro de un año, año como de jornalero, habrá desaparecido toda la gloria de Cedar; 17y del resto de los arcos de los valientes hijos de Cedar, quedarán pocos; porque Yahvé, el Dios de Israel, ha hablado.”

ISAÍAS 22
Vaticinio contra Jerusalén

1[7438]Oráculo contra el Valle de la Visión:

¿Qué te pasa por fin?

¿Por qué has subido,

toda entera, a los terrados?

2¡Tú que estabas llena de bullicio,

ciudad estrepitosa, ciudad alegre!

Tus muertos no perecieron

al filo de la espada,

ni murieron en la batalla.

3Todos tus jefes han huido a la vez;

han sido apresados

sin que se usase el arco;

todos los tuyos que han sido hallados, están presos juntos;

y se fueron lejos.

4[7439]Por eso dije: “Apartad de mí la vista,

y lloraré amargamente; no os empeñéis en consolarme

en la ruina de la hija de mi pueblo.”

5Porque día es este de perturbación,

de abatimiento y de confusión,

(día) del Señor, Yahvé de los ejércitos,

en el valle de la Visión.

Los muros se han convertido en ruinas, se oyen gritos hasta las montañas.

6[7440]Elam ha tomado la aljaba

y (viene) con carros y caballería;

Kir ha descolgado (de la pared) la rodela.

7Tus valles tan hermosos

están llenos de carros,

y los jinetes se han apostado a la puerta.

8[7441]Se ha quitado a Judá el velo.

En aquel día dirigisteis la vista a la armería de la casa del Bosque;

9[7442]y visteis que las brechas en la ciudad de David eran numerosas.

Recogisteis las aguas de la piscina de abajo,

10contasteis las casas de Jerusalén,

demolisteis las casas

para fortificar la muralla,

11e hicisteis entre los dos muros un depósito

para las aguas del estanque viejo.

Pero no mirasteis al que hace esto,

ni visteis a Aquel que lo tiene preparado desde antiguo.

12En aquel día el Señor, Yahvé de los ejércitos,

(os) invitó a llorar y hacer duelo,

a rasuraros la cabeza y a vestiros de cilicio.

13[7443](En vez de esto) se notan placeres y júbilo;

se dedican a matar bueyes y degollar ovejas,

comen carne y beben vino (diciendo):

“Comamos y bebamos,

que mañana moriremos.”

14Mas Yahvé de los ejércitos

se me ha revelado y dijo:

“Esta iniquidad no os será perdonada, hasta que muráis”,

dice el Señor, Yahvé de los ejércitos.

Sobná y Eliaquim

15[7444]Así dice el Señor, Yahvé de los ejércitos:

“Ve a ver a ese ministro,

a Sobná, prefecto del palacio, (y le dirás):

16«¿Qué haces tú aquí? ¿y quién eres tú en este lugar?

ya que te labras aquí un sepulcro».

Te haces un sepulcro en lugar alto,

tallando para ti una morada en la roca.

17He aquí que Yahvé te arrojará con golpe viril,

y te hará rodar con violencia.

18Te enrollará como ovillo,

te (lanzará) cual pelota en plaza espaciosa.

Allí morirás,

y allí quedarán tus gloriosas carrozas,

oh vergüenza de la casa de tu Señor.

19Yo te expulsaré de tu puesto,

te arrancaré de tu lugar.”

20Y en aquel día llamaré

a mi siervo Eliaquim, hijo de Helcías;

21le vestiré con tu túnica,

y le ceñiré con tu cinturón;

pondré tu poder en su mano,

y él será como padre

de los habitantes de Jerusalén

y de la casa de Judá.

22[7445]Pondré sobre su hombro

la llave de la casa de David;

abrirá, y nadie cerrará,

cerrará, y nadie abrirá.

23Le colocaré como clavo hincado en lugar firme,

y será como trono de gloria para la casa de su padre.

24[7446]De él colgará toda la gloria de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos pequeños, desde la copa hasta toda clase de jarros. 25En aquel día —oráculo de Yahvé de los ejércitos— cederá el clavo hincado en lugar firme, será quebrado y caerá; y la carga que había sobre él será destruida, pues Yahvé lo ha dicho.”

ISAÍAS 23
Oráculo contra Tiro

1[7447]Oráculo contra Tiro;

¡Aullad, naves de Tarsis!

porque ella está desolada; no hay casa ni entrada.

De la tierra de Kitim se les dio este anuncio.

2[7448]¡Callad, oh habitantes de la isla,

que estaba llena de comerciantes de Sidón,

navegantes del mar!

3[7449]Recibió, a través de las grandes aguas,

el trigo del Nilo, la cosecha de Egipto;

y vino a ser emporio de los pueblos.

4[7450]Avergüénzate, Sidón, pues habla el mar,

la ciudadela del mar, diciendo:

“No he dado a luz ni tenido hijos,

no he criado mancebos,

ni nutrido doncellas”.

5Cuando Egipto llegue a oírlo,

temblará por la noticia de (la caída de) Tiro.

6[7451]Pasad a Tarsis;

aullad, habitantes de las islas.

7¿Es esta vuestra (ciudad) jubilosa,

cuyo origen es de tiempos antiguos,

que iba por sus pies a lejanas tierras,

para fijar moradas?

8¿Quién decretó esto contra Tiro,

que repartía coronas;

cuyos comerciantes eran príncipes,

y sus mercaderes los grandes de la tierra?

9Yahvé de los ejércitos lo ha decretado,

para acabar con toda gloria orgullosa,

y para humillar a todos los potentados de la tierra.

10[7452]Inunda tu tierra, como el Nilo,

oh tú, hija de Tarsis, ya no tienes ceñidor.

11[7453]Yahvé ha extendido su mano sobre el mar,

ha sacudido los reinos;

Yahvé dio orden de destruir

las plazas fuertes de Canaán.

12Él ha dicho: No saltes más de gozo,

virgen deshonrada, hija de Sidón.

Levántate, pasa a Kitim,

mas ni aun allí encontrarás reposo.

13[7454]He aquí la tierra de los caldeos,

nación que antes no existía;

Asiria la fundó para los animales del desierto.

Aunque levantaron sus torres

y erigieron sus palacios,

Él la convirtió en ruinas.

14¡AuIlad, oh naves de Tarsis,

pues está destruida vuestra fortaleza!

Restauración de Tiro

15[7455]Y será en aquel día que Tiro quedará olvidada setenta años, correspondientes a los días de un rey; y al fin de los setenta años, sucederá con Tiro lo que dice la canción de la cortesana:

16“Toma la cítara, da la vuelta por la ciudad,

cortesana olvidada,

toca bien, multiplica tus canciones,

para que seas recordada.”

17Sí, al cabo de los setenta años, Yahvé visitará a Tiro; y ella recibirá de nuevo su salario, y fornicará con todos los reinos de la tierra, que hay sobre la faz del orbe. 18[7456]Pero sus ganancias y su salario serán consagrados a Yahvé; no serán atesorados ni guardados, pues su ganancia pasará a los que habitan delante de Yahvé, para que coman hasta hartarse y se vistan magníficamente.

III. PROFECÍAS ESCATOLÓGICAS
ISAÍAS 24
Ruina de la tierra

1[7457]He aquí que Yahvé devastará la tierra, y la dejará desolada,

trastornará la superficie de ella

y dispersará sus habitantes.

2[7458]Y será del pueblo como del sacerdote,

del siervo como de su amo,

de la sierva como de su dueña,

del comprador como del vendedor,

del que presta, como del que toma prestado,

del acreedor como del deudor.

3La tierra será devastada

y saqueada del todo,

por cuanto Yahvé así lo ha decretado.

4La tierra se consume de luto,

el orbe se deshace y se marchita;

desfallecen los magnates de la tierra.

5[7459]La tierra está profanada por sus habitantes;

pues han traspasado las leyes

y violado los mandamientos,

han quebrantado la alianza eterna.

6Por eso la maldición devora la tierra,

y son culpables sus moradores;

por eso serán consumidos

los habitantes de la tierra,

y quedará solamente un corto número.

7[7460]Llora el vino, languidece la cepa,

gimen cuantos se alegraban de corazón.

8Ha cesado el júbilo del tamboril,

se acabó la algazara de la gente alegre,

ya no se oye más el alegre son de la cítara.

9No se bebe ya vino entre cantares,

y las bebidas dulces son amargas para los bebedores.

10[7461]Devastada está la ciudad de la vanidad,

cerrada toda casa, nadie puede entrar.

11Gritan por vino en las calles,

ha desaparecido todo regocijo,

desterrada está de la tierra la alegría,

12Lo que queda de la ciudad son escombros,

y la puerta destruida, convertida en ruinas.

13[7462]En medio de la tierra,

en medio de los pueblos (pasará esto):

será como un olivo vareado,

y como los rebuscos después de acabada la vendimia.

Alegría de los justos

14Entonces levantarán su voz,

y cantarán, aclamando

la majestad de Yahvé desde el mar:

15“Glorificad a Yahvé en las regiones del Oriente,

el nombre de Yahvé, el Dios de Israel, en las islas del mar.”

16[7463]Desde el extremo de la tierra oímos cantar:

“Gloria al Justo.”

Ruina de los prevaricadores

Mas yo dije: “¡Estoy perdido!

¡perdido estoy! ¡Ay de mí!”

Los prevaricadores prevarican,

los prevaricadores siguen prevaricando.

17El espanto, la fosa y el lazo están sobre ti,

oh morador de la tierra.

18[7464]El que huyere del grito de espanto,

caerá en la fosa,

y el que subiere de la fosa,

será preso en el lazo;

porque se abrirán las cataratas de lo alto

y se conmoverán los cimientos de la tierra.

19La tierra se rompe con gran estruendo,

la tierra se parte con estrépito,

la tierra es sacudida con violencia,

20la tierra tambalea como un borracho;

vacila como una choza;

pesan sobre ella sus prevaricaciones;

caerá, y no volverá a levantarse.

21[7465]En aquel día Yahvé juzgará

a la milicia del cielo en lo alto,

y aquí abajo a los reyes de la tierra.

22[7466]Serán juntados como se junta a los presos en la mazmorra,

quedarán encerrados en el calabozo,

y después de muchos días serán juzgados.

23[7467]La luna se enrojecerá y el sol se oscurecerá,

porque Yahvé de los ejércitos

reinará en el monte Sión y en Jerusalén,

y delante de sus ancianos (resplandecerá) su gloria.

ISAÍAS 25
Cántico de los salvados

1[7468]Yahvé, Tú eres mi Dios,

te ensalzaré y alabaré tu nombre,

porque has ejecutado cosas maravillosas,

designios antiguos, del todo fieles.

2[7469]Pues Tú has hecho de la ciudad

un montón de piedras,

(has convertido) en ruinas

aquella ciudad fortificada.

La fortaleza de los extranjeros ha dejado de ser ciudad,

y nunca jamás será reedificada.

3[7470]Por eso te honrará un pueblo fuerte,

te temerá la ciudad de las naciones opresoras.

4Tú fuiste fortaleza para el desvalido,

refugio del pobre en su tribulación,

amparo contra la tempestad,

sombra en el ardor;

pues el soplo de los tiranos

es como una tempestad contra el muro,

5como el calor en tierra seca.

Tú quebrantaste la arrogancia de los extraños;

como la sombra de una nube (apaga) el calor,

así se extinguirá el canto triunfal de los opresores.

Felicidad de los elegidos

6[7471]Yahvé de los ejércitos

dará a todas las naciones

en este monte un banquete de pingües manjares,

un festín de vinos generosos,

de manjares grasos y enjundiosos,

de vinos puros y refinados.

7Y Él destruirá en este monte

el velo que cubría todos los pueblos,

la cobertura tendida sobre todas las naciones.

8[7472]Destruirá la muerte para siempre.

Enjugará Yahvé el Señor las lágrimas de todos los rostros,

y de toda la tierra quitará el oprobio de su pueblo.

Pues Yahvé ha hablado.

9Se dirá en aquel día: “He aquí, este es nuestro Dios,

en quien esperábamos; Él nos salvará.

Este es Yahvé, en quien hemos puesto nuestra esperanza;

regocijémonos y alegrémonos en su salvación.”

10[7473]Porque la mano de Yahvé reposará sobre este monte;

pero Moab será hollado allí donde está,

como se pisotea la paja en el fango del muladar.

11Allí extenderá sus brazos

como los extiende el nadador para nadar;

pero Yahvé humillará su orgullo,

a pesar de los esfuerzos de sus manos.

12Abatirá el baluarte de tus altos muros y lo derribará;

lo echará por tierra, en el polvo.

ISAÍAS 26
Himno de acción de gracias

1[7474]En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá:

“Tenemos una ciudad fuerte,

el mismo Salvador es su muro y baluarte.

2[7475]Abrid las puertas, para que entre la nación justa,

que guarda la verdad.

3Al alma fiel le conservarás la paz,

la paz, porque en Ti confía.

4Confiad en Yahvé para siempre,

porque Yahvé es la roca eterna.

5[7476]Pues Él ha abatido a los que habitaban en las alturas,

ha abatido la ciudad soberbia,

la ha humillado hasta el suelo,

la ha agobiado hasta el polvo.

6La huellan los pies,

los pies del pobre, los pasos del endeble.

7La vereda para el justo está allanada,

derecho es el camino que Tú abres al justo.

8También a través de tus juicios te hemos aguardado, oh Yahvé;

hacia tu nombre y hacia tu memoria

se dirigían los anhelos de nuestra alma.

9[7477]Mi alma te ansiaba en la noche,

y mi espíritu, dentro de mí, te buscaba madrugando;

pues cuando tus juicios se aplican a la tierra,

los moradores del orbe aprenden la justicia.

10El impío, aun cuando se le hace gracia,

no aprende la justicia;

en la tierra de justicia

sigue haciendo maldades,

y no ve la gloria de Yahvé.

11Yahvé, alzada está tu mano, y no la ven ellos;

pero al ver tu celo por tu pueblo quedarán confundidos,

y los devorará el fuego de tus enemigos.

12[7478]Concédenos la paz, oh Yahvé,

pues también todas nuestras obras las haces Tú por nosotros.

13Yahvé, Dios nuestro, hemos tenido otros señores fuera de Ti;

pero gracias a Ti nos acordamos solo de tu Nombre.

14[7479]Muertos están, no vivirán;

son sombras que no resucitan;

Tú los visitaste y exterminaste,

borrando toda memoria de ellos.

15[7480]Multiplicaste el pueblo, oh Yahvé,

multiplicaste el pueblo y has sido glorificado;

has dilatado todos los confines del país.

16Te buscaron en la angustia, oh Yahvé,

derramaron sus plegarias cuando los castigaste.

17Como la mujer encinta, cuando está próxima a dar a luz,

se retuerce y da gritos en sus dolores;

así éramos nosotros, oh Yahvé, delante de Ti.

18[7481]Concebimos y sufrimos dolores de parto;

pero hemos dado a luz viento;

no dimos salud a la tierra,

ni nacieron habitantes del orbe.

19[7482]Vivirán tus muertos; resucitarán los muertos míos.

Despertad y exultad, vosotros que moráis en el polvo;

porque rocío de luz es tu rocío,

y la tierra devolverá los muertos.

20[7483]Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos,

cierra tus puertas tras de ti;

escóndete por un breve instante

hasta que pase la ira.

21Pues he aquí que Yahvé sale de su morada

para castigar la iniquidad de los habitantes de la tierra,

y la tierra dejará ver la sangre

derramada sobre ella,

y no ocultará más sus muertos.”

ISAÍAS 27
Salud de Israel

1[7484]En aquel día Yahvé castigará

con su espada cortante; grande y fuerte,

a leviatán, la serpiente huidiza,

a leviatán, la serpiente tortuosa,

y matará al dragón que está en el mar.

2[7485]En aquel día (se dirá):

“Cantad a la viña del vino generoso.

3Yo Yahvé soy quien la guardo

y la riego cada momento

para que nadie le haga daño.

De noche y de día la guardo,

4ya que no tengo indignación (contra ella):

¡Que salgan espinas y zarzas para luchar (contra Mí)!

marcharé contra ellas y las quemaré todas.

5O más bien que se acojan a mi fortaleza

y hagan paz conmigo.

Sí, harán paz conmigo.”

6En los días venideros se arraigará Jacob,

Israel echará vástagos y flores

y llenará con sus frutos a faz de la tierra.

7[7486]¿Acaso Él le hirió como hirió a los que le herían?

¿O le mató de la misma manera que fueron muertos sus matadores?

8Expulsándole con clemencia, contendiste con él.

Con un fuerte soplo en un día de viento solano le expulsaste.

9[7487]Por tanto, con esto será expiada la culpa de Jacob;

y este es todo su fruto: el perdón de su pecado,

cuando haya hecho pedazos, como piedra de cal,

todas las piedras de los altares,

y no vuelvan a levantarse las ascheras ni las imágenes del sol.

10[7488]Pues la ciudad fuerte ha sido convertida en soledad,

en morada abandonada y desamparada como el desierto;

allí pacerá el becerro, allí tendrá su majada

y consumirá sus retoños.

11Se secan sus ramas y son quebradas;

vienen mujeres y les prenden fuego;

porque no es pueblo sabio;

por eso Aquel que lo hizo no le tiene compasión,

y no le es propicio el que lo formó.

12[7489]En aquel día, Yahvé sacudirá la cosecha

desde el curso del río hasta el torrente de Egipto;

y vosotros, oh hijos de Israel,

seréis recogidos uno por uno.

13Y sucederá en aquel día que sonará la gran trompeta;

y vendrán los perdidos en la tierra de Asiria,

y los exilados que vivan en el país de Egipto;

y se prosternarán ante Yahvé

en el monte santo, en Jerusalén.

IV. FALSA SEGURIDAD DE ISRAEL
ISAÍAS 28
Contra Samaria

1[7490]¡Ay de la corona de soberbia de los embriagados de Efraím,

de la caduca flor de su magnífico ornato,

que se alza sobre la cima

del fértil valle de los ebrios de vino!

2He aquí que viene de Yahvé

uno que es fuerte y poderoso,

como tempestad de granizo,

como huracán destructor,

cual torrente de aguas poderosas que inundan,

y este lo echará todo por tierra

con violencia.

3Con los pies será hollada

la corona de soberbia de los embriagados de Efraím;

4y la caduca flor de su magnífico ornato

que se alza sobre la cima del fértil valle,

será como la breva temprana,

(que madura) antes del verano: apenas uno la ve,

la toma en la mano y se la come.

5[7491]En aquel día Yahvé de los ejércitos

será corona de gloria y brillante diadema

para el resto de su pueblo;

será espíritu de justicia

para los sentados en el tribunal,

y fortaleza para los vencedores en la puerta.

Contra los malos gobernantes y sacerdotes

6También estos se tambalean por el vino,

andan extraviados

a causa de las bebidas fuertes.

7[7492]El sacerdote y el profeta vacilan embriagados por los licores;

el vino se los tragó;

perdieron el seso por las bebidas fuertes;

yerran en la visión, ignoran la justicia.

8Porque todas las mesas están cubiertas de vómito y de inmundicia;

no hay ningún lugar (limpio).

9[7493](Dicen): “¿A quién quiere este enseñar ciencia

y dar la inteligencia de su mensaje?

¿Acaso a los destetados de leche?

¿A los arrancados de los pechos maternos?

10Pues no hay más que precepto sobre precepto,

precepto sobre precepto,

regla sobre regla, regla sobre regla,

un poco aquí, un poco allá.”

11[7494]Sí, con labios de balbuciente en otra lengua

hablará Yahvé a este pueblo.

12[7495]Él les había dicho: “Aquí está el descanso;

dejad descansar al cansado,

y este es el refrigerio.”

Mas no quisieron escuchar.

13[7496]Por eso la palabra de Yahvé será para ellos:

precepto sobre precepto, precepto sobre precepto,

regla sobre regla, regla sobre regla,

un poco aquí, un poco allá;

a fin de que yendo adelante

caigan hacia atrás, y sean quebrantados y presos en el lazo.

Advertencia a Jerusalén

14Por tanto, escuchad la palabra de Yahvé,

oh hombres burladores, los que gobernáis este pueblo

que está en Jerusalén:

15[7497]Vosotros decís: “Hemos hecho pacto con la muerte,

y convenio con el scheol;

cuando pase el azote, cual torrente,

no llegará a nosotros;

porque nos hemos refugiado en la mentira,

y la falsedad es nuestro abrigo.”

16[7498]Por eso, así dice el Señor Yahvé:

“He aquí que pondré en Sión por fundamento una piedra,

piedra probada, piedra angular preciosa, sólidamente asentada;

el que confía (en ella) no necesita huir.

17Y pondré el derecho por regla,

y la justicia por plomada;

el pedrisco barrerá el refugio de la mentira,

y las aguas inundarán el escondrijo.

18[7499]Vuestro pacto con la muerte será anulado,

y vuestro convenio con el scheol no subsistirá más;

cuando pase el azote, cual torrente,

seréis aplastados por él.

19Siempre que pase, os arrastrará consigo;

porque pasará todas las mañanas,

de día y de noche,

y el solo entender lo que se oye será un espanto.

20[7500]Porque la cama será demasiado corta para estirarse,

y la cubierta demasiado estrecha para poder envolverse.”

21[7501]Pues Yahvé se levantará como en el monte Perasim,

y como en el valle de Gabaón se irritará,

para cumplir su obra, su obra extraordinaria,

para ejecutar su trabajo,

su trabajo asombroso.

22Entonces no seáis burladores;

de lo contrario se apretarán todavía más vuestras ligaduras;

porque la destrucción está decretada,

así lo tengo oído,

de parte del Señor Yahvé de los ejércitos,

contra toda la tierra.

Una parábola

23[7502]Prestad atención y oíd mi voz;

atended y escuchad mi palabra.

24¿Acaso para sembrar el arador está siempre arando,

abriendo y rastrillando su campo?

25Después de allanar su superficie,

¿acaso no esparce el eneldo, siembra el comino,

pone el trigo en los surcos, la cebada en su lugar,

y la espelta en el borde?

26Es Dios quien le enseña esta regla

y le instruye.

27Pues no con el trillo se trilla el eneldo,

ni rueda de carro pasa sobre el comino;

sino que el eneldo es sacudido

con un bastón, y el comino con una vara.

28El trigo, en cambio, es trillado,

pero no se lo trilla continuamente;

y aunque (el labrador) hace pasar sobre él las ruedas

de su carro y sus caballos,

sin embargo no lo tritura.

29[7503]También esto viene de Yahvé de los ejércitos,

el cual es admirable en sus designios

y grande en sabiduría.

ISAÍAS 29
Oráculo contra Ariel

1[7504]¡Ay de Ariel, de Ariel!

ciudad donde tuvo su morada David.

Añadid año a año;

sigan las fiestas en su turno,

2mas Yo estrecharé a Ariel;

habrá llantos y gemidos,

y ella será para mí como un ariel.

3Acamparé contra ti todo en derredor,

te circunvalaré con gente armada

y alzaré contra ti trincheras.

4[7505]Serás humillada; desde el suelo hablarás;

y desde el polvo se hará oír tu voz ahogada;

saldrá tu voz, como la de un fantasma, desde la tierra,

y tus palabras sonarán, como murmullo, procedente del polvo.

5La muchedumbre de tus enemigos será cual polvo menudo,

y la multitud de tus opresores

como paja que vuela.

6[7506]Y esto sucederá de repente en un instante.

De parte de Yahvé de los ejércitos serás visitada

con truenos y estrépito y gran estruendo,

con torbellino y tempestad,

y llamas de fuego devorador.

7Como un sueño, como visión nocturna,

así será la muchedumbre de las naciones que combaten a Ariel;

y así serán todos los que pelean

contra ella y su fortaleza y la asedian.

8Así como el hambriento sueña que come,

mas cuando despierta se siente vacío,

y como el sediento sueña que bebe,

mas cuando despierta se siente agotado y lleno de deseos,

así sucederá a la muchedumbre de todas las naciones

que atacan el monte Sión.

Ceguera de los jefes y del pueblo

9Pasmaos y quedaos asombrados;

ofuscaos y cegaos.

Están embriagados, pero no de vino;

tambalean, pero no a causa de bebidas fuertes.

10[7507]Porque Yahvé ha derramado sobre vosotros un espíritu de letargo;

os ha cerrado los ojos, oh profetas;

y tapado vuestras cabezas, oh videntes.

11Toda visión es para vosotros como las palabras de un libro sellado, que se le da a uno que sabe leer, diciendo: “Lee esto”; pero él responde: “No puedo, porque está sellado.” 12Luego se da el libro a quien no sabe leer, diciendo: “Lee esto”, y él responde: “No entiendo de escritura.”

13[7508]Dice el Señor:

“Por cuanto este pueblo se me acerca (solo) con su boca,

y (solo) con sus labios me honra,

mientras su corazón está lejos de Mí,

y el temor que me tienen

no es más que un mandamiento de hombres,

cosa aprendida de memoria,

14[7509]por eso volveré a hacer con este pueblo cosas asombrosas,

cosas extraordinarias y maravillosas.

Fallará la sabiduría de sus sabios,

y se desvanecerá la prudencia de sus prudentes.

15¡Ay de los que encubren sus pensamientos

para ocultarlos a Yahvé,

y hacen sus obras en las tinieblas,

diciendo: «¿Quién nos ve? y ¿quién nos conoce?»

16[7510]¡Que perversidad la vuestra!

¿Acaso se puede igualar el barro al alfarero,

de modo que la obra diga a su hacedor:

«No me has hecho tú»,

y la vasija diga al que la formó:

«Nada entiende»?

Promesas salvadoras

17[7511]¿No es verdad que dentro de poco tiempo

el Líbano se convertirá en un jardín,

y el jardín será tenido por bosque?

18En aquel día los sordos oirán las palabras del libro,

y los ojos de los ciegos verán, libres ya de la oscuridad y de las tinieblas.

19Los humildes se alegrarán más y más en Yahvé,

y los pobres de entre los hombres se regocijarán en el Santo de Israel.

20Porque los opresores habrán dejado de existir;

no habrá más burladores,

y serán extirpados todos los que se desvelan para hacer mal;

21[7512]los que condenan a un hombre por una palabra,

los que arman lazos al que juzga en el tribunal

y pervierten sin motivo la causa del justo.

22[7513]Por eso, Yahvé el que rescató a Abrahán,

dice así a la casa de Jacob:

Ya no se cubrirá de vergüenza Jacob,

y no palidecerá más su rostro.

23[7514]Pues cuando él y sus hijos vieren

en medio de ellos la obra de mis manos,

santificarán mi nombre,

santificarán al Santo de Jacob,

y temerán al Dios de Israel.

24Entonces los extraviados de espíritu

llegarán a entender la sabiduría

y los murmuradores aprenderán doctrina.

ISAÍAS 30
Contra la alianza con Egipto

1[7515]¡Ay de los hijos rebeldes —oráculo de Yahvé—

que fraguan proyectos sin contar conmigo,

que hacen pactos sin mi Espíritu,

añadiendo pecados a pecados!

2Ya están en camino para bajar a Egipto,

sin haber consultado mi boca,

esperando socorro del poder del Faraón,

y confiando en la sombra de Egipto.

3El poder del Faraón será vuestra vergüenza,

y la confianza en la sombra de Egipto, vuestra ignominia.

4Porque cuando los príncipes de (Judá) estén en Tanis

y sus embajadores hayan llegado a Hanés,

5todos ellos se avergonzarán

de un pueblo que de nada les sirve,

que en vez de prestar auxilio y ayuda,

les prepara vergüenza e ignominia.

6[7516]Oráculo contra las bestias (de carga), (que van al) Sur,

por tierras de penas y de angustias,

de donde (salen) la leona y el león,

la víbora y la serpiente que vuela,

llevando a lomos de asnos sus riquezas,

y sobre la giba de camellos sus tesoros,

a un pueblo que de nada les sirve.

7[7517]Porque inútil y en vano será la ayuda de Egipto,

por esto la llamo Yo la Soberbia que no se mueve.

8Anda, pues, ahora y escribe esto,

delante de ellos, en una tablilla,

y consígnalo en un libro;

será para los días venideros,

(un testimonio) para siempre jamás.

9[7518]Porque pueblo rebelde es este,

y son hijos mentirosos;

hijos que no quieren escuchar la Ley de Yahvé;

10[7519]que dicen a los videntes: “No veáis”,

y a los profetas: “No nos vaticinéis cosas rectas;

habladnos de cosas agradables, profetizadnos mentiras.

11[7520]Apartaos del camino, quitaos del sendero;

no nos vengáis siempre con el Santo de Israel.”

12Por eso, así dice el Santo de Israel:

“Ya que despreciáis esta palabra,

y confiáis en violencia y astucia,

apoyándoos sobre ellas,

13[7521]por tanto esta iniquidad

os será como una brecha que amenaza ruina,

cual saliente en una muralla alta,

cuyo derrumbe viene de repente,

en un momento.

14Será rota, como un vaso de alfarero,

que sin compasión es hecho pedazos;

y no será hallado entre sus restos

ni siquiera un tejón para sacar del fuego una brasa

o agua de la cisterna.”

Confianza en Yahvé

15[7522]Porque así dice el Señor; Yahvé, el Santo de Israel:

Convirtiéndoos y estando quietos seréis salvos;

en la tranquilidad y en la confianza está vuestra fuerza.

Pero vosotros no quisisteis,

16[7523]sino que dijisteis:

“No, antes bien huiremos a caballo”,

y así tendréis que huir.

“Montaremos caballos veloces”;

por eso serán veloces vuestros perseguidores.

17[7524]Mil (temblarán) ante la amenaza de uno solo

y ante la amenaza de cinco, echaréis a huir,

hasta que quedéis como un mástil

en la cumbre de un monte,

y como bandera sobre un collado.

18[7525]Por tanto Yahvé espera para seros propicio,

y por eso se levantará para apiadarse de vosotros;

pues Yahvé es Dios justo.

¡Bienaventurados cuantos en Él esperan!

19Porque tú, oh pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,

no llorarás más;

a la voz de tu clamor tendrá Él compasión de ti;

tan pronto como te oyere, te responderá.

20[7526]El Señor os dará pan de angustia y agua de tribulación,

y no se esconderán más tus maestros,

sino que tus ojos verán a tus doctores;

21y tus oídos oirán detrás de ti una voz que dice:

“Este es el camino, andad por él”,

para que no os desviéis ni a la derecha ni a la izquierda.

22Entonces tendrás por inmundicia la plata que cubre tus estatuas,

y los vestidos de tus imágenes de oro

los arrojarás como cosa inmunda.

“¡Afuera!” les dirás.

23Yahvé enviará lluvia para tu simiente

que siembres en el campo,

y el pan que la tierra producirá será rico y suculento.

En aquel día pacerán tus ganados en espaciosa dehesa,

24[7527]y los bueyes y asnos que labran la tierra,

comerán forraje sazonado con sal,

aventado con pala y aventador.

25[7528]Sobre toda alta montaña

y sobre todo collado elevado,

habrá arroyos y corrientes de agua

en el día de la gran matanza,

cuando caigan las torres.

26[7529]La luz de la luna será como la luz del sol,

y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días,

en aquel día en que Yahvé vendare la herida de su pueblo

y sanare la llaga producida por sus golpes.

El señor castigara a los enemigos

27[7530]Mira que viene el Nombre de Yahvé de lejos,

ardiente de ira y en densa humareda,

llenos de indignación sus labios,

y cual fuego devorador su lengua.

28Su resuello es como torrente

que desborda y llega hasta la garganta,

para zarandear las naciones en la criba de la destrucción,

y sujetar un freno de engaño en las quijadas de los pueblos.

29[7531]Entonces entonaréis cánticos

como en la noche en que se celebra una fiesta sagrada;

y tendréis gozo de corazón

como quien marcha al son de la flauta,

para ir al monte de Yahvé,

a la Roca de Israel.

30Y Yahvé hará oír su majestuosa voz,

mostrará su brazo soltado

en medio del ardor de su ira

y de llamas de fuego devorador,

en medio de lluvia torrencial, tempestad y granizo.

31Pues por la voz de Yahvé

será abatido el asirio; lo herirá con la vara;

32y cada golpe de la vara justiciera

que Yahvé descargue sobre él,

será al son de panderetas y cítaras,

y en combate furioso los derrotará.

33[7532]Porque hace ya tiempo que está preparado Tófet,

preparado también para el rey,

profundo y ancho,

lleno de fuego y de leña abundante,

que el soplo de Yahvé,

cual torrente de azufre, encenderá.

ISAÍAS 31
Nuevas advertencias contra la alianza con Egipto

1[7533]¡Ay de los que bajan a Egipto

en busca de socorro,

poniendo su esperanza en caballos,

confiando en la muchedumbre de los carros

y en la caballería,

por cuanto es muy fuerte,

pero no miran al Santo de Israel,

y no buscan a Yahvé!

2Pues Él es sabio;

Él trae el mal y cumple sus palabras;

Él se levantará

contra la casa de los malhechores,

y contra el auxilio

que viene de los obradores de iniquidad.

3El egipcio es hombre, y no Dios,

sus caballos son carne, y no espíritu;

cuando Yahvé extendiere su mano,

tropezará el auxiliador,

y caerá el auxiliado,

y todos perecerán juntos.

4Porque así me ha hablado Yahvé:

Ruge el león y el leoncillo sobre su presa,

aunque se convoca contra él

una multitud de pastores,

no se deja aterrar por sus gritos,

ni se acobarda a causa de su muchedumbre;

así descenderá Yahvé de los ejércitos

para combatir en el monte Sión y en su collado.

5Como ave que revolotea,

así Yahvé de los ejércitos

protegerá a Jerusalén;

protegerá y librará,

pasará y salvará.

6[7534]¡Convertíos a Aquel

de quien os habéis alejado tanto,

oh hijos de Israel!

7Porque en aquel día cada uno rechazará

sus ídolos de plata y sus ídolos de oro,

que vuestras manos os han fabricado para pecar.

8[7535]Y caerá el asirio al filo de la espada,

mas no por mano de hombre;

una espada, que no es de hombre, lo devorará;

huirá delante de la espada,

y sus jóvenes serán tributarios.

9[7536]Espantados se escaparán sus jefes,

y despavoridos abandonarán sus príncipes la bandera.

Oráculo de Yahvé que tiene su fuego en Sión,

y su horno en Jerusalén.

ISAÍAS 32
El reino de justicia

1[7537]Reinará un rey con justicia,

y príncipes gobernarán con rectitud.

2Cada uno será como abrigo contra el viento,

como refugio contra la tempestad,

como río de agua en tierra árida,

y como la sombra de una peña grande en un país desolado.

3No se ofuscarán los ojos de los que ven,

y escucharán los oídos de los que oyen.

4[7538]El corazón de los necios sabrá comprender,

y la lengua de los tartamudos hablará expedita y claramente.

5[7539]El insensato no será más llamado príncipe,

ni noble el impostor.

6Porque el insensato habla insensateces,

y su corazón obra maldad,

practicando la impiedad

y diciendo mentiras a Yahvé,

dejando vacía el alma del hambriento

y quitando la bebida al sediento.

7El impostor tiene armas malignas

y urde intrigas,

para perder a los humildes con palabras dolosas,

mientras el pobre habla lo justo.

8El príncipe piensa cosas de príncipe

y por su nobleza será ensalzado.

Las mujeres cómodas

9Mujeres cómodas, levantaos, oíd mi voz;

hijas que vivís sin cuidados, escuchad mi palabra.

10Dentro de un año y pocos días

temblaréis, oh confiadas,

porque se ha acabado la vendimia,

y no habrá más cosecha.

11Temblad, oh cómodas,

pasmaos las que vivís despreocupadas;

despojaos, desnudaos;

ceñíos de cilicio.

12[7540](Golpeándose) los pechos

andan llorando por los campos amados,

por las viñas fructíferas.

13Espinas y abrojos

cubren la tierra de mi pueblo

y todas las casas de placer

de la ciudad alegre.

14[7541]Pues el palacio está abandonado,

la ciudad populosa es un desierto,

el Ofel y la fortaleza son madrigueras para siempre,

delicias para asnos monteses,

pastos para rebaños,

15[7542]hasta que sea derramado sobre nosotros

el Espíritu de lo alto,

el desierto se convierta en campo fértil,

y el campo fértil sea reputado como selva.

16Entonces la rectitud morará en el desierto,

y la justicia habitará en el campo fértil.

17[7543]La obra de la justicia será la paz,

y el fruto de la justicia,

la tranquilidad y la seguridad para siempre.

18Y mi pueblo habitará en mansión de paz,

en habitación segura,

en morada tranquila.

19[7544]Pero caerá el bosque a causa del pedrisco,

y la ciudad será enteramente abatida.

20[7545]¡Bienaventurados vosotros, los que sembráis junto a todas las aguas,

y dais libertad al pie del buey y del asno!

ISAÍAS 33
Destrucción de Asiria

1[7546]¡Ay de ti que devastas, y no has sido devastado!

¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado!

Cuando acabes de devastar, serás tú devastado;

cuando ya no puedas traicionar, serás tú traicionado.

2Yahvé, ten misericordia de nosotros;

en Ti esperamos;

sé Tú el brazo de (tu pueblo) cada mañana,

nuestra salvación en el tiempo de la angustia.

3[7547]A la voz estrepitosa (de Dios) huyen los pueblos;

al alzarte Tú, se dispersan las naciones;

4y se recogerán vuestros despojos como se recogen las langostas,

pues se precipitarán sobre él como langostas.

5Excelso es Yahvé, pues habita en lo alto,

llena a Sión de rectitud y justicia.

6Habrá seguridad en tus tiempos

riqueza de salvación, sabiduría y ciencia;

y el temor de Yahvé será tu tesoro.

Angustias de Jerusalén

7[7548]He aquí que los de Ariel lanzan gritos en las calles,

los embajadores de paz lloran amargamente.

8[7549]Desiertos están los caminos, ya no hay transeúntes;

pues él ha roto el pacto

y maltratado a las ciudades,

no para mientes en nadie.

9[7550]La tierra está de luto y languidece,

el Líbano se consume por vergüenza,

Sarón es como un desierto,

Basan y el Carmelo han perdido su follaje.

10Ahora me levantaré, dice Yahvé;

ahora me alzaré, ahora me ensalzaré.

11[7551]Concebisteis paja y pariréis rastrojos,

vuestro espíritu cual fuego os devorará.

12Los pueblos serán como hornos de cal,

cual zarzas cortadas que arden en el fuego.

13[7552]Escuchad, los que estáis lejos, lo que he hecho Yo;

reconoced mi poder los que estáis cerca.

14[7553]Tiemblan los pecadores en Sión,

temblor se ha apoderado de los impíos.

¿Quién de nosotros podrá habitar en el fuego devorador?

¿Quién de nosotros podrá morar entre llamas eternas?

15Aquel que anda en justicia y habla lo que es recto,

que rechaza las ganancias adquiridas por extorsión,

que sacude sus manos para no aceptar soborno,

que tapa sus oídos para no oír proyectos sanguinarios,

que cierra sus ojos para no ver el mal,

16este tendrá su morada en las alturas,

su refugio serán las rocas fortificadas;

se le dará su pan y no le faltará su agua.

El reino de Yahvé en Sión

17[7554]Tus ojos contemplarán al Rey en su belleza,

verán una tierra que se extiende muy lejos.

18[7555]Entonces tu corazón se acordará de los temores (diciendo):

¿Dónde está el letrado? ¿Dónde el que pesaba (los tributos)?

¿Dónde el que contaba las torres?

19[7556]No verás más a ese pueblo fiero,

pueblo de lengua oscura, que no se puede entender,

de lengua ininteligible que no tiene sentido.

20[7557]Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas;

vean tus ojos a Jerusalén,

la morada tranquila,

el Tabernáculo que no será removido,

y cuyas estacas no serán arrancadas jamás;

no se romperá ninguna de sus cuerdas.

21[7558]Allí, Yahvé reside en su majestad;

Él nos protegerá en lugar de ríos y anchas aguas,

por donde no pasa barca de remos,

ni surca gallardo navío.

22[7559]Porque Yahvé es nuestro Juez, Yahvé, nuestro Legislador,

Yahvé, nuestro Rey; Él es quien nos salva.

23[7560]Se aflojaron tus cuerdas,

ya no pueden mantener derecho el mástil,

ni desplegar la bandera.

Entonces se repartirán los despojos de una rica presa,

hasta los cojos se llevarán botín.

24No dirá más el habitante: “Estoy enfermo”,

pues el pueblo que vive allí,

recibirá el perdón de la iniquidad.

V. LA SALVACIÓN DE ISRAEL
ISAÍAS 34
Castigo de los gentiles

1[7561]Acercaos, naciones, para oír;

pueblos, escuchad.

Oiga la tierra y cuanto se contiene en ella,

el orbe y cuanto en él tiene vida.

2Pues Yahvé está indignado contra todas las naciones,

e irritado contra todo su ejército;

las ha destinado al exterminio, las ha entregado al matadero.

3Sus muertos serán arrojados,

sus cadáveres exhalarán hedor,

y los montes se derretirán en su sangre.

4[7562]Se disolverá toda la milicia celestial;

se arrollarán como un libro los cielos,

y todo su ejército cae como la hoja de la vid,

cual hoja de la higuera.

Castigo de Edom

5[7563]Se ha embriagado mi espada en el cielo;

he aquí que va a caer sobre Edom,

y sobre el pueblo de mi anatema, para juzgarlo.

6[7564]La espada de Yahvé chorrea sangre,

se ceba en grasa,

en la sangre de corderos y machos cabríos,

en el sebo de los riñones de los carneros.

Pues Yahvé hace un sacrificio en Bosra,

y una gran matanza en la tierra de Edom.

7[7565]Con ellos caerán los búfalos,

los becerros juntamente con los toros;

su tierra estará borracha de sangre,

y su polvo será fertilizado con grasa.

8[7566]Porque es día de desquite para Yahvé,

año de venganza por la causa de Sión.

9Sus ríos se convertirán en pez,

y su polvo en azufre,

y su tierra será como pez ardiente,

10que no se apagará ni de noche ni de día

y cuyo humo subirá eternamente.

Quedará desolada de generación en generación,

nadie transitará por ella por los siglos de los siglos.

11[7567]La poseerán el pelícano y el erizo;

la lechuza y el cuervo morarán allí;

pues Él echará sobre ella

como cuerda de medir el caos,

y como plomada el vacío.

12Allí ya no habrá noble alguno,

ni reino a proclamar;

todos sus príncipes ya no existen más.

13En sus palacios crecerán zarzas,

en sus fortalezas, ortigas y cardos.

Vendrá a ser guarida de chacales,

y morada de avestruces.

14[7568](Allí) se darán cita los chacales y fieras del desierto,

y el sátiro llamará a su compañero.

Lilit tendrá allí su morada

y hallará un lugar de reposo.

15La culebra hará allí su nido

y pondrá sus huevos, los empollará

y abrigará (la cría) bajo su sombra.

Solo los buitres se congregarán allí,

uno con otro.

16[7569]Buscad en el Libro de Yahvé, y leed:

ninguna de estas cosas dejará de suceder,

ninguna echará de menos

(el cumplimiento de) la otra,

porque la boca (de Yahvé) lo ha mandado,

y su Espíritu lo ha preparado.

17Es Él que les ha echado la suerte,

su mano ha repartido entre ellos (el país) con la cuerda de medir;

para siempre lo poseerán,

y habitarán en él de generación en generación.

ISAÍAS 35
Gloria del reino mesiánico

1[7570]Alégrese el desierto y la tierra árida,

regocíjese el yermo y florezca como el narciso.

2[7571]Florezca magníficamente y exulte,

salte de gozo y entone himnos.

Pues le será dada la gloria del Líbano,

la hermosura del Carmelo y de Sarón;

se manifestará la gloria de Yahvé,

y la magnificencia de nuestro Dios.

3[7572]Fortaleced las manos flojas,

y robusteced las rodillas vacilantes;

4[7573]decid a los de corazón tímido:

“¡Buen ánimo! no temáis.

Mirad a vuestro Dios.

Viene la venganza, la retribución de Dios;

Él mismo viene, y os salvará.”

5[7574]Entonces se abrirán los ojos de los ciegos,

y serán destapados los oídos de los sordos;

6entonces el cojo saltará cual ciervo,

exultará la lengua del mudo,

entonces brotarán aguas en el desierto,

y arroyos en la tierra árida.

7[7575]El suelo abrasado se convertirá en estanque,

la tierra sedienta en manantiales de agua,

y la guarida y morada de los chacales

en parque de cañas y juncos.

8[7576]Y habrá allí una senda, una calzada,

que se llamará camino santo.

Ningún inmundo lo pisará, será solamente para ellos;

los que siguen este camino,

aun los sencillos, no se extraviarán.

9No habrá allí león;

ninguna bestia feroz pasará por él,

ni será allí hallada.

(Allí) marcharán los redimidos,

10[7577]y los rescatados de Yahvé volverán;

vendrán a Sión cantando;

y regocijo eterno coronará sus cabezas.

Alegría y gozo será su suerte,

y huirán el dolor y el llanto.

VI. SUPLEMENTO HISTÓRICO
ISAÍAS 36
La invasión de Senaquerib

1[7578]El año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fuertes de Judá, y se apoderó de ellas. 2Y envió el rey de Asiria a Rabsacés, con muchas tropas, desde Laquís a Jerusalén, al rey Ezequías. (Rabsacés) tomó posición junto al acueducto del estanque superior, en el camino del campo del Batanero. 3[7579]Salieron a encontrarlo Eliaquim, hijo de Helcías, prefecto del palacio, Sobná secretario, y Joan, hijo de Asaf, canciller. 4Y les dijo Rabsacés: “Decid a Ezequías: Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué confianza es esa en que te apoyas? 5Yo digo que tu designio y tus esfuerzos en hacerme la guerra no son más que vanas palabras. ¿En quién confías para rebelarte contra mí? 6He aquí que cuentas con el apoyo de Egipto, esa caña cascada, que penetra y horada la mano del que se apoya en ella. Así es el Faraón, rey de Egipto, para cuantos en él confían. 7[7580]Y si me decís: «Nosotros confiamos en Yahvé, Dios nuestro», ¿no es acaso ese el mismo cuyos lugares altos y altares ha destruido Ezequías, diciendo a Judá y a Jerusalén: «Ante este altar habéis de postraros»? 8Entiende con mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes encontrar jinetes para ellos. 9¿Cómo vas tú a hacer frente a un solo jefe, aunque fuese de los menores servidores de mi señor? Pero tú pones tu confianza en Egipto a causa de los carros y de la caballería. 10Ahora, ¿he acaso subido yo sin Yahvé, contra esta tierra para destruirla? Es Yahvé mismo quien me ha dicho: ¡Sube contra esta tierra y destrúyela!”

11Entonces Eliaquim, Sobná y Joah dijeron a Rabsacés: “Habla, por favor, en arameo con tus siervos, pues lo entendemos, y no nos hables en judaico delante de esa gente que está sobre la muralla.”

Promesas de Rabsacés

12[7581]Respondió Rabsacés: “¿Por ventura me ha enviado mi señor a decir estas cosas a tu señor y a ti, y no más bien a estos hombres, sentados sobre el muro para comerse con vosotros sus propios excrementos y a beberse sus propios orines?”

13Y se puso en pie Rabsacés y gritó a gran voz en lengua judaica, diciendo: “Oíd lo que dice el gran rey, el rey de Asiria. 14Así dice el rey: No os engañe Ezequías, pues no podrá libraros. 15Tampoco os haga confiar Ezequías en Yahvé, diciendo: Sin falta nos librara Yahvé; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria. 16No escuchéis a Ezequías; pues así dice el rey de Asiria: Haced paces conmigo, y venid a mí, y cada uno comerá de su vid y de su higuera, y cada uno beberá el agua de su cisterna, 17[7582]hasta que yo venga y os lleve a una tierra parecida a la vuestra, tierra de trigo y de vino, tierra de pan y de viñas. 18Por eso, no os engañe Ezequías, diciendo: Yahvé nos librará. ¿Acaso los dioses de los pueblos han salvado su respectiva tierra de las manos del rey de Asiria? 19[7583]¿Dónde están los dioses de Hamat y Arpad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaim? ¿Acaso han librado a Samaria de mis manos? 20[7584]¿Cuál de todos los dioses de estos países pudo salvar su tierra de mi mano? Mucho menos podrá Yahvé librar de mi mano a Jerusalén.”

21Ellos quedaron callados, y no le respondieron palabra, porque así lo había mandado el rey, diciendo: “No le respondáis.” 22Mas Eliaquim, hijo de Helcías, prefecto del palacio, Sobná secretario, y Joah, hijo de Asaf, canciller, rasgaron sus vestidos, y regresados a Ezequías le refirieron las palabras de Rabsacés.

ISAÍAS 37
Ezequías consulta a Isaías

1[7585]Cuando lo oyó el rey Exequias, rasgó sus vestidos, se cubrió con saco y entró en la Casa de Yahvé. 2Y envió a Eliaquim, prefecto del palacio, y a Sobná secretario, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos con saco, al profeta Isaías, hijo de Amós, 3[7586]al cual dijeron: “Así dice Ezequías: Día de tribulación, de castigo y de oprobio es este; porque los hijos han llegado a punto de nacer, pero falta fuerza para darlos a luz. 4Tal vez repare Yahvé, tu Dios, en las palabras de Rabsacés, enviado por su señor, el rey de Asiria, para insultar al Dios vivo, y castigue las palabras que ha oído Yahvé, tu Dios. Interpón tus súplicas por el resto que aún subsiste.”

5Fueron entonces los servidores del rey Ezequías a Isaías; 6e Isaías respondió: “Decid esto a vuestro señor: Así dice Yahvé: No te asustes por las palabras que has oído, con las cuales han blasfemado de Mí los siervos del rey de Asiria. 7[7587]Mira, Yo pondré en él un espíritu tal, que al oír cierta noticia se volverá a su país, y le haré caer a espada en su misma tierra.”

8Entretanto Rabsacés se marchó, y halló al rey de Asiria atacando a Libná; pues supo que (el rey) se había retirado de Laquís, 9donde recibió una noticia respecto de Tirhaca, rey de Etiopía (que decía): “Ha salido (Tirhaca) para hacerte la guerra.”

Al oír esto envió mensajeros a Ezequías, diciendo: 10“Hablad a Ezequías, rey de Judá de esta manera: No te engañe tu Dios, en quien confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. 11He aquí que oíste lo que han hecho los reyes de Asiria a todos los países, cómo los destruyeron completamente; ¿y tú crees poder salvarte? 12[7588]¿Salvaron acaso sus dioses a las naciones que destruyeron mis padres, a Gozan, Harán, Résef y los hijos de Edén, que vivían en Talasar? 13¿Dónde está el rey de Hamat, y el rey de Arpad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hená y de Iva?”

Plegaria de Ezequías

14[7589]Recibió Ezequías esta carta de manos de los mensajeros, y luego de leerla subió a la Casa de Yahvé, donde la desplegó delante de Yahvé.

15E imploró Ezequías a Yahvé con estas palabras:

16[7590]“Oh Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel, que habitas sobre los querubines, Tú eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra; Tú has hecho el cielo y la tierra. 17Inclina, oh Yahvé, tus oídos y oye; abre, oh Yahvé, tus ojos y mira; y repara en todas las palabras que Senaquerib ha enviado para blasfemar contra el Dios vivo. 18Es verdad, oh Yahvé, que los reyes de Asiria devastaron todas las naciones y sus países, 19y que arrojaron sus dioses al fuego, porque no eran dioses, sino hechura de mano de hombres, madera y piedra, y así los pudieron destruir. 20Sálvanos ahora, oh Yahvé, Dios nuestro, de su poder; y conozcan todos los reinos de la tierra que Tú solo eres el Señor.”

Salvación milagrosa de la ciudad

21Entonces Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: “Merced a tu oración respecto de Senaquerib, rey de Asiria, Yahvé, Dios de Israel, ha hablado, 22[7591]y he aquí el oráculo que Yahvé ha pronunciado contra él:

Te desprecia, se ríe de ti la virgen, hija de Sión,

detrás de ti menea su cabeza la hija de Jerusalén.

23¿A quién has insultado y ultrajado?

¿Contra quién has alzado la voz

y levantado en alto tus ojos?

¡Contra el Santo de Israel!

24Por medio de tus siervos has insultado al Señor,

pues dijiste: «Con mis numerosos carros

subí a la cumbre de los montes, hasta los últimos rincones del Líbano,

corté sus empinados cedros,

y los más escogidos de sus abetos;

llegué a su más alta cima,

al más denso de sus bosques.

25[7592]He cavado y bebido agua,

y he secado con las plantas de mis pies

todos los ríos de Egipto.»

26[7593]¿No has oído tú

que desde antiguo dispuse Yo estas cosas?

En tiempos remotos las he trazado,

y ahora las estoy ejecutando:

tú tienes que causar desolaciones,

haciendo de ciudades fortificadas montones de ruinas.

27Sus habitantes no tienen fuerza,

están amedrentados y despavoridos;

son como la hierba del campo

y la verdura tierna,

como la grama de los tejados,

y como los campos secos antes de la cosecha.

28Yo sé dónde te asientas,

Yo conozco tu salida y tu entrada,

y también tu furor contra Mí.

29[7594]A causa de tu furor contra Mí,

y por tu arrogancia que ha llegado a mis oídos,

pondré mi anillo en tu nariz,

y mi freno en tus labios,

y te haré retornar por el camino

por donde viniste.

La señal para Ezequías

30[7595]Y esta será para ti la señal:

Este año comeréis lo que naciere de los granos caídos,

al año segundo lo que creciere sin sembrar;

más al tercer año, sembrad y segad,

plantad viñas y comed sus frutos.

31El resto que se salvare de la casa de Judá,

echará de nuevo raíces hacia abajo,

y llevará fruto por arriba.

32Porque de Jerusalén saldrá un resto,

y del monte Sión algunos escapados.

Esto hará el celo de Yahvé de los ejércitos.

33Por tanto, esto dice Yahvé del rey de Asiria:

“No entrará en esta ciudad,

ni disparará allí saeta:

no avanzará contra ella con escudo,

ni la rodeará de baluartes.

34Por el camino que vino se volverá,

y no entrará en esta ciudad.”

Oráculo de Yahvé.

35[7596]Yo protegeré esta ciudad para salvarla,

por mi propia causa,

y por amor a mi siervo David.”

36[7597]Y salió el ángel de Yahvé, e hirió en el campamento de los asirios ciento ochenta y cinco mil hombres. Y a la hora de levantarse, al amanecer, he aquí que todos ellos eran cadáveres.

37Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se puso en marcha y se volvió a Nínive, donde habitó. 38Y aconteció que mientras adoraba en la casa de Nesroc, dios suyo, Adramélec y Sarasar, sus hijos, le mataron a espada. Escaparon ellos al país de Ararat, y le sucedió en el reino su hijo Asarhaddón.

ISAÍAS 38
Enfermedad de Ezequías

1[7598]En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y fue a verlo el profeta Isaías, hijo de Amós, quien le dijo: “Así dice Yahvé: Dispón tu casa, porque has de morir y no vivirás más.” 2Entonces Ezequías volvió su rostro hacia la pared, y oró a Yahvé; 3y dijo: “Oh Yahvé, acuérdate, te suplico, de cómo he andado delante de Ti con fidelidad y con corazón sincero, y cómo he hecho lo que es bueno a tus ojos.” Y prorrumpió Ezequías en un llanto grande.

4Entonces llegó a Isaías esta palabra de Yahvé: 5“Anda y di a Ezequías: Así dice Yahvé, el Dios de tu padre David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que añadiré a tu vida quince años. 6Y te libraré a ti y a esta ciudad del poder del rey de Asiria, pues Yo protegeré a esta ciudad. 7Y esto se te dará por señal de parte de Yahvé en prueba de que Él cumplirá lo que ha dicho: 8[7599]He aquí que haré retroceder la sombra diez grados de los que ha bajado en el reloj solar de Acaz.” En efecto, retrocedió el sol diez grados de los que había bajado.

Cántico de Ezequías

9Cántico de Ezequías rey de Judá, cuando enfermó, y sanó de su enfermedad:

10[7600]“Yo dije: A la mitad de mis días

iré a las puertas del scheol,

privado del resto de mis años.

11Dije: Ya no veré a Yahvé,

a Yahvé en la tierra de los vivientes;

no veré más a hombre alguno

entre los moradores del mundo.

12[7601]Mi morada ha sido arrancada y llevada lejos de mí,

como tienda de pastor;

cual tejedor ha enrollado mi vida,

cortándome del telar;

de la mañana a la noche acabas conmigo.

13Espero hasta la mañana,

pues como león,

así me quebranta Él todos los huesos;

de la mañana a la noche acabas conmigo.

14[7602]Chillo como golondrina, como grulla,

gimo cual paloma;

se han debilitado mis ojos

(de mirar) hacia lo alto.

Angustiado estoy, oh Yahvé;

sé Tú mi fiador.

15[7603]Pero ¿qué diré ahora?

ya que Él ha dicho, Él ha hecho.

Andaré humildemente todos mis años

en la amargura de mi alma.

16¡Oh Señor, en estas condiciones

vive (el hombre),

y todas estas cosas

(oprimen) la vida de mi espíritu.

Pero Tú me sanas,

Tú me das vida.

17[7604]He aquí cómo se ha convertido en bien mi amarga aflicción;

Tú has preservado mi alma

del hoyo de la corrupción,

has echado todos mis pecados

tras de tus espaldas.

18Pues no puede alabarte el scheol,

ni celebrarte la muerte,

ni esperan en tu fidelidad

los que bajan a la fosa.

19[7605]Los vivientes, solamente los vivientes, son los que te alaban,

como yo te alabo en este día.

Los padres han de anunciar a los hijos tu fidelidad.

20Yahvé es mi auxilio.

Tañeremos instrumentos de cuerda

todos los días de nuestra vida,

ante la Casa de Yahvé.”

21[7606]Pues Isaías había mandado: “Tomad una pasta de higos, y aplicadla sobre la úlcera; y él vivirá”. 22Y Ezequías preguntó: “¿Cuál es la señal de que subiré de nuevo a la Casa de Yahvé?”

ISAÍAS 39
Ezequías y Merodac Baladán

1[7607]En aquel tiempo envió Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, cartas y presentes a Ezequías; porque supo que Ezequías había estado enfermo y se había curado. 2Alegrose de esto Ezequías y mostró a los (mensajeros) la casa de su tesoro, la plata, el oro, los perfumes, los ungüentos olorosos, toda su armería y cuanto tenía en su tesorería. No hubo nada en la casa de Ezequías, ni en su poder, que no les mostrase.

3Entonces se presentó el profeta Isaías ante el rey Ezequías y le preguntó: “¿Qué han dicho esos hombres, y de dónde han llegado a ti?” Respondió Ezequías: “De un país lejano han venido a verme: de Babilonia.” 4Y le preguntó: “¿Qué han visto en tu casa?” Repuso Ezequías: “Han visto todo cuanto hay en mi casa; no hay cosa entre mis tesoros que no les haya mostrado.”

5Mas Isaías dijo a Ezequías: “Oye la palabra de Yahvé de los ejércitos: 6[7608]He aquí que días vendrán en que será llevado a Babilonia todo cuanto hay en tu casa, y cuanto han atesorado tus padres hasta este día; no quedará nada, dice Yahvé. 7Y de los hijos que nacieren de ti y que tú engendrares serán llevados algunos para ser eunucos en el palacio del rey de Babilonia.” 8[7609]Respondió Ezequías a Isaías: “Buena es la palabra de Yahvé que tú acabas de anunciarme.” Y agregó: “Habrá, pues, paz y seguridad en mis días.”

SEGUNDA PARTE
(“EL SEGUNDO ISAÍAS”, capítulos 40-55)
I. PROFECÍAS REFERENTES A LA LIBERACIÓN DE ISRAEL
ISAÍAS 40
Voz de consuelo

1[7610]Consolad, consolad a mi pueblo,

dice vuestro Dios.

2Hablad al corazón de Jerusalén y gritadle

que se ha acabado su servidumbre,

que ha sido expiada su culpa,

que ha recibido de la mano de Yahvé

el doble por todos sus pecados.

3[7611]Voz de uno que clama:

“Preparad el camino de Yahvé en el desierto,

enderezad en el yermo

una senda para nuestro Dios.

4Que se alce todo valle,

y sea abatido todo monte y cerro;

que la quebrada se allane

y el roquedal se torne en valle.

5Y se manifestará la gloria de Yahvé,

y la verá toda carne a una;

pues ha hablado la boca de Yahvé.”

6[7612]Una voz dice: “¡Clama!”

y se le da por respuesta:

“¿Qué he de clamar?”

Toda carne es heno,

y toda su gloria como flor del campo;

7se seca el heno, se marchita la flor;

cuando el soplo de Yahvé pasa sobre ella.

Sí, el hombre es heno;

8se seca la hierba, la flor se marchita,

mas la palabra de nuestro Dios permanece eternamente.

9[7613]Oh Sión, anunciadora de buenas noticias,

súbete a un monte alto,

oh Jerusalén, heraldo de alegres nuevas,

levanta con fuerza tu voz.

Levántala, no temas.

Di a las ciudades de Judá:

“¡He ahí a vuestro Dios!

10[7614]He aquí que Yahvé, el Señor,

viene con poder,

y su brazo dominará,

he aquí que su premio está con Él

y delante de Él va su recompensa.

11[7615]Como pastor apacentará su rebaño,

recogerá con su brazo los corderitos,

para llevarlos en su regazo,

y conducirá a las ovejas paridas.”

Grandeza de Dios

12¿Quién midió las aguas con el cuenco de su mano

y fijó las dimensiones de los cielos con el palmo?

¿Quién encerró en el tercio de una medida

todo el polvo de la tierra,

pesó en la romana los montes,

y en la balanza los collados?

13[7616]¿Quién ha dirigido al Espíritu de Yahvé,

y quién fue su consejero para instruirle?

14¿A quién consultó Él para aprender inteligencia?

¿Quién le mostró el camino de la justicia,

y le enseñó la ciencia?

¿Quién le dio a conocer el camino de la sabiduría?

15Son los pueblos como una gota (suspendida) del balde,

y como polvo en la balanza son reputados.

He aquí que Él alza las islas como un granito de polvo.

16[7617]El Líbano no basta para leña,

ni sus bestias para holocausto.

17Todas las naciones son delante de Él como una nonada.

Él las considera menos que la nada y menos que la vacuidad.

Necedad de la idolatría

18[7618]¿Con quién, pues, compararéis a Dios,

o qué imagen haréis de Él?

19El ídolo es fundido por el artífice,

el orfebre le cubre de oro,

y le funde cadenillas de plata.

20El pobre que no puede ofrecer mucho,

elige una madera que no se pudre,

y busca un hábil artífice,

que le haga un ídolo que no se caiga.

21¿No lo sabéis, y no lo habéis oído?

¿No se os ha anunciado desde el principio?

¿No lo habéis entendido desde que se fundó la tierra?

22Él es quien está sentado sobre el orbe terráqueo,

cuyos habitantes son como langostas.

Él extiende los cielos como un velo,

y los despliega como una tienda, en que se habita.

23[7619]Él reduce a los poderosos a la nulidad,

y a los jueces de la tierra a la nada.

24Apenas plantados, apenas sembrados,

apenas arraigado su tronco en la tierra,

sopla Él sobre ellos, y se agostan,

y como pajuela se los lleva el torbellino.

25“¿Con quién, pues, me vais a comparar

para que le sea semejante?”

dice el Santo.

26[7620]Levantad vuestros ojos a lo alto y mirad:

¿Quién creó estas cosas?

Aquel que hace marchar ordenadamente su ejército,

y a cada uno de ellos lo llama por su nombre.

No falta ninguno,

tan enorme es su poder y tan inmensa su fuerza.

Esperanza en Yahvé

27[7621]¿Por qué dices tú, oh Jacob,

y hablas tú, oh Israel:

“Yahvé no conoce mi camino,

Dios no tiene interés en mi causa”?

28[7622]¿No lo sabes y nunca lo has oído?

Yahvé es el Dios eterno,

el Creador de los confines de la tierra,

no se fatiga, ni se cansa;

su sabiduría es insondable.

29[7623]Él da fuerzas al desfallecido

y aumenta el vigor del que carece de fortaleza,

30Desfallecerán hasta los jóvenes, y se cansarán,

y los mismos guerreros llegarán a vacilar.

31Pero los que esperan en Yahvé

renovarán sus fuerzas;

echarán a volar como águilas;

correrán sin cansarse,

caminarán sin desfallecer.

ISAÍAS 41
Yahvé suscita un libertador

1[7624]Enmudeced en mi presencia, oh islas,

y los pueblos reanimen sus fuerzas.

Acérquense, y después hablen;

entremos juntos en juicio.

2[7625]¿Quién llamó del Oriente al justo

para que siguiese sus pasos?

¿Quién le entregó naciones,

y le sometió reyes?

Él reduce su espada a polvo,

y su arco a paja, que arrebata el viento.

3[7626]Los persigue, y avanza sin peligro por una senda

que sus pies jamás han pisado.

4[7627]¿Quién hizo esto?

¿Quién lo ha realizado?

El que llamó las generaciones desde el principio:

Yo, Yahvé, que soy el primero

Y estaré también con los últimos.

5Lo ven las islas y tiemblan;

se llenan de temor los confines de la tierra;

se acercan y vienen.

6Ayuda el uno al otro

y dice a su compañero: “¡Esfuérzate!”

7[7628]El artífice anima al orfebre,

y el que desbasta con el martillo

al que bate en el yunque,

dice de la soldadura: “Bien hecha está”;

y la sujeta con clavos,

para que no se mueva.

8[7629]Mas tú, oh Israel, siervo mío,

y tú, oh Jacob, a quien he escogido,

de la estirpe de Abrahán, mi amigo;

9tú, a quien he sacado

de los extremos de la tierra,

llamándote de los cabos de ella,

y diciéndote: Tú eres mi siervo;

Yo te he escogido,

y no te he desechado.

10No temas, que Yo estoy contigo;

no desmayes, que Yo soy tu Dios;

Yo te he dado fuerza y te ayudo;

te sostengo con la diestra de mi justicia.

11[7630]Confundidos quedarán y avergonzados

todos los que contra ti se irritan,

serán como la nada,

y perecerán los que te hacen guerra.

12Buscarás, y no hallarás

a los que te combaten;

serán como nada y como reducidos al polvo

los que pelean contigo.

13Pues Yo, Yahvé, tu Dios,

soy quien te tomo por la diestra,

y te digo: No temas,

Yo soy tu auxiliador.

14[7631]No temas, gusanillo de Jacob,

ni vosotros, oh hombres de Israel.

Yo soy tu auxilio, dice Yahvé;

y tu redentor es el Santo de Israel.

15[7632]He aquí, Yo haré de ti un trillo cortante nuevo,

armado de dientes.

Trillarás los montes y los desmenuzarás,

y reducirás como a tamo los collados.

16Los aventarás, y el viento se los llevará,

y los esparcirá el torbellino;

pero tú te alegrarás en Yahvé,

te gloriarás en el Santo de Israel.

Maravilloso auxilio divino

17Los desdichados y pobres buscan agua y no la hay,

su lengua esta seca por la sed;

más Yo, Yahvé, los escucharé;

Yo, el Dios de Israel, no los desampararé.

18Les abriré ríos en los altos montes,

y fuentes en medio de los valles;

convertiré el desierto en estanque,

y la tierra árida en corrientes de agua.

19En el despoblado plantaré

cedros y acacias, mirtos y olivos;

y en el yermo pondré abetos,

olmos y bojes juntamente;

20para que vean y conozcan

y atiendan y comprendan todos

que la mano de Yahvé ha hecho esto,

y el Santo de Israel lo ha creado.

21[7633]Venid a defender vuestra causa, dice Yahvé;

alegad vuestras razones, dice el Rey de Jacob.

22Que nos enseñen y anuncien lo que ha de suceder.

Explicad cómo fueron las cosas pasadas,

para que las contemplemos y reconozcamos su cumplimiento;

o indicadnos las cosas futuras.

23Anunciad lo que ha de venir,

para que sepamos que sois dioses;

haced algo, sea bueno o malo,

para que viéndolo todos quedemos asombrados.

24[7634]Pero vosotros sois menos que la nada,

y vuestra obra menos que lo vacío.

¡Abominable aquel que os escoge!

El libertador

25[7635]Yo he suscitado a uno del norte,

y ya llega; uno (que viene) desde el oriente

e invoca mi nombre;

que pisa a los príncipes como si fuesen lodo

y como el alfarero pisa el barro.

26¿Quién anunció esto desde el principio,

para que lo sepamos;

y anticipadamente, para que digamos: “Es justo”?

Mas nadie lo anunció; nadie lo dio a conocer;

nadie oyó vuestras palabras.

27[7636]Yo soy el primero que anuncié a Sión: “Helos aquí”,

y mandé a Jerusalén un portador de buenas nuevas.

28[7637]Estuve mirando y no hubo nadie,

entre ellos no hay ningún consejero;

si les pregunto, no responden palabra.

29Ved, pues, que todos son una nada,

y vanas todas sus obras.

Viento y vanidad son sus ídolos.

ISAÍAS 42
El siervo del Señor

1[7638]He aquí mi Siervo, a quien sostengo,

mi escogido, en el que se complace mi alma.

Sobre Él he puesto mi Espíritu,

y Él será Legislador de las naciones.

2No gritará, ni levantará su voz,

ni la hará oír por las calles.

3[7639]No quebrará la caña cascada,

ni apagará la mecha humeante;

hará justicia conforme a la verdad.

4[7640]No desmayará ni se desalentará,

hasta que establezca en la tierra la justicia;

su ley esperan las islas.

5Así dice Yahvé, el Dios que creó

los cielos y los desplegó;

el que extendió la tierra con sus frutos,

dio hálito a los hombres que la habitan,

y espíritu a los que por ella caminan.

6[7641]“Yo, Yahvé, te he llamado en justicia;

te he tomado de la mano y te he guardado;

y te he puesto para que seas alianza con (mi) pueblo,

y luz de las naciones;

7[7642]para abrir los ojos de los ciegos,

para sacar de la cárcel a los presos,

y del calabozo a los que viven en tinieblas.

8[7643]Yo soy Yahvé; este es mi nombre;

no doy mi gloria a ningún otro

ni mi honor a las imágenes fundidas.

9Se han cumplido ya las (predicciones) anteriores,

ahora anuncio cosas nuevas,

que os doy a conocer antes que sucedan.”

Cántico de alabanza

10[7644]Cantad a Yahvé un cántico nuevo,

sus alabanzas hasta los términos de la tierra.

Exulte el mar y su plenitud,

las islas y sus habitantes.

11[7645]Alcen su voz el desierto y sus ciudades,

los caseríos habitados por Cedar.

Canten los moradores de Petra;

den gritos de alegría desde la cumbre de las montañas.

12Tributen gloria a Yahvé,

y pregonen sus alabanzas en las islas.

13[7646]Pues Yahvé avanza como un héroe,

como un guerrero despierta su furor,

vocea y lanza gritos,

y muestra su fuerza contra sus enemigos.

Israel será librado

14“Mucho tiempo estuve callado, guardé silencio, me contuve,

mas ahora doy voces como una mujer que da a luz,

lanzo ayes y suspiro jadeando.

15Devastaré los montes y los collados,

y agostaré todo su verdor;

convertiré los ríos en desierto,

y secaré los lagos.

16[7647]Conduciré a los ciegos por un camino que no sabían,

por sendas desconocidas los guiaré;

tornaré ante ellos las tinieblas en luz y la región montuosa en llanura.

Estas son las cosas que cumpliré,

y no las dejaré sin efecto.”

17Entonces volverán atrás, llenos de vergüenza,

los que confían en las estatuas;

los que dicen a las imágenes fundidas:

“Vosotros sois nuestros dioses.”

18¡Sordos, oíd;

ciegos, abrid los ojos, para que veáis!

19[7648]Pero, ¿quién es el ciego sino el siervo mío?

¿Quién es tan sordo como el mensajero que Yo envío?

¿quién tan ciego como mi amado,

tan ciego como el siervo de Yahvé?

20[7649]Tantas cosas has visto, mas no les prestaste atención;

tenías abiertos los oídos, mas no oíste.

21Movido por su propia justicia Yahvé se ha complacido

en hacer grande y magnífica la Ley.

22[7650]Mas este es un pueblo saqueado y despojado;

todos están encadenados en calabozos

y encerrados en cárceles;

han sido robados sin que nadie los libre;

despojados y nadie dice: “¡Restituye!”

23¿Quién hay entre vosotros que preste oído a esto?

¿Quién lo escucha atentamente para lo por venir?

24[7651]¿Quién entregó a Jacob al pillaje,

y a Israel a los saqueadores?

¿No es Yahvé, contra quien han pecado,

Aquel cuyos caminos no quisieron seguir,

ni escuchar su Ley?

25Por eso derramó sobre Israel el fuego de su ira,

y el furor de la guerra.

Pegó fuego alrededor de él, pero no comprendió;

le consumía, mas no hizo caso.

ISAÍAS 43
Dios protector de Israel

1[7652]Y ahora, dice Yahvé,

el que te creó, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel:

“No temas; porque Yo te he rescatado,

te he llamado por tu nombre; tú eres mío.

2Si pasas por las aguas, Yo estoy contigo,

si por los ríos, no te anegarás;

si andas por el fuego, no te quemarás,

ni te abrasarán las llamas.

3[7653]Porque Yo soy Yahvé, tu Dios,

el Santo de Israel, el que te salva.

Yo doy a Egipto por tu rescate,

a Etiopía y a Sabá en lugar tuyo.

4[7654]Llegaste a ser precioso a mis ojos,

y estimable y objeto de mi amor;

por eso daré hombres en lugar de ti,

y pueblos a cambio de tu vida.

5[7655]No temas; Yo estoy contigo;

desde el Oriente traeré tus hijos,

y del Occidente te congregaré.

6Diré al Norte: “¡Dámelos!”

y al Sur: “¡No los retengas!”

Trae a mis hijos de lejos,

y a mis hijas de los confines del orbe,

7a todos los que llevan mi nombre,

a los que Yo creé,

formé e hice para mi gloria.

8Haced salir al pueblo ciego, que tiene ojos,

y a los sordos, que tienen oídos.

9¡Júntense a una todas las naciones,

y reúnanse los pueblos!

¿Quién entre ellos ha anunciado esto,

y nos hizo oír las predicciones antiguas?

Que presenten ellos sus testigos para justificarse,

y que se los escuche y diga: “Verdad es.”

10[7656]Vosotros sois mis testigos, dice Yahvé,

y mi siervo, a quien he escogido;

para que conozcáis, y me creáis,

y comprendáis que Yo soy (Dios).

Antes de Mí no fue formado dios alguno,

y no habrá ninguno después de Mí.

11Yo, Yo soy Yahvé,

y fuera de Mí no hay salvador.

12Yo lo he anunciado,

y soy Yo quien salvo y lo hago saber;

no hay (dios) extraño entre vosotros;

vosotros sois mis testigos, dice Yahvé,

y Yo soy Dios.

13Yo soy antes de todo tiempo,

y no hay quien libre de mi mano:

lo que hago Yo ¿quién podrá impedirlo?

Dios salvará a su pueblo del cautiverio

14[7657]Así dice Yahvé vuestro redentor,

el Santo de Israel:

Por vosotros enviaré gentes contra Babilonia,

y pondré en fuga a todos

los que se jactan de sus naves.

15Yo soy Yahvé, vuestro Santo,

el Creador de Israel, vuestro Rey.

16[7658]Así dice Yahvé,

el que abrió camino en el mar,

y senda a través de impetuosas aguas;

17el que hizo salir carros y caballos,

ejércitos y guerreros.

Juntos se acostaron y no se levantaron más;

fueron extinguidos, quedaron apagados cual pabilo.

18“Mas no penséis en las cosas antiguas,

ni os preocupéis de lo pasado.

19[7659]Pues ved que voy a hacer una cosa nueva,

que ya está por aparecer; ¿no lo sabéis?

Haré un camino en el desierto,

y ríos en el yermo.

20[7660]Las bestias del campo,

los chacales y los avestruces,

me glorificarán, porque haré brotar aguas

en el desierto, y ríos en el yermo,

para dar de beber a mi pueblo, a mi escogido,

21a este pueblo que he formado para Mí,

y que narrará mis alabanzas.

La liberación es obra de la misericordia

22Pero tú, oh Jacob, no me invocaste,

no te fatigaste por Mí, oh Israel.

23[7661]No me ofreciste tus corderos para holocausto,

ni me honraste con tus sacrificios;

y sin embargo, no te he fatigado (pidiéndote) ofrendas,

ni te tenía cansado con el incienso.

24No compraste para Mí con dinero caña aromática,

ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios;

antes bien me fatigaste con tus pecados,

y me tienes cansado con tus iniquidades.

25Yo, Yo borro tus transgresiones por amor a Mí mismo,

y no me acordaré más de tus pecados.

26Despierta tú mi memoria, y entremos ambos en juicio;

habla tú mismo para justificarte.

27[7662]Pecó ya tu primer padre,

y tus guías se rebelaron contra Mí.

28[7663]Por eso he declarado inmundo a los príncipes del Santuario,

y he entregado a Jacob al anatema,

y a Israel al oprobio.”

ISAÍAS 44
Efusión del Espíritu de Dios

1Escucha, ahora, oh Jacob, siervo mío,

y tú, Israel, a quien he escogido:

2[7664]Así dice Yahvé,

que te ha hecho y formado

y es tu ayuda desde el seno materno.

“No temas, siervo mío, Jacob,

tú, Yeschurún, a quien he elegido.

3Pues haré correr aguas sobre la tierra sedienta,

y arroyos sobre el desierto;

derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad,

y mi bendición sobre tus descendientes.

4Y brotarán en medio de la hierba,

como los sauces junto a las corrientes de agua.

5[7665]Este dirá: «Yo soy de Yahvé»,

aquel llevará el nombre de Jacob;

y otro escribirá sobre su mano: «De Yahvé»,

y se dará el sobrenombre de Israel”.

Vanidad de los ídolos

6[7666]Así dice Yahvé, el rey de Israel,

y su redentor, Yahvé de los ejércitos:

“Yo soy el primero y el último;

y fuera de Mí no hay dios alguno.

7[7667]¿Quién hay como Yo

—que hablen, que lo declaren

y que me lo expliquen—

desde que establecí un pueblo eterno?

Y que muestren lo que ha de suceder y las cosas futuras.

8No tengáis miedo ni os amedrentéis.

¿No lo anuncié desde antiguo y lo predije?

Vosotros me sois testigos.

¿Hay acaso dios alguno fuera de Mí?

¿O hay acaso (otra) Roca? No la conozco.

9Todos los hacedores de imágenes son vanidad, y de nada les aprovecharán las obras que aman; estas mismas, sus testigos, no ven, y nada entienden, para vergüenza suya. 10Quien formó un dios o fundió una imagen, de nada le sirve. 11He aquí que cuantos tienen parte en eso serán avergonzados; sus artífices no son más que hombres; congréguense todos y preséntense; temblarán todos y quedarán confundidos. 12[7668]El herrero trabaja con la herramienta, forja su obra en las ascuas, y la forma con el martillo; pero mientras la forja con su fuerte brazo, tiene hambre, y le faltan las fuerzas; si no bebe agua desfallece.

13El que trabaja la madera extiende la cuerda, traza (la imagen) con el lápiz, le da forma con el cincel, con el compás marca sus dimensiones, y así logra la imagen de un hombre, una hermosa figura humana, destinada a habitar en una casa. 14Corta cedros, toma un roble o una encina, que cultivó entre los árboles del bosque; o planta un pino que la lluvia hace crecer. 15De (estos árboles) se sirve el hombre para combustible, para calentarse y cocer su pan por medio del fuego; mas (de esa misma leña) se fabrica también un dios y le adora, confecciona una imagen y se postra ante ella. 16Quema la mitad en el fuego, con la otra mitad cuece la carne para comer, prepara el asado, y se sacia; y cuando se calienta dice: “Ah, tengo calor, siento la llama.” 17Y de lo que sobra hace un dios para ídolo suyo, ante el cual se postra, para adorarlo y suplicarle, diciendo: “Líbrame, porque tú eres mi dios.”

18No saben, ni entienden, porque tienen embarrados sus ojos para que no vean, y su corazón no llega a comprender. 19No recapacitan, no tienen ciencia ni inteligencia para decirse: “La mitad la he quemado en el fuego, y sobre sus brasas he cocido pan, he asado carne, y la he comido; ¿y del resto haré un ídolo, me postraré delante del tronco de un árbol?”

20[7669](El hombre) se apacienta de ceniza, le extravía su corazón engañado, no puede salvar su alma, ni decir: “¿No es una mentira lo que tengo en mi mano derecha?”

Dios salva a Israel por pura misericordia

21Acuérdate de estas cosas, oh Jacob,

y tú, Israel, pues eres mi siervo.

Yo te he formado, siervo mío eres tú;

Yo no te olvidaré, oh Israel.

22[7670]He borrado, como nube, tus pecados,

y como niebla tus maldades.

Conviértete a Mí, porque Yo te he rescatado.

23Cantad, cielos, porque Yahvé ha hecho esto,

exultad, profundidades de la tierra,

prorrumpid en júbilo, oh montañas,

tú, selva y todo árbol que hay en ella;

porque Yahvé ha rescatado a Jacob,

y manifestado su gloria en Israel.

24Así dice Yahvé, tu Redentor, el que te formó desde el seno materno:

“Yo soy Yahvé, Hacedor de todas las cosas;

Yo solo desplegué los cielos

y afirmé la tierra sin que nadie estuviera conmigo.

25Yo anulo los presagios de los impostores,

y quito el juicio a los adivinos;

Yo hago retroceder a los sabios,

y convierto en necedad su ciencia.

26[7671]Yo soy el que confirma

la palabra de su siervo,

y lleva a cabo el consejo de sus mensajeros;

el que dice de Jerusalén:

«Será (de nuevo) habitada»,

y de las ciudades de Judá:

«Serán reedificadas,

Yo levantaré sus ruinas.»

27Yo soy el que dice al abismo:

«Sécate, pues Yo secaré tus ríos»;

28[7672]el que dice a Ciro: «Pastor mío eres»,

pues cumplirá toda mi voluntad,

Yo soy el que dice a Jerusalén: «Serás reedificada»,

y al Templo: «Serás fundado» (de nuevo)

ISAÍAS 45
Ciro, el libertador de Israel

1[7673]Así dice Yahvé a su ungido,

a Ciro, a quien he tomado de la derecha,

para derribar delante de él naciones,

y desceñir la cintura de reyes;

para abrir ante él las puertas

a fin de que las puertas no le estén cerradas:

2[7674] “Yo iré delante de ti,

y allanaré los caminos escabrosos,

romperé las puertas de bronce,

y haré añicos los cerrojos de hierro.

3Te daré los tesoros escondidos,

y las riquezas de lugares secretos,

para que sepas que Yo, Yahvé; soy el Dios de Israel,

el que te llamo por tu nombre.

4[7675]Por amor de Jacob, mi siervo,

y por amor de Israel, mi escogido,

te llamé por tu nombre;

te puse nombre cuando no me conocías aún.

5Yo soy Yahvé, y no hay otro;

fuera de Mí no hay Dios alguno.

Yo te ceñí cuando no me conocías,

6a fin de que sepan (todos), desde el Oriente hasta el Occidente,

que no hay ninguno fuera de Mí.

Yo soy Yahvé, y no hay otro.

7[7676]Yo formo la luz, y creo las tinieblas;

doy la prosperidad y causo el mal;

Yo, Yahvé, hago todas estas cosas.

8[7677]Derramad, oh cielos, desde arriba el rocío,

y lluevan las nubes la justicia;

ábrase la tierra y produzca la salvación;

y brote juntamente con ella la justicia.

Yo, Yahvé, soy autor de estas cosas.”

9[7678]¡Ay de aquel que disputa con su Creador,

y no es más que un tiesto

entre los tiestos de barro!

¿Dirá acaso el barro al alfarero: “¿Qué es lo que haces?,

tu obra no tiene valor.”?

10¡Ay del que dice al padre: “¿Por qué engendras?”

y a la mujer: “¿Por qué das a luz?”

11Esto dice Yahvé,

el Santo de Israel y su Hacedor:

“¿Acaso me vais a preguntar sobre las cosas venideras,

y darme preceptos respecto de mis hijos y la obra de mis manos?

12Yo hice la tierra, y creé en ella al hombre;

Yo, mis mismas manos desplegaron los cielos,

y Yo doy mis órdenes a toda su milicia.

13En mi justicia suscité un (libertador),

y allano todos sus pasos.

Él edificará mi ciudad

y dará libertad a mis cautivos,

sin rescate y sin dádivas.”

Así dice Yahvé de los ejércitos.

La conversión de las naciones

14[7679]Así dice Yahvé:

“Las labores de Egipto y las ganancias de Etiopía,

y los sabeos, hombres de elevada estatura,

pasarán a ti, y serán tuyos;

marcharán en pos de ti, en cadenas pasarán;

se prosternarán delante de ti, suplicándote:

«Solamente en medio de ti está Dios,

y no hay otro Dios, no hay absolutamente ninguno.»

15[7680]Verdaderamente Tú eres un Dios escondido,

el Dios de Israel, el Salvador.

16Avergonzados y cubiertos de ignominia han quedado todos;

llenos de oprobio se van a una los fabricantes de ídolos.

17Israel, empero, es salvado por Yahvé con salvación eterna;

no seréis avergonzados ni confundidos nunca jamás.”

18Porque así dice Yahvé,

el que creó los cielos, ese mismo Dios

que formó la tierra y la afirmó.

No hizo de ella un caos,

sino que la formó para ser habitada.

“Yo soy Yahvé, y no hay otro.

19[7681]No he hablado en secreto,

en algún lugar oscuro del mundo;

tampoco he dicho a la estirpe de Jacob:

«Buscadme en vano.»

Yo, Yahvé, digo lo que es justo,

anuncio lo que es recto.

20[7682]Congregaos, y venid; acercaos todos

los que habéis escapado de las naciones.

Son necios los que llevan su ídolo de madera,

invocando a un dios que no puede salvar.

21Publicadlo, y hacedlos venir; y deliberen unos con otros.

¿Quién anunció desde antiguo estas cosas?

¿quién las predijo desde entonces?

¿No fui Yo, Yahvé?

Pues fuera de Mí no hay otro Dios.

(Yo soy el) Dios justo y salvador, no hay sino Yo.

22Convertíos a Mí, y seréis salvos,

todos los términos de la tierra;

porque Yo soy Dios, y no hay otro.

23[7683]Por Mí mismo lo juro;

de mi boca sale justicia,

y (mi) palabra no será revocada,

pues ante Mí se doblará toda rodilla,

y toda lengua prestará juramento.”

24Se dirá de Mí:

“Solamente en Yahvé hay justicia y fuerza.”

Vendrán a Él y serán avergonzados

todos los que contra Él se agitan.

25[7684]En Yahvé serán justificados

y glorificados todos los hijos de Israel.

ISAÍAS 46
Destrucción de los ídolos de Babilonia

1[7685]Bel se dobla, Nebo se encorva;

sus imágenes son puestas

sobre bestias y jumentos;

esos (ídolos) que solíais llevar,

son para las bestias carga abrumadora.

2Se encorvan y se postran a una,

no pueden salvar al que los lleva,

porque ellos mismos son llevados cautivos.

3[7686]Escuchadme, casa de Jacob,

y todo lo que queda de la casa de Israel;

vosotros, los que llevo Yo desde el nacimiento,

y que sois mi carga desde el seno materno.

4Hasta vuestra vejez soy Yo el mismo,

y os soportaré hasta que encanezcáis.

Ya lo hice, y seguiré llevándoos;

cargaré con vosotros y os salvaré.

5¿A quién queréis compararme?

¿A quién igualarme?

¿Con quién parangonarme, para que seamos semejantes?

6Sacan ellos del bolsillo el oro,

y pesan la plata en la balanza;

pagan a un platero,

para que les haga un dios,

ante el cual se postran y adoran.

7Lo cargan sobre los hombros y lo llevan,

lo colocan en su lugar y allí se queda,

sin moverse de su sitio.

Aun cuando le invocan no responde,

ni los salva de la tribulación.

8[7687]Recordad esto, y sed hombres; tenedlo en cuenta,

oh transgresores de la Ley.

9Acordaos de lo que pasó desde los tiempos antiguos;

que Yo soy Dios, y no hay otro.

Yo soy Dios, y no hay

quien sea semejante a Mí.

10[7688]Yo anuncio desde el principio lo que ha de venir,

y mucho tiempo antes lo que aún no se ha hecho.

Yo digo: “Mi designio subsistirá,

ejecutaré toda mi voluntad.”

11[7689]Yo llamo del Oriente un ave de rapiña,

y de tierra remota a un varón que Yo he designado.

Lo he dicho y lo cumpliré,

lo he ideado, y lo voy a realizar.

12Escuchadme hombres de duro corazón,

que estáis lejos de la justicia.

13Yo hago venir mi justicia, que no está lejos,

y mi salvación que no tardará.

Yo pondré en Sión la salud,

y mi gloria en Israel.

ISAÍAS 47
Caída de Babilonia

1[7690]Baja y siéntate en el polvo,

oh virgen, hija de Babilonia,

siéntate en el suelo sin trono,

hija de los caldeos;

pues ya no te llamarán tierna y delicada.

2Toma la rueda del molino y muele harina,

quítate el velo,

despójate de la falda de tu vestido;

desnuda las piernas y vadea los ríos.

3Se descubrirá tu desnudez,

se verán tus vergüenzas.

Yo tomaré venganza,

y no perdonaré a nadie.

4Nuestro redentor tiene por nombre

Yahvé de los ejércitos, el Santo de Israel.

5Siéntate en silencio, escóndete en tinieblas, hija de los caldeos,

pues ya no te llamarán señora de reinos.

6[7691]Estando Yo irritado contra mi pueblo,

herí mi herencia,

y los entregué en tu mano.

Pero tú no tuviste compasión de ellos,

hasta sobre los ancianos

agravaste en extremo tu yugo.

7Dijiste: “Para siempre seré señora”,

no reflexionaste sobre estas cosas

ni pensaste en su fin.

8[7692]Escucha esto, oh voluptuosa,

tú que habitas en seguridad,

y decías en tu corazón: “Yo, y no hay más que yo,

no quedaré viuda, nunca me veré sin hijos.”

9[7693]Precisamente estas dos cosas

vendrán de repente sobre ti,

en un mismo día perderás los hijos

y quedarás viuda.

Vendrán sobre ti en toda su plenitud,

a pesar de tus muchas hechicerías

y de tus poderosos encantamientos.

10[7694]Confiada en tu maldad,

pensabas: “Nadie me ve.”

Tu sabiduría y tu ciencia te han engañado,

por lo cual dijiste en tu corazón:

“Yo, y no hay más que yo.”

11Vendrá sobre ti la calamidad,

y no sabrás conjurarla;

caerá sobre ti una desgracia

que no podrás alejar,

y te sobrevendrá de repente la ruina sin que lo sepas.

12Sigue sumida en tus encantamientos,

y en tus muchas hechicerías,

en las cuales te has ejercitado desde tu mocedad.

Tal vez puedan servirte; quizás infundas (con ellas) espanto.

13Estás cansada de tantas consultas;

preséntense y te salven los que observan el cielo,

los que contemplan las estrellas,

los que en cada novilunio te presagian

lo que ha de venir sobre ti.

14[7695]He aquí que son como paja

que el fuego consume;

no pueden librarse de la llama.

No son ascuas calentadoras,

ni fuego delante del cual uno pueda sentarse.

15[7696]Así serán para ti aquellos por quienes te has esforzado,

aquellos con quienes has traficado

desde tu juventud.

Se dispersarán cada cual por su camino,

no hay quien te salve.

ISAÍAS 48
Incredulidad de Israel

1[7697]Oídlo, casa de Jacob,

los que lleváis el nombre de Israel,

y habéis salido de la fuente de Judá;

los que juráis por el nombre de Yahvé

y celebráis al Dios de Israel,

mas no en verdad, ni con rectitud,

2aunque lleváis el nombre de la ciudad santa,

y os apoyáis en el Dios de Israel,

cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos.

3[7698]Yo anuncié mucho antes las cosas pasadas;

salieron de mi boca, y las di a conocer;

de repente obré y se cumplieron.

4[7699]Pues sabía Yo que eres dura,

que tu cerviz es de nervios de hierro,

y tu frente de bronce.

5Por eso te las anuncié muy de antemano,

antes que se cumplieran las di a conocer,

a fin de que nunca dijeses: “Mi ídolo las ha hecho;

mi estatua, mi imagen fundida las ha ordenado.”

6[7700]Todo lo que oíste, ahora lo ves.

Y vosotros, ¿no queréis anunciarlo?

Desde ahora te doy a conocer cosas nuevas,

cosas ocultas que tú no conoces.

7Han sido creadas ahora y no en tiempos antiguos;

antes del día de hoy no oíste hablar de ellas,

a fin de que no dijeras: “He aquí, ya lo sabía.”

8[7701]Tú nada oíste, nada sabías,

nada percibiste de antemano con tus oídos,

pues Yo sabía que eres muy infiel

y que tu nombre es “Rebelde”, desde que naciste.

9A causa de mi Nombre detengo mi ira,

y por mi gloria tengo paciencia contigo

para no exterminarte.

10[7702]Mira, te he acrisolado, mas no (hallé) plata,

te he probado en el horno de la aflicción.

11Por Mí, por amor mío hago esto,

porque no permito que me blasfemen,

y mi gloria no cedo a ningún otro.

Nueva predicción de la liberación

12[7703]Escúchame, Jacob, y tú, Israel,

a quien he dado mi nombre: Yo soy;

Yo soy el primero, y soy también el último.

13Mi mano fundó la tierra,

y mi derecha extendió los cielos;

Yo los llamo, y se presentan a una.

14Congregaos, todos vosotros, y escuchad:

¿Quién de entre ellos ha anunciado esto?

Aquel a quien ama Yahvé

ejecutará la voluntad de Él contra Babilonia,

y su brazo (se levantará) contra los caldeos.

15Yo, Yo he hablado, y Yo le he llamado,

Yo le hice venir, y su empresa será coronada de éxito.

16[7704]Acercaos a Mí, oíd esto: Desde el principio

nunca he hablado en secreto,

y cuando se cumplan estas cosas, Yo estoy allí

—mas ahora Yahvé, el Señor, me ha enviado con su espíritu—,

17[7705]Así dice Yahvé, tú redentor, el Santo de Israel:

Yo soy Yahvé, tú Dios, que te enseño cosas provechosas;

que te conduce por el camino que debes seguir.

18[7706]¡Ojalá hubieras atendido mis mandamientos!

entonces tu paz sería como un río,

y tu justicia como las olas del mar.

19Tu descendencia sería como la arena,

y como sus granitos el fruto de tus entrañas.

No sería cortado

ni destruido delante de Mí tu nombre.

20[7707]¡Salid de Babilonia, huid de los caldeos!

Anunciadlo con voz de júbilo, publicad esta nueva,

hacedla llegar hasta los confines de la tierra.

Decid: “Yahvé ha rescatado a su siervo Jacob.

21Y no padecieron sed, cuando los condujo por el desierto;

de la peña les hizo salir agua,

hendió la peña, y brotaron las aguas.

22[7708]No hay paz para los malvados, dice Yahvé.

II. LA OBRA EXPIATORIA DEL SIERVO DE YAHVÉ
ISAÍAS 49
Vocación del Siervo de Dios

1[7709]Oídme islas; prestad atención, pueblos lejanos:

Yahvé me llamó desde el seno materno,

desde las entrañas de mi madre

se acordó de mi nombre.

2[7710]Él hizo mi boca cual espada afilada,

me escondió, bajo la sombra de su mano

me convirtió en saeta aguda,

dentro de su aljaba me tenía guardado.

3[7711]Y me dijo: “Tú eres mi siervo,

oh, Israel, en ti me glorificaré.”

4[7712]Mas yo dije: “En vano me he fatigado,

de balde e inútilmente he consumido mis fuerzas;

pero mi causa está en manos de Yahvé,

y mi recompensa en manos de mi Dios.”

5[7713]Ahora dice Yahvé,

el que desde el seno materno

me formó para siervo suyo,

para conducir a Jacob nuevamente a Él,

y para reunir con Él a Israel

—pues soy glorioso a los ojos de Yahvé,

y mi Dios es mi fuerza—.

6[7714]Así dice: “Poca cosa es que tú me sirvas

para restaurar las tribus de Jacob,

y convertir a los sobrevivientes de Israel;

por lo cual te pondré

por luz de las naciones,

para que llegue mi salvación hasta los términos de la tierra.”

7[7715]Así dice Yahvé,

el Redentor de Israel y su Santo,

al despreciado entre los hombres,

al abominado de las gentes,

al esclavo de los tiranos:

“Reyes verán y se levantarán;

príncipes, y se postrarán

en honor de Yahvé, que es fiel,

por amor del Santo de Israel,

que te ha escogido.”

Liberación de los cautivos

8[7716]Así dice Yahvé:

“Al tiempo de la gracia te escucho,

y en el día de la salvación

vengo a auxiliarte;

Yo te he constituido

y puesto por alianza del pueblo,

a fin de restaurar el país

y repartir las heredades desoladas;

9[7717]a fin de decir a los cautivos: «Salid»,

y a los que están en tinieblas: «Venid a la luz.»

En el camino encontrarán con qué alimentarse,

y sobre todos los cerros (hallarán) su pasto.

10No tendrán hambre ni sed,

no les molestará viento solano ni sol;

porque los conducirá Aquel que de ellos se ha apiadado,

y a manantiales de agua los llevará.

11Convertiré en caminos todos mis montes,

y mis calzadas se alzarán.

12[7718]Mira cómo vienen de lejos;

estos del norte y del oeste,

y aquellos de la tierra de Sinim.”

13Cantad, oh cielos, y tú, oh tierra, salta de gozo;

prorrumpid en júbilo, oh montañas;

porque Yahvé consuela a su pueblo,

y tiene compasión de sus pobres.

Consuelo de Sión

14Dijo Sión: “Yahvé me ha abandonado,

el Señor se ha olvidado de mí.”

15[7719]¿Puede acaso la mujer olvidarse del niño de su pecho,

sin compadecerse del hijo de sus entrañas?

Y aun cuando ella pudiera olvidarle,

Yo no me olvidaría de ti.

16[7720]He aquí que te tengo grabada en las palmas de mis manos,

tus muros están siempre delante de Mí.

17Tus hijos vienen a prisa,

en cambio salen de ti tus devastadores y asoladores.

18[7721]Alza tus ojos en torno de ti y mira:

todos ellos se han congregado para venir a ti.

“Vivo Yo”, dice Yahvé,

que de todos ellos te revestirás como de adorno,

y te los ceñirás como una novia.

19Porque tus desiertos,

tus ruinas y tu tierra asolada,

(todo esto) será demasiado estrecho para los habitantes;

y los que te devoraban se habrán ido lejos.

20Los hijos de tu orfandad

no dejarán de decir a tus oídos:

“El lugar es demasiado estrecho para mí;

dame espacio para habitar.”

21Entonces dirás en tu corazón:

“¿Quién me los ha engendrado?

yo estaba privada de hijos y estéril,

cautiva y repudiada.

A estos, pues, ¿quién los ha criado?

Cuando yo estaba sola, ¿dónde se hallaban ellos?”

Reyes y pueblos servirán a Sión

22[7722]Así dice Yahvé el Señor:

“Ved que alzaré mi mano hacia las naciones,

hacia los pueblos levantaré mi bandera;

y ellos traerán a tus hijos sobre los pechos,

y a tus hijas las llevarán sobre los hombros.

23Reyes serán tus ayos,

y sus reinas tus amas de leche;

rostro por tierra, se postrarán delante de ti,

y lamerán el polvo de tus pies.

Entonces conocerás que Yo soy Yahvé

y que jamás serán avergonzados los que en Mí confían.”

24¿Acaso puede quitársele el botín al fuerte,

o escaparse el que de derecho es cautivo?

25[7723]Sin embargo, esto dice Yahvé:

“Al fuerte le serán quitados los cautivos,

y al opresor le será quitado el botín,

porque Yo pelearé con los que pelean contigo,

y Yo salvaré a tus hijos.

26A tus opresores les daré de comer sus propias carnes;

y se embriagarán con su propia sangre, como con vino nuevo;

y sabrán todos los hombres que Yo, Yahvé, soy tu libertador,

y tú redentor, el Fuerte de Jacob.

ISAÍAS 50
Infidelidad de Israel

1[7724]Así dice Yahvé:

“¿Dónde está el libelo de repudio de vuestra madre,

por el cual la he repudiado?

¿O quién es ese acreedor mío,

al cual os he vendido?

He aquí que por vuestras maldades fuisteis vendidos,

y por vuestros pecados fue repudiada vuestra madre.

2[7725]¿Por qué, cuando Yo vine, no hubo nadie,

y cuando llamé nadie me contestó?

¿Se ha acortado acaso mi brazo,

de suerte que no pueda redimir?

¿O no tengo fuerza para salvar?

Mirad, con una amenaza mía seco el mar,

y torno los ríos en desierto;

se pudren sus peces por falta de agua,

y mueren de sed.

3Yo visto los cielos de tinieblas,

y los cubro con saco.”

Fidelidad del Siervo de Yahvé

4[7726]Yahvé, el Señor, me ha dado lengua de discípulo

para que sepa yo sostener con palabras a los abatidos.

Mañana tras mañana (me) despierta;

me despierta el oído para que escuche como discípulo.

5[7727]Yahvé, el Señor, me ha abierto el oído;

y no fui rebelde, ni me volví atrás.

6[7728]Entregué mi espalda a los que me herían,

y mis mejillas a los que me mesaban la barba;

no escondí mi rostro

ante los que me escarnecían y escupían.

7Pues Yahvé, el Señor, es mi auxiliador;

por eso no he sido confundido;

y así he hecho mi rostro como pedernal,

y sé que no quedaré avergonzado.

8Cerca está el que me justifica.

¿Quién quiere contender conmigo? ¡Presentémonos juntos!

¿Quién es mi adversario? ¡Comparezca ante mí!

9He aquí que Yahvé es mi auxiliador.

¿Quién podrá condenarme?

He aquí que todos ellos serán consumidos como un vestido;

la polilla los devorará.

10Quien de vosotros es temeroso de Yahvé,

oiga la voz de su siervo.

Quien anda en tinieblas y no tiene luz,

¡confíe en el nombre de Yahvé,

y apóyese en su Dios!

11[7729]Mas todos vosotros prendéis el fuego,

y os armáis de saetas incendiarias.

¡Andad a la lumbre de vuestro fuego,

y en medio de las saetas incendiarias que habéis encendido!

De mi mano os vendrá esto:

yaceréis entre dolores.

ISAÍAS 51
Certeza de la salvación

1[7730]Oídme, los que seguís la justicia

y buscáis a Yahvé.

Mirad la roca de la cual habéis sido cortados,

el profundo manantial de donde habéis sido sacados.

2Mirad a Abrahán, vuestro padre,

y a Sara, que os dio a luz;

pues así como le llamé a él que era solo,

y le bendije, y le multipliqué,

3[7731]así Yahvé consolará a Sión,

consolará todas sus ruinas

y convertirá su desierto en paraíso,

y su soledad en jardín de Yahvé,

donde habrá gozo y alegría,

alabanza y voz de júbilo.

4Escuchadme, oh pueblo mío,

prestadme oído, nación mía;

porque de Mí viene la Ley,

y estableceré mi derecho

para luz de los pueblos.

5[7732]Está por venir mi justicia,

mi salvación está en camino,

y mi brazo regirá los pueblos;

en Mí esperan las islas

y confían en mi brazo.

6[7733]Alzad vuestros ojos al cielo,

y mirad hacia abajo, a la tierra;

porque los cielos se disiparán como humo,

y la tierra se envejecerá como un vestido.

De igual modo morirán los que la habitan;

pero mi salvación durará eternamente,

y mi justicia no tendrá fin.

7Escuchadme, los que conocéis la justicia,

tú, pueblo, en cuyo corazón está mi Ley.

No temáis el oprobio de los hombres,

y ante sus afrentas no os asustéis.

8Porque como a vestido los comerá la polilla,

y, como a lana, los consumirá el gusano;

mas mi justicia durará eternamente,

y mi salvación de generación en generación.

9[7734]¡Despierta, despierta,

vístete de fortaleza, oh brazo de Yahvé!

¡Álzate, como en los días antiguos,

como en las generaciones pasadas!

¿No eres Tú quien aplastaste a Rahab

y traspasaste al dragón?

10¿No eres Tú el que enjutó la mar,

las aguas del grande abismo?

¿El que convirtió en camino

las profundidades del mar,

para que pasaran los rescatados?

11[7735]Volverán los rescatados de Yahvé;

con cantos de júbilo entrarán en Sión,

coronada la cabeza con alegría eterna.

El gozo y la alegría serán su heredad,

y huirán el dolor y el llanto.

12Yo, Yo soy vuestro consolador.

¿Quién eres tú para temer a un hombre mortal,

a un hijo de hombre que no es más que heno?

13[7736]Y te olvidas de Yahvé, tu Creador,

que extendió los cielos y cimentó la tierra.

Tiemblas continuamente, todos los días,

ante el furor del opresor,

listo para destruirte.

¿Dónde está ahora el furor del opresor?

14[7737]Presto será libertado el encorvado;

no morirá en la fosa,

ni le faltará su pan.

15Yo soy Yahvé, tu Dios, que agito el mar,

de modo que se embravezcan sus olas.

Yahvé de los ejércitos es su nombre.

Sión beberá el cáliz de la ira, después será librada

16[7738]Yo he puesto mis palabras en tu boca,

y te he cobijado bajo la sombra de mi mano,

para plantar cielos y fundar una tierra,

y para decir a Sión: “Tú eres mi pueblo.”

17[7739]¡Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén,

tú que bebiste de la mano de Yahvé el cáliz de su ira;

hasta las heces has bebido el cáliz

que causa vértigo.

18De todos los hijos que ha dado a luz

no hay quien la conduzca,

y entre todos los hijos que ha criado

no hay quien la lleve de la mano.

19Cayeron sobre ti estas dos clases de males:

— ¿quién se compadece de ti?—

devastación y quebranto, hambre y espada;

¿quién te consolará?

20Desfallecidos yacen tus hijos

en las encrucijadas de todas las calles,

como antílope en la red,

cubiertos de la ira de Yahvé,

de la indignación de tu Dios.

21Por tanto, oye esto, oh afligida,

tú, oh embriagada, pero no de vino.

22Así dice Yahvé, tu Señor y tu Dios,

que defiende la causa de su pueblo:

“He aquí que quito de tu mano el cáliz que causa vértigo,

el cáliz de mi furor;

ya no volverás a beberlo.

23[7740]Lo pondré en manos de tus opresores, que te decían:

«Póstrate, para que pasemos por encima de ti»;

y tú pusiste como suelo tu dorso,

y eras camino para los que transitaban.”

ISAÍAS 52
Liberación gratuita de Israel

1[7741]¡Despierta, despierta,

vístete de tu fortaleza, oh Sión;

viste tus vestiduras de gala,

oh Jerusalén, ciudad santa!

pues el incircunciso y el inmundo

ya no volverán a entrar en ti.

2¡Sacúdete el polvo, levántate,

toma asiento, oh Jerusalén;

desata las ligaduras de tu cuello,

oh cautiva, hija de Sión!

3[7742]Porque así dice Yahvé: “De balde fuisteis vendidos, y sin dinero seréis rescatados.” 4[7743]Pues esto dice Yahvé, el Señor: Al principio bajó mi pueblo a Egipto, para habitar allí; y Asiria lo oprimió sin causa. 5Y ahora, ¿qué hago yo aquí?, dice Yahvé; porque mi pueblo ha sido llevado por nada. Aúllan sus tiranos, dice Yahvé, y continuamente día por día es blasfemado mi Nombre. 6Por eso mi pueblo conocerá mi Nombre; (conocerá) en aquel día que soy Yo quien dice: “Heme aquí.”

La buena nueva del regreso de los cautivos

7[7744]Cuan hermosos sobre los montes

los pies del mensajero de albricias,

que trae la buena nueva de la paz,

que anuncia felicidad y pregona la salvación;

diciendo a Sión: “Reina tu Dios.”

8(Se oye) la voz de tus atalayas;

alzan el grito y prorrumpen en cánticos todos,

porque con sus propios ojos

ven el retorno de Yahvé a Sión.

9[7745]Saltad de júbilo, cantad a una,

ruinas de Jerusalén;

pues Yahvé ha consolado a su pueblo,

ha rescatado a Jerusalén.

10[7746]Yahvé ha revelado su santo brazo

a la vista de todas las naciones,

y todos los confines de la tierra

verán la salvación obrada por nuestro Dios.

11[7747]Marchad, marchaos, salid de allí;

no toquéis cosa inmunda;

salid de en medio de ella;

purificaos, los que lleváis

el equipaje de Yahvé.

12Pues no saldréis precipitadamente,

ni partiréis como fugitivos,

porque vuestra vanguardia es Yahvé,

y vuestra retaguardia el Dios de Israel.

La figura del Siervo de Yahvé

13[7748]He aquí que mi Siervo está lleno de sabiduría,

será grande, excelso y ensalzado sobremanera.

14[7749]Pero muchos se pasmarán de él

—tan desfigurado está, su aspecto ya no es de hombre,

y su figura no es como la de los hijos de los hombres—.

15[7750]Él rociará a muchas naciones;

y ante él los reyes cerrarán la boca,

al ver lo que no les había sido contado,

al contemplar lo que nunca habían oído.

ISAÍAS 53
Humillación y gloria del Siervo de Yahvé

1[7751]¿Quién ha creído nuestro anuncio,

y a quién ha sido revelado el brazo de Yahvé?

2[7752]Pues creció delante de Él como un retoño,

cual raíz en tierra árida;

no tiene apariencia ni belleza para atraer nuestras miradas,

ni aspecto para que nos agrade.

3[7753]Es un (hombre) despreciado, el desecho de los hombres,

varón de dolores y que sabe lo que es padecer;

como alguien de quien uno aparta su rostro,

le deshonramos y le desestimamos.

4[7754]Él, en verdad, ha tomado sobre sí nuestras dolencias,

ha cargado con nuestros dolores,

y nosotros le reputamos como castigado,

como herido por Dios y humillado.

5[7755]Fue traspasado por nuestros pecados,

quebrantado por nuestras culpas;

el castigo, causa de nuestra paz, cayó sobre él,

y a través de sus llagas hemos sido curados.

6Éramos todos como ovejas errantes,

seguimos cada cual nuestro propio camino;

y Yahvé cargó sobre él

la iniquidad de todos nosotros.

7[7756]Fue maltratado, y se humilló, sin decir palabra

como cordero que es llevado al matadero;

como oveja que calla ante sus esquiladores,

así él no abre la boca.

8[7757]Fue arrebatado por un juicio injusto,

sin que nadie pensara en su generación.

Fue cortado de la tierra de los vivientes

y herido por el crimen de mi pueblo.

9[7758]Se le asignó sepultura entre los impíos,

y en su muerte está con el rico,

aunque no cometió injusticia,

ni hubo engaño en su boca.

10[7759]Yahvé quiso quebrantarle con sufrimientos;

mas luego de ofrecer su vida en sacrificio por el pecado,

verá descendencia y vivirá largos días,

y la voluntad de Yahvé será cumplida por sus manos.

11[7760]Verá (el fruto) de los tormentos de su alma,

y quedara satisfecho.

Mi siervo, el Justo, justificará a muchos por su doctrina,

y cargará con las iniquidades de ellos.

12[7761]Por esto le daré en herencia una gran muchedumbre,

y repartirá los despojos con los fuertes,

por cuanto entregó su vida a la muerte,

y fue contado entre los facinerosos.

Porque tomó sobre sí los pecados de muchos

e intercedió por los transgresores.

ISAÍAS 54
Fecundidad y gloria de la nueva Sión

1[7762]Regocíjate, estéril, tú que estabas sin hijos,

prorrumpe en júbilo y gritos de alegría, tú que nunca estuviste de parto;

pues son más numerosos los hijos de la abandonada

que los hijos de aquella que tiene marido, dice Yahvé.

2Dilata el lugar de tu tienda,

que se hagan más anchas las pieles de tu pabellón;

no seas parca en ello, alarga tus cuerdas,

y afianza tus estacas.

3Pues te extenderás a la derecha y a la izquierda;

porque tu prole poseerá las naciones,

y poblará las ciudades desoladas.

4[7763]No temas, pues no quedarás confundida;

no te avergüences, porque no tendrás de qué avergonzarte.

Te olvidarás de la vergüenza de tu juventud,

y no te acordarás más del oprobio de tu viudez.

5[7764]Porque esposo tuyo es tu Creador,

cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos,

y tú redentor es el Santo de Israel,

que se llama Dios de toda la tierra.

6[7765]Pues Yahvé te ha llamado (de nuevo)

como a una mujer abandonada y afligida de espíritu,

como a la esposa de la juventud que ha sido repudiada,

dice tu Dios.

7Por un breve momento te abandoné;

mas con gran misericordia te acogeré de nuevo.

8En un desborde de ira

te oculté por un instante mi rostro;

pero con eterna misericordia tuve compasión de ti,

dice Yahvé, tu Redentor.

9[7766]Pues esto es para Mí (como lo de) las aguas de Noé,

cuando juré que las aguas de Noé no inundarían más la tierra;

así he jurado no enfurecerme más contra ti,

ni amenazarte.

10[7767]Aun cuando se muevan los montes

y vacilen los collados,

mi misericordia no se alejará de ti,

y no vacilará mi alianza de paz,

dice el que se compadece de ti, Yahvé.

La nueva Jerusalén

11[7768]Pobrecita, azotada por la tempestad, y que estás sin consuelo,

he aquí que Yo asentaré tus piedras

sobre carbunclos, y te cimentaré sobre zafiros.

12Construiré tus almenas con rubíes,

tus puertas con piedras de cristal;

y toda tu muralla con piedras preciosas.

13[7769]Todos tus hijos serán instruidos por Yahvé,

y gozarán de abundancia de paz.

14Serás restablecida en justicia;

y estarás lejos de la opresión, pues nada tendrás que temer;

y lejos del espanto, el cual no te alcanzará más.

15[7770]Si (enemigos) se juntan contra ti, no es de parte mía;

cuantos se juntaren contra ti, delante de ti caerán.

16[7771]He aquí que Yo he hecho al herrero,

que sopla las brasas del fuego

y forja el arma para su obra.

Yo he hecho también al devastador para destruir.

17[7772]Toda arma forjada contra ti será ineficaz,

y tú condenarás toda lengua que se mueva para juzgarte.

Esta es la herencia de los siervos de Yahvé

y la justicia que de Mí les vendrá —oráculo de Yahvé.

ISAÍAS 55
Exhortación a aprovechar la salud mesiánica

1[7773]¡Oh vosotros, sedientos todos,

venid a las aguas!

Venid también los que no tenéis dinero,

comprad y comed;

sí, venid y comprad, sin dinero y sin pago,

vino y leche.

2[7774]¿Por qué pagáis dinero por lo que no es pan,

y os fatigáis por lo que no puede saciaros?

¡Escuchadme con atención

y comeréis lo que es bueno,

y vuestra alma se recreará

con pingües manjares!

3[7775]Prestad vuestro oído y venid a Mí;

escuchad, y vivirá vuestra alma,

y Yo haré con vosotros una alianza eterna

(según) las misericordiosas promesas

dadas a David.

4[7776]Mira, Yo le he constituido como testigo para los pueblos,

como caudillo y maestro de las naciones.

5[7777]He aquí que llamarás a pueblos que no conocías,

y naciones que te eran desconocidas correrán hacia ti

por amor de Yahvé, tu Dios,

y del Santo de Israel, pues Él te ha glorificado.

6Buscad a Yahvé mientras puede ser hallado,

invocadle mientras está cerca.

7[7778]Deje el impío su camino,

y el hombre inicuo sus designios,

y conviértase a Yahvé, que tendrá de él misericordia,

y a nuestro Dios, porque es rico en perdonar.

8[7779]Pues mis pensamientos

no son vuestros pensamientos,

y vuestros caminos

no son mis caminos, dice Yahvé.

9Así como el cielo es más alto que la tierra,

así mis caminos son más altos que vuestros caminos,

y mis pensamientos que vuestros pensamientos.

10Como la lluvia y la nieve bajan del cielo,

y no vuelven allá,

sino que empapan la tierra,

y la fecundan y hacen germinar,

para que dé simiente al que siembra, y pan al que come;

11[7780]así será la palabra mía que sale de mi boca:

no volverá a Mí sin fruto,

sin haber obrado lo que Yo quería,

y ejecutado aquellas cosas que Yo le ordenara.

12[7781]Partiréis con gozo,

y en paz seréis conducidos;

los montes y los collados os aclamarán con júbilo,

y todos los árboles del campo batirán palmas.

13En vez de los espinos crecerá el abeto,

y en lugar de la zarza, el mirto;

y será esto para gloria de Yahvé,

para señal eterna que jamás desaparecerá.

ISAÍAS 56
Vocación de los gentiles

1Así dice Yahvé:

“Observad el derecho y practicad la justicia;

porque pronto vendrá mi salvación,

y va a revelarse mi justicia.”

2[7782]Bienaventurado el hombre que así obra,

y el hijo del hombre

que a esto se atiene,

que observa el sábado sin profanarlo,

y que guarda su mano de toda obra mala.

3[7783]No diga el extranjero que se ha adherido a Yahvé:

“Yahvé me excluye totalmente de su pueblo”,

ni diga el eunuco:

“He aquí que soy un árbol seco.”

4[7784]Porque así dice Yahvé a los eunucos

que guardan mis sábados

y escogen lo que me es grato

y se atienen a mi alianza:

5“Yo les daré en mi Casa y dentro de mis muros,

valor y nombre, mejor que hijos e hijas;

les daré un nombre eterno que nunca perecerá.

6Y a los extranjeros que se unen a Yahvé, para servirle,

y para amar el nombre de Yahvé,

y ser sus siervos;

a cuantos guardan el sábado sin profanarlo

y se atienen a mi alianza,

7[7785]los conduciré a mi santo monte,

y los llenaré de gozo en mi Casa de oración;

sus holocaustos y sus sacrificios

serán gratos sobre mi altar:

porque mi Casa será llamada

Casa de oración para todos los pueblos.”

8[7786]Oráculo de Yahvé, el Señor, que recoge a los desterrados de Israel:

“Conduciré hacia él también a otros, además de los ya recogidos.”

Contra los malos pastores

9[7787]Todas las bestias del campo, venid y comed,

y vosotras, todas las fieras del bosque.

10Los atalayas de (Israel) son ciegos todos, no entienden nada;

todos son perros mudos que no pueden ladrar;

soñolientos, dormilones que aman el sueño.

11Y estos perros son voraces, jamás se hartan;

los mismos pastores no entienden,

cada uno de ellos sigue su propio camino;

cada cual va tras su propio interés,

hasta el último.

12[7788]“Venid, yo traeré vino

y tomaremos bebidas embriagantes;

y mañana será como hoy,

día grande, muy grande.”

ISAÍAS 57
Contra la idolatría

1[7789]El justo perece, y no hay quien se conduela;

son arrebatados los hombres piadosos,

y nadie advierte

que el justo es quitado

para eximirlo del mal.

2Entra en la paz; descansan en sus moradas

los que anduvieron con rectitud.

3[7790]Mas vosotros acercaos aquí, hijos de la hechicera,

descendencia de la adúltera y de la ramera.

4¿De quién os burláis?

¿Contra quién ensancháis la boca y sacáis la lengua?

¿No sois hijos de pecado, linaje de mentira?

5[7791]Os inflamáis de concupiscencia

bajo cada terebinto

y bajo todo árbol frondoso,

y sacrificáis a los niños

en los valles de los torrentes,

en las hendiduras de las rocas.

6Las piedras del torrente serán tu herencia;

ellas, ellas son tu suerte,

porque a ellas les derramaste libaciones y les presentaste ofrendas.

¿Y por ello no he de indignarme?

7[7792]Sobre un monte alto y encumbrado colocaste tu lecho,

y allí subes para inmolar víctimas.

8[7793]Detrás de la puerta y los postes pusiste tu memorial,

y lejos de Mí te desnudaste,

allí subiste a tu lecho y lo ensanchaste,

vendiéndote a aquellos

cuyo comercio amabas, y cuyo signo veías.

9[7794]Llevaste ungüentos al rey,

y multiplicaste tus unciones;

enviaste lejos a tus legados,

y descendiste hasta el scheol.

10[7795]Te fatigaste en el largo camino,

pero no dijiste: “Es en vano.”

Hallaste cómo avivar tus fuerzas,

por eso no te debilitaste.

11¿A quién temiste, acongojada,

para renegar de Mí, para no acordarte de Mí,

ni parar mientes en ello?

¿No es porque Yo callaba desde largo tiempo?

Por eso no me tuviste miedo.

12[7796]Ahora haré conocer cuál es tu justicia,

y cuáles tus obras que no te aprovecharán.

13[7797]Cuando clames, ¡líbrete tu colección (de imágenes)!

Mas el viento se las llevará a todas;

un soplo las arrebatará:

pero el que se refugia en Mí, heredará la tierra,

y poseerá mi santo monte.

Mensaje de misericordia

14Y se dirá: ¡Allanad, haced terraplenes,

despejad el camino; levantad los tropiezos del camino de mi pueblo!

15[7798]Porque así dice el Alto, el Excelso,

cuya morada es eterna, y cuyo nombre es el Santo:

Yo habito en la altura y en la santidad,

y también en los (de corazón) contrito, y en los humildes de espíritu,

para vivificar el espíritu de los humildes,

y reanimar el corazón de los contritos.

16Pues no para siempre quiero litigar,

ni guardar eternamente la ira;

porque desfallecería ante Mí el espíritu

de las vidas que Yo he creado.

17[7799]Por culpa de su codicia me irrité y le castigué,

escondí (mi rostro) y me airé,

pero él en su perversidad

siguió los caminos de su corazón.

18Yo he visto sus caminos, y le sanaré;

Yo seré su guía y le consolaré a él y a sus afligidos;

19[7800]Yo que creo la paz, fruto de los labios,

paz para el que está lejos y para el que está cerca,

Yo le sanaré. Así dice Yahvé.

20Mas los impíos son como un mar alborotado

que no puede calmarse

y cuyas aguas revuelven el barro y el lodo.

21[7801]No hay paz para los impíos, dice mi Dios.

III. VATICINIOS SOBRE EL REINO MESIÁNICO
ISAÍAS 58
Piedad auténtica

1[7802]Clama a voz en cuello y no ceses;

cual trompeta alza tu voz;

denuncia a mi pueblo sus maldades,

y a la casa de Jacob sus pecados.

2[7803]Me buscan día tras día

y se deleitan en conocer mis caminos,

como si practicasen la justicia,

y no hubiesen abandonado la ley de su Dios.

Me piden juicios justos,

y pretenden acercarse a Dios.

3[7804](Dicen): “¿Por qué ayunamos, si Tú no lo ves?

¿Por qué hemos humillado nuestra alma,

si Tú te haces el desentendido?”

Es porque en vuestro día de ayuno andáis tras vuestros negocios

y apremiáis a todos vuestros trabajadores.

4He aquí que ayunáis para hacer riñas y pleitos,

y para herir a otros, impíamente, a puñetazos.

No ayunéis como ahora,

si queréis que en lo alto se oiga vuestra voz.

5¿Es este el ayuno que Yo amo?

¿(Es este) el día en que el hombre

debe afligir su alma?

Encorvar la cabeza como el junco

y tenderse sobre saco y ceniza,

¿a esto llamáis ayuno,

día acepto a Yahvé?

El ayuno grato a Yahvé

6[7805]El ayuno que Yo amo consiste en esto:

soltar las ataduras injustas,

desatar las ligaduras de la opresión,

dejar libre al oprimido y romper todo yugo,

7[7806]partir tu pan con el hambriento,

acoger en tu casa a los pobres sin hogar,

cubrir al que veas desnudo,

y tratar misericordiosamente

al que es de tu carne.

8[7807]Entonces prorrumpirá tu luz como la aurora,

y no tardará en brotar tu salvación;

entonces tu justicia irá delante de ti,

y detrás de ti la gloria de Yahvé.

9[7808]Entonces clamarás, y Yahvé te responderá;

y si pides auxilio dirá: “Heme aquí”,

con tal que apartes de en medio de ti el yugo

y ceses de extender el dedo y hablar maldad.

10[7809]Cuando abras tus entrañas al hambriento,

y sacies al alma afligida,

nacerá tu luz en medio de las tinieblas,

y tu obscuridad será como el mediodía.

11Entonces Yahvé te guiará sin cesar,

hartará tu alma en tierra árida,

y dará fuerza a tus huesos;

serás como huerto regado,

y como manantial de agua,

cuyas aguas nunca se agotan.

12[7810]Edificarás las ruinas antiguas;

levantarás los cimientos

echados hace muchas generaciones;

serás llamado reparador de brechas,

restaurador de caminos

para que allí se pueda habitar.

13[7811]Cuando te abstengas de caminar en sábado,

y de hacer tú gusto en mi día santo;

cuando llames al sábado (día de) delicias,

(día) venerable y santo a Yahvé,

dejando tus caminos,

y no buscando tu propio placer

ni hablando cosas vanas,

14[7812]entonces hallarás tu delicia en Yahvé;

te elevaré sobre las alturas de la tierra,

y te sustentaré con la herencia de tu padre Jacob;

porque la boca de Yahvé ha hablado.

ISAÍAS 59
Necesidad de la conversión

1[7813]He aquí que la mano de Yahvé

no es tan corta para que no pueda salvar,

ni tan sordo su oído para que no pueda oír;

2sino que vuestras iniquidades

os han separado de vuestro Dios,

y vuestros pecados han hecho que Él oculte de vosotros su rostro

para no oíros.

3Porque vuestras manos están manchadas de sangre,

y de iniquidad vuestros dedos;

vuestros labios profieren mentira,

y vuestras lenguas dicen maldades.

4[7814]No hay quien clame por la justicia,

ni juzgue con verdad.

Confían en vanidad y hablan perversidad,

conciben maldad y dan a luz iniquidad.

5[7815]Empollan huevos de áspid,

y tejen telas de araña;

el que come de sus huevos muere,

y si un huevo se rompe, sale un basilisco.

6Sus tejidos no sirven para vestidos;

no pueden vestirse con lo que tejen,

pues sus obras son obras de maldad,

y en sus manos llevan violencia.

7[7816]Sus pies corren tras el mal,

y se apresuran a derramar sangre inocente;

sus pensamientos son pensamientos de iniquidad,

desolación y ruina hay a lo largo de sus senderos.

8[7817]No conocen la senda de la paz,

ni hay justicia en sus caminos,

tuercen sus sendas;

quien anda por ellos no conoce la paz.

Confusión del pueblo

9Por eso la rectitud está lejos de nosotros,

y no nos encuentra la justicia,

esperamos la luz, mas he aquí tinieblas;

la claridad del día, y caminamos a oscuras.

10Palpamos la pared como ciegos;

andamos a tientas como los que no tienen ojos;

tropezamos en pleno día como si fuera de noche,

estamos en lugares oscuros como muertos.

11Gruñimos todos como osos,

y como palomas gemimos sin cesar;

esperamos en la justicia, y no aparece;

en la salvación, que queda lejos de nosotros.

12[7818]Pues son numerosos nuestros pecados delante de Ti,

y nuestras iniquidades dan testimonio contra nosotros;

porque nuestros pecados están delante de nosotros,

y conocemos nuestras iniquidades:

13que hemos pecado y renegado de Yahvé,

que nos hemos retirado de nuestro Dios,

que hemos hablado palabras violentas y rebeldes,

que concebimos mentiras y las proferimos de nuestro corazón.

14[7819]Por esto se ha retirado la rectitud,

y la justicia se mantiene lejos;

porque la verdad tropieza en la plaza,

y la rectitud no halla entrada.

15La lealtad ha sido desterrada,

y es tratado como presa el que se aleja del mal.

Yahvé lo vio, y no le gustó que ya no hubiese justicia.

Yahvé salva a los arrepentidos

16[7820]Vio que no había hombre (justo),

y se asombró de que nadie intercediera.

Entonces le ayudó su propio brazo,

y se apoyó en su justicia.

17[7821]Se revistió de justicia, como de una coraza,

y (se puso) en la cabeza el yelmo de la salvación,

se cubrió de vestiduras de venganza,

y se envolvió en celo como en un manto.

18[7822]Como las obras así la retribución;

ira para sus adversarios,

el pago correspondiente a sus enemigos;

hasta las islas recibirán su merecido.

19Entonces temerán desde el occidente el nombre de Yahvé,

y desde el nacimiento del sol su gloria;

porque vendrá cual río impetuoso,

impelido por el Espíritu de Yahvé.

20[7823]Vendrá como Libertador de Sión,

para (redimir) a los de Jacob

que se conviertan del pecado, dice Yahvé.

21[7824]Y en cuanto a Mí,

este será mi pacto con ellos, dice Yahvé:

“Mi Espíritu que está sobre ti,

y mis palabras que puse Yo en tu boca,

no se apartarán de tu boca,

ni de la boca de tus hijos,

ni de la boca de los hijos de tus hijos,

dice Yahvé, desde ahora y para siempre.”

ISAÍAS 60
Gloria de la nueva Jerusalén

1[7825]Álzate y resplandece, porque viene tu lumbrera,

y la gloria de Yahvé brilla sobre ti.

2[7826]Pues mientras las tinieblas cubren la tierra,

y densa oscuridad a las naciones,

se levanta sobre ti Yahvé,

y se deja ver sobre ti su gloria.

3[7827]Los gentiles vendrán hacia tu luz,

y reyes a ver el resplandor de tu nacimiento.

4Alza tus ojos y mira en torno tuyo:

todos estos se congregaron y vendrán a ti;

vendrán de lejos tus hijos,

y tus hijas serán traídas al hombro.

5[7828]Entonces lo verás, y te extasiarás;

palpitará tu corazón y se ensanchará;

pues te serán traídas las riquezas del mar;

y te llegarán los tesoros de los pueblos.

6[7829]Muchedumbre de camellos te inundará,

dromedarios de Madián y Efá.

Todos ellos vienen de Sabá,

trayendo oro e incienso

y pregonando las glorias de Yahvé.

7[7830]Todos los rebaños de Cedar serán congregados para ti,

a tu disposición estarán los carneros de Nabayot;

serán ofrecidos como (sacrificios) gratos sobre mi altar;

y haré gloriosa la Casa de mi Majestad.

8[7831]¿Quiénes son estos que vienen volando como una nube,

como palomas que (vuelven) a su palomar?

9Porque tierras lejanas esperarán en Mí;

las naves de Tarsis serán las primeras

en traer de lejos tus hijos,

y con ellos su plata y su oro

para el nombre de Yahvé, tu Dios,

y para el Santo de Israel,

pues Él te glorifica.

10[7832]Los extranjeros edificarán tus muros,

y sus reyes te servirán;

porque en mi ira te castigué,

pero a causa de mi bondad tengo piedad de ti.

11[7833]Tus puertas estarán siempre abiertas;

no se cerrarán ni de día ni de noche;

para introducir en ti las riquezas de los gentiles

y conducir allí a sus reyes.

12Porque la nación y el reino que no te sirvan, perecerán,

y los gentiles serán completamente exterminados.

13[7834]Vendrá a ti la gloria del Líbano,

el abeto, el olmo y el cedro juntamente,

para adornar el lugar de mi Santuario;

pues haré glorioso el lugar donde posan mis pies.

14Vendrán a ti, encorvados, los hijos de los que te humillaron,

y se postrarán a las plantas de tus pies todos los que te despreciaron;

y te llamarán “Ciudad de Yahvé”,

“Sión del Santo de Israel”.

El mismo Dios habitará en Sión

15Por cuanto estuviste abandonada y aborrecida,

sin que nadie te frecuentase,

haré que seas la gloria de los siglos,

el gozo de todas las generaciones.

16[7835]Mamarás la leche de los gentiles,

pechos de reyes te alimentarán;

y conocerás que Yo, Yahvé, soy tu Salvador,

y que el Fuerte de Jacob es tu Redentor.

17En vez de bronce traeré oro,

en vez de hierro, plata,

en vez de madera, bronce,

en vez de piedras, hierro.

Por gobierno tuyo pondré la paz,

y por magistrados tuyos la justicia.

18[7836]No se oirá más hablar de violencia en tu tierra,

de desolación y ruina en tus confines;

tus muros los llamarás “Salvación”,

y tus puertas “Alabanza”.

19[7837]No será ya el sol tu luz durante el día,

ni te alumbrará la luz de la luna;

porque Yahvé será para ti eterna lumbrera,

y tu esplendor el Dios tuyo.

20No se pondrá más tu sol, ni faltará tu luna;

porque tu luz eterna será Yahvé,

y los días de tu llanto se habrán acabado.

21[7838]El pueblo tuyo

se compondrá solamente de justos

y heredarán para siempre la tierra;

serán renuevos plantados por Mí mismo,

obra de mi mano, para gloría (mía).

22[7839]El más pequeño vendrá a ser mil,

y del más chico saldrá una nación poderosa.

Yo, Yahvé, haré súbitamente esto a su tiempo.

ISAÍAS 61
Ministerio del Mesías

1[7840]El Espíritu del Señor, Yahvé, está sobre mí

porque Yahvé me ha ungido,

y me ha enviado para evangelizar a los humildes;

para vendar a los de corazón quebrantado,

para anunciar la libertad a los cautivos

y la liberación a los encarcelados;

2para pregonar el año de la gracia de Yahvé,

y el día de la venganza de nuestro Dios;

para consolar a todos los afligidos,

3[7841]y alegrar a los que lloran en Sión;

para darles una diadema en lugar de ceniza,

el óleo de gozo en vez de tristeza

y un manto de gloria en lugar del espíritu de abatimiento;

y serán llamados encinas de justicia,

plantadas por Yahvé para gloria suya.

Restauración después de la humillación

4[7842]Edificarán las ruinas antiguas,

y levantarán los lugares destruidos anteriormente;

restaurarán las ciudades arruinadas,

las desolaciones de generaciones pasadas.

5Y se presentarán los extranjeros para apacentar vuestros rebaños;

y los extraños serán vuestros labradores y viñadores.

6[7843]Mas vosotros seréis llamados

sacerdotes de Yahvé,

y se os dará

el nombre de ministros de nuestro Dios;

comeréis las riquezas de los gentiles,

y os adornaréis con la gloria de ellos.

7En lugar de vuestra deshonra tendréis doble (honor),

y en vez de ignominia (mis siervos) se regocijarán en su porción;

por eso poseerán doblada porción en su tierra

y será perdurable su gozo.

8[7844]Porque Yo, Yahvé, amo la justicia

y aborrezco la rapiña (consagrada) en holocausto;

les daré fielmente su recompensa,

y concertaré con ellos un pacto eterno.

9[7845]Su descendencia será conocida entre las naciones,

y su linaje en medio de los pueblos;

todos cuantos los vieren,

reconocerán que son ellos la raza bendita de Yahvé.

Acción de gracias por la salvación

10[7846]Con sumo gozo me regocijaré en Yahvé,

y mi alma se alegrará en mi Dios:

pues me revistió con las vestiduras de la salvación,

y me cubrió con el manto de la justicia,

como a novio que se adorna con una corona,

y como a novia que se engalana con sus joyas.

11Porque como la tierra hace brotar sus gérmenes,

y como el huerto hace germinar sus semillas,

así Yahvé hará florecer la justicia y la gloria

ante todas las naciones.

ISAÍAS 62
La salud mesiánica

1[7847]A causa de Sión no puedo callar,

y por amor de Jerusalén no buscaré descanso;

hasta que salga, cual luz, su justicia,

y brille, cual antorcha, su salvación.

2Entonces verán los gentiles tu justicia,

y todos los reyes tu gloria;

y se te dará un nombre nuevo,

que Yahvé determinará con su boca.

3Tú serás una corona de gloria

en la mano de Yahvé,

y una diadema real en la mano de tu Dios.

4[7848]Ya no serás llamada “Desamparada”,

ni será denominado tu país “Desierto”;

serás llamada “Mi delicia está sobre ti”,

y tu tierra, “Esposa”;

porque en ti se deleita Yahvé

y tu tierra tendrá esposo.

5Porque así como el joven

se desposa con la doncella,

así tus hijos se desposarán contigo;

y como el novio se complace en la novia,

así serás tú el gozo de tu Dios.

6[7849]Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto centinelas,

que nunca callarán, ni de día ni de noche.

¡No os deis descanso, los que recordáis a Yahvé!

7Ni le concedáis reposo

hasta que restablezca a Jerusalén

y la ponga por gloria de la tierra.

8Yahvé ha jurado por su diestra,

y por su brazo fuerte:

“Yo no daré más tu trigo

para sustento de tus enemigos,

ni beberán en adelante extraños tu vino,

fruto de tus fatigas.

9Los que recogen la cosecha la comerán,

y alabarán a Yahvé;

y los que hacen la vendimia beberán el (vino)

en los atrios de mi Santuario.

10[7850]Pasad, pasad por las puertas;

preparad el camino al pueblo,

allanad, allanad la senda, quitad las piedras;

alzad un estandarte para los pueblos.”

11[7851]He aquí lo que Yahvé ha pregonado

hasta las extremidades de la tierra:

“Decid a la hija de Sión:

«Mira que viene tu Salvador,

mira cómo trae consigo su galardón,

y delante de él va su recompensa.»

12Entonces serán llamados «Pueblo Santo»,

«Redimidos de Yahvé», y tú serás llamada

«Buscada», «Ciudad no desamparada».”

ISAÍAS 63
Triunfo de Cristo Rey

1[7852]¿Quién es este que viene de Edom,

de Bosra con vestidos teñidos (de sangre)?

¡Tan gallardo en su vestir,

camina majestuosamente

en la grandeza de su poder!

“Soy Yo el que habla con justicia,

el poderoso para salvar.”

2“¿Por qué está rojo tu vestido

y tus ropas como las de lagarero?”

3“He pisado yo solo el lagar,

sin que nadie de los pueblos me ayudase:

los he pisado en mi ira,

y los he hollado en mi furor;

su sangre salpicó mis ropas,

manchando todas mis vestiduras.

4Porque había fijado en mi corazón el día de la venganza,

y el año de mis redimidos había llegado.

5[7853]Miré, mas no había quien me auxiliase,

me asombré, pero nadie vino a sostenerme.

Me salvó mi propio brazo,

y me sostuvo mi furor.

6[7854]Pisoteé a los pueblos en mi ira,

y los embriagué con mi furor,

derramando por tierra su sangre.”

Plegaria del profeta en nombre de Israel

7[7855]Celebraré las misericordias de Yahvé,

las alabanzas de Yahvé,

según todo lo que Yahvé nos ha hecho,

y la gran bondad que ha usado con la casa de Israel según su piedad,

y según la multitud de sus misericordias.

8[7856]Pues Él dijo: “¡Sí! Son mi pueblo,

hijos que no serán más infieles”,

y así se hizo Salvador suyo.

9[7857]Todas las angustias de ellos fueron angustias Suyas,

y el Ángel de su Rostro los sacó a salvo.

En su amor y en su misericordia Él los rescató, los sostuvo

y los llevó todo el tiempo pasado.

10[7858]Mas ellos se rebelaron,

y contristaron su santo Espíritu;

entonces se convirtió en enemigo de ellos,

y Él mismo los combatió.

11Pero se acordó de los tiempos antiguos,

de Moisés y de su pueblo (diciendo):

¿Dónde está El que los sacó del mar

con los pastores de su grey?

¿Dónde El que puso en medio de ellos

su santo Espíritu?

12¿Dónde Aquel que los guió

por la diestra de Moisés?

¿Dónde su brazo glorioso,

que dividió las aguas delante de ellos,

para adquirirse un nombre eterno?

13[7859]¿Dónde Aquel que los condujo por en medio de los abismos,

como a caballo por el desierto, sin que tropezaran?

14[7860]Como el ganado es llevado al valle,

así el Espíritu de Yahvé los llevó al descanso.

De esta manera condujiste Tú a tú pueblo,

a fin de adquirirte un nombre glorioso.

15[7861]Atiende desde el cielo

y mira desde tu santa y gloriosa morada.

¿Dónde está tu celo y tu fuerza,

la ternura de tus entrañas y tus misericordias?

¿No las usas conmigo?

16[7862]Porque Tú eres nuestro Padre,

aunque Abrahán no nos conoce,

e Israel nada sabe de nosotros.

Tú, Yahvé, eres nuestro Padre;

“Redentor nuestro”,

este es tu nombre desde la eternidad.

17¿Cómo, Yahvé, permitirías que nos desviemos de tus caminos,

endurezcamos nuestro corazón en vez de temerte?

Vuélvete por amor de tus siervos,

de las tribus de tu herencia.

18[7863]Tu santo pueblo la poseyó solo por breve tiempo;

porque nuestros enemigos han pisoteado tu Santuario.

19[7864]Somos desde mucho como aquellos

que Tú no gobiernas,

como los que nunca llevaron tu nombre.

ISAÍAS 64
Continúa la plegaria del profeta

1[7865]¡Oh, si rasgaras los cielos y bajaras!

—A tu presencia se derretirían los montes—

2cual fuego que enciende la leña seca,

cual fuego que hace hervir el agua,

para manifestar a tus enemigos tú Nombre,

y hacer temblar ante Ti los gentiles.

3Tú obraste cosas terribles, inesperadas;

descendiste, y se derritieron los montes en tu presencia.

4[7866]Porque nadie oyó, ningún oído percibió

y ningún ojo ha visto a (otro) Dios, fuera de Ti,

que obre así con los que en Él confían.

5Sales al encuentro del que con gozo practica la justicia;

del que siguiendo tus caminos se acuerda de Ti;

mas ahora estás enojado, por cuanto hemos cometido pecados,

los de siempre; pero seremos salvos.

6[7867]Todos somos como un impuro,

y cual trapo inmundo son todas nuestras justicias;

nos marchitamos todos como las hojas,

y nuestras iniquidades nos han arrebatado como el viento.

7No hay quien invoque tu nombre,

nadie se levanta para adherirse a Ti,

pues nos has escondido tu rostro,

y nos has entregado a nuestras maldades.

8[7868]Mas ahora, Yahvé, Tú eres nuestro Padre;

nosotros somos el barro, y Tú nuestro alfarero,

obra de tus manos somos todos.

9No te enojes demasiado, Yahvé,

ni te acuerdes para siempre de la iniquidad,

míranos, te rogamos, que somos pueblo tuyo.

10[7869]Tus ciudades santas se han convertido en desierto;

Sión es un yermo, Jerusalén se halla asolada.

11Nuestra Casa tan santa y tan gloriosa,

donde nuestros padres te alababan,

ha sido pasto del fuego,

y todo lo que nos era precioso, se ha trocado en ruinas.

12[7870]Y con todo esto ¿te estás quedo, Yahvé?

¿Podrás callarte y humillarnos del todo?

ISAÍAS 65
Vocación de los gentiles

1[7871] “Me dejé buscar por los que no preguntaban (por Mí),

me dejé hallar por los que no me buscaban.

Dije: «Heme aquí, heme aquí»,

a gente que (antes) no invocaba mi nombre.

2[7872]Todo el día tenía Yo extendidas mis manos

hacia un pueblo rebelde

que no anda por el recto camino,

sino en pos de sus propios pensamientos;

3[7873]hacia un pueblo que me provoca continuamente cara a cara,

que ofrece sacrificios en los huertos,

y quema incienso sobre ladrillos;

4que se sienta en los sepulcros,

y pasa la noche en lugares ocultos,

que come carne de cerdo,

y en sus ollas tiene manjares impuros;

5[7874]que dice: «Quédate ahí,

no te acerques a mí, porque te santificaría.»

Esos tales son humo en mis narices,

fuego que arde sin cesar.

6He aquí que escrito está delante de Mí:

No me callaré, sino que retribuiré;

en su mismo seno les daré el pago

7[7875]por vuestras iniquidades, dice Yahvé,

juntamente con las de vuestros padres,

que quemaron incienso sobre los montes,

y me ultrajaron en los collados.

Por eso les pondré en su seno

la paga por sus obras pasadas.”

Se salvarán los restos de Israel

8[7876]Así dice Yahvé:

“Como cuando hay jugo en un racimo

se dice: «No lo desperdicies,

pues en él hay bendición»,

así haré Yo por amor de mis siervos,

para no exterminarlos, a todos.

9Antes bien, sacaré de Jacob un linaje,

y de Judá un heredero de mis montes;

mis escogidos los tomarán en posesión,

y habitarán allí mis siervos.

10[7877]Sarón será un prado para rebaños,

y el valle de Acor un lugar de reposo

para el ganado de mi pueblo que me busca.

11[7878]Mas a vosotros, que abandonáis a Yahvé,

que os olvidáis de mi santo monte,

que aparejáis una mesa a (la diosa) Fortuna

y llenáis la copa para el Destino,

12[7879]os destinaré a la espada,

y todos os encorvaréis para ser degollados.

Porque Yo llamé y no respondisteis,

hablé y no escuchasteis,

hicisteis lo que era malo a mis ojos,

y elegisteis lo que Yo aborrecía.”

13Por eso, así dice Yahvé el Señor:

“He aquí que mis siervos comerán,

y vosotros tendréis hambre;

he aquí que mis siervos beberán,

y vosotros tendréis sed;

he aquí que mis siervos se alegrarán,

y vosotros quedaréis avergonzados.

14He aquí que mis siervos

cantarán en la felicidad de su corazón,

más vosotros clamaréis lleno de dolor el corazón,

y aullaréis en la desesperación de vuestra alma.

15[7880]Dejaréis vuestro nombre

como imprecación para mis escogidos,

pues Yahvé, el Señor, acabará contigo,

y a sus siervos les dará otro nombre.

16[7881]Quienquiera se bendijere en la tierra,

se bendecirá en el Dios Amén

y quien jurare en la tierra,

jurará por el Dios Amén,

porque las angustias pasadas quedarán olvidadas

no estarán más ante mis ojos.

Nuevos cielos y nueva tierra

17[7882]Porque he aquí que voy a crear

nuevos cielos y nueva tierra;

de las cosas anteriores no se hará más mención,

ni habrá recuerdo de ellas.

18Alegraos y regocijaos eternamente

por lo que voy a crear;

porque he aquí que voy a crear a Jerusalén (para que sea) alegría

y a su pueblo (para que sea un) gozo.

19Me regocijaré en Jerusalén,

y hallaré mi gozo en mi pueblo;

y no se oirá más en ella

voz de llanto ni de lamento.

20[7883]No habrá allí en adelante niño (nacido) para (pocos) días,

ni anciano que no haya cumplido sus días,

pues morir niño será morir a los cien años,

y el pecador de cien años será maldito.

21[7884]Edificarán casas, y habitarán en ellas;

plantarán viñas y comerán de su fruto.

22No edificarán para que habite otro,

ni plantarán para que otro sea el que coma;

porque como los días de los árboles serán los días de mi pueblo,

y mis escogidos consumirán (el fruto de) la obra de sus manos.

23No se fatigarán en vano,

y no darán a luz para muerte prematura;

porque estirpe de los benditos de Yahvé son,

así ellos como sus hijos.

24Antes que ellos clamaren, responderé,

y cuando ellos aún estén hablando,

ya los habré escuchado.

25El lobo y el cordero pacerán juntos;

el león, como el buey, comerán paja,

y la serpiente se alimentará con polvo;

no dañarán ni causarán muerte

en todo mi santo monte, dice Yahvé.

ISAÍAS 66
Los excluidos de la nueva Sión

1[7885]Así dice Yahvé: “El cielo es mi trono,

y la tierra el escabel de mis pies.

¿Qué casa podríais construir para Mí?

¿y qué lugar para mi descanso?

2[7886]Todas estas cosas las hizo mi mano,

y así existen todas —oráculo de Yahvé—.

He aquí en quien Yo pongo mis ojos:

en el que es humilde y contrito de espíritu,

y que teme mi palabra.

3[7887]Hay quien degüella un toro, y (a la vez) mata a un hombre;

quien sacrifica una oveja y (a la vez) descabeza a un perro;

quien hace una ofrenda, y ofrece sangre de cerdo;

quien quema incienso y bendice a un ídolo.

Así se han escogido sus propios caminos,

y su alma se deleita en sus abominaciones.

4[7888]Por eso también Yo escogeré para ellos los males,

y haré que les sobrevengan las cosas que temen;

ya que llamé y no hubo quien respondiese;

hablé y no escucharon;

sino que hicieron lo que era malo a mis ojos,

y escogieron lo que Yo reprobaba.”

5[7889]Oíd la voz de Yahvé,

los que teméis su palabra.

Vuestros hermanos que os odian,

y os desechan por causa de mi nombre,

dicen: “Que Yahvé muestre su gloria,

para que podamos ver vuestra alegría”;

pero quedarán avergonzados.

6¡Voz de alboroto que procede de la ciudad,

voz que procede del Templo!

¡(Es la) voz de Yahvé

que da el pago a sus enemigos!

Bendiciones de la nueva Sión

7[7890]Antes de estar de parto ella ha dado a luz;

antes que le sobreviniesen los dolores ha dado a luz un hijo varón.

8¿Quién oyó jamás cosa tal?

¿Quién vio cosa semejante?

¿Un país se hace acaso en un día?

¿O nace una nación de una vez?

Pues antes de sentir los dolores Sión dio a luz a sus hijos.

9[7891]“¿Acaso voy a abrir Yo (el seno materno)

para no dejarlo dar a luz?” dice Yahvé.

“¿O lo cerraré acaso Yo, el que hace dar a luz?”

dice tu Dios.

10¡Regocijaos con Jerusalén y alegraos en ella,

todos los que la amáis!

Exultad con ella

cuantos por ella estáis llorando,

11[7892]para que maméis hasta saciaros

de los pechos de sus consolaciones;

para que sorbáis con fruición

la abundancia de su gloria.

12Porque así dice Yahvé:

“He aquí que voy a derramar sobre ella la paz como un río,

y, como un torrente desbordado, la gloria de los gentiles.

Vosotros chuparéis su leche;

seréis llevados en brazos y acariciados sobre rodillas.

13Como aquel a quien consuela su madre,

así os consolaré Yo a vosotros;

seréis consolados en Jerusalén.

14Al verlo realizado se alborozará vuestro corazón,

y vuestros huesos florecerán como la hierba;

se hará manifiesta la mano de Yahvé en favor de sus siervos,

y su indignación contra sus enemigos.

El día del juicio

15[7893]Pues he aquí que Yahvé viene en medio del fuego,

y en su carroza semejante a torbellino,

para derramar su ira con furor,

y su vindicta mediante llamas de fuego.

16Pues Yahvé va a ejercer el juicio con fuego,

y con su espada sobre toda carne;

y serán muchos los que perecerán por la mano de Yahvé.

17[7894]Los que se santifican y purifican para (el culto en) los huertos,

(yendo) tras un mistagogo,

los que comen carne de cerdo,

manjares abominables y ratones,

perecerán todos, dice Yahvé;

18[7895]porque (Yo conozco) sus obras y sus designios. Ha venido (el tiempo) de congregar todas las naciones y lenguas; y vendrán y verán mi gloria.

Conversión final

19[7896]Pondré en medio de ellos una señal, y enviaré sus sobrevivientes a las naciones, a Tarsis, a Pul, a Lud, a Mósoc, a Rosch, a Tubal y a Javán, a las islas remotas que no han oído hablar de Mí, ni han visto la gloria mía; ellos anunciarán mi gloria entre los gentiles. 20[7897]De entre todas las naciones traerán a todos vuestros hermanos, como ofrenda a Yahvé, a caballo, en carros, en literas, en mulos y en dromedarios, a mi santo monte, a Jerusalén, dice Yahvé; de igual modo que los hijos de Israel traen la ofrenda, en vaso limpio, a la Casa de Yahvé. 21Y de entre ellos tomaré también a algunos para sacerdotes y levitas, dice Yahvé.

22[7898]Porque así como los nuevos cielos

y la nueva tierra que voy a hacer,

subsistirán ante Mí, dice Yahvé,

así subsistirá vuestro linaje y vuestro nombre.

23[7899]Y de neomenia en neomenia,

y de sábado en sábado,

vendrá toda carne para postrarse delante de Mí, dice Yahvé

24[7900]Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres

que se rebelaron contra Mí;

cuyo gusano nunca morirá,

y cuyo fuego nunca se apagará;

y serán objeto de horror para todos los hombres.

JEREMÍAS

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INTRODUCCIÓN

En cuanto a los datos biográficos, Jeremías es el menos ignorado entre todos los profetas de Israel. Hijo del sacerdote Helcías, nació en Anatot, a 4 kilómetros al norte de Jerusalén, y fue destinado por Dios desde el seno materno para el cargo de Profeta (1, 5). Empezó a ejercer su altísima misión en el decimotercio año del rey Josías (638-608) es decir, en 625. Durante más de 40 años, bajo los reyes Josías, Joacaz, Joakim, Joaquín (Jeconías) y Sedecías siguió amonestando y consolando a su pueblo, hasta que la ciudad impenitente cayó en poder de los babilonios (581 a. C.).

Jeremías no compartió con su pueblo la suerte de ser deportado a Babilonia, sino que tuvo la satisfacción de ser un verdadero padre del pequeño y desamparado resto de los judíos que había quedado en la tierra de sus padres. Más cuando sus compatriotas asesinaron a Godolías, gobernador del país desolado, obligaron al Profeta, a refugiarse con ellos en Egipto, donde, según tradición antiquísima, lo mataron porque no cesaba de predicarles la Ley de Dios. La Iglesia celebra su memoria el 1° de mayo.

Jeremías es un ejemplo de vida religiosa, creyéndose que se conservó virgen (16, 1 s.). Austero y casi ermitaño, se consumió en dolores y angustias (15, 17 s.) por amor a su pueblo obstinado. Para colmo se levantaron contra él falsos profetas y consiguieron que, por mandato del rey, fuesen quemadas sus profecías. El mismo fue encarcelado y sus días habrían sido contados, si los babilonios, al tomar la ciudad, no le hubiesen libertado.

Su libro se divide en dos partes, la primera de las cuales contiene las profecías que versan sobre Judá y Jerusalén (capítulos 2-45), y la segunda reúne los vaticinios contra otros pueblos (capítulos 46-51). El primer capítulo narra la vocación del Profeta, y el último (capítulo 52) es un apéndice histórico.

Cuanto menos comprendido fue Jeremías por sus contemporáneos, tanto más lo fue por las generaciones que le siguieron. Sus vaticinios alentaban a los cautivos de Babilonia, y a él se dirigían las miradas de los israelitas que esperaban la salud mesiánica. Tan grande era su autoridad que muchos creían que volvería de nuevo, como se ve en él episodio de Mateo 16, 14. Los santos Padres lo consideran como figura de Cristo, a quien representa por lo extraordinario de su elección, por la pureza virginal, por el amor inextinguible a su pueblo y por la paciencia invencible frente a las persecuciones de aquellos a los cuales amaba.

PRÓLOGO
JEREMÍAS 1
Vocación del profeta

1[7901]Palabras de Jeremías hijo de Helcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en tierra de Benjamín; 2al cual llegó la palabra de Yahvé en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, el año decimotercero de su reinado, 3y luego en los días de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, hasta la deportación de Jerusalén, en el mes quinto. 4Me habló Dios en estos términos:

5[7902]“Antes de formarte en el seno materno te conocí;

y antes que salieras del seno te santifiqué;

para profeta entre las naciones te he constituido.”

6[7903]Yo contesté: “¡Ah, Señor, Yahvé! he aquí que no sé hablar, porque soy un adolescente.”

7[7904]Yahvé me respondió: “No digas: Soy un adolescente,

sino anda a dondequiera que Yo te enviare,

y habla todo cuanto Yo te dijere.

8No tengas miedo delante de ellos,

porque Yo estoy contigo

para librarte” —oráculo de Yahvé.

9Después extendió Yahvé su mano y tocando mi boca me dijo:

“He aquí que pongo mis palabras en tu boca.

10[7905]Mira, Yo te pongo hoy sobre naciones, y sobre reinos,

para desarraigar y derribar,

para destruir y arruinar,

para edificar y para plantar.”

Carácter de la misión del profeta

11[7906]Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: “¿Qué ves Jeremías?” Respondí: “Veo una vara de almendro.” 12Y me dijo Yahvé: “Bien has visto; porque yo velo sobre mi palabra para cumplirla.”

13[7907]Y me vino la palabra de Yahvé por segunda vez, que decía: “¿Qué ves?” Y contesté: “Veo una olla hirviente que viene de la parte del norte.”

14Entonces me dijo Yahvé:

“Del norte se difundirá el mal

sobre todos los habitantes del país.

15Pues he aquí que voy a llamar

a todas las tribus de los reinos del norte,

dice Yahvé, las cuales vendrán,

y pondrán cada cual su trono

a la entrada de las puertas de Jerusalén,

y sobre sus muros todo en derredor,

y sobre todas las ciudades de Judá.

16Y pronunciaré contra ellos mi sentencia

por todas sus maldades;

por cuanto me han abandonado

y quemado incienso a otros dioses,

postrándose ante la obra de sus manos.

17[7908]Ciñe tus lomos, yérguete,

y diles todo cuanto Yo te mandare;

no les tengas miedo,

no sea que Yo te confunda delante de ellos.

18He aquí que hoy te pongo por ciudad fortificada,

y por columna de hierro,

y por muro de bronce

contra toda esta tierra;

contra los reyes de Judá,

contra sus príncipes y sus sacerdotes,

y contra el pueblo del país.

19Ellos te harán guerra,

mas no prevalecerán contra ti;

porque contigo estoy Yo,

dice el Señor, para librarte.”

I. VATICINIOS CONTRA JUDÁ Y JERUSALÉN
JEREMÍAS 2
Ingratitud de Israel

1[7909]Me llegó la palabra de Yahvé, que dijo:

2[7910]“Anda y grita a los oídos de Jerusalén, diciendo:

Así dice Yahvé:

Me acuerdo de la piedad de tu juventud,

del amor de tus desposorios,

y cómo me seguiste por el desierto,

en una tierra donde no se siembra.

3[7911]Israel es cosa santa para Yahvé,

primicias de sus frutos;

cuantos le devoran se hacen culpables;

vendrá sobre ellos el mal

—oráculo de Yahvé.

4Escucha la palabra de Yahvé,

oh casa de Jacob,

y todas las familias de la casa de Israel.

5[7912]Así dice Yahvé:

¿Qué tacha hallaron en Mí vuestros padres,

para alejarse de Mí, e irse tras la vanidad,

haciéndose vanos ellos mismos?

6No decían: “¿Dónde está Yahvé,

el que nos sacó del país de Egipto,

el que nos condujo por el desierto,

por una tierra yerma y barrancosa,

tierra de sequía y de sombra de muerte,

tierra por donde nadie pasa

y no vive hombre alguno?”

7[7913]Yo os introduje en una tierra fértil,

para que comierais sus frutos y sus riquezas;

pero vosotros, cuando entrasteis, contaminasteis mi tierra,

y de mi heredad hicisteis una abominación.

8[7914]Tampoco los sacerdotes decían:

“¿Dónde está Yahvé?”

Los que guardaban la Ley no me conocían;

los pastores se rebelaron contra Mí,

los profetas profetizaron por Baal,

y se fueron tras los que de nada sirven.

9Por eso litigaré aún con vosotros,

y con los hijos de vuestros hijos, dice Yahvé.

10[7915]Pasad a las islas de Kitim, y ved,

enviad (mensajeros) a Cedar, e informaos bien,

y ved si jamás ha acontecido cosa como esta.

11¿Acaso nación alguna ha cambiado de dios?

—y ni siquiera son dioses aquellos—

pero mi pueblo ha trocado su Gloria

por lo que de nada sirve.

12Pasmaos, oh cielos, de esto,

horrorizaos

y quedaos atónitos en extremo, dice Yahvé.

13[7916]Porque dos maldades ha cometido mi pueblo:

Me han abandonado a Mí,

fuente de aguas vivas,

para excavarse cisternas,

cisternas rotas, que no pueden retener el agua.

14[7917]¿Es acaso siervo Israel? ¿O vernáculo?

¿Cómo, pues, ha venido a ser presa?

15Rugieron contra él los leoncillos,

y dieron sus bramidos,

y convirtieron su tierra en un desierto;

sus ciudades han sido quemadas

y quedan sin habitantes.

16[7918]Los hijos de Menfis y de Tafnis

trasquilan tu cabeza.

17¿No te has acarreado esto

por dejar a Yahvé tú Dios,

al tiempo que Él te guiaba por el camino?

18[7919]Y ahora, ¿por qué vas a Egipto

para beber el agua turbia?

¿Y por qué vas a Asiria

para beber las aguas del Río?

19[7920]Tu misma maldad te condenará,

y tú misma apostasía te va a castigar,

para que sepas y veas cuán malo y amargo te es

el haber abandonado a Yahvé tu Dios,

y haber perdido mi temor,

dice el Señor Yahvé de los ejércitos.

El culto de Baal

20[7921]Ya desde tiempo muy antiguo

quebraste tu yugo, rompiste tus coyundas,

y dijiste: “No quiero servir.”

Porque sobre todo collado elevado,

y bajo todo árbol frondoso

te acostaste como ramera.

21Y Yo te había plantado cual vid selecta,

toda de buena semilla.

¿Cómo, pues, has degenerado

(convirtiéndote en) vid ajena?

22Por más que te laves con nitro,

y por mucha lejía que emplees,

tu iniquidad queda grabada delante de Mí

—oráculo de Yahvé el Señor.

23[7922]¿Cómo puedes decir: “No estoy contaminada,

no he ido en pos de los Baales?”

Mira tus caminos en aquel valle,

reconoce lo que has hecho,

dromedaria liviana que corre de un lado a otro,

24[7923]asna salvaje, acostumbrada al desierto,

que en el ardor de su pasión olfatea el viento;

¿quién podrá contener el celo de ella?

Ninguno de los que la buscan necesita fatigarse;

en el mes de su (celo) la hallará.

25Guarda tu pie de la desnudez,

y tu garganta de la sed;

pero tú dices: “Es inútil,

pues amo a los extraños,

y tras ellos me voy.”

Consecuencias de la apostasía

26Como queda avergonzado el ladrón sorprendido,

así quedarán avergonzados

los de la casa de Israel,

ellos, sus reyes, sus príncipes,

sus sacerdotes y sus profetas;

27[7924]que dicen al leño: “Tú eres mi padre”,

y a la piedra: “Tú me has dado a luz.”

Me han vuelto las espaldas y no la cara;

mas cuando les toca la calamidad, dicen:

“Levántate y sálvanos.”

28¿Dónde están tus dioses, los que te has hecho?

¡Que se alcen, si te pueden salvar en el tiempo de tu calamidad!

Tus dioses, oh Judá,

son tan numerosos como tus ciudades.

29¿Por qué entráis conmigo en juicio?

Todos os habéis rebelado contra Mí,

—oráculo de Yahvé.

30En vano he castigado a vuestros hijos;

ellos no hicieron caso de la corrección;

vuestra espada ha devorado a vuestros profetas

como león que destroza.

31[7925]¡Así es vuestra raza! Considerad ahora la palabra de Yahvé.

¿Por ventura he sido Yo un desierto para Israel,

o una tierra de densas tinieblas?

¿Por qué, pues, ha dicho mi pueblo:

“Libres somos, no volveremos más a Ti”?

32¿Se olvida acaso una doncella de sus atavíos

o una novia de su ceñidor?

pero mi pueblo se ha olvidado de Mí

desde días sin cuento.

33¡Qué bien sabes tú disponer

tus caminos para buscar amor!

Por esto has acostumbrado tu conducta

a las maldades.

34En la orla de tu (vestido) se halla

la sangre de la vida de pobres e inocentes;

no los sorprendiste en conato de robo,

(los mataste) por cualquier otro motivo.

35[7926]Y con todo dices: “Soy inocente,

ciertamente su ira se ha apartado de mí.”

Mira, Yo voy a entrar en juicio contigo,

por cuanto dices: “No he pecado.”

36[7927]¿Por qué corres de uno a otro, cambiando tus caminos?

Serás burlado de Egipto,

como lo fuiste ya de Asiria.

37[7928]También de allí volverás

con las manos sobre tu cabeza;

pues Yahvé ha rechazado tus apoyos,

y no tendrás suerte con ellos.

JEREMÍAS 3
Impenitencia de Israel

1[7929]Cuando un hombre despide a su mujer,

y apartándose esta de él,

se casa con otro marido,

¿volverá él acaso a ella de nuevo?

¿no quedará aquella mujer

totalmente contaminada?

Pero tú, que fornicaste con muchos amantes,

no obstante ello, vuélvete a Mí

—oráculo de Yahvé.

2[7930]Alza tus ojos a los collados y mira:

¿Hay lugar donde no te hayas prostituido?

Te sentabas junto a los caminos,

como el árabe en el desierto,

en acecho de los (pasajeros),

y contaminaste la tierra

con tus fornicaciones y maldades.

3Por eso se detuvieron las lluvias,

y faltaron las aguas de primavera,

pero tú guardas el semblante de ramera;

no tienes rubor.

4[7931]Me dices ahora: “¡Padre mío!

Tú eres el amigo de mi juventud.

5¿Acaso guardará Él (la ira) continuamente?

¿se enojará para siempre?”

Así dices, y con todo cometes

maldades a más no poder.

6[7932]Me dijo Yahvé en los días del rey Josías: “¿Has visto lo que hizo la apóstata Israel? Se fue a todo monte alto y bajo todo árbol frondoso, y cometió allí fornicación. 7Dije Yo: Después de haber ella hecho todo esto, se volverá a Mí, pero no se volvió. Vio esto su hermana, la pérfida Judá; 8y vio también que a causa de todos sus adulterios que había cometido la apóstata Israel, Yo la había despedido, dándole el libelo de repudio; y con todo no se amedrentó su hermana, la pérfida Judá, sino que fue y fornicó también ella. 9Con su tumultuosa fornicación contaminó la tierra, cometiendo adulterio con la piedra y con el leño. 10A pesar de todo esto, su pérfida hermana, Judá, no se volvió a Mí de todo corazón, sino fingidamente” —oráculo de Yahvé.

Conversión y gloria de Israel

11Entonces me dijo Yahvé: “La apóstata Israel se ha mostrado más justa que la pérfida Judá. 12[7933]Anda, pues, y grita estas palabras hacia el norte, y di:

Conviértete, apóstata Israel,

—oráculo de Yahvé;

no os miraré con rostro (airado),

porque soy misericordioso,

—oráculo de Yahvé—;

no me airaré para siempre,

13con tal que reconozcas tu iniquidad.

Pues contra Yahvé, tú Dios has pecado,

te has prostituido a los extraños,

bajo todo árbol frondoso,

y no has escuchado mi voz

—oráculo de Yahvé.

14[7934]Convertíos, hijos rebeldes, dice Yahvé, porque Yo soy vuestro Esposo y os tomaré, uno de cada ciudad, y dos de cada estirpe, y os traeré a Sión. 15[7935]Y os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con ciencia y doctrina. 16[7936]Y cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dice Yahvé, no se dirá más: “¡El arca de la alianza de Yahvé!” ni les vendrá a las mientes, ni habrá de ella memoria, no la echarán de menos, ni se hará otra. 17[7937]En aquel tiempo Jerusalén será llamada trono de Yahvé; y se congregarán en el nombre de Yahvé todas las naciones en Jerusalén; y no seguirán más su obstinado y depravado corazón. 18En aquellos días se juntará la casa de Judá con la casa de Israel, y juntas vendrán de la tierra del Norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.

19[7938]Yo me preguntaba:

“¿Cómo he de contarte entre mis hijos

y darte en herencia una tierra de delicias,

la posesión más hermosa entre las naciones?”

Y respondí: “Tú me llamarás Padre mío,

y ya no dejarás de seguir en pos de Mí.”

20Pero como una mujer que es infiel a su marido,

así vosotros habéis sido infieles a Mí,

oh casa de Israel, dice Yahvé.

Arrepentimiento de Israel

21Se oye sobre los montes voz de lloro,

los llantos de los hijos de Israel;

por haber pervertido su camino,

olvidándose de Yahvé su Dios.

22Volveos, oh hijos rebeldes,

y Yo sanaré vuestras apostasías.

“He aquí que volvemos a Ti;

porque Tú eres Yahvé, nuestro Dios.

23[7939]De veras, eran embustes los collados

y el bullicio en los montes;

solo en Yahvé, nuestro Dios,

está la salvación de Israel.

24[7940]La ignominia consumió las fatigas

de nuestros padres desde nuestra mocedad;

sus rebaños y sus ganados,

sus hijos y sus hijas.

25Acostémonos, pues, en nuestro oprobio,

y cúbranos nuestra ignominia,

pues hemos pecado contra Yahvé, nuestro Dios,

nosotros y nuestros padres,

desde nuestra mocedad hasta el día de hoy,

y no hemos escuchado la voz de Yahvé, nuestro Dios.”

JEREMÍAS 4
Condición del perdón

1[7941]“Si te conviertes, oh Israel,

conviértete a Mí, dice Yahvé;

y si quitas de delante de Mí tus abominaciones,

no andarás más errante.

2Si juras “¡Vive Yahvé!” en verdad,

y con rectitud, y con justicia,

serán bendecidas en Él las naciones

y en Él se gloriarán.

3[7942]Pues así dice Yahvé

a los hombres de Judá y de Jerusalén:

Preparaos un campo virgen

y no sembréis entre zarzas.

4Circuncidaos para Yahvé,

y quitad los prepucios de vuestros corazones,

varones de Judá y moradores de Jerusalén,

no sea que estalle, cual fuego, mi ira,

y arda sin que haya quien la apague,

por la maldad de vuestras obras.

Invasión enemiga

5Promulgadlo en Judá,

y en Jerusalén dadlo a conocer;

clamad y sonad la trompeta por el país,

gritad fuerte y decid:

«Juntaos, y retirémonos a las ciudades fortificadas.»

6[7943]¡Alzad un estandarte, (para huir) a Sión,

apresuraos, y no os detengáis!

pues voy a traer desde el norte

un mal y gran desolación.

7Ya salió el león del matorral,

el asolador de pueblos

se ha puesto en marcha,

salió de su lugar

para trocar tu tierra en un yermo;

tus ciudades serán asoladas,

sin que quede habitante.

8Por tanto ceñíos de saco, llorad y lamentaos,

pues no se aparta de nosotros

a ardiente ira de Yahvé.

9En aquel día, dice Yahvé,

desfallecerá el corazón del rey

y el corazón de los príncipes;

los sacerdotes quedaran pasmados,

y los profetas llenos de consternación.”

10[7944]Y dije yo: “¡Ah, Señor Yahvé!

Ciertamente has engañado a este pueblo y a Jerusalén,

diciendo: «Tendréis paz»,

cuando la espada ha llegado ya hasta el alma.”

11[7945]Entonces se dirá a este pueblo y a Jerusalén:

“Un viento abrasador viene de los montes del desierto,

en dirección a la hija de mi pueblo,

mas no para aventar, ni para limpiar.

12Será un viento impetuoso el que ha de llegar.

Ahora voy también yo a pronunciar sentencia contra ellos.”

13He aquí que avanza como las nubes;

como torbellino son sus carros,

y más ligeros que las águilas sus caballos.

¡Ay de nosotros, pues estamos perdidos!

14¡Lava de malicia tu corazón,

Jerusalén, para que seas salva!

¿Hasta cuándo hospedarás en tu corazón

tus maliciosos pensamientos?

15[7946]Porque una voz trae las nuevas desde Dan,

y anuncia la calamidad desde la montaña de Efraím.

16Hacedlo saber a las naciones, avisad a Jerusalén,

que vienen sitiadores de una tierra remota,

y lanzan gritos contra las ciudades de Judá.

17Como guardas de campo están a la redonda contra ella,

por cuanto se ha rebelado contra Mí

—oráculo de Yahvé.

18[7947]Tu conducta y tus malas obras

te han valido esto;

es (el fruto de) tu maldad;

(castigo) amargo

que te llega hasta el corazón.

Desolación del país

19[7948]¡Mis entrañas! ¡Mis entrañas!

¡Qué dolor en las paredes de mi corazón!

agitase mi corazón;

no puedo estar quieto,

por cuanto has oído, alma mía, el sonido de la trompeta,

el grito estrepitoso de la guerra.

20Llegan noticias de desastre sobre desastre;

todo el país está devastado;

súbitamente han sido destruidas mis tiendas,

de un momento a otro mis pabellones.

21[7949]¿Hasta cuándo he de ver la bandera,

y oír el sonido del clarín?

22[7950]¡Qué necio es mi pueblo!,

no me han conocido;

son hijos insensatos que no tienen inteligencia;

son sabios para hacer el mal,

pero el bien no saben hacerlo.

23[7951]Miro la tierra, y he aquí que está desolada y vacía;

los cielos, y no hay luz en ellos.

24Miro los montes, y he aquí que tiemblan,

y se conmueven todos los collados.

25Miro, y he aquí que no hay hombre alguno,

y las aves del cielo han huido todas.

26Miro, y he aquí que la tierra fértil es un desierto,

y todas sus ciudades están destruidas,

ante Yahvé, ante el ardor de su ira.

27Porque así dice Yahvé:

“Todo el país será un yermo,

pero no lo arruinaré del todo.

28Por esto la tierra se pondrá de luto

y se oscurecerán los cielos allá arriba;

porque Yo lo he dicho, Yo lo he resuelto,

y no me arrepiento ni me retracto.”

29[7952]Al estruendo de la caballería y de los flecheros

cada ciudad se pone en fuga;

se retiran a las selvas

y escalan las peñas;

todas las ciudades están abandonadas,

sin que en ellas quedase un solo habitante.

30[7953]Y tú, ¿qué harás, oh desolada?

Aunque te vistas de púrpura,

aunque te cubras con adornos de oro,

y te pintes los ojos con antimonio;

en vano te embellecerás;

tus amantes te desprecian, buscan tu vida.

31Oigo gritos como de parturienta,

gemidos como de la que por primera vez da a luz;

es la voz de la hija de Sion,

que lanza ayes y extiende sus manos:

“¡Ay de mí! desfallece mi alma

a causa de la mortandad.”

JEREMÍAS 5
Corrupción de Jerusalén

1[7954]Recorred las calles de Jerusalén,

mirad y observad,

y buscad por sus plazas,

a ver si halláis un hombre;

uno solo que practique la justicia y busque la verdad;

y Yo la perdonaré.

2[7955]Pues aun cuando dicen: ¡Vive Yahvé!,

no obstante ello juran en falso.

3[7956]¿No es la fidelidad, oh Yahvé, lo que buscan tus ojos?

Tú los castigaste, y no les dolió;

los consumiste, mas rechazaron la corrección;

han hecho su cara más dura que la roca;

no quisieron convertirse.

4Entonces dije: “¡Ah! son solo los pobres,

ellos son los insensatos,

porque no conocen el camino de Yahvé,

la ley de su Dios.

5Me iré a los grandes,

y hablaré con ellos;

ellos conocerán el camino de Yahvé,

la ley de su Dios”.

Pero también ellos todos quebraron el yugo

y rompieron las coyundas.

6[7957]Por eso los mata el león del bosque,

los devora el lobo del desierto;

y el leopardo está acechando

en torno de sus ciudades;

quien salga de ellas será despedazado:

porque son muchos sus pecados

y han aumentado sus apostasías.

7“¿Cómo te podré perdonar esto?

Tus hijos me han abandonado

y juran por los que no son dioses:

Los he saciado, mas ellos se entregan al adulterio,

y se juntan en casa de la ramera.

8Caballos gordos que están en celo;

relincha cada cual tras la mujer de su prójimo.

9¿No he de castigar Yo esto? dice Yahvé.

¿De una nación como esta

no he de tomar venganza?

10[7958]Escalad sus muros, y destruid;

mas no acabéis del todo con ellos;

arrancad sus sarmientos,

pues no son de Yahvé.

11Porque la casa de Israel

y la casa de Judá

han apostatado de Mí,

dice Yahvé.

12Han renegado de Yahvé,

y han dicho: “No es Él;

no vendrá sobre nosotros ningún mal,

no veremos ni espada ni hambre;

13los profetas no son más que viento,

y no tienen oráculos (de Dios).

¡Que estos caigan sobre ellos mismos!”

Anuncio del castigo

14[7959]Por esto, así dice Yahvé, el Dios de los ejércitos:

“Por cuanto habéis dicho esto,

mirad que hago de mis palabras un fuego,

y este pueblo será la leña que los devore.

15[7960]He aquí que voy a traer

contra vosotros, oh casa de Israel,

una nación lejana, dice Yahvé;

un pueblo fuerte, un pueblo antiquísimo;

un pueblo cuya lengua no conoces,

y cuyas palabras no entiendes.

16Su aljaba es como sepulcro abierto;

todos ellos son hombres valientes.

17Devorarán tu cosecha y tu pan;

devorarán a tus hijos y a tus hijas;

devorarán tus rebaños y tus ganados;

devorarán tus viñas y tus olivares;

y destruirán a espada

tus ciudades fuertes en que confías.

18Mas ni aun en aquellos días, dice Yahvé,

acabaré del todo con vosotros.”

19Y si os preguntareis: “¿Por qué Yahvé, nuestro Dios, ha traído todo esto sobre nosotros?” les responderás: “Como me habéis dejado a Mí sirviendo a dioses extraños en vuestra tierra así serviréis a los extranjeros en tierra no vuestra.”

20Promulgad esto en la casa de Jacob,

y pregonadlo en Judá, diciendo:

21[7961] “Escucha esto, pueblo insensato y sin cordura:

Tienen ojos y no ven,

tienen oídos y no oyen.

22[7962]¿No me habéis de temer?, dice Yahvé;

¿no temblaréis delante de Mí,

que puse al mar por término la arena,

como límite perpetuo que no puede traspasar?

Por más que se agiten sus olas, son impotentes,

aunque se enfurezcan no podrán rebasarlo.”

23Mas este pueblo tiene un corazón rebelde y contumaz;

han apostatado y se van.

24Y no dicen en su corazón:

“Temamos a Yahvé, nuestro Dios,

que nos da a su tiempo

la lluvia temprana y la tardía,

y nos concede las semanas

destinadas a la cosecha.”

25Vuestras iniquidades han trastornado este orden,

y vuestros pecados os han privado del bien.

Maldades de los ricos

26Pues en mi pueblo hay malvados;

ponen asechanzas como el pajarero que se agacha,

arman trampas para cazar hombres.

27Como jaula llena de pájaros,

así están sus casas llenas de fraude;

así se han engrandecido y enriquecido.

28Engordaron y brillan de gordura;

sobresalen en maldad;

no hacen justicia al huérfano

—y sin embargo prosperan—,

no hacen justicia a los pobres.

29¿Y Yo no habré de castigar estas cosas?

dice Yahvé.

¿De una nación como esta

no he de tomar venganza?

30Cosa extraña y terrible acontece en la tierra:

31[7963]los profetas profetizan mentira,

y los sacerdotes gobiernan según su antojo;

y esto le gusta a mi pueblo.

Pero ¿qué haréis cuando estas cosas lleguen a su fin?

JEREMÍAS 6
Asedio y ruina de Jerusalén

1[7964]Huid de en medio de Jerusalén,

hijos de Benjamín;

tocad la trompeta en Tecoa,

y sobre Betkérem alzad una señal;

pues se deja ver un azote que viene del norte;

una gran calamidad.

2La hija de Sión

es semejante a un prado lozano;

3[7965]vienen sobre ella los pastores con sus rebaños;

plantan sus tiendas alrededor de ella,

pastan cada cual por su parte.

4[7966] “¡Santificaos para la guerra contra ella!

Levantaos, ataquémosla en pleno mediodía.

¡Ay de nosotros, que pasa el día,

se extienden ya las sombras de la noche!

5Levantaos, ataquemos de noche

y destruyamos sus palacios.”

6Porque así dice Yahvé de los ejércitos:

“Cortad árboles

y alzad terraplenes contra Jerusalén.

Esta es la ciudad que ha de ser castigada,

toda ella está llena de injusticia.

7Como la fuente hace brotar sus aguas,

así mana ella su maldad,

no se oye en ella (hablar) sino de violencia y ruina;

dolores y heridas están siempre a mi vista.

8Enmiéndate, Jerusalén,

no sea que me aparte de ti

y te convierta en ruinas,

en tierra inhabitada.”

Las causas de la ruina

9[7967]Así dice Yahvé de los ejércitos:

“Como rebuscos de una viña,

así se rebuscarán los restos de Israel.

Mete tu mano, como el vendimiador,

entre los sarmientos.”

10[7968]¿A quién he de hablar y a quién conjurar para que oiga?

He aquí que su oído está incircunciso,

de modo que no pueden escuchar;

ved que la palabra de Yahvé es para ellos un oprobio;

no se deleitan en ella.

11Estoy lleno de la cólera de Yahvé,

cansado ya de refrenarla.

“Derrámala sobre los niños en la calle,

y sobre las reuniones de los jóvenes.

Pues serán presos el marido y la mujer,

el anciano y el colmado de días.

12Y sus casas pasarán a ser de otros,

juntamente con sus campos y sus mujeres;

pues Yo extenderé mi mano

contra los habitantes del país”

—oráculo de Yahvé.

13Porque todos ellos, desde el más pequeño hasta el más grande,

se han entregado a la avaricia;

todos, desde el profeta hasta el sacerdote,

practican el fraude;

14[7969]curan la llaga de mi pueblo a la ligera,

diciendo: “¡Paz, paz!” cuando no hay paz.

15Quedarán confundidos porque cometen abominaciones;

pero no se avergüenzan,

ni conocen lo que es deshonra.

“Por eso caerán cuando caigan los otros;

perecerán al tiempo que Yo los visite”, dice Yahvé.

16Así dice Yahvé:

“Paraos en los caminos, y mirad;

y preguntad por las sendas antiguas,

cuál es el buen camino, y seguidlo,

y hallaréis reposo para vuestras almas.”

Mas ellos dijeron: “No lo seguiremos.”

17[7970]Yo había puesto sobre vosotros atalayas (diciendo):

“Escuchad el sonido de la trompeta.”

Mas ellos respondieron: “No queremos escuchar.”

18Por tanto, oíd, oh naciones;

gentes todas, entended lo que les sucederá.

19¡Escucha, oh tierra!

“He aquí que voy a traer sobre este pueblo calamidades,

el fruto de sus mismos designios,

porque no atendieron mis palabras,

y despreciaron mi Ley.

20[7971]¿Para qué me traéis incienso de Sabá,

y caña aromática de países lejanos?

vuestros holocaustos no me son aceptos,

y vuestros sacrificios no me agradan.”

21Por eso, así dice Yahvé:

“He aquí que voy a poner tropiezos a este pueblo,

en ellos tropezarán padres e hijos a una,

el vecino perecerá juntamente con su vecino.”

El enemigo

22[7972]Así dice Yahvé:

“Mira que viene un pueblo del país del Septentrión,

una nación grande se pone en movimiento desde los extremos de la tierra;

23empuña el arco y el venablo,

es cruel y no se apiada;

su voz es como el bramido del mar.

Vienen montados sobre caballos,

listos para luchar como un solo hombre,

contra ti, oh hija de Sión.”

24“Al solo oír hablar de ellos

se nos debilitan los brazos,

se apodera de nosotros la angustia,

dolores como de mujer que está de parto.”

25No salgáis al campo,

ni andéis por el camino;

pues el enemigo tiene espada,

y por todos lados reina el espanto.

26Cíñete de saco, oh hija de mi pueblo,

y revuélcate en la ceniza;

haz llanto como por un hijo único,

llanto amarguísimo,

porque de repente cae sobre nosotros el devastador.

El profeta ha sido puesto como juez

27[7973]Te he constituido en mi pueblo como probador, como fortaleza;

tú conocerás y examinarás su proceder.

28Todos ellos son rebeldes entre rebeldes,

andan calumniando, son bronce y hierro,

corruptores, todos ellos.

29Sopla furiosamente el fuelle

para que el plomo sea consumido por el fuego;

pero en vano trabaja el acrisolador,

porque los inicuos no se separan.

30Se les llamará plata reprobada;

porque Yahvé los ha reprobado.

JEREMÍAS 7
Vana confianza en el Templo

1[7974]He aquí la palabra que de parte de Yahvé llegó a Jeremías: 2“Ponte a la puerta de la Casa de Yahvé, y pronuncia allí esta palabra y di: Oíd la palabra de Yahvé, todos los habitantes de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Yahvé. 3[7975]Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmendad vuestra conducta y vuestras obras, y os dejaré habitar en este lugar. 4[7976]No confiéis en las palabras falaces de aquellos que dicen: «¡El Templo de Yahvé, el Templo de Yahvé! Aquí está el Templo de Yahvé.» 5Si realmente enmendáis vuestra conducta y vuestras obras, si de veras administráis justicia entre hombre y hombre; 6si no oprimís al extranjero, al huérfano y a la viuda; si no derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis tras otros dioses para vuestra ruina, 7entonces os dejaré habitar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres desde los siglos hasta los siglos.

8Pero vosotros confiáis en palabras de mentira, que de nada os aprovecharán. 9Hurtáis, matáis y cometéis adulterio, juráis en falso y quemáis incienso a Baal, os vais tras otros dioses que no conocéis 10y luego venís a presentaros delante de Mí, en esta Casa, sobre la cual ha sido invocado mi nombre, y decís: «Ya estamos salvos.» ¡Es solo para practicar todas estas abominaciones! 11[7977]Esta Casa sobre la cual ha sido invocado mi nombre, ¿es acaso a vuestros ojos una cueva de ladrones? He aquí que Yo, Yo lo he visto” —oráculo de Yahvé.

El ejemplo de Silo

12[7978]Pues id a mi morada que tenía en Silo, donde al principio establecí una morada para mi Nombre, y ved lo que hice allí a causa de la maldad de Israel, mi pueblo. 13Ahora bien, por cuanto hicisteis todas estas obras, dice Yahvé, y en vista de que Yo os he hablado, amonestándoos a tiempo, y no quisisteis escuchar; y que os he llamado, y no quisisteis responder; 14por tanto haré con esta Casa sobre la cual ha sido invocado mi Nombre, y que es el objeto de vuestra confianza, y con este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, lo mismo que hice con Silo. 15[7979]Pues os arrojaré de mi presencia, así como he arrojado a todos vuestros hermanos, a toda la raza de Efraím.

16Y tú, no intercedas por este pueblo, no eleves por ellos súplica ni oración, ni me insistas, pues no te escucharé. 17¿Acaso no ves lo que ellos están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18[7980]Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres preparan la masa, a fin de hacer tortas para la reina del cielo, y derramar libaciones a dioses extraños, para ofenderme. 19¿Pero es a Mí, dice Yahvé, a quien ofenden? ¿No se ofenden más bien a sí mismos, para vergüenza de sus propios rostros? 20[7981]Por eso, así dice Yahvé el Señor: «He aquí que el furor de mi ira se va a derramar sobre este lugar, sobre los hombres y sobre las bestias, sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra; arderá y no se apagará.»

Sacrificios sin rectitud del corazón

21[7982]Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: «Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios para comer carne. 22Cuando Yo saqué a vuestros padres de la tierra de Egipto, nada les dije ni mandé en materia de holocaustos y sacrificios; 23[7983]lo que les mandé fue esto: «Escuchad mi voz, y Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; y seguid todos los caminos que os he ordenado, para que os vaya bien.» 24Pero ellos no hicieron caso, ni inclinaron (a Mí) su oído; en la dureza de su mal corazón siguieron su propio consejo, y fueron hacia atrás y no hacia adelante. 25[7984]Desde el día en que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto, hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos los profetas, apresurándome cada día a enviarlos. 26Pero no me escucharon ni prestaron oído, sino que endurecieron su cerviz, y se portaron peor que sus padres. 27Por más que les digas todo esto no te escucharán; y si los llamas no te responderán, 28entonces les dirás: Este es el pueblo que no escucha la voz de Yahvé, su Dios, y que no acepta instrucción; ya no existe la fidelidad, desterrada está de su boca.”

Contra la idolatría

29[7985]Córtate la cabellera y arrójala,

y ponte a plañir sobre los collados;

porque Yahvé ha repudiado y desechado

esta generación, (objeto) de su ira.

30[7986]Pues los hijos de Judá obraron lo malo a mis ojos, dice Yahvé, colocaron sus abominaciones en la Casa, sobre la cual ha sido invocado mi nombre, a fin de contaminarla. 31[7987]Construyeron los lugares altos de Tófet, en el valle del hijo de Hinnom para quemar a sus hijos y sus hijas en el fuego, cosa que Yo no mandé, ni me pasó por el pensamiento. 32Por eso, he aquí que vienen días, dice Yahvé, en que no se llamará más Tófet, ni valle del hijo de Hinnom, sino valle de la mortandad, y enterrarán en Tófet por no haber otro lugar. 33Y los cadáveres de este pueblo serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. 34Y haré cesar en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, la voz de regocijo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa, porque el país vendrá a ser un desierto.”

JEREMÍAS 8
Desolación y obstinación

1[7988]“En aquel tiempo, dice Yahvé, sacarán de sus sepulcros los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los habitantes de Jerusalén; 2y los expondrán al sol y a la luna, y a toda la milicia del cielo, a quienes ellos amaron y sirvieron, tras los cuales anduvieron, a los que consultaron, ante los cuales se postraron. No serán recogidos ni sepultados, servirán de estiércol para el campo. 3Y todos los que quedaren de esta raza perversa, en todos los lugares a donde los habré arrojado, preferirán la muerte a la vida, dice Yahvé de los ejércitos.

4Les dirás: Así dice Yahvé:

Acaso el que cae, ¿no se levanta luego?

y el que se va, ¿no vuelve?

5[7989]¿Por qué, pues, se ha desviado

este pueblo de Jerusalén, para apostatar para siempre?

¿Por qué se obstinan en el engaño

y rehúsan convertirse?

6Estoy atento y escucho:

no hablan con sinceridad,

no hay quien se arrepienta de su maldad,

preguntándose: «¿Qué es lo que he hecho?»

Todos han vuelto a tomar su carrera,

como caballo que se lanza a la batalla.

Falsos doctores

7[7990]Aun la cigüeña en el aire

conoce su tiempo,

la tórtola, la golondrina y la grulla

saben cuándo han de venir:

pero mi pueblo no conoce lo debido a Yahvé.

8[7991]¿Cómo decís: «Sabios somos;

poseemos la Ley de Yahvé»?

más he aquí que la pluma mentirosa

de los escribas la ha convertido en mentira.

9Confundidos están los sabios,

consternados y presos;

pues han rechazado la palabra de Yahvé.

¿Qué sabiduría puede haber en ellos?

10[7992]Por lo cual daré sus mujeres a otros,

y sus campos a (nuevos) poseedores,

porque desde el menor hasta el mayor,

todos se dejan llevar de la avaricia,

desde el profeta hasta el sacerdote,

todos practican el fraude.

11[7993]Curan la llaga de mi pueblo a la ligera,

diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no hay paz.

12Serán confundidos porque cometen abominaciones.

Pero en nada se avergüenzan,

ni aun saben lo que es vergüenza.

Por tanto caerán con los que han de caer;

serán derribados

en el día de su castigo, dice Yahvé.

Anuncio del castigo

13[7994]Acabaré del todo con ellos, dice Yahvé:

no quedará uva en la vid,

ni en la higuera higos;

incluso el follaje se marchitará;

y les aplicaré todavía (más castigos) que pasarán sobre ellos.

14[7995]«¿Por qué nos quedamos sentados?

Congregaos, y vamos a las ciudades fuertes

para perecer allí;

pues Yahvé, nuestro Dios, nos hace perecer,

y nos da a beber agua de hiel,

por haber pecado contra Yahvé.

15¿Esperar la paz? pero no viene ningún bien;

¿el tiempo de salud? y no hay más que terror.»

16Ya se oye desde Dan el resoplido de sus caballos;

al relincho estrepitoso de sus corceles

tiembla toda la tierra.

Ya llegan y devoran el país y cuanto contiene,

la ciudad y sus habitantes.

17[7996]Pues he aquí que enviaré contra vosotros

serpientes y basiliscos,

contra los cuales no sirve el encantamiento;

os morderán”, dice Yahvé.

Dolor del profeta

18[7997]¡Oh si hubiera consuelo en mi dolor!

mi corazón desmaya dentro de mí.

19Oigo la voz de la hija de mi pueblo

que grita desde una tierra remota:

“¿Por ventura Yahvé no está más en Sión?

¿No está ya en ella su Rey?”

“¿Por qué me provocaron con sus ídolos,

con diosas extrañas?”

20“¡Pasó la siega, y el verano se acabó,

y nosotros no hemos sido salvados!”

21Por la ruina de la hija de mi pueblo

estoy arruinado, estoy de luto,

el espanto se ha apoderado de mí.

22[7998]¿No hay ya bálsamo en Galaad?

¿No existe médico allí?

¿Por qué, pues, no se venda (la llaga)

de la hija de mi pueblo?

JEREMÍAS 9
El profeta llora la ruina de su pueblo

1¡Quién diera que mi cabeza

fuera (un manantial de) agua,

y mis ojos fuente de lágrimas,

para llorar día y noche

los muertos de la hija de mi pueblo!

2[7999]¡Ojalá tuviera yo en el desierto un albergue de caminantes,

para retirarme de mi pueblo, y alejarme de ellos!

Pues todos son adúlteros,

una ralea de traidores.

3“Entesan su lengua como un arco;

se han hecho poderosos en la tierra para decir mentiras,

mas no la verdad;

corren de maldad en maldad,

y a Mí no me conocen, dice Yahvé.

4[8000]Guárdese cada uno de su amigo,

y ninguno se fíe de su hermano;

porque todo hermano urde insidias,

y todo amigo anda calumniando.

5Unos a otros se engañan,

y no dicen la verdad;

tienen avezada su lengua a hablar mentiras;

se fatigan obrando el mal.

6[8001]Tú vives rodeado de mala fe;

por su mala fe no quieren conocerme,

dice Yahvé.

7Por eso, así dice Yahvé de los ejércitos:

“Voy a acrisolarlos, voy a probarlos.

Pues ¿qué otra cosa puedo hacer con la hija de mi pueblo?

8Flecha mortífera es su lengua,

habla solamente para engañar;

con su boca hablan de paz a su prójimo,

mas en su interior le arman asechanzas.

9Y Yo ¿no he de castigarlos por estas cosas?, dice Yahvé;

¿acaso no tomaré venganza de un pueblo tal?”

10[8002]Me pondré a llorar y gemir sobre los montes,

haré lamentación por los pastos de la estepa,

porque han sido abrasados

y nadie transita por ellos;

no se oye ya la voz del ganado;

desde las aves del cielo hasta las bestias,

todos han huido, han desaparecido.

11Convertiré a Jerusalén en montón de ruinas,

en albergue de chacales;

y a las ciudades de Judá en despoblado sin moradores.

12¿Quién es el hombre sabio que entienda esto,

al cual hable la boca de Yahvé

a fin de que declare por qué perece la tierra

y está abrasada como el desierto,

sin que nadie transite por ella?

13Yahvé lo ha dicho: “Porque han dejado mi Ley, que Yo puse delante de ellos, y no han escuchado mi voz, ni procedieron según ella, 14[8003]sino que siguieron su corazón obstinado, y los Baales, que les enseñaron sus padres.” 15[8004]Por eso, así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí que a este pueblo le daré para comida ajenjo, y para bebida, agua de hiel. 16Y los esparciré por entre las naciones, que ellos no conocieron, ni ellos ni sus padres; y tras ellos enviaré la espada, hasta consumirlos.”

Lamentaciones del pueblo

17[8005]Así dice Yahvé de los ejércitos:

Atended, y llamad a las plañideras, para que vengan;

enviad por las más diestras (en el duelo);

18que vengan de prisa

y alcen sobre nosotros sus lamentos;

derramen lágrimas nuestros ojos,

y nuestros párpados manen agua.

19Porque voz de llanto se oye desde Sión:

“¡Cómo hemos sido desolados!

Cubiertos de vergüenza dejamos el país

porque han derribado nuestras casas.”

20Oíd, pues, oh mujeres, la palabra de Yahvé,

y perciba vuestro oído lo que dice su boca.

Enseñad a vuestras hijas lamentaciones,

y cada cual a su compañera endechas.

21[8006]Pues la muerte sube por nuestras ventanas,

y penetra en nuestros palacios,

exterminando a los niños en las calles,

y a los jóvenes de en medio de las plazas.

22Así dice Yahvé:

“Los cadáveres de hombres yacerán

como estiércol sobre el campo,

y como el manojo que queda tras el segador,

sin que nadie (los) recoja.”

La verdadera gloria consiste en conocer a Dios

23[8007]Así dice Yahvé:

“No se gloríe el sabio de su sabiduría,

no se gloríe el poderoso de su poder,

no se gloríe el rico de sus riquezas.

24[8008]El que se gloría gloríese en esto:

en tener inteligencia y conocerme a Mí,

que Yo soy Yahvé, que hago misericordia,

derecho y justicia en la tierra;

porque estas son las cosas

en que me complazco, dice Yahvé.”

25[8009]He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que castigaré a los circuncisos como a los incircuncisos: 26[8010]a Egipto, a Judá, a Edom, a los hijos de Ammón, a Moab, a todos los que se rapan las sienes y viven en el desierto; porque todos los gentiles son incircuncisos, pero toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.

JEREMÍAS 10
Vanidad de la idolatría

1Oíd, oh casa de Israel, la palabra que os dice Yahvé. 2[8011]Así dice Yahvé:

“No imitéis las costumbres de los gentiles,

ni temáis las señales del cielo,

de las cuales tienen miedo los gentiles.

3[8012]Porque los ritos de los gentiles son vanidad:

Se corta un árbol del bosque,

lo labra la mano del artífice con el buril,

4Io adorna con plata y oro,

y lo sujeta con clavos a golpe de martillo,

para que no se caiga.

5Son como un espantajo en el melonar,

no hablan:

han de ser llevados,

porque no pueden caminar.

No los temáis,

ya que no pueden hacer ni mal ni bien.

6Nadie hay semejante a Ti, oh Yahvé;

Tú eres grande,

y grande es el poder de tu nombre.

7¿Quién no te temerá a Ti, oh Rey de las naciones?

porque esto te corresponde;

pues entre todos los sabios de los gentiles,

y en todos sus reinos nadie hay como Tú.

8Todos ellos son estúpidos y necios;

vana su doctrina, nada más que leño.

9[8013]Se trae plata laminada de Tarsis, y oro de Ufaz,

que se labra por el artífice y por las manos del platero;

de jacinto y púrpura son sus vestidos,

obra de diestros artífices todos ellos.

Omnipotencia de Yahvé

10Yahvé es el Dios verdadero,

Él es el Dios vivo y Rey de la eternidad.

Ante su indignación se estremece la tierra,

y los gentiles no pueden soportar su ira.

11Así, pues, les diréis: “Esos dioses que no han hecho ni cielo ni tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo.”

12El, con su poder, hizo la tierra,

con su sabiduría estableció el orbe

y con su inteligencia extendió los cielos.

13A una orden suya braman las aguas del cielo;

Él levanta las nubes desde los extremos de la tierra,

hace los relámpagos para la lluvia,

y saca de sus depósitos el viento.

14Necio es todo hombre que no sabe (esto);

todo platero se cubre de vergüenza haciendo un ídolo,

porque mentira es su obra de fundición,

y no hay aliento en ella.

15[8014]Son obras vanas, dignas de escarnio;

al tiempo de la visita de (Dios) perecerán.

16[8015]No es como esta la porción de Jacob,

porque Él ha hecho todas las cosas,

e Israel es la tribu de su herencia;

Yahvé de los ejércitos es su nombre.

El castigo de Dios es justo

17Lleva fuera del país tu bagaje,

tú que habitas en la ciudad fortificada.

18Porque así dice Yahvé:

“He aquí que esta vez lanzaré lejos a los moradores del país,

y los atribularé, para que (me) encuentren.”

19[8016]¡Ay de mí! ¡Qué quebranto el mío!

Mi llaga es malísima. Y me dije:

“Esto es, en verdad, un mal,

y debo soportarlo.”

20[8017]Mi tienda ha sido devastada,

y todas mis cuerdas están rotas;

me han separado de mis hijos que ya no existen;

no hay quien pueda levantar mi tienda,

ni alzar mi pabellón.

21Porque los pastores han obrado neciamente,

y no han buscado a Yahvé;

por esto no entendieron

y toda su grey anda dispersa.

22[8018]He aquí que viene un ruido, un rumor,

y grande alboroto de la parte del Norte,

para convertir las ciudades de Judá

en desierto, en morada de chacales.

23[8019]“Ya sé, Yahvé, que no es del hombre (determinar) su camino,

ni es del hombre el andar y dirigir sus pasos.

24[8020]Pero corrígeme, oh Yahvé, con equidad,

no en tu ira, para que no me aniquiles.

25[8021]Derrama tu ardiente ira

sobre los gentiles que no te conocen,

y sobre los pueblos

que no invocan tu nombre;

porque han devorado a Jacob,

lo han devorado y acabado con él

y han devastado su morada.

JEREMÍAS 11
Violación de la alianza del Sinaí

1De parte de Dios llegó a Jeremías la siguiente palabra: 2[8022]“Escuchad las palabras de este pacto, y hablad a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén diciéndoles: 3Así habla Yahvé, el Dios de Israel: Maldito el hombre que desobedezca las palabras de esta alianza, 4[8023]que Yo ordené a vuestros padres, cuando los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciendo: Escuchad mi voz, y haced según todo lo que os mando; y seréis mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios; 5a fin de cumplir el juramento prestado a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche y miel, como (se ve) en el día de hoy.” Y yo respondí y dije: “Así sea, oh Yahvé.”

6Entonces me dijo Yahvé: “Grita todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: Escuchad las palabras de esta alianza y observadlas. 7Porque conjuré solemnemente a vuestros padres desde el día que los saqué de la tierra de Egipto, hasta hoy, y los amonesté sin cesar, diciendo: «Escuchad mi voz». 8[8024]Pero ellos no escucharon, ni prestaron oído; sino que siguieron cada cual su obstinado y maligno corazón; por lo cual ejecuté contra ellos todas las palabras de esta alianza, que les había mandado cumplir y que ellos no cumplieron.”

9[8025]Luego Yahvé me dijo: “Hay una conjuración entre los hombres de Judá, y entre los habitantes de Jerusalén. 10Han vuelto a las iniquidades de sus primeros padres, que rehusaron escuchar mis palabras; y se han ido tras otros dioses para servirlos. Así la casa de Israel y la casa de Judá han quebrantado mi alianza la que Yo contraje con sus padres. 11Por tanto, así dice Yahvé: He aquí que haré venir sobre ellos un mal del cual no podrán librarse; y cuando clamen a Mí no los escucharé. 12E irán las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalén, y clamarán a los dioses a quienes suelen ofrecer incienso, y que no podrán salvarlos en el tiempo de su tribulación. 13[8026]Porque tan numerosos como tus ciudades son tus dioses, oh Judá; y tan numerosas como las calles de Jerusalén son los altares que habéis erigido a la ignominia, los altares en que quemáis incienso a Baal.

No ruegues por este pueblo

14[8027]Por eso no intercedas por este pueblo, ni eleves por ellos oraciones y súplicas, porque no escucharé cuando clamen a Mí en su calamidad.

15[8028]¿Qué buscas aún, amada mía, en mi casa,

tú que has cometido tantas maldades?

¿Acaso las carnes sagradas

podrán librarte del mal,

ya que cuando hiciste maldad,

entonces te regocijaste?

16[8029]Yahvé te dio el nombre de Olivo verde

y fruto de hermoso aspecto

pero tras el estruendo de un gran fragor

lo incendió, y quedaron abrasadas sus ramas.

17Porque Yahvé de los ejércitos, que te plantó, ha decretado el mal contra ti, a causa de las maldades que la casa de Israel y la casa de Judá hicieron para irritarme quemando incienso a Baal.

Conjuración contra el profeta

18[8030]Yahvé me informó y así lo supe;

Tú me mostraste entonces sus maquinaciones.

19[8031]Yo era como un manso cordero llevado al matadero, y no sabía que contra mí maquinaban (diciendo): “Destrocemos el árbol con su fruto, y cortémosle de la tierra de los vivientes, y no quede ya más memoria de su nombre.”

20Pero Tú, oh Yahvé de los ejércitos,

que juzgas con justicia, y escudriñas los riñones y el corazón,

déjame ver como tomas de ellos venganza,

porque a Ti te he entregado mi causa.

21Por tanto, así dice Yahvé respecto de los hombres de Anatot, que buscan tu vida, diciendo: “No profetices en el nombre de Yahvé, si no quieres morir a nuestras manos.” 22Por tanto, así dice Yahvé de los ejércitos: “He aquí que Yo los castigaré; los jóvenes morirán al filo de la espada, y sus hijos e hijas perecerán de hambre. 23No quedará resto alguno de ellos; porque descargaré calamidades sobre los hombres de Anatot, cuando llegue el tiempo de su castigo.

JEREMÍAS 12
¿Por qué prosperan los impíos?

1[8032]Justo eres Tú, oh Yahvé; por eso no puedo contender contigo;

sin embargo déjame hablar de justicia.

¿Por qué es próspero el camino de los malvados

y viven tranquilos todos los pérfidos?

2[8033]Tú los plantaste, y ellos se han arraigado,

crecen y producen fruto;

te tienen en su boca,

pero lejos de Ti está su corazón.

3Mas Tú, Yahvé, me conoces;

me ves y sondeas lo que pienso de Ti.

Arráncalos, como ovejas destinadas para el matadero,

prepáralos para el día de la matanza.

4¿Hasta cuándo ha de llorar la tierra,

han de secarse las plantas de todos los campos?

A causa de la maldad de los que allí habitan

perecen las bestias y las aves;

por cuanto dijeron: “No verá Él nuestro fin.”

Respuesta divina

5[8034]“Si tú corriendo con gente de a pie te fatigas,

¿cómo competirás con (los de a) caballo?

Y si (apenas) en una tierra de paz te sientes seguro,

¿qué harás en los matorrales del Jordán?

6Porque tus mismos hermanos y la casa de tu padre,

aun estos te han traicionado;

ellos mismos te persiguen con fuertes gritos;

no te fíes de ellos cuando te traten con buenas palabras.”

Devastación del país

7[8035] “He desamparado mi casa,

he desechado mi heredad;

he entregado el objeto de mi amor

en manos de sus enemigos.

8Mi heredad ha venido a ser para Mí

como un león en el bosque,

que ruge contra Mí; por eso la aborrezco.

9[8036]¿No es mi heredad para Mí ave de rapiña de varios colores,

contra la cual se juntan otras aves de rapiña?

¡Andad, pues, y congregad a todas las fieras del campo;

traedlas para que la devoren!

10[8037]Muchos pastores han destruido mi viña;

han pisoteado mi heredad;

han convertido mi deliciosa posesión

en un desierto desolado.

11La asolaron por completo,

triste está ella delante de Mí;

desolado y devastado está todo el país,

sin que haya quien reflexione en su corazón.”

12Sobre todos los collados del desierto vienen los devastadores:

porque la espada de Yahvé

devora la tierra desde un confín al otro,

y no habrá salvación para carne alguna.

13Sembraron trigo y cosecharon espinas,

se han fatigado sin sacar provecho.

Avergonzaos de vuestras cosechas,

a causa de la ardiente ira de Yahvé.

Destino de los enemigos

14[8038]Así dice Yahvé contra todos mis malos vecinos que atacan la heredad que Yo di en posesión a Israel, mi pueblo: “He aquí que los arrancaré de sus tierras, y sacaré a la casa de Judá de en medio de ellos. 15[8039]Mas después de haberlos arrancado, me apiadaré de nuevo de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad, y cada cual a su tierra. 16Y cuando aprendan el camino de mi pueblo, de modo que juren por mi nombre: «Vive Yahvé», como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, entonces serán establecidos en medio de mi pueblo. 17Pero si no quieren escuchar, arrancaré a tal nación, sí, la arrancaré y la destruiré” —oráculo de Yahvé.

JEREMÍAS 13
Profecía del cautiverio

1[8040]Así me dijo Yahvé: “Ve y cómprate un cinturón de lino y ciñe con el tus lomos; mas no lo metas en agua.” 2Compré el cinturón, según la orden de Yahvé, y me lo puse sobre los lomos. 3Y me llegó la palabra de Yahvé por segunda vez, para decirme: 4“Toma el cinturón que compraste, y que está sobre tus lomos, y levántate, anda al Éufrates y escóndelo allí en la hendidura de una roca.” 5Fui y lo escondí junto al Éufrates, como Yahvé me lo había ordenado. 6Y sucedió que pasados muchos días, Yahvé me dijo: “Levántate, ve al Éufrates, y saca de allí el cinturón que te mandé esconder en aquel lugar.” 7Fui, pues, al Éufrates y cavé, y saqué el cinturón del lugar donde lo había escondido; mas he aquí que estaba podrido, y ya no era útil para nada. 8Entonces me habló Yahvé, diciendo: 9[8041]“Así dice Yahvé: De esta manera destruiré la soberbia de Judá, y el gran orgullo de Jerusalén. 10Este pueblo malo que rehúsa oír mis palabras, que siguiendo su obstinado corazón se va tras otros dioses, para servirles y adorarlos, vendrá a ser como este cinturón que para nada es útil. 11Pues así como el cinturón se adhiere a los lomos del hombre, así había Yo unido estrechamente conmigo a toda la casa de Israel, y a toda la casa de Judá, dice Yahvé, a fin de que fuese el pueblo mío para mi renombre, alabanza y gloria; mas ellos no escucharon.

12[8042]Les dirás esta palabra: Así dice Yahvé, el Dios de Israel: “Todas las tinajas han de llenarse de vino.” Y te dirán: ¿Acaso no sabemos muy bien que todas las tinajas han de llenarse de vino? 13Entonces les responderás: Así dice Yahvé: “He aquí que Yo llenaré de embriaguez a todos los habitantes de este país, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas, y a todos los moradores de Jerusalén; 14y los estrellaré a unos contra otros, padres e hijos juntamente, dice Yahvé. No tendré piedad, ni compasión, ni misericordia, y no dejaré de destruirlos.”

Exhortación al arrepentimiento

15Oíd y prestad oídos. No os ensoberbezcáis,

pues es Yahvé quien habla.

16[8043]Dad gloria a Yahvé, vuestro Dios,

antes que Él envíe tinieblas,

y tropiecen vuestros pies

sobre los montes tenebrosos;

cuando Él trueque en sombra de muerte

la luz que esperáis,

conviniéndola en densas tinieblas.

17[8044]Mas si no escucháis,

mi alma llorará en secreto

a causa de (vuestra) soberbia,

llorará amargamente,

y mis ojos se derretirán en lágrimas

por la cautividad de la grey de Yahvé.

18[8045] “Di al rey y a la reina:

Humillaos, sentaos (en el suelo),

porque se os cae de vuestras cabezas

la corona de vuestra gloria.

19Las ciudades del Mediodía estarán cerradas,

sin que haya quien las abra;

todo Judá será llevado al cautiverio,

todos sin excepción.

20Levanta tus ojos, y ve

quiénes son estos que vienen del norte.

¿Dónde está la grey que te fue dada,

tu magnífico rebaño?

21[8046]¿Qué dirás cuando Él ponga sobre ti,

por cabeza, a tus amantes,

que tú mismo has amaestrado contra ti?

¿No sufrirás entonces dolores,

como una mujer que da a luz?

22[8047]Y si dices en tu corazón:

«¿Por qué viene sobre mí esto?»

por la muchedumbre de tus maldades

han sido descubiertas tus faldas

y manchadas las plantas de tus pies.

23[8048]¿Puede acaso el etíope mudar su piel,

o el leopardo sus manchas?

Así tampoco podéis obrar bien vosotros,

los que estáis avezados a hacer el mal.

24Los esparciré como la hojarasca,

que arrebata el viento del desierto.

25Esta es tu suerte, la porción que Yo te he reservado,

dice Yahvé;

por haberte olvidado de Mí,

poniendo tu confianza en la mentira.

26Pues también Yo te descubriré las faldas (alzándolas) sobre tu rostro,

para que se vean tus vergüenzas.

27[8049]Tus adulterios, tus relinchos,

la ignominia de tu fornicación,

en los collados y por los campos, (todas) tus abominaciones las he visto.

¡Ay de ti, oh Jerusalén, que no quieres purificarte!

¿Hasta cuándo esperas todavía?”

JEREMÍAS 14
Plegaria de Jeremías en la sequía

1[8050]He aquí lo que dijo Yahvé a Jeremías con motivo de la sequía:

2Judá está de luto,

sus puertas languidecen;

entristecidas se inclinan hacia el suelo

y Jerusalén alza el grito.

3Sus nobles envían a sus criados por agua;

van estos a los pozos, y no hallando agua

se vuelven con sus cántaros vacíos,

cubierta su cabeza

a causa de la vergüenza y confusión.

4También los labradores

se cubren por vergüenza la cabeza

a causa del suelo que está rajado

por falta de lluvia sobre la tierra.

5Pues hasta la cierva en el campo

después de parir abandona (su cría),

porque no hay pasto.

6Los asnos salvajes se ponen encima de los riscos,

aspirando el aire como chacales;

desfallecen sus ojos,

porque no hay cosa verde.

7[8051]“Aunque nuestras maldades testifican contra nosotros,

trátanos, Yahvé, respetando tu Nombre;

pues son muchas nuestras rebeldías;

hemos pecado contra Ti.

8[8052]¡Oh Tu, Esperanza de Israel,

Salvador suyo en tiempo de angustia!

¿cómo es que estás cual extranjero en el país,

cual pasajero que solo se detiene para pasar una noche?

9¿Por qué eres Tú como un hombre atónito,

como un valiente incapaz de salvar?

Y sin embargo, Tú, Yahvé, estás entre nosotros,

los que llevamos tu Nombre.

No nos desampares.”

Respuesta de Dios

10Así dice Yahvé respecto de este pueblo: “Esto les gusta: andar de un lugar a otro, sin dar descanso a sus pies; pero Yahvé no se complace en ellos: ahora se va a acordar de sus iniquidades, y castigará sus pecados.”

11[8053]Y me dijo Yahvé: “No ruegues para bien de este pueblo. 12Aun cuando ayunen no oiré sus clamores, y cuando ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré, sino que los extirparé con la espada, con el hambre y con la peste.”

Falsos profetas extravían al pueblo

13[8054]Entonces dije: “¡Ah, Señor, Yahvé! Mira cómo los profetas les dicen: «No veréis espada, ni tendréis hambre, antes bien, Yo os daré una paz segura en este lugar».” 14Y me respondió Yahvé: “Los profetas profetizan mentiras en mi Nombre; Yo no los he enviado, nada les he ordenado; no he hablado a ellos; visiones mentirosas, vanas adivinaciones e ilusiones de su propio corazón es lo que profetizan. 15Por tanto, así dice Yahvé respecto de los profetas que profetizan en mi Nombre sin que Yo los haya enviado, y que dicen: «No habrá en el país ni espada ni hambre»: al filo de la espada y por hambre perecerán estos profetas; 16las gentes ante las cuales ellos profetizan, serán arrojadas por las calles de Jerusalén, víctimas del hambre y de la espada, y no habrá quien los entierre, a ellos, sus mujeres, sus hijos y sus hijas; y derramaré sobre ellos su maldad.

17Diles, pues, esta palabra:

Derramen mis ojos lágrimas,

noche y día, sin cesar,

porque la virgen, hija de mi pueblo

ha sido quebrantada con extremo quebranto,

herida de gravísima plaga.

18[8055]Si salgo al campo,

veo a los que murieron por la espada,

y si entro en la ciudad,

a los extenuados por el hambre,

pues tanto el profeta como el sacerdote

andan errantes hacia un país desconocido.”

Confianza del profeta

19[8056]¿Has rechazado del todo a Judá?

¿Aborrece tu alma a Sión?

¿Por qué nos has herido de muerte?

Esperábamos la paz, y no hay bien;

el tiempo de restablecernos y no hay más que espanto.

20Reconocemos, oh Yahvé, nuestra maldad,

la culpa de nuestros padres; ya que hemos pecado contra Ti.

21[8057]No nos rechaces, por amor de tu Nombre,

no profanes el solio de tu gloria;

acuérdate, no rompas tu alianza con nosotros.

22[8058]¿Hay acaso entre los ídolos de los gentiles quien pueda dar lluvia?

¿O pueden acaso los cielos enviar aguas?

¿No eres Tú, el Señor, Dios nuestro?

En Ti esperamos,

porque Tú haces todas estas cosas.

JEREMÍAS 15
Dios no acepta la intercesión del profeta

1[8059]Me dijo Yahvé: “Aun cuando Moisés y Samuel se me pusieran delante, mi alma no se inclinaría hacia este pueblo. ¡Arrójalos de mi vista, y que se vayan! 2Si te preguntan: «¿A dónde hemos de ir?» les responderás: Así dice Yahvé:

El que a la muerte, a la muerte;

el que a la espada, a la espada;

el que al hambre, al hambre;

y el que al cautiverio, al cautiverio.

3Enviaré contra ellos cuatro azores, dice Yahvé: la espada para matar, los perros para arrastrar, las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destrozar. 4[8060]Y los entregaré para que sean maltratados en todos los reinos de la tierra, por lo que Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá hizo en Jerusalén.

5¿Quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén?

¿quién se conmoverá por tu causa?

¿o quién se desviará del camino para preguntar cómo andas?

6Tú me has abandonado, dice Yahvé;

te has vuelto hacia atrás;

por tanto extenderé mi mano contra ti,

y te exterminaré;

estoy cansado de perdonar.

7Los aventaré con el bieldo

hasta las puertas del país,

los privaré de hijos,

exterminaré a mi pueblo;

porque no dejan sus caminos.

8Sus viudas serán más numerosas

que la arena del mar;

enviaré en pleno día un desolador

contra la madre de los jóvenes guerreros;

haré caer sobre ellos de repente

angustia y terror.

9[8061]Desfallece la que dio a luz siete (hijos),

desmaya su alma,

se le ha puesto el sol cuando era aún de día;

está avergonzada y abochornada,

y los restantes de sus (hijos), los entregaré a la espada

en presencia de sus enemigos”, dice Yahvé.

El Señor consuela al profeta

10[8062]¡Ay de mí, madre mía!

¿por qué me diste a luz, hombre de contradicción como soy,

y objeto de discordia para todo el mundo?

A nadie he prestado dinero, y nadie me prestó a mí,

y con todo cada uno de ellos me maldice.

11Así dijo Yahvé:

En verdad, te libraré para bien tuyo,

y te asistiré contra el enemigo

en el tiempo del mal y de la angustia.

12[8063]¿Acaso es posible que el hierro

rompa el hierro del Aquilón y el bronce?

13“Entregaré tus bienes y tesoros al saqueo,

los entregaré gratis por todos tus pecados,

(que cometiste) en todo tu territorio.

14[8064]Haré que pasen con tus enemigos

a una tierra que no conoces;

porque se ha encendido un fuego en mi rostro

que arderá contra vosotros.”

15Tú lo sabes, oh Yahvé;

acuérdate de mí, y ampárame,

véngame de mis perseguidores;

y no me arrebates en tu longanimidad (para con ellos),

sábete que por Ti soporto oprobio.

16[8065]Cuando yo hallé tus palabras, me alimenté con ellas;

y tus palabras me eran el gozo y la alegría de mi corazón,

porque llevo el nombre tuyo,

oh Yahvé, Dios de los ejércitos.

17No me he sentado para gozarme

en el conciliábulo de los que se divierten;

bajo tu mano me he sentado solitario,

pues me habías llenado de indignación.

18[8066]¿Por qué no tiene fin mi dolor;

y no admite remedio mi herida desahuciada?

¿Serás para mí como un (torrente) falaz,

como aguas que engañan?

19[8067]Por esto, así me dice Yahvé:

“Si te conviertes, Yo te restauraré,

para que puedas estar ante mi rostro,

y si separas lo precioso de lo vil,

serás como boca mía;

ellos han de volver hacia ti,

pero tú no debes volverte a ellos.

20[8068]Haré que seas para este pueblo

un fuerte muro de bronce.

Ellos pelearán contra ti, mas no te vencerán,

porque Yo estoy contigo

para salvarte y librarte, dice Yahvé.

21Te libraré de las manos de los malvados,

y te redimiré del poder de los opresores.”

JEREMÍAS 16
El profeta, figura de su pueblo

1Me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 2[8069]“No tomes mujer, ni tengas hijos ni hijas en este lugar. 3Porque así dice Yahvé acerca de los hijos e hijas que nacen en este lugar, y acerca de sus madres que los dan a luz, y acerca de sus padres que los engendran en este país: 4De muerte dolorosa morirán; no serán llorados ni sepultados; yacerán como estiércol sobre el haz del campo; perecerán por la espada y por el hambre; y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.” 5[8070]Pues así dice Yahvé: “No entres en casa de luto, no vayas a llorar ni expresar tu duelo con ellos, pues Yo, dice Yahvé, he retirado de este pueblo mi paz, la piedad y la misericordia. 6Grandes y pequeños morirán en este país, no serán sepultados ni se los lamentará; nadie se hará por ellos sajaduras ni calvez; 7nadie partirá con ellos (el pan) en su duelo, para consolarlos por el muerto, ni se les dará de beber la copa de consolación por (la muerte de) su padre o de su madre. 8Tampoco entres en casa donde haya festín para sentarte con ellos a comer y beber. 9Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a hacer que en este lugar, a vuestros ojos, y en vuestros días, enmudezca la voz de gozo y la voz de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa.

Anuncio del cautiverio

10Cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, y ellos te digan: «¿Por qué ha decretado Yahvé contra nosotros todo este mal tan grande? Pues, ¿cuál es nuestra iniquidad, y cual nuestro pecado que hemos cometido contra Yahvé, nuestro Dios?» 11[8071]Entonces les dirás: Porque me abandonaron vuestros padres, dice Yahvé, y se fueron en pos de otros dioses; y les sirvieron y los adoraron abandonándome a Mí y quebrantando mi Ley. 12Y vosotros habéis hecho cosas peores aún que vuestros padres; pues he aquí que andáis cada uno según la obstinación de su depravado corazón, sin escucharme a Mí. 13[8072]Por lo tanto os arrojaré de este país a otro desconocido de vosotros y de vuestros padres; allí serviréis a otros dioses, día y noche, y no tendré compasión de vosotros.

Anuncio de la liberación

14Por eso, he aquí que vienen días, dice Yahvé, en que ya no se dirá: «Vive Yahvé, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto», 15sino «Vive Yahvé, que sacó a los hijos de Israel del país del Norte, y de todos los países, adonde los había arrojado», y los haré volver a la tierra que di a sus padres.

16[8073]He aquí que enviaré muchos pescadores, dice Yahvé, que los pescarán, y después enviaré muchos cazadores que los cazarán por todos los montes y por todos los collados y en las hendiduras de las rocas. 17Porque mis ojos están observando todos sus caminos, delante de Mí no está escondido ninguno, y su iniquidad no está encubierta ante mis ojos. 18[8074]Primeramente les pagaré al doble su iniquidad y su pecado, por haber contaminado mi tierra con los cadáveres de sus ídolos, y llenado mi herencia con sus abominaciones.”

19[8075]Oh Yahvé, fuerza mía y fortaleza mía,

y mi refugio en el día de la tribulación,

a Ti vendrán las naciones desde los confines de la tierra, y dirán:

“Ciertamente nuestros padres no tenían otra herencia que la mentira

y vanidades que de nada sirven.”

20[8076]¿Acaso el hombre puede fabricarse dioses,

que en realidad no son dioses?

21Por eso, he aquí que esta vez les doy a conocer,

les mostraré mi mano y mi poder

y conocerán que mi Nombre es Yahvé.

JEREMÍAS 17
El pecado de Judá

1[8077]El pecado de Judá está escrito con punzón de hierro,

y grabado a punta de diamante

en la tabla de su corazón,

y en los cuernos de sus altares;

2[8078]ya que sus hijos siempre piensan en sus altares y sus ascheras,

junto a los árboles frondosos,

sobre los altos collados.

3[8079] “Oh montaña mía plantada en el llano,

entregaré al saqueo tus riquezas,

todos tus tesoros, tus lugares excelsos,

a causa del pecado en todo tu territorio.

4Perderás por propia culpa tu herencia

que Yo te di;

y te haré servir a tus enemigos

en un país desconocido

pues habéis encendido el fuego de mi cólera,

que arderá para siempre.”

5[8080]Así dice Yahvé:

“Maldito quien pone su confianza en el hombre,

y se apoya en un brazo de carne,

mientras su corazón se aleja de Yahvé.

6Será como desnudo arbusto en el desierto;

cuando viene el bien no lo ve;

pues vive en la sequedad del desierto,

en una tierra salobre y no habitada.

7Bienaventurado el varón que confía en Yahvé,

cuya confianza es el mismo Yahvé.

8Es como árbol plantado junto a las aguas,

que extiende sus raíces hacia el río;

no teme cuando llega el calor,

permanece verde su hoja;

no se inquieta en el año de la sequía,

ni deja de dar fruto.

9[8081]La cosa más dolosa y perversa es el corazón,

¿quién podrá conocerlo?

10[8082]Yo, Yahvé, que escudriño el corazón y pruebo los riñones,

para retribuir a cada cual según su proceder,

según el fruto de sus obras.

11Como la perdiz empolla huevos ajenos,

así el que junta riquezas, mas no con justicia,

a la mitad de sus días tendrá que dejarlas,

y en sus postrimerías será un necio.”

Plegaria de Jeremías

12[8083]Trono de gloria, excelso desde el principio,

es el lugar de nuestro Santuario.

13[8084]Oh Yahvé, Esperanza de Israel,

todos los que te abandonan quedarán confundidos,

los que se apartan de Ti, en la tierra serán escritos,

por haber dejado a Yahvé,

la fuente de aguas vivas.

14¡Sáname, Yahvé, y quedaré sano;

sálvame, y seré salvo;

porque Tú eres mi gloria!

15[8085]Mira que ellos me dicen:

“¿Dónde está la palabra de Yahvé? ¡Que se cumpla!”

16[8086]Yo no he rehusado ser pastor en pos de Ti,

ni he deseado el día aciago, Tú lo sabes;

lo que salió de mis labios fue recto ante Ti.

17[8087]No quieras causarme temor,

Tú eres mi refugio en el día malo.

18[8088]Sean avergonzados mis perseguidores,

mas no quede avergonzado yo;

tiemblen ellos, y no sea yo quien tiembla.

Venga sobre ellos el día de la calamidad,

quebrántalos con doble quebranto.

Observación de sábado

19Así me dijo Yahvé: “Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por donde entran y salen los reyes de Judá, y a todas las puertas de Jerusalén; 20y diles: Escuchad la palabra de Yahvé, reyes de Judá, y Judá entero, y todos los habitantes de Jerusalén, que entráis por estas puertas. 21[8089]Así dice Yahvé: Guardad vuestras almas; no llevéis cargas en día de sábado, ni las paséis por las puertas de Jerusalén. 22No saquéis cargas de vuestras casas en día de sábado, ni hagáis labor alguna, antes bien, santificad el día de sábado, como Yo mandé a vuestros padres. 23Mas ellos no escucharon ni prestaron oídos, sino que endurecieron su cerviz, para no oír ni recibir la instrucción. 24Si de veras me obedecéis, dice Yahvé, y no introducís cargas por las puertas de esta ciudad en día de sábado, y santificáis el día de sábado no haciendo en él labor alguna, 25[8090]entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes, que se sentarán sobre el trono de David, montados en carrozas y caballos, ellos y sus príncipes, los varones de Judá y los habitantes de Jerusalén; y esta ciudad estará siempre poblada. 26Y de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, de la tierra de Benjamín y de la Sefelá, de la montaña y del Négueb vendrán gentes trayendo holocaustos y sacrificios, ofrendas e incienso, y ofrecerán sus alabanzas en la Casa de Yahvé. 27Pero si no me obedecéis en santificar el día de sábado, si al contrario lleváis cargas, entrando por las puertas de Jerusalén en día de sábado, encenderé en sus puertas un fuego, que devorará los palacios de Jerusalén; y no se apagará.”

JEREMÍAS 18
La vasija deshecha, símbolo de Israel

1Palabra que de parte de Yahvé llegó a Jeremías en estos términos: 2[8091]“Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.” 3Descendí a la casa del alfarero, y he aquí que este estaba trabajando sobre la rueda. 4Mas la vasija que el alfarero hacía de barro se deshizo entre sus manos, por lo cual volvió a hacer otra vasija de la forma que le plugo. 5Y me llegó la palabra de Yahvé que decía: 6“¿Acaso no puedo hacer Yo con vosotros, oh casa de Israel, como hace este alfarero?, dice Yahvé. Mirad lo que es el barro en la mano del alfarero, eso mismo sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. 7A veces hablo Yo contra una nación o un reino, para arrancarlo, para derribarlo y para destruirlo; 8[8092]Si aquella nación contra la cual he hablado se convierte de su maldad, Yo también me arrepiento del mal que había pensado hacerle. 9[8093]Y a veces pienso en fundar y plantar una nación o un reino, 10si (esta nación) obra mal ante mis ojos, y no escucha mi voz. Yo también me arrepiento del bien que dije que le haría. 11Habla ahora, a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, diciendo: Así dice Yahvé: He aquí que Yo preparo males para vosotros, y estoy trazando un plan en daño vuestro. Convertíos cada cual de su mal camino, y enmendad vuestras costumbres y vuestras obras.” 12[8094]Pero ellos dicen: “Es inútil, seguiremos nuestras propias ideas, y obre cada uno según la dureza de su mal corazón.”

Dispersión del pueblo

13Por esto, así dice Yahvé:

“Preguntad a los pueblos:

¿Quién jamás oyó cosas cómo estas?

Crímenes horribles ha cometido

la virgen de Israel.

14¿Acaso puede faltar la nieve

en las peñas de la tierra o en el Líbano?

¿o se secan las aguas que vienen de lejos,

frescas y corrientes?

15[8095]Pues mi pueblo se ha olvidado de Mí;

queman incienso a los ídolos

que los hacen tropezar en sus caminos,

en las sendas antiguas,

para que yendo por (su propio) camino,

por vía no allanada,

16convierten su tierra en un desierto,

objeto de eterno ludibrio.

Todo aquel que pase junto a ella,

quedará pasmado y meneará la cabeza.

17Como viento solano

los dispersaré delante del enemigo;

les mostraré las espaldas, y no el rostro,

en el día de su calamidad.”

Nueva conjuración contra Jeremías

18[8096]Ellos dijeron: “Venid, vamos a urdir asechanzas contra Jeremías; porque no falta todavía la Ley al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni el oráculo al profeta. Vamos, pues, y ataquémosle con la lengua, y no hagamos caso de ninguna de sus palabras.”

19Préstame, oh Yahvé, tu atención,

y escucha la voz de mis adversarios.

20¿Así se paga bien con mal?

Pues ellos han cavado una fosa para mi vida.

Acuérdate de cómo me he presentado ante Ti,

para hablar en favor de ellos

y sustraerlos a tu ira.

21[8097]Por eso, abandona a sus hijos al hambre,

y entrégalos al poder de la espada;

quédense sus mujeres viudas y sin hijos,

mueran sus maridos de muerte violenta,

y sean traspasados sus jóvenes en la batalla por la espada.

22[8098]Óiganse alaridos desde sus casas,

cuando de repente hagas venir sobre ellos bandas armadas;

porque cavaron una fosa para prenderme,

y tendieron a mis pies lazos ocultos.

23Péro Tú, Yahvé, conoces todos sus planes de destruirme;

¡no les perdones su iniquidad,

ni borres de tu presencia su pecado!

¡Que tropiecen delante de Ti!

Castígalos en el tiempo de tu ira.

JEREMÍAS 19
El destino tremendo de Jerusalén

1Así dijo Yahvé: “Anda y toma una vasija de barro, obra de alfarero, y unos ancianos del pueblo, con algunos ancianos de los sacerdotes; 2[8099]y sal al valle del hijo de Hinnom, que está a la entrada de la puerta de la Alfarería, y pregona allí las palabras que voy a decirte. 3Dirás: Escuchad la palabra de Yahvé, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que descargaré sobre este lugar una desventura tal, que a cuantos la oyeren les retiñirán los oídos. 4[8100]Por cuanto me han dejado, y han enajenado este lugar, quemando en él incienso a dioses ajenos, desconocidos de ellos, de sus padres y de los reyes de Judá. Llenaron este lugar de sangre de inocentes; 5[8101]y erigieron (altares) excelsos a Baal, para quemar en el fuego a sus hijos como holocaustos a Baal; cosa que Yo no he mandado ni dicho, ni me pasó por el pensamiento. 6Por tanto, he aquí que días vendrán, dice Yahvé, en que ya no se llamará este lugar Tófet, ni valle del hijo de Hinnom, sino valle de la Mortandad. 7En este lugar frustraré los planes de Judá y de Jerusalén; los exterminaré con la espada de sus enemigos, y por mano de los que buscan su vida; y daré sus cadáveres como pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 8Y haré de esta ciudad un objeto de asombro y silbido: Todos cuantos pasen junto a ella quedarán asombrados y silbarán, viendo todas sus calamidades. 9[8102]Les daré de comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y comerán la carne de sus amigos, en la angustia y en la estrechez a que los reducirán sus enemigos y los que atentan contra su vida.

10Luego romperás la vasija a vista de los hombres que te acompañan; 11[8103]y les dirás: Esto dice Yahvé de los ejércitos: Así romperé Yo a este pueblo y a esta ciudad, como se rompe una vasija de alfarero, la cual ya no puede componerse; y por falta de lugar enterrarán (a los muertos) en Tófet. 12Así trataré a este lugar y sus habitantes, dice Yahvé, y haré que esta ciudad sea como Tófet. 13[8104]También las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá, serán inmundas como el lugar de Tófet; todas las casas sobre cuyos terrados quemaron incienso a toda la milicia del cielo, y derramaron libaciones a dioses ajenos.”

14Jeremías volvió de Tófet, adonde Yahvé le había enviado a profetizar; y se paró en el atrio de la Casa de Yahvé, donde dijo a todo el pueblo: 15[8105] “Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que haré venir sobre esta ciudad y sobre todas las ciudades (que dependen) de ella, todas las calamidades que contra ella he anunciado; puesto que han endurecido su cerviz, para no escuchar mis palabras.”

JEREMÍAS 20
Jeremías maltratado por Fasur

1[8106]Cuando el sacerdote Fasur, hijo de Imer, superintendente de la Casa de Yahvé, oyó a Jeremías que profetizaba estas cosas, 2mandó azotar al profeta Jeremías, y le puso en el cepo que hay a la puerta superior de Benjamín, en la Casa de Yahvé. 3Cuando al día siguiente Fasur sacó a Jeremías del cepo, le dijo Jeremías: “Yahvé no te llama más Fasur, sino «Terror por doquier», 4porque así dice Yahvé: He aquí que Yo haré que seas un terror para ti y para todos tus amigos, los cuales caerán por la espada de sus enemigos, viéndolo tus mismos ojos; y entregaré todo Judá en manos del rey de Babilonia, quien los transportará a Babilonia y los pasara a filo de espada. 5Y todas las riquezas de esta ciudad, todos sus productos y todos sus objetos preciosos, y todos los tesoros de los reyes de Judá los entregaré en manos de sus enemigos, quienes los saquearán y se apoderarán de ellos para llevarlos a Babilonia. 6[8107]Y tú, Fasur, y todos los que habitan en tu casa, iréis a la cautividad; llegarás a Babilonia, donde morirás, y donde serás sepultado, tú y todos tus amigos, a quienes profetizaste mentiras.”

Queja del profeta

7[8108]Tú me sedujiste, Yahvé, y yo me dejé seducir;

Tú fuiste más fuerte que yo, y prevaleciste;

por eso soy todo el día objeto de burla,

todos se mofan de mí.

8Porque siempre que hablo, tengo que gritar,

y clamar: “¡Ruina y devastación!”,

porque la palabra de Yahvé

es para mí un oprobio, una afrenta todo el día.

9Por eso me dije: “No me acordaré ya de Él

ni hablaré más en su Nombre”,

pero luego sentí en mi corazón como un fuego abrasador,

encerrado en mis huesos;

y me esforcé por contenerlo, pero no pude.

10Oí cómo muchos decían:

“Atemoricémosle por todos lados,

delatadle; sí, le delataremos.”

Todos los que yo trataba como amigos, espían mis pasos.

“Quizás se deje engañar y prevaleceremos contra él;

y tomaremos de él venganza.”

11Pero Yahvé está conmigo como un fuerte guerrero;

por eso tropezarán los que me persiguen,

y no prevalecerán;

quedaran sumamente avergonzados al ver frustrados sus planes;

será una afrenta eterna que nunca se borrará.

12Oh Yahvé de los ejércitos,

que pruebas al justo, que escudriñas los riñones y el corazón,

vea yo la venganza qué tomarás de ellos,

porque a Ti confío mi causa.

13Cantad a Yahvé, alabad a Yahvé,

porque Él libra la vida del pobre

de la mano de los malvados.

14[8109]¡Maldito el día en que nací!

¡No sea bendito el día

en que me dio a luz mi madre!

15¡Maldito el hombre que dio a mi padre la noticia:

“Te ha nacido un hijo varón”,

colmándole así de alegría!

16¡Sea aquel hombre como las ciudades

que destruye Yahvé sin compasión!

¡Oiga él gritos por la mañana,

y el estruendo (de la guerra) al mediodía!

17¿Por qué no me hizo morir

en el seno materno,

de modo que mi madre fuese mi sepulcro,

y su seno una eterna preñez?

18¿Por qué salí del seno

para ver dolor y aflicción

y consumir mis días en ignominia?

JEREMÍAS 21
Respuesta del profeta al rey

1[8110]Palabra que llegó a Jeremías de parte de Yahvé, cuando el rey Sedecías le envió a decir por Fasur, hijo de Malaquías, y por Sofonías, hijo del sacerdote Maasías: 2“Consulta, te ruego, a Yahvé acerca de nosotros: porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos hace la guerra. Quizás haga Yahvé con nosotros según todas sus grandes maravillas y aquel se retire de nosotros.” 3Jeremías les respondió: Así diréis a Sedecías: 4“Esto dice Yahvé, el Dios, de Israel: He aquí que volveré atrás las armas de guerra que tenéis en vuestras manos y con que peleáis contra el rey de Babilonia y los caldeos, que os tienen cercados rodeando las murallas, y las amontonaré en medio de esta ciudad. 5[8111]Y Yo mismo lucharé contra vosotros con mano extendida y brazo fuerte, con ira, con furor y con grande indignación. 6Heriré a los que viven en esta ciudad, hombres y bestias, y morirán de una gran peste. 7Después de esto, dice Yahvé, entregaré a Sedecías, rey de Judá, a sus servidores y al pueblo, y a los que en esa ciudad escapen de la peste, de la espada y del hambre, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en manos de sus enemigos, y en manos de los que atentan contra su vida, y él los herirá a filo de espada, sin perdonarlos, sin piedad, sin misericordia.

8[8112]Y a este pueblo le dirás: Así dice Yahvé: He aquí que Yo os pongo delante el camino de la vida y el camino de la muerte. 9[8113]El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre y de peste; más el que salga y se entregue a los caldeos que os tienen cercados, vivirá, y tendrá su vida como botín. 10Porque he vuelto mi rostro hacia esta ciudad para mal y no para bien, dice Yahvé: será entregada en poder del rey de Babilonia, el cual la entregará a las llamas.

11Y en cuanto a la casa del rey de Judá, la palabra de Yahvé:

Mensaje a la casa de David

12[8114]Oh casa de David, así dice Yahvé:

Apresuraos a hacer justicia,

librad al oprimido del poder del opresor,

no sea que estalle como fuego mi ira,

y arda sin que haya quien la apague,

a causa de la maldad de vuestras obras.

13[8115]He aquí que a ti me dirijo, oh habitadora del valle,

peña (que se alza) en la llanura, dice Yahvé;

a vosotros, que decís:

«¿Quién descenderá contra nosotros?»

o «¿quién podrá penetrar en nuestras casas?»

14Os castigaré según el fruto de vuestras obras, dice Yahvé,

pues prenderé fuego a su bosque,

que devorará todos sus alrededores.”

JEREMÍAS 22
Otro mensaje a la casa real

1Así dice Yahvé: “Baja a la casa del rey de Judá, y di allí esta palabra: 2[8116]Dirás: Escucha la palabra de Yahvé, oh rey de Judá, que te sientas en el trono de David, tú, y tus servidores, y tu pueblo, los que entráis por estas puertas. 3Así dice Yahvé: Haced lo recto y lo justo, y librad al oprimido de mano del opresor: no maltratéis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni les hagáis violencia; y no derraméis sangre inocente en este lugar. 4[8117]Si de veras cumpliereis esta palabra, entrarán por las puertas de esta Casa reyes que se sienten en el trono de David, montados en carrozas y caballos; ellos y sus servidores y su pueblo. 5Pero si no escucháis estas palabras, entonces por Mí mismo juro, dice Yahvé, que esta Casa vendrá a ser desolada.

6[8118]Porque así dice Yahvé acerca de la casa del rey de Judá:

Aunque eras para mí un Galaad

y (como) la cima del Líbano;

con todo haré de ti un desierto,

una ciudad inhabitada.

7[8119]He consagrado contra ti destructores,

cada uno con sus armas;

cortarán tus cedros escogidos

y los echarán al fuego.

8[8120]Y pasará mucha gente ante esta ciudad, y se dirán unos a otros: «¿Por qué ha tratado Yahvé así a esta gran ciudad?» 9Y se dará por respuesta: «Porque abandonaron el pacto de Yahvé, su Dios, y adoraron a otros dioses y los sirvieron».”

10[8121]No lloréis al difunto, ni hagáis duelo por él;

llorad al contrario por el

que se ha ido (al cautiverio),

porque no volverá más,

ni verá la tierra de su nacimiento.

Contra Sellum y Joakim

11[8122]Porque así dice Yahvé en orden a Sellum, hijo de Josías, rey de Judá, el que reinó en lugar de su padre Josías, y salió de este lugar: “No volverá más aquí; 12en el lugar adonde le han llevado cautivo, allí morirá, y no verá ya más esta tierra.”

13[8123]Ay del que edifica su casa sin justicia,

y sus salones sin equidad;

que hace trabajar a su prójimo sin salario,

y no le paga el jornal de su trabajo;

14que dice: “Me edificaré una casa grande,

con amplias salas”,

y hace en ella grandes ventanas,

la cubre de cedros y la pinta de bermellón.

15¿Acaso tú eres rey

para rivalizar en obras de cedro?

¿Por ventura no comió y bebió tu padre

y fue feliz haciendo lo recto y justo?

16[8124]Defendía la causa del pobre y del desvalido;

y así le fue bien.

¿No es esto conocerme a Mí? dice Yahvé.

17Pero tus ojos y tu corazón no buscan más que tu propio interés,

el derramar sangre inocente

y hacer opresión y violencia.

18[8125]Por tanto, así dice Yahvé respecto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá:

“No le lamentarán (diciendo):

«¡Ay, hermano mío!» «¡Ay, hermana mía!»

No le llorarán (clamando):

«¡Ay, señor mío!» «¡Ay, su majestad!»

19[8126]Será enterrado como un asno;

le arrastrarán y le arrojarán

fuera de las puertas de Jerusalén.”

Contra Jerusalén y el rey Jeconías

20[8127]Sube (oh Jerusalén) al Líbano y clama;

en Basan alza tu voz;

grita desde Abarim;

pues han sido destruidos todos tus amantes.

21Yo te hablé en tu prosperidad,

y tú dijiste: “No quiero escuchar.”

Este ha sido tu proceder desde tu mocedad;

no has escuchado mi voz.

22El viento llevará a todos tus pastores,

y tus amantes irán al cautiverio.

Entonces te llenarás de confusión,

y de vergüenza

a causa de todas tus maldades.

23[8128]Tú que habitas en el Líbano

y anidas en los cedros,

¡cómo gemirás

cuando te sobrevengan las angustias,

los dolores, como a mujer que da a luz!

24[8129]“Por mi vida, dice Yahvé; aunque Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, fuese el anillo de mi mano derecha, de allí te arrancaría, 25te entregaré a los que buscan tu vida, en poder de los que temes; en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en poder de los caldeos. 26Te arrojaré a ti y a tu madre que te dio a luz, a otro país, en que no nacisteis, y allí moriréis. 27No volverán al país adonde su alma anhela volver.”

28¿Es, pues, este hombre Jeconías una vasija despreciada y quebrada, algún objeto que nadie quiere? ¿Por qué son arrojados él y su linaje, y llevados a un país que no conocían? 29¡Tierra, tierra, tierra, escucha la palabra de Yahvé! 30[8130]Así dice Yahvé: “Inscribid a este hombre como estéril, como varón que no ha prosperado durante toda su vida, Pues no logrará que un descendiente suyo se siente en el trono de David para reinar en Judá.”

JEREMÍAS 23
Contra los malos pastores

1“¡Ay de los pastores que destrozan y dispersan las ovejas de mi dehesa! —oráculo de Yahvé. 2Por eso, así dice Yahvé, el Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi grey, la habéis desparramado y no habéis cuidado de ella. He aquí que Yo os castigaré por la maldad de vuestras obras, dice Yahvé. 3[8131]Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países donde las he dispersado, y las haré volver a sus prados, y crecerán y se multiplicarán. 4Les suscitaré pastores que las apacienten; no temerán más, ni tendrán que temblar; y no faltará ninguna de ellas, dice Yahvé.

Profecía mesiánica

5He aquí que vienen días, dice Yahvé,

en que suscitaré a David un Vástago justo,

que reinará como rey, y será sabio,

y ejecutará el derecho y la justicia en la tierra.

6En sus días Judá será salvo,

e Israel habitará en paz,

y el nombre con que será llamado, es este:

“Yahvé, justicia nuestra.”

7Por eso, he aquí que vendrán días, dice Yahvé, en que ya no se dirá: «¡Vive Yahvé, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!», 8sino: “¡Vive Yahvé, que sacó y trajo a los hijos de la casa de Israel de la tierra del Norte y de todos los países adonde Yo los había arrojado.” Y habitarán en su propia tierra.

Contra los falsos profetas

9[8132]A los profetas:

Se me parte el corazón en mi pecho,

tiemblan todos mis huesos;

ante Yahvé y su santa palabra

estoy como un ebrio,

como un hombre embriagado de vino.

10Pues el país está atestado de adúlteros;

a causa de la maldición la tierra está de luto,

y se han secado los pastos del desierto;

su carrera se dirige hacia el mal,

y su fuerza consiste en hacer lo que no es recto.

11[8133] “Porque tanto el profeta como el sacerdote han apostatado,

hasta en mi Casa he encontrado su malicia, dice Yahvé.

12Por eso su camino les será

un resbaladero en medio de tinieblas;

serán empujados, de modo que caigan en él;

pues haré venir sobre ellos la calamidad

en el año en que Yo les visite, dice Yahvé.

13[8134]En los profetas de Samaria he visto cosas insensatas,

profetizaban por Baal,

e hicieron errar a Israel, mi pueblo.

14Pero en los profetas de Jerusalén he visto lo más horrible:

cometen adulterio, practican la mentira,

y dan su apoyo a los malhechores,

para que nadie se convierta de su maldad.

Todos ellos son para Mí como Sodoma,

y sus habitantes como Gomorra.”

15[8135]Por tanto, así dice Yahvé de los ejércitos contra los profetas:

“He aquí que les daré para comida ajenjo,

y para bebida agua envenenada,

porque de los profetas de Jerusalén

la impiedad se ha difundido sobre todo el país.

16[8136]Así dice Yahvé de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os embaucan, os cuentan las visiones de su imaginación, que no son de la boca de Yahvé.

17Repiten a los que me desprecian:

«Yahvé ha dicho: Tendréis paz»;

y a cuantos siguen su obstinado corazón

les dicen: «Ningún mal vendrá sobre vosotros.»

18¿Quién (de ellos) asistió al consejo de Yahvé, vio y oyó su palabra? ¿Quién prestó oído para escuchar lo que Él dijo?

19[8137]Ved que de Yahvé viene un furioso torbellino,

una tempestad impetuosa, que descargará sobre la cabeza de los impíos.

20No cesará la ira de Yahvé, hasta que ejecute y cumpla

los designios de su corazón.

Al fin de los tiempos lo comprenderéis.

21Yo no enviaba a esos profetas,

ellos (de suyo) corrían;

Yo no les hablaba, y sin embargo profetizaban.

22[8138]Si han asistido a mi consejo,

que comuniquen mis palabras a mi pueblo,

y lo conviertan de su mal camino,

y de la maldad de sus obras.

23¿Soy Yo Dios solo de cerca?

dice Yahvé.

¿No soy también Dios de lejos?

24¿Acaso un hombre puede ocultarse en escondrijo alguno,

sin que lo vea Yo? dice Yahvé.

¿No lleno Yo el cielo y la tierra? dice Yahvé.

25[8139]He oído lo que dicen los profetas, los que en mi nombre profetizan mentiras, diciendo: «He tenido un sueño, he tenido un sueño.» 26¿Hasta cuándo ha de durar esto en el corazón de esos profetas que profetizan mentiras, y presentan como vaticinios las imposturas de su corazón? 27Por sus sueños que unos a otros se van contando, quieren que mi pueblo olvide mi nombre, como sus padres olvidaron mi nombre por amor de Baal. 28[8140]El profeta que tenga un sueño cuente el sueño; y el que reciba palabra mía, proclame mi palabra con fidelidad.

¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Yahvé.

29[8141]¿No es mi palabra como fuego, dice Yahvé,

y como martillo que quebranta la roca?

30Por eso, he aquí que estoy contra esos profetas, dice Yahvé, que se roban mutuamente mis palabras. 31He aquí que estoy contra esos profetas, dice Yahvé, que se valen de sus lenguas para hablar en tono de oráculo. 32He aquí que estoy contra esos profetas que sueñan mentiras, dice Yahvé, y contándolos extravían con sus mentiras y fanfarronadas a mi pueblo. Yo no los he enviado ni les he dado orden alguna. De ninguna manera aprovechan a este pueblo, dice Yahvé.

¿Cómo ha de hablar el profeta?

33[8142]Cuando te preguntare este pueblo, o un profeta, o un sacerdote, diciendo: «¿Cuál es la carga de Yahvé?» les responderás: La carga sois vosotros, y Yo os desecharé, dice Yahvé. 34Y si el profeta, o el sacerdote, o el pueblo, dijere: «Carga de Yahvé», Yo castigaré a tal hombre y a su casa. 35Así habéis de decir cada uno a su compañero, y cada cual a su hermano: «¿Qué ha respondido Yahvé?» «¿Qué dijo Yahvé?» 36Mas no digáis más «Carga de Yahvé», pues la carga de cada cual será su propia palabra; ya que habéis pervertido las palabras del Dios vivo, Yahvé de los ejércitos, nuestro Dios. 37Así has de preguntar al profeta: «¿Qué te ha respondido Yahvé?», «¿Qué es lo que dijo Yahvé?» 38Pero si decís: «Carga de Yahvé», entonces, así dice Yahvé: Porque decís todavía esta palabra: «Carga de Yahvé», después de haberos Yo prohibido decir: «Carga de Yahvé», 39por eso he aquí que os olvidaré del todo, y os desecharé, al par que la ciudad que di a vosotros y a vuestros padres; 40y traeré sobre vosotros oprobio sempiterno, ignominia eterna, cuya memoria nunca se borrará.”

JEREMÍAS 24
Parábola de los dos canastos de higos

1[8143]Me mostró Yahvé en una visión dos canastos de higos colocados delante del Templo de Yahvé, después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había transportado cautivos de Jerusalén a Babilonia, a Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, a los príncipes de Judá, a los carpinteros y a los herreros. 2Uno de los canastos tenía higos muy buenos, como los higos de primera cosecha; mas el otro canasto tenía higos muy malos, tan malos que de malos no se podían comer.

3Y me dijo Yahvé: “¿Qué es lo que ves, Jeremías?” Respondí: “Higos; higos buenos, muy buenos; e higos malos, tan malos, que de malos no se pueden comer.” 4Entonces me llegó la palabra de Yahvé, que decía: 5Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré Yo a los cautivos de Judá, a quienes para su bien he arrojado de este lugar al país de los caldeos. 6Pondré sobre ellos mis ojos benignamente, los haré volver a este país y los edificaré; no los destruiré, sino que los plantaré y no los desarraigaré. 7[8144]Y les daré un corazón para que me conozcan (y sepan) que Yo soy Yahvé. Ellos serán mi pueblo, y Yo seré su Dios; pues se convertirán a Mí de todo corazón.

8[8145]Mas así como los higos malos no pueden ser comidos, de puro malos, de la misma manera, dice Yahvé, trataré Yo a Sedecías, rey de Judá, a sus príncipes y al resto de Jerusalén, a los que quedan aún en este país, y a los que habitan en la tierra de Egipto. 9[8146]Haré de ellos un objeto de horror, una calamidad para todos los reinos de la tierra, vendrán a ser el oprobio, la fábula, el ludibrio, la maldición en todos los lugares a donde los habré de arrojar. 10Y enviaré contra ellos la espada, el hambre y la peste hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres.

JEREMÍAS 25
Los setenta años de cautiverio

1[8147]He aquí el oráculo que Jeremías recibió acerca de todo el pueblo de Judá, el año cuarto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, que corresponde al año primero de Nabucodonosor, rey de Babilonia. 2Jeremías el profeta lo anunció a todo el pueblo de Judá, y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo:

3“Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, durante veintitrés años, me ha sido revelada la palabra de Yahvé y yo os la he predicado sin demora; mas no habéis escuchado. 4[8148]Yahvé se apresuró a mandaros todos sus siervos, los profetas, pero vosotros no escuchasteis, ni siquiera inclinasteis vuestros oídos para escuchar. 5[8149]Os decía: «Convertíos cada uno de su mal camino y de vuestras malas obras, y habitaréis en el país que Yahvé os dio a vosotros y a vuestros padres por todos los siglos, 6con tal que no andéis tras otros dioses para servirlos y para adorarlos, ni provoquéis mi ira con las obras de vuestras manos, de manera que Yo os tenga que castigar. 7Pero vosotros no me escuchasteis, dice Yahvé; antes provocasteis mi ira con las obras de vuestras manos, para daño vuestro.»

8Por lo cual, así dice Yahvé de los ejércitos: «Por cuanto no habéis escuchado mis palabras, 9[8150]he aquí que enviaré a llamar a todos los pueblos del Norte, dice Yahvé, y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y los haré venir contra este país y contra todos sus habitantes, y contra todos los pueblos circunvecinos, y los destruiré del todo, convirtiéndolos en objeto de horror, de irrisión y desolación perpetua. 10Y haré que desaparezca de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido del molino y la luz del candelero. 11[8151]Todo este país será una desolación y un desierto, y esta población servirá al rey de Babilonia setenta años.

Castigo de los babilonios y otros enemigos

12Pasados los setenta años tomaré cuenta al rey de Babilonia y a aquella nación, por su maldad, dice Yahvé, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desierto perpetuo. 13Y cumpliré contra esa tierra todas mis palabras que he pronunciado contra ella, todo lo escrito en este libro, que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones. 14Porque también ellas serán reducidas a servidumbre por grandes naciones y poderosos reyes, y les daré el pago conforme a sus fechorías y según las obras de sus manos».”

15[8152]Pues así me dice Yahvé, el Dios de Israel: «Toma de mi mano esta copa del vino de mi ira y dale de beber a todas las naciones a quienes yo te envío. 16Beberán y tambaleando enloquecerán, a causa de la espada que Yo enviaré entre ellas».

17Tomé la copa de la mano de Yahvé, y la di a beber a todas las naciones a las cuales Yahvé me había enviado: 18a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para convertirlos en espantosa desolación, objeto de irrisión y maldición, como hoy se ve; 19al Faraón, rey de Egipto, a sus servidores, a sus príncipes y a todo su pueblo; 20[8153]a toda la mezcla de pueblos, a todos los reyes de la tierra de Us; a todos los reyes de los filisteos, a Ascalón, a Gaza, a Acarón, y al resto de Azoto; 21a Edom, a Moab y a los hijos de Ammón, 22a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las islas que están al otro lado del mar; 23[8154]a Dedán y a Tema, a Buz y a todos los que se cortan los bordes del cabello; 24a todos los reyes de Arabia, y a todos los reyes de la mezcla de gente que habita en el desierto; 25a todos los reyes de Zimrí, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de los medos; 26[8155]a todos los reyes del norte, cercanos y lejanos, a cada uno según su turno; en fin a todos los reyes del mundo que hay sobre la faz de la tierra. Y después de ellos beberá el rey de Sesac.

27Les dirás: “Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Bebed, emborrachaos y vomitad, y caed para no levantaros más ante la espada que Yo enviaré entre vosotros! 28Y si se negaren a topar la copa de tu mano para bebería, les dirás: Así dice Yahvé de los ejércitos: La beberéis sin remedio. 29[8156]Pues he aquí si Yo comienzo el castigo por la ciudad sobre la cual ha sido invocado mi nombre, ¿acaso vosotros podréis pasar por inocentes? No pasaréis por inocentes, porque Yo llamo la espada contra todos los habitantes de la tierra, dice Yahvé de los ejércitos.

El juicio de las naciones

30Tú profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás:

“Ruge Yahvé, desde lo alto,

y desde la morada de su santidad hace oír su voz;

ruge fuertemente sobre su Morada;

lanza gritos, como los que pisan el lagar,

contra todos los moradores de la tierra.

31Hasta los cabos del orbe llega el estruendo,

porque Yahvé entra en juicio con las naciones,

para juzgar a toda carne;

para entregar a los inicuos a la espada,

palabra de Yahvé.

32Así dice Yahvé de los ejércitos:

He aquí que el mal pasará de una nación a otra,

y un gran huracán se desencadenará desde los extremos de la tierra.

33Y los que Yahvé matare en ese día (cubrirán) la tierra de un cabo al otro; no serán llorados, ni recogidos, ni sepultados; quedaran como estiércol sobre la faz del campo.

34Aullad, pastores, y alzad él grito;

revolcaos (en ceniza), mayorales del rebaño,

porque os ha llegado el día de la matanza;

os dispersaré,

y caeréis como un vaso selecto.

35No habrá refugio para los pastores,

ni escape para los mayorales del rebaño.

36Se oyen los gritos de los pastores,

y los alaridos de los mayorales del rebaño;

porque Yahvé ha devastado su dehesa.

37Desoladas están sus apacibles praderas,

a causa de la ira ardiente de Yahvé.

38[8157]Ha salido de su tabernáculo cual leoncillo;

la tierra de ellos ha venido a ser un desierto,

a causa de la espada destructora,

y a causa del ardor de su ira.”

JEREMÍAS 26
Conflicto con los sacerdotes

1Al principio del reinado de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, habló Yahvé en estos términos: 2[8158] “Así dice Yahvé: Ponte en el atrio de la Casa de Yahvé, y anuncia a las gentes de todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en la Casa de Yahvé, todas las palabras que Yo te he mandado decirles. No quites ni una palabra. 3[8159]Quizás te escuchen y se conviertan cada cual de su mal camino, para que Yo me arrepienta del mal que por sus malas obras he pensado hacerles. 4Les dirás: Así dice Yahvé: Si no me escucháis observando mi ley que he puesto delante de vosotros, 5y obedeciendo las palabras de mis siervos los profetas, que Yo os envío y que Yo no dejo de enviar, sin que les deis crédito, 6[8160]haré que esta Casa sea como Silo, y esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra.”

7Ahora bien, oyeron los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo cómo Jeremías decía estas palabras en la Casa de Yahvé; 8[8161]y sucedió que al acabar Jeremías de anunciar todo lo que Yahvé le había mandado decir a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo, diciendo: “¡Morirás sin remedio!” 9¿Cómo profetizas en nombre de Yahvé, diciendo: «Como Silo será esta Casa, y esta ciudad quedará destruida de modo que nadie la habite»?”

Y se reunió todo el pueblo contra Jeremías en la Casa de Yahvé.

Los príncipes salvan a Jeremías

10Cuando lo supieron los príncipes de Judá, subieron de la casa del rey a la Casa de Yahvé, y se sentaron a la entrada de la puerta Nueva de (la Casa de) Yahvé. 11Entonces los sacerdotes y los profetas hablaron a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: “Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos.” 12[8162]Jeremías respondió a todos los príncipes y a todo el pueblo: “Es Yahvé quien me ha enviado para profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las cosas que acabáis de oír. 13Enmendad ahora vuestra conducta y vuestras obras, y escuchad la voz de Yahvé, vuestro Dios, y Yahvé se arrepentirá del mal que ha profetizado contra vosotros. 14En cuanto a mí, he aquí que estoy en vuestras manos; haced conmigo lo que os parezca recto y justo. 15Pero tened por cierto que, si me matáis, traeréis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad, y sobre sus habitantes; pues en verdad Yahvé me ha enviado a vosotros para intimar a vuestros oídos todas estas palabras.” 16Entonces los príncipes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: “Este hombre no es reo de muerte; pues nos ha hablado en Nombre de Yahvé, Dios nuestro.”

17Se levantaron también algunos ancianos del país y hablaron a toda la asamblea del pueblo, diciendo: 18[8163]Miqueas de Moréset, que profetizaba en tiempo de Ezequías, rey de Judá, habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: “Así dice Yahvé de los ejércitos:

Sión será arada como un campo,

y Jerusalén vendrá a ser un montón de escombros,

y la colina del Templo un monte selvoso.”

19¿Fue acaso matado por Ezequías, rey de Judá, y por todo Judá? ¿No temió (el rey) a Yahvé, y suplicó a Yahvé?, y Yahvé se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos. ¡Y nosotros vamos a cometer un mal tan grande contra nosotros mismos!”

20[8164]Hubo también otro varón que profetizaba en nombre de Yahvé: Urías, hijo de Semaya, de Kiryatyearim; el cual profetizó contra esta ciudad y contra este país todo lo que ha dicho Jeremías. 21Y cuando el rey Joakim y todos sus oficiales y todos los príncipes se enteraron de sus palabras, el rey quiso darle muerte; mas lo supo Urías, y por temor huyó, marchando a Egipto. 22Entonces el rey Joakim envió hombres a Egipto: a Elnatán, hijo de Acbor, y con él algunos otros (que le acompañaron) a Egipto. 23Estos sacaron a Urías de Egipto, y le condujeron al rey Joakim, el cual le mató a espada y arrojó su cuerpo a la fosa de la gente común. 24[8165]En realidad fue la mano de Ahicam hijo de Safán, la que sostuvo a Jeremías a fin de evitar que le entregasen en poder del pueblo para darle muerte.

JEREMÍAS 27
El yugo simbólico

1[8166]Al principio del reinado de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías este oráculo de Yahvé: 2Así me dijo Yahvé: “Hazte una coyunda y un yugo, y póntelos sobre el cuello. 3[8167]Luego los enviarás al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de los hijos de Ammón, al rey de Tiro y al rey de Sidón, por mano de los mensajeros que han venido a Jerusalén a (tratar con) Sedecías rey de Judá; 4y les ordenarás que digan a sus señores: Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: De esta manera habéis de hablar a vuestros señores: 5[8168]Yo he hecho la tierra, a los hombres y las bestias que hay sobre la faz de la tierra con mi gran poder y mi brazo extendido; y la doy a quien me place. 6Al presente he dado todas estas tierras en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío; y le he dado también las bestias del campo para su servicio. 7[8169]Todos los pueblos le han de servir, a él y a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que también a su país le toque el turno y lo sometan grandes naciones y reyes poderosos. 8Al pueblo y al reino que no le sirviere a él, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no sometiere su cerviz al yugo del rey de Babilonia, a tal pueblo visitaré Yo con la espada y con hambre y con peste, hasta destruirlo por mano de él. —Oráculo de Yahvé. 9[8170]Vosotros no escuchéis a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros magos, que os repiten: «No seréis siervos del rey de Babilonia», 10[8171]porque lo que os profetizan es mentira; para que seáis arrojados de vuestra tierra y Yo os destierre y perezcáis. 11Pero al pueblo que sometiere su cerviz al yugo del rey de Babilonia para servirle, lo dejaré en paz y en su tierra, dice Yahvé, y la cultivará y morará en ella.

Mensaje al rey y a los sacerdotes

12[8172]Hablé entonces a Sedecías, rey de Judá, conforme a todas estas palabras, diciendo: “Someted vuestra cerviz al yugo del rey de Babilonia, servidle a él y a su pueblo y viviréis. 13¿Para qué morir, tú y tu pueblo, a espada, y de hambre, y de peste, como Yahvé lo tiene dicho respecto del pueblo que no quiere servir al rey de Babilonia? 14No escuchéis las palabras de los profetas que os repiten: «No seréis siervos del rey de Babilonia», pues lo que os profetizan es mentira. 15[8173]Porque no los he enviado Yo, dice Yahvé, sino que profetizan falsamente en mi Nombre; para que Yo os destierre y perezcáis, tanto vosotros como los profetas que os profetizan.”

16[8174]Hablé también a los sacerdotes y a todo este pueblo, diciendo: “Así dice Yahvé: No escuchéis las palabras de los profetas que os vaticinan, diciendo: «He aquí que los vasos de la Casa de Yahvé serán restituidos de Babilonia ahora muy pronto», porque lo que os profetizan es mentira. 17No los escuchéis. Servid al rey de Babilonia, y viviréis. ¿Por qué ha de convertirse esta ciudad en desierto? 18Si en verdad son profetas, y si en ellos está la palabra de Yahvé, que intercedan ahora con Yahvé de los ejércitos, a fin de que los vasos que quedan aún en la Casa de Yahvé y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén no vayan también a Babilonia. 19[8175]Así dice Yahvé de los ejércitos, acerca de las columnas, acerca del mar (de bronce), acerca de las basas y del resto de los vasos que aún quedan en esta ciudad, 20y que no se llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, al deportar de Jerusalén a Babilonia a Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, con todos los nobles de Judá y de Jerusalén. 21Pues así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel, respecto de los vasos que quedan aún en la Casa de Yahvé, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalén: 22[8176]“A Babilonia serán llevados, y allí estarán hasta el día que Yo los visitare, dice Yahvé, y los sacare y los devolviere a este lugar.”

JEREMÍAS 28
Jeremías y Hananías

1[8177]Aquel mismo año, al principio del reinado de Sedecías, rey de Judá, en el quinto mes del año cuarto, Hananías, hijo de Azur, un profeta de Gabaón, me habló en la Casa de Yahvé, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo: 2“Esto dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He roto el yugo del rey de Babilonia. 3Dentro de dos años restituiré a este lugar todos los vasos de la Casa de Yahvé que de aquí se llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, para transportarlos a Babilonia. 4También haré volver a este lugar a Jeconías, hijo de Joakim; rey de Judá, y a todos los cautivos de Judá deportados a Babilonia, dice Yahvé; porque Yo quebraré el yugo del rey de Babilonia.” 5Respondió el profeta Jeremías a Hananías profeta, en presencia de los sacerdotes y todo el pueblo que estaba en la Casa de Yahvé; 6[8178]y le dijo el profeta Jeremías: “¡Así sea! ¡Hágalo así Yahvé! ¡Cumpla Yahvé tus palabras que has profetizado, de modo que Él haga volver de Babilonia a este lugar los vasos de la Casa de Yahvé y todos los cautivos! 7Pero escucha solo esta palabra que voy a decir a tus oídos, y a oídos de todo el pueblo. 8[8179]Los profetas de tiempos antiguos, que fueron antes de mí y antes de ti, vaticinaron guerras, calamidades y peste contra muchos países y contra grandes reinos. 9En cuanto al profeta que profetiza cosas buenas, verificado que se haya su profecía, será reconocido como profeta realmente enviado por Yahvé.”

10[8180]Entonces el profeta Hananías tomó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió. 11[8181]Y habló Hananías delante de todo el pueblo, diciendo: “Esto dice Yahvé: De la misma manera romperé Yo, dentro de dos años, el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está sobre el cuello de todos los pueblos.” Y el profeta Jeremías se fue por su camino.

Castigo de Hananías

12Después que Hananías hubo roto el yugo que estaba, sobre el cuello del profeta Jeremías, llegó a este la palabra de Yahvé que decía: 13“Anda y dile esto a Hananías: Así dice Yahvé: Has quebrado un yugo de madera, pero en su lugar has hecho un yugo de hierro. 14[8182]Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre el cuello de todos estos pueblos para que estén sujetos a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán. Hasta los animales del campo le he dado.”

15Y dijo el profeta Jeremías a Hananías profeta: “Escucha, Hananías, Yahvé no te ha enviado, y tú has hecho que este pueblo confíe en la mentira. 16Por lo cual, así dice Yahvé: He aquí que te voy a quitar de sobre la tierra; este mismo año morirás, por cuanto has predicado la rebelión contra Yahvé.” 17En efecto, murió el profeta Hananías aquel mismo año, en el séptimo mes.

JEREMÍAS 29
Carta de Jeremías a los cautivos

1[8183]He aquí el texto de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos que estaban entre los cautivos, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había deportado de Jerusalén a Babilonia; 2después que habían salido de Jerusalén Jeconías el rey, la reina, los eunucos, los príncipes de Judá y de Jerusalén, y los carpinteros y herreros. 3(La envió) por mano de Elasá, hijo de Safán, y de Gamarías, hijo de Helcías, a quienes Sedecías, rey de Judá, había despachado a Babilonia, a Nabucodonosor rey de Babilonia. Decía (la carta):

4“Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel, a todos los cautivos que he deportado de Jerusalén a Babilonia: 5Edificad casas y habitadlas; plantad huertos, y comed sus frutos. 6Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas; y tomad mujeres para vuestros hijos, y dad vuestras hijas a maridos, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos allá y no mengüéis en número. 7[8184]Procurad el bien de la ciudad adonde os he llevado cautivos, y rogad por ella a Yahvé; pues el bien de ella es vuestro bien. 8Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: No os dejéis engañar por vuestros profetas que están en medio de vosotros, ni por vuestros adivinos; y no deis crédito a los sueños que soñáis. 9Porque falsamente os profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado, dice Yahvé.

Volverán al cabo de setenta años

10Así dice Yahvé: Concluidos los setenta años para Babilonia, os visitaré, y cumpliré en vosotros mi buena promesa de restituiros a este lugar. 11[8185]Porque Yo conozco los designios que tengo respecto de vosotros, dice Yahvé; pensamientos de paz, y no de mal, para daros un porvenir y una esperanza. 12Me invocaréis, y volveréis; me suplicaréis, y os escucharé. 13Me buscaréis y me hallaréis, si me buscareis de todo vuestro corazón. 14Y cuando me hayáis hallado, dice Yahvé, trocaré vuestro cautiverio, y os congregaré de entre todos los pueblos, y de todos los lugares adonde os he desterrado; y os haré volver al lugar de donde os he llevado cautivos.

15[8186]Porque habéis dicho: «Yahvé nos ha suscitado profetas en Babilonia»;

16[8187](Sabed) que así dice Yahvé respecto del rey que se sienta sobre el trono de David, y respecto de todo el pueblo que habita en esta ciudad, respecto de vuestros hermanos que no fueron llevados con vosotros a la cautividad. 17Así dice Yahvé: He aquí que voy a enviar contra ellos la espada y el hambre y la peste; y los haré semejantes a higos detestables que de puro malos no pueden comerse; 18y los perseguiré con la espada y con el hambre y con la peste, y haré de ellos un objeto de horror para todos los reinos de la tierra; un objeto de maldición, de espanto, de ludibrio y de oprobio entre todas las naciones adonde los he arrojado; 19por cuanto, dice Yahvé, no escucharon mis palabras que Yo les hice llegar por medio de mis siervos los profetas. Los envié con toda solicitud, mas vosotros no quisisteis oír, dice Yahvé. 20Vosotros todos los del cautiverio, a quienes he deportado de Jerusalén a Babilonia, oíd la palabra de Yahvé.

Contra los falsos profetas Acab y Sedecías.

21Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colias, y de Sedecías, hijo de Maasías, que os profetizan mentira en mi Nombre; He aquí que los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el cual los ajusticiará a vuestros ojos. 22Y todos los cautivos de Judá que están en Babilonia, los tomarán como ejemplo de maldición y dirán: «Yahvé te haga como a Sedecías y como a Acab, a quienes el rey de Babilonia asó al fuego», 23[8188]por haber hecho ellos maldades en Israel, y cometido adulterio con las mujeres de sus prójimos, y hablado en mi nombre palabras mentirosas que Yo no les había ordenado decir. Yo lo sé y soy testigo, dice Yahvé.

Contra Semeías

24[8189]A Semeías nehelamita le dirás: 25Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Por cuanto enviaste cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalén, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes, diciendo: 26«Yahvé te ha constituido sacerdote en lugar del sacerdote Joiadá, a fin de que haya autoridades en la Casa de Yahvé para cada fanático que quiera pasar por profeta, y para que le pongas en el cepo y en grillos. 27¿Cómo es, pues, que no has castigado a Jeremías de Anatot, que hace de profeta entre vosotros? 28[8190]Pues, debido a ello, nos escribió a Babilonia, diciendo: Pasará mucho tiempo; edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed sus frutos».”

29Cuando el sacerdote Sofonías leyó esta carta al profeta Jeremías, 30llegó a este la palabra de Yahvé, que decía: 31“Envía a decir a todos los cautivos: Así dice Yahvé acerca de Semeías nehelamita: Por cuanto os ha profetizado Semeías sin tener ninguna misión mía, y os ha hecho confiar en mentiras, 32[8191]por eso, así dice Yahvé: He aquí que castigaré a Semeías nehelamita y a su linaje. Ninguno de los suyos habitará en medio de este pueblo, ni vera el bien que voy a hacer a mi pueblo, dice Yahvé, porque ha predicado la rebelión contra Yahvé.”

JEREMÍAS 30
Restauración de Israel

1[8192]Fue dirigida a Jeremías la palabra de Yahvé, que decía: 2“Así habla Yahvé, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que te he dicho. 3[8193]Porque he aquí que vendrán días, dice Yahvé, en que trocaré el cautiverio de mi pueblo, Israel y Judá, dice Yahvé, y los haré regresar al país que di a sus padres y lo poseerán.” 4Y estas son las palabras que Yahvé dirige a Israel y a Judá:

5“Así dice Yahvé:

Hemos oído voces de terror,

de espanto, y no de paz.

6[8194]Preguntad y ved si dan a luz los varones.

¿Cómo es que veo a todos los varones

con las manos sobre sus lomos, como parturientas?

¿Y por qué se han vuelto pálidos todos los rostros?

7[8195]¡Ay! porque grande es aquel día,

no hay otro que le sea igual.

Es el tiempo de angustia para Jacob;

mas será librado de ella.

8En aquel día, dice Yahvé de los ejércitos, quebraré el yugo del (enemigo) sobre tu cerviz, y romperé tus coyundas. No lo sojuzgarán más los extranjeros, 9[8196]pues servirá a Yahvé su Dios, y a David su rey, que Yo les suscitaré.

10Y tú, siervo mío Jacob,

no temas, dice Yahvé,

ni te amedrentes, oh Israel,

que Yo te sacaré de una tierra lejana,

y a tus hijos del país de su cautiverio.

Jacob volverá, y vivirá quieto y tranquilo,

sin que nadie lo espante.

11Porque Yo estoy contigo, dice Yahvé,

para librarte;

acabaré con todas las naciones

donde te he dispersado.

A ti, empero no te exterminaré,

aunque te castigaré con equidad

y no te dejaré del todo impune.

Promesa de la salud

12[8197]Porque así dice Yahvé:

Tu llaga es incurable,

y sin remedio tu herida.

13[8198]No hay quien tome tu causa

para (vendar) tu herida;

no hay medicamentos para curarte.

14Todos tus amantes te han olvidado,

no preguntan ya por ti,

porque yo te he herido

como hiere un enemigo,

con pena cruel,

en castigo de tus muchas iniquidades,

pues son graves tus pecados.

15¿Por qué gritas a causa de tu quebranto?

Es incurable tu mal;

por la muchedumbre de tus iniquidades,

y por la gravedad de tus pecados,

te he hecho esto.

16Mas cuantos te devoran serán devorados,

y todos tus opresores serán llevados cautivos;

los que te despojan serán despojados,

y todos los que te saquean serán saqueados.

17Pues yo cicatrizaré tu llaga

y curaré tus heridas, dice Yahvé;

porque te han llamado la «Desechada»;

«esta es aquella Sión, por la cual nadie ya pregunta».

18[8199]Así dice Yahvé:

He aquí que restableceré los tabernáculos de Jacob,

y tendré compasión de sus moradas;

la ciudad será reedificada sobre su monte,

y el palacio se levantará en su lugar antiguo.

19De allí saldrán alabanzas y voces de júbilo,

los multiplicaré para que no sean pocos,

y los honraré para que no sean despreciados.

20Serán sus hijos como al principio,

su congregación tendrá estabilidad ante Mí;

y castigaré a todos sus opresores.

21[8200]De ella procederá su príncipe,

y de en medio de ella saldrá su dominador;

Yo le haré venir, y él se acercará a Mí;

pues ¿quién es el que osaría acercarse a Mí?,

dice Yahvé.

22[8201]Y vosotros seréis mi pueblo,

y Yo seré vuestro Dios.

23He aquí que se desata el torbellino de Yahvé,

torbellino furioso que se precipita

y descarga sobre la cabeza de los impíos.

24[8202]No cesará el ardor de la ira de Yahvé

hasta realizar y cumplir

los designios de su corazón.

Al fin de los tiempos entenderéis esto.

JEREMÍAS 31
El nuevo pueblo de Dios

1[8203]En aquel tiempo, dice Yahvé,

seré Yo el Dios de todas las tribus de Israel,

y ellas serán mi pueblo.

2[8204]Así dice Yahvé:

Halló gracia en el desierto

el pueblo que se libró de la espada;

Israel llegó a su descanso.

3[8205]Desde lejos se me apareció Yahvé

(diciendo): “Con amor eterno te he amado,

por eso no dejé de compadecerte.

4De nuevo te edificaré,

y quedarás edificada, virgen de Israel;

todavía te adornarás con tus tamboriles

y saldrás a alegres danzas.

5[8206]Todavía plantarás viñas

sobre los montes de Samaria;

plantarán los plantadores y se gozarán.

6[8207]Porque tiempo vendrá en que los atalayas

clamarán sobre los montes de Efraím:

«¡Levantaos y subamos a Sión,

a Yahvé, nuestro Dios!»

7[8208]Porque así dice Yahvé:

Cantad con alegría loores a Jacob,

exaltad porque es el primero de los pueblos,

pregonad, cantad y exclamad:

«¡Yahvé, salva a tu pueblo,

el resto de Israel!»

Plenitud de bienes

8He aquí que Yo los traeré de la tierra del Norte,

y los recogeré de los extremos de la tierra;

entre ellos también al ciego y al cojo,

a la mujer que está encinta, como a aquella que da a luz.

Grande será la muchedumbre de los que volverán aquí.

9[8209]Vendrán llorando,

pero Yo los conduciré con misericordia;

los guiaré a corrientes de agua,

por un camino recto donde no tropezarán,

porque Yo soy Padre para Israel,

y Efraím es mi primogénito.”

10Escuchad la palabra de Yahvé, naciones,

anunciadla a las islas remotas, y decid:

“El que dispersó a Israel, lo recoge,

y lo guarda como el pastor a su rebaño.”

11Porque Yahvé ha rescatado a Jacob,

lo ha librado del poder de uno que era más fuerte que él.

12[8210]Vendrán y exaltarán sobre las alturas de Sión,

y concurrirán a los bienes de Yahvé,

al trigo, al vino, al aceite,

a las crías de ovejas y de vacas;

y será su alma como jardín regado,

y no padecerán ya necesidades.

13Entonces las doncellas,

danzando en coro, se regocijarán,

y los jóvenes a una con los ancianos;

pues Yo trocaré su duelo en alegría,

los consolaré, y los llenaré de gozo

en cambio de su dolor.

14[8211]Saciaré de grosura el alma de los sacerdotes,

y mi pueblo se hartará

de mis bienes”, dice Yahvé.

Esperanza para el pueblo penitente

15[8212]Así dice Yahvé:

“Se oye una voz en Ramá,

gemidos y llanto amargo.

Es Raquel que llora a sus hijos,

rehúsa consolarse de la suerte de sus hijos

que ya no existen”.

16Así dice Yahvé:

Cese tu voz de llorar,

y tus ojos de derramar lágrimas,

pues será recompensada tu pena

—oráculo de Yahvé—,

volverán del país del enemigo.

17Hay esperanza para tus días postreros

—oráculo de Yahvé—,

pues tus hijos volverán a su tierra.

18[8213]He oído con atención a Efraím

que así se lamentaba:

“Tú me has castigado,

y yo cual indómito novillo he sido corregido.

¡Conviérteme y yo me convertiré!

pues Tú eres Yahvé, mi Dios.

19Porque después de mi defección,

me he arrepentido,

y después de volver en mí, me azoté el muslo;

estoy avergonzado y confuso,

pues llevo el oprobio de mi juventud.”

20[8214]¿No es Efraím para Mí un hijo querido,

un niño predilecto?

pues cuanto más hablo contra él,

con tanto mayor cariño lo recuerdo;

por eso se conmueven por él mis entrañas,

no puedo dejar de apiadarme de él,

dice Yahvé.

Vuelta del pueblo

21[8215]Plántate hitos, asienta jalones,

pon tu atención en el camino,

el camino por donde fuiste.

¡Vuelve, virgen de Israel,

regresa a estas tus ciudades!

22[8216]¿Hasta cuándo andas errando, hija infiel?

pues Yahvé ha hecho una cosa nueva sobre la tierra:

la mujer rodeará al varón.

23[8217]Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: “Otra vez al tornar Yo su cautiverio, dirán en el país de Judá y en sus ciudades: «¡Te bendiga Yahvé, oh Morada de la justicia, oh Monte santo!» 24Y habitarán allí Judá y todas sus ciudades juntamente, los labradores y los pastores de rebaños. 25[8218]Porque saciaré al alma que desfallece y hartaré a toda alma decaída.”

26Con esto me desperté, y vi que me fue dulce mi sueño.

27“He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con simiente de hombres y con simiente de bestias. 28[8219]Y de la misma manera que velaba sobre ellos para arrancar y derribar, para destruir y arruinar y hacer daño, así velaré sobre ellos para edificar y plantar, dice Yahvé.

29[8220]En aquellos días no se dirá más:

«Los padres comieron agraces,

y los hijos sufren la dentera.»

30Cada uno morirá por su propia maldad; y solo aquel que coma agraces sufrirá la dentera.

La nueva alianza con Israel

31[8221]He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que haré una nueva alianza con la casa de Israel, y con la casa de Judá; 32no como la alianza que hice con sus padres cuando los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Ellos quebrantaron esa alianza, y Yo les hice sentir mi mano, dice Yahvé. 33[8222] Esta será la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yahvé: Pondré mi ley en sus entrañas, y la escribiré en sus corazones; y Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 34[8223]Y no tendrán ya que enseñar cada cual a su compañero y cada cual a su hermano, diciendo: «¡Conoced a Yahvé!» porque todos ellos me conocerán, desde el menor hasta el mayor, dice Yahvé; porque perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de sus pecados.”

35[8224]Así dice Yahvé,

el que ha establecido el sol para alumbrar el día,

y leyes a la luna y a las estrellas para que alumbren de noche;

el que alborota el mar, de modo que bramen sus olas,

Yahvé de los ejércitos es su Nombre.

36“Si cesan estas leyes ante Mí, dice Yahvé,

entonces también el linaje de Israel para siempre cesará

de ser nación delante de Mí.

37Así dice Yahvé:

Si pueden medirse los cielos arriba,

y escudriñarse los cimientos de la tierra abajo,

también Yo desecharé a toda la raza de Israel,

por todo lo que han hecho, dice Yahvé.

38[8225]He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que la ciudad será edificada para Yahvé desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo; 39y la cuerda de medir seguirá en línea recta hasta la colina de Gareb, dando vuelta después hacia Goa. 40Y todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todos los campos hasta el torrente Cedrón, y hasta la esquina de la puerta de los Caballos, al oriente, serán consagrados a Yahvé; no serán arrancados ni destruidos jamás.

JEREMÍAS 32
La compra del campo en Anatot

1[8226]Palabra de Yahvé que fue dirigida a Jeremías el año décimo de Sedecías, rey de Judá, que corresponde al año decimoctavo de Nabucodonosor. 2A la sazón el ejército del rey de Babilonia tenía cercada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba encerrado en el patio de la cárcel que había en el palacio del rey de Judá. 3Le había encerrado Sedecías, rey de Judá, diciendo: “¿Cómo es que tú profetizas esto?: «Así dice Yahvé: He aquí que voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, que se apoderará de ella; 4y Sedecías, rey de Judá, no escapará de las manos de los caldeos, sino que caerá sin remedio en poder del rey de Babilonia; y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán los ojos de él; 5y llevará a Sedecías a Babilonia; y allí se quedará hasta que Yo le visite, dice Yahvé; pues aunque hagáis guerra contra los caldeos, no tendréis éxito».”

6Y dijo Jeremías: “Me llegó la palabra de Yahvé, que decía: 7[8227]He aquí que Hananeel, hijo de tu tío Sellum, vendrá a decirte: «Cómprate mi campo que está en Anatot; porque a ti te corresponde adquirirlo por ser el pariente más cercano». 8En efecto, conforme a la palabra de Yahvé, Hananeel, hijo de mi tío, vino a verme en el patio de la cárcel, y me dijo; «Cómprame el campo que está en Anatot, en la tierra de Benjamín; porque te corresponde por derecho de herencia y es tuyo pues eres el pariente más cercano; cómpratelo.» Entonces conocí que era palabra de Yahvé. 9Compré a Hananeel, hijo de mi tío el campo situado en Anatot, y le pesé el dinero: diez y siete siclos de plata. 10Hice escritura y puse sello, tomé testigos y pesé el dinero en la balanza. 11[8228]Después tomé la escritura de compra, la sellada según ley y costumbre, y la (otra) que no llevaba sello, 12y di la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, en presencia de Hananeel, (hijo de) mi tío, y en presencia de los testigos que habían firmado el contrato de compra, y en presencia de los judíos que estaban sentados en el patio de la cárcel. 13Y en presencia de ellos di a Baruc esta orden: 14Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Toma estas escrituras: la escritura de compra que lleva sello, y la otra escritura que no lleva sello, y colócalas en un tubo de barro, para que se conserven muchos días. 15Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Todavía se; comprarán casas y campos y viñas en esta tierra.

Oración de Jeremías

16Después de entregar el contrato de compra a Baruc, hijo de Nerías, dirigí a Yahvé esta oración: 17[8229] “¡Ay, Señor Yahvé! Tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; no hay cosa que sea imposible para Ti. 18[8230]Tú usas de misericordia en mil (generaciones) y castigas la iniquidad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos. Tú eres el Dios grande, el Fuerte, cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos, 19el Grande en consejo, y el Poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de Adán, para retribuir a cada uno según su conducta y según merecen sus obras. 20Tú hiciste prodigios y milagros en la tierra de Egipto (y los haces) hasta el día de hoy, tanto en Israel como entre (otros) hombres; y te has creado un nombre, como se ve al presente. 21Sacaste a Israel, tu pueblo, de la tierra de Egipto, con prodigios y milagros, con mano poderosa y brazo extendido, y en medio de un espanto inmenso. 22Y les diste esta tierra que con juramento prometiste a sus padres, tierra que mana leche y miel. 23Pero ellos, cuando entraron y la tomaron en posesión, no escucharon tu voz ni obraron según tu Ley; y nada hicieron de cuanto les mandaste que hiciesen, por lo cual descargaste sobre ellos todo este mal. 24He aquí que los baluartes (enemigos) llegan ya hasta la ciudad para tomarla, y la ciudad está a punto de ser entregada en manos de los caldeos que la combaten con la espada, el hambre y la peste; y lo que has anunciado se ha realizado ya, como Tú mismo lo ves. 25Y con todo me dices, oh Señor Yahvé: Cómprate el campo por dinero y toma testigos, en tanto que la ciudad está por caer en manos de los caldeos.”

Respuesta de Dios

26[8231]Entonces Jeremías recibió esta respuesta de Yahvé: 27“Mira, Yo soy Yahvé, el Dios de toda carne: ¿hay acaso algo imposible para Mí? 28Por esto, así dice Yahvé: He aquí que voy a entregar esta ciudad en poder de los caldeos, y en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el cual la tomará. 29Los caldeos que combaten esta ciudad, entrarán en ella; pegarán fuego a esta ciudad y la quemarán, junto con las casas en cuyos terrados se quemaba incienso a Baal, y se derramaban libaciones a otros dioses para provocar mi ira. 30Pues los hijos de Israel y los hijos de Judá obran solamente lo malo ante mis ojos, desde su mocedad; de veras, los hijos de Israel no hacen más que irritarme con las obras de sus manos, dice Yahvé. 31Porque desde el día de su fundación hasta hoy, esta ciudad ha sido para Mí objeto de ira y de indignación; por eso la hago desaparecer de delante de mi vista, 32a causa de todas las maldades que los hijos de Israel y los hijos de Judá cometieron para irritarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. 33Me han vuelto la espalda y no la cara; y aunque Yo los instruía sin cesar, no querían recibir la instrucción. 34[8232]Colocaron sus ídolos en la Casa sobre la cual ha sido invocado mi Nombre, para contaminarla; 35y edificaron los lugares altos de Baal que están en el valle del hijo de Hinnom, para pasar (por el fuego) a sus hijos e hijas en honor de Moloc; cosa que Yo no les mandé, ni me pasó por el pensamiento que hiciesen tal abominación para inducir a Judá a pecado.”

Restauración del pueblo

36[8233]Sin embargo, así dice Yahvé, el Dios de Israel, respecto de esta ciudad, de la cual vosotros decís que está por caer en manos del rey de Babilonia, a fuerza de la espada, del hambre y de la peste: 37“He aquí que Yo los congregaré de todos los países adonde los he arrojado en mi ira y en mi furor, y en grande indignación; y los restituiré a este lugar, para que habiten allí en seguridad. 38Y serán mi pueblo, y Yo seré su Dios. 39Y les daré un mismo corazón y un solo camino, a fin de que me teman siempre, y les vaya bien a ellos y a sus hijos después de ellos. 40Y haré con ellos una alianza eterna, según la cual no me apartaré más de ellos, ni dejaré de hacerles bien, sino que infundiré mi temor en su corazón, para que no se aparten de Mí. 41Y mi gozo consistirá en hacerles bien, y los plantaré firmemente en este país con todo mi corazón y toda mi alma. 42Porque así dice Yahvé: De la manera que he traído sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que les he anunciado. 43Y se comprarán campos en esta tierra de la cual vosotros decís que es un desierto sin hombres y bestias, entregado en manos de los caldeos. 44[8234]Se comprarán campos por dinero, se escribirán contratos, se imprimirá en ellos el sello, y no faltarán testigos, en el territorio de Benjamín y en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá y en las ciudades de la Montaña, en las ciudades de la Sefelá, y en las ciudades del Négueb; porque Yo trocaré su cautiverio” —oráculo de Yahvé.

JEREMÍAS 33
Nueva prosperidad del país

1[8235]Estaba Jeremías todavía preso en el patio de la cárcel, cuando le llegó por segunda vez la palabra de Yahvé, y le dijo: 2“Así dice Yahvé, el que hace (todo) esto, Yahvé, el que lo dispone y le da el cumplimiento. Yahvé es su Nombre. 3[8236]Clama a Mí, y te responderé, y te mostraré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. 4Porque así dice Yahvé, el Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad, y acerca de las casas de los reyes de Judá derribadas (para hacer fortificaciones) contra los terraplenes y contra la espada, 5y acerca de los que van a luchar contra los caldeos, para llenar aquellas (casas) de cadáveres de hombres, que Yo herí en mi ira y en mi indignación, porque he apartado mi rostro de esta ciudad a causa de todas sus maldades: 6He aquí que Yo les cicatrizaré la llaga, les daré salud y los sanaré y les manifestaré la abundancia de paz y seguridad. 7Y haré que vuelvan los cautivos de Judá, y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. 8[8237]Y los limpiaré de todas sus maldades que han cometido contra Mí; y les perdonaré todas las iniquidades, con que me han ofendido y hecho rebelión contra Mí; 9[8238]y (Jerusalén) será para Mí un nombre de gozo, la alabanza y gloria (mía) entre todas las naciones de la tierra; pues sabrán todo el bien que Yo les haré, y quedarán llenos de temor y asombro a la vista de todo el bien y de toda la prosperidad que Yo les concederé.

10Así dice Yahvé: Todavía se oirá en este lugar, del cual decís: «Es un desierto sin hombres y sin bestias», sí, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, desoladas, sin hombres, sin habitantes, sin bestias, 11[8239](se oirá) la voz de júbilo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa, la voz de gentes que dicen:

«Alabad a Yahvé de los ejércitos;

porque Yahvé es bueno,

porque es eterna su misericordia»,

(la voz) de los que traen ofrendas a la Casa de Yahvé; porque Yo restituiré a los desterrados de este país, a su primer estado, dice Yahvé.

12Así dice Yahvé de los ejércitos: En este lugar desolado, sin hombres y sin bestias y en todas sus ciudades, habrá todavía apriscos donde los pastores harán sestear los rebaños. 13[8240]En las ciudades de la Montaña, como en las ciudades de la Sefelá, en las ciudades del Négueb, como en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén, como en las ciudades de Judá, pasarán aún las ovejas bajo la mano del que los cuenta, dice Yahvé.

Renovación de las promesas mesiánicas

14He aquí que vienen días, dice Yahvé, en que cumpliré aquella buena palabra que di a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15[8241]En aquellos días y en ese tiempo suscitaré a David un Vástago justo que hará derecho y justicia en la tierra. 16En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará en paz, y será llamada: «Yahvé, justicia nuestra». 17Porque así dice Yahvé: Nunca faltará a David un descendiente que se siente sobre el trono de la casa de Israel; 18[8242]y a los sacerdotes levitas tampoco les faltará un varón que delante de Mí ofrezca los holocaustos, y queme las ofrendas y presente sacrificios todos los días.”

Estabilidad de las promesas

19Y llegó la palabra de Yahvé a Jeremías en estos términos: 20[8243]“Así dice Yahvé: Si podéis romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que no haya día y noche a su tiempo, 21entonces será roto también mi pacto con David, mi siervo, de modo que no le nazca hijo que reine sobre su trono; y (mi pacto) con los levitas sacerdotes, ministros míos. 22Así como no puede contarse la milicia celestial, ni medirse la arena del mar; así multiplicaré a los descendientes de David, mi siervo, y a los levitas, mis ministros.”

23Y llegó a Jeremías esta palabra de Yahvé: 24[8244]“¿No ves lo que dice este pueblo: «Yahvé ha desechado a las dos familias que había escogido?» Y así desprecian a mi pueblo, que a sus ojos ya no es pueblo. 25Esto dice Yahvé: Si no he establecido Yo mi pacto con el día y con la noche, si no he fijado las leyes del cielo y de la tierra, 26[8245]entonces sí, desecharé el linaje de Jacob y de David, mi siervo; y no tomaré de su descendencia reyes para la raza de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver a sus cautivos y tendré de ellos misericordia.”

JEREMÍAS 34
Castigo de Sedecías y del pueblo infiel

1Palabra de Yahvé que fue dirigida a Jeremías, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra sometidos a su dominio, y todos los pueblos, hacían guerra contra Jerusalén y contra todas sus ciudades. 2“Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Ve y habla a Sedecías, rey de Judá, y dile: Esto declara Yahvé: He aquí que voy a entregar esta ciudad en poder del rey de Babilonia, el cual le pegará fuego. 3Y tú no escaparás de sus manos, sino que infaliblemente serás tomado preso y entregado en su mano; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará boca a boca. A Babilonia irás. 4Pero escucha la palabra de Yahvé, oh Sedecías, rey de Judá. Así dice Yahvé respecto de ti: No morirás a espada; 5[8246]morirás en paz; y como se quemaron perfumes en honor de tus padres, los reyes anteriores que te precedieron, así los quemarán para ti, y te harán lamentaciones, diciendo: «¡Ay, señor!» Porque Yo he decretado esto”, dice Yahvé. 6El profeta Jeremías dijo todas estas palabras a Sedecías, rey de Judá, en Jerusalén. 7Entretanto el ejército del rey de Babilonia atacaba a Jerusalén y todas las ciudades de Judá que habían quedado: a Laquís y a Asecá; porque de las ciudades fortificadas de Judá habían quedado solamente estas.

Falta de justicia y misericordia

8Palabra de Yahvé que recibió Jeremías después que el rey Sedecías hizo un pacto con todo el pueblo que había en Jerusalén, proclamando entre ellos libertad, 9[8247]de tal manera que cada uno dejara ir libre a su esclavo hebreo y a su esclava hebrea, sin que nadie retuviera como esclavo a un judío, hermano suyo. 10En efecto, todos los príncipes y todo el pueblo, que habían aceptado el pacto de dejar ir libre cada uno a su esclavo y a su esclava, consintieron en no retenerlos más como esclavos. Obedecieron, pues, y los dejaron ir. 11[8248]Pero después se arrepintieron y reclamaron de nuevo a los esclavos y a las esclavas que habían emancipado y los redujeron (otra vez) a servidumbre como esclavos y esclavas. 12Entonces llegó a Jeremías esta palabra de Yahvé: 13“Así dice Yahvé; el Dios de Israel: Yo hice un pacto con vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre, y dije: 14Al cabo de siete años, cada uno de vosotros dará libertad a su hermano hebreo que le haya sido vendido; seis años te servirá, y luego le dejarás ir libre de tu casa. Mas vuestros padres no me obedecieron ni prestaron su oído. 15Vosotros hoy os habéis convertido y habéis hecho lo recto a mis ojos, proclamando cada uno la libertad de su prójimo, y habéis hecho un pacto delante de Mí en la Casa sobre la cual ha sido invocado mi Nombre. 16Pero os habéis vuelto atrás y habéis profanado mi nombre, reclamando cada cual a su esclavo y a su esclava que habíais dejado libres según su voluntad, y los habéis forzado a ser (otra vez) esclavos y esclavas.

17[8249]Por eso, así dice Yahvé: Porque vosotros no me habéis escuchado y no habéis proclamado cada uno la libertad de su hermano y cada uno la libertad de su prójimo, he aquí que Yo anuncio a vosotros la libertad, dice Yahvé, (de elegir) entre la espada, la peste y el hambre, y haré de vosotros un objeto de horror entre todos los reinos de la tierra. 18[8250]Y a los hombres que han violado mi pacto y no han cumplido las palabras del pacto que hicieron ante Mí, los haré semejantes al becerro que cortaron en dos partes para pasar por medio de ellas; 19(a saber) a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los eunucos, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo del país, que pasaron por entre los trozos del becerro. 20Los entregaré en poder de sus enemigos, y en poder de los que atentan contra su vida; y sus cadáveres servirán de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 21[8251]También a Sedecías, rey de Judá, y a sus príncipes los entregaré en poder de sus enemigos, en poder de los que quieren quitarles la vida, en poder del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros. 22He aquí que doy orden, dice Yahvé, y los volveré a traer contra esta ciudad; la combatirán, la tomarán y la entregarán a las llamas; y de las ciudades de Judá haré un desierto sin habitantes.

JEREMÍAS 35
El ejemplo de los recabitas

1Palabra de Yahvé que Jeremías recibió en tiempo de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá: 2[8252]“Anda a la casa de los recabitas y habla con ellos, y llévalos a la Casa de Yahvé, a una de las cámaras, y dales a beber vino.” 3Tomé a Jaazanías, hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, y a sus hermanos y todos sus hijos, y toda la familia de los recabitas; 4y los introduje en la Casa de Yahvé, en la cámara de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, varón de Dios, la que estaba junto a la cámara de los príncipes, encima de la cámara de Maasías, hijo de Sellum, guardián de la puerta; 5y puse ante los hijos de la estirpe de los recabitas jarros y copas llenos de vino, y les dije: “Bebed vino.”

6[8253]Pero ellos contestaron: “No bebemos vino; pues Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, nos mandó: «Nunca jamás beberéis vino, ni vosotros ni vuestros hijos. 7Tampoco edificaréis casas ni haréis siembras, ni plantaréis viñas, ni poseeréis (cosa alguna), sino que habitaréis en tiendas durante toda vuestra vida, para que viváis largo tiempo sobre la tierra en la cual sois peregrinos.» 8Hemos obedecido la voz de Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, en todo cuanto nos ha mandado, de modo que no bebemos vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas; 9y no edificamos casas de habitación; ni tampoco tenemos viñas, ni campos, ni sementeras, 10sino que vivimos en tiendas, obedeciendo a Jonadab, nuestro padre, y cumpliendo todo cuanto él nos ha mandado. 11Mas cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió el país, nos dijimos: Vámonos y retirémonos a Jerusalén ante el ejército de los caldeos y ante el ejército de los sirios; y así venimos a habitar en Jerusalén.”

La infidelidad de Israel

12Entonces fue dirigida a Jeremías esta palabra de Dios: 13“Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Anda y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿Por qué no tomáis ejemplo para obedecer mis palabras?, dice Yahvé. 14[8254]Se cumplen las órdenes de Jonadab, hijo de Recab, que mandó a sus hijos no beber vino, de modo que ellos no lo beben hasta el día de hoy, pues obedecen el precepto de su padre; y Yo os he hablado con tanta solicitud, y no me habéis escuchado. 15Con la misma solicitud y sin cesar os he enviado a todos mis siervos los profetas, para deciros: «Convertíos cada cual de su mal camino, y enmendad vuestra conducta, y no vayáis tras otros dioses dándoles culto, para que habitéis la tierra que di a vosotros y a vuestros padres», pero no hicisteis caso ni me escuchasteis. 16Por cuanto los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han observado el precepto que su padre les había dado, y este pueblo, empero, no me ha obedecido a Mí, 17por eso, así dice Yahvé, el Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que haré venir sobre Judá y sobre los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que les he anunciado; pues les he hablado, y no han escuchado; los he llamado, y no han respondido.”

18Y dijo Jeremías a la casa de los recabitas: Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: “Porque habéis obedecido el precepto de Jonadab, vuestro padre, y habéis observado todas sus órdenes, haciendo todo cuanto él os mandó, 19por eso, así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Nunca faltarán a Jonadab, hijo de Recab, varones que me sirvan todos los días.”

JEREMÍAS 36
Baruc escribe las profecías de Jeremías

1[8255]El año cuarto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías esta palabra de Yahvé: 2“Toma el rollo de un libro, y escribe en él todas las palabras que Yo te he dicho contra Israel, contra Judá y contra todos los pueblos, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta el día de hoy. 3[8256]Cuando oigan los de la casa de Judá todas las desgracias que pienso hacerles, se convertirán tal vez cada uno de su mal camino y Yo les perdonaré su culpa y su pecado.”

4Llamó Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y dictándole Jeremías escribió Baruc en el rollo del libro todas las palabras que Yahvé le había dicho. 5Después dio Jeremías a Baruc esta orden: “Yo estoy encerrado y no puedo ir a la Casa de Yahvé. 6[8257]Ve, pues, tú y lee al pueblo, en el Templo del Señor, en un día de ayuno, las palabras de Yahvé que a mi dictado has consignado en el rollo. Léelas también a todo Judá, a los que vienen de sus ciudades, 7por si tal vez sus súplicas lleguen a la presencia de Yahvé y se conviertan cada cual de su mal camino; porque grande es la ira y la indignación que Yahvé ha manifestado contra este pueblo.”

8Hizo Baruc, hijo de Nerías, todo lo que había mandado el profeta Jeremías, y leyó en el Templo del Señor el libro de las palabras de Yahvé. 9Pues el año quinto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, fue proclamado un ayuno ante Yahvé para todo el pueblo de Jerusalén, y para todo el pueblo que de las ciudades de Judá vendría a Jerusalén. 10Entonces leyó Baruc a todo el pueblo el libro de las palabras de Jeremías, en la Casa de Yahvé, en la cámara de Gamarías, hijo de Safán, secretario, en el atrio superior, a la entrada de la puerta Nueva de la Casa de Yahvé.

El rey quema el libro del profeta

11Cuando Miqueas, hijo de Gamarías, hijo de Safán, oyó todas las palabras de Yahvé que estaban en el libro, 12bajó al palacio del rey, al despacho del secretario, y he aquí que estaban sentados allí todos los príncipes: Elisamá, el secretario. Dalaías, hijo de Semeías. Elnatán, hijo de Acbor. Gamarías, hijo de Safán, y Sedecías, hijo de Hananías, y todos los dignatarios. 13Les refirió Miqueas todas las palabras que había oído al leer Baruc el libro al pueblo. 14Entonces todos los príncipes enviaron a Jehudí, hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusí, a decir a Baruc: “Toma en tu mano el rollo que has leído ante el pueblo, y ven.” Tomó, pues, Baruc, hijo de Nerías, el rollo en su mano, y fue adonde ellos estaban. 15Le dijeron: “Siéntate, y léenos (este libro), y Baruc lo leyó a oídos de ellos. 16Cuando oyeron todas estas palabras quedaron atónitos unos y otros, y dijeron a Baruc: “De todas estas cosas tenemos que dar parte al rey.” 17Y preguntaron a Baruc: “Explícanos cómo recogiste de su boca todas estas palabras.” 18[8258]Baruc les respondió: “Con su boca me dictaba él todas estas palabras, y yo las escribía con tinta en el libro.” 19[8259]Después los príncipes dijeron a Baruc: “Ve y escóndete, tú y Jeremías, y nadie sepa donde estáis.” 20Luego se fueron al rey (que estaba) en el atrio, dejando el rollo en el aposento de Elisamá, secretario, y comunicaron al rey todo lo ocurrido.

21Entonces el rey envió a Jehudí para que trajese el rollo, y este lo sacó del aposento de Elisamá, secretario; y Jehudí lo leyó ante el rey y ante todos los príncipes que estaban parados delante del rey. 22Hallábase el rey —era el mes noveno— en la casa de invierno; y delante de él había un brasero encendido. 23[8260]Y siempre cuando Jehudí acababa de leer tres o cuatro columnas, el (rey) las cortaba con el cortaplumas del escriba y las arrojaba al fuego del brasero, hasta que todo el rollo se consumió en el fuego del brasero. 24Pues ni el rey, ni ninguno de sus servidores que oyeron todas aquellas palabras, tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos. 25Sin embargo, Elnatán, Dalaías y Gamarías pidieron al rey que no quemase el rollo, mas no los escuchó. 26[8261]Y mandó el rey a Jeremiel, hijo de Hamelec, a Saraías, hijo de Ezriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, que prendiesen a Baruc, el escriba, y al profeta Jeremías, pero Yahvé los ocultó.

Oráculo contra el rey Joakim

27Después que el rey quemó el rollo, con las palabras que Baruc había escrito según le dictaba Jeremías, fue dirigida a este la palabra de Yahvé en estos términos: 28“Tómate otro rollo, y escribe en él todas las palabras anteriores que había en el primer rollo, que fue quemado por Joakim, rey de Judá. 29Y dirás a Joakim, rey de Judá: Así dice Yahvé: Por cuanto has quemado este rollo, diciendo: «¿Por qué has escrito en él que el rey de Babilonia vendrá sin falta y destruirá esta tierra, sin dejar en ella ni hombres ni bestias?», 30[8262]por eso, así dice Yahvé respecto de Joakim, rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cadáver quedará expuesto al calor del día y al frío de la noche. 31Y castigaré su iniquidad no solamente en él, sino también en su descendencia y en sus servidores; y traeré sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre los hombres de Judá, todo el mal que Yo les he anunciado y que ellos no quisieron oír.”

32[8263]Tomó Jeremías otro rollo, y lo dio a Baruc, escriba, hijo de Nerías, el cual escribió en él según le dictaba Jeremías, todas las palabras del libro que Joakim, rey de Judá, había quemado en el fuego, y se añadieron aún muchas como aquellas.

JEREMÍAS 37
Consulta del rey Sedecías

1[8264]En lugar de Jeconías, hijo de Joakim, subió al trono Sedecías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, había constituido rey en la tierra de Judá. 2Mas ni él, ni sus servidores, ni el pueblo del país escucharon las palabras que Yahvé había pronunciado por boca del profeta Jeremías. 3Y envió el rey Sedecías a Jucal, hijo de Selemías, y a Sofonías, hijo de Maasías, sacerdote, a decir al profeta Jeremías: “Ruega por nosotros a Yahvé, nuestro Dios.” 4Jeremías andaba todavía libremente entre el pueblo, pues aún no le habían encarcelado. 5[8265]Entretanto, había salido de Egipto el ejército del Faraón; y los caldeos que sitiaban a Jerusalén, al oír esto, se habían retirado de Jerusalén. 6Entonces llegó al profeta Jeremías esta palabra de Yahvé: 7“Así dice Yahvé, el Dios de Israel: Esto diréis al rey de Judá que os envió a Mí para consultarme: He aquí que el ejército del Faraón, que ha salido para socorreros, volverá a su país, a Egipto. 8Y vendrán de nuevo los caldeos y combatirán a esta ciudad, la tomarán y le pegarán fuego. 9Así dice Yahvé: No os hagáis ilusiones, diciendo: «Los caldeos se retirarán definitivamente de nosotros»; porque no se retirarán. 10Pues aun cuando derrotaseis todo el ejército de los caldeos que lucha contra vosotros, y no quedasen entre ellos sino algunos heridos, esos se levantarían cada uno en su tienda y prenderían fuego a esta ciudad.

Jeremías en la cárcel

11Cuando se retiró el ejército de los caldeos de Jerusalén, a causa del ejército del Faraón, 12[8266]salió Jeremías de Jerusalén para ir a tierra de Benjamín, a retirar de allí una herencia que tenía en medio de su pueblo. 13Pero cuando llegó a la puerta de Benjamín, allí el capitán de la guardia, que se llamaba Jerías, hijo de Selemías, hijo de Hananías, lo detuvo, diciendo: “Tú intentas pasarte a los caldeos.” 14[8267]“Es falso, respondió Jeremías; no intento pasarme a los caldeos.” Mas Jerías no le escuchó, sino que prendió a Jeremías y le condujo a los jefes, 15los cuales, irritados contra Jeremías, le hicieron azotar y le metieron en la cárcel, en la casa de Jonatán, secretario; pues allí habían instalado una cárcel.

El rey saca a Jeremías del calabozo

16[8268]Entró Jeremías en la casa de la mazmorra y en las bóvedas, y cuando había permanecido allí mucho tiempo, 17[8269]envió el rey Sedecías a sacarle; y le preguntó el rey secretamente en su casa, diciendo: “¿Hay alguna palabra de parte de Yahvé?” “Sí, la hay”, respondió Jeremías. “Tú serás entregado en poder del rey de Babilonia.” 18[8270]Y dijo Jeremías al rey Sedecías: “¿En qué he pecado contra ti, contra tus servidores y contra este pueblo, para que me hayáis metido en la cárcel? 19[8271]¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: «El rey de Babilonia no vendrá contra vosotros, ni contra este país»? 20Óyeme ahora, oh rey, señor mío; y acoge propicio mi súplica. No me vuelvas a la casa de Jonatán, secretario; sería mi muerte.”

21[8272]Entonces mandó el rey Sedecías que guardasen a Jeremías en el patio de la cárcel, y que se le diese cada día un pan, de la calle de los panaderos, mientras hubiese pan en la ciudad. Así quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

JEREMÍAS 38
Jeremías en la cisterna

1Sefatías, hijo de Matán; Gedelías, hijo de Fasur; Jucal, hijo de Selemías, y Fasur, hijo de Melquías, habían oído las palabras que Jeremías dirigía a todo el pueblo, diciendo: 2“Así dice Yahvé: Quien se quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre y de peste; pero el que se refugiare entre los caldeos vivirá; ese tal tendrá como botín su vida y vivirá. 3Así dice Yahvé: Esta ciudad caerá sin remedio en poder del ejército del rey de Babilonia, el cual la tomará.”

4[8273]Y dijeron los príncipes al rey: “Este hombre debe morir, porque hablándoles así debilita las manos de los guerreros que quedan aún en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo. Este hombre no procura el bienestar sino el mal de este pueblo.” 5Respondió el rey Sedecías: “Ahí lo tenéis a vuestra disposición, porque nada puede el rey contra vosotros.” 6[8274]Tomaron, pues, a Jeremías y le echaron en la cisterna de Melquías, hijo de Hamalec, situada en el patio de la cárcel; por medio de sogas lo bajaron a la cisterna donde no había agua, sino lodo, de modo que Jeremías se hundió en el lodo.

Un etíope salva la vida del profeta

7[8275]Supo Ebed-Mélec, etíope, eunuco de la casa del rey, que habían echado a Jeremías en la cisterna. El rey estaba entonces sentado a la puerta de Benjamín. 8Salió Ebed-Mélec de la casa del rey y habló con el rey, diciendo: 9“Oh rey, señor mío, han obrado mal estos hombres en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, echándolo en la cisterna, donde morirá de hambre, pues no hay ya pan en la ciudad.” 10Entonces el rey dio esta orden a Ebed-Mélec, etíope: “Tómate de aquí treinta hombres, y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.” 11Tomó Ebed-Mélec a los hombres y fue a la casa del rey, al sótano de la tesorería, de donde sacó unas ropas usadas y trapos viejos, que con cuerdas hizo llegar a Jeremías en la cisterna. 12Y dijo Ebed-Mélec, etíope, a Jeremías: “Ponte esta ropa usada y los trapos viejos debajo de tus sobacos, sobre las cuerdas.” Así lo hizo Jeremías. 13Y tirando de Jeremías con las cuerdas, lo sacaron de la cisterna; y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

Jeremías se entrevista con el rey

14El rey Sedecías envió a buscar al profeta Jeremías, y lo hizo traer junto a sí, a la tercera puerta de la Casa de Yahvé; y dijo el rey a Jeremías: “Quiero preguntarte una cosa: no me ocultes nada.” 15[8276]Dijo Jeremías a Sedecías: “Si te la digo, ¿no es cierto que me quitarás la vida?; y si te doy un consejo, no me vas a escuchar.” 16Hizo, entonces el rey Sedecías a Jeremías secretamente este juramento: “Por la vida de Yahvé que nos ha dado esta vida, (te juro) que no te daré muerte, y que no te entregaré en manos de esos hombres que buscan tu vida.” 17[8277]Dijo Jeremías a Sedecías: “Así dice Yahvé, el Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: Si te pasas a los generales del rey de Babilonia, salvarás tu vida, y esta ciudad no será abrasada; y vivirás tú y tu casa. 18Pero si no te pasas a los generales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos, que la abrasarán; y tú no escaparás a sus manos.” 19[8278]Respondió el rey Sedecías a Jeremías: “Temo que los judíos que ya se han pasado a los caldeos me entreguen en manos de ellos y me escarnezcan.” 20A lo cual Jeremías respondió: “No te entregarán. Escucha la voz de Yahvé, respecto de lo que te digo, y te irá bien y salvarás tu vida. 21Pero si rehúsas salir, mira la palabra que Yahvé me ha revelado: 22[8279]He aquí que todas las mujeres que han quedado en la casa del rey de Judá, serán llevadas a los generales del rey de Babilonia y ellas dirán:

«Te han engañado y vencido tus mejores amigos;

han hundido tus pies en el cieno y se han vuelto atrás.»

23Llevarán a todas tus mujeres y a tus hijos a los caldeos; y tú mismo no escaparás a sus manos; serás tomado preso por mano del rey de Babilonia, y abandonarás esta ciudad a las llamas.”

24Entonces dijo Sedecías a Jeremías: “Nadie sepa nada de esto, y no morirás. 25Por si acaso los príncipes llegan a saber que he hablado contigo, y vienen a decirte: «Manifiéstanos lo que dijiste al rey, y lo que a ti te dijo el rey; si no nos ocultas nada, no te mataremos»; 26[8280]les responderás: «Yo suplicaba al rey que no me hiciese volver a la casa de Jonatán, pues moriría allí.»” 27En efecto, se acercaron todos los príncipes a Jeremías, y lo interrogaron, y él les respondió palabra por palabra lo que el rey le había mandado decir, de manera que lo dejaron en paz, pues no trascendió nada. 28Así permaneció Jeremías en el patio de la cárcel hasta el día en que fue tomada Jerusalén. Estaba aún allí cuando Jerusalén fue tomada.

JEREMÍAS 39
Caída de Jerusalén

1[8281]El año noveno de Sedecías rey de Judá, en el décimo mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército a Jerusalén y la sitió. 2Y el año undécimo de Sedecías, el día nueve del mes cuarto, fue abierta una brecha en la ciudad; 3[8282]y entraron todos los generales del rey de Babilonia, y se sentaron cerca de la puerta media; Nergalsarezer, Samgarnebo, Sarsequim, Rabsarís. Nergalsarezer, Rabmag, con todos los demás jefes del rey de Babilonia.

4[8283]Al verlos Sedecías, rey de Judá, y todos los guerreros, huyeron, y salieron de noche de la ciudad, por el camino del jardín del rey, por la puerta que está entre los dos muros; y se encaminaron hacia el Arabá. 5[8284]Pero los persiguió el ejército de los caldeos; y alcanzaron a Sedecías en la llanura de Jericó. Lo tomaron preso y lo llevaron a Riblá, en la tierra de Hamat, ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien lo sentenció.

6El rey de Babilonia hizo matar en Riblá a los hijos de Sedecías, delante de los ojos de este. El rey de Babilonia hizo degollar también a todos los nobles de Judá. 7A Sedecías le sacó los ojos y ordenó atarlo con cadenas de bronce, para conducirlo a Babilonia. 8Los caldeos entregaron a las llamas el palacio del rey y las casas del pueblo, y destruyeron los muros de Jerusalén. 9Al resto de los habitantes que habían quedado en la ciudad, y a los desertores que se habían pasado a él, como también a los restantes del pueblo que aún quedaba, los deportó Nabuzardán a Babilonia, capitán de la guardia. 10Solamente de los pobres del pueblo, que nada tenían, Nabuzardán, capitán de la guardia, dejó algunos en la tierra de Judá, dándoles al mismo tiempo viñas y campos.

Jeremías es puesto en libertad

11Nabucodonosor, rey de Babilonia, dio a Nabuzardán, capitán de la guardia, la siguiente orden respecto de Jeremías: 12[8285]“Tómalo, y pon en él tu ojo, no le hagas ningún daño, antes bien, trátalo según él mismo te indique.” 13[8286]Por lo tanto Nabuzardán, capitán de la guardia, Nebusazbán, Rabsarís, Nergalsarezer, Rabmag y todos los generales del rey de Babilonia, 14[8287]enviaron a sacar a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevase a su casa; y así habitó en medio del pueblo.

15[8288]Mientras estaba preso en el patio de la cárcel, Jeremías había recibido esta palabra de Yahvé: 16“Ve y di a Ebed-Mélec, etíope: Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a cumplir mis palabras acerca de esta ciudad, para mal y no para bien, y se cumplirán en aquel día ante tu vista. 17Mas a ti te libraré en ese día, dice Yahvé, y no serás entregado en manos de aquellos hombres a quienes tienes miedo; 18porque Yo te salvaré con toda seguridad y no caerás a espada, sino que tendrás por botín tu vida, por cuanto has confiado en Mí”, dice Yahvé.

JEREMÍAS 40
Jeremías y Godolías

1He aquí la palabra que Jeremías recibió de Yahvé, después que Nabuzardán, capitán de la guardia, lo había dejado ir de Ramá. Cuando lo hizo venir, estaba aún atado con cadenas en medio de todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babilonia. 2El capitán de la guardia llamó a Jeremías y le dijo: “Yahvé tu Dios había predicho estos males contra este lugar; 3[8289]y Yahvé los ha traído y cumplido como lo había dicho; porque pecasteis contra Yahvé, y no obedecisteis su voz, por eso os ha sucedido esto. 4Ahora, pues, mira que hoy te quito las cadenas que están sobre tus manos. Si te parece bien ir conmigo a Babilonia, ven y yo te cuidaré, pero si no quieres ir conmigo a Babilonia, no vengas. Mira que todo el país está delante de ti; podrás irte a cualquier lugar que te parezca bueno y conveniente.” 5(Jeremías) tardaba aún en volver, por lo cual (le dijo); “Vete a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha constituido gobernador de las ciudades de Judá. Habita con él en medio del pueblo, o vete a donde mejor te parezca.” El capitán de la guardia le dio también provisiones y regalos y le despidió. 6[8290]Se fue Jeremías a Godolías, hijo de Ahicam, a Masfá, y habitó allí, en medio del pueblo que había quedado en el país.

7Cuando a todos los capitanes de las tropas desparramadas por el campo, a ellos y a sus gentes, llegó la noticia de que el rey de Babilonia había hecho gobernador del país a Godolías, hijo de Ahicam, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y aquellos pobres del país que no habían sido deportados a Babilonia; 8vinieron a Godolías, a Masfá, (estos hombres): Ismael, hijo de Natanías, Johanán y Jonatán, hijos de Caree, Seraías, hijo de Tanhumet, los hijos de Efai netofatita, y Jezanías, hijo del Macaatita, ellos y sus gentes. 9[8291]Y Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, les juró a ellos y a sus gentes diciendo: “No temáis servir a los caldeos; permaneced en el país y servid al rey de Babilonia, y os irá bien. 10He aquí que yo me quedo en Masfá, para estar a disposición de los caldeos que lleguen a nosotros; vosotros, en cambio, recoged la vendimia, la mies y el aceite, y metedlos en vuestras tinajas; y habitad en las ciudades que habéis ocupado.”

11También todos los judíos que se encontraban en Moab, entre los hijos de Ammón y en Edom, y los desparramados en todos los países, supieron que el rey de Babilonia, había dejado un resto para Judá y que les había puesto por gobernador a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 12Entonces todos aquellos judíos, volvieron de todos los lugares adonde habían sido desplazados y vinieron al país de Judá, a Godolías, a Masfá, y recolectaron vino y frutos en abundancia.

Conjuración contra Godolías

13Johanán, hijo de Caree, y todos los capitanes de las tropas dispersas por el campo, vinieron a Godolías, a Masfá, 14y le dijeron: “¿No sabes acaso que Baalís, rey de los hijos de Ammón, ha enviado a Ismael, hijo de Natanías, para quitarte la vida?” Pero Godolías, hijo de Ahicam, no les dio crédito. 15Entonces Johanán, hijo de Caree, dijo secretamente a Godolías en Masfá: “Yo iré y mataré a Ismael, hijo de Natanías, sin que nadie lo sepa. ¿Por qué ha de matarte él a ti, y han de dispersarse todos los judíos que se han congregado en torno tuyo? Sería la ruina del resto de Judá.” 16[8292]Mas Godolías, hijo de Ahicam, respondió a Johanán, hijo de Caree: “No hagas tal cosa; porque lo que dices de Ismael es falso.”

JEREMÍAS 41
Muerte de Godolías

1En el séptimo mes llegó Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisamá, que era de estirpe real, con algunos magnates del rey y diez hombres, a Godolías, hijo de Ahicam, a Masfá; y comieron juntos allí en Masfá. 2[8293]Y se levantó Ismael, hijo de Natanías, y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, dando así muerte al que el rey de Babilonia había constituido gobernador del país. 3Ismael mató también a todos los judíos que estaban allí con Godolías en Masfá, y a todos los caldeos, hombres de guerra, que allí se hallaban.

Atrocidades de Ismael

4Al segundo día después del asesinato de Godolías, cuando aún no lo sabía nadie, 5[8294]vinieron ochenta hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, con la barba raída, rasgados los vestidos, y el cuerpo cubierto de incisiones, con ofrendas e incienso para ofrecerlos en la Casa de Yahvé. 6Ismael, hijo de Natanías, les salió al encuentro desde Masfá, llorando mientras iba; y cuando los encontró, les dijo: “Venid a Godolías, hijo de Ahicam.” 7Pero apenas habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael, hijo de Natanías, con los hombres que tenía consigo, los mató (y los arrojó) en la cisterna. 8[8295]Entre ellos se hallaron diez hombres que dijeron a Ismael: “No nos mates, porque tenemos escondidas en el campo provisiones de trigo, cebada, aceite y miel. A esos los dejó en paz, y no los mató con sus hermanos. 9[8296]La cisterna en que Ismael arrojó todos los cadáveres de los hombres que asesinó por causa de Godolías, es la misma que el rey Asá hizo contra Baasá, rey de Israel. Ismael, hijo de Natanías, la llenó con los (cuerpos de) los asesinados.

10Después Ismael llevó cautivo a todo el resto del pueblo que había en Masfá, con las hijas del rey y a todo el pueblo que quedaba en Masfá, a saber, a todos cuantos Nabuzardán, capitán de la guardia, había encomendado a Godolías, hijo de Ahicam. Ismael, hijo de Natanías, se los llevó cautivos y se puso en camino para pasarse a los hijos de Ammón.

El resto del pueblo huye a Egipto

11Cuando Johanán, hijo de Caree, y todos los capitanes de las tropas que le acompañaban, supieron todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Natanías, 12[8297]tomaron consigo toda la gente y se pusieron en marcha para luchar contra Ismael, hijo de Natanías, y lo encontraron junto a la grande piscina de Gabaón. 13Entonces, cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán, hijo de Caree y a todos los capitanes de las tropas que le acompañaban, se llenó de alegría, 14y todo el pueblo que Ismael llevaba cautivo de Masfá, dio la vuelta, y regresando se pasó a Johanán, hijo de Caree. 15Pero Ismael, hijo de Natanías, escapó con ocho hombres, delante de Johanán, y se pasó a los hijos de Ammón.

16Tomaron, pues, Johanán hijo de Caree, y todos los capitanes de las tropas que le acompañaban, a todo el resto del pueblo que habían rescatado de Ismael, hijo de Natanías, —eran los (que este se había llevado) de Masfá, después de asesinar a Godolías, hijo de Ahicam— varones, hombres de guerra, mujeres, niños y eunucos, que había hecho volver de Gabaón; 17[8298]y se pusieron en marcha e hicieron alto en Gerut Camaam, cerca de Belén, para continuar la marcha y entrar en Egipto, 18huyendo de los caldeos; pues los temían, por cuanto Ismael, hijo de Natanías, había asesinado a Godolías hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.

JEREMÍAS 42
El pueblo consulta al profeta

1[8299]Vinieron todos los capitanes de las tropas y Johanán, hijo de Caree, y Jezanías, hijo de Isaías y todo el pueblo, chicos y grandes, 2y dijeron al profeta Jeremías: “Que te sea acepta nuestra petición, y haz oración a Yahvé, tu Dios, por nosotros, en favor de todo este resto; porque de muchos hemos quedado pocos, como nos están viendo tus ojos. 3Que Yahvé, tu Dios, nos dé a conocer el camino que debemos seguir y lo que hemos de hacer.” 4[8300]El profeta Jeremías les respondió: “Comprendo; he aquí que pediré a Yahvé, vuestro Dios, conforme a vuestras palabras; y cualquier cosa que responda Yahvé, os la comunicaré, sin ocultaros nada.” 5Y dijeron ellos a Jeremías: “Sea Yahvé contra nosotros testigo verdadero y fiel, si no cumpliéramos todo cuanto Yahvé, Dios tuyo, nos mandare. 6Sea cosa buena, sea cosa mala, obedeceremos la voz de Yahvé, nuestro Dios, a quien te enviamos para que nos vaya bien, pues escucharemos la voz de Yahvé, nuestro Dios.”

Respuesta de Dios

7[8301]Al cabo de diez días fue dirigida la palabra de Dios a Jeremías, 8el cual llamó a Johanán, hijo de Caree, y a todos los capitanes de las tropas que le acompañaban, y a todo el pueblo, chicos y grandes, 9y les dijo: “Así dice Yahvé el Dios de Israel, a quien me habéis enviado para presentarle vuestra súplica: 10Si permanecéis en este país, Yo os edificaré y no os destruiré; os plantaré y no os arrancaré; porque me pesa el mal que os he hecho. 11No temáis al rey de Babilonia, al cual tenéis tanto miedo; no le temáis, dice Yahvé; pues Yo estoy con vosotros, para salvaros y para libraros de su mano. 12Yo os seré propicio, de modo que él tenga compasión de vosotros, y os haga volver a vuestro país.

13Pero si decís: «No permaneceremos en este país», y si no escucháis la palabra de Yahvé, vuestro Dios; 14[8302]si (al contrario) decís: «No, sino que nos iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos ya la guerra, ni tendremos que oír el sonido de la trompeta, ni sufrir hambre, y allí habitaremos», 15para este caso oíd la palabra de Yahvé, oh restos de Judá: Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Si no dejáis vuestro proyecto de ir a Egipto y habitar allí, 16la espada que teméis os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre ante el cual tembláis, os sobrevendrá allí en Egipto, donde moriréis. 17Todos aquellos que se han propuesto ir a Egipto y habitar allí, morirán al filo de la espada y de hambre y de peste; y ninguno de ellos quedará con vida, ni se librará del mal que Yo descargaré sobre ellos. 18[8303]Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Así como se ha derramado mi ira y mi indignación sobre los habitantes de Jerusalén, del mismo modo se derramará mi indignación sobre vosotros, cuando entréis en Egipto, y seréis objeto de execración, de pasmo, de maldición, y de oprobio; y no volveréis a ver este lugar.”

19[8304]Por eso dice Yahvé acerca de vosotros, oh resto de Judá: “No vayáis a Egipto. Tomad nota de que yo os advierto el día de hoy. 20[8305]Porque os engañasteis a vosotros mismos, cuando me enviasteis a Yahvé, vuestro Dios, diciendo: «Haz oración por nosotros a Yahvé, nuestro Dios; y todo cuanto diga Yahvé, nuestro Dios, dínoslo así, y cumpliremos.» 21Yo os lo he declarado hoy; mas vosotros no escucháis la voz de Yahvé, vuestro Dios, ni cosa alguna de las que Él me ha encargado deciros. 22Sabed, pues, con toda seguridad, que moriréis al filo de la espada, de hambre y de peste en el lugar adonde queréis ir a habitar.”

JEREMÍAS 43
Jeremías es llevado a Egipto

1Cuando Jeremías hubo acabado de transmitir al pueblo entero todas las palabras de Yahvé, su Dios, todas aquellas palabras que Yahvé, su Dios, le había encargado decirles, 2[8306]respondieron Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Caree, y todos los hombres rebeldes: “Es mentira lo que dices; no te ha enviado Yahvé, nuestro Dios, para decir: «No vayáis a Egipto para habitar allí»; 3[8307]es Baruc, hijo de Nerías, el que te instiga contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, a fin de que nos maten, o nos deporten a Babilonia.”

4De este modo Johanán, hijo de Caree, y todos los capitanes de las tropas, y todo el pueblo desobedecieron la orden de Yahvé de permanecer en la tierra de Judá. 5Y así Johanán, hijo de Caree, y todos los capitanes de las tropas tomaron a todo el resto de Judá, a los que de todas las regiones donde había dispersos, habían regresado para habitar en la tierra de Judá; 6[8308]a hombres, mujeres y niños, a las hijas del rey, y a cuantos Nabuzardán, capitán de la guardia, había dejado con Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y también al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías; 7[8309]y entraron en la tierra de Egipto, no obedeciendo la orden de Yahvé, y llegaron hasta Tafnis.

Vaticinio sobre Egipto

8En Tafnis recibió Jeremías esta palabra de Yahvé: 9[8310]“Toma en tu mano unas piedras grandes, y escóndelas con argamasa en el empedrado a la entrada del palacio del Faraón, en Tafnis, de modo tal que lo vean los hombres de Judá; 10[8311]y diles: Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que enviaré a buscar a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, el cual colocará su trono sobre estas piedras que he escondido y extenderá sobre ellas su tapiz. 11Pues él vendrá y herirá la tierra de Egipto, e (irán) los destinados a la muerte, a la muerte; los destinados al cautiverio, al cautiverio; y los destinados al filo de la espada, a la espada. 12[8312]Y pegará fuego a la casa de los dioses de Egipto; a unos de ellos los quemará, y a otros se los llevará cautivos; y despiojará el país de Egipto, como un pastor despioja su ropa, y saldrá de allí sin ser molestado. 13[8313]Romperá también las columnas del templo del Sol en la tierra de Egipto, y abrasara las casas de los dioses de Egipto.

JEREMÍAS 44
Idolatría de los judíos en Egipto

1[8314]He aquí la palabra que fue dirigida a Jeremías respecto de todos los judíos que habitaban en el país de Egipto, en Migdol, en Tafnis, en Nof, y en la tierra de Patros: 2Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que he hecho venir sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; pues he aquí que hoy están desiertas y nadie habita en ellas, 3[8315]a causa de las maldades que cometieron para irritarme, yendo a quemar incienso a otros dioses, y a darles culto; dioses a quienes no conocían, ni ellos, ni vosotros, ni vuestros padres. 4Yo os envié a tiempo todos mis siervos los profetas, diciéndoos: No hagáis esta cosa abominable que Yo aborrezco. 5Pero no escucharon, ni prestaron oído para convertirse de su maldad y dejar de quemar incienso a otros dioses. 6Por eso se derramó mi indignación y mi ira, que ardieron en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que se convirtieron en desierto y desolación, como (se ve) en el día de hoy.

7Ahora, así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: ¿Por qué hacéis contra vosotros mismos este gran mal, de extirpar de Judá a hombres y mujeres, niños y mamantes, de tal suerte que no os queda resto alguno, 8irritándome con las obras de vuestras manos, quemando incienso a otros dioses, en la tierra de Egipto, adonde habéis venido a habitar para perecer y para ser una maldición y un oprobio entre todos los pueblos de la tierra? 9¿Habéis olvidado las maldades de vuestros padres, las maldades de los reyes de Judá, las maldades de sus mujeres, vuestras propias maldades y las de vuestras mujeres, cometidas en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? 10Hasta hoy no se han arrepentido; no han tenido temor, ni han observado la Ley y los mandamientos que Yo he puesto delante de vosotros y delante de vuestros padres. 11[8316]Por eso, así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a volver mi rostro contra vosotros para mal, y para extirpar a todo Judá. 12Tomaré los restos de Judá, que resolvieron entrar en la tierra de Egipto y habitar allí; serán todos consumidos en el país de Egipto; caerán por la espada y morirán de hambre, desde el menor hasta el mayor; a espada y de hambre perecerán, y vendrán a ser un objeto de execración, de pasmo, de maldición, de oprobio. 13[8317]Porque castigaré a los que habitan en el país de Egipto, como he castigado a Jerusalén con la espada, el hambre y la peste. 14No habrá quien escape o quede con vida del resto de Judá que ha venido a la tierra de Egipto para habitar allí y para volver a la tierra de Judá, adonde tanto suspiran volver para habitar allí; pues no volverán, si no es algún fugitivo.

Respuesta de los judíos idólatras

15[8318]Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres presentes allí en gran número, y todos los del pueblo que habitaban en el país de Egipto y en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16“En cuanto a las palabras que nos has dicho en nombre de Yahvé, no queremos obedecerte, 17[8319]sino que continuaremos cumpliendo toda promesa que hayamos hecho, de quemar incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones; como hemos hecho, nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; con lo cual estábamos hartos de pan y nos iba bien y no veíamos ninguna calamidad. 18Pero desde que hemos dejado de quemar incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones, nos falta todo, y nos consume la espada y el hambre. 19Y si nosotras quemábamos incienso a la reina del cielo, y le derramábamos libaciones, ¿acaso no lo sabían nuestros maridos cuando hacíamos tortas a imagen de ella y le ofrecíamos libaciones?”

Castigo de los idólatras

20Replicó Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres, a todos los que le habían dado aquella respuesta, y dijo: 21“¿Acaso no se acordó Yahvé del incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo del país? ¿Acaso Él no se dio cuenta de ello? 22Yahvé no pudo aguantar más la maldad de vuestras obras y las abominaciones que cometisteis; por eso vuestro país ha venido a ser un desierto, un objeto de pasmo y de maldición, sin habitantes, como (se ve) hoy día. 23Porque quemasteis incienso y pecasteis contra Yahvé, y no escuchasteis la voz de Yahvé, ni observasteis su Ley, sus mandamientos y testimonios; por eso os ha sobrevenido la presente calamidad.”

24Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: “Oíd la palabra de Yahvé, todos los de Judá que estáis en la tierra de Egipto. 25Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres ejecutáis con vuestras manos lo que expresasteis con vuestra boca, a saber: «Seguiremos cumpliendo los votos que hemos hecho de quemar incienso a la reina del cielo, y derramarle libaciones.» No hay duda de que cumplís sin falta vuestros votos y los ponéis por obra. 26[8320]Por eso, oíd la palabra de Yahvé, todos los de Judá que moráis en la tierra de Egipto: He aquí que Yo he jurado por mi gran Nombre, dice Yahvé, que en todo el país de Egipto no será pronunciado más mi Nombre por boca de ningún hombre de Judá que diga: «¡Vive Yahvé, el Señor!» 27Mirad: Yo estoy velando sobre ellos para mal y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en el país de Egipto, serán consumidos por la espada y por el hambre, hasta acabar con ellos. 28Algunos pocos que escapen de la espada, volverán del país de Egipto a la tierra de Judá, pero todos los del resto de Judá que han venido a la tierra de Egipto para habitar allí, conocerán de quién es la palabra que se cumple, si la mía o la de ellos. 29Y esto, dice Yahvé, os sirva de señal de que Yo os castigaré en este lugar; para que sepáis que mis palabras se cumplirán sin falta contra vosotros para mal vuestro. 30[8321]Así dice Yahvé: He aquí que voy a entregar al Faraón Hofra, rey de Egipto, en poder de sus enemigos, y en manos de aquellos que atentan contra su vida, así como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, enemigo suyo, que buscaba perderle.”

JEREMÍAS 45
Jeremías consuela a Baruc

1[8322]Palabra que dijo Jeremías, el profeta, a Baruc, hijo de Nerías, al escribir este aquellas palabras en un libro, dictándoselas Jeremías, en el año cuarto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá: 2“Así dice Yahvé, el Dios de Israel, respecto de ti, oh Baruc: 3Tú dijiste: «¡Ay de mí, porque Yahvé ha añadido dolor a mi dolor! Cansado estoy de gemir y no hallo descanso.» 4[8323]Así le dirás: Esto dice Yahvé: He aquí que lo que he edificado, lo voy a derribar; y voy a desarraigar lo que he plantado en toda esta tierra, pues es mía. 5[8324]¿Y tú buscas para ti grandes cosas? ¡No las busques! pues mira, Yo voy a traer males sobre toda carne, dice Yahvé; pero a ti te daré la vida como botín en cualquier lugar adonde vayas.”

II. VATICINIOS CONTRA OTROS PUEBLOS
JEREMÍAS 46
Oráculo contra Egipto

1Oráculos de Yahvé que el profeta Jeremías recibió sobre los gentiles.

2[8325]Para Egipto.

Contra el ejército del Faraón Necao, rey de Egipto, que estaba en Cárquemis, junto al río Éufrates, al que derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia, el año cuarto de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá:

3[8326]“Preparad escudo y broquel,

y salid a la batalla.

4Uncid los caballos; jinetes, montad;

poneos en filas con los morriones; acicalad las lanzas, ceñíos las corazas.

5[8327]Pero ¿qué veo? Despavoridos vuelven la espalda,

batidos sus valientes,

huyen apresuradamente, sin mirar atrás,

por todos lados terror,

dice Yahvé.

6No se libra el ligero

ni escapa el valiente.

Al norte, junto al río Éufrates,

tropiezan y caen.

7[8328]¿Quién es este que se hincha como el Nilo,

y cuyas aguas se alborotan como los ríos?

8[8329]Es Egipto, que se hincha como el Nilo,

y cuyas aguas se alborotan como los ríos;

que dice: «Me hincharé, cubriré la tierra,

destruiré la ciudad y sus habitantes.»

9[8330]¡Adelante, caballos! ¡Carros, corred!

Pónganse en marcha los guerreros,

etíopes y libios, que empuñan el escudo,

lidios que manejan y entesan el arco.

10[8331]Día de venganza es este para el Señor, Yahvé de los ejércitos,

para vengarse de sus enemigos.

Devorará la espada y se saciará;

se embriagará de la sangre de ellos;

pues un gran sacrificio celebra Yahvé de los ejércitos, el Señor,

en tierras del norte, junto al río Éufrates.

11[8332]¡Sube a Galaad y busca bálsamo,

virgen hija de Egipto!

En vano te multiplicarás los remedios;

para ti no hay cura.

12Las naciones conocen ya tu oprobio;

tus alaridos llenan la tierra;

chocó el fuerte con el fuerte,

y cayeron ambos juntamente.”

Segundo oráculo contra Egipto

13[8333]He aquí la palabra que dijo Yahvé al profeta Jeremías, acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para derrotar la tierra de Egipto:

14“Anunciadlo en Egipto,

llevad la nueva a Migdol;

proclamadlo en Nof y en Tafnis.

Decid: «Ponte en pie y prevente,

pues ya devora la espada en torno tuyo».

15[8334]¿Cómo ha sido derribado tu Toro?

No se mantuvo en pie, porque Yahvé le derribó.

16[8335]Él multiplica el número de los que tropiezan,

y cayendo unos sobre otros

dicen: «¡Levantémonos,

volvámonos a nuestro pueblo

y a la tierra en que nacimos,

huyendo de la espada destructora!»

17[8336]Claman allí:

El Faraón, rey de Egipto, está perdido,

ha dejado pasar el tiempo fijado.

18[8337]Vivo Yo, dice el Rey,

cuyo Nombre es Yahvé de los ejércitos.

Como el Tabor entre los montes,

y el Carmelo junto al mar,

así Él se presenta.

19[8338]Prepárate el bagaje para el cautiverio,

oh hija que habitas en Egipto,

pues Nof se convertirá en un desierto,

será abrasada y quedará sin habitantes.

20[8339]Novilla muy hermosa es Egipto;

pero del Septentrión viene

un tábano, sí, ya viene.

21Y sus mercenarios en medio de ella,

que son como becerros cebados,

también ellos vuelven las espaldas,

huyen todos, sin detenerse,

porque vino sobre ellos el día de su ruina,

el tiempo de su castigo.

22Su voz es como de sierpe que se desliza;

porque vienen con gran poderío,

vienen contra ella con hachas,

como leñadores de árboles.

23Talan su bosque, dice Yahvé,

su bosque impenetrable,

pues son más numerosos que las langostas,

y no tienen cuenta.

24Quedará confundida la hija de Egipto;

será entregada en manos

del pueblo del Norte.”

25[8340]Dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí que Yo castigaré a Amón de No, al Faraón y a Egipto; a sus dioses y a sus reyes; al Faraón y a los que en él confían. 26Y los entregaré en manos de los que buscan exterminarlos, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus servidores. Mas después de esto será otra vez habitado, como en los tiempos antiguos —oráculo de Yahvé.

27[8341]Pero tú, siervo mío Jacob, no temas;

no te amedrentes, oh Israel;

porque he aquí que te sacaré de (tierras) lejanas,

y a tu descendencia del país de su cautiverio.

Volverá Jacob y vivirá en plena tranquilidad,

sin que haya quien le espante.

28[8342]No temas tú, siervo mío Jacob, dice Yahvé;

pues Yo estoy contigo.

Exterminaré a todas las naciones

adonde te he arrojado,

pero a ti no te exterminaré,

aunque te corregiré con equidad

y no te dejaré del todo impune.”

JEREMÍAS 47
Oráculo contra los filisteos

1Palabra que dijo Yahvé al profeta Jeremías, acerca de los filisteos, antes que el Faraón derrotara a Gaza.

2[8343]Así dice Yahvé:

“He aquí aguas que avanzan del Norte,

como torrente que inunda;

inundan el país y su amplitud,

la ciudad y sus habitantes.

Claman los hombres y dan alaridos

todos los moradores del país,

3al estrépito de los cascos de sus caballos,

al estruendo de sus carros

y al ruido de sus ruedas.

Los padres no miran ya por sus hijos; les faltan las fuerzas,

4[8344]pues llegó el día para destruir a todos los filisteos;

para privar a Tiro y Sidón del postrer aliado.

Porque Yahvé va a destruir a los filisteos,

el residuo de la isla de Caftor.

5[8345]Sobre Gaza viene la calvicie,

Ascalón, resto de los gigantes,

es reducida a silencio.

¿Hasta cuándo te harás incisiones?

6¡Ay espada de Yahvé! ¿Cuándo descansarás?

¡Vuélvete a tu vaina, descansa y calla!

7¿Mas cómo podrás descansar

cuando Yahvé te ha dado orden?

Es contra Ascalón y la costa del mar

adonde Él la dirige.”

JEREMÍAS 48
Vaticinio contra Moab

1[8346]Para Moab:

Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel:

“¡Ay de Nebó, que está devastada;

confundida y tomada ha sido Kiryataim;

Misgab está consternada y abatida.

2[8347]Pasó ya la gloria de Moab;

en Hesbón se trama su mal.

«¡Venid, exterminémosla para que no sea más nación!»

Tú también, Madmén, perecerás,

tras ti va la espada.

3Gritos desde Horonaim,

devastación y ruina grande.

4Moab está destruido, lloran sus parvulitos.

5En la cuesta de Luhit se oye llanto,

suben llorando,

y en la bajada de Horonaim

se oyen angustiosos gritos de quebranto.

6«Huid, salvad vuestras vidas,

sed como un arbusto en el desierto.»

7[8348]Porque has puesto tu confianza en tus obras

y en tus tesoros, también tú serás tomada;

y Camos irá al cautiverio,

a una con sus sacerdotes y príncipes.

8[8349]Vendrá el devastador a cada ciudad,

y ninguna se salvará;

será asolado el valle y devastado el altiplano,

como lo ha dicho Yahvé.

9[8350]Dad alas a Moab para que se escape volando,

pues sus ciudades serán un desierto, sin habitantes en ellas.

10[8351]¡Maldito aquel que ejecuta

la obra de Yahvé negligentemente

y maldito el que veda a su espada derramar sangre!

Se anuncia el exterminio de Moab

11[8352]Tranquilo estuvo Moab desde su mocedad,

descansando sobre sus heces,

no fue trasegado de una vasija a otra,

ni marchó al cautiverio,

y así ha conservado su gusto

y no se ha mudado su aroma.

12Por eso, he aquí que vienen días, dice Yahvé,

en que le enviaré trasegadores que le trasegarán;

que vaciarán sus vasijas

y romperán sus tinajas.

13[8353]Entonces Moab se avergonzará de Camos, como la casa de Israel se avergonzó de Betel, objeto de su confianza.

14¿Cómo decís: «Nosotros somos héroes

y fuertes para la guerra»?

15El devastador sube contra Moab y sus ciudades,

la flor de su juventud baja para la matanza, dice Yahvé,

cuyo Nombre es Yahvé de los ejércitos.

16La ruina de Moab está cerca,

y va a venir muy pronto su desastre.

17Lamentadle, todos sus vecinos,

y todos los que conocéis su nombre, decid:

«¡Cómo se ha quebrado un cetro tan fuerte,

un báculo tan magnífico!»

18Desciende de tu gloria,

y siéntate en lo árido,

oh hija, habitadora de Dibón;

porque el devastador de Moab sube contra ti,

para arrasar tus fortificaciones.

19Estáte junto al camino y atalaya,

moradora de Aroer,

pregunta al que huye

y di a la que se escapa: «¿Qué pasa?»

20[8354]Avergonzado está Moab, porque ha sido derrotado.

¡Dad alaridos y gritad!

¡Anunciad en el Arnón que Moab está destruido!

21El juicio ha venido sobre la tierra del Altiplano, sobre Holón, sobre Jasa y sobre Mefaat; 22sobre Dibón, sobre Nebó y sobre Bet-Diblataim; 23sobre Kiryataim, sobre Bet Gamul, y sobre Bet Maón; 24sobre Kiryat, sobre Bosra y sobre todas las ciudades del país de Moab, lejanas y cercanas.

25[8355]Ha sido cortado el cuerno de Moab,

y su brazo está quebrado, dice Yahvé.

26[8356]Embriagadle, pues se alzó contra Yahvé. ¡Revuélquese Moab en su mismo vómito, y sea objeto de mofa también él! 27[8357]¿Pues no fue Israel objeto de burla para ti? ¿Fue acaso hallado entre los ladrones? pues cuantas veces hablaste de él y meneaste la cabeza.

28Dejad las ciudades y vivid en los peñascos,

habitantes de Moab,

sed como la paloma que hace su nido

sobre el borde de la cueva.

29Hemos oído hablar de la soberbia de Moab

que es muy orgulloso,

de su altanería, arrogancia,

presunción y altivez de su corazón.

30[8358]Yo conozco su saña, dice Yahvé, sus vanas jactancias, sus obras falaces.

Elegía sobre Moab

31[8359]Por eso doy alaridos por Moab, me lamento por Moab entero; son llorados los hombres de Kir-Heres.

32Más que a Jaser te lloraré a ti,

oh vid de Sibmá:

tus sarmientos pasaron más allá del mar,

se extendieron hasta el mar de Jaser;

sobre tu cosecha y tu vendimia

se precipitó el devastador.

33[8360]Se ha retirado la alegría y el júbilo

del campo feraz, y de la tierra de Moab;

Yo he quitado a los lagares el vino;

no se los pisa más con gritos de alegría,

porque los gritos ya no son gritos de alegría.

34Desde Hesbón hasta Elealé se oyen gemidos, hasta Jasa llegan sus alaridos, desde Zoar hasta Horonaim y Eglat-Selisiá; pues también las aguas de Nimrim serán un desierto. 35Exterminaré en Moab, dice Yahvé, a quien ofrezca sacrificios en las alturas, y queme incienso a sus dioses. 36Por eso mi corazón gime cual flauta por Moab; como una flauta gime mi corazón por las gentes de Kir-Heres; porque ha desaparecido lo que habían adquirido. 37[8361]Pues toda cabeza está calva, y toda barba ha sido rapada; en todas las manos hay sajaduras, y sobre los lomos llevan sacos. 38Sobre todos los terrados de Moab, y en todas sus plazas se oyen llantos, porque Yo he quebrado a Moab, como vasija inútil —oráculo de Yahvé. 39¡Cómo ha sido derribado! ¡Ululad! ¿Cómo es que Moab ha vuelto las espaldas vergonzosamente para ser un objeto de ludibrio y espanto para todos sus vecinos?

Destrucción total y promesa de restauración

40Pues así dice Yahvé:

He aquí que (el enemigo) viene

volando como águila,

y extiende sus alas sobre Moab.

41Conquistadas las ciudades

y tomadas las fortalezas,

el corazón de los guerreros de Moab

en aquel día será

como el corazón de una mujer que está de parto.

42Moab será destruido y dejara de ser nación,

por cuanto se ha levantado contra Yahvé.

43¡Espanto, fosa y lazo sobre ti,

habitante de Moab, dice Yahvé.

44El que escape del espanto caerá en la fosa;

y el que suba de la fosa

quedará preso en el lazo,

porque haré venir sobre Moab

el año de su visitación

—oráculo de Yahvé.

45[8362]Agotados se detienen los fugitivos

a la sombra de Hesbón,

y llamas de en medio de Sehón,

que devora las sienes de Moab,

y la coronilla de los hijos del tumulto.

46¡Ay de ti, Moab!

¡Perdido está el pueblo de Camos!

Pues tus hijos son llevados al destierro,

y tus hijas al cautiverio.

47[8363]Pero haré que vuelvan los cautivos de Moab

en los últimos días”, dice Yahvé.

Hasta aquí el juicio sobre Moab.

JEREMÍAS 49
Contra los ammonitas

1[8364]Para los hijos de Ammón:

Así dice Yahvé:

“¿No tiene acaso hijos Israel?

¿No tiene heredero?

¿Por qué Melcom se ha posesionado de Gad,

y habita su pueblo en las ciudades de este?

2[8365]Por eso, he aquí que vienen días,

dice Yahvé, en que haré oír

en Rabbat de los hijos de Ammón

el estruendo de la guerra.

Ella se convertirá en un montón de escombros,

y sus ciudades serán quemadas,

e Israel heredará a sus propios herederos

—oráculo de Yahvé.

3[8366]Hesbón prorrumpe en alaridos,

porque ¡ay! está devastada;

alzad el grito, hijas de Rabbat,

ceñíos cilicios, llorad;

corred de un lado a otro por los vallados,

porque Melcom va al cautiverio,

y con él sus sacerdotes y sus príncipes.

4[8367]¿Por qué te glorías de los valles?

—es rico tu valle, oh hija rebelde—

y confías en tus tesoros (diciendo):

«¿Quién vendrá contra mí?»

5He aquí que haré venir sobre ti el terror,

dice el Señor, Yahvé de los ejércitos,

el terror de todos los que te rodean;

y seréis arrojados, cada cual en su dirección,

sin que haya quien reúna a los fugitivos.

6Mas después de esto haré volver

a los cautivos de los hijos de Ammón”

—oráculo de Yahvé.

Contra Edom

7[8368]Para Edom:

Así dice Yahvé de los ejércitos:

“¿No hay ya sabiduría en Temán?

¿Se retiró de sus sabios el consejo?

¿Se acabó su inteligencia?

8[8369]¡Huid! ¡Volveos atrás!

Buscad refugios profundos,

habitantes de Dedán,

porque voy a traer sobre él la ruina de Esaú,

el tiempo de su castigo.

9Si vinieran sobre ti vendimiadores,

dejarían por lo menos algunos racimos;

y si ladrones de noche,

destruirían solo una parte.

10[8370]Yo empero voy a despojar a Esaú,

descubriré su escondrijo,

y no podrá ocultarse;

será destruida su raza,

así como sus hermanos y sus vecinos;

y él mismo ya no existirá.

11¡Deja tus huérfanos, que Yo les conservaré la vida,

y tus viudas pongan en Mí su esperanza!

12[8371]Porque así dice Yahvé: He aquí, si los que no estaban condenados a beber el cáliz, lo bebieron sin remedio, ¿tú, por ventura, saldrás impune? No saldrás impune, lo beberás sin falta. 13[8372]Pues por Mí mismo he jurado, dice Yahvé: Bosra será un objeto de horror y de oprobio, una desolación y lugar de maldición, y todas sus ciudades una eterna soledad.”

14He oído de parte de Yahvé esta nueva,

ha sido enviado a las naciones este mensaje:

“Congregaos y marchad contra ella,

y levantaos para ir a la guerra.”

15“Pues he aquí que Yo te he hecho pequeño entre los pueblos,

despreciado entre los hombres.

16Te ha engañado tu arrogancia,

la soberbia de tu corazón,

pues habitas en las hendiduras de las rocas,

y ocupas la cima de los montes.

Pero aunque pongas tan alto

como el águila tu nido,

de allí te haré bajar, dice Yahvé.

17Edom vendrá a ser un horror; cuantos por allí pasaren quedarán pasmados, y silbando contemplarán todas tus plagas. 18Será arrasado como Sodoma y Gomorra, y sus ciudades vecinas, dice Yahvé; no vivirá nadie allí, ni habrá hombre que lo habite. 19[8373]Como león subirá (el enemigo) desde las espesuras del Jordán a los pastizales siempre verdes, pero en un momento lo arrojaré de allí, y estableceré en (Edom) a quien Yo escogiere, pues ¿quién hay como Yo? ¿Quién me pedirá cuenta? ¿Quién es el pastor que pueda enfrentarse conmigo? 20[8374]Por eso, oíd el designio de Yahvé, que Él tiene resuelto contra Edom, y sus planes que ha trazado contra los habitantes de Teman.

Os aseguro que serán arrastrados hasta los débiles de la grey,

y quedarán devastados juntamente con ellos sus pastizales.

21Al estruendo de su caída temblará la tierra,

sus gritos se oirán hasta el Mar Rojo.

22He aquí que como águila subirá (el enemigo),

volará y extenderá sus alas contra Bosra;

y será el corazón de los guerreros de Edom en aquel día

como el corazón de una mujer que está de parto.”

Contra Damasco

23[8375]Para Damasco:

“Confundidas están Hamat y Arfad;

oyeron una mala noticia,

por la cual se han turbado.

Son como un mar agitado que no se puede calmar.

24Desmáyase Damasco,

se dispone a huir, tiembla;

se apoderan de ella angustia y dolores

como de parturienta.

25[8376]¡Cómo ha sido abandonada la ciudad gloriosa,

la ciudad de mi alegría!

26Por eso sus jóvenes caerán por sus calles,

y todos sus hombres de guerra perecerán en aquel día

—oráculo de Yahvé de los ejércitos—;

27[8377]y pegaré fuego al muro de Damasco,

que devorará los palacios de Benhadad.

Contra Cedar y Hasor

28[8378]Para Cedar y los reinos de Hasor, que derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia:

Así dice Yahvé:

“Levantaos, marchad contra Cedar,

y destruid a los hijos del Oriente.

29Se les quitarán sus tiendas y sus rebaños,

las lonas de sus (tiendas)

y todos sus utensilios;

serán llevados sus camellos,

y se les clamará:

«¡Terror por doquier!»

30Huid, dispersaos por todas partes;

escondeos en cavernas,

moradores de Hasor, dice Yahvé;

porque Nabucodonosor, rey de Babilonia,

tiene resuelto un plan contra vosotros,

y contra vosotros se dirigen sus pensamientos.

31Levantaos, dice Yahvé (a los caldeos),

marchad contra un pueblo tranquilo,

que habita confiado, dice Yahvé,

sin puertas, sin cerrojos, todo aislado.

32[8379]Sus camellos serán un botín,

y una presa la muchedumbre de sus ganados.

Esparciré a todos los vientos

a los que se rapan las sienes;

y de todos sus confines

traeré su mal, dice Yahvé.

33Hasor vendrá a ser morada de chacales,

un desierto perpetuo,

no habitará allí hombre alguno

ni morará hijo de hombre en ella.

Contra Elam

34[8380]Al principio del reinado de Sedecías, rey de Judá, recibió el profeta Jeremías esta palabra de Dios para Elam:

35“Así dice Yahvé de los ejércitos:

He aquí que romperé el arco de Elam,

lo principal de su fuerza.

36Soltaré contra Elam los cuatro vientos

desde los cuatro puntos del cielo;

y los dispersaré hacia todos estos vientos;

y no habrá nación

adonde no lleguen fugitivos de Elam.

37Porque haré temblar a Elam delante de sus enemigos,

y delante de los que intentan su ruina;

descargaré sobre ellos el mal,

mi ira ardiente, dice Yahvé,

y tras ellos enviaré la espada

hasta acabar con ellos.

38Asentaré mi trono en Elam,

y daré allí muerte al rey

y a los príncipes, dice Yahvé.

39[8381]Pero en los últimos tiempos haré volver

a los cautivos de Elam” —oráculo de Yahvé.

JEREMÍAS 50
Contra Babilonia

1[8382]Palabra que Yahvé dirigió a Babilonia, a la tierra de los caldeos, por boca del profeta Jeremías:

2[8383]“Publicadlo entre los pueblos, pregonadlo;

alzad bandera, proclamadlo, no lo encubráis;

decid: «Tomada ha sido Babilonia;

avergonzado está Bel y abatido Merodac.

Sus simulacros están cubiertos de ignominia,

sus ídolos tiemblan de terror».

3[8384]Pues desde el Septentrión marcha contra ella una nación, que hará de su tierra una soledad sin habitantes; hombres y bestias huyeron, se marcharon.

Retorno de Israel

4[8385]En aquellos días y en aquel tiempo, dice Yahvé, vendrán los hijos de Israel, y con ellos los hijos de Judá; vendrán llorando y buscando a Yahvé, su Dios. 5Preguntarán por el camino de Sión, dirigiendo hacia allá sus rostros, (y diciendo): «Vamos y liguémonos con Yahvé en alianza eterna, que nunca será borrada.» 6Mi pueblo ha venido a ser un rebaño de ovejas perdidas, sus pastores lo han descarriado; por los montes lo hicieron ir vagando; y andando de monte en collado se han olvidado del aprisco. 7[8386]Cuantos los hallaban, los devoraban; y sus opresores se decían: «No hacemos mal, pues han pecado contra Yahvé, la morada de justicia; contra Yahvé, la esperanza de sus padres.»

8[8387]Huid de en medio de Babel,

y salid del país de los caldeos,

sed como los carneros

que van delante del rebaño.

9[8388]Pues he aquí que Yo suscitaré

y lanzaré contra Babel

una multitud de grandes naciones

desde el país del Norte,

se apostarán contra ella,

y de ese lado será tomada;

sus flechas son como de hábil guerrero;

no vuelven vacías.

10Y Caldea será saqueada;

todos sus saqueadores se hartarán”, dice Yahvé.

11[8389]Aunque os alegráis y saltáis de gozo,

oh saqueadores de mi herencia;

aunque brincáis como novilla en la hierba

y relincháis como caballos,

12[8390]quedará muy avergonzada vuestra madre,

será cubierta de ignominia la que os dio a luz.

He aquí que será la última de las naciones,

desierto, tierra árida, estepa.

13A causa de la ira de Yahvé no será habitada,

y toda ella se convertirá en soledad.

Cuantos pasaren junto a Babilonia, se pasmarán

y harán rechifla de todas sus plagas.

14Tomad posiciones contra Babilonia a la redonda;

los que tendéis el arco, tirad contra ella,

no escatiméis las flechas,

porque ha pecado contra Yahvé.

15[8391]Alzad contra ella el grito por todos lados;

se rinde ya, caen sus baluartes,

derribados están sus muros.

Es la venganza de Yahvé;

tomad venganza de ella;

tratadla como ella os ha tratado a vosotros.

16[8392]Exterminad de Babilonia al que siembra,

y al que maneja la hoz en el tiempo de la siega.

Ante la espada destructora

vuélvase cada cual a su pueblo,

y huya cada uno a su tierra.

17[8393]Un rebaño descarriado es Israel,

lo dispersaron los leones.

Primero lo devoró el rey de Asiria,

y el último ha sido este Nabucodonosor,

rey de Babel, que le rompió los huesos.

18Por tanto, así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí que Yo castigaré al rey de Babilonia y su tierra al modo que castigué al rey de Asiria. 19Traeré a Israel a sus pastizales, y pacerá en el Carmelo y en Basán; sobre las montañas de Efraím y de Galaad se saciará. 20[8394]En aquellos días y en aquel tiempo, dice Yahvé, se buscará la iniquidad de Israel, y no se hallará; y los pecados de Judá, y no se encontrarán, porque seré propicio al resto que haya dejado.

Descripción profética de la caída de Babel

21[8395]¡Sube contra la tierra de las rebeliones,

sube contra ella y sus habitantes

(que merecen) castigo!

¡Devasta y extirpa sus restos, dice Yahvé,

y haz conforme a cuanto te tengo mandado!”

22¡Estruendo de guerra en la tierra,

y ruina tremenda!

23[8396]¡Cómo ha sido roto y quebrado

el martillo de toda la tierra!

¡Cómo ha venido a ser Babilonia

un objeto de horror en medio de las naciones!

24Te he tendido un lazo, y quedaste presa,

oh Babilonia, sin darte cuenta.

Fuiste sorprendida y tomada,

porque hiciste guerra contra Yahvé.

25Abrió Yahvé su arsenal

y sacó las armas de su indignación;

porque el Señor, Yahvé de los ejércitos,

quiere ejecutar una obra en el país de los caldeos.

26[8397]¡Venid contra ella

desde los cabos (del mundo),

abrid sus graneros,

haced de (sus piedras) montones

como gavillas y exterminadla;

no le quede ni siquiera un resto!

27Matad a todos sus toros,

sean conducidos al matadero.

¡Ay de ellos, pues ha llegado su día,

el tiempo de su castigo!

28Se oye la voz de fugitivos

que escapan de la tierra de Babel,

para anunciar en Sión

la venganza de Yahvé, nuestro Dios,

la venganza de su Templo.

29[8398]Convocad contra Babilonia a muchos (pueblos),

a todos los que entesan el arco;

acampad contra ella a la redonda,

para que nadie escape;

dadle el pago de sus obras;

haced con ella conforme a cuanto ella ha hecho,

pues se ha alzado contra Yahvé,

contra el Santo de Israel.

30“Por eso caerán en sus plazas sus jóvenes,

y todos sus guerreros perecerán en aquel día, dice Yahvé.

31Heme aquí contra ti, oh soberbio,

dice el Señor, Yahvé de los ejércitos;

pues ha llegado tu día, el tiempo de tu castigo.

32Tropezará el soberbio y caerá,

sin que haya quien le levante;

pues pegaré fuego a sus ciudades

que devorará todos sus alrededores.”

El mismo Dios defenderá la causa de su pueblo

33Así dice Yahvé de los ejércitos: “Viven oprimidos los hijos de Israel juntamente con los hijos de Judá, y todos los que los cautivaron los retienen y rehúsan soltarlos. 34[8399]Pero su libertador es fuerte, Yahvé de los ejércitos es su nombre; Él no tardará en defender la causa de ellos, para dar descanso al país y hacer temblar a los habitantes de Babilonia.

35¡Espada contra los caldeos, dice Yahvé,

y contra los habitantes de Babilonia;

contra sus príncipes y contra sus sabios!

36[8400]¡Espada contra los impostores y se volverán estúpidos,

espada contra sus combatientes y se amedrentarán!

37¡Espada contra sus caballos y contra sus carros,

contra toda la turba de gentes en medio de ella,

y serán como mujeres!

¡Espada contra sus tesoros, que serán saqueados!

38¡Sequedad sobre sus aguas, que se secarán!

Porque es un país de ídolos,

se vuelven locos con sus imágenes.

39Por eso habitarán (allí) las fieras con los chacales; y los avestruces tendrán en ella su morada; nunca jamás será habitada, ni volverá a ser poblada en los siglos. 40Como cuando Dios destruyó a Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, dice Yahvé, no habitará hombre allí, ni morará en ella hijo de hombre. 41[8401]He aquí que viene del Norte un pueblo; una nación grande y reyes poderosos; se alzan desde los extremos del orbe, 42empuñan el arco y el venablo, son crueles y sin piedad, sus voces son como el mar que brama, montan caballos y vienen armados como guerreros contra ti, oh hija de Babilonia. 43El rey de Babel oye la noticia, y se le debilitan los brazos; le sobrevienen angustias y dolores como de parturienta. 44[8402]He aquí que sube como león de los boscajes del Jordán a los pastos de perenne verdor. Pero lo expulsaré de allí en un momento, y estableceré sobre él a quien Yo escogiere. Porque ¿quién hay como Yo, y quién me pedirá cuenta? ¿O quién es el pastor que pueda enfrentarse conmigo?” 45Por eso, oíd el designio que Yahvé ha tomado contra Babel, y los planes que ha trazado contra el país de los caldeos. Serán arrastrados hasta los endebles del rebaño y será devastado el pastizal juntamente con ellos. 46A la noticia de la conquista de Babilonia, temblará la tierra, darán alaridos las naciones.

JEREMÍAS 51
Babilonia víctima de sus crímenes

1[8403]Así dice Yahvé:

“Ved que voy a suscitar un espíritu destructor

contra Babel y contra los moradores de Caldea.

2Enviaré a Babilonia aventadores

que la aventarán,

y que despojen su país

y lo rodeen por todas partes

en el día de la desdicha.

3Entese el arquero su arco contra el arquero,

y contra aquel que se jacta de su coraza.

No perdonéis a sus jóvenes,

exterminad a todas sus huestes”,

4para que caigan muertos

en la tierra de los caldeos

y traspasados en sus calles.

5[8404]Porque Israel y Judá no son viudas (desamparadas)

de su Dios, Yahvé de los ejércitos:

aunque su país está lleno de culpa

contra el Santo de Israel.

6[8405]Huid de en medio de Babilonia,

salve cada uno su vida,

no sea que perezcáis por la iniquidad de ella;

porque, tiempo es de la venganza de Yahvé;

Él va a darle su merecido.

7[8406]Babilonia era un cáliz de oro

en la mano de Yahvé,

para embriagar a toda la tierra;

de su vino bebieron los pueblos

de modo que enloquecieron.

8[8407]De repente ha caído Babilonia,

y ha sido quebrantada;

lamentadla, tomad bálsamo para su herida,

a ver si sana.

9Hemos procurado curar a Babilonia,

pero ella no ha sanado.

Abandonadla, y vámonos cada cual a su país,

pues su crimen alcanza hasta el cielo,

y se alza hasta las nubes.

10Yahvé ha manifestado nuestra justicia;

venid, y narremos en Sión

la obra de Yahvé, Dios nuestro.”

Los medos como instrumentos de la venganza de Dios

11Aguzad las saetas, cubríos con los escudos;

Yahvé ha excitado el espíritu

de los reyes de los medos;

porque su plan contra Babilonia es destruirla;

es la venganza de Yahvé,

la venganza de su Templo.

12Alzad el estandarte contra los muros de Babilonia,

aumentad la vigilancia;

poned centinelas, y disponed emboscadas,

porque Yahvé ejecuta lo que se ha propuesto,

o que ha anunciado contra los habitantes de Babel.

13[8408]Tú que habitas junto a muchas aguas,

rica en tesoros,

ha llegado tu fin,

(está llena) la medida de tus rapiñas.

14Yahvé de los ejércitos ha jurado por sí mismo:

“Te inundaré de hombres como si fuesen langostas,

y lanzarán contra ti gritos” (de victoria).

15[8409]Él hizo la tierra con su poder,

fundó el orbe con su sabiduría,

y con su inteligencia desplegó los cielos.

16A su voz se amontonan las aguas en el cielo;

Él hace subir las nubes

desde los extremos de la tierra,

prepara los relámpagos para la lluvia,

y saca de sus depósitos los vientos.

17Todo hombre es necio, sin inteligencia;

avergüéncese todo artífice de sus ídolos,

porque mentira son sus imágenes de fundición,

y no hay aliento en ellas.

18Cosas vanas son, obras de engaño;

perecerán en el tiempo de su castigo.

19La porción de Jacob no es semejante a ellas,

porque Él formó todas las cosas;

(Israel) es la tribu de su herencia;

Yahvé de los ejércitos es su nombre.

20[8410]“Tú me serviste de martillo, de arma de guerra;

por medio de ti he aplastado pueblos,

por medio de ti he destruido reinos;

21por medio de ti he aplastado al caballo y a su jinete,

por medio de ti he aplastado el carro con el conductor;

22por medio de ti he aplastado al hombre y a la mujer,

por medio de ti he aplastado al viejo y al niño,

por medio de ti he aplastado al joven y a la doncella;

23por medio de ti he aplastado al pastor y su rebaño,

por medio de ti he aplastado al labrador y su yunta,

por medio de ti he aplastado a gobernadores y jefes.

24Pero retribuiré ante vuestros ojos a Babel y a todos los habitantes de Caldea, todo el mal que hicieron a Sión —oráculo de Yahvé.

25[8411]Heme aquí contra ti, oh monte destructor,

que has destruido toda la tierra, dice Yahvé.

Yo extenderé mi mano contra ti,

y te haré rodar desde lo alto de las peñas;

y te convertiré en monte consumido por las llamas.

26Y no se tomará de ti piedra angular,

ni piedra fundamental,

porque serás ruina perpetua, dice Yahvé.

27[8412]Alzad bandera en la tierra,

tocad la trompeta entre los pueblos,

convocad contra ella las naciones,

llamad los reinos de Ararat, Mení y Asquenaz,

nombrad contra ella un Jefe,

lanzad los caballos como langostas erizadas.

28[8413]Consagrad contra ella los pueblos, los reyes de los medos, sus gobernadores y sus jefes, y todos los países de su dominio.

29Tiembla la tierra y se estremece,

pues se cumplen contra Babilonia los planes de Yahvé,

de hacer del país de Babilonia

un desierto sin habitantes.

30Los guerreros de Babilonia dejan ya de luchar,

permanecen en los baluartes;

se acabó su fuerza,

han venido a ser como mujeres;

han sido quemadas sus casas,

están rotos sus cerrojos.

31Un correo corre para alcanzar a otro correo,

y un mensajero a otro mensajero,

para anunciar al rey de Babilonia

que su ciudad ha sido tomada

desde un cabo a otro;

32que han sido ocupados los vados,

que los cañaverales están en llamas

y los guerreros llenos de consternación.

Sión clama por venganza

33[8414]Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel:

“La hija de Babel es como una era que se aplana (para la trilla);

un poco todavía, y llega para ella el tiempo de la siega”.

34[8415]“Nabucodonosor, rey de Babilonia, me ha consumido,

me ha destruido,

me ha dejado como una vasija vacía;

cual dragón me ha devorado;

se ha llenado el vientre de mis mejores bocados,

me ha echado fuera.”

35“¡Recaiga sobre Babel la violencia que he sufrido en mi carne”,

dice la habitadora de Sión;

“¡y mi sangre sobre los habitantes de Caldea!”, dice Jerusalén.

36[8416]Por eso, así dice Yahvé:

“He aquí que Yo defenderé tu causa,

y te vengaré;

secaré su mar

y haré que se agoten sus fuentes.

37[8417]Babel será un montón de ruinas,

morada de chacales;

objeto de pasmo y escarnio

(tierra) sin habitantes.

38Braman a una como leones,

rugen cual cachorros de león.

39En su fiebre les daré una bebida,

los embriagaré, para que se diviertan,

y duerman un sueño perpetuo,

del cual no se despertarán, dice Yahvé.

40Los llevaré al matadero como corderos,

como carneros y machos cabríos.”

41[8418]¡Cómo ha sido tomada Sesac,

conquistada la gloria de toda la tierra!

¡Cómo se ha trocado Babel

en objeto de horror entre los pueblos!

42El mar ha inundado a Babilonia,

la cubrió la muchedumbre de sus olas.

43Sus ciudades han venido a ser un desierto,

una tierra seca y árida, tierra inhabitada

por la cual no transitará hombre alguno.

44[8419]“Castigaré a Bel en Babilonia,

y arrancaré de su boca lo que ha engullido;

ya no concurrirán a él las naciones;

pues hasta los muros de Babilonia caerán.

Salid de Babilonia

45Salid de ella, oh pueblo mío,

y salve cada cual su vida

del furor de la ira de Yahvé.

46No se amedrente vuestro corazón, ni temáis los rumores que se oirán en la tierra. Un año correrá un rumor, y después, otro año, otro rumor; la violencia dominará en el país, un tirano seguirá a otro. 47Por lo tanto, he aquí que vienen días en que castigaré los ídolos de Babel; toda su tierra quedará cubierta de vergüenza, y todos sus muertos yacerán en medio de ella. 48[8420]Celebrarán lo sucedido a Babilonia los cielos y la tierra y cuanto hay en ellos, porque desde el norte vendrán sobre ella los devastadores —oráculo de Yahvé. 49Babilonia caerá por los muertos de Israel, así como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra. 50Los que habéis escapado a la espada, partid sin demora. Desde lejos acordaos de Yahvé, y Jerusalén ocupe vuestros corazones.

51«Estamos avergonzados, conocemos nuestra ignominia, la confusión cubre nuestro rostro; pues los extranjeros penetraron en los lugares sagrados de la Casa de Yahvé».

52Por esto, he aquí que vienen días, dice Yahvé, en que castigaré sus ídolos, y en todo su país se oirá el gemido de los traspasados. 53[8421]Aunque Babilonia se levantase hasta el cielo, e hiciese inaccesible su alta fortaleza, de mi parte le vendrán sus devastadores”, dice Yahvé.

54Alaridos se oyen de Babilonia, quebranto grande de la tierra de los caldeos; 55pues devasta Yahvé a Babel y ahoga su voz jactanciosa; braman sus olas como copiosas aguas, retumba el fragor de su voz. 56Porque vino sobre ella, sobre Babel, el devastador; han sido apresados sus guerreros y rotos sus arcos; pues Dios de retribuciones es Yahvé; dará sin falta la paga. 57“Embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus gobernadores, a sus jefes y a sus valientes; y dormirán un sueño perpetuo, del cual no despertaran”, dice el Rey, cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos.

58[8422]Así dice Yahvé de los ejércitos:

“Las anchas murallas de Babel serán totalmente destruidas,

y quemadas sus altas puertas.

Trabajaron los pueblos por nada,

y las naciones se han cansado para el fuego.”

Mensaje de Jeremías a Babilonia

59[8423]Orden que el profeta Jeremías dio a Seraías, hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando este se encaminó a Babilonia, con Sedecías, rey de Judá, en el año cuarto de su reinado. Seraías era camarero mayor. 60Escribió Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas estas palabras escritas contra Babilonia. 61Y dijo Jeremías a Seraías: “Cuando hayas llegado a Babilonia, mira que leas en voz alta todas estas palabras; 62y dirás: ¡Oh, Yahvé! Tú has anunciado que destruirás este lugar, de modo que no quede en él habitante, ni hombre ni bestia, sino que sea convertido en desierto perpetuo. 63[8424]Y después de leer este libro, atarás a él una piedra y lo arrojarás en medio del Éufrates; 64y dirás: «Así se sumergirá Babilonia, y no se recobrará del mal que voy a traer sobre ella. Así quedarán destruidos».”

Hasta aquí las palabras de Jeremías.

APÉNDICE
JEREMÍAS 52
Sitio y toma de Jerusalén

1[8425]Veinte y un años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Hamital, hija de Jeremías, de Lobná. 2Hizo lo que era malo a los ojos de Yahvé, imitando en todo los procederes de Joakim. 3Por eso la ira de Yahvé contra Jerusalén y Judá llegó a tal punto que los arrojó de su presencia. Pues Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia, 4y entonces, el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército, contra Jerusalén. Acamparon frente a ella y construyeron en torno a ella baluartes; 5y estuvo sitiada la ciudad hasta el año undécimo del rey Sedecías. 6En el mes cuarto, a nueve del mes, se apoderó el hambre de la ciudad, de modo que el pueblo del país carecía de pan.

7Entonces al abrirse brecha en la ciudad, todos los hombres de guerra huyeron, saliendo de la ciudad de noche, por el camino de la puerta que está entre los dos muros, junto al jardín del rey, mientras los caldeos rodeaban la ciudad; y se fueron hacia el Arabá. 8Mas el ejército de los caldeos persiguió al rey; y alcanzaron a Sedecías en los llanos de Jericó, cuando todo su ejército andaba ya disperso lejos de él. 9[8426]Capturaron al rey, y lo llevaron a Riblá situada en la tierra de Hamat, al rey de Babilonia, el cual pronunció sentencia contra él. 10El rey de Babilonia hizo degollar a los hijos de Sedecías, a la vista de este; y también a todos los príncipes de Judá los hizo degollar en Riblá. 11A Sedecías le hizo sacar los ojos y le puso grillos de bronce; y el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo encarcelado hasta el día de su muerte.

Ruina de la Ciudad Santa

12[8427]En el mes quinto, el diez del mes, que fue el año diez y nueve del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nabuzardán, capitán de la guardia y palaciego del rey de Babilonia, llegó a Jerusalén. 13Y abrasó la Casa de Yahvé y el palacio del rey; asimismo puso fuego a todas las casas de Jerusalén, y a todos los palacios. 14Y todo el ejército que estaba allí con el jefe de la guardia, derribó todos los muros que rodeaban a Jerusalén.

15[8428]Parte de la gente pobre, y el resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y los artesanos que quedaban, fueron deportados por Nabuzardán, capitán de la guardia. 16Pero otra parte de los pobres del país los dejó Nabuzardán capitán de la guardia como viñadores y labradores.

17Los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce que había en la Casa de Yahvé, y las basas y el mar de bronce que estaban en la Casa de Yahvé, y se llevaron todo el bronce de ellos a Babilonia. 18Se llevaron también los calderos, las paletas, los cuchillos, los tazones, las cucharas, y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto. 19El capitán de la guardia tomó igualmente las palanganas, los braseros, los tazones, los calderos, los candeleros, las cucharas y los platos; el oro de lo que era de oro, y la plata de lo que era de plata. 20[8429]En cuanto a las dos columnas, el mar y los doce bueyes de bronce que había debajo, y las basas que Salomón había hecho para la Casa de Yahvé, era imposible pesar el bronce de todos estos objetos. 21Las columnas tenían una altura de diez y ocho codos cada una, y un cordel de doce codos indicaba su circunferencia. Su grosor era de cuatro dedos y eran huecas. 22Había sobre cada una un capitel de bronce; el capitel de la primera tenía una altura de cinco codos y alrededor del capitel había una red y granadas, todo de bronce. Lo mismo la otra columna, con las granadas. 23[8430]Noventa y seis granadas eran visibles. Todas las granadas eran cien sobre la red, todo alrededor (del capitel).

Muerte de los jefes

24El capitán de la guardia tomó a Seraías, que era Sumo Sacerdote, y a Sofonías, el segundo sacerdote, y a los tres porteros. 25De la ciudad tomó a un eunuco que era comandante del ejército, y siete hombres de la corte del rey, que fueron hallados en la ciudad, y al secretario del jefe del ejército, a cuyo cargo estaba el reclutamiento del pueblo del país, y sesenta hombres del pueblo del país que se encontraban en la ciudad. 26Los prendió Nabuzardán, capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia, a Riblá. 27Y el rey de Babilonia los entregó a la muerte en Riblá, en la tierra de Hamat. Y Judá fue deportado cautivo fuera de su país.

Las deportaciones de judíos

28Este es el pueblo que deportó Nabucodonosor: El año séptimo, tres mil veinte y tres judíos; 29el año diez y ocho de Nabucodonosor, ochocientas treinta y dos personas de Jerusalén. 30El año veinte y tres de Nabucodonosor, Nabuzardán, capitán de la guardia, deportó setecientos cuarenta y cinco judíos; en total, cuatro mil seiscientos.

Jeconías puesto en libertad

31[8431]El año treinta y siete del cautiverio de Jeconías, rey de Judá, en el duodécimo mes, el veinte y cinco del mes, Evil-Merodac, rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, levantó la cabeza de Jeconías, rey de Judá, y le sacó de la cárcel. 32Habló con él amistosamente, y puso su trono sobre los tronos de los reyes que tenía consigo en Babilonia. 33También le mudó los vestidos de cárcel, y (Jeconías) comió siempre en su presencia, todos los días de su vida. 34Para su sustento, el rey de Babilonia le asignó una manutención perpetua, cada día una ración fija, hasta el día de su muerte, todos los días de su vida.

LAMENTACIONES

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INTRODUCCIÓN

La tradición atribuye unánimemente a Jeremías la colección de las Lamentaciones que va unida al libro de sus profecías.

Llámame Lamentaciones o, según el griego, Trenos, porque expresan en la forma mas conmovedora el amarguísimo dolor del santo profeta por la triste suerte de su pueblo y la ruina del Templo y de la ciudad de Jerusalén. Fueron compuestas bajo la impresión de la tremenda catástrofe, inmediatamente después de la caída de la ciudad (587 a. C.).

Este pequeño libro pertenece al género de poesía lírico-elegíaco, distinguiéndose, además, por el orden alfabético de los versos en los capítulos 1-4. Su estilo es vivo y patético, pero a la vez tierno y compasivo como la voz de una madre que consuela a sus hijos. No hay en toda la antigüedad obra alguna que pueda compararse, en cuanto a la intensidad de los sentimientos, con una de estas elegías inmortales.

En el canon judío las Lamentaciones formaban parte de los cinco libros (Megillot) que se leían en ciertas fiestas. La Iglesia no ha encontrado mejor expresión que ellas para recordar la Pasión de Jesucristo, por lo cual las reza en el Oficio de Semana Santa. Este sublime grito de dolor y arrepentimiento se prestaría maravillosamente, como los siete Salmos penitenciales, para manifestaciones públicas de contrición colectiva, como las que se hacían en tiempos de mayor fe. Los grandes Obispos San Ambrosio y San Carlos Borromeo promovían especialmente estos actos de penitencia pública que libraron a los pueblos de grandes calamidades.

LAMENTACIONES 1
Primera Lamentación

1[8432]ALEF.

¡Cómo ha quedado solitaria

la ciudad populosa!

Ha quedado como viuda

la que era grande entre las naciones;

la reina de las provincias

ha sido hecha tributaria.

2BET.

Llora amargamente en la noche

y por sus mejillas (corren) las lágrimas.

Entre todos sus amantes

no hay quien la consuele;

todos sus amigos la abandonaron,

se le trocaron en enemigos.

3[8433]GUIMEL.

Judá ha ido al cautiverio,

oprimido de aflicción

y de dura servidumbre;

habita entre los gentiles,

no halla descanso;

todos sus perseguidores

le dieron alcance en sus angustias.

4DALET.

Los caminos de Sión están de luto,

pues no hay quien venga a las fiestas.

En ruinas todas sus puertas,

gimiendo sus sacerdotes,

desoladas sus vírgenes,

y ella llena de amargura.

5HE.

Sus adversarios han prevalecido,

sus enemigos se han envalentonado,

porque Yahvé la ha afligido

por la multitud de sus pecados.

Sus niños fueron al cautiverio,

arreándolos el opresor.

6VAU.

Ha perdido la hija de Sión

toda su hermosura;

sus príncipes son como carneros

que no hallan pasto,

y marchan sin fuerza

delante del perseguidor.

7[8434]ZAIN.

En los días de su aflicción

y de su migración

Jerusalén recuerda todos los bienes

de que gozó desde antiguo;

cómo cayó su pueblo

en manos del enemigo,

sin que nadie le ayudase;

y como la vieron sus adversarios

y se rieron de su caída.

8[8435]HET.

Jerusalén ha pecado gravemente,

por eso es ahora objeto de asco;

cuantos la honraban la deshonran,

pues han visto su desnudez;

y ella misma vuelve su rostro gimiendo.

9TET.

Las faldas de su vestido están manchadas,

porque no pensaba en su fin;

cayó de modo sorprendente

y no tiene quien la consuele.

¡Mira, Yahvé, mi aflicción,

pues se engríe el enemigo!

10YOD.

El opresor extendió su mano

sobre todas sus preciosidades,

pues ella vio cómo en su Santuario

penetraron los gentiles,

de los cuales mandaste

que no entrasen en tu Congregación.

11CAF.

Todo su pueblo suspira buscando pan;

dan sus joyas por pan

para recobrar la vida.

¡Mira, Yahvé, y contempla

cómo estoy envilecida!

12[8436]LAMED.

¡Oh vosotros todos

los que pasáis por el camino,

mirad y ved, si hay dolor

como el dolor que me hiere!

Pues Yahvé me ha afligido

en el día de su ardiente ira.

13[8437]MEM.

Desde lo alto mandó Él un fuego

que devora mis huesos,

tendió una red a mis pies,

me arrojó hacia atrás;

me ha entregado a la desolación,

desfallezco todo el día.

14NUN.

Ató con su mano el yugo de mis pecados,

que entretejidos pesan sobre mi cerviz;

me robó la fuerza.

El Señor me entregó

a quienes no puedo resistirme.

15[8438]SAMEC.

Desechó el Señor a todos los príncipes

que estaban en medio de mí;

fijó contra mí un plazo

para exterminar a mis jóvenes;

como un lagar ha pisado el Señor

a la virgen, hija de Judá.

16AYIN.

Por eso derramo lágrimas,

y son mis ojos fuentes de agua;

lejos de mí está el que me consuele,

el que reanime mi alma.

Desolados están mis hijos,

porque ha prevalecido el enemigo.

17PE.

Sión extiende las manos,

sin que haya quien la consuele;

Yahvé dio una orden a los enemigos

que rodeasen a Jacob;

Jerusalén ha venido a ser para ellos

un objeto de abominación.

18SADE.

Justo es Yahvé,

pues yo fui rebelde contra sus órdenes.

Oíd, pues, todos los pueblos,

y contemplad mi dolor;

mis doncellas y mis jóvenes

han ido al cautiverio.

19[8439]COF.

Llamé a mis amantes,

y me engañaron,

mis sacerdotes y mis ancianos

exhalaron su alma en la ciudad,

buscando alimento para sustentar su vida.

20[8440]RESCH.

¡Mira, Yahvé, estoy en angustias,

hierven mis entrañas;

mi corazón se revuelve en mí,

por cuanto he sido muy rebelde

por fuera hace estragos la espada,

y por dentro hay (otra) clase de muerte.

21SCHIN.

Ellos oyen mis gemidos,

pero nadie me consuela;

todos mis enemigos conocen mi desgracia

Envíales el día señalado,

para que sean como yo.

22[8441]TAU.

Póngase de manifiesto

delante de Ti toda su maldad,

y trátalos como me has tratado a mí

por todos mis pecados;

porque son muchos mis suspiros,

y mi corazón desfallece.

LAMENTACIONES 2
Segunda lamentación

1[8442]ALEF.

¡Cómo el Señor en su ira

ha oscurecido a la hija de Sión!

¡Cómo precipitó del cielo a la tierra

la gloria de Israel,

y en el día de su cólera

se olvidó del escabel de sus pies!

2BET.

Arrasó el Señor, sin compasión,

todas las moradas de Jacob;

destruyó en su saña

las fortalezas de la hija de Judá;

echó por tierra y amancilló el reino

y a sus príncipes.

3GUIMEL.

En el ardor de su ira

quebrantó todo el poderío de Israel;

retiró su diestra frente al enemigo;

encendió en Jacob un fuego ardiente

que por todas panes devora.

4[8443]DALET.

Entesó su arco como enemigo,

extendió su diestra cual adversario,

y destruyó cuanto era de bello aspecto;

en el pabellón de la hija de Sión

derramó como fuego su ira.

5HE.

El Señor se ha trocado en enemigo,

ha devorado a Israel;

ha derribado todos sus palacios,

ha destruido sus fortalezas;

ha multiplicado para la hija de Sión

los llantos y plañidos.

6[8444]VAU.

Ha devastado su tabernáculo

como la choza de un huerto;

ha destruido su Santuario;

Yahvé ha borrado en Sión

las fiestas y los sábados;

y en el ardor de su ira

ha despreciado al rey y al sacerdote.

7ZAIN.

El Señor ha desechado su altar,

ha abominado su Santuario;

ha entregado a los enemigos

los muros de sus baluartes;

resonaron gritos en la Casa de Yahvé

como en día de fiesta.

8[8445]HET.

Determinó Yahvé destruir

la muralla de la hija de Sión,

extendió el cordel,

y no retiró su mano de la destrucción,

envolvió en luto

el antemural y el muro,

que languidecen juntos.

9[8446]TET.

Sus puertas se han hundido en el suelo;

destruyó y quebrantó sus cerrojos;

su rey y sus príncipes

están entre los gentiles;

ya no hay Ley,

y sus profetas no tienen visiones de Yahvé.

10YOD.

Sentados en tierra

callan los ancianos de la hija de Sión;

se cubren la cabeza de ceniza

y se visten de cilicio;

inclinan a tierra sus cabezas

las vírgenes de Jerusalén.

11[8447]CAF.

Mis ojos se consumen de tanto llorar,

mis entrañas hierven;

se derrama en tierra mi hígado

por el quebranto de la hija de mi pueblo,

al ver cómo los pequeñuelos y los lactantes

desfallecen en las plazas de la ciudad.

12LAMED.

Preguntan a sus madres:

¿Dónde hay pan y vino?

cuando, cual heridos,

se desmayan en las plazas de la ciudad;

cuando exhalan su alma

en el regazo de sus madres.

13MEM.

¿Qué puedo decirte,

y a quién compararte, hija de Jerusalén?

¿A quién te asemejaré, para consolarte,

oh virgen, hija de Sión?

Grande como el mar es tu llaga,

¿quién podrá curarte?

14[8448]NUN.

Tus profetas te anunciaron

visiones vanas y necias;

no manifestaron tu iniquidad

para evitar tu cautiverio;

te dieron por visiones

profecías falsas y seductoras.

15SAMEC.

Baten palmas contra ti

cuantos pasan por el camino;

silban, y menean la cabeza

contra la hija de Jerusalén.

¿Es esta la ciudad

que tenía por nombre “Perfecta belleza”

y “Gozo de toda la tierra”?

16PE.

Abren contra ti la boca

todos tus enemigos;

silban, rechinan los dientes

diciendo: “La hemos devorado”;

este es el día esperado;

ha llegado ya; lo estamos viendo.

17[8449]AYIN.

Yahvé ha ejecutado sus planes,

ha cumplido lo decretado desde antiguo;

ha destruido sin compasión

para gozo del enemigo,

ha robustecido a tus adversarios.

18SADE.

Su corazón clama

por auxilio al Señor:

¡Oh muro de la hija de Sión,

derrama, cual torrente,

tus lágrimas noche y día;

no te concedas descanso;

ni reposen las niñas de tus ojos.

19[8450]COF.

Levántate, clama de noche,

al comienzo de cada vigilia;

derrama, como agua, tu corazón

ante la faz del Señor;

alza hacia Él tus manos

por la vida de tus parvulitos

que desfallecen de hambre

en las esquinas de todas las calles.

20[8451]RESCH.

“¡Mira, Yahvé, y contempla!

¿A quién jamás has tratado así?

¿Han acaso de comer las mujeres

el fruto de su seno,

los niños que acarician?

¿Han de ser asesinados

el sacerdote y el profeta

en el Santuario de Yahvé?

21SCHIN.

Yacen por tierra en las calles

jóvenes y ancianos;

mis doncellas y mis mancebos

cayeron al filo de la espada;

los mataste en el día de tu ira;

hiciste matanza sin piedad.

22TAU.

Llamaste, como para día señalado,

de todas partes terrores contra mí,

y en aquel día de la ira de Yahvé

no hubo evadido ni fugitivo.

El enemigo aniquiló

a los que yo había acariciado y criado.”

LAMENTACIONES 3
Tercera lamentación

1[8452]ALEF.

Yo soy el hombre que ha experimentado la aflicción

bajo la vara de la ira de (Dios).

2ALEF.

Me llevó y me hizo andar en tinieblas,

y no en luz.

3ALEF.

No cesa de volver contra mí

su mano todo el día.

4BET.

Ha consumido mi carne y mi piel,

ha roto mis huesos;

5BET.

ha construido contra mí,

me ha cercado de amargura y dolor.

6[8453]BET.

Me colocó en lugar tenebroso,

como los muertos de ya hace tiempo.

7[8454]GUIMEL.

Me tiene rodeado por todos lados,

y no puedo salir;

me ha cargado de pesadas cadenas.

8GUIMEL.

Aun cuando clamo y pido auxilio

obstruye Él mi oración.

9GUIMEL.

Cierra mi camino con piedras sillares,

trastorna mis senderos.

10DALET.

Fue para mí como oso en acecho,

como león en emboscada;

11DALET.

torció mis caminos y me destrozó,

me convirtió en desolación;

12DALET.

tendió su arco,

y me hizo blanco de sus saetas.

13[8455]HE.

Clavó en mi hígado

las hijas de su aljaba;

14HE.

soy el escarnio de todo mi pueblo,

su cantilena diaria.

15HE.

Me hartó de angustias,

me embriagó de ajenjo.

16VAU.

Me quebró los dientes con cascajo,

me sumergió en cenizas.

17VAU.

Alejaste de mi alma la paz;

no sé ya lo que es felicidad;

18VAU.

por eso dije:

“Pereció mi gloria y mi esperanza en Yahvé.”

19[8456]ZAIN.

Acuérdate de mí aflicción

y de mi inquietud,

del ajenjo y de la amargura.

20ZAIN.

Mi alma se acuerda sin cesar

y está abatida dentro de mí;

21ZAIN.

meditando en esto recobro esperanza.

22[8457]HET.

Es por la misericordia de Yahvé que no hayamos perecido,

porque nunca se acaban sus piedades.

23HET.

Se renuevan cada mañana;

grande es tu fidelidad.

24[8458]HET.

“Yahvé es mi porción, dice mi alma,

por eso espero en Él.”

25[8459]TET.

Bueno es Yahvé para quien en Él espera,

para el que le busca.

26[8460]TET.

Bueno es aguardar en silencio

la salvación de Yahvé.

27[8461]TET.

Bueno es para el hombre

llevar el yugo desde su juventud.

28YOD.

Siéntese aparte en silencio,

pues (Dios) se lo ha impuesto;

29[8462]YOD.

ponga en el polvo su boca;

quizá haya esperanza;

30YOD.

ofrezca la mejilla al que le hiere,

hártese de oprobio.

31CAF.

Porque no para siempre desecha el Señor;

32CAF.

después de afligir usa de misericordia

según la multitud de sus piedades;

33[8463]CAF.

pues no de buena gana humilla El,

ni aflige a los hijos de los hombres.

34LAMED.

¿Acaso el Señor no está viendo

cómo son pisoteados todos los cautivos de la tierra?

35LAMED.

¿Cómo se tuerce el derecho de un hombre

ante la faz del Altísimo?

36[8464]LAMED.

¿Cómo se hace injusticia a otro en su causa?

37MEM.

¿Quién puede decir algo,

y esto se realiza sin la orden de Yahvé?

38MEM.

¿No proceden de la boca del Altísimo

los males y los bienes?

39[8465]MEM.

¿Por qué se queja el hombre viviente?

(Quéjese) más bien de sus propios pecados.

40NUM.

“Examinemos y escudriñemos nuestros caminos

y convirtámonos a Yahvé.

41NUM.

Alcemos nuestro corazón, con nuestras manos,

a Dios en el cielo.

42[8466]NUM.

Hemos pecado, y hemos sido rebeldes;

Tú no has perdonado.

43SAMEC.

Te cubriste de tu ira y nos perseguiste,

mataste sin piedad;

44[8467]SAMEC.

pusiste una nube delante de Ti

para que no penetrase la oración;

45SAMEC.

nos convertiste en desecho y basura

en medio de las naciones.

46AYIN.

Abren contra nosotros su boca

todos nuestros enemigos;

47AYIN.

nos amenazan el terror y la fosa,

la devastación y la ruina;

48AYIN.

Mis ojos derraman ríos de agua

por el quebranto de la hija de mi pueblo.

49PE.

Se deshacen mis ojos sin cesar en continuo llanto,

50PE.

hasta que Yahvé levante la vista

y mire desde el cielo.

51PE.

Mis ojos me consumen el alma

por todas las hijas de mi ciudad.

52SADE.

Como a ave me dieron caza

los que me odian sin motivo,

53SADE.

me encerraron en la cisterna,

pusieron sobre mí la losa,

54SADE.

las aguas subieron por encima de mi cabeza,

y dije: “Perdido estoy.”

55[8468]COF.

Desde lo más profundo de la fosa

invoqué tu nombre;

56COF.

Tú oíste mi voz. ¡No cierres tus oídos

a mis suspiros, a mis clamores!

57COF.

Cuando te invoqué te acercaste

y dijiste: “No temas.”

58RESCH.

Tú, Señor, defendiste mi alma,

salvaste mi vida,

59RESCH.

Tú ves, oh Yahvé, mi opresión;

hazme justicia;

60RESCH.

ves todos sus deseos de venganza,

todas sus maquinaciones contra mí.

61SCHIN.

Tú, oh Yahvé, oíste todos sus insultos,

todas sus tramas contra mí,

62SCHIN.

las palabras de mis enemigos,

y cuanto maquinan contra mí siempre.

63SCHIN.

Mira, cuando se sientan y cuando se levantan,

soy yo el objeto de sus canciones.

64[8469]TAU.

Tú les darás, oh Yahvé, su merecido,

conforme a la obra de sus manos.

65TAU.

Cegarás su corazón,

los (cubrirás) con tu maldición;

66TAU.

los perseguirás con furor

y los destruirás debajo del cielo, oh Yahvé.

LAMENTACIONES 4
Cuarta lamentación

1[8470]ALEF.

¡Cómo se ha oscurecido el oro!

¡Cómo el oro fino perdió su valor!

Dispersas están las piedras del Santuario

en las esquinas de todas las calles.

2BET.

Los nobles hijos de Sión,

estimados como oro puro,

¡cómo son tenidos por vasos de barro,

obra de manos de alfarero!

3[8471]GUIMEL.

Aun los chacales dan la teta

y amamantan a sus cachorros;

la hija de mi pueblo se muestra cruel

como los avestruces del desierto.

4[8472]DALET.

La lengua del niño de pecho,

de sed se pega al paladar;

los pequeñuelos piden pan,

y no hay quien se lo reparta.

5HE.

Los que comían manjares delicados,

perecen por las calles;

abrazan el estiércol

los que se criaron entre púrpura.

6VAV.

La maldad de la hija de mi pueblo

es mayor que el pecado de Sodoma,

que fue destruida en un momento,

sin que nadie pusiera en ella la mano.

7[8473]ZAIN.

Brillaban sus príncipes más que la nieve,

eran más blancos que la leche,

y sus cuerpos más rojos que el coral;

un zafiro era su talle.

8HET.

Ahora su aspecto es más oscuro

que la misma oscuridad;

no se los reconoce en las calles;

su piel se les pega a los huesos,

seca como un palo.

9TET.

Más dichosos son los traspasados por la espada

que los muertos de hambre,

que mueren extenuados

por falta de los frutos del campo.

10YOD.

Las manos de las mujeres, de suyo, compasivas,

cuecen a sus propios hijos;

les sirven de comida

entre las ruinas de la hija de mi pueblo.

11CAF.

Yahvé ha apurado su furor,

derramando su ardiente ira;

encendió en Sión un fuego

que ha devorado sus fundamentos.

12LAMED.

No creían los reyes de la tierra,

ni cuantos habitan el orbe,

que el adversario, el enemigo,

entraría por las puertas de Jerusalén.

13[8474]MEM.

(Entraron en ella)

a causa de los pecados de sus profetas,

y de las culpas de sus sacerdotes,

que en medio de ella

derramaron la sangre de los justos.

14NUM.

Erraban por las calles,

como ciegos manchados de sangre,

y no se podía tocar sus vestidos.

15SAMEC.

¡Apartaos! ¡Un inmundo!,

les gritaban.

¡Apartaos, apartaos! ¡No toquéis!

Cuando huyendo vagaron errantes,

los paganos decían:

“No han de demorar (entre nosotros).”

16AYIN.

El rostro de Yahvé

los ha dispersado,

no volverá a mirarlos,

pues no respetaban a los sacerdotes,

y nadie se compadecía de los ancianos.

17[8475]PE.

Nuestros ojos desfallecían

esperando en vano nuestro socorro;

desde nuestra atalaya

buscábamos con nuestras miradas

un pueblo que no pudo salvar.

18SADE.

Espiaban nuestros pasos,

impidiéndonos pasar por nuestras plazas.

Se acercó nuestro fin,

se cumplieron nuestros días;

porque nuestro fin ha llegado.

19[8476]COF.

Más veloces que las águilas del cielo,

eran nuestros perseguidores;

nos perseguían por los montes,

nos armaban emboscadas en el desierto.

20RESCH.

El espíritu de nuestro rostro,

el ungido de Yahvé,

fue tornado preso en los hoyos de ellos;

y nosotros decíamos que bajo su sombra

viviríamos entre las naciones.

21[8477]SCHIN.

Aunque prorrumpes en júbilo

y te gozas, hija de Edom,

que habitas en la tierra de Us;

también a ti llegará el cáliz,

y embriagada te desnudarás.

22[8478]TAU.

Hija de Sión,

tiene su término tu iniquidad;

Él no volverá a llevarte al cautiverio;

pero castigará tu iniquidad,

oh hija de Edom,

pondrá al descubierto tus pecados.

LAMENTACIONES 5
Oración del profeta Jeremías

1[8479]Acuérdate, Yahvé, de lo que nos ha sobrevenido,

mira y considera nuestro oprobio.

2Nuestra herencia ha pasado a manos de extranjeros,

y nuestras casas en poder de extraños.

3Hemos quedado huérfanos, sin padre,

y nuestras madres son como viudas.

4A precio de plata tenemos que beber nuestra agua,

y por dinero compramos nuestra leña.

5Somos perseguidos llevando (el yugo) sobre nuestro cuello;

estamos fatigados, y no hay para nosotros descanso.

6Tendimos la mano a Egipto y a Asiria,

para saciarnos de pan.

7[8480]Pecaron nuestros padres que ya no existen,

y nosotros llevamos sus culpas.

8[8481]Nos dominan esclavos;

y no hay quien (nos) libre de su mano.

9[8482]Con peligro de nuestra vida tratamos de conseguir nuestro pan,

temiendo la espada del desierto.

10Nuestra piel se abrasa como un horno,

a causa del ardor del hambre.

11Deshonraron a las mujeres en Sión,

a las vírgenes en las ciudades de Judá.

12Los príncipes fueron colgados de las manos

y despreciados los rostros de los ancianos.

13[8483]Los mancebos llevan el molino,

y los niños caen bajo la carga de leña.

14Faltan los ancianos en la puerta,

y los jóvenes han dejado de cantar.

15Cesó el gozo de nuestro corazón;

se han tornado en duelo nuestras danzas.

16[8484]Cayó de nuestra cabeza la diadema;

¡ay de nosotros, que hemos pecado!

17Por eso está enfermo nuestro corazón,

y se han oscurecido nuestros ojos:

18porque el monte Sión está desolado,

y por él se pasean las raposas.

19[8485]Mas Tú, oh Yahvé, permaneces eternamente,

tu trono (subsiste) de generación en generación.

20¿Cómo podrías olvidarte de nosotros para siempre,

abandonarnos por largo tiempo?

21¡Conviértenos a Ti, Yahvé, y nos convertiremos!

¡Renueva nuestros días, para que sean como antes!

22[8486]¿O nos has rechazado por completo?

¿Te has airado contra nosotros hasta el extremo?

BARUC

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INTRODUCCIÓN

En el canon se agrega a las Lamentaciones el pequeño y bellísimo libro de Baruc, en hebreo “Bendito”, cuyo texto original se ha perdido, pero que nos ha llegado en la versión griega de los Setenta, cuyos autores, judíos, lo admitían por lo tanto, como auténtico y canónico.

Tras una breve introducción histórica (1, 1-14) trae esta profecía la confesión de los pecados del pueblo desterrado que implora la misericordia de Dios (1, 15 - 3, 8), y termina con amonestaciones y palabras de consuelo (3, 9 - 5, 9). Se añade como capítulo sexto una carta del profeta Jeremías (6, 1-12) en que este condena con notable elocuencia la idolatría y el materialismo en el culto.

No hay duda de que el autor es aquel Baruc que conocemos como amanuense de Jeremías quien le dictó sus profecías y luego, hallándose preso, le encargó las leyera delante el pueblo, como lo hizo también más tarde ante los príncipes (Jeremías, capítulo 36).

Después de la caída de Jerusalén Baruc acompañó a Jeremías a Egipto (Jeremías 43); más tarde, en 582, lo encontramos en Babilonia entre los israelitas cautivos, a los cuales en presencia del rey Jeconías leyó su libro (Baruc 1, 3). Regresó a Jerusalén con una suma de dinero y vasos destinados para el culto del Templo.

La autoridad canónica del libro que algunos intentaron negar, está asegurada por la Tradición y por la solemne decisión del Concilio Tridentino.

El texto hebreo se ha perdido. Por eso seguimos la Vulgata.

BARUC 1

1Estas son las palabras del libro que escribió Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Sedeí, hijo de Helcías, en Babilonia. 2[8487]el año quinto, el día siete del mes, en el tiempo que los caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron.

Baruc y los desterrados

3[8488]Y leyó Baruc las palabras de este libro en presencia de Jeconías, hijo de Joakim, rey de Judá, y delante de todo el pueblo que había venido a oír la lectura del libro, 4y delante de los magnates e hijos de los reyes, y delante de los ancianos, y delante del pueblo desde el más pequeño hasta el más grande de todos cuantos habitaban en Babilonia, junto al río Sodí; 5[8489]los cuales oyéndolo lloraban y ayunaban, y oraban ante el Señor. 6Hicieron una colecta de dinero, según la posibilidad de cada uno; 7y lo remitieron a Jerusalén, a Joakim, hijo de Helcías, hijo de Salom, sacerdote, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo que se hallaba con él en Jerusalén. 8Baruc recobró también los vasos de la Casa del Señor, los robados del Templo, para volverlos al país de Judá, el día diez del mes de Siván: los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá. 9Pero Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado de Jerusalén a Jeconías, a los príncipes, a todos los magnates y al pueblo del país llevándolos cautivos a Babilonia.

Carta de los desterrados a los judíos de Jerusalén

10[8490]Y dijeron: “He aquí que os enviamos dinero; comprad con él holocaustos y sacrificios expiatorios e incienso, y haced ofrendas, y ofrecedlo todo sobre el altar del Señor, Dios nuestro. 11[8491]Y rogad por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar su hijo, a fin de que los días de ellos sobre la tierra sean como los del cielo, 12y el Señor nos conceda fortaleza, y nos haga ver la luz, para que vivamos bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la sombra de su hijo Baltasar, y les sirvamos a ellos por largo tiempo y seamos gratos a sus ojos. 13Rogad también por nosotros mismos al Señor, Dios nuestro; porque hemos pecado contra el Señor, Dios nuestro, y no se ha apartado su ira de sobre nosotros hasta el día presente. 14Y leed este libro que os enviamos, dándole lectura en el Templo del Señor, en un día de fiesta o en un día oportuno.”

Confesión de los pecados

15[8492]Así diréis: “Del Señor, Dios nuestro, es la justicia, mas de nosotros, la confusión de nuestros rostros, como está sucediendo en este día a todo Judá y a los moradores de Jerusalén, 16a nuestros reyes y nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes y nuestros profetas, y a nuestros padres. 17Hemos pecado en presencia del Señor, Dios nuestro y no le creímos, desconfiando de Él. 18No le estuvimos sumisos, ni quisimos escuchar la voz del Señor, Dios nuestro, para proceder conforme a los mandamientos que Él nos había dado. 19Desde aquel día en que el Señor sacó de la tierra de Egipto a nuestros padres hasta el día de hoy, hemos sido rebeldes al Señor, Dios nuestro, y nos apartamos lejos para no oír su voz. 20[8493]Por lo cual se pegaron a nosotros muchos desastres, y las maldiciones —intimadas por el Señor a su siervo Moisés el día en que sacó de la tierra de Egipto a nuestros padres para darnos una tierra que mana leche y miel—, como aparece en este día. 21No quisimos escuchar la voz del Señor, Dios nuestro, conforme a todo lo que decían los profetas que Él envió a nosotros; 22y cada uno de nosotros nos fuimos tras las inclinaciones de nuestro perverso corazón, para servir a dioses ajenos, obrando el mal delante de los ojos del Señor, Dios nuestro.

BARUC 2
Justicia de los castigos divinos

1Por eso el Señor, Dios nuestro, cumplió su palabra, que había pronunciado contra nosotros, y contra nuestros jueces, gobernadores de Israel, y contra nuestros reyes y nuestros príncipes, contra todo Israel y Judá, 2de que el Señor traería sobre nosotros grandes males, cuales jamás se han visto debajo del cielo, como los que han sucedido en Jerusalén, conforme a lo que se halla escrito en la Ley de Moisés: 3[8494]que comería un hombre la carne de su propio hijo y la carne de su hija. 4Y los entregó al poder de todos los reyes comarcanos nuestros, como escarnio y objeto de horror entre todas las naciones, entre las que el Señor nos ha dispersado. 5[8495]Esclavos hemos venido a ser, en vez de amos, por haber pecado contra el Señor, nuestro Dios, no obedeciendo a su voz.

6[8496]Del Señor, Dios nuestro, es la justicia; de nosotros, empero, y de nuestros padres, la confusión del rostro, como se ve en este día. 7Todos estos males que el Señor nos había amenazado, han venido sobre nosotros; 8pero nosotros no acudimos al Señor, Dios nuestro, para rogarle y para convertirnos, cada uno, de los designios de nuestro perverso corazón. 9Por esto echó el Señor mano del castigo y lo descargó sobre nosotros; pues justo es el Señor en todas sus obras que nos ha mandado. 10No quisimos escuchar su voz para caminar según sus mandamientos que había puesto delante de nuestros ojos.

Imploración de misericordia

11[8497]Ahora oh Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo del país de Egipto con mano fuerte y por medio de portentos y prodigios, con tu gran poder y con brazo extendido, y te adquiriste el nombre que hoy tienes; 12hemos pecado, hemos obrado impíamente; nos hemos portado inicuamente, oh Señor, Dios nuestro, contra todos tus mandamientos. 13Aléjese de nosotros tu indignación, porque somos pocos los que hemos quedado entre las naciones donde nos dispersaste. 14Escucha, Señor, nuestros ruegos, y nuestras súplicas, y líbranos por amor de Ti mismo, y haz que hallemos gracia a los ojos de aquellos que nos han deportado; 15[8498]a fin de que conozca todo el mundo que Tú eres el Señor, Dios nuestro, y que tu nombre ha sido invocado sobre Israel y sobre su linaje. 16Vuelve, oh Señor, tus ojos hacia nosotros desde tu santa Casa, inclina tus oídos y escúchanos. 17[8499]Abre tus ojos y mira, porque no son los muertos, que están en el sepulcro y cuyo espíritu ha sido separado de sus entrañas, los que tributan honra al Señor y reconocen su justicia, 18sino el alma que está afligida por causa de la grandeza del mal que ha cometido, y que anda encorvada y macilenta y con los ojos caídos. El alma hambrienta, esa es la que te tributa gloria, oh Señor, y (reconoce) tu justicia.

19Pues no apoyados en la justicia de nuestros padres y de nuestros reyes, derramamos nuestras plegarias y pedimos misericordia ante tu acatamiento, oh Señor, Dios nuestro, 20sino porque has descargado sobre nosotros tu indignación y furor, según habías anunciado por medio de tus siervos los profetas, diciendo: 21[8500]«Esto dice el Señor: Inclinad vuestro hombro y vuestra cerviz, y servid al rey de Babilonia, y así viviréis tranquilos en la tierra que Yo di a vuestros padres. 22Pero si no obedeciereis la orden del Señor, Dios nuestro, de servir al rey de Babilonia, 23haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén las voces de alegría y de gozo, y los cantares del esposo y de la esposa, y quedará todo el país un desierto sin habitantes». 24Pero no obedecieron la orden tuya de servir al rey de Babilonia; y por eso cumpliste tus palabras que anunciaste por tus siervos los profetas: que serían sacados de su lugar los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros padres. 25[8501]Y he aquí que han sido arrojados al ardor del sol, y a la escarcha de la noche; y murieron entre crueles dolores, causados por el hambre, por la espada y la peste. 26[8502]Y el Templo sobre el cual había sido invocado tu nombre, lo redujiste al estado en que se halla hoy día, a causa de las maldades de la casa de Israel y de la casa de Judá. 27Sin embargo, has obrado con nosotros, oh Señor, Dios nuestro, con toda tu bondad, y con toda aquella tu gran misericordia; 28como lo habías declarado por boca de Moisés, siervo tuyo, el día en que le mandaste escribir tu Ley a la vista de los hijos de Israel, 29[8503]diciendo: «Si no obedeciereis a mi voz, esta grande muchedumbre de gente será reducida a un muy pequeño número en las naciones, entre las cuales la dispersaré; 30porque Yo sé que no me escucharán, pues es un pueblo de dura cerviz; pero volverá en sí, cuando esté en la tierra de su cautiverio; 31y conocerán que Yo soy el Dios suyo. Y les daré un corazón, y entenderán; oídos, y oirán. 32Me tributarán alabanza en la tierra de su cautiverio, y se acordarán de mi nombre. 33Ablandarán su dura cerviz y su malignidad; pues se acordarán de lo que sucedió a sus padres por haber pecado contra Mí. 34Entonces los conduciré otra vez a la tierra que prometí con juramento a sus padres, a Abrahán, a Isaac y a Jacob; y serán señores de ella; y los multiplicaré, y no disminuirán. 35[8504]Y estableceré con ellos otra alianza eterna para que Yo sea, su Dios, así como ellos serán el pueblo mío; y no removeré jamás a mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra que les he dado».

BARUC 3
Continuación de la plegaria

1Y ahora, Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma angustiada y un espíritu acongojado dirige a Ti sus clamores. 2Atiende, Señor, y ten piedad de nosotros, porque eres un Dios misericordioso; y apiádate de nosotros, porque hemos pecado en tu presencia. 3Tú permaneces eternamente; pero nosotros ¿habremos de perecer para siempre? 4[8505]Oh Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha ahora la oración de los muertos de Israel, y de los hijos de aquellos que pecaron ante Ti, y no quisieron escuchar la voz del Señor, su Dios, por lo cual se ha pegado a nosotros el mal. 5No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres; acuérdate, sí, en este tiempo, de tu poder y de tu nombre. 6Porque Tú eres el Señor, Dios nuestro; y nosotros, oh Señor, te tributaremos alabanza. 7Pues por eso has llenado de temor nuestros corazones, a fin de que invoquemos tu nombre y te alabemos en nuestra cautividad, ya que nos hemos alejado de la iniquidad de nuestros padres que pecaron delante de Ti. 8Henos aquí hoy en nuestro cautiverio, en donde nos tienes dispersos para que seamos objeto de escarnio y maldición, y para expiación de todas las maldades de nuestros padres, que se apartaron del Señor, Dios nuestro.”

Exhortación a la sabiduría

9[8506]Escucha, Israel, los mandamientos de vida;

aplica tus oídos para aprender la sabiduría.

10¿Cuál es el motivo, oh Israel,

de que estés en tierra de enemigos?

11¿Y de que hayas envejecido en país extranjero,

contaminándote con los muertos,

y de que ya se te cuente en el número de los que descienden al sepulcro?

12[8507]Porque has abandonado la fuente de la sabiduría.

13Si hubieses andado por la senda de Dios,

vivirías en perpetua paz.

14Aprende dónde está la sabiduría,

dónde la fortaleza, dónde la inteligencia,

para que sepas también dónde hay longevidad y vida,

y dónde está la luz de los ojos y la paz.

15[8508]¿Quién halló la morada de la (sabiduría)?

¿Quién penetró en sus tesoros?

16[8509]¿Dónde están los príncipes de las naciones

y los dominadores de las bestias de la tierra?

17¿Aquellos que jugaban con las aves del cielo,

18y atesoraban la plata y el oro

en que los hombres ponen su confianza,

y en cuya adquisición jamás acaban de saciarse;

aquellos que labraban con tanto afán la plata,

de modo que sus obras eran sin igual?

19Exterminados fueron y descendieron a los infiernos,

y en su lugar se levantaron otros.

20Generaciones jóvenes vieron la luz, y habitaron sobre la tierra,

pero desconocieron el camino de la sabiduría;

21no comprendieron sus sendas,

ni la abrazaron sus hijos;

por eso ella se alejó de su rostro.

22[8510]No se oyó palabra de ella en el país de Canaán,

ni fue vista en Temán.

23Asimismo los hijos de Agar,

que van en busca de la prudencia que procede de la tierra,

los negociantes de Merra y de Temán,

los autores de parábolas y los investigadores de la inteligencia,

ignoraron igualmente el camino de la sabiduría

y olvidaron sus sendas.

24[8511]¡Oh Israel, cuán grande es la casa de Dios,

y cuán espacioso el lugar de su posesión!

25Grande es y no tiene término;

excelso es e inmenso.

26[8512]Allí vivieron los famosos gigantes, que hubo al principio,

de elevada estatura, diestros en la guerra.

27No a estos eligió el Señor,

ni encontraron la senda de la doctrina; por esto perecieron.

28Y por cuanto no tuvieron sabiduría

perecieron por su necedad.

29[8513]¿Quién subió al cielo y se apoderó de ella,

y la hizo descender de las nubes?

30¿Quién atravesó los mares y la halló,

y la trajo por oro purísimo?

31No hay quien pueda conocer los caminos de ella,

ni investigar sus sendas.

32Solamente Aquel que sabe todas las cosas,

la conoce y la descubrió con su inteligencia;

Aquel que fundó la tierra para siempre

y la pobló de animales y cuadrúpedos;

33Aquel que envía la luz y ella marcha;

la llama y ella obedece temblando.

34Las estrellas difunden su luz en sus atalayas,

y lo hacen con alegría.

35[8514]Fueron llamadas, y dijeron: “Aquí estamos”;

y gozosas dieron luz al que las creó.

36Este es nuestro Dios,

ningún otro será reputado por tal a su lado.

37[8515]Él halló todos los caminos de la sabiduría,

y la dio a su siervo Jacob,

y a Israel, su amado.

38[8516]Después de esto, se ha dejado ver sobre la tierra,

y conversó con los hombres.

BARUC 4
El camino de los mandamientos

1[8517]Este es el libro de los mandamientos de Dios,

y la Ley que permanece eternamente.

Todos los que la guardan, llegarán a la vida;

mas los que la abandonan, a la muerte.

2[8518]Conviértete, Jacob, y tenla asida;

camina al resplandor de su luz.

3No des tu gloria a otro,

ni tu dignidad a una nación extraña.

4[8519]Dichosos somos nosotros, los de Israel,

porque sabemos lo que agrada a Dios.

Palabras de consuelo

5Ten buen ánimo, oh pueblo de Dios,

memorial de Israel.

6Fuisteis vendidos a las naciones,

mas no para ruina.

Por haber provocado la indignación de Dios,

por eso fuisteis entregados a los enemigos.

7Pues irritasteis a Aquel que os creó, al Dios eterno,

ofreciendo sacrificios a los demonios en lugar de Dios.

8Olvidasteis al Dios, vuestro Creador,

y contristasteis a Jerusalén, vuestra nodriza.

9Porque ella vio venir sobre vosotros la ira de Dios,

y dijo: “Escuchad, vecinas de Sión;

Dios me ha enviado una aflicción grande;

10pues he visto la cautividad de mis hijos y de mis hijas,

que hizo venir sobre ellas el Eterno.

11Yo los he criado con gozo,

pero con llanto y con dolor los he despedido.

12[8520]Ninguno se alegre de mí al verme viuda y desamparada.

Muchos me abandonaron por los pecados de mis hijos,

por cuanto se desviaron de la Ley de Dios;

13y no conocieron sus preceptos,

ni anduvieron por el camino de los mandamientos de Dios,

ni siguieron con justicia por las sendas de su verdad.

14Vengan las vecinas de Sión,

y consideren la cautividad que el Eterno hizo venir sobre mis hijos e hijas;

15[8521]porque trajo sobre ellos una nación remota,

una nación desvergonzada y de otra lengua,

16que no respeta al anciano, ni se apiada de los niños;

que arranca a la viuda sus queridos, dejándola desolada y sin hijos.”

17Y yo, ¿en qué puedo yo ayudaros?

18Aquel que envió sobre vosotros los males,

Él mismo os librará de las manos de vuestros enemigos.

19Andad, hijos míos, andad;

yo me quedo solitaria.

20Me quité el vestido de alegría,

y me vestí del saco de rogativa,

y clamaré al Altísimo todos los días de mi vida.

Soportad con paciencia el castigo

21Tened buen ánimo, hijos míos, clamad al Señor,

y Él os librará del poder y de las manos de los príncipes enemigos;

22[8522]que yo espero del Eterno vuestra salud;

pues el Santo me ha consolado

por la misericordia que os vendrá de parte del Eterno,

Salvador nuestro.

23Pues con lágrimas y sollozos os dejé ir;

mas el Señor os devolverá otra vez a mí

con gozo y alegría duradera.

24Porque al modo que las vecinas de Sión

vieron cómo fuisteis llevados al cautiverio,

así verán muy presto vuestra salud que de Dios vendrá sobre vosotros

con grande gloria y resplandor eterno.

25Hijos míos, soportad con paciencia

la ira de Dios que ha descargado sobre vosotros.

En breve verás la ruina de tu enemigo

que te persiguió, y pondrás tu pie sobre su cerviz.

26Mis delicados (hijos) anduvieron por caminos ásperos;

porque han sido llevados como un rebaño robado por el enemigo.

27Tened confianza, hijos míos, y clamad al Señor;

pues Aquel que os transportó, se acordará de vosotros.

28[8523]Porque así como por vuestra voluntad os descarriasteis de Dios,

así al convertiros de nuevo le buscaréis

con una voluntad diez veces mayor.

29Pues Aquel que os envió estos males,

Él mismo traerá un gozo sempiterno con la salud que os dará.

30[8524]Ten confianza, oh Jerusalén,

pues te consuela Aquel que te dio el nombre.

31Perecerán los malos que te han maltratado;

serán castigados los que se alegraron en tu ruina.

32Castigadas serán las ciudades a las cuales han servido tus hijos,

y aquella que recibió a tus hijos.

33Pues como ella se alegró en tu ruina,

y saltó de gozo por tu caída,

así se verá angustiada en su desolación.

34Yo pondré fin al alborozo de su muchedumbre,

y su jactancia se convertirá en llanto.

35[8525]Porque el Eterno enviará fuego sobre ella

por largos días,

y será habitada por demonios durante mucho tiempo.

36Mira, oh Jerusalén, hacia el oriente y contempla

el gozo que Dios te envía.

37[8526]He aquí que vuelven tus hijos que tú enviaste dispersos,

vienen desde el oriente hasta el occidente,

reunidos por la palabra del Santo, gozándose en la gloria de Dios.

BARUC 5
Alegría por la vuelta de los desterrados

1[8527]Despójate, Jerusalén, del vestido de tu luto y de tu aflicción,

y vístete del esplendor y de la gloria sempiterna

que te viene de Dios.

2Dios te rodeará con el manto doblado de la justicia

y pondrá sobre tu cabeza la diadema de la gloria del Eterno.

3Pues Dios mostrará su esplendor en medio de ti

a todos los que viven debajo del cielo.

4[8528]Porque el nombre que te impondrá Dios para siempre,

será este: “Paz de la justicia y Gloria de la piedad.”

5Levántate, Jerusalén, sube a lo alto,

y dirige tu vista hacia el oriente, y mira cómo se congregan tus hijos,

desde el oriente hasta el occidente,

en virtud de la palabra del Santo,

llenos de gozo porque Dios se ha acordado de ellos.

6Partieron de ti a pie, llevados por los enemigos;

pero Dios te los devolverá traídos con honor,

como en trono real.

7[8529]Porque Dios ha decretado abatir todo monte alto

y las rocas eternas,

y terraplenar los valles hasta el nivel de la tierra,

para que Israel camine con seguridad para gloria de Dios.

8Aun las selvas y todos los árboles aromáticos harán sombra a Israel,

por orden de Dios.

9[8530]Porque Dios guiará a Israel con alegría,

a la luz de su majestad,

mediante la misericordia, y la justicia

que de Él viene.

APÉNDICE
Carta de jeremías a los desterrados

Copia de la carta que envió Jeremías a los que habían de ser llevados cautivos a Babel por el rey de los babilonios, para anunciarles lo que Dios le había mandado.

BARUC 6

1[8531]Por los pecados que habéis cometido delante de Dios, seréis llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. 2[8532]Llegados a Babilonia, permaneceréis allí muchos años y un largo tiempo, hasta siete generaciones; después de lo cual os sacaré de allí en paz. 3Ahora bien, en Babilonia veréis dioses de oro, de plata, de piedra y de madera, llevados en hombros, que causan temor a las gentes. 4Guardaos, pues, de imitar a los extranjeros, de modo que os amedrentéis y vengáis a concebir temor de ellos. 5[8533]Cuando veáis, detrás y delante de ellos la turba que los adora, decid en vuestro corazón: “Oh Señor, a Ti se ha de adorar.” 6[8534]Porque mi Ángel estará con vosotros y Yo mismo tendré cuidado de vuestras almas.

Impotencia ridícula de los ídolos

7Pues los (ídolos) tienen una lengua pulida por el artífice, y aunque están dorados y plateados, son un mero engaño e incapaces de hablar. 8Al modo que se hace con una doncella, amiga de galas, así toman el oro que recibieron, 9[8535]y aderezan coronas sobre las cabezas de sus dioses; y sucede a veces que los sacerdotes roban a sus dioses el oro y la plata y lo gastan para sí mismos. 10Aun dan de él a las rameras y adornan a las meretrices, y de nuevo, después de recobrarlo de las rameras engalanan a sus dioses. 11Mas estos no saben librarse del orín ni de la polilla. 12Los revisten también de púrpura y les limpian el rostro a causa del muchísimo polvo que hay en sus templos. 13Uno tiene un cetro en su mano, como el juez de un distrito, mas no puede quitar la vida al que le ofende. 14Otro tiene en su mano una espada, o un hacha; mas no se puede librar a sí mismo de la guerra, ni de los ladrones. Por donde se ve que no son dioses.

15No los temáis. Porque los dioses de ellos son como una vasija de un hombre; si se quiebra, para nada sirve. 16Colocados en los templos, sus ojos se cubren del polvo que levantan los pies de los que entran. 17[8536]Y como es encerrado detrás de muchas puertas el que ofendió al rey, y como se practica con uno que es conducido a muerte, así los sacerdotes aseguran las puertas con cerraduras y cerrojos, para que los ladrones no despojen a los dioses. 18Enciéndenles también lámparas, y en mayor número que para sí mismos, pero ellos no pueden ver ninguna de ellas, porque son como las vigas del templo. 19[8537]Dicen que las sierpes que salen de la tierra, les lamen el interior, cuando se los comen juntamente con sus vestiduras sin que ellos mismos lo sientan. 20Sus caras se vuelven negras por el humo que hay en el templo. 21Sobre su cuerpo y sobre su cabeza vuelan lechuzas, golondrinas, y otras aves, y también los gatos andan sobre ellos. 22Por donde podéis conocer que no son dioses; y por lo mismo, no los temáis.

23El oro que tienen es para bien parecer; pero si alguno no los limpia del orín, ya no brillan. Ni aun cuando fueron fundidos, lo sintieron. 24Y a pesar de que no hay en ellos espíritu alguno, fueron comprados a sumo precio. 25Llevados son en hombros, como que no tienen pies; mostrando así a los hombres su vergüenza. Avergonzados sean también aquellos que los adoran. 26[8538]Si caen en tierra no pueden levantarse por sí mismos; ni por sí mismos pueden ponerse en movimiento si alguno los pone en pie; y como a los muertos, así les son presentadas ofrendas. 27[8539]Estas ofrendas las venden y malgastan los sacerdotes, y también sus mujeres conservan una parte para sí; no dan nada de ello al pobre ni al desvalido. 28Tocan los sacrificios de ellos las mujeres parturientas y las menstruantes. Conociendo, pues, por esto que no son dioses, no los temáis.

29Mas, ¿cómo es que los llaman dioses? Es porque las mujeres presentan dones a estos dioses de plata, de oro y de madera; 30[8540]y los sacerdotes están sentados en las casas de ellos, rasgadas sus túnicas, rapadas la cabeza y la barba y teniendo descubierta la cabeza; 31y rugen dando gritos delante de sus dioses, como en un banquete fúnebre: 32Los sacerdotes les quitan parte de sus vestidos, para vestir a sus mujeres y a sus hijos. 33[8541]Hágaseles mal, o hágaseles bien, no pueden retribuirlo. No pueden poner rey, ni quitarlo. 34Y asimismo no pueden dar riquezas, ni una pieza de cobre. Si alguno les hace un voto, y no lo cumple, ni de esto se quejan. 35No pueden librar a un hombre de la muerte, ni amparar al débil contra el poderoso. 36No restituyen la vista a ningún ciego, ni libran a nadie de la necesidad. 37No se compadecen de la viuda, ni son bienhechores de los huérfanos. 38Semejantes a las piedras del monte son esos sus dioses de madera y piedra, dorados y plateados. Confundidos serán sus adoradores. 39¿Cómo es posible creer y decir que son dioses?

40[8542]Aun los mismos caldeos los deshonran. Pues al ver que uno no puede hablar porque es mudo, le presentan a Bel, rogándole que le haga hablar; 41como si (Bel) pudiera entenderlos. Y ellos mismos, cuando se dan cuenta de su error, los abandonan, porque sus dioses no tienen conocimiento. 42[8543]Las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos, quemando carozos de aceitunas, 43y si una de ellas, atraída por algún transeúnte, duerme con él, zahiere a su compañera de que esa no fue apreciada como ella, ni roto su cordón. 44Todas las cosas que se hacen con ellos, no son más que embuste. ¿Cómo es posible creer y decir que son dioses?

45[8544]Han sido fabricados por artífices y orfebres. No serán otra cosa que lo que quieran los sacerdotes que sean. 46Aun los mismos artífices de los ídolos no son longevos. ¿Podrán serlo aquellas cosas que ellos fabrican? 47Superchería y oprobio es lo que dejan a los venideros. 48Porque si sobreviene alguna guerra o desastre, los sacerdotes deliberan consigo dónde guarecerse con ellos. 49¿Cómo puede creerse que son dioses aquellos que no pueden librarse de la guerra, ni salvarse de las calamidades?

50[8545]Mas un día se conocerá que ellos siendo cosa de madera, dorados y plateados, no son sino un embuste. Todas las naciones y todos los reyes verán claramente que no son dioses, sino obras de la mano de los hombres, y que no hay en ellos nada divino. 51Pero, ¿de dónde se conoce que no son dioses, sino obra de manos de hombres y que en ellos no hay nada divino? 52Porque ellos no ponen rey en ningún país, ni dan lluvia a los hombres. 53No pueden decidir las causas, ni librar de opresión a región alguna, impotentes como son. Son como cornejas entre el cielo y la tierra. 54Porque cuando se prende fuego en el templo de esos dioses de madera, dorados y plateados, sus sacerdotes ciertamente echan a huir, y se ponen en salvo; pero ellos se queman en el templo, lo mismo que las vigas. 55Ni a un rey ni a los enemigos hacen resistencia. ¿Cómo creer o admitir que son dioses?

56No se libran de ladrones, ni de salteadores, esos dioses de madera y piedra, plateados y dorados; porque aquellos pueden más que ellos; 57y les quitan el oro y la plata, y el vestido de que están cubiertos, y se marchan, sin que (esos dioses) puedan valerse por sí mismos. 58Por manera que un rey; que muestra su poder, o cualquier objeto útil en una casa, del cual se precia el dueño, o la puerta de la casa que guarda lo que hay dentro de ella, valen más que esos falsos dioses. 59[8546]El sol, la luna y las estrellas, que alumbran y están puestos para sernos provechosos, obedecen a Dios. 60Asimismo el relámpago se hace ver bien cuando aparece, y el viento sopla por todas las regiones. 61Iigualmente las nubes, cuando Dios les manda pasar por sobre la tierra, ejecutan lo mandado; 62[8547]y el fuego enviado de arriba para abrasar los montes y los bosques, cumple lo que se le ha ordenado. Mas estos (ídolos), ni en la belleza, ni en la fuerza son comparables a ninguna de esas cosas. 63Por eso no debe creerse ni decirse que sean dioses, cuando no pueden hacer justicia, ni hacer cosa alguna a los hombres.

64Sabiendo que no son dioses, no los temáis. 65Pues no pueden maldecir a los reyes ni bendecirlos; 66tampoco muestran a los pueblos señales en el cielo, ni lucen como el sol, ni alumbran como la luna. 67Más que ellos valen las bestias, porque huyendo pueden refugiarse bajo cubierto, y valerse de sí mismas. 68De ninguna manera son dioses, como es evidente; por tanto no los temáis.

69Porque así como no es buen guarda en el melonar un espantajo, así son sus dioses de madera, dorados y plateados. 70Como el arbusto de espinas en un huerto, sobre el cual vienen a posar toda suerte de pájaros, y como un muerto arrojado al sepulcro tenebroso, así son estos dioses suyos de madera, dorados y plateados. 71También por la púrpura y escarlata que sobre ellos se apolilla, se conocerá claramente que no son dioses. Ellos mismos son al fin carcomidos y serán un oprobio para el país. 72Mejor es, pues, el varón justo, que no tiene ídolos; porque está bien lejos de la ignominia.

EZEQUIEL

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INTRODUCCIÓN

Ezequiel, hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías de Judá (597 a. C.) e internado en Tel-Abib a orillas del río Cobar. Cinco años después, a los treinta de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años, es decir, hasta el año 570 a. C.

A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y que Dios no permitiría la destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa (véase Jeremías 7, 4 y nota). Había, además, falsos profetas que engañaban al pueblo prometiéndole en un futuro cercano el retorno al país de sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuando llegó la noticia de la caída de Jerusalén. No pocos perdieron la fe y se entregaron a la desesperación.

La misión del Profeta Ezequiel consistió principalmente en combatir la idolatría, la corrupción por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del pronto regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el Profeta, con los más vivos y bellos colores, las esperanzas de la salud mesiánica.

El libro se divide en un Prólogo, que relata el llamamiento del profeta (capítulos 1-3), y tres partes principales. La primera (capítulos 4-24) comprende las profecías acerca de la ruina de Jerusalén; la segunda (capítulos 25-32), el castigo de los pueblos enemigos de Judá; la tercera (capítulos 33-48), la restauración.

“Es notable la última sección del profeta (40-48) en que nos describe en forma verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del cautiverio: el Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina repartida por igual entre las doce tribus” (Nácar-Colunga).

Las profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de alegorías, imágenes y acciones simbólicas de tal manera, que San Jerónimo las llama “mar de la palabra divina” y “laberinto de los secretos de Dios”.

Ezequiel, según tradición judía, murió mártir. La Iglesia conmemora su festividad el 10 de abril.

EZEQUIEL 1
Circunstancias de la primera visión

1[8548]EI año trigésimo, el día cinco del cuarto mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Cobar, se abrieron los cielos, y tuve visiones de Dios. 2El día cinco del mes, en el año quinto de la deportación del rey Jeconías, 3llegó la palabra de Yahvé al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en la tierra de los caldeos, junto al río Cobar; y estuvo allí sobre él la mano de Yahvé.

4[8549]Miré y vi cómo venía del norte un torbellino, una gran nube y un fuego que se revolvía dentro de sí mismo. Alrededor de ello había un resplandor y en su centro algo semejante a un metal brillante que salía del medio del fuego.

Los cuatro animales misteriosos

5[8550]En el medio había la figura de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era este: tenían semejanza de hombre; 6y cada uno tenía cuatro caras, y cada uno cuatro alas. 7Sus pies eran derechos, y la planta de sus pies como la planta del pie de un becerro; y despedían centellas cual bronce bruñido, 8Tenían manos de hombre por debajo de sus alas a los cuatro lados; y (cada uno) de los cuatro tenía la (misma) cara y las (mismas) alas. 9[8551]Sus alas se tocaban la una con la otra. Cuando caminaban no mudaban de frente; cada uno caminaba cara adelante.

10Sus caras tenían esta forma: cara de hombre (por delante), tenían también, cada uno de los cuatro, cara de león, a la derecha; cara de toro, a la izquierda; y cara de águila (atrás).

11Sus caras y sus alas se extendían hacia arriba; cada cual tenía dos (alas) que se juntaban con las del otro, y dos cubrían su cuerpo. 12Y caminaba, cada cual, cara adelante, a donde los llevaba el espíritu allí andaban; no mudaban de frente al caminar.

13Estos animales tenían el aspecto de ascuas encendidas, semejantes a antorchas que como fuego resplandeciente discurrían por en medio de esos seres vivientes; y del fuego salían relámpagos. 14Y los seres vivientes corrían y volvían cual fulgor de relámpago.

Las cuatro ruedas llenas de ojos

15[8552]Mientras yo contemplaba a los seres vivientes, divisé una rueda sobre la tierra, junto a (cada uno de) los seres vivientes, a sus cuatro lados. 16Las ruedas y su forma eran semejantes a la piedra de Tarsis; una misma forma tenían las cuatro; y su aspecto y su estructura eran así como si una rueda estuviera atravesando a la otra. 17Al caminar iban hacia los cuatro lados; no mudaban de frente al caminar. 18[8553]Sus llantas eran muy altas y causaban espanto; pues las llantas de las cuatro (ruedas) estaban llenas de ojos por todas partes. 19Cuando caminaban los seres vivientes, caminaban igualmente las ruedas a su lado; y cuando los seres vivientes se alzaban de la tierra, se alzaban también las ruedas. 20Iban adonde los llevaba el espíritu, pues el espíritu los impelía, y las ruedas se alzaban juntamente con ellos; porque había en las ruedas espíritu de vida. 21[8554]Al caminar ellos, caminaban también ellas, y al detenerse ellos se detenían igualmente ellas, y cuando ellos se alzaban de la tierra, se alzaban las ruedas juntamente con ellos; porque había espíritu de vida en las ruedas.

Aparición de la gloria del Señor

22[8555]Sobre las cabezas de los seres vivientes había algo semejante a un firmamento, como de cristal deslumbrante, que se extendía por encima de sus cabezas. 23[8556]Y por debajo del firmamento se extendían sus alas, una frente a la otra; cada uno tenía dos por un lado y por el otro; las cuales les cubrían el cuerpo.

24[8557]Y oí el ruido de sus alas, cuando se movían, como estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso; un estruendo tumultuoso, como el estruendo de un ejército. Cuando se detenían, plegaban sus alas; 25pues cuando salía una voz de encima del firmamento que estaba sobre sus cabezas, se detenían y plegaban sus alas.

26[8558]Sobre el firmamento que estaba encima de sus cabezas, había algo semejante a una piedra de zafiro, como un trono; y sobre esta especie de trono una figura semejante a un hombre (sentado) sobre él. 27Dentro de él y alrededor de su cintura para arriba vi algo semejante a metal brillante, a manera de fuego, y desde la cintura abajo vi como un fuego que resplandecía, alrededor de él. 28Como el aspecto del arco que aparece en las nubes en día de lluvia, así era el aspecto del resplandor que le rodeaba. Tal fue el aspecto de la imagen de la gloria de Yahvé. Cuando la vi, me postré con el rostro en tierra, y oí la voz de uno que hablaba.

EZEQUIEL 2
Vocación del profeta

1[8559]Y me dijo: “Hijo de hombre, ponte en pie y Yo te hablaré.” 2[8560]Y después que me habló entró en mí el Espíritu, el cual me puso sobre mis pies; y escuché a Aquel que me hablaba. 3[8561]Y me dijo: “Hijo de hombre, te envío a los hijos de Israel, a esos gentiles apóstatas que se han rebelado contra Mí. Ellos y sus padres han pecado contra Mí, hasta este mismo día. 4[8562]Hijos de rostro duro y de corazón obstinado son aquellos a quienes te envío y les dirás: «Así dice Yahvé el Señor.» 5Te oigan o no te oigan —porque son una casa rebelde— por lo menos han de conocer que hay un profeta en medio de ellos. 6Tú, pues, oh hijo de hombre, no los temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque ellos son cardos y espinas para contigo y tú habitas en medio de escorpiones. No temas sus palabras, ni tengas miedo de sus rostros; porque son una casa rebelde. 7Les dirás mis palabras, ora que oigan, ora que no oigan; porque son rebeldes. 8[8563]Oye, oh hijo de hombre, lo que te voy a decir: No seas tú rebelde como esa casa de rebeldía; abre tu boca, y come lo que te voy a dar.”

9[8564]Yo miré, y vi una mano que se tendía hacia mí, y he aquí en ella el rollo de un libro. 10Lo desenvolvió delante de mí, y estaba escrito por dentro y por fuera; y lo escrito en él eran cantos lúgubres, lamentaciones y ayes.

EZEQUIEL 3
Misión del profeta

1[8565]Y me dijo: “Hijo de hombre, come lo que tienes delante; come, come este rollo; y anda luego y habla a la casa de Israel.” 2[8566]Abrí mi boca, y me dio de comer aquel rollo. 3Y me dijo: “Hijo de hombre, con este rollo que te doy, alimentarás tu vientre y llenarás tus entrañas.” Y yo lo comí, y era en mi boca dulce como miel.

4Y me dijo: “Hijo de hombre, anda, dirígete a la casa de Israel, y anúnciales mis palabras. 5Porque no eres enviado a un pueblo de habla incomprensible y lengua difícil, sino a la casa de Israel, 6[8567]ni mucho menos a numerosos pueblos de habla incomprensible y lengua difícil, cuyas palabras no puedas entender. Si a tales te enviara, ellos te escucharían. 7Mas la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quieren escucharme a Mí, pues toda la casa de Israel tiene frente obstinada y corazón endurecido. 8[8568]He aquí que hago tu rostro duro contra los rostros de ellos, y tu frente dura contra sus frentes. 9Hago tu frente como el diamante, más dura que el pedernal; no los temas, ni tengas miedo de sus rostros, pues son una casa rebelde.” 10[8569]Y me dijo: “Hijo de hombre, recibe en tu corazón todas mis palabras que voy a decirte y escúchalas con tus oídos. 11Anda y preséntate a los deportados, a los hijos de tu pueblo, y háblales en estos términos: Así dice Yahvé, el Señor, te oigan o no te oigan.”

12[8570]Y me levantó el espíritu; y oí detrás de mí un fragor muy fuerte al levantarse la gloria de Yahvé desde su sitio; 13y también el ruido de las alas de los seres vivientes, de las cuales la una batía contra la otra, y el ruido de las ruedas junto a ellos, y un estruendo muy fuerte. 14[8571]Entonces el Espíritu me alzó y me arrebató; iba yo con amargura e indignación en el alma, porque la mano de Yahvé pesaba gravemente sobre mí. 15[8572]Llegué a los cautivos de Tel-Abib, que allí habitaban junto al río Cobar; y donde ellos habitaban, allí me quedé por siete días atónito en medio de ellos.

Responsabilidad del profeta

16Al cabo de los siete días recibí de Yahvé esta palabra: 17[8573]“Hijo de hombre, Yo te pongo por atalaya de la casa de Israel; oirás de mi boca la palabra y les amonestarás de mi parte. 18Si Yo digo al impío: “De seguro morirás”, y tú no le previnieres ni hablares para amonestar al impío (que se aparte) de su perverso camino y viva, ese impío morirá en su iniquidad; mas Yo demandaré de tu mano su sangre. 19Pero si tú amonestares al impío y este no se convirtiere de su maldad y su perverso camino, él morirá en su iniquidad, mas tú habrás salvado tu alma. 20Y cuando un justo se apartare de su justicia cometiendo iniquidad, y Yo le pusiere un tropiezo delante y él muriere porque tú no le amonestaste, en su pecado morirá, y no serán recordadas sus obras buenas que hizo, y Yo demandaré su sangre de tu mano. 21[8574]Pero si tú amonestares al justo, para que no peque, y el justo en efecto no pecare más, de seguro vivirá porque se dejó amonestar, y tú habrás salvado tu alma.”

Ezequiel se encierra en su casa

22[8575]Allí vino sobre mí la mano de Yahvé, y me dijo: “Levántate y sal a la llanura, y allí hablaré contigo.” 23Me levanté y salí a la llanura; y allí vi la gloria de Yahvé al modo de la gloria que había visto junto al río Cobar; y caí sobre mi rostro. 24Y me invadió el Espíritu, y me puso en pie y habló conmigo, diciéndome: “Ve y enciérrate dentro de tu casa. 25[8576]Y tú, oh hijo de hombre, verás que echarán cuerdas sobre ti y con ellas te atarán, y ya no podrás salir a ellos. 26Haré también que la lengua se te pegue al paladar, de suerte que quedes mudo y no seas ya para ellos un censor; pues son una casa rebelde. 27[8577]Pero al hablar Yo contigo, te abriré la boca, y les dirás: Así dice Yahvé el Señor: El que quiera oír, que oiga; y el que no quiera oír, no oiga; pues son una casa rebelde.”

I. VATICINIOS SOBRE JERUSALÉN Y EL PUEBLO DE ISRAEL
EZEQUIEL 4
Profecías de la caída de Jerusalén

1[8578]“Tú, hijo de hombre, toma un ladrillo, póntelo delante y dibuja en él una ciudad, Jerusalén. 2Haz contra ella un cerco, edifica contra ella torres, y levanta contra ella terraplenes, asienta contra ella campamentos, y coloca arietes alrededor de ella. 3Toma luego una sartén de hierro, y ponla como muralla de hierro entre ti y la ciudad; y dirige tu rostro contra ella, así la sitiarás, y ella quedará sitiada. Señal es esta para la casa de Israel.

4[8579]Te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la culpa de la casa de Israel; durante todo el tiempo que te acostares sobre él, llevarás la culpa de ellos. 5[8580]Te he convertido los años de su culpa en días, de manera que durante trescientos noventa días llevarás la culpa de la casa de Israel. 6Concluidos estos, te acostarás de nuevo, esta vez sobre tu lado derecho, y llevarás la culpa de la casa de Judá cuarenta días; pues te doy un día por cada año. 7Y dirigirás tu rostro y tu brazo desnudo hacia la Jerusalén asediada y profetizarás contra ella. 8[8581]Y he aquí que Yo te ataré con cuerdas para que no te vuelvas de un lado al otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

El pan inmundo

9[8582]Toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta y ponlo todo en una vasija; y haz de ello tu comida según el número de los días que quedes acostado sobre tu lado. Lo comerás en los trescientos noventa días. 10[8583]Comerás tu alimento por peso: será de veinte siclos por día; de tiempo en tiempo lo comerás. 11Beberás también el agua a medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás. 12[8584]Comerás esta (comida) en forma de galletas de cebada, cocidas con excrementos humanos, a vista de los (hombres). 13Y dijo Yahvé: “Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo entre las naciones adonde Yo los arrojaré.”

14[8585]Entonces dije yo: “¡Ay Señor, Yahvé! mira que mi alma nunca ha sido contaminada, y desde mi infancia hasta ahora no he comido cosa mortecina ni despedazada (por fieras), y jamás ha entrado en mi boca carne inmunda.” 15Él me respondió: “He aquí que en lugar de excrementos humanos te permito estiércol de bueyes, sobre el cuál podrás cocer tu comida.” 16[8586]Y me dijo: “Hijo de hombre, he aquí que voy a quebrar el báculo de pan en Jerusalén, y comerán el pan por peso y en angustia, y beberán el agua a medida y con espanto; 17a fin de que, faltándoles el pan y el agua, perezcan los unos con los otros y se consuman en su iniquidad.

EZEQUIEL 5
Acto simbólico de cortar los cabellos

1Y tú hijo de hombre, toma un cuchillo cortante; tomarás una navaja de barbero, y la pasarás sobre tu cabeza y tu barba. Y luego toma una balanza de pesar, y reparte (los pelos). 2[8587]Una tercera parte quemarás en el fuego en medio de la ciudad, cuando se hayan cumplido los días del sitio. Otra tercera parte tomarás y los golpearás con la espada alrededor de la (ciudad), y otra tercera parte esparcirás al viento; y Yo desenvainaré la espada en pos de ellos. 3Unos pocos tomarás de allí y los atarás en las faldas de tu (manto). 4Y tomarás otra vez de ellos, y los echarás en medio del fuego, y los quemarás en el fuego; y de allí saldrá fuego contra toda la casa de Israel.

5Así dice el Señor Yahvé: Esta es Jerusalén. La puse Yo en medio de las gentes y en medio de los países. 6[8588]Pero ella se rebeló contra mis leyes, haciendo más maldad que los gentiles, y violando mis mandamientos más que los países que la rodean; pues ha rechazado mis leyes, y no ha observado mis mandamientos.

7[8589]Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto habéis sido más rebeldes que los gentiles que os rodean y no habéis observado mis mandamientos ni cumplido mis leyes, y ni siquiera habéis obrado conforme a las costumbres de los gentiles que viven entorno vuestro, 8[8590]por eso, así dice Yahvé, el Señor: ¡Heme aquí contra ti! y ejecutaré en medio de ti juicios, ante los ojos de los gentiles. 9Y haré en medio de ti, a causa de todas tus abominaciones, lo que nunca he hecho ni haré jamás de modo semejante. 10[8591]Por eso los padres comerán a los hijos en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres. Ejecutaré contra ti juicios, y todo cuanto de ti quedare lo esparciré a todos los vientos.

Fin y objeto de los castigos

11[8592]Por lo cual ¡vivo yo! dice Yahvé, el Señor, por cuanto has contaminado mi santuario con todas tus ignominias y todas tus abominaciones, también Yo te castigaré; mi ojo no perdonará, y no tendré más piedad (de ti). 12Una tercera parte de ti morirá de peste y será consumida de hambre en medio de ti; otra tercera parte caerá en torno tuyo al filo de la espada; y la otra tercera parte la esparciré a todos los vientos, y desenvainaré la espada en pos de ellos. 13[8593]Así se desfogará mi ira y saciaré mi indignación en ellos y quedaré satisfecho; y ellos conocerán que Yo Yahvé he hablado en mi celo, cuando desahogue en ellos mi ira. 14Y te convertiré en desierto y en oprobio de las naciones circunvecinas, a los ojos de todos los que pasan. 15Serás un objeto de ignominia y de escarnio, para escarmiento y espanto de las naciones que te rodean, cuando Yo ejecute en ti juicios con ira e indignación y con los castigos de mi cólera, 16—pues Yo, Yahvé, he hablado— y cuando Yo arroje sobre ellos las terribles saetas del hambre, que serán para destrucción y que Yo lanzaré para destruiros, aumentando entre vosotros el hambre y quebrando vuestro báculo de pan; 17[8594]y Yo enviaré sobre vosotros el hambre y las bestias feroces, las cuales te dejarán sin hijos; y cuando la peste y la sangre pasen por medio de ti y Yo descargue sobre ti la espada. Yo, Yahvé, he hablado.”

EZEQUIEL 6
La idolatría de Israel

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo: 2“Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos. 3[8595]Dirás: ¡Oh montes de Israel! escuchad la palabra del Señor, Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a las hondonadas y a los valles: He aquí que Yo voy a traer sobre vosotros la espada y destruiré vuestros lugares altos. 4Serán derribados vuestros altares y quebradas vuestras imágenes del sol, y (os) haré caer muertos delante de vuestros ídolos. 5Y arrojaré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y esparciré vuestros huesos en torno a vuestros altares. 6En todos los lugares donde moráis, serán destruidas las ciudades y devastados los lugares altos, a fin de que queden asolados vuestros altares, y vengan a ser una desolación, y sean quebrados y aniquilados vuestros ídolos, y sean rotas vuestras imágenes del sol, y se acaben vuestras obras. 7Entonces cuando caigan vuestros muertos en medio de vosotros, conoceréis que Yo soy Yahvé.

8Mas os dejaré un resto de los que entre las naciones escapen a la espada, cuando andéis dispersos por los países. 9[8596]Y vuestros escapados se acordarán de Mí en medio de las naciones adonde fueren llevados cautivos, cuando Yo quebrante su corazón fornicario que se apartó de Mí, y sus ojos adúlteros que fueron tras sus ídolos. Entonces tendrán asco de sí mismos, a causa de las maldades que han cometido, (manchándose) con todas sus abominaciones. 10Y conocerán que Yo soy Yahvé. No en vano he dicho que les mandaré estos males.

11Así dice el Señor, Yahvé: Da golpes con tu mano, y golpes con tu pie y di: ¡Ay! ¡Cuán grandes son todas las abominaciones de la casa de Israel, por las cuales caerán a espada y de hambre y de peste! 12[8597]El que esté lejos, de peste morirá, y el que este cerca, a espada caerá; y el que quedare para sufrir el sitio, de hambre morirá; así desahogaré en ellos mi ira. 13[8598]Y conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando sus muertos yazcan en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, en cada colina elevada, en la cima de todos los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina tupida; lugares donde ofrecían olor grato a todos sus ídolos. 14[8599]Extenderé mi mano contra ellos, y dejaré el país desolado y devastado desde el desierto hasta Dibla en todos los lugares donde habitan; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

EZEQUIEL 7
Devastación total del país

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo: 2[8600]“Hijo de hombre, así dice Yahvé, el Señor, a la tierra de Israel: ¡Fin! llega el fin sobre los cuatro extremos del país. 3Ahora mismo (viene) el fin sobre ti; desencadenaré contra ti mi ira, te juzgaré según tus obras, y haré caer sobre ti todas tus abominaciones. 4Y mi ojo no te perdonará, te trataré sin piedad; porque echaré sobre ti tus obras, y tus abominaciones estarán en medio de ti; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

5Así dice el Señor Yahvé: ¡Una aflicción única! He aquí que viene la aflicción. 6¡El fin viene, viene el fin! se ha despertado contra ti; he aquí que llega. 7[8601]Ya te toca el turno, oh habitante de esta tierra, llega el tiempo, cerca está el día de tumulto, y no de alborozo en los montes.

8Ahora en seguida, derramaré sobre ti mi ira, desahogaré en ti mi furor, te juzgaré conforme a tus obras y echaré sobre ti todas tus abominaciones. 9[8602]Mi ojo no perdonará, te trataré sin piedad; echaré sobre ti tus obras, y tus abominaciones estarán en medio de ti, y conoceréis que Yo, Yahvé, soy quien castigo.

10[8603]¡He aquí el día! ¡He aquí que llega! Ya te llega el turno; la vara ha echado flor, brota la soberbia. 11La violencia se ha levantado para ser vara de maldad. Nada (quedará) de ellos, ni de su multitud, ni de los que hacen ruido, ni habrá esplendor en ellos.

12Viene el tiempo, se acerca el día; el que compra no se alegre, ni se aflija el que vende; porque (viene) la ira sobre toda su muchedumbre. 13[8604]Pues el que vende no volverá a (adquirir) lo vendido, aun cuando quedare entre los vivientes; porque la visión es contra toda su muchedumbre; se cumplirá y nadie se sostendrá, a causa de su iniquidad.

El trágico fin

14Tocan la trompeta, se preparan todos; pero ninguno va a la batalla; porque mi ira descarga sobre toda su multitud. 15¡Por fuera la espada y por dentro la peste y el hambre! El que está en el campo muere a espada, y al que está en la ciudad lo devoran el hambre y la peste. 16Y si escaparen algunos fugitivos, errarán; por los montes como palomas del valle, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad.

17[8605]Todas las manos quedarán flojas, y todas las rodillas se disolverán en agua. 18Se ceñirán de cilicio y se cubrirán de pavor; en todas las caras se verá la confusión, y todas sus cabezas estarán rapadas. 19[8606]Arrojarán su plata por las calles, y su oro será como basura. Su plata y su oro no podrán librarlos en el día de la ira de Yahvé, no saciarán su alma, ni llenarán su vientre; pues les han servido para caer en la iniquidad. 20De sus preciosas joyas hicieron un objeto de soberbia, y de ellas fabricaron sus abominables estatuas y sus ídolos. Por eso haré que se les truequen en inmundicia.

21Los daré en botín a los extranjeros, y por despojo a los impíos de la tierra, y ellos los profanarán. 22[8607]Apartaré de ellos mi rostro, y será profanado mi lugar arcano; pues entrarán en él bandidos y lo contaminarán. 23[8608]Prepara las cadenas porque llena está la tierra de sangre, y la ciudad se halla atestada de violencia. 24Haré venir los pueblos más feroces que se apoderarán de sus casas; así reprimiré la soberbia de los poderosos, y serán profanados sus santuarios.

25Viene la ruina, y cuando busquen la paz, ya no la habrá. 26[8609]Vendrá calamidad sobre calamidad, y a un rumor seguirá otro; entonces pedirán (en vano) visiones al profeta, y al sacerdote le faltará la Ley como a los ancianos el consejo. 27[8610]El rey andará de luto y los príncipes se vestirán de tristeza, y temblarán las manos del pueblo del país. Pues los trataré conforme a su conducta, y conforme a sus juicios los juzgaré; y conocerán que Yo soy Yahvé.

EZEQUIEL 8
El profeta ve la idolatría en el Templo

1[8611]El año sexto, el día cinco del sexto mes, hallándome yo sentado en mi casa, y estando sentados delante de mí los ancianos de Judá, cayó allí sobre mí la mano del Señor Yahvé. 2[8612]Miré, y he aquí una figura que parecía de fuego. Según se veía, de la cintura para abajo era fuego; y de la cintura para arriba, como una luz resplandeciente, semejante a metal que brilla. 3[8613]Y alargó algo similar a una mano y me tomó de una guedeja[8614] de mi cabeza; y levantándome el Espíritu entre la tierra y el cielo, me llevó en visión divina a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior, que mira al norte; donde estaba el asiento del ídolo del celo, que provoca los celos (del Señor). 4Y he aquí que allí estaba la gloria del Dios de Israel del modo que yo la había visto en la llanura.

5Y me dijo: “Hijo de hombre, alza tus ojos hacia el norte.” Alcé mis ojos hacia el norte, y vi que al norte de la puerta del altar, a la entrada misma, estaba la imagen del celo. 6Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿has visto lo que hacen estos? ¿Las grandes abominaciones que aquí hace la casa de Israel a fin de alejarme de mi Santuario? Pero date vuelta, y verás abominaciones peores.”

7Y me llevó a la entrada del atrio; y miré, y he aquí un agujero en la pared. 8Y me dijo: “Hijo de hombre, haz una perforación en la pared.” E hice una perforación en la pared, y he aquí una puerta. 9Y me dijo: “Entra y observa las perversas abominaciones que estos cometen aquí.” 10[8615]Entré y miré; y he aquí toda clase de imágenes de reptiles y animales abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, pintados en toda la superficie del muro. 11[8616]Y setenta varones de los ancianos de Israel, con Jezonías, hijo de Safán, en medio de ellos, estaban de pie delante de las (pinturas), cada uno con su incensario en la mano, y subía una nube olorosa de incienso. 12[8617]Entonces Él me dijo: “¿Has visto, oh hijo de hombre, lo que los ancianos de la casa de Israel hacen en la oscuridad, cada uno en su cámara (cubierta) de imágenes? porque dicen: Yahvé no nos ve, Yahvé ha abandonado esta tierra.” 13Y me dijo: “Verás aún abominaciones peores que las que estos están cometiendo.”

14[8618]Luego me llevó a la entrada de la Casa de Yahvé que mira al norte; y he aquí que allí estaban sentadas las mujeres, llorando a Tammuz. 15Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre? Sin embargo, verás aún abominaciones peores que estas.” 16[8619]Y me llevó al atrio interior de la Casa de Yahvé, y he aquí que a la entrada del Templo de Yahvé, entre el vestíbulo y el altar, estaban unos veinte y cinco hombres, con las espaldas vueltas a la Casa de Yahvé, y dirigiendo sus rostros hacia el oriente se postraban hacia el oriente delante del sol. 17[8620]Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre? ¿Son acaso de poca importancia para la casa de Judá las abominaciones que aquí se cometen? ¡Y después de llenar la tierra de violencia, vuelven a provocar mi ira y se llevan un ramo a la nariz! 18Por eso Yo también obraré con ira; no perdonará mi ojo, ni tendré piedad; y por más que griten a mis oídos en voz alta, no los escucharé.”

EZEQUIEL 9
La letra Tau en la frente de los salvados

1[8621]Y gritó a mis oídos con voz fuerte y dijo: “Acercaos los que estáis encargados del castigo de la ciudad, cada uno con su arma de destrucción en su mano.” 2Y he aquí que venían seis varones por el camino de la puerta superior, que mira al norte; y cada uno tenía en su mano su instrumento de destrucción. En medio de ellos estaba un varón vestido de lino, que traía en la cintura un tintero de escriba. Entraron y se pusieron junto al altar de bronce. 3[8622]Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del Querubim, sobre el cual residía, hacia el umbral de la Casa; y llamó al varón vestido de lino, el cual traía en su cintura el tintero de escriba. 4[8623]y le dijo Yahvé: “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon por marca una Tau en la frente de los hombres que gimen y se lamentan a causa de todas las abominaciones que se cometen dentro de ella.”

5A los otros les dijo, oyéndolo yo: “Pasad tras él por la ciudad, y matad. No perdone vuestro ojo, ni tengáis piedad. 6[8624]Matad al anciano y al joven, a las doncellas, a los niños y a las mujeres, hasta el exterminio. Mas no os acerquéis a ninguno que esté marcado con la Tau. Y comenzad por mi Santuario.” Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante de la Casa. 7Y les dijo: “Contaminad la Casa y llenad los atrios de cadáveres. Salid.” Salieron y mataron en la ciudad.

8[8625]Mientras ellos mataban y quedándome yo (solo), me postré sobre mi rostro y clamé, diciendo: “¡Ay, Señor Yahvé! ¿Vas a destruir todo el resto de Israel, derramando tu cólera sobre Jerusalén?” 9[8626]Me respondió: “La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es demasiado grande; la tierra se ha llenado de sangre y la ciudad está atestada de injusticias; porque dicen: Yahvé ha abandonado la tierra, Yahvé no ve nada. 10Por eso tampoco perdonará mi ojo, y ya no tendré piedad; haré recaer sus obras sobre su cabeza.”

11Y he aquí que aquel varón vestido de lino, que tenía en su cintura el tintero, vino a dar parte, diciendo: “He hecho según me mandaste.”

EZEQUIEL 10
Baja fuego sobre la ciudad infiel

1Miré y vi que en el firmamento que estaba sobre las cabezas de los Querubines, apareció una como piedra de zafiro, que figuraba sobre ellos a manera de un trono. 2[8627]Y habló Él al varón vestido de lino, diciendo: “Métete por entre las ruedas, por debajo del Querubín, y llena tus manos de brasas de fuego de entre los Querubines, y espárcelas sobre la ciudad.” Y él fue a vista mía.

3Los Querubines estaban de pie a la derecha de la Casa cuando fue aquel varón; y la nube llenaba el atrio interior. 4[8628]Entonces la gloria de Yahvé se elevó de encima de los Querubines y (se trasladó) al umbral de la Casa, la cual se llenó de la nube, y el atrio se hinchó del resplandor de la gloria de Yahvé. 5El ruido de las alas de los Querubines se oía hasta el atrio exterior, a manera de la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

6Luego que Él hubo mandado al varón vestido de lino, diciendo: “Saca fuego de entre las ruedas, de en medio de los Querubines”, entró aquel y se paró junto a una rueda. 7Y un Querubín alargó su mano de en medio de los Querubines, hacia el fuego que se hallaba entre los Querubines, tomó (de él) y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino; el cual lo tomó y se marchó.

Descripción de los Querubines

8[8629]Se mostró entonces que los Querubines tenían algo como brazos de hombre, bajo sus alas. 9Y miré, y he aquí que había cuatro ruedas junto a los Querubines, una rueda al lado de cada Querubín; y el aspecto de las ruedas era semejante al resplandor de la piedra de Tarsis. 10En cuanto a su forma, las cuatro tenían una misma estructura, como si una rueda estuviese atravesando a otra rueda. 11[8630]Cuando se movían, iban hacia sus cuatro lados; no mudaban de frente cuando caminaban, pues hacia la parte adonde se dirigían sus cabezas, allí andaban, de modo que no tenían que mudar de frente cuando caminaban. 12Todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos y sus alas estaban llenos de ojos y también las ruedas en toda la superficie de las cuatro ruedas.

13[8631]Y oí que las ruedas tenían el nombre de “volubles”. 14[8632]Cada uno (de los Querubines) tenía cuatro caras: la primera cara era cara de Querub, la segunda, cara de hombre, la tercera, cara de león, y la cuarta, cara de águila. 15Y se levantaron los Querubines. Eran los mismos seres vivientes que yo había visto junto al río Cobar. 16Al caminar los Querubines, caminaban también las ruedas a su lado, y cuando los Querubines levantaban sus alas para remontarse de la tierra, las ruedas no se apartaban de ellos. 17Cuando se detenían aquellos, se detenían también estas, y al levantarse aquellos, se levantaban estas con ellos, porque el espíritu del ser viviente estaba en ellas.

La gloria del señor sale del templo

18[8633]Entonces la gloria de Yahvé partió del umbral de la Casa y se puso encima de los Querubines. 19Y alzando los Querubines sus alas, se remontaron del suelo, a mi vista, y salieron con las ruedas a su lado. Se detuvieron a la entrada de la puerta oriental de la Casa de Yahvé, y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. 20Eran los mismos seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel junto al río Cobar; y comprendí que eran Querubines. 21Cada uno tenía cuatro caras, y cada uno tenía cuatro alas; y debajo de sus alas tenían algo como una mano de hombre. 22Y era la figura de sus caras como las caras que yo había visto junto al río Cobar; tenían el mismo aspecto eran los mismos. Cada uno se movía según la dirección de su cara.

EZEQUIEL 11
Castigo de los príncipes del pueblo

1[8634]Me arrebató el Espíritu y me llevó a la puerta oriental de la Casa de Yahvé, que mira hacia el oriente; y he aquí, a la entrada de la puerta, veinte y cinco hombres; y vi en medio de ellos a Jezonías, hijo de Azur, y a Feltías hijo de Banaías, príncipes del pueblo. 2Y me dijo: “Hijo de hombre, estos son los hombres que urden maldades y dan perversos consejos en esta ciudad. 3Estos son los que dicen «¿Acaso no han sido construidas poco ha, casas? Esta (ciudad) es la olla, y nosotros somos la carne.»”

4Por eso profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre. 5Y vino sobre mí el Espíritu de Yahvé, y me dijo: “Habla. Así dice Yahvé: De esta manera habéis hablado, oh casa de Israel, pero Yo conozco lo que pensáis en vuestro corazón. 6Habéis multiplicado los muertos en esta ciudad y llenado de cadáveres sus calles.

7Por eso así dice Yahvé, el Señor: Vuestros muertos que habéis dejado en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla. Pero Yo os sacaré de en medio de ella. 8Teméis la espada, por eso haré venir sobre vosotros la espada, dice Yahvé, el Señor. 9[8635]Os sacaré fuera de ella, y os entregaré en manos de los extranjeros, y ejerceré entre vosotros la justicia. 10[8636]Al filo de la espada caeréis; en los confines de Israel os juzgaré y conoceréis que Yo soy Yahvé. 11Esta (ciudad) no será vuestra olla, ni vosotros seréis la carne en medio de ella. En el territorio de Israel voy a juzgaros. 12Y conoceréis que Yo soy Yahvé cuyos preceptos vosotros no habéis observado ni cumplido sus leyes; al contrario, habéis seguido las costumbres de las naciones que os rodean.”

13Estaba yo aún vaticinando cuando murió Feltías, hijo de Banaías; y caí sobre mi rostro, y clamé con voz fuerte, diciendo: “¡Ay, Yahvé, Señor! ¿Tú vas a acabar con el resto de Israel?”

Promesa en favor de los cautivos

14Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 15[8637]“Hijo de hombre, tus hermanos, sí, tus hermanos, tus parientes más cercanos, y toda la casa de Israel, estos son aquellos a quienes dicen los habitantes de Jerusalén: «Alejaos de Yahvé; a nosotros nos ha sido dada en posesión esta tierra.» 16[8638]Por eso has de anunciar: Así dice Yahvé, el Señor: Aunque los he llevado lejos, entre las naciones, y aunque los he dispersado por los países, Yo mismo les serviré, por un breve tiempo, de santuario en medio de los territorios adonde se han ido.

17[8639]Vaticina, pues: Así dice Yahvé, el Señor: Yo os reuniré de entre los pueblos, y os recogeré de entre los países en los cuales habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel. 18Volverán allá, y quitarán de ella todos sus ídolos y todas sus abominaciones. 19[8640]Yo les daré un mismo sentir, y pondré en sus corazones un nuevo espíritu; quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne; 20para que observen mis preceptos, y guarden mis leyes y las practiquen; y serán ellos mi pueblo, y Yo seré su Dios. 21Pero a aquellos, cuyo corazón sigue los deseos de sus ídolos y abominaciones, les echaré sus obras sobre su cabeza, dice Yahvé, el Señor

El Señor se retira de la ciudad

22Entonces los Querubines alzaron sus alas y los siguieron las ruedas; y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 23[8641]La gloria de Yahvé se elevó (retirándose) de la ciudad, y se paró sobre el monte que está al oriente de la ciudad. 24[8642]Luego me alzó el Espíritu y me llevó en visión, en espíritu de Dios, a Caldea donde estaban los cautivos. Y desapareció de mí la visión que había tenido. 25Después dije a los cautivos todo lo que Yahvé me había manifestado.

EZEQUIEL 12
Ezequiel profetiza la fuga del rey

1[8643]Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 2[8644]“Hijo de hombre, tú habitas en medio de una casa de rebeldes, que tienen ojos para ver, y no ven; oídos para oír y no oyen; porque son una casa rebelde. 3Tú, pues, hijo de hombre, prepárate bagaje de cautiverio, y sal al cautiverio, en pleno día, viéndolo ellos. Trasládate de tu lugar a otro lugar ante sus ojos; tal vez comprendan, pues son casa rebelde. 4[8645]Sacarás tu bagaje, como bagaje de cautiverio, en pleno día, delante de sus ojos, y saldrás por la tarde a vista de ellos como uno que va al cautiverio, 5haciendo, en presencia de ellos, una abertura en la pared por la cual sacarás (el bagaje). 6Ante su vista te lo echarás al hombro, y lo llevarás de noche, cubierta tu cara para no ver la tierra; pues te he puesto como señal para la casa de Israel.”

7Yo hice así, como se me había mandado. Saqué en pleno día mi bagaje, como bagaje de cautiverio; por la tarde hice con la mano un agujero en la pared, y de noche saqué (el bagaje) y alzándolo a la vista de ellos lo eché al hombro: 8Y recibí por la mañana esta palabra de Yahvé: 9“Hijo de hombre, ¿no te han preguntado los de la casa de Israel, esta casa rebelde: «¿Qué estás haciendo?» 10Dile: Así habla Yahvé, el Señor: Este oráculo es para el príncipe que está en Jerusalén, y para toda la casa de Israel que habita en medio de ella. 11Dirás: Yo os sirvo de señal. Como yo he hecho, así se hará con ellos; al destierro, al cautiverio irán. 12El príncipe que está en medio de ellos se echará (su bagaje) al hombro, siendo de noche, y partirá; le harán un agujero en la pared para sacarlo por allí; y se cubrirá el rostro para que no vea con sus ojos la tierra. 13[8646]Mas Yo extenderé sobre él mi red, y quedará preso en mi lazo, y le haré llevar a Babilonia, tierra de los caldeos; pero no la verá, y allí morirá. 14Y a todos los de su servicio, sus auxiliares y sus soldados todos los esparciré a todo viento y desenvainaré la espada en pos de ellos. 15Y conocerán que Yo soy Yahvé, cuando los haya dispersado entre las naciones y diseminado en los países. 16[8647]Pero preservaré a algunos de ellos de la espada, del hambre y de la peste, a fin de que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde llegaren. Y conocerán que Yo soy Yahvé.”

17Y recibí de Yahvé esta palabra: 18[8648]“Hijo de hombre, come tu pan con temor y bebe tu agua con temblor y angustia. 19[8649]Y di al pueblo del país: Así habla Yahvé, el Señor, respecto de los habitantes de Jerusalén y de la tierra de Israel: Comerán su pan con angustia, y con espanto beberán su agua; porque la tierra será despojada de cuanto contiene, a causa de las injusticias de todos sus habitantes. 20Serán asoladas las ciudades pobladas, y el país se convertirá en desierto; y conoceréis que Yo soy Yahvé.”

Seguridad del inminente castigo

21Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo: 22[8650]“Hijo de hombre, ¿qué refrán es ese que tenéis en el país de Israel y que dice: «Se van prolongando los días, y no se cumplen las visiones»? 23Por esto diles: Yo acabaré con este refrán; no lo repetirán más en Israel. Al contrario, diles: Ya están cerca los días y el cumplimiento de toda visión. 24Pues no habrá más visión vana ni adivinación lisonjera en la casa de Israel. 25[8651]Porque Yo, Yahvé, hablaré; y cuanto dijere se cumplirá; no se diferirá para más adelante; en vuestros días, oh casa rebelde, diré una palabra, y la cumpliré”, dice Yahvé, el Señor.

26Y me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 27[8652]“Hijo de hombre, mira lo que dice la casa de Israel: «La visión que este ve es para días lejanos; para tiempos remotos profetiza él». 28Por lo tanto diles: Así dice el Señor, Yahvé: No se diferirá ya ninguna de mis palabras; la palabra que Yo dijere se cumplirá”, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 13
Contra los falsos profetas

1Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 2[8653]“Hijo de hombre, vaticina contra los profetas de Israel que profetizan; y di a los profetas que siguen su propio corazón: Oíd la palabra de Yahvé. 3Así dice Yahvé, el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan tras su propio espíritu, sin haber visto nada! 4Como zorras del desierto, así son tus profetas, oh Israel. 5[8654]No habéis subido a las brechas, ni habéis amurallado la casa de Israel para que se mantenga firme en el combate el día de Yahvé. 6Han visto vanidad y (pronunciado) oráculos mentirosos, diciendo: «Habla Yahvé», sin que Yahvé los haya enviado. ¡Y con todo esperan el cumplimiento de su palabra! 7[8655]¿No habéis visto acaso visiones falsas? ¿No pronunciáis oráculos mentirosos cuando decís: «Dice Yahvé» siendo así que Yo nada he hablado?”

8Por eso así dice Yahvé, el Señor: “Por cuanto habéis hablado vanidad y habéis visto mentira, por tanto he aquí que vengo a vosotros, dice Yahvé, el Señor. 9[8656]Y extenderé mi mano contra los profetas que tienen visiones vanas y vaticinan mentira. No formarán parte de la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el registro de la casa de Israel, ni volverán a la tierra de Israel; y conoceréis que Yo soy Yahvé, el Señor. 10[8657]¡Cómo han extraviado a mi pueblo, diciendo: «Paz», y no había paz! Cuando (el pueblo) edifica una muralla, ellos la revocan con barro. 11Di a los que revocan con barro, que ella caerá. Vendrán inundaciones de agua, y arrojaré piedras de hielo que caerán (del cielo) y un huracán la derribará. 12Y caída la muralla, ¿acaso no se os dirá: «¿Dónde está el barro con que la revocasteis?» 13[8658]Por eso, así dice Yahvé, el Señor: En mi furor desencadenaré un huracán, y a causa de mi cólera vendrán aguas inundadoras, y a causa de mi ira piedras de hielo para arrasarla. 14[8659]Y destruiré la muralla que habéis revocado con barro y la igualaré al suelo; se descubrirán sus cimientos y caerá, y vosotros pereceréis en medio de ella; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

15Así desfogaré mi ira en la muralla y en los que la revocaron con barro, y os diré: Ya no hay muralla ni los que la revocaron. 16Ya no hay profetas de Israel que profetizan a Jerusalén, y ven a favor de ella visiones de paz cuando no hay paz, dice Yahvé, el Señor.

Contra las profetisas mentirosas

17[8660]Y tú, oh hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo, que profetizan a su capricho, y vaticina contra ellas. 18[8661]Dirás: Así habla Yahvé, el Señor: ¡Ay de las que cosen almohadillas para todas las articulaciones de los brazos y hacen cabezales de todo tamaño para las cabezas, a fin de cazar almas! ¿Creéis acaso que cazando las almas de mi pueblo podréis salvar las vuestras? 19[8662]Vosotras me profanáis delante de mi pueblo por un puñado de cebada y un bocado de pan, haciendo morir las almas que no deben morir, y salvando las almas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira.

20Por eso, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo odio vuestras almohadillas con las que cazáis las almas, como (se cazan) las aves; Yo las arrancaré de vuestros brazos, y dejaré volar las almas que estáis cazando. 21Rasgaré vuestros cabezales, y libraré a mi pueblo de vuestro poder, para que no sean más presa de vuestras manos. Y conoceréis que Yo soy Yahvé.

22[8663]Pues con mentiras habéis afligido el corazón del justo, a quien Yo no quería afligir, y habéis fortalecido los brazos del impío, para que no se convierta de su mal camino y viva. 23Por eso no tendréis ya visiones vanas ni pronunciaréis oráculos; Yo libraré a mi pueblo de vuestra mano, y conoceréis que Yo soy Yahvé.

EZEQUIEL 14
Castigo de los ancianos idólatras

1[8664]Vinieron a mí algunos varones de entre los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí. 2Entonces me habló Yahvé en estos términos: 3[8665]“Hijo de hombre, estos hombres se han erigido ídolos en sus corazones y han puesto ante sus ojos el escándalo de su maldad. ¿Acaso Yo me dejaré consultar por ellos? 4[8666]Por eso, háblales, diciendo: Así dice Yahvé, el Señor: Todo hombre de la casa de Israel que se erija ídolos en su corazón y ponga ante sus ojos el escándalo de su maldad, cuando viniere al profeta, Yo, Yahvé, le responderé según la multitud de sus ídolos; 5a fin de prender a la casa de Israel en (los deseos de) su corazón, ya que todos ellos se han apartado de Mí, para seguir sus ídolos.

6Por lo cual, habla a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: Volveos, y convertíos de vuestros ídolos y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones. 7[8667]Porque a todo hombre de la casa de Israel y a todo extranjero que mora en Israel, que dejare de ir en pos de Mí, erigiendo para sí ídolos en su corazón y poniendo ante sus ojos el escándalo de su maldad, si viniere al profeta para consultarle acerca de Mí, Yo, Yahvé, le responderé por Mí mismo. 8[8668]Y pondré mi rostro contra ese hombre, y haré de él un espanto, para que sea una señal y un proverbio, y le exterminaré de en medio de mi pueblo; y conoceréis que Yo soy Yahvé. 9Y si el profeta se deja inducir al error y habla, soy Yo, Yahvé quien engañaré a tal profeta; y extenderé mi mano contra él y le exterminaré de en medio de Israel, mi pueblo. 10Así llevarán (la pena) de su iniquidad. Como la iniquidad del que pregunta, así será la iniquidad del profeta, 11a fin de que en adelante no se desvíe de Mí la casa de Israel ni se contamine más con todos sus pecados. Entonces serán mi pueblo, y Yo seré su Dios”, dice Yahvé, el Señor.

Solo algunos escaparán a la ruina

12Me llegó la palabra de Yahvé, diciendo: 13[8669]“Hijo de hombre, cuando un país pecare contra Mí, cometiendo infidelidad, y Yo extendiere contra él mi brazo, quebrando el báculo de su pan, enviándole hambre y matándole hombres y bestias; 14[8670]aunque se hallasen en él estos tres varones: Noé, Daniel y Job, tan solo ellos, por su justicia, salvarían su vida, dice Yahvé, el Señor. 15Si yo hiciere pasar bestias feroces por ese país para devastarlo, de modo que venga a ser un desierto intransitable, a causa de las fieras, 16si estos tres varones estuvieran allí, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, no podrían librar ni a hijos ni a hijas; ellos solos se librarían, y el país quedaría desolado.

17O si Yo enviando la espada contra aquel país dijere: “¡Espada, pasa por ese país, para que le mate hombres y bestias!” 18[8671]Si estos tres varones estuvieran allí, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, no podrían librar ni a hijos ni a hijas, sino que tan solo ellos mismos se salvarían. 19O si Yo mandare contra aquel país la peste, para derramar sobre él mi ira con sangre, y exterminar del mismo, hombres y bestias, 20si Noé, Daniel y Job estuvieran entre ellos, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, con toda su justicia no podrían salvar ni a hijo ni a hija; salvarían tan solo la propia vida.

21[8672]Pues así dice Yahvé, el Señor: ¿Cuánto más (perecerá) Jerusalén si Yo enviare contra ella mis cuatro azotes terribles (juntamente): la espada, el hambre, los animales feroces y la peste, para exterminar allí hombres y bestias? 22[8673]Sin embargo quedará en ella un resto que escapará, que saldrá con hijos e hijas. He aquí que vendrán a vosotros; y veréis sus caminos y sus obras; y comprenderéis el mal que habré hecho venir sobre Jerusalén; de todo lo que habré traído sobre ella. 23Lo comprenderéis, cuando viereis su camino y sus obras; y conoceréis que no sin razón hice lo que hice en ella”, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 15
Israel, la vid seca

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos:

2“Hijo de hombre, ¿qué ventaja tiene la vid

sobre cualquier otra madera, sobre todos los sarmientos

que hay entre los árboles del bosque?

3[8674]¿Acaso se tomará de ella madera

para hacer obra alguna?

¿O se hace de ella una estaca para

colgar de ella un objeto?

4[8675]He aquí que se echa al fuego para ser devorada;

el fuego consume sus dos cabos,

y también lo de en medio se quema.

¿Servirá acaso para obra alguna?

5Si estando incólume

no servía para ninguna obra,

¡cuánto menos luego de consumida por el fuego y quemada

servirá para una obra!

6Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

Lo que se hace con el leño de la vid entre las maderas del bosque,

la cual Yo entrego como pasto al fuego,

así haré con los habitantes de Jerusalén.

7[8676]Volveré contra ellos mi rostro:

de un fuego han escapado,

y (otro) fuego los consumirá;

y conoceréis que Yo soy Yahvé

cuando vuelva mi rostro contra ellos.

8Y convertiré el país en un desierto,

por cuanto se rebelaron contra Mí”,

dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 16
Alegoría de la historia de Israel

1Vino a mí la palabra de Yahvé, diciendo: 2[8677]“Hijo de hombre, echa en cara a Jerusalén sus abominaciones. 3[8678]Dirás: Así habla Yahvé, el Señor, a Jerusalén: Según tu origen y tu nacimiento procediste de la tierra del cananeo; tu padre era un amorreo y tu madre una hetea. 4Al nacer, el día que saliste a luz, no te fue cortado el ombligo, ni fuiste lavada con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal, ni envuelta en pañales. 5[8679]Ningún ojo se apiadó de ti ni tuvo compasión para prestarte uno de estos servicios, sino que fuiste arrojada sobre el campo, con desprecio de tu vida, el día en que naciste.

6[8680]Mas pasando Yo cerca de ti, te vi cómo pataleabas en tu sangre, y te dije cuando estabas en tu sangre: «¡Vive!» Sí, cuando estabas en tu sangre, te dije: «¡Vive!» 7[8681]Te hice crecer como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; se formaron tus pechos y te creció el pelo; pero estabas desnuda y sin abrigo. 8[8682]Y pasé junto a ti y te vi; era tu tiempo, el tiempo del amor; y extendí sobre ti las faldas de mi (manto) y cubrí tu desnudez, y te hice un juramento y entré en alianza contigo, dice Yahvé, el Señor; y así viniste a ser mía.

9Te lavé con agua, te limpié de la sangre que tenías encima y te ungí con óleo. 10Te vestí de ropa recamada, te calcé de piel de tejón, te ceñí de lino fino y te cubrí de seda. 11Te engalané con joyas, puse brazaletes en tus brazos y un collar en tu cuello. 12Coloqué también un anillo en tu nariz, zarcillos en tus orejas y una magnífica diadema en tu cabeza. 13[8683]Y quedaste ataviada con oro y plata; tu vestido era de lino fino y de seda recamada; te nutriste con flor de harina, con miel y aceite; y viniste a ser extraordinariamente hermosa y llegaste a ser reina. 14[8684]Se hizo famoso tu nombre entre las naciones, gracias a tu hermosura, la cual era perfecta por los adornos que Yo había puesto en ti, dice Yahvé, el Señor.

15Pero confiaste en tu belleza y prostituiste tu nombre y ofreciste tus fornicaciones a todos los transeúntes, entregándote a ellos. 16[8685]Tomando tus vestidos te hiciste toda clase de lugares altos y te prostituiste en ellos; cosa que nunca se había hecho ni se verá en adelante. 17Echaste mano de tus hermosas joyas hechas de mi oro y mi plata, las que Yo te había regalado; y te hiciste simulacros humanos y fornicaste con ellos. 18[8686]Tomaste tus vestidos recamados, y con ellos los cubriste y les ofreciste mi aceite y mi incienso. 19Mi pan también que Yo te había dado y con que te alimentaba, la flor de harina, el aceite y la miel, los pusiste delante de ellos como (ofrenda) de suave olor. Tal cosa sucedió, dice Yahvé, el Señor.

20Asimismo tomaste tus hijos y tus hijas, que habías dado a luz para Mí, y se los sacrificaste para que les sirviesen de pasto. Y como si fuese cosa insignificante tu fornicación, 21[8687]degollaste a mis hijos, y los entregaste haciéndolos pasar (por el fuego) en honor de ellos. 22[8688]En todas tus abominaciones y fornicaciones no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y sin abrigo y pataleabas en tu sangre.

23Y después de tanta malicia tuya — ¡ay, ay de ti! dice Yahvé, el Señor— 24te edificaste una altura y te hiciste altares en todas las plazas. 25En cada encrucijada de camino te construiste una altura y desfiguraste tu hermosura, entregándote a cualquier transeúnte y multiplicando tus fornicaciones. 26Fornicaste con los hijos de Egipto, tus gordos vecinos, y multiplicaste tus fornicaciones, para irritarme. 27[8689]Y he aquí que Yo extendí mi mano contra ti, disminuí tu porción y te entregué al capricho de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que se avergonzaban de tu mala conducta.

28No saciada aún te prostituiste a los hijos de Asiria; fornicaste con ellos; mas tampoco así quedaste satisfecha. 29[8690]Cometiste muchas fornicaciones en la tierra de Canaán, hasta la Caldea; y tampoco con esto te saciaste.

30[8691]¡Cuán débil es tu corazón! dice Yahvé, el Señor. ¡Haces todas estas fechorías como la ramera más desvergonzada! 31¡Te edificaste santuarios en todas las encrucijadas y te construiste altares en todas las plazas aunque no eres como las (otras) rameras por cuanto desdeñas la paga (de la prostitución)! 32Tú eres la adúltera, que en vez de su marido se acoge a extraños. 33[8692]A todas las rameras se les da paga, pero tú pagabas a todos tus amantes, y les hacías regalos, para que de todas partes viniesen a fornicar contigo. 34Y ha sucedido contigo, en tus fornicaciones, lo contrario de lo que sucede con (otras) mujeres, pues ninguno te buscaba y tú dabas paga en lugar de recibirla. Así has sido lo contrario (de otras).

Castigo de Judá como adúltera

35Por eso, oh ramera, escucha la palabra de Yahvé. 36[8693]Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto ha sido malgastado tu dinero y se ha descubierto tu desnudez en tus fornicaciones con tus amantes y con todos tus ídolos abominables, y a causa de la sangre de tus hijos que tú les ofreciste, 37por eso, he aquí que congregaré a todos tus amantes con quienes te deleitaste; a todos los que has amado y a todos los que has aborrecido, los reuniré alrededor de ti, y les descubriré tu desnudez, para que vean toda tu vergüenza. 38[8694]Y te juzgaré como son juzgadas las adúlteras, y las que derraman sangre; y te haré víctima de furor y de celos. 39Te entregaré en sus manos, y destruirán tus santuarios, derribarán tus altares, te despojarán de tus vestidos, robarán tus magníficos adornos y te dejarán completamente desnuda. 40Reunirán contra ti una multitud, te apedrearán y te atravesarán con sus espadas. 41[8695]Pegarán fuego a tus casas y ejecutarán en ti juicios, a la vista de muchas mujeres; y así cesarás de ser fornicaria, y no darás más regalos.

42Así desahogaré en ti mi ira y no tendré más celos de ti; me calmaré y ya no me irritaré. 43Por no haberte tú acordado de los días de tu juventud y por haberme irritado con todo esto, por eso he aquí que Yo por mi parte he echado tus obras sobre tu cabeza, dice Yahvé, el Señor; y no cometerás más estos crímenes ni todas estas tus abominaciones.

44He aquí que todos los que saben aquel proverbio lo aplicarán a ti, diciendo: «Cual la madre, tal su hija». 45[8696]Hija eres de tu madre, que aborreció a su marido y a sus hijos; y hermana eres de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre es una hetea y vuestro padre un amorreo.

46[8697]Tu hermana mayor es Samaria, ella con sus hijas, que habita a tu izquierda; y tu hermana menor, que habita a tu derecha, es Sodoma con sus hijas. 47[8698]No solamente has seguido los caminos de ellas obrando conforme a sus abominaciones —demasiado poco era esto para ti— sino que has sido más perversa que ellas en todo tu proceder. 48Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no hizo tu hermana Sodoma, ella y sus hijas, lo que tú y tus hijas habéis hecho. 49[8699]He aquí cuál fue el crimen de tu hermana Sodoma: la soberbia, la hartura de pan, el reposo ocioso que gozaron ella y sus hijas, y el no socorrer al pobre y al menesteroso. 50[8700]Y así se ensoberbecieron, y cometieron lo que era abominable delante de Mí; por eso las quité de en medio conforme a lo que he visto. 51Samaria no cometió ni la mitad de tus pecados; al contrario, tú has cometido más abominaciones que tus hermanas, y las has justificado por medio de todas las abominaciones por ti cometidas.

52Lleva tu ignominia, tú que has juzgado a tus hermanas, ya que por tus pecados te has mostrado más abominable que ellas, con lo cual son más justas que tú. Avergüénzate por tu parte, y lleva tu oprobio, por cuanto has justificado a tus hermanas.

Perdón y nueva alianza

53[8701]Mas Yo mudaré el cautiverio de ellas, el cautiverio de Sodoma y de sus hijas, el cautiverio de Samaria y de sus hijas, y también el cautiverio de tus cautivos juntamente con ellas, 54a fin de que lleves tu oprobio y te avergüences de todo lo que has hecho y les seas a ellas motivo de consuelo. 55[8702]Tu hermana Sodoma y sus hijas volverán a su antiguo estado; Samaria y sus hijas volverán a su antiguo estado. Así también tú y tus hijas volveréis a vuestro primer estado. 56[8703]Tú no mencionabas ni siquiera el nombre de tu hermana Sodoma, en los días de tu soberbia, 57antes que se descubriese tu malicia, como sucede ahora que llevas la afrenta de las hijas de la Siria y de todos sus alrededores, y de las hijas de los filisteos que te insultan por todos lados. 58Ahora tienes que llevar tu maldad y tus abominaciones, dice Yahvé, el Señor.

59Porque así dice Yahvé, el Señor: Te trataré según tus obras, pues despreciaste el juramento y quebrantaste la alianza.

60Pero me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu mocedad, y estableceré contigo una alianza eterna. 61[8704]Entonces te acordarás de tus caminos, y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas, tanto tus hermanas mayores como tus menores, que Yo te daré por hijas, pero no en virtud de tu alianza. 62Y estableceré contigo mi alianza, y conocerás que Yo soy Yahvé; 63[8705]para que te acuerdes y te avergüences, y avergonzada no vuelvas más a abrir tu boca, cuando Yo te haya perdonado todo lo que has hecho”, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 17
Parábola del águila, del cedro y de la vid

1[8706]Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo: 2“Hijo de hombre, propón un enigma y narra una parábola a la casa de Israel. 3[8707]Dirás:

Así habla Yahvé, el Señor:

El águila grande,

de inmensas alas

y plumas largas,

cubierta de plumaje de varios colores,

vino al Líbano

y se llevó la cima del cedro;

4arrancó el más alto de sus renuevos,

lo trasladó al país de Canaán

y lo puso en una ciudad de comerciantes.

5[8708]Luego tomó de la semilla de la tierra

y la sembró en un campo de plantación;

la sembró junto a muchas aguas

y la plantó como un sauce.

6[8709]Brotó y se hizo una vid de mucha extensión,

pero de poca elevación,

para que sus sarmientos se dirigiesen hacia aquella (águila)

y sus raíces estuviesen debajo de ella.

Llegó, pues, a ser una parra

que produjo ramas

y echó retoños.

7[8710]Había también (otra) águila grande,

de enormes alas y plumaje;

y he aquí que aquella vid

dirigió sus raíces hacia esta

y desde el terreno donde estaba plantada hizo brotar

sus sarmientos hacia ella para ser regada,

8aunque había sido plantada en tierra buena

junto a muchas aguas,

para que echase ramas,

llevase fruto

y llegase a ser una parra magnífica.

9[8711]Di: Así dice Yahvé, el Señor:

¿Acaso prosperará?

¿No arrancará sus raíces (la primera águila)?

¿No destruirá sus frutos para que se seque?

Se secarán todas las hojas tiernas que echó.

Sin gran esfuerzo ni mucha gente

la arrancará de raíz.

10Cierto es que ha sido plantada. Pero ¿prosperará?

¿No se secará por completo cuando la toque el viento solano?

En el terreno en que había brotado se secará.”

Aplicación de la parábola

11Y me vino la palabra de Yahvé, que dijo: 12“Di a la casa rebelde: ¿No sabéis lo que quiere decir esto? He aquí que vino el rey de Babilonia a Jerusalén, se apoderó de su rey y de sus príncipes y los llevó consigo a Babilonia. 13[8712]Y tomando a uno de la estirpe real, hizo pacto con él, y le hizo jurar, y sacó del país a los valientes, 14para que el reino quedase abatido sin (posibilidad de) levantarse y guardase el pacto para subsistir. 15Pero se rebeló contra él y envió sus embajadores a Egipto para que este le diese caballos y mucha gente. ¿Acaso prosperará? ¿Escapará quien hizo tal cosa? ¿Podrá salvarse el que rompió el pacto?

16Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que en la residencia del rey que le puso sobre el trono y cuyo juramento él despreció, quebrantando su pacto, con ese mismo (rey) morirá, en medio de Babilonia. 17[8713]Y cuando se levanten terraplenes y se edifiquen torres para destrucción de muchas vidas, el mismo Faraón con su gran fuerza y numeroso ejército no tendrá gana de luchar por él. 18[8714]Pues despreció el juramento y quebrantó el pacto, después de haber dado la mano. Por cuanto ha hecho todas estas cosas, no escapará.

19Por lo tanto, así dice Yahvé, el Señor: Por mi vida que echaré sobre su cabeza mi juramento que él ha despreciado, y mi pacto que él ha quebrantado. 20Extenderé sobre él mi red, y quedará preso en mi malla; le llevaré a Babilonia y allí le juzgaré por la traición que me hizo. 21Y caerán al filo de la espada todos los fugitivos de todas sus tropas, y los que quedaren serán esparcidos a todos los vientos; y conoceréis que Yo, Yahvé, he hablado.

Promesa mesiánica

22[8715]Así dice Yahvé, el Señor:

También Yo tomaré (una rama) de la cima del alto cedro y la plantaré;

de lo más alto de sus renuevos arrancaré un tierno ramito

y lo plantaré en un monte alto y elevado.

23Sobre el alto monte de Israel lo plantaré,

y echará ramas y producirá su fruto,

y llegará a ser un cedro magnífico;

debajo del cual habitarán todos los pájaros;

a la sombra de sus ramas morarán todos los volátiles.

24Y conocerán todos los árboles del campo

que Yo soy Yahvé,

que Yo humillé el árbol alto

y ensalcé el árbol humilde,

que Yo sequé el árbol verde

e hice florecer el árbol seco.

Yo, Yahvé, he hablado y lo haré.”

EZEQUIEL 18
De la responsabilidad individual

1Me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 2[8716]“¿Por qué vosotros que sabéis hablar en proverbios aplicáis al país de Israel este refrán:

«Los padres comieron el agraz,

y los hijos sufren la dentera»?

3Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no tendréis más necesidad de decir este refrán en Israel. 4[8717]He aquí que todas las almas son mías; mías son el alma del padre como el alma del hijo, mas el alma que pecare, esa morirá.

5Si un hombre es justo y vive según derecho y justicia; 6[8718]si no banquetea en los montes ni alza sus ojos a los ídolos de la casa de Israel; si no mancha a la mujer de su prójimo ni se acerca a mujer durante su impureza; 7[8719]si no oprime a nadie y devuelve al deudor la prenda; si no roba nada; si parte su pan con el hambriento y cubre al desnudo con vestido; 8[8720]si no presta a usura ni acepta interés; si retira su mano de lo que es malo y juzga entre hombre y hombre según la verdad; 9[8721]si sigue mis preceptos y guarda mis juicios para obrar rectamente; ese tal es justo, ese vivirá, dice Yahvé, el Señor.

10[8722]Pero si engendra a un hijo violento que vierte sangre y comete contra su hermano alguna de estas cosas, 11y lejos de hacer aquellas cosas (buenas) banquetea sobre los montes y mancha a la mujer de su prójimo, 12oprime al pobre y al desvalido, comete rapiñas, no devuelve la prenda y alza los ojos a los ídolos, haciendo abominación, 13presta a usura y acepta creces ¿acaso este vivirá? No vivirá, habiendo hecho todas estas abominaciones. Morirá sin remedio. Recaerá sobre él su sangre.

14[8723]Mas he aquí que (un hombre) engendra un hijo, que ve todos los pecados que cometió su padre, y viéndolos no hace nada semejante: 15no banquetea sobre los montes, no alza sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, no mancha a la mujer de su prójimo, 16no oprime a nadie ni exige la prenda, no comete rapiñas, parte su pan con el hambriento y cubre al desnudo con vestido, 17retira su mano de la iniquidad, no toma ni usura ni interés, obra según mis leyes y cumple mis preceptos: este no morirá por la iniquidad de su padre; sino que vivirá. 18Su padre, empero, morirá por su iniquidad, porque hizo opresión, despojó a su hermano y obró la maldad en medio de su pueblo.

19Si preguntáis: «¿Por qué no ha de pagar el hijo la iniquidad de su padre?» Porque el hijo ha obrado según derecho y justicia, ha guardado todos mis mandamientos y los ha cumplido; de seguro vivirá. 20[8724]El alma que pecare, esa morirá. El hijo no pagará la iniquidad del padre, ni el padre la iniquidad del hijo; la justicia del justo sobre este mismo recaerá, y la iniquidad del inicuo caerá sobre él mismo.

21[8725]Si el malo se convierte de todos sus pecados cometidos y guarda todos mis preceptos y obra según derecho y justicia, ciertamente vivirá; no morirá. 22No le será imputado ninguno de los pecados que haya cometido. A causa de la justicia que ha obrado vivirá. 23[8726]¿Acaso quiero Yo la muerte del impío? dice Yahvé, el Señor. ¿No (quiero) más bien que vuelva de sus caminos y viva?

24Pero cuando el justo se desviare de su justicia cometiendo iniquidad e imitando todas las abominaciones del impío, ¿acaso vivirá? Ninguna de sus justicias que ha hecho le será imputada. Por la prevaricación en que ha caído, y por el pecado que ha cometido, por ellos morirá.

Los caminos del Señor son justos

25Si decís: «El camino del Señor es torcido», escucha, ¡oh casa de Israel! ¿Acaso es el camino mío el torcido, y no son más bien vuestros caminos los torcidos? 26Si el justo se desvía de su justicia y obra la maldad, y muere a causa de ello, muere por la maldad que ha cometido. 27Asimismo si el impío se convierte de su maldad que ha hecho y obra según derecho y justicia, conserva la vida de su alma. 28Si abre sus ojos y se convierte de todos los pecados que ha cometido, de seguro vivirá; no morirá. 29Y, sin embargo, dice la casa de Israel: «El camino del Señor es torcido». ¿Acaso son torcidos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son más bien vuestros caminos los torcidos?

30Por lo tanto os juzgaré a cada uno conforme a sus caminos, oh casa de Israel, dice Yahvé, el Señor. Convertíos y apartaos de todos vuestros pecados, para que la iniquidad no sea causa de vuestra ruina. 31Echad lejos de vosotros todos vuestros pecados que habéis cometido, y formaos un corazón nuevo y un nuevo espíritu, pues ¿por qué queréis morir, oh casa de Israel? 32[8727]Porque Yo no quiero la muerte del que muere, dice Yahvé, el Señor. ¡Convertíos y viviréis!

EZEQUIEL 19
Elegía sobre los últimos reyes de Judá

1Entona tú una elegía sobre los príncipes de Israel. 2[8728]Dirás:

¿Qué es tu madre?

Una leona que se echó entre leones;

en medio de leoncillos crió sus cachorros.

3Y ensalzó a uno de sus cachorros,

el cual llegó a ser leoncillo;

aprendió a hacer presa y devoró hombres.

4Oyeron de él las gentes,

y quedó preso en su hoyo;

y le llevaron con ganchos a la tierra de Egipto.

5Viendo ella que esperaba (en vano)

y que era infructuosa su esperanza,

tomó otro de sus cachorros

y le puso por leoncillo.

6Andaba este entre los leones,

y se hizo leoncillo;

aprendió a hacer presa y devoró hombres;

7aprendió a hacer viudas y devastar ciudades;

y al oír su rugido se espantaba el país

y cuanto en él había.

8[8729]Pero se echaron sobre él las gentes

de las comarcas circunvecinas;

extendieron sobre él su red,

y quedó preso en su hoyo.

9Le pusieron en una jaula,

con un gancho (en la nariz),

y le llevaron al rey de Babel;

y le metieron en la cárcel,

para que no se oyese más su voz

sobre los montes de Israel.

10[8730]Durante el tiempo de tu prosperidad

tu madre era como una vid,

plantada junto a las aguas,

fecunda y frondosa por las muchas aguas.

11Había en ella ramas fuertes

para cetros de reyes,

se elevaba su tronco por encima de los arbustos,

y sorprendía por su altura

y la multitud de sus sarmientos.

12Mas fue arrancada con furor

y echada a tierra,

y el viento solano secó sus frutos;

se quebraron y se marchitaron

sus robustas ramas y las devoró el fuego.

13Plantada está ahora en el desierto,

en una tierra seca y sedienta;

14[8731]mas salió fuego de una vara de sus ramas,

y devoró su fruto;

y no le queda rama fuerte para cetro de rey.

Elegía es esta, y de elegía servirá.

EZEQUIEL 20
Ingratitud de Israel

1[8732]El año séptimo, el día diez del quinto mes, vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Yahvé, y se sentaron delante de mí. 2[8733]Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 3“Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel en estos términos: Así dice Yahvé, el Señor: ¿Vosotros venís a consultarme? Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no me dejaré consultar por vosotros. 4Júzgalos tú, hijo de hombre, júzgalos tú y muéstrales las abominaciones de sus padres.

5Les dirás: Así habla Yahvé, el Señor: Cuando Yo escogí a Israel, alzando mi mano en favor de la descendencia de la casa de Jacob, y cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, y levanté mi mano para protegerlos, diciendo: Yo soy Yahvé, vuestro Dios; 6[8734]aquel día alcé mi mano (jurando) sacarlos de la tierra de Egipto (y conducirlos) a un país que tenía explorado para ellos y que mana leche y miel, la joya de todos los países. 7[8735]Y les dije: Quitad cada uno las abominaciones de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto; pues Yo soy Yahvé, vuestro Dios. 8[8736]Pero ellos se rebelaron contra Mí y no quisieron escucharme. Ninguno quitó las abominaciones de delante de sus ojos, ni abandonaron los ídolos de Egipto; de modo que pensé derramar sobre ellos mi ira, para desfogar en ellos mi indignación en medio de la tierra de Egipto. 9Mas obrando por la gloria de mi Nombre —para que este no fuese profanado a los ojos de las naciones en medio de las cuales vivían y a cuya vista me manifesté sacándoles de la tierra de Egipto— 10los saqué de la tierra de Egipto y los llevé al desierto.

Desobediencia en el desierto

11Les di mis mandamientos, y les hice conocer mis juicios, por cuya observancia el hombre halla la vida.

12Les di también mis sábados, para que sirvieran de señal entre Mí y ellos, y para que supiesen que Yo soy Yahvé, el que los santifica. 13[8737]Pero se rebeló contra Mí la casa de Israel en el desierto; no siguieron mis mandamientos, sino que despreciaron mis juicios, por cuya observancia el hombre halla la vida, y profanaron sobremanera mis sábados, de modo que pensé derramar sobre ellos mi ira en el desierto, para exterminarlos. 14Pero obré por la gloria de mi Nombre, para que no fuese profanado a la vista de las naciones, en cuya presencia los había sacado.

15[8738]Por eso, a pesar de alzar mi mano en el desierto, (jurándoles) que no los llevaría a la tierra que les había destinado, (tierra) que mana leche y miel, la joya de todas las tierras 16—porque despreciaron mis juicios y no siguieron mis mandamientos y profanaron mis sábados, pues su corazón iba tras sus ídolos—; 17[8739]mi ojo los miró con misericordia, de modo que no les quité la vida ni los exterminé en el desierto.

18[8740]Pero dije a sus hijos en el desierto: No sigáis las observancias de vuestros padres, ni observéis sus costumbres, ni os contaminéis con sus ídolos. 19Yo soy Yahvé, vuestro Dios; seguid mis mandamientos, y observad mis preceptos y practicadlos. 20Y santificad mis sábados, que sean una señal entre Mí y vosotros, para que sepáis que Yo soy Yahvé, vuestro Dios.

21Mas también los hijos se rebelaron contra Mí; no siguieron mis mandamientos, ni observaron mis preceptos para practicarlos, por cuya observancia el hombre halla la vida, y profanaron mis sábados, de modo que pensé derramar sobre ellos mi ira, para desfogar en ellos mi indignación en el desierto. 22Por eso retiré mi mano, obrando por la gloria de mi Nombre, para que no fuese profanado a los ojos de las naciones ante cuya vista los había sacado.

23Nuevamente alcé mi mano en el desierto, (jurándoles) que los esparciría entre las naciones y que los dispersaría por los países, 24porque no observaron mis preceptos, sino que despreciaron mis mandamientos y profanaron mis sábados; pues sus ojos iban tras los ídolos de sus padres. 25[8741]Por eso les di también mandamientos no buenos, y preceptos que no eran para su vida. 26[8742]Y los traté como inmundos en sus oblaciones, cuando hacían pasar (por el fuego) a todo primogénito; (lo hice) para destruirlos a fin de que conociesen que Yo soy Yahvé.

Infidelidad en Canaán

27Por eso, habla a la casa de Israel, oh hijo de hombre, y diles: Así dice Yahvé, el Señor: Vuestros padres me han deshonrado, entre otras infidelidades, también con esta: 28Yo los llevé a la tierra que había jurado darles; mas ellos pusieron los ojos en todo collado alto y en todo árbol frondoso; allí ofrecieron sus sacrificios y presentaron sus ofrendas que me irritaban; allí pusieron sus suaves perfumes y derramaron sus libaciones. 29[8743]Entonces les dije: ¿Qué es esa altura adonde vais? Y lleva el nombre de altura hasta el día de hoy.

30Por tanto di a la casa de Israel: Así habla Yahvé, el Señor: Vosotros os contamináis a la manera de vuestros padres y andáis fornicando tras sus abominaciones. 31Presentando vuestras ofrendas y haciendo pasar por el fuego a vuestros hijos, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta el presente. ¿Y Yo he de dejarme consultar por vosotros, oh casa de Israel? Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no me dejaré consultar por vosotros.

El castigo

32No se efectuará lo que pensáis en vuestro corazón, diciendo: «Nosotros seremos como los gentiles, como los pueblos de (otros) países, sirviendo al leño y a la piedra.”

33Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que con mano fuerte y con brazo extendido y derramando mi ira reinaré Yo sobre vosotros. 34[8744]Os sacaré de entre los pueblos y con mano fuerte, con brazo extendido y con efusión de mi ira os recogeré de los países por donde andáis dispersos, 35[8745]y os llevaré al desierto de los pueblos, y os juzgaré allí cara a cara. 36Como juzgué a vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así os juzgaré a vosotros, dice Yahvé, el Señor. 37Os haré pasar debajo del cayado, y os conduciré con la disciplina de la alianza. 38Y separaré de vosotros a los rebeldes, a los que han pecado contra Mí. Los sacaré de la tierra en que moran, y no entrarán en la tierra de Israel; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

Misericordia y conversión

39[8746]Ahora vosotros, oh casa de Israel, así dice Yahvé, el Señor: ¡Id, y servid cada uno a sus ídolos! Pero después me escucharéis y no contaminaréis más mi santo nombre con vuestros dones y con vuestros ídolos. 40[8747]Porque en mi santo monte, en el monte excelso de Israel, dice Yahvé, el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, todos los que vivan en aquella tierra. Allí les seré propicio; y allí demandaré vuestras ofrendas alzadas, y las primicias de vuestros dones con todo cuanto me consagréis. 41[8748]Os aceptaré como perfume agradable, cuando os haya sacado de entre las naciones y recogido de los países donde habéis sido dispersados; y seré santificado en vosotros a los ojos de los gentiles.

42Y conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando os haya llevado a la tierra de Israel, a la tierra que con mano alzada (he prometido) dar a vuestros padres. 43[8749]Allí os acordaréis de todos vuestros caminos, y de todas vuestras obras con que os habéis contaminado; y tendréis asco de vosotros mismos, por todas las maldades que habéis cometido. 44Y entonces conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando os trate conforme a mi Nombre; no conforme a vuestros malos caminos, ni conforme a vuestras perversas obras, oh casa de Israel”, dice Yahvé, el Señor.

Parábola del incendio del bosque

45Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 46[8750]“Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el sur, y derrama (tu palabra) hacia el austro, y profetiza contra el bosque del campo del Mediodía. 47Dirás al bosque del Mediodía: ¡Escucha la palabra de Yahvé! Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que voy a encender en ti un fuego que abrasará en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se extinguirá la llama del incendio; y por ella serán quemados todos los rostros, desde el sur hasta el norte. 48Y verá toda carne que Yo, Yahvé, lo he encendido y que no se extinguirá.” 49[8751]Y dije yo: “¡Ay, Señor Yahvé! ellos dicen de mí: «Él habla siempre en parábolas».”

EZEQUIEL 21
La espada del Señor sobre Jerusalén

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 2“Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Jerusalén, y derrama (tu palabra) contra los santuarios y profetiza contra la tierra de Israel. 3Dirás a la tierra de Israel: Así dice Yahvé: Mira, Yo vengo contra ti; desenvainaré mi espada y exterminaré en ti al justo y al inicuo. 4[8752]Y por cuanto voy a exterminar en ti al justo y al inicuo, por eso saldrá mi espada contra toda carne, desde el sur hasta el norte; 5y conocerá toda carne que Yo, Yahvé, he sacado mi espada de la vaina, y no retornará más.

6Gime oh hijo de hombre, con quebranto de lomos; gime con amargura a vista de ellos. 7[8753]Y cuando te pregunten: ¿Por qué gimes? contestarás: A causa de una noticia. Porque viene ya, y desmayará todo corazón, desfallecerán todos los brazos, decaerá todo espíritu y todas las rodillas se disolverán en agua. He aquí que viene; ya se cumple” —oráculo de Yahvé, el Señor.

8Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 9“Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla Yahvé, el Señor: Dirás:

¡La espada, la espada afilada y pulida!

10[8754]Está afilada para hacer matanza;

está pulida para brillar como relámpago.

¡Y nosotros nos regocijamos!, (diciendo):

«El cetro de mi hijo se cree mejor

que cualquier otro leño».

11(Dios) La hizo pulir para empuñarla;

esta espada ha sido afilada y pulida,

para darla en mano del matador.

12¡Grita y aúlla, oh hijo de hombre!

Porque ella se dirige contra mi pueblo,

contra todos los príncipes de Israel.

Entregados han sido a la espada,

juntamente con mi pueblo.

Date, pues, golpes en el muslo.

13[8755]Está hecha ya la prueba;

el cetro altanero ya no subsiste,

dice Yahvé, el Señor.

14[8756]Tú oh hijo de hombre, vaticina,

y bate una palma contra otra.

¡Duplique y triplique la espada sus golpes!

Es la espada de la mortandad,

de la grande mortandad que los rodea.

15A fin de que desfallezca el corazón

y caigan muchos,

he puesto junto a todas las puertas

la espada homicida.

¡Ay! ¡Hecha está para fulgurar,

afilada para matar!

16¡Agúzate (oh espada),

da a la derecha, da a la izquierda,

a dondequiera se dirija tu filo!

17Y también Yo batiré palmas,

y desfogaré mi ira.

Yo, Yahvé, he hablado.

18Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 19[8757]“Tú, hijo de hombre, diséñate dos caminos por donde pueda venir la espada del rey de Babilonia. Ambos han de salir de la misma tierra; y pon un indicador; ponlo al principio del camino (que conduce) a la ciudad. 20Traza un camino por el cual la espada vaya a Rabbá de los hijos de Ammón, y otro hacia Judá, contra Jerusalén, la ciudad fuerte. 21Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, donde comienzan los dos caminos, para consultar los oráculos: sacudió las flechas, consultó a los ídolos domésticos, examinó el hígado (de las víctimas). 22El oráculo cayó sobre la derecha, sobre Jerusalén, para colocar los arietes, y abrir una entrada por medio de una brecha, para lanzar gritos de guerra, disponer los arietes contra las puertas, levantar terraplenes, y edificar torres. 23[8758]A los (judíos) esto les parecerá un oráculo mentiroso, pues tienen en su favor juramentos solemnes, mas Él se acuerda de la iniquidad (de ellos) para prenderlos.

24Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: Porque habéis traído a mi memoria vuestra iniquidad, manifestando vuestras prevaricaciones y mostrando vuestros pecados a través de todas vuestras obras, por eso mismo que las habéis rememorado, seréis tomados presos. 25[8759]Y tú, oh profano e impío príncipe de Israel, para quien ha llegado ya el día en que la iniquidad se acaba, 26[8760]así dice Yahvé, el Señor: ¡Depón la tiara, quítate la corona! No es como antes. Será ensalzado lo humilde, y abatido lo alto. 27[8761]¡Ruina, ruina! Haré de ella ruina; ni siquiera esta subsistirá, hasta que venga Aquel cuyo es el derecho, y a quien Yo lo daré.

La espada sobre los ammonitas

28[8762]Y tú, hijo de hombre, vaticina diciendo: Así habla Yahvé, el Señor, sobre los hijos de Ammón y sus insultos. Dirás: «¡La espada, desenvainada está la espada para la matanza, pulida está para devorar y a fin de relumbrar!» 29Te profetizaban vanidades, te vaticinaban mentiras, para hacerla caer sobre el cuello de los profanos, de los impíos, cuyo día ha llegado, el tiempo en que la iniquidad se acaba. 30¡Vuélvela a su vaina! Te juzgaré en el lugar donde fuiste creado, en la tierra de tu nacimiento. 31Derramaré sobre ti mi ira, soplaré contra ti el fuego de mi cólera; y te entregaré en manos de hombres bárbaros, maestros en matar. 32Serás pasto del fuego y tu sangre se derramará por el suelo. ¡No habrá más memoria de ti! Pues Yo, Yahvé, he hablado.

EZEQUIEL 22
Contra los vicios de Israel

1[8763]Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 2“Tú, hijo de hombre, ¿no vas a juzgar? ¿No quieres juzgar a la ciudad sanguinaria? ¿No le mostrarás todas sus abominaciones? 3Dirás: Así habla Yahvé, el Señor: Tú eres una ciudad, la cual derrama sangre dentro de sus propios muros, hasta que llegue su día, y que ha fabricado ídolos contra sí misma para contaminarse. 4[8764]Por la sangre que has derramado, te has hecho culpable, y con los ídolos que has hecho te has contaminado; has apresurado tus días de castigo y has llegado al término de tus años. Por eso te he convertido en el oprobio de los gentiles y en el escarnio de todos los países. 5Los que están cerca de ti y los que están lejos, te insultan, porque con tu grande corrupción has manchado tu nombre.

6He aquí que los príncipes de Israel, cada cual según su poder, no hacen otra cosa que derramar sangre en medio de ti. 7En ti se desprecia al padre y a la madre, y en ti tratan con violencia al extranjero, en ti oprimen al huérfano y a la viuda. 8Tú desprecias mi santuario y profanas mis sábados. 9[8765]Hay en ti hombres que usan de calumnias para derramar sangre, y en ti hay quienes banquetean sobre los montes; crímenes se cometen en medio de ti. 10En ti se descubre la desnudez del padre, y en ti se hace violencia a la mujer en la inmundicia de su impureza. 11En ti uno comete abominación con la mujer de su prójimo, otro amancilla incestuosamente a su nuera, y otro hace violencia a su hermana, la hija de su padre. 12En ti aceptan soborno para derramar sangre; tú cobras usura e interés, despojas a tus vecinos por medio de opresión, y a Mí me echaste en olvido, dice Yahvé, el Señor.

13He aquí que Yo he batido mis palmas a causa de las ganancias injustas que has hecho y por la sangre que se ha derramado en ti. 14¿Podrá mantenerse firme tu corazón, o serán fuertes tus manos en los días que Yo te preparo? Yo, Yahvé, he hablado y cumpliré. 15[8766]Yo te dispersaré entre los gentiles, te desparramaré por los países y quitaré de ti tu inmundicia. 16[8767]Serás profanada en tu propio país, a la vista de los gentiles; y conocerás que Yo soy Yahvé.”

Anuncio del castigo

17Y me llegó la palabra de Yahvé en estos términos. 18[8768]“Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce, estaño, hierro y plomo en medio del horno; no son más que escoria de plata. 19Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Porque habéis venido a ser todos como escoria, por tanto, he aquí que Yo os recogeré en medio de Jerusalén. 20Como quien reúne plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, y sopla allí el fuego para fundirlos, así Yo os juntaré en mi ira y mi indignación; os dejaré allí y os fundiré. 21Os reuniré y soplaré sobre vosotros el fuego de mi ira, y en medio de (Jerusalén) seréis fundidos. 22Como se derrite la plata en el horno, así seréis derretidos en medio de ella; y conoceréis que Yo, Yahvé, he derramado mi ira sobre vosotros.”

Crímenes de los jefes

23Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 24“Hijo de hombre, dile a ella: Tú eres una tierra que no ha sido purificada y no ha sido lavada por la lluvia en el día de la indignación. 25[8769]Hay en medio de ella una conjuración de sus profetas. Como león rugiente que arrebata la presa, así devoran ellos las almas, se apoderan de los bienes y tesoros y multiplican el número de viudas en medio de ella.

26[8770]Sus sacerdotes violan mi Ley y profanan mi Santuario, no distinguen entre lo sagrado y lo profano, no enseñan a distinguir entre lo inmundo y lo puro, cierran sus ojos ante (las violaciones de) mis sábados, y Yo soy deshonrado entre ellos. 27Sus príncipes están en medio de ella como lobos: arrebatan la presa para derramar sangre y destruir almas, con el fin de obtener ganancias injustas. 28[8771]Sus profetas los revocan con barro, viendo vanidades y vaticinándoles mentiras, diciendo: «Así dice Yahvé, el Señor», cuando Yahvé no ha hablado. 29El pueblo del país practica la opresión y el robo, oprimiendo al pobre y al menesteroso y haciendo violencia e injusticia al extranjero.

30[8772]Busqué entre ellos un varón que construyese un vallado, y que se pusiese en la brecha frente a Mí, en favor de la tierra, a fin de que Yo no la devastase; mas no lo hallé. 31[8773]Por eso derramaré sobre ellos mi cólera, los consumiré con el fuego de mi ira y echaré sus obras sobre su cabeza”, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 23
Oholá y Oholibá

1Me llegó la palabra de Yahvé que dijo: 2“Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre. 3Fornicaron en Egipto, se prostituyeron en su juventud. Allí fueron apretados sus pechos, y allí fue estrujado su seno virginal. 4[8774]Se llamaba la mayor Oholá, y su hermana Oholibá. Vinieron a ser mías y dieron a luz hijos e hijas. Sus nombres (significan): Oholá: Samaria, y Oholibá: Jerusalén.

Oholá, figura de Samaria

5[8775]Oholá me fue infiel y se enloqueció por sus amantes, los asirios, vecinos suyos, 6[8776]que iban vestidos de púrpura: gobernadores y magistrados, jóvenes muy amables todos ellos, caballeros que montaban caballos. 7[8777]Y fornicó con ellos, con todos estos hijos escogidos de Asiria, y se contaminó con los ídolos de todos aquellos que amaba. 8Y no abandonó sus fornicaciones con Egipto; porque (allí) se habían acostado con ella en su juventud, deshonrando su seno virginal y derramando sobre ella su fornicación. 9Por eso la entregué en poder de sus amantes, en poder de los hijos de Asiria, de quienes estaba enamorada. 10[8778]Estos descubrieron su desnudez, le quitaron sus hijos y sus hijas y la mataron a espada. Así vino a ser famosa entre las mujeres por el juicio ejecutado en ella.

Oholibá, figura de Judá

11[8779]Aunque vio esto su hermana Oholibá, superó a la primera en su corrupción, y sus fornicaciones fueron peores que las fornicaciones de su hermana. 12Se enamoró locamente de los hijos de Asiria, gobernadores y magistrados, sus vecinos vestidos lujosamente, caballeros que montaban caballos, jóvenes muy amables todos ellos. 13Y vi cómo también ella se contaminaba y cómo ambas seguían el mismo camino. 14[8780]Pero intensificó todavía sus fornicaciones. Cuando vio hombres dibujados en la pared, figuras de caldeos, pintados en color rojo, 15ceñidos sus lomos de cinturones, con amplios turbantes en sus cabezas, que todos parecían grandes señores —y no eran más que representaciones de los hijos de Babilonia, y la tierra de su nacimiento era Caldea— 16se enamoró de ellos, apenas los vieron sus ojos y les envió mensajeros a Caldea.

17Se llegaron a ella los babilonios, a su lecho de amores, y la contaminaron con su fornicación. Pero cuando se había contaminado con ellos, su alma tuvo asco de ellos. 18Cuando ella (así) manifestó sus fornicaciones y descubrió su desnudez, Yo tuve asco de ella, como me había asqueado de su hermana. 19Pero ella multiplicó sus fornicaciones, recordando los días de su mocedad, cuando se prostituía en la tierra de Egipto. 20[8781]Se enamoró de sus concubinarios, cuya carne es como carne de asnos, y su flujo como flujo de caballos. 21Y volviste a la lascivia de tu mocedad, cuando los egipcios deshonraron tu seno, a causa de tus pechos juveniles.

El castigo de Judá

22Por tanto, oh Oholibá, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que instigaré contra ti a tus amantes, de los cuales tiene asco tu alma y los haré venir sobre ti por todos lados, 23[8782]los hijos de Babilonia y todos los caldeos, los de Pecod, Schoa y Coa, y con ellos todos los hijos de Asiria, mancebos muy amables, gobernadores y magistrados todos, príncipes y hombres famosos, todos a caballo. 24Vendrán contra ti con armas, con carros y ruedas y con muchedumbre de pueblos. Por todas partes se dirigirán contra ti escudos, y paveses, y yelmos, y Yo les encargaré el juicio, y ellos te juzgarán según sus leyes. 25[8783]Descargaré sobre ti mis celos y te tratarán con furor; te cortarán la nariz y las orejas, y lo que queda de ti caerá al filo de la espada. Se llevarán a tus hijos y a tus hijas, y tus restos serán consumidos por el fuego. 26Te despojarán de tus vestidos y te quitarán tus hermosos adornos. 27Y haré que cese tu lascivia y tu fornicación con la tierra de Egipto. No alzarás más tus ojos a ellos ni te acordarás más de Egipto.

28Porque así dice Yahvé, el Señor: He aquí que te entregaré en poder de los que tú aborreces, en poder de quienes tiene asco tu alma. 29Te tratarán con odio, te quitarán todo el fruto de tu trabajo y te dejarán desnuda y sin vestido. Se hará patente la infamia de tus prostituciones, de tu lascivia y de tus fornicaciones. 30Así te tratarán porque has fornicado con las naciones y por haberte contaminado con sus ídolos. 31[8784]Por haber seguido el camino de tu hermana, por eso pondré su cáliz en tu mano.

32Así dice Yahvé, el Señor:

Beberás el cáliz de tu hermana,

cáliz hondo y ancho;

y serás objeto de burla y escarnio;

(el cáliz) es de gran capacidad.

33Te llenarás de embriaguez y dolor;

pues, copa de horror y de espanto

es la copa de tu hermana Samaria.

34La beberás y la apurarás;

morderás hasta los fragmentos de ella

y te despedazarás los pechos,

pues Yo he hablado”,

dice el Señor, Yahvé.

35Por eso así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto me has olvidado y me has echado detrás de tus espaldas, lleva también tú (el castigo de) tu lascivia y tus fornicaciones.

Abominaciones de las dos hermanas

36Me dijo Yahvé: “Hijo de hombre. ¿No quieres juzgar a Oholá y a Oholibá? ¿No quieres manifestar sus abominaciones? 37[8785]Pues han cometido adulterio, y hay sangre en sus manos. Adulteraron con sus ídolos, y a sus hijos que habían dado a luz para Mí los pasaron (por el fuego) para que les sirvieran de pasto. 38Todavía más han hecho conmigo: Contaminaron mi Santuario en el día aquel y profanaron mis sábados. 39[8786]Después de inmolar sus hijos a sus ídolos, venían el mismo día a mi santuario para profanarlo. ¡Esto han hecho en medio de mi Casa! 40Y más aún; ellas hicieron venir hombres de lejos, a los que llamaron por medio de embajadores. Vinieron y tú te lavaste para ellos, te pintaste los ojos y te adornaste de tus galas. 41Te sentaste sobre un estrado magnífico, delante del cual estaba una mesa aderezada, y sobre ella habías puesto mi incienso y mi óleo. 42[8787]Y se oyó la algazara de mucha gente que se alegraba. A los hombres del común del pueblo se habían asociado los bebedores del desierto, que pusieron brazaletes sobre las manos de las (dos) y hermosas coronas sobre sus cabezas. 43Entonces dije respecto de aquella envejecida en adulterios: ¿Todavía continuará ella en sus prostituciones? 44Y se llegaron a ella; como se llega a una ramera. Así iban a Oholá y a Oholibá, mujeres lascivas. 45[8788]Pero hombres justos las juzgaran como se juzga a las adúlteras, como son juzgadas las mujeres que derraman sangre; pues adúlteras son y hay sangre en sus manos.

46Porque así dice Yahvé, el Señor: Convocaré contra ellas una multitud y las entregaré al maltrato y al saqueo. 47La multitud las apedreará y las hará pedazos con sus espadas; matarán a sus hijos y a sus hijas y a sus casas prenderán fuego. 48Asi acabaré con la lascivia en el país, y todas las mujeres escarmentarán, de modo que no imitarán vuestra lascivia. 49Se os castigará por vuestra infamia, y llevaréis los pecados de vuestra idolatría; y conoceréis que Yo soy Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 24
Sitio y caída de Jerusalén

1[8789]El año noveno, en el mes décimo, el día diez del mes, recibí de Yahvé esta palabra: 2Hijo de hombre, pon por escrito la fecha de este día, de este mismo día; pues precisamente en este día el rey de Babilonia se ha echado sobre Jerusalén. 3[8790]Y propón una parábola a la casa rebelde, y diles: Así habla Yahvé, el Señor:

¡Pon la caldera, ponla,

y echa agua en ella!

4Mete en ella sus trozos,

todos los trozos buenos, la pierna y la espalda

y llénala de huesos selectos.

5Toma lo más escogido del rebaño,

y quema también huesos debajo de ella;

haz que (todo) hierva bien

y que se cuezan hasta los huesos dentro de ella.

6[8791]Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

¡Ay de la ciudad sanguinaria,

de la caldera llena de herrumbre,

y de la cual no sale el orín!

¡Saca trozo por trozo,

sin echar sobre ella suertes!

7[8792]Porque hay sangre en medio de ella;

sobre la piedra desnuda ella la derramó;

no la derramó en la tierra,

no la cubrió con polvo,

8para suscitar (mi) ira,

a fin de que Yo tome venganza.

Por eso derramaré su sangre

sobre la piedra desnuda, para que no se cubra.

9Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

¡Ay de la ciudad sanguinaria!

También Yo haré una grande hoguera.

10¡Amontona la leña, enciende el fuego,

cuece la carne, haz hervir el caldo,

y quémense los huesos!

11[8793]Después pondrás sobre las brasas la (caldera) vacía

para que se caliente, y para que se derrita su cobre

y se deshaga en ella su suciedad

y desaparezca su herrumbre.

12Trabajo inútil.

No sale de ella su mucha herrumbre.

¡Quédese en el fuego su herrumbre!

13[8794]Es digna de execración tu suciedad; pues he querido limpiarte, pero tú no te limpiaste, por esto tu inmundicia no se limpiará hasta que Yo desfogue en ti mi saña. 14Yo, Yahvé, he hablado. Ya se cumplirá, pues Yo lo ejecutaré. No aflojaré, no perdonaré ni me arrepentiré. Según tus caminos y según tus obras se te juzgará”, dice Yahvé, el Señor.

Sobre la ciudad caída no habrá duelo

15Y me llegó la palabra de Yahvé, que dijo: 16[8795]“Hijo de hombre, he aquí que voy a quitarte de golpe las delicias de tus ojos; pero no te lamentes, ni llores, ni dejes correr tus lágrimas. 17[8796]Suspira en silencio; no harás duelo por los muertos; ponte el turbante y cálzate los pies; no te cubras el rostro ni comas pan de duelo.” 18Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y al día siguiente hice según me había sido mandado. 19[8797]Y me dijo el pueblo: “¿No nos dirás qué significa para nosotros esto que haces?” 20Entonces les respondí: “Me llegó la palabra de Yahvé en estos términos: 21[8798]Di a la casa de Israel: Así habla Yahvé, el Señor: He aquí que Yo profanaré mi Santuario, la gloria de vuestro poder, las delicias de vuestros ojos, el anhelo de vuestra alma; y vuestros hijos y vuestras hijas que habéis dejado perecerán al filo de la espada. 22Y tenéis que hacer como yo he hecho: No cubriréis el rostro ni comeréis pan de luto. 23[8799]Vuestros turbantes quedarán sobre vuestras cabezas y calzaréis vuestros pies. No plañiréis ni lloraréis, sino que os consumiréis en vuestras iniquidades y gemiréis uno al lado del otro. 24Asi Ezequiel os servirá de señal. Todo lo que él ha hecho habéis de hacer vosotros, cuando sucedan estas cosas; y conoceréis que Yo soy Yahvé, el Señor.

25Y tú, hijo de hombre, el día en que Yo les quitare su fuerza, su gozo y su gloria, las delicias de sus ojos y lo que constituye la alegría de sus almas: sus hijos y sus hijas: 26en aquel día vendrá a ti uno de los escapados para darte la noticia. 27[8800]En aquel día se abrirá tu boca con (la llegada) del escapado; y hablarás, y no quedarás más mudo. Así les servirás de señal; y conocerán que Yo soy Yahvé.

II. VATICINIOS CONTRA LOS PUEBLOS PAGANOS
EZEQUIEL 25
Contra los ammonitas

1[8801]Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 2“Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia los hijos de Ammón y vaticina contra ellos. 3Di a los hijos de Ammón: ¡Oíd la palabra de Yahvé, el Señor!

Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto exclamaste: «¡Ha, Ha!» cuando fue profanado mi Santuario y fue desolada la tierra de Israel y la casa de Judá partió al cautiverio; 4[8802]por eso te entregaré a los hijos del Oriente, como posesión suya; y ellos establecerán en ti sus campamentos, alzarán en ti sus tiendas, comerán tus frutos y beberán tu leche. 5[8803]De Rabbá haré un pastizal de camellos, y de (las ciudades de) los hijos de Ammón rediles para rebaños; y conoceréis que Yo soy Yahvé.

6Pues así dice Yahvé, el Señor: Porque aplaudiste con tus manos y pateaste con tus pies y te alegraste en tu alma con todo el desprecio para la tierra de Israel, 7por eso, he aquí que extenderé contra ti mi brazo, te daré por botín a las naciones, te exterminaré de entre los pueblos, te borraré del número de los países y te destruiré; y conocerás que Yo soy Yahvé.

Contra Moab

8[8804]Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto Moab y Seír han dicho: «He aquí que la casa de Judá es como todos los pueblos», 9por eso abriré el flanco de Moab, donde están sus ciudades, sus ciudades fronterizas, la gloria del país, Bet-Jesimot, Baal-Meón y Kiryataim. 10(Las daré) a los hijos del Oriente, por posesión suya, como lo hice con los hijos de Ammón para que de los hijos de Ammón no hubiese más memoria entre los pueblos. 11Así juzgaré también a Moab, y conocerán que Yo soy Yahvé.

Contra Edom y Filistea

12[8805]Así dice Yahvé, el Señor: Por lo que hizo Edom cuando se vengó cruelmente de los hijos de Judá, y por la grave culpa que cometieron al desfogar en ellos su rencor, 13por esto, así dice Yahvé el Señor: Yo extenderé mi mano contra Idumea, exterminaré de ella hombres y bestias, y la convertiré en un desierto; desde Temán hasta Dedán caerán a espada. 14[8806]Y tomaré venganza de Edom, por medio de Israel, mi pueblo, que tratará a Edom conforme a mi ira y conforme a mi indignación; y conocerán mi venganza, dice Yahvé, el Señor.

15Así dice Yahvé, el Señor: Porque los filisteos han tomado venganza, vengándose cruelmente, con desprecio en el alma, para exterminarlo (todo) a causa del odio perpetuo; 16[8807]por esto, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que extenderé mi mano contra los filisteos, y exterminaré a los cereteos, y destruiré el resto (que habita) a orillas del mar. 17Y tomaré de ellos una terrible venganza, castigándolos con furor; y conocerán que Yo soy Yahvé cuando Yo haga caer sobre ellos mi venganza.

EZEQUIEL 26
Profecía contra Tiro

1[8808]El año undécimo, el primero del mes, recibí esta palabra de Yahvé: 2[8809]“Hijo de hombre, por cuanto dice Tiro contra Jerusalén:

«¡Ha! destruida está

la puerta de los pueblos,

la cual (ahora) se ha abierto para mí.

Yo me haré rica y ella está asolada».

3Por eso, así dice Yahvé, el Señor:

Heme aquí contra ti, oh Tiro;

haré subir contra ti muchas naciones,

a la manera que el mar levanta sus olas.

4Destruirán los muros de Tiro

y derribarán sus torres;

y barreré de ella hasta su polvo

para dejarla como una roca desnuda.

5[8810]Vendrá a ser un lugar en medio del mar

donde se tienden las redes,

pues Yo he hablado,

dice Yahvé, el Señor;

y será ella presa de las naciones.

6[8811]Y sus hijas que están en el continente,

perecerán al filo de la espada;

y conocerán que Yo soy Yahvé.

7[8812]Porque así dice Yahvé, el Señor:

He aquí que conduciré desde el norte, contra Tiro,

a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes,

con caballos y carros y caballería

y gran multitud de tropas.

8[8813]A tus hijas que están en el continente,

las pasará a cuchillo,

te circunvalará con torres de asedio,

levantará contra ti terraplenes

y alzará contra ti escudos.

9[8814]Dirigirá el ataque de sus arietes contra tus muros

y con sus instrumentos de hierro demolerá tus torres.

10[8815]La muchedumbre de sus caballos

te cubrirá con su polvo

y tus muros temblarán al estrépito de los jinetes,

ruedas y carros, cuando él entrare por tus puertas,

como quien entra en una ciudad tomada.

11Con los cascos de sus caballos

hollará todas tus calles;

pasará a cuchillo a tu pueblo,

y serán derribadas al suelo

tus más poderosas columnas.

12Despojarán tus riquezas

y saquearán tus mercancías;

destruirán tus muros

y derribarán tus bellísimas casas,

y arrojarán al mar tus piedras y tus maderas y hasta tu polvo.

13Haré cesar la voz de tus cantares

y no se oirá más el son de tus cítaras.

14[8816]Te dejaré como una roca desnuda;

vendrás a ser un lugar donde se tienden las redes;

ni volverás a ser reedificada;

pues Yo Yahvé he hablado,

dice Yahvé, el Señor.

15[8817]Así dice Yahvé, el Señor, a Tiro: ¿No se estremecerán acaso las islas al estruendo de tu caída, cuando giman los traspasados en la gran matanza que se hará en medio de ti? 16Entonces todos los príncipes del mar bajarán de sus tronos y se quitarán sus mantos, se despojarán de sus vestimentos bordados, y se vestirán de espanto. Sentados en tierra temblarán a cada momento, y quedarán consternados a causa de ti. 17Y cantarán sobre ti una elegía diciéndote:

«¡Cómo estás destruida tú que habitas entre las aguas,

ciudad célebre,

poderosa en el mar!

Ella y sus moradores

llenaban de espanto

a todos los habitantes del (mar).

18Ahora las islas temblarán

en el día de tu caída,

las islas que están en el mar quedarán atónitas

al ver tu fin».

19Porque así dice Yahvé, el Señor: Cuando Yo te haya convertido en ciudad desolada, como las ciudades que no se habitan, cuando Yo haga venir sobre ti el océano y te cubran las grandes aguas; 20[8818]entonces te haré bajar con los que han bajado a la fosa, donde están los pueblos de tiempos remotos, y te colocaré en las profundidades de la tierra, entre las ruinas perpetuas, junto con los que bajaron a la fosa, para que no seas ya habitada; pues Yo doy la gloria a la tierra de los que viven. 21Te reduciré a la nada y dejarás de existir; te buscarán, pero nunca jamás serás hallada”, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 27
Elegía sobre Tiro

1[8819]Me fue dirigida la palabra de Yahvé, en estos términos: 2“Tú, hijo de hombre, canta sobre Tiro una elegía; 3y di a Tiro: Oh tú que estás sentada a la entrada del mar y comerciabas con los pueblos de muchas costas, así dice Yahvé, el Señor:

4Tiro, tú decías: «Yo soy de perfecta belleza».

Tus dominios están en el corazón del piélago;

tus constructores hicieron perfecta tu hermosura.

5[8820]De los abetos de Sanir

fabricaron toda tu armazón;

para hacer tu mástil

tomaron un cedro del Líbano.

6de las encinas de Basán hicieron tus remos;

labraron tus bancos de marfil

con incrustaciones de madera de boj,

traída de las islas de Kitim.

7De lino recamado de Egipto eran tus velas,

que te servían de bandera;

jacinto y púrpura de las islas

de Elisá formaban tu toldo.

8Los habitantes de Sidón y de Arvad

eran tus remeros,

y tus sabios que estaban en ti, oh Tiro,

te servían de pilotos.

9Los ancianos y los más peritos de Gebal

te asistían para reparar tus hendiduras;

todas las naves del mar, con sus marineros,

estaban a tu servicio

para el intercambio de tus mercaderías.

10[8821]En tu ejército servían como guerreros tuyos

los hombres de Persia, de Lidia y de Libia,

que colgaron en ti sus escudos y morriones;

y ellos te dieron esplendor.

11[8822]Los hijos de Arvad y tu ejército, velaban sobre tus muros en todo tu contorno; y los de Gamad que estaban en tus torres, colgaban sus escudos alrededor de tus muros, coronando tu belleza.

12[8823]Tarsis traficaba contigo porque en ti había abundancia de toda suerte de riqueza; con plata, hierro, estaño y plomo pagaban tus mercaderías. 13[8824]Javán, Tubal y Mósoc comerciaban contigo; traían a sus mercados esclavos y objetos de bronce. 14Los de la casa de Togormá te daban a trueque de tus mercancías caballos, corceles y mulos. 15[8825]Los hijos de Dedán hacían negocios contigo; muchas islas formaban tu clientela; te daban en cambio colmillos de marfil y ébano. 16Siria ejercía el comercio contigo, a causa de la multitud de tus productos; cambiaban tus mercaderías por carbunclo, púrpura, obra recamada, lino fino, corales y rubíes. 17Judá y la tierra de Israel eran tus clientes, llevaban a tus mercados trigo de Minit, perfumes, miel, aceite, y bálsamo. 18Damasco tenía intercambio contigo, (pagándote) la abundancia de tus productos y la multitud de todas tus riquezas con vino de Helbón y lana de Sáhar.

19[8826]Vedán y Javán de Uzal daban por tus mercaderías hierro labrado; casia y caña aromática había en tus mercados. 20[8827]Dedán te vendía sillas de montar; 21Arabia y todos los príncipes de Cedar mantenían tráfico contigo, dándote en cambio corderos, carneros y machos cabríos. 22Los mercaderes de Sabá y de Rama comerciaban contigo; con los más exquisitos aromas, con toda suerte de piedras preciosas y con oro pagaban ellos tus manufacturas. 23Harán, Cané y Edén, los comerciantes de Sabá, Asiria y Quelmad traficaban contigo; 24te vendían objetos de lujo y mantos de jacinto recamado; tapices de diversos colores, liados con cuerdas fuertes, se hallaban entre tus mercaderías.

25Las naves de Tarsis eran tus intermediarios

para (mantener) tu tráfico.

Así te henchiste y te hiciste muy gloriosa

en medio del mar.

26[8828]Pero aunque tus remeros

te condujeron por muchas aguas,

el viento solano te ha destrozado

en el seno del mar.

27Tus riquezas, tus mercancías, los productos de tu mercado,

tus marineros y tus pilotos,

tus calafates y los agentes de tu tráfico,

todos los hombres de guerra

que en ti se hallaban

y todo el gentío que estaba en medio de ti,

cayeron en el abismo del mar

el día de tu caída.

28Al estruendo de los gritos de tus pilotos

se estremecerán las playas,

29y todos los que manejan el remo,

bajarán de sus naves;

los marineros y todos los pilotos del mar,

saltarán a tierra.

30[8829]Levantarán su voz sobre ti y se lamentarán amargamente;

echarán polvo sobre sus cabezas

y se revolcarán en ceniza.

31Por tu causa se raparán la cabeza

y se ceñirán de cilicio;

y te llorarán con amargura de alma,

con dolor amarguísimo.

32En su dolor entonarán sobre ti una elegía

cantando de ti:

«¿Quién como Tiro?

¿Quién como la que (ahora) yace silenciosa

en medio del mar?

33Con las ganancias de tu comercio marítimo

hartabas a muchos pueblos;

con la abundancia de tus riquezas y de tus mercancías

enriquecías a los reyes de la tierra.

34Quebrantada por el mar estás ahora,

sepultada en lo profundo de las aguas,

ha cesado tu comercio

y todo el gentío que te llenaba.

35Todos los habitantes de las islas se espantan de ti;

sus reyes quedan atónitos,

se les ha demudado el rostro.

36Los comerciantes de los pueblos te silban;

has venido a ser un objeto de pasmo

y ya no existirás por los siglos».”

EZEQUIEL 28
Profecía acerca del rey de Tiro

1[8830]Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 2“Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así dice Yahvé, el Señor:

Se ha engreído tu corazón,

y has dicho: «Yo soy un dios,

yo ocupo el asiento de Dios

en medio de los mares»,

siendo tú un hombre y no Dios,

aunque te imaginaste ser un dios.

3[8831]¿Acaso eres tú más sabio que Daniel,

y no hay secreto alguno que te quede oculto?

4[8832]Te hiciste rico con tu sabiduría

y con tu inteligencia,

y amontonaste oro y plata

en tus tesorerías.

5[8833]Con tu mucho saber y con tu comercio

aumentaste tu poder,

y se ha engreído tu corazón a causa de tu poderío.

6[8834]Por eso así dice Yahvé, el Señor:

Por cuanto te imaginaste ser un dios,

7por tanto, he aquí que haré venir contra ti extranjeros,

los más feroces de los pueblos;

que desenvainarán sus espadas contra las obras maestras de tu sabiduría,

y profanarán tu gloria.

8Te harán descender a la fosa, y morirás de la muerte

de aquellos que mueren en el seno del mar.

9[8835]¿Seguirás entonces diciendo frente a tu matador: «Yo soy un dios»?

Hombre serás, y no Dios,

en la mano del que te traspasa.

10[8836]Morirás de la muerte de los incircuncisos,

por mano de extranjeros;

pues Yo he hablado”,

dice Yahvé, el Señor.

Elegía sobre el rey de Tiro

11Y vino a mí la palabra de Yahvé, diciendo: 12[8837]“Hijo de hombre, entona una elegía sobre el rey de Tiro, y dile: Así habla Yahvé, el Señor:

Tú eras el sello de la perfección,

lleno de sabiduría y de acabada hermosura.

13Vivías en el Edén, jardín de Dios;

todas clases de piedras preciosas formaban tu vestido:

el sardio, el topacio, el diamante,

el crisólito, el ónice, el jaspe,

el zafiro, el carbunclo,

la esmeralda y el oro.

Tus tambores y tus flautas estuvieron a tu servicio

en el día en que fuiste creado.

14[8838]Eras un querubín ungido para proteger;

así Yo te había constituido;

estabas en el monte santo de Dios

y caminabas en medio de piedras de fuego.

15Perfecto fuiste en tus caminos

desde el día de tu creación,

hasta que fue hallada en ti la iniquidad.

16[8839]Con el gran aumento de tu comercio

se llenó tu corazón de violencias y pecaste;

por tanto te profané

(echándote) del monte de Dios;

y te destruí, oh querubín protector,

de en medio de las piedras de fuego.

17Se engrió tu corazón

a causa de tu hermosura;

corrompiste tu sabiduría

con tu esplendor;

por eso, te arrojé al suelo

y te di en espectáculo a los reyes.

18[8840]Por la multitud de tus maldades,

y por las injusticias de tu comercio

profanaste tu santidad;

por eso hice salir fuego de en medio de ti,

un fuego que te consumió,

y te convertí en ceniza sobre la tierra,

ante los ojos de todos los que te ven.

19Todos los que te conocían entre los pueblos,

están asombrados de ti;

has venido a ser un objeto de pasmo

y ya no existirás nunca jamás.”

Contra Sidón

20Y me llegó la palabra de Yahvé, diciendo: 21[8841]“Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Sidón, y profetiza contra ella. 22Dirás:

Así dice Yahvé, el Señor:

Heme aquí contra ti, Sidón;

Yo quiero glorificarme en medio de ti;

y conocerán que Yo soy Yahvé,

cuando la juzgue

y manifieste en ella mi santidad.

23Enviaré contra ella la peste,

y habrá sangre en sus calles,

y caerán en medio de ella traspasados por la espada,

que la herirá por todos lados;

y conocerán que Yo soy Yahvé.

24Y ya no habrá para la casa de Israel zarza punzante ni espina que le cause dolor, en medio de todos sus circunvecinos que la desprecian; y conocerán que Yo soy Yahvé.

La vuelta de Israel

25Así dice Yahvé, el Señor: Cuando Yo congregare la casa de Israel de entre los pueblos entre los cuales han sido dispersados, entonces manifestaré mi santidad de ellos a la vista de los gentiles, y habitarán en su tierra que di a mi siervo Jacob. 26Habitarán allí en paz, edificarán casas y plantarán viñas; habitarán en seguridad cuando Yo haga justicia en todos aquellos que los desprecian por todos lados; y conocerán que Yo, Yahvé, soy su Dios.”

EZEQUIEL 29
Primer oráculo contra Egipto

1El año décimo, el día doce del décimo mes, recibí la palabra de Yahvé, que dijo: 2“Hijo de hombre, vuelve tu rostro contra el Faraón, rey de Egipto, y vaticina contra él, y contra todo Egipto. 3[8842]Habla y di: Así dice Yahvé, el Señor:

Heme aquí contra ti, Faraón,

rey de Egipto,

cocodrilo gigantesco que yaces

en medio de sus ríos

y dices: «Mi río, es mío,

pues yo lo hice.»

4Por eso pondré garfios en tus quijadas,

y haré que se peguen los peces de tus ríos a tus escamas,

y te sacaré de en medio de tus ríos,

con todos los peces de tus ríos, pegados a tus escamas;

5y te echaré al desierto,

con todos los peces de tus ríos;

sobre la superficie del campo caerás,

y no serás recogido ni levantado;

a las fieras de la tierra y a las aves del cielo

te daré como pasto.

6[8843]Y conocerán todos los habitantes de Egipto

que Yo soy Yahvé;

porque has sido un báculo de caña para los hijos de Israel.

7Cuando te tomaban con la mano,

te rompías lastimándoles todo el hombro;

y cuando en ti se apoyaban, te hacías pedazos,

paralizándoles todo el cuerpo.

8Por tanto, así dice, Yahvé, el Señor: He aquí que haré venir sobre ti la espada, y exterminaré en ti hombres y bestias. 9Y la tierra de Egipto quedará hecha un desierto y una soledad; y conocerán que Yo soy Yahvé; porque (el Faraón) ha dicho: «El río es mío, y yo lo he hecho». 10[8844]Por eso, he aquí que estoy contra ti y contra tus ríos, y convertiré la tierra de Egipto en desierto desolado, desde Migdol hasta Siene, y hasta los confines de Etiopía. 11No pasará por ella pie de hombre; ni transitará por allí pie de bestia; ni será habitada por cuarenta años. 12[8845]Y haré del país de Egipto un yermo en medio de (otros) países yermos, y sus ciudades quedarán desoladas por cuarenta años en medio de las ciudades devastadas; y dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por los países.

13Pues así dice Yahvé, el Señor: Al cabo de los cuarenta años congregaré a los egipcios de entre los pueblos donde han estado dispersos. 14[8846]Y pondré término al cautiverio de Egipto, y los conduciré a la tierra de Patros, tierra de su origen, y allí formarán un modesto reino. 15[8847]Será más humilde que los (demás) reinos; y no se alzará más sobre las naciones; Yo los disminuiré, para que no dominen más sobre los pueblos. 16No serán ya para la casa de Israel un objeto de confianza sino un recuerdo de la iniquidad (que cometieron) al volverse hacia ellos; y conocerán que Yo soy Yahvé, el Señor.”

Segundo oráculo contra Egipto

17El año veinte y siete, el primer día del primer mes, recibí la palabra de Yahvé, el cual me dijo: 18[8848]“Hijo de hombre: Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha fatigado mucho a su ejército contra Tiro; todas las cabezas quedaron calvas y todos los hombros pelados; sin embargo, ni él ni su ejército recibieron de Tiro recompensa alguna por el servicio que prestaron contra ella.

19Por eso, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que voy a dar a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el país de Egipto y él se llevará sus riquezas; tomará sus despojos y saqueará su botín y esta será la paga para su ejército. 20Por su servicio prestado contra (Tiro) le he dado la tierra de Egipto; pues han trabajado para Mí, dice Yahvé, el Señor. 21[8849]En aquel día haré crecer un cuerno a la casa de Israel, y a ti te abriré la boca en medio de ellos; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

EZEQUIEL 30
Tercer oráculo contra Egipto

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 2Hijo de hombre, profetiza, y di: Así habla Yahvé:

¡Prorrumpid en aullidos!

¡Ay de aquel día!

3[8850]Porque cercano está el día;

se ha acercado el día de Yahvé,

el día de las tinieblas,

que será el tiempo de los gentiles.

4Vendrá la espada sobre Egipto,

y el terror sobre Etiopía,

cuando caigan traspasados en Egipto

y sean llevadas sus riquezas

y destruidos sus fundamentos.

5[8851]Los etíopes, los libios, los lidios y toda la turba de gentes,

los de Cub y los (otros) aliados

caerán con ellos al filo de la espada.

6Así dice Yahvé:

Caerán los que apoyan a Egipto,

y se derrumbará su soberbio poder;

desde Migdol hasta Siene caerán allí al filo de la espada,

dice Yahvé, el Señor.

7(Egipto) será un yermo en medio de países yermos, y sus ciudades figurarán entre las ciudades devastadas. 8Entonces conocerán que Yo soy Yahvé, cuando pegue fuego a Egipto y se quebranten todos sus auxiliadores.

9En aquel día saldrán en naves mensajeros de mi parte para aterrar a los etíopes que viven en seguridad; vendrá sobre ellos el terror, como en el día de Egipto; pues he aquí que viene. 10Así dice Yahvé, el Señor: Yo exterminaré la multitud de Egipto, por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia. 11Él y su pueblo con él, los más feroces de los pueblos, serán enviados a devastar el país; desenvainarán sus espadas contra Egipto y llenarán el país de cadáveres. 12[8852]Y Yo secaré los ríos y venderé el país a hombres feroces; devastaré la tierra y cuanto en ella hay, por medio de extranjeros, Yo, Yahvé he hablado.

13[8853]Así dice Yahvé, el Señor:

Destruiré los ídolos

y acabaré con los falsos dioses de Menfis.

No habrá más príncipe

procedente de la tierra de Egipto;

y esparciré el terror en el país de Egipto.

14Asolaré a Patros,

entregaré a Tanis a las llamas

y haré justicia contra No.

15Derramaré mi ira sobre Sin, la fortaleza de Egipto, y exterminaré la mucha gente de No. 16Pegaré fuego a Egipto; Sin se revolcará en dolores, se abrirá brecha en No, y Menfis estará en continuas angustias. 17Los jóvenes de On y Bubaste caerán a cuchillo; y estas (ciudades) irán al cautiverio. 18En Tafnis el día se convertirá en oscuridad cuando Yo rompa allí los cetros de Egipto y se acabe en ella la arrogancia de su poder. Una nube la cubrirá, y sus hijas irán al cautiverio. 19Así haré justicia en Egipto; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

Cuarto oráculo contra Egipto

20[8854]El año undécimo, el día siete del primer mes, recibí esta palabra de Yahvé: 21“Hijo de hombre, he roto el brazo del Faraón, rey de Egipto; y he aquí que no ha sido vendado ni tratado con medicamentos, ni fajado con vendas para que, restablecido, pueda empuñar la espada. 22Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Heme aquí contra el Faraón, rey de Egipto; y le quebraré (ambos) brazos, tanto el sano como el quebrado, y haré que de su mano caiga la espada. 23Dispersaré a los egipcios entre los pueblos y los diseminaré por los países. 24Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré mi espada en su mano, pero romperé los brazos del Faraón, el cual gemirá ante aquel con gemidos de un hombre traspasado. 25Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, mas los brazos del Faraón se caerán; y conocerán que Yo soy Yahvé cuando ponga mi espada en manos del rey de Babilonia para que la desenvaine contra la tierra de Egipto. 26[8855]Y desparramaré a los egipcios entre los pueblos y los esparciré por los países; y conocerán que Yo soy Yahvé.”

EZEQUIEL 31
Quinto oráculo contra Egipto

1El año undécimo, el primer día del tercer mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 2“Hijo de hombre, di al Faraón, rey de Egipto, y a su multitud:

¿A quién te igualaste en tu grandeza?

3[8856]Mira a Asur: era un cedro del Líbano,

de ramas hermosas,

de umbroso follaje y elevada altura,

cuya copa se perdía entre las nubes.

4[8857]Las aguas le habían dado crecimiento,

y altura (las fuentes) del abismo,

el cual hacía correr sus ríos

alrededor del lugar donde estaba plantado,

y hacía pasar sus arroyos

por todos los árboles del campo.

5Por eso superaba en altura

a todos los árboles campestres;

se multiplicaron sus ramas

y se dilató su fronda,

merced a la abundancia de las aguas

en el período de su crecimiento.

6En sus ramas anidaban

todas las aves del cielo,

debajo de su follaje

parían todas las bestias del campo;

y a su sombra habitaban

todas las grandes naciones.

7Era hermoso por su grandeza

y por la extensión de su ramaje,

porque sus raíces se hallaban

junto a abundantes aguas.

8No le igualaban los cedros

en el jardín de Dios,

los abetos no tenían copa semejante,

y los plátanos no superaban su fronda;

ningún árbol en el jardín de Dios

le era igual en belleza.

9Yo le había hecho hermoso

por la muchedumbre de sus ramas,

y le envidiaban todos los árboles del Edén,

que estaban en el jardín de Dios.

10Por eso, así dice Yahvé, el Señor: Porque se ha encumbrado en altura, elevando su copa hasta entre las nubes, y su corazón se ha ensoberbecido a causa de su altura, 11le he entregado en manos del más poderoso entre las naciones, para que le tratara a su manera. A causa de su maldad lo he desechado. 12[8858]Extranjeros, los más feroces de los pueblos, le cortaron y le dejaron tendido; sobre los montes y en todos los valles cayeron sus ramas, y en todos los torrentes de la tierra se halló su fronda destrozada. Y todos los pueblos de la tierra se retiraron de su sombra y le abandonaron.

13Sobre sus restos se posan

todas las aves del cielo,

y sobre sus ramas transitan

todas las bestias del campo;

14[8859]para que ninguno de los árboles (plantados) junto a las aguas se ensoberbezca por su altura, ni eleve su copa hasta entre las nubes; y para que ninguno de los regados con agua en su soberbia confíe en sí mismo. Porque

todos están destinados a la muerte,

a las profundidades de la tierra,

juntamente con los hijos de los hombres,

con los que bajan a la fosa.

15[8860]Así dice Yahvé, el Señor: El día en que bajó al scheol, ordené Yo un gran duelo; por él vestí de luto el abismo y detuve sus ríos; y se pararon las caudalosas aguas; por él enluté al Líbano, y se desmayaron todos los árboles del campo. 16[8861]Con el estruendo de su caída hice temblar las naciones, cuando lo arrojé al scheol, con los que bajan a la fosa. Y se consolaron en lo profundo de la tierra todos los árboles del Edén, los más escogidos y hermosos del Líbano, todos los regados de agua. 17Estos también bajaron con él al scheol, hacia los que perecieron al filo de la espada; los cuales habían sido su brazo y habían habitado bajo su sombra, en medio de las naciones.

18[8862]¿A quién te igualas en gloria y grandeza, entre los árboles del Edén? Serás precipitado con los árboles del Edén a las profundidades de la tierra; yacerás entre los incircuncisos, con los pasados a cuchillo. Esto sucederá al Faraón y a toda su multitud” —oráculo del Señor, Yahvé.

EZEQUIEL 32
Lamentación sobre el rey de Egipto

1[8863]El año duodécimo, el día primero del duodécimo mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 2[8864]“Hijo de hombre, entona una elegía sobre el Faraón, rey de Egipto y dile:

Eras cual leoncillo entre las gentes,

eras como un cocodrilo en las aguas;

te revolvías en tus ríos,

enturbiando las aguas con tus pies

y ensuciando sus corrientes.

3Así dice Yahvé, el Señor:

Tenderé sobre ti mi red

en medio de un concurso de muchos pueblos,

que te sacarán con mi red.

4Te arrojaré en tierra

te extenderé sobre el campo;

haré posar sobre ti todas las aves del cielo,

y saciaré de ti a las bestias

de toda la tierra.

5Pondré tus carnes sobre los montes

y llenaré de tu carroña los valles.

6Con tu sangre regaré tu fétida tierra,

hasta la altura de las montañas;

y se llenarán de ti las hondonadas.

7[8865]Al extinguirte cubriré el cielo

y oscureceré sus estrellas;

taparé el sol con una nube

y la luna ya no despedirá su luz.

8A causa de ti vestiré de luto

a todos los luminares que brillan en el cielo,

y cubriré de tinieblas tu tierra,

dice Yahvé, el Señor.

9Afligiré el corazón de muchos pueblos, cuando haga llegar (la noticia de) tu ruina a las naciones, a países que no conocías. 10Haré que por ti queden atónitos numerosos pueblos, y por ti se estremecerán de terror sus reyes, cuando Yo esgrima ante ellos mi espada; temblarán sin cesar, cada cual por su vida, en el día de tu caída. 11Porque así dice Yahvé, el Señor: Vendrá sobre ti la espada del rey de Babilonia.

12Abatiré tu multitud con la espada de los valientes;

son todos ellos los más feroces de los pueblos;

destruirán el orgullo de Egipto,

y será deshecha toda su multitud.

13Exterrninaré todas sus bestias

junto a las copiosas aguas,

y no las enturbiará más pie de hombre,

ni pezuña de bestia.

14[8866]Entonces volveré limpias sus aguas;

y haré correr sus ríos como aceite,

dice Yahvé, el Señor.

15Cuando Yo convierta la tierra de Egipto en desierto,

despojando el país de cuanto contiene,

e hiera a todos sus habitantes,

conocerán que Yo soy Yahvé.

16[8867]Esta es la elegía que se cantará. La entonarán las hijas de las naciones; la cantarán sobre Egipto y toda su multitud”, dice Yahvé, el Señor.

Elegía sobre el pueblo de Egipto

17[8868]El año duodécimo, el quince del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 18“Hijo de hombre, compón un canto lúgubre sobre la multitud de Egipto, y arrójala, a ella y a las hijas de las naciones poderosas, a las profundidades de la tierra, con los que bajan a la fosa.

19[8869]¿A quién superas (ahora) en hermosura?

¡Baja y acuéstate entre los incircuncisos!

20Caerán ellos en medio de muertos a espada; entregada será (Egipto) al cuchillo; ¡sacadla fuera, con todas sus multitudes! 21[8870]En medio del scheol le dirigirán la palabra los más poderosos de los potentados, así como a sus auxiliadores (diciendo): «Han descendido, yacen los incircuncisos, traspasados por la espada».

22[8871]Allí se halla Asur, con toda su gente, en torno suyo están sus sepulcros; todos yacen traspasados, caídos a cuchillo, en sepulcros situados en lo más hondo de la fosa. 23[8872]Alrededor de su sepulcro está toda su gente, todos ellos traspasados, caídos a cuchillo, los que fueron el terror de la tierra de los vivientes.

24Allí está Elam, con toda su multitud en torno a su sepulcro; todos ellos traspasados, caídos a cuchillo, que descendieron incircuncisos a las profundidades de la tierra. Los que fueron el terror de la tierra de los vivientes, llevan su ignominia con los bajados a la fosa. 25En medio de los traspasados, colocaron su lecho para él y todo su pueblo, en torno a sus sepulcros; todos ellos incircuncisos, pasados a cuchillo. Esparcieron el terror en la tierra de los vivientes; mas llevan (ahora) su ignominia con los bajados a la fosa; yacen en medio de los muertos.

26[8873]Allí está Mósoc, Tubal y toda su gente, en torno a sus sepulcros, todos ellos incircuncisos, pasados a cuchillo, por haber sido el terror de la tierra de los vivientes. 27Y no yacen entre los héroes de los incircuncisos, que cayeron y descendieron al scheol con sus armas de guerra, la espada debajo de sus cabezas, y el escudo sobre sus huesos, por haber sido el terror de los fuertes en la tierra de los vivientes. 28Así también tú serás quebrantado con los incircuncisos; y yacerás con los muertos a espada.

29[8874]Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, que a pesar de sus hazañas han sido puestos entre los muertos a cuchillo, yacen entre los incircuncisos, entre los que descendieron a la fosa.

30[8875]Allí están los príncipes del Norte, todos ellos y todos los sidonios; bajaron con los traspasados por la espada, a pesar del terror que inspiraba su fortaleza. Están confundidos y yacen, incircuncisos, con los pasados a cuchillo, llevando su ignominia con los bajados a la fosa.

31[8876]Al verlos, el Faraón se consolará de toda su multitud. Muertos a espada están el Faraón y todo su ejército, dice Yahvé, el Señor. 32Pues aunque le puse por terror en la tierra de los vivientes, el Faraón yacerá entre los incircuncisos, entre los pasados a cuchillo; él y toda su mucha gente” —oráculo de Yahvé.

III. RESTAURACIÓN DE ISRAEL
EZEQUIEL 33
El profeta, atalaya del pueblo

1[8877]Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 2[8878]“Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando Yo enviare la espada sobre un país, y la gente del país toma un hombre de su territorio, y le pone por atalaya suyo; 3y este, viendo venir la espada sobre el país, toca la trompeta y avisa al pueblo; 4si entonces el que oye la voz de la trompeta, no se deja apercibir, y llega la espada y le arrebata, la sangre de este recaerá sobre su propia cabeza. 5[8879]Pues oyó la voz de la trompeta, mas no se dejó prevenir, por eso recae su sangre sobre él. Si hubiese tomado nota del aviso habría salvado su vida, 6Pero si el atalaya, viendo venir la espada, no toca la trompeta y el pueblo no es avisado, y llegando la espada arrebata a alguno de ellos, este, por su iniquidad, perderá la vida, pero Yo demandaré su sangre de manos del atalaya.

7[8880]Ahora bien, hijo de hombre, Yo te he puesto por atalaya de la casa de Israel; tú oirás de mi boca la palabra y los apercibirás de mi parte. 8[8881]Si Yo digo al impío: Impío, tú morirás sin remedio; y tú no hablas para apartar al impío de su camino, este impío por su iniquidad morirá, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. 9[8882]Pero si tú apercibiste al impío para que se convierta de su camino, y si (el impío) no se convierte de su camino, por su iniquidad morirá; mas tú has salvado tu alma.

10Di oh hijo de hombre, a la casa de Israel: Vosotros seguís diciendo: “Ya que nuestras faltas y nuestros pecados pesan sobre nosotros, y por ellos nos estamos consumiendo, ¿cómo podremos vivir?” 11[8883]Diles: Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que el impío se convierta de su camino y viva. Convertíos, convertíos de vuestros perversos caminos. ¿Por qué queréis morir, oh casa de Israel?

Justicia y misericordia de Dios

12Tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará en el día de su transgresión; y la iniquidad no dañará al impío cuando se convierta, como tampoco el justo podrá vivir por su (justicia) cuando pecare. 13Si Yo digo al justo: Ciertamente vivirás, y si él, confiando en su justicia, comete maldad, ninguna de sus obras justas será recordada, sino que por la maldad que cometió morirá. 14Asimismo, si Yo digo al impío: Ciertamente morirás; y si este impío, convirtiéndose de su pecado, practicare la equidad y la justicia, 15devolviere la prenda, restituyere lo robado, y siguiere los mandamientos de vida, sin cometer maldad, de seguro vivirá; no morirá. 16Ninguno de sus pecados que haya cometido será recordado contra él; ha obrado con equidad y justicia; de cierto vivirá.

17[8884]Y sin embargo, dicen los hijos de tu pueblo: «El camino del Señor no es recto», cuando, al contrario, los caminos de ellos no son rectos. 18Si el justo se aparta de su justicia y comete maldades, morirá por ellas, 19y si el impío se aparta del mal y practica la equidad y la justicia, por esto vivirá. 20¡Y vosotros decís: «No es recto el camino del Señor»! Yo os juzgaré, oh casa de Israel, a cada uno, conforme a su camino.

Impenitencia de los que habían quedado

21[8885]El año doce de nuestro cautiverio, el día cinco del décimo mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, que dijo: “Cayó la ciudad”. 22La tarde antes de llegar el fugitivo, había venido sobre mí la mano de Yahvé, para abrirme la boca, y (estuvo sobre mí) hasta que ese vino a mí por la mañana; y se abrió mi boca, y ya no estuve mudo. 23Y me llegó la palabra de Yahvé que dijo: 24[8886]“Hijo de hombre, los que habitan entre aquellas ruinas en la tierra de Israel andan diciendo: «Si Abrahán que era uno solo, recibió en herencia el país ¿cuánto más quedará este en posesión nuestra, puesto que somos muchos?» 25Por tanto les dirás: Así dice Yahvé, el Señor: Vosotros, los que coméis (la carne) con la sangre y alzáis los ojos hacia vuestros ídolos y derramáis sangre, ¿acaso vosotros habéis de poseer el país? 26Confiáis en vuestras espadas, cometéis abominación, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, ¿y pensáis ser herederos del país?

27Así les hablarás: Esto dice Yahvé, el Señor: Por mi vida, que los que están entre las ruinas caerán a espada, y los que se hallan en el campo los daré como pasto a las fieras, y los que están en lugares fuertes y en cavernas morirán de peste. 28Haré del país un desierto y una soledad; se acabará la soberbia de su poder; y las montañas de Israel quedarán asoladas, porque no habrá quien pase por ellas. 29Y conocerán que Yo soy Yahvé, al convertir Yo el país en desierto y desolación, a causa de todas las abominaciones que han cometido.

30[8887]En cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo chismean de ti, junto a las paredes y a las entradas de las casas. Hablan entre sí cada uno con su compañero, diciendo: «¡Ea, vamos a oír cuál es la palabra que ha salido de Yahvé!» 31Y vienen a ti como a reuniones del pueblo, y se sienta delante de ti mi pueblo para oír tus palabras, pero no las ponen en práctica, porque con su boca te alaban, mientras su corazón va tras su avaricia. 32Pues he aquí que eres para ellos como un cantor de amores que tiene hermosa voz y toca bien; porque escuchan tus palabras, mas no las cumplen. 33Pero cuando ello viniere —he aquí que viene ya— conocerán que hubo un profeta en medio de ellos.”

EZEQUIEL 34
Los malos pastores de Israel

1[8888]Me fue dirigida la palabra de Yahvé, que dijo: 2“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a estos pastores: Así habla Yahvé, el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No es más bien el deber de los pastores apacentar el rebaño? 3Vosotros coméis su leche y os vestís de su lana; matáis lo gordo, pero no apacentáis el rebaño. 4[8889]No fortalecisteis a las ovejas débiles, no curasteis a las enfermas, no vendasteis a las perniquebradas, no condujisteis al redil a las descarriadas, no fuisteis en busca de las perdidas, sino que las dominabais con violencia y crueldad; 5[8890]de modo que se dispersaron por falta de pastor; vinieron a ser presa de todas las fieras del campo y se perdieron. 6Mis ovejas andan errantes por todas las montañas y por todas las altas colinas. Por toda la faz de la tierra se dispersaron mis ovejas, y no hay quien las busque ni quien se preocupe de ellas.

7Por eso, oíd, oh pastores, la palabra de Yahvé: 8Por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que por cuanto mi grey ha sido depredada, y mis ovejas han sido presa de todas las fieras del campo, por falta de pastor; pues mis pastores no cuidaban de mis ovejas, sino que los pastores se apacentaban a sí mismos y no apacentaban a mi grey, 9por lo tanto, oíd, oh pastores, la palabra de Yahvé. 10[8891]Así dice Yahvé, el Señor: Heme aquí contra los pastores; demandaré mis ovejas de su mano y no permitiré que apacienten mi grey; ni tampoco se apacentarán en adelante los pastores a sí mismos; puesto que Yo libraré mis ovejas de su boca, y no les servirán ya de pasto.

El buen Pastor

11[8892]Porque así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo mismo iré en pos de mis ovejas, y las revistaré. 12Como el pastor revista a su grey al encontrarse con sus ovejas descarriadas, así revistaré Yo mis ovejas y las recogeré de todos los lugares por donde se dispersaron en día de nublado y tinieblas. 13Las sacaré de entre los pueblos, las recogeré de los países, las llevaré a su tierra y las apacentaré sobre los montes de Israel, junto a los arroyos, y en todas las regiones habitadas del país. 14En pastos buenos las apacentaré, y sobre las elevadas montañas de Israel estará su redil; allí tendrán cómoda majada, y en medio de pingües pastos pacerán sobre los montes de Israel. 15Yo mismo pastorearé mis ovejas, y Yo mismo las llevaré a la majada —oráculo de Yahvé, el Señor. 16[8893]Buscaré las perdidas, traeré las descarriadas, vendaré las perniquebradas y fortaleceré las enfermas; mas a las gordas y fuertes las destruiré. Las apacentaré con justicia.

17A vosotras, ovejas mías, así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo juzgaré entre ovejas y ovejas, entre carneros y machos cabríos. 18[8894]¿Por ventura no os bastaba comer los pastos buenos, ya que pisoteabais con vuestros pies lo que sobraba de vuestro pasto? ¿Ni os bastaba beber el agua limpia, ya que enturbiabais con vuestros pies la que quedaba? 19De modo que mis ovejas tenían que comer lo que vosotros habíais hollado con vuestros pies, y beber lo que con vuestros pies habíais enturbiado.

20Por tanto, así les dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo mismo juzgaré entre las ovejas gordas y las ovejas flacas. 21Porque atropellabais con el flanco a todas las débiles y las acorneabais con vuestros cuernos hasta echarlas a otros lugares. 22Por eso Yo salvaré mi grey, para que no sirva más de presa; así juzgaré entre oveja y oveja.

El nuevo David, pastor de Israel

23[8895]Y suscitaré sobre ellas un solo pastor que las pastoree, mi siervo David; él las apacentará y él será su pastor. 24Yo, Yahvé, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, Yahvé, he hablado. 25[8896]Haré con ellas una alianza de paz, y exterminaré de la tierra las bestias feroces, y habitarán con seguridad en regiones desiertas y dormirán en los bosques. 26[8897]Y haré de ellos y de los alrededores de mi monte una bendición, y enviaré a su tiempo las lluvias, lluvias de bendición. 27Los árboles del campo darán su fruto y la tierra dará sus productos, y vivirán en paz en su tierra; y conocerán que Yo soy Yahvé, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los salve del poder de los que los tratan como esclavos. 28Y no serán más presa de las naciones, ni los devorarán las bestias de la tierra, sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien los espante. 29[8898]Y les haré brotar una vegetación magnífica; ya no serán más consumidos por el hambre en el país, ni expuestos al oprobio de las naciones. 30Y conocerán que Yo, Yahvé, su Dios, estoy con ellos, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo —oráculo de Yahvé, el Señor. 31Vosotros, los hombres, sois mis ovejas, las ovejas de mi grey, y Yo soy vuestro Dios, dice Yahvé, el Señor.”

EZEQUIEL 35
Contra Edom

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 2[8899]“Hijo de hombre, vuelve tu rostro contra la montaña de Seír y profetiza contra ella. 3Dile: Así dice Yahvé, el Señor:

He aquí que estoy contra ti, montaña de Seír;

extenderé mi mano contra ti,

y haré de ti una soledad y un desierto.

4Reduciré tus ciudades a ruinas;

serás un país despoblado,

y conocerás que Yo soy Yahvé.

5[8900]Porque tienes un odio perpetuo,

y entregaste los hijos de Israel a la espada,

en el tiempo de su calamidad,

al llegar la iniquidad al colmo.

6[8901]Por eso, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que te transformaré en sangre, y la sangre te perseguirá. Por cuanto no aborreciste la sangre, la sangre te perseguirá. 7Convertiré los montes de Seír en desierto completo y exterminaré de él al que va y al que viene. 8Llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados, en tus valles, en todos tus torrentes yacerán los traspasados por la espada. 9En desolación perpetua te trocaré, y tus ciudades no serán ya habitadas; entonces conoceréis que Yo soy Yahvé.

10[8902]Pues dijiste: Ambos pueblos y ambos países son míos, y nosotros los poseeremos, siendo así que Yahvé estaba allí. 11Por eso, por mi vida, dice Yahvé, el Señor, que te trataré según la medida de tu ira y de tu envidia, con que tú, en tu odio, los trataste, y Yo, al juzgarte a ti, seré conocido por ellos. 12[8903]Entonces conocerás que Yo, Yahvé, he escuchado todas las injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: «Devastados están, nos han sido dados como presa».

13Os ensoberbecisteis contra Mí con vuestra boca y multiplicasteis contra Mí vuestras palabras. Yo las he oído. 14[8904]Esto dice Yahvé, el Señor: Alegrándose toda la tierra haré de ti un yermo. 15Como tú te alegraste de la desolación de la casa de Israel, así haré Yo contigo. Yermo serás, serranía de Seír, e Idumea toda entera; y se conocerá que Yo soy Yahvé.

EZEQUIEL 36
Retorno y restauración de Israel

1[8905]Tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, diciendo: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yahvé. 2[8906]Así dice Yahvé, el Señor: Porque el enemigo ha dicho de vosotros: «¡Ea! los collados eternos están en nuestro poder», 3por eso vaticina y di: Así dice Yahvé, el Señor: Precisamente por eso, porque os asolaron y os hollaron por todos lados, para que fueseis herencia de las demás naciones, y porque llegasteis a ser objeto de chismes y el oprobio de los pueblos, 4por eso, escuchad, montes de Israel, la palabra de Yahvé, el Señor: Así dice Yahvé a los montes y a los collados, a las hondonadas y a los valles, a las ruinas, y a las ciudades abandonadas, que a las demás naciones circunvecinas sirvieron de presa y de ludibrio.

5[8907]Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: En el fuego de mis celos he hablado contra las otras naciones y contra la Idumea entera, quienes se apoderaron de mi tierra, regocijándose de todo corazón y despreciándola en su alma, a fin de tomarla y saquearla. 6Por eso, profetiza respecto de la tierra de Israel; y di a los montes y a los collados, a los torrentes y a los valles: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que en mis celos y en mi indignación he hablado, porque vosotros habéis soportado la afrenta de las naciones. 7[8908]Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: He alzado mi mano para que las naciones que os rodean, soporten también ellas su oprobio.

Restauración del país

8Mas vosotros, oh montes de Israel, brotad vuestras ramas y producid vuestro fruto para Israel, mi pueblo, porque cercana está su vuelta. 9Porque he aquí que a vosotros (vengo); hacia vosotros vuelvo mi rostro y seréis labrados y sembrados. 10[8909]Multiplicaré en vosotros la gente, la casa de Israel, toda entera. Serán repobladas las ciudades y reedificados los lugares destruidos. 11Os henchiré de hombres y de bestias, que crecerán y serán fecundos; os poblaré como antiguamente y os daré más bienes que al principio; y conoceréis que Yo soy Yahvé. 12Y haré que ande gente sobre vosotros: Israel, mi pueblo. Ellos te poseerán, y tú serás su herencia; y no volveréis a estar sin ellos.

13[8910]Así dice Yahvé, el Señor: Por cuanto dicen de vosotros: «Eres una tierra que se traga a los hombres y priva a tu pueblo de sus hijos», 14por eso en adelante no comerás más a los hombres ni privarás a tu pueblo de sus hijos, dice Yahvé, el Señor. 15Yo haré que no oigas más los insultos de las gentes ni tengas que sufrir los oprobios de los pueblos; pues no perderás más tu población”, dice Yahvé, el Señor.

Purificación del pueblo

16Y me llegó la palabra de Yahvé, diciendo: 17“Hijo de hombre, mientras los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la contaminaron con su proceder y sus malas obras. Era su conducta delante de Mí como la inmundicia de una mujer en su impureza. 18Por lo cual derramaré mi ira sobre ellos, a causa de la sangre que derramaron sobre el país y porque lo contaminaron con sus ídolos. 19Por eso los he dispersado entre las naciones y fueron diseminados por los países; así los juzgué según sus caminos y conforme a sus obras. 20Mas llegados a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo Nombre, pues se decía de ellos: «Estos son el pueblo de Yahvé, pero de la tierra de Él han salido». 21[8911]Sin embargo los perdoné por amor a mi santo Nombre, al que la casa de Israel había deshonrado entre las naciones adonde llegaron.

22Por eso, di a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: No por vosotros hago (esto), oh casa de Israel, sino por mi santo Nombre, al que vosotros habéis profanado entre las naciones a donde llegasteis. 23[8912]Y santificaré mi gran Nombre que ha sido deshonrado entre los gentiles, el cual vosotros profanasteis en medio de ellos; y conocerán los gentiles que Yo soy Yahvé, el Señor cuando haga patente mi santidad en vosotros, viéndolo ellos. 24Pues Yo os sacaré de entre los gentiles, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestra propia tierra. 25Y derramaré sobre vosotros agua limpia para que quedéis limpios, y os purificaré de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos. 26[8913]Os daré un corazón nuevo, y pondré en vosotros un espíritu nuevo; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27[8914]Infundiré mi Espíritu en vuestro corazón y haré que sigáis mis mandamientos y observéis mis leyes, poniéndolas por obra. 28[8915]Y habitaréis en la tierra que Yo di a vuestros padres; y vosotros seréis el pueblo mío, y Yo seré vuestro Dios. 29[8916]Os libraré de todas vuestras inmundicias; haré venir el trigo y lo multiplicaré; y no os enviaré más el hambre. 30Multiplicaré el fruto del árbol y la cosecha del campo, a fin de que no sufráis más el oprobio del hambre entre las naciones. 31[8917]Entonces os acordaréis de vuestros malos caminos y de vuestras obras que no eran buenas, y tendréis asco de vosotros mismos a causa de vuestras iniquidades y abominaciones. 32No por vosotros haré Yo (esto), dice Yahvé, el Señor, tenedlo así entendido. ¡Confundíos y avergonzaos de vuestros caminos, oh casa de Israel!

Nueva prosperidad de Israel

33[8918]Así dice Yahvé, el Señor: El día en que Yo os purificaré de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y serán reedificados los lugares destruidos. 34La tierra devastada será cultivada en vez de ser un desierto a los ojos de todo transeúnte. 35Y se dirá: «La tierra que estaba desolada ha venido a ser como el jardín de Edén; y las ciudades desiertas, arruinadas y destruidas, se hallan ya fortificadas y habitadas». 36Y los gentiles que quedaren en torno vuestro conocerán que Yo, Yahvé, he reedificado lo que estaba destruido, y que Yo he plantado lo que estaba devastado. Yo, Yahvé, he hablado, y Yo obraré.

37[8919]Así dice Yahvé, el Señor: Aun esto conseguirá la casa de Israel, para que lo haga en favor de ellos: los aumentaré con hombres a manera de rebaño. 38Como rebaño de ovejas consagradas, como los rebaños de Jerusalén en sus fiestas, así serán las ciudades desiertas: llenas de rebaños de hombres; y se conocerá que Yo soy Yahvé.

EZEQUIEL 37
Los huesos secos que recobran vida

1[8920]Vino sobre mí la mano de Yahvé: Yahvé me sacó fuera en espíritu, y me colocó en medio de la llanura, la cual estaba llena de huesos. 2Y me hizo pasar junto a ellos, todo en torno; y he aquí que eran numerosísimos. Estaban (tendidos) sobre la superficie de la llanura y secos en extremo. 3Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿acaso volverán a tener vida estos huesos?” Yo respondí: “Yahvé, Señor, Tú lo sabes.”

4Entonces me dijo: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: ¡Huesos secos, oíd la palabra de Yahvé! 5Así dice Yahvé a estos huesos: He aquí que os infundiré espíritu y viviréis. 6Os recubriré de nervios, haré crecer carne sobre vosotros, os revestiré de piel y os infundiré espíritu para que viváis; y conoceréis que Yo soy Yahvé.”

7Profeticé como se me había mandado; y mientras yo profetizaba he aquí que hubo un ruido tumultuoso, y se juntaron los huesos, cada hueso con su hueso (correspondiente). 8Y miré y he aquí que crecieron sobre ellos nervios y carnes y por encima los cubrió piel; pero no había en ellos espíritu. 9[8921]Entonces me dijo: “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al aliento: Así dice Yahvé, el Señor: Ven, oh espíritu de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.” 10Profeticé como Él me había mandado; y entró en ellos el espíritu, y vivieron y se pusieron en pie, (formando) un ejército sumamente grande.

11[8922]Entonces me dijo: “Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Mira cómo dicen: «Se han secado nuestros huesos y ha perecido nuestra esperanza; estamos completamente perdidos». 12Por eso profetiza, y diles: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que abriré vuestros sepulcros y os sacaré de vuestras tumbas, oh pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. 13Y al abrir Yo vuestros sepulcros y al sacaros de vuestras tumbas, conoceréis, oh pueblo mío, que Yo soy Yahvé. 14[8923]E infundiré en vosotros mi espíritu y viviréis, y os daré reposo en vuestra tierra; y conoceréis que Yo, Yahvé, lo he dicho, y Yo lo hago, dice Yahvé.”

Unión de Judá e Israel

15Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo: 16[8924]“Tú, hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: «Para Judá y los hijos de Israel unidos a él». Luego toma otra vara y escribe en ella: «Para José, el báculo de Efraím, y para toda la casa de Israel que le está unida». 17Y acerca la una a la otra para que sean una sola vara; y se unirán en tu mano. 18Y cuando los hijos de tu pueblo te pregunten, diciendo: «¿No nos explicarás qué significa esto para ti?» 19[8925]diles: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que voy a tomar la vara de José que está en mano de Efraím, y las tribus de Israel que le están unidas, y las juntaré con la vara de Judá, haciendo de ellas una sola vara; y vendrán a ser una misma cosa en mi mano.

20Las varas en que tú escribas han de estar en tu mano, ante los ojos de ellos; 21y les dirás: Así dice Yahvé, el Señor: He aquí que Yo sacaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde fueron; los recogeré de todas las partes y los llevaré a su tierra.

El nuevo David

22Y haré de ellos una sola nación en el país, en los montes de Israel; un solo rey reinará sobre todos ellos; nunca más serán dos naciones ni se dividirán ya en dos reinos. 23[8926]No se contaminarán más con sus ídolos, con sus abominaciones, ni con ninguna de sus transgresiones, puesto que Yo los pondré en salvo (sacándolos) de todos los lugares donde pecaron, y los purificaré; y ellos serán mi pueblo, y Yo seré su Dios.

24[8927]Mi siervo David será rey sobre ellos; y todos ellos tendrán un solo Pastor; observarán mis leyes y guardarán mis mandamientos y los cumplirán. 25[8928]Y habitarán en la tierra que Yo di a mi siervo Jacob, donde moraron vuestros padres; allí habitarán para siempre, ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos; y mi siervo David será para siempre su príncipe.

26Y haré con todos ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna; los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi Santuario en medio de ellos perpetuamente. 27[8929]Y tendré entre ellos mi morada, y Yo seré el Dios de ellos, y ellos serán el pueblo mío. 28[8930]Y conocerán los gentiles que Yo soy Yahvé, el santificador de Israel, cuando mi Santuario esté en medio de ellos para siempre.”

EZEQUIEL 38
Profecía contra Gog y Magog

1[8931]Me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: 2[8932]“Hijo de hombre, dirige tu rostro contra Gog, la tierra de Magog, príncipe de Rosch, Mósoc y Tubal; y profetiza contra él. 3Dirás: Así dice Yahvé, el Señor: Heme aquí contra ti, oh Gog, príncipe de Rosch, Mósoc y Tubal. 4Yo te haré dar vueltas y pondré garfios en tus quijadas; te sacaré fuera, juntamente con tu ejército, caballos y jinetes, todos magníficamente armados, un gentío inmenso, que llevan paveses y escudos y todos manejan la espada. 5Persas, etíopes y libios estarán con ellos, todos con escudos y yelmos. 6[8933]Gómer y todas sus tropas, la casa de Togormá, (y los) de las partes extremas del norte, con todas su tropas, muchos pueblos serán tus aliados. 7¡Aparéjate y prepárate, tú y todo tu gentío, reunido en derredor de ti; sé tú su jefe!

8[8934]Al cabo de muchos días recibirás el mando, y en los años postreros marcharás contra una nación salvada de la espada, recogida de entre muchos pueblos sobre las montañas de Israel, desoladas por muchísimo tiempo; (una nación) sacada de entre los pueblos y que habita toda entera en paz. 9[8935]Te levantarás cual huracán y vendrás como nube para cubrir todo el país, tú y todas tus tropas y muchos pueblos contigo. 10Así dice Yahvé, el Señor: En aquel día trazarás planes en tu corazón y maquinarás un designio perverso. 11[8936]Te dirás: Subiré contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas que viven en paz y que habitan todas sin muros, y sin tener cerrojos ni puertas, 12[8937]para depredar y saquear, para extender tu mano contra ruinas que recién han sido habitadas, y contra un pueblo recogido de entre las naciones, que se ha adquirido ganados y bienes y habita en el centro de la tierra. 13[8938]Sabá y Dedán y los comerciantes de Tarsis, y todos los leoncillos, te dirán:

«¿Vienes acaso a depredar?

¿No reuniste tu gentío

para tomar botín,

para robar plata y oro,

para tomar ganados y bienes,

para llevarte grandes despojos?»

14Por eso, profetiza, hijo de hombre, y di a Gog: Así dice Yahvé, el Señor: En aquel día, cuando Israel mi pueblo habite en paz, tú lo sabrás; 15y vendrás de tu lugar, desde las partes más remotas del norte, tú y mucha gente contigo, todos a caballo, una gran muchedumbre y un ejército inmenso. 16Y subirás contra Israel, mi pueblo, como una nube que cubre la tierra. Esto será en los últimos días, y seré Yo quien te conduciré contra mi tierra, para que las naciones me conozcan cuando Yo manifieste mi santidad en ti, oh Gog, viéndolo ellos.

Derrota de Gog

17[8939]Así dice Yahvé, el Señor: ¿No eres tú aquel de quien hablé en tiempos antiguos por boca de mis siervos los profetas de Israel, que en aquel tiempo hablaron proféticamente de los años en que Yo te traería contra ellos? 18[8940]Aquel día, el día que invada Gog la tierra de Israel, dice Yahvé, el Señor, reventará mi ira y mi furor. 19[8941]En mis celos y en el furor de mi ira declaro: En aquel día habrá un gran temblor en la tierra de Israel. 20[8942]Temblarán ante Mí los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo, todos los reptiles que se arrastran sobre el suelo y todo hombre que vive sobre la faz de la tierra; y serán derribados los montes, se desmoronarán los peñascos y todos los muros se vendrán al suelo. 21Llamaré contra él la espada por todos mis montes, dice Yahvé, el Señor, y cada uno dirigirá la espada contra su hermano. 22[8943]Le juzgaré con peste y sangre, y lloveré aguas de inundación, pedrisco, fuego y azufre sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos pueblos que le acompañan. 23Así manifestaré mi gloria y mi santidad, y me daré a conocer a los ojos de muchas naciones; y sabrán que Yo soy Yahvé.

EZEQUIEL 39
Muerte de Gog

1Tú, hijo de hombre, profetiza contra Gog, diciendo: Así habla Yahvé, el Señor: Heme aquí contra ti, oh Gog, príncipe de Rosch, Mósoc y Tubal. 2[8944]Yo te haré dar vueltas y te conduciré; Yo te haré subir de las partes más remotas del norte, y te llevaré a las montañas de Israel. 3Yo destrozaré el arco que tienes en tu mano izquierda, y haré caer tus flechas de tu mano derecha. 4[8945]Sobre los montes de Israel caerás tú y todos tus ejércitos y los pueblos que te acompañan; te entregaré a las aves de rapiña, a los volátiles de toda especie, y a las fieras del campo, para que te devoren. 5[8946]Sobre la superficie del campo caerás; porque Yo he hablado, dice Yahvé, el Señor. 6[8947]Enviaré fuego sobre Magog, y sobre los que habitan confiadamente en las islas; y conocerán que Yo soy Yahvé. 7[8948]Y haré que se conozca mi santo Nombre en medio de Israel, mi pueblo, y no dejaré profanar más mi santo Nombre; y las naciones sabrán que Yo soy Yahvé, el Santo de Israel. 8He aquí que esto sucederá y se cumplirá, dice Yahvé. Este es el día del cual he hablado.

9[8949]Entonces los habitantes saldrán de las ciudades de Israel, y prenderán fuego a las armas y las quemarán, así como los escudos, las rodelas, los arcos, las saetas, las mazas y las lanzas; y serán pábulo para el fuego por siete años. 10No traerán leña del campo, ni la cortarán en los bosques, pues harán lumbre con las armas. Así depredarán a sus depredadores y despojarán a esos mismos que los habían despojado, dice Yahvé, el Señor.

Sepultura de Gog

11[8950]En aquel día daré a Gog un lugar de sepultura en Israel: el valle de los Pasajeros, al oriente del mar, valle que obstruye el paso a los transeúntes. Allí enterrarán a Gog y a toda su multitud; y será llamado Valle de la muchedumbre de Gog. 12[8951]A fin de purificar la tierra, la casa de Israel los estará enterrando durante siete meses. 13Los enterrará todo el pueblo del país; y será para ellos un día glorioso aquel en que Yo seré glorificado, dice Yahvé, el Señor. 14Designarán hombres que recorran sin cesar el país para enterrar a los insepultos, a los dejados sobre la faz de la tierra, para purificarla. Durante siete meses harán sus investigaciones. 15Cuando los que recorren el país vean los huesos de un hombre, pondrán junto a ellos una señal, hasta su entierro por los sepultureros en el Valle de la muchedumbre de Gog. 16[8952]Hamona será el nombre de esa ciudad; y así purificarán el país.

17[8953]Y tú, hijo de hombre, así dice Yahvé, el Señor: Di a los volátiles de toda especie y a todas las bestias del campo: ¡Congregaos y venid! Reuníos de todos los alrededores junto a la víctima mía la que Yo inmolo para vosotros, víctima grande, sobre las montañas de Israel, para que comáis carne y bebáis sangre. 18Comeréis carne de héroes y beberéis sangre de príncipes de la tierra: carneros, corderos, machos cabríos y toros, todos ellos gordos (como los) de Basán. 19Comeréis hasta hartaros de la gordura de mi víctima que preparo para vosotros, y beberéis sangre hasta la embriaguez. 20En mi casa os saciaréis de caballos y de jinetes, de héroes y de toda clase de guerreros, dice Yahvé, el Señor.

Glorificación de Dios

21Entonces haré manifestación de mi gloria entre los gentiles, y todos los gentiles verán cómo Yo ejecuto mi justicia descargando sobre ellos mi mano. 22[8954]Y desde aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que Yo soy Yahvé, su Dios. 23Y las naciones entenderán que por sus iniquidades fue llevada la casa de Israel al cautiverio; que a causa de su infidelidad contra Mí escondí de ellos mi rostro y los entregué en manos de sus enemigos, para que todos cayesen al filo de la espada; 24que los traté según sus inmundicias y según sus prevaricaciones y que por eso oculté de ellos mi rostro.

25Por tanto, así dice Yahvé, el Señor: Ahora volveré a traer a los cautivos de Jacob, y me apiadaré de toda la casa de Israel, pero seré celoso de mi santo Nombre. 26[8955]Llevarán su ignominia y todas sus infidelidades que han cometido contra Mí, cuando habiten ya seguros en su tierra sin que nadie los espante. 27[8956]Y cuando Yo los haga volver de entre los pueblos, recogiéndolos de los países de sus enemigos y manifestando en ellos mi santidad a los ojos de muchas naciones, 28reconocerán que Yo soy Yahvé, su Dios, el que los llevó al cautiverio entre las naciones, y el que los reunió en su propia tierra, sin dejar allí ni uno de ellos. 29[8957]No volveré más a esconder de ellos mi rostro; porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel” —oráculo de Yahvé, el Señor.

IV. EL NUEVO TEMPLO, LA NUEVA CIUDAD Y LA TIERRA RESTAURADA
EZEQUIEL 40
El nuevo Templo

1[8958]El año veinte y cinco de nuestro cautiverio, al principio del año, el diez del mes, catorce años después de la caída de la ciudad, aquel mismo día vino sobre mí la mano de Yahvé y me trasladó allá. 2[8959]Me llevó en visiones divinas a la tierra de Israel, y me colocó sobre un monte muy alto, sobre el cual había, al mediodía, una construcción semejante a una ciudad. 3[8960]Cuando me había llevado allá, vi a un varón, cuyo aspecto era como el aspecto de bronce. Tenía en la mano una cuerda de lino y una caña de medir y estaba parado a la puerta. 4[8961]Y me dijo aquel varón: “Hijo de hombre, mira con tus ojos, y escucha con tus oídos y para mientes en todo lo que te voy a mostrar; pues para que yo te lo haga ver, has sido trasladado aquí. Todo cuanto veas anúncialo a la casa de Israel.”

5[8962]Y vi un muro exterior que rodeaba toda la Casa; (vi) también en la mano de aquel varón una caña de medir, de seis codos, cada uno de los cuales tenía un codo y un palmo. Y midió el ancho del edificio: una caña; y la altura: una caña.

La puerta oriental

6[8963]Entonces fue a la puerta que mira hacia el oriente, subió por sus gradas y midió el umbral de la puerta: una caña de ancho; y el otro umbral: una caña de ancho. 7Cada cámara tenía una caña de largo y una caña de ancho; y entre las cámaras había (un espacio) de cinco codos; y el umbral de la puerta junto al vestíbulo de la puerta interior tenía una caña. 8Luego midió el vestíbulo de la puerta interior: una caña. 9Midió también el vestíbulo de la puerta: ocho codos; y sus pilares: dos codos; el vestíbulo de la puerta estaba en la parte de adentro. 10Las cámaras de la puerta oriental eran tres de un lado, y tres del otro. Una misma medida tenían todas ellas, y una misma medida los pilares de ambos lados. 11Después midió el ancho de la entrada de la puerta: diez codos; y la profundidad del portal: trece codos. 12Había delante de las cámaras un espacio delimitado de un codo de un lado, y de un codo del otro lado; y cada cámara tenía seis codos por una y otra parte. 13Y midió la puerta desde el techo de una cámara hasta la (opuesta), y era su anchura de veinte y cinco codos, de puerta a puerta. 14[8964]Y midió los pilares de sesenta codos, los cuales estaban adheridos al atrio que rodeaba todo (el edificio de) la puerta. 15Desde el frente de la puerta de la entrada hasta el frente del vestíbulo de la puerta interior, había cincuenta codos. 16[8965]En las cámaras y sus pilares había ventanas de reja, que daban al interior (del edificio) de la puerta, todo en derredor, y asimismo en los vestíbulos. Las ventanas estaban todo en derredor y daban al interior, y en los pilares había palmeras.

El atrio exterior y las demás puertas

17Me llevó después al atrio exterior; y allí había cámaras y un pavimento enlosado de piedras todo en torno del atrio. Treinta cámaras bordeaban el pavimento. 18El pavimento se extendía a ambos lados de las puertas, y correspondía a la profundidad de las puertas. Este era el pavimento inferior. 19Y midió por la parte de afuera la profundidad (del atrio), desde la fachada de la puerta de abajo hasta la fachada del atrio interior; cien codos hacia el oriente y hacia el norte.

20Midió también la longitud y la anchura de la puerta del atrio exterior, que mira hacia el norte. 21Sus cámaras, tres a un lado y tres al otro, así como sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas medidas que las de la puerta primera: cincuenta codos de largo por veinte y cinco de ancho. 22[8966]Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras eran conforme a la medida de la puerta que miraba hacia el oriente. Se subía a ella por siete gradas, y delante de estas se hallaba un vestíbulo. 23En el atrio interior había una puerta frente a la puerta septentrional, que correspondía a la oriental; y de puerta a puerta había una distancia de cien codos.

24Luego me llevó a la parte meridional; y he aquí una puerta que daba al sur; y midió sus pilares y su vestíbulo, que tenían las mismas dimensiones. 25Tenía, así como su vestíbulo, todo en torno, ventanas semejantes a las otras ventanas, de cincuenta codos de largo y de veinte y cinco de ancho. 26Tenía también siete gradas para subir, y delante de ellas estaba un vestíbulo. Había en los pilares palmeras, una de un lado, y otra del otro. 27Había también en el atrio interior una puerta que miraba al sur; y midió (el varón) de puerta a puerta, hacia el sur: cien codos.

Puertas del atrio interior

28Entonces me llevó al atrio interior, a la puerta meridional, y midió la puerta meridional, la cual tenía las mismas dimensiones. 29También sus cámaras, sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas medidas. Había ventanas en ella y en su vestíbulo, todo en derredor. Su longitud era de cincuenta codos, y su anchura de veinte y cinco. 30[8967]Los vestíbulos, que había todo en derredor, eran de veinte y cinco codos de largo y de cinco codos de ancho. 31Su vestíbulo daba al atrio exterior; tenía palmeras en sus pilares y se subía por ocho gradas.

32Después me condujo, en el atrio interior, hacia el oriente y midió la puerta, la cual tenía las mismas medidas (que las otras). 33Sus cámaras, sus pilares y su vestíbulo tenían aquellas mismas medidas; y había ventanas en ella y en su vestíbulo todo en derredor. Su longitud era de cincuenta codos, y su anchura de veinte y cinco. 34Su vestíbulo daba al atrio exterior; en sus pilares a uno y otro lado había palmeras, y se subía a la (puerta) por ocho gradas.

35Luego me llevó a la puerta del norte, y la midió con aquellas mismas medidas. 36(Midió) también sus cámaras, sus pilares y su vestíbulo, y las ventanas en ella todo en derredor; cincuenta codos de largo por veinte y cinco de ancho. 37Sus pilares daban al atrio exterior; en sus pilares había palmeras a un lado y al otro y se subía a la (puerta) por ocho gradas.

Descripción del atrio interior

38[8968]Había cámaras con puertas correspondientes junto a los pilares de las puertas, para lavar los holocaustos. 39En el vestíbulo de la puerta había a cada lado dos mesas, para degollar sobre ellas los holocaustos, las víctimas por el pecado y las víctimas por la culpa. 40En el lado exterior, al norte de quien subía a la entrada de la puerta, había también dos mesas, y otras dos en la parte opuesta junto al pórtico de la puerta; 41de modo que había junto a la puerta cuatro mesas de un lado y cuatro mesas del otro, (o sea) ocho mesas, sobre las cuales se degollaban (las víctimas). 42Las cuatro mesas para los holocaustos eran de piedra labrada, de codo y medio de largo, codo y medio de ancho y un codo de alto. Sobre estas se ponían los instrumentos con que se degollaban los holocaustos y las (otras) víctimas. 43Por dentro había ganchos colocados todo en torno, qué tenían el tamaño de un palmo; y sobre las mesas, se ponía la carne de las víctimas. 44[8969]Fuera de la puerta interior, en el atrio interior, había cámaras para los cantores, una al lado de la puerta del norte, con su frente hacia el sur; y otra al lado de la puerta oriental, con la frente hacia el norte. 45Y me dijo: “La cámara que mira hacia el sur, es para los sacerdotes que están al servicio de la Casa; 46[8970]y la cámara que mira hacia el norte es para los sacerdotes que desempeñan el servicio del altar. Son los hijos de Sadoc los que entre los hijos de Levi se acercan a Yahvé para servirle.”

47Y midió el atrio: cien codos de largo y cien codos de ancho, un cuadrado. Y el altar estaba delante de la Casa.

El pórtico del Templo

48Después me llevó al pórtico de la Casa, y midió los pilares del pórtico: cinco codos de un lado y cinco del otro; y la anchura de la puerta: tres codos de un lado y tres del otro. 49[8971]Tenía el pórtico veinte codos de largo y once codos de ancho, y se subía a él por gradas. Y había columnas junto a los pilares, una a cada lado.

EZEQUIEL 41
El santo y el santo de los santos

1Me introdujo entonces en el Templo y midió los pilares: seis codos de ancho por un lado, y seis codos de ancho por el otro, lo que correspondía a la anchura del Tabernáculo. 2La anchura de la entrada era de diez codos; los lados de la entrada tenían cinco codos a una parte y cinco a la otra. Después midió su longitud, que era de cuarenta codos, y su anchura, que era de veinte codos.

3[8972]Luego entró en el interior y midió los pilares de la entrada: dos codos; y la entrada misma: seis codos; y la anchura de la entrada: siete codos. 4[8973]Midió también su longitud: veinte codos, y la anchura: veinte codos, sobre el frente del Templo; y me dijo: “Este es el Santo de los Santos.”

Edificios anejos

5Después midió la pared de la Casa: seis codos, y la anchura de las cámaras laterales: cuatro codos, todo en torno de la Casa. 6[8974]Las cámaras laterales estaban dispuestas en tres (pisos), una sobre otra, treinta en cada piso. Había salientes en la pared de la Casa todo en derredor, para que las cámaras laterales se apoyasen (en ellas), y no en la pared misma de la Casa. 7Las cámaras laterales se ensanchaban, en todo el contorno, al paso que se subía; porque a medida que se subía por la escalera de caracol de la Casa, todo alrededor de la Casa, tanto más se ensanchaba la Casa hacía arriba. Se subía desde el piso inferior al superior por el del medio.

8Y vi que la Casa todo en torno estaba sobre una elevación. Los fundamentos de las cámaras laterales eran de una caña entera, de seis codos, hasta la juntura. 9La pared de las cámaras laterales tenía por afuera un espesor de cinco codos; y había un espacio libre entre el edificio lateral de la Casa, 10y entre las cámaras había una anchura de veinte codos alrededor de la Casa por todos lados. 11Las entradas del edificio lateral daban al espacio libre, una puerta estaba hacia el norte y otra hacia el sur. El espacio libre tenía cinco codos de ancho en todo el derredor.

Medidas de los edificios

12[8975]El edificio que estaba frente al espacio cercado al lado occidental, tenía setenta codos de ancho, y la pared del edificio tenía un espesor de cinco codos todo alrededor, y su longitud era de noventa codos. 13Después midió la Casa: cien codos de largo; el espacio libre, su edificio y sus paredes: cien codos de largo; 14y el ancho de la fachada de la Casa y del espacio cercado por la parte oriental: cien codos. 15Y midió la longitud del edificio, frente al espacio cercado que había detrás, y sus galerías a ambos lados: cien codos; y también el Templo interior y los vestíbulos del atrio.

Adornos del Templo

16[8976]Los umbrales, las ventanas de reja y las galerías alrededor de los tres (pisos) estaban revestidos de madera a la redonda, empezando por los umbrales desde el suelo hasta las ventanas, las cuales estaban cubiertas. 17Encima de la puerta, en el interior de la Casa y en el exterior, había tapices sobre toda la pared, todo en torno por dentro y por fuera, 18[8977]con representaciones de querubines y palmeras, una palmera entre querubín y querubín. Cada querubín tenía dos caras: 19cara de hombre (vuelta) hacia la palmera de esta parte, y cara de león (vuelta) hacia la palmera de la otra parte. Así se hizo por todo alrededor de la Casa. 20Desde el suelo hasta la altura de la puerta había querubines y palmeras en la pared del Templo. 21[8978]El Templo tenía en las puertas postes cuadrangulares. Delante del Santuario había algo así como 22un altar de madera, de tres codos de altura, y de dos codos de largo. Sus ángulos y su superficie y sus paredes eran de madera.

23[8979]Y me dijo: “Esta es la mesa que está delante de Yahvé.”

24El Templo y el Santuario tenían dos puertas, cada una de las cuales poseía dos hojas, que se plegaban (en dos partes): dos para una hoja y dos para la otra. 25Sobre las puertas del Templo había querubines y palmeras, como los que estaban representados en las paredes; y al frente del pórtico por fuera, una cornisa de madera. 26[8980]Y había ventanas enrejadas y palmeras a cada lado en las paredes laterales del pórtico y en las cámaras laterales, como también cornisas.

EZEQUIEL 42
Aposentos para los sacerdotes

1Después me sacó al atrio exterior, por el camino que va hacia el norte, y me llevó al departamento que estaba frente al espacio cercado y frente al muro del norte. 2[8981]Tenía (donde estaba) la puerta del norte una longitud de cien codos y la anchura era de cincuenta codos. 3[8982]Estaba frente a los veinte (codos) que tenía el atrio interior, y frente al pavimento del atrio exterior y tenía galería contra galería, en tres pisos. 4Delante de las cámaras había un corredor de diez codos de ancho; un camino de un codo conducía al interior, y sus puertas daban al norte. 5Las cámaras superiores eran más angostas; pues las galerías quitaban más de ellas que de las inferiores y de las intermedias del edificio. 6Porque había tres pisos, pero no tenían columnas como las columnas de los atrios; por eso (las superiores) eran más estrechas que las de abajo y las de en medio. 7El muro exterior, paralelo a las cámaras, que daba al atrio exterior delante de las cámaras, tenía cincuenta codos de largo; 8pues las cámaras del lado del atrio exterior tenían cincuenta codos de largo, pero frente al templo tenían cien codos. 9Más abajo de estas cámaras había una entrada desde el oriente, para quien entraba desde el atrio exterior. 10Había también cámaras (al sur) a lo ancho del muro del atrio que miraba hacia el oriente, frente al espacio cercado y al edificio. 11Delante de ellas había un corredor, y eran como las cámaras de la parte del norte. Su longitud y su anchura eran las mismas, como también todas sus salidas, su disposición y sus puertas. 12Las puertas de las cámaras miraban hacia el sur, y había una puerta al principio del corredor paralelo al muro, para quien venía del lado oriental. 13[8983]Y me dijo: “Las cámaras del norte y las cámaras del sur, que están frente al espacio cercado, son cámaras santas, donde los sacerdotes que se acercan a Yahvé comerán las cosas sacrosantas, y donde depositarán las cosas santísimas, las ofrendas y los sacrificios por el pecado y por la culpa, pues este lugar es santo. 14Cuando los sacerdotes hubieren entrado, no saldrán del Lugar Santo al atrio exterior, sino que dejarán allí las vestimentas con que ejercen el ministerio, pues son santas. Vestirán otras ropas, y así se acercarán al (atrio) del pueblo.”

Dimensiones del recinto del Templo

15Cuando hubo acabado de medir la Casa, me sacó fuera por la puerta que mira hacia el oriente; y midió el (recinto) todo en torno. 16Midió la parte oriental, con la caña de medir: quinientas cañas, con la caña de medir. 17Midió el lado septentrional: quinientas cañas, con la caña de medir. 18Midió la parte meridional: quinientas cañas, con la caña de medir. 19Y por el lado occidental midió también quinientas cañas con la caña de medir. 20Y midió el muro (de cintura), todo alrededor, hacia los cuatro vientos, y tenía quinientas (cañas) de largo, y quinientas de ancho, separando así lo santo de lo profano.

EZEQUIEL 43
El señor vuelve al Templo

1[8984]Me trasladó después a la puerta que mira hacia el oriente; 2[8985]y he aquí que la gloria del Dios de Israel venía del oriente. Su voz era como el estruendo de una gran mole de aguas; y la tierra resplandecía de su gloria. 3[8986]El aspecto de la imagen que veía era como la que vi cuando Él vino para destruir la ciudad. Todo lo que veía era semejante a la visión que tuve junto al río Cobar; y póstreme sobre mi rostro.

4Y la gloria de Yahvé entró en la Casa, por la puerta que mira hacia el oriente. 5Entonces me levanto el Espíritu, y me llevó al atrio interior; y vi cómo la gloria de Yahvé llenaba la Casa.

6[8987]Y oí cómo alguien me hablaba desde la Casa, y aquel varón estaba parado junto a mí. 7[8988]Y me dijo: “Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono y el lugar de las plantas de mis pies, donde moraré entre los hijos de Israel para siempre. La casa de Israel, ellos y sus reyes, no contaminarán más mi santo Nombre con sus idolatrías, con los cadáveres de sus reyes y con sus lugares altos. 8Pusieron su umbral junto a mi umbral, y los postes de su puerta junto a los postes de mi puerta, de suerte que solo la pared estaba entre Mí y ellos; y contaminaron mi santo Nombre con las abominaciones que cometieron; por eso los he consumido en mi ira. 9Ahora arrojarán lejos de Mí sus idolatrías y los cadáveres de sus reyes, y habitaré en medio de ellos para siempre.

10Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel este Templo, para que se avergüencen de sus iniquidades, y tomen medida de las construcciones. 11[8989]Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, muéstrales la imagen de la Casa, su disposición, sus salidas y sus entradas, toda su estructura y todas sus disposiciones, toda su forma y todas sus leyes; y ponlo por escrito delante de sus ojos, para que guarden todas sus disposiciones y todas sus leyes y las pongan en práctica. 12Esta es la ley de la Casa sobre la cumbre del monte: Todo su territorio a la redonda será santísimo. He aquí que esta es la ley de la Casa.”

El altar de los holocaustos

13[8990]He aquí las medidas del altar en codos, teniendo el codo un codo y un palmo. El zócalo: un codo (de alto) y un codo de ancho; y su reborde todo alrededor: un palmo. Tal era el zócalo del altar. 14Desde el zócalo de sobre la tierra hasta la planta inferior: dos codos, y un codo de anchura. Y desde la planta chica hasta la planta grande: cuatro codos, y un codo de anchura. 15[8991]El ariel tenía cuatro codos de altura; y del ariel hacia arriba salían cuatro cuernos. 16El ariel tenía doce codos de largo por doce de ancho y formaba un cuadrado perfecto. 17La planta tenía en sus cuatro lados catorce (codos) de largo por catorce de ancho, y alrededor suyo había una cornisa de medio codo, y todo en torno un canal de un codo, y sus gradas estaban en la parte oriental.

La dedicación del altar

18[8992]Luego me dijo: “Hijo de hombre, así dice Yahvé, el Señor: Este es el rito (de la dedicación) del altar para cuando sea construido, a fin de ofrecer sobre él holocaustos y derramar allí la sangre. 19[8993]A los sacerdotes levitas del linaje de Sadoc, que son los que pueden acercarse a Mí, dice Yahvé, el Señor, para servirme, les darás un novillo para sacrificio por el pecado. 20Tomarás de su sangre y la pondrás sobre los cuatro cuernos del altar, y sobre los cuatro ángulos de la base y sobre el borde todo alrededor. Así lo purificarás y harás su expiación. 21Tomarás luego el novillo del sacrificio por el pecado y lo quemarás en un lugar reservado de la Casa, fuera del Santuario. 22El segundo día presentarás un macho cabrío sin tacha, por el pecado; y purificarán el altar como se hizo con el novillo. 23Terminada la purificación, ofrecerás un novillo sin tacha, y un carnero del rebaño, sin defecto. 24[8994]Los presentarás delante de Yahvé, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán como holocausto a Yahvé. 25Por siete días ofrecerás cada día un macho cabrío por el pecado. Se ofrecerá, además, un novillo y un carnero del rebaño, ambos sin tacha. 26Por siete días se hará expiación por el altar y se lo limpiará. Así será consagrado. 27Cumplidos los días, desde el día octavo en adelante, los sacerdotes ofrecerán en el altar vuestros holocaustos y vuestras víctimas pacíficas; y Yo os seré propicio”, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 44
La puerta cerrada

1Después me hizo volver hacia la puerta exterior del Santuario, la cual mira al oriente; y estaba cerrada. 2[8995]Y Yahvé me dijo: “Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y no entrará nadie por ella, porque ha entrado por ella Yahvé, el Dios de Israel; por eso quedará cerrada. 3[8996](Solamente) el príncipe, por ser príncipe se sentará allí para comer en la presencia de Yahvé. Por el vestíbulo de la puerta entrará, y por ese mismo camino saldrá.”

4Luego me trasladó hacia la puerta del norte, delante de la Casa; miré, y he aquí que la gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé; y me postré sobre mi rostro.

Los incircuncisos y el templo

5[8997]Y me dijo Yahvé: “Hijo de hombre, aplica tu atención, mira con tus ojos y escucha con tus oídos todo lo que te voy a decir respecto de todos los estatutos de la Casa de Yahvé y de todas sus leyes; y para mientes en las entradas de la Casa y todas las salidas del Santuario. 6Y di a los rebeldes, a la casa de Israel: Así dice Yahvé, el Señor: Basta ya, oh casa de Israel, de todas las abominaciones (que cometisteis), 7[8998]introduciendo a extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos en la carne, para que estuviesen en mi Santuario y profanasen mi Casa, mientras vosotros ofrecíais mi pan, la grosura y la sangre. Con todas vuestras abominaciones habéis roto mi alianza. 8No habéis guardado (los ritos en) el servicio de mis cosas santas; sino que habéis puesto en mi Santuario hombres que hagan mi servicio a vuestro gusto. 9Así dice Yahvé, el Señor: Ningún extranjero, ningún incircunciso, de corazón o incircunciso en la carne, de entre todos los extranjeros que haya en medio de los hijos de Israel, entrará en mi Santuario.

Los levitas

10[8999]También los levitas que se apartaron de Mí cuando Israel se descaminó, apostatando de Mí para ir en pos de sus ídolos, llevarán su iniquidad. 11Serán sirvientes en mi Santuario, guardas de las puertas de la Casa, y sirvientes de la Casa; degollarán los holocaustos y las víctimas para el pueblo, y estarán a su disposición para servirlo. 12Porque le sirvieron delante de sus ídolos y fueron para la casa de Israel causa de iniquidad; por eso alzo Yo mi mano contra ellos, dice Yahvé, el Señor, para que lleven su maldad. 13No se acercarán a Mí para ejercer ante Mí las funciones de sacerdotes, ni para tocar las cosas santas y santísimas, sino que llevarán su oprobio y las abominaciones que cometieron. 14Los pondré por guardas en el servicio de la Casa, para todo su servicio y para cuanto haya que hacer en ella.

Los sacerdotes y su ministerio

15[9000]Los sacerdotes levitas, hijos de Sadoc, que guardaron (los ritos en) el servicio de mi Santuario cuando los hijos de Israel apostataron de Mí, ellos se acercarán a Mí para servirme, y estarán en mi presencia para presentarme la grosura y la sangre, dice Yahvé, el Señor. 16[9001]Ellos entrarán en mi Santuario y se llegarán a mi mesa para servirme, y guardarán mis ceremonias. 17[9002]Después de entrar por las puertas del atrio interior, vestirán ropas de lino, y no llevarán sobre sí cosa de lana al ejercer su ministerio dentro de las puertas del atrio interior y en la Casa. 18[9003]Tendrán turbantes de lino sobre su cabeza, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; y evitarán ceñirse de tal modo que entren en sudor. 19[9004]Y cuando salieren al atrio exterior, al pueblo que está en el atrio exterior, se quitarán sus vestimentas en las cuales ordinariamente ejercen su ministerio, las depositarán en las cámaras del Santuario, y se pondrán otros vestidos, para no consagrar al pueblo con estas vestimentas suyas. 20[9005]No raerán su cabeza, ni se dejarán crecer rizos de cabello, sino que se cortarán la cabellera. 21Ningún sacerdote beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior. 22No tomarán por mujer, viuda ni repudiada, sino una virgen de la estirpe de la casa de Israel. Sin embargo, podrán ellos tomar la viuda de un sacerdote. 23[9006]Enseñarán a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano y a discernir entre lo impuro y lo puro. 24[9007]Ellos serán jueces en los pleitos, y juzgarán conforme a mis juicios; observarán mis leyes y mis preceptos en todas mis fiestas y santificarán mis sábados. 25No se llegarán a ningún muerto para no contaminarse. Solo podrán contaminarse por padre, o madre, o hijo, o hija, o hermano, o hermana que no haya tenido marido. 26Después de su purificación se le contarán siete días; 27y el día en que entrare en el Santuario, en el atrio interior, para ejercer su ministerio en el Santuario, ofrecerá su sacrificio por el pecado, dice Yahvé, el Señor.

La porción de los sacerdotes es el Señor

28[9008]Tendrán también herencia; pues Yo soy su herencia. No les daréis posesión en Israel; la posesión de ellos soy Yo. 29Se alimentarán de las ofrendas, de los sacrificios por el pecado y de los sacrificios por la culpa; y todo anatema en Israel será para ellos. 30[9009]Las primicias de todos los primeros frutos, y todas las ofrendas alzadas de cualquier clase, de entre todas vuestras ofrendas alzadas, pertenecerán a los sacerdotes. Daréis también al sacerdote las primicias de vuestras harinas, para que la bendición descanse sobre tu casa. 31Los sacerdotes no comerán mortecino alguno, ni animal destrozado (por fieras), sea de aves, sea de bestias.

EZEQUIEL 45
Distribución de la tierra

1[9010]Cuando repartáis por suerte la tierra para poseerla, daréis a Yahvé, como ofrenda alzada, una porción santa de la tierra, de veinte y cinco mil medidas de largo y de diez mil de ancho, que en toda su extensión será santa. 2De ella será para el Santuario un cuadrado de quinientas por quinientas (medidas) por cada lado, y un espacio libre de cincuenta codos de contorno. 3Con esta misma medida medirás veinte y cinco mil de largo y diez mil de ancho. En este lugar estará el Santuario, el Santo de los Santos. 4[9011]Será una porción santa del país, destinada para los sacerdotes, los ministros del Santuario, que se acercan para servir a Yahvé; será el lugar para sus casas, y el recinto sagrado para el Santuario. 5Veinte y cinco mil (medidas) de largo por diez mil de ancho serán destinadas para los levitas, los sirvientes de la Casa, como posesión suya, donde tendrán ciudades en que habitar.

6Como posesión de la ciudad señalaréis cinco mil (medidas) de ancho y veinte y cinco mil de longitud, conforme a la porción reservada para el Santuario. Servirá para toda la casa de Israel.

7[9012]Para el príncipe (reservaréis una posesión) de esta y de aquella parte de la porción reservada para el Santuario y de la posesión de la ciudad, frente a ambas posesiones, de la parte occidental hacia el occidente, y de la parte oriental hacia el oriente. La longitud será igual a las otras porciones, desde el término occidental hasta el término oriental. 8[9013]Esta será su tierra, su posesión en Israel; y mis príncipes no oprimirán más a mi pueblo, sino que dejarán la tierra a la casa de Israel para sus tribus.

Pesas y medidas

9Así dice Yahvé: Basta ya, oh príncipes de Israel; dejad la violencia y la rapiña, y obrad según derecho y justicia; desistid de vuestras exacciones sobre mi pueblo, dice Yahvé, el Señor. 10[9014]Tened balanzas justas, efa justo y bato justo. 11El efa y el bato tendrán la misma capacidad, de modo que el bato contenga la décima parte del hómer, y el efa la décima parte del hómer. Su capacidad se medirá con arreglo al hómer. 12El siclo tendrá veinte gueras. Veinte siclos y veinte y cinco siclos y quince siclos os serán una mina.

Derechos y deberes del príncipe

13He aquí las ofrendas que habéis de alzar: la sexta parte de un efa por cada hómer de trigo, y la sexta parte de un efa por cada hómer de cebada. 14Y la ley para el aceite, para el bato de aceite: la décima parte de un bato por cada coro, el cual equivale a diez batos, o sea, a un hómer, pues diez batos son un hómer. 15Un cordero del rebaño por cada doscientas (ovejas), de los pastos bien regados de Israel, para oblaciones, holocaustos y sacrificios pacíficos, a fin de hacer expiación por ellos, dice Yahvé, el Señor. 16Todo el pueblo del país dará estas oblaciones al príncipe de Israel. 17[9015]El príncipe tendrá la obligación de (suministrar) los holocaustos, las ofrendas y las libaciones en las fiestas, en los novilunios y sábados y en todas las fiestas de la casa de Israel. Él suministrará los sacrificios por el pecado, las ofrendas, los holocaustos y los sacrificios pacíficos, para expiar la casa de Israel.

Celebración de las fiestas

18[9016]Así dice Yahvé, el Señor: En el (mes) primero, el primer día del mes, tomarás un novillo sin tacha, y expiarás el Santuario. 19El sacerdote tomará la sangre del sacrificio por el pecado, y la pondrá sobre los postes de la Casa, sobre los cuatro ángulos de la base del altar y sobre los postes de la puerta del atrio interior. 20[9017]Lo mismo harás el día séptimo del mes por quien peque por ignorancia o por error. Así harás a expiación por la Casa. 21El día catorce del primer mes celebraréis la Pascua, fiesta de siete días, durante los cuales se comerá pan ácimo. 22[9018]En ese día el príncipe ofrecerá por él y por todo el pueblo del país, un novillo como víctima por el pecado. 23Durante los siete días de la fiesta ofrecerá en holocausto a Yahvé siete novillos y siete cameros sin tacha, cada uno de los siete días, y como sacrificio por el pecado cada día un macho cabrío. 24Presentará también como ofrenda un efa (de harina) por cada novillo, un efa por cada carnero y un hin de aceite por cada efa. 25[9019]En la solemnidad del mes séptimo, el día quince del mes, ofrecerá durante los siete días, por el pecado, los mismos holocaustos, las mismas ofrendas y la misma (cantidad de) aceite.

EZEQUIEL 46
Sábados y novilunios

1Así dice Yahvé, el Señor: La puerta del atrio interior, que mira al oriente estará cerrada los seis días de trabajo, mas se abrirá el día de sábado, lo mismo que en los novilunios. 2[9020]Y entrará el príncipe desde fuera por el vestíbulo de la puerta y se quedará en pie junto a los postes de la puerta, en tanto que los sacerdotes ofrezcan su holocausto y sus sacrificios pacíficos, y él se prosternará en el umbral de la puerta; luego saldrá; la puerta, empero, no se cerrará hasta la tarde. 3El pueblo del país hará su adoración delante de Yahvé a la entrada de esa puerta, en los sábados y en los novilunios. 4[9021]El holocausto que el príncipe ha de ofrecer a Yahvé el día de sábado, consistirá en seis corderos sin tacha y un carnero sin tacha. 5[9022]Como ofrenda ofrecerá un efa (de harina) con el carnero, y con los corderos cualquier dádiva de sus manos y, además, un hin de aceite por cada efa. 6El día del novilunio (ofrecerá) un novillo sin tacha, seis corderos y un carnero sin tacha. 7Como ofrenda ofrecerá con el novillo un efa (de harina) y un efa con el carnero; con los corderos, empero, lo que puedan dar sus manos, y, además, un hin de aceite por cada efa.

Entrada y salida del rey

8[9023]Cuando el príncipe entrare hará su entrada por el vestíbulo de la puerta; y saldrá por ese mismo camino. 9Pero cuando el pueblo del país en las solemnidades se presente ante Yahvé, el que entrare por la puerta del norte para adorar, saldrá por la puerta del sur; y el que entrare por la puerta del sur, saldrá por la puerta del norte. No volverá por la puerta por donde entró, sino que saldrá por la que está enfrente. 10El príncipe entrará en medio de ellos cuando entraren, y saldrá con ellos cuando salgan. 11En las fiestas y solemnidades la ofrenda será de un efa con cada novillo, y un efa con cada carnero, y con los corderos cualquier dádiva de sus manos, y, además, un hin de aceite por cada efa.

Ofrendas y sacrificios

12Mas cuando el príncipe hiciere una ofrenda voluntaria, sea holocausto, o sea sacrificio pacífico, como oblación voluntaria a Yahvé, se le abrirá la puerta que mira hacia el oriente, y ofrecerá su holocausto y sus sacrificios pacíficos, como suele ofrecerlos en el día de sábado. Después saldrá; y luego que haya salido se cerrará la puerta.

13Como holocausto ofrecerás a Yahvé cada día un cordero primal sin tacha. Cada mañana lo ofrecerás. 14Como ofrenda ofrecerás con él, cada mañana, la sexta parte de un efa (de harina) y la tercera parte de un hin de aceite para mojar la flor de harina, como ofrenda a Yahvé. Este será un estatuto perpetuo, para siempre. 15[9024]Se ofrecerá el cordero, la ofrenda y el aceite cada mañana, como holocausto perpetuo.

Donaciones y legados del príncipe

16[9025]Así dice Yahvé, el Señor: Si el príncipe hiciere una donación a uno de sus hijos esta donación será herencia de estos; les pertenecerá como herencia. 17Pero si hiciere alguna donación de su herencia a uno de sus siervos, será posesión de este hasta el año del jubileo; luego volverá al príncipe. Solamente a los hijos les pertenecerá su herencia. 18[9026]El príncipe no tomará nada de la heredad del pueblo, despojándolo de su posesión, sino que de su propia posesión dará herencia a sus hijos, para que ninguno de mi pueblo sea expulsado de su posesión.

Las cocinas de los sacerdotes

19Después me llevó por la entrada que había al lado de la puerta, a las cámaras santas (destinadas) a los sacerdotes, las cuales miraban hacia el norte; y he aquí que había un lugar allí en el fondo, hacia el occidente. 20[9027]Y me dijo: “Este es el lugar donde los sacerdotes cocerán las víctimas por el pecado y las víctimas por la culpa y donde cocerán las oblaciones, para que no las lleven al atrio exterior, santificando así al pueblo”. 21Y me llevó al atrio exterior y me hizo pasar junto a los cuatro ángulos del atrio; y he aquí que en cada ángulo del atrio había un patio. 22En los cuatro ángulos del atrio había patios cercados, de cuarenta (codos) de largo y treinta de ancho: una misma medida tenían estos cuatro (patios) de los ángulos. 23Y había un muro alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y lugares para cocer, todo en torno debajo de los muros. 24[9028]Y me dijo: “Estas son las cocinas en las cuales los sirvientes de la Casa cocerán los sacrificios del pueblo.”

EZEQUIEL 47
El agua que sale del Templo

1[9029]Después me hizo volver a la entrada de la Casa; y vi aguas que salían por debajo del umbral de la Casa al oriente; pues la fachada de la Casa daba al oriente. Las aguas descendían debajo del lado derecho de la Casa, al sur del altar. 2[9030]Y me sacó fuera por la puerta septentrional, y me hizo dar una vuelta, por el camino de afuera, hasta la puerta exterior que mira al oriente, y vi cómo las aguas salían por el lado derecho. 3[9031]Cuando aquel varón salió hacia el oriente, con la cuerda que llevaba en la mano, midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas; y las aguas (me llegaban) hasta los tobillos. 4Otra vez midió mil y me hizo pasar por las aguas, y las aguas (me llevaban) hasta las rodillas. Otra vez midió mil, y me hizo pasar, y las aguas (me llegaban) hasta la cintura. 5Midió (otros) mil; y era ya un río que no podía pasar; porque habían crecido las aguas; eran aguas para nadar, un río que no podía atravesarse. 6Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?” Luego me hizo volver a la orilla del río. 7[9032]Y cuando hube vuelto, vi sobre la orilla del río muchísimos árboles, a una y otra parte.

8[9033]Entonces me dijo: Estas aguas que corren hacia la región oriental, bajan al Arabá y entran en el mar, en el Mar Salado, cuyas aguas quedarán saneadas. 9[9034]Y a dondequiera que llegue ese río, vivirá toda suerte de seres vivientes que nadan, y habrá muchísimos peces; porque al llegar allí estas aguas, quedaran saneadas (las del mar); y a dondequiera que llegue el río, habrá vida. 10[9035]A sus orillas estarán los pescadores y desde Engadí hasta En-Eglaim será un tendedero de redes. Las especies de sus peces serán como los peces del Mar Grande, y de muchísima abundancia. 11[9036]Pero sus lagunas y sus juncales no se sanearán; serán dejados para salinas. 12[9037]A lo largo del río, en sus riberas de una y otra parte, crecerá toda suerte de árboles frutales, cuyas hojas nunca caerán y cuyo fruto nunca faltará. Darán nuevos frutos cada mes, pues sus aguas salen del Santuario. Y serán sus frutos para comida, y sus hojas para medicina.

Límites de la nueva Tierra Santa

13[9038]Así dice Yahvé, el Señor: Estas serán las fronteras dentro de las cuales repartiréis la tierra para herencia entre las doce tribus de Israel, dando a José dos partes. 14Heredaréis los unos como los otros aquella (tierra), respecto de la cual Yo, alzando mi mano, (juré) darla a vuestros padres. Esta tierra os caerá en herencia. 15[9039]Y estas serán las fronteras de la tierra por el lado del norte: desde el Mar Grande, camino de Hetalón, hasta la entrada de Sedad; 16Hamat, Berota y Sibraim, entre el territorio de Damasco y el de Hamat; Haser-Hatticón, que está en la frontera de Haurán. 17Esta será la frontera: desde el mar hasta Haser-Enón, lindante con Damasco, dejando al norte el territorio de Hamat. Este será el lado del norte. 18Del lado oriental: el Jordán será la frontera entre Haurán, Damasco, Galaad y la tierra de Israel. Mediréis desde el lindero septentrional hasta el Mar Oriental. Este será el lado oriental. 19Del lado meridional, al mediodía: desde Tamar hasta las aguas de Meribá de Cades, y siguiendo el torrente (de Egipto) hasta el Mar Grande. Este será el lado meridional, al mediodía. 20El lado occidental será el Mar Grande, desde la frontera (meridional) hasta enfrente de la entrada de Hamat. Este será el lado occidental.

Nueva distribución del país

21Repartiréis el país entre vosotros según las tribus de Israel. 22Lo repartiréis por la suerte como herencia vuestra y de los extranjeros que habiten en medio de vosotros y hayan engendrado hijos entre vosotros. Ellos os serán como arraigados entre los hijos de Israel, con vosotros entrarán en la herencia entre las tribus de Israel. 23[9040]En la tribu en que habite el extranjero, allí le habéis de dar su herencia, dice Yahvé, el Señor.

EZEQUIEL 48
Distribución del país

1[9041]Estos son los nombres de las tribus. En el extremo norte, a lo largo del camino de Hetalón para ir a Hamat y Haser-Enón, dejando al norte los confines de Damasco, al lado de Hamat, desde el lado oriental hasta el occidental: Dan, una parte. 2Junto a los confines de Dan, desde el lado oriental hasta el occidental: Aser, una parte. 3Junto a los confines de Aser, desde el lado oriental hasta el occidental: Neftalí, una parte. 4Junto a los confines de Neftalí, desde el lado oriental hasta el occidental: Manasés, una parte. 5Junto a los confines de Manasés, desde el lado oriental hasta el occidental: Efraím, una parte. 6Junto a los confines de Efraím, desde el lado oriental hasta el occidental; Rubén, una parte. 7Junto a los confines de Rubén, desde el lado oriental hasta el occidental: Judá, una parte.

Los territorios reservados

8[9042]Junto a los confines de Judá, desde el lado oriental hasta el occidental se hallará la porción reservada, de veinte y cinco mil (medidas) de ancho y tan larga como una de las (demás) porciones, desde el lado oriental hasta el occidental; y en medio de ella estará el Santuario.

9La porción reservada para Yahvé será de veinte y cinco mil de largo y de diez mil de ancho. 10Esta porción santa, que será de los sacerdotes, tendrá al norte veinte y cinco mil (medidas); al occidente, diez mil de ancho; al oriente, diez mil de ancho; y al sur, veinte y cinco mil de largo. El Santuario de Yahvé estará en medio de ella. 11[9043]Esta parte santa pertenecerá a los sacerdotes consagrados de entre los hijos de Sadoc, que cumplieron mi servicio y no se descarriaron como se descarriaron los levitas, al tiempo de la apostasía de los hijos de Israel. 12Esta será su porción reservada dentro del territorio reservado; será cosa sacratísima, junto al territorio de los levitas. 13A lo largo del territorio de los sacerdotes tendrán los levitas veinte y cinco mil (medidas) de largo por diez mil de ancho. Cada longitud será de veinte y cinco mil, y cada anchura de diez mil. 14[9044]De este (territorio) no podrán vender nada, ni permutarlo. No podrán enajenar estas primicias de la tierra, porque están consagradas a Yahvé.

Descripción de la ciudad

15Las cinco mil (medidas) restantes, en la anchura de las veinte y cinco mil, serán (territorio) profano, para la ciudad, para edificios y para el ejido; y la ciudad estará en el medio. 16Y estas serán sus medidas: Al lado del norte, cuatro mil quinientas (medidas); al lado del sur, cuatro mil quinientas; al lado del oriente, cuatro mil quinientas; y al lado del occidente, cuatro mil quinientas. 17La ciudad tendrá como ejido: al norte, doscientas cincuenta (medidas); al sur, doscientas cincuenta; al oriente, doscientas cincuenta; al occidente, doscientas cincuenta. 18[9045]Lo que queda de la longitud, a lo largo de la porción santa, será de diez mil al oriente y de diez mil al occidente, paralelamente a la porción santa, y sus productos servirán para alimentar a los trabajadores de la ciudad. 19Lo labrarán los que sirven a la ciudad, los tomados de entre todas las tribus de Israel. 20Toda la porción santa, separada en forma cuadrada, será de veinte y cinco mil por veinte y cinco mil, juntamente con la propiedad de la ciudad.

La porción del príncipe

21[9046]Lo sobrante de una y otra parte de la porción santa y de la propiedad de la ciudad será para el príncipe. Se extenderá (al oriente) frente a las veinte y cinco mil (medidas) de la porción santa, hasta la frontera oriental; y al occidente, frente a las veinte y cinco mil hasta la frontera occidental, paralelamente a las (demás) porciones. Esto será para el príncipe, de modo que la porción santa y el Santuario de la Casa estarán en el medio. 22Será pues para el príncipe el territorio situado entre los confines de Judá y los confines de Benjamín, menos la posesión de los levitas y de la propiedad de la ciudad, que estarán en medio de la parte del príncipe.

Las demás tribus

23En cuanto a las demás tribus: Desde el lado oriental hasta el occidental: Benjamín, una parte. 24Junto a los confines de Benjamín, desde el lado oriental hasta el occidental: Simeón, una parte. 25Junto a los confines de Simeón, desde el lado oriental hasta el occidental: Isacar, una parte. 26Junto a los confines de Isacar, desde el lado oriental hasta el occidental: Zabulón, una parte. 27Junto a los confines de Zabulón, desde el lado oriental hasta el occidental: Gad, una parte. 28[9047]Junto al territorio de Gad, en la parte meridional, hacia el mediodía, la frontera correrá desde Tamar hasta las aguas de Meribá de Cades, y hasta el torrente (de Egipto) y el Mar Grande. 29[9048]Este es el país que repartiréis como herencia, por suertes, a las tribus de Israel; y estas son sus partes, dice Yahvé, el Señor.

La ciudad santa

30[9049]Estas serán las salidas de la ciudad: Al lado del norte habrá cuatro mil quinientas medidas. 31[9050]Las puertas de la ciudad llevarán los nombres de las tribus de Israel. Habrá tres puertas al norte: la puerta de Rubén, una; la puerta de Judá, una; la puerta de Leví, una. 32Por el lado oriental: cuatro mil quinientas (medidas) y tres puertas: la puerta de José, una; la puerta de Benjamín, una; la puerta de Dan, una. 33Por el lado sur: cuatro mil quinientas (medidas) y tres puertas: la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, una; la puerta de Zabulón, una. 34Por el lado occidental: cuatro mil quinientas (medidas) y tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, una; la puerta de Neftalí, una. 35[9051]Su perímetro será de diez y ocho mil (medidas); y la ciudad se llamará desde aquel día: “Yahvé (está) allí.”

DANIEL

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INTRODUCCIÓN

Daniel, a quien la misma Biblia cita como prototipo de santidad (Ezequiel 14, 14 y 20) y de sabiduría (Ezequiel 28, 3), vivió, como Ezequiel, en Babilonia durante el cautiverio, pero no fue sacerdote que adoctrinase al pueblo como aquel, y como Jeremías en Jerusalén, sino un alto personaje en la corte de un rey pagano, como fueron José en Egipto y Ester y Mardoqueo en Persia. De ahí sin duda que la Biblia hebrea lo colocase más bien entre los hagiógrafos (aunque no siempre) y que el Talmud viese en él una figura del Mesías por su fidelidad en las persecuciones.

Su libro, último de los cuatro Profetas Mayores en el orden cronológico y también por su menor extensión, reviste, sin embargo, importancia extraordinaria debido al carácter mesiánico y escatológico de sus revelaciones, “como que en él se contienen admirables y especialísimos vaticinios del estado político del mundo, y también del de la Iglesia, desde su tiempo hasta la Encarnación del Verbo eterno, y después, hasta la consumación del siglo, según el pensamiento de San Jerónimo” (Scío).

Precisamente por ello, el Libro de Daniel es uno de los más misteriosos del Antiguo Testamento, el primer Apocalipsis, cuyas visiones quedarían en gran parte incomprensibles, si no tuviéramos en el Nuevo Testamento un libro paralelo, el Apocalipsis de San Juan. Es, por lo tanto, muy provechoso leer los dos juntos, para no perder una gota de su admirable doctrina. Algunas de las revelaciones solo se entenderán en los últimos tiempos, dice el mismo Daniel en 10, 14; y esos tiempos bien pueden ser los que vivimos nosotros.

El Libro de Daniel se divide en dos partes principales. La primera (capítulos 1-6) se refiere a acontecimientos relacionados principalmente con el Profeta y sus compañeros, menos el capítulo segundo que, como observa Nácar-Colunga, es una visión profética dentro de la parte histórica. La segunda (capítulos 7-12) contiene exclusivamente visiones proféticas. “Anuncia, en cuatro visiones notables, los destinos sucesivos de los grandes imperios paganos, contemplados, sea en ellos mismos, sea en sus relaciones con el pueblo de Dios: 1°, las cuatro bestias, que simbolizan la sucesión de las monarquías paganas y el advenimiento del reino de Dios (capítulo 7); 2°, el carnero y el macho cabrío (capítulo 8); 3°, las setenta semanas de años (capítulo 9); 4°, las calamidades que el pueblo de Yahvé deberá sufrir de parte de los paganos hasta su glorioso restablecimiento (capítulos 10-12). El orden seguido en cada una de estas dos partes es el cronológico” (Fillion).

Un apéndice de dos capítulos (13 y 14) cierra el Libro, que está escrito, como lo fue el de Esdras, en dos idiomas entremezclados: parte en hebreo (1, 1 - 2, 4a; capítulos 8-12) y parte en arameo (2, 4b - 7, 28) y cuya traducción por los Setenta ofrece tan notables divergencias con el texto masorético que ha sido adoptada en su lugar para la Biblia griega la de Teodoción; de la que San Jerónimo tomó los fragmentos deuterocanónicos (3, 24-90 y los capítulos 13-14) para su versión latina. El empleo de dos lenguas se explica por la diferencia de los temas y destinatarios. Los capítulos escritos en arameo, que en aquel tiempo era el idioma de los principales reinos orientales, se dirigen a estos (véase 2, 4 y nota), mientras que los escritos en hebreo, que era el idioma sagrado de los judíos, contienen lo tocante al pueblo escogido, y en sus últimas consecuencias, a nosotros.

Muchos se preguntan si los sucesos históricos que sirven de marco para las visiones y profecías, han de tomarse en sentido literal e histórico, o si se trata solo de tradiciones legendarias y creaciones de la fantasía del hagiógrafo, “que, bajo forma y apariencia de relato histórico o de visión profética, nos hubiera transmitido, inspirado por Dios, sus concepciones sobre la intervención de Dios en el gobierno de los imperios y el advenimiento de su Reino” (Prado). San Jerónimo aboga por el sentido literal e histórico, con algunas reservas respecto a los dos últimos capítulos, y su ejemplo han seguido, con algunas excepciones, todos los exégetas católicos, de modo que las dificultades que se oponen al carácter histórico de los relatos daniélicos, han de solucionarse en el campo de la historia y de la arqueología bíblicas, así como muchas de sus profecías iluminan los datos de la historia profana y se aclaran recíprocamente a la luz de otros vaticinios de ambos Testamentos.

También contra la autenticidad del Libro de Daniel se han levantado voces que pretenden atribuirlo en su totalidad o al menos en algunos capítulos, a un autor más reciente. Felizmente existen no pocos argumentos a favor de la autenticidad, especialmente el testimonio de Ezequiel (14, 14 ss.; 28, 3), del primer Libro de los Macabeos (1, 57) y del mismo Jesús quien habla del “profeta Daniel” (Mateo 24, 15), citando un pasaje de su libro (Daniel 9, 21). Poseemos, además, una referencia en el historiador judío Flavio Josefo, quien nos dice que el Sumo Sacerdote Jaddua mostró las profecías de Daniel a Alejandro Magno, lo que significa que este Libro debe ser anterior a la época del gran conquistador del siglo IV, es decir, que no puede atribuirse al período de los Macabeos, como sostienen aquellos críticos. Lo mismo se deduce de la incorporación del Libro de Daniel en la versión griega de los Setenta, la cual se hizo en el siglo III o II antes de Cristo.

No obstante los problemas históricos planteados en este libro divino, sus profecías fueron de amplia y profunda influencia, particularmente durante las persecuciones en el tiempo de los Macabeos. “En los relatos y en las revelaciones de Daniel, el pueblo de Yahvé poseía un documento auténtico que le prometía claramente la liberación final gracias al Mesías” (Fillion). En ellas encontraron los judíos perseguidos por el tirano Antíoco Epífanes el mejor consuelo y la seguridad de que, como dice el mismo Fillion, “los reinos paganos, por más poderosos que fuesen, no conseguirían destruirlo” y que, pasado el tiempo de los gentiles, vendrá el reino de Dios que el Profeta anuncia en términos tan magníficos (cf. 2, 44; 7, 13 ss.; 9, 24 ss.). Para nosotros, los cristianos, no es menor la importancia del Libro de Daniel, siendo, como es, un libro de consoladora esperanza y una llave de inapreciable valor para el Apocalipsis de San Juan. Un estudio detenido y reverente de las profecías de Daniel nos proporciona no solamente claros conceptos acerca de los acontecimientos del fin, sino también la fortaleza para mantenernos fieles hasta el día en que se cumpla nuestra “bienaventurada esperanza” (Tito 2, 13).

En esta versión los fragmentos deuterocanónicos han sido tomados de la Vulgata.

I. EPISODIOS DE LA VIDA DE DANIEL
DANIEL 1
Daniel en la corte de Nabucodonosor

1[9052]El año tercero del reinado de Joakim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia a Jerusalén y la asedió. 2[9053]Y el Señor entregó en sus manos a Joakim, rey de Judá, y parte de los vasos de la Casa de Dios. Los llevó (Nabucodonosor) al país de Sinear, a la casa de su dios; y puso los vasos en la casa del tesoro de su dios.

3[9054]Y dijo el rey a Aspenaz, prefecto de los eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real y de los príncipes, 4algunos niños que no tuviesen ningún defecto, de hermosa figura, instruidos en toda sabiduría, dotados de saber, prudentes, inteligentes y aptos para estar en el palacio del rey y aprender la escritura y la lengua de los caldeos. 5El rey les asignó una ración diaria de los escogidos manjares de la mesa real, y del vino que él mismo bebía, y mandó que los alimentasen así por tres años para que al final de ellos sirviesen al rey. 6[9055]Entre ellos se hallaron, de los hijos de Judá: Daniel, Ananías, Misael y Azarías; 7[9056]a los cuales el prefecto de los eunucos les puso (nuevos) nombres; a Daniel le llamó Baltasar; a Ananías, Sidrac; a Misael, Misac; y a Azarías, Abdénago.

Daniel observa la Ley mosaica

8[9057]Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con los manjares escogidos del rey, ni con el vino que él bebía; por lo cual pidió al prefecto de los eunucos que no le (obligara) a contaminarse. 9Y Dios hizo que Daniel hallase gracia y benevolencia ante el prefecto de los eunucos. 10Dijo el prefecto de los eunucos a Daniel: “Temo al rey mi señor, el cual ha dispuesto lo que debéis comer y beber. ¿Por qué ha de ver vuestras caras más flacas que las de los jóvenes de vuestra edad? Así me haríais culpable ante el rey.” 11[9058]Respondió entonces Daniel a Malasar, al cual el prefecto de los eunucos había encargado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12Te suplico que hagas con tus siervos una prueba de diez días; dénsenos legumbres para comer y agua para beber; 13después examinarás nuestros semblantes y los semblantes de los jóvenes que comen de los manjares escogidos del rey; y según vieres, haz con tus siervos.”

14Aceptó él su propuesta y los probó durante diez días. 15[9059]Y al cabo de los diez días sus semblantes parecían mejores y más llenos que los de todos los jóvenes que comían de los escogidos manjares del rey. 16Desde entonces Malasar se llevaba sus manjares escogidos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

Dios bendice a los jóvenes

17[9060]Dios concedió a estos cuatro jóvenes conocimiento y entendimiento en todas las letras, y también sabiduría. Daniel entendía, además, toda suerte de visiones y sueños. 18Cumplido el tiempo que el rey había señalado para que le fuesen presentados, les condujo el prefecto de los eunucos a la presencia de Nabucodonosor. 19El rey habló con ellos, y no se halló entre todos ellos ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; por lo que fueron admitidos al servicio del rey. 20En todos los asuntos de sabiduría e inteligencia en que el rey les consultó, los halló diez veces superiores a todos los magos y adivinos de todo su reino. 21[9061]Permaneció Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

DANIEL 2
La visión de la estatua

1[9062]El año segundo del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor unos sueños; y se turbó su espíritu de modo que no pudo dormir. 2[9063]Mandó el rey llamar a los magos, los adivinos, los encantadores y los caldeos, para que manifestasen al rey sus sueños. Llegaron y se presentaron delante del rey. 3El rey les dijo: “He tenido un sueño y mi espíritu está perturbado hasta que entienda el sueño.” 4[9064]Respondieron entonces los caldeos al rey en siríaco: “¡Vive para siempre, oh rey! Manifiesta el sueño a tus siervos, y te daremos la interpretación”. 5[9065]Replicó el rey y dijo a los caldeos: “Es cosa resuelta de mi parte: si no me manifestáis ese sueño y su interpretación, seréis hechos trozos, y vuestras casas serán convertidas en cloacas. 6Si, en cambio, me hacéis saber el sueño y su interpretación, recibiréis de mi parte dones y presentes y grandes honores; por lo tanto manifestadme el sueño y su interpretación.” 7Respondieron ellos por segunda vez y dijeron: “Diga el rey el sueño a sus siervos, y daremos a conocer la interpretación.” 8Repuso el rey y dijo: “Bien sé qué queréis ganar tiempo, porque veis que (lo que os digo) es cosa resuelta de mi parte. 9Por lo cual si no me hacéis saber lo que he soñado, caerá sobre vosotros una misma sentencia. Queréis preparar palabras mentirosas y engañosas, para entretenerme mientras va pasando el tiempo. Por eso, decidme, el sueño, y sabré que podéis darme también la interpretación.” 10Respondieron los caldeos ante el rey y dijeron: “No hay hombre sobre la tierra que pueda indicar lo que el rey exige; como tampoco jamás rey alguno por grande y poderoso que fuese, pidió cosa semejante a ningún mago, adivino, o caldeo. 11[9066]La cosa que pide el rey es difícil, y no hay quien pueda indicarla al rey, salvo los dioses que no moran entre los mortales.”

12Con esto el rey se enfureció, y llenándose de grandísima ira mandó quitar la vida a todos los sabios de Babilonia.

13Fue publicado este edicto, y los sabios iban a ser llevados a la muerte, y se buscaba también a Daniel y a sus compañeros para matarlos.

Dios revela a Daniel el sueño del rey

14Entonces Daniel interpeló con toda prudencia a Arioc, capitán de la guardia real, que había salido para matar a los sabios de Babilonia.

15Tomando la palabra dijo a Arioc, capitán del rey: “¿A qué obedece esta tan severa sentencia de parte del rey?” Y Arioc explicó a Daniel el asunto. 16Entonces entró Daniel al rey y le pidió que le diera tiempo para indicarle la interpretación. 17[9067]Después fue Daniel a su casa; y contó el caso a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 18[9068]para que implorasen la misericordia del Dios del cielo en este asunto misterioso, a fin de que no se quitase la vida a Daniel y a sus compañeros junto con los demás sabios de Babilonia. 19Entonces fue revelado el secreto a Daniel, en una visión nocturna; y Daniel bendijo al Dios del cielo. 20Tomando la palabra dijo Daniel:

“¡Bendito sea el nombre de Dios

de eternidad a eternidad;

porque suya es la sabiduría y la fortaleza!

21[9069]Él cambia los tiempos y los momentos,

quita reyes y los pone,

da sabiduría a los sabios y ciencia a los inteligentes.

22[9070]Él revela las cosas profundas y ocultas,

conoce lo que está en tinieblas;

y con Él mora la luz.

23A ti, oh Dios de mis padres, doy gracias y alabanzas,

por cuanto me has dado sabiduría y fortaleza;

y porque ahora me has manifestado lo que te hemos pedido,

revelándonos el asunto del rey.”

24[9071]Después de esto fue Daniel a Arioc, a quien el rey había dado la orden de matar a los sabios de Babilonia. Entró, y le dijo así: “No quites la vida a los sabios de Babilonia. Llévame a la presencia del rey, y manifestaré al rey la interpretación.”

Daniel revela al rey el sueño

25[9072]Entonces Arioc llevó apresuradamente a Daniel a la presencia del rey, a quien dijo así: “He hallado un hombre de los cautivos de Judá, que dará a conocer al rey la interpretación.” 26Tomó el rey la palabra y dijo a Daniel, cuyo nombre era Baltasar: “¿Eres tú capaz de hacerme conocer el sueño que he visto, y su interpretación?” 27[9073]Respondió Daniel ante el rey y dijo: “El secreto (cuya interpretación) pide el rey, no se lo pueden manifestar los sabios, ni los adivinos, ni los magos, ni los astrólogos. 28Pero hay un Dios en el cielo que revela los secretos, y que da a conocer al rey Nabucodonosor lo que ha de suceder al fin de los días. He aquí tu sueño y las visiones que ha tenido tu cabeza en tu cama:

29Tú, oh rey, estando en tu cama, pensabas en lo que sucedería después de estos (tiempos), y El que revela los secretos te hizo saber lo que ha de venir. 30Y a mí me ha sido descubierto este secreto, no porque haya en mí más sabiduría que en todos los vivientes, sino a fin de que se dé a conocer al rey la interpretación y para que conozcas los pensamientos de tu corazón.

31[9074]Tú, oh rey, estabas mirando, y veías una gran estatua. Esta estatua era inmensa y de un esplendor extraordinario. Se erguía frente a ti, y su aspecto era espantoso. 32[9075]La cabeza de esta estatua era de oro fino; su pecho y sus brazos de plata; su vientre y sus caderas de bronce; 33sus piernas de hierro; sus pies en parte de hierro, y en parte de barro. 34[9076]Mientras estabas todavía mirando, se desgajó una piedra —no desprendida por mano de hombre— e hirió la imagen en los pies, que eran de hierro y de barro, y los destrozó. 35[9077]Entonces fueron destrozados al mismo tiempo el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro, y fueron como el tamo de la era en verano. Se los llevó el viento, de manera que no fue hallado ningún rastro de ellos: pero la piedra que hirió la estatua se hizo una gran montaña y llenó toda la tierra.

La interpretación del sueño por Daniel

36Este es el sueño; y (ahora) le daremos al rey la interpretación. 37[9078]Tú, oh rey, eres rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el imperio, el poder, la fuerza y la gloria. 38Dondequiera que habiten los hijos de los hombres, las bestias del campo y las aves del cielo. Él los ha puesto en tu mano, y a ti te ha hecho señor de todos ellos. Tú eres la cabeza de oro. 39Después de ti se levantará otro reino inferior a ti; y otro tercer reino de bronce, que dominará sobre toda la tierra. 40Luego habrá un cuarto reino fuerte como el hierro. Del mismo modo que el hierro rodo lo destroza y rompe, y como el hierro todo lo desmenuza, así él desmenuzará y quebrantará todas estas cosas. 41Si tú viste que los pies y los dedos eran en parte de barro de alfarero y en parte de hierro, (esto significa) que el reino será dividido. Habrá en él algo de la fortaleza del hierro, según viste en el hierro mezclado con barro de lodo. 42Los dedos de los pies eran en parte de hierro, y en parte de barro, (esto significa) que el reino será en parte fuerte, y en parte endeble. 43Así como viste el hierro mezclado con barro, así se mezclarán por medio de simiente humana; pero no se pegarán unos con otros; así como el hierro no puede ligarse al barro. 44[9079]En los días de aquellos reyes el Dios del cielo suscitará un reino que nunca jamás será destruido, y que no pasará a otro pueblo; quebrantará y destruirá todos aquellos reinos, en tanto que él mismo subsistirá para siempre, 45[9080]conforme viste que de la montaña se desprendió una piedra —no por mano alguna—, que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de suceder en lo porvenir. El sueño es verdadero, y es fiel la interpretación.”

Nabucodonosor adora a Dios

46[9081]Entonces el rey Nabucodonosor cayó sobre su rostro, postrándose delante de Daniel; y mandó ofrecerle oblaciones y perfumes. 47Y dirigió el rey la palabra a Daniel y dijo: “Vuestro Dios es realmente el Dios de los dioses, el Señor de los señores, el que revela los arcanos, puesto que tú has podido descubrir este secreto.” 48Luego el rey ensalzó a Daniel, y le dio muchos y grandes presentes; y le constituyó gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. 49Mas a ruegos de Daniel puso el rey al frente de la provincia de Babilonia a Sidrac, Misac y Abdénago; Daniel, empero, (permaneció) en la corte del rey.

DANIEL 3
La estatua de oro

1[9082]El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de alto y seis codos de ancho. La erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. 2[9083]Y mandó el rey Nabucodonosor reunir a los sátrapas, los gobernadores, los generales, los altos magistrados, los tesoreros, los consejeros, los jueces y todos los intendentes de las provincias, para que asistiesen a la dedicación de la estatua levantada por el rey Nabucodonosor. 3Se reunieron los sátrapas, los gobernadores, los generales, los altos magistrados, los tesoreros, los consejeros, los jueces y todos los intendentes de las provincias para asistir a la dedicación de la estatua levantada por el rey Nabucodonosor; y estaban en pie delante de la estatua que Nabucodonosor había erigido. 4Y gritaba un pregonero en voz alta: “A vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas se os manda 5[9084]que al tiempo que oyereis el sonido del cuerno, de la flauta, de la cítara, del sambuco, del salterio, de la gaita y de toda suerte de instrumentos músicos, os postréis para adorar la estatua de oro que ha levantado el rey Nabucodonosor. 6[9085]Quien no se postrare ni (la) adorare, al instante será echado en un horno de fuego ardiente.” 7Por lo cual, al momento de oír todos los pueblos el sonido del cuerno, de la flauta, de la cítara, del sambuco, del salterio, de la gaita y de toda suerte de instrumentos músicos, se postraron todos esos pueblos, naciones y lenguas, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había alzado.

Los tres jóvenes no adoran la estatua

8[9086]En ese mismo tiempo vinieron algunos caldeos y acusaron a los judíos. 9Hablaron al rey Nabucodonosor y dijeron: “¡Vive para siempre, oh rey! 10Tú, oh rey, has dado un decreto según el cual todo hombre que oiga el sonido del cuerno, de la flauta, de la cítara, del sambuco, del salterio, de la gaita y de toda suerte de instrumentos músicos, se postre y adore la estatua de oro; 11y que todo aquel que no se postrare para adorar, sea arrojado en un horno de fuego ardiente. 12[9087]Pues bien, hay algunos judíos, a quienes tú has puesto al frente de la provincia de Babilonia: Sidrac, Misac y Abdénago, los cuales no te tienen respeto, oh rey; no sirven a tus dioses, ni adoran la estatua de oro por ti erigida.”

13Entonces Nabucodonosor se llenó de rabia y furor, y mandó traer a Sidrac, Misac y Abdénago, los cuales fueron conducidos a la presencia del rey. 14Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: “¿Es de propósito, oh Sidrac, Misac y Abdénago que no servís a mis dioses, ni adoráis la estatua de oro que yo he alzado? 15Ahora, pues, estad dispuestos: Al momento que oigáis el sonido del cuerno, de la flauta, de la cítara, del sambuco, del salterio, de la gaita y de toda suerte de instrumentos músicos, prosternaos y adorad la estatua que yo he hecho. Si no la adoráis, al instante seréis arrojados en un horno de fuego ardiente; y ¿quién es el Dios que os librará de mi mano?”

16[9088]Respondieron Sidrac, Misac y Abdénago y dijeron al rey Nabucodonosor: “No tenemos necesidad de responderte acerca de este asunto, 17Si nuestro Dios, a quien servimos, quiere librarnos, nos librará del horno de fuego ardiente y de tu mano, oh rey. 18[9089]Y si no, sabe, oh rey, que nosotros no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que ha sido por ti levantada.”

Los tres jóvenes son arrojados al horno

19[9090]Entonces Nabucodonosor se enfureció, y el aspecto de su rostro se demudó contra Sidrac, Misac y Abdénago. Y tomando de nuevo la palabra, mandó encender el horno siete veces más fuerte de lo acostumbrado. 20Y dio orden a algunos de los más robustos de su ejército, de que ataran a Sidrac, Misac y Abdénago, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. 21Entonces fueron atados estos varones, con sus capas, sus túnicas, sus gorras y sus (otros) vestidos, y echados en el horno de fuego ardiente. 22Y como la orden del rey era urgente, y el horno excesivamente caliente, la llama de fuego abrasó a aquellos hombres que habían echado a Sidrac, Misac y Abdénago. 23[9091]Así estos tres varones, Sidrac, Misac y Abdénago, cayeron atados en medio del horno de fuego ardiente.

Oración de Azarías

24Pero ellos andaban por medio de las llamas loando a Dios y bendiciendo al Señor. 25[9092]Entonces Azarías, poniéndose en pie, oró de esta manera, y abriendo su boca en medio del fuego, dijo:

26“Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres;

digno de alabanza es tu nombre y glorioso por los siglos.

27Porque Tú eres justo en todo lo que hiciste con nosotros;

y verdaderas son todas las obras tuyas, rectos tus caminos,

y justos todos tus juicios.

28Pues justos fueron tus juicios

en todo lo que trajiste sobre nosotros

y sobre la santa ciudad de nuestros padres, Jerusalén;

porque en verdad y en justicia enviaste todas estas cosas

por causa de nuestros pecados.

29[9093]Puesto que hemos pecado y obrado inicuamente,

apostatando de Ti y en todo hemos faltado;

30no hemos obedecido tus preceptos

ni los hemos observado;

no hemos obrado según habías dispuesto

para que fuésemos felices.

31Todo cuanto has enviado sobre nosotros,

y todo lo que nos has hecho,

justísimamente lo has hecho.

32Nos entregaste en manos de nuestros enemigos malvados,

perversos y prevaricadores, y en poder de un rey injusto,

el peor de toda la tierra.

33Y ahora no podemos abrir la boca,

siendo como somos objeto de confusión y de oprobio

para tus siervos y para quienes te adoran.

34Te rogamos que por amor de tu nombre

no nos abandones para siempre,

ni destruyas tu alianza.

35[9094]ni apartes de nosotros tu misericordia,

por amor de Abrahán, tu amado,

y de Isaac siervo tuyo, y de Israel tu santo,

36[9095]a los cuales hablaste,

prometiendo que multiplicarías su linaje como las estrellas del cielo,

y como la arena en la playa del mar.

37Porque nosotros, oh Señor,

hemos sido empequeñecidos más que todas las naciones,

y estamos hoy día abatidos en todo el mundo

por causa de nuestros pecados.

38[9096]Y no tenemos en este tiempo

príncipe ni caudillo, ni profeta,

ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda,

ni incienso, ni lugar (donde presentarte) las primicias,

a fin de poder alcanzar tu misericordia.

39[9097]Pero recíbenos Tú, contritos de corazón,

y con espíritu humillado.

40Como el holocausto de los carneros y toros,

y los millares de gordos corderos,

así sea hoy nuestro sacrificio delante de Ti,

para que te sea acepto;

pues jamás quedan confundidos los que en Ti confían.

41Te seguimos ahora de todo corazón,

y te tememos, y buscamos tu rostro.

42No quieras confundirnos;

haz con nosotros según la mansedumbre tuya,

y según tu grandísima misericordia.

43[9098]Líbranos con tus prodigios,

y glorifica, oh Señor, tu Nombre.

44Avergonzados queden todos cuantos hacen sufrir tribulaciones a tus siervos;

queden confundidos por medio de todo tu poder

y sea aniquilada su fuerza;

45y sepan que Tú eres el Señor,

Dios único y glorioso en la redondez de la tierra.”

El ángel salva a los jóvenes

46[9099]Entretanto, los siervos del rey que los habían arrojado, no cesaban de cebar el fuego con betún, estopa, pez y sarmientos. 47[9100]Y se extendía la llama sobre el horno hasta la (altura de) cuarenta y nueve codos; 48y saltando fuera abrasó a los caldeos que halló cerca del horno. 49[9101]Mas el Ángel del Señor descendió al horno, y estaba con Azarías y con sus compañeros, sacudiendo del horno la llama del fuego. 50E hizo que en medio del horno soplase como un viento de rocío; y el fuego no los tocó en parte alguna, ni los afligió, ni les causó la menor molestia.

Cántico de los tres jóvenes

51[9102]Entonces aquellos tres, como si no tuviesen sino una sola boca, alabaron, y glorificaron, y bendijeron a Dios en medio del horno, diciendo:

52[9103]Bendito eres Tú, Señor, Dios de nuestros padres,

digno de ser alabado y glorificado y ensalzado por todos los siglos.

Bendito sea tu santo y glorioso Nombre,

digno de ser alabado y ensalzado por todos los siglos.

53[9104]Bendito eres Tú en el Templo santo de tu gloria,

y sobre todo loor, y sobre toda gloria por los siglos.

54Bendito eres Tú en el trono de tu reino,

y sobre todo loor y sobre toda gloria por los siglos.

55Bendito eres Tú que penetras los abismos y te sientas sobre querubines,

y eres digno de loor y de ser ensalzado por los siglos.

56Bendito eres en el firmamento del cielo,

y digno de loor y de gloria por los siglos.

57[9105]Obras todas del Señor, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

58Ángeles del Señor, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

59Cielos, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

60Aguas todas que estáis sobre los cielos, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

61Ejércitos todos del Señor, bendecid al Señor,

loadle y ensalzadle por los siglos.

62Sol y luna, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

63Estrellas del cielo, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

64Lluvias todas y rocíos, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

65[9106]Espíritus todos de Dios, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

66Fuego y calor, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

67Frío y calor, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

68Rocíos y escarcha, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

69HieIo y frío, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

70Heladas y nieves, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

71Noches y días, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

72Luz y tinieblas, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

73[9107]Relámpagos y nubes, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

74Bendiga la tierra al Señor;

alábele y ensálcele por los siglos.

75Montes y collados, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

76Plantas todas que nacéis en la tierra, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

77Fuentes, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

78Mares y ríos, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

79Monstruos del mar y cuanto se mueve en las aguas, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

80Aves todas del cielo, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

81Bestias todas y ganados, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

82Hijos de los hombres, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

83[9108]Bendiga Israel al Señor;

alábele y ensálcele por los siglos.

84Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

85Siervos del Señor, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

86[9109]Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

87Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

88Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor;

loadle y ensalzadle por los siglos.

Porque Él nos sacó del infierno y nos libró de la mano de la muerte;

nos salvó de en medio de las ardientes llamas, sacándonos del fuego.

89[9110]Tributad gloria al Señor, porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

90[9111]Todos los que dais culto a Dios, bendecid al Señor, al Dios de los dioses;

loadle y celebradle,

porque su misericordia permanece por todos los siglos.

Nabucodonosor glorifica a Dios

91Entonces el rey Nabucodonosor se asombró y levantándose apresuradamente, se dirigió a sus consejeros y dijo: “¿No fueron tres los hombres que echamos atados en medio del fuego?” Respondieron ellos y dijeron al rey: “Así es, oh rey.” 92[9112]Y él repuso, diciendo: “He aquí, que yo veo cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego, sin que hayan padecido daño alguno, y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de Dios.” 93Entonces Nabucodonosor, acercándose a la boca del horno de fuego ardiente, tomó la palabra y dijo: “¡Sidrac, Misac y Abdénago, siervos del Dios Altísimo, salid y venid!” Salieron, pues, Sidrac, Misac y Abdénago de en medio del fuego. 94Y habiéndose reunido los sátrapas, los gobernadores, los altos jefes y los consejeros del rey, vieron a esos varones sobre cuyos cuerpos el fuego no había tenido ningún poder. Ni un cabello de su cabeza se había chamuscado, sus ropas estaban intactas, ni siquiera el olor del fuego los había alcanzado.

95[9113]Entonces Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: “Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que ha enviado su ángel y ha salvado a sus siervos que han confiado en Él, traspasaron la orden del rey y entregaron sus cuerpos para no servir ni adorar a dios alguno fuera del Dios suyo. 96Publico por mi parte este decreto: Cualquier pueblo, nación o lengua que hable mal del Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, será hecho pedazos, y sus casas serán convertidas en cloacas; por cuanto no hay ningún otro dios que pueda salvar de tal manera.” 97Y el rey ensalzó a Sidrac, Misac y Abdénago en la provincia de Babilonia.

Manifiesto del rey

98[9114]“El rey Nabucodonosor a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: La paz os sea dada en abundancia. 99Me parece conveniente publicar las señales y las maravillas que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. 100[9115]¡Cuán grandes son sus señales y cuán estupendas sus maravillas! Su reino es reino eterno y su poderío subsiste de generación en generación.”

DANIEL 4
La visión del árbol cortado

1[9116]Yo, Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. 2Y estando yo en mi cama tuve un sueño que me asustó, y me turbaron los pensamientos y las visiones (que revolvía) mi cabeza. 3Y di orden que se presentasen delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me dieran la interpretación del sueño. 4[9117]Vinieron entonces los magos, los adivinos, los caldeos y los astrólogos, y conté ante ellos el sueño; pero no pudieron indicarme su interpretación. 5[9118]Al fin se presentó delante de mí Daniel, cuyo nombre es Baltasar, del nombre de mi dios, y en el cual reside el espíritu de los santos dioses; y le conté mi sueño, (diciendo): 6“Baltasar, jefe de los magos, por cuanto yo sé que el espíritu de los santos dioses reside en ti, y que no hay ningún secreto que te cause dificultades, exponme las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. 7(He aquí) las visiones que tenía yo en mi cabeza estando en mi cama:

Miraba yo, y vi un árbol en medio de la tierra,

y su altura era grande.

8El árbol creció y se hizo fuerte,

su copa tocaba en el cielo

y se lo veía desde las extremidades de toda la tierra.

9Su follaje era hermoso,

y su fruto copioso,

y había en él comida para todos.

A su sombra se abrigaban las bestias del campo,

y en sus ramas moraban las aves del cielo;

y toda carne vivía en él.

10[9119]Mientras estaba todavía mirando las visiones de mi cabeza,

estando en mi cama,

vi cómo un Velador y Santo descendía del cielo,

11que gritaba fuerte y dijo así:

«Cortad el árbol y desmochad sus ramas,

sacudid su follaje y desparramad sus frutos;

huyan las bestias de debajo de él,

y los pájaros de sus ramas.

12Pero el tronco con sus raíces lo dejaréis en tierra,

entre cadenas de hierro y de bronce, en medio de la hierba del campo.

Sea bañado con el rocío del cielo

y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra.

13Sea mudado su corazón de hombre,

y désele un corazón de bestia,

y pasen sobre él siete tiempos.

14[9120]De un decreto de los veladores viene esta sentencia,

y es cosa que se hace por pedido de los santos,

para que los vivientes conozcan

que el Altísimo es dueño del reino de los hombres.

Lo dará a quien mejor le parezca,

y puede poner sobre él al más humilde de los hombres.»

15Este es el sueño que vi yo, el rey Nabucodonosor; y tú, Baltasar, dime la interpretación; pues ninguno de los sabios de mi reino ha podido darme su interpretación. Tú lo puedes, porque el espíritu de los santos dioses reside en ti.”

Interpretación del sueño

16[9121]Entonces Daniel, cuyo nombre es Baltasar, quedó por un rato aturdido, y le conturbaron sus pensamientos, hasta que el rey tomó la palabra y dijo: “Baltasar, no te conturbe el sueño ni su interpretación.” Respondió Baltasar, y dijo: “Señor mío, sea este sueño para los que te odien, y su interpretación para tus enemigos. 17El árbol que viste, que se hizo grande y fuerte, cuya altura llegaba hasta el cielo y que se podía ver desde toda la tierra; 18[9122]cuyo follaje era tan hermoso y su fruto tan copioso, en el cual había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo y en cuyas ramas habitaban los pájaros del cielo; 19[9123](ese árbol) eres tú, oh rey, que has venido a ser grande y fuerte; pues tu grandeza ha crecido hasta llegar al cielo, y tu dominación hasta alcanzar los fines de la tierra. 20Y si el rey vio a un Velador y Santo que descendía del cielo, diciendo: «Cortad el árbol y destruidlo, pero dejad el tronco con sus raíces en la tierra entre cadenas de bronce y de hierro, en medio de la hierba del campo, y sea bañado con el rocío del cielo y tenga su parte entre las bestias del campo hasta que pasen sobre él siete tiempos»; 21esta es la interpretación, oh rey, y este es el decreto del Altísimo que ha de cumplirse en mi señor, el rey: 22[9124]Te echarán de entre los hombres, y habitarás con las bestias del campo. Te darán de comer hierba como a los bueyes, serás mojado con el rocío del cielo, y pasarán sobre ti siete tiempos, hasta que conozcas que el Altísimo es dueño del reino de los hombres y lo da a quien quiere. 23[9125]Y en cuanto a la orden de dejar el tronco con las raíces del árbol, (esto significa que) te quedarás con tu reino cuando reconozcas que es el cielo el que tiene la potestad. 24[9126]Por eso, oh rey, te sea grato mi consejo, redime tus pecados con obras de justicia, y tus iniquidades con obras de misericordia para con los pobres. Tal vez así se prolongara tu prosperidad.”

Cumplimiento de la visión

25Todo esto se cumplió en el rey Nabucodonosor. 26[9127]Al cabo de doce meses, mientras se paseaba sobre el palacio real de Babilonia, 27el rey habló y dijo: “¿No es esta Babilonia, la grande, que yo he edificado para capital de mi reino, con la fuerza de mi poder y para la gloria de mi majestad?” 28Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando bajó del cielo una voz: “A ti se te anuncia, oh rey Nabucodonosor, que el reino se ha ido de ti. 29[9128]Te echarán de entre los hombres y habitarás con las bestias del campo; te darán de comer hierba como a los bueyes, y pasarán sobre ti siete tiempos hasta que reconozcas que el Altísimo es dueño del reino de los hombres, y lo da a quien quiere.” 30En aquella misma hora se cumplió en Nabucodonosor esta palabra: fue expulsado de entre los hombres, comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que los cabellos le crecieron como (plumas) de águila, y las uñas como las de las aves.

31“Mas al cabo de los días, yo, Nabucodonosor, levanté mis ojos hacia el cielo, y recobré mi juicio. Entonces bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive eternamente,

cuya dominación es dominación eterna

y cuyo reino perdura de generación en generación.

32Todos los habitantes de la tierra son (para Él) una nada;

Él dispone según su voluntad del ejército del cielo

y de los moradores de la tierra.

No hay quien pueda detener su mano,

y decirle: «¿Qué es lo que haces?»

33[9129]Al mismo tiempo recobré mi juicio y me fueron devueltos, para gloria de mi reino, mi majestad y mi esplendor. Vinieron a buscarme mis consejeros y mis magnates, y fui restablecido en mi reino, y se acrecentó aún mi poderío. 34Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo y ensalzo y glorifico al Rey del cielo; pues todas sus obras son verdad, y sus caminos justicia, y Él puede humillar a quienes proceden con soberbia.”

DANIEL 5
El festín de Baltasar

1[9130]El rey Baltasar dio un gran banquete a sus mil príncipes y bebió vino en presencia de los mil. 2[9131]Y estando ya excitado por el vino mandó Baltasar traer los vasos de oro y de plata que su padre Nabucodonosor había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. 3[9132]Fueron traídos los vasos de oro sacados del Templo de la Casa de Dios que hubo en Jerusalén; y bebieron en ellas el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. 4Bebían el vino alabando a los dioses de oro y plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

5En aquel momento aparecieron los dedos de una mano de hombre, y escribieron en frente del candelabro, sobre la cal de la pared del palacio real; y el rey vio el extremo de la mano que escribía. 6Entonces el rey mudó de color, le perturbaron sus pensamientos, se le desencajaron las coyunturas de sus caderas y se batían sus rodillas una contra otra. 7[9133]Y gritó el rey en alta voz que hiciesen venir a los adivinos, los caldeos y los astrólogos. Luego tomando el rey la palabra dijo a los sabios de Babilonia: “El que leyere esta escritura y me indicare su interpretación, será vestido de púrpura, (llevará) un collar de oro al cuello, y será el tercero en el gobierno del reino.” 8Vinieron entonces todos los sabios del rey, mas no pudieron leer la escritura, ni explicar al rey su significado. 9Por eso el rey Baltasar se turbó en sumo grado, mudó de color y sus grandes estaban consternados. 10[9134]Entonces la reina, (que oyó) las voces del rey y de sus grandes, entró en la sala del banquete. Y tomando la palabra dijo la reina: “¡Vive para siempre, oh rey! No te conturben tus pensamientos, ni se te mude el color. 11[9135]Hay un hombre en tu reino, en el cual reside el espíritu de los santos dioses. Ya en los días de tu padre, se hallaron en él luz e inteligencia y una sabiduría semejante a la sabiduría de los dioses; por lo cual el rey Nabucodonosor tu padre, le constituyó jefe de los magos, de los adivinos, de los caldeos y de los astrólogos. 12Porque un espíritu superior, de ciencia e inteligencia, para interpretar sueños, descifrar enigmas, y resolver problemas difíciles se halló en él, en Daniel, a quien el rey puso por nombre Baltasar. Llámese, pues, a Daniel, y él te indicará el sentido.”

Daniel interpreta la escritura misteriosa.

13Fue Daniel llevado a la presencia del rey, el cual tomó la palabra y dijo a Daniel: “¿Eres tú Daniel, uno de los hijos de la cautividad de Judá, a quien el rey mi padre trajo de Judá? 14He oído decir de ti que el espíritu de los dioses reside en ti y que se hallan en ti luz y entendimiento y una sabiduría extraordinaria. 15Ahora han sido traídos a mi presencia los sabios y los adivinos, para leer esta escritura e indicarme su significado, pero no han podido explicarme el sentido de esta cosa. 16Pero de ti he oído decir que eres capaz de dar interpretaciones y resolver problemas difíciles. Ahora bien, si sabes leer la escritura e indicarme su interpretación, serás vestido de púrpura, (llevarás) un collar de oro al cuello, y serás el tercero en el reino.”

17[9136]Entonces respondió Daniel y dijo delante del rey: “¡Sean para ti tus dones, y da a otro tus recompensas! Yo leeré al rey la escritura y le daré a conocer la interpretación. 18El Dios Altísimo, oh rey, dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino y la grandeza, la gloria y la majestad. 19Y por la grandeza que le concedió, temblaban delante de él y se estremecían todos los pueblos y naciones y lenguas. Mataba a quien le daba la gana, y dejaba vivir a quien quería; ensalzaba al bienquisto, y humillaba a quien deseaba. 20Pero cuando su corazón se engrió, y su espíritu se obstinó en la soberbia, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su gloria. 21Fue expulsado de entre los hombres y su corazón se hizo semejante al de las bestias, y habitó con los asnos monteses. Como a los bueyes, le dieron a comer hierba, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el soberano en el reino de los hombres y que pone sobre él a quien quiere. 22Y tú, Baltasar, su hijo, aunque sabías todo esto, no has humillado tu corazón, 23[9137]sino que te has levantado contra el Señor del cielo. Han puesto delante de ti los vasos de su Casa, y tú, tus grandes, tus mujeres y tus concubinas estáis bebiendo en ellos; has alabado a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen, y que nada saben; y no has dado gloria al Dios que tiene en su mano tu vida y es dueño de todos tus caminos. 24Por eso vino de su parte el extremo de la mano que trazó esta escritura. 25[9138]He aquí la escritura trazada: Mené, Mené, Tequel, Ufarsin. 26Y esta es su interpretación: Mené: Dios ha contado tu reino y le ha puesto término. 27Tequel: has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso. 28Perés: dividido ha sido tu reino y dado a los medos y persas.”

29Mandó entonces Baltasar, y vistieron a Daniel de púrpura, le pusieron al cuello un collar de oro y se pregonó que él sería el tercero en el gobierno del reino. 30[9139]Aquella misma noche fue muerto Baltasar, rey de los caldeos, 31[9140]y recibió el reino Darío el medo, que tenía unos sesenta y dos años de edad.

DANIEL 6
Intrigas de los príncipes contra Daniel

1[9141]Plugo a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, repartidos por todo el reino; 2[9142]y sobre ellos tres presidentes, uno de los cuales era Daniel. A estos (tres) los sátrapas tenían que dar cuenta, para que no fuese perjudicado el rey. 3[9143]Ahora bien, ese Daniel aventajaba a los (demás) presidentes y sátrapas, porque había en él un espíritu superior, y pensaba el rey darle autoridad sobre todo el reino. 4Entonces los presidentes y los sátrapas iban buscando algún pretexto contra Daniel en lo tocante a (la administración) del reino; mas no pudieron hallar ningún pretexto ni falta, porque era fiel, y no se hallaba en él ninguna negligencia ni falta. 5[9144]Aquellos hombres se dijeron: “No encontraremos contra este Daniel ningún pretexto a menos de hallar contra él algo en lo tocante a la ley de su Dios.” 6Entonces aquellos presidentes y sátrapas llegaron alborotados al rey y le dijeron así: “Rey Darío, ¡vive para siempre! 7[9145]Todos los presidentes del reino, los gobernadores y los sátrapas, los consejeros y los magistrados han resuelto que se promulgue un edicto real y se decrete una prohibición, según la cual todo hombre que por espacio de treinta días dirigiere una petición a cualquier dios u hombre, fuera de ti, oh rey, debe ser arrojado en el foso de los leones. 8[9146]Ahora, pues, oh rey, decreta tú la prohibición y firma el edicto, para que no pueda derogarse, conforme a la ley de los medos y persas, que es irrevocable.” 9Dadas estas circunstancias el rey Darío firmó el edicto y la prohibición.

Daniel no cumple el edicto

10[9147]Cuando Daniel supo que había sido firmado el edicto, se retiró a su casa, donde abiertas las ventanas de su cámara alta, que miraban hacia Jerusalén, hincaba tres veces al día las rodillas, y oraba y alababa a Dios, como solía hacerlo antes. 11Entonces aquellos hombres se apresuraron a acudir, y hallaron a Daniel haciendo oración e invocando a su Dios. 12Luego se llegaron al rey, y le hablaron acerca de la prohibición real (diciendo): “¿No firmaste tú una prohibición según la cual todo hombre que por espacio de treinta días dirigiere una petición a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, debe ser echado en el foso de los leones?” Respondió el rey, y dijo: “Así es, conforme a la ley de los medos y persas, que es irrevocable.” 13Entonces respondieron ellos y dijeron ante el rey: “Daniel, uno de los hijos de la cautividad de Judá, no hace caso de ti, oh rey, ni de la prohibición que tú firmaste, sino que tres veces al día hace su oración.”

Daniel en el foso de los leones

14Al oír esto quedó el rey sumamente contristado y se propuso salvar a Daniel; y hasta ponerse el sol hizo esfuerzos por librarle. 15Pero aquellos hombres vinieron alborotados al rey y le dijeron: “Has de saber, oh rey, que es ley de los medos y persas que toda prohibición y todo edicto firmado por el rey es inmutable.”

16[9148]Entonces el rey dio orden que trajeran a Daniel, y le echaron en el foso de los leones; y el rey dirigiéndose a Daniel le dijo: “¡Librete tu Dios, a quien tú siempre sirves!” 17[9149]Luego fue traída una piedra y puesta sobre la boca del foso; y el rey la selló con su anillo, y con el anillo de sus grandes, para que nada se mudase respecto de Daniel.

18Después volvió el rey a su palacio, y pasó la noche en ayunas; no se le puso delante comida alguna, y el sueño huyó de él. 19Al rayar el alba se levantó el rey y fue a toda prisa al foso de los leones; 20donde, arrimándose llamó a Daniel con voz dolorida; y tomando la palabra dijo el rey a Daniel: “Daniel, siervo del Dios vivo, el Dios tuyo, a quien tú sirves sin cesar, ¿ha podido librarte de los leones?” 21Entonces Daniel dijo al rey: “¡Oh rey, vive para siempre! 22[9150]Mi Dios ha enviado su ángel, y ha cerrado la boca de los leones, de modo que no me han hecho daño alguno, porque he sido hallado inocente delante de Él; y aun delante de ti, oh rey, ningún mal he hecho.” 23Entonces el rey se alegró en gran manera, y mandó sacaran a Daniel del foso. Y sacado que fue, no se halló en él lesión alguna, porque había confiado en su Dios. 24Luego, por orden del rey, fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron arrojados en el foso de los leones, ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando ya los leones los agarraron y les quebrantaron todos los huesos.

Darío glorifica a Dios

25[9151]Después el rey Darío escribió a todos, los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: “¡Abunde en vosotros la paz! 26Yo establezco por decreto, que en todo el dominio del reino se respete y se tema al Dios de Daniel;

porque Él es el Dios vivo

y que subsiste eternamente,

su reino nunca será destruido,

y su dominación no tendrá fin.

27[9152]Él libra y Él salva;

Él hace señales y maravillas

en el cielo y en la tierra.

Él ha librado a Daniel

de las garras de los leones.”

28[9153]Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.

II. VISIONES DE DANIEL
DANIEL 7
La visión de las cuatro bestias

1[9154]El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, vio Daniel un sueño y visiones que (pasaban) por su cabeza mientras estaba en su cama. En seguida escribió el sueño en forma de un resumen. 2“Yo estaba mirando durante mi visión nocturna, dice Daniel tomando la palabra, y vi cómo los cuatro vientos del cielo revolvían el Mar Grande. 3[9155]Y subieron del mar cuatro grandes bestias, diferentes una de otra. 4[9156]La primera era como león, y tenía alas de águila. Mientras estaba todavía mirando, le fueron arrancadas las alas, y fue levantada de la tierra y puesta sobre sus pies como un hombre; y se le dio un corazón de hombre. 5[9157]Y vi otra bestia, la segunda, semejante a un oso; que se alzaba a un lado; (tenía) tres costillas en su boca, entre sus dientes, y le dijeron así: «¡Levántate y come carne en abundancia!». 6[9158]Después de esto seguí mirando, y vi otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas. Tenía esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado el dominio. 7[9159]Después de esto continué mirando la visión nocturna y vi una cuarta bestia, espantosa y terrible y extraordinariamente fuerte, que tenía grandes dientes de hierro. Devoraba y desmenuzaba, y lo que sobraba lo hollaba con los pies. Era diferente de todas las bestias anteriores y tenía diez cuernos. 8[9160]Estaba yo contemplando los cuernos, cuando divisé otro cuerno pequeño, que despuntaba entre ellos; y le fueron arrancados tres de los primeros cuernos. Y he aquí que había en este cuerno ojos como ojos de hombre y una boca que profería cosas horribles.

El Anciano de días

9[9161]Estuve mirando

hasta que fueron puestos tronos;

y se sentó el Anciano de días

cuyo vestido era blanco como la nieve,

y el cabello de su cabeza como lana blanca.

Su trono era de llamas de fuego,

y las ruedas del mismo, fuego ardiente.

10[9162]Un río de fuego corría

saliendo de delante de él;

millares de millares le servían,

y miríadas de miríadas se levantaban ante su presencia.

Se sentó el tribunal

y fueron abiertos los libros.

11[9163]Miraba yo entonces a causa del ruido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; y mientras estaba mirando fue muerta la bestia y su cuerpo destruido y entregado a las llamas del fuego, 12[9164]A las otras bestias también les fue quitado su dominio, pero les fue prolongada la vida hasta un tiempo y un momento.

El Hijo del hombre

13[9165]Seguía yo mirando en la visión nocturna,

y he aquí que vino sobre las nubes del cielo

Uno parecido a un hijo de hombre,

el cual llegó al Anciano de días,

y le presentaron delante de Él.

14[9166]Y le fue dado el señorío, la gloria y el reino,

y todos los pueblos y naciones y lenguas

le sirvieron.

Su señorío es un señorío eterno

que jamás acabará,

y su reino nunca será destruido.

Interpretación de la visión

15Entonces yo, Daniel, me turbé en espíritu interiormente, y las visiones de mi cabeza me llenaron de espanto. 16Me acerqué a uno de los asistentes y le pedí el verdadero sentido de todo esto. Él me habló y me explicó el significado de aquellas cosas (diciendo): 17«Estas grandes bestias, que son cuatro, son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. 18[9167]Mas los santos del Altísimo recibirán el reino, y poseerán el reino hasta la eternidad y por los siglos de los siglos.»

19Quise entonces saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las (demás) y extraordinariamente terrible, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba y hollaba con sus pies lo que sobraba; 20y acerca de los diez cuernos que estaban en su cabeza, y también acerca de aquel otro que le había salido y delante del cual habían caído los tres; ese cuerno que tenía ojos, y una boca que profería cosas espantosas, y parecía más grande que los otros. 21[9168]Pues estaba yo viendo cómo este cuerno hacía guerra contra los santos, y prevalecía sobre ellos, 22hasta que vino el Anciano de días y el juicio fue dado a los santos del Altísimo y llegó el tiempo en que los santos tomaron posesión del reino. 23Y dijo aquel así: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra. Este será diferente de todos los reinos, devorará toda la tierra, la hollará, y la desmenuzará. 24[9169]Los diez cuernos (significan que) de este reino surgirán diez reyes; y tras ellos se levantará otro que será diferente de los anteriores, y derribará a tres reyes. 25Proferirá palabras contra el Altísimo, oprimirá a los santos del Altísimo y pretenderá mudar los tiempos y la Ley; y ellos serán entregados en su mano hasta un tiempo, (dos) tiempos y la mitad de un tiempo. 26[9170]Pero se sentará el tribunal, y entonces se le quitará su dominio, a fin de destruirlo y aniquilarlo para siempre. 27[9171]Y el reino y el imperio y la magnificencia de los reinos que hay debajo de todo el cielo, será dado al pueblo de los santos del Altísimo; su reino será un reino eterno; y todas las potestades le servirán y le obedecerán».”

28Aquí terminaron sus palabras. Yo, Daniel, quedé muy conturbado por mis pensamientos y mudé de color; pero guardé estas cosas en mi corazón.

DANIEL 8
Visión del carnero y del Macho cabrío

1[9172]El año tercero del reinado del rey Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión, después de aquella que había tenido anteriormente. 2[9173]Me fijé en la visión y sucedió que al verla, estaba en Susán, la capital que está en la provincia de Elam, y vi la visión, estando sobre el río Ulai. 3[9174]Alcé mis ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba parado ante el río, y tenía dos cuernos. Los dos cuernos eran altos, mas el uno más alto que el otro, y el alto había crecido después del otro. 4Y vi que el carnero acorneaba hacia el poniente, hacia el septentrión y hacia el mediodía. Ningún animal podía resistirle, ni había quien librase de su poder. Hizo lo que quiso y se engrandeció.

5[9175]Mientras yo estaba considerando esto, he aquí un macho cabrío que venía del occidente y sin tocar el suelo recorría toda la superficie de la tierra. Este macho cabrío tenía un cuerno bien visible entre los ojos. 6Llegó hasta el carnero de los dos cuernos, al que yo había visto frente al río; y corrió contra él con el ímpetu de su fuerza. 7Lo vi cómo se acercaba al carnero y enfureciéndose contra él, hirió al carnero y le quebró los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerza para mantenerse delante de él. Lo echó por tierra y lo holló; y no hubo quien librase al carnero de su poder. 8[9176]El macho cabrío se hizo muy grande, pero no obstante su fuerza se le rompió el gran cuerno, y en su lugar salieron cuatro (cuernos) en dirección a los cuatro vientos del cielo.

El cuerno pequeño

9[9177]De uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el mediodía, hacia el oriente y hacia la (tierra) hermosa. 10[9178]Se engrandeció hasta (llegar a) la milicia del cielo, y echó a tierra una parte de la milicia y de las estrellas, y las holló. 11[9179]Y se ensoberbeció hasta contra el príncipe de la milicia (celestial), le quitó el sacrificio perpetuo y arruinó el lugar de su Santuario. 12[9180]Un ejército le fue dado para destruir el sacrificio perpetuo a causa de los pecados; echó por tierra la verdad y lo que hizo le salió bien.

13[9181]Y oí hablar a uno de los santos; y otro santo dijo a aquel que estaba hablando: “¿Hasta cuándo durará (lo anunciado en) la visión del sacrificio perpetuo, el pecado de la desolación y el abandono del Santuario y del ejército que serán hollados?” 14[9182]Y él me dijo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; y será purificado el Santuario.”

El ángel Gabriel explica la visión

15Mientras yo, Daniel, tenía esta visión, y procuraba entenderla, vi que estaba delante de mí una figura semejante a un varón. 16Y oí una voz de hombre, de en medio del Ulai, que gritaba y decía: “¡Gabriel, explícale a este la visión!” 17[9183]Y él se llegó a donde yo estaba; y cuando se me acercó, me postré rostro por tierra, despavorido. Mas él me dijo: “Sábete, hijo de hombre, que la visión es para el tiempo del fin.” 18Al hablarme quedé sin sentido, rostro en tierra, pero él me tocó, y me hizo estar en pie en el lugar donde yo estaba. 19Y me dijo: “He aquí que te voy a mostrar lo que sucederá al fin de la indignación; porque (esta visión) es para el tiempo del fin:

20El carnero que viste, que tenía dos cuernos, estos son los reyes de Media y de Persia; 21[9184]y el macho cabrío es el rey de Grecia. El cuerno grande entre sus ojos es el rey primero. 22Y (como este cuerno) fue quebrado y se levantaron cuatro en su lugar, así surgirán cuatro reinos entre las naciones; pero no con el poder de aquel. 23[9185]Hacia el fin de su dominación, cuando los prevaricadores hayan completado (su número), se levantará un rey de rostro duro y perito en intrigas. 24[9186]Será muy poderoso, pero no por propia fuerza; hará destrucciones estupendas, tendrá éxito en sus empresas y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. 25[9187]Su astucia hará prosperar el fraude en su mano y se ensoberbecerá su corazón; destruirá a muchos que viven en paz y se levantará contra el Príncipe de los príncipes; pero será quebrado sin mano (humana). 26Y la visión de las tardes y de las mañanas de la cual hablé es verdadera; pero sella tú la visión, porque es para muchos días.” 27Yo, Daniel, perdí las fuerzas y estuve enfermo por algunos días. Después me levanté y me ocupé de los asuntos del rey. Quedé asombrado de la visión, mas no hubo quien la entendiese.

DANIEL 9
Súplica de Daniel por la restauración

1[9188]El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la estirpe de los medos, que fue constituido rey sobre el reino de los caldeos, 2[9189]el año primero de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando en los libros el número de los setenta años de que Yahvé había hablado al profeta Jeremías y durante los cuales debía cumplirse la desolación de Jerusalén. 3[9190]Y volví mi rostro hacia el Señor Dios, para rogarle con oraciones y súplicas, con ayuno y saco y ceniza. 4Rogando a Yahvé, mi Dios, hice confesión y dije:

“¡Ay! Señor, Dios grande y temible, que guardas la alianza y la misericordia con los que te aman y observan tus mandamientos. 5Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos y rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes. 6No hemos escuchado a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, y al pueblo de todo el país. 7[9191]Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión del rostro, como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todos los israelitas a los que están cerca y a los que están lejos, en todas las tierras adonde los arrojaste a causa de las infidelidades que contra Ti cometieron. 8¡Oh Señor, nuestra es la confusión del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; pues hemos pecado contra Ti! 9Pero del Señor, nuestro Dios, son la misericordia y el perdón, porque nos hemos revelado contra Él; 10y no hemos escuchado la voz de Yahvé, nuestro Dios, para cumplir sus leyes, que Él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11[9192]Todo Israel ha traspasado tu Ley y se ha apartado para no oír tu voz; por lo cual se ha derramado sobre nosotros la maldición y la execración que está escrita en la Ley de Moisés, siervo de Dios, puesto que hemos prevaricado contra Él. 12[9193]Por esto Él ejecutó la sentencia que había pronunciado contra nosotros, y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros una calamidad tan grande, que nunca hubo debajo de todo el cielo cosa semejante a la que se ha ejecutado en Jerusalén. 13Todo este mal vino sobre nosotros conforme está escrito en la Ley de Moisés; mas no hemos implorado a Yahvé nuestro Dios para convertirnos de nuestras iniquidades y meditar en tu verdad. 14Yahvé veló sobre el mal y lo hizo venir sobre nosotros; porque justo es Yahvé, nuestro Dios, en todas sus obras que ha hecho, pero nosotros no quisimos oír su voz. 15Ahora oh Señor, Dios nuestro, que con mano poderosa sacaste a tu pueblo del país de Egipto y te adquiriste el renombre que tienes hoy, hemos pecado, hemos cometido iniquidad. 16Oh Señor, según todas tus justicias, apártese, te ruego, tu ira e indignación de Jerusalén, la ciudad tuya, y de tu santo monte; pues a raíz de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo han venido a ser el oprobio de cuantos viven alrededor nuestro. 17[9194]Oye ahora, oh Dios nuestro, la oración de tu siervo, y sus súplicas, y por amor del Señor, haz resplandecer tu rostro sobre tu Santuario devastado. 18[9195]Inclina Dios mío, tu oído y escucha; abre tus ojos y mira nuestras ruinas, y a la ciudad, sobre la cual ha sido invocado tu Nombre pues derramamos nuestros ruegos ante tu rostro, confiando, no en nuestras justicias, sino en tus grandes misericordias. 19¡Escucha, Señor! ¡Perdona, Señor! ¡Presta atención, Señor, y obra! ¡No tardes, por amor de Ti, oh Dios mío!, porque sobre tu ciudad y tu pueblo ha sido invocado tu Nombre.”

Profecía de las setenta semanas

20[9196]Mientras aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de Israel mi pueblo, y presentando mis súplicas a Yahvé, mi Dios, por el santo monte de mi Dios; 21[9197]y mientras aún estaba profiriendo mis plegarias, aquel varón Gabriel, a quien yo había visto antes en la visión, se me acercó en rápido vuelo, a la hora de la oblación de la tarde, 22y me instruyó, y habló conmigo diciendo:

“Daniel, he venido ahora para darte inteligencia. 23[9198]Cuando te pusiste a orar salió una orden, y he venido a anunciarla; porque eres muy amado. Fija, pues, tu atención sobre la palabra y entiende la visión.

24[9199]Setenta semanas están decretadas

para tu pueblo y para tu ciudad santa,

a fin de acabar con la prevaricación,

sellar los pecados y expiar la iniquidad,

y para traer la justicia eterna,

poner sello sobre la visión y la profecía

y ungir al Santo de los santos.

25[9200]Conoce y entiende:

Desde la salida de la orden de restaurar y edificar a Jerusalén,

hasta un Ungido, un Príncipe,

habrá siete semanas

y sesenta y dos semanas;

y en tiempos de angustias será ella reedificada con plaza y circunvalación.

26[9201]Al cabo de las sesenta y dos semanas

será muerto el Ungido

y no será más.

Y el pueblo de un príncipe que ha de venir,

destruirá la ciudad y el Santuario;

mas su fin será en una inundación;

y hasta el fin habrá guerra

(y) las devastaciones decretadas.

27[9202]Él confirmará el pacto con muchos

durante una semana,

y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación;

y sobre el Santuario vendrá una abominación desoladora,

hasta que la consumación decretada

se derrame sobre el devastador.”

DANIEL 10
El ángel conforta a Daniel

1El año tercero de Ciro, rey de Persia, fue revelada una palabra a Daniel, llamado Baltasar. Esta palabra es verdad (y se refiere a) una gran guerra. Después entendió él la palabra y comprendió la visión. 2[9203]En aquellos días yo, Daniel, estuve de duelo durante tres semanas. 3No comí manjar delicado, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí hasta cumplirse los días de las tres semanas de días.

4El día veinte y cuatro del primer mes, estando yo a la orilla del gran río, el Tigris, 5[9204]alcé mis ojos y miré, y vi a un varón vestido de lino blanco y ceñidos los lomos de oro de Ufaz. 6Su cuerpo era como el crisólito, su rostro parecía un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y sus pies tenían el brillo de bronce bruñido y el rumor de sus palabras era parecido al estruendo de un gran gentío. 7Solo yo, Daniel, vi la visión; los hombres que conmigo estaban, no la vieron, pero se apoderó de ellos un terror extraordinario, de modo que huyeron y se escondieron. 8Me quedé solo, al ver esta gran visión. Perdí las fuerzas, mi rostro mudó de color y se desfiguró, y no tuve más vigor. 9Oía, sí, el sonido de sus palabras, pero oyendo la voz de sus palabras caí sin sentido sobre mi rostro, en tierra.

Explicación del ángel

10Mas he aquí que una mano me tocó y me sacudió, poniéndome sobre mis rodillas y las palmas de mis manos. 11[9205]Y me dijo: “Daniel, varón muy amado, atiende a las palabras que te voy a decir, y ponte en pie en el lugar donde estás, pues ahora he sido enviado a ti.” Y así que me hubo dicho esto, me puse en pie temblando. 12[9206]Mas él me dijo: “No temas, Daniel; pues desde el primer día en que te propusiste alcanzar la inteligencia y humillarte ante tu Dios, fueron escuchadas tus palabras, y yo he venido por causa de tus palabras. 13[9207]El príncipe del reino de Persia se me opuso veinte y un días; mas he aquí que Miguel, uno de los príncipes más altos, vino a ayudarme, y yo me quedé allí al lado de los reyes de Persia. 14He venido a enseñarte lo que ha de suceder a tu pueblo al fin de los tiempos; pues la visión es para tiempos (remotos).”

15Mientras me dirigía estas palabras, incliné mi rostro hacia el suelo y guardé silencio. 16[9208]Y he aquí que uno que parecía hijo de hombre me tocó los labios; entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: “Señor mío, al ver esta visión me sobrecogieron angustias y perdí la fuerza. 17¿Cómo podrá el siervo de este mi señor hablar con este señor mío? Pues al presente no tengo fuerza alguna y hasta el aliento me falta.” 18Entonces aquel que tenía semejanza de hombre volvió a tocarme y me dio fuerza, 19diciendo: “¡No temas, oh varón muy amado! ¡La paz sea contigo! ¡Ánimo, ánimo!” Y mientras me estaba hablando, recobré las fuerzas, y dije: “Habla, señor mío, pues me has dado fuerzas.” 20[9209]Y dijo: “¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora volveré para luchar con el príncipe de Persia; pues al salir yo, he aquí que vino el príncipe de Grecia. 21[9210]Pero te anunciaré lo que está escrito en la Escritura de la verdad; y no hay nadie que me ayude contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.”

DANIEL 11
El rey persa vencido por el griego

1[9211]El año primero de Darío el medo, estuve yo allí para ayudarle y fortalecerle. 2[9212]Y ahora voy a anunciarte la verdad: He aquí que habrá todavía tres reyes en Persia, y el cuarto será mucho más rico que todos los (otros), y cuando se haya hecho fuerte por medio de sus riquezas, incitará a todos contra el reino de Grecia. 3[9213]Pero se levantará un rey poderoso, que reinará con gran poder y hará cuanto quiera. 4Mas apenas establecido, será deshecho su reino y repartido hacia los cuatro vientos del cielo, pero no entre sus descendientes, y no con el poder que él había tenido; porque quedará hecho trozos su reino, que pasará a otros y no a aquellos.

Guerra entre los reyes del mediodía y del norte

5[9214]El rey del mediodía vendrá a ser fuerte, y también uno de sus príncipes, el cual se hará más fuerte que él y dominará, y su dominio será dominio grande. 6[9215]Al cabo de años se concertará una alianza, y la hija del rey del mediodía vendrá al rey del norte para establecer la paz, pero ella no podrá conservar la fuerza del brazo, porque ya no existirá su estirpe; pues será entregada ella, y los que la trajeron, y el padre, y el que en otros tiempos había sido su sostén. 7[9216]En su lugar se levantará uno de los renuevos de sus raíces, el cual vendrá con un ejército y entrará en la fortaleza del rey del norte; luchará contra ellos y vencerá. 8Los dioses de ellos, sus imágenes de fundición, y sus objetos preciosos de plata y de oro, los llevará al cautiverio, a Egipto, y prevalecerá algunos años sobre el rey del norte. 9Pero (este) entrará en el reino del rey del mediodía, y (después) volverá a su tierra.

10Tras lo cual sus hijos prepararán la guerra y juntarán una gran multitud de tropas; y (uno de ellos) vendrá como una inundación y pasará adelante; luego vendrá de nuevo, y llevará la guerra hasta la fortaleza. 11El rey del mediodía se enfurecerá y saldrá y peleará contra él, contra el rey del norte; movilizará una gran multitud y las tropas del (rey del norte) serán entregadas en sus manos. 12Se llevará gran número (de prisioneros), con lo cual se ensoberbecerá su corazón, hará perecer a millares pero no prevalecerá. 13Pues el rey del norte volverá a levantar un ejército mayor que el primero; y al fin de algunos años vendrá con grandes fuerzas y muchos pertrechos. 14[9217]En aquellos tiempos muchos se levantarán contra el rey del mediodía; se alzarán también hombres violentos de tu pueblo para cumplir la visión y caerán. 15[9218]El rey del norte vendrá, y levantará terraplenes, tomará la ciudad fuerte y no podrán resistir las fuerzas del mediodía, ni sus tropas escogidas; pues no tendrán fuerza para nacerle frente. 16[9219]Por lo cual el invasor hará contra él lo que quiera, pues no habrá quien pueda oponérsele, y se establecerá en la tierra hermosa, llevando en su mano la destrucción. 17[9220]Se propondrá marchar (contra el otro) con el poderío de todo su reino, pero hará con él un convenio y le dará una hija para arruinarlo, mas esto no se cumplirá, ni tendrá éxito. 18Entonces volverá su rostro hacia las islas, y se apoderará de muchas; pero un caudillo pondrá fin a su afrenta y hará recaer sobre él su oprobio. 19Luego se dirigirá hacia las fortalezas de su propio país; pero tropezará y caerá, y no será más hallado. 20[9221]El que le sucederá enviará un exactor a la (tierra) más magnífica del reino; pero al cabo de pocos días será quebrantado, no en contienda ni en batalla.

Un rey impío en el trono

21[9222]Surgirá en su lugar un hombre despreciable sin que se le haya dado la dignidad real. Vendrá secretamente y se apoderará del reino por medio de intrigas. 22Delante de él quedarán sumergidos ejércitos (tan numerosos como) una inundación, y serán deshechos, así como también el príncipe de la Alianza. 23[9223]No obstante el pacto hecho con él, obrará con dolo; subirá y vencerá con poca gente. 24En plena paz invadirá la provincia más pingüe y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres. Distribuirá entre los (suyos) botín, despojos y riquezas, y trazará sus planes contra las fortalezas, pero (solo) por algún tiempo. 25Luego dirigirá su poder y su corazón contra el rey del mediodía, al frente de un gran ejército. El rey del mediodía se empeñará en la guerra con un ejército sumamente grande y fuerte; pero no podrá resistir, pues tramarán contra él intrigas. 26Los que comen de sus manjares delicados le quebrantarán, su ejército se dispersará, cayendo muchos traspasados. 27[9224]Estos dos reyes pensarán en su corazón cómo hacerse daño. Sentados en la misma mesa se dirán mutuamente mentiras, sin lograr éxito; porque todavía no habrá llegado el tiempo determinado. 28[9225]Volverá a su tierra con grandes riquezas; pero su corazón (maquinará) contra la Alianza santa. Obrará y volverá a su país. 29[9226]Al tiempo determinado se dirigirá de nuevo contra el mediodía, pero esta última vez no pasará lo que en la primera. 30[9227]Pues vendrán contra él las naves de Kitim; y descorazonado regresará; se irritará contra la Alianza santa; obrará y volverá, y se entenderá con los que abandonaron la Alianza santa.

Opresión de los judíos y de su religión

31[9228]Sus tropas vendrán y profanarán el Santuario de la Fortaleza; harán cesar el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador. 32[9229]Por medio de halagos inducirá a la apostasía a los violadores de la Alianza, pero el pueblo que conoce a su Dios se mantendrá firme y activo. 33Los sabios del pueblo instruirán a muchos; pero caerán por un tiempo, víctimas de la espada, de las llamas, del cautiverio y del saqueo. 34Al ser abatidos tendrán un pequeño socorro, y muchos se unirán a ellos hipócritamente. 35Por eso algunos de los sabios tropezarán, para que sean probados y purificados y blanqueados hasta el tiempo del fin; pues no habrá llegado aún el tiempo determinado.

36[9230]Aquel rey hará lo que quiera, se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios. Hablará cosas espantosas contra el Dios de los dioses, y prosperará hasta que se cumpla la ira; porque lo decretado ha de cumplirse. 37[9231]No respetará a los dioses de sus padres, ni tampoco a la (divinidad) predilecta de las mujeres. No hará caso de ningún dios; pues sobre todos ellos se ensalzará. 38[9232]Venerará, en su lugar, al dios de las fortalezas, dios que no conocieron sus padres. Lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con joyas. 39Con ese dios extraño atacará los baluartes de las fortalezas. A quienes le reconozcan los colmará de honores, les dará autoridad sobre muchos y les distribuirá tierras en recompensa.

40[9233]Al tiempo final chocará con él el rey del mediodía, pero el rey del norte caerá sobre él como una tempestad, con carros y gente de a caballo y muchas naves; invadirá las tierras y pasará como una inundación. 41[9234]Invadirá también la tierra hermosa; y muchos caerán; pero escaparán de su mano Edom y Moab y la parte principal de los hijos de Ammón. 42Y extenderá su mano contra (otros) países, y no se salvará la tierra de Egipto. 43Se hará dueño de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los libios y los etíopes le seguirán. 44[9235]Pero le turbarán rumores desde el oriente y el norte; y saldrá con gran furor para destruir y exterminar a muchos. 45[9236]Y plantará los pabellones reales entre los mares contra el glorioso y santo monte. Luego llegará a su fin; y no habrá quien le preste socorro.

DANIEL 12
Liberación del pueblo de Dios

1[9237]En aquel tiempo se alzará Miguel, el gran príncipe y defensor de los hijos de tu pueblo; y vendrá tiempo de angustia cual nunca ha habido desde que existen naciones hasta ese tiempo. En ese tiempo será librado tu pueblo, todo aquel que se hallare inscrito en el libro. 2[9238]También muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para vida eterna, otros para ignominia y vergüenza eterna. 3[9239]Entonces los sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que condujeron a muchos a la justicia, como las estrellas por toda la eternidad. 4[9240]Tú, Daniel, encierra estas palabras, y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos buscarán y se acrecentará el conocimiento.”

5Y yo, Daniel, miré y vi otros dos que estaban en pie el uno aquende el río y el otro allende el río. 6[9241]Y dijo (uno de los dos) al varón vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: “¿Cuándo será el cumplimiento de estas maravillas?” 7[9242]Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, cuando levantando su diestra y su izquierda hacia el cielo juró por Aquel que vive eternamente que eso será dentro de un tiempo, (dos) tiempos y la mitad (de un tiempo) y que todas estas cosas se cumplirán cuando el poder del pueblo santo sea completamente destruido. 8[9243]Yo oí, pero no comprendí. Dije, “Señor mío: ¿cuál será el fin de estas cosas?” 9[9244]Y él respondió: “Anda, Daniel; pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. 10[9245]Muchos serán purificados y blanqueados y acrisolados; pero los malos seguirán haciendo el mal, y ninguno de los malvados entenderá; mas los sabios entenderán. 11Desde el tiempo en que será quitado el sacrificio perpetuo y entronizada la abominación desoladora, pasarán mil doscientos noventa días. 12[9246]¡Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días! 13Tú, empero, marcha hacia tu fin y descansa, y te levantarás para (recibir) tu herencia al fin de los días.”

III. APÉNDICES
DANIEL 13
Historia de la casta Susana

1[9247]Había un varón que habitaba en Babilonia, llamado Joaquín; 2el cual se casó con una mujer que se llamaba Susana, hija de Helcías, hermosa en extremo y temerosa de Dios; 3porque sus padres, que eran justos, instruyeron a su hija según la Ley de Moisés. 4Era Joaquín muy rico, y tenía un jardín junto a su casa, al cual concurrían muchos judíos, por ser él el más ilustre de todos.

5[9248]Aquel año fueron elegidos jueces del pueblo, dos ancianos de aquellos de quienes dijo el Señor: “Salió la iniquidad de Babilonia, de los ancianos jueces, los cuales parecían gobernar al pueblo.” 6Frecuentaban estos la casa de Joaquín, donde acudían a ellos todos cuantos tenían algún pleito. 7Y cuando al mediodía se iba la gente, entraba Susana a pasearse por el jardín de su marido. 8Los viejos la veían cada día cómo entraba a pasearse; y se inflamaron en malos deseos hacia ella, 9de tal manera que pervirtieron su mente y desviaron sus ojos para no mirar al cielo ni acordarse de sus justos juicios. 10Quedaron ambos heridos de pasión por ella, pero no se comunicaron el uno al otro su pasión; 11pues se avergonzaban de descubrir su concupiscencia y deseos de pecar con ella; 12aunque buscaban cada día con mayor solicitud el poderla ver. 13[9249]Y dijo el uno al otro: “Vámonos a casa, que ya es hora de comer.” Salieron y se separaron el uno del otro. 14Pero volviendo cada cual otra vez, se encontraron en un mismo lugar; y preguntándose mutuamente el motivo, confesaron su pasión, y entonces, de común acuerdo, determinaron el tiempo en que podrían hallarla sola.

15Mientras estaban aguardando una ocasión oportuna, entró ella en el jardín, como solía todos los días; acompañada solamente de dos doncellas, y quiso bañarse en el jardín, pues hacía calor. 16No había en él nadie, sino los dos viejos, que se habían escondido y la estaban acechando. 17Mandó ella a las doncellas: “Traedme el aceite y los perfumes, y cerrad las puertas del jardín; pues quiero bañarme.” 18Hicieron como dijo, y cerraron las puertas del jardín; y salieron por una puerta excusada para traer lo que había pedido, sin saber que los viejos estaban dentro escondidos.

19Apenas se hubieron ido las criadas, se levantaron los dos viejos y corriendo hacia ella le dijeron: 20“Mira, las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros estamos enamorados de ti. Condesciende con nosotros, y cede a nuestros deseos. 21Porque si te resistieres a ello, testificaremos contra ti, diciendo que estaba contigo un joven, y que por eso despachaste a las doncellas.” 22[9250]Entonces Susana prorrumpió en gemidos y dijo: “Estrechada me hallo por todos lados; porque si hago eso que queréis, muerte es para mí; y si no lo hago, no me libraré de vuestras manos. 23Pero mejor es para mí caer en vuestras manos, sin haber hecho tal cosa, que pecar en la presencia del Señor.” 24Y dio Susana un fuerte grito; pero gritaron también los viejos contra ella. 25Y uno de ellos corrió a las puertas del jardín y las abrió. 26Cuando los criados de la casa oyeron el grito en el jardín, corrieron allá por la puerta excusada para ver lo que era. 27Mas después que los viejos hubieron hablado, quedaron los criados sumamente avergonzados; porque nunca tal cosa se había dicho de Susana.

Susana es condenada a muerte

28Al día siguiente concurrió el pueblo a la casa de Joaquín, su marido, y vinieron también los dos viejos, llenos de perversos pensamientos contra Susana, para condenarla a muerte. 29Dijeron en presencia del pueblo: “Envíese a llamar a Susana, hija de Helcías, mujer de Joaquín.” Y enviaron por ella. 30La cual vino con sus padres e hijos y todos sus parientes. 31Era Susana sumamente delicada y de extraordinaria belleza. 32Entonces aquellos malvados la mandaron quitarse el velo —pues estaba ella con su velo puesto— para saciarse por lo menos de su hermosura. 33Entretanto lloraban los suyos y cuantos la conocían. 34[9251]Luego se levantaron los dos viejos en medio del pueblo y pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana. 35Ella, empero, llorando alzó sus ojos al cielo; porque su corazón estaba lleno de confianza en el Señor. 36Y dijeron los viejos: “Estándonos paseando solos en el jardín, entró esta con dos criadas; y cerró las puertas del jardín, enviando fuera a las criadas. 37Entonces se le acercó un joven que estaba escondido, y pecó con ella. 38Nosotros que estábamos en un lado del jardín, viendo la maldad fuimos corriendo adonde estaban, y los hallamos en el mismo acto. 39Mas al joven no pudimos prenderlo, porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó corriendo, 40pero habiendo apresado a esta, la preguntamos quién era el joven, y no nos lo quiso manifestar. De esto somos testigos.” 41La asamblea les dio crédito, como a ancianos que eran y jueces del pueblo, y la condenaron a muerte. 42[9252]Entonces Susana clamó en alta voz, y dijo: “Oh Dios eterno, que conoces las cosas ocultas, que sabes todas las cosas aun antes que sucedan, 43Tú sabes que estos han levantado contra mí testimonio falso; y he aquí que yo muero sin haber hecho nada de lo que estos han inventado maliciosamente contra mí.”

Daniel comprueba la inocencia de Susana

44Y oyó el Señor su oración. 45[9253]Pues cuando la conducían al suplicio, el Señor suscitó el santo espíritu de un tierno jovencito por nombre Daniel; 46el cual, a grandes voces, comenzó a gritar: “Inocente soy yo de la sangre de esta.” 47Y volviéndose hacia él toda la gente, le dijeron: “¿Qué es lo que dices?” 48Mas él, estando de pie en medio de ellos, dijo: “¿Tan insensatos sois, oh hijos de Israel, que sin examinar y sin conocer la verdad, habéis condenado a una hija de Israel? 49Volved al tribunal, porque estos han dicho falso testimonio contra ella.”

50Volvió el pueblo, a toda prisa; y los ancianos le dijeron (a Daniel): “Ven, y siéntate en medio de nosotros e instrúyenos; ya que te ha concedido Dios la honra de ancianía” 51Y dijo Daniel al pueblo: “Separad a estos lejos el uno del otro, y yo los examinaré.” 52[9254]Cuando estuvieron separados el uno del otro, llamó a uno de ellos y le dijo: “Envejecido en la maldad, ahora caerán sobre ti los pecados que has cometido antes, 53cuando pronunciabas injustas sentencias, oprimías a los inocentes y librabas a los malvados, a pesar de que el Señor tiene dicho: 54«No harás morir al inocente y justo.» Ahora bien, si la viste, di: ¿Bajo qué árbol los viste confabular entre sí?” Respondió él: “Debajo de un lentisco.” 55A lo cual replicó Daniel: “Ciertamente que contra tu cabeza has mentido; pues he aquí que el ángel del Señor, por sentencia que ha recibido de Él, te partirá por medio.” 56[9255]Y habiendo hecho retirar a este, hizo venir al otro, y le dijo: “Raza de Canaán, y no de Judá, la hermosura te fascinó, y la pasión pervirtió tu corazón. 57[9256]Así os portabais con las hijas de Israel, las cuales por miedo condescendían con vosotros; pero esta hija de Judá no sufrió vuestra maldad. 58Ahora bien, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste tratando entre sí?” Él respondió: “Debajo de una encina.” 59A lo que repuso Daniel: “Ciertamente que también tú mientes contra tu cabeza; pues el ángel del Señor está esperando con la espada en la mano para partirte por medio y así exterminaros.”

60Entonces toda la asamblea exclamó en alta voz, bendiciendo a Dios que salva a los que ponen en Él su esperanza. 61Y se levantaron contra los dos viejos, a los cuales Daniel había convencido por su propia boca de haber proferido un falso testimonio, y les hicieron el mal que ellos habían intentado contra su prójimo; 62y cumpliendo la Ley de Moisés los mataron, con lo que fue salvada en aquel día la sangre inocente. 63Entonces Helcías y su esposa alabaron a Dios por su hija Susana; y lo mismo hizo Joaquín, su marido, con todos los parientes; porque nada se halló en ella de deshonesto. 64[9257]Mas Daniel desde aquel día en adelante se hizo famoso ante todo el pueblo. 65[9258]El rey Astiages fue a reunirse con sus padres, y le sucedió en el trono Ciro, rey de Persia.

DANIEL 14
Daniel se niega a adorar al ídolo Bel

1[9259]Era Daniel uno de los comensales del rey, quien le honraba más que a todos sus amigos, 2[9260]Había a la sazón en Babilonia un ídolo llamado Bel; y se gastaban para él cada día doce ambas de flor de harina, cuarenta ovejas y seis cántaros de vino. 3[9261]Le tributaba culto también el rey e iba todos los días a adorarlo. Daniel, empero, adoraba a su Dios. Y el rey le dijo: “¿Por qué no adoras a Bel?” 4A lo que respondió, diciendo: “Porque no adoro a los ídolos hechos de mano, sino al Dios vivo, que creó el cielo y la tierra, y es Señor de toda carne.” 5El rey le replicó: “¿Crees tú acaso que Bel no es un dios vivo? ¿No ves cuánto come y bebe cada día?” 6A esto contestó Daniel riendo: “No te dejes engañar, oh rey; porque él por dentro es de barro, y por fuera de bronce, y nunca come.” 7Montó el rey en cólera, y llamó a los sacerdotes del ídolo, a los cuales dijo: “Si no me decís quién come todo eso que se gasta, moriréis. 8Pero si me hacéis ver que todo eso lo come Bel, morirá Daniel por haber blasfemado contra Bel.” Y dijo Daniel al rey: “Sea como has dicho.”

9Eran los sacerdotes de Bel setenta, sin contar las mujeres, los párvulos y los hijos. Fue el rey con Daniel al templo de Bel, 10y dijeron los sacerdotes de Bel: “He aquí que nosotros nos salimos fuera; y tú, oh rey, haz poner las viandas y servir el vino, después cierra la puerta, y séllala con tu anillo. 11Y si mañana temprano, al entrar no hallares que todo se lo ha comido Bel, moriremos nosotros sin remedio, o morirá Daniel, que ha mentido contra nosotros.” 12Ellos no tenían miedo, pues habían hecho debajo de la mesa una comunicación secreta, y siempre entraban por allí y se lo comían (todo).

Daniel descubre los engaños de los sacerdotes

13Luego que se hubieron salido, hizo el rey poner las viandas delante de Bel, y Daniel mandó a sus criados traer ceniza, y la hizo esparcir con una criba por todo el templo en presencia del rey. Después salieron, cerraron la puerta, sellándola con el anillo del rey, y se fueron. 14Durante la noche entraron los sacerdotes, según su costumbre, con sus mujeres e hijos, y se lo comieron y bebieron todo.

15Se levantó el rey muy de mañana, y del mismo modo Daniel; 16y preguntó el rey: “¿Están intactos los sellos, Daniel?” Respondió este: “Intactos están, oh rey.” 17Abrió luego el rey la puerta y miró a la mesa y exclamó en alta voz: “Grande eres, oh Bel y no hay en ti engaño alguno.” 18Mas Daniel se rio y detuvo al rey para que no entrase dentro, y dijo: “Mira al pavimento, y ve de quién son estas pisadas.” 19“Veo, dijo el rey, pisadas de hombres, de mujeres y de niños.” 20Con esto se irritó el rey e hizo prender a los sacerdotes y a sus mujeres e hijos; y le mostraron el postigo secreto por donde entraban a comer cuanto había sobre la mesa. 21[9262]El rey los hizo morir y entregó a Bel en poder de Daniel quien lo destruyo juntamente con el templo.

Daniel y el dragón

22[9263]Había en aquel lugar un dragón grande al cual adoraban los babilonios. 23Y dijo el rey a Daniel: “Mira, ahora ya no podrás negar que este es un dios vivo. Adórale, pues.” 24A lo que respondió Daniel: “Yo adoro al Señor, mi Dios, porque Él es el Dios vivo; mas ese no es dios vivo. 25Y tú, rey, dame permiso, y mataré al dragón sin espada ni palo.” 26[9264]A lo cual dijo el rey: “Te lo doy.” Tomó Daniel pez, sebo y pelos, lo coció todo junto e hizo unas pellas, las qué arrojó en la boca del dragón, el cual reventó. Entonces dijo Daniel: “Ved aquí al que adorabais.”

Daniel en el foso de los leones

27Cuando supieron esto los babilonios, se irritaron en extremo; y levantándose contra el rey, dijeron: “El rey se ha hecho judío: destruyó a Bel, mató al dragón y quitó la vida a los sacerdotes.” 28Y fueron al rey y le dijeron: “Entréganos a Daniel, de lo contrario te mataremos a ti y a tu familia.” 29Viéndose el rey reciamente acometido y sin salida, les entregó a Daniel, 30[9265]y ellos le arrojaron en el foso de los leones, donde estuvo seis días. 31Había en el foso siete leones, y les daban cada día dos cuerpos y dos ovejas; pero nada les dieron entonces, para que devorasen a Daniel.

32[9266]Estaba a la sazón en Judea el profeta Habacuc, el cual había cocido un potaje y desmenuzado unos panes en una vasija, para ir al campo y llevarlo a los segadores. 33Y dijo el ángel del Señor a Habacuc: “Esa comida que tienes llévala a Babilonia, a Daniel que está en el foso de los leones.” 34Contestó Habacuc: “Señor, yo no he visto a Babilonia ni tengo noticia del foso.” 35[9267]Entonces el ángel del Señor le tomó por la coronilla de la cabeza y con la velocidad de su espíritu le llevó de los cabellos de su cabeza hacia Babilonia encima del foso. 36Gritó Habacuc y dijo: “Daniel, siervo de Dios, toma la comida que Dios te envía.” 37Entonces dijo Daniel: “Tú, Señor, te has acordado de mí y no has desamparado a los que te aman.” 38Y se levantó Daniel y comió. Entretanto el ángel de Señor se dio prisa para restituir a Habacuc a su lugar.

39Al día séptimo vino el rey para hacer él duelo por Daniel; y llegando al foso miró hacia dentro y vio a Daniel sentado en medio de los leones. 40[9268]Entonces exclamó el rey en voz alta diciendo: “Grande eres Señor, Dios de Daniel.” 41Y le hizo sacar del foso de los leones. Pero a aquellos que habían maquinado su ruina, los hizo echar en el foso y fueron al punto devorados en su presencia. 42Entonces dijo el rey: “Teman al Dios de Daniel todos los moradores del orbe; porque Él es el Salvador, el que obra prodigios y maravillas sobre la tierra y libró a Daniel del foso de los leones.”

OSEAS

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INTRODUCCIÓN

Con Oseas comienza la serie de los doce Profetas Menores. Se llaman Menores no porque fuesen profetas de una categoría menor, sino por la escasa extensión de sus profecías, con relación a los Profetas Mayores.

Oseas u Osee, profeta de las diez tribus del norte, como su contemporáneo Amós, vivió en el siglo VIII a. C., mientras Isaías y Miqueas profetizaban en Judá, es decir, bajo el reinado del rey Jeroboam II de Israel (783-743) y de los reyes Ocías (Amasías) (789-738), Joatán (738-736), Acaz (736-721) y Ezequías (721-693); reyes de Judá. Sus discursos proféticos se dirigen casi exclusivamente al reino de Israel (Efraím, Samaria), entonces poderoso y depravado, y solo de paso a Judá. Son profecías duras, cargadas de terribles amenazas contra la idolatría, la desconfianza en Él y la corrupción de costumbres y alternadas, por otra parte, con esplendorosas promesas (cf. 2, 14 ss.) y expresiones del más inefable amor (cf. 2, 23; 11, 8, etc.). El estilo es sucinto y lacónico, pero muy elocuente y patético y a la vez riquísimo en imágenes y simbolismos.

La primera parte (capítulos 1-3) comprende dos acciones simbólicas que se refieren a la infidelidad del reino de Israel como esposa de Yahvé. La segunda (capítulos 4-14) es una colección de cinco vaticinios (capítulos 4, 5, 6, 7-12; 12-14) en que se anuncian los castigos contra el mismo reino y luego la purificación de la esposa adúltera, en la cual se despierta la esperanza en el Mesías y su glorioso reinado.

El Martirologio Romano conmemora al santo Profeta el día 4 de julio. Su sepulcro se muestra en el monte Nebí Oscha, no lejos de es-Salt (Transjordania). El Eclesiástico hace de Oseas y de los otros Profetas Menores este significativo elogio: “Reverdezcan también en el lugar donde reposan, los huesos de los doce Profetas; porque ellos consolaron a Jacob, y lo confortaron con una esperanza cierta” (Eclesiástico 49, 12).

OSEAS 1

1[9269]Palabra de Yahvé dirigida a Oseas, hijo de Beerí, en los días de Ocías, Joatam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en los días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.

Nombres simbólicos de los hijos de Oseas

2[9270]Comienzo de lo que habló Yahvé por Oseas. Dijo Yahvé a Oseas:

“Ve y tómate una mujer fornicaria,

y (ten) hijos de fornicación;

porque la tierra comete fornicación,

apartándose de Yahvé.”

3Fue y tomó a Gómer, hija de Diblaim; la cual concibió y le dio a luz un hijo. 4[9271]Y le dijo Yahvé: “Llámalo Jezrael, porque dentro de poco tomaré venganza de la casa de Jehú, por la sangre de Jezrael, y exterminaré el reino de la casa de Israel. 5En aquel día quebraré el arco de Israel en la llanura de Jezrael.”

6[9272]Y concibió ella otra vez y dio a luz una hija. Y (Yahvé) dijo al (profeta): “Ponle por nombre ‘Lo-Ruhama’, pues en adelante no usaré ya de misericordia con la casa de Israel para perdonarla. 7Pero me apiadaré de la casa de Judá, los salvaré por medio de Yahvé, su Dios. No los salvaré con arco ni con espada, ni mediante guerra, ni por medio de caballos o jinetes.” 8Y destetado que hubo a Lo-Ruhama, volvió a concebir y dio a luz un hijo. 9[9273]Y dijo (Yahvé): “Llámalo ‘Lo-Ammí’, pues vosotros no sois ya mi pueblo, y Yo no soy más vuestro (Dios).”

Restauración de Israel

10[9274]El número de los hijos de Israel

será como la arena del mar,

que no tiene medida ni número,

y en lugar de decírseles:

«No sois mi pueblo»,

seréis llamados «hijos del Dios vivo».

11[9275]Y se congregarán en uno

los hijos de Israel

y los hijos de Judá,

y pondrán sobre sí un mismo caudillo,

y saldrán del país:

porque grande será el día de Jezrael.

OSEAS 2
Apostasía y reprobación de Israel

1[9276]Decid a vuestros hermanos «Ammí»,

y a vuestras hermanas «Ruhama».

2[9277]¡Acusad a vuestra madre, acusadla!

Porque ella no es mi mujer,

ni Yo soy su marido;

aparte de su rostro sus fornicaciones

y de su seno sus adulterios;

3[9278]No sea que Yo la despoje,

dejándola desnuda,

y la ponga (tal como estaba)

en el día de su nacimiento,

y la haga semejante a un desierto,

y la convierta en una tierra árida,

y la mate de sed.

4No me compadeceré de sus hijos;

porque son hijos de fornicación.

5[9279]Pues su madre ha cometido fornicación;

ha quedado sin honor la que los dio a luz;

pues ella dijo: «Iré en pos de mis amantes,

que son los que me dan mi pan y mi agua,

mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.»

6[9280]Por eso, he aquí que voy a cerrar

tu camino con zarzas;

la cercaré con un muro

para que no pueda hallar sus senderos.

7[9281]Irá en pos de sus amantes,

pero no los alcanzará;

los buscará y no los hallará.

Luego dirá:

«Iré y volveré a mi primer marido,

pues entonces me iba mejor que ahora.»

8[9282]No reconoció ella

que Yo fui quien le di el trigo,

el vino y el aceite,

y le multipliqué la plata y el oro,

empleado para Baal.

9Por eso le quitaré mi trigo a su tiempo,

y mi vino al tiempo señalado;

y recobraré mi lana y mi lino

con que cubre su desnudez.

10Mas ahora descubriré sus vergüenzas

a los ojos de sus amantes;

y no habrá quien la libre de mi mano.

11Haré cesar toda su alegría,

sus fiestas, sus novilunios y sus sábados,

y todas sus solemnidades.

12Devastaré sus viñas y sus higueras,

de las cuales ella decía:

«Estas son el salario

que me han dado mis amantes».

Las convertiré en un matorral

y las devorarán las bestias del campo.

13[9283]La castigaré por los días de los Baales

a los cuales ella quemaba incienso,

cuando adornándose con sus zarcillos y collares,

y yendo en pos de sus amantes

se olvidaba de Mí, dice Yahvé.

Conversión de Israel

14[9284]Por eso Yo la atraeré

y la llevaré a la soledad

y le hablaré al corazón.

15[9285]Y desde allí le devolveré sus viñas,

y el Valle de Acor

como puerta de esperanza;

y ella cantará allí,

como en los días de su juventud,

como el día en que subió de Egipto.

16[9286]En aquel día, dice Yahvé,

me llamarás: «Señor mío»,

y no me llamarás ya: «Mi Baal».

17Pues quitaré, de su boca los nombres de los Baales,

y nunca jamás serán mencionados por sus nombres.

18[9287]En aquel día haré en favor de ellos alianza

con las fieras del campo,

con las aves del cielo

y con los reptiles de la tierra;

quebraré en la tierra arco, espada y guerra,

y haré que reposen seguros.

19Y te desposaré conmigo para siempre;

te desposaré conmigo

en justicia y juicio,

en misericordia y piedad.

20[9288]Te desposaré conmigo en fidelidad,

y reconocerás a Yahvé.

21[9289]En aquel día responderé, dice Yahvé;

sí, Yo responderé a los cielos,

y ellos responderán a la tierra;

22y la tierra responderá al trigo,

al vino y al aceite;

y estos responderán a Jezrael.

23[9290]Sembraré a (Israel) para Mí en la tierra;

y me compadeceré de Lo-Ruhama,

24y al que dije “Lo-Ammí”, le diré: “Pueblo mío eres”;

y él dirá: “Tú eres mi Dios.”

OSEAS 3
Matrimonio con una adúltera

1[9291]Yahvé me dijo: “Anda otra vez y ama a una mujer, amada de su amigo y adúltera; así como Yahvé ama a los hijos de Israel, aunque ellos se vuelven a otros dioses y gustan las tortas de pasas.”

2[9292]Me la adquirí por quince siclos de plata, y un hómer de cebada, y un létek de cebada. 3[9293]Y le dije: “Muchos días tendrás que esperarme; no cometerás fornicación, ni te entregarás a ningún hombre, y yo haré lo mismo respecto de ti.” 4[9294]Porque mucho tiempo han de estar los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin massebah, sin efod y sin terafines. 5[9295]Pero después se convertirán los hijos de Israel, y buscarán a Yahvé, su Dios, y a David, su rey; y con temblor (acudirán) a Yahvé y a su bondad al fin de los tiempos.

OSEAS 4
Corrupción general

1[9296]¡Oíd la palabra de Yahvé,

oh hijos de Israel!

Pues Yahvé entra en juicio

con los habitantes del país,

porque no hay verdad ni misericordia,

y no hay conocimiento de Dios en la tierra.

2[9297]Perjuran, y mienten,

matan, roban y adulteran,

hacen violencia, y un homicidio sigue a otro.

3[9298]Por esto el país está de luto,

y desfallecen cuantos en él habitan,

juntamente con las bestias del campo

y las aves del cielo.

Hasta los peces de la mar desaparecen.

4[9299]Pero nadie se ponga a contender

y nadie reprenda;

porque tu pueblo es como aquellos

que se querellan contra el sacerdote.

5[9300]Tropezarás en pleno día,

y también el profeta

tropezará contigo de noche;

y Yo haré perecer a tu madre.

6[9301]Mi pueblo perece por falta de conocimiento.

Por haber rechazado tú el conocimiento,

Yo te rechazaré a ti

para que no seas mi sacerdote.

Por haber olvidado tú la ley de tu Dios,

me olvidaré Yo de tus hijos.

7[9302]Cuanto más se multiplicaron,

tanto más pecaron contra Mí;

por lo cual trocaré su gloria en ignominia.

8[9303]Comen los pecados de mi pueblo,

y las iniquidades de este le gustan.

9Por eso el pueblo y los sacerdotes

tendrán la misma suerte.

Los castigaré por su conducta

y haré recaer sobre ellos sus obras.

10Comerán, y no se saciarán;

fornicarán y no se multiplicarán,

por cuanto han dejado de servir a Yahvé.

11Fornicación, vino y mosto

quitan el buen sentido.

12[9304]Mi pueblo consulta a sus leños,

y su palo le da revelaciones;

porque el espíritu de fornicación los ha extraviado,

se prostituyen apartándose de su Dios.

13[9305]Ofrecen sacrificios sobre las cimas de los montes,

y queman incienso sobre los collados,

bajo las encinas, los álamos y los terebintos;

porque es grata su sombra.

Por eso fornican vuestras hijas

y adulteran vuestras nueras.

14[9306]Sin embargo no castigaré

a vuestras hijas fornicarias,

ni a vuestras nueras adúlteras,

por cuanto ellos mismos van aparte con las prostitutas,

y ofrecen sacrificios con las hieródulas;

así el pueblo que no entiende

corre hacia su perdición.

Exhortación a Judá

15[9307]Si tú, oh Israel, fornicas,

al menos no se haga culpable Judá.

No vayáis a Gálgala,

ni subáis a Betaven;

ni juréis (diciendo): «¡Vive Yahvé!»

16Porque Israel se extravió

como una vaca indómita;

mas ahora los apacentará Yahvé

cual corderos en lugar espacioso.

17[9308]Efraím no se separa de los ídolos.

¡Déjale!

18Terminada su embriaguez

se entregan a la fornicación;

sus príncipes aman sobre todo la ignominia.

19[9309]El viento los tiene envueltos en sus alas;

y quedarán avergonzados a causa de sus sacrificios.

OSEAS 5
Crímenes de los sacerdotes y gobernantes

1[9310]¡Oíd esto, oh sacerdotes!

¡Casa de Israel, escucha!

¡Prestad oídos vosotros, los de la casa real!

porque vosotros seréis juzgados,

por haber sido un lazo en Masfá

y una red tendida sobre el Tabor.

2[9311]Por sus sacrificios

llevaron la apostasía hasta el extremo;

por tanto los castigaré a todos ellos.

3Conozco a Efraím,

e Israel no se me oculta,

puesto que tú, oh Efraím, has fornicado,

e Israel se ha contaminado.

4Sus malas obras

no lo dejan volver a su Dios;

pues el espíritu de fornicación vive en su corazón,

de modo que no conocen a Yahvé.

5La soberbia de Israel se muestra en su cara;

Israel y Efraím caerán

por su propia iniquidad;

y Judá caerá juntamente con ellos.

6[9312]Con sus rebaños y con sus vacadas

irán en busca de Yahvé,

y no lo hallarán,

porque Él se ha retirado de ellos.

7[9313]Han sido infieles a Yahvé,

engendrándole hijos bastardos;

por lo cual la nueva luna

los consumirá con sus bienes.

8[9314]¡Tocad la bocina en Gabaá,

y la trompeta en Ramá!

¡Alzad el grito en Betaven!

¡Cuidado, Benjamín!

9Efraím será una desolación en el día del castigo;

lo que he anunciado a las tribus de Israel, se cumplirá.

10[9315]Los príncipes de Judá se han hecho

como los que mudan los linderos;

por lo cual derramaré sobre ellos

como agua mi ira.

11[9316]Efraím está oprimido,

quebrantado por el castigo,

porque quiso andar tras el mandato.

12[9317]Yo seré como polilla para Efraím,

y como carcoma para la casa de Judá.

13Cuando Efraím vio su falta de fuerzas

y Judá su llaga,

recurrió Efraím a Asiria,

y llamó a un rey vengador;

mas este no podrá sanaros,

ni curaros la llaga.

14Porque Yo seré cual león para Efraím,

y como leoncillo para la casa de Judá.

Yo, yo tomaré la presa, y me iré;

me la llevaré, y nadie me la arrancará.

15[9318]Me iré, y me retiraré a mi lugar

hasta que ellos reconozcan su culpa

y busquen mi rostro.

OSEAS 6
Falta de sinceridad en la conversión

1[9319]«En su angustia me buscarán (diciendo):

Venid, volvámonos a Yahvé,

2pues Él (nos) ha desgarrado, y Él nos sanará;

Él ha herido, y nos vendará.

3[9320]Nos devolverá la vida después de dos días,

y al tercero nos resucitará,

y viviremos en su presencia.

Conoceremos y no desistiremos de conocer a Yahvé.

Su venida es cierta como el alba;

nos visitará como la lluvia,

como la lluvia tardía que riega la tierra».

4¿Qué haré contigo, oh Efraím?

¿Qué haré contigo, oh Judá?

Vuestra piedad es como la nube de la mañana,

desaparece como el rocío de la madrugada.

5[9321]Por eso los he tajado

por medio de los profetas,

los he matado por las palabras de mi boca;

y tus castigos vendrán como relámpago.

6[9322]Pues misericordia quiero, y no sacrificio,

y conocimiento de Dios

más bien que holocaustos.

7Mas ellos, como Adán han violado la alianza;

allí me han sido infieles.

8[9323]Galaad es una ciudad de malhechores

en que se ven huellas de sangre.

9[9324]Y como bandidos que acechan a los hombres,

así una banda de sacerdotes

asesina en el camino de Siquem;

verdaderamente obran la maldad.

10Cosas horribles he visto en la casa de Israel;

allí se prostituye Efraím,

allí se contamina Israel.

11[9325]Para ti también, oh Judá, está preparada una siega

cuando Yo haga volver a los cautivos de mi pueblo.

OSEAS 7
La iniquidad de Israel

1[9326]Al curar Yo a Israel,

se ha descubierto la iniquidad de Efraím

y la perversidad de Samaria:

practican la mentira;

por dentro hay ladrones,

y por fuera roban bandidos.

2No piensan en su corazón

que Yo me acuerdo de todas sus maldades.

Ahora los rodean sus obras

que están ante mi vista.

3[9327]Regocijan al rey con sus perversidades,

y a los príncipes con sus mentiras.

4Son adúlteros todos,

como horno encendido por el hornero;

este cesa de atizar (el fuego),

mientras se amasa, hasta la fermentación.

5En la fiesta de nuestro rey,

los príncipes loquearon tomados de vino;

y él tendió su mano a los burladores.

6[9328]Porque ellos se acercaron,

siendo como horno su corazón

mientras le acechaban.

Toda la noche durmió su hornero,

y a la mañana el (horno) ardió

cual llama abrasadora.

7Todos están encendidos como un horno;

devoran a sus jueces,

todos sus reyes han caído;

no hay entre ellos quien clame a Mí.

Las vanas esperanzas en Egipto y Siria

8[9329]Efraím se ha mezclado con los pueblos;

Efraím es una torta a la cual no se ha dado vuelta.

9Los extranjeros han devorado su fuerza,

y él no se dio cuenta;

también las canas se esparcieron sobre él

sin que lo advirtiera.

10La soberbia de Israel se manifiesta en su misma cara;

pero no se convierten a Yahvé su Dios,

y con todo esto no lo buscan.

11[9330]Efraím ha venido a ser

como una paloma tonta

y falta de entendimiento:

llaman a Egipto, acuden a Asiria.

12[9331]Pero mientras vayan,

tenderé sobre ellos mi red;

los haré caer cual ave del cielo;

los castigaré según lo anunciado en sus asambleas.

13¡Ay de ellos porque se han apartado de Mí!

¡Ruina sobre ellos, por cuanto contra Mí se han rebelado!

Yo iba a salvarlos,

pero ellos hablaban mentiras de Mí.

14[9332]Y no me invocan de corazón

cuando gimen sobre sus camas;

es por el trigo y el vino

por lo que se preocupan;

así se apartan de Mí.

15Yo les he enseñado,

he dado vigor a sus brazos,

pero ellos maquinan contra Mí el mal.

16[9333]Vuelven a sacudir el yugo,

son como arco engañoso.

Sus príncipes caerán a espada,

en castigo de la saña de su lengua.

Por eso se mofarán de ellos en la tierra de Egipto.

OSEAS 8
Infidelidad de Israel

1[9334]¡A tu boca la trompeta!

Cual águila (viene el enemigo)

sobre la casa de Yahvé;

por cuanto han violado mi alianza

y pecado contra mi Ley.

2Claman a Mí: «¡Dios mío;

nosotros, los de Israel, te hemos reconocido!»

3lsrael ha desechado el bien;

por eso el enemigo le perseguirá.

4[9335]Se dieron reyes, pero no por Mí,

se constituyeron príncipes,

que Yo no conocí;

de su plata y de su oro se hicieron ídolos

para su propia perdición.

5[9336]Tu becerro, oh Samaria, me da asco;

se ha encendido contra ellos mi ira.

¿Hasta cuándo serán incapaces de purificarse?

6Pues ese (becerro) es obra de Israel;

lo hizo un artífice, y no es Dios;

por eso será hecho pedazos

el becerro de Samaria.

7[9337]Porque sembraron viento

recogerán torbellino;

no tendrán frutos, el trigo no dará harina;

y si la diere, se la comerán los extranjeros.

8Devorado ha sido Israel;

está ahora entre las naciones

como un vaso inmundo.

9[9338]Pues ellos subieron a Asiria,

la cual es como el asno montés que anda solitario.

Efraím se compra amantes

por medio de regalos.

10[9339]Mas aunque den regalos a las naciones,

ahora voy a juntarlas (contra ellos),

y por algún tiempo temblarán

bajo la carga del rey de los príncipes.

11[9340]Efraím ha multiplicado los altares para pecar;

esos altares han sido el origen de su pecado.

12[9341]Yo le prescribí muchas leyes,

mas son reputadas como cosa extraña.

13[9342]Me presentan sacrificios,

pero después de degollar la víctima

se la comen ellos mismos.

Yahvé no los acepta;

ahora mismo se acordará de su iniquidad

y castigará su pecado.

¡A Egipto volverán!

14Israel se ha olvidado de su Hacedor,

y ha edificado templos;

y Judá se ha hecho muchas plazas fuertes.

Por eso enviaré fuego a sus ciudades,

que devorará sus palacios.

OSEAS 9
Amenaza del cautiverio

1[9343]No te alegres, Israel,

ni te goces como los gentiles,

porque te prostituiste (apartándote) de tu Dios;

codiciaste la paga de ramera en todas las eras de trigo.

2Por eso, era y lagar no les darán el sustento,

y el mosto les fallará.

3[9344]No quedarán en la tierra de Yahvé;

Efraím volverá a Egipto,

y en Asiria comerán cosas inmundas.

4[9345]Entonces ya no harán a Yahvé libaciones de vino,

ni le serán aceptos sus sacrificios;

serán para ellos como pan de luto;

cualquiera que lo comiere, quedará contaminado:

su pan será (solamente) para ellos,

no entrará en la Casa de Yahvé.

5¿Qué haréis en las fiestas,

en los días solemnes de Yahvé?

6[9346]Pues he aquí que habrán de salir de la (tierra) devastada;

Egipto los recogerá,

Menfis les dará sepultura.

Sus preciosidades de plata

las heredará la ortiga,

y sus moradas el cardo.

7[9347]Han llegado los días de la visita,

han venido los días de la retribución;

entonces Israel verá si el profeta es un insensato,

el varón inspirado un loco,

a causa de tu inmensa iniquidad,

y por la enormidad de tu odio.

8[9348]El atalaya de Efraím, el profeta,

que esta con mi Dios,

(halla) en todos sus caminos

un lazo de cazador

y la persecución en la casa de su Dios.

9[9349]Se han abismado en la perversidad

como en los días de Gabaá;

pero Él se acordará de su iniquidad

y castigará sus pecados.

Desolación y destrucción

10[9350]Como uvas en el desierto hallé a Israel;

como higos tempranos,

primicias de la higuera,

vi a vuestros padres.

Acudieron a Baalfegor,

consagrándose al (ídolo) infame,

y se hicieron abominables

como aquello que amaban.

11[9351]La gloria de Efraím se volará como un ave;

ya no habrá hijos, ni embarazo, ni concepción.

12Y si criaren sus hijos, los privaré de ellos

para que no haya hombres;

pues ¡ay de ellos cuando Yo los abandone!

13[9352]Efraím, según vi, es otra Tiro,

plantado en hermoso país,

Efraím sacará sus propios hijos para el matador.

14¡Dales, Yahvé! ¿Qué les darás?

¡Dales senos estériles y pechos enjutos!

15[9353]Toda su maldad está en Gálgala;

allí les tomé aversión

por la maldad de sus obras;

los expulsaré de mi casa, no los amaré más;

apóstatas son todos sus jefes.

16Herido está Efraím,

se ha secado su raíz,

no dará más fruto;

y si tuvieren hijos,

Yo daré muerte a los amados (hijos) de su seno.

17[9354]Los desechará mi Dios,

porque no lo escucharon,

e irán errantes entre las naciones.

OSEAS 10
La idolatría de Israel

1[9355]Era Israel una vid frondosa,

cargada de frutos;

pero cuanto más abundó su fruto,

tanto mayor fue el número de sus altares;

cuanto mejor su tierra,

tanto más riqueza hubo en sus massebas.

2[9356]Está dividido su corazón,

pagarán ahora sus culpas.

Él hará pedazos sus altares,

destruirá sus massebas.

3[9357]Entonces dirán: “No tenemos rey

porque no tememos a Yahvé,

y ¿qué podrá hacer el rey por nosotros?”

4[9358]HabIan vanas palabras,

juran en falso, hacen pactos;

por eso el juicio brota como ajenjo

en los surcos del campo.

5[9359]Los habitantes de Samaria

están llenos de temor,

por las novillas de Betaven;

pues su pueblo llora por (el ídolo),

y sus sacerdotes tiemblan por él

porque queda desvanecida su gloria.

6[9360]El ídolo mismo será llevado a Asiria,

como presente para el rey vengador.

Cubrirse de confusión Efraím,

e Israel tendrá que avergonzarse de sus designios.

7Destruida será Samaria,

quedando su rey

como un pedazo de madera sobre las aguas.

8[9361]Serán destruidos los altos de Avén,

el pecado de Israel;

espinos y abrojos crecerán sobre sus altares.

Entonces dirán a las montañas: ¡Cubridnos!;

y a las colinas: ¡Caed sobre nosotros!

Frutos de la impiedad

9[9362]Desde los días de Gabaá,

has pecado, oh Israel,

allí han perseverado (en el pecado).

¿No los alcanzará en Gabaá la guerra

contra los hijos de la maldad?

10[9363]Según mi deseo los castigaré;

se congregarán contra ellos los pueblos,

para castigarlos por su doble maldad.

11[9364]Efraím es una novilla

bien adiestrada,

que ama la trilla;

mas Yo pondré (el yugo)

sobre su hermosa cerviz.

Unciré a Efraím,

Judá tirará del arado,

y Jacob abrirá los surcos.

12[9365]Sembrad en justicia

y segaréis los frutos de la misericordia.

Cultivad vuestra tierra inculta,

pues tiempo es de buscar a Yahvé

hasta que venga,

para derramar sobre vosotros la justicia.

13[9366]Arasteis maldad,

y cosechasteis iniquidad;

comisteis el fruto de la mentira.

Confiaste en tus propios planes,

en la multitud de tus guerreros.

14[9367]Por eso se levantará tumulto entre tu gente,

y todas tus fortalezas serán destruidas,

como Salmán destruyó a Bet-Arbel,

en el día de la batalla;

cuando la madre fue estrellada

juntamente con los hijos.

15[9368] Esto trajo sobre vosotros Betel,

a causa de vuestra extrema maldad.

OSEAS 11
El amor de Dios a Israel

1[9369]Al romper el alba

no habrá más rey en Israel.

Cuando Israel era niño, Yo lo amé,

y de Egipto llamé a mi hijo.

2[9370]Pero cuanto más se los llama,

tanto más se alejan,

sacrificando (víctimas) a los Baales,

y quemando incienso a los ídolos,

3[9371]Y fui Yo quien enseñé a andar a Efraím,

Yo lo tomé de los brazos,

pero ellos desconocieron que Yo los cuidaba.

4[9372]Yo los atraje con lazos de hombre,

con vínculos de amor;

fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas,

y me incliné para darles de comer.

5(Israel) no volverá al país de Egipto,

sino que el asirio será su rey,

porque no han querido convertirse.

6La espada caerá sobre sus ciudades,

y consumirá sus barras, y las devorará,

a causa de sus malos designios.

7Mi pueblo tiende a alejarse de Mí;

se lo llama hacia arriba,

pero ninguno quiere alzar la mirada.

Restauración del pueblo

8[9373]¿Cómo te podré abandonar, oh Efraím?

¿Cómo podré entregarte, oh Israel?

¿Podré acaso tratarte como Adama,

hacerte como a Seboím?

Se conmueve mi corazón dentro de Mí,

a la par que se inflama mi compasión.

9No haré según el furor de mi ira,

no volveré a destruir a Efraím;

porque soy Dios, y no un hombre;

soy el Santo que está en medio de ti;

no vendré en ira.

10[9374]Irán en pos de Yahvé,

el cual rugirá como león;

cuando Él levante su rugido,

vendrán temblando sus hijos

desde el occidente,

11[9375]Vendrán temblando, cual ave, desde Egipto,

y como paloma, desde la tierra de Asiria;

y Yo los restituiré a sus casas,

dice Yahvé.

12Pero Efraím me tiene rodeado con mentiras,

y la casa de Israel con fraude;

Judá es infiel a su Dios,

y al Santísimo, quien es tan fiel.

OSEAS 12
Invitación al arrepentimiento

1[9376]Efraím se apacienta de viento,

y corre tras el viento del oriente,

todo el día está aumentando las mentiras

y los actos de violencia;

hace pacto con Asiria,

y a Egipto lleva aceite.

2También contra Judá

se querellará Yahvé,

y castigará a Jacob

conforme a su conducta;

según sus obras le retribuirá.

3[9377]En el seno materno

suplantó a su hermano,

y en su edad madura

luchó con Dios.

4Luchó con el ángel, y prevaleció;

lloró y le pidió gracia.

En Betel le halló,

y allí habló con nosotros.

5Yahvé que es el Dios de los ejércitos;

Yahvé es su Nombre.

6[9378]“Conviértete a tu Dios;

guarda la misericordia y la justicia,

y espera siempre en tu Dios”.

7[9379]Siendo mercader,

que tiene en sus manos balanza falsa,

se complace en engañar.

8[9380]Dice Efraím:

“Con todo, me he hecho rico,

he adquirido riquezas;

con todas mis ganancias

no se hallará en mí culpa

que sea pecado.”

9[9381]Yo soy Yahvé, tu Dios,

desde la tierra de Egipto;

Yo haré que habites

otra vez en tiendas,

como en días de la fiesta.

10[9382]Yo hablé a los profetas,

haciéndoles ver muchas visiones;

por medio de los profetas

me he manifestado en parábolas.

11[9383]Si Galaad es vanidad,

también ellos son vanidad.

En Gálgala sacrifican toros,

y sus altares son como montones de piedras

en los surcos del campo.

12[9384]Huyó Jacob al país de Siria,

por una mujer Israel se hizo siervo,

y por una esposa apacentó (ovejas).

13[9385]Por mano de un profeta

Yahvé sacó a Israel de Egipto,

y lo salvó por medio de un profeta.

14Efraím ha provocado a su Señor

con amargos pecados;

por lo cual hará caer sobre él

la sangre derramada,

y le dará la paga por sus ultrajes.

OSEAS 13
Castigo definitivo de Israel

1[9386]Cuando hablaba Efraím temblaban (los otros),

así se ensalzó en Israel,

pero se hizo culpable por Baal, y murió.

2[9387]Y ahora pecan más todavía;

de su plata se han hecho imágenes fundidas,

ídolos según su propio concepto,

todos ellos obra de artífice;

y a tales las dicen:

“Sacrificadores de hombres besan a becerros.”

3[9388]Por eso serán como la nube de la mañana,

y como el rocío matutino que desaparece,

como el tamo que el viento se lleva de la era,

y como el humo que sale por la ventana.

4Pero Yo soy Yahvé, tu Dios,

desde la tierra de Egipto,

y tú no has de reconocer

a otro Dios fuera de Mí;

no hay otro salvador sino Yo.

5[9389]Yo te conocí en el desierto,

en la tierra de sequedad.

6Se saciaron de sus pastos, se hartaron,

y se engrió su corazón,

por eso me echaron en olvido.

7Mas Yo seré para ellos como león,

cual leopardo acecharé en el camino.

8Me precipitaré sobre ellos como una osa

privada de sus cachorros;

destrozaré hasta la envoltura de su corazón,

y los devoraré allí cual león;

las fieras del campo los despedazarán.

9Tu ruina, oh Israel, viene de ti,

y solo de Mí tu socorro.

10[9390]¿Dónde está tu rey

que te salve en todas tus ciudades?

¿Y tus jueces, puesto que dijiste:

“Dame rey y príncipes”?

11Yo te doy rey en mi ira,

y te lo quito en mi indignación.

12[9391]Atada está la iniquidad de Efraím,

y bien guardado su pecado.

13[9392]Dolores de parturienta vendrán sobre él;

es un hijo necio,

pues no sale a luz al abrirse la matriz.

14[9393]Yo los rescataré del poder del scheol,

los redimiré de la muerte.

¿Dónde están tus plagas, oh muerte?

¿dónde tu destrucción, oh scheol?

Mis ojos no ven arrepentimiento alguno.

15[9394]Aunque (Efraím) crezca entre sus hermanos,

vendrá un viento solano,

un soplo de Yahvé;

del desierto saldrá,

y se secará su fuente,

se agotará su manantial;

y será saqueado su tesoro,

todo cuanto tiene de precioso.

OSEAS 14
Ruina de Samaria

1[9395]Samaria será castigada,

porque se ha rebelado contra su Dios;

caerán a espada;

serán estrellados sus niños,

y será abierto el vientre

de sus mujeres encintas.

Promesa de salvación

2¡Conviértete, oh Israel, a Yahvé tu Dios,

porque has caído por tu iniquidad!

3[9396]¡Reflexionad y volveos a Yahvé!

Decidle: ¡Quita Tú toda iniquidad

y acepta lo que es bueno!

Y te tributaremos los sacrificios de nuestros labios.

4[9397]No nos salvará Asiria,

ya no montaremos en caballos;

no llamaremos en adelante dioses nuestros

a las hechuras de nuestras manos;

pues en Ti halla misericordia el huérfano.

5[9398]Yo sanaré sus infidelidades;

los amaré por pura gracia;

porque mi ira se habrá apartado de ellos.

6Seré como rocío para Israel;

brotará como el lirio

y echará raíces como el Líbano.

7Sus ramas se extenderán,

será su lozanía como la del olivo,

y su fragancia como la del Líbano.

8Volverán y se sentarán bajo su sombra,

crecerán como el trigo,

y florecerán como la vid,

y su fama será como la del vino del Líbano.

9Entonces (dirá) Efraím:

“¿Qué tengo yo que ver

ya con los ídolos?”

Y Yo le responderé,

y lo veré como abeto verde.

¡De Mí saldrán tus frutos!

10[9399]¿Quién es el sabio que esto comprenda,

el hombre inteligente que lo conozca?

Porque rectos son los caminos de Yahvé,

y los justos andan por ellos;

mas los prevaricadores

hallan en ellos su ruina.

JOEL

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INTRODUCCIÓN

De Joel, profeta de Judá e hijo de Fatuel, nada sabemos fuera de los tres capítulos de profecías que llevan su nombre. El tiempo de su actividad ha de ser calculado después de separarse de la casa de David las diez tribus, pero antes del destierro. El hecho de que solamente se mencionen los sacerdotes, y no los reyes, hace conjeturar que Joel haya escrito en tiempos del rey Jais de Judá (836-791) cuando el Sumo Sacerdote Joiadá en nombre del rey niño manejaba las riendas del gobierno (IV Reyes 11). Una minoría de exégetas ubican a Joel en el período después del destierro, fundándose especialmente en 3, 6 donde se mencionan los griegos (cf. Nácar-Colunga). Su anuncio, como dice este mismo autor, es escatológico, cosa que no debe olvidarse al interpretarlo.

En el primer discurso profético describe Joel una plaga terrible de langostas, fenómeno conocido en Judea, como figura del oprobio de Israel por parte de las naciones. Ello da ocasión al profeta, en el segundo discurso (2, 18 - 3, 21), para exhortar a Israel a la contrición y anunciar el “día del Señor” y el juicio de las naciones o castigo de los enemigos del pueblo santo, y el reino mesiánico, siendo especialmente de notar la aplicación que San Pedro hizo de esta profecía (Hechos 2, 28-31) el día de Pentecostés, a los carismas traídos por el divino Espíritu.

JOEL 1
La plaga de langostas

1[9400]Palabra de Yahvé que llegó a Joel, hijo de Fatuel:

2Oídlo, oh ancianos,

y prestad oídos, habitantes todos del país.

¿Ha sucedido cosa semejante en vuestros días,

o en los días de vuestros padres?

3Contádselo a vuestros hijos,

y vuestros hijos a los hijos suyos,

y los hijos de estos a la otra generación.

4[9401]Lo que dejó la (langosta) gazam,

lo devoró la arbeh,

y lo que dejó la arbeh, lo devoró la yélek,

y lo que dejó la yélek, lo devoró la chasil.

5[9402]Despertad, oh ebrios, y llorad;

y aullad, todos los bebedores de vino,

porque se ha quitado de vuestra boca el mosto.

6Pues ha subido contra mi tierra

un pueblo fuerte e innumerable;

sus dientes son dientes de león,

y sus mandíbulas, mandíbulas de leona.

7Ha convertido mi viña en un desierto,

y destrozado mis higueras;

las descortezó completamente,

y las dejó derribadas;

sus ramas se han vuelto blancas.

8[9403]¡Laméntate, cual joven esposa,

que se ciñe de saco

por el esposo de su juventud!

9[9404]Falta la ofrenda y la libación

en la Casa de Yahvé;

los sacerdotes, ministros de Yahvé,

están de duelo.

10El campo asolado, la tierra en luto,

porque devastados están los trigales,

se secó el vino, falta el aceite.

11Confundíos, labradores;

ululad, viñadores, por el trigo y la cebada,

porque la cosecha del campo ha sido destruida.

12[9405]Las viñas agostadas, la higuera marchita;

el granado, la palmera y el manzano,

todos los árboles del campo se han secado;

no hay más alegría entre los hijos de los hombres.

Exhortación a la penitencia

13[9406]Ceñíos, sacerdotes, y plañid;

lanzad gritos, ministros del altar;

venid, pasad la noche en sacos,

oh ministros de mi Dios,

pues ha desaparecido de la Casa de vuestro Dios

la ofrenda y la libación.

14Promulgad un ayuno,

convocad una solemne asamblea;

congregad a los ancianos

y a todos los habitantes del país

en la Casa de Yahvé, vuestro Dios;

y clamad a Yahvé:

15[9407]“¡Ay del día!”,

pues cercano está el día de Yahvé,

como ruina vendrá de parte del Todopoderoso.

16¿Acaso no ha desaparecido

ante nuestros ojos el alimento,

lo mismo que el gozo y la alegría

de la Casa de nuestro Dios?

17Se pudrieron los granos

debajo de sus terrones;

los graneros se hallan exhaustos,

vacías las trojes,

por haberse secado el trigo.

18¡Cómo gimen las bestias!

Andan errando los hatos de ganado

porque no tienen pasto,

y también los rebaños de ovejas están pereciendo.

19A Ti, oh Yahvé, levanto mi clamor,

porque el fuego ha consumido

las dehesas del desierto,

y la llama ha abrasado

todos los árboles del campo.

20Hasta los animales del campo

braman hacia Ti,

porque están secas las corrientes de agua

y el fuego ha devorado

los pastizales del desierto.

JOEL 2
Descripción del castigo

1[9408]Tocad la trompeta en Sión,

dad la voz de alarma en mi santo monte.

Tiemblen los moradores todos de la tierra,

porque viene el día de Yahvé; ya está cerca.

2Día de oscuridad y de densas tinieblas,

día de nubes y de sombras espesas.

Como la aurora sobre las montañas,

así se derrama un pueblo numeroso y fuerte,

tal como nunca ha existido desde el principio,

ni existirá después de él

en el transcurso de las generaciones.

3Delante de él va fuego devorador,

y en pos de él llama abrasadora.

Delante de él la tierra

es como un jardín de Edén,

y detrás de él un desierto, una desolación.

No hay quien pueda librarse de su poder.

4Su aspecto es como el aspecto de caballos,

y como jinetes, así corren.

5[9409]Saltan sobre las cimas de las montañas

con un estruendo semejante al de los carros;

su ruido es como el crepitar de llamas de fuego

que devoran la paja;

y como un pueblo fuerte,

así se ordenan para batalla.

6A su presencia se estremecen las naciones

y todas las caras se ponen pálidas.

7Corren como campeones,

como hombres de guerra escalan el muro,

marchan cada cual por su senda,

sin desviarse de su camino.

8[9410]No se empujan unos a otros,

cada uno sigue su rumbo;

y aun cayendo sobre espadas

no se hacen daño.

9Asaltan la ciudad,

corren por el muro,

escalan las casas,

entran por las ventanas como el ladrón.

10[9411]Ante ellos tiembla la tierra,

se conmueve el cielo;

el sol y la luna se oscurecen,

y las estrellas pierden su resplandor.

11[9412]Yahvé hace resonar su voz

al frente de sus batallones,

pues muy grande es su ejército,

y fuertes son los que ejecutan sus órdenes.

Porque grande es el día de Yahvé

y muy terrible,

¿quién podrá soportarlo?

Dios exhorta al pueblo a convertirse

12Ahora, pues, dice Yahvé,

convertíos a Mí de todo vuestro corazón;

con ayuno, con llanto y plañido.

13[9413]Rasgad vuestros corazones,

y no vuestros vestidos,

y volveos a Yahvé, vuestro Dios;

porque Él es benigno y misericordioso,

tardo para airarse y de mucha clemencia,

y le duele el mal.

14¿Quién sabe si volviéndose no se arrepentirá,

y dejará tras sí bendición,

ofrenda y libación para Yahvé,

vuestro Dios?

15[9414]Tocad la trompeta en Sión,

promulgad un ayuno,

convocad una solemne asamblea.

16[9415]Congregad al pueblo,

convocad a junta;

reunid a los ancianos,

juntad a los párvulos y los niños de pecho;

salga de su cámara el joven esposo,

y de su tálamo la esposa.

17[9416]Entre el pórtico y el altar

lloren los sacerdotes,

ministros de Yahvé, y digan:

“¡Apiádate, Yahvé, de tu pueblo,

y no abandones al oprobio la herencia tuya,

entregándolos al dominio de los gentiles.

¿Por qué ha de decirse entre las naciones:

¿Dónde está su Dios?”

Perdón y prosperidad

18[9417]Yahvé ardiendo en celos por su tierra,

se ha compadecido de su pueblo;

19[9418]y respondiendo dice Yahvé a su pueblo:

Mirad, Yo os enviaré trigo, vino y aceite,

y os saciaréis con ello;

y no os haré ya más objeto de oprobio

entre las naciones.

20[9419]Alejaré de vosotros

a aquel (que viene) del norte,

y lo empujaré hacia una tierra árida y desierta,

su vanguardia hacia el mar oriental,

y su retaguardia hacia el mar occidental;

y subirá su fetidez y se alzará su hedor,

por haber obrado con soberbia.

21No temas, tierra, gózate y alégrate,

porque Yahvé ha hecho cosas maravillosas.

22No temáis, animales del campo;

pues reverdecen los pastos del desierto;

los árboles dan su fruto,

y la higuera y la vid sus riquezas.

23[9420]Saltad de gozo, hijos de Sión,

y regocijaos en Yahvé, vuestro Dios;

porque Él os dará al Maestro de la justicia;

y hará caer sobre vosotros las lluvias,

la lluvia temprana y la tardía,

como anteriormente.

24Se llenarán de trigo las eras,

y los lagares rebosarán

de vino y de aceite.

25Os compensaré los años

que comió la (langosta),

la arbeh, la yélek, la chasil y la gazam,

mi gran ejército que envié contra vosotros.

26Comeréis hasta saciaros,

y alabaréis el Nombre de Yahvé,

vuestro Dios,

que ha hecho maravillas

en favor de vosotros;

y nunca jamás será confundido mi pueblo.

27[9421]Sabréis que en medio de Israel estoy Yo,

y que Yo soy Yahvé, vuestro Dios,

y que no hay otro;

y jamás será avergonzado el pueblo mío.

Bendiciones celestiales

28[9422]Después de esto, derramaré mi Espíritu

sobre toda carne;

profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;

vuestros ancianos tendrán sueños,

y vuestros jóvenes verán visiones.

29[9423]Aun sobre los siervos y las siervas

derramaré mi Espíritu en aquellos días.

Señales en el cielo

30Haré prodigios en el cielo y en la tierra;

sangre y fuego y columnas de humo.

31[9424]El sol se convertirá en tinieblas,

y la luna en sangre,

antes que llegue

el grande y terrible día de Yahvé.

32[9425]Y sucederá que todo aquel

que invocare el Nombre de Yahvé será salvo.

Porque, como dijo Yahvé,

habrá salvación en el monte Sión

y en Jerusalén,

y entre los restos que habrá llamado Yahvé.

JOEL 3
El castigo de los gentiles

1[9426]Pues he aquí que en aquellos días

y en aquel tiempo,

cuando Yo repatriare a los cautivos

de Judá y de Jerusalén,

2[9427]congregaré a todos los gentiles

y los haré bajar al valle de Josafat;

y allí disputaré con ellos

en favor de mi pueblo e Israel, la herencia mía,

que ellos esparcieron entre las naciones,

repartiéndose entre sí mi tierra.

3Echaron suertes sobre mi pueblo,

y dieron un muchacho por una prostituta;

y vendieron una doncella por vino para beber.

4[9428]En fin ¿qué sois vosotros para Mí, oh Tiro y Sidón, y todas las regiones de Filistea? ¿Por ventura queréis vengaros de Mí? Si queréis vengaros de Mí, ligera y prontamente haré recaer vuestra maldad sobre vuestra cabeza. 5Porque tomasteis mi plata y mi oro, y os llevasteis a vuestros templos mis joyas preciosas, 6[9429]y vendisteis los hijos de Judá y los de Jerusalén a los griegos, llevándolos lejos de su país. 7He aquí que Yo los suscitaré del lugar donde los vendisteis, y haré recaer vuestra maldad sobre vuestra cabeza. 8[9430]Venderé vuestros hijos y vuestras hijas en mano de los hijos de Judá, que los venderán a los sabeos, gente lejana; pues (así) ha hablado Yahvé.

Ejecución del juicio

9[9431]Proclamad esto entre los gentiles;

preparaos para la guerra,

despertad a los valientes.

Vengan y suban todos los hombres de guerra.

10[9432]Forjad espadas de vuestros azadones,

y lanzas de vuestras hoces;

diga el débil: “Yo soy fuerte.”

11Apresuraos y venid,

gentes todas de en derredor, y congregaos;

¡y Tú, Yahvé, conduce allí tus campeones!

12¡Levántense y asciendan los gentiles

al valle de Josafat!

porque allí me sentaré para juzgar

a todos los gentiles a la redonda.

13[9433]Echad la hoz,

porque la mies está ya madura,

venid y pisad,

porque lleno está el lagar;

se desbordan las tinas;

pues su iniquidad es grande.

14[9434]Muchedumbres, muchedumbres hay

en el valle de la Sedición,

porque se acerca el día de Yahvé

en el valle de la Sedición.

15[9435]El sol y la luna se oscurecen,

y las estrellas pierden su resplandor.

16[9436]Yahvé ruge desde Sión,

y desde Jerusalén hace oír su voz;

y tiemblan el cielo y la tierra.

Mas Yahvé es el refugio de su pueblo,

y la fortaleza de los hijos de Israel.

Gloria de Jerusalén

17Entonces conoceréis

que Yo soy Yahvé, vuestro Dios,

que habito en Sión, mi santo monte.

Jerusalén será santa,

y ya no pasarán por ella los extraños.

18[9437]En aquel día los montes destilarán mosto,

y manarán leche los collados;

todos los torrentes de Judá

correrán llenos de agua,

y de la Casa de Yahvé saldrá una fuente

que regará el valle de las Acacias.

19Egipto será una desolación,

y Edom un desierto abandonado,

a causa de la opresión

(que infligieron) a los hijos de Judá;

pues derramaron sangre inocente en su tierra.

20[9438]Mas Judá quedará habitada por siempre,

y Jerusalén de generación en generación.

21Y Yo vengaré la sangre de ellos,

que no había sido vengada.

Y Yahvé morará en Sión.

AMÓS

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INTRODUCCIÓN

Antes de su vocación, Amós fue pastor y labrador que apacentaba sus ovejas y cultivaba cabrahígos en Tecoa, localidad de la montaña de Judá, situada a 20 kilómetros al sur de Jerusalén. A pesar de su pertenencia al reino de Judá, Dios lo llamó al reino de Israel (cf. 1, 1; 7, 14 s.), para que predicase contra la corrupción moral y religiosa de aquel país cismático que se había separado de Judá y el Templo. Alguna vez menciona también a Judá (2, 4) y a todo el pueblo escogido (9, 11). Amós desempeñó su cargo en los días de Ocías (Azarías), rey de Judá (789-738) y Jeroboam II, rey de Israel (783-743).

Desde un principio, el profeta se mostró intrépido defensor de la Ley de Dios, especialmente en su encarnizada lucha contra el culto del becerro adorado en Betel. Perseguido por Amasías, sacerdote de aquel becerro (7, 10), el profeta murió mártir, según una tradición judía. La Iglesia le conmemora en el calendario de los santos el 30 de marzo.

Los primeros dos capítulos contienen amenazas contra los pueblos vecinos, mientras los capítulos 3-6 comprenden profecías contra el reino de Israel. Los capítulos 7-9 presentan cinco visiones proféticas acerca del juicio de Dios sobre su pueblo y el reino mesiánico, a cuyas maravillas dedica los últimos versículos, como lo hacen también Oseas, Joel, Abdías y casi todos los profetas Mayores y Menores.

AMÓS 1

1[9439]Palabras de Amós, de los pastores de Tecoa, (o sea), visiones que tuvo en orden a Israel, en los días de Ocías, rey de Judá, y en los días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel; dos años antes del terremoto.

Vaticinio contra Damasco

2[9440]Dijo: “Ruge Yahvé desde Sión,

desde Jerusalén hace oír su voz;

estarán de luto los pastos de los pastores,

y se secará la cumbre del Carmelo.”

3[9441]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Damasco,

y por cuatro, no le doy perdón:

Porque trillaron a Galaad

con trillos de hierro,

4[9442]enviaré fuego contra la casa de Hazael,

que consumirá los palacios de Benhadad,

5[9443]quebraré los cerrojos de Damasco,

extirparé del valle de Avén a los habitantes

y de Bet-Edén a aquel que empuña el cetro;

y el pueblo de Siria irá cautivo a Kir”,

dice Yahvé.

Contra Gaza

6[9444]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Gaza,

por cuatro, no le doy perdón:

Porque se llevaron muchedumbres de cautivos

para entregarlos a Edom,

7enviaré fuego contra los muros de Gaza,

que devorará sus palacios;

8exterminaré de Azoto a los habitantes,

y de Ascalón al que empuña el cetro;

volveré mi mano contra Acarón,

y perecerá el resto de los filisteos”,

dice Yahvé, el Señor.

Contra Tiro

9[9445]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Tiro,

y por cuatro, no le doy perdón:

Porque entregaron a Edom

muchedumbres de cautivos,

y no se acordaron de la fraternal alianza,

10enviaré fuego contra los muros de Tiro,

que devorará sus palacios.”

Contra Edom

11[9446]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Idumea,

y por cuatro, no le doy perdón:

Porque persiguió, espada en mano,

a su hermano, ahogando la compasión,

y porque en su ira no dejó de destrozar,

guardando para siempre su rencor,

12[9447]enviaré fuego contra Temán,

que devorará los palacios de Bosra.”

Contra Ammón

13[9448]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de los ammonitas,

y por cuatro, no les doy perdón:

Porque para extender sus términos

rajaron a las encintas de Galaad,

14[9449]encenderé un fuego

sobre los muros de Rabbá,

que devorará sus palacios,

entre los alaridos del día de la batalla,

en medio del torbellino

en el día de la tempestad;

15[9450]y su rey irá al cautiverio,

él y sus príncipes juntamente”,

dice Yahvé.

AMÓS 2
Vaticinio contra Moab

1[9451]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Moab,

y por cuatro, no le daré perdón:

Porque quemó los huesos del rey de Edom,

hasta calcinarlos,

2[9452]enviaré fuego contra Moab,

que devorará los palacios de Kiryat;

y morirá Moab con estruendo,

entre alaridos y sonido de trompeta.

3[9453]Exterminaré a su juez de en medio de él,

y junto con él mataré a todos sus príncipes”,

dice Yahvé.

Contra Judá

4[9454]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Judá,

y por cuatro, no le doy perdón:

Porque han desechado la ley de Yahvé,

despreciando sus mandamientos,

y porque se dejaron extraviar

por sus mentiras

tras las cuales anduvieron sus padres,

5enviaré fuego contra Judá,

que devorará los palacios de Jerusalén.”

Contra Israel

6[9455]Así dice Yahvé:

“Por tres pecados de Israel,

y por cuatro, no le doy perdón:

Porque venden al justo por dinero,

y al pobre por un par de sandalias;

7porque aplastan sobre el polvo de la tierra

la cabeza de los desvalidos,

y tuercen el camino de los humildes;

porque un hijo y su padre

se llegan a la misma joven,

profanando mi santo Nombre;

8porque sobre las ropas tomadas en prenda

se acuestan al lado de todo altar,

y en la casa de su dios beben el vino

de aquellos a quienes han condenado.

9[9456]Y con todo, soy Yo

quien extermine ante ellos a los amorreos,

altos como cedros y fuertes como encinas.

Yo destruí su fruto de la parte de arriba,

y sus raíces de la parte de abajo.

10[9457]Soy Yo asimismo

quien os saqué de la tierra de Egipto,

y os conduje por el desierto

durante cuarenta años,

para que heredarais el país de los amorreos.

11[9458]Yo suscité profetas entre vuestros hijos,

y nazareos entre vuestros jóvenes.

¿No es así, oh hijos de Israel?”,

dice Yahvé.

12“Vosotros disteis de beber vino a los nazareos,

y a los profetas les mandasteis:

«No profeticéis».

13[9459]He aquí que os haré crujir,

como cruje el carro cargado de gavillas.

14Ni el hombre más ligero será capaz de huir,

el fuerte no tendrá más fuerza,

y el valiente no podrá salvarse.

15No resistirá el que maneja el arco,

y el ligero de pies no escapará;

ni podrá ponerse en salvo el de a caballo.

16En aquel día el más valeroso entre

los valientes huirá desnudo”,

dice Yahvé.

AMÓS 3
Ingratitud y castigo de Israel

1Oíd esta palabra que Yahvé ha pronunciado acerca de vosotros, oh hijos de Israel, acerca de toda la familia que Yo saqué de la tierra de Egipto, diciendo:

2[9460]“De todas las tribus de la tierra

solo conocí a vosotros;

por eso os visitaré

por todas vuestras maldades.

3¿Pueden acaso dos ir juntos

sin estar de acuerdo?

4[9461]¿Por ventura brama el león en el bosque

si no tiene presa?

¿Alza su rugido el leoncillo desde su cubil

si nada ha apresado?

5¿Caerá el pájaro en el lazo sobre la tierra,

sin ponérsele cebo?

¿Quién levanta el lazo desde el suelo

sin estar de acuerdo?

6[9462]¿Se toca acaso la trompeta en la ciudad

sin que se estremezca el pueblo?

¿Habrá calamidad en alguna ciudad

sin disposición de Yahvé?

7[9463]Pues Yahvé, el Señor, no hará nada

sin revelar su secreto

a sus siervos los profetas.

8[9464]Si ruge el león, ¿quién no temerá?

Si habla Yahvé, el Señor,

¿quién no profetizará?

9[9465]Pregonadlo en los palacios de Azoto

y en los palacios del país de Egipto,

y decid:

“Congregaos en los montes de Samaria,

y ved la enorme inmoralidad en medio de ella,

y las violencias que allí se cometen.”

10No saben hacer lo justo, dice Yahvé;

amontonan en sus palacios rapiña y robo.

11Por lo cual, así dice Yahvé, el Señor:

“El enemigo rodeará el país

y te quitará tu fuerza,

y saqueados serán tus palacios.”

12[9466]Así dice Yahvé:

“Como el pastor arranca de la boca del león

dos patas o la punta de una oreja,

así serán salvados los hijos de Israel

que se hallan en Samaria,

en el ángulo del diván

o sobre un lecho damasquino.

13[9467]Oíd y dad testimonio contra la casa de Jacob,

dice Yahvé, el Señor,

el Dios de los ejércitos.

14[9468]Porque el día que Yo castigare

las prevaricaciones de Israel,

(lo) castigaré también

por los altares de Betel,

y serán rotos los cuernos del altar

y caerán a tierra.

15[9469]Destruiré las casas de invierno

juntamente con las casas de verano;

quedarán arrasados los palacios de marfil,

y desaparecerán muchas casas”,

dice Yahvé.

AMÓS 4
Desenfreno e idolatría de Samaria

1[9470]Escuchad esta palabra, vacas de Basán,

que vivís en el monte de Samaria;

que oprimís a los desvalidos

y holláis a los pobres,

y decís a vuestros señores:

“Traed y beberemos.”

2[9471]Juró Yahvé, el Señor, por su santidad:

“He aquí que os sobrevendrán días

en que os sacarán con ganchos,

y a las últimas de entre vosotras

con anzuelos de pesca.

3[9472]Y os evadiréis por las brechas,

una tras otra;

y seréis arrojadas a Harmón”,

dice Yahvé.

4[9473]Id a Betel a pecar,

y a Gálgala para aumentar las prevaricaciones;

ofreced cada mañana vuestros sacrificios,

y cada tres días vuestros diezmos.

5Haced con pan fermentado

sacrificios de alabanza,

pregonad ofrendas voluntarias, proclamadlas;

porque así lo queréis, oh hijos de Israel,

dice Yahvé, el Señor.

Impenitencia de Samaria

6[9474]“En todas vuestras ciudades

os he dejado con los dientes limpios,

y faltos de pan en todos vuestros lugares;

y con todo no os habéis convertido a Mí”,

dice Yahvé.

7[9475]“Yo detuve asimismo las lluvias

cuando aún faltaban tres meses para la siega,

hice que lloviese sobre una ciudad,

y que no lloviese sobre otra;

una parte del campo tuvo lluvia,

y la otra quedó sin lluvia y se secó.

8Iban dos o tres ciudades a otra ciudad

para beber agua, sin poder saciarse;

pero no os habéis convertido a Mí”,

dice Yahvé.

9“Os herí con tizón y con añublo;

la langosta devoró la multitud

de vuestros huertos y de vuestras viñas,

de vuestras higueras y de vuestros olivos,

y con todo no os habéis convertido a Mí”,

dice Yahvé.

10[9476]“Envié contra vosotros la peste,

como contra Egipto;

hice morir al filo de la espada a vuestros jóvenes;

fueron apresados vuestros caballos,

e hice subir el hedor de vuestros campamentos

a vuestras narices;

pero no os habéis convertido a Mí”,

dice Yahvé.

11[9477]“Os trastorné como trastornó Dios

a Sodoma y Gomorra;

y fuisteis como tizón arrebatado de un incendio:

y con todo no os habéis convertido a Mí”,

dice Yahvé.

12[9478]Por eso, así te trataré, oh Israel;

y ya que esto haré contigo;

prepárate para salir al encuentro de tu Dios, oh Israel.

13[9479]Porque Él es quien formó las montañas

y creó los vientos;

Él es quien manifiesta al hombre su pensamiento,

convierte la aurora en tinieblas

anda sobre los montes de la tierra.

Yahvé, Dios de los ejércitos, es su Nombre.

AMÓS 5
Nuevas amenazas contra Samaria

1[9480]Escuchad estas palabras

que profiero como lamentación

sobre vosotros, oh casa de Israel:

2Cayó, no volverá a levantarse más

la virgen de Israel;

echada ha sido sobre su tierra,

no hay quien la levante.

3Porque así dice Yahvé, el Señor:

“La ciudad que mandaba a la guerra mil hombres,

quedará reducida a cien,

y la que mandaba cien,

se quedará con diez en la casa de Israel.”

Exhortación a la penitencia

4[9481]Porque así dice Yahvé a la casa de Israel:

“¡Buscadme y viviréis!

5[9482]No busquéis a Betel, ni vayáis a Gálgala,

ni paséis a Bersabee;

pues Gálgala irá al cautiverio, sin falta,

y Betel será reducida a la nada.”

6[9483]Buscad a Yahvé y viviréis,

no sea que penetre como fuego

en la casa de José y la devore,

sin que haya en Betel quien lo apague.

7[9484]Vosotros tornáis el derecho en ajenjo,

y echáis por tierra la justicia.

8[9485]Él hizo las Pléyades y Orión;

Él convierte en aurora las más densas tinieblas;

y muda el día en noche;

Él llama las aguas del mar,

y las derrama sobre la tierra,

Yahvé es su Nombre.

9Él trae la ruina sobre los fuertes,

y la destrucción sobre la ciudad fortificada.

10[9486]Mas ellos odian al censor en la puerta,

y aborrecen al que habla rectamente.

11[9487]Por tanto, ya que pisoteáis al débil

y recibís de él tributo de trigo,

no habitaréis las casas

que habéis edificado de piedras talladas,

y aunque habéis plantado viñas deliciosas,

no beberéis su vino.

12Pues Yo sé la multitud de vuestros crímenes

y cuán graves pecados habéis cometido

vosotros, que oprimís al justo,

aceptáis cohecho y torcéis (el derecho)

de los pobres ante los tribunales.

13[9488]Por eso el sabio se calla en este tiempo,

pues es un tiempo malo.

14Buscad el bien, y no el mal, para que tengáis vida

y así Yahvé de los ejércitos;

estará con vosotros, como lo decís.

15Aborreced el mal, y amad el bien,

y restableced la justicia en el foro;

quizás Yahvé, el Dios de los ejércitos,

se apiade del resto de José.

16Por lo cual, así dice Yahvé,

el Dios de los ejércitos, el Señor:

En todas las plazas habrá llantos,

y en todas las calles dirán: «¡Ay, ay!»

Llamarán a duelo a los labradores,

y a hacer lamentación a los que saben plañir.

17[9489]En todas las viñas habrá llantos,

porque Yo pasaré por en medio de ti,

dice Yahvé.

El día del Señor

18[9490]¡Ay de los que desean el día de Yahvé!

¿Qué será para vosotros el día de Yahvé?

Será día de tinieblas, y no de luz.

19Será como si un hombre

huyendo de un león da con un oso;

o si entrando en una casa,

al apoyar su mano en la pared,

es mordido por una culebra.

20¿No es acaso tiniebla el día de Yahvé, y no luz,

densa oscuridad sin resplandor alguno?

Condenación del formulismo

21“Yo aborrezco y desecho vuestras fiestas,

y no me agradan vuestras asambleas solemnes.

22Cuando me presentéis holocaustos y oblaciones,

no los gustaré,

ni miraré vuestros sacrificios de (animales) cebados.

23¡Aparta de Mí el ruido de tus cantos!

No quiero escuchar las melodías de tu salterio.

24[9491]¡Corra, al contrario, el juicio como agua,

y la justicia como torrente perenne!

25[9492]¿Acaso me ofrecisteis sacrificios y ofrendas

durante los cuarenta años en el desierto,

oh casa de Israel?

26[9493]Antes bien, llevasteis a Sikkut, vuestro rey,

y a Quiyún, vuestras imágenes,

la estrella de vuestro dios,

que os habíais fabricado.

27[9494]Por eso os llevaré cautivos

mas allá de Damasco”,

dice Yahvé, cuyo Nombre es Dios de los ejércitos.

AMÓS 6
Vicios de los ricos y magnates

1¡Ay de los que viven tranquilos m Sión

y confiados en el monte de Samaria,

los magnates del primero de los pueblos,

a los cuales acude la casa de Israel!

2[9495]Pasad a Calné, y ved;

y de allí id adelante a Hamat la grande;

y bajad a Gat de los filisteos.

¿Superan ellas acaso a estos reinos?

¿o es más espacioso su territorio que el vuestro?

3Vosotros queréis alejar el día aciago,

y aceleráis el imperio de la violencia.

4Duermen en divanes de marfil

y se tienden sobre sus lechos;

comen corderos del rebaño,

y novillos sacados del establo.

5Cantan a gritos al son de la cítara,

e inventan, como David, instrumentos músicos.

6[9496]Beben vino en copones,

y se ungen con el óleo más exquisito,

sin compadecerse del quebranto de José.

7[9497]Por eso irán ahora al cautiverio,

los primeros de los deportados,

y desaparecerá la batahola

de los banqueteadores.

Castigo de los vicios

8Yahvé, el Señor ha jurado por sí mismo

—oráculo del Dios de los ejércitos—.

“Aborrezco la gloria de Jacob,

y detesto sus palacios;

entregaré la ciudad y cuanto contiene.”

9Si quedaren diez hombres en una casa,

también ellos morirán.

10[9498]Llevará (al muerto) su tío,

el cual ha de quemarlo;

y sacando de la casa los huesos

dirá al que está en el fondo de la casa:

“¿Queda algún otro?”

11Y él responderá: “No hay más.”

Y (el primero) replicará: “¡Cállate!

porque no hay que mencionar el Nombre de Yahvé.”

12[9499]Pues he aquí que Yahvé da la orden,

y herirá la casa grande con hendiduras,

y la casa chica con quebraduras.

13[9500]¿Corren acaso los caballos por las peñas?

¿O se puede arar (allí) con bueyes?

Así vosotros trocáis en veneno el juicio,

y el fruto de justicia en ajenjo;

14[9501]os regocijáis en lo que es nada,

diciendo: “¿No nos hemos hecho poderosos

con nuestra propia fuerza?”

15[9502]“Mas he aquí que voy a suscitar contra vosotros, una nación,

oh casa de Israel —oráculo de Yahvé, Dios de los ejércitos—,

(un pueblo) que os oprimirá desde la entrada de Hamat

hasta el torrente del Arabá.

AMÓS 7
Tres visiones simbólicas

1[9503]Yahvé, el Señor, me mostró esto: He aquí que Él criaba langostas al comenzar a crecer la hierba tardía; la hierba tardía (que brota) después de la siega del rey. 2Y después que hubieron acabado de comer la hierba de la tierra, dije yo: “Yahvé, Señor, perdona, te ruego, ¿cómo podrá restablecerse Jacob siendo como es tan pequeño?” 3[9504]Y Yahvé se arrepintió de esto, y dijo Yahvé: “No será así.”

4[9505]Yahvé, el Señor, me mostró también esto: He aquí que Yahvé, el Señor, llamaba al fuego para ejercer su justicia; y este devoró el gran abismo, e iba a devorar la herencia (del Señor). 5Dije yo: “Yahvé, Señor, cesa, te ruego, ¿cómo podrá subsistir Jacob siendo como es tan pequeño?” 6Y se arrepintió Yahvé de esto, y dijo Yahvé, el Señor: “No será así.”

7[9506]También me mostró esto: Estaba el Señor junto a un muro hecho a plomo y en su mano tenía la plomada. 8Y Yahvé me dijo: “¿Qué es lo que ves, Amós?” Yo respondí: “Una plomada.” Y dijo el Señor: “He aquí que Yo aplicaré la plomada en medio de Israel, mi pueblo; ya no lo perdonaré más. 9[9507]Serán devastados los lugares altos de Isaac y destruidos los santuarios de Israel, y me levantaré con la espada contra la casa de Jeroboam.”

Castigo de Amasías

10[9508]Amasías, sacerdote de Betel, envió a decir a Jeroboam, rey de Israel: Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; no puede la tierra soportar todo cuanto dice. 11Porque así dice Amós: “Jeroboam morirá al filo de la espada, e Israel será llevado al cautiverio, lejos de su país.” 12Y Amasías dijo a Amós: “Vete, vidente, y huye a la tierra de Judá; come allí tu pan, y allí podrás profetizar. 13pero no vuelvas a profetizar en Betel; porque es un santuario del rey y una casa real.” 14[9509]Respondió Amós y dijo a Amasías:

“Yo no soy profeta,

ni discípulo de profeta;

soy pastor de ganado, y cultivo sicómoros.

15Pero Yahvé me tomó de detrás del rebaño,

y me dijo Yahvé:

«Ve y profetiza a Israel mi pueblo».

16Y ahora, escucha la palabra de Yahvé: Tú me dices: «No profetices contra Israel, ni profieras oráculos contra la casa de Isaac». 17[9510]Por eso, así dice Yahvé: «Tu mujer será prostituida en la ciudad, tus hijos y tus hijas a espada caerán, tu tierra será repartida con la cuerda de medir, tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado al cautiverio fuera de su país».”

AMÓS 8
Ruina de Israel

1Yahvé, el Señor, me mostró esto:

Veía un canasto de fruta madura;

2[9511]Y Él dijo: “¿Qué es lo que ves, Amós?”

Respondí: “Un canasto de fruta madura.”

Y Yahvé me dijo:

“Ha llegado el fin de Israel, mi pueblo;

ya no lo perdonaré.

3En aquel día los cantares en el palacio

se convertirán en aullidos

—oráculo de Yahvé—,

habrá muchos cadáveres,

y en todo lugar se los arrojará en silencio.

4¡Oíd esto, los que os tragáis al pobre,

y hacéis perecer a los humildes de la tierra,

5[9512]diciendo: «¿Cuándo pasará el novilunio

para que vendamos el trigo,

y el sábado, para que abramos los graneros?

Achicaremos la medida

y agrandaremos el peso,

y falsearemos la balanza para engañar.

6Así compraremos por dinero al pobre,

y al menesteroso por un par de sandalias,

y venderemos hasta las ahechaduras del trigo».

7Ha jurado Yahvé por la gloria de Jacob:

Jamás me olvidaré de cuanto ha hecho.

8[9513]¿No ha de estremecerse por esto la tierra,

y no se enlutarán todos sus moradores?

¿No se alzará toda ella como el Nilo,

se levantará y se abajará

como el río de Egipto?

9[9514]En aquel día, dice Yahvé, el Señor,

haré que se ponga el sol al mediodía,

y en pleno día cubriré de tinieblas la tierra.

10Convertiré en duelo vuestras fiestas,

y en llantos todos vuestros cantares;

echaré el cilicio sobre todos los lomos,

y haré calvas todas las cabezas;

traeré sobre el (país) luto,

como por un hijo único,

y su fin será como un día amargo.

Hambre de la palabra de Dios

11[9515]He aquí que vienen días,

dice Yahvé, el Señor,

en que enviaré hambre sobre la tierra;

no hambre de pan, ni sed de agua,

sino de oír las palabras de Yahvé.

12[9516]Andarán errantes de mar a mar,

y discurrirán del norte al oriente,

en busca de la palabra de Yahvé,

mas no la hallarán.

13En aquel día desfallecerán de sed

las hermosas doncellas y los jóvenes,

14[9517]que juran por el pecado de Samaria diciendo:

“¡Por la vida de tu dios, oh Dan!”,

y: “¡Por el camino de Bersabee!”

Caerán y no se levantarán nunca jamás.

AMÓS 9
Ruina definitiva

1[9518]Vi al Señor junto al altar, y dijo:

“Da un golpe al capitel,

y se sacudirán los umbrales.

Y hazlos pedazos sobre las cabezas de todos ellos;

y a los que de ellos quedaren

los mataré Yo a espada.

Ninguno de ellos logrará escapar,

y de los que huyeren no se salvará hombre alguno.

2[9519]Si penetrasen hasta el scheol,

de allí los sacaría mi mano,

y si subiesen hasta el cielo,

de allí los haría descender.

3Aunque se escondiesen en la cumbre del Carmelo,

allí los buscaría y los sacaría;

y si se ocultasen a mis ojos

en el fondo del mar,

allí, por orden mía, los mordería la serpiente.

4[9520]Y cuando vayan al cautiverio

delante de sus enemigos,

mandaré allí la espada que los mate;

y tendré fijos sobre ellos mis ojos

para mal, y no para bien.”

5El Señor, Yahvé de los ejércitos,

toca la tierra, y ella se derrite;

se ponen de duelo todos sus moradores,

y se levanta toda ella como el Nilo,

para abajarse como el río de Egipto.

6[9521]Él edificó en el cielo su solio

y fundó su bóveda sobre la tierra;

Él llama a las aguas del mar,

y las derrama sobre la superficie de la tierra;

Yahvé es su nombre.

7[9522]“¿No sois acaso para Mí como los etíopes,

oh hijos de Israel? —oráculo de Yahvé.

¿No hice Yo subir a Israel

de la tierra de Egipto,

a los filisteos de Caftor,

y a los arameos de Kir?

Visión de los tiempos mesiánicos

8[9523]He aquí que los ojos del Señor Yahvé

se dirigen hacia el reino pecador.

Lo voy a destruir de sobre la faz de la tierra;

pero no destruiré del todo

la casa de Jacob, dice Yahvé.

9Pues he aquí que daré la orden

y zarandearé a la casa de Israel

en medio de todos los pueblos,

como se zarandea (el trigo) con la criba;

y no caerá por tierra un solo granito.

10Al filo de la espada morirán

todos los pecadores de mi pueblo,

los que dicen: «No nos tocará,

ni vendrá sobre nosotros el mal».

11[9524]En aquel día levantaré

el tabernáculo de David,

que está por tierra;

repararé sus quiebras y alzaré sus ruinas,

y lo reedificaré como en los días antiguos,

12[9525]para que sean dueños de los restos de Edom,

y de todas las naciones

sobre las cuales ha sido invocado mi Nombre,

dice Yahvé, que hace esto.

13[9526]He aquí que vienen días, dice Yahvé,

en que al arador le seguirá el segador,

y al que pisa las uvas

el que esparce la semilla;

los montes destilarán mosto,

y todas las colinas abundarán de fruto.

14Y haré que regresen

los cautivos de Israel, mi pueblo;

edificarán las ciudades devastadas,

y las habitarán,

plantarán viñas y beberán su vino;

harán huertos y comerán su fruto.

15[9527]Yo los plantaré en su propio suelo;

y no volverán a ser arrancados de su tierra,

que Yo les he dado, dice Yahvé, tu Dios.

ABDÍAS

# · 1
INTRODUCCIÓN

Son muy escasas las noticias que poseemos sobre Abdías, cuyo hombre hebreo Obadyah significa siervo de Yahvé. San Jerónimo lo identifica con aquel Abdías, mayordomo de Acab, que alimentó a los cien profetas que habían huido del furor de Jezabel (III Reyes 18, 2 ss.).

Los escrituristas modernos, en su mayoría, no se adhieren a esta opinión. Sea lo que fuere, el tiempo en que actuó el autor de esta pequeña pero muy impresionante profecía, debe ser anterior a los profetas Joel, Amós y Jeremías, los cuales ya la conocían y la citaban. Lo más probable parece que haya profetizado en Judá alrededor de 885 a. C, cuando Elías profetizaba en Israel. Véase v. 12 y nota.

Su único capítulo contiene dos visiones. La primera se refiere a los idumeos (edomitas), un pueblo típicamente irreligioso y enemigo hereditario de los judíos y que se unía siempre a sus perseguidores. “Pero el día del Señor se aproxima; Dios se vengará a Sí mismo y vengará a Israel, contra los idumeos y contra todas las naciones gentiles. Los israelitas, al contrario, serán bendecidos; se apoderarán del territorio de sus opresores, y luego Yahvé reinará gloriosamente y para siempre en Sión” (Fillion). A esta restauración de Israel y reino mesiánico se refiere la segunda parte de la profecía.

Contra Edom

1[9528]Visión de Abdías:

Así dice Yahvé, el Señor, acerca de Edom:

Hemos oído una palabra de Yahvé,

y un mensajero ha sido enviado entre las naciones:

“¡Adelante, levantémonos a hacerle la guerra!”

2He aquí que te he hecho pequeño

entre las naciones;

eres sumamente despreciado.

3[9529]La soberbia de tu corazón te ha engañado,

pues habitas en las cavernas de la peña,

en moradas muy altas,

y dices en tu corazón:

“¿Quién me hará descender a la tierra?”

4[9530]Si te remontaras cual águila

y pusieras tu nido entre las estrellas,

de allí Yo te derribaría, dice Yahvé.

5[9531]Si hubieran venido a ti ladrones

o bandoleros de noche,

¡cómo te habrían devastado!

Mas con todo, solo habrían robado

lo que les faltaba.

Y si hubieran venido a ti vendimiadores,

¿no habrían dejado por lo menos rebuscos?

6[9532]¡Cómo ha sido escudriñado Esaú!

¡Cómo han sido registrados sus escondrijos!

7Todos tus aliados te han rechazado

hasta los confines (de tu país);

te han engañado,

y han prevalecido contra ti tus amigos.

(Los que comían) tu pan

han tendido un lazo debajo de tus pies.

¡No hay en él entendimiento!

8[9533]En aquel día, dice Yahvé,

destruiré en Edom los sabios,

y los prudentes en la serranía de Esaú.

9[9534]Tus valientes, Temán, quedarán amedrentados,

a fin de que todos sean exterminados

en las montañas de Esaú.

Crímenes de Edom

10[9535]A causa de la matanza,

a causa de la violencia hecha a tu hermano Jacob,

te cubrirá la vergüenza

y serás destruido para siempre.

11El día en que te levantaste contra (tu hermano),

el día en que los extraños

llevaban cautivo su ejército,

y los extranjeros entraban por sus puertas,

y sobre Jerusalén echaban suertes,

tú también estabas entre ellos.

12[9536]No debías contemplar el día de tu hermano,

el día de su infortunio;

no debías regocijarte de los hijos de Judá,

en el día de su perdición,

ni agrandar tu boca en el día de su angustia.

13No debías entrar en la puerta de mi pueblo

en el día de su ruina,

ni tampoco mirar su aflicción

en el día de su calamidad,

ni apoderarte de sus riquezas

en el día de su infortunio.

14No debías apostarte en las encrucijadas

para matar a sus fugitivos,

ni entregar sus escapados

en el día de la tribulación.

15Porque está cercano el día de Yahvé

para todas las naciones;

según tú has hecho, así se hará contigo;

tus obras caerán sobre tu propia cabeza.

16[9537]Pues como vosotros habéis bebido

sobre mi santo monte,

así beberán de continuo todas las naciones;

beberán y apurarán,

y serán como si nunca hubiesen sido.

Triunfo de Israel

17[9538]Sobre el monte de Sión habrá salvación,

y será un lugar santo;

y la casa de Jacob

recuperará sus posesiones.

18[9539]La casa de Jacob será un fuego,

y la casa de José una llama,

mas la casa de Esaú será la paja.

La encenderán,

y la devorarán;

sin que quede sobreviviente alguno

de la casa de Esaú;

porque ha hablado Yahvé.

19[9540]Los del Négueb

ocuparán los montes de Esaú,

y los de la Sefelá

(el país) de los filisteos.

Poseerán el territorio de Efraím

y el de Samaria,

y Benjamín (se apoderará) de Galaad.

20[9541]Los cautivos de este ejército

de los hijos de Israel,

(poseerán el país) de los cananeos

hasta Sarepta;

y los cautivos de Jerusalén,

que están en Sefarad,

ocuparán las ciudades del Négueb.

21[9542]Subirán salvadores al monte Sión,

para juzgar a los montes de Esaú;

y reinará Yahvé.

JONÁS

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INTRODUCCIÓN

No hay motivo para dudar que Jonás es el mismo profeta hijo de Amati o Amitai (cf. 1, 1) que en tiempo de Jeroboam II (783-743 a. C.) predijo una victoria sobre los asirios (IV Reyes 14, 25). La tradición judía cree que fue también el que ungió al rey Jehú por encargo del profeta Eliseo (IV Reyes 9, 1 ss.).

Los cuatro capítulos del Libro no son profecía propiamente dicha, sino más bien relato —probablemente escrito por el mismo Jonás, aunque habla en tercera persona— de un viaje del profeta a Nínive y de las dramáticas aventuras que le ocurrieron con motivo de aquella misión. Sin embargo, tomados en conjunto, revisten carácter profético, como lo atestigua el mismo Jesucristo en Mateo 12, 40, estableciendo al mismo tiempo la historicidad de Jonás, que algunos han querido mirar como simple parábola (cf. 2, 1 y nota). San Jerónimo, empleando un juego de palabras, dice que “Jonás, la hermosa paloma (yoná significa en hebreo paloma), fue en su naufragio figura profética de la muerte de Jesucristo. El movió a penitencia al mundo pagano de Nínive y le anunció la salud venidera”.

La nota característica de esta emocionante historia consiste en la concepción universalista del reino de Dios y en la anticipación del Evangelio de la misericordia del Padre Celestial, “que es bueno con los desagradecidos y malos” (Lucas 6, 35). El caso de Jonás encierra así un vivo reproche, tanto para los que consideran el reino de Dios como una cosa reservada para ellos solos, cuanto para los que se escandalizan de que la divina bondad supere a lo que el hombre es capaz de concebir.

En cuanto a la personalidad de Jonás, para formarse de ella un concepto exacto ha de tenerse presente que Dios no se propone aquí ofrecernos un ejemplo de vida santa, ni de celo en la predicación, ni de sabiduría, como en Jeremías, Ezequiel o Daniel, sino, a la inversa, mostrarnos la lección de sus yerros. La labor profética de Jonás en este Libro, se limita a un versículo (3, 4), donde anuncia y repite escuetamente que Nínive será destruida, sin exponer doctrina, ni formular siquiera un llamado a la conversión. Y en cuanto a la actuación y conducta personal del profeta, vemos que empieza con una desobediencia (1, 3) y que no obstante la gran prueba que sufre y de la cual Dios lo salva (capítulo 2), termina con dos distintos accesos de ira (4, 4 y 8), uno por falta de misericordia hacia los pecadores (cf. 2, 9 y nota) y el otro por falta de resignación. Lejos de proponérnoslo Dios como tipo de imitación, la enseñanza del Libro consiste, al contrario, en descubrirnos al desnudo las debilidades del profeta; lo cual es ciertamente un espejo precioso para que aprendamos a reconocer que las miserias nuestras no son menores que las de Jonás, y lo imitemos, eso sí, en la rectitud con que se declara culpable (1, 12) y en la confianza que manifiesta su hermosa plegaria del capítulo 2.

La Iglesia conmemora a Jonás el día 21 de setiembre. Su imagen se usaba ya en las catacumbas como figura de Cristo, que fue “muerto y sepultado y al tercer día resucitó de entre los muertos”, y cuya resurrección es prenda de la nuestra. Jonás es también tipo de nuestro Salvador en cuanto Enviado que desde Israel trajo la salvación a los gentiles (Lucas 2, 32) y representa de este modo la vocación apostólica del pueblo de Dios. Véase Salmo 95, 3 y nota.

JONÁS 1
Vocación y desobediencia de Jonás

1Llegó a Jonás, hijo de Amitai, la palabra de Yahvé en estos términos: 2[9543]“Levántate y ve a Nínive, la ciudad grande, y predica contra ella, porque su maldad ha subido hasta mi presencia.” 3[9544]Pero Jonás se levantó para huir de la presencia de Yahvé, tomando el camino de Tarsis. Descendió a Jope, donde encontró una nave que se dirigía a Tarsis; pagó el pasaje, y se embarcó en ella para ir con los demás a Tarsis, lejos de la presencia de Yahvé.

4Pero Yahvé hizo soplar sobre el mar un viento recio, y se desencadenó en el mar una gran tempestad, de suerte que la nave estaba en peligro de ser deshecha. 5[9545]Por lo cual los marineros, llenos de miedo, clamaron cada cual a su dios; y echaron al mar el cargamento de la nave, a fin de aligerarla. Jonás, entretanto, había descendido al fondo de la nave. Allí se había acostado y dormía profundamente. 6Se le acercó el capitán de la nave y le dijo: “¿Qué te pasa, dormilón? Levántate e invoca a tu Dios. Quizás Dios piense en nosotros para que no perezcamos.”

7Entonces unos a otros se dijeron: “Vamos y echemos suertes, para que sepamos quién tiene la culpa de este mal que (ha venido) sobre nosotros.” Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. 8Le dijeron: “Dinos, ¿por quién (ha venido) sobre nosotros este desastre? ¿Cuál es tu profesión? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra? ¿De qué pueblo eres?” 9[9546]Les respondió: “Soy hebreo, y temo a Yahvé, el Dios del cielo, el cual hizo el mar y la tierra.”

10Entonces aquellos hombres quedaron sumamente atemorizados; y le dijeron: “¿Qué es lo que has hecho?” Pues comprendían los hombres que huía de la presencia de Yahvé, ya que él mismo se lo había declarado. 11Y le dijeron: “¿Qué haremos contigo, para que se nos calme el mar?” Porque el mar iba embraveciéndose cada vez más. 12[9547]Él les contestó: “Tomadme y echadme al mar, y el mar se os calmará, pues bien sé que por mi culpa ha venido sobre vosotros esta grande tempestad.”

Jonás es arrojado al mar

13Entretanto los hombres remaban, para ganar tierra, mas no podían; porque el mar se embravecía cada vez más contra ellos. 14[9548]Entonces invocaron a Yahvé, diciendo: “¡Oh Yahvé, no nos hagas perecer por la vida de este hombre y no nos imputes sangre inocente! Pues Tú, oh Yahvé, has hecho como te plugo.” 15Y tomaron a Jonás y le echaron al mar; y el mar cesó de embravecerse. 16Se apoderó de aquellos hombres un gran temor de Yahvé, y ofrecieron sacrificios a Yahvé e hicieron votos.

JONÁS 2
Jonás en el vientre del pez

1[9549]Entonces Yahvé hizo venir un pez grande para que se tragara a Jonás; y estuvo Jonás en las entrañas del pez tres días y tres noches.

Oración de Jonás

2Desde las entrañas del pez oró Jonás a Yahvé, y dijo:

3[9550]“Clamé a Yahvé en mi angustia, y Él me oyó;

desde el vientre del scheol pedí auxilio,

y Tú has atendido a mi voz.

4Me arrojaste a lo más profundo,

al seno de los mares;

me circundaron aguas torrenciales,

todas tus olas y ondas pasaron sobre mí.

5Entonces dije:

«Desterrado he sido de delante de tus ojos,

pero volveré a contemplar tu santo Templo».

6Las aguas me han encerrado hasta el alma,

me rodea el abismo

y los juncos han enredado mi cabeza.

7[9551]He descendido hasta las raíces de las montañas;

los cerrojos de la tierra

me encerraron para siempre;

pero Tú sacaste mi vida desde la fosa,

Yahvé, Dios mío.

8Cuando mi alma desfallecía dentro de mí,

me acordé de Yahvé;

y llegó mi plegaria a tu presencia

en el templo santo tuyo.

9[9552]Los que van tras las mentirosas vanidades

abandonan su misericordia.

Mas yo te ofreceré sacrificios

con cánticos de alabanza;

cumpliré los votos que he hecho,

pues de Yahvé viene la salvación.”

10Entonces Yahvé dio orden al pez, y este vomitó a Jonás en tierra.

JONÁS 3
Jonás en Nínive

1[9553]Por segunda vez llegó a Jonás la palabra de Yahvé, diciendo: 2“Levántate y ve a Nínive, la ciudad grande, y predica en ella el mensaje que Yo te diré.” 3[9554]Jonás se levantó, y marchó a Nínive, según la orden de Yahvé. Era Nínive una ciudad grande delante de Dios, de (una dimensión de) tres días de camino. 4[9555]Comenzó Jonás a penetrar en la ciudad, y caminando un día entero predicaba, diciendo: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.” 5[9556]Y los ninivitas creyeron en Dios; promulgaron un ayuno y se vistieron de cilicios, desde los grandes hasta los chicos.

Nínive se convierte

6Llegó la noticia también al rey de Nínive; el cual se levantó de su trono, se despojó de su vestidura, se cubrió de saco y se sentó sobre ceniza. 7[9557]Y por decreto del rey y de sus grandes, se publicó en Nínive esta proclamación: “Ni hombres ni bestias, ni bueyes, ni ovejas gusten cosa alguna; no salgan a pacer ni beban agua. 8Cúbranse de saco hombres y bestias, y clamen con ahínco a Dios; y conviértase cada uno de su mal camino y de las injusticias de sus manos. 9[9558]Pues bien puede ser que Dios cambie su designio y se arrepienta, dejando el furor de su ira, de suerte que no perezcamos.” 10[9559]Y vio Dios lo que hicieron, cómo se volvieron de su mal camino y arrepintiéndose Dios del mal con que los había conminado, no lo llevó a cabo.

JONÁS 4
Queja de Jonás

1[9560]Entonces tuvo Jonás un pesar muy grande y se enojó. 2Y oró a Yahvé, diciendo: “¡Oh Yahvé! ¿No es esto lo que yo me decía estando todavía en mi país? Por eso me adelanté a huir a Tarsis; ya sabía que eres un Dios clemente y misericordioso, longánimo y de gran benignidad, y que te arrepientes del mal. 3[9561]Ahora, pues, Yahvé, quítame la vida: para mí es mejor la muerte que la vida.” 4Respondió Yahvé: “¿Te parece bien enojarte?”

5Y salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de ella; allí se hizo una cabaña y se estableció debajo de ella, a la sombra, hasta ver lo que sería de la ciudad. 6[9562]Entonces Yahvé Dios, hizo crecer un ricino, el cual creció hasta por encima de Jonás, para hacer sombra a su cabeza, a fin de librarle de su mal; y concibió Jonás un gran placer por el ricino. 7Pero al día siguiente, al rayar el alba, mandó Dios un gusano, que picó el ricino, el cual se secó. 8[9563]Y cuando se levantó el sol, mandó Dios un viento abrasador del oriente; y el sol hería la cabeza de Jonás de tal modo que desfallecía, por lo cual pidió para sí la muerte, diciendo: “Mejor para mí la muerte que la vida.”

El señor reprende a Jonás

9[9564]Y dijo Dios a Jonás: “¿Te parece bien enojarte a causa del ricino?” Respondió él: “Sí, me parece bien enojarme hasta la muerte.” 10[9565]Y dijo Yahvé: “Tú tienes lástima del ricino, que ningún trabajo te ha costado, ni tú lo hiciste crecer; creció en una noche, y en una noche pereció. 11[9566]¿Y Yo no he de tener lástima de Nínive, la ciudad tan grande, en la cual hay más de ciento veinte mil almas que no saben discernir su mano derecha de la izquierda, y numerosísimos animales?”

MIQUEAS

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INTRODUCCIÓN

La Sagrada Escritura conoce dos profetas que llevan el nombre de Miqueas o Mica; uno que vivió en el reino de Israel (III Reyes 22, 8 ss.) en tiempos del rey Acab (813-854), y otro que profetizó en el reino de Judá (Jeremías 26, 18), reinando Joatam (738-736), Acaz (736-721) y Exequias (721-693). Este segundo nos dejó el presente libro. De su vida solamente sabemos que era oriundo de Morasti (Moréset), pequeño lugar situado cerca de Eleuterópolis (hoy Beit Dschibrin) al suroeste de Jerusalén. La Iglesia lo venera como mártir y celebra su fiesta el 15 de enero.

El marco histórico en que se encuadra la actividad de Miqueas es determinado por los tres reyes mencionados en 1, 1: apogeo de Judá bajo Joatam; humillación e invasiones enemigas en el reinado de Acaz y Ezequías; idolatría y vicios que provocaron la restauración del culto por este santo rey.

El libro se compone de tres discursos. El primero (capítulos 1-2) se dirige contra los reinos de Israel y Judá, a los cuales predice la ruina, pero también el regreso del cautiverio y la erección del reino mesiánico. El segundo discurso (capítulos 3-5) trae amenazas contra los príncipes y jueces, contra falsos profetas y malos sacerdotes, contra Sión y el Templo, el cual será destruido en castigo de las maldades, pero al mismo tiempo promete felicidad futura, gloria para Jerusalén como centro de todos los pueblos, la restauración del reino de David y la venida del Mesías que nacerá en Belén. El tercer discurso (capítulos 6-7) contiene exhortaciones al arrepentimiento, anuncia el perdón y muestra el camino de la salvación. Concluye el Libro con un himno rebosante de promesas y de esperanzas.

Miqueas se distingue por la belleza y sublimidad de su lenguaje, que es “terrible, desnudo y audaz en las conminaciones (3, 12), elevado y grandioso en las promesas (4, 1 ss.; 5, 1 ss.), tierno y patético en sus quejas y lamentos (6, 1 ss.)”. Tiene mucha semejanza con su contemporáneo Isaías, junto con el cual Miqueas inaugura el siglo de oro de la literatura hebrea.

MIQUEAS 1

1[9567]Palabra de Yahvé que llegó a Miqueas, morastita, en los días de Joatam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, sobre las cosas que vio en orden a Samaria y Jerusalén.

Amenaza contra Samaria y Judá

2¡Oíd, pueblos todos!

¡Atiende, oh tierra,

y cuanto en ella se contiene!

¡Sea el Señor Yahvé testigo contra vosotros,

el Señor desde su santo Templo!

3[9568]Pues he aquí que Yahvé

va a salir de su morada,

y bajará para hollar las alturas de la tierra.

4Debajo de Él se derriten los montes

y se hienden los valles;

son como la cera delante del fuego,

como las aguas que se precipitan por un despeñadero

5[9569]Todo esto por la prevaricación de Jacob

y por el pecado de la casa de Israel.

¿Cuál es la prevaricación de Jacob?

¿No es Samaria?

¿Y cuáles son los lugares altos de Judá?

¿No es Jerusalén?

6Haré de Samaria un montón de piedras en el campo,

un lugar para plantar viñas;

arrojaré sus piedras en el valle,

y descubriré hasta sus cimientos.

7[9570]Serán destrozadas todas sus estatuas,

y quemadas todas sus ganancias de prostitución.

Destruiré todos sus ídolos,

porque lo que ella ha acumulado

es salario de prostitución,

y en salario de prostitución se convertirá.

8[9571]A causa de esto me lamentaré

y prorrumpiré en alaridos;

andaré descalzo y desnudo;

plañiré como los chacales,

y gemiré como los avestruces.

9Pues es irremediable la llaga de ella,

puesto que ha penetrado en Judá;

ha llegado hasta las puertas de mi pueblo,

hasta Jerusalén.

Plagas sobre Jerusalén y Judá

10[9572]No digáis nada en Gat;

no vayáis a llorar en Acó;

revolcaos en el polvo de Betrafa.

11¡Pasa tú, oh moradora de Safir,

en vergonzosa desnudez!

No pueden salir

los habitantes de Saanán;

el llanto de Bet-Haesel

os priva del apoyo de ellos.

12La habitante de Marot espera salud,

porque de Yahvé ha descendido el mal

sobre la puerta de Jerusalén.

13¡Ata al carro el corcel,

oh moradora de Laquís!

Origen de pecado fue ella

para la casa de Sión,

pues en ti se han hallado

las prevaricaciones de Israel.

14Por tanto habrás de renunciar

a Moréset-Gat;

las casas de Acsib son para engaño

de los reyes de Israel.

15[9573]También a ti enviaré un heredero,

oh moradora de Maresá;

la gloria de Israel se retirará a Odollam.

16[9574]Pélate la cabeza y ráete

a causa de tus queridos hijos;

ensancha tu calvez como el buitre;

porque se han ido al cautiverio,

lejos de ti.

MIQUEAS 2
Vicios de los ricos y grandes

1[9575]¡Ay de los que maquinan iniquidad

y en sus lechos preparan el mal!

A la luz del día lo ponen por obra,

porque tienen el poder en su mano.

2Codician campos y los roban,

también casas, y se apoderan de ellas;

oprimen al dueño y su casa,

al propietario y su heredad.

3Por eso, dice Yahvé:

He aquí que tengo preparado

contra esta raza un mal,

del cual no podréis librar vuestras cervices;

y no andaréis ya erguidos,

porque será tiempo calamitoso.

4[9576]En aquel día se dirá sobre vosotros un proverbio,

y se entonará una lamentación.

Dirán: “Somos completamente asolados;

(Dios) entrega a otros

la herencia de mi pueblo.

¡Cómo me la quita a mí

y reparte nuestros campos a los infieles!”

5[9577]Por eso ya no tendrás

quien echando la cuerda (reparta) posesiones

en la congregación de Yahvé.

6[9578]“¡No profeticéis!”, así dicen ellos.

Pero si no se les profetiza,

no se apartará (de ellos) el oprobio.

7Dice la casa de Jacob:

“¿Se ha disminuido el espíritu de Yahvé?

¿Son estas sus obras?”

¿Acaso mis palabras no son buenas

para los que andan por el recto camino?

8[9579]Hace tiempo que el pueblo mío

se ha levantado (contra Mí) como enemigo;

después de la ropa robáis el manto;

hacéis la guerra a los que van pasando confiados.

9A las mujeres de mi pueblo

las arrojáis de sus queridas casas,

y a sus pequeñuelos

les quitáis mi loor para siempre.

10[9580]Levantaos y marchad,

pues no es este el lugar de vuestro descanso;

porque es inmundo,

será devastado con terrible tormento.

11[9581]Si uno anda tras el viento

y tras la mentira, (diciendo):

“Yo te profetizo vino y bebida embriagante”,

este es el profeta de este pueblo.

Promesa de restauración

12[9582]Yo te juntaré todo entero, oh Jacob;

recogeré los restos de Israel,

los pondré juntos como ovejas en un aprisco,

cual hato en medio del pastizal,

y habrá un ruido grande

por (la multitud) de gente.

13Va delante de ellos

aquel que les abre camino;

irrumpen y fuerzan la puerta,

y salen por ella;

y delante de ellos marcha su rey,

y Yahvé a su frente.

MIQUEAS 3
La culpa de los príncipes

1[9583]Dije yo: ¡Oíd, cabezas de Jacob,

y caudillos de la casa de Israel!

¿Acaso no os toca a vosotros

saber lo que es justo?

2[9584]Aborrecéis el bien y amáis el mal,

les arrancáis la piel y la carne

de encima de sus huesos.

3[9585]Pues devoran la carne de mi pueblo,

le arrancan la piel y le rompen los huesos;

lo hacen pedazos como lo que está en la olla,

y como la carne en la caldera.

4[9586]Entonces clamarán a Yahvé,

y Él no les responderá;

pues en aquel tiempo

ocultará de ellos su rostro

por las malas obras que hicieron.

Contra los falsos profetas

5[9587]Esto dice Yahvé contra los profetas

que seducen a mi pueblo,

que muerden con los dientes

y claman: “¡Paz!”,

y declaran la guerra

al que no les llena la boca.

6Por eso tendréis noche en lugar de visión,

y tinieblas en vez de adivinación;

se pondrá el sol para esos profetas,

y se les oscurecerá el día.

7[9588]Quedarán avergonzados los videntes

y confundidos los adivinos;

y se cubrirán la barba todos ellos,

porque no habrá respuesta de Dios.

8[9589]Yo, en cambio, estoy lleno de poder,

lleno del Espíritu de Yahvé,

de juicio y de fortaleza,

para decir a Jacob sus prevaricaciones,

y a Israel sus pecados.

9Escuchad, pues, esto,

cabezas de la casa de Jacob

y caudillos de la casa de Israel;

los que abomináis la justicia

y pervertís todo lo que es recto;

10[9590]que edificáis a Sión con sangre,

y a Jerusalén con injusticia.

11Sus jefes juzgan aceptando dádivas,

sus sacerdotes enseñan por salario,

sus profetas adivinan por dinero,

y se apoyan en Yahvé, diciendo:

“¿Acaso no está Yahvé entre nosotros?

¡Sobre nosotros no vendrá ningún mal!”

12[9591]Por eso, por culpa vuestra,

Sión será arada como un campo;

Jerusalén será un montón de escombros,

y el monte del Templo una colina cubierta de selva.

MIQUEAS 4
El Mesías y su Reino eterno

1[9592]Sucederá al fin de los días

que el monte de la Casa de Yahvé

tendrá su fundamento

en la cima de los montes,

y se elevará sobre las alturas.

Afluirán a él los pueblos,

2y vendrán numerosas naciones, que dirán:

“¡Venid, y subamos al monte de Yahvé,

y a la casa del Dios de Jacob!

Él nos enseñará sus caminos,

y andaremos por sus senderos.”

Pues de Sión saldrá la ley,

y de Jerusalén la palabra de Yahvé.

3[9593]Reinará Él sobre muchos pueblos,

y juzgará a fuertes naciones,

hasta las más remotas;

y harán de sus espadas rejas de arado,

y podadoras de sus lanzas;

no levantará la espada gente contra gente

ni aprenderán más la guerra.

4Estará sentado cada cual debajo de su parra,

y debajo de su higuera;

y no habrá quien (los) espante;

pues la boca de Yahvé de los ejércitos lo ha dicho.

5Porque todos los pueblos andan

cada uno en el nombre de su dios;

mas nosotros andaremos por siempre

en el nombre de Yahvé, Dios nuestro.

6[9594]En aquel día, dice Yahvé,

recogeré a la que cojea,

y congregaré a la desechada

y a la que he afligido,

7y haré de la que cojea un resto,

y de la arrojada una nación fuerte;

y reinará sobre ellos Yahvé

en el monte Sión,

desde ahora y para siempre.

8[9595]Y tú, torre del rebaño,

collado de la hija de Sión,

a ti llegará y volverá el antiguo poderío,

la realeza de la hija de Jerusalén.

Destierro y rescate

9[9596]¿Por qué, pues, gritas ahora tan fuerte?

¿No hay acaso rey en ti?

¿Ha perecido tu consejero?

¿Por qué te han atacado dolores

como de mujer que está de parto?

10¡Retuércete y gime, hija de Sión, cual parturienta!

Pues ahora saldrás de la ciudad

y habitarás en el campo,

y llegarás hasta Babilonia;

pero allí serás libertada;

allí te rescatará Yahvé del poder de tus enemigos.

11[9597]Ahora se juntan contra ti muchas naciones,

que dicen: ¡Sea profanada,

y vean nuestros ojos (la ruina de) Sión!

12[9598]Pero ellos ignoran los pensamientos de Yahvé,

no entienden sus designios;

pues Él los junta como gavillas de la era.

13[9599]Levántate y trilla, hija de Sión!

porque haré que tu cuerno sea de hierro

y tus pezuñas de bronce;

aplastarás a muchos pueblos,

y consagrarás a Yahvé sus bienes,

y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

MIQUEAS 5
El Mesías Rey

1[9600]¡Fórmate ahora un ejército, ciudad atacada!

Nos han puesto sitio;

con una vara hieren en la mejilla al juez de Israel.

2[9601]Pero tú, Belén de Efrata,

pequeña (para figurar) entre los millares de Judá,

de ti me saldrá

el que ha de ser dominador de Israel,

cuyos orígenes son desde los tiempos antiguos,

desde los días de la eternidad.

3[9602]Por esto los entregará (a sus enemigos),

hasta el tiempo en que dará a luz

la que ha de dar a luz,

y los restos de sus hermanos regresarán

a los hijos de Israel.

4[9603]Él se mantendrá firme,

y apacentará (su grey) con la fortaleza de Yahvé,

y con la majestad del Nombre, de Yahvé, su Dios;

y ellos habitarán (en paz),

pues entonces será Él glorificado

hasta los términos de la tierra;

5[9604]y Él será la paz.

Cuando el asirio penetrare en nuestra tierra

y ponga su pie en nuestros palacios,

le opondremos siete pastores y ocho príncipes,

6que apacentarán el país de Asiria con la espada

y la tierra de Nimrod con sus cuchillos.

Él (nos) librará del asirio

cuando este invadiere nuestra tierra

y hollare nuestro territorio.

7[9605]Y el resto de Jacob estará entre muchas naciones,

como rocío de Yahvé,

como lluvia sobre la hierba,

que no aguarda a nadie,

ni espera (nada) de los hijos de los hombres.

8Y será el resto de Jacob entre las naciones,

en medio de muchos pueblos,

como león entre las bestias de la selva,

como leoncillo entre los hatos de ovejas;

el cual pasa, huella y despedaza,

y no hay quien salve.

9Se alzara tu mano sobre tus adversarios,

y todos tus enemigos serán exterminados.

Purificación de Israel

10[9606]En aquel día, dice Yahvé, extirparé

tus caballos de en medio de ti

y destruiré tus carros.

11[9607]Arruinaré las ciudades de tu tierra

y destruiré todas tus fortalezas.

12Quitaré de tu mano las hechicerías,

y no habrá más agoreros en ti.

13[9608]Cortaré de en medio de ti tus estatuas

y tus piedras de culto,

y no adorarás más la obra, de tus manos.

14[9609]Arrancaré de en medio de ti tus ascheras

y destruiré tus ciudades;

15y con ira e indignación tomaré venganza

de los pueblos que no escucharon.

MIQUEAS 6
Dios juzga a su pueblo

1[9610]Oíd lo que dice Yahvé:

¡Levántate, contiende con los montes,

y oigan tu voz los collados.

2Escuchad, oh montes, la querella de Yahvé,

vosotros también,

oh, inconmovibles fundamentos de la tierra;

porque Yahvé pleitea con su pueblo,

y entra en juicio con Israel.

3¿Qué te he hecho Yo, oh pueblo mío,

y en qué te he agraviado? Respóndeme.

4Pues Yo te saqué del país de Egipto,

y te redimí de la casa de la esclavitud,

y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María.

5[9611]Pueblo mío, acuérdate

de lo que maquinó Balac, rey de Moab,

y de la respuesta que le dio Balaam,

hijo de Beor, entre Sitim y Gálgala,

para que reconozcáis las justicias de Yahvé.

6[9612]¿Con qué me presentaré ante Yahvé,

y me postraré delante del Dios excelso?

¿Me presentaré acaso ante Él con holocaustos,

con becerros primales?

7¿Le agradan a Yahvé los miles de carneros,

y las miríadas de ríos de aceite?

¿Daré acaso mi primogénito por mi prevaricación,

el fruto de mis entrañas

por el pecado de mi alma?

8[9613]Él te hizo conocer, oh hombre,

lo que es bueno y lo que te pide Yahvé:

practicar la justicia, y amar la misericordia,

y andar humildemente en la presencia de tu Dios.

Castigo de la ciudad impenitente

9[9614]La voz de Yahvé llama a la ciudad

—y es sabiduría temer tu Nombre—:

Haced caso de la vara, y de aquel que la mandó.

10[9615]¿Hay todavía tesoros de iniquidad

en la casa del impío,

y el abominable efa menguado?

11¿Por ventura podré considerarme por justo

teniendo balanzas falsas

y el saquillo de pesos fraudulentos?

12Los ricos de la (ciudad)

se han llenado de violencia,

sus habitantes hablan mentiras,

y la lengua de su boca es engañosa.

13Por eso, Yo también te heriré

de una llaga muy grave,

te devastaré a causa de tus pecados.

14[9616]Comerás, mas no te hartarás;

quedará en ti tu hambre.

Pondrás aparte (tus bienes), pero nada salvarás,

y lo que salvares, lo entregaré Yo a la espada.

15Sembrarás, mas no segarás;

pisarás la aceituna sin ungirte con óleo;

y la uva sin beber el vino.

16[9617]Observáis lo que os mandó Amrí,

y todas las obras de la casa de Acab;

y seguís los consejos de ellos,

para que Yo te entregue a la desolación

y al escarnio a sus habitantes.

Así llevaréis el oprobio de mi pueblo.

MIQUEAS 7
Arrepentimiento y perdón

1[9618]¡Ay de mí, que he llegado a ser

como lo que queda de la cosecha de verano,

como el rebusco de la vendimia;

no hay ya racimo que pueda comer;

mi alma desea los higos tempranos.

2Han desaparecido de la tierra

los hombres piadosos

y no hay ya justos entre los hombres.

Todos ponen asechanzas

para (derramar) la sangre,

cada cual tiende la red a su hermano.

3Sus manos hacen el mal en vez del bien;

el príncipe hace extorsión,

y el juez acepta soborno;

el grande manifiesta lo que desea su alma

y así urden la trama.

4[9619]El mejor de ellos es como cambrón,

el más recto peor que un cerco de espinos.

Es llegado el día

(anunciado por) tus centinelas,

(el día) de tu visita;

ahora les sobreviene la consternación.

5No confiéis en el amigo,

ni os fieis del mejor compañero.

Guarda la puerta de tu boca

ante aquella que duerme en tu seno.

6[9620]Pues el hijo trata al padre como loco;

la hija se rebela contra la madre,

la nuera contra la suegra;

y los enemigos del hombre

son los de su misma casa.

Promesa del perdón

7[9621]Mas yo fijaré mis ojos en Yahvé;

esperaré en el Dios de mi salvación

y me oirá el Dios mío.

8[9622]No te alegres de mí, oh enemiga mía.

Aunque caí, me levantaré,

y si me senté en tinieblas, mi luz es Yahvé.

9Sufriré la indignación de Yahvé

—pues he pecado contra Él—,

hasta que Él juzgue mi causa y me haga justicia.

Él me sacará a la luz,

y yo contemplaré su justicia.

10[9623]Lo verá mi enemiga, y quedará cubierta de vergüenza,

aquella que me decía:

“¿Dónde está Yahvé, tu Dios?”

Mis ojos la contemplarán;

cuando sea hollada como el lodo de las calles.

Restauración de Israel

11[9624]Llegará el día de la reedificación de tus muros,

en aquel día será retirada la Ley.

12[9625]Entonces vendrán a ti,

desde Asiria y las ciudades de Egipto,

y desde Egipto hasta el río;

de mar a mar, y de monte a monte.

13[9626]Y la tierra será devastada a causa de sus habitantes.

Este será el fruto de sus obras.

14[9627]¡Apacienta a tu pueblo con tu cayado,

el rebaño de tu heredad,

que habita solitario en la selva,

en medio del Carmelo!

¡Pazcan ellos en Basan y en Galaad,

como en los tiempos antiguos!

15[9628]Le haré ver prodigios como en los días

de tu salida del país de Egipto.

16Lo verán las naciones,

y se avergonzarán de toda su fuerza;

pondrán la mano sobre su boca,

y sus oídos quedarán sordos.

17Lamerán el polvo como la serpiente;

como los reptiles de la tierra,

saldrán temblando de sus escondrijos;

llenos de temor se llegarán a Yahvé, nuestro Dios,

y se sobrecogerán de temor ante ti.

Himno a la divina misericordia

18[9629]¿Quién es Dios como Tú,

que perdonas la iniquidad,

y olvidas el pecado del resto de tu herencia?

No guarda El para siempre su ira,

porque se complace en misericordia.

19Volverá a compadecerse de nosotros,

aplastará nuestras iniquidades,

y arrojará a lo más profundo del mar

todos nuestros pecados.

20[9630]Tú manifestarás tu fidelidad a Jacob,

y a Abrahán la misericordia,

que juraste a nuestros padres

desde los días de la antigüedad.

NAHÚM

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INTRODUCCIÓN

Nahúm vivió en el siglo VII a. C.; según la tradición judía, bajo el rey Manasés (693-639), o quizá Josías (638-608), y profetizó contra Nínive, capital del reino de los asirios. Fuera de este oráculo no poseemos nada de su actividad profética, la cual está colocada entre la de Isaías, de quien cita varios pasajes (cf. 1, 4 = Isaías 33, 9; 1, 15 = Isaías 52, 7; 3, 5 = Isaías 47, 3 y 9); y la de Jeremías que, a la inversa, cita a nuestro profeta (cf. 1, 13 = Jeremías 30, 8; 3, 5, 13, 17 y 19 = Jeremías 13, 12 ss; 50, 37; 51, 30, etc.).

Lo único que acerca de la vida de Nahúm indica la Sagrada Escritura (Nahúm 1, 1) es el lugar de su nacimiento, pues lo llama elcesco, es decir, de Elkosch, situada, según unos, en Galilea, según otros en Judea, y cuyas ruinas se veían allí todavía en tiempos de San Jerónimo. Menos fundada es la opinión de que naciera en Alkosch, situada cerca de Mosul, donde los nestorianos veneran su sepulcro.

Como Abdías se consagró esencialmente a anunciar la ruina de los idumeos, hijos de Esaú y enemigos envidiosos de Israel, aunque hermanos suyos según la carne, así el fin de la profecía de Nahúm es prevenir a sus lectores contra la poderosa capital asiria, y darles la seguridad de que será destruida la que un día pareció realizar la hazaña —única entre los pueblos gentiles— de convertirse al Dios de Israel (cf. Jonás 3) para caer luego en la apostasía y ser su más terrible enemiga (1, 11 y nota). En tal sentido las profecías de Nahúm y Jonás son correlativas, y cada una releva la gran importancia de la otra en el plan divino. En tiempo de Nahúm, Nínive había ya llevado cautivas a las diez tribus del norte (Israel) en 721, y amenazaba orgullosamente a Jerusalén bajo Senaquerib (IV Reyes 18, 15 s.), a cuya invasión de Judea, milagrosamente frustrada por un ángel (cf. Isaías 36-37), parecería aludir Nahúm en 1, 12 s.

NAHÚM 1

1[9631]Carga sobre Nínive. Libro de la visión de Nahúm de Elkosch.

Castigo de Asiria

2[9632]Yahvé es un Dios celoso y vengador;

vengador es Yahvé y lleno de ira.

Yahvé ejerce la venganza

contra sus adversarios,

y guarda rencor a sus enemigos.

3[9633]Yahvé es longánimo y grande en poder,

y no deja impune (al impío).

Marcha Yahvé en el torbellino

y en la tempestad,

y las nubes son el polvo de sus pies.

4[9634]Increpa al mar y lo deja seco,

y agota todos los ríos.

Faltos de lozanía están Basán y el Carmelo,

y el verdor del Líbano se marchita.

5Delante de Él se estremecen los montes,

y se derriten los collados.

Ante su faz se conmueve la tierra,

el orbe y cuantos en él habitan.

6¿Quién podrá subsistir ante su ira?

¿Quién resistir el ardor de su cólera?

Se derrama como fuego su indignación,

y ante Él se hienden las rocas.

7[9635]Yahvé es bueno,

es fortaleza en el día de la tribulación,

Él conoce a los que en Él confían,

8[9636]Con inundación arrolladora

destruirá por completo aquel lugar,

y las tinieblas perseguirán a sus enemigos.

Sentencia contra Nínive

9[9637]¿Qué maquináis contra Yahvé?

El hace devastación completa,

no surge dos veces la tribulación.

10Pues bien atados entre sí, como espinos,

esos embriagados de su vino

serán consumidos cual paja enteramente seca.

11[9638]De ti salió el que piensa mal contra Yahvé,

el que traza designios de iniquidad.

12[9639]Así dice Yahvé:

“Aunque sean sanos y salvos y muy numerosos,

con todo serán cortados y desaparecerán.”

Te he humillado, pero no te humillaré más.

13Ahora romperé su yugo (que pesa) sobre ti,

y haré pedazos tus coyundas.

14Yahvé ha decretado respecto de ti:

“Ya no habrá más posteridad

que lleve tu nombre.

Exterminaré de la casa de tus dioses

las estatuas e ídolos de fundición;

y Yo te haré el sepulcro,

porque serás consumida muy pronto.”

15[9640]He aquí sobre los montes

los pies de aquel que trae buenas nuevas,

de aquel que anuncia la paz.

Celebra, Judá, tus fiestas,

cumple tus votos;

que ya no volverá a pasar por ti aquel Belial.

Ha sido completamente extirpado.

NAHÚM 2
Destrucción de Nínive

1[9641]Está ya delante de ti el devastador;

guarda la plaza fuerte,

observa los caminos;

fortalece tus lomos,

aumenta mucho tus fuerzas.

2Pues Yahvé restaura la gloria de Jacob,

así como la gloria de Israel;

porque los saquearon saqueadores

que destruyeron sus vástagos.

3[9642]Los escudos de sus guerreros

están teñidos de rojo,

sus valientes vestidos de púrpura;

sus carros centellean como acero

en el día de la reseña,

y vibran sus lanzas.

4Los carros se precipitan por las calles,

atraviesan veloces las plazas;

parecen antorchas,

corren como relámpagos.

5Él (rey) llama a sus valientes,

que se precipitan por los caminos

y corren presurosos al muro;

se prepara la defensa.

6[9643]Pero ya se abren las puertas de los ríos,

y cae el palacio.

7[9644]Ha sido llevado a cabo;

(Nínive) ha sido desnudada,

es llevada (al cautiverio);

sus criadas gimen,

como con voz de paloma,

y se golpean los pechos.

8Nínive es desde la antigüedad

como un estanque de aguas,

las cuales se van.

¡Deteneos, deteneos!

pero nadie vuelve.

9[9645]¡Saquead la plata! ¡Saquead el oro!

no tienen fin los tesoros,

es inmenso el peso de toda suerte

de objetos preciosos.

10Queda vacía, devastada y desolada;

se desmayan los corazones

y tiemblan las rodillas;

se quebrantan todos los lomos,

y palidecen los rostros de todos.

11[9646]¿Dónde está la guarida de los leones,

el lugar de pasto de los leoncillos?

¿Adónde se han retirado el león,

la leona y el cachorro,

sin que nadie los espantase?

12el león que destrozaba lo que necesitaba

para sus cachorros,

y ahogaba para sus leonas;

llenaba sus cubiles de presa

y sus guaridas de rapiña.

13[9647]Heme aquí contra ti,

dice Yahvé de los ejércitos;

reduciré a humo tus carros,

y la espada devorará a tus leoncillos;

exterminaré de la tierra tu rapiña,

y no será oída más

la voz de tus embajadores.

NAHÚM 3
Los crímenes de Nínive

1¡Ay de la ciudad sanguinaria

que está toda llena de mentiras y de robo,

y nunca suelta la presa!

2[9648]Estruendo de látigos,

y estrépito de ruedas.

Caballos que corren y carros que saltan.

3jinetes erguidos, fulgentes espadas,

lanzas relampagueantes.

Multitud de traspasados,

cadáveres en masa, muertos sin fin.

Tropieza la gente con los cuerpos muertos.

4[9649]Es a causa de las muchas fornicaciones

de la ramera, bella y encantadora,

maestra en hechicerías,

que con sus fornicaciones

esclavizaba a las naciones,

y con sus hechizos a los pueblos.

5Heme aquí contra ti,

dice Yahvé de los ejércitos;

descubriré las faldas de tu (vestido)

hasta sobre tu cara,

y mostraré a las naciones tu desnudez,

y a los reinos tu vergüenza.

6Arrojaré sobre ti inmundicias,

te cubriré de afrenta

y te pondré por espectáculo.

7Cuantos te vean, retrocederán de ti,

diciendo: ¡Destruida está Nínive!

¿Quién tendrá compasión de ella?

¿Dónde buscaré a quien te consuele?

8[9650]¿Eres tú acaso mejor que No-Amón,

que se sentaba sobre los ríos,

que estaba rodeada de aguas,

cuyo baluarte era el mar

y cuya muralla formaban las aguas?

9Grandes eran las fuerzas de Etiopía

e inmensas las de Egipto;

Put y Libia eran sus auxiliares.

10Pero también ella ha sido deportada,

ha sido llevada al cautiverio,

y sus niños también fueron estrellados

en las encrucijadas de todas las calles;

se echaron suertes sobre sus nobles,

y fueron cargados de cadenas todos sus grandes.

11[9651]Así también tú te embriagarás,

y desaparecerás;

también tú buscarás un refugio contra el enemigo.

Nínive no será restaurada jamás

12Todas tus fortalezas

son higueras con brevas maduras,

que sacudidas caen en la boca

del que las va a comer.

13He aquí que el pueblo

que está en medio de ti es como mujeres;

las puertas de tu país

se abren de par en par a tus enemigos;

el fuego devora tus cerrojos.

14[9652]¡Sácate agua para el asedio,

refuerza tus baluartes;

entra en el lodo, pisa el barro,

toma el molde de ladrillos!

15Allí te consumirá el fuego,

te destruirá la espada;

te devorará como devora la langosta.

¡Multiplícate como la langosta,

hazte numerosa como la langosta!

16[9653]Aumenta el número de tus traficantes

para que sean más numerosos

que las estrellas del cielo:

la langosta muda la piel y se va.

17Tus príncipes son como langostas

y tus funcionarios como una manga de langostas;

se posan en los vallados

en un día de frío;

mas cuando se levanta el sol,

se huyen, y no se conoce

el lugar donde están.

18[9654]Tus pastores, oh rey de Asiria, duermen;

tus nobles descansan (en el sepulcro),

tu pueblo anda disperso sobre los montes,

y no hay quien lo congregue.

19No hay remedio para tu ruina;

tu herida es gravísima;

cuantos oyeren hablar de tu (ruina),

batirán palmas contra ti;

pues ¿sobre quién no pasó

de continuo tu maldad?

HABACUC

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INTRODUCCIÓN

El libro de Habacuc no da detalles sobre la vida del profeta. Nada sabemos de su vida salvo el retrato psicológico que él mismo nos pinta en los tres capítulos de su Libro. Habacuc se muestra dominado por ciertas dudas respecto al porvenir de su pueblo y al reino de Dios, mas su confianza y su fe son mayores aún. Él es el justo “que vive de la fe” según esta profundísima sentencia que él nos dejó y que San Pablo cita tres veces. Cf. 2, 4 y los últimos versículos del capítulo 3.

Habacuc profetizó antes de la invasión de Judá por los caldeos (605) puesto que tal calamidad es objeto de su vaticinio, después de la cual Habacuc predice la ruina de Babilonia, como predijo Nahúm la de Nínive, ambos crueles enemigos del pueblo y del reino de Dios. La identidad de su persona con aquel Habacuc que se menciona en el libro de Daniel (Daniel 14, 32), no es probable por razones cronológicas, pues este último aparece unos cien años después.

El Libro comienza con un diálogo entre Dios y el profeta sobre el castigo de Judá, se dirige luego contra los babilonios y termina con un magnífico y célebre cántico (capítulo 3), que ha sido recogido en varias partes por la Liturgia y que por la riqueza de su estilo denota, como Miqueas y Joel, la edad de oro de la lengua hebrea. En él, Habacuc, que es el profeta de la fe, expresa la segura esperanza en la salvación que viene de Dios y la destrucción de los enemigos de su pueblo.

El martirologio romano conmemora a Habacuc el 15 de enero.

HABACUC 1

1[9655]Carga que vio Habacuc profeta.

Contra los caldeos

2¿Hasta cuándo, Yahvé, he de clamar

sin que Tú me escuches?

¿Hasta cuándo daré voces a Ti por la violencia

sin que me salves?

3¿Por qué me haces ver la iniquidad

y contemplas lo que sufro?

Devastación y violencia están ante mis ojos;

hay pleitos y surgen contiendas.

4Por eso se embota la ley,

y nunca sale sentencia justa;

el inicuo rodea al justo,

y así sale torcido el derecho.

5[9656]Mirad a las naciones y observad;

admiraos y llenaos de espanto;

pues voy a hacer una obra en vuestros días,

que no creeríais si alguien la contase.

6Pues he aquí que suscitaré a los caldeos,

ese pueblo cruel e impetuoso

que recorre las anchuras de la tierra,

para ocupar moradas que no son suyas.

7Es horrible y espantoso,

y crea él mismo su derecho y su grandeza.

8Sus caballos son más ligeros que el leopardo

y más feroces que el lobo nocturno.

Se lanza la caballería,

sus jinetes llegan de lejos;

vuelan cual águila que se da prisa para devorar.

9Vienen todos ellos para hacer violencia;

viento abrasador va delante de ellos;

toman cautivos tan numerosos como la arena.

10(Es un pueblo) que se burla de los reyes,

y se ríe de los príncipes;

se mofa de todas las fortalezas,

alza terraplenes y las toma.

11[9657]Luego, como el huracán, cambia de rumbo y pasa,

y se acarrea culpa (imputando) su fuerza a su dios.

Esperanza del profeta

12[9658]¿No eres Tú, oh Yahvé, desde la eternidad,

el Dios mío, mi Santo?

No moriremos, porque Tú, Yahvé,

hiciste (aquel pueblo) para ejercer tu justicia;

Tú, oh Roca, le has establecido

para aplicar castigos.

13[9659]Tus ojos son demasiado puros

para mirar el mal,

y no puedes ver la injusticia.

¿Por qué, pues, soportas a los pérfidos

y callas cuando el inicuo devora

al que es más justo que él?

14¿Por qué hiciste a los hombres

como los peces del mar,

como los reptiles

que no tienen quien los gobierne?

15A todos ellos los pesca aquel con el anzuelo;

los arrastra con su red,

y los reúne en su barredera;

por eso se goza y está alegre.

16[9660]Y por eso ofrece sacrificios a su red,

e incienso a su barredera;

pues gracias a ellos es pingüe su porción,

y suculenta su comida.

17¿Es posible que siga vaciando su red,

y continúe destrozando sin piedad a los pueblos?

HABACUC 2
Respuesta de Dios

1[9661]Estaré en pie sobre mi atalaya,

me apostaré sobre la muralla,

y quedaré observando para ver

que me dirá (Yahvé),

y qué responderá a mi querella.

2[9662]Y Yahvé me respondió, y dijo:

“Escribe la visión, gravándola en tablillas,

para que se pueda leer corrientemente.

3[9663]Porque la visión tardará en cumplirse

hasta el tiempo fijado,

llegará a su fin y no fallará;

si tarda, espérala.

Vendrá con toda seguridad, sin falta alguna.

4[9664]He aquí al soberbio,

que en su interior no tiene alma recta;

mas el justo por su fe vivirá.”

Castigo del pueblo orgulloso

5[9665]Así como el vino es engañoso,

así tampoco permanece el hombre orgulloso;

se ensancha como el infierno su apetito,

y es insaciable como la muerte;

junta consigo todas las naciones,

y reúne bajo su dominio todos los pueblos.

6[9666]¿No le tomarán todos estos

como objeto de sus fábulas, sátiras y refranes?

¿Acaso no dirán: “Ay de aquel que amontona lo que no es suyo”?

¿Hasta cuándo carga sobre sí las prendas (robadas)?

7¿No se alzarán improvisamente

los que te han de morder?

¿No se despertarán

los que te han de sacudir,

y serás presa de ellos?

8Por cuanto tú despojaste a muchas naciones,

todo el resto de los pueblos te despojará a ti,

por los homicidios y por las violencias

que cometiste contra la tierra,

contra la ciudad y sus habitantes.

9[9667]¡Ay de aquel que para su casa amontona

ganancias injustas

a fin de poner muy alto su nido,

y salvarse del poder del mal!

10Has ido trazando la deshonra de tu propia casa;

destruyendo a muchos pueblos

contra ti mismo pecaste.

11Porque desde el muro clama (contra ti) la piedra,

y desde el maderaje le responde la viga.

12[9668]¡Ay de aquel que edifica una ciudad con sangre

y cimienta una población sobre iniquidad.

13[9669]¿No viene esto de Yahvé de los ejércitos:

que los pueblos trabajen para el fuego,

y las gentes se fatiguen en vano?

14[9670]Mas (un día) la tierra se llenará

del conocimiento de la gloria de Yahvé,

como las aguas llenan el mar.

15[9671]¡Ay de aquel que da de beber a su prójimo,

vertiendo su saña hasta embriagarlo

para contemplar su desnudez!

16Te saciaste de vergüenza en vez de gloria.

¡Bebe, pues, también tú,

y muestra tu incircuncisión;

a ti se te dará el cáliz de la diestra de Yahvé,

e ignominia cubrirá tu gloria.

17[9672]Porque recaerá sobre ti

la violencia hecha al Líbano,

y el destrozo de sus animales te aterrará,

así como también la sangre humana (que derramaste),

y la violencia, que cometiste contra la tierra,

contra la ciudad y todos sus habitantes.

Contra la idolatría

18[9673]¿De qué sirve a la estatua

el que la haya tallado su autor?

¿a la imagen fundida

y al oráculo de mentiras,

el que confíe en él el artista

que hace ídolos mudos?

19¡Ay del que dice al leño: “¡Despierta!”;

y a una piedra muda: “¡Levántate!”

¿Acaso estos pueden ser sus maestros?

Aunque estén cubiertos de oro y de plata,

en su interior no hay espíritu alguno.

20Mas Yahvé está en su santo Templo.

¡Calla delante de Él la tierra entera!

HABACUC 3
Cántico de Habacuc

1[9674]Oración de Habacuc, profeta. Un ditirambo.

2[9675]He oído tu anuncio, oh Yahvé,

y quedé lleno de temor.

¡Ejecuta, Yahvé, tu obra

en medio de los años,

en medio de los años dala a conocer!

¡En tu ira no te olvides de la misericordia!

3[9676]Viene Dios desde Temán,

y el Santo del monte Farán. Sélah.

Su majestad cubre los cielos,

y la tierra se llena de su gloria.

4[9677]Resplandece como la luz,

y de su mano salen rayos,

en los cuales se esconde su poder.

5[9678]Delante de Él va la peste,

y a su zaga la fiebre ardiente.

6[9679]Se para y hace temblar la tierra,

echa una mirada y sacude las naciones.

Se quebrantan los montes de la eternidad,

se deshacen los collados antiguos;

suyos son los senderos eternos.

7[9680]Afligidas veo las tiendas de Cusán;

tiemblan los pabellones del país de Madián.

8[9681]¿Acaso se irrita Yahvé contra los ríos?

¿Va contra los ríos tu furor,

o contra el mar tu indignación,

cuando montas sobre tus caballos,

sobre tus carros de victoria?

9[9682]Aparece al desnudo tu arco;

tus dardos son los juramentos

que tienes pronunciados. Sélah.

Tú hiendes la tierra

por medio de los torrentes.

10[9683]Te ven las montañas, y se estremecen;

se desbordan las aguas como diluvio;

alza el abismo su voz

y levanta en alto sus manos.

11[9684]El sol y la luna se quedan en sus moradas;

desaparecen a la luz de tus flechas,

al brillo de los relámpagos de tu lanza.

12Enojado recorres la tierra

y trillas en tu ira a los pueblos.

13[9685]Saliste para la salvación de tu pueblo,

para salvación de tu ungido,

aplastando la cabeza de la casa del impío,

descubriendo totalmente el fundamento. Sélah.

14[9686]Horadas con sus propios dardos

al jefe de sus guerreros,

que se precipitan para dispersarme,

y saltan de gozo,

como para devorar al pobre ocultamente.

15[9687]Con tus caballos pisas el mar,

la masa de las grandes aguas.

Confianza del profeta

16[9688]Oí, y se conmovieron mis entrañas;

a tal voz temblaron mis labios.

Penetró la carcoma en mis huesos,

y mis rodillas empezaron a vacilar.

Mas espero tranquilo

el día de la aflicción,

que vendrá sobre el pueblo que nos oprime.

17Pues aunque no florezca la higuera,

ni haya fruto en la vid;

aunque falte el producto del olivo,

y los campos no den alimento;

aunque desaparezcan del aprisco las ovejas,

y no haya más ganado en los corrales,

18[9689]yo, con todo, me regocijaré en Yahvé,

y me gozaré en el Dios de mi salvación.

19Yahvé, el Señor, es mi fortaleza,

Él me da pies como de ciervo

y me hace correr sobre mis alturas.

Al maestro de música. Para instrumentos de cuerda.

SOFONÍAS

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INTRODUCCIÓN

Sofonías, contemporáneo de Habacuc, descendiente directo, según parece decirlo él mismo, del santo rey Ezequías (cf. 1, 1), profetizó durante el reinado de Josías (638-608), probablemente antes o en el curso de la reforma del culto que llevó a cabo este otro santo rey.

El profeta se dirige contra la idolatría y la injusticia reinantes en Judá, no obstante el aparente despertar de la piedad traída por aquella reforma, y anuncia, como Habacuc, la próxima desolación del país por los enemigos. Luego vaticina contra los pueblos paganos, en primer lugar los filisteos y asirios, y termina, como casi todos los profetas, prediciendo la salud mesiánica con palabras que denotan un asombroso amor de Dios por Israel.

La Iglesia celebra la memoria de Sofonías (el 3 de diciembre) como lo hace con los demás profetas y grandes santos del Antiguo Testamento. Así los llama Croisset, quien presenta, por ejemplo, solo en el Santoral de julio: el día 1º a Aarón, el 4 a Oseas y Ageo, el 6 a Isaías, el 13 a Joel y Esdras, el 20 a Elías (a quien los Carmelitas dedican como a Patriarca oficio de primera clase con octava por concesión de Gregorio XIII y Sixto V), el 21 a Daniel, etc. Sin embargo, ninguno de ellos, fuera de Elías y los Macabeos (19 de agosto) tiene misa.

SOFONÍAS 1

1[9690]Palabra de Yahvé, que llegó a Sofonías, hijo de Cusí, hijo de Godolías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.

El día del Señor

2[9691]Haré desaparecer de la tierra

todas las cosas, dice Yahvé.

3Acabaré con los hombres y las bestias;

exterminaré las aves del cielo

y los peces del mar,

y los escándalos de los impíos;

y aniquilaré al hombre

de sobre la faz de la tierra, dice Yahvé.

4[9692]Extenderé mi mano contra Judá,

y contra todos los moradores de Jerusalén;

y exterminaré de este lugar los vestigios de Baal,

a los ministros (de Baal)

y a los sacerdotes (de Yahvé);

5[9693]también a los que en los terrados

se postran ante la milicia del cielo;

a aquellos que adoran a Yahvé

y juran por Milcom;

6a quienes han dejado de seguir a Yahvé,

y a los que no buscan a Yahvé,

ni procuran encontrarlo.

7[9694]¡Silencio ante Yahvé, el Señor!

porque el día de Yahvé se ha acercado,

pues Yahvé ha preparado un sacrificio,

ha santificado a sus convidados.

8[9695]En aquel día del sacrificio de Yahvé,

castigaré a los príncipes y a los hijos del rey;

y a cuantos se visten como extranjeros.

9[9696]En aquel día castigaré también a todos

los que saltan sobre el umbral,

a los que llenan de violencia

y fraude la casa de su Señor.

10[9697]En aquel día, dice Yahvé, se oirán

gritos tremendos desde la puerta de los Peces,

alaridos desde la (Ciudad) Segunda,

y un gran estruendo desde los collados.

11¡Aullad, habitantes del Mortero,

porque todos los traficantes han perecido;

desaparecieron todos los que pesan plata.

12[9698]En aquel tiempo escudriñaré Yo

a Jerusalén con linternas,

y castigaré a los gordos

sentados sobre sus heces,

que dicen en su corazón:

“No hace Yahvé ni bien ni mal.”

13[9699]Sus riquezas vendrán a ser saqueadas,

y reducidas a desolación sus casas.

Edificarán casas, y no las habitarán;

plantarán viñas, y no beberán su vino.

Terrores del día del Señor

14Cerca está el día grande de Yahvé;

próximo está y llega con suma velocidad.

Es tan amarga la voz del día de Yahvé,

que lanzarán gritos de angustia

hasta los valientes.

15[9700]Día de ira es aquel día,

día de angustia y aflicción,

día de devastación y ruina,

día de tinieblas y oscuridad,

día de nubes y densas nieblas;

16día de trompeta y alarma

contra las ciudades fuertes y las altas torres.

17Yo angustiaré a los hombres,

de modo que andarán como ciegos,

porque han pecado contra Yahvé;

su sangre será derramada como polvo,

y su carne como estiércol.

18Ni su plata ni su oro podrá librarlos

en el día de la ira de Yahvé;

el fuego de sus celos devorará toda la tierra;

pues Él hará una ruina total,

una destrucción repentina

de todos los moradores de la tierra.

SOFONÍAS 2
Exhortación a la penitencia

1Reflexionad sobre vosotros mismos,

y arrepentíos, oh nación sin pudor,

2[9701]antes que se ejecute el decreto,

y el día pase como tamo;

antes que os sobrevenga la ira ardiente de Yahvé,

y antes que caiga sobre vosotros

el día de la ira de Yahvé.

3[9702]Buscad a Yahvé, humildes todos de la tierra,

los que obráis rectamente.

Buscad la justicia, buscad la humildad,

por si podéis poneros a cubierto

en el día de la ira de Yahvé.

Castigo de los filisteos

4[9703]Porque Gaza será abandonada

y Ascalón asolada,

Azoto expulsada en pleno día

y Acarón desarraigada.

5[9704]¡Ay de los habitantes de la costa del mar,

del pueblo de los cereteos!

Contra ti se dirige la palabra de Yahvé,

oh Canaán, país de los filisteos;

te asolaré de modo que no quede morador.

6La costa del mar se convertirá en pastizales,

en refugios para pastores

y apriscos para ovejas.

7[9705]Y pertenecerá la Costa

a los restos de la casa de Judá;

allí apacentarán (sus rebaños),

y por la noche descansarán

en las casas de Ascalón,

pues Yahvé, su Dios, los visitará

y los traerá del cautiverio.

Castigo de Moab y Ammón

8[9706]He oído los insultos de Moab,

y los ultrajes de los hijos de Ammón,

que han afrentado a mi pueblo,

y se han engrandecido a costa de su territorio.

9Por eso, ¡vivo Yo!,

dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel:

Moab será como Sodoma,

y los hijos de Ammón como Gomorra,

campo de ortigas, mina de sal,

desierto para siempre.

El resto de mi pueblo los despojará,

y las reliquias de mi nación

los tomaran en posesión.

10Este será el pago de su orgullo;

pues han insultado y tratado con insolencia

al pueblo de Yahvé de los ejércitos.

11[9707]Terrible será Yahvé contra ellos,

pues acabará con todos los dioses de la tierra;

ante Él se postrarán,

cada cual desde su lugar,

todas las islas de las gentes.

Castigo de Etiopía y Asiria

12[9708]También vosotros, oh etíopes,

seréis muertos por mi espada.

13[9709]Y extenderá Él su mano

contra el Norte y destruirá a Asiria,

haciendo de Nínive un yermo,

un lugar árido como el desierto.

14[9710]Reposarán en medio de ella rebaños,

y toda clase de animales;

tanto el pelícano como el erizo

se alojarán en sus capiteles;

en los huecos se oirán voces que murmullan,

y la desolación estará en los umbrales;

pues ha sido arrancado el maderaje de cedro.

15[9711]¡Esta es la ciudad alegre

que habitaba en seguridad,

la que decía en su corazón:

“¡Yo y nadie más que yo!”

¡Cómo se ha convertido en desierto,

en guarida de fieras!

Cuantos pasen junto a ella

silbarán y agitarán la mano.

SOFONÍAS 3
Los pecados de Jerusalén

1[9712]¡Ay de la rebelde y contaminada,

la ciudad opresora!

2No quiere escuchar la voz,

no admite la corrección;

no pone su confianza en Yahvé,

ni quiere acercarse a Dios.

3[9713]Sus príncipes en medio de ella

son leones rugientes,

sus jueces, lobos nocturnos;

que no dejan hueso para mañana.

4[9714]Sus profetas son fanfarrones,

hombres pérfidos;

sus sacerdotes profanan el Santuario,

violan la Ley.

5[9715]Mas Yahvé es justo en medio de ella,

no hace iniquidad;

cada mañana manifiesta Él su justicia,

que nunca queda escondida,

pero el impío no conoce la vergüenza.

6[9716]Yo he destruido naciones,

han sido arrasadas sus ciudadelas,

he devastado sus calles,

de modo que nadie transita;

sus ciudades están devastadas,

han quedado sin nombre, sin habitante.

7Decía Yo: De cierto me temerás;

aceptarás la corrección;

y no será destruida su morada,

como tenía resuelto contra ella;

pero ellos se apresuraron

a multiplicar sus obras perversas.

8[9717]Por eso, esperadme, dice Yahvé,

hasta el día en que me levante para la presa;

pues he decretado congregar los pueblos

y juntar los reinos,

para derramar sobre ellos mi indignación,

todo el furor de mi ira:

porque el fuego de mis celos

devorará toda la tierra.

Promesas mesiánicas

9[9718]Entonces volveré a dar a los pueblos

labios puros,

para que todos invoquen

el Nombre de Yahvé,

y le sirvan de común acuerdo.

10[9719]Desde más allá de los ríos de Etiopía,

mis adoradores, mis hijos dispersos,

me traerán ofrendas.

11En aquel día no tendrás ya

que avergonzarte de todas tus obras,

con que prevaricaste contra Mí,

porque entonces quitaré de en medio de ti

a los que se alegraban con altanería,

y no volverás a engreírte en mi santo monte.

12[9720]Dejaré en medio de ti

un pueblo pobre y humilde,

que confiará en el Nombre de Yahvé.

13[9721]El resto de Israel no cometerá iniquidad,

no dirá mentira, y

ni se hallará en su boca lengua falaz.

Se apacentarán y reposarán,

sin que nadie los espante.

Glorificación de Israel

14[9722]¡Entona himnos, hija de Sión,

da voces de júbilo, oh Israel!

¡alégrate y regocíjate de todo corazón,

hija de Jerusalén!

15Pues Yahvé ha apartado tus castigos,

ha ahuyentado a tu enemigo.

El rey de Israel, Yahvé, está en medio de ti;

no temas ya el mal.

16[9723]En aquel día se dirá a Jerusalén:

¡No tengas miedo Sión;

no se caigan tus manos!

17Yahvé, tu Dios, está en medio de ti,

el Poderoso, el Salvador.

En ti hallará Él su gozo

en constante amor,

y se regocijará sobre ti

con gritos de alegría.

18[9724]Yo congregaré a los afligidos

(privados) de las fiestas;

porque tuyos son;

sufrían por ella humillación.

19[9725]He aquí que en aquel tiempo

acabaré con todos tus opresores;

salvaré a la que cojeaba,

y recogeré a la repudiada

y les daré gloria y nombradía

en toda aquella tierra en que sufrieron ignominia.

20[9726]En aquel tiempo os traeré,

y en aquel tiempo os congregaré;

porque os daré nombre y gloria

entre todos los pueblos de la tierra,

cuando ante vuestros ojos haga volver a vuestros cautivos,

dice Yahvé.

AGEO

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INTRODUCCIÓN

Con Ageo (en hebreo Haggai) empieza el periodo postexílico de la profecía de Israel, en el cual le acompañará Zacarías y le sucederá, casi un siglo más tarde, Malaquías. Como muchos otros de los profetas menores, Ageo no es conocido más que por algunas pocas noticias. Sus cuatro discursos se refieren todos al segundo año de Darío I (520 a. C.), y fueron pronunciados en menos de cuatro meses (cf. 1, 1; 2, 11 y 21).

Su nombre como el de Zacarías se menciona en Esdras 5, 1 y 6, 14, y allí vemos, como en los profetas anteriores, el ambiente decaído de los “restos” de Israel vueltos de Babilonia (tribus de Judá y Benjamín), que estos enviados de Dios trataron de levantar en aquel periodo, y que tan lejos estaba de la restauración soñada según los vaticinios de los profetas. En el orden político Israel estaba sometido a la tiranía extranjera; en el religioso y moral, reinaba la horrible decadencia que Malaquías enrostra a sacerdotes y pueblo, al que el mismo Ageo condena por su impureza (2, 10 ss.) y por su indiferencia en construir el nuevo Templo (1, 4 ss.), que debería haber sido el objeto de todas sus ansias, según las esplendorosas promesas del profeta Ezequiel (cf. Ezequiel 40, 1 ss.). Época “penosa y aun dolorosa, porque la teocracia hallaba, de parte de los hombres, muchos obstáculos para salir de sus ruinas, y el desaliento se había apoderado de los judíos, también del punto de vista religioso” (Fillion). Véase Esdras 1, 2 y nota.

En el primer discurso (1, 2 - 2, 1), Ageo exhorta a los judíos remisos en reanudar la reconstrucción del Templo; en el segundo (2, 2-10) consuela a los que habían visto la gloria y magnificencia del Templo salomónico; en el tercero (2, 11-20), anuncia la bendición de Dios y la futura gloria del Templo; en el cuarto (2, 21-24), se dirige a Zorobabel prometiéndole recompensa divina y fortaleciéndole con la promesa del reino mesiánico futuro, “con lo cual se ve una vez más que esta restauración precaria de aquellas pocas tribus, que tanto había de sufrir aún en tiempos de los Macabeos, y caer luego en el deicidio y la total dispersión, no era sino figura de aquella otra que constituía la esperanza de Israel”. Véase Sofonías 3, 20 y nota.

La Iglesia conmemora a Ageo junto con el profeta Oseas el día 4 de julio.

AGEO 1
Exhortación a reconstruir el Templo

1[9727]El año segundo del rey Darío, en el mes sexto, el día primero del mes, llegó la palabra de Yahvé por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesús, hijo del Sumo Sacerdote Josedec, en estos términos: 2[9728]“Así habla Yahvé de los ejércitos: Este pueblo dice: «No ha llegado aún el tiempo; el tiempo de reedificar la Casa de Yahvé».” 3Entonces habló Yahvé, por medio del profeta Ageo, diciendo: 4[9729]“¿Ha llegado acaso para vosotros el tiempo de habitar en vuestras casas artesonadas, en tanto que esta Casa está en ruinas? 5Pues, así dice Yahvé de los ejércitos: Reflexionad sobre vuestro proceder. 6[9730]Habéis sembrado mucho, y recogido poco; coméis, y no os hartáis; bebéis, y no apagáis la sed; os vestís, y no os calentáis; el que gana salario, lo echa en saco roto. 7[9731]Así dice Yahvé de los ejércitos: Reflexionad sobre vuestro proceder. 8[9732]Subid al monte, traed maderas y reedificad la Casa, y Yo me complaceré en ella y seré glorificado, dice Yahvé. 9Esperabais mucho, y he aquí que (cosechasteis) poco; y lo trajisteis a casa, mas Yo soplé en ello. ¿Por qué?, dice Yahvé de los ejércitos. Porque mi Casa está en ruinas, mientras cada uno de vosotros se da prisa para (reconstruir) su propia casa. 10Por eso, por vuestra culpa el cielo detiene el rocío, y la tierra no da su fruto. 11[9733]Pues Yo llamé la sequía sobre la tierra; sobre los montes y sobre el trigo; sobre el mosto y sobre el aceite; sobre cuanto produce la tierra; sobre los nombres y sobre las bestias, y sobre toda labor de manos.

Efectos de la exhortación

12[9734]Zorobabel, hijo de Salatiel, y el Sumo Sacerdote Jesús, hijo de Josedec, y todo el resto del pueblo, escucharon la voz de Yahvé, su Dios, y las palabras del profeta Ageo, todo lo que Yahvé, su Dios, le había encargado decir; y el pueblo temió a Yahvé.

13Entonces Ageo, enviado de Dios, habló por orden de Yahvé al pueblo, diciendo: “Yo estoy con vosotros”, dice Yahvé. 14Y despertó Yahvé el espíritu de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Jesús, hijo del Sumo Sacerdote Josedec, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la reconstrucción de la Casa de Yahvé de los ejércitos, su Dios.

AGEO 2
Gloria del nuevo Templo

1[9735]Era el día veinticuatro del mes sexto del segundo año del rey Darío. 2El veintiuno del mes séptimo, habló Yahvé, por boca del profeta Ageo, en estos términos: 3“Habla a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al Sumo Sacerdote Jesús, hijo de Josedec, y al resto del pueblo, y diles: 4[9736]¿Vive entre vosotros aún un hombre que haya visto esta Casa en su gloria anterior? ¿Y qué tal os parece ahora? ¿No es a vuestros ojos como nada? 5Ahora, pues, cobra ánimo, oh Zorobabel, dice Yahvé. Cobra ánimo, oh Jesús, hijo de Josedec, Sumo Sacerdote; cobra ánimo, pueblo todo del país, dice Yahvé. ¡Y manos a la obra! pues Yo estoy con vosotros, dice Yahvé de los ejércitos. 6[9737]Por el pacto qué hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, mi Espíritu está en medio de vosotros. No temáis. 7[9738]Porque así dice Yahvé de los ejércitos: Una vez más, y esto dentro de poco, conmoveré el cielo y la tierra, el mar y los continentes. 8[9739]Conmoveré todas las naciones, y vendrán los tesoros de todos los pueblos, y henchiré de gloria esta Casa, dice Yahvé de los ejércitos. 9[9740]Mía es la plata, mío el oro, dice Yahvé de los ejércitos. 10[9741]Grande será la gloria de esta Casa; más grande que la primera será su postrera, dice Yahvé de los ejércitos; y en este lugar daré la paz, dice Yahvé de los ejércitos.”

Causas de las calamidades

11El día veinticuatro del mes noveno del año segundo de Darío, habló Yahvé por boca del profeta Ageo, en estos términos: 12“Así dice Yahvé de los ejércitos: Propón a los sacerdotes esta cuestión legal: 13[9742]Si uno lleva carne sagrada en una falda de su vestido, y toca con esa su falda pan, o un guiso, o vino, o aceite, o cualquier clase de comida, ¿quedarán acaso santificadas estas cosas?” Respondieron los sacerdotes y dijeron que no. 14Luego dijo Ageo: “Si uno está inmundo por (haber tocado a) un muerto y toca alguna de estas cosas, ¿quedarán estas inmundas?” Respondieron los sacerdotes y dijeron: “Quedarán inmundas.” 15[9743]Entonces Ageo tomó la palabra y dijo: “Así es este pueblo, y así es esta nación, delante de Mí, dice Yahvé; y así son todas las obras de sus manos; inmundo es lo que me ofrecen en este lugar.

16Mirad ahora (lo que sucederá) desde este día en adelante: Antes de poner vosotros piedra sobre piedra en el Templo de Yahvé, 17[9744]cuando uno iba a un montón de veinte había solamente diez (medidas), cuando iba al lagar para sacar cincuenta, había solamente veinte, 18porque Yo os castigué con tizón y añublo y granizo, (destruyendo) todas las labores de vuestras manos; y con todo no os volvisteis a Mí, dice Yahvé. 19Pero mirad (lo que sucederá) desde este día en adelante, desde el día veinte y cuatro del mes noveno, desde el día en que han sido echados los cimientos de la Casa de Yahvé. ¡Miradlo bien! 20[9745]La semilla está todavía en el granero; la vid, la higuera, el granado, el olivo no han dado aún su fruto, pero desde este día haré Yo mi bendición.”

Distinción de Zorobabel

21[9746]Habló Yahvé a Ageo por segunda vez, el día veinte y cuatro del mes, diciendo: 22“Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, y dile: Yo conmoveré el cielo y la tierra; 23trastornaré el trono de los reinos y destruiré el poder de los reinos de los gentiles, volcaré los carros y sus ocupantes, y caerán los caballos y los que en ellos cabalgan, los unos por la espada de los otros. 24[9747]En aquel día, dice Yahvé de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel, hijo de Salatiel, siervo mío, dice Yahvé, y te haré como anillo de sellar, porque Yo te he escogido”, dice Yahvé de los ejércitos.

ZACARÍAS

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INTRODUCCIÓN

El nombre de Zacarías, común a más de veinte personajes del Antiguo Testamento, tiene en hebreo el hermoso significado de “Dios se acuerda”, o “el recordado de Dios”, es decir que su sola enunciación significaba un acto de fe en el Dios vivo.

Zacarías, hijo de Baraquías, y nieto de Iddó (Esdras 5, 1 y 6, 14 le llama hijo de este en sentido lato), comenzó a profetizar en el mismo año que Ageo (520 a. C.). No parece ser, como muchos creyeron, el mismo sacerdote Zacarías que Jesús cita en Mateo 23, 35, y Lucas 11, 51, pues se considera que este fue asesinado unos 330 años antes, por orden del rey Joás (II Paralipómenos 24, 21), y que era hijo de Joiadá, siendo este nombre, según San Jerónimo, un apodo de Baraquías. La actividad profética de Zacarías abarca dos años (520-518). Según otros, algo más.

Mientras Ageo exhorta al pueblo principalmente a la restauración del Templo, Zacarías, con su autoridad de profeta y de sacerdote de la tribu de Leví (Nehemías 12, 16), y con un celo que se alaba en Esdras 6, 14, “tomando como punto de partida el estado de aflicción en que se hallaba entonces Jerusalén... anima, consuela, exhorta, mostrando el porvenir brillante reservado a Israel y las bendiciones abundantes que se unirán a la restauración del Santuario de Yahvé” (Fillion), para lo cual expone ante todo ocho visiones (capítulos 1-6). Los capítulos 7-8 que forman la respuesta a una consulta, contienen enseñanzas espirituales y son, como Isaías 37-39, un nexo entre la primera y la última parte de la profecía. En los restantes capítulos (9-14), cuya magnificencia es parecida a la de Isaías, el profeta vaticina el reino mesiánico, que es el fin y objeto principal de sus profecías, y muestra a Cristo en sus dos venidas: rechazado y doliente en la primera, triunfante y glorioso en la segunda. Véase y compárese Zacarías 9, 9 (el Mesías montado en un asnillo: cf. Mateo 21, 5); 11, 12 s. (traicionado y vendido: cf. Mateo 21, 9); 12, 10 ss. (traspasado por la lanza: cf. Juan 19, 37); 13, 7 (abandonado por los suyos: cf. Mateo 26, 31).

La crítica racionalista niega la unidad de este Libro, atribuyendo la última parte (9-14) a otro escritor anterior al cautiverio de Babilonia. A esto se opone la tradición constante de la Sinagoga y de la Iglesia, demostrando principalmente, no solo que no existe prueba alguna de ello, sino también que la vuelta de la cautividad es presentada en ambas partes de Zacarías como imagen de la felicidad futura prometida a Israel, y descrita de la misma manera. Véase en Vigouroux, Cornely, Knabenbauer, etc., los paralelismos importantes entre textos de Zacarías y los profetas Jeremías, Ezequiel, Sofonías, etc., que muestran que aquel se sirvió de ellos y no pudo por tanto ser anterior a la toma de Jerusalén por Nabucodonosor. Esos textos que fueron admitidos como argumento decisivo por un crítico racionalista como de Wette, haciéndole cambiar de opinión sobre la autenticidad del final de Zacarías, son los siguientes: 9, 2 y Ezequiel 28, 4; 9, 3 y III Reyes 10, 27; 9, 5 y Sofonías 2, 3; 10, 3 y Ezequiel 34, 17; 11, 4 y Ezequiel 34, 4; 11, 3 y Jeremías 12, 5; 13, 8 s. y Ezequiel 5, 12; 14, 8 y Ezequiel 47, 1-12; 14, 10 s. y Jeremías 31, 38-40; 14, 20 s. y Ezequiel 43, 12 y 44, 9.

ZACARÍAS 1
Indignación de Yahvé

1[9748]En el mes octavo del año segundo de Darío llegó la palabra de Yahvé al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddó, diciendo: 2“Yahvé se irritó con gran enojo contra vuestros padres. 3[9749]Diles: Así dice Yahvé de los ejércitos: Convertíos a Mí, dice Yahvé de los ejércitos, y Yo me volveré a vosotros, dice Yahvé de los ejércitos. 4[9750]No seáis como vuestros padres, a los que predicaron los profetas anteriores, diciendo: «Así dice Yahvé de los ejércitos: Convertíos de vuestros malos caminos, de vuestras malas obras». Pero ellos no escucharon, ni me prestaron atención, dice Yahvé. 5Vuestros padres ¿dónde están? y los profetas ¿viven acaso siempre? 6Mis palabras, empero, y mis ordenanzas que intimé a mis siervos los profetas, ¿por ventura no alcanzaron a vuestros padres? Y ellos se convirtieron y dijeron: “Así como Yahvé de los ejércitos ha resuelto tratarnos en vista de nuestros caminos y nuestras obras, así ha hecho con nosotros.”

Visión de los jinetes

7[9751]El día veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Schebak, en el año segundo de Darío, llegó la palabra de Yahvé al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddó, de esta manera: 8[9752] “De noche vi a un hombre que cabalgaba en un caballo bermejo y estaba entre los mirtos que había en una hondonada; y detrás de él había caballos bermejos, alazanes y blancos. 9Yo pregunté: «¿Qué son estos, señor mío?» Y me contestó el ángel que hablaba conmigo: «Te mostraré lo que son estos». 10Y tomó la palabra el hombre que estaba entre los mirtos, y dijo: «Estos son los que Yahvé ha enviado a recorrer la tierra». 11[9753]Y respondieron ellos al ángel de Yahvé que estaba entre los mirtos, y dijeron: «Hemos recorrido la tierra, y he aquí que toda la tierra poblada goza de paz».

12[9754]Repuso el ángel de Yahvé y dijo: «¡Oh Yahvé de los ejércitos! ¿Hasta cuándo no vas a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado? ¡Son ya setenta años!» 13[9755]Y Yahvé respondió con palabras buenas, con palabras de consuelo al ángel que hablaba conmigo. 14[9756]Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: «Clama, y di: Así dice Yahvé de los ejércitos: Estoy animado de celo por Jerusalén, y de muchísimo celo por Sión; 15y estoy muy irritado contra las naciones que viven con sosiego; pues ellas, cuando Yo estaba un poco irritado, agravaron el mal (de mi pueblo).

Gloria de Jerusalén

16[9757]Por tanto, así dice Yahvé: Volveré mi rostro compasivo hacia Jerusalén; en ella será reedificada mi Casa, dice Yahvé de los ejércitos; y la cuerda será tendida sobre Jerusalén. 17[9758]Clama otra vez, y di: Así dice Yahvé de los ejércitos: Mis ciudades rebosarán todavía de bienes, aún consolará Yahvé a Sión, y escogerá de nuevo a Jerusalén».

Destrucción de las potencias enemigas

18[9759]Levanté los ojos, y miré, y vi cuatro cuernos.

19Pregunté al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son estos?» Me contestó: «Estos son los cuernos que han dispersado a Judá, a Israel y a Jerusalén.» 20Luego me mostró Yahvé cuatro herreros. 21Y dije yo: «¿Qué vienen a hacer estos?» Él me respondió, diciendo: «Aquellos son los cuernos que han dispersado a Judá, de tal manera que nadie pudo ya alzar la cabeza, y estos han venido para aterrarlos, y para abatir los cuernos de los gentiles que alzaron su cuerno contra la tierra de Judá para dispersarla.»

ZACARÍAS 2
La nueva Jerusalén

1[9760]Alcé entonces mis ojos, y miré, y vi a un hombre que tenía en su mano una cuerda de medir. 2Le pregunté: «¿A dónde vas?» «A medir a Jerusalén», me contestó. «Quiero ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.»

3Y he aquí que el ángel que hablaba conmigo salió fuera, y otro ángel vino a su encuentro. 4[9761]y le dijo: «Corre, habla a ese joven y dile: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y animales que habrá en ella.» 5Porque Yo mismo, dice Yahvé, la circundaré como muralla de fuego; y seré glorificado en medio de ella.

6[9762]¡Ay, ay! Huid de la tierra del Norte, dice Yahvé; porque por los cuatro vientos del cielo os dispersaré, dice Yahvé. 7¡Sálvate, oh Sión, tú que habitas en Babilonia! 8[9763]Porque así dice Yahvé de los ejércitos, el cual me ha enviado, para gloria suya, a los pueblos que os despojaron: Quien os toca a vosotros, toca a la niña de sus ojos. 9[9764]He aquí que extiendo sobre ellos mi mano, y serán presa de los que fueron sus esclavos. Y conoceréis que Yahvé de los ejércitos me ha enviado.

Dios en medio de su pueblo

10¡Canta y alégrate, hija de Sión!

pues he aquí que vengo,

y moraré en medio de ti,

dice Yahvé.

11[9765]En aquel día se allegarán a Yahvé

muchas naciones y serán el pueblo mío.

Yo habitaré en medio de ti,

y conocerás que Yahvé de los ejércitos

me ha enviado a ti.

12[9766]Yahvé ocupará a Judá como porción suya,

en la tierra santa,

y escogerá de nuevo a Jerusalén.

13Calle toda carne ante Yahvé,

porque se levanta ya de su santa morada.

ZACARÍAS 3
Satanás acusa al Sumo Sacerdote

1[9767]Y me hizo ver al Sumo Sacerdote Jesús, que estaba en pie delante del ángel de Yahvé; y a su mano derecha estaba Satán para acusarle. 2[9768]Y dijo Yahvé a Satán: «Yahvé te increpe, oh Satán; Yahvé te increpe, el que ha escogido a Jerusalén. ¿No es este un tizón arrebatado al fuego?» 3[9769]Estaba Jesús vestido de ropas sucias, y permanecía en pie delante del ángel; 4el cual tomó la palabra y habló a los que estaban delante de él, diciendo: «Quitadle las ropas sucias». Y a él le dijo: «Mira que te he librado de tu iniquidad y te voy a vestir de ropas de fiesta». 5Y agregué yo: «Que pongan sobre su cabeza una mitra limpia». Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron con las ropas. Entretanto el ángel de Yahvé estaba en pie.

6Entonces el ángel dé Yahvé hizo a Jesús esta promesa: 7[9770]«Así dice Yahvé de los ejércitos: Si sigues mis caminos, y observas mis preceptos, tú también gobernarás mi Casa y guardarás mis atrios, y te daré un lugar entre estos que están aquí presentes.

Profecía mesiánica

8[9771]¡Oye oh Jesús, Sumo Sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan en tu presencia! pues son varones de presagio; porque he aquí que haré venir a mi Siervo, el Pimpollo. 9[9772]Mirad la piedra que he puesto delante de Jesús; sobre esta piedra única hay siete ojos. He aquí que Yo la labraré, dice Yahvé de los ejércitos; y en un día quitaré de este país la iniquidad. 10[9773]En aquel día, dice Yahvé de los ejércitos, os convidaréis unos a otros bajo la parra y bajo la higuera».

ZACARÍAS 4
El candelabro entre los dos olivos

1[9774]Vino de nuevo el ángel que había hablado conmigo, y me despertó como a hombre a quien se despierta de su sueño. 2Y me dijo: «¿Qué es lo que ves?» Respondí: «Miré y vi un candelabro, todo de oro, y encima de él su recipiente, y sus siete tubos para las lámparas que hay en el candelabro, 3[9775]y junto a él dos olivos, uno a la derecha del recipiente, y el otro a su izquierda».

4Entonces, dirigiéndome al ángel que hablaba conmigo; le pregunté: «¿Qué es esto?, señor mío». 5Respondió el ángel que conmigo hablaba, y me dijo: «¿Tú no sabes lo que es esto?» «No, señor mío», dije yo.

6[9776]Tomó él la palabra y me dijo así: «Esta es la palabra de Yahvé a Zorobabel: No por medio de un ejército ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice Yahvé de los ejércitos. 7[9777]¿Qué eres tú, oh monte grande, ante Zorobabel? Serás reducido a una llanura; y él colocará la piedra de remate en medio de las aclamaciones (del pueblo): ¡Gracia, gracia sobre ella! 8Y me llegó la palabra de parte de Yahvé, diciendo: 9Las manos de Zorobabel echaron los fundamentos de esta Gasa, y sus manos la acabarán; por esto conocerás que Yahvé de los ejércitos me ha enviado a vosotros. 10[9778]Porque los que despreciaron el tiempo de los humildes (comienzos), verán gozosos la plomada en la mano de Zorobabel. Aquellos siete (ojos) son los ojos de Yahvé que recorren toda la tierra».

11Yo respondí (al ángel) preguntándole: «¿Qué significan estos dos olivos a la derecha y a la izquierda del candelabro?» 12[9779]Y pregunté de nuevo y dije: «¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de los dos tubos de oro vierten de sí el dorado aceite?» 13Me contestó diciendo: «Pues qué, ¿no sabes tú qué son estos?» A lo cual respondí: «No, señor mío». 14[9780]Entonces dijo: «Estos son los dos ungidos que están ante el Señor de toda la tierra».

ZACARÍAS 5
El rollo de maldición

1[9781]Volví a alzar mis ojos, y miré, y he aquí un rollo que volaba. 2Y me dijo: «¿Qué es lo que ves?» «Veo, dije yo, un rollo que vuela; tiene veinte codos de largo, y diez codos de ancho». 3[9782]Y me dijo: «Esta es la maldición que se echa sobre la superficie de toda la tierra; porque todo ladrón será exterminado, según lo (escrito) en esta parte (del rollo) y todo perjuro será exterminado, según (lo escrito) en la otra parte. 4Yo soltaré esta (maldición), dice Yahvé de los ejércitos; e invadirá la casa del ladrón, y la casa del que jura en falso por mi Nombre; y quedará en su casa, y la consumirá hasta su maderaje y sus piedras».

La impiedad es trasladada a Babilonia

5Y salió fuera el ángel que hablaba conmigo, y me dijo: «Alza tus ojos, y mira qué es esto que aparece». 6Y pregunté: «¿Qué es?» Respondió: «Es un efa que aparece». Y agregó: «Esta es la iniquidad que cometen en todo el país». 7[9783]Y vi cómo alzaban una tapa de plomo, y (vi) también a una mujer sentada en medio del efa. 8[9784]Y dijo: «Esta es la impiedad». Y la echó al fondo del efa, y tapó la boca del mismo con la masa de plomo.

9[9785]Luego alce los ojos, y miré, y he aquí que venían dos mujeres. Soplaba el viento en sus alas, que eran como las de la cigüeña; y alzaron el efa entre la tierra y el cielo. 10Yo pregunté al ángel que hablaba conmigo: «¿A dónde llevan el efa?» 11[9786]Y me contestó: «A la tierra de Sinear, para edificarle una casa. Allí la establecerán, y quedará sentada sobre su base».

ZACARÍAS 6
Los cuatro carros

1[9787]Alcé de nuevo mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes, y los montes eran montes de bronce. 2[9788]En el primer carro había caballos bermejos; en el segundo, caballos negros; 3en el tercero, caballos blancos, y en el cuarto, caballos manchados, vigorosos. 4Entonces tomé la palabra y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son estos, señor mío?» 5A lo que respondiendo el ángel me dijo: «Estos son los cuatro vientos del cielo que vienen de la presencia del Señor de toda la tierra». 6[9789]El (carro) de los caballos negros se dirige hacia la tierra del Norte; el de los blancos va tras ellos; y el de los manchados sale hacia la tierra del Mediodía. 7Y salieron los vigorosos que anhelaban ponerse en marcha para recorrer la tierra. (El ángel les) dijo: «¡Id, recorred la tierra!» Y ellos recorrieron la tierra. 8[9790]Entonces me llamó, y me habló, diciendo: «Mira, los que van hacia la tierra del Norte han aplacado mi espíritu en la tierra septentrional».

Las coronas

9Y me llegó la palabra de Yahvé en estos términos: 10“Toma (las ofrendas) de los del cautiverio: de Holdai, de Tobías y de Idaías que han venido de Babilonia. En aquel mismo día irás y entrarás en la casa de Josías, hijo de Sofonías. 11Tomarás la plata y el oro, y harás una corona que pondrás sobre la cabeza del Sumo Sacerdote Jesús, hijo de Josedec; 12[9791]y le hablarás en estos términos: Así dice Yahvé de los ejércitos: He aquí el hombre cuyo nombre es Pimpollo, el cual germinará en su lugar y edificará el Templo de Yahvé. 13Él edificará el Templo de Yahvé, y será revestido de gloria; y se sentará para reinar sobre su trono. Él será sacerdote sobre su solio, y habrá espíritu de paz entre ambos. 14Y para Hélem, Tobías, Idaías y Hen, hijo de Sofonías, las coronas servirán de recuerdo (y quedarán) en el Templo de Yahvé. 15[9792]Vendrán los que están en lugares remotos y edificarán el Templo de Yahvé; y conoceréis que Yahvé de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Esto sucederá si obedeciereis fielmente la voz de Yahvé, vuestro Dios».”

ZACARÍAS 7
Respuesta a una consulta

1[9793]El año cuarto del rey Darío llegó la palabra de Yahvé a Zacarías, el día cuarto del mes noveno, que es el mes de Casleu. 2Los de Betel habían enviado a Sarasar y a Rogommélec y a los hombres de este, para implorar el favor de Yahvé, 3[9794]y para preguntar a los sacerdotes que estaban en la Casa de Yahvé de los ejércitos, y a los profetas, lo siguiente: “¿Debo yo seguir la costumbre de llorar en el mes quinto, y ayunar como ya lo he hecho durante tantos años?”

4Entonces me llegó esta palabra de Yahvé de los ejércitos: 5[9795]“Responde a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciendo: Cuando durante estos setenta años ayunasteis y plañisteis en el mes quinto y en el séptimo, ¿acaso ayunasteis para Mí? 6[9796]Y cuando (ahora) coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? 7¿No proclamó esto Yahvé ya por los profetas anteriores, cuando Jerusalén estaba habitada y vivía tranquila, con sus ciudades circunvecinas, y el Négueb y la Sefelá estaban poblados?”

Justicia y misericordia

8Y llegó la palabra de Yahvé a Zacarías en estos términos: 9[9797]“Yahvé de los ejércitos habló de esta manera: Juzgad según la verdad y practicad la misericordia y la piedad cada uno para con su hermano. 10No oprimáis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni maquinéis el mal en vuestros corazones contra vuestro prójimo. 11Pero ellos no quisieron escuchar; rebeldes volvieron la espalda y endurecieron sus oídos para no oír. 12Hicieron su corazón como un diamante, para no escuchar la Ley, y las palabras que Yahvé de los ejércitos les dirigía por su Espíritu por medio de los profetas anteriores; por eso fue grande la indignación de Yahvé de los ejércitos. 13[9798]Y así como ellos no escucharon cuando Él llamaba, llamaron luego ellos y Yo no los escuché, dice Yahvé de los ejércitos; 14[9799]antes bien los dispersé entre todas las naciones desconocidas de ellos, y tras ellos ha quedado desolado el país, por no haber gente que transite ni venga. Así convirtieron en un páramo la tierra de delicias.”

ZACARÍAS 8
Amor de Dios a su pueblo

1[9800]Y llegó esta palabra de parte de Yahvé: 2“Así dice Yahvé de los ejércitos:

Tengo grandes celos de Sión,

y un gran furor se ha apoderado de Mí en favor de ella.

3[9801]Así dice Yahvé: Me he vuelto a Sión, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén será llamada la ciudad fiel; y el monte de Yahvé de los ejércitos, monte santo.

4[9802]Así dice Yahvé de los ejércitos: Aún se sentarán en las plazas de Jerusalén ancianos y ancianas, que por su edad avanzada llevarán cada cual su bastón en la mano; 5y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas.

6[9803]Así dice Yahvé de los ejércitos: Si esto en aquellos días parece cosa imposible a los ojos del resto de este pueblo, ¿parecerá acaso imposible también a mis ojos?, dice Yahvé de los ejércitos.

7[9804]Así dice Yahvé de los ejércitos:

He aquí que salvaré a mi pueblo de la tierra del Oriente,

y de la tierra donde se pone el sol;

8[9805]y los traeré,

y habitarán en medio de Jerusalén;

y serán mi pueblo,

y Yo seré su Dios,

en verdad y en justicia.

Bendiciones por la reconstrucción del Templo

9[9806]Así dice Yahvé de los ejércitos: Confórtense las manos de vosotros, los que en estos días oís las palabras de boca de los profetas que (hablaron) en el día en que se echaron los cimientos de la Casa de Yahvé de los ejércitos para que fuese reedificado el Templo.

10[9807]Porque antes de ese tiempo

no había jornal para los hombres,

ni jornal para las bestias;

ni había paz para quienes salían o entraban,

a causa del enemigo;

habiendo Yo lanzado

a todos los hombres unos contra otros.

11Mas ahora no haré más con el resto de este pueblo

lo que hice en los días pasados,

dice Yahvé de los ejércitos.

12[9808]Porque la siembra prosperará,

la vid dará su fruto,

la tierra sus productos y el cielo su rocío;

y Yo daré al resto de este pueblo

todo esto como herencia.

13[9809]Y así como fuisteis objeto de maldición entre los pueblos, oh casa de Judá y casa de Israel, de la misma manera os salvaré y seréis una bendición. No temáis, antes bien confórtense vuestras manos. 14Pues así dice Yahvé de los ejércitos: Al modo que Yo había pensado haceros mal, cuando vuestros padres provocaron mi ira, dice Yahvé de los ejércitos, y Yo no me arrepentí, 15así, al contrario, he pensado en estos días hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá. ¡No tengáis miedo!

16[9810]Estas son las cosas que habéis de hacer: Cada uno hable verdad con su prójimo; juzgad en vuestros tribunales según la verdad y en favor de la paz. 17No maquinéis en vuestros corazones el mal contra vuestro prójimo, ni améis el juramento falso; porque aborrezco todo esto”, dice Yahvé.

18Y me llegó esta palabra de parte de Yahvé de los ejércitos: 19[9811]“Así dice Yahvé de los ejércitos: El ayuno del (mes) cuarto, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se tornarán para la casa de Judá en gozo y regocijo, y en fiestas alegres, con tal que améis la verdad y la paz.

Vocación de los gentiles

20[9812]Así dice Yahvé de los ejércitos: Aún han de venir pueblos, y los habitantes de muchas ciudades; 21y los moradores de una irán a decir a la otra: «Vamos a implorar el favor de Yahvé, y a buscar a Yahvé de los ejércitos. Iré también yo». 22Y muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a buscar a Yahvé de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Yahvé.

23Así dice Yahvé de los ejércitos: En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones, se asirán, sí, se asirán de la falda (del manto) de un judío, y dirán: «Iremos con vosotros, porque hemos oído que con vosotros está Dios».”

ZACARÍAS 9
Vaticinio contra los reinos vecinos

1[9813]Carga.

“Palabra de Yahvé que (recaerá) sobre Hadrac

y se dirige contra Damasco,

pues Yahvé mira a los hombres

y a todas las tribus de Israel.

2(Se dirige) también contra Hamat,

que allí tiene su territorio,

como asimismo contra Tiro, y contra Sidón,

cuya sabiduría es tan grande.

3Aunque Tiro se construyó una fortaleza,

y amontonó plata como si fuese polvo,

y oro como lodo de las calles,

4he aquí que el Señor la tomará en posesión,

precipitará al mar sus muros,

y ella misma será devorada por el fuego.

5[9814]Lo verá Ascalón, y se llenará de espanto,

Gaza también, y se estremecerá,

lo mismo que Acarón,

pues falló su esperanza.

En Gaza no habrá ya rey,

Ascalón quedará despoblada,

6y en Azoto habitarán bastardos.

Así destruiré la soberbia de los filisteos.

7Quitaré de su boca su sangre,

y de entre sus dientes sus abominaciones,

y serán también ellos un resto para nuestro Dios.

Figurarán como una tribu en Judá,

y Acarón será como el jebuseo.

8[9815]Yo acamparé alrededor de mi casa,

(para defenderla) contra los ejércitos,

contra los que pasan y contra los que vienen;

el exactor no vendrá más sobre ellos;

porque ahora velo Yo con mis ojos.

El Rey de paz

9[9816]¡Alégrate con alegría grande, hija de Sión!

¡Salta de júbilo, hija de Jerusalén!

He aquí que viene a ti tu rey;

Él es justo y trae salvación,

(viene) humilde, montado en un asno,

en un borrico, hijo de asna.

10Destruiré los carros de guerra de Efraím,

y los caballos de Jerusalén,

y será destrozado el arco de guerra;

pues Él anunciará la paz a las naciones;

su reino se extenderá desde un mar a otro,

y desde el río hasta los términos de la tierra.

Triunfo de Israel

11[9817]En cuanto a ti,

en virtud de la sangre de tu alianza,

sacaré a tus cautivos de la fosa sin agua,

12[9818]¡Volveos, oh cautivos, a la fortaleza,

llenos de esperanza;

hoy mismo prometo

que te daré doblados bienes.

13[9819]Tomo a Judá como arco tendido,

y a Efraím lo pongo como saeta en el arco,

y despertaré a tus hijos, oh Sión,

contra los hijos tuyos, oh Grecia;

y te emplearé como espada de héroe.

14[9820]Aparecerá sobre ellos Yahvé,

y saldrán como rayos sus saetas;

Yahvé, el Señor, tocará la trompeta,

y marchará entre los torbellinos del Austro.

15[9821]Yahvé de los ejércitos

los protegerá como escudo;

y ellos devorarán, y hollarán con los pies

las piedras de la honda;

beberán con alboroto,

como (embriagándose) de vino,

y quedarán llenos como vaso de libación,

como los ángulos del altar.

16[9822]En aquel día Yahvé, su Dios, los salvará,

como ovejas del pueblo suyo;

porque serán como piedras de una diadema,

que brillarán sobre su tierra.

17[9823]¡Qué felicidad la de ellos!

¡Qué hermosura!

El trigo hará florecer a los jóvenes,

y el vino a las doncellas.

ZACARÍAS 10
Bendiciones divinas

1[9824]Pedid a Yahvé la lluvia

en el tiempo de las lluvias tardías:

pues es Yahvé quien hace los relámpagos;

Él os dará lluvia abundante,

y a cada uno la verdura del campo.

2[9825]Porque los terafim hablan vanidad,

y las visiones de los adivinos son mentirosas;

cuentan sueños falaces,

dan consuelos vacíos,

por eso andan errantes como ovejas;

están afligidos, porque no tienen pastor.

3[9826]Por lo cual contra los pastores

se ha encendido mi ira,

y castigaré a los machos cabríos;

pues Yahvé de los ejércitos

visita su rebaño, la casa de Judá,

y hará de él su mejor caballo en la batalla.

4[9827]De él vendrá la piedra, de él la estaca,

de él el arco de guerra;

de él saldrán todos los jefes juntos.

5Y serán como héroes

que huellan en el combate (a los enemigos)

como si fuesen barro de las calles.

Pelearán porque Yahvé está con ellos;

y quedarán confundidos

los que montan en caballos.

6[9828]Yo confortaré la casa de Judá,

y salvaré la casa de José;

los restableceré

porque tengo compasión de ellos;

y serán cual si no los hubiese desechado;

pues soy Yahvé, su Dios,

y los escucharé.

7Los de Efraím serán como héroes,

y estará alegre su corazón como de vino;

al verlo sus hijos se regocijarán,

y se gozará su corazón en Yahvé.

Vuelta del pueblo disperso

8[9829]Los llamaré con un silbido,

y los congregaré;

porque los he rescatado,

y se multiplicarán

como antes se multiplicaron.

9Los he dispersado, sí,

entre los pueblos,

pero aun en (países) lejanos

se acordarán de Mí;

y vivirán juntamente con sus hijos,

y volverán.

10Los traeré de la tierra de Egipto,

y de Asiria los recogeré;

los conduciré a la tierra de Galaad,

y al Líbano;

pues no se hallará lugar para ellos.

11[9830]Pasarán por un mar de angustia;

mas (Dios) herirá las olas del mar,

se secarán todas las profundidades del río;

será abatida la soberbia de Asiria,

la vara de Egipto desaparecerá.

12[9831]Yo los fortaleceré en Yahvé;

y en su nombre seguirán adelante,

dice Yahvé.

ZACARÍAS 11
Devastación de Palestina

1[9832]¡Abre, oh Líbano, tus puertas,

y devore el fuego tus cedros!

2¡Aúlla, oh abeto, porque ha caído el cedro,

porque han sido derribados

los (árboles) magníficos!

¡Aullad, encinas de Basán,

porque destruido ha sido el bosque inaccesible!

3[9833]Se oyen los lamentos de los pastores,

por la ruina de lo que era su gloria;

retumban los rugidos de los leoncillos,

porque ha sido destruida la gloria del Jordán.

El buen pastor

4[9834]Así dice Yahvé, mi Dios: “Apacienta las ovejas del matadero; 5[9835]cuyos compradores las matan impunemente, y cuyos vendedores dicen: «¡Bendito sea Yahvé, pues me he hecho rico!» y los pastores no les tienen compasión.

6[9836]Así tampoco Yo me apiadaré de los habitantes de esta tierra, dice Yahvé. He aquí que entregaré a los hombres, los unos en manos de otros y en poder de su rey; ellos desolarán la tierra, y Yo no (los) libraré de su mano.

7[9837]Apacenté las ovejas del matadero, porque eran las ovejas más pobres; y tomé dos cayados; al uno le llamé Gracia, y al otro Unión; y apacenté el rebaño. 8[9838]Y di muerte a tres pastores en un mes. Entonces perdí la paciencia con las ovejas, y también ellas estaban cansadas de mí. 9[9839]Y dije: “No os apacentaré más; la que debe morir, que muera; la que debe perderse, que se pierda. Y las restantes, que se coman unas a otras.” 10Y tomé mi cayado Gracia, y lo rompí, para anular mi alianza que había hecho con todos los pueblos. 11Y quedó anulado en aquel día; y así aquellos más pobres del rebaño que hacían caso de mí, conocieron que era palabra de Yahvé.

Rechazo del buen pastor

12[9840]Y les dije: “Si os parece justo, pagad mi salario; y si no, dejadlo.” Y ellos pesaron mi salario; treinta (monedas) de plata. 13Entonces Yahvé me dijo: “¡Tira al alfarero ese lindo precio en que me estimaron!” Tomé las treinta (monedas) de plata, y las tiré al alfarero en la Casa de Yahvé. 14[9841]Luego rompí el otro cayado, Unión, para romper la hermandad entre Judá e Israel.

La grey en manos del mal pastor

15[9842]Y Yahvé me dijo: “Toma también el pertrecho de un pastor insensato.

16Pues he aquí que suscitaré en la tierra un pastor

que no cuidará de las (ovejas) que se pierden,

que no buscará las descarriadas;

ni curará las heridas,

ni alimentará a las que están sanas;

sino que comerá la carne de las gordas

y les romperá las pezuñas.

17¡Ay del pastor inútil,

que abandona el rebaño!

¡Espada sobre su brazo,

y sobre su ojo derecho!

¡Que se seque completamente su brazo

y oscurézcase del todo su ojo derecho!”

ZACARÍAS 12
Salvación de Jerusalén y de Judá

1[9843]Carga. Palabra de Yahvé sobre Israel: Así dice Yahvé, el que extendió los cielos y echó los fundamentos de la tierra; y formó el espíritu que tiene dentro de sí el hombre. 2“He aquí que voy a hacer de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos a la redonda; y también para Judá (vendrá la angustia) cuando estrechen a Jerusalén. 3En aquel día haré que Jerusalén sea una piedra pesada para todos los pueblos. Quienes probaren alzarla se harán cortaduras, y se congregarán contra ella todos los pueblos de la tierra. 4[9844]En aquel día, dice Yahvé, heriré de terror a todo caballo, y de locura a su jinete; mas tendré abiertos mis ojos sobre la casa de Judá. A todos los caballos de los pueblos los heriré de ceguera. 5[9845]Dirán los caudillos de Judá en su corazón: “Mi fortaleza son los moradores de Jerusalén, con Yahvé de los ejércitos, su Dios.” 6[9846]En aquel día pondré los caudillos de Judá como brasero encendido en medio de la leña, y como antorcha de fuego en medio de las gavillas; devorarán a derecha y a izquierda a todos los pueblos circunvecinos, y Jerusalén será de nuevo habitada en su (antiguo) sitio, en Jerusalén. 7[9847]Yahvé salvará primero las tiendas de Judá, para que la gloria de la casa de David, y la gloria de los habitantes de Jerusalén no se enaltezca contra Judá. 8[9848]En aquel día Yahvé será como un escudo para los habitantes de Jerusalén; el más flaco de entre ellos será en aquel día como David, y la casa de David, como Dios, como el Ángel de Yahvé delante de ellos.

Efusión del Espíritu de Dios

9En aquel día voy a destruir todos los pueblos que vengan contra Jerusalén. 10[9849]Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los habitantes de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración y pondrán sus ojos en Mí, a quien traspasaron. Lo llorarán, como se llora al unigénito, y harán duelo amargo por él, como suele hacerse por el primogénito. 11[9850]En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-Remmón en el valle de Megiddó. 12Se lamentará (todo) el país, familia por familia,

la familia de la casa de David aparte,

sus mujeres aparte;

familia de la casa de Natán aparte,

y sus mujeres aparte;

13la familia de la casa de Levi aparte,

sus mujeres aparte;

familia de Semeí aparte,

y sus mujeres aparte;

14[9851]todas las demás familias,

cada familia aparte,

y sus mujeres aparte.

ZACARÍAS 13
Purificación de Jerusalén

1[9852]En aquel día se abrirá una fuente para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de (lavar) el pecado y la inmundicia. 2En aquel día, dice Yahvé de los ejércitos, exterminaré de la tierra los nombres de los ídolos, y no quedará más memoria de ellos; y extirparé de la tierra también a los profetas y al espíritu inmundo. 3Cuando alguno en adelante se ponga a profetizar, le dirán su padre y su madre que le engendraron: «No vivirás porque has hablado mentira en el Nombre de Yahvé». Y su padre y su madre que le engendraron, le traspasarán mientras esté profetizando. 4[9853]Cuando en aquel día profeticen los profetas, se avergonzarán cada cual de su visión, y no vestirán más el manto de pelo para mentir. 5Un tal dirá: «Yo no soy profeta, soy labrador de la tierra; porque un hombre me compró ya en mi juventud». 6Y cuando le preguntaren: «¿Qué son esas heridas en tus manos?», contestará: «Me hicieron estas heridas en la casa de mis amigos».

Castigo del pastor y dispersión de las ovejas

7[9854]¡Despierta, espada, contra mi Pastor,

y contra el Varón de mi compañía,

dice Yahvé de los ejércitos:

¡Hiere al Pastor! y se dispersarán las ovejas,

y extenderé mi mano contra los párvulos.

8[9855]Y sucederá que en toda la tierra,

dice Yahvé,

serán exterminados los dos tercios,

perecerán y quedará en ella solo un tercio,

9Y este tercio lo meteré en el fuego,

lo purificaré como se purifica la plata,

y lo probaré como se prueba el oro.

Invocará mi Nombre y Yo lo escucharé;

Yo diré: «Pueblo mío es».

Y él dirá: «Yahvé es mi Dios».

ZACARÍAS 14
Auxilio divino para Jerusalén

1[9856]He aquí que viene el día de Yahvé, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. 2Porque reuniré a todas las naciones para que peleen contra Jerusalén. La ciudad será tomada, serán saqueadas las casas y violadas las mujeres, y la mitad de la ciudad será llevada al cautiverio; pero un resto del pueblo podrá permanecer en la ciudad. 3Entonces saldrá Yahvé y combatirá a aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. 4[9857]Pondrá en aquel día sus pies sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al lado de levante; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia levante y hacia poniente, y (se formará) un valle muy grande; la mitad del monte se trasladará hacia el norte, y la otra hacia el mediodía. 5Entonces huiréis por el valle de mis montes; pues el valle de los montes llegará hasta Asal. Huiréis como huisteis cuando el terremoto en tiempos de Ocías, rey de Judá; y vendrá Yahvé, mi Dios, y con Él todos los santos.

6[9858]En aquel día no habrá luz, sino frío y hielo. 7Será único ese día que (solo) conoce Yahvé; no será ni día ni noche, mas a la hora de la tarde habrá luz. 8[9859]En aquel día saldrán de Jerusalén aguas vivas: la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, tanto en verano como en invierno. 9[9860]Y Yahvé será Rey sobre la tierra entera; pues en aquel día Yahvé será único, y único su Nombre. 10[9861]Todo el país será transformado en llanura, desde Geba hasta Rimmón, al sur de Jerusalén; y esta quedará elevada y habitada en su (antiguo) sitio, desde la puerta de Benjamín, hasta el lugar de la Puerta antigua, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. 11[9862]Habitarán en ella y no habrá más anatema. Jerusalén vivirá en paz.

Ruina de los enemigos

12[9863]Y esta será la plaga con que Yahvé herirá a todos los pueblos que hicieron guerra a Jerusalén. Estando ellos en pie se consumirá su carne, sus ojos se corromperán en sus cuencas, y su lengua se les pudrirá en la boca. 13En aquel día habrá gran confusión entre ellos; agarrará cada cual la mano del otro, y alzará la mano contra su prójimo. 14También Judá luchará en Jerusalén; y serán juntadas las riquezas de todas las naciones circunvecinas; oro y plata y vestidos en gran abundancia. 15La misma plaga herirá a los caballos, mulos, camellos, asnos y todas las bestias que se hallaren en aquel campamento.

Conversión de los gentiles

16[9864]Y todos aquellos que quedaren de todas las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán año por año, para adorar al Rey, Yahvé de los ejércitos, y celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 17No vendrá lluvia sobre aquellas tribus de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Yahvé de los ejércitos. 18Y si el pueblo de Egipto no sube y no viene, no (lloverá) sobre él, habrá allí aquella plaga con que Yahvé herirá las naciones que no suben a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 19[9865]Tal será el castigo de Egipto, y el castigo de todas las gentes que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.

Santidad de Jerusalén

20[9866]En aquel día, aun sobre las campanillas de los caballos (se escribirá): “Consagrado a Yahvé”, y las ollas en la Casa de Yahvé serán como los vasos de libación delante del altar. 21Toda olla en Jerusalén y en Judá será consagrada a Yahvé de los ejércitos; y todos los que ofrecieren sacrificios vendrán, y las tomaran para cocer en ellas; y no habrá ya cananeos en la Casa de Yahvé de los ejércitos, en aquel día.

MALAQUÍAS

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INTRODUCCIÓN

Malaquías significa “Mensajero mío” (cf. 3, 1 y nota), o “Ángel del Señor” (así lo llama la versión griega), y de ahí que Clemente Alejandrino, Orígenes y otros Padres, a falta de datos sobre la persona del profeta, lo tomasen por un ser celestial. Mas tal opinión no se funda en argumento real alguno; tampoco lo admiten los exégetas modernos. El Targum de Jonatán dice en cambio que Malaquías era simplemente un nombre adoptado por el mismo Esdras para escribir la profecía.

La serie de los profetas menores se cierra con Malaquías, que vivió en tiempos de Esdras y Nehemías, casi un siglo después de los profetas Ageo y Zacarías, cuando el Templo estaba ya reedificado y se había reanudado el culto. Malaquías solo será sucedido, cuatro siglos más tarde, por el Precursor, a quien él mismo anuncia (como también la vuelta de Elías: cf. 3, 1 y 4, 5 s.), y a quien Jesús había de caracterizar como el último y mayor profeta del Antiguo Testamento, al decir: “La Ley y los profetas llegan hasta Juan” (Lucas 16, 16).

Después de recordar, como una sentencia que agrava la culpa de Israel, cuánto fue el amor de Dios por su pueblo, Malaquías lucha contra los mismos abusos contra los cuales se dirigen los libros de Esdras y Nehemías, es decir, la corrupción de las tribus vueltas de Babilonia. “El estado moral de los judíos en Palestina se hallaba entonces bien lejos de ser perfecto. Una profunda depresión se había producido a este respecto desde los días mejores en que Ageo y Zacarías promulgaban sus oráculos. Malaquías nos muestra a la nación teocrática descontenta de su Dios porque tardaban mucho, según ella, en realizarse las promesas de los profetas anteriores” (Fillion).

Empieza tratando de los sacerdotes y del culto, por lo cual reprende a los ministros del Señor que se han olvidado del carácter sagrado de su cargo (1, 6 - 2, 9). Predica luego contra la corrupción de las costumbres en el pueblo (2, 10 - 3, 18), los matrimonios mixtos y los frecuentes divorcios, y exhorta a pagar escrupulosamente los diezmos.

Al final anuncia el profeta la segunda venida de Elías como precursor del gran día del Señor, juntamente con predicciones mesiánicas muy importantes. Cf. 3, 1; 4, 5-6.

MALAQUÍAS 1
El amor de Dios a su pueblo

1[9867]Carga. Palabra de Yahvé a Israel por boca de Malaquías:

2[9868]“Os he amado, dice Yahvé, mas vosotros decís: «¿En qué nos amaste?» ¿No era acaso Esaú hermano de Jacob? dice Yahvé, y Yo he amado a Jacob; 3a Esaú, empero, he aborrecido, y he convertido sus montañas en soledad, (abandonando) su herencia a los chacales del desierto. 4Si Edom dice: «Aunque hemos sido destruidos, volveremos a edificar las ruinas»; así dice Yahvé de los ejércitos: Ellos edificarán, mas Yo derribaré, y se les llamará: ‘Tierra de impiedad’, y: ‘Pueblo contra el cual Yahvé está indignado para siempre’. 5Vuestros ojos lo verán; y diréis: «Grande es Yahvé, aún más allá del país de Israel».

Pecados de los sacerdotes

6El hijo honra al padre, y el siervo a su amo. Ahora bien, si Yo soy Padre, ¿dónde queda mi honra? y si soy Señor, ¿dónde está el temor que me corresponde? dice Yahvé de los ejércitos a vosotros, sacerdotes, que despreciáis mi Nombre. Vosotros diréis: «¿En qué hemos despreciado tu Nombre?» 7[9869]Ofrecéis en mi altar pan inmundo y decís: «¿Cómo te hemos profanado?» Con vuestro decir: «La mesa de Yahvé es despreciable».

8[9870]Si ofrecéis un (animal) ciego, ¿no es cosa mala? y si ofrecéis una (res) coja o enferma, ¿no es malo? ¡Preséntalo a tu gobernador! ¿a ver si te lo agradecerá, y te será favorable? dice Yahvé de los ejércitos. 9Ahora, rogad a Dios que se apiade de nosotros, pues obra de vuestra mano han sido estas cosas. Quizás os será propicio, dice Yahvé de los ejércitos.

Nuevo sacrificio puro y universal

10[9871]¡Oh si alguno de entre vosotros cerrase las puertas, para que no encendierais en vano (el juego de) mi altar! No tengo complacencia en vosotros, dice Yahvé de los ejércitos, y no me agrada la ofrenda de vuestras manos. 11[9872]Porque desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi Nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi Nombre incienso y ofrenda pura, pues grande es mi Nombre entre las naciones, dice Yahvé de los ejércitos. 12Pero vosotros lo profanáis cuando decís: «La mesa del Señor es inmunda, y lo que en ella se ofrece, es un manjar despreciable». 13[9873]Decís “¡Qué fastidio!”, y la colmáis de desprecio, dice Yahvé de los ejércitos; ofreciéndome lo robado, lo cojo y lo enfermo. ¡Esto me ofrecéis en sacrificio! ¿Acaso lo puedo aceptar de vuestra mano? dice Yahvé. 14[9874]¡Maldito el fraudulento que tiene en su rebaño un macho, y habiendo hecho un voto, ofrece a Yahvé una res defectuosa! Porque Yo soy un rey grande, dice Yahvé de los ejércitos; y temible es mi Nombre entre las naciones.

MALAQUÍAS 2
Castigo de los sacerdotes

1[9875]Ahora para vosotros, oh sacerdotes, tengo este decreto: 2Si no escuchareis, ni os empeñareis en dar gloria a mi Nombre, dice Yahvé de los ejércitos, enviaré sobre vosotros la maldición, y maldeciré vuestras bendiciones —y las he maldecido ya—: porque no hacéis caso (de Mí).

3[9876]He aquí que os arrojaré la espaldilla,

esparciré estiércol sobre vuestros rostros,

el estiércol (de las víctimas)

de vuestras fiestas,

y seréis echados juntamente con él.

4[9877]Entonces conoceréis que Yo os he dado este decreto,

para que quede en vigencia mi pacto con Leví,

dice Yahvé de los ejércitos.

5[9878]Mi pacto con él fue (un pacto de) vida y paz,

y Yo le di estos (bienes);

era (un pacto) de temor, y él me temió,

y tembló ante mi Nombre.

6[9879]En su boca estuvo la Ley de verdad,

y maldad no hubo en sus labios;

anduvo conmigo en paz y en rectitud,

y apartó a muchos del mal.

7[9880]Porque los labios del sacerdote

guardan la doctrina,

y de sus labios se ha de aprender la Ley,

porque él es mensajero

de Yahvé de los ejércitos.

8[9881]Pero vosotros os habéis apartado del camino,

habéis hecho tropezar a muchos en la Ley,

habéis pervertido el pacto de Leví,

dice Yahvé de los ejércitos.

9Por eso también Yo os he hecho

despreciables y viles

delante de todo el pueblo,

por cuanto no seguisteis mis caminos,

y aplicasteis la Ley con acepción de personas.

Pecados del pueblo

10[9882]¿No tenemos todos, un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué engaña el uno al otro, profanando la alianza de nuestros padres? 11[9883]Judá ha hecho traición; y se cometen abominaciones en Israel y en Jerusalén; pues Judá ha profanado el Santuario de Yahvé, que Él ama; y contrajo matrimonio con la hija de un dios extraño. 12Yahvé extermine de las tiendas de Jacob al hombre que obra así, al maestro y al discípulo, asimismo a aquel que presente ofrenda a Yahvé de los ejércitos.

Contra el divorcio y adulterio

13[9884]También otra cosa hacéis: Cubrís el altar de Yahvé con lágrimas, con llantos y gemidos, porque Él no vuelve ya su rostro hacia la oblación, ni recibe de vuestra mano (ofrenda) agradable. 14[9885]Y vosotros decís: «¿Por qué?» Porque Yahvé ha sido testigo entre ti y la mujer de tu juventud, a la cual has sido infiel, siendo ella tu compañera y la mujer de tu pacto. 15[9886]¿No la hizo Aquel que es Uno? ¿No es ella una partícula de su espíritu? ¿Y qué pide aquel Uno sino un linaje de Dios? Guardad, pues, vuestro espíritu y ninguno sea infiel a la mujer de su juventud. 16[9887]Porque Yo aborrezco el repudio, dice Yahvé, el Dios de Israel; pues esto es cubrir de violencia su vestido; así dice Yahvé de los ejércitos. Por eso guardad vuestro espíritu, y no seáis desleales.

17[9888]Habéis cansado a Yahvé con vuestras palabras y con todo decís: «¿Cómo le hemos cansado?» Con vuestro decir: «Todo aquel que obra mal es bueno a los ojos de Yahvé, y en ellos Él se complace», o: «¿Dónde está el Dios de la justicia?»

MALAQUÍAS 3
El día del Señor

1[9889]He aquí que envío a mi ángel que preparará el camino delante de Mí; y de repente vendrá a su Templo el Señor a quien buscáis, y el ángel de la Alianza a quien deseáis. He aquí que viene, dice Yahvé de los ejércitos. 2[9890]¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién es el que podrá mantenerse en pie en su epifanía? Pues será como fuego de acrisolador, y como lejía de batanero. 3Se sentará para acrisolar y limpiar la plata; purificará a los hijos de Leví, y los limpiará como el oro y la plata, para que ofrezcan a Yahvé sacrificios en justicia. 4Y será grata a Yahvé la oblación de Judá y de Jerusalén, como en los días primeros y como en los tiempos antiguos. 5[9891]Entonces llegaré a vosotros para juzgar; y seré pronto testigo contra los hechiceros, contra los adúlteros y los perjuros; contra los que oprimen al jornalero, a la viuda y al huérfano, contra los que tuercen (el derecho del) extranjero; y no me temen a Mí, dice Yahvé de los ejércitos.

6[9892]Porque Yo, Yahvé, soy inmutable,

por eso vosotros, oh hijos de Jacob,

no habéis sido consumidos.

Benditos los cumplidores de la Ley

7[9893]Desde los días de vuestros padres,

os habéis apartado de mis mandamientos

y no los habéis guardado.

Convertíos a Mí,

y Yo me volveré a vosotros,

dice Yahvé de los ejércitos.

Mas vosotros decís:

«¿En qué hemos de convertirnos?»

8[9894]¿Puede acaso el hombre engañar a Dios?

Pues vosotros me estáis engañando

y decís: «¿En qué te hemos engañado?»

En los diezmos y las primicias.

9Caiga sobre vosotros la maldición,

porque me habéis engañado,

la nación entera.

10Traed todo el diezmo

a la cámara de tesoros,

para que haya alimento en mi Casa;

y probadme, os ruego, en esto,

dice Yahvé de los ejércitos;

a ver si no os abro las cataratas del cielo,

y derramo sobre vosotros

una bendición superabundante.

11Por vosotros increparé

a la (langosta) devoradora,

y no os destruirá los frutos de la tierra;

y las viñas del campo

no os serán estériles,

dice Yahvé de los ejércitos.

12[9895]Y todas las naciones os llamarán bienaventurados;

pues seréis una tierra de delicias,

dice Yahvé de los ejércitos.

Suerte de los impíos y de los justos

13[9896]Vuestras palabras contra Mí son insolentes, dice Yahvé. Y todavía decís: «¿Qué hemos hablado contra Ti?» 14Habéis dicho: «Cosa inútil es servir a Dios, ¿y qué provecho tenemos si observamos sus mandamientos, y andamos tristes delante de Yahvé de los ejércitos? 15Llamamos dichosos a los soberbios, pues los impíos tienen suerte; aunque provocan a Dios quedan salvos». 16[9897]Entonces los que temían a Yahvé hablaron unos con otros, y Yahvé estuvo atento y escuchó; y fue escrito delante de Él un libro de memoria en favor de los que temen a Yahvé, y respetan su Nombre. 17Ellos serán, dice Yahvé de los ejércitos, mi propiedad en aquel día que Yo preparo; y de ellos me apiadaré, como un hombre se apiada del hijo que le sirve. 18Entonces veréis una vez más (la diferencia) entre el justo y el impío, entre aquel que sirve a Dios, y aquel que no le sirve.

MALAQUÍAS 4
Triunfo de los justos

1[9898]Pues mirad que viene aquel día que arderá como un horno. Todos los soberbios, y todos los obradores de iniquidad, serán como paja; porque aquel día que viene los abrasará, dice Yahvé de los ejércitos, sin dejar de ellos ni raíz ni rama. 2Mas para vosotros que teméis mi Nombre, se levantará el Sol de justicia, que en sus alas traerá la salvación; y saldréis vosotros, y saltaréis como terneros (que salen) del establo. 3[9899]Y pisotearéis a los impíos, pues serán como ceniza debajo de las plantas de vuestros pies, en aquel día que Yo preparo, dice Yahvé de los ejércitos.

4Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo,

a quien intimé en el Horeb mandamientos

y preceptos para todo Israel.

Retorno de Elías

5[9900]He aquí que os enviaré al profeta Elías,

antes que venga el día grande

y tremendo de Yahvé.

6El convertirá el corazón de los padres a los hijos,

y el corazón de los hijos a los padres;

no sea que Yo viniendo

hiera la tierra con el anatema.

NUEVO TESTAMENTO

ADVERTENCIAS

Entre las numerosas referencias a otros libros de la Sagrada Escritura, v. g. los Salmos, etc., el lector hallará citas de ciertos pasajes “y nota”. Estas notas son las que el autor ha puesto en su edición completa de la Sagrada Biblia.

Los versículos y números puestos entre corchetes [] se refieren a textos que no se encuentran en los mejores manuscritos griegos.

La rigurosa fidelidad al original griego obliga a poner, en contadas ocasiones, alguna palabra entre paréntesis y en bastardilla, para adaptar la versión a la sintaxis castellana.

Está de más decir que los títulos y epígrafes no forman parte del texto sagrado, sino que solo han sido puestos para marcar la división lógica y facilitar la lectura.

INTRODUCCIÓN
I

La munificencia del Padre celestial que, a no dudarlo, bendice muy particularmente la difusión de su Palabra, que es el objeto del apostolado bíblico, incrementa, en forma sorprendente, el deseo que le expresamos de servir ese divino propósito de que la Escritura revelada sea “el libro por excelencia de la espiritualidad cristiana”.

Hemos traducido del original griego con la mayor fidelidad posible y, aparece ahora con notas y comentarios más extensos, merced a la amplitud mayor de su formato. Contiene por una parte “las explicaciones de los Santos Padres y comentarios de los diversos lugares, atendiendo más al adelantamiento espiritual de los lectores que a las discusiones científicas, sin que por ello se dejen de anotar, cuando se presenta la ocasión, las divergencias de los autores”, y por otra parte “gran número de referencias a otros lugares de las Escrituras, según la sabia y harto olvidada regla exegética de comentar la Sagrada Escritura a la luz de la Sagrada Escritura”.

La Iglesia Católica reconoce dos fuentes de doctrina revelada: la Biblia y la Tradición. Al presentar aquí en parte una de esas fuentes, hemos procurado, en efecto, que el comentario no solo ponga cada pasaje en relación con la Biblia misma —mostrando que ella es un mundo de armonía sobrenatural entre sus más diversas partes—, sino también brinde al lector, junto a la cosecha de autorizados estudiosos modernos, el contenido de esa tradición en documentos pontificios, sentencias y opiniones tomadas de la Patrística e ilustraciones de la Liturgia, que muestran la aplicación y trascendencia que en ella han tenido y tienen muchos textos de la Revelación.

El grande y casi diría insospechado interés que esto despierta en las almas, está explicado en las palabras con que el Cardenal Arzobispo de Viena prologa una edición de los Salmos semejante a esta en sus propósitos, señalando “en los círculos del laicado, y aun entre los jóvenes, un deseo de conocer la fe en su fuente y de vivir de la fuerza de esta fuente por el contacto directo con ella”. Por eso, añade, “se ha creado un interés vital por la Sagrada Escritura, ante todo por el Nuevo Testamento, pero también por el Antiguo, y el movimiento bíblico católico se ha hecho como un río incontenible”.

Es que, como ha dicho Pío XII, Dios no es una verdad que haya de encerrarse en el templo, sino la verdad que debe iluminarnos y servirnos de guía en todas las circunstancias de la vida. No ciertamente para ponerlo al servicio de lo material y terreno, como si Cristo fuese un pensador a la manera de los otros, venido para ocuparse de cosas temporales o dar normas de prosperidad mundana, sino, precisamente al revés, para no perder de vista lo sobrenatural en medio de “este siglo malo” (Ga. 1, 4); lo cual no le impide por cierto al Padre dar por añadidura cuantas prosperidades nos convengan, sea en el orden individual o en el colectivo, a los que antes que eso busquen vida eterna.

II

Un escritor francés refiere en forma impresionante la lucha que en su infancia conmovía su espíritu cada vez que veía el libro titulado Santa Biblia y recordaba las prevenciones que se le habían hecho acerca de la lectura de ese libro, ora por difícil e impenetrable, ora por peligroso o heterodoxo. “Yo recuerdo, dice, ese drama espiritual contradictorio de quien, al ver una cosa santa, siente que debe buscarla, y por otra parte abriga un temor indefinido y misterioso de algún mal espíritu escondido allí... Era para mí como si ese libro hubiera sido escrito a un tiempo por el diablo y por Dios. Y aunque esa impresión infantil —que veo es general en casos como el mío— se producía en la subconsciencia, ha sido tan intensa mi desolante duda, que solo en la madurez de mi vida un largo contacto con la Palabra de Dios ha podido destruir este monstruoso escándalo que produce el sembrar en la niñez el miedo de nuestro Padre celestial y de su Palabra vivificante.”

La meditación, sin palabras de Dios que le den sustancia sobrenatural, se convierte en simple reflexión —autocrítica en que el juez es tan falible como el reo— cuando no termina por derivarse al terreno de la imaginación, cayendo en pura cavilación o devaneo. María guardaba las Palabras repasándolas en su corazón (Lc. 2, 19 y 51): he aquí la mejor definición de lo que es meditar. Y entonces, lejos de ser una divagación propia, es un estudio, estudio, una noción, una contemplación que nos une a Dios por su Palabra, que es el Verbo, que es Jesús mismo, la Sabiduría con la cual nos vienen todos los bienes (Sb. 7, 11).

Quien esto hace, pasa con la Biblia las horas más felices e intensas de su vida. Entonces entiende cómo puede hablarse de meditar día y noche (Sal. 1, 2) y de orar siempre (Lc. 18, 1), sin cesar (1 Ts. 5, 17); porque en cuanto él permanece en la Palabra, las palabras de Dios comienzan a permanecer en él —que es lo que Jesús quiere para darnos cuanto le pidamos (Jn. 15, 7) y para que conquistemos la libertad del espíritu (Jn. 8, 31)— y no permanecer de cualquier modo, sino con opulencia , según la bella expresión de San Pablo (Col. 3, 16). Así van esas palabras vivientes (1 Pe. 1, 23, texto griego) formando el substrato de nuestra personalidad, de modo tal que a fuerza de admirarlas cada día más, concluimos por no saber pensar sin ellas y encontramos harto pobres las verdades relativas —si es que no son mentiras humanas que se disfrazan de verdad y virtud, como los sepulcros blanqueados (Mt. 23, 27)—. Entonces, así como hay una aristocracia del pensamiento y del arte en el hombre de formación clásica, habituado a lo superior en lo intelectual o estético, así también en lo espiritual se forma el gusto de lo auténticamente sobrenatural y divino, como lo muestra Santa Teresa de Lisieux al confesar que cuando descubrió el Evangelio, los demás libros ya no le decían nada. ¿No es este, acaso, uno de los privilegios que promete Jesús en el texto antes citado, diciendo que la verdad nos hará libres? Se ha recordado recientemente la frase del Cardenal Mercier, antes lector insaciable: “No soporto otra lectura que los Evangelios y las Epístolas.”

III

Y aquí, para entrar de lleno a comprender la importancia de conocer el Nuevo Testamento, tenemos que empezar por hacernos a nosotros mismos una confesión muy íntima: a todos nos parece raro Jesús. Nunca hemos llegado a confesarnos esto, porque, por un cierto temor instintivo, no nos hemos atrevido siquiera a plantearnos semejante cuestión. Pero Él mismo nos anima a hacerlo cuando dice: “Dichoso el que no se escandalizare de Mí” (Mt. 11, 6; Lc. 7, 23), con lo cual se anticipa a declarar que, habiendo sido Él anunciado como piedra de escándalo (Is. 8, 14 y 28, 16; Rm. 9, 33; Mt. 21, 42-44), lo natural en nosotros hombres caídos, es escandalizarnos de Él como lo hicieron sus discípulos todos, según Él lo había anunciado (Mt. 26, 31 y 56). Entrados, pues, en este cómodo terreno de íntima desnudez —podríamos decir de psicoanálisis sobrenatural— en la presencia “del Padre que ve en lo secreto” (Mt. 6, 6), podemos aclararnos a nosotros mismos ese punto tan importante para nuestro interés, con la alegría nueva de saber que Jesús no se sorprende ni se incomoda de que lo encontremos raro, pues Él sabe bien lo que hay dentro de cada hombre (Jn. 2, 24-25). Lo sorprendente sería que no lo hallásemos raro, y podemos afirmar que nadie se libra de comenzar por esa impresión, pues, como antes decíamos, San Pablo nos revela que ningún hombre simplemente natural (“psíquico”, dice él) percibe las cosas que son del Espíritu de Dios (1 Co. 2, 14). Para esto es necesario “nacer de nuevo”, es decir, “renacer de lo alto”, y tal es la obra que hace en nosotros —no en los más sabios sino al contrario en los más pequeños (Lc. 10, 21)— el Espíritu, mediante el cual podemos “escrutar hasta las profundidades de Dios” (1 Co. 2, 10).

Jesús nos parece raro y paradójico en muchísimos pasajes del Evangelio, empezando por el que acabamos de citar sobre la comprensión que tienen los pequeños más que los sabios. Él dice también que la parte de Marta, que se movía mucho, vale menos que la de María que estaba sentada escuchándolo; que ama menos aquel a quien menos hay que perdonarle (Lc. 7, 47); que (quizá por esto) al obrero de la última hora se le pagó antes que al de la primera (Mt. 20, 8); y, en fin, para no ser prolijo, recordemos que Él proclama de un modo general que lo que es altamente estimado entre los hombres es despreciable a los ojos de Dios (Lc. 16, 15).

Esta impresión nuestra sobre Jesús es harto explicable. No porque Él sea raro en sí, sino porque lo somos nosotros a causa de nuestra naturaleza degenerada por la caída original. Él pertenece a una normalidad, a una realidad absoluta, que es la única normal, pero que a nosotros nos parece todo lo contrario porque, como vimos en el recordado texto de San Pablo, no podemos comprenderlo naturalmente. “Yo soy de arriba y vosotros sois de abajo”, dice el mismo Jesús (Jn. 8, 23), y nos pasa lo que a los nictálopes que, como el murciélago, ven en la oscuridad y se ciegan en la luz.

Hecha así esta palmaria confesión, todo se aclara y facilita. Porque entonces reconocemos sin esfuerzo que el conocimiento que teníamos de Jesús no era vivido, propio, íntimo, sino de oídas y a través de libros o definiciones más o menos generales y sintéticas, más o menos ersatz; no era ese conocimiento personal que solo resulta de una relación directa. Y es evidente que nadie se enamora ni cobra amistad o afecto a otro por lo que le digan de él, sino cuando lo ha tratado personalmente, es decir, cuando lo ha oído hablar. El mismo Evangelio se encarga de hacernos notar esto en forma llamativa en el episodio de la Samaritana. Cuando la mujer, iluminada por Jesús, fue a contar que había hallado a un hombre extraordinario, los de aquel pueblo acudieron a escuchar a Jesús y le rogaron que se quedase con ellos. Y una vez que hubieron oírle sus palabras durante dos días, ellos dijeron a la mujer: “Ya no creemos a causa de tus palabras: nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es verdaderamente el Salvador del mundo” (Jn. 4, 42).

¿Podría expresarse con mayor elocuencia que lo hace aquí el mismo Libro divino, lo que significa escuchar las Palabras de Jesús para darnos el conocimiento directo de su adorable Persona y descubrirnos ese sello de verdad inconfundible (Jn. 3, 19; 17, 17) que arrebata a todo el que lo escucha sin hipocresía, como Él mismo lo dice en Jn. 7, 17?

El que así empiece a estudiar a Jesús en el Evangelio, dejará cada vez más de encontrarlo raro. Entonces experimentará, no sin sorpresa grande y creciente, lo que es creer en Él con fe viva, como aquellos samaritanos. Entonces querrá conocerlo más y mejor y buscará los demás Libros del Nuevo Testamento y los Salmos y los Profetas y la Biblia entera, para ver cómo en toda ella el Espíritu Santo nos lleva y nos hace admirar a Jesucristo como Maestro y Salvador, enviado del Padre y Centro de las divinas Escrituras, en Quien habrán de unirse todos los misterios revelados (Jn. 12, 32) y todo Io creado en el cielo y en la tierra (Ef. 1, 10). Es, como vemos, cuestión de hacer un descubrimiento propio. Un fenómeno de experiencia y de admiración. Todos cuantos han hecho ese descubrimiento, como dice Dom Galliard, declaran que tal fue el más dichoso y grande de sus pasos en la vida. Dichosos también los que podamos, como la Samaritana, contribuir por el favor de Dios a que nuestros hermanos reciban tan incomparable bien.

IV

El amor lee entre líneas. Imaginemos que un extraño vio en una carta ajena este párrafo: “Cuida tu salud, porque si no, voy a castigarte”. El extraño puso los ojos en la idea de este castigo y halló dura la carta. Mas vino luego el destinatario de ella, que era el hijo a quien su padre le escribía, y al leer esa amenaza de castigarle si no se cuidaba, se puso a llorar de ternura viendo que el alma de aquella carta no era la amenaza sino el amor siempre despierto que le tenía su padre, pues si le hubiera sido indiferente no tendría ese deseo apasionado de que estuviera bien de salud.

Nuestras notas y comentarios, después de dar la exégesis necesaria para la inteligencia de los pasajes en el cuadro general de la Escritura —como hizo Felipe con el ministro de la reina pagana (Hch. 8, 30 s. y nota)— se proponen ayudar a que descubramos (usando la visión de aquel hijo que se sabe amado y no la desconfianza del extraño) los esplendores del espíritu que a veces están como tesoros escondidos en la letra. San Pablo, el más completo ejemplar en esa tarea apostólica, decía, confiando en el fruto, estas palabras que todo apóstol ha de hacer suyas: “Tal confianza para con Dios la tenemos en Cristo; no porque seamos capaces por nosotros mismos... sino que nuestra capacidad viene de Dios..., pues la letra mata, mas el espíritu da vida” (2 Co. 3, 4-6).

La bondad del divino Padre nos ha mostrado por experiencia a muchas almas que así se han acercado a Él mediante la miel escondida en su Palabra y que, adquiriendo la inteligencia de la Biblia, han gustado el sabor de la Sabiduría que es Jesús (Sb. 7, 26; Pr. 8, 22; Si. 1, 1), y hallan cada día tesoros de paz, de felicidad y de consuelo en este monumento —el único eterno (Sal. 118, 89)— de un amor compasivo e infinito (cf. Sal. 102, 13; Ef. 2, 4 y notas).

Para ello solo se pide atención, pues claro está que el que no lee no puede saber. Como cebo para esta curiosidad perseverante, se nos brindan aquí todos los misterios del tiempo y de la eternidad. ¿Hay algún libro mágico que pretenda lo mismo?

Solo quedarán excluidos de este banquete los que fuesen tan sabios que no necesitasen aprender; tan buenos, que no necesitasen mejorarse; tan fuertes, que no necesitasen protección. Por eso los fariseos se apartaron de Cristo, que buscaba a los pecadores. ¿Cómo iban ellos a contarse entre las “ovejas perdidas”? Por eso el Padre resolvió descubrir a los insignificantes esos misterios que los importantes —así se creían ellos— no dejó aprender (Mt. 11, 25). Y así llenó de bienes a los hambrientos de luz y dejó vacíos a aquellos “ricos” (Lc. 1, 53). Por eso se llamó a los lisiados al banquete que los normales habían desairado (Lc. 14, 15-24). Y la Sabiduría, desde lo alto de su torre, mandó su pregón diciendo: “El que sea pequeño que venga a Mí.” Y a los, que no tienen juicio les dijo: “Venid a comer de mi pan y a beber el vino que os tengo preparado” (Pr. 9, 3-5).

Dios es así; ama con predilección fortísima a los que son pequeños, humildes, víctimas de la injusticia, como fue Jesús: y entonces se explica que a estos, que perdonan sin vengarse y aman a los enemigos, Él les perdone todo y los haga privilegiados. Dios es así; inútil tratar de que Él se ajuste a los conceptos y normas que nos hemos formado, aunque nos parezcan lógicos, porque en el orden sobrenatural Él no admite que nadie sepa nada si no lo ha enseñado Él (Jn. 6, 45; Hb. 1, 1 s.). Dios es así; y por eso el mensaje que Él nos manda por su Hijo Jesucristo en el Evangelio nos parece paradójico. Pero Él es así; y hay que tomarlo como es, o buscarse otro Dios, pero no creer que Él va a modificarse según nuestro modo de juzgar. De ahí que, como le decía San Agustín a San Jerónimo, la actitud de un hombre recto está en creerle a Dios por su sola Palabra, y no creer a hombre alguno sin averiguarlo. Porque los hombres, como dice Hello, hablan siempre por interés o teniendo presente alguna conveniencia o prudencia humana que los hace medir el efecto que sus palabras han de producir; en tanto que Dios, habla para enseñar la verdad desnuda, purísima, santa, sin desviarse un ápice por consideración alguna. Recuérdese que así hablaba Jesús, y por eso lo condenaron, según lo dijo Él mismo. (Véase Jn. 8, 37, 38, 40, 43, 45, 46 y 47; Mt. 7, 29, etc.) “Me atrevería a apostar —dice un místico— que cuando Dios nos muestre sin velo todos los misterios de las divinas Escrituras, descubriremos que si había palabras que no habíamos entendido era simplemente porque no fuimos capaces de creer sin dudar en el amor sin límites que Dios nos tiene y de sacar las consecuencias que de ello se deducían, como lo habría hecho un niño.”

Vengamos, pues, a buscarlo en este mágico “receptor” divino donde, para escuchar su voz, no tenemos más que abrir como llave del dial la tapa del Libro eterno. Y digámosle luego, como le decía un alma creyente: “Maravilloso campeón de los pobres afligidos y más maravilloso campeón de los pobres en el espíritu, de los que no tenemos virtudes, de los que sabemos la corrupción de nuestra naturaleza y vivimos sintiendo nuestra incapacidad, temblando ante la idea de tener que entrar, como agrada a los fariseos que Tú nos denunciaste, en el «viscoso terreno de los méritos propios»! Tú, que viniste para pecadores y no para justos, para enfermos y no para sanos, no tienes asco de mi debilidad, de mi impotencia, de mi incapacidad para hacerte promesas que luego no sabría cumplir, y te contentas con que yo te dé en esa forma el corazón, reconociendo que soy la nada y Tú eres el todo, creyendo y confiando en tu amor y en tu bondad hacia mí, y entregándome a escucharte y a seguirte en el camino de las alabanzas al Padre y del sincero amor a mis hermanos, perdonándolos y sirviéndolos como Tú me perdonas y me sirves a mí, ¡oh, Amor santísimo!”

V

Otra de las cosas que llaman la atención al que no está familiarizado con el Nuevo Testamento es la notable frecuencia con que, tanto los Evangelios como las Epístolas y el Apocalipsis, hablan de la Parusía o segunda venida del Señor, ese acontecimiento final y definitivo, que puede llegar en cualquier momento, y que “vendrá como un ladrón”, más de improviso que la propia muerte (1 Ts. 5), presentándolo como una fuerza extraordinaria para mantenernos con la mirada vuelta hacia lo sobrenatural, tanto por el saludable temor con que hemos de vigilar nuestra conducta en todo instante, ante la eventual sorpresa de ver llegar al supremo Juez (Mc. 13, 33 ss.; Lc. 12, 35 ss.), cuanto por la amorosa esperanza de ver a Aquel que nos amó y se entregó por nosotros (Ga. 2, 20); que traerá con Él su galardón (Ap. 22, 12); que nos transformará a semejanza de Él mismo (Flp. 3, 20 s.) y nos llamará a su encuentro en los aires (1 Ts. 4, 16 s.) y cuya glorificación quedará consumada a la vista de todos los hombres (Mt. 26, 64; Ap. 1, 7), junto con la nuestra (Col. 3, 4). ¿Por qué tanta insistencia en ese tema que hoy casi hemos olvidado? Es que San Juan nos dice que el que vive en esa esperanza se santifica como Él (1 Jn. 3, 3), y nos enseña que la plenitud del amor consiste en la confianza con que esperamos ese día (1 Jn. 4, 17). De ahí que los comentadores atribuyan especialmente la santidad de la primitiva Iglesia a esa presentación del futuro que “mantenía la cristiandad anhelante, y lo maravilloso es que muchas generaciones cristianas después de la del 95 (la del Apocalipsis) han vivido, merced a la vieja profecía, las mismas esperanzas y la misma seguridad: el reino está siempre en el horizonte” (Pirot).

No queremos terminar sin dejar aquí un recuerdo agradecido al que fue nuestro primero y querido mentor, instrumento de los favores del divino Padre: Monseñor doctor Paul W. von Keppler, Obispo de Rotemburgo, pío exégeta y sabio profesor de Tubinga y Friburgo, que nos guió en el estudio de las Sagradas Escrituras. De él recibimos, durante muchos años, el estímulo de nuestra temprana vocación bíblica con el creciente amor a la divina Palabra y la orientación a buscar en ella, por encima de todo, el tesoro escondido de la sabiduría sobrenatural. A él pertenecen estas palabras, ya célebres, que hacemos nuestras de todo corazón y que caben aquí, más que en ninguna otra parte, como la mejor introducción o “aperitivo” a la lectura del Nuevo Testamento que él enseñó fervorosamente, tanto en la cátedra, desde la edad de 31 años, como en toda su vida, en la predicación, en la conversación íntima, en los libros, en la literatura y en las artes, entre las cuales él ponía una como previa a todas: “el arte de la alegría”. “Podría escribirse, dice, una teología de la alegría. No faltaría ciertamente material, pero el capítulo más fundamental y más interesante sería el bíblico. Basta tomar un libro de concordancia o índice de la Biblia para ver la importancia que en ella tiene la alegría: los nombres bíblicos que significan alegría se repiten miles y miles de veces. Y ello es muy de considerar en un libro que nunca emplea palabras vanas e innecesarias. Y así la Sagrada Escritura se nos convierte en un paraíso de delicias, «paradisus voluptatis». (Gn. 3, 23) en el que podremos encontrar la alegría cuando la hayamos buscado inútilmente en el mundo o cuando la hayamos perdido”.

Hemos preferido en cuanto al texto la edición crítica de Merk, que consideramos superior por muchos conceptos, sin perjuicio de señalar en su caso las variantes de alguna consideración, como también las diferencias de la Vulgata.

J. STRAUBINGER.

SANTOS EVANGELIOS

EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO

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INTRODUCCIÓN

De la vida de San Mateo, que antes se llamaba Leví, sabemos muy poco. Era publicano, es decir, recaudador de tributos, en Cafarnaúm, hasta que un día Jesús lo llamó al apostolado, diciéndole simplemente: “Sígueme”; y Leví “levantándose le siguió” (Mt. 9, 9).

Su vida apostólica se desarrolló primero en Palestina, al lado de los otros Apóstoles; más tarde predicó probablemente en Etiopía (África), donde a lo que parece también padeció el martirio. Su cuerpo se venera en la Catedral de Salerno (Italia); su fiesta se celebra el 21 de setiembre.

San Mateo fue el primero en escribir la Buena Nueva en forma de libro, entre los años 40-50 de la era cristiana. Lo compuso en lengua aramea o siríaca, para los judíos de Palestina que usaban aquel idioma. Más tarde este Evangelio, cuyo texto arameo se ha perdido, fue traducido al griego.

El fin que San Mateo se propuso fue demostrar que Jesús es el Mesías prometido, porque en Él se han cumplido los vaticinios de los Profetas. Para sus lectores inmediatos no había mejor prueba que esta, y también nosotros experimentamos, al leer su Evangelio, la fuerza avasalladora de esa comprobación.

I. INFANCIA DE JESUCRISTO
MATEO 1
Genealogía legal de Jesús

1Genealogía[9901] de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán: 2Abrahán engendró a Isaac; Isaac engendró a Jacob; Jacob engendró a Judá y a sus hermanos; 3Judá engendró a Farés y a Zara, de Tamar[9902]; Farés engendró a Esrom; Esrom engendró a Aram; 4Aram engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Naasón; Naasón engendró a Salmón; 5Salmón engendró a Booz, de Racab; Booz engendró a Obed, de Rut; Obed engendró a Jesé; 6Jesé engendró al rey David; David engendró a Salomón, de aquella (que había sido mujer) de Urías; 7Salomón engendró a Roboam; Roboam engendró a Abía; Abía engendró a Asaf; 8Asaf engendró a Josafat; Josafat engendró a Joram; Joram engendró a Ozías; 9Ozías engendró a Joatam; Joatam engendró a Acaz; Acaz engendró a Ezequías; 10Ezequías engendró a Manasés; Manasés engendró a Amón; Amón engendró a Josías; 11Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, por el tiempo de la deportación a Babilonia. 12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel; Salatiel engendró a Zorobabel; 13Zorobabel engendró a Abiud; Abiud engendró a Eliaquim; Eliaquim engendró a Azor; 14Azor engendró a Sadoc; Sadoc engendró a Aquim; Aquim engendró a Eliud; 15Eliud engendró a Eleazar; Eleazar engendró a Matán; Matán engendró a Jacob; 16Jacob engendró a José, el esposo de María[9903], de la cual nació Jesús, el llamado Cristo. 17Así que todas las generaciones son: desde Abrahán hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Nacimiento de Jesús

18La generación de Jesucristo fue como sigue: Desposada[9904] su madre María con José, se halló antes de vivir juntos ellos, que había concebido del Espíritu Santo. 19José, su esposo, como era justo y no quería delatarla, se proponía despedirla en secreto[9905]. 20Mas mientras andaba con este pensamiento, he aquí que un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque su concepción es del Espíritu Santo. 21Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Salvador), porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”.

22Todo esto sucedió para que se cumpliese la palabra que había dicho el Señor por el profeta: 23Ved ahí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo[9906], y le pondrán el nombre de Emmanuel, que se traduce: “Dios con nosotros”. 24Cuando despertó del sueño, hizo José como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa. 25Y sin que la conociera[9907], dio ella a luz un hijo y le puso por nombre Jesús.

MATEO 2
Adoración de los Magos

1Cuando hubo nacido Jesús en Betlehem de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos[9908] del Oriente llegaron a Jerusalén, 2y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos[9909] que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”. 3Oyendo esto, el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén. 4Y convocando a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, se informó de ellos dónde debía nacer el Cristo. 5Ellos le dijeron: “En Betlehem de Judea, porque así está escrito por el profeta: 6Y tú Betlehem[9910] (del) país de Judá, no eres de ninguna manera la menor entre las principales (ciudades) de Judá, porque de ti saldrá el caudillo que apacentará a Israel mi pueblo”. 7Entonces Herodes llamó en secreto a los magos y se informó exactamente de ellos acerca del tiempo en que la estrella había aparecido. 8Después los envió a Betlehem diciéndoles: “Id y buscad cuidadosamente al niño; y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber, para que vaya yo también a adorarlo”. 9Con estas palabras del rey, se pusieron en marcha, y he aquí que la estrella, que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10Al ver de nuevo la estrella experimentaron un gozo muy grande. 11Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Entonces, prosternándose lo adoraron; luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron sus dones: oro, incienso y mirra[9911]. 12Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

Huida a Egipto

13Luego que partieron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás, hasta que yo te avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.” 14Y él se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, y salió para Egipto[9912], 15y se quedó allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por el profeta[9913]: “De Egipto llamé a mi hijo.”

Degollación de los inocentes

16Entonces Herodes, viendo que los magos lo habían burlado, se enfureció sobremanera, y mandó matar a todos los niños de Betlehem y de toda su comarca, de la edad de dos años para abajo, según el tiempo que había averiguado de los magos. 17Entonces se cumplió la palabra dicha por el profeta Jeremías: 18“Un clamor se hizo oír en Rama, llanto y alarido grande: Raquel llora a sus hijos y rehúsa todo consuelo, porque ellos no están más”[9914].

Regreso de la Sagrada Familia

19Muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: 20“Levántate, toma contigo al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que buscaban la vida del niño”. 21Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre y entró en tierra de Israel. 22Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en el lugar de su padre Herodes, temió ir allí; y, advertido en sueños, se fue a la región de Galilea[9915]. 23Y llegado allí se estableció en una ciudad llamada Nazaret[9916], para que se cumpliese la palabra de los profetas: “El será llamado Nazareno.”

II. PREPARACIÓN PARA LA VIDA PÚBLICA
MATEO 3
Predicación de Juan el Bautista

1En aquel tiempo apareció Juan el Bautista, predicando en el desierto de Judea, 2y decía: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos[9917] está cerca”. 3Este es de quien habló el profeta Isaías[9918] cuando dijo: “Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”. 4Juan tenía un vestido de pelos de camello, y un cinto de piel alrededor de su cintura; su comida eran langostas y miel silvestre. 5Entonces salía hacia él Jerusalén y toda la Judea y toda la región del Jordán, 6y se hacían bautizar[9919] por él en el río Jordán, confesando sus pecados.

7Mas viendo a muchos fariseos y saduceos venir a su bautismo, les dijo: “Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la cólera que viene? 8Producid, pues, frutos propios del arrepentimiento. 9Y no creáis que podéis decir dentro de vosotros: “Tenemos por padre a Abrahán”; porque yo os digo: “Puede Dios de estas piedras hacer que nazcan hijos a Abrahán”.

10Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego[9920]. 11Yo, por mi parte, os bautizo con agua para el arrepentimiento; mas Aquel que viene después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno de llevar sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. 12La pala de aventar está en su mano y va a limpiar su era: reunirá el trigo en el granero, y la paja la quemará en fuego que no se apaga”.

Bautismo de Jesús

13Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán a Juan para ser bautizado por él. 14Pero Juan quería impedírselo[9921] y le decía: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti y ¿Tú vienes a mí?” 15Jesús le respondió y dijo: “Deja ahora; porque así conviene que nosotros cumplamos toda justicia”. Entonces (Juan) le dejó. 16Bautizado Jesús, salió al punto del agua, y he aquí que se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, en figura de paloma, que descendía y venía sobre Él[9922]. 17Y una voz del cielo decía: “Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco”[9923].

MATEO 4
Jesús es tentado por el diablo

1Por aquel tiempo Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo[9924]. 2Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, después de lo cual tuvo hambre. 3Entonces el tentador se aproximó y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se vuelvan panes”[9925]. 4Mas Él replicó y dijo: “Está escrito: “No de pan solo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. 5Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo; 6y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, échate abajo, porque está escrito: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de Ti, y te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra”. 7Respondiole Jesús: “También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”[9926]. 8De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, 9le dijo: “Yo te daré todo esto si postrándote me adoras”. 10Entonces[9927] Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás”. 11Le dejó entonces el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron para servirle.

III. MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
Comienzo de la vida pública

12Al oír (Jesús) que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea, 13y dejando Nazaret, fue y habitó en Cafarnaúm[9928] junto al mar, en el territorio de Zabulón y de Neftalí, 14para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: 15“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, más allá del Jordán, Galilea de los gentiles; 16el pueblo asentado en tinieblas, luz grande vio; y a los asentados en la región y sombra de la muerte, luz les alboreó”[9929].

Los primeros discípulos

17Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: “Arrepentíos porque el reino de los cielos está cerca”. 18Caminando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón el llamado Pedro y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, pues eran pescadores, 19y díjoles: “Venid en pos de Mí y os haré pescadores de hombres”. 20Al instante, dejando las redes, le siguieron. 21Pasando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en su barca con Zebedeo su padre, que estaban arreglando sus redes, y los llamó. 22Ellos al punto, abandonando la barca y a su padre, le siguieron.

Evangelización de Galilea

23Y recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos[9930], y proclamando la Buena Nueva del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24Su fama se extendió por toda la Siria, y le traían todos los pacientes afligidos de toda clase de dolencias y sufrimientos, endemoniados, lunáticos[9931], paralíticos, y los sanó. 25Y le siguieron grandes muchedumbres de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.

MATEO 5
El sermón de la montaña. Las ocho bienaventuranzas

1Al ver estas multitudes, subió a la montaña, y habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos. 2Entonces, abrió su boca, y se puso a enseñarles así: 3“Bienaventurados los pobres en el espíritu[9932], porque a ellos pertenece el reino de los cielos. 4Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados. 5Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra[9933]. 6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán hartados. 7Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia. 8Bienaventurados los de corazón puro[9934], porque verán a Dios. 9Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. 10Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque a ellos pertenece el reino de los cielos[9935]. 11Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía. 12Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.

Vosotros sois la sal de la tierra

13“Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? Para nada vale ya, sino para que, tirada fuera, la pisen los hombres[9936]. 14Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad situada sobre una montaña. 15Y no se enciende una candela para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, y (así) alumbra a todos los que están en la casa. 16Así brille[9937] vuestra luz ante los hombres, de modo tal que, viendo vuestras obras buenas, glorifiquen a vuestro Padre del cielo”.

Jesús perfecciona la Ley Antigua

17“No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas[9938]. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento. 18En verdad os digo, hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota[9939], ni un ápice de la Ley pasará, sin que todo se haya cumplido. 19Por lo tanto, quien violare uno de estos mandamientos, (aun) los mínimos, y enseñare así a los hombres, será llamado el mínimo en el reino de los cielos; mas quien los observare y los enseñare, este será llamado grande en el reino de los cielos. 20Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.

21“Oísteis que fue dicho a los antepasados: «No matarás»; el que matare será reo de condenación”. 22Mas Yo os digo: “Todo aquel que se encoleriza contra su hermano, merece la condenación; quien dice a su hermano «racá» merece el sanhedrín; quien le dice «necio» merece la gehenna del fuego[9940]. 23Si, pues, estás presentando tu ofrenda sobre el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo que reprocharte, 24deja allí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda[9941]. 25Ponte en paz, sin tardar, con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que él te entregue al juez y el juez al alguacil; y te pongan en la cárcel. 26En verdad te digo, que no saldrás de allí sin que hayas pagado hasta el último centavo”.

27“Oísteis que fue dicho: «No cometerás adulterio»[9942]. 28Mas Yo os digo: “Quienquiera mire a una mujer codiciándola, ya cometió con ella adulterio en su corazón[9943]. 29Si, pues, tu ojo derecho[9944] te hace tropezar, arráncatelo y arrójalo lejos de ti; más te vale que se pierda uno de tus miembros y no que sea echado todo tu cuerpo en la gehenna. 30Y si tu mano derecha te es ocasión de tropiezo, córtala y arrójala lejos de ti; más te vale que se pierda uno de tus miembros y no que sea echado todo tu cuerpo en la gehenna”.

31“También ha sido dicho: «Si alguno repudia a su mujer, que le dé un acta de repudio». 32Mas Yo os digo: “Quienquiera repudie a su mujer, si no es por causa de fornicación, se hace causa de que se cometa adulterio con ella; y el que toma a una mujer repudiada comete adulterio”[9945].

33“Oísteis también que fue dicho a los antepasados: «No perjurarás, sino que cumplirás al Señor lo que has jurado». 34Mas Yo os digo que no juréis de ningún modo[9946]: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36Ni jures tampoco por tu cabeza, porque eres incapaz de hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. 37Diréis (solamente): Sí, sí; No, no. Todo lo que excede a esto, viene del Maligno”.

38“Oísteis que fue dicho: «Ojo por ojo y diente por diente»[9947]. 39Mas Yo os digo: no resistir al que es malo; antes bien, si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 40Y si alguno te quiere citar ante el juez para quitarte la túnica[9948], abandónale también tu manto. 41Y si alguno te quiere llevar por fuerza una milla, ve con él dos. 42Da a quien te pide[9949], y no vuelvas la espalda a quien quiera tomar prestado de ti”.

43“Oísteis que fue dicho: «Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo»[9950]. 44Mas Yo os digo: “Amad a vuestros enemigos, y rogad por los que os persiguen[9951], 45a fin de que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace levantar su sol sobre malos y buenos, y descender su lluvia sobre justos e injustos. 46Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿Los mismos publicanos no hacen otro tanto? 47Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis vosotros de particular? ¿No hacen otro tanto los gentiles? 48Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”[9952].

MATEO 6
De la recta intención

1“Cuidad de no practicar vuestra justicia a la vista de los hombres con el objeto de ser mirados por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. 2Cuando, pues, haces limosna, no toques la bocina[9953] delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres; en verdad os digo, ya tienen su paga. 3Tú, al contrario, cuando haces limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha[9954], 4para que tu limosna quede oculta, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará”.

La oración dominical

5“Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo, ya tienen su paga. 6Tú, al contrario, cuando quieras orar entra en tu aposento, corre el cerrojo de la puerta, y ora a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará[9955]. 7Y cuando oráis, no abundéis en palabras, como los paganos, que se figuran que por mucho hablar serán oídos. 8Por lo tanto, no los imitéis, porque vuestro Padre sabe qué cosas necesitáis[9956], antes de que vosotros le pidáis. 9Así, pues, oraréis vosotros: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre[9957]; 10venga tu reino[9958]; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 11Danos hoy nuestro pan supersubstancial[9959]; 12y perdónanos[9960] nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; 13y no nos introduzcas en tentación, antes bien líbranos del Maligno[9961]. 14Si, pues, vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial os perdonará también[9962]; 15pero si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestros pecados”.

El ayuno

16“Cuando ayunéis[9963], no pongáis cara triste, como los hipócritas, que fingen un rostro escuálido para que las gentes noten que ellos ayunan; en verdad, os digo, ya tienen su paga. 17Mas tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, 18a fin de que tu ayuno sea visto, no de las gentes, sino de tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará”.

Las verdaderas riquezas

19“No os amontonéis tesoros en la tierra, donde polilla y herrumbre (los) destruyen, y donde los ladrones horadan los muros y roban. 20Amontonaos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni herrumbre destruyen, y donde ladrones no horadan ni roban. 21Porque allí donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”[9964].

22“La lámpara del cuerpo es el ojo: Si tu ojo está sencillo, todo tu cuerpo gozará de la luz[9965]; 23pero si tu ojo está inservible, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Luego, si la luz que hay en ti es tiniebla, ¿las tinieblas mismas, cuán grandes serán?”.

24“Nadie puede servir a dos señores; porque odiará al uno y amará al otro; o se adherirá al uno y despreciará al otro. Vosotros no podéis servir a Dios y a Mammón”[9966].

Confianza en la providencia del divino Padre

25“Por esto os digo: no os preocupéis por vuestra vida: qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, con qué lo vestiréis[9967]. ¿No vale más la vida que el alimento? ¿y el cuerpo más que el vestido? 26Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan, ni juntan en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta[9968]. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27¿Y quién de vosotros puede, por mucho que se afane, añadir un codo a su estatura[9969]? 28y por el vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios del campo: cómo crecen; no trabajan, ni hilan, 29mas Yo os digo, que ni Salomón, en toda su magnificencia, se vistió como uno de ellos[9970]. 30Si, pues, la hierba del campo, que hoy aparece y mañana es echada al horno, Dios así la engalana ¿no (hará Él) mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31No os preocupéis, por consiguiente, diciendo: “¿Qué tendremos para comer[9971]? ¿Qué tendremos para beber? ¿Qué tendremos para vestirnos?” 32Porque todas estas cosas las codician los paganos. Vuestro Padre celestial ya sabe[9972] que tenéis necesidad de todo eso. 33Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura[9973]. 34No os preocupéis, entonces, del mañana. El mañana se preocupará de sí mismo. A cada día le basta su propia pena[9974]”.

MATEO 7
No Juzgar

1“No juzguéis[9975], para que no seáis juzgados. 2Porque el juicio que vosotros hacéis, se aplicará a vosotros[9976], y la medida que usáis, se usará para vosotros. 3¿Por qué ves la pajuela que está en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu ojo?[9977] 4¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame quitar la pajuela de tu ojo”, mientras hay una viga en el tuyo? 5Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano”.

6“No deis a los perros lo que es santo y no echéis vuestras perlas ante los puercos, no sea que las pisoteen con sus pies, y después, volviéndose, os despedacen”[9978].

Poder de la oración

7“Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; golpead y se os abrirá[9979]. 8Porque todo el que pide obtiene; y el que busca encuentra; y al que golpea, se le abre. 9¿O hay acaso entre vosotros algún hombre que al hijo que le pide pan, le dé una piedra; 10O si le pide un pescado, le dé una serpiente? 11Si, pues, vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¡cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que le pidan[9980]! 12Así que, todo cuanto queréis que los hombres os hagan, hacedlo también vosotros a ellos[9981]; esta es la Ley y los Profetas”.

Los dos caminos

13“Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él. 14Porque angosta es la puerta[9982] y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran”.

Prevención sobre los falsos profetas

15“Guardaos de los falsos profetas[9983], los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. 16Los conoceréis por sus frutos. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? 17Asimismo todo árbol bueno da frutos sanos, y todo árbol malo da frutos malos. 18Un árbol bueno no puede llevar frutos malos, ni un árbol malo frutos buenos. 19Todo árbol que no produce buen fruto, es cortado y echado al fuego. 20De modo que por sus frutos los conoceréis”.

21“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial[9984]. 22Muchos me dirán en aquel día[9985]: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos cantidad de prodigios?” 23Entonces les declararé: “Jamás os conocí. ¡Alejaos de Mí, obradores de iniquidad!”[9986].

Necesidad de poner en práctica el Evangelio

24Así pues, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, se asemejará a un varón sensato que ha edificado su casa sobre la roca: 25Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, pero ella no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, se asemejará a un varón insensato que ha edificado su casa sobre la arena: 27Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, y cayó, y su ruina fue grande”.

28Y sucedió que, cuando Jesús hubo acabado este discurso, las multitudes estaban poseídas de admiración por su doctrina; 29porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas de ellos.

MATEO 8
El gran taumaturgo

1Cuando bajó de la montaña, le fueron siguiendo grandes muchedumbres. 2Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo: “Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme”. 3Y Él, tendiéndole su mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”, y al punto fue sanado de su lepra. 4Díjole entonces Jesús: “Mira, no lo digas a nadie; sino ve a mostrarte al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita por Moisés, para que les sirva de testimonio[9987]”.

5Cuando hubo entrado en Cafarnaúm, se le aproximó un centurión[9988] y le suplicó, 6diciendo: “Señor, mi criado está en casa, postrado, paralítico, y sufre terriblemente”. 7Y Él le dijo: “Yo iré y lo sanaré”. 8Pero el centurión replicó diciendo: “Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo, mas solamente dilo con una palabra y quedará sano mi criado[9989]. 9Porque también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a este: “Ve” y él va; a aquel: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace”. 10Jesús se admiró al oírlo, y dijo a los que le seguían: “En verdad, os digo, en ninguno de Israel he hallado tanta fe”. 11Os digo pues: “Muchos llegarán del Oriente y del Occidente y se reclinarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, 12mientras que los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allá será el llanto y el rechinar de dientes”. 13Y dijo Jesús al centurión: “Anda; como creíste, se te cumpla”. Y el criado en esa misma hora fue sanado.

14Entró Jesús en casa de Pedro y vio a la suegra de este, en cama, con fiebre. 15La tomó de la mano y la fiebre la dejó; y ella se levantó y le sirvió. 16Caída ya la tarde, le trajeron muchos endemoniados y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los enfermos. 17De modo que se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías[9990]: “Él quitó nuestras dolencias, y llevó sobre Sí nuestras flaquezas”.

18Y Jesús, viéndose rodeado por una, multitud, mandó pasar a la otra orilla. 19Entonces un escriba se acercó y le dijo: “Maestro, te seguiré adonde quiera que vayas”. 20Jesús le dijo: “Las zorras tienen sus guaridas, y las aves del cielo sus nidos, mas el Hijo del hombre[9991] no tiene dónde reclinar la cabeza”. 21Otro de sus discípulos, le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. 22Respondiole Jesús: “Sígueme, y deja a los muertos enterrar a sus muertos”.

Jesús calma la tempestad del mar

23Cuando subió después a la barca, sus discípulos lo acompañaron. 24Y de pronto el mar se puso muy agitado, al punto que las olas llegaban a cubrir la barca; Él, en tanto, dormía. 25Acercáronse y lo despertaron diciendo: “Señor, sálvanos, que nos perdemos”. 26Él les dijo: “¿Por qué tenéis miedo, desconfiados?” Entonces se levantó e increpó a los vientos y al mar, y se hizo una gran calma. 27Y los hombres se maravillaron y decían: “¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”.

Expulsión de demonios

28Y cuando llegó a la otra orilla, al país de los gadarenos[9992], vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de unos sepulcros y eran en extremo feroces, tanto, que nadie podía pasar por aquel camino. 29y se pusieron a gritar: “¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Viniste aquí para atormentarnos antes de tiempo?” 30Lejos de ellos pacía una piara de muchos puercos. 31Los demonios le hicieron, pues, esta súplica: “Si nos echas, envíanos a la piara de puercos”. 32Él les dijo: “Andad”; a lo cual ellos salieron y se fueron a los puercos. Y he aquí que la piara entera se lanzó por el precipicio al mar, y pereció en las aguas. 33Los porqueros huyeron, y yendo a la ciudad refirieron todo esto, y también lo que había sucedido a los endemoniados. 34Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se retirase de su territorio[9993].

MATEO 9
Curación de un paralítico

1Subiendo a la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. 2Y he aquí que le presentaron un paralítico, postrado en una camilla. Al ver la fe de ellos, dijo Jesús al paralítico: “Confía, hijo, te son perdonados los pecados”. 3Entonces algunos escribas comenzaron a decir interiormente: “Este blasfema”. 4Mas Jesús, viendo sus pensamientos, dijo: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Te son perdonados los pecados”, o decir: 5“Levántate y camina? 6¡Y bien! para que sepáis que tiene poder el Hijo del hombre, sobre la tierra, de perdonar pecados —dijo, entonces, al paralítico—: “Levántate, cárgate la camilla y vete a tu casa”[9994]. 7Y se levantó y se volvió a su casa. 8Al ver esto, quedaron las muchedumbres poseídas de temor y glorificaron a Dios que tal potestad había dado en favor de los hombres.

Vocación de Mateo

9Pasando de allí, vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en la recaudación de los tributos, y le dijo: “Sígueme”. Y él se levantó y le siguió. 10Y sucedió que estando Él a la mesa en la casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron a reclinarse con Jesús y sus discípulos. 11Viendo lo cual, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y los pecadores?”[9995]. 12Él los oyó y dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13Id, pues, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”[9996]. Porque no he venido a llamar justos, sino pecadores”.

Los discípulos del Bautista

14Entonces, se acercaron a Él los discípulos de Juan y le dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y tus discípulos no ayunan?” 15Respondioles Jesús: “¿Pueden los hijos del esposo afligirse mientras el esposo está con ellos? Pero vendrán días en que el esposo[9997] les será quitado, y entonces ayunarán. 16Nadie pone un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, porque aquel pedazo entero tira del vestido, y se hace peor la rotura. 17Ni tampoco se echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera, los cueros revientan, y el vino se derrama, y los cueros se pierden; sino que el vino nuevo se echa en cueros nuevos, y así ambos se conservan”.

Jesús sana a la hemorroisa y resucita a la hija de Jairo

18Mientras les decía estas cosas, un magistrado[9998] se le acercó, se prosternó y le dijo: “Mi hija acaba de morir, pero ven a poner sobre ella tu mano y revivirá”. 19Jesús se levantó y lo siguió; y también sus discípulos. 20Y he ahí que una mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce años, se aproximó a Él por detrás y tocó la franja de su vestido. 21Porque ella se decía: “Con que toque solamente su vestido, quedaré sana”. 22Mas Jesús, volviéndose, la miró y dijo: “Confianza, hija, tu fe te ha sanado”[9999]. Y quedó sana desde aquella hora. 23Cuando Jesús llegó a la casa del magistrado, vio a los flautistas, y al gentío que hacía alboroto, 24y dijo: “¡Retiraos! La niña no ha muerto sino que duerme”. Y se reían de Él. 25Después, echada fuera la turba, entró Él, tomó la mano de la niña, y esta se levantó. 26Y la noticia del hecho se difundió por toda aquella región.

Jesús da vista a dos ciegos

27Cuando salía Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritando: “¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David[10000]!” 28Y al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les dijo: “¿Creéis que puedo hacer eso?” Respondiéronle: “Sí, Señor”. 29Entonces les tocó los ojos diciendo: “Os sea hecho según vuestra fe”. Y sus ojos se abrieron. 30Y Jesús les ordenó rigurosamente: “¡Mirad que nadie lo sepa!”. 31Pero ellos, luego que salieron, hablaron de Él por toda aquella tierra.

Curación de un mudo

32Cuando ellos hubieron salido, le presentaron un mudo endemoniado. 33Y echado el demonio, habló el mudo, y las multitudes, llenas de admiración, se pusieron a decir: “Jamás se ha visto cosa parecida en Israel”. 34Pero los fariseos decían: “Por obra del príncipe de los demonios lanza a los demonios”.

35Y Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas y proclamando la Buena Nueva del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. 36Y viendo a las muchedumbres, tuvo compasión de ellas, porque estaban como ovejas que no tienen pastor[10001], esquilmadas y abatidas. 37Entonces dijo a sus discípulos: “La mies es grande, mas los obreros son pocos[10002]. 38Rogad pues al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.

MATEO 10
Nombres de los apóstoles

1Y llamando a sus doce discípulos, les dio potestad de echar a los espíritus inmundos y de sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2He aquí los nombres de los doce Apóstoles: primero Simón, llamado Pedro[10003], y Andrés su hermano; Santiago el de Zebedeo y Juan su hermano; 3Felipe y Bartolomé; Tomas y Mateo el publicano; Santiago, el de Alfeo, y Tadeo; 4Simón el Cananeo, y Judas el Iscariote[10004], el mismo que lo entregó.

Misión de los doce

5Estos son los Doce que Jesús envió, después de haberles dado instrucciones, diciendo: “No vayáis hacia los gentiles y no entréis en ninguna ciudad de samaritanos[10005], 6sino id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel[10006]. 7Y de camino predicad diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. 8Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. 9No tengáis ni oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos[10007]; 10ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento. 11Llegados a una ciudad o aldea, informaos de quien en ella es digno, y quedaos allí hasta vuestra partida. 12Al entrar a una casa decidle el saludo (de paz)[10008]. 13Si la casa es digna, venga vuestra paz a ella; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. 14Y si alguno no quiere recibiros ni escuchar vuestras palabras, salid de aquella casa o de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies. 15En verdad, os digo, que en el día del juicio (el destino) será más tolerable para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad”.

Predicción de persecuciones

16“Mirad que Yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas[10009]. 17Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanhedrines y os azotarán en sus sinagogas, 18y por causa de Mí seréis llevados ante gobernadores y reyes, en testimonio para ellos y para las naciones. 19Mas cuando os entregaren, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis. Lo que habéis de decir os será dado en aquella misma hora[10010]. 20Porque no sois vosotros los que habláis, sino que el Espíritu de vuestro Padre es quien, habla en vosotros. 21Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; y se levantarán hijos contra padres y los harán morir. 22Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que perseverare hasta el fin, ese será salvo. 23Cuando os persiguieren en una ciudad, huid a otra. En verdad, os digo, no acabaréis (de predicar en) las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre”[10011].

24“El discípulo no es mejor que su maestro[10012], ni el siervo mejor que su amo. 25Basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo ser como su amo. Si al dueño de casa llamaron Beelzebul[10013], ¿cuánto más a los de su casa? 26No los temáis. Nada hay oculto que no deba ser descubierto, y nada secreto que no deba ser conocido. 27Lo que os digo en las tinieblas, repetidlo en pleno día; lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas[10014]. 28Y no temáis a los que matan el cuerpo, y que no pueden matar el alma; mas temed a aquel que puede perder alma y cuerpo en la gehenna[10015]. 29¿No se venden dos gorriones por un as[10016]? Ahora bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin disposición de vuestro Padre. 30En cuanto a vosotros, todos los cabellos de vuestra cabeza están contados. 31No temáis, pues vosotros valéis más que muchos gorriones”.

Exhortaciones y consuelos

32“A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial; 33mas a quien me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre celestial. 34No[10017] creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. 35He venido, en efecto, a separar al hombre de su padre, a la hija de su madre, a la nuera de su suegra; 36y serán enemigos del hombre los de su propia casa. 37Quien ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. 38Quien no toma su cruz y me sigue[10018], no es digno de Mí. 39Quien halla su vida[10019], la perderá; y quien pierde su vida por Mí, la hallará”.

40Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe[10020], y quien me recibe a Mí, recibe a Aquel que me envió. 41Quien recibe a un profeta a título de profeta, recibirá la recompensa de profeta; quien recibe a un justo a título de justo, recibirá la recompensa del justo. 42y quienquiera diere de beber tan solo un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, a título de discípulo, en verdad os digo, no perderá su recompensa[10021]”.

MATEO 11
Jesús y el Bautista

1Cuando Jesús hubo acabado de dar así instrucciones a sus doce apóstoles, partió de allí para enseñar y predicar en las ciudades de ellos. 2Y Juan, al oír en su prisión las obras de Cristo, le envió a preguntar por medio de sus discípulos: 3“¿Eres Tú «El que viene»[10022], o debemos esperar a otro?” 4Jesús les respondió y dijo: “Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: 5Ciegos ven, cojos andan, leprosos son curados, sordos oyen, muertos resucitan, y pobres son evangelizados[10023]; 6¡y dichoso el que no se escandalizare de Mí[10024]!”

7Y cuando ellos se retiraron, Jesús se puso a decir a las multitudes a propósito de Juan: “¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento? 8Y si no, ¿qué fuisteis a ver? ¿Un hombre ataviado con vestidos lujosos? Pero los que llevan vestidos lujosos están en las casas de los reyes. 9Entonces ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10Este es de quien está escrito: “He ahí que Yo envío a mi mensajero que te preceda, el cual preparará tu camino delante de ti”. 11En verdad, os digo, no se ha levantado entre los hijos de mujer, uno mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él[10025]. 12Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza[10026], y los que usan la fuerza se apoderan de él. 13Todos los profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan, 14y, si queréis creerlo, él mismo es Elías, el que debía venir[10027]. 15¡Quién tiene oídos oiga!”

Terquedad del pueblo

16“¿Pero, con quien comparar la raza esta? Es semejante a muchachos que, sentados en las plazas, gritan a sus camaradas: 17Os tocamos la flauta y no danzasteis, entonamos cantos fúnebres y no plañisteis. 18Porque; vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Está endemoniado”. 19Vino el Hijo del Hombre[10028], que come y bebe, y dicen: “Es un glotón y borracho, amigo de publicanos y de pecadores”. Mas la Sabiduría ha sido justificada por sus obras”.

¡Ay de las ciudades impenitentes!

20Entonces se puso a maldecir a las ciudades donde había hecho el mayor número de sus milagros, porque no se habían arrepentido: 21“¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! porque si en Tiro y en Sidón[10029] se hubiesen hecho los prodigios que han sido hechos en vosotras, desde hace mucho tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza. 22Por eso os digo, que el día del juicio será más soportable para Tiro y Sidón que para vosotras. 23Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso habrás de ser exaltada hasta el cielo? Hasta el abismo serás abatida. Porque si en Sodoma hubiesen sucedido las maravillas que han sido hechas en ti, aún estaría ella en pie el día de hoy. 24Por eso te digo que el día del juicio será más soportable para la tierra de Sodoma que para ti”.

Infancia espiritual

25Por aquel tiempo Jesús dio una respuesta, diciendo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubres estas cosas a los sabios y a los prudentes, y las revelas a los pequeños[10030]. 26Así es, oh Padre, porque esto es lo que te agrada a Ti. 27A Mí me ha sido transmitido todo por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce bien nadie sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelar (lo). 28Venid a Mí todos los agobiados y los cargados[10031], y Yo os haré descansar. 29Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaos instruir por Mí, porque manso[10032] soy y humilde en el corazón; y encontrareis reposo para vuestras vidas. 30Porque mi yugo es excelente[10033]; y mi carga es liviana”.

MATEO 12
Controversias sobre el sábado

1Por aquel tiempo, Jesús iba pasando un día de sábado, a través de los sembrados; y sus discípulos, teniendo hambre, se pusieron a arrancar algunas espigas y a comerlas. 2Viendo esto, los fariseos le dijeron: “Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.” 3Jesús les dijo: “¿No habéis leído, pues, lo que hizo David cuando tuvo hambre él y los que estaban con él, 4cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no era lícito comer ni a él, ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes[10034]? 5¿No habéis asimismo leído en la Ley, que el día de sábado, los sacerdotes, en el templo, violan el reposo sabático y lo hacen sin culpa? 6Ahora bien, os digo, hay aquí (alguien) mayor que el Templo. 7Si hubieseis comprendido lo que significa: “Misericordia quiero, y no sacrificio”, no condenaríais a unos inocentes[10035]. 8Porque Señor del sábado es el Hijo del hombre”.

9De allí se fue a la sinagoga de ellos; y he aquí un hombre que tenía una mano seca. 10Y le propusieron esta cuestión: “¿Es lícito curar el día de sábado?” —a fin de poder acusarlo—. 11Él les dijo: “¿Cuál será de entre vosotros el que teniendo una sola oveja, si esta cae en un foso, el día de sábado, no irá a tomarla y levantarla? 12Ahora bien, ¡cuánto más vale el hombre que una oveja! Por consiguiente, es lícito hacer bien el día de sábado”. 13Entonces dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Él la extendió, y le fue restituida como la otra. 14Pero los fariseos salieron y deliberaron contra Él sobre el modo de hacerlo perecer. 15Jesús, al saberlo, se alejó de allí. Y muchos lo siguieron, y los sanó a todos. 16Y les mandó rigurosamente que no lo diesen a conocer; 17para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: 18“He aquí a mi siervo, a quien elegí, el Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre Él, y anunciará el juicio a las naciones[10036]. 19No disputará, ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas[10037]. 20No quebrará la caña cascada, ni extinguirá la mecha que aún humea, hasta que lleve el juicio a la victoria; 21y en su nombre pondrán las naciones su esperanza”.

El pecado contra el Espíritu

22Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de modo que hablaba y veía. 23Y todas las multitudes quedaron estupefactas y dijeron: “¿Será este el Hijo de David?” 24Mas los fariseos, oyendo esto, dijeron: “Él no echa los demonios sino por Beelzebul[10038], el príncipe de los demonios”. 25Conociendo sus pensamientos, les dijo entonces: “Todo reino dividido contra sí mismo, está arruinado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no puede subsistir. 26Si Satanás arroja a Satanás, contra sí mismo está dividido: entonces, ¿cómo podrá subsistir su reino? 27Y si Yo, por mi parte, echo los demonios por Beelzebul, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por esto ellos serán vuestros jueces. 28Pero si por el Espíritu de Dios echo Yo los demonios, es evidente que ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29¿O si no, cómo puede alguien entrar en la casa del hombre fuerte y quitarle sus bienes, si primeramente no ata al fuerte? Solamente entonces saqueará su casa. 30Quien no está conmigo, está contra Mí, y quien no amontona conmigo, desparrama”.

31“Por eso, os digo, todo pecado y toda blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada[10039]. 32Y si alguno habla contra el Hijo del hombre, esto le será perdonado; pero al que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado ni en este siglo ni en el venidero. 33O haced (que sea) el árbol bueno y su fruto bueno, o haced (que sea) el árbol malo y su fruto malo, porque por el fruto se conoce el árbol. 34Raza de víboras, ¿cómo podríais decir cosas buenas, malos como sois? Porque la boca habla de la abundancia del corazón[10040]. 35El hombre bueno, de su tesoro de bondad saca el bien; el hombre malo, de su tesoro de malicia saca el mal. 36Os digo, que de toda palabra ociosa que se diga se deberá dar cuenta en el día del juicio. 37Según tus palabras serás declarado justo, según tus palabras serás condenado”.

Los enemigos piden una señal

38Entonces algunos de los escribas y fariseos respondieron, diciendo: “Maestro, queremos ver de Ti una señal”. 39Replicoles Jesús y dijo: “Una raza mala y adúltera requiere una señal: no le será dada otra que la del profeta Jonás. 40Pues así como Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches[10041]. 41Los ninivitas se levantarán, en el día del juicio, con esta raza y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; ahora bien, hay aquí más que Jonás. 42La reina del Mediodía[10042] se levantará, en el juicio, con la generación esta y la condenará, porque vino de las extremidades de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón; ahora bien, hay aquí más que Salomón”.

La estrategia de Satanás

43“Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, recorre los lugares áridos, buscando reposo, pero no lo halla. 44Entonces se dice: “Voy a volver a mi casa, de donde salí”. A su llegada, la encuentra desocupada, barrida y adornada. 45Entonces se va a tomar consigo otros siete espíritus aún más malos que él; entran y se aposentan allí, y el estado último de ese hombre viene a ser peor que el primero. Así también acaecerá a esta raza perversa”.

Los parientes de Cristo

46Mientras Él todavía hablaba a las multitudes, he ahí que su madre y sus hermanos[10043] estaban fuera buscando hablarle. 47Díjole alguien: “Mira, tu madre y tus hermanos están de pie afuera buscando hablar contigo”[10044]. 48Mas Él respondió al que se lo decía: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” 49Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: “He aquí a mi madre y mis hermanos. 50Quienquiera que hace la voluntad de mi Padre celestial, este es mi hermano, hermana o madre”.

MATEO 13
Parábola del sembrador

1En aquel día, Jesús salió de casa y se sentó a la orilla del mar[10045]. 2Y se reunieron junto a Él muchedumbres tan numerosas, que hubo de entrar en una barca y sentarse, mientras que toda la gente se colocaba sobre la ribera. 3Y les habló muchas cosas en parábolas[10046] diciendo: “He ahí que el sembrador salió a sembrar. 4Y, al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino, y los pájaros vinieron y las comieron. 5Otras cayeron en lugares pedregosos, donde no tenían mucha tierra, y brotaron en seguida por no estar hondas en la tierra. 6Y cuando el sol se levantó, se abrasaron, y no teniendo raíz, se secaron. 7Otras cayeron entre abrojos, y los abrojos, creciendo, las ahogaron. 8Otras cayeron sobre tierra buena, y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. 9¡Quien tiene oídos, oiga![10047]

10Aproximáronse sus discípulos y le dijeron: “¿Por qué les hablas en parábolas?” 11Respondioles y dijo: “A vosotros es dado conocer los misterios del reino de los cielos, pero no a ellos. 12Porque a quien tiene, se le dará y tendrá abundancia; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado[10048]. 13Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni comprenden. 14Para ellos se cumple esa profecía de Isaías: “Oiréis pero no comprenderéis, veréis y no conoceréis[10049]. 15Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, y sus oídos oyen mal, y cierran los ojos, de miedo que vean con sus ojos, y oigan con sus oídos, y comprendan con su corazón, y se conviertan, y Yo los sane”. 16Pero vosotros, ¡felices de vuestros ojos porque ven, vuestros oídos porque oyen! 17En verdad, os digo, muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; oír lo que vosotros oís y no lo oyeron”.

18“Escuchad pues, vosotros la parábola del sembrador. 19Sucede a todo el que oye la palabra del reino y no la comprende[10050], que viene el maligno y arrebata lo que ha sido sembrado en su corazón: este es el sembrado a lo largo del camino. 20El sembrado en pedregales, este es el hombre que, oyendo la palabra, en seguida la recibe con alegría; 21pero no teniendo raíz en sí mismo, es de corta duración, y cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la palabra, al punto se escandaliza. 22El sembrado entre los abrojos, este es el hombre que oye la palabra, pero la preocupación de este siglo y el engaño de las riquezas sofocan la palabra, y ella queda sin fruto. 23Pero el sembrado en tierra buena, este es el hombre que oye la palabra y la comprende[10051]: él sí que fructifica y produce ya ciento, ya sesenta, ya treinta”.

Parábola de la cizaña

[10052]. 24Otra parábola les propuso, diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró grano bueno en su campo. 25Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo, sobresembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26Cuando brotó, pues, la hierba y dio grano, apareció también la cizaña. 27Y fueron los siervos al dueño de casa y le dijeron: “Señor ¿no sembraste grano bueno en tu campo? ¿Cómo, entonces, tiene cizaña?” 28Les respondió: “Algún enemigo ha hecho esto”. Le preguntaron: “¿Quieres que vayamos a recogerla?” 29Mas él respondió: “No, no sea, que al recoger la cizaña, desarraiguéis también el trigo. 30Dejadlos crecer juntamente hasta la siega. Y al momento de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y al trigo juntadlo en mi granero”[10053].

Parábola del grano de mostaza

31Les propuso esta otra parábola: “El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo[10054]. 32Es el más pequeño de todos los granos, pero cuando ha crecido es más grande que las legumbres, y viene a ser un árbol, de modo que los pájaros del cielo llegan a anidar en sus ramas”.

Parábola de la levadura

33Otra parábola les dijo: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió[10055] en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó”.

34Todo esto, lo decía Jesús a las multitudes en parábolas, y nada les hablaba sin parábola, 35para que se cumpliese lo que había sido dicho por medio del profeta: “Abriré mis labios en parábolas; narraré cosas escondidas desde la fundación del mundo”[10056].

Interpretación de la parábola de la cizaña

36Entonces, despidió a la multitud y volvió a la casa. Y los discípulos se acercaron a Él y dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo”. 37Respondioles y dijo: “El que siembra la buena semilla, es el Hijo del hombre. 38El campo es el mundo. La buena semilla, esos son los hijos del reino. La cizaña son los hijos del maligno. 39El enemigo que la sembró es el diablo. La siega es la consumación del siglo. Los segadores son los ángeles. 40De la misma manera que se recoge la cizaña y se la echa al fuego, así será en la consumación del siglo. 41El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino todos los escándalos, y a los que cometen la iniquidad, 42y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. ¡Quien tiene oídos, oiga!”

Parábolas del tesoro escondido, de la perla y de la red

44“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido[10057] en un campo; un hombre, habiéndolo descubierto, lo volvió a esconder, y en su gozo fue y vendió todo lo que tenía, y compró aquel campo.

45También, el reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas[10058]. 46Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.

47También es semejante el reino de los cielos a una red[10059] que se echó en el mar y que recogió peces de toda clase. 48Una vez llena, la tiraron a la orilla, y sentándose juntaron los buenos en canastos, y tiraron los malos. 49Así será en la consumación del siglo. Saldrán los ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos[10060], 50y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

51¿Habéis entendido todo esto?[10061]” Le dijeron: “Sí”. 52Entonces, les dijo: “Así todo escriba que ha llegado a ser discípulo del reino de los cielos, es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo”.

Jesús predicando en Nazaret

53Y cuando Jesús hubo acabado estas parábolas, partió de este lugar, 54y fue a su patria[10062], y les enseñaba en la sinagoga de ellos; de tal manera que estaban poseídos de admiración y decían: “¿De dónde tiene Este la sabiduría esa y los milagros? 55¿No es Este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? 56¿Y sus hermanas no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?” 57Y se escandalizaban de Él[10063]. Mas Jesús les dijo: “Un profeta no está sin honor sino en su país y en su familia”. 58Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

MATEO 14
Muerte del Bautista

1En aquel tiempo, Herodes el tetrarca[10064] oyó hablar de Jesús, 2y dijo a sus servidores: “Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las virtudes operan en él”. 3Porque Herodes había prendido a Juan, encadenándolo y puesto en prisión, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo[10065]. 4Pues Juan le decía: “No te es permitido tenerla”. 5Y quería quitarle la vida, pero temía al pueblo, que lo consideraba como profeta. 6Mas en el aniversario del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de los convidados y agradó a Herodes, 7quien le prometió, con juramento, darle lo que pidiese. 8Y ella instruida por su madre: “Dame aquí, dijo, sobre un plato, la cabeza de Juan el Bautista”. 9A pesar de que se afligió el rey, en atención a su juramento, y a los convidados, ordenó que se le diese[10066]. 10Envió, pues, a decapitar a Juan en la cárcel. 11Y la cabeza de este fue traída sobre un plato, y dada a la muchacha, la cual la llevó a su madre. 12Sus discípulos vinieron, se llevaron el cuerpo y lo sepultaron; luego fueron a informar a Jesús.

Primera multiplicación de los panes

13Jesús, habiendo oído esto, se retiró de allí en barca, a un lugar desierto, a solas. Las muchedumbres, al saberlo, fueron a pie, de diversas ciudades, en su busca. 14Y cuando desembarcó, vio un gran gentío; y teniendo compasión de ellos, les sanó a los enfermos. 15Como venía la tarde, sus discípulos se llegaron a Él diciendo: “Este lugar es desierto, y la hora ya ha pasado. Despide, pues, a la gente, para que vaya a las aldeas a comprarse comida”. 16Mas Jesús les dijo: “No necesitan irse; dadles vosotros de comer”. 17Ellos le dijeron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces”. 18Díjoles: “Traédmelos aquí”. 19Y habiendo mandado que las gentes se acomodasen sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo los bendijo[10067] y, habiendo partido los panes, los dio a los discípulos y los discípulos a las gentes. 20Y comieron todos y se saciaron y alzaron lo sobrante de los trozos, doce canastos llenos. 21Y eran los que comieron cinco mil varones, sin contar mujeres y niños. 22En seguida obligó a sus discípulos a reembarcarse, precediéndole, a la ribera opuesta, mientras Él despedía a la muchedumbre.

Jesús camina sobre las aguas

23Despedido que hubo a las multitudes, subió a la montaña para orar aparte, y caída ya la tarde, estaba allí solo[10068]. 24Mas, estando la barca muchos estadios lejos de la orilla, era combatida por las olas, porque el viento era contrario. 25Y a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos, caminando sobre el mar. 26Mas los discípulos viéndolo andar sobre el mar, se turbaron diciendo: Es un fantasma; y en su miedo, se pusieron a gritar. 27Pero en seguida les habló Jesús y dijo: “¡Ánimo! soy Yo. No temáis”. 28Entonces, respondió Pedro y le dijo: “Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas”. 29Él le dijo: “¡Ven!”. Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. 30Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame!” 31Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” 32Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. 33Entonces los que estaban en la barca se prosternaron ante Él diciendo: “Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios”.

34Y habiendo hecho la travesía, llegaron a la tierra de Genesaret. 35Los hombres del lugar, apenas lo reconocieron, enviaron mensajes por toda la comarca, y le trajeron todos los enfermos. 36Y le suplicaban los dejara tocar tan solamente la franja de su vestido, y todos los que tocaron, quedaron sanos.

MATEO 15
Controversias con los fariseos

1Entonces se acercaron a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, los cuales le dijeron[10069]: 2“¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los antepasados?, ¿por qué no se lavan las manos antes de comer?” 3Él les respondió y dijo: “Y vosotros ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?[10070] 4Dios ha dicho: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “El que maldice a su padre o a su madre, sea condenado a muerte”[10071]. 5Vosotros, al contrario, decís: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: “Es ofrenda (para el Templo) aquello con lo cual yo te podría haber socorrido, 6—no tendrá que honrar a su padre o a su madre”. Y vosotros habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición[10072]. 7Hipócritas, con razón Isaías profetizó de vosotros diciendo:

8“Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí. 9En vano me rinden culto, pues que enseñan doctrinas que son mandamientos de hombres”[10073].

10Y habiendo llamado a la multitud, les dijo: “¡Oíd y entended! 11No lo que entra en la boca mancha al hombre; sino lo que sale de la boca, eso mancha al hombre”. 12Entonces sus discípulos vinieron a Él y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos, al oír aquel dicho, se escandalizaron?” 13Les respondió: “Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada[10074]. 14Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, caerán los dos en el hoyo”. 15Pedro, entonces, le respondió y dijo: “Explícanos esa parábola”. 16Y dijo Jesús: “¿Todavía estáis vosotros también faltos de entendimiento? 17¿No sabéis que todo lo que entra en la boca, pasa al vientre y se echa en lugar aparte? 18Pero lo que sale de la boca, viene del corazón, y eso mancha al hombre. 19Porque del corazón salen pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. 20He aquí lo que mancha al hombre; mas el comer sin lavarse las manos, no mancha al hombre”.

La cananea

21Partiendo de este lugar, se retiró Jesús a la región de Tiro y de Sidón. 22Y he ahí que una mujer cananea venida de ese territorio, dio voces diciendo: “¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio”. 23Pero Él no le respondió nada. Entonces los discípulos, acercándose, le rogaron: “Despídela, porque nos persigue con sus gritos”. 24Mas Él respondió y dijo: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”[10075]. 25Ella, no obstante, vino a prosternarse delante de Él y dijo: “¡Señor, socórreme!” 26Mas Él respondió: “No está bien tomar el pan de los hijos para echarlo a los perros”. 27Y ella dijo: “Sí, Señor, pero los perritos también comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños”. 28Entonces Jesús respondiendo le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágasete como quieres”. Y su hija quedó sana, desde aquel momento.

29Partiendo de allí, Jesús llegó al mar de Galilea, subió a la montaña y se sentó. 30Y vinieron a Él turbas numerosas, llevando cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros, y los pusieron a sus pies, y Él los sanó[10076]. 31De modo que el gentío estaba maravillado al ver los mudos hablando, sanos los lisiados, cojos que caminaban, ciegos que veían; y glorificaba al Dios de Israel.

Segunda multiplicación de los panes

32Entonces, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima de estas gentes, porque hace ya tres días que no se apartan de Mí, y ya no tienen qué comer. No quiero despedirlas en ayunas, no sea que les falten las fuerzas en el camino”. 33Los discípulos le dijeron: “¿De dónde procurarnos en este desierto pan suficiente para saciar a una multitud como esta?” 34Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete, y algunos pececillos”. 35Entonces mandó a la gente acomodarse en tierra. 36Luego tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos, y los discípulos a la gente. 37Y todos comieron y se saciaron, y levantaron lo sobrante de los pedazos, siete canastos llenos. 38Y los que comieron eran como cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños. 39Después que despidió a la muchedumbre, se embarcó, y vino al territorio de Magadán[10077].

MATEO 16
Los fariseos Y saduceos piden un milagro

1Acercáronse los fariseos y saduceos y, para ponerlo a prueba le pidieron que les hiciese ver alguna señal del cielo. 2Mas Él les respondió y dijo: “Cuando ha llegado la tarde, decís: Buen tiempo, porque el cielo está rojo”, 3y a la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío”. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos[10078]. 4Una generación mala y adúltera requiere una señal: no le será dada otra que la del profeta Jonás”. Y dejándolos, se fue.

Levadura de hipocresía

5Los discípulos, al ir a la otra orilla, habían olvidado de llevar panes. 6Y Jesús les dijo: “Mirad y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. 7Ellos dentro de sí discurrían diciendo: “Es que no hemos traído panes”. 8Mas Jesús lo conoció y dijo: “Hombres de poca fe; ¿qué andáis discurriendo dentro de vosotros mismos que no tenéis panes? 9¿No entendéis todavía, ni recordáis los cinco panes de los cinco mil, y cuántos canastos recogisteis? 10¿Ni los siete panes de los cuatro mil, y cuántos canastos recogisteis? 11¿Cómo no entendéis que no de los panes os quería hablar al deciros: “Guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos?” 12Entonces, comprendieron que no había querido decir que se guardasen de la levadura de los panes[10079], sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.

Jesús en Cesárea de Filipo. Primado de Pedro

13Y llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo[10080], propuso esta cuestión a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” 14Respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista, otros Elías, otros Jeremías o algún otro de los profetas”. 15Díjoles: “Y según vosotros, ¿quién soy Yo?” 16Respondiole Simón Pedro y dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. 17Entonces Jesús le dijo: “Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. 18Y Yo, te digo que tú eres Pedro[10081], y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella. 19A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que atares sobre la tierra, estará atado en los cielos, lo que desatares sobre la tierra, estará desatado en los cielos”. 20Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo[10082].

Anuncio de la pasión

21Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas, y ser condenado a muerte y, resucitar al tercer día. 22Mas Pedro, tomándolo aparte, se puso a reconvenirle, diciendo: “¡Lejos de Ti, Señor! Esto no te sucederá por cierto”. 23Pero Él volviéndose, dijo a Pedro: “¡Quítateme de delante, Satanás! ¡Un tropiezo eres para Mí, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres!”[10083].

¡Renunciarse!

24Entonces[10084], dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere seguirme, renúnciese a sí mismo, y lleve su cruz y siga tras de Mí. 25Porque el que quisiere salvar su alma, la perderá; y quien pierda su alma por mi causa, la hallará. 26Porque ¿de qué sirve al hombre, si gana el mundo entero, mas pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma? 27Porque el Hijo del hombre ha de venir, en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras. 28En verdad, os digo, algunos de los que están aquí no gustarán la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su Reino”[10085].

MATEO 17
Transfiguración del Señor

1Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan su hermano, y los llevó aparte, sobre un alto monte. 2Y se transfiguró delante de ellos: resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. 3Y he ahí que se les aparecieron Moisés y Elías[10086], que hablaban con Él. 4Entonces, Pedro habló y dijo a Jesús: “Señor, bueno es que nos quedemos aquí. Si quieres, levantaré aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés, y otra para Elías”. 5No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos, y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: “Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadlo[10087] a Él”. 6Y los discípulos, al oírla, se prosternaron, rostro en tierra, poseídos de temor grande. 7Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y les dijo: “Levantaos; no tengáis miedo”. 8Y ellos, alzando los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.

La venida de Elías

9Y cuando bajaban de la montaña, les mandó Jesús diciendo: “No habléis a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”. 10Los discípulos le hicieron esta pregunta: “¿Por qué, pues, los escribas dicen que Elías debe venir primero?” 11Él les respondió y dijo: “Ciertamente, Elías vendrá y restaurará todo[10088]. 12Os declaro, empero, que Elías ya vino, pero no lo conocieron, sino que hicieron con él cuento quisieron. Y así el mismo Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos”. 13Entonces los discípulos cayeron en la cuenta que les hablaba con relación a Juan el Bautista.

Curación de un lunático

14Cuando llegaron adonde estaba la gente, un hombre se aproximó a Él, y, doblando la rodilla, le dijo: 15“Señor, ten piedad de mi hijo, porque es lunático y está muy mal; pues muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua. 16Lo traje a tus discípulos, y ellos no han podido sanarlo”. 17Respondiole Jesús y dijo: “Oh raza incrédula y perversa, ¿hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os habré de soportar? Traédmelo aquí”. 18Increpole Jesús, y el demonio salió de él, y el niño quedó sano desde aquella hora. 19Entonces los discípulos se llegaron a Jesús, aparte, y le dijeron: “¿Por qué nosotros no hemos podido lanzarlo?” 20Les dijo: “Por vuestra falta de fe[10089]. Porque en verdad os digo: Que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: “Pásate de aquí, allá”, y se pasaría, y no habría para vosotros cosa imposible”. 21[En cuanto a esta ralea, no se va sino con oración y ayuno].

Nuevo anuncio de la pasión

22Y yendo juntos por Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; 23y lo harán morir, y al tercer día resucitará”. Y se entristecieron en gran manera.

El tributo del templo

24Cuando llegaron a Cafarnaúm acercáronse a Pedro los que cobraban las didracmas y dijeron: “¿No paga vuestro Maestro las dos dracmas?” 25Respondió: “Sí”. Y cuando llegó a la casa, Jesús se anticipó a decirle: “Qué te parece, Simón: los reyes de la tierra ¿de quién cobran las tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?” 26Respondió: “De los extraños”. Entonces Jesús le dijo: “Así, pues, libres son los hijos. 27Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar a echar el anzuelo, y el primer pez que suba, sácalo, y abriéndole la boca encontrarás un estatero. Tómalo y dáselo por Mí y por ti”.

MATEO 18
El mayor en el reino de los cielos

1En aquel tiempo, los discípulos se llegaron a Jesús y le preguntaron: “En conclusión, ¿quién es el mayor en el reino de los cielos?”[10090] 2Entonces, Él llamó a sí a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y dijo: “En verdad, os digo, si no volviereis a ser como los niños[10091], no entraréis en el reino de los cielos. 4Quien se hiciere pequeño como este niñito, ese es el mayor en el reino de los cielos. 5Y quien recibe en mi nombre a un niño como este, a Mí me recibe[10092]”.

El escándalo

6“Pero quien encandalizare a uno solo de estos pequeños que creen en Mí, más le valdría que se le suspendiese al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que fuese sumergido en el abismo del mar. 7¡Ay del mundo por los escándalos[10093]Porque forzoso es que vengan escándalos, pero ¡ay del hombre por quien el escándalo viene! 8Si tu mano o tu pie[10094] te hace tropezar, córtalo y arrójalo lejos de ti. Más te vale entrar en la vida manco o cojo, que ser, con tus dos manos o tus dos pies, echado en el fuego eterno. 9Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo y arrójalo lejos de ti. Más te vale entrar en la vida con un solo ojo, que ser, con tus dos ojos, arrojado en la gehenna del fuego. 10Guardaos de despreciar a uno solo de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente la faz de mi Padre celestial[10095]. 11[Porque el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido][10096]”.

Valor de un Alma

12“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se llega a descarriar, ¿no dejará sobre las montañas las noventa y nueve, para ir en busca de la que se descarrió? 13Y si llega a encontrarla, en verdad, os digo, tiene más gozo por ella que por las otras noventa y nueve, que no se descarriaron. 14De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños”[10097].

Corrección fraterna

15“Si tu hermano peca [contra ti][10098] repréndelo entre ti y él solo; si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16Si no te escucha toma todavía contigo un hombre o dos, para que por boca de dos testigos o tres conste toda palabra. 17Si a ellos no escucha, dilo a la Iglesia. Y si no escucha tampoco a la Iglesia[10099], sea para ti como un pagano y como un publicano. 18En verdad, os digo, todo lo que atareis sobre la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desatareis sobre la tierra, será desatado en el cielo”[10100].

19“De nuevo, en verdad, os digo, si dos de entre vosotros[10101] sobre la tierra se concertaren acerca de toda cosa que pidan, les vendrá de mi Padre celestial. 20Porque allí donde dos o tres están reunidos por causa mía, allí estoy Yo en medio de ellos[10102]”.

El Siervo sin entrañas

21Entonces Pedro le dijo: “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces?” 22Jesús le dijo: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete[10103]. 23Por eso el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24Y cuando comenzó a ajustarlas, le trajeron a uno que le era deudor de diez mil talentos[10104]. 25Como no tenía con qué pagar, mandó el Señor que lo vendiesen a él, a su mujer y a sus hijos y todo cuanto tenía y se pagase la deuda. 26Entonces arrojándose a sus pies el siervo, postrado, le decía: “Ten paciencia conmigo, y te pagaré todo” 27Movido a compasión el amo de este siervo, lo dejó ir y le perdonó la deuda. 28Al salir, este siervo encontró a uno de sus compañeros, que le debía cien denarios[10105], y agarrándolo, lo sofocaba y decía: “Paga lo que debes”. 29Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba y decía: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. 30Mas él no quiso, y lo echó a la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31Pero, al ver sus compañeros lo ocurrido, se contristaron sobremanera y fueron y contaron al amo todo lo que había sucedido. 32Entonces lo llamó su señor y le dijo: “Mal siervo, yo te perdoné toda aquella deuda como me suplicaste. 33¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, puesto que yo me compadecí de ti?” 34Y encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que hubiese pagado toda su deuda. 35Esto hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano[10106]”.

IV. MINISTERIO DE JESÚS EN JUDEA
MATEO 19
Indisolubilidad del matrimonio

1Cuando Jesús hubo acabado estos discursos partió de Galilea, y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. 2Le siguieron muchas gentes, y las sanó allí. 3Entonces, algunos fariseos, queriendo tentarlo, se acercaron a Él y le dijeron: “¿Es permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” 4Él respondió y dijo: “¿No habéis leído que el Creador, desde el principio, varón y mujer los hizo?[10107]5y dijo: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. 6“De modo que ya no son dos, sino una carne. ¡Pues bien! ¡Lo que Dios juntó, el hombre no lo separe!” 7Dijéronle: “Entonces ¿por qué Moisés prescribió dar libelo de repudio y despacharla?” 8Respondioles: “A causa de la dureza de vuestros corazones, os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. 9Mas Yo os digo, quien repudia a su mujer salvo el caso de adulterio, y se casa con otra, comete adulterio, y el que se casa con una repudiada, comete adulterio”. 10Dijéronle sus discípulos: “Si tal es la condición del hombre con la mujer, no conviene casarse”. 11Pero Él les respondió: “No todos pueden comprender esta palabra, sino solamente aquellos a quienes es dado. 12Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda”[10108].

Privilegios de los niños

13Entonces le fueron presentados unos niños para que pusiese las manos sobre ellos, y orase (por ellos); pero los discípulos los reprendieron. 14Mas Jesús les dijo: “Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos”[10109]. 15Y les impuso las manos y después partió de allí.

El joven rico

16Y he ahí que uno, acercándose a Él, le preguntó: “Maestro, ¿qué de bueno he de hacer para obtener la vida eterna?” 17Respondiole: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno?[10110] Uno solo es el bueno. Mas, si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos”. 18“¿Cuáles?”, le replicó. Jesús le dijo: “No matarás; no cometerás adulterio; no robarás; no darás falso testimonio; 19honra a tu padre y a tu madre, y: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 20Díjole entonces el joven: “Todo esto he observado; ¿qué me falta aún?” 21Jesús le contestó: “Si quieres ser perfecto, vete a vender lo que posees, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. 22Al oír esta palabra, el joven se fue triste, porque tenía grandes bienes.

Peligros de las riquezas

23Después dijo Jesús a sus discípulos: “En verdad, os digo: Un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. 24Y vuelvo a deciros que más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”. 25Al oír esto, los discípulos se asombraron en gran manera y le dijeron: “¿Quién pues podrá salvarse?” 26Mas Jesús, fijando los ojos en ellos, les dijo: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”[10111].

Recompensa del seguimiento de Jesús

27Entonces Pedro respondió diciéndole: “Tú lo ves, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué nos espera?” 28Jesús les dijo: “En verdad, os digo, vosotros que me habéis seguido, en la regeneración[10112], cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, os sentaréis, vosotros también, sobre doce tronos, y juzgaréis a las doce tribus de Israel. 29Y todo el que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o mujer, o hijos, o campos por causa de mi nombre[10113], recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna.

30Y muchos primeros serán postreros, y (muchos) postreros, primeros”.

MATEO 20
Parábola de los obreros de la viña

1“Porque el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña[10114]. 2Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña. 3Salió luego hacia la hora tercera, vio a otros que estaban de pie, en la plaza, sin hacer nada. 4Y les dijo: “Id vosotros también a mi viña, y os daré lo que sea justo”. 5Y ellos fueron. Saliendo otra vez a la sexta y a la novena hora, hizo lo mismo. 6Saliendo todavía a eso de la hora undécima, encontró otros que estaban allí, y les dijo: “¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?” 7Dijéronle: “Porque “nadie nos ha contratado”. Les dijo: “Id vosotros también a la viña”. 8Llegada la tarde, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros, y págales el jornal, comenzando por los últimos, hasta los primeros”. 9Vinieron, pues, los de la hora undécima, y recibieron cada uno un denario. 10Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero ellos también recibieron cada uno un denario. 11Y al tomarlo, murmuraban contra el dueño de casa, 12y decían: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los tratas como a nosotros, que hemos soportado el peso del día y el calor”[10115]. 13Pero él respondió a uno de ellos: “Amigo, yo no te hago injuria. ¿No conviniste conmigo en un denario? 14Toma, pues, lo que te toca, y vete. Mas yo quiero dar a este último tanto como a ti. 15¿No me es permitido, con lo que es mío, hacer lo que me place? ¿O has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”[10116] 16Así[10117] los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.

Tercer anuncio de la pasión

17Y subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos, y les dijo en el camino: 18“He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y escribas, y lo condenarán a muerte. 19Y lo entregarán a los gentiles, para que lo escarnezcan, lo azoten y lo crucifiquen, pero al tercer día resucitará”.

Falsa ambición de los hijos de Zebedeo

20Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Él con sus hijos, y prosternose como para hacerle una petición[10118]. 21Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Contestole ella: “Ordena que estos dos hijos míos se sienten, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu reino”. 22Mas Jesús repuso diciendo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz, que Yo he de beber?” Dijéronle: “Podemos”. 23Él les dijo: “Mi cáliz, sí, lo beberéis; pero el sentaros a mi derecha o a mi izquierda, no es cosa mía[10119] el darlo, sino para quienes estuviere preparado por mi Padre”. 24Cuando los diez oyeron esto, se enfadaron contra los dos hermanos. 25Mas Jesús los llamó y dijo: “Los jefes de los pueblos, como sabéis, les hacen sentir su dominación, y los grandes sus poder[10120]. 26No será así entre vosotros[10121], sino al contrario: entre vosotros el que quiera ser grande se hará el servidor vuestro, 27y el que quiera ser el primero de vosotros ha de hacerse vuestro esclavo; 28así como el Hijo del hombre vino, no para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos [10122]”.

Curación de dos ciegos

29Cuando salieron de Jericó, le siguió una gran muchedumbre. 30Y he ahí que dos ciegos, sentados junto al camino, oyendo que Jesús pasaba, se pusieron a gritar, diciendo: “Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David”. 31La gente les reprendía para que callasen, pero ellos gritaban más, diciendo: “Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David”. 32Entonces Jesús, parándose los llamó y dijo: “¿Qué queréis que os haga?” 33Le dijeron: “¡Señor, que se abran nuestros ojos!”. 34Y Jesús, teniendo compasión de ellos, les tocó los ojos, y al punto recobraron la vista, y le siguieron.

MATEO 21
Entrada triunfal en Jerusalén

1Cuando se aproximaron a Jerusalén, y llegaron a Betfagé[10123], junto al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, 2diciendoles: “Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y encontraréis una asna atada y un pollino con ella: desatadlos y traédmelos. 3Y si alguno os dice algo, contestaréis que los necesita[10124] el Señor; y al punto los enviará”. 4Esto sucedió para que se cumpliese lo que había sido dicho por el profeta: 5“Decid a la hija de Sión[10125]: He ahí que tu rey viene a ti, benigno y montado sobre una asna y un pollino, hijo de animal de yugo”. 6Los discípulos fueron pues, e hicieron como Jesús les había ordenado: 7trajeron la asna y el pollino, pusieron sobre ellos sus mantos, y Él se sentó encima. 8Una inmensa multitud de gente extendía sus mantos sobre el camino, otros cortaban ramas de árboles, y las tendían por el camino. 9Y las muchedumbres que marchaban delante de Él, y las que le seguían, aclamaban, diciendo: “¡Hosanna[10126] al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en lo más alto!” 10Y al entrar Él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y decían: “¿Quién es este?” 11Y las muchedumbres decían: “Este es Jesús, el profeta, de Nazaret de Galilea”.

Purificación del templo

12Y entró Jesús en el Templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían las palomas; 13y les dijo: “Está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración”[10127], mas vosotros la hacéis “cueva de ladrones”. 14y se llegaron a Él en el Templo ciegos y tullidos, y los sanó. 15Mas los sumos sacerdotes y los escribas, viendo los milagros que hacía, y oyendo a los niños que gritaban en el Templo y decían: “Hosanna al Hijo de David”, se indignaron, 16y le dijeron: “¿Oyes lo que dicen estos?” Jesús les replicó: “Sí, ¿nunca habéis leído aquello: “De la boca de los pequeñitos y de los lactantes, me prepararé alabanza?”[10128]. 17Y dejándolos, salió de la ciudad a Betania, donde se albergó.

La higuera estéril

18Por la mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre; 19y viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, mas no halló en ella sino hojas. Entonces le dijo: “¡Nunca más nazca ya fruto de ti!” Y en seguida la higuera se secó[10129]. 20Viendo esto, los discípulos se maravillaron y dijeron: “¿Cómo al momento se secó la higuera?” 21Y Jesús les dijo: “En verdad, os digo, si tenéis fe, y no dudáis, no solamente haréis lo de la higuera, sino que si decís a esta montaña: “Quítate de ahí y échate al mar”, eso se hará[10130]. 22Y todo lo que pidiereis con fe, en la oración, lo obtendréis”.

Controversia con los sumos sacerdotes y ancianos

23Llegado al Templo, se acercaron a Él, mientras enseñaba, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces esto, y quién te ha dado ese poder?”[10131]. 24Mas Jesús les respondió y dijo: “Yo también quiero preguntaros una cosa; si vosotros me la decís, Yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto: 25El bautismo de Juan ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?” Ellos, entonces, discurrieron así en sí mismos: 26Si decimos: “del cielo”, nos dirá: “Entonces ¿por qué no le creísteis?” “Si decimos: “de los hombres”, hemos de temer al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta”. 27Respondieron, pues, a Jesús, diciendo: “No sabemos”. Y Él les dijo: “Ni Yo tampoco os digo con qué autoridad hago esto”.

Los dos hijos desiguales

28“¿Qué opináis vosotros? Un hombre tenía dos hijos; fue a buscar al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar a la viña”[10132]. 29Mas este respondió y dijo: “Voy, Señor”, y no fue. 30Después fue a buscar al segundo, y le dijo lo mismo. Este contestó y dijo: “No quiero”, pero después se arrepintió y fue. 31¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Respondieron: “El último”. Entonces, Jesús les dijo: “En verdad, os digo, los publicanos y las rameras entrarán en el reino de Dios antes que vosotros[10133]. 32Porque vino Juan a vosotros, andando en camino de justicia, y vosotros no le creísteis, mientras que los publicanos y las rameras le creyeron. Ahora bien, ni siquiera después de haber visto esto, os arrepentisteis, para creerle”.

Parábola de los viñadores homicidas

33“Escuchad otra parábola. “Había un dueño de casa, que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; después, la arrendó a unos viñadores, y se fue a otro país. 34Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los viñadores para recibir los frutos suyos[10134]. 35Pero los viñadores agarraron a los siervos, apalearon a este, mataron a aquel, lapidaron a otro. 36Entonces envió otros siervos en mayor número que los primeros; y los trataron de la misma manera. 37Finalmente les envió su hijo, diciendo: “Respetarán a mi hijo”. 38Pero los viñadores, viendo al hijo, se dijeron entre sí: “Este es el heredero. Venid, matémoslo, y nos quedaremos con su herencia”. 39Lo agarraron, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. 40Cuando vuelva pues el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores?” 41Dijeron: “Hará perecer sin piedad a estos miserables, y arrendará la viña a otros viñadores, que le paguen los frutos a su tiempo”. 42y díjoles Jesús: “¿No habéis leído nunca en las Escrituras: “La piedra que desecharon los que edificaban, esa ha venido a ser cabeza de esquina; el Señor es quien hizo esto, y es un prodigio a nuestros ojos?”[10135]. 43Por eso os digo: El reino de Dios os será quitado, y dado a gente que rinda sus frutos. 44Y quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo”. 45Los sumos sacerdotes y los fariseos, oyendo sus parábolas, comprendieron que de ellos hablaba. 46Y trataban de prenderlo, pero temían a las multitudes porque estas lo tenían por profeta.

MATEO 22
Parábola del banquete nupcial

1Respondiendo Jesús les habló de nuevo en parábolas, y dijo: 2“El reino de los cielos es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo. 3Y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas ellos no quisieron venir. 4Entonces envió a otros siervos, a los cuales dijo: “Decid a los convidados: Tengo preparado mi banquete; mis toros y animales cebados han sido sacrificados ya, y todo está a punto: venid a las bodas”. 5Pero, sin hacerle caso, se fueron el uno a su granja, el otro a sus negocios. 6Y los restantes agarraron a los siervos, los ultrajaron y los mataron. 7El rey, encolerizado, envió sus soldados, hizo perecer a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. 8Entonces dijo a sus siervos: “Las bodas están preparadas, mas los convidados no eran dignos. 9Id, pues, a las encrucijadas de los caminos, y a todos cuantos halléis, invitadlos a las bodas”. 10Salieron aquellos siervos a los caminos, y reunieron a todos cuantos hallaron, malos y buenos, y la sala de las bodas quedó llena de convidados. 11Mas cuando el rey entró para ver a los comensales, notó a un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. 12Díjole: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin tener el traje de boda?” Y él enmudeció. 13Entonces el rey dijo a los siervos: “Atadlo de pies y manos, y arrojadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 14Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”[10136].

La cuestión del tributo

15Entonces los fariseos se fueron y deliberaron cómo le sorprenderían en alguna palabra. 16Le enviaron, pues, sus discípulos con los herodianos, a decirle: “Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con verdad, sin miedo a nadie, porque no miras a la persona de los hombres. 17Dinos, pues, lo que piensas: ¿es lícito pagar tributo al César[10137] o no?” 18Mas Jesús, conociendo su malicia, repuso: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? 19Mostradme la moneda del tributo”. Y le presentaron un denario. 20Preguntoles: “¿De quién es esta figura y la leyenda?” 21Le respondieron: “del César”. Entonces les dijo: “Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”[10138]. 22Oyendo esto, quedaron maravillados, y dejándolo se fueron.

Los saduceos y la resurrección

23En aquel día, algunos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, se acercaron a Él, y le propusieron esta cuestión: 24“Maestro, Moisés ha dicho: ‘Si alguno muere sin tener hijos, su hermano se casará con la cuñada, y suscitará prole a su hermano’[10139]. 25Ahora bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y murió; y como no tuviese descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26Sucedió lo mismo con el segundo, y con el tercero, hasta el séptimo. 27Después de todos murió la mujer. 28En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque todos la tuvieron”. 29Respondioles Jesús y dijo: “Erráis, por no entender las Escrituras[10140] ni el poder de Dios. 30Pues en la resurrección, ni se casan (los hombres), ni se dan (las mujeres) en matrimonio, sino que son como ángeles de Dios en el cielo. 31Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os ha dicho Dios: 32“Yo soy el Dios de Abrahán, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob”? Dios no es Dios de muertos, sino de vivientes”[10141]. 33Al oír esto, las muchedumbres estaban poseídas de admiración por su doctrina.

El mandamiento principal

34Mas los fariseos, al oír que había tapado la boca a los saduceos, vinieron a reunirse junto a Él; 35y uno de ellos, doctor de la Ley, le propuso esta cuestión para tentarlo: 36“Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?” 37Respondió Él: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu[10142]. 38Este es el mayor y primer mandamiento. 39El segundo le es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 40De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas”.

El salmo 109

41Estando aún reunidos los fariseos, Jesús les propuso esta cuestión: 42“¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?” Dijéronle “de David”. 43Replicó Él “¿Cómo, entonces, David (inspirado), por el Espíritu, lo llama “Señor”, cuando dice: 44“El Señor dijo a mi Señor: Sientate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies”[10143]? 45Si David lo llama “Señor” ¿cómo es su hijo? 46Y nadie pudo responderle nada, y desde ese día nadie osó más proponerle cuestiones.

MATEO 23
Último gran discurso de Jesús en el Templo: la hipocresía de los escribas y fariseos.

1Entonces Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos, 2y les dijo: “Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. 3Todo lo que ellos os mandaren, hacedlo, y guardadlo; pero no hagáis como ellos, porque dicen, y no hacen. 4Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen sobre las espaldas de las gentes, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas. 5Hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; se hacen más anchas las filacterias[10144] y más grandes las franjas (de sus mantos); 6quieren tener los primeros puestos en los banquetes y en las sinagogas, 7ser saludados en las plazas públicas, y que los hombres los llamen: “Rabí”. 8Vosotros, empero, no os hagáis llamar “Rabí”, porque uno solo es para vosotros el Maestro; vosotros sois todos hermanos[10145]. 9Y tampoco llaméis padre a ninguno de vosotros sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. 10Ni os llaméis director, porque uno solo es vuestro director: Cristo. 11El mayor entre vosotros sea servidor de todos[10146]. 12Quien se elevare, será abajado; y quien se abajare, será elevado[10147]”.

13“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis con llave ante los hombres el reino de los cielos; vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando, no los dejáis entrar[10148]. 14[¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, y pretextáis hacer largas oraciones. Por eso recibiréis condenación más rigurosa][10149]. 15¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito[10150], y cuando llega a serlo, lo hacéis doblemente más hijo de la gehenna que vosotros. 16¡Ay de vosotros, conductores ciegos!, que decís: “Quien jura por el Templo, nada es; mas quien jura por el oro del Templo, queda obligado”. 17¡Insensatos y ciegos! ¿qué es más, el oro, o el Templo que santifica el oro? 18Y: “Quien jura por el altar, nada importa; mas quien jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado”. 19¡Ciegos! ¿qué es más, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? 20Quien, pues, jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que está sobre él. 21Quien jura por el Templo, jura por él y por Aquel que lo habita. 22Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él”.

23“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, que pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe[10151]. Esto hay que practicar, sin omitir aquello, 24conductores ciegos, que coláis el mosquito, y os tragáis el camello. 25¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque purificáis lo exterior de la copa y del plato, mas el interior queda lleno de rapiña y de iniquidad[10152]. 26¡Fariseo ciego! comienza por limpiar el interior de la copa y del plato, para que también su exterior se purifique”.

27“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera tienen bella apariencia, pero por dentro están llenos de osamentas de muertos y de toda inmundicia[10153]. 28Lo mismo vosotros, por fuera parecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad”.

29“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque reedificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos; 30y decís: “Si nosotros hubiésemos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos participado con ellos en el asesinato de los profetas”. 31Con esto, confesáis que sois hijos de los que mataron a los profetas. 32¡Colmad, pues, vosotros la medida de vuestros padres!”

33“¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo podréis escapar a la condenación de la gehenna? 34Por eso, he aquí que Yo os envío profetas, sabios y escribas: a unos mataréis y crucificaréis, a otros azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35para que recaiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías[10154], hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. 36En verdad, os digo, todas estas cosas recaerán sobre la generación esta”.

Queja amarga de Jesús

37“¡Jerusalén! ¡Jerusalén! tú que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos debajo de sus alas, y vosotros no habéis querido! 38He aquí que vuestra casa os queda desierta. 39Por eso os digo, ya no me volveréis a ver, hasta que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”[10155].

MATEO 24
Discurso escatológico de Jesús

1Saliendo Jesús del Templo, íbase de allí, y sus discípulos se le acercaron para hacerle contemplar las construcciones, del Templo. 2Entonces Él les respondió y dijo: “¿Veis todo esto? En verdad, os digo, no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada”. 3Después, habiendo ido a sentarse en el Monte de los Olivos, se acercaron a Él sus discípulos en particular, y le dijeron: “Dinos cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu advenimiento y de la consumación del siglo”. 4Jesús les respondió diciendo: “Cuidaos que nadie os engañe[10156]. 5Porque muchos vendrán bajo mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y a muchos engañarán[10157]. 6Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Mirad que no os turbéis! Esto, en efecto, debe suceder, pero no es todavía el fin[10158]. 7Porque se levantará pueblo contra pueblo, reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambres y pestes y terremotos. 8Todo esto es el comienzo de los dolores”.

9“Después os entregarán a la tribulación y os matarán y seréis odiados de todos los pueblos por causa de mi nombre. 10Entonces se escandalizarán muchos, y mutuamente se traicionarán y se odiarán. 11Surgirán numerosos falsos profetas, que arrastrarán a muchos al error; 12y por efecto de los excesos de la iniquidad, la caridad de los más se enfriará[10159]. 13Mas el que perseverare hasta el fin, ese será salvo. 14Y esta Buena Nueva del Reino será proclamada en el mundo entero, en testimonio a todos los pueblos[10160]. Entonces vendrá el fin. 15Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel[10161], instalada en el lugar santo —el que lee, entiéndalo—, 16entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; 17quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa; 18quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto. 19¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo! 20Rogad, pues, para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado[10162]. 21Porque habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más.

Falsos cristos

22Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; mas por razón de los elegidos serán acortados esos días. 23Si entonces os dicen: “Ved, el Cristo está aquí o allá”, no lo creáis. 24Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas[10163], y harán cosas estupendas y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aún a los elegidos[10164]. 25¡Mirad que os lo he predicho! 26Por tanto, si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “está en las bodegas”, no lo creáis. 27Porque, así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el Poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. 28Allí donde esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas”[10165].

Segunda venida de Cristo

29“Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luna no dará más su fulgor, los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre[10166], y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con Poder y gloria grande. 31Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de Él de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra”[10167].

Aprended de la higuera

32“De la higuera[10168] aprended esta semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y sus hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. 33Así también vosotros cuando veáis todo esto, sabed que está cerca, a las puertas. 34En verdad, os digo, que no pasará la generación esta[10169] hasta que todo esto suceda. 35El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras mías no pasarán ciertamente”.

36“Mas en cuanto al día aquel y a la hora, nadie sabe, ni los ángeles del cielo, sino el Padre solo[10170]. 37Y como sucedió en tiempo de Noé, así será la Parusía del Hijo del Hombre. 38Porque así como en el tiempo que precedió al diluvio, comían, bebían, tomaban en matrimonio y daban en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39y no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la Parusía del Hijo del Hombre. 40Entonces, estarán dos en el campo, el uno será tomado, y el otro dejado; 41dos estarán moliendo en el molino, la una será tomada y la otra dejada”.

¡Velad!

42“Velad[10171], pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. 43Comprended bien esto, porque si supiera el amo de casa a qué hora de la noche el ladrón había de venir, velaría ciertamente y no dejaría horadar su casa. 44Por eso, también vosotros estad prontos, porque a la hora que no pensáis[10172], vendrá el Hijo del Hombre. 45¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien puso el Señor sobre su servidumbre para darles el alimento a su tiempo?[10173] 46¡Feliz el servidor aquel, a quien su señor al venir hallare obrando así! 47En verdad, os digo, lo pondrá sobre toda su hacienda[10174]. 48Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Se me retrasa el señor”, 49y se pone a golpear a sus consiervos y a comer y a beber con los borrachos[10175]; 50volverá el señor de aquel siervo en día que no espera, y en hora que no sabe, 51y lo separará y le asignará su suerte con los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

MATEO 25
Parábola de las diez vírgenes

1“En aquel entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo[10176]. 2Cinco de entre ellas eran necias, y cinco prudentes. 3Las necias, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, 4mientras que las prudentes tomaron aceite en sus frascos, además de sus lámparas. 5Como el esposo tardaba, todas sintieron sueño y se durmieran. 6Mas a medianoche se oyó un grito: “¡He aquí al esposo! ¡Salid a su encuentro!” 7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8Mas las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan”. 9Replicaron las prudentes y dijeron: “No sea que no alcance para nosotras y para vosotras; id más bien a los vendedores y comprad para vosotras”. 10Mientras ellas iban a comprar, llegó el esposo; y las que estaban prontas, entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. 11Después llegaron las otras vírgenes y dijeron: “¡Señor, señor, ábrenos!” 12Pero él respondió y dijo: “En verdad, os digo, no os conozco”. 13Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”.

Parábolas de los talentos

14“Es como un hombre, que al hacer un viaje a otro país, llamó a sus siervos, y les encomendó sus haberes[10177]. 15A uno dio cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad[10178]; luego partió. 16En seguida, el que había recibido cinco talentos se fue a negociar con ellos, y ganó otros cinco. 17Igualmente el de los dos, ganó otros dos. 18Mas el que había recibido uno, se fue a hacer un hoyo en la tierra, y escondió allí el dinero de su señor. 19Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos, y ajustó cuentas con ellos. 20Presentándose el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco, y dijo: “Señor, cinco talentos me entregaste; mira, otros cinco gané”. 21Díjole su señor: “¡Bien! siervo bueno y fiel; en lo poco has sido fiel, te pondré al frente de lo mucho; entra en el gozo de tu señor”. 22A su turno, el de los dos talentos, se presentó y dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; mira, otros dos gané”. 23Díjole su señor: “¡Bien! siervo bueno y fiel; en lo poco has sido fiel, te pondré al frente de lo mucho; entra en el gozo de tu señor”. 24Mas llegándose el que había recibido un talento, dijo: “Tengo conocido que eres un hombre duro, que quieres cosechar allí donde no sembraste, y recoger allí donde nada echaste. 25Por lo cual, en mi temor, me fui a esconder tu talento en tierra. Helo aquí; tienes lo que es tuyo”. 26Mas el señor le respondió y dijo: “Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho allí donde no sembré y recojo allí donde nada eché. 27Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y a mi regreso yo lo habría recobrado con sus réditos. 28Quitadle, por tanto, el talento, y dádselo al que tiene los diez talentos. 29Porque a todo aquel que tiene, se le dará, y tendrá sobreabundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado[10179]. 30Y a ese siervo inútil, echadlo a las tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

El Juicio de las naciones

31“Cuando el Hijo del Hombre vuelva en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará sobre su trono de gloria, 32y todas las naciones[10180] serán congregadas delante de Él, y separará a los hombres, unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos. 33Y colocará las ovejas a su derecha, y los machos cabríos a su izquierda. 34Entonces el rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo[10181]. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis[10182]; 36estaba desnudo, y me vestisteis; estaba enfermo, y me visitasteis; estaba preso, y vinisteis a verme”. 37Entonces los justos le responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? 39¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” 40Y respondiendo el rey les dirá: “En verdad, os digo: en cuanto lo hicisteis a uno solo, el más pequeño de estos mis hermanos, a Mí lo hicisteis[10183]”. 41Entonces dirá también a los de su izquierda: “Alejaos de Mí, malditos, al fuego eterno; preparado para el diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. 44Entonces responderán ellos también: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” 45Y Él les responderá: “En verdad, os digo: en cuanto habéis dejado de hacerlo a uno de estos, los más pequeños, tampoco a Mí lo hicisteis”. 46Y estos irán al suplicio eterno, mas los justos a la eterna vida”.

V. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
MATEO 26
María de Betania unge a Jesús

1Cuando Jesús hubo acabado todos estos discursos, dijo a sus discípulos: 2“La Pascua, como sabéis, será dentro de dos días, y el Hijo del hombre va a ser entregado para que lo crucifiquen”. 3Entonces los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del pontífice que se llamaba Caifás; 4y deliberaron prender a Jesús con engaño, y darle muerte. 5Pero, decían: “No durante la fiesta, para que no haya tumulto en el pueblo”. 6Ahora bien, hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7una mujer se acercó a Él, trayendo un vaso de alabastro, con ungüento de mucho precio, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús, que estaba a la mesa. 8Los discípulos, viendo esto, se enojaron y dijeron: “¿Para qué este desperdicio? 9Se podía vender por mucho dinero, y darlo a los pobres”[10184]. 10Mas Jesús, notándolo, les dijo: “¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. 11Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a Mí no me tenéis siempre. 12Al derramar este ungüento sobre mi cuerpo, lo hizo para mi sepultura. 13En verdad, os digo, en el mundo entero, dondequiera que fuere predicado este Evangelio, se contará también, en su memoria, lo que acaba de hacer”[10185].

Judas vende al Maestro

14Entonces uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote[10186], fue a los sumos sacerdotes, 15y dijo: “¿Qué me dais, y yo os lo entregaré?” Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 16Y desde ese momento buscaba una ocasión para entregarlo.

La Última Cena

17El primer día de los Ázimos[10187], los discípulos se acercaron a Jesús, y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” 18Les respondió: id a la ciudad, a cierto hombre, y decidle: “El Maestro te dice: Mi tiempo está cerca, en tu casa quiero celebrar la Pascua con mis discípulos”. 19Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. 20Y llegada la tarde, se puso a la mesa con los Doce. 21Mientras comían les dijo: “En verdad, os digo, uno de vosotros me entregará”. 22Y entristecidos en gran manera, comenzaron cada uno a preguntarle: “¿Seré yo, Señor?” 23Mas Él respondió y dijo: “El que conmigo pone la mano en el plato, ese me entregará. 24El Hijo del hombre se va, como esta escrito de Él, pero ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre es entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido”. 25Entonces Judas, el que le entregaba, tomó la palabra y dijo: “¿Seré yo, Rabí?” Le respondió: “Tú lo has dicho”[10188].

26Mientras comían, pues, ellos, tomando Jesús pan, y habiendo bendecido partió y dio a los discípulos diciendo: “Tomad, comed, este es el cuerpo mío”[10189]. 27Y tomando un cáliz, y habiendo dado gracias, dio a ellos, diciendo: “Bebed de él todos, 28porque esta es la sangre mía de la Alianza, la cual por muchos se derrama para remisión de pecados. 29Os digo: desde ahora no beberé de este fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el reino de mi Padre”.

Jesús predice a Pedro su negación

30Y entonado el himno, salieron hacia el Monte de los Olivos. 31Entonces les dijo Jesús: “Todos vosotros os vais a escandalizar de Mí esta noche, porque está escrito: ‘Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño’[10190]. 32Mas después que Yo haya resucitado, os precederé en Galilea”. 33Respondiole Pedro y dijo: “Aunque todos se escandalizaren de Ti, yo no me escandalizaré jamás”. 34Jesús le respondió: “En verdad, te digo que esta noche, antes que el gallo cante, tres veces me negarás”. 35Replicole Pedro: “¡Aunque deba contigo morir, de ninguna manera te negaré!” Y lo mismo dijeron también todos los discípulos[10191].

Agonía de Jesús

36Entonces, Jesús llegó con ellos al huerto llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: “Sentaos aquí, mientras voy allí y hago oración”[10192]. 37y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos dé Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. 38Después les dijo: “Mi alma está triste, mortalmente; quedaos aquí y velad conmigo”. 39Y adelantándose un poco, se postró con el rostro en tierra, orando y diciendo: “Padre mío, si es posible, pase este cáliz lejos de Mí; mas no como Yo quiero, sino como Tú”. 40Y yendo hacia los discípulos, los encontró durmiendo. Entonces dijo a Pedro: “¿No habéis podido, pues, una hora velar conmigo? 41Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu, dispuesto (está), mas la carne, es débil”. 42Se fue de nuevo, y por segunda vez, oró así: “Padre mío, si no puede esto pasar sin que Yo lo beba, hágase la voluntad tuya”[10193]. 43Y vino otra vez y los encontró durmiendo; sus ojos estaban, en efecto, cargados. 44Los dejó, y yéndose de nuevo, oró una tercera vez, diciendo las mismas palabras. 45Entonces, vino hacia los discípulos y les dijo: “¿Dormís ahora y descansáis?”[10194] He aquí que llegó la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad que ha llegado el que me entrega”.

La Divina Víctima es presa y llevada ante el Sanhedrín

47Aún estaba hablando y he aquí que Judas, uno de los Doce, llegó acompañado de un tropel numeroso con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48El traidor les había dado esta señal: “Aquel a quien yo daré un beso, ese es; sujetadle”. 49En seguida se aproximó a Jesús y le dijo: “¡Salud, Rabí!”, y lo besó. 50Jesús le dijo: “Amigo, ¡a lo que vienes!”[10195]. Entonces, se adelantaron, echaron mano de Jesús, y lo prendieron. 51Y he aquí que uno de los que estaban con Jesús llevó la mano a su espada, la desenvainó y dando un golpe al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja[10196]. 52Díjole, entonces, Jesús: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que empuñan la espada, perecerán a espada. 53¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y me dará al punto más de doce legiones de ángeles?[10197] 54¿Mas, cómo entonces se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?”[10198]. 55Al punto dijo Jesús a la turba: “Como contra un ladrón habéis salido, armados de espadas y palos, para prenderme. Cada día me sentaba en el Templo para enseñar, ¡y no me prendisteis! 56Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas”. Entonces los discípulos todos[10199], abandonándole a Él, huyeron.

57Los que habían prendido a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. 58Pedro lo había seguido de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote, y habiendo entrado allí, se hallaba sentado con los sirvientes para ver cómo terminaba eso. 59Los sumos sacerdotes, y todo el Sanhedrín, buscaban un falso testimonio contra Jesús para hacerlo morir; 60y no lo encontraban, aunque se presentaban muchos testigos falsos. Finalmente se presentaron dos[10200], 61que dijeron: “Él ha dicho: “Yo puedo demoler el templo de Dios, y en el espacio de tres días reedificarlo”. 62Entonces, el sumo sacerdote se levantó y le dijo: “¿Nada respondes? ¿Qué es eso que estos atestiguan contra Ti?” Pero Jesús callaba. 63Díjole, pues, el sumo sacerdote: “Yo te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”. 64Jesús le respondió: “Tú lo has dicho. Y Yo os digo: desde este momento veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo”. 65Entonces, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, y dijo: “¡Ha blasfemado![10201] ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ahora mismo, vosotros habéis oído la blasfemia. 66¿Qué os parece?” Contestaron diciendo: “Merece la muerte”. 67Entonces lo escupieron en la cara, y lo golpearon, y otros lo abofetearon, 68diciendo: “Adivínanos, Cristo, ¿quién es el que te pegó?”

Negación de Pedro

69Pedro, entretanto, estaba sentado fuera, en el patio; y una criada se aproximó a él y le dijo: “Tú también estabas con Jesús, el Galileo”. 70Pero él lo negó delante de todos, diciendo: “No sé qué dices”. 71Cuando salía hacia la puerta, otra lo vio y dijo a los que estaban allí: “Este andaba con Jesús el Nazareno”. 72Y de nuevo lo negó, con juramento, diciendo: “Yo no conozco a ese hombre”. 73Un poco después, acercándose los que estaban allí de pie, dijeron a Pedro: “¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues tu habla te denuncia!” 74Entonces se puso a echar imprecaciones y a jurar: “Yo no conozco a ese hombre”. Y en seguida cantó un gallo, 75y Pedro se acordó de la palabra de Jesús: “Antes que el gallo cante, me negarás tres veces”[10202]. Y saliendo afuera, lloró amargamente.

MATEO 27
Fin del traidor

1Llegada la madrugada, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron una deliberación contra Jesús para hacerlo morir. 2Y habiéndolo atado, lo llevaron y entregaron a Pilato, el gobernador.

3Entonces viendo Judas, el que lo entregó, que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, 4diciendo: “Pequé, entregando sangre inocente”. Pero ellos dijeron: “A nosotros ¿qué nos importa? tú verás”. 5Entonces, él arrojó las monedas en el Templo, se retiró y fue a ahorcarse[10203]. 6Mas los sumos sacerdotes, habiendo recogido las monedas, dijeron: “No nos es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre”. 7Y después de deliberar, compraron con ellas el campo del Alfarero para sepultura de los extranjeros. 8Por lo cual ese campo fue llamado Campo de Sangre, hasta el día de hoy. 9Entonces, se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías[10204]: “Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio del que fue tasado, al que pusieron precio los hijos de Israel, 10y las dieron por el Campo del Alfarero, según me ordenó el Señor”.

Jesús ante Pilato

11Entretanto, Jesús compareció delante del gobernador, y el gobernador le hizo esta pregunta: “¿Eres Tú el rey de los judíos?” Jesús le respondió: “Tú lo dices”. 12Y mientras los sumos sacerdotes y los ancianos lo acusaban, nada respondió. 13Entonces, Pilato le dijo: “¿No oyes todo esto que ellos alegan contra Ti?” 14Pero Él no respondió ni una palabra sobre nada, de suerte que el gobernador estaba muy sorprendido.

Pospuesto a un ladrón

15Ahora bien, con ocasión de la fiesta, el gobernador acostumbraba conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran. 16Tenían a la sazón, un preso famoso, llamado Barrabás. 17Estando, pues, reunido el pueblo, Pilato les dijo: “¿A cuál queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el que se dice Cristo?”, 18porque sabía que lo habían entregado por envidia[10205]. 19Mas mientras él estaba sentado en el tribunal, su mujer[10206] le mandó decir: “No tengas nada que ver con ese justo, porque yo he sufrido mucho hoy, en sueños, por Él”. 20Pero los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la turba que pidiese a Barrabás, y exigiese la muerte de Jesús. 21Respondiendo el gobernador les dijo: “¿A cuál de los dos queréis que os suelte?” Ellos dijeron: “A Barrabás”. 22Díjoles Pilato: “¿Qué haré entonces con Jesús, el que se dice Cristo?” Todos respondieron: “¡Sea crucificado!” 23Y cuando él preguntó: “Pues ¿qué mal ha hecho?”, gritaron todavía más fuerte, diciendo: “¡Sea crucificado!” 24Viendo Pilato, que nada adelantaba, sino que al contrario crecía el clamor, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: “Yo soy inocente de la sangre de este justo[10207]. Vosotros veréis”. 25Y respondió todo el pueblo diciendo: “¡La sangre de Él, sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” 26Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuese crucificado.

Coronación de espinas

27Entonces, los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de Él toda la guardia[10208]. 28Lo despojaron de los vestidos y lo revistieron con un manto de púrpura. 29Trenzaron también una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza, y una caña en su derecha; y doblando la rodilla delante de Él, lo escarnecían, diciendo: “¡Salve, rey de los judíos!”; 30y escupiendo sobre Él, tomaban la caña y lo golpeaban en la cabeza. 31Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y se lo llevaron para crucificarlo.

Crucifixión

32Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón; a este lo requisaron para que llevara la cruz de Él[10209]. 33Y llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, “del Cráneo”, 34le dieron a beber vino mezclado con hiel; y gustándolo, no quiso beberlo. 35Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes[10210]. 36Y se sentaron allí para custodiarlo. 37Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condenación: “Este es Jesús el rey de los judíos”. 38Al mismo tiempo crucificaron con Él a dos ladrones, uno a la derecha, otro a la izquierda. 39Y los transeúntes lo insultaban meneando la cabeza y diciendo: 40“Tú que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, ¡sálvate a Ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz!” 41De igual modo los sacerdotes se burlaban de Él junto con los escribas y los ancianos, diciendo: 42“A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: baje ahora de la cruz, y creeremos en Él. 43Puso su confianza en Dios, que Él lo salve ahora, si lo ama, pues ha dicho: “De Dios soy Hijo”. 44También los ladrones, crucificados con Él, le decían las mismas injurias.

Muerte de Jesús

45Desde la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona[10211]. 46Y alrededor de la hora nona, Jesús clamó a gran voz, diciendo: “¡Elí, Elí, ¿lama sabactani?”, esto es: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?”[10212]. 47Al oír esto, algunos de los que estaban allí dijeron: “A Elías llama este”. 48Y en seguida uno de ellos corrió a tomar una esponja, que empapó en vinagre, y atándola a una caña, le presentó de beber. 49Los otros decían: “Déjanos ver si es que viene Elías a salvarlo”. 50Mas Jesús, clamando de nuevo, con gran voz, exhaló el espíritu.

Prodigios

51Y he ahí que el velo del templo se rasgó en dos[10213], de arriba abajo; tembló la tierra, se agrietaron las rocas, 52se abrieron los sepulcros y los cuerpos de muchos santos difuntos resucitaron[10214]. 53Y, saliendo del sepulcro después de la resurrección de Él, entraron en la Ciudad Santa, y se aparecieron a muchos. 54Entretanto, el centurión y sus compañeros que guardaban a Jesús, viendo el terremoto y lo que había acontecido, se llenaron de espanto y dijeron: “Verdaderamente, Hijo de Dios era este”. 55Había también allí muchas mujeres que miraban de lejos; las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole. 56Entre ellas se hallaban María la Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

La sepultura

57Llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José[10215], el cual también era discípulo de Jesús. 58Se presentó delante de Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le entregase. 59José tomó, pues, el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia[10216], 60y lo puso en el sepulcro suyo, nuevo, que había hecho tallar en la roca. Después rodó una gran piedra sobre la entrada del sepulcro, y se fue. 61Estaban allí María la Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Custodia del sepulcro

62Al otro día, el siguiente de la Preparación[10217], los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y fueron a Pilato, 63a decirle: “Señor, recordamos que aquel impostor dijo cuando vivía: “A los tres días resucitaré”. 64Manda, pues, que el sepulcro sea guardado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos vengan a robarlo y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”, y la última impostura sea peor que la primera”. 65Pilato les dijo: “Tenéis guardia. Id, guardadlo como sabéis”. 66Ellos, pues, se fueron y aseguraron el sepulcro con la guardia, después de haber sellado la piedra[10218].

VI. LA RESURRECCIÓN
MATEO 28
Resurrección de Jesús

1Después del sábado, cuando comenzaba ya el primer día de la semana, María la Magdalena y la otra María[10219] fueron a visitar el sepulcro. 2Y he ahí que hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor bajó del cielo, y llegándose rodó la piedra, y se sentó encima de ella. 3Su rostro brillaba como el relámpago, y su vestido era blanco como la nieve. 4Y de miedo a él, temblaron los guardias y quedaron como muertos. 5Habló el ángel y dijo a las mujeres: “No temáis[10220], vosotras; porque sé que buscáis a Jesús, el crucificado. 6No está aquí; porque resucitó, como lo había dicho. Venid y ved el lugar donde estaba. 7Luego, id pronto y decid a sus discípulos que resucitó de los muertos, y he aquí que os precederá en Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he dicho”. 8Ellas, yéndose a prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, corrieron a llevar la nueva a los discípulos de Él. 9Y de repente Jesús les salió al encuentro y les dijo: “¡Salud!” Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y lo adoraron. 10Entonces Jesús les dijo: “No temáis. Id, avisad a los hermanos míos que vayan a Galilea; allí me verán”.

Soborno de los soldados

11Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. 12Estos, reunidos con los ancianos, deliberaron y resolvieron dar mucho dinero a los soldados, 13diciéndoles: “Habéis de decir: Sus discípulos vinieron de noche, y lo robaron mientras nosotros dormíamos[10221]. 14Y si el gobernador llega a saberlo, nosotros lo persuadiremos y os libraremos de cuidado”. 15Ellos, tomando el dinero, hicieron como les habían enseñado. Y se difundió este dicho entre los judíos, hasta el día de hoy.

Aparición de Jesús en Galilea

16Los once discípulos fueron, pues, a Galilea, al monte donde les había ordenado Jesús. 17Y al verlo lo adoraron; algunos, sin embargo, dudaron. 18Y llegándose Jesús les habló, diciendo: “Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra. 19Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo[10222]; 20enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado. Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo”[10223].

EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS

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INTRODUCCIÓN

Marcos, que antes se llamaba Juan, fue hijo de aquella María en cuya casa se solían reunir los discípulos del Señor (Hch. 12, 12). Es muy probable que la misma casa sirviera de escenario para otros acontecimientos sagrados, como la última Cena y la venida del Espíritu Santo.

Con su primo Bernabé acompañó Marcos a San Pablo en el primer viaje apostólico, hasta la ciudad de Perge de Panfilia (Hch. 13, 13). Más tarde, entre los años 61-63, lo encontramos de nuevo al lado del Apóstol de los gentiles cuando este estaba preso en Roma.

San Pedro llama a Marcos su “hijo” (1 Pe. 5, 13), lo que hace suponer que fue bautizado por el Príncipe de los Apóstoles. La tradición más antigua confirma por unanimidad que Marcos en Roma transmitía a la gente las enseñanzas de su padre espiritual, escribiendo allí, en los años 50-60, su Evangelio, que es por consiguiente, el de San Pedro.

El fin que el segundo Evangelista se propone, es demostrar que Jesucristo es Hijo de Dios y que todas las cosas de la naturaleza y aun los demonios le están sujetos. Por lo cual relata principalmente los milagros y la expulsión de los espíritus inmundos.

El Evangelio de San Marcos, el más breve de los cuatro, presenta en forma sintética, muchos pasajes de los sinópticos, no obstante lo cual reviste singular interés, porque narra algunos episodios que le son exclusivos y también por muchos matices propios, que permiten comprender mejor los demás Evangelios.

Murió San Marcos en Alejandría de Egipto, cuya iglesia gobernaba. La ciudad de Venecia, que lo tiene por patrono, venera su cuerpo en la catedral.

I. SAN JUAN BAUTISTA
MARCOS 1
Predicación de Juan Bautista

1Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2Según lo que está escrito en Isaías, el profeta: “Mira que envío delante de Ti a mi mensajero, el cual preparará tu camino”[10224]. 3“Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”.

4Estuvo Juan el Bautista bautizando en el desierto[10225], y predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados. 5Y todos iban a él de toda la tierra de Judea y de Jerusalén y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6Juan estaba vestido de pelos de camello y llevaba un ceñidor de cuero alrededor de sus lomos. Su alimento eran langostas y miel silvestre. 7Y predicaba así: “Viene en pos de mí el que es más poderoso que yo, delante del cual yo no soy digno ni aun de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias[10226]. 8Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo”.

Bautismo y tentación de Jesús

9Y sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. 10Y al momento de salir del agua, vio entreabrirse los cielos, y al Espíritu que, en forma de paloma, descendía sobre Él. 11Y sonó una voz del cielo: “Tú eres el Hijo mío amado, en Ti me complazco”. 12Y en seguida el Espíritu lo llevó al desierto. 13Y se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras[10227], y los ángeles le servían.

II. JESÚS EN GALILEA

14Después que Juan hubo sido encarcelado, fue Jesús a Galilea, predicando la buena nueva de Dios, 15y diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed[10228] en el Evangelio”.

Los primeros discípulos

16Pasando a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, que echaban la red en el mar, pues eran pescadores[10229]. 17Díjoles Jesús: “Venid, seguidme, y Yo os haré pescadores de hombres”. 18Y en seguida, dejando sus redes, lo siguieron. 19Yendo un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban también en la barca, arreglando sus redes. 20Al punto los llamó; y ellos dejando a Zebedeo, su padre, en la barca con los jornaleros, lo siguieron[10230]. 21Entraron a Cafarnaúm; y luego, el día de sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22Y estaban asombrados por su doctrina; pues les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Primeros milagros de Jesús

23Se encontraba en las sinagogas de ellos un hombre poseído por un espíritu inmundo, el cual gritó[10231]: 24“¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Te conozco quién eres: El Santo de Dios”. 25Mas Jesús lo increpó diciendo: “¡Cállate y sal de él!” 26Entonces el espíritu inmundo, zamarreándolo y gritando muy fuerte salió de él. 27Y todos quedaron llenos de estupor, tanto que discutían entre sí y decían: “¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva e impartida con autoridad! ¡Aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen!” 28Y pronto se extendió su fama por doquier, en todos los confines de Galilea.

29Luego que salieron de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan[10232]. 30Y estaba la suegra de Simón en cama, con fiebre y al punto le hablaron de ella. 31Entonces fue a ella, y tomándola de la mano, la levantó, y la dejó la fiebre, y se puso a servirles.

32Llegada la tarde, cuando el sol se hubo puesto, le trajeron todos los enfermos y los endemoniados. 33Y toda la ciudad estaba agolpada a la puerta. 34Sanó a muchos enfermos afligidos de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios; pero no dejaba a los demonios hablar, porque sabían quién era Él.

35En la madrugada, siendo aún muy de noche, se levantó, salió y fue a un lugar desierto, y se puso allí a orar[10233]. 36Mas Simón partió en su busca con sus compañeros. 37Cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te buscan”. 38Respondioles: “Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas, para que predique allí también. Porque a eso salí”. 39Y anduvo predicando en sus sinagogas, por toda la Galilea y expulsando a los demonios.

40Vino a Él un leproso, le suplicó y arrodillándose, le dijo: “Si quieres, puedes limpiarme”. 41Entonces, Jesús, movido a compasión, alargó la mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, sé sano”. 42Al punto lo dejó la lepra, y quedó sano. 43Y amonestándolo, le despidió luego, 44y le dijo: “¡Mira! No digas nada a nadie; mas anda a mostrarte al sacerdote, y presenta, por tu curación, la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio”[10234]. 45Pero él se fue y comenzó a publicar muchas cosas y a difundir la noticia, de modo que (Jesús) no podía ya entrar ostensiblemente en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares despoblados; y acudían a Él de todas partes.

MARCOS 2
Jesús sana a un paralítico

1Entró de nuevo en Cafarnaúm al cabo de cierto tiempo, y oyeron las gentes que estaba en casa. 2Y se juntaron allí tantos que ya no cabían ni delante de la puerta; y les predicaba la palabra. 3Le trajeron, entonces, un paralítico, llevado por cuatro. 4Y como no podían llegar hasta Él, a causa de la muchedumbre, levantaron el techo encima del lugar donde Él estaba, y haciendo una abertura descolgaron la camilla en que yacía el paralítico[10235]. 5Al ver la fe de ellos, dilo Jesús al paralítico: “Hijo mío, tus pecados te son perdonados”. 6Mas estaban allí sentados algunos escribas, que pensaron en sus corazones: 7“¿Cómo habla Este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?” 8Al punto Jesús, conociendo en su espíritu que ellos tenían estos pensamientos dentro de sí, les dijo: “¿Por qué discurrís así en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda?” 10¡Pues bien! para que sepáis que el Hijo del hombre tiene el poder de remitir los pecados, sobre la tierra, 11—dijo al paralítico—: “te lo digo, levántate, toma tu camilla y vuélvete a tu casa”. 12Se levantó, tomó en seguida su camilla y se fue de allí, a la vista de todos, de modo que todos se quedaron asombrados y glorificaban a Dios diciendo “¡No hemos visto jamás nada semejante!”[10236].

Vocación de Mateo

13Salió otra vez a la orilla del mar, y todo el pueblo venía a Él, y les enseñaba[10237]. 14Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Y, levantándose, lo siguió[10238]. 15Y sucedió que cuando Jesús estaba sentado a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores se hallaban también (allí) con Él y sus discípulos, porque eran numerosos los que lo habían seguido. 16Los escribas de entre los fariseos, empero, viendo que comía con los pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos: “¿Por qué come con los publicanos y los pecadores?” 17Mas Jesús, oyéndolo, les dijo: “No necesitan de médico los sanos, sino los que están enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores”[10239].

Discusión sobre el ayuno y el sábado

18Un día ayunaban los discípulos de Juan y también los fariseos y vinieron a preguntarle: “¿Por qué, mientras los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?” 19Respondioles Jesús: “¿Pueden acaso ayunar los compañeros del esposo mientras el esposo está con ellos? En tanto que el esposo está con ellos no pueden ayunar. 20Pero tiempo vendrá en que el esposo[10240] les será quitado, y entonces en aquel tiempo, ayunarán. 21Nadie zurce remiendo de paño nuevo en vestido viejo; pues de lo contrario, el remiendo tira de él: lo nuevo de lo viejo, y la rotura, se hace peor. 22Nadie tampoco echa vino nuevo en cueros viejos, pues de lo contrario, el vino hará reventar los cueros, y se pierde el vino lo mismo que los cueros; sino que se ha de poner el vino nuevo en cueros nuevos”[10241].

23Sucedió que, un día de sábado, Él iba atravesando los sembrados, y sus discípulos, mientras caminaban, se pusieron a arrancar espigas. 24Entonces los fariseos le dijeron: “¿Ves?” ¿Por qué hacen, en día de sábado, lo que no es lícito?” 25Respondioles: “¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros, 26cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar y comió de los panes de la proposición, los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes y dio también a sus compañeros?”[10242]. 27Y les dijo: “El sábado se hizo por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado[10243]; 28de manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado”.

MARCOS 3
Nuevo encuentro de Jesús con los fariseos

1Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía seca la mano. 2Y lo observaban, para ver si lo curaría en día de sábado, a fin de poder acusarlo. 3Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: “Ponte de pie en medio”. 4Después les dijo: “¿Es lícito, en día de sábado, hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?” Pero ellos callaban. 5Mas Él mirándolos en derredor con ira, contristado por el endurecimiento de sus corazones, dijo al hombre: “Alarga la mano”. Y la alargó, y la mano quedó sana. 6Y salieron los fariseos en seguida y deliberaron con los herodianos[10244] sobre cómo hacerlo morir.

Mucha gente acude a Jesús

7Jesús Se retiró con sus discípulos hacia el mar, y mucha gente de Galilea lo fue siguiendo. Y vino también a Él de Judea, 8de Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y de la región de Tiro y de Sidón, una gran multitud que había oído lo que Él hacía. 9Y recomendó a sus discípulos que le tuviesen pronta una barca, a causa del gentío, para que no lo atropellasen. 10Porque había sanado a muchos, de suerte que todos cuantos tenían dolencias se precipitaron sobre El para tocarlo. 11Y los espíritus inmundos, al verlo, se prosternaban delante de Él y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. 12Pero Él les mandaba rigurosamente que no lo diesen a conocer.

Elección de los Doce

13Y subió a la montaña, y llamó a los que Él quiso[10245], y vinieron a Él. 14Y constituyó a doce para que fuesen sus compañeros y para enviarlos a predicar, 15y para que tuvieran poder de expulsar los demonios. 16Designó, pues, a los Doce; y puso a Simón el nombre de Pedro; 17a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan, hermano de Santiago —a los que puso el nombre de Boanerges[10246], es decir, hijos del trueno—, 18a Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Santiago hijo de Alfeo, a Tadeo, a Simón el Cananeo, 19y a Judas Iscariote, el que lo entregó.

El pecado contra el Espíritu Santo

20Volvió a casa, y la muchedumbre se juntó nuevamente allí, de suerte que ni siquiera podían comer pan. 21Al oírlo los suyos, salieron para apoderarse de Él, porque decían: “Ha perdido el juicio”[10247]. 22Pero los escribas, venidos de Jerusalén, decían: “Tiene a Beelzebul[10248] y por el jefe de los demonios expulsa a los demonios”. 23Mas Él los llamó y les dijo en parábolas: “Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24Y si dentro de un reino hay divisiones, ese reino no puede sostenerse. 25Y si hay divisiones dentro de una casa, esa casa no podrá subsistir. 26Si, pues, Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede subsistir, y llegó su fin. 27Porque nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y quitarle sus bienes, si primero no ata al fuerte; y solo entonces sí saqueará su casa. 28En verdad, os digo, todos los pecados serán perdonados a los hombres, y cuantas blasfemias dijeren; 29pero quien blasfemare contra el Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón y es reo de eterno pecado”[10249]. 30Porque decían: “Tiene espíritu inmundo”.

La verdadera familia de Jesús

31Llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose de pie afuera, le enviaron recado, llamándolo[10250]. 32Estaba sentada la gente alrededor de Él y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos[10251] están fuera buscándote”. 33Mas Él les respondió y dijo: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” 34Y dando una mirada en torno sobre los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos[10252]. 35Porque quien hiciere la voluntad de Dios, ese es mi hermano, hermana y madre”.

MARCOS 4
La parábola del sembrador

1De nuevo se puso a enseñar, a la orilla del mar, y vino a Él una multitud inmensa, de manera que Él subió a una barca y se sentó en ella, dentro del mar, mientras que toda la multitud se quedó en tierra, a lo largo del mar. 2Y les enseñó en parábolas muchas cosas; y en su enseñanza les dijo: 3“¡Escuchad! He aquí que el sembrador salió a sembrar. 4Y sucedió que al sembrar una semilla cayó a lo largo del camino, y los pájaros vinieron y la comieron. 5Otra cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida[10253], por falta de profundidad de la tierra. 6Mas al subir el sol, se abrasó, y no teniendo raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8Y otra cayó en buena tierra[10254]; brotando y creciendo dio fruto, y produjo treinta, sesenta y ciento por uno”. 9Y agregó: “¡Quien tiene oídos para oír, oiga!”

10Cuando estuvo solo, preguntáronle los que lo rodeaban con los Doce, (el sentido de) estas parábolas. 11Entonces les dijo: “A vosotros es dado el misterio del reino de Dios; en cuanto a los de afuera, todo les llega en parábolas, 12para que mirando no vean, oyendo no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone”[10255].

13Y añadió: “¿No comprendéis esta parábola? Entonces, ¿cómo entenderéis todas las parábolas?[10256] 14El sembrador es el que siembra la palabra. 15Los de junto al camino son aquellos en quienes es sembrada la palabra; mas apenas la han oído, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. 16De semejante manera, los sembrados en pedregal son aquellos que al oír la palabra, al momento la reciben con gozo, 17pero no tienen raíz en sí mismos, y son tornadizos. Apenas sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la palabra, se escandalizan en seguida. 18Otros son los sembrados entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, 19pero los afanes del mundo, el engaño de las riquezas y las demás concupiscencias invaden y ahogan la palabra, la cual queda infructuosa. 20Aquellos, en fin, que han sido sembrados en buena tierra, son: quienes escuchan la palabra, la reciben y llevan fruto, treinta, sesenta y ciento por uno”.

La luz sobre el candelero

21Les dijo también: “Acaso se trae la luz para ponerla debajo del celemín o debajo de la cama? ¿No es acaso para ponerla en el candelero? 22Nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni ha sido escondido sino para que sea sacado a luz[10257]. 23Si alguien tiene oídos para oír, ¡oiga!” 24Díjoles además: “Prestad atención a lo que oís: con la medida con que medís, se medirá para vosotros; y más todavía os será dado a vosotros los que oís[10258]; 25porque a quien tiene se le dará, y a quien no tiene, aun lo que tiene le será quitado”.

La simiente que crece por sí sola

26Y dijo también: “Sucede con el reino de Dios lo que sucede cuando un hombre arroja la simiente en tierra[10259]. 27Ya sea que duerma o esté despierto, de noche, y de día, la simiente germina y crece, y él no sabe cómo. 28Por sí misma la tierra produce primero el tallo, después la espiga, y luego el grano lleno en la espiga. 29Y cuando el fruto está maduro, echa pronto la hoz, porque la mies está a punto”[10260].

El grano de mostaza

30Dijo además: “¿Qué comparación haremos del reino de Dios, y en qué parábola lo pondremos?[10261]. 31Es como el grano de mostaza, el cual, cuando es sembrado en tierra, es la menor de todas las semillas de la tierra. 32Con todo, una vez sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de modo que los pájaros del cielo pueden anidar bajo su sombra”.

33Con numerosas parábolas como estas les presentaba su doctrina, según eran capaces de entender, 34y no les hablaba sin parábolas, pero en particular, se lo explicaba todo a los discípulos que eran suyos.

Jesús calma la tempestad

35Y les dijo en aquel día, llegada la tarde: “Pasemos a la otra orilla”. 36Entonces ellos, dejando a la multitud, lo tomaron consigo tal como estaba en la barca; y otras barcas lo acompañaban. 37Ahora bien, sobrevino una gran borrasca, y las olas se lanzaron sobre la barca, hasta el punto de que ella estaba ya por llenarse. 38Mas Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”. 39Entonces Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: “¡Calla; sosiégate!” Y se apaciguó el viento y fue hecha gran bonanza. 40Después les dijo: “¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?”[10262]. 41Y ellos temían con un miedo grande, y se decían unos a otros: “¿Quién es, entonces [10263], Este, que aun el viento y el mar le obedecen?”.

MARCOS 5
El endemoniado de Gerasa

1Llegaron a la otra orilla del mar, al país de los gerasenos[10264]. 2Apenas desembarcó, saliole al encuentro desde los sepulcros un hombre poseído de un espíritu inmundo, 3el cual tenía su morada en los sepulcros; y ni con cadenas podía ya nadie amarrarlo, 4pues muchas veces lo habían amarrado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y hecho pedazos los grillos, y nadie era capaz de sujetarlo. 5Y todo el tiempo, de noche y de día, se estaba en los sepulcros y en las montañas, gritando e hiriéndose con piedras. 6Divisando a Jesús de lejos, vino corriendo, se prosternó delante de Él 7y gritando a gran voz dijo: “¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Te conjuro por Dios, no me atormentes”. 8Porque Él le estaba diciendo: “Sal de este hombre inmundo espíritu”. 9Y le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Respondiole: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. 10Y le rogó con ahínco que no los echara fuera del país. 11Ahora bien, había allí junto a la montaña una gran piara de puercos paciendo. 12Le suplicaron diciendo: “Envíanos a los puercos, para que entremos en ellos”. 13Se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos; y la piara, como unos dos mil, se despeñó precipitadamente en el mar y se ahogaron en el agua. 14Los porqueros huyeron a toda prisa y llevaron la nueva a la ciudad y a las granjas; y vino la gente a cerciorarse de lo que había pasado. 15Mas llegados a Jesús vieron al endemoniado, sentado, vestido y en su sano juicio: al mismo que había estado poseído por la legión, y quedaron espantados. 16Y los que habían presenciado el hecho, les explicaron cómo había sucedido con el endemoniado y con los puercos. 17Entonces comenzaron a rogarle que se retirase de su territorio[10265]. 18Mas cuando Él se reembarcaba, le pidió el endemoniado andar con Él; 19pero no se lo permitió, sino que le dijo: “Vuelve a tu casa, junto a los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor te ha hecho y cómo tuvo misericordia de ti”. 20Fuése, y se puso a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho por él, y todos se maravillaban[10266].

Jesús sana a una mujer que padecía flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo

21Habiendo Jesús regresado en la barca a la otra orilla, una gran muchedumbre se juntó alrededor de Él. Y Él estaba a la orilla del mar[10267], 22cuando llegó un jefe de sinagoga, llamado Jairo, el cual, al verlo, se echó a sus pies, 23le rogó encarecidamente y le dijo: “Mi hija está en las últimas; ven a poner tus manos sobre ella, para que se sane y viva”. 24Se fue con él, y numerosa gente le seguía, apretándolo.

25Y había una mujer atormentada por un flujo de sangre desde hacía doce años. 26Mucho había tenido que sufrir por numerosos médicos, y había gastado todo su haber, sin experimentar mejoría, antes, por el contrario, iba de mal en peor. 27Habiendo oído lo que se decía de Jesús, vino, entre la turba, por detrás, y tocó su vestido. 28Pues se decía: “Con solo tocar sus vestidos, quedaré sana”. 29Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de su mal. 30En el acto Jesús, conociendo en sí mismo que una virtud había salido de Él, se volvió entre la turba y dijo: “¿Quién ha tocado mis vestidos?”[10268]. 31Respondiéronle sus discípulos: “Bien ves que la turba te oprime, y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’”. 32Pero Él miraba en torno suyo, para ver la persona que había hecho esto. 33Entonces, la mujer, azorada y temblando, sabiendo bien lo que le había acontecido, vino a postrarse delante de Él, y le dijo toda la verdad. 34Mas Él le dijo: “¡Hija! tu fe te ha salvado. Vete hacia la paz y queda libre de tu mal”.

35Estaba todavía hablando cuando vinieron de casa del jefe de sinagoga a decirle (a este): “Tu hija ha muerto. ¿Con qué objeto incomodas mas al Maestro?”. 36Mas Jesús, desoyendo lo que hablaban, dijo al jefe de sinagoga: “No temas, únicamente cree”. 37Y no permitió que nadie lo acompañara, sino Pedro, Santiago y Juan, hermano de Jacobo. 38Cuando hubieron llegado a la casa del jefe de sinagoga, vio el tumulto, y a los que estaban llorando y daban grandes alaridos. 39Entró y les dijo: “¿Por qué este tumulto y estas lamentaciones? La niña no ha muerto, sino que duerme”. 40y se burlaban de Él. Hizo, entonces, salir a todos, tomó consigo al padre de la niña y a la madre y a los que lo acompañaban, y entró donde estaba la niña. 41Tomó la mano de la niña y le dijo: “¡Talitha kum!”, que se traduce: “¡Niñita, Yo te lo mando, levántate!”[10269]. 42Y al instante la niña se levantó, y se puso a caminar, pues era de doce años. Y al punto quedaron todos poseídos de gran estupor. 43Y les recomendó con insistencia que nadie lo supiese; y dijo que a ella le diesen de comer[10270].

MARCOS 6
Jesús rechazado en Nazaret

1Saliendo de allí, vino a su tierra, y sus discípulos lo acompañaron. 2Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la numerosa concurrencia que lo escuchaba estaba llena de admiración, y decía: “¿De dónde le viene esto? ¿Y qué es esta sabiduría que le ha sido dada? ¿Y estos grandes milagros obrados por sus manos? 3¿No es Este el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?” Y se escandalizaban de Él[10271]. 4Mas Jesús les dijo: “No hay profeta sin honor sino en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. 5Y no pudo hacer allí ningún milagro; solamente puso las manos sobre unos pocos enfermos, y los sanó. 6Y se quedó asombrado de la falta de fe de ellos. Y recorrió las aldeas a la redonda, enseñando.

Misión de los Apóstoles

7Entonces, llamando a los doce, comenzó a enviarlos, de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos, 8y les ordenó que no llevasen nada para el camino, sino solo un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto[10272], 9sino que fuesen calzados de sandalias, y no se pusieran dos túnicas. 10Y les dijo: “Dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta el momento de salir del lugar. 11Y si en algún lugar no quieren recibiros y no se os escucha, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies para testimonio a ellos”. 12Partieron, pues, y predicaron el arrepentimiento. 13Expulsaban también a muchos demonios, y ungían con óleo a muchos enfermos y los sanaban[10273].

Muerte del Bautista

14El rey Herodes oyó hablar (de Jesús), porque su nombre se había hecho célebre y dijo: “Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso las virtudes obran en Él”[10274]. 15Otros decían: “Es Elías” otros: “Es un profeta, tal como uno de los (antiguos) profetas”. 16No obstante esos rumores, Herodes decía: “Aquel Juan, a quien hice decapitar, ha resucitado”[10275]. 17Herodes, en efecto, había mandado arrestar a Juan, y lo había encadenado en la cárcel, a causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues la había tomado por su mujer. 18Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”[10276]. 19Herodías le guardaba rencor, y quería hacerlo morir, y no podía. 20Porque Herodes tenía respeto por Juan, sabiendo que era un varón justo y santo, y lo amparaba: al oírlo se quedaba muy perplejo y sin embargo lo escuchaba con gusto. 21Llegó, empero, una ocasión favorable, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un festín a sus grandes, a los oficiales, y a los personajes de Galilea. 22Entró (en esta ocasión) la hija de Herodías y se congració por sus danzas con Herodes y los convidados. Dijo, entonces, el rey a la muchacha. “Pídeme lo que quieras, yo te lo daré”. 23Y le juró: “Todo lo que me pidas, te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”. 24Ella salió y preguntó a su madre: “¿Qué he de pedir?” Esta dijo: “La cabeza de Juan el Bautista”. 25Y entrando luego a prisa ante el rey, le hizo su petición: “Quiero que al instante me des sobre un plato la cabeza de Juan el Bautista”. 26Se afligió mucho el rey; pero en atención a su juramento y a los convidados, no quiso rechazarla[10277]. 27Acto continuo envió, pues, el rey un verdugo, ordenándole traer la cabeza de Juan. 28Este fue, lo decapitó en la prisión, y trajo sobre un plato la cabeza que entregó a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre. 29Sus discípulos luego que lo supieron, vinieron a llevarse el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.

Primera multiplicación de los panes

30Nuevamente reunidos con Jesús, le refirieron los apóstoles todo cuanto habían hecho y enseñado. 31Entonces les dijo: “Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, para que descanséis un poco”. Porque muchos eran los que venían e iban, y ellos no tenían siquiera tiempo para comer. 32Partieron, pues, en una barca, hacia un lugar desierto y apartado. 33Pero (las gentes) los vieron cuando se iban, y muchos los conocieron; y, acudieron allí, a pie, de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos[10278]. 34Al desembarcar, vio una gran muchedumbre, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

35Siendo ya la hora muy avanzada, sus discípulos se acercaron a Él, y le dijeron: “Este lugar es desierto, y ya es muy tarde. 36Despídelos, para que se vayan a las granjas y aldeas del contorno a comprarse qué comer”. 37Mas Él les respondió y dijo: “Dadles de comer vosotros”. Le replicaron: “¿Acaso habremos de comprar pan por doscientos denarios, a fin de darles de comer? 38Les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis? Id a ver”. Habiéndose cerciorado, le dijeron: “Cinco panes y dos peces”. 39Y les ordenó hacerlos acampar a todos, por grupos, sobre la hierba verde. 40Se sentaron, pues, en cuadros, de a ciento y de a cincuenta. 41Entonces, tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, bendijo los panes, los partió y los dio a los discípulos, para que ellos los sirviesen. Y repartió también los dos peces entre todos. 42Comieron todos hasta saciarse. 43Y recogieron doce canastos llenos de los trozos y de los peces. 44Los que habían comido los panes, eran cinco mil varones[10279].

Jesús camina sobre las olas

45Inmediatamente obligó a sus discípulos a reembarcarse y a adelantársele hacia la otra orilla, en dirección a Betsaida, mientras Él despedía a la gente[10280]. 46Habiéndola, en efecto despedido, se fue al monte a orar. 47Cuando llegó la noche, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra. 48Y viendo que ellos hacían esfuerzos penosos por avanzar, porque el viento les era contrario, vino hacia ellos, cerca de la cuarta vela de la noche, andando sobre el mar, y parecía querer pasarlos de largo. 49Pero ellos, al verlo andando sobre el mar, creyeron que era un fantasma y gritaron; 50porque todos lo vieron y se sobresaltaron. Mas Él, al instante, les habló y les dijo: “¡Ánimo! soy Yo. No tengáis miedo”. 51Subió entonces con ellos a la barca, y se calmó el viento. Y la extrañeza de ellos llegó a su colmo. 52Es que no habían comprendido lo de los panes, porque sus corazones estaban endurecidos.

53Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret, y atracaron. 54Apenas salieron de la barca, lo conocieron, 55y recorrieron toda esa región; y empezaron a transportar en camillas los enfermos a los lugares donde oían que Él estaba. 56Y en todas partes adonde entraba: aldeas, ciudades, granjas, colocaban a los enfermos en las plazas, y le suplicaban que los dejasen tocar aunque no fuese más que la franja de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban sanos.

MARCOS 7
Sobre las tradiciones y costumbres de los fariseos

1Se congregaron en torno a Él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. 2Los cuales vieron que algunos de sus discípulos comían con manos profanas, es decir, no lavadas, 3porque los fariseos y los judíos en general, no comen, si no se lavan las manos, hasta la muñeca, guardando la tradición de los antiguos; 4y lo que procede del mercado no lo comen, sin haberlo rociado con agua; y observan muchos otros puntos por tradición, ablución de copas, de jarros, de vasos de bronce[10281]. 5Así, pues, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los antiguos, sino que comen con manos profanas?” 6Les dijo: “Con razón Isaías profetizó sobre vosotros, hipócritas, como está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, 7pero su corazón está lejos de Mí. Me rinden un culto vano, enseñando doctrinas (que son) mandamientos de hombres’[10282].

8Vosotros quebrantáis los mandamientos de Dios, al paso que observáis la tradición de los hombres; lavados de jarros y copas y otras muchas cosas semejantes a estas hacéis”. 9Y les dijo: “Lindamente habéis anulado el mandamiento de Dios, para observar la tradición vuestra. 10Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “Quien maldice a su padre o a su madre, sea muerto”. Y vosotros decís[10283]: 11“Si uno dice a su padre o a su madre: «Es Korbán, es decir, ofrenda, esto con lo cual yo te podría socorrer»[10284], 12ya no lo dejáis hacer nada por su padre o por su madre, 13anulando así la palabra de Dios por la tradición que transmitisteis. Y hacéis cantidad de cosas semejantes”. 14Y habiendo de nuevo llamado a la muchedumbre, les dijo: “Escuchadme todos con inteligencia: 15No hay cosa fuera del hombre que, entrando en él, lo pueda manchar; mas lo que sale del hombre, eso es lo que mancha al hombre. 16Si alguno tiene oídos para oír, oiga”.

17Cuando, dejando a la multitud, hubo entrado en casa, sus discípulos lo interrogaron sobre esta parábola. 18Respondioles: “¿A tal punto vosotros también estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre, no lo puede manchar? 19Porque eso no va al corazón, sino al vientre y sale a un lugar oculto, limpiando así todos los alimentos”. 20Y agregó: “Lo que procede del hombre, eso es lo que mancha al hombre. 21Porque es de adentro, del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, hurtos, homicidios, 22adulterios, codicias, perversiones, dolo, deshonestidad, envidia, blasfemia, soberbia, insensatez. 23Todas estas cosas malas proceden de dentro y manchan al hombre”.

La fe de la cananea

24Partiendo de allí, se fue al territorio de Tiro, y de Sidón, y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese, mas no pudo quedar oculto. 25Porque en seguida una mujer cuya hija estaba poseída de un demonio inmundo, habiendo oído hablar de Él, vino a prosternarse a sus pies. 26Esta mujer era pagana, sirofenicia[10285] de origen, y le rogó que echase al demonio fuera de su hija. 27Mas Él le dijo: “Deja primero a los hijos saciarse, porque no está bien tomar el pan de los hijos para darlo a los perritos”. 28Ella le contestó diciendo: “Sí, Señor, pero también los perritos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos”[10286]. 29Entonces Él le dijo: “¡Anda! Por lo que has dicho, el demonio ha salido de tu hija”. 30Ella se volvió a su casa, y encontró a la niña acostada sobre la cama, y que el demonio había salido.

El sordomudo

31Al volver del territorio de Tiro, vino, por Sidón, hacia el mar de Galilea atravesando el territorio de la Decápolis. 32Le trajeron un sordo y tartamudo, rogándole que pusiese su mano sobre él. 33Mas Él, tomándolo aparte, separado de la turba, puso sus dedos en los oídos de él; escupió y tocole la lengua. 34Después, levantando los ojos al cielo, dio un gemido y le dijo: “Effathá”[10287], es decir, “ábrete”. 35Y al punto sus oídos se abrieron, y la ligadura de su lengua se desató, y hablaba correctamente. 36Mas les mandó no decir nada a nadie; pero cuanto más lo prohibía, más lo proclamaban. 37Y en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo hizo bien: hace oír a los sordos, y hablar a los mudos”.

MARCOS 8
Segunda multiplicación de los panes

1En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo[10288]: 2“Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. 3Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino, porque los hay que han venido de lejos”. 4Dijéronle sus discípulos: “¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?” 5Les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete”. 6Y mandó que la gente se sentase en el suelo; tomó, entonces, los siete panes, dio gracias, los partió y los dio a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. 7Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. 8Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. 9Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.

Los fariseos piden una señal

10En seguida subió a la barca con sus discípulos, y fue a la región de Dalmanuta. 11Salieron entonces los fariseos y se pusieron a discutir con Él, exigiéndole alguna señal del cielo, para ponerlo a prueba[10289]. 12Mas Él, gimiendo en su espíritu, dijo: “¿Por qué esta raza exige una señal? En verdad, os digo, ninguna señal será dada a esta generación”[10290]. 13Y dejándolos allí, se volvió a embarcar para la otra ribera.

Contra las levaduras

14Habían olvidado de tomar pan, y no tenían consigo en la barca más que un solo pan. 15Les hizo entonces esta advertencia: “¡Cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”[10291]. 16Por lo cual ellos se hicieron esta reflexión unos a otros: “Es que no tenemos panes”. 17Mas conociéndolo, Jesús les dijo: “¿Por qué estáis pensando en que no teneis panes? ¿No comprendéis todavía? ¿No caéis en la cuenta? ¿Tenéis endurecido vuestro corazón? 18¿Teniendo ojos, no veis; y teniendo oídos, no oís? 19Cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?” “Doce”, le dijeron. 20“Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de trozos os llevasteis?” Dijéronle: “Siete”. 21Y les dijo: “¿No comprendéis todavía?”

El ciego de Betsaida

22Fueron luego a Betsaida. Y le trajeron un ciego, rogándole que lo tocase[10292]. 23Y Él, tomando de la mano al ciego, lo condujo fuera de la aldea, le escupió en los ojos, y le impuso las manos; después le preguntó: “¿Ves algo?” 24Él alzó los ojos y dijo: “Veo a los hombres; los veo como árboles que caminan”. 25Le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el hombre miró con fijeza y quedó curado, y veía todo claramente. 26Y lo envió de nuevo a su casa y le dijo: “Ni siquiera entres en la aldea”.

Confesión de Pedro

27Jesús se marchó con sus discípulos para las aldeas de Cesarea de Filipo. Por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién soy Yo, según el decir de los hombres?”[10293]. 28Le respondieron diciendo: “Juan el Bautista; otros: Elías; otros: uno de los profetas”. 29Entonces, les preguntó: “Según vosotros, ¿quién soy Yo?” Respondiole Pedro y dijo: “Tú eres el Cristo”[10294]. 30Y les mandó rigurosamente que a nadie dijeran (esto) de Él.

Primer anuncio de la Pasión

31Comenzó entonces, a enseñarles que era necesario que el Hijo del hombre sufriese mucho; que fuese reprobado[10295] por los ancianos, por los sumos sacerdotes, y por los escribas; que le fuese quitada la vida, y que, tres días después, resucitase. 32Y les hablaba abiertamente. Entonces, Pedro, tomándolo aparte, empezó a reprenderlo. 33Pero Él, volviéndose y viendo a sus discípulos, increpó a Pedro y le dijo: “¡Vete de Mí, atrás, Satanás! porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres”[10296].

La renuncia del “yo”

34Y convocando a la muchedumbre con sus discípulos les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz, y sígame[10297]. 35Quien quiere salvar su vida, la perderá, y quien pierde su vida a causa de Mí y del Evangelio, la salvará. 36En efecto: ¿de qué servirá al hombre ganar el mundo entero, y perder su vida? 37Pues ¿qué cosa puede dar el hombre a cambio de su vida? 38Porque quien se avergonzare de Mí y de mis palabras delante de esta raza adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzará de él cuando vuelva en la gloria de su Padre, escoltado por los santos ángeles”.

MARCOS 9
Transfiguración de Jesús

1Y les dijo: “En verdad, os digo, entre los que están aquí, algunos no gustarán la muerte sin que hayan visto el reino de Dios venido con poder”[10298]. 2Y seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó solos, aparte, a un alto monte, y se transfiguró a su vista[10299]. 3Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura; que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. 4Y se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús. 5Entonces, Pedro dijo a Jesús: “Rabí, es bueno que nos quedemos aquí. Hagamos, pues, aquí tres pabellones, uno para ti, uno para Moisés, y uno para Elías”. 6Era que no sabía lo que decía, porque estaban sobrecogidos de temor. 7Vino, entonces, una nube que los cubrió con su sombra, y de la nube una voz se hizo oír: “Este es mi Hijo, el Amado. ¡Escuchadlo!”[10300]. 8Y de repente, mirando todo alrededor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

La venida de Elías

9Cuando bajaban del monte, les prohibió referir a nadie lo que habían visto, mientras el Hijo del hombre no hubiese resucitado de entre los muertos[10301]. 10Y conservaron lo acaecido dentro de sí, discurriendo “qué podría significar eso de resucitar de entre los muertos”. 11Y le hicieron esta pregunta: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?” 12Respondioles: “Elías, en efecto, vendrá primero y lo restaurará todo. Pero ¿cómo está escrito del Hijo del hombre, que debe padecer mucho y ser vilipendiado? 13Pues bien, Yo os declaro: en realidad Elías ya vino e hicieron con él cuanto les plugo, como está escrito de él”[10302].

El niño endemoniado

14Llegaron, entretanto, a los discípulos y vieron un gran gentío que los rodeaba, y escribas que discutían con ellos[10303]. 15Toda esta multitud en cuanto lo vio se quedó asombrada y corrió a saludarlo. 16Preguntoles: “¿Por qué discutís con ellos?” 17Respondiole uno de la multitud: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un demonio mudo. 18Y cuando se apodera de él, lo zamarrea y él echa espumarajos, rechina los dientes y queda todo rígido. Y pedí a tus discípulos que lo expulsasen, y no han podido”. 19Entonces, Él les respondió y dijo: “Oh raza incrédula, ¿hasta cuándo habré de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!”[10304]. 20Y se lo trajeron. En cuanto lo vio, el espíritu lo zamarreaba (al muchacho); y caído en el suelo, se revolvía echando espumarajos. 21Y preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que esto le sucede?” Respondió: “Desde su infancia; 22y a menudo lo ha echado, ora en el fuego, ora en el agua, para hacerlo morir. Pero si Tú puedes algo, ayúdanos, Y ten compasión de nosotros”. 23Replicole Jesús: “¡Si puedes! ... Todo es posible para el que cree”. 24Entonces, el padre del niño se puso a gritar: “¡Creo! ¡Ven en ayuda de mi falta de fe!” 25Y Jesús viendo que se aproximaba un tropel de gente, conminó al espíritu diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, Yo te lo mando, sal de él, y no vuelvas a entrar más en él”. 26Y, gritando y retorciéndole en convulsiones, salió. Y quedó el niño como muerto, y así muchos decían que había muerto. 27Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y él se tuvo en pie. 28Cuando hubo entrado en casa, los discípulos le preguntaron en privado: “¿Por qué, pues, no pudimos nosotros expulsarlo?” 29Les dijo: “Esta casta no puede ser expulsada sino con la oración y el ayuno”[10305].

Segundo anuncio de la Pasión

30Partiendo de allí, pasaron a través de Galilea, y no quería que se supiese; 31porque enseñó esto a sus discípulos: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo harán morir; y tres días después de su muerte resucitará?” 32Pero ellos no comprendieron estas palabras y temían preguntarle.

Humildad y caridad

33Entretanto, llegaron a Cafarnaúm; y cuando estuvo en su casa, les preguntó: “¿De qué conversabais en el camino?”[10306]. 34Mas ellos guardaron silencio, porque habían discutido entre sí, durante el camino, sobre quien sería el mayor. 35Entonces, sentose, llamo a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere, ser el primero, deberá ser el último de todos y el servidor de todos”. 36Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, y abrazándolo, les dijo: 37“El que recibe a uno de estos niños en mi nombre, a Mí me recibe; y el que a Mí me recibe, no me recibe a Mí, sino a Aquel que me envió”. 38Díjole Juan: “Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, el cual no nos sigue; y se lo impedíamos, porque no anda con nosotros”. 39Pero Jesús dijo: “No se lo impidáis, porque nadie, haciendo milagro por mi nombre, será capaz de hablar luego mal de Mí. 40Porque quien no está contra nosotros, por nosotros está. 41Quien os diere a beber un vaso de agua, por razón de que sois de Cristo, en verdad os digo, no perderá su recompensa”[10307].

Gravedad del escándalo

42Quien escandalizare a uno de estos pequeñitos que creen, más le valdría que le atasen alrededor de su cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que lo echasen al mar. 43Si tu mano te escandaliza, córtala: más te vale entrar en la vida manco, que irte, con tus dos manos, a la gehenna[10308], al fuego que no se apaga. [44][10309]. 45Y si tu pie te escandaliza, córtalo: más te vale entrar en la vida cojo que ser, con tus dos pies, arrojado a la gehenna. [46]. 47Y si tu ojo te escandaliza, sácalo: más te vale entrar en el reino de Dios teniendo un solo ojo que con tus dos ojos ser arrojado a la gehenna, 48donde “el gusano de ellos no muere y el fuego no se apaga”[10310]. 49Porque cada uno ha de ser salado con el fuego. La sal es buena; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos y estad en paz unos con otros[10311].

III. CAMINO DE JERUSALÉN
MARCOS 10
Indisolubilidad del matrimonio

1Partiendo de allí, fue al territorio de Judea y de Transjordania. De nuevo, las muchedumbres acudieron a Él, y de nuevo, según su costumbre, los instruía[10312]. 2Y viniendo a Él algunos fariseos que, con el propósito de tentarlo, le preguntaron si era lícito al marido repudiar a su mujer, 3les respondió y dijo: “¿Qué os ha ordenado Moisés?” 4Dijeron: “Moisés permitió dar libelo de repudio y despedir (la)”. 5Mas Jesús les replicó: “En vista de vuestra dureza de corazón os escribió ese precepto. 6Pero desde el comienzo de la creación, Dios los hizo varón y mujer. 7Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, 8y los dos vendrán a ser una sola carne. De modo que no son ya dos, sino una sola carne. 9¡Y bien! ¡lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe!” 10De vuelta a su casa, los discípulos otra vez le preguntaron sobre eso. 11Y les dijo: “Quien repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera[10313]; 12y si una mujer repudia a su marido y se casa con otro, ella comete adulterio”.

Los niños son dueños del Reino

13Le trajeron unos niños para que los tocase; mas los discípulos ponían trabas. 14Jesús viendo esto, se molestó y les dijo: “Dejad a los niños venir a Mí y no les impidáis, porque de tales como estos es el reino de Dios[10314]. 15En verdad, os digo, quien no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. 16Después los abrazó y los bendijo, poniendo sobre ellos las manos.

El joven rico

17Cuando iba ya en camino, vino uno corriendo y, doblando la rodilla, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?”[10315]. 18Respondiole Jesús: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo Dios. 19Tú conoces los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”; 20y él le respondió: “Maestro, he cumplido todo esto desde mi juventud”. 21Entonces, Jesús lo miró con amor y le dijo: “Una cosa te queda: anda, vende todo lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; después, vuelve, y sígueme, llevando la cruz”. 22Al oír estas palabras, se entristeció, y se fue apenado, porque tenía muchos bienes[10316].

Recompensa de los que siguen a Jesús

23Entonces, Jesús, dando una mirada a su rededor, dijo a sus discípulos: “¡Cuán difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!” 24Como los discípulos se mostrasen asombrados de sus palabras, volvió a decirles Jesús: “Hijitos, ¡cuán difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el reino de Dios! 25Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios”[10317]. 26Pero su estupor aumentó todavía; y se decían entre sí: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” 27Mas Jesús, fijando sobre ellos su mirada, dijo: “Para los hombres, esto es imposible, mas no para Dios, porque todo es posible para Dios”. 28Púsose, entonces, Pedro a decirle: “Tú lo ves, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido”. 29Jesús le contestó y dijo: “En verdad, os digo, nadie habrá dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, a causa de Mí y a causa del Evangelio, 30que no reciba centuplicado[10318] ahora, en este tiempo, casas, hermanos, hermanas, madre, hijos y campos —a una con persecuciones—, y, en el siglo venidero, la vida eterna. 31Mas muchos primeros serán últimos, y muchos últimos, primeros”.

Tercer anuncio de la Pasión

32Iban de camino, subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; y ellos se asombraban y lo seguían con miedo. Y tomando otra vez consigo a los Doce, se puso a decirles lo que le había de acontecer: 33“He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte, y lo entregarán a los gentiles; 34y lo escarnecerán, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán, mas tres días después resucitará”.

La ambición de Santiago y Juan

35Acercáronsele Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que Tú hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos”[10319]. 36Él les dijo: “¿Qué queréis, pues, que haga por vosotros?” 37Le respondieron: “Concédenos sentarnos, el uno a tu derecha, el otro a tu izquierda, en tu gloria”. 38Pero Jesús les dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o recibir el bautismo que Yo he de recibir?” 39Le contestaron: “Podemos”. Entonces, Jesús les dijo: “El cáliz que Yo he de beber, lo beberéis; y el bautismo[10320] que Yo he de recibir lo recibiréis. 40Mas en cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo sino a aquellos para quienes está preparado”. 41Cuando los otros diez oyeron esto, comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42Entonces, Jesús los llamó y les dijo: “Como vosotros sabéis, los que aparecen como jefes de los pueblos, les hacen sentir su dominación; y los grandes, su poder[10321]. 43Entre vosotros no debe ser así; al contrario, quien, entre vosotros, desea hacerse grande, hágase sirviente de los demás; 44y quien desea ser el primero, ha de ser esclavo de todos. 45Porque también el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”[10322].

El ciego de Jericó

46Habían llegado a Jericó. Ahora bien, cuando iba saliendo de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una numerosa muchedumbre, el hijo de Timeo, Bartimeo, ciego y mendigo, estaba sentado al borde del camino[10323]; 47y oyendo que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!” 48Muchos le reprendían para que callase, pero él mucho más gritaba: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!” 49Entonces, Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo”. Llamaron al ciego y le dijeron: “¡Ánimo, levántate! Él te llama”. 50Y él arrojó su manto, se puso en pie de un salto y vino a Jesús. 51Tomando la palabra, Jesús le dijo: “¿Qué deseas que te haga?” El ciego le respondió: “¡Rabbuni, que yo vea!” 52Jesús le dijo: “¡Anda! tu fe te ha sanado”. Y en seguida vio, y lo fue siguiendo por el camino[10324].

IV. JESÚS EN JERUSALÉN
MARCOS 11
Entrada triunfal en Jerusalén

1Cuando estuvieron próximos a Jerusalén, cerca de Betfagé[10325] y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 2diciéndoles: “Id a la aldea que está enfrente de vosotros; y luego de entrar en ella, encontraréis un burrito atado, sobre el cual nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. 3Y si alguien os pregunta: “¿Por qué hacéis esto?”, contestad: “El Señor lo necesita, y al instante lo devolverá aquí”. 4Partieron, pues, y encontraron un burrito atado a una puerta, por de fuera, en la calle, y lo desataron. 5Algunas personas que se encontraban allí, les dijeron: “¿Qué hacéis, desatando el burrito?” 6Ellos les respondieron como Jesús les había dicho, y los dejaron hacer. 7Llevaron, pues, el burrito a Jesús y pusieron encima sus mantos, y Él lo montó. 8Y muchos extendieron sus mantos sobre el camino; otros, brazadas de follaje que habían cortado de los campos. 9Y los que marchaban delante y los que seguían, clamaban: “¡Hosanna![10326] ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! 10¡Bendito sea el advenimiento del reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!” 11Y entró en Jerusalén en el Templo, y después de mirarlo todo, siendo ya tarde, partió de nuevo para Betania con los Doce.

La higuera estéril

12Al día siguiente[10327], cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13Y divisando, a la distancia, una higuera que tenía hojas, fue para ver si encontraba algo en ella; pero llegado allí, no encontró más que hojas, porque no era el tiempo de los higos[10328]. 14Entonces, respondió y dijo a la higuera: “¡Que jamás ya nadie coma fruto de ti!” Y sus discípulos lo oyeron.

Indignación de Jesús por el templo profanado

15Llegado a Jerusalén, entró en el Templo, y se puso a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas; 16y no permitía que nadie atravesase el Templo transportando objetos. 17Y les enseñó diciendo: “¿No está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones»? Pero vosotros, la habéis hecho cueva de ladrones”[10329]. 18Los sumos sacerdotes y los escribas lo oyeron y buscaban cómo hacerlo perecer; pero le tenían miedo, porque todo el pueblo estaba poseído de admiración por su doctrina. 19Y llegada la tarde, salieron (Jesús y sus discípulos) de la ciudad.

Poder de la fe

20Al pasar (al día siguiente) muy de mañana, vieron la higuera que se había secado de raíz[10330]. 21Entonces, Pedro se acordó y dijo: “¡Rabí, mira! La higuera que maldijiste se ha secado”. 22Y Jesús les respondió y dijo: “¡Tened fe en Dios![10331] 23En verdad, os digo, quien dijere a este monte: “Quítate de ahí y échate al mar”, sin titubear interiormente, sino creyendo que lo que dice se hará, lo obtendrá. 24Por eso, os digo, todo lo que pidiereis orando, creed que lo obtuvisteis ya, y se os dará[10332]. 25Y cuando os ponéis de pie para orar, perdonad lo que podáis tener contra alguien, a fin de que también vuestro Padre celestial os perdone vuestros pecados. 26[Si no perdonáis, vuestro Padre que está en los cielos no os perdonará tampoco vuestros pecados]”[10333].

Controversia sobre el poder de Jesús

27Fueron de nuevo a Jerusalén. Y como Él se pasease por el Templo, se le llegaron los jefes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos [10334], 28y le dijeron: “¿Con qué poder haces estas cosas, y quién te ha dado ese poder para hacerlas?” 29Jesús les contestó: “Os haré Yo también una pregunta. Respondedme, y os diré con qué derecho obro así: 30El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme”. 31Mas ellos discurrieron así en sí mismos: “Si decimos «del cielo», dirá: «entonces ¿por qué no le creísteis?»” 32Y ¿si decimos: “de los hombres”? pero temían al pueblo, porque todos tenían a Juan por un verdadero profeta. 33Respondieron, pues, a Jesús. “No sabemos”. Entonces, Jesús les dijo: “Y bien, ni Yo tampoco os digo con qué poder hago esto”.

MARCOS 12
Parábola de los viñadores

1Y se puso a hablarles en parábolas: “Un hombre plantó una viña, la cercó con un vallado, cavó un lagar y edificó una torre; después la arrendó a unos viñadores, y se fue a otro país[10335]. 2A su debido tiempo, envió un siervo a los viñadores para recibir de ellos su parte de los frutos de la viña. 3Pero ellos lo agarraron, lo apalearon y lo remitieron con las manos vacías. 4Entonces, les envió otro siervo, al cual descalabraron y ultrajaron; 5y otro, al cual mataron; después otros muchos, de los cuales apalearon a unos y mataron a otros. 6No le quedaba más que uno, su hijo amado; a este les envió por último, pensando: «Respetarán a mi hijo». 7Pero aquellos viñadores se dijeron unos a otros: «Este es el heredero. Venid, matémoslo, y la herencia será nuestra». 8Lo agarraron, pues, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y acabará con los viñadores, y entregará la viña a otros. 10¿No habéis leído esta Escritura: «La piedra que desecharon los que edificaban, esta ha venido a ser cabeza de esquina[10336]; 11de parte del Señor esto ha sido hecho, y es maravilloso a nuestros ojos?»” 12Trataron, entonces, de prenderlo, pero temían al pueblo. Habían comprendido, en efecto, que con respecto a ellos había dicho esta parábola. Lo dejaron, pues, y se fueron.

Jesús ante lo temporal

13Le enviaron, después, algunos fariseos y herodianos, a fin de enredarlo en alguna palabra. 14Vinieron ellos y le dijeron: “Maestro, sabemos que Tú eres veraz, que no tienes miedo a nadie, y que no miras la cara de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar el tributo al César o no? ¿Pagaremos o no pagaremos?”[10337] 15Mas Él, conociendo su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me tendéis un lazo? Traedme un denario, para que Yo lo vea”. 16Se lo trajeron, y Él les preguntó: “¿De quién es esta figura y la leyenda?” Le respondieron: “Del César”. 17Entonces, Jesús les dijo: “Dad al César lo que es del César; y a Dios lo que es de Dios”. Y se quedaron admirados de Él[10338].

Los saduceos y la resurrección

18Acercáronsele también algunos saduceos[10339], que dicen que no hay resurrección, y le propusieron esta cuestión: 19“Maestro, Moisés nos ha prescrito, si el hermano de alguno muere dejando mujer y no deja hijos, tome su hermano la mujer de él y dé prole a su hermano. 20Ahora bien, eran siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar prole. 21El segundo la tomó, y murió sin dejar prole. Sucedió lo mismo con el tercero. 22Y ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos murió también la mujer. 23En la resurrección, cuando ellos resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por mujer”. 24Mas Jesús les dijo: “¿No erráis, acaso, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios? 25Porque, cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán (los hombres), ni se darán en matrimonio (las mujeres), sino que serán como ángeles en el cielo. 26Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la Zarza, cómo Dios le dijo: «Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?»[10340] 27Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Vosotros estáis, pues, en un gran error”.

El gran mandamiento

28Llegó también un escriba que los había oído discutir; y viendo lo bien que Él les había respondido, le propuso esta cuestión: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” 29Jesús respondió: “El primero es: «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. 30Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»”[10341] 31El segundo es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No existe mandamiento mayor que estos”. 32Díjole el escriba: “Maestro, bien has dicho; en verdad, que «Él es único, que no hay otro más que Él». 33Y el amarlo con todo el corazón y con todo el espíritu y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. 34Jesús, viendo que había hablado juiciosamente, le dijo: “Tú no estás lejos del reino de Dios”. Y nadie osó más proponerle cuestiones.

Cristo Hijo y Señor de David

35Entonces, Jesús, tomando la palabra, enseñaba en el Templo diciendo: “¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?[10342] 36Porque David mismo dijo (inspirado) por el Espíritu Santo: «El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga Yo a tus enemigos por tarima de tus pies». 37Si David mismo lo llama «Señor», ¿cómo puede entonces ser su hijo?” Y la gente numerosa lo escuchaba con placer.

Guardaos de los escribas

38Dijo también en su enseñanza: “Guardaos de los escribas, que se complacen en andar con largos vestidos, en ser saludados en las plazas públicas[10343], 39en ocupar los primeros sitiales en las sinagogas y los primeros puestos en los convites, 40y que devoran las casas de las viudas, y afectan hacer largas oraciones. Estos recibirán mayor castigo”.

La ofrenda de la viuda

41Estando Jesús sentado frente al arca de las ofrendas, miraba a la muchedumbre que echaba monedas en el arca, y numerosos ricos echaban mucho. 42Vino también una pobre viuda que echó dos moneditas, esto es un cuarto de as[10344]. 43Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “En verdad, os digo, esta pobre viuda ha echado más que todos los que echaron en el arca[10345]. 44Porque todos los otros echaron de lo que les sobraba, pero esta ha echado de su propia indigencia todo lo que tenía, todo su sustento”.

MARCOS 13
Profecía de la ruina de Jerusalén y del fin de los tiempos

1Cuando Él salía del templo, uno de sus discípulos le dijo: “¡Maestro, mira! ¡qué piedras y qué edificios!”[10346] 2Respondiole Jesús: “¿Ves estas grandes construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada”. 3Luego, estando Él sentado en el Monte de los Olivos, frente al Templo, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte: 4“Dinos: ¿cuándo sucederá esto?, y al estar esas cosas a punto de cumplirse todas, ¿cuál será la señal?”[10347] 5Y Jesús se puso a decirles: “Estad en guardia, que nadie os induzca en error. 6Muchos vendrán bajo mi nombre y dirán: «Yo soy (el Cristo)» y a muchos engañarán[10348]. 7Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis. Esto ha de suceder, pero no es todavía el fin. 8Porque se levantará pueblo contra pueblo, reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, y habrá hambres. Esto es el comienzo de los dolores”.

9“Mirad por vosotros mismos. Porque os entregarán a los sanhedrines, y seréis flagelados en las sinagogas, y compareceréis ante gobernadores y reyes, a causa de Mí, para dar testimonio ante ellos[10349]. 10Y es necesario primero que a todas las naciones sea proclamado el Evangelio[10350]. 11Mas cuando os llevaren para entregaros, no os afanéis anticipadamente por lo que diréis; sino decid lo que en aquel momento os será inspirado; porque no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo[10351]. 12El hermano entregará a su hermano a la muerte, el padre a su hijo; y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. 13Seréis odiados de todos a causa de mi nombre; pero el que perseverare hasta el fin, este será salvo. 14Mas cuando veáis la abominación de la desolación[10352] instalada allí donde no debe —¡entienda el que lee!—, entonces, los que estén en Judea, huyan a las montañas; 15quien se encuentre en la azotea, no baje ni entre para tomar nada en su casa; 16quien vaya al campo, no vuelva atrás para tomar su manto. 17¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que críen por aquellos días! 18Y orad, para que no acontezca en invierno”.

19“Porque habrá en aquellos días tribulación tal, cual no la hubo desde el principio de la creación que hizo Dios, hasta el presente, ni la habrá. 20Y si el Señor no hubiese acortado los días, ningún viviente escaparía; mas a causa de los escogidos que Él eligió, ha acortado esos días. 21Entonces, si os dicen: «Helo a Cristo aquí o allí», no lo creáis. 22Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, que harán señales y prodigios para descarriar aun a los elegidos, si fuera posible[10353]. 23Vosotros, pues, estad alerta; ved que os lo he predicho todo”.

24“Pero en aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor[10354], 25y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. 26Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. 27Y entonces enviará a los ángeles, y congregará[10355] a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo”.

Aprended de la higuera

28“De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano esta cerca; 29así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que (Él) está cerca, a las puertas. 30En verdad, os digo, la generación esta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado[10356]. 31El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

¡Velad!

32“Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre[10357]. 33¡Mirad!, ¡velad! porque no sabéis cuándo será el tiempo; 34como un hombre que partiendo para otro país, dejó su casa y dio a sus siervos la potestad, a cada uno su tarea, y al portero encomendó que velase. 35Velad, pues, porque no sabéis cuando volverá el Señor de la casa, si en la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o en la mañana, 36no sea que volviendo de improviso, os encuentre dormidos. 37Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!”[10358].

V. PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR
MARCOS 14
Unción de Jesús en Betania

1Dos días[10359] después era la Pascua y los Ázimos, y los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban cómo podrían apoderarse de Él con engaño y matarlo. 2Mas decían: “No durante la fiesta, no sea que ocurra algún tumulto en el pueblo”. 3Ahora bien, hallándose Él en Betania, en casa de Simón, el Leproso, y estando sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento de nardo puro de gran precio; y quebrando el alabastro, derramó el ungüento sobre su cabeza[10360]. 4Mas algunos de los presentes indignados interiormente, decían: “¿A qué este despilfarro de ungüento? 5Porque el ungüento este se podía vender por más de trescientos denarios[10361], y dárselos a los pobres”. Y bramaban contra ella. 6Mas Jesús dijo: “Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una buena obra conmigo. 7Porque los pobres los tenéis con vosotros siempre, y podéis hacerles bien cuando queráis; pero a Mí no me tenéis siempre. 8Lo que ella podía hacer lo ha hecho. Se adelantó a ungir mi cuerpo para la sepultura[10362]. 9En verdad, os digo, dondequiera que fuere predicado este Evangelio[10363], en el mundo entero, se narrará también lo que acaba de hacer, en recuerdo suyo”.

10Entonces, Judas Iscariote, que era de los Doce, fue a los sumos sacerdotes, con el fin de entregarlo a ellos[10364]. 11Los cuales al oírlo se llenaron de alegría y prometieron darle dinero. Y él buscaba una ocasión favorable para entregarlo.

La Última Cena

12El primer día de los Azimos, cuando se inmolaba la Pascua, sus discípulos le dijeron: “¿Adónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua?” 13Y envió a dos de ellos, diciéndoles: “Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle, 14y adonde entrare, decid al dueño de casa: “El Maestro dice: ¿Dónde está mi aposento en que voy a comer la Pascua[10365] con mis discípulos?”. 15Y él os mostrará un cenáculo grande en el piso alto, ya dispuesto; y allí aderezad para nosotros”. 16Los discípulos se marcharon, y al llegar a la ciudad encontraron como Él había dicho; y prepararon la Pascua.

Institución de la Eucaristía

17Venida la tarde, fue Él con los Doce. 18Y mientras estaban en la mesa y comían, Jesús dijo: “En verdad os digo, me entregará uno de vosotros que come conmigo”. 19Pero ellos comenzaron a contristarse, y a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo?” 20Respondioles: “Uno de los Doce, el que moja conmigo en el plato. 21El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay del hombre, por quien el Hijo del hombre es entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido”[10366]. 22Y mientras ellos comían, tomó pan, y habiendo bendecido, partió y dio a ellos y dijo: “Tomad, este es el cuerpo mío”. 23Tomó luego un cáliz, y después de haber dado gracias dio a ellos; y bebieron de él todos. 24Y les dijo: “Esta es la sangre mía de la Alianza, que se derrama por muchos[10367]. 25En verdad, os digo, que no beberé ya del fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beberé nuevo en el reino de Dios”. 26Y después de cantar el himno, salieron para el monte de los olivos.

Promesas de fidelidad

27Entonces Jesús les dijo: “Vosotros todos os vais a escandalizar, porque está escrito: «Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán»[10368]. 28Mas después que Yo haya resucitado, os precederé en Galilea”[10369]. 29Díjole Pedro: “Aunque todos se escandalizaren, yo no”. 30Y le dijo Jesús: “En verdad, te digo: que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres”. 31Pero él decía con mayor insistencia: “¡Aunque deba morir contigo, jamás te negaré!” Esto mismo dijeron también todos.

Agonía de Jesús en Getsemaní

32Y llegaron al huerto llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: “Sentaos aquí mientras hago oración”[10370]. 33Tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan; y comenzó a atemorizarse y angustiarse. 34Y les dijo: “Mi alma está mortalmente triste; quedaos aquí y velad”. 35Y yendo un poco más lejos, se postró en tierra, y rogó a fin de que, si fuese posible, se alejase de Él esa hora; 36y decía: “¡Abba, Padre! ¡todo te es posible; aparta de Mí este cáliz; pero, no como Yo quiero, sino como Tú!”[10371]. 37Volvió y los halló dormidos; y dijo a Pedro: “¡Simón! ¿duermes?[10372] ¿No pudiste velar una hora?. 38Velad y orad para no entrar en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. 39Se alejó de nuevo y oró, diciendo lo mismo. 40Después volvió y los encontró todavía dormidos; sus ojos estaban en efecto cargados, y no supieron qué decirle. 41Una tercera vez volvió, y les dijo: “¿Dormís ya y descansáis?[10373] ¡Basta! llegó la hora. Mirad: ahora el Hijo del hombre es entregado en las manos de los pecadores. 42¡Levantaos! ¡Vamos! Se acerca el que me entrega”.

Prisión de Jesús

43Y al punto, cuando Él todavía hablaba, apareció Judas, uno de los Doce, y con él una tropa armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos[10374]. 44Y el que lo entregaba, les había dado esta señal: “Aquel a quien yo daré un beso, Él es: prendedlo y llevadlo con cautela”. 45Y apenas llegó, se acercó a Él y le dijo: “Rabí”, y lo besó. 46Ellos, pues, le echaron mano, y lo sujetaron. 47Entonces, uno de los que ahí estaban, desenvainó su espada, y dio al siervo del sumo sacerdote un golpe y le amputó la oreja. 48Y Jesús, respondiendo, les dijo: “Como contra un bandolero habéis salido, armados de espadas y palos, para prenderme. 49Todos los días estaba Yo en medio de vosotros enseñando en el Templo, y no me prendisteis. Pero (es) para que se cumplan las Escrituras”. 50Y abandonándole, huyeron todos[10375]. 51Cierto joven[10376], empero, lo siguió, envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo, y lo prendieron; 52pero él soltando la sábana, se escapó de ellos desnudo.

53Condujeron a Jesús a casa del Sumo Sacerdote[10377], donde se reunieron todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote, y estando sentado con los criados se calentaba junto al fuego.

Ante Caifás

55Los sumos sacerdotes, y todo el Sanhedrín, buscaban contra Jesús un testimonio para hacerlo morir, pero no lo hallaban. 56Muchos, ciertamente, atestiguaron en falso contra Él, pero los testimonios no eran concordes. 57Y algunos se levantaron y adujeron contra Él este falso testimonio: 58“Nosotros le hemos oído decir: ‘Derribaré este Templo hecho de mano de hombre, y en el espacio de tres días reedificaré otro no hecho de mano de hombre’”[10378]. 59Pero aun en esto el testimonio de ellos no era concorde. 60Entonces, el Sumo Sacerdote, se puso de pie en medio e interrogó a Jesús diciendo: “¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos atestiguan contra Ti?” 61Pero Él guardó silencio y nada respondió. De nuevo, el Sumo Sacerdote lo interrogó y le dijo: “¿Eres Tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” 62Jesús respondió: “Yo soy. Y veréis al Hijo del Hombre[10379] sentado a la derecha del Poder, y viniendo en las nubes del cielo”. 63Entonces, el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos, y dijo: “¿Qué necesidad tenemos ahora de testigos? 64Vosotros acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?” Y ellos todos sentenciaron que Él era reo de muerte[10380]. 65Y comenzaron algunos a escupir sobre Él y, velándole el rostro, lo abofeteaban diciéndole: “¡Adivina!” Y los criados le daban bofetadas.

Pedro niega a Cristo

66Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, vino una de las sirvientas del Sumo Sacerdote[10381], 67la cual viendo a Pedro que se calentaba, lo miró y le dijo: “Tú también estabas con el Nazareno Jesús”. 68Pero él lo negó, diciendo: “No sé absolutamente qué quieres decir”. Y salió fuera, al pórtico, y cantó un gallo. 69Y la sirvienta, habiéndolo visto allí, se puso otra vez a decir a los circunstantes: “Este es uno de ellos”. Y él lo negó de nuevo. 70Poco después los que estaban allí, dijeron nuevamente a Pedro: “Por cierto que tú eres de ellos; porque también eres galileo”. 71Entonces, comenzó a echar imprecaciones y dijo con juramento: “Yo no conozco a ese hombre del que habláis”. 72Al punto, por segunda vez, cantó un gallo. Y Pedro se acordó de la palabra que Jesús le había dicho: “Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”, y rompió en sollozos[10382].

MARCOS 15
Jesús ante Pilato

1Inmediatamente, a la madrugada, los sumos sacerdotes tuvieron consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanhedrín, y después de atar a Jesús, lo llevaron y entregaron a Pilato[10383]. 2Pilato lo interrogó: “¿Eres Tú el rey de los judíos?” Él respondió y dijo: “Tú lo dices”[10384]. 3Como los sumos sacerdotes lo acusasen de muchas cosas, 4Pilato, de nuevo, lo interrogó diciendo: “¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan”. 5Pero Jesús no respondió nada más, de suerte que Pilato estaba maravillado[10385].

Pospuesto a Barrabás

6Mas en cada fiesta les ponía en libertad a uno de los presos, al que pedían. 7Y estaba el llamado Barrabás, preso entre los sublevados que, en la sedición, habían cometido un homicidio. 8Por lo cual la multitud subió y empezó a pedirle lo que él tenía costumbre de concederles. 9Pilato les respondió y dijo: “¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?” 10Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. 11Mas los sumos sacerdotes incitaron a la plebe para conseguir que soltase más bien a Barrabás[10386]. 12Entonces, Pilato volvió a tomar la palabra y les dijo: “¿Qué decís pues que haga al rey de los judíos?” 13Y ellos, gritaron: “¡Crucifícalo!” 14Díjoles Pilato: “Pues, ¿qué mal ha hecho?” Y ellos gritaron todavía más fuerte: “¡Crucifícalo!” 15Entonces Pilato, queriendo satisfacer a la turba, les dejó en libertad a Barrabás; y después de haber hecho flagelar a Jesús, lo entregó para ser crucificado[10387].

El Rey de burlas coronado de espinas

16Los soldados, pues, lo condujeron al interior del palacio, es decir, al pretorio, y llamaron a toda la cohorte[10388]. 17Lo vistieron de púrpura, y habiendo trenzado una corona de espinas, se la ciñeron. 18Y se pusieron a saludarlo: “¡Salve, rey de los judíos”. 19Y le golpeaban la cabeza con una caña, y lo escupían, y le hacían reverencia doblando la rodilla. 20Y después que se burlaron de Él, le quitaron la púrpura, le volvieron a poner sus vestidos, y se lo llevaron para crucificarlo.

Simón de Cirene

21Requisaron a un hombre que pasaba por allí, volviendo del campo, Simón Cireneo[10389], el padre de Alejandro y de Rufo, para que llevase la cruz de Él. 22Lo condujeron al lugar llamado Gólgota, que se traduce: “Lugar del Cráneo”[10390].

Crucifixión de Jesús

23Y le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero Él no lo tomó. 24Y lo crucificaron, y se repartieron sus vestidos, sorteando entre ellos la parte de cada cual. 25Era la hora de tercia[10391] cuando lo crucificaron. 26Y en el epígrafe de su causa estaba escrito: “El rey de los judíos”.

27Y con Él crucificaron a dos bandidos, uno a la derecha, y el otro a la izquierda de Él. 28Así se cumplió la Escritura que dice: “Y fue contado entre los malhechores”[10392]. 29Y los que pasaban, blasfemaban de Él meneando sus cabezas y diciendo: “¡Bah, Él que destruía el Templo, y lo reedificaba en tres días![10393] 30¡Sálvate a Ti mismo, bajando de la cruz!” 31Igualmente los sumos sacerdotes escarneciéndole, se decían unos a otros con los escribas: “¡Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo! 32¡El Cristo, el rey de Israel, baje ahora de la cruz para que veamos y creamos!” Y los que estaban crucificados con Él, lo injuriaban también. 33Y cuando fue la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona. 34Y a la hora nona, Jesús gritó con una voz fuerte: “Eloí, Eloí, ¿lama sabacthani?”, lo que es interpretado: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”[10394]. 35Oyendo esto, algunos de los presentes dijeron: “¡He ahí que llama a Elías!” 36Y uno de ellos corrió entonces a empapar con vinagre una esponja, y atándola a una caña, le ofreció de beber, y decía: “Vamos a ver si viene Elías a bajarlo”[10395]. 37Mas Jesús, dando una gran voz, expiró[10396].

38Entonces, el velo del Templo se rasgó en dos partes, de alto a bajo. 39El centurión, apostado enfrente de Él, viéndolo expirar de este modo, dijo: “¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!”[10397]. 40Había también allí unas mujeres mirando desde lejos, entre las cuales también María la Magdalena, y María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, 41las cuales cuando estaban en Galilea, lo seguían y lo servían, y otras muchas que habían subido con Él a Jerusalén.

Sepultura de Jesús

42Llegada ya la tarde, como era día de Preparación[10398], es decir, víspera del día sábado, 43vino José, el de Arimatea, noble consejero, el cual también estaba esperando el reino de Dios. Este se atrevió a ir a Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesús[10399]. 44Pilato, se extrañó de que estuviera muerto; hizo venir al centurión y le preguntó si había muerto ya. 45Informado por el centurión, dio el cuerpo a José; 46el cual habiendo comprado una sábana, lo bajó, lo envolvió en el sudario, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca, y arrimó una loza a la puerta del sepulcro. 47Entre tanto, María la Magdalena y María la de José observaron dónde era sepultado.

VI. LA RESURRECCIÓN
MARCOS 16
Las santas mujeres van al sepulcro

1Pasado el sábado, María la Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas, para ir a ungirlo[10400]. 2Y muy de madrugada, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, al salir el sol. 3Y se decían unas a otras: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” 4Y al mirar, vieron que la piedra había ya sido removida, y era en efecto sumamente grande. 5Y entrando en el sepulcro vieron, sentado a la derecha, a un joven vestido con una larga túnica blanca, y quedaron llenas de estupor. 6Mas él les dijo: “No tengáis miedo. A Jesús buscáis, el Nazareno crucificado; resucitó, no está aquí. Ved el lugar donde lo habían puesto[10401]. 7Pero id a decir a los discípulos de Él y a Pedro[10402]: va delante de vosotros a la Galilea; allí lo veréis, como os dijo”. 8Ellas salieron huyendo del sepulcro porque estaban dominadas por el temor y el asombro; y no dijeron nada a nadie, a causa del miedo.

Jesús se aparece a los suyos

9Resucitado, pues, temprano, el primer día de la semana, se apareció primeramente a María la Magdalena, de la cual había echado siete demonios[10403]. 10Ella fue y lo anunció a los que habían estado con Él, que se hallaban afligidos y llorando. 11Pero ellos al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron[10404]. 12Después de estas cosas se mostró en el camino, con otra figura, a dos de ellos, que iban a una granja[10405]. 13Estos también fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

Misión de los Apóstoles

14Por último, se les apareció a los once mientras comían y les echó en cara su falta de fe y dureza de corazón porque no habían creído a los que lo habían visto a Él resucitado de entre los muertos[10406]. 15Y les dijo: “Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. 16Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado[10407]. 17Y he aquí los milagros que acompañarán a los que creyeren: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, 18tomarán las serpientes; y si bebieren algo mortífero no les hará daño alguno; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”.

Ascensión del Señor

19Y el Señor Jesús, después de hablarles, fue arrebatado al cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 20En cuanto a ellos, fueron y predicaron por todas partes, asistiéndolos el Señor y confirmando la palabra con los milagros que la acompañaban[10408].

EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS

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INTRODUCCIÓN

El autor del tercer Evangelio, “Lucas, el médico” (Col. 4, 14), era un sirio nacido en Antioquía, de familia pagana. Tuvo la suerte de convertirse a la fe de Jesucristo y encontrarse con San Pablo, cuyo fiel compañero y discípulo fue por muchos años, compartiendo con él hasta la prisión en Roma.

Según su propio testimonio (1, 3) Lucas se informó “de todo exactamente desde su primer origen” y escribió para dejar grabada la tradición oral (1, 4). No cabe duda de que una de sus principales fuentes de información fue el mismo Pablo, y es muy probable que recibiera informes también de la santísima Madre de Jesús, especialmente sobre la infancia del Señor, que Lucas es el único en referirnos con cierto detalle. Por sus noticias sobre el Niño y su Madre, se le llamó el Evangelista de la Virgen. De ahí que la leyenda le atribuya el haber pintado el primer retrato de María.

Lucas es llamado también el Evangelista de la misericordia, por ser el único que nos trae las parábolas del Hijo Pródigo, de la Dracma Perdida, del Buen Samaritano, etc.

Este tercer Evangelio fue escrito en Roma a fines de la primera cautividad de San Pablo, o sea entre los años 62 y 63. Sus destinatarios son los cristianos de las iglesias fundadas por el Apóstol de los Gentiles, así como Mateo se dedicó más especialmente a mostrar a los judíos el cumplimiento de las profecías realizadas en Cristo. Por eso el Evangelio de San Lucas contiene un relato de la vida de Jesús que podemos considerar el más completo de todos y hecho a propósito para nosotros los cristianos de la gentilidad.

PRÓLOGO
LUCAS 1

1Habiendo muchos tratado de componer una narración de las cosas plenamente confirmadas entre nosotros, 2según lo que nos han transmitido aquellos que, fueron, desde el comienzo[10409], testigos oculares y ministros de la palabra; 3me ha parecido conveniente, también a mí, que desde hace mucho tiempo he seguido todo exactamente, escribirlo todo en forma ordenada, óptimo Teófilo[10410], 4a fin de que conozcas bien la certidumbre de las palabras en que fuiste instruido.

I. INFANCIA DE JESÚS
Anunciación del nacimiento del Precursor

5Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abía[10411]. Su mujer, que descendía de Aarón, se llamaba Isabel. 6Ambos eran justos delante de Dios, siguiendo todos los mandamientos y justificaciones[10412] del Señor de manera irreprensible. 7Mas no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos eran de edad avanzada[10413]. 8Un día que estaba de servicio delante de Dios, en el turno de su clase, 9fue designado, según la usanza sacerdotal para entrar en el Santuario del Señor y ofrecer el incienso. 10Y toda la multitud del pueblo estaba en oración afuera. Era la hora del incienso. 11Apareciósele, entonces, un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar de los perfumes. 12Al verle, Zacarías se turbó, y lo invadió el temor. 13Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, pues tu súplica ha sido escuchada: Isabel, tu mujer, te dará un hijo, al que pondrás por nombre Juan. 14Te traerá gozo y alegría y muchos se regocijarán con su nacimiento. 15Porque será grande delante del Señor; nunca beberá vino ni bebida embriagante, y será colmado del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre; 16y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. “Caminará delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, 17para convertir los corazones de los padres hacia los hijos”, y los rebeldes a la sabiduría de los justos, y preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”[10414]. 18Zacarías dijo al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer ha pasado los días”. 19El ángel le respondió: “Yo soy Gabriel, el que asisto a la vista de Dios; y he sido enviado para hablarte y traerte esta feliz nueva. 20He aquí que quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que esto suceda, porque no creíste a mis palabras, que se cumplirán a su tiempo”. 21El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que tardase en el santuario[10415]. 22Cuando salió por fin, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido alguna visión en el santuario; les hacía señas con la cabeza y permaneció sin decir palabra. 23Y cuando se cumplió el tiempo de su ministerio, se volvió a su casa. 24Después de aquel tiempo, Isabel, su mujer, concibió, y se mantuvo escondida durante cinco meses, diciendo: 25“He ahí lo que el Señor ha hecho por mí, en los días en que me ha mirado para quitar mi oprobio entre los hombres”.

El ángel Gabriel anuncia a María la Encarnación del Verbo

26Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27a una virgen prometida en matrimonio a un varón, de nombre José, de la casa de David[10416]; y el nombre de la virgen era María. 28Y entrado donde ella estaba, le dijo: “Salve, llena de gracia; el Señor es contigo”[10417]. 29Al oír estas palabras, se turbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo. 30Mas el ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios. 31He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32El será grande y será llamado el Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre[10418], 33y reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá fin. 34Entonces María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”[10419] 35El ángel le respondió y dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios. 36Y he aquí que tu parienta Isabel, en su vejez también ha concebido un hijo, y está en su sexto mes la que era llamada estéril; 37porque no hay nada imposible para Dios”. 38Entonces María dijo: “He aquí la esclava del Señor: Séame hecho según tu palabra”[10420]. Y el ángel la dejó.

Visita de María a Isabel. El Magnificat

39En aquellos días, María se levantó y fue apresuradamente a la montaña, a una ciudad de Judá[10421]; 40y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41Y sucedió cuando Isabel oyó el saludo de María, que el niño dio saltos en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. 42Y exclamó en alta voz y dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! 43¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí? 44Pues, desde el mismo instante en que tu saludo sonó en mis oídos, el hijo saltó de gozo en mi seno. 45Y dichosa la que creyó, porque tendrá cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor”. 46Y María dijo: “Glorifica mi alma al Señor[10422], 47y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador, 48porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; 49porque en mí obró grandezas el Poderoso. Santo es su nombre[10423], 50y su misericordia, para los que le temen va de generación en generación. 51Desplegó el poder de su brazo; dispersó a los que se engrieron en los pensamientos de su corazón[10424]. 52Bajó del trono a los poderosos, y levantó a los pequeños; 53llenó de bienes a los hambrientos, y a los ricos despidió vacíos[10425]. 54Acogió a Israel su siervo[10426], recordando la misericordia, 55conforme lo dijera a nuestros padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre”[10427]. 56Y quedose María con ella como tres meses, y después se volvió a su casa.

Nacimiento del Precursor. El Benedictus

57Y a Isabel le llegó el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo. 58Al oír los vecinos y los parientes la gran misericordia que con ella había usado el Señor, se regocijaron con ella. 59Y, al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y querían darle el nombre de su padre: Zacarías. 60Entonces la madre dijo: “No, su nombre ha de ser Juan”[10428]. 61Le dijeron: “Pero nadie hay en tu parentela que lleve ese nombre”. 62Preguntaron, pues, por señas, al padre cómo quería que se llamase. 63El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y todos quedaron admirados. 64Y al punto le fue abierta la boca y lengua, y se puso a hablar y a bendecir a Dios. 65Y sobrecogió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se hablaba de todas estas cosas; 66y todos los que las oían las grababan en sus corazones, diciendo: “¿Qué será este niño”?, pues la mano del Señor estaba con él. 67Y Zacarías su padre fue colmado del Espíritu Santo y profetizó así[10429]:

68Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, 69al suscitarnos un poderoso Salvador, en la casa de David, su siervo, 70como lo había anunciado por boca de sus santos profetas, que han sido desde los tiempos antiguos: 71un Salvador para librarnos de nuestros enemigos, y de las manos de todos los que nos aborrecen; 72usando de misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santa alianza[10430], 73según el juramento, hecho a Abrahán nuestro padre, de concedernos 74que librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor 75en santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. 76Y tú, pequeñuelo, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar sus caminos, 77para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación, en la remisión de sus pecados, 78gracias a las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, por las que nos visitará desde lo alto el Oriente[10431], 79para iluminar a los que en tinieblas y en sombra de muerte yacen, y dirigir nuestros pies por el camino de la paz”.

80Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y habitó en los desiertos hasta el día de darse a conocer a Israel.

LUCAS 2
Nace en Belén el Salvador del mundo

1En aquel tiempo, apareció un edicto del César Augusto[10432], para que se hiciera el censo de toda la tierra. 2Este primer censo, tuvo lugar cuando Quirino era gobernador de Siria. 3Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad. 4Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque él era de la casa y linaje de David, 5para hacerse inscribir con María su esposa, que estaba encinta. 6Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento[10433]. 7Y dio a luz a su hijo primogénito[10434]; y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería. 8Había en aquel contorno unos pastores acampados al raso, que pasaban la noche custodiando su rebaño, 9y he aquí que un ángel del Señor se les apareció, y la gloria del Señor los envolvió de luz, y los invadió un gran temor. 10Díjoles el ángel: “¡No temáis! porque os anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo: 11Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor. 12Y esto os servirá de señal: hallaréis un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”. 13Y de repente vino a unirse al ángel una multitud del ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo: 14“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres (objeto) de la buena voluntad”.

Adoración de los pastores

15Cuando los ángeles se partieron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, a Betlehem y veamos este acontecimiento, que el Señor nos ha hecho conocer”. 16Y fueron a prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17Y al verle, hicieron conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño. 18Y todos los que oyeron, se maravillaron de las cosas que les referían los pastores. 19Pero María retenía todas estas palabras ponderándolas en su corazón. 20Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto según les había sido anunciado.

Circuncisión y Presentación en el Templo

21Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel antes que fuese concebido en el seno.

22Y cuando se cumplieron los días de la purificación[10435] de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, 23según está escrito en la Ley de Moisés: “Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor”, 24y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, “un par de tórtolas o dos pichones”.

La profecía de Simeón

25Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre él. 26Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor. 27Y, movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con él las prescripciones acostumbradas de la Ley, 28él lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios y dijo: 29“Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, según tu palabra[10436], 30porque han visto mis ojos tu salvación, 31que preparaste a la faz de todos los pueblos. 32Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel, tu pueblo”. 33Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de Él. 34Bendíjolos entonces Simeón, y dijo a María, su madre: “Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción[10437]35y a tu misma alma, una espada la traspasará—, a fin de que sean descubiertos, los pensamientos de muchos corazones”[10438].

La profetisa Ana

36Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada; había vivido con su marido siete años desde su virginidad; 37y en la viudez, había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38Se presentó también en aquel mismo momento y se puso a alabar a Dios y a hablar de aquel (niño) a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.

39Y cuando hubieron cumplido todo lo que era exigido por la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret en Galilea. 40El niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él.

Jesús entre los doctores

41Sus padres iban cada año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua. 42Cuando tuvo doce años, subieron, según la costumbre de la fiesta; 43mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen[10439]. 44Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos. 45Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca 46Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos; 47y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas. 48Al verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”. 49Les respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?”[10440] 50Pero ellos no comprendieron[10441] las palabras que les habló.

51Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba todas estas palabras (repasándolas) en su corazón[10442]. 52Y Jesús crecía en sabiduría[10443], como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres.

II. PREPARACIÓN DE JESÚS PARA LA VIDA PÚBLICA
LUCAS 3
Predicación de Juan Bautista

1El año decimoquinto del reinado de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca de Iturea y de la Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene[10444], 2bajo el pontificado de Anás y Caifás[10445], la palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3Y recorrió toda la región del Jordán, predicando el bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados, 4como está escrito en el libro de los vaticinios del profeta Isaías: “Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas[10446]. 5Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los escabrosos, llanos[10447]; 6y toda carne verá la salvación de Dios”.

7Decía, pues, a las multitudes que salían a hacerse bautizar por él: “Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a escapar de la cólera que os viene encima? 8Producid frutos propios del arrepentimiento. Y no andéis diciendo dentro de vosotros: “Tenemos por padre a Abrahán”. Porque os digo que de estas piedras puede Dios hacer que nazcan hijos a Abrahán[10448]. 9Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; todo árbol que no produce buen fruto va a ser tronchado y arrojado al fuego”. 10Preguntábanle las gente “¡Y bien! ¿qué debemos hacer?” 11Les respondió y dijo: “Quien tiene dos túnicas, dé una a quien no tiene; y quien víveres, haga lo mismo”. 12Vinieron también los publicanos[10449] a hacerse bautizar, y le dijeron: “Maestro, ¿qué debemos hacer? 13Les dijo: “No hagáis pagar nada por encima de vuestro arancel”. 14A su vez unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?” Les dijo: “No hagáis extorsión a nadie, no denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestra paga”. 15Como el pueblo estuviese en expectación, y cada uno se preguntase, interiormente, a propósito de Juan, si no era él el Cristo, 16Juan respondió a todos diciendo: “Yo, por mi parte, os bautizo con agua[10450]. Pero viene Aquel que es más poderoso que yo, a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17El aventador está en su mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga”.

18Con estas y otras muchas exhortaciones evangelizaba al pueblo. 19Pero Herodes, el tetrarca, a quien él había reprendido a causa de Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de todas sus maldades, 20añadió a todas estas la de poner a Juan en la cárcel.

Bautismo de Jesús

21Al bautizarse toda la gente, y habiendo sido bautizado también Jesús, y estando Este orando, se abrió el cielo[10451], 22y el Espíritu Santo descendió sobre Él, en figura corporal, como una paloma, y una voz vino del cielo: “Tú eres mi Hijo, el Amado; en Ti me recreo”.

Genealogía de Jesús

23Y el mismo Jesús era, en su iniciación, como de treinta años, siendo hijo, mientras se creía de José, de Helí[10452], 24de Matat, de Leví, de Malquí, de Jannaí, de José, 25de Matatías, de Amós, de Naúm, de Eslí, de Naggaí, 26de Maat, de Matatías, de Semeín, de Josech, de Jodá, 27de Joanán, de Resá, de Zorobabel, de Salatiel, de Nerí, 28de Melquí, de Addí, de Kosam, de Elmadam, de Er, 29de Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví, 30de Simeón, de Judá, de José, de Jonam, de Eliaquim, 31de Meleá, de Menná, de Matatá, de Natán, de David[10453], 32de Jessaí, de Jebed, de Booz, de Salá, de Naassón, 33de Aminadab, de Admín, de Arní, de Esrom, de Farés, de Judá, 34de Jacob, de Isaac, de Abrahán, de Tara, de Nachor, 35de Seruch, de Ragau, de Falec, de Eber, de Salá, 36de Cainán, de Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec, 37de Matusalá, de Enoch, de Járet, de Maleleel, de Cainán, de Enós, de Set, de Adán, de Dios.

LUCAS 4
Tentación de Jesús

1Jesús, lleno del Espíritu Santo, dejó el Jordán, y fue conducido por el Espíritu al desierto; 2(donde permaneció) cuarenta días, y fue tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días; y cuando hubieron transcurrido, tuvo hambre[10454]. 3Entonces el diablo le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se vuelva pan”. 4Jesús le replicó: “Escrito está: «No solo de pan vivirá el hombre»”[10455]. 5Después le transportó (el diablo) a una altura, le mostró todos los reinos del mundo, en un instante, 6y le dijo: “Yo te daré todo este poder y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y la doy a quien quiero[10456]. 7Si pues te prosternas delante de mí, Tú la tendrás toda entera”. 8Jesús le replicó y dijo: “Escrito está: «Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás»”[10457]. 9Lo condujo entonces a Jerusalén, lo puso sobre el pináculo del Templo, y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo, 10porque está escrito: «Él mandará en tu favor a sus ángeles que te guarden»[10458]; 11y «ellos te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra»”. 12Jesús le replicó diciendo: “Está dicho: «No tentarás al Señor tu Dios»[10459]”. 13Entonces el diablo habiendo agotado toda tentación, se alejó de Él hasta su tiempo.

III. LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS EN GALILEA
Predicación en Nazaret

14Y Jesús volvió con el poder del Espíritu a Galilea, y su fama se difundió en toda la región. 15Enseñaba en las sinagogas de ellos y era alabado por todos. 16Vino también a Nazaret, donde se había criado, y entró, como tenía costumbre el día de sábado, en la sinagoga, y se levantó a hacer la lectura. 17Le entregaron el libro del profeta Isaías, y al desarrollar el libro halló el lugar en donde estaba escrito: 18“El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque Él me ungió; Él me envió a dar la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos la liberación, y a los ciegos vista, a poner en libertad a los oprimidos, 19a publicar el año de gracia del Señor”[10460]. 20Enrolló el libro, lo devolvió al ministro, y se sentó; y cuantos había en la sinagoga, tenían los ojos fijos en Él. 21Entonces empezó a decirles: “Hoy esta Escritura se ha cumplido delante de vosotros”. 22Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras llenas de gracia, que salían de sus labios, y decían: “¿No es Este el hijo de José?” 23Y les dijo: “Sin duda me aplicaréis aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, hazlo aquí también, en tu pueblo”[10461]. 24Y dijo: “En verdad, os digo, ningún profeta es acogido en su tierra. 25En verdad, os digo: había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo quedó cerrado durante tres años y seis meses, y hubo hambre grande en toda la tierra; 26mas a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. 27Y había muchos leprosos en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue curado, sino Naamán el sirio”. 28Al oír esto, se llenaron todos de cólera allí en la sinagoga; 29se levantaron, y, echándolo fuera de la ciudad, lo llevaron hasta la cima del monte, sobre la cual estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. 30Pero Él pasó por en medio de ellos y se fue.

Expulsa a un demonio

31Y bajó a Cafarnaúm[10462], ciudad de Galilea. Y les enseñaba los días de sábado. 32Y estaban poseídos de admiración por su enseñanza, porque su palabra era llena de autoridad. 33Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y gritó con voz fuerte: 34“¡Ea! ¿qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido para perdernos? Ya sé quien eres Tú: el Santo de Dios”. 35Y Jesús le increpó diciendo: “¡Cállate y sal de él!” Y el demonio, salió de él, derribándolo al suelo en medio de ellos, aunque sin hacerle daño. 36Y todos se llenaron de estupor, y se decían unos a otros: “¿Qué cosa es esta que con imperio y fuerza manda a los espíritus inmundos, y salen?” 37Y su fama se extendió por todos los alrededores.

Sana a la suegra de Pedro y a muchos enfermos

38Levantose de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón padecía de una fiebre grande, y le rogaron por ella[10463]. 39Inclinándose sobre ella increpó a la fiebre, y esta la dejó. Al instante se levantó ella y se puso a atenderlos.

40A la puesta del sol, todos los que tenían enfermos, cualquiera que fuese su mal, se los trajeron, y Él imponía las manos sobre cada uno de ellos, y los sanaba. 41Salían también los demonios de muchos, gritando y diciendo: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Y Él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que Él era el Cristo[10464].

42Cuando se hizo de día, salió y se fue a un lugar desierto. Mas las muchedumbres que se pusieron en su busca, lo encontraron y lo retenían para que no las dejase. 43Pero Él les dijo: “Es necesario que Yo lleve también a otras ciudades la Buena Nueva del reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. 44Y anduvo predicando por las sinagogas de Judea.

LUCAS 5
La pesca milagrosa

1Y sucedió que la muchedumbre se agolpaba sobre Él para oír la palabra de Dios, estando Jesús de pie junto al lago de Genesaret[10465]. 2Y viendo dos barcas amarradas a la orilla del lago, cuyos pescadores habían descendido y lavaban sus redes, 3subió en una de aquellas, la que era de Simón, y rogó a este que la apartara un poco de la tierra. Y sentado, enseñaba a la muchedumbre desde la barca[10466]. 4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Guía adelante, hacia lo profundo, y echad las redes para pescar”. 5Respondiole Simón y dijo: “Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes”. 6Lo hicieron, y apresaron una gran cantidad de peces. Pero sus redes se rompían[10467]. 7Entonces hicieron señas a los compañeros, de la otra barca, para que viniesen a ayudarles. Vinieron, y se llenaron ambas barcas, a tal punto que se hundían. 8Visto lo cual, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús, y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque yo soy un pecador!”[10468] 9Es que el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la pesca que habían hecho juntos; 10y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Pedro. Y Jesús dijo a Simón: “No temas; desde ahora pescarás hombres”[10469]. 11Llevaron las barcas a tierra y, dejando todo[10470], se fueron con Él.

Curación de un leproso

12Encontrándose Él en cierta ciudad, presentose un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús se postró rostro en tierra, y le hizo esta oración: “Señor, si Tú lo quieres, puedes limpiarme”. 13Alargando la mano, lo tocó y dijo: “Quiero; sé limpiado”. Y al punto se le fue la lepra. 14Y le encargó que no lo dijera a nadie, sino (le dijo): “Muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés, para testimonio a ellos”[10471]. 15Y difundiéndose más y más la fama de Él, las muchedumbres afluían en gran número para oírle y hacerse curar de sus enfermedades; 16pero Él se retiraba a los lugares solitarios, para hacer oración.

Curación de un paralítico

17Un día estaba ocupado en enseñar, y unos fariseos y maestros de la Ley estaban ahí sentados, habiendo venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea, así como de Jerusalén, y el poder del Señor le impelía a sanar[10472]. 18Y sucedió que unos hombres, que traían postrado sobre un lecho un paralítico, trataban de ponerlo dentro y colocarlo delante de Él. 19Y como no lograban introducirlo a causa de la apretura de gentes, subieron sobre el techo y por entre las tejas bajaron al enfermo, con la camilla, en medio (de todos), frente a Jesús. 20Viendo la fe de ellos, dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”. 21Comenzaron entonces los escribas y los fariseos a pensar: “¿Quién es Este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” 22Mas Jesús, conociendo bien los pensamientos de ellos, respondioles diciendo: 23“¿Qué estáis pensando en vuestro corazón? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda?” 24¡Y bien! para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados —dijo al paralitico— “A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y ve a tu casa”[10473]. 25Al punto se levantó, a la vista de ellos, tomó el lecho sobre el cual había estado acostado, y se fue a su casa glorificando a Dios. 26Y todos quedaron sobrecogidos de asombro y glorificaban a Dios; y penetrados de temor decían: “Hemos visto hoy cosas paradójicas”.

Vocación de Mateo

27Después de esto se fue, y fijándose en un publicano llamado Leví, que estaba en la recaudación de los tributos, le dijo: “Sígueme”. 28Y este, dejándolo todo, se levantó y le siguió[10474]. 29Ahora bien, Leví le ofreció un gran festín en su casa, y había allí un grupo numeroso de publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos; 30y los fariseos y los escribas de entre ellos se pusieron a murmurar contra los discípulos de Jesús y decían: “¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y los pecadores?” 31Respondió Jesús y les dijo: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. 32Yo no he venido para convidar al arrepentimiento a los justos sino a los pecadores”[10475].

Parábolas del remiendo y del vino nuevo

33Entonces le dijeron: “Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen súplicas, e igualmente los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben”. 34Mas Jesús les dijo: “¿Podéis hacer ayunar a los compañeros del esposo, mientras está con ellos el esposo?[10476] 35Un tiempo vendrá, en que el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán”. 36Y les dijo también una parábola: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para ponerlo (de remiendo), a un vestido viejo; pues si lo hace, no solo romperá el nuevo, sino que el pedazo cortado al nuevo no andará bien con el viejo[10477]. 37Nadie, tampoco, echa vino nuevo en cueros viejos; pues procediendo así, el vino nuevo hará reventar los cueros, y se derramará, y los cueros se perderán[10478]. 38Sino que el vino nuevo ha de echarse en cueros nuevos. 39Y nadie que bebe de lo viejo quiere luego de lo nuevo, porque dice: “el viejo es excelente”[10479].

LUCAS 6
Jesús, dueño del sábado

1Un día sabático iba Él pasando a través de unos sembrados, y sus discípulos arrancaban espigas y las comían, después de estregarlas entre las manos. 2Entonces algunos de los fariseos dijeron: “¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en sábado?”[10480] 3Jesús les respondió y dijo: “¿No habéis leído siquiera lo que hizo David cuando tuvieron hambre, él y los que le acompañaban; 4cómo entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que no pueden comer sino los sacerdotes, comió y dio a sus compañeros?” 5Y díjoles: “El Hijo del hombre es señor aun del sábado”.

El hombre de la mano seca

6Otro día sabático entró en la sinagoga para enseñar. Y había allí un hombre cuya mano derecha estaba seca. 7Los escribas y los fariseos lo acechaban, para ver si sanaría en sábado, y hallar así acusación contra Él. 8Pero Él conocía los pensamientos de ellos, y dijo al hombre, que tenía la mano seca: “¡Levántate y ponte de pie en medio!” Y este se levantó y permaneció de pie. 9Entonces Jesús les dijo: “Os pregunto: ¿Es lícito, en sábado, hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o dejarla perder?” 10Y habiéndolos mirado a todos en derredor, dijo al hombre: “Extiende tu mano”, y él lo hizo y su mano fue restablecida. 11Pero ellos se llenaron de furor y se pusieron a discutir unos con otros qué harían contra Jesús.

Elección de los apóstoles

12Por aquellos días se salió a la montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios[10481]. 13Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y de entre ellos eligió a doce a los que dio el nombre de apóstoles: 14a Simón, a quien también llamó Pedro, y a Andrés el hermano de este; a Santiago y Juan; a Felipe y Bartolomé; 15a Mateo y Tomás; a Santiago (hijo) de Alfeo, y Simón llamado el celoso; 16a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, el que llegó a ser el traidor. 17Con estos descendió y se estuvo de pie en un lugar llano, donde había un gran número de sus discípulos y una gran muchedumbre del pueblo de toda la Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, 18los cuales habían venido a oírlo y a que los sanara de sus enfermedades; y también los atormentados de espíritus inmundos eran sanados. 19Y toda la gente quería tocarlo, porque de Él salía virtud y sanaba a todos.

Las bienaventuranzas

20Entonces, alzando los ojos dijo, dirigiéndose a sus discípulos: “Dichosos los que sois pobres, porque es vuestro el reino de Dios[10482]. 21Dichosos los que estáis hambrientos ahora, porque os hartaréis. Dichosos los que lloráis ahora, porque reiréis. 22Dichosos sois cuando os odiaren los hombres, os excluyeren, os insultaren, y proscribieren vuestro nombre, como pernicioso, por causa del Hijo del hombre. 23Alegraos entonces y saltad de gozo, pues sabed que vuestra recompensa es mucha en el cielo. Porque de la misma manera trataron sus padres a los profetas. 24Mas, ¡ay de vosotros, ricos! porque ya recibisteis vuestro consuelo[10483]. 25¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos! porque padeceréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora! porque lloraréis de dolor. 26¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! porque lo mismo hicieron sus padres con los falsos profetas”[10484].

Hay que amar a nuestros enemigos

27“A vosotros, empero, los que me escucháis, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian[10485]; 28bendecid a los que os maldicen; rogad por los que os calumnian. 29A quien te abofetee en la mejilla, preséntale la otra; y al que te quite el manto, no le impidas tomar también la túnica[10486]. 30Da a todo el que te pida; y a quien tome lo tuyo, no se lo reclames. 31Y según queréis que hagan los hombres con vosotros, así haced vosotros con ellos[10487]. 32Si amáis a los que os aman, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores aman a los que los aman a ellos. 33Y si hacéis bien a quienes os lo hacen, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores hacen lo mismo. 34Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis restitución, ¿qué favor merecéis con ello? Los pecadores también prestan a los pecadores, para recibir el equivalente. 35Vosotros, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada en retorno, y vuestra recompensa será grande, y seréis los hijos del Altísimo; de Él, que es bueno con los desagradecidos y malos”[10488].

Imitad la misericordia del Padre

36“Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre[10489]. 37No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; absolved, y se os absolverá[10490]. 38Dad y se os dará; una medida buena y apretada y remecida y rebosante se os volcará en el seno; porque con la medida con que medís se os medirá”[10491].

Contra la hipocresía

39Les dijo también una parábola: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? 40No es el discípulo superior al maestro, sino que todo discípulo cuando llegue a ser perfecto será como su maestro. 41¿Cómo es que ves la pajuela que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu propio ojo?[10492] 42¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la pajuela de tu ojo», tú que no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver bien para sacar la pajuela del ojo de tu hermano”.

Por su fruto se conoce el árbol

43Pues no hay árbol sano que dé frutos podridos, ni hay a la inversa, árbol podrido que dé frutos sanos. 44Porque cada árbol se conoce por el fruto que da. No se recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas. 45El hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; mas el hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla de lo que rebosa el corazón[10493].

46¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, si no hacéis lo que Yo digo? 47Yo os mostraré a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las pone en práctica[10494]. 48Se asemeja a un hombre que para construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; cuando vino la creciente, el río dio con ímpetu contra aquella casa, mas no pudo moverla, porque estaba bien edificada. 49Pero, el que (las) oye y no (las) pone por obra, es semejante a un hombre que construyó su casa sobre el suelo mismo, sin cimientos; el río se precipitó sobre ella, y al punto se derrumbó, y fue grande la ruina de aquella casa”.

LUCAS 7
La fe del centurión pagano

1Después que hubo acabado de decir al pueblo todas estas enseñanzas, volvió a entrar en Cafarnaúm. 2Y sucedió que un centurión tenía un servidor enfermo a punto de morir, y que le era de mucha estima. 3Habiendo oído hablar de Jesús, envió a Él a algunos ancianos de los judíos, para rogarle que viniese a sanar a su servidor. 4Presentáronse ellos a Jesús, y le rogaron con insistencia, diciendo: “Merece que se lo concedas, 5porque quiere bien a nuestra nación, y él fue quien nos edificó la sinagoga”. 6Y Jesús se fue con ellos. No estaba ya lejos de la casa, cuando el centurión envió unos amigos para decirle: “Señor, no te des esta molestia, porque yo no soy digno de que Tú entres bajo mi techo[10495]; 7por eso no me atreví a ir a Ti en persona: mas dilo con tu palabra, y sea sano mi criado. 8Pues también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a este: “Anda”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace”[10496]. 9Jesús al oírlo se admiró de él; y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: “Os digo que en Israel no hallé fe tan grande”. 10Y los enviados, de vuelta a la casa, hallaron sano al servidor.

Resurrección del joven de Naím

11Después se encaminó a una ciudad llamada Naím[10497]; iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre de pueblo. 12Al llegar a la puerta de la ciudad, he ahí que era llevado fuera un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda, y venía con ella mucha gente de la ciudad. 13Al verla, el Señor movido de misericordia hacia ella, le dijo: “No llores”. 14Y se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo: “Muchacho, Yo te digo: ¡Levántate!” 15Y el (que había estado) muerto se incorporó y se puso a hablar. Y lo devolvió a la madre. 16Por lo cual todos quedaron poseídos de temor, y glorificaron a Dios, diciendo: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros”, y: “Dios ha visitado a su pueblo”. 17Esta fama referente a su persona se difundió por toda la Judea y por toda la comarca circunvecina.

Jesús y el Bautista

18Los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. Entonces, Juan llamando a dos de sus discípulos, 19enviolos a decir al Señor: “¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?”[10498] 20Y llegados a Él estos hombres, le dijeron: “Juan el Bautista nos envió a preguntarte: ‘¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?’” 21En aquella hora sanó Jesús a muchos, de enfermedades y plagas y de malos espíritus, y concedió la vista a muchos ciegos. 22Les respondió, entonces, y dijo: “Volved y anunciad a Juan lo que acabáis de ver y oír: ciegos ven, cojos andan, leprosos son limpiados, sordos oyen, muertos resucitan, a pobres se les anuncia la Buena Nueva. 23Y ¡bienaventurado el que no se escandalizare de Mí!”[10499].

24Cuando los enviados de Juan hubieron partido, se puso Él a decir a la multitud acerca de Juan: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Acaso una caña sacudida por el viento? 25Y si no ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? Los que llevan vestidos lujosos y viven en delicias están en los palacios. 26Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 27Este es aquel de quien está escrito: «Mira que Yo envío mi mensajero ante tu faz que irá delante de Ti para barrete el camino». 28Os digo, no hay, entre los hijos de mujer, más grande que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él[10500]; 29porque todo el pueblo que lo escuchó (a Juan), y aun los publicanos reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Él. 30Pero los fariseos y los doctores de la Ley frustraron los designios de Dios para con ellos, al no dejarse bautizar por Juan”.

Parábola de los niños caprichosos

31“¿Con quién podré comparar a hombres de este género? 32Son semejantes a esos muchachos que, sentados en la plaza, cantan unos a otros aquello de: ‘Os tocamos la flauta, y no danzasteis; entonamos lamentaciones, y no llorasteis’[10501]. 33Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y vosotros decís: ‘Está endemoniado’[10502]; 34ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Es un hombre glotón y borracho, amigo de publicanos y pecadores’. 35Mas la sabiduría ha quedado justificada por todos sus hijos”[10503].

La pecadora perdonada

36Uno de los fariseos le rogó que fuese a comer con él, y habiendo entrado (Jesús) en la casa del fariseo, se puso a la mesa. 37Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús se encontraba reclinado a la mesa en casa del fariseo, tomó consigo un vaso de alabastro, con ungüento[10504]; 38y, colocándose detrás de Él, a sus pies, y llorando con sus lágrimas bañaba sus pies y los enjugaba con su cabellera; los llenaba de besos y los ungía con el ungüento. 39Viendo lo cual el fariseo que lo había convidado dijo para sus adentros: “Si Este fuera profeta, ya sabría quién y de qué clase es la mujer que lo está tocando, que es una pecadora”. 40Entonces Jesús respondiendo (a sus pensamientos) le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. Y él: “Dilo, Maestro”. 41Y dijo: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. 42Como no tuviesen con qué pagar, les perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” 43Simón respondió diciendo: “Supongo que aquel a quien más ha perdonado”. Él le dijo: “Bien juzgaste”. 44Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Vine a tu casa, y tú no vertiste agua sobre mis pies; mas esta ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45Tú no me diste el ósculo; mas ella, desde que entró, no ha cesado de besar mis pies. 46Tú no ungiste con óleo mi cabeza; ella ha ungido mis pies con ungüento[10505]. 47Por lo cual, te digo, se le han perdonado sus pecados, los muchos, puesto que ha amado mucho. A la inversa, aquel a quien se perdone poco, ama poco”[10506]. 48Después dijo a ella: “Tus pecados se te han perdonado”. 49Entonces, los que estaban con Él a la mesa se pusieron a decir entre sí: “¿Quién es Este, que también perdona pecados?” 50Y dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado: ve hacia la paz”[10507].

LUCAS 8
Las santas mujeres

1En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce, 2y también algunas mujeres, que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios[10508]; 3Juana, mujer de Cuzá el intendente de Herodes; Susana, y muchas otras, las cuales les proveían del propio sustento de ellas.

Parábola del sembrador

4Como se juntase una gran multitud, y además los que venían a Él de todas las ciudades, dijo en parábola: 5“El sembrador salió a sembrar su simiente. Y al sembrar, una semilla cayó a lo largo del camino; y fue pisada y la comieron las aves del cielo[10509]. 6Otra cayó en la piedra y, nacida, se secó por no tener humedad. 7Otra cayó en medio de abrojos, y los abrojos, que nacieron juntamente con ella, la sofocaron. 8Y otra cayó en buena tierra, y brotando dio fruto centuplicado”. Diciendo esto, clamó: “¡Quien tiene oídos para oír oiga!”

9Sus discípulos le preguntaron lo que significaba esta parábola. 10Les dijo: “A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a los demás (se les habla) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan»[10510]. 11La parábola es esta: «La simiente es la palabra de Dios. 12Los de junto al camino, son los que han oído; mas luego viene el diablo, y saca afuera del corazón la palabra para que no crean y se salven. 13Los de sobre la piedra, son aquellos que al oír la palabra la reciben con gozo, pero carecen de raíz: creen por un tiempo, y a la hora de la prueba, apostatan. 14Lo caído entre los abrojos, son los que oyen, mas siguiendo su camino son sofocados por los afanes de la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurar. 15Y lo caído en la buena tierra, son aquellos que oyen con el corazón recto y bien dispuesto y guardan consigo la palabra y dan fruto en la perseverancia».”

16Nadie que enciende luz, la cubre con una vasija ni la pone bajo la cama, sino en el candelero, para que todos los que entren, vean la luz[10511]. 17Nada hay oculto que no deba ser manifestado, ni nada secreto que no deba ser conocido y sacado a luz. 18¡Cuidad de escuchar bien! Al que tiene, se le dará, y al que no tiene, aun lo que cree tener le será quitado”.

Los parientes de Jesús

19Luego su madre y sus hermanos se presentaron y no podían llegar hasta Él por causa de la multitud. 20Le anunciaron: “Tu madre y tus hermanos están de pie afuera y desean verte”. 21Respondioles y dijo: “Mi madre y mis hermanos son estos: los que oyen la palabra de Dios y la practican”[10512].

La tempestad calmada

22Por aquellos días subió con sus discípulos en una barca, y les dijo: “Pasemos a la otra orilla del lago”, y partieron. 23Mientras navegaban, se durmió[10513]. Entonces un torbellino de viento cayó sobre el lago, y las aguas los iban cubriendo, y peligraban. 24Acercándose a Él, lo despertaron diciendo: “¡Maestro, Maestro, perecemos!” Despierto, Él increpó al viento y al oleaje, y cesaron, y hubo bonanza. 25Entonces les dijo: “¿Dónde está vuestra fe?” Y llenos de miedo y de admiración, se dijeron unos a otros: “¿Quién, pues, es Este que manda a los vientos y al agua, y le obedecen?”.

El poseso de Gergesa

26Y abordaron en la tierra de los gergesenos, que está en la ribera opuesta a Galilea[10514]. 27Cuando hubo descendido a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, que tenía demonios; hacía mucho tiempo que no llevaba ningún vestido, ni vivía en casa, sino en los sepulcros. 28Al ver a Jesús, dio gritos, postrose ante Él y dijo a gran voz: “¿Qué tenemos que ver yo y Tú, Jesús, hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes”. 29Y era que Él estaba mandando al espíritu inmundo que saliese del hombre. Porque hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; lo ataban con cadenas y lo sujetaban con grillos, pero él rompía sus ataduras, y el demonio lo empujaba al despoblado. 30Y Jesús le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” Respondió: “Legión”; porque eran muchos los demonios que habían entrado en él. 31Y le suplicaron que no les mandase ir al abismo. 32Ahora bien, había allí una piara de muchos puercos que pacían sobre la montaña; le rogaron que les permitiese entrar en ellos, y se lo permitió[10515]. 33Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los puercos, y la piara se despeñó precipitadamente en el lago, y allí se ahogó[10516]. 34Los porqueros que vieron lo ocurrido huyeron y dieron la noticia en la ciudad y por los campos. 35Vinieron, pues, las gentes a ver lo que había pasado, y al llegar junto a Jesús, encontraron al hombre, del cual los demonios habían salido, sentado a los pies de Jesús, vestido, en su sano juicio, y se llenaron de miedo. 36Los que lo habían visto les refirieron cómo había quedado libre el endemoniado. 37Y todos los pobladores de la comarca de los gergesenos le rogaron a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. Y Él, entrando en la barca, se volvió[10517], 38Y el hombre, del cual los demonios habían salido, le suplicaba estar con Él; pero Él lo despidió diciéndole: 39“Vuelve de nuevo a tu casa, y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo”. Y él se fue proclamando por toda la ciudad todas las cosas que le había hecho Jesús.

Jesús resucita a la hija de Jairo y sana a una mujer enferma

40A su regreso, Jesús fue recibido por la multitud, porque estaban todos esperándolo. 41He ahí que llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga. Se echó a los pies de Jesús y le suplicó que fuera a su casa[10518]; 42porque su hija única, como de doce años de edad, se moría. Mas yendo Él, la multitud lo sofocaba. 43Y sucedió que una mujer que padecía de un flujo de sangre, desde hacía doce años y que, después de haber gastado en médicos todo su sustento, no había podido ser curada por ninguno, 44se acercó por detrás y tocó la franja de su vestido, y al instante su flujo de sangre se paró. 45Jesús dijo: “¿Quién me tocó?” Como todos negaban, Pedro le dijo: “Maestro, es la gente que te estrecha y te aprieta”. 46Pero Jesús dijo: “Alguien me tocó, porque he sentido salir virtud de Mí”. 47Entonces, la mujer, viéndose descubierta, vino toda temblorosa a echarse a sus pies y declaró delante de todo el pueblo por qué motivo lo había tocado, y cómo había quedado sana de repente. 48Y Él le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado, ve hacia la paz”.

49Cuando Él hablaba todavía, llegó uno de casa del jefe de la sinagoga a decirle: “Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro”. 50Oyendo Jesús, le dijo: “No temas; únicamente cree y sanará”. 51Llegado, después, a la casa, no dejó entrar a nadie consigo, excepto a Pedro, Juan y Santiago, y también al padre y a la madre de la niña[10519]. 52Todos lloraban y se lamentaban por ella. Mas Él dijo: “No lloréis; no ha muerto, sino que duerme”. 53Y se reían de Él, sabiendo que ella había muerto. 54Mas Él, tomándola de la mano, clamó diciendo: “Niña, despierta”. 55Y le volvió el espíritu, y al punto se levantó y Jesús mandó que le diesen de comer. 56Sus padres quedaron fuera de sí; y Él les encomendó que a nadie dijeran lo acontecido.

LUCAS 9
Misión de los apóstoles

1Habiendo llamado a los Doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades. 2Y los envió a pregonar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. 3Y les dijo[10520]: “No toméis nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas. 4En la casa en que entrareis, quedaos, y de allí partid[10521]. 5Y dondequiera que no os recibieren, salid de esa ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos”. 6Partieron, pues, y recorrieron las aldeas, predicando el Evangelio y sanando en todas partes.

7Oyó Herodes, el tetrarca, todo lo que sucedía, y estaba perplejo, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, 8otros que Elías había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas había resucitado. 9Y decía Herodes: “A Juan, yo lo hice decapitar, ¿quién es, pues, este de quien oigo decir tales maravillas?” Y procuraba verlo.

Multiplicación de los panes

10Vueltos los apóstoles le refirieron (a Jesús) todo lo que habían hecho. Entonces, tomándolos consigo, se retiró a un lugar apartado, de una ciudad llamada Betsaida. 11Y habiéndolo sabido las gentes, lo siguieron. Él los recibió, les habló del reino de Dios y curó a cuantos tenían necesidad de ello[10522]. 12Mas al declinar el día los Doce se acercaron a Él para decirle: “Despide a la multitud, que vayan en busca de albergue y alimento a las aldeas y granjas de los alrededores, porque aquí estamos en despoblado”. 13Les dijo: “Dadles vosotros de comer”. Le contestaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a menos que vayamos nosotros a comprar qué comer para todo este pueblo”. 14Porque eran como unos cinco mil hombres. Dijo entonces a sus discípulos: “Hacedlos recostar por grupos como de a cincuenta”. 15Hiciéronlo así y acomodaron a todos. 16Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y los dio a sus discípulos para que los sirviesen a la muchedumbre[10523]. 17Todos comieron hasta saciarse, y de lo que les sobró se retiraron doce canastos de pedazos.

Confesión de Pedro

18Un día que estaba orando a solas [10524], hallándose con Él sus discípulos, les hizo esta pregunta: “¿Quién dicen las gentes que soy Yo?” 19Le respondieron diciendo: “Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los antiguos profetas ha resucitado”. 20Díjoles: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” Pedro le respondió y dijo: “El Ungido de Dios”[10525]. 21Y Él les recomendó con energía no decir esto a nadie[10526], 22agregando: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y por los escribas, que sea muerto, y que al tercer día sea resucitado”.

Negación del yo

23Y a todos les decía: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo[10527], tome su cruz cada día, y sígame. 24Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; mas el que pierda su vida a causa de Mí, la salvará[10528]. 25Pues ¿qué provecho tiene el hombre que ha ganado el mundo entero, si a sí mismo se pierde o se daña? 26Quien haya, pues, tenido vergüenza de Mí y de mis palabras, el Hijo del hombre tendrá vergüenza de él, cuando venga en su gloria, y en la del Padre y de los santos ángeles. 27Os digo, en verdad, algunos de los que están aquí, no gustarán la muerte sin que hayan visto antes el reino de Dios”[10529].

La gloriosa Transfiguración

28Pasaron como ocho días después de estas palabras, y, tomando a Pedro, Juan y Santiago, subió a la montaña para orar[10530]. 29Y mientras oraba, la figura de su rostro se hizo otra y su vestido se puso de una claridad deslumbradora. 30Y he aquí a dos hombres hablando con Él: eran Moisés y Elías, 31los cuales, apareciendo en gloria, hablaban del éxodo[10531] suyo que Él iba a verificar en Jerusalén. 32Pedro y sus compañeros estaban agobiados de sueño, mas habiéndose despertado, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban a su lado. 33Y en el momento en que se separaban de Él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, bueno es para nosotros estarnos aquí; hagamos, pues, tres pabellones, uno para Ti, uno para Moisés, y uno para Elías”, sin saber lo que decía. 34Mientras él decía esto, se hizo una nube que los envolvió en sombra. Y se asustaron al entrar en la nube. 35Y desde la nube una voz se hizo oír: “Este es mi Hijo el Elegido: escuchadle a Él”[10532]. 36Y al hacerse oír la voz, Jesús se encontraba solo. Guardaron, pues, silencio; y a nadie dijeron, por entonces, cosa alguna de lo que habían visto.

El niño epiléptico

37Al día siguiente, al bajar de la montaña, una gran multitud de gente iba al encuentro de Él[10533]. 38Y he ahí que de entre la muchedumbre, un varón gritó diciendo: “Maestro, te ruego pongas tus ojos sobre mi hijo, porque es el único que tengo. 39Se apodera de él un espíritu, y al instante se pone a gritar; y lo retuerce en convulsiones hasta hacerle echar espumarajos, y a duras penas se aparta de él, dejándolo muy maltratado. 40Rogué a tus discípulos que lo echasen, y ellos no han podido”. 41Entonces Jesús respondió y dijo: “Oh, generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo estaré con vosotros y tendré que soportaros? Trae aquí a tu hijo”[10534]. 42Aún no había llegado este a Jesús, cuando el demonio lo zamarreó y lo retorció en convulsiones. Mas Jesús increpó al espíritu impuro y sanó al niño, y lo devolvió a su padre. 43Y todos estaban maravillados de la grandeza de Dios.

Predicción de la Pasión

Como se admirasen todos de cuanto Él hacía, dijo a sus discípulos: 44“Vosotros, haced que penetren bien en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres”. 45Pero ellos no entendían este lenguaje, y les estaba velado para que no lo comprendiesen; y no se atrevieron a interrogarlo al respecto.

Humildad y tolerancia

46Y entró en ellos la idea: ¿Quién de entre ellos sería el mayor? 47Viendo Jesús el pensamiento de sus corazones, tomó a un niño, púsolo junto a Sí, 48y les dijo: “Quien recibe a este niño en mi nombre, a Mí me recibe; y quien me recibe, recibe al que me envió; porque el que es el más pequeño entre todos vosotros, ese es grande”. 49Entonces Juan le respondió diciendo: “Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo impedíamos, porque no (te) sigue con nosotros”. 50Mas Jesús le dijo: “No impidáis, pues quien no está contra vosotros, por vosotros está”[10535].

IV. VIAJE A JUDEA Y ACTIVIDAD EN JERUSALÉN
Los samaritanos le niegan hospedaje

51Como se acercase el tiempo en que debía ser quitado, tomó resueltamente la dirección de Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de sí, los cuales, de camino, entraron en una aldea de samaritanos para prepararle alojamiento. 53Mas no lo recibieron, porque iba camino de Jerusalén[10536]. 54Viendo (esto) los discípulos Santiago y Juan, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que el fuego caiga del cielo, y los consuma?” 55Pero Él, habiéndose vuelto a ellos los reprendió. 56Y se fueron hacia otra aldea.

El seguimiento de Jesús

57Cuando iban caminando, alguien le dijo: “Te seguiré a donde quiera que vayas”. 58Jesús le dijo: “Las raposas tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. 59Dijo a otro: “Sígueme”. Este le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. 60Respondiole: “Deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú, ve a anunciar el reino de Dios”[10537]. 61Otro más le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme primero decir adiós a los de mi casa”. 62Jesús le dijo: “Ninguno que pone mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.

LUCAS 10
Misión de los setenta y dos discípulos

1Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir. 2Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 3Id: os envío como corderos entre lobos[10538]. 4No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis[10539] a nadie por el camino. 5En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa»[10540]. 6Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros. 7Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el obrero es acreedor a su salario. No paséis de casa en casa. 8Y en toda ciudad en donde entréis y os reciban, comed lo que os pusieren delante. 9Curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios está llegando a vosotros». 10Y en toda ciudad en donde entrareis y no os quisieren recibir, salid por sus calles, y decid: 11“Aun el polvo que de vuestra ciudad se pegó a nuestros pies, lo sacudimos (dejándolo) para vosotros. Pero sabedlo: ¡el reino de Dios ha llegado!” 12Os digo que en aquel día será más tolerable para los de Sodoma que para aquella ciudad[10541]. 13¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida![10542] porque si en Tiro y Sidón hubiesen sido hechos los milagros que se cumplieron entre vosotros, desde hace mucho tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza. 14Mas para Tiro y para Sidón, será más tolerable, en el juicio, que para vosotros. 15Y tú, Cafarnaúm, ¿serás acaso exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el abismo descenderás! 16Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza; ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me envió”[10543].

17Entretanto los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre”. 18Díjoles: “Yo veía a Satanás caer como un relámpago del cielo[10544]. 19Mirad que os he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os dañará. 20Sin embargo no habéis de gozaros en esto de que los demonios se os sujetan, sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo”[10545].

Infancia espiritual

21En aquella hora se estremeció de gozo, en el Espíritu Santo, y dijo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mantenido estas cosas escondidas a los sabios y a los prudentes, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te plugo a Ti[10546]. 22Por mi Padre, me ha sido dado todo, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelarlo”. 23Y volviéndose hacia sus discípulos en particular, dijo: “¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis![10547] 24Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron”.

El buen samaritano

25Se levantó entonces un doctor de la Ley y, para enredarlo le dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer para lograr la herencia de la vida eterna?” 26Respondiole: “En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?” 27Y él replicó diciendo: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. 28Díjole (Jesús): “Has respondido justamente. Haz esto y vivirás”. 29Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” 30Jesús repuso diciendo: “Un hombre, bajando de Jerusalén a Jericó, vino a dar entre salteadores, los cuales, después de haberlo despojado y cubierto de heridas, se fueron, dejándolo medio muerto. 31Casualmente, un sacerdote iba bajando por ese camino; lo vio y pasó de largo. 32Un levita llegó asimismo delante de ese sitio; lo vio y pasó de largo. 33Pero un samaritano, que iba de viaje, llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció de él; 34y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; luego poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo condujo a una posada y cuidó de él. 35Al día siguiente, sacando dos denarios los dio al posadero y le dijo: “Ten cuidado de él, todo lo que gastares de más, yo te lo reembolsaré a mi vuelta”. 36¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los bandoleros?” 37Respondió: “El que se apiadó de él”. Y Jesús le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo”[10548].

María y Marta

38Durante su viaje, entró en cierta aldea, y una mujer llamada Marta, lo recibió en su casa[10549]. 39Tenía esta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40Pero Marta, que andaba muy afanada en los múltiples quehaceres del servicio, vino a decirle: “Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude”. 41El Señor le respondió: “¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por muchas cosas. 42Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será quitada”[10550].

LUCAS 11
La oración dominical

1Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos”. 2Les dijo: “Cuando oráis, decid: Padre, que sea santificado tu nombre; que llegue tu reino[10551]. 3Danos cada día nuestro pan supersubstancial; 4y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos introduzcas en prueba”[10552].

Parábola del amigo inoportuno

5Y les dijo: “Quien de vosotros, teniendo un amigo[10553], si va (este) a buscarlo a medianoche y le dice: “Amigo, necesito tres panes, 6porque un amigo me ha llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle”, 7y si él mismo le responde de adentro: “No me incomodes, ahora mi puerta está cerrada y mis hijos están como yo en cama, no puedo levantarme para darte”, 8os digo, que si no se levanta para darle por ser su amigo, al menos a causa de su pertinacia, se levantará para darle todo lo que le hace falta. 9Yo os digo: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, golpead y se os abrirá”[10554]. 10Porque todo el que pide obtiene, el que busca halla, al que golpea se le abre. 11¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Si pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? 12¿O si pide un huevo, le dará un escorpión? 13Si pues vosotros, aunque malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre dará desde el cielo el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”[10555]

Blasfemias de los fariseos

14Estaba Jesús echando un demonio, el cual era mudo. Cuando hubo salido el demonio, el mudo habló. Y las muchedumbres estaban maravilladas. 15Pero algunos de entre ellos dijeron: “Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios”. 16Otros, para ponerlo a prueba, requerían de Él una señal desde el cielo. 17Mas Él, habiendo conocido sus pensamientos, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es arruinado, y las casas caen una sobre otra. 18Si pues, Satanás se divide contra él mismo, ¿cómo se sostendrá su reino? Puesto que decís vosotros que por Beelzebul echo Yo los demonios. 19Ahora bien, si Yo echo los demonios por virtud de Beelzebul, ¿vuestros hijos por virtud de quién los arrojan? Ellos mismos serán, pues, vuestros jueces[10556]. 20Mas si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios. 21Cuando el hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros. 22Pero si sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos. 23Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama”.

Poder de Satanás

24“Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, recorre los lugares áridos, buscando donde posarse, y, no hallándolo, dice: «Me volveré a la casa mía, de donde salí». 25A su llegada, la encuentra barrida y adornada. 26Entonces se va a tomar consigo otros siete espíritus aún más malos que él mismo; entrados, se arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor que el principio”.

27Cuando Él hablaba así, una mujer levantando la voz de entre la multitud, dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que Tú mamaste!” 28Y Él contestó: “¡Felices más bien los que escuchan la palabra de Dios y la conservan!”[10557]

La señal de Jonás

29Como la muchedumbre se agolpaba, se puso a decir: “Perversa generación es esta; busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás[10558]. 30Porque lo mismo que Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre será una señal para la generación esta. 31La reina del Mediodía será despertada en el juicio frente a los hombres de la generación esta y los condenará, porque vino de las extremidades de la tierra[10559] para escuchar la sabiduría de Salomón; y hay aquí más que Salomón. 32Los varones ninivitas actuarán en el juicio frente a la generación esta y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y hay aquí más que Jonás”.

La lámpara de la sabiduría

33“Nadie enciende una candela y la pone escondida en un sótano, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para alumbrar a los que entran. 34La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está claro, todo tu cuerpo goza de la luz, pero si él está turbio, tu cuerpo está en tinieblas[10560]. 35Vigila pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tiniebla. 36Si pues todo tu cuerpo está lleno de luz (interiormente), no teniendo parte alguna tenebrosa, será todo él luminoso (exteriormente), como cuando la lámpara te ilumina con su resplandor”.

Jesús nos denuncia el mal con apariencia de bien

37Mientras Él hablaba lo invitó un fariseo a comer con él; entró y se puso a la mesa. 38El fariseo se extrañó al ver que no se había lavado antes de comer. 39Díjole, pues el Señor: “Vosotros, fariseos, estáis purificando lo exterior de la copa y del plato, en tanto que por dentro estáis llenos de rapiña y de iniquidad[10561]. 40¡Insensatos! el que hizo lo exterior ¿no hizo también lo interior? 41Por eso, dad de limosna el contenido[10562], y todo para vosotros quedará puro. 42Pero, ¡ay de vosotros, fariseos! ¡porque dais el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios! Era menester practicar esto, sin omitir aquello. 43¡Ay de vosotros, fariseos! porque amáis el primer sitial en las sinagogas y ser saludados en las plazas públicas. 44¡Ay de vosotros! porque sois como esos sepulcros, que no lo parecen y que van pisando las gentes, sin saberlo”.

45Entonces un doctor de la Ley le dijo: “Maestro, hablando así, nos ultrajas también a nosotros.” 46Mas Él respondió: “¡Ay de vosotros también, doctores de la Ley! porque agobiáis a los demás con cargas abrumadoras, al paso que vosotros mismos ni con un dedo tocáis esas cargas. 47¡Ay de vosotros! porque reedificáis sepulcros para los profetas, pero fueron vuestros padres quienes los asesinaron[10563]. 48Así vosotros sois testigos de cargo y consentidores de las obras de vuestros padres, porque ellos los mataron y vosotros reedificáis (sus sepulcros). 49Por eso también la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos matarán y perseguirán[10564]; 50para que se pida cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo, 51desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue matado entre el altar y el santuario. Sí, os digo se pedirá cuenta a esta generación[10565]. 52¡Ay de vosotros! hombres de la Ley, porque vosotros os habéis apoderado de la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que iban a entrar, vosotros se lo habéis impedido”[10566].

53Cuando hubo salido, los escribas y los fariseos se pusieron a acosarlo vivamente y a quererle sacar respuestas sobre una multitud de cosas, 54tendiéndole lazos para sorprender alguna palabra de su boca.

LUCAS 12
Contra la hipocresía

1Mientras tanto, habiéndose reunido miles y miles del pueblo, hasta el punto que unos a otros se pisoteaban, se puso a decir, dirigiéndose primeramente a sus discípulos: “Guardaos a vosotros mismos de la levadura —es decir de la hipocresía— de los fariseos[10567]. 2Nada hay oculto que no haya de ser descubierto, nada secreto que no haya de ser conocido. 3En consecuencia, lo que hayáis dicho en las tinieblas, será oído en plena luz; y lo que hayáis dicho al oído en los sótanos, será pregonado sobre los techos. 4Os lo digo a vosotros, amigos míos, no temáis a los que matan el cuerpo y después de esto nada más pueden hacer. 5Voy a deciros a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de haber dado la muerte, tiene el poder de arrojar en la gehenna. Sí, os lo digo, a Aquel temedle”.

Solicitud del Padre Celestial

6“¿No se venden cinco pájaros por dos ases? Con todo, ni uno solo es olvidado de Dios. 7Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados[10568]. No tenéis vosotros que temer: valéis más que muchos pájaros. 8Yo os lo digo: a quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del hombre lo confesará también delante de los ángeles de Dios. 9Mas el que me haya negado delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”.

El pecado contra el Espíritu Santo

10“A cualquiera que hable mal contra el Hijo del hombre, le será perdonado, pero a quien blasfemare contra el Santo Espíritu, no le será perdonado. 11Cuando os llevaren ante las sinagogas, los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo y qué diréis para defenderos o qué hablaréis[10569]. 12Porque el Espíritu Santo os enseñará en el momento mismo lo que habrá que decir”. 13Entonces uno del pueblo le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que parta conmigo la herencia”. 14Jesús le respondió: “Hombre, ¿quién me ha constituido sobre vosotros juez o partidor?”[10570].

El rico insensato

15Y les dijo: “Mirad: preservaos de toda avaricia; porque, la vida del hombre no consiste en la abundancia de lo que posee”. 16Y les dijo una parábola: “Había un rico, cuyas tierras habían producido mucho. 17Y se hizo esta reflexión: “¿Qué voy a hacer? porque no tengo dónde recoger mis cosechas”. 18Y dijo: “He aquí lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré unos mayores; allí amontonaré todo mi trigo y mis bienes. 19Y diré a mi alma: Alma mía, tienes cuantiosos bienes en reserva para un gran número de años; reposa, come, bebe, haz fiesta”. 20Mas Dios le dijo: “¡Insensato! esta misma noche te van a pedir el alma, y lo que tú has allegado, ¿para quién será?” 21Así ocurre con todo aquel que atesora para sí mismo, y no es rico ante Dios”[10571].

Confianza en la divina providencia

22Y dijo a sus discípulos: “Por eso, os digo, no andéis solícitos por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué lo vestiréis. 23Porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. 24Mirad los cuervos: no siembran, ni siegan, ni tienen bodegas ni graneros, y sin embargo Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! 25¿Quién de vosotros podría, a fuerza de preocuparse, añadir un codo a su estatura? 26Si pues no podéis ni aun lo mínimo ¿a qué os acongojáis por lo restante? 27Ved los lirios cómo crecen: no trabajan, ni hilan. Sin embargo, Yo os digo que el mismo Salomón, con toda su magnificencia, no estaba vestido como uno de ellos. 28Si pues a la yerba que está en el campo y mañana será echada al horno, Dios viste así ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29Tampoco andéis pues afanados por lo que habéis de comer o beber, y no estéis ansiosos. 30Todas estas cosas, los paganos del mundo las buscan afanosamente; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. 31Buscad pues antes su reino, y todas las cosas os serán puestas delante. 32No tengas temor, pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino. 33Vended aquello que poseéis[10572] y dad limosna. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no llega, y donde la polilla no destruye. 34Porque allí donde está vuestro tesoro, allí también está vuestro corazón”.

Parábola de los servidores vigilantes

35“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas. 36Y sed semejantes a hombres que aguardan a su amo a su regreso de las bodas, a fin de que, cuando Él llegue y golpee, le abran en seguida. 37¡Felices esos servidores, que el amo, cuando llegue, hallará velando! En verdad, os lo digo, él se ceñirá, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles[10573]. 38Y si llega a la segunda vela, o a la tercera, y así los hallare, ¡felices de ellos! 39Sabedlo bien; porque si el dueño de casa supiese a qué hora el ladrón ha de venir, no dejaría horadar su casa. 40Vosotros también estad prontos, porque a la hora que no pensáis es cuando vendrá el Hijo del hombre”[10574].

Juicio de los servidores

41Entonces, Pedro le dijo: “Señor, ¿dices por nosotros esta parábola o también por todos?” 42Y el Señor dijo: “¿Quién es pues el mayordomo fiel y prudente, que el amo pondrá a la cabeza de la servidumbre suya para dar a su tiempo la ración de trigo?[10575] 43¡Feliz ese servidor a quien el amo, a su regreso, hallará haciéndolo así! 44En verdad, os digo, lo colocará al frente de toda su hacienda[10576]. 45Pero si ese servidor se dice a sí mismo: “Mi amo tarda en regresar”, y se pone a maltratar a los servidores y a las sirvientas, a comer, a beber, y a embriagarse[10577], 46el amo de este servidor vendrá en día que no espera y en hora que no sabe, lo partirá por medio, y le asignará su suerte con los que no creyeron[10578]. 47Pero aquel servidor que, conociendo la voluntad de su amo, no se preparó, ni obró conforme a la voluntad de este, recibirá muchos azotes. 48En cambio aquel que, no habiéndole conocido, haya hecho cosas dignas de azotes, recibirá pocos. A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho le será demandado; y más aún le exigirán a aquel a quien se le haya confiado mucho”[10579].

El fuego de Jesús

49Fuego vine a echar sobre la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté encendido! 50Un bautismo tengo para bautizarme, ¡y cómo estoy en angustias hasta que sea cumplido! 51¿Pensáis que vine aquí para poner paz en la tierra? No, os digo, sino división[10580]. 52Porque desde ahora, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos, y dos contra tres. 53Estarán divididos, el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”.

Las señales de los tiempos

54Dijo también a la muchedumbre: “Cuando veis una nube levantarse al poniente, luego decís: “Va a llover”. Y eso sucede. 55Y cuando sopla el viento del mediodía, decís: “Habrá calor”. Y eso sucede. 56Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo? 57¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? 58Mientras vas con tu adversario en busca del magistrado, procura en el camino librarte de él, no sea que te arrastre ante el juez, que el juez te entregue al alguacil y que el alguacil te meta en la cárcel. 59Yo te lo declaro, no saldrás de allí hasta que no hayas reintegrado el último lepte”[10581].

LUCAS 13
Todos necesitamos arrepentirnos

1En aquel momento llegaron algunas personas a traerle la noticia de esos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios[10582]. 2Y respondiendo les dijo: “¿Pensáis que estos galileos fueron los más pecadores de todos los galileos, porque han sufrido estas cosas? 3Os digo que de ninguna manera, sino que todos pereceréis igualmente si no os arrepentís[10583]. 4O bien aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5Os digo que de ninguna manera sino que todos pereceréis igualmente si no os convertís”.

La higuera estéril

6Y dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Vino a buscar fruto de ella, y no lo halló[10584]. 7Entonces dijo al viñador: “Mira, tres años hace que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Por qué ha de inutilizar la tierra?” 8Mas él le respondió y dijo: “Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor y eche abono. 9Quizá dé fruto en lo futuro; si no, la cortarás”.

La mujer encorvada

10Un día sabático enseñaba en una sinagoga. 11Había allí una mujer que tenía desde hacía dieciocho años, un espíritu de enfermedad: estaba toda encorvada, y sin poder absolutamente enderezarse. 12Al verla Jesús, la llamó y le dijo: “Mujer, queda libre de tu enfermedad”. 13Y puso sobre ella sus manos, y al punto se enderezó y se puso a glorificar a Dios. 14Entonces, el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en día sabático, respondió y dijo al pueblo: “Hay seis días para trabajar; en esos días podéis venir para haceros curar, y no el día de sábado”. 15Mas Jesús le replicó diciendo: “Hipócritas, ¿cada uno de vosotros no desata su buey o su asno del pesebre, en día sabático, para llevarlo al abrevadero? 16Y a esta, que es una hija de Abrahán, que Satanás tenía ligada hace ya dieciocho años, ¿no se la había de libertar de sus ataduras, en día sabático?” 17A estas palabras, todos sus adversarios quedaron anonadados de vergüenza, en tanto que la muchedumbre entera se gozaba de todas las cosas gloriosas hechas por Él.

Parábola del grano de mostaza y de la levadura

18Dijo entonces: “¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué podré compararlo?[10585] 19Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y fue a sembrar en su huerta; creció, vino a ser un árbol, y los pájaros del cielo llegaron a anidar en sus ramas”. 20Dijo todavía: “¿Con qué podré comparar el reino de Dios? 21Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina y, finalmente, todo fermentó”.

La puerta angosta

22Y pasaba por ciudades y aldeas y enseñaba yendo de viaje hacia Jerusalén. 23Díjole uno: “Señor, ¿los que se salvan serán pocos?” 24Respondioles: “Pelead para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os lo declaro, tratarán de entrar y no podrán[10586]. 25En seguida que el dueño de casa se haya despertado y haya cerrado la puerta, vosotros, estando fuera, os pondréis a llamar a la puerta diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Mas él respondiendo os dirá: “No os conozco (ni sé) de dónde sois”. 26Entonces comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos delante de ti, y enseñaste en nuestras plazas”[10587]. 27Pero él os dirá: “Os digo, no sé de dónde sois. Alejaos de mí, obradores todos de iniquidad”[10588]. 28Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros arrojados fuera. 29y del oriente y del occidente, del norte y del mediodía vendrán a sentarse a la mesa en el reino de Dios. 30Y así hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”.

El zorro Herodes

31En ese momento se acercaron algunos fariseos, para decirle: “¡Sal, vete de aquí, porque Herodes te quiere matar”. 32Y les dijo: “Id a decir a ese zorro: He aquí que echo demonios y obro curaciones hoy y mañana; el tercer día habré terminado. 33Pero hoy, mañana y al otro día, es necesario que Yo ande, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén”[10589].

¡Ay de Jerusalén!

34Jerusalén, Jerusalén, tú que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise Yo reunir a tus hijos, como la gallina reúne su pollada debajo de sus alas, y vosotros no lo habéis querido![10590] 35[10591] Ved que vuestra casa os va a quedar desierta. Yo os lo digo, no me volveréis a ver, hasta que llegue el tiempo en que digáis: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”

LUCAS 14
Jesús sana a un hidrópico

1Como Él hubiese ido a casa de un jefe de los fariseos, un día sabático a comer, ellos lo acechaban. 2Estaba allí, delante de Él un hombre hidrópico. 3Tomando la palabra, Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Es lícito curar, en día sabático, o no?” 4Pero ellos guardaron silencio. Tomándolo, entonces, de la mano, lo sanó y lo despidió. 5Y les dijo: “¿Quién hay de vosotros, que viendo a su hijo o su buey caído en un pozo, no lo saque pronto de allí, aun en día de sábado?” 6Y no fueron capaces de responder a esto.

Parábola de los primeros puestos

7Observando cómo elegían los primeros puestos en la mesa, dirigió una parábola a los invitados, diciéndoles:[10592] 8“Cuando seas invitado a un convite de bodas, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya allí otro convidado objeto de mayor honra que tú 9y viniendo el que os convido a ambos, te diga: “Deja el sitio a este”, y pases entonces, con vergüenza, a ocupar el último lugar. 10Por el contrario, cuando seas invitado, ve a ponerte en el último lugar, para que, cuando entre el que te invitó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Y entonces tendrás honor a los ojos de todos los convidados[10593]. 11Porque el que se levanta, será abajado; y el que se abaja, será levantado”. 12También dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea, que ellos te inviten a su vez, y que esto sea tu pago. 13Antes bien, cuando des un banquete, convida a los pobres, a los lisiados, a los cojos, y a los ciegos. 14Y feliz serás, porque ellos no tienen cómo retribuirte, sino que te será retribuido en la resurrección de los justos”[10594].

Parábola del gran banquete

15A estas palabras, uno de los convidados le dijo: “¡Feliz el que pueda comer en el reino de Dios!” 16Mas Él le respondió: “Un hombre dio una gran cena a la cual tenía invitada mucha gente[10595]. 17Y envió a su servidor, a la hora del festín, a decir a los convidados: “Venid, porque ya todo está pronto”[10596]. 18Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo, y es preciso que vaya a verlo; te ruego me des por excusado”. 19Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes, y me voy a probarlas; te ruego me tengas por excusado”. 20Otro dijo: “Me he casado, y por tanto no puedo ir”. 21El servidor se volvió a contar todo esto a su amo. Entonces, lleno de ira el dueño de casa, dijo a su servidor: “Sal en seguida a las calles y callejuelas de la ciudad; y tráeme aquí los pobres, y lisiados, y ciegos y cojos”. 22El servidor vino a decirle: “Señor, se ha hecho lo que tú mandaste, y aún hay sitio”. 23Y el amo dijo al servidor: “Ve a lo largo de los caminos y de los cercados, y compele a entrar, para que se llene mi casa. 24Porque yo os digo, ninguno de aquellos varones que fueron convidados gozará de mi festín”.

El amor de preferencia

25Como grandes muchedumbres le iban siguiendo por el camino, se volvió y les dijo[10597]: 26“Si alguno viene a Mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun también a su propia vida, no puede ser discípulo mío[10598]. 27Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío”[10599].

28“Porque, ¿quién de entre vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular el gasto y a ver si tiene con qué acabarla? 29No sea que, después de haber puesto el cimiento, encontrándose incapaz de acabar, todos los que vean esto comiencen a menospreciarlo 30diciendo: “Este hombre se puso a edificar, y ha sido incapaz de llegar a término”. 31¿O qué rey, marchando contra otro rey, no se pone primero a examinar si es capaz, con diez mil hombres, de afrontar al que viene contra él con veinte mil? 32Y si no lo es, mientras el otro está todavía lejos, le envía una embajada para pedirle la paz. 33Así, pues, cualquiera que entre vosotros no renuncia a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío[10600]. 34La sal es buena, mas si la sal pierde su fuerza, ¿con qué será sazonada?[10601] 35Ya no sirve, ni tampoco sirve para la tierra, ni para el muladar: la arrojan fuera. ¡Quién tiene oídos para oír, oiga!”

LUCAS 15
Parábola de la oveja descarriada

1Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírlo. 2Mas los fariseos y los escribas murmuraban y decían: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. 3Entonces les dirigió esta parábola: 4“¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida, hasta que la halle?[10602] 5Y cuando la hallare, la pone sobre sus hombros, muy gozoso, 6y vuelto a casa, convoca a amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque hallé mi oveja, la que andaba perdida”. 7Así, os digo, habrá gozo en el cielo, más por un solo pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse”.

La dracma perdida

8“¿O qué mujer que tiene diez dracmas[10603], si llega a perder una sola dracma, no enciende un candil y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la halla? 9Y cuando la ha encontrado, convoca a las amigas y las vecinas, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”. 10Os digo que la misma alegría reina en presencia de los ángeles de Dios, por un solo pecador que se arrepiente”[10604].

El hijo pródigo

11Dijo aún: “Un hombre tenía dos hijos[10605], 12el menor de lo cuales dijo a su padre: “Padre, dame la parte de los bienes, que me ha de tocar”. Y les repartió su haber. 13Pocos días después, el menor, juntando todo lo que tenía, partió para un país lejano, y allí disipó todo su dinero, viviendo perdidamente. 14Cuando lo hubo gastado todo, sobrevino gran hambre en ese país, y comenzó a experimentar necesidad. 15Fue, pues, a ponerse a las órdenes de un hombre del país, el cual lo envió a sus tierras a apacentar los puercos. 16Y hubiera, a la verdad, querido llenarse el estómago con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. 17Volviendo entonces sobre sí mismo, se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me muero de hambre! 18Me levantaré, iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y delante de ti. 19Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus jornaleros”[10606]. 20Y levantándose se volvió hacia su padre. Y cuando estaba todavía lejos, su padre lo vio, y se le enternecieron las entrañas, y corriendo a él, cayó sobre su cuello y lo cubrió de besos[10607]. 21Su hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”. 22Pero el padre dijo a sus servidores: “Pronto traed aquí la ropa, la primera, y vestidlo con ella; traed un anillo para su mano, y calzado para sus pies; 23y traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y hagamos fiesta: 24porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado”. Y comenzaron la fiesta. 25Mas sucedió que el hijo mayor estaba en el campo. Cuando, al volver llegó cerca de la casa, oyó música y coros. 26Llamó a uno de los criados y le averiguó qué era aquello. 27Él le dijo: “Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha matado el novillo cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. 28Entonces se indignó y no quería entrar. Su padre salió y lo llamó[10608]. 29Pero él contestó a su padre: “He aquí tantos años que te estoy sirviendo y jamás he transgredido mandato alguno tuyo; a mí nunca me diste un cabrito para hacer fiesta con mis amigos. 30Pero cuando tu hijo, este que se ha comido toda, su hacienda con meretrices, ha vuelto, le has matado el novillo cebado”. 31El padre le dijo: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32Pero estaba bien hacer fiesta y regocijarse, porque este hermano tuyo había muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado”.

LUCAS 16
Parábola del administrador infiel

1Dijo también, dirigiéndose a sus discípulos: “Había un hombre rico, que tenía un mayordomo. Este le fue denunciado como que dilapidaba sus bienes. 2Lo hizo venir y le dijo: “¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no puedes ser mayordomo”. 3Entonces el mayordomo se dijo dentro de sí mismo: “¿Qué voy a hacer, puesto que mi amo me quita la mayordomía? De cavar no soy capaz; mendigar me da vergüenza. 4Yo sé lo que voy a hacer, para que, cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas”. 5Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” 6Y él contestó: “Cien barriles de aceite”[10609]. Le dijo: “Aquí tienes tu vale; siéntate en seguida y escribe cincuenta”. 7Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Este le dijo: “Cien medidas de trigo”. Le dijo: “Aquí tienes tu vale, escribe ochenta”[10610]. 8Y alabó el señor al inicuo mayordomo, porque había obrado sagazmente. Es que los hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más listos que los hijos de la luz[10611]. 9Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas[10612]. 10El fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto[10613]. 11Si, pues, no habéis sido fieles en la riqueza inicua, ¿quién os confiará la verdadera? 12Y si en lo ajeno no habéis sido fieles, ¿quién os dará lo vuestro?”[10614].

13“Ningún servidor puede servir a dos amos, porque odiará al uno y amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro; no podéis servir, a Dios y a Mammón”.

La hipocresía de los fariseos

14Los fariseos, amadores del dinero, oían todo esto y se burlaban de Él. 15Díjoles entonces: “Vosotros sois los que os hacéis pasar por justos a los ojos de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones. Porque lo que entre los hombres es altamente estimado, a los ojos de Dios es abominable[10615]. 16La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ese momento el reino de Dios se está anunciando, y todos le hacen fuerza[10616]. 17Pero es más fácil que el cielo y la tierra pasen, y no que se borre una sola tilde de la Ley. 18Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio”[10617].

El rico epulón y Lázaro

19“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente. 20Y un mendigo, llamado Lázaro, se estaba tendido a su puerta, cubierto de úlceras, 21y deseando saciarse con lo que caía de la mesa del rico[10618], en tanto que hasta los perros se llegaban y le lamían las llagas. 22Y sucedió que el pobre murió, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. También el rico murió, y fue sepultado. 23Y en el abismo, levantó los ojos, mientras estaba en los tormentos, y vio de lejos a Abrahán con Lázaro en su seno. 24Y exclamó: “Padre Abrahán, apiádate de mí, y envía a Lázaro para que, mojando en el agua la punta de su dedo, refresque mi lengua, porque soy atormentado en esta llama”. 25Abrahán le respondió: “Acuérdate, hijo, que tú recibiste tus bienes durante tu vida[10619], y así también Lázaro los males. Ahora él es consolado aquí, y tú sufres. 26Por lo demás, entre nosotros y vosotros un gran abismo ha sido establecido, de suerte que los que quisiesen pasar de aquí a vosotros, no lo podrían; y de allí tampoco se puede pasar hacia nosotros”[10620]. 27Respondió: “Entonces te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, a fin de que no vengan, también ellos, a este lugar de tormentos”. 29Abrahán respondió: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. 30Replicó: “No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va junto a ellos, se arrepentirán”. 31Él, empero, le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se dejarán persuadir, ni aun cuando alguno resucite de entre los muertos”[10621].

LUCAS 17
El escándalo

1Dijo a sus discípulos: “Es inevitable que sobrevengan escándalos, pero, ¡ay de aquel por quien vienen![10622] 2Más le valdría que le suspendiesen una piedra de molino alrededor del cuello, y lo echasen al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. 3Mirad por vosotros”.

Perdón ilimitado de las ofensas

“Si uno de tus hermanos llega a pecar, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. 4Y si peca siete veces en un día contra ti, y siete veces vuelve a ti y te dice: «Me arrepiento», tú le perdonarás”[10623].

Poder de la fe

5Y los apóstoles dijeron al Señor: “Añádenos fe”[10624]. 6Y el Señor dijo: “Si tuvierais alguna fe, aunque no fuera más grande que un grano de mostaza, diríais a este sicomoro: “Desarráigate y plántate en el mar”, y él os obedecería. 7¿Quién de vosotros, que tenga un servidor, labrador o pastor, le dirá cuando este vuelve del campo: “Pasa en seguida y ponte a la mesa?” 8¿No le dirá más bien: “Prepárame de comer; y ceñido sírveme luego hasta que yo haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?” 9¿Y acaso agradece al servidor por haber hecho lo que le mandó? 10Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os está mandado, decid: “Somos siervos inútiles, lo que hicimos, estábamos obligados a hacerlo”[10625].

Los diez leprosos

11Siguiendo su camino hacia Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12Y al entrar en una aldea, diez hombres leprosos vinieron a su encuentro, los cuales se detuvieron a la distancia, 13y, levantando la voz, clamaron: “Maestro Jesús, ten misericordia de nosotros”. 14Viéndolos, les dijo: “Id, mostraos a los sacerdotes”. Y mientras iban quedaron limpios. 15Uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, 16y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias, y este era samaritano. 17Entonces Jesús dijo: ¿No fueron limpiados los diez? ¿Y los nueve dónde están? 18¿No hubo quien volviese a dar gloria a Dios[10626] sino este extranjero?” 19Y le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”.

Las dos venidas del Mesías

20Interrogado por los fariseos acerca de cuándo vendrá el reino de Dios, les respondió y dijo: “El reino de Dios no viene con advertencia[10627], 21ni dirán: «¡Está aquí!» o «¡Está allí!» porque ya está el reino de Dios en medio de vosotros”. 22Dijo después a sus discípulos: “Vendrán días en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. 23Y cuando os digan: «¡Está allí!» o «¡Está aquí!» no vayáis allí y no corráis tras de él. 24Porque, como el relámpago, fulgurando desde una parte del cielo, resplandece hasta la otra, así será el Hijo del hombre, en su día[10628]. 25Mas primero es necesario que él sufra mucho y que sea rechazado por la generación esta. 26Y como fue en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre[10629]. 27Comían, bebían, se casaban (los hombres), y eran dadas en matrimonio (las mujeres), hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el cataclismo y los hizo perecer a todos. 28Asimismo, como fue en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29mas el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre, y los hizo perecer a todos[10630]. 30Conforme a estas cosas será en el día en que el Hijo del hombre sea revelado. 31En aquel día, quien se encuentre sobre la azotea, y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por las que dejó atrás. 32Acordaos de la mujer de Lot[10631]. 33El que procurare conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la hallará[10632]. 34Yo os digo, que en aquella noche, dos hombres estarán reclinados a una misma mesa: el uno será tomado, el otro dejado; 35dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, la otra dejada. 36[Estarán dos en el campo; el uno será tomado, el otro dejado]”[10633]. 37Entonces le preguntaron: “¿Dónde, Señor?” Les respondió: “Allí donde está el cadáver, allí se juntarán los buitres”[10634].

LUCAS 18
El juez inicuo

1Les propuso una parábola sobre la necesidad de que orasen siempre sin desalentarse: 2“Había en una ciudad un juez que no temía a Dios y no hacía ningún caso de los hombres. 3Había también allí, en esta misma ciudad, una viuda, que iba a buscarlo y le decía: “Hazme justicia librándome de mi adversario”. 4Y por algún tiempo no quiso; mas después dijo para sí: “Aunque no temo a Dios, ni respeto a hombre, 5sin embargo, porque esta viuda me importuna, le haré justicia, no sea que al fin venga y me arañe la cara. 6Y el Señor agregó: “Habéis oído el lenguaje de aquel juez inicuo. 7¿Y Dios no habrá de vengar a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y se mostraría tardío con respecto a ellos?[10635] 8Yo os digo que ejercerá la venganza de ellos prontamente. Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?”[10636].

El fariseo y el publicano

9Para algunos, los que estaban persuadidos en sí mismos de su propia justicia, y que tenían en nada a los demás, dijo también esta parábola[10637]: 10“Dos hombres subieron al Templo a orar, el uno fariseo, el otra publicano. 11El fariseo, erguido, oraba en su corazón de esta manera: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni como el publicano ese. 12Ayuno dos veces en la semana y doy el diezmo de todo cuanto poseo”. 13El publicano, por su parte, quedándose a la distancia, no osaba ni aun levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh Dios, compadécete de mí, el pecador”. 14Os digo: este bajó a su casa justificado [10638], mas no el otro; porque el que se eleva, será abajado; y el que se abaja, será elevado”.

Necesidad de la infancia espiritual

15Y le traían también los niñitos, para que los tocase; viendo lo cual, los discípulos los regañaban[10639]. 16Pero Jesús llamó a los niños, diciendo: “Dejad a los pequeñuelos venir a Mí: no les impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 17En verdad os digo: quien no recibe el reino de Dios como un niñito, no entrará en él”[10640].

Peligros de la riqueza

18Preguntole cierto dignatario: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para poseer en herencia la vida eterna?” 19Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno: Dios. 20Conoces los mandamientos. “No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”. 21Él repuso: “Yo he cumplido todo esto desde mi juventud”. 22A lo cual Jesús replicó: “Una cosa te queda todavía: todo cuanto tienes véndelo y distribuye a pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; y ven y sígueme”[10641]. 23Al oír estas palabras, se entristeció, porque era muy rico. 24Mirándolo, entonces, Jesús dijo: “¡Cuán difícilmente, los que tienen los bienes entran en el reino de Dios![10642] 25Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”. 26Y los oyentes dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” 27Respondió: “Las cosas imposibles para hombres, posibles para Dios son”[10643]. 28Entonces Pedro le dijo: “Tú ves, nosotros hemos dejado las cosas propias y te hemos seguido”. 29Respondioles: “En verdad, os digo, nadie dejará casa o mujer o hermanos o padres o hijos a causa del reino de Dios, 30que no reciba muchas veces [10644] otra tanto en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna”.

Jesús predice nuevamente su Pasión

31Tomando consigo a los Doce, les dijo: “He aquí que subimos a Jerusalén, y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el Hijo del hombre. 32Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él[10645], 33y después de haberlo azotado, lo matarán, y al tercer día resucitará”. 34Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba[10646].

El ciego de Jericó

35Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, y mendigaba. 36Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó qué era eso. 37Le dijeron: “Jesús, el Nazareno pasa”. 38Y clamó diciendo: “Jesús, Hijo de David, apiádate de mí!”[10647] 39Los que iban delante, lo reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía mucho más: “¡Hijo de David, apiádate de mí!” 40Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajesen; y cuando él se hubo acercado, le preguntó: 41“¿Qué deseas que te haga?” Dijo: “¡Señor, que reciba yo la vista!” 42Y Jesús le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado”. 43Y en seguida vio, y lo acompañó glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

LUCAS 19
Zaqueo el publicano

1Entró en Jericó, e iba pasando. 2Y he aquí que un hombre rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, 3buscaba ver a Jesús para conocerlo, pero no lo lograba a causa de la mucha gente, porque era pequeño de estatura[10648]. 4Entonces corrió hacia adelante, y subió sobre un sicomoro para verlo, porque debía pasar por allí. 5Cuando Jesús llegó a este lugar, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, desciende pronto, porque hoy es necesario que Yo me hospede en tu casa”[10649]. 6Y este descendió rápidamente, y lo recibió con alegría. 7Viendo lo cual, todos murmuraban y decían: “Se ha ido a hospedar en casa de un varón pecador”. 8Mas Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: “Señor, he aquí que doy a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he perjudicado a alguno le devuelvo el cuádruplo”. 9Jesús le dijo: “Hoy se obró salvación a esta casa, porque también él es un hijo de Abrahán. 10Vino el Hijo del hombre a buscar y a salvar lo perdido”.

Parábola de las minas

11Oyendo ellos todavía estas cosas, agregó una parábola, porque se hallaba próximo a Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios iba a ser manifestado en seguida[10650]. 12Dijo pues: “Un hombre de noble linaje se fue a un país lejano a tomar para sí posesión de un reino y volver. 13Llamó a diez de sus servidores y les entregó diez minas [10651], diciéndoles: “Negociad hasta que yo vuelva”. 14Ahora bien, sus conciudadanos lo odiaban, y enviaron una embajada detrás de él diciendo: “No queremos que ese reine sobre nosotros”[10652]. 15Al retornar él, después de haber recibido el reinado, dijo que le llamasen a aquellos servidores a quienes había entregado el dinero, a fin de saber lo que había negociado cada uno[10653]. 16Presentose el primero y dijo: “Señor, diez minas ha producido tu mina”. 17Le dijo: “Enhorabuena, buen servidor, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe potestad sobre diez ciudades”. 18Y vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas”. 19A él también le dijo: “Y tú sé gobernador de cinco ciudades”. 20Mas el otro vino diciendo: “Señor, aquí tienes tu mina, que tuve escondida en un pañuelo. 21Pues te tenía miedo, porque tú eres un hombre duro; sacas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste”[10654]. 22Replicole: “Por tu propia boca te condeno, siervo malvado. ¿Pensabas que soy hombre duro, que saco lo que no puse, y siego lo que no sembré? 23Y entonces por qué no diste el dinero mío al banco? (Así al menos) a mi regreso lo hubiera yo recobrado con réditos”[10655]. 24Y dijo a los que estaban allí: “Quitadle la mina, y dádsela al que tiene diez”. 25Dijéronle: “Señor, tiene diez minas”. 26“Os digo: a todo el que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27En cuanto a mis enemigos, los que no han querido que yo reinase sobre ellos, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia”[10656].

Aclamación del Mesías Rey en Jerusalén

28Después de haber dicho esto, marchó al frente subiendo a Jerusalén. 29Y cuando se acercó a Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de su discípulos[10657], 30diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente. Al entrar en ella, encontraréis un burrito atado sobre el cual nadie ha montado todavía; desatadlo y traedlo. 31Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, diréis así: “El Señor lo necesita”. 32Los enviados partieron y encontraron las cosas como les había dicho. 33Cuando desataban el burrito, los dueños les dijeron: “Por qué desatáis el pollino?” 34Respondieron: “El Señor lo necesita”[10658]. 35Se lo llevaron a Jesús, pusieron sus mantos encima, e hicieron montar a Jesús. 36Y mientras Él avanzaba, extendían sus mantos sobre el camino[10659]. 37Una vez que estuvo próximo al descenso del Monte de los Olivos, toda la muchedumbre de los discípulos, en su alegría, se puso a alabar a Dios con gran voz, por todos los portentos que habían visto, 38y decían: “Bendito el que viene, el Rey en nombre del Señor. En el cielo paz, y gloria en las alturas”. 39Pero algunos fariseos, de entre la multitud, dirigiéndose a Él, dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”[10660]. 40Mas Él respondió: “Os digo, si estas gentes se callan, las piedras se pondrán a gritar”.

¡Ay de Jerusalén!

41Y cuando estuvo cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella[10661]. 42y dijo: “¡Ah si en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, y tus enemigos te circunvalarán con un vallado, y te cercarán en derredor y te estrecharán de todas partes; 44derribarán por tierra a ti, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que has sido visitada”[10662].

Ira de Jesús ante el comercio en el templo

45Entró en el Templo y se puso a echar a los vendedores[10663], 46y les dijo: “Está escrito: «Mi casa será una casa de oración», y vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones”. 47Y día tras día enseñaba en el Templo. Mas los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando perderle, y también los jefes del pueblo; 48pero no acertaban con lo que habían de hacer, porque el pueblo entero estaba en suspenso, escuchándolo.

LUCAS 20
Una vez más confunde Jesús a sus enemigos

1Un día en que Él enseñaba al pueblo en el Templo, anunciando el Evangelio, se hicieron presentes los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos[10664], 2y le dijeron: “Dinos, ¿con qué autoridad haces esto, o quién es el que te ha dado esa potestad?” 3Respondioles diciendo: “Yo quiero, a mi vez, haceros una pregunta. Decidme: 4El bautismo de Juan ¿venía del cielo o de los hombres?” 5Entonces ellos discurrieron así en sí mismos: “Si contestamos: «del cielo», dirá: «¿Por qué no le creísteis?» 6Y si decimos: «de los hombres», el pueblo todo entero nos apedreará, porque está convencido de que Juan era profeta”. 7Por lo cual respondieron no saber de dónde. 8Y Jesús les dijo: “Ni Yo tampoco os digo con cuál potestad hago esto”.

Los viñadores homicidas

9Y se puso a decir al pueblo esta parábola: “Un hombre plantó una viña, y la arrendó a unos labradores, y se ausentó por un largo tiempo[10665]. 10En su oportunidad envió un servidor a los trabajadores, a que le diesen del fruto de la viña. Pero los labradores lo apalearon y lo devolvieron vacío. 11Envió aún otro servidor; también a este lo apalearon, lo ultrajaron y lo devolvieron vacío. 12Les envió todavía un tercero a quien igualmente lo hirieron y lo echaron fuera. 13Entonces, el dueño de la viña dijo: “¿Qué haré? Voy a enviarles a mi hijo muy amado; tal vez a Él lo respeten”. 14Pero, cuando lo vieron los labradores deliberaron unos con otros diciendo: “Este es el heredero. Matémoslo, para que la herencia sea nuestra”. 15Lo sacaron, pues, fuera de la viña y lo mataron. ¿Qué hará con ellos el dueño de la viña? 16Vendrá y hará perecer a estos labradores, y entregará la viña a otros”. Ellos, al oír, dijeron: “¡Jamás tal cosa!” 17Pero Él, fija la mirada sobre ellos, dijo: “¿Qué es aquello que está escrito: «La piedra que desecharon los que edificaban, esa resultó cabeza de esquina?»[10666] 18Todo el que cayere sobre esta piedra, quedará hecho pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo”. 19Entonces los escribas y los sumos sacerdotes trataban de echarle mano en aquella misma hora, pero tuvieron miedo del pueblo; porque habían comprendido bien, que para ellos había dicho esta parábola. 20Mas no lo perdieron de vista y enviaron unos espías que simulasen ser justos, a fin de sorprenderlo en sus palabras, y así poder entregarlo a la potestad y a la jurisdicción del gobernador.

Lo que es del César

21Le propusieron, pues, esta cuestión: “Maestro, sabemos que Tú hablas y enseñas con rectitud y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios según la verdad[10667]. 22¿Nos es lícito pagar el tributo al César o no?” 23Pero Él, conociendo su perfidia, les dijo: 24Mostradme un denario. ¿De quién lleva la figura y la leyenda?” Respondieron: “Del César”. 25Les dijo: “Así pues, pagad al César lo que es del César, y lo que es de Dios, a Dios”[10668]. 26Y no lograron sorprenderlo en sus palabras delante del pueblo; y maravillados de su respuesta callaron.

Los saduceos y la resurrección

27Acercáronse, entonces, algunos saduceos, los cuales niegan la resurrección, y le interrogaron diciendo: 28“Maestro, Moisés nos ha prescripto, que si el hermano de alguno muere dejando mujer sin hijo, su hermano debe casarse con la mujer, para dar posteridad al hermano[10669]. 29Éranse, pues, siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin hijo. 30El segundo, 31y después el tercero, la tomaron, y así (sucesivamente) los siete que murieron sin dejar hijo. 32Finalmente murió también la mujer. 33Esta mujer, en la resurrección, ¿de quién vendrá a ser esposa? porque los siete la tuvieron por mujer”[10670]. 34Díjoles Jesús: “Los hijos de este siglo toman mujer, y las mujeres son dadas en matrimonio; 35mas los que hayan sido juzgados dignos de alcanzar el siglo aquel y la resurrección de entre los muertos, no tomarán mujer, y (las mujeres) no serán dadas en matrimonio, 36porque no pueden ya morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37En cuanto a que los muertos resucitan, también Moisés lo dio a entender junto a la zarza, al nombrar al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob”[10671]. 38Porque, no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos para Él viven”. 39Sobre lo cual, algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. 40Y no se atrevieron a interrogarlo más.

Jesús demuestra su divinidad con los Salmos

41Pero Él les dijo: “¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: «El Señor dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra, 43hasta que Yo ponga a tus enemigos por escabel de tus pies”». 44Así, pues, David lo llama “Señor”; entonces, ¿cómo es su hijo?”[10672].

Advertencias sobre los escribas

45En presencia de todo el pueblo, dijo a sus discípulos[10673]: 46“Guardaos de los escribas, que se complacen en andar con largas vestiduras, y en ser saludados en las plazas públicas; que apetecen los primeros asientos en las sinagogas y los primeros divanes en los convites[10674]; 47que devoran las casas de las viudas, y afectan orar largamente. ¡Para esas gentes será más abundante la sentencia!”

LUCAS 21
La ofrenda de la viuda

1Levantó los ojos y vio a los ricos que echaban sus dádivas en el arca de las ofrendas. 2Y vio también a una viuda menesterosa, que echaba allí dos moneditas de cobre; 3y dijo: En verdad, os digo, esta viuda, la pobre, ha echado más que todos, 4pues todos estos de su abundancia echaron para las ofrendas de Dios, en tanto que esta echó de su propia indigencia todo el sustento que tenía”[10675].

Vaticinio de la ruina del templo y del fin del mundo

5Como algunos, hablando del Templo, dijesen que estaba adornado de hermosas piedras y dones votivos, dijo[10676]: 6“Vendrán días en los cuales, de esto que veis, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. 7Le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas, y cuál será la señal para conocer que están a punto de suceder?”[10677] 8Y Él dijo: “Mirad que no os engañen; porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: «Yo soy; ya llegó el tiempo». No les sigáis. 9Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os turbéis; esto ha de suceder primero, pero no es en seguida el fin”. 10Entonces les dijo: “Pueblo se levantará contra pueblo, reino contra reino. 11Habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambres y pestes; habrá también prodigios aterradores y grandes señales en el cielo. 12Pero antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre. 13Esto os servirá para testimonio[10678]. 14Tened, pues, resuelto, en vuestros corazones no pensar antes como habéis de hablar en vuestra defensa[10679], 15porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir. 16Seréis entregados aun por padres y hermanos, y parientes y amigos; y harán morir a algunos de entre vosotros, 17y seréis odiados de todos a causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. 19En vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.

20“Mas cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed que su desolación está próxima[10680]. 21Entonces, los que estén en Judea, huyan a las montadas; los que estén en medio de ella salgan fuera; y los que estén en los campos, no vuelvan a entrar, 22porque días de venganza son estos, de cumplimiento de todo lo que está escrito. 23¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran apretura sobre la tierra, y gran cólera contra este pueblo. 24Y caerán a filo de espada, y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”.

25“Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas). 26Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 27Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria. 28Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca”[10681].

La señal de la higuera

29Y les dijo una parábola: “Mirad la higuera y los árboles todos[10682]: 30cuando veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano. 31Así también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está próximo. 32En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado[10683]. 33El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 34Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta vida, y que ese día no caiga sobre vosotros de improviso[10684], 35como una red; porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra entera. 36Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre”.

37Durante el día enseñaba en el Templo, pero iba a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos. 38Y todo el pueblo, muy de mañana acudía a Él en el Templo para escucharlo[10685].

V. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
LUCAS 22
Judas traiciona al Maestro

1Se aproximaba la fiesta de los Ázimos, llamada la Pascua[10686]. 2Andaban los sumos sacerdotes y los escribas buscando cómo conseguirían hacer morir a Jesús, pues temían al pueblo. 3Entonces, entró Satanás en Judas por sobrenombre Iscariote, que era del número de los Doce. 4Y se fue a tratar con los sumos sacerdotes y los oficiales (de la guardia del Templo) de cómo lo entregaría a ellos. 5Mucho se felicitaron, y convinieron con él en darle dinero[10687]. 6Y Judas empeñó su palabra, y buscaba una ocasión para entregárselo a espaldas del pueblo.

La Última Cena

7Llegó, pues, el día de los Ázimos, en que se debía inmolar la pascua[10688]. 8Y envió (Jesús) a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Id a prepararnos la Pascua, para que la podamos comer”[10689]. 9Le preguntaron: “Dónde quieres que la preparemos?” 10Él les respondió. “Cuando entréis en la ciudad, encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo hasta la casa en que entre. 11Y diréis al dueño de casa: “El Maestro te manda decir: ¿Dónde está el aposento en que comeré la pascua con mis discípulos?” 12Y él mismo os mostrará una sala del piso alto, amplia y amueblada; disponed allí lo que es menester”. 13Partieron y encontraron todo como Él les había dicho, y prepararon la pascua. 14Y cuando llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con Él. 15Díjoles entonces: “De todo corazón he deseado comer esta pascua con vosotros antes de sufrir. 16Porque os digo que Yo no la volveré a comer hasta que ella tenga su plena realización en el reino de Dios”[10690]. 17Y, habiendo recibido un cáliz dio gracias y dijo: “Tomadlo y repartíoslo[10691]. 18Porque, os digo, desde ahora no bebo del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios”. 19Y habiendo tomado pan y dado gracias, (lo) rompió, y les dio diciendo: “Este es el cuerpo mío, el que se da para vosotros. Haced esto en memoria mía”[10692]. 20Y asimismo el cáliz, después que hubieron cenado, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se derrama para vosotros[10693]. 21Sin embargo, ved: la mano del que me entrega está conmigo a la mesa. 22Porque el Hijo del hombre se va, según lo decretado, pero ¡ay del hombre por quien es entregado!” 23Y se pusieron a preguntarse entre sí quién de entre ellos sería el que iba a hacer esto.

Disputa entre los apóstoles

24Hubo también entre ellos una discusión sobre quién de ellos parecía ser mayor[10694]. 25Pero Él les dijo: “Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen sobre ellas el poder son llamados bienhechores[10695]. 26No así vosotros; sino que el mayor entre vosotros sea como el menor; y el que manda, como quien sirve. 27Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente[10696]. 28Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas[10697]. 29Y Yo os confiero dignidad real como mi Padre me la ha conferido a Mí, 30para que comáis y bebáis a mi mesa en, mi reino, y os sentéis sobre tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

Jesús predice la negación de Pedro

31Simón Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como se hace con el trigo. 32Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido[10698], confirma a tus hermanos. 33Pedro le respondió: “Señor, yo estoy pronto para ir contigo a la cárcel y a la muerte”[10699]. 34Mas Él le dijo: “Yo te digo, Pedro, el gallo no cantará hoy, hasta que tres veces hayas negado conocerme”[10700]. 35Y les dijo: “Cuando Yo os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, ¿os faltó alguna cosa?” Respondieron: “Nada”. 36Y agregó: “Pues bien, ahora, el que tiene una bolsa, tómela consigo, e igualmente la alforja; y quien no tenga, venda su manto y compre una espada[10701]. 37Porque Yo os digo, que esta palabra de la Escritura debe todavía cumplirse en Mí: «Y ha sido contado entre los malhechores». Y así, lo que a Mí se refiere, toca a su fin”. 38Le dijeron: “Señor, aquí hay dos espadas”. Les contestó: “Basta”[10702].

Getsemaní

39Salió y marchó, como de costumbre, al Monte de los Olivos, y sus discípulos lo acompañaron. 40Cuando estuvo en ese lugar, les dijo: “Rogad que no entréis en tentación”. 41Y se alejó de ellos a distancia como de un tiro de piedra, 42y, habiéndose arrodillado, oró así: “Padre, si quieres, aparta de Mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. 43Y se le apareció del cielo un ángel y lo confortaba. 44Y entrando en agonía, oraba sin cesar. Y su sudor fue como gotas de sangre, que caían sobre la tierra[10703]. 45Cuando se levantó de la oración, fue a sus discípulos, y los halló durmiendo, a causa de la tristeza. 46Y les dijo: “¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación”.

El beso de Judas

47Estaba todavía hablando, cuando llegó una tropa, y el que se llamaba Judas, uno de los Doce, iba a la cabeza de ellos, y se acercó a Jesús para besarlo[10704]. 48Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?” 49Los que estaban con Él, viendo lo que iba a suceder, le dijeron: “Señor, ¿golpearemos con la espada?” 50Y uno de ellos dio un golpe al siervo del sumo sacerdote, y le separó la oreja derecha. 51Jesús, empero, respondió y dijo: “Sufrid aun esto”; y tocando la oreja la sanó. 52Después Jesús dijo a los que habían venido contra Él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo y ancianos: “¿Cómo contra un ladrón salisteis con espadas y palos? 53Cada día estaba Yo con vosotros en el Templo, y no habéis extendido las manos contra Mí. Pero esta es la hora vuestra, y la potestad de la tiniebla”.

La negación de Pedro

54Entonces lo prendieron, lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote. Y Pedro seguía de lejos. 55Cuando encendieron fuego en medio del patio, y se sentaron alrededor, vino Pedro a sentarse entre ellos[10705]. 56Mas una sirvienta lo vio sentado junto al fuego y, fijando en él su mirada, dijo: “Este también estaba con Él”. 57Él lo negó, diciendo: “Mujer, yo no lo conozco”. 58Un poco después, otro lo vio y le dijo: “Tú también eres de ellos”. Pero Pedro dijo: “Hombre, no lo soy”. 59Después de un intervalo como de una hora, otro afirmó con fuerza: “Ciertamente, este estaba con Él; porque es también un galileo”. 60Mas Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices”. Al punto, y cuando él hablaba todavía, un gallo cantó. 61Y el Señor se volvió para mirar a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor, según lo había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, tú me negarás tres veces”. 62Y salió fuera y lloró amargamente[10706]. 63Y los hombres que lo tenían (a Jesús), se burlaban de Él y lo golpeaban. 64Y habiéndole velado la faz, le preguntaban diciendo: “¡Adivina! ¿Quién es el que te golpeó?” 65Y proferían contra Él muchas otras palabras injuriosas.

Ante el Sanhedrín

66Cuando se hizo de día, se reunió la asamblea de los ancianos del pueblo, los sumos sacerdotes y escribas, y lo hicieron comparecer ante el Sanhedrín[10707], 67diciendo: “Si Tú eres el Cristo, dínoslo”. Mas les respondió: “Si os hablo, no me creeréis, 68y si os pregunto, no me responderéis. 69Pero desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios”. 70Y todos le preguntaron: “¿Luego eres Tú el Hijo de Dios?” Les respondió: “Vosotros lo estáis diciendo: Yo soy”. 71Entonces dijeron: “¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Nosotros mismos acabamos de oírlo de su boca”[10708].

LUCAS 23
Jesús ante Pilato y Herodes

1Entonces, levantándose toda la asamblea, lo llevaron a Pilato; 2y comenzaron a acusarlo, diciendo: “Hemos hallado a este hombre soliviantando a nuestra nación, impidiendo que se dé tributo al César y diciendo ser el Cristo Rey”[10709]. 3Pilato lo interrogó y dijo: “¿Eres Tú el rey de los judíos?” Respondiole y dijo: “Tú lo dices”. 4Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a las turbas: “No hallo culpa en este hombre”[10710]. 5Pero aquellos insistían con fuerza, diciendo: “Él subleva al pueblo enseñando por toda la Judea, comenzando desde Galilea, hasta aquí”. 6A estas palabras, Pilato preguntó si ese hombre era galileo. 7Y cuando supo que era de la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, que se encontraba también en Jerusalén, en aquellos días[10711].

8Herodes, al ver a Jesús, se alegró mucho, porque hacía largo tiempo que deseaba verlo por lo que oía decir de Él, y esperaba verle hacer algún milagro. 9Lo interrogó con derroche de palabras, pero Él no le respondió nada[10712]. 10Entretanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí, acusándolo sin tregua. 11Herodes lo despreció, lo mismo que sus soldados; burlándose de Él, púsole un vestido resplandeciente y lo envió de nuevo a Pilato. 12Y he aquí que en aquel día se hicieron amigos Herodes y Pilato, que antes eran enemigos.

Barrabás y Jesús

13Convocó, entonces, Pilato a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, 14y les dijo: “Habéis entregado a mi jurisdicción este hombre como que andaba sublevando al pueblo. He efectuado el interrogatorio delante vosotros y no he encontrado en Él nada de culpable, en las cosas de que lo acusáis. 15Ni Herodes tampoco, puesto que nos lo ha devuelto; ya lo veis, no ha hecho nada que merezca muerte. 16Por tanto, lo mandaré castigar y lo dejaré en libertad[10713]. 17[Ahora bien, debía él en cada fiesta ponerles a uno en libertad][10714]. 18Y gritaron todos a una: “Quítanos a este y suéltanos a Barrabás”[10715]. 19Barrabás había sido encarcelado a causa de una sedición en la ciudad y por homicidio. 20De nuevo Pilato les dirigió la palabra, en su deseo de soltar a Jesús. 21Pero ellos gritaron más fuerte, diciendo: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” 22Y por tercera vez les dijo: “¿Pero qué mal ha hecho este? Yo nada he encontrado en él que merezca muerte. Lo pondré, pues, en libertad, después de castigarlo”. 23Pero ellos insistían a grandes voces, exigiendo que Él fuera crucificado, y sus voces se hacían cada vez más fuertes. 24Entonces Pilato decidió que se hiciese según su petición. 25Y dejó libre al que ellos pedían, que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

Via crucis

26Cuando lo llevaban, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, obligándole a ir sustentando la cruz detrás de Jesús[10716]. 27Lo acompañaba una gran muchedumbre del pueblo, y de mujeres que se lamentaban y lloraban sobre Él. 28Mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos[10717], 29porque vienen días, en que se dirá: ¡Felices las estériles y las entrañas que no engendraron, y los pechos que no amamantaron! 30Entonces se pondrán a decir a las montañas: «Caed sobre nosotros, y a las colinas: ocultadnos». 31Porque si esto hacen con el leño verde, ¿qué será del seco?”[10718].

La crucifixión

32Conducían también a otros dos malhechores con Él para ser suspendidos. 33Cuando hubieron llegado al lugar llamado del Cráneo, allí crucificaron a Él, y a los malhechores, uno a su derecha, y el otro a su izquierda[10719]. 34Y Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Entretanto, hacían porciones de sus ropas y echaron suertes. 35Y el pueblo estaba en pie mirándolo, mas los magistrados lo zaherían, diciendo: “A otros salvó; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el predilecto”. 36También se burlaron de Él los soldados, acercándose, ofreciéndole vinagre y diciendo: 37“Si Tú eres el rey de los judíos, sálvate a Ti mismo”. 38Había, empero, una inscripción sobre Él, en caracteres griegos, romanos y hebreos: “El rey de los judíos es Este”.

El buen ladrón

39Uno de los malhechores suspendidos, blasfemaba de Él, diciendo: “¿No eres acaso Tú el Cristo? Sálvate a Ti mismo, y a nosotros”. 40Contestando el otro lo reprendía y decía: “¿Ni aún temes tú a Dios, estando en pleno suplicio?[10720] 41Y nosotros, con justicia; porque recibimos lo merecido por lo que hemos hecho; pero Este no hizo nada malo”. 42Y dijo: “Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino”[10721]. 43Le respondió: “En verdad, te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Muerte de Jesús

44Era ya alrededor de la hora sexta, cuando una tiniebla se hizo sobre toda la tierra hasta la hora nona, 45eclipsándose el sol; y el velo del templo se rasgó por el medio. 46Y Jesús clamó con gran voz: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró[10722]. 47El centurión, al ver lo ocurrido, dio gloria a Dios, diciendo: “¡Verdaderamente, este hombre era un justo!”[10723] 48Y todas las turbas reunidas para este espectáculo, habiendo contemplado las cosas que pasaban, se volvían golpeándose los pechos. 49Mas todos sus conocidos estaban a lo lejos[10724] —y también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea— mirando estas cosas.

La sepultura

50Y había un varón llamado José, que era miembro del Sanhedrín, hombre bueno y justo[10725] 51—que no había dado su asentimiento, ni a la resolución de ellos ni al procedimiento que usaron—, oriundo de Arimatea, ciudad de los judíos, el cual estaba a la espera del reino de Dios[10726]. 52Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53Y habiéndolo bajado, lo envolvió en una mortaja y lo depositó en un sepulcro tallado en la roca, donde ninguno había sido puesto. 54Era el día de la Preparación, y comenzaba ya el sábado[10727]. 55Las mujeres venidas con Él de Galilea, acompañaron (a José) y observaron el sepulcro y la manera cómo fue sepultado Su cuerpo. 56Y de vuelta, prepararon aromas y ungüento. Durante el sábado se estuvieron en reposo, conforme al precepto.

VI. RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN DE JESÚS
LUCAS 24
La Resurrección

1Pero el primer día de la semana[10728], muy de mañana, volvieron al sepulcro, llevando los aromas que habían preparado. 2hallaron la piedra desarrimada del sepulcro. 3Habiendo entrado, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 4Mientras ellas estaban perplejas por esto, he ahí que dos varones de vestidura resplandeciente se les presentaron. 5Como ellas estuviesen poseídas de miedo e inclinasen los rostros hacia el suelo, ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6No está aquí; ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo, estando aún en Galilea: 7que era necesario que el Hijo del hombre fuese entregado en manos de hombres pecadores, que fuese crucificado y resucitara el tercer día”. 8Entonces se acordaron de sus palabras. 9Y de vuelta del sepulcro, fueron a anunciar todo esto a los Once[10729] y a todos los demás. 10Eran María la Magdalena, Juana y María la (madre) de Santiago; y también las otras con ellas referían esto a los apóstoles. 11Pero estos relatos aparecieron ante los ojos de ellos como un delirio, y no les dieron crédito. 12Sin embargo Pedro se levantó y corrió al sepulcro, y, asomándose, vio las mortajas solas. Y se volvió, maravillándose de lo que había sucedido.

Los discípulos de Emaús

13Y he aquí que, en aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea, llamada Emaús, a ciento sesenta estadios de Jerusalén[10730]. 14E iban comentando entre sí todos estos acontecimientos. 15Y sucedió que, mientras ellos platicaban y discutían, Jesús mismo se acercó y se puso a caminar con ellos. 16Pero sus ojos estaban deslumbrados para que no lo conociesen. 17Y les dijo: “¿Qué palabras son estas que tratáis entre vosotros andando?” 18Y se detuvieron con los rostros entristecidos. Uno, llamado Cleofás, le respondió: “Eres Tú el único peregrino, que estando en Jerusalén, no sabes lo que ha sucedido en ella en estos días?” 19Les dijo: “¿Qué cosas?” Y ellos: “Lo de Jesús el Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y de todo el pueblo, 20y cómo lo entregaron nuestros sumos sacerdotes y nuestros magistrados para ser condenado a muerte, y lo crucificaron. 21Nosotros, a la verdad, esperábamos que fuera Él, aquel que habría de librar a Israel. Pero, con todo, ya es el tercer día desde que sucedieron estas cosas. 22Y todavía más, algunas mujeres de los nuestros, nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, 23y no habiendo encontrado su cuerpo se volvieron, diciendo también que ellas habían tenido una visión de ángeles, los que dicen que Él está vivo[10731]. 24Algunos de los que están con nosotros han ido al sepulcro, y han encontrado las cosas como las mujeres habían dicho; pero a Él no lo han visto”. 25Entonces les dijo: “¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! 26¿No era necesario que el Cristo sufriese así para entrar en su gloria?”[10732] 27Y comenzando por Moisés, y por todos los profetas, les hizo hermenéutica de lo que en todas las Escrituras había acerca de Él. 28Se aproximaron a la aldea a donde iban, y Él hizo ademán de ir más lejos. 29Pero ellos le hicieron fuerza, diciendo: “Quédate con nosotros, porque es tarde, y ya ha declinado el día”. Y entró para quedarse con ellos. 30Y estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio[10733]. 31Entonces los ojos de ellos fueron abiertos y lo reconocieron; mas Él desapareció de su vista. 32Y se dijeron uno a otro: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo dentro de nosotros, mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las Escrituras?”[10734].

Jesús se aparece a los Once

33Y levantándose en aquella misma hora, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los demás, 34los cuales dijeron: “Realmente resucitó el Señor y se ha aparecido a Simón”. 35Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo se hizo conocer de ellos en la fracción del pan. 36Aún estaban hablando de esto cuando Él mismo se puso en medio de ellos diciendo: “Paz a vosotros”[10735]. 37Mas ellos, turbados y atemorizados, creían ver un espíritu. 38Él entonces les dijo: “¿Por qué estáis turbados? y ¿por qué se levantan dudas en vuestros corazones? 39Mirad mis manos y mis pies: soy Yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que Yo tengo”. 40Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. 41Como aún desconfiaran, de pura alegría, y se estuvieran asombrados, les dijo: “¿Tenéis por ahí algo de comer?”[10736] 42Le dieron un trozo de pez asado. 43Lo tomó y se lo comió a la vista de ellos.

Despedida y Ascensión

44Después les dijo: “Esto es aquello que Yo os decía, cuando estaba todavía con vosotros, que es necesario que todo lo que está escrito acerca de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos se cumpla”. 45Entonces les abrió la inteligencia para que comprendiesen las Escrituras[10737]. 46Y les dijo: “Así estaba escrito que el Cristo sufriese y resucitase de entre los muertos al tercer día[10738], 47y que se predicase, en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén[10739]. 48Vosotros sois testigos de estas cosas. 49Y he aquí que Yo envío sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Mas vosotros estaos quedos en la ciudad hasta que desde lo alto seáis investidos de fuerza[10740]. 50Y los sacó fuera hasta frente a Betania y, alzando sus manos, los bendijo[10741]. 51Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue elevado hacia el cielo. 52Ellos lo adoraron y se volvieron a Jerusalén con gran gozo. 53Y estaban constantemente en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios[10742].

EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN

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INTRODUCCIÓN

San Juan, natural de Betsaida de Galilea, fue hermano de Santiago el Mayor, hijos ambos de Zebedeo, y de Salomé, hermana de la Virgen Santísima. Siendo primeramente discípulo de San Juan Bautista y buscando con todo corazón el reino de Dios, siguió después a Jesús, y llegó a ser pronto su discípulo predilecto. Desde la Cruz, el Señor le confió su Santísima Madre, de la cual Juan, en adelante, cuidó como de la propia.

Juan era aquel discípulo “al cual Jesús amaba” y que en la última Cena estaba “recostado sobre el pecho de Jesús” (Jn. 13, 23), como amigo de su corazón y testigo íntimo de su amor y de sus penas.

Después de la Resurrección se quedó Juan en Jerusalén como una de las “columnas de la Iglesia” (Ga. 2, 9), y más tarde se trasladó a Éfeso del Asia Menor. Desterrado por el emperador Domiciano (81-95) a la isla de Patmos, escribió allí el Apocalipsis. A la muerte del tirano pudo regresar a Éfeso, ignorándose la fecha y todo detalle de su muerte (cf. Jn. 21, 23 y nota).

Además del Apocalipsis y tres Epístolas, compuso a fines del primer siglo, es decir, unos 30 años después de los Sinópticos y de la caída del Templo, este Evangelio, que tiene por objeto robustecer la fe en la mesianidad y divinidad de Jesucristo, a la par que sirve para completar los Evangelios anteriores, principalmente desde el punto de vista espiritual, pues ha sido llamado el Evangelista del amor.

Su lenguaje es de lo más alto que nos ha legado la Escritura Sagrada, como ya lo muestra el prólogo, que, por la sublimidad sobrenatural de su asunto, no tiene semejante en la literatura de la Humanidad.

PRÓLOGO
JUAN 1

1En el principio el Verbo era, y el Verbo era junto a Dios, y el Verbo era Dios[10743]. 2Él era, en el principio, junto a Dios: 3Por Él, todo fue hecho, y sin Él nada se hizo de lo que ha sido hecho. 4En Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5Y la luz luce en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron[10744]. 6Apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba Juan[10745]. 7Él vino como testigo, para dar testimonio acerca de la luz, a fin de que todos creyesen por Él. 8Él no era la luz, sino para dar testimonio acerca de la luz. 9La verdadera luz, la que alumbra a todo hombre, venía[10746] a este mundo. 10Él estaba en el mundo; por Él, el mundo había sido hecho, y el mundo no lo conoció. 11Él vino a lo suyo, y los suyos no lo recibieron. 12Pero a todos los que lo recibieron, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios: a los que creen en su nombre[10747]. 13Los cuales no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios[10748]. 14Y el Verbo se hizo carne, y puso su morada entre nosotros —y nosotros vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre— lleno de gracia y de verdad[10749].

I. PREPARACIÓN PARA LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
Testimonio del Bautista

15Juan da testimonio de él, y clama: “De Este dije yo: El que viene después de mí, se me ha adelantado porque Él existía antes que yo”. 16Y de su plenitud hemos recibido todos, a saber, una gracia correspondiente a su gracia[10750]. 17Porque la Ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad han venido por Jesucristo[10751]. 18Nadie ha visto jamás a Dios; el Dios, Hijo único, que es en el seno del Padre, Ese le ha dado a conocer[10752].

19Y he aquí el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron a él, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”[10753]. 20Él confesó y no negó; y confesó: “Yo no soy el Cristo”[10754]. 21Le preguntaron: “¿Entonces qué?¿Eres tú Elías?” Dijo: “No lo soy”. “¿Eres el Profeta?” Respondió: “No”[10755]. 22Le dijeron entonces: “¿Quién eres tú? para que demos una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?” 23Él dijo: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. 24Había también enviados de entre los fariseos. 25Ellos le preguntaron: “¿Por qué, pues, bautizas, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” 26Juan les respondió: “Yo, por mi parte, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis[10756], 27que viene después de mí, y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. 28Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Los primeros discípulos de Jesús

29Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: “He aquí el cordero de Dios, que lleva el pecado del mundo[10757]. 30Este es Aquel de quien yo dije: En pos de mí viene un varón que me ha tomado la delantera, porque Él existía antes que yo. 31Yo no lo conocía, mas yo vine a bautizar en agua, para que Él sea manifestado a Israel”. 32Y Juan dio testimonio, diciendo: “He visto al Espíritu descender como paloma del cielo, y se posó sobre Él. 33Ahora bien, yo no lo conocía, pero Él que me envió a bautizar con agua, me había dicho: “Aquel sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre Él, Ese es el que bautiza en Espíritu Santo”. 34Y bien: he visto, y testifico que Él es el Hijo de Dios”[10758].

35Al día siguiente, Juan estaba otra vez allí, como también dos de sus discípulos; 36y fijando su mirada sobre Jesús que pasaba, dijo: “He aquí el Cordero de Dios”. 37Los dos discípulos, oyéndolo hablar (así), siguieron a Jesús. 38Jesús, volviéndose y viendo que lo seguían, les dijo: “¿Qué queréis?” Le dijeron: Rabí, —que se traduce: Maestro—, ¿dónde moras?” 39Él les dijo: “Venid y veréis”. Fueron entonces y vieron dónde moraba, y se quedaron con Él ese día. Esto pasaba alrededor de la hora décima.

40Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído (la palabra) de Juan y que habían seguido (a Jesús).[10759] 41Él encontró primero a su hermano Simón y le dijo: “Hemos hallado al Mesías —que se traduce: “Cristo”. 42Lo condujo a Jesús, y Jesús poniendo sus ojos en él, dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan: tú te llamarás Kefas —que se traduce: Pedro”[10760]. 43Al día siguiente resolvió partir para Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: “Sígueme”. 44Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45Felipe encontró a Natanael y le dijo: “A Aquel de quien Moisés habló en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: es Jesús, hijo de José, de Nazaret”[10761]. 46Natanael le replicó: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Felipe le dijo: “Ven y ve”. 47Jesús vio a Natanael que se le acercaba, y dijo de él: “He aquí, en verdad, un israelita sin doblez”[10762]. 48Díjole Natanael: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas bajo la higuera te vi”. 49Natanael le dijo: “Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel”. 50Jesús le respondió: “Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees. Verás todavía más”. 51Y le dijo: “En verdad, en verdad os digo: Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre”[10763].

II. VIDA PÚBLICA DE JESÚS
JUAN 2
Las bodas de Caná

1Al tercer día hubo unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2Jesús también fue invitado a estas bodas, como asimismo sus discípulos. 3Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. 4Jesús le dijo: “¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer? Mi hora no ha venido todavía”[10764]. 5Su madre dijo a los sirvientes: “Cualquier cosa que Él os diga, hacedla”. 6Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, que contenían cada una dos o tres metretas[10765]. 7Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua”; y las llenaron hasta arriba. 8Entonces les dijo: “Ahora sacad y llevad al maestresala”; y le llevaron. 9Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, cuya procedencia ignoraba —aunque la conocían los sirvientes que habían sacado el agua—, llamó al novio 10y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el buen vino, y después, cuando han bebido bien, el menos bueno; pero tú has conservado el buen vino hasta este momento”. 11Tal fue el comienzo que dio Jesús a sus milagros, en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

Defensa del templo

12Después de esto descendió a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos[10766] y sus discípulos, y se quedaron allí no muchos días. 13La Pascua de los judíos estaba próxima, y Jesús subió a Jerusalén. 14En el Templo encontró a los mercaderes de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados (a sus mesas)[10767]. 15Y haciendo un azote de cuerdas, arrojó del Templo a todos, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. 16Y a los vendedores de palomas les dijo: “Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”[10768]. 17Y sus discípulos se acordaron de que está escrito: “El celo de tu Casa me devora”[10769]. 18Entonces los judíos le dijeron: “¿Qué señal nos muestras, ya que haces estas cosas?”[10770]. 19Jesús les respondió: “Destruid este Templo, y en tres días Yo lo volveré a levantar”[10771]. 20Replicáronle los judíos: “Se han empleado cuarenta y seis años en edificar este Templo, ¿y Tú, en tres días lo volverás a levantar?” 21Pero Él hablaba del Templo de su cuerpo. 22Y cuando hubo resucitado de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto, y creyeron a la Escritura y a la palabra que Jesús había dicho.

23Mientras Él estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía. 24Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque a todos los conocía[10772], 25y no necesitaba de informes acerca del hombre, conociendo por sí mismo lo que hay en el hombre.

JUAN 3
El nuevo nacimiento por la fe

1Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, principal entre los judíos[10773]. 2Vino de noche a encontrarle y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro, porque nadie puede hacer los milagros que Tú haces, si Dios no está con él”. 3Jesús le respondió: “En verdad, en verdad, te digo, si uno no nace de lo alto, no puede ver el reino de Dios”[10774]. 4Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede acaso entrar en el seno de su madre y nacer de nuevo?” 5Jesús le respondió: “En verdad, en verdad, te digo, si uno no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos[10775]. 6Lo nacido de la carne, es carne; y lo nacido del espíritu, es espíritu. 7No te admires de que te haya dicho: “Os es necesario nacer de lo alto”. 8El viento sopla donde quiere; tú oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni adónde va. Así acontece con todo aquel que ha nacido del espíritu”[10776]. 9A lo cual Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede hacerse esto?” 10Jesús le respondió: “¿Tú eres el doctor de Israel, y no entiendes esto? 11En verdad, en verdad, te digo: nosotros hablamos lo que sabemos, y atestiguamos lo que hemos visto, y vosotros no recibís nuestro testimonio. 12Si cuando os digo las cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las cosas del cielo?[10777] 13Nadie ha subido al cielo, sino Aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre. 14Y como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado[10778]. 15Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna”.

La revelación máxima

16Porque así amó Dios al mundo: hasta dar su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna[10779]. 17Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgar al mundo[10780], sino para que el mundo por Él sea salvo. 18Quien cree en, Él, no es juzgado, mas quien no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. 19Y este es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y los hombres han amado más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas[10781]. 20Porque todo el que obra mal, odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas. 21Al contrario, el que pone en práctica la verdad, viene a la luz, para que se vea que sus obras están hechas en Dios.

Nuevo testimonio del Bautista

22Después de esto fue Jesús con sus discípulos al territorio de Judea y allí se quedó con ellos, y bautizaba. 23Por su parte, Juan bautizaba en Ainón, junto a Salim, donde había muchas aguas, y se le presentaban las gentes y se hacían bautizar[10782]; 24porque Juan no había sido todavía aprisionado. 25Y algunos discípulos de Juan tuvieron una discusión con un judío a propósito de la purificación. 26Y fueron a Juan, y le dijeron: “Rabí, Aquel que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, mira que también bautiza, y todo el mundo va a Él”. 27Juan les respondió: “No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. 28Vosotros mismos me sois testigos de que yo he dicho: «No soy yo el Mesías, sino que he sido enviado delante de Él». 29El que tiene la esposa, es el esposo. El amigo del esposo, que está a su lado y le oye, experimenta una gran alegría con la voz del esposo. Esta alegría, que es la mía, está, pues, cumplida[10783]. 30Es necesario que Él crezca y que yo disminuya[10784]. 31El que viene de lo alto, está por encima de todos. Quien viene de la tierra, es terrenal y habla de lo terrenal. Aquel que viene del cielo está por encima de todos. 32Lo que ha visto y oído, eso testifica, ¡y nadie admite su testimonio! 33Pero el que acepta su testimonio ha reconocido auténticamente que Dios es veraz. 34Aquel a quien Dios envió dice las palabras de Dios; porque Él no da con medida el Espíritu. 35El Padre ama al Hijo y le ha entregado pleno poder. 36Quien cree al Hijo tiene vida eterna; quien no quiere creer al Hijo no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él”[10785].

JUAN 4
La samaritana

1Cuando el Señor supo que los fariseos estaban informados de que Jesús hacía más discípulos y bautizaba más que Juan — 2aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos— 3abandonó la Judea y se volvió a Galilea. 4Debía, pues, pasar por Samaria. 5Llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la posesión que dio Jacob a su hijo José. 6Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, pues, fatigado[10786] del viaje, se sentó así junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. 7Vino una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: “Dame de beber”. 8Entretanto, sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar víveres[10787]. 9Entonces la samaritana le dijo: “¿Cómo Tú, judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana?” Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos[10788]. 10Jesús le respondió y dijo: “Si tú conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: «Dame de beber», quizá tú le hubieras pedido a Él, y Él te habría dado agua viva”[10789]. 11Ella le dijo: “Señor, Tú no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? 12Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos y sus ganados?” 13Respondiole Jesús: “Todos los que beben de esta agua, tendrán de nuevo sed; 14mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua que Yo le daré se hará en él fuente de agua surgente para vida eterna”[10790]. 15Díjole la mujer: “Señor, dame esa agua, para que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua”[10791]. 16Él le dijo: “Ve a buscar a tu marido, y vuelve aquí”. 17Replicole la mujer y dijo: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Bien has dicho: «No tengo marido»; 18porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu marido; has dicho la verdad”. 19Díjole la mujer: “Señor, veo que eres profeta. 20Nuestros padres adoraron sobre este monte; según vosotros, en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar”. 21Jesús le respondió: “Mujer, créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre[10792]. 22Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos[10793]. 23Pero la hora viene, y ya ha llegado, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad[10794]; porque también el Padre desea que los que adoran sean tales. 24Dios es espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo en espíritu y en verdad”[10795]. 25Díjole la mujer: “Yo sé que el Mesías —es decir el Cristo— ha de venir. Cuando Él venga, nos instruirá en todo”. 26Jesús le dijo: “Yo lo soy. Yo que te hablo”.

27En este momento llegaron los discípulos, y quedaron admirados de que hablase con una mujer. Ninguno, sin embargo, le dijo: “¿Qué preguntas?” o “¿Qué hablas con ella?” 28Entonces la mujer, dejando su cántaro[10796], se fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29“Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿no será este el Cristo?” 30Y salieron de la ciudad para ir a encontrarlo. 31Entretanto los discípulos le rogaron: “Rabí, come”. 32Pero Él les dijo: “Yo tengo un manjar para comer, que vosotros no conocéis”. 33Y los discípulos se decían entre ellos: “¿Alguien le habrá traído de comer?” 34Mas Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad de Aquel que me envió y dar cumplimiento a su obra[10797]. 35¿No decís vosotros: Todavía cuatro meses, y viene la siega? Y bien, Yo os digo: Levantad vuestros ojos, y mirad los campos, que ya están blancos para la siega[10798]. 36El que siega, recibe su recompensa y recoge la mies para la vida eterna, para que el que siembra se regocije al mismo tiempo que el que siega. 37Pues en esto se verifica el proverbio: «Uno es el que siembra, otro el que siega». 38Yo os he enviado a cosechar lo que vosotros no habéis labrado. Otros labraron, y vosotros habéis entrado en (posesión del fruto de) sus trabajos”.

39Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por la palabra de la mujer que testificaba diciendo: “Él me ha dicho todo cuanto he hecho”[10799]. 40Cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41Y muchos más creyeron a causa de su palabra[10800], 42y decían a la mujer: “Ya no creemos a causa de tus palabras; nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que Él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

Jesús en Galilea

43Pasados aquellos dos días, partió para Galilea. 44Ahora bien, Jesús mismo atestiguó que ningún profeta es honrado en su patria[10801]. 45Cuando llegó a Galilea, fue recibido por los galileos, que habían visto todas las grandes cosas hechas por Él en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.

Curación del hijo del cortesano

46Fue, pues, otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había un cortesano cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. 47Cuando él oyó que Jesús había vuelto de Judea a Galilea, se fue a encontrarlo, y le rogó que bajase para sanar a su hijo, porque estaba para morir. 48Jesús le dijo: “¡Si no veis signos y prodigios, no creeréis!”[10802]. 49Respondiole el cortesano: “Señor, baja antes que muera mi hijo”. 50Jesús le dijo: “Ve, tu hijo vive”. Creyó este hombre a la palabra que le dijo Jesús y se puso en marcha[10803]. 51Ya bajaba, cuando encontró a algunos de sus criados que le dijeron que su hijo vivía. 52Preguntoles, entonces, la hora en que se había puesto mejor. Y le respondieron: “Ayer, a la hora séptima, le dejó la fiebre”. 53Y el padre reconoció que esta misma era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él, y toda su casa. 54Este fue el segundo milagro que hizo Jesús vuelto de Judea a Galilea.

JUAN 5
El paralítico de la piscina

1Después de esto llegó una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén[10804]. 2Hay en Jerusalén, junto a la (puerta) de las Ovejas una piscina llamada en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. 3Allí estaban tendidos una cantidad de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que aguardaban que el agua se agitase. [4Porque un ángel bajaba de tiempo en tiempo y agitaba el agua; y el primero que entraba después del movimiento del agua, quedaba sano de su mal, cualquiera que este fuese][10805]. 5Y estaba allí un hombre, enfermo desde hacía treinta y ocho años. 6Jesús, viéndolo tendido y sabiendo que estaba enfermo hacía mucho tiempo, le dijo: “¿Quieres ser sanado?” 7El enfermo le respondió: “Señor, yo no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se agita; mientras yo voy, otro baja antes que yo”. 8Díjole Jesús: “Levántate, toma tu camilla y anda”. 9Al punto quedó sanado, tomó su camilla, y se puso a andar.

Discusión sobre el sábado

Ahora bien, aquel día era sábado: 10Dijeron, pues, los judíos al hombre curado: “Es sábado; no te es lícito llevar tu camilla”. 11Él les respondió: “El que me sanó, me dijo: Toma tu camilla y anda”. 12Le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: Toma tu camilla y anda?” 13El hombre sanado no lo sabía, porque Jesús se había retirado a causa del gentío que había en aquel lugar. 14Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo: “Mira que ya estás sano; no peques más, para que no te suceda algo peor”[10806]. 15Fuese el hombre y dijo a los judíos que el que lo había sanado era Jesús. 16Por este motivo atacaban los judíos a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. 17Él les respondió: “Mi Padre continúa obrando, y Yo obro también”[10807]. 18Con lo cual los judíos buscaban todavía más hacerlo morir, no solamente porque no observaba el sábado, sino porque llamaba a Dios su padre, igualándose de este modo a Dios.

Jesús se declara Hijo de Dios

19Entonces Jesús respondió y les dijo: “En verdad, en verdad, os digo, el Hijo no puede por Sí mismo hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que Este hace, el Hijo lo hace igualmente. 20Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace; y le mostrará aún cosas más grandes que estas, para asombro vuestro. 21Como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo devuelve la vida a quien quiere. 22Y el Padre no juzga a nadie, sino que ha dado todo el juicio al Hijo[10808], 23a fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado. 24En verdad, en verdad, os digo: El que escucha mi palabra y cree a Aquel que me envió, tiene vida eterna y no viene a juicio[10809], sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. 25En verdad, en verdad, os digo, vendrá el tiempo, y ya estamos en él, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y aquellos que la oyeren, revivirán[10810]. 26Porque así como el Padre tiene la vida en Sí mismo, ha dado también al Hijo el tener la vida en Sí mismo. 27Le ha dado también el poder de juzgar, porque es Hijo del hombre. 28No os asombre esto, porque vendrá el tiempo en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y saldrán los que hayan hecho el bien, para resurrección de vida; y los que hayan hecho el mal, para resurrección de juicio. 30Por Mí mismo Yo no puedo hacer nada. Juzgo según lo que oigo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió[10811]. 31Si Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio no es verdadero[10812]. 32Pero otro es el que da testimonio de Mí, y sé que el testimonio que da acerca de Mí es verdadero. 33Vosotros enviasteis legados a Juan, y él dio testimonio a la verdad[10813]. 34Pero no es que de un hombre reciba Yo testimonio, sino que digo esto para vuestra salvación[10814]. 35Él era antorcha que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis regocijaros un momento a su luz. 36Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan, porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, y que precisamente Yo realizo, dan testimonio de Mí, que es el Padre quien me ha enviado[10815]. 37El Padre que me envió, dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante, 38ni tampoco tenéis su palabra morando en vosotros, puesto que no creéis a quien Él envió. 39Escudriñad las Escrituras, ya que pensáis tener en ellas la vida eterna: son ellas las que dan testimonio de Mí[10816], 40¡y vosotros no queréis venir a Mí para tener vida! 41Gloria de los hombres no recibo[10817], 42sino que os conozco (y sé) que no tenéis en vosotros el amor de Dios[10818]. 43Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, ¡a ese lo recibiréis![10819] 44¿Cómo podéis vosotros creer, si admitís alabanza los unos de los otros, y la gloria que viene del único Dios no la buscáis?[10820] 45No penséis que soy Yo quien os va a acusar delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. 46Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a Mí, pues de Mí escribió Él[10821]. 47Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”

JUAN 6
Primera multiplicación de los panes

1Después de esto, pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, o de Tiberíades[10822]. 2Y le seguía un gran gentío, porque veían los milagros que hacía con los enfermos. 3Entonces Jesús subió a la montaña y se sentó con sus discípulos. 4Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 5Jesús, pues, levantando los ojos y viendo que venía hacia Él una gran multitud, dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para que estos tengan qué comer?”[10823]. 6Decía esto para ponerlo a prueba, pues Él, por su parte, bien sabía lo que iba a hacer. 7Felipe le respondió: “Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno tuviera un poco”. 8Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, le dijo: 9“Hay aquí un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto para tanta gente?” 10Mas Jesús dijo: “Haced que los hombres se sienten”. Había mucha hierba en aquel lugar. Se acomodaron, pues, los varones, en número como de cinco mil. 11Tomó, entonces, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados, y también del pescado, cuanto querían[10824]. 12Cuando se hubieron hartado dijo a sus discípulos: “Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda”[10825]. 13Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes, que sobraron a los que habían comido[10826]. 14Entonces aquellos hombres, a la vista del milagro que acababa de hacer, dijeron: “Este es verdaderamente el profeta, el que ha de venir al mundo”[10827]. 15Jesús sabiendo, pues, que vendrían a apoderarse de Él para hacerlo rey, se alejó de nuevo a la montaña, Él solo[10828].

Jesús anda sobre las aguas

16Cuando llegó la tarde, bajaron sus discípulos al mar. 17Y subiendo a la barca, se fueron al otro lado del mar, hacia Cafarnaúm, porque ya se había hecho oscuro, y Jesús no había venido aún a ellos. 18Mas se levantó un gran viento y el mar se puso agitado. 19Y después de haber avanzado veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús, que caminaba sobre el mar aproximándose a la barca, y se asustaron. 20Pero Él les dijo: “No tengáis miedo”. 21Entonces se decidieron a recibirlo en la barca, y en seguida la barca llegó a la orilla, adonde querían ir[10829]. 22Al día siguiente, la muchedumbre que permaneció al otro lado del mar, notó que había allí una sola barca, y que Jesús no había subido en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos. 23Mas llegaron barcas de Tiberíades junto al lugar donde habían comido el pan, después de haber el Señor dado gracias.

Discurso sobre el pan de vida y la Eucaristía

24Cuando, pues, la muchedumbre vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron en las barcas, y fueron a Cafarnaúm, buscando a Jesús. 25Y al encontrarlo del otro lado del mar, le preguntaron: “Rabí, ¿cuándo llegaste aquí?” 26Jesús les respondió y dijo: “En verdad, en verdad, os digo, me buscáis, no porque visteis milagros, sino porque comisteis de los panes y os hartasteis[10830]. 27Trabajad, no por el manjar que pasa, sino por el manjar que perdura para la vida eterna, y que os dará el Hijo del hombre, porque a Este ha marcado con su sello el Padre, Dios”[10831]. 28Ellos le dijeron: “¿Qué haremos, pues, para hacer las obras de Dios?” 29Jesús, les respondió y dijo: “La obra de Dios es que creáis en Aquel a quien Él envió”[10832]. 30Entonces le dijeron: “¿Qué milagro haces Tú, para que viéndolo creamos en Ti? ¿Qué obra haces?[10833] 31Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio de comer un pan del cielo»”[10834]. 32Jesús les dijo: “En verdad, en verdad, os digo, Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo[10835]. 33Porque el pan de Dios es Aquel que desciende del cielo y da la vida al mundo”[10836]. 34Le dijeron: “Señor, danos siempre este pan”[10837]. 35Respondioles Jesús: “Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed[10838]. 36Pero, os lo he dicho: a pesar de que me habéis visto, no creéis. 37Todo lo que me da el Padre vendrá a Mí, y al que venga a Mí, no lo echaré fuera, ciertamente[10839], 38porque bajé del cielo para hacer no mi voluntad, sino la voluntad del que me envió[10840]. 39Ahora bien, la voluntad del que me envió, es que no pierda Yo nada de cuanto Él me ha dado, sino que lo resucite en el último día[10841]. 40Porque esta es la voluntad del Padre: que todo aquel que contemple al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el último día”[10842].

41Entonces los judíos se pusieron a murmurar contra Él, porque había dicho: “Yo soy el pan que bajó del cielo”[10843]; 42y decían: “¿No es este Jesús, el Hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo, pues, ahora dice: «Yo he bajado del cielo?»” 43Jesús les respondió y dijo: “No murmuréis entre vosotros. 44Ninguno puede venir a Mí, si el Padre que me envió, no lo atrae; y Yo lo resucitaré en el último día[10844]. 45Está escrito en los profetas: «Serán todos enseñados por Dios». Todo el que escuchó al Padre y ha aprendido, viene a Mí. 46No es que alguien haya visto al Padre, sino Aquel que viene de Dios, Ese ha visto al Padre[10845]. 47En verdad, en verdad, os digo, el que cree tiene vida eterna. 48Yo soy el pan de vida. 49Los padres vuestros comieron en el desierto el maná y murieron. 50He aquí el pan, el que baja del cielo para que uno coma de él y no muera. 51Yo soy el pan, el vivo, el que bajó del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre, y por lo tanto el pan que Yo daré es la carne mía para la vida del mundo”[10846]. 52Empezaron entonces los judíos a discutir entre ellos y a decir: “¿Cómo puede este darnos la carne a comer?” 53Díjoles, pues, Jesús: “En verdad, en verdad, os digo, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis la sangre del mismo, no tenéis vida en vosotros. 54El que de Mí come la carne y de Mí bebe la sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día[10847]. 55Porque la carne mía verdaderamente es comida y la sangre mía verdaderamente es bebida. 56El que de Mí come la carne y de Mí bebe la sangre, en Mí permanece y Yo en él. 57De la misma manera que Yo, enviado por el Padre viviente, vivo por el Padre, así el que me come, vivirá también por Mí[10848]. 58Este es el pan bajado del cielo, no como aquel que comieron los padres, los cuales murieron. El que come este pan vivirá eternamente”. 59Esto dijo en Cafarnaúm, hablando en la sinagoga[10849].

Confesión de Pedro

60Después de haberlo oído, muchos de sus discípulos dijeron: “Dura es esta doctrina: ¿Quién puede escucharla?”[10850]. 61Jesús, conociendo interiormente que sus discípulos murmuraban sobre esto, les dijo: “¿Esto os escandaliza?[10851] 62¿Y si viereis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?[10852] 63El espíritu es el que vivifica; la carne para nada aprovecha. Las palabras que Yo os he dicho, son espíritu y son vida[10853]. 64Pero hay entre vosotros quienes no creen”. Jesús, en efecto, sabía desde el principio, quiénes eran los que creían, y quién lo había de entregar. 65Y agregó: “He ahí por qué os he dicho que ninguno puede venir a Mí, si esto no le es dado por el Padre”[10854]. 66Desde aquel momento muchos de sus discípulos volvieron atrás y dejaron de andar con Él. 67Entonces Jesús dijo a los Doce: “¿Queréis iros también vosotros?” 68Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna[10855]. 69Y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios”. 70Jesús les dijo: “¿No fui Yo acaso quien os elegí a vosotros los doce? ¡Y uno de vosotros es diablo!”[10856] 71Lo decía por Judas Iscariote, hijo de Simón, pues él había de entregarlo: él, uno de los Doce.

JUAN 7
Viaje de Jesús a Jerusalén

1Después de esto, Jesús anduvo por Galilea; pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo[10857]. 2Estando próxima la fiesta judía de los Tabernáculos[10858], 3sus hermanos le dijeron: “Trasládate a Judea, para que tus discípulos también (allí) vean qué obras haces. 4Ninguno esconde las propias obras cuando él mismo desea estar en evidencia. Ya que Tú haces tales obras, muéstrate al mundo”. 5Efectivamente, ni sus mismos hermanos creían en Él[10859]. 6Jesús, por tanto, les respondió: “El tiempo no ha llegado aún para Mí; para vosotros siempre está a punto[10860]. 7El mundo no puede odiaros a vosotros; a Mí, al contrario, me odia, porque Yo testifico contra él que sus obras son malas. 8Id, vosotros, a la fiesta; Yo, no voy a esta fiesta, porque mi tiempo aún no ha llegado”. 9Dicho esto, se quedó en Galilea. 10Pero, después que sus hermanos hubieron subido a la fiesta, Él también subió, mas no ostensiblemente, sino como en secreto. 11Buscábanle los judíos durante la fiesta y decían: “¿Dónde está Aquel?” 12Y se cuchicheaba mucho acerca de Él en el pueblo. Unos decían: “Es un hombre de bien”. “No, decían otros, sino que extravía al pueblo”. 13Pero nadie expresaba públicamente su parecer sobre Él, por miedo a los judíos[10861].

Carácter divino de la doctrina de Cristo

14Estaba ya mediada la fiesta, cuando Jesús subió al Templo, y se puso a enseñar. 15Los judíos estaban admirados y decían: “¿Cómo sabe este letras, no habiendo estudiado?” 16Replicoles Jesús y dijo: “Mi doctrina no es mía, sino del que me envió. 17Si alguno quiere cumplir Su voluntad, conocerá si esta doctrina viene de Dios, o si Yo hablo por mi propia cuenta[10862]. 18Quien habla por su propia cuenta, busca su propia gloria, pero quien busca la gloria del que lo envió, ese es veraz, y no hay en él injusticia[10863]. 19¿No os dio Moisés la Ley? Ahora bien, ninguno de vosotros observa la Ley. (Entonces) ¿por qué tratáis de quitarme la vida?”[10864]. 20La turba le contestó: “Estás endemoniado. ¿Quién trata de quitarte la vida?” 21Jesús les respondió y dijo: “Una sola obra he hecho, y por ello estáis desconcertados todos[10865]. 22Moisés os dio la circuncisión —no que ella venga de Moisés, sino de los patriarcas— y la practicáis en día de sábado. 23Si un hombre es circuncidado en sábado, para que no sea violada la Ley de Moisés: ¿cómo os encolerizáis contra Mí, porque en sábado sané a un hombre entero? 24No juzguéis según las apariencias, sino que vuestro juicio sea justo.

Origen del Mesías

25Entonces algunos hombres de Jerusalén se pusieron a decir: “¿No es Este a quien buscan para matarlo? 26Y ved cómo habla en público sin que le digan nada. ¿Será que verdaderamente habrán reconocido los jefes que Él es el Mesías? 27Pero sabemos de dónde es Este[10866]; mientras que el Mesías, cuando venga, nadie sabrá de dónde es”. 28Entonces Jesús, enseñando en el Templo, clamó y dijo: “Sí, vosotros me conocéis y sabéis de dónde soy; pero es que Yo no he venido de Mí mismo; mas El que me envió, es verdadero; y a Él vosotros no lo conocéis[10867]. 29Yo sí que lo conozco, porque soy de junto a Él, y es Él quien me envió”. 30Buscaban[10868], entonces, apoderarse de Él, pero nadie puso sobre Él la mano, porque su hora no había llegado aún.

Intento de prender a Jesús

31De la gente, muchos creyeron en Él, y decían: “Cuando el Mesías venga, ¿hará más milagros que los que Este ha hecho?” 32Oyeron los fariseos estos comentarios de la gente acerca de Él; y los sumos sacerdotes con los fariseos enviaron satélites para prenderlo. 33Entonces Jesús dijo: “Por un poco de tiempo todavía estoy con vosotros; después me voy a Aquel que me envió. 34Me buscaréis y no me encontraréis, porque donde Yo estaré, vosotros no podéis ir”. 35Entonces los judíos se dijeron unos a otros: “¿Adónde, pues, ha de ir, que nosotros no lo encontraremos? ¿Irá a los que están dispersos entre los griegos o irá a enseñar a los griegos? 36¿Qué significan las palabras que acaba de decir: Me buscaréis y no me encontraréis, y donde Yo estaré, vosotros no podéis ir?”

Promesa del agua viva

37Ahora bien, el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús poniéndose de pie, clamó: “Si alguno tiene sed venga a Mí, y beba[10869] 38quien cree en Mí. Como ha dicho la Escritura: «de su seno manarán torrentes de agua viva». 39Dijo esto del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él: pues aún no había Espíritu, por cuanto Jesús no había sido todavía glorificado[10870]. 40Algunos del pueblo, oyendo estas palabras, decían: “A la verdad, Este es el profeta”. 41Otros decían: “Este es el Cristo”; pero otros decían: “Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? 42¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?”[10871] 43Se produjo así división en el pueblo a causa de Él.

Testimonio de los satélites y de Nicodemo

44Algunos de entre ellos querían apoderarse de Él, pero nadie puso sobre Él la mano. 45Volvieron, pues, los satélites a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales les preguntaron: ¿Por qué no lo habéis traído?” 46Respondieron los satélites: “¡Nadie jamás habló como este hombre!” 47A lo cual los fariseos les dijeron: “¿También vosotros habéis sido embaucados? 48¿Acaso hay alguien entre los jefes o entre los fariseos que haya creído en Él?[10872] 49Pero esa turba, ignorante de la Ley, son unos malditos”.

50Mas Nicodemo, el que había venido a encontrarlo anteriormente[10873], y que era uno de ellos, les dijo: 51“¿Permite nuestra Ley condenar a alguien antes de haberlo oído y de haber conocido sus hechos?” 52Le respondieron y dijeron: “¿También tú eres de Galilea? Averigua y verás que de Galilea no se levanta ningún profeta”[10874]. 53Y se fueron cada uno a su casa.

JUAN 8
La mujer adúltera

1Y Jesús se fue al Monte de los Olivos[10875]. 2Por la mañana reapareció en el Templo y todo el pueblo vino a Él, y sentándose les enseñaba. 3Entonces los escribas y los fariseos llevaron una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. 5Ahora bien, en la Ley, Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Y Tú, qué dices?”[10876] 6Esto decían para ponerlo en apuros, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir en el suelo, con el dedo. 7Como ellos persistían en su pregunta, se enderezó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella”. 8E inclinándose de nuevo, se puso otra vez a escribir en el suelo[10877]. 9Pero ellos, después de oír aquello, se fueron uno por uno, comenzando por los más viejos, hasta los postreros, y quedó Él solo, con la mujer que estaba en medio[10878]. 10Entonces Jesús, levantándose, le dijo: “Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te condenó?” 11“Ninguno, Señor”, respondió ella. Y Jesús le dijo: “Yo no te condeno tampoco. Vete, desde ahora no peques más”.

Jesús, la luz del mundo

12Jesús les habló otra vez, y dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”[10879]. 13Le dijeron, entonces, los fariseos: “Tú te das testimonio a Ti mismo; tu testimonio no es verdadero”[10880]. 14Jesús les respondió y dijo: “Aunque Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vengo y adónde voy; mas vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. 15Vosotros juzgáis carnalmente; Yo no juzgo a nadie[10881]; 16y si Yo juzgo, mi juicio es verdadero, porque no soy Yo solo, sino Yo y el Padre que me envió. 17Está escrito también en vuestra Ley que el testimonio de dos hombres es verdadero[10882]. 18Ahora bien, para dar testimonio de Mí, estoy Yo mismo y el Padre que me envió”. 19Ellos le dijeron: “¿Dónde está tu Padre?” Jesús respondió: “Vosotros no conocéis ni a Mí ni a mi Padre; si me conocieseis a Mí, conoceríais también a mi Padre”. 20Dijo esto junto al Tesoro, enseñando en el Templo. Y nadie se apoderó de Él, porque su hora no había llegado aún.

Incredulidad de los judíos

21De nuevo les dijo: “Yo me voy y vosotros me buscaréis, mas moriréis en vuestro pecado. Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir”. 22Entonces los judíos dijeron: “Acaso va a matarse, pues que dice: Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir”. 23Y Él les dijo: “Vosotros sois de abajo; Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; Yo no soy de este mundo[10883]. 24Por esto, os dije que moriréis en vuestros pecados. Sí, si no creéis que Yo soy (el Cristo), moriréis en vuestros pecados”[10884]. 25Entonces le dijeron: “Pues ¿quién eres?” Respondioles Jesús: “Eso mismo que os digo desde el principio[10885]. 26Tengo mucho que decir y juzgar de vosotros. Pues El que me envió es veraz, y lo que Yo oí a Él, esto es lo que enseño al mundo”. 27Ellos no comprendieron que les estaba hablando del Padre. 28Jesús les dijo pues: “Cuando hayáis alzado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que soy Yo (el Cristo), y que de Mí mismo no hago nada, sino que hablo como mi Padre me enseñó[10886]. 29El que me envió, está conmigo. El no me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada”. 30Al decir estas cosas, muchos creyeron en Él[10887].

La verdad nos hace libres

31Jesús dijo entonces a los judíos que le habían creído: “Si permanecéis en mi palabra[10888], sois verdaderamente mis discípulos, 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”[10889]. 33Replicáronle: “Nosotros somos la descendencia de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie; ¿cómo, pues, dices Tú, llegaréis a ser libres?”[10890] 34Jesús les respondió: “En verdad, en verdad, os digo, todo el que comete pecado es esclavo [del pecado][10891]. 35Ahora bien, el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo queda para siempre. 36Si, pues, el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. 37Bien sé que sois la posteridad de Abrahán, y sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38Yo digo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros, hacéis lo que habéis aprendido de vuestro padre”[10892]. 39Ellos le replicaron diciendo: “Nuestro padre es Abrahán”. Jesús les dijo: “Si fuerais hijos de Abrahán, haríais las obras de Abrahán. 40Sin embargo, ahora tratáis de matarme a Mí, hombre que os he dicho la verdad que aprendí de Dios. ¡No hizo esto Abrahán! 41Vosotros hacéis las obras de vuestro padre”. Dijéronle: “Nosotros no hemos nacido del adulterio; no tenemos más que un padre: ¡Dios!” 42Jesús les respondió: “Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a Mí, porque Yo salí y vine de Dios. No vine por Mí mismo sino que Él me envió. 43¿Por qué, pues, no comprendéis mi lenguaje? Porque no podéis sufrir mi palabra[10893]. 44Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira[10894]. 45Y a Mí porque os digo la verdad, no me creéis. 46¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? 47El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios”.

Nuevas diatribas de los judíos

48A lo cual los judíos respondieron diciéndole: “¿No tenemos razón, en decir que Tú eres un samaritano y un endemoniado?”[10895] 49Jesús repuso: “Yo no soy un endemoniado, sino que honro a mi Padre, y vosotros me estáis ultrajando. 50Mas Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzgará[10896]. 51En verdad, en verdad, os digo, si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la muerte”[10897]. 52Respondiéronle los judíos “Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió, los profetas también; y tú dices: “Si alguno guardare mi palabra no gustará jamás la muerte”. 53¿Eres tú, pues, más grande que nuestro padre Abrahán, el cual murió? Y los profetas también murieron; ¿quién te haces a Ti mismo?” 54Jesús respondió: “Si Yo me glorifico a Mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es quien me glorifica: Aquel de quien vosotros decís que es vuestro Dios[10898]; 55mas vosotros no lo conocéis. Yo sí que lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros, pero lo conozco y conservo su palabra. 56Abrahán, vuestro padre, exultó por ver mi día; y lo vio y se llenó de gozo”[10899]. 57Dijéronle, pues, los judíos: “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?” 58Díjoles Jesús: “En verdad, en verdad os digo: Antes que Abrahán existiera, Yo soy”[10900]. 59Entonces tomaron piedras para arrojarlas sobre Él. Pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

JUAN 9
Curación del ciego de nacimiento

1Al pasar vio a un hombre, ciego de nacimiento. 2Sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que naciese ciego?”[10901] 3Jesús les respondió: “Ni él ni sus padres, sino que ello es para que las obras de Dios sean manifestadas en él. 4Es necesario que cumplamos las obras del que me envió, mientras es de día; viene la noche, en que ya nadie puede obrar. 5Mientras estoy en el mundo, soy luz de (este) mundo”[10902]. 6Habiendo dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva y le untó los ojos con el barro. 7Después le dijo: “Ve a lavarte a la piscina del Siloé”[10903], que se traduce “El Enviado”. Fue, pues, se lavó y volvió con vista. 8Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto —pues era mendigo— dijeron: “¿No es este el que estaba sentado y pedía limosna?” 9Unos decían: “Es él”; otros: “No es él, sino que se le parece”. Pero él decía: “Soy yo”. 10Entonces le preguntaron: “Cómo, pues, se abrieron tus ojos” 11Respondió: “Aquel hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó con él los ojos y me dijo: “Ve al Siloé y lávate”. Fui, me lavé y vi”. 12Le preguntaron: “¿Dónde está Él?” Respondió: “No lo sé”.

13Llevaron, pues, a los fariseos al que antes había sido ciego. 14Ahora bien, el día en que Jesús había hecho barro y le había abierto los ojos era sábado. 15Y volvieron a preguntarle los fariseos cómo había llegado a ver. Les respondió: “Puso barro sobre mis ojos, y me lavé, y veo”. 16Entonces entre los fariseos, unos dijeron: “Ese hombre no es de Dios, porque no observa el sábado”. Otros, empero, dijeron: “¿Cómo puede un pecador hacer semejante milagro?” Y estaban en desacuerdo. 17Entonces preguntaron nuevamente al ciego: “Y tú, ¿qué dices de Él por haberte abierto los ojos?” Respondió: “Es un profeta”[10904].

18Mas los judíos no creyeron que él hubiese sido ciego y que hubiese recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista. 19Les preguntaron: “¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? Pues, ¿cómo ve ahora?” 20Los padres respondieron: “Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; 21pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco sabemos. Preguntádselo a él: edad tiene, él hablará por sí mismo”. 22Los padres hablaron así, porque temían a los judíos. Pues estos se habían ya concertado para que quienquiera lo reconociese como Cristo, fuese excluido de la Sinagoga. 23Por eso sus padres dijeron: “Edad tiene, preguntadle a él”. 24Entonces llamaron por segunda vez al que había sido ciego, y le dijeron: “¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador”. 25Mas él repuso: “Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que yo era ciego, y que al presente veo”. 26A lo cual le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” 27Contestoles: “Ya os lo he dicho, y no lo escuchasteis. ¿Para qué queréis oírlo de nuevo? ¿Queréis acaso vosotros también haceros sus discípulos?”[10905] 28Entonces lo injuriaron y le dijeron: “Tú sé su discípulo; nosotros somos los discípulos de Moisés. 29Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero este, no sabemos de dónde es”. 30Les replicó el hombre y dijo: “He aquí lo que causa admiración, que vosotros no sepáis de dónde es Él, siendo así que me ha abierto los ojos[10906]. 31Sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ese le oye. 32Nunca jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. 33Si Él no fuera de Dios, no podría hacer nada”. 34Ellos le respondieron diciendo: “En pecados naciste todo tú, ¿y nos vas a enseñar a nosotros?” Y lo echaron fuera[10907].

Los ciegos verán y los videntes cegarán

35Supo Jesús que lo habían arrojado, y habiéndolo encontrado, le dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?” 36Él respondió y dijo: “¿Quién es, Señor, para que crea en Él?” 37Díjole Jesús: “Lo estás viendo, es quien te habla”[10908]. 38Y él repuso: “Creo, Señor”, y lo adoró. 39Entonces Jesús dijo: “Yo he venido a este mundo para un juicio: para que vean los que no ven; y los que ven queden ciegos”[10909]. 40Al oír esto, algunos fariseos que se encontraban con Él, le preguntaron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?” 41Jesús les respondió: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado. Pero ahora que decís: «vemos», vuestro pecado persiste”[10910].

JUAN 10
El Buen Pastor

1“En verdad, en verdad, os digo, quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es un ladrón y un salteador[10911]. 2Mas el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. 3A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz, y él llama por su nombre a las ovejas propias, y las saca fuera[10912]. 4Cuando ha hecho salir todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque conocen su voz[10913]. 5Mas al extraño no le seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”[10914]. 6Tal es la parábola, que les dijo Jesús, pero ellos no comprendieron de qué les hablaba.

7Entonces Jesús prosiguió: “En verdad, en verdad, os digo, Yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos cuantos han venido antes que Yo son ladrones y salteadores, mas las ovejas no los escucharon[10915]. 9Yo soy la puerta, si alguno entra por Mí, será salvo; podrá ir y venir y hallará pastos. 10El ladrón no viene sino para robar, para degollar, para destruir. Yo he venido para que tengan vida y vida sobreabundante. 11Yo soy el pastor, el Bueno. El buen pastor pone su vida por las ovejas[10916]. 12Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; 13porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. 14Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, 15—así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre— y pongo mi vida por mis ovejas. 16Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A esas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor[10917]. 17Por esto me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida para volver a tomarla[10918]. 18Nadie me la puede quitar, sino que Yo mismo la pongo. Tengo el poder de ponerla, y tengo el poder de recobrarla. Tal es el mandamiento que recibí de mi Padre”[10919].

Jesús confirma su misión mesiánica y su filiación divina

19Y de nuevo los judíos se dividieron a causa de estas palabras. 20Muchos decían: “Es un endemoniado, está loco. ¿Por qué lo escucháis?”[10920] 21Otros decían: “Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?” 22Llegó entre tanto la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno[10921], 23y Jesús se paseaba en el Templo, bajo el pórtico de Salomón. 24Lo rodearon, entonces, y le dijeron: “¿Hasta cuándo tendrás nuestros espíritus en suspenso? Si Tú eres el Mesías, dínoslo claramente”. 25Jesús les replicó: “Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que Yo hago en el nombre de mi Padre, esas son las que dan testimonio de Mí. 26Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27Mis ovejas oyen mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. 28Y Yo les daré vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29Lo que mi Padre me dio es mayor que todo, y nadie lo puede arrebatar de la mano de mi Padre[10922]. 30Yo y mi Padre somos uno”[10923].

31De nuevo los judíos recogieron piedras para lapidarlo. 32Entonces Jesús les dijo: “Os he hecho ver muchas obras buenas, que son de mi Padre. ¿Por cuál de ellas queréis apedrearme?” 33Los judíos le respondieron: “No por obra buena te apedreamos, sino porque blasfemas, y siendo hombre, te haces a Ti mismo Dios”. 34Respondioles Jesús: “¿No está escrito en vuestra Ley: «Yo dije: sois dioses?»[10924] 35Si ha llamado dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios —y la Escritura no puede ser anulada[10925]36¿cómo de Aquel que el Padre consagró y envió al mundo, vosotros decís: «Blasfemas», porque dije: «Yo soy el Hijo de Dios?»[10926] 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38pero ya que las hago, si no queréis creerme, creed al menos, a esas obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre es en Mí, y que Yo soy en el Padre”. 39Entonces trataron de nuevo de apoderarse de Él, pero se escapó de entre sus manos[10927].

40Y se fue nuevamente al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado primero, y allí se quedó. 41Y muchos vinieron a Él, y decían: “Juan no hizo milagros, pero todo lo que dijo de Este, era verdad”. 42Y muchos allí creyeron en Él.

JUAN 11
La resurrección de Lázaro

1Había uno que estaba enfermo, Lázaro de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2María era aquella que ungió con perfumes al Señor y le enjugó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro estaba, pues, enfermo[10928]. 3Las hermanas le enviaron a decir: “Señor, el que Tú amas está enfermo”[10929]. 4Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no es mortal, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea por ella glorificado”. 5Y Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro.

6Después de haber oído que estaba enfermo se quedó aún dos días allí donde se encontraba. 7Solo entonces dijo a sus discípulos: “Volvamos a Judea”. 8Sus discípulos le dijeron: “Rabí, hace poco te buscaban los judíos para lapidarte, ¿y Tú vuelves allá?” 9Jesús repuso: “¿No tiene el día doce horas? Si uno anda de día, no tropieza, porque tiene luz de este mundo[10930]. 10Pero si anda de noche, tropieza, porque no tiene luz”. 11Así habló Él; después les dijo: “Lázaro nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a ir a despertarlo”. 12Dijéronle los discípulos: “Señor, si duerme, sanará”. 13Mas Jesús había hablado de su muerte, y ellos creyeron que hablaba del sueño. 14Entonces Jesús les dijo claramente: “Lázaro ha muerto. 15Y me alegro de no haber estado allí a causa de vosotros, para que creáis. Pero vayamos a él”. 16Entonces Tomás, el llamado Dídimo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también nosotros a morir con Él”[10931].

17Al llegar, oyó Jesús que llevaba ya cuatro días en el sepulcro. 18Betania se encuentra cerca de Jerusalén, a unos quince estadios[10932]. 19Muchos judíos habían ido a casa de Marta y María para consolarlas por causa de su hermano. 20Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro, en tanto que María se quedó en casa. 21Marta dijo, pues, a Jesús: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22Pero sé que lo que pidieres a Dios, te lo concederá”[10933]. 23Díjole Jesús: “Tu hermano resucitará”. 24Marta repuso: “Sé que resucitará en la resurrección en el último día”[10934]. 25Replicole Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí, aunque muera, revivirá[10935]. 26Y todo viviente y creyente en Mí, no morirá jamás. ¿Lo crees tú?” 27Ella le respondió: “Sí, Señor. Yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de, Dios, el que viene a este mundo”[10936].

28Dicho esto, se fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en secreto[10937]: “El maestro está ahí y te llama”. 29Al oír esto, ella se levantó apresuradamente, y fue a Él. 30Jesús no había llegado todavía a la aldea, sino que aún estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, al verla levantarse tan súbitamente y salir, le siguieron, pensando que iba a la tumba para llorar allí. 32Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies, y le dijo: “Señor, si Tú hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. 33y Jesús, viéndola llorar, y llorar también a los judíos que la acompañaban se estremeció en su espíritu, y se turbó a sí mismo. 34Y dijo: “¿Dónde lo habéis puesto?” Le respondieron: “Señor, ven a ver”. 35Y Jesús lloró[10938]. 36Los judíos dijeron: “¡Cuánto lo amaba!” 37Algunos de entre ellos, sin embargo, dijeron: “El que abrió los ojos del ciego, ¿no podía hacer que este no muriese?” 38Jesús de nuevo estremeciéndose en su espíritu, llegó a la tumba: era una cueva; y tenía una piedra puesta encima. 39Y dijo Jesús: “Levantad la piedra”. Marta, hermana del difunto, le observó: “Señor, hiede ya, porque es el cuarto día”. 40Repúsole Jesús: “¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?” 41Alzaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias por haberme oído. 42Bien sabía que siempre me oyes, mas lo dije por causa del pueblo que me rodea, para que crean que eres Tú quien me has enviado”. 43Cuando hubo hablado así, clamó a gran voz: “¡Lázaro, ven fuera!” 44Y el muerto salió, ligados los brazos y las piernas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: “Desatadlo, y dejadlo ir”[10939].

Profecía de Caifás

45Muchos judíos, que habían venido a casa de María, viendo lo que hizo, creyeron en Él. 46Algunos de entre ellos, sin embargo, se fueron de allí a encontrar a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron un consejo y dijeron: “¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros. 48Si le dejamos continuar, todo el mundo va a creer en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar (santo) y también nuestro pueblo”. 49Pero uno de ellos, Caifás, que era Sumo Sacerdote en aquel año, les dijo: “Vosotros no entendéis nada, 50y no discurrís que os es preferible que un solo hombre muera por todo el pueblo, antes que todo el pueblo perezca”. 51Esto, no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo Sumo Sacerdote en aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación[10940], 52y no por la nación solamente, sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos. 53Desde aquel día tomaron la resolución de hacerlo morir. 54Por esto Jesús no anduvo más, ostensiblemente, entre los judíos, sino que se fue a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y se quedó allí con sus discípulos[10941].

55Estaba próxima la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subieron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. 56Y, en el Templo, buscaban a Jesús, y se preguntaban unos a otros: “¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?” 57Entre tanto, los sumos sacerdotes y los fariseos habían impartido órdenes para que quienquiera supiese dónde estaba, lo manifestase, a fin de apoderarse de Él.

JUAN 12
María unge a Jesús

1Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. 2Le dieron allí una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él. 3Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo puro de gran precio ungió con él los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y el olor del ungüento llenó toda la casa[10942]. 4Judas el Iscariote, uno de sus discípulos, el que había de entregarlo, dijo: 5“¿Por qué no se vendió este ungüento en trescientos denarios, y se dio para los pobres?” 6No dijo esto porque se cuidase de los pobres, sino porque era ladrón; y como él tenía la bolsa, sustraía lo que se echaba en ella[10943]. 7Mas Jesús dijo: “Déjala, que para el día de mi sepultura lo guardaba. 8Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, mas a Mí no siempre me tenéis”. 9Entre tanto una gran multitud de judíos supieron que Él estaba allí, y vinieron, no por Jesús solo, sino también para ver a Lázaro, a quien Él había resucitado de entre los muertos. 10Entonces los sumos sacerdotes tomaron la resolución de matar también a Lázaro[10944], 11porque muchos judíos, a causa de él, se alejaban y creían en Jesús.

Entrada triunfal en Jerusalén

12Al día siguiente, la gran muchedumbre de los que habían venido a la fiesta, enterados de que Jesús venía a Jerusalén[10945], 13tomaron ramas de palmeras, y salieron a su encuentro; y clamaban: “¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor y el rey de Israel!” 14Y Jesús hallando un pollino, montó sobre él, según está escrito: 15“No temas, hija de Sión, he aquí que tu rey viene, montado sobre un asnillo”. 16Esto no entendieron sus discípulos al principio; mas cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que esto había sido escrito de Él, y que era lo que habían hecho con Él. 17Entre tanto el gentío que estaba con Él cuando llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio de ello. 18Y por eso la multitud le salió al encuentro, porque habían oído que Él había hecho este milagro. 19Entonces los fariseos se dijeron unos a otros: “Bien veis que no adelantáis nada. Mirad cómo todo el mundo se va tras Él”.

Paganos quieren ver a Jesús

20Entre los que subían para adorar en la fiesta, había algunos griegos[10946]. 21Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida en Galilea, y le hicieron este ruego: “Señor, deseamos ver a Jesús”. 22Felipe fue y se lo dijo a Andrés; y los dos fueron a decirlo a Jesús. 23Jesús les respondió y dijo: “¿Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado?”[10947] 24En verdad, en verdad, os digo: si el grano de trigo arrojado en tierra no muere, se queda solo; mas si muere, produce fruto abundante[10948]. 25Quien ama su alma, la pierde; y quien aborrece su alma en este mundo, la conservará para vida eterna. 26Si alguno me quiere servir, sígame, y allí donde Yo estaré, mi servidor estará también; si alguno me sirve, el Padre lo honrará”.

Testimonio del Padre

27“Ahora mi alma está turbada: ¿y qué diré? ¿Padre, presérvame de esta hora? ¡Mas precisamente para eso he llegado a esta hora![10949] 28Padre glorifica tu nombre”. Una voz, entonces, bajó del cielo: “He glorificado ya, y glorificaré aún”[10950]. 29La muchedumbre que ahí estaba y oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: “Un ángel le ha hablado”[10951]. 30Entonces Jesús respondió y dijo: “Esta voz no ha venido por Mí, sino por vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado[10952]. 32Y Yo, una vez levantado de la tierra, lo atraeré todo hacia Mí”[10953]. 33Decía esto para indicar de cuál muerte había de morir. 34El pueblo le replicó: “Nosotros sabemos por la Ley que el Mesías morará entre nosotros para siempre; entonces, ¿cómo puedes Tú decir que es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?”[10954] 35Jesús les dijo: “Poco tiempo está aún la luz entre vosotros; mientras tenéis la luz, caminad, no sea que las tinieblas os sorprendan; el que camina en tinieblas, no sabe adónde va[10955]. 36Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para volveros hijos de la luz”. Después de haber dicho esto, Jesús se alejó y se ocultó de ellos[10956].

Anuncio de la incredulidad

37Mas a pesar de los milagros tan grandes que Él había hecho delante de ellos, no creían en Él[10957]. 38Para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: “Señor, ¿quién ha creído a lo que oímos (de Ti) y el brazo del Señor, ¿a quién ha sido manifestado?”[10958] 39Ellos no podían creer, porque Isaías también dijo[10959]: 40“Él ha cegado sus ojos y endurecido sus corazones, para que no vean con sus ojos, ni entiendan con su corazón, ni se conviertan, ni Yo los sane”. 41Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y de Él habló.

Jesús, Legado divino

42Sin embargo, aun entre los jefes, muchos creyeron en Él, pero a causa de los fariseos, no (lo) confesaban, de miedo de ser excluidos de las sinagogas[10960]; 43porque amaron más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 44Y Jesús clamó diciendo: “El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquel que me envió[10961]; 45y el que me ve, ve al que me envió[10962]. 46Yo la luz, he venido al mundo para que todo el que cree en Mí no quede en tinieblas[10963]. 47Si alguno oye mis palabras y nos las observa, Yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvarlo[10964]. 48El que me rechaza y no acepta mi palabra, ya tiene quien lo juzgará: la palabra que Yo he hablado, ella será la que lo condenará, en el último día[10965]. 49Porque Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar[10966]; 50y sé que su precepto es vida eterna. Lo que Yo digo, pues, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.

III. PLÁTICAS DE DESPEDIDA
JUAN 13
Jesús lava los pies a sus discípulos

1Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para que pasase de este mundo al Padre, como amaba a los suyos, los que estaban en el mundo, los amó hasta el fin[10967]. 2Y mientras cenaban, cuando el diablo había ya puesto en el corazón de Judas, el Iscariote, hijo de Simón, el entregarlo, 3sabiendo que su Padre todo se lo había dado a Él en las manos, que había venido de Dios y que a Dios volvía[10968]. 4se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos[10969], y se ciñó un lienzo. 5Luego, habiendo echado agua en un lebrillo, se puso a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido[10970]. 6Llegando a Simón Pedro, este le dijo: “Señor, ¿Tú lavarme a mí los pies?” 7Jesús le respondió: “Lo que Yo hago, no puedes comprenderlo ahora, pero lo comprenderás después. 8Pedro le dijo: “No, jamás me lavarás Tú los pies”. Jesús le respondió. “Si Yo no te lavo, no tendrás nada de común conmigo”[10971]. 9Simón Pedro le dijo: “Entonces, Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza”. 10Jesús le dijo: “Quien está bañado, no necesita lavarse [más que los pies][10972], porque está todo limpio. Y vosotros estáis limpios, pero no todos”. 11Él sabía, en efecto, quién lo iba a entregar; por eso dijo: “No todos estáis limpios”.

12Después de lavarles los pies, tomó sus vestidos, se puso de nuevo a la mesa y les dijo: “¿Comprendéis lo que os he hecho? 13Vosotros me decís: «Maestro» y «Señor», y decís bien, porque lo soy. 14Si, pues, Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis unos a otros lavaros los pies[10973], 15porque os he dado el ejemplo, para que hagáis como Yo os he hecho. 16En verdad, en verdad, os digo, no es el siervo más grande que su Señor ni el enviado mayor que quien lo envía. 17Sabiendo esto, seréis dichosos al practicarlo. 18No hablo de vosotros todos; Yo sé a quiénes escogí; sino para que se cumpla la Escritura: «El que come mi pan, ha levantado contra Mí su calcañar»[10974]. 19Desde ahora os lo digo, antes que suceda, a fin de que, cuando haya sucedido, creáis que soy Yo. 20En verdad, en verdad, os digo, quien recibe al que Yo enviare, a Mí me recibe; y quien me recibe a Mí, recibe al que me envió”.

Jesús denuncia al traidor

21Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en su espíritu y manifestó abiertamente: “En verdad, en verdad, os digo, uno de vosotros me entregará”. 22Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo de quién hablaba. 23Uno de sus discípulos, aquel a quien Jesús amaba[10975], estaba recostado a la mesa en el seno de Jesús. 24Simón Pedro dijo, pues, por señas a ese: “Di, quién es aquel de quien habla?” 25Y él, reclinándose así sobre el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?” 26Jesús le respondió: “Es aquel a quien daré el bocado[10976], que voy a mojar”. Y mojando un bocado, lo tomó y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. 27Y tras el bocado, en ese momento, entró en él Satanás. Jesús le dijo, pues: “Lo que haces, hazlo más pronto” [10977]. 28Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendió a qué propósito le dijo esto. 29Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaron que Jesús le decía: “Compra lo que nos hace falta para la fiesta”, o que diese algo a los pobres. 30En seguida que tomó el bocado, salió. Era de noche.

El mandamiento nuevo

31Cuando hubo salido, dijo Jesús: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado, y Dios glorificado en Él[10978]. 32Si Dios ha sido glorificado en Él, Dios también lo glorificará en Sí mismo, y lo glorificará muy pronto. 33Hijitos míos, ya no estaré sino poco tiempo con vosotros. Me buscaréis, y, como dije a los judíos, también lo digo a vosotros ahora: “Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir”. 34Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros: para que, así como Yo os he amado, vosotros también os améis unos a otros[10979]. 35En esto reconocerán todos que sois discípulos míos, si tenéis amor unos para otros”.

Anuncia la negación de Pedro

36Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿adónde vas?” Jesús le respondió: “Adonde Yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más tarde me seguirás”[10980]. 37Pedro le dijo: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por Ti”. 38Respondió Jesús: “¿Tú darás tu vida por Mí?” En verdad, en verdad, te digo, no cantará el gallo hasta que tú me hayas negado tres veces”[10981].

JUAN 14
El supremo discurso de Jesús

1No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí[10982]. 2En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros[10983]. 3Y cuando me haya ido y os haya preparado el lugar, vendré otra vez y os tomaré junto a Mí, a fin de que donde Yo estoy, estéis vosotros también[10984]. 4Y del lugar adonde Yo voy, vosotros sabéis el camino”[10985]. 5Díjole Tomás: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo, pues, sabremos el camino?” 6Jesús le replicó: “Soy Yo el camino, y la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por Mí[10986]. 7Si vosotros me conocéis, conoceréis también a mi Padre. Más aún, desde ahora lo conocéis y lo habéis visto”. 8Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre, y esto nos basta”. 9Respondiole Jesús: “Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y tú no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto a mi Padre. ¿Cómo puedes decir: Muéstranos al Padre? 10¿No crees que Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí? Las palabras que Yo os digo, no las digo de Mí mismo; sino que el Padre, que mora en Mí, hace Él mismo sus obras[10987]. 11Creedme: Yo soy en el Padre, y el Padre en Mí; al menos, creed a causa de las obras mismas. 12En verdad, en verdad, os digo, quien cree en Mí, hará él también las obras que Yo hago, y aun mayores, porque Yo voy al Padre[10988] 13y haré todo lo que pidiereis en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo[10989]. 14Si me pedís cualquier cosa en mi nombre Yo la haré”.

Promesa del Espíritu Santo

15“Si me amáis, conservaréis mis mandamientos[10990]. 16Y Yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Intercesor, que quede siempre con vosotros[10991], 17el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; mas vosotros lo conocéis, porque Él mora con vosotros y estará en vosotros[10992]. 18No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. 19Todavía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me volveréis a ver, porque Yo vivo, y vosotros viviréis. 20En aquel día conoceréis que Yo soy en mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros[10993]. 21El que tiene mis mandamientos y los conserva, ese es el que me ama; y quien me ama, será amado de mi Padre, y Yo también lo amaré, y me manifestaré a él”[10994]. 22Díjole Judas —no el Iscariote—: “Señor, ¿cómo es eso: que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?” 23Jesús le respondió y dijo: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada[10995]. 24El que no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”[10996].

Jesús da su propia paz

25“Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. 26Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho[10997]. 27Os dejo la paz, os doy la paz mía; no os doy Yo como da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente. 28Acabáis de oírme decir: «Me voy y volveré a vosotros». Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo[10998]. 29Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto se verifique, creáis. 30Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo[10999]. No es que tenga derecho contra Mí[11000], 31pero es para que el mundo conozca que Yo amo al Padre, y que obro según el mandato que me dio el Padre. Levantaos, vamos de aquí”.

JUAN 15
La vid y los sarmientos

1“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2Todo sarmiento que, estando en Mí, no lleva fruto, lo quita, pero todo sarmiento que lleva fruto, lo limpia, para que lleve todavía más fruto[11001]. 3Vosotros estáis ya limpios, gracias a la palabra que Yo os he hablado[11002]. 4Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Así como el sarmiento no puede por sí mismo llevar fruto, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí[11003]. 5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada[11004]. 6Si alguno no permanece en Mí, es arrojado fuera como los sarmientos, y se seca; después los recogen y los echan al fuego, y se queman[11005]. 7Si vosotros permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que queráis, pedidlo, y lo tendréis[11006]: 8En esto es glorificado mi Padre: que llevéis mucho fruto, y seréis discípulos míos”[11007].

Jesús declara cómo nos ama

9“Como mi Padre me amó, así Yo os he amado: permaneced en mi amor[11008]. 10Si conserváis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que Yo, habiendo conservado los mandamientos de mi Padre, permanezco en su amor. 11Os he dicho estas cosas, para que mi propio gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido[11009]. 12Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. 13Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando[11010]. 15Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, sino que os he llamado amigos, porque todo lo que aprendí de mi Padre, os lo he dado a conocer[11011]. 16Vosotros no me escogisteis a Mí; pero Yo os escogí, y os he designado para que vayáis, y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que el Padre os dé todo lo que le pidáis en mi nombre[11012]. 17Estas cosas os mando, para que os améis unos a otros”.

Los discípulos serán odiados

18“Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros[11013]. 19Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no sois del mundo —porque Yo os he entresacado del mundo— el mundo os odia. 20Acordaos de esta palabra que os dije: No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán[11014] también la vuestra. 21Pero os harán todo esto a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió[11015]. 22Si Yo hubiera venido sin hacerles oír mi palabra, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23Quien me odia a Mí odia también a mi Padre. 24Si Yo no hubiera hecho en medio de ellos las obras que nadie ha hecho, no tendrían pecado, mas ahora han visto, y me han odiado, lo mismo que a mi Padre. 25Pero es para que se cumpla la palabra escrita en su Ley: «Me odiaron sin causa»[11016]. 26Cuando venga el Intercesor[11017], que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí. 27Y vosotros también dad testimonio, pues desde el principio estáis conmigo”.

JUAN 16
Causa de la persecución

1“Os he dicho esto para que no os escandalicéis[11018]. 2Os excluirán de las sinagogas; y aun vendrá tiempo en que cualquiera que os quite la vida, creerá hacer un obsequio a Dios[11019]. 3Y os harán esto, porque no han conocido al Padre, ni a Mí. 4Os he dicho esto, para que, cuando el tiempo venga, os acordéis que Yo os lo había dicho. No os lo dije desde el comienzo, porque Yo estaba con vosotros[11020]. 5Y ahora Yo me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas?[11021] 6sino que la tristeza ha ocupado vuestros corazones porque os he dicho esto. 7Sin embargo, os lo digo en verdad: Os conviene que me vaya; porque, si Yo no me voy, el Intercesor no vendrá a vosotros; mas si me voy, os lo enviaré[11022]. 8Y cuando Él venga, presentará querella al mundo, por capítulo de pecado, por capítulo de justicia, y por capítulo de juicio[11023]: 9por capítulo de pecado, porque no han creído en Mí[11024]; 10por capítulo de justicia, porque Yo me voy a mi Padre, y vosotros no me veréis más[11025]; 11por capítulo de juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado[11026]. 12Tengo todavía mucho que deciros, pero no podéis soportarlo ahora. 13Cuando venga Aquel, el Espíritu de verdad, Él os conducirá a toda la verdad; porque Él no hablará por Sí mismo, sino que dirá lo que habrá oído, y os anunciará las cosas por venir[11027]. 14Él me glorificará, porque tomará de lo mío, y os (lo) declarará. Todo cuanto tiene el Padre es mío; 15por eso dije que Él tomará de lo mío, y os (lo) declarará”.

Me volveréis a ver

16“Un poco de tiempo y ya no me veréis: y de nuevo un poco, y me volveréis a ver, porque me voy al Padre”[11028]. 17Entonces algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto que nos dice: «Un poco, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me volveréis a ver» y: «Me voy al Padre?»” 18Y decían: “¿Qué es este «poco» de que habla? No sabemos lo que quiere decir”. 19Mas Jesús conoció que tenían deseo de interrogarlo, y les dijo: “Os preguntáis entre vosotros que significa lo que acabo de decir: «Un poco, y ya no me veréis, y de nuevo un poco, y me volveréis a ver». 20En verdad, en verdad, os digo, vosotros vais a llorar y gemir, mientras que el mundo se va a regocijar. Estaréis contristados, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. 21La mujer, en el momento de dar a luz, tiene tristeza, porque su hora ha llegado; pero, cuando su hijo ha nacido, no se acuerda más de su dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre al mundo. 22Así también vosotros, tenéis ahora tristeza, pero Yo volveré a veros, y entonces vuestro corazón se alegrará y nadie os podrá quitar vuestro gozo. 23En aquel día no me preguntaréis más sobre nada. En verdad, en verdad, os digo, lo que pidiereis al Padre, Él os lo dará en mi nombre[11029]. 24Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado”[11030].

Tened confianza

25“Os he dicho estas cosas en parábolas; viene la hora en que no os hablaré más en parábolas, sino que abiertamente os daré noticia del Padre. 26En aquel día pediréis en mi nombre, y no digo que Yo rogaré al Padre por vosotros[11031], 27pues el Padre os ama Él mismo, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo vine de Dios. 28Salí del Padre, y vine al mundo; otra vez dejo el mundo, y retorno al Padre”[11032]. 29Dijéronle los discípulos: “He aquí que ahora nos hablas claramente y sin parábolas. 30Ahora sabemos que conoces todo, y no necesitas que nadie te interrogue. Por esto creemos que has venido de Dios”. 31Pero Jesús les respondió: “¿Creéis ya ahora? 32Pues he aquí que viene la hora, y ya ha llegado, en que os dispersaréis cada uno por su lado, dejándome enteramente solo. Pero, Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33Os he dicho estas cosas, para que halléis paz en Mí. En el mundo pasáis apreturas, pero tened confianza: Yo he vencido al mundo”.

JUAN 17
Jesús ora por la gloria del Padre y por su propia glorificación

1Así habló Jesús[11033]. Después, levantando sus ojos al cielo, dijo: “Padre, la hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a Ti[11034]; 2—conforme al señorío que le conferiste sobre todo el género humano— dando vida eterna a todos los que Tú le has dado. 3Y la vida eterna es: que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo Enviado tuyo[11035]. 4Yo te he glorificado a Ti sobre la tierra dando acabamiento a la obra que me confiaste para realizar. 5Y ahora Tú, Padre, glorifícame a Mí junto a Ti mismo, con aquella gloria que en Ti tuve antes que el mundo existiese”[11036].

Ruega por los discípulos

6“Yo he manifestado tu Nombre[11037] a los hombres que me diste (apartándolos) del mundo. Eran tuyos, y Tú me los diste, y ellos han conservado tu palabra. 7Ahora saben que todo lo que Tú me has dado viene de Ti[11038]. 8Porque las palabras que Tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que Yo salí de Ti, y han creído que eres Tú quien me has enviado[11039]. 9Por ellos ruego; no por el mundo, sino por los que Tú me diste, porque son tuyos[11040]. 10Pues todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. 11Yo no estoy ya en el mundo, pero estos quedan en el mundo mientras que Yo me voy a Ti. Padre Santo, por tu nombre, que Tú me diste, guárdalos para que sean uno como somos nosotros[11041]. 12Mientras Yo estaba con ellos, los guardaba por tu Nombre, que Tú me diste, y los conservé, y ninguno de ellos se perdió sino el hijo de perdición, para que la Escritura fuese cumplida[11042]. 13Mas ahora voy a Ti, y digo estas cosas estando (aún) en el mundo, para que ellos tengan en sí mismos el gozo cumplido que tengo Yo. 14Yo les he dado tu palabra y el mundo les ha tomado odio, porque ellos ya no son del mundo, así como Yo no soy del mundo. 15No ruego para que los quites del mundo, sino para que los preserves del Maligno[11043]. 16Ellos no son ya del mundo, así como Yo no soy del mundo. 17Santifícalos en la verdad[11044]: la verdad es tu palabra. 18Como Tú me enviaste a Mí al mundo, también Yo los he enviado a ellos al mundo. 19Y por ellos me santifico Yo mismo, para que también ellos “sean santificados, en la verdad”[11045].

Ruega por todos los que van a creer en él

20“Mas no ruego solo por ellos, sino también por aquellos que, mediante la palabra de ellos, crean en Mí[11046], 21a fin de que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, a fin de que también ellos sean en nosotros, para que el mundo crea que eres Tú el que me enviaste[11047].

22Y la gloria que Tú me diste, Yo se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros somos Uno[11048]: 23Yo en ellos y Tú en Mí, a fin de que sean perfectamente uno, y para que el mundo sepa que eres Tú quien me enviaste y los amaste a ellos como me amaste a Mí[11049]. 24Padre, aquellos que Tú me diste quiero que estén conmigo en donde Yo esté, para que vean la gloria mía, que Tú me diste, porque me amabas antes de la creación del mundo[11050]. 25Padre Justo, si el mundo no te ha conocido, te conozco Yo, y estos han conocido que eres Tú el que me enviaste[11051], 26y Yo les hice conocer tu nombre, y se lo haré conocer para que el amor con que me has amado sea en ellos y Yo en ellos”[11052].

IV. PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
JUAN 18
Jesús es tomado preso

1Después de hablar así, se fue Jesús acompañado de sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con ellos[11053]. 2Y Judas, el que lo entregaba, conocía bien este lugar, porque Jesús y sus discípulos se habían reunido allí frecuentemente. 3Judas, pues, tomando a la guardia y a los satélites de los sumos sacerdotes y de los fariseos, llegó allí con linternas y antorchas, y con armas. 4Entonces Jesús, sabiendo todo lo que le había de acontecer, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscáis?” 5Respondiéronle: “A Jesús el Nazareno”. Les dijo: “Soy Yo”. Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos. 6No bien les hubo dicho: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron en tierra. 7De nuevo les preguntó: “¿A quién buscáis?” Dijeron: “A Jesús de Nazaret”. 8Respondió Jesús: “Os he dicho que soy Yo. Por tanto si me buscáis a Mí, dejad ir a estos”[11054]; 9para que se cumpliese la palabra, que Él había dicho: “De los que me diste, no perdí ninguno”[11055]. 10Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió a un siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. 11Mas Jesús dijo a Pedro: “Vuelve la espada a la vaina; ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?”

Jesús ante Anás y Caifás. Negación de Pedro

12Entonces la guardia, el tribuno y los satélites de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron. 13Y lo condujeron primero a Anás[11056], porque este era el suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año. [Pero Anás lo envió atado a Caifás, el Sumo Sacerdote][11057]. 14Caifás era aquel que había dado a los judíos el consejo: “Conviene que un solo hombre muera por el pueblo”.

15Entretanto Simón Pedro seguía a Jesús como también otro discípulo. Este discípulo, por ser conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el palacio del Pontífice[11058]; 16mas Pedro permanecía fuera, junto a la puerta Salió, pues, aquel otro discípulo, conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera, y trajo adentro a Pedro. 17Entonces, la criada portera dijo a Pedro: “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?” Él respondió: “No soy”. 18Estaban allí de pie, calentándose, los criados y los satélites, que habían encendido un fuego, porque hacía frío. Pedro estaba también en pie con ellos y se calentaba.

19El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza. 20Jesús le respondió: “Yo he hablado al mundo públicamente; enseñé en las sinagogas y en el Templo, adonde concurren todos los judíos, y nada he hablado a escondidas[11059]. 21¿Por qué me interrogas a Mí? Pregunta a los que han oído, qué les he enseñado; ellos saben lo que Yo he dicho”[11060]. 22A estas palabras, uno de los satélites, que se encontraba junto a Jesús, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes Tú al Sumo Sacerdote?” 23Jesús le respondió: “Si he hablado mal, prueba en qué está el mal; pero si he hablado bien ¿por qué me golpeas?”[11061] 24[Va después del 13][11062].

25Entretanto Simón Pedro seguía allí calentándose, y le dijeron: “No eres tú también de sus discípulos?” Él lo negó y dijo: “No lo soy”. 26Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: “¿No te vi yo en el huerto con Él?” 27Pedro lo negó otra vez, y en seguida cantó un gallo.

Jesús ante Pilato

28Entonces condujeron a Jesús, de casa de Caifás, al pretorio: era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse, y poder comer la Pascua[11063]. 29Vino, pues, Pilato a ellos, afuera, y les dijo: “¿Qué acusación traéis contra este hombre?” 30Respondiéronle y dijeron: “Si no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado”. 31Díjoles Pilato: “Entonces tomadlo y juzgadlo según vuestra Ley”. Los judíos le respondieron: “A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie”; 32para que se cumpliese la palabra por la cual Jesús significó de qué muerte había de morir[11064].

33Pilato entró, pues, de nuevo en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres Tú el Rey de los judíos?” 34Jesús respondió: “¿Lo dices tú por ti mismo, o te lo han dicho otros de Mí?” 35Pilato repuso: “¿Acaso soy judío yo? Es tu nación y los pontífices quienes te han entregado a Mí. ¿Qué has hecho?” 36Replicó Jesús: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores combatirían a fin de que Yo no fuese entregado a los judíos. Mas ahora mi reino no es de aquí”[11065]. 37Díjole, pues, Pilato: “¿Conque Tú eres rey?” Contesto Jesús: “Tú lo dices: Yo soy rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad[11066], escucha mi voz”. 38Pilato le dijo: “¿Qué cosa es verdad?”[11067].

Jesús y Barrabás

Apenas dicho esto, salió otra vez afuera y les dijo a los judíos: “Yo no encuentro ningún cargo contra él. 39Pero tenéis costumbre de que para Pascua os liberte a alguien. ¿Queréis, pues, que os deje libre al rey de los judíos?” 40Y ellos gritaron de nuevo: “No a él, sino a Barrabás”. Barrabás era un ladrón.

JUAN 19
Jesús azotado y coronado de espinas

1Entonces, pues, Pilato tomó a Jesús y lo hizo azotar[11068]. 2Luego los soldados trenzaron una corona de espinas, que le pusieron sobre la cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura. 3Y acercándose a Él, decían: “¡Salve, rey de los judíos!” y le daban bofetadas.

Ecce Homo

4Pilato salió otra vez afuera, y les dijo: “Os lo traigo fuera, para que sepáis que yo no encuentro contra Él ningún cargo”. 5Entonces Jesús salió fuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura, y (Pilato) les dijo: “¡He aquí al hombre!” 6Los sumos sacerdotes y los satélites, desde que lo vieron, se pusieron a gritar: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Pilato les dijo: “Tomadlo vosotros, y crucificadlo; porque yo no encuentro en Él ningún delito”[11069]. 7Los judíos le respondieron: “Nosotros tenemos una Ley, y según esta Ley, debe morir, porque se ha hecho Hijo de Dios”. 8Ante estas palabras, aumentó el temor de Pilato[11070]. 9Volvió a entrar al pretorio, y preguntó a Jesús: “¿De dónde eres Tú?” Jesús no le dio respuesta. 10Díjole, pues, Pilato: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo el poder de librarte y el poder de crucificarte?” 11Jesús le respondió: “No tendrías sobre Mí ningún poder, si no te hubiera sido dado de lo alto; por esto quien me entregó a ti, tiene mayor pecado”[11071].

La condenación

12Desde entonces Pilato buscaba cómo dejarlo libre; pero los judíos se pusieron a gritar diciendo: “Si sueltas a este, no eres amigo del César: todo el que se pretende rey, se opone al César”. 13Pilato, al oír estas palabras, hizo salir a Jesús afuera; después se sentó en el tribunal en el lugar llamado Lithóstrotos, en hebreo Gábbatha. 14Era la preparación de la Pascua, alrededor de la hora sexta. Y dijo a los judíos: “He aquí a vuestro Rey”. 15Pero ellos se pusieron a gritar: “¡Muera! ¡Muera! ¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “¿A vuestro rey he de crucificar?” Respondieron los sumos sacerdotes: “¡Nosotros no tenemos otro rey que el César!”[11072] 16Entonces se lo entregó para que fuese crucificado.

La crucifixión

Tomaron, pues, a Jesús; 17y Él, llevándose su cruz, salió para el lugar llamado “El cráneo”, en hebreo Gólgotha[11073], 18donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, quedando Jesús en el medio. 19Escribió también Pilato un título que puso sobre la cruz. Estaba escrito: “Jesús Nazareno, el rey de los judíos”. 20Este título fue leído por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús fue crucificado se encontraba próximo a la ciudad; y estaba redactado en hebreo, en latín y en griego. 21Mas los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: “No escribas “el rey de los judíos”, sino escribe que Él ha dicho: “Soy el rey de los judíos”. 22Respondió Pilato: “Lo que escribí, escribí”.

23Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, de los que hicieron cuatro partes, una para cada uno, y también la túnica. Esta túnica era sin costura, tejida de una sola pieza desde arriba. 24Se dijeron, pues, unos a otros: “No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para saber de quién será”; a fin de que se cumpliese la Escritura: “Se repartieron mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes”. Y los soldados hicieron esto[11074].

María al pie de la cruz

25Junto a la cruz de Jesús estaba de pie[11075] su madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. 26Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”[11076]. 27Después dijo al discípulo: “He ahí a tu madre”. Y desde este momento el discípulo la recibió consigo[11077].

Muerte de Jesús

28Después de esto, Jesús, sabiendo que todo estaba acabado, para que tuviese cumplimiento la Escritura, dijo: “Tengo sed”[11078]. 29Había allí un vaso lleno de vinagre. Empaparon pues, en vinagre una esponja, que ataron a un hisopo, y la aproximaron a su boca. 30Cuando hubo tomado el vinagre, dijo: “Está cumplido”[11079], e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

La lanzada

31Como era la Preparación a la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz durante el sábado —porque era un día grande el de aquel sábado— los judíos pidieron a Pilato que se les quebrase las piernas, y los retirasen. 32Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y luego del otro que había sido crucificado con Él. 33Mas llegando a Jesús y viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas; 34pero uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua.

35Y el que vio, ha dado testimonio —y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad— a fin de que vosotros también creáis[11080]. 36Porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: “Ningún hueso le quebrantaréis”[11081]. 37Y también otra Escritura dice: “Volverán los ojos hacia Aquel a quien traspasaron”[11082].

Sepultura de Jesús

38Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero ocultamente, por miedo a los judíos, pidió a Pilato llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y se llevó el cuerpo. 39Vino también Nicodemo, el que antes había ido a encontrarlo de noche; este trajo una mixtura de mirra y áloe, como cien libras. 40pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en fajas con las especies aromáticas, según la manera de sepultar de los judíos. 41En el lugar donde lo crucificaron había un jardín, y en el jardín un sepulcro nuevo, donde todavía nadie había sido puesto. 42Allí fue donde, por causa de la Preparación de los judíos, y por hallarse próximo este sepulcro, pusieron a Jesús.

V. JESÚS VENCEDOR DE LA MUERTE
JUAN 20
Aparición a la Magdalena y a los apóstoles

1El primer día de la semana[11083], de madrugada, siendo todavía oscuro, María Magdalena llegó al sepulcro; y vio quitada la losa sepulcral. 2Corrió, entonces, a encontrar a Simón Pedro, y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”. 3Salió, pues, Pedro y también el otro discípulo, y se fueron al sepulcro. 4Corrían ambos, pero el otro discípulo corrió más a prisa que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5E, inclinándose, vio las fajas puestas allí, pero no entró. 6Llegó luego Simón Pedro, que le seguía, entró en el sepulcro y vio las fajas puestas allí, 7y el sudario, que había estado sobre su cabeza, puesto no con las fajas, sino en lugar aparte, enrollado[11084]. 8Entonces, entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó. 9Porque todavía no habían entendido la Escritura, de cómo Él debía resucitar de entre los muertos. 10Y los discípulos se volvieron a casa.

11Pero María se había quedado afuera, junto al sepulcro, y lloraba. Mientras lloraba, se inclinó al sepulcro, 12y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. 13Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Díjoles: “Porque han quitado a mi Señor, y yo no sé dónde lo han puesto”. 14Dicho esto se volvió y vio a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús. 15Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas” Ella, pensando que era el jardinero, le dijo: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré”. 16Jesús le dijo: “Mariam”[11085]. Ella, volviéndose, dijo en hebreo: “Rabbuní”, es decir: “Maestro”. 17Jesús le dijo: “No me toques más, porque no he subido todavía al Padre; pero ve a encontrar a mis hermanos, y diles: voy a subir a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. 18María Magdalena fue, pues, a anunciar a los discípulos: “He visto al Señor”, y lo que Él le había dicho.

19A la tarde de ese mismo día, el primero de la semana, y estando, por miedo a los judíos, cerradas las puertas (de) donde se encontraban los discípulos, vino Jesús y, de pie en medio de ellos, les dijo: ¡Paz a vosotros!” 20Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor. 21De nuevo les dijo: ¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío”. 22Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo[11086]: 23a quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos”.

Incredulidad de Tomás

24Ahora bien Tomás, llamado Dídimo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25Por tanto le dijeron los otros: “Hemos visto al Señor”. Él les dijo: “Si yo no veo en sus manos las marcas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y no pongo mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”[11087]. 26Ocho días después, estaban nuevamente adentro sus discípulos, y Tomás con ellos. Vino Jesús, cerradas las puertas, y, de pie en medio de ellos, dijo: “¡Paz a vosotros!” 27Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo, mira mis manos, alarga tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. 28Tomás respondió y le dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” 29Jesús le dijo: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que han creído sin haber visto”[11088]. 30Otros muchos milagros obró Jesús, a la vista de sus discípulos, que no se encuentran escritos en este libro. 31Pero estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida en su nombre[11089].

APÉNDICE
JUAN 21
Aparición junto al mar de Tiberíades

1Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a los discípulos a la orilla del mar de Tiberíades[11090]. He aquí cómo: 2Simón Pedro, Tomás, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea; los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos, se encontraban juntos. 3Simón Pedro les dijo: “Yo me voy a pescar”. Le dijeron: “Vamos nosotros también contigo”. Partieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 4Cuando ya venía la mañana, Jesús estaba sobre la ribera, pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tenéis algo para comer?” Le respondieron: “No”. 6Díjoles entonces: “Echad la red al lado derecho de la barca, y encontraréis”. La echaron, y ya no podían arrastrarla por la multitud de los peces. 7Entonces el discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: “¡Es el Señor!” Oyendo que era el Señor, Simón Pedro se ciñó la túnica —porque estaba desnudo— y se echó al mar. 8Los otros discípulos vinieron en la barca, tirando de la red (llena) de peces, pues estaban solo como a unos doscientos codos de la orilla. 9Al bajar a tierra, vieron brasas puestas, y un pescado encima, y pan[11091]. 10Jesús les dijo: “Traed de los peces que acabáis de pescar”. 11Entonces Simón Pedro subió (a la barca) y sacó a tierra la red, llena de ciento cincuenta y tres grandes peces; y a pesar de ser tantos, la red no se rompió. 12Díjoles Jesús: “Venid, almorzad”. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: “¿Tú quién eres?” sabiendo que era el Señor. 13Aproximose Jesús y tomando el pan les dio, y lo mismo del pescado. 14Esta fue la tercera vez que Jesús, resucitado de entre los muertos, se manifestó a sus discípulos.

El primado de Pedro

15Habiendo, pues, almorzado, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos?” Le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que yo te quiero”. Él le dijo: “Apacienta mis corderos”[11092]. 16Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Le dijo: “Pastorea mis ovejas”. 17Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Se entristeció Pedro de que por tercera vez le preguntase: “¿Me quieres?”, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te quiero”. Díjole Jesús: “Apacienta mis ovejas”.

Sobre Pedro y Juan

18“En verdad, en verdad, te digo, cuando eras más joven, te ponías a ti mismo el ceñidor, e ibas adonde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás los brazos, y otro te pondrá el ceñidor, y te llevará adonde no quieres”[11093]. 19Dijo esto para indicar con qué muerte él había de glorificar a Dios. Y habiéndole hablado así, le dijo: “Sígueme”. 20Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo al cual Jesús amaba, el que, durante la cena, reclinado sobre su pecho, le había preguntado: “Señor ¿quién es el que te ha de entregar?” 21Pedro, pues, viéndolo, dijo a Jesús: “Señor: ¿y este, qué?” 22Jesús le respondió: “Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme”[11094]. 23Y así se propagó entre los hermanos el rumor de que este discípulo no ha de morir. Sin embargo, Jesús no le había dicho que él no debía morir, sino: “Si me place que él se quede hasta mi vuelta, ¿qué te importa a ti?”

24Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero[11095].

25Jesús hizo también muchas otras cosas: si se quisiera ponerlas por escrito, una por una creo que el mundo no bastaría para contener los libros que se podrían escribir[11096].

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

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INTRODUCCIÓN

El libro de los Hechos no pretende narrar lo que hizo cada uno de los apóstoles, sino que toma, como lo hicieron los evangelistas, los hechos principales que el Espíritu Santo ha sugerido al autor para alimento de nuestra fe (cf. Lc. 1, 4; Jn. 20, 31). Dios nos muestra aquí, con un interés histórico y dramático incomparable, lo que fue la vida y el apostolado de la Iglesia en los primeros decenios (años 30-63 del nacimiento de Cristo), y el papel que en ellos desempeñaron los Príncipes de los Apóstoles, San Pedro (caps. 1-12) y San Pablo (caps. 13-28). La parte más extensa se dedica, pues, a los viajes, trabajos y triunfos de este Apóstol de los gentiles, hasta su primer cautiverio en Roma. Con esto se detiene el autor casi inopinadamente, dando la impresión de que pensaba escribir más adelante otro tratado.

No hay duda de que ese autor es la misma persona que escribió el tercer Evangelio. Terminado este, San Lucas retoma el hilo de la narración y compone el libro de los Hechos (véase 1, 1), que dedica al mismo Teófilo (Lc. 1, 1 ss.). Los santos Padres, principalmente S. Policarpo, S. Clemente Romano, S. Ignacio Mártir, S. Ireneo, S. Justino, etc., como también la crítica moderna, atestiguan y reconocen unánimemente que se trata de una obra de Lucas, nativo sirio antioqueno, médico, compañero y colaborador de S. Pablo, con quien se presenta él mismo en muchos pasajes de su relato (16, 10-17; 20, 5-15; 21, 1-18; 27, 1-28, 16). Escribió, en griego, el idioma corriente entonces, de cuyo original procede la presente versión; pero su lenguaje contiene también aramaísmos que denuncian la nacionalidad del autor.

La composición data de Roma hacia el año 63, poco antes del fin de la primera prisión romana de S. Pablo, es decir, cinco años antes de su muerte y también antes de la terrible destrucción de Jerusalén (70 d. C.), o sea, cuando la vida y el culto de Israel continuaban normalmente.

El objeto de S. Lucas de este escrito es, como en su Evangelio. (Lc. 1, 4), confirmarnos en la fe y enseñar la universalidad de la salud traída por Cristo, la cual se manifiesta primero entre los judíos de Jerusalén, después de Palestina y por fin entre los gentiles.

El cristiano de hoy, a menudo ignorante en esta materia, comprende así mucho mejor, gracias a este Libro, el verdadero carácter de la Iglesia y su íntima vinculación con el Antiguo Testamento y con el pueblo escogido de Israel, al ver que, como observa Fillion, antes de llegar a Roma con los apóstoles, la Iglesia tuvo su primer estadio en Jerusalén, donde había nacido (1, 1 - 8, 3); en su segundo estadio se extendió de Jerusalén a Judea y Samaria (8, 4 - 11, 18); tuvo un tercer estadio en Oriente con sede en Antioquía de Siria (11, 19 - 13, 35), y finalmente se estableció en el mundo pagano y en su capital Roma (13, 1 - 28, 31), cumpliéndose así las palabras de Jesús a los apóstoles, cuando estos reunidos lo interrogaron creyendo que iba a restituir inmediatamente el reino a Israel: “No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni momentos que ha fijado el Padre con su potestad. Pero cuando descienda sobre vosotros el Espíritu Santo recibiréis virtud y me seréis testigos en Jerusalén y en toda la Judea y Samaria y hasta los extremos de la tierra” (1, 7 s.). Este testimonio del Espíritu Santo y de los apóstoles lo había anunciado Jesús (Jn. 15, 26 s.) y lo ratifica S. Pedro (1, 22; 2, 32; 5, 32, etc.).

El admirable Libro, cuya perfecta unidad reconoce aun la crítica más adversa, podría llamarse también de los “Hechos de Cristo Resucitado”. “Sin él, fuera de algunos rasgos esparcidos en las Epístolas de S. Pablo, en las Epístolas Católicas y en los raros fragmentos que nos restan de los primeros escritores eclesiásticos, no conoceríamos nada del origen de la Iglesia” (Fillion).

S. Jerónimo resume, en la carta al presbítero Paulino, su juicio sobre este divino Libro en las siguientes palabras: “El Libro de los Hechos de los Apóstoles parece contar una sencilla historia, y tejer la infancia de la Iglesia naciente. Mas, sabiendo que su autor es Lucas, el médico, “cuya alabanza está en el Evangelio” (2 Co. 8, 18), echaremos de ver que todas sus palabras son, a la vez que historia, medicina para el alma enferma”.

PRÓLOGO
HECHOS 1

1El primer libro, oh Teófilo, hemos escrito acerca de todas las cosas desde que Jesús comenzó a obrar y enseñar[11097], 2hasta el día en que fue recibido en lo alto, después de haber instruido por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3a los cuales también se mostró vivo después de su pasión, dándoles muchas pruebas, siendo visto de ellos por espacio de cuarenta días y hablando de las cosas del reino de Dios[11098].

I. LA IGLESIA EN JERUSALÉN
Últimos avisos de Jesús

4Comiendo con ellos, les mandó no apartarse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre, la cual (dijo) oísteis de mi boca[11099]. 5Porque Juan bautizó con agua, mas vosotros habéis de ser bautizados en Espíritu Santo, no muchos días después de estos[11100]. 6Ellos entonces, habiéndose reunido, le preguntaron, diciendo: “Señor, ¿es este el tiempo en que restableces el reino para Israel?”[11101] 7Mas Él les respondió: “No os corresponde conocer tiempos y ocasiones que el Padre ha fijado con su propia autoridad; 8recibiréis, sí, potestad, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria, y hasta los extremos de la tierra”[11102].

Ascensión del Señor

9Dicho esto, fue elevado, viéndolo ellos, y una nube lo recibió (quitándolo) de sus ojos[11103]. 10Y como ellos fijaron sus miradas en el cielo, mientras Él se alejaba, he aquí que dos varones, vestidos de blanco, se les habían puesto al lado[11104], 11los cuales les dijeron: “Varones de Galilea, ¿por qué quedáis aquí mirando al cielo? Este Jesús que de en medio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto ir al cielo”[11105].

En el Cenáculo de Jerusalén

12Después de esto regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos que está cerca de Jerusalén, distante la caminata de un sábado[11106]. 13Y luego que entraron, subieron al cenáculo, donde tenían su morada: Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo, Simón el Zelote y Judas de Santiago[11107]. 14Todos ellos perseveraban unánimes en oración, con las mujeres, con María, la madre de Jesús, y con los hermanos de Este[11108].

Elección del apóstol Matías

15En aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos y dijo —era el número de personas reunidas como de ciento veinte—: 16“¡Varones, hermanos! era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo predijo por boca de David acerca de Judas, el que condujo a los que prendieron a Jesús. 17Porque él pertenecía a nuestro número y había recibido su parte en este ministerio. 18Habiendo, pues, adquirido un campo con el premio de la iniquidad, cayó hacia adelante y reventó por medio, quedando derramadas todas sus entrañas[11109]. 19Esto se hizo notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de manera que aquel lugar, en la lengua de ellos, ha sido llamado Hacéldama, esto es, campo de sangre. 20Porque está escrito en el libro de los Salmos: “Su morada quede desierta, y no haya quien habite en ella”. Y: “Reciba otro su episcopado”[11110]. 21Es, pues, necesario que de en medio de los varones que nos han acompañado durante todo el tiempo en que entre nosotros entró y salió el Señor Jesús[11111], 22empezando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue recogido de en medio de nosotros en lo alto, se haga uno de ellos testigo con nosotros de Su resurrección”[11112]. 23Y propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. 24Y orando dijeron: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra a quién de estos dos has elegido 25para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado del cual Judas se desvió para ir al lugar propio suyo”. 26Y echándoles suertes, cayó la suerte sobre Matías, por lo cual este fue agregado a los once apóstoles[11113].

HECHOS 2
Pentecostés

1Al cumplirse el día de Pentecostés, se hallaban todos juntos en el mismo lugar[11114], 2cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento que soplaba con ímpetu, y llenó toda la casa donde estaban sentados[11115]. 3Y se les aparecieron lenguas divididas, como de fuego, posándose sobre cada uno de ellos[11116]. 4Todos fueron entonces llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, tal como el Espíritu les daba que hablasen[11117].

El milagro de las lenguas

5Habitaban en Jerusalén judíos, hombres piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo. 6Al producirse ese ruido, acudieron muchas gentes y quedaron confundidas, por cuanto cada uno los oía hablar en su propio idioma. 7Se pasmaban, pues, todos, y se asombraban diciéndose: “Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo es, pues, que los oímos cada uno en nuestra propia lengua en que hemos nacido?[11118] 9Partos, medos, elamitas y los que habitan la Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia, 10Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de la Libia por la región de Cirene, y los romanos que viven aquí, 11así judíos como prosélitos[11119], cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios”. 12Estando, pues, todos estupefactos y perplejos, se decían unos a otros: “¿Qué significa esto?” 13Otros, en cambio, decían mofándose: “Están llenos de mosto”.

Discurso de San Pedro

14Entonces Pedro, poniéndose de pie, junto con los once, levantó su voz y les habló: “Varones de Judea y todos los que moráis en Jerusalén, tomad conocimiento de esto y escuchad mis palabras. 15Porque estos no están embriagados como sospecháis vosotros, pues no es más que la tercera hora del día; 16sino que esto es lo que fue dicho por el profeta Joel: 17«Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi espíritu sobre toda carne; profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos verán sueños[11120]. 18Hasta sobre mis esclavos y sobre mis esclavas derramaré de mi espíritu en aquellos días, y profetizarán. 19Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre, y fuego, y vapor de humo. 20El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que llegue el día del Señor, el día grande y celebre. 21Y acaecerá que todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo».

22“Varones de Israel, escuchad estas palabras: A Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios ante vosotros mediante obras poderosas, milagros y señales que Dios hizo por medio de Él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis[11121]; 23a Este, entregado según el designio determinado y la presciencia de Dios, vosotros, por manos de inicuos, lo hicisteis morir, crucificándolo. 24Pero Dios lo ha resucitado anulando los dolores de la muerte, puesto que era imposible que Él fuese dominado por ella[11122]. 25Porque David dice respecto a Él: «Yo tenía siempre al Señor ante mis ojos, pues está a mi derecha para que yo no vacile[11123]. 26Por tanto se llenó de alegría mi corazón, y exultó mi lengua; y aun mi carne reposará en esperanza. 27Porque no dejarás mi alma en el infierno, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28Me hiciste conocer las sendas de la vida, y me colmarás de gozo con tu Rostro».

29“Varones, hermanos, permitidme hablaros con libertad acerca del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro se conserva en medio de nosotros hasta el día de hoy. 30Siendo profeta y sabiendo que Dios le había prometido con juramento que uno de sus descendientes se había de sentar sobre su trono[11124], 31habló proféticamente de la resurrección de Cristo[11125] diciendo: que Él ni fue dejado en el infierno ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús Dios le ha resucitado, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Elevado, pues, a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, Él ha derramado a Este a quien vosotros estáis viendo y oyendo[11126]. 34Porque David no subió a los cielos; antes él mismo dice: «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra[11127], 35hasta que ponga Yo a tus enemigos por tarima de tus pies». 36Por lo cual sepa toda la casa de Israel con certeza que Dios ha constituido Señor y Cristo a este mismo Jesús que vosotros clavasteis en la cruz”[11128].

Frutos del discurso de Pedro

37Al oír esto ellos se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: “Varones, hermanos, ¿qué es lo que hemos de hacer?” 38Respondioles Pedro: “Arrepentíos, dijo, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Pues para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, cuantos llamare el Señor Dios nuestro”. 40Con otras muchas palabras dio testimonio, y los exhortaba diciendo: “Salvaos de esta generación perversa”. 41Aquellos, pues, que aceptaron sus palabras, fueron bautizados y se agregaron en aquel día cerca de tres mil almas[11129].

Vida de los primeros cristianos

42Ellos perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones[11130]. 43Y sobre todos vino temor, y eran muchos los prodigios y milagros obrados por los apóstoles. 44Todos los creyentes vivían unidos, y todo lo tenían en común[11131]. 45Vendían sus posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. 46Todos los días perseveraban unánimemente en el Templo, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón[11132], 47alabando a Dios, y amados de todo el pueblo; y cada día añadía el Señor a la unidad los que se salvaban[11133].

HECHOS 3
Curación de un tullido de nacimiento

1Pedro y Juan subían al Templo a la hora de la oración, la de nona[11134], 2y era llevado un hombre, tullido desde el seno de su madre, al cual ponían todos los días a la puerta del Templo, llamada la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban al Templo[11135]. 3Viendo este a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les imploraba para recibir limosna. 4Mas Pedro, fijando con Juan la vista en él, dijo: “Dirige tu mirada hacia nosotros”. 5Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6Mas Pedro dijo: “No tengo plata ni oro[11136]; pero lo que tengo eso te doy. En el nombre de Jesucristo el Nazareno, levántate y anda”; 7y tomándolo de la mano derecha lo levantó. Al instante se le consolidaron los pies y los tobillos, 8y dando un salto se puso en pie y caminaba. Entró entonces con ellos en el Templo, andando y saltando y alabando a Dios. 9Todo el pueblo le vio como andaba y alababa a Dios. 10Y lo reconocieron, como que él era aquel que solía estar sentado a la Puerta Hermosa del Templo, para pedir limosna, por lo cual quedaron atónitos y llenos de asombro a causa de lo que le había sucedido.

Pedro habla a la muchedumbre

11Mientras él aún detenía a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, vino corriendo hacia ellos, al pórtico llamado de Salomón[11137]. 12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: “Varones de Israel, ¿por qué os maravilláis de esto, o por qué nos miráis a nosotros como si por propia virtud o por propia piedad hubiésemos hecho andar a este hombre? 13El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Siervo Jesús[11138], a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando este juzgaba ponerle en libertad. 14Vosotros negasteis al Santo y Justo y pedisteis que se os diese en gracia un hombre homicida; 15y disteis muerte al autor de la vida, a quien Dios ha levantado de entre los muertos; de lo cual nosotros somos testigos. 16Por la fe en su nombre, a este a quien vosotros veis y conocéis, Su nombre le ha fortalecido; y la fe que de Él viene, es la que le dio esta perfecta salud delante de todos vosotros”[11139].

Pedro exhorta al pueblo a creer en Cristo

17“Ahora bien, oh hermanos, yo sé que por ignorancia obrasteis lo mismo que vuestros jefes[11140]. 18Mas Dios ha cumplido de esta manera lo vaticinado, por boca de todos los profetas: que padecerá el Cristo suyo. 19Arrepentíos, pues, y convertíos, para que se borren vuestros pecados, 20de modo que vengan los tiempos del refrigerio de parte del Señor y que Él envíe a Jesús, el Cristo, el cual ha sido predestinado para vosotros[11141]. 21A Este es necesario que lo reciba el cielo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de las que Dios ha hablado desde antiguo por boca de sus santos profetas[11142]. 22Porque Moisés ha anunciado: El Señor Dios vuestro os suscitará un profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a Él habéis de escuchar en todo cuanto os diga[11143]; 23y toda alma que no escuchare a aquel Profeta, será exterminada de en medio del pueblo. 24Todos los profetas, desde Samuel y los que lo siguieron, todos los que han hablado, han anunciado asimismo estos días[11144]. 25Vosotros sois hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con nuestros padres, diciendo a Abrahán: Y en tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra[11145]. 26Para vosotros en primer lugar Dios ha resucitado a su Siervo y le ha enviado a bendeciros, a fin de apartar a cada uno de vosotros de vuestras iniquidades”[11146].

HECHOS 4
Pedro y Juan encarcelados

1Mientras estaban hablando al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes, con el capitán del Templo, y los saduceos[11147], 2indignados de que enseñasen al pueblo y predicasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era tarde. 4Muchos, sin embargo, de los que habían oído la Palabra creyeron, y el número de los varones llegó a cerca de cinco mil[11148].

Pedro y Juan ante el Sinedrio

5Y acaeció que al día siguiente se congregaron en Jerusalén los jefes de ellos, los ancianos y los escribas, 6y el Sumo Sacerdote Anás, y Caifás, Juan y Alejandro y los que eran del linaje de los príncipes de los sacerdotes. 7Los pusieron en medio y les preguntaron: “¿Con qué poder o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?” 8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió: “Príncipes del pueblo y ancianos, 9si nosotros hoy somos interrogados acerca del bien hecho a un hombre enfermo, por virtud de quién este haya sido sanado, 10sea notorio a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel, que en nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos, por Él se presenta sano este hombre delante de vosotros. 11Esta es la piedra que fue desechada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo[11149]; 12y no hay salvación en ningún otro. Pues debajo del cielo no hay otro nombre dado a los hombres, por medio del cual podemos salvarnos”[11150].

Amenazas del Sinedrio

13Viendo ellos el denuedo de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras e incultos, se admiraron y cayeron en la cuenta de que habían estado con Jesús[11151]; 14por otra parte, viendo al hombre que había sido sanado, de pie en medio de ellos, nada podían decir en contra. 15Mandaron entonces que saliesen del Sinedrio, y deliberaron entre sí, 16diciendo: “¿Qué haremos con estos hombres? Pues se ha hecho por ellos un milagro evidente, notorio a todos los habitantes de Jerusalén, y no lo podemos negar[11152]. 17Pero a fin de que no se divulgue más en el pueblo, amenacémoslos para que en adelante no hablen más en este nombre a persona alguna”. 18Los llamaron, pues, y les intimaron que de ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. 19Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: “Juzgad vosotros si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios[11153]. 20Porque nosotros no podemos dejar de hablar lo que hemos visto y oído”[11154]. 21Y así los despacharon amenazándoles, mas no hallando cómo castigarlos, por temor del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo sucedido. 22Pues era de más de cuarenta años el hombre en quien se había obrado esta curación milagrosa.

Acción de gracias de los fieles

23Puestos en libertad, llegaron a los suyos y les contaron cuantas cosas les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. 24Ellos al oírlo, levantaron unánimes la voz a Dios y dijeron: “Señor, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra y el mar y todo cuanto en ellos se contiene[11155]; 25Tú el que mediante el Espíritu Santo, por boca de David, nuestro padre y siervo tuyo, dijiste: «¿Por qué se han alborotado las naciones, y los pueblos han forjado cosas vanas?[11156] 26Levantáronse los reyes de la tierra, y los príncipes se han coligado contra el Señor y contra su Ungido». 27Porque verdaderamente se han juntado en esta ciudad contra Jesús su santo Siervo, a quien Tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y los pueblos de Israel, 28para hacer lo que tu mano y tu designio había determinado que se hiciese. 29Ahora, pues, Señor, mira las amenazas de ellos, y da a tus siervos que prediquen con toda libertad tu palabra[11157], 30extendiendo tu mano para que se hagan curaciones, prodigios y portentos por el nombre de Jesús el santo Siervo tuyo”. 31Acabada la oración, tembló el lugar en que estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban con toda libertad la palabra de Dios.

La caridad de los primeros cristianos

32La multitud de los fieles tenía un mismo corazón y una misma alma, y ninguno decía ser suya propia cosa alguna de las que poseía, sino que tenían todas las cosas en común[11158]. 33Y con gran fortaleza los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y gracia abundante era sobre todos ellos[11159]. 34Porque no había entre ellos persona pobre, pues todos cuantos poseían campos o casas, los vendían, traían el precio de las cosas vendidas, 35y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se distribuía a cada uno según la necesidad que tenía[11160]. 36Así también José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, lo que significa “Hijo de consolación”, levita y natural de Chipre[11161], 37tenía un campo que vendió y cuyo precio trajo poniéndolo a los pies de los apóstoles.

HECHOS 5
Ananías y Safira

1Un hombre llamado Ananías, con Safira, su mujer, vendió una posesión[11162], 2pero retuvo parte del precio, con acuerdo de su mujer, y trayendo una parte la puso a los pies de los apóstoles. 3Mas Pedro dijo: “Ananías, ¿cómo es que Satanás ha llenado tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, reteniendo parte del valor del campo? 4Quedándote con él ¿no era tuyo? Y aun vendido ¿no quedaba (el precio) a tu disposición? ¿Por qué urdiste tal cosa en tu corazón? No has mentido a hombres sino a Dios”. 5Al oír Ananías estas palabras, cayó en tierra y expiró. Y sobrevino un gran temor sobre todos los que supieron. 6Luego los jóvenes se levantaron, lo envolvieron y sacándolo fuera le dieron sepultura. 7Sucedió entonces que pasadas como tres horas entró su mujer, sin saber lo acaecido; 8a la cual Pedro dirigió la palabra: “Dime, ¿es verdad que vendisteis el campo en tanto?” “Sí, respondió ella, en tanto”. 9Entonces Pedro le dijo: “¿Por qué os habéis concertado para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de aquellos que enterraron a tu marido, y te llevarán también a ti”. 10Al momento ella cayó a sus pies y expiró; con que entraron los jóvenes, la encontraron muerta y la llevaron para enterrarla junto a su marido[11163]. 11Y se apoderó gran temor de toda la Iglesia y de todos los que oyeron tal cosa[11164].

Milagros de los apóstoles

12Hacíanse por manos de los apóstoles muchos milagros y prodigios en el pueblo; y todos se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón[11165]. 13De los demás nadie se atrevía a juntarse con ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima. 14Agregáronse todavía más creyentes al Señor, muchedumbre de hombres y mujeres, 15de tal manera que sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en camillas y lechos, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayese sobre uno de ellos[11166]. 16Concurría también mucha gente de las ciudades vecinas de Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos, los cuales eran sanados todos.

Nueva persecución

17Levantose entonces el Sumo Sacerdote y todos los que estaban con él —eran de la secta de los saduceos— y llenos de celo 18echaron mano a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. 19Mas un ángel del Señor abrió por la noche las puertas de la cárcel, los sacó fuera y dijo: 20“Id, y puestos en pie en el Templo, predicad al pueblo todas las palabras de esta vida”[11167]. 21Ellos, oído esto, entraron al rayar el alba en el Templo y enseñaban. Entretanto, llegó el Sumo Sacerdote y los que estaban con él, y después de convocar al sinedrio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, enviaron a la cárcel para que (los apóstoles) fuesen presentados; 22mas los satélites que habían ido no los encontraron en la cárcel. Volvieron, pues, y dieron la siguiente noticia: 23“La prisión la hemos hallado cerrada con toda diligencia, y a los guardias de pie delante de las puertas, mas cuando abrimos no encontramos a nadie dentro”. 24Al oír tales nuevas, tanto el jefe de la guardia del Templo como los pontífices, estaban perplejos con respecto a lo que podría ser aquello. 25Llegó entonces un hombre y les avisó: “Mirad, esos varones que pusisteis en la cárcel, están en el Templo y enseñan al pueblo”. 26Fue, pues, el jefe de la guardia con los satélites, y los trajo, pero sin hacerles violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27Después de haberlos traído, los presentaron ante el sinedrio y los interrogó el Sumo Sacerdote, 28diciendo: “Os hemos prohibido terminantemente enseñar en este nombre, y he aquí que habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina y queréis traer la sangre de este hombre sobre nosotros”[11168]. 29A lo cual respondieron Pedro y los apóstoles: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres[11169]. 30El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros hicisteis morir colgándole en un madero[11170]. 31A Este ensalzó Dios con su diestra a ser Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de los pecados. 32Y nosotros somos testigos de estas cosas, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen”[11171]. 33Ellos, empero, al oírlos se enfurecían y deliberaban cómo matarlos.

Discurso de Gamaliel

34Pero se levantó en medio del consejo cierto fariseo, por nombre Gamaliel[11172], doctor de la Ley, respetado de todo el pueblo, el cual mandó que hiciesen salir fuera a aquellos hombres por breve tiempo; 35y les dijo: “Varones de Israel, considerad bien lo que vais a hacer con estos hombres. 36Porque antes de estos días se levantó Teudas diciendo que él era alguien. A él se asociaron alrededor de cuatrocientos hombres, pero fue muerto, y todos los que le seguían quedaron dispersos y reducidos a la nada. 37Después de este se sublevó Judas el Galileo en los días del empadronamiento y arrastró tras sí mucha gente. Él también pereció, y se dispersaron todos sus secuaces. 38Ahora, pues, os digo, dejad a estos hombres y soltadlos, porque si esta idea u obra viene de hombres, será desbaratada; 39pero si de Dios viene, no podréis destruirla, no sea que os halléis peleando contra Dios”. Siguieron ellos su opinión; 40y después de llamar a los apóstoles y azotarlos, les mandaron que no hablasen más en el nombre de Jesús, y los despacharon[11173]. 41Mas ellos salieron gozosos de la presencia del sinedrio, porque habían sido hallados dignos de sufrir desprecio por el nombre (de Jesús). 42No cesaban todos los días de enseñar y anunciar a Cristo Jesús tanto en el Templo como por las casas[11174].

HECHOS 6
Elección de los siete diáconos

1En aquellos días al crecer el número de los discípulos, se produjo una queja de los griegos contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en el suministro cotidiano[11175]. 2Por lo cual los doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: “No es justo que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir a las mesas[11176]. 3Elegid, pues, oh hermanos, de entre vosotros a siete varones de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, a los cuales entreguemos este cargo. 4Nosotros, empero, perseveraremos en la oración y en el ministerio de la palabra”[11177]. 5Agradó esta proposición a toda la asamblea, y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía[11178]. 6A estos los presentaron a los apóstoles, los cuales, habiendo hecho oración, les impusieron las manos[11179]. 7Mientras tanto la palabra de Dios iba creciendo, y aumentaba sobremanera el número de los discípulos en Jerusalén. También muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Celo y virtud de Esteban

8Esteban, lleno de gracia y de poder, obraba grandes prodigios y milagros en el pueblo. 9Por lo cual se levantaron algunos de la sinagoga llamada de los libertinos, de los cireneos, de los alejandrinos y de los de Cilicia y Asia, y disputaron con Esteban, 10mas no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba[11180]. 11Entonces sobornaron a algunos hombres que decían: “Le hemos oído proferir palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”. 12También alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y cayendo sobre él, lo arrebataron y lo llevaron al sinedrio, 13presentando testigos falsos que decían: “Este hombre no deja de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley. 14Porque le hemos oído decir que Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y mudará las costumbres que nos ha transmitido Moisés”[11181]. 15Y fijando en él los, ojos todos los que estaban sentados en el sinedrio, vieron su rostro como el rostro de un ángel[11182].

HECHOS 7
Discurso de San Esteban ante el Sinedrio

1Dijo entonces el Sumo Sacerdote: “¿Es esto así?” 2Respondió él: “Varones hermanos y padres, escuchad. El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abrahán cuando moraba en Mesopotamia, antes que habitase en Harán[11183]. 3Y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que Yo te mostraré. 4Salió entonces de la tierra de los caldeos y habitó en Harán. Y de allí después de la muerte de su padre, lo trasladó (Dios) a esta tierra la cual vosotros ahora habitáis. 5Mas no le dio en ella herencia alguna, ni siquiera de un pie de tierra; pero prometió dársela en posesión a él y a su descendencia después de él, a pesar de que no tenía hijos[11184]. 6Díjole, empero, Dios que su descendencia moraría en tierra extraña, y que la reducirían a servidumbre y la maltratarían por espacio de cuatrocientos años[11185]. 7Y Yo juzgaré a esa nación a la cual servirán, dijo Dios, y después de esto, saldrán y me adorarán en este lugar. También les dio la alianza de la circuncisión; 8y así engendró a Isaac, al cual circuncidó a los ocho días, e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas[11186]. 9Mas los patriarcas movidos por celos vendieron a José a Egipto; pero Dios estaba con él[11187]. 10Le libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría delante del Faraón, rey de Egipto, el cual le constituyó gobernador de Egipto y de toda su casa. 11Vino entonces el hambre sobre todo Egipto y Canaán, y una tribulación extrema, y nuestros padres no hallaban sustento[11188]. 12Mas cuando Jacob supo que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres por primera vez. 13En la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue descubierto su linaje al Faraón[11189]. 14José envió, pues, y llamó a su padre Jacob y toda su parentela, setenta y cinco personas[11190]. 15Por lo tanto Jacob bajó a Egipto, donde murió él y nuestros padres[11191], 16los cuales fueron trasladados a Siquem y sepultados en el sepulcro que Abrahán había comprado de los hijos de Hemor en Siquem a precio de plata[11192]. 17Mas, en tanto que se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había hecho a Abrahán, creció el pueblo y se hizo grande en Egipto[11193], 18hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. 19Este, engañando a nuestra nación, hizo sufrir a nuestros padres, obligándolos a exponer los niños para que no se propagasen. 20En aquel tiempo nació Moisés, hermoso a los ojos de Dios, que fue criado por tres meses en la casa de su padre[11194]. 21Cuando al fin lo expusieron, lo recogió la hija del Faraón y lo crió para sí como hijo suyo. 22Así que Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y llegó a ser poderoso en sus palabras y obras[11195]. 23Mas al cumplir los cuarenta años, le vino el deseo de ver a sus hermanos, los hijos de Israel. 24Y viendo a uno que padecía injusticia, lo defendió y vengó al injuriado, matando al egipcio. 25Creía que sus hermanos comprenderían que por su medio Dios les daba libertad; mas ellos no lo entendieron[11196]. 26Al día siguiente se presentó a unos que reñían, y trataba de ponerlos en paz diciendo: “Hombres, sois hermanos. ¿Cómo es que os hacéis injuria uno a otro?” 27Mas aquel que hacía la injuria a su prójimo, le rechazó diciendo: “¿Quién te ha constituido príncipe y juez sobre nosotros? 28¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?” 29Al oír tal palabra, Moisés huyó y vivió como extranjero en la tierra de Madián, donde engendró dos hijos”.

30“Cumplidos cuarenta años se le apareció en el desierto del monte Sina[11197] un ángel entre las llamas de una zarza ardiente. 31Al ver este espectáculo se admiró Moisés y acercándose para mirarlo, le vino una voz del Señor. 32«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán y de Isaac y de Jacob». Pero Moisés, sobrecogido de espanto, no osaba mirar[11198]. 33Díjole entonces el Señor: «Quítate el calzado de tus pies, pues el lugar donde estás es tierra santa[11199]. 34He visto bien la vejación de mi pueblo en Egipto, he oído sus gemidos, y he descendido para librarlos. Ven, pues, ahora, para que te envíe a Egipto».

35“A este Moisés, a quien negaron diciendo: ¿Quién te ha constituido príncipe y juez?, a este envió Dios para ser caudillo y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36Este mismo los sacó, haciendo prodigios y milagros en la tierra de Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto por espacio de cuarenta años[11200]. 37Este es aquel Moisés que dijo a los hijos de Israel: «Dios os suscitará un profeta de entre vuestros hermanos, como a mí». 38Este es aquel que estuvo en medio del pueblo congregado en el desierto, con el ángel que le hablaba en el monte Sina, y con nuestros padres; el cual recibió también palabras de vida para dároslas[11201]. 39A este no quisieron someterse nuestros padres; antes bien lo desecharon y con sus corazones se volvieron a Egipto, 40diciendo a Aarón: «Haznos dioses que vayan delante de nosotros; pues no sabemos qué ha sido de este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto». 41En aquellos días fabricaron un becerro, y ofreciendo sacrificios al ídolo se regocijaron en las obras de sus manos. 42Entonces Dios les volvió las espaldas, abandonándolos al culto de la milicia del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: «¿Por ventura me ofrecisteis víctimas y sacrificios durante los cuarenta años en el desierto, oh casa de Israel?[11202] 43Alzasteis el tabernáculo de Moloc, y el astro del dios Refán, las figuras que fabricasteis para adorarlas; por lo cual os transportaré más allá de Babilonia».

44“Nuestros padres tenían en el desierto el tabernáculo del testimonio, conforme a la orden de Aquel que a Moisés mandó hacerlo según el modelo que había visto[11203]. 45Recibiéronlo nuestros padres y lo introdujeron también con Jesús cuando tomaron posesión de las naciones que Dios expulsaba delante de nuestros padres, hasta los días de David[11204]; 46el cual halló gracia ante Dios y suplicó por hallar una habitación para el Dios de Jacob[11205]. 47Pero fue Salomón el que le edificó una casa. 48Sin embargo, el Altísimo no habita en casas hechas por mano de hombres, como dice el Profeta: 49«El cielo, es mi trono, y la tierra la tarima de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis?, dice el Señor, ¿o cuál es el lugar de mi descanso?[11206] 50¿Por ventura no es mi mano la que hizo todo esto?» 51Hombres de dura cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros siempre habéis resistido al Espíritu Santo; como vuestros padres, así vosotros[11207]. 52¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?; y dieron muerte a los que vaticinaban acerca de la venida del Justo, a quien vosotros ahora habéis entregado y matado[11208]; 53vosotros, que recibisteis la Ley por disposición de los ángeles, mas no la habéis guardado”.

Martirio de Esteban

54Como oyesen esto, se enfurecieron en sus corazones y crujían los dientes contra él[11209]. 55Mas, lleno del Espíritu Santo y clavando los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios, 56y exclamó: “He aquí que veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios. 57Mas ellos, clamando con gran gritería, se taparon los oídos, y arrojándose a una sobre él, lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon. 58Los testigos depositaron sus vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo[11210]. 59Apedrearon a Esteban, el cual oraba diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. 60Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: “Señor, no les imputes este pecado”. Dicho esto se durmió[11211].

II. CRECIMIENTO DE LA IGLESIA EN PALESTINA Y SIRIA
HECHOS 8
Persecución en Jerusalén

1Saulo, empero, consentía en la muerte de él (de Esteban). Levantose en aquellos días una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén, por lo cual todos, menos los apóstoles se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria[11212]. 2A Esteban le dieron sepultura algunos hombres piadosos e hicieron sobre él gran duelo. 3Entretanto, Saulo devastaba la Iglesia, y penetrando en las casas arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel[11213].

Predicación del Evangelio en Samaria

4Los dispersos andaban de un lugar a otro predicando la palabra. 5Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicoles a Cristo[11214]. 6Mucha gente atendía a una a las palabras de Felipe, oyendo y viendo los milagros que obraba. 7De muchos que tenían espíritus inmundos, estos salían, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y cojos fueron sanados; 8por lo cual se llenó de gozo aquella ciudad.

Simón Mago

9Había en la ciudad, desde tiempo atrás, un hombre llamado Simón, el cual ejercitaba la magia y asombraba al pueblo de Samaria diciendo ser él un gran personaje[11215]. 10A él escuchaban todos, atentos desde el menor hasta el mayor, diciendo: Este es la virtud de Dios, la que se llama grande. 11Le prestaban atención porque por mucho tiempo los tenía asombrados con sus artes mágicas. 12Mas, cuando creyeron a Felipe, que predicaba el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, hombres y mujeres se bautizaron. 13Creyó también el mismo Simón, y después de bautizado se allegó a Felipe y quedó atónito al ver los milagros y portentos grandes que se hacían.

Pedro y Juan van a Samaria

14Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios les enviaron a Pedro y a Juan[11216], 15los cuales habiendo bajado, hicieron oración por ellos para que recibiesen al Espíritu Santo; 16porque no había aún descendido sobre ninguno de ellos, sino que tan solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús[11217]. 17Entonces les impusieron las manos y ellos recibieron al Espíritu Santo[11218].

Condenación de Simón Mago

18Viendo Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció bienes[11219], 19diciendo: “Dadme a mí también esta potestad, para que todo aquel a quien imponga yo las manos reciba al Espíritu Santo”. 20Mas Pedro le respondió: “Tu dinero sea contigo para perdición tuya, por cuanto has creído poder adquirir el don de Dios por dinero. 21Tú no tienes parte ni suerte en esta palabra, pues tu corazón no es recto delante de Dios. 22Por tanto haz arrepentimiento de esta maldad tuya y ruega a Dios, tal vez te sea perdonado lo que piensas en tu corazón. 23Porque te veo lleno de amarga hiel y en lazo de iniquidad”. 24Respondió Simón y dijo: “Rogad vosotros por mí al Señor, para que no venga sobre mí ninguna de las cosas que habéis dicho”[11220]. 25Ellos, pues, habiendo dado testimonio y predicado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y evangelizaron muchas aldeas de los samaritanos.

Felipe bautiza al etíope

26Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que baja de Jerusalén a Gaza, el cual es el desierto. 27Levantose y se fue, y he aquí que un hombre etíope, eunuco, valido de Candace, reina de los etíopes, y superintendente de todos los tesoros de ella, había venido a Jerusalén a hacer adoración[11221]. 28Iba de regreso y, sentado en el carruaje, leía al profeta Isaías. 29Dijo entonces el Espíritu a Felipe: “Acércate y allégate a ese carruaje”. 30Corrió, pues, Felipe hacia allá y oyendo su lectura del profeta Isaías, le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?”[11222] 31Respondió él: “¿Cómo podría si no hay quien me sirva de guía?” Invitó, pues, a Felipe, a que subiese y se sentase a su lado. 32El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este “Como una oveja fue conducido al matadero, y como un cordero enmudece delante del que lo trasquila, así él no abre su boca[11223]. 33En la humillación suya ha sido terminado su juicio. ¿Quién explicará su generación, puesto que su vida es arrancada de la tierra?” 34Respondiendo el eunuco preguntó a Felipe: “Ruégote ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?”[11224] 35Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando por esta Escritura, le anunció la Buena Nueva de Jesús[11225]. 36Prosiguiendo el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: “Ve ahí agua. ¿Qué me impide ser bautizado?” [37] 38Y mandó parar el carruaje, y ambos bajaron al agua, Felipe y el eunuco, y (Felipe) le bautizó[11226]. 39Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, de manera que el eunuco no le vio más; el cual prosiguió su viaje lleno de gozo. 40Mas Felipe se encontró en Azoto, y pasando por todas las ciudades anunció el Evangelio hasta llegar a Cesarea[11227].

HECHOS 9
Saulo en el camino de Damasco

1Saulo que todavía respiraba amenaza y muerte contra los discípulos del Señor, fue al Sumo Sacerdote[11228] 2y le pidió cartas para Damasco, a las sinagogas, con el fin de traer presos a Jerusalén a cuantos hallase de esta religión, hombres y mujeres[11229]. 3Yendo por el camino, ya cerca de Damasco, de repente una luz del cielo resplandeció a su rededor; 4y caído en tierra oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”[11230] 5Respondió él: “¿Quién eres, Señor?” Díjole Este: “Yo soy Jesús a quien tú persigues[11231]. 6Mas levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que has de hacer”. 7Los hombres que con él viajaban se habían parados atónitos, oyendo, por cierto, la voz, pero no viendo a nadie[11232]. 8Levantose, entonces, Saulo de la tierra, mas al abrir sus ojos no veía nada. Por lo tanto lo tomaron de la mano y lo condujeron a Damasco. 9Tres días estuvo privado de la vista, y no comió ni bebió[11233].

Conversión y bautismo de Saulo

10Vivía en Damasco cierto discípulo, por nombre Ananías, al cual el Señor dijo en una visión: “¡Ananías!”, y él respondió: “Aquí me tienes. Señor”. 11Díjole entonces el Señor: “Levántate y ve a la calle llamada «la Recta», y pregunta en casa de Judas por un hombre llamado Saulo de Tarso, porque él está en oración”; 12y (Saulo) vio a un hombre llamado Ananías, cómo entraba y le imponía las manos para que recobrase la vista[11234]. 13A lo cual respondió Ananías: “Señor, he oído de muchos respecto a este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén[11235]. 14y aquí está con poderes de los sumos sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre”. 15Mas el Señor le replicó: “Anda, porque un instrumento escogido es para mí ese mismo, a fin de llevar mi nombre delante de naciones y reyes e hijos de Israel[11236]; 16porque Yo le mostraré cuánto tendrá que sufrir por mi nombre”[11237]. 17Fuése, pues, Ananías, entró en la casa y le impuso las manos, diciendo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo”[11238]. 18Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas y recobró la vista; luego se levantó y fue bautizado. 19Tomó después alimento y se fortaleció.

Saulo predica en Damasco

Apenas estuvo algunos días con los discípulos que se hallaban en Damasco, 20cuando empezó a predicar en las sinagogas a Jesús, como que Este es el Hijo de Dios[11239]. 21Y todos los que le oían, estaban pasmados y decían: “¿No es este aquel que destrozaba en Jerusalén a los que invocan este nombre, y aquí había venido con el propósito de llevarlos atados ante los sumos sacerdotes?”[11240] 22Saulo, empero, fortalecíase cada día más y confundía a los judíos que vivían en Damasco, afirmando que Este es el Cristo.

Saulo se retira a su patria

23Bastantes días más tarde, los judíos tomaron la resolución de quitarle la vida[11241]. 24Mas Saulo fue advertido de sus asechanzas; pues ellos custodiaban las puertas día y noche a fin de matarlo[11242]. 25Entonces los discípulos tomándolo de noche, lo descolgaron por el muro, bajándolo en un canasto.

26Llegado a Jerusalén, procuraba juntarse con los discípulos, más todos recelaban de él, porque no creían que fuese discípulo. 27Entonces lo tomó Bernabé y lo condujo a los apóstoles, contándoles cómo en el camino había visto al Señor y que Este le había hablado y cómo en Damasco había predicado con valentía en el nombre de Jesús[11243]. 28Así estaba con ellos, entrando y saliendo, en Jerusalén y predicando sin rebozo en el nombre del Señor. 29Conversaba también con los griegos y disputaba con ellos. Mas estos intentaron matarlo[11244]. 30Los discípulos, al saberlo, lleváronlo a Cesarea y lo enviaron a Tarso.

San Pedro en Lidda

31Entretanto, la Iglesia, por toda Judea y Galilea y Samaria, gozaba de paz y se edificaba caminando en el temor del Señor, y se iba aumentando por la consolación del Espíritu Santo[11245]. 32Sucedió entonces que yendo Pedro a todas partes llegó también a los santos que moraban en Lidda[11246]. 33Encontró allí un hombre llamado Eneas que desde hacía ocho años estaba tendido en un lecho, porque era paralítico. 34Díjole Pedro: “Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y hazte tú mismo la cama”. Al instante se levantó, 35y lo vieron todos los que vivían en Lidda y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor.

San Pedro en Joppe

36Había en Joppe una discípula por nombre Tabita, lo que traducido significa Dorcás (Gacela). Estaba esta llena de buenas obras y de las limosnas que hacía, 37Sucedió en aquellos días que cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y la pusieron en el aposento alto. 38Mas como Lidda está cerca de Joppe, los discípulos oyendo que Pedro se hallaba allí, le enviaron dos hombres suplicándole: “No tardes en venir hasta nosotros”. 39Levantose, pues, Pedro y fue con ellos. Apenas hubo llegado, cuando lo condujeron al aposento alto, y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcás les había hecho estando entre ellas[11247]. 40Mas Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas e hizo oración; después, dirigiéndose al cadáver, dijo: “¡Tabita, levántate!” Y ella abrió los ojos y viendo a Pedro se incorporó[11248]. 41Él, dándole la mano, la puso en pie y habiendo llamado a los santos y a las viudas, se la presentó viva. 42Esto se hizo notorio por toda Joppe, y muchos creyeron en el Señor. 43Se detuvo Pedro en Joppe bastantes días, en casa de cierto Simón, curtidor.

HECHOS 10
Visión del centurión Cornelio de Cesarea

1Había en Cesarea un varón de nombre Cornelio, centurión de la cohorte denominada Itálica[11249]. 2Era piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, daba muchas limosnas al pueblo y hacía continua oración a Dios[11250]. 3Este vio con toda claridad en una visión, a eso de la hora nona, a un ángel de Dios que entraba a él y le decía: “¡Cornelio!” 4Y él, mirándolo fijamente y sobrecogido de temor preguntó: “¿Qué es esto, Señor?” Respondiole: “Tus oraciones y limosnas han subido como recuerdo delante de Dios[11251]. 5Envía, pues, ahora, algunos hombres a Joppe y haz venir a cierto Simón, por sobrenombre Pedro, 6que está hospedado en casa de un tal Simón, curtidor, el cual habita cerca del mar”. 7Cuando hubo partido el ángel que le hablaba, llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado piadoso de los que estaban siempre con él, 8a los cuales explicó todo y los mandó a Joppe.

Visión de Pedro en Joppe

9Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban ya a la ciudad, subió Pedro a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. 10Teniendo hambre quiso comer, pero mientras le preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis. 11Vio el cielo abierto y un objeto como lienzo grande, que pendiente de las cuatro puntas bajaba sobre la tierra. 12En él se hallaban todos los cuadrúpedos y los reptiles de la tierra y las aves del cielo. 13Y oyó una voz: 14“Levántate, Pedro, mata y come”. “De ninguna manera, Señor, respondió Pedro, pues jamás he comido cosa común e inmunda”. 15Mas se dejó oír la voz por segunda vez: “Lo que Dios ha purificado, no lo declares tú común”[11252]. 16Esto se repitió por tres veces, e inmediatamente el objeto subió al cielo.

Llegada de los mensajeros de Cornelio

17Pedro estaba todavía incierto del significado de la visión que había visto, cuando los hombres enviados por Cornelio, habiendo preguntado por la casa de Simón, se presentaron a la puerta. 18Llamaron, pues, y preguntaron si se hospedaba allí Simón, por sobrenombre Pedro. 19Este estaba todavía reflexionando sobre la visión, cuando le dijo el Espíritu: “He aquí que tres hombres te buscan. 20Levántate, baja y ve con ellos sin reparar en nada, porque soy Yo el que los he enviado”. 21Bajó, pues, Pedro hacia los hombres y dijo: “Heme, aquí, soy yo a quien buscáis. ¿Cuál es el motivo de vuestra venida?” 22Respondiéronle: “El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, al cual da testimonio todo el pueblo de los judíos, ha sido advertido divinamente por un santo ángel para hacerte ir a su casa y escuchar de ti palabras”. 23Entonces (Pedro) los hizo entrar y les dio hospedaje.

Pedro en Cesárea

Al día siguiente se levantó y marchó con ellos[11253], acompañándole algunos de los hermanos que estaban en Joppe. 24Y al otro día entró en Cesarea. Cornelio les estaba esperando y había convocado ya a sus parientes y amigos más íntimos. 25Y sucedió que, estando Pedro para entrar, Cornelio le salió al encuentro y postrándose a sus pies hizo adoración. 26Mas Pedro le levantó diciendo: “Levántate, porque yo también soy hombre”[11254]. 27Y conversando con él, entró y encontró muchas personas reunidas, a las cuales dijo: 28“Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío juntarse con un extranjero o entrar en su casa; pero Dios me ha enseñado a no declarar común o inmundo a ningún hombre[11255]. 29Por lo cual al ser llamado he venido sin reparo; pregunto, pues: ¿Cuál es el motivo por el que habéis enviado a llamarme?” 30Cornelio respondió: “Cuatro días hace hoy estaba yo orando en mi casa a la hora nona, y he aquí que se me puso delante un hombre en vestidura resplandeciente, 31y me dijo: “Cornelio, ha sido oída tu oración, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. 32Envía a Joppe y haz venir a Simón, por sobrenombre Pedro, el cual está hospedado en casa de Simón, curtidor, cerca del mar”. 33Inmediatamente envié por ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, nosotros todos estamos en presencia de Dios para oír todo cuanto el Señor te ha encargado”.

34Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: “En verdad conozco que Dios no hace acepción de personas, 35sino que en todo pueblo le es acepto el que le teme y obra justicia[11256]. 36Dios envió su palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la paz por Jesucristo, el cual es el Señor de todos. 37Vosotros no ignoráis las cosas que han acontecido en toda la Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo predicado por Juan: 38cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y poder a Jesús de Nazaret, el cual iba de lugar en lugar, haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él[11257]. 39Nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén (ese Jesús), a quien también dieron muerte colgándolo de un madero; 40pero Dios le resucitó al tercer día y le dio que se mostrase manifiesto[11258], 41no a todo el pueblo, sino a nosotros los testigos predestinados por Dios, los que hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos. 42Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Este es Aquel que ha sido destinado por Dios a ser juez de los vivos y de los muertos[11259]. 43De Este dan testimonio todos los profetas (diciendo) que cuantos crean en Él, recibirán remisión de los pecados por su nombre”[11260].

Bautismo de Cornelio

44Mientras Pedro pronunciaba aún estas palabras, descendió el Espíritu Santo sobre todos los que oían su discurso[11261]. 45Quedaron entonces pasmados los fieles de entre los circuncidados, que habían venido con Pedro, porque el don del Espíritu Santo se había derramado también sobre los gentiles. 46Pues los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Por lo cual dijo Pedro: 47“¿Puede alguien prohibir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” 48Mandó, pues, bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Después le rogaron que permaneciese algunos días[11262].

HECHOS 11
Pedro tranquiliza a los cristianos de Jerusalén

1Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían aceptado la palabra de Dios. 2Cuando pues Pedro ascendió a Jerusalén, le juzgaban por eso los de la circuncisión, 3diciendo: “Tú entraste en casas de hombres incircuncisos y comiste con ellos”[11263]. 4Por lo cual Pedro comenzó a darles cuenta de todo ordenadamente, diciendo: 5“Estaba yo en la ciudad de Joppe, en oración, cuando vi en éxtasis una visión, un objeto, a manera de lienzo grande que descendía del cielo, pendiente de los cuatro extremos, y vino hacia mí. 6Fijando en él mis ojos lo contemplaba y veía los cuadrúpedos de la tierra, las fieras, los reptiles, y las aves del cielo. 7Oí también una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. 8“De ninguna manera, Señor, dije yo, porque jamás ha entrado en mi boca cosa común o inmunda”. 9Respondió por segunda vez una voz del cielo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames inmundo”. 10Esto se repitió tres veces, y todo fue alzado de nuevo hacia el cielo. 11Y he aquí en aquel mismo momento se presentaron junto a la casa en que nos hallábamos, tres hombres enviados a mí desde Cesarea. 12Díjome entonces el Espíritu que fuese con ellos sin vacilar. Me acompañaron también estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. 13El cual nos contó cómo había visto al ángel de pie en su casa, que le decía: “Envía a Joppe y haz venir a Simón por sobrenombre Pedro. 14Este te dirá palabras por las cuales serás salvado tú y toda tu casa”[11264]. 15Apenas había yo empezado a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como al principio sobre vosotros. 16Entonces me acordé de la palabra del Señor cuando dijo: “Juan por cierto ha bautizado con agua, vosotros, empero, seréis bautizados en Espíritu Santo”[11265]. 17Si pues Dios les dio a ellos el mismo don que a nosotros, que hemos creído en el nombre del Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder oponerme a Dios?”[11266] 18Oído esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: “Luego también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para la vida”[11267].

La Iglesia de Antioquía

19Aquellos que habían sido dispersados a causa de la persecución contra Esteban, fueron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, mas predicaban el Evangelio únicamente a los judíos. 20Había entre ellos algunos varones de Chipre y Cirene, los cuales, llegados a Antioquía, conversaron también con los griegos anunciándoles al Señor Jesús[11268]; 21y la mano del Señor estaba con ellos, y un gran número abrazó la fe y se convirtió al Señor. 22La noticia de estas cosas llegó a oídos de la Iglesia que estaba en Jerusalén, por lo cual enviaron a Bernabé hasta Antioquía. 23Este llegado allá, y viendo la gracia de Dios, se llenó de gozo, y exhortaba a todos a perseverar en el Señor según habían propuesto en su corazón; 24porque era un varón bueno y lleno de Espíritu Santo y de fe. Así se agregó un gran número al Señor.

San Pablo en Antioquía

25Partió entonces (Bernabé) para Tarso a buscar a Saulo 26y habiéndolo hallado lo llevó a Antioquía. Y sucedió que un año entero se congregaron en la Iglesia, instruyendo a mucha gente; y fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos[11269].

Bernabé y Pablo llevan la colecta a Jerusalén

27En aquellos días bajaron profetas de Jerusalén a Antioquía; 28y levantándose uno de ellos, por nombre Agabo, profetizaba por medio del Espíritu Santo que un hambre grande había de venir sobre la tierra, como en efecto sucedió bajo Claudio[11270]. 29Determinaron, pues, los discípulos, enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea, cada uno según sus facultades. 30Lo que hicieron efectivamente, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y Saulo[11271].

HECHOS 12
Martirio de Santiago y prisión de Pedro

1En aquel tiempo el rey Herodes[11272] empezó a perseguir a algunos de la Iglesia; 2y mató a espada a Santiago, hermano de Juan[11273]. 3Viendo que esto agradaba a los judíos, tomó preso también a Pedro. Eran entonces los días de los Ázimos[11274]. 4A este lo prendió y lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de soldados de a cuatro hombres cada uno, con el propósito de presentarlo al pueblo después de la Pascua. 5Pedro se hallaba, pues, custodiado en la cárcel, mas la Iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él[11275]. 6Cuando Herodes estaba ya a punto de presentarlo, en aquella misma noche Pedro dormía en medio de dos soldados, atado con dos cadenas, y ante las puertas estaban guardias que custodiaban la cárcel. 7Y he aquí que sobrevino un ángel del Señor y una luz, resplandeció en el aposento, y golpeando el costado de Pedro lo despertó, diciendo: “Levántate presto”. Y se le cayeron las cadenas de las manos[11276]. 8Díjole entonces el ángel: “Cíñete y cálzate tus sandalias”; y lo hizo así. Díjole asimismo: “Ponte la capa y sígueme”. 9Salió, pues, y le siguió sin saber si era realidad lo que el ángel hacía con él; antes bien le parecía ver una visión. 10Pasaron la primera guardia y la segunda y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió automáticamente. Y habiendo salido pasaron adelante por una calle, y al instante se apartó de él el ángel.

Pedro se retira a otra parte

11Entonces Pedro vuelto en sí dijo: “Ahora sé verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos”. 12Pensando en esto llegó a la casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos haciendo oración[11277]. 13Llamó a la puerta del portal, y salió a escuchar una sirvienta llamada Rode, 14la cual, reconociendo la voz de Pedro, de pura alegría no abrió la puerta sino que corrió adentro con la nueva de que Pedro estaba a la puerta. 15Dijéronle: “Estás loca”. Mas ella insistía en que era así. Ellos entonces dijeron: “Es su ángel”[11278]. 16Pedro, empero, siguió golpeando a la puerta. Abrieron, por fin, y viéndolo quedaron pasmados. 17Mas él, haciéndoles señal con la mano para que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel, Después dijo: Anunciad esto a Santiago y a los hermanos. Y saliendo fue a otro lugar[11279]. 18Cuando se hizo de día, era grande la confusión entre los soldados sobre qué habría sido de Pedro. 19Herodes lo buscaba y no hallándole, hizo inquisición contra los guardias y mandó conducirlos (al suplicio)[11280]. Él mismo descendió de Judea a Cesarea en donde se quedó.

Fin espantoso del perseguidor

20Estaba (Herodes) irritado contra los tirios y sidonios; mas ellos de común acuerdo se le presentaron y habiendo ganado a Blasto, camarero del rey, pidieron la paz, pues su país era alimentado por el del rey. 21En el día determinado Herodes, vestido de traje real y sentado en el trono, les pronunció un discurso. 22Y el pueblo clamaba: Esta es la voz de un dios y no de un hombre. 23Al mismo instante lo hirió un ángel del Señor por no haber dado a Dios la gloria; y roído de gusanos expiró[11281]. 24Entretanto la palabra de Dios crecía y se multiplicaba. 25Mas Bernabé y Saulo, acabada su misión, volvieron de Jerusalén llevando consigo a Juan, el apellidado Marcos.

III. LA IGLESIA EN EL MUNDO GRECO-ROMANO
A. PRIMER VIAJE DE SAN PABLO
HECHOS 13
Pablo y Bernabé son escogidos para la misión entre los gentiles

1Había en la Iglesia de Antioquía profetas y doctores: Bernabé, Simón por sobrenombre el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo[11282]. 2A ellos, mientras ejercían el ministerio ante el Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: “Separadme a Bernabé y Saulo para la obra a la cual los tengo elegidos”. 3Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los despidieron[11283].

Pablo y Elimas

4Enviados, pues, por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, desde donde navegaron a Chipre. 5Llegados a Salamina predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, teniendo a Juan (Marcos) como ayudante. 6Después de recorrer toda la isla hasta Pafo, encontraron un judío, mago y seudoprofeta, por nombre Barjesús, 7el cual estaba con el procónsul Sergio Pablo, hombre prudente, que llamó a Bernabé y Saulo, deseando oír la palabra de Dios. 8Pero Elimas, el mago —así se interpreta su nombre— se les oponía, procurando apartar de la fe al procónsul. 9Entonces Saulo, que también se llamaba Pablo[11284], lleno de Espíritu Santo, fijando en él sus ojos, 10dijo: “¡Oh hombre lleno de todo fraude y de toda malicia, hijo del diablo y enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de pervertir los caminos rectos del Señor?[11285] 11Ahora, pues, he aquí que la mano del Señor está sobre ti, y quedarás ciego, sin ver el sol hasta cierto tiempo”. Y al instante cayeron sobre él tinieblas y oscuridad, y dando vueltas buscaba a quien le tomase de la mano[11286]. 12Al ver lo sucedido el procónsul abrazó la fe, maravillado de la doctrina del Señor.

Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia

13Pablo y sus compañeros dejaron entonces Pafo y fueron a Perge de Panfilia. Entretanto Juan se apartó de ellos y se volvió a Jerusalén[11287]. 14Ellos, empero, yendo más allá de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia, donde el día sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. 15Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga enviaron a decirles: “Varones, hermanos, si tenéis una palabra de consuelo para el pueblo, hablad”[11288].

Discurso de San Pablo en Antioquía de Pisidia

16Levantose entonces Pablo y haciendo señal (de silencio) con la mano, dijo: “Varones israelitas y los que teméis a Dios, escuchad[11289]. 17El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres y ensalzó al pueblo durante su estancia en tierra de Egipto; y con brazo excelso los sacó de allí[11290]. 18Los sufrió después por espacio de unos cuarenta años en el desierto, 19destruyó siete naciones en la tierra de Canaán y distribuyó en herencia sus tierras, 20como unos cuatrocientos cincuenta años después[11291]. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. 21Desde entonces pidieron rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por espacio de cuarenta años. 22Depuesto este, les suscitó por rey a David, de quien también dio testimonio diciendo: “He hallado a David, hijo de Jesé, varón conforme a mi corazón quien cumplirá toda mi voluntad”[11292]. 23Del linaje de este, según la promesa, suscitó Dios para Israel un Salvador, Jesús. 24Pero antes de su entrada, Juan predicó un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25Y al cumplir Juan su carrera dijo: “Yo no soy el que vosotros pensáis, mas después de mí vendrá uno, a quien no soy digno de desatar el calzado de sus pies”. 26Varones, hermanos, hijos del linaje de Abrahán, y los que entre vosotros son temerosos de Dios, a vosotros ha sido enviada la palabra de esta salvación[11293]. 27Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes, desconociendo a Él y las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, les dieron cumplimiento, condenándolo[11294]; 28y aunque no encontraron causa de muerte, pidieron a Pilato que se le quitase la vida. 29Y después de haber cumplido todo lo que de Él estaba escrito, descolgáronle del madero y le pusieron en un sepulcro. 30Mas Dios le resucitó de entre los muertos, 31y se apareció durante muchos días a aquellos que con Él habían subido de Galilea a Jerusalén. Los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. 32Nosotros os anunciamos la promesa dada a los padres[11295], 33esta es la que ha cumplido Dios con nosotros, los hijos de ellos, resucitando a Jesús según está escrito también en el Salmo segundo: “Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado”[11296]. 34Y que lo resucitó de entre los muertos para nunca más volver a la corrupción, esto lo anunció así: “Os cumpliré las promesas santas y fieles dadas a David”. 35Y en otro lugar dice: “No permitirás que tu Santo vea la corrupción”. 36Porque David después de haber servido en su tiempo al designio de Dios, murió y fue agregado a sus padres, y vio la corrupción. 37Aquel, empero, a quien Dios resucitó, no vio corrupción alguna. 38Sabed, pues, varones, hermanos, que por medio de Este se os anuncia remisión de los pecados; y de todo cuanto no habéis podido ser justificados en la Ley de Moisés, 39en Él es justificado todo aquel que tiene fe[11297]. 40Mirad, pues, no recaiga sobre vosotros lo que se ha dicho en los Profetas: 41“Mirad, burladores, maravillaos y escondeos, porque Yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, aun cuando alguno os lo explicare”[11298].

Efectos del discurso

42Cuando ellos salieron, los suplicaron que el sábado siguiente les hablasen de estas cosas. 43Y clausurada la asamblea, muchos de los judíos y de los prosélitos temerosos de Dios siguieron a Pablo y Bernabé, los cuales conversando con ellos los exhortaban a perseverar en la gracia de Dios. 44El sábado siguiente casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra de Dios. 45Pero viendo los judíos las multitudes, se llenaron de celos y blasfemando contradecían a lo que Pablo predicaba[11299]. 46Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda franqueza: “Era necesario que la palabra de Dios fuese anunciada primeramente a vosotros; después que vosotros la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna[11300], 47he aquí que nos dirigimos a los gentiles. Pues así nos ha mandado el Señor: “Yo te puse por lumbrera de las naciones a fin de que seas para salvación hasta los términos de la tierra”[11301].

48Al oír esto se alegraban los gentiles y glorificaban la palabra del Señor. Y creyeron todos cuantos estaban ordenados para vida eterna[11302]. 49Y la palabra del Señor se esparcía por toda aquella región. 50Los judíos, empero, instigaron a las mujeres devotas de distinción[11303], y a los principales de la ciudad, suscitando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio; 51los cuales sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio. 52Mas los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo[11304].

HECHOS 14
En Iconio

1De la misma manera entraron en Iconio en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal modo que una gran multitud de judíos y griegos abrazó la fe[11305]. 2Pero los incrédulos de entre los judíos excitaron y exacerbaron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3Con todo moraron allí bastante tiempo, hablando con toda libertad sobre el Señor, el cual confirmaba la palabra de su gracia concediendo que, por las manos de ellos, se obrasen milagros y portentos. 4Y la gente de la ciudad se dividió: estaban unos con los judíos y otros con los apóstoles[11306]. 5Mas cuando se produjo un tumulto de los gentiles y también de los judíos, con sus jefes[11307], 6a fin de entregarlos y apedrearlos, ellos dándose cuenta, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia y su comarca, 7donde predicaron el Evangelio.

En Listra y Derbe

8En Listra se hallaba sentado (en la calle) un hombre, incapaz de mover los pies, cojo desde el seno materno, y que nunca había andado. 9Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él los ojos y viendo que tenía fe para ser salvado, 10dijo con poderosa voz: “Levántate derecho sobre tus pies”. Y él dio un salto y echó a andar. 11Cuando las gentes vieron lo que había hecho Pablo, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica: “Los dioses se han hecho semejantes a los hombres y han bajado a nosotros”[11308]. 12A Bernabé le dieron el nombre de Júpiter y a Pablo el de Mercurio, por cuanto era él quien llevaba la palabra. 13El sacerdote (del templo) de Júpiter, que se encontraba delante de la ciudad, traía toros y guirnaldas a las puertas, y junto con la multitud quería ofrecer un sacrificio. 14Al oír esto los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron sobre el gentío, clamando y diciendo: 15“Hombres, ¿qué es lo que hacéis? También nosotros somos hombres, de la misma naturaleza que vosotros. Os predicamos para que dejando estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que ha creado el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto en ellos se contiene[11309], 16el cual en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguiesen sus propios caminos[11310]; 17mas no dejó de dar testimonio de Sí mismo[11311], haciendo beneficios, enviando lluvias desde el cielo y tiempos fructíferos y llenando vuestros corazones de alimento y alegría”. 18Diciendo estas cosas, a duras penas pudieron conseguir que el gentío no les ofreciese sacrificios. 19Pero vinieron judíos de Antioquía e Iconio, los cuales persuadieron a las turbas y apedrearon a Pablo. Le arrastraron fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto[11312]. 20Mas él, rodeado de los discípulos, se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente se fue con Bernabé a Derbe.

Fin del primer viaje apostólico

21Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y habiendo ganado muchos discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, 22fortaleciendo los ánimos de los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe y cómo es menester que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios[11313]. 23Y habiéndoles constituido presbíteros en cada una de las Iglesias, orando con ayunos los encomendaron al Señor en quien habían creído[11314]. 24Recorrida la Pisidia llegaron a Panfilia, 25y después de predicar en Perge, bajaron a Atalia[11315]. 26Desde allí navegaron a Antioquía; de donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que acababan de cumplir. 27Llegados reunieron la Iglesia y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28Y detuviéronse con los discípulos no poco tiempo.

B. EL CONCILIO DE JERUSALÉN
HECHOS 15
Inquietud en las comunidades cristianas

1Habían bajado algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: “Si no os circuncidáis según el rito de Moisés, no podéis salvaros”[11316]. 2Pablo y Bernabé tuvieron con ellos no poca disensión y controversia. Por lo cual resolvieron que Pablo y Bernabé y algunos otros de entre ellos[11317] subieran a Jerusalén por causa de esta cuestión, a los apóstoles y presbíteros. 3Ellos, pues, despedidos[11318] por la Iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, relatando la conversión de los gentiles y llenando de gran gozo a todos los hermanos. 4Llegados a Jerusalén fueron acogidos por la Iglesia y los apóstoles y los presbíteros, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos[11319]. 5Pero se levantaron algunos de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe, los cuales decían: “Es necesario circuncidarlos y mandarlos observar la Ley de Moisés”.

Discurso de San Pedro

6Congregáronse entonces los apóstoles y presbíteros para deliberar sobre este asunto. 7Después de larga discusión se levantó Pedro y les dijo: “Varones, hermanos, vosotros sabéis que desde días antiguos Dios dispuso entre vosotros que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del Evangelio y llegasen a la fe[11320]. 8Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, del mismo modo que a nosotros[11321], 9y no ha hecho diferencia entre ellos y nosotros, puesto que ha purificado sus corazones por la fe[11322]. 10Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar?[11323] 11Lejos de eso, creemos ser salvados por la gracia del Señor Jesús, y así también ellos”[11324]. 12Guardó entonces silencio toda la asamblea y escucharon a Bernabé y a Pablo, los que refirieron cuántos milagros y prodigios había hecho Dios entre los gentiles por medio de ellos[11325].

Discurso de Santiago

13Después que ellos callaron, tomó Santiago la palabra y dijo: “Varones, hermanos, escuchadme[11326]. 14Simeón ha declarado cómo primero Dios ha visitado a los gentiles para escoger de entre ellos un pueblo consagrado a su nombre[11327]. 15Con esto concuerdan las palabras de los profetas, según está escrito: 16«Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David que está caído; reedificaré sus ruinas y lo levantaré de nuevo[11328], 17para que busque al Señor el resto de los hombres, y todas las naciones sobre las cuales ha sido invocado mi nombre, dice el Señor que hace estas cosas[11329], 18conocidas (por Él) desde la eternidad»[11330]. 19Por lo cual yo juzgo que no se moleste a los gentiles que se convierten a Dios[11331], 20sino que se les escriba que se abstengan de las inmundicias de los ídolos, de la fornicación, de lo ahogado y de la sangre[11332]. 21Porque Moisés tiene desde generaciones antiguas en cada ciudad hombres que lo predican, puesto que en las sinagogas él es leído todos los sábados”.

Los decretos del Concilio

22Pareció entonces bien a los apóstoles y a los presbíteros, con toda la Iglesia, elegir algunos de entre ellos y enviarlos con Pablo y Bernabé a Antioquía: a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres destacados entre los hermanos[11333]; 23y por conducto de ellos les escribieron:

“Los apóstoles y los presbíteros hermanos, a los hermanos de la gentilidad, que están en Antioquía, Siria y Cilicia, salud[11334]. 24Por cuanto hemos oído que algunos de los nuestros, sin que les hubiésemos dado mandato, fueron y os alarmaron con palabras, perturbando vuestras almas, 25hemos resuelto, de común acuerdo, escoger algunos, para enviarlos a vosotros juntamente con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26hombres (estos) que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27Hemos enviado, pues, a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os anunciarán lo mismo. 28Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros otra carga fuera de estas necesarias[11335]: 29que os abstengáis de manjares ofrecidos a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación; guardándoos de lo cual os irá bien. Adiós”[11336].

30Así despachados descendieron a Antioquía, y convocando la asamblea entregaron la epístola; 31y al leerla, hubo regocijo por el consuelo (que les llevaba). 32Judas y Silas, que eran también profetas[11337], exhortaron a los hermanos con muchas palabras y los fortalecieron. 33Después de haberse detenido algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos y volvieron a los que los habían enviado. 34Pero Silas creyó deber quedarse; Judas solo partió para Jerusalén[11338]. 35Mas Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y predicando con otros muchos la palabra del Señor.

C. SEGUNDO VIAJE DE SAN PABLO
Bernabé se separa de Pablo

36Pasados algunos días, dijo Pablo a Bernabé: “Volvamos y visitemos a los hermanos por todas las ciudades donde hemos predicado la palabra del Señor, (para ver) cómo se hallan”[11339]. 37Bernabé quería llevar también a Juan, llamado Marcos. 38Pablo, empero, opinaba no llevarle más, pues se había separado de ellos desde Panfilia y no los había seguido en el trabajo. 39Originose, pues, una disensión tal[11340], que se apartaron uno de otro, y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó para Chipre. 40Pablo, por su parte, eligió a Silas y emprendió viaje después de haber sido recomendados por los hermanos a la gracia del Señor; 41y recorrió la Siria y la Cilicia confirmando las Iglesias[11341].

HECHOS 16
Misión en Asia Menor

1Llegó a Derbe y a Listra donde se hallaba cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre gentil; 2el cual tenía buen testimonio de parte de los hermanos que estaban en Listra e Iconio. 3A este quiso Pablo llevar consigo; y tomándolo lo circuncidó a causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era gentil[11342]. 4Pasando por las ciudades, les entregaban los decretos ordenados por los apóstoles y los presbíteros que estaban en Jerusalén, para que los observasen. 5Así pues las iglesias se fortalecían en la fe y se aumentaba cada día su número[11343].

San Pablo se encamina a Europa

6Atravesada la Frigia y la región de Galacia, les prohibió el Espíritu Santo predicar la Palabra en Asia[11344]. 7Llegaron, pues, a Misia e intentaron entrar en Bitinia, mas no se lo permitió el Espíritu de Jesús. 8Por lo cual, pasando junto a Misia, bajaron a Tróade, 9donde tuvo por la noche esta visión: estaba de pie un hombre de Macedonia que le suplicaba diciendo: “Pasa a Macedonia y socórrenos”. 10Inmediatamente de tener esta visión procuramos partir para Macedonia infiriendo que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio[11345].

En Filipos

11Embarcándonos, pues, en Tróade, navegamos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis[11346]. 12Desde allí seguimos a Filipos[11347], una colonia, la primera ciudad de aquel distrito de Macedonia; y nos detuvimos en aquella ciudad algunos días. 13El día sábado salimos fuera de la puerta hacia el río, donde suponíamos que se hacía la oración, y sentándonos trabamos conversación con las mujeres que habían concurrido[11348]. 14Una mujer llamada Lidia, comerciante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, escuchaba. El Señor le abrió el corazón y la hizo atenta a las cosas dichas por Pablo[11349]. 15Bautizada ella y su casa, nos hizo instancias diciendo: “Si me habéis juzgado fiel al Señor, entrad en mi casa y permaneced”. Y nos obligó. 16Sucedió entonces que yendo nosotros a la oración, nos salió al encuentro una muchacha poseída de espíritu pitónico, la cual, haciendo de adivina, traía a sus amos mucha ganancia[11350]. 17Esta, siguiendo tras Pablo y nosotros, gritaba diciendo: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian el camino de la salvación”[11351]. 18Esto hizo por muchos días. Pablo se sintió dolorido, y volviéndose dijo al espíritu: “Yo te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella”. Y al punto partió.

Tumulto contra Pablo en Filipos

19Viendo sus amos que había partido la esperanza de hacer más ganancias, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron al foro ante los magistrados[11352]; 20y presentándolos a los pretores dijeron: “Estos hombres alborotan nuestra ciudad. Son judíos[11353] 21y enseñan costumbres que no nos es lícito abrazar, ni practicar, siendo como somos romanos”. 22Al mismo tiempo se levantó la plebe contra ellos, y los pretores, haciéndoles desgarrar los vestidos, mandaron azotarlos con varas. 23Y después de haberles dado muchos azotes, los metieron en la cárcel, mandando al carcelero que los asegurase bien. 24El cual, recibida esta orden, los metió en lo más interior de la cárcel y les sujetó los pies en el cepo[11354]. 25Mas, a eso de media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios, y los presos escuchaban, 26cuando de repente se produjo un terremoto tan grande que se sacudieron los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se les soltaron a todos las cadenas. 27Despertando entonces el carcelero y viendo abierta la puerta de la cárcel, desenvainó la espada y estaba a punto de matarse creyendo que se habían escapado los presos. 28Mas Pablo clamó a gran voz diciendo: “No te hagas ningún daño, porque todos estamos aquí”.

Conversión del carcelero y salida de Pablo de Filipos

29Entonces el carcelero pidió luz, se precipitó dentro, y temblando de temor cayó a los pies de Pablo y Silas. 30Luego los sacó fuera y dijo: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” 31Ellos respondieron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa”. 32Y le enseñaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa[11355]. 33En aquella misma hora de la noche, (el carcelero) los tomó y les lavó las heridas e inmediatamente fue bautizado él y todos los suyos. 34Subiolos después a su casa, les puso la mesa y se regocijaba con toda su casa de haber creído a Dios[11356]. 35Llegado el día, los pretores enviaron los alguaciles a decir: “Suelta a aquellos hombres”. 36El carcelero dio esta noticia a Pablo: “Los pretores han enviado para soltaros; por tanto salid ahora e idos en paz”. 37Mas Pablo les dijo: “Después de azotarnos públicamente, sin oírnos en juicio, nos han metido en la cárcel, siendo como somos romanos; ¿y ahora nos echan fuera secretamente? No, por cierto, sino que vengan ellos mismos y nos conduzcan afuera”[11357]. 38Los alguaciles refirieron estas palabras a los pretores, los cuales al oír que eran romanos, fueron sobrecogidos de temor[11358]. 39Vinieron, pues, y les suplicaron; y sacándolos les rogaron que se fuesen de la ciudad. 40Ellos entonces salieron de la cárcel y entraron en casa de Lidia, y después de haber visto y consolado a los hermanos, partieron.

HECHOS 17
San Pablo en Tesalónica

1Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde se hallaba una sinagoga de los judíos[11359]. 2Pablo, según su costumbre, entró a ellos, y por tres sábados disputaba con ellos según las Escrituras, 3explicando y haciendo ver cómo era preciso que el Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos, y que este Jesús a quien (dijo) yo os predico, es el Cristo[11360]. 4Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, y asimismo un gran número de prosélitos griegos, y no pocas mujeres de las principales[11361]. 5Pero los judíos, movidos por envidia, juntaron hombres malos entre los ociosos de la plaza, y formando un tropel alborotaron la ciudad, y se presentaron ante la casa de Jasón, procurando llevarlos ante el pueblo[11362]. 6Mas como no los hallasen, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados de la ciudad, gritando: “Estos son los que han trastornado al mundo, y ahora han venido también aquí[11363], 7y Jasón les ha dado acogida. Todos estos obran contra los decretos del César, diciendo, que hay otro rey, Jesús”[11364]. 8Con esto alborotaron a la plebe y a los magistrados de la ciudad que tales cosas oían. 9Tomaron, pues, fianza de Jasón y de los demás, y los soltaron.

En Berea

10Inmediatamente, los hermanos hicieron partir a Pablo y a Silas de noche para Berea, los cuales, llegados allí, fueron a la sinagoga de los judíos[11365]. 11Eran estos de mejor índole[11366] que los de Tesalónica, y recibieron la palabra con toda prontitud, escudriñando cada día las Escrituras (para ver) si esto era así. 12Muchos, pues, de ellos creyeron, así como también de las mujeres griegas de distinción, y no pocos de los hombres. 13Pero cuando los judíos de Tesalónica conocieron que también en Berea había sido predicada por Pablo la Palabra de Dios, fueron allí agitando y alborotando igualmente a la plebe[11367]. 14Entonces, al instante, los hermanos hicieron partir a Pablo, para que se encaminase hasta el mar; pero Silas y Timoteo se quedaron allí. 15Los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y habiendo recibido encargo para que Silas y Timoteo viniesen a él lo más pronto posible, se marcharon.

En Atenas

16Mientras Pablo los aguardaba en Atenas, se consumía interiormente su espíritu al ver que la ciudad estaba cubierta de ídolos[11368]. 17Disputaba, pues, en la sinagoga con los judíos y con los prosélitos, y en el foro todos los días con los que por casualidad encontraba. 18También algunos de los filósofos epicúreos y estoicos disputaban con él. Algunos decían: “¿Qué quiere decir este siembra-palabras?” Y otros: “Parece que es pregonador de dioses extranjeros”, porque les anunciaba a Jesús y la resurrección[11369]. 19Con que lo tomaron y llevándolo al areópago dijeron: “¿Podemos saber qué es esta nueva doctrina de que tú hablas?[11370] 20Porque traes a nuestros oídos cosas extrañas; por tanto queremos saber qué viene a ser esto”. 21Pues todos los atenienses y los extranjeros residentes allí no gustaban más que de decir u oír novedades.

Discurso del Areópago

22De pie en medio del Areópago, Pablo dijo: “Varones atenienses, en todas las cosas veo que sois extremadamente religiosos[11371]; 23porque al pasar y contemplar vuestras imágenes sagradas, hallé también un altar en que está escrito: A un dios desconocido. Eso que vosotros adoráis sin conocerlo, es lo que yo os anuncio[11372]: 24El Dios que hizo el mundo y todo cuanto en él se contiene, este siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de mano[11373]; 25ni es servido de manos humanas, como si necesitase de algo, siendo Él quien da a todos vida, aliento y todo[11374]. 26Él hizo de uno solo todo el linaje de los hombres para que habitasen sobre toda la faz de la tierra, habiendo fijado tiempos determinados, y los límites de su habitación[11375], 27para que buscasen a Dios, tratando a tientas de hallarlo, porque no está lejos de ninguno de nosotros; 28pues en Él vivimos y nos movemos y existimos, como algunos de vuestros poetas han dicho: “Porque somos linaje suyo”[11376]. 29Siendo así linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea semejante a oro o a plata o a piedra, esculturas del arte y del ingenio humano[11377]. 30Pasando, pues, por alto los tiempos de la ignorancia, Dios anuncia ahora a los hombres que todos en todas partes se arrepientan[11378]; 31por cuanto Él ha fijado un día en que ha de juzgar al orbe en justicia por medio de un Hombre que Él ha constituido, dando certeza a todos con haberle resucitado de entre los muertos”[11379]. 32Cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: “Sobre esto te oiremos otra vez”[11380]. 33Así salió Pablo de en medio de ellos[11381]. 34Mas algunos hombres se unieron a él y abrazaron la fe, entre ellos Dionisio el areopagita, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos[11382].

HECHOS 18
Pablo en Corinto

1Después de esto, Pablo partió de Atenas y se fue a Corinto. 2donde encontró a un judío, llamado Aquila, natural del Ponto, que poco antes había venido de Italia, con Priscila[11383], su mujer, porque Claudio había ordenado que todos los judíos saliesen de Roma. Se unió a ellos; 3y como era del mismo oficio, hospedose con ellos y trabajaba, porque su oficio era hacer tiendas de campaña[11384]. 4Todos los sábados disputaba en la sinagoga, procurando convencer a judíos y griegos. 5Mas cuando Silas y Timoteo hubieron llegado de Macedonia, Pablo se dio todo entero a la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. 6Y como estos se oponían y blasfemaban, sacudió sus vestidos y les dijo: “Caiga vuestra sangre sobre vuestra cabeza: limpio yo, desde ahora me dirijo a los gentiles”[11385]. 7Y trasladándose de allí entró en casa de uno que se llamaba Ticio Justo, adorador de Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga. 8Entretanto, Crispo, jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, con toda su casa; y muchos de los corintios que prestaban oídos, creían y se bautizaban[11386]. 9Entonces, el Señor dijo a Pablo de noche en una visión: “No temas, sino habla y no calles; 10porque Yo estoy contigo, y nadie pondrá las manos sobre ti para hacerte mal, ya que tengo un pueblo numeroso en esta ciudad”[11387]. 11Y permaneció un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios[11388].

Pablo ante Galión

12Siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron a una contra Pablo y le llevaron ante el tribunal, 13diciendo: Este persuade a la gente que dé a Dios un culto contrario a la Ley. 14Pablo iba a abrir la boca, cuando dijo Galión a los judíos: “Si se tratase de una injusticia o acción villana, razón sería, oh judíos, que yo os admitiese[11389]; 15mas si son cuestiones de palabras y de nombres y de vuestra Ley, vedlo vosotros mismos. Yo no quiero ser juez de tales cosas”. 16Y los echó de su tribunal. 17Entonces todos los griegos asieron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le golpearon delante del tribunal, sin que Galión hiciera caso de esto[11390].

Fin del segundo viaje

18Pablo, habiéndose detenido aún no pocos días, se despidió de los hermanos y se hizo a la vela hacia Siria, en compañía de Priscila y Aquila, luego de haberse rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía un voto[11391]. 19Llegaron a Éfeso, y allí los dejó y se fue, por su parte, a la sinagoga y disputaba con los judíos[11392]. 20Y aunque estos le rogaban que se quedase por más tiempo, no consintió, 21sino que se despidió y dijo: “Otra vez, si Dios quiere, volveré a vosotros”, y partió de Éfeso[11393]. 22Desembarcó en Cesarea, subió (a Jerusalén) a saludar a la Iglesia, y bajó a Antioquía[11394].

D. TERCER VIAJE DE SAN PABLO

23Pasado algún tiempo, salió y recorrió sucesivamente la región de Galacia y Frigia, fortaleciendo a todos los discípulos[11395].

Apolo en Éfeso y Corinto

24Vino a Éfeso cierto judío de nombre Apolo, natural de Alejandría, varón elocuente y muy versado en las Escrituras. 25Este, instruido acerca del camino del Señor, hablaba en el fervor de su espíritu y enseñaba con exactitud las cosas tocantes a Jesús, pero solo conocía el bautismo de Juan. 26Se puso a hablar con denuedo en la sinagoga; mas cuando le oyeron Priscila y Aquila, le llevaron consigo y le expusieron más exactamente el camino de Dios[11396]. 27Y deseando él pasar a Acaya, le animaron los hermanos y escribieron a los discípulos para que le recibiesen, y cuando hubo llegado, fue de mucho provecho a los que, por la gracia, habían creído; 28porque vigorosamente redargüía a los judíos, en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús era el Cristo[11397].

HECHOS 19
Misión en Éfeso

1Mientras Apolo estaba en Corinto, sucedió que Pablo, después de recorrer las regiones superiores, llegó a Éfeso[11398]. Allí encontró algunos discípulos, 2a quienes dijo: “¿Habéis recibido al Espíritu Santo después de abrazar la fe?” Ellos le contestaron: “Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”[11399]. 3Preguntoles entonces: “¿Pues en qué habéis sido bautizados?” Dijeron: “En el bautismo de Juan”. 4A lo que replicó Pablo: “Juan bautizaba con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquel que había de venir en pos de él, esto es, en Jesús”[11400]. 5Cuando oyeron esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; 6y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban[11401]. 7Eran entre todos unos doce hombres.

Pablo se separa de los judíos y hace muchos milagros

8Entró Pablo en la sinagoga y habló con libertad por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios[11402]. 9Mas como algunos endurecidos resistiesen, blasfemando del Camino, en presencia del pueblo, apartose de ellos, llevando consigo a los discípulos y discutía todos los días en la escuela de cierto Tirano[11403]. 10Esto se hizo por espacio de dos años, de modo que todos los habitantes de Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos. 11Obraba Dios por mano de Pablo también milagros extraordinarios, 12de suerte que hasta los pañuelos y ceñidores que habían tocado su cuerpo, eran llevados a los enfermos, y se apartaban de estos las enfermedades y salían los espíritus malignos[11404]. 13Tentaron también algunos judíos exorcistas, ambulantes, de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían los espíritus malignos, diciendo: “Conjúroos por aquel Jesús a quien predica Pablo”. 14Eran los que esto hacían siete hijos de un cierto Esceva, judío de linaje pontifical. 15Pero el espíritu malo les respondió y dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois? 16Y precipitándose sobre ellos el hombre en quien estaba el espíritu maligno, y enseñoreándose de ambos prevalecía contra ellos, de modo que huyeron de aquella casa desnudos y heridos[11405]. 17Esto se hizo notorio a todos los judíos y griegos que habitaban en Éfeso, y cayó temor sobre todos ellos, y se glorificaba el nombre del Señor Jesús. 18Y un gran número de los que habían abrazado la fe, venían confesándose y manifestando sus obras. 19Muchos, asimismo, de los que habían practicado artes mágicas, traían los libros y los quemaban en presencia de todos. Y se calculó su valor en cincuenta mil monedas de plata[11406]. 20Así, por el poder del Señor, la palabra crecía y prevalecía[11407]. 21Cumplidas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu atravesar la Macedonia y Acaya para ir a Jerusalén, diciendo: “Después que haya estado allí, es preciso que vea también a Roma”[11408]. 22Envió entonces a Macedonia dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él mismo se detenía todavía algún tiempo en Asia[11409].

Tumulto en Éfeso

23Hubo por aquel tiempo un alboroto no pequeño a propósito del Camino[11410]. 24Pues un platero de nombre Demetrio, que fabricaba de plata templos de Artemis[11411] y proporcionaba no poca ganancia a los artesanos[11412], 25reunió a estos y a los obreros de aquel ramo y dijo: Bien sabéis, compañeros, que de esta industria nos viene el bienestar, 26y por otra parte, veis y oís cómo no solo en Éfeso sino en casi toda el Asia, este Pablo con sus pláticas ha apartado a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27Y no solamente esta nuestra industria corre peligro de ser desacreditada, sino que también el templo de la gran diosa Artemis, a la cual toda el Asia y el orbe adoran, será tenido en nada, y ella vendrá a quedar despojada de su majestad[11413]. 28Oído esto, se llenaron de furor y gritaron, exclamando: “¡Grande es la Artemis de los efesios!” 29Llenose la ciudad de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de viaje de Pablo. 30Pablo quería también presentarse al pueblo, mas no le dejaron los discípulos. 31Asimismo algunos de los asiarcas[11414], que eran amigos suyos, enviaron a él recado rogándole que no se presentase en el teatro. 32Gritaban, pues, unos una cosa, y otros otra; porque la asamblea estaba confusa, y en su mayoría no sabían por qué se habían reunido[11415]. 33Entretanto sacaron de la multitud a Alejandro, a quien los judíos empujaban hacia adelante, Él, haciendo con la mano señas, quería informar al pueblo[11416]. 34Mas ellos cuando supieron que era judío, gritaron todos a una voz, por espacio como de dos horas: “¡Grande es la Artemis de los efesios!” 35Al fin, el secretario calmó a la muchedumbre, diciendo: “Efesios, ¿quién hay entre los hombres que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana de la gran Artemis y de la imagen que bajó de Júpiter? 36Siendo, pues, incontestables estas cosas, debéis estar sosegados y no hacer nada precipitadamente. 37Porque habéis traído a estos hombres que ni son sacrílegos ni blasfeman de nuestra diosa, 38Si pues Demetrio y los artífices que están con él, tienen queja contra alguien, audiencias públicas hay, y existen procónsules, Acúsense unos a otros. 39Y si algo más pretendéis, esto se resolverá en una asamblea legal; 40porque estamos en peligro de ser acusados de sedición por lo de hoy, pues no hay causa alguna que nos permita dar razón de este tropel”. Dicho esto, despidió a la asamblea.

HECHOS 20
Viaje a Macedonia y Grecia

1Luego que el tumulto cesó, convocó Pablo a los discípulos, los exhortó, y despidiéndose salió para ir a Macedonia. 2Y después de recorrer aquellas regiones, exhortándolos con muchas palabras, llegó a Grecia[11417], 3donde pasó tres meses; mas cuando ya estaba para ir a Siria, los judíos le armaron asechanzas, por lo cual tomó la resolución de regresar por Macedonia. 4Le acompañaban hasta Asia: Sópatro de Berea, hijo de Pirro; Aristarco y Segundo de Tesalónica, Gayo de Derbe, y Timoteo, Tíquico y Trófimo de Asia. 5Estos se adelantaron y nos esperaban en Tróade. 6Nosotros, en cambio, nos dimos a la vela desde Filipos, después de los días de los Ázimos; y en cinco días los alcanzamos en Tróade, donde nos detuvimos siete días.

Pablo resucita a Eutico

7El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan[11418], Pablo, que había de marchar al día siguiente, les predicaba, prolongando su discurso hasta la medianoche. 8Había muchas lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos. 9Mas un joven, de nombre Eutico, se hallaba sentado sobre la ventana sumergido en profundo sueño, y al fin, mientras Pablo extendía más su plática[11419], cayó del tercer piso abajo, vencido del sueño, y fue levantado muerto. 10Bajó Pablo, se echó sobre él y abrazándole dijo: “No os asustéis, porque su alma está en él”. 11Luego subió, partió el pan y comió; y después de conversar largamente hasta el amanecer, así se marchó. 12Ellos se llevaron vivo al joven, y quedaron sobremanera consolados.

En Mileto

13Nosotros, adelantándonos en la nave, dimos vela a Asón, donde habíamos de recibir a Pablo. Lo había dispuesto así, queriendo irse él a pie. 14Cuando nos alcanzó en Asón, le recogimos y vinimos a Mitilene[11420]. 15Navegando de allí, nos encontramos al día siguiente enfrente de Quío; al otro día arribamos a Samos, y al siguiente llegamos a Mileto. 16Porque Pablo había resuelto pasar de largo frente a Éfeso, para no demorarse en Asia; pues se daba prisa para estar, si le fuese posible, en Jerusalén el día de Pentecostés. 17Desde Mileto envió a Éfeso a llamar a los presbíteros de la Iglesia[11421]. 18Cuando llegaron a él les dijo: “Vosotros sabéis, desde el primer día que llegué a Asia, cómo me he portado con vosotros todo el tiempo: 19sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y pruebas que me sobrevinieron por las asechanzas de los judíos; 20y cómo nada de cuanto fuera de provecho he dejado de anunciároslo y enseñároslo en público y por las casas; 21dando testimonio a judíos y griegos sobre la conversión a Dios y la fe en nuestro Señor Jesús. 22Y ahora, he aquí que voy a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, sin saber lo que me ha de suceder allí[11422]; 23salvo que el Espíritu Santo en cada ciudad me testifica, diciendo que me esperan cadenas y tribulaciones. 24Pero yo ninguna de estas cosas temo, ni estimo la vida mía como algo precioso para mí, con tal que concluya mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús, y que dé testimonio del Evangelio de la gracia de Dios[11423]. 25Al presente, he aquí yo sé que no veréis más mi rostro, vosotros todos, entre quienes he andado predicando el reino de Dios. 26Por lo cual os protesto en este día que soy limpio de la sangre de todos; 27pues no he omitido anunciaros el designio entero de Dios[11424]. 28Mirad, pues, por vosotros mismos y por toda la grey, en la cual el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia del Señor, la cual Él ha adquirido con su propia sangre[11425]. 29Yo sé que después de mi partida vendrán sobre vosotros lobos voraces que no perdonarán al rebaño[11426]. 30Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen cosas perversas para arrastrar en pos de sí a los discípulos. 31Por tanto velad, acordándoos de que por tres años no he cesado ni de día ni de noche de amonestar con lágrimas a cada uno de vosotros[11427]. 32Ahora, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para edificar y para dar la herencia entre todos los santificados[11428]. 33Plata u oro o vestido no he codiciado de nadie[11429]. 34Vosotros mismos sabéis que a mis necesidades y a las de mis compañeros han servido estas manos 35En todo os di ejemplo de cómo es menester, trabajando así, sostener a los débiles, acordándose de las palabras del señor Jesús, que dijo Él mismo: “Más dichoso es dar que recibir”[11430]. 36Dicho esto, se puso de rodillas e hizo oración con todos ellos[11431]. 37Y hubo gran llanto de todos, y echándose al cuello de Pablo lo besaban, 38afligidos sobre todo por aquella palabra que había dicho, de que ya no verían su rostro. Y le acompañaron hasta el barco.

HECHOS 21
De Mileto a Tiro

1Cuando, arrancándonos de ellos, nos embarcamos, navegamos derechamente rumbo a Coos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara[11432]. 2Y hallando una nave que hacía la travesía a Fenicia, subimos a su bordo y nos hicimos a la vela[11433]. 3Avistamos a Chipre, que dejamos a la izquierda, navegamos hacia Siria, y aportamos a Tiro, porque allí la nave tenía que dejar su cargamento. 4Encontramos allí a los discípulos, con los cuales permanecimos siete días. Y ellos decían a Pablo, por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén[11434]. 5Pasados aquellos días, salimos y nos íbamos, acompañándonos todos ellos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad. Allí, puestos de rodillas en la playa, hicimos oración[11435], 6y nos despedimos mutuamente. Nosotros subimos a la nave, y ellos se volvieron a sus casas.

De Tiro a Jerusalén

7Concluyendo nuestra navegación, llegamos de Tiro a Ptolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día[11436]. 8Partiendo al día siguiente llegamos a Cesarea, donde entramos en la casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos con él[11437]. 9Este tenía cuatro hijas, vírgenes, que profetizaban. 10Deteniéndonos varios días, bajó de Judea un profeta, llamado Agabo; 11el cual, viniendo a nosotros, tomó el ceñidor de Pablo, atose los pies y las manos, y dijo: “Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán en Jerusalén los judíos al hombre cuyo es este ceñidor, y le entregarán en manos de los gentiles”[11438]. 12Cuando oímos esto, tanto nosotros, como los del lugar, le suplicábamos a Pablo que no subiera a Jerusalén. 13Pablo entonces respondió: “¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón, pues dispuesto estoy, no solo a ser atado, sino aun a morir en Jerusalén, por el nombre del Señor Jesús?”[11439] 14Y no dejándose él disuadir, nos aquietamos, diciendo: “¡Hágase la voluntad del Señor!” 15Al cabo de estos días, nos dispusimos para el viaje, y subimos a Jerusalén. 16Algunos discípulos iban con nosotros desde Cesarea y nos condujeron a casa de Mnason de Chipre, un antiguo discípulo, en cuya casa debíamos hospedarnos[11440].

Acogida en Jerusalén

17Llegados a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo, 18Al día siguiente, Pablo, juntamente con nosotros, visitó a Santiago, estando presentes todos los presbíteros[11441]. 19Los saludó y contó una por una las cosas que Dios había obrado entre los gentiles por su ministerio. 20Ellos, habiéndolo oído, glorificaban a Dios, mas le dijeron: “Ya ves, hermano, cuántos millares, entre los judíos, han abrazado la fe, y todos ellos son celosos de la Ley[11442]. 21Pues bien, ellos han oído acerca de ti que enseñas a todos los judíos de la dispersión, a apostatar de Moisés, diciendo que no circunciden sus a hijos ni caminen según las tradiciones. 22¿Qué hacer, pues? De todos modos oirán que tú has venido. 23Haz por tanto esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que están obligados por un voto. 24Tómalos y purifícate con ellos, y págales los gastos para que se hagan rasurar la cabeza; entonces sabrán todos que no hay nada de las cosas que han oído sobre ti, sino que tú también andas en la observancia de la Ley[11443]. 25Mas en cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, nosotros ya hemos mandado una epístola, determinando que se abstengan de las carnes sacrificadas a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación”[11444]. 26Entonces Pablo, tomando a los hombres, se purificó con ellos al día siguiente y entró en el Templo, anunciando el vencimiento de los días de la purificación, hasta que se ofreciese por cada uno de ellos la ofrenda[11445].

E. CAUTIVIDAD DE SAN PABLO EN CESAREA Y ROMA
Tumulto del pueblo contra Pablo

27Estando para cumplirse los siete días, lo vieron los judíos de Asia en el Templo, y alborotando todo el pueblo le echaron mano, 28gritando: “¡Varones de Israel, ayudadnos! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, y contra la Ley, y contra este lugar; y además de esto, ha introducido a griegos en el Templo, y ha profanado este lugar santo”[11446], 29Porque habían visto anteriormente con él en la ciudad a Trófimo, efesio, y se imaginaban que Pablo le había introducido en el Templo. 30Conmoviose, pues, toda la ciudad, y se alborotó el pueblo; después prendieron a Pablo y lo arrastraron fuera del Templo, cuyas puertas en seguida fueron cerradas[11447]. 31Cuando ya trataban de matarle, llegó aviso al tribuno de la cohorte, de que toda Jerusalén estaba revuelta. 32Este, tomando al instante soldados y centuriones, bajó corriendo hacia ellos. En cuanto vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de golpear a Pablo. 33Entonces acercándose el tribuno, le prendió, mandó que le atasen con dos cadenas, y le preguntó quién era y qué había hecho. 34De entre la turba unos voceaban una cosa, y otros otra, mas no pudiendo él averiguar nada con certeza, a causa del tumulto, mandó conducirlo a la fortaleza[11448]. 35Al llegar (Pablo) a las gradas, los soldados hubieron de llevarlo en peso por la violencia de la turba, 36porque seguía la multitud del pueblo, gritando: “¡Quítalo!” 37Estando ya Pablo para ser introducido en la fortaleza, dijo al tribuno: “¿Me es permitido decirte una cosa?” Él contesto: “¿Tú sabes hablar griego?[11449] 38¿No eres pues aquel egipcio que hace poco hizo un motín y llevó al desierto los cuatro mil hombres de los sicarios?”[11450] 39A lo cual dijo Pablo: “Yo soy judío, de Tarso en Cilicia, ciudadano de una no ignorada ciudad; te ruego me permitas hablar al pueblo”[11451]. 40Permitiéndoselo él, Pablo, puesto de pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo; y cuando se hizo un gran silencio, les dirigió la palabra en hebreo[11452], diciendo:

HECHOS 22
Pablo se defiende ante el pueblo

1“Hermanos y padres[11453], escuchad la defensa que ahora hago delante de vosotros”. 2Oyendo que les hablaba en idioma hebreo, guardaron mayor silencio; y él prosiguió: 3“Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, a los pies de Gamaliel, instruido conforme al rigor de la Ley de nuestros padres, celoso de Dios como vosotros todos lo sois el día de hoy[11454]. 4Perseguía yo de muerte esta doctrina, encadenando y metiendo en las cárceles lo mismo hombres que mujeres[11455], 5como también el Sumo Sacerdote me da testimonio y todos los ancianos; de los cuales asimismo recibí cartas para los hermanos, y me encaminé a Damasco a fin de traer presos a Jerusalén a los que allí hubiese, para castigarlos. 6Y sucedió que yendo yo de camino y acercándome a Damasco hacia el mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió. 7Caí en tierra, y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 8Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo: “Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues”. 9Los que me acompañaban vieron, sí, la luz, mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo[11456]. 10Yo dije: “¿Qué haré, Señor?” Y el Señor me respondió; “Levántate y ve a Damasco; allí se te dirá todo lo que te está ordenado hacer”, 11Mas como yo no podía ver, a causa del esplendor de aquella luz, me condujeron de la mano los que estaban conmigo, y así vine a Damasco. 12Y un cierto Ananías, varón piadoso según la Ley, de quien daban testimonio todos los judíos que allí habitaban, 13me visitó, y poniéndose delante de mí me dijo: “Hermano Saulo, mira”; y yo en aquel mismo momento, le miré. 14Dijo entonces: “El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conozcas su voluntad y veas al Justo, y oigas la voz de su boca[11457]. 15Porque le serás testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre”. 17Y acaeció que yo, hallándome de vuelta en Jerusalén y orando en el Templo tuve un éxtasis; 18y le vi a Él que me decía: “Date prisa y sal pronto de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de Mí”. 19Yo contesté: “Señor, ellos mismos saben que yo era quien encarcelaba y azotaba de sinagoga en sinagoga a los que creían en Ti; 20y cuando fue derramada la sangre de tu testigo Esteban, también yo estaba presente, consintiendo y guardando los vestidos de los que le dieron muerte”[11458]. 21Pero Él me dijo: “Anda, que Yo te enviaré a naciones lejanas”.

Nuevo tumulto del pueblo contra Pablo

22Hasta esta palabra le escucharon, pero luego levantaron la voz y gritaban: “Quita de la tierra a semejante hombre; no debe vivir”[11459]. 23Y como ellos gritasen y arrojasen sus mantos y lanzasen polvo al aire[11460], 24mandó el tribuno introducirlo en la fortaleza, diciendo que le atormentasen con azotes, para averiguar por qué causa gritaban así contra él. 25Mas cuando ya le tuvieron estirado con las correas, dijo Pablo al centurión que estaba presente: “¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle juzgado?”[11461] 26Al oír esto el centurión fue al tribuno y se lo comunicó, diciendo: “¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano”. 27Llegó entonces el tribuno y le preguntó: “Dime, ¿eres tú romano?” Y él contesto: “Sí”. 28Replicó el tribuno: “Yo por gran suma adquirí esta ciudadanía”. “Y yo, dijo Pablo, la tengo de nacimiento”. 29Con esto inmediatamente se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y el mismo tribuno tuvo temor cuando supo que era romano y que él lo había encadenado. 30Al día siguiente, deseando saber con seguridad de qué causa era acusado por los judíos, le soltó e hizo reunir a los sumos sacerdotes y todo el sinedrio; y trayendo a Pablo lo puso delante de ellos.

HECHOS 23
Pablo ante el sinedrio

1Pablo, entonces, teniendo fijos sus ojos en el sinedrio, dijo: “Varones, hermanos: Yo hasta el día de hoy me he conducido delante de Dios con toda rectitud de conciencia”. 2En esto el Sumo Sacerdote Ananías mandó a los que estaban junto a él que le pegasen en la boca. 3Entonces Pablo le dijo: “¡Dios te herirá a ti, pared blanqueada! ¿Tú estás sentado para juzgarme según la Ley, y violando la Ley mandas pegarme?” 4Los que estaban cerca, dijeron: “¿Así injurias tú al Sumo Sacerdote de Dios?” 5A lo cual contestó Pablo: “No sabía, hermanos, que fuese el Sumo Sacerdote; porque escrito esta: “No maldecirás al príncipe de tu pueblo”[11462]. 6Sabiendo Pablo que una parte era de saduceos y la otra de fariseos, gritó en medio del sinedrio: “Varones, hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; soy juzgado por causa de la esperanza y la resurrección de muertos”[11463]. 7Cuando dijo esto, se produjo un alboroto entre los fariseos y los saduceos, y se dividió la multitud. 8Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mientras que los fariseos profesan ambas cosas. 9Y se originó una gritería enorme. Algunos de los escribas del partido de los fariseos se levantaron pugnando y diciendo: “Nada de malo hallamos en este hombre. ¿Quién sabe si un espíritu o un ángel le ha hablado?” 10Como se agravase el tumulto, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen los soldados, y sacándole de en medio de ellos le llevasen a la fortaleza. 11En la noche siguiente se puso a su lado el Señor y dijo: “Ten ánimo, porque así como has dado testimonio de Mí en Jerusalén, así has de dar testimonio también en Roma”[11464].

Conjuración contra la vida de Pablo

12Cuando fue de día, los judíos tramaron una conspiración, y se juramentaron con anatema, diciendo que no comerían ni beberían hasta matar a Pablo. 13Eran más de cuarenta los que hicieron esta conjuración. 14Fueron a los sumos sacerdotes y a los ancianos y declararon: “Nos hemos anatematizado para no gustar cosa alguna hasta que hayamos dado muerte a Pablo. 15Ahora pues, vosotros, juntamente con el sinedrio, comunicad al tribuno que le conduzca ante vosotros, como si tuvieseis la intención de averiguar más exactamente lo tocante a él. Entretanto, nosotros estaremos prontos para matarle antes que se acerque”. 16Pero teniendo noticia de la emboscada el hijo de la hermana de Pablo, fue, y entrando en la fortaleza dio aviso a Pablo. 17Llamó Pablo a uno de los centuriones y dijo: “Lleva este joven al tribuno porque tiene algo que comunicarle”. 18Lo tomó él y lo llevó al tribuno, diciendo: “El preso Pablo me ha llamado y rogado que traiga ante ti a este joven, que tiene algo que decirte”. 19Entonces, tomándolo el tribuno de la mano, se retiró aparte y le preguntó: “¿Qué tienes que decirme?” 20Contestó él: “Los judíos han convenido en pedirte que mañana hagas bajar a Pablo al sinedrio, como si quisiesen averiguar algo más exactamente respecto de él. 21Tú, pues, no les des crédito, porque están emboscados más de cuarenta de ellos, que se han comprometido bajo maldición a no comer ni beber hasta matarle; y ahora están prontos, esperando de ti una respuesta afirmativa”. 22Con esto, el tribuno despidió al joven, encargándole: “No digas a nadie que me has dado aviso de esto”.

Pablo es llevado a Cesarea

23Llamando entonces (el tribuno) a dos de los centuriones, dio orden: “Tened listos, desde la tercera hora de la noche, doscientos soldados para marchar hasta Cesarea, setenta jinetes y doscientos lanceros[11465], 24y preparad también cabalgadura para que, poniendo a Pablo encima, lo lleven salvo al gobernador Félix”. 25Y escribió una carta del tenor siguiente: 26“Claudio Lisias al excelentísimo procurador Félix, salud. 27Este hombre fue prendido por los judíos y estaba a punto de ser muerto por ellos, cuando yo sobrevine con la tropa y lo arranqué, teniendo entendido que era romano. 28Queriendo conocer el crimen de que le acusaban, le conduje ante el sinedrio de ellos, 29donde hallé que era acusado respecto de cuestiones de su Ley, pero que no había cometido delito merecedor de muerte o de prisión. 30Mas como se me diera aviso de que existía un complot contra él, en el acto le envié a ti, intimando asimismo a los acusadores que expongan ante ti lo que tengan en contra de él. Pásalo bien”[11466]. 31Así pues los soldados, según la orden que se les había dado, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antipátrida. 32Al día siguiente se volvieron a la fortaleza, dejando a los jinetes para que le acompañasen; 33los cuales, entrados en Cesarea, entregaron la carta al gobernador, presentando también a Pablo delante de él. 34Este, leída la carta, preguntó de qué provincia era, y cuando supo que era de Cilicia, 35dijo: “Te oiré cuando hayan llegado también tus acusadores”. Y le mandó custodiar en el pretorio de Herodes.

HECHOS 24
Ante el gobernador Félix

1Al cabo de cinco días, bajó el Sumo Sacerdote Ananías, con algunos ancianos, y un cierto Tértulo, orador, los cuales comparecieron ante el gobernador, como acusadores de Pablo. 2Citado este, comenzó Tértulo la acusación, diciendo: “Que por medio de ti gozamos de una paz profunda, y que por tu providencia se han hecho reformas en bien de este pueblo[11467], 3lo reconocemos, oh excelentísimo Félix, con suma gratitud en todo tiempo y en todo lugar. 4Mas para no molestarte demasiado, ruégote que nos escuches brevemente según tu benignidad; 5porque hemos hallado que este hombre es una peste y causa de tumultos para todos los judíos del orbe, y que es jefe de la secta de los nazarenos. 6Tentó también de profanar el Templo, mas nos apoderamos de él. Y quisimos juzgarle según nuestra ley, 7pero sobrevino el tribuno Lisias y con gran violencia le quitó de nuestras manos, 8mandando a los acusadores que se dirigiesen a ti. Tú mismo, podrás interrogarle y cerciorarte sobre todas las cosas de que nosotros le acusamos”. 9Los judíos, por su parte, se adhirieron, afirmando ser así las cosas. 10Pablo, habiendo recibido señal del gobernador para que hablase, contestó: “Sabiendo que de muchos años atrás eres tú juez de esta nación, emprendo con plena confianza mi defensa[11468]. 11Puedes averiguar que no hace más de doce días que subí, a Jerusalén a adorar[11469]; 12y ni en el Templo me hallaron disputando con nadie, o alborotando al pueblo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad. 13Tampoco pueden ellos darte pruebas de las cosas de que ahora me acusan. 14Te confieso, sí, esto: que según la doctrina que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de nuestros padres, prestando fe a todo lo que es conforme a la Ley, y a todo lo que está escrito en los profetas[11470]; 15teniendo en Dios una esperanza; que, como ellos mismos la aguardan, habrá resurrección de justos y de injustos[11471]. 16Por esto yo mismo me ejercito para tener en todo tiempo una conciencia irreprensible ante Dios y ante los hombres[11472]. 17Después de varios años vine a traer limosnas a mi nación y presentar ofrendas[11473]. 18En esta ocasión me hallaron purificado en el Templo, no con tropel de gente ni con bullicio, 19algunos judíos de Asia, los cuales deberían estar presentes delante de ti para acusar, si algo tuviesen contra mí. 20O digan estos aquí presentes qué delito hallaron cuando estaba yo ante el sinedrio, 21como no sea esta sola palabra que dije en alta voz, estando en medio de ellos: por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros”. 22Mas Félix, que bien sabía lo que se refiere a esta doctrina, los aplazó diciendo: “Cuando descendiere el tribuno Lisias, fallaré vuestra causa”[11474]. 23Ordenó al centurión que (Pablo) fuese guardado, que le tratase con indulgencia y que no impidiese a ninguno de los suyos asistirle[11475].

Félix conversa con Pablo sobre la fe

24Pasados algunos días, vino Félix con Drusila, su mujer, que era judía, llamó a Pablo y le escuchó acerca de la fe en Jesucristo. 25Pero cuando (Pablo) habló de la justicia, de la continencia y del juicio venidero, Félix, sobrecogido de temor, dijo: “Por ahora retírate; cuando tenga oportunidad, te llamaré”[11476]. 26Esperaba también recibir dinero de Pablo, por lo cual lo llamaba más a menudo para conversar con él. 27Cumplidos dos años, Félix tuvo por sucesor a Porcio Festo; y queriendo congraciarse con los judíos, Félix dejó a Pablo en prisión[11477].

HECHOS 25
Pablo ante Festo. Apelación al César

1Llegó Festo a la provincia, y al cabo de tres días subió de Cesarea a Jerusalén. 2Los sumos sacerdotes y los principales de los judíos se le presentaron acusando a Pablo, e insistían[11478] 3en pedir favor contra él, para que le hiciese conducir a Jerusalén; teniendo ellos dispuesta una emboscada para matarle en el camino. 4Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, y que él mismo había de partir cuanto antes. 5“Por tanto, dijo, los principales de entre vosotros desciendan conmigo, y si en aquel hombre hay alguna falta, acúsenle”. 6Habiéndose, pues, detenido entre ellos no más de ocho o diez días, bajó a Cesarea, y al día siguiente se sentó en el tribunal, ordenando que fuese traído Pablo. 7Llegado este, le rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, profiriendo muchos y graves cargos, que no podían probar, 8mientras Pablo alegaba en su defensa: “Ni contra la ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra el César he cometido delito alguno”. 9Sin embargo, Festo, queriendo congraciarse con los judíos, dijo, en respuesta a Pablo: “¿Quieres subir a Jerusalén y ser allí juzgado de estas cosas delante de mí?”[11479] 10A lo cual Pablo contestó: “Ante el tribunal del César estoy; en él debo ser juzgado. Contra los judíos no he hecho mal alguno, como bien sabes tú mismo. 11Si he cometido injusticia o algo digno de muerte, no rehúso morir; pero si nada hay de fundado en las acusaciones de estos, nadie por complacencia puede entregarme a ellos. Apelo al César”. 12Entonces Festo, después de hablar con el consejo, respondió: “Al César has apelado. Al César irás”[11480].

Festo consulta al rey Agripa

13Transcurridos algunos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa y Berenice para saludar a Festo[11481]. 14Como se detuviesen allí varios días, expuso Festo al rey el caso de Pablo, diciendo: “Hay aquí un hombre, dejado preso por Félix, 15respecto del cual, estando yo en Jerusalén, se presentaron los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo su condena. 16Les contesté que no es costumbre de los romanos entregar a ningún hombre por complacencia, antes que el acusado tenga frente a sí a los acusadores y se le dé lugar para defenderse de la acusación[11482]. 17Luego que ellos concurrieron aquí, yo sin dilación alguna, me senté al día siguiente en el tribunal y mandé traer a ese hombre, 18mas los acusadores, que lo rodeaban, no adujeron ninguna cosa mala de las que yo sospechaba[11483], 19sino que tenían contra él algunas cuestiones referentes a su propia religión y a un cierto Jesús difunto, del cual Pablo afirmaba que estaba vivo. 20Estando yo perplejo respecto a la investigación de estos puntos, le pregunté si quería ir a Jerusalén para allí ser juzgado de estas cosas. 21Mas como Pablo apelase para que fuese, reservado al juicio del Augusto, ordené que se le guardase hasta remitirle al César”[11484]. 22Dijo entonces Agripa a Festo: “Yo mismo tendría también gusto en oír a ese hombre”. “Mañana, dijo, le oirás”.

23Al día siguiente vinieron Agripa y Berenice con gran pompa, y cuando entraron en la sala de audiencia con los tribunos y personajes más distinguidos de la ciudad, por orden de Festo fue traído Pablo[11485]. 24Y dijo Festo: “Rey Agripa y todos los que estáis presentes con nosotros, he aquí a este hombre, respecto del cual todo el pueblo de los judíos me ha interpelado, así en Jerusalén como aquí, gritando que él no debe seguir viviendo[11486]. 25Yo, por mi parte, me di cuenta de que no había hecho nada que fuese digno de muerte; pero habiendo él mismo apelado al Augusto juzgué enviarle. 26No tengo acerca de él cosa cierta que pueda escribir a mi señor. Por lo cual lo he conducido ante vosotros, mayormente ante ti, oh rey Agripa, a fin de que a base de este examen tenga yo lo que pueda escribir. 27Porque me parece fuera de razón mandar un preso sin indicar también las acusaciones que se hagan contra él”.

HECHOS 26
Pablo ante Agripa

1Dijo luego Agripa a Pablo: “Se te permite hablar en tu defensa”. Entonces Pablo, extendiendo su mano, empezó a defenderse[11487]: 2“Me siento feliz, oh rey Agripa, de poder hoy defenderme ante ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos[11488], 3particularmente porque tú eres conocedor de todas las costumbres judías y de sus disputas, por lo cual te ruego me oigas con paciencia. 4Todos los judíos conocen por cierto mi vida desde la mocedad, pasada desde el principio en medio de mi pueblo y en Jerusalén[11489]. 5Ellos saben, pues, desde mucho tiempo atrás, si quieren dar testimonio, que vivía yo cual fariseo, según la más estrecha secta de nuestra religión. 6Y ahora estoy aquí para ser juzgado a causa de la esperanza[11490] en la promesa hecha por Dios a nuestros padres, 7cuyo cumplimiento nuestras doce tribus esperan alcanzar, sirviendo a Dios perseverantemente día y noche. Por esta esperanza, oh rey, soy yo acusado de los judíos. 8¿Por qué se juzga cosa increíble para vosotros, que Dios resucite a muertos? 9Yo, por mi parte, estaba persuadido de que debía hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús el Nazareno[11491]. 10Esto lo hice efectivamente en Jerusalén, donde con poderes de parte de los sumos sacerdotes encerré en cárceles a muchos de los santos; y cuando los hacían morir, yo concurría con mi voto. 11Muchas veces los forzaba a blasfemar, castigándolos por todas las sinagogas; y sobremanera furioso contra ellos, los perseguía hasta las ciudades extranjeras. 12Para esto mismo, yendo yo a Damasco, provisto de poderes y comisión de los sumos sacerdotes, 13siendo el mediodía, vi, oh rey, en el camino una luz del cielo, más resplandeciente que el sol, la cual brillaba en derredor de mí y de los que me acompañaban. 14Caídos todos nosotros a tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro es para ti dar coces contra el aguijón”[11492]. 15Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y dijo el Señor: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16Mas levántate y ponte sobre tus pies; porque para esto me he aparecido a ti para predestinarte ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas por las cuales aún te me apareceré[11493], 17librándote del pueblo, y de los gentiles, a los cuales yo te envío[11494], 18a fin de abrirles los ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, y para que obtengan remisión de pecados y herencia entre los que han sido santificados por la fe en Mí”[11495]. 19En lo sucesivo, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, 20antes bien, primero a los de Damasco, y también en Jerusalén, y por toda la región de Judea, y a los gentiles, anuncié que se arrepintiesen y se volviesen a Dios, haciendo obras dignas del arrepentimiento. 21A causa de esto, los judíos me prendieron en el Templo e intentaron quitarme la vida. 22Pero, habiendo conseguido el auxilio de Dios, estoy firme el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, y no diciendo cosa alguna fuera de las que han anunciado para el porvenir los profetas y Moisés[11496]: 23que el Cristo había de padecer, y que Él, como el primero de la resurrección de los muertos, ha de anunciar luz al pueblo y a los gentiles”.

Impresión del discurso

24Defendiéndose (Pablo) de este modo, exclamó Festo en alta voz: “Tú estás loco, Pablo. Las muchas letras te trastornan el juicio”[11497]. 25“Excelentísimo Festo, respondió Pablo, no estoy loco, sino que digo palabras de verdad y de cordura[11498]. 26Bien conoce estas cosas el rey, delante del cual hablo con toda libertad, estando seguro de que nada de esto ignora, porque no se trata de cosas que se han hecho en algún rincón[11499]. 27¿Crees, Rey Agripa, a los profetas? Ya sé que crees”. 28A esto, Agripa respondió a Pablo: “Por poco me persuades a hacerme cristiano”. 29A lo que contestó Pablo: “Pluguiera a Dios que por poco o por mucho, no solo tú, sino también todos cuantos que hoy me oyen, se hicieran tales como soy yo, salvo estas cadenas”. 30Se levantaron entonces el rey, el gobernador, Berenice, y los que con ellos estaban sentados. 31Y al retirarse hablaban entre sí, diciendo: “Este hombre nada hace que merezca muerte o prisión. 32Y Agripa dijo a Festo: “Se podría poner a este hombre en libertad, si no hubiera apelado al César”[11500].

HECHOS 27
Viaje a Roma

1Luego que se determinó que navegásemos[11501] a Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos en manos de un centurión de la cohorte Augusta, por nombre Julio, 2Nos embarcamos en una nave adramitena, que estaba a punto de emprender viaje a los puertos de Asia, y nos hicimos a la vela, acompañándonos Aristarco, macedonio de Tesalónica[11502]. 3Al otro día hicimos escala en Sidón, y Julio, tratando a Pablo humanamente, le permitió visitar a los amigos y recibir atenciones[11503]. 4Partidos de allí navegamos a lo largo de Chipre, por ser contrarios los vientos[11504], 5y atravesando el mar de Cilicia y Panfilia, aportamos a Mira de Licia[11505], 6donde el centurión, hallado un barco alejandrino que navegaba para Italia, nos embarcó en él. 7Navegando durante varios días lentamente, llegamos a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento; después navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmona, 8y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca del cual está la ciudad de Lasea[11506]. 9Como hubiese transcurrido bastante tiempo y fuese ya peligrosa la navegación —había pasado ya el Ayuno[11507]—, Pablo les advirtió, 10diciéndoles: “Compañeros, veo que el trayecto va a redundar en daño y mucho perjuicio no solamente para el cargamento y la nave, sino también para nuestras vidas”. 11Mas el centurión daba más crédito al piloto y al patrón del barco, que a las palabras de Pablo, 12Y como el puerto no fuese cómodo para invernar, la mayor parte aconsejó partir de allí, por si podían arribar a Fenice e invernar allí, porque es un puerto de Creta que mira al sureste y al nordeste[11508]. 13Y soplando un suave viento sur[11509], se figuraban que saldrían con su intento. Levaron, pues, anclas, y navegaban a lo largo de Creta, muy cerca de tierra.

Tempestad en el mar

14Pero a poco andar se echó sobre la nave un viento tempestuoso, llamado euraquilón, 15La nave fue arrebatada, y sin poder hacer frente al viento, nos dejábamos llevar, abandonándonos a él. 16Pasando a lo largo de una islita llamada Cauda, a duras penas pudimos recoger el esquife[11510]. 17Una vez levantado este, hicieron uso de los auxilios y ciñeron la nave por debajo. Pero temerosos de dar en la Sirte[11511], arriaron las velas y se dejaron llevar. 18Al día siguiente, furiosamente combatidos por la tempestad, aligeraron; 19y al tercer día arrojaron con sus propias manos el equipo de la nave. 20Durante varios días no se dejó ver ni el sol ni las estrellas, y cargando sobre nosotros una gran borrasca, nos quitó al fin toda esperanza de salvarnos.

Pablo conforta a los compañeros

21Habiendo ellos pasado mucho tiempo sin comer, Pablo se puso en pie en medio de ellos, y dijo: “Era menester, oh varones, haberme dado crédito y no partir de Creta, para ahorrarnos este daño y perjuicio[11512]. 22Mas ahora, os exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida alguna entre vosotros, sino solamente de la nave. 23Pues esta noche estuvo junto a mí un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo[11513], 24el cual dijo: “No temas, Pablo; ante el César has de comparecer, y he aquí que Dios te ha hecho gracia de todos los que navegan contigo”[11514]. 25Por lo cual, compañeros, cobrad ánimo, pues confío en Dios que así sucederá como se me ha dicho. 26Mas hemos de ir a dar en cierta isla”.

Naufragio

27Llegada la noche decimacuarta y siendo nosotros llevados de una a otra parte en el Adria, hacia la mitad de la noche sospecharon los marineros que se acercaban a alguna tierra[11515]. 28Echando la sonda, hallaron veinte brazas; a corta distancia echaron otra vez la sonda y hallaron quince brazas. 29Temiendo diésemos en algunos escollos, echaron de la popa cuatro anclas y aguardaron ansiosamente el día. 30Los marineros intentaron escaparse de la nave y tenían ya bajado el esquife al mar, con el pretexto de querer echar las anclas de proa; 31mas Pablo dijo al centurión y a los soldados: “Si estos no se quedan en el barco, vosotros no podéis salvaros”. 32Entonces cortaron los soldados los cables del esquife y lo dejaron caer[11516]. 33En tanto iba apuntando el día, Pablo exhortó a todos a tomar alimento, diciendo: “Hace hoy catorce días que estáis en vela, permaneciendo ayunos y sin tomar nada. 34Os exhorto, pues, a tomar alimento, que es (necesario) para vuestra salud; porque no se perderá ni un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros”. 35Dicho esto, tomó pan, dio gracias a Dios delante de todos, lo partió y comenzó a comer[11517]. 36Entonces cobraron ánimo todos ellos y tomaron también alimento. 37Éramos en la nave entre todos doscientas setenta y seis personas. 38Luego que hubieron comido a satisfacción, aligeraron la nave, echando el trigo al mar. 39Llegado el día, no conocían aquella tierra, aunque echaban de ver una bahía que tenía playa; allí pensaban encallar la nave, si pudiesen. 40Cortando, pues, las anclas, las abandonaron en el mar; al mismo tiempo soltaron las cuerdas de los timones, y alzando el artimón al viento, se dirigieron hacia la playa; 41mas tropezando con una lengua de tierra, encallaron la nave; la proa hincada se quedó inmóvil, mientras que la popa se deshacía por la violencia de las olas. 42Los soldados tuvieron el propósito de matar a los presos, para que ninguno escapase a nado. 43Mas el centurión, queriendo salvar a Pablo, impidió que ejecutasen su propósito, mandando que quienes supieran nadar se arrojasen los primeros y saliesen a tierra, 44y los restantes, parte sobre tablas, parte sobre los despojos del barco. Así llegaron todos salvos a tierra.

HECHOS 28
San Pablo en Malta

1Puestos en salvo, supimos entonces que la isla se llamaba Melita[11518]. 2Los bárbaros[11519] nos trataron con bondad extraordinaria; encendieron una hoguera y nos acogieron a todos a causa de la lluvia que estaba encima y a causa del frío. 3Mas al echar Pablo en el fuego una cantidad de ramaje que había recogido, salió una víbora a raíz del calor y prendiósele de la mano. 4Al ver los bárbaros al reptil colgado de su mano, se decían unos a otros: “Ciertamente este hombre debe ser un homicida, a quien escapado salvo del mar, la Dike[11520] no le ha permitido vivir”. 5Mas él sacudió el reptil en el fuego y no padeció daño alguno. 6Ellos, entretanto, estaban esperando que él se hinchase o cayese repentinamente muerto. Mas después de esperar mucho tiempo, viendo que ningún mal le acontecía, mudaron de parecer y dijeron que era un dios[11521].

7En las cercanías de aquel lugar había campos que pertenecían al hombre principal de la isla, por nombre Publio, el cual nos acogió y nos hospedó benignamente por tres días. 8Y sucedió que el padre de Publio estaba en cama, acosado de fiebre y disentería. Pablo entró a él, hizo oración, le impuso las manos y le sanó. 9Después de este suceso, acudían también las demás personas de la isla que tenían enfermedades, y eran sanadas, 10por cuyo motivo nos colmaron de muchos honores, y cuando nos hicimos a la vela nos proveyeron de lo necesario.

De Malta a Roma

11Al cabo de tres meses, nos embarcamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla y llevaba la insignia de los Dióscuros[11522]. 12Aportamos a Siracusa, donde permanecimos tres días, 13De allí, costeando, arribamos a Regio; un día después se levantó el viento sur, y al segundo día llegamos a Putéolos[11523], 14donde hallamos hermanos, y fuimos invitados a quedarnos con ellos siete días. Y así llegamos a Roma. 15Teniendo noticia de nosotros, los hermanos de allí nos salieron al encuentro hasta Foro de Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró buen ánimo[11524].

Primera prisión en Roma

16Cuando llegamos a Roma, se le permitió a Pablo vivir como particular con el soldado que le custodiaba[11525]. 17Tres días después convocó a los principales de los judíos, y habiéndose ellos reunido les dijo: “Varones, hermanos, yo sin haber hecho nada en contra del pueblo, ni contra las tradiciones de nuestros padres, desde Jerusalén fui entregado preso en manos de los romanos[11526], 18los cuales después de hacer los interrogatorios querían ponerme en libertad, por no haber en mí ninguna causa de muerte; 19mas oponiéndose a ellos los judíos, me vi obligado a apelar al César, pero no como que tuviese algo de que acusar a mi nación[11527]. 20Este es, pues, el motivo porque os he llamado para veros y hablaros; porque a causa de la esperanza de Israel estoy ceñido de esta cadena”[11528]. 21Respondiéronle ellos: “Nosotros ni hemos recibido cartas de Judea respecto de ti, ni hermano alguno de los que han llegado, ha contado o dicho mal de ti. 22Sin embargo, deseamos oír de tu parte lo que piensas porque de la secta esa nos es conocido que halla contradicción en todas partes”[11529].

Último retiro de los judíos

23Le señalaron, pues, un día y vinieron a él en gran número a su alojamiento. Les explicó el reino de Dios, dando su testimonio, y procuraba persuadirlos acerca de Jesús, con arreglo a la Ley de Moisés y de los Profetas, desde la mañana hasta la tarde[11530]. 24Unos creían las cosas que decía; otros no creían. 25No hubo acuerdo entre ellos y se alejaron mientras Pablo les decía una palabra: “Bien habló el Espíritu Santo por el profeta Isaías a vuestros padres, 26diciendo: «Ve a este pueblo y di: Oiréis con vuestros oídos y no entenderéis; miraréis con vuestros ojos, pero no veréis[11531]. 27Porque se ha embotado el corazón de este pueblo; con sus oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos, para que no vean con sus ojos, ni oigan con sus oídos, ni con el corazón entiendan, y se conviertan y Yo les sane». 28Os sea notorio que esta salud de Dios ha sido transmitida a los gentiles, los cuales prestarán oídos”[11532]. 29Habiendo él dicho esto, se fueron los judíos, teniendo grande discusión entre sí[11533]. 30Permaneció (Pablo) durante dos años enteros en su propio alojamiento, que había alquilado, y recibía a todos cuantos le visitaban; 31predicando con toda libertad y sin obstáculo el reino de Dios, y enseñando las cosas tocantes al Señor Jesucristo[11534].

EPÍSTOLAS PAULINAS

INTRODUCCIÓN

Saulo, que después de convertido se llamó Pablo —esto es, “pequeño”—, nació en Tarso de Cilicia, tal vez en el mismo año que Jesús, aunque no lo conoció mientras vivía el Señor. Sus padres, judíos de la tribu de Benjamín (Rm. 11, 1; Fil. 3, 5), le educaron en la afición a la Ley, entregándolo a uno de los más célebres doctores, Gamaliel, en cuya escuela el fervoroso discípulo se compenetró de las doctrinas de los escribas y fariseos, cuyos ideales defendió con sincera pasión mientras ignoraba el misterio de Cristo. No contento con su formación en las disciplinas de la Ley, aprendió también el oficio de tejedor, para ganarse la vida con sus propias manos. El Libro de los “Hechos” relata cómo, durante sus viajes apostólicos, trabajaba en eso “de día y de noche”, según él mismo lo proclama varias veces como ejemplo y constancia de que no era una carga para las iglesias (véase Hch. 18, 3 y nota).

Las tradiciones humanas de su casa y su escuela, y el celo farisaico por la Ley, hicieron de Pablo un apasionado sectario, que se creía obligado a entregarse en persona a perseguir a los discípulos de Jesús. No solo presenció activamente la lapidación de San Esteban, sino que, ardiendo de fanatismo, se encaminó a Damasco, para organizar allí la persecución contra el nombre cristiano. Mas en el camino de Damasco lo esperaba la gracia divina para convertirlo en el más fiel campeón y doctor de esa gracia que de tal modo había obrado en él. Fue Jesús mismo, el Perseguido, quien —mostrándole que era más fuerte que él— domó su celo desenfrenado y lo transformó en un instrumento sin igual para la predicación del Evangelio y la propagación del Reino de Dios como “Luz revelada a los gentiles”.

Desde Damasco fue Pablo al desierto de Arabia (Ga. 1, 17) a fin de prepararse, en la soledad, para esa misión apostólica. Volvió a Damasco, y después de haber tomado contacto en Jerusalén con el Príncipe de los Apóstoles, regresó a su patria hasta que su compañero Bernabé le condujo a Antioquía, donde tuvo oportunidad para mostrar su fervor en la causa de los gentiles y la doctrina de la Nueva Ley “del Espíritu de vida” que trajo Jesucristo para librarnos de la esclavitud de la antigua Ley. Hizo en adelante tres grandes viajes apostólicos, que su discípulo San Lucas refiere en los “Hechos” y que sirvieron de base para la conquista de todo un mundo.

Terminado el tercer viaje, fue preso y conducido a Roma, donde sin duda recobró la libertad hacia el año 63, aunque desde entonces los últimos cuatro años de su vida están en la penumbra. Según parece, viajó a España (Rm. 15, 24 y 28) e hizo otro viaje a Oriente. Murió en Roma, decapitado por los verdugos de Nerón, el año 67, en el mismo día del martirio de San Pedro. Sus restos descansan en la basílica de San Pablo en Roma.

Los escritos paulinos son exclusivamente cartas, pero de tanto valor doctrinal y tanta profundidad sobrenatural como un Evangelio. Las enseñanzas de las Epístolas a los Romanos, a los Corintios, a los Efesios, y otras, constituyen, como dice San Juan Crisóstomo, una mina inagotable de oro, a la cual hemos de acudir en todas las circunstancias de la vida, debiendo frecuentarlas mucho hasta familiarizarnos con su lenguaje, porque su lectura —como dice San Jerónimo— nos recuerda más bien el trueno que el sonido de palabras.

San Pablo nos da a través de sus cartas un inmenso conocimiento de Cristo. No un conocimiento sistemático, sino un conocimiento espiritual que es lo que importa. Él es ante todo el Doctor de la Gracia, el que trata los temas siempre actuales del pecado y la justificación, del Cuerpo Místico, de la Ley y de la libertad, de la fe y de las obras, de la carne y del espíritu, de la predestinación y de la reprobación, del Reino de Cristo y su segunda Venida. Los escritores racionalistas o judíos como Klausner, que de buena fe encuentran diferencia entre el Mensaje del Maestro y la interpretación del apóstol, no han visto bien la inmensa trascendencia del rechazo que la sinagoga hizo de Cristo, enviado ante todo “a las ovejas perdidas de Israel” (Mt. 15, 24), en el tiempo del Evangelio, y del nuevo rechazo que el pueblo judío de la dispersión hizo de la predicación apostólica que les renovaba en Cristo resucitado las promesas de los antiguos Profetas; rechazo que trajo la ruptura con Israel y acarreó el paso de la salud a la gentilidad, seguido muy pronto por la tremenda destrucción del Templo, tal como lo había anunciado el Señor (Mt. 24).

No hemos de olvidar, pues, que San Pablo fue elegido por Dios para Apóstol de los gentiles (Hch. 13, 2 y 47; 26, 17 s.; Rm. 1, 5), es decir, de nosotros, hijos de paganos, antes “separados de la sociedad de Israel, extraños a las alianzas, sin esperanza en la promesa y sin Dios en este mundo” (Ef. 2, 12), y que entramos en la salvación a causa de la incredulidad de Israel (véase Rm. 11, 11 ss.; cf. Hch. 28, 23 ss. y notas), siendo llamados al nuevo y gran misterio del Cuerpo Místico (Ef. 1, 22 s.; 3, 4-9; Col. 1, 26). De ahí que Pablo resulte también para nosotros, el grande e infalible intérprete de las Escrituras antiguas, principalmente de los Salmos y de los Profetas, citados por él a cada paso. Hay Salmos cuyo discutido significado se fija gracias a las citas que San Pablo hace de ellos; por ejemplo, el Salmo 44, del cual el apóstol nos enseña que es nada menos que el elogio lírico de Cristo triunfante, hecho por boca del divino Padre (véase Hb. 1, 8 s.). Lo mismo puede decirse de Sal. 2, 7; 109, 4, etc.

El canon contiene 14 Epístolas que llevan el nombre del gran apóstol de los gentiles, incluso la destinada a los Hebreos. Algunas otras parecen haberse perdido (1 Co. 5, 9; Col. 4, 16).

La sucesión de las Epístolas paulinas en el canon, no obedece al orden cronológico, sino más bien a la importancia y al prestigio de sus destinatarios. La de los Hebreos, como dice Chaine, si fue agregada al final de Pablo y no entre las “católicas”, fue a causa de su origen, pero ello no implica necesariamente que sea posterior a las otras.

En cuanto a las fechas y lugar de la composición de cada una, remitimos al lector a las indicaciones que damos en las notas iniciales.

CARTA A LOS ROMANOS

# · 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9 · 10 · 11 · 12 · 13 · 14 · 15 · 16
PRÓLOGO
ROMANOS 1
Salutación apostólica

1Pablo[11535], siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, separado[11536] para el Evangelio de Dios 2—que Él había prometido antes por sus profetas en las Escrituras santas—[11537] 3(Evangelio que trata) del Hijo suyo, del nacido de la semilla de David según la carne, 4de Jesucristo Señor nuestro, destinado (para ser manifestado) Hijo de Dios en poder, conforme al Espíritu de santidad, desde la resurrección de los muertos, 5por Quien hemos recibido gracia y apostolado para obediencia fiel, por razón de su Nombre, entre todos los gentiles, 6de los cuales sois también vosotros, llamados de Jesucristo. 7A todos los que os halláis en Roma, amados de Dios, llamados santos: gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo[11538].

El Apóstol da gracias a Dios por la fe de los romanos

8Ante todo doy gracias a mi Dios, mediante Jesucristo, por todos vosotros, porque vuestra fe es celebrada en todo el mundo[11539]. 9Pues testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su Hijo, de que sin cesar os recuerdo, 10rogando siempre en mis oraciones, que de cualquier modo encuentre al fin, por la voluntad de Dios[11540], allanado el camino para ir a vosotros. 11Porque anhelo veros, a fin de comunicaros algún don espiritual, para que seáis confirmados[11541], 12esto es, para que yo, entre vosotros, sea junto con vosotros consolado, por la mutua comunicación de la fe, vuestra y mía[11542]. 13Pues no quiero ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a vosotros —pero he sido impedido hasta el presente— para que tenga algún fruto también entre vosotros, así como entre los demás gentiles.

Tema de la epístola

14A griegos y a bárbaros, a sabios y a ignorantes, soy deudor[11543]. 15Así, pues, cuanto de mí depende, pronto estoy a predicar el Evangelio también a vosotros los que os halláis en Roma[11544]. 16Pues no me avergüenzo del Evangelio; porque es fuerza de Dios para salvación de todo el que cree, del judío primeramente, y también del griego[11545]. 17Porque en él se revela la justicia que es de Dios, mediante fe para fe, según está escrito: “El justo vivirá por la fe”[11546].

I. PARTE DOGMÁTICA
A. LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN
Necedad del paganismo

18Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que injustamente cohíben la verdad; 19puesto que lo que es dable conocer de Dios está manifiesto en ellos, ya que Dios se lo manifestó. 20Porque lo invisible de Él, su eterno poder y su divinidad, se hacen notorios desde la creación del mundo, siendo percibidos por sus obras, de manera que no tienen excusa[11547]; 21por cuanto conocieron a Dios y no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su insensato corazón fue oscurecido. 22Diciendo ser sabios, se tornaron necios[11548], 23y trocaron la gloria del Dios incorruptible en imágenes que representan al hombre corruptible, aves, cuadrúpedos y reptiles.

Consecuencias de la corrupción

24Por lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón, de modo que entre ellos afrentasen sus propios cuerpos[11549]. 25Ellos trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y dieron culto a la creatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26Por esto los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza[11550]. 27E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos. 28Y como no estimaron el conocimiento de Dios, los entregó Dios a una mente depravada para hacer lo indebido, 29henchidos de toda injusticia, malicia, codicia, maldad, llenos de envidia, homicidio, riña, dolos, malignidad; murmuradores, 30calumniadores, aborrecedores de Dios, indolentes, soberbios, fanfarrones, inventores de maldades, desobedientes a sus padres; 31insensatos, desleales, hombres sin amor y sin misericordia. 32Y si bien conocen que según lo establecido por Dios los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen en los que las practican.

ROMANOS 2
Dios juzga a judíos y a gentiles

1Por lo tanto no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas, al juzgar; porque en lo que juzgas a otro, a ti mismo te condenas; puesto que tú que juzgas incurres en lo mismo[11551]. 2Pues sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas, es según la verdad. 3¿Piensas tú, oh hombre, que juzgas a los que tales cosas hacen y las practicas tú mismo, que escaparás al juicio de Dios? 4¿O desprecias la riqueza de su bondad, paciencia y longanimidad, ignorando que la benignidad de Dios te lleva al arrepentimiento? 5Conforme a tu dureza y tu corazón impenitente, te atesoras ira para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios[11552], 6el cual dará a cada uno el pago según sus obras: 7a los que, perseverando en el bien obrar, buscan gloria y honra e incorruptibilidad, vida eterna; 8mas a los rebeldes, y a los que no obedecen a la verdad, pero sí obedecen a la injusticia, ira y enojo. 9Tribulación y angustia para toda alma humana que obra el mal: primero para el judío, y también para el griego[11553]; 10pero gloria y honra y paz para aquel que obra el bien: primero para el judío, y también para el griego. 11Pues en Dios no hay acepción de personas[11554].

Los judíos transgresores de la ley

12Porque cuantos han pecado sin la Ley, sin la Ley también perecerán; y cuantos han pecado bajo la Ley, según la Ley serán juzgados. 13Pues no los que oyen la Ley son justos ante Dios; sino que serán justificados los que cumplen la Ley[11555]. 14Cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por la razón natural las cosas de la Ley, ellos, sin tener Ley, son Ley para sí mismos[11556], 15pues muestran que la obra de la Ley está escrita en sus corazones, por cuanto les da testimonio su conciencia y sus razonamientos, acusándolos o excusándolos recíprocamente[11557]. 16Así será, pues, en el día en que juzgará Dios por medio de Jesucristo, los secretos de los hombres según mi Evangelio. 17Pero, si tú que te llamas judío, y descansas sobre la Ley, y te glorías en Dios, 18y conoces su voluntad, y experimentas las cosas excelentes, siendo amaestrado por la Ley, 19y presumes de ser guía de ciegos, luz para los que están en tinieblas, 20educador de ignorantes, maestro de niños, teniendo en la Ley la norma del saber y de la verdad, 21tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe hurtar, ¿hurtas? 22Tú que dices que no se debe adulterar, ¿cometes adulterio? Tú que aborreces a los ídolos, ¿saqueas los templos? 23Tú que te glorías en la Ley, ¿traspasando la Ley deshonras a Dios? 24“Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los gentiles”, según está escrito[11558].

La verdadera circuncisión

25La circuncisión en verdad aprovecha si cumples la Ley, mas si eres transgresor de la Ley, tu circuncisión se ha hecho incircuncisión[11559]. 26Si, pues, los incircuncisos guardaren los preceptos de la Ley, ¿no se reputará su incircuncisión por circuncisión? 27Y aquellos que en naturaleza son incircuncisos, si cumplieren la Ley, ¿no te juzgarán a ti que, con la letra y la circuncisión, eres transgresor de la Ley?[11560] 28Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que se hace por fuera en la carne; 29antes bien es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón según el espíritu y no según la letra, cuya alabanza no es de los hombres sino de Dios[11561].

ROMANOS 3
Los privilegios de los judíos y su incredulidad

1¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? o ¿qué aprovecha la circuncisión? 2Mucho en todo sentido; porque primeramente les fueron confiados los oráculos de Dios[11562]. 3¿Qué importa si algunos de ellos permanecieron incrédulos? ¿Acaso su incredulidad hará nula la fidelidad de Dios? 4De ninguna manera. Antes bien, hay que reconocer que Dios es veraz, y todo hombre mentiroso, según está escrito: “Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando vengas a juicio”[11563].

5Mas si nuestra injusticia da realce a la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será acaso Dios injusto si descarga su ira? —hablo como hombre—. 6No por cierto. ¿Cómo podría entonces Dios juzgar al mundo? 7Pues si la veracidad de Dios, por medio de mi falsedad, redunda en mayor gloria suya, ¿por qué he de ser yo aun condenado como pecador? 8Y ¿por qué no (decir), según nos calumnian, y como algunos afirman que nosotros decimos: “Hagamos el mal para que venga el bien”? Justa es la condenación de los tales[11564].

Todos estamos sujetos al pecado

9¿Qué decir entonces? ¿Tenemos acaso alguna ventaja nosotros? No, de ningún modo, porque hemos probado ya que tanto los judíos como los griegos, todos, están bajo el pecado[11565]; 10según está escrito: “No hay justo, ni siquiera uno[11566]; 11no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. 12Todos se han extraviado, a una se han hecho inútiles; no hay quien haga el bien, no hay ni uno siquiera. 13Sepulcro abierto es su garganta, con sus lenguas urden engaño, veneno de áspides hay bajo sus labios, 14su boca rebosa maldición y amargura. 15Veloces son sus pies para derramar sangre; 16destrucción y miseria están en sus caminos; 17y el camino de la paz no lo conocieron. 18No hay temor de Dios ante sus ojos”.

19Ahora bien, sabemos que cuanto dice la Ley, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca enmudezca y el mundo entero sea reo ante Dios[11567]; 20dado que por obras de la Ley no será justificada delante de Él carne alguna; pues por medio de la Ley (nos viene) el conocimiento del pecado[11568].

La justificación por la fe

21Mas ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado (cuál sea la) justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas: 22justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos lo que creen —pues no hay distinción alguna[11569], 23ya que todos han pecado y están privados de la gloria de Dios—, 24(los cuales son) justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es por Cristo Jesús[11570], 25a quien Dios puso como instrumento de propiciación, por medio de la fe en su sangre, para que aparezca la justicia suya —por haberse disimulado los anteriores pecados 26en (el tiempo de) la paciencia de Dios— para manifestar su justicia en el tiempo actual, a fin de que sea Él mismo justo y justificador del que tiene fe en Jesús[11571]. 27¿Dónde, pues, el gloriarse? Excluido está. ¿Por cuál Ley? ¿la de las obras? No, sino por la Ley de la fe[11572]. 28En conclusión decimos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley[11573]. 29¿Acaso Dios es solo el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles; 30puesto que uno mismo es el Dios que justificará a los circuncisos en virtud de la fe y a los incircuncisos por medio de la fe[11574]. 31¿Anulamos entonces la Ley por la fe? De ninguna manera; antes bien, confirmamos la Ley.

ROMANOS 4
Abrahán justificado por la fe sin las obras de la ley

1¿Qué diremos luego que obtuvo Abrahán, nuestro Padre según la carne?[11575] 2Porque si Abrahán fue justificado por obras, tiene de qué gloriarse; mas no delante de Dios. 3Pues ¿qué dice la Escritura? “Abrahán creyó a Dios, y le fue imputado a justicia”. 4Ahora bien, a aquel que trabaja, el jornal no se le cuenta como gracia, sino como deuda; 5mas al que no trabaja, sino que cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le reputa por justicia, 6así como también David pregona la bienaventuranza del hombre a quien Dios imputa la justicia sin obras: 7“Bienaventurados aquellos a quienes fueron perdonadas las iniquidades, y cuyos pecados han sido cubiertos[11576]. 8Bienaventurado el hombre a quien el Señor no imputa su pecado”.

9Pues bien, esta bienaventuranza ¿es solo para los circuncisos, o también para los incircuncisos?, porque decimos que a Abrahán la fe le fue imputada a justicia. 10¿Mas cómo le fue imputada? ¿Antes de la circuncisión o después de ella? No después de la circuncisión, sino antes. 11Y recibió el signo de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que obtuvo, siendo aún incircunciso, para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos se les imputase la justicia; 12como asimismo padre de los circuncisos, de aquellos que no solamente han recibido la circuncisión, sino que también siguen los pasos de la fe que nuestro padre Abrahán tenía siendo aún incircunciso[11577]. 13Pues no por medio de la Ley fue hecha la promesa a Abrahán, o a su descendencia, de ser heredero del mundo, sino por la justicia que viene de la fe. 14Porque si los de la Ley son herederos, la fe ha venido a ser vana, y la promesa de ningún valor, 15dado que la Ley obra ira; porque donde no hay Ley, tampoco hay transgresión. 16De ahí (que la promesa se hiciera) por la fe, para que fuese de gracia, a fin de que la promesa permanezca firme para toda la posteridad, no solo para la que es de la Ley, sino también para la que sigue la fe de Abrahán, el cual es el padre de todos nosotros, 17—según está escrito: “Padre de muchas naciones te he constituido”— ante Aquel a quien creyó: Dios, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que (aún) no son como si (ya) fuesen.

Fe de Abrahán que espera contra toda esperanza

18Abrahán, esperando contra toda esperanza, creyó que vendría a ser padre de muchas naciones, según lo que había sido dicho: “Así será tu posteridad”[11578]. 19Y no flaqueó en la fe al considerar su mismo cuerpo ya decrépito, teniendo él como cien años, ni el amortecimiento del seno de Sara; 20sino que, ante la promesa de Dios, no vaciló incrédulo, antes bien fue fortalecido por la fe dando gloria a Dios, 21plenamente persuadido de que Él es poderoso para cumplir cuanto ha prometido. 22Por lo cual también le fue imputado a justicia; 23y no para él solamente se escribió que le fue imputado, 24sino también para nosotros, a quienes ha de imputársenos; a los que creemos en Aquel que resucitó a Jesús Señor nuestro de entre los muertos; 25el cual fue entregado a causa de nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación[11579].

ROMANOS 5
Frutos de la justificación

1Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo[11580], 2por quien, en virtud de la fe, hemos obtenido asimismo el acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3Y no solamente esto, sino que nos gloriamos también en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación obra paciencia; 4la paciencia, prueba; la prueba, esperanza[11581]; 5y la esperanza no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos ha sido dado[11582]. 6Porque cuando todavía éramos débiles, Cristo, al tiempo debido, murió por los impíos. 7A la verdad, apenas hay quien entregue su vida por un justo; alguno tal vez se animaría a morir por un bueno[11583]. 8Mas Dios da la evidencia del amor con que nos ama, por cuanto, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9Mucho más, pues, siendo ahora justificados por su sangre, seremos por Él salvados de la ira. 10Pues, si como enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más después de reconciliados seremos salvados por su vida[11584]. 11Y no solo esto, sino que aun nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos logrado la reconciliación.

Cristo, el segundo Adán

12Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, también así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron[11585]; 13porque ya antes de la Ley había pecado en el mundo, mas el pecado no se imputa si no hay Ley. 14Sin embargo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura de Aquel que había de venir[11586].

15Mas no fue el don como el delito, pues si por el delito del uno, los muchos murieron, mucho más copiosamente se derramó sobre los muchos[11587] la gracia de Dios y el don por la gracia de un solo hombre, Jesucristo. 16Y con el don no sucedió como con aquel uno que pecó, puesto que de uno solo vino el juicio para condenación, mas el don para justificación vino por muchos delitos. 17Pues si por el delito de uno solo la muerte reinó por culpa del uno, mucho más los que reciben la sobreabundancia de la gracia y del don de la justicia, reinarán en vida por el uno: Jesucristo. 18De esta manera, como por un solo delito (vino juicio) sobre todos los hombres para condenación, así también por una sola obra de justicia (viene la gracia) a todos los hombres para justificación de vida. 19Porque como por la desobediencia de un solo hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo los muchos serán constituidos justos. 20Se subintrodujo, empero, la Ley, de modo que abundase el delito; mas donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia[11588]; 21para que, como reinó el pecado por la muerte, así también reinase la gracia, por la justicia, para eterna vida, por medio de Jesucristo nuestro Señor.

ROMANOS 6
Significado del bautismo como nueva vida

1¿Qué diremos, pues? ¿Permaneceremos en el pecado, para que abunde la gracia? 2De ninguna manera. Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?[11589] 3¿Ignoráis acaso que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados? 4Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados junto con Él en la muerte, a fin de que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida[11590]. 5Pues si hemos sido injertados (en Él) en la semejanza de su muerte, lo seremos también en la de su resurrección[11591], 6sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado (con Él) para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado[11592]; 7pues el que murió, justificado está del pecado. 8Y si hemos muerto con Cristo, creemos que viviremos también con Él; 9sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no puede tener dominio sobre Él. 10Porque la muerte que Él murió, la murió al pecado[11593] una vez para siempre; mas la vida que Él vive, la vive para Dios. 11Así también vosotros teneos por muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

Triunfo sobre el pecado y vida para Dios

12No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus concupiscencias, 13ni sigáis ofreciendo al pecado vuestros miembros como armas de iniquidad; antes bien, ofreceos vosotros mismos a Dios, como resucitados de entre los muertos, y vuestros miembros como armas de justicia para Dios. 14Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros; pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. 15Entonces ¿qué? ¿Pecaremos por cuanto no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia? De ninguna manera. 16¿No sabéis que si a alguien os entregáis como esclavos para obedecerle, esclavos sois de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, sea de la obediencia para justicia? 17Pero gracias a Dios, así como erais esclavos del pecado, habéis venido a ser obedientes de corazón a aquella forma de doctrina, a la cual os entregasteis; 18y libertados del pecado vinisteis a ser siervos de la justicia[11594]. 19Hablo como suelen hablar los hombres, a causa de la flaqueza de vuestra carne. Porque así como para iniquidad entregasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, así ahora entregad vuestros miembros como siervos a la justicia para la santificación. 20En efecto, cuando erais esclavos del pecado estabais independizados en cuanto a la justicia. 21¿Qué fruto lograbais entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis, puesto que su fin es la muerte? 22Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos para Dios, tenéis vuestro fruto en la santificación y como fin vida eterna. 23Porque el salario del pecado es la muerte, mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro[11595].

ROMANOS 7
El cristiano y la Ley

1¿Acaso ignoráis, hermanos —pues hablo a quienes conocen la Ley—, que la Ley tiene dominio sobre el hombre mientras dure la vida?[11596] 2Porque la mujer casada ligada está por ley a su marido, durante la vida de este; mas muerto el marido, queda desligada de la ley del marido. 3Por consiguiente, será considerada como adúltera si, viviendo el marido, se uniere a otro varón. Pero si muriere el marido, libre es de esa ley de manera que no será adúltera siendo de otro varón. 4Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley[11597] por medio del cuerpo de Cristo, para pertenecer a otro, a Aquel que fue resucitado de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones de los pecados, por medio de la Ley, obraban en nuestros miembros, haciéndonos llevar fruto para muerte. 6Mas ahora, muertos a aquello en que éramos detenidos, estamos desligados de la Ley, de modo que servimos ya en novedad de espíritu y no en vejez de letra.

La ley, ocasión de pecado

7¿Qué diremos, pues? ¿Qué la Ley es pecado? De ningún modo. Sin embargo, yo no conocí el pecado sino por la Ley. Pues yo no habría conocido la codicia si la Ley no dijera: “No codiciarás”[11598]. 8Mas el pecado, tomando ocasión del mandamiento, produjo en mí toda suerte de codicias, porque sin la Ley el pecado es muerto[11599]. 9Yo vivía en un tiempo sin Ley, mas viniendo el mandamiento, el pecado revivió; 10y yo morí, y hallé que el mismo mandamiento dado para vida, me fue para muerte; 11porque el pecado, tomando ocasión del mandamiento, me engañó y por él mismo me mató[11600]. 12Así que la Ley, por su parte, es santa y el mandamiento es santo y justo y bueno. 13Luego ¿lo bueno vino a ser muerte para mí? Nada de eso; sino que el pecado, para mostrarse pecado, obró muerte en mí por medio de lo que es bueno, a fin de que, mediante el precepto, el pecado viniese a ser sobremanera pecaminoso[11601].

Oposición entre la carne y el espíritu

14Porque sabemos que la Ley es espiritual, mas yo soy carnal, vendido por esclavo al pecado[11602]. 15Pues no entiendo lo que hago; porque no hago lo que quiero; sino lo que aborrezco, eso hago. 16Mas si lo que hago es lo que no quiero, reconozco que la Ley es buena. 17Ya no soy, pues, yo quien lo hago, sino el pecado que habita en mí. 18Que bien sé que no hay en mí, es decir, en mi carne, cosa buena, ya que tengo presente el querer el bien, mas el realizarlo no[11603]. 19Por cuanto el bien que quiero no lo hago; antes bien, el mal que no quiero, eso practico. 20Mas si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien obro así, sino el pecado que vive en mí. 21Hallo, pues, esta Ley: que queriendo yo hacer el bien, el mal se me pone delante. 22Cierto que me deleito en la Ley de Dios, según el hombre interior; 23mas veo otra ley en mis miembros que repugna a la Ley de mi mente y me sojuzga a la ley del pecado que está en mis miembros[11604]. 24¡Desdichado de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo mortal? 25¡Gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

ROMANOS 8
Felicidad del cristiano

1Por tanto, ahora no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús[11605]. 2Porque la Ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha liberado de la ley del pecado, y de la muerte[11606]. 3Lo que era imposible a la Ley, por cuanto estaba debilitada por la carne, hízolo Dios enviando a su Hijo en carne semejante a la del pecado, y en reparación por el pecado condenó el pecado en la carne[11607], 4para que lo mandado por la Ley se cumpliese en nosotros, los que caminamos no según la carne, sino según el espíritu. 5Pues los que viven según la carne, piensan en las cosas de la carne; mas los que viven según el espíritu, en las del espíritu[11608]. 6Y el sentir de la carne es muerte; mas el sentir del espíritu es vida y paz[11609]. 7Pues el sentir de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios ni puede en verdad hacerlo. 8Y los que viven en la carne no pueden, entonces, agradar a Dios. 9Vosotros, empero, no estáis en la carne sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ese tal no es de Él. 10Si, en cambio, Cristo habita en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto por causa del pecado, mas el espíritu es vida a causa de la justicia.

La vida eterna del cuerpo y del alma

11Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por medio de ese Espíritu suyo que habita en vosotros. 12Así, pues, hermanos, somos deudores: no de la carne para vivir según la carne; 13pues si vivís según la carne, habéis de morir; mas si por el espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. 14Porque todos cuantos son movidos por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios[11610], 15dado que no recibisteis el espíritu de esclavitud, para obrar de nuevo por temor, sino que recibisteis el espíritu de filiación, en virtud del cual clamamos: ¡Abba! (esto es), Padre. 16El mismo Espíritu da testimonio, juntamente con el espíritu nuestro, de que somos hijos de Dios. 17Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, si es que sufrimos juntamente (con Él), para ser también glorificados (con Él).

La gran esperanza del cristiano y de toda la creación

18Estimo, pues que esos padecimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros[11611]. 19La creación está aguardando con ardiente anhelo esa manifestación de los hijos de Dios; 20pues si la creación está sometida a la vanidad, no es de grado, sino por la voluntad de aquel que la sometió; pero con esperanza, 21porque también la creación misma será libertada de la servidumbre de la corrupción para (participar de) la libertad de la gloria de los hijos de Dios[11612]. 22Sabemos, en efecto, que ahora la creación entera gime a una, y a una está en dolores de parto. 23Y no tan solo ella, sino que asimismo nosotros, los que tenemos las primicias del Espíritu, también gemimos en nuestro interior, aguardando la filiación, la redención de nuestro cuerpo[11613]. 24Porque en la esperanza hemos sido salvados; mas la esperanza que se ve, ya no es esperanza; porque lo que uno ve, ¿cómo lo puede esperar? 25Si, pues, esperamos lo que no vemos, esperamos en paciencia.

Nuevos favores del Espíritu Santo

26De la misma manera también el Espíritu ayuda a nuestra flaqueza; porque no sabemos qué orar según conviene, pero el Espíritu está intercediendo Él mismo por nosotros con gemidos que son inexpresables[11614]. 27Mas Aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Este intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios. 28Sabemos, además, que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio[11615]. 29Porque Él, a los que preconoció, los predestinó a ser conformes a la imagen de su Hijo, para que Este sea el primogénito entre muchos hermanos. 30Y a esos que predestinó, también los llamó; y a esos que llamó, también los justificó; y a esos que justificó, también los glorificó.

Seguridad de la redención

31Y a esto ¿qué diremos ahora? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?[11616] 32El que aun a su propio Hijo no perdonó, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente todas las cosas con Él? 33¿Quién podrá acusar a los escogidos de Dios? Siendo Dios el que justifica, 34¿quién podrá condenar? Pues Cristo Jesús, el mismo que murió, más aún, el que fue resucitado, está a la diestra de Dios. Ese es el que intercede por nosotros[11617]. 35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?[11618] 36según está escrito: “Por la causa tuya somos muertos cada día, considerados como ovejas destinadas al matadero”. 37Mas en todas estas cosas triunfamos gracias a Aquel que nos amó. 38Porque persuadido estoy de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni cosas presentes, ni cosas futuras, ni potestades, 39ni altura, ni profundidad, ni otra creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús nuestro Señor.

B. LA SITUACIÓN DEL PUEBLO JUDÍO
ROMANOS 9
Dios no elige según la carne

1Digo verdad en Cristo, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, de que no miento[11619]: 2siento tristeza grande y continuo dolor en mi corazón. 3Porque desearía ser yo mismo anatema de Cristo por mis hermanos[11620], deudos míos según la carne, 4los israelitas, de quienes es la filiación[11621], la gloria, las alianzas, la entrega de la Ley, el culto y las promesas; 5cuyos son los padres, y de quienes, según la carne, desciende Cristo, que es sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. 6No es que la palabra de Dios haya quedado sin efecto; porque no todos los que descienden de Israel, son Israel[11622]; 7ni por el hecho de ser del linaje de Abrahán, son todos hijos; sino que “en Isaac será llamada tu descendencia”. 8Esto es, no los hijos de la carne son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son los considerados como descendencia. 9Porque esta fue la palabra de la promesa: “Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo”[11623]. 10Y así sucedió no solamente con Sara, sino también con Rebeca, que concibió de uno solo, de Isaac nuestro Padre. 11Pues, no siendo aún nacidos (los hijos de ella), ni habiendo aún hecho cosa buena o mala —para que el designio de Dios se cumpliese, conforme a su elección, no en virtud de obras sino de Aquel que llama— 12le fue dicho a ella: “El mayor servirá al menor”; 13según está escrito: “A Jacob amé, mas aborrecí a Esaú”.

Dios ejerce su soberana libertad

14¿Qué diremos, pues? ¿Qué hay injusticia por parte de Dios? De ninguna manera[11624]. 15Pues Él dice a Moisés: “Tendré misericordia de quien Yo quiera tener misericordia, y me apiadaré de quien Yo quiera apiadarme”. 16Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia[11625]. 17Porque la Escritura dice al Faraón: “Para esto mismo Yo te levanté, para ostentar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”. 18De modo que de quien Él quiere, tiene misericordia; y a quien quiere, le endurece. 19Pero me dirás: ¿Y por qué entonces vitupera? Pues ¿quién puede resistir a la voluntad de Él? 20Oh, hombre, ¿quién eres tú que pides cuentas a Dios? ¿Acaso el vaso dirá al que lo modeló: “¿Por qué me has hecho así?” 21¿O es que el alfarero no tiene derecho sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para uso vil?[11626] 22¿Qué, pues, si Dios, queriendo manifestar su ira y dar a conocer su poder, sufrió con mucha longanimidad los vasos de ira, destinados a perdición, 23a fin de manifestar las riquezas de su gloria en los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria, 24a saber, nosotros, a los cuales Él llamó, no solo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles?

Reprobación de los judíos

25Como también dice en Oseas: “Llamaré pueblo mío al que no es mi pueblo, y amada a la no amada[11627]. 26Y sucederá que en el lugar donde se les dijo: No sois mi pueblo, allí mismo serán llamados hijos del Dios vivo”. 27También Isaías clama sobre Israel: “Aun cuando el número de los hijos de Israel fuere como las arenas del mar, solo un resto será salvo[11628]; 28porque el Señor hará su obra sobre la tierra rematando y cercenando”. 29El mismo Isaías ya antes había dicho: “Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado una semilla, habríamos venido a ser como Sodoma y asemejados a Gomorra”.

¿Cuál fue el extravío de Israel?

30¿Qué diremos en conclusión? Que los gentiles, los cuales no andaban tras la justicia, llegaron a la justicia, a la justicia que nace de la fe; 31mas Israel, que andaba tras la Ley de la justicia, no llegó a la Ley. 32¿Por qué? Porque no (la buscó) por la fe, sino como por obras, y así tropezaron en la piedra de tropiezo; 33como está escrito: “He aquí que pongo en Sión una piedra de escándalo, y peñasco de tropiezo; y el que creyere en Él no será confundido”[11629].

ROMANOS 10
La justicia de la ley y la justicia de la fe

1Hermanos, el deseo de mi corazón y la súplica que elevo a Dios, es en favor de ellos para que sean salvos[11630]. 2Porque les doy testimonio de que tienen celo por Dios, pero no según el conocimiento[11631]; 3por cuanto ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios[11632]; 4porque el fin de la Ley es Cristo para justicia a todo el que cree[11633]. 5Pues Moisés escribe de la justicia que viene de la Ley, que “el hombre que la practicare vivirá por ella”[11634]. 6Mas la justicia que viene de la fe, habla así: “No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? —esto es, para bajarlo a Cristo—[11635] 7o ¿quién descenderá al abismo?” —esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos—. 8¿Mas qué dice? “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón”; esto es, la palabra de la fe que nosotros predicamos. 9Que si confesares con tu boca a Jesús como Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; 10porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salud. 11Pues la Escritura dice: “Todo aquel que creyere en Él, no será confundido”[11636]. 12Puesto que no hay distinción entre judío y griego; uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan. 13Así que “todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”[11637].

La incredulidad no tiene disculpa

14Ahora bien, ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y ¿cómo creerán en Aquel de quien nada han oído? Y ¿cómo oirán, sin que haya quien predique? 15Y ¿cómo predicarán, si no han sido enviados? según está escrito: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian cosas buenas!”[11638] 16Pero no todos dieron oído[11639] a ese Evangelio. Porque Isaías dice: “Señor, ¿quién ha creído a lo que nos fue anunciado?” 17La fe viene, pues, del oír, y el oír por la palabra de Cristo[11640]. 18Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? Al contrario. “Por toda la tierra sonó su voz, hasta los extremos del mundo sus palabras”[11641]. 19Pregunto además: ¿Por ventura Israel no entendió? Moisés, el primero, ya dice: “Os haré tener celos de una que no es nación, os haré rabiar contra una gente sin seso”[11642]. 20E Isaías se atreve a decir: “Fui hallado de los que no me buscaban; vine a ser manifiesto a los que no preguntaban por Mí”. 21Mas acerca de Israel dice: “Todo el día he extendido mis manos hacia un pueblo desobediente y rebelde”.

ROMANOS 11
Las reliquias de Israel

1Pregunto entonces: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? No, ciertamente, puesto que yo también soy israelita, del linaje de Abrahán, de la tribu de Benjamín[11643]. 2No ha desechado Dios a su pueblo, al cual preconoció. ¿Acaso no sabéis lo que la Escritura dice de Elías?, cómo él arguye con Dios contra Israel: 3“Señor, ellos han dado muerte a tus profetas, han destruido tus altares; y yo he quedado solo, y ellos buscan mi vida”[11644]. 4Mas ¿qué le dice la respuesta divina?: “Reservado me he siete mil hombres, que no han doblado la rodilla ante Baal”[11645]. 5Así también en el tiempo presente ha quedado un resto[11646] según elección gratuita. 6Y si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia dejaría de ser gracia. 7¿Qué, pues? Que lo que Israel busca, eso no lo alcanzó; pero los escogidos lo alcanzaron, mientras que los demás fueron endurecidos; 8según está escrito: “Dioles Dios un espíritu de aturdimiento, ojos para no ver, y oídos para no oír, hasta el día de hoy”[11647]. 9Y David dice: “Conviértase su mesa en lazo y trampa, en tropiezo y en justo pago[11648]; 10oscurézcanseles sus ojos para que no vean, y doblégales, tú, siempre la espalda”.

La vocación de los gentiles es un estímulo para los judíos

11Ahora digo: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? Eso no; sino que por la caída de ellos vino la salud a los gentiles para excitarlos (a los judíos) a emulación[11649]. 12Y si la caída de ellos ha venido a ser la riqueza del mundo, y su disminución la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plenitud?[11650] 13A vosotros, pues, los gentiles, lo digo —en tanto que soy yo apóstol de los gentiles, honro mi ministerio— 14por si acaso puedo provocar a celos a los de mi carne y salvar a algunos de ellos. 15Pues si su repudio es reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino vida de entre muertos?[11651] 16Que si las primicias son santas, también lo es la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17Y si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú siendo acebuche, has sido ingerido en ellas, y hecho partícipe con ellas de la raíz y de la grosura del olivo[11652], 18no te engrías contra las ramas; que si te engríes (sábete que), no eres tú quien sostienes la raíz, sino la raíz a ti.

Grave advertencia a los gentiles llamados a la fe

19Pero dirás: Tales ramas fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20Bien, fueron desgajadas a causa de su incredulidad, y tú, por la fe, estás en pie. Mas no te engrías, antes teme[11653]. 21Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti perdonará. 22Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios: para con los que cayeron, la severidad; mas para contigo, la bondad de Dios, si es que permaneces en esa bondad; de lo contrario, tú también serás cortado. 23Y en cuanto a ellos, si no permanecieren en la incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. 24Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza era acebuche, y contra naturaleza injertado en el olivo bueno, ¿cuánto más ellos, que son las ramas naturales, serán injertados en el propio olivo?

San Pablo profetiza la conversión de Israel

25No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio —para que no seáis sabios a vuestros ojos—: el endurecimiento ha venido sobre una parte de Israel hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado[11654]; 26y de esta manera todo Israel será salvo; según está escrito: “De Sión vendrá el Libertador; Él apartará de Jacob las iniquidades[11655]; 27y esta será mi alianza con ellos, cuando Yo quitare sus pecados”[11656]. 28Respecto del Evangelio, ellos son enemigos para vuestro bien, mas respecto de la elección, son amados a causa de los padres. 29Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables. 30De la misma manera que vosotros en un tiempo erais desobedientes a Dios, mas ahora habéis alcanzado misericordia, a causa de la desobediencia de ellos[11657], 31así también ellos ahora han sido desobedientes, para que con motivo de la misericordia (concedida) a vosotros, a su vez alcancen misericordia. 32Porque a todos los ha encerrado Dios dentro de la desobediencia, para poder usar con todos de misericordia[11658].

Himno a la eterna sabiduría

33¡Oh, profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios, y cuán insondables sus caminos! 34Porque ¿quién ha conocido el pensamiento del Señor? O ¿quién ha sido su consejero?[11659] 35O ¿quién le ha dado primero, para que en retorno se le dé pago? 36Porque de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.

II. PARTE EXHORTATORIA
ROMANOS 12
Espiritualidad cristiana

1Os ruego, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios (en un) culto espiritual vuestro[11660]. 2Y no os acomodéis a este siglo, antes transformaos, por la renovación de vuestra mente, para que experimentéis cuál sea la voluntad de Dios, que es buena y agradable y perfecta[11661]. 3Porque, en virtud de la gracia que me fue dada, digo a cada uno de entre vosotros, que no sienta de sí más altamente de lo que debe sentir, sino que rectamente sienta según la medida de la fe que Dios a cada cual ha dado. 4Pues así como tenemos muchos miembros en un solo cuerpo, y no todos los miembros tienen la misma función[11662], 5del mismo modo los que somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, pero en cuanto a cada uno somos recíprocamente miembros. 6Y tenemos dones diferentes conforme a la gracia que nos fue dada, ya de profecía (para hablar) según la regla de la fe[11663]; 7ya de ministerio, para servir; ya de enseñar, para la enseñanza; 8ya de exhortar, para la exhortación. El que da, (hágalo) con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que usa de misericordia, con alegría[11664]. 9El amor sea sin hipocresía. Aborreced lo que es malo, apegaos a lo que es bueno[11665].

Normas de caridad fraterna

10En el amor a los hermanos sed afectuosos unos con otros; en cuanto al honor, daos preferencia mutuamente. 11En la solicitud, no seáis perezosos; en el espíritu sed fervientes; para el Señor sed servidores; 12alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, perseverantes en la oración; 13partícipes en las necesidades de los santos; solícitos en la hospitalidad. 14Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran[11666]. 16Tened el mismo sentir, unos con otros. No fomentéis pensamientos altivos, sino acomodaos a lo humilde. No seáis sabios a vuestros ojos. 17No devolváis a nadie mal por mal; procurad hacer lo bueno ante todos los hombres. 18Si es posible, en cuanto de vosotros depende, vivid en paz con todos los hombres. 19No os venguéis por vuestra cuenta, amados míos, sino dad lugar a la ira (de Dios), puesto que escrito está: “Mía es la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor”[11667]. 20Antes por el contrario, “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues esto haciendo amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza”[11668]. 21No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien.

ROMANOS 13
Deberes para con las autoridades

1Todos han de someterse a las potestades superiores; porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido ordenadas por Dios[11669]. 2Por donde el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios; y los que resisten se hacen reos de juicio. 3Porque los magistrados no son de temer para las obras buenas, sino para las malas. ¿Quieres no tener que temer a la autoridad? Obra lo que es bueno, y tendrás de ella alabanza; 4pues ella es contigo ministro de Dios para el bien. Mas si obrares lo que es malo, teme; que no en vano lleva la espada; porque es ministro de Dios, vengador, para (ejecutar) ira contra aquel que obra el mal. 5Por tanto es necesario someterse, no solamente por el castigo, sino también por conciencia. 6Por esta misma razón pagáis también tributos; porque son ministros de Dios, ocupados asiduamente en este asunto. 7Pagad a todos lo que les debéis: a quien tributo, tributo; a quien impuesto, impuesto; a quien temor, temor; a quien honor, honor[11670].

El amor es la plenitud de la ley

8No tengáis con nadie deuda sino el amaros unos a otros; porque quien ama al prójimo, ha cumplido la Ley[11671]. 9Pues aquello de: “No cometerás adulterio; no matarás; no hurtarás; no codiciarás”; y cualquier otro mandamiento que haya, en esta palabra se resume: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 10El amor no hace mal al prójimo. Por donde el amor es la plenitud de la Ley[11672].

Conocer el tiempo

11Y (obrad) esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de levantaros del sueño; porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe[11673]. 12La noche está avanzada, y el día está cerca; desechemos por tanto las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. 13Andemos como de día, honestamente, no en banquetes y borracheras, no en lechos y lascivias, no en contiendas y rivalidades; 14antes bien, vestíos del Señor Jesucristo y no os preocupéis de servir a la carne en orden a sus concupiscencias.

ROMANOS 14
Deberes con los débiles en la fe

1Pero al que es débil en la fe, acogedlo sin entrar en disputas sobre opiniones[11674]. 2Hay quien tiene fe para comer de todo, mientras el que es débil (de fe) come hierbas. 3El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha acogido. 4¿Quién eres tú para juzgar al siervo ajeno? Para su propio señor está en pie o cae. Será sostenido en pie, porque poderoso es el Señor para sostenerlo[11675]. 5Hay quien distingue entre día y día; y hay quien estima (iguales) todos los días. Cada cual abunde en su sentido. 6El que se preocupa del día, lo hace para el Señor; y el que come, para el Señor come, pues a Dios da gracias; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. 7Porque ninguno de nosotros vive para sí, ni nadie muere para sí[11676]; 8que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Luego, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. 9Porque para esto Cristo murió y volvió a la vida, para ser Señor así de los muertos como de los vivos. 10Tú pues, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también ¿por qué desprecias a tu hermano? Que todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo[11677]; 11pues escrito está: “Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua ensalzará a Dios”. 12De manera que cada uno de nosotros ha de dar a Dios cuenta de sí mismo. 13Por tanto no nos juzguemos ya más unos a otros; al contrario, juzgad mejor no causar al hermano tropiezo o escándalo.

No seamos ocasión de escándalo

14Bien sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada es de suyo inmundo; mas para el que estima ser inmunda una cosa, para ese lo es. 15Si a causa de tu comida tu hermano se contrista, tu proceder ya no es conforme a la caridad. No hagas se pierda por tu comida aquel por quien Cristo murió. 16No sea, pues, vuestro bien ocasión de blasfemia. 17Porque el reino de Dios no consiste en comer y beber, sino en justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo[11678]. 18Por lo cual, quien en estas cosas sirve a Cristo, es agradable a Dios y probado ante los hombres. 19Así pues, sigamos las cosas que contribuyen a la paz y a la mutua edificación. 20No anules la obra de Dios por causa de una comida. Todo, en verdad, es limpio; sin embargo, es malo para el hombre que come con escándalo[11679]. 21Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni (hacer cosa alguna) en que tu hermano tropiece [o se escandalice, o se debilite]. 22Aquella fe que tú tienes, guárdala para contigo delante de Dios. Bienaventurado aquel que en lo que aprueba no se condena a sí mismo. 23Mas el que tiene dudas, si come, es condenado, porque no obra según fe, y todo lo que no procede de fe, es pecado.

ROMANOS 15
Paciencia a ejemplo de Cristo

1Los fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles y no complacernos a nosotros mismos. 2Cada uno de nosotros procure agradar a su prójimo, en lo que es bueno, para edificarlo. 3Porque tampoco Cristo complaciose a sí mismo; antes bien, según está escrito: “Los oprobios de los que te vituperaban cayeron sobre mí”[11680]. 4Pues todo lo que antes se escribió, fue escrito para nuestra enseñanza, a fin de que tengamos la esperanza mediante la paciencia y la consolación de las Escrituras[11681]. 5El Dios de la paciencia y de la consolación os conceda un unánime sentir entre vosotros según Cristo Jesús, 6para que con un mismo corazón y una sola boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7Seos mutuamente favorables, así como Cristo lo fue con vosotros para gloria de Dios. 8Porque digo que Cristo se hizo ministro de la circuncisión en pro de la fidelidad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres[11682], 9y para que a su vez los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito: “Por eso te ensalzaré entre los gentiles y cantaré a tu nombre”[11683]. 10Y otra vez dice: “Alegraos, gentiles, con su pueblo”. 11Y asimismo: “Alabad al Señor, todos los gentiles, y alábenle todos los pueblos”. 12Y otra vez dice Isaías: “Aparecerá la raíz de Jesé, y El que se levantará para gobernar a las naciones; en Él esperarán las gentes”. 13El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo[11684].

El apóstol justifica esta carta

14Yo también, hermanos míos, con respecto a vosotros, persuadido estoy de que igualmente estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, capaces también de amonestaros unos a otros. 15Con todo os he escrito un poco atrevidamente en cierto sentido, como para refrescaros la memoria, en virtud de la gracia que me fue dada por Dios[11685], 16de ser ministro de Cristo Jesús entre los gentiles, ejerciendo el ministerio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea acepta, siendo santificada por el Espíritu Santo. 17Tengo, pues, esta gloria en Cristo Jesús, en las cosas que son de Dios. 18Porque no me atreveré a hablar de ninguna cosa que no haya hecho Cristo por medio de mí en orden a la obediencia de los gentiles, por palabra y por obra, 19mediante la virtud de señales y maravillas, y en el poder del Espíritu de Dios, de modo que desde Jerusalén y sus alrededores, hasta el Ilírico he anunciado cumplidamente el Evangelio de Cristo[11686]; 20empeñándome de preferencia en no predicar la buena Nueva en donde era conocido ya el nombre de Cristo, para no edificar sobre fundamento ajeno[11687]; 21sino antes, según está escrito: “Verán los que no habían recibido noticias de Él, y entenderán los que nada habían oído”.

Proyectos de viajes

22Esto principalmente me ha impedido llegar a vosotros. 23Mas ahora, no teniendo ya campo en estos países, y anhelando desde hace muchos años ir a vosotros, 24espero veros de paso cuando me dirija a España, y ser encaminado por vosotros hacia allá, después de haber disfrutado un poco de vosotros[11688]. 25Por de pronto parto para Jerusalén para servir a los santos[11689]. 26Porque Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén. 27Así les pareció bien, y son realmente deudores suyos; porque si los gentiles han participado de los bienes espirituales de ellos, deben también servirles con los bienes materiales. 28Una vez cumplido esto y entregádoles este fruto, pasando por vosotros iré a España. 29Y sé que yendo a vosotros, iré con la plenitud de la bendición de Cristo. 30Entretanto os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo, y por el amor del Espíritu, que luchéis conmigo orando a Dios por mí[11690], 31para que sea librado de los incrédulos en Judea, y para que mi socorro para Jerusalén sea grato a los santos. 32De este modo, por la voluntad de Dios, llegaré (a vosotros) con gozo y me recrearé juntamente con vosotros. 33El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

EPÍLOGO
ROMANOS 16
Recomendaciones y saludos

1Os recomiendo a nuestra hermana Febe[11691], que es diaconisa de la Iglesia de Cencrea, 2para que la recibáis en el Señor, como conviene a los santos, y la ayudéis en cualquier asunto en que necesitare de vosotros; pues ella también ha ayudado a muchos y a mí mismo. 3Saludad a Prisca[11692] y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, 4los cuales por mi vida expusieron sus propias cabezas y a quienes no solo doy gracias yo, sino también todas las Iglesias de los gentiles; 5y (saludad) a la Iglesia que está en su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, primicias del Asia para Cristo. 6Saludad a María, que ha trabajado mucho por vosotros. 7Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisión, que son muy estimados entre los apóstoles y que creyeron en Cristo antes que yo. 8Saludad a Ampliato, mi amado en el Señor. 9Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a Estaquis, amado mío. 10Saludad a Apeles, probado en Cristo. Saludad a los que son de la casa de Aristóbulo. 11Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, que son en el Señor. 12Saludad a Trifena y a Trifosa, que trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, que ha trabajado mucho en el Señor. 13Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre, que también lo es mía. 14Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a los hermanos que están con ellos. 15Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpas, y a todos los santos que están con ellos[11693]. 16Saludaos unos a otros en ósculo santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.

Apéndice contra las falsas doctrinas

17Os exhorto, hermanos, que observéis a los que están causando las disensiones y los escándalos, contrarios a la enseñanza que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos[11694]; 18porque los tales no sirven a nuestro Señor Cristo, sino al propio vientre, y con palabras melosas y bendiciones embaucan los corazones de los sencillos. 19Vuestra obediencia (a la fe) es ya conocida de todos. Me alegro, pues, por vosotros; mas deseo que seáis sabios para lo que es bueno, y simples para lo que es malo. 20Y el Dios de la paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. 21Os saluda Timoteo, mi colaborador, como también Lucio y Jasón y Sosípatro, parientes míos. 22Yo Tercio, que escribo esta epístola, os saludo en el Señor[11695]. 23Os saluda Gayo, el hospedador mío y de toda la Iglesia. Os saludan Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto. [24La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.]

Doxología final

25A Aquel que puede confirmaros, según mi Evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio oculto desde tiempos eternos[11696], 26pero manifestado ahora a través de las escrituras de los profetas, por disposición del eterno Dios, (siendo) notificado a todos los gentiles para obediencia de fe — 27a Dios el solo Sabio, sea la gloria por Jesucristo, por los siglos de los siglos[11697]. Amén.

PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

# · 1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9 · 10 · 11 · 12 · 13 · 14 · 15 · 16
PRÓLOGO
1 CORINTIOS 1
Salutación apostólica

1Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano[11698], 2a la Iglesia de Dios en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, santos por vocación, juntamente con todos los que, en cualquier lugar, invocan el nombre de Jesucristo Señor nuestro, de ellos y de nosotros[11699]: 3gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. 4Doy gracias sin cesar a mi Dios por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido dada en Cristo Jesús; 5por cuanto en todo habéis sido enriquecidos en Él, en toda palabra y en todo conocimiento[11700], 6en la medida en que el testimonio de Cristo ha sido confirmado en vosotros. 7Por tanto no quedáis inferiores en ningún carisma, en tanto que aguardáis la revelación de Nuestro Señor Jesucristo[11701]; 8el cual os hará firmes hasta el fin e irreprensibles en el día de Nuestro Señor Jesucristo. 9Fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor.

I. REFORMAS DE LOS ABUSOS
Personalismos

10Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya escisiones entre vosotros, sino que viváis perfectamente unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir. 11Porque me he enterado respecto de vosotros, hermanos míos, por los de Cloe, que entre vosotros hay banderías. 12Hablo así porque cada uno de vosotros dice: “Yo soy de Pablo”, “yo de Apolo”, “yo de Cefas”, “yo de Cristo”[11702]. 13¿Acaso Cristo está dividido? ¿Fue Pablo crucificado por vosotros, o fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? 14Gracias doy a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado fuera de Crispo y Cayo; 15para que nadie diga que fuisteis bautizados en mi nombre. 16Bauticé también, verdad es, a la familia de Estéfanas; por lo demás, no me acuerdo de haber bautizado a otro alguno.

La locura del Evangelio

17Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y eso no mediante sabiduría de palabras, para que no se inutilice la Cruz de Cristo[11703]. 18La doctrina de la Cruz es, en efecto, locura para los que perecen; pero para nosotros los que somos salvados, es fuerza de Dios. 19Porque escrito está: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y anularé la prudencia de los prudentes”[11704]. 20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el disputador de este siglo? ¿No ha trocado Dios en necedad la sabiduría del mundo? 21Pues en vista de que según la sabiduría de Dios el mundo por su sabiduría no conoció a Dios, plugo a Dios salvar a los que creyesen mediante la necedad de la predicación. 22Así, pues, los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría; 23en tanto que nosotros predicamos un Cristo crucificado: para los judíos, escándalo; para los gentiles, insensatez; 24mas para los que son llamados, sean judíos o griegos, un Cristo que es poder de Dios y sabiduría de Dios. 25Porque la “insensatez” de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres[11705].

Divina paradoja

26Mirad, por ejemplo, hermanos, la vocación vuestra: no hay (entre vosotros) muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles, 27sino que Dios ha escogido lo insensato del mundo para confundir a los sabios; y lo débil del mundo ha elegido Dios para confundir a los fuertes; 28y lo vil del mundo y lo despreciado ha escogido Dios, y aun lo que no es, para destruir lo que es; 29a fin de que delante de Dios no se gloríe ninguna carne[11706]. 30Por Él sois (lo que sois) en Cristo Jesús. Él fue hecho por Dios sabiduría, justicia, santificación y redención para nosotros[11707], 31a fin de que, según está escrito, “el que se gloria, gloríese en el Señor”[11708].

1 CORINTIOS 2
San Pablo no predica sino a Cristo, y este crucificado

1Yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no llegué anunciándoos el testimonio de Dios con superioridad de palabra o de sabiduría[11709], 2porque me propuse no saber entre vosotros otra cosa sino a Jesucristo, y Este crucificado. 3Y, efectivamente, llegué a vosotros con debilidad, con temor, y con mucho temblor[11710]. 4Y mi lenguaje y mi predicación no consistieron en discursos persuasivos de sabiduría (humana), sino en manifestación de Espíritu y de poder[11711]; 5para que vuestra fe no se funde en sabiduría de hombres, sino en una fuerza divina.

La verdadera sabiduría es sobrenatural

6[11712] Predicamos, sí, sabiduría entre los perfectos; pero no sabiduría de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, los cuales caducan, 7sino que predicamos sabiduría de Dios en misterio, aquella que estaba escondida y que predestinó Dios antes de los siglos para gloria nuestra[11713]; 8aquella que ninguno de los príncipes de este siglo ha conocido, pues si la hubiesen conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria[11714]. 9Pero, según está escrito: “Lo que ojo no vio, ni oído oyó, ni entró en pensamiento humano, esto tiene Dios preparado para los que le aman”[11715]. 10Mas a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu, pues el Espíritu escudriña todas las cosas, aun las profundidades de Dios. 11¿Quién de entre los hombres conoce lo que hay en un hombre sino el espíritu de ese hombre que está en él? Así también las cosas de Dios nadie llegó a conocerlas sino el Espíritu de Dios[11716]. 12Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios; para que apreciemos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente. 13Estas las predicamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las aprendidas del Espíritu Santo, interpretando las (enseñanzas) espirituales para (hombres) espirituales[11717], 14porque el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, como que para él son una insensatez; ni las puede entender, por cuanto hay que juzgar de ellas espiritualmente[11718]. 15El (hombre) espiritual, al contrario, lo juzga todo, en tanto que él mismo de nadie es juzgado[11719]. 16Pues “¿quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor para darle instrucciones?” Nosotros, en cambio, tenemos el sentido de Cristo[11720].

1 CORINTIOS 3
Discordias y bandos

1Yo, hermanos, no he podido hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo[11721]. 2Leche os di a beber, no manjar (sólido), porque no erais capaces todavía, y ni aun ahora sois capaces; 3siendo como sois todavía carnales; puesto que mientras hay entre vosotros celos y discordias ¿no sois acaso carnales y vivís a modo de hombres? 4Cuando uno dice: “yo soy de Pablo”; y otro: “yo soy de Apolo”, ¿no es que sois hombres? 5¿Qué es Apolo? Y ¿qué es Pablo? Servidores, según lo que a cada uno dio el Señor, por medio de los cuales creísteis. 6Yo planté, Apolo regó, pero Dios dio el crecimiento. 7Y así, ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. 8El que planta y el que riega son lo mismo; y cada uno recibirá su galardón en la medida de su trabajo.

Responsabilidad de los predicadores

9Nosotros somos los que trabajamos con Dios; vosotros sois la labranza de Dios, el edificio de Dios[11722]. 10Según la gracia de Dios que me ha sido dada, yo, cual prudente arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero mire cada cual cómo edifica sobre él. 11Porque nadie puede poner otro fundamento, fuera del ya puesto, que es Jesucristo. 12Si, empero, sobre este fundamento se edifica oro, plata, piedras preciosas, (o bien) madera, heno, paja, 13la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la descubrirá, pues en fuego será revelado; y el fuego pondrá a prueba cuál sea la obra de cada uno[11723]. 14Si la obra que uno ha sobreedificado subsistiere, recibirá galardón[11724]; 15si la obra de uno fuere consumida, sufrirá daño; él mismo empero se salvará, mas como a través del fuego[11725]. 16¿No sabéis acaso que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? 17Si alguno destruyere el templo de Dios, le destruirá Dios a él; porque santo es el templo de Dios, que sois vosotros[11726].

La sabiduría del mundo es locura ante Dios

18Nadie se engañe a sí mismo. Si alguno entre vosotros cree ser sabio en este siglo, hágase necio para hacerse sabio. 19Porque la sabiduría de este mundo es necedad para Dios. Pues escrito está: “Él prende a los sabios en su misma astucia”[11727]. 20Y otra vez: “El Señor conoce los razonamiento de los sabios, que son vanos”[11728]. 21Así pues, que nadie ponga su gloria en los hombres. Porque todo es ciertamente vuestro; 22sea Pablo, sea Apolo, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro[11729], 23mas vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios[11730].

1 CORINTIOS 4
Los apóstoles son siervos de Cristo

1Así es preciso que los hombres nos miren: como a siervos de Cristo y distribuidores de los misterios de Dios[11731]. 2Ahora bien, lo que se requiere en los distribuidores es hallar que uno sea fiel. 3En cuanto a mí, muy poco me importa ser juzgado por vosotros o por tribunal humano; pero tampoco me juzgo a mí mismo[11732]. 4Pues aunque de nada me acusa la conciencia, no por esto estoy justificado. El que me juzga es el Señor. 5Por tanto, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor; el cual sacará a luz los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones, y entonces a cada uno le vendrá de Dios su alabanza.

Los apóstoles son “basura del mundo”

6Estas cosas, hermanos, las he aplicado figuradamente a mí mismo y a Apolo, por vuestra causa; para que aprendáis en nosotros a “no ir más allá de lo escrito”; para que no os infléis de orgullo como partidarios del uno en perjuicio del otro. 7Porque ¿quién es el que te hace distinguirte? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste ¿de qué te jactas, como si no lo hubieses recibido?[11733] 8Ya estáis hartos; ya estáis ricos; sin nosotros habéis llegado a reinar... y ¡ojalá que reinaseis, para que nosotros también reinásemos con vosotros![11734] 9Pues creo que Dios, a nosotros los apóstoles, nos exhibió como los últimos (de todos), como destinados a muerte; porque hemos venido a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres[11735]. 10Nosotros somos insensatos por Cristo, mas vosotros, sabios en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros gloriosos, nosotros despreciados[11736]. 11Hasta la hora presente sufrimos hambre y sed, andamos desnudos, y somos abofeteados, y no tenemos domicilio. 12Nos afanamos trabajando con nuestras manos; afrentados, bendecimos; perseguidos, sufrimos[11737]; 13infamados, rogamos; hemos venido a ser como la basura del mundo, y el desecho de todos, hasta el día de hoy.

Predicar es engendrar en el Evangelio

14No escribo estas líneas para avergonzaros, sino que os amonesto como a hijos míos queridos. 15Pues aunque tuvierais diez mil pedagogos en Cristo, no tenéis muchos padres; porque en Cristo Jesús os engendré yo por medio del Evangelio[11738]. 16Por lo cual, os ruego, haceos imitadores míos como yo de Cristo. 17Por eso mismo os envié a Timoteo, el cual es mi hijo querido y fiel en el Señor. Él os recordará mis caminos en Cristo, según lo que por doquier enseño en todas las Iglesias[11739]. 18Algunos se han engreído, como si yo no hubiese ya de volver a vosotros. 19Mas he de ir, y pronto si el Señor quiere; y conoceré, no las palabras de esos hinchados, sino su fuerza[11740]. 20Pues no en palabras consiste el reino de Dios, sino en fuerza. 21¿Qué queréis? ¿Que vaya a vosotros con la vara, o con amor y con espíritu de mansedumbre?

1 CORINTIOS 5
Excomunión de un incestuoso

1Es ya del dominio público que entre vosotros hay fornicación, y fornicación tal, cual ni siquiera entre los gentiles, a saber: que uno tenga la mujer de su padre[11741]. 2Y vosotros estáis engreídos, en vez de andar de luto, para que sea quitado de en medio de vosotros el que tal hizo. 3Pero yo, aunque ausente en cuerpo, mas presente en espíritu, he juzgado, como si estuviese presente, al que tal hizo. 4Congregados en el nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, 5sea entregado ese tal a Satanás, para destrucción de su carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús[11742]. 6No es bueno que os jactéis así. ¿Acaso no sabéis que poca levadura pudre toda la masa?[11743] 7Expurgad la vieja levadura, para que seáis una masa nueva, así como sois ázimos porque ya nuestra Pascua, Cristo, ha sido inmolada[11744]. 8Festejemos, pues, no con levadura añeja ni con levadura de malicia y de maldad, sino con ázimos de sinceridad y de verdad.

Los escandalosos que se llaman hermanos

9Os escribí en la carta que no tuvieseis trato con los fornicarios[11745]. 10No digo con los fornicarios de este mundo en general, o con los avaros, ladrones o idólatras, pues entonces tendríais que salir del mundo. 11Mas lo que ahora os escribo es que no tengáis trato con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con ese tal ni siquiera toméis bocado[11746]. 12pues ¿qué tengo yo que juzgar a los de afuera? ¿No es a los de adentro a quienes habéis de juzgar?[11747] 13A los que son de afuera los juzgará Dios: “Quitad al malvado de en medio de vosotros”.

1 CORINTIOS 6
No haya pleitos entre cristianos, y menos ante jueces paganos

1¿Se atreve alguno de vosotros, si tiene pleito con otro, a acudir a juicio ante los inicuos, y no ante los santos?[11748] 2¿No sabéis acaso que los santos juzgarán al mundo? Y si por vosotros el mundo ha de ser juzgado, ¿sois acaso indignos de juzgar las cosas más pequeñas?[11749] 3¿No sabéis que juzgaremos a ángeles? ¡Cuánto más unas cosas temporales! 4Cuando tenéis pleitos sobre negocios temporales, tomad por jueces a los más despreciables de la Iglesia[11750]. 5Para vuestra confusión os lo digo. ¿O es que acaso entre vosotros no hay ningún sabio, capaz de juzgar entre hermanos, 6sino que hermano contra hermano pleitea, y esto ante infieles? 7Ahora bien, si ya es una mancha en vosotros el que tengáis pleitos unos con otros ¿por qué más bien no soportáis la injusticia? ¿Por qué antes no os dejáis despojar?[11751] 8Pero sois vosotros los que hacéis injusticia y despojáis, y eso a hermanos[11752]. 9¿No sabéis que los inicuos no heredarán el reino de Dios? No os hagáis ilusiones. Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los que viven de rapiña, heredarán el reino de Dios. 11Tales erais algunos; mas habéis sido lavados, mas habéis sido santificados, mas habéis sido justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios[11753].

La castidad cristiana

12“Todo me es lícito”; pero no todo conviene. “Todo me es lícito”; pero yo no dejaré que nada me domine. 13“Los alimentos son para el vientre y el vientre para los alimentos”; pero Dios destruirá el uno y los otros. En tanto que el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo[11754]. 14Y Dios, así como resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder. 15¿No sabéis acaso que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Tomaré pues los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una ramera? Tal cosa ¡jamás! 16¿Ignoráis que quien se junta con una ramera, un cuerpo es (con ella) porque dice (la Escritura): “Los dos serán una carne”? 17Pero quien se allega al Señor, un mismo espíritu es (con Él)[11755]. 18Huid, pues, de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre, queda fuera del cuerpo, mas el que fornica, contra su mismo cuerpo peca. 19¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no os pertenecéis a vosotros?[11756] 20Porque fuisteis comprados por un precio (grande). Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo[11757].

II. RESPUESTAS A VARIAS PREGUNTAS
A. MATRIMONIO Y VIRGINIDAD
1 CORINTIOS 7
El matrimonio

1En cuanto a las cosas que escribisteis, bueno es al hombre no tocar mujer. 2Mas para evitar la fornicación, tenga cada uno su mujer, y cada una su marido. 3El marido pague a la mujer el débito, y así mismo la mujer al marido[11758]. 4La mujer no tiene potestad sobre su cuerpo, sino el marido; e igualmente, el marido no tiene potestad sobre su cuerpo, sino la mujer[11759]. 5No os privéis recíprocamente, a no ser de común acuerdo por algún tiempo, para entregaros a la oración; y después volved a cohabitar, no sea que os tiente Satanás por medio de vuestra incontinencia[11760]. 6Esto lo digo por condescendencia, no como precepto. 7Quisiera que todos los hombres fuesen así como yo, mas cada uno tiene de Dios su propio don, quien de una manera, y quien de otra. 8Digo, empero, a los que no están casados y a las viudas: bueno les es si permanecen así como yo. 9Mas si no guardan continencia, cásense; pues mejor es casarse que abrasarse[11761].

Matrimonios entre cristianos y paganos

10A los casados ordeno, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe de su marido[11762]; 11y que aun cuando se separare, permanezca sin casarse, o se reconcilie con su marido; y que el marido no despida a su mujer. 12A los demás digo yo, no el Señor; si algún hermano tiene mujer infiel, y esta consiente en habitar con él, no la despida[11763]. 13Y la mujer que tiene marido infiel, y este consiente en habitar con ella, no abandone ella a su marido. 14Porque el marido infiel es santificado por la mujer, y la mujer infiel es santificada por el hermano; de lo contrario vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos[11764]. 15Mas si la parte infiel se separa, sepárese; en tal caso no está sujeto a servidumbre el hermano o la hermana; pues Dios nos ha llamado a la paz. 16Porque (de lo contrario) ¿sabes tú, mujer, si salvarías a tu marido? ¿O sabes tú, marido, si salvarías a tu mujer?[11765]

Cada cual permanezca en su estado

17Cada cual, según el Señor le ha dado, y según Dios le ha llamado, así ande. Esto es lo que establezco en todas las Iglesias. 18¿Ha sido llamado alguno siendo circunciso? No se haga incircunciso. ¿Fue uno llamado incircunciso? No se circuncide[11766]. 19Nada es la circuncisión, y nada la incircuncisión; sino el guardar los mandamientos de Dios. 20Cada cual persevere en el estado en que fue llamado. 21¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; antes bien, saca provecho de eso, aun cuando pudieses hacerte libre[11767]. 22Porque el que fue llamado en el Señor, siendo esclavo, liberto es del Señor; así también el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. 23Comprados habéis sido por un precio (grande); no os hagáis esclavos de los hombres[11768]. 24Hermanos, cada uno permanezca ante Dios en la condición en que fue llamado.

Ventajas de la virginidad

25Respecto de las vírgenes, no tengo precepto del Señor; pero doy mi parecer, como quien ha alcanzado la misericordia del Señor para ser fiel[11769]. 26Juzgo, pues, que en vista de la inminente tribulación, es bueno para el hombre quedar como está[11770]. 27¿Estás atado a mujer? No busques desatarte. ¿Estás desatado de mujer? No busques mujer. 28Si te casares, no pecas; y si la doncella se casare no peca. Pero estos tales sufrirán en su carne tribulaciones, que yo quiero ahorraros. 29Lo que quiero decir, hermanos, es esto: el tiempo es limitado[11771]; resta, pues, que los que tienen mujeres vivan como si no las tuviesen; 30y los que lloran, como si no llorasen; y los que se regocijan, como si no se regocijasen; y los que compran, como si no poseyesen; 31y los que usan del mundo, como si no usasen, porque la apariencia de este mundo pasa[11772]. 32Mi deseo es que viváis sin preocupaciones. El que no es casado anda solícito en las cosas del Señor, por cómo agradar al Señor; 33mas el que es casado, anda solícito en las cosas del mundo (buscando), cómo agradar a su mujer, y está dividido[11773]. 34La mujer sin marido y la doncella piensan en las cosas del Señor, para ser santas en cuerpo y espíritu; mas la casada piensa en las cosas del mundo (buscando), cómo agradar a su marido. 35Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos un lazo, sino en orden a lo que más conviene y os une mejor al Señor, sin distracción. 36Pero si alguno teme deshonor por causa de su (hija) doncella, si pasa la flor de la edad y si es preciso obrar así, haga lo que quiera; no peca. Que se casen. 37Mas el que se mantiene firme en su corazón y no se ve forzado, sino que es dueño de su voluntad y en su corazón ha determinado guardar a su doncella, hará bien. 38Quien, pues, case a su doncella, hará bien; mas el que no la casa, hará mejor.

Las viudas

39La mujer está ligada todo el tiempo que viva su marido; mas si muriere el marido, queda libre para casarse con quien quiera; solo que sea en el Señor[11774]. 40Sin embargo, será más feliz si permaneciere así, según el parecer mío, y creo tener también yo espíritu de Dios[11775].

B. ¿ES LÍCITO COMER DE LOS MANJARES CONSAGRADOS A LOS ÍDOLOS?
1 CORINTIOS 8
No hay impureza en comer carnes ofrecidas a los ídolos

1En cuanto a las carnes ofrecidas a los ídolos, sabemos que todos tenemos ciencia. Pero la ciencia infla, en tanto que la caridad edifica[11776]. 2Si alguno se imagina que sabe algo, nada sabe todavía como se debe saber[11777]. 3Pero si uno ama a Dios, ese es de Él conocido. 4Ahora bien, respecto del comer las carnes ofrecidas a los ídolos, sabemos que ningún ídolo en el mundo existe (realmente), y que no hay Dios sino Uno. 5Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, sea en la tierra —de esta clase hay muchos “dioses” y “señores”—. 6Mas para nosotros no hay sino un solo Dios, el Padre, de quien vienen todas las cosas, y para quien somos nosotros; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas, y por quien somos nosotros[11778].

No escandalizar a los débiles

7Mas no en todos hay esta ciencia; sino que algunos, acostumbrados hasta ahora a los ídolos, comen esas carnes como ofrecidas antes a los ídolos, y su conciencia, débil como es, queda contaminada[11779]. 8Pero no es el alimento lo que nos recomienda a Dios; ni somos menos si no comemos, ni somos más si comemos. 9Cuidad, empero de que esta libertad vuestra no sirva de tropiezo para los débiles[11780]. 10Pues si alguno te viere a ti, que tienes ciencia, sentado a la mesa en lugar idolátrico, ¿no será inducida su conciencia, débil como es, a comer de las carnes ofrecidas a los ídolos? 11Y así por tu ciencia perece el débil, el hermano por quien Cristo murió. 12Pecando de esta manera contra los hermanos, e hiriendo su conciencia que es flaca, contra Cristo pecáis[11781]. 13Por lo cual, si el manjar escandaliza a mi hermano, no comeré yo carne nunca jamás, para no escandalizar a mi hermano.

1 CORINTIOS 9
El ejemplo del apóstol

1¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro Señor? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?[11782] 2Si para otros no soy apóstol, a lo menos para vosotros lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. 3Esta es mi defensa contra los que me juzgan. 4¿No tenemos acaso derecho a comer y beber? 5¿No tenemos derecho de llevar con nosotros una hermana, una mujer, como los demás apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?[11783] 6¿O es que solo yo y Bernabé no tenemos derecho a no trabajar?[11784] 7¿Quién jamás sirve en la milicia a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come su fruto? ¿O quién apacienta un rebaño y no se alimenta de la leche del rebaño? 8¿Por ventura digo esto según el sentir de los hombres? ¿No lo dice también la Ley? 9Pues escrito está en la Ley de Moisés: “No pondrás bozal al buey que trilla”. ¿Es que Dios se ocupa (aquí) de los bueyes?[11785] 10¿O lo dice principalmente por nosotros? Sí, porque a causa de nosotros fue escrito que el que ara debe arar con esperanza, y el que trilla, con esperanza de tener su parte. 11Si nosotros hemos sembrado en vosotros los bienes espirituales ¿será mucho que recojamos de vosotros cosas temporales?[11786] 12Si otros tienen este derecho sobre vosotros ¿no con más razón nosotros? Sin embargo, no hemos hecho uso de este derecho; antes bien, todo lo sufrimos, para no poner obstáculo alguno al Evangelio de Cristo. 13¿No sabéis que los que desempeñan funciones sagradas, viven del Templo, y los que sirven al altar, del altar participan?[11787] 14Así también ha ordenado el Señor que los que anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio[11788].

El apóstol no hace uso de sus derechos

15Yo, por mi parte, no me he aprovechado de nada de eso; ni escribo esto para que se haga así conmigo; porque mejor me fuera morir antes que nadie me prive de esta mi gloria[11789]. 16Porque si predico el Evangelio no tengo ninguna gloria, ya que me incumbe hacerlo por necesidad; pues ¡ay de mí, si no predicare el Evangelio![11790] 17Si hago esto voluntariamente tengo galardón; mas si por fuerza (para eso) me ha sido confiada mayordomía. 18¿Cuál es pues mi galardón? Que predicando el Evangelio hago sin cargo el Evangelio, por no (exponerme a) abusar de mi potestad en el Evangelio. 19Porque libre de todos, a todos me esclavicé, por ganar un mayor número. 20Y me hice: para los judíos como judío, por ganar a los judíos; para los que están bajo la Ley, como sometido a la Ley, no estando yo bajo la Ley, por ganar a los que están bajo la Ley; 21para los que están fuera de la Ley, como si estuviera yo fuera de la Ley —aunque no estoy fuera de la Ley de Dios, sino bajo la Ley de Cristo— por ganar a los que están sin Ley, 22Con los débiles me hice débil, por ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para de todos modos salvar a algunos[11791]. 23Todo lo hago por el Evangelio, para tener parte en él. 24¿No sabéis que en el estadio los corredores corren todos, pero uno solo recibe el premio? Corred, pues, de tal modo que lo alcancéis[11792]. 25Y todo el que entra en la liza se modera en todo; ellos para ganar una corona corruptible, y nosotros, en cambio, por una incorruptible[11793]. 26Yo, por tanto, corro así, no como al azar; así lucho, no como quien hiere el aire; 27sino que castigo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo predicado a los demás, yo mismo resulte descalificado[11794].

1 CORINTIOS 10
La idolatría en la historia del pueblo de Israel

1No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos debajo de la nube, y todos pasaron por el mar[11795]; 2y todos en orden a Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar; 3y todos comieron el mismo manjar espiritual, 4y todos bebieron la misma bebida espiritual, puesto que bebían de una piedra espiritual que les iba siguiendo, y la piedra era Cristo[11796]. 5Con todo, la mayor parte de ellos no agradó a Dios, pues fueron tendidos en el desierto[11797]. 6Estas cosas sucedieron como figuras para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo como ellos codiciaron[11798]. 7No seáis, pues, idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: “Sentose el pueblo a comer y a beber, y se levantaron para danzar”[11799]. 8No cometamos, pues, fornicación, como algunos de ellos la cometieron y cayeron en un solo día veintitrés mil[11800]. 9No tentemos, pues, al Señor, como algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes[11801]. 10No murmuréis, pues, como algunos de ellos murmuraron y perecieron a manos del Exterminador. 11Todo esto les sucedió a ellos en figura, y fue escrito para amonestación de nosotros para quienes ha venido el fin de las edades[11802]. 12Por tanto, el que cree estar en pie, cuide de no caer[11803]. 13No nos ha sobrevenido tentación que no sea humana; y Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que aun junto a la tentación preparará la salida, para que podáis sobrellevarla[11804].

Los ídolos y la mesa del Señor

14Por lo cual, amados míos, huid de la idolatría[11805]. 15Os hablo como a prudentes; juzgad vosotros mismos de lo que os digo: 16El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?[11806] 17Dado que uno es el pan, un cuerpo somos los muchos; pues todos participamos del único Pan. 18Mirad al Israel según la carne. ¿Acaso los que comen de las víctimas no entran en comunión con el altar? 19¿Qué es, pues, lo que digo? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? ¿O que el ídolo es algo? 20Al contrario, digo que lo que inmolan [los gentiles], a los demonios lo inmolan, y no a Dios, y no quiero que vosotros entréis en comunión con los demonios. 21No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios[11807]. 22¿O es que queremos provocar a celos al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que Él?

La norma en todo es: dar gloria a Dios

23“Todo es lícito”: pero no todo conviene. “Todo es lícito”; pero no todo edifica[11808]. 24Ninguno mire por lo propio sino por lo del prójimo[11809]. 25De todo lo que se vende en el mercado, comed sin inquirir nada por motivos de conciencia[11810]; 26porque “del Señor es la tierra y cuanto ella contiene”[11811]. 27Si os convida alguno de los infieles y aceptáis, comed de cuanto os pongan delante, sin inquirir nada por motivos de conciencia. 28Mas si alguno os dijere: “esto fue inmolado”, no comáis, en atención a aquel que lo señaló, y por la conciencia. 29Por la conciencia digo, no la propia, sino la del otro. Mas ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por conciencia ajena? 30Si yo tomo mi parte con acción de gracias ¿por qué he de ser censurado por aquello mismo de que doy gracias? 31Por lo cual, ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier cosa, todo habéis de hacerlo para gloria de Dios[11812], 32y no seáis ocasión de escándalo, ni para los judíos, ni para los griegos, ni para la Iglesia de Dios; 33así como yo también en todo procuro complacer a todos, no buscando mi propio provecho, sino el de todos para que se salven.

C. REGLAS PRÁCTICAS PARA LAS ASAMBLEAS CRISTIANAS
1 CORINTIOS 11
La mujer en la Iglesia

1Sed imitadores míos tal cual soy yo de Cristo[11813]. 2Os alabo de que en todas las cosas os acordéis de mí, y de que observéis las tradiciones conforme os las he transmitido. 3Mas quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y el varón, cabeza de la mujer, y Dios, cabeza de Cristo[11814]. 4Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza. 5Mas toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; porque es lo mismo que si estuviera rapada[11815]. 6Por donde si una mujer no se cubre, que se rape también; mas si es vergüenza para la mujer cortarse el pelo o raparse, que se cubra. 7El hombre, al contrario, no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios; más la mujer es gloria del varón[11816]. 8Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón; 9como tampoco fue creado el varón por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10Por tanto, debe la mujer llevar sobre su cabeza (la señal de estar bajo) autoridad, por causa de los ángeles[11817]. 11Con todo, en el Señor, el varón no es sin la mujer, ni la mujer sin el varón. 12Pues como la mujer procede del varón, así también el varón (nace) por medio de la mujer; mas todas las cosas son de Dios. 13Juzgad por vosotros mismos: ¿Es cosa decorosa que una mujer ore a Dios sin cubrirse? 14¿No os enseña la misma naturaleza que si el hombre deja crecer la cabellera, es deshonra para él? 15Mas si la mujer deja crecer la cabellera es honra para ella; porque la cabellera le es dada a manera de velo. 16Si, con todo eso, alguno quiere disputar, sepa que nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las Iglesias de Dios.

Los ágapes y la Eucaristía

17Entretanto, al intimaros esto, no alabo el que vuestras reuniones no sean para bien sino para daño vuestro[11818]. 18Pues, en primer lugar, oigo que al reuniros en la Iglesia hay escisiones entre vosotros; y en parte lo creo. 19Porque menester es que haya entre vosotros facciones para que se manifieste entre vosotros cuáles sean los probados[11819]. 20Ahora, pues, cuando os reunís en un mismo lugar, no es para comer la Cena del Señor; 21porque cada cual, al comenzar la cena, toma primero sus propias provisiones, y sucede que uno tiene hambre mientras otro está ebrio. 22¿Acaso no tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis la Iglesia de Dios, y avergonzáis a los que nada tienen? ¿Qué os diré? ¿He de alabaros? En esto no alabo. 23Porque yo he recibido del Señor lo que también he transmitido a vosotros: que el Señor Jesús la misma noche en que fue entregado, tomó pan[11820]; 24y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: Este es mi cuerpo, el (entregado) por vosotros. Esto haced en memoria mía. 25Y de la misma manera (tomó) el cáliz, después de cenar, y dijo: Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre; esto haced cuantas veces bebáis, para memoria de Mí. 26Porque cuantas veces comáis este pan y bebáis el cáliz, anunciad la muerte del Señor hasta que Él venga[11821]. 27De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor[11822]. 28Pero pruébese cada uno a sí mismo, y así coma del pan y beba del cáliz[11823]; 29porque el que come y bebe, no haciendo distinción del Cuerpo (del Señor), come y bebe su propia condenación. 30Por esto hay entre vosotros muchos débiles y enfermos, y muchos que mueren[11824]. 31Si nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. 32Mas siendo juzgados por el Señor, somos corregidos para no ser condenados con el mundo. 33Por lo cual, hermanos míos, cuando os juntéis para comer, aguardaos los unos a los otros. 34Si alguno tiene hambre, coma en su casa a fin de que no os reunáis para condenación. Cuando yo vaya arreglaré lo demás.

D. LOS DONES ESPIRITUALES Y SU USO
1 CORINTIOS 12
Los dones espirituales

1En orden a las cosas espirituales no quiero, hermanos, que seáis ignorantes[11825]. 2Bien sabéis que cuando erais gentiles se os arrastraba de cualquier modo en pos de los ídolos mudos[11826]. 3Os hago saber, pues, que nadie que hable en el Espíritu de Dios, dice: “anatema sea Jesús”; y ninguno puede exclamar: “Jesús es el Señor”, si no es en Espíritu Santo[11827]. 4Hay diversidad de dones, mas el Espíritu es uno mismo[11828], 5y hay diversidad de ministerios, mas el Señor es uno mismo; 6y hay diversidad de operaciones, mas el mismo Dios es el que las obra todas ellas en todos. 7A cada uno, empero, se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien (común)[11829]. 8Porque a uno, por medio del Espíritu, se le otorga palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu[11830]; 9a otro, en el mismo Espíritu, fe; a otro, dones de curaciones, en el único Espíritu[11831]; 10a otro, operaciones de milagros; a otro, profecía; a otro, discreción de espíritus; a otro, variedad de lenguas; a otro, interpretación de lenguas. 11Pero todas estas cosas las obra el mismo y único Espíritu, repartiendo a cada cual según quiere[11832].

Unidad del cuerpo místico en la diversidad de sus miembros

12Porque así como el cuerpo es uno, mas tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, forman un mismo cuerpo, así también Cristo[11833]. 13Pues todos nosotros fuimos bautizados en un mismo Espíritu, para ser un solo cuerpo, ya judíos, ya griegos, ya esclavos, ya libres; y a todos se nos dio a beber un mismo Espíritu. 14Dado que el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15Si dijere el pie: porque no soy mano, no soy del cuerpo, no por esto deja de ser del cuerpo. 16Y si dijere el oído: porque no soy ojo, no soy del cuerpo, no por esto deja de ser del cuerpo. 17Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde estaría el oído? Si todo él fuera oído ¿dónde estaría el olfato? 18Mas ahora Dios ha dispuesto los miembros, cada uno de ellos en el cuerpo, como Él ha querido. 19y si todos fueran un mismo miembro ¿dónde estaría el cuerpo? 20Mas ahora son muchos los miembros, pero uno solo el cuerpo. 21Ni puede el ojo decir a la mano: no te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de vosotros. 22Muy al contrario, aquellos miembros que parecen ser más débiles, son los más necesarios; 23y los que reputamos más viles en el cuerpo, los rodeamos con más abundante honra; y nuestras partes indecorosas, las tratamos con mayor decoro[11834], 24en tanto que nuestras partes honestas no tienen necesidad de ello; mas Dios combinó el cuerpo, de manera de dar decencia mayor a lo que menos la tenía; 25para que no haya disensión en el cuerpo, sino que los miembros tengan el mismo cuidado los unos por los otros[11835]. 26Por donde si un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; y si un miembro es honrado, se regocijan con él todos los miembros. 27Vosotros sois, pues, cuerpo de Cristo y miembros (cada uno) en parte[11836]. 28Y a unos puso Dios en la Iglesia, primero apóstoles, segundo profetas, tercero doctores, a otros les dio el don de milagros, de curaciones, auxilios, gobiernos y variedades de lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos doctores? ¿Son todos obradores de milagros? 30¿Tienen todos dones de curaciones? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Son todos intérpretes? 31Aspirad a los dones más grandes. Pero os voy a mostrar todavía un camino más excelente[11837].

1 CORINTIOS 13
Tratado de la caridad

1Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe[11838]. 2Y aunque tenga (don de) profecía, y sepa todos los misterios, y toda la ciencia, y tenga toda la fe en forma que traslade montañas, si no tengo amor, nada soy[11839]. 3Y si repartiese mi hacienda toda, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, mas no tengo caridad, nada me aprovecha[11840]. 4El amor es paciente; el amor es benigno, sin envidia; el amor no es jactancioso, no se engríe; 5no hace nada que no sea conveniente, no busca lo suyo[11841], no se irrita, no piensa mal; 6no se regocija en la injusticia, antes se regocija con la verdad; 7todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta[11842]. 8El amor nunca se acaba; en cambio, las profecías terminarán, las lenguas cesarán, la ciencia tendrá su fin. 9Porque (solo) en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10mas cuando llegue lo perfecto, entonces lo parcial se acabará. 11Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; mas cuando llegué a ser hombre, me deshice de las cosas de niño. 12Porque ahora miramos en un enigma, a través de un espejo; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, entonces conoceré plenamente de la manera en que también fui conocido[11843]. 13Al presente permanecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; mas la mayor de ellas es la caridad[11844].

1 CORINTIOS 14
Don de lenguas y don de profecía

1Aspirad al amor. Anhelad también los dones espirituales, particularmente el de profecía[11845]. 2Porque el que habla en lenguas, no habla a los hombres sino a Dios, pues nadie le entiende, porque habla en espíritu misterios[11846]. 3Mas el que profetiza, habla a los hombres para edificación y exhortación y consuelo. 4El que habla en lenguas, se edifica a sí mismo; mas el que profetiza, edifica a la Iglesia. 5Deseo que todos vosotros habléis en lenguas, pero más aún que profeticéis; porque mayor es el que profetiza que quien habla en lenguas, a no ser que también interprete, para que la Iglesia reciba edificación. 6Ahora bien, hermanos, si yo fuera a vosotros hablando en lenguas ¿qué os aprovecharía si no os hablase por revelación, o con ciencia, o con profecía, o con enseñanza? 7Aun las cosas inanimadas que producen sonido, como la flauta o la cítara, si no dan voces distinguibles ¿cómo se sabrá qué es lo que se toca con la flauta y qué con la cítara? 8Así también si la trompeta diera un sonido confuso ¿quién se prepararía para la batalla? 9De la misma manera vosotros, si con la lengua no proferís palabras inteligibles, ¿cómo se conocerá lo que decís? Pues estáis hablando al aire. 10Por numerosos que sean tal vez en el mundo los diversos sonidos, nada hay, empero, que no sea una voz (inteligible)[11847]. 11Si, pues, el valor del sonido es para mí ininteligible, será para el que habla un bárbaro, y el que habla un bárbaro para mí[11848]. 12Así también vosotros, ya que anheláis dones espirituales, procurad tenerlos abundantemente para edificación de la Iglesia.

El don de lenguas requiere interpretación

13Por lo cual, el que habla en lenguas, ruegue poder interpretar. 14Porque si hago oración en lenguas, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin fruto. 15¿Qué haré pues? Oraré con el espíritu, mas oraré también con la mente; cantaré con el espíritu, mas cantaré también con la mente. 16De lo contrario, si tú bendices solo con el espíritu ¿cómo al fin de tu acción de gracias el simple fiel dirá el Amén? puesto que no entiende lo que tú dices[11849]. 17Tú, en verdad, das bien las gracias, mas el otro no se edifica. 18Gracias doy a Dios de que sé hablar en lenguas más que todos vosotros; 19pero en la Iglesia quiero más bien hablar cinco palabras con mi inteligencia, para instruir también a otros, que diez mil palabras en lenguas[11850]. 20Hermanos, no seáis niños en inteligencia; sed, sí, niños en la malicia; mas en la inteligencia sed hombres acabados. 21En la Ley está escrito: “En lenguas extrañas, y por otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor”. 22De manera que el don de lenguas es para señal, no a los creyentes, sino a los que no creen; mas la profecía no es para los incrédulos, sino para los creyentes. 23Si, pues, toda la Iglesia está congregada, y todos hablan en lenguas, y entran hombres sencillos o que no creen ¿no dirán que estáis locos? 24Si en cambio todos profetizan, y entra un incrédulo o un hombre sencillo, es por todos convencido y juzgado por todos. 25Los secretos de su corazón se hacen manifiestos; y así, cayendo sobre su rostro, adorará a Dios, confesando que realmente Dios está en medio de vosotros.

El modo de usar los carismas de cada uno

26¿Qué hacer, hermanos? Pues cuando os reunís, cada uno tiene un salmo, o una enseñanza, o una revelación, o don de lenguas, o interpretación. Hágase todo para edificación[11851]. 27Si alguno habla en lenguas, que sean dos, o cuando mucho, tres, y por turno; y que uno interprete. 28Pero si no hay intérprete, calle en la Iglesia, y hable consigo y con Dios. 29Cuanto a los profetas, hablen dos o tres, y los otros juzguen. 30Mas si algo fuere revelado a otro que está sentado, cállese el primero. 31Porque podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean consolados; 32pues los espíritus de los profetas obedecen a los profetas[11852], 33puesto que Dios no es Dios de desorden, sino de paz. Como en todas las Iglesias de los santos, 34las mujeres guarden silencio en las asambleas; porque no les compete hablar, sino estar sujetas, como también lo dice la Ley. 35Y si desean aprender algo, pregunten a sus maridos en casa; porque es cosa indecorosa para la mujer hablar en asamblea[11853]. 36¿O es que la Palabra de Dios tuvo su origen en vosotros, o ha llegado solo a vosotros?[11854] 37Si alguno piensa que es profeta o que es espiritual, reconozca que lo que os escribo es precepto del Señor. 38Mas si alguno lo desconoce, será desconocido él. 39Así que, hermanos míos, aspirad a la profecía, y en cuanto al hablar en lenguas, no lo impidáis. 40Hágase, pues, todo honestamente y por orden.

E. LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
1 CORINTIOS 15
El hecho de la resurrección de Cristo

1Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué y que aceptasteis, y en el cual perseveráis[11855], 2y por el cual os salváis, si lo retenéis en los términos que os lo anuncié, a menos que hayáis creído en vano. 3Porque os trasmití ante todo lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4y que fue sepultado; y que fue resucitado al tercer día, conforme a las Escrituras; 5y que se apareció a Cefas, y después a los Doce[11856]. 6Luego fue visto por más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales la mayor parte viven hasta ahora; mas algunos murieron ya. 7Posteriormente se apareció a Santiago, y luego a todos los, apóstoles. 8Y al último de todos, como al abortivo, se me apareció también a mí. 9Porque yo soy el ínfimo de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. 10Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia que me dio no resultó estéril, antes bien he trabajado más copiosamente que todos ellos; bien que no yo, sino la gracia de Dios conmigo[11857]. 11Sea, pues, yo, o sean ellos, así predicamos, y así creísteis.

La resurrección de Cristo es prenda de la nuestra

12Ahora bien, si se predica a Cristo como resucitado de entre los muertos ¿cómo es que algunos dicen entre vosotros que no hay resurrección de muertos?[11858] 13Si es así que no hay resurrección de muertos, tampoco ha resucitado Cristo. 14Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe. 15Y entonces somos también hallados falsos testigos de Dios, por cuanto atestiguamos contrariamente a Dios que Él resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es así que los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco ha resucitado Cristo; 17y si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe; aún estáis en vuestros pecados. 18Por consiguiente, también los que ya murieron en Cristo, se perdieron. 19Si solamente para esta vida tenemos esperanza en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres. 20Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicia de los que durmieron. 21Puesto que por un hombre vino la muerte, por un hombre viene también la resurrección de los muertos[11859]. 22Porque como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23Pero cada uno por su orden: como primicia Cristo; luego los de Cristo en su Parusía[11860]; 24después el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya derribado[11861] todo principado y toda potestad y todo poder. 25Porque es necesario que Él reine “hasta que ponga a todos los enemigos bajo sus pies”[11862]. 26El último enemigo destruido será la muerte[11863]. 27Porque “todas las cosas las sometió bajo sus pies”. Mas cuando dice que todas las cosas están sometidas, claro es que queda exceptuado Aquel que se las sometió todas a Él. 28Y cuando le hayan sido sometidas todas las cosas, entonces el mismo Hijo también se someterá al que le sometió todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.

¿Qué sería si no hubiera resurrección?

29De no ser así ¿qué hacen los que se bautizan por los muertos? Si los muertos de ninguna manera resucitan ¿por qué pues se bautizan por ellos?[11864] 30¿Y por qué nosotros mismos nos exponemos a peligros a toda hora? 31En cuanto a mí, cada día me expongo a la muerte, y os aseguro, hermanos, que es por la gloria que a causa de vosotros tengo en Cristo Jesús, Señor nuestro. 32Si por, solos motivos humanos luché yo con las fieras en Éfeso ¿de qué me sirve? Si los muertos no resucitan “¡comamos y bebamos! que mañana morimos”. 33Mas no os dejéis seducir: malas compañías corrompen buenas costumbres. 34Reaccionad con rectitud y no pequéis; porque —lo digo para vergüenza vuestra— a algunos les falta conocimiento de Dios.

Naturaleza de los cuerpos resucitados

35Pero alguien dirá: ¿Cómo resucitan los muertos? y ¿con qué cuerpo vienen? 36¡Oh ignorante! Lo que tú siembras no es vivificado si no muere[11865]. 37Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de ser, sino un simple grano, como por ejemplo de trigo, o algún otro. 38Mas Dios le da un cuerpo, así como Él quiso, y a cada semilla cuerpo propio. 39No toda carne es la misma carne, sino que una es de hombres, otra de ganados, otra de volátiles y otra de peces. 40Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero, uno es el esplendor de los celestes, y otro el de los terrestres. 41Uno es el esplendor del sol, otro el esplendor de la luna, y otro el esplendor de las estrellas; pues en esplendor se diferencia estrella de estrella[11866]. 42Así sucede también en la resurrección de los muertos. Sembrado corruptible, es resucitado incorruptible[11867]; 43sembrado en ignominia, resucita en gloria; sembrado en debilidad, resucita en poder; 44sembrado cuerpo natural, resucita cuerpo espiritual; pues si hay cuerpo natural, lo hay también espiritual[11868]; 45como está escrito: “El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente”, el postrer Adán, espíritu vivificante. 46Mas no fue antes lo espiritual, sino lo natural, y después lo espiritual. 47El primer hombre, hecho de tierra, es terrenal; el segundo hombre viene del cielo[11869]. 48Cual es el terrenal, tales son los terrenales; y cual el celestial, tales serán los celestiales. 49Y así como hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos la imagen del celestial.

Misterio consolador

50Lo que digo, hermanos, es, pues, esto: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción puede poseer la incorruptibilidad. 51He aquí que os digo un misterio: No todos moriremos, pero todos seremos transformados[11870] 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados[11871]. 53Pues es necesario que esto corruptible se vista de incorruptibilidad, y esto mortal se vista de inmortalidad[11872].

Demos gracias a Cristo por su triunfo sobre la muerte

54Cuando esto corruptible se haya vestido de incorruptibilidad, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: “La muerte es engullida en la victoria[11873]. 55¿Dónde quedó, oh muerte, tu victoria? ¿dónde, oh muerte, tu aguijón?”[11874] 56El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley[11875]. 57¡Gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! 58Así que, amados hermanos míos, estad firmes, inconmovibles, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestra fatiga no es vana en el Señor.

EPÍLOGO
1 CORINTIOS 16
Acerca de la colecta

1En cuanto a la colecta para los santos, según he ordenado a las Iglesias de Galacia, haced también vosotros[11876]. 2El primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte para sí lo que sea de su agrado, reservándolo, no sea que cuando llegue yo, se hagan entonces las colectas[11877]. 3Y cuando yo haya llegado, a aquellos que vosotros tuviereis a bien, los enviaré con cartas, para que lleven vuestro don a Jerusalén; 4y si conviene que vaya también yo, irán conmigo.

Planes de viaje

5Iré a veros después de recorrer la Macedonia; pues por Macedonia tengo que pasar. 6Y puede ser que me detenga entre vosotros y aun pase el invierno; para que me despidáis a dondequiera que vaya[11878]. 7Porque esta vez no quiero veros de paso, y espero permanecer algún tiempo entre vosotros, si el Señor lo permite. 8Me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés; 9porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y los adversarios son muchos. 10Si Timoteo llega, mirad que esté entre vosotros sin timidez, ya que él hace la obra del Señor lo mismo que yo. 11Que nadie, pues, le menosprecie; despedidle en paz para que venga a mí, porque le estoy esperando con los hermanos. 12En cuanto al hermano Apolo, mucho le encarecí que fuese a vosotros con los hermanos, mas no tuvo voluntad alguna de ir ahora; irá cuando tenga oportunidad.

Exhortaciones y saludos

13Velad; estad firmes en la fe; portaos varonilmente; confortaos. 14Todas vuestras cosas se hagan con amor. 15Os exhorto, hermanos —porque conocéis la casa de Estéfanas, que es primicias de Acaya y que se han consagrado al servicio de los santos—[11879], 16que también vosotros os pongáis a disposición de ellos y de todo el que colabore y se afane. 17Me regocijo de la llegada de Estéfanas, Fortunato y Acaico; porque ellos han suplido vuestra falta, 18recreando mi espíritu y el vuestro. Estimádselo, pues, a hombres como ellos.

19Os saludan las Iglesias de Asia. Os mandan muchos saludos en el Señor, Aquila y Prisca, junto con la Iglesia que está en su casa[11880]. 20Os saludan todos los hermanos. Saludaos unos a otros en ósculo santo. 21Va la salutación de mi propio puño: Pablo[11881]. 22Si alguno no ama al Señor, sea anatema. ¡Maran-atha![11882] 23La gracia del Señor Jesús sea con vosotros. 24Mi amor está con todos vosotros, en Cristo Jesús.

SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS

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PRÓLOGO
2 CORINTIOS 1
Salutación apostólica

1Pablo, por la voluntad de Dios apóstol de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a la Iglesia que está en Corinto, con todos los santos de toda la Acaya[11883]: 2gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre, y de nuestro Señor Jesucristo[11884].

Acción de gracias

3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación[11885]; 4el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier tribulación, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios[11886]. 5Porque así como abundan los padecimientos de Cristo para con nosotros, así por Cristo abunda nuestra consolación[11887]. 6Si sufrimos, es para vuestra consolación y salud; si somos consolados, es para vuestra consolación, que se muestra eficaz por la paciencia con que sufrís los mismos padecimientos que sufrimos nosotros. 7Y nuestra esperanza sobre vosotros es firme, sabiendo que, así como participáis en los padecimientos, así también en la consolación. 8Pues no queremos, hermanos, que ignoréis nuestra aflicción, que nos sobrevino en Asia, porque fuimos agravados muy sobre nuestras fuerzas hasta tal punto que desesperábamos aun de vivir[11888]; 9pero si tuvimos en nuestro interior esa respuesta de la muerte fue para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en el Dios que resucita a los muertos. 10Él nos libró de tan peligrosa muerte, y nos librará aún; en Él confiamos que también en adelante nos librará; 11cooperando igualmente vosotros en favor nuestro por la oración, a fin de que la gracia que nos fue concedida a nosotros a instancias de muchos, sea ocasión para que muchos la agradezcan por nosotros.

I. AUTODEFENSA DEL APÓSTOL
Sinceridad del apóstol

12Nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, según la cual nos hemos conducido en el mundo, y principalmente entre vosotros, con simplicidad y sinceridad de Dios, no según la sabiduría de la carne, sino con la gracia de Dios. 13Pues no os escribimos otras cosas que lo que leéis, o ya conocéis, y espero que lo reconoceréis hasta el fin, 14así como en parte habéis reconocido que somos motivo de vuestra gloria, como vosotros lo sois de la nuestra en el día de nuestro Señor Jesús[11889].

Cambio de itinerario

15En esta confianza quería ir primero a vosotros, para que recibieseis una segunda gracia[11890], 16y a través de vosotros pasar a Macedonia, y otra vez desde Macedonia volver a vosotros, y ser por vosotros encaminado a Judea. 17Al proponerme esto ¿acaso usé de ligereza? ¿o es que lo que resuelvo, lo resuelvo según la carne, de modo que haya en mí (al mismo tiempo) el sí, sí y el no, no? 18Mas Dios es fiel, y así también nuestra palabra dada a vosotros no es sí y no. 19Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que entre vosotros fue predicado por nosotros: por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino que en Él se ha realizado el sí. 20Pues cuantas promesas hay de Dios, han hallado el sí en Él; por eso también mediante Él (decimos) a Dios: Amén, para su gloria por medio de nosotros. 21El que nos confirma juntamente con vosotros, para Cristo, y el que nos ungió es Dios[11891]; 22el mismo que nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones. 23Yo tomo a Dios por testigo sobre mi alma de que si no he ido a Corinto, es por no heriros[11892]; 24porque no queremos ejercer dominio sobre vuestra fe, sino que somos cooperadores de vuestro gozo; pues por la fe estáis firmes.

2 CORINTIOS 2
Objeto de esta carta

1Me he propuesto no volver a visitaros con tristeza. 2Porque si yo os contristo ¿quién será entonces el que me alegre a mí, sino aquel a quien yo contristé? 3Esto mismo os escribo para no tener, en mi llegada, tristeza por parte de aquellos que debieran serme motivo de gozo, y con la confianza puesta en todos vosotros, de que todos tenéis por vuestro el gozo mío. 4Porque os escribo en medio de una gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas, no para que os contristéis, sino para que conozcáis el amor sobreabundante que tengo por vosotros.

El apóstol perdona al incestuoso

5Si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado a mí, sino en cierta manera —para no cargar la mano— a todos vosotros[11893]. 6Bástele al tal esta corrección aplicada por tantos. 7Más bien debéis, pues, al contrario, perdonarlo y consolarlo, no sea que este tal se consuma en excesiva tristeza. 8Por lo cual os exhorto que le confirméis vuestra caridad. 9Pues por esto escribo, a fin de tener de vosotros la prueba de que en todo sois obedientes. 10A quien vosotros perdonáis algo, yo también; pues lo que he perdonado, si algo he perdonado, por amor a vosotros ha sido, delante de Cristo, 11para que no nos saque ventaja Satanás, pues bien conocemos sus maquinaciones.

Solicitud paternal

12Llegado a Tróade para predicar el Evangelio de Cristo, y habiéndoseme abierto una puerta en el Señor[11894], 13no hallé reposo para mi espíritu; por no haber encontrado a Tito, mi hermano, y despidiéndome de ellos partí para Macedonia. 14Pero gracias a Dios siempre Él nos hace triunfar en Cristo, y por medio de nosotros derrama la fragancia de su conocimiento en todo lugar, 15porque somos para Dios buen olor de Cristo, entre los que se salvan, y entre los que se pierden[11895]; 16a los unos, olor de muerte para muerte; y a los otros, olor de vida para vida. 17Y para semejante ministerio ¿quién puede creerse capaz? Pues no somos como muchísimos que prostituyen la Palabra de Dios; sino que con ánimo sincero, como de parte de Dios y en presencia de Dios, hablamos en Cristo[11896].

2 CORINTIOS 3
Excelencia del ministerio apostólico

1¿Es que comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O es que necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de vuestra parte? 2Nuestra carta sois vosotros, escrita en nuestro corazón, conocida y leída de todos los hombres; 3siendo notorio que sois una carta de Cristo mediante nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne[11897]. 4Tal confianza para con Dios la tenemos por Cristo; 5no porque seamos capaces por nosotros mismos de pensar cosa alguna como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios[11898]. 6Él es quien nos ha hecho capaces de ser ministros de una nueva Alianza, no de letra, sino de espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu da vida[11899]. 7Pues si el ministerio de la muerte, grabado con letras en piedras, fue con tanta gloria, que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, la cual era perecedera[11900], 8¿cómo no ha de ser de mayor gloria el ministerio del Espíritu?[11901] 9Porque si el ministerio de la condenación fue gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia. 10En verdad, lo glorificado en aquel punto dejó de ser glorificado a causa de esta gloria que lo sobrepujó. 11Por lo cual, si lo que está pereciendo fue con gloria, mucho más será con gloria lo que perdura.

El velo de Moisés y la libertad del apóstol

12Teniendo, pues, una tan grande esperanza, hablamos con toda libertad; 13y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no contemplasen lo que se acaba porque es perecedero. 14Pero sus entendimientos fueron embotados, porque hasta el día de hoy en la lectura de la Antigua Alianza permanece ese mismo velo, siéndoles encubierto que en Cristo está pereciendo (la Antigua Alianza)[11902]. 15Y así, hasta el día de hoy, siempre que es leído Moisés, un velo cubre el corazón de ellos. 16Mas cuando vuelvan al Señor, será quitado el velo[11903]. 17Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor hay libertad[11904]. 18Y todos nosotros, si a cara descubierta contemplamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria, en la misma imagen como del Señor que es Espíritu[11905].

2 CORINTIOS 4
El apóstol y su ministerio

1Por lo cual, investidos de este ministerio, según la misericordia que se nos ha hecho, no decaemos de ánimo[11906]. 2Antes bien, hemos desechado los vergonzosos disimulos, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino recomendándonos por la manifestación de la verdad a la conciencia de todo hombre en presencia de Dios[11907]. 3Si todavía nuestro Evangelio aparece cubierto con un velo, ello es para los que se pierden[11908]; 4para los incrédulos, en los cuales el dios de este siglo ha cegado los entendimientos a fin de que no resplandezca (para ellos) la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios[11909]; 5porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús[11910], 6pues Dios que dijo: “Brille la luz desde las tinieblas” es quien resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo[11911].

Confiesa su propia fragilidad

7Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros[11912]. 8De todas maneras atribulados, mas no abatidos; sumergidos en apuros, mas no desalentados; 9perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no destruidos, 10siempre llevamos por doquiera en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo[11913]. 11Porque nosotros, los que (realmente) vivimos, somos siempre entregados a la muerte por causa de Jesús, para que de igual modo la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal. 12De manera que en nosotros obra la muerte, mas en vosotros la vida.

Consuelo en los sufrimientos

13Pero, teniendo el mismo espíritu de fe, según está escrito: “Creí, y por esto hablé”; también nosotros creemos, y por esto hablamos[11914]; 14sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos pondrá en su presencia con vosotros. 15Porque todo es por vosotros, para que abundando más y más la gracia, haga desbordar por un mayor número (de vosotros) el agradecimiento para gloria de Dios. 16Por lo cual no desfallecemos; antes bien, aunque nuestro hombre exterior vaya decayendo, el hombre interior se renueva de día en día[11915]. 17Porque nuestra tribulación momentánea y ligera va labrándonos un eterno peso de gloria cada vez más inmensamente; 18por donde no ponemos nosotros la mirada en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mas las que no se ven, eternas[11916].

2 CORINTIOS 5
La esperanza de la inmortalidad

1Sabemos que si esta tienda de nuestra mansión terrestre se desmorona, tenemos de Dios un edificio, casa no hecha de manos, eterna en los cielos[11917]. 2Y en verdad, mientras estamos en aquella, gemimos, porque anhelamos ser sobrevestidos de nuestra morada del cielo[11918]; 3pero con tal de ser hallados (todavía) vestidos, no desnudos[11919]. 4Porque los que estamos en esta tienda suspiramos preocupados, no queriendo desnudarnos, sino sobrevestirnos, en forma tal que lo mortal sea absorbido por la vida. 5Para esto mismo nos hizo Dios, dándonos las arras del Espíritu[11920]. 6Por eso confiamos siempre, sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, vivimos ausentes del Señor — 7puesto que solo por fe andamos y no por visión— 8pero con esa seguridad nos agradaría más dejar de habitar en el cuerpo, y vivir con el Señor[11921]. 9Y por esto es que nos esforzamos por serle agradables, ya presentes, ya ausentes[11922]. 10Pues todos hemos de ser manifestados ante el tribunal de Cristo, a fin de que en el cuerpo reciba cada uno según lo bueno o lo malo que haya hecho[11923].

El amor de Cristo, alma del ministerio apostólico

11Penetrados, pues, del temor del Señor, persuadimos a los hombres, pero ante Dios estamos patentes, y espero que también estamos patentes en vuestras conciencias[11924]. 12No es que otra vez nos recomendemos a vosotros, sino que os estamos dando motivo para gloriaros de nosotros de modo que tengáis (cómo replicar) a quienes se glorían en lo exterior y no en el corazón. 13Porque si somos locos, es para con Dios; y si somos cuerdos, es por vosotros. 14Porque el amor de Cristo nos apremia cuando pensamos que Él, único, sufrió la muerte por todos y que así (en Él) todos murieron[11925]. 15Y si por todos murió, es para que los vivos no vivan ya para sí mismos, sino para Aquel que por ellos murió y resucitó. 16De manera que desde ahora nosotros no conocemos a nadie según la carne; y aun a Cristo si lo hemos conocido según la carne, ahora ya no lo conocemos (así)[11926]. 17Por tanto, si alguno vive en Cristo, es una creatura nueva[11927]. Lo viejo pasó: he aquí que se ha hecho nuevo. 18Y todo esto es obra de Dios, quien nos reconcilió consigo por medio de Cristo, y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación[11928]; 19como que en Cristo estaba Dios, reconciliando consigo al mundo, no imputándoles los delitos de ellos, y poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación[11929]. 20Somos pues, embajadores (de Dios) en lugar de Cristo, como si Dios exhortase por medio de nosotros. De parte de Cristo os suplicamos: Reconciliaos con Dios. 21Por nosotros hizo Él pecado a Aquel que no conoció pecado, para que en Él fuéramos nosotros hechos justicia de Dios[11930].

2 CORINTIOS 6
Cuadro de la vida apostólica

1En cumplimiento de esa cooperación, a vosotros exhortamos también que no recibáis en vano la gracia de Dios, 2porque Él dice: “En el tiempo aceptable te escuché, y en el día de salud te socorrí”. He aquí ahora tiempo aceptable. He aquí ahora día de salud[11931]. 3Pues no (os) damos en nada ninguna ocasión de escándalo, para que no sea vituperado el ministerio[11932]; 4al contrario, en todo nos presentamos como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias[11933], 5en azotes, en prisiones, en alborotos, en fatigas, en vigilias, en ayunos; 6en pureza, en conocimiento, en longanimidad, en benignidad, en el Espíritu Santo, en caridad no fingida, 7con palabras de verdad, con poder de Dios, por las armas de la justicia, las de la diestra y las de la izquierda, 8en honra y deshonra, en mala y buena fama; cual impostores, siendo veraces; 9cual desconocidos, siendo bien conocidos; cual moribundos, mas mirad que vivimos; cual castigados, mas no muertos; 10como tristes, mas siempre alegres; como pobres, siendo así que enriquecemos a muchos; como que nada tenemos aunque lo poseemos todo[11934]. 11Nuestra boca, como veis, se ha abierto a vosotros, oh corintios. Nuestro corazón se ha ensanchado hacia vosotros[11935]. 12No estáis apretados en nosotros; es en vuestros corazones donde estáis apretados. 13Así, pues, para pagar con la misma moneda —como a hijos lo digo— ensanchaos también vosotros.

Prevención sobre los paganos

14No os juntéis bajo un yugo desigual con los que no creen[11936]. Pues ¿qué tienen de común la justicia y la iniquidad? ¿O en qué coinciden la luz y las tinieblas? 15¿Qué concordia entre Cristo y Belial?[11937] ¿O qué comunión puede tener el que cree con el que no cree? 16¿Y qué transacción entre el templo de Dios y los ídolos? Pues templo del Dios vivo somos nosotros, según aquello que dijo Dios: “Habitaré en ellos y andaré en medio de ellos; y Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo[11938]. 17Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y Yo os acogeré; 18y seré Padre para vosotros, y vosotros seréis para Mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.

2 CORINTIOS 7
Satisfacción y gozo del apóstol

1Teniendo, pues, carísimos, tales promesas, purifiquémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, santificándonos cada vez más con un santo temor de Dios. 2Dadnos acogida. A nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos explotado[11939]. 3No lo digo para condenar; pues ya he dicho que estáis en nuestros corazones, para morir juntos, y juntos vivir. 4Mucha es mi franqueza con vosotros; mucho lo que me glorío de vosotros; estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en medio de toda nuestra tribulación[11940]. 5Porque llegados nosotros a Macedonia, no tuvo nuestra carne ningún reposo, sino que de todas maneras éramos atribulados; por fuera luchas, por dentro temores. 6Pero Dios, el que consuela a los humildes, nos ha consolado con la llegada de Tito[11941]; 7y no tan solo con su llegada, sino también con el consuelo que Él experimentó por causa de vosotros, cuando nos contó vuestra ansia, vuestro llanto, vuestro celo por mí; de suerte que creció aún más mi gozo. 8Porque, aunque os contristé con aquella carta, no me pesa. Y aun cuando me pesaba —pues veo que aquella carta os contristó, bien que por breve tiempo— 9ahora me alegro; no de que os hayáis contristado, sino que os contristasteis para arrepentimiento; porque os contristasteis según Dios, y así en nada sufristeis daño de nuestra parte. 10Puesto que la tristeza que es según Dios, obra arrepentimiento para salvación, que no debe apenarnos; en cambio, la tristeza del mundo obra muerte[11942]. 11Pues ved, esto mismo de haberos contristado según Dios, ¡qué solicitud ha producido en vosotros, y qué empeño por justificaros; qué indignación, qué temor, qué anhelos, qué celo y qué vindicación! En toda forma os mostrasteis intachables en aquel asunto.

Nueva consolación

12Así, pues, si os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que vuestra solicitud por nosotros se manifestase entre vosotros en la presencia de Dios[11943]. 13Por eso nos hemos consolado; y además del consuelo nuestro nos regocijamos aún mucho más por el gozo de Tito; pues su espíritu fue confortado por todos vosotros. 14Porque si delante de él en algo me precié de vosotros, no quedé avergonzado; sino que así como fue verdad todo lo que hemos hablado con vosotros (reprochándoos), así también resultó verdad el preciarnos de vosotros ante Tito. 15Y su entrañable afecto para con vosotros va todavía en aumento al recordar la obediencia de todos vosotros, cómo con temor y temblor lo recibisteis. 16Me alegro de poder en todo confiar en vosotros.

II. LA COLECTA PARA LOS CRISTIANOS DE JERUSALÉN
2 CORINTIOS 8
Doctrina sobre la limosna

1Os hacemos también saber, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia[11944]; 2porque en la grande prueba de la tribulación, la abundancia de su gozo y su extremada pobreza han redundado en riquezas de generosidad por parte de ellos. 3Doyles testimonio de que según sus fuerzas, y aun sobre sus fuerzas, de propia iniciativa, 4nos pidieron con mucha instancia la gracia de poder participar en el socorro en bien de los santos[11945]; 5y no como habíamos esperado, sino que se entregaron ellos mismos primeramente al Señor y luego a nosotros por voluntad de Dios[11946]. 6Así, pues, hemos rogado a Tito que tal como comenzó, de la misma manera lleve a cabo entre vosotros también esta gracia. 7Y así como abundáis en todo, en fe, en palabra, en conocimiento, y en toda solicitud, y en vuestro amor hacia nosotros, abundad también en esta gracia. 8No hablo como quien manda[11947], sino por solicitud en favor de otros, y para probar la sinceridad de vuestra caridad. 9Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros por su pobreza os enriquezcáis[11948]. 10Y en ello os doy consejo, porque esto conviene a vosotros, como quienes os adelantasteis desde el año pasado, no solo en hacer sino también en querer[11949]. 11Ahora, pues, cumplidlo de hecho, para que, como hubo prontitud en el querer, así sea también el llevarlo a cabo en la medida de lo que poseéis. 12Pues cuando hay prontitud se acepta conforme a lo que uno tiene, no a lo que no tiene. 13No de tal modo que otros tengan holgura, y vosotros estrechez, sino que por razón de igualdad[11950], 14en esta ocasión vuestra abundancia supla la escasez de ellos, para que su abundancia, a su vez, supla la escasez vuestra, de manera que haya igualdad, 15según está escrito: “El que (recogió) mucho no tuvo de sobra; y el que poco, no tuvo de menos”[11951].

Recomendación cristiana

16Gracias sean dadas a Dios que puso la misma solicitud (mía) por vosotros en el corazón de Tito. 17Pues no solo acogió nuestra exhortación, sino que, muy solícito, por propia iniciativa partió hacia vosotros. 18Y enviamos con él al hermano cuyo elogio por la predicación del Evangelio se oye por todas las Iglesias[11952]. 19Y no solo esto, sino que además fue votado por las Iglesias para compañero nuestro de viaje en esta gracia administrada por vosotros para gloria del mismo Señor y para satisfacer la prontitud de nuestro ánimo. 20Con esto queremos evitar que nadie nos vitupere con motivo de este caudal administrado por nuestras manos[11953]; 21porque procuramos hacer lo que es bueno, no solo ante el Señor, sino también delante de los hombres. 22Con ellos enviamos al hermano nuestro a quien en muchas cosas y muchas veces hemos probado solícito, y ahora mucho más solícito por lo mucho que confía en vosotros. 23En cuanto a Tito, él es mi socio y colaborador entre vosotros; y nuestros hermanos son enviados de las Iglesias, gloria de Cristo. 24Dadles, pues, a la faz de las Iglesias, pruebas de vuestra caridad y de la razón con que nos hemos preciado de vosotros.

2 CORINTIOS 9
Preparativos para la colecta

1Respecto al socorro en favor de los santos no necesito escribiros[11954]. 2Pues conozco vuestra prontitud de ánimo, por la cual me glorío de vosotros entre los macedonios (diciéndoles), que Acaya[11955] está ya pronta desde el año pasado, y vuestro celo ha estimulado a muchísimos. 3Envío, empero, a los hermanos, para que nuestra gloria acerca de vosotros no quede vana en este punto y para que, según he dicho, estéis preparados; 4no sea que si vinieren conmigo macedonios y os hallaren desprevenidos, tengamos nosotros —por no decir vosotros— que avergonzarnos en esta materia. 5Tuve, pues, por necesario rogar a los hermanos que se adelantasen en ir a vosotros, y preparasen de antemano vuestra bendición ya prometida, de manera que esté a punto como bendición y no como avaricia.

Dador alegre ama Dios

6Pues digo: El que siembra con mezquindad, con mezquindad cosechará, y el que siembra en bendiciones, bendiciones recogerá. 7Haga cada cual según tiene determinado en su corazón, no de mala gana, ni por fuerza; porque dador alegre ama Dios[11956]. 8Y poderoso es Dios para hacer abundar sobre vosotros toda gracia a fin de que, teniendo siempre todo lo suficiente en todo, os quede abundantemente para toda obra buena[11957], 9según está escrito: “Desparramó, dando a los pobres; su justicia permanece para siempre”[11958]. 10Y el que suministra semilla al que siembra, dará también pan para alimento, y multiplicará vuestra sementera y acrecentará los frutos de vuestra justicia, 11de modo que seáis en todo enriquecidos para toda liberalidad, la cual por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios. 12Porque el ministerio de esta oblación no solo remedia las necesidades de los santos, sino que también redunda en copiosas acciones de gracias a Dios[11959]. 13Pues al experimentar este servicio glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al Evangelio de Cristo, y por la liberalidad con que comunicáis lo vuestro a ellos y a todos. 14Y ellos, a su vez, ruegan por vosotros, amándoos ardientemente a causa de la sobreexcelente gracia de Dios derramada sobre vosotros. 15¡Gracias a Dios por su inefable don!

III. EL APÓSTOL Y SUS ADVERSARIOS
2 CORINTIOS 10
La energía apostólica es “para edificación”

1Yo mismo, Pablo, os ruego, por la mansedumbre y amabilidad de Cristo, yo que presente entre vosotros soy humilde, pero ausente soy enérgico para con vosotros[11960], 2os suplico que cuando esté entre vosotros no tenga que usar de aquella energía que estoy resuelto a aplicar contra algunos que creen que nosotros caminamos según la carne. 3Pues aunque caminamos en carne, no militamos según la carne, 4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios, para derribar fortalezas, aplastando razonamientos[11961] 5y toda altanería que se levanta contra el conocimiento de Dios. (Así) cautivamos todo pensamiento a la obediencia de Cristo[11962], 6y estamos dispuestos a vengar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia haya llegado a perfección. 7Vosotros miráis según lo que os parece. Si alguno presume de sí que es de Cristo, considere a su vez que, así como él es de Cristo, también lo somos nosotros. 8Pues no seré confundido, aunque me gloriare algo más todavía de nuestra autoridad, porque el Señor la dio para edificación y no para destrucción vuestra. 9Y para que no parezca que pretendo intimidaros con las cartas — 10porque: “Sus cartas, dicen, son graves y fuertes; mas su presencia corporal es débil, y su palabra despreciable”— 11piensen esos tales que cual es nuestro modo de hablar por medio de cartas, estando ausentes, tal será también nuestra conducta cuando estemos presentes.

Comunicación de bienes espirituales

12Porque no osamos igualarnos ni compararnos con algunos que se recomiendan a sí mismos. Ellos, midiéndose a sí mismos en su interior y comparándose consigo mismos, no entienden nada[11963], 13en tanto que nosotros no nos apreciaremos sin medida, sino conforme a la extensión del campo de acción que Dios nos asignó para hacernos llegar hasta vosotros. 14Y hasta vosotros hemos llegado ciertamente en la predicación del Evangelio de Cristo; no estamos, pues, extralimitándonos, como si no llegásemos hasta vosotros. 15Y según esto, si nos gloriamos (aun en vuestros trabajos) no es fuera de medida en labores ajenas, pues esperamos que con el aumento de vuestra fe que se produce en vosotros, también nosotros creceremos más y más conforme a nuestra medida[11964], 16llegando a predicar el Evangelio hasta más allá de vosotros, no para gloriarnos en medida ajena, por cosas ya hechas. 17Porque “el que se gloría, gloríese en el Señor”. 18Pues no es aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien recomienda el Señor[11965].

2 CORINTIOS 11
Ironía con los falsos apóstoles

1¡Ojalá me toleraseis un poco de fatuidad![11966] Sí, ¡tolerádmela! 2Porque mi celo por vosotros es celo de Dios, como que a un solo esposo os he desposado[11967], para presentaros cual casta virgen a Cristo. 3Sin embargo, temo que, como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así vuestras mentes degeneren de la simplicidad y pureza que han de tener con Cristo. 4Porque si alguno viene y predica otro Jesús que al que nosotros hemos predicado, o si recibís otro Espíritu que el que recibisteis, u otro Evangelio que el que abrazasteis, bien lo toleraríais[11968], 5y yo estimo que en nada soy inferior a tales superapóstoles. 6Pues aunque rudo soy en el hablar, no por cierto en el conocimiento, el cual hemos manifestado ante vosotros de todas maneras y en todas las cosas.

A nadie fui gravoso

7¿O acaso pequé porque me humillé a mí mismo para que vosotros fueseis elevados y porque os prediqué el Evangelio de Dios gratuitamente? 8A otras Iglesias despojé recibiendo (de ellas) estipendio para serviros a vosotros. 9Y estando entre vosotros y hallándome necesitado, a nadie fui gravoso; pues mi necesidad la suplieron los hermanos venidos de Macedonia; y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso[11969]. 10Por la verdad de Cristo que está en mí (os juro) que esta gloria no sufrirá mengua en las regiones de Acaya. 11¿Por qué? ¿Es que no os amo? Dios lo sabe. 12Mas lo que hago, seguiré haciéndolo para cortar el pretexto a los que buscan una ocasión de ser como nosotros en el gloriarse. 13Porque los tales son falsos apóstoles, obreros engañosos que se disfrazan de apóstoles de Cristo[11970]. 14Y no es de extrañar, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. 15No es, pues, gran cosa que sus ministros se disfracen de ministros de justicia. Su fin será correspondiente a sus obras.

El apóstol se compara con sus adversarios

16Digo otra vez: Nadie crea que soy fatuo; y si no, aunque sea como fatuo, admitidme todavía que yo también me gloríe un poco. 17Lo que hablo en este asunto de la jactancia no lo hablo según el Señor, sino como en fatuidad. 18Ya que muchos se glorían según la carne, también (así) me gloriaré yo[11971]; 19pues toleráis con gusto a los fatuos, siendo vosotros sensatos. 20Vosotros, en efecto, soportáis si alguno os reduce a servidumbre, si os devora, si os defrauda, si se engríe, si os hiere en el rostro. 21Para deshonra mía digo esto como si nosotros hubiéramos sido débiles. Sin embargo, en cualquier cosa en que alguien alardee —hablo con fatuidad— alardeo también yo. 22¿Son hebreos? También yo. ¿Son israelitas? También yo. ¿Son linaje de Abrahán? También yo. 23¿Son ministros de Cristo? —¡hablo como un loco[11972]!— yo más; en trabajos más que ellos, en prisiones más que ellos, en heridas muchísimo más, en peligros de muerte muchas veces más: 24Recibí de los judíos cinco veces cuarenta azotes menos uno[11973]; 25tres veces fui azotado con varas[11974], una vez apedreado, tres veces naufragué, una noche y un día pasé en el mar; 26en viajes muchas veces (más que ellos); con peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los gentiles, peligros en poblado, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos[11975]; 27en trabajos y fatigas, en vigilias muchas veces (más que ellos), en hambre y sed, en ayunos muchas veces, en frío y desnudez. 28Y aparte de esas (pruebas) exteriores, lo que cada día me persigue: la solicitud por todas las Iglesias[11976]. 29¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién padece escándalo, sin que yo arda? 30Si es menester gloriarse, me gloriaré de lo que es propio de mi flaqueza[11977]. 31El Dios y Padre del Señor Jesús, el eternamente Bendito, sabe que no miento. 32En Damasco, el etnarca[11978] del rey Aretas tenía custodiada la ciudad de los damascenos para prenderme; 33y por una ventana fui descolgado del muro en un canasto, y escapé a sus manos[11979].

2 CORINTIOS 12
Sus visiones y revelaciones

1Teniendo que gloriarme, aunque no sea cosa conveniente, vendré ahora a las visiones y revelaciones del Señor. 2Conozco a un hombre en Cristo, que catorce años ha —si en cuerpo, no lo sé, si fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe— fue arrebatado hasta el tercer cielo[11980]. 3Y sé que el tal hombre —si en cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe— 4fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que no es dado al hombre expresar. 5De ese tal me gloriaré, pero de mí no me gloriaré sino en mis flaquezas. 6Si yo quisiera gloriarme, no sería fatuo, pues diría la verdad; mas me abstengo, para que nadie me considere superior a lo que ve en mí u oye de mi boca. 7Y a fin de que por la grandeza de las revelaciones, no me levante sobre lo que soy, me ha sido clavado un aguijón en la carne, un ángel de Satanás que me abofetee, para que no me engría[11981]. 8Tres veces rogué sobre esto al Señor para que se apartase de mí[11982]. 9Mas Él me dijo: “Mi gracia te basta, pues en la flaqueza se perfecciona la fuerza”. Por tanto con sumo gusto me gloriaré de preferencia en mis flaquezas, para que la fuerza de Cristo habite en mí[11983]. 10Por Cristo, pues, me complazco en las flaquezas, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte[11984].

Abnegación por la grey

11Me volví fatuo[11985], vosotros me forzasteis; pues por vosotros debía yo ser recomendado, porque si bien soy nada, en ninguna cosa fui inferior a aquellos superapóstoles. 12Las pruebas de ser yo apóstol se manifestaron entre vosotros en toda paciencia por señales, prodigios y poderosas obras. 13Pues ¿qué habéis tenido de menos que las demás Iglesias, como no sea el no haberos sido yo gravoso? ¡Perdonadme este agravio! 14He aquí que esta es la tercera vez que estoy a punto de ir a vosotros; y no os seré gravoso porque no buscó los bienes vuestros, sino a vosotros; pues no son los hijos quienes deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos[11986]. 15y yo muy gustosamente gastaré, y a mí mismo me gastaré todo entero por vuestras almas, aunque por amaros más sea yo menos amado[11987]. 16Sea, pues. Yo no os fui gravoso; mas como soy astuto (dirá alguno) os prendí con dolo[11988]. 17¿Es que acaso os he explotado por medio de alguno de los que envié a vosotros? 18Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Por ventura os ha explotado Tito? ¿No procedimos según el mismo espíritu? ¿en las mismas pisadas?

Temores del apóstol

19Pero ¿estaréis pensando; desde hace rato, que nos venimos defendiendo ante vosotros? En presencia de Dios hablamos en Cristo, y todo, amados míos, para vuestra edificación. 20Pues temo que al llegar yo no os halle tales como os quiero, y vosotros me halléis cual no deseáis; no sea que haya contiendas, envidias, iras, discordias, detracciones, murmuraciones, hinchazones, sediciones; 21y que cuando vuelva a veros me humille mi Dios ante vosotros, y tenga que llorar a muchos de los que antes pecaron y no se han arrepentido de la impureza y fornicación y lascivia que practicaron.

2 CORINTIOS 13
Amenazas y exhortaciones

1Por tercera vez voy a vosotros. “Por el testimonio de dos testigos, o de tres, se decidirá toda cuestión”[11989]. 2Lo he dicho antes y lo repito de antemano —ausente ahora, como en la segunda visita hallándome presente— a los que antes pecaron y a todos los demás, que si voy otra vez no perdonaré, 3ya que buscáis una prueba de que Cristo habla en mí, pues Él no es débil con vosotros, pero sí fuerte en vosotros. 4Porque fue crucificado como débil, mas vive del poder de Dios. Así también nosotros somos débiles en Él, pero viviremos con Él en virtud del poder de Dios en orden a vosotros[11990]. 5Probaos a vosotros mismos para saber si tenéis la fe. Vosotros mismos examinaos. ¿O no reconocéis vuestro interior como que Jesucristo está en vosotros? A no ser que estéis reprobados[11991]. 6Espero conoceréis que nosotros no estamos reprobados. 7Y rogamos a Dios que no hagáis ningún mal, no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis el bien, aunque nosotros pasemos por réprobos. 8Porque nada podemos contra la verdad, sino en favor de la verdad[11992]. 9Nos regocijamos cuando nosotros somos flacos y vosotros fuertes. Lo que pedimos (en nuestra oración) es vuestro perfeccionamiento[11993]. 10Por eso escribo estas cosas ausente, para que presente no tenga que usar de severidad conforme a la potestad que el Señor me dio para edificar y no para destruir[11994].

EPÍLOGO

11Por lo demás, alegraos, hermanos, y perfeccionaos; consolaos, tened un mismo sentir, vivid en paz; y el Dios de la caridad y de la paz será con vosotros. Saludaos unos a otros en ósculo santo. 12Os saludan todos los santos. 13La gracia del Señor Jesucristo y la caridad de Dios (Padre) y la comunicación del Espíritu Santo sea con todos vosotros[11995].

CARTA A LOS GÁLATAS

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PRÓLOGO
GÁLATAS 1
Salutación apostólica

1Pablo, apóstol —no de parte de hombres, ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo, y por Dios Padre que levantó a Él de entre los muertos—[11996] 2y todos los hermanos que conmigo están, a las Iglesias de Galacia: 3gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo; 4el cual se entregó por nuestros pecados, para sacarnos de este presente siglo malo[11997], según la voluntad de Dios y Padre nuestro, 5a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

I. APOLOGÍA DE SU APOSTOLADO
Autoridad sobrenatural del Evangelio de San Pablo

6Me maravillo de que tan pronto os apartéis del que os llamó por la gracia de Cristo, y os paséis a otro Evangelio. 7Y no es que haya otro Evangelio, sino es que hay quienes os perturban y pretenden pervertir el Evangelio de Cristo. 8Pero, aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema. 9Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un Evangelio distinto[11998] del que recibisteis, sea anatema. 10¿Busco yo acaso el favor de los hombres, o bien el de Dios? ¿O es que procuro agradar a los hombres? Si aun tratase de agradar a los hombres no sería siervo de Cristo[11999]. 11Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio predicado por mí no es de hombre[12000]. 12Pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo[12001]. 13Habéis ciertamente oído hablar de cómo yo en otro tiempo vivía en el judaísmo, de cómo perseguía sobremanera a la Iglesia de Dios y la devastaba, 14y aventajaba en el judaísmo a muchos coetáneos míos de mi nación, siendo en extremo celoso de las tradiciones de mis padres.

Especial vocación divina del apóstol de los Gentiles

15Pero cuando plugo al que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia[12002], 16para revelar en mí a su Hijo, a fin de que yo le predicase entre los gentiles, desde aquel instante no consulté más con carne y sangre; 17ni subí a Jerusalén, a los que eran apóstoles antes que yo; sino que me fui a Arabia, de donde volví otra vez a Damasco[12003]. 18Después, al cabo de tres años, subí a Jerusalén para conversar con Cefas, y estuve con él quince días[12004]. 19Mas no vi a ningún otro de los apóstoles, fuera de Santiago, el hermano del Señor[12005]. 20He aquí delante de Dios que no miento en lo que os escribo. 21Luego vine a las regiones de Siria y de Cilicia. 22Mas las Iglesias de Cristo en Judea no me conocían de vista. 23Tan solo oían decir: “Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que antes arrasaba”. 24Y en mí glorificaban a Dios[12006].

GÁLATAS 2
Cómo los doce reconocieron el llamado particular de San Pablo

1Más tarde, transcurridos catorce años, subí otra vez a Jerusalén, con Bernabé, y llevando conmigo a Tito[12007]. 2Mas subí a raíz de una revelación, y les expuse, pero privadamente a los más autorizados[12008], el Evangelio que predico entre los gentiles, por no correr quizá o haber corrido en vano. 3Pero ni siquiera Tito, que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse, 4a pesar de los falsos hermanos intrusos, que se habían infiltrado furtivamente, para espiar la libertad que nosotros tenemos en Cristo Jesús, a fin de reducirnos a servidumbre[12009]. 5Mas queriendo que la verdad del Evangelio permanezca para vosotros, no cedimos, ni por un instante nos sujetamos a ellos[12010]. 6Y en cuanto a aquellos que significaban algo —lo que hayan sido anteriormente nada me importa, Dios no acepta cara de hombre[12011]— a mí esos que eran reputados, nada me añadieron; 7sino al contrario, viendo que a mí me había sido encomendado el evangelizar a los incircuncisos, así como a Pedro la evangelización de los circuncisos 8— pues el que dio fuerza a Pedro para el apostolado de los circuncisos, me la dio también a mí para el apostolado de los gentiles—[12012], 9y reconociendo la gracia que me fue dada, Santiago, Cefas y Juan, que eran reputados como columnas, dieron a mí y a Bernabé la mano en señal de comunión, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a los circuncisos[12013], 10con tal que nos acordásemos de los pobres, lo mismo que yo también procuré hacer celosamente.

El incidente de Antioquía

11Mas cuando Cefas vino a Antioquía le resistí cara a cara, por ser digno, de reprensión[12014]. 12Pues él, antes que viniesen ciertos hombres de parte de Santiago, comía con los gentiles; mas cuando llegaron aquellos se retraía y se apartaba, por temor a los que eran de la circuncisión. 13Y los otros judíos incurrieron con él en la misma hipocresía, tanto que hasta Bernabé se dejó arrastrar por la simulación de ellos. 14Mas cuando yo vi que no andaban rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles, y no como los judíos, ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar?[12015] 15Nosotros somos judíos de nacimiento, y no pecadores procedentes de la gentilidad; 16mas, sabiendo que el hombre es justificado, no por obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, nosotros mismos hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley; puesto que por las obras de la Ley no será justificado mortal alguno[12016]. 17Y si nosotros, queriendo ser justificados en Cristo, hemos sido hallados todavía pecadores ¿entonces Cristo es ministro de pecado? De ninguna manera[12017]. 18En cambio, si yo edifico de nuevo lo que había destruido, me presento a mí mismo como transgresor. 19Porque yo, por la Ley, morí a la Ley a fin de vivir para Dios. Con Cristo he sido crucificado[12018], 20y ya no vivo yo, sino que en mí vive Cristo. Y si ahora vivo en carne, vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó por mí. 21No inutilizo la gracia de Dios. Porque si por la Ley se alcanza la justicia, entonces Cristo murió en vano”[12019].

II. LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE
GÁLATAS 3
La ley no es capaz de justificarnos

1¡Oh, insensatos gálatas! ¿cómo ha podido nadie fascinaros a vosotros, ante cuyos ojos fue presentado Jesucristo clavado en una cruz?[12020] 2Quisiera saber de vosotros esto solo: si recibisteis el Espíritu por obra de la Ley o por la palabra de la fe. 3¿Tan insensatos sois que habiendo comenzado por Espíritu, acabáis ahora en carne?[12021] 4¿Valía la pena padecer tanto si todo fue en vano? 5Aquel que os suministra el Espíritu y obra milagros en vosotros ¿lo hace por las obras de la Ley o por la palabra de la fe?[12022]

El ejemplo de Abrahán

6Porque (está escrito): “Abrahán creyó a Dios, y le fue imputado a justicia”[12023]. 7Sabed, pues, que los que viven de la fe, esos son hijos de Abrahán. 8Y la Escritura, previendo que Dios justifica a los gentiles por la fe, anunció de antemano a Abrahán la buena nueva: “En ti serán bendecidas todas las naciones”[12024]. 9De modo que, junto con el creyente Abrahán, son bendecidos los que creen. 10Porque cuantos vivan de las obras de la Ley, están sujetos a la maldición; pues escrito está: “Maldito todo aquel que no persevera en todo lo que está escrito en el Libro de la Ley para cumplirlo”[12025]. 11Por lo demás, es manifiesto que por la Ley nadie se justifica ante Dios, porque “el justo vivirá de fe”[12026]; 12en tanto que la Ley no viene de la fe, sino que: “El que hiciere estas cosas, vivirá por ellas”[12027]. 13Cristo, empero, nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose por nosotros maldición, porque escrito está: “Maldito sea todo el que pende del madero”[12028], 14para que en Cristo Jesús alcanzase a los gentiles la bendición de Abrahán, y por medio de la fe recibiésemos el Espíritu prometido.

Ley y promesa

15Hermanos, voy a hablaros al modo humano: Un testamento, a pesar de ser obra de hombre, una vez ratificado nadie puede anularlo, ni hacerle adición. 16Ahora bien, las promesas fueron dadas a Abrahán y a su descendiente. No dice: “y a los descendientes” como si se tratase de muchos, sino como de uno: “y a tu Descendiente”, el cual es Cristo[12029]. 17Digo, pues, esto: “Un testamento ratificado antes por Dios, no puede ser anulado por la Ley dada cuatrocientos treinta años después, de manera que deje sin efecto la promesa[12030]. 18Porque si la herencia es por Ley, ya no es por promesa. Y sin embargo, Dios se la dio gratuitamente por promesa”.

La ley, preparación para Cristo

19Entonces ¿para qué la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese el Descendiente a quien fue hecha la promesa; y fue promulgada por ángeles por mano de un mediador[12031]. 20Ahora bien, no hay mediador de uno solo, y Dios es uno solo. 21Entonces ¿la Ley está en contra de las promesas de Dios? De ninguna manera. Porque si se hubiera dado una Ley capaz de vivificar, realmente la justicia procedería de la Ley. 22Pero la Escritura lo ha encerrado todo bajo el pecado, a fin de que la promesa, que es por la fe en Jesucristo, fuese dada a los que creyesen[12032]. 23Mas antes de venir la fe, estábamos bajo la custodia de la Ley, encerrados para la fe que había de ser revelada. 24De manera que la Ley fue nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por la fe[12033]. 25Mas venida la fe, ya no estamos bajo el ayo, 26por cuanto todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús[12034]. 27Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis vestidos de Cristo. 28No hay ya judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón y mujer; porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús. 29Y siendo vosotros de Cristo, sois por tanto descendientes de Abrahán, herederos según la promesa.

GÁLATAS 4
Cristo, fin de la ley

1Digo, pues, ahora: Mientras el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo, 2sino que está bajo tutores y administradores, hasta el tiempo señalado anticipadamente por su padre[12035]. 3Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos bajo los elementos del mundo, sujetos a servidumbre. 4Mas cuando vino la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, formado de, mujer, puesto bajo la Ley[12036], 5para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y porque sois hijos, envió Dios a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “¡Abba, Padre!”[12037] 7De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por merced de Dios.

¿Volveremos a la servidumbre?

8En aquel tiempo, cuando no conocíais a Dios, servisteis a los que por su naturaleza no son dioses[12038]. 9Mas ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, habéis sido conocidos de Dios, ¿cómo los volvéis de nuevo a aquellos débiles y pobres elementos, a que deseáis otra vez servir como antes?[12039] 10Mantenéis la observancia de días, y meses, y tiempos, y años[12040]. 11Tengo miedo de vosotros, no sea que en vano me haya afanado con vosotros. 12Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, pues yo también soy como vosotros. No me habéis hecho ninguna injusticia[12041]. 13Ya sabéis que cuando os prediqué la primera vez el Evangelio lo hice en enfermedad de la carne[12042]; 14y lo que en mi carne era para vosotros una prueba, no lo despreciasteis ni lo escupisteis, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15¿Dónde está ahora vuestro entusiasmo? Porque os doy testimonio de que entonces, de haberos sido posible, os habríais sacado los ojos para dármelos. 16¿De modo que me he hecho enemigo vuestro por deciros la verdad?[12043] 17Aquellos tienen celo por vosotros, pero no para bien; al contrario, quieren sacaros fuera para que los sigáis a ellos. 18Bien está que se tenga celo en lo bueno, pero en todo tiempo, y no solamente mientras estoy presente con vosotros, 19hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros. 20Quisiera en esta hora estar presente entre vosotros y cambiar de tono, porque estoy preocupado por vosotros.

Hijos de la servidumbre e hijos de la libertad

21Decidme, los que deseáis estar bajo ley, ¿no escucháis la Ley?[12044] 22Porque escrito está que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre. 23Mas el de la esclava nació según la carne, mientras que el de la libre, por la promesa. 24Esto es una alegoría, porque aquellas mujeres son dos testamentos: el uno del monte Sinaí, que engendra para servidumbre, el cual es Agar. 25El Sinaí es un monte en Arabia y corresponde a la Jerusalén de ahora, porque ella con sus hijos está en esclavitud[12045]. 26Mas la Jerusalén de arriba es libre, y esta es nuestra madre. 27Porque escrito está: “Regocíjate, oh estéril, que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no conoces los dolores de parto; porque más son los hijos de la abandonada que los de aquella que tiene marido”[12046]. 28Vosotros, hermanos, sois hijos de la promesa a semejanza de Isaac. 29Mas así como entonces el que nació según la carne perseguía al que nació según el Espíritu, así es también ahora. 30Pero ¿qué dice la Escritura? “Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”[12047]. 31Por consiguiente, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

III. LA LIBERTAD CRISTIANA
GÁLATAS 5
Preservar la libertad cristiana

1Cristo nos ha hecho libres para la libertad. Estad, pues, firmes, y no os sujetéis de nuevo al yugo de la servidumbre[12048]. 2Mirad, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, Cristo de nada os aprovechará[12049]. 3Otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que queda obligado a cumplir toda la Ley. 4Destituidos de Cristo quedáis cuantos queréis justificaros por la Ley; caísteis de la gracia[12050]. 5Pues nosotros, en virtud de la fe, esperamos por medio del Espíritu la promesa de la justicia. 6Por cuanto en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe, que obra por amor[12051]. 7Corríais bien ¿quién os atajó para no obedecer a la verdad? 8Tal sugestión no viene de Aquel que os llamó[12052]. 9Poca levadura pudre toda la masa[12053]. 10Yo confío de vosotros en el Señor que no tendréis otro sentir. Mas quien os perturba llevará su castigo, sea quien fuere. 11En cuanto a mí, hermanos, si predico aún la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡Entonces se acabó el escándalo de la cruz![12054] 12¡Ojalá llegasen hasta amputarse los que os trastornan![12055]

Libertad, no libertinaje

13Vosotros, hermanos, fuisteis llamados a la libertad, mas no uséis la libertad como pretexto para la carne; antes sed siervos unos de otros por la caridad[12056]. 14Porque toda la Ley se cumple en un solo precepto, en aquello de “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”[12057]. 15Pero si mutuamente (os mordéis y devoráis, mirad que no os aniquiléis unos a otros. 16Digo pues: Andad según el Espíritu, y ya no cumpliréis las concupiscencias de la carne[12058]. 17Porque la carne desea en contra del espíritu, y el espíritu en contra de la carne, siendo cosas opuestas entre sí, a fin de que no hagáis cuanto querríais. 18Porque si os dejáis guiar por el Espíritu no estáis bajo la Ley[12059]. 19Y las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, 20idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, ira, litigios, banderías, divisiones, 21envidias, embriagueces, orgías y otras cosas semejantes, respecto de las cuales os prevengo, como os lo he dicho ya, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22En cambio, el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad[12060], 23mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley. 24Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con las pasiones y las concupiscencias. 25Si vivimos por el Espíritu, por el Espíritu también caminemos[12061]. 26No seamos codiciosos de vanagloria, provocándonos unos a otros, envidiándonos recíprocamente.

GÁLATAS 6
Consejos y amonestaciones

1Hermanos, Si alguien fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales enderezad al tal con espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado[12062]. 2Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la Ley de Cristo[12063]. 3Pues si alguien piensa que es algo, él mismo se engaña en su mente, siendo como es nada[12064]. 4Mas pruebe cada cual su propia obra, entonces el motivo que tenga para gloriarse lo tendrá para sí mismo solamente, y no delante de otro. 5Porque cada uno llevará su propia carga. 6El que es enseñado en la Palabra, comparta todos los bienes con el que le instruye[12065]. 7No os engañéis: Dios no se deja burlar: pues lo que el hombre sembrare, eso cosechará. 8El que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción; mas el que siembra en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. 9No nos cansemos, pues, de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. 10Por tanto, según tengamos oportunidad, obremos lo bueno para con todos, y mayormente con los hermanos en la fe[12066].

EPÍLOGO

11Mirad con qué grandes letras os escribo de mi propia mano[12067]: 12Todos los que buscan agradar según la carne, os obligan a circuncidaros, nada más que para no ser ellos perseguidos a causa de la cruz de Cristo. 13Porque tampoco esos que se circuncidan guardan la Ley, sino que quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse ellos en vuestra carne. 14Mas en cuanto a mí, nunca suceda que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo para mí ha sido crucificado y yo para el mundo. 15Pues lo que vale no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva creatura[12068]. 16A todos cuantos vivan según esta norma, paz y misericordia sobre ellos y sobre el Israel de Dios[12069]. 17En adelante nadie me importune más, pues las señales de Jesús las llevo yo (hasta) en mi cuerpo. “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén[12070].

CARTA A LOS EFESIOS

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EFESIOS 1
Salutación apostólica

1Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso[12071]: 2gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

I. EL MISTERIO DEL CUERPO MÍSTICO
La vida nueva en Cristo

3Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual ya en los cielos[12072], 4pues desde antes de la fundación del mundo nos escogió en Cristo, para que delante de Él seamos santos e irreprensibles; y en su amor 5nos predestinó como hijos suyos por Jesucristo en Él mismo (Cristo), conforme a la benevolencia de su voluntad[12073], 6para celebrar la gloria de su gracia, con la cual nos favoreció en el Amado[12074]. 7En Él, por su Sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, 8la cual abundantemente nos comunicó en toda sabiduría y conocimiento, 9haciéndonos conocer el misterio de su voluntad; el cual consiste en la benevolencia suya, que se había propuesto (realizar) en Aquel 10en la dispensación de la plenitud de los tiempos: reunirlo todo en Cristo, las cosas de los cielos y las de la tierra[12075]. 11En Él también fuimos elegidos nosotros[12076] para herederos predestinados, según el designio del que todo lo hace conforme al consejo de su voluntad, 12para que fuésemos la alabanza de su gloria los que primero pusimos nuestra esperanza en Cristo[12077]. 13En Él también vosotros, después de oír la palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, habéis creído, y en Él fuisteis sellados con el Espíritu de la promesa[12078]; 14el cual es arras de nuestra herencia a la espera del completo rescate de los que Él se adquirió para alabanza de su gloria.

Alabanzas y acción de gracias

15Por esto, también yo, habiendo oído de la fe que tenéis en el Señor Jesús, de vuestra caridad para con todos los santos[12079], 16no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, 17para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación, en el conocimiento de Él[12080]; 18a fin de que, iluminados los ojos de vuestro corazón, conozcáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, cuál la riqueza de la gloria de su herencia en los santos, 19y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros los que creemos; conforme a la eficacia de su poderosa virtud, 20que obró en Cristo resucitándolo de entre los muertos, y sentándolo a su diestra en los cielos 21por encima de todo, principado y potestad y poder y dominación, y sobre todo nombre que se nombre, no solo en este siglo, sino también en el venidero. 22Y todo lo sometió bajo sus pies, y lo dio por cabeza suprema de todo a la Iglesia[12081], 23la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que lo llena todo en todos.

EFESIOS 2
La misericordia de Dios para con nosotros

1También vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, 2en los cuales en otro tiempo anduvisteis conforme al curso de este mundo, conforme al príncipe de la autoridad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de la incredulidad[12082]. 3Entre ellos vivíamos también nosotros todos en un tiempo según las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo los apetitos de la carne y de nuestros pensamientos; de modo que éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4Pero Dios, que es rico en misericordia por causa del grande amor suyo con que nos amó[12083], 5cuando estábamos aún muertos en los pecados, nos vivificó juntamente con Cristo —de gracia habéis sido salvados—[12084] 6y juntamente con Él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús[12085], 7para que en las edades venideras se manifieste la sobreabundante riqueza de su gracia mediante la bondad que tuvo para nosotros en Cristo Jesús. 8Porque habéis sido salvados gratuitamente por medio de la fe; y esto no viene de vosotros: es el don de Dios[12086]; 9tampoco viene de las obras, para que ninguno pueda gloriarse[12087]. 10Pues de Él somos hechura, creados (de nuevo) en Cristo Jesús para obras buenas que Dios preparó de antemano para que las hagamos[12088].

Unión e igualdad de judíos y gentiles en Cristo

11Por tanto, acordaos vosotros, los que en otro tiempo erais gentiles en la carne, llamados “incircuncisión” por aquellos que se llaman circuncisión —la cual se hace en la carne por mano del hombre—[12089] 12(acordaos digo) de que entonces estabais separados de Cristo, extraños a la comunidad de Israel, y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros los que en un tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. 14Porque Él es nuestra paz: El que de ambos hizo uno, derribando de en medio el muro de separación, la enemistad; anulando por medio de su carne[12090] 15la Ley con sus mandamientos y preceptos, para crear en Sí mismo de los dos un solo hombre nuevo, haciendo paz, 16y para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo por medio de la Cruz, matando en ella la enemistad. 17Y viniendo, evangelizó paz a vosotros los que estabais lejos, y paz a los de cerca[12091]. 18Y así por Él unos y otros tenemos el acceso al Padre, en un mismo Espíritu; 19de modo que ya no sois extranjeros ni advenedizos sino que sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios[12092], 20edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús[12093], 21en quien todo el edificio, armónicamente trabado, crece para templo santo en el Señor[12094]. 22En Él sois también vosotros coedificados en el Espíritu para morada de Dios[12095].

EFESIOS 3
Pablo anuncia el “misterio escondido”

1Por esto (os escribo) yo Pablo, el prisionero de Cristo Jesús por amor de vosotros los gentiles[12096]; 2pues habréis oído la dispensación de la gracia de Dios, que me fue otorgada en beneficio vuestro[12097]: 3cómo por revelación se me ha dado a conocer el misterio, tal como acabo de escribíroslo en pocas palabras — 4si lo leéis podéis entender el conocimiento que tengo en este misterio de Cristo—[12098] 5el cual (misterio) en otras generaciones no fue dado a conocer a los hijos de los hombres como ahora ha sido revelado por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas; (esto es) 6que los gentiles sois coherederos, y miembros del mismo, cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio, 7del cual yo he sido constituido ministro, conforme al don de la gracia de Dios a mí otorgada según la eficacia de su poder. 8A mí, el ínfimo de todos los santos, ha sido dada esta gracia: evangelizar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo[12099], 9e iluminar a todos acerca de la dispensación del misterio, escondido desde los siglos en Dios creador de todas las cosas; 10a fin de que sea dada a conocer ahora a los principados y a las potestades en lo celestial, a través de la Iglesia, la multiforme sabiduría de Dios[12100], 11que se muestra en el plan de las edades que Él realizó en Cristo Jesús, Señor nuestro, 12en quien, por la fe en Él, tenemos libertad y confiado acceso (al Padre)[12101]. 13Por tanto ruego que no os desaniméis en mis tribulaciones por vosotros, como que son gloria vuestra.

Himno de alabanza.

14Por esto doblo mis rodillas ante el Padre[12102], 15de quien toma su nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra[12103], 16para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis poderosamente fortalecidos por su Espíritu en el hombre interior[12104]; 17y Cristo por la fe habite en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en el amor[12105], 18seáis hechos capaces de comprender con todos los santos qué cosa sea la anchura y largura y alteza y profundidad[12106], 19y de conocer el amor de Cristo (por nosotros) que sobrepuja a todo conocimiento, para que seáis colmados de toda la plenitud de Dios[12107]. 20A Él, que es poderoso para hacer en todo, mediante su fuerza que obra en nosotros, incomparablemente más de lo que pedimos y pensamos[12108], 21a Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de la edad de las edades[12109]. Amén.

II. EXHORTACIONES LOS DIVERSOS ESTADOS
EFESIOS 4
La unidad del Espíritu y diversidad de dones

1Os ruego, pues, yo, el prisionero en el Señor, que caminéis de una manera digna del llamamiento que se os ha hecho, 2con toda humildad de espíritu y mansedumbre, con longanimidad, sufriéndoos unos a otros con caridad, 3esforzándoos por guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz[12110]. 4Uno es el cuerpo y uno el Espíritu, y así también una la esperanza de la vocación a que habéis sido llamados[12111]; 5uno el Señor, una la fe, uno el bautismo, 6uno el Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, en todo y en todos. 7Pero a cada uno de nosotros le ha sido dada la gracia en la medida del don de Cristo[12112]. 8Por esto dice: “Subiendo hacia lo alto llevó a cautivos consigo, y dio dones a los hombres”[12113]. 9Eso de subir, ¿qué significa sino que (antes) bajó a lo que está debajo de la tierra? 10El que bajó es el mismo que también subió por encima de todos los cielos, para complementarlo todo. 11Y Él a unos constituyó apóstoles, y a otros profetas, y a otros evangelistas, y a otros pastores y doctores[12114], 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del (pleno) conocimiento del Hijo de Dios, al estado de varón perfecto, alcanzando la estatura propia del Cristo total[12115], 14para que ya no seamos niños fluctuantes y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, al antojo de la humana malicia, de la astucia que conduce engañosamente al error[12116], 15sino que, andando en la verdad por el amor, en todo crezcamos hacia adentro de Aquel que es la cabeza, Cristo[12117]. 16De Él todo el cuerpo, bien trabado y ligado entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en el amor.

Renovarse en Cristo

17Esto, pues, digo y testifico en el Señor, que ya no andéis como andan los gentiles, conforme a la vanidad de su propio sentir, 18pues tienen entenebrecido el entendimiento, enajenados de la vida de Dios por la ignorancia que los domina a causa del endurecimiento de su corazón, 19y habiéndose hecho insensibles (espiritualmente) se entregaron a la lascivia, para obrar con avidez toda suerte de impurezas. 20Pero no es así como vosotros habéis aprendido a Cristo, 21si es que habéis oído hablar de Él y si de veras se os ha instruido en Él conforme a la verdad que está en Jesús, a saber: 22que dejando vuestra pasada manera de vivir os desnudéis del hombre viejo, que se corrompe al seguir los deseos del error[12118]; 23os renovéis en el espíritu de vuestra mente, 24y os vistáis del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad[12119]. 25Por esto, despojándoos de la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, pues somos miembros unos respecto de otros. 26Airaos, sí, mas no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestra ira[12120]; 27no deis lugar al diablo[12121]. 28El que hurtaba, no hurte más, antes bien trabaje obrando con sus manos lo bueno, para que pueda aun partir con el necesitado. 29No salga de vuestra boca ninguna palabra viciosa, sino la que sirva para edificación, de modo que comunique gracia a los que oyen. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual habéis sido sellados para el día de la redención[12122]. 31Toda amargura, enojo, ira, gritería y blasfemia destiérrese de vosotros, y también toda malicia. 32Sed benignos unos para con otros, compasivos, perdonándoos mutuamente de la misma manera que Dios os ha perdonado a vosotros en Cristo[12123].

EFESIOS 5
Imitar el amor de Cristo

1Imitad entonces a Dios, pues que sois sus, hijos amados[12124]; 2y vivid en amor así como Cristo os amó, y se entregó por nosotros como oblación y víctima a Dios cual (incienso de) olor suavísimo[12125]. 3Fornicación y cualquier impureza o avaricia, ni siquiera se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4ni torpeza, ni vana palabrería, ni bufonerías[12126], cosas que no convienen, antes bien acciones de gracia. 5Porque tened bien entendido que ningún fornicario, impuro o avaro, que es lo mismo que idólatra, tiene parte en el reino de Cristo y de Dios[12127]. 6Nadie os engañe con vanas palabras, pues por estas cosas descarga la ira de Dios sobre los hijos de la desobediencia. 7No os hagáis, pues, copartícipes de ellos.

Como hijos de la luz

8Porque antes erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Andad, pues, como hijos de la luz[12128]9el fruto de la luz consiste en toda bondad y justicia y verdad—[12129] 10aprendiendo por experiencia que es lo que agrada al Señor[12130]; 11y no toméis parte con ellos en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien manifestad abiertamente vuestra reprobación[12131]; 12porque si bien da vergüenza hasta el nombrar las cosas que ellos hacen en secreto[12132], 13sin embargo todas las cosas, una vez condenadas, son descubiertas por la luz, y todo lo que es manifiesto es luz. 14Por eso dice: “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará”[12133]. 15Mirad, pues, con gran cautela cómo andáis; no como necios, sino como sabios, 16aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17Por lo tanto, no os hagáis los desentendidos, sino entended cuál sea la voluntad del Señor. 18Y no os embriaguéis con vino, en el cual hay lujuria, sino llenaos en el Espíritu[12134], 19entreteniéndoos entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando de todo corazón al Señor, 20dando gracias siempre y por todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo[12135], 21sujetándoos los unos a los otros en el santo temor de Cristo[12136].

El matrimonio cristiano

22Las mujeres sujétense a sus maridos como al Señor[12137], 23porque el varón es cabeza de la mujer, como Cristo cabeza de la Iglesia, salvador de su cuerpo. 24Así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres lo han de estar a sus maridos en todo[12138]. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó Él mismo por ella[12139], 26para santificarla, purificándola con la palabra en el baño del agua, 27a fin de presentarla delante de Sí mismo como Iglesia gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni nada semejante, sino santa e inmaculada[12140]. 28Así también los varones deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie jamás tuvo odio a su propia carne, sino que la sustenta y regala, como también Cristo a la Iglesia[12141], 30puesto que somos miembros de su cuerpo[12142]. 31“A causa de esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se adherirá a su mujer, y los dos serán una carne”. 32Este misterio es grande; mas yo lo digo en orden a Cristo y a la Iglesia[12143]. 33Con todo, también cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer a su vez reverencie al marido.

EFESIOS 6
Hijos y padres

1Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es lo justo. 2“Honra a tu padre y a tu madre” —es el primer mandamiento con promesa—[12144], 3“para que te vaya bien y tengas larga vida sobre la tierra”. 4Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino educadlos en la disciplina y amonestación del Señor.

Siervos y amos

5Siervos, obedeced a los amos según la carne en simplicidad de corazón, con respetuoso temor, como a Cristo[12145]. 6No (solo) sirviéndoles cuando os ven, como los que buscan agradar a hombres, sino como siervos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad de Dios; 7haciendo de buena gana vuestro servicio, como al Señor, y no a hombres; 8pues sabéis que cada uno, si hace algo bueno, eso mismo recibirá de parte del Señor, sea esclavo o sea libre. 9Y vosotros, amos, haced lo mismo con ellos, y dejad las amenazas, considerando que en los cielos está el Amo de ellos y de vosotros, y que para Él no hay acepción de personas[12146].

EPÍLOGO
Las armas del cristiano

10Por lo demás, hermanos, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder. 11Vestíos la armadura de Dios, para poder sosteneros contra los ataques engañosos del diablo. 12Porque para nosotros la lucha no es contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los poderes mundanos de estas tinieblas, contra los espíritus de la maldad en lo celestial[12147]. 13Tomad, por eso, la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo cumplido todo, estar en pie[12148]. 14Teneos, pues, firmes, ceñidos los lomos con la verdad y vestidos con la coraza de la justicia, 15y calzados los pies con la prontitud del Evangelio de la paz. 16Embrazad en todas las ocasiones el escudo de la fe, con el cual podréis apagar todos los dardos encendidos del Maligno[12149]. 17Recibid asimismo el yelmo de la salud, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; 18orando siempre en el Espíritu con toda suerte de oración y plegaria, y velando para ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos, 19y por mí, a fin de que al abrir mi boca se me den palabras para manifestar con denuedo el misterio del Evangelio, 20del cual soy mensajero entre cadenas, y sea yo capaz de anunciarlo con toda libertad, según debo hablar.

Noticias personales

21Para que también vosotros sepáis el estado de mis cosas, y lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, el amado hermano y fiel ministro en el Señor, 22a quien he enviado a vosotros para esto mismo, para que tengáis noticias de nosotros y para que él consuele vuestros corazones. 23Paz a los hermanos y amor con fe, de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24La gracia sea con todos los que aman con incorruptible amor a nuestro Señor Jesucristo. Amén.

CARTA A LOS FILIPENSES

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FILIPENSES 1
Salutación apostólica

1Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos[12150]: 2gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Amor de Pablo a los filipenses

3Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, 4y ruego siempre con gozo por todos vosotros en todas mis oraciones, 5a causa de vuestra participación en el Evangelio, desde el primer día hasta ahora. 6Tengo la firme confianza de que Aquel que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús[12151]. 7Y es justo que yo piense así de todos vosotros, por cuanto os llevo en el corazón; pues tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación del Evangelio todos vosotros sois partícipes de mi gracia. 8Porque testigo me es Dios de mi anhelo por todos vosotros en las entrañas de Cristo Jesús. 9Lo que pido en mi oración es que vuestro amor abunde más y más en conocimiento y en todo discernimiento, 10para que sepáis apreciar lo mejor y seáis puros e irreprensibles hasta el día de Cristo, 11llenos de frutos de justicia, por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Progreso del Evangelio

12Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado en mayor progreso del Evangelio, 13de tal manera que se ha hecho notorio, en todo el pretorio[12152] y entre todos los demás, que llevo mis cadenas por Cristo. 14Y los más de mis hermanos en el Señor, cobrando ánimo con mis prisiones, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra de Dios. 15Algunos, es cierto, predican a Cristo por envidia y rivalidad, mas otros con buena intención; 16unos por amor, sabiendo que estoy constituido para la defensa del Evangelio, 17mas otros predican a Cristo por emulación, no con recta intención, ya que creen causar tribulación a mis cadenas[12153]. 18¿Mas qué? De todas maneras, sea con pretexto, sea con verdad, es predicado Cristo. En esto me regocijo y no dejaré de regocijarme. 19Porque sé que esto resultará en mi provecho gracias a vuestra oración y a la asistencia del Espíritu de Jesucristo, 20según mi firme expectación y esperanza de que en nada seré confundido; sino que, con toda libertad, ahora lo mismo que siempre, Cristo será enaltecido en mi cuerpo, sea por vida, o por muerte.

Esperanza del apóstol

21Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir ganancia. 22Mas si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger[12154]. 23Estrechado estoy por ambos lados: tengo deseo de morir y estar con Cristo, lo cual sería mucho mejor; 24por otra parte el quedarme en la carne es más necesario por vosotros. 25Persuadido, pues, de esto ya sé que me quedaré y permaneceré para todos vosotros, para vuestro provecho gozo en la fe[12155], 26a fin de que abunde vuestra gloria en Cristo Jesús, a causa mía, con motivo de mi reaparición entre vosotros. 27Solo que vuestra manera de vivir sea digna del Evangelio de Cristo; para que, sea que yo vaya y os vea, o que me quede ausente, oiga decir de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu y lucháis juntamente, con una misma alma, por la fe del Evangelio, 28sin amedrentaros por nada ante los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, mas para vosotros de salvación, y esto por favor de Dios. 29Porque os ha sido otorgado, por la gracia de Cristo, no solo el creer en Él, sino también el padecer por la causa de Él[12156], 30teniendo la misma lucha que visteis en mí y ahora oís que sufro.

FILIPENSES 2
La imitación de Cristo

1Si tenéis, pues, (para mí) alguna consolación en Cristo algún consuelo de caridad, alguna comunicación de Espíritu, alguna ternura y misericordia[12157], 2poned el colmo a mi gozo, siendo de un mismo sentir, teniendo un mismo amor, un mismo espíritu, un mismo pensamiento. 3No hagáis nada por emulación ni por vanagloria, sino con humilde corazón, considerando los unos a los otros como superiores[12158], 4no mirando cada uno por su propia ventaja, sino por la de los demás. 5Tened en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús; 6el cual, siendo su naturaleza la de Dios, no miró como botín el ser igual a Dios, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Y hallándose en la condición de hombre[12159] 8se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz. 9Por eso Dios le sobreensalzó y le dio el nombre que es sobre todo nombre[12160], 10para que toda rodilla en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra se doble en el nombre de Jesús, 11y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre[12161].

Es Dios quien da el querer y el obrar

12Así, pues, amados míos, de la misma manera como siempre obedecisteis, obrad vuestra salud con temor y temblor[12162], no solo como cuando estaba yo presente, sino mucho más ahora en mi ausencia; 13porque Dios es el que, por su benevolencia, obra en vosotros tanto el querer como el hacer[12163]. 14Haced todas las cosas sin murmuraciones ni disputas, 15para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación torcida y perversa, entre los cuales resplandecéis como antorchas en el mundo, 16al presentarles la palabra de vida, a fin de que pueda yo gloriarme para el día de Cristo de no haber corrido en vano ni haberme en vano afanado. 17Y aun cuando se derrame mi sangre como libación sobre el sacrificio y culto de vuestra fe, me gozo y me congratulo con todos vosotros. 18Gozaos asimismo vosotros y congratulaos conmigo[12164].

Pablo recomienda a dos compañeros

19Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también tenga buen ánimo al saber de vosotros. 20Pues a ninguno tengo tan concorde conmigo, que se interese por vosotros tan sinceramente[12165], 21porque todos buscan lo de ellos mismos, no lo que es de Cristo Jesús. 22Vosotros conocéis la prueba que ha dado, como que, cual hijo al lado de su padre, ha servido conmigo para propagación del Evangelio. 23A este, pues, espero enviar tan pronto como vea yo la marcha de mis asuntos[12166]. 24Y aún confío en el Señor que yo mismo podré ir en breve. 25Entretanto he juzgado necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, vuestro mensajero y ministro en mis necesidades; 26pues añoraba a todos vosotros, y estaba desconsolado por cuanto habíais oído de su enfermedad. 27Estuvo realmente enfermo y a punto de morir, pero Dios tuvo misericordia de él, y no tan solo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza. 28Lo envío por eso con mayor premura para que, al verle de nuevo, os alegréis y yo me quede sin más pena. 29Acogedle, pues, en el Señor con todo gozo, y tened en estima a los que son como él, 30puesto que por la obra de Cristo llegó hasta la muerte, poniendo en peligro su vida, para suplir lo que faltaba de vuestra parte en mi ministerio[12167].

FILIPENSES 3
La gran ambición de San Parlo

1Por lo demás, hermanos, alegraos en el Señor. No me pesa escribiros las mismas cosas, y para vosotros es de provecho; 2guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutilados[12168]. 3Porque la circuncisión somos nosotros los que adoramos a Dios en espíritu y ponemos nuestro orgullo en Cristo Jesús, sin poner nuestra confianza en la carne[12169], 4aunque yo tendría motivos para confiar aún en la carne. Si hay alguien que cree que puede confiar en la carne, más lo puedo yo: 5circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; e irreprensible en cuanto a la justicia de la Ley. 7Pero estas cosas que a mis ojos eran ganancia, las he tenido por daño a causa de Cristo[12170]. 8Más aún, todo lo tengo por daño a causa de la preexcelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo perdí todo; y todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo 9y en Él hallarme —no teniendo justicia mía, la de la Ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios fundada sobre la fe[12171] 10de conocerlo a Él y la virtud de su Resurrección y la participación de sus padecimientos— conformado a la muerte Suya[12172], 11por si puedo alcanzar la resurrección, la que es de entre los muertos[12173].

Maravillas de nuestra esperanza

12No es que lo haya conseguido ya, o que ya esté yo perfecto, antes bien sigo por si logro asir aquello para lo cual Cristo Jesús me ha asido a mí[12174]. 13No creo, hermanos, haberlo asido; mas hago una sola cosa: olvidando lo que dejé atrás y lanzándome a lo de adelante, 14corro derecho a la meta, hacia el trofeo de la vocación superior de Dios en Cristo Jesús[12175]. 15Todos los que estamos maduros tengamos este sentir; y si en algo pensáis de diferente manera, también sobre eso os ilustrará Dios. 16Mas, en lo que hayamos ya alcanzado, sigamos adelante [en un mismo sentir]. 17Sed conmigo imitadores, hermanos, observad bien a los que se comportan según el ejemplo que tenéis en nosotros[12176]. 18Porque muchos de los que andan son —como a menudo os lo he dicho y ahora lo repito con lágrimas— enemigos de la cruz de Cristo[12177], 19cuyo fin es la perdición, cuyo dios es el vientre y cuya gloria es su vergüenza, teniendo el pensamiento puesto en lo terreno. 20En cambio la ciudadanía nuestra es en los cielos, de donde también, como Salvador, estamos aguardando al Señor Jesucristo[12178]; 21el cual vendrá a transformar el cuerpo de la humillación nuestra conforme al cuerpo de la gloria Suya, en virtud del poder de Aquel que es capaz para someterle a Él mismo todas las cosas.

FILIPENSES 4
Paz y alegría espiritual

1Por tanto, hermanos míos, amados y muy deseados, gozo mío y corona mía, manteneos así en el Señor: amados[12179]. 2Ruego a Evodia, y ruego a Síntique, que tengan el mismo sentir en el Señor[12180]. 3Y a ti también te ruego, noble compañero, que ayudes a estas que lucharon por el Evangelio conmigo y con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida[12181]. 4Alegraos en el Señor siempre; otra vez lo diré: Alegraos[12182]. 5Sea de todos conocida vuestra sencillez. El Señor está cerca[12183]. 6No os inquietéis por cosa alguna[12184], sino que en todo vuestras peticiones se den a conocer a Dios mediante la oración y la súplica, acompañadas de acción de gracias. 7Y entonces la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús[12185]. 8Por lo demás, hermanos, cuantas cosas sean conformes a la verdad, cuantas serias, cuantas justas, cuantas puras, cuantas amables, cuantas de buena conversación, si hay virtud alguna, si alguna alabanza, a tales cosas atended. 9Lo que habéis aprendido y aceptado y oído y visto en mí, practicadlo; y el Dios de la paz será con vosotros.

Alegría por la generosidad de los filipenses

10Me regocijé grandemente en el Señor de que por fin retoñasteis en vuestros sentimientos hacia mí. A la verdad estabais solícitos, pero no teníais la oportunidad. 11No os lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a estar contento con lo que tengo. 12Sé vivir en humildad, y sé vivir en abundancia; en todo y por todo estoy avezado a tener hartura y a sufrir hambre; a tener sobra y a tener falta[12186]. 13Todo lo puedo en Aquel que me conforta[12187]. 14Sin embargo, habéis hecho bien en haceros copartícipes de mi estrechez. 15Bien sabéis también vosotros, oh filipenses, que en los comienzos del Evangelio, cuando salí de Macedonia, ninguna Iglesia abrió conmigo cuentas de dar y recibir, sino vosotros solos[12188]. 16Pues hasta en Tesalónica, más de una vez enviasteis con qué atender mi necesidad. 17No es que busque yo la dádiva; lo que deseo es que el rédito abunde a cuenta vuestra. 18Tengo de todo y me sobra. Estoy repleto, después de recibir de Epafrodito las cosas enviadas de vuestra parte, como olor suavísimo, sacrificio acepto, agradable a Dios. 19El Dios mío atenderá toda necesidad vuestra, conforme a la riqueza suya, con gloria en Cristo Jesús[12189]. 20Gloria al Dios y Padre nuestro por los siglos de los siglos. Amén. 21Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo. 22Todos los santos os saludan, especialmente los de la casa del César[12190]. 23La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

CARTA A LOS COLOSENSES

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COLOSENSES 1
Salutación apostólica

1Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo[12191], 2a los santos y fieles hermanos en Cristo, que viven en Colosas: gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre. 3Damos gracias al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, rogando en todo tiempo por vosotros, 4pues hemos oído de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que tenéis hacia todos los santos, 5a causa de la esperanza[12192] que os está guardada en los cielos y de la cual habéis oído antes por la palabra de la verdad del Evangelio, 6que ha llegado hasta vosotros, y que también en todo el mundo está fructificando y creciendo como lo está entre vosotros desde el día en que oísteis y (así) conocisteis en verdad la gracia de Dios, 7según aprendisteis de Epafras, nuestro amado consiervo, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8y nos ha manifestado vuestro amor en el Espíritu.

Oración del apóstol por los fieles

9Por esto también nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de rogar por vosotros y de pedir que seáis llenados del conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual[12193], 10para que andéis de una manera digna del Señor, a fin de serle gratos en todo, dando frutos en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios, 11confortados con toda fortaleza, según el poder de su gloria, para practicar con gozo toda paciencia y longanimidad, 12dando gracias al Padre, que os capacitó para participar de la herencia de los santos en la luz. 13Él nos ha arrebatado de la potestad de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, 14en quien tenemos la redención, la remisión de los pecados[12194].

El misterio de Cristo

15Él (Cristo) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación[12195]; 16pues por Él fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las que están sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean tronos, sean dominaciones, sean principados, sean potestades. Todas las cosas fueron creadas por medio de Él y para Él[12196]. 17Y Él es antes de todas las cosas, y en Él subsisten todas. 18Y Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, siendo Él mismo el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo sea Él lo primero[12197]. 19Pues plugo (al Padre) hacer habitar en Él toda la plenitud, 20y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, tanto las de la tierra como las del cielo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz[12198]. 21También a vosotros, que en un tiempo erais extraños y en vuestra mente erais enemigos a causa de las malas obras, 22ahora os ha reconciliado en el cuerpo de la carne de Aquel por medio de la muerte, para que os presente santos e inmaculados e irreprensibles delante de Él. 23Si es que en verdad permanecéis fundados y asentados en la fe e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, el cual ha sido predicado en toda la creación debajo del cielo y del cual yo Pablo he sido constituido ministro[12199]. 24Ahora me gozo en los padecimientos a causa de vosotros, y lo que en mi carne falta de las tribulaciones de Cristo, lo cumplo en favor del Cuerpo Suyo, que es la Iglesia. 25De ella fui yo constituido siervo, según la misión que Dios me encomendó en beneficio vuestro, de anunciar en su plenitud el divino Mensaje[12200], 26el misterio, el que estaba escondido desde los siglos y generaciones, y que ahora ha sido revelado a sus santos[12201]. 27A ellos Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. 28A Este predicamos, amonestando a todo hombre e instruyendo a todo hombre en toda sabiduría, para presentar perfecto en Cristo a todo hombre. 29Por esto es que me afano luchando mediante la acción de Él, la cual obra en mí poderosamente.

COLOSENSES 2
Advertencia contra la sabiduría humana

1Porque quiero que sepáis cuán fuertemente tengo que luchar por vosotros y por los de Laodicea, y por cuantos nunca han visto mi rostro en la carne, 2a fin de que sean consolados sus corazones, confirmados en el amor y en toda la riqueza de la plenitud de la inteligencia, de modo de llegar al conocimiento del misterio de Dios, que es Cristo, 3en quien los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están todos escondidos[12202]. 4Esto lo digo, para que nadie os seduzca con argumentos de apariencia lógica. 5Pues si bien estoy ausente con el cuerpo, sin embargo en espíritu estoy entre vosotros, gozándome al mirar vuestra armonía y la firmeza de vuestra fe en Cristo. 6Por tanto, tal cual aprendisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en Él, 7arraigados en Él y edificados sobre Él, y confirmados en la fe según fuisteis enseñados, y rebosando de agradecimiento[12203]. 8Mirad, pues, no haya alguno que os cautive por medio de la filosofía y de vana falacia, fundadas en la tradición de los hombres sobre los elementos del mundo, y no sobre Cristo[12204]. 9Porque en Él habita toda la plenitud de la Deidad corporalmente[12205]; 10y en Él estáis llenos vosotros, y Él es la cabeza de todo principado y potestad.

En el bautismo morimos y resucitamos con Cristo

11En Él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por mano de hombre mediante el despojo del cuerpo de la carne, sino con la circuncisión de Cristo[12206], 12habiendo sido sepultados con Él en el bautismo, donde así mismo fuisteis resucitados con Él por la fe en el poder de Dios que le resucitó de entre los muertos[12207]. 13Y a vosotros, los que estabais muertos por los delitos y por la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los delitos[12208], 14habiendo cancelado la escritura presentada contra nosotros, la cual con sus ordenanzas nos era adversa. La quitó de en medio al clavarla en la Cruz; 15y despojando (así de aquella) a los principados y potestades denodadamente los exhibió a la infamia, triunfando sobre ellos en la Cruz.

Falso ascetismo

16Que nadie, pues, os juzgue por comida o bebida, o en materia de fiestas o novilunios o sábados[12209]. 17Estas cosas son sombra de las venideras, mas el cuerpo es de Cristo. 18Que nadie os defraude de vuestro premio con afectada humildad y culto de los ángeles, haciendo alarde de las cosas que pretende haber visto, vanamente hinchado por su propia inteligencia carnal[12210], 19y no manteniéndose unido a la cabeza, de la cual todo el cuerpo, alimentado y trabado por medio de coyunturas y ligamentos, crece con crecimiento que viene de Dios[12211]. 20Si con Cristo moristeis a los elementos del mundo ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sujetáis a tales preceptos: 21“No tomes”, “no busques”, “no toques” — 22cosas todas que han de perecer con el uso— según los mandamientos y doctrinas de los hombres? 23Las cuales cosas tienen ciertamente color de sabiduría, por su afectada piedad, humildad y severidad con el cuerpo; mas no son de ninguna estima: solo sirven para la hartura de la carne[12212].

COLOSENSES 3
Nuestra vida cristiana con Dios en el Espíritu

1Si, pues, fuisteis resucitados con Cristo, buscad las cosas que son de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. 2Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra; 3porque ya moristeis (con Él) y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios[12213]. 4Cuando se manifieste nuestra vida, que es Cristo, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria[12214]. 5Por tanto, haced morir los miembros que aún tengáis en la tierra: fornicación, impureza, pasiones, la mala concupiscencia y la codicia, que es idolatría. 6A causa de estas cosas descarga la ira de Dios sobre los hijos de la desobediencia. 7Y en ellas habéis andado también vosotros en un tiempo, cuando vivíais entre aquellos[12215]. 8Mas ahora, quitaos de encima también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras[12216], 10y vestíos del nuevo, el cual se va renovando para lograr el conocimiento según la imagen de Aquel que lo creó; 11donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, ni bárbaro, ni escita, ni esclavo, ni libre, sino que Cristo es todo y en todos.

Vivir para Cristo

12Vestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, longanimidad[12217], 13sufriéndoos unos a otros, y perdonándoos mutuamente, si alguno tuviere queja contra otro. Como el Señor os ha perdonado, así perdonad también vosotros. 14Pero sobre todas estas cosas, (vestíos) del amor, que es el vínculo de la perfección. 15Y la paz de Cristo, a la cual habéis sido llamados en un solo cuerpo, prime en vuestros corazones. Y sed agradecidos[12218]: 16La Palabra de Cristo habite en vosotros con opulencia, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando a Dios con gratitud en vuestros corazones, salmos, himnos y cánticos espirituales[12219]. 17Y todo cuanto hagáis, de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús, dando por medio de Él las gracias a Dios Padre.

Normas para los diversos estados

18Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor[12220]. 19Maridos, amad a vuestras mujeres, y no las tratéis con aspereza. 20Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto es lo agradable en el Señor. 21Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que se desalienten[12221]. 22Siervos, obedeced en todo a vuestros amos según la carne, no sirviendo al ojo, como para agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo al Señor[12222]. 23Cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres, 24sabiendo que de parte del Señor recibiréis por galardón la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís. 25Porque el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hizo; y no hay acepción de personas.

COLOSENSES 4
Oración y prudencia

1Amós, proveed a los que os sirvan, de lo que es según la justicia e igualdad, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en el cielo[12223]. 2Perseverad en la oración, velando en ella y en la acción de gracias, 3orando al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la palabra, a fin de anunciar el misterio de Cristo, por el cual me hallo preso[12224], 4para que lo manifieste hablando como debo. 5Comportaos prudentemente con los de afuera; aprovechad bien el tiempo[12225]. 6Sea vuestro hablar siempre con buen modo, sazonado con sal, de manera que sepáis cómo debéis responder a cada uno[12226].

Conclusión

7En cuanto a mi persona, de todo os informará Tíquico, el amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor; 8a quien he enviado a vosotros con este mismo fin, para que conozcáis mi situación y para que él conforte vuestros corazones, 9juntamente con Onésimo[12227], el hermano fiel y amado, que es de entre vosotros. Ellos os informarán de todo lo que pasa aquí. 10Os saluda Aristarco, mi compañero de cautiverio, y Marcos, primo de Bernabé, respecto del cual ya recibisteis avisos —si fuere a vosotros, recibidle—[12228] 11y Jesús, llamado Justo. De la circuncisión son estos los únicos que colaboran conmigo en el reino de Dios, y han sido para mí un consuelo[12229]. 12Os saluda Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Cristo Jesús, el cual lucha siempre a favor vuestro en sus oraciones, para que perseveréis perfectos y cumpláis plenamente toda voluntad de Dios. 13Le doy testimonio de que se afana mucho por vosotros y por los de Laodicea y los de Hierápolis. 14Os saluda Lucas[12230], el médico amado, y Demas. 15Saludad a los hermanos de Laodicea, a Ninfas, y a la Iglesia que está en su casa. 16Y cuando esta epístola haya sido leída entre vosotros, haced que se la lea también en la Iglesia de los laodicenses; y leed igualmente vosotros la que viene de Laodicea[12231]. 17Y a Arquipo decidle: “Atiende al ministerio que has recibido en el Señor para que lo cumplas. 18El saludo es de mi mano, Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros”.

PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES

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1 TESALONICENSES 1
Salutación apostólica y congratulaciones

[12232]. 1Pablo y Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: gracia a vosotros y paz. 2Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros, haciendo sin cesar memoria de vosotros en nuestras oraciones. 3Nos acordamos ante Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, y del trabajo de vuestra caridad, y de la paciencia de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo, 4porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección. 5Pues nuestro Evangelio llegó a vosotros no solamente en palabras, sino también en poder, y en el Espíritu Santo, y con toda plenitud, y así bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor vuestro[12233]. 6Vosotros os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de grande tribulación con gozo del Espíritu Santo[12234]; 7de modo que llegasteis a ser un ejemplo para todos los fieles de Macedonia y de Acaya. 8Así es que desde vosotros ha repercutido la Palabra del Señor, no solo por Macedonia y Acaya, sino que en todo lugar la fe vuestra, que es para con Dios, se ha divulgado de tal manera que nosotros no tenemos necesidad de decir palabra[12235]. 9Pues ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra llegada a vosotros, y cómo os volvisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero[12236], 10y esperar de los cielos a su Hijo, a quien Él resucitó de entre los muertos: Jesús, el que nos libra de la ira venidera.

1 TESALONICENSES 2
Preocupaciones del apóstol

1Vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra llegada a vosotros no ha sido en vano, 2sino que, después de ser maltratados y ultrajados, como sabéis, en Filipos, nos llenamos de confianza en nuestro Dios, para anunciaros el Evangelio de Dios en medio de muchas contrariedades[12237]. 3Porque nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la inmundicia, ni en el dolo[12238]; 4antes, por el contrario, así como fuimos aprobados por Dios para que se nos confiara el Evangelio, así hablamos, no como quien busca agradar a hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones[12239]. 5Porque nunca hemos recurrido a lisonjas, como bien sabéis, ni a solapada codicia, Dios es testigo; 6ni hemos buscado el elogio de los hombres, ni de parte vuestra, ni de otros. 7Aunque habríamos podido, como apóstoles de Cristo, ejercer autoridad, sin embargo nos hicimos pequeños entre vosotros; y como una madre que acaricia a sus hijos[12240], 8así nosotros por amor vuestro nos complacíamos en daros no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, por cuanto habíais llegado a sernos muy queridos. 9Ya recordáis, hermanos, nuestro trabajo y fatiga, cómo trabajando noche y día por no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el Evangelio de Dios[12241]. 10Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos para con vosotros los que creéis. 11Y sabéis que a cada uno de vosotros, como un padre a sus hijos, 12así os exhortábamos y alentábamos y os conjurábamos a vivir de una manera digna de Dios, que os ha llamado a su propio reino y gloria.

Fervor de los tesalonicenses

13Por esto damos sin cesar gracias a Dios de que recibisteis la palabra divina que os predicamos, y la aceptasteis, no como palabra de hombre, sino tal cual es en verdad: Palabra de Dios, que en vosotros los que creéis es una energía[12242]. 14Porque vosotros, hermanos, os habéis hecho imitadores de las Iglesias de Dios que hay por Judea en Cristo Jesús; puesto que habéis padecido de parte de vuestros compatriotas las mismas cosas que ellos de los judíos[12243]; 15los cuales dieron muerte al Señor Jesús y a los profetas, y a nosotros nos persiguieron hasta afuera. No agradan a Dios y están en contra de todos los hombres, 16impidiéndonos hablar a los gentiles para que se salven. Así están siempre colmando la medida de sus pecados; mas la ira los alcanzó hasta el colmo[12244].

Afectos del apóstol hacia los tesalonicenses

17Mas nosotros, hermanos, privados de vosotros por un tiempo, corporalmente, no en el corazón, nos esforzamos grandemente por ver vuestro rostro con un deseo tanto mayor. 18Por eso quisimos ir a vosotros una y otra vez, en particular yo, Pablo, pero nos atajó Satanás[12245]. 19Pues ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de gloria delante de nuestro Señor Jesucristo en su Parusía? ¿No lo sois vosotros? 20Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo[12246].

1 TESALONICENSES 3
La misión de Timoteo

1Por esto, no pudiendo ya soportarlo más, nos pareció bien quedarnos solos en Atenas, 2y enviamos a Timoteo, nuestro hermano y ministro de Dios en el Evangelio de Cristo, con el fin de fortaleceros y exhortaros en provecho de vuestra fe, 3para que nadie se conturbase en medio de estas tribulaciones. Pues vosotros mismos sabéis que para esto hemos sido puestos[12247]. 4Porque ya cuando estábamos con vosotros, os preveníamos que hemos de padecer tribulación, como realmente sucedió; bien lo sabéis. 5Así que también yo, no pudiendo más, envié para informarme de vuestra fe, no fuera que os hubiese tentado el tentador y nuestro trabajo resultase sin fruto. 6Mas ahora, después de la llegada de Timoteo[12248], que regresó de vosotros, y nos trajo buenas noticias de vuestra fe y caridad, y cómo conserváis siempre buena memoria de nosotros, deseosos de vernos, así como nosotros también a vosotros, 7por eso, en medio de todo nuestro aprieto y tribulación, nos hemos consolado, hermanos, en cuanto a vosotros, por causa de vuestra fe. 8Ahora sí que vivimos si vosotros estáis firmes en el Señor.

Gratitud a Dios y votos del apóstol

9Pues ¿qué gracias podemos dar a Dios por vosotros en retorno de todo el gozo con que nos regocijamos por causa vuestra ante nuestro Dios[12249], 10rogando noche y día con la mayor instancia por ver vuestro rostro y completar lo que falta a vuestra fe? 11El mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesús dirijan nuestro camino hacia vosotros[12250]. 12Y haga el Señor que crezcáis y abundéis en el amor de unos con otros, y con todos, tal cual es el nuestro para con vosotros[12251]; 13a fin de confirmar irreprensibles vuestros corazones en santidad, delante de Dios y Padre nuestro, en la Parusía de nuestro Señor Jesús con todos sus santos[12252].

1 TESALONICENSES 4
Somos llamados a la santidad

1Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que según aprendisteis de nosotros el modo en que habéis de andar y agradar a Dios —como andáis ya— así abundéis en ello más y más[12253]. 2Pues sabéis qué preceptos os hemos dado en nombre del Señor Jesús. 3Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os abstengáis de la fornicación; 4que cada uno de vosotros sepa poseer su propia mujer en santificación y honra[12254], 5no con pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; 6que nadie engañe ni explote a su hermano en los negocios, porque el Señor es vengador de todas estas cosas, como también os dijimos antes y atestiguamos; 7porque no nos ha llamado Dios a vivir para impureza, sino en santidad[12255]. 8Así pues el que esto rechaza, no rechaza a un hombre, sino a Dios, que también os da su santo Espíritu.

Amor al prójimo y laboriosidad

9En cuanto al amor fraternal, no tenéis necesidad de que os escriba, puesto que vosotros mismos habéis sido enseñados por Dios a amaros mutuamente. 10Pues en realidad eso practicáis para con todos los hermanos que viven en toda la Macedonia. Os rogamos, hermanos, que lo hagáis más y más, 11y que ambicionéis la tranquilidad, ocupándoos de lo vuestro y trabajando con vuestras manos, según os lo hemos recomendado, 12a fin de que os comportéis decorosamente ante los de afuera, y no tengáis necesidad de nadie.

Resurrección de entre los muertos

13No queremos, hermanos, que estéis en ignorancia acerca de los que duermen, para que no os contristéis como los demás, que no tienen esperanza[12256]. 14Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también (creemos que) Dios llevará con Jesús a los que durmieron en Él. 15Pues esto os decimos con palabras del Señor: que nosotros, los vivientes que quedemos hasta la Parusía del Señor, no nos adelantaremos a los que durmieron. 16Porque el mismo Señor, dada la señal, descenderá del cielo, a la voz del arcángel y al son de la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero[12257]. 17Después, nosotros los vivientes que quedemos, seremos arrebatados juntamente con ellos en nubes hacia el aire al encuentro del Señor; y así estaremos siempre con el Señor. 18Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

1 TESALONICENSES 5
Exhortación a la vigilancia

1Por lo que toca a los tiempos y a las circunstancias, hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba. 2Vosotros mismos sabéis perfectamente que, como ladrón de noche, así viene el día del Señor[12258]. 3Cuando digan: “Paz y seguridad”, entonces vendrá sobre ellos de repente la ruina, como los dolores del parto a la que está encinta; y no escaparán[12259]. 4Mas vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón, 5siendo todos vosotros hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas. 6Por lo tanto, no durmamos como los demás; antes bien, velemos y seamos sobrios[12260]. 7Pues los que duermen, duermen de noche; y los que se embriagan, de noche se embriagan. 8Nosotros, empero, que somos del día, seamos sobrios, vistiendo la coraza de fe y caridad y como yelmo la esperanza de salvación; 9porque Dios no nos ha destinado para la ira, sino para adquirir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, 10el cual murió por nosotros, para que, ora velando, ora durmiendo, vivamos con Él. 11Por esto exhortaos unos a otros, y edificaos recíprocamente como ya lo hacéis.

Recomendaciones y saludos

12Os rogamos, hermanos, que tengáis consideración a los que trabajan en medio de vosotros, y os dirigen en el Señor y os amonestan; 13y que los estiméis muchísimo en caridad, a causa de su obra. Y entre vosotros mismos vivid en paz. 14También os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los desordenados, que alentéis a los pusilánimes, que sostengáis a los débiles, y que seáis sufridos para con todos. 15Ved que nadie vuelva al otro mal por mal; antes bien, seguid haciendo en todo tiempo lo bueno el uno para con el otro y para con todos. 16Gozaos siempre[12261]. 17Orad sin cesar[12262]. 18En todo dad gracias, pues que tal es la voluntad de Dios en Cristo Jesús en orden a vosotros[12263]. 19No apaguéis el Espíritu[12264]. 20No menospreciéis las profecías[12265]. 21Examinadlo todo y quedaos con lo bueno[12266]. 22Absteneos de toda clase de mal[12267]. 23El mismo Dios de la paz os santifique plenamente; y vuestro espíritu, vuestra alma y vuestro cuerpo sean conservados sin mancha para la Parusía de nuestro Señor Jesucristo[12268]. 24Fiel es El que os llama, y Él también lo hará. 25Hermanos, orad por nosotros. 26Saludad a todos los hermanos en ósculo santo[12269]. 27Os conjuro por el Señor que sea leída esta epístola a todos los hermanos[12270]. 28La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

SEGUNDA CARTA A LOS TESALONICENSES

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2 TESALONICENSES 1
Saludo apostólico

1Pablo y Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo[12271]; 2gracia a vosotros y paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

Acción de gracias por la fe de los tesalonicenses

3Hermanos, siempre hemos de dar gracias a Dios por vosotros, como es justo, por cuanto crece sobremanera vuestra fe, y abunda la mutua caridad de cada uno de todos vosotros, 4de tal manera que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las Iglesias de Dios, con motivo de vuestra constancia y fe en medio de todas vuestras persecuciones y de las tribulaciones que sufrís. 5Esta es una señal del justo juicio de Dios, para que seáis hechos dignos del reino de Dios por el cual padecéis; 6si es que Dios encuentra justo dar en retorno tribulación a los que os atribulan, 7y a vosotros, los atribulados, descanso, juntamente con nosotros, en la revelación del Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder 8en llamas de fuego[12272], tomando venganza en los que no conocen a Dios y en los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9los cuales sufrirán la pena de la eterna perdición, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10cuando Él venga en aquel día a ser glorificado en sus santos y ofrecerse a la admiración de todos los que creyeron, porque nuestro testimonio ante vosotros fue creído. 11Por esto oramos sin cesar por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de vuestra vocación y cumpla poderosamente todos (sus) propósitos de bondad y toda obra de (vuestra) fe, 12para que sea glorificado el nombre de nuestro Señor Jesús en vosotros, y vosotros en Él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

2 TESALONICENSES 2
Misterio de iniquidad. Anticristo. Parusía

1Pero, con respecto a la Parusía de nuestro Señor Jesucristo y nuestra común unión a Él, os rogamos, hermanos, 2que no os apartéis con ligereza del buen sentir y no os dejéis perturbar, ni por espíritu, ni por palabra, ni por pretendida carta nuestra en el sentido de que el día del Señor ya llega[12273]. 3Nadie os engañe en manera alguna, porque primero debe venir la apostasía y hacerse manifiesto el hombre de iniquidad, el hijo de perdición[12274]; 4el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama Dios o sagrado, hasta sentarse él mismo en el templo de Dios, ostentándose como si fuera Dios. 5—¿No os acordáis que estando yo todavía con vosotros os decía estas cosas?—[12275] 6Y ahora ya sabéis qué es lo que (le) detiene para que su manifestación sea a su debido tiempo. 7El misterio de la iniquidad[12276] ya está obrando ciertamente, solo (hay) el que ahora detiene hasta que aparezca de en medio[12277]. 8Y entonces se hará manifiesto el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca y destruirá con la manifestación de su Parusía[12278]; 9(aquel inicuo) cuya aparición es obra de Satanás con todo poder y señales y prodigios de mentira, 10y con toda seducción de iniquidad para los que han de perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad[12279]. 11Y por esto Dios les envía poderes de engaño, a fin de que crean la mentira, 12para que sean juzgados todos aquellos incrédulos a la verdad, los cuales se complacen en la injusticia[12280].

Exhortación a la constancia

13Mas nosotros hemos de dar en todo tiempo gracias a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, por cuanto os ha escogido Dios como primicias para salvación, mediante santificación de espíritu y crédito a la verdad[12281]; 14a esta os llamó por medio de nuestro Evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15Así pues, hermanos, estad firmes y guardad las enseñanzas que habéis recibido, ya de palabra, ya por carta nuestra. 16El mismo Señor nuestro Jesucristo, y Dios nuestro Padre, el cual nos ha amado, y nos ha otorgado por gracia consolación eterna y buena esperanza, 17consuele vuestros corazones y los confirme en toda obra y palabra buena.

2 TESALONICENSES 3
El apóstol pide oraciones

1Entretanto, hermanos, orad por nosotros, para que la Palabra del Señor corra y sea glorificada como lo es entre vosotros[12282], 2y para que seamos librados de los hombres perversos y malignos, pues no todos tienen la fe. 3Pero fiel es el Señor, el cual os fortalecerá y os guardará del Malo[12283]. 4Y por vuestra parte confiamos en el Señor que hacéis y seguiréis haciendo lo que os encomendamos. 5El Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo.

Contra la pereza y la vida desordenada

6Os mandamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os retiréis de todo hermano que viva desordenadamente y no según las enseñanzas que recibió de nosotros[12284]. 7Pues bien sabéis cómo debéis imitarnos; porque no anduvimos desordenados entre vosotros. 8De nadie comimos de balde el pan, sino que con fatiga y cansancio trabajamos noche y día para no ser gravosos a ninguno de vosotros; 9y no por no tener derecho, sino para presentarnos a vosotros como ejemplo que podáis imitar. 10Por eso, cuando estábamos con vosotros, os mandábamos esto: Si uno no quiere trabajar, tampoco coma. 11Porque hemos oído que algunos de vosotros viven en el desorden, sin trabajar, solo ocupándose en cosas vanas. 12A los tales les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo que, trabajando tranquilamente, coman su propio pan. 13Vosotros, empero, hermanos, no os canséis de hacer el bien. 14Si alguno no obedece lo que ordenamos en esta epístola, a ese señaladle para no juntaros con él, a fin de que se avergüence. 15Mas no le miréis como enemigo, antes bien amonestadle como a hermano[12285]. 16El mismo Señor de la paz os conceda la paz en todo tiempo y en toda forma. El Señor sea con vosotros todos. “La salutación va de mi propia mano, Pablo, que es la señal en todas las epístolas. Así escribo. 17La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros[12286].

PRIMERA CARTA A TIMOTEO

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1 TIMOTEO 1
Saludo apostólico

1Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por el mandato de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza[12287], 2a Timoteo, verdadero hijo en la fe: gracia, misericordia y paz, de parte de Dios Padre, y de Cristo Jesús nuestro Señor.

Contra los doctores judaizantes

3Al irme a Macedonia te pedí que te quedaras en Éfeso para mandar a ciertas personas que no enseñen diferente doctrina, 4ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que sirven más bien para disputas que para la obra de Dios por medio de la fe[12288]. 5El fin de la predicación es el amor de un corazón puro, de conciencia recta y cuya fe no sea fingida[12289]; 6de la cual desviándose algunos han venido a dar en vana palabrería. 7Deseaban ser maestros de la Ley, sin entender ni lo que dicen ni lo que con tanto énfasis afirman[12290]. 8Sabemos que la Ley es buena, pero si uno la usa como es debido, 9teniendo presente que la Ley no fue dada para los justos[12291], sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los facinerosos e irreligiosos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10fornicarios, sodomitas, secuestradores de hombres, mentirosos, perjuros, y cuanto otro vicio haya contrario a la sana doctrina, 11la cual es según el Evangelio de la gloria del bendito Dios, cuya predicación me ha sido confiada.

El apóstol da gracias por su vocación

12Doy gracias a Aquel que me fortaleció, a Cristo Jesús, Señor nuestro, de haberme tenido por fiel, poniéndome en el ministerio; 13a mí, que antes fui blasfemo y perseguidor y violento, mas fui objeto de misericordia, por haberlo hecho con ignorancia, en incredulidad; 14y la gracia de nuestro Señor sobreabundó con fe y amor en Cristo Jesús[12292]. 15Fiel es esta palabra y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales el primero soy yo[12293]. 16Mas para esto se me hizo misericordia, a fin de que Jesucristo mostrase toda su longanimidad en mí, el primero, como prototipo de los que después habían de creer en Él para (alcanzar la) vida eterna[12294]. 17Al rey de los siglos, al inmortal, invisible, al solo Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos[12295]. Amén.

Fidelidad en el ministerio

18Este mandato te transfiero, hijo mío, Timoteo, conforme a las profecías hechas anteriormente sobre ti, a fin de que siguiéndolas milites la buena milicia, 19conservando la fe y la buena conciencia, la cual algunos desecharon naufragando en la fe; 20entre ellos Himeneo y Alejandro, a los cuales he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar[12296].

1 TIMOTEO 2
Orad por todos los hombres

1Exhorto ante todo a que se hagan súplicas, oraciones, rogativas y acciones de gracias por todos los hombres[12297], 2por los reyes y por todas las autoridades, para que llevemos una vida tranquila y quieta, en toda piedad y honestidad. 3Esto es bueno y grato delante de Dios nuestro Salvador, 4el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad[12298]. 5Pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús[12299], 6que se entregó a sí mismo en rescate por todos, según fue atestiguado en su mismo tiempo. 7Para este fin he sido yo constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento— doctor de los gentiles en la fe y la verdad.

Oración de los varones y conducta de las mujeres

8Deseo, pues, que los varones oren en todo lugar, alzando manos santas sin ira ni disensión[12300]. 9Asimismo que las mujeres, en traje decente, se adornen con recato y sensatez, no con cabellos rizados, u oro, o perlas, o vestidos lujosos[12301], 10sino con buenas obras, cual conviene a mujeres que hacen profesión de servir a Dios. 11La mujer aprenda en silencio, con toda sumisión. 12Enseñar no le permito a la mujer, ni que domine al marido, sino que permanezca en silencio[12302]. 13Porque Adán fue formado primero y después Eva. 14Y no fue engañado Adán, sino que la mujer, seducida, incurrió en la transgresión; 15sin embargo, se salvará engendrando hijos, si con modestia permanece en fe y amor y santidad[12303].

1 TIMOTEO 3
Cómo han de ser los obispos

1Fiel es esta palabra: si alguno desea el episcopado, buena obra desea[12304]. 2Mas es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, modesto, hospitalario, capaz de enseñar[12305]; 3no dado al vino, no violento sino moderado; no pendenciero, no codicioso, 4que sepa gobernar bien su propia casa, que tenga sus hijos en sumisión con toda decencia; 5—pues si uno no sabe gobernar su propia casa ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?—[12306] 6no neófito, no sea que —hinchado— venga a caer en el juicio del diablo. 7Debe, además, tener buena reputación de parte de los de afuera, para que no sea infamado ni caiga en algún lazo del diablo.

Diáconos y diaconisas

8Así también los diáconos tienen que ser hombres honestos, sin doblez en su lengua, no dados a mucho vino, no codiciosos de vil ganancia, 9y que guarden el misterio de la fe en una conciencia pura. 10Sean probados primero, y luego ejerzan su ministerio si fueren irreprensibles[12307]. 11Las mujeres igualmente sean honestas, no calumniadoras; sobrias, fieles en todo[12308]. 12Los diáconos sean maridos de una sola mujer; que gobiernen bien a sus hijos y sus propias casas. 13Porque los que desempeñaren bien el oficio de diácono, se ganan un buen grado, y mucha seguridad en la fe que es en Cristo Jesús.

El misterio de la piedad

14Esto te escribo, aunque espero ir a ti dentro de poco, 15para que, si tardare, sepas cómo debes portarte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y cimiento de la verdad[12309]. 16Y sin duda alguna, grande es el misterio de la piedad[12310]:

Aquel que fue manifestado en carne,

justificado en espíritu,

visto de ángeles,

predicado entre gentiles,

creído en (este) mundo,

recibido en la gloria.

1 TIMOTEO 4
Anuncia los falsos doctores

1Sin embargo, el Espíritu dice claramente que en posteriores tiempos habrá quienes apostatarán de la fe, prestando oídos a espíritus de engaño y a doctrinas de demonios[12311], 2(enseñadas) por hipócritas impostores que, marcados a fuego en su propia conciencia, 3prohíben el casarse y el uso de manjares que Dios hizo para que con acción de gracias los tomen los que creen y han llegado al conocimiento de la verdad[12312]. 4Porque todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada hay desechable, con tal que se tome con acción de gracias[12313], 5pues queda santificado por medio de la Palabra de Dios y por la oración.

Avisos y consejos para Timoteo

6Proponiendo estas cosas a los hermanos, serás buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido de cerca. 7Las fábulas profanas e (historias) de viejas deséchalas y ejercítate para la piedad. 8Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; pero la piedad es útil para todo, teniendo la promesa de la vida presente y de la venidera[12314]. 9Fiel es esta palabra, y digna de ser recibida de todos. 10Pues para esto trabajamos y luchamos, porque ponemos nuestra esperanza en el Dios vivo, que es salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen. 11Predica y enseña estas cosas. 12Que nadie te menosprecie por tu juventud; al contrario, sé tú modelo de los fieles en palabra, en conducta, en caridad, en fe, en pureza. 13Aplícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza, hasta que yo llegue[12315]. 14No descuides el carisma que hay en ti y que te fue dado en virtud de profecía, mediante imposición de las manos de los presbíteros[12316]. 15Medita estas cosas, vive entregado a ellas de modo que sea manifiesto a todos tu progreso. 16Vigílate a ti mismo y a la doctrina; insiste en esto. Haciéndolo, te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan.

1 TIMOTEO 5
Del trato con los ancianos

1Al anciano no le reprendas con aspereza, sino exhórtale como a padre; a los jóvenes, como a hermanos; 2a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas con toda pureza.

Las viudas

3A las viudas hónralas si lo son de verdad[12317]. 4Pero si una viuda tiene hijos o nietos, aprendan estos primero a mostrar la piedad para con su propia casa y a dar en retorno lo que deben a sus mayores, porque esto es grato delante de Dios[12318]. 5La que es verdadera viuda y desamparada tiene puesta la esperanza en Dios y persevera en súplicas y en oraciones noche y día. 6Mas la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta. 7Intima esto para que sean irreprensibles. 8Si alguien no tiene providencia para los suyos, y particularmente para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. 9Como viuda sea inscrita solamente aquella que tenga sesenta años y haya sido mujer de un solo marido[12319], 10que esté acreditada por buenas obras: si educó hijos, si practicó la hospitalidad, si lavó los pies a los santos, si socorrió a los atribulados, si se dedicó a toda buena obra. 11Mas no admitas a las viudas jóvenes; pues cuando se disgustan del primer amor con Cristo, desean casarse[12320], 12y se hacen culpables porque le quebrantaron la primera fe. 13Aprenden, además, a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solo ociosas, sino chismosas e indiscretas, hablando de lo que no deben. 14Quiero, pues, que aquellas que son jóvenes se casen, tengan hijos, gobiernen la casa, y no den al adversario ningún pretexto de maledicencia; 15porque algunas ya se han apartado yendo en pos de Satanás. 16Si alguna cristiana tiene viudas, déles lo necesario, y no sea gravada la Iglesia, para que pueda socorrer a las que son viudas de verdad[12321].

¿Cómo proceder con los presbíteros?

17Los presbíteros que dirigen bien sean considerados dignos de doble honor, sobre todo los que trabajan en predicar y enseñar[12322]. 18Pues dice la Escritura: “No pondrás bozal al buey que trilla” y “Digno es el obrero de su jornal”. 19Contra un presbítero no admitas acusación si no es por testimonio de dos o tres testigos. 20A aquellos que pequen repréndelos delante de todos, para que los demás también cobren temor[12323]. 21Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús y de los ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada por parcialidad. 22A nadie impongas las manos precipitadamente, y no te hagas cómplice de pecados ajenos. Guárdate puro. 23No bebas más agua sola, sino toma un poco de vino a causa del estómago y de tus frecuentes enfermedades[12324]. 24Los pecados de ciertos hombres son manifiestos ya antes de (nuestro) juicio, aunque en algunos siguen también después[12325]. 25Asimismo, también las obras buenas son manifiestas. Y (en cuanto a) las que no lo son, no podrán quedar ocultas.

1 TIMOTEO 6
Deberes de los siervos

1Todos los que están bajo el yugo de la servidumbre tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados[12326]. 2Y los que tienen amos creyentes, no por ser hermanos les tributen menos respeto, antes sírvanles mejor, por lo mismo que son fieles y amados los que reciben su servicio. Esto enseña y a esto exhorta.

Contra las doctrinas malsanas

3Si uno enseña otra cosa y no se allega a las palabras saludables de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es según la piedad[12327], 4este es un hombre hinchado que no sabe nada, antes bien tiene un enfermizo afecto por cuestiones y disputas de palabras, de donde nacen envidias, contiendas, maledicencias, sospechas malignas, 5altercaciones de hombres corrompidos en su mente y privados de la verdad, que piensan que la piedad es una granjería[12328]. 6En verdad, grande granjería es la piedad con el contento (de lo que se tiene).

Contra la avaricia

7Porque nada trajimos al mundo, ni tampoco podemos llevarnos cosa alguna de él. 8Teniendo pues qué comer y con qué cubrirnos, estemos contentos con esto. 9Porque los que quieren ser ricos caen en la tentación y en el lazo (del diablo) y en muchas codicias necias y perniciosas, que precipitan a los hombres en ruina y perdición[12329]. 10Pues raíz de todos los males es el amor al dinero; por desearlo, algunos se desviaron de la fe y se torturaron ellos mismos con muchos dolores[12330].

Exhortación a la perseverancia

11Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y anda tras la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. 12Lucha la buena lucha de la fe; echa mano de la vida eterna, para la cual fuiste llamado, y de la cual hiciste aquella bella confesión delante de muchos testigos. 13Te ruego, en presencia de Dios que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús —el cual hizo bajo Poncio Pilato la bella confesión[12331]14que guardes tu mandato sin mancha y sin reproche hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo[12332], 15que a su tiempo hará ostensible el bendito y único Dominador, Rey de los reyes y Señor de los señores[12333]; 16el único que posee inmortalidad y habita en una luz inaccesible que ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea honor y poder eterno[12334]. Amén.

Admonición a los ricos

17A los que son ricos en este siglo exhórtalos a que no sean altivos, ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente de todo para disfrutarlo; 18que hagan el bien; que sean ricos en buenos obras, dadivosos, generosos, 19atesorándose un buen fondo para lo porvenir, a fin de alcanzar la vida verdadera.

Cuidar el depósito de la fe

20Oh, Timoteo, cuida el depósito, evitando las palabrerías profanas y las objeciones de la seudociencia[12335]. 21Por profesarla algunos se han extraviado de la fe. La gracia sea con vosotros[12336].

SEGUNDA CARTA A TIMOTEO

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2 TIMOTEO 1
Saludo apostólico

1Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por la voluntad de Dios, según la promesa de vida en Cristo Jesús[12337], 2a Timoteo el hijo amado: gracia, misericordia, paz, de parte de Dios Padre, y de Cristo Jesús nuestro Señor. 3Doy gracias a Dios, a quien sirvo desde mis mayores con conciencia pura, de cómo sin cesar hago memoria de ti en mis oraciones, noche y día, 4anhelando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; 5porque traigo a la memoria la fe, que en ti no es fingida, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice y que estoy seguro habita también en ti[12338]. 6Por esto te exhorto a que reavives el carisma de Dios que por medio de la imposición de mis manos está en ti[12339]. 7Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de fortaleza y de amor y de templanza.

Intrepidez en la predicación del Evangelio

8No te avergüences, pues, del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero, antes bien comparte mis trabajos por la causa del Evangelio mediante el poder de Dios; 9el cual nos salvó y nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su propio designio y de la gracia que nos dio en Cristo Jesús antes de los tiempos eternos, 10y que ahora ha manifestado por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, que aniquiló la muerte e irradió la vida e inmortalidad por medio del Evangelio[12340], 11del cual yo fui constituido heraldo y apóstol y doctor. 12Por cuya causa padezco estas cosas, mas no me avergüenzo, puesto que sé a quién he creído[12341], y estoy cierto de que Él es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. 13Conserva las palabras saludables en la misma forma que de mí las oíste con fe y amor en Cristo Jesús. 14Guarda el buen depósito por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros[12342].

El apóstol elogia la casa de Onesíforo

15Ya sabes que me han abandonado todos los de Asia, de cuyo número son Figelo y Hermógenes. 16Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me alivió y no se avergonzó de mis cadenas; 17antes, llegado a Roma, me buscó diligentemente hasta dar conmigo. 18Concédale el Señor que halle misericordia delante del Señor en aquel día. ¡Y cuántos servicios me prestó en Éfeso! Tú lo sabes muy bien.

2 TIMOTEO 2
Perseverancia en el ministerio apostólico

1Tú, pues, hijo mío, vigorízate en la gracia que se halla en Cristo Jesús. 2Y lo que me oíste en presencia de muchos testigos, eso mismo trasmítelo a hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros. 3Sufre conmigo los trabajos como buen soldado de Cristo Jesús. 4Ninguno que milita como soldado se deja enredar en los negocios de la vida; así podrá complacer al que le alistó[12343]. 5Asimismo, el que combate como atleta, no es coronado si no combate en regla. 6El labrador que se fatiga debe ser el primero en participar de los frutos. 7Entiende lo que digo, ya que el Señor te dará inteligencia en todo.

El ejemplo de Cristo

8Acuérdate de Jesucristo, de la estirpe de David, resucitado de entre los muertos, según mi Evangelio. 9En Él sufro hasta cadenas como malhechor; mas la Palabra de Dios no está en cadenas[12344]. 10Por eso todo lo soporto a causa de los escogidos, para que ellos también alcancen la salvación en Cristo Jesús con gloria eterna. 11Fiel es esta palabra: “Si hemos muerto con Él, también con Él viviremos; 12si sufrimos, con Él también reinaremos; si le negamos, Él nos negará también; 13si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo”[12345].

Advertencia contra los herejes

14Recuérdales, dando testimonio delante del Señor, que no hagan disputas de palabras; de nada sirven sino para perdición de los oyentes. 15Empéñate en presentarte ante Dios como hombre probado, como obrero que no se avergüenza y que con rectitud dispensa la palabra de la verdad. 16Evita las vanas palabrerías profanas; solo servirán para mayor impiedad[12346], 17y su palabra cundirá cual gangrena. De los tales son Himeneo y Fileto, 18que aberrando de la verdad dicen que la resurrección ya ha sucedido y subvierten así la fe de algunos. 19Pero el fundamento de Dios se mantiene sólido y tiene este sello: “Conoce el Señor a los que son suyos” y “Apártese de la iniquidad todo aquel que pronuncia el nombre del Señor”[12347]. 20Es que en una casa grande no hay solamente vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y algunos son para uso honroso, otros para uso vil[12348]. 21Si pues uno se purificare de estas cosas será un vaso para uso honroso, santificado, útil al dueño y preparado para toda obra buena.

Reglas pastorales

22Huye de las inclinaciones juveniles; sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz con aquellos que de corazón puro invocan al Señor[12349]. 23Rechaza las discusiones necias e indisciplinadas, sabiendo que engendran altercados[12350]. 24El siervo del Señor no debe ser litigioso sino manso para con todos, pronto para enseñar, sufrido, 25que instruya con mansedumbre a los que se oponen, por si acaso Dios les concede arrepentimiento para que conozcan la verdad[12351], 26y sepan escapar del lazo del diablo, quien los tenía cautivos para someterlos a su voluntad.

2 TIMOTEO 3
Corrupción en los últimos tiempos

1Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles[12352]. 2Porque los hombres serán amadores de sí mismos y del dinero, jactanciosos, soberbios, maldicientes, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, 3inhumanos, desleales, calumniadores, incontinentes, despiadados, enemigos de todo lo bueno[12353], 4traidores, temerarios, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios. 5Tendrán ciertamente apariencia de piedad, mas negando lo que es su fuerza. A esos apártalos de ti[12354]. 6Porque de ellos son los que se infiltran en las casas y se ganan mujerzuelas cargadas de pecados, juguetes de las más diversas pasiones[12355], 7que siempre están aprendiendo y nunca serán capaces de llegar al conocimiento de la verdad.

8Así como Jannes y Jambres[12356] resistieron a Moisés, de igual modo resisten estos a la verdad; hombres de entendimiento corrompido, réprobos en la fe. 9Pero no adelantarán nada, porque su insensatez se hará notoria a todos como se hizo la de aquellos.

El ejemplo del apóstol

10Tú, empero, me has seguido de cerca en la enseñanza, en la conducta, en el propósito, en la fe, la longanimidad, la caridad, la paciencia; 11en las persecuciones y padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones tan grandes como sufrí, y de todas las cuales me libró el Señor. 12Y en verdad todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos[12357]. 13Por su parte, los hombres malos y los embaucadores irán de mal en peor, engañando y engañándose.

Recomienda el estudio de la Sagrada Escritura

14Pero tú persevera en lo que has aprendido y has sido confirmado, sabiendo de quienes aprendiste[12358], 15y que desde la niñez conoces las santas Escrituras que pueden hacerte sabio para la salud mediante la fe en Cristo Jesús. 16Toda la Escritura es divinamente inspirada y eficaz para enseñar, para convencer (de culpa), para corregir y para instruir en justicia[12359], 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, bien provisto para toda obra buena[12360].

2 TIMOTEO 4
Predicar la palabra aunque no la escuchen

[12361]. 1Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, el cual juzgará a vivos y a muertos, tanto en su aparición como en su reino: 2predica la Palabra, insta a tiempo y a destiempo, reprende, censura, exhorta con toda longanimidad y doctrina[12362]. 3Porque vendrá el tiempo en que no soportarán más la sana doctrina, antes bien con prurito de oír se amontonarán maestros con arreglo a sus concupiscencias[12363]. 4Apartarán de la verdad el oído, pero se volverán a las fábulas. 5Por tu parte, sé sobrio en todo, soporta lo adverso, haz obra de evangelista, cumple bien tu ministerio.

El martirio está cerca

6Porque yo ya estoy a punto de ser derramado como libación, y el tiempo de mi disolución es inminente. 7He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe. 8En adelante me está reservada la corona de la justicia, que me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día, y no solo a mí sino a todos los que hayan amado su venida[12364].

Encargos y avisos

9Date prisa y ven pronto a mí, 10porque Demas me ha abandonado por amor a este siglo y se ha ido a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia, Tito a Dalmacia. 11Solo Lucas está conmigo. Toma contigo a Marcos y tráelo; me es muy útil para el ministerio. 12A Tíquico le envié a Éfeso. 13Cuando vengas tráeme la capa[12365] que dejé en Tróade, en casa de Carpo, y también los libros, sobre todo los pergaminos. 14Alejandro, el herrero, me causó muchos perjuicios. El Señor le dará el pago conforme a sus obras[12366]. 15Guárdate tú también de él, porque se ha opuesto en gran manera a nuestras palabras. 16En mi primera defensa nadie estuvo de mi parte, sino que me abandonaron todos. No se les cargue en cuenta. 17Mas el Señor me asistió y me fortaleció para que por mí quedase completo el mensaje y lo oyesen todos los gentiles. Y así fui librado de la boca del león[12367]. 18El Señor me librará de toda obra mala y me salvará para su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos[12368]. Amén.

Saludos y bendición

19Saluda a Prisca y a Aquila y a la casa de Onesíforo. 20Erasto se quedó en Corinto; a Trófimo le dejé enfermo en Mileto. 21Date prisa para venir antes del invierno. Te saludan Eubulo, Pudente, Lino[12369], Claudia y todos los hermanos. 22El Señor sea con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.

CARTA A TITO

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TITO 1
Salutación apostólica

[12370]. 1Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para la fe de los escogidos de Dios, y el conocimiento de la verdad que es conforme a la piedad 2en la esperanza de la vida eterna, que Dios, el que no miente[12371], prometió antes de los tiempos eternos, 3que a su debido tiempo ha dado a conocer su palabra por la predicación a mí confiada por el mandato de Dios nuestro Salvador[12372]: 4a Tito, hijo verdadero según la fe que nos es común: gracia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Salvador.

Cómo deben ser los presbíteros y obispos

5Por esta causa te he dejado en Creta, para que arregles las cosas que faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené[12373], 6si hay quien sea irreprochable, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes, no tachados de libertinaje ni de rebeldía[12374]. 7Porque el obispo ha de ser irreprochable, como que es dispensador de Dios; no arrogante, no colérico, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de vil ganancia[12375]; 8sino hospitalario, amador del bien, prudente, justo, santo, continente. 9Debe atenerse a la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza, a fin de que pueda instruir en la sana doctrina y refutar a los que contradicen[12376].

Contra los charlatanes

10Porque hay muchos rebeldes, vanos habladores y embaucadores, sobre todo entre los de la circuncisión, 11a quienes es menester tapar la boca; hombres que trastornan casas enteras, enseñando por torpe ganancia lo que no deben[12377]. 12Uno de ellos, su propio profeta, dijo: “Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos”[12378]. 13Este testimonio es verdadero. Por tanto repréndelos severamente, a fin de que sean sanos en la fe, 14y no den oídos a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres apartados de la verdad[12379]. 15Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada hay limpio, pues su mente y conciencia están manchadas[12380]. 16Profesan conocer a Dios, mas con sus obras le niegan, siendo abominables y rebeldes y réprobos para toda obra buena[12381].

TITO 2
Enseñanzas para cada edad de la vida

1Tú, empero, enseña lo que es conforme a la sana doctrina: 2que los ancianos sean sobrios, graves, prudentes, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia[12382]; 3que las ancianas asimismo sean de porte venerable, no calumniadoras, no esclavas de mucho vino, maestras en el bien[12383], 4para que enseñen a las jóvenes a ser amantes de sus maridos y de sus hijos, prudentes, 5castas, hacendosas, bondadosas, sumisas a sus maridos, para que no sea blasfemada la Palabra de Dios. 6Exhorta igualmente a los jóvenes para que sean prudentes. 7En todo muéstrate como ejemplo de buenas obras. En la enseñanza (muestra) incorrupción de doctrina, dignidad, 8palabra sana, intachable, para que el adversario se avergüence, no teniendo nada malo que decir de nosotros[12384]. 9(Exhorta) a los siervos a que obedezcan en todo a sus amos, agradándoles y no contradiciéndoles[12385], 10que no los defrauden, antes bien muestren toda buena fe, a fin de que acrediten en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador.

La dichosa esperanza

11Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres[12386], 12la cual nos ha instruido para que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo actual, 13aguardando la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo[12387]; 14el cual se entregó por nosotros a fin de redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo peculiar suyo, fervoroso en buenas obras[12388]. 15Esto es lo que has de enseñar. Exhorta y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie.

TITO 3
Sumisión a las autoridades

1Amonéstales para que se sometan a los gobiernos y a las autoridades, que las obedezcan y estén listos para toda obra buena[12389]; 2que no digan mal de nadie, que no sean pendencieros sino apacibles, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. 3Pues también nosotros éramos en un tiempo necios, desobedientes, descarriados, esclavos de toda suerte de concupiscencias y placeres, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros. 4Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres[12390], 5Él nos salvó, no a causa de obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del lavacro de la regeneración, y la renovación del Espíritu Santo, 6que Él derramó sobre nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador; 7para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos, conforme a la esperanza, herederos de la vida eterna. 8Palabra fiel es esta, y quiero que en cuanto a estas cosas te pongas firme, a fin de que los que han creído a Dios cuiden de ser los primeros. Esto es bueno y provechoso para los hombres.

Cómo tratar a los sectarios

9Evita cuestiones necias, y genealogías, y contiendas, y disputas sobre la Ley, porque son inútiles y vanas[12391]. 10Al hombre sectario, después de una y otra amonestación, rehúyelo[12392], 11sabiendo que el tal se ha pervertido y peca, condenándose por su propia sentencia.

Recomendaciones y saludos

12Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, date prisa en venir a Nicópolis[12393] porque he pensado pasar allí el invierno. 13Despacha con toda solicitud a Zenas, el perito en la Ley, y a Apolos, de modo que nada les falte. 14Y aprendan también los nuestros a ser los primeros en buenas obras, atendiendo los casos de necesidad, para no ser estériles. 15Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros.

CARTA A FILEMÓN

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Salutación apostólica

[12394]. 1Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, al querido Filemón, colaborador nuestro, 2y a Apia, la hermana, y a Arquipo nuestro compañero de armas, y a la Iglesia que está en tu casa: 3gracia a vosotros y paz, de parte de Dios Nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Elogio de Filemón

4Doy gracias a mi Dios, haciendo sin cesar memoria de ti en mis oraciones, 5porque oigo hablar de tu caridad y de la fe que tienes para el Señor Jesús y para con todos los santos; 6a fin de que la participación de tu fe sea eficaz para que se conozca todo el bien que hay en vosotros en relación con Cristo. 7Tuve mucho gozo y consuelo con motivo de tu caridad, por cuanto los corazones de los santos han hallado alivio por ti, hermano[12395].

El apóstol intercede por Onésimo

8Por lo cual, aunque tengo toda libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, 9prefiero, sin embargo, rogarte a título de amor, siendo como soy, Pablo, el anciano y ahora además prisionero de Cristo Jesús[12396]. 10Te ruego, pues, por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado entre cadenas[12397], 11el cual en un tiempo te fue inútil, mas ahora es muy útil para ti y para mí[12398]. 12Te lo devuelvo; tú, empero, recíbelo a él como a mi propio corazón. 13Quisiera retenerlo junto a mí, para que en tu nombre me sirviese en las cadenas por el Evangelio; 14pero sin consultarte no quise hacer nada, para que tu beneficio no fuese como forzado, sino voluntario. 15Quizás por esto él se ha apartado por un tiempo, a fin de que lo tengas para siempre, 16no ya como siervo, sino más que siervo como hermano amado, amado para mí en particular, pero ¡cuánto más para ti, no solo en la carne sino en el Señor![12399] 17Si pues me tienes a mí por compañero, acógelo como a mí mismo. 18Si en algo te ha perjudicado o te debe, ponlo a mi cuenta. 19Yo Pablo lo escribo con mi propia mano; yo lo pagaré, por no decirte que tú, tú mismo, te me debes[12400]. 20Sí, hermano, obtenga yo de ti gozo en el Señor, alivia mi corazón en Cristo. 21Te escribo, confiando en tu obediencia, sabiendo que harás todavía más de lo que digo[12401]. 22Y al mismo tiempo prepara hospedaje para mí; pues espero que por vuestras oraciones os he de ser restituido.

Saludos y bendición

23Te saluda Epafras, mi compañero de cautiverio, en Cristo Jesús, 24y Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. 25La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

CARTA A LOS HEBREOS

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I. SUPERIORIDAD DE LA RELIGIÓN CRISTIANA SOBRE LA LEY ANTIGUA
HEBREOS 1
Jesucristo igual al Padre

[12402]. 1Dios que en los tiempos antiguos habló a los padres en muchas ocasiones y de muchas maneras por los profetas, 2en los últimos días nos ha hablado a nosotros en su Hijo, a quien ha constituido heredero de todo y por quien también hizo las edades[12403]; 3el cual es el resplandor de su gloria y la impronta de su substancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su poder, después de hacer la purificación de los pecados se ha sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, 4llegado a ser tanto superior a los ángeles cuanto el nombre que heredó es más eminente que el de ellos[12404].

Cristo superior a los ángeles

5Pues ¿a cuál de los ángeles dijo (Dios) alguna vez: “Hijo mío eres Tú, hoy te he engendrado”; y también: “Yo seré su Padre, y Él será mi Hijo”?[12405] 6Y al introducir de nuevo al Primogénito en el mundo dice: “Y adórenlo todos los ángeles de Dios”[12406]. 7Respecto de los ángeles (solo) dice: “El que hace de sus ángeles vientos y de sus ministros llamas de fuego”[12407]. 8Mas al Hijo le dice: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; y cetro de rectitud el cetro de tu reino[12408]. 9Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ungió, oh Dios, el Dios tuyo con óleo de alegría más que a tus copartícipes”. 10Y también: “Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y obra de tu mano son los cielos[12409]; 11ellos perecerán, mas Tú permaneces; y todos ellos envejecerán como un vestido; 12los arrollarás como un manto, como una capa serán mudados. Tú empero eres el mismo y tus años no se acabarán”. 13Y ¿a cuál de los ángeles ha dicho jamás: “Siéntate a mi diestra hasta que Yo ponga a tus enemigos por escabel de tus pies”? 14¿No son todos ellos espíritus servidores, enviados para servicio a favor de los que han de heredar la salvación?[12410]

HEBREOS 2
Exhortación a la perseverancia en la fe

1Por lo cual debemos prestar mayor atención a las cosas que (ahora) hemos oído, no sea que nos deslicemos[12411]. 2Porque si la palabra anunciada por ángeles fue firme y toda transgresión y desobediencia recibió su justa retribución[12412], 3¿cómo escaparemos nosotros si tenemos en poco una salud tan grande? La cual habiendo principiado por la Palabra del Señor, nos fue confirmada por los que la oyeron; 4dando testimonio juntamente con ellos Dios, por señales, prodigios y diversos milagros y por dones del Espíritu Santo conforme a su voluntad. 5Porque no a ángeles sometió Él el orbe de la tierra venidero de que estamos hablando[12413]. 6Mas alguien testificó en cierto lugar diciendo: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que lo visites?[12414] 7Lo rebajaste un momento por debajo de los ángeles; lo coronaste de gloria y honor, y lo pusiste sobre las obras de tus manos; 8todo sujetaste bajo sus pies”. Porque al someter a Él todas las cosas nada dejó que no le hubiera sometido. Al presente, empero, no vemos todavía sujetas a Él todas las cosas[12415]; 9pero sí vemos a Aquel que fue hecho un momento menor que los ángeles: a Jesús, coronado de gloria y honor, a causa de la pasión de su muerte, para que por la gracia de Dios padeciese la muerte por todos.

Jesús “consumado” por los padecimientos

10Pues convenía que Aquel para quien son todas las cosas, y por quien todas subsisten, queriendo llevar muchos hijos a la gloria, consumase al autor de la salud de ellos por medio de padecimientos. 11Porque todos, tanto el que santifica, como los que son santificados, vienen de uno solo, por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12diciendo: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea cantaré tu alabanza”[12416]. 13Y otra vez: “Yo pondré mi confianza en Él”. Y de nuevo: “Heme aquí a mí y a los hijos que Dios me ha dado”. 14Así que, como los hijos participan de sangre y carne, también Él participó igualmente de ellas, a fin de que por medio de la muerte destruyese a aquel que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librase a todos los que, por temor de la muerte, durante toda su vida estaban sujetos a servidumbre. 16Porque en manera alguna toma sobre sí a los ángeles, sino al linaje de Abrahán[12417]. 17Por lo cual tuvo que ser en todo semejante a sus hermanos a fin de que, en lo tocante a Dios, fuese un sumo sacerdote misericordioso y fiel para expiar los pecados del pueblo[12418], 18pues, en las mismas cosas que Él padeció siendo tentado, puede socorrer a los que sufren pruebas[12419].

HEBREOS 3
Preexcelencia de Cristo sobre Moisés

1Por tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de la fe que profesamos: Jesús[12420]; 2el cual es fiel al que lo hizo (sacerdote), así como lo fue Moisés en toda su casa. 3Porque Él fue reputado digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto mayor gloria tiene sobre la casa quien la edificó; 4dado que toda casa es edificada por alguno, y quien edificó todas las cosas es Dios. 5Y a la verdad, Moisés fue fiel como siervo, en toda la casa de Él, a fin de dar testimonio de las cosas que habían de ser dichas; 6mas Cristo lo fue como Hijo, sobre su propia casa, que somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza[12421].

Advertencia contra la incredulidad

7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: “Hoy, si oyereis su voz[12422], 8no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9donde me tentaron vuestros padres y me pusieron a prueba, aunque vieron mis obras 10durante cuarenta años. Por eso me irrité contra aquella generación, y dije: siempre yerran en su corazón; no han conocido ellos mis caminos. 11Y así juré en mi ira: No entrarán en mi reposo”. 12Mirad, pues, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad, de modo que se aparte del Dios vivo; 13antes bien, exhortaos unos a otros, cada día, mientras se dice: “Hoy”; para que no se endurezca ninguno de vosotros por el engaño del pecado. 14Pues hemos venido a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos hasta el fin la segura confianza del principio[12423], 15en tanto que se dice: “Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación”. 16¿Quiénes fueron los que oyeron y provocaron? No fueron todos los que salieron de Egipto por medio de Moisés. 17¿Contra quiénes se irritó por espacio de cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres cayeron en el desierto? 18¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los rebeldes? 19Vemos, pues, que estos no pudieron entrar a causa de su incredulidad[12424].

HEBREOS 4
La entrada en el reposo de Dios

1Temamos, pues, no sea que, subsistiendo aún la promesa de entrar en el reposo, alguno de vosotros parezca quedar rezagado[12425]. 2Porque igual que a ellos también a nosotros fue dado este mensaje; pero a ellos no les aprovechó la palabra anunciada, por no ir acompañada de fe por parte de los que la oyeron. 3Entramos, pues, en el reposo los que hemos creído[12426], según dijo: “Como juré en mi ira: no entrarán en mi reposo”; aunque estaban acabadas las obras desde la fundación del mundo. 4Porque en cierto lugar habló así del día séptimo: “Y descansó Dios en el día séptimo de todas sus obras”. 5Y allí dice otra vez: “No entrarán en mi reposo”. 6Resta, pues, que algunos han de entrar en él; mas como aquellos a quienes primero fue dada la promesa no entraron a causa de su incredulidad 7señala Él otra vez un día, un “hoy”, diciendo por boca de David, tanto tiempo después, lo que queda dicho arriba: “Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. 8Pues si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría (Dios), después de esto, de otro día[12427]. 9Por tanto, aún queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. 10Porque el que “entra en su reposo”, descansa él también de sus obras, como Dios de las suyas. 11Esforcémonos, pues, por entrar en aquel descanso, a fin de que ninguno caiga en aquel ejemplo de incredulidad[12428]. 12Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz y más tajante que cualquiera espada de dos filos, y penetra hasta dividir alma de espíritu, coyunturas de tuétanos, y discierne entre los afectos del corazón y los pensamientos[12429]. 13Y no hay creatura que no esté manifiesta delante de Él; al contrario, todas las cosas están desnudas y patentes a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Cristo, sumo sacerdote celestial

14Teniendo, pues, un Sumo Sacerdote grande que penetró los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos fuertemente la confesión (de la fe)[12430]. 15Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que sea incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que, a semejanza nuestra, ha sido tentado en todo, aunque sin pecado[12431]. 16Lleguémonos, por tanto, confiadamente al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para ser socorridos en el tiempo oportuno[12432].

HEBREOS 5
Misión del sumo sacerdote

1Todo Sumo Sacerdote tomado de entre los hombres es constituido en bien de los hombres, en lo concerniente a Dios, para que ofrezca dones y sacrificios por los pecados[12433], 2capaz de ser compasivo con los ignorantes y extraviados, ya que también él está rodeado de flaqueza; 3y a causa de ella debe sacrificar por los pecados propios lo mismo que por los del pueblo. 4Y nadie se toma este honor sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón[12434].

Cristo, sacerdote según el orden de Melquisedec

5Así Cristo no se exaltó a Sí mismo en hacerse Sumo Sacerdote, sino Aquel que le dijo: “Mi Hijo eres Tú, hoy te he engendrado”[12435]. 6Así como dice también en otro lugar: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”[12436]. 7El cual (Cristo) en los días de su carne, con grande clamor y lágrimas, ofreció ruegos y suplicas a Aquel que era poderoso para salvarle de la muerte; y habiendo obtenido ser librado del temor[12437], 8aunque era Hijo, aprendió la paciencia por sus padecimientos[12438] 9y, una vez perfeccionado, vino a ser causa de sempiterna salud para todos los que le obedecen[12439], 10siendo constituido por Dios Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec[12440].

Estado imperfecto de los Hebreos

11Sobre Él tenemos mucho que decir, y difícil de expresar por cuanto se os han embotado los oídos[12441]. 12Debiendo ya ser maestros después de tanto tiempo, tenéis otra vez necesidad de que alguien os enseñe los primeros rudimentos de los oráculos de Dios y habéis venido a necesitar de leche, y no de alimento sólido[12442]. 13Pues todo el que se cría con leche es rudo en la palabra de justicia, como que es niño[12443]. 14El alimento sólido, en cambio, es para los hombres hechos, para aquellos que por el uso tienen sus sentidos ejercitados para discernir lo bueno de lo malo.

HEBREOS 6
El progreso en la doctrina y la apostasía

1Por lo cual, dejando la doctrina elemental acerca de Cristo, elevémonos a la perfección, no tratando de nuevo los artículos fundamentales que se refieren a la conversión de las obras muertas y a la fe en Dios[12444], 2a la doctrina de los bautismos, a la imposición de las manos, a la resurrección de los muertos y al juicio eterno[12445]. 3Y así procederemos con el favor de Dios[12446]. 4Porque a los que, una vez iluminados, gustaron el don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo[12447], 5y experimentaron la bondad de la palabra de Dios y las poderosas maravillas del siglo por venir, 6y han recaído, imposible es renovarlos otra vez para que se arrepientan, por cuanto crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, y le exponen a la ignominia pública. 7Porque la tierra que bebe la lluvia, que cae muchas veces sobre ella, produce plantas útiles para aquellos por quienes es labrada, y participa de la bendición de Dios[12448]; 8pero la que produce espinas y abrojos es reprobada y está próxima a la maldición y su fin es el fuego.

Perseverar en la esperanza

9Mas de vosotros, carísimos, esperamos cosas mejores y conducentes a la salvación, aunque hablamos de esta manera. 10Porque no es Dios injusto para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado a su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndolos aún. 11Pero deseamos que cada uno de vosotros manifieste hasta el fin el mismo interés en orden a la plenitud de la esperanza, 12de manera que no seáis indolentes, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia son herederos de las promesas[12449]. 13Porque cuando Dios hizo promesa a Abrahán, como no pudiese jurar por otro mayor, juró por sí mismo, 14diciendo: “Por mi fe, te bendeciré con abundancia, y te multiplicaré grandemente”. 15Y así, esperando con paciencia, recibió la promesa. 16Pues los hombres juran por el que es mayor y el juramento es para ellos el término de toda controversia, por cuanto les da seguridad. 17Por lo cual, queriendo Dios mostrar, con mayor certidumbre, a los que serían herederos de la promesa, la inmutabilidad de su designio, interpuso su juramento; 18para que mediante dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mienta, tengamos un poderoso consuelo los que nos hemos refugiado en aferrarnos a la esperanza que se nos ha propuesto[12450], 19la cual tenemos como áncora del alma, segura y firme, y que penetra hasta lo que está detrás del velo[12451]; 20adonde, como precursor, Jesús entró por nosotros, constituido Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.

HEBREOS 7
El sacerdocio de Melquisedec y el de Leví

1Este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, es el que salió al encuentro de Abrahán, cuanto este volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo[12452]. 2A él también repartió Abrahán el diezmo de todo; y su nombre se interpreta, primero, rey de justicia, y luego también, rey de Salem, que es rey de paz. 3El cual, sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio de días ni fin de vida, fue asemejado al Hijo de Dios y permanece sacerdote eternamente[12453]. 4Y considerad cuán grande es este a quien el patriarca Abrahán dio una décima parte de los mejores despojos. 5Cierto que aquellos de los hijos de Leví que reciben el sacerdocio tienen el precepto de tomar, según la Ley, el diezmo del pueblo, esto es, de sus hermanos, aunque estos también son de la estirpe de Abrahán; 6pero aquel que no es del linaje de ellos tomó diezmos de Abrahán y bendijo al que tenía las promesas. 7Ahora bien, no cabe duda de que el menor es bendecido por el mayor. 8Y aquí por cierto los que cobran diezmos son hombres que mueren, mas allí[12454] uno de quien se da testimonio que vive. 9Y por decirlo así, también Leví, el que cobra diezmos, los pagó por medio de Abrahán, 10porque estaba todavía en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.

Imperfección del sacerdocio levítico

11Si, pues, la perfección se hubiera dado por medio del sacerdocio levítico, ya que bajo él recibió el pueblo la Ley ¿qué necesidad aún de que se levantase otro sacerdote según el orden de Melquisedec y que no se denominase según el orden de Aarón?[12455] 12Porque cambiándose el sacerdocio, fuerza es que haya también cambio de la Ley. 13Pues aquel de quien esto se dice, pertenecía a otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar[12456]. 14En efecto, manifiesto es que de Judá brotó el Señor nuestro, de la cual tribu nada dice Moisés cuando habla de sacerdotes. 15Esto es todavía mucho más manifiesto si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote, 16constituido, no según la ley de un mandamiento carnal, sino conforme al poder de una vida indestructible[12457]; 17pues tal es el testimonio: “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. 18Queda, por tanto, abrogado el mandamiento anterior, a causa de su flaqueza e inutilidad, 19pues la Ley no llevaba nada a la perfección, sino que introdujo una esperanza mejor, por medio de la cual nos acercamos a Dios[12458].

Superioridad del sacerdocio de Cristo

20Y por cuanto no fue hecho sin juramento, 21—pues aquellos fueron constituidos sacerdotes sin juramento, mas Este con juramento, por Aquel que le dijo: “Juró el Señor y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre—” 22de tanto mejor pacto fue constituido fiador Jesús. 23Y aquellos fueron muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer, 24mas Este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio sempiterno. 25Por lo cual puede salvar perfectamente a los que por Él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos[12459]. 26Y tal Sumo Sacerdote nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y encumbrado sobre los cielos[12460], 27que no necesita diariamente, como los Sumos Sacerdotes, ofrecer víctimas, primero por sus propios pecados, y después por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez, ofreciéndose a sí mismo[12461]. 28Pues la Ley constituye Sumos Sacerdotes a hombres sujetos a la flaqueza; pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, constituye al Hijo llegado a la perfección para siempre[12462].

HEBREOS 8
El Sumo Sacerdote del cielo

1Lo capital de lo dicho es que tenemos un Pontífice tal que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos[12463]; 2ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, que hizo el Señor y no el hombre. 3Ahora bien, todo Pontífice es constituido para ofrecer dones y víctimas; por lo cual también Este debe necesariamente tener algo que ofrecer. 4Si pues Él habitase sobre la tierra, ni siquiera podría ser sacerdote, pues hay ya quienes ofrecen dones según la Ley[12464]; 5los cuales dan culto en figura y sombra de las realidades celestiales, según le fue significado a Moisés cuando se puso a construir el Tabernáculo: “Mira, le dice, que hagas todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte”[12465]. 6Mas ahora Él ha alcanzado tanto más excelso ministerio cuanto mejor es la alianza de que es mediador, alianza establecida sobre mejores promesas.

Superioridad de la nueva alianza

7Porque si aquella primera hubiese sido sin defecto, no se habría buscado lugar para una segunda. 8Pues en son de reproche les dice: “He aquí que vienen días, dice el Señor, en que concluiré una alianza nueva con la casa de Israel y con la casa de Judá[12466]; 9o como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano, para sacarlos de la tierra de Egipto; pues ellos no perseveraron en mi pacto, por lo cual Yo los abandoné, dice el Señor. 10Porque esta es la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente, y, las escribiré en su corazón; Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo; 11y no enseñará más cada uno a su vecino, ni cada cual a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos, 12pues tendré misericordia de sus iniquidades y de sus pecados no me acordaré más”. 13Al decir una (alianza) nueva, declara anticuada la primera; de modo que lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desaparecer[12467].

HEBREOS 9
Imperfección del culto antiguo

1También el primer (pacto) tenía reglamento para el culto y un santuario terrestre; 2puesto que fue establecido un tabernáculo, el primero, en que se hallaban el candelabro y la mesa y los panes de la proposición —este se llamaba el Santo—[12468]; 3y detrás del segundo velo, un tabernáculo que se llamaba el Santísimo, 4el cual contenía un altar de oro para incienso y el Arca de la Alianza, cubierta toda ella de oro, en la cual estaba un vaso de oro con el maná, y la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas de la Alianza[12469]; 5y sobre ella, Querubines de gloria que hacían sombra al propiciatorio, acerca de lo cual nada hay que decir ahora en particular[12470]. 6Dispuestas así estas cosas, en el primer tabernáculo entran siempre los sacerdotes para cumplir las funciones del culto; 7mas en el segundo una sola vez al año el Sumo Sacerdote, solo y no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 8dando con esto a entender el Espíritu Santo no hallarse todavía manifiesto el camino del Santuario, mientras subsiste el primer tabernáculo. 9Esto es figura para el tiempo presente, ofreciéndose dones y víctimas, impotentes para hacer perfecto en la conciencia al que (así) practica el culto, 10consistentes solo en manjares, bebidas y diversos géneros de abluciones; preceptos carnales, impuestos hasta el tiempo de reformarlos.

Excelencia del sacrificio de la nueva alianza

11Cristo, empero, al aparecer como Sumo Sacerdote de los bienes venideros, entró en un tabernáculo más amplio y más perfecto, no hecho de manos, es decir, no de esta creación[12471]; 12por la virtud de su propia sangre, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, entró una vez para siempre en el Santuario, después de haber obtenido redención eterna. 13Porque si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de la vaca santifica con su aspersión a los inmundos y los purifica en la carne[12472], 14¿cuánto más la sangre de Cristo, que por su Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mácula a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis a Dios vivo?[12473]

Cristo mediador por su sangre

15Por esto Él es mediador de un pacto nuevo a fin de que, una vez realizada su muerte para la redención de las transgresiones cometidas durante el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16Porque donde hay un testamento, necesario es que se compruebe la muerte del testador. 17Pues el testamento es valedero en caso de muerte, siendo así que no tiene valor mientras vive el testador[12474]. 18Por lo cual tampoco el primer (pacto) fue inaugurado sin sangre, 19sino que Moisés, después de leer a todo el pueblo todos los mandamientos de la Ley, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos y roció con agua y lana teñida de grana e hisopo, el libro y a todo el pueblo, 20diciendo: “Esta es la sangre del pacto que Dios ha dispuesto en orden a vosotros”. 21También el tabernáculo y todos los instrumentos del culto, los roció de la misma manera con la sangre. 22Así, pues, según la Ley casi todas las cosas son purificadas con sangre, y sin efusión de sangre no hay perdón.

Necesidad del sacrificio de Cristo

23Es, pues, necesario que las figuras de las realidades celestiales se purifiquen con estos (ritos), pero las realidades celestiales mismas requieren mejores víctimas que estas[12475]. 24Porque no entró Cristo en un santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora delante de Dios a favor nuestro, 25y no para ofrecerse muchas veces, a la manera que el Sumo Sacerdote entra en el santuario año por año con sangre ajena. 26En tal caso le habría sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo; mas ahora se manifestó una sola vez en la consumación de las edades, para destruir el pecado por medio del sacrificio de sí mismo[12476]. 27Y así como fue sentenciado a los hombres morir una sola vez, después de lo cual viene el juicio, 28así también Cristo, que se ofreció una sola vez para llevar los pecados de muchos, otra vez aparecerá, sin pecado, a los que le están esperando para salvación[12477].

HEBREOS 10
El único y verdadero sacrificio

1La Ley no es sino una sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, por lo cual nunca puede con los mismos sacrificios, ofrecidos sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que se le acercan. 2De lo contrario ¿no habrían cesado de ofrecerse? puesto que los oferentes una vez purificados no tendrían más conciencia del pecado. 3Sin embargo, en aquellos (sacrificios) se hace memoria de los pecados año por año. 4Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite pecados. 5Por lo cual dice al entrar en el mundo: “Sacrificio y oblación no los quisiste, pero un cuerpo me has preparado[12478]. 6Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. 7Entonces dije: He aquí que vengo —así está escrito de Mí en el rollo del Libro— para hacer, oh Dios, tu voluntad”.

8Habiendo dicho arriba: “Sacrificios y oblaciones, y holocaustos por el pecado no los quisiste, ni te agradaron estas cosas que se ofrecen según la Ley”, 9continuó diciendo: “He aquí que vengo para hacer tu voluntad”; con lo cual abroga lo primero, para establecer lo segundo. 10En virtud de esta voluntad hemos sido santificados una vez para siempre por la oblación del cuerpo de Jesucristo.

Eficacia del sacrificio único

11Todo sacerdote está ejerciendo día por día su ministerio, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, los cuales nunca pueden quitar los pecados; 12Este, empero, después de ofrecer un solo sacrificio por los pecados, para siempre “se sentó a la diestra de Dios”, 13aguardando lo que resta[12479] “hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies”. 14Porque con una sola oblación ha consumado para siempre a los santificados. 15Esto nos lo certifica también el Espíritu Santo, porque después de haber dicho: 16“Este es el pacto que concluiré con ellos, después de aquellos días, dice el Señor, pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente”[12480], 17(añade): “Y de sus pecados y sus iniquidades no me acordaré más”. 18Ahora bien, donde hay perdón de estos, ya no hay más oblación por el pecado.

II. EXHORTACIONES DEDUCIDAS DE LAS ENSEÑANZAS PRECEDENTES
Fe y paciencia

19Teniendo, pues, hermanos, libre entrada en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús[12481]; 20un camino nuevo y vivo, que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21y un gran sacerdote sobre la casa de Dios[12482], 22lleguémonos con corazón sincero, en plenitud de fe, limpiados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura. 23Mantengamos firme la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que hizo la promesa[12483]; 24y miremos los unos por los otros, para estímulo de caridad y de buenas obras, 25no abandonando la común reunión, como es costumbre de algunos, sino antes animándoos, y tanto más, cuanto que veis acercarse el día[12484].

Castigo de la apostasía

26Porque si pecamos voluntariamente, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, no queda ya sacrificio por los pecados[12485], 27sino una horrenda expectación del juicio, y un celo abrasador que ha de devorar a los enemigos. 28Si uno desacata la Ley de Moisés, muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos, 29¿de cuánto más severo castigo pensáis que será juzgado digno el que pisotea al Hijo de Dios, y considera como inmunda la sangre del pacto con que fue santificado, y ultraja al Espíritu de la gracia?[12486] 30Pues sabemos quién dijo: “Mía es la venganza; Yo daré el merecido”, y otra vez: “Juzgará el Señor a su pueblo”[12487]. 31Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.

Perseverancia hasta el fin

32Recordad los días primeros, en que, después de iluminados, soportasteis un gran combate de padecimientos[12488]. 33Por una parte habéis servido de espectáculo por la afrenta y tribulación que padecisteis; por la otra, os habéis hecho partícipes de los que sufrían tal tratamiento. 34Porque no solamente os compadecisteis de los encarcelados, sino que aceptasteis gozosamente el robo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis una posesión mejor y duradera. 35No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una grande recompensa, 36puesto que tenéis necesidad de paciencia, a fin de que después de cumplir la voluntad de Dios obtengáis lo prometido: 37“Porque todavía un brevísimo tiempo, y el que ha de venir vendrá y no tardará”[12489]. 38Y “El justo mío vivirá por la fe; mas si se retirare, no se complacerá mi alma en él”. 39Pero nosotros no somos de aquellos que se retiran para perdición, sino de los de fe para ganar el alma[12490].

HEBREOS 11
Los grandes ejemplos de fe. Abel, Enoc, Noé

1La fe es la sustancia de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve[12491]. 2Por ella se dio testimonio a los padres[12492]. 3Por la fe entendemos cómo las edades[12493] han sido dispuestas por la Palabra de Dios, de modo que lo existente no tiene su origen en lo visible. 4Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio más excelente que Caín, a causa del cual fue declarado justo, dando Dios testimonio a sus ofrendas; y por medio de ellas habla aún después de muerto[12494]. 5Por la fe, Enoc fue trasladado para que no viese la muerte, y no fue hallado porque Dios le trasladó; pues antes de su traslación recibió el testimonio de que agradaba a Dios[12495]. 6Sin fe es imposible ser grato, porque es preciso que el que se llega a Dios crea su ser[12496] y que es remunerador de los que le buscan. 7Por la fe, Noé, recibiendo revelación de las cosas que aún no se veían, hizo con piadoso temor un arca para la salvación de su casa; y por esa (misma fe) condenó al mundo y vino a ser heredero de la justicia según la fe[12497].

Abrahán y Sara

8Llamado por la fe, Abrahán obedeció para partirse a un lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba[12498]. 9Por la fe habitó en la tierra de la promesa como en tierra extraña, morando en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, 10porque esperaba aquella ciudad de fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe, también la misma Sara, a pesar de haber pasado ya la edad propicia, recibió vigor para fundar una descendencia, porque tuvo por fiel a Aquel que había hecho la promesa. 12Por lo cual fueron engendrados de uno solo, y ese ya amortecido, hijos “como las estrellas del cielo en multitud y como las arenas que hay en la orilla del mar”[12499]. 13En la fe murieron todos estos sin recibir las cosas prometidas, pero las vieron y las saludaron de lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra[12500]. 14Porque los que así hablan dan a entender que van buscando una patria. 15Que si se acordaran de aquella de donde salieron, habrían tenido oportunidad para volverse. 16Mas ahora anhelan otra mejor, es decir, la celestial. Por esto Dios no se avergüenza de ellos para llamarse su Dios, como que les tenía preparada una ciudad. 17Por la fe, Abrahán, al ser probado, ofreció a Isaac. El que había recibido las promesas ofrecía a su unigénito, 18respecto del cual se había dicho: “En Isaac será llamada tu descendencia”[12501]. 19Pensaba él que aun de entre los muertos podía Dios resucitarlo, de donde realmente lo recobró como figura. 20Por la fe, Isaac dio a Jacob y a Esaú bendiciones de cosas venideras.

Isaac, Jacob, José

21Por la fe Jacob, a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró (apoyado) sobre la extremidad de su báculo[12502]. 22Por la fe, José, moribundo, se acordó del éxodo de los hijos de Israel, y dio orden respecto de sus huesos.

Moisés

23Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido tres meses por sus padres, pues vieron al niño tan hermoso, y no temieron la orden del rey. 24Por la fe, Moisés, siendo ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del Faraón[12503], 25eligiendo antes padecer aflicción con el pueblo de Dios que disfrutar de las delicias pasajeras del pecado, 26y juzgando que el oprobio de Cristo era una riqueza más grande que los tesoros de Egipto; porque tenía su mirada puesta en la remuneración[12504]. 27Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey, pues se sostuvo como si viera ya al Invisible[12505]. 28Por la fe celebró la Pascua y la efusión de la sangre para que el exterminador no tocase a los primogénitos (de Israel)[12506]. 29Por la fe atravesaron el Mar Rojo, como por tierra enjuta, en tanto que los egipcios al intentar lo mismo fueron anegados.

Otros ejemplos de fe

30Por la fe cayeron los muros de Jericó después de ser rodeados por siete días. 31Por la fe, Rahab, la ramera, no pereció con los incrédulos, por haber acogido en paz a los exploradores. 32¿Y qué más diré? Porque me faltará el tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los profetas; 33los cuales por la fe subyugaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, obstruyeron la boca de los leones, 34apagaron la violencia del fuego, escaparon al filo de la espada, cobraron fuerzas de su flaqueza, se hicieron poderosos en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos enemigos[12507]. 35Mujeres hubo que recibieron resucitados a sus muertos; y otros fueron estirados en el potro, rehusando la liberación para alcanzar una resurrección mejor. 36Otros sufrieron escarnios y azotes, y también cadenas y cárceles. 37Fueron apedreados, expuestos a prueba, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes, cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, faltos de lo necesario, atribulados, maltratados 38—ellos, de quienes el mundo no era digno—, extraviados por desiertos y montañas, en cuevas y cavernas de la tierra. 39Y todos estos que por la fe recibieron tales testimonios, no obtuvieron la (realización de la) promesa, 40porque Dios tenía provisto para nosotros algo mejor, a fin de que no llegasen a la consumación sin nosotros[12508].

HEBREOS 12
Jesús, autor y consumador de nuestra fe

1Por esto también nosotros, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, arrojemos toda carga y pecado que nos asedia, y corramos mediante la paciencia la carrera que se nos propone[12509], 2poniendo los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual en vez del gozo puesto delante de Él, soportó la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y se sentó a la diestra de Dios. 3Considerad, pues, a Aquel que soportó la contradicción de los pecadores contra sí mismo, a fin de que no desmayéis ni caigáis de ánimo.

El sentido de las pruebas

4Aún no habéis resistido hasta la sangre, luchando contra el pecado, 5y os habéis olvidado de la consolación que a vosotros como a hijos se dirige: “Hijo mío, no tengas en poco la corrección del Señor, ni caigas de ánimo cuando eres reprendido por Él; 6porque el Señor corrige a quien ama, y a todo el que recibe por hijo, le azota”[12510]. 7Soportad, pues, la corrección. Dios os trata como a hijos. ¿Hay hijo a quien su padre no corrija? 8Si quedáis fuera de la corrección, de la cual han participado todos, en realidad sois bastardos y no hijos. 9Más aún, nosotros hemos tenido nuestros padres según la carne que nos corregían, y los respetábamos. ¿No nos hemos de someter mucho más al Padre de los espíritus, para vivir? 10Y a la verdad, aquellos castigaban para unos pocos días, según su arbitrio, mas Este lo hace en nuestro provecho, para que participemos de su santidad. 11Ninguna corrección parece por el momento cosa de gozo, sino de tristeza; pero más tarde da a los ejercitados por ella el apacible fruto de justicia[12511]. 12Por lo cual “enderezad las manos caídas y las rodillas flojas[12512], 13y haced derechas las sendas para vuestros pies”, a fin de que no se descamine lo que es cojo, antes bien sea sanado[12513].

Paz y santidad

14Procurad tener paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor[12514]. 15Atended a que ninguno quede privado de la gracia de Dios; que no brote ninguna raíz de amargura, no sea que cause perturbación y sean por ella inficionados los muchos; 16que no haya ningún fornicario o profanador, como Esaú, el que por una comida vendió su primogenitura[12515]. 17Pues ya sabéis que aun cuando después deseaba heredar la bendición, fue desechado y no pudo cambiar los sentimientos (de su padre), por más que lo solicitase con lágrimas.

Del monte Sinaí al monte Sión

18Porque no os habéis acercado a monte palpable, fuego encendido, nube, tinieblas, tempestad[12516], 19sonido de trompeta y voz de palabras, respecto de la cual los que la oyeron pidieron que no se les hablase más; 20porque no podían soportar lo mandado: “Aun una bestia que tocare el monte será apedreada”. 21Y era tan espantoso lo que se veía, que Moisés dijo: “Estoy aterrado y temblando”. 22Vosotros, empero, os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén celestial, miríadas de ángeles, asamblea general[12517], 23e Iglesia de primogénitos[12518], inscritos en el cielo, a Dios, Juez de todos, a espíritus de justos ya perfectos, 24a Jesús, Mediador de nueva Alianza, y a sangre de aspersión, que habla mejor que la de Abel[12519]. 25Mirad que no recuséis al que habla: si aquellos que recusaron al que sobre la tierra promulgaba la revelación no pudieron escapar (al castigo), mucho menos nosotros, si rechazamos a Aquel que nos habla desde el cielo[12520]: 26cuya voz entonces sacudió la tierra y ahora nos hace esta promesa: “Una vez todavía sacudiré no solamente la tierra, sino también el cielo”[12521]. 27Eso de “una vez todavía” indica que las cosas sacudidas van a ser cambiadas, como que son creaturas, a fin de que permanezcan las no conmovibles. 28Por eso, aceptando el reino inconmovible, tengamos gratitud por la cual tributemos a Dios culto agradable con reverencia y temor[12522]. 29Porque nuestro Dios es fuego devorador[12523].

HEBREOS 13
Normas de conducta

1Perseverad en el amor fraternal. 2No os olvidéis de la hospitalidad; por ella algunos sin saberlo hospedaron a ángeles[12524]. 3Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos, y de los maltratados, como que también vosotros vivís en cuerpo[12525]. 4Cosa digna de honor para todos sea el matrimonio y el lecho conyugal sin mancilla, porque a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios[12526]. 5Sed en vuestro trato sin avaricia, estando contentos con lo que tenéis, puesto que Él mismo ha dicho: “No te abandonaré ni te desampararé”[12527]. 6De manera que podemos decir confiadamente: “El Señor es mi auxiliador, no temeré; ¿qué me podrá hacer el hombre?”[12528]

Obediencia a las enseñanzas apostólicas

7Acordaos de vuestros prepósitos que os predicaron la Palabra de Dios. Considerad el fin de su vida e imitad su fe[12529]. 8Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos[12530]. 9No os dejéis llevar de un lugar a otro por doctrinas abigarradas y extrañas; mejor es corroborar el corazón con gracia y no con manjares, los cuales nunca aprovecharon a los que fueron tras ellos[12531]. 10Tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que dan culto en el tabernáculo[12532]. 11Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es introducida por el Sumo Sacerdote en el santuario (como sacrificio) por el pecado, son quemados fuera del campamento. 12Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo con su propia sangre, padeció fuera de la puerta[12533]. 13Salgamos, pues, a Él fuera del campamento, llevando su oprobio[12534]. 14Porque aquí no tenemos ciudad permanente, sino que buscamos la futura[12535]. 15Ofrezcamos a Dios por medio de Él un continuo sacrificio de alabanza, esto es, el fruto de los labios que bendicen su Nombre[12536]. 16Y del bien hacer, y de la mutua asistencia, no os olvidéis; en sacrificios tales se complace Dios. 17Obedeced a vuestros prepósitos y sujetaos, porque velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta, a fin de que lo hagan con alegría y no con pena, pues esto no os sería provechoso[12537].

Epílogo

18Orad por nosotros, porque confiamos tener buena conciencia, queriendo comportarnos bien en todo. 19Tanto más ruego que hagáis esto, a fin de que yo os sea restituido más pronto[12538]. 20El Dios de la paz, el cual resucitó de entre los muertos al (que es el) gran Pastor de las ovejas, “en la sangre de la Alianza eterna”, el Señor nuestro Jesús[12539], 21os perfeccione en todo bien para que cumpláis su voluntad, obrando Él en vosotros lo que es grato a sus ojos, por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén[12540]. 22Os ruego, hermanos, que soportéis esta palabra de exhortación, pues os he escrito solo brevemente. 23Sabed de nuestro hermano Timoteo que ha sido puesto en libertad; con el cual si viniere presto iré a veros[12541]. 24Saludad a todos vuestros prepósitos y a todos los santos. Os saludan los de Italia[12542]. 25La gracia sea con todos vosotros. Amén.

EPÍSTOLAS CATÓLICAS

CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO

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INTRODUCCIÓN

La carta de Santiago es la primera entre las siete Epístolas no paulinas que, por no señalar varias de ellas un destinatario especial, han sido llamadas genéricamente católicas o universales, aunque en rigor la mayoría de ellas se dirige a la cristiandad de origen judío, y las dos últimas de S. Juan tienen un encabezamiento aún más limitado. S. Jerónimo las caracteriza diciendo que “son tan ricas en misterios como sucintas, tan breves en palabras como largas en sentencias”.

El autor, que se da a sí mismo el nombre de “Santiago, siervo de Dios y de nuestro Señor Jesucristo”, es el Apóstol que solemos llamar Santiago el Menor, hijo de Alfeo o Cleofás (Mt. 10, 3) y de María (Mt. 27, 56), “hermana” (o pariente) de la Virgen. Es, pues, de la familia de Jesús y llamado “hermano del Señor” (Ga. 1, 19; cf. Mt. 13, 55 y Mc. 6, 3).

Santiago es mencionado por S. Pablo entre las “columnas” o apóstoles que gozaban de mayor autoridad en la Iglesia (Ga. 2, 9). Por su fiel observancia de la Ley tuvo grandísima influencia, especialmente sobre los judíos, pues entre ellos ejerció el ministerio como Obispo de Jerusalén. Murió mártir el año 62 d. C.

Escribió esta carta no mucho antes de padecer el martirio y con el objeto especial de fortalecer a los cristianos del judaísmo que a causa de la persecución estaban en peligro de perder la fe (cf. la introducción a la Epístola a los Hebreos). Dirígese por tanto a “las doce tribus que están en la dispersión” (cf. 1, 1 y nota), esto es, a todos los hebreo-cristianos dentro y fuera de Palestina (cf. Rm. 10, 18 y nota).

Ellos son de profesión cristiana, pues creen en el Señor Jesucristo de la Gloria (2, 1), esperan la Parusía en que recibirán el premio (5, 7-9), han sido engendrados a nueva vida (1, 18) bajo la nueva ley de libertad (1, 25; 2, 12), y se les recomienda la unción de los enfermos (5, 14 ss.).

La no alusión a los paganos se ve en que Santiago omite referirse a lo que S. Pablo suele combatir en estos: idolatría, impudicia, ebriedad (cf. 1 Co. 6, 9 ss.; Ga. 5, 19 ss.). En cambio, la Epístola insiste fuertemente contra la vana palabrería y la fe de pura fórmula (1, 22 ss.; 2, 14 ss.), contra la maledicencia y los estragos de la lengua (3, 2 ss.; 4, 2 ss.; 5, 9), contra los falsos doctores (3, 1), el celo amargo (3, 13 ss.), los juramentos fáciles (5, 12).

El estilo es conciso, sentencioso y extraordinariamente rico en imágenes, siendo clásicas por su elocuencia las que dedica a la lengua en el capítulo 3 y a los ricos en el capítulo 5 y el paralelo de estos con los humildes en el capítulo 2. Más que en los misterios sobrenaturales de la gracia con que suele ilustrarnos S. Pablo, especialmente en las Epístolas de la cautividad, la presente es una vigorosa meditación sobre la conducta frente al prójimo y por eso se la ha llamado a veces el Evangelio social.

SANTIAGO 1

1Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: salud[12543].

Valor de las pruebas

2Tenedlo, hermanos míos, por sumo gozo, cuando cayereis en pruebas de todo género, 3sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia[12544]. 4Pero es necesario que la paciencia produzca obra perfecta, para que seáis perfectos y cabales sin que os falte cosa alguna.

Pedid la sabiduría

5Si alguno de vosotros está desprovisto de sabiduría, pídala a Dios, que a todos da liberalmente sin echarlo en cara, y le será dada[12545]. 6Mas pida con fe, sin vacilar en nada; porque quien vacila es semejante a la ola del mar que se agita al soplar el viento[12546]. 7Un hombre así no piense que recibirá cosa alguna del Señor[12547]. 8El varón doble es inconstante en todos sus caminos[12548].

Los motivos de gloria

9Gloríese el hermano: el humilde, por su elevación[12549]; 10el rico, empero, por su humillación, porque pasará como la flor del heno[12550]: 11se levanta el sol con su ardor, se seca el heno, cae su flor, y se acaba la belleza de su apariencia. Así también el rico se marchitará en sus caminos.

Tentación

12Bienaventurado el varón que soporta la tentación porque, una vez probado, recibirá la corona de vida que el Señor tiene prometida a los que le aman[12551]. 13Nadie cuando es tentado diga: “Es Dios quien me tienta”. Porque Dios, no pudiendo ser tentado al mal, no tienta Él tampoco a nadie[12552]. 14Cada uno es tentado por su propia concupiscencia, cuando se deja arrastrar y seducir. 15Después la concupiscencia, habiendo concebido, pare pecado; y el pecado consumado engendra muerte[12553].

Todo bien es un don de Dios

16No os engañéis, hermanos míos carísimos: 17De lo alto es todo bien que recibimos y todo don perfecto, descendiendo del Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra (resultante) de variación[12554]. 18De su propia voluntad Él nos engendró por la palabra de la verdad, para que seamos como primicias de sus creaturas[12555].

Vivir la palabra

19Ya lo sabéis, queridos hermanos. Mas todo hombre ha de estar pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse[12556]; 20porque ira de hombre no obra justicia de Dios[12557]. 21Por lo cual, deshaciéndoos de toda mancha y resto de malicia, recibid en suavidad la palabra ingerida (en vosotros) que tiene el poder de salvar vuestras almas. 22Pero haceos ejecutores de la palabra, y no oidores solamente, engañándoos a vosotros mismos[12558]. 23Pues si uno oye la palabra y no la practica, ese tal es semejante a un hombre que mira en un espejo los rasgos de su rostro[12559]: 24se mira, y se aleja (del espejo), y al instante se olvida de cómo era. 25Mas el que persevera en mirar atentamente la ley perfecta, la de la libertad, no como oyente olvidadizo, sino practicándola efectivamente, este será bienaventurado en lo que hace[12560]. 26Si alguno se cree piadoso y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, vana es su piedad. 27La piedad pura e inmaculada ante el Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y preservarse de la contaminación del mundo[12561].

SANTIAGO 2
Cómo mira Dios la acepción de personas

1Hermanos míos, no mezcléis con acepción de personas la fe en Jesucristo, nuestro Señor de la gloria[12562]. 2Si, por ejemplo, en vuestra asamblea[12563] entra un hombre con anillo de oro, en traje lujoso, y entra asimismo un pobre en traje sucio, 3y vosotros tenéis miramiento con el que lleva el traje lujoso y le decís: “Siéntate tú en este lugar honroso”; y al pobre le decís: “Tú estate allí de pie” o “siéntate al pie de mi escabel”[12564], 4¿no hacéis entonces distinción entre vosotros y venís a ser jueces de inicuos pensamientos? 5Escuchad, queridos hermanos: ¿No ha escogido Dios a los que son pobres para el mundo, (a fin de hacerlos) ricos en fe y herederos del reino que tiene prometido a los que le aman?[12565] 6¡Y vosotros despreciáis al pobre! ¿No son los ricos los que os oprimen y os arrastran ante los tribunales? 7¿No son ellos los que blasfeman el hermoso nombre que ha sido invocado sobre vosotros?[12566] 8Si en verdad cumplís la Ley regia[12567], conforme a la Escritura: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, bien obráis; 9pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y sois convictos como transgresores por esa Ley. 10Porque si uno guarda toda la Ley, pero tropieza en un solo (mandamiento), se ha hecho reo de todos. 11Pues Aquel que dijo: “No cometerás adulterio”, dijo también: “No matarás”. Por lo cual, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la Ley[12568]. 12Hablad, pues, y obrad como quienes han de ser juzgados según la Ley de libertad. 13Porque el juicio será sin misericordia para aquel que no hizo misericordia. La misericordia se ufana contra el juicio[12569].

La fe no vive sin las obras

14¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga que tiene fe, si no tiene obras? ¿Por ventura la fe de ese tal puede salvarle? 15Si un hermano o hermana están desnudos y carecen del diario sustento, 16y uno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos y saciaos”, mas no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿qué aprovecha aquello? 17Así también la fe, si no tiene obras, es muerta como tal. 18Mas alguien podría decir: “Tú tienes fe y yo tengo obras”. Pues bien, muéstrame tu (pretendida) fe sin las obras, y yo, por mis obras, te mostraré mi fe[12570]. 19Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen, y tiemblan[12571].

El ejemplo de Abrahán y de Rahab

20¿Quieres ahora conocer, oh hombre insensato, que la fe sin las obras es inútil?[12572] 21Abrahán, nuestro padre, ¿no fue justificado acaso mediante obras, al ofrecer sobre el altar a su hijo Isaac?[12573] 22Ya ves que la fe cooperaba a sus obras y que por las obras se consumó la fe[12574]; 23y así se cumplió la Escritura que dice: “Abrahán creyó a Dios, y le fue imputado a justicia”, y fue llamado “amigo de Dios”. 24Veis pues que con las obras se justifica el hombre, y no con (aquella) fe sola. 25Así también Rahab la ramera ¿no fue justificada mediante obras cuando alojó a los mensajeros y los hizo partir por otro camino?[12575] 26Porque así como el cuerpo aparte del espíritu es muerto, así también la fe sin obras es muerta.

SANTIAGO 3
El terrible mal de la lengua

1Hermanos míos, no haya tantos entre vosotros que pretendan ser maestros, sabiendo que así nos acarreamos un juicio más riguroso[12576]; 2pues todos tropezamos en muchas cosas. Si alguno no tropieza en el hablar, es hombre perfecto, capaz de refrenar también el cuerpo entero. 3Si a los caballos, para que nos obedezcan ponemos frenos en la boca, manejamos también todo su cuerpo. 4Ved igualmente cómo, con un pequeñísimo timón, las naves, tan grandes e impelidas de vientos impetuosos, son dirigidas a voluntad del piloto. 5Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. Mirad cuán pequeño es el fuego que incendia un bosque tan grande[12577]. 6También la lengua es fuego: es el mundo de la iniquidad. Puesta en medio de nuestros miembros, la lengua es la que contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda[12578] de la vida, siendo ella a su vez inflamada por el infierno. 7Todo género de fieras, de aves, de reptiles y de animales marinos se doma y se amansa por el género humano[12579]; 8pero no hay hombre que pueda domar la lengua: incontenible azote, llena está de veneno mortífero. 9Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a semejanza de Dios. 10De una misma boca salen bendición y maldición. No debe, hermanos, ser así. 11¿Acaso la fuente mana por la misma vertiente agua dulce y amarga? 12¿Puede, hermanos míos, la higuera dar aceitunas, o higos la vid? [12580] Así tampoco la fuente salada puede dar agua dulce.

Mansedumbre de la sabiduría

13¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Muestre sus obras por la buena conducta con la mansedumbre (que es propia) de la sabiduría. 14Pero si tenéis en vuestros corazones amargos celos y espíritu de contienda, no os gloriéis al menos, ni mintáis contra la verdad[12581]. 15No es esa la sabiduría que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. 16Porque donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda clase de villanía. 17Mas la sabiduría de lo alto es ante todo pura, luego pacífica, indulgente, dócil, llena de misericordia y de buenos frutos, sin parcialidad, sin hipocresía[12582]. 18Fruto de justicia, ella se siembra en paz, para bien de los que siembran la paz.

SANTIAGO 4
¿De dónde las guerras?

1¿De dónde las guerras, de dónde los pleitos entre vosotros? ¿No es de eso, de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros?[12583] 2Deseáis y no tenéis; matáis y codiciáis, y sin embargo no podéis alcanzar; peleáis y hacéis guerra. Es que no tenéis porque no pedís. 3Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de saciar vuestras pasiones[12584].

Dios tiene celos del mundo

4Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Quien, pues, quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios[12585]. 5¿O pensáis que en vano dice la Escritura: “El Espíritu que (Dios) hizo morar en nosotros ama con celos?” 6Mayor gracia nos otorga (con ello). Por eso dice: “A los soberbios resiste Dios, mas a los humildes da gracia”[12586]. 7Someteos, pues, a Dios; al diablo resistidle, y huirá de vosotros[12587]. 8Acercaos vosotros a Dios[12588] y Él se acercará a vosotros. Limpiaos las manos, pecadores; purificad vuestros corazones, hipócritas. 9Sentid vuestra miseria, lamentaos y llorad. Truéquese vuestra risa en llanto y vuestro regocijo en pesadumbre. 10Abajaos delante del Señor y Él os levantará.

No juzgar

11No habléis mal, hermanos, unos de otros. El que murmura de su hermano o juzga a su hermano, de la Ley murmura y juzga a la Ley. Y si tú juzgas a la Ley, no eres cumplidor de la Ley, sino que te eriges en juez. 12Uno solo es el Legislador y Juez: el que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres que juzgas al prójimo?[12589]

“Si Dios quiere”

13Ahora a vosotros los que decís: “Hoy o mañana iremos a tal ciudad y pasaremos allí un año y negociaremos y haremos ganancias”[12590], 14¡vosotros que no sabéis ni lo que sucederá mañana! Pues ¿qué es vuestra vida? Sois humo que aparece por un momento y luego se disipa. 15Deberíais en cambio decir: “Si el Señor quiere y vivimos, haremos esto o aquello”. 16Mas vosotros os complacéis en vuestras jactancias. Maligna es toda complacencia de tal género. 17Pues, a quien no hace el bien, sabiendo hacerlo, se le imputa pecado[12591].

SANTIAGO 5
¡Ay de los ricos!

1Y ahora a vosotros, ricos: Llorad y plañíos por las calamidades que os tocan[12592]. 2La riqueza vuestra está podrida, vuestros vestidos están roídos de polilla; 3vuestro oro y vuestra plata se han enmohecido y su moho[12593] será testimonio contra vosotros, y devorará vuestra carne como un fuego. Habéis atesorado en los días del fin. 4He aquí que ya clama el jornal sustraído por vosotros a los trabajadores que segaron vuestros campos, y el clamor de los segadores ha penetrado en los oídos del Señor de los ejércitos[12594]. 5Sobre la tierra os regalasteis y os entregasteis a los placeres: ¡habéis cebado vuestros corazones en día de matanza![12595] 6Habéis condenado, habéis matado al justo, sin que este se os opusiera.

Bienaventurados los pobres

7Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Parusía del Señor. Mirad al labrador que espera el precioso fruto de la tierra aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia de otoño y de primavera[12596]. 8También vosotros tened paciencia: confirmad vuestros corazones, porque la Parusía del Señor está cerca[12597]. 9No os quejéis, hermanos, unos contra otros, para que no seáis juzgados; mirad que el juez está a la puerta. 10Tomad ejemplo, hermanos, en las pruebas y la paciencia de los profetas que hablaron en nombre del Señor. 11Ved cómo proclamamos dichosos a los que soportan. Oísteis la paciencia de Job y visteis cuál fue el fin del Señor; porque el Señor es lleno de piedad y misericordia[12598].

Instrucciones

12Pero ante todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo ni por la tierra, ni con otro juramento alguno; que vuestro sí sea sí y vuestro no sea no, para que no incurráis en juicio[12599]. 13¿Hay entre vosotros alguno que sufre? Haga oración. ¿Está uno contento? Cante Salmos[12600].

Unción de los enfermos, confesión y oración

14¿Está alguno enfermo entre vosotros? Haga venir a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él ungiéndole con óleo en nombre del Señor[12601]; 15y la oración de fe salvará al enfermo, y lo levantará el Señor; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados[12602]. 16Por tanto, confesaos unos a otros los pecados y orad unos por otros para que seáis sanados: mucho puede la oración vigorosa del justo[12603]. 17Elías, que era un hombre sujeto a las mismas debilidades que nosotros, rogó fervorosamente que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por espacio de tres años y seis meses[12604]. 18Y de nuevo oró; y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. 19Hermanos míos, si alguno de vosotros se extravía de la verdad y otro lo convierte, 20sepa que quien convierte a un pecador de su errado camino salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados[12605].

CARTAS DEL APÓSTOL SAN PEDRO

INTRODUCCIÓN

Simón Bar Jona (hijo de Jonás), el que había de ser San Pedro (Hch. 15, 14; 2 Pe. 1, 1), fue llamado al apostolado en los primeros días de la vida pública del Señor, quien le dio el nombre de Cefas (en arameo Kefa), o sea, “piedra”, de donde el griego Petros, Pedro (Jn. 1, 42). Vemos en Mt. 16, 17-19, cómo Jesús lo distinguió entre los otros discípulos, haciéndolo “Príncipe de los Apóstoles” (Jn. 21, 15 ss.). S. Pablo nos hace saber que a él mismo, como Apóstol de los gentiles, Jesús le había encomendado directamente (Ga. 1, 11 s.) el evangelizar a estos, mientras que a Pedro, como a Santiago y a Juan, la evangelización de los circuncisos o israelitas (Ga. 2, 7-9; cf. St. 1, 1 y nota). Desde Pentecostés predicó Pedro en Jerusalén y Palestina, pero hacia el año 42 se trasladó a “otro lugar” (Hch. 12, 17 y nota), no sin haber antes admitido al bautismo al pagano Cornelio (Hch. 10), como el diácono Felipe lo había hecho con el “prosélito” etíope (Hch. 8, 26 ss.). Pocos años más tarde lo encontramos nuevamente en Jerusalén, presidiendo el Concilio de los Apóstoles (Hch. 15) y luego en Antioquía. La Escritura no da más datos sobre él, pero la tradición nos asegura que murió mártir en Roma el año 67, el mismo día que S. Pablo.

Su primera Carta se considera escrita poco antes de estallar la persecución de Nerón, es decir, cerca del año 63 (cf. 2 Pe. 1, 1 y nota), desde Roma a la que llama Babilonia por la corrupción de su ambiente pagano (5, 13). Su fin es consolar principalmente a los hebreos cristianos dispersos (1, 1) que, viviendo también en un mundo pagano, corrían el riesgo de perder la fe. Sin embargo, varios pasajes atestiguan que su enseñanza se extiende también a los convertidos de la gentilidad (cf. 2, 10 y nota). A los mismos destinatarios (2 Pe. 3, 1), pero extendiéndola “a todos los que han alcanzado fe” (1, 1) va dirigida la segunda Carta, que el Apóstol escribió, según lo dice, poco antes de su martirio (2 Pe. 1, 14), de donde se calcula su fecha por los años de 64-67. “De ello se deduce como probable que el autor escribió desde Roma”, quizá desde la cárcel. En las comunidades cristianas desamparadas se habían introducido ya falsos doctores que despreciaban las Escrituras, abusaban de la grey y, sosteniendo un concepto perverso de la libertad cristiana, decían también que Jesús nunca volvería. Contra esos y contra los muchos imitadores que tendrán en todos los tiempos hasta el fin, levanta su voz el Jefe de los Doce, para prevenir a las Iglesias presentes y futuras, siendo de notar que mientras Pedro usa generalmente los verbos en futuro, Judas, su paralelo, se refiere ya a ese problema como actual y apremiante (Judas 3 s.; cf. 2 Pe. 3, 17 y nota).

En estas breves cartas las —dos únicas “Encíclicas” del Príncipe de los apóstoles— llenas de la más preciosa doctrina y profecía, vemos la obra admirable del Espíritu Santo, que transformó a Pedro después de Pentecostés. Aquel ignorante, inquieto y cobarde pescador y negador de Cristo es aquí el apóstol lleno de caridad, de suavidad y de humilde sabiduría, que (como Pablo en 2 Tm. 4, 6), nos anuncia la proximidad de su propia muerte que el mismo Cristo le había pronosticado (Jn. 21, 18). San Pedro nos pone por delante, desde el principio de la primera Epístola hasta el fin de la segunda, el misterio del futuro retorno de nuestro Señor Jesucristo como el tema de meditación por excelencia para transformar nuestras almas en la fe, el amor y la esperanza (cf. St. 5, 7 ss.; y Judas 20 y notas). “La principal enseñanza dogmática de la 2 Pedro —dice Pirot— consiste incontestablemente en la certidumbre de la Parusía y, en consecuencia, de las retribuciones que la acompañarán (1, 11 y 19; 3, 4-5). En función de esta espera es como debe entenderse la alternativa entre la virtud cristiana y la licencia de los “burladores” (2, 1-2 y 19). Las garantías de esta fe son: los oráculos de los profetas, conservados en la vieja Biblia inspirada, y la enseñanza de los apóstoles testigos de Dios y mensajeros de Cristo (1, 4 y 16-21; 3, 2). El Evangelio es ya la realización de un primer ciclo de las profecías, y esta realización acrece tanto más nuestra confianza en el cumplimiento de las posteriores” (cf. 1, 19). Es lo que el mismo Jesús Resucitado, cumplidas ya las profecías de su Pasión, su Muerte y su Resurrección, reiteró sobre los anuncios futuros de “sus glorias” (1 Pe. 1, 11) diciendo: “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito acerca de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos” (Lc. 24, 44).

Poco podría prometerse de la fe de aquellos cristianos que, llamándose hijos de la Iglesia, y proclamando que Cristo está donde está Pedro, se resignasen a pasar su vida entera sin preocuparse de saber qué dijeron, en sus breves cartas, ese Pedro y ese Pablo, para poder, como dice la Liturgia, “seguir en todo el precepto de aquellos por quienes comenzó la religión”. (Colecta de la Misa de San Pedro).

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO

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1 PEDRO 1
Prólogo

1Pedro, apóstol de Jesucristo, a los advenedizos de la diáspora en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2elegidos conforme a la presciencia de Dios Padre, por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: gracia y paz os sean dadas en abundancia[12606].

Acción de gracias

3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que, según la abundancia de su misericordia, nos ha engendrado de nuevo para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos; 4para una herencia que no puede corromperse, ni mancharse, ni marchitarse, y que está reservada en los cielos para vosotros 5los que, por el poder de Dios, sois guardados mediante la fe para la salvación que está a punto de manifestarse en (este) último tiempo[12607]. 6En lo cual os llenáis de gozo, bien que ahora, por un poco de tiempo seáis, si es menester, apenados por varias pruebas[12608]; 7a fin de que vuestra fe, saliendo de la prueba mucho más preciosa que el oro perecedero —que también se acrisola por el fuego— redunde en alabanza, gloria y honor cuando aparezca Jesucristo[12609]. 8A Él amáis sin haberlo visto; en Él ahora, no viéndolo, pero sí creyendo, os regocijáis con gozo inefable y gloriosísimo[12610], 9porque lográis el fin de vuestra fe, la salvación de (vuestras) almas.

La voz de los profetas

10Sobre esta salvación inquirieron y escudriñaron los profetas, cuando vaticinaron acerca de la gracia reservada a vosotros[12611], 11averiguando a qué época o cuáles circunstancias se refería el Espíritu de Cristo que profetizaba en ellos, al dar anticipado testimonio de los padecimientos de Cristo y de sus glorias posteriores[12612]. 12A ellos fue revelado que no para sí mismos sino para vosotros, administraban estas cosas que ahora os han sido anunciadas por los predicadores del Evangelio, en virtud del Espíritu Santo enviado del cielo; cosas que los mismos ángeles desean penetrar[12613].

Sed santos, pues fuisteis redimidos por la sangre de Cristo

13Por lo cual ceñid los lomos de vuestro espíritu[12614] y, viviendo con sobriedad, poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os traerá cuando aparezca Jesucristo. 14Como hijos obedientes, no os conforméis con aquellas anteriores concupiscencias del tiempo de vuestra ignorancia[12615]; 15sino que, conformes al que os llamó, que es Santo, sed también vosotros santos en toda conducta[12616]. 16Pues escrito está: “Sed santos, porque Yo soy santo”[12617]. 17Y si llamáis Padre a Aquel que, sin acepción de personas, juzga según la obra de cada uno, vivid en temor el tiempo de vuestra peregrinación, 18sabiendo que de vuestra vana manera de vivir, herencia de vuestros padres, fuisteis redimidos, no con cosas corruptibles, plata u oro, 19sino con la preciosa sangre de Cristo, como de cordero sin tacha y sin mancha[12618], 20conocido ya antes de la creación del mundo, pero manifestado al fin de los tiempos por amor de vosotros[12619], 21los que por Él creéis en Dios que le resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de modo que vuestra fe sea también esperanza en Dios[12620].

Nacidos de Dios

22Puesto que con la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor fraternal no fingido, amaos unos a otros asiduamente, con sencillo corazón[12621]; 23ya que estáis engendrados de nuevo, no de simiente corruptible, sino incorruptible, por la Palabra de Dios viva y permanente[12622]. 24Porque “toda carne es como heno, y toda su gloria, como la flor del heno. Secose el heno y cayó la flor[12623], 25mas la Palabra del Señor permanece para siempre”. Y esta Palabra es la que os ha sido predicada por el Evangelio.

1 PEDRO 2
Espiritualidad cristiana

1Deponed, pues, toda malicia y todo engaño, las hipocresías, las envidias y toda suerte de detracciones, 2y, como niños recién nacidos, sed ávidos de la leche espiritual no adulterada, para crecer por ella en la salvación[12624], 3si es que habéis experimentado que el Señor es bueno[12625].

Sois sacerdotes y reyes

4Arrimándoos a Él, como a piedra viva, reprobada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5también vosotros, cual piedras vivas, edificaos (sobre Él) como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo[12626]. 6Por lo cual se halla esto en la Escritura: “He aquí que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa; y el que en ella cree nunca será confundido”[12627]. 7Preciosa para vosotros los que creéis; mas para los que no creen, “la piedra que rechazaron los constructores esa misma ha venido a ser cabeza de ángulo”[12628] 8y “roca de tropiezo y piedra de escándalo”; para aquellos que tropiezan por no creer a la Palabra, a lo cual en realidad están destinados. 9Pero vosotros sois un “linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo conquistado[12629], para que anunciéis las grandezas de Aquel que de las tinieblas os ha llamado a su admirable luz”; 10a los en un tiempo (llamados) “no pueblo”, ahora (se les llama) pueblo de Dios; a los (llamados) “no más misericordia”, ahora “objeto de la misericordia”[12630].

El buen ejemplo

11Amados míos, os ruego que os abstengáis, cual forasteros y peregrinos, de las concupiscencias carnales que hacen guerra contra el alma[12631]. 12Tened en medio de los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que, mientras os calumnian como malhechores, al ver (ahora) vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de la visita.

Obediencia a las autoridades

13A causa del Señor sed sumisos a toda humana institución, sea al rey como soberano[12632], 14o a los gobernadores, como enviados suyos para castigar a los malhechores y honrar a los que obran bien. 15Pues la voluntad de Dios es que obrando bien hagáis enmudecer a los hombres insensatos que os desconocen, 16(comportándoos) cual libres, no ciertamente como quien toma la libertad por velo de la malicia, sino como siervos de Dios. 17Respetad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.

Servir, a imitación de Cristo

18Siervos, sed sumisos a vuestros amos con todo temor, no solamente a los buenos e indulgentes, sino también a los difíciles. 19Porque en esto está la gracia: en que uno, sufriendo injustamente, soporte penas por consideración a Dios. 20Pues ¿qué gloria es, si por vuestros pecados sois abofeteados y lo soportáis? Pero si padecéis por obrar bien y lo sufrís, esto es gracia delante de Dios. 21Para esto fuisteis llamados. Porque también Cristo padeció por vosotros dejándoos ejemplo para que sigáis sus pasos[12633]. 22“Él, que no hizo pecado, y en cuya boca no se halló engaño”; 23cuando lo ultrajaban no respondía con injurias y cuando padecía no amenazaba, sino que se encomendaba al justo Juez[12634]. 24Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, a fin de que nosotros, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. “Por sus llagas fuisteis sanados” 25; porque erais como ovejas descarriadas; mas ahora os habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas[12635].

1 PEDRO 3
La vida conyugal

1De igual manera, vosotras, mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, para que si algunos no obedecen a la predicación sean ganados sin palabra por la conducta de sus mujeres, 2al observar vuestra vida casta y llena de reverencia[12636]. 3Que vuestro adorno no sea de afuera: el rizarse los cabellos, ornarse de joyas de oro o ataviarse de vestidos, 4sino el (adorno) interior del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu manso y suave, precioso a los ojos de Dios. 5Porque así también se ataviaban antiguamente las santas mujeres que esperaban en Dios, viviendo sumisas a sus maridos; 6como, por ejemplo, Sara era obediente[12637] a Abrahán y le llamaba señor. De ella sois hijas vosotras si obráis el bien sin temer ninguna amenaza. 7Asimismo, vosotros, maridos, vivid en común con vuestras mujeres con toda la discreción, como que son vaso más débil. Tratadlas con honra como a coherederas que son de la gracia de la vida, para que nada estorbe vuestras oraciones[12638].

Exhortaciones generales

8En fin, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amantes de los hermanos, misericordiosos, humildes. 9No devolváis mal por mal ni ultraje por ultraje, sino al contrario bendecid, porque para esto fuisteis llamados a ser herederos de la bendición[12639]. 10“Quien quiere amar la vida y ver días felices, aparte su lengua del mal y sus labios de palabras engañosas[12640]; 11sepárese del mal y obre el bien; busque la paz y vaya en pos de ella; 12porque los ojos del Señor van hacia los justos, y sus oídos están atentos a sus plegarias, pero el rostro del Señor está contra los que obran el mal”. 13¿Y quién habrá que os haga mal si estáis celosamente entregados al bien? 14Aun cuando padeciereis por la justicia, dichosos de vosotros. No tengáis de ellos ningún temor, ni os perturbéis[12641]; 15antes bien, santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, y estad siempre prontos a dar respuesta a todo el que os pidiere razón de la esperanza en que vivís[12642]; 16pero con mansedumbre y reserva, teniendo buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados sean confundidos los que difaman vuestra buena conducta en Cristo[12643]. 17Porque mejor es sufrir, si tal es la voluntad de Dios, haciendo el bien que haciendo el mal.

Ejemplo de Cristo

18Pues también Cristo murió una vez por los pecados, el Justo por los injustos, a fin de llevarnos a Dios. Fue muerto en la carne, pero llamado a la vida por el Espíritu[12644], 19en el cual fue también a predicar a los espíritus encarcelados[12645], 20que una vez fueron rebeldes cuando los esperaba la longanimidad de Dios en los días de Noé, mientras se construía el arca, en la cual algunos pocos, a saber, ocho personas, fueron salvados a través del agua; 21cuyo antitipo, el bautismo —que consiste, no en la eliminación de la inmundicia de la carne, sino en la demanda a Dios de una buena conciencia— os salva ahora también a vosotros por la resurrección de Jesucristo[12646], 22el cual subió al cielo y está a la diestra de Dios, hallándose sujetos a Él ángeles, autoridades y poderes[12647].

1 PEDRO 4
El ejemplo de los cristianos

1Por tanto, habiendo Cristo padecido en la carne, armaos también vosotros de la misma disposición, a saber, que el que padeció en la carne ha roto con el pecado[12648], 2para pasar lo que resta que vivir en carne, no ya según las concupiscencias humanas, sino según la voluntad de Dios; 3pues basta ya el tiempo pasado en que habéis cumplido la voluntad de los gentiles, viviendo en lascivia, concupiscencia, embriaguez, comilonas, orgías y nefaria idolatría. 4Ahora se extrañan de que vosotros no corráis con ellos a la misma desenfrenada disolución y se ponen a injuriar; 5pero darán cuenta a Aquel que está pronto para juzgar a vivos y a muertos. 6Pues para eso fue predicado el Evangelio también a los muertos, a fin de que, condenados en la carne, según (es propio de) los hombres, vivan según Dios en el espíritu[12649].

El juicio está cerca

7El fin de todas las cosas está cerca; sed, pues, prudentes y sobrios para poder dedicaros a la oración[12650]. 8Ante todo, conservad asidua la mutua caridad, porque la caridad cubre multitud de pecados[12651]. 9Ejerced la hospitalidad entre vosotros sin murmurar[12652]. 10Sirva cada uno a los demás con el don que haya recibido, como buenos dispensadores de la gracia multiforme de Dios[12653]. 11Si alguno habla, sea conforme a las palabras de Dios; si alguno ejerce un ministerio, sea por la virtud que Dios le dispensa, a fin de que el glorificado en todo sea Dios por Jesucristo, a quien es la gloria y el poder por los siglos de los siglos[12654]. Amén.

Frutos de la persecución

12Carísimos, no os sorprendáis, como si os sucediera cosa extraordinaria, del fuego que arde entre vosotros para prueba vuestra; 13antes bien alegraos, en cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la aparición de su gloria saltéis de gozo[12655]. 14Dichosos de vosotros si sois infamados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de la gloria, que es el espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. 15Ninguno de vosotros padezca, pues, como homicida o ladrón o malhechor, o por entrometerse en cosas extrañas[12656]; 16pero si es por cristiano, no se avergüence; antes bien, glorifique a Dios en este nombre[12657]. 17Porque es ya el tiempo en que comienza el juicio por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al Evangelio de Dios?[12658] 18Y si “el justo apenas se salva, ¿qué será del impío y pecador?”[12659] 19Así, pues, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, confíen sus almas al fiel Creador, practicando el bien[12660].

1 PEDRO 5
Exhortación a los presbíteros

1Exhorto, pues, a los presbíteros que están entre vosotros, yo, (su) copresbítero y testigo de los padecimientos de Cristo, como también, partícipe de la futura gloria que va a ser revelada[12661]: 2Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, velando no como forzados sino de buen grado, según Dios; ni por sórdido interés sino gustosamente[12662]; 3ni menos como quienes quieren ejercer dominio sobre la herencia (de Dios), sino haciéndoos modelo de la grey[12663]. 4Entonces, cuando se manifieste el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria.

Exhortación a todos

5Asimismo vosotros, jóvenes, someteos a los ancianos. Y todos, los unos para con los otros, revestíos de la humildad, porque “Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da gracia”. 6Humillaos por tanto bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce a su tiempo. 7“Descargad sobre Él todas vuestras preocupaciones, porque Él mismo se preocupa de vosotros”[12664]. 8Sed sobrios y estad en vela: vuestro adversario el diablo ronda, como un león rugiente, buscando a quien devorar[12665]. 9Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos sufren vuestros hermanos en el mundo. 10El Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de un breve tiempo de tribulación, Él mismo os hará aptos, firmes, fuertes e inconmovibles. 11A Él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Noticias Personales

12Os escribo esto brevemente por medio de Silvano, a quien creo hermano vuestro fiel, exhortándoos y testificando que la verdadera gracia de Dios es esta, en la cual os mantenéis[12666]. 13Os saluda la (Iglesia) que está en Babilonia, partícipe de vuestra elección, y Marcos, mi hijo[12667]. 14Saludaos unos a otros con el ósculo de caridad. Paz a todos vosotros los que vivís en Cristo[12668].

SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO

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2 PEDRO 1
Salutación apostólica

1Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han alcanzado fe, no menos preciosa que la nuestra, en la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo[12669]: 2la gracia y la paz sean multiplicadas en vosotros por el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor[12670].

La vida ejemplar del cristiano

3Pues, mediante ese conocimiento de Aquel que nos llamó para su gloria y virtud, su divino poder nos ha dado todas las cosas conducentes a la vida y a la piedad, 4por medio de las cuales nos han sido obsequiados los preciosos y grandísimos bienes prometidos, para que merced a ellos llegaseis a ser partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción del mundo que vive en concupiscencias[12671]. 5Por tanto, poned todo vuestro empeño en unir a vuestra fe la rectitud, a la rectitud el conocimiento[12672], 6al conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, 7a la piedad el amor fraternal, y al amor fraternal la caridad. 8Porque si estas cosas están en vosotros y crecen, os impiden estar ociosos y sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9En cambio, quien no las posee está ciego y anda a tientas, olvidado de la purificación de sus antiguos pecados. 10Por lo cual, hermanos, esforzaos más por hacer segura vuestra vocación y elección[12673]; porque haciendo esto no tropezaréis jamás. 11Y de este modo os estará ampliamente abierto el acceso al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 12Por esto me empeñaré siempre en recordaros estas cosas, aunque las conozcáis y estéis firmes en la verdad actual. 13Porque creo de mi deber, mientras estoy en esta tienda de campaña, despertaros con amonestaciones[12674], 14ya que sé que pronto vendrá el despojamiento de mi tienda, como me lo hizo saber el mismo Señor nuestro Jesucristo. 15Procuraré, sin embargo, que, aun después de mi partida, tengáis siempre cómo traeros a la memoria estas cosas[12675].

La Parusía del Señor

16Porque no os hemos dado a conocer el poder y la Parusía de nuestro Señor Jesucristo según fábulas inventadas, sino como testigos oculares que fuimos de su majestad[12676]. 17Pues Él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando de la Gloria majestuosísima le fue enviada aquella voz: “Este es mi Hijo amado en quien Yo me complazco”; 18Y esta voz enviada del cielo la oímos nosotros, estando con Él en el monte santo[12677].

El testimonio de los profetas

19Y tenemos también, más segura aún, la palabra profética, a la cual bien hacéis en ateneros —como a una lámpara que alumbra en un lugar oscuro hasta que amanezca el día y el astro de la mañana se levante en vuestros corazones—[12678] 20entendiendo esto ante todo: que ninguna profecía de la Escritura es obra de propia iniciativa[12679]; 21porque jamás profecía alguna trajo su origen de voluntad de hombre, sino que impulsados por el Espíritu Santo hablaron hombres de parte de Dios.

2 PEDRO 2
Los falsos doctores

1Pero hubo también falsos profetas en el pueblo, así como entre vosotros habrá falsos doctores, que introducirán furtivamente sectarismos perniciosos, y llegando a renegar del Señor que los rescató, atraerán sobre ellos una pronta ruina[12680]. 2Muchos los seguirán en sus disoluciones, y por causa de ellos el camino de la verdad será calumniado. 3Y por avaricia harán tráfico de vosotros, valiéndose de razones inventadas: ellos, cuya condenación ya de antiguo no está ociosa y cuya ruina no se duerme.

Ejemplos de la justicia divina

4Porque si a los ángeles que pecaron no los perdonó Dios, sino que los precipitó en el tártaro, entregándolos a prisiones de tinieblas, reservados para el juicio[12681], 5y si al viejo mundo tampoco perdonó, echando el diluvio sobre el mundo de los impíos y salvando con otros siete a Noé como predicador de la justicia[12682]; 6y si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, tornándolas en cenizas y dejando para los impíos una figura de las cosas futuras[12683], 7mientras que libraba al justo Lot, afligido a causa de la vida lasciva de aquellos malvados — 8pues este justo, que habitaba entre ellos, afligía día por día su alma justa al ver y oír las obras inicuas de ellos— 9bien sabe entonces el Señor librar de la tentación a los piadosos y reserva a los injustos para el día del juicio que los castigará[12684], 10sobre todo a los que en deseos impuros andan en pos de la carne y desprecian el Señorío. Audaces y presuntuosos, no temen blasfemar de las Glorias (caídas)[12685], 11en tanto que los ángeles, siendo mayores en fuerza y poder, no profieren contra ellas juicio injurioso delante del Señor.

Corrupción de los falsos doctores

12Pero ellos, como las bestias irracionales —naturalmente nacidas para ser capturadas y destruidas— blasfemando de lo que no entienden, perecerán también como aquellas, 13recibiendo su paga en el salario de la iniquidad. Buscan la felicidad en la voluptuosidad del momento; sucios e inmundos, se deleitan en sus engaños, mientras banquetean con vosotros[12686]. 14Tienen los ojos llenos de la mujer adúltera y no cesan de pecar; con halagos atraen las almas superficiales; y su corazón está versado en la codicia; son hijos de maldición[12687] 15que, dejando el camino derecho, se han extraviado para seguir el camino de Balaam, hijo de Beor, que amó el salario de la iniquidad[12688], 16mas fue reprendido por su transgresión: un mudo jumento, hablando con palabras humanas, reprimió el extravío del profeta.

Seducción de los falsos doctores

17Estos tales son fuentes sin agua, nubes impelidas por un huracán. A ellos está reservada la lobreguez de las tinieblas. 18Pues profiriendo palabras hinchadas de vanidad, atraen con concupiscencias, explotando los apetitos de la carne a los que apenas se han desligado de los que viven en el error[12689]. 19Les prometen libertad cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues cada cual es esclavo del que lo ha dominado[12690]. 20porque si los que se desligaron de las contaminaciones del mundo desde que conocieron al Señor y Salvador Jesucristo se dejan de nuevo enredar en ellas y son vencidos, su postrer estado ha venido a ser peor que el primero[12691]. 21Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia que renegar, después de conocerlo, el santo mandato que les fue transmitido[12692]. 22En ellos se ha cumplido lo que expresa con verdad el dicho: “Un perro que vuelve a lo que vomitó” y “una puerca lavada que va a revolcarse en el fango”[12693].

2 PEDRO 3
San Pedro insiste sobre la Parusía y la consumación del siglo

1Carísimos, he aquí que os escribo esta segunda carta, y en ambas despierto la rectitud de vuestro espíritu con lo que os recuerdo[12694], 2para que tengáis presentes las palabras predichas por los santos profetas y el mandato que el Señor y Salvador ha transmitido por vuestros apóstoles; 3sabiendo ante todo que en los últimos días vendrán impostores burlones que, mientras viven según sus propias concupiscencias[12695], 4dirán: “¿Dónde está la promesa de su Parusía? Pues desde que los padres se durmieron todo permanece lo mismo que desde el principio de la creación”[12696]. 5Se les escapa, porque así lo quieren[12697], que hubo cielos desde antiguo y tierra sacada del agua y afirmada sobre el agua por la palabra de Dios; 6y que por esto, el mundo de entonces pereció anegado en el agua; 7pero que los cielos de hoy y la tierra están, por esa misma palabra, reservados para el fuego, guardados para el día del juicio y del exterminio de los hombres impíos[12698]. 8A vosotros, empero, carísimos, no se os escape una cosa, a saber, que para el Señor un día es como mil años y mil años son como un día[12699]. 9No es moroso el Señor en la promesa, antes bien —lo que algunos pretenden ser tardanza— tiene Él paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen al arrepentimiento[12700]. 10Pero el día del Señor vendrá como ladrón, y entonces pasarán los cielos con gran estruendo, y los elementos se disolverán para ser quemados, y la tierra y las obras que hay en ella no serán más halladas[12701].

Debemos aguardar el día del Señor

11Si, pues, todo ha de disolverse así ¿cuál no debe ser la santidad de vuestra conducta y piedad[12702] 12para esperar y apresurar la Parusía del día de Dios, por el cual los cielos encendidos se disolverán y los elementos se fundirán para ser quemados? 13Pues esperamos también conforme a su promesa cielos nuevos y tierra nueva en los cuales habite la justicia[12703]. 14Por lo cual, carísimos, ya que esperáis estas cosas, procurad estar sin mancha y sin reproche para que Él os encuentre en paz[12704]. 15Y creed que la longanimidad de nuestro Señor es para salvación, según os lo escribió igualmente nuestro amado hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido concedida[12705]; 16como que él habla de esto mismo en todas sus epístolas, en las cuales hay algunos pasajes difíciles de entender, que los ignorantes y superficiales deforman, como lo hacen, por lo demás, con las otras Escrituras, para su propia ruina[12706]. 17Vosotros, pues, carísimos, que lo sabéis de antemano, estad en guardia, no sea que aquellos impíos os arrastren consigo por sus errores y caigáis del sólido fundamento en que estáis[12707]. 18Antes bien, creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y para el día de la eternidad. Amén.

CARTAS DE SAN JUAN

INTRODUCCIÓN

Las tres Cartas que llevan el nombre de San Juan —una más general, importantísima, y las otras muy breves— han sido escritas por el mismo autor del cuarto Evangelio (véase su nota introductoria). Este es, dice el Oficio de San Juan, aquel discípulo que Jesús amaba (Jn. 21, 7) y al que fueron revelados los secretos del cielo; aquel que se reclinó en la Cena sobre el pecho del Señor (Jn. 21, 20) y que allí bebió, en la fuente del sagrado Pecho, raudales de sabiduría que encerró en su Evangelio.

La primera Epístola carece de encabezamiento, lo que dio lugar a que algunos dudasen de su autenticidad. Mas, a pesar de faltar el nombre del autor, existe una unánime y constante tradición en el sentido de que esta Carta incomparablemente sublime ha de atribuirse, como las dos que le siguen y el Apocalipsis, al Apóstol San Juan, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, y así lo confirmó el Concilio Tridentino al señalar el canon de las Sagradas Escrituras. La falta de título al comienzo y de saludo al final se explicaría, según la opinión común, por su íntima relación con el cuarto Evangelio, al cual sirve de introducción (cf. 1, 3), y también de corolario, pues se ha dicho con razón que si el Evangelio de San Juan nos hace franquear los umbrales de la casa del Padre, esta Epístola íntimamente familiar hace que nos sintamos allí como “hijitos” en la propia casa.

Según lo dicho se calcula que data de fines del primer siglo y se la considera dirigida, como el Apocalipsis, a las iglesias del Asia pro-consular —y no solo a aquellas siete del Apocalipsis (cf. 1, 4 y nota)— de las cuales, aunque no eran fundadas por él se habría hecho cargo el Apóstol después de su destierro en Patmos, donde escribiera su gran visión profética. El motivo de esta Carta fue adoctrinar a los fieles en los secretos de la vida espiritual para prevenirlos principalmente contra el pregnosticismo y los avances de los nicolaítas que contaminaban la viña de Cristo. Y así la ocasión de escribirla fue probablemente la que el mismo autor señala en 2, 18 s., como sucedió también con la de Judas (Judas 3 s.).

Veríamos así a Juan, aunque “Apóstol de la circuncisión” (Ga. 2, 9), instalado en Éfeso y aleccionando —treinta años después del Apóstol de los Gentiles y casi otro tanto después de la destrucción de Jerusalén— no solo a los cristianos de origen israelita sino también a aquellos mismos gentiles a quienes San Pablo había escrito las más altas Epístolas de su cautividad en Roma. Pablo señalaba la posición doctrinal de hijos del Padre. Juan les muestra la íntima vida espiritual como tales.

No se nota en la Epístola división marcada; pero sí como en el Evangelio de San Juan, las grandes ideas directrices: “luz, vida y amor”, presentadas una y otra vez bajo los más nuevos y ricos aspectos, constituyendo sin duda el documento más alto de espiritualidad sobrenatural que ha sido dado a los hombres. Insiste sobre la divinidad de Jesucristo como Hijo del Padre y sobre la realidad de la Redención y de la Parusía, atacada por los herejes. Previene además contra esos “anticristos” e inculca de una manera singular la distinción entre las divinas Personas, la filiación divina del creyente, la vida de fe y confianza fundada en el amor con que Dios nos ama, y la caridad fraterna como inseparable del amor de Dios.

En las otras dos Epístolas San Juan se llama a sí mismo “el anciano” (en griego presbítero), título que se da también San Pedro haciéndolo extensivo a los jefes de las comunidades cristianas (1 Pe. 5, 1) y que se daba sin duda a los apóstoles, según lo hace presumir la declaración de Papías, obispo de Hierápolis, al referir cómo él se había informado de lo que habían dicho “los ancianos Andrés, Pedro, Felipe, Tomás, Juan”. El padre Bonsirven, que trae estos datos, nos dice también que las dudas sobre la autenticidad de estas dos Cartas de San Juan “comenzaron a suscitarse a fines del siglo II cuando diversos autores se pusieron a condenar el milenarismo; descubriendo milenarismo en el Apocalipsis, se resistían a atribuirlo al Apóstol Juan y lo declararon, en consecuencia, obra de ese presbítero Juan de que habla Papías, y así, por contragolpe, el presbítero Juan fue puesto por varios en posesión de las dos pequeñas Epístolas”. Pirot anota asimismo que “para poder negar al Apocalipsis la autenticidad joanea, Dionisio de Alejandría la niega también a nuestras dos pequeñas cartas”. La Epístola segunda va dirigida “a la señora Electa y a sus hijos”, es decir, según lo entienden los citados y otros comentadores modernos, a una comunidad o Iglesia y no a una dama (cf. Jn. 1, 13 y notas), a las cuales, por lo demás, en el lenguaje cristiano no se solía llamarlas señoras (Ef. 5, 22 ss.; cf. Jn. 2, 4; 19, 26).

La tercera Carta es más de carácter personal, pero en ambas nos muestra el santo apóstol, como en la primera, tanto la importancia y valor del amor fraterno —que constituían, según una conocida tradición, el tema permanente de sus exhortaciones hasta su más avanzada ancianidad— cuanto la necesidad de atenerse a las primitivas enseñanzas para defenderse contra todos los que querían ir “más allá” de las Palabras de Jesucristo (2 Jn. 9), ya sea añadiéndoles o quitándoles algo (Ap. 22, 18), ya queriendo obsequiar a Dios de otro modo que como Él había enseñado (cf. Sb. 9, 10; Is. 1, 11 ss.), ya abusando del cargo pastoral en provecho propio como Diótrefes (3 Jn. 9). Pirot hace notar que “el Apocalipsis denunciaba la presencia en Pérgamo de nicolaítas contra los cuales la resistencia era peligrosamente insuficiente (Ap. 2, 14-16)” por lo cual, dado que las Constituciones Apostólicas mencionan a Gayo el destinatario de esta Carta, al frente de dicha iglesia (como a Demetrio en la de Filadelfia), sería procedente suponer que aquella fuese la iglesia confiada a Diótrefes y que este hubiese sido reemplazado poco más tarde por aquel fiel amigo de Juan.

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN

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1 JUAN 1
Prólogo

1Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y lo que han palpado nuestras manos, tocante al Verbo de vida[12708], 2pues la vida se ha manifestado y la hemos visto, y (de ella) damos testimonio, y os anunciamos la vida eterna, la misma que estaba con el Padre, y se dejó ver de nosotros, 3esto que hemos visto y oído es lo que os anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros y nuestra comunión sea con el Padre y con el Hijo suyo Jesucristo[12709]. 4Os escribimos esto para que vuestro gozo sea cumplido[12710].

Nadie está sin pecado

5Este es el mensaje que de Él hemos oído y que os anunciamos: Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna[12711]. 6Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas, mentimos, y no obramos la verdad[12712]. 7Pero si caminamos a la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado[12713]. 8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros[12714]. 9Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados, y limpiarnos de toda iniquidad[12715]. 10Si decimos que no hemos pecado, le declaramos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros[12716].

1 JUAN 2
Tenemos por abogado a Jesucristo

1Hijitos míos, esto os escribo para que no cometáis pecado. Mas si alguno hubiere pecado, abogado tenemos ante el Padre: a Jesucristo el Justo[12717]. 2Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

El que conoce, ama

3Y en esto sabemos si le conocemos: si guardamos sus mandamientos. 4Quien dice que le ha conocido y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él[12718]; 5mas quienquiera guarda su palabra, verdaderamente el amor de Dios es en él perfecto. En esto conocemos que estamos en Él. 6Quien dice que permanece en Él debe andar de la misma manera que Él anduvo[12719]. 7Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo que teníais desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído[12720]. 8Por otra parte lo que os escribo es también un mandamiento nuevo, que se ha verificado en Él mismo y en vosotros; porque las tinieblas van pasando, y ya luce la luz verdadera. 9Quien dice que está en la luz, y odia a su hermano, sigue hasta ahora en tinieblas, 10El que ama a su hermano, permanece en la luz, y no hay en él tropiezo[12721]. 11Pero el que odia a su hermano, está en las tinieblas, y camina en tinieblas, y no sabe adónde va, por cuanto las tinieblas le han cegado los ojos.

El amor del mundo

12Os escribo, hijitos, que vuestros, pecados os han sido perdonados por su nombre[12722]. 13A vosotros, padres, os escribo que habéis conocido a Aquel que es desde el principio. A vosotros, jóvenes, os escribo que habéis vencido al maligno. 14A vosotros, niños, os escribo que habéis conocido al Padre. A vosotros, padres, os escribo que habéis conocido a Aquel que es desde el principio. A vosotros, jóvenes, os escribo que, morando en vosotros la Palabra de Dios, sois fuertes y habéis vencido al Maligno. 15No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él[12723]. 16Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no es del Padre sino del mundo[12724]. 17Y el mundo, con su concupiscencia, pasa[12725], mas el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

El Anticristo

18Hijitos, es hora final y, según habéis oído que viene el Anticristo, así ahora muchos se han hecho anticristos, por donde conocemos que es la última hora[12726]. 19De entre nosotros han salido, mas no eran de los nuestros, pues si de los nuestros fueran, habrían permanecido con nosotros. Pero es para que se vea claro que no todos son de los nuestros. 20Mas vosotros tenéis la unción del Santo y sabéis todo[12727]. 21No os escribo porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y porque de la verdad no procede ninguna mentira[12728]. 22¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo que niega al Padre y al Hijo. 23Quienquiera niega al Hijo tampoco tiene al Padre; quien confiesa al Hijo tiene también al Padre[12729].

Permaneced firmes en la doctrina

24Lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si en vosotros permanece lo que oísteis desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre[12730]. 25Y esta es la promesa que Él nos ha hecho: la vida eterna. 26Esto os escribo respecto de los que quieren extraviaros[12731]. 27En vosotros, empero, permanece la unción que de Él habéis recibido, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe. Mas como su unción os enseña todo, y es verdad y no mentira, permaneced en Él, como ella os ha instruido[12732]. 28Ahora, pues, hijitos, permaneced en Él, para que cuando se manifestare tengamos confianza y no seamos avergonzados delante de Él en su Parusía. 29Si sabéis que Él es justo, reconoced también que de Él ha nacido todo aquel que obra justicia.

1 JUAN 3
Somos hijos de Dios

1Mirad qué amor nos ha mostrado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Y lo somos; por eso el mundo no nos conoce a nosotros, porque a Él no lo conoció[12733]. 2Carísimos, ya somos hijos de Dios aunque todavía no se ha manifestado lo que seremos. Mas sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como es[12734]. 3Entretanto quienquiera tiene en Él esta esperanza se hace puro, así como Él es puro[12735]. 4Quienquiera obra el pecado obra también la iniquidad, pues el pecado es la iniquidad[12736]. 5Y sabéis que Él se manifestó para quitar los pecados, y que en Él no hay pecado. 6Quien permanece en Él no peca; quien peca no le ha visto ni conocido[12737]. 7Hijitos, que nadie os engañe; el que obra la justicia es justo según es justo Él[12738]. 8Quien comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto se manifestó el Hijo de Dios: para destruir las obras del diablo[12739]. 9Todo el que ha nacido de Dios no peca, porque en él permanece la simiente de Aquel y no es capaz de pecar por cuanto es nacido de Dios[12740]. 10En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: cualquiera que no obra justicia no es de Dios, y tampoco aquel que no ama a su hermano[12741].

El amor fraternal

11Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros[12742]. 12No como Caín, que siendo del Maligno mató a su hermano. Y ¿por qué le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas[12743]. 13No os extrañéis, hermanos, de que el mundo os odie. 14Nosotros conocemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama se queda en la muerte[12744]. 15Todo el que odia a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene permanente en sí vida eterna[12745]. 16En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; así nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos[12746]. 17Quien tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano padecer necesidad y le cierra sus entrañas ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él?[12747] 18Hijitos, no amemos de palabra, y con la lengua, sino de obra y en verdad[12748]. 19En esto conoceremos que somos de la verdad, y podremos tener seguridad en nuestro corazón delante de Él, 20cualquiera sea el reproche que nos haga nuestro corazón, porque Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo[12749]. 21Y si el corazón no nos reprocha, carísimos, tenemos plena seguridad delante de Dios[12750]; 22y cuanto pedimos lo recibimos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que es agradable en su presencia. 23Y su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros, como Él nos mandó. 24Quien guarda sus mandamientos habita en Dios y Dios en él; y en esto conocemos que Él mora en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado[12751].

1 JUAN 4
Examinad los espíritus

1Carísimos, no creáis a todo espíritu, sino poned a prueba los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo[12752]. 2Conoced el Espíritu de Dios en esto: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, sino que es el espíritu del Anticristo. Habéis oído que viene ese espíritu, y ahora está ya en el mundo[12753]. 4Vosotros, hijitos, sois de Dios, y los habéis vencido, porque el que está en vosotros es mayor que el que está en el mundo. 5Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha[12754]. 6Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha a nosotros; el que no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error[12755].

Amor por amor

7Carísimos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios[12756]. 8El que no ama, no ha aprendido a conocer a Dios, porque Dios es amor[12757]. 9Y el amor de Dios se ha manifestado en nosotros en que Dios envió al mundo su Hijo Unigénito, para que nosotros vivamos por Él[12758]. 10En esto está el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió su Hijo como propiciación por nuestros pecados[12759]. 11Amados, si de tal manera nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos mutuamente[12760]. 12A Dios nadie lo ha visto jamás; mas si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor llega en nosotros a la perfección[12761]. 13En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. 14Y nosotros vimos y testificamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. 15Quienquiera confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16En cuanto a nosotros, hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor; y el que permanece en el amor, en Dios permanece y Dios permanece en él[12762]. 17En esto es perfecto el amor en nosotros —de modo que tengamos confianza segura en el día del juicio— porque tal como es Él somos también nosotros en este mundo[12763]. 18En el amor no hay temor; al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor, pues el temor supone castigo. El que teme no es perfecto en el amor[12764]. 19Nosotros amamos porque Él nos amó primero[12765].

El amor al prójimo como fruto del amor a Dios.

20Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien nunca ha visto. 21Y este es el mandamiento que tenemos de Él: que quien ama a Dios ame también a su hermano.

1 JUAN 5
La fe en Cristo vence al mundo

1Quienquiera cree que Jesús es el Cristo, es engendrado de Dios. Y todo el que ama al (Padre) que engendró, ama también al engendrado por Él[12766]. 2En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos[12767]. 3Porque este es el amor de Dios: que, guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son pesados; 4porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo; nuestra fe[12768]. 5¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 6El mismo es el que vino a través de agua y de sangre: Jesucristo; no en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es el que da testimonio, por cuanto el Espíritu es la verdad[12769]. 7Porque tres son los que dan testimonio [en el cielo; el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno[12770]. 8Y tres son los que dan testimonio en la tierra]: el Espíritu, y el agua, y la sangre; y los tres concuerdan. 9Si aceptamos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios, porque testimonio de Dios es este: que Él mismo testificó acerca de su Hijo[12771]. 10Quien cree en el Hijo de Dios, tiene en sí el testimonio de Dios; quien no cree a Dios, le declara mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. 11Y el testimonio es este: Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. 12El que tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida[12772].

Confianza en el Padre

13Escribo esto a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. 14Y esta es la confianza que tenemos con Él: que Él nos escucha si pedimos algo conforme a su voluntad[12773]; 15y si sabemos que nos escucha en cualquier cosa que le pidamos, sabemos también que ya obtuvimos todo lo que le hemos pedido.

Exhortaciones finales

16Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no es para muerte, ruegue, y así dará vida a los que no pecan para muerte. Hay un pecado para muerte; por él no digo que ruegue[12774]. 17Toda injusticia es pecado; pero hay pecado que no es para muerte. 18Sabemos que todo el que es engendrado de Dios no peca; sino que Aquel que fue engendrado de Dios le guarda, y sobre él nada puede el Maligno. 19Pues sabemos que nosotros somos de Dios, en tanto que el mundo entero está bajo el Maligno[12775]. 20Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al (Dios) verdadero; y estamos en el verdadero, (estando) en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna[12776]. 21Hijitos, guardaos de los ídolos[12777].

SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN

# · 1
Exhortación a perseverar en la fe y en la caridad

1El Presbítero a la señora Electa y a sus hijos, a quienes amo yo en verdad, y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad[12778], 2por amor de la verdad que permanece en nosotros y que con nosotros estará para siempre[12779]: 3gracia, misericordia y paz, de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, sea con vosotros en verdad y amor. 4Mucho me he gozado al encontrar a hijos tuyos que andan en la verdad, conforme al mandamiento que hemos recibido del Padre[12780]. 5Y ahora ruégote, señora, no como escribiéndote un mandamiento nuevo, sino aquel que hemos tenido desde el principio —que nos amemos unos a otros[12781]. 6El amor consiste en que caminemos según sus mandamientos. Y este es el mandamiento, como lo habéis oído desde el principio; que caminéis en el amor[12782].

Contra los falsos doctores

7Porque han salido al mundo muchos impostores, que no confiesan que Jesucristo viene en carne. En esto se conoce al seductor y al Anticristo[12783]. 8Mirad por vosotros mismos, a fin de que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis colmado galardón[12784]. 9Todo el que va más adelante y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ese tiene al Padre, y también al Hijo[12785]. 10Si viene alguno a vosotros, y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, ni le saludéis[12786]. 11Porque quien le saluda participa en sus malas obras. 12Muchas cosas tendría que escribiros, mas no quiero hacerlo por medio de papel y tinta, porque espero ir a vosotros, y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido[12787]. 13Te saludan los hijos de tu hermana Electa[12788].

TERCERA CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN

# · 1
El apóstol alaba la caridad de Gayo

1El Presbítero al amado Gayo, a quien amo yo en verdad[12789]. 2Carísimo, ruego que en todo prosperes y tengas, salud, así como prospera tu alma. 3Me alegré grandemente cuando vinieron los hermanos y testimoniaron de ti la verdad, según andas en la verdad[12790]. 4No hay para mí gozo mayor que el oír que mis hijos andan en la verdad[12791]. 5Haces obra de fe en todo cuanto trabajas a favor de los hermanos y los forasteros[12792], 6los cuales en presencia de la Iglesia dieron testimonio de tu caridad. Bien harás en proveerlos para el viaje como conviene según Dios. 7Pues por amor de su Nombre emprendieron el viaje, sin tomar nada de los gentiles[12793]. 8Por tanto, debemos nosotros acoger a los tales para cooperar a la verdad.

Indigna conducta de Diótrefes

9Escribí algo a la Iglesia; pero el que gusta primar entre ellos, Diótrefes, no nos admite a nosotros[12794]. 10Por lo cual, si voy allá le traeré a memoria las obras que hace difundiendo palabras maliciosas contra nosotros; y no contento con esto, ni él recibe a los hermanos ni se lo permite a los que quieren hacerlo y los expulsa de la Iglesia[12795]. 11No imites, carísimo, lo malo, sino lo bueno. El que obra el bien es de Dios; el que obra el mal no ha visto a Dios[12796]. 12Todos, y aun la misma verdad, dan testimonio en favor de Demetrio; nosotros también le damos testimonio; y tú sabes que nuestro testimonio es verídico[12797]. 13Muchas cosas tendría que escribirte, mas no quiero escribírtelas con tinta y pluma; 14pues espero verte en breve y entonces hablaremos cara a cara. La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos uno a uno[12798].

CARTA DEL APÓSTOL SAN JUDAS

# · 1
Saludo y advertencia contra los falsos doctores

1Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los llamados que han sido amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo[12799]: 2misericordia y paz y amor os sean dados en abundancia. 3Carísimos, teniendo gran preocupación por escribiros acerca de nuestra común salud, me he visto en la necesidad de dirigiros esta carta para exhortaros a que luchéis por la fe, que ha sido transmitida a los santos una vez por todas[12800]. 4Porque se han infiltrado algunos hombres —los de antiguo prescritos para este juicio— impíos que tornan en lascivia la gracia de nuestro Dios y reniegan del único Soberano y Señor nuestro Jesucristo[12801].

Antiguos y ejemplares castigos de Dios

5Quiero recordaros, a vosotros que habéis aprendido ya una vez todas estas cosas, que Jesús[12802], habiendo rescatado de la tierra de Egipto al pueblo, hizo después perecer a los que no creyeron. 6También a los ángeles que no guardaron su principado, sino que abandonaron la propia morada, los tiene guardados bajo tinieblas en cadenas perdurables para el juicio del gran día[12803]. 7Así mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades comarcanas, que de igual modo que estos se habían entregado a la fornicación, yéndose tras carne extraña, yacen para escarmiento sufriendo el castigo de un fuego eterno[12804]. 8Sin embargo estos también en sus delirios mancillan igualmente la carne, desacatan el Señorío y blasfeman de las Glorias[12805]; 9en tanto que el mismo arcángel, Miguel, cuando en litigio con el diablo le disputaba el cuerpo de Moisés, no se atrevió a lanzar contra él sentencia de maldición, sino que dijo solamente: “¡Reprímate el Señor!”[12806] 10Pero estos ora blasfeman de todo lo que no entienden, ora se corrompen con lo que solo naturalmente conocen al modo de las bestias irracionales[12807]. 11¡Ay de ellos! Porque han entrado en el camino de Caín y por salario se entregaron al error de Balaam y encontraron su ruina en la revuelta de Coré[12808]. 12Ellos son las manchas en vuestros ágapes, cuando se juntan para banquetear sin pudor, apacentándose a sí mismos; nubes sin agua, arrastradas al capricho de los vientos; árboles otoñales sin fruto, dos veces muertos, desarraigados[12809]; 13olas furiosas del mar, que arrojan la espuma de sus propias ignominias; astros errantes, a los cuales está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre. 14De ellos profetizó ya Enoc, el séptimo desde Adán, diciendo: “He aquí que ha venido el Señor con las miríadas de sus santos[12810], 15a hacer juicio contra todos y redargüir a todos los impíos de todas las obras inicuas que consintió su impiedad y de todo lo duro que ellos, impíos pecadores, profirieron contra Él”. 16Estos son murmuradores querellosos que se conducen según sus concupiscencias mientras su boca habla con altanería y, por interés, admiran a las personas.

Consejos y exhortaciones

17Vosotros, empero, carísimos, acordaos de lo que os ha sido preanunciado por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo[12811], 18que os decían: “En el último tiempo vendrán impostores que se conducirán según sus impías pasiones. 19Estos son los que disocian, hombres naturales, que no tienen el Espíritu[12812]. 20Vosotros, empero, carísimos, edificándoos sobre el fundamento de la santísima fe vuestra, orando en el Espíritu Santo[12813], 21permaneced en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna[12814]. 22Y a unos desaprobadlos, como ya juzgados[12815]; 23a otros salvadlos arrebatándolos del fuego; a otros compadecedlos, mas con temor, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su carne.

Conclusión

24A Aquel que es poderoso para guardaros seguros y poneros frente a frente de su Gloria, inmaculados en exultación[12816], 25al solo Dios, Salvador nuestro, por Jesucristo nuestro Señor, sea gloria y majestad, imperio y potestad antes de todos los tiempos y ahora y para siempre jamás. Amén.

EL APOCALIPSIS DEL APÓSTOL SAN JUAN

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INTRODUCCIÓN

Apocalipsis, esto es, Revelación de Jesucristo, se llama este misterioso Libro, porque en él domina la idea de la segunda Venida de Cristo (cf. 1, 1 y 7; 1 Pe. 1, 7 y 13). Es el último de toda la Biblia y su lectura es objeto de una bienaventuranza especial y de ahí la gran veneración en que lo tuvo la Iglesia (cf. 1, 3 y nota), no menos que las tremendas conminaciones que él mismo fulmina contra quien se atreva a deformar la sagrada profecía agregando o quitando a sus propias palabras (cf. 22, 18).

Su autor es Juan, siervo de Dios (1, 2) y desterrado por causa del Evangelio a la isla de Patmos (1, 9). No existe hoy duda alguna de que este Juan es el mismo que nos dejó también el Cuarto Evangelio y las tres Cartas que en el Canon llevan su nombre. “La antigua tradición cristiana (Papías, Justino, Ireneo, Teófilo, Cipriano, Tertuliano, Hipólito, Clemente Alejandrino, Orígenes, etc.) reconoce por autor del Apocalipsis al Apóstol San Juan” (Schuster-Holzammer).

Vigouroux, al refutar a la crítica racionalista, hace notar cómo este reconocimiento del Apocalipsis como obra del discípulo amado fue unánime hasta la mitad del siglo III, y solo entonces “empezó a hacerse sospechoso” el divino Libro a causa de los escritos de su primer opositor Dionisio de Alejandría, que dedicó todo el capítulo 25 de su obra contra Nepos a sostener su opinión de que el Apocalipsis no era de S. Juan “alegando las diferencias de estilo que señalaba con su sutileza de alejandrino entre los Evangelios y Epístolas por una parte y el Apocalipsis por la otra”. Por entonces “la opinión de Dionisio era tan contraria a la creencia general que no pudo tomar pie ni aun en la Iglesia de Alejandría, y S. Atanasio, en 367, señala la necesidad de incluir entre los Libros santos al Apocalipsis, añadiendo que “allí están las fuentes de la salvación”. Pero la influencia de aquella opinión, apoyada y difundida por el historiador Eusebio, fue grande en lo sucesivo y a ella se debe el que autores de la importancia de Teodoreto, S. Cirilo de Jerusalén y S. Juan Crisóstomo en todas sus obras no hayan tomado en cuenta ni una sola vez el Apocalipsis (véase en la nota a 1, 3 la queja del 4º Concilio de Toledo). La debilidad de esa posición de Dionisio Alejandrino la señala el mismo autor citado mostrando no solo la “flaca” obra exegética de aquel, que cayó en el alegorismo de Orígenes después de haberlo combatido, sino también que, cuando el cisma de Novaciano abusó de la Epístola a los Hebreos, los obispos de África adoptaron igualmente como solución el rechazar la autenticidad de todo ese Libro y Dionisio estaba entre ellos (cf. Introducción a las Epístolas de S. Juan). “S. Epifanio, dice el P. Durand, había de llamarlos sarcásticamente (a esos impugnadores) los Alogos, para expresar, en una sola palabra, que rechazaban el Logos (razón divina) ellos que estaban privados de razón humana (a-logos)”. Añade el mismo autor que el santo les reprochó también haber atribuido el cuarto Evangelio al hereje Cerinto (como habían hecho con el Apocalipsis), y que más tarde su maniobra fue repetida por el presbítero romano Cayo, “pero el ataque fue pronto rechazado con ventaja por otro presbítero romano mucho más competente, el célebre S. Hipólito mártir”.

S. Juan escribió el Apocalipsis en Patmos, una de las islas del mar Egeo que forman parte del Dodecaneso, durante el destierro que sufrió bajo el emperador Domiciano, probablemente hacia el año 96. Las destinatarias fueron “las siete Iglesias de Asia” (Menor), cuyos nombres se mencionan en 1, 11 (cf. nota) y cuya existencia, dice Gelin, podría explicarse por la irradiación de los judíos cristianos de Pentecostés (Hch. 2, 9), así como Pablo halló en Éfeso algunos discípulos del Bautista (Hch. 19, 2).

El objeto de este Libro, el único profético del Nuevo Testamento, es consolar a los cristianos en las continuas persecuciones que los amenazaban, despertar en ellos “la bienaventurada esperanza” (Tt. 2, 13) y a la vez preservarlos de las doctrinas falsas de varios herejes que se habían introducido en el rebaño de Cristo. En segundo lugar el Apocalipsis tiende a presentar un cuadro de las espantosas catástrofes y luchas que han de conmover al mundo antes del triunfo de Cristo en su Parusía y la derrota definitiva de sus enemigos, que el Padre le pondrá por escabel de sus pies (Hb. 10, 13). Ello no impide que, como en los vaticinios del Antiguo Testamento y aun en los de Jesús (cf. p. ej. Mt. 24 y paralelos), el profeta pueda haber pensado también en acontecimientos contemporáneos suyos y los tome como figuras de lo que ha de venir, si bien nos parece inaceptable la tendencia a ver en estos anuncios, cuya inspiración sobrenatural y alcance profético reconoce la Iglesia, una simple expresión de los anhelos de una lejana época histórica o un eco del odio contra el imperio romano que pudiera haber expresado la literatura apocalíptica judía posterior a la caída de Jerusalén. A este respecto la reciente Biblia de Pirot, en su introducción al Apocalipsis, nos previene acertadamente que “autores católicos lo han presentado como la obra de un genio contrariado... a quien circunstancias exteriores han obligado a librar a la publicidad por decirlo así su borrador” y que en Patmos faltaba a Juan “un secretario cuyo cálamo hubiese corregido las principales incorrecciones que salían de la boca del maestro que dictaba”. ¿No es esto poner aún más a prueba la fe de los creyentes sinceros ante visiones de suyo oscuras y misteriosas por voluntad de Dios y que han sido además objeto de interpretaciones tan diversas, históricas y escatológicas, literales y alegóricas pero cuya lectura es una bienaventuranza (1, 3) y cuyo sentido, no cerrado en lo principal (10, 3 y nota), se aclarará del todo cuando lo quiera el Dios que revela a los pequeños lo que oculta a los sabios? (Lc. 10, 21). Para el alma “cuya fe es también esperanza” (1 Pe. 1, 21), tales dificultades, lejos de ser un motivo de desaliento en el estudio de las profecías bíblicas, muestran al contrario que, como dice Pío XII, deben redoblarse tanto más los esfuerzos cuanto más intrincadas aparezcan las cuestiones y especialmente en tiempos como los actuales, que los Sumos Pontífices han comparado tantas veces con los anuncios apocalípticos (cf. 3, 15 s. y nota) y en que las almas, necesitadas más que nunca de la Palabra de Dios (cf. Am. 8, 11 y nota), sienten el ansia del misterio y buscan como por instinto refugiarse en los consuelos espirituales de las profecías divinas (cf. Si. 39, 1 y nota), a falta de las cuales están expuestas a caer en las fáciles seducciones del espiritismo, de las sectas, la teosofía y toda clase de magia y ocultismo diabólico. “Si no le creemos a Dios, dice S. Ambrosio, ¿a quién le creemos?”

Tres son los sistemas principales para interpretar el Apocalipsis. El primero lo toma como historia contemporánea del autor, expuesta con colores apocalípticos. Esta interpretación quitaría a los anuncios de S. Juan toda su trascendencia profética y en consecuencia su valor espiritual para el creyente. La segunda teoría, llamada de recapitulación, busca en el libro de S. Juan las diversas fases de la historia eclesiástica, pasadas y futuras, o por lo menos de la historia primera de la Iglesia hasta los siglos IV y V, sin excluir el final de los tiempos. La tercera interpretación ve en el Apocalipsis exclusivamente un libro profético escatológico, como lo hicieron sus primeros comentadores e intérpretes, es decir S. Ireneo, S. Hipólito, S. Victorino, S. Gregorio Magno y, entre los posteriores modernos, Ribera, Cornelio a Lápide, Fillion, etc. Este concepto, que no excluye, como antes dijimos, la posibilidad de las alusiones y referencias a los acontecimientos históricos de los primeros tiempos de la Iglesia, se ha impuesto hoy sobre los demás, como que, al decir de Sickenberger, la profecía que Jesús revela a S. Juan “es una explanación de los conceptos principales del discurso escatológico de Jesús, llamado el pequeño Apocalipsis”.

Debemos además tener presente que este sagrado vaticinio significa también una exhortación a estar firmes en la fe y gozosos en la esperanza, aspirando a los misterios de la felicidad prometida para las Bodas del Cordero. Sobre ellos dice S. Jerónimo: “el Apocalipsis de S. Juan contiene tantos misterios como palabras; y digo poco con esto, pues ningún elogio puede alcanzar el valor de este Libro, donde cada palabra de por sí abarca muchos sentidos”. En cuanto a la importancia del estudio de tan alta y definitiva profecía, nos convence ella misma al decirnos, tanto en su prólogo como en su epílogo, que hemos de conservar las cosas escritas en ella porque “el momento está cerca (1, 3; 22, 7). Cf. 1 Ts. 5, 20; Hb. 10, 37 y notas. “No sea que volviendo de improviso os halle dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!” (Mc. 13, 36-37). A “esta vela que espera y a esta esperanza que vela” se ha atribuido la riqueza de la vida sobrenatural de la primitiva cristiandad (cf. St. 5, 8 y nota).

En los 404 versículos del Apocalipsis se encuentran 518 citas del Antiguo Testamento, de las cuales 88 tomadas de Daniel. Ello muestra sobradamente que en la misma Biblia es donde han de buscarse luces para la interpretación de esta divina profecía, y no es fácil entender cómo en visiones que S. Juan recibió transportado al cielo (4, 1 s.) pueda suponerse que nos haya ya dejado, en los 24 ancianos, “una transposición angélica de las 24 divinidades babilónicas de las constelaciones que presidían a las épocas del año”, ni cómo, en las langostas de la 5ª trompeta, podría estar presente “la imaginería de los centauros” etc. Confesamos que, estimando sin restricciones la labor científica y crítica en todo cuanto pueda allegar elementos de interpretación al servicio de la Palabra divina, no entendemos cómo la respetuosa veneración que se le debe pueda ser compatible con los juicios que atribuyen al autor incoherencias, exageraciones, artificios y fallas de estilo y de método, como si la inspiración no le hubiese asistido también en la redacción, si es verdad que, como lo declara el Concilio Vaticano, confirmando el de Trento, la Biblia toda debe atribuirse a Dios como primer autor.

PRÓLOGO
APOCALIPSIS 1
Título y bendición

1Revelación de Jesucristo, que Dios, para manifestar a sus siervos las cosas que pronto deben suceder, anunció y explicó, por medio de su ángel, a su siervo Juan[12817]; 2el cual testifica la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, todo lo cual ha visto. 3Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca[12818].

Los destinatarios

4Juan a las siete Iglesias que están en Asia: gracia a vosotros y paz de Aquel que es, y que era, y que viene; y de los siete Espíritus que están delante de su trono[12819]; 5y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el Soberano de los reyes de la tierra. A Aquel que nos ama, y que nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre[12820], 6e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo; a Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos[12821]. Amén. 7Ved, viene con las nubes, y le verán todos los ojos, y aun los que le traspasaron; y harán luto por Él todas las tribus de la tierra. Sí, así sea[12822]. 8“Yo soy el Alfa y la Omega”[12823], dice el Señor Dios, el que es, y que era, y que viene, el Todopoderoso.

Vocación del apóstol

9Yo Juan, hermano vuestro y copartícipe en la tribulación y el reino y la paciencia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús[12824]. 10Me hallé en espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una voz fuerte como de trompeta[12825], 11que decía: “Lo que vas a ver escríbelo en un libro, y envíalo a las siete Iglesias: A Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea”[12826].

Visión preparatoria

12Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y vuelto, vi siete candelabros de oro[12827], 13y en medio de los candelabros, alguien como Hijo de hombre, vestido de ropaje talar, y ceñido el pecho con un ceñidor de oro[12828]. 14Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego[12829]; 15sus pies semejantes a bronce bruñido al rojo vivo como en una fragua; y su voz como voz de muchas aguas. 16Tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos[12830]; y su aspecto era como el sol cuando brilla en toda su fuerza. 17Cuando le vi, caí a sus pies como muerto; pero Él puso su diestra sobre mí y dijo: “No temas; Yo soy el primero y el último[12831], 18y el viviente; estuve muerto, y ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo[12832]. 19Escribe, pues lo que hayas visto; lo que es, y lo que debe suceder después de esto[12833]. 20En cuanto al misterio de las siete estrellas, que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles[12834] de las siete Iglesias, y los siete candelabros son siete Iglesias”.

LAS SIETE CARTAS
APOCALIPSIS 2
Carta a la iglesia de Éfeso

1Al ángel de la Iglesia de Éfeso escríbele: “Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candelabros de oro[12835]: 2Conozco tus obras, tus trabajos y tu paciencia, y que no puedes sufrir a los malos, y que has probado a los que se dicen apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos[12836]. 3Y tienes paciencia, y padeciste por mi nombre, y no has desfallecido. 4Pero tengo contra ti que has dejado tu amor del principio. 5Recuerda, pues, de donde has caído, y arrepiéntete, y vuelve a las primeras obras; si no, vengo a ti, y quitaré tu candelabro de su lugar[12837], a menos que te arrepientas. 6Esto empero tienes: que aborreces las obras de los Nicolaítas, que yo también aborrezco[12838]. 7Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios”[12839].

A la iglesia de Esmirna

8Al ángel de la Iglesia de Esmirna escríbele: “Estas cosas dice el primero y el último, el que estuvo muerto y volvió a la vida: 9Conozco tu tribulación y tu pobreza —pero tú eres rico— y la maledicencia de parte de los que se llaman judíos y no son más que la sinagoga de Satanás. 10No temas lo que vas a padecer. He aquí que el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel; es para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida[12840]. 11Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: El vencedor no será alcanzado por la segunda muerte”[12841].

A la iglesia de Pérgamo

12Al ángel de la Iglesia de Pérgamo[12842] escríbele: “El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13Yo sé dónde moras: allí donde está el trono de Satanás[12843]: y con todo retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas, el testigo mío fiel, fue muerto entre vosotros donde habita Satanás. 14Pero tengo contra ti algunas pocas cosas, por cuanto tienes allí a quienes han abrazado la doctrina de Balaam, el que enseñaba a Balac a dar escándalo a los hijos de Israel, para que comiesen de los sacrificios de los ídolos y cometiesen fornicación[12844]. 15Así tienes también a quienes de manera semejante retienen la doctrina de los Nicolaítas. 16Arrepiéntete, pues; que si no, vengo a ti presto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca[12845]. 17Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: Al vencedor le daré del maná oculto; y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo que nadie sabe sino aquel que la recibe”[12846].

A la iglesia de Tiatira

18Al ángel de la Iglesia de Tiatira escríbele: “Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llamas de fuego, y cuyos pies son semejantes a bronce bruñido: 19Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu beneficencia y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel, que dice ser profetisa y que enseña a mis siervos y los seduce para que cometan fornicación y coman lo sacrificado a los ídolos[12847]. 21Le he dado tiempo para que se arrepienta, mas no quiere arrepentirse de su fornicación. 22He aquí que a ella la arrojo en cama, y a los que adulteren[12848] con ella, (los arrojo) en grande tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. 23Castigaré a sus hijos con la muerte, y conocerán todas las Iglesias que Yo soy el que escudriño entrañas y corazones; y retribuiré a cada uno de vosotros conforme a vuestras obras. 24A vosotros, los demás que estáis en Tiatira, que no seguís esa doctrina y que no habéis conocido las profundidades, como dicen ellos, de Satanás: no echaré sobre vosotros otra carga[12849]. 25Solamente, guardad bien lo que tenéis, hasta que Yo venga. 26Y al que venciere y guardare hasta el fin mis obras, le daré poder sobre las naciones[12850], 27—y las regirá con vara de hierro, y serán desmenuzados como vasos de alfarero— 28como Yo lo recibí de mi Padre; y le daré la estrella matutina[12851]. 29Quien tiene oído, escuche, lo que el Espíritu dice a las Iglesias[12852]”.

APOCALIPSIS 3
A la iglesia de Sardes

1Al ángel de la Iglesia de Sardes escríbele: “Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras: se te tiene por viviente, pero estás, muerto. 2Ponte alerta y consolida lo restante, que está a punto de morir; porque no he hallado tus obras cumplidas delante de mi Dios. 3Recuerda, pues, tal como recibiste y oíste; y guárdalo y arrepiéntete. Si no velas vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora llegaré sobre ti[12853]. 4Con todo, tienes en Sardes algunos pocos nombres que no han manchado sus vestidos; y han de andar conmigo vestidos de blanco, porque son dignos[12854]. 5El vencedor será, vestido así, de vestidura blanca, y no borraré su nombre del libro de la vida; y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles[12855]. 6Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

A la iglesia de Filadelfia

7Al ángel de la Iglesia de Filadelfia escríbele: “Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cerrará, que cierra y nadie abre[12856]: 8Conozco tus obras. He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque no obstante tu debilidad, has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre[12857]. 9He aquí que Yo te entrego algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí que Yo los haré venir y postrarse a tus pies, y reconocerán que Yo te he amado[12858]. 10Por cuanto has guardado la palabra de la paciencia mía, Yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para probar a los que habitan sobre la tierra[12859]. 11Pronto vengo; guarda firmemente lo que tienes para que nadie te arrebate la corona[12860]. 12Del vencedor haré una columna en el templo de mi Dios, del cual no saldrá más; y sobre él escribiré el nombre de Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo viniendo de mi Dios, y el nombre mío nuevo[12861]. 13Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

A la iglesia de Laodicea

14Al ángel, de la Iglesia de Laodicea escríbele: 15Esto dice el Amén[12862], el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios: “Conozco tus obras: no eres ni frío ni hirviente. ¡Ojalá fueras frío o hirviente![12863] 16Así, porque eres tibio, y ni hirviente ni frío, voy a vomitarte de mi boca. 17Pues tú dices: “Yo soy rico, yo me he enriquecido, de nada tengo necesidad”, y no sabes que tú eres desdichado y miserable y mendigo y ciego y desnudo[12864]. 18Te aconsejo que para enriquecerte compres de Mí oro acrisolado al fuego y vestidos blancos para que te cubras y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos a fin de que veas[12865]. 19Yo reprendo y castigo a todos los que amo. Ten, pues, ardor y conviértete[12866]. 20Mira que estoy a la puerta y golpeo. Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo[12867]. 21Al vencedor le haré sentarse conmigo en mi trono, así como Yo vencí y me senté con mi Padre en su trono[12868]. 22Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias”.

LOS SIETE SELLOS
APOCALIPSIS 4
El trono de Dios

1Después de esto tuve una visión y he aquí una puerta abierta en el cielo, y aquella primera voz como de trompeta que yo había oído hablar conmigo dijo: “Sube aquí y te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”[12869]. 2Al instante me hallé (allí) en espíritu y he aquí un trono puesto en el cielo y Uno sentado en el trono[12870]. 3Y Aquel que estaba sentado era a la vista como la piedra de jaspe y el sardónico; y alrededor del trono había un arco iris con aspecto de esmeralda[12871]. 4Y en torno del trono, veinticuatro tronos; y en los tronos veinticuatro ancianos sentados, vestidos de vestiduras blancas y llevando sobre sus cabezas coronas de oro[12872]. 5Y del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono había siete lámparas de fuego encendidas, que son los siete espíritus de Dios[12873]; 6y delante del trono algo semejante a un mar de vidrio, como cristal; y en medio ante el trono, y alrededor del trono, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. 7El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente semejante a un becerro, el tercer viviente con cara como de hombre, y el cuarto viviente semejante a un águila que vuela. 8Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, están llenos de ojos alrededor y por dentro, y claman día y noche sin cesar, diciendo: “Santo, santo, santo el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, y que es, y que viene”[12874]. 9Y cada vez que los vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos[12875], 10los veinticuatro ancianos se prosternan ante Aquel que está sentado sobre el trono y adoran, al que vive por los siglos de los siglos; y deponen sus coronas ante el trono, diciendo: 11“Digno eres Tú, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad tuvieron ser y fueron creadas”.

APOCALIPSIS 5
El libro de los siete sellos

1Y vi en la diestra de Aquel que estaba sentado sobre el trono un libro, escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos[12876]. 2Y vi a un ángel poderoso que, a gran voz, pregonaba: “¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?” 3Y nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun fijar los ojos en él. 4Y yo lloraba mucho porque nadie era hallado digno de abrir el libro, ni de fijar en él los ojos. 5Entonces me dijo uno de los ancianos: “No llores. Mira: el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha triunfado, de suerte que abra el libro y sus siete sellos”[12877]. 6Y vi que en medio delante del trono y de los cuatro vivientes y de los ancianos estaba de pie un Cordero como degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios en misión por toda la tierra[12878]. 7El cual vino y tomó (el libro) de la diestra de Aquel que estaba sentado en el trono[12879].

Adoración del Cordero

8Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, teniendo cada cual una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. 9Y cantaban un cántico nuevo[12880], diciendo: “Tú eres digno de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque Tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios (hombres) de toda tribu y lengua y pueblo y nación; 10y los has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes[12881], y reinarán sobre la tierra” 11Y miré y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos; y era el número de ellos miradas de miríadas, y millares de millares[12882]; 12los cuales decían a gran voz: “Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir poder, riqueza, sabiduría, fuerza, honor, gloria y alabanza”[12883]. 13Y a todas las criatura que hay en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos oí que decían: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los siglos”. 14Y los cuatro vivientes decían: “Amén”. Y los ancianos se postraron y adoraron.

APOCALIPSIS 6
Los cuatro caballos

1Y vi cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí que uno de los cuatro vivientes decía, como con voz de trueno: “Ven”[12884]. 2Y miré, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco, y se le dio una corona; y salió venciendo y para vencer[12885]. 3Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: “Ven”. 4Y salió otro caballo, color de fuego, y al que lo montaba le fue dado quitar de la tierra la paz, y hacer que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada[12886]. 5Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercero de los vivientes que decía: “Ven”. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía en su mano una balanza. 6Y oí como una voz en medio de los cuatro vivientes que decía: “A un peso el kilo de trigo; a un peso, tres kilos de cebada; en cuanto al aceite y al vino no los toques”[12887]. 7Y cuando abrió el cuarto sello oí la voz del cuarto viviente que decía: “Ven”. 8Y miré, y he aquí un caballo pálido, y el que lo montaba tenía por nombre “la Muerte”; y el Hades seguía en pos de él; y se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra para matar a espada y con hambre y con peste y por medio de las bestias de la tierra.

La voz de los mártires

9Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por la causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que mantuvieron[12888]; 10y clamaron a gran voz, diciendo: “¿Hasta cuándo, oh Señor, Santo y Veraz, tardas en juzgar y vengar nuestra sangre en los habitantes de la tierra?”[12889] 11Y les fue dada una túnica blanca a cada uno; y se les dijo que descansasen todavía por poco tiempo hasta que se completase el número de sus consiervos y de sus hermanos que habían de ser matados como ellos[12890].

El día de la ira de Dios

12Y vi cuando abrió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto, y el sol se puso negro como un saco de crin, y la luna entera se puso como sangre[12891]; 13y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como deja caer sus brevas la higuera sacudida por un fuerte viento. 14Y el cielo fue cediendo como un rollo que se envuelve, y todas las montañas e islas fueron removidas de sus lugares. 15Y los reyes de la tierra y los magnates y los jefes, militares y los ricos y los fuertes y todo siervo y todo libre se escondieron en las cuevas y entre los peñascos de las montañas. 16Y decían a las montañas y a los peñascos: “Caed sobre nosotros y escondednos de la faz de Aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero[12892]; 17porque ha llegado el gran día del furor de ellos y ¿quién puede estar en pie?”

APOCALIPSIS 7
Los escogidos son marcados

1Después de esto vi cuatro ángeles que estaban de pie en los cuatro ángulos de la tierra y detenían los cuatro vientos de la tierra para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre árbol alguno. 2Y vi a otro ángel que subía del Oriente y tenía el sello del Dios vivo, y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes había sido dado hacer daño a la tierra y al mar[12893]; 3y dijo: “No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes”. 4Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel[12894]; 5de la tribu de Judá doce mil sellados, de la tribu de Rubén doce mil, de la tribu de Gad doce mil[12895], 6de la tribu de Aser doce mil, de la tribu de Neftalí doce mil, de la tribu de Manasés doce mil[12896], 7de la tribu de Simeón doce mil, de la tribu de Leví doce mil, de la tribu de Isacar doce mil, 8de la tribu de Zabulón doce mil, de la tribu de José doce mil, de la tribu de Benjamín doce mil sellados[12897].

Los redimidos adoran a Dios y al Cordero

9Después de esto miré, y había una gran muchedumbre que nadie podía contar, de entre todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas, con palmas en sus manos[12898]; 10y clamaban a gran voz diciendo: “La salud es de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero”. 11Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron sobre sus rostros ante el trono y adoraron a Dios, 12diciendo: “Amén, la alabanza, la gloria, la sabiduría, la gratitud, el honor, el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”. 13Y uno de los ancianos, tomando la palabra, me preguntó; “Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?” 14Y yo le dije: “Señor mío, tú lo sabes”. Y él me contestó: “Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus vestidos, y los blanquearon en la sangre del Cordero[12899]. 15Por eso están delante del trono de Dios, y le adoran día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono fijará su morada con ellos. 16Ya no tendrán hambre ni sed; nunca más los herirá el sol ni ardor alguno[12900]; 17porque el Cordero, que está en medio, frente al trono, será su pastor, y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos”.

APOCALIPSIS 8
El séptimo sello

1Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora[12901]. 2Y vi a los siete ángeles que están en pie ante Dios y les fueron dadas siete trompetas[12902]. 3Y vino otro ángel que se puso junto al altar, teniendo un incensario de oro, y le fueron dados muchos perfumes, para ofrecerlos con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono[12903]. 4Y el humo de los perfumes subió con las oraciones de los santos de la mano del ángel a la presencia de Dios. 5Entonces el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos y voces y relámpagos y un terremoto[12904].

LAS SIETE TROMPETAS
Las cuatro primeras trompetas

6Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se aprestaron a tocarlas[12905], 7Y el primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra, y fue incendiada la tercera parte de la tierra; y fue incendiada la tercera parte de los árboles, y fue incendiada toda hierba verde[12906]. 8Y tocó la trompeta el segundo ángel, y algo como una gran montaña en llamas fue precipitada en el mar, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre[12907]. 9Y murió la tercera parte de las creaturas vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. 10Y tocó la trompeta el tercer ángel, y se precipitó del cielo una grande estrella, ardiendo como una antorcha: cayó en la tercera parte de los ríos y en los manantiales de las aguas[12908]. 11El nombre de la estrella es Ajenjo; y convirtiose la tercera parte de las aguas en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas porque se habían vuelto amargas[12909]. 12Y tocó la trompeta el cuarto ángel, y fue herida la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de manera que se obscureció la tercera parte de ellos, y el día perdió la tercera parte de su luz y lo mismo la noche. 13Y vi y oí cómo volaba por medio del cielo un águila que decía con poderosa voz: “¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra, a causa de los toques de trompeta que faltan de los tres ángeles que todavía han de tocar!”[12910]

APOCALIPSIS 9
La quinta trompeta

1Y tocó la trompeta el quinto ángel, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y le fue dada la llave del pozo del abismo[12911]. 2Abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran horno, y a causa del humo del pozo se obscurecieron el sol y el aire. 3Del humo salieron langostas sobre la tierra; y les fue dado poder, semejante al poder que tienen los escorpiones de la tierra[12912]. 4Y se les mandó que no dañasen la hierba de la tierra, ni verdura alguna, ni árbol alguno, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en la frente[12913]. 5Les fue dado no matarlos, sino torturarlos por cinco meses; y su tormento era como el tormento que causa el escorpión cuando pica al hombre. 6En aquellos días los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; desearán morir, y la muerte huirá de ellos[12914]. 7Las langostas eran semejantes a caballos aparejados para la guerra, y sobre sus cabezas llevaban algo como coronas parecidas al oro, y sus caras eran como caras de hombres. 8Tenían cabellos como cabellos de mujer y sus dientes eran como de leones. 9Sus pechos eran como corazas de hierro, y el estruendo de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos que corren al combate[12915]. 10Tenían colas semejantes a escorpiones, y (en ellas) aguijones; y en sus colas reside su poder de hacer daño a los hombres durante los cinco meses. 11Tienen por rey sobre ellas al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abaddón y que lleva en griego el nombre de Apollyon[12916]. 12Él primer ay pasó; ved que tras esto vienen aún dos ayes[12917].

La sexta trompeta

13Y tocó la trompeta el sexto ángel, y oí una voz procedente de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios, 14y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: “Suelta a los cuatro ángeles encadenados junto al gran río Eúfrates[12918]. 15Y fueron soltados los cuatro ángeles que estaban dispuestos para la hora y el día y el mes y el año, a fin de exterminar la tercera parte de los hombres[12919]. 16Y el número de las huestes de a caballo era de doscientos millones. Yo oí su número. 17En la visión miré los caballos y a sus jinetes: tenían corazas como de fuego y de jacinto y de azufre; las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de su boca salía fuego y humo y azufre. 18De estas tres plagas murió la tercera parte de los hombres, a consecuencia del fuego y del humo y del azufre que salía de las bocas de aquellos. 19Pues el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas, y con ellas dañan. 20Mas el resto de los hombres, los que no fueron muertos con estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos y no cesaron de adorar a los demonios y los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar[12920]. 21Ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus latrocinios.

APOCALIPSIS 10
El libro profético

1Y vi a otro ángel poderoso que descendía del cielo, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza. Su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego[12921]. 2Tenía en su mano un librito abierto, y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3y clamó con gran voz, como un león que ruge; y cuando hubo clamado, los siete truenos levantaron sus voces[12922]. 4Y cuando hubieron hablado los siete truenos, iba yo a escribir; mas oí una voz del cielo que decía: “Sella lo que dijeron los siete truenos y no lo escribas”. 5Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra, alzó su mano derecha hacia el cielo[12923], 6y juró por Aquel que vive por los siglos de los siglos —que creó el cielo y cuanto hay en él, y la tierra y cuanto hay en ella, y el mar y cuanto hay en él— que ya no habrá más tiempo, 7sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él vaya a tocar la trompeta, el misterio de Dios quedará consumado según la buena nueva que Él anunció a sus siervos los profetas[12924].

El apóstol come el libro

8La voz que yo había oído del cielo me habló otra vez y dijo: “Ve y toma el libro abierto en la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra”[12925]. 9Fui, pues, al ángel y le dije que me diera el librito. Y él me respondió: “Toma y cómelo; amargará tus entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel”. 10Tomé el librito de la mano del ángel y lo comí; y era en mi boca dulce como la miel, mas habiéndolo comido quedaron mis entrañas llenas de amargura. 11Me dijeron entonces: “Es menester que profetices de nuevo contra muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes”[12926].

APOCALIPSIS 11
Los dos testigos

1Fueme dada una caña, semejante a una vara, y se me dijo: “Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran allí”[12927]. 2Mas el atrio exterior del templo déjalo fuera, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales hollarán la Ciudad santa durante cuarenta y dos meses[12928]. 3Y daré a mis dos testigos que, vestidos de sacos, profeticen durante mil doscientos sesenta días[12929]. 4Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están en pie delante del Señor de la tierra[12930]. 5Y si alguno quisiere hacerles daño, sale de la boca de ellos fuego que devora a sus enemigos. Y el que pretenda hacerles mal, ha de morir de esta manera[12931]. 6Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva durante los días en que ellos profeticen; tienen también potestad sobre las aguas, para convertirlas en sangre, y herir la tierra con toda suerte de plagas cuantas veces quisieren[12932]. 7Y cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará guerra, los vencerá, y les quitará la vida[12933]. 8Y sus cadáveres (yacerán) en la plaza de la gran ciudad que se llama alegóricamente Sodoma y Egipto, que es también el lugar donde el Señor de ellos fue crucificado[12934]. 9Y gentes de los pueblos y tribus y lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres tres días y medio, y no permitirán que se dé sepultura a los cadáveres. 10Y los habitantes de la tierra se regocijan a causa de ellos, hacen fiesta, y se mandarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas fueron molestos a los moradores de la tierra[12935]. 11Pero, al cabo de los tres días y medio, un espíritu de vida que venía de Dios, entró en ellos y se levantaron sobre sus pies, y cayó un gran temor sobre quienes los vieron. 12Y oyeron una poderosa voz del cielo que les decía: “Subid aquí”. Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos. 13En aquella hora se produjo un gran terremoto, se derrumbó la décima parte de la ciudad y fueron muertos en el terremoto siete mil nombres de hombres; los demás, sobrecogidos de temor, dieron gloria al Dios, del cielo[12936]. 14El segundo ay pasó; ved que el tercer ay viene pronto[12937].

La séptima trompeta

15Y tocó la trompeta el séptimo ángel, y se dieron grandes voces en el cielo que decían: “El imperio del mundo ha pasado a nuestro Señor y a su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”[12938]. 16Y los veinticuatro ancianos que delante de Dios se sientan en sus tronos, se postraron sobre sus rostros y adoraban a Dios[12939], 17diciendo: “Te agradecemos, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras, por cuanto has asumido tu gran poder y has empezado a reinar[12940]. 18Habíanse airado las naciones, pero vino la ira tuya y el tiempo para juzgar a los muertos y para dar galardón a tus siervos, los profetas, y a los santos y a los que temen tu Nombre, pequeños y grandes, y para perder a los que perdieron la tierra”[12941]. 19Entonces fue abierto el Templo de Dios, el que está en el cielo, y fue vista en su Templo el arca de su Alianza; y hubo relámpagos y voces y truenos y terremoto y pedrisco grande[12942].

LA LUCHA CON EL DIABLO Y ANTICRISTO
APOCALIPSIS 12
La mujer y el dragón

1Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del sol y con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas[12943], 2la cual, hallándose encinta, gritaba con dolores de parto y en las angustias del alumbramiento. 3Y viose otra señal en el cielo y he aquí un gran dragón de color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas[12944]. 4Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se colocó frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo luego que ella hubiese alumbrado[12945]. 5Y ella dio a luz a un hijo varón, el que apacentará todas las naciones con cetro de hierro; y el hijo fue arrebatado para Dios y para el trono suyo[12946]. 6Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para que allí la sustenten durante mil doscientos sesenta días[12947].

El dragón vencido por San Miguel

7Y se hizo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón; y peleaba el dragón y sus ángeles[12948], 8mas no prevalecieron, y no se halló más su lugar en el cielo. 9Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama el Diablo y Satanás, el engañador del universo. Arrojado fue a la tierra, y con él fueron arrojados sus ángeles. 10Y oí una gran voz en el cielo que decía: “Ahora ha llegado la salvación, el poderío y el reinado de nuestro Dios y el imperio de su Cristo, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche[12949]. 11Ellos lo han vencido en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra, de la cual daban testimonio, menospreciando sus vidas hasta morir[12950]. 12Por tanto alegraos, oh cielos, y los que habitáis en ellos. Mas ¡ay de la tierra y del mar! Porque descendió a vosotros el Diablo, lleno de gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo”[12951].

El dragón continúa la persecución de la mujer

13Cuando el dragón se vio precipitado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón[12952]. 14Pero a la mujer le fueron dadas las dos alas del águila grande para que volase al desierto, a su sitio donde es sustentada por un tiempo y (dos) tiempos y la mitad de un tiempo, fuera de la vista de la serpiente. 15Entonces la serpiente arrojó de su boca en pos de la mujer agua como un río, para que ella fuese arrastrada por la corriente. 16Mas la tierra vino en ayuda de la mujer pues abrió la tierra su boca, y sorbiose el río que el dragón había arrojado de su boca. 17Y se enfureció el dragón contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto del linaje de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús[12953]. 18Y apostose sobre la arena del mar[12954].

APOCALIPSIS 13
La bestia del mar

1Y del mar vi subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia[12955]. 2La bestia que vi era semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de león; y el dragón le pasó su poder y su trono y una gran autoridad[12956]. 3Y (yo vi) una de sus cabezas como si se le hubiese dado muerte; mas fue sanada de su golpe mortal, y maravillose toda la tierra, (y se fue) en pos de la bestia[12957]. 4Y adoraron al dragón, porque él había dado la autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: “¿Quién cómo la bestia? y ¿quién puede hacerle guerra?” 5Y se le dio una boca que profería altanerías y blasfemias; y le fue dada autoridad para hacer su obra durante cuarenta y dos meses[12958]. 6Abrió, pues, su boca para blasfemar contra Dios, blasfemar de su Nombre, de su morada y de los que habitan en el cielo[12959]. 7Le fue permitido también hacer guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. 8Y lo adorarán (al dragón) todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado[12960]. 9Si alguno tiene oído, oiga: 10si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos[12961].

La bestia de la tierra

11Y vi otra bestia que subía de (bajo) la tierra. Tenía dos cuernos como un cordero, pero hablaba como dragón[12962]. 12Y la autoridad de la primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y sus moradores adorasen a la bestia primera, que había sido sanada de su golpe mortal. 13Obró también grandes prodigios, hasta hacer descender fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres. 14Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que le fue dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia que recibió el golpe de espada y revivió. 15Y le fue concedido animar la estatua de la bestia de modo que la estatua de la bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no adorasen la estatua de la bestia. 16E hizo poner a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos una marca impresa en la mano derecha o en la frente[12963], 17a fin de que nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado con el nombre de la bestia o el número de su nombre. 18Aquí la sabiduría: quien tiene entendimiento calcule la cifra de la bestia. Porque es cifra de hombre: su cifra es seiscientos sesenta y seis[12964].

APOCALIPSIS 14
El Cordero y las vírgenes

1Y miré, y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban escrito en sus frentes el nombre de Él y el nombre de su Padre[12965]. 2Y oí una voz del cielo, semejante a la voz de muchas aguas, y como el estruendo de un gran trueno; y la voz que oí se parecía a la de citaristas que tañen sus cítaras[12966]. 3Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender aquel cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra. 4Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero doquiera vaya. Estos fueron rescatados de entre los hombres, como primicias, para Dios y para el Cordero[12967]. 5Y en su boca no se halló mentira, son inmaculados.

Tres heraldos de los juicios de Dios

6Y vi a otro ángel volando por medio del cielo, que tenía que anunciar un Evangelio eterno para evangelizar a los que tienen asiento en la tierra: a toda nación y tribu y lengua y pueblo[12968]. 7Y decía a gran voz: “Temed a Dios y dadle gloria a Él, porque ha llegado la hora de su juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. 8Siguiole un segundo ángel que decía: “Ha caído, ha caído Babilonia, la grande; la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación”[12969]. 9Y un tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: “Si alguno adora a la bestia y a su estatua y recibe su marca en la frente o en la mano[12970], 10él también beberá del vino del furor de Dios, vino puro, mezclado en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre, en la presencia de los santos ángeles y ante el Cordero. 11Y el humo de su suplicio sube por siglos de siglos; y no tienen descanso día ni noche los que adoran a la bestia y a su estatua y cuantos aceptan la marca de su nombre”[12971]. 12En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús[12972]. 13Y oí una voz del cielo que decía: “Escribe: ¡Bienaventurados desde ahora los muertos que mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, que descansen de sus trabajos, pues sus obras siguen con ellos”[12973].

Comienzo del juicio

14Y miré y había una nube blanca y sobre la nube uno sentado, semejante a hijo de hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada[12974]. 15Y salió del templo otro ángel, gritando con poderosa voz al que estaba sentado sobre la nube: “Echa tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar, pues la mies de la tierra está completamente seca”[12975]. 16Entonces el que estaba sentado sobre la nube lanzó su hoz sobre la tierra y la tierra fue segada. 17Y salió otro ángel del santuario celestial teniendo también una hoz afilada. 18Y del altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: “Echa tu hoz afilada y vendimia los racimos de la vida de la tierra, porque sus uvas están maduras”[12976]. 19Y arrojó el ángel su hoz sobre la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó (la vendimia) en el lagar grande de la ira de Dios[12977]. 20El lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos, por espacio de mil seiscientos estadios[12978].

LAS SIETE ÚLTIMAS PLAGAS — LAS SIETE COPAS
APOCALIPSIS 15
Himno de los vencedores de la bestia

1Vi en el cielo otra señal grande y sorprendente: siete ángeles con siete plagas, las postreras, porque en ellas el furor de Dios queda consumado[12979]. 2Y vi como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los triunfadores que escaparon de la bestia y de su estatua y del número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, llevando cítaras de Dios. 3Y cantaban el cántico de Moisés[12980]; siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo. “Grandes y sorprendentes son tus obras, oh Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones[12981]. 4¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu Nombre?, pues solo Tú eres santo; y todas las naciones vendrán, y se postrarán delante de Ti, porque los actos de tu justicia se han hecho manifiestos”.

Entrega de las copas

5Después de esto miré, y fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio[12982]; 6y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con ceñidores de oro[12983]. 7Y uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, rebosantes de la ira del Dios que vive por los siglos de los siglos[12984]. 8Y el templo se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder; y nadie pudo entrar en el templo hasta cumplirse las siete plagas de los siete ángeles[12985].

APOCALIPSIS 16
Las seis primeras copas

1Oí una gran voz procedente del templo que decía a los siete ángeles: “Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios”[12986]. 2Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra y se produjo una úlcera horrible y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia y adoraban su estatua. 3Y el segundo derramó su copa sobre el mar, el cual se convirtió en sangre como la de un muerto, y todo ser viviente en el mar murió. 4El tercero derramó su copa en los ríos y en las fuentes de las aguas y se convirtieron en sangre. 5Y oí decir al ángel de las aguas: “Justo eres, oh Tú que eres y que eras, oh Santo, en haber hecho este juicio[12987]. 6Porque sangre de santos y profetas derramaron, y sangre les has dado a beber: lo merecen”. 7Y oí al altar que decía: “Sí, Señor, Dios Todopoderoso, fieles y justos son tus juicios”[12988]. 8El cuarto derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado abrasar a los hombres por su fuego. 9Y abrasáronse los hombres con grandes ardores, y blasfemaron del Nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas; mas no se arrepintieron para darle gloria a Él[12989]. 10El quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia, y el reino de ella se cubrió de tinieblas, y se mordían de dolor las lenguas[12990]. 11Y blasfemaron del Dios del cielo, a causa de sus dolores y de sus úlceras, pero no se arrepintieron de sus obras. 12El sexto derramó su copa sobre el gran río Eúfrates, y secose su agua, para que estuviese expedito el camino a los reyes del oriente[12991].

Las ranas

13Y vi cómo de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta salían tres espíritus inmundos en figura de ranas[12992]. 14Son espíritus de demonios que obran prodigios y van a los reyes de todo el orbe a juntarlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. — 15He aquí que vengo como ladrón. Dichoso el que vela y guarda sus vestidos, para no tener que andar desnudo y mostrar su vergüenza—[12993]. 16Y los congregaron en el lugar que en hebreo se llama Harmagedón[12994].

La séptima copa

17El séptimo (ángel) derramó su copa en el aire, y salió una poderosa voz del templo, desde el trono [en el cielo] que decía: “Hecho está”[12995]. 18Y hubo relámpagos y voces y truenos, y se produjo un gran terremoto cual nunca lo hubo desde que hay hombres sobre la tierra. Así fue de grande este poderoso terremoto[12996]. 19Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de los gentiles cayeron, y Babilonia la grande fue recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino de su furiosa ira[12997]. 20Y desaparecieron todas las islas, y no hubo más montañas. 21Y cayó del cielo sobre los hombres granizo del tamaño de un talento; y los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del granizo, porque esta plaga fue sobremanera grande[12998].

APOCALIPSIS 17
La gran ramera

1Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven aquí; te mostraré el juicio de la ramera grande, la que está sentada sobre muchas aguas[12999]; 2con la que han fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los moradores de la tierra con el vino de su prostitución”[13000]. 3Y me llevó a un desierto en espíritu; y vi a una mujer sentada sobre una bestia purpúrea, repleta de nombres de blasfemias, que tenía siete cabezas y diez cuernos[13001]. 4La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y cubierta de oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano (por una parte) un cáliz de oro lleno de abominaciones y (por otra) las inmundicias de su fornicación. 5Escrito sobre su frente tenía un nombre, un misterio: “Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de la tierra”[13002]. 6Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús; y al verla me sorprendí con sumo estupor[13003].

Explicación del misterio de la ramera

7Mas el ángel me dijo: “¿Por qué te has asombrado? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos[13004]. 8La bestia que has visto era y ahora no es; está para subir del abismo y va a su perdición. Y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se llenarán de admiración cuando vean que la bestia, que era y ahora no es, reaparecerá. 9Esto para la mente que tiene sabiduría: las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales la mujer tiene sede[13005]. 10Son también siete reyes: los cinco cayeron, el uno es, el otro aún no ha venido; y cuando venga, poco ha de durar. 11Y la bestia que era y no es, es él, el octavo, y es de los siete, y va a perdición[13006]. 12Y los diez cuernos que viste son diez reyes que aún no han recibido reino, mas con la bestia recibirán potestad como reyes por espacio de una hora. 13Estos tienen un solo propósito: dar su poder y autoridad a la bestia. 14Estos guerrearan con el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes; y (vencerán) también los suyos, los llamados y escogidos y fieles”[13007]. 15Díjome aún: “Las aguas que viste sobre las cuales tiene su sede la ramera, son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas[13008]. 16Y los diez cuernos que viste, así como la bestia, aborrecerán ellos mismos a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, comerán sus carnes y la abrasarán en fuego[13009]. 17Porque Dios ha puesto en sus corazones hacer lo que a Él le plugo: ejecutar un solo designio: dar la autoridad de ellos a la bestia, hasta que las palabras de Dios se hayan cumplido. 18Y la mujer que has visto es aquella ciudad, la grande, la que tiene imperio sobre los reyes de la tierra”[13010].

APOCALIPSIS 18
Anuncio del castigo de Babilonia

1Después de esto vi cómo bajaba del cielo otro ángel que tenía gran poder, y con su gloria se iluminó la tierra[13011]. 2Y clamó con gran voz diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a ser albergue de demonios y refugio de todo espíritu inmundo y refugio de toda ave impura y aborrecible[13012]. 3Porque del vino de su furiosa fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la tierra y con el poder de su lujo se enriquecieron los mercaderes de la tierra”[13013].

La caída de Babilonia

4Oí otra voz venida del cielo que decía: “Salid de ella, pueblo mío, para no ser solidario de sus pecados y no participar en sus plagas[13014]; 5pues sus pecados se han acumulado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades. 6Pagadle como ella ha pagado; retribuidle el doble conforme a sus obras; en la copa que mezcló, mezcladle doblado[13015]. 7Cuanto se glorificó a sí misma y vivió en lujo, otro tanto dadle de tormento de luto, porque ella dice en su corazón: “Como reina estoy sentada y no soy viuda y jamás veré duelo”[13016]. 8Por tanto, en un solo día vendrán sus plagas: muerte y luto y hambre; y será abrasada en fuego, porque fuerte Señor es el Dios que la ha juzgado”[13017].

Lamentaciones de los aliados y mercaderes

9Al ver el humo de su incendio llorarán y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, que con ella vivieron en la fornicación y en el lujo. 10Manteniéndose lejos por miedo al tormento de ella, dirán: “¡Ay, ay de la ciudad grande de Babilonia, la ciudad poderosa, porque en una sola hora vino tu juicio!” 11También los traficantes de la tierra lloran y hacen luto sobre ella, porque nadie compra más sus cargamentos[13018]: 12cargamentos de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de fino lino, de púrpura, de seda y de escarlata, y toda clase de madera olorosa, toda suerte de objetos de marfil y todo utensilio de madera preciosísima, de bronce, de hierro y de mármol; 13y canela, especies aromáticas, perfumes, mirra, incienso, vino y aceite, flor de harina y trigo, vacas y ovejas, caballos y carruajes, cuerpos y almas de hombres[13019]. 14Los frutos que eran el deleite de tu alma se han apartado de ti; todas las cosas delicadas y espléndidas se acabaron para ti, y no serán halladas jamás. 15Los mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron a costa de ella, se pondrán a lo lejos, por miedo a su tormento, llorando y lamentándose, 16y dirán: “¡Ay, ay de la ciudad grande, que se vestía de finísimo lino, de púrpura y de escarlata, y se adornaba de oro, de pedrería y perlas; 17porque en una sola hora fue devastada tanta riqueza!” Y todo piloto, y todos los que navegan de cabotaje, los marineros y cuantos explotan el mar se detuvieron lejos[13020], 18y al ver el humo de su incendio dieron voces, diciendo: “¿Quién como esta ciudad tan grande?” 19Y arrojaron polvo sobre sus cabezas y gritaron, y llorando y lamentándose, dijeron: ¡Ay, ay de la ciudad grande, en la cual por su opulencia se enriquecieron todos los poseedores de naves en el mar! porque en una sola hora fue desolada”. 20¡Alégrate sobre ella, oh cielo, y vosotros, los santos y los apóstoles y los profetas, pues juzgándola Dios os ha vengado de ella![13021]

El juicio definitivo sobre Babilonia

21Y un ángel poderoso alzó una piedra grande como rueda de molino, y la arrojó al mar, diciendo: “Así, de golpe, será precipitada Babilonia, la ciudad grande, y no será hallada nunca más[13022]. 22No se oirá más en ti voz de citaristas, ni de músicos, ni de tocadores de flauta y trompeta, ni en ti volverá a hallarse artífice de arte alguna, ni se escuchará más en ti ruido de molino[13023]. 23Luz de lámpara no brillará más en ti, ni se oirá en ti voz de novio y de novia, porque tus traficantes eran los magnates de la tierra, porque con tus hechicerías han sido embaucados todos los pueblos. 24Y en ella fue encontrada sangre de profetas y de santos, y de todos los que fueron sacrificados sobre la tierra”[13024].

APOCALIPSIS 19
Aleluya en el cielo

1Después de esto oí en el cielo como una gran voz de copiosa multitud, que decía “¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios[13025]; 2porque fieles y justos son sus juicios, pues Él ha juzgado a la gran ramera, que corrompía la tierra por su prostitución, y ha vengado sobre ella la sangre de sus siervos”. 3Y por segunda vez dijeron: “¡Aleluya!” Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. 4Y se postraron los veinticuatro ancianos, y los cuatro vivientes, y adoraron al Dios sentado en el trono, diciendo: “Amén. ¡Aleluya!” 5Y salió del trono una voz que decía: “¡Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que le teméis, pequeños y grandes!”[13026] 6Y oí una voz como de gran muchedumbre, y como estruendo de muchas aguas, y como estampido de fuertes truenos, que decía: “¡Aleluya! porque el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido el reinado. 7Regocijémonos y saltemos de júbilo, y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado[13027]. 8Y se le ha dado vestirse de finísimo lino, espléndido y limpio; porque el lino finísimo significa la perfecta justicia de los santos”[13028]. 9Y me dijo: “Escribe: ¡Dichosos los convidados al banquete nupcial del Cordero!” Díjome también: “Estas son las verídicas palabras de Dios”[13029]. 10Caí entonces a sus pies para adorarlo. Mas él me dijo: “Guárdate de hacerlo. Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos, los que tienen el Testimonio de Jesús. A Dios adora. El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”[13030].

CRISTO REY
El triunfo de Cristo

11Y vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que montaba es el que se llama Fiel y Veraz, que juzga y pelea con justicia[13031]. 12Sus ojos son llama de fuego, y en su cabeza lleva muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él mismo[13032]. 13Viste un manto empapado de sangre, y su Nombre es: el Verbo de Dios[13033]. 14Le siguen los ejércitos del cielo en caballos blancos, y vestidos de finísimo lino blanco y puro[13034]. 15De su boca sale una espada aguda, para que hiera con ella a las naciones. Es Él quien las regirá con cetro de hierro; es Él quien pisa el lagar del vino de la furiosa ira de Dios el Todopoderoso[13035]. 16En su manto y sobre su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores[13036]. 17Y vi un ángel de pie en el sol y gritó con poderosa voz, diciendo a todas las aves que volaban por medio del cielo: “Venid, congregaos para el gran festín de Dios[13037], 18a comer carne de reyes, carne de jefes militares, carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, de libres y esclavos, de pequeños y grandes”. 19Y vi a la bestia, y a los reyes de la tierra, y a sus ejércitos, reunidos para dar la batalla contra Aquel que montaba el caballo y contra su ejército[13038]. 20Y la bestia fue presa, y con ella el falso profeta, que delante de ella había hecho los prodigios, por medio de los cuales había seducido a los que recibieron la marca de la bestia y a los que adoraron su estatua. Estos dos fueron arrojados vivos al lago del fuego encendido con azufre. 21Los demás fueron trucidados con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se hartaron de la carne de ellos[13039].

APOCALIPSIS 20
Satanás es atado por espacio de mil años

1Y vi un ángel que descendía del cielo y tenía en su mano la llave del abismo y una gran cadena[13040]. 2Y se apoderó del dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años[13041], 3y lo arrojó al abismo que cerró y sobre el cual puso sello para que no sedujese más a las naciones, hasta que se hubiesen cumplido los mil años, después de lo cual ha de ser soltado por un poco de tiempo[13042]. 4Y vi tronos; y sentáronse en ellos, y les fue dado juzgar, y (vi) a las almas de los que habían sido degollados a causa del testimonio de Jesús y a causa de la Palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la bestia ni a su estatua, ni habían aceptado la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años[13043]. 5Los restantes de los muertos no tornaron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección[13044]. 6¡Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección! Sobre estos no tiene poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, con el cual reinarán los mil años[13045].

Satanás es soltado y derrotado definitivamente

7Cuando se hayan cumplido los mil años Satanás será soltado de su prisión, 8y se irá a seducir a los pueblos que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y Magog a fin de juntarlos para la guerra, el número de los cuales es como la arena del mar[13046]. 9Subieron a la superficie de la tierra y cercaron el campamento de los santos y la ciudad amada; mas del cielo bajó fuego [de parte de Dios] y los devoró[13047]. 10Y el Diablo, que los seducía, fue precipitado en el lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos[13048].

El juicio final

11Y vi un gran trono esplendente y al sentado en él, de cuya faz huyó la tierra y también el cielo; y no se halló más lugar para ellos[13049]. 12Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, en pie ante el trono y se abrieron libros —se abrió también otro libro que es el de la vida— y fueron juzgados los muertos, de acuerdo con lo escrito en los libros, según sus obras. 13Y el mar entregó los muertos que había en él; también la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14Y la muerte y el Hades fueron arrojados en el lago de fuego. Esta es la segunda muerte: el lago de fuego[13050]. 15Si alguno no se halló inscrito en el libro de la vida, fue arrojado al lago de fuego.

DIOS EN MEDIO DE SU PUEBLO
APOCALIPSIS 21
Cielo nuevo y nueva tierra

1Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado, y el mar no existía más[13051]. 2Y vi la ciudad, la santa, la Jerusalén nueva, descender del cielo de parte de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo[13052]. 3Y oí una gran voz desde el trono, que decía: “He aquí la morada de Dios entre los hombres. Él habitará con ellos, y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos[13053], 4y les enjugará toda lágrima de sus ojos; y la muerte no existirá más; no habrá más lamentación, ni dolor, porque las cosas primeras pasaron”. 5Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí, Yo hago todo nuevo”. Dijo también: “Escribe, que estas palabras son fieles y verdaderas”[13054]. 6Y díjome: “Se han cumplido. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida[13055]. 7El vencedor tendrá esta herencia, y Yo seré su Dios, y él será hijo mío[13056]. 8Mas los tímidos e incrédulos y abominables y homicidas y fornicarios y hechiceros e idólatras, y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago encendido con fuego y azufre. Esta es la segunda muerte”[13057].

La nueva Jerusalén

9Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo: “Ven aquí, te mostraré la novia, la esposa del Cordero”[13058]. 10Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa Jerusalén, que bajaba del cielo, desde Dios[13059], 11teniendo la gloria de Dios; su luminar era semejante a una piedra preciosísima, cual piedra de jaspe cristalina[13060]. 12Tenía muro grande y alto, y doce puertas, y a las puertas doce ángeles, y nombres escritos en ellas, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel[13061]: 13tres puertas al oriente, tres puertas al septentrión, tres puertas al mediodía, tres puertas al occidente. 14El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15Y el que hablaba conmigo tenía como medida una vara de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16La ciudad se asienta en forma cuadrada, siendo su longitud igual a su anchura. Y midió la ciudad con la vara: doce mil estadios; la longitud y la anchura y la altura de ella son iguales[13062]. 17Midió también su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, medida de hombre, que es (también medida) de ángel[13063]. 18El material de su muro es jaspe, y la ciudad es oro puro, semejante al cristal puro[13064]. 19Los fundamentos del muro de la ciudad están adornados de toda suerte de piedras preciosas. El primer fundamento es jaspe; el segundo, zafiro[13065]; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda; 20el quinto, sardónice[13066]; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el nono, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21Y las doce puertas son doce perlas[13067]; cada una de las puertas es de una sola perla, y la plaza de la ciudad de oro puro, transparente como cristal. 22No vi en ella templo, porque su templo es el Señor Dios Todopoderoso, así como el Cordero[13068]. 23La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la alumbren, pues la gloria de Dios le dio su luz, y su lumbrera es el Cordero[13069]. 24Las naciones andarán a la luz de ella y los reyes de la tierra llevan a ella sus glorias[13070]. 25Sus puertas nunca se cerrarán de día —ya que noche allí no habrá—[13071] 26y llevarán a ella las glorias y la honra de las naciones. 27Y no entrará en ella cosa vil, ni quien obra abominación y mentira, sino solamente los que están escritos en el libro de vida del Cordero.

APOCALIPSIS 22
El río y el árbol de la vida

1Y me mostró un río de agua de vida, claro como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero[13072]. 2En medio de su plaza, y a ambos lados del río hay árboles de vida, que dan doce cosechas, produciendo su fruto cada mes; y las hojas de los árboles sirven para sanidad de las naciones[13073]. 3Ya no habrá maldición ninguna. El trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos lo adorarán, 4y verán su rostro: y el Nombre de Él estará en sus frentes[13074]. 5Y no habrá más noche; ni necesitan luz de lámpara, ni luz de sol, porque el Señor Dios lucirá sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos[13075].

Confirmación de las profecías de este libro

6Y me dijo: “Estas palabras son seguras y fieles; y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que han de verificarse en breve. 7Y mirad que vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”[13076]. 8Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. Y cuando las oí y vi, me postré ante los pies del ángel que me las mostraba, para adorarlo. 9Mas él me dijo: “Guárdate de hacerlo, porque yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. A Dios adora”.

El tiempo está cerca

10Y díjome: “No selles las palabras de la profecía de este libro, pues el tiempo está cerca[13077]. 11El inicuo siga en su iniquidad, y el sucio ensúciese más; el justo obre más justicia, y el santo santifíquese más[13078]. 12He aquí que vengo presto, y mi galardón viene conmigo para recompensar a cada uno según su obra[13079]. 13Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin[13080]. 14Dichosos los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y a entrar en la ciudad por las puertas[13081]. 15¡Fuera los perros, los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo el que ama y obra mentira![13082] 16Yo Jesús envié a mi ángel a daros testimonio de estas cosas sobre las Iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella esplendorosa y matutina”[13083]. 17Y el Espíritu y la novia dicen: “Ven”. Diga también quien escucha: “Ven”. Y el que tenga sed venga; y el que quiera, tome gratis del agua de la vida[13084].

EPÍLOGO

18Yo advierto a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguien añade a estas cosas, le añadirá Dios las plagas escritas en este libro[13085]; 19y si alguien quita de las palabras del libro de esta profecía, le quitará Dios su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, que están descritos en este libro. 20El que da testimonio de esto dice: “Sí, vengo pronto”. ¡Así sea: ven, Señor Jesús![13086] 21La gracia del Señor Jesús sea con todos los santos. Amén.

COMENTARIO BÍBLICO

[1] 1. Al principio, es decir, cuando no existía aún nada de lo que se encierra en las palabras “cielo y tierra”. Desde antiguo se ha observado la semejanza de este pasaje con Juan 1, 1: “En el principio era el Verbo”. De ahí que algunos Padres y Teólogos sostengan que el autor sagrado se refiere aquí al Hijo por el cual todo fue hecho (Juan 1, 3). Cf. Proverbios 8, 22. A favor de esta opinión pueden alegarse otros pasajes, por ejemplo: Hebreos 1, 2; Apocalipsis 3, 14; 22, 13 y especialmente Colosenses 1, 18, donde el Apóstol llama a Cristo “el principio” y dice que “por Él fueron hechas todas las cosas, las de los cielos y las que están sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean dominaciones, sean principados, sean potestades. Todas las cosas fueron creadas por medio de Él y para Él (Colosenses 1, 16). Es de notar que el mismo Jesús se llama “el principio” en Juan 8, 25 (Vulgata). Creó: de la nada; no de alguna materia preexistente, como se lee en las cosmogonías paganas. El verbo hebreo ‘bará’ se usa específicamente para señalar la actividad divina y la creación ex nihilo. “Hacer una cosa cuando no existía nada, es producir de la nada, es crear en el sentido filosófico de la palabra” (Ceuppens). “Dios”, en hebreo Elohim, es un plural que viene de Él o Eloah (=el Fuerte). Sale en el Antiguo Testamento más de 2.500 veces y tiene los siguientes significados: a) Dios, b) los falsos dioses (Éxodo 12, 12), c) los vicarios de Dios: los ángeles, príncipes, jueces (Salmo 96, 7 comparar con Hebreos 1, 6; Salmo 81, 6 comparar con Juan 10, 34; cf. I Reyes 28, 13). Elohim lleva por regla general los atributos y verbos en singular, como en este versículo (cf. También el versículo 26, lo que prueba claramente que no se trata como dicen los racionalistas, de un resto de politeísmo. Al contrario, el politeísmo es una depravación del monoteísmo primitivo, cuyas huellas se han conservado, fuera de la Biblia, hasta nuestros días, en algunos pueblos “salvajes” que viven muy retirados y sin mayor contacto con los otros. Los investigadores modernos, sobre todo la escuela antropológica del P. W. Schmidt, han descubierto en aquellos pueblos la creencia de un Dios supremo, creador de todas las cosas, muy justo y muy bueno, legislador y juez de los hombres. No hay, pues, duda, de que el politeísmo es un producto de la apostasía de la religión primitiva. “El cielo”, incluso los ángeles (cf. El pasaje de Colosenses 1, 16, citado más arriba) y “la tierra”: el orbe entero, sin excluir nada. Orígenes y San Agustín entienden por cielo las cosas espirituales, por tierra las materiales.

[2] 2. Confusión y caos: El hebreo usa dos palabras que suenan onomatopéyicamente: tohu y bohu, y que se repiten en Jeremías 4, 23. Los Setenta vierten invisible y carente de orden. Algunos autores modernos ven en este versículo una alusión a un cataclismo anterior a la actual organización de la tierra; opinión que no tiene fundamento en la construcción gramatical del texto hebreo. Los que en el versículo primero incluyen la creación de los ángeles ven aquí una misteriosa conexión con la caída de los ángeles, cuyos sustitutos, por decirlo así, iban a ser los hombres, para los cuales Dios, en su infinita bondad preparaba la tierra. En Isaías 14, 9-14 el profeta nos describe la caída del príncipe de los ángeles bajo la figura del rey de Babilonia que lleva el nombre apocalíptico de Lucifer (Luzbel), y San Juan nos describirá su derrota en los últimos tiempos (Apocalipsis 12, 7 ss.). Muy poco sabemos de la rebelión de Satanás, pues Moisés no relata explícitamente la creación de los ángeles, sino que la presupone. “El abismo”: las aguas revueltas que rodean la tierra aprisionada por ellas (Ceuppens). Los antiguos se representaban la tierra rodeada por todas partes de inmensas profundidades. La palabra hebrea “tehom” (abismo) corresponde a la babilónica “tiamat”, que es la personificación del océano. “El Espíritu de Dios”: el Espíritu Santo. Así lo explican los Santos Padres. La Liturgia del Sábado Santo sigue la misma interpretación. Solamente San Efrén, Teodoreto y algunos modernos lo entienden del viento, pues en hebreo las dos cosas, espíritu y viento, son expresadas por la misma palabra. “Se movía”: el verbo hebreo significa moverse lentamente, revolotear (cf. Deuteronomio 32, 11) a la manera de las aves. Cf. la paloma como símbolo del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento (Mateo 3, 16). Nácar-Colunga traduce: “estaba incubando”, como para dar forma y hermosura al universo. El Espíritu Santo es el artífice que sacó de este caos un mundo bien ordenado. Es, pues, un error creer que el Espíritu Santo solamente se manifiesta desde su venida el día de Pentecostés y que haya estado inactivo en los tiempos antiguos. “En los albores de la Creación, junto a la masa caótica de materia pasiva e incapaz de producir algo por sí misma, el autor sagrado coloca, en contraste admirable, la presencia benigna del Espíritu de Dios, que todo lo vivifica. Y junto a los umbrales del Nuevo Testamento, el libro de la Sabiduría nos habla de una Sabiduría que en algunos capítulos se identifica con Dios.” Cf. Sabiduría 1, 5 s. El Espíritu Santo actúa a lo largo de todo el Testamento Antiguo, siempre moviéndose sobre el caos del mundo y formando el Reino de Dios sobre la tierra. Si los hombres no lo reconocieron, es porque el misterio del Espíritu no se reveló de una vez, sino poco a poco hasta descorrer Dios la plenitud de sus secretos por medio del Verbo hecho carne. Si combinamos esta verdad con lo dicho en 1, 1 y nota, y especialmente con Juan 1, 3 donde el Apóstol dice que por Cristo “fueron hechas todas las cosas”, vislumbramos ya en los primeros versículos de la Biblia el misterio de la Trinidad y la eterna preocupación de Dios Trino por nuestra salvación. “Se insinúa aquí, dice San Buenaventura, la Trinidad entera: el Padre con el nombre de Dios Creador, el Hijo con el nombre de Principio, y el Espíritu Santo con el Espíritu de Dios” (Breviloq.). Son de admirar estas luces que Dios nos hace ver desde el Antiguo Testamento sobre el misterio de los misterios. Cf. v. 26; 18, 2; Éxodo 3, 6; Números 6, 24 s.; Eclesiástico 50, 22; Isaías 6, 3 y 8, etc.

[3] 3. Comienza con este versículo el relato de las obras de la creación que se dividen en dos clases: “opus distinctionis” (creación de los espacios y lugares) y el “opus ornatus” (acción de llenar y poblar los espacios). A la primera clase de obras dedica el autor sagrado los tres primeros días; a la segunda, los días siguientes. Parece haber aquí una contradicción con el versículo 14, donde se narra la creación del sol, fuente de la luz. La contradicción desaparece, si tomamos la voz “luz” en sentido lato: energía, que Dios concentrará en el sol (v. 14). Oigamos sobre este punto un físico moderno: “En nuestro siglo este “grave error” del Génesis se ha disipado, y muy lejos de ver aquí un error, vemos un acierto científico verdaderamente sorprendente. Hoy sabemos que luz y materia no son sino distintas formas de una misma cosa: la energía. Sabemos también que de todas las formas de la energía es la luz la más pura y la única que pudo existir sin un soporte material; si bien en nuestras aplicaciones corrientes, nosotros obligamos a la materia a que nos devuelva luz” (J. Domínguez Casanueva, Estudios, Santiago de Chile, abril 1949, pág. 17).

[4] 4. Era buena, no solo por su belleza o sus buenos efectos, sino por ser la realización de una idea del Creador, pues todo lo que hace Dios es bueno; lo malo entró en el mundo por el pecado (cf. Sabiduría 2, 24 y nota).

[5] 5. Tarde y mañana: el comienzo y el fin del día. Para los hebreos comenzaba el día con la puesta del sol, de manera que, por ejemplo, el sábado comenzaba el viernes al caer la noche. Los “días” de la creación no han de entenderse como intervalos de 24 horas, sino que pueden tomarse, como dice la Pontificia Comisión Bíblica, en sentido lato de período (Denz. 2128). Los Padres, p. ej., San Crisóstomo, San Basilio, San Ambrosio, prefieren entender esa palabra en su sentido propio. Entre los exégetas modernos hay algunos (Bea, Simón Prado) que ven en los días de la creación un esquema literario “que sigue una línea progresiva desde las cosas imperfectas hasta las perfectas”. No faltan quienes los explican como resultado de una visión, mediante la cual Dios expusiera a Adán o a Moisés el desarrollo de la creación.

[6] 6. Firmamento: la bóveda del cielo en que parecen colocados los astros. La palabra hebrea significa “sólido”.

[7] 7. Las aguas que están bajo el firmamento son los mares, ríos, fuentes; por aguas superiores, en cambio, se entienden aquellas que parecen estar almacenadas sobre el firmamento, de donde caen sobre la tierra, en forma de lluvias. Como se ve, Moisés no habla en términos científicos, sino según las apariencias y con expresiones populares, como también lo hace el salmista, quien en el Salmo 32, 7 se refiere a las aguas del mar recogidas en un odre. Cf. 7, 1; 8, 2; Salmos 77, 23; 103, 3; 148, 4; Daniel, 3, 60.

[8] 9. Lo seco: los continentes que surgen de la masa informe y caótica (v. 2)

[9] 11. Los expositores no concuerdan en la interpretación de este versículo. Algunos distinguen solamente dos clases de plantas, otros sostienen que se trata de tres: hierbas, hortalizas y árboles frutales, lo cual concuerda mejor con el texto hebreo. “Brote”: porque la tierra poseía ya las plantas en potencia por el soplo del Espíritu de Dios (v. 2). Ceuppens (Quaestiones selectae ex Historia Primaeva) no cree que aquí el hagiógrafo insinúe la creación de cada especie y excluya el transformismo (mitigado).

[10] 14 ss. “Lumbreras”: aludidas ya en el v. 5. “Sirvan de señales”: Aquí se señala su función, que consiste ante todo en servir de reloj para los hombres e indicarles las estaciones del año, los días y las fiestas. Cf. Salmo 103, 19-23. Es de notar que las cosmogonías paganas fueron incapaces de conservar este concepto de la función de los astros y les dieron el carácter de dioses. “A los dioses Schamasch y Sin, Re y Tot, que en Babilonia y en Egipto realmente “dominaban” como representantes de los astros, el autor les atribuye tan poca importancia como el Salmista en Salmo 135, 8 s. De lo contrario no hubiera elegido esta expresión” (Heinisch). La lumbrera mayor (v. 16) es tipo de Cristo que en Malaquías 4, 2 es llamado “Sol de Justicia”. Cf. Isaías 60, 19; Zacarías 3, 8; Lucas 1, 78; Apocalipsis 21, 23, y especialmente el Prólogo del Evangelio de San Juan (Juan capítulo 1). Esta denominación ha sido trasplantada a la Liturgia, en donde sirve para ordenar el año litúrgico. El “Sol de Justicia”, Cristo, es el centro del movimiento cíclico de todas las solemnidades místicas de la Iglesia.

[11] 20. Seres vivientes, literalmente: almas. El sentido primitivo de la palabra es aliento, hálito, vida. De ahí que se use en el sentido de alma en todo el Antiguo Testamento y también en el Nuevo (Cf. Mateo 10, 39 y nota). La Vulgata vierte: produzcan las aguas reptiles de alma viviente y aves que vuelen sobre la tierra debajo del firmamento del cielo. El término “produzcan” dio lugar a la creencia de que los peces y también las aves fuesen productos del agua. Así lo interpretan, entre otros, San Cirilo de Alejandría, San Juan Damasceno, muchos escolásticos y el autor del himno de vísperas del jueves:

Magnae Deus potentiae,

qui fertili natos aqua

partim relinquis gurgiti

partim levas in aëra.

[12] 22. Dios bendice los animales, pero no las plantas, porque, según interpretan algunos, los animales son capaces de percibir la bendición. Mejor sería decir que Dios bendijo todas las cosas creadas, incluso las plantas, aunque Moisés no lo relata expresamente.

[13] 24. Produzca, porque la tierra es la materia (prima) de la cual Dios se sirve para crear los animales (cf. v. 25 y 2, 19). Los autores católicos no concuerdan en la interpretación; unos dicen que Dios creó los animales directamente; otros, en forma mediata; otros opinan que el hagiógrafo prescinde de expresarse sobre este punto y se limita a afirmar la causalidad en todo lo que se refiere a la vida. No se debe mezclar la Biblia con teorías modernas.

[14] 26. “La solemnidad de la fórmula indica claramente que se trata de la obra más importante. Dios entra en consejo consigo mismo, e invoca la plenitud de su ser, del cual es revelación la Trinidad” (Nácar-Colunga). La creación del hombre difiere de las otras creaciones en tres puntos: a) En vez de dar una orden a la materia prima, es el mismo Dios quien pone mano a la obra; b) Dios crea el hombre según Su imagen y semejanza; c) el hombre es constituido señor de toda la creación visible. “Al hombre”: en hebreo sin artículo, lo cual quiere decir que ha de entenderse en sentido colectivo. Imagen y semejanza: San Basilio, San Jerónimo y otros Padres distinguen entre imagen y semejanza. Esta se referiría a los dones sobrenaturales, aquella a los naturales. Los modernos, p. ej., Hummelauer, se inclinan a ver en la unión de ambos términos una expresión enfática, que significaría imagen perfecta. ¿En qué consiste la semejanza del hombre con Dios? No en el cuerpo, sino en el espíritu, que es un soplo de Dios (2, 7), una centella del Espíritu divino. “Dios creó al hombre por puro amor, y le dio como destino no solamente una existencia natural, sino que, movido por su afecto paternal, le hizo partícipe de la misma vida divina. Dios dio la vida a la creatura humana, pero al mismo tiempo la ensalzó por encima de sí misma, incorporándola a la naturaleza divina (cf. II Pedro 1, 4). Adán era, por medio de la gracia santificante, un verdadero hijo adoptivo de Dios y como tal también socio de la naturaleza divina. Y por cuanto esta “justitia originalis” había sido dada juntamente con la naturaleza, constituía un bien añadido a la naturaleza perfecta del hombre, y estaba destinada a ser transmitida a toda la humanidad” (Sheeben). En el Nuevo Testamento se restauró esta grandiosa idea de la semejanza del hombre con Dios mediante nuestra inserción vital en Cristo. Léase sobre este insondable misterio el primer capítulo de la Carta de San Pablo a los Efesios, especialmente el v. 10. Sobre Cristo como imagen del Padre véase Colosenses 1, 15 y Hebreos 1, 3. De ahí que algunos vean en esta expresión del Génesis al Hijo, quien es “todo en todos” (Colosenses 3, 11).

[15] 27. Tenemos en este versículo la primera prueba de la poesía hebrea, cuya característica es el paralelismo de los hemistiquios. Es de notar que toda la narración muestra cierto ritmo poético. Varón y mujer, es decir, varón y mujer aparte, dos individuos, no un individuo con dos sexos (cf. Mateo 19, 4). Tampoco creó varios géneros humanos, como San Pablo explica en el discurso del Areópago. (Hechos 17, 26).

[16] 28. Dios aparece en todo este capítulo como Rey del universo, por el hecho mismo de la Creación. Los libros todos del Antiguo Testamento, especialmente los Salmos, celebran tal reinado (Salmos 28; 47; 92; 94; 103; 104; 144; Tobías 13, 1-6; Ester 13, 9-14; Isaías 37, 16; etc.). Dentro del Reino de Dios, el hombre ocupa un lugar preferido y es también rey, porque a él le entregó Dios el señorío sobre la creación visible, pero tal privilegio se trocó en duro trabajo a causa de la caída del hombre, por lo cual todas las cosas creadas, hasta las inanimadas aguardan “con ardiente anhelo” la libertad de la “servidumbre de la corrupción” (Romanos 8, 19 y 21 y notas).

[17] 31. Sobre el “carácter histórico” de los acontecimientos narrados en este capítulo se han escrito muchísimos artículos y libros, principalmente con el fin de establecer la concordancia de las Ciencias naturales con la Biblia, sin que se haya logrado probarla. “Poco servicio hacían a la Biblia los autores del siglo pasado, que querían concordar los trascendentales relatos del Génesis con las teorías de La Place. Era comparar lo incomparable; era no tener idea de lo que es la Biblia” (Celada). La Sagrada Escritura no quiere ser un manual de ciencias, sino que se limita a describir los fenómenos físicos en un lenguaje popular y a veces poético (cf. la nota al versículo 5). Esto lo admite también la Pontificia Comisión Bíblica en su respuesta del 30 de junio de 1909 (Denz. 2121-2128 que transcribimos al final del capítulo tercero) y en la Carta del Cardenal Suhard de París (del 16 de enero de 1948) sobre los once primeros capítulos del Génesis. “Por eso, dice en la citada carta el P. Vosté, secretario de la Comisión Bíblica, invitamos a los sabios católicos a estudiar estos problemas sin parcialidad, a la luz de una sana crítica y de los resultados de los otras ciencias interesadas.” Sin embargo, hay que tener en cuenta el carácter histórico de los hechos que se relacionan con los fundamentos de la religión cristiana, como por ejemplo: la creación de todas las cosas por Dios, la creación particular del hombre, la unidad del género humano, la felicidad original de los primeros padres, su caída, la promesa del futuro Redentor y la institución divina del sábado. Algunos, muy pocos, admiten también un evolucionismo o transformismo mitigado, que no pretende suprimir a Dios ni extender su desarrollo al alma humana, y creen que esta explicación concuerda más con la infinita sabiduría de Dios. Así, por ejemplo, el P. Bea, en la X Semana Bíblica Italiana (1948), no excluye que Dios se haya servido de un organismo ya formado para, modificado, infundir en él un alma racional. La Iglesia no ha aprobado esta tesis, pero tampoco la ha condenado. “Estas teorías conservan, por consiguiente, su mayor o menor probabilidad intrínseca según la fuerza de las razones en que se basan, y su mayor o menor probabilidad extrínseca según la cantidad y calidad de autores que la propagan”. (M. Torres). Todas estas cuestiones están relacionados con lo que se llama “el género literario” (histórico, didáctico, poético, profético, apocalíptico). Entre los católicos es el P. Hummelauer quien más ha contribuido a la investigación de la forma literaria de estos capítulos. Otra cuestión, coherente con esta última, es la del tiempo de su fijación por escrito. Una transmisión escrita no es del todo imposible, pues la invención de la escritura es mucho más antigua que la del alfabeto, el cual no es sino la última etapa del desenvolvimiento de la escritura. “El archivo común de los conocimientos, dice Ricciotti, era la memoria, y no la escritura; en otras palabras, el pensamiento vivo era preferido a su momia embalsamada en la escritura. Esta momia se buscaba cuando más en los casos en que se necesitaba un documento material que atestiguara —como un contrato—, una ley, un monumento, etc. (Historia de Israel, núm. 190). Ricciotti trae argumentos contundentes que prueban la importancia que tuvo la memoria entre los pueblos antiguos. La Comisión Bíblica, en una Respuesta dada el 27 de junio de 1906, admite que Moisés para componer su obra se haya servido de fuentes, sacando de ellas algunas cosas a la letra y otras compendiadas. Nada dice de la composición de esas posibles fuentes, ni de la forma de su transmisión en los tiempos anteriores a Moisés.

[18] 1. El ornato, en hebreo “sabaot” (ejército). El “ejército del cielo” son las estrellas. Cf. Deuteronomio 4, 19; 17, 3; IV Reyes 17, 16; 21, 3 y 5; Nehemías 9, 6; Isaías 40, 20, etc. La misma palabra se usa en otros lugares como denominación de los ángeles. Cf. Josué 5, 14; III Reyes 22, 19; II Paralipómenos 18, 18. Sobre la creación de los ángeles véase 1, 1 y nota (final). El “ornato de la tierra” son todas las cosas creadas en ella y todas sus fuerzas.

[19] 2 s. El día séptimo, o sea, el sábado (que originariamente significaba “siete”), recibe aquí su institución divina. Dios lo santificó (v. 3): Expresión antropomórfica. Dios nunca descansa a manera del hombre. Si Dios no obrase sin cesar, toda la creación volvería a la nada. (Cf. Salmo 62, 9; 103, 29; Sabiduría 1, 7); por lo cual Jesús pudo decir en día de sábado: “Mi Padre hoy como siempre está obrando” (Juan 5, 7). De este versículo se sigue que la institución del sábado o día de descanso es anterior a la legislación sinaítica, la cual la supone (cf. Éxodo 16, 23 y 30). El pueblo de Israel debió descansar después de los seis días de trabajo, y lo mismo la tierra cada siete años (Éxodo 23, 10; Levítico 25, 1 ss.; Deuteronomio 15, 1 ss.), en memoria del séptimo día en que Dios “descansó” después de la Creación. Algunos Santos Padres van más lejos y ven también en la historia del mundo un plan septenario: cuatro milenios antes de Cristo, dos milenios después de Cristo y un milenio de reinado de Jesucristo. Los demás pueblos antiguos no conocían el sábado; los egipcios tenían décadas de días; los babilonios daban el nombre de sábado (schabatu) el día 15 del mes (plenilunio), el cual era para ellos un día de penitencia. El “séptimo día” de los cristianos es, según tradición apostólica, el domingo, el “día del Señor”, porque Cristo resucitó en ese día (cf. I Corintios 16, 2).

[20] 4. El autor sagrado vuelve al tema de la creación del hombre, la que nos narra con nuevos detalles. Yahvé Dios, en hebreo “Yahvé Elohim”. Sobre el nombre de Elohim véase 1, 1 y nota. Yahvé significa, etimológicamente, “El que es”, el Viviente, el Eterno. Cf. Éxodo 3, 14, donde Dios mismo se da este nombre, el cual solamente le corresponde a Él, cualquier dios pagano es un no ser, un producto de la imaginación, o a lo más, la representación de un espíritu maligno (cf. I Corintios 1, 5; Gálatas 4, 8). Los críticos han llamado la atención sobre el hecho de que en este capítulo y en el siguiente, el escritor sagrado use el nombre de Yahvé, combinándolo con Elohim y formando un compuesto “Yahvé Elohim”. Los más avanzados han atribuido a este fenómeno tanta importancia, que sostienen que en este versículo comienza a escribir otro autor, el “yahvista”. De esta manera destruyen la unidad del Pentateuco y lo reparten entre diversos autores: yahvistas, elohistas y otros, llegando al extremo de negar por completo su origen mosaico. Es verdad que la diversidad de los nombres de Dios es una particularidad notable del Pentateuco. La conocían ya los grandes exégetas de la antigüedad. San Crisóstomo y San Agustín, quienes, no obstante ello, sostenían el origen mosaico y la unidad de los cinco primeros libros de la Biblia. Hoy sabemos que esa particularidad tiene poco peso, pues las versiones antiguas, los Setenta y el Samaritano, no coinciden en este punto con el texto hebreo masorético, lo cual prueba que el uso distinto de los nombres de Dios no tiene tanta importancia como le atribuyen los críticos, si bien se puede admitir que Moisés tuvo a mano fuentes de diverso estilo y diversos nombres de Dios. En todo caso, ha de sostenerse que Moisés es el autor del Pentateuco.

[21] 6. Fuente: Traducción incierta. La palabra correspondiente hebrea aparece solo dos veces en la Biblia, aquí y en Job 36, 27. Su significado sería más bien “humedad”, “líquido”. Más tarde, en Babilonia, significaba “agua que corre en canales”.

[22] 7. El sentido de este versículo es: Dios creó el cuerpo del hombre del barro de la tierra, como el de los animales, y le inspiró el alma, de modo que en el hombre se juntan dos mundos, el corpóreo y el incorpóreo o espiritual. Sobre el evolucionismo y transformismo véase la nota a 1, 31, final. La expresión antropomórfica “insufló en sus narices (cf. Isaías 2, 22) quiere expresar simbólicamente que el alma no fue formada a manera del cuerpo, de la materia preexistente, sino creada por Dios directamente de la nada y unida al cuerpo (Santo Tomás). Compárese esta expresión con una semejante del Nuevo Testamento, que trata del Espíritu Santo. Jesús “sopló hacia los discípulos y les dijo Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20, 32). “Aliento de vida”: ¿No se puede ver también aquí una alusión al Espíritu Santo, como en 1, 2? Cf. Job 33, 4: “El Espíritu de Dios me ha hecho, y el soplo del Todopoderoso me da vida”, y en Salmo 32, 6: “Por la palabra del Señor se hicieron los cielos, y sus huestes todas por el aliento de su boca.”

[23] 8. Edén, palabra antigua sumeria. Los sumerios fueron los antecesores de los babilonios, a los cuales dejaron su cultura y la escritura cuneiforme. Edén significa en sumerio campo abierto, llanura donde prosperan todos los frutos; de ahí que en hebreo tenga el significado de delicias. La Vulgata traduce “jardín de delicias”, y en vez de “al oriente” vierte “desde el principio”, pues en hebreo las dos cosas se expresan por la misma palabra.

[24] 9. “El árbol de la vida” servía para contrarrestar la natural caducidad del cuerpo. Según Santo Tomás, el fruto de ese árbol libraba el cuerpo de la muerte solamente por algún tiempo, y para evitar la muerte Adán tenía que comer siempre de nuevo. “El árbol del conocimiento” servía para ver si Adán optaba por el bien o por el mal. Su nombre le viene de los efectos que de sus frutos se esperaban (Santo Tomás).

[25] 11. De los cuatro ríos solo conocemos los dos últimos, el Tigris y el Éufrates, los dos grandes ríos de Mesopotamia, que desembocan en el Golfo Pérsico. Havilá: tierra desconocida, localizada por algunos en la Cólquida, en el Cáucaso. Más tarde encontramos ese mismo nombre en el norte de Arabia (Génesis 25, 18; I Reyes 15, 7; cf. Génesis 10, 7 y 29).

[26] 12. Bedelio: resina odorífera. Piedra de ónice: Nácar-Colunga traduce ágata. Bover-Cantera conserva el nombre hebreo schoham.

[27] 13. Cus o Kusch, en tiempos históricos nombre de Etiopía. Se cree que los cusitas (etíopes) originariamente vivieron en el Cáucaso, de donde, al emigrar hacia el sur, se llevaron el nombre de Kusch. “¿Dónde hay que buscar el sitio del paraíso?” Tomando como punto de partida los ríos conocidos, el Tigris y el Éufrates, que nacen en Armenia, tendríamos que identificar esta región con el país del paraíso. En tal caso el Fisón sería idéntico con el Fasis, y el Gihón con el Araxes o uno de los ríos de aquellas montañas. Heinisch busca el paraíso en Aserbeidschan, en la región de los lagos de Wan y Urmia. Otros recurren a la hipótesis de Syce, que busca el paraíso en la región del Golfo Pérsico, entre Mesopotamia y Arabia. Algunos lo buscan en la India, China, Madagascar, Abisinia, Perú, etc. “Después de leer estas opiniones, llegamos a la conclusión de que, si bien el texto bíblico hace la impresión de querer describir la región próxima al paraíso, es muy difícil determinarlo” (Enciso). Sin embargo, se mantiene la fe en su existencia. San Justino, San Agustín, Santo Tomás y otros Padres y Doctores de la Iglesia creen que Enoc y Elías tienen su morada en el paraíso terrenal.

[28] 15. Para que lo labrara: Aun antes de su caída, Adán tenía que cultivar la tierra. Le era preciso trabajar, no para procurarse alimento con el sudor de su frente, como después del pecado, sino para ejercitar su inteligencia y sus fuerzas, de tal manera que no se cansase, pero que no estuviese tampoco sin hacer nada (San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Génesis).

[29] 16 s. He aquí la primera prohibición que Dios impuso a los hombres. De hecho Adán era señor de toda la tierra (1, 28), gozaba del privilegio de estar exento de enfermedades y de la muerte y vivía en íntima amistad con su Creador, que le había elegido para fundar y difundir el Reino de Dios sobre la tierra; pues todas las obras de Dios respecto del hombre, desde el primer día de la existencia del género humano hasta el fin de los tiempos, tienen por objeto el establecimiento y desarrollo de Su Reino. Su omnipotencia le permitiría hacerlo sin nosotros, pero su infinita bondad desea nuestra colaboración, para que seamos partícipes de un destino inefablemente dichoso. Cf. II Pedro 1, 4; I Juan 3, 1. Si este Reino fracasó aparentemente tan pronto fue por culpa de los primeros padres; y si hasta el presente sufre violencia (Mateo 11, 12), la culpa la tenemos nosotros. En los versículos que siguen, narra el autor sagrado la historia del primer revés del Reino de Dios sobre la tierra, a causa de la desobediencia de los protoparentes, los que dieron más crédito a la serpiente que a su Padre y Creador. (Cf. Sabiduría 2, 24 y nota). “Morirás” (v. 17): Se refiere a la muerte física, pues antes de la caída el hombre no estaba sometido a ella, como lo afirma la Sabiduría: “Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Sabiduría 2, 24). Lo mismo dice San Pablo en Romanos 6, 23: “El salario del pecado es la muerte”. (Cf. Romanos 5, 12)

[30] 18 ss. Adán ejerce el señorío sobre los animales, dándoles nombres que corresponden a su naturaleza, mas al mismo tiempo se da cuenta que no tienen semejanza con él. Siente su aislamiento en el mundo que le rodea, y esto es precisamente lo que Dios le quiere sugerir al presentarle los animales. Tenemos también aquí uno de los antropomorfismos tan frecuentes en este capítulo. No quiere decir que Dios haya organizado un desfile de todos los animales, sino que Adán, al ver las diversas clases de animales, les puso los nombres correspondientes a su naturaleza. Se puede probar lingüísticamente que los primeros nombres de los animales, como también los de las plantas y de todas las demás categorías de cosas, eran genéricos y no especiales como lo son hoy. La especificación se produjo poco a poco, sobre la base de los nombres primitivos puestos por Adán. “No es bueno que el hombre esté solo”. Comentando estas palabra, dice Fray Luis de León: “Dios por su persona concertó el primer casamiento que hubo, y les juntó las manos a los dos primeros casados y los bendijo, y fue juntamente como si dijésemos, el casamentero y el sacerdote” (La Perfecta Casada).

[31] 21. Un profundo sueño: La voz hebrea significa sueño profundo y extático. Los Setenta traducen “éxtasis”. Cf. 15, 12; I Reyes 26, 12; Isaías 29, 10.

[32] 22. De la costilla… formó una mujer: ¿Ha de entenderse esto en un sentido literal o en sentido figurado? Hay quienes ven en estas palabras solamente una figura que quiere expresar la igualdad de naturaleza entre el hombre y la mujer. A esto se opone el texto de I Corintios 11, 7, donde San Pablo afirma que “no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón”. Por eso la interpretación tradicional veía siempre en la creación de la mujer una acción “especial” de Dios, aunque la costilla puede ser un símbolo para indicar la identidad de naturaleza. Pero puede admitirse que en hebreo “costilla” y “costado” se denominan por la misma palabra, por lo cual no es falso lo que algunos catecismos enseñan, a saber, que Eva fue creada del costado de Adán. La narración bíblica quiere también decir que la mujer es compañera del hombre, pero que este es su cabeza, como dice San Pablo: “Las mujeres estén sujetas a sus maridos, como al Señor, por cuanto el hombre es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, del cual Él mismo es Salvador. De donde, así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así las mujeres lo han de estar de sus maridos en todo” (Efesios 5, 22-24). Cf. Génesis 3, 16. No hay duda de que Adán y Eva son padres de todo el género humano. En esto estriba el dogma del pecado original y de la Redención por Jesucristo, y el precepto de amar a todos los hombres como a hermanos. La Sagrada Escritura atestigua varias veces esta verdad fundamental. Cf. Génesis 3, 20; 10, 32; I Paralipómenos 1, 1; Tobías 8, 8; Sabiduría 7, 1; 10, 1; Eclesiástico 17, 1 ss.; Hechos 17, 26. Eva formada del costado de Adán es, según los santos Padres, figura de la Iglesia, la que salió del costado de Jesucristo. Como Eva es figura de la Iglesia, así lo es Adán respecto de Cristo. Cf. II Corintios 11, 2; Efesios 5, 25-32; Apocalipsis 19, 7 s.

[33] 23. Varona: Así dice el hebreo y también la traducción de Scío. Usando la palabra varón en su forma femenina “varona”, hoy caída en desuso, se ve perfectamente que ante Dios, la mujer y el hombre tienen el mismo valor, aunque no la misma posición.

[34] 24. Este versículo atestigua la institución divina del “matrimonio”, fundamento de la sociedad humana, cuya célula es la familia. El hombre y la mujer serán una carne, lo que implica la indisolubilidad y unidad del matrimonio, como lo explica Jesús en Mateo 19, 7-8, donde cita nuestro pasaje y agrega: “A causa de la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no fue así”. Es este uno de los pocos pasajes en que Jesucristo ha dado normas a las ciencias profanas; en este caso para la etnología e historia de la cultura. Sin embargo, debemos comprobar que los eruditos modernos, salvo muy pocas excepciones, no hacen caso de esa palabra de Cristo, sino que sostienen que al principio las relaciones entre varón y mujer obedecían a la ley de la promiscuidad y que los primeros hombres vivían en poligamia. Son esos los mismos etnólogos que sostienen también que, al comienzo de la historia del género humano, reinaba el politeísmo y no el monoteísmo, con lo cual desprecian expresamente a Dios, quien dice claramente que al principio todo estaba bien, muy bien (1, 31). Esto significa que la depravación, el politeísmo y la poligamia son la segunda etapa de la cultura humana, no la primera. Su consecuencia fue, como veremos en los caps. 6 y 7, el diluvio.

[35] 25. Adán: otros traducen el hombre. “En hebreo solo a partir de 4, 25 aparece el nombre (Adán) sin artículo y como propio, cuando por haberse hablado ya de otros hombres era preciso individualizarlo.” (Bover-Cantera). Para mayor claridad lo usamos ya ahora. “No se avergonzaban”, porque eran como niños. Este pequeño detalle arroja no poca luz sobre el estado extraordinariamente feliz de los primeros padres. “El misterio del estado original es tan grande y maravilloso que recién la revelación del Logos encarnado, la revelación del Nuevo Testamento, nos ha proporcionado sobre él una claridad beatificadora, en especial la profunda teología de San Pablo, la que, por la inspiración divina de sus Epístolas se eleva a la esfera de la infalible revelación divina, y no puede, por tanto oponerse a la doctrina de Cristo, como si fuese especulación rabínica o “exaltación” dogmática de la sencilla enseñanza de Jesús, contenida en los sinópticos” (Rhaner, Teología Kerigmática). Solamente la doctrina de la filiación divina, que San Pablo explica particularmente en la Carta a los Efesios, es capaz de darnos una idea del estado primitivo que se perdió por el pecado. Si Cristo vino al mundo para restaurar lo que Adán había perdido, fue para darnos de nuevo la capacidad de ser hijos de Dios como lo fue Adán.

[36] 1. La serpiente: no un ser fantástico, sino una verdadera serpiente (como se deduce del v. 14), de la cual se sirvió el diablo, el cual en el Apocalipsis se llama “la antigua serpiente” (Apocalipsis 12, 9; 20, 2). Algunos, como p. ej. Ceuppens, prefieren entender directamente el diablo en forma de serpiente. Los antiguos creían que tenía patas (cf. las representaciones en las catacumbas) y que era semejante al dragón que en la antigüedad llevaba también el nombre de serpiente. En la serpiente apareció Satanás por primera vez como Ángel de luz (II Corintios 11, 14), táctica que desde entonces usa con creciente éxito. “El más astuto”, en este caso de un modo especial, por ser el diablo. Sobre el carácter mentiroso y envidioso de este enemigo número 1 del género humano, véase Sabiduría 2, 24; Juan 8, 44; II Corintios 4, 4; Apocalipsis 12, 9, etc. Él es padre de la mentira, de lo cual tenemos la primera prueba en este mismo pasaje, donde se maravilla de un precepto que cita en forma exagerada, pues Dios no dijo: “No comáis de todos los árboles”, pero “no-todo” significa en hebreo “ninguno”. El diablo se dirige a Eva, aprovechando la curiosidad y flaqueza de la mujer, y su influencia sobre el marido. El hecho de que la serpiente hablase como un ser racional no extrañaba a Eva, porque antes de la caída Adán y Eva vivían como niños, y toda la naturaleza que los rodeaba era para ellos un milagro, de manera que prácticamente no atendían a la diferencia entre lo natural y lo milagroso. El P. Páramo explica este fenómeno psicológico que tan hábilmente aprovecha el diablo, citando las palabras de San Cirilo, quien dice que Eva, como acababa de salir de las manos de Dios, pudo entrar en duda de si habría algún animal más perfecto que los otros, que pudiese hablar; o si acaso le hablaba algún ángel por medio de la serpiente, sin conocer que fuese bueno o malo. Es de notar que Satanás no pronuncia el nombre de Yahvé (Señor), sino solamente el de Elohim (Dios), lo mismo que Eva en la respuesta (v. 3), mientras que en toda esta narración el nombre de Dios es Yahvé Elohim (Yahvé Dios).

[37] 2 s. La respuesta de Eva muestra pleno conocimiento del precepto de Dios, pero agrega: ni lo toquéis, lo cual Dios no había dicho en 2, 17.

[38] 4 s. La serpiente, viendo la debilidad de Eva, va más lejos, tachando de mentiroso al mismo Dios, y prometiendo más cosas que el Creador: inmortalidad, omnisciencia, felicidad absoluta, y ante todo igualdad con Dios. De ninguna manera moriréis: mentira sarcástica, como se manifiesta después en el versículo 7. Eva toma las palabras en otro sentido que el tentador maligno. Conocedores del bien y del mal (versículo 5): Estas palabras pueden significar dos cosas: a) conoceréis todas las cosas, las buenas y las malas; o 2) sabréis la diferencia entre lo bueno y lo malo. Otra forma de sarcasmo diabólico: pues esto se realizó, pero muy de otra manera. El diablo no sospechaba que el ansia del mismo Dios consistía precisamente en otorgar a los hombres su propia vida divina, pero no por vía de rebelión, sino por vía de obediencia a su mandato. Notamos ya en este primer encuentro del diablo con el hombre el signo característico de toda rebeldía contra Dios, esa contradicción esencialmente diabólica, que consiste no ya solo en la monstruosa ingratitud de aprovechar un don para ofender al donante, sino en la indecible estupidez de pretender que somos algo frente al que nos sacó de la nada. Tal fue la actitud de los ángeles rebeldes (cf. Isaías 14, 12 ss. y nota), y tal fue igualmente el móvil del primer pecado del género humano, cometido bajo los auspicios del diablo. Otra característica, no menos significativa, se revela en esta primera aparición de Satanás en el escenario de la tierra: su audacia en penetrar en el jardín de Dios, el paraíso, y llevar su ataque contra el mismo centro del Reino de Dios que estaba en sus primeros comienzos. De la misma manera se metió también en el colegio más santo del mundo, el de los apóstoles, por medio de su representante Judas. Estemos seguros que el enorme éxito que tuvo con este método le ha inducido a seguirlo y a perfeccionarlo. Por eso, si queremos localizar a Satanás, no hemos de buscarle en el desierto, sino metido en los centros y en los puntos neurálgicos y bien disfrazado como “ángel de la luz” (II Corintios 11, 14). Solamente así se explica el misterio de la apostasía bajo formas de piedad, de la cual habla San Pablo en II Tesalonicenses 2, 3 ss.

[39] 6. Eva se deja engañar por el diablo y sus propios apetititos. Dio también a su marido: San Agustín agrega: “con palabras persuasivas”. Ha de excluirse todas las teorías modernas que consideran este primer pecado como un pecado de niño irresponsable, o un pecado de magia, o un pecado sexual. Toda la tradición lo toma como un acto de desobediencia y aunque la desobediencia de Eva precedió a la de Adán, no hay duda de que este es la causa primera del pecado original y de su propagación, por ser nuestra cabeza y la causa primera de la generación. Santo Tomás y muchos Teólogos opinan que a pesar de la caída de Eva, no habría habido transmisión del pecado original si Adán no hubiera pecado. Comienza aquí el drama del género humano, que se desarrolla de pecado en pecado hasta el último pecado del último hombre, solo interrumpido por el entreacto de la Redención. Mas en el último acto veremos, como afirma San Pedro, el gran milagro de la “restauración de todas las cosas” (Hechos 3, 21), y en esto se funda nuestra “bienaventurada esperanza” (Tito 2, 13). Cf. Mat 19, 28. Los racionalistas han realizado grandes esfuerzos por dar al relato bíblico de la caída de Adán un carácter mitológico, pero no han encontrado sino un sello babilónico del tercer milenio a. C. En el sello aparecen dos personajes, sentados en escabeles a ambos lados de un árbol. Detrás de la primera persona, que según el vestido puede ser una mujer, hay una serpiente colocada verticalmente. En realidad nadie conoce el verdadero sentido de la escena grabada en el sello.

[40] 7. Se les abrieron los ojos, no para adquirir nuevos y más elevados conocimientos, ni mucho menos para ser como Dios, sino para reconocer su propia miseria y el terrible engaño de que habían sido víctimas. Perdieron todos los dones sobrenaturales, la gracia santificante, la inocencia, justicia y santidad original y la amistad de Dios; hasta sus dones naturales comenzaron a flaquear, se despertó la concupiscencia, la carne empezó a rebelarse contra el espíritu, y detrás de todos los males se cernía la muerte y la corrupción de todo el género humano. La caída de Adán tiene mucha semejanza con la del Ángel caído. Ambos sobrepasaban sus derechos buscando en cierto modo arrebatar el Reino de Dios para sí mismos; ambos negaban la autoridad que correspondía a Dios solo. Mas la sublevación del Ángel fue definitiva e irreparable; la caída del hombre, en cambio, será reparada por un Redentor que por su obediencia restaurará el Reino de Dios sobre la tierra, destruido por la desobediencia de Adán. La higuera es el primer árbol cuyo nombre aparecen en la Biblia, el segundo es el olivo (8, 11).

[41] 9. ¿Dónde estás? No es una simple pregunta, sino la voz del buen pastor que busca la oveja perdida, como si dijera “¿En qué situación estás? ¿A qué extremo te ha reducido tu pecado, que huyes de tu Dios a quien antes buscabas?” (San Ambrosio).

[42] 10. Tuve miedo: He aquí la primera palabra del hombre después de la caída: tuve miedo; las primeras angustias de un corazón humano, el primer remordimiento de una conciencia perturbada, que se transmitirá de generación en generación hasta llegar a nosotros, como las ondulaciones producidas por una piedra lanzada en las aguas alcanzan la ribera.

[43] 11. “De dos dolores nos habla aquí la Sagrada Escritura: del dolor de Dios y del dolor del hombre. El pecado es el dolor de Dios, su consecuencia es el dolor del hombre. El pecado nos aleja de Dios, el dolor nos acerca a Él. El pecado es separación de Dios, el dolor, unión con Él” (Elpis).

[44] 14. El “castigo” se dirige no tanto a la serpiente como al diablo. No quiere decir que la serpiente hubiera tenido patas antes del pecado del paraíso, ni que en adelante se alimentaría del polvo de la tierra, como lo explicaban por ej. Flavio Josefo y Lutero. Arrastrarse sobre el pecho y comer polvo son metáforas que señalan las más profunda humillación (cf. Miqueas 7, 17). Especialmente la segunda metáfora era muy usada entre los pueblos orientales. En la mitología babilónica el polvo era el manjar de los condenados en el infierno. San Judas nos revela que el diablo, pese a su caída y la sentencia pronunciada contra él, sigue siendo de altísima categoría, de modo que San Miguel no se atrevió a maldecirlo directamente, sino que le dijo: “Te reprenda el Señor” (Judas v. 9), palabras que repetimos todos los días en el exorcismo que León XIII mandó rezar después de la misa para implorar el encierro de Satanás, que se realizará cuando sea vencido definitivamente (Apocalipsis 12, 7-12 y 20, 10). Entretanto le es dada cierta libertad, como lo vemos en el primer capítulo del libro de Job y en muchos pasajes del Nuevo Testamento, por ej. En I Pedro 5, 8. Cf. también Juan 14, 30; II Corintios 2, 10 s.; 4, 4 y notas.

[45] 15. Brilla aquí el primer rayo de luz después de la caída del hombre. El corazón paternal de Dios tiene preparada una salida, tan compasiva como insospechada: la futura reparación y salvación por medio de un nuevo Adán, Cristo (cf. Romanos 5, 12 ss.), por donde se ve “que en el pensamiento de Dios el Cordero inmaculado se inmola desde el principio del mundo y pone a la humanidad caída en vías de redención” (Eschoyez). Cf. Apocalipsis 13, 8. La nueva versión italiana explicada por el P. Vaccari, profesor del Pontificio Instituto Bíblico, explaya el misterio de este versículo con las siguientes palabras: “La descendencia de la mujer vencerá al demonio de la misma manera que el hombre aplasta la cabeza de una serpiente. La descendencia de la mujer es, en general, el género humano; más principalmente, el Salvador Jesucristo, que es la Cabeza de toda la humanidad (Colosenses 1, 15, 18). Él venció por propia virtud al demonio, lo que los otros hacen en virtud de Él. Contiene, pues, este versículo el primer anuncio del futuro Redentor. Se le da por ello el nombre de “Protoevangelio” (“primera Buena Nueva”). Al triunfo del Salvador va asociada su madre, la magna Señora, que se contrapone a Eva (Lucas 1, 26-38).” En vez de “este” (el linaje) dice la Vulgata “esta” (la mujer), lo que dio lugar a muchas discusiones, porque el texto hebreo y todas las versiones antiguas se oponen a esta traducción. El mismo San Jerónimo atestigua que también la primera versión latina, la Itala, traía igualmente el pronombre masculino, y no el femenino. “Le aplastarás el calcañar”: Cristo fue clavado en la Cruz, por obra de la serpiente (Satanás) y sus cooperadores, y así obtuvo Satanás una aparente victoria, mas el verdadero vencedor fue Cristo, que con la muerte de Cruz aplastó al enemigo del género humano, el cual al fin (Apocalipsis 20, 10) será precipitado en el “lago de fuego y azufre.” Entretanto, “ronda como león rugiente, buscando a quien pueda devorar” (I Pedro 2, 4; cf. Judas v. 5). Así se explica la misteriosa palabra de San Pablo en I Corintios 6, 3: “¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles?”

[46] 16. La sumisión de la mujer al marido, que tantas veces repite San Pablo (Romanos 7, 2; I Corintios 11, 3 ss.; Efesios 5, 22, 24 y 33; Colosenses 3, 18) es, según estas palabras de Dios, una ley natural y divina. Hoy se tiende a olvidar esta norma primitiva, que no significa esclavitud de la mujer, sino su legítima posición dentro de la familia, ya que no puede haber dos cabezas en el mismo cuerpo.

[47] 19. En ese momento el hombre empezó a morir, faltándole el fruto del árbol de la vida (v. 22). Desde entonces sentimos que el hombre es polvo. “De la tierra y a la tierra”, he aquí las palabras lapidarias que el dedo de Dios escribió sobre el escudo del género humano. “Todos los hombres no son más que polvo y ceniza”, dice ya el Eclesiástico (17, 31). Mas, si bien el cuerpo se descompone, el alma es un soplo de Dios (2, 7), que no se descompone ni muere (Sabiduría 3, 1-4), y aun el cuerpo descansa en la esperanza de la resurrección (Juan 5, 28 s.; Romanos 8, 23; I Corintios 15, 42). De aquí arranca un nuevo concepto de la vida. Somos lo que somos, hijos de Adán y herederos de su carne depravada. Solamente los méritos de Cristo nos dan capacidad para sobreponernos a esta degeneración de la carne y vivir según el espíritu; pero esto, que solo se da a los que creen con fe viva, no quita nada de nuestra decadencia natural; ya que la vida según el espíritu es un “nuevo nacimiento” en Cristo y presupone la muerte de nuestro “hombre viejo”, para que “caminemos en nueva vida” (Romanos 6, 4). San Pablo explica este misterio a los Efesios, diciéndoles: “Dejad vuestra pasada manera de vivir y desnudaos del hombre viejo, que se corrompe al seguir los deseos del error; renovaos en el espíritu de vuestra mente y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y en la santidad de la verdad” (Efesios 4, 22-24; cf. Efesios 3, 9). Esto, sin duda, es menos frecuente de lo que creemos; pues para ello debe el hombre renunciarse a sí mismo (Lucas 9, 23), lo cual no es difícil si estamos convencidos de esa decadencia en que nacemos, pero es muy difícil para el que tiene esa suficiencia de sí mismo, tan en boga hoy día, pues nadie deja lo que cree bueno, en tanto que es fácil dejar lo que sabemos malo y perjudicial.

[48] 20. “Eva” significa literalmente: productora de vida, madre. La misma palabra encontramos, aunque con una pequeña diferencia morfológica, en el nombre de Yahvé (el que es, el viviente). “Adán” significa barro, polvo.

[49] 22. ¿Han de entenderse estas palabras de Dios como una simple aserción o en sentido irónico? Son más bien expresión de la compasión del divino Padre, cuyos ojos prevén las calamidades que han de venir sobre los pobres hombres que habían aspirado a ser como Él (v. 5).

[50] 24. “Por el pecado del hombre se cerró el paraíso terrenal, en señal de haberse cerrado el celestial” (Sto. Tomás); nos queda solo la esperanza de la “restauración de todas las cosas”, de la cual habla San Pedro en Hechos 3, 21, y el consuelo de que los ríos del paraíso siguen regándonos místicamente en los Sacramentos. “Los querubines”: ángeles de orden superior; son en el Salmo 17, 11 la “carroza” de Dios, el cual se sienta sobre los querubines (I Reyes 4, 4; Salmo 79, 2; Isaías 37, 16). Es de notar que Dios permitía y ordenaba (Éxodo 25, 18; III Reyes 6, 23) la representación plástica de los querubines, no obstante la prohibición, establecida por Él en el Decálogo, de no hacer imágenes ni figura alguna de las cosas que hay en el cielo y en la tierra (Éxodo 20, 4). También los asirios y babilonios conocían a los querubines (Karibu) y colocaban sus figuras en las puertas como guardianes celestiales de templos y palacios, mas los representaban medio hombre y medio animal, dándoles cuerpo de toro o león, alas de águila y cabeza de hombre con tiara y dos cuernos, símbolos de su divino poder. Cf. la descripción de los querubines en la visión de Ezequiel 1, 5 ss. “La fulgurante espada”, símbolo de la llameante espada divina, la encontramos también en la mitología pagana, donde tiene a veces la forma de tridente. Terminada la explicación de los tres primeros capítulos creemos conveniente llamar de nuevo la atención a la “Respuesta” de la Pontificia Comisión Bíblica del 30 de junio de 1909 que Bover-Cantera sintetiza como sigue: “Los tres primeros capítulos del Génesis contienen narraciones de hechos verdaderos, es decir que responden a la realidad objetiva y verdad histórica; no fábulas mitológicas o cosmogónicas, ni meras alegorías o símbolos destituidos de fundamento objetivo, ni leyendas ejemplares, parte históricas, parte ficticias (Dub. 2). Hay que admitir el sentido literal histórico en los hechos que atañen a los fundamentos de la religión cristiana, cuales son, entre otros: la creación del universo por Dios al principio del tiempo; la peculiar creación del hombre; la formación de la primera mujer, hecha del primer hombre; la unidad del género humano; la felicidad original de los primeros padres en estado de justicia, integridad e inmortalidad; el precepto dado por Dios al hombre para probar su fidelidad; la transgresión del precepto divino, por persuasión del diablo bajo la apariencia de serpiente; la caída de los primeros padres de aquel estado primitivo de inocencia; además la promesa de un futuro Reparador (Dub. 3). No hay que entender siempre en sentido propio y material todas las expresiones, que a las veces son evidentemente metafóricas o antropomórficas (Dub. 5). Siendo la mente del hagiógrafo no dar un tratado científico de la naturaleza, sino más bien un conocimiento popular, no hay que interpretar su lenguaje con rigor científico (Dub. 7) La palabra “yom” (día) puede entenderse en sentido impropio o lato (Dub. 8).

[51] 1. “He adquirido”: Alusión al nombre de Caín, que puede traducirse “adquisición”. Caín, el primogénito, es el hijo de la rebeldía, el representante del espíritu de este mundo, mientras que Abel es el heredero de las promesas mesiánicas, el justo, que creía en el futuro Redentor (cf. Hebreos 11, 4).

[52] 3 s. Se menciona aquí el primer sacrificio. Seguramente los dos hijos de Adán no son los inventores del sacrificio, sino que siguieron la costumbre de su padre. El sacrificio es la expresión espontánea de los sentimientos del hombre que reconoce su dependencia de Dios. No había aún sacerdotes; el padre de familia era también sacerdote. “De la grasa”: las partes grasas del animal como fue establecido más tarde por la Ley de Moisés (cf. Levítico 4 versículos 8, 19 y 35).

[53] 7. Texto difícil, que se traduce de muy diversas maneras. San Clemente Romano, parafraseándolo según los Setenta, le da la siguiente explicación: “¿Por qué estás tan sobremanera entristecido, y por qué decaído tu rostro? ¿No es cierto que, si rectamente ofrecieras, mas no repartieras rectamente, pecaste? Sosiégate; tu ofrenda volverá a tu poder y de nuevo serás su dueño” (I Carta Corintios 4, 4). San Crisóstomo combina las palabras de este versículo de otra manera, y ve aquí una alusión a la envidia de Caín que teme por la primogenitura. Según esta interpretación, Dios quiere decir: Aunque acepté el sacrificio de Abel, no por eso te privaré de la primogenitura. Abel no la ambiciona, al contrario, su afecto hacia ti es invariable, y tú lo dominarás. Entre los modernos es Nácar-Colunga quien sigue a San Crisóstomo. Dice en la nota: “Parece referirse al amor que Abel sentía por Caín como hermano, que debía ser para este un motivo para desistir de su odio, junto con la seguridad de que, como primogénito que era, siempre había de dominar sobre él.”

[54] 8. Como por su sacrificio, así también por su muerte Abel es figura de Cristo, por el cual la Iglesia ha incluido su nombre en el Canon de la Misa: “Dígnate mirar esta ofrenda con propicios y benignos ojos y acéptala como te dignaste aceptar el sacrificio de tu siervo Abel, el justo.” “Mató”: He aquí el primer homicidio, fruto de la envida (I Juan 3, 12) y del desorden producido por el primer pecado, ¡Cómo se habrán abierto los ojos de Adán al ver por primera vez a un muerto! ¿Y Eva? Una escritora moderna analiza este tema con acertada delicadeza psicológica: “Cuando Dios desterró a Eva del paraíso, le dijo que iba a sufrir dolores, pero ello no pudo comprenderlo, pues nunca había sufrido dolor alguno. Supo lo que es dolor cuando dio a luz a sus hijos, pero era dolor físico, dolor que el gozo de tener un hijo hacía olvidar bien pronto. Pero cuando su hijo Abel fue muerto; cuando él a quien había dado la vida yacía delante de ella, sin vida; cuando ella que había conocido hasta entonces únicamente la inmortalidad, vio a su hijo sometido a la ley de la mortalidad, sintió todo el peso del dolor, experimentó el dolor en toda su profundidad. Y recién entonces supo valorar el castigo de Dios, y quizás el castigo tan tremendo le hizo comprender por primera vez cuán tremenda fue su culpa. La Sagrada Escritura cubre con respetuoso silencio el dolor de la primera madre.”

[55] 9. “¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?” Es esta, exactamente, la pregunta del individualismo moderno. De ahí que necesitemos tantas leyes sociales, tantas instituciones y organizaciones, que en vano se esfuerzan por neutralizar las desastrosas consecuencias del lema cainista. El individualismo no se cura desde afuera sino por el espíritu del Sermón de la Montaña (Mateo caps. 5-7) y la observancia del gran mandamiento del amor, que nos obliga a ver en cada hombre un hermano que nos ha sido confiado por el mismo Creador y Padre del género humano. Citando este versículo, dirige el Cardenal Mercier esta exhortación a su clero: “Nosotros somos los que tenemos las primeras responsabilidades. Nosotros hemos de marchar al frente del pueblo fiel, y confiados en la fe de su bautismo y en las riquezas inagotables de la misericordia divina, hemos de invitarlo a seguirnos, y resueltamente debemos facilitarle el camino” (Vida Interior, p. 75).

[56] 10. “No es la voz de Abel la que acusa, no es su alma, sino la voz de la sangre que has derramado…. Si tu hermano se calla, la tierra te condena” (San Ambrosio, De Caín, II, 9).

[57] 11 s. El castigo de Caín es de doble naturaleza: la tierra no le dará fruto, y él mismo ha de andar errante de un cabo a otro de la tierra. Aun es esto, Caín es el tipo del hombre moderno, que no sabe que solamente en Dios podemos encontrar la tranquilidad. “El mundo de hoy se halla en continuo movimiento, a pie, en tranvía, en automóvil, en ómnibus, en tren, a bordo de un barco, como si todos fuésemos hijos de Caín. ¿Quién dominará el cainismo moderno, que es tan fratricida como el del cuarto capítulo del Génesis?” (Mons. Keppler).

[58] 13. Mi culpa es demasiado grande: He aquí el primer hombre que no espera perdón. ¡Cuántos pecadores no conocen tampoco la grandeza de las misericordias del Padre Celestial, e imitan a Caín en la desconfianza y desesperación! “Este nuevo pecado fue sin comparación mucho mayor que el mismo fratricidio que poco antes había cometido” (Scío). “El pecado seguido de la desesperación no tiene ya remedio” (San Agustín, Homilía 21).

[59] 15. Siete veces: número redondo que el lenguaje de los antiguos pueblos orientales significa la plenitud. “Una señal”: un estigma cuya forma y carácter no sabemos. Caín no será víctima de la venganza humana; el mismo Dios se reserva el castigo del primer homicida, el que no da señales de arrepentimiento. Cf. el caso de Judas, que tiene mucha semejanza con el de Caín. Ambos derraman sangre inocente y matan al justo, ambos creen que su pecado es demasiado grande, por lo cual se rehúsan a implorar la misericordia de Dios, ambos mueren impenitentes y se condenan a sí mismos, pues Dios no puede perdonar al que no quiere ser perdonado.

[60] 16. Nod no es propiamente nombre geográfico, sino una alusión a la vida de fugitivo que Caín tendrá que llevar en adelante, en la “tierra de nadie”, sin patria, sin hogar.

[61] 17 ss. Enoc, no el justo del mismo nombre, del cual se habla en 5, 21. Nótese que los cainitas se distinguieron por lo que hoy llamamos civilización. El mismo Caín fundó la primera ciudad y algunos de su linaje inventaron los instrumentos más necesarios para la vida técnica y la música (v. 20 y 21). No hay, pues, duda de que la civilización primitiva era preferentemente cainita, no solamente en su origen, sino también en su espíritu, que era exclusivamente materialista. Por eso Dios la borró de la tierra en el diluvio (6, 5 ss.). También la poligamia trae su origen en los cainitas (v. 19), que con ello cambiaron por completo el orden natural instituido por Dios en 2, 24. Mateo 19, 8.

[62] 23 s. Este primer poema de la humanidad, que en la literatura lleva el nombre de “la canción de la espada”, arroja luz sobre el materialismo y cruel egoísmo de la raza de Caín, el más lamentable documento de la humanidad primitiva, la que rápidamente pierde el conocimiento de los valores morales y se dedica al culto de la fuerza. “Yo maté”: Algunos traducen: “yo mataré”. Lamec se gloría de ser peor que Caín. “Sabrá vengarse ampliamente si uno lo hiere, no solo ‘siete veces’ —con lo cual impíamente alude a la palabra divina (v. 15)— sino ‘setenta veces siete’. Su brazo le bastará, no tendrá necesidad de Dios como Caín” (Fillion). Preferimos la lección de la Vulgata en vez del hebreo, que dice “setenta y siete veces”.

[63] 25. Set significa “sustituto” o “reemplazante”, a saber, de Abel. Set es el primer eslabón del linaje de los justos elegidos para conservar la revelación divina y el ideal del Reino de Dios sobre la tierra. Le siguen los patriarcas Noé (6, 8 ss.), Sem (9, 26 s), Abraham (12, 1), Isaac, Jacob, etc.

[64] 26. Se comenzó a invocar el nombre de Yahvé: Esta es la traducción que en general se da a este misterioso pasaje. Se refiere, según algunos, al comienzo del culto público (Vaccari). Otros creen que en aquel tiempo comenzaron los hombres a invocar a Dios con su nombre de Yahvé, que es el más grande de todos sus nombres (cf. 2, 4 y nota; Éxodo 3, 14) y el único que expresa su ser (“el que es”). Otros traducen: En aquel tiempo comenzaron a llamarse hijos de Dios (cf. 6, 2), en contraposición a los hijos de los hombres, lo cual significaría la separación definitiva entre los cainitas y los descendientes de Set, o sea, entre “los hijos de Dios” y los “hijos de los hombres” (cf. 6, 2 y nota).

[65] 1. Adán, como padre del género humano según la carne, es figura o tipo de Cristo, el restaurador del género humano en sentido espiritual. Cf. Romanos 5, 12 ss.; I Corintios 15, 21 s. y 45-47; Efesios 1, 10.

[66] 5. “La longevidad de los patriarcas” es un problema no explicado aún suficientemente, porque conocemos muy poco los antiguos sistemas cronológicos. Sabemos, p. ej., que los babilonios adjudicaban a sus primeros reyes muchos más años que la Biblia a los patriarcas, p. ej., a Enmeduranna, rey de Sipar, 72.000 años, según otra versión, 21.000. Mas ante todo hay que tomar en cuenta que, antes del diluvio, las condiciones de vida eran diversas de las actuales, y que en la tradición del texto de este capítulo hay muchas diferencias entre el hebreo, el samaritano, el de los Setenta y de la Vulgata, lo que prueba que no tenemos seguridad sobre el valor exacto de los números. Entre los modernos muchos invocan el carácter simbólico de los números, muy usado en la Antigüedad, otros recurren a la posibilidad de lagunas en esta genealogía, dando al verbo “engendrar” el significado de varias generaciones, como sucede también en la genealogía de Cristo. Cf. Mt. 1, 1 ss. y nota. Interesante es el modo como San Jerónimo explica la longevidad de los patriarcas: “Luego que la serpiente antigua, enredado ya el primer morador del paraíso en lazos de víboras, lo arrojara a estas tierra, trocada la eternidad en mortalidad, la sentencia divina dilató la vida del hombre, como una segunda inmortalidad, por espacio de novecientos y más años. Después, al recrudecer poco a poco el pecado, la impiedad de los gigantes provocó el naufragio universal del mundo. Entonces, limpiado el mundo, por decirlo así, como por un bautismo, la vida del hombre se redujo a más corto término” (Ep. ad Paulam). Véase Salmo 89, 10.

[67] 24. Del patriarca Enoc, que desapareció sin haber visto la muerte, dice la Sagrada Escritura en otro lugar: “Enoc agradó a Dios y fue trasladado al paraíso para predicar a los pueblos la penitencia” (Eclesiástico 44, 16, Vulgata; cf. 49, 16). En la carta de San Judas leemos que el patriarca Enoc anunció a los impíos el castigo, y San Pablo lo alaba como ejemplo de fe (Hebreos 11, 5). Muchos Padres sostienen que Enoc ha de venir por segunda vez, como Elías, para combatir al Anticristo, y la exégesis tradicional toma a Enoc y a Elías por los dos testigos de Apocalipsis 11, 3, ss. Hay un libro que lleva el nombre de Enoc, pero por ser apócrifo no ha sido recibido como canónico, aunque gozaba de mucho prestigio en la era patrística.

[68] 29. Alusión al nombre de “Noé”, que significa consuelo o consolador.

[69] 2. ¿Quiénes son esos hijos de Dios? No se trata aquí de reminiscencias mitológicas, pues la Biblia no ofrece mitologías sino verdades. La interpretación judía, y también la de muchos Padres ha visto en los hijos de Dios a los ángeles. Santo Tomás empero, dice que los ángeles, aunque asumen a veces una apariencia corpórea, no tienen cuerpos materiales y por lo mismo no realizan aquellos actos vitales que se indican en este pasaje. Además, el término “hijos de Dios”, no es exclusivo de los ángeles, sino que se aplica también al hombre, p. ej. en Deuteronomio 14, 1; Sabiduría 5, 5; Os. 1, 10 (Hebreos 2, 1). Las hijas de los hombres: las mujeres de la raza de Caín, que corrompieron a los “hijos de Dios”, es decir, a los hijos del linaje de Set. Tenemos aquí el primer fruto de los matrimonios mixtos.

[70] 4 s. Gigantes: hijos de los matrimonios aludidos en el versículo 2. Cultivaban la fuerza física bruta y pisoteaban los derechos de Dios y de los hombres. El profeta Baruc los llama diestros en la guerra (Baruc 3, 26), la que constituía su ocupación principal. La existencia de gigantes está atestiguada no solamente por la Biblia, aun para el tiempo después del diluvio (Núm. 13, 29; Deuteronomio 2, 10; 3, 11; etc.), sino también por las tradiciones orales de muchos pueblos, y ante todo por las excavaciones modernas. Famosos: tal vez por sus progresos técnicos como los cainitas (4, 17 ss. y nota), pero mucho más por sus maldades, que les acarrearon el castigo del diluvio. Ante ellos, y ante todos sus contemporáneos, se presenta Noé como “predicador de la justicia” (II Pedro 2, 5), para recordarles las leyes de Dios, aunque su misión está condenada al fracaso, a pesar de los ciento veinte años que Dios le concede para su obra de profeta y predicador (cf. v. 12 s). No le hicieron caso, sino que “siguieron comiendo y bebiendo, tomando en matrimonio y dando en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el Arca”. (Mateo 24, 38).

[71] 6. Se arrepintió: Antropomorfismo, “Dios no es un hombre para arrepentirse” (I Reyes 15, 29). Se aflige su corazón paternal porque sabe que para la apostasía no hay otro remedio que el exterminio (cf. Hebreos 6, 4-8; 10, 26 ss.).

[72] 9. Anduvo con Dios, lo mismo que Enoc, su bisabuelo (cf. 5, 24), que vivió de la fe y por eso fue trasladado (cf. Hebreos 11, 5).

[73] 15. El codo grande o sagrado medía, en centímetros: 52,5 (medida egipcia) o 55 (medida babilónica); el codo pequeño o común, 45 y 49, respectivamente. Aquí se trata probablemente del codo sagrado, de manera que las medidas del arca eran, en metros: 157,5 por 26,5 por 15,75, o 165 por 27,5 por 16,5. San Agustín opina que estas proporciones del arca han sido tomadas del cuerpo, el cual extendido en el suelo es seis veces más largo que ancho y diez veces más largo que alto. El volumen del arca, en total alrededor de 450.000 codos cúbicos, ofrecía espacios suficientes para los animales y las provisiones.

[74] 16. Es de suponer que la ventana se extendía por toda la parte superior del arca. “La manera más natural de imaginarse el arca es suponer entre las paredes laterales y el techo un espacio libre, de un codo, para dar aires y luz al arca” (Nácar-Colunga).

[75] 18. El pacto consiste en salvar al patriarca y su familia y hacerlo segundo padre del linaje humano. Será el segundo ensayo de fundar el reino de Dios sobre la tierra, después de la apostasía de las generaciones antediluvianas; pero aun esta vez, como veremos más adelante, se le opondrá la mentalidad egoísta del hombre. Cf. 8, 21 y nota.

[76] 20. Vendrán a ti: Aunque se ha probado que en el arca cabían todos los seres vivientes, no deja de ser un milagro lo que aquí se dice de la reunión espontánea, sin cooperación humana, de tantos animales, ya que muchos eran salvajes. Obsérvese la distinción entre animales puros e impuros (7, 2), que es como una anticipación de la Ley de Moisés (cf. Levítico capítulo 11; Deuteronomio 14, 3 ss.). Vemos, pues, que la distinción entre bestias puras e impuras es más antigua que la Ley del Sinaí. La diferencia entre ambas clases consistía en que estaba prohibido comer carne de animal impuro o tocarlo, y que también para los sacrificios podían tomarse solamente animales puros.

[77] 5. Noé no solo construyó el arca, sino que al mismo tiempo sufrió el desprecio de sus contemporáneos que lo tomaron por loco. Cf. 6, 4 s. nota; Eclesiástico 44, 17-19; Mateo 24, 37; Lucas 17, 26; Hebreos 11, 7; II Pedro 2, 5.

[78] 6. Seiscientos años: San Cirilo de Jerusalén subraya en este caso la longanimidad de Dios y dice: “Quinientos años tenía Noé cuando Dios le anunció el diluvio, y seiscientos cuando lo envió. ¿No ves la grandeza de la clemencia de Dios alargada por cien años más cuando podía haber dado el castigo en el momento de anunciarlo? Pero Él quiso retrasarlo a propósito para dar lugar a la penitencia” (Cat. II).

[79] 11. El mes segundo sería, según la era antigua babilónica, la segunda mitad de octubre y la primera de noviembre. Por el “grande abismo”, los antiguos entendían los espacios alrededor de la tierra, en cuyas profundidades se creía que había fuentes.

[80] 21. Toda carne, o sea, todos los seres vivientes que en sus narices tenían soplo de vida (v. 22) perecieron, pero no todos perdieron la vida eterna. Esto nos revela San Pedro en el misterioso pasaje de I Pedro 3, 19, donde habla de la predicación del Evangelio, por el mismo Jesucristo, en el infierno y nombra expresamente a los hombres del diluvio. Véase nota respectiva.

[81] 23. Se levanta aquí la pregunta: ¿Fue el diluvio una catástrofe “universal”, y en qué sentido? Antiguamente se sostenía con todo rigor la universalidad del diluvio, fundándose en los pasajes del Génesis 6, 7: “Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado” (cf. 6, 13), y Génesis 9, 19: “Estos tres son los hijos de Noé, por los cuales fue poblada la tierra”. Cf. Sabiduría 14, 6; I Pedro, 3, 20; II Pedro 2, 5; 3, 6. Aducen asimismo el testimonio de los Padres y antiguos intérpretes que se han pronunciado unánimemente a favor de la universalidad del diluvio y ven, precisamente por ello, en el arca una figura de la Iglesia. Para resolver el problema de la universalidad conviene estudiarlo bajo sus distintos aspectos: 1) No necesitamos sostener la “universalidad zoológica”, pues no perecieron los peces, de los cuales la Biblia no habla en estos capítulos, como tampoco de los insectos, ya que el término: “todo lo que se arrastra sobre la tierra”, (7, 8) se refiere a los reptiles. La zoología conoce 8.000 especies de animales. Dos o siete parejas de cada especie serían unos 30.000 o 40.000 animales. ¿Cómo atenderlos en el arca, donde había solamente ocho personas? 2) Tampoco existe la necesidad de defender la “universalidad geográfica” del diluvio, pues, como dicen los representantes de las ciencias naturales, faltaba para ello el agua. Todas las aguas de la tierra no serían capaces de cubrir el orbe entero hasta las cumbres más altas de las montañas. 3) Queda, por consiguiente, abierta solamente la cuestión de la “universalidad antropológica”. Los que admiten el carácter parcial del diluvio en sentido antropológico (Hummelauer, Lesètre, Heinisch, Ceuppens, etc.) hacen notar que el autor sagrado habla solamente de un sector de la humanidad, es decir, de los hijos de Caín y Set, sin mencionar a los descendientes de los demás hijos de Adán, (cf. 5, 4), por lo cual, dicen, los capítulos 6 y 7 se refieren exclusivamente a ese reducido grupo de hombres de que se ocupa el autor del Génesis, puesto que los otros no entran en la narración. Afirman también que en hebreo la expresión “toda la tierra”, puede significar “todo el país”, es decir, el país del cual habla el hagiógrafo. Cf. Génesis 41, 54, donde “toda la tierra” también se toma en sentido restringido. En cuanto a la interpretación dada por los Padres, los defensores de esta hipótesis alegan que su unánime testimonio hace fe únicamente cuando explican verdades de fe. Con todo, hay que decir con Simón-Prado que la universalidad antropológica es probabilísima. Ningún acontecimiento bíblico ha dejado tantas huellas en las tradiciones de los pueblos como esta narración del diluvio. Cf. el mito babilónico de Utnapistim, el griego de Deucalión y Pirra, la leyenda de Manú en la India, el Popolvuh o Génesis de los antiguos guatemaltecos, etc.

[82] 4. Ararat: Armenia, cuyo nombre babilónico es Urartu. El día diecisiete: La Vulgata de San Jerónimo vierte: del día veintisiete.

[83] 7. Salía y retornaba: La Vulgata dice Salió y no volvió. Se ha probado que la Vulgata antigua traía un texto igual al hebreo, por lo cual la Comisión Pontificia, a cuyo cuidado está la revisión de la Vulgata, ha restaurado en este lugar la forma primitiva del texto.

[84] 11. “La paloma, dice San Buenaventura, volvió al arca, con un ramo de olivo en el pico. De igual modo, el alma que es semejante a la paloma, vuelve de nuevo al Señor, porque en él halla descanso” (Sermón del Sábado Santo). Desde entonces el ramo de olivo se toma como símbolo de la paz. Tanto la paloma como el aceite de olivos son también símbolos del Espíritu Santo, cuya obra pacificadora no debemos olvidar en esta primera reconciliación del género humano con Dios; pues la paz es, según San Pablo, “fruto del Espíritu” (Gálatas 5, 22). Sobre la actividad del Espíritu Santo en la creación véanse las notas a Génesis 1, 1 y 2.

[85] 21. Malos desde su niñez: Alusión al pecado original. Mucho más que nosotros mismos conoce Dios el corazón humano, ese corazón falaz que hoy es bueno y mañana malo, y siempre flaco, porque lleva en sí la herencia del pecado de Adán. Aun los paganos conocían esta flaqueza innata, la cual el poeta Horacio ha caracterizado con las clásicas palabras: “Nitimur in vetitum semper cupimusque negata” (II Ep. 1, 94). La inclinación de nuestra naturaleza corrompida nos lleva siempre a desear lo prohibido y seguir los movimientos desordenados que surgen de nuestro corazón, como confiesa humildemente el apóstol San Pablo: “Ya no soy, pues, yo quien lo hago, sino el pecado que habita en Mí” (Romanos 7, 17). Con todo Dios no hará venir otro diluvio, pues nuestra misma naturaleza, tan débil y expuesta a peligros, provoca su misericordia. Cuanto más endebles somos nosotros, tanto mayor es su ternura y bondad (cf. Salmo 53, 8 y nota). “El diluvio” es figura del juicio final, y también del Bautismo (I Pedro 3, 21); el arca, figura de la Iglesia, “la cual nos hace felices mediante la madera” (de la cruz), dice San Agustín.

[86] 3. Fundándose en este versículo, creen algunos expositores que antes del diluvio los hombres no comían carne y que Noé fue el primero en hacerlo después del diluvio. Citan a favor de su hipótesis lo que Dios había dicho a Adán: “Ved que os doy toda planta, portadora de semilla sobre la tierra y todos los árboles, los cuales tienen en sí fruto de árbol con semilla, para que os sirvan de alimento” (Génesis 1, 29).

[87] 4. Carne con vida, o sea, sangre, pues la sangre se consideraba como asiento de la vida y la vida como propiedad de Dios, por lo cual el comer sangre era una suerte de sacrilegio. La prohibición de comer sangre fue también uno de los preceptos que los apóstoles, respetando las costumbres de los judíos convertidos al cristianismo, impusieron, al menos transitoriamente, a los cristianos de la gentilidad (Hechos 15, 20). Más adelante se perdió el precepto, porque solo había sido dado para los que estaban bajo la Ley antigua.

[88] 5. La efusión de la sangre humana había de vengarse hasta en las bestias que fueran causa de la muerte de un hombre (véase Éxodo 21, 28), porque el hombre es imagen y semejanza de Dios (Génesis 1, 26).

[89] 13. Servirá de señal del pacto: El arco iris, “el testigo fiel en el cielo”, como lo llama el salmista (Salmo 88, 38), no fue puesto para que Dios no olvidase sus promesas, sino para que nosotros, al ver esta señal, nos acordásemos de la misericordia que Dios nos ha prometido, y tuviésemos confianza en ella (San Juan Crisóstomo).

[90] 21. Los Padres dicen que Noé no pecó, pues bebió del vino sin conocer su fuerza.

[91] 25. “Canaán”, hijo de Cam (10, 6). Los descendientes de Cam, especialmente los canaanitas, serán esclavos. Esto se cumplió en la conquista del país de Canaán en tiempos de Josué, cuando los cananeos fueron subyugados por los israelitas. Se cree que también gran parte de los pueblos de África, siempre tratados como esclavos, son descendientes de Cam.

[92] 26 s. “Sem” estará en relación especial con Dios, que por eso es llamado “el Dios de Sem”. Efectivamente, eligió Dios la raza semita para fundar su nuevo reino sobre la tierra. Cf. la vocación de Abrahán, descendiente de Sem, en el capítulo 12 del Génesis. Y ¿no fueron también Cristo y los apóstoles miembros de un pueblo semita? Acerca de “Jafet” (v. 27) dice Noé que se dilatará y habitará en las tiendas de Sem. Esto puede entenderse en sentido geográfico, sin embargo es preferible explicarlo en sentido espiritual. Por su conversión a la religión de Cristo, los pueblos de Europa, hijos de Jafet casi todos, entraron en las tiendas de Sem y se hicieron partícipes de las bendiciones dadas a Sem y su descendiente Abrahán. Las bendiciones de Sem y de Jafet son, pues indudablemente mesiánicas.

[93] 1. El capítulo 10 contiene la “tabla de las naciones”, es decir, la nómina de los pueblos antiguos. Para comprobar que Moisés no tenía la intención de enumerar todos los pueblos, basta recordar que de los siete hijos de Jafet, solo de dos se mencionan los descendientes. Hasta ahora los sabios no han logrado identificar todos los pueblos aquí enumerados.

[94] 2. Gómer: tal vez los cimerios, cimbros (germanos). Sobre “Magog”, un país situado al norte, véase Ezequiel 38, 2; 39, 6; Apocalipsis 20, 8. “Madai”: los medos (persas). “Javán”: los jonios (griegos), “Tubal” y “Mósoc”: países mencionados juntamente con Magog en Ezequiel 38, 2; según los cuneiformes, parte de Armenia. Algunos ven en Tubal el nombre de la ciudad de Tobolsk (Siberia). “Tirás”: los tracios, o más bien los terrenos o etruscos (Italia para los países occidentales).

[95] 3. Asquenaz: tal vez los escitas. Hoy día llevan este nombre los judíos que viven entre los pueblos del norte de Europa. Rifat y Togormá: probablemente pueblos del Asia Menor.

[96] 4. Elisá: según algunos, Chipre, que en las tablas de Tell el-Amarna lleva el nombre de Alaschia, según otros, Elis, región de Grecia. “Tarsis”: ciudad y país cuyo nombre se menciona muchas veces en el Antiguo Testamento, y que los arqueólogos generalmente identifican con Tartessus, ciudad de España. Según otros, una ciudad situada en Cerdeña o en el norte de África. “Kitim”: Chipre, donde la ciudad de Kition recuerda este nombre. “Dodanim”: los dárdanos (troyanos) cuyo nombre recuerdan los Dardanelos, estrechos que separan a Europa de Asia.

[97] 6. Cus: Etiopía y región de la Arabia meridional. Misraim: Egipto. Put o Punt, parte de Egipto o Libia. Canaán: Palestina.

[98] 7. Pueblos de Arabia. Sobre “Havilá” véase 2, 11 y nota. Sabtá o Sabatá: región de la Arabia meridional. Sabá, de donde vino la reina de Sabá (cf. III Reyes capítulo 10), también en la Arabia meridional.

[99] 9. Cazador delante de Yahvé: giro hebreo que quiere decir: cazador famoso. Cf. Jonás 3, 3, donde se dice de Nínive que era una ciudad grande delante de Dios, es decir, una ciudad grandísima.

[100] 10. Sinear: Babilonia, parte meridional de Mesopotamia.

[101] 12. La gran ciudad: Nínive, situada en la orilla oriental del Tigris, frente a la ciudad moderna de Mossul. Grande se llamaba Nínive porque cubría una superficie de tres jornadas de perímetro y contenía en tiempos de Jonás más de 120.000 pequeñuelos, lo cual equivale a una población total de más de medio millón de habitantes. Cf. Jonás 4, 11.

[102] 13. Pueblos del norte de África y vecinos de Egipto. Lahabim: tal vez los libios. Naftuhim: habitantes del delta del Nilo.

[103] 14. Patrusim: Alto Egipto. Caftor: Creta, patria de los filisteos. Cf. Deuteronomio 2, 23; Jeremías 47, 4; Am. 9, 7.

[104] 15. Sidón: los fenicios. Het: los heteos o hititas que en el segundo milenio antes de Cristo extendieron su reino desde el centro de Asia Menor hasta las fronteras de Egipto. La lengua de sus monumentos hasta ahora no ha sido descifrada por completo. Su centro fue la actual Boghazköi en Asia Menor.

[105] 16 ss. Pueblos de Canaán. Los “jebuseos”, antiguos pobladores de Jerusalén.

[106] 22. Pueblos de Mesopotamia. Elam: al sudeste de Babilonia. Asur: Asiria. Arfaxad: región montañosa al norte de Asiria. Lud: una tribu de Mesopotamia o Arabia; según otros: los lidios de Asia Menor. Aram: un pueblo semita que ocupó poco a poco gran parte de Siria y Mesopotamia.

[107] 23. Us: tal vez Basán, al norte de Transjordania. Géter: tal vez Gesur, entre Basán y el Hermón.

[108] 25. Fáleg: Este nombre recuerda la división de los pueblos, pues en hebreo tiene la misma raíz que el verbo “dividir”.

[109] 29. Ofir: parte de África, que de Ofir recibió su nombre.

[110] 32. “De este cuadro quedan excluidos todos los pueblos que moraban fuera del ámbito geográfico del autor sagrado, que era el de sus contemporáneos. La divina inspiración no ampliaba los conocimientos de los autores sagrados, que por otra parte, no interesaban al fin que se proponía” (Nácar-Colunga).

[111] 2. Sinear: Babilonia (cf. 10, 10). Parece que el nombre de Sinear o Senaar (Vulgata) es idéntico con el nombre del pueblo de los sumerios, los más antiguos pobladores de Babilonia, quienes transmitieron su cultura y la escritura cuneiforme a los pueblo semíticos que invadieron el país en el tercer milenio a. C. En aquellos tiempos la tierra de Babilonia no tenía la extensión geográfica de hoy, porque el golfo Pérsico se extendía hacia el norte más allá de la actual juntura del Tigris y Éufrates. Esta parte del golfo se llamaba el Mar Maratu.

[112] 3. En aquella región no hay piedras ni cal; por eso se sirven del barro para fabricar ladrillos y del betún en lugar de argamasa.

[113] 4. Cuya cumbre llegue hasta el cielo: Esta expresión no ha de tomarse en sentido literal, ya que se aplicaba también a otros templos de Babilonia. Es tal vez la traducción del nombre sumerio de la torre Etemenanki (Casa de los cimientos del cielo y de la tierra), que estaba un poco al norte del templo Esagila de Babilonia, cuya base era de 91,50 metros cuadrados. Algunos buscan los restos de esta torre en las ruinas de Birs Nimrud (“castillo de Nimrod”) en las cercanías de Babilonia, otros en la torre “Babil” de la ciudad de Babel. “Para que no nos dispersemos””: Era la voluntad de Dios que se dispersasen y repoblasen la tierra, como lo había mandado a Noé (9, 1). Pero revivió en ellos el espíritu de Caín, la rebeldía contra Dios, que siempre cunde en el mundo (cf. Judas v. 11). Eran inventores y progresistas, como el hombre moderno, que los imita en la construcción de torres babilónicas, en sentido técnico y más aún en sentido ideológico. En lugar de cumplir la voluntad divina edificaron una ciudad monstruosa, en la cual levantaron, como símbolo de su unidad espiritual, un templo, pues las torres babilónicas eran a su vez santuarios, en cuya cumbre había un templo o por lo menos un altar. La idea que los animaba consistía en crear no solo un monumento, sino a la vez un centro idolátrico que les sirviese de lazo de unión. De ahí que Dios interviniera con tanta severidad. La soberbia, dice San Agustín, confundió las lenguas, la humildad de Cristo las unió de nuevo.

[114] 5. Yahvé descendió para ver: Uno de los antropomorfismos en que tan fecunda es la Biblia, en especial el Génesis. Véase antropomorfismos semejantes en 6, 6; 8, 21; Job 38, 13; Salmo 40, 4.

[115] 7. Confundamos su lengua: No deja de ser un fenómeno milagroso esta confusión de las lenguas, que se produjo por intervención del Altísimo. Hay, sin embargo, expositores que dan a este hecho un sentido figurado o naturalista y dicen que aquí se trata de un acontecimiento de orden puramente natural. La desunión en el pensar llevó a los hombres a separarse los unos de los otros, y una vez separados perdieron pronto la unidad de la lengua primitiva. En estas explicaciones hay que proceder con mucha prudencia, a fin de que no se pierda el contenido de la revelación. Cf. la Carta de la Pontificia Comisión Bíblica del 16 de Enero de 1948, sobre la interpretación de los once primeros capítulos del Génesis. Véase 1, 31 y nota. Las consecuencias de la separación de los pueblos y de la confusión de las lenguas repercuten hoy todavía en la humanidad, manifestándose en una desastrosa desunión intelectual, cultural y política y en los nacionalismos extremistas —cultivados más que nunca en nuestros días— como fruto de los cuales presenciamos la supresión de naciones enteras, la explotación de los pueblos pobres y, ante todo, las incesantes guerras, que nunca fueron tan crueles como en nuestro siglo, a pesar de las tan numerosas instituciones internacionales y humanitarias.

[116] 9. El nombre de Babel (contracción de Balbel) significa en hebreo algo así como confusión. Es una etimología popular en que se expresa el desprecio a Babilonia. En lengua babilónica significa Babili (Babel) “puerta de Dios”. La ciudad situada a orillas del Éufrates, adquirió desde muy antiguo extraordinaria importancia política. En el lenguaje de los profetas, Babel o Babilonia es la personificación del poder de los impíos (véase Apocalipsis 14, 8; 17, 5; 18, 2).

[117] 10 ss. La “genealogía” que sigue, tiene por objeto establecer la línea directa que enlaza a Abrahán con el padre del género humano. “La Sagrada Escritura nos muestra, a grandes rasgos, el entronque genealógico de Abrahán con Adán por la parte fiel a Dios y heredero de las bendiciones: Sem, en quien recaen las bendiciones de Noé (9, 26); Noé, único setita fiel (4, 8-9); Set, dado por Dios en lugar de Abel (4, 25); Protoparentes, depositarios y transmisores de la promesa llamada Protoevangelio (3, 15). De esta manera Abrahán, y por él el pueblo de Israel, llega a ser el heredero de todas las promesas de la bendición hechas por Dios a la Humanidad”. (Oñate).

[118] 28. Ur de los caldeos, ciudad situado al sur de Babilonia, sobre la orilla oriental del Éufrates. Las excavaciones hoy realizadas en aquel lugar, muestran que la ciudad natal de Abrahán existía ya en el tercer milenio antes de Jesucristo y era célebre por su templo de Sin (Luna).

[119] 31. Harán: más tarde llamada Carrhae, primer objeto del viaje, se halla en la región septentrional de Mesopotamia, a mitad de camino entre Ur de los caldeos y Canaán. También en Harán se veneraba al dios lunar Sin, y las tribus que se agrupaban alrededor de Harán eran de la misma raza que las de Ur. De ahí que la emigración de Ur se dirigiera preferentemente a la ciudad de Harán, la cual se hallaba, además, en el camino que llevaba desde Mesopotamia a las regiones siro-palestinas.

[120] 1. El Reino de Dios sobre la tierra peligró de nuevo por la maldad de los hombres (cf. capítulo 11). Respetando el libre albedrío del hombre, permitió Dios la nueva apostasía del género humano, como había permitido la de los cainitas y de los setitas contagiados de la rebeldía cainita (6, 1 ss.). Mas esta vez la bondad del Padre celestial no los anegó en el agua (cf. II Pedro 3, 7), sino que dio a su Reino otra estructura, fundándolo sobre una sola familia, fiduciaria exclusiva de la revelación divina hasta que viniese la revelación encarnada, Cristo. Este es el sentido de la vocación de Abrahán que, como un segundo Adán y Noé, entra en la historia. En adelante, se dividirá la historia en la de los gentiles, los cuales han dejado de ser destinatarios de la revelación, y en la de los descendientes de Abrahán, el pueblo elegido, el que será antorcha para todas las naciones, y al cual serán confiados “los oráculos de Dios” (Romanos 3, 2), es decir, las revelaciones divinas, hasta la venida del Mesías, de quien ellas dan testimonio. También el Libro de la Sabiduría relaciona la vocación de Abrahán con la corrupción de los hombres postdiluvianos: “Ella (la Sabiduría), cuando las gentes conspiraron a una para obrar mal, distinguió al justo (Abrahán) y le conservó irreprensible delante de Dios” (Sabiduría 10, 5).

[121] 2 s. ¿En qué consiste la promesa hecha a Abrahán? “Si admitimos el íntimo conexo con el Protoevangelio (3, 15) podemos deducir que esta bendición especialísima consiste en que la posteridad de Abrahán, el pueblo judío, será elegido por Dios para obrar una liberación universal y espiritual, y esto por uno de sus hijos, el cual triunfará plena y perfectamente sobre la serpiente diabólica” (Ceuppens). En efecto, son tres las promesas que el patriarca recibe: a) Dios le elegirá para hacer de él un gran pueblo; b) en Abrahán serán bendecidas todas las naciones; c) de su linaje saldrá el Salvador. Véase las promesas semejantes en 18, 8 y 22, 18. De esta manera Dios recompensa las duras fatigas del gran patriarca, el cual ha de abandonar su patria y sus parientes para servir a un Dios que sus padres apenas conocían. San Pablo no se cansa de destacar la fe heroica de Abrahán, que “esperaba contra toda esperanza” (Romanos 4, 18); pues cuando Dios le hizo la promesa de numerosa descendencia, Abrahán era ya anciano y no tenía hijos, y su mujer Sara era estéril (11, 30). En tal sentido todos los verdaderos cristianos son hijos de Abrahán. “Por Cristo y en Cristo somos de la descendencia espiritual de Abrahán” (Pío XI a los dirigentes de la Radio Belga, en 1938). Por lo tanto, la historia del pueblo de Abrahán debe tener el más conmovedor interés para nosotros, y los cristianos, que somos sus herederos espirituales, pues trata anticipadamente de Jesús, su origen terreno y su “carne”, que ahora está sentada en el trono de la diestra del Padre. Solo mirándolo desde Cristo entendemos el Antiguo Testamento.

[122] 5. No conocemos la fecha exacta del viaje de Abrahán a Palestina. En general se cree que se realizó alrededor del año 2000 a. C. Últimamente algunos historiadores han propuesto atribuir el viaje de Abrahán al siglo XVIII o XVII a. C. (cf. 14, 1 y nota). “Canaán”, es decir, Palestina, en aquel tiempo un país muy fértil. El escritor egipcio Sinhue, que vivió en el siglo XVIII a. C., alaba el país de Canaán extraordinariamente, diciendo: “La tierra aquella es hermosa, Jaa es nombre de ella; hay higos en ella juntamente con racimos de uva. Abunda en ella el vino más que el agua; copiosa es su miel, sus olivos son numerosos; frutos de todas clases tienen sus árboles. Hay granos allí juntamente con trigo; no existe límite para los rebaños todos”. Los cananeos vivían en ciudades y lugares fortificados y permitían que las tribus nómadas apacentaran sus ganados en el país abierto. La venida de Abrahán con sus pastores y rebaños era para ellos una cosa insignificante, ya que el patriarca no molestaba a los habitantes de las ciudades, sino que venía e iba como uno de tantos jeques nómadas. Sin embargo, parece que más tarde se produjeron dificultades en el sur del país. Cf. v. 9 y nota.

[123] 6. Siquem, situada en el centro de Palestina, idéntica con la actual Balata, a dos kilómetros al sudeste de Nablús. Encina de Moré: la Vulgata vierte: valle ilustre.

[124] 7. A tu descendencia: Cf. 13, 15; 17, 8; 22, 18; 24, 7. El sentido espiritual de esta promesa nos lo revela San Pablo en Gálatas 3, 16, refiriéndolo al Descendiente por excelencia, el Mesías.

[125] 8. Betel, hoy día Beitin, a 16 kilómetros al norte de Jerusalén, conocida por el sueño de Jacob y más tarde por el culto que allí se tributó al ídolo del becerro.

[126] 9. Négueb: nombre de la parte meridional de Palestina, hoy día parte del Estado de Israel formado el año 1948. “Una narración de la biblioteca del antiguo reino de Ugarit, recientemente descubierto, nos cuenta como Él da a Kéret, dios de Sidonia, un enorme ejército, llamado “el ejército del Négueb”, para que luche con los invasores llamados terajitas (de Táreh, padre de Abrahán). El texto parece escrito aproximadamente hacia la fecha de la irrupción de los hebreos en el sur de Palestina. Las tablillas que contienen esa narración están incompletas, pero parece permiten deducir que los terajitas se establecieron en el país y los cananeos se vieron obligados a retirarse ante ellos” (Bover-Cantera).

[127] 13. Sara era, según Génesis 20, 12, hermanastra de Abrahán, o, según otra interpretación, su sobrina, y a la vez su esposa; lo cual no es extraño en aquel tiempo en que la Ley mosaica no existía aún (Levítico 18, 9). La conducta de Abrahán se explica por la costumbre de los reyes de apoderarse de las mujeres extranjeras, matando a los maridos. En cambio, si se trataba de una mujer no casada, solían dar regalos a los hermanos de la misma. San Agustín nota que Abrahán se portó aquí con una sabiduría llena de luz. “En cuanto a la belleza de Sara que teniendo más de 65 años (cfr. Génesis 17, 17 con 12, 4), no parece que estuviera en estado de despertar la concupiscencia de un Faraón egipcio. Pero si se tiene en cuenta que el mismo fenómeno aparece más tarde en el episodio de Abimelec con Abrahán (Gén. 20) y de nuevo en Isaac (26, 7-11), y además que va íntimamente ligado no tanto con la longevidad ultra-centenaria de los patriarcas, sino también con la maternidad nonagenaria de Sara, y más generalmente con la fecundidad centenaria de los patriarcas, aparecerá claro que la Biblia quiere presentar este grupo de fenómenos como efectos de un privilegio que fue reservado a los progenitores del pueblo de Dios en cuanto tales” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 127).

[128] 1. Sobre el “Négueb” véase 12, 9 y nota.

[129] 4. Invocó el nombre de Yahvé: oró a Dios y le ofreció un sacrificio, dándole gracias por los beneficios recibidos en el viaje.

[130] 8. Lot era sobrino de Abrahán (14, 12). Se llamaba aquí hermano, porque el nombre de hermano se usaba entre parientes en general. Así habla también el Nuevo Testamento de los “hermanos” de Jesús, que en realidad no eran hermanos carnales sino solo parientes. Cf. 14, 16; 29, 12 y 15; Mateo 12, 46 y nota.

[131] 10. Segor, una de las ciudades de la Pentápolis, que como veremos más adelante (19, 20), fue perdonada cuando la ira del Señor destruyó las demás: Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím.

[132] 11. “El más débil escogió lo más agradable” (San Ambrosio). Cuando uno obra sin caridad tendrá que arrepentirse. Dentro de poco Lot habrá de experimentar las consecuencias de su elección egoísta.

[133] 15. A tu descendencia: Véase 12, 2 y 7 y notas.

[134] 18. Hebrón, cuyo nombre más antiguo fue Kiryat Arbá (Josué 14, 15) y hoy se llama El Chalil, se halla situada a unos 40 kilómetros al sur de Jerusalén. El encinar de Mamré (Vulgata: valle de Mambré), es el lugar clásico de la historia de Abrahán. El P. Mader tiene el mérito de haber investigado la primitiva residencia del gran Patriarca, la cual lleva hoy el nombre de Haram Ramet el-Chalil (= santuario de la colina del Amigo (de Dios). Había allí un pozo y un altar. En Mamré hospedó Abrahán a los tres varones del capítulo 18.

[135] 1. El capítulo 14 es de singular importancia por los nombres y datos históricos en él contenidos. Amrafel podría ser el rey Hammurabi de Babilonia, del cual poseemos el famoso código penal que se conserva en el Louvre de París. Vivió alrededor del año 2000, o, según nuevas investigaciones, dos siglos más tarde, entre los años 1728-1686 a. C. “Administrador sagaz, de gran iniciativa, no solo abrió canales utilísimos para la hidrografía babilónica, y construyó célebres templos, sino que además legó muy especialmente su nombre a la reunión de leyes, conocidas bajo el título de Código de Hammurabi, que mandó redactar a ejemplo de las sumerias precedentes, para armonizar la legislación de las dos razas, semítica y sumeria” (Ricciotti, Hist. de Israel, núm. 4). “Arioc” o “Eriaku”, nombre sumerio que corresponde al nombre semítico de Waradsin, rey de Elasar (Larsa), antigua residencia de reyes. “Codorlaómer” sería en lengua elarmita “Kudurlagamar”, aunque el nombre mismo no se ha encontrado hasta ahora en documentos históricos. “Tidal” es idéntico con Tudalias, nombre de varios reyes hititas. Las cinco ciudades (Sodoma, Gomorra, Adamá, Gím y Segor) formaban la Pentápolis. Cf. Sabiduría 10, 6.

[136] 3. El Mar Salado es el Mar Muerto, cuyas aguas son especialmente salobres y espesas. Situado a 394 metros bajo el nivel común, es un testigo perenne del divino castigo de Sodoma. Véase capítulo 19.

[137] 5. Los refaítas o Refaím, vivían en la Transjordania y en un valle cerca de Jerusalén. Entre ellos se cuentan los susitas, los emeos y los eneceos o enakitas (cf. Deuteronomio 2, 10, 3, 11; Josué 17, 15; II Reyes 21, 16 ss. I Paralipómenos 20, 4 y notas). La arqueología ha descubierto sus sepulcros (dólmenes), desparramados en la región transjordánica por donde pasaron los reyes invasores.

[138] 6 s. Los horreos u horritas, eran los pobladores del monte de Seír o Edom. Fueron exterminados por los edomitas (cf. 36, 20; Núm. 20, 4 ss; 21, 4; Deuteronomio 2, 12 y 22). Kades (v. 7), en el norte de la península del Sinaí, donde habitaban los “amalecitas”. “Hazazón-Tamar”, o sea Engaddí (II Paralipómenos 20, 2), situada en la costa occidental del Mar Muerto, donde vivía una tribu de los “amorreos” (canaanitas).

[139] 13. Abram el hebreo: Aparece aquí, por primera vez en la historia, la palabra “hebreo”. Su origen y significado es oscuro. Abram lleva este nombre, o por ser descendiente de Eber (10, 25) o por haber venido de la otra parte (en hebreo “eber”) del Éufrates. El nombre parece ser idéntico con el de los Habiru de las tablas del Tell el Amarna.

[140] 14. Su hermano, en realidad sobrino (Véase v. 12). Entre los hebreos la palabra “hermano” significaba “pariente”. Cf. 13, 8 y nota. Dan: ciudad situada en el extremo norte de Palestina. El nombre es anticipado, porque en aquel tiempo la ciudad se llamaba Lais (cf. Jueces 18, 27 ss.).

[141] 18. Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén: cf. Salmo 75, 3 donde Jerusalén lleva este mismo nombre), bendice a Abrahán, recibe diezmos de su mano y ofrece pan y vino al Altísimo. Se refieren al misterioso rey-sacerdote el Salmo 109, 4 y San Pablo (Hebreos 7, 1 ss.) haciéndonos ver que Melquisedec, sacerdote y rey, es figura de Cristo, el sumo sacerdote y sumo rey, y que su sacrificio de pan y vino es figura del Sacrificio del Nuevo Testamento (véase el Canon de la Misa y Catecismo Romano II, 4, 78). Hasta los nombres prefiguran la misión de Cristo. Melquisedec significa “rey de justicia”, y Salem significa “paz”. Sobre este pasaje se han suscitado muchas discusiones entre los exégetas católicos y protestantes. Según los primeros, Melquisedec ofreció allí un sacrificio de pan y vino en honor a Dios, como figura profética del sacrificio incruento que hoy se ofrece en la misa (cf. Denz. 938), mientras que los segundos pretenden que simplemente trajo pan y vino para agasajar a Abrahán como huésped. El texto de la Vulgata favorece claramente la primera interpretación, pues dice: “ofreciendo pan y vino porque era sacerdote del Dios Altísimo”. La reciente edición de la Biblia italiana auspiciada por el Pontificio Instituto Bíblico, vierte Aportó pan y vino siendo sacerdote, etc. y pone la siguiente nota: “Aportó (explica San Juan Crisóstomo, Homilía 36 N° 4), para refacción de las tropas de Abrahán, el cual en consideración al sagrado carácter de Melquisedec, figura de Cristo (cf. Salmo 109, 4; Hebreos 7), aceptó los dones, figura de la Eucaristía, y en cambio dio al sacerdote la décima parte de todo el botín (v. 20). Es obvio que Melquisedec haya ofrecido primero esos dones según el uso, al Altísimo, de quien era sacerdote”.

[142] 20. Le dio (Abram) el diezmo: San Pablo cita este pasaje en Hebreos 7, 4, para mostrar la superioridad del Sacerdocio de Cristo.

[143] 21. Dame gente: es decir, los prisioneros rescatados en la batalla. La Vulgata dice: “Da mihi animas” que Scío traduce muy exactamente: “dame las personas”, pues, “alma” significa en hebreo vida, todo el hombre, persona. Sin embargo, muchos autores de libros ascéticos usan esta palabra en el sentido de alma, y la aplican al celo de los misioneros y predicadores. El Cardenal Gomá pregunta con razón “¿Vale el texto para ponderar el valor de un alma y significar el ardor del celo apostólico?” (La Biblia y la Predicación, pág. 268).

[144] 1. Yo soy… tu recompensa sobremanera grande: Cf. la palabra de Jesús en el Nuevo Testamento: “He aquí que vengo presto, y mi galardón viene conmigo para recompensar a cada uno según su obra” (Apocalipsis 22, 12). ¿Por qué, pues, no amarlo, amarlo infinitamente?

[145] 2. Alude a la costumbre o ley babilónica, según la cual el mayordomo heredaba los bienes de su amo cuando esto no tenía hijos. En su respuesta usa Abrahán el nombre de Adonai (mi Señor), lo mismo que en el v. 8. Es para expresar su absoluta sumisión y fidelidad.

[146] 5. Le sacó fuera, etc.: “En el silencio de la noche está Dios. No le busquemos en el barullo del día, ni en el trabajo ruidoso; busquémoslo en el silencio de la noche, como Nicodemo, pues este es el momento propicio en que Dios suele hablar al hombre. Habló a Samuel en el silencio sagrado de la noche, manifestándole Sus designios. Y en el silencio de la noche reveló a San José el sublime secreto de la Virgen e hizo anunciar a los pastores la venida de Cristo. Jesús mismo buscaba el silencio de la noche para comunicarse con el Padre y estar con Él en íntimos coloquios” (Elpis).

[147] 6. “Muchas obras buenas había hecho Abrahán, mas no por ellas fue llamado amigo de Dios, sino después que creyó, y toda su obra fue perfeccionada por la fe” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis V). Tan grande era la fe del Patriarca que no miraba a su edad ni a la esterilidad de su mujer. Creyó contra toda esperanza que Dios le daría descendencia. Por la fe en las divinas promesas había abandonado su patria; por la fe soportaba las más grandes aflicciones y penalidades; por la fe estaba dispuesto a renunciar a todo y hasta a sacrificar a su propio hijo, el hijo de la promesa (capítulo 22). Cf. Romanos capítulo 4 y 5; Gálatas 3; Santiago 2, 23. Por eso mereció ser llamado el padre de todos los creyentes (Romanos 4, 11). Los que creemos en Cristo, somos hijos de Abrahán por la fe.

[148] 12. Se trata de un rito acostumbrado entre los pueblos antiguos. Cf. Jeremías 34, 18 s. Al celebrar un pacto los contrayentes pasaban por entre los animales sacrificados, dando con ellos a entender que, en caso de quebrantar uno el pacto merecía la suerte de aquellos animales. Ese mismo rito estaba en uso también en Grecia y en Roma. De ahí los términos latinos: foedus ferire, foedus icere, foedus percutere. No fue un “sueño” natural, sino un éxtasis o arrobamiento, durante el cual Dios reveló a Abrahán el destino de sus descendientes en Egipto.

[149] 16. A la cuarta generación, es decir, después de unos cuatrocientos años (en cifras redondas). Véase versículo 13. Una generación era entonces de 100 años más o menos. Según Éxodo 12, 40 la cifra exacta es de 430 años.

[150] 17. La antorcha de fuego, que recorre el espacio intermedio entre las víctimas, es símbolo de Dios quien también cumple la ceremonia del pacto, que consistía en que los contrayentes pasaban por entre las víctimas.

[151] 18. El río de Egipto: no el Nilo, sino el Wadi el Arisch, que constituía la línea de demarcación entre Egipto y Palestina (Núm. 34, 5; Josué 15, 4; III Reyes 8, 65; Isaías 27, 12).

[152] 2. Para resolver el problema del heredero, o porque dudaba de la promesa de Dios, Sara propuso a Abrahán tomar por mujer a su esclava Agar. La propuesta de Sara está de acuerdo con la ley babilónica de entonces (Código de Hammurabi, art. 146), según el cual la esposa que no tenía hijos podía dar a su marido una esclava. El hijo del marido y de la esclava pasaba por hijo de la esposa, y si la esclava despreciaba a su dueña estéril, tenía esta el derecho de castigarla como propiedad suya. Es este precisamente el caso de Sara y Agar (v. 5). No hay que juzgar la conducta de Sara y Abrahán según las leyes cristianas, pues la monogamia no era todavía precepto (véase lo que dice Cristo en Mateo 19, 8). “Quiso Dios por este matrimonio de Abrahán con una esclava figurar misterios muy elevados” (Páramo). Cf. nota 15.

[153] 5. Juzgue Yahvé: “Sara culpa a Abrahán de aquello de lo cual ella misma es culpable, por lo que se ve que aun los más santos están expuestos a engañarse en la opinión de su propia justicia (Scío). San Ambrosio reprende a Sara por la dureza que mostró, pero San Agustín y otros Padres la defienden y la excusan.

[154] 7. Sur: parte del desierto de la península sinaítica.

[155] 11 s. El nombre Ismael quiere decir “Dios oye”. Ismael y sus descendientes, las tribus árabes, serán rebeldes contra todos. Lo son hasta el día de hoy.

[156] 13. “Atta El Roí” significa: “Tú eres el Dios que me ve”, es decir, Tú eres el Dios omni-vidente. ¿No he visto?, etc.: Texto oscuro, al cual se dan muy diversas traducciones y explicaciones. Agar parece admirarse de haber visto al Ángel de Dios sin perder la vida. Era opinión común que nadie podía ver a Dios o a su Ángel sin morir (cf. 32, 30; Éxodo 33, 20; Jueces 13, 21 ss.).

[157] 14. El Viviente es, en la Sagrada Escritura, nombre de Dios. Cf. Josué 3, 10; IV Reyes 19, 4 y 16; Salmos 4, 3; 83, 3; Os. 1, 10; Mateo 26, 63.

[158] 15. Sobre el carácter espiritual de las relaciones entre Sara y Agar habla San Pablo en la Epístola a los Gálatas. Agar, la esclava, es figura y tipo del Antiguo Testamento, cuya característica es la servidumbre y sumisión a la Ley; Sara, en cambio, es el tipo del Nuevo Testamento y de la “Jerusalén de arriba”. Por eso, aunque parece estéril, es más fecunda, por ser madre del hijo de la promesa (Isaac), en tanto que Agar, aunque fecunda según la carne, es estéril para el Reino de Dios, y su hijo Ismael no obtendrá bendiciones espirituales (Gálatas 4, 22 ss.). Cf. 17, 20.

[159] 1. El Dios Todopoderoso, en hebreo “El Schaddai”. Los nombres que Dios se da a Sí mismo tienen el más profundo significado. En Éxodo 3, 14 se da el nombre de Yahvé (el que es, el Eterno). Cf. 2, 4 y nota. Aquí oímos de su boca el nombre de Schaddai, con el cual solía manifestarse a los patriarcas (cf. Éxodo 6, 3). Es difícil darle una traducción adecuada; por eso algunos, por ejemplo Nácar-Colunga, conservan la forma hebrea. Etimológicamente Schaddai señala la invencible fuerza de Dios, por lo cual las versiones prefieren los términos “Omnipotente” y “Todopoderoso”. “Sé perfecto”: La perfección de los patriarcas consistía en caminar en la presencia del Señor, oír en todo la voz de Dios y de sus ángeles y llevar la antorcha de la fe a través de los siglos más oscuros. “Los patriarcas eran entonces, como los apóstoles han sido después, la sal de la tierra. En vano buscaréis por el mundo, en aquellos remotísimos tiempos, al hombre pobre de espíritu, rico de fe, manso y sencillo de corazón, modesto en las prosperidades, resignado en las tribulaciones, de vida inocente y de honestas y pacíficas costumbres. El tesoro de esas virtudes apacibles resplandeció solo en las solitarias tiendas de los patriarcas bíblicos” (Donoso Cortés).

[160] 5 s. El nombre no es una simple etiqueta, como hoy día suelen ponerse los nombres, sino la expresión de una idea que ha de realizarse en el portador del nombre. Así se explica que la nueva misión de Abrahán le acarrea un nuevo nombre. Abram, significa: Padre excelso; el nuevo nombre, Abrahán: “Padre de la muchedumbre”. De Abrahán salieron no solo los israelitas, sino también los árabes (descendientes de Ismael, hijo de Abrahán), los idumeos, madianitas y otros. Los reyes que salieron de Abrahán fueron, entre otros, David, Salomón y el rey de reyes, Jesucristo. Véase 12, 2 y 3 y nota.

[161] 10 ss. Los racionalistas se rompen la cabeza en busca de una explicación satisfactoria de la “circuncisión” y su introducción en el pueblo escogido. Es cierto que también en algunos otros pueblos de la antigüedad, por ejemplo entre los egipcios y algunos pueblos semíticos, se conocía esta institución, pero lo que distinguía la circuncisión de Antiguo Testamento de todas las prácticas semejantes, aun anteriores, es su significado esencial y exclusivamente religioso, su carácter de sello de la alianza con Dios. Para Abrahán y su descendencia la circuncisión constituía una especie de Bautismo. “La circuncisión era el primero e imprescindible sacramento de la Antigua Alianza; daba derecho a las promesas y bendiciones del pueblo de Dios, y quien carecía de ella era excluido, como extranjero, de todos esos bienes. Por la circuncisión se obligaba el hombre al fiel cumplimiento de la Ley del Antiguo Testamento. Era un sello indeleble impreso en la carne para honra o para ignominia y reprobación, según que el circuncidado viviese en pureza y santidad o apartado de las virtudes. Pero… la circuncisión estaba prescripta solo para Abrahán y su descendencia, hasta los tiempos del Redentor; el Bautismo, en cambio, es ley para todos los pueblos y para todos los tiempos, hasta el fin del mundo. La circuncisión era una señal corporal, que daba derecho a los bienes corporales y terrenos; el Bautismo no consiste solo en un signo externo, sino que encierra en sí la gracia, imprime al alma carácter indeleble y comunica bienes mucho más elevados, espirituales y celestiales” (Schuster-Holzammer). Sin embargo, la circuncisión no alcanzaba a justificar a nadie por sí sola. Esto nos lo expone de una manera clásica e Apóstol de los gentiles en el cuarto capítulo de la Epístola a los Romanos. El patriarca Abrahán fue justificado por la fe, porque “la fe se le reputó a Abrahán por justicia” (Romanos 4, 9). Era justo delante de Dios antes de ser circuncidado porque “recibió la marca de la circuncisión como un sello de la justicia que había adquirido por la fe, cuando era aún incircunciso, para que fuese padre de todos los que creen en Él, sin estar circuncidados” (Romanos 4, 11). Cf. Romanos 6, 3 ss; Colosenses 2, 11. De ahí la definición del Concilio Tridentino: que la fe es “el principio de la humana salvación, el fundamento y la raíz de toda justificación” (Ses. VI, capítulo 8). Como se ve, Dios reprende, ya desde el Antiguo Testamento, la confianza orgullosa de los judíos en la circuncisión carnal, como lo hiciera más tarde San Pablo, cuando dice: “No es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que se hace por fuera de la carne; antes bien, es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón, según el espíritu y no según la letra, cuya alabanza no es de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2, 28 s). Cf. Gálatas 5, 6; Efesios 2, 11. En el Antiguo Testamento véase Deuteronomio 10, 6; 30, 6; Jeremías 4, 4; Ezequiel 44, 7.

[162] 15. No sabemos por qué Dios cambió el nombre de Sara, pues Sarai y Sara son de la misma raíz y significan más o menos lo mismo: princesa, linaje real, y cierto el más preclaro de la tierra, como que fue ennoblecido por el mismo Hijo de Dios que se encarnó en él.

[163] 17. “Risa, no de desconfianza, sino de asombro y gozo ante lo grande e inesperado que no acababa de creer” (Jünemann).

[164] 18. Viva delante de Ti: sea objeto de tu especial protección.

[165] 20. Es la respuesta a la súplica de Abrahán en el versículo 18.

[166] 2. Que los tres eran una aparición de Dios, se desprende del versículo 1 y de los vv. 3 y 13 ss. La aparición bajo la figura de tres personas es, además una manifestación de la Santísima Trinidad. Así explican la narración los Santos Padres: “Abrahán vio a tres, y adoró a uno solo” (San Agustín). Partiendo de este pasaje, representa la Iglesia Oriental a la Santísima Trinidad, preferentemente, como tres jóvenes de igual figura y aspecto.

[167] 4 ss. Los Padres alaban la hospitalidad del santo patriarca que trata a los tres desconocidos como si fuesen sus hermanos. “Abrahán no encomendaba el servir a los huéspedes a sus siervos y criados, disminuyendo de tal modo el bien que hacía (por ejercerlo por manos ajenas), sino que él mismo servía a la humanidad necesitada, juntamente con su mujer, como si en esto hubiera encontrado un gran provecho. Él mismo lavaba los pies de los peregrinos, y él mismo traía sobre sus propios hombros un ternero gordo de la manada. Cuando los huéspedes estaban comiendo, él les servía en pie, como uno de sus criados, y sin comer él, ponía en la mesa los majares que Sara había guisado con sus propias manos” (San Jerónimo, Carta a Pamaquio).

[168] 12. Mi señor: Abrahán. San Pedro se refiere a este pasaje en su primera Epístola (3, 6), donde dice que la mujer, siendo más débil por voluntad de Dios, debe ser respetuosa y obediente al marido “como Sara que obedecía a Abrahán y lo llamaba señor”, y que es por este camino por donde ella llegará a ganar al marido (I Pedro 3, 1). También San Pablo recalca la voluntad divina de que la mujer tenga un papel subordinado en lo que se refiere al marido. “Quiero que sepáis, exhorta el gran apóstol de los Gentiles, que como Cristo es la cabeza de todo varón, así el varón es la cabeza de la mujer” (I Corintios 11, 3). “El (varón) es la imagen y gloria de Dios, mas la mujer es la gloria del varón; que no fue el varón formado de la mujer, sino la mujer del varón” (I Corintios 11, 7 s.). Los primeros cristianos, y aun las mujeres de la Edad Media, conocían estas sabias normas dictadas por los apóstoles y las observaban. Así, por ejemplo, Isabel la Católica, reina y heredera del trono de Castilla, llamaba a su marido “mi señor”, aunque le era igual en dignidad. Hoy día se habla de la “emancipación de la mujer”, pero no en provecho de su dignidad. Comprendan las mujeres cristianas que la felicidad de la mujer no consiste en la “emancipación” de las leyes naturales y divinas, pero sepan también los maridos que, en el matrimonio cristiano, ellos son los representantes de Cristo y que deben por lo tanto amar a sus mujeres “como Cristo amó a la Iglesia” (Efesios 5, 25), tratándolas “con toda discreción” (I Pedro 3, 1):

[169] 20. El “pecado de Sodoma” consistió en la perversión del orden de la naturaleza, vicio que se llama sodomía (véase 19, 4 ss.). El diálogo entre Dios y Abrahán enseña cómo Dios detiene su ira por amor e intercesión de los santos; muestra, además, la asombrosa llaneza de Dios en su trato con los hombres, y la rectitud de corazón del patriarca. “Diálogo bellísimo, dice Bover-Cantera, en que no se sabe qué admirar más, si la generosidad de Dios al escuchar la oración de su siervo y perdonar al pueblo pecador o el atrevimiento familiar a la vez respetuoso y la confianza humilde de aquel santo varón, que recibió el título de “amigo de Dios” por antonomasia”.

[170] 32. “¡Cuán ingeniosa es la caridad de Abrahán para solicitar el perdón de los culpables, al mismo tiempo que reconviene, digámoslo así, a la divina justicia, para que no confunda con ellos a los inocentes! No pide gracia particular por su sobrino, persuadido que se hallarían diez justos en Sodoma, en cuyo número entraría, o abandonándole enteramente a la providencia del Señor” (Scío).

[171] 1. Los dos Ángeles: Si los tres personajes son una representación de la Trinidad (cf. 18, 2 y nota), podemos ver en estos dos Ángeles al Hijo y al Espíritu Santo, “Que son enviados por el Padre; y por eso, porque el Padre nunca es enviado, no apareció allí, mas apareció en aquellos tres, pues el Padre apareció, pero nunca fue enviado” (San Buenaventura).

[172] 5. La perversa multitud, que sin siquiera respetaba el derecho de hospitalidad, intenta cosas abominables contra los huéspedes. Así se deduce de la respuesta de Lot, quien, para salvarlos, promete entregar a los malvados sus propias hijas, con tal que dejen en paz a los extranjeros. Notemos que estos eran ángeles y figura de la divina Trinidad (véase 18, 2 y nota). Hasta eso llegó la bestialidad carnal de los hombres. Aquí se ve que las escenas crudas de la Sagrada Biblia, que algunos miran farisaicamente como escandalosas, son de la más alta edificación, enseñándonos que somos capaces de todas las monstruosidades, y mostrándonos la necesidad de la Redención.

[173] 11. Esto debió ser para Lot una prueba clara de que eran enviados por Dios.

[174] 14. Así dice Jesús que sucederá en su segunda Venida. (Cf. Lucas 17, 28).

[175] 16. Admirable imagen de la gracia, que nos salva aun a pesar de nuestra flaqueza, como dice la Iglesia en la Secreta de la cuarta Dominica después de Pentecostés.

[176] 22. Segor significa en hebreo “pequeño”. La ciudad se llamaba anteriormente Bela (cf. 14, 2 y 8). Lot intercedió por ella (v. 20), aduciendo su pequeñez. Tal es el privilegio de los pequeños (Sabiduría 6, 7).

[177] 24. Según Deuteronomio 29, 3 fueron alcanzadas por el castigo, las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboím. La quinta ciudad de la zona fue perdonada y recibió el nombre de “Segor” (v. 23). La catástrofe cuyo teatro era la parte meridional del lago que hoy se llama Mar Muerto, se realizó probablemente con intervención de causas naturales, betunes que se encendieron, volcanes, etc. Cf. Sabiduría 10, 7. Flavio Josefo, Eusebio, el mapa de Madaba y muchos expositores modernos, p. ej. Abel, Dhorme, Heinisch, Lagrange, ubican las ciudades destruidas de la Pentápolis en la parte meridional del Mar Muerto. Algunos modernos buscan su lugar en el norte del mismo mar, en la región de Teleilat el Ghassul, donde el P. Köppel hizo excavaciones, descubriendo una ciudad destruida por un incendio, alrededor del año 2000 a. C.

[178] 26. En Sabiduría 10, 7 se lee que aún subiste esa columna como “testimonio de un alma incrédula”. De ahí se ve que el castigo de la mujer de Lot no fue por su curiosidad, sino por su apego a la ciudad maldita. En vez de mirar contenta hacia el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba, volvió a ella los ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (Mateo 6, 21). Dios le dio lo que deseaba, convirtiéndola en un pedazo de la misma ciudad que ella añoraba. Jesús alude a este ejemplo de apego al mundo en Lucas 17, 31 s., donde habla de su segunda venida: “En aquel día, quien se encuentre sobre la azotea y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por las que dejó atrás. Acordaos de la mujer de Lot”. Comentando estas palabras de Jesús, escribe Fillion: “Así también el cristiano cuyo primer pensamiento, a la venida del Hijo del hombre, se fijare en la seguridad de sus bienes temporales, no sería digno del Reino de Dios”. Santa Teresa toma a la mujer de Lot como figura de aquellas almas que, si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten, son incapaces de orientarse: “Si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal, por no volver la cabeza hacia sí” (Moradas, I, 1, 6).

[179] 30 ss. El autor sagrado relata el incesto de Lot con sus hijas, con el fin evidente de explicar la mancha de origen que tenían los moabitas y ammonitas. San Agustín destaca que Lot fue menos culpable porque sus hijas lo habían emborrachado, y que estas, a su vez, viviendo con su padre en una cueva, creían (v. 31) que, con la ruina de Sodoma y Gomorra, habían perecido todos los hombres, y que por lo tanto no podían contar con un marido para dar sucesión a su padre. La actitud de ellas en los vv. 33, 35 muestra bien que no obraron solo por pasión, y que Lot no supo quiénes eran. No juzguemos este episodio con criterio mundano. La Biblia es un archivo de muy diversos caracteres, santos y malvados, con santidad y maldad específica. “Son tipos, diríamos, creados por Dios, con un fin de ejemplaridad moral universal” (Car. Gomá). Es verdad que entre gente culta no se habla de cosas sucias o hediondas por razón de buen gusto. Y no se piensa que hay muchas cosas repugnantes en nuestro mismo cuerpo de carne (que está vivo o muerto), del que, sin embargo, se habla con gran interés —por curar sus enfermedades o por satisfacer sus pasiones— disfrazando entonces con eufemismos todas estas cosas repulsivas e innobles como son las enfermedades y las funciones animales del organismo. Lo que hace que la Biblia resulte intolerable para los mundanos es, más que nada, esa implacable y divina veracidad que brota a cada página y que, en síntesis, dice: Dios es todo, y el hombre es nada. “Maldito quien pone su confianza en el hombre… Bienaventurado el varón que confía en Yahvé” (Jeremías 17, 5-7).

[180] 1. Négueb, Cades y Sur, o sea el extremo meridional de Palestina. Gerar: ciudad filistea, a 13 kilómetros al sur de Gaza.

[181] 2. Sobre la conducta de Abrahán, que afirmaba que Sara era su hermana, véase 12, 13 y nota.

[182] 6 s. Dios mismo da testimonio de la rectitud de Abimelec (v. 7), por lo cual no lo castiga. ¡Cuán grande es la misericordia de Dios, que vela sobre nosotros para librarnos del pecado!

[183] 10. ¿Qué has visto? ¿Qué te vino a la mente? Abimelec se refiere al versículo 7, donde Dios dijo que Abrahán era profeta.

[184] 12. Sobre este punto véase 11, 27-31 y 12, 13 y nota.

[185] 16. Mil siclos: El siclo del peso común equivalía a 8,41 gramos, el siclo del peso sagrado a 16,83 gramos. Para velar tus ojos, etc.: Texto oscuro. El rey se refiere, tal vez, al velo que Sara, como mujer de Abrahán, tendría que llevar. Es además, una censura de la conducta de Abrahán. Es como si dijera a Abrahán: Compra para tu mujer un velo, según costumbre, para que todos vean que es casada. Según otros, es un término jurídico idéntico a indemnización o condonación. Así por ejemplo, según Nácar-Colunga, los mil siclos son una reparación hecha a Abrahán por la injuria, aunque involuntaria; con esto le “lavaba la cara”, esto es, en lengua árabe, le restituía el honor. Bover-Cantera traduce: “te sirvan de sacrificio expiatorio” y agrega como nota: “Expiatorio, o lo que es lo mismo, este presente va hecho para ti, con el fin de cerrar los ojos a los que te rodean sobre cuánto ha pasado, y restablecer tu honor, acreditando tu honestidad”. “Así quedas justificada”: La Vulgata vierte: “Acuérdate que has sido aprehendida”. Otros: “Con esto todo está arreglado”.

[186] 6. Véase 17, 19. El nombre de Isaac significa risa (cf. 18, 10 ss.). Este nombre se relaciona con la risa que tuvo Sara (y que después negó) cuando se le dijo que iba a ser madre. El nombre puede expresar también la alegría que sintió Sara en el nacimiento de Isaac.

[187] 10 Ismael, el hijo de Agar, era de carácter indómito y pendenciero, y perseguía al pequeño e indefenso Isaac, tal vez por instigación de su madre, que sabía que Isaac era el hijo de la promesa.

[188] 12. Por Isaac será llamada tu descendencia: San Pablo (Romanos 9, 7 ss.) hace hincapié en esta palabra, para comprobar que no es la descendencia carnal, sino la libre elección de Dios, la que tiene las promesas. Ismael es figura del pueblo judío rechazado por su incredulidad. Isaac es figura de Cristo y del pueblo creyente del Nuevo Testamento. “Por consiguiente hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (Gálatas 4, 31).

[189] 18. Haré de él un gran pueblo: Cf. la promesa de Dios en 17, 20. De Ismael, hijo de Abrahán, nacieron muchas tribus árabes; otras son descendientes de Abrahán por medio de Keturá (cf. 25, 2 y 3). Por eso veneran los árabes a Abrahán como progenitor de su raza y le dan el nombre de Chalil, esto es, Amigo (de Dios). De ahí que la ciudad de Hebrón, donde se halla el sepulcro de Abrahán, se llama hoy día “El Chalil”. También los hijos de Ismael se dividieron en doce tribus, como los de Israel (25, 12-18). La Biblia se ocupa de ellos en muchas profecías (16, 10 ss.; 21, 13 y 18; Isaías 21, 13-17; Jeremías 9, 26; 25, 23 ss.; Ezequiel 25, 24; Salmo 71, 10, etc.). En cuanto a los antecedentes bíblicos del pleito actual palestinense, véase Génesis 17, 20 s.; 15, 18; 26, 2-5; Romanos 9, 7; Miqueas 7, 20, etc.

[190] 19. El corazón de Agar no se llenó de amargura contra los que habían ocasionado su triste situación, porque sabía que era la voluntad de Dios (v. 12); tampoco se entregó a la desesperación, sino que “alzó su voz y prorrumpió en lágrimas” (v. 16). Entonces le abrió Dios los ojos y le mostró una fuente de agua, donde encontró salvación para sí misma y para su hijo. Todos los días sacaba agua de allí, y así le fue soportable la vida en la soledad del desierto, lejos de los hombres. Los que vivimos en la soledad espiritual, ¿no encontramos acaso inmenso consuelo leyendo esta narración de la misericordia de Dios, que oyó las plegarias de una mujer desamparada?

[191] 21. Farán. Región septentrional de la península de Sinaí.

[192] 22. Probablemente el mismo rey de quien se trata en el capítulo 20. Este, viendo que Dios bendecía a Abrahán, quiso firmar un pacto con él para participar de sus bendiciones.

[193] 25. No es de extrañar que el Patriarca se quejara por el motivo de un pozo. El agua es tan escasa en esa región, que la posesión de un pozo equivalía a grandes riquezas.

[194] 31. Bersabee significa “Pozo del Juramento”.

[195] 2. Moriah: más tarde nombre de una colina. Sobre ella se construyó, según II Paralipómenos 3, 1, el Templo de Salomón. El lugar preciso del sacrificio de Abrahán sería la roca que domina la espléndida cúpula de la Mezquita de Omar (Fillión). El nombre de Moriah se explica de diversas maneras. Parece aludir a la aparición del Señor, como se deduce del versículo 14 (cf. II Paralipómenos 3, 1 ss.). Las dos pruebas más grandes que experimentó Abrahán fueron, primero el mandato de Dios de abandonar su patria y a sus parientes, y vivir como extraño en un país desconocido; segundo, la orden de sacrificar a su propio hijo. El santo patriarca no vaciló ni un momento, sino que se puso inmediatamente en marcha, para cumplir la voluntad de Dios. “A ningún padre pidió Dios sacrificio tan grande, mas ¡a cuántos llega el momento en que les quita de repente un ser querido! Hasta entonces les había parecido que el hijo era todo suyo por ser carne de su carne y sangre de su sangre; veían en él la prolongación de su propia vida. Pero llega el momento en que, sea por una grave enfermedad, sea por otra causa, peligra la vida del hijo; momento en que el Señor les pide el gran sacrificio. Unos desoyen su voz refugiándose en cierto fatalismo; otros se revelan haciendo valer derechos que no existen, pues Dios es siempre el dueño de la vida; algunos se someten, aceptan la voluntad divina y entregan su hijo. Se ponen en camino acompañando al hijo, que ni siquiera se da cuenta del sacrificio de los padres, quienes con angustia, esperan el momento en que será consumado su sacrificio. Muchas veces, como en el caso de Abrahán, Dios se conforma con solo la prontitud de obedecer, de someterse, de aceptar Su voluntad; otras veces indica también el monte en el cual desea ver realizado el holocausto. Para María, el monte indicado fue el Gólgota; y ella, incondicionalmente, pronunció su “Fiat”, como en el día de la Encarnación” (Elpis).

[196] 8 ss. Abrahán, el hombre de fe inquebrantable, que esperaba contra toda esperanza (Romanos 4, 18), estaba convencido de que Dios tendría una solución, aun cuando fuese necesario el milagro de resucitar a su hijo (Hebreos 11, 19). Isaac es figura de Jesucristo ofrecido en la Cruz, pues, como dice San Jerónimo, “estando aparejado para morir, llevó la Cruz evangélica antes del Evangelio” (Carta a Pamaquio). Como Isaac tomó sobre sus espaldas la leña, así Cristo cargó con el madero de la cruz; y como Isaac se dejó atar voluntariamente, así Cristo, el Cordero de Dios, “fue sacrificado porque Él mismo lo quiso” (Isaías 53, 7). Pero hubo esta gran diferencia, que Dios salvó a Isaac del sacrificio, y en cambio —dice San Pablo— “no perdonó a su propio Hijo”. Tal es la asombrosa relación del amor y la misericordia del Padre, que se nos hace en Juan 3, 16. Abrahán es, pues, figura de aquel Padre que sacrificó a su Hijo Unigénito para la redención del mundo.

[197] 11. “El Ángel del Señor”; en sentir de muchos Padres, Dios mismo, o el Hijo de Dios que preparaba la Redención. Otros ven en él un verdadero Ángel que servía de intermediario entre Dios y los hombres (cf. Éxodo 3, 20-23).

[198] 12. Conozco que eres temeroso de Dios: En este “temor” se descubre la esencia de la religión antigua. Es un temor suavizado por el amor a Dios, cuyos mandamientos paternales causan miedo solamente en los que no los practican. “Aun en los pasajes en que ante Yahvé omnipotente y vengador el ‘temor’ tiende a predominar en el sentido más crudo de ‘miedo’… es este un solo elemento y predominante cuando se quiera, de todo un complejo, de que también son parte primordial el ‘respeto’, la ‘reverencia’. En ocasiones los papeles se cambian, y el ‘temor’ queda como escondido en el fondo, mientras el ‘respeto’, la ‘reverencia’, concretados en la ‘piedad’ practicada, en la ‘religión’ —total ley divina— vivida, suben a primer plano, hasta tal punto que la expresión “timentes Deum” llega a ser el término consagrado que se da a quienes, piadosos para con Dios, en todo guardan su ley” (Asensio).

[199] 17. “Poseer la puerta” es un giro hebreo que significa vencer, conquistar, triunfar.

[200] 18. En tu descendencia: Jesucristo. Así lo explica San Pablo en Gálatas 3, 16. Cf. las promesas anteriores en 12, 3; 18, 18. Abrahán es nuevamente colmado de bendiciones por su obediencia, y contribuye a la gran bendición del mundo que culminará en Cristo. “Los justos y los santos son las columnas de la Iglesia y del mundo entero” (San Crisóstomo). “Porque has obedecido mi voz”: la obediencia a la palabra de Dios obra milagros, resucita a los muertos, engendra la vida del alma y la mantiene viva. Cf. el Salmo 118.

[201] 3. Los hijos de Het, son los eteos o hititas, pueblo no semítico, proveniente del Asia Menor, que había conquistado parte de Palestina y cuyos restos vivían todavía en la época de David. El heteo Urías, p. ej., era capitán del ejército de David.

[202] 4. A pesar de vivir largo tiempo en Canaán, Abrahán nada había adquirido en aquel país que Dios le había prometido (véase 13, 14-15); al contrario, tuvo que pagar una suma enorme por la adquisición de una cueva para dar sepultura a Sara (v. 16). San Pablo explica este misterio en Hebreos 11, 9-10. “Abrahán, comenta San Ireneo, no recibió su herencia en aquella tierra, ni siquiera un palmo, sino que siempre fue en ella peregrino y extranjero. Y cuando murió Sara, su esposa, queriendo voluntariamente los heteos darle lugar para sepultarla, no quiso recibirlo, sino que compró un monumento a Efrón, hijo de Seor heteo, por cuatrocientos siclos de plata, prefiriendo atenerse a la promesa de Dios y no queriendo aparecer como que recibía de los hombres lo prometido por Dios”.

[203] 9. Macpelá: La Vulgata vierte: cueva doble, pues este es el significado del nombre. Era costumbre enterrar a los muertos en cuevas naturales o artificiales, cavadas horizontalmente en la ladera de la roca. El interior era ordinariamente abovedado, y a veces sostenido por columnas. No siempre se colocaban los cadáveres en los nichos de las paredes laterales, sino en fosas cavadas en el suelo y, más tarde, a veces en sarcófagos. La entrada era angosta y cerrada por una piedra.

[204] 18. Las formalidades de la compra del campo y aun los cumplidos que se hacen mutuamente el vendedor y el comprador, corresponden exactamente a las costumbres orientales, atestiguadas por otros documentos y observadas en parte aún hoy día, El precio de 400 siclos de plata equivale a 1.500 pesos argentinos, suma extraordinariamente grande para aquella época.

[205] 19. “Frente a Mamré”. La cueva de Macpelá está situada dentro de la actual ciudad de Hebrón. Mamré se halla a 3 kilómetros al Norte, en una colina que hoy día se llama Ramet el Chalil. Sobre el sepulcro donde fueron sepultados los restos mortales de Sara, y más tarde los de Abrahán, Isaac y Rebeca, Jacob y Lía, la emperatriz Elena erigió una iglesia, la cual, restaurada por los cruzados, fue transformada en mezquita por los conquistadores mahometanos. La entrada en este santuario está rigurosamente prohibida a todos los cristianos. Véase 13, 18 y nota.

[206] 1. Abrahán tenía a la sazón 140 años, su hijo Isaac 40 años (cf. 25, 20). Yahvé había bendecido, etc.: Así recompensa Dios a sus amigos. Véase Salmo 127. Del Señor son las riquezas. El justo del Antiguo Testamento las consideraba como una especial bendición de Dios y las aprovechaba para socorrer al pobre y a la viuda, como que son representantes de Dios, autorizados para participar de los bienes que Dios otorgó a los ricos. De ahí el elogio que el Eclesiástico hace al rico misericordioso (Eclesiástico 31, 8 ss.).

[207] 2. El administrador de la casa de Abrahán se llamaba Eliécer y era oriundo de Damasco (cf. 15, 20). Poner la mano debajo del muslo del que tomaba juramento era una forma solemne de jurar. Cf. 47, 20. Según Teodoreto significaría jurar por la circuncisión, señal de la alianza con Dios.

[208] 4. Los padres acostumbraban elegir esposa para su hijo, a fin de evitar que este se dejara llevar, en la elección de la esposa, por la sola pasión, como ocurre muy frecuentemente en la actualidad. Abrahán puso por encima de todas las cosas la verdadera religión. La esposa de su hijo había de ser no solo de la misma raza, sino también de una familia que adorase al verdadero Dios.

[209] 21. En la difícil tarea, el fiel mayordomo ponía toda su confianza en Dios, y no recurría a maniobras supersticiosas, muy en uso entonces. Su fe y esperanza en el Señor inclinaron a Este a condescender con sus ruegos haciendo eficaces estos medios, que, de por sí, parecían poco proporcionados para lograr el fin que deseaba (San Crisóstomo). De Abrahán no sabemos dónde encontró a su futura esposa; de Isaac y Jacob, empero, sabemos que encontraron a las suyas junto al pozo, Isaac por medio de su representante, y Jacob personalmente (29, 9 ss.). También Moisés, el gran caudillo de Israel, encontró a su futura esposa junto a un pozo en el desierto (Éxodo 2, 16 ss.). Los que confían en Dios encuentran esposa en cualquier lugar del mundo, no esposa cualquiera, sino la que Dios les ha destinado para ser madre de sus hijos.

[210] 33. El hecho de que Labán haga el primer papel en todo lo concerniente al casamiento de Rebeca, está de acuerdo a una costumbre antigua, según la cual, el hermano era como abogado y protector de su hermana. El padre aparece solo en v. 50.

[211] 41. Maldición: el castigo de Dios en caso de no cumplir con el juramento.

[212] 47. El anillo en su nariz: Esta manera de adornarse las mujeres es hoy todavía frecuente en los países del oriente.

[213] 53. Los regalos no significaban la compra de la mujer, como sostienen algunos. Rebeca misma recibe también regalos y da expresamente su consentimiento (v. 58).

[214] 62. Véase 16, 13. Es el pozo que Dios mostró a Agar. En la región del Négueb: en Bersabee.

[215] 63. A meditar: Dice San Jerónimo que Isaac, como hombre justo, salía de su casa a hacer oración, y que en esto fue también figura de Cristo, quien, como dice el Evangelio (Lucas 5, 16), se retiraba a un lugar solitario para orar y meditar.

[216] 66. Rebeca se cubrió con el velo porque la costumbre exigía que la novia apareciera velada ante el novio hasta el día de las bodas. Observa San Ambrosio al respecto: Si la modestia es el principal adorno aun en las esposas ¿cuánto más conviene a las que han resuelto consagrar a Dios su virginidad?

[217] 67. Todo este capítulo encierra una tipología mesiánica. Abrahán es tipo de aquel rey que prepara las bodas de su hijo (Mateo 22, 2 ss.); Isaac representa a Cristo que ha de venir para recibir a la Iglesia su Esposa (I Tesalonicenses 4, 14 ss.; Apocalipsis 19, 7 y notas); Rebeca es tipo de la Iglesia (II Corintios 11, 2), y el administrador que no habla de sí mismo tipo del “amigo del esposo”, San Juan Bautista (Juan 3, 29), que prepara las bodas de Cristo con la Iglesia.

[218] 5. La principal herencia que Abrahán dejó a su hijo Isaac, no fueron los bienes materiales, sino la fe en Dios y la esperanza en Aquel que había de venir.

[219] 8. Fue a reunirse con su pueblo: Algunos traducen “con sus padres”, expresión muy frecuente, que implica a la vez la fe en la inmortalidad (cf. v. 17; 49, 32; Núm. 27, 13; 31, 2 etc.). Quiere decir: Abrahán murió, y su alma fue a reunirse con las de sus antepasados en el Limbo de los Padres, donde habían de estar hasta que Cristo les abriera las puertas del cielo (I Pedro 3, 18 ss.). Más tarde los israelitas llamaron a este lugar “el seno de Abrahán” (Lucas 16, 22). Cf. Job 10, 21; 14, 12 y notas.

[220] 10. Allí está sepultado Abrahán, quien, diríamos, más que otros grandes, merece ser incorporado al catálogo de los “inmortales” de la historia. Está sepultado, sí, para la historia profana, pero vive en la historia del Reino de Dios. Los que escriben la historia de los pueblos se inspiran generalmente en principios de vanidad propia y nacional, exaltan a los ambiciosos e intrigantes que consiguieron ventajas para su pueblo a costa de otros, y relegan al olvido a los que trabajaron por el Reino de Dios. Así por ejemplo, los historiadores antiguos no hablan de Abrahán; es Dios el que le dio fama inmortal haciéndole amigo suyo (Santiago 2, 23) y poniendo su estirpe como fundamento del Reino que había de extenderse sobre los dos Testamentos, puesto que Abrahán es padre de todos los creyentes (Romanos 4, 11), por consiguiente, también nuestro padre en la fe. Como tal forma parte, con Melquisedec, del Canon de la Misa; honra que vale más que todos los títulos que puede conferir el mundo. Comprendemos el orgullo del pueblo judío, que desgraciadamente se fundaba más en la descendencia carnal que en la fe del santo patriarca. “Tenemos por padre a Abrahán”, decían, como si la raza y la sangre le dieran una prerrogativa sobre los demás pueblos. El Bautista no vacila en lanzar contra este orgullo carnal una de sus más terminantes amenazas: “Yo os digo que Dios puede hacer que de estas piedras nazcan hijos de Abrahán” (Mateo 3, 9). Cuidémonos de no caer en el mismo error contentándonos con la fe del bautismo y descuidando el espíritu del Evangelio.

[221] 11. “Bendijo Dios a Isaac”, “para mostrar que este era el verdadero sucesor de Abrahán, no solo el heredero de las bendiciones espirituales, sino también de los bienes materiales” (Fillion).

[222] 12 ss. Sobre “Ismael” véase 21, 18 y nota. “Nebayot” (v. 13), probablemente los nabateos que en la época grecorromana vivían al sureste del Mar Muerto, “Kedar”: nómadas del norte del desierto de Arabia, “Yetur” (v. 15), tal vez los itureos del norte de Palestina (cf. Lucas 3, 1).

[223] 18. Esto es, desde la parte Norte de la península del Sinaí hacia el Este.

[224] 22. No dice dónde ni cómo la afligida madre consultó al Señor. Tal vez se dirigiera a un varón de Dios que, como Melquisedec, era intérprete de la voluntad divina.

[225] 23. Dos pueblos: los idumeos, descendientes de Esaú, y los israelitas, hijos de Jacob. El hijo mayor, a saber, el pueblo idumeo, servirá al pueblo de Israel. San Pablo cita este pasaje para explicar el dogma del libre beneplácito de Dios, que llama a quien quiere, “para que el designio de Dios se cumpliese, conforme a Su elección, no en virtud de obras” (Romanos 9, 12). Dios escoge a quien quiere, como se ve en el ejemplo de Esaú y Jacob. Este, el menor, fue elegido, mientras aquel, el primogénito, fue reprobado. Véase Génesis 25, 23; 27, 1 ss.; Romanos 9, 11 s. Si bien el amor de Dios a sus creaturas es universal, es también libérrimo, y todo lo que dispensa a los hombres es un don gratuito de su Gracia. “Dios es quien obra en vosotros, por un efecto de su beneplácito, no solo el querer, sino el ejecutar” (Filipenses 2, 13). Como bien explica Santo Tomás, el amor con que Dios nos ama es la fuente de todo bien (cf. Juan 17, 26; Romanos 5, 5), de modo que “nadie sería mejor que su prójimo, de no ser más amado de Dios”. Es en tal sentido, añade el Angélico, como puede decirse que Dios prefiere siempre a los mejores, pues es Él quien, al poner su mirada en ellos, les infunde lo que nadie puede tener por sí mismo. Es el caso de la Virgen María, según la cual “puso Dios los ojos en su bajeza” (Lucas 1, 48) y a quien el Ángel dice simplemente “Hallaste gracia” (Lucas 1, 30). “No pudiendo agradar —dice una definición de la Iglesia— fuimos amados para ser hechos agradables” (Denz. 198). Véase Cantar de los Cantares 4, 15 y nota.

[226] 25. Esaú significa “velludo”; Jacob “el que ase el talón”, en sentido figurado: el que pone acechanzas (véase Oseas 12, 3).

[227] 27. “Con estos rasgos no solo nos retrata a los dos hijos de Isaac, sino también, y acaso más, el carácter de los pueblos, como más tarde lo hace el padre en su bendición” (27, 27 ss.) (Nácar-Colunga).

[228] 30. La significación de Edom es “rojo”.

[229] 31. Jacob creía, sin duda, tener derecho a la primogenitura, porque su madre había recibido de Dios la promesa de que el mayor serviría al menor (cf. versículo 23). Las prerrogativas de la primogenitura eran: doble parte en la herencia paterna, mayorazgo entre los hermanos, y, en tiempos de los patriarcas, ejercicio del sacerdocio entre sus hermanos, además del privilegio de transmitir las divinas promesas. San Pablo llama a Esaú: “profanador” (Hebreos 12, 16), porque descuidaba los bienes espirituales. Como Caín es el padre de los homicidas, así Esaú es el padre y caudillo de los que renuncian a los dones de Dios. ¡Cuántos venden hoy la primogenitura de los hijos muy amados de Dios por el plato de lentejas que ofrece el mundo!

[230] 4. Serán benditas todas las naciones: Esta misma promesa fue dada a Abrahán en tres ocasiones (12, 3; 18, 18; 22, 18), y será dada también a Jacob (28, 14). Encierra tres bendiciones: selección de un linaje para pueblo de Dios, extensión de la bendición sobre todos los pueblos y promesa de la salvación por medio de un descendiente de la familia patriarcal (cf. Gálatas 3, 16).

[231] 7. Para salvar su vida, Isaac recurre a la misma estratagema que Abrahán, diciendo que Rebeca es su hermana (véase caps. 12 y 20). Formalmente no es mentira, porque Rebeca era pariente de Isaac, y los parientes se llamaban hermanos, pero materialmente la conducta de Isaac no deja de provocar sorpresa.

[232] 8. Este rey Abimelec de Gerar parece ser hijo del rey Abimelec, amigo de Abrahán (21, 22 ss.). Tal vez dicho nombre se aplicaba a los reyes de Gerar, como título, tal como el de Faraón a los reyes de Egipto.

[233] 13. Por donde se ve que también el bienestar material viene del cielo, y que Dios no condena las riquezas sino el apego a ellas y su abuso. Cf. Eclesiástico 31, 8 ss., donde es alabado el rico que hace buen uso de sus tesoros, “porque podía pecar y no pecó, hacer mal y no lo hizo”. Lástima que los ricos renuncien tan fácilmente a esta bendición y se dejen cautivar por las apariencias de las riquezas, que, como dice el Crisóstomo, son anzuelos con que el demonio se apodera de nosotros.

[234] 22. Como hoy día las grandes naciones se pelean por los pozos de petróleo, así las reyertas por la posesión de un pozo de agua eran regla general en el desierto, donde el agua tiene más valor que la plata. Cf. Éxodo 2, 16. Isaac, siguiendo el ejemplo de su padre, siempre se mostraba pacífico y condescendiente, aunque se creía con derecho de prioridad.

[235] 26. Picol, probablemente un título. Significaría: “La boca de todos”, esto es, comandante general. Con esta explicación se desvanecen las dificultades nacidas de la coincidencia de los nombres en este capítulo y en el capítulo 21.

[236] 33. Sebá designa en hebreo dos cosas: el número siete y juramento. Bersabee significa, pues, “Siete Pozos” o “Pozo del juramento”. Debe haber una relación mística entre los dos significados, puesto que siete es el número sagrado. Algunos creen que el número siete llegó al significado de juramento por la costumbre que se narra en 21, 30 s. Allí mismo se dice también que el nombre del pozo fue puesto por Abrahán y que los pastores filisteos cegaron los pozos del patriarca (v. 18), por lo cual Isaac lo abrió de nuevo y le restituyó el nombre que le había dado su padre.

[237] 35. Judit y Basemat, las dos mujeres de Esaú, eran hijas de un pueblo pagano, y eso turbó en gran manera la armonía del hogar del patriarca. No se amoldaron como lo hiciera la dulce moabita que dijo con humildad: “Tu Dios será mi Dios” (Rut 1, 16), sino que veneraban a otros dioses, introduciendo así la idolatría en la casa patriarcal. Isaac y Rebeca llevaban con amargura esta división espiritual de su familia. Más tarde, demasiado tarde, Esaú quiso reparar el daño, tomando por mujer una sobrina suya (28, 8).

[238] 7. Te bendeciré delante de Yahvé: Se daba mucha importancia a la bendición paterna, a la que se consideraba como una bendición de Dios, y con razón, pues la autoridad paterna es un reflejo de la autoridad del Padre celestial. Cf. Eclesiástico 3, 11; “La bendición del padre afirma las casas de los hijos”.

[239] 10. Rebeca se consideraba autorizada para ese proceder, porque conocía el designio de Dios: “El mayor ha de servir al menor” (25, 23; cf. Malaquías 1, 2); sabía además que Esaú había vendido la primogenitura, demostrando con ello cuán poco le importaban los bienes espirituales.

[240] 19. La maniobra de Jacob y Rebeca es gravemente pecaminosa, si los dos procedieron con pleno conocimiento del alcance de su acto, buscando solamente ventajas materiales. El aspecto cambia si ellos, inspirados en la profecía de Génesis 25, 23, o movidos por una voz interior, no vieron en sus actos sino el cumplimiento de la voluntad de Dios. “En este caso, más que a personas plenamente responsables de sus actos e impulsos, se tendría que ver en ellos actores puestos por Dios sobre el escenario, para cumplir las acciones por Él previstas y ordenadas. Teniendo en cuenta que la madre sabía por boca de Dios que “el mayor había de servir al menor” (25, 23), se llega a admitir la existencia de buena fe en la madre y en el hijo (Bierbaum. Piedras de escándalo en el Antiguo Testamento, página 134). Conocida es la palabra de San Agustín, quien ve en este caso un misterio, y no una mentira. Y en verdad, prescindiendo de lo humano, todo este episodio es una sublime figura del misterio de la Redención, en virtud de la cual nosotros, sin derecho alguno, nos vestimos con los méritos de Jesús, nuestro hermano mayor, y nos apropiamos las bendiciones del Padre Celestial, como lo hizo Jacob con su padre. Así lo enseña San Pablo en Romanos 6, 3; Gálatas 3, 27; Colosenses 2, 12, etc. Cf. la nota sobre el libre beneplácito de Dios en 25, 23.

[241] 27. La fragancia de los vestidos de Esaú se explica por el aroma de las hierbas y flores campestres de aquella región, que, según atestiguan los viajeros antiguos y modernos, despiden un olor extraordinariamente agradable.

[242] 28. La “bendición” que Isaac imparte a su hijo Jacob, se refiere primero a los bienes terrestres, mas en su segunda parte contiene una promesa mesiánica, pues por el Redentor es por quien son benditos todos los patriarcas, y por quien se postrarán los otros pueblos ante su hijo. “Jacob, recibiendo la bendición de Isaac, representa también a los escogidos, considerados en Cristo, que es su cabeza, el modelo de su predestinación, el principio de su santidad, y el autor de su glorificación. Jesucristo se presentó a su Padre en traje y figura de pecador, como Jacob en el de Esaú… Y por esto mereció la bendición de su padre; y descendió a la tierra sobre los escogidos el rocío de santidad, la lluvia de los dones y gracias del Espíritu Santo y el pan y el vino de las dulzuras, suavidades y consuelos celestiales” (Scío). San Ireneo refiere esta bendición al Reino que ha de venir, diciendo: “Si alguno no entiende estas palabras como predicción del Reino, caerá en gran contradicción, a la manera de los judíos, que se ven envueltos en confusión, pues no se cumplieron materialmente en Jacob” (Adversus Haeresis, V, 33).

[243] 36. Alusión al nombre de Jacob. Véase 25, 25 y nota.

[244] 37. El Patriarca, acatando los inescrutables planes de Dios, confirma las bendiciones dadas a Jacob. San Pablo alaba esta actitud como acto de fe (Hebreos 11, 20) y muestra que era un designio divino. Véase Romanos 9, 12-13 y Hebreos 12, 12.

[245] 40. La profecía que Isaac hizo de Esaú, se cumplió al pie de la letra. Los descendientes de Esaú, que se llamaban idumeos, vivían de la espada y de la rapiña; sometidos por los israelitas sacudieron muchas veces el yugo de sus hermanos, apoyando siempre a sus enemigos, de modo que su nombre, como el de Babilonia, se usaba como símbolo de los enemigos del Reino de Dios. Son muy numerosos los vaticinios y maldiciones contra Edom, p. ej.: Salmos 107, 10; 136, 7; Isaías 11, 14; 63, 1-6; Jeremías 49, 7-22; Ezequiel capítulo 35; toda la profecía de Abdías; Malaquías 1, 2 ss.

[246] 46. Las hijas de Het: Esaú se había casado con dos mujeres heteas. Véase 26, 34.

[247] 9. Por el matrimonio con una mujer descendiente de Abrahán, Esaú procuraba mejorar las relaciones con sus padres. Cf. 26, 34 y nota.

[248] 11. Sobre el significado simbólico de la “piedra” véase Núm. 20, 11 s. y nota.

[249] 12. La escala que toca al cielo, y los ángeles que bajan y suben, representan la protección que Dios dispensa a Jacob. El Crisóstomo ve en la escala una figura del Verbo Encarnado que juntó el cielo con la tierra. “Subían y bajaban”: San Jerónimo aplicaba esto en sentido moral, a los que caen y se levantan de la caída. “Hasta los santos caen si se descuidan; y los pecadores vuelven a tomar el lugar que tenían antes si limpian sus manchas con lágrimas de arrepentimiento” (Carta a Juliano).

[250] 14. Nótese la renovación de las promesas que Dios había hecho a Abrahán e Isaac, en particular la promesa mesiánica: serán benditas en ti y en tu simiente todas las familias de la tierra (véase 12, 3; 18, 18; 22, 18; 26, 4).

[251] 16. “Expresión muy natural y muy conforme con el instinto religioso de mirar a Dios morando en los cielos, como en su propia morada (Salmo 113B, 16), desde donde contempla la tierra, pero también en ciertos lugares de esta, en que particularmente se revela y se hace sentir de los hombres” (III Reyes 8, 27 ss.). Nácar-Colunga.

[252] 18. El óleo es símbolo de la gracia del Espíritu Santo, que todo lo ilumina, vivifica y santifica. Mediante el óleo se consagraban las personas y cosas para el culto divino, como aún hoy sucede. En el prefacio de la consagración del altar, la Iglesia afirma el sentido típico de la piedra erigida y ungida por Jacob y pide a Dios que derrame sus gracias, como lo hizo sobre la piedra que Jacob erigió luego de ver al Señor en la visión de Betel. Así esta piedra es también figura de Cristo, el cual se llama “la piedra principal del ángulo” (Mateo 21, 42).

[253] 19. Betel quiere decir “casa de Dios”. La ciudad santificada ya por Abrahán 12, 8), estaba situada al norte de Jerusalén. Para nosotros Betel es figura de nuestras iglesias, que son verdaderas casas de Dios.

[254] 20. Lo que pide el patriarca es muy poca cosa, únicamente lo necesario para vivir. ¡Y después de veinte años vuelve a Canaán, hecho rico señor, y más rico como padre! Así colma Dios con bienes a los que no se los piden. Cf. el Magnificat (Lucas 1, 53).

[255] 1. País de los hijos de Oriente: Mesopotamia, donde habitaba su tío Labán en la ciudad de Harán.

[256] 5. No es cosa extraña el que Raquel esté en el campo pastoreando los ganados. Las hijas de los patriarcas no se entregaban a una vida cómoda, sino que trabajaban para acrecentar los bienes de la familia. Compárese este lugar con el capítulo 2 del Éxodo, donde se narra lo mismo de las hijas de Ragüel, príncipe de Madián.

[257] 12. Hermano. Jacob era sobrino de Labán. Era costumbre llamar hermanos a los parientes cercarnos. Véase el caso de Abrahán y Lot, que también se llaman hermanos (13, 8 y nota).

[258] 17. Ojos enfermos: Otros traducen: Ojos legañosos. Dios indemnizaba a Lía, dándole más hijos, de modo que la más despreciada y menos amada superaba a su hermana y rival Raquel.

[259] 20. Sirvió siete años. Al que ama, nada es duro. “Amemos, pues, nosotros siempre a Cristo, deseemos siempre sus abrazos, y fácil nos parecerá todo cuanto es difícil; breve, todo lo que es largo, y heridos por los dardos de su amor a cada hora y a cada momento podremos decir: «Ay de mí, que mi peregrinación se ha prolongado».” (San Jerónimo, Carta a Sta. Eustoquia).

[260] 24. Las bodas, que duraban en general una semana, se celebraban sin la presencia de la novia, por cuya razón Jacob demasiado tarde notó el engaño. El patriarca no tuvo la intención de casarse con Lía, pero una vez casado con ella por el ardid de Labán, no pudo devolverla, y así llegó a tener dos mujeres. Los santos Padres reconocen en esta historia el gran misterio de las dos Alianzas, significando Lía a la Sinagoga, y Raquel, a la Iglesia.

[261] 30. Casarse con dos hermanas no estaba prohibido por la ley premosaica. La ley babilónica, vigente entonces en Mesopotamia, lo permitía. Moisés en cambio lo prohíbe terminantemente (Levítico 18, 18).

[262] 32 ss. En los nombres de los hijos se expresan los pensamientos y deseos de la madre. “Lía no estaba dotada de atractivos para cautivar a un hombre y fue entregada por su padre a Jacob en la forma más humillante para una mujer. Jacob no la quería, ni la había deseado, ni pedido. La tomó engañado por Labán (v. 23). Lía no tenía a nadie que la amara. Mas Dios sabe que nadie puede vivir sin amor; y la hizo madre. Dio ella a su marido seis hijos y una hija (30, 20 y 21). Con cada hijo que llevaba a su seno nacía en ella la esperanza de conquistar el amor de su marido, esperanza que siempre fue frustrada. Pero si ya no fue amada por su marido, fue amada por sus hijos; pues los hijos no se fijan en lo físico, sino que buscan el calor del amor materno, se refugian en los brazos de la madre, sobre su corazón, porque allí se saben aparados. Así el mismo Dios consoló a la afligida madre.” (Elpis.)

[263] 3. Propuesta análoga hizo en su tiempo Sara a Abrahán (16, 2). Según la ley babilónica la esposa que no tenía hijos podía dar a su marido una esclava (véase 16, 2 y nota). Sobre mis rodillas: término jurídico que quiere decir que la señora considera a los hijos de la esclava como hijos suyos.

[264] 8. ¡Qué rivalidad tan extraña! Las mujeres israelitas se disputaban el mayor número de hijos. Para ellas el nacimiento de un hijo era una señal de la bendición de Dios, y en realidad lo es. ¡Cuántas mujeres de hoy, aun cristianas, no lo saben!

[265] 15. La mandrágora, planta narcótica, se usaba como remedio. Las mujeres le atribuían, supersticiosamente, otras virtudes.

[266] 23 ss. Raquel fue estéril durante muchos años. Todas las demás mujeres de su marido llegaron a ser madres, menos ella que poseía su amor. Pero “se acordó” de ella el Señor (v 22) y le concedió, benignamente, un hijo. Raquel no se contentó con el hijo que Dios le había mandado. Quiso tener otro más, pues dijo “Añádame Yahvé otro hijo” (v. 23). Pidió otro hijo, más sin saber que iba a pagar esta nueva vida con la suya propia (35, 16 ss.).

[267] 32. Hay que anticipar que las ovejas y cabras de aquella región son en general de color negro. Además, Labán tomaba para sí todos los animales de varios colores (v. 35), dejando en manos de Jacob solo los de color negro. ¿Cómo podrían entonces nacerle a Jacob animales de varios colores? Por eso la propuesta hecha por Jacob, de quedarse con los de varios colores parecía favorecer a Labán, quien estaba seguro de obtener de este modo el 99 % de las crías.

[268] 37. Para contrarrestar la avaricia de Labán, procuró Jacob proporcionarse a sí mismo lo que le correspondía. Según San Crisóstomo, el artificio servía solamente para encubrir el milagro que Dios hacía para indemnizar a Jacob.

[269] 40. Texto muy oscuro. Hemos preferido la traducción de Bover-Cantera que transcribimos al pie de la letra.

[270] 7. Diez veces: esto es, muchas veces (Orígenes). Véase Levítico 26, 26, donde el número diez también se usa en sentido de mucho.

[271] 9. Se manifiesta aquí que las industrias que Jacob aplicaba eran inspiradas por Dios, quien de esta manera recompensaba a su servidor.

[272] 11. El Ángel de Dios: Era el mismo Dios, como se ve por el versículo 13. Cf. 16, 7 y 28, 10-19.

[273] 17. Eran once hijos, el mayor de los cuales tenía alrededor de trece años. Benjamín, el menor, nació en Canaán (35, 16 ss.)

[274] 19. Los “terafim” era, lo mismo que en Roma los “penates”, los espíritus tutelares de la familia. Es evidente que esta superstición venía de la familia de Labán. Los terafim aparecen varias veces en la historia de Israel (cf. IV Reyes 23, 24; Zacarías 10, 2).

[275] 21. El río: el Éufrates. Galaad, región transjordánica que se extiende entre los ríos Yarmuc y Yaboc, tributarios del Jordán, distante de Harán (Mesopotamia) unos 600 kilómetros.

[276] 24. Guárdate de decir… sea mala. Es un giro que quiere decir: Confórmate con lo sucedido.

[277] 36. ss. No sabiendo que Raquel había robado los ídolos, y sintiéndose agraviado por la conducta poco delicada de su tío, Jacob habla en tono de enojado y le echa en cara su desvergüenza. Véase al respecto los trabajos y sufrimientos que Jacob enumera en los versículos 38 y ss.

[278] 40. Estas palabras de Jacob suelen aplicarse también a los pastores de almas. El verdadero pastor imita a Jacob, vigila día y noche, sufre frío y calor y no se deja dominar por el sueño.

[279] 42. El Temor de Isaac, esto es, Dios. Otros: el Temido. Véase versículo 53, donde se encuentra la misma expresión. Jacob quiere documentar su fe en el Dios a quien adoraba su padre Isaac, el único y verdadero Dios, que hizo las promesas a sus padres. Labán, en cambio, invoca a las divinidades de su familia (v. 53), agregando al Dios de Abrahán el nombre del Dios de Nacor y de sus padres.

[280] 47 s. El montón de piedras que Jacob levantó tiene dos nombres: uno que le puso Labán en lengua aramea: “Jegar Sahaduta”, y otro hebreo: “Galaad”, con que lo denominó Jacob. Ambas denominaciones significan “majano del testimonio”. Masfá o Mizpá (v. 48) tiene el significado de atalaya, y quiere expresar la idea de que Dios vela sobre la alianza que acaban de pactar.

[281] 2. El nombre de la ciudad de Mahanaim (campamentos) recuerda el dicho de Jacob: “Este es el campamento de Dios”, lo que quiere decir: aquí se halla el ejército de los ángeles de Dios que van a luchar en mi favor y me procurarán la victoria sobre mis enemigos. La ciudad está situada en Transjordania, en los confines de Gad y Manasés, al norte del río Yaboc y a no grande distancia del río, y además no muy adentro den la montaña, y por consiguiente no muy lejos del Jordán (Fernández).

[282] 3. Seír: región entre el extremo sur de Palestina y el golfo de Akaba (Mar Rojo), idéntica en gran parte con el país de Edom o Idumea.

[283] 4. Nótese la humildad de Jacob, que da a su hermano el título de señor, como si fuese súbdito del mismo. Obraba así por el miedo que lo tenía aplastado, pues sabía que sería difícil aplacarlo.

[284] 11. El miedo en un personaje de la importancia del patriarca Jacob, este miedo casi infantil, que él mismo confiesa con filial sencillez en su oración, nos muestra cuánto debemos apartarnos del estoicismo pagano, que confía en la propia suficiencia y presenta el orgullo con apariencia de virtud. El que es pequeño, ese venga a mí, dice Dios (Proverbios 9, 4), y Jesús enseña que el que no se vuelve sencillo como un niño no entra en el cielo (Mateo 18, 3), en tanto que el más pequeño será el primero en el Reino (ibíd. 4). Tal es la doctrina de la infancia espiritual, que Santa Teresa del Niño Jesús expuso con el nombre de caminito de confianza y de amor, y al que el Papa Benedicto XV llamó el secreto de la santidad.

[285] 12. Tú mismo dijiste: Véase 28, 14 s. y nota.

[286] 22. El Yaboc, río de Galaad (Transjordania) y tributario del Jordán.

[287] 24. El que luchaba con el patriarca, pero sin emplear toda su fuerza, era el Ángel del Señor que representaba a Dios mismo, como se desprende de los versículos siguientes y de Oseas 12, 4 ss.

[288] 25. En esta lucha se ve el verdadero valor de Jacob, quien se declaraba miedoso, pero por la fuerza de la oración se convirtió en vencedor. Strack llama a este episodio “la lucha de oración de Jacob”, “la oración dramatizada”. Toda oración es una lucha del hombre con Dios, en la cual el que reza bien vence a Dios. Compárese las palabras de Jacob: “No te dejaré ir si no me bendices” (v. 26), con las de Dios a Moisés en Éxodo 32, 10: “Déjame, para que se encienda mi furor”; es decir, no te interpongas con tus súplicas, para que no me vea obligado a atenderlas.

[289] 28. Jacob se llamará en adelante Israel que significa “Combatiente de Dios”, o “Combatiente con Dios”; nombre que le dio el Ángel del Señor con quien luchó en la noche antes de encontrarse con su hermano, siendo más tarde confirmado por el mismo Señor (Génesis 35, 10). El cambio de nombre es señal de una nueva misión, porque los hombres de entonces no llevaban sus nombres como etiqueta sino como expresión de su ser. El nombre y su portador era, por decirlo así, una unidad ontológica, y no solamente una combinación casual, como hoy. Cf. al respecto el cambio de nombre de Abrahán en Génesis 17, 5. No se sabe exactamente cuál fue el sentido de la lucha de Jacob con el ángel. El patriarca se hallaba en grandes angustias, y lo que buscaba su alma era ayuda y consuelo en Dios. Así parece explicarlo el profeta Oseas: “Con su fortaleza Jacob luchó con el ángel y prevaleció sobre él y le venció; y con lágrimas se encomendó a él” (Oseas 12, 3 s.); por lo cual no necesitamos recurrir a las “pesadillas” de los racionalistas para explicar este pasaje. “El que considere con atención y una los datos con que la Biblia presenta a Jacob, antes y después de su lucha con Dios, encontrará un cambio sensible: antes era el realizador tortuoso y trabajado, después es el triunfador inconcuso y benigno” (Ricciotti, Historia de Israel, número 147).

[290] 30. Mirar a Dios y no morir por espanto parecía a Jacob un milagro. Era creencia común que el hombre mortal no pudiera ver a Dios sin morir en el mismo instante. Cf. 16, 13 y nota. “Fanuel” significa: Dios se apareció. Hallábase al sur de Mahanaim, entre este lugar y Sucot (cf. 33, 17).

[291] 32. No comen el nervio ciático: Se refiere a los animales.

[292] 4. Jacob consigue un milagro: la oración, la humildad y el ofrecimiento de sus bienes, provocan el desarme de Esaú. El amor fraternal vence los rencores y los hermanos se abrazan como si nunca hubiesen sido enemigos. ¡Qué lección para el hombre moderno, cuyo ideal son los soldados de Esaú armados hasta los dientes! Porque no saben que el desarme se produce por la oración, la humildad y la renuncia a los bienes materiales que tanto desea nuestro egoísmo individual y colectivo.

[293] 10. He visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios. Lo dice por la bondad con que lo recibió. Aunque nos parezca exagerada la cortesía con que Jacob trata a Esaú, hay que reconocer sin embargo su fina prudencia. Los ricos presentes surtieron pleno efecto y se aplacó el furor de su hermano.

[294] 11. Bendición: Se refiere a los regalos, pues todos los dones son una bendición que de arriba viene (Santiago 1, 17). San Pablo aplica esta misma palabra a las limosnas que los cristianos de Corinto mandaron a Jerusalén (II Corintios 9, 5).

[295] 17. Sucot, más tarde ciudad, situada a 10 kilómetros de la desembocadura del Yaboc en el Jordán.

[296] 18. La ciudad de Siquem, esto es, el punto céntrico de Palestina. En el campo que Jacob allí compró, abrió un pozo, llamado más tarde pozo de Jacob, famoso por la conversación de Jesús con la samaritana (Juan 4). La Vulgata traduce: llegó a Salem, ciudad de los siquemitas.

[297] 19. Cien kesitas: cien monedas de plata. La Vulgata dice: cien corderos.

[298] 20. El-Elohé-Israel: El significado de este nombre es: Él (nombre de Dios) es el Dios de Israel, o: el fuerte Dios de Israel. Vulgata: Dios fortísimo de Israel.

[299] 2. Los “heveos”, un pueblo cananeo (10, 17; Ex. 3, 8; Josué 9, 7).

[300] 12. Según la costumbre antigua, el novio dotaba a la novia y hacía regalos a los parientes de la misma (véase capítulo 24).

[301] 14. Se nota en toda esta historia que los hijos de Jacob tienen la conciencia de ser un pueblo que no puede mezclarse con otros. Fue este uno de los efectos de la circuncisión que, como se ve, Jacob practicaba también en Mesopotamia. Si después (v. 16), aparentemente, aceptan la propuesta de los siquemitas, de formar con ellos un solo pueblo, es para engañarlos y tener tiempo para preparar la venganza.

[302] 20. Era la puerta de la ciudad el lugar donde se trataban los asuntos públicos y judiciales.

[303] 25. Simeón y Leví, hijos de Lía, como Dina.

[304] 29. Nácar-Colunga sospecha que haya sido alterado el texto por los copistas que se habrían dejado llevar por su aversión a los samaritanos. “Se explica, dice, la muerte de Siquem y de su padre y el rescate de Dina, pero no la matanza de los siquemitas inocentes, sin excluir los niños y las mujeres.”

[305] 30. La respuesta definitiva al crimen perpetrado la dará Jacob antes de su muerte (49, 5-7). Las dos tribus de Simeón y Leví tendrán que llevar las consecuencias de su maldad.

[306] 2. Apartad los dioses extraños: los ídolos de Raquel (véase 31, 19) y aquellos de que se habían apoderado cuando despojaron la ciudad de Siquem (capítulo 34).

[307] 4. Las mujeres usaban los zarcillos no solamente como atavío, sino también como amuletos supersticiosos.

[308] 5. El terror de Dios: Hebraísmo que quiere decir: un terror pánico Cf. Éxodo 23, 27; Deuteronomio 11, 25.

[309] 7. El-Betel, que significa: el Dios de Betel. Cf. 28, 10 ss.

[310] 10 ss. Dios confirma a Jacob las promesas del capítulo 28 (v. 11-15) y el cambio de nombre (cf. 32, 28 y notas).

[311] 14. Era costumbre levantar monumentos de piedra (en hebreo: massebah) con el fin de conmemorar acontecimientos de significado religioso (cf. 28, 18).

[312] 16. Efrata: ciudad y región de Belén, denominada así por su fertilidad; pues Efrata significa fértil, y Belén (Betlehem) casa del pan, cf. Rut, 1, 2; Miqueas 4, 2.

[313] 18. Benoní: hijo de mi dolor. Benjamín: hijo de la diestra o hijo de buen augurio; corresponde al nombre de Buenaventura (en griego Eustaquio).

[314] 20. Los judíos y mahometanos veneran la tumba de Raquel, en un monumento sepulcral erigido en el camino de Jerusalén a Belén. Véase 48, 9.

[315] 21. Migdal-Eder, que quiere decir Torre de ganado; según San Jerónimo, un kilómetro y medio al este de Belén. Es muy verosímil que sea este el lugar donde los ángeles se aparecieron a los pastores para anunciarles el nacimiento de Jesús.

[316] 22. El castigo de este crimen véase en 49, 4.

[317] 29. Muy poco es lo que la Sagrada Escritura narra de la vida del patriarca Isaac; sin embargo, podemos considerarlo como una de las figuras más grandes de la historia del Reino de Dios. Como hijo de la promesa (17, 15 s. 18, 9 ss.) heredó también las revelaciones divinas. Era pacífico como su padre Abrahán (26, 16 ss.), muy amante de sus padres (26, 67) y de carácter contemplativo (24, 63). Servía al Señor con sinceridad, a ejemplo de su padre, y construyó un altar en Bersabee. Dios consoló al santo patriarca, renovándole la promesa dada a Abrahán de que uno de sus descendientes sería el Mesías (26, 2-4); promesa que recuerda por boca de San Pablo: “Por Isaac será llamada tu descendencia”, es decir, la descendencia espiritual (Romanos 9, 7; Gálatas 4, 28). De este modo, los cristianos somos hijos de Abrahán por linaje de Isaac. Sobre Isaac como figura de Jesucristo, véase 22, 8 ss.; Hebreos 11, 9 y notas. El “Testamento de Isaac”, un libro difundido en los primeros siglos del Cristianismo, es apócrifo, y su autor nada tiene que ver con el patriarca de la Biblia.

[318] 1. El autor sagrado concluye con este capítulo la historia de Esaú, para dedicarse en adelante, exclusivamente, a la historia de Jacob. Esaú se llama aquí Edom (=Rojo). También las mujeres de Esaú tienen otros nombres que en 26, 34 y 28, 9.

[319] 8. Seir: la región montañosa al sur del mar Muerto, dividida por un profundo valle que se llama Arabá. Véase 32, 3 y nota.

[320] 20. El horreo: Los horreos o hurritas fueron los primeros habitantes de Seír (cf. 14, 6), que vivían allí en cuevas y eran, como se cree, de raza no semita. Formaban, en la primera mitad del milenio segundo, un gran reino, cuyo centro se hallaba en Mesopotamia. En Seír fueron exterminados por los idumeos (Deuteronomio 2, 12 y 20).

[321] 24. Las aguas calientes. Así traduce San Jerónimo. Sentido oscuro.

[322] 25. Los hijos de Aná, no los de Aná del versículo antecedente, sino los hijos del homónimo del versículo 20.

[323] 31. Las palabras: antes que los hijos de Israel tuvieran rey, que presuponen la existencia de reyes de Israel en tiempos del autor, han de tenerse como glosa añadida por un redactor posterior a Moisés. Cf. I Reyes capítulo 8-10.

[324] 2. Diez y siete años: Vulgata: dieciséis.

[325] 3 ss. Un traje talar: Otros: una túnica de varios colores. Así también la Vulgata. Los hermanos de José no comprendían el cariño de su padre hacia el hijo predilecto, que era mejor educado que ellos y no participaba en sus fechorías (cf. v. 2). En sentido espiritual Jacob es figura del Padre Eterno, y José figura de Jesucristo, el “Hijo amado” (Marcos 12, 6).

[326] 7. Los sueños con que Dios favoreció a José aumentaron la envidia y el odio de los hermanos, porque los miraban como una expresión de ambición de reinar y tomar el mando sobre toda la casa de Jacob. De ahí que tramen su ruina, sin saber que con ello serán la causa de su elevación y gloria. Pues los designios de Dios deben cumplirse; cumplirse al pie de la letra. Tenemos en esta narración un ejemplo clásico de los caminos de la divina Providencia, que sabe convertir en bien las maquinaciones de la malicia humana, como lo dice el mismo José en 50, 20.

[327] 11. Como Jacob mismo había recibido en sueños instrucciones divinas, miraba el caso con respeto y no le parecía imposible que los sueños de su hijo significaran grandes acontecimientos.

[328] 17. Dotain, localidad situada a unos 60 kilómetros al norte de Jerusalén y unos 100 kilómetros al norte de Hebrón, donde vivía Jacob.

[329] 22. Las cisternas secas se usaban también como prisiones. Véase el caso del profeta Jeremías, quien sufrió la misma suerte (Jeremías 38, 6).

[330] 25. Ismaelitas, árabes, descendientes de Ismael, hijo de Abrahán. En versículo 28 se llaman madianitas. Cf. Jueces 8, 22 ss.

[331] 28. Por ser odiado por sus hermanos y vendido por pocas monedas, José es figura de Jesucristo. También Jesús fue perseguido por su propio pueblo y vendido como José por unas monedas de plata. Pero para ambos la humillación fue el comienzo de la glorificación: Jesús triunfó en la cruz y José en los sufrimientos de la esclavitud. Pues Dios empieza a elevar cuando humilla, y cuanto más quiere ensalzar, más deprime. “Los hermanos vendieron a José por no honrarle, y él fue honrado y enaltecido precisamente porque lo vendieron” (San Gregorio, in Gen.).

[332] 34. El rasgar los vestidos y cubrirse de saco eran señales de dolor y de luto, no solo entre los judíos sino también en otros pueblos del Oriente.

[333] 35. Scheol llamaban los israelitas el lugar donde moraban las almas de los difuntos. Aquí se manifiesta la fe del patriarca en la inmortalidad, que en el pueblo de Israel se desarrollará hasta llegar a la fe en la resurrección (Job 19, 25; Proverbios 7, 27; Isaías 14, 15; Ezequiel 32, 21). Generalmente, la Vulgata traduce “Scheol” por infierno, y da a esta palabra su significado antiguo, que se ha perdido en las lenguas modernas. El “infierno” de la Vulgata se refiere, por consiguiente, no al lugar de los condenados, sino al “limbo de los padres” o “seno de Abrahán”. Cf. el “descendit ad inferos” del Credo.

[334] 36. Eunuco, no en sentido propio, pues no lo fue, sino en sentido de oficial o funcionario. Faraón: Título de los reyes egipcios. Su significado es “Casa Magna”. Reinaban aquel tiempo en Egipto una dinastía extranjera, la de los Hyksos, invasores asiáticos.

[335] 1. “Moisés interrumpe aquí la narración de los hechos de José, para dar lugar a la historia y genealogía de Judá, antes que a la de los otros hermanos. En primer lugar, porque de Judá, por medio de Tamar, había de nacer el Salvador del mundo. Y en segundo lugar, para que los judíos no menospreciasen a los gentiles, puesto que la tribu de Judá, que era la más noble de todas, descendía de los cananeos por medio de una mujer gentil” (Scío). El P. Páramo completa este pensamiento, llamando la atención sobre el hecho de que en la genealogía de Cristo se haga mención de Tamar (y de Rahab y Betsabee), “para confundir la soberbia de los hombres y hacer ver que el misterio de la Redención fue obra toda de la misericordia de Dios, y para alentar al mismo tiempo a los gentiles”. “Adullamita”: de Odollam, lugar situado al suroeste de Belán. Cf. Josué 15, 35; I Reyes 22, 1.

[336] 8. Vemos aquí una institución según la cual el cuñado tenía que casarse con la viuda de su hermano, si este moría sin dejar hijos. La institución recibió el nombre de levirato (levir = cuñado). Los hijos nacidos del matrimonio del levirato eran considerados como hijos del hermano difunto. Véase Deuteronomio 25, 5.

[337] 9. Enseña esta narración que el uso del matrimonio sin querer tener hijos provoca el castigo de Dios (v. 10), por ser un pecado contra la naturaleza. Este castigo se cumple también hoy en las familias contagiadas por el onanismo, vicio que de Onán trae su nombre. Dios no los hace desaparecer tan rápidamente como Onán, los abandona más bien a la comodidad, a los placeres de la vida y a las pasiones vergonzosas (Romanos 1, 26), de modo que degeneran sin remedio, extirpándose a sí mismos. Nótese que el móvil de Onán no fue tan perverso como el del maltusianismo de hoy, por lo cual este es aún más detestable. Tenemos en este episodio un ejemplo de pedagogía divina, que envuelve los preceptos morales en historias. Hay un caudal de verdades morales que de esta manera nos han sido transmitidas en la Biblia. “Dictada por Dios principalmente, con un fin religioso, es decir, santificador, prepondera en ella la verdad normativa a la de simple especulación… Pero la misma enseñanza moral suele darse en historias, y estas se convierten en regla viva, en moral ‘vivida’, como hoy se dice, cuyas reglas se graban profundamente en el espíritu de los oyentes” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación, pág. 118).

[338] 18. El cordón servía para llevar el sello, el cual pendía del cuello y era, por regla general, un cilindro horadado.

[339] 25 s. Judá la condena como adúltera, sin pensar que él mismo fue la causa del crimen por el cual la quiere entregar a las llamas. También hoy día se consideran honestos los hombres que por una parte abusan de una mujer y por otro la condenan como mala. Judá reconoció después su culpa (v. 26).

[340] 27. Hay que saber que las mujeres de Israel se sentían deshonradas si no tenían descendencia, de la cual bien podía nacer el Mesías (cf. en Jueces 11 el caso de la hija de Jefté). Y en realidad, los mellizos que de Tamar nacieron, figuran en la genealogía legal de Jesucristo, según San Mateo (1, 3). ¡Abismo de humillación que aceptó el Verbo Eterno, cuyo amor al Padre y a los hombres lo llevó a despojarse a sí mismo (Filipenses 2, 7) por buscar misericordiosamente a los pecadores! Véase Mateo 9, 13.

[341] 4. José ejercía el cargo de administrador o intendente. En los monumentos egipcios los administradores están representados con una vara o un mamotreto en la mano, y un estilo o pluma de junco en la oreja, símbolo de su autoridad.

[342] 7. Algunos críticos niegan la autenticidad de este episodio, objetando que contradice a las costumbres egipcias. Vigouroux los refuta alegando como prueba la “Historia de los dos Hermanos”, novela egipcia que remonta a los tiempos de Putifar.

[343] 9. Pecar contra Dios: He aquí el fundamento de la moral. Pecar contra el prójimo es pecar contra Dios. José es capaz de resistir a la mala mujer, porque se acuerda del Supremo Juez que todo lo ve y todo lo sabe; pues “la presencia de Dios es, como dice San Basilio, un remedio contra todos los vicios”. En José tenemos un perfecto modelo de la castidad, que nos enseña cómo hemos de portarnos en la tentación. San Ambrosio y San Agustín lo llaman mártir de la castidad.

[344] 10. Todos los días: Da asco ver cómo insiste en corromper a un joven. De tales mujeres dice San Jerónimo: “No tienen otro cuidado que comer y beber y lo que es anexo a esto… Borrachas y lascivas insinúan toda maldad, y son capaces de enmollecer aun mentes férreas y plegarlas a disoluciones… Hasta el adulterio de la lengua les gusta” (Ad Eustoquia 9, 29).

[345] 20. José, castigado siendo inocente, es, también en esto, figura de Cristo, el cordero inmolado. Véase 37, 28 y nota; Isaías 53, 7; I Pedro 1, 19; Apocalipsis 5, 6.

[346] 8. Los egipcios estaban muy inclinados a la superstición (cf. Éxodo 7, 11) y acudían a los adivinos para hacerse interpretar los sueños. De aquí que José advierta que la interpretación de los sueños solo viene de Dios. Es lo que Daniel dice a Nabucodonosor en un caso semejante (Daniel 2, 27-28).

[347] 15. Nótese la delicadeza de José que no acusa a sus hermanos. La caridad le movió a no publicar las injusticias de su prójimo, y la humildad, a que ocultase las propias virtudes (Crisóstomo).

[348] 19. Los egipcios decapitaban primeramente a los condenados, luego los colgaban en un palo.

[349] 20. Alzar la cabeza de alguno significa tributarle honores, restituirlo a su cargo. La misma expresión se usa en la liberación de Jeconías (IV Reyes 25, 27).

[350] 23. José es sometido a una nueva prueba. Le olvidan los que recibieron sus beneficios. Dios tiene la costumbre de no librar de las pruebas a los hombres llenos de virtud. Manifiesta en ellos su poder y les da ocasión de crecer en la virtud. “De los hombres, José nunca encontró ayuda o apoyo. Su madre murió siendo él todavía niño; el poder de su padre era limitado y no podía defenderlo cuando le hacían mal; y sus hermanos… la envidia les hizo olvidar que tenían el mismo padre, que fueron criados bajo el mismo techo y adoraban al mismo Dios. Putifar, que no tenía más que ventajas por la estadía de José en su casa, lo hizo recluir en la cárcel, y el copero a quien había hecho tan gran favor, se olvidó de él. Y con todo, José no se amargaba ni llevaba su suerte con la muda resignación de quien no tiene esperanza” (Elpis). Encontramos aquí el rasgo principal de la fisonomía espiritual del privilegiado hijo de Jacob: su confianza en Dios, que le hace olvidar tantas y tan grandes injusticias. El hombre que confía en Dios saca de esta misma confianza la gracia para sobreponerse a todas las dificultades. Con la ayuda de Dios traspasará el justo toda muralla, como dice el Salmista (Salmo 17, 30).

[351] 1. El río es el Nilo a cuya inundación Egipto debe su vida económica, especialmente la fertilidad de sus campos.

[352] 8. Debido a la superstición de los egipcios, los adivinos y hechiceros eran allí tan numerosos, que formaban un propio gremio y eran tratados como sabios.

[353] 14. Los egipcios no se dejaban crecer la barba. Solo los prisioneros y los que estaban de luto, llevaban barba. En nuestro caso el ceremonial que sigue José, especialmente afeitado (cabeza y barba) pertenecía al protocolo de la corte.

[354] 16. Admiremos la humildad de José que no reclama para sí ningún honor ni se atribuye la capacidad de interpretar sueños, como tampoco en 40, 8. Dios es quien da la interpretación, inspirando a su siervo. En esto consiste también la diferencia entre los falsos profetas y los verdaderos. Aquellos presentan sus propias invenciones como inspiraciones divinas, estos hablan solamente cuando Dios los inspira y solo dicen lo que Él les ordena decir.

[355] 33. ss. José no solo explica los sueños del Faraón, sino que traza también los principios de un sistema económico, adaptado a los tiempos de necesidad. No es lo que hoy llamamos “economía dirigida”, pues abarca solamente el trigo. “El quinto en estas circunstancias no era una carga excesiva, y menos en Egipto, donde la fertilidad de la tierra depende del riego del Nilo, y este de la distribución de las aguas, que han sido siempre el principal cuidado de los gobiernos en el país de los faraones” (Nácar-Colunga).

[356] 38. Lleno del espíritu de Dios. Fue el Espíritu Santo quien inspiró no solamente a los profetas, que escribieron los libros sagrados, sino también a muchas otras personas. Cf. el cántico de María, hermana de Moisés (Éxodo 15, 20 s.), el de Débora la profetisa (Jueces 5) y el de Ana, madre de Samuel (I Reyes 2), que también hablaron inspiradas por el Espíritu Santo.

[357] 40. También en su encumbramiento es José figura de Cristo. Salió José de la cárcel; Jesucristo del sepulcro. José fue exaltado por rey de Egipto; Jesucristo por el Rey del Universo. Llamaron a José “salvador del mundo” (v. 45); Jesucristo lo es en persona. La exaltación de José es un milagro de la Providencia de Dios, quien eleva a los humildes y huilla a los soberbios. Mirad a José, dice San Crisóstomo; de cautivo llegó bien pronto a ser el jefe de todo el Egipto; esta es la ventaja de las aflicciones sufridas valerosamente; su paciencia fue inquebrantable, las pruebas no le abatieron, y Dios, después de haberle experimentado, le halló digno y le bendijo. (Homilía ad pop.) Cf. el Magnificat de la Virgen (Lucas 1, 52).

[358] 45. Safnat Panea: Palabra egipcia, que San Jerónimo traduce por “salvador del mundo. Otros lo interpretan: “dador de vida”, o “Dios dijo: este vive”. Preferimos la traducción de San Jerónimo, ya que corresponde mejor al contexto. Los honores y las distinciones son otras tantas pruebas de la elevada posición que José ocupaba en el país del Faraón. En esto, y en su castidad, la Iglesia lo compara con el patriarca San José, esposo de María Santísima, y aplica a él los versículos 41, 55; 45, 8 y 49, 22. On, en griego Heliópolis, ciudad conocida por el templo de Ra (Sol), situada al norte de El Cairo. Cf. Ezequiel 30, 17.

[359] 55. Id a José: ¡Qué bien se aplican estas palabras también al patriarca homónimo de Nazaret, que tuvo como súbdito a Aquel que lleva todo el universo en su mano, y alimentó con el trabajo de sus manos al mismo Jesucristo! Por eso su poder es tan grande como su gloria en el cielo. Dios jamás le negará un pedido que sea para gloria de su Hijo y para nuestra salud eterna.

[360] 1. No se sabe por qué José no comunicó a su padre la elevación a la dignidad de virrey. Probablemente por miedo de sus hermanos, y además porque todo lo dejaba a la divina Providencia.

[361] 6. Se postraron delante de él: Se cumplió así el sueño (37, 7). José los trataba con dureza, no para tomar venganza sino para probarlos (v. 15).

[362] 15. “Jurar por la vida del rey” era costumbre entre los pueblos antiguos, donde el rey poseía todo el poder como representante de Dios. Por lo cual no se puede decir que José haya caído en idolatría. Su fe en el verdadero Dios está fuera de duda (véase 40, 8; 41, 16 y 25; 42, 18).

[363] 18. Soy temeroso de Dios: Lo dice como para darles la seguridad del cumplimiento de la promesa que les acaba de hacer. Vivirán con la condición de que hagan lo que les había ordenado (v. 15).

[364] 21. “Se ve cuán útiles son las tribulaciones que Dios nos envía. El dolor nos saca la voz de la verdad, para que confesemos con sinceridad y detestemos eficazmente nuestros delitos; y la pena nos abre los ojos, que había cerrado la culpa” (Scío).

[365] 24. Simeón era el mayor de los hermanos después de Rubén, el cual (Rubén) se había esforzado en otro tiempo por librar a José (37, 21); por eso no es castigado.

[366] 38. El único: de su madre Raquel.

[367] 3. “Aquel hombre”: José. Cf. versículo 5 y 7.

[368] 9. La oferta de Judá es más generosa aun que la de Rubén, que había ofrecido como rehenes a sus dos hijos (42, 37). Jacob no quiere abusar de la magnanimidad de sus hijos, sino que, fiel a su conducta, lo deja todo en manos de Dios, conformándose con lo que “ha de ser” (v. 11) según los designios de Dios. Su confianza en Dios no será frustrada.

[369] 11. Los frutos aquí indicados escasean en Egipto, por lo cual Jacob juzga conveniente obsequiar con ellos al gobernador de aquel país. La miel era especialidad de Hebrón, ciudad de Jacob, y se exporta aún hoy día al país del Nilo. Resina: una especie de bálsamo, que se usaba para curar las heridas. La mejor resina venía de Galaad. Cf. Jeremías 8, 22; 46, 11; 51, 8; Ezequiel 27, 17.

[370] 12. En los preparativos del viaje se pone de manifiesto no solo la prudencia del patriarca, sino también su honradez y la intención de evitar equivocaciones.

[371] 16 ss. Parecería extraño recibir a los hermanos con tantos honores precisamente en el momento que ellos esperaban todo lo contrario. Su miedo subió de punto cuando fueron transportados a la casa de José, donde temían ser asaltados y reducidos a servidumbre (v. 18). El cambio se debe a la presencia de Benjamín, cuya llegada significaba para José un día de fiesta.

[372] 30. Un lugar donde llorar: Aquí se descubre el corazón de José, quien no busca el mal sino el bien de sus hermanos, aunque sigue probándolos para estar seguro de su arrepentimiento. ¿Hay amor fraternal más emocionante que el de José para con Benjamín? Nótese también la veneración al padre, que se revela en el v. 27.

[373] 32. Los egipcios no comían con extranjeros porque tenían otro régimen de alimentación. Aborrecían la carne de ciertos animales y evitaban el trato con los pastores, como se ve en 46, 34.

[374] 5. Los egipcios usaban copas para adivinar, creyendo que el adivino veía en el fondo de la copa figuras e imágenes de cosas futuras. El texto sagrado no quiere decir que José practicaba el supersticiosos arte de adivinar, porque todo lo que dispone tiene por objeto probar a sus hermanos (véase versículo 15). Por lo demás, se había hecho famoso por la interpretación de los sueños del Faraón, lo cual, a los ojos de los egipcios, no era otra cosa que adivinación.

[375] Rasgaron sus vestidos, en señal del dolor que los sobrecogió. Cf. 37, 34 y nota.

[376] 16. En la conducta de los hermanos se refleja la culpa común y la disposición para sobrellevar el justo castigo. El conocimiento del pecado es el comienzo de la enmienda y del arrepentimiento, y este nos consigue el perdón. Así lo vemos en la parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15, 11 ss.), y en esta historia en que José hace las veces del Padre Celestial.

[377] 27. Mi esposa: Se refiere a Raquel, de la cual tuvo dos hijos, Los demás hijos eran de Lía, Bilhá y Silfá.

[378] 34. Las palabras de Judá que sale fiador de su hermano menor, cuya desaparición causaría la muerte del querido padre, son la más conmovedora manifestación de sentimientos fraternales. También en ellos pudo ver José la prueba de que sus hermanos se habían convertido.

[379] 7. Para una gran salvación, es decir, para salvar a los suyos, dándoles de comer y preparando para ellos una nueva patria en Egipto donde podrán multiplicarse y llegar a ser un gran pueblo. (Éxodo 1, 9).

[380] 8 Padre del Faraón: Título que se daba al dignatario más alto del reino, como se ve por los documentos de la XIX dinastía de Egipto. Cf. Ester 13, 6, donde el rey Asuero honra a Amán con ese mismo título. También en esto es José figura de José de Nazaret, padre adoptivo del gran Rey, nuestro Redentor, con la ilimitada influencia que tal dignidad representa. Cf. 41, 45 y nota.

[381] 10. Gosen o “Gesen”: nombre de una región situada en la orilla occidental del actual canal de Suez, rica en pastizales.

[382] 19. Llevaos carros: Siendo pastores nómadas los patriarcas no tenían carros ni caballos; tampoco se dedicaban a la agricultura. Por eso el Faraón los provee de carros.

[383] 20. Vuestros ojos no miren: etc.: La Vulgata traduce: No dejéis nada de vuestro equipaje.

[384] 22. Vestidos de fiesta; literalmente: vestidos para cambiar, o sea, vestidos que no se usan todos los días, sino solo para las fiestas.

[385] 24. No os peleéis en el camino. “¿No somos todos, como los hijos del patriarca Jacob, hijos del mismo Padre, aunque teniendo diferentes madres? Cruzamos el mismo desierto, afrontamos los mismos peligros, y tenemos el mismo anhelo: ir a casa al encuentro del Padre. Todo esto que nos es común debería unirnos, en vez de provocar disputas en el camino que nos conduce al Padre, pues así no prestamos atención a los peligros, erramos el camino y sucumbimos al enemigo. Sí, en cambio, vemos en el prójimo únicamente al hijo de nuestro Padre, nos inclinamos hacia él con amor; y este amor es tan grande que dejamos las disputas y rivalidades que nos separan de nuestros hermanos. Sabemos que a los hijos de Raquel amaba Jacob muy particularmente, pero esto no le impedía abrazar con amor paterno a los demás hijos. Así también el amor hacia el Padre común nos debe ayudar a pasar por encima de todo lo que nos separa”.

[386] 28. “Es el «Nunc dimittis» de Jacob. Con ver a su hijo vivo se da ya por satisfecho y muere contento” (Nácar-Colunga). Cf. 46, 30.

[387] 1. Bersabee, una de las residencias de los patriarcas, en el extremo sur de Palestina. Cf. 21, 31; 26, 33. Jacob no quiere dejar el país sin conocer la voluntad de Dios, por lo cual ofrece sacrificios y ora al Señor, quien le manifiesta su voluntad en una visión nocturna, añadiendo a las promesas dadas anteriormente la de hacerlo en Egipto padre de una nación numerosa.

[388] 3 s. “Lo cual no fue como a nuestro entender suena. Porque sabemos que el santo viejo Jacob murió en Egipto, y no volvió a salir vivo y era que se había de cumplir en sus hijos, a los cuales sacó de allí después de muchos años, siéndoles Él mismo la guía en el camino” (San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo II, 17).

[389] 12. Cf. capítulo 38, donde se narra la muerte de Er y Onán. En su lugar entran Fares y Zara.

[390] 27. San Esteban (Hechos 7, 14) habla de 75 almas, siguiendo la versión griega, la cual menciona, por anticipación, otros descendientes de la familia de José (cf. Núm. 26, 35 s.; I Paralipómenos 7, 20 s.). A la cifra de 70 y 75 hay que añadir multitud de criados y esclavos con sus familias.

[391] 34. Por ser pastores, los israelitas no pudieron vivir en el valle del Nilo donde todo campo fértil estaba reservado a la agricultura y horticultura. No es, pues, de extrañar el que para Jacob quede reservada la región de Gosen, lindante con la península de Sinaí, que parecía más apropiada para pastores. La emigración de Jacob a Egipto se realizó 215 años después de salir Abrahán de su patria, cuando los Hyksos eran dueños del delta del Nilo. Los Hyksos, un pueblo asiático, o más bien un conglomerado de tribus nómadas, se sentían ellos mismo extranjeros en Egipto y simpatizaban sin duda con los inmigrantes que venían de Palestina. “Los egipcios detestan a todo pastor de ovejas”, probablemente por razones nacionalistas, porque esos pastores eran semitas. “Pero aun esta condición de apartados debía satisfacer al pequeño clan (de los hijos de Jacob) que se preparaba a ser pueblo: su conciencia nacional resultó al fin más compacta y sus tradiciones étnicas y religiosas se conservaron inmunes a toda infiltración” (Ricciotti, Hist. de Israel, núm. 196).

[392] 7. Jacob bendijo al Faraón: Hoy día se diría: “lo saludó”, porque hemos despojado también el saludo de su carácter religioso. Sobre las formas antiguas de saludad cf. Lucas 1, 28 y nota. Véase también el versículo 10, donde Jacob se despide del Faraón bendiciéndolo.

[393] 9. El patriarca se considera como peregrino en la tierra (Salmo 118, 54). Su verdadera patria es el cielo. ¿Quién no recuerda las palabras del Apóstol: “No tenemos aquí ciudad fija sino que vamos en busca de la que está por venir” (Hebreos 13, 14)?

[394] 11. Ramesés: Así se llamaba más tarde la región de Gosen, según el nombre de la ciudad de Ramesés, fundada o restaurada por el rey Ramesés II de Egipto.

[395] 15. Danos pan: Jesús incorporó esta petición al Padrenuestro, como una de las más fundamentales, dándole un sentido espiritual; danos hoy nuestro pan sobrenatural (Mateo 6, 11 y nota). Dadnos pan, dicen también hoy los pueblos devastados por la guerra y azotados por el hambre, y piden aún más: el pan supersubstancial que está en manos de sus pastores.

[396] 21. Hizo pasar… a las ciudades: Otra traducción: redujo al pueblo a esclavitud.

[397] 24. Cf. 41, 33 ss. y nota. Otros pueblos daban la décima parte en concepto de impuesto. Los egipcios podían dar más dada la fertilidad del suelo y el poco trabajo que necesitaba el cultivo de sus campos, cuyos frutos son, más que productos del trabajo, regalos del Nilo. Dueños modernos hay, que exigen a los arrendatarios una cuota harto superior a la que tenían que pagar los egipcios.

[398] 26. Hasta el día de hoy, es decir, hasta el tiempo en que escribió Moisés.

[399] 29. Sobre esta forma de tomar juramento véase 24, 2 y nota.

[400] 31. Se postró sobre la cabecera de su lecho: para adorar a Dios en acción de gracias, como lo hizo David al fin de su vida (III Reyes 1, 47). La versión griega de los Setenta, y San Pablo (Hebreos 11, 21) traen otro texto, cuyo sentido es que Jacob acataba el señorío de José, y en él, como figura, la realeza de Cristo.

[401] 3. Luz: Betel, donde Jacob vio aquella escala mística en cuya cumbre estaba Dios (28, 13).

[402] 5. El patriarca declara hijos adoptivos a Manasés y Efraím, quienes disfrutarán de los mismos derechos que sus propios hijos. De esta manera obtuvo José doble herencia, como si fuera el primogénito, Rubén, el mayor de los hijos de Jacob, perdió los derechos de la primogenitura, por el crimen relatado en 35, 22.

[403] 6. Llevarán el nombre de sus hermanos: quiere decir: no formarán tribus, sino que se unirán a sus hermanos.

[404] 12. Sacándolos de entre las rodillas: Jacob los había tomado entre sus rodillas conforme al rito de adopción. Cf. 30, 3; 50, 23.

[405] 15. El Ángel: Jacob atribuye indistintamente a Dios y al Ángel de Dios los beneficios recibidos en Canaán, lo que hace suponer la identidad de los dos nombres, lo mismo que en el capítulo 18. Cf. 32, 24 y nota. Nótese la triple invocación de Dios, seguida de una tríplice bendición. ¿Es esta una alusión a la Santísima Trinidad? Pues la Trinidad divina se refleja en todas las cosas, para que todas le rindan homenaje.

[406] 17. Como se ve, es antiquísima la costumbre de imponer las manos para impartir la bendición. Se consideraba la mano derecha como la que transmitía más las bendiciones del padre. En el Nuevo Testamento se imponen las manos al que ha de recibir al Espíritu Santo (Hechos 8, 17) y en el Sacramento del Orden (I Timoteo 5, 22; II Timoteo 1, 6).

[407] 19. Efectivamente, la tribu de Efraím llegó a ser más poderosa que la de Manasés, y tuvo influencia preponderante en el reino de Israel, que se formó después de la muerte de Salomón.

[408] 20. Por ti, es decir, por Efraím. Algunos traducen, a título de conjetura: “por vosotros”. El sentido es: en adelante se citará esta bendición como tipo de felicidad y prosperidad.

[409] 22. Una porción: El texto griego dice “Sikima”, que, según San Jerónimo, sería idéntica con la ciudad de Siquem o Sicar. De ahí la opinión de algunos expositores que dicen que Jacob aquí regala a José la ciudad de Siquem; opinión que parece apoyada por el Evangelio, que habla de una heredad situada cerca de Siquem, la que Jacob dio a José (Juan 4, 5).

[410] 1. Este capítulo es una perla de la literatura hebrea, poesía y profecía a la vez. Antes de morir, el venerable patriarca, iluminado por Dios, da a conocer los futuros destinos de sus hijos y del pueblo de Israel, fundándose, como observa Vigouroux, ora en el carácter y en los nombres de sus hijos, ora en las promesas divinas dadas a los patriarcas.

[411] 4. Rubén, que por su pecado perdió los derechos de la primogenitura (35, 22), desaparece muy pronto del escenario histórico, desparramándose entre los pueblos vecinos.

[412] 7. Los dividiré, por sus crueldades contra los siquemitas (cf. 34), Simeón y Leví no reciben bendición alguna. Las dos tribus serán esparcidas entre las otras. Efectivamente, la tribu de Simeón fue incorporándose a la de Judá, y Leví recibió solamente ciudades, pero no territorio como las otras tribus.

[413] 9. Véase Apocalipsis 5, 5, donde Jesús es llamado “el león de la tribu de Judá”, porque en Él se cumplió esta profecía, en su verdadero sentido.

[414] 10. La interpretación corriente, desde los Santos Padres hasta hoy, atribuye a esta profecía carácter mesiánico. Cetro significa el predominio de Judá, que ejerció “cierta supremacía sobre las otras tribus hasta los tiempos del Mesías” (Ceuppens), aunque en los últimos dos siglos antes de Cristo el bastón de mando se hallaba en manos de los Macabeos de la tribu de Leví. “Schiloh”: palabra hebrea que ha experimentado las más diversas interpretaciones. San Jerónimo vierte: “El que ha de ser enviado”. Otros interpretan: el “Pacífico”, o “la paz”, es decir, la paz mesiánica, el rey pacífico por excelencia, como lo vieron los profetas (cf. Isaías 9, 51; 11, 3 ss.; 42, 2 s.; Zacarías 9, 10). Algunos protestantes ven aquí, sin suficiente motivo, una alusión a la ciudad de Silo, donde por un tiempo estuvo el Arca de la Alianza. Bover-Cantera traduce: “aquel cuyo es el mando”. Otros vierten: “aquel que es para él”, es decir para el cetro, o “aquel cuyo es” (el cetro) (Simón-Prado, Nácar-Colunga, etc.). Todas estas traducciones, menos la que busca aquí una alusión a la ciudad de Silo, reconocen el carácter mesiánico de la profecía (inclusive los rabinos y el Targum de Onkelos, que traducen: “Hasta que venga el Mesías, al cual corresponde el reino”), y aplican este pasaje a Cristo, el vástago de la estirpe de Judá (Apocalipsis 5, 5), quien “reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos, y cuyo reinado no tendrá fin” (Lucas 1, 33). Cf. II Reyes 7, 14 ss.; Ezequiel 21, 27 y nota. “A Él obedecerán las naciones”: Otro rasgo de la gran profecía acerca del Mesías al cual algún día se someterán todos los pueblos. Cf. Salmos 2, 7 ss.; 21, 28; 85, 9; Isaías 2, 2; 53, 10 y el triunfo de Cristo Rey en Apocalipsis 19, 11 ss.

[415] 11. s. Son imágenes de la prosperidad que Dios dispensará a la tribu y reino de Judá. Para recalcar el significado mesiánico, Cornelio a Lápide y muchos otros no toman como sujeto de la frase a Judá sino a Schiloh.

[416] 13. El territorio de Zabulón se extendió más tarde, desde el Mar de Galilea hasta el Mediterráneo y el país de los sidonios.

[417] 14. Isacar será un pueblo pacífico y trabajador, viviendo contento dentro de sus límites, en la fértil llanura de Esdrelón, pagando tributos a otros pueblos. Esto se verificó al pie de la letra.

[418] 16. Dan, que en hebreo significa juez, extenderá sus límites con prudencia y astucia. Véase Jueces 18, 28 ss. San Jerónimo ve aquí una alusión profética a Sansón, hijo de esta tribu. San Agustín empero, aplica el versículo 17 al Anticristo, descendiente de la tribu de Dan según ciertos escritores apocalípticos.

[419] 17. Se cumplió en la toma alevosa de Lais por la tribu de Dan (Jueces 18, 7 ss.).

[420] 18. Texto oscuro, aunque el sentido es muy mesiánico. ¿Piensa acaso Jacob en las futuras luchas de la tribu de Dan con los filisteos?

[421] 19. Gad marchó al frente de los israelitas cuando entraron en Canaán, pero después tuvo que luchar contra los madianitas y ammonitas, y perdió parte de su territorio.

[422] 20. El territorio de Aser, situado al norte del Carmelo, será fértil y proporcionará productos preciosos.

[423] 21. El ciervo es símbolo de la rapidez. De la tribu de Neftalí procede el héroe Barac, que a manera de un rayo derrotó a los enemigos.

[424] 22. Texto dudoso. La Vulgata vierte: Hijo que crece, José, hijo que crece y de hermoso aspecto; las doncellas corrieron sobre el muro (para verle).

[425] 23. Alusión a los hermanos de José que le calumniaron —esto significan las saetas— o a los enemigos con los cuales habrán de luchar las tribus de José en la conquista de Canaán.

[426] 24. El Fuerte de Jacob, esto es, Dios. Cf. Salmo 131, 2 y 5; Isaías 1, 24; 49, 26; 60, 16. “El Pastor”: Es otro nombre de Dios. Véase lo que dice Jacob en 48, 15: “El Dios que ha sido mi Pastor desde que existo hasta el día de hoy”. “La Roca de Israel”: Así llama Jacob al Señor, por la protección que le ha dado durante toda su vida, y que siempre presta a los que en Él confían. También en otros lugares de la Biblia, (texto masorético) Dios es llamado Roca, p. ej. Deuteronomio 32, 4 y 18; II Reyes 23, 3; Salmo 17, 2; Isaías 30, 29. En el Nuevo Testamento, Roca es uno de los nombres de Cristo (I Corintios 10, 4; Efesios 2, 20; I Pedro 2, 4, por donde se ve, una vez más, la unión de los dos Testamentos. Es interesante el hecho de que en la Constitución del nuevo Reino de Israel, fundado el año 1948, se haya dado a Dios el nombre de “Roca de Israel”.

[427] 25. Profecía acerca de la fertilidad del futuro país de José (Efraím).

[428] 26. Los tesoros de los collados perennes: La Vulgata viere: hasta que viniese el deseo (o Deseado) de los montes eternos: Los antiguos veían en los montes eternos a los Santos y Patriarcas del Antiguo Testamento, cuyo deseo era ver al Deseado (Cristo). La aplicación a Cristo tropieza, sin embargo, como observa Scío, con la dificultad de que las tribus de José no vieron la venida del Mesías, ya que fueron llevadas al cautiverio de Asiria (722 a. C.) y no volvieron más. Los modernos ven en la “bendiciones de los montes” el rocío y los frutos de la tierra. “Eternos” se llaman porque han sido creados hace muchos siglos y resisten a la destrucción de los tiempos (Simón-Prado). Cf. Deuteronomio 33, 15; Ezequiel 36, 2; Habacuc 3, 6. “Príncipe entre sus hermanos”: La Vulgata dice: “El Nazareo”, o sea el consagrado a Dios, de entre sus hermanos.

[429] 27. Se refiere este versículo a la valentía y al carácter indómito de los “benjaminitas”, de cuya tribu procederá el primer rey Saúl, no menos indómito. De la misma tribu saldrá también San Pablo, “lobo rapaz” en doble sentido, primero como perseguidor de la Iglesia, y después de su conversión como intrépido misionero.

[430] 32. En la vida de Jacob se deja palpar el poder de la vocación divina, que transformaba poco a poco su carácter y lo capacitaba para lo espiritual, que antes no se notaba en él. Las principales etapas de su educación espiritual son la visión de Betel (28, 10-19), la persecución y opresión de parte de su hermano Esaú y de su tío Labán, la lucha con el Ángel (32, 22 ss.), la vuelta a Betel y la destrucción de los ídolos de su familia (35, 1 ss.), la pérdida de su hijo José (capítulo 37) y otras pruebas que Dios le hizo sobrevenir. Con Jacob termina uno de los períodos más importantes de la historia del Reino de Dios y de la Revelación divina que, por medio de él alcanzó una claridad hasta entonces no conocida. El Mesías saldrá de su estirpe, de Judá, su hijo, y traerá la salud para la humanidad entera. Por eso el Eclesiástico alaba a Jacob con las siguientes palabras: “Dios lo distinguió con sus bendiciones y le dio la herencia, repartiéndosela entre las doce tribus; y le concedió que en su linaje siempre hubiese varones piadosos amados de todas las gentes” (Eclesiástico 44, 26, s.).

[431] 4. Durante el duelo José no podía dejar su casa, por lo cual se sirve de intermediarios para entregar su pedido al Faraón.

[432] 11. Abel-Misraim significa “llanto de los egipcios”. No se menciona más en la Biblia.

[433] 18 s. “¿Estoy yo acaso en lugar de Dios?” José quiere decir: Dios mismo lo ha dispuesto todo, no puedo oponerme a sus designios. “Después de la muerte de Jacob se hace nuevamente presente la inquietud, y aun la angustia, en el alma de los hermanos de José. No creen todavía en el amor de su hermano, en su perdón; por el contrario, temen su venganza porque no creen en su desinterés; su conducta es como la nuestra cuando dudamos del perdón de Dios. En presencia de José, repiten el ‘gesto’ predicho en el sueño que tanto los irritara, y le dicen: ‘Somos tus servidores’… Esta historia es de una actualidad permanente para cada uno de nosotros, si nos proponemos meditarla.”

[434] 20. San Pablo expresa el mismo pensamiento cuando dice: “Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Romanos 8, 28). Cada desengaño que nos preparan los hombres nos acerca a Dios y nos invita a entregarnos a Él con plena confianza pues Él nunca nos desilusiona. ¡Cuántas veces nos enseña la experiencia que Dios convierte en bien lo que antes pareció un mal inaguantable!

[435] 24. Os visitará: Locución hebrea que significa: os afligirá. Alusión a la opresión que sufrieron más tarde en Egipto.

[436] 25. Cuando los israelitas salieron de Egipto, llevaron consigo los restos mortales de José y lo sepultaron en Siquem, en la tierra de promisión (Éxodo 13, 19; Josué 24, 32).

[437] 26. Murió a la edad de ciento diez años. El Génesis es el libro de los ancianos ¡Qué figuras de ancianos se hallan allí! Los patriarcas Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, José, etc. “Os preguntaré: ¿no querríais volver a ver en sus páginas a aquellos viejos y grandes amigos de vuestra infancia, y oírles deciros cómo hay que envejecer, de qué modo se debe morir? En cuanto a mí, ese libro me recuerda los días en que nuestra buena abuela nos leía al anochecer algún capítulo en la “Biblia de Royaumont”. Hecha la lectura, ella cerraba el libro dejando en él sus lentes para señalar la página de la próxima lección, en tanto que los niñitos maravillados de aquellos nombres, enternecidos y asombrados de aquellos relatos, la preguntaban, viéndola tan viejecita: “Abuela, ¿y tú los viste?” (Mons. Baunard, Le Vieillard, pág. 359).

[438] I. Sobre las cuestiones introductorias véase la Introducción al Pentateuco.

[439] 5. Cf. Génesis 46, 26, donde resultaron sesenta y seis. Aquí se incluyen Jacob, José y sus dos hijos.

[440] 8. Un nuevo rey, esto es, una nueva dinastía que no se sentía vinculada a la casa de Jacob como los reyes hyksos que eran de raza asiática. Los egipcios abrigaban además el temor de que los israelitas fuesen un serio peligro en caso de guerra, ya que vivían en una región fronteriza.

[441] 11. Según Flavio Josefo los judíos edificaron para los Faraones las pirámides. Mas, en realidad, estas son anteriores a la permanencia de Israel en Egipto. Ciudades almacenes, llamadas así porque servían para almacenar las provisiones. Pitom, más tarde Heroónpolis en las cercanías del canal de Suez, al oeste de Ismailía. La posición de Ramesés es todavía discutida. Flinders Petrie cree haberla encontrado en el Wadi Tumilat, unos treinta kilómetros al oeste del canal de Suez, mientras que otros la identifican con Zoan o Tanis. Son muy numerosas las construcciones de aquel tiempo, erigidas casi todas por Ramsés II (1292-1225 antes de Cristo).

[442] 15. Se mencionan solo dos parteras, no porque fuesen las únicas de un pueblo tan numeroso, sino porque estas dos, temiendo a Dios más que al rey, no ejecutaron la injusta orden. Las parteras tenían que matar a los niños en el instante del nacimiento, para que sus madres creyesen haberlos dado a luz muertos.

[443] 21. Les dio numerosa prole; literalmente: les edificó casas. Expresión semejante encontramos en Deuteronomio 25, 9; Rut 4, 11 ss.; II Reyes 7, 11; III Reyes 2, 24.

[444] 2. “Cuando la madre de Moisés supo que iba a ser madre, tuvo que estremecerse. Lo que antes la había llenado de júbilo ahora la llenaba de espanto, pues sabía que esta vida que sentía despertarse es su seno estaba condenada a ser destruida. Pasó nueve meses de angustias, nueve meses de esperanza que la criatura fuera una mujer… pero fue un varón. Y lo vio tan lindo que no pudo convencerse que Dios se lo había dado para que fuera matado. Creyó, creyó contra toda esperanza como Abrahán (Romanos 4, 18) y al esconderlo tuvo la esperanza de que Dios lo salvara” (Hebreos 11, 23).

[445] 10. El nombre de Moisés es de origen egipcio y significa: “sacado del agua”, o, según otros “hijo”. El futuro caudillo fue instruido en todas las ciencias de los egipcios y llegó a ser poderoso en palabras y obras (Hechos 7, 22). La divina Providencia dispuso así, a fin de que la educación egipcia le sirviese para salvar al pueblo hebreo. San Pablo atribuye esta obra a la fe de Moisés, diciendo: “Por la fe, Moisés, siendo ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del Faraón, eligiendo antes padecer aflicción con el pueblo de Dios que disfrutar de las delicias pasajeras del pecado, juzgando que el oprobio de Cristo era una riqueza más grande que los tesoros de Egipto” (Hebreos 11, 24-26).

[446] 12. Según San Agustín y Santo Tomás, Moisés obró ya como el libertador elegido por Dios. Lo mismo dice el Espíritu Santo por boca de San Esteban en Hechos 7, 24 s. No lo juzguemos, pues, con nuestro pobre criterio. Moisés fue elegido por Dios como se ve en el Salmo 105, 23. En el mismo Salmo, v. 30, se dice que Fineés aplacó a Dios con un acto que también parecería cruel a los hombres. Cf. Números 25, 7.

[447] 15. Lo supo el Faraón: “Parece que Moisés, siendo hijo adoptivo de una princesa, no tendría tanto que temer de su hazaña; pero desde su adopción eran pasados cuarenta años y las cosas podían haber cambiado mucho en la corte. Además, la Providencia le llevaba por caminos ocultos a la realización de sus altos destinos” (Nácar-Colunga). Madián, región del desierto, situada entre la península de Sinaí y Arabia, al norte del golfo de Akaba. Los madianitas eran hijos de Abrahán y de su segunda mujer, Keturá.

[448] 18. Ragüel, llamado Jetró en 3, 1, era príncipe y sacerdote a la vez, como Job y Melquisedec. Ragüel significa “pastor de Dios”, esto es, sacerdote; Jetró significa “excelencia”. Uno de los dos nombres debe ser un título.

[449] 21. La permanencia en el desierto de Sinaí fue para Moisés el mejor medio de formación práctica, un complemento provechoso de la educación intelectual recibida en Egipto. Un caudillo como él, no solo necesitaba conocimientos intelectuales, sino también, y más aún, las virtudes que se adquieren en el desierto: intrepidez, valentía, sagacidad en los peligros, abnegación. La vida oculta de Moisés es figura de la vida oculta de Cristo.

[450] 22. La Vulgata agrega a este versículo una noticia relativa a otro hijo de Moisés.

[451] 25. Los reconoció como suyos, es decir, se apiadó de ellos. Cf. 4, 22 y nota.

[452] 1. Jetró, llamado Ragüel en 2, 18. Véase allí la nota que explica los dos nombres. Horeb: otro nombre del monte Sinaí, situado en la parte sur de la península del mismo nombre.

[453] 2. Sobre el Ángel de Yahvé véase Génesis 48, 15 s. y nota. De los dos términos “Yahvé” y “Ángel de Yahvé” este último designa a Yahvé en cuanto se manifiesta; aquel, en cambio, a Dios como el Ser absoluto. La Vulgata traduce aquí: “el Señor”, en vez de “el Ángel de Yahvé”. Cf. Hechos 7, 30.

[454] 5. Muchos pastores conocían esa zarza en el desierto, pero únicamente Moisés vio en ella al Ángel de Yahvé. Es porque Moisés se había acostumbrado a vivir retirado del mundo, meditar en Dios y confiar en Él en todos los trances de su destierro. Dios ama a los que aman la soledad; por eso los grandes profetas del Antiguo Testamento, el Precursor y el mismo Jesús buscaban la soledad para estar con Dios. Santa Teresa opina que Moisés no escribió todo lo que vio en la zarza, sino solamente lo que quiso Dios que dijese; y cree la Santa que “si no mostrara Dios a su alma secretos con certidumbre, para que viese y creyese que era Dios, no se pusiera en tantos y tan grandes trabajos; mas debía entender tan grandes cosas dentro de los espinos de aquella zarza, que le dieron ánimo para hacer lo que hizo por el pueblo de Israel” (Moradas VI, 4, 7). En la zarza ven los Padres una figura de la Virgen Santísima: “Así como esta zarza hace resplandecer el fuego y no se quema, así la Virgen María ha dado al mundo la luz, sin perder la virginidad” (San Gregorio de Nisa). Lo mismo expresa la Liturgia en el Oficio de la Virgen: “En la zarza que Moisés vio que no se quemaba, reconocemos tu virginidad digna de todo elogio”.

[455] 6. El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob: En esta triple enumeración ven algunos Padres revelado el misterio de la Trinidad. En Abrahán ve San Buenaventura la figura del Padre; Cristo es figurado por Isaac, que llevaba al cuello la leña, figura de la cruz; el Espíritu Santo, por Jacob, fecundo en procrear, pues el Espíritu es el que en la Creación fecunda las aguas. Cf. Génesis 1, 2; 18, 2; 19, 1 y notas.

[456] 11. Lo mismo dijeron Jeremías (Jeremías 1, 6), y otros profetas. Esta hermosa desconfianza de sí mismo es lo que atrae sobre los pequeños la predilección de Dios, que elige a los débiles para confundir a los fuertes. Véase I Corintios 1, 19-31.

[457] 12. Serviréis a Dios en este monte: Se trata de una señal futura como en Isaías 7, 14. El sentido es: “Verás de una manera evidente la verdad de lo que digo, en el día en que me ofrezcas un solemne sacrificio en este mismo monte”.

[458] 14. El nombre que Dios adopta para manifestarse es en hebreo Yahvé, que quiere decir: El que es, el Ser por excelencia, el “ens a se”, el Eterno. No hay nombre que signifique mejor la preexcelencia absoluta de Dios sobre todos los seres creados. El nombre de Yahvé no era completamente nuevo, encontrándose ya el mismo concepto de Dios en el nombre “El viviente y que me ve” (Génesis 16, 14). De ese nombre de Dios se han descubierto recientemente formas arcaicas: Yahu, Yah, Yo (esta última forma parte del nombre de Jocábed, madre de Moisés). Véase también Apocalipsis 11, 17; “Que eres, que eras y que has de venir”. Los judíos no se atrevían a pronunciar el majestuoso nombre, por lo cual ponían las vocales de Adonai (Señor) bajo las consonantes de Yahvé, el “Tetragrámmaton”, pronunciándolo como Adonai, procedimiento que en el siglo XIV d. C., cuando ya no se conocía la razón de la vocalización, dio lugar al nombre de Jehová, el cual no es más que Yahvé con las vocales hebreas de Adonai. En el Nuevo Testamento, con el envío de su propio Hijo, el Verbo Amor, Dios nos reveló su nombre de Padre, del cual nos dice Jesús: Dios es caridad” (I Juan 4, 8). Cf. Juan 17, 26.

[459] 22. Despojando así a los egipcios, como tomando despojos en justa guerra a los enemigos y no cometiendo hurto (Santo Tomás). Véase 12, 36 ss. Dios era perfectamente dueño de hacer, sin dar cuenta a nadie, cuanto le dictaba su infinita sabiduría Cf. Salmo 104, 14 y 44; 135, 17 ss.; Sabiduría 10, 15.

[460] 10. No desde ayer ni desde anteayer: modismo hebreo que quiere decir: desde hace mucho tiempo.

[461] 13. Te ruego que mandes, etc. La respuesta de Moisés quiere expresar: manda a quien quieras, pero prescinde de mí. Aquel que has de mandar: En sentido típico los santos Padres aplican estas palabras al Mesías, quien es el Enviado por excelencia.

[462] 16. Él hablará por ti, es decir, como tu representante. De aquí viene la palabra “profeta”, que etimológicamente significa a aquel que “habla en lugar de otro”. Véase 7, 1, donde Aarón es llamado profeta.

[463] 21. Endureceré su corazón: Así habla Dios y no tengamos miedo de que Él peque. Pues, “de quien Él quiere tiene misericordia, y a quien quiere lo endurece” (Romanos 9, 18). Dios habría podido castigar al Faraón de mil maneras, pero prefirió castigarle “negando la misericordia”, como dice San Agustín. Semejante castigo cayó, según San Pablo, sobre aquellos que Dios “entregó a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón” (Romanos 1, 24); lo cual, como observa Santo Tomás, no hizo empujándolos al mal, sino abandonándolos, retirando de ellos su gracia. Por esta misma razón pedimos en la sexta petición del Padrenuestro: “Y no nos dejes caer (literalmente: no nos introduzcas) en la tentación” (Mateo 6, 13). Cf. 9, 12; Jueces 9, 23; Salmo 80, 13 y notas.

[464] 22. El primogénito, no por propia virtud sino por la libérrima voluntad de Dios, que eligió a Abrahán para hacerlo padre de un pueblo escogido (cf. 19, 5; Deuteronomio 14, 1). Es a la voluntad del Señor a la que sí debe la elección de Israel como predilecto de entre todos los pueblos, pues es Él quien lo redime de la esclavitud de Egipto con brazo extendido (Éxodo 6, 6); y ellos forman su Reino, aunque la historia de su caída, que aún perdura, es otro ejemplo terrible, como el de Esaú, que renunció a los dones espirituales y por eso es llamado “profanador” (Hebreos 12, 16).

[465] 24 ss. La Biblia es el libro de los misterios divinos. Uno de esos misterios es la circuncisión que Dios impuso a Abrahán como marca de la Alianza y que como vemos aquí, Moisés descuidaba en su propio hijo. De ahí la venganza divina, a la cual Moisés escapó solo por la prudencia de su mujer que circuncidó inmediatamente al hijo. La razón de la ira de Dios es evidente, pues un caudillo de Israel que no observaba la ley de la circuncisión, el sello del pacto con Dios, era algo imposible. No menos misterioso es el rito de tocar las piernas (del marido) y las palabras de la mujer: Tú eres para mí un esposo de sangre. Con la sangre del hijo redime Seforá a Moisés y subsana lo que faltaba a su matrimonio; es como si lo tomara de nuevo por marido, por lo que el texto hebreo dice literalmente “desposado”. Después de cumplir el rito de la circuncisión Yahvé soltó a Moisés, el cual pudo volver a Egipto para hacerse cargo de su misión.

[466] 2. He aquí los primeros indicios del endurecimiento del Faraón (cf. 4, 21 y nota); la incredulidad y soberbia. “Todo soberbio, dice San Bernardo, se hace superior a Dios. Dios quiere que se haga su voluntad, y el soberbio quiere que se haga la suya propia” (Serm. IV in Vig. Nat.). Ese endurecimiento causará al Faraón y a todo su pueblo una larga serie de castigos (cap. 7 ss.).

[467] 3. Camino de tres días: Según Flinders Petrie, es un término técnico, que los egipcios usaban para decir: dirigirse a la península de Sinaí. Cf. 8, 27.

[468] 7. La paja servía para mezcla con el barro, lo que daba más consistencia a los ladrillos. La crueldad consiste en que los israelitas, a pesar de perder mucho tiempo en buscar paja, tenían que hacer la misma cantidad de ladrillos que antes.

[469] 16. Siendo tu propio pueblo el que tiene la culpa, es decir, los egipcios. La Vulgata traduce: y se obra injustamente contra tu pueblo, refiriéndose a los hebreos. Los escribas hebreos quieren decir: no se nos da el material necesario, nos tratan con golpes, y además nos echan la culpa a nosotros.

[470] 2. Yahvé: La Vulgata dice: Adonái (el Señor), siguiendo probablemente un manuscrito que decía Adonái en vez de Yahvé. Sobre esta costumbre véase 3, 14 y nota.

[471] 3. Es muy interesante esta explicación de Dios sobre el uso de su nombre. Los modernos racionalistas encuentran una contradicción entre este pasaje y el texto masorético del Génesis, donde se ve que los patriarcas usaban el nombre de Yahvé (Génesis 4, 26; 9, 26; 15, 7 y 8). Los antiguos, que conocían el texto sagrado mejor que nosotros, no veían ninguna contradicción. Evidentemente quiere Dios destacar aquí el carácter exclusivo que este nombre tendrá en adelante para los israelitas, después de haberles Él explicado su verdadero significado en 3, 14. Cf. Génesis 2, 4 y nota.

[472] 7. Es la adopción solemne de Israel como pueblo de Dios (cf. 4, 22), en forma de adopción colectiva, no de cada alma individualmente como en el Nuevo Testamento, donde la adopción de hijo de Dios se realiza por la inserción vital en Jesús (véase Ef. 1, 5 y nota). Es esta una de las principales particularidades del Reino de Dios del Antiguo Testamento. Nácar-Colunga caracteriza este versículo muy acertadamente en una nota que dice: “Dos cosas encierra este versículo: Las relaciones entre Yahvé y su pueblo, y el conocimiento experimental que el pueblo debe tener de la protección de su Dios. En estos dos quicios gira la historia de Israel. Por eso estas ideas se hallan repetidas en los profetas hasta el Apocalipsis de San Juan (21, 3)”.

[473] 12. Incircunciso de labios: Los hebreos tomaban a menudo el vocablo “incircunciso” en sentido metafórico: defectuoso, imperfecto, impuro (cf. v. 30; 4, 10). Véase Deuteronomio 10, 16; Hechos 7, 51 y notas.

[474] 14. La genealogía que sigue tiene por objeto dar a conocer el abolengo de Moisés y Aarón como futuros jefes del pueblo; por eso no abarca todas las tribus de Israel.

[475] 20. Su tía: Vulgata y Setenta dicen: su prima hermana.

[476] 1. Moisés es constituido en dios del Faraón, esto es, juez. Cf. 4, 16; donde la palabra “dios” se usa en el mismo sentido. Tu profeta: tu representante, el que habla en lugar tuyo.

[477] 3. Yo endureceré. Véase 4, 21 y nota.

[478] 11. La tradición judía, citada por San Pablo en II Timoteo 3, 8, ha conservado los nombres de dos de los hechiceros; Jannes y Mambres. Sus prácticas pueden explicarse como prestidigitación, sin excluir los influjos del demonio.

[479] 14. Sobre esta primera plaga véase Sabiduría 11, 5 ss. El fin de las plagas era acreditar a Moisés ante el Faraón y convencer a este de que el Dios de Israel era más poderoso que los dioses de Egipto. Una vez convencido, tendrá que dar libertad a los israelitas. No obstante, Dios tuvo que mandar diez plagas tremendas para ablandar el corazón endurecido del rey. ¿No es esta también nuestra actitud ante Dios, que es Padre lleno de amor y misericordia? ¿Creemos con fe viva y operante que Él no se complace en hacernos sufrir sino que cuando nos hace sufrir alguna aflicción en la carne o en el espíritu, lo único que busca, es nuestro bien espiritual? Cuando nos alejamos de Jesús, que es la Vida, el Padre se ve obligado a enviarnos la prueba del dolor, para evitarnos males mayores. ¡Ay del que huye de esta amorosa corrección paterna (Hebreos 12, 6 ss.)!: Porque Dios nos ama con celos (Santiago 4, 5) y es terrible para el que desprecia su gracia (Hebreos 10, 30 s.).

[480] 25. Quiere decir que esta plaga duró una semana entera.

[481] 1 ss. En este capítulo corresponden los versículos 1-11 a los versículos 5-15 de la Vulgata, los versículos 12-15 a los versículos 16-19 y los versículos 16-28 a los versículos 20-32.

[482] 10. Para San Agustín, las ranas son una imagen de los hombres locuaces, especialmente de los herejes, faltos de sabiduría, que hacen mucho ruido e infectan con su mal olor a todo el mundo.

[483] 12. Esta tercera plaga, la de los mosquitos, perdura en cierta manera hasta hoy y parece imposible deshacernos de ella. Es de notar que la Palestina antigua, según parece, no era molestada por este insecto, mientras que hoy día es también una plaga para Tierra Santa.

[484] 15. El dedo de Dios: el poder de Dios; según San Agustín, el Espíritu Santo. (Cf. “Digitus paternae dexterae” en el himno “Veni Creator Spiritus”). Esta expresión (en latín: Digitus Dei est hic) ha pasado a ser un proverbio en el lenguaje cristiano, para indicar la intervención evidente de la Providencia.

[485] 17. Tábanos: Algunos traducen: escarabajos.

[486] 22. Llama abominación a los animales que los egipcios adoraban supersticiosamente, así como la Biblia generalmente da el nombre de abominación a los ídolos paganos (cf. Deuteronomio 18, 9; 29, 17; III Reyes 4, 24; IV Reyes 21, 11, etc.). Los egipcios daban culto precisamente a aquellos animales que los israelitas tenían que ofrecer a Yahvé (toro, vaca, carnero).

[487] 6. Todo el ganado: “No se ha de entender esto en sentido absoluto, pues en seguida narrará el autor sagrado que muchos animales perecieron por el granizo” (Heinisch). Cf. v. 19 ss.

[488] 12. Yahvé endureció el corazón del Faraón. Véase 4, 21 y nota. No quiere decir que el hombre no tenga libre albedrío, sino que el rey, abusando de la libertad que Dios le había dado, se obstinó, y mereció que Dios le castigase con endurecimiento y ceguedad de corazón. “Terrible escarmiento y ejemplo espantoso del estado deplorable de un alma a quien Vos, Dios mío, abandonáis y dejáis en las manos de su consejo; y a quien no ablandan vuestros castigos, ni mueven vuestras misericordias” (San Agustín). San Pablo explica este estado del alma en II Tesalonicenses 2, 10-12, donde habla de “los que han de perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad, por lo cual Dios les manda poderes de engaño”. Véase allí la nota.

[489] 16. Para que sea celebrado mi nombre: Otra lección: para que Yo muestre en ti mi poder. Así cita San Pablo este pasaje en Romanos 9, 17.

[490] 22 ss. Véase la descripción de esta plaga en Sabiduría 16, 16 ss.

[491] 27. Yahvé es el justo: Notable confesión de un pecador tan empedernido, que endurece su corazón con cada nuevo milagro que Dios le muestra para convertirse. Si Dios es justo ¿por qué sigue rehusando obedecerle? “Es fácil temer la pena, pero esto no es temor de Dios” (San Agustín). Rechazar las obras evidentemente divinas y obstinarse en la senda del mal, es, según San Atanasio y San Ambrosio, pecar contra el Espíritu Santo; pues estas obras de la bondad y santidad de Dios son un don especial del Espíritu Santo. Cf. Mateo 12, 31, donde Jesús declara que tal pecado no se perdona.

[492] 2. Las grandes cosas que Yo hice en Egipto: Texto diversamente traducido. Los Setenta vierten: cuántas veces me he burlado de los egipcios. Vulgata: cuántas veces he desmenuzado a los egipcios.

[493] 10. Sea Yahvé con vosotros: Tiene sentido irónico en boca del Faraón que no pensaba en dejarlos salir.

[494] 13. El viento solano, o sea el viento del Este. Según los Setenta sería el viento sur.

[495] 15. Véase Sabiduría 16, 9. El profeta Joel describe una plaga semejante (Joel 1, 1 ss.; 2, 2 ss.). Cf. también Apocalipsis 9, 7.

[496] 21. Véase Sabiduría 17, 2 ss.

[497] 27. La obstinación del Faraón nos debe servir de escarmiento. Tantas veces ha prometido dejar salir al pueblo, pero pasada la plaga, se endurece cada vez más su corazón. Así también el pecador que resiste al llamamiento de la gracia, no solo sigue en el pecado, sino que al fin pierde la gracia de convertirse. Dios puede perdonar y perdona todos los pecados, con tal que el pecador tenga un arrepentimiento sincero, pero no perdona y no puede perdonar a los que no quieren ser perdonados. Véase 9, 27 y nota.

[498] 29. La tierra es de Yahvé: Cf. 19, 5; Job 38, 6; Salmos 23, 2; 103, 9; 135, 6.

[499] 2. Véase el cumplimiento en 12, 36. Sobre el carácter de este pedido véase 3, 22 y nota.

[500] 3. Es el mismo Espíritu Santo quien prodiga a Moisés este elogio. Cf. Deuteronomio 34, 10. Estos grandes santos del Antiguo Testamento han de ser también objeto de nuestra devoción, como nos enseña la Iglesia al invocar en las letanías de los Santos a todos los santos Patriarcas y Profetas.

[501] 5. Los molinos de mano se componían de dos pequeñas piedras, la de abajo fija, y la de arriba móvil y provista de un asidero, mediante el cual las esclavas le daban vuelta para moler el trigo.

[502] 7. Ni siquiera ladrará un perro; a la letra: aguzará su lengua. “Este detalle del perro mudo es para dar a entender a los israelitas que no padecerán la menor molestia en personas ni animales, pues reinará entera paz en su salida de Egipto” (Bover-Cantera).

[503] 8. Esta profecía de Moisés se cumplirá muy pronto. Véase 12, 31 y 33.

[504] 1. Este mes: el mes de Abib o Nisán (marzo-abril), en contraposición a la costumbre que observaban, al parecer, hasta entonces, de comenzar el año nuevo en otoño.

[505] 5. Véase Levítico 22, 17-25.

[506] 8. Panes ácimos: panes sin levadura. El pan sin levadura era un símbolo de la pureza de costumbres y recordaba al pueblo que era un pueblo santo y debía estar libre de corrupción moral. La levadura simboliza el pecado, los ácimos la sinceridad y verdad (I Corintios 5, 8). “La razón principal que hacia proscribir el pan fermentado durante la octava de Pascua y en las ofrendas, era que la fermentación es una manera de putrefacción” (Vigouroux). Este concepto que se encuentra en todo el Antiguo Testamento, arroja luz sobre el significado del fermento en las parábolas de Jesús (Mateo 13, 33), ya que el Nuevo Testamento toma su terminología del Antiguo. Hierbas amargas: “La pascua de Cristo se come con ingredientes amargos”, dice San Jerónimo, y añade: “En las cosas de Dios no puede haber mero deleite; no le agrada dulzura alguna que no vaya sazonada con un gramo de austera verdad”.

[507] 11. El cordero pascual es imagen del Cordero de Dios inmaculado que quiso sacrificarse en la cruz y se nos ofrece por alimento en la Eucaristía. Como el cordero pascual libró a los israelitas del Ángel exterminador que traía la muerte, así Jesucristo nos rescató del poder del diablo y de la muerte eterna. De ahí que en el Nuevo Testamento Jesús sea llamado “Cordero” (Juan 1, 29; I Corintios 5, 7). El cordero pascual era un sacrificio real, una combinación de sacrificio pacífico y sacrificio por el pecado. Así también Cristo murió por nosotros como un sacrificio de pecado en la Cruz, y se nos da como oblación de paz en la Eucaristía. Cf. v. 46 y nota. Ceñidos, etc.; listos para marchar, porque para el viaje solían ceñir la túnica con un cinturón (véase Lucas 12, 35). Pascua, del hebreo Pesach, que significa “paso” (del Ángel exterminador).

[508] 15. Será exterminado: Véase v. 19 y Génesis 17, 14. Era la pena más grave, que perseguía también el fin profiláctico de impedir el contagio del resto del pueblo.

[509] 22. La aspersión de las puertas con sangre, no se hace solo para distinguir las casas israelitas de las egipcias; tiene, además, carácter expiatorio, porque el cordero pascual es tipo del sacrificio de Jesucristo (I Corintios 5, 7). En el tazón: La Vulgata vierte en el umbral.

[510] 29. Esta última plaga que descargó sobre Egipto, fue más terrible que las otras de modo que el Faraón no solamente permitió la salida de los israelitas, sino que los expulsó en toda forma (v. 31). En esto se manifiesta que Dios es más fuerte que los fuertes del mundo y cómo al fin siempre sale con la suya (Lucas 1, 51 s.).

[511] 36. Cf. 3, 22; 11, 2 y notas.

[512] 37. Sobre Ramesés véase 1, 11 y nota. Sucot parece ser el nombre hebreo de Pitom (1, 11) o de una ciudad vecina que se llamaba Teku. Seiscientos mil: ¿Es esta una cifra aritmética, o simbólica, a la manera de otros muchos números de la Biblia? ¿Se trata tal vez de una interpolación de los copistas? Hummelauer reduce el número a 6.000. Otros buscan la solución en una falsa interpretación de una sigla antigua, fundada en el sistema asirio-babilónico sexagesimal. Algunos recurren al expediente de dar otro sentido a la palabra hebrea “mil” (élef), pues este mismo vocablo significa también grupo, de manera que se puede traducir 600 grupos (en vez de 600.000). Sea lo que fuere, hasta que se aclare el asunto, hemos de tomar las cifras en su valor aritmético, pero parece ser este uno de los puntos de los cuales dice el Papa Pío XII en la Encíclica “Divino Afflante” que necesitan nuevo estudio de parte de los intérpretes católicos.

[513] 38. Mucha gente de toda clase. Otra traducción: una turba de gente, es decir, esclavos, refugiados y pobres de otros pueblos. Cf. Números 11, 4; Levítico 24, 10 s.

[514] 40 s. Según Génesis 15, 13 y Hechos 7, 6 solamente 400 años, tal vez como cifra redonda. En los 430 años está incluida la estancia de Abrahán, Isaac y Jacob en Canaán. Lo mismo vale decir de Gálatas 3, 17. En cuanto al éxodo, este aconteció, según algunos, hacia el 1440 a. C. durante el reinado de Amenofis II (1448-1420). Con esta fecha concuerdan las cartas de Tell el-Amarna, escritas alrededor del año 1400 a. C. que hablan muchas veces de los “chabirí” (hebreos) como invasores de Canaán, precisamente en aquella época, si bien su identidad con los hebreos sigue discutida. Actualmente los exégetas, y especialmente los egiptólogos, se inclinan a fijar la salida de los israelitas en el siglo XIII, o sea, doscientos años más tarde, bajo el reinado de Merneptah (1225-1215) o Ramsés II (1292-1225). Así Vincent, Mallon, Sanda, Ricciotti. Las escuadras de Yahvé (y. 41), o sea, el ejército de Yahvé: el pueblo de Israel, llamado así porque Dios era su caudillo. Cf. v. 51.

[515] 46. La orden dada por el Señor de no quebrantar los huesos completa el simbolismo del cordero pascual como figura de Jesucristo, al cual no se le quebró ningún hueso (Juan 19, 31-37). Véase Números 9, 12; Salmo 33, 21.

[516] 2. Los primogénitos son propiedad de Dios; esta idea es antiquísima en la humanidad, y se establece expresamente como ley en el v. 1 de este capítulo. No obstante ello, Dios no quiere el sacrificio de los primogénitos, como algunos pueblos paganos creían, sino solamente su rescate. La obligación de consagrar los primogénitos a Dios se compensaba por una ofrenda de dinero (cinco siclos de plata). Este rito había de cumplirse de generación en generación y se cumplió también en Jesús (Lucas 2, 28). Cf. Levítico 27, 26; Números 8, 16 s. Desfilaba, pues, por decirlo así, una procesión perenne de primogénitos delante del Señor, representantes de todo el pueblo, que así reconocía perfectamente el señorío de su Dios, quien “exigía este tributo particularmente a los varones, para hacerse reconocer como jefe de todas las familias de Israel y para que en las personas de los primogénitos, que representaban el tronco de la casa, todos los demás niños fuesen consagrados a su servicio. De suerte que por esta ofrenda los primogénitos eran separados de las cosas comunes y profanas y pasaban a la categoría de las cosas santas y consagradas” (Bossuet, Sermón sobre la Purificación de María).

[517] 4. En el mes de Abib: Véase 12, 2 y nota.

[518] 9. De ahí la costumbre de los judíos de ceñir a la frente y a la mano izquierda cedulitas o filacterias conteniendo palabras de la Ley. Cf. Números 15, 38; Deuteronomio 6, 8; 11, 18 ss.; 22, 12; Mateo 23, 5.

[519] 17. Si hubieran tomado el camino de la costa hacia el país de los filisteos, estos los habrían derrotado; y desalentados habrían vuelto a Egipto. “Esta es la imagen de lo que hace Dios con un alma en los principios de su conversión. Ve que acaba de entrar en una nueva vida, y que es todavía flaca; por lo que no permite que sea tentada, sino de manera que pueda fácilmente resistir a la tentación haciendo que salga de ella con ventaja y aprovechamiento” (Scío).

[520] 19. Véase Génesis 50, 25.

[521] 20. No se conoce la situación de Etam. Los modernos creen que corresponde al nombre egipcio Khetam, que significa fortaleza.

[522] 21 s. Yahvé iba al frente de ellos. En 14, 19 se llama al conductor divino Ángel de Yahvé. Cf. Génesis 16, 7; 28, 10-19; 31, 11 y notas. La columna de nube, que de noche era columna de fuego, es otro gran misterio del Antiguo Testamento. Según San Judas, se esconde en ella el Verbo eterno, el Enviado — pues esto significa Ángel — del Padre que rescató al pueblo de la esclavitud de Egipto (Judas v. 5) y lo acompañó en la columna de nube hasta su entrada en la tierra prometida. Se descorre aquí por un momento el velo que en el Antiguo Testamento cubre la actividad del Verbo, “sin el cual nada se hizo de lo que ha sido hecho” (Juan 1, 3). Cf. Salmo 77, 14; 104, 39; Sabiduría 10, 17; 19, 7; I Corintios 10, 1; Col. 1, 16. Esta explicación no es moderna, sino antigua. La presenta San Isidoro en la Pequeña Defensa de la Fe, cap. 1, y la sostienen Eusebio y otros Padres. Según esta opinión, el que desde el comienzo de la creación se aparecía a los hombres, revestido de la apariencia humana, no era el Padre o el Espíritu Santo sino el Hijo. San Isidoro dice, p. ej. en el lugar citado, refiriéndose a Éxodo 23, 20: “¿Quién es este Ángel a quien Dios entrega su potestad y su nombre? ¿Alguna otra potestad angélica? Esto es imposible creer; porque ¿quién hay en el cielo que pueda igualarse con el Señor? ¿Quién entre los hijos de Dios es semejante a Él? (Salmo 88, 7). Pues el que no se le iguala en la naturaleza no podrá tampoco igualársele en el nombre. Es, pues, este el mismo Hijo, que fue enviado por el Padre y que se aparecía visiblemente a los hombres” Cf. 17, 6; 23, 20 y notas.

[523] 2. Fihahirot, Migdol y Baalsefón, tres ciudades que hasta ahora no han sido identificadas con precisión. De ahí que tampoco se pueda determinar con seguridad el lugar donde los israelitas cruzaron el mar.

[524] 11. Véase 17, 3. Lo que más duele a Dios es este constante desconocimiento de sus bondades. Los Salmos 104-106 nos dan un compendio de las maravillas que el Señor obró por su pueblo. Cualquiera de nosotros que mirando hacia atrás repase su vida, puede comprobar lo mismo: un sinnúmero de favores del Padre celestial y la constante ingratitud nuestra.

[525] 14. Yahvé peleará por vosotros: “Cuando el pueblo de Israel vio acercarse a los egipcios que eran más numerosos y más fuertes, más poderosos y mejor armados que él, cuando vio que ni siquiera podía huir porque el camino le estaba cerrado, cuando en su desesperación y en su impotencia se dirigió a Moisés, este le dijo: “Yahvé peleará por vosotros”. Es una palabra dicha también para nosotros cuando nos vemos en peligro. Quisiéramos vencer, salir victoriosos con fuerzas propias, pues esto halaga a nuestra vanidad. Y si el enemigo nos vence, estamos dispuestos a creer en su omnipotencia, en la omnipotencia del mal. Triunfa así otra vez la vanidad. Hoy en día se habla tanto de la infancia espiritual... Quién ha visto jamás que un niñito en caso de peligro quiera pelear con el enemigo. ¿No se echa acaso confiadamente en los brazos siempre abiertos de su padre y espera, quedo, que él pelee y venza al enemigo?” (Elpis). Véase Salmo 117, 12.

[526] 20. “Admirable cosa es que siendo tenebrosa se alumbra la noche para dar a entender que la fe, que es nube oscura y tenebrosa para el alma (la cual es también noche, pues en presencia de la fe, de su luz natural queda privada y ciega) con su tiniebla alumbra y da luz a la tiniebla del alma, porque así convenía que fuese semejante el maestro al discípulo” Cf. San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, II, 3, 3).

[527] 22. Sobre el lugar donde los israelitas pasaron el mar, hay varias hipótesis: una opta por el brazo del Mar Rojo al sur de la actual ciudad de Suez, pero tropieza con la dificultad de que este lugar está muy lejos del camino hasta ahora seguido por los israelitas. Otra prefiere los Lagos Amargos situados a unos 30 kilómetros al norte de Suez y muy cerca del campamento de Israel. El Gran Lago Amargo formaba entonces —así dicen los propugnadores de esta hipótesis— parte del Mar Rojo y tenía una anchura de 12-15 kilómetros. Una tercera hipótesis localiza el paso de los israelitas en la región del lago Timsah, situado al norte de los Lagos Amargos, a unos 70 kilómetros al norte de Suez. Una cosa queda indiscutible, y es el carácter milagroso del paso del Mar Rojo. “Estos acontecimientos han quedado grabados en el espíritu de los israelitas. A través de la historia, los legisladores, los profetas, los salmistas y los sabios tienen presentes los portentos de la salida de Egipto y especialmente el paso del Mar Rojo, y unas veces cantan las alabanzas de Dios libertador, y otras recuerdan al pueblo sus favores y protección, para moverle al agradecimiento y al cumplimiento de su Ley” (Nácar-Colunga).

[528] 31. San Pablo, los santos Padres y la Liturgia ponen el paso del Mar Rojo en paralelo con el santo Bautismo: “Porque no debéis ignorar, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos a la sombra de aquella nube, que todos pasaron el mar, y que todos, bajo Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar” (I Corintios 10, 1 y 2). Moisés, quien conduce a su pueblo por el mar y el desierto hacia la tierra prometida, es figura de Cristo, quien nos conduce a la verdadera tierra prometida.

[529] 1. Este cántico, que se reza en Laudes de jueves es una sublime acción de gracias en que Moisés tributa alabanzas a Yahvé por los grandes prodigios que hizo en el paso del Mar Rojo. Es a la vez un solemne reconocimiento del Reinado de Dios como lo expresa el versículo 18: “Yahvé reinará por siempre jamás”. “La Biblia, dice Donoso Cortes, contiene los modelos de todas las tragedias, de todas las elegías y de todas las lamentaciones; contiene también el modelo inimitable de todos los cantos de victoria. ¿Quién cantará como Moisés, del otro lado del Mar Rojo, cuando cantaba la victoria de Yahvé, el vencimiento del Faraón y la libertad de su pueblo?” (Discurso sobre la Biblia).

[530] 8. Soplaron tus narices: Antropomorfismo. Significa el viento (cf. 14, 21), y metafóricamente la ira.

[531] 11. Entre los dioses: Se sobreentiende: los dioses paganos. La Vulgata vierte: entre los fuertes.

[532] 13. Con este versículo comienza la segunda parte del cántico que en general se toma como una descripción profética de la entrada y establecimiento del pueblo escogido en Palestina. La morada de tu santidad: el Sión con el Templo. Guiaste-condujiste, etc. Nótese el pasado en lugar del futuro, porque el profeta ve realizado ya lo que anuncia proféticamente.

[533] 17. Por el monte de tu herencia ha de entenderse el monte Sión, la ciudad de Jerusalén, y en sentido más amplio, todo el país de Canaán.

[534] 20. María, profetisa, es figura de la Virgen Santísima, tanto por el nombre como por su cooperación en la realización de los designios de Dios. En su himno sobre la salvación del pueblo israelita se puede ver una anticipación del Magníficat.

[535] 21. Es el primer versículo del cántico de Moisés (v. 1). Parece que María lo repite con el coro de las mujeres en forma de estribillo tras cada estrofa.

[536] 22. Sur, idéntico con Etam (13, 2; Números 33, 8). “La región en que penetraron los israelitas, salidos de Egipto, era la estepa, no propiamente el desierto. No era una extensión de arena sin límites; era más bien un territorio de configuración accidentada, baldío y deshabitado, árido en su mayor parte, pero no estéril, en el que aquí aparecía una fuente y allá un oasis” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 237).

[537] 23 ss. Mará: tal vez idéntico con el actual Ayin Musa. Los Padres ven en este leño que endulzó las aguas amargas, un símbolo de la Cruz, que endulza las penas de esta vida, si nos unimos a las que Jesús padeció por nosotros. Cf. Eclesiástico 38, 4-6.

[538] 27. La ruta de Mará y Elim era la que seguían los egipcios para llegar a las minas del Sinaí. Elim suele identificarse con el Wadi Garandel, rica en agua y palmeras, a unos 75 kilómetros al sur de Mará. La palmera es la reina del desierto. Delitzsch, uno de los mejores conocedores del Oriente, dice de ella: “Nada cautiva tanto la vista como el encanto y la majestad de la palmera en el oasis, esta reina entre los árboles de la planicie con su orgullosa y alta diadema de hojas, con su mirada dirigida a las lejanías, la cara frente al sol su verdor y virtud vegetativa que constantemente se está renovando desde la raíz —un símbolo de vida en medio de un mundo de muerte”.

[539] 1. El desierto de Sin, situado entre Elim y el Sinaí, no puede localizarse exactamente. Unos lo buscan en el interior de la península de Sinaí; otros, en cambio, cerca del Mar Rojo.

[540] 3. Cada día: Dios quería que su pueblo viviese “al día” para mostrarles que el pan cotidiano venía de Él. Este será también el sentido del “cada día” en la cuarta petición del Padre Nuestro (Lucas 11, 3; cf. Mateo 6, 11).

[541] 13. Las enormes bandadas de codornices no son cosa extraordinaria en aquella región. Todos los años, estas aves atraviesan la península de Sinaí para regresar al norte. Dios dirigió las bandadas de aves hacia el lugar donde acampaban los israelitas. Cf. Salmo 104, 40.

[542] 15. ¿Qué es esto? La Vulgata pone la palabra hebrea “manhú” y lo explica agregando: Esto quiere decir ¿Qué es esto? De “manhú” se formó la palabra de maná (v. 31). Hasta ahora han fracasado todos los intentos de explicar el maná como fenómeno natural. Según el contexto se trata de un manjar milagroso. Esto es tan evidente, que lo reconocían aun los fariseos que hablaban con Jesús (Juan 6, 31). El tamarisco que algunos consideran como producente del maná, exuda, es verdad, una especie de resina o goma de color amarillento y blanco, mas no hubiera bastado para alimentar todo un pueblo durante tan largo tiempo.

[543] 16. Un gomor, la décima parte del efa, o sea 3,6 litros (v. 36). El hebreo dice: un ómer.

[544] 18 ss. San Pablo en II Corintios 8, 14 s. explica esto en el sentido de que la abundancia de los ricos ha de emplearse para suplir la indigencia de los pobres. Es muy importante esta enseñanza que nos defiende contra la desconfianza en la Providencia. Jesús la reitera con divina elocuencia en el Sermón de la Montaña (Mateo 6, 25-33). Contra la pasión de atesorar, cf. I Timoteo 6, 8-10.

[545] 23. Por aquí y el versículo 30 se ve que el sábado se celebraba ya antes de la legislación del Sinaí (capítulo 20 ss.), la cual lo supone y confirma. Su institución ha de verse en el relato de la Creación (Génesis 2, 2) donde el autor sagrado revela que Dios bendijo el séptimo día y lo “santificó”, es decir, lo reservó para Él. De ahí que el pueblo de Israel descansara después de sus seis días de trabajo en memoria del séptimo día, en que Dios “descansó” después de la Creación. Más tarde la ley del sábado fue extendida también a la tierra, cuyos campos tenían que descansar cada siete años. Cf. 23, 10; Levítico 25, 1 ss.; Deuteronomio 15, 1 ss.

[546] 31. Como granos de cilantro, o coriandro. Números 11, 7 agrega: y su color como el color del bedelio (cf. Génesis 2, 12).

[547] 33. Cf. Hebreos 9, 4. El vaso con el maná que se guardaba en el Tabernáculo, recordaba a los israelitas el alimento milagroso que Dios les proporcionara en el desierto, y era una advertencia de que no solo del pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Deuteronomio 8, 3; Mateo 4, 4).

[548] 35. El maná fue como Jesús mismo declara (Juan 6, 49), figura de la Eucaristía. Venía del cielo todos los días y servía de alimento en el camino por el desierto. Igualmente Jesucristo baja del cielo todos los días en el momento de la consagración, y se nos da por alimento en el desierto de la vida. “Manjar de Ángeles” lo llama el autor sagrado del libro de la Sabiduría (16, 20). Cf. Salmo 77, 25. “Este pan solo lo comen los que dejan a Egipto y sus deleites y caminan hacia la tierra de promisión” (Páramo).

[549] 6. En la roca de la cual Moisés sacaba el agua ve San Pablo a Jesucristo (I Corintios 10, 3 s.). Nada más bello que descubrir en el Antiguo Testamento esta actividad anticipada del Mesías, de la cual hemos visto un ejemplo en 13, 21 y nota. “Ante la vista de los antiguos cristianos el Señor glorificado se presentaba como el Redentor, el conductor del nuevo pueblo, la Roca del desierto, aparecida ahora en la carne, de la que brota el Agua viva, en cuyas onda beben, con alegría, los cristianos. Es el Cristo que hace brotar de su corazón las fuentes vivificadoras, el Espíritu Santo, el Espíritu que nos hace partícipes de la filiación” (Rahner). “Del pecho de la Roca, dice Orígenes, desciende el Agua del Espíritu. Del costado traspasado del Crucificado, como otrora de la Roca de Moisés, nace un manantial. La roca fue golpeada y dio una fuente de agua: golpeado el costado del Señor, desde la Cruz, dejó brotar los torrentes del Nuevo Testamento... Y si el Señor no hubiese sido traspasado, si no hubiesen brotado de su costado sangre y agua, todos sufriríamos aún la sed del Logos de Dios”.

[550] 7. Masá, significa tentación; Meribá, querella o contradicción. Así se llama aquel lugar a causa de la murmuración del pueblo. Cf. el Salmo 94 de la Vulgata, donde estos dos nombres son traducidos etimológicamente. Véase también Salmo 80, 8; Hebreos 3, 8. Conducta semejante del pueblo desagradecido vemos en 14, 11; 15, 24; 16, 3; Números 20, 2 ss.

[551] 8. Los amalecitas vivían en los oasis de la región norte de la península de Sinaí.

[552] 11 ss. Admirable tipo de caudillo que se juega todo entero por su pueblo: figura de Cristo mediador entre Dios y los hombres. Observa muy bien San Agustín: “Venzamos también nosotros por medio de la Cruz del Señor, que era figurada en los brazos tendidos de Moisés, a Amalec, esto es, al demonio, que enfurecido sale al camino y se nos opone negándonos el paso para la tierra de promisión”. Los Padres y maestros de espiritualidad se fundan en este pasaje para mostrar el poder de la oración.

[553] 14. Escribe... en un libro: He aquí la primera orden de Dios en lo que se refiere a la Biblia escrita. No hay duda de que antes de Moisés los relatos bíblicos fueron, transmitidos por tradición oral, por lo menos en gran parte. “Los modernos tenemos que hacer un gran esfuerzo para reconstruir y valorar la importancia que tuvo la memoria entre los pueblos antiguos. La desmesurada producción gráfica actual, manual y mecánica, casi ha atrofiado esta facultad de nuestra vida social, de manera que parece inverosímil el empleo extensísimo y metódico que hacían de ella los antiguos” (Ricciotti, Historia de Israel, número 189). Todos sabemos que los poemas homéricos durante muchos siglos fueron transmitidos por los rapsodas, cantores populares, y que también el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, no fue escrito por Mahoma, sino varios años después de la muerte del “profeta”. Entre tanto quedó confiado a la memoria de sus discípulos, hasta que más tarde, cuando comenzó a extinguirse aquella primera generación, se vio la necesidad de fijarlo por escrito.

[554] 15. Yahvé Nisi significa “bandera de Yahvé”. La explicación la da el versículo siguiente.

[555] 16. Yahvé peleará con Amalec: En adelante la guerra contra Amalec será una guerra santa, porque esta nación manifestaba un odio extraordinario contra el pueblo de Dios. Saúl recibió la orden de aniquilarla por completo (I Reyes 15, 2 s.). Cf. Deuteronomio 25, 17 ss.

[556] 2. Después del acontecimiento relatado en el capítulo 4, 20 ss. Seforá se había retirado a casa de su padre. Es posible que Moisés se lo haya aconsejado para que las preocupaciones por la familia no le dificultasen su misión.

[557] 5. El monte de Dios: el Horeb o Sinaí.

[558] 7. Preguntarse mutuamente por la salud es la forma oriental de saludar.

[559] 11. En aquello mismo... los ha castigado: Esta es la regla general de la divina justicia: Por aquellas cosas en que uno peca, por esas mismas es atormentado (Sabiduría 11, 17).

[560] 12. Jetró, a pesar de ser pagano, adoraba al verdadero Dios (v. 11) y le ofrecía sacrificios, como Melquisedec en tiempos de Abrahán. Este acontecimiento nos hace pensar en la bondad de Dios que mantenía la lámpara de la fe en algunos paganos. Es un fenómeno que un misionero, el P. Wiener, después de cuarenta años de estudio y actividad misionera en China, ve realizado todavía hoy en no pocos chinos que le parecían adoctrinados por el mismo Espíritu Santo. Ese mismo misionero afirma que jamás los antiguos chinos estuvieron sin Dios. (Miss. Cath. 1934 y Pinard de Boullaye, Conferencias de 1934).

[561] 21. “De ahí resulta que el que tiene oficio de hacer buenos a los demás, conviene que no solo haya aprendido la ciencia de ser bueno, cultivándola en su persona con todo esmero, sino también la haya convertido en hábito por el frecuente ejercicio. Por cuya causa se lee que el Señor (Jesús) puso primero por obra lo que después había de enseñar” (San Buenaventura, Las Alas del Serafín).

[562] 25. La nueva organización del pueblo y los consejos que Jetró propuso, muestran la sabia distinción entre los asuntos de mayor importancia, o sea los espirituales, y los de orden temporal. Jesús había de delimitar claramente ambas potestades en Lucas 12, 14 y Mateo 22, 21. Es de notar que en adelante las tribus israelitas eligen ellas mismas a los ancianos. Moisés no instituyó un régimen aristocrático, sino un gobierno popular, hoy diríamos democrático, democrático en el mejor sentido de la palabra.

[563] 1. Ese mismo día: el primer día del tercer mes. El Sinaí, idéntico con el Horeb, se encuentra, según la opinión común (que remonta hasta el siglo VI d. C), en la parte meridional de la península del mismo nombre. La cumbre más alta, el famoso monte de Santa Catalina mide 2.600 metros. Las otras son el monte Safsafeh (1.994 m.), el Dschebel Musa (2.244 m.) y el Dschebel Serbal. Todos estos se disputan el honor de haber sido el escenario de la promulgación del Decálogo. La tradición judía y algunos modernos (Nielsen, Musil, Lucas) buscan el monte Sinaí u Horeb más al norte, en el país de Madián, o en Seír y Farán. Cf. Deuteronomio 33, 2; Jueces 5, 4; Habacuc 3, 3; Gálatas 4, 25.

[564] 5 s. He aquí una nueva etapa en la formación del Reino de Dios. Por libre beneplácito elige el Omnipotente al pueblo de Israel, lo declara “propiedad particular suya” y lo constituye como “reino de sacerdotes” y “nación santa”. Es, pues, el sentido del pacto del Sinaí, separar a Israel de todos los demás pueblos, hacerlo pueblo santo, antorcha de fe entre las naciones, darle carácter sacerdotal y concederle existencia nacional solamente en sentido limitado, es decir, en cuanto ellos reconozcan a Él como Rey; a Él solo, pues es un Dios celoso. Cf. 20, 5; 34, 14 s.; Dios. Cf. Zacarías 9, 14. San Pedro aplica la idea del sacerdocio y de la realeza a los cristianos, los que, mediante el bautismo son sacerdotes y reyes, por ser injertados en Jesucristo (I Pedro 2, 9). Igual expresión se usa en Apocalipsis 5, 10.

[565] 13. La trompeta, no la de hombres, sino la de Dios. Cf. Zacarías 9, 14. También San Pablo habla de la “trompeta de Dios” en I Tesalonicenses 4, 16.

[566] 18. Si Dios se manifiesta de tan imponente manera es para convencer al pueblo de su inaccesible majestad y grandeza e infundirle un santo temor. Los rayos y llamas simbolizan la santidad de Dios; la nube y el humo, su incomprensibilidad; el retumbo del trueno y el formidable sonido de la bocina, su poder; el temblor de los montes, su altísima majestad, ante la cual hasta los ángeles tiemblan.

[567] 2 ss. El Decálogo, la Constitución del Reino de Dios, perfeccionada por Jesucristo, nos ha sido transmitido en dos versiones: Deuteronomio 5, 6-21 y aquí en Éxodo 20, 2-17. Yahvé se presenta como Señor absoluto y no admite otros dioses o señores, pues estos no son, en realidad, dioses ni señores (I Corintios 8, 5 s.; Gálatas 4, 8), porque Él es “un Dios celoso” (vers. 5). En otro lugar veremos que Yahvé se considera no solamente como Señor, sino también como Esposo de Israel y lo ama con amor nupcial. Los derechos de Dios sobre su pueblo tienen un fundamento jurídico, bien comprensible para los israelitas, porque ellos son su propiedad, su adquisición peculiar (19, 5), rescatada por Él mismo de la servidumbre de Egipto.

[568] 4. Como se desprende del v. 5 (“no te postrarás ante ellas”), esta prohibición se refiere a todas las representaciones que podrían disminuir el culto que se debe a Dios. Quiere sobre todo, preservar de la idolatría, porque fácilmente hubieran tomado la imagen por realidad, como lo hacían los paganos con sus ídolos. Cf. el ídolo de Micas en Jueces cap. 17 y notas y la Epístola de Jeremías en Baruc, capítulo 6. Véase las notas a los versículos 1 y 26 de Baruc 6. Por las cosas que hay arriba en el cielo, han de entenderse los cuerpos celestes, cuya adoración era corriente entre los babilonios y otros pueblos del Oriente. Cuando no se trataba de adoración, permitía Dios hacer esculturas e imágenes, por ejemplo de los querubines que estaban encima del Arca de la Alianza, y de los toros que sostenían el mar de bronce en el Templo. El mismo Moisés hizo una serpiente de bronce (Números 21, 8).

[569] 5 s. Un Dios celoso: Desde el Pentateuco (cf. Deuteronomio 4, 24 y nota) hasta los profetas (cf. Nahúm 1, 2) el Señor recibe el epíteto de Dios celoso, que expresa tan claramente la índole de sus relaciones con Israel. Ese divino Esposo manifiesta infinitas ternuras para su esposa mística, y así como castiga severamente su infidelidad, la defiende también contra todos a los enemigos. Hasta la tercera y cuarta generación: Cf. Deuteronomio 5, 9-10; Jeremías 32, 18 ss. Es este uno de los pasajes más difíciles del Antiguo Testamento. Aunque nos hace ver que la misericordia de Dios es infinita —esto quiere decir el término “hasta mil generaciones”— aborda el tema del castigo colectivo, el cual resulta demasiado duro a la inteligencia humana, si bien la historia conoce muchos casos en que los hombres lo han practicado, especialmente después de haber ganado una guerra. Tenemos en la Sagrada Escritura varios ejemplos de culpa y castigo colectivos (cf. Josué 22, 16 ss.; Jueces capítulos 19-21; II Reyes 21, 1-14), pero muchos más casos de castigo individual (Números 12, 1 y 9-10; 16, 35; II Reyes 12, 14, etc.) y la promesa de Dios en Ezequiel 18, 20: “No pagará el hijo la maldad de su padre, ni el padre la maldad de su hijo”. Esta es la regla que Dios, en su infinita bondad, observa para con nosotros, y que arranca a Santa Teresa las palabras: “Bendita sea tanta misericordia y con razón serán malditos los que no quisieren aprovecharse de ella” (Moradas, I, 4, 9). Sin embargo no podemos negar que todos formamos un cuerpo y sufrimos juntos las consecuencias del pecado de Adán y de muchos pecados de nuestros antepasados y contemporáneos. San Gregorio y otros Padres aplican nuestro pasaje a los hijos que heredan la iniquidad de sus padres; así entienden las palabras “los que me odian”. Pero siempre que lo permita la justicia usa Dios de misericordia, hasta mil generaciones, o, como traducen algunos, hasta la milésima generación (cf. 34, 6 s.). Por lo cual dice el Catecismo Romano: “Luego recordará el Párroco cuánto sobrepuja la bondad y misericordia de Dios a la justicia, pues airándose hasta la tercera y cuarta generación, extiende hasta millares su misericordia” (III, cap. 2. n. 36). En su nota a 34, 6, Nácar-Colunga da a este pasaje su más profundo sentido, diciendo: “No cabe la menor duda de que este pasaje es la declaración de 3, 14, y que, por consiguiente, el nombre divino de Yahvé, en su sentido histórico literal, significa la presencia de Dios en medio de su pueblo y su asistencia continua para ejercer la justicia si el pueblo obra mal, y la misericordia si se mantiene fiel a Dios. Si Santo Tomás dice que en las palabras de San Pablo: quod inquirentibus se remunerator sit, se halla encerrada toda la obra de la divina Providencia en orden a la salvación de los hombres, no menos podemos decir del nombre de Yahvé, interpretado en la forma en que aquí lo hace Dios mismo”. Cf. 34, 5 ss. y nota.

[570] 7. No tomarás el nombre de Dios en vano: No solo se prohíbe la blasfemia, vicio tan difundido entre los pueblos cristianos, sino también esas faltas de respeto cuando tomamos los nombres sagrados de Dios y Jesús como simple interjección. En esto deberíamos imitar al antiguo Israel, que no osaba pronunciar el Nombre inefable de Yahvé (cf. 3, 14 y nota), pues el solo hecho de tomar el Nombre del Señor sin pensar siquiera en Él, convirtiéndolo en una simple exclamación, como otro diría “por Júpiter” o “por Baco”, muestra hasta qué punto llega la despreocupación por la divina Realidad que representan, siendo cosa sabida que en la Biblia el nombre se identifica con la persona misma. Este abuso de las palabras santas que se usan como términos cuya etimología se ha olvidado llega no raras veces al punto de tomarlas para ofender a Dios, o bien usándolas sin el debido respeto, como hacen aquellos que a propósito de cualquier futileza empiezan con la expresión: por Dios, como si fueran a decir algo piadoso.

[571] 8 ss. Cf. Génesis 2, 2 s. y nota. Según tradición apostólica (cf. I Corintios 16, 2) para los cristianos es el domingo el día consagrado a Dios. Dios quiere que este día sea un día de descanso y de adoración. Por eso la Iglesia ha ordenado que todos los católicos, si no media un grave impedimento, santifiquen el dominio oyendo misa. Una moda destructora se ha implantado en nuestro ambiente mundano. No solo se ha hecho del día de descanso un día de trabajo, de negocios y ferias, sino también de diversiones profanas, bailes y deportes; y como si el domingo no fuese suficiente, se ha llegado a aprovechar las noches antecedentes para realizar reuniones y fiestas que terminan a la madrugada del domingo y a sus asistentes no dejan tiempo de asistir a la misa. Estas costumbres no serian tan maléficas si los profanadores del domingo, fuesen paganos, pero se trata en muchos casos de cristianos tibios, neopaganos, que a los ojos de Dios son más detestables que los verdaderos paganos. “El domingo debe volver a ser el día del Señor, de la adoración y glorificación de Dios, del Santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del recogimiento y de la reflexión, de la alegre unión en la intimidad de la familia. Una dolorosa experiencia muestra que, para no pocos, aun entre aquellos mismos que trabajan honesta y asiduamente durante toda la semana, el domingo ha llegado a ser el día del pecado” (Pío XII en la alocución a los hombres de Acción Católica Italiana, el 7 de setiembre de 1947).

[572] 12. San Pablo destaca que este es el primero (y único) mandamiento del Decálogo a cuyo cumplimiento Dios nos estimula con una promesa (Ef. 6, 2 s.). La tierra es, como dice San Jerónimo, figura de la tierra de los vivientes, el cielo.

[573] 17. Se han descubierto muchos códigos de leyes que tienen cierta semejanza con las del Sinaí, por ejemplo la legislación de los egipcios, babilonios, sumerios, hititas. Esto prueba que el Decálogo es la codificación de la ley natural y no constituye una legislación totalmente nueva. Dios ha escrito los diez mandamientos en el corazón de todos los hombres, y todos pueden conocerlos con solo oír la voz de su conciencia. Están, pues, sometidos a los diez mandamientos todos los nombres (Romanos 1, 19).

[574] 19. No hable Dios con nosotros: Es sintomático este miedo del pueblo escogido. Tiene más miedo cuanto más cerca está de Dios; su ideal es un Dios distante y abstracto, que no hable tan fuerte. Este miedo a Dios no es otra cosa que miedo a la responsabilidad. Por eso encuentran siempre buena acogida los que amortiguan la voz del trueno del Todopoderoso con apaciguamientos y atenuantes humanos. “Solamente la infancia espiritual puede conocer a Dios y oír al pie del Sinaí el retumbar del trueno, el resonar de trompas, ver relámpagos y no tener miedo”.

[575] 22. Este versículo es el comienzo de una colección de leyes, que abarca los capítulos siguientes hasta el final del capítulo 23. Su objeto es explicar y aplicar los principios religiosos y morales del Decálogo.

[576] 25. Dios no ama el lujo. Su altar debía ser muy sencillo, de piedras no labradas, semejante a los altares de los patriarcas.

[577] 2 ss. Un israelita podía ser reducido a servidumbre a causa de un delito (22, 3), o por no pagar las deudas (Levítico 25, 39), pero gozaba del privilegio de poder librarse cuando corría el séptimo año. Véase Deuteronomio 15, 12. De los vv. 20 y 21 se colige, que ni siquiera el esclavo extranjero estaba abandonado. Según los versículos 26 s. el esclavo recobraba la libertad también en el caso de que lo hiriera el dueño.

[578] 6. Lo llevará ante Dios, al santuario, para dar más solemnidad a la ceremonia. El texto hebreo dice “Elohim”, que puede también significar “dioses”. De ahí la traducción: ante los dioses, es decir, ante los jueces, que algunos intérpretes prefieren. Cf. 22, 8 s.; Salmo 81, 6; Juan 10, 34, donde la palabra Elohim tiene el mismo sentido. Arrimándolo a la puerta, etc.: “rito cuyo significado es evidente: en adelante este esclavo formará, por decirlo así, parte integrante de la casa. La costumbre de horadar la oreja del esclavo era, según parece, muy difundida en la Antigüedad. Los clásicos la mencionan a menudo” (Fillion).

[579] 7 ss. La Ley de Moisés procura asegurar a las hijas sus derechos y salvarlas de malos tratos. Por lo demás es claro, que las leyes y costumbres matrimoniales de entonces no corresponden al ideal que vemos en el Nuevo Testamento. De estos versículos se sigue que la Ley mosaica no prohibía la poligamia. De ello deja constancia Jesús en Mateo 19, 8.

[580] 14. Lo arrancarás hasta de mi altar. Quiere decir, que este tal no gozará del privilegio de asilo. Véase el caso de Joab en III Reyes 2, 28 ss.

[581] 23 ss. Esta dura ley, que se llama ley del talión refrena la venganza (San Agustín) y dispone que el castigo no debe ir más allá de la ofensa, como es costumbre de los hombres. Jesús la sustituyó una vez por todas por la moral del Sermón de la Montaña (Mateo 5, 38), que nos prescribe perdonar y amar a nuestros enemigos como Dios lo hace con nosotros. Este perdón que damos es la medida del que recibiremos, como lo dice el Padrenuestro. Cf. el ejemplo de David en Salmo 7, 5 y nota.

[582] 32. Treinta siclos hacen medio kilo de plata, aproximadamente. Cf. los treinta siclos (monedas de plata) que los Sumos Sacerdotes pagaron por la entrega de Jesús, como si fuese un esclavo (Mateo 26, 15).

[583] 3. Durante el día hay más posibilidades de defenderse del ladrón y pedir auxilio; de ahí que no sea lícito matarlo. Debe restituir: La Vulgata dice: y él morirá.

[584] 8. Se presentará ante Dios: Otra traducción: ante los jueces. Lo mismo en el versículo siguiente. Véase 21, 6 y nota.

[585] 16. La dote: Antes de casarse entregaba el esposo al padre de la esposa una suma de dinero (según Deuteronomio 22, 29 cincuenta siclos de plata) u otros regalos. Esto no significaba de ninguna manera la compra de la mujer. En Génesis 24, 53 se dan los regalos a la madre y al hermano de la novia.

[586] 18. La hechicera: La Vulgata: los hechiceros. Cf. I Reyes 28, 3 ss.

[587] 20. Exterminado: en hebreo: anatematizado, literalmente: consagrado a Dios para ser consumido como un sacrificio. De ahí el significado de destruir, extirpar. Cf. Levítico 20, 1-5; 27, 28 s.; Números 25, 1 ss.; Deuteronomio 13, 12 ss.

[588] 21. Nótese la marcada misericordia con los extranjeros que no existía entre los pueblos paganos. Cf. 23, 9 y 12.

[589] 22. “Es impresionante el lenguaje de la Ley sobre los desvalidos, y más lo es todavía el de los profetas. Cf. Deuteronomio 24, 17; 27, 19; Salmo 93, 6; Isaías 1, 17, 23; Jeremías 5, 28; Ezequiel 22, 7; Santiago 1, 27” (Nácar-Colunga).

[590] 25. Cf. Levítico 25, 35; Deuteronomio 23, 19 s.; Nehemías 5, 1 ss.

[591] 27. En ningún pueblo antiguo y ni siquiera en los modernos hay legislación tan humana y tan social. El pobre necesita el vestido para abrigarse del frío nocturno. Retenérselo equivaldría a dañarle la salud. Cf. Deuteronomio 24, 17; 27, 19; Isaías 1, 17 y 23; Jeremías 5, 28; Santiago 5, 1 ss.

[592] 28. Contra Dios: otra traducción: contra los jueces. Véase 21, 6 y nota,

[593] 2. El número crecido de los que practican una cosa, no califica ni autoriza como bueno lo que en sí mismo es malo, ni puede servir de excusa para el pecado (San Agustín). De ahí la persecución que padece todo verdadero discípulo de Cristo (II Timoteo 3, 12). Porque Él no vino a traer la paz sino la espada (Mateo 10, 34).

[594] 3. En la legislación de Moisés ocupa un lugar preferente el pobre que vive del trabajo: de sus manos y de la divina Providencia (cf. v. 11; 22, 22 y nota; Levítico 19, 9 s.; 23, 22; Deuteronomio 24, 12 ss.). Por eso llama la atención este precepto del v. 3, que no parece favorecer al pobre. Quiere decir que no siempre tiene razón el pobre. Si su causa es injusta no hay que favorecerlo. Es, pues, el sentido de los versículos 2 y 3; no te dejes llevar por prejuicios, guarda como juez la imparcialidad y juzga con la misma medida a los ricos y a los pobres.

[595] 6. Tu pobre: ¡Qué cariño se revela en esta palabra! Todo pobre es mío, porque es mi hermano, hijo del mismo Padre celestial. ¿No es como si oyéramos las palabras de Cristo? (Mateo 5, 21 ss.; 5, 43 ss.; 22, 34 ss.)

[596] 11. El significado social del año sabático es tan grande como su significado religioso. Al día de descanso corresponde el año de reposo, cuyo fin es reservar todos los frutos del año séptimo para los pobres. Aparte de esto, el año sabático estimulaba a los israelitas a poner su confianza en la providencia de Dios y no apegar el corazón a los bienes terrenales. Ningún pueblo gozaba de una institución tan social y humana (cf. Levítico 25, 3 s.).

[597] 14. ss. Véase 13, 5 ss.; 34, 18 ss.; Levítico 23, 15 ss. Son las fiestas de Pascua (Ácimos), Pentecostés (fiesta de la siega), y de los Tabernáculos (fiesta de la recolección de los frutos tardíos). Para Israel revestían estas tres fiestas también un carácter histórico. La Pascua era la conmemoración de la salida de Egipto; la fiesta de los Tabernáculos recordaba la estancia en el desierto, y la de Pentecostés la promulgación de la Ley del Sinaí.

[598] 17. Tres veces al año, es decir, en las tres fiestas principales antes mencionadas: Pascua, Pentecostés y Fiesta de los Tabernáculos, Cf. 34, 23 s.

[599] 19. Se prohíbe cocer el cordero en la leche de su madre, no solo porque parece poco delicado, sino más bien para evitar prácticas supersticiosas. Otros intérpretes opinan que aquí se prohibía sacrificar corderos que todavía estaban mamando. Algunos Padres refieren estas palabras, en sentido típico, a Cristo, a quien Herodes no podrá quitar la vida en la degollación de los niños de Belén. De todas maneras es una idea delicadísima, que nos inculca nobles sentimientos aun para con los animales. Cf. 34, 26; Deuteronomio 14, 21.

[600] 20. Un Ángel: Vulgata: Mi Ángel. Según Fillión, el mismo Yahvé; según otros, Jesucristo. De las palabras “En él está mi nombre” (v. 21) puede deducirse que este Ángel es resplandor del Padre (Col. 1, 15; Hebreos 1, 3), por lo cual se llama a veces Dios (Génesis 18, 1 ss.). Aunque San Justino y San Agustín ven en el Ángel a Josué, cuyo nombre hebreo es idéntico con Jesús, creemos, sin embargo, más conveniente ver en este Ángel al Hijo de Dios. Dice al respecto San Isidoro; “Cristo, en cuanto se considera su generación divina, es llamado Hijo de Dios; en cuanto se lee que fue enviado por el Padre como mensajero a nuestros padres es considerado o llamado Ángel” (Pequeña defensa de la fe, cap. 1. Véase sobre esta sublime idea 13, 21 s. y nota.

[601] 23. Véase 3, 17; 33, 2; Deuteronomio 7, 22; Josué 24, 11.

[602] 24. Piedras de culto: Los cananeos erigían en los “lugares altos” columnas de piedra en honor de Baal, las que en hebreo se llaman massebah. Los israelitas imitaron más tarde este culto idolátrico.

[603] 31. El Mar de los filisteos: el Mediterráneo. El desierto: Arabia Pétrea. El río: el Éufrates.

[604] 4. Doce piedras, en recuerdo de la aparición de Dios. Cf. Génesis 28, 18.

[605] 6. Derramar la sangre de las víctimas significa sellar la Alianza que Dios está haciendo con el pueblo. También la Nueva Alianza fue sellada con sangre, con la preciosísima Sangre del Cordero Inmaculado. El altar de la Nueva Alianza es la cruz, y el banquete del Nuevo Testamento es la última Cena, la mesa eucarística. La diferencia entre la Nueva Alianza y la Antigua consiste en que esta era letra, mandamientos, temor, mientras aquella es vida, gracia, amor. “Porque la Ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad han venido por Jesucristo” (Juan 1, 17). Los que siguen la Alianza Antigua, permanecen siervos, sometidos al miedo y terror (Romanos 11, 10); los que creen en la Nueva son hijos de la adopción y del amor filial (Ef. 1, 5; Gálatas 4, 4-7).

[606] 10. “No vieron a Dios en su esencia, cosa imposible en esta vida mortal... sino en una figura simbólica, en una nube o tenue envoltura, tal vez en figura humana —pues se habla de los pies— pero en forma tan excelsa y gloriosa que reconocieron el simbolismo, y nunca llegaron a imaginarse que Dios tuviese figura humana” (Schuster-Holzammer).

[607] 11. A pesar de ver a Dios no murieron, sino qué comieron y bebieron. Era creencia común que nadie podía ver a Dios sin morir. (Cf. 33, 20; Génesis 16, 13; 32, 30; Jueces 13, 21 s.)

[608] 18. Aun en esto es Moisés figura de Cristo, cuya vida pública se inició con un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches (Mateo 4, 2).

[609] 1. Con este capítulo empieza una colección (capítulos 25-31) que da normas respecto de la construcción del Santuario, es decir, del Arca, de la mesa, del candelabro, de la tienda sagrada, del altar, de los ornamentos sagrados, etc.

[610] 5. Pieles de tejón: Bover-Cantera vierte: pieles de “tajas” y pone como nota: “Estas pieles de color violeta son las del dugong o vaca marina, anfibio común en el Mar Rojo”. Acacia, no la nuestra, sino una especial que crece en la península de Sinaí y se llama seial o tortilis.

[611] 7. Sobre el efod y el pectoral véase 28, 6 ss. y 28, 15 ss.

[612] 11. Si así debió ser el Arca que contenía las tablas de la Ley, ¿qué honor merecen nuestros sagrarios? San Jerónimo explica a Santa Eustaquia el sentido místico del Arca diciendo: “La esposa de Cristo es el Arca del Nuevo Testamento, interior y exteriormente dorada, custodia de la Ley de Cristo. Y como en aquella del Antiguo Testamento no había otra cosa más que las tablas de la Alianza, así en vos no haya ningún pensamiento extraño. Sobre este propiciatorio quiere entronizarse el Señor, como sobre Querubines... Os suelta de los cuidados mundanos, para que dejando las pajas y ladrillos de Egipto, sigáis a Moisés en el yermo y entréis en la tierra de promisión”.

[613] 16. El Testimonio: las dos tablas de la Ley, por lo cual el Arca de la Alianza se llama también Arca del Testimonio (v. 22). En esto se fundó la antigua y piadosa costumbre de guardar en los Tabernáculos, junto a la Hostia divina, las Sagradas Escrituras.

[614] 17. El propiciatorio o tapa del Arca, debe su dominación a su destinación ritual, puesto que el Sumo Sacerdote lo rociaba con sangre en el gran día de la Expiación (Levítico 16, 14 ss.) para aplacar la justicia divina. Se llamaba también oráculo porque allí daba Dios sus respuestas (cf. v. 22). El propiciatorio puede considerarse como la parte más santa del Arca. Esto se deduce también del hecho de que era de oro, mientras que el Arca era solo de madera recubierta de oro. En el propiciatorio hemos de ver el lugar sobre el cual descansaba la gloria de Dios. Lleva por lo mismo en la teología rabínica el nombre de “sehekinah”, lo cual significa morada o presencia (de Dios). (Sekiná: “gloria” en la Enciclopedia de la Biblia (Ediciones Garriga). Shekkinnah: en hebreo es un nombre propio: “Claridad de Dios”, Apocalipsis 21, 3, 11; 22, 23. En Hebreos 9, 5 el Hijo es llamado “destello de la gloria”) El Arca era “escabel de los pies” de Yahvé (I Paralipómenos 28, 2; Salmo 98, 5; 131, 7). Sobre ella, y precisamente entre los dos querubines, estaba Él, “sentado” (véase nota 18); allí se aparecía (Levítico 16, 2) y hablaba con Moisés (v. 22; Números 7, 89). El carácter esencialmente amorfo del culto yahveísta no permitía la imagen plástica de la Divinidad, “pero en vez de la representación tenía la localización; en vez de la cosa divina poseía el lugar divino, es decir, el Arca de la Alianza o del Pacto” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 252).

[615] 18. Véase 37, 7 ss. Los querubines representan algo como el trono de Dios (I Reyes 4, 4; II Reyes 6, 2; III Reyes 6, 23 ss.; Salmos 17, 11; 79, 2; Isaías 37, 16; Ezequiel 1, 5 ss.). En la actitud de los querubines que miraban hacia el propiciatorio se expresa la adoración. En Génesis 3, 24 los vemos como guardianes del paraíso. También los pueblos paganos conservaban una idea de esos espíritus celestes, aunque los representaban en parte como animales. Véase Génesis 3, 24 y nota.

[616] 30. Los panes de la proposición eran una ofrenda perpetua de panes ácimos. Cada sábado se los retiraba y se los reemplazaba por otros frescos. Los sacerdotes tenían que comer los panes viejos dentro del Santuario. Véase Levítico 24, 5-9. Su sentido típico es que debemos acercarnos a Dios con “los ácimos de la sinceridad y verdad” (I Corintios 5, 8) y darle gracias continuamente por el alimento corporal y espiritual. La mesa con los panes es también imagen de la mesa eucarística. Cf. Juan 6, 33 ss.; 12, 24.

[617] 39. Además de iluminar el santuario, el candelabro de los siete brazos tenía significado simbólico. La luz es figura de Cristo (Juan 1, 7 ss.); los siete brazos simbolizan los siete dones del Espíritu Santo; el aceite es la fe y la gracia que alimentan la vida cristiana (véase Apocalipsis 1, 12 s.; Hebreos 8, 5). Un talento de oro, o sea, casi 50 kilogramos; según otros, 25 kilogramos.

[618] 1. El Tabernáculo era la habitación de Dios entre los hombres. Su parte principal consistía en el “Sancta Sanctorum” o “Santo de los Santos”, llamado también “Santísimo”, cuyo interior era completamente oscuro para simbolizar que Dios es un Ser invisible. Solo el Sumo Sacerdote podía entrar en él una vez al año, el día de la Expiación. Delante del Santísimo se hallaba el “Santo”, que era accesible a todos los sacerdotes. En el Santísimo se conservaba el Arca de la Alianza, y dentro de ella las tablas de la Ley; había allí un vaso con el maná y la vara de Aarón (Hebreos 9, 4). Véase 25, 21; III Reyes 8, 9; II Paralipómenos 5, 10. En el Santo se hallaban el altar del incienso, la mesa de los panes de la proposición y el candelero de oro. Todas estas cosas sagradas, y el mismo Tabernáculo eran “bosquejo y sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8, 5).

[619] 6. La Morada: la morada de Dios, el Tabernáculo, cf. v. 9.

[620] 18. Négueb: así se llama el extremo meridional de Palestina. De ahí que la Biblia tome esta palabra como sinónimo de sur.

[621] 24. Texto oscuro. Algunos dan como probable que “los dos tablones o postes angulares tenían doble espesor que los demás y resultaban cuadrados, Sobresaliendo un tanto sobre los dos lados exteriores; se elevaban hasta el primer anillo (por arriba) donde se le unían los primeros travesaños” (Bover-Cantera).

[622] 30. El Tabernáculo es figura del templo cristiano, en el cual Dios ha elegido su habitación entre los hombres. El Sancta Sanctorum recuerda el Sagrario donde Jesús está presente día y noche bajo la especie del pan. El vaso del maná está reemplazado por el copón que encierra el verdadero pan del cielo (Juan 6, 32); las tablas de la Ley, por el Evangelio, que antiguamente se conservaba en la Iglesia junto al Santísimo.

[623] 33. Este velo que separaba el Santo del Santísimo del Templo, se rompió en la muerte de Jesús, lo cual simbolizaba el fin del Antiguo Testamento y el reemplazo de su culto por el Sacrificio de la Cruz. Cf. Mateo 27, 51 y nota.

[624] 1 ss. Este altar, es decir, el altar de los holocaustos, servía para el sacrificio matutino y vespertino, que era consumido por el fuego. De ahí su nombre. Además se ofrecían en él otros sacrificios, prescritos y privados. Su lugar era en el medio del atrio, delante de la puerta del Santo, de manera que San Pablo pudo establecer un paralelo entre él y el lugar donde Cristo murió: fuera de la puerta de la ciudad (Hebreos 13, 12). Los cuernos sobresalientes de los cuatro ángulos del altar de los holocaustos, no son puro adorno, sino que significan, en el simbolismo bíblico, el poder de Dios. Véase la expresión “cuerno de salud” en Salmo 17, 3 y Lucas 1, 69, donde “esta metáfora —tomada del arma defensiva de los animales cornudos para significar fortaleza, poder, protección— pudiera traducirse parcialmente en nuestro idioma por yelmo o casco protector” (Prado, Salterio, p. 110).

[625] 8. Hueco: la parte hueca se llenaba de tierra y piedras, de modo que esto último formaba, como en los tiempos de los patriarcas, el altar propiamente dicho. San Juan de la Cruz lo explica en sentido místico, diciendo: “Que por esto mandaba Dios que el altar donde se habían de hacer los sacrificios, estuviese de dentro vacío para que entienda el alma cuán vacía la quiere Dios de todas las cosas, para que sea digno altar donde esté su Majestad”. (Subida al Monte Carmelo, 1, 5).

[626] 9. Négueb, o sea, la parte meridional. Al atrio tenía acceso todo el pueblo; su significado simbólico consiste, por eso, en representar al pueblo de Dios, mientras el Tabernáculo representa la casa de Dios.

[627] 20. Aceite puro: ¡El mejor aceite! demos a Dios lo mejor de nuestro ser: el corazón. Él nos ha dado lo mejor del Suyo: su propio Hijo (Juan 3, 16). Continuamente: Todos los días, a la tarde (v. 21), las lámparas debían sacarse y limpiarse y luego volverse a colocar. Esas lámparas son figuras de la lámpara que en las iglesias cristianas arde ante el Santísimo.

[628] 21. Tabernáculo de la Reunión: La Vulgata vierte: Tabernáculo del Testimonio. Significa aquí la primera parte del Tabernáculo, el Santo, “fuera del velo que pende delante del Testimonio”, o Santísimo. El velo es el que se halla entre el Santo y el Santísimo. Cf. 26, 33 y nota.

[629] 1. Nótese cómo Dios llama al sacerdocio a quienes quiere. Véase Marcos 3, 13; Juan 15, 16; Hebreos 5, 4. Cf. II Paralipómenos 26, 18; Salmo 104, 26.

[630] 6. No conocemos exactamente la forma del efod. Parece que tenía forma de escapulario que se sujetaba al talle por un cinturón, pero no llegaba a las rodillas. Era la prenda oficial del Sumo Sacerdote, cuando actuaba como mediador entre Dios y el pueblo. Por eso llevaba grabados los nombres de las doce tribus de Israel. Un efod de lino que no servía para el culto, se menciona en I Reyes 2, 18 y II Reyes 6, 14. Se usaba el efod también en sentido idolátrico (Jueces 8, 27; 18, 18).

[631] 15. El pectoral (o racional) del juicio se parecía a la actual bolsa del corporal. El nombre “racional del juicio” le fue dado porque mediante él el Sumo Sacerdote consultaba a Dios (véase v. 30). El nombre “pectoral” le viene de que el Sumo Sacerdote lo llevaba sobre su pecho.

[632] 17 ss. Cf. las piedras preciosas de los doce fundamentos del muro de la Jerusalén celestial en Apocalipsis 21, 19 ss.

[633] 30. El nombre de Urim y Tummim (“luces” y “perfecciones”), quiere decir que servían para conocer la voluntad divina. Por eso algunos intérpretes modernos se inclinan a ver en ellos suertes sagradas, piedras o varillas que estaban dentro de la bolsa del pectoral y por medio de las cuales el Sumo Sacerdote averiguaba la verdad. San Jerónimo y otros expositores antiguos creen que estas palabras “Urim y Tummim” no eran más que una inscripción hecha en el pectoral. Otros opinan que una de las dos piedras o varillas daba respuesta afirmativa, y la otra, negativa. “Dios manifestaba ordinariamente sus voluntades por medio del Urim y el Tummim, hasta que se construyó el Templo de Jerusalén. Desde entonces suscitó el Señor profetas, a quienes acudía el pueblo para conocer la voluntad divina en lo tocante a asuntos de Estado, religiosos y particulares” (Bover-Cantera).

[634] 35. También los reyes orientales tenían campanillas de oro en la orla de sus vestidos.

[635] 36. Santidad a Yahvé, esto es, santo o consagrado a Yahvé.

[636] 39. Cf. la misma descripción de los vestidos del Sumo Sacerdote en Eclesiástico 45, 9 ss.

[637] 41. Los consagrarás: literalmente: les llenarás las manos. Llenarle a alguno las manos es un hebraísmo que significa entregarle un cargo.

[638] 43. Estatuto perpetuo: “San Agustín observa que estas leyes para el sacerdocio levítico fueron eternas, no en sí mismas, sino en la verdad de Jesucristo figurada en ellas (Quaest. 24). Así también el sacerdocio de Aarón se llama perpetuo y duradero, como de color de jacinto” (Páramo).

[639] 4. Los lavarás con agua, lo cual significa simbólicamente la regeneración (cf. Tito 3, 5). Cristo, cuyo tipo era Aarón, no necesitaba ningún lavado para purificación, aunque se sometió al bautismo de Juan porque quiso cumplir lo que estaba prefigurado en Aarón, y sobre todo porque había tomado sobre si nuestros pecados (cf. II Corintios 5, 21; Gálatas 1, 4; I Pedro 2, 24).

[640] 6. La diadema de santidad, en la cual estaban grabadas las palabras “Santidad a Yahvé”. Cf. 28, 36 y nota.

[641] 7. De ahí que la Iglesia use también el óleo en la ordenación de los sacerdotes. Nótese que Moisés, sin ser sacerdote, consagra a Aarón. Lo hizo por orden de Dios.

[642] 9. Por ley perpetua, en el sentido de que había de durar hasta la derogación de la Ley Antigua, o sea porque el sacerdocio judío era figura del sacerdocio eterno de Jesucristo. Cf. 28, 43 y nota; Hebreos capítulos 7-10.

[643] 10. Poner las manos sobre la víctima significaba cargar sobre ella los pecados y ofrecerla a Dios en expiación de las culpas propias. Se cree que con esta ceremonia se hacía la confesión de los pecados.

[644] 18. Quemar la víctima en holocausto, es símbolo de la completa entrega a Dios y a la vez reconocimiento de su absoluto dominio sobre todas las creaturas. Olor grato, porque era figura del Cordero Jesús, en quien el Padre tiene puestas todas sus complacencias (Ef. 5, 2).

[645] 24 ss. Lo mecerás: otra traducción: los mecerás, o los agitarás. Cf. v. 26. El texto habla en v. 27 de la “pierna de la elevación”, o pierna alzada, para expresar que las ofrendas se mecían con las manos hacia arriba y abajo y hacia los cuatro vientos. La ceremonia muestra a las claras que la función principal de los sacerdotes consistía en levantar las ofrendas a la presencia del Señor. La antigua interpretación judía entiende la elevación en el sentido de que Moisés, con sus manos puestas debajo de las manos de los nuevos sacerdotes, las haya mecido, presentando así a Dios los sacerdotes mismos como ofrenda.

[646] 29. Después de él para sus hijos: No se conoce con exactitud el rito de la consagración de los sacerdotes posteriores a los tiempos de Moisés. Sin embargo, es cierto que en el periodo anterior al cautiverio babilónico se ungía a cada Sumo Sacerdote y se le imponían las vestiduras pontificias (Levítico 21, 10; Números 20, 26-28). Después del cautiverio no se los ungía más; simplemente tenían que ponerse las vestiduras pontificales y ofrecer un sacrificio (Steinmueller, Introducción, p. 335).

[647] 33. Para su expiación: La voz hebrea “expiar” significa literalmente “cubrir (los pecados)”. Cf. Salmo 31, 1, donde el Salmista felicita al hombre a quien se cubrió el pecado. San Pablo, que cita al Salmista en Romanos 4, 7, lo interpreta diciendo que todos hemos sido justificados “mediante la Redención que es por Cristo Jesús, a quien Dios puso como instrumento de propiciación, por medio de la fe en su sangre, para que aparezca la justicia suya, por haberse disimulado los anteriores pecados en la paciencia de Dios” (Romanos 3, 24-26). Dios “cubre” borrando.

[648] 40. La décima parte (de un efa), o sea, 3,6 litros. El hin era la sexta parte del efa.

[649] 41. Entre las dos tardes: modismo hebreo que señala el intervalo de media luz entre, la puesta del sol y la oscuridad.

[650] 45. Cf. 19, 5 s. y nota. “Esta presencia de Yahvé en medio de su pueblo de que tanto habló la Ley es de la mayor importancia en la religión mosaica y recibe en los Profetas y en los Salmos una explicación mesiánica, que luego completan los apóstoles con la explicación de los más altos misterios de la revelación evangélica (Éxodo 25, 8; Levítico 26, 12; III Reyes 8, 27 ss.; Jeremías 7, 3, 7; Ezequiel 45, 7, 9; Zacarías 2, 41; 8, 3; Romanos 8, 9; II Corintios 6, 16; II Timoteo 1, 14; Apocalipsis 21, 3; Juan 1, 14)” (Nácar-Colunga).

[651] 1. El altar de los inciensos estaba “delante del velo” (v. 6), o sea, en el Santo. El incienso simboliza en el Apocalipsis las oraciones de los fieles (Apocalipsis 8, 3 s.), que son el fruto de los labios y un “continuo sacrificio de alabanza” (Hebreos 13, 15).

[652] 6. El Arca del Testimonio: el Arca de la Alianza. El Testimonio es la Ley que se guardaba en el Arca. Véase 27, 21 y nota.

[653] 12 s. El pueblo de Israel pertenecía a Dios y solo Él tenía el derecho de hacer el censo. Si un caudillo o rey lo hacía por propia iniciativa caía sobre él una plaga como en el empadronamiento hecho por David (II Reyes 24, 15). En el v. 13 impone Dios un tributo para que reconociesen su pleno dominio. Recuérdese el medio siclo o didracma en tiempo de Jesucristo (Mateo 17, 27). El siclo grande o del Templo pesaba 16,37 gramos.

[654] 17. La pila de bronce: No se da en la Biblia una descripción clara de este lavabo, pero parece que se componía de dos partes: “La parte superior tenía forma de caldera para contener el agua; y la inferior servía de jofaina que podía ser usada por los sacerdotes para lavarse las manos y los pies antes de entrar al Tabernáculo, y también para limpiar la carne de las víctimas del sacrificio, los vasos del mismo, y los vestidos si se manchaban. La parte superior tenía probablemente dos aberturas para dejar salir el agua; la base era cuadrada o redonda y de altura moderada” (Steinmueller, Introducción General a la Sagrada Escritura, p. 304).

[655] 19. Esta purificación recordaba a los sacerdotes que sin pureza del alma no se podían acercar a Dios.

[656] 23 s. Los nombres de las plantas aromáticas que aquí se mencionan, son traducidos de diversas maneras. No hay duda de que se trataba de un óleo preciosísimo. Véase 27, 20 y nota.

[657] 29. Quedará santificado: término hebreo cuyo significado es: el que tocare una cosa consagrada a Dios, se consagra a sí mismo al servicio de Dios y tiene que ser restituido a su estado anterior por medio de varias ceremonias.

[658] 38. Es una lección para los que buscan en el culto religioso lo que agrada a los sentidos, por ejemplo, la música y la elocuencia profana. Hay que cultivar lo interior más que lo exterior, pues Dios quiere ser adorado en espíritu y verdad (Juan 4, 23 s.).

[659] 2 ss. He llamado por su nombre: he elegido. El mismo Dios eligió y llamó a los hombres más capacitados para la construcción del Santuario y su moblaje, y los llenó de espíritu divino. ¡Alégrense los artistas, a veces tan desconocidos y despreciados! Es Dios quien inspira al artista y le dota de habilidad y maestría para servicio suyo. Religión y arte han de hermanarse de nuevo como se hermanaron en la Edad Media para crear las catedrales góticas. Si hoy día el arte se ha alejado de Dios y anda errando de una extravagancia a otra, es porque ha olvidado su origen divino. Cf. v. 6; 35, 31.

[660] 12 ss. Moisés no se cansa de inculcar la ley de la santificación del sábado, al cual corresponde en el Nuevo Testamento el domingo como día de la resurrección del Señor Jesucristo. Cf. 20, 8 ss.; Números 15, 36 y notas.

[661] 18. Escritas por el dedo de Dios: Así como la Ley antigua fue escrita por el dedo de Dios en tablas de piedras, del mismo modo la Nueva Ley está escrita por el Espíritu Santo en tablas de carne en el corazón de los hombres (cf. II Corintios 3, 3) y es Ley del Espíritu de vida (Romanos 8, 2). Sobre la diferencia entre ambas Leyes véase Gálatas cap. 3.

[662] 1. Tan grande es su superstición, que no vacilan en sacrificar sus alhajas como precio de este adulterio para con Dios, que tanto los había colmado de favores. Véase cómo el Señor, lleno de celos, echa en cara a Israel su infidelidad en el incomparable capítulo 16 de Ezequiel.

[663] 4. Ídolos de becerros y toros eran entre los pueblos paganos muy frecuentes, como símbolo de la fuerza de sus dioses. En sentir de Aarón, esta imagen representaba al Señor (v. 5). Es posible que fuese una imitación del toro sagrado (Apis) de Egipto. La cobardía del Sumo Sacerdote Aarón es un ejemplo de la fragilidad humana. ¿Quién osará después de esto apoyarse en las propias fuerzas? Cf. la negación de Pedro en Mateo 26, 6 ss.

[664] 6. Cf. nuestra nota en I Corintios 10, 7.

[665] 7. El Señor ya no dice: “mi pueblo”, sino “tu pueblo”, porque este ha apostatado. ¡Cuántas veces no se ha reiterado la misma apostasía en la historia de Israel! Véase Salmo 105, 19 s.

[666] 10. Déjame, etc. “Esta manera de hablar es de mucha honra para Moisés, y muy propia al mismo tiempo de la bondad de aquel Señor, que le da a entender cuánto apreciaba y honraba su amistad” (Scío). Dios sugiere a Moisés que se ponga de por medio y aparte de su pueblo el castigo, como si dijera: “Mira cuánto valimiento tienes conmigo; conseguirás todo cuanto quisieres a favor del pueblo” (San Gregorio Magno). Cf. Números 14, 13 ss.; Ezequiel 22, 30 y nota.

[667] 14. Se arrepintió: Se aplacó movido por la oración de Moisés. “Nada es tan poderoso como el hombre justo cuando ora” (San Crisóstomo). Por eso dijo el Señor en cierta ocasión a Jeremías que no intercediera con sus oraciones por los rebeldes para que Él no se viese obligado a escucharlo. Hay que aprovechar esta inclinación del corazón paternal de Dios que se deja desarmar por nuestras súplicas y se complace en ceder a nuestros pedidos. Adoremos ese abismo insondable de la bondad de Dios. Dijo que iba a castigar, y dejó de ejecutar el castigo, para que los pueblos vean la paciencia y el amor con que Él trata a su pueblo. Cf. Números 14, 18 ss. y nota.

[668] 19. Moisés rompió las tablas no en un ataque de cólera, sino más bien en señal de que había sido quebrantado el pacto con Dios. San Agustín ve aquí una figura de la caducidad de la Antigua Alianza que será reemplazada por la Nueva en Cristo. Fray Luis de León dice lo mismo en otras palabras: “Por cuanto ellos le habían dejado por adorar un metal. Él los dejaría a ellos y abrazaría a la gentilidad, gente muy pecadora y muy despreciada. Porque sabida cosa es, así como lo enseña San Pablo (Romanos 9, 32), que el haber desconocido a Cristo aquel pueblo, fue el medio por donde se hizo aqueste trueque y traspaso, en que él quedó desechado y despojado de la religión verdadera, y se pasó la posesión de ella a las gentes” (Nombres de Cristo).

[669] 20. Nótese el desprecio con que Moisés trata el ídolo. Bebiendo los polvos del becerro, comprendían mejor cuán vana era su idolatría.

[670] 24. Salió este becerro: excusa infantil. ¡Como si el fuego por casualidad hubiera producido un becerro sin colaboración de Aarón! Así hablamos nosotros cuando pretendemos tapar nuestros pecados y fingir una justicia que no poseemos. Con razón dice San Pablo, citando el Salmo 115, 2: “Todo hombre es mentiroso” (Romanos 3, 4), mas “el Señor mira el corazón” (I Reyes 16, 7).

[671] 25. Pues Aarón les había dado, etc. La Vulgata vierte este paréntesis de otra manera: porque Aarón le había despojado (al pueblo) por la asquerosa abominación, y lo habla puesto desnudo en medio de los enemigos.

[672] 28. Tres mil: según la Vulgata, veinte y tres mil. La cita de I Corintios 10, 8 no se refiere a este pasaje, sino a Números 25, 9. Este acto de celo por la causa de Dios aseguró a la tribu de Leví la dignidad de ser la tribu escogida para el sacerdocio.

[673] 29. Texto dudoso. El hebreo dice: Consagraos, en vez de: os habéis consagrado, como dice la Vulgata.

[674] 32. Bórrame de tu libro, el libro de la vida. Cf. Salmo 68, 29; Isaías 4, 3; Dan. 12, 1; Ef. 2, 19; Filipenses 3, 20; Apocalipsis 3, 5; 13, 8; 17, 8; 21, 27. Moisés nos da aquí un admirable ejemplo de caridad pastoral. Antes de que fuese castigado el pueblo, desea el hombre de Dios ser borrado del libro de los vivientes. “Quiere perecer con los que perecen y no se contenta con sola su propia salvación. Porque la gloria del rey es la muchedumbre de su pueblo” (San Jerónimo, Carta a Gaudencio). El mismo amor admiramos en San Pablo (Romanos 9, 3). Pero más admirable aún es la bondad de Dios que se deja aplacar por los ruegos de Moisés y no castiga a Aarón que tenía mayor culpa que el pueblo. Dice al respecto San Cirilo de Jerusalén: “Después del pecado no le prohibió a Aarón el que llegase a ser Sumo Sacerdote; y a ti, que vienes de los gentiles, ¿te va a prohibir que te salves? Haz tú igualmente penitencia, y no se te negará la gracia. Muéstrate irreprensible, porque Dios es verdaderamente misericordioso, y no bastarían todos los siglos para contar sus misericordias. Y aunque se juntasen todas las lenguas no podrían explicar ni una mínima parte de su bondad” (Cateq. II sobre la penitencia).

[675] 34. El día de mi visitación: el día de la venganza cuando llegue para castigaros.

[676] 1 ss. Tú y el pueblo que sacaste de Egipto: Es como si Dios se distanciara del pueblo escogido y negara ser su libertador. El Amor ofendido rehúsa conducir Él mismo a los que eran dignos de ser consumidos (v. 5). Dios iba delante de su pueblo en la columna de nube y fuego (23, 20 ss.), pero por su infidelidad se habían hecho indignos de tal fervor. Es por eso que Moisés insiste (v. 12 ss.) en que Dios siga conduciendo a su pueblo.

[677] 7. El Tabernáculo que Moisés coloca lejos del campamento no es idéntico con el que, según Éxodo 25, 1 ss., había de construirse, sino con el pabellón primitivo en que Dios solía hablar a Moisés. La separación del Tabernáculo significa un castigo para el pueblo apóstata, una especie de excomunión.

[678] 11. Cara a cara, o sea, familiarmente, como con un amigo, no por sueños o visiones, como con los otros profetas y hombres de Dios. ¡Admiremos la llaneza de nuestro Padre celestial! ¡Qué benevolencia tendrá hoy para con nosotros, que somos hermanos de su Hijo Jesús! “Desde que con sus manos soberanas plasmó el barro de nuestro cuerpo y le vivificó con el aliento de su espíritu, hasta el incomprensible prodigio de su convivencia substancial con el hombre en Jesucristo, Hombre-Dios, y de las inefables comunicaciones del Dios encarnado con los demás hombres sus hermanos: cum homínibus conversatus est (conversó con los hombres)” (Cardenal Gomá).

[679] 12. Te conozco por tu nombre: Expresión de especial amistad y familiaridad. Cf. 31, 2 y nota.

[680] 14. Mi Rostro: Yo personalmente. Descanso: se entiende, en la tierra de promisión. Yahvé promete conducir a Moisés, quien pide a Yahvé que no solamente lo acompañe a él sino a todo el pueblo. Dios promete también esto en el versículo 17.

[681] 18. Después de haber conseguido el cumplimiento de su pedido Moisés sigue pidiendo y se atreve a decir a Dios que salga de la obscuridad y se muestre en su esencia divina; cosa imposible para hombre mortal, como se ve en el v. 20.

[682] 19. Mi bondad: Otros traducen: mi bien, o, mi hermosura, o, mi gloria. Preferimos la primera traducción, porque lo que Dios quiere manifestar aquí es su misericordia, como se nota en la segunda parte del versículo: haré merced... usaré de misericordia… San Pablo cita este texto en Romanos 9, 15 para explicarnos el misterio de nuestra elección, la que no es fruto de nuestros méritos sino un acto de la bondad de Dios. “Esta idea la repiten en otra forma los profetas cuando, anunciando la vuelta de Israel del destierro y su restauración en la patria, insisten en que no por los méritos del pueblo, sino por el nombre de Yahvé, por su misericordia, hará el Señor esta grande obra” (Nácar-Colunga). Vislumbramos aquí un gran misterio, que cuesta creer: Dios no concede la gracia sino por amor de sí mismo, para gloria de su nombre (Isaías 48, 9; Jeremías 14, 7; Ezequiel 20, 14 y 22; 36, 21). De ahí que Yahvé, al mostrar su bondad, pronuncie su nombre, que es, en este caso, su “bondad libremente favorecedora y piadosa” (Bover-Cantera).

[683] 20. Ni siquiera Moisés pudo ver a Dios, aunque tantas veces hablaba con El “cara a cara” (v. 11). Cualquier resplandor de la divina majestad es inmenso. Los débiles ojos humanos no podrían soportarlo, y el cuerpo se desplomaría como si lo tocara el rayo. Contentémonos, pues, con la esperanza “hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, al que a su tiempo hará ostensible el bendito y único Dominador (el Padre), el Rey de los Reyes y Señor de los señores, el único que posee inmortalidad y habita en una luz inaccesible, que ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea honor y poder eterno. Amén” (I Timoteo 6, 14-16).

[684] 23. Mis espaldas: Lenguaje antropomórfico, como si dijera: Tú verás solamente un reflejo de mi gloria.

[685] 5 ss. Según la Vulgata es Moisés quien pronuncia el nombre de Yahvé y exclama: Yahvé, Yahvé, etc. Tenemos aquí retratada la fisonomía del Padre celestial, cuyos rasgos esenciales son la clemencia y la bondad. Esta bondad de Dios nada tiene que ver con la debilidad, pues la debilidad de un padre sería para mal de su hijo, y Dios anhela sobre todas las cosas nuestro bien, al punto de poner en ello toda su gloria (véase Juan 17, 2 y nota). Él es, pues, paciente y fuerte a la vez. Y cuando ve que no respondemos a la bondad, su mano se vuelve terrible. ¿Cómo no amar a ese Padre, si realmente creemos en su bondadosa paternidad? Y si no lo creemos, ¿cómo creeremos que fue capaz de darnos su Hijo? (Juan 3, 16; I Juan 3, 16; 4, 9). En el v. 7 se nos revela, como en 20, 5 s., el entrelazamiento entre la divina justicia y la divina misericordia y las maravillas de esta última. En realidad vivimos todos de su infinita misericordia. Hay que grabarse en el alma este concepto que es fundamental en la espiritualidad cristiana y que la Biblia acentúa de mil maneras. Cf. Salmo 129, 3; 142, 2; I Juan 1, 8, etc. San Pablo en Romanos 3, 23 ss. lo reitera para explicar el asombroso alcance del misterio de la Redención, obra del amor gratuito de Dios.

[686] 10. No es otra cosa que la renovación de la Alianza, puesto que la primera fue rota por la apostasía del pueblo en 32, 1 ss.

[687] 13. Las piedras idolátricas, en hebreo massebah, tenían la forma de un cipo o pequeña columna y estaban colocadas en los “lugares altos” o santuarios. Ascheras: plural de Aschera, nombre de una diosa cananea, representada por un tronco de árbol o un palo. En los lugares altos estaban las ascheras junto a los cipos, representando estos la divinidad masculina, aquellas la femenina. Cf. Jueces 6, 28.

[688] 14. Un Dios celoso: Véase 19, 5 s. y nota. Los versículos 14-26 son un resumen del Código de la Alianza. Cf. 20, 2 ss.; 13, 12 s.; 23, 12 ss.

[689] 15. En vez de idolatrar se usa en hebreo el verbo fornicar. La alianza con Dios es como un matrimonio, y adorar a dioses ajenos es, por eso, adulterio, fornicación espiritual, tanto más cuanto que el culto de los ídolos está acompañado de graves excesos de lujuria. Véase Deuteronomio 7, 4; I Reyes 8, 7 s.

[690] 22. La fiesta de las Semanas: Pentecostés, llamado así porque se celebraba una semana de semanas (50 días) después de Pascua. La fiesta de la recolección: la fiesta de los Tabernáculos.

[691] 23. Véase 23, 17 y nota.

[692] 26. Véase 23, 19; Deuteronomio 14, 21 y notas.

[693] 28. Cuarenta días y cuarenta noches: para expiar los pecados de su pueblo. Por ayuno se entiende en el Antiguo Testamento el ayuno total sin beber siquiera una gota de agua, no el ayuno de hoy que permite el beber y hasta el comer. En esto fue Moisés una figura de Jesucristo, quien igualmente ayunó cuarenta días y cuarenta noches (Mateo 4, 2).

[694] 29. Su rostro se había hecho radiante, despedía rayos de luz, que eran el reflejo de la luz divina que Moisés vio en el monte. La exégesis judía traducía “cuernos” en vez de rayos, tomando la palabra hebrea en su sentido concreto, y también la Vulgata traduce “cornuta”. De ahí viene la poco reverente costumbre de creer que Moisés tenía cuernos (cf. la escultura de Miguel Ángel), cosa bastante rara en tan grande servidor de Dios, a quien vemos aparecer junto a Cristo glorificado en la Transfiguración (Mateo 17, 3). Véase en II Corintios 3, 7-8 la preciosa observación de San Pablo sobre este pasaje.

[695] 33. Este velo tenia, según San Pablo, un significado simbólico, siendo imagen de la ceguedad del pueblo judío (II Corintios 3, 13-14).

[696] 4. Aquí comienza la descripción de las obras del Santuario que fueron ejecutadas según las indicaciones de los caps. 25-31. Véase allí las notas correspondientes.

[697] 7. Pieles de tejón: Véase 25, 5 y nota.

[698] 12. El velo entre el Santo y el Santísimo.

[699] 21. Ejemplo de celo por el decoro de la casa de Dios. Cf. Salmo 25, 8 (que se reza en la Misa) y I Paralipómenos 29, 6 ss.

[700] 31. ¡Qué bien dice Moisés que los artistas reciben de Dios sus aptitudes artísticas y un don especial del Espíritu de Dios! Véase 31, 2 ss. y nota.

[701] 1. Para este capítulo cf. 26, 1-37 y las notas respectivas.

[702] 5. Regalan para el Tabernáculo mucho más de lo que se necesitaba. No hay elogio mejor para un pueblo que su generosidad para con la casa de Dios. Cf. 35, 21-29.

[703] 8. Sabios de corazón. Corazón, en hebreo, significa también el entendimiento, la mente, las facultades intelectuales.

[704] 24. El lado del Négueb, o sea, hacia el sur. Négueb se llamaba la región meridional de Palestina.

[705] 27. Hacia el occidente; literalmente hacia el mar. Véase v. 32.

[706] 1. Para los versículos 1-9 cf. 25, 10-20 con las notas respectivas.

[707] 10. Para los versículos 10-16 véase 25, 23-30 y sus notas.

[708] 17. Sobre el candelabro véase 25, 31-39 y notas.

[709] 24. El talento pesaba 3.000 siclos, o sea, 49 kilos; según otros cálculos: 42 y medio, o solo 25 kilogramos.

[710] 25. Sobre el altar del incienso que se llamaba también altar de los perfumes, véase 30, 1-5 y notas.

[711] 1. Sobre el altar de los holocaustos véase 27, 1-8 y notas.

[712] 8. Véase 30, 17-21. Había en la antigüedad espejos de bronce, de estaño y de plata. Aquí se trata de espejos de bronce. No se sabe cuáles eran los trabajos de las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo. Eran tal vez porteras. Según los intérpretes antiguos servían a Dios con oraciones y ayunos, como la profetisa Ana. Cf. I Reyes 2, 22 y nota; Lucas 2, 37. Cierto está que las mujeres nunca podían entrar en el Templo. Por eso se hizo más tarde para ellas el atrio de las mujeres, que estaba más lejos del Santuario que el de los hombres.

[713] 9. Sobre el atrio véase 27, 9-19 y notas.

[714] 26. El número de 603.550 está de acuerdo al número de israelitas de veinte años para arriba; número que concuerda con el censo de Números cap. 1. Cf. Números 1, 45 s. y nota. Cada uno tenía que pagar medio siclo. El siclo grande equivalía a 16,37 gr., el siclo ordinario a 8 gr. El talento tenía 3.000 siclos. El origen de tantas riquezas se explica por el procedimiento relatado en 12, 36 y los ahorros de los israelitas durante su estadía en Egipto.

[715] 1. Sobre los ornamentos sacerdotales véase cap. 28, 1-5 y 40-43.

[716] 8. Sobre el pectoral véase 28, 15 ss. y notas; sobre el efod, 28, 6 ss. y notas.

[717] 22. Véase 28, 31 ss.

[718] 43. Moisés los bendijo: Hoy día diríamos: los felicitó. También en esto se nota en la cultura moderna el laicismo y antropocentrismo. El hombre espiritual (Romanos 12, 1-2) relaciona todo con Dios.

[719] 2. El día primero del primer mes de que se habla aquí, es el primero de Nisán del año siguiente a la salida de Egipto, o sea, nueve meses después de la llegada al Sinaí. Cf. v. 17.

[720] 15. Les conferirá el sacerdocio sempiterno: Solamente el Sumo Sacerdote recibió en adelante consagración (véase 29, 29 y nota), los demás sacerdotes no fueron ungidos, sino que recibieron la dignidad sacerdotal en virtud de su origen de una familia sacerdotal.

[721] 20. El Testimonio: las dos tablas de la Ley, testigos perpetuos de la Alianza que Dios hizo con su pueblo en el Sinaí. Véase 25, 16 y 21. Cf. 16, 34.

[722] 34. La nube que había conducido a los israelitas y que se había colocado provisionalmente sobre el Tabernáculo que Moisés había erigido fuera del campamento, se trasladó a este nuevo Tabernáculo, lo que indica que Dios tomó posesión de su Santuario. Véase en II Paralipómenos 5, 14 la misma expresión respecto del Templo de Salomón, y en Ezequiel 43, 2, respecto del nuevo Templo proféticamente visto por Ezequiel.

[723] 1. Sobre las cuestiones introductorias véase la Introducción general al Pentateuco.

[724] 2. El culto que la humanidad tiene que tributar al Ser supremo, debe manifestarse en actos exteriores, especialmente en forma de sacrificios que el hombre ofrece a Dios. “Es el sacrificio el acto más importante de la religión y se halla en casi todas las religiones. Santo Tomás llega a tenerlo como una manifestación religiosa impuesta por la ley natural, que Dios imprimió en el alma humana. Por el sacrificio rinde el hombre homenaje a Dios, reconociendo su soberano dominio, busca conciliarse su gracia, obtener el perdón de sus ofensas y alcanzar favores del Señor que ejerce su dominio sobre todas las cosas” (Nácar-Colunga). San Pablo nos descubre en Romanos 10, 4, que el fin de toda la Ley antigua, y por ende también de los sacrificios aquí prescritos, es Jesucristo. Todos los sacrificios, sobre todo el holocausto, son figuras del único sacrificio de Cristo, el cual agradó a Dios infinitamente más que todos los sacrificios y ofrendas de la humanidad entera. Para entender el profundo sentido del sacrificio de Cristo hay que leer los capítulos 9 y 10 de la Carta a los Hebreos. Los sacrificios del Antiguo Testamento conferían la justicia legal, limpiando a los israelitas de las impurezas levíticas, eran pruebas de fe, adoración, amor y arrepentimiento, y por eso indispensables para obtener la remisión de los pecados. Por eso dice San Pablo: “Sin efusión de sangre no hay remisión” (Hebreos 9, 22). Mas esa virtud no radicaba en las víctimas y ofrendas, pues “es imposible que con sangre de toros y machos cabríos se borren los pecados” (Hebreos 10, 4). Esa virtud radicaba solamente en la fe en el futuro Redentor y en la unión espiritual con el sacrificio mesiánico. Ganado mayor, o sea, vacuno; ganado menor: ovino y caprino.

[725] 3 ss. Holocausto significa “quemado enteramente”. Este término se usa de todas las víctimas consumidas completamente por el fuego sobre el altar de los holocaustos. El ritual del holocausto consistía en la imposición de las manos, la inmolación y aspersión de la sangre y la combustión de la víctima. La imposición de las manos da a entender que el dueño de la víctima la ofrece a Dios en substitución de su propia persona; el significado de la aspersión de la sangre se explica en Levítico 17, 11: “La vida de la carne está en la sangre”. Con la sangre del animal el oferente entrega a Dios su propia vida. En la combustión de la víctima se expresa el supremo dominio de Dios, porque el fuego que consume la víctima representa a Dios. “El Señor Dios es un fuego devorador” (Deuteronomio 4, 24), y Él mismo se manifiesta como llama de fuego (Éxodo 3, 2; 13, 21; Malaquías 3, 2).

[726] 9. De olor grato a Yahvé: No es un simple antropomorfismo, como si Dios necesitara del olor de los sacrificios de combustión; es más bien expresión de la complacencia que el Padre tiene puesta en el Hijo, cuya figura y tipo son todos estos sacrificios.

[727] 15. Retorcerle con las uñas la cabeza: Texto diversamente traducido. El sentido es: quebrar el hueso entre el cuerpo y la cabeza sin separar esta de aquel.

[728] 1. Oblación (en hebreo minjah) es el nombre de los sacrificios incruentos, especialmente de las ofrendas vegetales. El aceite es símbolo del Espíritu Santo. Cristo fue ungido por el Espíritu Santo (Juan 1, 32; 6, 27); de ahí su nombre, que significa “el Ungido”. El incienso simboliza las oraciones que suben al cielo como el olor del incienso (Apocalipsis 5, 8; 8, 3 ss.).

[729] 2. Para recuerdo: o como memorial. Cf. 24, 7; Salmo 37, 1 y nota.

[730] 11. Es de notar que en la Sagrada Escritura levadura equivale a corrupción, porque la fermentación es una manera de putrefacción. Véase en la nota a I Corintios 5, 6 ss. la observación de Vigouroux que confirma que la levadura estaba prohibida en los sacrificios por ser figura de la corrupción. (Sin embargo, en Levítico 23, 17 “Traeréis de vuestras casas para ofrenda mecida dos panes, hechos con dos décimas de flor de harina, y cocidos con levadura, como primicias a Yahvé”). Cornelio a Lapide expresa que por levadura se entiende la malicia, el vicio, la astucia (cf. Mateo 16, 6; Marcos 8, 15; I Corintios 5, 6 ss.; Gálatas 5, 9). Véase Éxodo 12, 15; 13, 7; Levítico 6, 17; 7, 12; 10, 12, etc. Para Jesucristo la levadura es símbolo de la mala doctrina (Mat, 16, 6), y, sobre todo, la hipocresía farisaica (Lucas 12, 1). Por todo esto se ve que la Sagrada Escritura toma la levadura en sentido malo y hay que estudiar la parábola de la levadura (Mateo 13, 33) también desde este punto de vista, y en combinación con la parábola de la cizaña que simboliza a los enemigos del Reino de Dios. Jesucristo dice que la mujer “escondió” la levadura en la masa, como para indicar que se trataba de una cosa mala. Los que toman la parábola de la levadura en un sentido bueno deben darse cuenta que en todos los demás pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento la levadura simboliza una cosa o acción mala y que los oyentes no podían entenderla de otra manera porque no conocían otro sentido simbólico de la palabra levadura.

[731] 13. La sal no podía faltar en ningún banquete, y menos en el banquete que se celebraba después del sacrificio. La expresión sal de la Alianza recuerda la costumbre antigua de comer pan y sal para confirmar la amistad. Aquí se trata de la amistad con Dios con quien el pueblo israelita había hecho alianza. Cf. Marcos 9, 49. La Iglesia usa la sal en el Bautismo como símbolo de la sabiduría, que es, más que un saber, un saborear las cosas de Dios. Cf. Mateo 4, 13.

[732] 1. Estos sacrificios, llamados pacíficos, tenían por objeto conservar y confirmar la paz del oferente con Dios. Se ofrecían en acción de gracias por un bien recibido (sacrificios eucarísticos) o para implorar una gracia especial (sacrificios impetratorios), De los sacrificios se quemaban solamente las partes grasas, mientras que el pecho y la pierna derecha pertenecían al sacerdote, y el resto al oferente, que lo consumía en un banquete con los amigos y pobres. Cf. los detalles en 7, 11 ss.; Deuteronomio 12, 7 ss. También los sacrificios pacíficos eran figura y tipo de Cristo, puesto que toda la obra de Jesús tenía por objeto hacer la paz entre Dios y los hombres. Él “es nuestra paz”, porque de ambos hizo uno, derribando el muro de separación que nos separaba de Dios (Efesios 2, 14). Él “evangelizó la paz” (Efesios 2, 17) y por medio de Él reconcilió el Padre consigo todas las cosas, tanto las de la tierra como las del cielo. (Colosenses 1, 20).

[733] 9. Estas ovejas eran de una raza cuya cola contiene mucha grasa. De ahí el precepto de quemar la cola.

[734] 17. Quien comía de la grasa destinada para ser quemada, era extirpado de en medio del pueblo (7, 25).

[735] 2. Los sacrificios de que trata este capítulo tenían por fin purificar al hombre de infracciones impremeditadas que se referían a las leyes rituales y a ciertas impurezas legales. Llamase expiatorios o sacrificios por el pecado, porque por “pecado” se entendían las transgresiones hechas por ignorancia y no por malicia. Los pecados, empero, que perjudican los derechos de otros, sea de Dios, sea de personas, son llamados delitos (5, 15 s.); los pecados de pura malicia, en fin, los premeditados contra la Ley de Dios, se consideraban como pecados “de mano alzada” (Números 15, 30 y nota) y merecían la muerte del pecador, p. ej. la blasfemia, la idolatría, la violación del sábado, y otros. Sobre el valor de estos sacrificios véase la nota a 1, 2.

[736] 3 ss. El sacerdote ungido: el Sumo Sacerdote. Hace culpable al pueblo, si comete un pecado que escandaliza al pueblo, o cuyas consecuencias tiene que pagar todo el pueblo. San Crisóstomo hace notar que se ofrece por el sacerdote ungido un sacrificio igual al que está ordenado para expiar los pecados del pueblo entero. “Lo cual es como decir que las faltas del sacerdote requieren mayor auxilio, y tanto cuanto los del pueblo entero; y claro está que no lo requerirían si no fueran más graves. Ahora bien, no son ellas de por si más graves, sino que resultan tales por razón de la dignidad del sacerdote que se atreve a cometerlas... Las mismas hijas de los sacerdotes, que nada tienen que ver con el sacerdocio, por razón de la dignidad de sus padres, son más gravemente castigadas por los mismos pecados que los demás” (De Sacerdotio, lib. VI). Cf. 21, 9.

[737] 12. Lo sacará fuera del campamento. San Pablo ve en este rito una figura de Cristo, que padeció “fuera de la puerta” y añade: “Salgamos, pues, hacia Él fuera del campamento, llevando su oprobio” (Hebreos 13, 12 s.). Cf. también 16, 27; Éxodo 29, 14; Números 19, 3.

[738] 15. Los ancianos, por ser representantes de todo el pueblo. Por la imposición de las manos transmitían ellos las transgresiones del pueblo a la víctima.

[739] 22. Un príncipe, o sea, un jefe o cabeza de una de las tribus de Israel.

[740] 28. El pecado cometido, o sea, la transgresión cometida por ignorancia. Todo este capítulo trata de las faltas hechas por ignorancia, las que en la Ley de Moisés se llaman pecados. En general eran errores en materia de ritos y ceremonias. Véase la nota 2.

[741] 1. Llevará su iniquidad, quiere decir: es responsable por haber cometido un pecado y está obligado a expiarlo.

[742] 8. Véase 1, 15 y 17.

[743] 15. Sobre la diferencia entre pecado y delito véase 4, 2 y 28 y notas. En vez de delito se puede traducir culpa, ya que la palabra hebrea admite los dos significados. Se usa este término cuando se trata de alguna injuria cometida contra Dios y sus derechos divinos o contra los derechos del prójimo, lo cual quiere decir que el “delito” es una falta más grave que el “pecado” (capítulo 4), y que por eso rige otra ley para su expiación. El rito era aquí semejante al del sacrificio expiatorio. “La diferencia entre el sacrificio por el pecado y el sacrificio por el delito parece consistir en que este último no se ofrecía sino en el caso especial de haber el oferente contraído una deuda para con Dios o con el prójimo” (Bover-Cantera). Nótese la obligación de restituir lo defraudado y agregar una quinta parte (versículo 16).

[744] 19. La Vulgata termina con este versículo el capítulo 5. El hebreo agrega siete versículos del capítulo siguiente.

[745] 6. Según tu valuación: Vulgata: Según el juicio y la medida del delito.

[746] 9. Sin que el fuego del altar se apague: Vulgata: el fuego ha de ser del mismo altar. Se trata aquí del sacrificio perpetuo, es decir, del sacrificio que se hacía todos los días en nombre del pueblo. Se ofrecía diariamente un cordero a la mañana, y otro a la tarde. El de la tarde tenía que quemarse lentamente, trozo por trozo, de manera que el sacerdote ponía las partes del cordero no a un tiempo, sino sucesivamente. Así duraba el holocausto toda la noche. El cordero que se ofrecía por la mañana podía quemarse de una vez, para dar lugar a otros sacrificios.

[747] 13. El fuego era sagrado, puesto que se encendió milagrosamente (9, 24). Algunos ven en este fuego una figura del Espíritu Santo y de la caridad en que arde el alma regenerada en Jesucristo. Cf. la palabra de Jesús en Lucas 12, 49. El fuego era, a la vez, perpetuo. Significaba “la adoración perpetua tributada por la nación teocrática. No se extinguió, dicen los rabinos, sino en el momento de la destrucción del Templo de Jerusalén por Nabucodonosor; mas los santos libros nos relatan que, precisamente en aquel instante, fue preservado milagrosamente. Cf. II Macabeos 1, 19-22” (Fillion).

[748] 17. No con levadura: Véase 2, 11 y nota.

[749] 18. Quedará santificado: pertenecerá por completo a Dios, y tendrá que cumplir diversas ceremonias para volver a su estado anterior (véase también versículo 27). En este sentido es santo todo lo referente a la Iglesia: “Ella se llama santa por estar consagrada y dedicada a Dios, porque de este modo también las demás cosas aunque sean corporales, acostumbran llamarse santas, después que ya se destinaron al culto divino” (Catecismo Romano I, 10, 15).

[750] 1. Sobre el concepto de delito véase 4, 2 y 28; 5, 15 y notas.

[751] 11. Sobre el carácter de los sacrificios pacíficos véase 3, 1 y nota.

[752] 13. Pan fermentado: o sea, pan con levadura, que por regla general estaba prohibido en los sacrificios. Sobre esto y el sentido simbólico de la levadura véase 2, 11 y nota. ¿Por qué en este sacrificio pacífico permite Dios lo que Él mismo excluye en el versículo 12? Tal vez porque en el versículo 12 el sacrificio representa a Cristo, quien es místicamente el oferente por ser Él nuestra paz (Efesios 2, 14), mientras que en el vers. 13 se destaca más la actividad del hombre, en el cual hay siempre “levadura de malicia y maldad” (I Corintios 5, 8).

[753] 15. En el banquete de los sacrificios pacíficos podían participar también otras personas, p. ej. los levitas, los pobres, y especialmente los familiares. El precepto de comer la carne del sacrificio el día mismo de su ofrenda tiene por objeto evitar su putrefacción, ya que era cosa santa.

[754] 20. Será exterminado, por haber cometido un sacrilegio. Véase Génesis 17, 14.

[755] 27. La pena de muerte que nos parece dura, se explica por la idea de que la sangre era el asiento de la vida; y esta solo pertenece a Dios (17, 11).

[756] 30. El pecho para mecerlo como ofrenda mecida ante Yahvé: se refiere al rito de mecer aquellas partes de la víctima que no se quemaban, sino que servían de comida. Véase Éxodo 29, 24 y nota.

[757] 34. La pierna alzada, que se elevaba ante el Señor mediante una ceremonia semejante a la de mecer el pecho de la víctima. Véase Éxodo 29, 24, ss. y nota. Además de las porciones de los sacrificios recibían los sacerdotes las primicias de los frutos y los primogénitos de los animales puros, el rescate de los primeros hijos y de otras cosas rescatadas, y el diezmo de los diezmos que recogían los levitas todos los años en el país. Estaban, además, exentos de contribuciones.

[758] 37. Hay que tener presente que todos los sacrificios de la Antigua Ley no eran agradables a Dios por sí mismos, ni capaces de limpiar al hombre de su pecado, “porque es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite pecados” (Hebreos 10, 4). Recibían su valor y eficacia únicamente del sacrificio de Cristo mediante la fe en la promesa (Salmo 39, 7-8; Romanos 3, 24 y notas). En este sentido se dice que el Cordero fue sacrificado desde el principio del mundo (cf. Apocalipsis 13, 8). Véase 1, 2 y nota.

[759] 1 ss. Este capítulo es uno de los más instructivos en lo referente a la tipología del Antiguo Testamento. Aunque el sacerdocio de Cristo es “según el orden de Melquisedec” (Salmo 109, 4), no hay duda de que también Aarón es tipo de Cristo bajo muchos aspectos, especialmente en cuanto a su consagración. El primer acto que Moisés hizo en la consagración de su hermano consistió en lavarlo (versículo 6), así como Cristo comenzó su misión con el acto del bautismo en el Jordán. Después recibió Aarón las vestiduras litúrgicas, el efod, el pectoral y la mitra, que significan las prerrogativas de su dignidad sacerdotal, a semejanza de los sacerdotes de Cristo. Luego fue ungido con óleo, lo cual tiene su antitipo en el descenso del Espíritu Santo sobre Jesús después del bautismo. Todos estos actos precedieron al sacrificio, lo mismo que precedieron al de Cristo. Sobre la vestidura del Sumo Sacerdote véase Éxodo capítulos 28 y 30.

[760] 3. Reúne a toda la comunidad: porque se trataba de una cosa importantísima. “La consagración de los sacerdotes reviste gran solemnidad, a fin de recomendar al pueblo la santidad de Yahvé y la de aquellos que debían asistir en su presencia y acercarse a Él. El ministro de esta consagración es Moisés, que hasta el presente desempeñaba el oficio sacerdotal, al que renuncia una vez instituido el nuevo sacerdocio” (Nácar-Colunga).

[761] 8. Urim y Tummim. Véase la explicación en Éxodo 28, 30 y nota.

[762] 9. La lámina de oro, en que estaba grabado: Santidad a Yahvé. Véase Éxodo 28, 36 y nota. En Sabiduría 18, 24 leemos que las vestiduras de Aarón tenían carácter simbólico y representaban el mundo entero. “Según esto, los colores, el número y el ornato de las vestiduras son imágenes del mundo terreno y celeste; el racional, con los nombres de las doce tribus grabados en otras tantas piedras preciosas, traía a la memoria los prodigios de Dios y las promesas que el Señor hiciera a los patriarcas, la tiara con la inscripción: «Santo del Señor», simbolizaba la condición privilegiada y las obligaciones del Sumo Sacerdote” (Schuster-Holzammer).

[763] 13. Acerca de las vestiduras de los simples sacerdotes véase Éxodo 28, 40.

[764] 23. El tocar la oreja, el pulgar y el pie de Aarón con sangre, significa que todo su cuerpo está consagrado a Dios, al que debe servir con cuerpo puro y sin mancha del pecado. Cf. Romanos 12, 1.

[765] 27. Véase Éxodo 29, 24 y nota.

[766] 30 s. Este rito significaba que con la virtud expiatoria de la sangre y la eficacia santificadora del óleo quedaban consagrados para el Señor. A la consagración sigue el banquete (versículo 31) que simboliza la íntima Unión con Dios, del cual eran ministros.

[767] 35. El mandato de Yahvé: Scio vierte según la Vulgata: las velas de Yahvé.

[768] 7. San Pablo alude a este oficio del Sumo Sacerdocio, según el cual tenía que ofrecer víctimas, primero por sí mismo y después por el pueblo, y hace resaltar que Jesucristo no necesitaba ofrecer sacrificios por sí mismo (Hebreos 7, 27), con lo que demostró su superioridad sobre los sacerdotes de la Antigua Alianza.

[769] 21. Los meció Aarón: Véase sobre este rito Éxodo 29, 24 ss. y nota. Cf. 7, 30 y nota.

[770] 22. Alzando las manos hacia el pueblo lo bendijo: Bendecir al pueblo y hacer expiación por el mismo (versículo 7), es decir, rogar por la grey, son obligaciones inseparablemente unidas al ministerio del sacerdote. “Lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, entre el atrio y el altar, dice el profeta Joel, y exclamen: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo” (Joel 2, 17). Cf. el ejemplo del Sumo Sacerdote Onías en II Macabeos 15, 14. “Son poderosos en obras y palabras los sacerdotes fervorosos y asiduos en la oración” (San Bernardo, Serm. de tribus ordin.).

[771] 23. La gloria de Yahvé se apareció a todo el pueblo: No sabemos cómo se realizó esta aparición; se refiere tal vez al fuego que consumió el holocausto (versículo 24).

[772] 24. Cf. 1, 3; 6, 9 y notas. Este fuego se conservaba con el mayor cuidado. Cuando Salomón consagró el Templo de Jerusalén, se reiteró el milagro; y después del cautiverio, con motivo de la consagración del segundo Templo, el fuego volvió a bajar del cielo (II Macabeos 1, 18 ss.). En el culto de la Nueva Ley el fuego representa al Espíritu Santo, que en esa forma descendió el día de Pentecostés (Hechos 2, 3).

[773] 1 ss. Un fuego extraño: Admiremos en este capítulo cuánto vale ante Dios la santidad del Santuario y el estricto cumplimiento de los deberes sacerdotales. El pecado de Nadab y Abiú, los dos hijos mayores de Aarón, consistió probablemente en emplear fuego común en vez del fuego del altar de los holocaustos (cf. 16, 1). La mayoría de los Padres e intérpretes creen con razón que lo hicieron por olvido o falta de experiencia; otros, en cambio, fundándose en el versículo 9, sospechan que estuvieron embriagados. Véase para ilustración. Colosenses 2, 23 y nota.

[774] 3. Aarón enmudecía: “El silencio de Aarón, después que el castigo de Dios hubo alcanzado a sus hijos, es más elocuente de lo que podrían ser las palabras. No pide cuenta del porqué del castigo, ni del de sus hijos, ni del suyo propio, pues castigo que cae sobre los hijos siempre es también castigo para los padres. Como sacerdote podía valorar mejor que cualquier otro lo abominable del proceder de sus hijos. El mismo tampoco se sintió libre de culpa; surgió en su mente su propia traición, el becerro de oro: traición a Dios y traición al pueblo. ¿No resonaba todavía en sus oídos el reproche de Moisés?: “¿Qué te ha hecho este pueblo para que le hayas acarreado tan gran pecado?” (Éxodo 32, 21). No murmuró contra Dios, ni se quejó. Aceptó el castigo, por doloroso que fuese (cf. versículo 19); lo aceptó tal como Dios lo había mandado, sin pedir la vida de sus hijos en cambio de la suya” (Elpis). He de ser santificado; es decir, tratado santamente. Cf. la primera petición del Padrenuestro, donde “santificar” tiene el mismo sentido (Mateo 6, 9 y nota).

[775] 9. La prohibición de tomar bebidas alcohólicas se limita al ejercicio del ministerio sacerdotal. Fuera del servicio podían tomarlas.

[776] 11. Enseñar a los hijos de Israel: Los levitas y sacerdotes estaban encargados de adoctrinar al pueblo (cf. Deuteronomio 17, 10 s.; Malaquías 2, 7). “El verdadero conocimiento, la verdadera ciencia, dice San Jerónimo, consiste en saber la Ley, comprender los profetas y creer en el Evangelio”. Y San Ambrosio afirma: “La ciencia del sacerdote es la de la Ley de Dios o sea la inteligencia de las Santas Escrituras: estas son el libro sacerdotal. ¡Desgraciados los tiempos en que este libro sacerdotal fuese el menos estudiado por los sacerdotes!” El Papa Benedicto XV exige a los sacerdotes de la Nueva Alianza que tengan constante contacto con la Sagrada Escritura (Encíclica “Spiritus Paraclitus”).

[777] 12. Sin levadura: Véase 2, 11 y nota.

[778] 14. Sobre los términos “pecho mecido” y “pierna alzada” véase Éxodo 29, 24 ss.; Levítico 7, 30 y notas.

[779] 15. Porción perpetua: Véase 7, 34.

[780] 16. Se trata del macho cabrío ofrecido por el pueblo (9, 15). Según el precepto (6, 24) los sacerdotes tenían que comer ciertas partes de las víctimas, que se ofrecían por el pecado, para indicarles que, cargando sobre sí mismos la iniquidad del pecador, rogasen por él ante el Señor.

[781] 19. Notemos la suavidad de Dios que siempre tiene presente nuestra debilidad y se compadece de ella —como lo hizo ante las quejas de Job— cuando ve que no hay soberbia. Recuérdese el llanto de Jesús al ver llorar a María por la muerte de su hermano Lázaro (Juan 11, 33).

[782] 1. Comienzan aquí las leyes de purificación. “Ninguna clase de leyes influyó sobre la vida del pueblo hebreo en forma tan general como las reglas sobre pureza e impureza y la distinción entre lo puro o legal y lo impuro o ilegal. Por medio de estas reglas la Ley invadió los hogares de los judíos, puso restricciones al hombre en su alimentación y bebida, limitó su actividad y lo hizo responsable aun de las acciones que cometía en sueños” (Steinmueller, Introducción General, p. 355).

[783] 2. El que ciertos animales sean llamados impuros, se explica porque algunos tienen especial relación con la muerte y la putrefacción. Otros son prohibidos por ser sucios, como el cerdo, o ser su carne nociva a la salud; otros por emplearse en los sacrificios de los paganos. Observa a este respecto San Agustín, que algunos animales no son inmundos por naturaleza, sino por lo que simbolizan. La Epístola de Bernabé enseña que la aceptación de los rumiantes significa que el israelita debe estar siempre rumiando la Palabra de Dios (cf. Salmo 118, 11; Lucas 2, 51 y 11, 28), y los de pezuña hendida en dos nos muestran que con un ojo hay que estar siempre contemplando “la esperanza del siglo santo”. En todo caso es falso ver en la clasificación de los anímales puros e impuros una simple medida sanitaria.

[784] 6. En realidad, la liebre no rumia, aunque hace con su boca los mismos movimientos que los rumiantes. De ahí la prohibición de comerla. Algunos creen que se trata de otro animal. Es de notar que muchas denominaciones zoológicas de este capítulo son discutibles, por lo cual varían las traducciones, tanto antiguas como modernas.

[785] 22. Es muy difícil identificar estas cuatro clases de langostas, porque faltan en nuestra lengua las denominaciones correspondientes. Según Crampón la primera (en hebreo “arbeh”) sería la langosta ordinaria, la segunda (“solam”), una langosta chica, pero devoradora. La tercera y cuarta (“hargol” y “hagab”) no tenían alas. Con tales langostas se alimentaba San Juan Bautista (Mateo 3, 4).

[786] 44. La contaminación no solo se refiere al cuerpo sino que afecta también el alma. La prohibición de tocar o comer animales impuros recordaba a los israelitas la necesidad de vivir santamente y conservar la pureza del alma. San Pedro cita este pasaje diciendo: “Escrito está: santos seréis porque yo soy santo” (I Pedro 1, 16). En Mateo 5, 48, Jesús nos pone al Padre celestial como ideal de nuestra perfección, y en Lucas 6, 36 nos exhorta a ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. La Iglesia recoge esta doctrina en su Liturgia al decir que la manifestación más hermosa de la divina Omnipotencia consiste en perdonar y hacer misericordia (Oración de la Dom. X de Pentecostés). Cf. I Tesalonicenses 4, 7 y nota.

[787] 2. El concepto de la impureza legal de la parturienta no era cosa extraña en la antigüedad. “Parece a primera vista extraño que el parto haga a la mujer impura, cuando la fecundidad es mirada en la Ley como una bendición de Dios” (Nácar-Colunga). Claro está que no es consecuencia de una falta moral, pero no es de olvidar que en esta impureza, como observa ya San Agustín, se manifiesta la mancha del pecado original. Las ceremonias en este capítulo mencionadas las realizó también la Virgen, aunque era santísima, porque quería cumplir con la Ley (Lucas 2, 22 ss.).

[788] 3. Véase Lucas 2, 21; Juan 7, 22. Cf. Génesis 17, 10 ss. y nota.

[789] 6. Sacrificio por el pecado: Así se llamaba este sacrificio, aunque la impureza no era pecado personal. Cf. 4, 2 y nota.

[790] 8. Véase Lucas 2, 24. ¡María Santísima llevó la ofrenda más pobre!

[791] 1. Los capítulos 13 y 14 no tratan solamente de la lepra que nosotros conocemos, sino también de otras enfermedades de la piel, semejantes a la lepra, y fenómenos parecidos en vestidos y casas. Son por lo tanto de muchísimo interés para la historia de la medicina.

[792] 9. Será llevado al sacerdote: Los sacerdotes hacían antiguamente las veces del médico; pues la medicina era hermana de la religión lo mismo que las otras ciencias. Poco a poco se distanciaron de ella y hoy día apenas se acuerdan de su origen religioso. El sacerdote de la Antigua Ley tenía que determinar el carácter de la enfermedad, si era realmente alguna de las enfermedades que en la Biblia llevan el nombre de lepra, o solo una enfermedad cutánea no contagiosa. Sin embargo, el precepto de llevar el enfermo al sacerdote obedecía más bien a la idea de que se trataba, en primer lugar, de excluir al enfermo del culto. El leproso es para los santos Padres la imagen del pecador, el cual ha de presentarse al sacerdote en el Sacramento de la Confesión.

[793] 11. No lo recluirá, porque su estado no deja lugar a dudas; ha de habitar fuera del campo (versículo 46).

[794] 29. Incluido este caso son seis las clases de lepra que en este capítulo aparecen.

[795] 31. Aunque no hay en ella pelo negro. En la Vulgata falta la negación.

[796] 45. Caminará gritando; para advertir a los transeúntes y evitar que se acerquen a él.

[797] 46. Fuera del campamento: Más tarde, después de la ocupación del país prometido, los leprosos vivían en cuevas y sepulcros fuera de la ciudad. Otros, como por ejemplo el rey Ocías (II Paralipómenos 26, 21), tenían su propia casa fuera de la ciudad.

[798] 47. No sabemos en qué consistía la lepra de los vestidos. Eran quizás, manchas de humedad o de moho, producidas por falta de aire.

[799] 2. Se lo conducirá al sacerdote: Jesús recuerda este precepto y lo manda cumplir en Mateo 8, 4; Marcos 1, 44; Lucas 5, 14; 17, 14. Véase 13, 9.

[800] 7. Siete veces: El profeta Eliseo impuso esta obligación a Naamán, el general sirio, enviándole a la ribera del Jordán para que se lavara siete veces (IV Reyes 5, 10). El número siete tenía carácter sagrado y significaba la perfección. Cf. las siete aspersiones en versículo 16 y 27. El rito de la purificación y reintegración del leproso es muy solemne y tiene cierta semejanza con las ceremonias de la consagración sacerdotal, aunque se acentúa más la idea de la expiación. Las ceremonias poseen el más profundo significado simbólico. Las aves puras, el cedro, la púrpura y el hisopo son símbolos de pureza e incorruptibilidad; el rociar al leproso y el dejar en libertad el ave indican que la impureza está borrada. Lo mismo quiere decir el lavado de los vestidos. La incorporación a la comunidad se expresa por la unción de la oreja, del dedo pulgar y del dedo gordo de los pies. Las primeras ceremonias (versículo 3-8) se realizan fuera del campamento, siendo así imagen de la muerte de Jesús que padeció “fuera de la puerta” (Hebreos 13, 12). Si tomamos al leproso como figura del pecador, como lo hacían los Padres, es más evidente aún el significado simbólico de las ceremonias: el sacerdote va al leproso y lo busca, de igual modo que “vino el Hijo del hombre a buscar y salvar lo perdido” (Lucas 19, 10); y así como el leproso no se purifica sin efusión de sangre, tampoco el pecador se salva sin la sangre de Cristo (cf. Hebreos 9, 22).

[801] 10. Un log de aceite, esto es, medio litro.

[802] 24. Los mecerá: Véase Éxodo 29, 24 ss. y nota.

[803] 34. No sabemos con exactitud en qué consistía la lepra de las casas. Se ha pensado frecuentemente en las roeduras del salitre, pero estas son blanquecinas; o también en formaciones maculosas que aparecen en piedras y muros en descomposición.

[804] 1 ss. Las disposiciones de este capítulo que en gran parte se refieren a las funciones sexuales del cuerpo, no quieren decir que estas sean pecaminosas en sí, si bien en ellas particularmente se manifiesta la concupiscencia derivada del pecado (cf. Salmo 50, 7). Se trata aquí solamente de la impureza legal que obliga al varón y a la mujer a someterse a las purificaciones prescritas. Estas reglas relativas a la impureza corporal, además de procurar la limpieza del cuerpo, recordaban a los israelitas la pureza del alma y mantenían viva en ellos la conciencia del pecado y el deseo de librarse de él.

[805] 18. Se refiere al uso del matrimonio entre los casados. Vemos en todos estos preceptos un altísimo amor a la pureza, que preservaba de caer en la licencia y en la bestialidad sexual. ¡Guardémonos, pues, de escandalizarnos por la crudeza del lenguaje bíblico, olvidando cuán lejos se está hoy de aquel alto concepto de responsabilidad por las funciones del cuerpo! El libertinaje sexual que hoy se predica en todas las esquinas y se ha introducido hasta en ambientes que se llaman cristianos, es una de las más grandes llagas de la cultura moderna, el peor síntoma de la apostasía práctica que prescinde de Dios y sus mandamientos y se entrega a “las concupiscencias del corazón” (Romanos 1, 24); apostasía predicha por el mismo Señor en Lucas 18, 8.

[806] 24. En 20, 18 se establece la pena de muerte en un caso semejante.

[807] 33. El que a la luz de la fe estudia las leyes de pureza levítica contenidas en este capítulo y los cuatro anteriores, encuentra en todas ellas una estrecha relación con el Nuevo Testamento. “Como el pecado destruye la comunión interna con Dios, así la impureza levítica excluía a un hombre de la comunión externa y teocrática con Dios. A la manera que las diversas purificaciones y los sacrificios asociados a ellas reintegraban a la pureza corporal y a la comunión teocrática, así también, pero en mayor grado, la sangre de Jesucristo y los sacramentos instituidos por Él efectúan la purificación del alma del contacto de las obras muertas (Hebreos 9, 13 s.)” (Steinmueller, Introducción, p. 358.)

[808] 1. Véase 10, 1 y nota.

[809] 2 ss. Cf. Números 29, 7 ss. Tras el velo, donde está el Arca de la Alianza en el Santo de los Santos. El propiciatorio: la cubierta del Arca (cf. Éxodo 25, 17 y nota). Se trata aquí de la institución del día de la Expiación o Penitencia, en que el Sumo Sacerdote tenía que reconciliarse a sí mismo y al pueblo con Dios. Era celebrado en otoño, el diez del mes de Tischri (Septiembre-Octubre), cinco días antes de la fiesta de los Tabernáculos. Para San Pablo, el día de la Expiación es figura de la reconciliación que Jesucristo realizó con su muerte (Hebreos 9, 8). Más aún, tan solo por el Sacrificio de Cristo en la Cruz tenían estos ritos del Antiguo Testamento su razón de ser; porque antes de Cristo los pecados estaban solamente “cubiertos” —pues esto significa en hebreo originariamente la palabra “expiar”— hasta que llegase Él que había sido puesto por Dios “como instrumento de propiciación” (Romanos 3, 25). Es esta una de las más famosas instituciones de Israel y contiene la más íntima relación con el Sacrificio del Cordero Inmaculado. Cf. Juan 1, 29; Romanos 8, 33 s.; Hebreos 9, 26; I Juan 1, 7 y 9.

[810] 8. Para Asasel: La Vulgata vierte: para el macho cabrío emisario. Asasel puede ser un nombre simbólico (destrucción), o, como en el libro apócrifo de Henoch, nombre popular del espíritu malo. Mons. Landersdorfer supone que Asasel no pertenece al rito primitivo de la Expiación, sino que fue agregado más tarde. Algunos (por ej. Hummelauer) opinan que el nombre Asasel designaba primero el monte del cual se precipitaba el macho cabrío.

[811] 10. Para Asasel: Falta en la Vulgata, cf. versículo 8 y nota.

[812] 16. Las impurezas del Santuario consisten en la inobservancia de los ritos y leyes de santidad.

[813] 21. Confesará todas las iniquidades: Así se practicaba la confesión en el Antiguo Testamento. Había también confesión particular (Números 5, 7). El desierto simboliza la maldición, algo así como mansión del demonio. La ceremonia significa que el macho cabrío lleva los pecados del pueblo a su autor, el demonio, para no volver nunca jamás. Nuestra víctima de propiciación es Cristo que, llevando nuestras iniquidades, murió fuera de la ciudad, a semejanza del macho cabrío que llevaba los pecados del pueblo. Véase 4, 12 y nota; Hebreos 13, 12. Fray Luis de León comenta este rito, diciendo: “Como en la Ley Vieja sobre la cabeza de aquel animal con que limpiaba sus pecados el pueblo, en nombre de él ponía las manos el sacerdote, y decía que cargaba en ella todo lo que su gente pecaba, así Él, porque era también sacerdote, puso sobre sí mismo las culpas y las personas culpadas, y las ayuntó con su alma... por una manera de unión espiritual e inefable con que Dios suele juntar muchos en uno, de que los hombres espirituales tienen mucha noticia” (Nombres de Cristo).

[814] 29. Os mortificaréis, esto es, expiaréis vuestros pecados con ayuno, penitencia y las ceremonias del día de la Expiación. Véase 23, 29; Números 29, 7. Ese día, que aún hoy practican los judíos observantes, se celebraba con ayuno rigurosísimo. Hasta la puesta del sol todos los israelitas, a excepción de los niños y enfermos, tenían que ayunar sin comer ni beber nada. Este es el ayuno de que se habla en Hechos 27, 9. Compárese con tan riguroso ayuno los conceptos modernos, según los cuales el restringir un poco una sola comida ya parece una gran cosa. “¿Qué responderán a la terrible amenaza del Señor tantos cristianos que, por razones muy frívolas, hijas de la concupiscencia, o dejan enteramente de ayunar, o solo guardan una vana sombra del ayuno?” (Scío).

[815] 34. Una vez al año: Cf. Hebreos 9, 7 s. Aun en esto podemos ver una figura del sacrificio de Cristo, que “una vez para siempre” entró en el Santuario, por la virtud de su propia sangre (Hebreos 7, 27; 9, 12) para presentarse delante de Dios a favor nuestro (Hebreos 9, 24), de manera que como hijos de Dios podemos servir a Dios vivo (Hebreos 9, 14). “Lleguémonos, por lo tanto, confiadamente al trono de la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia pata ser socorridos en el tiempo oportuno” (Hebreos 4, 16). Cf. Isaías 53, 5 s.

[816] 1. Los capítulos que siguen, forman el llamado “Código de santidad”. “Es una miscelánea legal, en la cual se repiten no pocas leyes antes dadas, pero que entran en él en un nuevo aspecto: el de la santidad. Por ser santo Dios, ha de ser santo el pueblo, en medio del cual habita el Santo, que es quien a él le santifica. Santo viene a ser puro, limpio, sin mancha, sin defecto; y es, entre los atributos de Dios consignados en la Escritura, el que más íntimamente ligado está a la religión... Pero esta santidad se nos presenta como algo terrible y mortal para quien a ella se acerca no estando en consonancia con ella (Isaías 6, 5). Y por eso es impuro” (Nácar-Colunga).

[817] 3. Durante la permanencia de los israelitas en el desierto, los animales debían ser matados a la puerta del Tabernáculo, para impedir los sacrificios ocultos, que hubieran podido dar lugar a la idolatría (véase versículo 7). Después de la conquista de Canaán esta ley sufrió modificaciones, y los israelitas podían matar reses y comer su carne, pero no la sangre (Deuteronomio 12, 15 y 20-24). Cf. Hechos 15, 29, donde vemos, que también los primeros cristianos, para evitar escándalos, se abstenían de la sangre.

[818] 7. Los demonios: Cf. Isaías 13, 21; 34, 14. El texto hebreo dice “Seirim”, nombre de demonios, a los que la imaginación popular representaba como machos cabríos (recuérdense los faunos y sátiros de los griegos y romanos) y a los cuales los paganos ofrecían sacrificios. Fornicar con los demonios es otro término usado en lugar de idolatría. Cf. Jueces 2, 17; 8, 33; Ezequiel 6, 9; Oseas 1, 2, etc.

[819] 11. La vida de la carne está en la sangre: Por esto se comprende la prohibición de comer la sangre, pues la vida pertenece a Dios quien la ha creado y dado. Esta mística de la sangre, que nada tiene que ver con las doctrinas racistas y materialistas, da a la sangre de Cristo su inmenso valor, pues la efusión de la sangre de toros y machos cabríos, que en la Ley de Moisés solo era una sombra y no quitaba pecados, como dice San Pablo en Hebreos 10, 4, se hizo realidad en el altar de la Cruz, donde Jesús se ofreció al Padre, derramando su vida hasta la última gota de su sangre preciosísima. Cf. versículo 14.

[820] 1 ss. Este capítulo contiene los impedimentos matrimoniales y fija los grados de parentesco entre los cuales la unión matrimonial está prohibida. La ley mosaica prohíbe terminantemente el matrimonio entre consanguíneos en línea recta, y hasta el segundo grado de la línea colateral (con algunas excepciones). Condena el adulterio, los vicios contra naturaleza y cualquier clase de perversidad sexual. Es admirable con qué franqueza aquí se descubren las monstruosidades de la inmoralidad y la severidad con que Dios protege la santidad del matrimonio y de la familia. Cf. 15, 18 y nota.

[821] 5. Vivirá por ellos: Se refiere en primer lugar a la vida temporal; promesa repetida muchas veces en el Antiguo Testamento. Lo que no excluye que los justos podían esperar la vida eterna, por la fe y esperanza en el Mesías (San Tomás). Así lo muestra Jesús en Mateo 19, 16-17. San Pablo cita este pasaje en Romanos 10, 5 y Gálatas 3, 12, mostrando que la verdadera vida viene de la fe en Jesucristo.

[822] 21. Moloc, dios de los amonitas, al cual los devotos de este ídolo ofrecían niños, entregándolos al fuego (Jeremías 32, 35; Ezequiel 20, 26). En tiempos de los reyes este culto atroz cundió tanto en el reino de Israel como en el de Judá (IV Reyes 16, 3; 17, 17; 21, 6; 23, 10; Isaías 57, 5; Jeremías 7, 30-32; 19, 1-13, etc.

[823] 22. Cf. Romanos 1, 24 ss.

[824] 24. ¡He aquí una explicación de la crudeza con que el Señor Dios de toda santidad habla de estas cosas! Como el buen padre abre los ojos del hijo inexperto que corre peligro en un mal ambiente, así previene Él a su pueblo escogido.

[825] 2. Sed santos: Este asombroso precepto, que coincide con el de Cristo, que dice: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5, 48), ha provocado los más diversos comentarios. No podemos imitar a Dios en su poder, en su magnificencia ni en otras perfecciones, dice San Jerónimo, pero podemos imitarle de lejos en su humildad, en su mansedumbre y en su caridad. San Gregorio Nacianceno busca la solución en la definición de la perfección y santidad, preguntándose: “¿Qué es santidad?”, y contesta: “Es contraer el hábito de vivir con Dios”. Santa Catalina de Siena, de acuerdo con Sto. Tomás (I-II, q. 184, a. 1) responde que la perfección consiste especialmente en la caridad, primero en el amor a Dios, y luego en el amor al prójimo (Garrigou-Lagrange. La Providencia y la Confianza en Dios, p. 248). Esta explicación es auténticamente bíblica, pues si Dios es esencialmente amor, como dice San Juan en I Juan 4, 8 y 16, no podemos hacernos semejantes a Él sino imitando su amor, y puesto que Él ama infinitamente a su Hijo Unigénito, su imagen (Colosenses 1, 15) y “la impronta de su substancia” (Hebreos 1, 3), estamos unidos a Él por nuestro amor a su Hijo. Esto nos revela el mismo Jesús cuando dice: “Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos morada” (Juan 14, 23). ¿Puede acaso haber en el alma santidad y perfección mayor que esta que es fruto del amor a Jesús? El Apóstol de los Gentiles ve lógicamente en el amor “el vínculo de la perfección” (Colosenses 3, 14), es decir, el lazo de unión vital con el Santo, por excelencia. Este camino de la perfección que se nos ha abierto por Jesucristo, es mucho más corto que el trazado en este capítulo, pues bajo la Ley antigua faltaba ese estrecho lazo de unión, el vínculo de amor personificado entre Dios y los hombres, el Cristo encarnado, nuestro hermano. Por eso, el mejor regalo que San Pablo puede pedir para sus hijos espirituales, es desearles que todos amen con incorruptible amor a nuestro Señor Jesucristo (Efesios 6, 24). Cf. 11, 44 y nota; 20, 7 y 26; 21, 8.

[826] 3. Guardad mis sábados: Cf. Génesis 2, 3; Levítico 23, 3; Mateo 12, 1.

[827] 9 ss. Las leyes sociales de la Ley de Moisés son incomparables y hasta hoy no superadas; no porque fuesen ideadas por sociólogos, aunque Moisés fue un excelente promotor del bienestar de su pueblo, sino porque están incluidas en el código de santidad y tienen por motivo la santidad de Dios, quien no puede permitir que un miembro de su pueblo, por más pobre que sea, resulte perjudicado. “Las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento son un don del Espíritu de santidad, y, por consiguiente, una escuela del orden moral y social” (Cardenal Faulhaber). Véase 23, 22; Éxodo 22, 26 s.; 23, 3 y nota; Deuteronomio 24, 12 ss.; III Reyes capítulo 21; Isaías 5, 8 s., etc.

[828] 12. El Señor Jesús recuerda este y otros preceptos en el Sermón de la Montaña (Mateo 5, 33).

[829] 13. El que no tiene otros recursos que lo que gana cada día por el trabajo de sus manos, se ve en la necesidad de cobrar diariamente el jornal que le corresponde. Retenerle el salario es, según el apóstol Santiago (5, 4), un crimen que clama al cielo. A este clamor que sube sin cesar hasta el trono del Altísimo se asocian todos los explotados por los modernos sistemas económicos. Cf. Jeremías 22, 13; Tobías 4, 15.

[830] 16. Véase Éxodo 23, 1; Salmo 14, 3; 49, 20.

[831] 17. Véase I Juan 2, 9-11; 3, 10; Mateo 18, 15 ss.

[832] 18. Amarás a tu prójimo como a ti mismo: Pocos saben que este pasaje está ya en el Antiguo Testamento. Sin embargo este gran mandamiento no pudo imponerse en el pueblo israelita porque los judíos entendían por prójimos, no a todos los hombres, y de ninguna manera a los enemigos, sino solamente a los de su nación y los extranjeros que vivían entre ellos. Por lo cual los escribas explicaban la Ley de Moisés en el sentido: Amarás a tu amigo y tendrás odio a tus enemigos, como se colige de Mateo 5, 43. Este precepto es citado nueve veces en el Nuevo Testamento.

[833] 19. La prohibición de cruzar razas de animales y mezclar semillas recordaba al pueblo israelita su misión de mantenerse puro y no mezclarse con otros pueblos (Sto. Tomás). Dos clases de hilo: lana y lino.

[834] 24. Los primeros frutos de los árboles frutales pertenecían a Yahvé, del mismo modo que los primogénitos de los hombres y de los animales y los primeros granos maduros. Cf. 23, 10; Ezequiel 22, 29; 23, 16.

[835] 27. Estas disposiciones, por extrañas que parezcan, revisten gran importancia para la religión de Israel. Todas estas costumbres prohibidas estaban en relación con el paganismo (Deuteronomio 14, 1; Isaías 15, 2; Jeremías 9, 26; 25, 23), especialmente la última. Los gentiles creían honrar a sus dioses con la sangre de heridas e incisiones que hacían en el cuerpo para expresar el duelo. Véase 21, 5; Jeremías 16, 6; 41, 5. Tenían su origen en la idea de ofrecer la propia sangre a los demonios para aplacarlos.

[836] 31. Cuanto más afloja la fe, tanto más se extiende la superstición, la magia y el ocultismo. Las grandes ciudades modernas tienen más adivinos, astrólogos y ocultistas que sacerdotes. “Es una suprema injuria que hacemos a Dios.” Nos apoyamos sobre la mentira, “sobre un brazo de carne”, rehusamos la ley de Dios, la única que puede alumbrar nuestro sendero.

[837] 36. Cf. Proverbios 11, 1; 16, 11; 20, 23.

[838] 2. El pueblo del país es el pueblo de Israel. La pena de muerte se entiende de los que consagraban sus hijos a Moloc. Cf. 18, 21. La consagración se realizaba de una manera bestial, siendo entregado el hijo al fuego. ¡Con qué cariño se queja el Señor de los hijos de su pueblo, víctimas de tal abominación en Jeremías 32, 35!

[839] 5. Se prostituyan: o sea, den culto. La Biblia dice “prostitución” y “fornicación” en vez de idolatría, porque las relaciones de Dios con su pueblo son un místico desposorio, siendo Yahvé el Esposo e Israel la Esposa, así como en el Nuevo Testamento Cristo es el Esposo de la Iglesia (Efesios 5, 25; Apocalipsis 19, 7).

[840] 7. Sed santos: Véase 11, 44 y nota, y especialmente 19, 2 y nota. Cf. versículo 26; 21, 8.

[841] 10. Véase el episodio de la mujer adúltera en Juan 8, 5, y el de Susana en Daniel 13. Cf. Éxodo 20, 14; Deuteronomio 22, 22. Jesucristo explica esta ley en Mateo 5, 27, diciendo: “Quienquiera mire a una mujer codiciándola, ya cometió con ella adulterio en su corazón.”

[842] 20. Morirán sin prole. Cf. la misma amenaza en el versículo siguiente. No tener descendencia se consideraba como una pena gravísima en aquel pueblo que aguardaba al Mesías en uno de sus hijos.

[843] 27. El hombre... que evoque a los muertos: La evocación de los muertos se prohíbe ya en el versículo 6 y en 19, 31. La Vulgata traduce: El hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pitónico. Entre los pueblos paganos había pitones y pitonisas que practicaban ese arte mágico y otras formas del ocultismo. Véase la pitonisa de Endor (I Reyes 28, 7) y la de Filipos (Hechos 16, 16 ss.). Cf. 19, 31 y nota; Deuteronomio 18, 11.

[844] 4 ss. Siendo él un jefe: Para comprender este precepto hay que tener presente que en la Antigua Ley la santidad dependía de los ritos y ceremonias exteriores, mientras que en el Nuevo Testamento vale la ley del espíritu. Es lo que explicó Jesús a la samaritana (Juan 4, 23; véase allí la nota). Si el sacerdote ha de ser santo, es evidente que no puede contaminarse con aquellas cosas que, según este mismo concepto, son impuras y opuestas a la santidad, como p. ej., tocar un cadáver, salvo las pocas excepciones indicadas en los versículos 2 y 3. A la misma regla obedecen también las prohibiciones de los versículos 5 ss. Al sumo Sacerdote que llevaba en su mitra una lámina que señalaba su santidad (Éxodo 28, 36) y que por lo tanto tenía que ser más santo que los demás sacerdotes, se le prohibía tocar aun el cadáver de su padre y de su madre u ostentar otras señales de duelo (versículo 10 s.). ¡Qué dureza!, dirá el mundo; pero es Dios quien lo manda, y Dios no es duro, sino bueno y clemente. Si Él lo prescribe es porque fue necesario para inculcar al pueblo la idea de la santidad.

[845] 5. Sobre estas prohibiciones véase 19, 27 y nota,

[846] 8. Santo soy Yo: Véase 11, 44; 19, 2 y notas.

[847] 9. Véase 4, 3 ss. nota.

[848] 10. San Jerónimo aplica estos preceptos al cristiano que aspira a la santidad, “para que el alma, dedicada exclusivamente a los sacrificios de Dios, y toda envuelta en sus misterios, no sea obstaculizada por ningún otro afecto, ¿No prescribe el Evangelio con otras palabras la misma cosa, a saber que el discípulo renuncie a su casa y que no dé sepultura a su padre difunto?” (Ad Paulam). Cf. Mateo 8, 21 s.; Lucas 9, 59 s.

[849] 17. Los sacerdotes que adolecían de anormalidades corporales y no podían ejercer perfectamente su ministerio, hubieran dado lugar a escándalos. Sin embargo, podían comer de los panes de la proposición y de las oblaciones. Véase el versículo 22. También la Iglesia exige que el sacerdote sea sin defecto corporal.

[850] 22. El pan de su Dios: Admiremos esta expresión de cariño paternal. ¡El mismo Dios jubila a los sacerdotes que por defectos corporales no pueden trabajar en el Santuario, y los hace participar en las oblaciones ofrecidas a Él! (Cf. versículo 17 y nota.)

[851] 1 ss. Los preceptos de este capítulo se refieren a los sacerdotes, los que como ministros del Santuario tenían el derecho de vivir del mismo, pues “el obrero es acreedor a su salario”, como dice Jesús al dar a los apóstoles la misión de predicar (Mateo 10, 10). San Pablo, que personalmente renunciaba a todos los emolumentos del ministerio apostólico, reconoce ese mismo principio para sus compañeros; pues dice: “¿No sabéis que los que desempeñan funciones sagradas, viven del Templo, y los que sirven al altar, del altar participan? Así también ha ordenado el Señor que los que anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio” (I Corintios 9, 13 s.).

[852] 9. Para que no mueran en el Santuario como Nadab y Abiú. Cf. capítulo 10.

[853] 15. Los cargarían, etc.: ¡Qué verdad tan tremenda! El pueblo participa en la maldad de los sacerdotes de la misma manera que es participe de sus bendiciones. ¿No dice lo mismo el refrán: “Qualis rex, talis grex”? Meditemos en lo que dice Yahvé a los sacerdotes por medio del profeta Malaquías: “Vosotros habéis escandalizado a muchísimos, haciéndoles violar la Ley... por eso también Yo os he hecho despreciables y viles delante de todo el pueblo” (Malaquías 2, 8 s.). El sacerdote que desprecia la Ley de Dios, es objeto del desprecio del pueblo.

[854] 27. Nótese la compasión y humanidad con los animales que no son olvidados en esta Ley divina. En muchos otros pasajes de la Sagrada Escritura se dan preceptos en beneficio de ellos, p. ej. Éxodo 23, 11 y 19; Deuteronomio 22, 1, 4, 6. Era para fomentar en el corazón de los hombres la bondad y ternura, porque los que no tienen compasión de los animales tampoco la tienen para con sus hermanos.

[855] 1 ss. Este capítulo está dedicado a las fiestas que los israelitas tenían que celebrar año tras año. Primero se inculca la celebración del sábado, que para los israelitas era uno de los mandamientos más santos, como para los cristianos lo es el domingo o día del Señor. Cf. Éxodo 20, 8; 31, 12 ss.; 35, 1 ss. Asamblea santa: en el Santuario, con sacrificios y con oblaciones.

[856] 5 ss. La fiesta de Pascua se celebraba el catorce de Nisán (marzo-abril) en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto. En ese día cada padre de familia tenía que reunir a la gente de su casa fara comer el cordero pascual. Sobre el rito véase Éxodo 12, 1 ss. El cordero era figura de Jesucristo (Juan 1, 29), que ese mismo día —el catorce de Nisán— en que los judíos sacrificaron el cordero pascual, fue inmolado en el altar de la Cruz. En el Nuevo Testamento Cristo es representado como el cumplimiento del sentido espiritual de esta fiesta, pues como dice San Pedro, somos redimidos, no con oro o plata, sino “con la sangre preciosa de Cristo como de cordero sin tacha y sin mancha” (I Pedro 1, 19). Cf. I Corintios 5, 7. A la fiesta de Pascua seguía la de los Ácimos que duraba siete días, durante los cuales estaba prohibido comer pan con levadura, porque la levadura es símbolo de corrupción y del pecado. Véase sobre esto la nota a 2, 11. Cf. I Corintios 5, 6 ss.; II Corintios 7, 1; Gálatas 5, 7 ss. La fiesta de los Ácimos significaba a Cristo como pan de vida (Juan 6, 48), que no está sometido a la corrupción sino que, al contrario, es germen de la vida eterna, “pues el que come este pan vivirá eternamente” (Juan 6, 58).

[857] 10. Una gavilla como primicias: Se trata de la primera gavilla de cebada. Con la ofrenda del primer manojo empezaba la cosecha y desde esa fecha se podían consumir los primeros frutos. En sentido típico se refiere esta ceremonia a Cristo, el cual es el primero de los resucitados: “la primicia Cristo, luego (resucitarán) los de Cristo en su Parusía” (I Corintios 15, 23). El día siguiente al sábado: También Cristo, la primicia de la resurrección, resucitó ese mismo día, el día siguiente al sábado.

[858] 11. Mecerá: Véase Éxodo 29, 24 ss. y nota.

[859] 14. ¡Cuán hermoso y saludable y justo es dedicar al Señor, antes de tocarlas nosotros, las primicias de lo que Él mismo nos da! ¿No es este un modo de cumplir el primer mandamiento: amarlo a Él sobre todas las cosas? Véase en Malaquías 3, 8-12 las bendiciones que Dios promete al que lo cumpla.

[860] 15 ss. Esta fiesta se llama en griego y en nuestro idioma Pentecostés, es decir, fiesta de los cincuenta días (contando desde Pascua). Era la fiesta de acción de gracias por la terminación de la siega, por lo cual se llama también Fiesta de la Siega (Éxodo 23, 16). Su antitipo en el Nuevo Testamento es la venida del Espíritu Santo, que se produjo en el Día de la Siega, no por casualidad, sino para completar la obra de Jesús, formando a la Iglesia y uniendo a los dos, los judíos y los gentiles (Efesios 2, 14), de modo que la cosecha en aquel día fue de tres mil almas (Hechos 2, 41).

[861] 22. Bellísimo precepto, cuya aplicación vemos en la encantadora historia del libro de Rut, capítulo 2. Véase el espíritu generoso de instituciones como esta y el jubileo, etc. ¡Cuán lejos está de la sordidez que algunos creen característica del pueblo escogido del Antiguo Testamento! Cf. 19, 9 y nota.

[862] 24. Con toque de trompetas: Esta fiesta del novilunio del mes de Tischri (septiembre-octubre) llevaba también el nombre de fiesta de las trompetas y era a la vez el comienzo del año civil. Los demás novilunios se celebran con menor solemnidad y sin descanso sabático. Los israelitas ajustaban los meses de su calendario a las fases de la luna e intercalaban cada tres años un mes para compensar la diferencia con el año solar. El sentido típico de esta fiesta ha de buscarse en aquellos pasajes que hablan de la “trompeta de Dios”, que será la señal de la venida de Cristo (I Tesalonicenses 4, 16; cf. Isaías 27, 13; Zacarías 9, 14; Éxodo 19, 13 y notas).

[863] 27 ss. Sobre el rito del día de la Expiación y su sentido eminentemente típico véase el capítulo 16 y notas.

[864] 32. Comenzando por la tarde: Hay que recordar que el día empezaba al caer la tarde (Génesis 1, 5). Por eso la Iglesia celebra las vísperas de las fiestas (Vesperae en latín: tardes).

[865] 34 ss. La fiesta de los Tabernáculos revestía carácter de alegría por su coincidencia con la vendimia. Se celebraba en acción de gracias y en memoria de la estadía en el desierto, donde los israelitas vivían en tabernáculos o tiendas. Durante la fiesta se instalaban tiendas de ramas y hojas en los techos de las casas y en las calles. La idea de que hemos de vivir aquí abajo como en tiendas de campaña, sin apegarnos a la tierra, era cultivada también en el pueblo santo. Véase en Jeremías 35 el bello ejemplo de la familia de los Recabitas. Cf. I Corintios 4, 11; Hebreos 11, 9; II Pedro 1, 14.

[866] 37. Pascua, Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos eran las tres fiestas en que todos los israelitas tenían que presentarse ante el Santuario (Éxodo 23, 17; 34, 23; Deuteronomio 16, 16).

[867] 39. La fiesta en honor de Yahvé: la fiesta de los Tabernáculos, de la cual se habla en los versículos 33 ss.

[868] 1 ss. Véase Éxodo 25, 6; 37, 17 ss.; 39, 36. El candelabro del Tabernáculo es figura de la lámpara del Santísimo de nuestras iglesias. Fuera del velo (versículo 3) que había entre el Santo y el Santísimo. Testimonio (versículo 3): el Santísimo, porque allí se hallaban el Arca de la Alianza con las tablas de la Ley, que se llamaba Testimonio, Cf. Hebreos 9, 3.

[869] 5. Dos décimas, o sea, más de 7 kilos. Doce tortas, según el número de las tribus de Israel. Sobre los panes de la proposición véase Éxodo 25, 23-30; Hebreos 9, 2.

[870] 11. El nombre de Dios: Yahvé, cuyo nombre para los judíos era tan santo, que ni siquiera se atrevían a pronunciarlo. Véase Éxodo 3, 14 y nota.

[871] 14. Sobre la lapidación como castigo de la blasfemia, véase Juan 8, 59; 10, 31; Mateo 26, 65. La ceremonia de poner las manos sobre el delincuente significaba que los que la realizaban eran testigos de la blasfemia. Véase Daniel 13, 34. ¡Cuán enorme delito sea la blasfemia se ve por el hecho de que Dios la hace castigar con la pena de muerte! Y sin embargo, tan arraigado se halla este mal entre los pueblos modernos que hoy se blasfema por costumbre, casi como por diversión.

[872] 19 s. Las penas aquí mencionadas se referían a los casos públicos que se llevaban ante los jueces. Sobre la ley del talión véase Éxodo 21, 24; Deuteronomio 19, 21; Mateo 5, 38. La llamada ley del talión estuvo en vigencia entre los israelitas durante todo el periodo del Antiguo Testamento hasta la venida de Jesucristo, el cual la suspendió definitivamente en el Sermón de la Montaña y dio al gran mandamiento del amor (19, 18) su pleno sentido (Mateo 5, 38 ss.).

[873] 2 ss. Tan santo era el sábado que hasta la tierra tenía que celebrarlo y santificarlo. La santificación del séptimo día se trasladó al séptimo año, celebrándose este como tiempo sagrado, en que hombres, animales y campos podían descansar. Más aún, cada siete semanas de años, es decir, después de cada periodo de 49 años celebraba la tierra, además del año sabático, un año jubilar, de modo que descansaba dos años seguidos. Los frutos que durante estos años crecían, eran bien común y pertenecían, ante todo, a los pobres y extranjeros; además se perdonaban las deudas. Para el sustento del pueblo, el Señor prometió tan abundante bendición en el año anterior, que alcanzaría para tres años (versículo 21). Véase Éxodo 23, 11; Deuteronomio 15, 2; 31, 10. Nehemías 10, 31; I Macabeos 6, 49 ss. También la Iglesia celebra cada veinticinco años un Año Santo, pero sin imponer las leyes que acompañaban el año sabático y el año jubilar.

[874] 13 ss. Hay que destacar el eminente valor social del año jubilar, durante el cual todos recobraban sus campos, imposibilitando así la formación de un proletariado (cf. Isaías 5, 8 s.). Al mismo fin obedecía la disposición de que los esclavos lograsen la libertad (versículo 39 ss.). Cf. 27, 17; Deuteronomio 15, 12. Según Éxodo 21, 2, los esclavos de raza israelita recobraban la libertad el séptimo año a contar desde el comienzo de la esclavitud. Otra disposición se da en los versículos 40 y 54 de este capítulo. Isaías se refiere a estos versículos anunciando el año de remisión (Isaías 61, 1-3) que se cumplió en Jesucristo (Lucas 4, 19), desde cuya muerte gozamos un perpetuo año de remisión (cf. Hebreos capítulo 9). “El año jubilar es un tipo de la «restauración de todas las cosas» (Hechos 3, 21) al fin del mundo, cuando los hijos de Dios recibirán su herencia entera y la libertad completa” (Steinmueller, Introducción General, p. 366). Cf. Hechos 3, 21 y nota.

[875] 23. Mía es la tierra; el suelo no puede venderse a perpetuidad: Hay tres cosas que Dios se ha reservado como exclusiva propiedad suya: la vida, la tierra y los pobres; la vida porque Él es el Padre de todos los que viven; la tierra, por ser Él su Creador y absoluto Dueño; y los pobres porque fuera de Él no tienen otro refugio (Salmo 9A, 10), a quien clamar en sus angustias; y Él ha prometido oírlos: “Si (el pobre) clamare a Mí, le oiré, porque soy misericordioso” (Éxodo 22, 27). Entre las tres reivindicaciones la más asombrosa es la segunda, que dice: Mía es la tierra; el suelo no puede venderse a perpetuidad. Aunque esta ley vale solamente para la tierra de promisión y el pueblo del Antiguo Testamento, es sin embargo el fundamento del bienestar de todos los pueblos y una norma de estupenda trascendencia social, ya que garantiza a cada familia la herencia de sus padres e impide que el patrio suelo se torne objeto de especulación o sea acumulado en manos de sociedades anónimas que se enriquecen con su compra y venta sin cultivarlo. Únicamente Dios pudo formular esta ley lapidaria. Óiganlo los acaparadores y especuladores de terrenos: ¡Mía es la tierra! Huele a comunismo, dicen. ¡Ojalá se hubiera impuesto este “comunismo” de ley divina, y no el comunismo materialista de hoy! Lo que Dios dice es santo y justo, y quien no escucha su voz es un enemigo de la a sociedad, como lo vemos en las funestas consecuencias de los precios fantásticos de los terrenos suburbanos, que a tanto llegan que las familias pobres no pueden adquirirlos. De aquí que en su desesperación no vean otra salida que un comunismo brutal y materialista. ¡Mía es la tierra! Óiganlo también los legisladores que forjan las leyes sociales y tienen la enorme responsabilidad de proteger a los pobres, cuyo sumo protector y vengador es Dios.

[876] 25. Su rescatador; literalmente: su redentor. Véase un ejemplo histórico en el libro de Rut 4, 1 ss. Cf. Isaías 59, 20.

[877] 32. Los levitas no podían adquirir campos; vivían casi exclusivamente del Santuario y de los diezmos, por lo cual había que devolverles sus casas a fin de asegurarles la vida.

[878] 35 ss. Dios inculca incesantemente este cuidado por el necesitado, especialmente por boca de los profetas (Deuteronomio 15, 7; Nehemías 5, 5; Isaías 1, 17; Jeremías 7, 6; 22, 3; Oseas 5, 6). Sobre los esclavos véase la nota a los versículos 13 ss. de este capítulo. Es de notar que Israel era el único pueblo de la antigüedad que tenía una legislación social en favor de los esclavos y mantenía el principio de la igualdad de todos los hombres.

[879] 42. Son mis siervos: ¿No suena esto como una grave acusación contra el capitalismo materialista que mira al obrero como mercadería? Dios recuerda aquí a los israelitas la esclavitud de Egipto y las maravillas que Él hizo para librarlos. Del mismo modo tendrán que mostrar compasión de los que por miseria se ven sujetos a la esclavitud.

[880] 53. Con dureza: No tolerarás que le trate con rigor. Es para inculcar la gran fraternidad que debía reinar entre los israelitas. Recuérdese el caso de Moisés en Egipto (Éxodo 2, 11 ss.).

[881] 1. Este capítulo ha de leerse juntamente con los capítulos 29 y 30 del Deuteronomio. Es de notar que todas las sanciones de la Ley de Moisés son temporales. “Santo Tomás da como razón de esto la imperfección del pueblo, incapaz de apreciar los bienes y males espirituales (Suma Teológica I-II q. 99, a. 6). Es muy de tener en cuenta esta condescendencia divina a la condición del pueblo, condescendencia que desde la Ley se prolonga en casi todo el Antiguo Testamento, hasta los escritos de los postreros siglos del judaísmo. El Espíritu Santo va poco a poco abriendo los horizontes celestiales al pueblo, que sobre todo después de la vuelta del cautiverio, no gozaba de aquella felicidad que creían les había sido prometida por los profetas” (Nácar-Colunga). Estelas de culto, en hebreo massebah, pequeñas columnas de piedra que representaban a Baal. Cf. Éxodo 34, 13 y nota.

[882] 2. Respetad mi Santuario: El P. Páramo hace notar que los hebreos antes de entrar en el templo se quitaban el calzado y dejaban a la entrada el bastón que llevaban en la mano. Nunca atravesaban el Templo para pasar de un lado a otro, y salían de él sin volver jamás las espaldas al Santuario.

[883] 3. En Palestina, más que en otros países, las lluvias son un don de Dios. Hay dos cortos periodos de lluvia, de los cuales depende la cosecha. Esto explica expresiones como la del Salmo 142, 6.

[884] 5. Descripción gráfica de la fertilidad del país prometido. La mies alcanza la vendimia, y esta durará hasta el tiempo de sembrar.

[885] 11 s. Citada en forma libre por San Pablo en II Corintios 6, 16, para mostrar que somos templos de Dios y participamos de las bendiciones dadas a Israel, que, si bien se refieren solo a bienes materiales (cf. nota 1), son figuras de cosas invisibles de orden sobrenatural, imágenes del Reino de Jesucristo; pues “la ley no es sino una sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas” (Hebreos 10, 1). Cf. Éxodo 29, 45 y nota.

[886] 14 ss. Siendo Israel un pueblo de dura cerviz, le da Dios, por razones de educación espiritual, no solamente promesas, sino que lo amenaza también con castigos. Nada más patético que esta insistencia de un Dios celoso, temiendo siempre nuevas infidelidades, que desgraciadamente se cumplieron. La multitud de amenazas y promesas contribuía además a despertar en los mejores el deseo del Mesías y de su reino de gracia y amor. En este sentido la Ley era pedagogo para conducirnos a Cristo (Gálatas 3, 24).

[887] 17. Sin que nadie os persiga: Es esta la característica de la mala conciencia que tiembla ante el castigo que no ha de tardar.

[888] 29. Comeréis la carne de vuestros hijos: Cf. IV Reyes 6, 28 s.

[889] 30. Lugares altos. Así se llamaban los lugares de culto que los cananeos erigían en colinas y alturas vecinas a las ciudades. Estatuas: Traducción insegura. Según algunos se trataba de imágenes del sol.

[890] 33 ss. Cf. Deuteronomio 28, 64-68.

[891] 34 s. Sus sábados, esto es, el reposo prescrito por la ley del año sabático, el que los israelitas tantas veces violaron. Cf. 25, 1 ss. Se cumplió esta amenaza en el tiempo del cautiverio, durante el cual el país quedó sin cultivar y pudo descansar por espacio de setenta años.

[892] 36. Huirán... y caerán: Y sin embargo, Dios no los aniquilará por completo. La raza judía queda, y se mantiene fuerte y poderosa en la dispersión en que vive desde hace veinte siglos, resistiendo a todas las persecuciones que tuvo que sufrir en la antigüedad, en la Edad Media y en los tiempos modernos.

[893] 41. Es como una profecía de la conversión de los judíos, anunciada para el fin de los tiempos por San Pablo (Romanos capítulo 11).

[894] 1. Este capítulo trata de los votos y diezmos. Por voto se entiende aquí un acto por el cual uno promete a Dios alguna cosa, reteniendo la facultad de rescatarla. Tocante a personas: La Vulgata traduce: su alma, es decir, su vida, sirviendo a Dios en el Santuario. Solo los sacerdotes y levitas eran capaces de ejercer el ministerio sagrado. Aquí se trataría de los que querían dedicarse a trabajos serviles en la casa de Dios.

[895] 3. El siclo del santuario era de 16,83 gr.; tenía 20 óbolos (hebreo: güera). Véase versículo 25.

[896] 16. Un hómer equivale a 364 litros.

[897] 17. Desde el año del jubileo: Véase 25, 13 ss. y nota.

[898] 26 s. Véase Éxodo 13, 2 y nota.

[899] 28 s. Con anatema: El texto hebreo emplea aquí la palabra “jérem”, que significa el acto de entregar a Dios alguna cosa, abdicando la facultad de rescatarla. Los seres vivientes prometidos a Dios bajo anatema, tenían que ser muertos irremisiblemente, aunque fuesen personas. Por eso se entregaba al anatema solamente a los enemigos, p. ej. los habitantes de Jericó y Hai (Josué capítulo 6 y 7) y los amalecitas (I Reyes capítulo 15). Cf. Éxodo 22, 20 y nota; Jueces 1, 17; I Corintios 16, 22.

[900] 1. Sobre la Introducción al Libro de los Números, véase la nota introductoria al Pentateuco.

[901] 2. Familias y casas paternas: Así se llaman las divisiones dentro de las doce tribus. La familia israelita comprendía cierto número de casas, en las que habitaban los descendientes de un mismo antepasado o patriarca. Todos los que pertenecían a la misma familia se llamaban hermanos. Es de notar que Dios mismo ordena el censo e índica los nombres de los que han de llevarlo a cabo, pues que Israel es su pueblo y exclusiva propiedad suya.

[902] 16. Millares: Cifra redonda, nombre de un grupo de la tribu. Cf. Miqueas 5, 2.

[903] 20. Se había efectuado un censo indirecto nueve meses antes (Éxodo 38, 26) con el mismo resultado. Otro censo tuvo lugar en el último año (Núm. 26); su resultado difirió muy poco del primero. Ya se ve cumplida en parte la extraordinaria promesa hecha a Abrahán de que su descendencia se multiplicaría como las estrellas del cielo y las arenas del mar (Génesis 22, 17).

[904] 45 s. Este número de los empadronados, todos aptos para la guerra, supone una población total de dos millones y medio, lo mismo que los otros censos (Éxodo 38, 26 y Núm. 26, 51). El número de los primogénitos o familias, en cambio, asciende solamente a 22.273 (cf. 3, 43), lo cual corresponde a una población total de 120.000-150.000 personas, calculando seis o siete cabezas por familia. Por eso las cifras del censo, tal como hoy se presentan en el texto tropiezan con reales dificultades históricas y demográficas. Mas ello no autoriza para rechazar el valor histórico de los relatos. Algunos autores dan a las cifras un valor simbólico y no aritmético, tal como el de muchos números de los profetas. Otros buscan la solución en interpolaciones sistemáticas de los judíos posteriores, que habrían introducido estas cifras elevadas para hacer resaltar más la obra de la Providencia de Dios, quien tantas veces habla prometido multiplicar a Israel, haciéndole numeroso como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Según Flinders Petrie, la palabra hebrea elef (mil) podría significar también “grupo”. Otros suponen que pudo usarse entonces el sistema sexagesimal, según el cual mil significaría sesenta. Aún falta una explicación segura. Es este uno de los puntos que exigen un nuevo estudio de los intérpretes católicos, en conformidad con las normas de Su Santidad Pío XII en la Encíclica “Divino Afflante Spíritu” (Nácar-Colunga, Introducción al Éxodo).

[905] 49. La tribu de Leví está excluida de este censo, por cuanto su sagrado ministerio es incompatible con la guerra y con las funciones temporales. Fuera de eso, el cuidado del Tabernáculo y todo cuanto atañe al Santuario, ocupaba a los levitas de tal manera que no podían ausentarse de él. San Pablo da igual norma para el sacerdocio de la Nueva Ley (II Timoteo 2, 4).

[906] 51. El extraño; es decir, el que no pertenece a la tribu levítica. Cf. I Reyes 6, 19; II Rey. 6, 6 s.

[907] 3. Judá encabezará en adelante al pueblo, y no Rubén el primogénito, quien perdió virtualmente los derechos de primogenitura a consecuencia de un crimen de incesto (Génesis 35, 22). También en las marchas, Judá está a la vanguardia.

[908] 17. ¡Dios en medio de su pueblo, aun en las marchas! El Tabernáculo tenía que ocupar el centro y estar rodeado por los levitas, para que estos, en todo momento, pudiesen defenderlo. Es esta una figura de las escoltas del Santísimo en las procesiones eucarísticas.

[909] 32. Cf. 1, 45 s. y nota.

[910] 1. Los descendientes de Aarón y Moisés: Aarón es mencionado el primero, porque era el mayor. “En realidad esta lista menciona solamente a los descendientes de Aarón, los que heredaron la dignidad de su padre. El papel de Moisés, exclusivamente personal, no pasó a sus hijos, a los cuales encontramos solamente registrados entre los levitas. Cf. I. Paralipómenos 23, 14” (Fillion).

[911] 4. Sobre la muerte de Nadab y Abiú véase Levítico 10, 1 ss. y nota.

[912] 12. Los levitas son míos: “La razón de que se empadronara a sus miembros a poco de nacer y no a los veinte años, como en las demás tribus, es que los levitas eran consagrados a Dios en lugar de los primogénitos de Israel, y, siendo estos de toda edad, si no se hubiera contado sino a los levitas de veinte años, su número, ya reducido, habría resultado insuficiente para el fin a que el Señor los destinaba. Cf. Éxodo 13, 2-3; Levítico 27, 26” (Bover-Cantera).

[913] 13. Todos los primogénitos son míos: Véase Éxodo 22, 29; 24, 20. También los primeros frutos de los árboles frutales son propiedad suya (Levítico 19, 24). La tribu de Leví fue ofrecida a Dios en sustitución de los primogénitos de todas las tribus, los que por derecho pertenecían a Dios. Su número ascendía, como se ve en v. 39, a veinte y dos mil hombres. Entre los hijos de Leví era privilegiada la familia de Aarón, hermano de Moisés, a la cual fue entregada para siempre la dignidad sacerdotal, mientras los restantes levitas estaban destinados a hacer los trabajos ordinarios, es decir, ayudar a los sacerdotes, custodiar el Tabernáculo, limpiar los utensilios y llevarlos sobre sus hombros o en carro durante el viaje, etc.

[914] 39. En realidad, si sumamos las cifras arriba mencionadas, sale la suma de 22.300 levitas. 300 más de los que aparecen aquí. Para explicar la diferencia, los expositores suponen un error de copista o sostienen que los 300 son los primogénitos de la tribu de Leví, que por eso mismo no podían sustituir a los primogénitos de las otras tribus. Sin embargo, el número e 300 primogénitos parece pequeño en comparación con 22.000 hombres.

[915] 47. El siclo del Santuario pesaba 16,83 gr.

[916] 1 ss. Se hace en este capítulo un segundo censo de los hijos de Leví (cf. capítulo 3), para hacer la distribución de los ministerios sagrados. Los trabajos más honrosos están a cargo de los Caatitas: el transporte del Arca de la Alianza y de los objetos más sagrados (v. 15).

[917] 6. Véase Éxodo 25, 5 y 25, 15.

[918] 11. El altar de oro: el de los inciensos. Véase Éxodo 30, 1-10; 37, 25-28.

[919] 13. Se trata del altar de los holocaustos. Véase Éxodo 27, 1-9; 38, 1-8.

[920] 15. Más tarde los sacerdotes mismos solían llevar el Arca de la Alianza (Deuteronomio 31, 9).

[921] 18 ss. El linaje de Caat estaba en continuo peligro de tocar los objetos sagrados y morir por ello (cf. II Reyes 6, 6; I Paralipómenos 13, 9). Por eso manda Dios que los sacerdotes envuelvan esos objetos y que los caatitas no se atrevan siquiera a mirarlos. De la misma manera la Iglesia prohíbe a los laicos tocar las formas consagradas de la Eucaristía. Cf. I Reyes 6, 19.

[922] 36 ss. Las cifras no concuerdan con el censo del capítulo 3, porque aquí se trata solamente de los levitas que tenían más de treinta años de edad y menos de cincuenta.

[923] 4. La ausencia del campamento se extendía por todo el tiempo durante el cual se mostraba la enfermedad o impureza. Como paralelo tenemos en el Nuevo Testamento el caso del incestuoso de Corinto, que por San Pablo fue excluido de la comunidad cristiana hasta que diera pruebas de arrepentimiento (I Corintios 5, 1 ss.).

[924] 6 ss. Véase capítulos 5 y 6 del Levítico.

[925] 9 s. Véase Éxodo 29, 24; Levítico 7, 30; 7, 34 y notas.

[926] 12 ss. El sacrificio de los celos, que había de ofrecerse cuando una mujer casada era sospechosa de adulterio, es una muestra de cuánto apreciaba la Antigua Ley la conservación de la castidad conyugal. Solo en casos muy graves había de realizarse este sacrificio, que constituye una especie de juicio de Dios, y un procedimiento de fortísima eficacia para averiguar la culpabilidad o inocencia de la mujer acusada, sometiéndola a los más terribles castigos en caso de ser cierta la infidelidad. La Historia sagrada no relata ningún caso de este sacrificio; es, pues, de suponer que la infidelidad de la mujer israelita era sumamente rara. Recurrir al juicio divino a fin de aclarar un asunto jurídico o moral, no era extraño a los pueblos antiguos. En Babilonia la mujer sospechada de adulterio tenía que echarse al río (Ley de Hammurabi). Si se salvaba de las aguas, probaba con ello su inocencia. Cf. la “prueba del agua” y otras ordalías empleadas en la Edad Media. Un sabio consejo para no ser celoso se nos da en la Biblia: “No seas celoso de tu querida esposa para que no se valga de las malas ideas que tú le sugieres” (Eclesiástico 9, 1).

[927] 15. Un décimo de efa. El efa tenía 36 litros.

[928] 17. Agua santa: agua que se usaba en el Santuario. No había agua bendita como hoy día en las iglesias.

[929] 18. La ofrenda de recuerdo: a fin de que la mujer se acuerde de su pecado, o para que Dios tenga presente el crimen de la mujer adúltera para castigarla.

[930] 22. Con el “Amén” confirma la mujer la imprecación del sacerdote. Aquí aparece en la Biblia por primera vez la voz “Amén”, palabra con que la Iglesia concluye todas las oraciones. Su significado es “Verdad”, y su sentido “cúmplase lo dicho”. Es la más breve oración, por medio de la cual el pueblo se acoge a la oración de la Iglesia en una continua invocación de la divina misericordia.

[931] 23 s. La mujer ha de beber el juicio de Dios. San Pablo alude a esta idea en I Corintios 11, 29, donde habla de los que comulgan indignamente y dice: “El que come y bebe, no haciendo distinción del Cuerpo (de Cristo), come y bebe su propio juicio”.

[932] 28. Tendrá hijos: De aquí se deduce que las maldiciones de los vv. 21 y 22 acarreaban a la culpable, enfermedades y esterilidad.

[933] 31. Pagará su iniquidad, ya con el cumplimiento de las maldiciones, ya con la muerte (véase Levítico 20, 10 y Deuteronomio 22, 22). Meditemos, frente a esto, los excesos de la misericordia de Jesús en el episodio de la mujer adúltera (Juan 8, 1-11).

[934] 2 ss. El nazareato (o nazireato, de “nazir”) es una de las instituciones más sagradas del Antiguo Testamento. Nazareo (nazir) significa “separado”: el nazareo se segrega del mundo y sus placeres, para consagrarse por completo a Dios, sea por determinado tiempo o para siempre. De ahí que el nazareo no pueda tomar bebidas embriagantes, puesto que estas son símbolos de los placeres mundanos. Tenía que evitar la presencia de un cadáver, ya que el cadáver es imagen de la corrupción o impureza. Tampoco podía cortarse la cabellera, porque toda su persona pertenecía a Dios. La Ley autorizaba también a las mujeres a hacer el voto del nazareato. Comúnmente duraba treinta días, pero podía ser emitido para toda la vida. Así, por ejemplo, por orden de Dios, Sansón fue destinado al nazareato ya antes de nacer (Jueces 13, 5). De igual manera Samuel fue consagrado por su madre Ana (I Reyes 1, 11), y la consagración de San Juan Bautista la anuncia el Ángel en Lucas 1, 15. Otros ejemplos de nazareato se encuentran en los Hechos de los Apóstoles (18, 18; 21, 23 ss.). El apóstol Santiago el Menor siguió observando todo el rigor de la disciplina de los nazareos; lo cual explica la veneración que los mismos judíos tenían por él. Ejemplos de mujeres nazareas nos relatan Flavio Josefo y la Mischna (Berenice, hermana del Rey Agripa, y Helena, reina de Adiabene). El Nazareo por excelencia fue Jesús (cf. Mateo 2, 23; Isaías 11, 1), por su perfecta separación del mundo (Hebreos 7, 26), y por no cumplir su propia voluntad sino la del Padre (Juan 4, 34; 5, 30; 6, 39). El nazareato es, según San Gregorio, figura de los santos solitarios y de los religiosos que se separan del mundo para vivir con Dios. La figura ha sido superada en el Nuevo Testamento, pues los ritos del Antiguo Testamento eran solamente pedagogos que preparaban a la humanidad para Cristo (Gálatas 3, 24). En Lucas 10, 41 Jesús enseña expresamente la superioridad de la vida contemplativa.

[935] 15. Panes ácimos: Cf. Éxodo 12, 8 y nota.

[936] 21. Según sus recursos: literalmente: lo que alcanzaren sus manos, es decir, los sacrificios que quiera ofrecer voluntariamente.

[937] 24 ss. He aquí la fórmula clásica de la bendición litúrgica del Antiguo Testamento (cf. Eclesiástico 50, 22). Es la que hoy llamamos Bendición de San Francisco. El alma cristiana descubre en la triple repetición del nombre de Yahvé una intima revelación del Dios Uno y Trino; pues diciendo: Yahvé te… guarde, indica el poder y la protección del Padre; y diciendo: haga Yahvé brillar sobre ti su Rostro y tenga misericordia de ti, señala al Hijo como Mediador de la gracia y misericordia. Yahvé… te conceda la paz, es la manifestación del Espíritu Santo, pues la paz es fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5, 22). Fray Luis de León, refiriéndose a la manifestación de Cristo bajo el nombre de Rostro, dice en su hermoso libro “Los nombres de Cristo”: “No podemos dudar sino que Cristo y su nacimiento entre nosotros son estas faces (Rostro) que el sacerdote pedía en este lugar a Dios que descubriese a su pueblo; como Teodoreto y como San Cirilo, lo afirman doctores santos y antiguos. Y además de su testimonio, que es de grande autoridad, se convence lo mismo de que en el Salmo 66, en el cual, según todos lo confiesan, David pide a Dios que envíe al mundo a Jesucristo, comienza el profeta con las palabras de esta bendición y casi la señala con el dedo y la declara, y no le falta sino decir a Dios claramente: «La bendición que por orden tuya echa sobre el pueblo el sacerdote, eso, Señor, es lo que te suplico, y te pido que nos descubras ya a tu Hijo y Salvador nuestro».”

[938] 1. La construcción de la Morada (Tabernáculo) se cuenta en Éxodo capítulo 40, y también su inauguración por el mismo Dios (Ex, 40, 32 ss.). Por eso se cree comúnmente que los acontecimientos aquí narrados van en forma de apéndice, fuera del orden cronológico. Sobre el tributo para el Tabernáculo véase Éxodo 30, 12.

[939] 9. Los caatitas no recibieron ni carros ni bueyes, porque no los necesitaban; llevaban a hombros las cargas que les tocaba transportar durante el viaje.

[940] 18. Monotonía llama el hombre moderno a esta tan minuciosa enumeración de las ofrendas de cada una de las tribus. En vez de decir doce veces lo mismo, se podría resumir todo en una frase, y en vez de 72 versículos bastarían unos pocos. ¡Cuidado con este juicio! Tenemos aquí no solo un ejemplo del estilo hebreo que se complace en repetir las mismas cosas, sino también, un acto del amor paternal de Dios, que apunta los dones de las tribus de su pueblo tan cariñosa y circunstanciadamente como un padre de familia que, al examinar los regalos de sus hijos, en el día de su onomástico o de sus bodas de plata, abraza a cada hijo en particular y no se contenta con expresar sus satisfacciones en forma global. Es el corazón del Padre que habla en estos versículos, literariamente monótonos y secos, pero escritos por inspiración divina, como toda la Escritura, para que sepamos que Dios anota en el libro de la vida los servicios más pequeños hechos en honor suyo. Véase en el Nuevo Testamento la actitud de Jesucristo respecto de los honores y regalos que recibía de los hombres (Mateo 25, 45; Juan 12, 7) y su actitud en el caso de la viuda que dio la ofrenda mínima y recibió el más grande elogio.

[941] 85. 2.400 siclos, o sea, 40 kilos más o menos.

[942] 89. Véase Éxodo 25, 22, donde, Dios promete hablar con Moisés desde encima del propiciatorio y en medio de los dos querubines.

[943] 2. Sobre el candelabro véase Éxodo 25, 31-40; 37, 17-24; Levítico 24, 1-4. Coloca las siete lámparas, etc.: La Vulgata dice parafraseando: Dispón, pues, que tas lámparas miren al norte, enfrente de la mesa de los panes de la proposición. Deben alumbrar hacia aquella parte a la que mira el candelero. En la edición Sixtina de la Vulgata faltan las palabras dispón… proposición. San Jerónimo, el traductor de la Vulgata, parece haber tenido otro texto hebreo o se trata tal vez de una glosa (Vercellone). Nótese que las lámparas estaban frente a los panes, como antiguamente el Evangelio estaba frente a la Eucaristía (véase Imitación de Cristo, Libro IV, capítulo 11). Son numerosos los significados simbólicos que se han dado al candelabro de oro. Flavio Josefo ve en los siete brazos una figura de la santidad de Yahvé, Filón la de los siete planetas. Verdad es que en la Biblia el número siete reviste carácter sagrado y juega un papel tan extraordinario que se le puede llamar el número de la perfección. Para nosotros el candelabro de oro es figura de las velas que alumbran nuestras Iglesias, y simboliza particularmente la lámpara del Santísimo.

[944] 10. Probablemente solo los príncipes de las doce tribus impusieron las manos, no todos los hombres. La imposición de las manos significa que los levitas son ofrendas consagradas a Dios, en lugar de los primogénitos de todo el pueblo. Cf. Éxodo 13, 2 y nota.

[945] 11. Como ofrenda mecida: Acerca de este rito cf. Éxodo 29, 24 ss. Levítico 7, 30 y notas. Cf. v. 21.

[946] 19. A fin de que no sean castigados: Véase 16, 5; 17, 12 s.

[947] 24. Según 4, 3 los levitas comenzaban a ejercer el servicio del Santuario a la edad de treinta años. Se trata, pues, aquí de una modificación de aquella disposición. En I Paralipómenos 23, 24 y 27 vemos que David dispuso que los levitas sirvieran en el Templo después de haber alcanzado la edad de veinte años.

[948] 3. Entre las dos tardes: hebraísmo. Significa el intervalo entre la puesta del sol y la obscuridad. Cf. Éxodo 12, 6. Ritos, literalmente justificaciones. Se llaman justificaciones porque su fin era hacer justo al hombre. Es muy importante recordar esto para entender p. ej. el largo y admirable Salmo 118, que es el elogio de la palabra de Dios. Hombre justo, según enseña San Pablo, no es el que hace tales o cuales obras, sino aquel a quien Dios ha justificado.

[949] 6. El cordero pascual tenía carácter de sacrificio, por lo cual los que habían tocado un cadáver, estaban inmundos y no podían participar en la celebración de la Pascua. Véase 19, 11.

[950] 12. Cf. Éxodo 12, 46 y nota; Salmo 33, 21; Juan 19, 36.

[951] 15 ss. La Morada, o Tabernáculo del Testimonio, es el Santísimo del Tabernáculo. San Pablo cita este episodio diciendo: “Nuestros padres estuvieron todos bajo la nube” (I Corintios 10, 1-2). Cf. Éxodo 40, 34-38. La importancia de la presencia de Dios o de su Ángel bajo las apariencias de la nube y del fuego es un acontecimiento tan extraordinario, que solamente tiene paralelo en la presencia de Cristo bajo las especies de la Eucaristía. “El Señor que había prohibido el uso de toda imagen en el culto (cf. el primer mandamiento del decálogo), satisfacía así a las necesidades psicológicas de su pueblo, haciendo sensible su presencia por medio de cosas que no pudiera reproducir (Deuteronomio 4, 15 s.). Por estos signos el pueblo sentía a su Dios cerca de sí. Sin peligro de confundirle con imágenes reproducibles” (Nácar-Colunga. Introducción al Éxodo).

[952] 23. Una sola vez no obedecieron a la nube de fuego, y fueron castigados por despreciar esa amorosa providencia paternal que los iba llevando como de la mano (14, 40).

[953] 5. Cuando tocareis alarma: Bover-Cantera vierte: Cuando tocareis un toque prolongado; Nácar-Colunga: un toque estrepitoso; la Vulgata: si su sonido fuese más prolijo e interrumpido.

[954] 11. Se alzó la nube, después de haberse detenido un año más o menos en el Monte Sinaí. (Véase Éxodo 19, 1.)

[955] 12. El desierto de Farán se extiende en la parte norte de la península de Sinaí, entre el Wadi el-Arabá al este, y el desierto de Sur al oeste. Es una región árida, abrasada de sol y muy molesta para los viajeros. Su nombre moderno es Et-Tih. El orden de marcha corresponde a lo dispuesto en el capítulo 2.

[956] 29. Hobab, hijo de Ragüel o Jetró, era cuñado de Moisés. Probablemente había llegado a los israelitas cuando Jetró se entrevistó con Moisés en el desierto (Éxodo 18, 1 ss.). Hobab no accedió a los pedidos de Moisés, pero parte de su tribu recibió más tarde herencia en Israel, como se ve en Jueces 4, 11.

[957] 31. Podrás servirnos de ojo: locución que quiere decir: podrás servirnos de guía. Cf. Job 29, 15.

[958] 33. Para buscarles un lugar de descanso: No solamente los guía, sino que se empeña también en buscar para ellos el mejor lugar, hasta que finalmente puedan descansar en la tierra prometida. San Pablo toma este descanso del pueblo de Dios en sentido mesiánico (Hebreos 4, 1 ss.).

[959] 35. Este versículo debería ser la consigna de todos los que luchan por el honor de Dios. David lo cita en Salmo 67, 2, al recordar los poderosos favores de Dios en el éxodo de Egipto, en el desierto y en la conquista de la Tierra de promisión.

[960] 3. Taberá significa incendio. Cf. los nombres de Masa y Meribá, que asimismo deben su origen a las murmuraciones del pueblo (Éxodo 17, 7). Cf. v. 33.

[961] 4. Gente adventicia: Bover-Cantera traduce: chusma. Quiere decir que la murmuración no tuvo su origen entre los israelitas, sino que provino de la gente extraña que los acompañaba desde la salida de Egipto (Éxodo 12, 38). Esa turba, siempre inquieta y desalentada por las fatigas del viaje, tuvo ardiente deseo de comer carne a manera de los egipcios, y contagió con sus apetitos a los israelitas. Esto explica una vez más el empeño que Dios mostraba en evitar que el pueblo escogido se mezclase con los paganos. Véase Éxodo 12, 38 y nota.

[962] 7. Véase: Éxodo 16, 31 ss.

[963] 11 ss. Esta queja de Moisés es más bien una plegaria. El gran profeta ofrece su vida, porque no se cree capaz de soportar el cargo que Dios le ha confiado. Comentando este desahogo del fiel profeta expone San Agustín que los llamados al ministerio pastoral no cumplen fielmente con las obligaciones de su cargo cuando se entregan al reposo; deben, al contrario, hacer frente a los errores y pasiones de los hombres. Israel tenía ya sus capitanes y tribunos (Éxodo 18, 17 s.), pero solamente para atender a los asuntos administrativos y militares. Los asuntos importantes, especialmente los que se referían a la relación del pueblo con Dios los atendía Moisés mismo, y para ello necesitaba de los ancianos, como colaboradores.

[964] 17. Tomaré del Espíritu que está sobre ti: No hay duda, pues el mismo Dios lo dice, que el Espíritu Santo obraba en Moisés. En su manera de gobernar al pueblo y atender los asuntos administrativos y judiciales de la gente, le asistía el Espíritu Santo. Esto arroja nueva luz sobre el poder civil, que también viene de Dios, como lo confirma San Pablo: “No hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay, han sido ordenadas por Dios” (Romanos 13, 1). Dios dijo a Moisés que tomaría de su Espíritu para ponerlo sobre los ancianos, “a fin de que lleven juntamente contigo la carga del pueblo y no la lleves tú solo.” Ahora bien, ¿cómo llevaba Moisés la carga del pueblo? “El mismo Moisés nos lo hace saber en otro lugar: «El pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen alguna querella vienen a mí, y yo me pronuncio entre ellos, haciéndolos saber los mandatos de Dios y sus leyes» (Éxodo 18, 15 s.). Esto mismo era, por lo tanto, lo que aquellos setenta ancianos hacían movidos por el Espíritu que Dios puso en ellos, y que la Biblia llama profetizar” (Enciso, Estud. Bibl. 1946, p. 373). Cf. v. 25 y 26. De ahí que los ancianos no comenzaran su actividad anunciando lo futuro, sino que su misión “profética” consistió en ayudar a Moisés en el gobierno del pueblo; con miras a su misión les fue dado el Espíritu que les capacitaba para gobernar en conformidad con Moisés. También San Pablo toma el don de la profecía en un sentido más amplio cuando dice: “El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consuelo” (I Corintios 14, 3). Esto no impide sospechar que los ancianos al tomar posesión de su nuevo cargo, se hayan, tal vez, entregado a transportes extáticos, “pero no volvieron a hacerlo” (v. 25).

[965] 18 ss. De suyo no es cosa mala comer carne. Todos los pueblos se alimentan con carne y Dios no lo prohibió en ninguna época de la historia, aunque algunos lo afirman, fundándose en Génesis 1, 29 s. y 9, 3. Aquí, empero, se trata de una cuestión de honor, más aún de la recta espiritualidad. Los que tienen náusea del pan celestial, proporcionado por Dios todos los días, ofenden con ello al dador, lo desprecian y lo desechan (v. 20). Su conducta es la de hijos desagradecidos y faltos de amor. Solamente así se comprende el resentimiento de Dios expresado en el v. 20. Estos ingratos son figura de los que desprecian el pan del cielo, que es Cristo. De ahí el tremendo castigo (v. 33).

[966] 25. Véase v. 17 y nota. No volvieron a hacerlo. Así también los Setenta. La Vulgata dice al revés: no cesaron de allí en adelante. La institución de los ancianos se mantuvo hasta los tiempos de Cristo, aunque en forma modificada. En tiempos de Jesucristo el Sanedrín, o Gran Concilio, se componía de “los jefes principales, los escribas y los ancianos”.

[967] 29. ¡Ojalá que todos... fuesen profetas! Admiremos esta libertad de espíritu, que no pretende monopolizar el don de Dios. De la misma manera se expresa el Apóstol respecto de los gentiles en varias ocasiones. En la Carta a los Corintios exhorta a los cristianos a codiciar el don de la profecía (I Corintios 14, 39); a los Tesalonicenses les dice: “No apaguéis el Espíritu” (I Tesalonicenses 5, 19), y en la Epístola a los Filipenses excusa a los que predican a Cristo por “emulación”, y se consuela con el pensamiento de que Cristo es predicado, aunque “con pretexto” (Filipenses 1, 17 s.). El más hermoso ejemplo de libertad espiritual nos lo dio Jesús en Marcos 9, 38 s. Cuando los discípulos le dijeron: “Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre, y el tal no nos sigue, por lo que se lo impedimos, porque no anda con nosotros”, les dijo Jesús: “No se lo impidáis, porque nadie, haciendo milagro en mi nombre será luego capaz, de hablar mal de mí”. Cf. Lucas 9, 54 s.

[968] 32. Véase Éxodo 16, 12 s.; Salmo 77, 26 ss.; 104, 40. Diez gómor son 3.644 litros, cantidad suficiente para alimentar una familia durante todo un año.

[969] 33. El nombre del lugar significa: Sepulcros de la concupiscencia. Véase v. 3 y nota.

[970] 1. La mujer de Moisés, Seforá, hija de Jetró de Madián (país situado en los límites de Arabia y de la península de Sinaí), es llamada aquí, en sentido despectivo, “mujer de Cus”, o sea, etiopisa. Es para estigmatizarla como extranjera y quitarle el prestigio que tenía como esposa de Moisés. Es posible también que Seforá se haya preciado de ser más que María, la cual, lo mismo que Aarón, temía quizás que una mujer de raza, no israelita desacreditase la autoridad del caudillo. El Señor, siempre fiel, sale inmediatamente en defensa de su amigo, con una severidad que solo se aplaca ante la caridad del mismo Moisés. En sentir de San Jerónimo y Ambrosio las murmuraciones de María y Aarón son figura de la envidia judía por la extensión del reino de Dios sobre los pueblos gentiles.

[971] 3. Hombre muy manso: “Moisés que mostraba tanto celo cuando se trataba de la gloria del Señor, no desplegaba sus labios, y sufría en silencio las injurias propias, y que se murmurase de él por unas personas tan cercanas como eran sus hermanos. Era en esto imagen y fiel discípulo de aquel Señor, que siendo manso y humilde de corazón (Mateo 11, 29) y que no respondiendo cuando se le cargaba de injurias (I Pedro 2, 23), se inflamaba en santo celo por la gloria de su Padre, contra los profanadores de su Templo y transgresores de su Ley” (Scío). Bea propone otra versión: Estaba Moisés muy afligido (Institutiones Biblicae, I, pág. 87).

[972] 7. Mi siervo: Es el título más honroso que Dios confiere a los hombres santos del Antiguo Testamento. Así le llama a Abrahán (Génesis 26, 24) y a Job (Job 1, 8). La Virgen Santísima se llama “sierva del Señor” (Lucas 1, 38), y el mismo Cristo lleva en las visiones de Isaías el nombre de siervo. Fiel en toda mi casa, es decir, en el pueblo de Dios. Cf. v. 3; 16, 15. San Pablo cita este versículo comparando a Moisés con Cristo, que fue “fiel como hijo sobre su propia casa, que somos nosotros” (Hebreos 3, 5 s.). Cf. I Timoteo 3, 5 y nota.

[973] 8. Cf. Éxodo 33, 11. Cara a cara, esto es, en forma visible y como amigo, sin manifestarle la divina esencia, la cual no puede ver el hombre mortal (Éxodo 33, 20 y nota). Cf. Deuteronomio 34, 10. Los profetas vieron algo de la grandeza de Dios, pero no a Él mismo. Cf. Isaías 6, 1 ss.; Ezequiel 1, 4 ss.; Amós 9, 1; Habacuc 3, 3 ss., etc.

[974] 1 ss. Véase Deuteronomio 1, 20 ss.

[975] 16. Oseas se llamará en adelante Josué. El nombre significa salvador, lo mismo que Jesús: por lo cual Josué es llamado a veces Jesús (cf. Hechos 7, 45, texto griego). El nombre indica la misión que tendrá Josué, a saber, salvar a su pueblo, conduciéndolo a la tierra prometida.

[976] 17. Négueb: la parte meridional de Palestina.

[977] 21. Esto es, desde el extremo sur hasta el extremo norte de Palestina. El desierto de Sin (hebreo Tsin, no el desierto de Sin mencionado en Éxodo 16, 1) se extendía al sur de Palestina. La ciudad de Rehob estaba en la región del Líbano (Jueces 18, 28), y Hamat en Siria.

[978] 22. Hijos de Enac: gigantes. Véase v. 33; Deuteronomio 1, 28; 2, 10; Josué 11, 21. Tanis, en hebreo Zoan, probablemente residencia de los Faraones en tiempos de Moisés. Zalama la atención que la fecha de la fundación de Hebrón, donde se encuentra la tumba de los progenitores del pueblo hebreo, esté combinada con la fundación de Tanis, ciudad dé Egipto. ¿Cuál ha de ser la razón sino el que esta última se supone mejor conocida de los lectores del Pentateuco? Este detalle sería inexplicable en este capítulo si se lo supone escrito mucho tiempo después del Éxodo, cuando los hebreos habitaban ya desde siglos en Palestina y conocían muy bien a Hebrón y muy poco a Tanis (Vigouroux, Polyglotte). Cf. Salmo 77, 12 y 43.

[979] 23. El Valle de Escol, o Torrente del Racimo, como traduce San Jerónimo, se busca al sudoeste de Hebrón.

[980] 26. Cades, situada en la parte norte del desierto de Farán, a ochenta kilómetros al sudeste de Bersabee.

[981] 32. La tierra consume a sus moradores: Parece aludir a ciertas epidemias que tal vez reinaban en el país, o a las continuas luchas de unos con otros, o bien ha de tomarse en sentido metafórico: no es posible vivir y prosperar en él. Todo el relato es una burda mentira, y constituye una ofensa para Dios, quien les había prometido ese país. De ahí el terrible castigo de los exploradores mentirosos (14, 36-37) y también del pueblo que les dio crédito (14, 23). Nada duele tanto a Dios como la desconfianza en su corazón de Padre. Su misericordia desciende sobre nosotros en la medida en que esperamos en Él (Salmo 32, 22; Marcos 9, 22).

[982] 5 s. Se postraron rostro en tierra, para rogar a Dios que les ayudase en suprimir la rebelión del pueblo. Rasgar los vestidos (v. 6) era señal de dolor e indignación. Véase en Eclesiástico 46, 9-12 el elogio de Josué y Caleb.

[983] 13 ss. “Moisés intercede por el Israel culpable. Hermosa figura de Nuestro Señor Jesucristo «semper vivens ad interpellandum pro nobis», Hebreos 7, 25” (Fillion). A pesar de que los rebeldes habían injuriado a Moisés este intercede por ellos y pide perdón por el pecado del pueblo. Véase lo que se dice sobre Moisés en Salmo 105, 23. Cf. Éxodo 32, 12; Deuteronomio 9, 26; 32, 27; Ezequiel 22, 30 y nota.

[984] 18. Rico en misericordia, etc.: Cf. Éxodo 20, 5; 34, 6 s.; Salmo 85, 15; 144, 8. Si no miramos así a Dios, como de una bondad esencialmente activa, no lo podemos amar, porque no esperamos de Él sino exigencias y castigos. ¿Es así como quisiéramos que nuestros hijos pensaran de nosotros? ¿Cómo entonces no llenar para con nuestro Padre Celestial ese requisito esencial de la caridad, “haciendo con Él lo que queremos que nuestros hijos hagan con nosotros”? (véase esta “regla de oro” en Mateo 7, 12 y nota). El hombre soberbio no se aviene a esta regla y no quiere creer en la misericordia de Dios, pues confía en sus propias fuerzas, y en vez de amar al divino Padre teme solamente sus castigos. Es el caso de los fariseos, que no pecaban por incredulidad —porque eran los más fervorosos en creer en Dios— sino por falta de amor. Moisés conoce el abismo del corazón misericordioso de Dios, quien busca siempre un motivo para no castigar, pues cifra su honor en proteger a su pueblo y conservar la gloria de Su nombre (v. 21). Véase Éxodo 32, 12; Deuteronomio 9, 27; Ezequiel 20, 9.

[985] 22. Diez veces, esto es, muchas veces. La cifra determinada se pone algunas veces por la indeterminada.

[986] 24. Además de Caleb, Josué (v. 30) podrá entrar en el país prometido. Están exentos del castigo también los levitas, cuya tribu no estaba representada entre los exploradores, de manera que encontramos p. ej. a Eleazar, hijo de Aarón, con Josué, repartiendo el país de Canaán (Josué 14, 1). Moisés y Aarón, aunque de la tribu de Leví, murieron antes de entrar en Canaán, por haber dudado de la misericordia de Dios (20, 10 ss.).

[987] 28 s. San Pablo recuerda este castigo en I Corintios 10, 10, y agrega: “todo esto les sucedió a ellos en figura y fue escrito para amonestación de nosotros, para quienes ha venido el fin de las edades”. Que habéis murmurado contra Mí: De aquí deducen algunos que no solamente fueron perdonados los niños y las mujeres, sino también los hombres que no murmuraron.

[988] 30. Este juramento se recuerda en el Salmo 94, 8-10; con que comienzan todos los días los Maitines del Oficio divino. Cf. Hebreos 3, 15.

[989] 33. Vuestras infidelidades: El hebreo dice: vuestras fornicaciones, ya que la alianza entre Dios e Israel se consideraba como un matrimonio y la infidelidad del pueblo y su apostasía como fornicación y adulterio. Los cuarenta años son recordados en Hebreos 7, 36; 13, 18.

[990] 37. Habían difamado el país: Esta rebeldía y soberbia (véase vv. 40 ss.) es lo que más ofende al corazón paternal de Dios, porque duda de su bondad y le cree capaz de traicionarnos. En eso consistió el pecado de Adán. Lo mismo hacen los que se atreven a criticar las Sagradas Escrituras o se escandalizan de ellas en vez de creer que la palabra de Dios es un instrumento de santificación, como Jesús mismo nos enseñó (Juan 17, 17). Cf. Romanos 1, 16; Santiago 1, 21.

[991] 45. Hormá, ciudad situada en la frontera meridional de Palestina. Recibió su nombre por los acontecimientos narrados en Núm. 21, 3 y Jueces 1, 17. En lengua hebrea su significado es destrucción.

[992] 2 ss. Los versículos 2-16 son leyes que completan las de Levítico capítulos 1-3.

[993] 4 ss. Véase Éxodo 29, 40.

[994] 12. El texto hebreo de los versículos 12-16 es más extenso que la traducción de la Vulgata.

[995] 19. Ofreceréis una ofrenda alzada. San Jerónimo, que conocía las costumbres hebreas, dice que estas ofrendas alzadas comprendían entre la cuadragésima y sexagésima parte de toda la masa. Cf. Éxodo 29, 24 y nota.

[996] 22 ss. La Ley antigua llama pecado las faltas hechas por ignorancia, de modo que se comprendía bajo el nombre de pecado cualquier olvido de la Ley u omisión indeliberada de un precepto. Por esos pecados de ignorancia se ofrecía todos los años un becerro (Levítico 4, 13 ss.; 4, 27 ss.). Aquí vemos modificada la ley anterior.

[997] 30. Con mano alzada, esto es, deliberadamente y con desprecio de la Ley. Véase Levítico 4, 2 y nota.

[998] 33. Se trata aquí de la aplicación de la Ley en un caso que parecía dudoso. Por tanto lo entregaron a Moisés.

[999] 36. Le apedrearon: ¿Y hoy día? Son muy pocos los cristianos que conocen y practican el descanso dominical. El domingo es para la mayoría día de diversiones profanas y hasta de pecados. Si hoy viniera Moisés ¿no apedrearía a ciudades enteras? Cf. Éxodo 20, 8 ss.; 31, 12 ss. Nehemías 13, 15 ss.

[1000] 38. Flecos, o borlas, en hebreo “tsitsith”. En cumplimiento de esta prescripción los israelitas llevaban borlas en los cuatro remates del manto. Así, cada día, cuando sus ojos veían las borlas recordaban los beneficios y mandamientos de Dios. El formulismo de los fariseos había hecho de esto una práctica puramente material, por la que Jesús los reprocha en Mateo 23, 5. Cf. Deuteronomio 22, 12; Éxodo 13, 9 y nota. En la dispersión se introdujo la costumbre de llevar debajo de los vestidos un escapulario con borlas en los cuatro ángulos. Para el tiempo de la oración usaban un manto especial. Todavía hoy es costumbre de los judíos investir de esta prenda a los jóvenes de trece años.

[1001] 1 ss. En este capítulo se nos presenta el primer intento conocido de crear un sacerdocio laico, independiente de la autoridad instituida por Dios. Moisés, que no era sacerdote, reconoció inmediatamente el alcance de este movimiento que en caso de imponerse hubiera socavado los fundamentos del régimen teocrático. Por eso no fue la mansedumbre (cf. 12, 3) la que le impulsó esta vez a interceder por los malhechores, sino que movido por el santo celo, pidió a Dios que no aceptara la oblación de los malhechores (v. 15). Coré, primo hermano de Moisés y Aarón, parece haberse sublevado por pura ambición y envidia, porque, siendo de la misma familia, quería participar en los honores y privilegios de los sacerdotes. No reconocía la idea de un sacerdocio instituido por Dios, proclamaba la igualdad de sacerdotes y laicos, y negaba prácticamente la autoridad de Aarón como jefe espiritual del pueblo. Movimientos semejantes encontramos también en las épocas cristianas, desde los gnósticos hasta las sectas modernas, todas las cuales coinciden en negar lo que dice San Pablo en Hebreos 5, 4. “Nadie se toma este honor sino el que es llamado por Dios como lo fue Aarón”. Por eso San Agustín compara a Coré con los herejes que dividen el Cuerpo místico de Cristo. Cf. 19, 6; I Corintios 12, 4 ss.; Ef. 4, 11. Datan y Abirón tenían muy otros motivos para sublevarse. A ellos no les importaba tanto la autoridad espiritual. Eran rubenitas, hijos del primogénito de Jacob y por eso creían tener derecho a ejercer cierta autoridad sobre las otras tribus. No podían comprender que Dios hubiese entregado todo el poder en manos de Moisés y Aarón, que eran de la tribu de Leví. Estos dos movimientos, el de los levitas que aspiraban a la dignidad sacerdotal, y el de los rubenitas que buscaban recuperar los derechos de la primogenitura, que habían perdido (cf. Génesis 49, 4 y nota), se unieron, y organizaron un motín que amenazaba destruir toda la obra que Moisés había hecho por orden de Dios.

[1002] 14. Sacar los ojos para que no vean lo que sucede. Es el argumento de todos los demagogos.

[1003] 15. Moisés se irritó en gran manera: Moisés aguantó con toda mansedumbre las injurias dirigidas contra él, mas ahora se llena de santa ira, porque acusan al mismo Dios. San Pablo nos da igual ejemplo en II Timoteo 4, 14 ss.

[1004] 22. Dios de los espíritus…, o sea autor de la vida. Cf. Génesis 6, 3; 7, 22.

[1005] 30. Scheol: La Vulgata vierte: Infierno. Es la morada de los muertos donde hay mansiones para los justos y los injustos. No pereció toda la familia de Coré, sino que quedaron salvos sus hijos (Núm. 26, 11 y 58). En tiempos de David algunos de su descendencia fueron cantores en el Templo y compusieron Salmos (I Paralipómenos 6, 22; II Paralipómenos 20, 19. Salmos 41-48, etc.). Véase Salmo 105, 17; Sabiduría 18, 20 s.; Judas v. 11.

[1006] 37. Son santificados, es decir, han sido usados para el culto y por eso están sustraídos al uso profano.

[1007] 48. La acción mediadora de Aarón, que intercedió por su pueblo y alcanzó que cesase la mortandad, es figura de Cristo, el verdadero Mediador entre Dios y los hombres. Por eso se llama a Cristo “Pontífice”, el puente que nos lleva al Padre. Cf. Juan 14, 6: “Nadie va al Padre, sino por Mi”.

[1008] 1 ss. “Este episodio de las varas sirvió para confirmar la divina elección de Aarón para el sacerdocio. Los autores de los Evangelios apócrifos se inspiraron en él para inventar otro semejante, que servirla para elegir esposo a la Virgen María. Tal es el origen de la vara florida de San José” (Nácar-Colunga).

[1009] 4. Ante el Testimonio, o sea, en el Santísimo del Tabernáculo, ante el Arca de la Alianza, en la cual se conservaba el Testimonio, es decir, las tablas de la Ley (Éxodo 31, 18).

[1010] 10. En la vara de Aarón, primeramente seca y luego floreciente, ven los santos Padres una figura de Cristo, primero humillado y muerto y después resucitado. También ven en ella una imagen de la santa Cruz, leño seco, que luego produjo frutos de gracia. San Pablo nos recuerda que esta vara se guardaba en el Arca (Hebreos 9, 4). San Bernardo ve en ella una figura de la Santísima Virgen.

[1011] 1. Llevaréis las culpas de vuestro sacerdocio: sois responsables por las faltas en el ejercicio de vuestro ministerio y en todo lo que se refiere al Santuario y al culto. Cf. 17, 12-13.

[1012] 9. Comienza a enumerar los emolumentos de los sacerdotes. Vivían del Santuario, correspondiéndoles ciertas porciones de las víctimas, las primicias de los frutos, los primogénitos de los animales y el precio de rescate de los hijos primogénitos. Con esto podían sustentarse honradamente y dedicarse por completo al servicio de Dios (cf. v. 20; 1, 49 y notas). En el Nuevo Testamento el sustento de los sacerdotes está asegurado por el ejercicio de las funciones sagradas, sobre todo por la predicación del Evangelio: “¿No sabéis que los que desempeñan funciones sagradas, viven del Templo, y los que sirven al altar del altar participan? Así también ha ordenado el Señor, que los que anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio” (I Corintios 9, 13-14).

[1013] 11. Ofrendas mecidas: Véase Éxodo 29, 24 y nota.

[1014] 14. Sobre la consagración por anatema véase Levítico 27, 21 y 28 s. Cf. Éxodo 22, 20 y nota.

[1015] 18. Véase Levítico 7, 28-34.

[1016] 19. Pacto de sal: pacto inalterable. “La sal es símbolo de la perpetuidad, porque conserva la carne” (Jümemann), los antiguos acostumbraban comer sal cuando hacían un pacto. Cf. II Paralipómenos 13, 5; Levítico 2, 13 (la sal de la Alianza).

[1017] 20. No tendrás herencia. Cf. 35, 3-8. Yo soy tu porción: De ahí el nombre de clero, pues así se traduce en griego porción. Ningún otro nombre expresa mejor la condición del sacerdote, su íntima relación con Dios, y su necesario desprendimiento de los bienes materiales. Dios lo dispuso así para que los sacerdotes atendieran únicamente el servicio del Señor, el cual, habiéndolos provisto de todo lo necesario para la vida, debía ser la única riqueza y el único premio a cuya posesión habían de aspirar con sumo cuidado. Por eso el sacerdote avaro peca más gravemente que el laico, puesto que su profesión es ocuparse de Dios y esperar de Él el cumplimiento de su promesa: “Yo soy tu porción”. Es lo que dice también el Eclesiástico (45, 27). Cf. Salmo 15, 5 s.; II Timoteo 2, 6.

[1018] 21. A los levitas les correspondían los diezmos de los frutos con tal que entregasen el diezmo de estos diezmos al Santuario, es decir, a los sacerdotes (v. 25-32). En general, el levita llevaba una vida humilde y muchas veces se le menciona con el pobre, probablemente porque no se cumplía la ley de los diezmos. Cf. Deuteronomio 12, 12 y 18 s.; 16, 11 y 14.

[1019] 28. Este versículo dice en la Vulgata: Y de todas las cosas de que recibiereis primicias, ofreced al Señor, y dadlas al sacerdote Aarón.

[1020] 2 s. La Sinagoga cumplía este precepto todos los años en el Monte de los Olivos (San Jerónimo). Coincidencia simbólica, porque allí comenzó también Jesucristo a derramar su sangre para purificarnos de los pecados. Cf. nota 11 ss.

[1021] 4. Fuera del campamento: Véase Levítico 4, 12 y nota.

[1022] 9. Sobre el concepto de pecado (infracción involuntaria) véase Levítico 4, 2 y nota, Lo mismo en el v. 17.

[1023] 11 ss. El rito de la vaca roja es uno de los más misteriosos del ceremonial levítico. Se trata de purificar al hombre del contacto con la muerte y, cosa singular, todos los que participan en la confección del agua purificadora quedan ellos mismos impuros (v. 7-10). La muerte es, en efecto, el signo de la impureza por excelencia. Es el salario del pecado (Romanos 6, 23), y a la vez su consecuencia. El rito de la vaca roja simboliza, en primer lugar, la purificación del alma después del pecado. La vaca debe ser roja, porque este color significa el pecado (cf. Isaías 1, 38), y por esta misma razón no puede ser inmolada en la proximidad del Tabernáculo, sede de la santidad y de la vida. Con su sangre hace el sacerdote aspersiones, semejantes a las que se hacen por el pecado del Sumo Sacerdote y de todo el pueblo (Levítico 4, 6 y 17), pero las hace desde lejos, pues esta víctima cuya ceniza purifica, contiene ella misma una impureza contagiosa. Los Santos Padres ven en el rito de la vaca roja una figura del sacrificio de Cristo, quien murió fuera de la ciudad (cf. Hebreos 13, 11-13), y en el agua purificadora una imagen del Bautismo, que recibe su virtud santificadora del sacrificio de Cristo. San Pablo se refiere a este misterio en Hebreos 9, 13 s., diciéndonos: “Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaca santifica con su aspersión a los inmundos y los purifica en la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, que por su Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mácula a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”

[1024] 1. Sobre el desierto de Sin véase 13, 22 y nota, María, en hebreo Miryam, profetisa y hermana de Moisés y Aarón, es figura de la Madre de Nuestro Señor Jesucristo. “Ella fue quien salvó a Moisés de las aguas, estuvo estrechamente unida con el sumo sacerdote Aarón, como hermana suya, y fue coadjutora de Moisés en la gran obra de la independencia de su pueblo. Profetizó y entonó su magnífico himno triunfal, celebrando el fin de la esclavitud y anunciando las futuras misericordias del Señor; en este himno ve la Iglesia una figura de canto de júbilo por la Redención” (Schuster-Holzammer).

[1025] 11 s. Dos veces, porque le faltaba la plena fe en la bondad de Dios (c. 12). Pensaba que Dios en vista de las reiteradas murmuraciones del pueblo (cf. 27, 14; Deuteronomio 3, 24 ss.; 32, 51) le negaría el agua, lo cual habría significado la muerte de todos y la anulación de la promesa divina de introducirlos en la tierra de promisión. De este modo Dios pasaría por mentiroso, y sus promesas no tendrían más valor que las de los hombres que prometen y no cumplen (cf. Romanos 11, 29). Por eso la duda de Moisés y Aarón no se dirigía contra la bondad de Dios, sino más bien contra su santidad y fidelidad. Esto quiere decir el término: “No me habéis santificado” (v. 12), y solo este concepto explica el grave castigo que Dios pronunció contra ambos. Ni Moisés, figura de la Ley, ni Aarón sacerdote de la Antigua Alianza, pudieron entrar ni introducir al pueblo en la tierra prometida. Esto estaba reservado a Josué (que quiere decir Jesús) para mostrar que solo Cristo sería el Redentor capaz de llevarnos al cielo (San Jerónimo). San Pablo nos explica el misterio de la peña: “La piedra era Cristo” (I Corintios 10, 4). De sus labios brotaron las aguas de la vida (Juan 7, 37 ss.; Ef. 5, 26), las palabras del Evangelio, “que es fuerza de Dios para salvación de todos los que creen” (Romanos 1, 16). Muchas veces encontramos en la Biblia la piedra como figura de Cristo. Cf. Génesis 28, 11 s.; Éxodo 17, 12: Josué 4, 20, etc. Él es también la piedra angular: Cf. Salmo 117, 22; Mateo 21, 42; Hechos 4, 11; Romanos 9, 33; I Pedro 2, 7.

[1026] 13. Meribá significa querella, contradicción. Así se llama en adelante este lugar en la Escritura. Cf. Salmos 80, 8; 94, 8; 105, 32 (donde se explica cómo Moisés llegó a pecar contra Dios).

[1027] 17. Los edomitas o idumeos eran hijos de Esaú, hermano del patriarca Jacob, y por lo tanto parientes de los israelitas. Su país se extendía desde el Mar Muerto hacia el Mediodía. El camino real es el que usan el rey y su ejército.

[1028] 22. El monte Hor está cerca de Cades, en la parte occidental de los montes de Seír (Edom). Se llama hoy Dschebel en Nebi Harún.

[1029] 24. Con su pueblo; esto es, con sus padres, en el seno de Abrahán. El Eclesiástico dedica a Aarón los versículos 7-27 del capítulo 45. “San Jerónimo y otros santos Padres observan que ni Aarón, en quien comenzó el sacerdocio levítico, ni María, que representaba los profetas, ni Moisés, que representaba la Ley, pudieron introducir al pueblo de Dios en la tierra de promisión, sino que estaba reservada esta gloria y poder a Josué, imagen de Jesucristo” (Páramo).

[1030] 26. Véase Éxodo 29, 29 y nota.

[1031] 1. Arad, hoy Tell Arad, es decir, ruina de Arad, situada a unos 25 kilómetros al sur de Hebrón. Por el camino de Atarim: Vulgata: por el camino de los exploradores.

[1032] 2. Destruiré completamente: El hebreo usa el término “cherem”, en griego “anatema”, lo que quiere decir que hicieron el voto de consagrar al exterminio todas aquellas ciudades. Cf. Éxodo 22, 20 y nota.

[1033] 3. Sobre Hormá véase 14, 45 y nota.

[1034] 5. Este pan miserable: Así habla un pueblo que comía el maná, el pan celestial, el “pan angélico”, como, lo llama el Salmista (Salmo 77, 25). Les parece insípido porque lo reciben gratis diariamente y no piensan en el Autor de ese don, ni le dan gracias. San Pablo los trata, por eso, como tentadores de Dios (I Corintios 10, 9), porque despreciar un don es despreciar al donante. Los israelitas ingratos son como hijos que comen durante años enteros los mejores manjares de la mesa de sus padres, sin reflexionar sobre el amor y el trabajo con que estos se los preparan. Lo mismo sucede con el maná de la nueva Alianza, la Eucaristía, que muchos toman sin pensar en el amor de Aquel que “los amó hasta el fin” (Juan 13, 1).

[1035] 8 s. Una serpiente: La palabra hebrea significa también abrasador, por lo cual algunos autores vierten: una serpiente abrasadora. Vulgata: serpiente de bronce. Esta serpiente de bronce, remedio contra las mordeduras de las serpientes, era, como dice Jesús a Nicodemo, figura de la Redención, símbolo del alzamiento de Cristo en la Cruz, y recibió su virtud solamente por Aquel que se dejó elevar en la Cruz para salvarnos de la mordedura de la antigua serpiente (cf. Juan 3, 14 s.). “De la misma manera, para escapar de la muerte eterna, bastará mirar confiadamente al Cordero inmolado en la Cruz. Es decir, para inducir a la humanidad a recurrir a la misericordia divina, el Altísimo mandó a su Verbo que tomase carne y sufriese treinta años sobre la tierra para someterse finalmente a los dolores e ignominias de la Pasión” (Pinard de Boullaye). De aquí se deduce el inmenso valor del crucifijo, al que el cristiano debe llevar siempre consigo y tener en su casa con preferencia a cualquier otra imagen. La serpiente de bronce se conservó en el Templo hasta el tiempo del rey Ezequías, quien la hizo pedazos, para evitar su culto idolátrico (IV Reyes 18, 4).

[1036] 10 ss. Nácar-Colunga describe esta última etapa del viaje de la siguiente manera: “De Farán sigue Israel en dirección sur hasta Asiongaber (hoy golfo de Aqaba), bordeando por el oeste los montes de Seír; luego pasan al este de ellos, y siguen en dirección norte, pero sin tocar la tierra de Moab y Ammón, que dejan a la izquierda, hasta llegar a la tierra de los amorreos, Sehón y Og, a quienes piden permiso para pasar hasta bajar al valle del Jordán, enfrente de Jericó”.

[1037] 13. El Arnón divide a los moabitas de los amorreos. Es el río principal que desde el oriente desemboca en el Mar Muerto.

[1038] 14. El Libro de las guerras de Yahvé no se ha conservado. “Era una colección de cantos de guerra, donde se celebraba las gestas de Yahvé por medio de los israelitas y en favor de ellos” (Crampón). Heinisch lo identifica con el Libro de los Justos, citado en Josué 10, 13; II Reyes 1, 18. La cita del Libro de las Guerras de Yahvé es incompleta. Comenzaba tal vez así: Atravesamos victoriosos...

[1039] 20. Fasga: Montaña en la parte septentrional de Moab.

[1040] 24. Yaboc, nombre del río principal de Transjordania y afluente del Jordán. Cf. Génesis 32, 22.

[1041] 29. Pueblo de Camos: Los moabitas. Camos era el ídolo principal de los moabitas. Cf. III Reyes 11, 7 y 33; IV Reyes 3, 27.

[1042] 33. Basan es nombre de la región que se extiende al este del Mar de Galilea. Su nombre posterior es Gaulanitis, Traconitis, Batanea.

[1043] 34. Estos dos grandes triunfos, relatados también en Deuteronomio capítulo 3, son a menudo rememorados en la Biblia como otras tantas pruebas de la misericordia de Dios con su pueblo. Cf. Salmos 134, 11 y 135, 19 s.; Josué 2, 10; Nehemías 9, 22.

[1044] 2 ss. Balac, rey de Moab, renuncia a la resistencia activa y busca, en unión con los madianitas, vecinos de su país (v. 4), otro remedio para deshacerse de los israelitas. Recurre a la magia, que estaba muy en boga entre los pueblos paganos. Envió una embajada al más famoso mago que conocía y que vivía junto al Rio (v. 5), es decir, en la región del Éufrates. Su nombre era Balaam. Balaam temía a Yahvé, como se ve por el versículo 8, y tal vez también los prodigios que Yahvé hiciera en favor de su pueblo. Lo cierto es que sus vaticinios sobre Israel fueron inspirados por Dios. Santo Tomás toma a Balaam por profeta del demonio, mas añade que estos no siempre hablan por revelación de los demonios, sino que algunas veces por revelación divina. Véase 24, 14 y nota. Balaam es el prototipo de los falsos profetas y predicadores que juran no decir otra cosa que la palabra de Dios, mas en realidad no se distinguen del mundo contrario a Dios, buscan su propia ventaja y dan consejos (cf. 31, 16) que pervierten a las almas rectas. A pesar de haber sido prevenido dos veces (v. 12 y 20) por el mismo Yahvé, Balaam no se sometió interiormente a la voluntad de Dios, sino que bendijo a Israel de mala gana porque temía la espada del ángel que le había amenazado en el camino. San Pedro se refiere a este profeta al hablar de la codicia de los falsos maestros y predicadores que “con halagos atraen las almas superficiales y su corazón está versado en la codicia; son hijos de la maldición que, dejando el camino derecho, se han extraviado para seguir el camino de Balaam, hijo de Beor, que amó el salario de la iniquidad” (II Pedro 2, 14 s.). Cf. Judas 11 y Apocalipsis 2, 14 y notas.

[1045] 7. El estipendio de mago: lo que se daba a los magos en recompensa de sus conjuros. Balac no escatimaba los regalos, puesto que una maldición eficaz hubiera librado a él y a su pueblo.

[1046] 22. El Ángel de Yahvé: o el mismo Yahvé, como en Génesis 32, 24, o, según Orígenes el Arcángel San Miguel, protector del pueblo de Israel (Daniel 10, 13 y 12, 1).

[1047] 28. SI texto no permite dudar de que se trataba de un suceso milagroso. Si un ser irracional se pone a hablar es por obra de Dios, quien de esta manera confunde el soberbio entendimiento de los hombres. Por esto dice San Pedro que el animal hablando en voz humana, reprimió la locura del profeta (II Pedro 2, 16); y San Agustín observa que el milagro no consistió en que Dios diese entendimiento a un animal, sino en que por boca de este hizo oír a Balaam de una manera comprensible lo que quería decirle.

[1048] 36. Ir-Moab, o Ar-Moab (cf. 21, 28; Deuteronomio 2, 9 y 18). La Vulgata traduce: una ciudad de Moab, lo cual corresponde al sentido etimológico del nombre de la ciudad.

[1049] 39. Kiryat-Husot: También este nombre ha sido traducido por San Jerónimo según la etimología: la ciudad que estaba en los últimos términos de su reino.

[1050] 41. Bamot-Baal, o sea alturas de Baal, un monte no lejano del Fasga (21, 19 s.).

[1051] 1. Nótese el número siete, de carácter sagrado también entre los pueblos paganos.

[1052] 7. De Aram: de Mesopotamia. Cf. Deuteronomio 23, 5.

[1053] 8 ss. Esta primera bendición de Balaam quiere decir: Israel es una nación bendita de Dios (v. 8), un pueblo separado de todos y a la vez numeroso como el polvo (v. 10). Lo primero lo notamos en todo el Antiguo Testamento; lo segundo se cumple hoy en el milagro patente del pueblo judío, único de la antigüedad que subsiste todavía y vive en medio de todos los pueblos sin mezclarse con ninguno; en la tercera se confirma la promesa hecha a Abraham (Génesis 13, 16), que aún está por cumplirse hasta el fin de los tiempos, cuando Israel se convierta a Cristo (Romanos 11, 26). Lo veo (v. 9), es decir, a Israel. Los justos (v. 10): los hijos de Israel, que habían pasado por la prueba de las serpientes abrasadoras (21, 4 ss.). Su estado moral no era óptimo, pero aquí se trata de su elección como pueblo de Dios y no de la conducta del individuo. Las profecías de Balaam se refieren literalmente a Israel, y típicamente a los cristianos. Merced al sacrificio de Cristo en la Cruz (Juan 3, 14) tenemos la confianza de ser justificados ante Dios; pues “si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Romanos 8, 31).

[1054] 14. Al Campo de los Atalayas: Vulgata: a un lugar elevado.

[1055] 18 ss. También este segundo vaticinio contiene tres bendiciones: Dios está en Israel y protege a su pueblo, anticipándoles los triunfos del Mesías (v. 21 y 22); Israel adora al verdadero Dios y no tolera ni agüeros ni adivinos (v. 23); Israel se alzará contra sus enemigos como un león (v. 24). Véase 24, 17.

[1056] 22. Búfalo: Otras traducciones: toro salvaje, unicornio, rinoceronte. El sentido es: Dios protege a un pueblo con fuerza sobrehumana.

[1057] 28. Fegor: monte al norte del Fasga (21, 20; 23, 14), donde se daba culto a Baalfegor (25, 3).

[1058] 4. Recibe visión: literalmente: el que cae, es decir, el que tiene accesos de éxtasis. Es lo que se dice en otras palabras en el versículo 3: el hombre de ojos cerrados: arrebatado en éxtasis, el vidente tiene cerrados los ojos del cuerpo, pero abiertos los del alma. Cf. I Reyes 19, 24; Ezequiel 2, 1; Daniel 8, 18; Apocalipsis 1, 17.

[1059] 5 ss. La tercera profecía de Balaam describe la fertilidad de la tierra prometida (v. 5-7) y el invencible poder del pueblo de Dios (v. 7-9).

[1060] 7. Llama la atención la mención de Agag en esta profecía. Un rey de ese nombre reinó sobre Amalec en la época de Saúl, cuya derrota se narra en I Reyes capítulo 15. A ese o tal vez a otro rey de Amalec, parece referirse Balaam. Algunos opinan que el nombre de Agag era común a los reyes de Amalec como el de Faraón a los de Egipto.

[1061] 14. En la Vulgata este versículo tiene otro sentido; dice: Esto no obstante al volverme a mi pueblo daré un consejo sobre lo que tu pueblo hará con este pueblo en los tiempos postreros. A este consejo se refiere, quizás, Moisés en 31, 16. Su cumplimiento vemos en 25, 1 ss. Por eso dice Santo Tomás de Aquino que el don de profecía puede ser dado a un pecador, pues no es para su beneficio sino para el de otros.

[1062] 15 ss. En su cuarto y último vaticinio Balaam anuncia, bajo la figura de una estrella, la gloria más grande de Israel. La estrella simboliza a Cristo, quien será la verdadera luz del mundo (Juan 1, 9; Lucas 3, 32; Apocalipsis 22, 16; Isaías 9, 2; 42, 6; 60, 1-3). El brillo de las estrellas es símbolo natural de la grandeza de un rey. De ahí que los antiguos relacionaban la aparición de una estrella con el nacimiento de un gran rey (Virgilio, Eclog. 9, 47; Horacio, Od. 1, 12, 26). Cf. Mateo 2, 2. El cetro (v. 17) significa el reino de Cristo, “rey de los reyes y Señor de los señores” (Apocalipsis 19, 16). Solo en Él y en ningún otro rey de Israel, ni siquiera en David, se cumplió esta profecía. (Cf. Génesis 49, 10; Salmos 2, 9; 109, 2; Lucas 1, 32; Apocalipsis 2, 27; 19, 15).

[1063] 17 s. Los hijos de Set: Algunos vierten: los hijos de Seir (los edomitas), que se mencionan en el v. 13; otros: los hijos del tumulto. En todo caso se trata de los enemigos del Mesías. El tipo de esos enemigos es Edom, que varias veces fue vencido por Israel.

[1064] 19. Los restos de la ciudad, o sea, todos los enemigos, hasta el último.

[1065] 20. Amalec fue el primer pueblo que atacó a Israel, por lo cual representa a todas las naciones enemigas.

[1066] 21 s. Los cineos habitaban en Madián, al sur de Edom. Una parte de ellos se unió con los Israelitas (Jueces 1, 16; 4, 11), y la otra con los amalecitas. Fueron subyugados cuando los reyes asirios redujeron a esclavitud todos los pueblos de aquella región, probablemente bajo Asarhaddón, alrededor del año 676 a. C.

[1067] 24. Kitim: Chipre; en sentido más amplio todos los países occidentales, especialmente Grecia e Italia. De ahí la traducción de San Jerónimo: Italia. Cf. Génesis 10, 4. Eber: Vulgata: hebreos. Indica aquí los pueblos del otro lado (del Éufrates). Este es el sentido etimológico del nombre. Termina, pues, la profecía con el anuncio de la ruina de los grandes reinos. Solo el reino de Dios subsistirá.

[1068] 1. Sitim, o Setim, abreviación de Abel-Hassittim, situada en la ribera oriental del Jordán, frente a Jericó.

[1069] 3. Baalfegor, o Fegor (v. 18), era una divinidad obscena, a la cual daban culto los moabitas. Véase 23, 28.

[1070] 9. San Pablo (I Corintios 10, 8) habla de 23.000, pero añade: “en un solo día”, así que no entran en su cuenta los que fueron muertos por los caudillos (v. 5).

[1071] 12. Su celo por Dios le valió a Finés el pacto de1 sacerdocio. “Finés sucedió, en efecto, a Eleazar en la dignidad de Sumo Sacerdote (Jueces 20, 28). Más tarde, después de una interrupción momentánea que duró desde Helí a David, Sadoc, del linaje de Finés, fue instalado en las funciones pontificales, que permanecieron en la familia de Finés hasta la caída del Estado judío” (Fillion). Se alaba a Finés también en Salmo 105, 30 s. y Eclesiástico 45, 28-31. Cf. I Paralipómenos 6, 4 s.

[1072] 2 ss. Cf. el relato del primer censo (capítulo 1). En algunas tribus son las cifras inferiores a las del censo anterior, a causa de las pérdidas narradas en 11, 33; 14, 15; 21, 7; 25, 9. Además de estos dos censos hubo un censo indirecto con motivo de la recaudación de los tributos para el Santuario.

[1073] 10. Véase capítulo 16.

[1074] 14. La disminución catastrófica de la tribu de Simeón se explica por el castigo referido en el capítulo precedente, el que afectó, más que a las otras tribus, a la de Simeón, porque uno de sus príncipes había pecado por lujuria. Cargaba, además, sobre Simeón la maldición de Jacob (Génesis 49, 6 s.). En lo sucesivo la infeliz descendencia de Simeón desaparece casi completamente de la historia.

[1075] 19. Véase Génesis 38, 3 s.

[1076] 33. El episodio de las hijas de Salfaad se narra en el próximo capítulo.

[1077] 51. El resultado del censo anterior fue: seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres (1, 46). Solamente siete tribus crecieron en número, las otras disminuyeron, especialmente la tribu de Simeón (cf. v. 14 y nota). Véase 1, 45 s. y nota.

[1078] 54. Admiremos la justicia divina que reparte el país según el número de los hijos de cada tribu; única medida para evitar catástrofes de carácter social. Cf. Josué 11, 23; 14, 1. En otro lugar (Levítico 25, 13 ss.) dispone Dios que en el año jubilar las posesiones vendidas vuelvan a formar parte de la heredad de sus dueños anteriores.

[1079] 61. Véase 3, 2 ss.; Levítico 10, 1 ss.

[1080] 65. Morirán. Cf. 14, 22 s. San Pablo dice que no pudieron entrar en el país prometido a causa de su incredulidad (Hebreos 3, 19) y compara su conducta con la de los judíos que no creyeron en Cristo y fueron reemplazados por los gentiles (Hebreos 4, 1 ss.). Cf. Mateo 8, 10-12; Romanos 11, 30-32.

[1081] 3. El pecado de Salfaad consistió, según los intérpretes en haber murmurado, como todos los demás, en la sedición provocada por los exploradores (14, 1 ss.). La solución de este caso se da en los versículos 7-11, donde una vez más admiramos la bondad de Dios que no permite que una familia pierda la posesión de sus padres. Cf. Josué 17, 4.

[1082] 12. Abarim: la montaña que se extiende a la orilla oriental del Mar Muerto, desde el Arnón hacia el norte. El monte Nebo forma parte de esta montaña.

[1083] 13. Te reunirás con tu pueblo: Sobre este término que implica la fe en el más allá, véase Génesis 25, 8; 35, 29; 49, 32; Núm. 20, 24; 31, 2; Deuteronomio 10, 6, etc.

[1084] 14. Véase 20, 11 s. y nota; Deuteronomio 1, 37; 32, 51; Salmo 105, 33. Sobre el desierto de Sin, véase 13, 21 y nota.

[1085] 15. “Semejante a Jesucristo cuando dice a las mujeres de Jerusalén que no lloren sobre Él, sino sobre los hijos de ellas, Moisés, en vez de entristecerse o prorrumpir en vanas quejas, atiende al porvenir de aquellos que le han sido encomendados y por quienes de buena gana daría la vida” (Bover-Cantera).

[1086] 18. Varón de espíritu: He aquí el nombre más honorífico que se puede dar al jefe de un pueblo, y a la vez la piedra de toque de la vocación auténtica de un gobernante. El mundo de hoy está en peligro de perder el espíritu y lo ha perdido ya en gran parte; el desorden espiritual, cultural, económico y político ya no se deja tapar con palabras, y la escasez de hombres de espíritu es tan alarmante, que no sabemos adónde vamos a parar. Los dirigentes de los pueblos deben estar llenos del espíritu de Dios, conocedores de su ley y dóciles instrumentos de su voluntad, tal como Moisés. Josué y los ancianos de Israel, que recibieron parte del espíritu que residía en Moisés (cf. 11, 10-30; Deuteronomio 34, 9). También los Jueces necesitaban el espíritu de Dios para gobernar (cf. Jueces 3, 10; 6, 34; 11, 29; 13, 25), lo mismo que los Reyes. A Saúl le invadió “el espíritu de Dios y se puso a profetizar” (I Reyes 10, 10). David sabía muy bien que Dios le había ungido con su espíritu. Por eso, al levantarse de su pecado pide ante todo que Dios le restituya el espíritu (Salmo 50, 12 ss.). Véase la doctrina de San Pablo sobre los carismas en I Corintios 12, 1 ss.

[1087] 21. Josué había de ser caudillo del pueblo pero no como Moisés, el que no solamente reunía en su mano el gobierno del pueblo, sino también los asuntos espirituales y hablaba con Dios cara a cara. Para conocer la voluntad de Dios Josué tenía que recurrir al Sumo Sacerdote.

[1088] 1. Los tres capítulos siguientes traen varias disposiciones relacionadas con los sacrificios y votos, las cuales, en gran parte, no son nuevas. Es muy posible que algunas leyes de la legislación del Sinaí hubiesen caído en el olvido, por lo cual Moisés se vio obligado a inculcarlas de nuevo. Cf. especialmente Levítico capítulo 23.

[1089] 2. Mi manjar: puede significar los sacrificios y las ofrendas en general, o solamente los panes de la proposición. San Jerónimo traduce: los panes.

[1090] 4. Entre las dos tardes; o sea, al crepúsculo vespertino.

[1091] 5. Un efa contenía 36,44 litros, un hin 6,7 litros.

[1092] 11. Al principio de vuestros meses; o sea, en las calendas o neomenias. “La fiesta de las Calendas, o primer día del mes, y los sacrificios que en ella se celebraban fueron instituidos por Dios para conservar la memoria de la creación del mundo, o mejor dicho, para reconocer la providencia y sabiduría del Supremo Gobernador del universo, dueño absoluto del tiempo y de las estaciones, cuyas vicisitudes y cambios señala la luna. A imitación de los israelitas, nos asegura Horacio en una de sus sátiras (I, IX, 69, 70) que honraban también los gentiles el primer día de cada mes hasta con prácticas ridículas, como la de bostezar tres veces los adoradores de la Luna, vueltos hacia el astro nocturno” (Bover-Cantera).

[1093] 16 ss. El primer mes: el Nisán que corresponde en parte a marzo, en parte a abril. Sobre Pascua, cf. Éxodo 12, 6-18; Levítico 23, 5; Núm. 9, 3; Deuteronomio 16, 1.

[1094] 26. Por la fiesta de las Semanas se entiende la fiesta de Pentecostés que se celebraba cumplidas las siete semanas después de Pascua. Cf. Éxodo 23, 16; 34, 22; Levítico 23, 10 ss.; Deuteronomio 16, 10.

[1095] 1. Todas las fiestas indicadas en este capítulo se celebraban en el mes de Tischri (sept.-oct.), con el cual comenzaba el año civil. Véase Levítico 16; 23, 26 ss.

[1096] 7. El día décimo es el día de la Expiación. Afligiréis vuestras almas: con contrición y ayuno. Véase Levítico 16, 29 y nota. Un bellísimo ejemplo de contrición y ayuno de todo un pueblo tenemos en Nehemías capítulo 9.

[1097] 12. El día quince del mes de Tischri empezaba la fiesta de los Tabernáculos, la que duraba siete días. Cf. Éxodo 23, 16; 34, 22; Levítico 23, 39 ss.; Deuteronomio 16, 13 ss.

[1098] 18. Conforme al rito, expuesto en los versículos 3 ss., 9 s., etc.

[1099] 35. Asamblea solemne: En hebreo se usa el término “atséret”, cuyo sentido es obscuro. Significaría, según algunos, reunión obligatoria, según otros, abstención del trabajo. Cf. Levítico 23, 36; Deuteronomio 16, 8; II Paralipómenos 7, 9; Nehemías 8, 18.

[1100] 3 ss. Sobre los votos véase Levítico capítulo 27. Aquí se trata la misma materia bajo otro aspecto y se fijan las normas, según las cuales el padre o el marido pueden anular el voto de una mujer, Cf. Deuteronomio 23, 21 ss.; Eclesiástico 5, 4; Mateo 5, 33-37.

[1101] 10. Tiene validez: Es que la viuda y la repudiada no estaban bajo la potestad de nadie.

[1102] 14. Mortificarse, en hebreo afligir el alma. Véase 29, 7 y nota. No se trata de voluntarias maceraciones del cuerpo, pues este concepto es extraño a la Biblia. Cf. Colosenses 2, 23 y nota.

[1103] 15. Algunos días: Otra traducción: de un día a otro, o sea durante veinte y cuatro horas.

[1104] 2. El mandato de tomar venganza de los madianitas se explica por los acontecimientos relatados en el capítulo 25. Serás reunido con tu pueblo: véase 27, 13 y nota.

[1105] 6. Finés había mostrado su celo por la Ley de Dios en el día de la matanza de los que fornicaban con las mujeres madianitas (capítulo 25). Seguramente por eso le tenía por el más indicado para aniquilar a ese pueblo lujurioso e idólatra.

[1106] 8. Balaam, hijo de Beor: el mago que de mala gana bendijo a los israelitas, y después dio el consejo de seducirlos mediante las mujeres madianitas. Cf. v. 16; 22, 2 ss. y nota.

[1107] 16. En el caso de Fegor. Vulgata: por el pecado de Fegor. Véase v. 6 y 8; 22, 2 ss. y notas.

[1108] 18. De esto se sigue que fueron matadas todas las mujeres casadas y las que habían participado en la seducción del pueblo. Las demás tenían la posibilidad de ser recibidas en el pueblo de Israel como mujeres o como esclavas. Con todo no se extinguió el pueblo de las madianitas. En tiempo de los Jueces invadieron a Palestina y fueron derrotados por Gedeón (Jueces caos. 6 y 7).

[1109] 24. Quedaréis limpios, pues estaban impuros por haber tocado a los muertos y los objetos del botín.

[1110] 28 ss. Dios no solo da normas para el reparto del botín, sino que se reserva también una parte del mismo para el Santuario, o sea, para los levitas, que eran los encargados del servicio de su santa Morada (v. 30). En adelante habrá otras reglas, variables según las circunstancias. Véase I Reyes 30, 24 s.

[1111] 48. Dios da la victoria (Proverbios 21, 31; I Macabeos 3, 19), por lo cual los generales victoriosos regalan al Santuario lo más precioso del botín, todos los objetos de oro. A la misma idea responde la costumbre de muchos generales modernos, de entregar su espada a un Santuario.

[1112] 52. O sea, mil kilos de oro, más o menos.

[1113] 3. Las nueve ciudades estaban todas en Transjordania, entre los ríos Yaboc y Arnón y no pertenecían a la tierra prometida (capítulo 34). Las dos tribus y media, que por ser más ricas en ganados reclaman para sí también los mejores pastos, desaparecen con el tiempo casi por completo, y las ciudades mencionadas cayeron en manos de los amonitas y moabitas. Los rubenitas perdieron ya en la época de los Jueces la conciencia de pertenecer a la comunidad israelita (Jueces 5, 16), y desaparecen de la historia de la misma manera que la tribu de Simeón (véase 26, 14). Así su riqueza se convirtió en ruina y se cumplió la profecía de Jacob (Génesis 49, 3). Estas tribus hambrientas de tierra son el tipo de los que confunden sus propios intereses con los del reino de Dios, ignorando que “el reino de Dios no consiste en comer y beber” (Romanos 14, 17).

[1114] 8 ss. Véase los capítulos 13 y 14; Deuteronomio 1, 19 ss.

[1115] 19. Al otro lado: En Cisjordania, o sea en Palestina propiamente dicha. En esta ribera: en Transjordania.

[1116] 25. Mi señor: Moisés.

[1117] 29. Efectivamente pasaron todos el Jordán, como se ve en Josué 4, 12 s.

[1118] 33. Esa mitad favorecida de la tribu de Manasés se componía mayormente de los hijos de Maquir (v. 39).

[1119] 38. Mudándoles los nombres: Esto se refiere a las dos ciudades de Nebó y Baalmeón, porque Nebó y Baal son nombres de dioses paganos. Pusieron (nuevos) nombres, probablemente los propios, como era costumbre de los vencedores.

[1120] 41. Sus aldeas: las de los amorreos. Havot-Jaír, esto es, las aldeas de Jaír.

[1121] 1 ss. Es este el capítulo más atrayente para geógrafos y arqueólogos bíblicos. “El autor sagrado nos da aquí las etapas que hizo Israel en su viaje desde Egipto hasta el sitio en que está. Son cuarenta, como los años de la peregrinación, número sin duda simbólico. De estas, solo diez y ocho nos son conocidas. La crítica introduce aquí una corrección textual muy justificada, que resuelve no pocas dificultades: Los versículos 36b-41 a deben transponerse después del 30a. No nos es posible hoy identificar todos los nombres de estos lugares, pero sí podemos seguir el itinerario general de Israel” (Nácar-Colunga). Según San Jerónimo son 42 las estaciones. San Ambrosio ve, en este itinerario, simbolizados los varios grados y progresos que debemos subir hasta llegar a la tierra de promisión, el cielo.

[1122] 4. Según tradición judía en la noche que salieron los israelitas. Dios derribó los ídolos de Egipto. Cf. Isaías 19, 1.

[1123] 36. Esionguéber, que aquí se menciona por primera vez, se hallaba sobre el golfo de Akaba. De allí zarparon las naves de Salomón y del rey Josafat que traían el oro de Ofir (III Reyes 9, 26; 22, 49; II Paralipómenos 8, 17; 20, 36).

[1124] 37. Hor: el monte en que murió Aarón. Cf. 20, 22 y nota.

[1125] 40. Négueb: región meridional de Palestina.

[1126] 52. Sus simulacros: Vulgata: títulos. Lugares altos: los santuarios, lugares de culto. Los pueblos de Canaán no tenían templos, sino que celebraban sus fiestas en lugares elevados. Véase Deuteronomio 7, 5; 12, 2; IV Reyes 23, 13.

[1127] 55. Cf. Josué 23, 13; Jueces 2, 3; Salmo 105, 36 s.

[1128] 1. En este capítulo Dios traza el mapa de la tierra prometida, la que abarca el territorio cisjordánico desde el Líbano hasta Cadesbarnea y hasta la punta meridional del Mar Muerto.

[1129] 3. El Mar Salado: nombre bíblico del Mar Muerto. Se llama salado porque casi la cuarta parte de su agua es sal.

[1130] 4. La subida de Acrabim. Vulgata: la subida del Escorpión; lo cual significa lo mismo. Los palestinólogos la ubican al sudoeste del Mar Muerto.

[1131] 5. El arroyo de Egipto, hoy Wadi el Arisch, que desemboca en el Mediterráneo al sur de Gaza.

[1132] 6. El Mar Grande: el Mediterráneo.

[1133] 7. Hor: La Vulgata dice: monte altísimo. No es idéntico con el monte Hor en que murió Aarón (cf. 20, 22 y nota) sino uno de los montes del Líbano, probablemente el Dschebel Akkar.

[1134] 8. La entrada de Hamat o Emat. Es un término que quiere decir: por donde se va a Hamat, o, en el camino de Hamat. Cf. 13, 21.

[1135] 11. Riblá, no la de la Siria (IV Reyes 23, 33). Ayin: Vulgata: la fuente de Daphnis. Mar de Kinéret: el lago de Genesaret. Cf. Deuteronomio 3, 17; Josué 11, 22; 19, 35.

[1136] 17. La repartición misma se narra en los capítulos 14-19 del libro de Josué.

[1137] 2 ss. Los levitas no recibieron heredad entre sus hermanos, porque su heredad era Dios (18, 20; 26, 62; Deuteronomio 10, 9; 18, 1). Vivían del Santuario y de los diezmos que en ciertas ocasiones no alcanzaban para su sustento (cf. 18, 21; Deuteronomio 12, 12 y notas).

[1138] 5. Dos mil codos: el codo tenía medio metro aproximadamente.

[1139] 8. Véase Josué capítulo 21.

[1140] 11 ss. Cf. Deuteronomio 19, 1 ss.; Josué 20, 2 ss. Los pueblos semíticos no hacían ninguna diferencia entre homicidio involuntario y premeditado. En ambos casos daban libertad de acción al vengador de la sangre, o sea al pariente más cercano, al cual correspondía el derecho y la obligación de vengar la sangre del muerto. La Ley mosaica introdujo una mitigación, creando ciudades de refugios para aquellos que por error o descuido causaban la muerte de una persona. El homicida voluntario, en cambio, no gozaba del derecho de refugiarse en una de esas ciudades. La mala intención del matador se probaba por los indicios señalados en los versículos 16-21 (cf. Éxodo 22, 2 s.). La Ley prohibía librarse de la “deuda de sangre” por medio del rescate (v. 31; Génesis 9, 6); de lo contrario sufriría menoscabo el principio de la igualdad de pobres y ricos ante la Ley. Sobre la expiación del homicidio véase Deuteronomio 21, 1-9; 27, 24 s. Al vengador de la sangre se le da en hebreo el nombre de “redentor” (goël), lo cual nos recuerda que nuestro Redentor y Vengador es Cristo, en su primera venida por medio de la Cruz, y en su segunda por la fuerza de la espada que sale de su boca (Apocalipsis 19, 15; cf. Isaías 63, 1-6). No menos simbólica es la institución de refugios para los inocentes. En el Antiguo Testamento al mismo Dios se llama Refugio (Salmos 17, 3; 45, 2; Isaías 4, 6), y en el Nuevo nuestro refugio es Jesucristo (cf. Romanos 8, 33 s.; Hebreos 6, 18 s.).

[1141] 14. En la otra parte del Jordán: Transjordania; puesto que este es el nombre bíblico de Transjordania.

[1142] 25. La muerte del Sumo Sacerdote pone fin a los derechos de venganza. San Gregorio Magno ve en esto prefigurada la amnistía que nos mereció Jesucristo, el Pontífice de nuestras almas (I Pedro, 2, 25). Cf. Hebreos 8, 1.

[1143] 1. Véase 27, 1-11.

[1144] 2. A mi señor: a Moisés. Cf. 32, 25.

[1145] 4. Véase Levítico 25, 13 ss.

[1146] 6 ss. Esta ley es de gran importancia social, porque impide que por el traslado de bienes una tribu se enriquezca a costa de otra. La tribu de Leví no estaba sujeta a esta ley porque no tenía posesiones. Sus hijos podían pasar a otras tribus sin ninguna dificultad. Así, por ejemplo, Santa Isabel, la madre del Bautista, de la tribu de Leví, pudo ser pariente de la Santísima Virgen (Scío, Crampon).

[1147] 1. Sobre la introducción al Libro del Deuteronomio véase la nota introductoria al Pentateuco. Al otro lado del Jordán: al oriente de Tierra Santa, en el Araba, es decir, en la depresión del valle del Jordán, la cual tiene su continuación al sur del Mar Muerto hasta el golfo de Akaba. Suf: nombre hebreo del Mar Rojo. Disahab: San Jerónimo traduce, según la etimología: donde hay muchísimo oro. Lo que sigue en este libro, es virtualmente una segunda promulgación de la Ley que hizo Moisés antes de entrar los israelitas en la tierra prometida. La promulgó “en gracia de aquellos que, o no habían aún nacido, o no tenían uso de razón la primera vez que fue promulgada; y también para imprimirla profundamente en el corazón de los hijos de Israel, antes de separarse de ellos por la muerte que veía cercana” (Páramo).

[1148] 2. Horeb: otro nombre del Sinaí. El Deuteronomio prefiere el nombre de Horeb, y solamente una vez dice Sinaí (33, 2). Seir: Edom, al sudoeste del Mar Muerto. Cadesbarnea: localidad situada en la parte norte de la península de Sinaí, donde los israelitas acamparon desde el envío de los exploradores (Números capítulo 13) hasta el fin de su peregrinación por el desierto, es decir 38 años.

[1149] 7. Montaña de los amorreos: la montaña de la Palestina, donde vivían los amorreos (Josué 5, 1). Sefelá: la región costera entre Jafa y Gaza, a lo largo del Mediterráneo. Négueb: parte meridional de Palestina. El río Éufrates: según Nácar-Colunga, “una glosa añadida por los copistas imbuidos en los vaticinios mesiánicos (Salmos 71, 8-11; 88, 26; Zacarías 9, 10)”.

[1150] 9. Véase Éxodo 18, 13-26.

[1151] 17. No hagáis acepción de personas: “Nuestra religión, dice San Jerónimo, no sabe hacer distinción de personas; no examina las condiciones, sino los sentimientos de cada cual; juzga al noble y al jornalero, al amo y al esclavo, según sus costumbres, y la gran nobleza ante Dios consiste en que seamos ricos en virtudes”. La gran importancia que Dios da a este precepto se ve por la insistencia con que lo repite en el Antiguo y Nuevo Testamento (16, 19; Levítico 19, 15; I Reyes 16, 7; II Paralipómenos 19, 7; Juan 7, 24; Santiago 2, 1; I Pedro 1, 17, etc.). Él obra así y quiere que le imitemos.

[1152] 19 ss. Véase Números capítulos 13 y 14.

[1153] 28. Hijos de Enac o enaceos: gigantes. Véase Números 13, 22 y nota.

[1154] 31. Este versículo y el 39 revelan ya el misterio más grande del cristianismo, que es, dice Pío XII, el misterio del corazón de Dios, o sea su amor paternal hacia nosotros. De ahí brota la doctrina de la infancia espiritual, con la cual Santa Teresa del Niño Jesús reveló al mundo, según Benedicto XV, el secreto de la santidad. Véase Proverbios 9, 4; Isaías 66, 12-13; Mateo 18, 3-4, etc. Nótese el contraste entre esa actitud de Dios y la desconfianza de los hombres.

[1155] 37. Alude al castigo que Dios pronunció contra Moisés (Números 20, 12). La murmuración del pueblo en las “Aguas de la contradicción” fue causa de que Moisés dudara de la misericordia de Dios. El buen pastor cayó allí por sus ovejas. El Espíritu Santo mismo lo explica así en el Salmo 105, 32-33.

[1156] 1 ss. Cf. Números 20, 14-21.

[1157] 4. El rey de Edom (Seír) les negó el paso (cf. Números 20, 14 ss.). Los hijos de Esaú: Los edomitas, que eran descendientes del patriarca Isaac. De ahí que los llamen hermanos.

[1158] 7. Y no te ha faltado nada: “¡Y ese pueblo, durante cuarenta años, siempre pensaba que carecía de algo! Un temor imaginario lo perseguía y lo hacía murmurar”.

[1159] 8. Por el camino del Arabá; es decir, esa parte del Araba que hoy se llama Wadi el Arabá y se extiende desde el Mar Muerto hasta el golfo de Akaba, donde se hallaban las ciudades de Elat y Esionguéber. Elat daba antiguamente al golfo su nombre: golfo elanítico. Cf. 1, 1 y nota.

[1160] 9. Los moabitas eran parientes de los israelitas por su descendencia de Lot, sobrino de Abrahán. Ar, llamada también Ar Moab, o Ir Moab, situada a orillas del Arnón, era su capital.

[1161] 10. Sobre los emitas véase Génesis 14, 5; sobre los enaceos 1, 28 y nota.

[1162] 11. Gigantes; en hebreo Refaím o Refaítas. Cf. 3, 11; Génesis 14, 5 y notas.

[1163] 12. Sobre los horreos véase Gén. 14, 6 y nota.

[1164] 19. También los amonitas eran hijos de Lot, como los moabitas (véase versículo 9 y nota).

[1165] 23. Caftoreos: Vulgata: capadocios. Caftor es el nombre antiguo de Creta. Los caftoreos (cretenses) aquí mencionados, son los filisteos que habitaban la costa entre Jafa y Gaza (cf. Génesis 10, 14; Jeremías 47, 4; Amós 9, 7). Más tarde, en tiempos de David, formaban ambos una tropa especial, la guardia real, los “cereteos y feleteos” (II Reyes 8, 18).

[1166] 24. Véase Números 21, 21-30. Toda la historia de Israel muestra que sus triunfos le fueron dados por Dios cuando no confió en sí mismo, sino en Él. Cf. Salmos 32, 16 s. y 43, 4.

[1167] 34. Exterminio, en hebreo “chérem” (anatema), que significa la destrucción completa. Como ejemplo véase la guerra contra los madianitas (Números capítulo 31). Cf. Levítico 27, 28 s. y nota.

[1168] 36 s. El Arnón: afluente oriental del Mar Muerto, Galaad: región septentrional de Transjordania. Yaboc: tributario del Jordán desde el Oriente, hoy día Nahr ez-Zerka.

[1169] 1 ss. Véase Números 21, 31-35. Sobre Basan véase Números 21, 33 y nota.

[1170] 2. Antes de que de hecho alcanzasen el triunfo, ya lo tenían, porque Dios se lo daba. Es esta una figura de la gracia. Por, los méritos de Cristo se nos ha dado la fuente de todas las gracias. Hace falta ahora que las aprovechemos mediante la fe y los sacramentos. Ya en posesión de la gracia santificante, participación de la misma vida divina, es preciso que tomemos conciencia de ella, que conozcamos nuestra grandeza de cristianos, como decía León Magno, y vivamos de acuerdo con ella. Cf. Romanos 6, 3 ss.

[1171] 8. El Hermón (Antilibano), llamado también Sirión (Salmo 28, 6) o Sanir (Cantar de los Cantares 4, 8), es el límite septentrional de Transjordania, el Arnón el límite sur.

[1172] 11. Cama: otros traducen sepulcro, o sarcófago. Las medidas son, si tomamos el codo ordinario, de 4,05 por 1,80 metros. No son de extraordinario tamaño estos sepulcros, cuyo nombre científico es “dolmen” (plural “dólmenes”). El P. Fernández, quien vio muchos de ellos en Transjordania, antiguo territorio de Og y de los gigantes, llamados Refaím (cf. Génesis 14, 5; Deuteronomio 2, 10), describe su forma más común de esta manera: “Consiste en cuatro grandes lastras de piedra colocadas verticalmente y dispuestas de modo que formen una especie de caja rectangular, cubierta con otra grande piedra; los intersticios se cerraban con piedras pequeñas... La piedra que sirvió de puerta, y que era al mismo tiempo uno de los cuatro lados de la caja, se ve ordinariamente yacente en el suelo” (Flor. Bibl. XII, 24 s.). Rabbat, capital de los amonitas. En tiempo helenístico se llamaba Filadelfia; hoy Ammán, capital de Transjordania.

[1173] 17. Arabá: Véase 1, 1 y nota. Kinéret: el lago de Genesaret. Cf. Números 34, 11. Mar Salado: Mar Muerto. El Fasga: montaña al este del Mar Muerto en la región septentrional de Moab. Cf. Números 23, 14.

[1174] 26. Véase 1, 37 y nota. Cf. 31, 2.

[1175] 29. Betfegor (casa de Fegor), más tarde ciudad de la tribu de Rubén, frente a Jericó.

[1176] 1. Para que viváis: Véase la queja de Jesús: “Vosotros no queréis venir a Mí para tener vida” (Juan 5, 40). Dios no necesita de nosotros, ni de nuestros obsequios (Salmo 15, 2). Si nos da una ley, es porque la necesitamos (a causa de nuestra ignorancia y maldad), para ser felices como Él quiere que seamos.

[1177] 2. No añadáis... ni quitéis; pues es palabra de Dios, y no de hombres. Cf. las tremendas maldiciones que San Juan fulmina contra los que se atrevan a adulterar el texto del Apocalipsis, añadiéndole o quitándole palabras (Apocalipsis 22, 18 s.).

[1178] 3. Véase Números 25, 1 ss.

[1179] 6. En esto consistirá vuestra sabiduría: Es esta una franca condenación, no de la inteligencia, pero si del intelectualismo que no se encauza en la Ley del Señor. La verdadera sabiduría consiste en cumplir los eternos mandamientos de Dios. Es lo que en otros pasajes se llama el “temor del Señor” (Job 28, 28; Salmo 110, 10; Proverbios 1, 7; 9, 10; 15, 33; Eclesiástico 1, 16; 1, 34; 19, 18). Esta sabiduría practica constituye la base y el punto de arranque de toda espiritualidad, con tal que se funde en el conocimiento de Dios (Juan 17, 3), porque sin el recto conocimiento del Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el hombre se desvía y cae en esas exterioridades y formulismos que son todo lo contrario de la sabiduría. Es lo que Jesús censura tantas veces en los fariseos.

[1180] 8. ¿Qué nación hay tan grande? La grandeza de Israel no consistió en sus armas, ni en su poder político o económico, sino exclusivamente en su carácter de pueblo elegido, que gozaba de una legislación divina, aunque por regla general la descuidaba y despreciaba. “Cierto que esta Ley era un preceptor severo (Gálatas 3, 24), pero conducía al pueblo a Cristo, no con castigos solamente, sino también con alegría” (Mons. Keppler). Como los israelitas, estamos también nosotros ciegos frente a los favores del Señor, pues son demasiado numerosos, y la ingratitud es el vicio humano por excelencia. Leyes y preceptos tan justos: ¿No es también ingratitud el que hayamos olvidado los valores jurídicos de la legislación israelita que sin duda era la mejor del mundo antiguo? Dice al respecto un jurista: “El valor jurídico de la Biblia en cuanto a la legislación de Israel se refiere, daría lugar a un libro envidiable de extraordinario interés, cuya lectura no nos cansaríamos de sugerir a los juristas estudiosos y a las Universidades y centros de cultura como tema de tesis o de premio. La triste caída de Israel fue causa de que se menospreciara sus tesoros al extremo de que el derecho romano, base del actual, apenas tenga dos o tres puntos en materia penal, que denuncien un rastro de la legislación mosaica”. Cf. por ejemplo la ley de la restitución de las posesiones (Levítico 25, 13 ss.).

[1181] 11. Véase Éxodo capítulos 20-23.

[1182] 19. Dios abandonó a los gentiles a la idolatría más ignominiosa (Romanos 1, 24 ss.; Gálatas 5, 19; Efesios 4, 19), la que se propagaba cada vez más por el mundo. Solamente los israelitas conservaban, por especial favor de Dios, el monoteísmo. Pueblo de su herencia: cf. Éxodo 4, 22; 19, 5 y notas.

[1183] 24. Véase 5, 9. Es esta una verdadera definición de Dios, que anticipa lo que nos dice San Juan: Dios es amor (I Juan 4, 8). Todo amor es celoso: lo da todo, pero no puede soportar el desvío. Por eso dice el Cantar de los Cantares (8, 6) que el amor es fuerte como la muerte y los celos son duros como el infierno. Véase Hebreos 12, 29; Santiago 4, 5; Éxodo 19, 5 s.; 20, 5; 34, 14.

[1184] 27. No viviréis mucho tiempo en ella: Alusión profética al cautiverio de Asiria y Babilonia.

[1185] 29. Buscarás o Yahvé: Cf. III Reyes 8, 47 ss.; Daniel 6, 10.

[1186] 30. Se refiere a la conversión de los judíos, anunciada por San Pablo para los últimos tiempos (Romanos 11, 25). Véase Baruc 4, 28 s.

[1187] 40. Para siempre: Este es uno de los pasajes en que los judíos fundan sus derechos a la posesión de Palestina.

[1188] 41 ss. Véase 19, 1-10; Números 35, 9-15.

[1189] 48. En vez de Sión ha de leerse tal vez Sirión, que es el monte Hermón. Cf. 3, 9; Salmo 28, 6.

[1190] 49. El mar del Arabá: El Mar Muerto.

[1191] 3. Se refiere al pacto del Sinaí, hecho no con los patriarcas, sino solamente con Moisés y su pueblo. Entre los oyentes del discurso de Moisés, se encontraban muchos que en su juventud habían presenciado el acontecimiento del Sinaí. Solo habían muerto los adultos, que eran los que habían murmurado.

[1192] 4. “Dios se hacía sensible al pueblo en el Sinaí; hablaba, pero sus palabras solo las entendía el profeta, quien las comunicaba al pueblo. Después cesó la visión, que infundía terror al pueblo, y Moisés subía adonde estaba Dios y comunicaba al pueblo las disposiciones divinas (Éxodo 19, 16 ss.; 20, 18 ss.; Hechos de los Apóstoles 7, 38 s.). San Pablo nos dirá luego (Gálatas 3, 19) que la Ley fue dada por ministerio de los ángeles, por mano del mediador que fue Moisés” (Nácar-Colunga). Moisés es por eso figura de Jesucristo que nos consiguió una alianza mejor (Hebreos 8, 6).

[1193] 6 ss. El texto de los diez mandamientos es casi el mismo que en Éxodo 20. Véase allí las notas.

[1194] 9 s. “No por esto se debe acusar a Dios de injusticia, sino más bien alabar su misericordia y sabiduría, por cuanto castigando con penas temporales a los nietos de los que le ofendieron con sus enormes delitos, pone a la vista de los otros un saludable escarmiento para impedir que caigan en semejantes excesos” (Scío). Cf. Éxodo 4, 24; 20, 5 s.; 34, 6 s. y notas.

[1195] 12 ss. Sobre el sábado véase Éxodo 16, 23 ss.; 20, 8 ss.; 31, 13 s.; Levítico 19, 3; Jeremías 17, 21 s.

[1196] 24. Se creía comúnmente que debía morir aquel a quien Dios se manifestase cara a cara. (Éxodo 19, 21; 33, 20 y 23; Jueces 13, 22; I Reyes 6, 19 ss.; Isaías 6, 5). Fúndase este temor en la idea de la infinita majestad de Dios.

[1197] 29. Véase la amarga queja de Jesús en Mateo 23, 37; Lucas 19, 42.

[1198] 4 ss. Este pasaje (versículo 4-9), que los hebreos llaman “Schma” (Oye), es para ellos el centro de la doctrina, y ocupa en sus oraciones el lugar que entre los cristianos tiene el Padrenuestro. En vez de Yahvé dicen Adonái. He aquí el punto céntrico de la Biblia: el gran mandamiento del amor a Dios que, como nos enseña Cristo, es inseparable del amor al prójimo. Por eso lleva el nombre del máximo y primer mandamiento (Mateo 22, 38). Dios quiere ser amado porque Él nos ama inmensamente. Todo el que ama quiere ser correspondido. En este amor está toda la Ley (Mateo 22, 40; Romanos 13, 10). El que ama podrá cumplirla toda y hallará “el yugo suave” (Mateo 11, 30). El que no tiene amor no la puede cumplir.

[1199] 8 s. Los fariseos del tiempo de Jesús, tomando al pie de la letra, estos dos versículos, ponían en cajitas los textos de Deuteronomio 6, 4-9 y 11, 13-21; Éxodo 13, 1-10 y 11-16, y los ceñían a la mano izquierda y a la frente. El Nuevo Testamento los llama “filacterias”, es decir, palabras despertadoras (Mateo 23, 5). Conforme a esto, los judíos colocaban también capsulitas con estas palabras en las jambas y en las puertas de sus casas y, tocándolas al entrar y salir, recitaban el versículo 8 del Salmo 20. Acerca de este rito dice Lesétre, en el Dict. de la Bible IV, col. 1.057 s., que los judíos escribían las palabras mencionadas sobre un trozo de pergamino, en letras hebreas cuadradas, formando veinte y dos líneas. En el reverso del pergamino se escribía el nombre de Dios, “Schaddai”; se enrollaba el pergamino y se lo encerraba en una caña o tubo de madera provisto de una abertura, por donde apareciese la palabra “Schaddai”. Se suspendía la filacteria así formada, en el marco derecho de la puerta de entrada de la casa y de las puertas de las habitaciones. En el Templo solo se fijaba un pergamino en la puerta de Nicanor. San Jerónimo exhorta al sacerdote Nepociano a evitar esas exageraciones farisaicas y no llevar ni sotana muy larga ni filacterias, y sigue: “¡Oh, cuánto mejor y más perfecto sería llevarte la ley en el alma que no en el cuerpo y tener a Dios en nuestro favor y no la vista y aprobación de los hombres! En esto viene a condensarse toda la enseñanza del Evangelio; esto pretenden enseñarnos la Ley y los profetas y toda la doctrina sagrada y apostólica. Más vale tener todo esto en el corazón que en el cuerpo” (Ad Nepot. 13). Cf. 11, 18-20; Éxodo 13, 9 y 16; Números 15, 38 y notas).

[1200] 13. A Él solo servirás, porque no puedes servir a dos señores (Mateo 6, 24); no puedes beber del cáliz del Señor y del cáliz del demonio, ni participar en la mesa del Señor y en la del demonio (I Corintios 10, 28 ss.). Jesús cita esta palabra en Mateo 4, 10. Por su nombre: en tiempo de Jesucristo ya no juraban por el nombre del Señor, porque no se atrevían a pronunciarlo, sino por el cielo, por el trono de Dios, por la ciudad Santa, etc. (cf. Mateo 5, 33 ss.).

[1201] 15. Un Dios celoso: Dios nos ama con celos (Santiago 4, 5), y llama adúlteros a los que quieren compartir su amor con la amistad del mundo (Santiago 4, 4; I Juan 2, 15; Lucas 16, 13). Cf. Éxodo 20, 5; 34, 14.

[1202] 16. Cf. Mateo 4, 7, donde Jesús cita este pasaje. Tres veces rechaza Cristo las tentaciones de Satanás con palabras de este libro. Véase 6, 13 y 8, 3. Masá: Cf. Éxodo 17, 1-7.

[1203] 19. Cf. Éxodo 23, 27 ss.; 34, 11.

[1204] 2. La orden de aniquilar las siete naciones obedece a los designios de Dios, quien quiso castigarlas por sus crueldades, perversidades y maldades (cf. 9, 4) y apartar de su pueblo el peligro de la idolatría; peligro tan grande que ya en el desierto se hicieron un becerro de oro para adorarlo (versículo 16). Admiremos la misericordiosa predilección de Dios para con los suyos (Romanos 9, 14-16) y guardémonos de querer juzgarlo (ibíd. 20).

[1205] 4. Véase Éxodo 34, 15 y nota; Josué 23, 12; III Reyes 11, 2; Esdras 9, 2.

[1206] 5. Piedras de culto, en hebreo massebah; Vulgata: estatuas. Cf. Éxodo 23, 24. Ascheras: troncos y ramas de árboles que representaban a la diosa de la fecundidad. La Vulgata vierte: bosques.

[1207] 6 ss. En estos versículos se nota con toda claridad la idea del Reino de Dios. Es un reino santo, sacerdotal (Éxodo 19, 6; 15, 17-18), gobernado por el mismo Dios por medio de sus enviados: Moisés, los profetas, jueces y reyes, a quienes el pueblo ha de obedecer como a portavoces de Yahvé. La causa de la elección de Israel no consistió en sus méritos, ni en su número o valor, sino en el amor de Dios hacia él, pues las relaciones de Yahvé con Israel no son solo las de Creador a creaturas, sino las de Padre a hijos (32, 9-14). Israel es el primogénito entre los pueblos (Éxodo 4, 22). El Señor fue quien lo redimió de la esclavitud de Egipto, con mano potente y brazo extendido (5, 15), dándole como herencia la tierra de promisión. En él fundó su reino, quedando Él mismo su Rey supremo; despertó en su medio, jueces y profetas, y con infinita paciencia lo preparó como tipo y figura del reinado universal de Dios que había de fundar Jesucristo. Todos estos privilegios eran otras tantas pruebas de su amor paternal para con su pueblo,

[1208] 13 ss. Las bendiciones son temporales y materiales, porque su objeto es todo el pueblo. Además hay que tomar en cuenta la imperfección religiosa y moral del pueblo, incapaz de estimar los bienes puramente espirituales (cf. Santo Tomás. Suma Teológica I-II, 9, 99, a. 6).

[1209] 22. Cf. Éxodo 23, 29. Por falta de habitantes irían aumentando las bestias feroces, ya que Palestina estaba bastante expuesta a las bestias del desierto (cf. Jueces 14, 5; I Reyes 17, 34; II Reyes 23, 20; III Reyes 20, 36, etc.).

[1210] 26. Cf. la historia de Acán, narrada en Josué 7. Véase también Jueces 8, 27.

[1211] 2. Para conocer lo que había en tu corazón: He aquí, explicada por el mismo Dios, la razón de nuestras pruebas y su eficacia para descubrir la rectitud del corazón. Véase I Pedro 1, 7; Salmo 16, 3. Dice a este respecto la Imitación de Cristo: “La tentación no hace al hombre flaco, mas demuestra que lo es.”

[1212] 3. Dios no tiene necesidad de pan para dar de comer a los hombres; puede alimentarlos, mediante su palabra, con cualquier cosa, p. ej., con el maná. En Mateo 4, 4 Jesucristo emplea esta cita para confundir al tentador. Véase 6, 16.

[1213] 4. ¡Admirable providencia del Padre Celestial! Jesús insiste sobre ella en el Sermón de la Montaña para aumentar nuestra fe (Mateo 6, 25 ss.). “No contentos con tornar estas palabras en sentido netamente literal, los rabinos suponían que los vestidos crecían con quienes los llevaban” (Fillion). Una piadosa tradición afirma que también la túnica inconsútil que el Señor usó, fue siempre la misma que María Santísima le hiciera en su infancia, y que creció con Él, conservándose siempre inmaculada.

[1214] 9. Tierra cuyas piedras son hierro: “Parece aludir al basalto, piedra dura y negra, semejante al hierro (cf. 3, 11), muy frecuente en Palestina septentrional sobre todo. Sin embargo, la Transjordania posee también minas de dicho metal, como las de Punón o Piñón” (Bover-Cantera).

[1215] 11 ss. ¡Qué bien conoce Dios el corazón del hombre! ¿Quién no ve retratada aquí su propia infidelidad? (cf. Juan 2, 24 s.). Ante tantas muestras del amor de Dios a su pueblo, que nos arrebatan el corazón por su delicadeza, y ante, los males que habían de acarrearse los israelitas por el abuso de los dones divinos, y muy principalmente por la soberbia de creerse ellos merecedores de tantas bondades, tiembla el corazón de Moisés y los pone en guardia, para que no se olviden del Autor y Dador de las bendiciones. En efecto, la tentación de engreírse en tiempos de prosperidad es muy grande. ¿Quién es capaz de enfrentar seguro y humilde los peligros de la riqueza? “¿Quién es este?, y le elogiaremos, porque hace maravillas”, dice el Eclesiástico (31, 9). Y si confrontamos el paso del camello por el ojo de la aguja, que Jesús mismo indicó a los ricos (Mateo 19, 24), con la bienaventuranza de los pobres, de los que lloran y de los perseguidos, entonces recogeremos sabiamente el consejo de San Pablo: “El que piensa estar en pie mire que no caiga” (II Corintios 10, 12), y recibiremos amorosamente la prueba de las manos paternales de ese Dios a quien nuestros dolores le duelen más que a nosotros, según Él mismo repite muchas veces (II Reyes 24, 16; Mateo 14, 14; Marcos 6, 3; Mateo 24, 16).

[1216] 15. Escorpiones: La Vulgata añade: y dipsades; una especie de víboras que, según opinión de los antiguos, producían por su picadura sed insaciable. De ahí su nombre de dipsades, que en griego significa causantes de sed. Cf. Números 21, 6 ss.

[1217] 2. Véase Números 13, 32 y nota.

[1218] 4 ss. No por su justicia, es decir, no por propios méritos ni por sus buenas obras ganan los israelitas el país prometido, sino para que Dios, mediante ellos, castigue a otros pueblos y a fin de que para su pueblo se cumplan las promesas de misericordia. Véase Efesios 2, 8. “Opus est miserentis Dei”, como dice San Agustín, citando a San Pablo (Romanos 9, 16).

[1219] 7 ss. Véase Éxodo capítulo 32; Salmo 105, 19 ss.

[1220] 14. Cf. Números 14, 12.

[1221] 18. Este segundo ayuno de cuarenta días y cuarenta noches es, según opinión de la mayoría de los expositores, el mismo que se menciona en Éxodo 34, 28. De lo contrario, Moisés hubiera ayunado tres cuarentenas. Cf. versículo 25.

[1222] 22. De los lugares se llamó el primero Taberá (Incendio), por el fuego que Dios envió cuando se quejaron (Números 11, 1-3); el segundo, Masá (Tentación), porque tentaron a Dios, murmurando por la falta de agua (Éxodo 17, 1-7); el tercero, Kibrot-Hataavá (Sepulcros de la concupiscencia) por el apetito insaciable de comer carne (Números 11, 33 s.).

[1223] 28. No sea que digan, etc.: Moisés toca la fibra más tierna del Corazón paternal de Dios: su amor al pueblo escogido y el honor de Su nombre. Véase sobre este punto Éxodo 32, 12; Números 14, 18 ss.; Ezequiel 20, 8 y notas.

[1224] 6 ss. Véase Números 33, 30 s. y 38; 20, 28. La muerte de Aarón y los otros acontecimientos relatados hasta el versículo 9, sucedieron más tarde; Moisés los narra aquí como testimonios de lo que quiere comprobar en el capítulo 10, 1-10: la misericordia de Dios que perdona.

[1225] 13. Para bien tuyo: ¿No es este un anticipo del Evangelio, con sus bienaventuranzas (Mateo 5) y sus promesas de felicidad aun en esta vida? Cf. Juan 13, 17; 16, 24; 17, 13, etc.

[1226] 14. Dios insiste aquí en que comprendamos el amor paternal que nos tiene. La desigualdad infinita que va de Él a nosotros muestra que no puede ser amor de estimación, sino de pura y gratuita misericordia. Nada es más precioso que saber esto, pues si por una parte nos coloca en estado permanente de saludable humillación, por la otra dilata nuestro corazón en una confianza que no tiene límites.

[1227] 16. Cf. Romanos 2, 29 y nota. “La circuncisión del Corazón no es otra cosa que la obediencia a la Ley divina, igual que la circuncisión de los oídos. Es una idea frecuente en los profetas, con que nos explican el verdadero contenido de la circuncisión de la carne” (Nácar-Colunga). Cf. Levítico 26, 41; Jeremías 4, 4; 9, 26; Ezequiel 44, 7; Hechos de los Apóstoles 7, 51.

[1228] 17. La expresión Dios de los dioses es como un superlativo; equivale a decir: el único Dios. Cf. 4, 35. Señor de los señores llama el Nuevo Testamento a Cristo triunfante en su Parusía (Apocalipsis 19, 17).

[1229] 20. Cf. 6, 13; Mateo 4, 10; Lucas 4, 8.

[1230] 22. Cf. Génesis 46, 27; Éxodo 1, 6; Hechos de los Apóstoles 7, 14 y notas.

[1231] 6. Cf. Números capítulo 16.

[1232] 10. La tierra de Egipto no tiene lluvias; su proveedor de aguas es el Nilo, del cual recibe toda el agua necesaria para el cultivo de los campos. Palestina, en cambio, es un país regado por el mismo Dios que manda todos los años dos periodos de lluvias, la primera en los meses de noviembre y diciembre, la segunda poco después (cf. versículo 14). De esta manera los israelitas se acordaban siempre de la amorosa providencia de Dios.

[1233] 18. Sobre vuestro corazón, etc.: Acerca de la explicación rabínica de este versículo y del versículo 20 véase la nota a 6, 8 s.

[1234] 21 ss. Nunca pudieron cumplirse plenamente estas bendiciones a causa de la incredulidad del pueblo. Sin embargo es posible que se cumplan en la conversión de Israel que San Pablo anuncia en Romanos 11, 26; pues “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (ibíd. versículo 29).

[1235] 29. Garizim... Ebal: Según Eusebio y San Jerónimo, Moisés habla de dos montes que se hallarían en las cercanías de Jericó; los intérpretes modernos sostienen con razón que se trata de los dos montes que están junto a Siquem. Moisés alude probablemente a aquel acontecimiento cuya realización se describe en Josué 8, 30 ss. Cf. también 27, 11.

[1236] 30. Camino del occidente: Así se llama aquí la carretera internacional que atravesaba de norte a sur toda la Palestina occidental y servía de arteria para el tráfico entre Egipto y los países de Asia. Arabá: El valle del Jordán. Junto al encinar de Moré: Vulgata: junto al valle que se extiende y entra bien lejos. Cf. Génesis 12, 6.

[1237] 2 s. Los pueblos cananeos no tenían templos, sino solamente lugares de culto, los llamados “lugares altos”. Sus dioses principales eran Baal, en cuyo honor se erigían pequeñas columnas de piedra, llamadas “massebas” y Astarté (Venus), a la cual los cananeos dedicaban “ascheras”, es decir, árboles frondosos cortados y fijados en la tierra. La Vulgata traduce ascheras por bosques (versículo 3). Cf. 7, 5; Éxodo 23, 24.

[1238] 6. En oposición a los cananeos que ofrecían los sacrificios en los montes y collados, los israelitas tendrán un solo centro de culto, el lugar que Dios escogiere para el Tabernáculo. Cf. 14, 23-25; 15, 20; Éxodo 20, 24-26; Levítico 14, 11 ss.

[1239] 7. Bien vemos en todo este capítulo cómo Dios quiere la felicidad del hombre, y se la da a los que le aman y confían en Él como verdaderos hijos. Véase 10, 12 y 14, 1. Cf. Levítico 3, 1 y nota.

[1240] 12. Los Levitas no poseían territorio como las otras tribus; por consiguiente llevaban una vida muy pobre, particularmente en tiempos de relajamiento religioso, cuando la gente no pagaba los diezmos, y en los días de grandes calamidades cuando el suelo no daba sus frutos. De ahí la insinuación de invitarlos a los banquetes sacrificiales. Cf. versículo 19; 14, 27 y 29; 16, 11; Números 18, 21; 35, 2 s.

[1241] 15. Véase Levítico 17, 1-7. No obstante la centralización del culto se toleraban excepciones. La ley del Levítico 17 podía ser fácilmente observada cuando vivían en el desierto y tenían sus tiendas alrededor del Tabernáculo, pero sería poco práctica para la gente esparcida por toda la tierra prometida. De ahí que Moisés mitigara la exigencia de llevar todos los animales ante el Tabernáculo para sacrificarlos, pero aun esto se practicaba más tarde como costumbre piadosa.

[1242] 16. No comáis sangre: Cf. 15, 23; Génesis 9, 4; Levítico 7, 26; 17, 10.

[1243] 23. Cf. versículo 16; Levítico 17, 11 y notas. La sangre no se comía, porque se la consideraba como el asiento de la vida, la cual pertenece a Dios. Bellísimo precepto, ciertamente dentro del orden natural. La Ley de Cristo, enteramente espiritual (Juan 4, 23 ss.; 6, 63 y notas) ya no se preocupa, o solo transitoriamente, de estas cosas materiales. Cf. Hechos de los Apóstoles 15, 29; Colosenses 2, 16 ss. y notas.

[1244] 30. Moisés se refiere aquí a la opinión antigua de que cada país tenía sus propios dioses, que reclamaban cierto culto aun de parte de los conquistadores (cf. IV Reyes 17, 25-28). Fue esta falsa creencia la que pobló enormemente el Olimpo de los pueblos paganos.

[1245] 32. Sin añadir ni quitar nada: Si Cristo cambió la Ley, lo hizo porque ya antes la había cumplido por la caridad, la cual es la plenitud de la Ley (San Agustín). Cf. 4, 2; 18, 20; Josué 1, 7; Proverbios 30, 6; Apocalipsis 22, 18.

[1246] 3. Os prueba Yahvé: Aquí se ve cómo lo que se prueba en las tentaciones es nuestra fe, según dice San Pedro (I Pedro 1, 7). Por eso él mismo nos enseña que para resistir al diablo hay que ser “fuertes en la fe” (ibíd. 5, 9). La prevención contra los magos y falsos profetas, y las amenazas que siguen, son comprensibles por el influjo pernicioso que estos ejercen sobre las masas. Cf. las palabras de Cristo contra los falsos profetas devastadores de su Iglesia (Mateo 7, 15 ss.; 24, 24), y lo que dicen sobre ellos San Pablo (II Tesalonicenses 2, 10 ss.) y San Juan. Este declara que es ya la última hora, y que muchos se han hecho anticristos (I Juan 2, 18 s.); lo que significa que no necesitamos esperar a los falsos profetas como un acontecimiento futuro.

[1247] 9. Debes matarle: Tal es el horror que Dios tiene a los falsos profetas. Cf. 18, 20. Tu mano será la primera: Cf. 17, 7; Hechos de los Apóstoles 7, 58 s. Esta rigurosidad se explica por la peligrosidad de los falsos maestros, que se presentan ante el pueblo como ovejas, es decir, con apariencia de piedad (II Timoteo 3, 5) y como los más fieles servidores de Dios, de modo que hasta la gente piadosa cae en las redes de su elocuencia. Llama la atención el contraste de este pasaje con la parábola de la cizaña (Mateo 13, 29 s.) donde el Padre celestial da libertad a los malos hasta el juicio final. Es porque en la parábola de la cizaña se trata de los que no son de la Iglesia, aunque viven juntamente con los discípulos de Cristo, en el campo del mundo, mientras aquí Moisés habla de los que pertenecen al mismo pueblo teocrático, y por ende tienen más influencias sobre el pueblo poco formado.

[1248] 13. Hijos de Belial: “Etimológicamente Belial significaba «sin valor» y por extensión, malicia, mal. En el Nuevo Testamento ha llegado a ser sinónimo de Satanás” (Vigouroux, Polyglotte, I p. 907). Cf. II Corintios 6, 15 y nota.

[1249] 17. Todo lo relacionado con la idolatría se castigaba con las penas más duras. Ni siquiera estaba permitido usar los muebles o utensilios de las casas de los idólatras. De lo contrario no se habría conservado intacta la religión de Israel. Cf. Éxodo 32, 26, ss.; Números 25, 4 s.

[1250] 1 s. Sois hijos de Yahvé: La filiación divina, el más alto de los dones que nos ha conquistado Jesús se nos anticipa aquí desde el Antiguo Testamento. Es lo que recuerda el apóstol San Pablo a los Gálatas: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 26; 4, 6; Efesios 5, 1 y 6). El hacer sajaduras en el cuerpo y cortar el cabello de cierta manera, era rito de luto entre los paganos que rodeaban a Israel. Véase Levítico 19, 27 y nota. Un pueblo santo: Cf. versículo 21; Éxodo 19, 6; Levítico 11, 44; I Pedro 2, 9 y notas.

[1251] 4 ss. Véase Levítico 11, 2 ss.

[1252] 21. Cf. Éxodo 23, 19; 34, 26. Cocer el cabrito en la leche de su madre, estaba prohibido, puesto que los pueblos paganos lo hacían por idolatría; según otros, por ser crueldad. Véase Levítico 22, 27 y Deuteronomio 22, 6.

[1253] 22 ss. Sobre los diezmos véase Levítico 27, 30-33; Números 18, 21-32; Deuteronomio 12, 17-19; 26, 12-15. Aquí se trata de los diezmos, que por la larga distancia no podían llevarse al Santuario. Los diezmos de los frutos de la tierra constituían el sustento principal de los levitas. De ahí las disposiciones de los versículos 27 y 29. El diezmo del diezmo de los frutos pertenecía a los sacerdotes.

[1254] 26. Notemos cómo Dios no se complace en el sufrimiento del hombre, sino que Él mismo promete y prodiga la abundancia a los que aceptan ser sus hijos.

[1255] 28. Sobre este diezmo véase Deuteronomio 26, 12 ss.

[1256] 29. Nótese la continua preocupación del legislador por los pobres, lo que es como un anticipo del Evangelio (Mateo 22, 39). Para que Yahvé, tu Dios, te bendiga: Véase como ilustración lo que anuncia el profeta Malaquías (Malaquías 3, 10).

[1257] I. Cf. Levítico 25, 2 ss. y nota. Según algunos, la remisión de las deudas en el año sabático no era completa, sino solo un aplazamiento de pago. A tal interpretación se opone el versículo 9, que muestra el espíritu de esta admirable institución, que es de una transcendencia social incalculable, cuya sabiduría no ha sido alcanzada después por pueblo alguno.

[1258] 4. ¡Cuán lejos de eso está hoy la humanidad, orgullosa de su progreso técnico y material! Solo en los tiempos apostólicos se llegó a esto, como fruto del Evangelio plenamente vivido (Hechos de los Apóstoles 4, 32-37). Véase versículo 11 y nota.

[1259] 6. Prestarás a muchas naciones: Cf. 28, 12, donde igualmente se agrega que la promesa es condicional. Nácar-Colunga pone aquí la siguiente nota: “Podría alguien pensar que con estas palabras se autoriza a los hebreos para ejercer la usura con los extranjeros. No hay tal. Este versículo promete la bendición de Dios a Israel por la observancia de la Ley, y el autor sagrado da a esa bendición la forma acomodada a las circunstancias, que aquí son las de los versículos anteriores. Es lo que observamos en los profetas con las bendiciones mesiánicas, que toman infinitas formas de expresión, según las circunstancias en que se halla el profeta (28, 12, 44; Isaías 23, 17 s.; 60, 6 ss.; Ageo 2, 8).

[1260] 8. Véase Mateo 5, 42; Lucas 6, 34-35.

[1261] 11. Trasciende aquí maravillosamente la economía divina que permite que siempre haya pobres, para que no nos falte la ocasión de abrir la mano y cumplir el gran mandamiento del amor al prójimo. También Jesús afirma que siempre habrá pobres (Mateo 26, 11); y para estimularnos a socorrerles se identifica Él mismo con ellos (Mateo 25, 34 ss.).

[1262] 12 ss. Otra conquista de progreso social, mayor que las leyes de jubilaciones y pensiones de hoy, porque estaba fundada en la caridad de Dios. Cf. Éxodo 21, 2; Levítico 25, 13 ss.; Jeremías 34, 14 y nota.

[1263] 19. Según Números 18, 15 ss., los primogénitos del ganado pertenecían a Dios, y parte de ellos a los sacerdotes. Moisés adapta esta ley a nuevas circunstancias, extensión del país, etc., indicando las normas, según las cuales tendrán que consagrar a los primerizos.

[1264] 23. No comerás su sangre: Cf. 12, 16 y nota.

[1265] 1. Cf. Éxodo 23, 14 s.; 34, 18 ss.; Levítico 23, 5 ss.; Números 28, 16 s. Abib: Así se llamaba el primer mes del año litúrgico (marzo-abril). Más tarde su nombre era Nisán.

[1266] 2. De aquí deducen algunos que se empleaban también, en lugar del cordero pascual, ovejas y vacas. San Agustín observa acertadamente que Moisés habla de los sacrificios pacíficos que se ofrecían durante la semana de Pascua.

[1267] 10. La fiesta de las Semanas: Pentecostés. Cf. Éxodo 23, 16; 34, 22; Levítico 23, 9 ss.; Números 28, 26 ss.

[1268] 11. Véase 14, 29; Números 18, 21 y notas.

[1269] 13. Véase Éxodo 23, 16; 34, 22; Levítico 23, 33 ss.; Números 29, 12 ss.

[1270] 15. Entrégate a la alegría, porque la alegría es inseparable del amor a Dios. “Servid al Señor con alegría”, dice el salmista (Salmo 99, 2), y en el Nuevo Testamento San Pablo nos exhorta en el versículo más corto de la Biblia a alegrarnos siempre (I Tesalonicenses 5, 16). “Aquel que recuerda a un excelente amigo, dice San Crisóstomo, recubra valor y siente su corazón lleno de alegría con tan dulce recuerdo. Quien trae a su memoria la idea de aquel Dios tan bueno, que se dignó amarnos tiernamente, ¿cómo puede estar triste, o sentir alguna impresión siniestra o temer algún peligro?” (Hom. 26 Epist. ad Hebreos).

[1271] 16. Tres veces al año: Cf. Éxodo 23, 17; 34, 23.

[1272] 19. Véase 1, 17 y nota. “Es preciso que el juez escuche y falle con los ojos cerrados, es decir, sin distinción de personas. Obrar de otra manera, es tener un alma venal o apasionada, y despreciar el honor, la fe y la justicia.”

[1273] 21 s. Se trata aquí de las “ascheras” o troncos de árboles erigidos en honor de Astarté, y en el versículo siguiente de las “massebas”, monumentos de piedra en honor de Baal. Cf. 7, 5; 12, 2; Éxodo 23, 24; Jueces 2, 13; Baruc, capítulo 6 y notas.

[1274] 3. El ejército del cielo: las estrellas. Cf. Génesis 2, 1 y nota.

[1275] 6. Jesús cita este pasaje en Juan 8, 17 y San Pablo en II Corintios 13, 1 y Hebreos 10, 28.

[1276] 7. Jesús invoca este pasaje en Juan 8, 7, cuando dice a los testigos que arrojen la primera piedra sobre la adúltera. Cf. 13, 9 y nota.

[1277] 8. Entre sangre y sangre: o sea, en caso de homicidio. Entre herida y herida: Vulgata: entre lepra y lepra.

[1278] 9. Tratándose de un régimen teocrático correspondía también al Sumo Sacerdote el cargo de supremo Juez. Le asistía un consejo que conocemos después del cautiverio bajo los nombres de “La Gran Sinagoga”, “Sinedrio”, “Sanedrín” o “Concilio”. Se componía del Sumo Sacerdote como presidente y de setenta asesores.

[1279] 11. Según la ley que ellos te enseñaren: Los levitas y sacerdotes estaban encargados de adoctrinar al pueblo (Levítico 10, 11). Por eso tenían que estudiar el divino Libro y adquirir la “ciencia”, como se lee en el libro del profeta Malaquías; “Los labios del sacerdote, han de guardar la ciencia” (Malaquías 2, 7), esto es, la verdadera sabiduría. “El sacerdote, dice San Jerónimo, guardará la ciencia de manera que se parezca a una saludable y sabia biblioteca donde cada cual puede tomar lo que necesita.”

[1280] 12. Al hombre moderno le parece duro quitar la vida a quien no obedezca al sacerdote o al juez, pero hay que tener en cuenta que en el pueblo hebreo el sacerdocio y el gobierno estaban tan íntimamente unidos, que todo acto de desobediencia contra uno de los dos poderes amenazaba la existencia de ambos. El que abandonaba la ley civil, negaba con ello la ley de Dios y era considerado como un incrédulo y apóstata, merecedor de la pena de muerte (versículo 7 y nota). Cf. Números 15, 30.

[1281] 14 ss. Cf. Jueces 21, 24; I Reyes 8. Previendo el deseo del pueblo de tener un rey, como los otros pueblos, anticipa Moisés disposiciones sobre la elección y los derechos de rey. La prohibición de multiplicar la caballería (versículo 16) tiene su fundamento en que el rey debe confiar más en Dios que en los caballos y carros de guerra (Salmo 32, 16 ss.). Además los caballos se criaban en Egipto, de manera que era de temer que se estrechasen los lazos con un país idólatra. Previene también contra el número excesivo de mujeres, tal como el que poseían los reyes paganos, pero sin prohibir la poligamia. Tan solo Cristo restableció la unidad e indisolubilidad del matrimonio (Mateo 19, 8 s.).

[1282] 18 s. Una copia: Vulgata: un Deuteronomio, o sea, un duplicado de la Ley. Nótese que el rey está obligado a tener consigo el Libro sagrado, y leer en él todos los días. Así lo han entendido los grandes reyes cristianos: Carlomagno, San Luis, rey de Francia, Alfonso el Sabio. ¡Qué abundancia de felicidad se derramaría sobre los pueblos si los gobernantes y los parlamentos se inspiraran en las sabias doctrinas de la Sagrada Escritura!

[1283] 1. San Jerónimo aplica estas palabras a los sacerdotes de la Iglesia y los exhorta a no buscar las ganancias e intereses del siglo, ni tener más bienes que cuando comenzaron a ser clérigos. “Digo esto, continúa el Doctor Máximo, porque hay algunos que como monjes han venido a ser más ricos de lo que eran como seglares; y clérigos hay que bajo la bandera de Cristo pobre poseen riquezas que no tuvieron bajo la del demonio rico y engañador. La Iglesia gime de ver en su gremio ricos a los que antes el mundo tenía por pobres mendigos... Huid como de una pestilencia contagiosa del clérigo negociante, que de pobre se ha hecho rico y de hombre oscuro convertido en glorioso” (Ad Nepot.). Cf. 10, 9; Números 18, 20 y 23; 26, 62; I Corintios 9, 13; I Timoteo 6, 8.

[1284] 7. Prestará servicio en nombre de Yahvé: Quiere decir que el levita podrá ganar su sustento, yendo al lugar del Tabernáculo y participando en los convites sagrados. Por regla general, los levitas vivían en sus ciudades, y solo algunos, según el turno, servían en el Templo.

[1285] 10. Pasar a su hijo por el fuego: Se refiere a la perversa costumbre de quemar niños en honor de Moloc. Cf. Levítico 18, 21; 20, 2; IV Reyes 16, 3; 21, 6; Salmo 105, 37 s.; Isaías 57, 5; Jeremías 7, 31; 19, 5; 32, 35; Ezequiel 16, 21; 23, 37.

[1286] 11. Cf. Levítico 19, 27 y nota.

[1287] 13. Sé escrupuloso: sé perfecto. Cf. Génesis 17, 1 y nota. “Dichoso es, dice San Jerónimo, el que se santifica cada día progresando, y no considera el bien que ayer hizo, sino el que tiene que hacer hoy para adelantar. El santo está siempre dispuesto a subir, y el pecador a bajar, y así como el hombre perfecto se perfecciona cada día más y más, el pecador desmerece progresivamente” (In. Psal. 83).

[1288] 15. “Oráculo con razón famoso, del cual el Nuevo Testamento trae varias interpretaciones auténticas, San Pedro (Hechos de los Apóstoles 3, 22) y San Esteban (Hechos de los Apóstoles 7, 35) lo aplican directamente a Nuestro Señor Jesucristo” (Fillion). Cuando Felipe fue llamado al apostolado, dijo: “Hemos encontrado a Aquel de quien escribió Moisés” (Juan 1, 45). El mismo Salvador se refiere a la profecía de Moisés en Juan 5, 45 ss. No cabe duda de que la profecía se cumplió en Jesucristo. Así como Moisés fue el legislador de la Ley Antigua, Jesucristo lo es de la nueva (San Agustín). Véase Juan 1, 17; Hechos de los Apóstoles 3, 22; 7, 37 y notas.

[1289] 20. Cf. 12, 32; 13, 9 y notas. Nada aborrece tanto el Señor como la deformación de la doctrina, que tiende a convertir, como dice San Jerónimo, el Evangelio de Dios en Evangelio del hombre. Por esto el Papa Benedicto XV exhorta enérgicamente a que no se prediquen “cosas que no tienen de sagrado más que el lugar donde se pronuncian” (Encíclica Humani Generis Redemptionem).

[1290] 22. No le temas: No hagas caso del falso profeta. Véase las palabras de San Pablo en Gálatas 1, 9: “Cualquiera que os anuncie un Evangelio diferente del que habéis recibido sea maldito.” Cf. Mateo 7, 15; Juan 5, 43; 7, 18; Hechos de los Apóstoles 20, 29; II Corintios 11, 13 s.; I Timoteo 3, 5; 4, 3; II Pedro 3, 3 s.

[1291] 2. Eran seis las ciudades de refugio; tres en Transjordania y tres en Cisjordania. De estas últimas habla Moisés en el versículo 9. Cf. 4, 43; Números 35, 11 ss.

[1292] 3. Prepararás el camino, que lleva a la próxima ciudad de refugio. Es de notar que solo el matador involuntario gozaba del derecho de refugiarse en una de esas ciudades, (cf. versículo 12).

[1293] 6. El vengador de la sangre: El pariente más próximo del que había sido muerto.

[1294] 15. Lo que antes (Deuteronomio 17, 6; Números 35, 30) estaba prescrito para ciertos casos, aquí se hace regla general, porque uno solo podía fácilmente calumniar a otro, mientras que dos o tres testigos son mayor garantía para evitar sentencias injustas. San Pablo recomienda la misma norma cuando se trata de un presbítero, puesto que los sacerdotes más que otras personas son el blanco de acusaciones anónimas. “Contra un presbítero, intima el Apóstol al obispo Timoteo, no admitas acusación si no es por testimonio de dos o tres testigos” (I Timoteo 5, 19).

[1295] 20. Véase un concepto análogo en I Timoteo 5, 20, donde el Apóstol dice: “A aquellos que pequen, repréndelos delante de todos, para que los demás también cobren temor.”

[1296] 21. Alude a la ley del talión (Éxodo 21, 24), derogada por Cristo en el Sermón de la Montaña (Mateo 5, 38 ss.) y sustituida por la ley de la caridad.

[1297] 1. Caballos y carros: los israelitas temían la superioridad de los pueblos vecinos, los que poseían carros de guerra, esa poderosa arma, los tanques de entonces (Éxodo 14, 7; Josué 17, 16; Jueces 1, 19; 4, 3; I Reyes 13, 5). Por eso Dios les promete luchar por ellos, con tal que tengan confianza en Él, Cf. versículo 4; 17, 14 y nota; Salmo 32, 16 ss.

[1298] 4. ¡Yahvé va a pelear por su pueblo! ¡Qué promesa más estupenda! Sin embargo, ¡cuántas veces la olvidaron! Isaías tuvo que inculcarla de nuevo ante el peligro asirio (Isaías 7, 4 ss.), y Jeremías no se cansa de recordarla en tiempos de Nabucodonosor. Llena de confianza la recoge y la enseña Judit para confortar a los ancianos de Betulia (Judit 8, 10 ss.). Así también nosotros en los combates espirituales hemos de implorar y esperar la ayuda de Dios, sin la cual nada podemos (San Agustín).

[1299] 6. No ha comenzado a disfrutarla: Cf. Levítico 19, 23 ss. “Los frutos de los primeros años pasaban por impuros, los del cuarto año eran consagrados al Señor. Después de esto, la viña y sus frutos estaban puestos en el rango de las cosas comunes y ordinarias” (Vigouroux, Polyglotte I, pág. 935).

[1300] 7. Meditemos con la debida admiración estas tres excepciones de los versículos 5-7, que parecerían el colmo de la insensatez en nuestro siglo incrédulo. Son un verdadero alarde de confianza en la Providencia. En cuanto a los tímidos (versículo 8), el pasaje tiene un alto sentido espiritual, como se ve en Apocalipsis 21, 8. Véase Jueces 7, 3; I Macabeos 3, 56.

[1301] 12. ss. Estas leyes de guerra comparadas con las de otros pueblos son extraordinariamente humanas. La extirpación de los pueblos cananeos (versículo 17) que parece estar en contradicción con el carácter humanitario de la Ley de Moisés, se debe únicamente a un especial mandato de Dios, quien quiso preservar a los israelitas de la idolatría de aquellos pueblos. “En semejante guerra, dice San Agustín, el ejército no se ha de tener por autor de ella, sino por ministro y ejecutor.” ¡Líbrenos Dios de escandalizarnos de lo que Él en su sabiduría infinita ha mandado en la Ley antigua!

[1302] 1 ss. Todas estas ceremonias nacen de la convicción de que la sangre derramada clama a Dios, y que el homicidio, en caso de no encontrarse el asesino, debe expiarse de un modo simbólico con la sangre de un animal. El rito de la expiación era muy apropiado para dar una idea del horror con que debía mirarse el homicidio, y del castigo que merecía su autor. Los ancianos lavan sus manos para expresar su inocencia. Véase el análogo gesto de Pilatos en Mateo 27, 24.

[1303] 11 ss. La “mujer amada” es para San Jerónimo figura de la sabiduría profana, a la que debemos conquistar para hacerla cristiana. Dice el santo Doctor: “Si amareis a la mujer cautiva, esto es, la sabiduría del siglo, cautivo vos mismo de su hermosura, raedle la cabeza y arrancadle su deshonesta compostura de palabras, y limpiadla con el salitre del profeta (Jeremías 2, 22); entonces, descansando con ella, podéis cantar: «su mano izquierda está debajo de mi cabeza y con su diestra me abraza», hecho esto, la cautiva os dará mucha prole y de moabita se hará israelita” (A Pamaquio).

[1304] 12. Se raerá la cabeza, en señal de luto, porque tiene que abandonar a su pueblo, lo cual equivale a morir para su tribu y acogerse al pueblo israelita.

[1305] 21. “La constitución patriarcal del Israel antiguo exigía conservar fuerte la autoridad paterna, y por esto aquí la Ley se muestra dura con los hijos rebeldes; aunque ya se deja entender que con tan buenos abogados como eran el amor del padre y el de la madre la aplicación de la ley rarísima vez tendría lugar” (Nácar-Colunga). Si en el Antiguo Testamento los hijos rebeldes son castigados con la pena de lapidación, fácil es de ver cuán abominable es ante Dios la transgresión del cuarto mandamiento y cuán falso es el concepto moderno de las relaciones entre padres e hijos. Cf. Levítico 20, 9; Proverbios 10, 18; 30, 17.

[1306] 23. Un colgado es objeto de la maldición: ¡Y pensar que Jesucristo llevó sobre sí el pecado (II Corintios 5, 21) y se sometió voluntariamente a esa maldición de la cruz para constituirla en señal de Redención (Gálatas 3, 13)! “Jesucristo, dice San Agustín, ha querido morir así para que sus discípulos no solo no temiesen la muerte en sí misma, sino que dejasen de tener horror a todo género de muerte. No temáis las afrentas, las cruces, ni la muerte, pues si estas cosas dañasen al hombre no tendría que sufrirlas el que ha sido rescatado por el Hijo de Dios” (In Psalm. 140).

[1307] 1 ss. Véase Éxodo 23, 4-5.

[1308] 5. La mujer que se viste de hombre, y viceversa, el hombre que se viste de mujer, no solamente violan las buenas costumbres, sino que hacen una cosa abominable delante de Dios; la mujer, porque se despoja del mejor amparo de su pureza; el hombre, porque da a conocer que padece de sentimientos perversos. La Biblia eterna condena las costumbres de nuestros tiempos.

[1309] 6. Una vez más vemos aquí la misericordia de Dios extenderse hasta los animales. Véase 14, 21.

[1310] 9 ss. Aunque no entendemos la razón de estas prohibiciones, vemos, sin embargo, que inculcan la idea de que toda mezcla de cosas desiguales es algo anormal, en especial la mezcla del pueblo israelita con otros pueblos. Lo mismo simboliza la prohibición de vestirse de ropa de lana mezclada con lino (versículo 11). Cf. Levítico 19, 19; II Corintios 6, 14 ss.

[1311] 12. Véase 6, 8; Números 15, 38 y notas. Cf. Mateo 23, 5.

[1312] 22. Véase Lev. 20, 10 y nota; Juan 8, 5.

[1313] 23. Aun después de celebrar esponsales, la novia permanecía por algún tiempo en casa de sus padres, pero las faltas que cometía durante este tiempo se consideraban como adulterio, y se castigaban como tales. Véase Mateo 1, 18 y 19 y notas. Obsérvese el alto grado de la moralidad israelita, y el hecho de que el hombre que pecaba con la mujer estaba sometido a la misma pena de muerte que ella.

[1314] 30. Véase 27, 20; Levítico 18, 8; 20; 11; I Corintios 5, 1 ss.

[1315] 1. La comunidad de Yahvé: el pueblo de Israel. 3. Esta ley se aplicaba solamente a los hombres. Cf. Rut. 4, 13; Nehemías 13, 1. Los amonitas y moabitas deben su origen al incesto de las hijas de Lot. De ahí su exclusión perpetua.

[1316] 7 s. Los idumeos eran descendientes de Esaú, hijo del patriarca Isaac.

[1317] 18. Los pueblos circunvecinos admitían la prostitución cultual. En sus santuarios podían instalarse rameras (hieródulas), que fornicaban con los peregrinos y les cobraban por ello dinero. Había también hieródulos, que aquí se llaman “perros”, como en el Apocalipsis (Apocalipsis 22, 15) y tal vez en Eclesiástico 13, 22. En otros lugares se les da el nombre de afeminados (I Corintios 6, 9). Cf. III Reyes 15, 12; 22, 47. Este rechazo que Dios hace del dinero obtenido a costa del pecado, muestra cuán abominables son para Él muchas de las llamadas fiestas de caridad, donde se baila y se estimula el vicio del juego y de la bebida so capa de amor a los pobres.

[1318] 19 s. Interés: Algunos traducen usura. En el Antiguo Testamento “interés” y “usura” significan una misma cosa y estaban prohibidos ambos modos de obtener ganancias mediante los préstamos. Solamente al extranjero se le podía pedir intereses, pero no al conciudadano. Esto habría sido una violación del amor al prójimo, violación que hoy, desgraciadamente, no se la considera como tal. Hay quienes han interpretado mal este texto como si Moisés permitiera la usura con los extranjeros. Lo que autoriza Moisés es dar préstamos a interés a los extranjeros, pero no préstamos usurarios. El carácter social de esta ley descuella tanto más cuanto que los otros pueblos permitían tomar intereses. La Ley babilónica de Hammurabi p. ej. la reconoce como institución legítima. Los Santos Padres desaprueban formalmente el préstamo a interés. Cf. 15, 3; Éxodo 22, 25; Jeremías 25, 36 s. y notas.

[1319] 21. Véase Números capítulo 30.

[1320] 25. Arrancar espigas: La Vulgata agrega y desgranarías. Cf. Mateo 12, 1.

[1321] 1. El matrimonio instituido por Dios en el paraíso, era indisoluble, como el mismo Jesucristo lo atestigua (Mateo 19, 8 s.). Junto con la idea de la unidad del matrimonio se perdió también la de su indisolubilidad, de modo que Moisés, al dar legislación moral, a su pueblo, tuvo que tolerar el divorcio “a causa de la dureza de vuestro corazón” (Mateo 19, 8). Sin embargo lo limitó al caso de hallarse en la mujer “algo vergonzoso”, es decir un pecado contra la castidad matrimonial o cualquier otro acto de impureza. Así lo explicaba en tiempo de Jesucristo la escuela de Schammai, mientras la escuela de Hillel permitía el divorcio aun en los casos de simple desavenencia. A pesar de la tolerancia del divorcio, la indisolubilidad del matrimonio era considerada por la Ley y los Profetas como el ideal a alcanzar. El Eclesiástico previene contra una separación por liviandad (Eclesiástico 7, 28), y Malaquías condena decididamente todo divorcio “porque Yahvé fue testigo entre tú y la esposa de tu juventud” (Malaquías 2, 14 ss.).

[1322] 6. El molino de mano consistía en dos pequeñas muelas, una superior, y otra inferior, que se completaban. El molino de mano era necesario diariamente para la preparación de la harina. Quien tomaba la piedra de molino a su prójimo, le quitaba un objeto indispensable para la vida.

[1323] 7. Véase Ezequiel 27, 13; Apocalipsis 18, 13 y nota.

[1324] 9. Véase Números 12, 1 ss.

[1325] 10 ss. No entrarás en su casa; para que no obres con arbitrariedad ni saques cosas necesarias para la vida. En el derecho romano existía la prohibición de embargar al deudor los muebles indispensables y los instrumentos de trabajo, institución que ha pasado al derecho moderno con el nombre de beneficio de competencia. Moisés va más lejos al prohibir su entrega en prenda, lo cual no debía impedir el préstamo, según se deduce de 23, 20; 15, 7-10; etc. Es la perfección jurídica más alta que ha alcanzado la humanidad: un derecho que está al servicio de la moral y de la religión. Cf. Éxodo 22, 26 s.

[1326] 13 ss. Inspirada en el amor de Dios y del prójimo la Ley de Moisés da principios detallados para amparar al pobre. Entre las disposiciones más conmovedoras, sin duda, figura la de devolver al pobre la prenda antes de caer la noche, y la de pagar al jornalero el jornal antes de ponerse el sol. Observa al respecto San Agustín: “Así el acreedor ejercitaba la misericordia y el deudor tenía un continuo recuerdo de la deuda que debía pagar”, ¡Cuántas maldiciones, cuántas luchas sociales se evitarían, y cuántas bendiciones se derramarían sobre nosotros, si tuviéramos en cuenta estas santas disposiciones! Véase Éxodo 22, 26; Levítico 19, 13; 23, 22; Tobías 4, 15; Santiago 5, 4.

[1327] 16. Véase IV Reyes 14, 6; Ezequiel 18, 20.

[1328] 19 ss. Véase Levítico 19, 9 s. y nota; 23, 22.

[1329] 3. Más tarde se aplicaban solo 39 azotes para no exceder el número permitido por la Ley; medida de precaución para el caso de que se equivocase el que contaba los azotes (cf. II Corintios 11, 24).

[1330] 4. El Apóstol San Pablo cita esta ley humanitaria, probando con ella que los ministros del Señor tienen derecho al sustento si anuncian el Evangelio (I Corintios 9, 14; I Timoteo 5, 18).

[1331] 5. Es la célebre, institución del levirato, que se menciona en Mateo 22, 24 ss. y Marcos 12, 19, y que existió como práctica aún antes de Moisés (Génesis 38, 8). Esta ley se inspiraba en la idea de continuar la vida en los hijos y verlos como herederos de la propiedad de la familia. Además de eso, en el pueblo israelita tenía un sentido mesiánico. Quien quedaba sin hijos, se veía privado de la esperanza de que el Mesías naciera de su linaje.

[1332] 9 s. Le escupirá en la cara, en señal de desprecio (Números 12, 14; Isaías 50, 6; Mateo 26, 67; 27, 30). Sacarle a uno los zapatos significaba entregarlo a la pobreza, y pedir que Dios se encargara de castigarlo por su comodidad. Tenemos un caso semejante, aunque un poco distinto, en Rut 4, 7-10.

[1333] 13 ss. Quiere decir: No hagas fraude, empleando falsas pesas y medidas. Cf. Levítico 19, 35 s.; Proverbios 11, 1.

[1334] 18. Cf. Éxodo 17, 8 ss. Sobre la ejecución del mandato de Dios, de exterminar a los amalecitas, véase I Reyes 15, 2-34; 30, 9-18.

[1335] 1 ss. Las primicias se ofrecían a Dios en reconocimiento de los beneficios que todo el pueblo recibía de su benigna mano año tras año y día por día. Hasta los pueblos paganos daban las primicias a sus dioses y santuarios. Por eso Santo Tomás considera la ofrenda de las primicias como una obligación de la Ley natural. Cf. Números 18, 8 ss.

[1336] 5. Un arameo errante: Se refiere a Abrahán, quien nació en el seno del pueblo arameo, y antes de llegar a Canaán vivió como nómada en el país de los arameos (Mesopotamia en hebreo “Padán-Aram”). También el patriarca Jacob vivió allí mucho tiempo (cf. Oseas 12, 12). La Vulgata trae otro texto: el sirio perseguía a mi padre. Ese sirio (o arameo) sería Labán, que persiguió a Jacob (Génesis capítulos 30 y 31).

[1337] 12 s. Véase 1, 4, 28. Es un diezmo especial en favor de los pobres, entre los cuales figuran siempre en primer lugar los levitas.

[1338] 14. Para un muerto: Ha de entenderse de las ofrendas que se daban a los muertos, a manera de los paganos, y de los banquetes que se hacían en memoria de los difuntos (Tobías 4, 18; Eclesiástico 30, 18; Jeremías 16, 7; Ezequiel 24, 17; Oseas 9, 4). Tocar las cosas santificadas (diezmos) estaba prohibido en tiempos de luto y en estado de impureza legal.

[1339] 18 s. Cf. 7, 6; 14, 2; 29, 13; 32, 10 ss.; Éxodo 4, 22; 19, 5 s., y notas. Pueblo particular: Esto se cumplió en los israelitas, pero mucho más todavía en el pueblo del Nuevo Testamento, pueblo santo y redimido por la sangre de Cristo (Romanos 9, 24).

[1340] 2 ss. Véase Josué 8, 30-35.

[1341] 6. Piedras toscas: Compárese este deseo de Dios con la orgullosa suficiencia de los que prefirieron fabricar ladrillos y fueron confundidos (Génesis 11, 3). Cf. Éxodo 20, 25; Josué 8, 31.

[1342] 11 ss. Cf. 11, 29 y nota. Seis tribus han de estar en el monte Garizim para responder con un Amén a las bendiciones, y seis en el monte Ebal para confirmar las maldiciones, mientras los sacerdotes con el Arca estarán en el medio, anunciando en alta voz las maldiciones y bendiciones. El Garizim está al Sur, el Ebal al Norte de Siquem. Entre ambos montes se extiende el valle donde ha de realizarse la impresionante escena. Nácar-Colunga observa que no han faltado piadosos comentaristas que han visto en esta escena como un anuncio y figura del juicio universal. El Garizim (división) significaría “las ovejas, que aquel día estarán a la diestra de Jesucristo; el Ebal (abismo), por el contrario a los cabritos o condenados que estarán a la izquierda de Jesús”. Dejando de un lado las etimologías, que son muy dudosas, nada ha de oponerse a tal comparación.

[1343] 17. Cf. 19, 14.

[1344] 20 s. Véase Levítico 18, 8; 18, 23.

[1345] 26. San Pablo cita esto para señalar la superioridad de la Ley de la Gracia (Gálatas 3, 10). Cf. Santiago 2, 10.

[1346] 1 ss. Este capítulo tiene su paralelo en Levítico capítulo 26. Las bendiciones que se anuncian a continuación, tendrán su pleno cumplimiento a condición de que el pueblo siga practicando los mandamientos de la Ley. De lo contrario se convertirán en maldiciones (versículo 15 ss.; cf. Daniel 9, 11). Solo de este modo se comprende la historia y el destino de Israel.

[1347] 4. Bendito el fruto de tu seno: Cf. las palabras de Santa Isabel en Lucas 1, 42.

[1348] 5. Tu canasto y tu artesa: Vulgata: tus graneros y tus sobras.

[1349] 6. Tu entrada y tu salida: Todos tus pasos, en sentido moral y religioso: tu conducta. Cf. 31, 2; Salmo 120, 8; Hechos de los Apóstoles 1, 21.

[1350] 9. Pueblo santo suyo: Cf. 29, 13; Éxodo 19, 5 s. y nota.

[1351] 12. Véase 15, 6 y nota.

[1352] 13. No faltan quienes buscan en estas palabras una predicción del dominio mundial de la raza hebrea y las ven cumplidas en la posición actual de los judíos, su enorme influencia y superioridad financiera sobre otras naciones, pues con el dinero se puede estar siempre “encima” y nunca “debajo”. Y hasta se ganan las guerras. Sin embarco, no hay fundamento exegético para tal interpretación de la profecía. Es solo una promesa condicional, cuya realización depende, según Moisés (versículo 14 s.) del fiel cumplimiento de la Ley antigua, la cual, como todos sabemos, es cumplida solo en parte por los judíos modernos, si es que la cumplen. Pues les falta el centro del culto mosaico, el Templo y los sacrificios.

[1353] 17. Véase versículo 5 y nota.

[1354] 23. El sentido es: Dios no enviará lluvia ni rocío.

[1355] 27. La úlcera de Egipto, una especie de lepra. Véase la sexta plaga de Egipto (Éxodo 9, 9).

[1356] 35. Cf. Isaías 1, 5 s.

[1357] 36. Profecía que se cumplió con motivo del cautiverio babilónico (587 a. C.) muchos siglos después de la muerte de Moisés (IV Reyes 25, 6 s.).

[1358] 42. Los insectos: Otros traducen: la langosta; Vulgata: añublo.

[1359] 49. Vaticinio sobre la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor (587 a. C.) y por los romanos (70 d. C.). El águila era la insignia romana. El gran caudillo con mirada profética ve los futuros destinos de su pueblo hasta en los mínimos detalles. Todo lo que profetizó se cumplió al pie de la letra y sigue cumpliéndose en la actual dispersión de Israel y en su milagrosa subsistencia entre las naciones sin confundirse con ellas. Cf. Isaías 26, 20 ss.; 28, 11; 33, 19; Jeremías 5, 15; 14, 18; 48, 40; 49, 22; Habacuc 1, 8.

[1360] 53. Cf. Levítico 26, 29; IV Reyes 6, 28; Lamentaciones 4, 10; Baruc 2, 3; Flavio Jasefo, Bell. Judit 7, 8.

[1361] 54. Mirar con malos ojos: Es un hebraísmo que significa ser avaro. Tan inaudita será la angustia que los padres no solo comerán la carne de sus hijos, sino que, además, la reservarán para sí solos a fin de que nadie comparta con ellos la espantosa comida.

[1362] 65 s. Un corazón tembloroso, por estar en un continuo peligro. Como pendiente de un hilo (versículo 66) por la inseguridad de su existencia. “Es amenaza de muerte al judío infiel. Fuera mala acomodación la que se hiciera para exhortar a la meditación de Jesús clavado en la cruz” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación, pág. 269).

[1363] 68. ¡Qué cumplimiento tan tremendo dieron los romanos a esta maldición, cuando, después de la destrucción de Jerusalén, llevaron al resto de los judíos a Egipto, para venderlos como esclavos! (Flavio Josefo). Así, pues, los judíos andarán dispersos y errantes entre todos los pueblos del mundo, hasta que suene la hora de su conversión y restauración, de la que tantas veces hablan los profetas, San Pablo y el mismo Jesucristo. Cf. 30, 3; Isaías 10, 21 s.; 11, 11 s.; 59, 20 s. comparar con Romanos 9, 27; 11, 1 s.; Jeremías 23, 3 y 8; 30, 3; 31, 31-34; Ezequiel 37, 21-25; Amós 9, 15; Miqueas 4, 6 s.; Zacarías 8, 22 s.; Lucas 21, 24; Hechos de los Apóstoles 15, 16 s.; Romanos capítulo 11; II Corintios 3, 16; Efesios 2, 12 s. (véase la explicación de estos pasajes en la “Revista Bíblica”, 1949, número 53). La subsistencia del pueblo judío durante 2.000 años no deja de ser un milagro. Todos los pueblos, menos el judío, se asimilan a otros pueblos cuando pierden su patria y son derramados sobre todos los países. Se ha observado que, por ejemplo, en los Estados Unidos después de 20 ó 30 años, ya no se puede distinguir a los hijos de los inmigrantes europeos. Parecen todos fundidos en el crisol americano. Solamente los judíos conservan todos los caracteres de su raza. “Se agrupan entre sí, se sostienen, se ayudan mutuamente para conseguir las mejores colocaciones. Dotados de una fuerte inteligencia práctica, forman una «pequeña nación» en las grandes naciones donde viven provisoriamente” (Chasles). ¿No es este, acaso, un hecho asombroso? No menos asombroso es el regreso de los judíos al país de sus padres y el restablecimiento del reino de Israel en Tierra Santa, hecho que actualmente presenciamos y que es probablemente el preludio de su sumisión a Cristo, ya que Jesús en su discurso escatológico relaciona el fin del tiempo de los gentiles, que según San Pablo coincide con la conversión de Israel (Romanos 11, 25), con la terminación de la dispersión (Lucas 21, 24). Por San Pablo sabemos también que la conversión de los judíos constituirá una riqueza para el mundo entero (Romanos 11, 12) y una como resurrección de entre muertos (Romanos 11, 15). De ahí que el Apóstol de los gentiles nos exhorta a no jactarnos de ser usufructuarios “de la raíz y la grosura del olivo” (Romanos 11, 17), que son los judíos. Son a ellos los “amados”, a causa de los padres, los Patriarcas, puesto que “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Romanos 11, 28 s.). Es, pues, un grave error, medir a Israel como se mide a otros pueblos. Su porvenir y su destino no están sometidos a las leyes de la experiencia humana, sino que obedecen únicamente a las promesas que Dios les hizo, no por ser ellos el más excelente de los pueblos, ni en recompensa de méritos y obras, sino para que el designio de Dios se cumpliese conforme a Su elección (Romanos 9, 11) y se pusiese de manifiesto Su infinita misericordia, que elige a quien quiere (Romanos 9, 19). Por consiguiente el problema judío, que a los cristianos ocupa casi más que a los mismos judíos, no se soluciona considerando solamente los factores humanos que determinan la vida de los pueblos; Israel es el “hijo primogénito” de Dios (Éxodo 4, 22) y goza de tantas promesas “irrevocables” (Romanos 11, 29), que ante su historia se estrellan las leyes de la historia.

[1364] 1. Esta nueva alianza se formalizó más tarde en Canaán con Josué (Josué 8, 30 ss.), la primera fue hecha en el Sinaí, que aquí lleva el nombre de Horeb.

[1365] 4. En castigo del pecado, el Señor negó a los israelitas la gracia de entender los designios de Dios. No son, pues, excusables, porque los juicios de Dios, aunque ocultos, son justísimos (San Agustín). Cf. Isaías 6, 9; Mateo 13, 14; Lucas 8, 10; Hechos de los Apóstoles 28, 26 s., etc.; Efesios 4, 18.

[1366] 5 s. Cf. 8, 4. No habéis comido pan, etc. Alusión al maná con el cual Dios los alimentaba en el desierto.

[1367] 9. Para poder cumplir las palabras de Dios es menester conservarlas y recordarlas. Así lo explica el Salmo 118, 11, al decir: “Guardé tus palabras en mi corazón para no pecar contra Ti”. De aquí el inmenso valor que tiene la Palabra, para transformar nuestra vida espiritual. Cf. Salmo 1, 2-3. Jesús hace de esto la mayor de las bienaventuranzas, la que se aplica ante todo a su Santísima Madre (Lucas 2, 19 y 51).

[1368] 11. Cf. Josué 9, 23 y 27.

[1369] 13. Pueblo suyo: Cf. 28, 9; Éxodo 4, 22; 19, 5 s. y notas.

[1370] 19. La borrachera terminaría en sed: Este versículo ha sufrido muy diversas traducciones. Bover-Cantera vierte: de suerte que habría de arrancarse lo regado con lo seco; Nácar-Colunga: De modo que se una la sed a la gana de beber; Vulgata: acaba la borracha con la sedienta. Cornelio a Lápide y otros expositores toman las palabras de la Vulgata como un refrán, cuyo sentido sería: los borrachos, es decir, los malvados, consumen o echan a perder a los sedientos, esto es, los sencillos. Así como en la parábola del Sembrador las espinas ahogan la semilla, y así como los amores del mundo sofocan la Palabra de Dios para que no pueda dar su fruto en nuestro corazón, así también la hartura de las pasiones apaga la sed de lo espiritual, esa sed que crece con la sabiduría (Eclesiástico 24, 29). Cf. Amós 8, 11 s.

[1371] 20. No le perdonará, sino que tomará venganza por las almas sencillas que le ha quitado y que son las que Él más ama. Es el caso del escandaloso, al que Jesús condena con extraordinaria severidad (Mateo 18, 6).

[1372] 29. Las cosas reveladas son para nosotros: Tal es el inmenso tesoro que Dios nos regala en este sagrado Libro y que nos permite exclamar con David: “Tu me revelaste los secretos y ocultos misterios de tu sabiduría” (Salmo 50, 8). Véase con qué maravillosa amplitud confirma Jesús este concepto en Juan 15, 15.

[1373] 3. Se cumplió esta profecía después del cautiverio de Babilonia y se cumplirá de nuevo en el regreso definitivo de Israel a Tierra Santa y en su conversión a Cristo. Véase 28, 68 nota. “Por muchos y graves que sean los castigos con que por sus pecados aflija Dios al pueblo, siempre acaba por prevalecer la misericordia y por cumplirse las divinas promesas en el resto de los salvados. Este concepto que después tanto desarrollan los profetas, está íntimamente ligado con el plan de la Redención por el Mesías” (Nácar Colunia).

[1374] 6. Circuncidará tu corazón, es decir, te santificará. Esta es una evidente y absoluta promesa de la gracia del Salvador, dice San Agustín, porque Dios promete hacer lo que suele mandar que se haga. Cf. 10, 16; Génesis 17, 10 ss. y notas.

[1375] 7. He aquí una condenación del antisemitismo corriente. En él pueden caer solo los que ignoran la Biblia, en la cual se descubre a cada paso el amor de Dios hacia el pueblo escogido (Romanos 11, 28), que no ha caído para siempre (Romanos 11, 11) Cf. 28, 68.

[1376] 11 ss. El cumplimiento de los mandamientos no es tan difícil, puesto que pueden ser entendidos y cumplidos por el hombre con la ayuda de la gracia. Si San Pedro (Hechos de los Apóstoles 15, 10) llama a la Ley un yugo que no podían soportar los padres, piensa en la Ley sin la gracia. Cf. Romanos 10, 5-10, donde se explica la maravilla que obra en nosotros la fe en Cristo, superior a la Ley Antigua. Véase Mateo 11, 30, donde Jesús declara que su yugo es excelente y su carga liviana.

[1377] 15 ss. Nótese la claridad con que aquí se enseña la existencia del libre albedrío del hombre y, por ende, la responsabilidad que cada uno tiene de sus actos. Cf. versículo 19.

[1378] 20. Porque Él es tu vida, etc.: ¡Que concepto tan admirable! Cuando Dios nos manda que nos apeguemos a Él, nos manda que seamos felices. “Los mandamientos que nos prohíben tantas cosas, se reducen a impedir que seamos infelices” (Scío).

[1379] 6. Citado en Hebreos 13, 5. Cf. Josué 1, 5.

[1380] 9. Esta Ley a que se hace referencia es, probablemente, el presente libro, el quinto de los libros de Moisés, que se llama Deuteronomio.

[1381] 10. La última recomendación de Moisés es la de leer al pueblo la Palabra de Dios. La última recomendación de Jesús fue igualmente que se predicara el Evangelio. Véase cómo Esdras cumple la recomendación de Moisés, leyendo públicamente la Ley al regreso de Babilonia. Todos lo entienden y celebran por ello gran fiesta (Nehemías 8). Lo mismo hace el sacerdote Helcías, dando este libro al rey de Judá, el cual por haberlo leído lloró en la presencia de Dios y fue oído por Él (I Reyes 22, 3 s.; II Paralipómenos 34, 14 ss.). Cf. Levítico 25, 2 y nota.

[1382] 19. Este cántico: el cántico que sigue en el capítulo 32. Los israelitas deben aprenderlo de memoria, porque les pone delante la inmensa bondad de Dios y la ingratitud de su pueblo; los pecados y los escarmientos de sus padres, de una manera tal que pueda servir de testimonio para los hijos de Israel. Ningún israelita en adelante podrá excusarse, diciendo: yo no conozco la Ley; todos desde la niñez la conocerán por medio de este cántico. Cf. Josué 4, 6 y nota. En la Vigilia de Pentecostés (Oración de la tercera profecía) nos dice la Liturgia que “también a nosotros nos instruyó Dios por Moisés mediante su cántico”.

[1383] 26. Al lado del Arca, de la Alianza. Cf. III Reyes 8, 9. Solamente las tablas del Decálogo estaban en el Arca; la Ley y el resto de los libros sagrados estaban al lado del Arca, es decir, en el lugar augustísimo del Tabernáculo, como si Dios quisiera demostrar su voluntad de que se le diera un mismo culto a Él y a su Palabra escrita. “Si el mismo Dios quiso que su antigua Ley se colocara en lugar santísimo para que fuera honrada y se exhibiera «in testimonium» ¿hacemos demasiado sí honramos a la Nueva Ley, colocándola en lugar preferente en nuestras casas, para que permanezca allí «in testimonium» para nosotros?” (Zerwick, S. J.). Cf. Josué 24, 26; I Reyes 10, 25.

[1384] 1. El cántico de Moisés —así se llama este capítulo— es una joya de la poesía hebrea, no solo por la perfección del lenguaje, sino también por el tema de eterna actualidad que en él se desarrolla. “Le anima la inspiración profética, más aún que el entusiasmo lírico. Moisés contempla anticipadamente a los hebreos instalados en la Tierra de promisión, descubre y expone su negra ingratitud y los castigos que esta atraerá sobre ellos. Toda su historia pasada y futura se resume en estas breves, páginas. Dios, siempre fiel y bienhechor, el pueblo siempre rebelde y abusando de los divinos beneficios; he aquí el alma de este cántico” (Cardenal Gomá, Salterio, pág. 478). La Iglesia lo ha incorporado al Breviario Romano (Oficio del sábado).

[1385] 4. Roca: nombre muy apropiado para demostrar la fidelidad de Dios. Cf. Génesis 49, 24 y nota. Con su fidelidad contrasta la infidelidad del pueblo hebreo.

[1386] 5. Literalmente: pecaron contra Él indignamente sus no-hijos, generación mala y perversa. Los “no-hijos” son los israelitas; pues por su ingratitud e infidelidad perdieron el privilegio de ser el pueblo elegido.

[1387] 8. Cf. Hechos de los Apóstoles 17, 26. Fijó los límites de los pueblos: Dios desde un principio preparó para su pueblo la tierra de Canaán.

[1388] 10. Recuerda los cuarenta años que pasaron los israelitas en el desierto, instruidos y cuidados por su Dios.

[1389] 11. Véase la figura análoga que emplea Jesús en su discurso del Templo (Mateo 23, 37).

[1390] 12. Yahvé solo lo conducía: La Iglesia pone este texto en la Misa de Santa Teresa del Niño Jesús, para destacar su admirable espiritualidad infantil, hecha toda de abandono y confianza en el amor misericordioso del Padre Celestial.

[1391] 15. Yeschurún: nombre lleno de cariño; significa el recto, el justo. La Vulgata vierte: el amado. Cf. 33, 5 y 26. Te hinchaste: ¿Quién de nosotros no se ve retratado en este reproche? La misma queja formula el Señor por medio de Jeremías: “Han engordado y se han puesto rollizos, traspasaron mis palabras pésimamente; no hacen justicia al huérfano y salen triunfantes, ni atienden la causa de los pobres. ¿No he de castigar esto?, dice Yahvé” (Jeremías 5, 28 s.). Roca de su salvación: Vulgata: Dios su salvador.

[1392] 21. Aquellos que no son pueblo: los gentiles. Moisés predice que los pueblos gentiles serán llamados a entrar en el reino de Dios. Es el misterio que San Pablo trata en Romanos capítulo 11. La infidelidad del pueblo judío traerá como consecuencia la admisión de los pueblos paganos, que para los judíos eran un “no-pueblo”, una masa desordenada, excluida del Reino de Dios y destinada a la perdición. Véase los pasajes paralelos en 28, 68 nota.

[1393] 22. Infierno; literalmente scheol, lugar de los muertos. Lo más hondo del infierno es el lugar de los condenados. Cf. Mateo 25, 41; Marcos 9, 48; II Tesalonicenses 1, 8; Apocalipsis 14, 10 s.; 19, 20; 20, 10; 21, 8.

[1394] 24. La ardiente fiebre, la amarga pestilencia: Vulgata: las aves a crueles picotazos. Cf. 28, 21.

[1395] 27. Dios no va a aniquilarlos por completo, porque los enemigos no verían en ello el dedo de Dios; al contrario, lo interpretarían como el triunfo de sus dioses sobre el Dios de Israel. ¿No parece ser esto un “pretexto” de su corazón paternal para perdonar una vez más a los hijos ingratos?

[1396] 28. Lo que les espera: Es propio de los hijos del siglo, olvidar las postrimerías, no pensar en las cosas futuras para hacérselas favorables y asegurarse la felicidad duradera, que solo de Dios viene. “En todas tus acciones recuerda tus postrimerías, y no pecarás” (Eclesiástico 7, 40). Cf. Isaías 47, 7.

[1397] 32. Continúa la descripción de los enemigos bajo la imagen de la vid. La vid auténtica es Israel (cf. Isaías capítulo 5), sus enemigos son semejantes a uvas venenosas.

[1398] 34. Sellado entre mis tesoros: El castigo de los enemigos está sellado, esto es, bien guardado como en una caja de hierro. No escaparán, la venganza los alcanzará.

[1399] 35. Cf. Romanos 12, 19; Hebreos 10, 30.

[1400] 37. Lenguaje irónico que Dios usa con los israelitas apóstatas.

[1401] 39. Él da muerte al orgullo de nuestro hombre viejo, para darnos nueva vida según la fe en su Hijo (Romanos 6, 4; Efesios 4, 24; Colosenses 3, 10).

[1402] 43. Donoso Cortés llama a Moisés el más grande de los poetas, no solamente por este poema y algunos otros que la Biblia trae bajo su nombre, sino por la grandeza del tema. “Homero, dice, nos hace asistir al choque violento de la Europa y del Asia, Moisés nos pone delante de las maravillas de la creación; Homero canta a Aquiles, Moisés a Yahvé; Homero desfigura a los hombres y a los dioses; sus hombres son divinos y sus dioses humanos; Moisés nos muestra sin velo el rostro de Dios y el rostro del hombre. El águila homérica no subió más alta que las cumbres del Olimpo, ni voló más allá de los griegos horizontes. El águila del Sinaí subió hasta el trono resplandeciente de Dios, y tuvo debajo de sus alas todo el orbe de la tierra… Entre la epopeya homérica y la bíblica, entre Homero y Moisés, hay la misma distancia que entre Júpiter y Yahvé, entre el Olimpo y el cielo” (Discurso sobre la Biblia).

[1403] 47. Si estas palabras del Antiguo Testamento son la vida y la dan, ¡cuánto más las palabras del Evangelio! De las que dijo Jesucristo: “Lo que da la vida es el espíritu; las palabras que Yo os he dicho, espíritu y vida son” (Juan 6, 63).

[1404] 51. Aguas de Meribá, o Aguas de la Contradicción, donde Moisés, dudando de la misericordia de Dios, dijo exasperado: “¿Por ventura podremos sacaros agua de esta peña?” (Números 20, 10 s.; 27, 14).

[1405] 1. La bendición que Moisés, antes de morir, imparte a las tribus de Israel, es análoga a la de Jacob (Génesis capítulo 49). El texto es obscuro y admite en algunos versículos diversas interpretaciones.

[1406] 2. Sinaí, Seír y Farán indican la región donde Dios se manifestó a los israelitas de una manera especial. Fundándose en este y otros pasajes, la tradición judía localiza el monte Sinaí en Seír y Farán, es decir, en el nordeste de la península de Sinaí. Por santas miríadas se entienden los ángeles. Las centellas de fuego son los mandamientos que Dios pronunció en medio del fuego en aquel monte, con la estupenda magnificencia que se describe en Éxodo 19. Cf. Éxodo 10, 1 y nota.

[1407] 3. Sentados a tus pies cada uno recibe tu palabra: Cf. 32, 47. La Palabra de Dios da la vida al que la busca y se reconoce necesitado de ella (véase Sabiduría 6, 18, ss.). Todos tenemos esa necesidad (Eclesiástico 51, 32), y hoy más que nunca (Amós 8, 11). Pero no todos lo reconocen (Santiago 1, 5 s.). El que desea la sabiduría, la halla fácilmente porque ella se le anticipa (Sabiduría 6, 13 ss.), y con ella le vienen todos los bienes (ibíd. 7, 11). Por eso María de Betania tuvo la mejor parte (Lucas 10, 42), porque cumplió este precepto de “sentarse a los pies” de Jesucristo, la Sabiduría encarnada. Este versículo ha sido traducido de diversas maneras. Bover-Cantera, verte: Amó también a los pueblos; bajo de su mana son sus santos, y tus palabras recogen de tus pies alrededor. Nácar-Colunga: Ha hecho gracia a su pueblo. Todos sus santos están en su mano, que reanudando su marcha a pie prosiguieron por en medio del desierto.

[1408] 5. El fue rey en Yeschurún: Ese rey es Moisés. Así lo interpretan la mayoría de los expositores. Sin embargo, en ningún otro lugar de la Escritura se habla de la realeza de Moisés, por lo cual parece que se trata de Dios, libertador de su pueblo. Sobre Yeschurún véase 32, 15,

[1409] 6. Acerca de Rubén véase Génesis 49, 4 y nota.

[1410] 7. Profecía sobre la futura importancia de la tribu de Judá, de la cual saldrá el rey David, figura del Mesías. Cf. Génesis 49, 8 ss.

[1411] 8. Leví es la tribu del mismo Moisés. Su distinción consiste en los “Urim” y “Tummim”, en la Vulgata “perfección” y “doctrina”, mediante los cuales los Sumos Sacerdotes, hijos de Leví, consultaban a Dios (Éxodo 28, 30 y nota). El varón santo es Aarón y sus sucesores. Masá: cf. Éxodo 17, 2 ss.; Deuteronomio 6, 16. Meribá: cf. Números 20, 13 y 24.

[1412] 9. Se alaba el santo celo de la tribu de Leví, que no perdonaba a los hermanos cuando se trataba de castigar la apostasía, por ej., en la adoración del becerro de oro (Éxodo 32, 25-29) y cuando Finés desenvainó la espada contra los idólatras y fornicarios (Números 25, 7 ss.).

[1413] 10. El sentido es: los levitas enseñarán al pueblo la Ley de Dios y ofrecerán incienso y sacrificios. Efectivamente fue este el privilegio de la tribu levítica en los siglos posteriores hasta la venida de Cristo. Delante de Ti: Vulgata: por tu favor.

[1414] 12. Alusión a Betel (Casa de Dios), situada en Benjamín, y tal vez al Templo que se erigirá en los confines de Benjamín, pues en la repartición del país, Jerusalén tocó en suerte a Benjamín. Entre sus hombros: entre sus colinas.

[1415] 13. Los hijos de José, es decir, las tribus de sus hijos: Efraím y Manasés, que recibieron la parte más fértil de Palestina. Es por eso que el autor sagrado emplea imágenes que significan la fertilidad de esa región. Es a la vez una alusión a los nombres de José y Efraím, el primero de los cuales significa “aumento”; el segundo, “fertilidad”.

[1416] 15. Montes antiguos... collados eternos: Véase la explicación en Génesis 49, 26 nota.

[1417] 16. Véase Éxodo 3, 2 ss. Príncipe de sus hermanos: Vulgata: nazareo entre sus hermanos. Cf. Génesis 49, 26 y nota.

[1418] 18 s. Se refiere a las riquezas del mar y de las llanuras de Esdrelón, donde Zabulón e Isacar han de recibir su herencia. La montaña (versículo 19) es quizá el Carmelo, según otros, el Tabor, que fue, con toda probabilidad, el monte de la Transfiguración de Jesús.

[1419] 20. Alusión a la gran extensión de Gad en Transjordania, y al papel que desempeñarán los gaditas en la conquista de Cisjordania (Josué 4, 12).

[1420] 22. Cachorro de león: alusión profética a Sansón y a las conquistas que más tarde hiciera Dan en las tierras de Basán.

[1421] 23. El mar: el lago de Genesaret. El Mediodía: la región meridional del mismo lago.

[1422] 24. Baña su pie en aceite: Vivirá en abundancia, gracias a sus fértiles olivares.

[1423] 25. Tus cerrojos: Vulgata: su calzado. Moisés pasa por alto a Simeón que tampoco recibió bendición de Jacob y que poco a poco desaparece de en medio de Israel.

[1424] 26. Yeschurún: el pueblo de Israel (véase 32, 15). La Vulgata dice: el Dios del Rectísimo.

[1425] 27. Debajo de ti están los brazos eternos: Dejémonos caer con decisión en tan acogedores brazos.

[1426] 28. La fuente de Jacob: el pueblo israelita, que vive en paz y seguridad dentro de las fronteras de su país, protegido y salvado por el mismo Yahvé, su escudo y auxilio (versículo 29).

[1427] 1. Cf. 3, 27. Es evidente que este último capítulo que relata la muerte de Moisés, fue añadido por otro autor inspirado. Desde el monte Nebo puede verse toda la tierra prometida, desde el Hermón hasta el Négueb y Segor (versículo 3), situada en la región del Mar Muerto. El mar occidental: el Mediterráneo.

[1428] 5 s. La muerte de Moisés, y su sepultura por el mismo Dios, es “uno de los misterios históricos que nos ha dejado el Antiguo Testamento, parecido a la desaparición de Enoc y al rapto de Elías en el carro de fuego” (Nácar-Colunga). Según San Judas hubo un altercado entre San Miguel y Satanás por el cuerpo de Moisés (Judas versículo 9). Algunos Padres opinan que Moisés no murió, y que por eso pudo asistir, juntamente con Elías, a la Transfiguración de Jesús (Mateo 17, 3). En tal caso su sepultación por mano de Dios significaría su traslado. El Eclesiástico dedica al gran profeta el capítulo 45, 1-6. Moisés es figura de Cristo, por cuanto fue mediador de la Antigua Alianza. Lo es también como profeta (Deuteronomio 18, 15; Hechos de los Apóstoles 3, 22 s.), como intercesor (Éxodo 17, 1 ss.; 32, 31 ss.; Hebreos 7, 25; I Juan 2, 1 s.), como caudillo (Deuteronomio 33, 5; Isaías 55, 4; Hebreos 2, 10), como libertador (Éxodo 3, 7 ss.; Hechos de los Apóstoles 7, 25), como Maestro (Deuteronomio 33, 4; Isaías 61, 1; Lucas 4, 18), y como Cristo fue también él rechazado por Israel (Éxodo 2, 11 ss.; Hechos de los Apóstoles 7, 25; 28, 28). La vara de Moisés representa la Cruz, instrumento de la Redención y signo de nuestra salvación, y los milagros que el caudillo del pueblo de Dios obró en el desierto, son figuras del Redentor (por ejemplo el agua pura de la roca, la serpiente de bronce). La Iglesia venera al gran profeta y celebra su fiesta el 4 de septiembre. El Santoral cristiano conmemora igualmente muchos otros santos Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento.

[1429] 9. Lleno del Espíritu: Cf. Números 27, 18 y nota. La imposición de las manos para infundir el Espíritu Santo se usó también en el Nuevo Testamento por los Apóstoles (Hechos de los Apóstoles 6, 6; 8, 17) y se usa en la Iglesia en la administración de los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Orden Sagrado.

[1430] 10. Cara a cara: Véase Números 12, 8 y nota.

[1431] 1. Josué, antes Oseas (Números 13, 9) es llamado en hebreo Jehoschúa (el Señor salva). Es idéntico con el nombre de Jesús, del cual Josué fue figura, como salvador y caudillo de su pueblo, al que introdujo en la tierra prometida. Cf. en Eclesiástico 46 el elogio de Josué, el cual fue grande “según el nombre que llevaba”.

[1432] 3. Cf. Deuteronomio 11, 24. Dios les da el país con tal que lo ocupen. Esta es la economía divina: el Señor del cielo y de la tierra nos alimenta y nos viste gratis (Mateo 6, 25-34), y nos ofrece el pan supersubstancial (Mateo 6, 11) para el alma, sin que demos nada equivalente de nuestra parte; lo único que exige es que echemos manos de los bienes con que su bondad nos viene colmando (cf. I Timoteo 6, 12).

[1433] 4. El Mar Grande: el Mediterráneo. Con el nombre de tierra de los heteos se designa aquí el país de Canaán porque los heteos lo tenían ocupado en la época patriarcal. El mismo nombre se da a Canaán en los cuneiformes babilónicos.

[1434] 5. No te dejaré ni te abandonaré: Palabras citadas por San Pablo en Hebreos 13, 5; para inspirarnos confianza y alejarnos de la avaricia.

[1435] 8. “Parecerá tal vez cosa extraña que a un general de ejército como Josué, destinado para la conquista de unas regiones llenas de poderosos enemigos, le dé un expreso mandamiento de que se aplique día y noche a la meditación de la Ley de Dios, y de que la tenga continuamente en la boca. Pero no lo parecerá, siempre que consideremos que es la misma eterna Sabiduría la que nos asegura aquí, que el único manantial de donde deben sacar los príncipes la verdadera prudencia, es la Ley divina” (Scío).

[1436] 12 ss. Las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés, habían recibido sus herencias luego de la ocupación del país transjordánico con la condición de que ayudasen a sus hermanos en la conquista de la tierra cisjordánica (Canaán). Cf. Números 32, 17 ss.; Deuteronomio 3, 18 ss.

[1437] 17. Solamente que Yahvé esté contigo: No es una limitación de la obediencia que acaban de prometerle, sino más bien un deseo y una súplica: ¡Quiera Dios siempre estar contigo!

[1438] 1. Las mujeres públicas mantenían posadas (como se ve en el art. 109 del Código de Hammurabi), de manera que no es de extrañar que los exploradores por no tener albergue en la ciudad se hospedaran en casa de Rahab. Una posada o casa pública les pareció, además, apropiada para evitar las sospechas del rey de Jericó. Como se sigue de los versículos 9 y ss. Rahab creía y estaba convencida de que los israelitas eran el pueblo de Dios.

[1439] 11. Esta admirable profesión de fe en una mujer pagana y de tan baja condición nos ayuda a comprender las tremendas palabras de Jesús contra los príncipes de los sacerdotes y ancianos del Sanedrín: “Los publicanos y las rameras os precederán en el Reino de Dios” (Mateo 21, 31). Los santos Padres ven en esta mujer una figura de las naciones paganas que más tarde se convirtieron al cristianismo (Fillion).

[1440] 15. Véase igual hazaña hecha por San Pablo (Hechos 9, 25; II Corintios 11, 33) y por David (I Reyes 19, 12). Vivía en el muro: Para entender esto, hay que saber que las ciudades cananeas, no obstante ser muy pequeñas, tenían anchísimas murallas. Dice al respecto Mallon: “Del muro cananeo de Jerusalén, junto al cual pasó más de una vez Abrahán, se conservan dos trozos, uno de los cuales está intacto. El muro tiene una anchura que varía entre seis y ocho metros y está formado por dos paredes de grandes piedras rudamente encuadradas. Como las piedras son muy desiguales, las dos paredes no son siempre paralelas, ni dan siempre la misma anchura. El espacio comprendido entre las dos estaba lleno de tierra y cascajo”.

[1441] 18. El cordón de hilo escarlata es, en la interpretación de los santos Padres, figura de la Sangre de Cristo. San Pablo elogia la fe de Rahab (Hebreos 11, 31), y Santiago (2, 25) aprecia la obra de caridad que hizo con los exploradores. No hay duda de que la ramera renunció a su mala vida y se adhirió a los israelitas. Por su casamiento con Salmón, Rahab figura en la genealogía legal de Cristo (Mateo 1, 5), lo cual no deja de ser una piedra de escándalo para los fariseos antiguos y modernos. Es porque no entienden lo que Jesús dijo en la Sinagoga de Cafarnaúm; “La carne para nada aprovecha” (Juan 6, 63). A tal punto desprecia el Señor esas preocupaciones humanas sobre el honor de la familia y las virtudes de los antepasados, que Él, la Santidad misma, elige entre las mujeres de su ascendencia no solo a Rut (Mateo 1, 5) que era moabita (Rut 1, 1-4), es decir, descendiente de los hijos del incesto (Génesis 19, 37), sino también a la ramera Rahab (Josué 6, 25; (Mateo 1, 5); a la incestuosa Tamar (Génesis 38, 11 ss.; Mateo 1, 3). Aun Sara, la mujer legítima de Abrahán perteneció un tiempo al Faraón de Egipto hasta que Dios lo castigó (Génesis 12, 11-19). Por fin debiendo ser de la semilla de David según la carne (Romanos 1, 3) como debía ser de la de Adán para borrar el pecado, Jesús elige para sí la rama de la adúltera Betsabee (II Reyes 11, 22 ss.; Mateo 1, 6), habiendo podido elegir a cualquiera de las otras mujeres de David (cf. II Reyes 3, 2 ss.).

[1442] 3. Los sacerdotes levitas: “Ordinariamente eran los caatitas, simples levitas, los que llevaban el Arca (Números 4, 15; 7, 9, etc.); mas en ocasiones solemnes la llevaban los sacerdotes. Véase 6, 6; III Reyes 8, 3, etc.” (Vigouroux, Polyglotte).

[1443] 4. No os acerquéis a ella, para no haceros culpables de la pena de muerte. No era lícito tocar el Arca (II Reyes 6, 6 ss.).

[1444] 5. Santificaos, esto es, purificaos legalmente (Éxodo 19, 15; Josué 7, 13).

[1445] 12. Véase 4, 2.

[1446] 13. La Vulgata agrega: y las aguas que hay de la parte de abajo, seguirán su corriente.

[1447] 15. Siendo el tiempo de la siega en que crecen de nuevo las aguas del Jordán (por derretirse en esta estación las nieves del Hermón), no fue posible vadear el río, operación que dificultaba aún más la gran muchedumbre de mujeres, niños, ancianos y rebaños. En aquella región la corriente es extraordinariamente impetuosa debido al desnivel de 200 metros que existe entre el Lago de Genesaret y el Mar Muerto. El paso del Jordán es un suceso milagroso que no tiene explicación natural alguna y recuerda el paso del Mar Rojo (Éxodo 14, 21), que Rahab menciona en el versículo 10 del capítulo anterior. San Gregorio y San Agustín reconocen en el milagro del retroceso de las aguas del Jordán hacia su origen, los efectos del Bautismo, por el cual el hombre vuelve a su Principio del cual se había desviado. Cf. Romanos 6, 6 ss.; Efesios 2, 5 s.; Colosenses 3, 1 ss.

[1448] 16. El Mar del Arabá, el Mar Salado; esto es, el Mar Muerto, en el cual desemboca el Jordán.

[1449] 4. Los doce hombres escogidos representan, según San Agustín, no solo a las doce tribus de Israel, sino también a los doce apóstoles que son las piedras fundamentales de la Iglesia, juntamente con los Profetas (Efesios 2, 20).

[1450] 6. Nótese este admirable método de catequizar a los niños. Ante todo hay que despertar su atención apelando a su curiosidad. Cuando ellos viendo el monumento preguntasen a su padre: “Padre ¿qué es esto?”, le corresponde a este hablarles de las grandezas de Yahvé para que le conozcan y le amen y observen su santa Ley. Es de notar también que, según la Sagrada Escritura, son los padres los que deben dar esta primera instrucción religiosa. Reiteradas veces les inculca Dios tal deber a través de las páginas de la Biblia. Cf. Éxodo 13, 14; Deuteronomio 6, 2 s.; 31, 19; Josué 4, 6 y 21; etc.

[1451] 12. Véase Números 32, 28 ss.

[1452] 18. Desbordándose, etc.: Los israelitas atravesaron el Jordán en el primer mes (versículo 19), es decir, en la estación primaveral, cuando el río alcanza el máximum de crecida y llena todo el valle, ocupando un espacio de 400 m. a 3 km. de ancho. Las nieves del Hermón, unidas a las lluvias de enero y febrero son las fuentes de tan inmensa crecida.

[1453] 19. Cf. 5, 9. Gálgala no era ciudad, sino solamente un campo fortificado y lugar notable por las doce piedras, las que más tarde le dieron carácter de santuario (cf. I Reyes 10, 8; Oseas 4, 15; Amós 5, 5). Algunos creen que San Juan Bautista aludió a esas piedras en su predicación de penitencia, cuando dijo: “Yo os digo que poderoso es Dios para hacer que de estas mismas piedras nazcan hijos de Abrahán” (Mateo 3, 9); pues no había otras piedras en aquella región porque toda la tierra es de aluvión. San Jerónimo dice que las piedras se veían todavía en su tiempo. Una iglesia cristiana se levantó en aquel lugar. Se han conservado algunos restos de la iglesia.

[1454] 2 s. La circuncisión era el signo externo de la alianza de Abrahán con Dios (Eclesiástico 44, 20), siendo por eso obligatoria para todos sus descendientes (cf. Génesis 17, 7-14; Romanos 4, 11). Durante su estadía en Egipto y en el viaje por el desierto los israelitas habían descuidado la ley de la circuncisión, por lo cual Dios la inculca de nuevo. “Ignoramos los motivos de esta omisión. Pero vemos que en todo caso el autor sagrado se creyó en la necesidad de señalar el hecho. Ni vemos que lo atribuya a pecado, el cual vendría a recaer sobre los conductores del pueblo” (Nácar-Colunga). Collado de Aralot (versículo 3): Vulgata: Collado de los prepucios, lo que significa lo mismo.

[1455] 9. El oprobio de Egipto: la esclavitud de Egipto. El oprobio termina al entrar en la tierra de promisión y al renovarse la circuncisión. El texto hebreo se sirve de un juego de palabras para esclarecer la etimología del nombre de Gálgala que, según los hebraístas probablemente significa “cerco”, es decir, el círculo de las piedras que Josué colocó allí (4, 20). Los arqueólogos dan a estos círculos de bloques fijos en el terreno el nombre de “cromlech”. Los encontramos también en otros países, por ejemplo en Gran Bretaña y Escandinavia.

[1456] 12. Cesó el maná, el pan del cielo, figura de Cristo humanado. Cf. Éxodo capítulo 16; Salmo 77, 25 s.; Juan 6, 31-32 y 49-50; I Corintios 10, 3.

[1457] 13. El Ángel que se aparece a Josué, es, tal vez, el mismo que acompañó ya antes al pueblo de Israel para guiarlo y protegerlo (Éxodo 23, 20 y 23). Algunos expositores creen que este príncipe celestial fue San Miguel (Daniel 10, 21; 12, 1).

[1458] 16. Cf. Éxodo 3, 5; Hechos 7, 33.

[1459] 1 ss. Las ciudades cananeas eran muy pequeñas. Jericó tenía un perímetro de solo 778 metros, o sea, un poco más que la Basílica de San Pedro de Roma. Su fortaleza consistía en su enorme muralla que “le permitía esperar con toda tranquilidad cualquier ataque, aun de sitiadores más expertos que los israelitas” (Ricciotti). Como demuestran las excavaciones realizadas por Sellin y Garstang, Jericó estaba rodeada de murallas en doble cordón, una de las cuales tenía 8-9 metros de alto por 3-4 de ancho, de manera que la ciudad era un baluarte inexpugnable. Agréguese a ello que los israelitas no poseían armas ni instrumentos para tomar una fortaleza. La caída de Jericó no se puede explicar sino por la intervención de Dios. Él es quien toma la ciudad, para manifestar su poder y enseñarnos que fortalezas y armas, y otros inventos de la sabiduría humana, son una nada ante el sonido de sus trompetas, “porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios, y anularé la prudencia de los prudentes” (I Corintios 1, 19; cf. II Corintios 10, 4 s.). El dar vuelta a la ciudad con el Arca tenía solamente carácter simbólico. El pueblo había de reconocer que el derrumbamiento de las murallas no era obra de los hombres sino de Dios. Por eso San Pablo explica este asombroso triunfo como obra de la fe (Hebreos 11, 30).

[1460] 5. Sonidos más continuados: Vulgata: la voz de la trompeta más larga e interrumpida.

[1461] 6. Trompetas de cuerno de carnero: Vulgata: Trompetas del jubileo, es decir, las trompetas que se usaban para anunciar el año del jubileo (Levítico 25, 9).

[1462] 13. Nótese el frecuente empleo del número sagrado siete en este relato que abarca siete días y siete vueltas al séptimo día, con siete sacerdotes portadores de siete trompetas.

[1463] 17. Anatema significa destrucción completa; es decir muerte de los habitantes y de los ganados, y destrucción de todo lo demás. Quien se apoderaba de alguna cosa anatematizada, se tornaba, él mismo, anatema.

[1464] 20. Esto se nos recuerda en II Macabeos 12, 15. Las excavaciones recientes comprueban que los muros cayeron hacia afuera, aunque sin duda se exceptuaba la casa de Rahab, que estaba en el muro (2, 15). Cf. Levítico 27, 28 y nota. No es necesario recurrir a un terremoto, como lo hacen Haupt y otros modernos, puesto que el derrumbamiento de los muros se realizó cuando el pueblo levantó el grito y resonaron las trompetas, conforme a lo predicho en el versículo 5.

[1465] 23. Véase Hebreos 10, 31, donde el autor sagrado nos dice que Rahab fue salvada por haber recibido en paz a los exploradores. “El hilo colorado (cf. 2, 18) que era la señal de que su casa tenía que ser salvada, es figura de la pasión del Señor, por la cual los hombres se salvan de la perdición” (Zschokke-Dóller).

[1466] 25. Tenemos aquí una importante noticia sobre el tiempo de la composición del Libro de Josué. Fue compuesto mientras vivía aún Rahab y su familia.

[1467] 26. Se cumplió la maldición de Josué en tiempos del impío rey Acab, cuando Hiél de Betel reedificó la ciudad sacrificando a sus propios hijos (III Reyes 16, 34).

[1468] 2. La ciudad de Hai estaba situada al noroeste de Jericó, junto al camino entre esta y Betel. Su sitio se identifica con Et-Tell.

[1469] 6. Rasgó sus vestidos, en señal de duelo y dolor. Cf. Génesis 37, 34; I Reyes 4, 12; II Reyes 1, 2; Job 1, 20; 2, 12, etc.

[1470] 7 ss. Josué sabe rezar como Moisés. En sus palabras no hay nada de justificación o excusa del pecado, ningún recurso humano, ninguna mención de propios méritos. El único motivo que alega es el honor de Dios, la gloria de su santísimo Nombre (versículo 9). ¿Qué pensarían los paganos al ver derrotado al pueblo de Dios? Despreciarían la santidad de su nombre, y esto es lo que Dios no puede permitir. La oración auténtica debe comenzar siempre con el “Santificado sea tu Nombre” (Mateo 6, 9).

[1471] 12. Han venido a ser anatema, por haber sustraído algo del botín consagrado a Yahvé.

[1472] 15. Para echar suertes se tomaban unas varitas o tablitas de madera, en las cuales se escribía un sí y un no, o los nombres de los participantes. No hay nada que decir en contra de esta forma extraordinaria de buscar al culpable, porque Dios mismo lo había ordenado (versículo 14). De la misma manera procedieron los apóstoles para elegir al que debía sustituir a Judas el traidor (Hechos 1, 26).

[1473] 21. Sinear, o Senaar: Babilonia. Cf. Génesis 11, 2 y nota. Un sido equivalía a 16,38 gramos.

[1474] 3. Treinta mil: el versículo 12 habla solamente de cinco mil. Bover Cantera pone aquí la siguiente nota: “Unos lo juzgan falta de copista, otros que fueron dos las emboscadas, o que de los 30.000 soldados solamente 5.000 se utilizaron. El P. Fernández cree que, como G. (Setenta), el texto primitivo pasaba de 11b al 14; lo restante sería anotación marginal pasada al H (texto hebreo masorético)”.

[1475] 14. El Arabá: el valle del Jordán.

[1476] 19. Apenas hubo él extendido la mano: Recuerda la acción de Moisés en el combate contra los amalecitas (Éxodo 17, 11), pero hay una diferencia: Moisés alzó las manos para orar, en tanto que Josué blande la lanza (versículo 18 y 26). Cf. Salmo 43, 3 s.

[1477] 22. Ni sobreviviente ni fugitivo: Véase Deuteronomio 7, 2.

[1478] 30 ss. La erección de un altar, el ofrecimiento de holocaustos y víctimas pacíficas, y la grabación de la Ley en piedras, obedecen a los preceptos dados por Moisés (Deuteronomio 11, 29; 27, 2 ss.). Se cree que no se trata de la Ley completa, sino del Deuteronomio, es decir, de la renovación de la Alianza que Moisés hizo en los campos de Moab (Deuteronomio 6, 1-7, 11). Otros piensan en el Decálogo. El monte Garizim, de 885 metros y el monte Ebal, de 924 metros de altura están situados en el centro de Palestina, al sur y al norte del valle de Siquem. En el valle estaba el Arca de la Alianza. No hubo lugar más apropiado para renovar la promulgación de la Ley que estos dos montes que dominan el país y pueden verse de larguísima distancia. Cf. Juan 4, 20.

[1479] 3 ss. Gabaón, ciudad situada a unos 10 km. al Noroeste de Jerusalén y a 40 al Oeste de Gálgala. Sus habitantes eran heveos (11, 19) o amorreos (II Reyes 21, 2). Hoy día la localidad se llama Ed-Dschib. Los gabaonitas fingían haber hecho un viaje extraordinariamente largo y venir de una región muy lejana. En esto consiste su engaño.

[1480] 7. Véase Éxodo 23, 23; 33, 2; Deuteronomio 7, 1.

[1481] 9. Por la fama de Yahvé: Con esto los gabaonitas dan a conocer que tienen conocimiento del verdadero Dios y que están dispuestos a incorporarse al pueblo de Dios, como en realidad lo hicieron (versículo 26; II Reyes 21, 2).

[1482] 14. No consultaron: Cf. el ejemplo de David en I Reyes 23, 11; 30, 8; II Reyes 2, 1; 5, 19.

[1483] 17. Las ciudades de que aquí se hace mención están todas al Norte y Noroeste de Jerusalén.

[1484] 21. Por el juramento que habían prestado los israelitas ya no podían exterminarlos, por lo cual los degradaron al oficio más humilde de todos: cortar la leña y acarrear el agua para el Tabernáculo. De esta manera fue resuelto el dilema y a la vez sellada la total sumisión de los gabaonitas y su conversión a la religión de Israel. Saúl, llevado por un falso celo quebrantó el juramento que los israelitas habían hecho a los gabaonitas y mandó exterminarlos, lo cual fue motivo de la ira de Dios y trajo grandes calamidades sobre la casa de Saúl. Cf. II Reyes capítulo 21.

[1485] 23. Cf. Deuteronomio 29, 11. Véase versículo 27.

[1486] 1. Nótese que aquí por primera vez sale en la Biblia el nombre actual de Jerusalén. En tiempos de Abrahán la ciudad se llamaba Salem (Génesis 14, 18). En los siglos xv y xiv a. C. su nombre era Urusalim, como se desprende de las tablillas de Tell el-Amarna, y su rey llevaba el nombre de Abdijiba o Putijiba. El nombre hebreo de Jerusalén termina en dual, de lo que se deduce que desde antiguo se componía de dos ciudades: la baja y la alta (Jebús). El sentido de este nombre ilustre, que designa a lo que Cristo llamó, como David, “La ciudad del Gran Rey” (Salmo 47, 3; Mateo 5, 35) es: Ciudad de Paz.

[1487] 2. Gran temor: Cf. Éxodo 15, 15; Deuteronomio 11, 25.

[1488] 3. Las ciudades mencionadas se hallan al Sur y Sudoeste de Jerusalén. Allí está también Guécer (versículo 33).

[1489] 11. Grandes piedras, esto es granizo, semejante al que sobrevino sobre los egipcios (Éxodo 9, 24), o al que contribuyó a la victoria de Samuel sobre los filisteos (I Reyes 7, 10). Véase Eclesiástico 46, 6; Apocalipsis 8, 7; 16, 21.

[1490] 13. El sol se detuvo: Para expresar el hecho milagroso, el autor sagrado habla según las apariencias. No le importa cómo Dios suspende por algún tiempo el curso de los astros. De todas maneras hay que sostener que se trata de un milagro (cf. Eclesiástico 46, 5; Isaías 28, 21), por lo cual no satisfacen las explicaciones que le quitan ese carácter. Los que fundan su interpretación sobre las apariencias meteorológicas insinúan que tal vez la nube de granizo haya ocultado al sol como en un ocaso, o que se haya dado un fenómeno de refracción solar sobre la nube de granizo, o algo semejante. El libro del Justo (Vulgata: el libro de los Justos), que Josué cita, era probablemente una colección de canciones. El mismo libro se cita en II Reyes 1, 18. Cf. Números 21, 14, donde se cita un libro semejante. Ambos escritos se han perdido.

[1491] 21. Véase Éxodo 11, 7.

[1492] 24. Poned vuestro pie, etc.: Los vencedores acostumbraban poner el pie sobre el cuello de los vencidos, como se ve en los monumentos asirios. Cf. Salmo 109, 1; Isaías 26, 5 s.; Malaquías 4, 3; I Corintios 15, 25; Hebreos 2, 8.

[1493] 26. Los hizo colgar. Cf. 8, 29. El castigo corresponde a la ley marcial de entonces y al mandato de Dios de exterminar a los cananeos. Véase Deuteronomio 21, 23.

[1494] 40. Négueb: región meridional de Palestina. Sefelá: la llanura entre las montañas de Judá y el Mediterráneo.

[1495] 42. En las ruinas de Tell el-Amarna se han encontrado cartas en que esos pueblos piden auxilio al Faraón contra la invasión de los Habiri, que probablemente son idénticos con los hebreos.

[1496] 2. Hasor, hoy El-Kedah, cuyas ruinas fueron descubiertas por Garstang. Kinéret: Genesaret de Galilea. Dor, ciudad situada al Sur del monte Carmelo, a orillas del Mediterráneo.

[1497] 3. Dice Flavio Josefo que eran 30.000 hombres de a pie, 10.000 de a caballo y 20.000 carros.

[1498] 5. El lago de Merom, hoy Bahr el Huleh, es atravesado por el Jordán y se encuentra al Norte de Galilea, entre el monte Hermón y el mar de Genesaret. Se trató, a lo que parece, de una coalición de todos los pueblos del norte de Palestina.

[1499] 8. Sidón: ciudad y puerto importante de Fenicia, llamada “la Grande” por su fama y sus riquezas.

[1500] 9. Desjarretó sus caballos, para que no pudieran usarse para la guerra. Esta medida que Josué tomó por orden de Dios (versículo 6), se comprende por el hecho de que los israelitas no poseían caballos ni carros de guerra, ni tenían otro medio semejante para defenderse. Israel había de confiar solo en Dios (Éxodo 15, 1 y 4; Deuteronomio 17, 16; 20, 1; Salmos 19, 8; 146, 10).

[1501] 16. Sobre Négueb y Sefelá véase 10, 40. La montaña:la región montañosa ocupada más tarde por Judá. La montaña de Israel, llamada más tarde montaña de Efraím (Samaria).

[1502] 17. Seír: Edom, al sudeste de Palestina. La montaña desnuda, en hebreo Har Halak, quizás nombre de un monte al sudoeste del Mar Muerto.

[1503] 19. Sobre Gabaón véase 9, 3 y nota.

[1504] 20. Endurecer el corazón: Este misterio nos lo explica San Pablo en Romanos 9, 15 ss. Cf. el endurecimiento del corazón del Faraón en Éxodo 7, 13 y 22; 8, 11, 15 y 28, etc.

[1505] 21. Sobre los enaceos o gigantes véase Números 13, 22 y nota. Volvieron poco después al país, y fueron derrotados nuevamente por Caleb y Otoniel (15, 14; Jueces 1, 10). Gasa, Gat y Azoto eran ciudades filisteas. De Gat procedió más tarde el gigante Goliat.

[1506] 23. La paz no fue duradera, muchos de los vencidos volvieron a atacar a los israelitas, de modo que estos tuvieron que volver a reanudar las actividades bélicas, perdiendo ciudades que antes habían conquistado (capítulo 15; Jueces capítulo 1). “Se había hecho la conquista, pero en el estado en que se hallaba se puede considerar más como una penetración a mano armada que como una verdadera conquista. En primer lugar se hallaba lejos de ser total; en muchos puntos del centro, especialmente en los más fortalecidos, los cananeos no habían sufrido la menor perturbación; peor estaba la periferia, donde muchos pueblos ni siquiera habían tenido contacto con los israelitas Si hoy los israelitas habían sido superiores en armas a los cananeos, mañana estos podían salir victoriosos en el desquite, dejando de un lado el que la civilización de estos, más desarrollada y más fina, ofrecía siempre la posibilidad de una victoria de otro género mediante la sumisión espiritual de los recién llegados” (Ricciotti).

[1507] 2. Cf. Números 21, 21 ss.; Deuteronomio 2, 24 ss. y notas.

[1508] 3. Kinéret: Genesaret. Mar del Araba, o Mar Salado: el Mar Muerto. El Fasga se eleva al Este del Mar Muerto.

[1509] 4. Números 21, 33 ss.; Deuteronomio 3, 1 ss. y notas. Los Refaím se cuentan entre los gigantes. Parece que fueron de los primeros habitantes de Palestina; pero cuando Josué ocupó el país solo encontró restos de ellos (Deuteronomio 3, 11; Josué 17, 15). De esos gigantes trae su nombre el Valle de Refaím al sudoeste de Jerusalén.

[1510] 7. Este lado del Jordán, o sea, en Cisjordania.

[1511] 9 ss. Los treinta y un reyes (versículo 24) eran más bien reyezuelos, pues les pertenecía, si descontamos la parte no conquistada, un territorio de 10.000 kilómetros cuadrados, o sea a cada uno 330 kms.2, por término medio.

[1512] 18. Lazaron: Algunos leen Sarán.

[1513] 23. El rey de Goím en Gilgal: Otra traducción: rey de las gentes en Galilea.

[1514] 1. Josué era anciano, teniendo a la sazón alrededor de 90 años. Cf. 24, 29.

[1515] 2. Este versículo reza en la Vulgata: toda la Galilea, los filisteos y todo Gesur. Gesur: pequeño reino al oriente del Mar de Galilea.

[1516] 3. Schihor (Sihor): Vulgata río turbio. Es nombre del Nilo. Aquí tal vez el “Torrente de Egipto” (15, 4 y 47), que era la frontera entre Egipto y Palestina, hoy Wadi el-Arisch. Según otros un canal fronterizo en esa misma región. Acarón, Anoto, Ascalón, Gat: ciudades de los filisteos.

[1517] 5. Gebal: ciudad de Fenicia, al norte de Palestina. Hamat o Emat, hoy Hama, ciudad de Siria, a orillas del Orontes.

[1518] 9. El Arnón: afluente oriental del mar Muerto.

[1519] 11. Galaad: región septentrional de Transjordania. Los demás territorios mencionados en este versículo, se hallan al norte de Galaad.

[1520] 14. No le dio herencia: Cf. Números 18, 20 y nota; 35, 3-8; Ezequiel 48, 8 ss.

[1521] 22. Véase Números 21, 21-24; 31, 8.

[1522] 27. Mar de Kinéret: Lago de Genesaret.

[1523] 30. Aldeas de Jaír: Cf. Números 32, 41.

[1524] 33. Cf. versículo 14; Números 18, 20 y nota.

[1525] 1. Eleazar, que ocupaba el cargo de Sumo Sacerdote después de la muerte de su padre Aarón, participa en la repartición como representante de Dios, quien le da a conocer su voluntad mediante las suertes llamadas “Urim” y “Tummim” (Éxodo 28, 30; Levítico 8, 8; 13, 19).

[1526] 2. San Pablo cita este episodio en Hechos 13, 19. “Quiso Dios que el repartimiento de la tierra de promisión se hiciera por suerte no solamente para quitar todo motivo de quejas y resentimientos, sino principalmente para que se acreditara la verdad de las predicciones de Jacob (Génesis 49) y de Moisés (Deuteronomio 33), y por consiguiente la infalible providencia con que el soberano dueño del orbe cumplía a su pueblo lo que había prometido” (Páramo).

[1527] 6 ss. Cf. Números 14, 24; 32, 12. Caleb se refiere a la promesa del versículo 9, que Moisés le había hecho en el desierto, como recompensa a la fidelidad y vigor que Caleb había demostrado en la exploración de la tierra de Canaán (Números 13). Los 45 años incluyen, por lo tanto, los 38 años que los israelitas anduvieron por el desierto. Véase en el versículo 11 un ejemplo de buena salud conservada por Dios a su fiel Caleb. Esto se cita como lección en Eclesiástico 46, 11-12.

[1528] 15. Arba fue el hombre: La Vulgata introduce aquí el nombre de Adán y vierte: Allí está enterrado Adán... Debido a esta lección se creía antiguamente que Adán había sido sepultado en Hebrón. En realidad se trata solamente de otra traducción del vocablo “Adán”, el cual tiene en hebreo dos sentidos: hombre y Adán. Enaceos: gigantes. Véase 11, 21 y nota.

[1529] 1 ss. Se cumplió así lo establecido por Moisés en Números 34, 3 ss. El desierto de Sin: parte septentrional de la península del Sinaí. Mar Salado (versículo 2): Mar Muerto. Subida de Acrabim (versículo 3): Vulgata: subida del Escorpión: al sur del Mar Muerto. Sobre el torrente de Egipto (versículo 4) véase 13, 3 y nota.

[1530] 8. La ciudad de Jerusalén no le tocó en suerte a Judá, sino a Benjamín (18, 16 y 28). Allí habitaban en esa época los jebuseos, que más tarde fueron sometidos por la tribu de Judá, en cuyo poder cayó primeramente la parte occidental y, bajo David, también la fortaleza de los jebuseos (II Reyes 5). Valle de Ben Hinnom, o simplemente Valle Hinnom: se extiende al sur y en parte también al oeste de Jerusalén. Allí se levantó en tiempos de los Reyes una estatua de Moloc, que dio al valle el carácter de lugar de abominación. De ahí que su nombre, en hebreo Ge-Hinnom, en griego Gehena, fuese usado para designar el Infierno. Cf. IV Reyes 23, 10; Mateo 5, 22.

[1531] 9. Kiryatyearim: situada a 12 kilómetros al Oeste de Jerusalén, célebre por el Arca de la Alianza que allí estuvo veinte años (I Reyes 7, 2).

[1532] 14. Hijos de Enac, o enaceos: Véase 11, 21 y nota.

[1533] 17. Otoniel: Es el mismo que se menciona entre los Jueces de Israel. Cf. Jueces 3, 9-11.

[1534] 18. Como ella bajara: Vulgata: dio un suspiro.

[1535] 19. Una bendición, es decir, lo que ella pedía: más tierra y manantiales. También San Pablo usa la palabra “bendición” en sentido de regalo, donación (II Corintios 9, 5).

[1536] 22 ss. La lista de las ciudades de Judá es la más completa, lo mismo que la descripción de sus fronteras (versículo 1-12), porque, después de la eliminación de los hermanos mayores (cf. Génesis 49, 3-7 y notas), es a Judá a quien corresponderá el cetro (Génesis 49, 10 y nota).

[1537] 59. Entre los versículo 59 y 60, la versión griega de los Setenta intercala otras once ciudades. Como se ve, tocaron a Judá más ciudades que a las otras tribus, y su territorio era geográficamente más extenso que el de cualquier otra tribu. Sin embargo hay que observar que por una parte comprendía regiones medio desiertas, y que, por la otra, las ciudades filisteas adjudicadas a Judá conservaron su independencia y no fueron sometidas.

[1538] 1 ss. A Efraím, hijo de José, le tocó en suerte la parte central de Palestina, que más tarde recibió el nombre de Samaria. Sus ciudades principales eran Siquem y Silo, donde fue establecida el Arca (18, 1). Esta región era más fértil que el territorio de Judá.

[1539] 2. Betel: el lugar donde Jacob tuvo el sueño de la escala. Su nombre antiguo fue Luz (Génesis 28, 19).

[1540] 8. Para terminar en el mar: Según el contexto, el Mediterráneo. La Vulgata dice: hasta el Mar Salado.

[1541] 1 ss. Manasés fue la única tribu que recibió porción en Transjordania (13, 30 ss.) y a la vez en Cisjordania. Su herencia cisjordánica se hallaba al Norte de Efraím, entre el monte Carmelo y el río Jordán, pero parece que no estaba rigurosamente separada de la de su hermano Efraím.

[1542] 3. Véase Números 27, 1 ss.; 36, 1 ss.

[1543] 11. Tres distritos: Texto oscuro. Bover-Cantera traduce: la región de los tres collados; la Vulgata: la tercera parte de la ciudad de Nofet.

[1544] 12. No los extirparon, desobedeciendo a Dios que había mandado exterminarlos.

[1545] 14. Esperaban que Josué, que también era de los hijos de José (de la tribu de Efraím), les diese un privilegio, mas el noble caudillo respetó fielmente lo que la Providencia había dispuesto en las suertes.

[1546] 1. Silo, hoy Selún, a 30 kilómetros al norte de Jerusalén, se halla casi en el centro del país, en la tribu de Efraím, entre Jerusalén y Siquem. Es muy probable que este lugar fuera escogido para el santuario, porque Josué, el jefe del pueblo, pertenecía a Efraím. En Silo quedó el Arca hasta los tiempos de Samuel; solo de vez en cuando la sacaban los israelitas para llevarla consigo a la batalla.

[1547] 2 s. “Estas palabras de Josué nos indican más claramente con qué lentitud se realizó la conquista efectiva de Canaán por las tribus. No hemos de imaginarnos a estos comisionados como geógrafos que miden el territorio para repartirlo luego, sino como expertos que examinan el territorio no ocupado y aprecian las condiciones del terreno y las facilidades de la ocupación por las tribus que quedaban sin haberse posesionado de la suya” (Nácar-Colunga).

[1548] 3. Las siete tribus se habían quedado en Gálgala, no solo porque allí estaba todavía el Arca, sino porque les faltaba el espíritu conquistador. De ahí que Josué los reprenda como ociosos.

[1549] 11 ss. El territorio de Benjamín estaba entre los de Efraím, al norte, y el de Judá, al sur. Dentro de sus confines se hallaba la futura capital del país, Jerusalén (versículo 28), mas no lograron expugnarla; su ciudadela quedó en manos de los jebuseos hasta los tiempos de David (cf. II Reyes 5, 6 ss.).

[1550] 16. Todos estos lugares forman parte de la Jerusalén moderna. Sobre el valle de Ben-Hinnom véase 15, 8 y nota.

[1551] 18. Arabá: nombre del valle del Jordán.

[1552] 1 ss. En medio de la herencia de los hijos de Judá. Así se cumplió la profecía del patriarca Jacob (Génesis 49, 5-7). Bersabee y Seba (versículo 2) es lo mismo; de lo contrario, las ciudades no serian 13, sino 14.

[1553] 10. La porción de Zabulón es la zona meridional de Galilea (cf. Mateo 4, 15).

[1554] 17. Isacar obtiene la porción más fértil de todo el país: la llanura de Esdrelón (Jesreel), situada entre Samaria y Galilea, teniendo el Carmelo al occidente, y el Jordán al oriente.

[1555] 22. El Tabor, monte célebre por la Transfiguración del Señor (Mateo capítulo 17).

[1556] 26. El Carmelo: el famoso monte de este nombre que se alza sobre el mar en la región de Haifa. Hay una localidad homónima en Judá (15, 55). El territorio de Aser era muy fértil y abundaba de trigo y aceite (cf. Gén. 49, 20).

[1557] 32. El territorio asignado a Neftalí comprende la parte septentrional de Galilea y la ribera occidental del lago de Genesaret.

[1558] 47. Lésem-Dan, o Lais, llamada más tarde Cesárea de Filipo, donde tuvo lugar la célebre confesión de San Pedro (Mateo 16, 16). El episodio de la conquista danita se narra en Jueces capítulo 18. Las otras ciudades de Dan están al oeste de Judá, Benjamín y Efraím, pero sin lindar con el mar.

[1559] 49. Admiremos el espíritu de Josué: tan solo después de repartir a todos la suerte recibe la suya.

[1560] 2 s. El primer refugio era el Tabernáculo (cf. Éxodo 21, 14; III Reyes 2, 31). Después de la ocupación de todo el país se hicieron necesarios más asilos, tres de los cuales fueron establecidos por Moisés en tierra transjordánica. A ellos agrega Josué tres refugios situados en los confines de las nueve tribus de Cisjordania, o sea, en la Palestina en sentido estricto. Cf. sobre esta institución los capítulos Números 35; Deuteronomio 4, 43; 19. Siguiendo el ejemplo de la Ley de Moisés, la Iglesia ha conferido a las iglesias y otros lugares sagrados el derecho de asilo (can. 1.179 del Derecho Canónico). Vengador de la sangre (versículo 3) era el pariente más próximo del muerto (cf. II Reyes 14, 7).

[1561] 6. La muerte del Sumo Sacerdote producía automáticamente una amnistía. Vemos aquí una imagen del verdadero Pontífice Jesús, por cuya muerte recibimos la remisión de nuestros pecados.

[1562] 1. Por estar consagrada a Dios en lugar de los primogénitos de todo el pueblo, la tribu de Leví no obtuvo terreno propio, sino solamente domicilios en 48 ciudades desparramadas por todo el país. De ellas quedaban reservadas para los sacerdotes las 13 más cercanas a Jerusalén. Fuera de las ciudades solo tocó a los levitas una pequeña franja para apacentar sus ganados (Números 35, 1-8). Cf. 13, 33; Números 18, 20 y nota.

[1563] 3. “Esta dispersión debió de contribuir a la instrucción y mayor edificación del pueblo, ya que los levitas formaron en cada uno de los puntos donde se establecieron unas a manera de comunidades o colegios” (Bover-Cantera).

[1564] 9 ss. Véase I Paralipómenos 6, 54 ss., donde tenemos la misma lista de las ciudades de los sacerdotes y levitas, salvo algunas diferencias en la ortografía de los nombres.

[1565] 36 s. Béser con su ejido... Mefaat. En la Vulgata encontramos la variante: Bósor en el desierto, Misor, Jaser, Jetsón y Mefaat.

[1566] 41. Todo el país: Cf. Éxodo 23, 23; Deuteronomio 11, 22 ss. Ha de entenderse en el sentido de que todavía les incumbe conquistarlo en gran parte, porque habían quedado importantes restos de los cananeos.

[1567] 43. Cf. 23, 14 s.; Números 23, 19; III Reyes 8, 56.

[1568] 4. Cf. 13, 8; Números 32, 33.

[1569] 8. Con vuestros hermanos, es decir, con aquellos de vuestra tribu que habían permanecido allende el Jordán, para guardar las primeras conquistas. Este precepto caritativo no era solo de consejo sino de obligación (Números 31, 27). También lo impuso David respecto al botín tomado a los amalecitas (I Reyes 30, 24-25);

[1570] 16. La transgresión que les achacan las otras tribus puede verse en la erección de un altar fuera del lugar donde estaba el Tabernáculo; lo que Finés y los jefes tachan de separación y apostasía (cf. Éxodo 20, 24; Levítico 17, 3-8; Deuteronomio 12, 4 ss.). Las dos tribus y media contestan que al erigir el altar no tenían otra intención que la de dejar constancia de su pertenencia al pueblo de Israel y dar un testimonio para la posteridad: contestación que satisfizo a las demás tribus.

[1571] 17. La maldad de Fegor: Cf. Números capítulos 25 y 31, 20. Sobre Acán véase el capítulo 7, especialmente los versículos 24-26.

[1572] 22. El supremo Dios, en hebreo: el Dios de los Dioses. Esta doble afirmación, y la repetición del nombre de Yahvé, da más solemnidad a lo que dicen, al par que con ello hacen una bella profesión de fe.

[1573] 28. La figura del altar, literalmente: el modelo del altar. La Vulgata dice solamente el altar.

[1574] 31. Habéis librado a los hijos de Israel: Es admirable el celo sacerdotal de Finés que antes temía que Dios descargase su ira sobre todo el pueblo por la supuesta idolatría. Ahora se ve libre de esta preocupación.

[1575] 34. Todo este capítulo es un hermoso cuadro de la felicidad de Israel mientras fue fiel a su Dios. Pronto veremos, en el libro de los Jueces, sus frecuentes infidelidades, que obligaron al Señor a dejarlos caer en la esclavitud, de la que los libertaba cada vez que se arrepentían.

[1576] 2. La reunión tuvo lugar a los 20 o 30 años de la conquista, probablemente en Silo, donde se hallaba el Tabernáculo. La fecha se deduce de la comparación de Josué 14, 10 con 24, 29, suponiendo que Josué y Caleb tuvieran más o menos la misma edad.

[1577] 11. Amar a Yahvé Dios vuestro: Reaparece siempre el mandamiento del amor, que es para Dios la plenitud de la Ley. El que ama a su Padre no quiere ofenderlo y en ese amor halla la fuerza que necesita para vivir como verdadero hijo (Juan 14, 23-24).

[1578] 12. Cf. Éxodo 34, 15.

[1579] 13. Véanse Números 33, 55; Jueces 2, 3.

[1580] 16. Como Moisés, así también Josué les predice el derrumbamiento del pueblo en caso de violar la alianza con Yahvé (cf. Levítico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15 ss.).

[1581] 1. Se congregaron en Siquem y se presentaron delante del Señor. Parece que el Arca fue trasladada por algunos días de Silo a Siquem para renovar la Alianza. Siquem se prestaba tanto por su posición geográfica —estaba en el punto céntrico del país—, como por su tradición histórica, pues era el lugar donde Abrahán ofreció el primer sacrificio en tierra cananea (Génesis 12, 7) y donde la familia de Jacob enterró los ídolos (Génesis 35, 4).

[1582] 2 ss. Del río: el Éufrates. Josué resume a continuación toda la historia primitiva del pueblo de Israel. Cf. Génesis 11, 26; 11, 31; 21, 2; 25, 26; 36, 8; 46, 6; Éxodo 3, 10; 12, 37; Números 21, 24; 22, 5; Josué 3, 14; 6, 1 ss.; 11, 3.

[1583] 13. Incesantemente se preocupa el Señor de recordarles que todo lo recibieron de su bondad paternal, para disuadirlos de esa suficiencia orgullosa y rebelde que era propia de aquel pueblo... y lo es también del hombre moderno.

[1584] 14. A juzgar por estas palabras había aún en Israel restos de culto idolátrico, secreto, por supuesto. El culto público de ídolos había sido suprimido con todo rigor. Véase Génesis 31, 19 y 34; Amós 5, 26; Hechos 7, 42 s.

[1585] 20. Cf. I Paralipómenos 28, 9; Esdras 8, 22; Isaías 65, 11 s.

[1586] 26. Escribió estas cosas en el libro de la Ley de Dios; esto es, al final de la Ley de Moisés, que se guardaba junto al Arca de la Alianza (Deuteronomio 31, 26).

[1587] 29. El gran conquistador del país de Canaán es figura de Jesucristo, por cuanto lleva el mismo nombre que Jesús, y condujo a los israelitas a la tierra de Promisión, imagen del Reino de los Cielos que nos ha conquistado Jesucristo. Josué es uno de los pocos personajes del Antiguo Testamento que no se atrajeron ningún reproche del Espíritu Santo. “Es un modelo de fe y confianza en Dios. Cuando el pueblo desespera de poder conquistar Palestina, Josué con Caleb le dice: «Yahvé está con nosotros, no les tengáis miedo» (Números 14, 9). Esta frase es como la explicación de su vida entera. Es también un modelo de docilidad; pues aun en el apogeo de su poder, se sometió como un niño a todas las prescripciones que Yahvé le diera directa o indirectamente por medio de Moisés o del Sumo Sacerdote Eleazar”.

[1588]32. Véase Génesis50, 24; Éxodo 13, 19; Génesis 33, 19.

[1589] 1. Simeón tenía su herencia en medio del territorio de Judá, por lo cual era lógico que las dos tribus se ayudasen mutuamente.

[1590] 6. Le cortaron los pulgares: Mutilación destinada a hacer al enemigo incapaz de luchar en la guerra.

[1591] 7. Notable confesión y manifestación de su arrepentimiento. El episodio recuerda los referidos en Mateo 15, 27 y Lucas 16, 21.

[1592] 8. La toma de la ciudad de Jerusalén, que se hallaba en el territorio de Benjamín, o no fue de larga duración, o solamente parcial, como se colige del versículo 21. Cf. 19, 11.

[1593] 10. Véase Números 13, 23; Josué 15, 14.

[1594] 14. Este la instigó. Así la Vulgata. Como ella bajase: Vulgata: como ella diese un suspiro. Cf. Josué 15, 18.

[1595] 16. Cuñado de Moisés: Se refiere a Hobab, hijo de Jetró. Hobab y su familia se habían incorporado al pueblo israelita (Números 10, 29). De los cineos descendieron los recabitas (Jeremías 35, 2 ss.). Cf. 4, 11; Números 10, 29; 24, 21; IV Reyes 10, 15 ss.; I Paralipómenos 2, 55. Ciudad de las Palmeras: según Deuteronomio 34, 3 y II Paralipómenos 28, 15: Jericó.

[1596] 17. Anatema: Véase Levítico 27, 28 y nota. Horma: Véase Números 14, 45 y nota.

[1597] 21. Los jebuseos se mantuvieron en Jerusalén hasta los tiempos de David (II Reyes 5, 6 ss.).

[1598] 26. A tierra de los heteos, esto es fuera de Palestina. Los heteos habían erigido un gran reino en Asia Menor.

[1599] 27 ss. El autor sagrado pone de relieve la desobediencia que cometieron los israelitas al no extirpar a los cananeos, lo cual fue para ellos, causa de las mayores miserias. El fin del autor es mostrar que los israelitas, siempre que desobedecían a Dios, caían en poder de sus enemigos.

[1600] 34. De ahí la expedición de los danitas que se relata en el capítulo 18.

[1601] 36. Acrabim: Véase Números 34, 4. Selá, más tarde llamada Petra, al sur del Mar Muerto.

[1602] 1. El Ángel de Yahvé, es el mismo que condujo al pueblo a la tierra prometida y apareció a Josué (véase Josué 5, 14). Cf. Éxodo 13, 21 s.; 23, 20 y notas. De Gálgala, donde antes estaba el Arca de la Alianza.

[1603] 3. Quedarán a vuestro lado, como enemigos. Cf. Números 33, 55; Josué 23, 13. Esta es la pedagogía de Dios con su pueblo; prueba, castiga y recompensa tal como lo hace un padre con su hijo. En el Antiguo Testamento Dios castigaba y recompensaba al pueblo colectivamente y con penas y bienes temporales, porque no hay otra posibilidad de retribución para un pueblo, puesto que solamente los individuos tienen vida eterna. La superioridad del Nuevo Testamento sobre el Antiguo consiste especialmente en que en el Nuevo están en primer plano la salud del alma y la vida eterna, a la cual ha de subordinarse todo lo demás. En esta prolongación de la vida hacia la eternidad no cuentan ya los pueblos, sino solamente los individuos.

[1604] 12. He aquí el resumen de toda la historia de Israel: su infidelidad y luego el castigo; su arrepentimiento y después el perdón... hasta la nueva infidelidad. Véase Deuteronomio capítulo 28.

[1605] 13. En lugar de Astartés dice el hebreo Astarot (plural de Astóret). Baal y Astarté eran divinidades cananeas. Baal significa “señor”, “dueño” y representa el principio masculino; Astarté, llamada también Aschera (“Feliz”, “Buena”), es el ídolo femenino. A Baal le erigían los cananeos piedras de culto (massebas); a Astarté, troncos o “árboles frondosos” (ascheras), que colocaban en los “lugares altos” en las cercanías de las ciudades (cf. 10, 6; I Reyes 7, 4; 12, 10, etc.). Con el tiempo hubo muchos Baales: un Baal de Tiro, del Hermón, de Fegor, un Baal-berit (“Baal del pacto”), un Baalzebub (Belcebú), etc.

[1606] 16. Jueces es su nombre, no porque hubiesen establecido tribunales, sino porque libertaron a su pueblo, y así ejecutaron los juicios de Dios. Es de notar que juzgar y reinar significan en la Biblia una misma cosa: gobernar, dirigir los destinos de un pueblo o de una comunidad. Fueron en total 15 o 16 jueces, elegidos casi todos por el mismo Dios (cf. 3, 10; 6, 34; 13, 25). Dada la predilección Suya por los humildes (cf. Lucas 1, 51 ss.), no ha de extrañarnos la humilde condición de la cual procedieron esos tan famosos caudillos. El período de los Jueces duró unos 300 años; según otra cronología apenas 150.

[1607] 22. A fin de probar: Ejemplo que nos muestra que las luchas de la vida terrenal tienen por objeto probarnos. Observa San Agustín: Si los israelitas hubieran permanecido fieles a Dios en medio de los enemigos que dejó para probarlos, la obediencia con que hubieran ejecutado sus órdenes los habría hecho dignos de que los librara de ellos enteramente. Pero las nuevas generaciones olvidaron las maravillas obradas por Dios en tiempos de Moisés y de Josué, y se entregaron a imitar a los paganos. No nos sorprenda esto, pues vemos que hoy, después de veinte siglos de Cristianismo, el mundo ha apostatado en gran parte, volviendo al paganismo, que revivió ya en el mal llamado Renacimiento (cf. II Tesalonicenses 2, 3).

[1608] 1 s. Cf. 2, 22 y nota. Aquí se agrega un nuevo motivo: los cananeos tenían que enseñarles la guerra, ya que los israelitas no tenían experiencia estratégica.

[1609] 7. Ascheras. Véase 2, 13 y nota.

[1610] 8. Cusan Rasataim, tal vez Tuschratta, rey de Mitanni, que tenía su capital en la Mesopotamia septentrional. Dicho rey amenazaba a los israelitas, sea que penetrase en Palestina, o sea que atacase a los israelitas por medio de los residentes de su pueblo en Canaán. Algunos prefieren leer Edom, en vez de Aram, de modo que el nuevo enemigo vendría del sur.

[1611] 10. Vino sobre él el espíritu de Yahvé; es decir, el Espíritu Santo. “En virtud del Espíritu, Otoniel hizo justicia. Gedeón se hizo poderoso frente a los enemigos, Jefté alcanzó la victoria, y Débora, siendo mujer, pudo dirigir la guerra. El mismo Sansón, mientras era bueno y no contristaba al Espíritu Santo, hacía cosas que sobrepujaban a toda tuerza humana” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis XVI). Cf. 6, 34; 11, 29; 13, 25; Números 27, 18 y nota.

[1612] 13. Ciudad de las Palmeras: Jericó. Cf. 1, 16.

[1613] 22. La conducta de Aod se justifica como la de Judit con Holofernes, por la voluntad de Dios que lo había suscitado, según se ve en el versículo 15. Así San Agustín y Santo Tomás. Véase también la expresión: “una palabra de parte de Dios” en versículo 20 y 28. De ninguna manera puede deducirse de aquí que cualquiera tiene derecho a matar a un soberano injusto: tal proposición fue condenada por el Concilio de Constanza. Véase Romanos 13, 1 ss. Estas cosas que en la Sagrada Biblia chocan a nuestro criterio, son pruebas preciosísimas para nuestra fe, la cual necesita ser probada como el oro en el fuego (I Pedro 1, 7).

[1614] 24. Se cubre los pies: eufemismo que quiere decir “purgare ventrem”.

[1615] 31. Con un aguijón de bueyes: La Vulgata vierte: con una reja de arado. El aguijón de bueyes tenía 2-3 metros de largo y remataba en forma de aguijón para acuciar a los bueyes, y en la otra en una azada que servía para limpiar el arado de la tierra que se le pegaba.

[1616] 2. El nuevo opresor vino del norte. Hasor era una ciudad, que estaba al norte de Galilea, cerca del lago de Merom.

[1617] 5. La profetisa Débora tenía su residencia entre Ramá (tribu de Benjamín) y Betel (tribu de Efraím), a 10-15 kilómetros al norte de Jerusalén. En la región de Galilea. Dios llamó simultáneamente, al cargo de juez a Barac, a quien Débora, por orden de Dios, mandó salir al encuentro de Jabín. El hecho de que Dios, encargara a una mujer para desempeñar el papel de juez, es, según los santos Padres, una muestra de cómo Dios elige lo flaco del mundo para confundir a los fuertes (I Corintios 1, 27). Tenemos casos semejantes en II Reyes 14, 2; 20, 16; IV Reyes 22, 14.

[1618] 6. Kedes o Cades, situada en el extremo norte de Galilea. Cf. Josué 12, 22.

[1619] 8. Si tú vienes conmigo, iré: “Barac había contado sagazmente con el efecto moral que semejante mujer produciría sobre las tropas. La mujer ocupa entre los semitas un lugar público muy secundario, pero a veces se adelanta en primera línea, y su eficacia es tanto mayor cuanto más desusada es su preeminencia” (Ricciotti, Historia de Israel, número 310). Los reyes asirios se enorgullecen en sus inscripciones de haber vencido a verdaderas conductoras de tribus. Cf. la historia de la reina de Sabá y de la reina Zenobia de Palmira.

[1620] 11. Los hijos de Hobab vivían en el Sur (1, 16). Aquí se trata de un grupo que se había trasladado al Norte, a la llanura de Esdrelón, de donde extendió sus tiendas hasta la comarca de Jabín.

[1621] 13. El torrente Kisón atraviesa la llanura de Esdrelón, la que separa a Samaria de Galilea.

[1622] 21. Sobre Jael no hemos de juzgar según las leyes de nuestra lógica, pues lo que hizo fue obra de Dios según se ve en el versículo 23. Véase la nota al versículo 22 del capítulo 3 sobre Aod. Véase también el Salmo 82, 10, donde se recuerda este episodio como una hazaña de Dios en favor de su pueblo escogido. Jael es bendecida por el Espíritu Santo en el cántico de Débora (5, 24). San Agustín ve en Jael una figura de la Iglesia, destinada a destruir el reino del pecado por la fe en Jesucristo.

[1623] 1. El cántico de Débora es de los más antiguos de la literatura hebrea, muy apreciado por su incomparable valor poético y como fuente de la historia israelita. Pasa revista a todas las tribus de Israel, menos tres. En los versículos 2-5 la poetisa nos invita a cantar las glorias de Yahvé, que una vez más se dignó salvar a su pueblo. El hombre se pregunta a veces: “¿Para qué esas historias y hazañas bélicas del Antiguo Testamento? Lo que buscamos en la Biblia es la doctrina”. A esta objeción responde el Cardenal Gomá: “La Biblia es el libro de la historia religiosa de la humanidad. Se la ha comparado a las aguas del océano, en las que se halla disuelta la sal en cantidad relativamente pequeña. Las aguas son las historias bíblicas; la sal es la doctrina que contienen. Dios no ha querido dar al hombre la verdad en forma de símbolo o de código dogmático: se ha acomodado más a la naturaleza de las multitudes —que, al fin, son poquísimos los selectos, y tratándose de las verdades de Dios todos somos multitud—, y las multitudes no suelen tener fuerzas de abstracción ni de comprensión para penetrar la verdad religiosa y lograr una visión del sistema que las comprende todas. La historia es como el punto visible que retiene y sensibiliza la verdad invisible; es el molde o turquesa en que se engarza la piedra preciosa de la enseñanza de la religión. Así adquiere mayor relieve, y no corre peligro de extraviarse o perderse” (Biblia y Predicación, página 116 s.).

[1624] 4. Seir o Edom, al sudeste de Palestina. Los versículos 4 y 5 evocan la aparición de Dios en el Sinaí. Cf. Éxodo 19, 1; Deuteronomio 33, 2 y notas.

[1625] 6 ss. Descripción de la opresión; faltaban caudillos que defendiesen al pueblo; y faltaban escudos y lanzas (versículo 8; cf. I Reyes 13, 19 y nota). En esa situación desesperada se levanta Débora “como madre de Israel” y despierta la conciencia y la responsabilidad de los príncipes.

[1626] 10. Asnas blancas: Solamente las personas distinguidas cabalgaban sobre asnas blancas y se sentaban sobre alfombras.

[1627] 14. Texto oscuro: San Jerónimo vierte: Saliendo de Efraím, los derrotó en Amalec, y después salió de Benjamín contra tus pueblos, oh Amalec. Bover-Cantera: Los de Efraím, que entre Amalec vivían, llegaron, y tras él con sus guerreros Benjamín. Nácar-Colunga: Los de Efraím los exterminaron en el valle. Detrás de ti (oh Débora), iba Benjamín con tu ejército. Crampón: De Efraím vinieron los que tienen su origen en Amalec; detrás de ti, Benjamín se ha unido a tus tropas. Ninguna de estas traducciones satisface plenamente. Débora alaba a las tribus que participaron en la lucha, y censura a los que no prestaron auxilio a sus hermanos, sobre todo a los hijos de Rubén, Gad, Dan y Aser (versículos 16 y 17). Maquir: la tribu de Manasés.

[1628] 15. En los distritos de Rubén hubo grandes deliberaciones, es decir, Rubén no pudo decidirse a socorrer a los hermanos, porque temía con ello descuidar sus rebaños. La falta de idealismo y amor fraternal apresuró la decadencia de la tribu de Rubén, que pronto desaparece de la historia, a pesar de sus riquezas. Cf. Génesis 49, 3; Números 32, 3 y notas.

[1629] 18. Lo mismo que Neftalí, etc. Vulgata: en el País de Merome.

[1630] 19. Comienza a pintar la batalla que tuvo lugar en la llanura de Jesreel (Esdrelón), regada por el río Kisón, hoy día Nahr el Mukatta.

[1631] 20. Desde el cielo: Alusión a un fenómeno natural, tal vez una tormenta acompañada de relámpagos. Así lo explica Flavio Josefo. Cf. versículo 13; 4, 15.

[1632] 21. El torrente viejo: San Jerónimo: el torrente Cadumim; tal vez otro nombre del Kisón. Nácar-Colunga traduce este versículo: El torrente de Kisón los arrastra; el torrente de Kisón pisa los cadáveres de los fuertes.

[1633] 23. Maldición de una aldea de la tribu de Neftalí, que no quiso ayudar a los combatientes.

[1634] 24 ss. Sobre Jael y su hazaña, véase 4, 21 y nota. “En esta descripción minuciosa se siente vibrar la tierna simpatía de Débora por la valiente beduina; el bélico ardor de su alma; su gozo por la muerte del tirano, que se complace en pintar menudamente con los más vivos colores, relamiéndose en cada uno de los mis insignificantes detalles” (Fernández, Flor. Bibl. XII, 10).

[1635] 28 ss. Describe en tono sarcástico la conversación entre la madre de Sísara y las damas de su casa, las cuales le prometen rico botín en el mismo momento en que Sisara se revolcaba bajo el martillo de una mujer.

[1636] 1. Los madianitas, lo mismo que los amalecitas y los hijos del Oriente (nómades árabes) (versículo 3), invadieron el país desde el este, pasando el Jordán y penetrando hasta la ciudad de Gaza, situada en la costa del Mediterráneo (versículo 4). Respecto de los madianitas véase la nota a 3, 8, donde aludimos a la probable identidad de los madianitas con el gran reino de los Mitanni. Estos tenían el centro de su imperio en el Norte de Mesopotamia y controlaban el comercio entre Mesopotamia y Egipto. El rey Tuschratta de Mitanni casó su hermana Giluchepa y su hija Taduchepa con los Faraones Amenofis III y Amenofis IV de Egipto.

[1637] 11. El Ángel del Señor se llama en los versículos 14, 16 y 23, Dios (Yahvé). Cf. 2, 1; Éxodo 13, 21; 23, 20 y notas. Ofrá, situada en Transjordania, en la tribu de Manasés.

[1638] 13. Si Yahvé está con nosotros: “Esto prueba, o por lo menos parece probar, que el Señor ha abandonado a Israel. ¡Qué diferencia entre el glorioso pasado (sus prodigios) y el presente tan trágico (mas ahora)!” (Fillion).

[1639] 14. Con esta tu fuerza, que en realidad es la que le dará Dios, pues es Él quien lo envía y con él está (versículo 16). Nótese en este episodio la predilección de Dios por los débiles y humildes, que se manifiesta constantemente en la Historia sagrada, particularmente en la vocación de los profetas y caudillos. “Lo débil del mundo ha elegido Dios para confundir a los fuertes” (I Corintios 1, 27). Cf. 2, 16 nota.

[1640] 18. Sublime escena que tiene la sencillez patriarcal de una égloga y la magnificencia de una revelación divina.

[1641] 22. Según opinión común no podía quedar vivo el que había visto a Dios. Véase 13, 22; Génesis 32, 30; Éxodo 33, 20; Deuteronomio 5, 26.

[1642] 25. La aschera: el ídolo de Astarté. Cf. 2, 12 ss. y nota. Como se ve, la idolatría cundía entre los mismos israelitas, incluso el padre de Gedeón, Joás, que tenía un altar dedicado a Baal.

[1643] 32. Jerobaal significa: luche Baal (con Gedeón).

[1644] 34. El Espíritu de Yahvé revistió a Gedeón. Es para que no olvidemos que todo lo verdaderamente grande es obra del divino Espíritu. Cf. 3, 10; Números 27, 18 y notas. La familia de Abiéser: los parientes de Gedeón (versículo 11).

[1645] 36 ss. No hay en Gedeón desconfianza sino prudente humildad, como la de Moisés en Éxodo 3, 11. Así lo enseña San Pablo al citarlo entre los ejemplos de fe (Hebreos 11, 32). Para los santos Padres el vellocino mojado de rocío es una figura de la Encarnación del Verbo Eterno en el purísimo seno de la Santísima Virgen. En el mismo sentido lo toma la Liturgia. En el Salmo 71, 6 el vellocino de Gedeón es imagen de la felicidad del Reino mesiánico.

[1646] 2. No sea que Israel se gloríe: Cf. Deuteronomio 8, 17; I Reyes 14, 6; Isaías 10, 13; I Corintios 1, 29. Es propio del hombre atribuirse a sus propias fuerzas lo que es obra de Dios. El ladrón más vil es el que roba a Dios la gloria. Por eso San Crisóstomo llama a la vanagloria madre del infierno (Homilía 17 in Epístola ad Romanos).

[1647] 3. Los cobardes y medrosos podían eximirse del servicio militar, según Deuteronomio 20, 8. Cf. I Macabeos 3, 56. Asimismo podían retirarse los recién casados y los que acababan de plantar una vida o edificar una casa (Deuteronomio 20, 5-7): ¡Qué proceder tan extraño a nuestro concepto! Es para darnos una idea de la lucha espiritual; pues para combatir a Satanás, debemos desprendernos de nosotros mismos, desconfiar de nuestras fuerzas naturales y esperar el auxilio de la mano del Todopoderoso (Salmo 120, 1-2). La montaña de Galaad: región septentrional de Transjordania. Crampón lee: Gelboé (montaña situada al oeste del Jordán y más cerca del campo de batalla).

[1648] 6. En sentir de muchos autores, este modo de beber el agua, sacándola del río sin doblar las rodillas, es señal de moderación y sobriedad y, por consiguiente, de valentía. Sin embargo, parece más apropiada la explicación de quienes ven en este episodio una manifestación de la predilección de Dios por los flacos y necios a los ojos del mundo (cf. versículo 2; 2, 16; 6, 14; I Corintios 1, 27). Los trescientos son los más inhábiles, que no saben siquiera cómo se bebe el agua. Con estos trescientos inhábiles. Dios quiere derrotar la inmensa multitud de los enemigos para mostrar con toda evidencia que Él es quien da la victoria. Cf. versículo 2 y nota.

[1649] 10. ¡Qué detalle más delicado es esta paternal condescendencia de Dios para con un hombre a quien Él mismo había llamado fortísimo! Es que Él conoce nuestras debilidades y tiene muy presente que somos polvo (Salmo 102, 13-14).

[1650] 13. El pan de cebada, alimento de los pobres, significa al pueblo de Israel despojado y desprovisto de todos los recursos. De esta interpretación del sueño Gedeón pudo deducir que el enemigo estaba amedrentado. La tienda por excelencia, o sea, la del comandante de las tropas.

[1651] 22. “La victoria fue de Dios. Los medios empleados no eran otra cosa sino debilidad e insensatez humana” (cf. versículo 2 y 6 y notas). La trompeta simboliza, según los Padres, la palabra de Dios, lo mismo que las antorchas. Armados con la trompeta y la antorcha de la divina palabra ahuyentamos a Satanás.

[1652] 24. Betbará, situada al Este de Jericó y cerca de la Betania transjordánica, en tiempos de Jesucristo, lugar de bautismo (Juan 1, 28).

[1653] 25. Los dos lugares recibieron su nombre en recuerdo de la acción que aquí se narra. El Salmo 82 menciona en los versículos 10 y 12 estos sucesos de tan estupendo interés dramático y psicológico, que nuestra orgullosa incredulidad tiende a mirar tal vez como cosa ingenua y pueril.

[1654] 2. Abiéser: la familia de Gedeón. Cf. 6, 34 y nota.

[1655] 3. La cólera de los orgullosos efraimitas era motivada por las hazañas de Gedeón, quien pertenecía a la tribu de Manasés. La respuesta de Gedeón reconoce la superioridad de los efraimitas por medio de una comparación halagüeña para ellos. Así evita sabiamente el conflicto, poniendo en práctica lo que nos enseñan los Proverbios: “La respuesta suave quebranta la ira” (Proverbios 15, 1), y San Pablo: “No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien” (Romanos 10, 21).

[1656] 5 ss. Sucot y Fanuel, situadas al margen del río Yaboc en Transjordania. Torpe respuesta esta que nos enseña a no contar con los hombres. La gravedad de esta conducta crece inmensamente, dado el carácter divino de la misión de Gedeón, quien había prestado inapreciables servicios a todo el pueblo.

[1657] 16. Este castigo de los traidores de su propio pueblo, por más duro que nos parezca, corresponde a las costumbres de entonces. Cf. Isaías 9, 4.

[1658] 17. El idólatra Jeroboam la reedificó (III Reyes 12, 25). Cf. Génesis 32, 30 s.

[1659] 23. Encontramos aquí la primera tentativa de arrancar a Dios la autoridad de Rey que tenía sobre Israel, reemplazándola por una realeza humana. Gedeón no aceptó, sino que guardando la humilde actitud de un fiel servidor de Dios, dijo a los que le ofrecían la corona: “Sea Yahvé quien reine sobre vosotros”. Cf. I Reyes 8, 5 ss.; 10, 19; Isaías 33, 22.

[1660] 26. 1.700 siclos: unos 14 kg.; según el patrón pesado, el doble.

[1661] 27. Por este efod parece entenderse un objeto de culto, y no el ornamento sacerdotal, del cual nos habla Éxodo 28, 5 ss. No se dice que Gedeón cometiera idolatría, pero sí que este efod fue poco a poco causa de la ruina de su casa. Muchos interpretes modernos creen que Gedeón solo se hizo un vestido llamado efod; sin embargo, no puede entrar en un ornamento tanto oro (14 o 28 kg. según versículo 26).

[1662] 29. Jerobaal, hijo de Joás: Gedeón. Cf. 6, 32.

[1663] 30. La explicación de esto la da el mismo Jesús: la monogamia y fidelidad conyugal fue la ley desde el principio, pero Moisés fue tolerante con su pueblo a causa de su dureza de corazón (Mateo 19, 8). Es simplemente uno de los misterios de misericordia, que nos hacen más admirable a Dios en cuanto que Él excede en bondad a todo lo que podemos comprender. Así es también en Génesis 8, 21 y en Romanos 8, 21 y 11, 32 ss., lo cual arranca a San Pablo las exclamaciones memorables que allí se leen.

[1664] 32. San Pablo (Hebreos 11, 32) menciona a Gedeón juntamente con los hombres justos del Antiguo Testamento, por lo que no hay duda de que murió santamente. Gedeón es figura de Cristo en lo humilde y oculto de su juventud, en el triunfo sobre todos sus enemigos y en la ingratitud con que le trató su propio pueblo.

[1665] 33. Fornicar tras los Baales es sinónimo de idolatría. Baal-Berit significa Señor de la alianza. Los cananeos lo veneraban como protector de los pactos.

[1666] 4. Baal-Berit: Véase 8, 33 y nota.

[1667] 6. Junto al terebinto del santuario: Vulgata: junto a la encina; Bover-Cantera: junto a la encina de la massebah (piedra de culto); Nácar-Colunga: junto al terebinto de Musab; Crampón: junto al terebinto del monumento. Cf. Josué 24, 26. Lo que Gedeón rechazó (cf. 8, 23 y nota), por ser fiel a Yahvé, aceptó un hijo suyo infiel, Abimelec, bajo la protección de Baal-Berit. Estableció un pequeño reino, con Siquem como capital y Zebul como prefecto (versículo 30), mientras él mismo hacia correrías en el país. Bet-Meló: probablemente un tugar fortificado, el alcázar, la ciudadela.

[1668] 7. Garizim: monte a cuyo pie está Siquem, célebre por la conversación de Jesús con la samaritana (Juan 4).

[1669] 8 ss. He aquí la primera parábola de la Biblia tan rica en este género de literatura. La parábola de la zarza y los árboles, aplicada a Abimelec y los Siquemitas, quiere demostrar la estupidez de estos. El olivo, la higuera y la vid simbolizan a la gente sensata; la zarza, por el contrario, es imagen del cruel y ambicioso Abimelec, cuya realeza se inspiraba solamente en el orgullo y no era más que una farsa.

[1670] 23. Envió Dios un espíritu maligno: Vulgata: Dios envió un espíritu pésimo. Llama la atención el que Dios envíe un espíritu maligno. Es para enseñarnos que también los ángeles malos son sus instrumentos y le obedecen. Léase al respecto el episodio del profeta Miqueas en III Reyes 12, 20 ss. y el de I Reyes 16, 14, donde vemos a los espíritus malignos en igual misión. Algunos creyeron deber salvar la santidad de Dios agregando a los textos citados algunas palabras justificadoras, pero no es necesario buscar excusas, pues lo que Él hace, es indefectiblemente bueno y recto y si no lo reconocemos, es porque nuestro ojo es malo, y no ve cómo Dios somete los designios de los hombres a Sus designios eternos (Génesis 50, 19-20). Cf. la tentación de Job (1, 12; 2, 6); el endurecimiento del corazón del Faraón (Éxodo 9, 12; 10, 20; 11, 10) y pasajes semejantes, como por ejemplo: Jueces 14, 4 y 19; Éxodo 20, 25, etc. Cf. Éxodo 4, 21 y nota.

[1671] 28. Sobre Hemor, padre de Siquem, véase Génesis 33, 19; 34, 2. Gáal estimula a los orgullosos siquemitas que en otros tiempos desempeñaban un gran papel en la historia del país y ahora se ven tratados como esclavos.

[1672] 37. Del ombligo del país; por tal se entiende quizás el monte Garizim o el monte Ebal, ambos cercanos a Siquem y ambos de cumbre redondeada. La idea del ombligo de la tierra era muy común entre los pueblos antiguos. En América, p. ej. los Incas consideraban como ombligo a la ciudad del Cuzco (Cuzco significa ombligo).

[1673] 45. El sembrar sal sobre las ruinas simboliza la desolación completa, porque la sal destruye toda vegetación.

[1674] 46. El-Berit, es decir, Baal-Berit, el dios de las alianzas. Cf. 8, 33 y nota.

[1675] 53. La piedra superior de un molino: El molino de mano se componía de dos piedras; la inferior era fija, la superior móvil y provista de un asidero para darle vuelta.

[1676] 54. Lo mismo pidió Saúl a su escudero (I Reyes31, 4).

[1677] 1. Hijo de Dodó: Vulgata: tío de Abimelec. “De Tola, originario de Isacar, pero morador de los montes de Efraím, no se cuenta ninguna hazaña guerrera; tal vez fue un hombre bueno e inteligente, que como árbitro administraba justicia, a la manera de Débora, bajo una palmera, entre Betel y Ramá (4, 5)”. Nácar-Colunga.

[1678] 6. Baales y Astartés: Véase 2, 13 y nota.

[1679] 7. Los filisteos habitaban a lo largo del Mediterráneo entre Jafa (Joppe) y Gaza; los ammonitas al otro lado del Jordán en la parte meridional de Transjordania.

[1680] 16. He aquí un resumen de la historia de Dios y de su pueblo: apenas este demostraba arrepentimiento, el Señor se apresuraba a perdonarlo todo. Tal es el corazón paternal de Dios que Jesús quiso revelarnos en la parábola del Hijo pródigo (Lucas 15, 11 ss.). Véase el caso de David (II Reyes 12, 13).

[1681] 17. El teatro de esta guerra fue Galaad, país transjordánico, situado entre los ríos Yarmuc y Yaboc.

[1682] 3. La tierra de Tob se halla al norte de Galaad, en la región de las fuentes del Jordán. Jefté se retiró a esa región y se hizo famoso por sus expediciones contra los hijos del desierto. De ahí que los ancianos de la tribu le ofrezcan el cargo de jefe en la guerra contra los ammonitas (versículo 5).

[1683] 11. Delante de Yahvé en Masfá: Parece que en Masfá de Galaad, ciudad de refugio, adscripta a los levitas, se hallaba un santuario del Señor, parecido al que Gedeón tenía en Ofrá. No ha de sorprendemos que en tiempos de los Jueces el culto no estuviera todavía centralizado en un solo santuario como lo mandaba la Ley. Algunos opinan que la expresión: “delante del Señor”, no ha de tomarse en sentido literal, sino que significa solamente el juramento que prestaron ambos partidos. La elección de Jefté fue voluntad del Señor, no obstante lo dispuesto en la Ley sobre los hijos bastardos (Deuteronomio 23, 2). El mismo Dios que puso la ley pudo quitarla, porque Él no está sometido a ninguna norma fuera de su divina y siempre santísima voluntad. Véase 9, 23 y nota; Santiago 4, 12.

[1684] 14 ss. Las razones que Jefté alega para convencer al rey enemigo, están completamente de acuerdo con lo que se relata cómo disposición de Dios en los Libros de Moisés. Fuera de esto, Jefté reclama para su pueblo el título que nace de la prescripción, porque según el testimonio de la historia, el país había estado en poder de los israelitas durante los últimos 300 años (versículo 26).

[1685] 24. Camos, ídolo principal de los moabitas (Números 21, 29; Jeremías 48, 46).

[1686] 29. Vino el Espíritu de Yahvé sobre Jefté: Lo mismo se dice de Otoniel (3, 10); Gedeón (6, 34) y Sansón (13, 15). No eran, pues, aventureros los que libraban a Israel, sino hombres ungidos por el Espíritu Santo, como Josué, Saúl y David. Cf. Números 11, 25 ss.; 27, 18 y notas.

[1687] 31 ss. El voto fue imprudente y “necio” (San Jerónimo). No podemos dudar de la buena intención del voto de Jefté, pues San Pablo alaba su fe en Hebreos 11, 32-33. En cuanto al cumplimiento, nada se dice de que haya consistido en quitarle la vida a su hija. Sin embargo, muchos Padres y expositores modernos opinan que Jefté inmoló realmente a su hija como holocausto al Señor. Contra la interpretación literal se aduce principalmente el versículo 29, que dice que el Espíritu de Dios se derramó sobre Jefté. A este respecto observa Schuster-Holzammer: “El Espíritu del Señor vino sobre él solo para liberar a su pueblo, y no le preservaba —como no preservó a Gedeón, Sansón. David, etc. — de los pecados personales, de la ignorancia e irreflexión, ni le elevaba sobre las ideas erróneas y costumbres depravadas de aquel tiempo, ni sobre todo aquello que pudo quedarle de los años de merodeador... Acaso se dejara arrastrar inconscientemente por el ejemplo de los pueblos paganos vecinos, los cuales ofrecían a las divinidades los seres más queridos cuando a ellos acudían en demanda de algo importante”. San Agustín ve en este sacrificio una figura de Cristo, ofrecida por el Padre celestial. “Si el padre no puede ser alabado, antes merece vituperio por el voto que ofreció, la hija es digna de loa por la grandeza de ánimo con que lo aceptó” (Fernández, Flor. Bibl. VI, p. 14). Llora, sí, su virginidad, porque en aquel tiempo no sabían valorarla. “Ella sacrificó la vida de los hijos que deseaba tener y a los cuales nunca podría dar a luz. Sacrificó su maternidad, y él sacrificó toda su alegría, todo su consuelo, la perpetuación de su linaje” (Elpis).

[1688] 1. Se repite la queja que los efraimitas habían presentado a Gedeón (8, 1). El motivo del disgusto consistió en que los efraimitas se consideraban los más importantes y reclamaban para sí la prerrogativa del mando. Esta vez irritan a los galaaditas con un insulto, diciendo que no son más que esclavos fugitivos de las dos tribus de José (Efraím y Manasés). La guerra fue inevitable y terminó con la humillación de los altivos hermanos.

[1689] 6. Los efraimitas no podían pronunciar la sh (sch); la pronunciaban como simple s, o, tal vez, como letra intermedia entre s y t (semejante a la thet griega). En las Vísperas Sicilianas la pronunciación de ceci traicionó a los franceses y en la reconquista de Chile el mayor Robles reconoció entre los prisioneros a los chilenos y “godos” por la pronunciación del nombre de Francisco.

[1690] 7. San Pablo cuenta a Jefté entre los ejemplos de fe (Hebreos 11, 32 ss.).

[1691] 9. ss. El gran número de hijos no es extraño en aquel tiempo en que la poligamia era tolerada. De ahí los setenta hijos de Gedeón, los treinta de Jaír, los cuarenta de Abdón. El cabalgar sobre pollinos era costumbre de los nobles. También a Jesús le tocó tal honor cuando le aclamaron rey el día de su entrada triunfante en Jerusalén (Lucas 19, 30 ss.).

[1692] 1. Sansón, el último de los Jueces, tuvo por adversarios en sus empresas a los filisteos. “Todo hacía de los filisteos los enemigos adecuados de Israel desde los primeros momentos: diversidad de raza, de lengua, de religión, de civilización. El filisteo fue para Israel el «incircunciso» por excelencia, es decir, el ser humano inferior, bajo todos los aspectos. Pero sin duda ninguna en los hechos de armas, y probablemente también por lo que se refiere a la organización civil, los filisteos eran en un principio superiores a Israel. Muy expertos en el mar —que siempre desconocieron los israelitas—, de carácter aventurero, su ciencia guerrera, tenía la experiencia heredada de las islas egeas y del Asia Menor, de donde procedían” (Ricciotti, Historia de Israel, p. 263 s.).

[1693] 5. En toda esta narración se ve que Sansón está predestinado a ser un hombre extraordinario, una bendición para su pueblo. Nació de madre estéril y vivió toda su vida en el estado sagrado de nazareo. El nazareato comprendía la consagración de una persona a Dios, ora por un espacio de tiempo, ora para siempre. El nazareo o nazareno tenía que dejar crecer sus cabellos y abstenerse de toda bebida alcohólica y de toda impureza legal. Aquí se formula el voto no por voluntad del nazareo mismo, sino por la madre, por orden del Señor. Cf. el voto de Ana, madre de Samuel, en I Reyes 1, 11. Véase Números 6, 1 ss.

[1694] 15. Un cabrito para agasajo, porque hasta ahora no se ha dado cuenta de que es un Ángel del Señor aquel con quien habla. Después de enterarse de esto le ofreció el cabrito como sacrificio (versículo 19).

[1695] 18. El Ángel es el mismo Señor, como en Génesis 32, 22 ss. Siendo él admirable: Así anunció Isaías (9, 6) a Cristo. Véase lo que San Pablo dice de Él en su segunda venida (II Tesalonicenses 1, 16). Cf. Éxodo 13, 20; 33, 20; Deuteronomio 5, 26; Jueces 6, 22.

[1696] 25. El Espíritu de Yahvé: cf. 3, 10; 11, 29; 14, 4; Números 27, 18 y nota. Sansón estaba dotado de una fuerza extraordinaria que Dios le había concedido bajo la condición de que quedase fiel a las obligaciones del nazareato: no cortarse el cabello ni tomar bebidas embriagadoras. Tan pronto como abandona las obligaciones de su estado lo abandona esa fuerza extraordinaria (véase capítulo 16).

[1697] 1. La figura de Sansón difiere de la de otros Jueces en varios aspectos. “No es el héroe que acaudilla al pueblo y le lleva a la victoria. Es él solo que realiza sus hazañas contra los filisteos, que oprimían a los israelitas del mediodía. Su fuerza extraordinaria estaba ligada a su consagración como nazareo, cuyo signo principal es el no tocar la navaja a la cabeza del consagrado, y la conservación, por tanto, de su cabellera. Cuando perdió esta, perdió su fuerza. Y la causa de la pérdida fue el amor de las mujeres” (Nácar-Colunga).

[1698] 4. Los matrimonios con los filisteos, aunque no estaban prohibidos explícitamente, no concordaban con el espíritu de la Ley (Éxodo 34, 16; Deuteronomio 7, 1 y 4), pues constituían un peligro para la religión de Israel. Pero, como se ve, en los tiempos de los Jueces muchos no conocían la Ley ni su espíritu. Por lo demás, “esto venía de Yahvé”, como dice el texto, es decir, “el Señor se aprovechaba de aquel capricho de Sansón y le daba ocasión para empezar la obra a que le tenía destinado” (Nácar-Colunga).

[1699] 11. Los compañeros, o como los llama el Evangelio (Mateo 9, 15; Marcos 2, 19), “los amigos del esposo”, solían acompañar al novio en la fiesta nupcial, que entre los ricos duraba toda una semana. Ordinariamente las mujeres se juntaban en la casa de la novia y los hombres en la del novio, mientras cantores elogiaban la belleza de la desposada y las virtudes del novio. Llegada la noche venía el esposo con los compañeros para llevar a la esposa a su hogar. Algunas veces el esposo tardaba en venir, como en la parábola del Evangelio (Mateo 25, 1 ss.), y las amigas de la esposa se adormecían. Despertando del sueño acompañaban a los esposos, y al llegar a la casa del esposo empezaba de nuevo el festín.

[1700] 14. Véase los versículos 8 y 9. Según San Agustín el león simboliza a Cristo, y el enjambre y el panal a la muchedumbre de los fieles.

[1701] 18. Si no hubierais arado, etc.: Refrán, cuyo sentido es: lo que sabéis, no es de vuestra cosecha. Lo sabéis gracias a mis indicaciones.

[1702] 19. Vino el espíritu de Yahvé sobre él, y le dio la fuerza necesaria para hacer ese estrago en las filas de los enemigos. Cf. 9, 23 y 13, 25 y notas.

[1703] 4. Las zorras, lo mismo que los chacales, abundan en Palestina (Cantar de los Cantares 2, 15; Lamentaciones 5, 18; Ezequiel 13, 4; Salmo 62, 11). Dios pudo ponerlas fácilmente al alcance de Sansón. La historia antigua conoce ejemplos semejantes (Ovidio. Fasti 4, 681 ss. y Amiano Marcelino 18, 7). El efecto de la curiosa acción es que los animales asustados llevan el tizón encendido por los campos, incendiando de ese modo las mieses.

[1704] 16. Cf. I Corintios 1, 27 s.; en el texto hebreo hay un juego de palabras entre asno y montón.

[1705] 19. Hendió Dios la piedra hueca que hay en Lehí. La Vulgata vierte: El Señor abrió una muela en la quijada del asno. Esta fuente se veía aún en tiempo de San Jerónimo en las cercanías de Eleuterópolis, ciudad de la llanura filistea.

[1706] 20. Juzgó a Israel; es decir, reinó en Israel, pero no en todo el país, sino solamente en una pequeña parte.

[1707] 1. Lo que arruinó a Sansón no fue la falta de fe, pues nunca la perdió; fue más bien su amor apasionado y su falta de moralidad. El esforzado y valeroso varón, dice San Ambrosio, sofocó a un león, pero no pudo ahogar sus propias pasiones; rompió las ligaduras con que le ataran, mas no supo romper las de sus deseos carnales; pegó fuego a mieses ajenas, pero encendido él mismo en el fuego del falso amor perdió la cosecha de su virtud.

[1708] 16. Este episodio que ha inspirado numerosas obras de arte constituye una elocuente lección moral. Sansón engañaba muchas veces a esa mujer para librarse de ella, pero ella con su diabólica insistencia acaba de vencer al héroe. La Escritura nos previene muchas veces contra la mala mujer, así en Eclesiástico 25, 17 ss.; 26, 10 ss. y elogia, en cambio, a la esposa que comparte, con el marido los cuidados de la familia (Proverbios 31, 10 ss.; Eclesiástico 26, 1 ss.). “Es una suerte dichosa la mujer buena; suerte que tocará al que teme a Dios, y será dada al hombre por sus buenas obras” (Eclesiástico 26, 3).

[1709] 20. El Señor se retiró de Sansón, porque había abandonado el voto de nazareato. Su fortaleza no dependía de su santidad personal, sino de su consagración a Dios, cuya señal externa consistía en no cortarse los cabellos. Cf. 13, 5 y nota.

[1710] 26. Déjame tocar las columnas: Sansón, dice San Agustín, es aquí figura de Cristo, que extendió sus brazos en la Cruz para aplastar a los demonios.

[1711] 29. Los arqueólogos llaman este estilo de casas estilo de Creta, patria de los filisteos. El atrio de este tipo de edificio tenía dos columnas que estaban sobre los cimientos de piedra. Vacilando las columnas se desplomaba toda la casa.

[1712] 30. Sansón recobró su antigua fortaleza no por haberle crecido de nuevo los cabellos, sino por su arrepentimiento y celo por la causa de Dios: “Al fin de su vida triunfó de sí mismo y mostró un valor invencible, despreciando y no temiendo la muerte” (San Ambrosio). Los teólogos, en su mayoría, no califican de suicidio esta última hazaña de Sansón; primero, porque obró con el auxilio de Dios; segundo, porque era juez y vengador de su pueblo; tercero, porque su intención no fue matarse a sí mismo, sino a sus enemigos. Cf. la hazaña de Eleazar en los tiempos de los Macabeos. Sansón, como libertador de su pueblo, es figura de Jesucristo: Ambos se llaman “nazareno” y ambos son anunciados por un ángel; Sansón se casó con una extranjera, Jesús se desposó con la Iglesia de las naciones; Sansón recibió escarnios en su desgracia, como Jesús en su Pasión; y por salvar a Israel entregó su vida extendiendo sus brazos entre dos columnas, como Jesús en la Cruz (Mons. Duguet).

[1713] 3. Bendito seas de Yahvé, dice la piadosa madre, y al mismo tiempo gasta doscientos siclos de plata por una imagen que pronto se convertirá en un símbolo e instrumento de apostasía. Tenemos aquí un ejemplo de la táctica del diablo, que se disfraza como ángel de luz (II Corintios 11, 14) y aprovecha la piedad de la gente buena para inspirarles exageraciones piadosas, que son peores que la apostasía inmediata, pues desplazando el centro de la religión, trastornan la jerarquía de los valores y mezclan la superstición con la adoración del Dios verdadero. “Así veréis algunas personas que no se hartan de añadir imagen a imagen, y que no sino de tal o tal suerte y hechura, y que no estén puestas sino de tal y tal manera, de suerte que deleite al sentido; y la devoción del corazón es muy poca, y tanto asimiento tienen a esto como Micas en sus ídolos, o como Labán... La persona devota en lo invisible principalmente pone su devoción, y pocas imágenes ha menester” (San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, III, 34).

[1714] 5. Consagró; literalmente: le llenó las manos (cf. Éxodo 28, 41 y nota). Esta consagración sacerdotal se hace al margen de toda ley y sin encargo especial de Dios. Véase en Hebreos 1, 5-6, cómo ni el mismo Jesús se atribuyó el sacerdocio, sino que le fue dado por el Padre. El efod es un vestido sacerdotal (cf. Éxodo 28, 6 y nota); los terafim son lares, ídolos domésticos (cf. Génesis 31, 30 ss.).

[1715] 7. Véase 18, 30, donde se indica el nombre y la ascendencia de este joven, que no pertenecía a la tribu de Judá, sino a la de Leví. Sé mi padre: Título que por reverencia quiere dar al levita como hoy se da el título de padre a los sacerdotes.

[1716] 1. Los danitas recibieron en herencia un pequeño territorio al oeste de Efraím, Benjamín y Judá, o sea, una región ocupada por los amorreos y filisteos (Josué 19, 40 ss.), que no lograron conquistar (1, 34). De ahí su emigración a Lais, que se cuenta en este capítulo.

[1717] 7. Lais (Lésem en Josué 19, 47), llamada en adelante Dan, estaba situada al pie del Hermón y pertenecía al país de los sidonios. El nombre moderno de la ciudad es Tell el-Kadi; está muy cerca de Banias (Cesárea de Filipo).

[1718] 9. Adelante, subamos contra ellos: “Estas palabras y lo que hicieron los danitas, uniendo el ardid a la audacia, justifican la profecía de Jacob sobre la tribu de Dan.” Véase Génesis 49, 16 s. (Vigouroux, Polyglotte).

[1719] 14. Cf. 17, 5. Creían sin duda que estas imágenes garantizarían el éxito de la empresa.

[1720] 24. Mis dioses: Señal de que se trataba de verdadera idolatría. Bover-Cantera y Nácar-Colunga traducen: mi Dios.

[1721] 30. Con el santuario de Dan se dio principio a una idolatría que bajo los reyes de Israel se convertiría en un centro de culto del becerro de oro (III Rey. 12, 29; IV Reyes 10, 29). Tan solo el cautiverio asirio puso fin a este escándalo.

[1722] 31. La Vulgata agrega aquí la primera parte del versículo 1 del capítulo siguiente: En aquel tiempo no había rey en Israel; es decir, no había gobierno central que pudiera castigar a los apóstatas.

[1723] 1 ss. Este segundo episodio narrado en los tres últimos capítulos revela aún más la corrupción religiosa y moral que cundía en los tiempos de los Jueces. Esta vez se opusieron las otras tribus y extirparon a los malhechores. Mujer secundaria, o concubina. La Ley de Moisés permitía la poligamia.

[1724] 10. Jebús: Jerusalén. La llama “gente extraña” (versículo 12), sin duda porque los israelitas aún no la habían conquistado definitivamente. Cf. II Reyes 5, 6 ss.

[1725] 12. Gabaá, a 6 kilómetros al norte de Jerusalén. Su nombre actual es Tell el-FuI.

[1726] 18. La casa de Yahvé: El Tabernáculo del Señor se hallaba en aquel tiempo en Silo, en la tribu de Efraím.

[1727] 20. Paz sea contigo: Es la fórmula con que se saludaban los israelitas. Es también el saludo que Jesús usaba en vida, y hasta después de resucitado (Juan 21, 19, 21 y 26), y el que enseñó a sus discípulos (Mateo 10, 12), y sin duda también el que el Ángel dirigió a María (cf. Lucas 1, 28 y nota). Esta fórmula de caridad, que solo se ha conservado en la Liturgia y se ha perdido en el uso corriente, tiene una promesa de Jesús que le da la eficacia de una verdadera bendición, pues dice que la paz descenderá sobre aquellos a quienes saludemos, si son “hijos de paz”, y que ni aun en caso contrario será perdido nuestro saludo, pues entonces la paz vendrá a nosotros. Cf. Mateo 10, 12. Como expresamos en nuestra nota a ese pasaje del Evangelio, saludar, en lenguaje pagano, es desear la salud, pero en lenguaje cristiano ha de ser más: desear la paz, que es un bien del espíritu, resumen y condición de todos los otros.

[1728] 22. Hijos de Belial: hijos del diablo, hombres malvados. La Vulgata vierte: hombres sin yugo. Se deduce de la conducta de estos malvados que consideraban a los huéspedes como pasta de sus pasiones perversas. Véase un caso semejante en Génesis 19, 5.

[1729] 25. El levita pecó gravísimamente, entregando él mismo a su pobre mujer en manos de los hombres de Gabaá para que la violasen. Para él la mujer era una esclava, si no ya una mercadería que el marido podía vender para salvarse a sí mismo. Si hubiese tenido más confianza en Dios, ¿quién sabe si no se hubiera repetido el milagro de Sodoma, donde Dios castigó con ceguera a los perversos (Génesis 19, 11)? Dios libró a la infeliz mujer de la obligación de seguir viviendo con su brutal marido, el cual, al día siguiente, la encontró muerta con las manos clavadas en el umbral de la casa, donde él mismo comía y bebía a costa de la vida de su mujer. La Sagrada Escritura narra estas cosas perversas para llenarnos de aborrecimiento, y para mostrarnos que el hombre sin moral se convierte en un bruto animal. Nos admiramos de estas cosas en semejante lugar, dice el P. Scío, pero no pensamos en las iguales y tal vez peores que suceden hoy en pleno Nuevo Testamento. Esta miseria humana, que demuestra la necesidad de la Redención, lejos de escandalizarnos produce una humillación saludable que es uno de los más grandes frutos de la lectura de la Sagrada Escritura. Las palabras de Dios son siempre castas como la plata examinada al fuego, probada y siete veces depurada (Salmo 11, 7).

[1730] 1. Desde Dan hasta Bersabee: desde el extremo norte al extremo sur del país. Galaad: parte septentrional de Transjordania. La expresión “delante de Yahvé” no supone necesariamente que el Arca estuviera en aquella ocasión en Masfá, hoy día Tell en-Nasbe, a 12 kilómetros al norte de Jerusalén. Hallábase, ordinariamente, en Silo, hoy día Selún, a 30 kilómetros al norte de la ciudad santa.

[1731] 15. Veinte y seis mil; según la Vulgata solamente veinte y cinco mil.

[1732] 18. A Betel. Vulgata: a la casa de Dios, esto es, a Silo. Cf. versículo 1 nota.

[1733] 23. “El dicho de Dios no era engañoso, porque Él no les había dicho que vencerían, sino que peleasen; porque en estas caídas les quiso Dios castigar cierto descuido y presunción que tuvieron y humillarles así... De esta manera y de otras muchas acaece engañarse las almas acerca de las revelaciones y locuciones de Dios, por tomar la inteligencia de ellas a la letra y corteza” (San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo II, 17).

[1734] 28. El hecho de que Finés estuviera todavía con vida, muestra que esto aconteció poco después de la muerte de Josué.

[1735] 33. Desde la llanura de Gabaá: Bover-Cantera: desde el descampado de Gabaá; Vulgata: avanzando por la parte oriental de la ciudad.

[1736] 46. Veinte y cinco mil: Cifra redonda. Cf. versículo 35, donde el número es más exacto: veinte y cinco mil cien hombres. En esta hecatombe vemos el fruto de la idolatría y del pecado. El abandono de la doctrina y el embrutecimiento moral que es su consecuencia, llevan siempre a la humanidad hacia los grandes desastres.

[1737] 2 ss. Lloraron con grandes alaridos: Se les abrieron los ojos y vieron las horrorosas consecuencias de su ira: la extinción de una tribu de Israel. Arrepentidos de su proceder buscan una salida de la dificultad creada por la guerra y el juramento de no dar mujeres a los benjaminitas. Para reparar el daño se les ofreció una ocasión en la expedición contra la ciudad de Jabés (versículo 8), que fue condenada al anatema por no haber participado en la guerra santa contra Benjamín. Destruyeron la ciudad y a todos sus habitantes, menos las doncellas, que fueron entregadas a los pocos hombres que de la tribu de Benjamín habían quedado.

[1738] 8. Jabés-Galaad, o sea, la ciudad de Jabés, situada en Galaad, en la Transjordania septentrional.

[1739] 10. Doce mil hombres: según la Vulgata solamente diez mil.

[1740] 14. Para comprender, los acontecimientos de Jabés, debe tenerse presente el ambiente y costumbres de la época, el régimen de sumisión de las mujeres y su preocupación por tener descendencia. Cf. 11, 37. Muchos pueblos antiguos miraban el matrimonio como un rapto legal.

[1741] 22. Texto oscuro. San Jerónimo vierte: “Cuando vinieren sus padres y hermanos y comenzaren a querellarse contra vosotros y acusaros, les diremos: Tened piedad de ellos; pues no las robaron por derecho de guerra, ni como vencedores, sino porque después de haberos suplicado que se las dierais, se las negasteis, y así la culpa está en vosotros.”

[1742] 24. El escritor sagrado vuelve a destacar que los crímenes que acaba de narrar, se explican en parte por la falta de un poder central fuerte en aquel país, donde cada uno obraba según su capricho. El cristiano no se sorprenda ante los resultados de este desenfreno, pues ha saber que al hombre, después de la caída original, “no quedó de propio más que la mentira y el pecado” (Canon 22 del Concilio Orange II, Denz. 195).

[1743] 1. Los jueces: La Vulgata dice: un juez, o sea, uno de los jueces. Por aquí se ve que esta encantadora historia ha de ubicarse en tiempos de los Jueces, alrededor del año 1150 a. C., poco antes del período de los Reyes. Fue escrita bajo el reinado de David, pues el árbol genealógico que presenta el autor en 4, 18-20, termina con el rey David.

[1744] 2. Efrateos: de Efrata, nombre antiguo de Betlehem (Belén). Cf. Génesis 35, 16-19; 48, 7; Miqueas 5, 2. Moab: país situado al este del Mar Muerto; su límite septentrional era en tiempo de Moisés el Antón; más tarde se extendió más hacia el norte.

[1745] 4. Tomaron mujeres moabitas; lo cual estaba prohibido. Los moabitas no podían entrar en la comunidad del pueblo de Dios (Deuteronomio 23, 3). Este pasaje es un argumento en favor de la autoridad histórica de la narración. Ningún autor se habría atrevido a introducir a una mujer pagana y moabita como ejemplo de virtud y madre de David. Cf. Mateo 1, 5.

[1746] 11. Siendo de distinta nación y religión, ellas no podrían casarse en la tierra de Noemí. Esta suegra ejemplar quiere examinar las verdaderas disposiciones de sus nueras y las trata con afecto maternal para que obren libremente.

[1747] 14. Orfá se vuelve y recae sin duda en el paganismo. La fidelidad de Rut, que se queda no obstante los obstáculos, le depara toda suerte de bienes: perseverancia en la verdadera felicidad en el hogar, y el honor insuperable de ser abuela de Jesucristo, a pesar de no ser del pueblo escogido.

[1748] 16. Rut, la moabita, no solo profesa la verdadera fe en el verdadero Dios, sino que jura por el nombre de Él (versículo 17). Adonde tú vayas, iré yo. Como Rut, no cesaremos de decir a nuestro Salvador y divino Esposo: Donde Tú morares, moraré yo. Si Tú estás conmigo, esto me basta, pues Tú nos dices, como a San Pablo: “Mi gracia te basta” (II Corintios 12, 9).

[1749] 20. Noemí: La Vulgata agrega el significado del nombre, para hacer resaltar el contraste con Mará. Noemí significa: Hermosa; Mará, Amarga.

[1750] 21. En la Liturgia se aplican estas palabras a la Santísima Virgen cuando perdió su Hijo en el Calvario.

[1751] 22. Por piedad filial y amor a su suegra, Rut dejó el país de Moab y todo lo que poseía. “Y mirad, ¡qué mérito fue el haber prestado ayuda y consuelo a la desamparada! Del linaje de Rut nació Jesucristo” (San Jerónimo, A Santa Paula).

[1752] 2. El derecho de recoger las espigas sobrantes era, en la admirable Ley de Moisés, un privilegio de los extranjeros, huérfanos y viudas. Rut era las tres cosas a la vez (Levítico 19, 9; 23, 22; Deuteronomio 24, 19).

[1753] 3. Detrás de los segadores: Esta humildad de Rut, que se confirma en el versículo 13, fue sumamente agradable a Dios. El fue quien dispuso esta aparente casualidad, a saber: que el campo fuese de Booz, por donde vinieron a Rut las más grandes bendiciones temporales y eternas. Es lo que promete Jesús: que los últimos serán los primeros (Mateo 19, 30).

[1754] 4. Esta fórmula de saludo, acostumbrada entre los israelitas, perdura aún hoy en Palestina. Nótese que es la misma que el Ángel usó para saludar a María (Lucas 1, 28). Es la que usa el celebrante del santo Sacrificio al decir “Dominus vobiscum”. Cf. la nota a Jueces 19, 20 s.

[1755] 7. Este descanso, etc.: San Jerónimo vierte: ni por un momento se ha vuelto a su casa; Bover-Cantera: sin permitirse ni un pequeño descanso.

[1756] 10. ¿De dónde me viene?, etc.: Expresión usada por Santa Isabel en la Visitación de María (Lucas 1, 43).

[1757] 14. La gente humilde solía comer el pan mojado en vinagre, costumbre que se observa aún hoy en diversos países del Oriente.

[1758] 16. Delicadeza que caracteriza la caridad verdadera. Véase Eclesiástico 18, 17 s.; 29, 15; Mateo 6, 2-4.

[1759] 17. El efa contenía 36,4 litros.

[1760] 20. Uno de los que tienen la obligación del levirato, literalmente: uno de nuestros redentores. “Redentor”, en hebreo goël, se llamaba el pariente más cercano, el que estaba obligado a casarse con la viuda de su hermano si este no dejaba hijos (Deuteronomio 25, 5-10). La realización se ve en el capítulo 4.

[1761] 2. Avienta la cebada en la era: El suceso era este: En la era yacía amontonado el grano mezclado con el tamo. Con el bieldo arrojaba Booz esta mezcla a lo alto contra el viento, el cual se llevaba el tamo, por ser más liviano, mientras el grano, por ser más pesado, caía en la era. Booz elige el tiempo de la noche, para aprovechar la brisa que todas las noches viene del mar. Cf. Mateo 3, 12.

[1762] 4. Noemí sabía que Booz era uno de los parientes obligados a casarse con la viuda de su hijo (cf. 2, 20 y nota), pero sospechando que él, como hombre rico y de edad avanzada, no tomaría por esposa a una viuda pobre y extranjera, recurrió a esta ingenua y al mismo tiempo ingeniosa manera de recordarle su deber. Toda la escena que viene a continuación es un poema de incomparable pureza, que recuerda el caso de Abisag (III Reyes 1) y de Susana y del Cantar de los Cantares; casos que Dios nos ha puesto delante para que su Palabra infinitamente casta (Salmo 11, 7) limpie nuestras perversas intenciones y nos enseñe la rectitud interior. Todo es puro para los puros, dice San Pablo (Tito 1, 15).

[1763] 9. Rut le pide con las palabras de mayor modestia que la reciba bajo su capa, es decir, su protección y que la tome por esposa para conservar el nombre de su pariente en Israel.

[1764] 12. Booz, pensando que había otro pariente más cercano, decide averiguar el asunto, para después cumplir con su deber. Toda su conducta es un ejemplo de rectitud. Noemí pudo ignorar que hubiese otro pariente más cercano.

[1765] 14. Rut tiene buen cuidado de retirarse antes de la luz del día, para evitar todo escándalo, que podría haber sido entonces gravísimo pecado, aunque ella no hubiera cometido ninguna mala acción. Es este un punto muy serio que un cristiano no debe ignorar según enseñan Jesús (Mateo 18, 6-7) y San Pablo (I Corintios 8, 13).

[1766] 15. El manto es el velo grande con que las mujeres orientales se cubrían desde la cabeza hasta los pies.

[1767] 1. Fulano: Todos los que intervienen en esta historia son introducidos con su nombre, menos este villano, que rehusaba cumplir con el deber del levirato.

[1768] 2. Diez hombres, como testigos del contrato que se iba a realizar.

[1769] 5. Para resucitar el nombre del difunto, significa casarse con la viuda para dar un heredero al pariente muerto. El primogénito procedente del nuevo matrimonio recibía el nombre y la herencia del difunto (Deuteronomio 25, 6). Respecto de la preferencia de los parientes en la venta de los campos, véase Números 36, 3 ss.

[1770] 11. Hermosa fórmula de felicitación para un futuro esposo.

[1771] 13. San Ambrosio ve en Rut una figura de las naciones gentiles y en la incorporación de ella al pueblo de Dios una profecía de la vocación de los gentiles al redil de Cristo.

[1772] 16. Noemí es modelo de abuela como antes lo fue de suegra. En la genealogía de Jesucristo se recuerdan los nombres aquí mencionados. Cf. Mateo 1, 3-6; Lucas 3, 32. Véase I Paralipómenos 2, 5 y 4, 1.

[1773] 1. Ramataim-Sofim, situada a 25 kilómetros al este de Jafa; es la Arimatea del Nuevo Testamento, patria del noble José de Arimatea. Hoy día Rentis.

[1774] 3. Elcaná va a Silo porque allí se hallaba el Arca de la Alianza. Los ejércitos del Señor son los ángeles (Josué 5, 14; III Reyes 22, 19). En otros lugares el mismo término significa los astros (Isaías 40, 26). Cf. Génesis 2, 1 y nota.

[1775] 5. Doble porción, como si ella tuviera hijo. La Vulgata dice: una sola porción.

[1776] 10. “El ser estéril era una prueba muy dura para una mujer israelita, no solo por lo que sufrió al no ver satisfecho su anhelo de ser madre, quedando con los brazos vacíos mientras que otras estrechaban sus hijos contra su corazón... la mujer hebrea, a la cual Dios negaba hijos, era despreciada y la esterilidad considerada como un castigo de Dios. La suerte de Ana era más dura todavía porque la segunda mujer de su esposo tuvo hijos y la mortificaba y angustiaba en gran manera (versículo 6). Ana revela a Dios todo su anhelo, todo su desengaño, toda su pena, toda su amargura. El sacerdote Helí colmó la medida, tomando por ebria a la mujer afligida que se desahogaba con Dios. Por eso Dios mismo la consoló, prendiendo la luz de la esperanza en su alma. Y al año tuvo un hijo, a quien puso por nombre Samuel, por haberle impetrado del Señor” (Elpis).

[1777] 11. Elcaná, que en versículo 1 se llama efraimita, vivía dentro de los límites de la tribu de Efraín, pero pertenecía a la tribu de Leví (I Paralipómenos 6, 28 y 33). Su hijo no estaba obligado al servicio del santuario sino después de haber llegado a la edad de veinticinco o treinta años (Números 4, 2 ss.; 8, 24 ss.). La madre, empero, quiere ofrecerlo al Señor ya desde el nacimiento como nazareo. Esto quiere decir la palabra: no pasará navaja por su cabeza. No cortar los cabellos era el distintivo de los nazareos. Véase Números 6, 1 ss.; Jueces 13, 2 ss.

[1778] 16. Hija de Belial: significa mujer malvada, perversa.

[1779] 18. Notemos el fruto de la oración, que la consuela con la esperanza como si ya se hubiesen realizado sus deseos.

[1780] 20. Samuel significa: escuchado por Dios. Lo llama así porque lo obtuvo de Dios por medio de la oración.

[1781] 24. Ana supo cumplir. Ocultó heroicamente las lágrimas al ofrecer su hijo al Señor y cantó con alegría su Magníficat (2, 1-10).

[1782] 1. “Este cántico, uno de los más bellos y sublimes del Antiguo Testamento, encierra una acción de gracias y al mismo tiempo una profecía del Reino de Jesucristo y de la gloria de su Iglesia” (Scío). No es, pues, de admirar que el eco de sus versos resuene en el Magníficat de la Virgen (Lucas 1, 47 ss.).

[1783] 3. No salgan palabras insolentes. La Vulgata vierte: recedant vetera (apártense las cosas viejas); palabras que se citan en el himno “Sacris Sollemnis”. Yahvé es un Dios que todo lo sabe. Vulgata: el Señor es el Dios de las ciencias. No significa que Dios se declare patrono de las ciencias humanas, sino que Él es el solo Sapientísimo y como tal conoce y pesa las acciones de los hombres. Es lo mismo que la expresión “scientiam habet vocis” del Libro de la Sabiduría (1, 7), que se usa en el Introito de la misa del Espíritu Santo y significa que Dios conoce y oye todas las voces, por lo cual el que habla cosas malas no podrá esconderse de Él. En el Cántico de Ana, esas maldades que no se ocultan a la vista de Dios, son precisamente las palabras altivas y arrogantes de los que creen saber mucho. Y así, sigue diciendo (como el Magníficat), que se quebró el arco de los poderosos, en tanto que los débiles se hicieron fuertes; que los que estaban hartos se alquilaron por pan, en tanto que los hambrientos quedarán saciados, etc.; es decir, pregona en toda forma el triunfo de la humildad, como lo hizo la Virgen, cuyo himno, en gran parte, se inspiró en este cántico de Ana.

[1784] 7. Véase Eclesiástico 11, 10-23, donde también los negocios temporales son considerados como obra de Dios y dependen de Él.

[1785] 8. Véase Salmo 112, 7 s.; Eclesiástico 10, 17.

[1786] 9. Véase Salmo 32, 16; 120, 3; Proverbios 3, 26.

[1787] 10. “El Señor tiene aún reservadas otras bendiciones, y Ana, divinamente inspirada, termina señalando la más preciosa de todas: A su Rey le dará el poder: al Rey Mesías dicen los antiguos intérpretes judíos, lo mismo que los exégetas cristianos” (Fillion). Es esta una clarísima profecía del Reino de Cristo sobre toda la tierra. Véase I Corintios 15, 25. “Como en los Palmos mesiánicos, este modo de hablar indica el reinado universal del Mesías” (cf. Salmos 2, 8; 71, 8). La profecía se realizó primero en David, que fue consagrado por el hijo de Ana; pero no tuvo su total cumplimiento más que en nuestro Señor Jesucristo” (Cardenal Gomá). El nuevo Salterio Romano, comentando este pasaje dice que “predice proféticamente el juicio universal de Dios y la potestad del Rey Ungirlo, o sea, del Mesías, y tiene gran afinidad con el Cántico Magníficat, en el cual la Santísima Virgen María alabó a Dios por las mismas cosas.” El P. Páramo anota aquí que juzgar es sinónimo de reinar: “El hacer justicia, o juzgar, siendo oficio del que rige la república, denota muchas veces en la Escritura la suprema potestad del gobierno.”

[1788] 17. A los sacerdotes les correspondía la pierna derecha y el pecho de la víctima tan solo después de haberse quemado la porción reservada a Dios (Levítico 7, 30 ss.; Éxodo 29, 26 ss.; Números 18, 18). El pecado de los hijos de Helí consistía en que tomaban la carne que les agradaba, y esto antes de haberse quemado la grasa de la víctima sobre el altar. El texto sagrado hace resaltar que con esto escandalizaban a los fieles, que se alejaban de Dios. Véase versículo 24.

[1789] 18. Efod: aquí una especie de sobrepelliz. Cf. Éxodo 28, 6 y nota.

[1790] 21. Se cumple la bendición de Helí y Dios premia a la que era estéril, por haberle consagrado su primogénito.

[1791] 22. Había mujeres ocupadas en el Templo (cf. Éxodo 38, 8), pero no consta claramente en qué consistía su ocupación. Los antiguos expositores judíos creían que se dedicaban solo a la oración y al ayuno. Esto parece confirmarlo San Lucas, quien dice que la profetisa Ana no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios en ayuno y oraciones noche y día (Lucas 2, 37). Lo mismo dice San Pablo de las mujeres de la nueva Iglesia cristiana: “La que es verdadera viuda y desamparada tiene puesta su esperanza en Dios y persevera en súplicas y en oraciones noche y día” (I Timoteo 5, 5). Un autorizado exégeta comenta este pasaje, diciendo: “Lo que parece muy seguro es que ninguna mujer vivía en el Templo ni en sus edificios adyacentes. Ningún lugar de la literatura judaica nos habla de sitio alguno destinado a habitación para mujeres. Ni tampoco Josefo, el cual describe minuciosamente los locales del Templo (Bell. Jud. V, 5, 5), hace mención alguna al respecto. Lo que se afirma en Lucas 2, 37, de que Ana «no se apartaba del Templo», solo quiere afirmar la frecuencia de sus visitas al lugar sagrado.” A las mujeres les estaba prohibido pasar más allá del atrio de las mujeres. Por eso, por ejemplo, la educación de la Virgen en el Templo es tan problemática, que solo la relatan las novelas de los libros apócrifos.

[1792] 25. Quien peca contra el Señor, siendo su ministro, ya no tiene otro mediador entre sí y Dios. De ahí la angustiosa pregunta de Helí: “¿Quién intercederá por él?” Los hijos no dieron oídos a las amonestaciones del padre. “Harto encallecidos estaban en el vicio para que hicieran mella en ellos las palabras del débil anciano, que más que a reprensión sonaban a humilde súplica. Seguros de la impunidad fueron adelante con sus desplantes, profanando su ministerio, vejando al pueblo, trocándose en lobos carniceros los que debían ser solícitos pastores de las ovejas de Israel” (Fernández, Flor, Bib. 11, p. 10).

[1793] 35. Un sacerdote fiel: Los santos Padres toman esta palabra como norma para los sacerdotes del Nuevo Testamento, que deben consumirse en el cumplimiento de su ministerio. “Si sol, dice San Ambrosio, es el ojo del mundo, la hermosura del día, el esplendor del firmamento, la medida de los tiempos, y la fuerza y el vigor de las estrellas… Tal debe ser el sacerdote” (De Offic. 1, 6).

[1794] 36. Véase 3, 13. Se cumplieron terriblemente las palabras del profeta sobre la debilidad de aquel padre de familia, cuando más tarde murieron en la guerra sus hijos y fue exterminada por Saúl toda su familia a excepción de Abiatar (22, 11-19). Este último fue depuesto por Salomón y reemplazado por Sadoc (III Reyes 2, 26 ss.). El sacerdote fiel anunciado a Helí, es, según San Agustín, Samuel; según otros, Sadoc. En sentido típico lo es Jesucristo, único que será sacerdote eternamente.

[1795] 1. La palabra de Yahvé era cosa rara; es decir: Dios no se manifestaba sino muy contadas veces, y, por lo tanto, la tenían en muchísima estima. Meditemos esto los que tenemos a nuestra disposición la Palabra de Dios: el Evangelio, no sea que se cumpla en nosotros la tremenda profecía de Amós 8, 11-12.

[1796] 3. La lámpara de Dios: el candelero de oro, cuyas siete lámparas se apagaban habitualmente al amanecer (Éxodo 27, 21). Hay, empero, autores que por “la lámpara de Dios” entienden a Helí.

[1797] 7. Samuel no conocía todavía o Yahvé: Por eso tomó su voz por la de Helí, confundió la voz de Dios con la de un hombre. “¿No nos pasa lo mismo a nosotros cuando no hemos reconocido todavía lo que Dios nos habla por medio de los hombres? Nuestra soberbia nos hace creer que para instruirnos o para corregirnos Dios nos debe hablar directamente, o si no, por alguien cuya autoridad reconocemos, y a quien juzgamos santo, y que además tenga un modo suave, amable y dulce. Jamás queremos admitir una advertencia o reprensión de parte de quien no tiene estas condiciones. Sin embargo, hablando del encuentro de Santa Mónica con su criada, San Agustín dice: “Muchas veces los enemigos injuriando nos corrigen”, y más adelante: “Hasta de la misma enfermedad de la una os servisteis para sanar a la otra”. Dios nos habla, nos reprende, nos corrige, nos aconseja, nos guía por medio de los hombres que Él elige, pero nosotros tomamos su voz por la de un hombre”.

[1798] 9. Habla Yahvé, etc.: Hermosa fórmula que puede servirnos de oración al comenzar la lectura de la Sagrada Biblia, con los alegres sentimientos del salmista que dice: “Oiré lo que me hable el Señor Dios, porque Él dirá cosas de paz para su pueblo y sus santos y los que se convierten de corazón” (Salmo 84, 9). Cf. I Timoteo 4, 15 y nota.

[1799] 13. “No siempre tienen éxito nuestras amonestaciones paternales, ni permanecen nuestros hijos sobre los caminos trazados por Dios. Pero a pesar de nuestro amor, o mejor dicho, porque los amamos tanto, no debemos llegar a ser culpables en ellos, disculpando sus faltas y aprobando su mal obrar. Tenemos que luchar por las almas de nuestros hijos en oración continua y reprenderlos aunque así alguna vez perdamos su amor. Fielmente y con paciencia tenemos que acompañarlos en el transcurso de su vida, con oración y solicitud. Imitemos el ejemplo de santa Mónica que durante treinta largos años luchó en oración por el alma de su hijo hasta que su perseverancia venció los poderes de las tinieblas. Ella nos enseña en qué consiste el sumo amor de los padres a la vez que nos muestra que este amor resulta siempre triunfante” (Elpis).

[1800] 14. Con esto no se niega a Helí la posibilidad de expiar sus pecados. En sentir de los santos Padres, el Señor solo quiere decir que en el presente caso el castigo temporal se llevará a cabo irremisiblemente.

[1801] 18. A pesar del mal ejemplo de los hijos de Helí el joven Samuel se mantuvo puro, sostenido por las oraciones de su santa madre, y así Dios se dignó hablar con él y le descubrió que había llegado el tiempo de castigar a los hijos del Sumo Sacerdote. Samuel no se atrevía a contar a Helí su visión (versículo 15), hasta que este le preguntó y pidió saber lo que Dios le había dicho. Y entonces el joven no recurrió a una “piadosa” mentira, sino que contó todo a Helí con sinceridad, sin ocultar nada. Grande es en este momento Samuel, grande también Helí. Sin tener rencor a Samuel, sin rebelarse contra Dios, dijo sencillamente: “Él es Yahvé, haga lo que sea agradable a sus ojos.”

[1802] 1. La palabra de Samuel corrió por todo Israel: Estas palabras, que en la Vulgata pertenecen al último versículo del capítulo antecedente, se refieren “a la comunicación de las revelaciones que Samuel hiciera al pueblo. Desde ahora comienza la era de los grandes profetas de Israel. San Pedro la data bien desde los días de Samuel, Hechos de los Apóstoles 3, 24” (Fillion).

[1803] 3. Se acordaron de los milagros que Dios hizo mediante el Arca en el paso del Mar Rojo y del Jordán, y en la toma de Jericó, y creían que Él renovaría los mismos prodigios en la guerra contra los filisteos, pero les faltaba el espíritu de penitencia, único medio para asegurarse la benevolencia de Dios. Cf. el contraste con la conducta de David en II Reyes 15, 24 ss. Dice San Agustín, que el Arca no podía salvar a los transgresores de la Ley, a los cuales condenaba esa misma Ley que estaba dentro del Arca. Es esta una lección elocuentísima para curarnos de cierta religiosidad formulista que cree agradar a Dios sin la reforma interior del corazón. Cf. Salmos 39, 7; 49, 7-13; 50, 18; Isaías 1, 11; Oseas 6, 6; Zacarías capítulo 7; Mateo 9, 13; 15, 8 y notas.

[1804] 4. Sobre los querubines véase Génesis 3, 24; Éxodo 25, 18; Ezequiel 1, 5 y notas.

[1805] 8. Más temían al verdadero Dios los filisteos paganos e idólatras que los propios israelitas con su sacerdocio corrompido (cf. 2, 22). Por eso el Señor peleó aquel día contra su propio pueblo. Cf. 7, 3.

[1806] 12. Rasgaron el vestido y se cubrieron de polvo la cabeza para expresar el sumo grado de dolor por la derrota del ejército y la pérdida del Arca.

[1807] 18. Helí recibió con resignación la noticia de la muerte de sus hijos, porque sabía que era un castigo de Dios. Pero cuando le dijeron que el Arca había sido tomada por los filisteos, se cayó de la silla, pues esto le indicaba que Dios se había retirado de su pueblo. En su muerte fue más grande que en su vida.

[1808] 1. Azoto: una de las cinco ciudades filisteas, hoy Esdud, a 54 kilómetros al oeste de Jerusalén. Dagón, ídolo principal de los filisteos. Su figura era medio hombre y medio pez; de la cintura para arriba tenía figura de hombre, y de la cintura para abajo era como un pez.

[1809] 6. Véase Salmo 77, 66. Es notable en todo este capítulo cómo los paganos reconocen el poder de Yahvé mejor que los mismos israelitas.

[1810] 8. Gat, o Get, lo mismo que Acarón (versículo 10), estaba situada en la planicie filistea que se extendía a lo largo del Mediterráneo, entre Jafa al norte y Gaza al sur. El ídolo de Acarón era Beelzebul, nombre que en tiempos de Jesucristo solía aplicarse al diablo (cf. Mat 10, 25; 12, 24 ss.).

[1811] 9. En este capítulo la Vulgata difiere del hebreo en varios puntos, principalmente en lo que se refiere a la enfermedad de los filisteos. El texto hebreo solo habla de tumores sin indicar su índole. Según la Vulgata se trataba de almorranas.

[1812] 5. Como se ve, sabían ya los antiguos que los ratones propagaban las epidemias. Las figuras de ratones tienen carácter expiatorio y constituyen una especie de ex votos recordatorios de la mortandad. Sobre las otras figuras cf. 5, 9 y nota.

[1813] 6. La sabiduría de este consejo dado por aquellos idólatras recuerda el episodio del rabino Gamaliel con respecto a los apóstoles (Hechos de los Apóstoles 5, 34 ss.).

[1814] 7. El carro ha de ser nuevo y las vacas no deben haber llevado yugo, porque carro y vacas están destinados para una cosa sagrada. Los terneros están encerrados y apartados de sus madres, para que estas, atraídas por los terneros, vuelvan al establo. Si a pesar de ello toman el camino de Betsemes, se muestra claramente que son guiadas por una fuerza sobrenatural.

[1815] 18. Texto dudoso. La Vulgata incluye en el territorio de los filisteos la localidad de Abel la grande. El hebreo habla solamente de una piedra grande.

[1816] 19. Sin duda miraron el Arca con curiosidad registrando su contenido y tocándolo, todo lo cual estaba prohibido hasta a los levitas (Números 4, 15 y 20). Setenta hombres: Tanto el texto hebreo como la Vulgata agregan: y cincuenta mil hombres, de modo que la cifra de los muertos sería de 50.070; es decir, cincuenta veces más que la población del pequeño pueblo de que se trata. Los intérpretes están de acuerdo que la segunda cifra se debe al error de un copista.

[1817] 20. Aterrados por la muerte de los setenta conciudadanos, y para librarse de calamidades ulteriores, los hombres de Betsemes piensan en trasladar el Arca a otro lugar, como antes, impulsados por ese mismo motivo, lo hicieron los filisteos.

[1818] 1. El Arca no vuelve a Silo, su sitio anterior. De Silo no se habla más, probablemente por haber sido destruida por los filisteos. Kiryatyearim se prestaba mejor que Betsemes para morada del Arca, porque estaba en el interior del país, a 12 kilómetros de Jerusalén. En el collado: la Vulgata dice: En Gabaá. Gabaá significa collado. De allí David trasladará el Arca a Jerusalén (II Reyes 6; I Paralipómenos 13, 6).

[1819] 2. Veinte años: tiempo de la opresión filistea. La casa de Israel suspiraba en pos de Yahvé. Vulgata: tuvo paz la casa de Israel, siguiendo al Señor.

[1820] 4. Baales y Astartés: Véase Jueces 2, 13 y nota.

[1821] 6. Sacando agua la derramaron: En la Ley de Moisés no se encuentra rito semejante. Sin embargo, para Samuel y el pueblo esta ceremonia tenía carácter religioso; por eso le agregaban el ayuno y holocausto. Era figura del agua bautismal que lava los pecados por los méritos de la Redención de Cristo. Masfá: ciudad de la tribu de Benjamín, a pocos kilómetros al norte de Jerusalén, hoy día, según unos, Tell en-Nasbe; según otros, Nebí Samwill (que quiere decir Profeta Samuel).

[1822] 10. Una vez más repite el Señor los portentosos milagros que hizo en tiempos de Josué (Josué 10, 11). Cf. Eclesiástico 46, 19. Nótese que Dios salvó a su pueblo mientras Samuel estaba ofreciendo el “corderito que aun mamaba” (versículo 9), figura típica de Jesucristo.

[1823] 14. Los amorreos: los habitantes del país, los cananeos, incluso los filisteos.

[1824] 15. Samuel no solo era Juez y caudillo de Israel sino que ejercía al mismo tiempo las funciones del Sumo Sacerdote, de manera que reunió prácticamente los dos poderes en una mano. Este es uno de los muchos pasajes donde se ve que en lenguaje bíblico juzgar significa gobernar y reinar (2, 10 y nota). Cf. Eclesiástico 46, 16-17.

[1825] 16. “Aquí se da la idea de un excelente pastor del pueblo, que va visitando el país, y ofreciéndose a todos, para que sin gastos ni viajes pudiesen terminar sus disputas y pleitos. Aunque Samuel fue ofrecido por su madre al servicio del Tabernáculo, aquí se ve cómo el voto particular debe ceder siempre al bien público y a la voluntad de Dios” (Páramo). Gálgala, situada al Sudeste de Jericó, primer campamento de los israelitas en tiempo de Josué (Josué 4, 19 s.; 9, 6; 10, 6). Más tarde lugar de culto idolátrico (Oseas 4, 15; 9, 15; 12, 11; Amós 4, 4; 5, 5).

[1826] 17. Ramá, llamada Ramataim-Sofim en 1, 1. Cf. 8, 4; 15, 34; 16, 13; etc.

[1827] 3. Se repite el caso de los hijos de Helí, pero esta vez no consta que Samuel fuese culpable de ninguna debilidad. Esto muestra que la salvación no es un fenómeno colectivo, sino individual. El pertenecer a la Iglesia nos hace ciertamente partícipes de innumerables gracias, pero como nadie puede entrar al Reino, si no nace de lo alto, según enseñó Jesús a Nicodemo (Juan 3, 3), así tampoco nadie puede alcanzar la vida eterna si no coopera personalmente.

[1828] 5 s. Pon ahora un rey sobre nosotros: Cf. Jueces 8, 23 y nota. ¡Qué contraste con lo que Dios propuso en Éxodo 19, 5 y 6! Véase allí la nota. Aunque el establecimiento de la realeza estaba profetizado por Moisés (véase los derechos del rey en Deuteronomio 17, 14-20), ello no obstante el pedido desagradó a Samuel y a Dios mismo (versículo 7), ya que los israelitas exigen un rey tal como lo tienen los pueblos vecinos, y no un soberano tal como correspondía a la posición especial que Israel tenía entre las naciones según los designios de Dios.

[1829] 7 s. Episodio memorable. Es una prueba muy clara de la cólera de Dios cuando concede a los hombres lo que pretenden contra los designios de su amorosa Providencia. “Los planes de Dios parecen destruidos. La realeza del Eterno es instituida por una realeza humana que regirá a Israel en adelante. El hombre va a dirigir sus miradas hacia el hombre, en lugar de elevarlas, cargadas de esperanza, hacia un rey divino”. De aquí resultaron innumerables calamidades, si bien el Señor, como siempre lo hace, supo sacar bien de tantos males y preparar para su Mesías la familia del rey David. Ese rechazo de que Dios aquí se queja, fue repetido ante Pilato (Juan 19, 15) y seguirá repitiéndose hasta el final, como el mismo Jesús lo anuncia en Lucas 19, 14. Lo rechazan todos aquellos que adoran el ídolo del “yo”, o del dinero.

[1830] 10 ss. Dios no se impuso (versículo 7-9); les dejó libertad de elegir, pero mandó a Samuel darles a conocer cómo los tratará el rey. “Lo que aquí propone Samuel no es precisamente la ley constitucional de la monarquía, sino la realidad práctica, mucho más gravosa para el pueblo que la teocracia que hasta ahora los había regido” (Nácar-Colunga).

[1831] 16. En vez de jóvenes leen los Setenta: ganados.

[1832] 19. Llamamos la atención sobre este pasaje. El Señor les hace la misericordiosa advertencia de las innumerables desventajas del régimen que pretendían. Pero ellos se habían empecinado en querer un rey, y esto para ser como los gentiles; en vez de comprender las infinitas ventajas que gozaban con ser el pueblo escogido de Dios, quien los gobernaba como un padre a su hijito (Deuteronomio 1, 31) y les enviaba caudillos santos. Ciertamente era este un pueblo de dura cerviz (Éxodo 32, 9), pero ¡cuánto mayor es la insensatez de los que rehusamos el suave yugo de Cristo, prefiriendo el pesadísimo de los hombres, poniendo en estos nuestra fe, sin ver que “solo Dios es veraz y todo hombre es mentiroso”! (Romanos 3, 4). Tal vez la más dolorosa palabra de Jesús es aquella: “Vosotros no queréis venir a mí para tener la vida” (Juan 5, 40).

[1833] 22. Pon sobre ellos un rey: “Al poner rey sobre Israel, Samuel aparenta ceder a las instancias del pueblo; en realidad ejecuta la voluntad de Dios... La potestad del rey estaba subordinada a la Ley mosaica; su autoridad tenía un saludable contrapeso en el sacerdocio levítico y en los profetas” (Vigouroux, Polyglotte).

[1834] 1. Acerca de la genealogía de Saúl véase I Paralipómenos 8, 29-33; 9, 35-39. Habitaba en Gabaá, hoy día Tell el-Ful, a unos pocos kilómetros al norte de Jerusalén (cf. Josué 18, 28).

[1835] 4 s. Salisá y Saalim son nombres desconocidos. Suf (versículo 5) se llamaba la comarca donde vivía Samuel.

[1836] 6. Varón de Dios: profeta (cf. 2, 27) o vidente (versículo 9).

[1837] 8. El cuarto de siclo equivalía a cuatro gramos de plata. Poco para nosotros, mucho para entonces. Era costumbre no consultar a un profeta sin obsequiarlo.

[1838] 9. Vidente, en hebreo “roe”. El nombre hebreo que sustituyó a “roe” (vidente), fue “nabí”, cuyo significado es probablemente “extático” (cf. 10, 10 ss.). El profeta se llama también “josé”, que significa lo mismo que “roe” (vidente), por ser la visión el medio ordinario por el cual Dios se revelaba a su portavoz humano. ¿Cuándo tuvo lugar el cambio de los nombres, la sustitución del “vidente” por el “extático”? “Seguramente no fue repentina ni exclusiva. Mientras que el cronista tardío se servirá aún del término «vidente», ya en tiempos de Moisés se describe una manifestación de «profetismo» (nabí) colectivo (Números 11, 24 ss.), que es parecida, en muchas cosas, a aquellas de los tiempos de Samuel (I Reyes 10), las que han sido causa de la citada nota redaccional” (Ricciotti, Historia de Israel, número 419).

[1839] 16. La condescendencia de Dios llega hasta eso, no obstante la ingratitud del pueblo amado. Jesús había de ir aún más lejos, rogando al Padre por ellos desde la Cruz.

[1840] 21. Benjamín era realmente la tribu más pequeña a consecuencia de la guerra con las otras tribus. (Jueces capítulos 20 y 21).

[1841] 25. En oriente el techo de la casa era llano y servía de terraza. Allí la familia pasaba el recreo y se realizaban reuniones, especialmente en las horas frescas del día. Salomón prefería un rinconcito de su techo a una amplia mansión con una mujer rencillosa (Proverbios 21, 9). El techo se ofrecía también a los huéspedes como dormitorio, como en este caso. En el Nuevo Testamento se llama a esta parte de la casa el “cenáculo” (Hechos de los Apóstoles 1, 13; 9, 37). Moisés había ordenado que el dueño de casa construyera una balaustrada alrededor del techo para prevenir accidentes (Deuteronomio 22, 8). Se subía al techo por afuera por medio de escalones de piedra.

[1842] 1. La unción es señal visible de la santificación y quiere decir que el rey es persona sagrada y su dignidad emanación de la suprema autoridad. El ungido por excelencia es Jesucristo, de quien Dios anunció que reinará en el trono de David sobre la casa de Jacob (Lucas 1, 32). Precisamente por eso es llamado Mesías, en griego Cristo, que significa Ungido. La herencia es el pueblo de Israel. En la Vulgata este versículo tiene un agregado que dice: y librarás a su pueblo de las manos de sus enemigos que le rodean. Y esta será la señal de que Dios te ha ungido por príncipe.

[1843] 2. El sepulcro de Raquel, esposa del patriarca Jacob, se halla en el camino de Jerusalén a Belén (Génesis 35, 19).

[1844] 3. La encina de Tabor: “Evidentemente la palabra «Tabor» no designa la montaña del mismo nombre sino algún otro lugar que no ha sido aún identificado. Tal vez sea, según algunos piensan, una corrupción de la palabra «Deborá», lo cual nos conduciría junto a Betel, y al árbol bajo el cual fue enterrada la nodriza de Raquel (Génesis 35, 8)” (Fillion). Betel significa “casa de Dios”; es el lugar santificado desde los tiempos de los patriarcas (Génesis 12, 8; 13, 3 ss.; 28, 18 ss.). Parece que “allí, lo mismo que en Gálgala (versículo 8; 11, 15), Ramá (9, 12), etc., se ofrecieron sacrificios, pues en aquella época no se había impuesto aún la centralización del culto en Jerusalén (cf. Deuteronomio 12, 5 y Juan 4, 20 ss.)

[1845] 5. Gabaá de Dios, en hebreo: Gabaá Elohim: Vulgata: collado de Dios. Los profetas formaban asociaciones de discípulos para instruirlos en la ley e inspirarlos en el entusiasmo religioso y nacional. Aquí se trata, probablemente (cf. 19, 20), de los discípulos de Samuel.

[1846] 10. ¡Qué inmensa revelación se nos da aquí sobre la obra del Espíritu Santo en el alma! Por Él será Saúl mudado en otro hombre (cf. Juan 3, 3; Gálatas 6, 15); podrá obrar sin temer porque el Señor será con él (cf. Filipenses 4, 13), le mostrará lo que ha de hacer (cf. Efesios 2, 10), y le mudará el corazón (cf. Ezequiel 11, 19; Hechos de los Apóstoles 2, 1 ss.; II Tesalonicenses 1, 11). En el Antiguo Testamento vemos la fuerza del Espíritu Santo desde el primer día de la creación (cf. Génesis 1, 2 y nota) y, en forma muy semejante a la de este versículo, en Números 27, 18, donde se describe la venida del Espíritu Santo sobre los ancianos de Israel (véase, allí la nota). “¡Qué admirable doctor es el Espíritu Santo!, exclama San Gregorio; instruye de repente a los que quiere, ilumina el espíritu de los que toca; y solo su contacto es la ciencia misma. Porque al momento que ilustra, cambia los afectos; cesamos de ser lo que éramos, y nos convertimos en lo que no éramos.”

[1847] 12. ¿Quién es el padre de ellos?; es decir, de los profetas. El sentido es: Solamente Dios puede hacer esta maravilla: convertir a Saúl en un profeta.

[1848] 13. Lugar alto: Algunos lo toman por nombre de una localidad (Gabaá).

[1849] 22. Entre el bagaje: Vulgata: en su casa.

[1850] 24. El sorteo tuvo por objeto manifestar la voluntad de Dios a todo el pueblo. Antes sabían solamente Samuel y Saúl, quién era el rey elegido. Cf. Josué 7, 14 y Hechos de los Apóstoles 1, 26, donde igualmente se recurre a las suertes para conocer la voluntad divina.

[1851] 25. Que depositó ante Yahvé: Cf. Deuteronomio 31, 26; Josué 24, 26. Así también en la antigüedad cristiana se guardaba el Evangelio al lado de la Eucaristía.

[1852] 27. Hijos de Belial: los hombres de mala intención. Ejemplo de lo que vale la opinión de los hombres: después de haber exigido un rey, lo repudian. Así los que aclamaban a Jesús el Domingo de Ramos pidieron su muerte el Viernes Santo.

[1853] 1. Jabés-Galaad: ciudad situada en el norte de Transjordania. Parece que los habitantes de Jabés no sabían todavía que había un rey en Israel. De ahí su mensaje a todas las tribus.

[1854] 5 s. Notemos la sencillez de las costumbres: Saúl ya ungido rey, no desdeña seguir arando con sus bueyes, hasta que el Señor le indique su voluntad, lo cual no le impidió salir al combate con celeridad y triunfar en él. Nótese también que la acción heroica de Saúl que se narra a continuación, es atribuida al Espíritu de Dios (versículo 6). Cf. 10, 10 y nota.

[1855] 12. Alusión a los “hijos de Belial” (10, 27). Saúl se deja gobernar por el espíritu que le había sido conferido por la unción. Pronto veremos que otro espíritu lo toma en posesión.

[1856] 14. Para renovar allí el reino: De estas palabras de Samuel se colige que había todavía resistencia contra Saúl, por lo cual el profeta creyó necesaria una nueva reunión del pueblo en Gálgala, para afirmar la realeza de Saúl en presencia de Yahvé (versículo 15).

[1857] 4. Véase Eclesiástico 46, 22. Testimonio del perfecto desinterés de Samuel. Así obró San Pablo (Hechos de los Apóstoles 20, 33) y cifró en ello su gloria (I Corintios 9, 15). Porque así lo enseñó Jesús (Mateo 10, 8). “Samuel, ante todo, empieza por descargarse del oficio de juez, que hasta entonces venía desempeñando, y que desea traspasar al rey, a quien de derecho pertenece. La cuenta que da de su conducta ante el pueblo es una buena lección para el monarca, a la vez que una justificación de su buen proceder. En adelante, ya nadie se atreva a acusarle de haber administrado mal la justicia” (Nácar-Colunga).

[1858] 5. Su ungido: el rey Saúl.

[1859] 10. Baales y Astartés: Cf. Jueces 2, 13 y nota.

[1860] 11. Jerobaal: nombre del juez Gedeón (Jueces 6, 32). Un juez que lleve el nombre de Bedán no sale en ninguno de los libros sagrados. Los Setenta leen Barac. Nácar-Colunga traduce Abdón.

[1861] 15. Todos los males del pueblo de Dios tienen su origen en el desprecio de la palabra divina. ¿No es esto muy semejante a lo que hacemos hoy cuando vivimos como si Dios no hubiese hablado? Gran desaire es, en verdad, dejar a alguno que hable y no escucharlo; pues ¿qué será cuando el que habla es el mismo Dios? “Mirad que no desoigáis al que os habla”, dice San Pablo (Hebreos 12, 25).

[1862] 17. En tiempo de la siega del trigo, es decir, en los meses de mayo y junio no hay truenos ni lluvias en Palestina. Es, pues, un fenómeno milagroso, muy apropiado para confirmar las exhortaciones del profeta.

[1863] 21. Vanidades: nombre bíblico de los ídolos, que se llaman también abominaciones.

[1864] 23. Samuel enseña con su ejemplo que los pastores deben orar incesantemente por el rebaño encomendado a su cuidado (San Gregorio Papa). Cf. el ejemplo de Moisés, que cuando levantaba las manos, conseguía la victoria sobre sus enemigos, pero cuando las bajaba, perdía las ventajas obtenidas (Éxodo 17, 11). Véase también el ejemplo de San Pablo (Romanos 1, 9-10; Filipenses 1, 4) y del mismo Jesucristo (Juan capítulo 17).

[1865] 1. Este primer versículo falta en los Códices B (Vaticano) y A (Alejandrino). Sin duda los copistas lo encontraron ininteligible y lo pasaron por alto. Se cree comúnmente que el autor sagrado haya tenido la intención de indicar los años que Saúl contaba cuando subió al trono. Sin embargo, hay quienes interpretan (p. ej. San Jerónimo) el pasaje alegóricamente pensando en la humildad de niño, que Saúl antes mostraba (cf. 15, 17). Otros lo miran como indicación del tiempo que había transcurrido antes de que Saúl tomara en su mano las riendas del gobierno. Saúl tuvo entonces alrededor de 40 años, y su reinado otros tantos (Hechos de los Apóstoles 13, 21).

[1866] 5. Observan con razón los exégetas que la cifra de treinta mil carros no concuerda con el número reducido de los filisteos que solamente poseían cinco ciudades. Por lo cual traducen algunos con la versión siriaca 3.000. Para solucionar esta dificultad y muchas semejantes, sería mejor tomar la palabra hebrea elef (mil) en su sentido primitivo de grupo.

[1867] 9. Que Saúl, sin ser sacerdote, ofreciese el holocausto, era contrario a la Ley y fue grave culpa, como lo muestra Samuel en el versículo 13. Es esta una gran lección para mostrarnos cómo la fe y confianza en Dios debe mantenerse aun contra toda apariencia, sin que pretendamos recurrir a nuestra prudencia humana para corregir lo que nos parece un error de la Sabiduría infinita.

[1868] 13. De la fe de Saúl puesta a prueba en ese momento dependió toda la suerte de su reinado. Esa fe mantenida contra la aparente lógica fue lo que mereció a Abrahán la bendición de ser el padre de muchas naciones (Romanos 4, 18).

[1869] 14. Pecó Saúl por no confiar en el auxilio divino y por haberse lanzado por propia cuenta a la guerra sin aguardar la orden de Dios, lo que era contrario a la idea de un rey teocrático. Esta culpa en los grandes es mucho más grave que en los demás. Cf. Sabiduría 6, 6-7.

[1870] 15. En la Vulgata dice este verso: Se levantó Samuel y subió de Gálgala a Gabaá de Benjamín. El resto del pueblo subió en pos de Saúl al encuentro del pueblo que asaltaba a los que iban de Gálgala a Gabaá en el collado de Benjamín. Y Saúl revista, a la gente, etc.

[1871] 17. En vez de Sual leen algunos Saúl. Son tres columnas que avanzan en tres direcciones contra Israel, la primera hacia el norte (Ofrá), la segunda hacia el centro (Bethorón), la tercera hacia la región de Jericó.

[1872] 19 ss. Tenemos aquí, o tal vez ya en Jueces 5, 8, el primer caso histórico de desarme de un pueblo entero. Lo mismo hará más tarde Nabucodonosor con el reino de Judá (IV Reyes 24, 14) y Porsena con los romanos.

[1873] 22. En vez de Jonatán dice la Vulgata siempre: Jonatás.

[1874] 2. Texto dudoso. En vez de debajo del granado de Migrón proponen algunos: debajo del peñasco de Rimmón. Cf. Isaías 10, 28.

[1875] 3. El efod señala a Ahías (Aquías) como Sumo Sacerdote. El nombre es tal vez abreviación de Aquimelec (cf. 22, 8).

[1876] 6. He aquí el lenguaje de la verdadera fe. Veremos que Dios no tarda en premiarla con un triunfo milagroso, como a Josué, Gedeón, etc. En las horas de desaliento y fatiga debe animarnos el ejemplo de Jonatán. Eran muchos los filisteos, y él estaba solo con su escudero, pero sabía que para Dios es igual salvar con mucha o con poca gente. Cf. Jueces 7, 2; Salmo 32, 17; Filipenses 4, 13 y notas.

[1877] 10. Al esperar una señal de parte de Dios, Jonatán muestra extraordinaria confianza en la ayuda del cielo. Precisamente esto era lo que faltaba a su padre Saúl. La misericordia del Señor se nos da en la medida que la esperamos (Salmo 32, 22). Pero para esperar mucho de Dios, es necesario ser pequeño, o sea, no tener suficiencia propia. Dios derriba del solio a los poderosos y ensalza a los humildes (Lucas 1, 52).

[1878] 15. El P. Fernández localiza el encuentro de Jonatán con los filisteos en un punto que hoy se llama El Miktara, en cuya plataforma más alta se conservan restos de un antiguo edificio. “¿Tienen alguna relación con la hazaña de Jonatán? ¿Se quiso recordar la ilustre proeza que salvó a Israel? Ello es cierto que el hijo de Saúl, el fiel amigo de David, el adolescente amable «super amorem mulierum», el valeroso combatiente «más veloz que el águila, más fuerte que el león» (II Reyes 1, 22, 26), es bien digno de un monumento, no ya esculpido en piedra, sino en el corazón de todos los hombres” (Topografía Palestinense, p. 133).

[1879] 18 s. En vez de Arca dicen algunos, puesto que se trata en estos dos versículos del modo de consultar a Dios. Para ello era preciso el efod con los “Urim” y “Tummim”, por medio de los cuales el Sumo Sacerdote consultaba a Dios (cf. 20, 6; 30, 7). Se acentúa cada vez más la rebeldía de Saúl. Primero manda al sacerdote que pregunte a Yahvé, e inmediatamente le prohíbe sacar las suertes (“retira tu mano”) porque teme una respuesta desfavorable.

[1880] 24. Este elocuente pasaje recuerda lo que dice San Pablo en Colosenses 2, 23. Saúl solo atento a ese exceso de iniciativa propia, que hemos visto en él repetidas veces, no tiene misericordia con el ejército que estaba rendido de fatiga, e ignora lo que Jesús recuerda por dos veces en el Evangelio: “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mateo 9, 13 y 12, 7).

[1881] 32. A causa del imprudente voto, el ejército se vio precisado a comer en forma precipitada, sin dejar correr al suelo la sangre de las reses, con lo cual quebrantaron la Ley (Levítico 7, 17; 3, 26; 17, 10-14; Deuteronomio 12, 15 y 23; cf. Génesis 9, 4). Aquí se ve el fruto de la falsa virtud y falsa doctrina de Saúl: por prohibirles sin caridad lo que era lícito, los lleva a cometer un verdadero pecado. Véase Lucas 11, 46; Mateo 23, 23.

[1882] 34 s. En esto, como en la erección del altar y la consulta del Señor (versículo 37 ss.), cosas exclusivas del sacerdote, pecó Saúl gravemente, lo mismo que Jeroboam (III Reyes 13, 1).

[1883] 41. Texto dudoso. El texto de la Vulgata es más explícito y dice: Y dijo Saúl al Señor, Dios de Israel: Señor, Dios de Israel, da Tú la decisión. ¿Por qué no has respondido hoy a tu siervo? Si esta maldad se halla en mí, o en mi hijo Jonatás, decláralo; pero si el pueblo es el culpable, santifícale. Y fueron sorteados, etc.

[1884] 42. Este sorteo no es, como el de 10, 20, inspirado por Dios, sino pura ocurrencia de Saúl. Por eso su resultado es ciertamente obra del diablo y Dios se vale del clamor público para salvar la vida de Jonatán (versículo 45), a quien reservaba para ejemplar compañero de David.

[1885] 46. Saúl desistió de perseguir a los filisteos, porque no había recibido respuesta a su consulta (versículo 37), lo que significaba que Dios no estaba con él. Quedó así perdido, por su culpa, el fruto de la estupenda hazaña de Jonatán y los filisteos lo hostigaron siempre (cf. versículo 52).

[1886] 3 s. Exterminado por completo: Se trata del anatema (cf. Levítico 27, 28 y nota). Sobre Amalec véase Éxodo 17, 8 ss.; Números 14, 45; Deuteronomio 25, 17 ss. Los amalecitas se habían mostrado enemigos del pueblo de Dios, hostigándolo durante el viaje en el desierto y negándole el paso a través de su territorio. Esta severidad de Dios con Amalec, que en vano pretenderíamos explicar según nuestro concepto humano de la justicia, es simplemente obra del amor inmenso que Dios tiene a su pueblo, amor que lo lleva a castigar con extraordinaria violencia a los enemigos de Israel, según vemos en muchísimos lugares de la Escritura. Cf. la profecía de Joel, capítulo 3.

[1887] 4. En Telaím (o Télam), ciudad en la parte meridional de Judá (Josué 15, 24). En vez de en Telaím traduce San Jerónimo, según la etimología: como corderos.

[1888] 6. Los cineos eran madianitas de la tribu de Jetró, suegro de Moisés. El cineo Hobab, cuñado de Moisés, se incorporó al pueblo de Israel y recibió su posesión dentro de la tribu de Judá. Cf. Números 10, 29 ss.; 24, 22; Jueces 1, 16; 4, 11.

[1889] 9. Saúl es el prototipo del humanista, siempre dispuesto a preferir las opiniones humanas a las divinas, y los bienes humanos a la amistad de Dios (cf. 22, 19). Por eso, de elegido se convirtió en réprobo.

[1890] 11. Me pesa: Dios habla a la manera de los hombres, para darse a entender a ellos; Él muda sus obras pero su voluntad no se muda (San Agustín).

[1891] 12. Carmelo: no el monte Carmelo, sino una pequeña localidad al sur de Hebrón; hoy día El Kurmul.

[1892] 13. ¿Acaso no parece un dechado de piedad ese lenguaje? Por eso el Señor Jesús nos pone en guardia contra los falsos profetas, que vienen con la piel de oveja (Mateo 7, 15) de la piedad y el celo, y por dentro son lobos rapaces, que nos roban la fe sobrenatural, para darnos una doctrina con aspecto elocuente y que redunda en alabanza de los hombres.

[1893] 15. Imputa su culpa al pueblo (lo mismo que en los versículos 21 y 24), y aun pretende que la desobediencia a Dios tuvo un motivo edificante.

[1894] 17. ¡Qué diferencia entre aquel Saúl semejante a un niño y este monstruo de doblez, que tendrá el fin más desastroso! Si sentimos que el amor del aplauso nos domina, huyamos a la soledad antes que los cargos brillantes nos pierdan como a Saúl.

[1895] 21. Tu Dios: Así se distancia Saúl de Samuel, como si el profeta tuviera otro Dios. La Vulgata dice: su Dios.

[1896] 22 s. “La violación del hérem (anatema), cometida oficialmente por el propio rey, le pareció a Samuel un delito muy grave... Para el jefe religioso de Israel la rebelión de Saúl contra el hérem impuesto por Yahvé tenía la gravedad de un «pecado de adivinación (idolatría)» y de un «delito de teraphim (ídolos)»; de lo cual sacó la conclusión de que Saúl había rechazado el mandato de Yahvé, y que por tanto Yahvé desposeía a Saúl de su dignidad regia. La usurpación religiosa que había realizado anteriormente Saúl, se había agravado con la violación del hérem. Sin embargo, ante el ruego de Saúl, Samuel disimuló la situación para salvar ante el pueblo la autoridad regia, y condenando a muerte a Agag para cumplir el hérem se marchó solo a Ramá” (Ricciotti, Historia de Israel, número 351). Mejor es la obediencia que los sacrificios: He aquí una de las ideas directrices de todo el libro sagrado; idea semejante a la que anuncia Jesús, citando a Oseas: “La misericordia es lo que Yo quiero, y no el sacrificio” (Mateo 9, 13; Oseas 6, 6). Cf. Proverbios 21, 3; Isaías 1, 11. El sacrificio que Dios quiere en este caso, es la obediencia de Saúl. Dios aprecia más la obediencia que una víctima, pues la víctima es algo Suyo, mientras que la voluntad es nuestra, lo único que es nuestro. Es más fácil ofrecer sacrificios de nuestra elección que sacrificar nuestra voluntad. Resistir a Dios, no obedecerle, es lo mismo que idolatrar, o sea, buscar a otro a quien obedecer. Saúl escuchaba más a los adivinos que al profeta de Dios. Su pecado principal está en su espíritu de soberbia que le hace transgredir las leyes más sagradas y le lleva irremisiblemente a la perdición.

[1897] 32 s. Con aire complacido: Vulgata: era muy gordo y todo temblando. Agag pensaba que Samuel lo trataría con benignidad. De ahí su opinión de que haya desaparecido ya “la amargura de la muerte”. Mas el profeta, lleno de santo celo por obedecer a la voluntad que el Señor había manifestado, hizo lo que Saúl no había querido cumplir. En adelante se dedicará a orar y llorar, como buen pastor, los extravíos de aquel desgraciado príncipe.

[1898] 4. La conducta de los habitantes de Belén se explica fácilmente por el miedo que tenían después de los acontecimientos narrados en el capítulo que antecede.

[1899] 7. El hombre ve el exterior, etc. “Admirable observación, y contraste cortante entre lo natural y lo sobrenatural, el exterior y el interior” (Fillion). Hay que desconfiar del aspecto exterior, que engaña. En 9, 2 vimos que Saúl descollaba en esto. Cf. Proverbios 31, 30. También Jesús nos enseña a no juzgar por las apariencias (Juan 7, 24; 8, 15). Véase Salmo 7, 10. “Yo soy juez y testigo, dice el Señor” (Jeremías 29, 23). “¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro? Si se mantiene firme o si cae, esto pertenece a su amo” (Romanos 14, 4), y el Amo de todos es Dios.

[1900] 11. ¡El más pequeño! También se dice esto de Gedeón (Jueces 6, 15). Hay aquí un hondo sentido espiritual. “Porque fui pequeña agradé al Altísimo”, dice la Iglesia en la Liturgia de María Santísima. Por eso Dios “hizo en ella grandes cosas”, como reza el Magnificat. Ser pequeño, o sea, pobre de espíritu delante de Dios (Mateo 5, 3) fue el gran título que tuvo David para ser el amado y predilecto de Dios (Mateo 18, 3). Ese pequeño en quien nadie pensaba, fue el rey más grande del Antiguo Testamento. Y se dice que estaba apacentando las ovejas, porque fue figura de Cristo el Buen Pastor (II Reyes 7, 8; Salmo 77, 70).

[1901] 13. Los hermanos no comprenden la significación de la unción, estando enterados del significado de ella solamente Samuel y David. Este se volvió a sus ovejas, pero el Espíritu del Señor quedó en él y no más en Saúl, cosa que tenemos que tener muy en cuenta al juzgar a David.

[1902] 14. El espíritu malo fue, en sentido de los Santos Padres, un demonio que, habiendo tomado posesión de Saúl lo atormentaba. El rey comenzó a sufrir accesos de melancolía, locura y desesperación, que, como se colige del versículo 23; cesaban cuando David tocaba el instrumento músico que tenía a mano. Era un “kinnor”, que quiere decir cítara (no arpa). Cf. Jueces 9, 23 y nota; III Reyes 22, 20 ss.

[1903] 18. De Betlehem, lo mismo que Jesús que será su descendiente.

[1904] 1 s. “El teatro de la batalla, memorable por la famosa victoria del joven David sobre el gigante Goliat, se hallaba esta vez al sudoeste de Jerusalén, en la Sefelá. Soca es la actual Sueike (Josué 15, 35); Asecá, Tell Zacarías (Josué 10, 10). Efes-Dammim indica el nombre de la región circunvecina, la cual no se menciona más (Cf. II Reyes 23, 9; I Paralipómenos 11, 13). El valle de Elá (o “del Terebinto”) es el moderno Wadi es-Sant (“de la acacia”), que baja de la montaña de Judá al sudoeste de Belén” (Vaccari).

[1905] 4. Un campeón. Así Crampón. Bover-Cantera vierte: el mediador; la Vulgata: un hombre bastardo. Según la versión de los Setenta, su estatura era de cuatro codos y un palmo, es decir un poco más de dos metros. El texto hebreo y la Vulgata traen seis codos y un palmo, esto es, un poco más de tres metros. Las excavaciones muestran que había gigantes de semejante estatura. El Libro de Josué (11, 22) dice expresamente que después de la extirpación de los gigantes quedaron algunos de ellos en las ciudades de los filisteos.

[1906] 5. Un siclo ligero. 8,41 gr.; un siglo grande: 16,83 gr. Si tomamos por base el primero, los cinco mil siclos de la coraza suman 42 kilogramos. Según el siclo grande el peso sería el doble. Goliat, como se ve, era en todo el prototipo de la arrogancia y de la fuerza brutal.

[1907] 8. Yo soy un filisteo, y vosotros sois siervos: De aquí se puede deducir que el nombre de filisteo significa “libre”, lo que es muy posible, si tomamos en cuenta la etimología de la palabra. Los filisteos no eran de raza semítica, sino que vinieron de Creta (Caftor; cf. Deuteronomio 2, 23; Jeremías 47, 4; Amós 9, 7) y poseían mucha semejanza con los antiguos griegos, como se ve también en los nombres de sus ciudades. Acarón y Asdod (Azoto), por ejemplo, son nombres parecidos a los griegos y significan Castillo y Ciudad. Los filisteos llamaban a sus príncipes “seranim”, que tal vez corresponde al griego “tyrannos”. El nombre de Goliat significa probablemente “gigante”.

[1908] 12. Los versículos 12-31 faltan en el Codex Vaticanus de los Setenta.

[1909] 18. Y tráeme de ellos una prenda: Texto dudoso. La Vulgata vierte: infórmate en qué compañía están; Nácar-Colunga: les preguntas si quieren algo.

[1910] 26. Más que el insulto al ejército dolía a David el oprobio que hizo Goliat al Dios de Israel. Esta es la primera manifestación del admirable y fidelísimo corazón de este amigo de Dios. Véase versículo 36.

[1911] 28. De las palabras de Eliab se sigue que los propios hermanos no reconocían la misión de David, por lo cual le trataban aún de “chico”. Como figura de Jesús, David es objeto del desconocimiento y envidia de sus propios hermanos (cf. Juan 7, 5; Mateo 10, 36). Lo mismo sufrió José, hijo de Jacob, por la envidia de sus hermanos (Génesis 37, 4 ss.).

[1912] 29. ¿Acaso he hecho más que hablar? Este parece ser el sentido de las palabras de David que literalmente dicen: ¿Acaso no palabra esto? Bover-Cantera vierte: ¿No era acaso mera conversación?, y agrega en la nota: “¡No ha sido más que una palabra!” Algunos vierten: “Bien merece ello una pregunta”. La mansedumbre de esta respuesta a la calumniosa injuria recuerda la que dio Jesús en Juan 18, 23.

[1913] 34 s. Saúl había olvidado que Dios conduce los combates y salva a los que en Él confían. Tenemos aquí una bellísima figura del Buen Pastor, tal como lo pintó Jesús en Juan 10, 11 ss. Véase Eclesiástico 47, 3.

[1914] 36. Aquí puede aplicarse a David lo que él profetizó del Redentor: “El celo de tu casa me devora” (Salmo 68, 10; Juan 2, 17).

[1915] 38. Era prerrogativa del rey llevar una armadura completa. Más tarde el rey Ocías armó a todo el ejército de la misma manera.

[1916] 39. Deliciosa pequeñez de David y grandiosidad de su fe que se despoja de los recursos humanos. Todos los medios humanos son de muy poca monta en las obras de Dios. El gigante Goliat, armado hasta los dientes, victorioso en todas las batallas, el terror de todo un ejército, será vencido por un joven sin espada y lanza y sin armadura, y morirá por la más débil arma que se podía imaginar: “la honda de un pastor, no más temible que la que usan los jóvenes pastores en su pasatiempo de matar los pajaritos que se presentan a su alcance”.

[1917] 40. Por estas cinco piedras entiende San Bernardo cinco medios que tenemos para vencer al Goliat espiritual, o sea al orgullo: 1° la amenaza de las penas; 2° la promesa de la recompensa; 3° el amor a Dios; 4° la imitación de los Santos; 5° la oración.

[1918] 45 s. Yo voy contra ti en el nombre de Yahvé: “Así es, dice San Agustín, y no de otra manera, y jamás de otra manera, como se derrota al enemigo. El que pretende combatir con sus propias fuerzas, está ya vencido aun antes de comenzar el combate” (De Morib.). Véase el elogio de este episodio en Eclesiástico 47, 4 ss. y I Macabeos 4, 30.

[1919] 54. Habla por anticipación, porque en Jerusalén estaban todavía los jebuseos. Algunos conjeturan que David la haya llevado a una parte de la ciudad que estaba ya en poder de los israelitas (véase Jueces 1, 21). La espada de Goliat estaba más tarde en el Tabernáculo sagrado (21, 9).

[1920] 55. La pregunta de Saúl puede explicarse de dos maneras: O sufrió un acceso de melancolía (cf. 16, 14) el cual le impedía acordarse de David, o el combate de David con Goliat ha de ponerse antes del capítulo 16. Estos versículos, hasta el versículo 5 del capítulo 18, faltan en el Codex Vaticanus de los Setenta.

[1921] 58. Los santos Padres ven en la victoria de David sobre el gigante una figura del triunfo de Cristo sobre Satanás: “Considerad, hermanos míos, dice el Doctor de Hipona, dónde asestó David el golpe mortal a Goliat; fue en la frente, en donde faltaba la humildad de la cruz. Así como el cayado de David es figura de la Cruz, así la piedra que dio en la frente de Goliat simboliza a nuestro Señor Jesucristo.”

[1922] 1. Le amó Jonatán como a su propia alma; es decir, como a sí mismo. “El corazón noble y generoso del joven Jonatán se alegra de haber hallado otro como él, y se liga en estrecha amistad con el héroe del día; Saúl, en cambio, recela de David y comienza a dejarse dominar por la envidia, que no le dejará en toda la vida” (Nácar-Colunga). Esta amistad entre David y Jonatán es una de las más célebres y hermosas que se conocen. Véase capítulo 20 y la elegía de David en II Reyes 1, 17 ss.

[1923] 10. Un espíritu malo enviado por Dios: Nótese que también los espíritus malos obedecen a Dios y cumplen su voluntad. Cf. 16, 14; Jueces 9, 23; III Reyes 22, 22; Job 1, 12; 2, 6. Un ataque de rabia; literalmente: estuvo profetizando, a la manera de los que están fuera de sí.

[1924] 17 Los versículos 17-19 faltan en el Codex Vaticanus de los Setenta. Saúl había prometido dar al vencedor su hija (17, 25). En el versículo 21, siempre con su característica doblez, promete darle otra hija, solo para detenerlo y estimularlo a otras proezas que, según su opinión, le costarían la vida.

[1925] 18. Admiremos la sencillez de David que ya había sido ungido por Samuel (16, 13) y no ignoraba el origen de Saúl, tan modesto como el suyo (cf. capítulo 9).

[1926] 23. David quiere decir: Me es imposible ser yerno del rey, porque no puedo ofrecer los regalos que el yerno ha de dar al padre de la novia. Saúl no se avergüenza de explotar al pobre héroe, exigiendo, en sustitución del regalo, los despojos de cien filisteos esperando que estos le quitarían la vida. Cf. versículo 17 y 21.

[1927] 1. Parece que todos los cortesanos abandonan a David, menos Jonatán, quien como heredero del trono debería oponerse más al engrandecimiento de su amigo. Su noble carácter, y la amistad con David, no le dejan pensar en su propia ventaja. “Como esta amistad se fundaba sobre la virtud, por eso crecía y se fortificaba, al paso que la virtud de su amigo se veía expuesta a nuevas pruebas y aflicciones. La dicha de encontrar tales amigos está reservada para los que temen al Señor. Eclesiástico 16, 17” (Scío).

[1928] 11. Cf. 18, 28 y II Reyes 6, 16, El Salmo 58 fue escrito a raíz de esto.

[1929] 12. Así huyó San Pablo de Damasco (Hechos de los Apóstoles 9, 24. II Corintios 11, 32). Lo mismo hicieron en Jericó los exploradores de Josué (Josué 2, 15).

[1930] 13. Terafim, o sea, una figura destinada en un principio a evocar la memoria de los difuntos de la familia, una especie de dioses tutelares o ídolos. Parece que en la casa de Saúl había aún restos de paganismo. Véase sobre los terafim Génesis 31, 30 ss. y 35, 2. La Vulgata dice estatua. San Francisco de Sales comenta este pasaje diciendo que “de este modo hay muchos que se visten de ciertas acciones exteriores propias de la santa devoción, y el mundo cree que efectivamente son devotos y espirituales; mas en realidad no son más que estatuas y fantasmas de devoción” (Filotea I, 1).

[1931] 18. Nayot significa casa (de los profetas). Samuel y David se creían seguros en ese lugar que probablemente servía de morada a los discípulos de Samuel. Cf. 10, 5. Había grupos de profetas, que llevaban vida común y formaban comunidades más o menos cerradas y organizadas. Sus miembros se llamaban discípulos o “hijos” de los profetas (III Reyes 20, 35; IV Reyes 2, 3), y vivían de la caridad pública. Sobre su pobreza véase IV Reyes 6, 5.

[1932] 20 ss. Comenzaron a profetizar, es decir, se entregaban a manifestaciones extáticas, propias de los “nebiim” (profetas) hebreos, que utilizaban para ello también instrumentos músicos. Hacían probablemente ejercicios físicos y movimientos rítmicos del cuerpo al compás de la música, como hoy todavía lo hacen los ascetas del Oriente. En sus transportes de entusiasmo se despojaban de los vestidos como se ve en el versículo 24. Cf. 9, 9 y nota; Isaías 20, 2; Miqueas 1, 8.

[1933] 24. Véase 10, 11. Los sucesos de Nayot debían convencer a Saúl de que David estaba bajo la particular protección de Dios, y que era cosa inútil perseguirlo. Ello no obstante el corazón del rey permaneció endurecido. El episodio recuerda el de los enviados de los fariseos para prender a Jesús, que volvieron conquistados por Él (Juan 7, 32-53). También los fariseos permanecieron endurecidos. En esto, como en muchísimas otras cosas, David es figura de Jesús.

[1934] 1. Véase 17, 29. Nótese el impresionante paralelismo con Juan 10, 32 y 15, 25, donde Jesús recuerda el lamento del mismo David (Salmos 24, 19; 34, 19; 68, 5).

[1935] 5. Novilunio: Vulgata: calendas, o sea, el primer día del mes, el cual se celebraba a manera de fiesta (Números 10, 10). La ausencia de David en tal circunstancia llamaba la atención del rey y exigía aclaración.

[1936] 13. Haga Yahvé a Jonatán esto y esotro: “Esta fórmula de imprecación, característica de Samuel y Reyes, constituye como el esquema o marco que el escritor ofrece en sustitución de los males que realmente mencionaría la persona que pronunciaba la imprecación. Aquí es como si dijese Jonatán: ¡Yahvé me castigue con tales y cuales males si, obstinado mi padre en dañar a David, no se lo revelo!” (Bover-Cantera).

[1937] 14. Jonatán conoce, al parecer, la realeza de David; más tarde la menciona expresamente (23, 17). Tal vez David mismo se lo había comunicado.

[1938] 18 s. La comida en las fiestas de calendas tenía carácter religioso, por lo cual el rey podía sospechar que David estuviera ausente por una impureza legal (Levítico 7, 20 s.). Peñón de Esel (versículo 19): Así también la Vulgata. Bover-Cantera vierte: colina pétrea; Nácar-Colunga: piedra hito; otros: montón de tierra.

[1939] 30. Hijo perverso, etc.: Texto dudoso. San Jerónimo traduce: Hijo de mujer que va a caza de hombres, ¿Acaso no sé que amas al hijo de Isaí, para ignominia tuya y para confusión de tu infame madre?

[1940] 41. Hasta que David no pudo más contenerse. Otros traducen: David lloraba más.

[1941] 1. Nob, donde estaba a la sazón el Tabernáculo, se hallaba a tres kilómetros de la residencia de Saúl. Aquimelec se llama Aquías en 14, 3, y Abiatar en Marcos 2, 26. “Aquimelec fue el último descendiente de Helí que murió siendo Sumo Sacerdote, pues su hijo Abiatar fue destituido por Salomón y el pontificado pasó a la familia de Eleazar. Así se cumplieron las amenazas que Dios había pronunciado contra Helí en I Reyes 2, 33” (Vigouroux, Polyglotte).

[1942] 2. Algunos autores acusan a David de mentira. Fillion, en su edición grande, lo disculpa diciendo que este y los otros subterfugios del santo rey, en aquella época de su vida, no deben ser juzgados según las reglas más delicadas de la moral cristiana. Nosotros no podemos incriminar la conducta de David en un episodio que Jesús mismo recuerda en Mateo 12, 1 ss., precisamente para decir que no pecó en aquella ocasión.

[1943] 6. Texto oscuro. Se encuentran en él algunos eufemismos de la vida sexual cuyo sentido no sabemos con certeza. Por lo que hace a las mujeres, se trata aquí de la impureza legal señalada en Levítico 15, 16 ss. Cuerpos, literalmente vasos, lo que puede significar también la ropa. San Pablo usa la misma palabra en I Tesalonicenses 4, 4.

[1944] 7. El pan santo son los panes de la proposición que estaban guardados en el Santo del Tabernáculo. Solo a los sacerdotes les estaba permitido comerlos.

[1945] 11. Gat (o Get): ciudad de los filisteos, donde nació Goliat. No hubo otro remedio para David que refugiarse en el país de los enemigos. Aquís es abreviación de Aquimelec (cf. versículo 2; Salmo 33, 1). El valle del Terebinto, o sea, el valle de Elá. Cf. 17, 1 s. y nota.

[1946] 13. Tuvo mucho miedo: Este miedo, propio del héroe con corazón de niño, lo llevó a componer los Salmos 33 y 55, llenos de confianza y gratitud.

[1947] 14 s. Se consideraba a los alienados con cierta superstición y se los dejaba en libertad. El artificio es coronado de éxito; los filisteos no se atreven siquiera a tocarle. David nos enseña a ser como niños delante de Dios, y desconfiar, en cambio, de los hombres. Tal es lo que Jesús nos manda: ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mateo 10, 16-17). Escribiendo garabatos en las hojas de las puertas: Nácar-Colunga vierte: tocaba el tambor en las puertas; Scío (Vulgata): se daba por los postigos de las puertas. “Todo este episodio de la huida de David a Get no es absurdo (como sostiene Stade), ni aun la escena de la idiotez. La historia nos refiere hechos análogos en abundancia. Léase lo que los griegos nos cuentan de Temístocles y Alcibíades, y los romanos de Coriolano; recuérdese también de las escenas de idiotez de Ulises, Solón, Bruto, etc.” (Schuster-Holzammer).

[1948] 1. Odollam (o AduIIam), situada a 20 kilómetros al sudoeste de Belén.

[1949] 2. Todos los oprimidos, etc. Nótese la impresionante similitud de esta frase con lo que dice Jesús en Mateo 11, 28 y con la profecía de Isaías que Él se aplica en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4, 18 s.). Algunos quieren oscurecer la semblanza de David, comparándolo con un “condottiere” de aventureros y bandidos. Así también llamaron a Jesús amigo de pecadores y gentes de mal vivir (Mateo 9, 11; Lucas 7, 34). Véase también Lucas 7, 22. El Salmo 141 fue escrito en esta caverna y concluye hablando de los justos que estaban con él. Cf. Salmo 56, 1.

[1950] 3. Para proteger a sus viejos padres de represalias, los traslada a Moab, país situado al oriente del Mar Muerto. Rut, la bisabuela de David, era moabita, y no carece de fundamento la hipótesis de que desde entonces continuaran las relaciones entre Moab y la familia de David.

[1951] 5. Véase el Salmo 62, en el cual, según se cree, David explaya ante Dios sus sentimientos durante este período de prueba. Gad: probablemente aquel mismo profeta que escribió la historia de David (I Paralipómenos 29, 29). Este acaba de decir que espera saber lo que el Señor disponga sobre él. Aquí obedece de inmediato con la docilidad de un niño, como si no se acordase de que era ungido rey, aunque bien lo sabe, pues en el versículo 12, del Salmo 62 habla de un rey, que no puede ser sino él mismo.

[1952] 15. David solía consultar a Dios por medio del Sumo Sacerdote (cf. 23, 2; 23, 10 ss.). Aquimelec es aquí un modelo del digno ministro de Dios y muere por defender al justo.

[1953] 18. El efod de lino, un distintivo de los sacerdotes, no el efod del Sumo Sacerdote, en que se guardaban los oráculos “Urim y Tummim”, de que se habla en 23, 6.

[1954] 21 ss. Se cree que Saúl aprovechó la matanza para hacer Sumo Sacerdote a Sadoc, del linaje de Eleazar, otro hijo de Aarón, y que al mismo tiempo trasladó el Tabernáculo de Nob a su residencia. David no acusa a Saúl ni a Doeg, sino a sí mismo, siguiendo el ejemplo de los santos (San Gregorio Magno). Cf. Salmo 141, 8 y nota.

[1955] 1. Keilá, al sur de Odollam (cf. 22, 1).

[1956] 6. La frase quiere decir que David estaba en condiciones de consultar al Señor, puesto que Abiatar había llevado consigo el efod para hacer las consultas del Señor sin las cuales David no emprendía ninguna cosa importante. Cf. 14, 19 s. y nota; 22, 15.

[1957] 9. Trae el efod, esto es, ponte la vestidura en que están las suertes sagradas. Cf. versículo 6 y nota.

[1958] 14. Zif, desierto, al sudeste de Hebrón. Es una zona rocosa y muy apropiada para refugiarse en ella.

[1959] 16. Lo confortó en Dios: Aunque Jonatán sufría interiormente como David, con todo se pone en marcha y viene al refugio de David para consolarle y renovar con él la alianza en presencia de Yahvé.

[1960] 19. Se esconde, etc.: Cf. él título del Salmo 53, que se refiere a esta situación.

[1961] 24. El desierto de Maón se halla al sur de Zif, o sea, en la zona meridional del desierto de Judá.

[1962] 27. El Señor libertó siempre a su amigo David de las manos de Saúl. Aquí vemos una vez más la mano admirable de la Providencia, que se sirvió de los filisteos para librarle.

[1963] 1. Engadí: Oasis en el desierto de Judá, en la costa occidental del Mar Muerto; en tiempo de San Jerónimo todavía poblado, hoy día completamente abandonado. Las viñas de Engadí se elogian en el Cantar de los Cantares (1, 13).

[1964] 3 s. Las rocas de Yealim: Algunos traducen: las rocas de las cabras montesas. La Vulgata tiene una pequeña ampliación del texto que dice: aun sobre las rocas más escarpadas, a donde solo tas cabras montesas pueden subir. Para cubrir sus pies: eufemismo de la lengua hebrea: purgare ventrem. Cf. Jueces 3, 24.

[1965] 5 ss. Cortó solamente la orla del manto del rey, para poder mostrarla como prueba de que no tuvo la intención de matarlo. La reverencia al rey es tan grande que cree haber violado su majestad al hacerlo. En toda esta narración es sumamente admirable la virtud de David que no permite ni siquiera a sus soldados que toquen a la persona sagrada del rey, que en realidad era un tirano. David escribió sobre este episodio el Salmo 56, donde muestra cómo su enemigo cayó en la trampa, que inicuamente preparara contra él, y derrama su inspiración en alabanzas a la misericordia de Dios.

[1966] 15. Un perro muerto, una pulga: es decir, un individuo de poco valor, hecho el escarnio del mundo, el más despreciable de los hombres; Cf. 26, 20. ¡Así habla David! Admiremos una vez más su inmensa humildad y mansedumbre, que así se expresa, siendo como era el único rey legítimo y pudiendo destruir tan fácilmente a su enemigo. En todo esto vemos el espíritu del que fue figura de Cristo.

[1967] 21. Parece que el mismo Saúl se ha convencido que Dios estaba con David. Lo único que el desdichado rey quiere, es salvar a su familia. David lo promete con toda magnanimidad, no obstante lo cual Saúl volverá a perseguirlo en el capítulo 26.

[1968] 23. David sabe que Dios nos previene contra los hombres (cf. Jeremías 17, 5; Mateo 10, 17; Juan 2, 24 s.). De ahí que, subiera de nuevo a su fortaleza.

[1969] 1. En su casa, mejor dicho, en su propiedad (cf. 28, 3). Según San Jerónimo, los restos del santo profeta fueron trasladados a Constantinopla bajo el emperador Arcadio, el año 406 d. C. La Iglesia le conmemora en el Martirologio el 20 de agosto. El Espíritu Santo le llama “Querido del Señor” (Eclesiástico 46, 16). David se interna en el desierto, bajando a Farán, región situada más al sur. Los Setenta leen Maón en lugar de Farán.

[1970] 2. Carmel, nombre de una localidad de la Judea meridional. Cf. 15, 12 y nota.

[1971] 7 ss. El esquileo solía celebrarse con banquetes en los cuales participaban también los pobres. Rehusar el pedido de David era, pues, una violación de las costumbres, tanto más cuanto que David y sus hombres, a pesar de su extrema necesidad, nunca habían atacado los rebaños de aquel rico avaro. David perdona esta falta de hospitalidad pero Dios se encarga del castigo. Véase versículo 38.

[1972] 10. Nabal finge no conocer a David y habla de él en tono despectivo. En realidad lo conoce muy bien y le acusa de haber escapado a su amo Saúl.

[1973] 17. Es tan malo. Literalmente: hijo de Belial.

[1974] 18. “Abigail se muestra no solo discreta, sino perfecta ama de casa. Tal vez la condición del marido le daba más autoridad para ello” (Nácar-Colunga).

[1975] 22. Uno solo de todos sus hombres: El hebreo usa aquí, como en el versículo 34, un giro muy expresivo, según el cual David no perdonaría ni siquiera “mingentem ad parietem”, locución que no deja lugar a duda de que tiene el propósito de matar a todos los hombres de Nabal. Según otros, este giro diría “hasta los perros”. El magnífico discurso de Abigail (que luego había de ser su esposa) es el llamado que Dios le envía misericordiosamente para librarle de una grave falta. En esto vemos cómo la gracia previene a nuestra debilidad. David responde a esa gracia con su acostumbrada docilidad y se libra de que su ira lo lleve al pecado (Salmo 4, 5; Efesios 4, 26; Santiago 1, 20).

[1976] 25. Nabal significa en hebreo: insensato, necio, loco.

[1977] 26. Hacerte justicia por tu propia mano: “Lo que fuera un crimen, pues David no era aún rey, y aun cuando lo fuera, no era la falta de Nabal un crimen digno de muerte” (Jünemann).

[1978] 27. Este regalo, literalmente: esta bendición. Así llama también San Pablo la ayuda que prestamos al pobre (II Corintios 9, 5), porque trae sobre nosotros bienes espirituales en lugar de los materiales a que renunciamos.

[1979] 29. Abigail desea que la vida de David sea guardada en el haz de los vivos junto al corazón del Señor, o sea que Dios le ame y le conserve la vida. El giro alude al saquillo de perfumes que las mujeres llevaban sobre el pecho. Cf. Cantar de los Cantares 1, 12. Todo el discurso de Abigail muestra la extraordinaria prudencia de esa mujer que se hace responsable por las faltas de su marido, y salva de este modo la vida de toda la familia. Así también los maridos deben tomar sobre si las faltas de sus esposas y entregarse por ellas como Cristo se entregó por la Iglesia. Cf. Efesios 5, 25; Colosenses 3, 19.

[1980] 34. Ni un solo hombre: Cf. versículo 22 y nota.

[1981] 38. El codicioso Nabal murió como había vivido, con corazón endurecido, y odiado de todos. Roguemos con el Salmista: “Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia” (Salmo 118, 36)

[1982] 43. El nuevo casamiento de David con dos mujeres ha de juzgarse según la Ley antigua, que no prohibía la poligamia. David tuvo otras esposas, y sin embargo, Dios le conservó su amistad y protección, y luego le alabó sin reservas (Eclesiástico 47, 9; Hechos de los Apóstoles 13, 22), lo cual debe bastar para que nos abstengamos de juzgar lo que Dios no juzgó (cf. Romanos 9, 15; Santiago 4, 12). El Evangelio está lleno de hechos que nos muestran que Dios se reserva la libertad de hacer misericordia según place a su amor. Guardémonos de la actividad envidiosa del hermano del hijo pródigo (Lucas 15, 25 ss.), o de los obreros de la primera hora (Mateo 20, 11 ss.); pensemos más bien en cumplir nosotros la santa Ley de la monogamia, que es rigurosa en el Nuevo Testamento (Mateo 19, 9).

[1983] 1. Sobre Zif véase 23, 14 y nota. El autor sagrado relata aquí un acontecimiento semejante al de 24, 1-23, retomando el hilo de la narración interrumpido por el episodio de Nabal.

[1984] 6. Sarvia era hermana de David. Abisai y Joab son, por consiguiente, sus sobrinos. El hecho de que los dos lleven en adelante como patronímico el nombre de su madre, y no el del padre, se explica, según unos, porque este no fuera israelita; según otros para destacar su pertenencia a la casa real de David.

[1985] 9. El ungido de Yahvé, es decir, Saúl. David honra con este título a Saúl (cf. los versículos 16 y 23), y no cesa de respetar el carácter sagrado del rey que lo está persiguiendo.

[1986] 19. “Nobilísima protesta de David, dictada por la más firme fidelidad al puro monoteísmo y la plena entrega en las manos de Dios. Si esta persecución contra mí ha sido ordenada por Dios, séale grato el sacrificio que le hago de mí mismo, y que Él lo acepte en expiación de mis culpas” (Vaccari). La herencia de Yahvé: la tierra de Israel. Desterrarlo de ella, significaba excluirlo del culto de Yahvé e insinuarle la apostasía. David ve claramente este peligro y lo teme más que la espada que le amenaza. De ahí su heroica resolución de dar su vida si fuere la voluntad de Dios.

[1987] 20. “La humildad de David siempre se asoma al margen de los acontecimientos, para requerir su parte de oprobios” (Gentilini). Una pulga: Cf. 24, 15 y nota. Tras una perdiz: Es locura cazar una perdiz solitaria en los montes, cuando las hay en abundancia en el campo.

[1988] 24. Aquí está la doctrina esencial del Padrenuestro y de todo el Sermón de la Montaña. Dios nos perdona según perdonamos nosotros, y entonces nos centuplica su misericordia (Mateo 6, 14; 18, 23 ss.; Lucas 6, 38). Esto explica por qué Dios llama a David un varón según su corazón (Hechos de los Apóstoles 13, 22) y no deja de colmarlo de bendiciones.

[1989] 1. Como último refugio le queda a David solamente la tierra enemiga. Aleccionado por la experiencia, ya no puede dar crédito a las promesas del que tantas veces ha quebrantado su palabra. Seguramente habrá advertido que la segunda reconciliación con Saúl era tan falaz como la primera.

[1990] 4. Saúl pareció haber ganado la guerra contra David, quien se había alejado definitivamente pasándose a los filisteos. Sin embargo, quedaba la profecía de Samuel, sobre la ruina de la casa de Saúl, y la posibilidad de la vuelta de David, la cual se realizaría muy pronto.

[1991] 6. Siceleg, situada a 20 kilómetros al sudeste de Gaza. Cf. Josué 15, 3

[1992] 7. Un año y cuatro meses. La Vulgata dice: cuatro meses.

[1993] 8 ss. Sobre la orden de Dios de extirpar a los amalecitas, véase 15, 2 s. David realiza aquí esa destrucción que Saúl no cumplió. “Los otros dos pueblos eran descendientes de los cananeos, y esto nos da un fundamento sólido para justificar la guerra de David. Los cananeos estaban anatematizados y se los podía perseguir en cualquier lugar” (Fillion). Cf. Josué 11, 15. Son los pasajes en que la Biblia pone a prueba nuestra fe y nuestro amor, para robustecerlos (Santiago 1, 12; I Pedro 1, 7; Salmo 16, 3), a fin de que nunca pensemos mal de Él. En pensar bien de Dios está toda la sabiduría (Sabiduría 1, 1). En dirección de Sur y hasta Egipto. Sur es nombre de aquel desierto. Otros traducen: desde Télam en dirección a Sur, etc.

[1994] 10. Négueb, región meridional de Judá.

[1995] 12. Esta vez Aquís, no conociendo el verdadero sentido de las palabras de David, se muestra más satisfecho que de la primera visita (21, 10 ss.). Veía en él un aliado contra Saúl, porque creía que David hacia la guerra contra los israelitas, y por otra parte le inspiraba respeto la valentía de David; y sobre todo le estimaba porque protegía las fronteras contra molestos enemigos y posibles invasores.

[1996] 1. Sobre la muerte de Samuel, véase 25, 1; sobre los adivinos, Levítico 19, 31; 20, 6; Deuteronomio 18, 11.

[1997] 4. Sunem, hoy, día Solem, situada a 14 kilómetros al sudoeste de Nazaret, célebre como patria de Abisag (III Reyes 1, 3), por el profeta Eliseo (IV Reyes 4, 8 ss.) y por la Sulamita del Cantar de los Cantares (6, 12; 7, 1). En las cercanías de Sunem se hallan los montes de Gelboé, que David hizo famosos por su cántico (II Reyes 1, 21).

[1998] 7. Endor, hoy día Endur, se halla más al Norte. El que había perseguido la magia (versículo 3) es el primero en recurrir a ella. Pitónico, de Apolo Pitio, dios pagano, que daba oráculos en Delfos. Ricciotti (Historia de Israel, número 364) pinta la situación psicológica de Saúl con estas palabras: “En la fiebre mental que le poseía, habiendo intentado inútilmente obtener un oráculo de Yahvé, pensó en su gran enemigo, ahora ya muerto, cuyas palabras se le habían adentrado en el alma, y hubiera querido, por una atracción morbosa, volver a oír de él aquellas mismas palabras.”

[1999] 9. La pitonisa dice con razón que su vida está en peligro, por lo que se ha visto en versículo 3. Se trata aquí de la nigromancía, superstición frecuente en oriente. La pitonisa pretende llamar a las almas de los muertos para saber de ellos cosas ocultas y venideras.

[2000] 14. Saúl no ve a Samuel. Son muy distintas entre sí las explicaciones de los expositores, opinando unos que la mujer, mediante embustes espiritistas, engañó al rey; otros, que Samuel se apareció en forma humana, como p. e. Elías y Moisés en la transfiguración de Jesucristo, pero no por obra de la pitonisa sino por orden de Dios. Los versículos 12 y 15 ss. no parecen dejar lugar a duda sobre la verdad de la aparición. Samuel revela cosas realmente proféticas, que la mujer no podía saber, y pronuncia siete veces el santo Nombre de Yahvé (Dios), cosa que no es propia de los demonios. Por eso hay que descartar la opinión de que fuese el diablo, que hablaba en nombre de Samuel.

[2001] 19. Estaréis conmigo: moriréis.

[2002] 1. Afee: en la llanura de Esdrelón (Jesreel) que se extiende entre Samaria y Galilea.

[2003] 2. David estaba encargado de la guardia personal de Aquís (28, 2), lo cual es un elocuente testimonio de la confianza que el rey ponía en él. Sin embargo, David nunca se comprometió a luchar contra Israel.

[2004] 5. Cf. 18, 7; 21, 11.

[2005] 6. El príncipe filisteo juró por Yahvé, no porque hubiese dejado de ser pagano, sino para estar seguro de la confianza de David.

[2006] 10. La desconfianza de los príncipes filisteos libra a David de la alternativa de luchar contra Saúl y Jonatán, o ser fiel a su bienhechor. Es otro favor que Dios le hace, como el que notamos en 25, 22.

[2007] 1. Los amalecitas habían aprovechado la ausencia de David para invadir su pequeño reino, pero también en este difícil trance su ilimitada confianza en el “Dios de su auxilio” fue recompensada.

[2008] 7. Cf. 22, 15. David busca su consuelo únicamente en el Señor, quien le había libertado de todas las angustias. Esto comprueban los salmos que compuso en las situaciones más peligrosas de su vida. El efod contenía los “Urim y Tummim”, que servían al Sumo Sacerdote para consultar al Señor. Cf. 14, 19 s. y nota; 20, 6; Éxodo 28, 27 ss.

[2009] 14. Cereteos: nombre de los filisteos por ser oriundos de Creta. Véase Amós 9, 7; Jeremías 47, 4; Deuteronomio 2, 23.

[2010] 16. David recoge aquí el premio por la misericordia que tuvo con aquel infeliz (versículo 11).

[2011] 21. Cf. versículo 10. Les había mandado descansar y él no descansa. Así hizo Jesús en Marcos 6, 31-34; Juan 4, 6.

[2012] 25. La costumbre de repartir el botín entre los combatientes y los que guardaban el bagaje, se encuentra ya en Números 31, 27. David la inculca de nuevo.

[2013] 26 ss. Así el generoso héroe retribuyó con creces a cuantos le habían socorrido. Las ciudades mencionadas estaban todas en la parte sur de Judea, o sea, en el Négueb. Betul (versículo 27): lección preferible a Betel. Arara (versículo 28): así ha de leerse en vez de Aroer.

[2014] 4. El suicidio de Saúl no carece de motivos religiosos, relacionados con el carácter sagrado de su persona. Viéndose el rey ante la perspectiva de ser capturado y escarnecido por los “incircuncisos”, se dirige a su escudero pidiéndole que le matara; y tan solo después de fracasar este intento se arroja sobre su espada. Los acontecimientos que siguieron demuestran lo acertada que fue la previsión del rey (versículo 8-10). Cf. un caso semejante en II Macabeos 14, 41 ss.

[2015] 11. La ciudad de Jabés fue la primera que Saúl había librado de los enemigos (capítulo 11). Por lo tanto era un acto de gratitud el que los hombres de Jabés quitaran los cadáveres del muro para darles sepultura. La cremación se explica por el miedo de que los filisteos viniesen de nuevo para deshonrar al rey y a sus hijos.

[2016] 13. La muerte de Saúl es el lógico final de una vida desenfrenada. Moderado y noble en un principio, mientras fue pequeño a sus propios ojos, se convierte pronto en un soberbio tirano que se aleja cada vez más de Dios, de tal manera que el Espíritu del Señor se retira de él, dando libre paso al espíritu maligno que le arruina (cf. II Reyes 7, 15). Su vida, y más aún su muerte, son una terrible lección para quienes confían solamente en su propia fuerza: “¡Qué contraste tan fundamental entre Saúl y David! Aquel se deja arrastrar por su orgullo y sus pasiones; este exclama humildemente «En Ti, Señor, confía mi alma»” (Salmo 56, 2)

[2017] 1. Sobre las cuestiones introductorias véase la introducción al libro de los Reyes.

[2018] 6 ss. Este relato del amalecita es contrario al de I Rey. 31, 4 ss. El amalecita fingió su participación en la muerte de Saúl, esperando ganarse así la benevolencia de David.

[2019] 15. La sentencia de muerte se ejecuta al instante, porque el amalecita había matado, según su propia narración, al ungido del Señor. Véase Salmo 104, 15; Hechos 23, 2-5. Las personas consagradas han de ser respetadas, a causa de su unción, aunque personalmente sean indignas.

[2020] 18. Esta elegía, que es “uno de los monumentos más espléndidos de la literatura hebrea”, se llama “el Arco” o cántico del arco, quizás por el versículo 22. David lo compuso en recuerdo perpetuo, disponiendo a la vez que se enseñase a los hijos de Israel. Es en realidad sumamente conmovedor el amor que el nuevo rey profeta a Jonatán, el amigo de su alma (I Reyes 18, 1); más admirable aún la magnanimidad con que ensalza la valentía de Saúl, su perseguidor, sin faltar a la caridad y sin ningún resentimiento de venganza. En esto nos da David, como observa San Juan Crisóstomo, un ejemplo de lo que es esencial en el espíritu cristiano; el amor a los enemigos (Mateo 5, 43 ss.; Lucas 6, 27 ss.). Sobre el libro del Justo no tenemos noticia. Era probablemente una colección de canciones patrióticas. Cf. Josué 10, 13 y nota.

[2021] 19. Texto estropeado. De ahí las múltiples traducciones. Kittel propone: ¡Ay de la gloria de Israel, por causa de tus muertos! ¡Cómo cayeron los fuertes!

[2022] 21. La Iglesia usa este pasaje como texto en Semana Santa. En Palestina se dice que jamás ha vuelto a llover sobre esos montes. Ni seáis campos de primicias: Bover-Cantera propone: No vuelvan los campos frutos a traer; Kittel: ¡Oh campos de sombras de muerte!

[2023] 22. Este versículo destaca la valentía de Jonatán y Saúl. Dice en la versión de Nácar-Colunga: De la sangre de los muertos, de la grasa de los valientes, el arco de Jonatán no se hartaba nunca; la espada de Saúl no se blandía en vano.

[2024] 27. Las armas del combate: los guerreros.

[2025] 1 s. El tono de santa amistad con que David dialoga con Dios, muestra de nuevo que el Señor no le reprochaba esa poligamia. Cf. I Reyes 25, 43; II Reyes 3, 2-5; III Reyes 11, 34.

[2026] 4. David había sido ungido ya por Samuel (I Reyes 16, 13), pero no públicamente. En todo el libro anterior (I Reyes) lo hemos contemplado como figura de Cristo, llevando una vida errante, y perseguido no obstante ser el rey ungido de Dios.

[2027] 7. David les da a entender que es sucesor de Saúl y los invita a plegarse a su bandera. David por todos los medios lícitos trató de conseguir que la totalidad de los israelitas le reconocieran por rey, más a pesar de sus esfuerzos solamente le siguió la tribu de Judá (versículo 10).

[2028] 8. Lo llevó a Mahanaim, es decir, trasladó la residencia a la ciudad de Mahanaim, situada en Transjordania, donde había más seguridad para la vida del hijo de Saúl. En vez de Mahanaim dice la Vulgata Campamento. Isbóset se llamaba en realidad Isbaal, como se deduce de I Paralipómenos 8, 33; 9, 39. Bóset (ignominia) es una denominación despectiva que los escribas daban a Baal. Lo mismo cabe decir del nombre del hijo de Jonatán, que era Meribáal, pero en los textos solamente aparece como “Mefibóset” (cf. 4, 4 y nota).

[2029] 12 ss. Gabaón, a 9 kilómetros al noroeste de Jerusalén, hoy día Ed-Dschib. La batalla empieza por un duelo de doce jóvenes de cada bando (versículo 14), los cuales murieron todos, de modo que quedó indecisa la victoria. Sin embargo entienden algunos que solo murieron los de la parte de Abner. El nombre del lugar (versículo 16) significa “Campo de los Costados”, según la Vulgata “Campo de los valientes”.

[2030] 22. Abner avisa a Asael que se retire, porque temía la venganza de Joab, hermano de Asael, en caso de que se viese obligado a matarlo. Efectivamente tomó Joab venganza por su hermano Asael (3, 24-30).

[2031] 24. En vez de Gíah traducen algunos: valle.

[2032] 27. San Jerónimo vierte: Vive el Señor, que si lo hubieses dicho, desde la mañana habría cesado el pueblo de perseguir a sus hermanos. Son bravatas de Joab, quien no ignoraba que la desesperación podía dar nuevas fuerzas al enemigo.

[2033] 29. Mahanaim. Vulgata: Campamento. Es lo que significa el nombre de Mahanaim. Cf. versículo 8.

[2034] 1 ss. Cf. 1 Paralipómenos 3, 1-9. Quileab (versículo 3) se llama Daniel en I Paralipómenos 3, I.

[2035] 8. Lo que Abner alega es más bien pretexto, pues bien sabía que la causa de Isbóset estaba perdida. Este, el único hijo sobreviviente de Saúl, era tan débil, que prácticamente el ambicioso general tenía en sus manos las riendas del gobierno.

[2036] 13. Micol: hija de Saúl, la primera esposa de, David. El regreso de Micol a David le daría a este más influencia sobre las tribus que todavía estaban de parte del hijo de Saúl; porque con ello podía presentarse como yerno de Saúl y continuador de su casa. Cf. I Reyes 18, 28; II Reyes 6, 16.

[2037] 24. Cf. 2, 17-30. Joab guardaba rencor a Abner, el cual había quitado la vida a su hermano Asael; sin embargo no tenía derecho a vengarse, pues Asael murió en el campo de batalla.

[2038] 27. El asesinato se hizo en la puerta de la ciudad y alevosamente, por lo cual David estaba obligado a castigar al asesino. Si no lo hizo inmediatamente, fue por temor a Joab, pero lo maldijo, postergando el castigo. Véase III Reyes 2, 5.

[2039] 29. Ni quien se sostenga sobre muleta: Vulgata: ni quien maneje el huso; trabajo propio de las mujeres. Es decir que la descendencia de Joab será débil y sin visor, todo lo contrario de lo que Joab deseaba. Cf. Hummelauer, Comentario a los Libros de Samuel.

[2040] 33 s. Esta elegía vibrante sobre la muerte de Abner abrió a muchos los ojos y le ganó a David nuevos partidarios. Todo el pueblo pudo convencerse de que el rey no se dejaba guiar por el rencor contra sus enemigos de ayer.

[2041] 39. Este versículo contiene una tremenda imprecación contra los hijos de Sarvia (Joab y su hermano Abisai).

[2042] 4. Quiere decir que como pretendiente al trono de Saúl solamente quedaba un niño tullido y que, por consiguiente, el asesinato que se narra en los siguientes versículos tiende al exterminio total de la casa de Saúl. Mefibóset se llamaba Meribáal (I Paralipómenos 8, 34; 9, 40). Más tarde la palabra aborrecible “Baal” que formaba parte de su nombre fue reemplazada por “Bóset”, que significa ignominia. Cf. 2, 8 y nota; 9, 1 ss.

[2043] 7. Por el camino del Arabá: por el valle del Jordán.

[2044] 10 ss. Nuevamente se revela el generoso corazón de David como con motivo de la muerte de Saúl (cf. 1, 11 ss.) y de Abner (3, 28 ss.). Hizo colgar a los asesinos junto al estanque de Hebrón para que todos los que iban a sacar agua, vieran a los colgados y reconocieran el noble sentimiento del rey.

[2045] 1 ss. Cf. I Paralipómenos 11, 1-9. Es la tercera unción (versículo 3). La primera tuvo lugar en Belén, en la casa de Isaí, su padre (I Reyes 16, 13); la segunda en Hebrón cuando le eligieron rey los ancianos de la tribu de Judá. Con esta tercera unción David es reconocido rey de todo Israel. La guerra civil ha llegado a su fin, y el rey puede dedicarse a la organización del país y a las guerras contra los enemigos exteriores. Cuarenta años (versículo 4): es decir, desde el año 1010 hasta el 970. “Es superfluo recordar que todas estas cifras deben entenderse con arreglo a la ley de una prudente aproximación” (Ricciotti), tomando en cuenta la típica cifra 40, que en el Antiguo Testamento (y también en el Nuevo) se usa preferentemente para indicar un espacio de tiempo bastante largo. Cf. Génesis 7, 4; 25, 20; 26, 34; 50, 3; Éxodo 16, 35; 24, 18; 34, 28; Núm. 13, 26; 14, 33 s.; 32, 10; Deuteronomio 1, 3; 9, 9; Josué 5, 6; 14, 7; Jueces 3, 11; 5, 32; 8, 28; 13, 1; I Reyes 4, 18; 17, 16; II Reyes 2, 10; 4, 4; 15, 7; III Reyes 11, 42; 19, 8; IV Reyes 12, 1; I Paralipómenos 26, 31; II Paralipómenos 9, 30; 24, 1; Ezequiel 4, 6; Jonás 3, 4; II Macabeos 10, 33, etc.

[2046] 6. Los ciegos y los cojos bastarán para rechazarte, etc.: Texto oscuro. Vulgata: no entrarás aquí, si no echares a los ciegos y a los cojos que dicen: no entrará David aquí. Quiere decir: La fortaleza es inexpugnable.

[2047] 8. Vulgata: Porque David había prometido aquel día premio al que hiriese a los jebuseos y ganase lo alto de sus techos y echase a los ciegos y a los cojos, enemigos del alma de David, etc. El P. Fernández (Topografía Palestinense, p. 190) califica el texto de los versículos 6-8 “oscuro y erizado de dificultades” y prefiere el de I Paralipómenos 11, 5-6, que es “claro y fácil”, mas agrega “que el texto de II Reyes no se ha de modificar conforme al de Paralipómenos, ni se han de introducir en este elementos propios de aquel”. Según I Paralipómenos 11, 6, el primero que matase al jebuseo sería príncipe y capitán. Las investigaciones de los PP. Vincent y Abel han descubierto un túnel que va de la fuente de Siloé (hoy día “Fuente de María”) a lo alto de la colina sudoriental de Jerusalén, que es el Sión. Este túnel es evidentemente el canal del cual se habla aquí. Fundándose en este descubrimiento, los expositores modernos no dudan de que el nombre de Sión corresponde a la parte meridional de la colina donde más tarde se levantara el Templo. En tiempos cristianos el nombre se trasladó a la colina que se yergue al sudoeste de la ciudad, donde hoy se encuentra el convento de los Benedictinos y la Iglesia de la Dormición y donde también ha sido localizado el Cenáculo. Entrará en la casa; según San Jerónimo, en el Templo.

[2048] 9. Millo: El arqueólogo Schick sostiene que Millo es el terraplén que aún hoy existe junto al ángulo sudoeste de la explanada del templo, donde está la Puerta de los Mogrebinos. Se construyó, según él, para interceptar el valle del Tyropoeon, y cerrar de esta manera el paso que por este lado quedaba abierto hacia la ciudad, que se hallaba en el Ofel. Como ya en tiempo de David se habla del Millo, piensa Schick que este existía ya en la fortaleza de los jebuseos; que David emprendió en él varios trabajos, pero que solo Salomón llevó a término la grande obra. El P. Vincent ha aceptado la identificación de Schick, solo que rechaza la mención del Millo al tiempo de David, eliminándola, quizá sin bastante fundamento crítico, como glosa posterior (Fernández. Flor. Bibl. IX, 9).

[2049] 13 ss. Véase 3, 2-5; I Reyes 25, 43; I Paralipómenos 3, 5 ss. y notas.

[2050] 17. La expansión del reino de David despertó a los filisteos que se creían dueños de todo el país. “El rápido engrandecimiento del pequeño rey, vasallo de los filisteos, les disgustó sobremanera, tanto más cuanto que aquel rey demostró bien pronto que, como había dejado de ser pequeño, entendía también que dejaba de ser vasallo” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 369).

[2051] 18 ss. El valle de Refaím se extiende al sudoeste de Jerusalén. Los filisteos fueron derrotados bajo los muros de Jerusalén, en el lugar que de este feliz acontecimiento recibió el nombre de Baal-Ferasim o sea “Señor de la dispersión” o de la rotura, porque allí fueron dispersados los filisteos y quedó roto su poder. El profeta Isaías recuerda esta victoria en 28, 21.

[2052] 23. Arboles de bálsamo. La Vulgata dice perales. Es de notar que no hay perales en esta región de Palestina; de ahí la traducción bálsamos. Cf. Vigouroux, Polyglotte II, p. 477.

[2053] 1 ss. Cf. I Paralipómenos 13, 6-14. El Arca de Dios se hallaba todavía en Gabaá (cf. I Reyes 7, 1 y nota), a pocos kilómetros de Jerusalén, cerca de Kiryatyearim, cuyo nombre cananeo era, según Josué 15, 9, Baalá, o Baalé-Judá (la Vulgata traduce: tribu de Judá). Yahvé de los ejércitos (versículo 2). “Expresión propia del autor de los primeros dos libros de los Reyes; mas aparece también en los libros proféticos” (Vigouroux, Polyglotte).

[2054] 7. Estaba prohibido tocar el Arca (Núm. 4, 15 y 19). En la traslación no aparecen sacerdotes y se usó, contra la Ley, un carro (véase Éxodo 25, 10 ss.; Núm. 4, 18 ss.).

[2055] 10. Obededom era levita, según I Paralipómenos 16, 3.

[2056] 14. Véanse más detalles en I Paralipómenos 15. Así como otros movimientos rítmicos, también la danza formaba antiguamente parte de los ritos religiosos. “Este detalle del culto de Yahvé no tiene nada de extraño para nosotros, que vemos esto mismo en el culto cristiano en ciudades y pueblos de España. En los Salmos 149, 3 y 150, 4, el salmista invita a alabar a Yahvé con danzas” (Nácar-Columba). Santa Teresa, que era muy devota del santo Rey David —lo dice dos veces—, defiende la conducta del rey con estas palabras: “No me espanto de lo que hacía el rey David cuando iba delante del Arca del Señor” (Libro de las Fundaciones, 27, 20). Sobre el efod véase Éxodo 28, 6 y nota. San Ambrosio ve en David vestido del efod una figura de Cristo, el Eterno Sacerdote.

[2057] 17. Ofreció David holocaustos, a pesar de no pertenecer a la clase sacerdotal. Véase sobre este privilegio Salmo 98, 6 y nota.

[2058] 20. Micol pertenece a aquellas personas mundanas que no pueden comprender que delante de Dios todos somos niños. La respuesta de David es simplemente sublime y muestra en él ese espíritu que le hizo predilecto de Dios. De ahí que, no obstante las profundas caídas de este santo, Dios declara por boca de San Pablo, que fue un varón según Su corazón y que hizo Su voluntad (Hechos 13, 22). Cf. Eclesiástico 47, 9.

[2059] 23. No tuvo hijo hasta el día de su muerte: Tenemos aquí una característica de la gramática hebrea que usa la partícula “hasta” en otro sentido que las lenguas modernas. Cf. Génesis 8, 7 (Vulgata); Mateo 1, 25 y notas. Véase 21, 8 y nota.

[2060] 1. Notemos una vez más el celo de David por la Casa de Dios. El Señor le muestra que el Templo no le interesa por entonces, sino que Él tiene otros designios. Procuremos consultar con todo empeño la voluntad de Dios antes de emprender nuestras obras, no sea que obremos por puro impulso nuestro. “No anticiparse a la Providencia” era el lema de San Vicente de Paúl. De lo contrario nuestras obras de pretendida virtud pueden ser odiosas para Dios como las de Saúl (I Reyes 14, 34; 15, 22, etc.), o al menos inútiles como las que señala San Pablo en I Corintios 3, 15, cuyos autores, según San Gregorio, no podrán del fuego del que allí haba el apóstol.

[2061] 2. Natán: “Encontramos aquí por primera vez a este profeta que desempeñará un papel importante en el transcurso del reinado de David. Cf. 12, 1 ss.; III Reyes 1, 10, 22, etc.; I Paralipómenos 29, 29, etc. Se le da, en general, el título de nabí (profeta), en tanto que Gad es llamado “el vidente”. Cf. I Reyes 9, 9” (Fillion).

[2062] 8. Te saqué de las dehesas. Cf. I Reyes 16, 11 y nota.

[2063] 11. Te edificará una casa, esto es, un reino duradero y una posteridad de la cual saldrá el Mesías, que habrá de sentarse en ese trono como lo anunció el Ángel a María (véase versículo 13 y Lucas 1, 32).

[2064] 13 s. Para siempre: La profecía se refiere, según San Pedro, a Cristo (Hechos 2, 30), aunque tenía relación con Salomón, del cual dice: seré su padre (cf. Salmo 88, 27); es aplicado a Cristo en Hebreos 1, 5, y a los cristianos en II Corintios 6, 18. “Prenuncio y reflejo de esta promesa pudo el rey David, tras períodos aciagos, lanzar al viento su repetido grito de consigna: «Dichoso el hombre que al Señor se recoge» (Salmo 2, 13; 33, 9), «que, de espalda a soberbios y mentirosos, en el nombre de Dios pone su confianza»” (Salmo 39, 5) (Asensio).

[2065] 16. La promesa de dar a David un reino eterno, se cumplirá en su descendiente Cristo (I Paralipómenos 17, 12; Salmo 44, 7; Hebreos 1, 8 s.). Admiremos los inescrutables designios de Dios, que sabe aprovechar todos los acontecimientos de la historia para realizar sus planes. Así, la organización de la realeza en Israel, contraria en un principio a la voluntad de Dios (I Reyes capítulo 8), llegó a ser la figura de aquella de Cristo, “hijo de David” para siempre.

[2066] 18 ss. ¿Cómo no iba a atraer la predilección de Dios este ardiente corazón que ante todo piensa en humillarse en medio de la mayor gloria, como María en su Magníficat? David se da cuenta de la grandiosa promesa que Dios acaba de darle; de ahí que se dirigiera al Templo donde “permaneció” largo tiempo en la presencia de Yahvé para adorarle y expresarle los sentimientos que conmovían su corazón agradecido. En la historia de la Revelación se llama esta promesa la “Alianza davídica”. Es semejante a la que hizo Dios con Abrahán (cf. Génesis 12, 3), a la par que es una promesa inmutable (Salmo 88, 34), que será confirmada por boca del Ángel en Lucas 1, 32: “El Señor Dios le dará el trono de su padre David” (cf. Hechos 2, 29-32; 15, 14-17). La desobediencia de los reyes de la dinastía de David no será capaz de anular la promesa, sino que solamente causará castigos temporales, como por ej. el cisma, el cautiverio y finalmente la dispersión (cf. versículo 15; Salmo 88, 31-33).

[2067] 19. ¿Es esta la costumbre de los hombres? La Biblia de Bover-Cantera vierte: Esta es la norma del hombre, y dice en la nota: “La Vulgata traduce «la ley de Adán»; pero Adán es aquí sinónimo de humanidad, y quiere decir la frase que el hombre vive poco tiempo y se sobrevive en su posteridad. También podría darse a la frase sentido interrogativo. Otros prefieren corregir H (texto hebreo): «y tú anuncias esto al hombre...» (Biblia de Bonn), «y me has hecho tener una visión sobre las humanas generaciones (?)» (Biblia Herder).”

[2068] 23. Darle nombre: Hebraísmo que quiere decir, darle existencia, crear. En todo este pasaje vemos cómo la suprema gloria de Dios consiste en la manifestación de su amor. Ninguna frase aparece tantas veces en la Biblia como la alabanza que David tributa a Dios; porque es bueno, porque es eterna su misericordia (cf. I Paralipómenos 16, 41; II Paralipómenos 5, 13; Salmo 135, etc.).

[2069] 24. Pueblo tuyo para siempre. Cf. Éxodo 19, 5 s. y nota.

[2070] 26. David abunda aquí en los mismos sentimientos que Cristo cuando pide ser glorificado para poder así glorificar al Padre (Juan 17, 1).

[2071] 1. Texto difícil para traducir. El mando de la capital. Según I Paralipómenos 18, 1 se refiere a Gat, capital de los filisteos. Vulgata: el freno de los tributos. Otros: la ciudad de Méteg-Ammá.

[2072] 2. Quiere decir que dos terceras partes de los moabitas fueron pasados a cuchillo y un tercio fue sorteado y quedó con vida. No podemos dudar que David, a quien hemos visto consultar al Señor en cada uno de sus actos (versículo 6), haya recurrido a este sorteo para conocer la divina voluntad (Josué 7, 14; I Reyes 10, 24; Hechos 1, 26). Nos es desconocido el motivo del duro castigo.

[2073] 3. Sobá: ciudad de Siria, situada al N. del Líbano.

[2074] 4. Desjarretar los caballos significaba inutilizar los carros de guerra, pues los caballos servían para tirar estos carros que eran tan peligrosos para los israelitas. El lugar paralelo (I Paralipómenos 18, 4) dice: mil carros y siete mil hombres de a caballo.

[2075] 8. En vez de Beta los críticos proponen leer Teba.

[2076] 9. Hamat, hoy día Hama, situada al norte de Soba, en Celesiria.

[2077] 13. El valle de la Sal es la continuación meridional del mar Muerto (Mar Salado).

[2078] 15. Juzgando y haciendo justicia: La administración de la justicia fue desde el principio el atributo más elevado del gobernante. En el lenguaje de la Sagrada Escritura juzgar equivale a reinar (cf. Salmo 71, 2; 95, 10 y notas). David nos da en el Salmo 100 un programa admirable de su conducta como príncipe y juez.

[2079] 18. Los cereteos y feleteos eran la guardia personal de David (15, 18; 20, 7). Su nombre recuerda su origen cretense y filisteo (véase I Reyes 30, 14 y nota). Ministros, en hebreo sacerdotes (Kohanim). Se llaman sacerdotes, por ser intermediarios entre el pueblo y el rey. Cf. IV Reyes 10, 11. Los Setenta traducen: principales de la corte, lo que cuadra con I Paralipómenos 18, 17.

[2080] 1. David cumple aquí lo que le pidió su gran amigo Jonatán en I Reyes 20, 15. Su misericordia, a cada paso demostrada, quedó como proverbial, según vemos por la invocación que de ella hace Salomón en II Paralipómenos 6, 42. Todas las conquistas de David no son comparables a la grandeza de su alma y a la nobleza de su corazón. Su bondad con el pobre hijo de su amigo Jonatán es tanto más admirable cuanto mayor es el cuidado con que investiga la condición del único sobreviviente de la casa de Saúl, para poder hacerle “misericordia de Dios” (versículo 3). Comer todos los días a la mesa del rey (versículo 13) era un honor que solo correspondía a los hijos del soberano.

[2081] 8. Perro muerto: expresión de humildad. Mefibóset se muestra luego agradecido y generoso a causa de las mercedes de David. Véase 19, 24-30.

[2082] 3. Cf. I Paralipómenos 19, 2. La ciudad: esto es la capital que se llamaba Rabbat Ammón, hoy día Aman, situada sobre el río Yaboc. Es profundamente impresionante y muy propio de nuestro pobre corazón humano esta mezquindad con que se corresponde a un acto tan bondadoso. Jesús nos lo enseña en la parábola de las Bodas del Hijo del Rey, que es Él mismo (Mateo 22, 6).

[2083] 4. Quitarles a los embajadores la mitad de la barba y la parte inferior de los vestidos era un motivo suficiente para provocar la guerra.

[2084] 6. Con razón temían los ammonitas que David no dejaría impune la afrenta infligida a sus embajadores. De ahí que tomen a sueldo veinte mil soldados. Bet-Rehob, situada al pie meridional del monte Hermón (cf. Jueces 18, 28). Maacá y Tob eran dos pequeños reinos arameos que se encontraban al norte de Galaad, o sea, al norte del reino de los ammonitas.

[2085] 12. Fórmula ejemplar para un soldado cristiano, resumida en las dos palabras: Religión y Patria. Pronto se ve el triunfo, que es el fruto de esa esperanza.

[2086] 14. Joab se volvió a casa para esperar la primavera. Reanudó la guerra al año siguiente (11, 1).

[2087] 18. Sobre las cifras véase I Paralipómenos 19, 18. Las diferencias se explican por errores de copista.

[2088] 1. Rabbá, llamada también Rabbat Ammón (cf. 10, 3 y nota).

[2089] 4. Apenas purificada: No se refiere a la impureza moral sino a la legal (Levítico 15, 18).

[2090] 11. ¡Cómo se empequeñece a nuestros ojos el rey culpable, y se levanta y agiganta la figura del noble capitán! “La verdadera nobleza no la dan ni corona ni antiguos pergaminos: la da la rectitud de conciencia, la elevación de sentimientos, la pureza de corazón” (Fernández, Flor. Bibl. VI, p. 27).

[2091] 15 ss. Como un inmenso claroscuro en la vida de este amigo de Dios, el pecado de David es un verdadero abismo de iniquidad. Empieza la pasión como el incendio, por una chispa, una sola mirada (versículo 2), y va agravándose a cada instante, hasta terminar en la vileza del adulterio, osando como parapeto el homicidio. “¡Lascivia amasada con sangre!” Lo que más sorprende es que David olvidase de pedir el auxilio del Señor en la tentación, siendo que toda su vida era un tejido de las maravillas obradas en él por la divina gracia. Como Sansón, más fuerte que un león, se enmolleció en los brazos de Dalila, así “David, varón escogido según el corazón del Señor, que con boca santa tantas veces había cantado a Cristo venidero, cayó cautivo de la belleza desnuda de Betsabee mientras se paseaba por el terrado de su palacio, y añadió al crimen del adulterio el otro del homicidio. Notad aquí brevemente que no hay lugar seguro ni siquiera en la propia casa, y que una sola mirada basta para arruinarnos” (San Jerónimo en la Carta a Eustaquia). La conducta fidelísima de Urías nos sirva de contraste, el más elocuente para medir la insondable caída de David. Mas no nos desanimemos. Esperemos el siguiente acto de este drama, y veremos las alturas adonde Dios eleva nuevamente por medio de la contrición del corazón, a este su amigo que no supo mantenerse por la inocencia. Lección infinitamente consoladora, que nos muestra cómo nuestro Padre posee el secreto de convertir el mal en bien para los que aceptan ser sus hijos. “Todas las cosas cooperan en bien de los que aman a Dios”, dice San Pablo (Romanos 8, 28), y San Agustín añade: “hasta los pecados”.

[2092] 21. Jerobaal: Gedeón, uno de los jueces. Cf. Jueces 9, 53.

[2093] 27. David permaneció, pues, casi un año en su pecado, hasta que Dios le anunció la pena por medio de un profeta (capítulo 12). Por supuesto continuó administrando justicia y cumpliendo las otras obligaciones de su ministerio, pero solo exteriormente. Ya no era el Santo de corazón limpio y ardiente, el fervoroso cantor de las divinas alabanzas, que bailaba delante del Arca y arrastraba con su arpa al pueblo; pues todo hablaban de su delito y se escandalizaban de su conducta. Así habría permanecido si la misericordia del Señor no lo hubiera alcanzado (12, 1 ss.).

[2094] 6. Sin darse cuenta de que se condenaba a sí mismo, David pronuncia la sentencia de muerte y determina a la vez la indemnización que ha de darse al damnificado (Éxodo 22, 1). Los Setenta dicen siete ovejas (cf. Proverbios 6, 31). Véase 14, 13.

[2095] 11. Los castigos amenazados por el profeta se cumplieron en los hijos de David. Tres de ellos fueron asesinados: Ammón, Absalón y Adonías; y uno de ellos, Absalón, tomó escandalosamente las mujeres de su padre (16, 22).

[2096] 13 s. He pecado: Ante esta humilde confesión enmudece todo reproche. “Todos nosotros, dice San Ambrosio, a cada momento estamos cayendo en pecado; y con todo ninguno, aunque plebeyo, se resigna a confesarlo. Por el contrario, aquel rey, poderoso y glorioso, con inmensa amargura de su alma, confesó su pecado al Señor. ¿Qué hombre, por poco rico y noble que sea, se hallará hoy día que lleve en paciencia el menor reproche por un crimen cometido? Pues aquel rey, señor de un gran imperio, al ser reprendido por su delito, no se indignó, no montó en ira, sino que hizo una humilde y dolorosa confesión… y su confesión se perpetuará a través de los siglos” (Apol. del profeta David). No morirás. He aquí retratado en dos palabras el Corazón misericordioso de Dios, que Jesús nos presenta en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11) y en tantos otros pasajes del Evangelio. Apenas David reconoce sinceramente su culpa, Él se apresura a darle el perdón. Cf. Eclesiástico 47, 13. Nunca en adelante el rey olvidará el perdón obtenido ni se irá de su corazón el dolor del pecado. De ahí aquella su profunda humildad. Dios convierte la pena de muerte, que el rey había pronunciado contra sí mismo, en otra: morirá el hijo. Monumento perenne del arrepentimiento del rey es el Salmo 50 (Miserere). Allí vemos cómo la contrición debe unir, a la total humillación, la confianza en la misericordia del Padre que perdona, y la alegría de saberse justificado por la gracia: “Me lavarás, Señor, y quedaré más blanco que la nieve.” Así es cómo el pecador contrito sube a un estado más alto, porque ama menos aquel a quien menos se le perdona (Lucas 7, 36-47). Aquí vemos también que en el concepto bíblico la penitencia no es en primer lugar, la mortificación, sino la contrición del corazón (en griego, “metánoia”, cf. Mateo 4, 17), o sea, el arrepentimiento, como lo explica el Catecismo Romano en las siguientes palabras “Viéndose, pues, David afligido por tales remordimientos, se movía a pedir el perdón de sus pecados. Y por tanto propondrán los párrocos a los fieles, así el ejemplo del dolor de David, como la causa de su conducta, valiéndose del Salmo 50, para que, a imitación de este Profeta, queden bien instruidos, tanto respecto de la naturaleza del dolor, esto es, de la verdadera penitencia, como en lo relativo a la esperanza del perdón. Cuántas utilidades acarree este modo de enseñar, a saber que por los pecados mismos aprendemos a dolernos de ellos, lo declaran aquellas palabras de Dios a Jeremías, quien exhortando a penitencia al pueblo de Israel, le amonestaba que mirase bien los males que se siguen al pecado: «Mira, dice, cuán malo y cuán amargo es haber tú desamparado a tu Dios y Señor, y no hallarse temor de mi en ti, dice el Señor Dios de los ejércitos.» Y de los que carecen de este necesario reconocimiento y sentimiento de dolor, se dice en los profetas Isaías, Ezequiel y Zacarías, que tienen corazón duro, de piedra y de diamante, porque son como una piedra, que con ningún golpe se ablandan ni dan señal de sentimiento alguno de vida, esto es, de reconocimiento saludable” (Catecismo Romano IV, 1, 9).

[2097] 14. Has dado a los enemigos de Yahvé ocasión de blasfemar: Es como si dijera: “Por tu santidad tenías muchos enemigos; pero te protegía la castidad; mas luego que perdiste esta principal defensa, tienes otros muchos dispuestos a levantarse contra ti, porque los has irritado con tu pecado” (San Cirilo de Jerusalén, Cat. II sobre la penitencia). En efecto, David perdió mucha simpatía en el pueblo, y los malvados pudieron sublevarlo contra su sagrada persona, como se ve en la revolución de Absalón y en la de Adonías.

[2098] 20. Fue a la Casa de Dios y se prosternó: Sabia conducta para someterse de buen grado a los designios de Dios y evitar los sufrimientos, tan estériles como terribles, que nos producimos por nuestra propia imaginación.

[2099] 24 s. El nombre de Salomón (el Pacífico) y el otro que el profeta Natán da al niño: “Yedidyá” (Amado de Yahvé), son símbolos de la paz del rey con Dios. Yahvé lo ama de nuevo y no retira de él las divinas promesas. Por amor de Yahvé (versículo 25): porque Yahvé lo amaba. Así la Vulgata.

[2100] 27. La ciudad de las aguas: la parte baja de la ciudad, donde se hallaban las provisiones de agua.

[2101] 30. En lugar de “su rey” el texto griego lee Melcom (nombre del dios de los ammonitas).

[2102] 31. Texto dudoso. Algunos fundándose en la versión de San Jerónimo, creen que David serró a los prisioneros, los mató con hachas, los arrojó en hornos de ladrillos, etc. Nuestra traducción concuerda mejor con la proverbial mansedumbre de David, a menos que el Señor hubiese dispuesto de otro modo a causa de las atrocidades de los ammonitas (cf. I Reyes 11, 2). El pasaje paralelo en I Paralipómenos 20, 3, favorece esta interpretación.

[2103] 1 ss. “Este capítulo es el primero de la triste historia familiar de David, que estuvo lejos de ser feliz” (Nácar-Colunga). Amnón y Tamar eran ambos hijos de David, aunque de distinta madre. La madre de Amnón se llamaba Ahinoam, y la de Tamar, Maacá (cf. I Paralipómenos 3, 1-9). Le parecía imposible, etc. (versículo 2): porque las doncellas se hallaban bajo vigilancia; ni siquiera podían hablar con un hombre.

[2104] 13. Habla al rey: No lo dijo para conseguir que el rey la casase con Amnón. Era para librarse de ese malvado, pues bien sabía que tal unión estaba prohibida (Levítico 18, 9; 20, 17; 27, 22). Antes de Moisés estaban permitidos los matrimonios entre hermanos, hijos de distinta madre. Cf. Abrahán y Sara (Génesis 12, 13; 20, 12).

[2105] 15. Concibió contra ella un aborrecimiento: Más que un fenómeno psicológico es esta aversión una de las consecuencias del pecado. La justicia divina convierte la concupiscencia en odio y castiga al pecador por el pecado mismo: “El pecado una vez consumado engendra la muerte” (Santiago 1, 15).

[2106] 21. La Vulgata agrega: mas no quiso entristecer el ánimo de Amnón, su hijo, porque le amaba por ser su primogénito.

[2107] 23. El esquileo se celebraba con grandes banquetes, en los cuales solían participar los parientes, amigos y vecinos, y también los pobres (I Reyes 25, 2).

[2108] 27. La Vulgata agrega: Y Absalón había dispuesto un banquete como el banquete de un rey.

[2109] 29. Con esto Absalón ejecutó la sanción que la Ley de Moisés prescribía (Levítico 20, 17). Sin embargo, no le correspondió a él la judicatura, y además, causó nuevos conflictos en el seno de la familia real.

[2110] 34. Del lado de la montaña: Algunos vierten: Por el camino de Horonaim.

[2111] 37. Talmai, o Tolomai, rey de Gesur, era padre de la madre de Absalón. Gesur era un pequeño reino al nordeste del lago de Genesaret.

[2112] 2. Tecoa, hoy día Chirbet Teku, a 8 kilómetros al sur de Belén. También ciudad natal del profeta Amós.

[2113] 7. En venganza, según la ley del talión (cf. Éxodo 12, 23). La centella: el hijo.

[2114] 9. Insiste la mujer, diciendo: si el caso no se arregla pronto, yo u otro miembro de la familia seremos víctima de la venganza.

[2115] 11. El vengador de la sangre (en hebreo “goël”). Así se llamaba el que había de vengar la muerte del pariente. Cf. Núm. 35, 19 ss.; Deuteronomio 19, 6 y 12.

[2116] 13 s. Hablar en parábolas era muy frecuente en Israel. Cf. la parábola de Natán en 12, 1 ss. En el Nuevo Testamento el mismo Jesús recurrió a este modo de enseñar. La mujer ruega al rey que imite la misericordia de Dios, quien perdona a cuantos tienen buena voluntad, y no quiere que el pecador perezca en su pecado, “¿Acaso quiero yo la muerte del impío, dice el Señor, y no antes bien que se convierta de su mal proceder y viva?” (Ezequiel 18, 23).

[2117] 17. Lo bueno y lo malo: Hebraísmo. Quiere decir: cualquier cosa.

[2118] 24. Absalón está prácticamente confinado en su casa, lo que contribuye a alejarlo aún más de su padre.

[2119] 26. Doscientos siclos del peso real son más de tres kilos. Parece demasiado para un hombre normal. Para resolver la dificultad opinan algunos que los doscientos siclos representan el valor del cabello y no su peso; otros creen que se trata de una cifra redonda para dar una idea de su abundancia.

[2120] 27. Los LXX agregan: “la cual casó después con Roboam, hijo de Salomón, de cuyo matrimonio nació Abías”. Los hijos murieron jóvenes, según 18, 18.

[2121] 30. La Vulgata y los Setenta agregan: Los siervos de Joab vinieron a él rasgados los vestidos, y le dijeron: Los siervos de Absalón han pegado fuego a una parte del campo.

[2122] 7. Al cabo de cuatro años, es decir, cuatro años después del regreso de Absalón; Vulgata: cuarenta años; Flavio Josefo: dos años. Hebrón, donde nació Absalón y David fue proclamado rey, ciudad de los patriarcas y primera residencia del rey David, muy apropiada para cumplir votos al Señor. Absalón no se avergüenza de ponerse la máscara de piedad para engañar a su padre. En el capítulo 18 veremos su desastroso fin.

[2123] 14. David, perseguido, prefiere no resistir al mal. Véase 16, 10 ss. En esto aparece como figura de Cristo (cf. Mateo 5, 39; 26, 52-54).

[2124] 18. Los cereteos y feleteos, es decir, cretenses y filisteos, eran la guardia personal del rey (véase I Reyes 30, 14 y nota; II Reyes 8, 18). David los conoció cuando, perseguido por Saúl, estaba con los filisteos. Gat (o Get) es aquella ciudad filistea, en la cual David se había refugiado (I Reyes caps. 21 y 27). De ahí el nombre de geteos.

[2125] 21. La fidelidad con que el oficial filisteo responde a la magnanimidad de David, vale tanto más cuanto que los propios hijos habían abandonado al rey. El mismo caso ocurrirá cuando los gentiles abracen la religión de Cristo mientras “los hijos del reino”, los judíos, lo desechan (Mateo 8, 12).

[2126] 23. Hacia el desierto: a Jericó y al Jordán, atravesando el norte del desierto de Judá.

[2127] 25. Esta orden de volver el Arca de Dios a la ciudad, es muy significativa. “El piadoso rey no quiere que el trono terrestre de Yahvé comparta con él las humillaciones. Las palabras que siguen, revelan una admirable sumisión a los decretos de Dios, sean ellos cuales fueren, y la confianza más completa2 (Fillion).

[2128] 30. La salida de David de la ingrata ciudad, y su subida al monte de los Olivos para adorar y llorar, es una imagen profética de lo que hizo Jesucristo el Jueves Santo. David es aquí imagen de Jesucristo, el verdadero David. Entristecido y humillado pasa el rey el Cedrón (versículo 23) y sube a aquel monte en que Cristo recibirá con perfecta sumisión el cáliz que el Padre le tiene preparado (Mateo 26, 30 ss.; Juan 18, 1 ss.). Cf. Salmo 109, 7.

[2129] 32. Arquita, o sea, oriundo del pueblo de Arac, situado al norte de Jerusalén, cerca de Betel.

[2130] 1 ss. La actitud de Sibá no es del todo trasparente. Parece que quiere traicionar a su señor para ponerse en posesión de sus bienes. Véase la defensa de Mefibóset en 19, 24-30.

[2131] 6. Tiraba piedras: Cf. lo que hicieron con Jesús (Juan 8, 59). Semeí era hijo de la tribu de Benjamín, la cual tenía rencor contra David, porque con la muerte de Saúl la realeza había pasado a aquel.

[2132] 10. Cf. 15, 14. No quiere decir que Semeí hubiera proferido sus maldiciones por orden de Dios, sino que el santo rey reconocía en estas una disposición de la justicia de Dios. “¡Oh paciencia tan alta, oh invención tan grande, para extinguir las injurias!” (San Ambrosio). “Sublime respuesta, digna de quien llevaba en su pecho un corazón según el corazón de Dios. Heroico ejemplo de mansedumbre. Quien destrozaba el león y le arrancaba su presa (I Reyes 17, 14 s.), quien venció mil veces en los campos de batalla... sufre en paciencia los groseros insultos de un villano” (Fernández, Flor. Bibl. I, pág. 12 s.).

[2133] 22. Sobre el terrado; “sin duda en aquel mismo terrado en que David había concebido su pecaminosa pasión por Betsabee” (Vigouroux, Polyglotte). Cf. 11, 2. Así se cumplió la amenaza del profeta (12, 12). Cf. 20, 23. Era costumbre en Oriente que el pretendiente al trono ocupara el harén de su predecesor; pero esta villanía no la hacía el hijo con las mujeres de su padre. Aquitófel recibirá su merecido muy pronto (cf. 17, 23). Véase el Salmo 54.

[2134] 2. El consejo de Aquitófel recuerda la conspiración del Sanhedrín contra Jesús. La ejecución del consejo habría desbaratado los esfuerzos que hacia David para reunir un ejército en la región transjordánica.

[2135] 11. Desde Dan hasta Bersabee: Desde el extremo norte hasta el extremo sur de Palestina.

[2136] 14. El texto sagrado nos hace notar que fue Dios mismo quien desbarató el plan tramado contra su amado David, quien tenía puesta en Él toda confianza (cf. Salmo 32, 22).

[2137] 17. La fuente de Rogel, hoy Bir-Eyub, situada en el valle del Cedrón, al sudeste de la ciudad.

[2138] 20. Han cruzado ya el río de las aguas: El texto hebreo es en extremo oscuro. La Vulgata vierte: pasaron apresuradamente después de beber un poco de agua. Otros proponen: pasaron de largo hacia el Jordán.

[2139] 23. Aquitófel, figura de Judas, se ahorca por haber sido rechazado su consejo y porque prevé la derrota de Absalón y su propia caída. ¡Cuántos hombres orgullosos y ambiciosos acaban como Aquitófel! “Sigue al soberbio la humillación, pero el humilde de espíritu será glorificado” (Proverbios 29, 23). Aquitófel es también un ejemplo que nos muestra adonde llega la desesperación. “El que se ahorca ya no puede respirar, dice San Agustín; ni tampoco el que se entrega en brazos de la desesperación puede recibir el soplo vivificador del Espíritu Santo” (Homilía XXVII).

[2140] 24. Mahanaim, ciudad de Transjordania. La Vulgata dice: los campamentos. Lo mismo en el versículo 27.

[2141] 25. Ismaelita: Vulgata: Jesreelita, o sea, de Jesreel.

[2142] 28. No se contentaron con protestar su fidelidad, sino que trajeron víveres y enseres de casa para que el monarca pudiera descansar en aquel lugar que Jacob bautizó con el nombre de Mahanaim en recuerdo de la aparición de los ángeles de Dios que allí le consolaron (Génesis 32, 2). “El recuerdo de Jacob debió de inspirarle confianza en el Dios de su juventud, su refugio y su fortaleza” (Salmo 17, 3). Quizás en estas circunstancias brotó de sus labios el Salmo 142, séptimo de los Salmos penitenciales, que lleva el epígrafe: “Salmo de David, cuando le perseguía su hijo Absalón”. El Salmo 3 parece referirse a la misma situación.

[2143] 6. Efraím: no el territorio de la tribu de Efraím, sino una localidad de Transjordania, probablemente Efrón, situada a 33 kilómetros al norte de Mahanaim, donde había muchos bosques, cuyos barrancos y peñas resultaron para los vencidos más peligrosos que la espada del vencedor (versículo 8).

[2144] 10. Cf. 14, 26. Absalón quedó colgado por la cabellera, objeto de su vanagloria. Los hombres suelen ser castigados por sus propios vicios y vanidades. Absalón deshonrando a su padre, falta al mandamiento que tiene la promesa de una larga vida (Efesios 6, 2-3). De ahí que Dios saliese como vengador de David, cuyo corazón paterno estaba dispuesto a perdonar (versículo 5). Cf. Romanos 12, 19.

[2145] 14. Joab no andaba con escrúpulos. Mató al príncipe rebelde por razones políticas. Dejarlo con vida, significaría derramar sangre inútilmente y continuar la guerra civil. Por eso ve en la orden de David (versículo 5) un producto de sentimentalismo senil y no le hace caso. Así el triunfo fue completo. Muerto Absalón no había nada que temer. “En tanto David, allá en Mahanaim, esperaba ansioso el éxito de la batalla. ¡Y qué torturas atenaceaban su alma! Era rey, y era padre. Quería el triunfo de los suyos, la derrota del adversario. ¡Pero ese adversario era su propio hijo! ¡Y este se hallaba al frente de sus tropas, en el calor de la refriega! Y conocía el carácter de Joab, mezcla de venganza y de generosidad, de exceso y de templanza, de fidelidad y de arrogante independencia. ¿Habrá muerto mi hijo en el combate? ¿Le habrá perdonado la vida Joab? Y la esperanza de la victoria, que alegraba al rey, iba amargada por los tristes presentimientos del corazón del padre” (Fernández, Flor. Bibl. I, pág. 33).

[2146] 18. Mano de Absalón, esto es, monumento de Absalón. El Valle del Rey es probablemente el valle del Cedrón. Hay allí un monumento que lleva el nombre de “Tumba de Absalón”, pero que nada tiene que ver con el que se menciona aquí, pues recibió su nombre mucho más tarde. Los árabes y judíos enseñan a sus hijos a tirar piedras contra aquel monumento, es decir, contra aquel hijo que se rebeló contra su padre.

[2147] 21. Cusita, un hombre de Cus, nombre de Arabia meridional y Etiopía. La Vulgata, vierte Cusi, y lo toma por nombre propio.

[2148] 24. Entre las dos puertas: La entrada se cerraba por la parte de afuera con una puerta, y por la de adentro con otra puerta. El sitio entre las dos puertas formaba una pequeña plaza que servía para reuniones y juicios públicos. Allí estaba David, con el corazón torturado, esperando el resultado de la batalla contra su propio hijo.

[2149] 33. No debemos creer que el duelo de David era solo efecto de una ternura natural. Más que la pérdida de un hijo le afligía la impenitencia del que había muerto con las armas en la mano y sin la posibilidad de reconciliarse con su padre. Los sentimientos de David hacia el hijo desgraciado son una viva imagen de la misericordia con que el Padre celestial ama y busca a los pecadores. Cf. la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11 ss.).

[2150] 4 ss. Sobrecogido de inmenso dolor David desatendía a toda su gente. Se había cubierto la cabeza en señal del duelo que nacía por su hijo según costumbre hebrea. Sin embargo, el ejército vencedor estaba alegre, y quería ver al soberano, el cual se ocultaba y con esta actitud ofendía al pueblo. De ahí que Joab se presentara ante el monarca para prevenirle con toda franqueza. “Si David era padre, era también rey. El dolor por un hijo desalmado no debió prevalecer contra los sentimientos de gratitud hacia los valerosos soldados.”

[2151] 11. La política de David es muy prudente. Consiste en recordar a la rebelde tribu de Judá que a ella pertenece el rey y que ella fue la primera en proclamarle (capítulo 2). La intervención de los sacerdotes se explica por ser ellos sus fieles servidores.

[2152] 13. Amasá era general de las tropas de Absalón (cf. 17, 25). Para ganarle, el rey le promete el mando vitalicio del ejército; hecho que al mismo tiempo sirve para humillar a Joab, cuya arrogancia con el tiempo se hizo insoportable. En su lugar ninguno mejor que Amasá. Con esto ganaba a su causa un gran capitán y quitaba a los descontentos un fuerte apoyo.

[2153] 20. Cf. 16, 5 ss. La casa de José: En sentido más amplio no solamente las tribus de José (Efraím y Manasés), sino todas las tribus del Norte.

[2154] 22. ¡Por qué me tentáis!; literalmente: ¿Por qué me sois Satanás? Así son llamados aquí los hijos de Sarvia (Abisai y Joab) porque se oponen a la clemencia del rey, tentándolo a hacer violencia. Así llama Cristo a Pedro cuando este se opuso a que muriese Cristo para redimir a los hombres (Mateo 16, 23).

[2155] 29. David, ligado por la declaración de 16, 4, y ante dos testimonios contradictorios no desea complicar la situación con un proceso y da una solución salomónica. La generosa respuesta de Mefibóset (versículo 30) nos confirma en la idea de que era inocente. Vigouroux aclara este pasaje con la siguiente nota: “Es probable que David haya creído ver algo sospechoso en la conducta de Mefibóset; por esto no le devuelve más que la mitad de sus bienes, y deja la otra mitad a Sibá, el cual parecía muy aficionado al rey y a su gobierno” (Polyglotte II, pág. 557).

[2156] 37. Las palabras de Barzillai muestran, además de la nobleza de su espíritu, las ventajas de la vejez en que, aplacadas las pasiones y libre de ambición, el hombre busca en la paz del silencio la verdadera felicidad que es la interior. Cf. III Reyes 2, 7.

[2157] 43. No hay duda de que los de Israel, es decir, las otras tribus, tenían razón, quejándose de la tribu de Judá, porque ellas habían sido las primeras en reconciliarse con David. Además, eran 10 veces más numerosas que Judá, por lo cual creen valer 10 veces más. Los de las tribus de Judá, por su parte, se apoyan en su parentesco con el rey. Ya se cierne en el horizonte la futura división del pueblo en el reino de Judá y en el de Israel. ¡Triste ejemplo de la inconstancia humana! Cf. III Reyes capítulo 12.

[2158] 1. La rebelión de Seba tiene sus raíces tanto en el recelo tradicional de la casa de Benjamín, como en los acontecimientos que se narraron en 15, 5 ss.; 19, 41 ss. Hijo de Belial: hombre malvado.

[2159] 7. Los cereteos y feleteos: la guardia personal del rey. Cf. 15, 18 y nota.

[2160] 10. El crimen de Joab era más que un simple homicidio, porque lo cometió so pretexto de besarle. Además de esto, Amasá era pariente de Joab. David lo condena en III Reyes 2, 5 ss.

[2161] 14. Todos los bicritas se reunieron y le siguieron. Vulgata: y se le había juntado lo escogido de la gente. Abel de Betmaacá: Vulgata: Abela y Betmaacá. No son dos ciudades, sino una sola, situada en el extremo norte de Palestina. La mujer la llama madre (versículo 19), porque era una de las ciudades principales, cuyos habitantes eran famosos por su buena índole y talento, lo que se expresa en el proverbio que cita la mujer. Esta da pruebas de una admirable sabiduría, que recuerda a la mujer de Tecoa (capítulo 14).

[2162] 26. Ministro de David; literalmente: sacerdote de David, esto es, consejero o cortesano del rey. Cf. 8, 18.

[2163] 2. Cf. Josué 9, 3 y nota. Los gabaonitas no eran israelitas, sino restos de los cananeos, a los que Josué había jurado no extirparlos (Josué 9, 15). La conducta de Saúl contrasta con la que observó en I Reyes 15, 9.

[2164] 6. En Gabaa de Saúl, el elegido de Yahvé. Así también San Jerónimo. Algunas ediciones críticas traducen: en Gabaón, en el monte de Yahvé. Los gabaonitas invocan en su favor la ley del talión (Levítico 24, 20) y la de la expiación del homicidio (Núm. 35, 33). Nácar-Colunga explica este caso de la siguiente manera: La sangre solo con sangre puede ser expiada, y los ejecutores de la sentencia, “vengadores de la sangre”, serán los mismos ofendidos. Mas el culpable era ya muerto. Pagará su casa, esto es, sus descendientes, porque contra la ley que manda: “No pagarán los hijos por los padres” (cf. Ezequiel 18, 1 ss.), está la otra que dice que Dios “castiga los pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación” (Éxodo 20, 5). En todo este hecho resalta cuán grave cosa es el juramento y cómo Dios mira por la fidelidad de las palabras selladas con la invocación de su nombre.

[2165] 8. Merob: Así leen las ediciones críticas en vez de Micol. Cf. 6, 23 y nota; I Reyes 18, 19.

[2166] 9 s. Los colgaron: Vulgata: los crucificaron. En Resfá se revela el amor materno en toda su grandeza. Se expuso al sol abrasador del día y al frio de la noche, estando en peligro de ser devorada por las fieras ella misma. “Defendió a los siete aunque solo dos de ellos eran sus hijos. Los otros no tenían su sangre, pero eran también hijos de una madre. En su gran corazón había lugar para todos, su amor materno no podía excluir a los hijos de otra madre tan infeliz como ella, hijos que compartieron la triste suerte con los suyos” (Elpis).

[2167] 14. David se apresura a hacer esta obra de misericordia para con los ajusticiados. Cf. Tob. 12, 12.

[2168] 17. La antorcha de Israel es David.

[2169] 18 ss. Elhanán, hijo de Jaaré-Oregim. San Jerónimo vierte, según la etimología: Adeodato, hijo del Bosque, y lo refiere a David. Goliat geteo: No se trata aquí de aquel Goliat a quien mató David. Un autorizado hebraísta propone la siguiente traducción. Elhanán, hijo de Yair betlehemita mató a Galeyat heteo. Cf. I Paralipómenos 20, 4-8.

[2170] 1. Este cántico, llamado de la Roca (versículo 3), se considera como testamento del anciano rey. Coincide con el Salmo 17 del Salterio, menos algunas variantes, y va, como aquel, más allá de los acontecimientos de la vida de David. El Rey Profeta habla aquí con espíritu profético, como figura de Jesucristo y también, en sentido apocalíptico, de la segunda venida de Cristo (cf. Apocalipsis capítulo 19).

[2171] 3. Cuerno de mi salvación: No nos escandalicemos de esta imagen, que es muy bíblica. “Esta metáfora, tomada del arma defensiva y ofensiva de los animales cornudos para significar fortaleza, poder, protección, pudiera traducirse parcialmente en nuestro idioma por yelmo o casco protector” (Prado, Salterio Salmo 17)

[2172] 6. Scheol: lugar de los muertos; aquí sinónimo de muerte.

[2173] 8 ss. Describe gráficamente, bajo la imagen de una tempestad, la ira de Dios que ha quebrantado la fuerza de los enemigos de David En Salmo 96, 3 se describe en forma semejante la Parusía de Cristo. Esta ira sublime con que Dios acude misericordiosamente en socorro de David, nos muestra lo que será “la ira del Cordero” en el gran día del juicio (cf. Apocalipsis 6, 16 s.; 19, 11 ss.).

[2174] 11. Los querubines son el trono de Yahvé y le sirven de carroza. Véase en Éxodo 25, 18 ss. la descripción de su imagen. Cf. Salmo 79, 2; Ezequiel 1, 4 ss.

[2175] 20. Un lugar ancho, símbolo de la seguridad que Dios presta a su fiel siervo David. Porque me amaba: nos ama a todos como cosa propia (Juan 10, 11 ss.). He aquí lo que vino Jesús a revelarnos: el amor con que somos amados por su Padre (Juan 3, 16; I Juan 4, 16).

[2176] 26. Dios trata suavemente a los sencillos, severamente a los orgullosos. El Magníficat de la Virgen es como un desarrollo de este concepto que nos muestra la verdadera fisonomía de Dios (Lucas 1, 45 ss.).

[2177] 29. Véase Salmo 35, 10: “En tu luz veremos la luz”. La vía iluminativa del conocimiento de Dios por la Revelación, precede a la vida de unión con Dios por él amor. Por eso, Jesucristo, el Verbo, es ante todo una iluminación que prepara el camino al Espíritu Santo que es el amor (II Timoteo 1, 10). Esa iluminación que nos descubre las maravillas de Dios es la palabra de que habla el versículo 31 (Salmo 11, 7). De ahí la suprema importancia de conocer la Sagrada Escritura que es “la Carta de Dios a los hombres” (San Gregorio).

[2178] 31. Delicioso elogio del divino Padre y de su palabra. Cf. Salmos 11, 7; 118; 140; II Timoteo 1, 8. Estos y muchos otros textos nos hacen comprender la falacia de los que impíamente tildan de escandalosa la Sagrada Escritura porque se expresa con la claridad propia de la verdad absoluta, sin los rodeos literarios de los hombres. Estos han llegado a decir que “las palabras sirven a cada uno para ocultar lo que piensa”, en tanto que Dios en sus palabras nos muestra las más íntimas verdades de nuestro interior (Hebreos 4, 12) y hasta nos descubre, como lo reveló Jesús, los arcanos mismos de la Trinidad (Juan 15, 15). Cf. I Corintios 2, 10.

[2179] 40. Toda fuerza viene de Él, que es quien da el triunfo en las batallas (Salmo 32, 16 s.).

[2180] 44. Cf. Romanos 10, 20-21. La profecía del reinado sobre las naciones es indudablemente mesiánica, siendo el reinado de David figura del reinado de Cristo. Cf. 7, 13 y 16.

[2181] 51. Su ungido: San Jerónimo vierte: su Cristo. David fue ungido como rey, y de su linaje descenderá el Ungido por excelencia, Jesucristo.

[2182] 2. El Espíritu de Yahvé habla por mí: “El profeta afirma abiertamente la inspiración del oráculo que está a punto de proclamar. No es un hombre el que habla, sino el mismo Dios… La legitimidad de esta afirmación la atestiguará Nuestro Señor Jesucristo (Mateo 12, 40)” (Fillion).

[2183] 3. La Roca de Israel: Sobre este nombre de Dios véase 22, 3; Génesis 49, 24; Salmo 17, 3 y notas. Un dominador, etc. Cf. Lucas 1, 32 s.

[2184] 4. Notemos para nuestro consuelo estas dos vivísimas imágenes que pueden aplicarse también a la belleza del alma amiga de Dios. En el versículo 5 muestra bien claro cómo tanta belleza no es obra de nuestros méritos, sino de la divina misericordia, la cual está al alcance de todos los que creemos en esa generosidad de Dios.

[2185] 5. Un pacto eterno: la promesa de la realeza y reino mesiánico con que Dios distinguió a la casa de David. Esta promesa se halla repetida varias veces en el capítulo 7. El Ángel Gabriel la reitera en Lucas 1, 32. Cf. I Paralipómenos 28, 4 y 7.

[2186] 6 s. Cf. Salmo 2, 9; Apocalipsis 2, 27; 19, 15. Hijos de Belial: los malvados. ¡Tremenda figura! Ni siquiera merecerán ser tocados por la mano misericordiosa de Dios.

[2187] 8 ss. Sobre el texto primitivo de los tres versos 8-10 se ha discutido mucho. San Jerónimo prefiere la traducción etimológica de algunos nombres propios. Por ejemplo: el que se sienta en cátedra, príncipe muy sabio entre los tres; Él es como el tierno gusanillo de madera (en vez de: Jesbam... lanza). Hijo de Dodó: Vulgata: hijo de su tío paterno (versículo 9).

[2188] 10. Esto no es legendario como en los libros de caballería sino verdad afirmada por la palabra divina. ¿Qué héroe hubo jamás como estos? El secreto está en que, como se dice en él verso 12, Dios obró por medio de ellos.

[2189] 13. En el valle de Refaím: Vulgata: en el valle de los gigantes, situado al sudoeste de Jerusalén. Refaím (singular Rafa) significa gigantes. Cf. 22, 16 y 18.

[2190] 17. Esta historia manifiesta el cariño que los guerreros tenían a su jefe. David se muestra digno de ellos. No bebe el agua, sino que le da un destino sagrado, como era entre los israelitas la libación.

[2191] 18. Jefe de treinta: Así leen los modernos, en lugar de jefe de tres. Vaccari observa que “treinta” significa aquí no tanto el número como la categoría. Cf. versículo 23.

[2192] 20. Los dos Ariel de Moab. Setenta: los dos hijos de Ariel de Moab. Vulgata: los dos leones de Moab. Ariel significa “león de Dios”. Así llaman hoy todavía los árabes y persas a los guerreros más valientes.

[2193] 24. Hijo de Dodó. Vulgata: hijo de su tío paterno. Cf. v. 9.

[2194] 1 ss. Cf. I Paralipómenos 21, 1-26. ¿Cuál fue la causa de la ira de Dios y quién instigó a David? Según los Santos Padres y muchos intérpretes modernos, se encendió el furor del Señor porque el motivo de hacer el censo era el orgullo, cual si él fuese dueño del pueblo de Dios y el poder de Israel consistiera en su número y no en la confianza en Dios. Esto se confirma con la conducta inversa que siguió David en I Paralipómenos 27, 23. El que movió a David al orgullo fue Satanás, como afirma expresamente el libro de los Paralipómenos (I Paralipómenos 21, 1). Dios se lo permite, como en Job 1, 12, pero esta vez para castigar la infidelidad de su pueblo, como lo hizo otras veces por medio de ejércitos enemigos. De ahí que el castigo descargue sobre el pueblo (versículo 15) y no sobre el rey que dispuso el censo. Dios permite a veces que un pastor caiga en una falta para castigar así a los que están a su cargo, porque, según dice San Gregorio, es muy intenso el enlace que hay entre los gobernantes y los gobernados, entre el Pastor y la grey.

[2195] 3. Joab se muestra más cauteloso que el rey, lo que hace suponer que también la gente menos formada sabía que el censo constituía un atentado contra la soberanía absoluta de Yahvé.

[2196] 9. El Libro de los Paralipómenos trae otras cifras (I Paralipómenos 21, 5).

[2197] 10. He pecado gravemente: David siente que esa soberbia desagrada a Dios más que todas las caídas que proceden de nuestra debilidad.

[2198] 14. Nuevo ejemplo de la confianza en Dios que no abandona a David aun cuando él se siente muy culpable.

[2199] 16 s. Vemos aquí que, si Dios castiga al pueblo por la falta de David, también perdona por amor de este, cuyo generoso corazón vemos una vez más en el versículo 17. Cf. Deuteronomio 8, 11 ss. y nota.

[2200] 18 ss. Areuna, u Ornan, como lo llama el Libro de los Paralipómenos, no pertenecía al pueblo israelita, pues era jebuseo (cf. 5, 6 ss.), sin embargo no se muestra menos generoso que David (versículo 22). La era de Areuna estriba al norte de la “ciudad de David”, o sea, en el sitio que Dios eligió para que allí se levantara más tarde el Templo, la única casa de oración y sacrificios, adonde de todas partes habría de acudir el pueblo para tributarle homenaje. David lo compró y allí mismo erigió un altar (versículo 25).

[2201] 3. Hallaron a Abisag sunamita: “Si en esta historia miráis solo la corteza de la letra, que, como dice San Pablo, mata, ¿no os parece una ficción burlesca o una farsa grosera?” (San Jerónimo a Nepociano). El mismo Doctor observa acertadamente que el rey tomó a Abisag por esposa. Por eso fue imputado a Adonías como delito el pedirla para sí en matrimonio (2, 24 s.). Las viudas del rey no podían contraer segundo matrimonio, después de muerto su marido. El Doctor Máximo ve en Abisag una figura de la sabiduría que acompaña al hombre en su vejez. Este episodio, que recuerda por su pureza el divino poema del Cantar de los Cantares, es un testimonio final que Dios da a favor de David, su amigo predilecto.

[2202] 5. Adonías, ahora el primogénito, porque los hermanos mayores habían muerto (II Reyes 13, 32; 18, 14). No había ley de sucesión al trono en Israel. El padre determinaba cuál de sus hijos había de sucederle. En nuestro caso el preferido entre los hijos fue Salomón; Adonías, empero, confiando en los derechos de la primogenitura y aprovechando la vejez de su padre se preparaba desde hacía tiempo para alzarse con el reino mediante un golpe de Estado. Le ayudaban Joab y Abiatar, uno de los dos Sumos Sacerdotes de entonces (cf. 2, 27).

[2203] 9. Junto a la piedra de Sohélet, es decir, junto a la piedra de la serpiente. Según Vincent había un sitio pedregoso, al sudeste de la ciudad, sobre el cual pasaba un camino de serpentina hasta la fuente de Rogel, llamada hoy día Bir Eyub, y situada en el valle del Cedrón al sudeste de la ciudad (Josué 15, 7; II Reyes 17, 17).

[2204] 21. Betsabee teme, no sin razón, que Adonías, al ascender al trono, mate, según costumbre oriental, a su hijo Salomón para desembarazarse del competidor.

[2205] 33. Sobre mi mula, para indicar que Salomón era sucesor de David. Gihón (hoy día: Ain Sitti Miriam), es nombre de una fuente que nace al pie de la ciudad de David, a 600 u 800 metros al norte de la fuente de Rogel, donde estaba Adonías con sus partidarios.

[2206] 38. Los cereteos y feleteos (cretenses y filisteos): la guardia real (véase II Reyes 8, 18).

[2207] 39. Del Tabernáculo que David había erigido en el monte Sión para el Arca de la Alianza (II Reyes 6, 17). Había dos Sumos Sacerdotes en tiempo de David: Abiatar, del linaje de Itamar (I Reyes 22, 20 ss.), y Sadoc. Este último oriundo del linaje de Eleazar, estaba antes en Gabaón, donde se hallaba todavía el antiguo Tabernáculo y el altar de los holocaustos.

[2208] 47. Se prosternó, es decir, adoró a Dios en su cama, como lo hizo Jacob (Génesis 47, 31).

[2209] 50. El altar servía de asilo para los refugiados. En los cuatro ángulos superiores del altar había cuernos. (Éxodo 29, 12; Levítico 4, 7 ss.).

[2210] 53. Se postró ante el rey, pidiéndole perdón y rindiéndole homenaje. Como se ve, Salomón inicia su reinado con un acto de clemencia y perdón para su rival.

[2211] 3. Como están escritos: Notable observación, que atestigua la existencia de la Ley de Moisés. Para que Salomón pueda ser fiel y tener éxito en todo, David le recomienda lo que está escrito en los sagrados libros. ¡Cuánto más vale esto para nosotros, los que tenemos hoy todo el tesoro del Antiguo y Nuevo Testamento! “¿Cómo podríamos vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer a Cristo, que es la vida de los creyentes?” (San Jerónimo, Epístola a Santa Paula.)

[2212] 4. Esta promesa se explaya en el Salmo 88. Porque Israel no guardó fidelidad, lo que era la condición puesta por Dios (6, 11-13), la plenitud de su cumplimiento solo será en Cristo (Isaías 55, 3).

[2213] 5. David se creía responsable de la sangre que Joab había derramado alevosamente, asesinando primeramente a Abner y después a Amasá (II Reyes 3, 22 s.; 20, 8 ss.).

[2214] 7 ss. Cf. II Reyes 19, 36. David aunque había perdonado los agravios personales que Semeí había lanzado contra él, ahora en trance de muerte, y sin odio alguno, indica al nuevo rey su deber de castigar las ofensas dirigidas contra la sagrada majestad del ungido del Señor (cf. II Reyes 16, 5 ss.).

[2215] 10 s. Se durmió con sus padres: Puede traducirse también: fue a descansar con sus padres. Véase Génesis 25, 8. En esta locución se expresa la fe en la inmortalidad del alma. No obstante el tremendo pecado de II Reyes 11 y el de II Reyes 24, Dios da testimonio definitivo de la santidad de David, al decir que él halló gracia en Su presencia (Hechos de los Apóstoles 7, 46); que fue hombre según Su Corazón, que hizo todas Sus voluntades (Ibíd. 13, 22); que observó Sus mandamientos y preceptos (III Reyes 11, 34). Por eso le dio gloria en todas sus acciones (Eclesiástico 47, 9). En los Salmos “alabó David al Señor con todo su corazón (ibíd. versículo 10) y estableció cantores enfrente del altar… puso decoro en la celebración de las fiestas, y hasta el fin de su vida dio magnificencia a cada tiempo, haciendo que se celebrase el Santo Nombre del Señor” (ibíd. versículo 11 y 12). También en la política fue David un hombre fuera de lo común. Aunque no logró allanar las diferencias entre las tribus de Israel, sin embargo, merced a la perspicacia política de que se hallaba dotado, fue capaz de contenerlas dentro de un cuadro común, que se mantuvo durante su reinado y el de su sucesor, a pesar de algunas tentativas de sublevación. David, cuyo nombre se cita 60 veces en el Nuevo Testamento, es por muchos aspectos figura de Jesucristo, especialmente en las persecuciones que sufrió, y en su subida al monte de los Olivos, pero no menos en sus victorias y triunfos sobre sus enemigos. Los profetas le dan al Mesías el nombre de David (cf. Jeremías 23, 5; Ezequiel 34, 23; 37, 24; Oseas 3, 4), y su reino es tipo del reino mesiánico (cf. Lucas 1, 32). El sepulcro de David (Hechos de los Apóstoles 2, 29) se conocía hasta los tiempos de San Jerónimo, mas durante la dominación mahometana el lugar cayó en el olvido. Sin embargo los mismos mahometanos veneran un llamado “sepulcro del Profeta David” en la casa que los cristianos consideran como el Cenáculo. “David, dice acertadamente Ricciotti, fue sobre todo un rey de acción; su sucesor, Salomón, fue sobre todo un rey de representación; el jugo vital que se había concentrado en el tronco monárquico de David hizo que floreciera Salomón, y la posteridad —como siempre sucede en la historia— admiró entusiasmada la flor, pensando tan solo raras veces en el túrgido tronco que la había producido” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 382).

[2216] 24. Cf. 1, 53. Salomón conoce bien que en el pedido de Adonías se encierra una encubierta pretensión al trono, por lo cual pronuncia inmediatamente la sentencia de muerte. Según costumbre oriental, el que toma la mujer del rey muerto manifiesta que es su sucesor (cf. II Reyes 16, 21 ss.). Como se ve, los primeros actos de Salomón consistieron en dar cumplimiento a las recomendaciones de su padre moribundo.

[2217] 27. Cf. I Reyes 2, 31; 3, 12 ss.

[2218] 28. Cf. 1, 50 y nota. Lo mismo hizo Adonías en su primera sublevación. Joab no puede reclamar para sí el derecho de asilo, puesto que sus homicidios eran premeditados (Éxodo 21, 14 y nota; Núm. 35, 6-29; Deuteronomio 4, 42; 19, 2-13).

[2219] 34. En el desierto, esto es, en el desierto de Judá, cerca de Belén, donde estaba sepultado su padre y su hermano Asael (II Reyes 2, 32).

[2220] 35. Al sacerdote Sadoc lo puso en el lugar de Abiatar: Con esto se cumplió el vaticinio de I Reyes 2, 35. Cf. 1, 39 y nota. Es de notar que la profecía de Ezequiel reconoce como únicos sacerdotes a los hijos de Sadoc, de la familia de Eleazar, hijo de Aarón. Cf. Ezequiel 40, 46; 44, 15 y notas.

[2221] 46. Después de este versículo sigue en los Setenta una perícopa que falta en el hebreo y en la Vulgata.

[2222] 1. Salomón, a diferencia de su padre, fue sobre todo un diplomático. El casamiento con una hija del rey de Egipto trajo consigo ventajas políticas, pero, por otra parte, aunque no estaba directamente prohibido por la Ley (cf. Éxodo 34, 16; Deuteronomio 7, 5), constituía un acto de irreverencia a la religión de Israel. El Faraón era probablemente Siamón o su sucesor Psusenés II, que pertenecían a la 21ª dinastía (tanitica).

[2223] 2. No habla el autor de las alturas consagradas a los Ídolos cananeos, tantas veces mencionadas en la Sagrada Escritura, sino de aquellas en que los israelitas ofrecían sacrificios (cf. I Reyes 9, 12) a Dios porque no había Templo en Jerusalén. San Agustín dice que esto no era prevaricación contra la Ley, sino solamente una imperfección en lo tocante al culto divino. David sacrificaba en Gabaón, donde estaba entonces el Tabernáculo y el altar de los holocaustos (I Paralipómenos 21, 29; II Paralipómenos 1, 3). Además se hallaba un altar en Jerusalén, construido por David en la era de Areuna (II Reyes 24, 25).

[2224] 7. Ser un niño: Nada le agrada tanto a Dios como la infancia espiritual. Delante de Él todos debemos ser niños. Véase la nota sobre “hyotesía” en Efesios 1, 5. Cf. Mateo 18, 3-4; 19, 14; Lucas 10, 21; Sabiduría 6, 6; Isaías 28, 9.

[2225] 8. Un pueblo grande, etc. “El reino que Salomón había heredado de su padre, era de una extensión enorme. Sus términos alcanzaban desde el torrente de Egipto hasta el Éufrates. Entre sus vasallos se hallaban príncipes y podía equipararse a los monarcas más poderosos del Oriente” (Vigouroux, Polyglotte).

[2226] 11. Esta revelación en que Dios nos descubre su criterio respecto de nuestra oración, es importantísima para enseñarnos a orar. El Señor promete ante todo el buen espíritu (Lucas 11, 13), y lo demás se da por añadidura (Mateo 6, 33), pues bien sabe Él que lo necesitamos (Mateo 6, 7). Cf. Santiago 1, 5; Sabiduría 7, 11. Lo que vale ante Dios es el espíritu, “la carne para nada aprovecha” (Juan 6, 63; Vulgata 6, 64). La carne es siempre flaca y busca las cosas materiales. En el Nuevo Testamento nos enseña Jesucristo en qué consiste la auténtica espiritualidad: en conocer a Dios y a su Hijo y Enviado Jesucristo (Juan 17, 3). Cada nueva noción de Dios que descubrimos en la Sagrada Escritura, nos perfecciona en la espiritualidad, acrecienta nuestra fe, y nos acerca al divino Padre, quien cumple en todos lo que dijo a Salomón: “Aun lo que no pediste te doy” (versículo 13), porque conoce nuestras necesidades (Mateo 6, 32) mejor que nosotros. Por eso no tengamos miedo de que pidiendo a Dios cosas sobrenaturales empobrezcamos materialmente y perdamos lo necesario para la vida.

[2227] 1 ss. Encontramos aquí, como en las leyes de Moisés, las más valiosas lecciones de ciencia política. Así gobernaba el hombre más sabio que jamás hubo en el mundo. David había establecido ya cierto número de funcionarios que tenían la obligación de suministrar las provisiones para la familia del rey y para toda la corte real (I Paralipómenos 27, 25 ss.). Salomón ensanchó notablemente no solo el cuerpo de funcionarios administrativos, sino también el volumen de provisiones. El sacerdote (versículo 2), es decir, el Sumo Sacerdote. Sacerdote y amigo del rey: dos títulos. Cf. II Reyes 8, 18 y nota.

[2228] 8 ss. Los distritos de los doce encargados no coinciden con las fronteras de las tribus; corresponden más bien a las necesidades administrativas y económicas.

[2229] 21. El río por excelencia, o sea, el Éufrates.

[2230] 22. Un coro contenía 364 litros. Este enorme consumo diario da una idea de la opulencia fantástica del reino de Salomón.

[2231] 24. Tafsah, situada a orillas del Éufrates; se llamaba Thapsacus en tiempos helenísticos. Gata, ciudad de los filisteos, en la frontera de Egipto.

[2232] 26. Cf. II Paralipómenos 9, 25. Los muchos caballos significaban un peligro para Israel (cf. Deuteronomio 17, 16).

[2233] 31. Etán, de la familia de Ezrah o Zerah, de la tribu de Judá, quizás el autor del Salmo 88. Cf. también I Paralipómenos 15, 17 y 19. Hernán, tal vez el mismo que compuso el Salmo 87. Cf. I Paralipómenos 25, 1 y ss.

[2234] 32. Proverbios; Vulgata: parábolas, es decir, sentencias o pequeñas narraciones alegóricas, en que se daba una enseñanza religiosa o moral. Una parte de los proverbios de Salomón se ha conservado en el Libros de los Proverbios y en el Eclesiastés.

[2235] 33. Desde el cedro... hasta el hisopo: desde la planta más grande hasta la más pequeña. ¡Cuántas cosas ignora nuestra civilización orgullosa, que eran conocidas por Salomón! Véase en Job los capítulos 37 ss., que nos enseñan el abismo de la ignorancia humana.

[2236] 1. Tenemos en este capítulo un ejemplo de cómo Salomón supo desarrollar el intercambio de mercaderías con los países vecinos, especialmente con los fenicios y su rey Hiram, con el cual ya su padre David habla entablado relaciones amistosas.

[2237] 6. No faltaban bosques en Palestina, según vemos en I Reyes 22, 5 s. y según nos dice el nombre de Cariatyearim (ciudad de los bosques), pero no proporcionaban maderas de construcción, por lo cual los israelitas no tenían experiencia en esa industria. El Líbano, que recibió su nombre de las nieves que cubren sus altas cumbres, es la cordillera que corre paralelamente a la costa del Mediterráneo, como frontera entre Fenicia y Siria. Su cumbre más alta se eleva hasta más de 3.000 metros de altura. En el Antilíbano la cumbre más alta es el Hermón, que alcanza 2.759 metros de altura. Los sidonios: los habitantes de Sidón (hoy día Saida), a 35 kilómetros al norte de Tiro, y en sentido más amplio los habitantes de Fenicia.

[2238] 7. Es de admirar esta expresión de alegría y de piedad en un rey idólatra. Cf. 10, 9.

[2239] 14. Con mucha caridad se establece que los obreros queden libres algunos meses para ocuparse de su hogar y de sus negocios. Aquí, como en las leyes de Moisés, resplandece la verdadera sabiduría de un gobierno.

[2240] 18. Los giblios: habitantes de la ciudad fenicia de Gebal, situada al norte de Beirut. Los griegos la llamaban Biblos, nombre que se trasladó al papiro, cuyo mercado central era esta ciudad. De ahí el nombre griego de “biblos” por libro, y el nombre de “Biblia” por la Sagrada Escritura.

[2241] 1. El lugar escogido para el Templo fue el llamado Moria (cf. Génesis 22, 2), la colina que era la continuación septentrional del Ofel y ocupaba el nordeste de la Ciudad Santa. “El sitio lo ocupa hoy el lugar sagrado de los musulmanes Haram esch-Scherif, una explanada de 400 metros de largo y 321 de ancho, obtenida en parte artificialmente, mediante construcciones de relleno, al nordeste, al sudeste (lado del Cedrón), y al sudoeste (lado del Tyropoeon). En el centro de la explanada se alza hoy la Qubbet es-Sakhra, “Cúpula de la roca”. El nombre «Mezquita de Omar», que se le aplica comúnmente, es falso, pues ni se trata de una mezquita, ni de una construcción de Omar. La construcción cubre la «roca», considerada también sagrada por los musulmanes, de 17,94 metros de largo y 13,19 de ancho, que se eleva del suelo de 1,25 a 2 metros. Se puede considerar con serios fundamentos que fue sobre esta roca sagrada sobre la que reposaba el altar y que fue anteriormente el altar de David; no es inverosímil que esta misma roca haya sido primitivamente, un santuario de los jebuseos de Sión” (Ricciotti, Historia de Israel, número 390). El año cuatrocientos ochenta: Esta fecha corresponde al año 968 a. C. El mes de Zif (no Cio), segundo del año santo, y octavo del civil, corresponde a nuestro abril-mayo. Cuatrocientos años más tarde, este Templo fue incendiado por Nabuzardán, general de Nabucodonosor, rey de Babilonia (IV Reyes 25, 9). El segundo templo edificado en la misma plataforma por Zorobabel a la vuelta del cautiverio (Esdras 3 ss.), fue ampliado por Herodes el Grande y solo quedó del todo terminado el año 64 d. C., o sea, solamente seis años antes de su total destrucción en la toma de Jerusalén por los romanos. Ambos Templos fueron muchas veces profanados por propios y extraños.

[2242] 2. Se usaba en la construcción del Templo, según II Paralipómenos 3, 3, la “medida antigua”, el codo grande, que era de 52,5 cm. ó 55 cm., según se tomaba la medida egipcia o la babilónica. Sobre lo que sigue, véase II Paralipómenos 3, 3-13.

[2243] 5. El Santísimo o Sancta Sanctorum del Templo; véase versículo 10 y nota.

[2244] 10. El relato de la construcción del Templo ofrece ciertas dificultades, ya por la diversidad de los textos y traducciones, ya por los términos técnicos, cuya significación precisa es a veces incierta. Sirvan para mejor comprensión los datos siguientes, que sacamos de Schuster-Holzammer: El Templo propiamente dicho fue construido en sus líneas generales a semejanza del Tabernáculo de Moisés. Cf. Éxodo capítulos 36 ss. Le precedía por la parte oriental un pórtico; por los otros tres lados le rodeaban edificios accesorios de tres pisos, que se describen detalladamente en los versículos 5-10. El Templo en sentido propio se componía del Sancta Sanctorum o Santísimo (cf. versículo 16), en hebreo “debir” (Vulgata: Oráculo), que tenía 20 metros de largo, 20 de ancho y 20 de alto. Separado de este por una pared de dos codos de espesor, y delante de él, se hallaba el Santo. El techo del Templo y de los edificios anexos, era de madera de cedro y estaba provisto de una barandilla. Delante de la entrada del pórtico se alzaban dos columnas de bronce, las cuales remataban en capiteles ricamente adornados, de 5 codos de altura; su altura total era de 23 codos (12 metros). Dos grandes atrios rodeaban el Templo. El exterior para el pueblo, y el interior, 15 gradas más elevado, para los sacerdotes; ambos con el suelo enlosado y circundados por sendos muros. Adosados interiormente a los del septentrión y del mediodía, se veían numerosos edificios de varios pisos, donde se alojaban los sacerdotes, levitas, empleados del Templo, etc., y se guardaban las provisiones. A las mujeres les estaba prohibido el acceso a esos edificios.

[2245] 20. Esta fabulosa riqueza, que recuerda la del Tabernáculo (Éxodo capítulos 36 ss.), nos enseña a amar la belleza de la casa de Dios y el lugar donde reside su gloria. Cf. el Salmo 25, 8, que rezamos con el sacerdote en el Lavabo de la Misa. Si los cristianos aprovechamos esta enseñanza de nuestro Dios, que es la fuente de toda belleza, cuidaremos de cumplir los preceptos de la Liturgia a este respecto, guardándonos de imponer nuestras fantasías en la decoración, forma de los altares, imágenes, etc., y nos abstendríamos de cosas carentes de buen gusto y anti litúrgicas, como por ejemplo, velas que no sean de cera, floreros llamativos, adornos ordinarios y todo lo que sea vano e indecoroso para la casa de Dios.

[2246] 22. Este altar es el de los perfumes, del cual se habla también en el versículo 20.

[2247] 23. Sobre los querubines véase Génesis 3, 24; Éxodo 25, 18; Ezequiel 1, 5 ss. y notas.

[2248] 27. La Casa interior: el Santísimo del Templo. Cf. nota 10.

[2249] 38. El mes de Bul corresponde a nuestro octubre noviembre.

[2250] 2. La casa se llamaba del Bosque del Líbano, no solo por estar construida con cedros del Líbano, sino porque imitaba en cierto modo al monte Líbano. David había construido una casa más modesta (II Reyes 5, 11).

[2251] 8. En Éxodo 34, 16 y Deuteronomio 7, 3 se prohíben solo los matrimonios con los pueblos cananeos. ¿Por qué edificó Salomón un palacio para la egipcia? “El texto sagrado no nos dice cuál haya sido la causa de otorgar esta distinción a la egipcia. Podemos razonablemente suponer que fue para mostrar cuánto estimaba este parentesco con el Faraón, y acaso por escrúpulos religiosos de la princesa, que también los egipcios tenían mucho del espíritu fariseo” (Nácar-Colunga).

[2252] 10. Piedras de diez codos, o sea, de cinco metros de largo. “Bloques de hasta 5,50 metros de largo se encuentran aún hoy en el llamado muro de las Lamentaciones, como también en algunos sitios del muro que rodea al Templo. Es muy posible que ellos pro vengan de Salomón” (Landeradorfer).

[2253] 12. En el Templo que existía en tiempo de Jesús se conservaba el nombre de Pórtico de Salomón (Juan 10, 23).

[2254] 15. Cf. II Paralipómenos 3, 15-17; Jeremías 52, 20.

[2255] 21. Jaquín significa: Él (Dios) asienta (el Templo); Bóaz: la fortaleza está en Él (Dios).

[2256] 23. Un mar; es decir, la concha de agua que se llama también mar de bronce; servía para las abluciones de los sacerdotes y el servicio del Templo. Cf. IV Reyes 25, 13; II Paralipómenos 4, 2; Jeremías 52, 17.

[2257] 24. (Coloquíntidas: “manzana de Adán”, serían adornos redondos).

[2258] 26. Dos mil batos: 728 ó 788 hectolitros (1 hectolitro = 100 litros). En los LXX varios de estos versículos están invertidos. Lo mismo sucede con muchos otros en los capítulos 4 a 7.

[2259] 27. Diez basas, para otras tantas pilas de agua. Las basas se movían sobre ruedas de bronce (II Paralipómenos 1, 6). Pilas análogas a las que se describen aquí, se han encontrado en santuarios paganos, p. ej. en Creta.

[2260] 40 ss. Cf. II Paralipómenos 4, 11-5, 1.

[2261] 46. Para las fundiciones se eligió el valle del Jordán, porque allí habla el material necesario para los moldes. Sucot, ciudad de la Transjordania. Cf. Génesis 33, 17. Sartán: cf. Josué 3, 16. Donde hay tierra arcillosa: otra traducción: en el vado de Adom.

[2262] 47. Deja de pesarlos: Cuando se trata de la gloria de la Casa de Dios, la generosidad no debe tener límites. Una iglesia pobre en un barrio opulento es una acusación hecha piedra, que da testimonio público y perenne contra sus habitantes.

[2263] 51. El piadoso deseo de David (II Reyes 7, 2), demorado por expresa disposición de Dios (II Reyes 7, 12-13), se realiza así como el Señor lo había anunciado, y los fondos recogidos por el santo Rey Profeta son aprovechados como él lo deseaba, aunque después de sus días. Así enseña Jesús que uno es el que siembra y otro el que recoge (Juan 4, 37); pues ninguna semilla se pierde cuando ha sido puesta por el amor de Dios. Cf. 8, 7-20.

[2264] 1 ss. Cf. el relato paralelo en II Paralipómenos, capítulo 5.

[2265] 2. La fiesta del mes de Etanim: la fiesta de los Tabernáculos, que se celebraba en el mes de Etanim o Tischri, correspondiente a septiembre-octubre. Cf. Levítico 23, 33 ss.

[2266] 9. “Este recuerdo de un hecho histórico contiene la clave del simbolismo del Arca. Existía la costumbre de colocar en el templo, bajo los pies de la estatua de la divinidad, los textos de los pactos de alianza entre reyes o naciones, como para hacer que el Dios fuera testigo o garante de la observación bilateral de los mismos. Un tratado entre Ramsés II y los hititas contiene una cláusula especial a este respecto. La costumbre se hallaría aquí en el simbolismo del Arca: Yahvé estaba «sentado» sobre los querubines del propiciatorio; a sus pies, dentro del Arca, se había depositado el texto del pacto mediante el cual hizo alianza con la nación de Israel. De donde le viene el nombre de Arca del pacto o de la alianza” (Ricciotti, Historia de Israel, número 253).

[2267] 10. La nube significa la presencia de Dios (Éxodo 29, 43; 40, 34; Núm. 9, 15), que toma posesión de su Casa. La nube quedará allí hasta poco antes de la destrucción del Templo. El profeta Ezequiel ve en visión cómo Yahvé abandona el Templo y se retira de la Ciudad Santa, porque el pueblo rompió la Alianza (Ezequiel 11, 22 s.). El Santísimo del Templo no recibía luz, como tampoco la recibía en el Tabernáculo de Moisés. Es de notar que también en los templos griegos había al fondo un departamento oscuro, el “ádyton”. Sobre el regreso de Dios a la santa morada del Templo véase Ezequiel 43, 1 y nota.

[2268] 12 s. Los versículos 12 y 13 en los Setenta no están en este lugar; se los encuentra, en cambio, después del versículo 53, al final de la oración de Salomón, en esta forma: “Entonces habló Salomón respecto de la casa que había terminado de edificar: Yahvé puso el sol en el cielo, pues dijo que Él quería morar en la oscuridad. Por eso te he edificado una casa digna para Ti para morar allí para siempre. Así está escrito en el Libro del Cántico”. Este “Libro del Cántico” parece, según dice Bover-Cantera, el antiguo Cántico de Yasar “Libro del Justo”, mencionado en Josué 10, 13 y II Reyes 1, 18.

[2269] 21. La Alianza: las dos tablas de la Ley, guardadas en el Arca (versículo 9), que eran la expresión de la voluntad de Dios. Cf. Éxodo 25, 16 y 21; Deuteronomio 10, 2 y 5.

[2270] 23. De todo corazón: He aquí la clave del progreso espiritual. Cuanto mayor sea nuestro ardor y nuestra fidelidad, tanto más aumenta la gracia, porque el Padre da, dice Jesús, al que tiene para que tenga abundancia (Mateo 13, 12). “Es que la gracia nace de la gracia, los progresos sirven para los progresos, los méritos para los méritos, los triunfos para los triunfos”, mientras los que no aman, pierden aun lo poco que tienen.

[2271] 25. Nunca te faltará, etc.: Promesa segura en cuanto a la dinastía davídica. El Señor confirma su promesa en igual forma en 9, 4 ss.

[2272] 27. San Esteban, hablando a los judíos inclinados al culto externo, repite este concepto en Hechos de los Apóstoles 7, 48 s. y cita a Isaías 66, 1. Lo mismo dice San Pablo a los atenienses (Hechos de los Apóstoles 17, 24), para acentuar la doctrina del culto espiritual que Jesús enseñara a la samaritana (Juan 4, 21 ss.). En el Nuevo Testamento, en que la Iglesia está edificada sobre la firme piedra de Pedro (Mateo 7, 24; 16, 18; Juan 1, 42), el Verbo encarnado está presente en nuestros templos por la maravilla del misterio eucarístico. Pero, como dice Santa Teresa de Lisieux, no baja Jesús del cielo para quedarse en los templos de piedra; está allí para habitar en el corazón del nombre, que es donde Él halla sus delicias (Proverbios 8, 31) y para obedecer al Padre (Salmo 39, 8; Hebreos 10, 5 ss.). Por eso dice San Pablo que el Templo de Dios en que Él habita, somos nosotros (I Corintios 3, 16-17; 6, 19; II Corintios 6, 16; Efesios 2, 20-22; Hebreos 3, 6).

[2273] 31. Por las siete peticiones de la oración que sigue, y a la que algunos llaman el “Padrenuestro de Salomón”, se ve que el rey sabio al comienzo de su reinado era muy devoto y seguía los pasos de su padre David. La oración revela un concepto elevadísimo de Dios y de su inmensidad, justicia y misericordia. La primera de las siete súplicas que Salomón formula en el día de la inauguración, se refiere a los casos en los cuales el acusado se podía salvar solamente por un juramento delante del Tabernáculo.

[2274] 35. Hacia este lugar: hacia el Templo y la Ciudad Santa. Sobre esta costumbre dice Seto: “Los judíos que estaban distantes de Jerusalén observaban la religiosa costumbre de volverse hacia esta ciudad para hacer su oración. El salmista exhorta a los siervos de Dios a que le bendigan por las noches, levantando las manos hacia su Santuario (Salmo 133, 3). Daniel, desterrado en Babilonia, abría tres veces al día las ventanas de su cuarto, y poniendo sus rodillas en tierra hacía oración vuelto hacia Jerusalén. Y por un movimiento semejante, aunque más espiritual y más sublime, los primeros cristianos, cuando oraban, tenían la costumbre de mirar hacia el Oriente, para acordarse de aquel Sol naciente que vino de lo alto a visitarnos y alumbrarnos.” Es interesante que los musulmanes han conservado esa costumbre de dirigirse en la oración hacia el centro de su religión, Meca, por lo cual tienen en sus mezquitas un nicho (“mihrab”) que les indica la dirección a tomar. Cf. Daniel 6, 2.

[2275] 41 ss. También el extranjero: “Rasgo admirable, digno de ser asociado a lo que dice la Ley de Moisés sobre los extranjeros. Cf. Éxodo 22, 21; Levítico 25, 35; Núm. 15, 14-16; Deuteronomio 10, 19; 31, 12” (Fillion). La oración de Salomón suena como una profecía acerca de los gentiles en los tiempos mesiánicos. Según los profetas, una de las señales de los tiempos mesiánicos es que el Templo servirá de lugar de oración para todos los pueblos (Isaías 2, 2 ss.; 56, 6 s.).

[2276] 44. La ciudad que Tú elegiste: Jerusalén. Véase la nota 35.

[2277] 46. “No hay hombre que no peque”. Cf. II Paralipómenos 6, 36; Proverbios 20, 9; Eclesiastés 7, 21; I Juan 1, 8 y notas. Importa mucho formarse un concepto en esta materia. Nadie puede justificarse por sí mismo delante de Dios (Salmo 142, 2), y nadie es capaz de evitar el pecado por sus solas fuerzas. De ahí que nadie pueda decirse puro (Proverbios 20, 9) y el que esto dice se engaña (I Juan 1, 8). Por eso nos dice Jesús que sin Él no podemos nada (Juan 15, 5). Pero si es cierto que nada podemos por nosotros mismos, en cambio lo podemos todo en Aquel que nos conforta (Filipenses 4, 13), pues la misericordia de Dios se extiende a todos los hombres (Sabiduría 11, 24). “Si le place de un perseguidor hace un instrumento escogido (Hechos de los Apóstoles 9, 15), y así manifiesta las riquezas de su misericordia y de su gracia (Efesios 1, 6), ora convirtiendo a los pecadores, ora ejercitando en la paciencia a los justos para que lo sean más y resplandezcan como lumbreras a los ojos de los hombres (Santiago 2, 4; Filipenses 2, 15). Someteos, pues, a tan sabias disposiciones, y no seáis impacientes como los siervos de la parábola (Mateo 13, 23-29); pedid antes bien que se cumpla en todo la voluntad de vuestro Padre celestial (Mateo 6, 10)” (Eschoyez, Imitación de Cristo, I, 16).

[2278] 51. Horno de hierro: imagen de la dura opresión en Egipto.

[2279] 63. No nos sorprende el gran número de los animales sacrificados si tenemos en cuenta que todo el pueblo comía de los sacrificios durante dos semanas (versículo 65).

[2280] 65. La entrada de Hamat o Emat (Siria) señala el límite septentrional del reino de Salomón. El límite meridional coincidía con el Arroyo de Egipto, hoy día Wadi el-Arisch, en la frontera entre Palestina y Egipto. Quiere decir lo mismo que el término proverbial: desde Dan hasta Bersabee.

[2281] 1 ss. Véase el relato paralelo en II Paralipómenos 7, 11-22.

[2282] 4. Cf. 8, 25. La promesa hecha a David quedó firme para cumplirse en Cristo (Eclesiástico 24, 34); Salomón solo la recibe bajo la condición de ser fiel. La amenaza que Dios formula en el versículo 7, se confirma en 11, 11, si bien en forma especialmente misericordiosa por amor de David.

[2283] 9. Las amenazas se cumplieron a la letra en el pueblo judío, y aún hoy día podría dárseles esta explicación que el mismo Dios da de lo mucho que padecen. San Agustín observa al respecto: Todo el culto exterior, como los edificios soberbios, los vasos de oro y plata, los ornamentos preciosos, no puede agradar a Dios, si no va acompañado de un culto interior que se inspira en la fe, la esperanza y la caridad. Cf. Isaías 42, 24 s.

[2284] 13. Tierra de Cabul: nombre que etimológicamente suena como “tierra sin valor”. La cesión de una parte de Galilea a un rey pagano manifiesta las dificultades financieras de Salomón en aquel tiempo. Según 5, 9 ss. Salomón tenía que entregar a Hiram anualmente veinte mil coros de trigo y veinte coros de aceite.

[2285] 15. El Milló: fortificación situada al sudoeste de la explanada del Templo. Véase II Reyes 5, 9 y nota. Hasor, situada en el extremo norte de Galilea. Megiddó entre Haifa y la llanura de Esdrelón, entre Samaria y Galilea. Guézer: a 40 kilómetros al oeste de Jerusalén, hoy día, Tell ed-Dschéser.

[2286] 17. Véase II Paralipómenos 8, 5 ss. Bet-horón: situada al oeste de Jerusalén, en el camino de Jerusalén a Jafa.

[2287] 18. Tadmor: Palmira en el desierto entre Damasco y Mesopotamia. Algunos creen que se trata de Hasasón-Tamar, situada en el desierto al sudoeste del Mar Muerto (cf. Génesis 14, 9). Salomón fortificó estos lugares no solamente por razones estratégicas, sino también para proteger las rutas internacionales de comercio.

[2288] 26 s. Esionguéber, hoy día Acaba, puerto del golfo elanítico (o de Elat) del Mar Rojo. Ofir (versículo 27): país desconocido, célebre por su oro: según unos la Arabia meridional; o Sofir en la costa oriental de África, según otros. No faltan quienes lo buscan en América. La ecuación Ofir = Perú es insostenible, ya que Perú recibió su nombre recién por Pizarro. A nuestro parecer Ofir es el nombre del cual se ha tomado el adjetivo “África”, que hoy designa a todo el continente negro. El oro de ese continente se encuentra en la región de la Confederación Sudafricana, donde han sido descubiertos restos de una antigua ciudad minera. El nombre significa probablemente brillo, y se debe al resplandor del metal que los comerciantes orientales allí encontraron, de manera que África significaría, según la etimología, el continente resplandeciente.

[2289] 1 ss. Véase II Paralipómenos 9, 1-12. Llevan el nombre de Sabá dos regiones de Arabia, una en el norte, la otra en el sur. A esta última llegaron los sabeos en el siglo VIII a. C., al ser echados del norte por los asirios. Los sabeos eran comerciantes y servían de intermediarios en el comercio entre Palestina y Siria con los pueblos del Mar Rojo y de la India. Es de suponer que la reina vino del norte de Arabia. Llegó tal vez con el propósito de estrechar los lazos comerciales entre los dos países, pero en primer lugar para admirar la sabiduría de Salomón. Le propuso cuestiones oscuras —el texto dice “enigmas”— según la costumbre de los orientales, que con preferencia transmiten las enseñanzas en proverbios y parábolas. Jesucristo alaba la solicitud de la reina, “porque vino de las extremidades de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón; y hay aquí más que Salomón” (Lucas 11, 31). Por eso se levantará ella en el día del juicio como acusadora “de esta generación”, así como también se levantarán los ninivitas para condenar a los incrédulos (Lucas 11, 32). Una leyenda inventada posteriormente hace descender a los reyes de Etiopía de una unión de Salomón con la reina de Sabá.

[2290] 5. Nótese la preocupación por el bienestar de los servidores, cosa que no se veía entre los paganos. De ahí la especial admiración de la reina. Cf. Proverbios 31, 21.

[2291] 8. Y oyen tu sabiduría. “No es el único texto que hace de la sabiduría como la piedra angular para la bienaventuranza del hombre. En los libros sapienciales esta idea se robustece: de la sabiduría que es teoría y práctica, ciencia y buen juicio, se hacen arrancar cuantos elementos integran la felicidad humana” (Asensio. Estudios Bíblicos 1945, p. 244).

[2292] 9. Una vez más los gentiles admiran y alaban al Dios de Israel. Cf. 5, 7.

[2293] 10. Un talento equivalía a 26 kilos, más o menos. Veinte talentos son, pues, media tonelada. Los príncipes orientales acostumbraban hacerse mutuamente ricos obsequios. Salomón responde a la generosidad de la reina (versículo 13).

[2294] 11. Los versículos 11 y 12 han de agregarse al final del capítulo precedente.

[2295] 14. Véase II Paralipómenos 9, 13 ss.

[2296] 17. Una mina = 50 siclos, o sea 800 gramos.

[2297] 22. Tarsis: probablemente una ciudad de España, tal vez idéntica con Tartessus. Según algunos, una ciudad del Norte de África o de la Cerdeña. Una flota de Tarsis, quiere decir, barcos tan grandes como aquellos que los fenicios usaban para sus viajes a Tarsis. Una característica del reinado de Salomón es el desarrollo del comercio con el extranjero, desarrollo que le llevó a explotar, juntamente con el rey Hiram de Tiro, las minas de la tierra enigmática de Ofir (cf. 9, 26 y nota).

[2298] 26 ss. Cf. II Paralipómenos 1, 14 ss. Salomón introdujo en el ejército hebreo la caballería y los carros de guerra. David rehusaba hacerlo porque esto no correspondía a la voluntad de Dios, quien exigía que su pueblo confiara en Él y no en los caballos y carros armados (cf. Deuteronomio 17, 16; Salmos 19, 8; 32, 17 y notas).

[2299] 28. Texto inseguro. San Jerónimo vierte: Y se compraban para Salomón caballos de Egipto y de Coa. Los negociantes del rey los compraban en Coa y los tratan al precio concertado. Coa es un país de Asia Menor, probablemente Cilicia. En vez de Egipto (en hebreo: Misraim) leen algunos Musri (país vecino a Cilicia). “De allí traía Salomón los caballos para su ejército y para los príncipes vecinos. Con semejante tráfico hacía sin duda un buen negocio, y esto parece ser lo que el autor sagrado quiere decirnos. El caballo era poco conocido en Palestina hasta la época de Salomón; en su lugar se usaba el mulo” (Nácar-Colunga).

[2300] 29. Los heteos tenían el centro de su reino en el Asia Menor. Su capital se ha descubierto en las ruinas de Boghazköi; sus inscripciones hasta ahora no han sido descifradas por completo, sino tan solo en parte.

[2301] 1 ss. Salomón, por quien se manifestó la misma Sabiduría, se apartó de ella por amor carnal. ¡Qué suerte más trágica! Poseer gran número de mujeres equivalía a gran poder. El autor sagrado no censura a Salomón por la poligamia, permitida por la Ley, sino por tomar mujeres paganas que lo indujeron a la idolatría. No hemos de creer que llegó a perder tan completamente el sentido, que se persuadiese que había alguna divinidad en los ídolos; pero sí que, no queriendo disgustar a sus mujeres, les daba juntamente con ellas un culto exterior de adoración, al modo que Adán condescendió con Eva por no causarle pesar (San Agustín). La debilidad mental del rey sabio era tal vez consecuencia de su vejez y de la consunción de sus fuerzas por el excesivo trato con las mil mujeres que tenía (versículo 3). Por eso el Eclesiástico dice que perdió el dominio sobre su cuerpo (Eclesiástico 47, 21). San Gregorio explica su desastrosa caída por la falta de “la vara de la tribulación”. El pecado de Salomón atrajo la ruina a su casa, pues excitó los celos de aquel Dios tan generoso con él, y que le habría perdonado de haberse arrepentido como lo hizo su padre al rey David (II Reyes, capítulo 12).

[2302] 5. Abominación: nombre que la Biblia da a los ídolos.

[2303] 9. Dos veces: Cf. 3, 5; 9, 2.

[2304] 14 ss. Dios preparó los instrumentos para castigar a Salomón. Precisamente el rey de Egipto, suegro de Salomón, fue el elegido para proteger al más encarnizado enemigo de Salomón.

[2305] 23. El rey de Damasco era vasallo de David. Cf. II Reyes 8, 3 ss.

[2306] 26. Efrateo: de la tribu de Efraím.

[2307] 27. Sobre el Milló véase II Reyes 5, 9 y nota. La hondonada es probablemente el valle de Tyropoeon, que separaba la colina del Templo de la ciudad occidental y que, como muestran las excavaciones, fue rellenado casi completamente.

[2308] 28. La casa de José eran las dos tribus de Efraín, y Manasés.

[2309] 32. La tribu de Judá, a la cual estaba incorporada la de Benjamín. Aquí como en los versículos 4, 12, 13, 32, 34, 36, etc., vemos reaparecer incesantemente la predilección admirable de Dios por su amigo David, aquel rey de corazón de niño.

[2310] 36. Una lámpara: un descendiente. No obstante la defección de Salomón, subsiste la promesa sempiterna que solo ha de cumplirse en Cristo Rey Cf. II Reyes 14, 7.

[2311] 38. La promesa hecha a Jeroboam es condicional como la dada a Salomón, y fallará igualmente por su infidelidad. Cf. 13, 34; 14, 10 ss.

[2312] 40. Sesac (o Scheschonk) fundó una nueva dinastía en Egipto y saqueó la ciudad de Jerusalén en 928.

[2313] 42. Cuarenta años: de 970-930. Alcanzó la edad de 60 años. Salomón “no supo escoger de entre las civilizaciones extranjeras, que le encantaban, aquellos elementos que estuvieran en armonía con los gustos profundamente arraigados de sus súbditos; dejó de ser un príncipe hebreo, para hacerse semejante a los déspotas magníficos del oriente. Este fue probablemente su mayor error, pues así perdió de vista el destino de Israel, del cual había sido constituido custodio. Este destino no era adquirir riquezas y gloria, dones que llegan alguna vez por añadidura, sino conservar intacto el depósito de la verdadera religión, viviendo según la Ley de Dios y desarrollándose según la tradición de los padres” (Desnoyers, Historia del pueblo hebreo, III, 155 s.).

[2314] 1 ss. Véase II Paralipómenos 10, 1 ss. El acto solemne de la proclamación tuvo lugar en Siquem, porque Roboam conocía sin duda las tendencias separatistas de las tribus del Norte. La petición del pueblo (versículo 4) era justa. No rehusaban reconocer a Roboam como rey, solo pedían una disminución de los exorbitantes impuestos y prestaciones personales que Salomón les había exigido. También en la forma de presentar la reclamación se mantenían dentro de los límites justos y moderados.

[2315] 10. Mi meñique, etc.: refrán que quiere decir: mi poder es mayor que el de mi padre Salomón.

[2316] 11. Escorpiones; también nombre de un látigo con puntas de hierro. Solamente gente sin experiencia puede dar tan insensato consejo. Los nuevos consejeros, compañeros de las diversiones de Roboam, no tenían ningún interés por atender las necesidades del pueblo. “Mientras ellos gozaban de comodidades y placeres, nada les importaban los gemidos y la miseria de los pobres y desvalidos. Esos infatuados idólatras de sí mismos, orgullosos despreciadores de los demás, en esa forma aconsejaron a Roboam” (Fernández. Flor. Bibl. IX, p. 14).

[2317] 16. ¿Qué parte tenemos nosotros con David? Son palabras que expresan la separación de la casa de David, hijo de Isaí. Va a consumarse el gran cisma de las diez tribus, la separación entre Israel y Judá que se perfilaba ya en II Reyes 19, 43.

[2318] 19. El nuevo reino de Israel abarca diez tribus, porque la tribu de Manasés se cuenta por dos. A la casa de David, es decir, al reino de Judá, queda la tribu de Judá con Benjamín. La tribu de Simeón ya no se cuenta más porque se encuentra absorbida dentro de la tribu de Judá. La tribu de Leví no poseía territorio y vivía dispersa en medio de las demás tribus.

[2319] 25. Fanuel: situada al otro lado del Jordán sobre el río Yaboc (cf. Génesis 32, 30 s.).

[2320] 29. Son primeramente razones políticas las que llevan a Jeroboam a la idolatría. La unión cultual con el Templo de Jerusalén habría amenazado la unidad de su reino. Betel era un lugar sagrado desde los tiempos de los patriarcas (Génesis 12, 8; 28, 22), y muy apropiado para enajenar al pueblo del Templo de Jerusalén. Cf. Amós 3, 14 y nota. Dan tenía un ídolo desde los tiempos de los Jueces. Cf. Jueces 18, 30 y nota.

[2321] 31. Los lugares altos constituían otro obstáculo a la centralización del culto en Jerusalén, dispuesta por la Ley (Deuteronomio 12, 13). Las fiestas que se celebraban en los lugares altos, a imitación de las fiestas cananeas, eran muy atractivas y permitían toda clase de libertinaje. Jeroboam escogió la hez del pueblo para el ministerio sagrado, puesto que los levitas no se prestaron para la idolatría. Cf. Jueces 2, 13 y nota.

[2322] 32. Una fiesta: la fiesta de los Tabernáculos. Jeroboam la hace celebrar un mes más tarde. Cf. Levítico 23, 34; Núm. 29, 12 ss.

[2323] 1 ss. Jeroboam se arroga el sacerdocio como lo hizo Saúl (cf. I Reyes 14, 34 ss.). Dios le anuncia al instante su reprobación. Cf. versículo 34. La amenaza se cumplió trescientos años más tarde, cuando Josías, rey de Judá, destruyó el altar de Betel y quemó los restos de los sacerdotes idólatras (IV Reyes 23, 16). He aquí una de las muchas profecías bíblicas cuyo cumplimiento, presente a nuestros ojos, es un móvil precioso para robustecer nuestra fe siempre mezquina.

[2324] 6. Suplica a Yahvé por mí: este humilde ruego conmovió el corazón paternal de Dios, pues con ello el rey reconocía la autoridad del que Dios había enviado. “Porque Jeroboam dijo «suplica», el profeta le curó, ¿y Cristo no podrá sanarte a ti?” (San Cirilo de Jerusalén Catequesis II).

[2325] 9. Algo como excomunión. Los fieles nada podían tener de común con los infieles, porque “¿qué comunión puede tener el que cree con el que no cree? ¿Y qué transacción puede haber entre el templo de Dios y los ídolos?” (II Corintios 6, 15 s.).

[2326] 19. La desobediencia del profeta al precepto de Dios es castigada con la muerte (versículo 24), si bien la aceptación de esta le habrá permitido salvar su alma, según opina San Agustín. Lección que nos enseña la fidelidad absoluta a la Palabra de Dios, a quien debemos obedecer más que a los hombres (Hechos de los Apóstoles 4, 19 y 5, 29). Antes que vacilar un ápice en la fidelidad a la verdad revelada hay que preferir la muerte (Hebreos 11, 36-38), aunque un ángel del cielo viniese a predicarnos otro Evangelio (Gálatas 1, 8). No debemos olvidar que Satanás se muestra como ángel de luz (II Corintios 11, 14) y que en los últimos tiempos, que según San Pablo son los nuestros (I Corintios 10, 11), surgirán muchos falsos profetas y seducirán a muchos (Mateo 24, 4, 5 y 11).

[2327] 24. Como vemos en I Reyes 17, 34, había en aquel tiempo leones en Palestina. Se cumple aquí lo anunciado por el profeta en el versículo 21. La infidelidad no impide recibir el don de profecía, pues este no es dado para el profeta, sino para los demás. No es “gratia gratum faciens”, sino “gratia gratis data” (San Tomás).

[2328] 32. El reino de Israel se llama de Samaria por anticipación. En realidad, la ciudad de Samaria, que dio nombre al país, se fundó más tarde (cf. 16, 24).

[2329] 33. Constituyó como sacerdotes; literalmente: llenaba las manos de ellos. En esto consistía el rito de la consagración. Cf. Éxodo 28, 41 y nota. Vislumbramos ya la debilidad del nuevo reino. Se aleja de Dios y se encamina hacia la idolatría, la que en el pueblo escogido es castigada con mayor severidad que en los gentiles, los que no tienen conocimiento del Dios verdadero. La ira de Yahvé no tardará en descargarse sobre el pueblo apóstata.

[2330] 2. Silo pertenecía al dominio de Jeroboam. Había, pues, aún profetas del verdadero Dios en el reino del impío rey. “Corriendo tiempos tan turbios y aciagos, despertó Dios a sus grandes profetas, para que hicieran resonar en Judá el eco de su palabra y sacaran de su profundo olvido y hondo letargo a los reyes idólatras, a los sacerdotes ociosos y a aquellas bárbaras muchedumbres, dadas a sediciones y tumultos. Jamás en ningún pueblo de la tierra, antiguo ni moderno, hubo una institución tan admirable, tan santa y tan popular como la de los profetas del pueblo de Dios” (Donoso Cortés, Discurso sobre la Biblia).

[2331] 10. Todos los varones: Nácar-Colunga: a todos cuantos a Jeroboam pertenecen. La Vulgata traduce literalmente del hebreo: mingentem ad parletem, lo cual Torres Amat traduce por: hasta los perros. En realidad la profecía se refiere a los hombres, y no a los perros. Cf. I Reyes 25, 22 y 34.

[2332] 13 s. En las recientes excavaciones realizadas en Tirsá, la residencia de Jeroboam, se ha encontrado el esqueleto de un niño cuidadosamente sepultado. ¿Será acaso este el hijo de Jeroboam? Dios salvó al hijo porque hace misericordia a quien le place, sin que nadie pueda pedirle cuenta (Éxodo 33, 19, citado por Romanos 9, 15). El cumplimiento de la profecía respecto de la casa se narra en 15, 27 ss.

[2333] 15. El río: el Éufrates. Alusión profética al cautiverio: Ascheras: ídolos de Astarté.

[2334] 17. Tirsá: residencia de Jeroboam situada a 16 kilómetros al norte de Siquem, mencionada ya en el libro de Josué (12, 24) como una de las ciudades cananeas, identificada hoy por Roland de Vaux con las ruinas de Tel Farah. Cf. Cantar de los Cantares 6, 4.

[2335] 19. El libro de los anales de los reyes de Israel no se ha conservado. Tampoco el libro de los anales de los reyes de Judá, que se cita en el versículo 29.

[2336] 23. Piedras de culto, en hebreo massebah, o sea, cipos erigidos en honor de Baal. Ascheras: cf. versículo 15. Sobre el culto de Baal y Astarté véase Éxodo 23, 24; 34, 13; Deuteronomio 7, 5; Jueces 2, 13 y notas. En vez de aschera traduce la Vulgata constantemente bosque, porque la aschera, el símbolo de Astarté, consistía en un tronco o rama de árbol.

[2337] 24. Prostitución cultual de hombres: Vulgata: hombres afeminados. La Biblia los llama a veces “perros”. En honor de sus dioses se prostituían, cerca de los santuarios, también hombres. (Véase 22, 47; Deuteronomio 23, 18; II Reyes 23, 7; Oseas 4, 14; Apocalipsis 22, 15). “Sobre esta materia las inscripciones asirias y fenicias nos han transmitido muchos detalles… y quedan, referente a la Siria, las indicaciones de Luciano, no menos significativas (De Dea, Syria), las de Eusebio (Vita Constantini III, 55; en Migne P. G. 20, 1120 s.), y de muchos más. La seducción fascinadora que ejercían siempre los cultos cananeos, especialmente sobre los israelitas, se debe en gran parte a estas artes conocedoras de refinadas lascivias y de frenesí contagioso que poseían las personas sagradas” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 108).

[2338] 25. Véase II Paralipómenos 12, 1-12. Sesac nos dejó en el templo de Tebas (Karnak) un relieve, en que enumera 165 ciudades conquistadas por él en Palestina.

[2339] 1. Abiam: en II Paralipómenos 11, 20 y 13, 2 se llama este rey Abía.

[2340] 2. Abisalom: idéntico con Absalón. Hija ha de tomarse, tal vez, en sentido lato: nieta. Cf. II Paralipómenos 13, 2, donde Maacá es llamada hija de Uriel de Gabaá.

[2341] 4. Por amor de David, y sobre todo de Jesús, figurado en aquel y único objeto de las complacencias de Dios (véase San Agustín sobre Salmo 131, 19). Una lámpara: un descendiente Cf. 11, 36 y nota. La sola familia de David reina en Judá hasta el fin (casi cuatro siglos), mientras que en Israel hay hasta 9 cambios de dinastía en 200 años.

[2342] 5. Alude al pecado de David con Betsabee, esposa de Urías, a quien hizo perder la vida (II Reyes 11).

[2343] 9. El año veinte de Jeroboam: Como se ve (cf. versículo 1, 25, 33, etc.) tenemos en este capítulo una cronología especial, que es propia del III y IV libro de los Reyes. Consiste en indicar en qué año del reinado del rey de Israel comenzó a reinar el nuevo rey de Judá, y viceversa (véase Introducción).

[2344] 13. Ídolo abominable, o sea, obsceno. Aschera, o sea, Astarté, diosa de la fecundidad, cuyo símbolo era el árbol sagrado, o troncos y ramas de árboles. Cf. 14, 23 y nota. San Jerónimo traduce este versículo de la siguiente manera: Además echó de si a Maacá, para que no fuese princesa en los sacrificios de Príapo y en el bosque que le había consagrado; y arruinó su caverna e higo pedazos el obscenísimo ídolo y lo quemó en el torrente Cedrón. Príapo es en la mitología greco-romana el dios de la obscenidad, hijo de Baco y de Astarté.

[2345] 16. Cf. II Paralipómenos 16, 1 ss. Hubo guerra, etc.: Los dos nuevos reinos se hostilizaron mutuamente (cf. versículo 6 y 7), y sintiéndose el de Judá más débil hizo alianzas con reyes paganos, a los cuales entregaba como sueldos los tesoros de la Casa de Dios (versículo 18 y 19). Así hicieron durante siglos, hasta que, al fin, los asirios y babilonios acabaron con los dos reinos desunidos. Triste consecuencia del cisma, de la falta de mutua inteligencia y armonía religiosa. Ramá, hoy día Er-Ram, a 8 kilómetros al norte de Jerusalén.

[2346] 19. No obstante algunos méritos reconocidos de Asá, el Señor le reprocha esto, no solo por tratarse de los tesoros del Templo, sino particularmente por haber confiado en el auxilio de los hombres en vez de buscar el de Dios (II Paralipómenos 16; 7 ss.). Cf. también II Paralipómenos 16, 12.

[2347] 22. Todos, sin excepción alguna, tenían que trabajar en la fortificación de Gabaá (hoy Dscheba, a 9 kilómetros al norte de Jerusalén) y de Masfá (hoy Tell en-Nasbe, al norte de Gabaá).

[2348] 23. Cf. en II Paralipómenos 16, 12 cómo murió este rey por haber confiado mis en la ciencia humana que en la bondad de Dios.

[2349] 11. No dejándole varón alguno: sobre el término hebreo que corresponde a esta traducción véase 14, 10 y nota. Cf. I Reyes 25, 22.

[2350] 19. A causa de sus pecados: San Jerónimo vierte: en sus pecados; lo cual indicaría que se condenó.

[2351] 24. La nueva capital Samaria estaba situada a 12 kilómetros al noroeste de Siquem, en un monte de 443 metros de alto, rodeado de fertilísimos campos y viñedos. Su posición e importancia la pinta Isaías (28, 1) llamándola “corona de soberbia de los embriagados de Efraím”. La ciudad fue destruida por los asirios (722 a. C.), y una segunda vez por Juan Hircano en 109 a. C. Herodes la reconstruyó en honor de Augusto y le dio el nombre de Sebaste (Augusta), hoy día Sebastiye. Fue sepultado allí, según la tradición, San Juan Bautista, sobre cuya tumba los cristianos levantaron una iglesia, de la cual subsisten solamente las ruinas.

[2352] 33. Una aschera. Véase 14, 23; 15, 13 y notas.

[2353] 34. Véase la maldición de Josué en Josué 6, 26, que aquí se cumple al pie de la letra. Según Bover-Cantera se trataría de los hijos del rey Acab, muertos durante la reconstrucción de Jericó o sacrificados conforme a la costumbre cananea, que exigía el sacrificio de un niño al poner la primera piedra de una ciudad. Otros exégetas ven con más probabilidad en los niños sacrificados a los hijos de Hiél.

[2354] 1. Como otro Melquisedec aparece repentinamente el profeta Elías. Nada dice la Sagrada Escritura de su familia ni de su vocación al duro cargo de profeta que desempeñó con una intrepidez nunca vista en el reino de Israel. Tesbita: de Tesbe o Tisba, ciudad de Galaad, hoy Mar Elías, que significa San Elías.

[2355] 9. Sarepta, hoy Sarafand, ciudad de Fenicia, al norte de Tiro. La viuda pagana, a la cual fue enviado el profeta, representa, en sentir de San Agustín, la Iglesia de los gentiles, “Ecclesia gentium” que formamos nosotros, llamados misericordiosamente, desde la orfandad del paganismo, a compartir la herencia del pueblo escogido Israel. Cf. Efesios 2, 12 ss.; Romanos 11, 17 ss.

[2356] 15. La viuda de Sarepta es uno de los grandes ejemplos bíblicos de lo que es la fe, semejante a la de Abrahán. Sin ninguna garantía visible, y apoyada solo en el crédito que ella da a la palabra de Elías, no vacila en dar a este lo único que tenía para no morir de hambre ella y su hijo. Ni siquiera sospecha del aparente egoísmo del profeta, que pretende comer antes que ella. ¡Oh lección admirable y digna de ser recordada cada día y a cada instante! Porque lo que nos falta siempre es eso: la fe, el dar crédito a Dios sin dudar, sin temer que fallen sus promesas, como no le fallaron a Abrahán, ni a esta viuda, ni a nadie que haya puesto en el Señor su confianza. Comentando este pasaje, dice San Jerónimo: “La viuda de Sarepta, a punto de morir de hambre juntamente con sus hijos, obtuvo comida para alimentar al profeta; de manera milagrosa se llenó la alcuza de aceite, y el que había venido para comer, dio comida... En nuestros días muchos parecen expresar, aunque no con palabras sino por sus obras y su vida: Fe y misericordia no tengo; pero lo que tengo, plata y oro, no te lo doy” (A Eustoquia). Imitador de aquella noble viuda de Sarepta fue San Exuperio, obispo de Tolosa, del cual dice San Jerónimo que, “padeciendo él mismo, daba de comer a otros, y teniendo el rostro pálido por sus ayunos, sufría por el hambre de los demás y daba toda su hacienda a las entrañas de Cristo, que son los pobres” (A Rústico). Reconozcamos cuán lejos estamos de esa fe, y pidámosla con ansia al Único que puede darla, diciendo como los Apóstoles a Jesús: “¡Auméntanos la fe!” (Lucas 17, 5). “Felices cuantos confían en Él” (Salmo 2, 13).

[2357] 18. La buena mujer está convencida de que por no haber tratado al profeta con el debido respeto, Dios la castigaba con la muerte de su hijo. Vuelve a hacer un acto de fe en Dios, entregando sin vacilar el niño al santo varón, y el Señor que ya había premiado su fe con el milagro de los alimentos vuelve a premiarla con el milagro de la resurrección.

[2358] 20. “Sencilla pero ardiente súplica del profeta, que de una manera admirable hace valer su derecho a ser atendido, mostrando que es para Dios una cuestión de honor el compadecerse de la viuda que con tanta generosidad ha recibido al enviado de Yahvé” (Fillion).

[2359] 21. Tendiéndose tres veces sobre el niño, como para hacer pasar su propia vida al cuerpo muerto del niño: imagen admirable, dice San Agustín, de lo que hizo el Verbo Divino para la resurrección espiritual del hombre. De manera semejante se comporta el profeta Eliseo en IV Reyes 4, 34, y San Pablo en Hechos 20, 10.

[2360] 1. En el tercer año: Según Lucas 4, 25, la sequía duró tres años y medio. Para solucionar la dificultad, hay que tomar como años completos, a la manera de los judíos, los últimos meses del año primero, y los primeros del último. La sequía se extendió, pues, sobre 19-20 meses. Compárese el cómputo de los tres días de Cristo en el sepulcro, los cuales se suman del mismo modo.

[2361] 3. En plena corte de Acab, cuya maldad superó a la de todos (21, 25), Dios conserva fiel el corazón del mayordomo Abdías, mostrándonos que la maldad del mundo no puede quitarnos su amor (Romanos 8, 35; Gálatas 1, 4). “Este Abdías era lo que su nombre significa: un verdadero siervo de Yahvé, uno de los siete mil que no habían doblado su rodilla ante Baal (19, 18)” (Nácar-Colunga).

[2362] 12. Hay en la Biblia varios ejemplos de traslado por el Espíritu de Dios. El profeta Ezequiel fue trasladado dos veces por el Espíritu (Ezequiel 3, 14 s.; 11, 1) y otras veces más “en visión” por el mismo Espíritu. Cf. también Daniel 14, 35.

[2363] 19. El monte Carmelo es una montaña que sale desde Samaria avanzando, en forma de promontorio, hasta el mar Mediterráneo. Su altura máxima es de 552 metros. El lugar donde Elías se encontró con los falsos profetas, se halla, si seguimos la tradición, en el extremo sudeste del monte, donde más tarde se levantó una iglesia y se conserva todavía hoy el sitio en el nombre de El Muhraka, que quiere decir: lugar de la combustión, o del sacrificio. El Carmelo era, desde antiguo, lugar preferido de los anacoretas, hasta que en el siglo XII San Bertoldo y su sucesor Bucardo los reunieron bajo una regla común, la de los Carmelitas, que conservan allí su casa madre. Debajo del altar mayor del convento actual, se ve la gruta del profeta Elías (Schuster-Holzammer).

[2364] 21. Esta célebre expresión de Elías plantea el íntimo problema de la sinceridad para con Dios, que es lo único que Él nos pide: no tener dolo, como dice Jesús de Natanael (Juan 1, 47). Dios se manifiesta a quien lo busca con sencillez de corazón. Si no le damos el corazón amándolo con un amor de preferencia —esto es, “sobre todas las cosas”, como exige el primero de los mandamientos— en vano queremos ofrecerle otras prácticas. El Señor detesta al que lo alaba mientras su corazón está lejos de Él (Mateo 15, 8 y 9; Isaías 29, 13). Por eso el Apóstol Santiago (4, 8) nos urge a dejar el ánimo doble, y San Juan nos enseña que el amor del Padre no reside en aquel que ama al mundo (I Juan 2, 15; cf. Lucas 16, 13). Jamás podrán ir juntas la verdad y la mentira, las cosas del espíritu y las de la carne. No podemos disfrutar del cielo y vivir según la tierra. La fluctuación de nuestros afectos viene de la fluctuación en nuestras ideas, pues es sabido que “la voluntad sigue a la inteligencia”. El Apocalipsis enseña que a los tibios Dios los vomita de su boca. Esta terrible frase, que Dios dirige a la Iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3, 16), está citada en la primera Encíclica de Pío XII con referencia a la época presente.

[2365] 28. Era propio del rito pagano sajarse con cuchillos en honor del Ídolo; costumbre que tiene aún su paralelo en los ritos de los derviches mahometanos, faquires de la India y varias tribus salvajes. La Ley lo prohibía (Deuteronomio 14, 1). Véase Jeremías 16, 6.

[2366] 32. Dos medidas, en hebreo, dos satos. El sato contenía entre 12 y 13 litros.

[2367] 40. Fueron muertos, según disponía la Ley, por haber cometido el crimen de idolatría (Deuteronomio 13, 6 ss.). El recuerdo del tremendo castigo se mantiene en el nombre del arroyo Cisón que corre por el norte del Carmelo y se llama hoy “Nahr el Mukatta”, es decir, arroyo de la matanza.

[2368] 43. El número 7 tiene en muchos pasajes un significado simbólico y místico. Cf. IV Reyes 5, 10; Salmo 118, 164; Proverbios 24, 16; Mateo 18, 22, etc.

[2369] 44. Pequeña como la palma de la mano de un hombre. En la nubecilla ven algunos Padres una figura de la Santísima Virgen, la cual también apareció imperceptiblemente, llevando en su purísimo seno al Salvador tanto tiempo deseado por la humanidad. Elías, orando para que cayera lluvia sobre la tierra, es figura de Jesucristo quien intercedió ante el Padre para que descendiera la lluvia de la gracia sobre la humanidad caída.

[2370] 46. Elías es también figura del Bautista: ambos son precursores, es decir, corren delante de otro. Aquí Elías hace simbólicamente con el rey lo que Juan hará con el Mesías (Lucas 1, 17; Malaquías 4, 6; Mateo 11, 14).

[2371] 4. ¡Basta, ya, oh Yahvé!: El profeta se había consumido en santo celo y luchado contra los falsos profetas y sacerdotes de Baal (capítulo 18), mas ahora el desaliento se apodera de él al ver que ha trabajado en vano. “Elías pidió la muerte para no tener que ver más cómo el pueblo de Israel ofendía al Dios que siempre lo había colmado de bondad y había hecho con él una alianza a la cual fue infiel; al Dios que le había hecho promesas sublimes en las cuales no creyó y le había mandado profetas que le reprochaban su infidelidad y su ingratitud y a los que mató.”

[2372] 8. El monte Horeb es el mismo monte que el Sinaí. El pan milagroso con que se alimentó el profeta, es figura de la Eucaristía, que nos sostiene en la peregrinación de esta vida. El ayuno de cuarenta días (sobre el significado del número 40 véase II Reyes 5, 1 ss. nota) es semejante al de Moisés en aquel mismo monte, donde recibió la Ley. Igual paralelismo entre ambos personajes vemos en el Tabor (Mateo 17, 17); donde Moisés representa la Ley, y Elías, los profetas. Al bajar del monte de la Transfiguración Jesús anuncia la vuelta de Elías como precursor de su segunda venida al fin del siglo, así como el Bautista lo había sido de la primera (cf. Malaquías 4, 5). De ahí que muchos creen que Elías ha de ser uno de los dos testigos que vendrán al fin (Apocalipsis 11), y que él promoverá la conversión de Israel. Véase Zacarías 4, 3 y 14. No así Allo, Buzy y otros.

[2373] 9 ss. Esta teofanía tiene mucha semejanza con la de Éxodo 33, 18-23 y comparte con ella, a lo que parece, el mismo escenario. La aparición de Dios en la brisa suave y apacible enseña al profeta a suavizar su temperamento fogoso e imitar al Padre celestial, quien es benigno y paciente con los pecadores, pues el celo debe ir unido con la mansedumbre.

[2374] 11. Yahvé no estaba en el terremoto (Vulgata: non in commotione Dominus). “A la manifestación de Yahvé suele preceder una manifestación sensible: aquí es, primero, el viento; Yahvé no está en el viento; luego una sacudida o terremoto; tampoco está aquí el Señor. Non in commotione. Ya se ve cuán lejana y mal traída es la acomodación corriente de este texto” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación p. 269).

[2375] 15 s. Otro consuelo para Elías: dos nuevos reyes castigarán los pecados dé Acab y Jezabel, y un nuevo profeta aparecerá en Israel. De estas tres misiones dadas a Elías, las dos primeras serán cumplidas por su discípulo Eliseo (IV Reyes 8, 7-19; 9, 1-6).

[2376] 18. San Pablo cita esta promesa del Señor como divina respuesta al celo dolorido de Elías, y aplica esa hermosa esperanza a la futura conversión de todo Israel, que él mismo nos anuncia para los últimos tiempos (Romanos 11, 3 ss.). Le han besado. Los paganos tenían la costumbre de besarse la mano al pasar junto a una estatua como para trasmitirle el beso. Cf. Job 31, 27. De esta costumbre pagana viene, como observa Vaccari, la palabra “adorar” (de os, oris = boca, y la preposición ad).

[2377] 19 s. Le echó su manto encima; acto simbólico para invitarle a hacerse cargo de la misión profética. La vocación de Eliseo recuerda en mucho la de los apóstoles (véase Mateo 9, 9; Juan 1, 35 ss.). En cuanto al último punto (versículo 20), el Evangelio es más categórico (Mateo 10, 37; Lucas 9, 57-62; 14, 26).

[2378] 1. En los LXX este capítulo viene después del 21.

[2379] 10 s. Los dos reyes usan expresiones hiperbólicas y proverbiales. Benhadad quiere decir: mis toldados son mil veces más numerosos que los tuyos y destruirán a Samaria sin dificultad alguna. El rey de Israel contesta con otra locución proverbial, que significa: No se canta victoria antes de la batalla.

[2380] 13. Un profeta: Este, como los aludidos en los versículos 22, 28, 35, etc., fue sin duda uno de los salvados por Abdías (cf. 18, 4).

[2381] 20. La humillación del rey de Siria por medio de algunos criados de Israel, es la respuesta de Dios a aquel rey orgulloso que confiaba en sus fuerzas bélicas; es a la vez una advertencia a Acab para que no atribuya la victoria a sus propias fuerzas.

[2382] 23. “Todos los pueblos orientales, a excepción de los judíos, atribuían sus victorias y sus derrotas al poder o a la debilidad de sus dioses” (Vigouroux, Polyglotte). También creían que cada lugar tenía su dios tutelar. En versículo 28 el Dios de Israel reivindica de nuevo, como en 18, 35, su título de único Señor de todo el universo. Todo nos lo da el Padre, hasta su propio Hijo, su Espíritu Santo y la participación de su naturaleza divina y de su misma felicidad eterna e infinita. Pero el honor es para Él solo. Así lo dice Él mismo en Isaías 42, 8 y 48, 11; y así lo enseña San Pablo en I Timoteo 1, 17, Cf. Salmo 148, 13 y nota.

[2383] 26. Afec, ciudad de la llanura de Jesreel (Esdrelón), situada entre Samaria y Galilea. Cf. I Reyes 29, 1.

[2384] 31. Saco es en la Biblia nombre de cilicio. Era un paño áspero con que se vestían los que estaban de luto o hacían penitencia. Cf. Génesis 37, 34; Jonás 3, 6.

[2385] 34. Basares; literalmente calles. La concesión de bazares en una ciudad extranjera significaba cierto control económico y apoyaba la influencia política del concesionario. De esta manera se formó en la capital siria una colonia israelita, lo cual no contribuyó poco a depravar la religión de Israel. De ahí la oposición de los profetas (versículo 35 ss.).

[2386] 35. Uno de los hijos de los profetas: Así se llamaban los discípulos de los profetas que vivían juntos en una escuela de profetas. Cf. I Reyes 10, 10; 19, 18 ss.; IV Reyes 3, 2; 4, 38; 6, 1. Aquí se trata probablemente del profeta Miqueas (cf. 22, 8).

[2387] 36. Hay aquí una doble e importante lección moral. El acto de herir a su compañero —cosa ordinariamente mala— era aquí buena, pues así lo quería el Señor. A la inversa, la clemencia de Acab con el rey vencido —cosa ordinariamente buena— fue mala en este caso, según se ve más adelante. Hemos de aprender así que la suprema norma de todo bien es, exclusivamente, la voluntad de Dios, único Autor y Dueño del universo y primera fuente de toda verdad y justicia.

[2388] 40. Para dar a conocer al rey que había merecido un castigo, el profeta hace uso de un artificio semejante al de Natán (II Reyes 12, 1 ss.), de manera que el rey pronunciando la sentencia contra el profeta se condena a sí mismo.

[2389] 2. Dame tu viña: “¡Oh rico avaro!, exclama San Ambrosio, comentando este pasaje: ¡No sabes cuán pobre eres tú, que dices ser rico! Cuanto más tienes, más codicias; y aunque alcances la opulencia, te parece que todavía no tienes bastante. El oro alimenta la avaricia, y no la apaga. La codicia tiene innumerables grados; cuanto más alcanza más quiere alcanzar; cuanto más sube, de más alto viene a caer.

[2390] 3. La Ley insinuaba no vender la herencia paterna, excepto en caso de extrema necesidad, y entonces con el derecho de reclamarla en el año jubilar (Levítico 25, 13 ss.; Núm. 36, 7 ss.).

[2391] 9. Promulgad un ayuno: “¡Abominable crimen predicar el ayuno para cometer un homicidio!” (San Juan Crisóstomo). “Como mujer inteligente y despótica, halla pronta salida al negocio. Manda convocar un día de penitencia por los males que sufrían o que podían amenazar. Era ocasión de que todos hicieran examen de su conducta y confesión de sus pecados ante Dios; lo era también de delatar el crimen de alguno que pudiera sospecharse fuera causa del mal. Nabot iba a ser la víctima expiatoria, que traería la remoción de la supuesta calamidad” (Nácar-Colunga).

[2392] 10. Hijos de Belial: es decir, hombres malvados. El mismo soborno de testigos falsos y la misma acusación de blasfemia contra Dios y de rebeldía contra el César, hallamos en la Pasión del Divino Redentor.

[2393] 13. La Ley disponía para el pecado de blasfemia la pena de muerte (Levítico 24, 16).

[2394] 19. La profecía se cumplió en Acab mismo (versículo 38), y más aún en su hijo Joram (IV Reyes 9, 21 ss.).

[2395] 20. Aquí vemos nuevamente la fortaleza del fogoso profeta (18, 15 y 19, 13).

[2396] 21. Todos los varones: Sobre la correspondiente locución hebrea véase 14, 10; 16, 11; I Reyes 25, 22 y notas. Vulgata: hasta los perros.

[2397] 24. Véase el cumplimiento de este vaticinio en IV Reyes 9, 33 ss.

[2398] 29. “Donde vemos que, porque se mudó Acab el ánimo y el afecto con que estaba, mudó también Dios su sentencia. De donde podemos colegir, para nuestro propósito, que aunque Dios haya revelado o dicho a un alma afirmativamente cualquier cosa en bien o en mal, tocante a la misma alma o a otras, se podrá mudar en más o menos, o variar, o quitar del todo, según la mudanza o variación de afecto de la tal alma o causa sobre que Dios se fundaba” (San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo, II, 18). “Si Dios detiene su ira ante la sombra y apariencia de la penitencia, dice San Gregorio Magno, ¡cuán eficaz no será el arrepentimiento verdadero!” Y San Ambrosio escribe: “Caer en el pecado es propio de nuestra miseria, arrepentirse es acto de virtud.” ¡Tal es la magnanimidad de Dios, que nos computa como un mérito lo que apenas parece la más elemental obligación!

[2399] 2 ss. Véase II Paralipómenos 18, 2 ss.

[2400] 6. Se trata aquí de profetas de Baal. El único profeta del Señor era Miqueas (versículo 8). Este mismo es sin duda el que apareció en 20, 35 ss.

[2401] 15. Miqueas alude en tono irónico a las profecías de los falsos profetas. De ahí que el rey le conjure en nombre del Señor para que diga toda la verdad.

[2402] 17. Esta visión profética quiere decir: Israel y su rey serán derrotados. El símil de las ovejas sin pastor, es usado por el mismo Jesús cuando se compadece de las multitudes (Mateo 9, 36).

[2403] 19 ss. Por faltarles el Espíritu de Dios que es Espíritu de profecía (I Corintios 12, 10) y garantía de la verdad, los profetas de Baal no acertaron a encontrar el pensamiento divino. La ausencia del Espíritu de Yahvé los llevaba necesariamente a entregarse al espíritu de la mentira, que es Satanás. Pero vemos también que el espíritu maligno no puede engañar a nadie sin el permiso de Dios. Recuérdese el caso de Job 1, 12. El engañar es la función por excelencia de Satanás, la primera que la serpiente ejerció con nuestra madre Eva (Génesis 3), y la última que ejercerá en los días del Anticristo con toda clase de prodigios mentirosos (II Tesalonicenses 2, 9-12). Por eso Jesús le llama mentiroso y padre de la mentira (Juan 8, 44). Muchas preciosas lecciones nos da la Biblia para precavernos de los falsos profetas. Véase Mateo 7, 15; II Corintios 11, 14; Jeremías 8, 10; 23, 32; Deuteronomio 18, 20; Zacarías 13, 3; 13, 11 ss.; II Pedro 2, etc.

[2404] 26. Hijo del rey: La Vulgata vierte: Hijo de Amelech, que etimológicamente significa lo mismo.

[2405] 30. Se disfrazó porque temía que se cumpliera la profecía de Miqueas. Según el versículo 32 parece que hubo perfidia en Acab, quien así había procurado que Josafat fuese atacado en lugar suyo, como efectivamente sucedió.

[2406] 41 ss. Véase II Paralipómenos 20, 31 ss.

[2407] 44. No se dice a quién ofrecían los sacrificios y el incienso; probablemente a Yahvé, y no a los ídolos de los cananeos. Sin embargo, estaba prohibido ofrecer sacrificios fuera del Santuario de Jerusalén.

[2408] 47. Los hieródulos. Vulgata: los afeminados. Véase 14, 24 y nota.

[2409] 49. Sobre Ofir véase 9, 26 s. y nota.

[2410] 1. Sobre las cuestiones introductorias véase el III libro de los Reyes.

[2411] 2. Beelzebul, que significa “Baal” (señor) de las moscas, era nombre del ídolo de Acarón, una de las cinco ciudades de los filisteos. Ese ídolo representaba la exuberante fecundidad de la naturaleza, que se muestra en las moscas. Opinan algunos que por medio de ellas se daban oráculos a los consultantes. Los judíos usaban el nombre para designar al príncipe de los demonios (Mateo 10, 25; 12, 24; Marcos 3, 22; Lucas 11, 15). El texto griego dice Beelzebul, lo que significa: Baal del estiércol.

[2412] 8. Cubierto de una piel velluda. Vulgata: un hombre peludo. Se puede pensar también en un hombre vestido con túnica tejida de pelos. Este vestido y el cinto de cuero son semejantes a la zamarra de San Juan Bautista (Mateo 3, 4). Estos dos grandes predicadores predicaban penitencia no solo con la boca, sino también con las obras.

[2413] 12. Dios hace siempre nuevos milagros para acreditar de nuevo a su profeta, quien a causa de la persecución había buscado amparo en una cueva.

[2414] 15. Nótese cómo aquí y en el Versículo 3, Elías no obra por iniciativa propia, sino que se apoya en la palabra de Dios. De ahí la nueva prueba de fortaleza que da, frente al rey este hombre cuya timidez vimos en III Reyes 19, 3.

[2415] 3. Los hijos de los profetas: Cf. III Reyes 20, 35 y nota. “Eran verdaderas congregaciones, organizadas perfectamente, establecidas por lo común cerca de los lugares de veneración religiosa especial, y a cuyos miembros se les daba el nombre de «hijos de los profetas»; «hijos en el sentido semítico de socio de una corporación»” (Ricciotti, Historia de Israel, número 422). Sin embargo, el espíritu sopla donde quiere (Juan 3, 8). De ahí que los grandes profetas no recibieran su formación en las “escuelas de los profetas”, sino que fueran llamados al cargo de profetas directamente por Dios.

[2416] 9. Doble porción de tu espíritu: Los profetas son “hombres del Espíritu”. El Espíritu de Dios viene de ellos de tal manera que no es más el profeta el que habla sino el Espíritu del Señor. Eliseo pide doble porción de espíritu porque se siente en sentido espiritual primogénito de Elías, y los primogénitos tenían doble porción de herencia (Deuteronomio 21, 17). Santo Tomás entiende por duplicado espíritu el don de profecía y el don de milagros, de los cuales Eliseo obró mayor número que su maestro. Véase Eclesiástico 48, 13-15.

[2417] 11. La milagrosa subida de Elías al cielo ha ocupado mucho a los Padres de la Iglesia. Dice, por ejemplo, San Ambrosio: “Elías fue recibido en el cielo con su cuerpo en un carro de fuego, es decir, por medio de los ángeles que son espíritu y fuego ardiente”. El carro de fuego significa el alma fogosa del gran profeta, el mayor después de Moisés, y, por decirlo así, el segundo Moisés. Elías volverá para predicar penitencia y preparar los corazones para la segunda venida de Cristo (véase Malaquías 4, 5; Apocalipsis 11, 3). Ya apareció por segunda vez en cierto sentido, en el precursor de la primera venida de Cristo, San Juan Bautista (Mateo 11, 13 s.; 17, 11 s.). De ahí que Jesús aplique a este misterio la fórmula. “Quien tiene oídos oiga” (Mateo 11, 15). Según un principio hermenéutico de San Jerónimo se esconde en tales casos bajo el velo de la letra un sentido oculto que se nos invita a escudriñar (cf. Mateo 13, 9 y 43; 24, 15; Marcos 4, 9 y 23; 7, 16; 13, 14; Lucas 8, 8). “Es decir, se insinúan en el caso dos sentidos, el uno literal, y el otro místico o espiritual de buena ley, en sus especies de típico, simbólico, parabólico y demás. Y según esto en la expresión «él es Elías» (Mateo 11, 14), bajo la letra que alude al gran profeta, tenemos indicado al gran Bautista, que es un Elías en espíritu. Es solución que, como sabemos, dio ya San Gregorio (Homilía 7 in Ev.), y no hay por qué enmendarle la plana en este punto” (Ramos García, Estudios Bíblicos, 1949, pág. 114). Elías es bajo muchos aspectos, figura de Cristo: se retira al desierto, ayuna cuarenta días, come el pan maravilloso de los Ángeles, símbolo de la Sagrada Eucaristía, y es llevado milagrosamente a los cielos. Cf. su gran elogio en Eclesiástico 48, 1-12 y I Macabeos 2, 58.

[2418] 12. Carro de Israel y su caballería. Vulgata: Carro de Israel y conductor suyo; lo que quiere decir que Israel perdía en Elías a su conductor espiritual. Dos grandes personajes ha deparado Dios al pueblo escogido, como especiales protectores, no obstante sus muchas ingratitudes: el Arcángel San Miguel y Elías. Ambos caudillos tienen reservada una acción decisiva para los últimos tiempos en los esplendorosos misterios de la conversión prometida a Israel (Romanos 11; Daniel 10, 21; 12, 1 ss.; Apocalipsis 12, 7 ss.; Eclesiástico 48, 1 ss.; Malaquías 4, 5; Mateo 17, 11; Apocalipsis 11, etc.).

[2419] 13. El manto que se le habla caído a Elías. “El profeta Elías, corriendo hacia el Reino de los cielos, no puede ir con capa, y deja sus vestiduras al mundo inmundo” (San Jerónimo. Ad Julián.). San Crisóstomo aprovecha este detalle para elogiar la pobreza de Elías quien no dejaba otra cosa que su áspero vestido de profeta. “Dime, dice el santo Doctor, ¿quién más pobre que Elías? Pero por esto superaba a todos los ricos, porque siendo tan pobre, eligió la misma pobreza por la opulencia de su alma... Que si hubiese apreciado las cosas materiales, no habría poseído solo el vestido tosco; pero así condenó la vanidad de la vida y despreció todo el oro como vil lodo para no tener nada más que aquel único vestido. Mas con todo el rey necesitaba del pobre, y el que tenia tanto oro, ansiaba las palabras de quien no poseía más que su zamarra” (Homilía II de las Estatuas).

[2420] 14. ¿Dónde está ahora Yahvé?: Eliseo, testigo de la ascensión de Elías, se quejaba, porque estaba solo; los apóstoles admiraron también la ascensión de su Maestro, pero sin sentirse abandonados, porque esperaban la venida del Espíritu Santo.

[2421] 18. Lección contra el celo indiscreto que, con apariencia de buena voluntad, esconde un porfiado apego a la propia opinión.

[2422] 21. La sal no fue el medio físico para hacer potable el agua, sino solamente un signo simbólico. Como la sal sazona los manjares, su uso simboliza lo sabroso y delicioso del agua después de la intervención del profeta. La Iglesia se refiere a este milagro en la bendición del agua. La fuente donde el profeta hizo el milagro, se llama hoy “Fuente del Sultán” (Ain es-Sultán). Nace al pie de la Jericó antigua y provee de agua potable a toda la ciudad.

[2423] 23. Los idólatras de Betel (III Reyes 12, 29) enseñaron a sus hijos esta burla. Eliseo la toma como un insulto hecho a Dios, y el Señor ratifica terriblemente su maldición (San Crisóstomo). De todos modos es esta una fuerte lección para los niños —o adultos— burlones, que so pretexto de diversión o buen humor suelen faltar a la caridad y aun al respeto debido a la Majestad divina. Cf. Eclesiastés 7, 7.

[2424] 4. El rey Mesó se erigió en aquel tiempo (798 ó 797 a. C.) un monumento de piedra, en el cual se atribuye triunfos sobre Amrí y Acab, reyes de Israel, y se exalta a sí mismo diciendo que Israel ha perecido para siempre. El monumento, descubierto en 1869, es conservado en el Museo del Louvre. Es la primera inscripción hebraica que llegó hasta nosotros. Fue encontrada por un misionero (Klein) y publicada por Clermont Ganneau.

[2425] 9. Para atacar a los moabitas por la espalda tomaron el camino del desierto, dando vuelta al Mar Muerto por el sur, donde no había agua.

[2426] 13. He aquí una prueba de cómo hablaban los profetas con los reyes y poderosos. Los falsos profetas, en cambio, recurrían a la adulación (cf. III Reyes 22, 6 ss.) y recibían grandes regalos.

[2427] 15. El instrumento de música servía para elevar el corazón a Dios y prepararle para el espíritu profético (San Gregorio Magno). La música calma el ánimo excitado del profeta y lo dispone a recibir la revelación (cf. Sto. Tomás, Suma Teológica II-II, q. 172, a. 3). Cf. I Reyes 16, 23. Para los falsos profetas la música servía de instrumento de autosugestión, como lo observamos hoy todavía en los derviches. Particularmente estos seudoprofetas que no tenían vocación y cursaban un seminario de profetas, imitaban los métodos de autosugestión y sobre todo las prácticas extático-frenéticas de los profetas de Baal.

[2428] 23. Esta es sangre: Observa al respecto el Padre Lagrange: “Los que han visitado las orillas meridionales del Mar Muerto saben que extraños colores cambian a veces el aspecto de las cosas. Nosotros hemos visto el Mar Muerto verdaderamente rojo en la tarde del 1° de noviembre de 1897. Los moabitas, seguros de que no había agua en el campo de Israel, tomaron por sangre el agua enrojecida por la aurora.”

[2429] 25. Kir Haróset (Vulgata: Los muros de ladrillo), probablemente idéntica con Kir Moab, actualmente El-Kerak. En el oráculo sobre la ruina de Moab, la ciudad se llama Kir Hares (Isaías 16, 11).

[2430] 27. Si sacrificio de su propio hijo, ofrecido al dios Moloc, parecía al supersticioso rey moabita el último recurso para aplacar a su cruel ídolo y ganar la victoria. Los israelitas horrorizados por el desesperado sacrificio, levantaron el sitio y abandonaron el país, devastado, en el cual un ejército ya no podía vivir.

[2431] 1. El acreedor tenía el derecho de vender al deudor y sus hijos o emplearlos como siervos hasta el séptimo año (Levítico 25, 14).

[2432] 2. La Vulgata agrega: para ungirme. Los hebreos acostumbraban ungirse; el omitirlo era prueba de luto o penitencia. Cf. Mateo 6, 17.

[2433] 7. El aceite de la viuda se detuvo porque no cabía más en los vasos. Así da también Dios sus dones a cada uno según su capacidad individual. Al que tiene menos fuerzas le da más, y el que tiene mucho recibe poco. La Virgen nos enseña que la abundancia será para los hambrientos (Lucas 1, 53; cf. I Reyes 2, 5; Salmo 33, 11). San Agustín ve en el aceite un símbolo de la caridad. “Ved, dice el gran Doctor, a aquella viuda de que nos habla el libro de los Reyes: En tanto que tuvo aceite en su propia vasija no tuvo bastante ni para ella ni para sus acreedores. Así el que solo se ama a sí mismo, no puede ni bastarse ni pagar lo que debe por sus pecados. Pero cuando empieza a derramar el aceite de la caridad en los vasos del prójimo, entonces tiene suficiente para sí mismo y paga las deudas que ha contraído. Tal es la naturaleza de la caridad cristiana y fraternal, que se aumenta con sus dones y cuanto más se derrama más se acrecienta. Si dais el pan de la caridad, os quedará entero, y aunque lo partieseis con todos los hombres, nada os faltaría” (Sermón 206).

[2434] 10. Para albergar a los huéspedes, se solía habilitar un cuarto sobre el techo de la casa, la cual, por regla general, no tenía más que un piso. Este aposento se llamaba “cenáculo”. Cf. el Cenáculo de Jerusalén (Hechos 1, 13 y nota). Esta familia es colmada de bendiciones, desde que hospedó al varón de Dios. Jesús promete premio especial al que recibe a un profeta o a un justo por ser tales, es decir, por ser amigos de Dios (Mateo 10, 41).

[2435] 14. Lo más grande a que podía aspirar la mujer israelita era tener un hijo, del cual esperaba podría salir el Mesías. Es sobre todo por eso que la esterilidad era mirada como un oprobio. Véase I Reyes 1 y 2; Jueces 11, 37; Lucas 1, 25.

[2436] 23. De aquí se colige que los temerosos de Dios del reino de Israel que no tenían acceso al Templo de Jerusalén, se reunían en día de sábado y en las fiestas con los profetas que vivían en su país.

[2437] 31. No ha despertado: Los Padres ven en el báculo una figura de la inutilidad de la Ley, que no podía dar la vida. Fue necesario que el Hijo de Dios se encarnase, reduciéndose a nuestra naturaleza humana como Eliseo se encogió sobre el cuerpo del niño. Lo mismo hicieron Elías (III Reyes 17, 21) y San Pablo (Hechos 20, 10). En Hebreos 11, 35 el Apóstol deja constancia de que estas resurrecciones fueron obra de la fe.

[2438] 38. Admiremos en la sobriedad de este relato la incomparable elocuencia de la divina Escritura, donde no hay palabra de más, ni de menos. El que se acostumbra a la lectura bíblica, difícilmente se deja seducir por los escritos de los hombres.

[2439] 39. Coloquíntidas, plantas de la familia de las cucurbitáceas, cuyos frutos, en forma de naranja, producen vómitos y cólicos, por lo cual el pueblo la llama “hiel de la tierra”, o “hierba de la muerte”. “El varón de Dios no se enojó contra los cocineros, porque no estaba acostumbrado a una mesa mas regalada. Echó solamente un poco de harina encima y mitigó de esta manera el sabor amargo en virtud del mismo espíritu con que Moisés endulzó las aguas de Mará” (San Jerónimo a Eustoquia).

[2440] 42. Primicias: viviendo en el reino de Israel y no pudiendo llevarlas al Templo de Jerusalén, las ofrecía a los profetas del Señor.

[2441] 43. El criado responde de la misma manera que los apóstoles a Jesús en la primera multiplicación de los panes (Juan 6, 5 ss.).

[2442] 1 ss. Eliseo es el gran taumaturgo entre los profetas. Los numerosos milagros que Dios hizo por medio de él, tenían por objeto acreditar la verdadera religión y desacreditar el culto de Baal. Por la curación de un extranjero, Naamán de Damasco, el nombre de Dios se propaga aun entre los pueblos paganos, entre los cuales había siempre hombres justos y gratos a Dios, pues como dice San Pedro, “en todo pueblo le es acepto el que le teme y obra justicia” (Hechos 10, 35).

[2443] 5. El siclo grande pesaba 16,83 gr., el talento 58 o 26 kilos.

[2444] 6. Según los conceptos de los reyes totalitarios de Oriente, el príncipe de un país tiene también poder sobre los profetas. Por eso dirige el rey de Siria al de Israel la extraña petición de curar a su general leproso.

[2445] 10. El profeta no atiende personalmente a Naamán, para poner a prueba la fe del enfermo, cuya protesta cede ante la sabia observación del Versículo 13.

[2446] 14. La ablución en el Jordán no produjo por si misma la curación sino que tuvo carácter simbólico. Jesucristo emplea el mismo símbolo en la curación de un ciego (Juan 9, 7 y 17). El número siete era un número sagrado que simbolizaba la idea de la plenitud y perfección (cf. Lucas 14, 7 y nota). El caso de Naamán es citado por Jesús en Lucas 4, 27.

[2447] 16. No aceptó nada: a pesar de ser tan pobre como hemos visto en 4, 38 ss.

[2448] 17. El general sirio cree que cada dios tiene su propio territorio, por lo cual se lleva una porción de tierra para fundamento de un altar en honor del Dios de Israel. Naamán es figura de los gentiles que han de abrazar la religión de Cristo.

[2449] 18. Parece que el profeta soluciona este caso de conciencia en sentido afirmativo y otorga, al menos en forma tácita, la autorización pedida, teniendo en cuenta que la participación de Naamán en el culto idolátrico era solo un acto exterior (Menochius, Cornelio a Lapide, etc.). Hoy todavía los cristianos de Damasco muestran la casa de Naamán en las ruinas de una iglesia.

[2450] 19. Estaba ya a cierta distancia. Vulgata: era entonces la mejor estación del año.

[2451] 20. Sacar ventaja, enriquecerse gratis: he aquí lo que es el móvil de sus ingeniosos esfuerzos. Y todo le sirve para labrarse la propia ruina. Cf. lo que enseña San Pablo (I Timoteo 6, 9) y la norma que da Cristo (Mateo 10, 8).

[2452] 27. Giecí no había dado importancia a su mentira, pues sabía que Naamán estaba dispuesto a regalar una fortuna por el hecho de verse curado de la lepra. Así, considerando que su amo no aceptaba nada, no tuvo reparo en pedir algo que para Naamán fuese insignificante. Desde luego no quiso manifestar este pedido suyo a su amo y, por eso, negó que se había ausentado para encontrar a Naamán. De ahí que la codicia de Giecí mereciera el castigo de la lepra, que es símbolo del pecado. Su conducta era, además, apta para poner en peligro la fe del neo convertido. “Comete un delito de simonía vendiendo de algún modo la gracia de la curación que su amo había hecho gratuitamente” (Scío).

[2453] 5. Cf. 4, 38 ss. A eso llegaba la pobreza de estos hombres de Dios; ni siquiera disponían de un hacha propia. Pero disponían del poder de Dios para hacer milagros. Cf. el caso de San Pedro en Hechos 3, 6.

[2454] 6. En este leño que hace flotar el hierro vemos la eficacia de la Cruz en que Cristo, por su mérito, levanta al hombre hundido por la culpa (San Ambrosio).

[2455] 16. “¿Dónde están, exclama San Ambrosio, dónde están los que dicen que las armas de los hombres son más poderosas que las oraciones de los Santos?” (Sermón 86). Dios nos pone aquí de lleno ante la realidad sobrenatural, para ejercitar fuertemente nuestra fe. La afirmación de Eliseo, de tener mucho más ejército que el rey Benhadad, parece una broma risible, ¡Acabamos de ver que no tenían ni un hacha! (Versículo 5). Sin embargo, en realidad invisible, había allí mismo una fuerza inmensa. ¡Oh, si nuestra fe fuese siquiera como un grano de mostaza! (Lucas 17, 6). “Nuestros ojos no se fijan en las cosas visibles sino en las invisibles, porque las cosas visibles no duran más que un tiempo, y las invisibles son eternas” (II Corintios 4, 18).

[2456] 18. La ceguera no fue absoluta, sino solo una ilusión óptica, de manera que al ver los objetos no podían conocerlos. Así opina San Agustín.

[2457] 25. El cabo contenía 2 litros más o menos. El asno era animal legalmente impuro (Levítico 11, 25), cuyo consumo demuestra la más extrema necesidad, como se ve en los versículos 28 ss.

[2458] 28. Para que le comamos: Véase Levítico 26, 29; Deuteronomio 28, 53.

[2459] 30. El cilicio: el áspero saco que usaban los penitentes y los que estaban de luto.

[2460] 33. En vez de “emisario” ha de leerse, según Crampón: el rey. (Nova Vulgata: “apparuit rex, qui veniebat ad eum”. Nótese la blasfemia contra Dios, con la cual el rey pretende justificar su conducta con Eliseo, ¡Cuántos hay que en vez de humillarse saludablemente ante las pruebas, acusan de crueldad al Padre celestial! En el siguiente capítulo veremos una vez más, cómo el Señor responde a nuestras ingratitudes con nuevos favores.

[2461] 1. La medida, en hebreo, el sea. El sea tenía 12, 14 litros. “Parece como si el profeta hubiera esperado que las cosas llegasen al último para traer el remedio por donde menos podía esperarse” (Nácar-Colunga).

[2462] 2. Cf. Versículo 17 ss. Nada ofende tanto a Dios como el dudar de su palabra. Compárese la desconfianza de Zacarías (Lucas 1, 18 ss.) con la fe de María Santísima (Lucas 1, 14 ss.).

[2463] 3. Los leprosos estaban excluidos de la convivencia con los demás hombres (Levítico 13, 46) y tenían que vivir fuera del poblado, en el campo. Siendo el campo ocupado por los enemigos, se vieron obligados a retirarse hacia las murallas de la ciudad. De esos pobres y despreciados se sirve Dios para salvar un pueblo, a fin de que todos sepan que la salvación no viene de la fuerza humana ni de la multitud de caballos y carros de guerra (cf. Salmos 19, 8; 32, 17; 146, 10).

[2464] 6. Los heteos, un gran pueblo del Asia Menor, que desde antiguo tenía colonias en Palestina, las que con el tiempo se sometieron al pueblo hebreo. Cf. II Reyes 11, 3. Mientras Israel dudaba de Dios, Él hizo en su favor este milagro portentoso.

[2465] 12. Estúpida suficiencia de un descreído que no tardará en verse confundido.

[2466] 16. El autor sagrado relata con todos sus detalles este final, para que se nos grabe profundamente esta lección de fe.

[2467] 1. Yahvé ha llamado el hambre: El hambre, la guerra y la peste son como ministros de Dios, siempre apercibidos para partir a la primera orden y cumplir su voluntad. La familia de la sunamita se libra del hambre gracias a los servicios caritativos que prestara al varón de Dios (cf. 4, 10). En versículo 6 vemos se le dará otro beneficio más.

[2468] 10. Es como si dijera: Sanarás de la enfermedad, pero morirás de otra manera. Se cumplieron en cierto sentido ambas profecías, pues el rey no murió de su enfermedad, sino ahogado por Hazael (versículo 15).

[2469] 11. Texto muy oscuro, porque falta el sujeto de la frase. En general, se creé que es Eliseo, el cual, como dice la Vulgata, se turbó hasta mudársele el color del rostro. Sin embargo, creemos que la primera parte del versículo se refiere a la turbación de Hazael. Bover-Cantera vierte: Y (Eliseo) quedó como petrificado y se turbó en extremo, y el varón de Dios rompió a llorar. Nácar-Columba: Puso sus ojos sobre Hazael y los fijó en él, hasta hacerle enrojecer; luego se puso a llorar.

[2470] 15. Es de suponer que Hazael ya antes de hablar con Eliseo tuviera el propósito de matar al rey. Todo lo que hizo el profeta muestra que Dios había elegido a Hazael como instrumento para castigar a Israel.

[2471] 17. Véase II Paralipómenos 21, 5 ss.

[2472] 18. Joram de Judá estaba casado con Atalía, hija de Acab y hermana de Joram de Israel.

[2473] 19. Una lámpara: un descendiente. Dios había prometido a David darle posteridad perpetua. Véase II Reyes 7, 12-16; III Reyes 9, 4 ss.

[2474] 24. Véase su horrible muerte en II Paralipómenos 21, 15 ss. Según allí vemos no fue sepultado en el sepulcro de los reyes, pero si en la ciudad de David.

[2475] 25. Véase II Paralipómenos 22, 1 ss.

[2476] 26. Hija: en el sentido de nieta.

[2477] 8. Todos los varones: Cf. I Reyes 25, 22 y nota; III Reyes 14, 10; 16, 11; 21, 21.

[2478] 13. El cambio de opinión de los capitanes se debe a la palabra del profeta. Antes, cuando no comprendían su actitud, lo consideraban como mentecato; ahora se dan cuenta que se trata de una cosa que viene de Dios. Sobre el macizo de las gradas. Vulgata: a semejanza de un tribunal. La escena tiene semejanza con la del domingo de Ramos, cuando la gente aclamara a Jesús (cf. Mateo 21, 8; Juan 12, 13).

[2479] 14 s. Cf. 8, 28 s. El versículo 16 es la continuación del versículo 13.

[2480] 18. ¿Es pacífica tu venida? El texto hebreo dice solamente ¿Paz?, lo cual puede significar también: ¿va todo bien?

[2481] 22. Las fornicaciones: en el lenguaje bíblico: la idolatría.

[2482] 25. Sentencia, literalmente carga. Así se llama en hebreo la profecía conminatoria de III Reyes 21, 21 ss.

[2483] 26. Como se desprende de aquí, fueron matados también los hijos de Nabot, probablemente para que no pudieran ser vengadores del asesinato de su padre. Acab y Jezabel quisieron asegurarse en el trono, eliminando a todo posible vengador. Lo mismo hace ahora Jehú, extirpando a todo el linaje de Acab y Jezabel (cf. cap. 10).

[2484] 27. Casa del huerto: tal vez nombre de una localidad, idéntica según parece con En Gannim, hoy día Dchenin.

[2485] 30. Jezabel muestra cierta grandeza. Sabiendo que todo está perdido, se pinta los ojos y se adorna para morir como reina. Quizás esperaba con ello impresionar a Jehú y evitar la muerte que el profeta le había amenazado (III Reyes 21, 23).

[2486] 31. Jezabel compara irónicamente a Jehú con Zambrí, que destronó a su señor y sobrevivió a su victoria siete días (III Reyes 16, 9 ss.).

[2487] 34. El inexorable ejecutor de la justicia divina quiere ser generoso con la muerta, porque era hija de rey. Jezabel era hija del rey de Tiro, mujer del rey Acab de Israel, madre de Joram, rey de Israel, suegra de Joram, rey de Judá, y abuela de Ococías, rey de Judá.

[2488] 2. Era costumbre de los reyes confiar la educación y alimentación de sus hijos a familias de buena condición. Jehú invita a los tutores a defenderse a sí mismos y a los hijos del rey. Con ello explora hábilmente su posición política.

[2489] 10. Ha caído por tierra: dejó de cumplirse. Jehú se considera como instrumento de Dios y se empeña en mostrar que su lucha contra la casa de Acab corresponde a los vaticinios anunciados por los profetas.

[2490] 11. Sus sacerdotes; o sea, sus ministros y funcionarios. Cf. II Reyes 8, 18 y nota.

[2491] 13. Hermanos: en sentido más amplio: parientes.

[2492] 15. Este Jonadab hombre justo, encabezaba la familia de los recabitas, descendientes de los cineos (Jueces 1, 16; Génesis 15, 19), hombres austeros que no vivían en casas sino bajo toldos, como los israelitas en el desierto, ni tomaban vino ni cultivaban campos. Eran celosos servidores del verdadero Dios y enemigos del culto de Baal. Más tarde, en tiempos de Jeremías, se retiraron ante la invasión de los caldeos y se refugiaron en Jerusalén. “Esta fui la primera cautividad que dicen haber sufrido. Porque después de haber gozado de la libertad que hay en la soledad, fueron encerrados en la ciudad como en una cárcel” (San Jerónimo a Paulino). Cf. el gran elogio de los recabitas en Jeremías capítulo 35.

[2493] 19 ss. No nos corresponde juzgar la conducta de Jehú con nuestro criterio humano, pues está de por medio la voluntad de Dios, que “hace todo cuanto quiere” (Salmo 113, 11) sin someterse al juicio de nadie. El degüello de los sacerdotes de Baal, que recuerda el de Elías en el Carmelo (III Reyes 18, 19 ss.), es mencionado en el Versículo 28 como un mérito de Jehú, en contraposición a sus faltas, referidas en el Versículo 29, entre las cuales no se incluye de manera alguna la crueldad contra los sacerdotes idólatras. Los versículos 30 y 31 confirman este criterio y los versículos 15 y siguientes nos muestran la recta conciencia de Jehú en este punto, propia de quien obra movido por Dios, como lo hizo David en muchos de sus actos, que nos parecen crueles y que sin embargo Dios aprobó.

[2494] 29. Los becerros de oro significaban para muchos israelitas un viejo culto tributado a Dios, por lo cual el rey que había extirpado el culto de Baal quiso tolerarlos. Obraba, además, por razones políticas, temiendo que sin esto el pueblo se volverla a la casa de David. Dios condena expresamente este acto de Jehú en el Versículo 31. Véase III Reyes 12, 25 ss.; 13, 32 ss. Cf. Jueces 18, 30 y nota.

[2495] 30. Véase 15, 12.

[2496] 32 s. Así se cumplió lo que Eliseo había vaticinado en 8, 12. Cf. Amós 1, 3-5. En una inscripción cuneiforme del año 742 a. C, grabada en un obelisco negro, que se conserva en el Museo Británico de Londres, aparece Jehú pagando tributo al rey Salmanasar III de Asiria.

[2497] 1. Con este capítulo reanuda el escritor sagrado la historia del reino de Judá. Sobre los acontecimientos relatados en los Versículos 1-20 véase II Paralipómenos 22, 10-12; 23, 1-21. Atalía, en vez de dejar el mando, recurrió al extremo de matar a sus propios hijos y nietos. Sin embargo, la hija de Jezabel y propagandista de Baal, no pudo mantenerse en el trono. “En su frialdad calculadora se había equivocado en un punto, el haber pensado que en Jerusalén y en el reino de Judá, el nacionalismo, el yahveísmo y la justicia eran tres sentimientos ya tan muertos que debían tolerar a una reina de aquella especie” (Ricciotti, Historia de Israel, número 467).

[2498] 4. Los centuriones de los carios y de la guardia real. Vulgata: los centuriones y soldados. Los carios, pueblo del Asia Menor, eran famosos soldados. Aquí parece más bien tratarse de los cereteos (cretenses), que, juntamente con los feleteos (filisteos) formaban la guardia real. De ahí que la Vulgata diga en el versículo 19 cereteos en lugar de carios. Cf. I Reyes 8, 18; III Reyes 1, 38.

[2499] 6. Texto difícil. La puerta de Sur: Sur es una palabra hebrea, cuya etimología es dudosa; tal vez signifique una localidad. Contra cualquier ataque: otra traducción: por turno, alternativamente. La Vulgata la toma como nombre propio: la casa de Mesa. Muchos autores dudan de la autenticidad del versículo, porque interrumpe el contexto entre los versículos 5 y 7. Si lo dejamos aparte, el sentido es más claro. Durante la semana estaban dos grupos de las fuerzas militares en el palacio, y un grupo en el Templo. El sábado el orden era al revés. Los dos grupos del palacio hacían servicio en el Templo, y el destacamento que estaba en el Templo iba al palacio. Joiadá juntó los tres destacamentos a la hora del relevo, cuando la reina estaba sin guardias.

[2500] 12. El Testimonio: el libro de la Ley, por la cual Dios hacía conocer su voluntad. Cf. Deuteronomio 17, 18.

[2501] 16. La puerta de los caballos: situada en el ángulo sudeste de la explanada del Templo. Se cree que allí se hallaban las caballerizas del rey en tiempo de Salomón.

[2502] 17. Joiadá, según II Paralipómenos 24, 20, padre de aquel Zacarías que fue apedreado en el atrio del Templo, se llama en Mateo 23, 35, Baraquías, que significa “Bendición de Dios”, nombre honorífico que mereció por la nueva alianza que hizo con Dios (San Jerónimo).

[2503] 1. Compárese este capítulo con II Paralipómenos 24, 1-27.

[2504] 2. Después se corrompió (II Paralipómenos 24, 15 ss.). Con esto se ve lo que vale el consejo y la dirección de un hombre verdaderamente sobrenatural. Si cuidamos mucho de que sea bueno el médico a quien confiamos la salud del cuerpo, ¡cuánto más este otro!

[2505] 3. Habla de los sacrificios ofrecidos a Dios, que todavía se hacían en los lugares altos, fuera del Templo de Jerusalén, el cual, según la Ley, era el único lugar destinado para los sacrificios.

[2506] 8. En este episodio el Espíritu Santo nos enseña a administrar debidamente las limosnas dadas para la Casa de Dios y el culto. Por haberlas empleado en propio provecho se les quita a los sacerdotes el derecho de administrarlas. Cf. I Timoteo 6, 5, donde San Pablo habla de los que piensan que la piedad es una granjería.

[2507] 16. Cf. Levítico capítulos 5 y 6.

[2508] 20. En Betmilló, a la bajada de Silá: Texto dudoso. Vulgata vierte: en la casa de Mello, a la bajada de Sella. Betmilló es probablemente idéntico con el baluarte “Miló” que protegía a la Ciudad de David por el lado occidental. Cf. II Reyes 5, 9 y nota.

[2509] 21. Según II Paralipómenos 24, 25, Joás fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.

[2510] 4 s. En cada página de las Sagradas Escrituras podemos ver cómo la misericordia de Dios no se cansa de perdonar las ingratitudes de los suyos cuando se muestran arrepentidos. No se dice quien fue el libertador (Versículo 5). Tal vez debe atribuirse la liberación a la intervención del rey Adadnirari III de Asiria, que llevó un ataque contra Damasco y así libró a Judá de su enemigo más poderoso. Otros piensan en Jeroboam II, rey de Israel, quien humilló a los sirios. Esto no impidió que el pueblo persistiera en sus mismas maldades (cf. Eclesiástico 43, 16). Lo más triste es que así será hasta el fin de los tiempos, según puede verse en Ap. 16, 9, 11 y 21; 19, 19; 20, 7.

[2511] 6. La aschera: el árbol sagrado, símbolo de Astarté. Vulgata; el bosque. Cf. III Reyes 14, 23 y nota.

[2512] 14. Joás visita a Eliseo. “El rey, a pesar de la imperfección de su conducta religiosa (Versículo 11), comprendía que el santo profeta era uno de los mejores sostenes de su reino; y estaba desolado porque temía perderlo” (Fillion). ¡Paire mío!, etc.: Así llamó Eliseo a Elías en 2, 12.

[2513] 17. Al oriente: contra Siria. Afee, ciudad situada en la llanura de Esdrelón (Jesreel), conocida por las batallas allí libradas contra Israel. Cf. III Reyes 20, 26 y nota.

[2514] 19. Dios habla un lenguaje cuya inteligencia depende de la disposición del corazón del que lo oye. Joás no entendió que se trataba de poner a prueba su confianza, y el profeta se indigna ante su falta de fe (Scío). No otra cosa es lo que Jesús nos reprocha constantemente a todos (Mateo 6, 30; 8, 26; 14, 31; 16, 8; etc.).

[2515] 20. Es esta la última noticia que tenemos de la vida del gran profeta de Israel. Eliseo es figura de Jesucristo en la multiplicación de los panes, en la curación de Naamán el leproso, y particularmente por la resurrección del hijo de la sunamita, y esta otra resurrección que aquí se narra. En su heroica lucha por los derechos de Dios, Eliseo es además, modelo de los sacerdotes de la nueva Alianza. Su elogio se hace en Eclesiástico 48, 13 ss.

[2516] 1 ss. Cf. II Paralipómenos 25, 1-28; 26, 1 ss.

[2517] 6. Véase Deuteronomio 24, 16. Tal es la ley para los hombres. En cuanto a Dios, véase Éxodo 20, 5 y Catecismo Romano, Parte III, capítulos 2, 35 y 36.

[2518] 7. El valle de las Salinas (cf. II Reyes 8, 13) se halla al sur del mar Muerto. La ciudad de Petra, en hebreo Seta, situada al sur del mar Muerto, entre este y el golfo de Acaba, era capital de los idumeos, y más tarde de los nabateos.

[2519] 9. Amasías aspira a reconquistar las diez tribus, perdidas en otro tiempo por Roboam. El rey de Israel le contesta orgullosamente con una fábula que recuerda la de Joatam (Jueces 9, 7 ss.).

[2520] 13. La puerta de Efraím estaba en el lado norte de la muralla; la puerta de la Esquina, en el ángulo noroeste.

[2521] 19. Laquís, al sudoeste de Jerusalén, hoy Tell el-Hesy. Ha adquirido gran notoriedad por las recientes excavaciones. Cf. Josué 10, 3. Allí acampó Senaquerib en su expedición contra Jerusalén (18, 14).

[2522] 21. Azarías lleva en II Paralipómenos 26, 1, el nombre de Ocías.

[2523] 22. Elat: situada en la costa septentrional del golfo de Acaba (golfo elanítico) del Mar Rojo.

[2524] 25. Hamat o Emat, hoy día Hama, la ciudad más importante de Celesiria. Mar del Arabá: Vulgata: Mar del desierto: Mar Muerto.

[2525] 26. “Bella reflexión, del narrador, idéntica a las de 13, 4-5 y 23; muestra cómo estos grandes triunfos de Jeroboam son obra de la misericordiosa bondad de Dios para con su pueblo” (Fillion).

[2526] 5. Se narra en II Paralipómenos 26, que el rey pretendió usurpar la dignidad de Sumo Sacerdote, ofreciendo él mismo el incienso en el Santuario, y cuando los sacerdotes se le opusieron, los amenazó con el incensario, por lo cual Dios le castigó con la lepra. La lepra se consideraba comúnmente como un castigo de Dios. En una casa aislada; literalmente: en una casa de libertad. “Es quizás un eufemismo, o tal vez haya de entenderse «exento de los cuidados del cargo de rey», como otros quieren. Es así llamada porque los enfermos que la ocupaban, como separados del mundo, se consideraban exentos de deberes para con la sociedad” (Bover-Cantera).

[2527] 7. Según II Paralipómenos 26, 23. Azarías, por ser leproso, no fue sepultado en los sepulcros de los reyes, sino en un campo situado cerca de los mismos.

[2528] 12. Se refiere a la profecía de Eliseo (10, 30).

[2529] 18. Que había hecho pecar a Israel: Este reproche, repetido muchas veces contra la idolatría de Jeroboam (III Reyes 12, 25 ss.), nos hace ver el amor inmenso y lleno de celos que Dios tiene a su pueblo. De ahí que Él llame a la idolatría fornicación y adulterio (cf. Jeremías 3). Vemos también cuán espantoso es el pecado de escándalo, según lo confirmó Jesús en Mateo 18, 6.

[2530] 19. Ful es nombre babilónico del rey asirio Teglatfalasar III, uno de los elegidos por Dios para humillar la soberbia de Israel. Véase capítulo 17. En una inscripción cuneiforme aparece entre los príncipes tributarios de Ful, también Manahén de Israel.

[2531] 29. Como se ve, caen grandes partes del norte de Israel en poder de los asirios, entre ellas también la tribu de Neftalí, a la que pertenecía Tobías (Tobías 1, 1 s.). La caída de Samaria se consuma en 17, 6 por obra de Salmanasar y Sargón.

[2532] 33 ss. Cf. II Paralipómenos 27, 1-9.

[2533] 35. La puerta superior. Vulgata: la puerta más alta, o sea, la puerta que separaba el atrio de los sacerdotes del exterior septentrional.

[2534] 1. Un relato paralelo a este capítulo se encuentra en II Paralipómenos 28, 1-27.

[2535] 3. Hacer pasar a un hijo por el fuego significaba inmolarlo al dios Moloc, ídolo de los ammonitas. Por regla general se mataba al niño antes de quemarlo. Los talmudistas hablan de una estatua ardiente, en cuyos brazos se colocaban vivos los niños. La estatua se levantaba en el valle de los hijos de Hinnom (Hebreo: Ge-Hinnom), valle que limita a Jerusalén por el sudeste. Más tarde los judíos emplearon el nombre del valle, cambiándolo en gehenna, nombre del infierno en los libros del Nuevo Testamento. Cf. 3, 27; Levítico 18, 21; Deuteronomio 12, 31; Jueces 11, 35 y notas. En Jeremías 19, 5, Dios manifiesta su indignación contra tales monstruosidades cometidas so capa de piedad.

[2536] 5. Véase Isaías 7, 1 y 7, 10 ss., donde se revela al perverso Acaz el misterio de la maternidad virginal de la madre del Mesías.

[2537] 6. Judíos. Se refiere a los del reino de Judá. Sale aquí por primera vez el nombre “judío” en la Sagrada Escritura.

[2538] 7. Envió mensajeros a Teglatfalasar, etc.: Así se explican las palabras que el rey dirigiera al profeta Isaías, y la respuesta de este (Isaías 7, 13 ss.).

[2539] 9. Kir (Vulgata: Cirene), región situada entre Babilonia y la Media. La caída de Siria en poder de los asirios, que se halla narrada por el mismo Teglatfalasar en una inscripción cuneiforme, sigue a la caída parcial de Israel (15, 29) y precede a su caída definitiva.

[2540] 10. Ese altar que Acaz vio en Damasco, fue probablemente un altar que los conquistadores asirios habían erigido en honor de uno de sus dioses. Para Acaz se trataba de ganar la amistad del rey de Asiria, y no la de Damasco.

[2541] 15. El altar grande: el altar nuevo hecho según el modelo del de Damasco. El altar de bronce, es decir, el altar auténtico, estará “a disposición” del rey, para ser colocado en un rincón o utilizado como material viejo. En adelante este altar no aparece más.

[2542] 16. Insiste el autor sagrado en esa obediencia ya señalada, para destacar más la vileza de ese sacerdote que por agradar al rey se burla de Dios. ¡Cuán espantosa es su responsabilidad! Cf. el contraste con la sublime conducta de Aquimelec frente a Saúl (I Reyes 22, 14 ss.).

[2543] 18. El pórtico del sábado. Así Crampón. Vulgata: el Musac; Bover-Cantera: el paseo cubierto del sábado. Sentido oscuro. Se trata al parecer de un pórtico, en el que el rey solía asistir a las ceremonias de la celebración del sábado. (Véase Ezequiel 46, 1).

[2544] 3. Salmanasar V, que en 727 sucedió a Teglatfalasar III.

[2545] 4. Sua es el rey Save o Schebak de Egipto que subió al trono en 722 a. C.

[2546] 6. Los críticos racionalistas sostienen que la caída de Samaria no debe considerarse como un castigo, sino como consecuencia del contacto con los poderosos reinos vecinos. Acusan al autor sagrado de haber escrito con prejuicio, prefiriendo el reino de Judá al de Israel. “Esta apreciación de los racionalistas no tiene en cuenta los hechos históricos y desconoce el carácter de la historiografía sagrada, la cual, haciendo caso omiso del desarrollo de la historia profana, investiga en la del pueblo escogido las leyes divinas que rigen el mundo” (Schuster-Holzammer). Importa mucho hacerse una idea clara de la caída de Samaria. Las diez tribus del reino de Israel caen en el cautiverio de Asiria, para nunca más volver a su tierra (Versículo 23), permaneciendo hasta hoy en la dispersión (diáspora), a diferencia de la tribu de Judá, que fue llevada cautiva a Babilonia (capítulos 24 y 25) para volver al cabo de 70 años y reconstruir a Jerusalén, según se narra en los dos libros de Esdras y Nehemías. Estos datos históricos sirven para comprender las profecías, v. gr. el capítulo 3 de Jeremías, donde Dios distingue las dos familias de Judá e Israel y finalmente anuncia el regreso de ambas unidas. Véase sobre este hecho y su cumplimiento nuestro artículo “El problema judío a la luz de la Sagrada Escritura” (Revista Bíblica 1949, pág. 99-106). La fecha de la caída de Samaria y del reino de Israel es el año 722 a. C. Habor es un afluente del Éufrates; Halah y Gozan es la zona atravesada por el río Habor. Los medos vivían en la parte norte de la Persia.

[2547] 9 s. Lugares altos: lugares de culto donde se ofrecían sacrificios a Baal y a Astarté. Baal estaba representado por columnas de piedra (massebas) y Astarté por árboles o ramas de árboles (ascheras). Cf. III Reyes 14, 23; 15, 13; 16, 33.

[2548] 12. Ídolos, literalmente: inmundicias, nombre bíblico de los falsos dioses. El autor sagrado termina la historia del reino de Israel afirmando que su caída fue originada por la apostasía del culto del verdadero Dios. Debe leerse con suma atención todo este admirable capítulo, que es una síntesis de la filosofía de la historia de Israel. La hora de Judá no tardaría en sonar (21, 12-13).

[2549] 13. Los profetas que predicaron en el reino de Israel fueron: Ahías (III Reyes 14, 2), Jehú (III Reyes 16, 1), Elías, Miqueas (III Reyes 22, 8), Eliseo, Jonás (IV Reyes 14, 25), Obed (II Paralipómenos 28, 9), Oseas y otros.

[2550] 16. La milicia del cielo: los astros.

[2551] 17. Cf. 16, 3; Levítico 18, 21; Deuteronomio 12, 31; 18, 10; Jeremías 19, 5.

[2552] 23. Cuando se escribieron los libros de los Reyes, las diez tribus del reino de Israel no habían vuelto del cautiverio, ni volvieron después.

[2553] 24. Colonos gentiles provenientes de regiones situadas en Mesopotamia y Siria. Sefarvaim: tal vez idéntica con la ciudad babilónica de Sippar. “Era esto un verdadero trasiego de pueblos. De estos pueblos orientales y los pocos israelitas que habían quedado en la patria salió luego la nación samaritana” (Nácar-Colunga).

[2554] 26. Notable confesión de parte de esos paganos. Véase III Reyes 5, 7 y lo que Jesús dice del centurión romano (Mateo 8, 10). “Entre esta mezcla de razas tuvo lugar un hecho muy normal dentro de la mentalidad oriental. Estando vigente el principio de que cada región tenía su Dios local, su numen loci, estas poblaciones, extrañas y ajenas entre sí, acabaron por venerar —pues estaban en Samaria— al Dios de Samaria, esto es, a Yahvé” (Ricciotti, Historia de Israel, núm. 457).

[2555] 28. El sacerdote instructor habría estado, según Fillion, al servicio del becerro de oro erigido allí por Jeroboam (III Reyes 12, 29). De ahí el desastroso resultado de su predicación y la de los sacerdotes del Versículo 32, elegidos entre los hombres más viles.

[2556] 29. Como se ve, se hizo en Samaria una mezcla de cultos; por un lado se adoraba al Señor; por el otro fueron introducidos ídolos y cultos paganos de toda clase, de manera que el Dios de Israel era considerado como uno de los muchos dioses, cuyo culto se practicaba en el país, aunque perdieron poco a poco su influencia los dioses ajenos, llegando a predominar una especie de culto de Yahvé. Los samaritanos erigieron en el monte Garizim, por mano de Sanbalat, gran enemigo de los judíos, un templo semejante al de Jerusalén, donde instituyeron el culto de Yahvé. En tiempos de Cristo ya no eran del todo paganos, sino más bien cismáticos (Juan 4). Sin embargo, su origen medio pagano, que aquí vemos, explica la prevención que sobre ellos tenían los judíos. Véase la instrucción que Jesús da a la samaritana en Juan 4, 22.

[2557] 4. Sobre los lugares altos, piedras de culto y ascheras véase 17, 9 s. y nota. Hemos visto que ni siquiera los mejores reyes (cf. III Reyes 3, 3; 22, 44 y notas) se atrevieron a destruir los lugares altos, porque en ellos se daba también culto a Yahvé. Destruyeron solamente las piedras de culto (massebas) y las ascheras. Ezequías es el primero que hace una purificación total del país. Nohestán significa “bronce”. Así llamaba el pueblo a aquella serpiente de bronce que trajo la salvación a los israelitas en el desierto (cf. Números 21, 6 ss.). Con el tiempo el pueblo idólatra adoraba esa reliquia, por lo cual el rey manda destruirla. La serpiente de bronce nada tiene que ver con la creencia de otros pueblos en el poder curativo de la serpiente. Una tal creencia es extraña a la tradición bíblica. Si la serpiente en el desierto salvó a los israelitas, fue por la fe en Dios, quien es el único que puede salvar. En este sentido alude Jesucristo ante Nicodemo a la significación típica de la serpiente levantada en el desierto (Juan 3, 14). Cf. Números 21, 8 s. y nota.

[2558] 9 ss. Es un resumen del capítulo precedente.

[2559] 13. Cf. II Paralipómenos 32, 1 ss. La invasión de Senaquerib tuvo lugar alrededor del año 700 a. C.

[2560] 14. Laquís, a solo 60 kilómetros al sudoeste de Jerusalén.

[2561] 17. Tartán, Rabsarís y Rabsacés no son nombres propios, sino títulos de dignatarios. Tartán significa “jefe del ejercito”; Rabsarís, jefe de los príncipes; Rabsacés, jefe de los coperos. El acueducto es un canal subterráneo de 512 metros, que llevaba las aguas de la fuente de Gihón (hoy fuente de la Virgen) a la piscina de Siloé. Ese es el lugar en que Isaías tuvo su célebre encuentro con el rey Acaz (Isaías 7, 3). Fue explorado en los años 1909-1911 y dio muy importantes resultados arqueológicos.

[2562] 21. Egipto no estaba en condiciones de socorrer a Ezequías, porque toda la parte meridional de Judá hasta la frontera con Egipto, estaba ya en poder de los asirios. Isaías proclamaba incesantemente cuán vano era esperar en Egipto (Isaías 20, 1-5; 30, 1-8; 31, 1-4).

[2563] 22. El pagano cree que Dios estaría indignado por la destrucción de esos altares, cuando es todo lo contrario. El gran triunfo que Dios va a dar a Ezequías se debe solo a su inquebrantable fe en Dios.

[2564] 25. Rabsacés habla, más que a los embajadores, al pueblo que está sobre la muralla. De ahí que mencione el nombre de Yahvé e invoque una seudo profecía. Los representantes de Exequias reconocen el efecto fatal de las palabras de Rabsacés en el pueblo hambriento, por lo cual le piden que se sirva del idioma arameo que el pueblo no entendía (Versículo 26). El arameo o siríaco era entonces la lengua diplomática del Oriente.

[2565] 34. Se refiere a ciudades y regiones conquistadas por los asirios, que habían deportado a sus habitantes a otros países. La política de los reyes consistió en desarraigar a los pueblos vencidos y mezclarlos con otros. De esta manera esperaban crear una nación grande y fuerte. Lo mismo hicieron con las religiones y dioses vencidos. Sin embargo decayó su poderío como el de los otros pueblos. Léase el capítulo 10 de Isaías, donde el profeta pinta el orgullo del rey de Asiria que dijo: “Reuní bajo mi poder toda la tierra, y no hubo quien moviese un ala, ni abriese el pico ni piase” (Isaías 10, 14).

[2566] 1 ss. Véase II Paralipómenos 32, 16 ss.

[2567] 2. Es la primera vez que aparece el profeta Isaías en los Libros de los Reyes, si bien había actuado ya bajo los tres reyes anteriores (Isaías 1, 1) y también durante el reinado de Ezequías, quien desgraciadamente desoía los consejos políticos que le daba el profeta. De ahí que se retirara por un tiempo del rey, el cual seguía su política equivocada, anti-asiria y pro-egipcia, hasta que el rey de Asiria llegó a las puertas de Jerusalén, y la alianza con Egipto resultó una funesta desilusión (cf. Isaías 30, 1-3 y 7). “Pero el alma de Isaías era demasiado grande para dejarse dominar de sentimientos mezquinos. Olvidando las injurias, y no mirando a los pasados desdenes, se adelanta magnánimo; y cuando todos tiemblan, él solo se mantiene sereno; y cuando monarca, políticos y cortesanos se empequeñecen y andan confusos sin saber qué partido tomar, surge entonces gigante la excelsa figura de Isaías” (Fernández, Flor. Bíblica II, p. 32).

[2568] 3. Locución proverbial, que señala la gravedad de la situación.

[2569] 4. Al Dios vivo: Cf. Génesis 16, 14 y nota. El resto que aún queda: Los demás fueron llevados cautivos en la primera invasión (18, 13). A esta se refiere la inscripción que citaremos más adelante (nota al Versículo 14).

[2570] 7. Alusión a noticias que recibió el rey de Asiria y las cuales le obligarán a volver a su país.

[2571] 9. Tarhaca, rey de la 25ª dinastía egipcia, llamada de Etiopía. Fue más tarde vencido por Asarhaddón, rey de Asiria.

[2572] 14. La extendió: como para ostentarle el insulto que estaba dirigido a Él (Versículo 16). Pronto veremos el resultado de las blasfemias del rey asirio y de la oración de Ezequías. Ezequías muestra que la Ciudad Santa estaba en sumo peligro. En una inscripción cuneiforme descubierta recientemente (el prisma hexágono de Taylor), se jacta el rey Senaquerib: “De Ezequías, el judío, sitié y conquisté 46 ciudades fuertes e innumerables ciudades pequeñas. Tomé como botín 200.150 personas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes; al rey (Ezequías) le encerré como a pájaro en jaula, en su residencia de Jerusalén.” Ezequías había perdido virtualmente todo su país menos la ciudad de Jerusalén (cf. 18, 13).

[2573] 21. Hija de Sion: Jerusalén.

[2574] 23. Así habla el asirio también en Isaías 10, 13 s. Cf. Isaías 14, 13 s.; Ezequiel 28, 2 ss.; 31, 2 ss. En sus mis amenos bosques: literalmente: en el bosque de su Carmelo. Carmelo es aquí apelativo y no nombre de la montaña.

[2575] 24. Los ríos de Egipto. Vulgata: las aguas encerradas.

[2576] 25. El profeta anuncia el cumplimiento de los divinos designios respecto de Senaquerib. Ha llegado el momento de ejecutarlos, para mostrar a los oprimidos que en el cielo vive un vengador.

[2577] 29. Te sirva de señal: Para probar la fe de Ezequías, Dios le da una señal futura. Hay casos semejantes en la Escritura, por ej. Éxodo 3, 12; Isaías 7, 14 ss.

[2578] 35. ¡185.000 muertos! “Tal fue el éxito de aquella lucha, de aquel pugilato entre la potencia del imperio asirio, con sus tropas aguerridas, con sus formidables instrumentes de guerra, y el reino de Judá débil y casi indefenso, pero amparado y protegido por el Señor de los ejércitos, presente en el monte santo de Sión” (Fernández. Flor, Bíblico II; p. 42). El ejército de Senaquerib queda aniquilado por un portentoso milagro. Claramente queda establecido que fue obra del Ángel del Señor, Ángel exterminador como el que destruyó en una noche a los primogénitos de Egipto (Éxodo 12, 12), y a los mismos israelitas a raíz del censo de David (II Reyes 24, 15-19) (Fillion). Véase Eclesiástico 48, 24. El historiador griego Herodoto habla de una plaga de ratones que habría obligado a Senaquerib a levantar el sitio. Podría esto referirse a una peste con que Dios habría castigado a los asirios, porque ya los antiguos consideraban a los ratones como causa de la propagación de la peste. Cf. I Reyes 5 y 6.

[2579] 1 ss. Véase II Paralipómenos 32, 24 ss.

[2580] 2. La tristeza del rey se explica porque tenía entonces 40 años y no le había nacido aún heredero.

[2581] 5. Te sanaré. Vulgata: te he sanado: ¡Cuánta confianza y consuelo debe darnos este pasaje, que nos describe el corazón del Padre celestial para con los enfermos! Apenas había Ezequías presentado su ruego, e inmediatamente muestra Dios prisa por escucharla y sanarlo. Así obraba siempre Jesús, cuyo corazón es una imagen perfecta del Corazón del Padre. El Espíritu Santo nos mueve a imitar la fe de este enfermo para obtener la salud. Cf. Eclesiástico 38, 9; Santiago 5, 14; Salmo 102, 3. Nótese el contraste con la conducta del rey Asá, quien en su enfermedad no recurrió al Señor (II Paralipómenos 16, 12). En Isaías 38, 9-20 tenemos el admirable cántico de agradecimiento por esta curación.

[2582] 7. Si bien se usaban los higos para curar úlceras, sin embargo se trata aquí de una curación milagrosa porque se realizó de repente. La aplicación de higos era más bien un acto simbólico.

[2583] 11. La realidad de este milagro se afirma en Eclesiástico 48, 26 e Isaías 38, 8. San Ambrosio dice: “Este retroceso del sol miraba la persona del Mesías, que como sol de justicia da luz a los del Antiguo y Nuevo Testamento.”

[2584] 13. El mensaje de Berodac Baladán de Babilonia tuvo por principal objeto ganar a Ezequías para una conjuración contra el enemigo común: los asirios. Berodac Baladán se levantó varias veces para sacudir el yugo de los asirios, pero sin resultado. En vez de Berodac-Baladán ha de leerse Merodac Baladán.

[2585] 14. Dios reprende al rey por su ostentación para con los paganos (II Paralipómenos 32, 25-26), a los cuales Ezequías había mostrado todos los recursos utilizables para la guerra.

[2586] 17. “Oráculo maravilloso, no solamente porque menciona por primera vez el nombre del lugar del cautiverio de los judíos, sino sobre todo porque en aquella época Babilonia no era más que un simple vasallo de Nínive y, humanamente hablando, nadie podía prever su victoria y predominio. Tanto más milagroso resulta el cumplimiento de la profecía, que se aplica sobre todo a la ruina de Jerusalén (24, 12 ss.; 25, 7; Daniel 1, 3, etc.).

[2587] 19. La humildad del rey (cf. Daniel 3, 31) aplaca a Dios como en el caso de Salomón (III Reyes 11, 12) y de Josías (II Paralipómenos 34, 28).

[2588] 20. Sobre el acueducto véase 18, 17 y nota.

[2589] 21. Véase el elogio que el Eclesiástico tributa a Ezequías (Eclesiástico 48, 19 ss.).

[2590] 1 ss. Véase II Paralipómenos 33, 1 ss. Sobre el culto idolátrico mencionado en estos versículos véase 17, 9 s.; 18, 4; Éxodo 20, 4; Levítico 18, 21; Deuteronomio 16, 21; III Reyes 14, 23, etc., y notas. En estas circunstancias tuvo que hundirse la religión y el culto de Yahvé. “Y se hundió de hecho bajo Manasés, hijo y sucesor de Ezequías. Jamás hubo en el pueblo hebreo un contraste más estridente entre dos monarcas sucesivos que el que hubo entre Ezequías y Manasés. Era un niño de doce años cuando fue rey, y se preocupaba más de sus juguetes y diversiones que del Yahveísmo o Antiyahveísmo. Si después de esto su reinado se inspiró en el Antiyahveísmo más rabioso y en el sincretismo más desenfrenado, la responsabilidad inicial pertenece a sus familiares, preceptores y ministros de los que Manasés fue el hijo espiritual” (Ricciotti, Historia de Israel, número 500).

[2591] 12. Véase Catecismo Romano III, capítulo 2, 35 s. Este anuncio terrible recuerda el de Jesús sobre la destrucción de Jerusalén por los romanos (Mateo 24, 21 s.), y los vaticinios del Señor sobre los horrores de los tiempos que precederán a su Parusía o segunda venida; tiempos en que apenas habrá fe en la tierra (Lucas 18, 8), y que tanto se parecen a los actuales. Cf. II Tesalonicenses 2, 3 ss.; II Timoteo 3, 1-5; 1 Juan 2, 18 y notas.

[2592] 13. Imágenes, que quieren decir: Jerusalén será destruida de la misma manera que Samaria (cf. 23, 27). Véase Lamentaciones 2, 8; Amós 7, 7 ss.

[2593] 16. Se cree que el impío rey mató, entre otros, también al profeta Isaías, aserrándolo con un serrucho de madera. Cf. Hebreos 11, 37. En II Paralipómenos 33, 12 leemos la conversión de este rey perverso, lo cual da ocasión a San Cirilo de Jerusalén para destacar la eficacia del arrepentimiento (Catequesis II).

[2594] 18. Según II Paralipómenos 33, 11 ss. y fuentes asirias, Manasés fue conducido prisionero a Babilonia, donde se convirtió e hizo penitencia. Vuelto a Judá combatió la idolatría. La oración del rey convertido se encuentra entre los Apéndices de la Vulgata, si bien no forma parte de los libros canónicos de la Biblia según el Concilio de Trento.

[2595] 2. También aquí llama la atención el contraste entre padre e hijo (cf. 21, 1 ss. y nota). Del santo Ezequías nace el monstruo Manasés, quien a su vez engendra al pésimo Amón, quien fue padre del piadoso Josías. En todo esto se ve que la piedad no es un mueble de familia, que se transmite de una generación a otra. Hay que educar a cada generación de nuevo.

[2596] 8. Los racionalistas sospechan que hubo un fraude por parte del Sumo Sacerdote quien, según ellos, habría compuesto el mismo el libro. Suposición absurda. Como se ve, encuentra el rey en el libro los capítulos sobre las sanciones divinas (cf. Levítico capítulo 26; Deuteronomio capítulo 28) y cumple en adelante con los preceptos de la Ley (cap. 23). Por precaución consulta a la profetisa Huida, que confirma las profecías que Isaías anunciara en un caso semejante (20, 17). En II Paralipómenos 34, 14 se agrega, “el libro de la Ley del Señor por mano de Moisés”. Por eso los exégetas católicos ven, en ese “Libro de la Ley”, el Deuteronomio (cf. Deuteronomio 17, 18 ss.) o todo el Pentateuco, es decir, el ejemplar que, según Deuteronomio 31, 26, había de ser guardado junto al Arca de la Alianza y que, según parece se perdió en tiempos del impío rey Manasés.

[2597] 14. La profetisa Huida: Había profetisas en Israel. La más célebre fue Débora (Jueces 4, 4). Profetisas fueron asimismo María, hermana de Moisés (Éxodo 15, 20), y en tiempos de Isaías su misma mujer (Isaías 8, 8). En el Nuevo Testamento aparece una sola profetisa, Ana (Lucas 2, 36). En el segundo barrio de Jerusalén: Vulgata: en Jerusalén en la Segunda. Nácar-Colunga: en el otro barrio de la ciudad. Como se ve, la ciudad estaba dividida en distritos. Cf. Nehemías 3, 9 y 12.

[2598] 1. Véase II Paralipómenos 34, 29 ss. Apenas hallado el tesoro de la divina Palabra, se apresura el santo rey a hacer que esta sea leída a todo el pueblo, sin excluir a los menores (cf. Lucas 10, 21). De aquí vino la inmensa obra de saneamiento espiritual hecha por Josías (Versículo 24). Lo mismo se hizo en tiempos de Esdras (cf. Nehemías 8), en que se leía en el Libro de la Ley hasta 4 veces por día (ibíd. 9, 3). Véase también el capítulo 36 de Jeremías, sobre la lectura de la palabra de Dios ante el pueblo (Versículo 6-7), y la persecución del impío rey Joaquim que rompió el libro y lo quemó (Versículo 23 y 27). El Concilio de Trento, sesión 5, con fecha 17 de junio de 1546, ordenó que sea explicada al pueblo cristiano la Sagrada Escritura, a fin de que no quede abandonado ese tesoro celestial de los sagrados libros que el Espíritu Santo entregó a los hombres con suma liberalidad (Enchiridium Bíblicum 50-57).

[2599] 4. Aschera, o sea, Astarté, diosa de la fecundidad. Véase III Reyes 15, 13 y nota. El ejército del cielo: los astros. Cf. Éxodo 20, 4. Betel era la ciudad profanada por el becerro de oro y otras abominaciones; lugar adecuado para las cenizas de los ídolos.

[2600] 5. Los signos del zodiaco. Vulgata: los doce signos.

[2601] 6. Sobre los sepulcros de la plebe; como signo de desprecio. En el antiguo Oriente cualquier persona honesta tenía su sepulcro en su propio campo. Solamente los muy pobres eran sepultados en un cementerio común, el cual era tenido por impuro.

[2602] 7. Prostitutos: Vulgata: afeminados. Otros traducen: hieródulos, perros. Véase Deuteronomio 23, 17 s.; III Reyes 14, 24 y nota. Pabellones: Algunos vierten: mantos, velos, túnicas. Vaccari sospecha que había alguna relación entre estos “pabellones” y la prostitución cultual.

[2603] 8. Sátiros (Vulgata: las puertas), en hebreo Seirim (cf. Levítico 17, 7 y nota), que según creencia popular tenían figura de machos cabríos, y vivían en el desierto. Desde Gabaá: Antes del, cisma de las diez tribus se decía: de Dan a Bersabee. Gabaá estaba a pocos kilómetros al norte de Jerusalén.

[2604] 10. Tófet: un lugar inmundo en el valle de los hijos de Hinnom o Ge-Hinnom (gehenna), al sur de Jerusalén, donde estaba la estatua de Moloc. Cf. 16, 3 s.; Levítico 18, 21; Josué 15, 8; Mateo 5, 22 y notas.

[2605] 11. Parvarim o Parvarim. Vulgata: Pharurim. Crampón: las dependencias. Eran los edificios anexos al Templo (cf. I Paralipómenos 26, 18). El culto del sol era especialidad de los asirios y babilonios. “El dios sol, según creencia de los antiguos, es llevado sobre un coche sobre el cielo. Tal vez se trate de exvotos de metal. Con todo no sería extraño que se tratase de verdaderos caballos, que fuesen mantenidos en la proximidad del Templo. En este caso estarían destinados a tirar el coche del sol en las procesiones” (Landersdorfer).

[2606] 13. Al sur del monte de la Perdición. Vulgata: al lado derecho del monte del Escándalo, situado al sur del monte de los Olivos. Allí estaban los templetes que Salomón había erigido para sus mujeres paganas. Cf. III Reyes 11, 7. De ahí su nombre, que se ha conservado hasta hoy.

[2607] 16 ss. Véase III Reyes 13, 1-32, donde se anunciaron estos sucesos, unos 300 años antes del nacimiento del rey Josías.

[2608] 19. No obstante haber sido conquistada Samaria por los asirios (capítulo 17) cuyo reino ahora estaba en decadencia.

[2609] 21 ss. Véase más detalles en II Paralipómenos 35, 1-19.

[2610] 24. Terafim, dioses tutelares, semejantes a los que en Roma se llamaban “lares” y “penates”. Cf. Génesis 31, 9 y nota. Abominaciones: significa lo mismo que ídolos. Como se ve, toda esta purificación del culto se debe a la lectura del libro sagrado.

[2611] 29. Megiddó, ciudad que dominaba la llanura de Esdrelón (Jesreel). Era un punto estratégico de primer orden y campo clásico de batallas. Allí Tutmosis III de Egipto (siglo XV a. C.) logró triunfar sobre una confederación de pueblos asiáticos, y en tiempos de los Jueces derrotaron los israelitas en ese mismo lugar a Jabín y Sisara. Necao pasaba por el territorio de Palestina para ayudar a sus aliados, los asirios, y Josías intentaba prohibírselo. El Apocalipsis localiza en la montaña de Megiddó (en hebreo Armagedón) la gran batalla contra el Anticristo (cf. Apocalipsis 16, 16 y nota).

[2612] 30. Véase el magnífico elogio de Josías en Eclesiástico 49, 1 ss. “Jeremías que compuso una lamentación a la muerte del rey (II Paralipómenos 35, 25), dedicó también una endecha a la derrota de los egipcios en Carquemís (Jeremías 46). Pero derrotado y todo por los caldeos, Necao volvió por Jerusalén, se llevó cautivo al rey Joacaz, que el pueblo se había dado, y puso en el trono a Joakim, a quien cambió el nombre en señal de soberanía sobre él” (Nácar-Colunga). Cf. 24, 17.

[2613] 36. Véase II Paralipómenos 36, 4-8.

[2614] 1. Nabucodonosor, rey de Babilonia, destruyó en 606 a. C. el reino de los asirios, ocupó después toda la Siria, y triunfó sobre Necao, rey de Egipto, en Carquemís (cf. 23, 30 y nota). De Jerusalén llevó Nabucodonosor muchos cautivos, entre ellos al profeta Daniel.

[2615] 2. Se acerca el fin para el pequeño reino de Judá que se había atrevido a meterse en la política internacional, en vez de confiar en su único protector. Cf. Jeremías 27, 6. Dios se vale de los paganos para castigar a su pueblo escogido.

[2616] 6. Joaquín, llamado Jeconías (Mateo 1, 11).

[2617] 8. Véase II Paralipómenos 36, 9-10.

[2618] 11. Este asedio de Jerusalén tuvo lugar el año 598 a. C. y terminó con la segunda deportación de judíos a Babilonia, entre los cuales se hallaba el profeta Ezequiel.

[2619] 14. Artesanos y herreros: Cf. I Reyes 13, 19 y nota.

[2620] 15. Cf. Ester 2, 6 y 11, 4.

[2621] 16. El rey recobró la libertad después de 37 años de cautividad (véase 25, 27).

[2622] 17. La figura de Sedecías, el último rey está bien retratada en el Libro de Jeremías. “Como hombre era un cerebro mediocre y un espíritu adocenado, sin grandes prendas y sin grandes defectos, y parece que hasta la edad de veintiún años cuando se halló colocado en el trono, se mantuvo discreta y oportunamente alejado de la vida pública. Después ya en el trono, pensó con el cerebro de otros, decidió con el criterio de los demás, quiso su ruina y la de su reino en vista de los errores de otros. Los más numerosos, o por lo menos los que chillaban con más fuerza, acababan por atraérselo; les seguía, pero volvía atrás por un miedo constante de ir por mal camino, y buscaba otro diverso” (Ricciotti, Historia de Israel, número 531).

[2623] 1. Para sacudir el yugo de los babilonios Sedecías se levantó confiando en la ayuda del rey de Egipto, y sin hacer caso del consejo del profeta Jeremías, el cual le había profetizado la caída (Jeremías 37, 2).

[2624] 3. Cf. Lamentaciones 4, 10; Baruc 2, 3; Ezequiel 5, 10. Según Jeremías 39, 2 y 52, 6 ese mes era el 4° del año 587.

[2625] 4. Entre los dos muros; esto es, en la parte sudeste de la ciudad, cerca de la piscina de Siloé.

[2626] 6. Rebla (o Riblá); Vulgata: Reblata, ciudad de Siria, donde Nabucodonosor tuvo su cuartel general durante la expedición contra Jerusalén. Desde Moisés estaba anunciado este castigo (Deuteronomio 28, 36) “por no haber servido al Señor”.

[2627] 8 ss. Los episodios de la caída de Jerusalén figuran ampliamente en Jeremías, capítulos 39, 40 y 52. ¡A esto quedó reducida la predilecta de Dios, donde Él había puesto sus delicias y su único Templo! Peor aún fue la destrucción de Jerusalén por los romanos el año 70 d. C, a causa de no haber aceptado el Evangelio. Entonces empezó la desolación de Israel, que dura hasta hoy (Mateo 24, 2 ss.; Lucas 21, 24; Miqueas 3, 12; Oseas 3, 4), en espera de los tiempos que le anunció San Pablo (Romanos 11) y los Profetas (Oseas 3, 5; Isaías 27, 9-13; 54, 6; Jeremías 23, 6; 30, 3-24; 31, 10; 50, 4).

[2628] 13. El mar de bronce, o sea, el gran recipiente de agua. Sobre los objetos aquí mencionados, véase III Reyes 7, 15 ss.

[2629] 17. Según II Macabeos 2, 4 ss. el profeta Jeremías llevó el Tabernáculo y el Arca a una cueva del monte Nebo, para esconderlos hasta que Dios se compadeciese del pueblo judío y lo congregase de nuevo.

[2630] 21. Jeremías había anunciado que este cautiverio duraría 70 años (Jeremías 25, 3-11).

[2631] 22 ss. Véase Jeremías capítulos 40-42.

[2632] 27 ss. Según una antigua tradición rabínica Evilmerodac, estuvo en la cárcel por orden de su padre; y allí hizo amistad con Joaquín. Sea de ello como quiera, Dios conservó este vástago de David y su descendencia (Salatiel, etc.) a quienes conocemos como antepasados de Jesucristo según la genealogía legal de Mateo (1, 12 ss.)

[2633] 1 ss. La gran mayoría de los nombres se encuentra también en otros libros del Antiguo Testamento, aunque no siempre con la misma ortografía. Véase Génesis capítulo 5 y 10 y notas.

[2634] 5. De Jafet salieron los pueblos de raza blanca que “habitarían la tienda de Sem” (Génesis 9, 27), o sea, que entrarían en la verdadera religión (San Agustín). Véase Ef. 2, 12-13.

[2635] 10. Los versículos 11-16 y 17b-24 faltan en la versión griega de los Setenta.

[2636] 13. Recuérdese la predicción de Génesis 9, 25-27. Ella explica que los pueblos descendientes de Canaán fueran esclavizados y la tierra de su nombre conquistada por el pueblo elegido, como refiere el libro de Josué. Así se comprende, como un designio divino, el misterio de la raza que desciende de Cam, y su humillación en medio de otras razas. Es una prueba de orden temporal, que la divina misericordia hará redundar sin duda en bien espiritual de los que son rectos, según enseña San Pablo (Romanos 8, 28).

[2637] 18. De Héber vendría, según algunos, el nombre de Hebreo, dado a Abrahán en Génesis 14, 13. Otros lo derivan de “eber” (allende) para indicar que Abrahán vino del otro lado del río Éufrates.

[2638] 19. Fáleg o Féleg, porque, como agrega el Génesis (10, 25) en sus días se hizo la partición de la tierra. Fáleg significa división. Cf. Génesis 11, 1 y 4 ss.

[2639] 27. Cf. Génesis 17, 5 y nota.

[2640] 29. De Ismael descienden los árabes, de modo que Abrahán no solo es padre de los judíos, sino también de los pueblos árabes, que nunca dejaron de molestar a Israel y que también actualmente luchan contra los judíos, perpetuando así la rivalidad entre Isaac y Esaú. Abrahán es, además, en sentido espiritual, “padre de todos los creyentes” (Romanos 4, 11), título que la Sagrada Escritura no da a ningún otro de los mortales, por grande y santo que sea.

[2641] 38 ss. Véase Génesis 36, 20 ss. Seír se usa en el Antiguo Testamento también en lugar de Edom.

[2642] 3 s. Véase Génesis capítulo 38. “Las tribus de Israel aparecen enumeradas según la importancia de su misión histórica y según su posición en la tierra de promisión. En las genealogías de cada tribu el autor no procede sistemáticamente ni pretende ser completo, antes bien, se contenta con reproducir las listas genealógicas o fragmentos de las mismas en cuanto pudo encontrarlas en las familias después del cautiverio. Debido a que la mayor parte de estas familias pertenecían a las tribus de Judá, Benjamín y Leví, son sus genealogías las que ofrecen menos lagunas” (Crampón).

[2643] 7. Acar se llama en el correspondiente capítulo de Josué (7, 1). Acán. Su pecado consistió en apoderarse de cosas consagradas al Señor como anatema.

[2644] 9. Ram llamado en la Vulgata Aram (Rut 4, 19 y Mateo 1, 3 y 4). Calubai llamado Caleb en versículo 18.

[2645] 11. Salmá es llamado Salmón en Rut 4, 20 y Mateo 1, 4.

[2646] 18. Los nombres mencionados en los versículos 18-55 no ocurren en otros documentos, pertenecen, por lo tanto, a las fuentes propias de los Paralipómenos.

[2647] 24. Después de la muerte de Hesrón en Caleb-Efrata: Texto dudoso. Vulgata: Después de la muerte de Hesrón entró Caleb en Efrata. Sobre Caleb y su familia véase 4, 15; Números 13, 7; 14, 6; Josué 14, 6-14.

[2648] 52. En vez de los nombres de los hijos, la Vulgata da el sentido etimológico de ellos: Él que veía la mitad de los descansos.

[2649] 55. Los Tiroteos, los Simateos, los Sucateos. Vulgata: y moraban en tiendas, cantando y tañendo. Hamat. Vulgata: Calor. Las diferencias entre la Vulgata y el hebreo no son de importancia; se trata solamente de otra forma de traducir las mismas letras hebreas, las que, tomadas en sentido etimológico y no como nombres de localidades y personas, tienen el significado que les da la Vulgata. Los escribas eran los doctores e intérpretes de la Ley y a la vez jurisconsultos. Sobre los Recabitas véase Jeremías 35, 6 ss. y IV Reyes 10, 15 y nota. Se deduce del contexto que el autor no habla de los escribas en general, sino solamente de los recabitas, que llevaban una admirable vida contemplativa. Cf. Jueces 1, 16 y nota.

[2650] 1 ss. Daniel se llama Quileab en II Reyes 3, 3. En II Reyes 5, 14 ss. se hace mención de once hijos de David, que le nacieron en Jerusalén. La diferencia puede explicarse por la omisión de los que murieron en la infancia. Cf. 14, 3-7.

[2651] 16 s. Jeconías, llamado también Joaquín (cf. Mateo 1, 11). Hijos de Jeconías el cautivo (versículo 17). Otros traducen, hijos de Jeconías: Asir, etc. Jeconías fue llevado al cautiverio por Nabucodonosor, rey de Babilonia (IV Reyes 24, 15) y más tarde puesto en libertad (IV Reyes 25, 27 ss.).

[2652] 19. Zorobabel es, según Mateo 1, 12, Ag. 1, 1 y Esdras 3, 2, hijo de Salatiel. Hay, tal vez, que recurrir al levirato, para explicar la diferencia. “La descendencia de Zorobabel va más allá de los tiempos de Esdras, a quien este libro se atribuye, por lo que se admite generalmente que los otros nombres han sido añadidos luego” (Bover-Cantera).

[2653] 9 s. Jabés recuerda en hebreo la palabra “dolor”. Preciosa muestra de cómo Dios escucha la oración del corazón dolorido. Cf. Salmo 33, 18-19, etc.

[2654] 14. Valle de los artesanos. Así la Vulgata. Los modernos toman este término como nombre de una localidad, en hebreo: Ge-Harasim.

[2655] 22 s. Estos dos versículos son un ejemplo clásico de traducción etimológica de nombres de personas y lugares. San Jerónimo prefería este modo de traducir en todos los casos donde no constaba que se trataba de un nombre propio. Por ej. traduce el nombre de Joquim con las palabras: el que hizo parar el sol. Él autor sagrado termina el versículo 22 diciendo: Estas son cosas antiguas. El significado de esta observación es: así dicen las antiguas tradiciones.

[2656] 27. Tuvo diez y seis hijos y seis hijas. Y no se avergonzaba. Hoy día no le darían alojamiento en ninguna casa y los vecinos lo tomarían por zonzo. ¡Dichoso el pueblo que tiene numerosos hijos como deseaban tenerlos las familias bíblicas!

[2657] 40. Sobre Cam véase 1, 13 y nota.

[2658] 41. Los Meunitas: Vulgata: los moradores.

[2659] 1 s. Cf. Génesis 35, 22; 49, 3 s. De este pasaje y de Génesis 48, 5 se deduce que Jacob dividió los derechos de la primogenitura en dos partes, dando el principado a Judá, pero reservando para José y sus hijos la doble porción que correspondía al primogénito. Cf. Génesis 49, 22 ss.

[2660] 6. Precioso dato histórico, que nos da noticias de la existencia de la tribu de Rubén hasta los tiempos de Tiglatfalnasar (o Teglatfalasar), rey de Asiria (745-727 a. C.).

[2661] 10. Agarenos: descendientes de Abrahán por Agar e Ismael (Génesis 21, 9 ss.), árabes nómadas, ricos en ganado.

[2662] 20. Por cuanto confiaban en Él: Entre hechos puramente históricos, se engarza esta maravillosa luz de doctrina: Dios nos escucha en la medida en que confiamos en Él, creyéndolo verdaderamente un Padre que fue capaz de darnos su Hijo. Cf. Salmo 32, 22; Juan 3, 16.

[2663] 22. Hasta el cautiverio: Se refiere al cautiverio asirio que comenzó en el siglo VIII a. C. Cf. versículo 26.

[2664] 26. Ful y Tiglatfalnasar son la misma persona. Cf. versículo 6 y nota; IV Reyes 15, 19 s. y 29.

[2665] 1 ss. Cf. Éxodo 6, 16 ss. Sobre Fineés (versículo 4). Véase Números 25, 12 y nota. Los versículos 1-15 corresponden en el hebreo al capítulo 5, versículos 27-41. No nos cansemos de leer las genealogías de la Biblia, admiremos más bien el empeño del pueblo hebreo en conservar los nombres de los antepasados y cumplir el cuarto mandamiento también para con los muertos. El que sabe cómo se llamaban en tiempos lejanos las cabezas de su estirpe, conserva de este modo la tradición de su familia y no corre el peligro de hundirse en la masa. De ahí el supremo esfuerzo del comunismo por destruir los lazos familiares, desvincular al hombre y desfamiliarizarlo para que no sea más que una partícula de una masa dominada solo por intereses materiales.

[2666] 22. Sobre Coré, Números 16, 30 ss. Sus hijos fueron salvados (Números 26, 11).

[2667] 28. En I Reyes 8, 2 el primogénito de Samuel se llama Joel. Parece, pues, que tuviera dos nombres. Véase también versículo 33; I Reyes 1, 11 y nota.

[2668] 32. Según su reglamento. Otros: según el turno. Cf. Lucas 1, 8.

[2669] 39. Hermano: aquí en el sentido de pariente. Lo mismo en versículo 44.

[2670] 44. Etán sería la misma persona que Iditún a quien conocemos por los Salmos (Salmos 38, 1; 61, 1; 76, 1).

[2671] 56. Véase Josué 21, 12-13.

[2672] 61. Texto defectuoso. Faltan los nombres de las tribus de Efraím y Dan.

[2673] 65. Designadas nominalmente. Otra traducción: a las que pusieron nombres, es decir, a las que denominaron con sus propios nombres.

[2674] 68. En Josué 21, 22 s. se mencionan algunas ciudades más, que aquí faltan.

[2675] 77. El complemento de este versículo se lee en Josué 21, 34.

[2676] 6. Cf. 8, 1 ss.; Génesis 46, 21; Números 26, 38 ss.

[2677] 13. Hijos de Bilhá: Véase Génesis 30, 3 y 17; 46, 24; Números 26, 48 s. Bilhá fue mujer secundaria de Jacob.

[2678] 14. Cf. Números 26, 30 ss.; Josué 17, 1 ss.

[2679] 15. Véase Números 26, 29 y 33; 27, 1 ss.

[2680] 18. Hamoléquet: Vulgata: Regina. Ishod: Vulgata: Varón hermoso. Nombres hebreos que significan etimológicamente lo que traduce la Vulgata.

[2681] 20 ss. Cf. Números 26, 35 s.

[2682] 27 ss. Cf. Josué 16, 1-10; 17, 11.

[2683] 30 ss. Cf. Génesis 46, 47; Números 26, 44-47.

[2684] 1 ss. Los descendientes de Benjamín se hallan enumerados en 7, 6 ss. Aquí se dan más detalles genealógicos, porque Saúl, descendiente de Benjamín, alcanzó la dignidad real. “Las divergencias existentes entre esta genealogía y la del capítulo anterior nacen o de errores de copistas al transcribir los nombres, o de la mezcla de hijos con nietos, o de que esta segunda lista nos da un estado más reciente de la familia benjaminita” (Bover-Cantera).

[2685] 29 ss. Véase 9, 35-44. En Gabaón habitó el padre de Gabaón, es decir, el dueño de Gabaón (cf. Josué 9, 3 ss.), que, según 9, 35, se llamaba Jehiel.

[2686] 33. Cf. I Reyes 9, 1. Esbáal: Los libros de los Reyes lo llaman Isbóset (cf. II Reyes 2, 8). Debido a que los israelitas piadosos se negaban a pronunciar el nombre del ídolo Baal, lo sustituían por bóset (ignominia). Lo mismo ocurrió en el versículo siguiente con el nombre de Meribbáal que es idéntico con el nombre Mefibóset de los libros de los Reyes (II Reyes 4, 4; 9, 6).

[2687] 2 ss. Los primeros: “No los primeros después del cautiverio de Babilonia, como han pensado algunos intérpretes contemporáneos, sino los primeros después de la instalación de los hebreos en Tierra Santa” (Fillion). Los otros figuran en Nehemías 11, 4 ss. Son enteramente distintos y solo pertenecen a las tribus de Judá y Benjamín, sin incluir, como aquí, a los hijos de Efraím y Manasés. Los natineos son lo que significa su nombre siervos donados al Templo y destinados para el servicio del santuario. Eran oriundos de Gabaón (cf. Josué 9, 21-27). Más tarde también se reclutaban para tales trabajos prisioneros de guerra.

[2688] 10 ss. Es de notar que los Paralipómenos se ocupan preferentemente de la genealogía de los sacerdotes, no por una inclinación personal del autor, sino porque los documentos genealógicos de los ministros del Templo se habían conservado con más esmero. Aunque son de poco interés para el historiador, manifiestan, sin embargo, el alto concepto que el pueblo hebreo tenía de todo lo que se refería a la familia. Cf. 6, 1 ss. y nota. Hijo de Sadoc (versículo 11). Nótese que la familia de Sadoc del linaje de los Sumos Sacerdotes está aquí entre los primeros pobladores de Jerusalén, lo mismo que después del cautiverio (Nehemías 11, 11), De ahí probablemente el privilegio que se da a la estirpe de Sadoc en las profecías de Ezequiel. Cf. Ezequiel 44, 15 y nota.

[2689] 19. El campamento de Yahvé: El Tabernáculo del Templo, que se llama así, porque en el desierto el Tabernáculo formaba parte de los campamentos de Israel.

[2690] 21. Tabernáculo de la Reunión: Vulgata: Tabernáculo del Testimonio, llamado así porque allí se guardaban las tablas de la Ley (Testimonio).

[2691] 29 ss. Todas estas disposiciones muestran una vez más el sumo decoro que se guardaba en lo relativo al culto de Yahvé.

[2692] 35 ss. Cf. 8, 29-38. Sobre Esbáal (y. 39) y Meribbáal (versículo 40) véase 8, 33 y nota.

[2693] 1 ss. Véase I Rey. 31, 1 ss.

[2694] 6. Todos los varones de la casa de Saúl que habían participado en la batalla, perdieron la vida. Solo Isbóset (Esbáal), el hijo menor de Saúl, había quedado en casa.

[2695] 10. Dagón, divinidad nacional de los filisteos, cuyo templo principal estaba en Azoto (I Reyes 5, 2 ss.). Dagón fue avisado por los mensajeros (versículo 9); interesante detalle que nos muestra qué poca cosa eran los dioses paganos.

[2696] 14. Un ves de consultar a Yahvé: Vulgata: por no haber esperado en el Señor: Esto nos muestra claramente el carácter paternal del Corazón de Dios, que se ofende más de la desconfianza que de cualquier agravio. Véase el doble caso de Asá (II Paralipómenos 16, 7-13).

[2697] 1 ss. Véase II Reyes 5, 1-3 y 6-10 con las notas respectivas.

[2698] 5. De ahí que Jerusalén se llame la ciudad de David. Jesús la llama la ciudad del gran Rey (Mateo 5, 35), aludiendo a las profecías que anuncian su glorioso futuro (Salmo 47, 3).

[2699] 8. Milló: un baluarte o una torre fortificada al sudoeste de la colina del Templo. Véase II Reyes 5, 9; III Reyes 9, 15 y 24; 11, 27; II Paralipómenos 32, 5 y notas.

[2700] 10 ss. Véase II Reyes 23, 8-39. Trescientos: según II Reyes 23, 8: ochocientos.

[2701] 12. Hijo de Dodó: La Vulgata da el sentido etimológico: hijo de su tío paterno. Lo mismo en el versículo 26.

[2702] 14. Uno contra todos; hazaña verdaderamente épica, y sin embargo no legendaria, sino de una veracidad garantizada por la Palabra de Dios, de quien procedía toda la fuerza de esos héroes (Salmo 34, 10).

[2703] 22. Arieles, esto es, “leones de Dios”. Puede tomarse en sentido figurado: hombres fuertes. Véase II Reyes 23, 20.

[2704] 24. Treinta: Así proponen con razón algunos de los intérpretes modernos, en lugar de, tres.

[2705] 25. Le puso al frente de su guardia: Vulgata: le puso a su oreja, es decir, le tomó como consejero; y además le hizo capitán de la guardia real (II Reyes 8, 18; 20, 23; 23, 20 ss.).

[2706] 1. Cf. I Reyes 27, 5 ss.

[2707] 8. Se pasaron a David cuando este andaba aún huyendo en el desierto y necesitaba guerreros capaces de hacer maniobras rapidísimas. Por lo cual la llegada de los gaditas, ligeros como cabras monteses, significaba para David un poderoso auxilio.

[2708] 15. El mes primero: el mes de Nisán (marzo-abril). Es este el tiempo en que se derriten las nieves del monte Hermón, donde nace el Jordán.

[2709] 18. Amasai habla inspirado por el Espíritu de Dios, quien amparaba a su siervo David, dándole la virtud de atraer a los hombres valerosos. La Sagrada Escritura no deja de destacar que es el Espíritu Santo quien entra en escena cuando Dios quiere comunicar una energía especial o movernos a una acción. Él nos guía interiormente si es que nos dejamos guiar y no ponemos obstáculos. Cf. Números 11, 25 ss.; Jueces 3, 10; 6, 34; 11, 29; 13, 25; I Reyes 16, 13; II Paralipómenos 24, 20. Cf. Romanos 8, 26; I Corintios capítulo 14 y notas.

[2710] 22. Un ejército de Dios. Hebraísmo que expresa una cosa extraordinaria, muy grande y valiosa. Cf. Salmos 64, 10; 67, 16; Jonás 3, 3.

[2711] 28. Sadoc, hijo de Ahitob o Aquitob (II Reyes 8, 17) y más tarde Sumo Sacerdote en lugar de Abiatar (III Reyes 1, 26; 2, 27).

[2712] 32. Dice San Jerónimo que los hijos de Isacar eran maestros en computar y ordenar las fiestas y tiempos sagrados.

[2713] 40. Reinaba la alegría: Hermosa expresión que pinta el ambiente de incomparable prosperidad que Dios concedió a David, su amigo predilecto entre todos por su corazón de niño. Cf. II Reyes 5, 1-3.

[2714] 1 ss. Véase II Reyes 6, 1-11. Notemos el lenguaje paternal del santo rey para con el pueblo y su filial sumisión al Señor.

[2715] 5. Sihor significa “turbio” y se usa en la Biblia para denominar el Nilo de Egipto. Cf. Isaías 23, 3; Jeremías 2, 18. Aquí se refiere probablemente al río que servía de frontera entre Palestina y Egipto. Hamat (Emat): ciudad de Celesiria. La entrada de Hamat era el límite septentrional del país.

[2716] 10. Uzzá murió allí: El P. Kugler da una explicación acertada de este acontecimiento, exponiendo: es muy extraño que no se haga mención aquí ni de sacerdotes, ni de levitas, ni de sacrificios, mientras que en la traslación de la casa de Obededom a Jerusalén se ofrecieron sacrificios y se citan con sus nombres los sacerdotes y levitas que tomaron parte (15, 4 ss.). Al llamarlos David a este segundo traslado, se funda en que solamente los levitas estaban facultados para llevar el Arca. De todo esto se puede concluir que los sacerdotes y levitas no quisieron acudir a transportar el Arca de casa de Abinadab, por lo cual David intentó hacerlo por medio de laicos, y por tanto en carro. Uzzá lo pagó con la muerte, por haber tocado el Arca siendo seglar. David reconoció en ello lo ilegal de su proceder, desistió de llevar el Arca a Sión y esperó tres meses. Entonces hizo que fuese transportada en la forma que la Ley prescribía, después de arreglar el conflicto con los sacerdotes y levitas (Schuster-Holzammer).

[2717] 11. Cf. II Reyes 6, 6 ss. Peres-Uzzá. Vulgata: Separación (o sea muerte) de Uzzá. Es la traducción del nombre hebreo. La locución “hasta hoy día”, ha de entenderse del tiempo en que escribió el autor sagrado. Sobre la causa del castigo véase 15; 12 s.

[2718] 1 ss. Véase II Reyes 5, 11-25. “En el pasaje paralelo, II Reyes versículo 11 ss., todos los pormenores de este capítulo XIV son relatados antes del traslado del Arca, y este parece ser su auténtico lugar cronológico” (Fillion).

[2719] 2. Por amor de Israel, su pueblo: David no piensa en su propia gloria, sino en la de Dios. En esto consiste su excepcional virtud y el supremo elogio que el Espíritu Santo le tributa en Eclesiástico 47, 9. En esto es figura de Cristo (Juan 5, 44; 8, 50; 17, 1).

[2720] 11. Baal-Ferasim significa: El Señor de la brecha. Derrota célebre, que Isaías (28, 21) recuerda en una de sus terribles amenazas.

[2721] 15. El ruido de pasos, tiene que recordar a David que el Señor le enviaba en socorro un ejército invisible.

[2722] 1 ss. Véase II Reyes 6, 12 ss.

[2723] 2. Solamente los levitas, y entre ellos los caatitas (Números 4, 15) y el linaje de Aarón (Deuteronomio 31, 9) estaban autorizados a llevar el Arca. Véase 13, 10 y nota.

[2724] 12. Santificaos, es decir, purificaos de toda impureza legal por medio de las abluciones prescritas en la Ley. Cf. Éxodo 9, 10 y 15; 30, 19; Levítico 10, 9; I Reyes 21, 4.

[2725] 13. Nos ha castigado: Cf. 13, 7-11.

[2726] 15. Los hijos de los levitas. Hebraísmo: los pertenecientes a la tribu de Leví.

[2727] 17. Etán, tal vez idéntico con Iditún. Véase 25, 1 y nota.

[2728] 20. Tenían salterios de tonos altos. Traducción dudosa. San Jerónimo vierte: cantaban himnos misteriosos con salterios. En hebreo: al Alamot. Así se titula el Salmo 45 y otros. Muchos creen que con este motivo escribió David el misterioso Salmo 67, cuyo carácter profético se aclara ampliamente gracias a trabajos recientes sobre el texto original (cf. Wutz, Zorell, Rembold, etc.).

[2729] 22. Según otros traductores el sentido es: Conenías dirigía el traslado (de la capilla). Lo mismo en el versículo 27.

[2730] 27. Manto de lino fino. David lleva en esta ocasión ropas sacerdotales porque él organizaba el traslado del Arca, y además, era rey ungido y teocrático. Cf. Éxodo 28, 6 y nota.

[2731] 29. Le despreció. Véase la admirable actitud de David en II Reyes 6, 20 ss. y nota. David sintió que Micol con su proceder no solo ofendía al marido sino también a Dios. Y Dios la castigó con lo que más duele a una mujer: le niega la maternidad (II Reyes 6, 23). Entre cónyuges no puede ser castigado uno sin que sufra el otro, pues son una sola carne. Así que lo que para Micol fue un castigo, produjo sufrimiento en David.

[2732] 1 ss. Véase II Reyes 6, 17 ss. David ofreció, él mismo, sacrificios, a pesar de no ser sacerdote. Véase sobre esto Salmo 98, 6 y nota. Cf. 15, 27 y nota. También bendijo el rey al pueblo. No es probable que esta bendición fuese la litúrgica, la cual estaba reservada a los sacerdotes (Números 6, 22). Pero en Eclesiástico 47, 11 s. vemos que fue agradable a Dios, lo mismo que todo cuanto en esta ocasión dispone el rey profeta en orden al culto divino; muy al contrario de la conducta arrogante de Saúl, que le acarreó la reprobación de Dios (I Reyes 13, 8-14; 15, 22 ss.).

[2733] 8 ss. El siguiente canto (versículos 8-36) consta de los Salmos 104, 1-15; 95, 1-13; 105, 1 y 47 s. Véase allí las notas.

[2734] 11. Buscad de continuo su Rostro: procurad aplacarlo, haced que os sea propicio, alabadlo y tributadle el culto prescrito.

[2735] 22. Mis ungidos, es decir, los reyes, como representantes de Dios, los patriarcas, y aun todos los israelitas por ser un pueblo particular Suyo.

[2736] 28. “Los versos 28-33 son mesiánicos, por referirse al triunfo universal de Yahvé, que había de realizar el Mesías” (Nácar-Colunga). La idea mesiánica se nota especialmente en el versículo 33, donde el profeta habla del juicio.

[2737] 35. Plegaria profética que dijo David previendo el cautiverio del pueblo y su dispersión entre las naciones. Véase: Salmo 105, 47 y nota. Algunos opinan que el versículo es posterior al cautiverio y fue agregado por Esdras.

[2738] 39. En la altura de Gabaón, porque allí estaba todavía el Tabernáculo; solamente el Arca se hallaba en Jerusalén. La centralización del culto quedó así intacta. Más tarde David levantó un altar en Jerusalén. Véase II Reyes 24, 18 ss.

[2739] 41. Porque su misericordia es eterna. Cf. II Paralipómenos 5, 13; Salmo 135, etc. Esta alabanza, la que más se repite en toda la Escritura porque nada glorifica más a Dios que el reconocimiento de su bondad, es la que dicen al comenzar la Misa los sacerdotes de la Orden de Sto. Domingo, en vez del Salmo 42, de acuerdo con lo establecido por el Papa Pío V. Cf. II Reyes 7, 23 y nota.

[2740] 1 ss. Cf. II Reyes 7, 1-17 (para los versículos 1-15). Véase allí las notas.

[2741] 2. Gran enseñanza. La unión con Dios mediante las virtudes teologales nos da la rectitud de corazón. Así lo entiende San Agustín cuando dice: “Ama y haz lo que quieras”.

[2742] 4. Mi siervo David: Solamente hombres muy santos reciben en el Antiguo Testamento el titulo honorífico de siervo de Dios, p. ej. Abrahán (Salmo 104, 6 y 42); Moisés (Éxodo 14, 31; Números 12, 7 s.); Elías (IV Reyes 9, 36; 10, 10).

[2743] 10 ss. Aquí, como en Mateo 24, se entrelazan dos profecías separadas por un largo intervalo la una de la otra. La primera se refiere al trono de David, la segunda al Mesías; pues el reino de David y su casa tuvieron fin. Solamente en Cristo, hijo de David según la carne, se cumplirá la profecía. Véase Lucas 1, 31 ss. y Hebreos 1, 5-8.

[2744] 13. Aquel que te ha precedido: Saúl, el primer rey.

[2745] 16 ss. Véase II Reyes 7, 18-29 y notas. David habla como profeta, sin alcanzar quizás a comprender todo lo que esto significará un día “en Cristo”. Sus sentimientos que unen la admiración a la gratitud, son los mismos de María Santísima en Lucas 1, 46 ss.

[2746] 21. Cf. Deuteronomio 4, 6-8 y 33-38; Salmo 147, 9.

[2747] 1 ss. Compárese el relato paralelo en II Reyes 8, 1-18 y notas.

[2748] 6. Se destaca aquí la ayuda divina para mostrarnos que en medio de tantas conquistas, que suelen enorgullecer a los hombres o despertar su crueldad, David obraba siempre según el Espíritu de Dios, y Él le daba el triunfo. Véase el contraste con Amasías, Ocías, etc. (II Paralipómenos capítulo 25 y 26).

[2749] 7. Escudos de oro; en los Setenta: collares; en la Vulgata: aljabas.

[2750] 8. Sobre el mar de bronce véase III Reyes 7, 23-2-6.

[2751] 13. Con esto vino a cumplirse aquella profecía: El mayor servirá al menor (Génesis 25, 23). Los idumeos descendían de Esaú, y David de Jacob por Judá.

[2752] 17. De los cereteos y feleteos se componía la guardia del palacio real. Véase II Reyes 8, 18; III Reyes 1, 38.

[2753] 1 ss. El presente capítulo corresponde a II Reyes capítulo 10. Véase allí las notas.

[2754] 4. Los rapó: les hizo raer la cabeza y la barba. Se consideraba la barba como un importante ornato corporal que distinguía al hombre de la mujer, y al libre del esclavo; de ahí que su pérdida se reputase como un deshonor. Por esto Isaías (7, 20) para anunciar a los judíos la terrible derrota que les han de hacer sufrir los asirios, les dice que serán raídas sus cabezas y sus barbas. Solo en las grandes calamidades solían los hebreos raer o mesarse las barbas para significar el extremo dolor, ante el cual nada valían las cosas más estimadas Cf. Jeremías 41, 5; Esdras 9, 3” (Schuster-Holzammer).

[2755] 8. Los valientes, c sea las tropas capitaneados por los valientes cuyos nombres leemos en 11, 10-47.

[2756] 16. Del otro lado del río: Por el río ha de entenderse el río por excelencia: el Éufrates.

[2757] 17. Llegado a ellos: Otros traducen: llegado a Helam (nombre de una ciudad).

[2758] 18. Siete mil hombres: II Reyes 10, 18 trae un número diferente.

[2759] 1 ss. Cf. los relatos paralelos a los versículos 1-3 en II Reyes 12, 26-31, los paralelos a los versículos 4-8, en II Reyes 21, 18-22. Rabbá, esto es Rabbat Ammón, hoy día Ammán, capital de los ammonitas. Es de notar que el autor de los Paralipómenos no menciona el episodio de Betsabee y Urías relacionado con el asedio de Rabbá. Es que todos lo sabían y no era necesario llamar a la memoria aquel triste acontecimiento.

[2760] 2. Su rey: Otros traducen Melcom, nombre del Dios de los ammonitas.

[2761] 4. Refaím, plural de Rafa (cf. versículos 6 y 8): gigantes. Cf. Génesis 14, 5; II Reyes 21, 15-20.

[2762] 5. Elhanán, hijo de Jair mató a Lahmí, hermano de Goliat: San Jerónimo vierte: Adeodato, hijo de Salto betlehemita, mató a un hermano de Goliat.

[2763] 1 ss. En su mayor parte este capítulo es paralelo de II Reyes 24, 1-25. Israel era el pueblo de Dios, por lo cual ninguna persona, sin especial orden de Dios, podía empadronarlo. Aquí se ve claramente que David fue movido por engaño de Satanás.

[2764] 5. El resultado no está de acuerdo con las cifras de II Reyes 24, 9. Los expositores se deciden, en general, por estas, explicando las divergencias por un error del copista.

[2765] 7. Desagradó esto a Dios: esto es, el censo ordenado por David, no la restricción hecha por Joab (versículo 6).

[2766] 15. La misericordia paternal de Dios se manifiesta aquí como en el caso de Abrahán (Génesis 22, 11). Ornan: otra forma del nombre de Areuna (II Reyes 24, 16).

[2767] 16. El saco, o cilicio, como traducen algunos, era una vestidura áspera, hecha de pelo de camello o de cabra, que se llevaba como señal de duelo o penitencia. Los profetas, como anunciadores de la penitencia, preferían este modo de vestir. Cf. el vestido de San Juan Bautista (Mateo 3, 4).

[2768] 17. Estas ovejas: Nótese la ternura de la expresión. “David se compara con el pastor de un manso rebaño (cf. la frase de Homero: los reyes, pastores de los pueblos), y humildemente se resigna a llevar el castigo de su pecado” (Ricciotti).

[2769] 26. Enviando fuego: Mediante el fuego Dios da a conocer que el sacrificio le es agradable. Cf. Génesis 4, 4; 15, 17; Jueces 13, 19 s.; III Reyes 18, 38. El fuego indica también la presencia de Dios, como en la zarza ardiente (Éxodo 3, 2), en la columna de fuego (Éxodo 13, 21) y sobre el monte Sinaí (Éxodo 19, 18), lo mismo que en la dedicación del Tabernáculo (Levítico 9, 24) y del Templo (II Paralipómenos 7, 1). Cf. II Macabeos 1, 22. Es de notar que también la segunda venida de Cristo se hará “en llamas de fuego” (II Tesalonicenses 1, 8). Cf. I Corintios 3, 13; Apocalipsis 19, 12.

[2770] 30. Notemos este rasgo encantador de pequeñez delante de Dios, en un rey colmado de riquezas, victorias y honores humanos.

[2771] 2. Los extranjeros: Vulgata: los prosélitos. Se trata de los extranjeros que no pertenecían al pueblo de Israel, pero vivían entre los israelitas, especialmente los cananeos sometidos a Israel. “Impedido por la voluntad de Dios de realizar sus planes, hace todo lo que puede, preparando los materiales, los planes de la obra y la organización del culto. En el presente capítulo comienza el rey su tarea, tan grande que merecería David el nombre de fundador del Templo con mejor título que su hijo” (Nácar-Colunga).

[2772] 5. Vemos aquí con más amplitud que en los libros de los Reyes, la gran colaboración de David en la obra del Templo. No pudiendo hacerlo el santo Rey, quiso al menos preparar la mayor parte de los materiales. Cf. Salmo 131, 2-5.

[2773] 7. Al Nombre de Yahvé: El nombre designa en la Biblia no solamente a la persona, sino también sus atributos esenciales. De ahí la extraordinaria reverencia que se tributaba al nombre de Yahvé.

[2774] 9. Será hombre de paz: Alusión al nombre de Salomón que significa “Pacífico”.

[2775] 10. Él será para mi hijo: Palabras que solo habrán de cumplirse plenamente en Cristo. Cf. Hebreos 1, 8; Lucas 1, 32; Isaías 9, 7; 22, 22; Daniel 7, 14, etc.

[2776] 12. Dios escuchará esta bendición paterna, dando a Salomón incomparable sabiduría (III Reyes capítulo 10).

[2777] 14. Delante de la majestad de Dios aun las más grandes riquezas del mundo son pobreza. Cien mil talentos son 5.894.400 kg. “Es muy probable que haya habido confusión en las letras que designan los números, o que los copistas hubiesen añadido cifras, lo cierto es que las antiguas versiones no coinciden en estos datos; tal vez existe aquí algún error textual... Por otra parte no es increíble tan grande cantidad de metales nobles en aquella época, pues sabemos que en las ciudades de la antigüedad se acumulaban grandes tesoros procedentes del botín de guerra, de los tributos de los pueblos conquistados y de los tributos y donativos voluntarios” (Schuster-Holzammer). El P. Kugler propone leer siclos, en vez de talentos.

[2778] 18 s. Lenguaje digno de un Pontífice. Se reitera la categórica afirmación de que el triunfo en la guerra es obra de Dios.

[2779] 4. Israel era un reino teocrático que no tenía otra constitución fuera de la Ley de Dios. De ahí que los levitas que conocían esta Ley, fuesen elegidos para administrar la justicia y desempeñar los cargos de mayor responsabilidad.

[2780] 13. Para que consagre las cosas santísimas: Pasaje diversamente traducido. Algunos piensan en la consagración del mismo Aarón y vierten: para consagrarle como santísimo. Así, por ejemplo Bover-Cantera. En cambio, Nácar-Colunga traduce: para servir en el Santo de los Santos. Vulgata: para el ministerio en el Santísimo.

[2781] 15. Nótese que los hijos de Moisés son enumerados entre los simples levitas. El gran profeta y legislador del pueblo nunca pedía privilegios, ni para su persona, ni para sus hijos.

[2782] 22. Hermano significa aquí primo hermano, como en Génesis 14, 16, etc. Así se habla en el Evangelio de los hermanos de Jesús (Juan 7, 3, etc.). Los casamientos entre primos hermanos no estaban prohibidos por la Ley (Números 36, 6-7, etc.).

[2783] 24. Veinte años arriba: Cf. Números 8, 24 y nota.

[2784] 29. Toda clase de medidas de capacidad y longitud, y también las pesas, estaban bajo protección divina, porque es Dios quien ha dispuesto todas las cosas “con medida, número y peso” (Sabiduría 11, 21; cf. Proverbios 16, 11) y los hombres deben tener cuidado de no trastornar lo que ha dispuesto el Todopoderoso. Las pesas y medidas normales estaban depositadas en lugar sagrado, y a ellas tenían que corresponder las usadas por los comerciantes. La Biblia contiene muchas advertencias contra los que vendían y compraban con balanzas distintas. Cf. Levítico 19, 35; Deuteronomio 25, 13 ss.; Proverbios 11, 1.

[2785] 2. Nadab y Abiú, por haber ofrecido el incienso con fuego extraño, fueron muertos por el fuego de Dios (Levítico 10, 1 ss.).

[2786] 3. Ahimelec, según el versículo 6, hijo de Abiatar. Véase 15, 11; II Reyes 8, 17.

[2787] 10. De la familia de Abía procedió Zacarías, padre de San Juan Bautista (Lucas 1, 5).

[2788] 19. Cada una de las 24 clases ejercía durante una semana el ministerio en el Templo, según el orden fijado.

[2789] 20. A partir de este versículo siguen observaciones genealógicas acerca de las familias levíticas no sacerdotales. Véase 23, 7 ss.

[2790] 31. Echaron suertes. Sistema frecuentemente usado en la Escritura para conocer la voluntad de Dios, siempre que hubiese rectitud de intención. Véase Josué 7, 14; I Reyes 10, 24; Hechos de los Apóstoles 1, 26, etc.

[2791] 1 ss. He aquí los tres grandes colaboradores músicos de David: Asaf, Hemán y Jedutún. Asaf compuso doce Salmos (Salmos 49 y 72-82). El nombre de Hemán (cf. III Reyes 4, 31) está en el epígrafe del Salmo 87, y Jedutún es tal vez el mismo que Iditún, cuyo nombre llevan tres Salmos (Salmos 38; 61; 76). Algunos lo identifican con Etán (cf. 15, 17; II Reyes 4, 31 y nota). Ejercer la música sacra; literalmente: profetizar. La composición de los Salmos de consideraba como acción profética, y lo es. También los cantores, y sobre todo los directores de coro, participaban en la misión profética. De ahí que uno de ellos, Hemán, tenga el título de “vidente del rey” (versículo 5). En las melodías de David y sus músicos, se inspiró el primer canto litúrgico de la Iglesia, pues eran los Salmos los que servían para acompañar la Liturgia, y es de suponer que los primeros cristianos, cuyo centro era Jerusalén, los cantaban de la misma manera que los judíos. ¿Quién sabe cuántas resonancias de melodías davídicas se hallan hoy todavía en el canto litúrgico? Por eso, si hablamos de los grandes maestros de música, no olvidemos a los creadores de la inmortal música del Templo.

[2792] 6. Todos es decir, catorce hijos y tres hijas. ¡Qué bendición de Dios sobre una familia que está unida en el loor de Dios, y cuyos miembros todos, padre e hijos, rivalizan en ensayar y cantar himnos sagrados! Estamos seguros de que las voces de los diez y siete hijos llenaban de felicidad la pobre casa del padre, no menos feliz que sus hijos; y creemos que de los diez y siete cantores del Señor ninguno se perdió, porque Dios protege a los que cantan sin cesar sus alabanzas.

[2793] 7. ¡Doscientos ochenta y ocho maestros de música! Y un ejército de cantores. Hasta hoy, ningún rey ha gastado tanto por la música, ni mucho menos por la música sacra. Una enorme parte de los ingresos del rey era necesaria para mantener el canto litúrgico. Pensando en esto comprendemos en algo la grandeza y santidad de David.

[2794] 9 ss. La división de los cantores en 24 clases tiene su paralelo en las 24 clases sacerdotales. Cf. 24, 7-19.

[2795] 5. Dios le había bendecido; pues la numerosa prole era señal de bendición divina.

[2796] 16. La puerta de Salléquet: al oeste del perímetro (muro externo) del Templo.

[2797] 18. Las dependencias. Traducción insegura. Vulgata: cámaras. Otros prefieren transcribir la palabra hebrea parrar, sobre cuyo significado véase IV Reyes 23, 11 y nota.

[2798] 20. Los levitas, sus hermanos: Así los Setenta. El texto masorético dice: los levitas, Aquías; la Vulgata simplemente: Aquías.

[2799] 26. Admiremos este gobierno, fundado sobre la familia, y en que los tesoros conquistados en la guerra eran ante todo consagrados a Dios. Así también Él bendecía toda la vida pública y privada y “reinaba el gozo en Israel” (12, 40).

[2800] 29. Juzgar y enseñar los preceptos de las leyes era tarea de los levitas (cf. II Paralipómenos 17, 9; 30, 22). Además solían emplearse en la administración del país como se ve en los versículos siguientes. Cf. II Paralipómenos 19, 8-11.

[2801] 30. De la otra parte del Jordán: es decir, de Cisjordania. Para los israelitas que en tiempos de Josué vinieron desde el este, el oeste “era la otra parte”. En Transjordania juzgaban los hijos de Jerías (versículo 31).

[2802] 31. La fecha indica que David ordenó estos asuntos al fin de su vida.

[2803] 1. David disponía, así como Saúl, de tropas regulares, que estaban divididas en doce cuerpos, de 24.000 soldados cada uno, pero no prestaban servicio todos al mismo tiempo ni durante todo el año, sino que cada cuerpo tenía que servir durante un mes.

[2804] 5. Sacerdote, según otros: consejero, o ministro. Pues sacerdote significaba no solamente ministro de culto, sino también funcionario, ministro del rey.

[2805] 6. Héroe entre los treinta, o sea, uno de los treinta héroes. Cf. 11, 22-25.

[2806] 16. Independientemente de la división militar, las doce tribus tenían sus propios príncipes. Los que se enumeran aquí son los del tiempo de David. Faltan las dos tribus de Gad y Aser.

[2807] 23. Sobre el censo véase 21, 1 ss.; II Reyes 24, 1 ss. Como las estrellas del cielo: David esperaba el pronto cumplimiento de esta promesa, particularmente en su propia familia, sin ver toda la trascendencia mesiánica del plan divino.

[2808] 25 ss. Cf. III Reyes 4, 1 ss. y nota. David tenía, como se ve, doce encargados de vigilar los bienes del rey y proveer al mantenimiento de la corte real. Más tarde estableció Salomón doce prefectos (III Reyes 4, 7-19), haciendo una nueva división de Palestina, distinta de las doce tribus, y obligando a cada uno de los prefectos a alimentar por turno la corte real durante un mes del año.

[2809] 28. Sefelá: Llanura que se extendía a lo largo de la costa del Mediterráneo, al oeste de Judea.

[2810] 33. Amigo del rey: título que algunos traducen por consejero. Sobre Aquitófel y Cusai véase II Reyes 15, 31 ss.; 16, 15 ss.

[2811] 2. Escabel de los pies de nuestro Dios: Esto se entiende del Arca, que era el asiento de la divina majestad. Dios estaba presente entre los dos querubines que extendían sus alas sobre el Arca. Cf. versículo 18; Éxodo 25, 18 ss.; Salmo 98, 5; 131, 7 y notas.

[2812] 4. Véase II Reyes 23, 5 y nota.

[2813] 6 s. Cf. 22, 9 s.; 27, 23; II Reyes 7, 13 s.; II Paralipómenos 1, 9 y notas.

[2814] 8. David enseña aquí a sus descendientes el secreto de la prosperidad que Dios le concedió. Guardad y estudiad. Para amar y custodiar la Ley de Dios es necesario estudiarla. De ahí la gran importancia de conocer las Sagradas Escrituras.

[2815] 10. Yahvé te ha escogido: Cf. Juan 15, 16; Ef. 2, 10; II Timoteo 1, 9.

[2816] 11. El lugar del Propiciatorio: el Santísimo o Santo de los Santos;

[2817] 18. Los intérpretes no están de acuerdo en la explicación de la figura de la carroza. Unos refieren las palabras al Arca misma, otros a los querubines (cf. Eclesiástico 49, 10). Lo que más nos interesa es notar cuánto amor se derrocha en tantos detalles, y cómo lo mejor se reserva para el altar donde se ofrece el incienso que es figura de la oración (véase Salmo 140, 2; Apocalipsis 8, 4, etc.).

[2818] 19. “¡Un templo planeado por el mismo Dios en el Cielo! ¡Basta esto para comprender que jamás pudo haber otro igual al del Artista que combina los colores del crepúsculo y pinta las plumas de las aves!”. No sabemos de qué modo recibió David el plano del Templo, tal vez por una inspiración interna, o por medio de un profeta.

[2819] 2. Piedras de mármol. Vulgata: mármol Pario. Paros es una isla del mar Egeo, célebre por la abundancia de piedras de mármol que de allí llegaron a Atenas y otros centros de arte.

[2820] 5. Cf. Éxodo 35, 20 ss.; Números capítulo 7. Hacer una ofrenda espontánea a Yahvé; en hebreo: llenar su mano, lo cual quiere decir: presentar ofrendas a Dios. Todos lo hicieron espontánea y alegremente ante el magnífico ejemplo de su rey (cf. II Corintios 9, 2; Hebreos 13, 17; Filemón 14).

[2821] 7. El talento grande equivale a 58,944 kg. El dárico era una moneda persa. Algunos vierten: dracmas.

[2822] 10 ss. “Suavísima efusión de alabanzas que data de los días postreros del rey poeta. Dieron ocasión a este cántico las generosas ofrendas que David y los principales personajes del reino hicieron con destino a la construcción del Templo… Todo pertenece a Dios, que lo gobierna todo y está por sobre todo. Tal es el resumen de este pequeño y sencillo poema” (Cardenal Gomá).

[2823] 14. Inmensa verdad de fe, confirmada numerosas veces por el apóstol San Pablo. San Agustín la resume diciendo: “Dios da lo que pide.” El segundo Concilio Arausicano (can. 11) se funda en este texto.

[2824] 17 s. La Iglesia aprovecha estas preciosas palabras para la liturgia (Ofertorio de la Misa de la consagración de una iglesia).

[2825]

[2826] 20. Los próximos diez versículos tienen su paralelo en III Reyes 1, 33-39; 2, 11 s. Adorar al rey quiere decir, rendirle homenaje.

[2827] 22. Por primera vez fue ungido con motivo de la sublevación de Adonías (III Reyes 1, 33-39).

[2828] 29. Esos y otros libros, citados por la Biblia como fuentes históricas, se han perdido. Sin duda están compendiados en los Libros de los Reyes. Si Dios permitió su pérdida, es porque no los necesitamos para nuestra salud, pues “todas las cosas que han sido escritas, para nuestra enseñanza se han escrito, para que mediante la paciencia y el consuelo de las Escrituras tengamos la esperanza” (Romanos 15, 4).

[2829] 1. Acerca de las cuestiones introductorias véase la Introducción al primer Libro de los Paralipómenos.

[2830] 2 ss. Cf. III Reyes 3, 4-15; I Paralipómenos 16, 39 s. y notas. El Tabernáculo estaba todavía en Gabaón, al noroeste de Jerusalén; el Arca empero, se hallaba en Jerusalén en la era de Ornán, adonde David la había trasportado.

[2831] 7 ss. Pídeme lo que quieres que te conceda. Y Salomón dijo: Dame sabiduría e inteligencia. Esta petición que hizo Salomón de la sabiduría con preferencia a todo lo demás, agradó a Dios y le dio no solamente la sabiduría, sino también todos los bienes materiales. Así se cumplió lo que Jesús dice en Mateo 6, 33: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.” Por sabiduría entiende el Antiguo Testamento no las ciencias, sino el conocimiento de las cosas divinas y la rectitud en el obrar, mientras que a la ignorancia religiosa y a la mala vida se le da el nombre de necedad. Hoy día los términos “sabiduría” y “necedad” se usan en un sentido muy restringido, por lo cual nos es difícil entender lo que la Biblia dice de la sabiduría. “El sabio, dice San Bernardo, es el que ve las cosas tales como son en sí mismas”, es decir, que ve las cosas divinas como divinas; las humanas como humanas, y distingue las eternas de las transitorias.

[2832] 14 ss. Véase III Reyes 10, 26-29.

[2833] 2 ss. Cf. el relato paralelo en III Reyes capítulo 5, donde Huram se llama Hiram.

[2834] 6. Véase sobre este admirable concepto de Dios lo que se dice en III Reyes 8, 27 y nota. Cf. 6, 18.

[2835] 10. El coro contenía 364,31, el bato la décima parte.

[2836] 13. Huram, confidente mío; literalmente: Huram, mi padre. Otros traducen: Huram el maestro, o Huram Abí. Se trata del título de “padre” que los reyes daban a sus confidentes y consejeros. Cf. Génesis 45, 8; Ester 13, 6; I Macabeos 11, 32.

[2837] 17. Cf. III Reyes 5, 13-18; I Paralipómenos 22, 2. En vez de extranjeros vierte la Vulgata: prosélitos.

[2838] 1 ss. Cf. III Rey. 6, 1 ss. y notas. Sobre Moriah véase Génesis 22, 2 y nota.

[2839] 3 s. Cf. III Reyes 6, 2 y nota. El codo grande babilónico medía 55 centímetros, el codo grande egipcio: 52,5 centímetros. Créese que Salomón tomaba como medida el codo babilónico.

[2840] 5. La Casa mayor: el Santo, que era más grande que el Santo de los Santos. En todo este capítulo se nota el derroche de oro, el material mis digno para honrar la majestad de Dios.

[2841] 6. Parvaim: lugar desconocido. En general venía el oro de la costa de África (Ofir).

[2842] 12. Este versículo falta en la versión, griega de los Setenta.

[2843] 14. Este velo, exigido por la liturgia de Israel, fue el que se rasgó a la muerte del Redentor que inauguraba el Nuevo Testamento (Mateo 27, 51).

[2844] 15. Treinta y cinco codos. Según III Rey. 7, 15 cada una tenía diez y ocho codos de altura. Cf. Jeremías 52, 20.

[2845] 2 ss. Véase III Reyes 7, 23 ss., con algunas adiciones que no se hallan en el Libro de los Reyes (v. 8).

[2846] 4 s. El mar, esto es, la concha grande para el agua (cf. v. 6 y 10). Tres mil batos, o sea, 109.000 litros.

[2847] 16. Hiram, el maestro: Sobre este título véase 2, 13 y nota.

[2848] 17. Véase III Reyes 7, 46 s. y nota.

[2849] 2 ss. Véase III Reyes 8, 1-9. Que es Sión: De aquí se colige que Sión se llamaba la parte sudeste de Jerusalén, y no la parte suroeste, como creen algunos, fundándose en la toponimia moderna.

[2850] 9. Hasta el día de hoy: Aquí se ve que el autor se atiene a documentos antiguos, porque en el tiempo en que los libros de los Paralipómenos se redactaron, el Templo ya estaba destruido.

[2851] 11. Se habían santificado, es decir, preparado por las purificaciones prescritas. Todos los sacerdotes se habían purificado para poder entrar en el Santuario y ejercer su ministerio. Como se ve, la división de los sacerdotes en clases, hecha por David, no estaba en vigencia, porque no había Templo. La Vulgata es más explícita, pues agrega, en aquel tiempo los turnos y orden de sus funciones no se habían aún repartido entre ellos.

[2852] 13. Véase 7, 3; II Reyes 7, 23; III Reyes 8, 10; I Paralipómenos 16, 41 y notas.

[2853] 14. La gloria del Señor llenó el Templo como cuando entró en el Tabernáculo (Éxodo 40, 34 s.). Esta solemne entrada de Dios en su Santuario se encuentra también en la descripción del Templo de Ezequiel (cf. Ezequiel 43, 1 y nota), mientras que la Escritura nada dice al respecto en la inauguración del segundo Templo después del cautiverio babilónico.

[2854] 1 ss. Cf. III Reyes 8, 12 ss. y notas.

[2855] 6. He escogido a Jerusalén: Cf. 12, 13; Deuteronomio 12, 5-7. He elegido a David: Cf. I Reyes 16, 7-13; I Paralipómenos 28, 4.

[2856] 16. Cf. 7, 18. II Reyes 7, 12-16; III Reyes 2, 4 y notas.

[2857] 18. Cf. 2, 6; III Reyes 8, 27 y nota.

[2858] 21. Hacia este lugar, porque al orar volvían las miradas hacia la Ciudad Santa y el Templo. Cf. v. 34 y 38; III Reyes 8, 35 y nota; Daniel 6, 10.

[2859] 28. Véase 20, 9, donde Josafat hace esta invocación y es admirablemente oído por Dios.

[2860] 33. Toda esta oración es un himno al santísimo nombre de Dios, que es como un reflejo de su Ser. ¡Y pensar con qué indiferencia nosotros pronunciamos tan admirable Nombre! Dar la gloria a Dios y glorificar su santo Nombre, he aquí lo que es nuestro primer oficio, siendo como somos sus creaturas y sus hijos. Con una sola cosa nunca transige Dios: con nuestra soberbia; pero tampoco nunca resiste a los que le confiesan humildemente su pequeñez.

[2861] 36. Cf. III Reyes 8, 46 y su nota sobre este importante punto.

[2862] 42. De tu ungido: Se refiere a Salomón. Las misericordias de David: las gracias y promesas que Dios hizo a David; según otros, la benignidad de David (cf. II Reyes 9, 1 y nota).

[2863] 1. Bajó del cielo fuego: Cf. I Paralipómenos 21, 26 y nota.

[2864] 3. Porque es bueno, etc. Esta fórmula es la que más se repite en la Sagrada Escritura, lo cual nos muestra que la suprema alabanza para el Padre de Jesús y Padre nuestro es el reconocimiento de su amor y su misericordia (cf. 5, 13; 20, 21; I Esdras 3, 11; Judit 13, 21; Salmos 105, 1; 106, 1; 117, 1 y 29; 135, 1-26; Jeremías 33, 11; Daniel 3, 89; I Macabeos 4, 24, etc.).

[2865] 4 ss. Cf. III Reyes 8, 62-66. Las mismas ceremonias se observan en el Templo que Ezequiel vio en la visión (Ezequiel 43, 18 y nota).

[2866] 8 s. La fiesta de los siete días es la fiesta de los Tabernáculos. Sobre la asamblea solemne, en hebreo: atséret (v. 9), véase Lev. 23, 36; Números 29, 35. La entrada de Hamat y el torrente de Egipto significan los extremos del país, el extremo norte y el extremo sur.

[2867] 11 ss. Véase III Rey. 9, 1-9.

[2868] 17 ss. Se confirma, como en 6, 16, el carácter condicional de la promesa relativa a Salomón, que no se cumplió a causa de la infidelidad del rey. Véase la nota a 6, 16.

[2869] 1 ss. Véase III Reyes 9, 10-25 y notas,

[2870] 4. Tadmor, según San Jerónimo Palmita, porque así se llamaba antiguamente Palmira, ciudad y oasis del desierto de Siria que se extiende entre Damasco y Babilonia. Algunos modernos proponen leer Tamor o Tamar, localidad del desierto al sur del mar Muerto (cf. III Reyes 9, 18). Hamat (o Emat), hoy día llama, ciudad de Celesiria, al norte del Líbano.

[2871] 11. Antes de la construcción del Templo, el Arca del Señor se hallaba en el Tabernáculo que David había instalado en la llamada ciudad de David (cf. 5, 2).

[2872] 13. Fiesta de las Semanas. Así es llamada la fiesta de Pentecostés.

[2873] 17 s. Véase III Reyes 9, 26-28. Fue a Esionguéber, es decir, hizo una expedición o mandó solamente un delegación.

[2874] 1 ss. Véase III Reyes 10, 1-12 y notas. Jesús cita este episodio en Mateo 12, 42 y Lucas 11, 31.

[2875] 3. Por casa entienden algunos el Templo, otros el palacio del Rey.

[2876] 6. Tú sobrepujas, etc.: La Vulgata agrega con tus virtudes. De este concepto se vale Santa Teresa de Lisieux para decir a Dios que sus misericordias han sobrepasado a cuanto ella pudo esperar. Cf. Salmos 33, 9; 88, 2; 102, 2; Juan 4, 41-42.

[2877] 11 ss. Véase III Reyes 10, 14-28 y notas.

[2878] 16. La “Casa del bosque del Líbano” formaba parte del palacio de Salomón. Así se llamaba por la cantidad de cedros empleados en su construcción.

[2879] 25. Véase III Reyes 4, 26 y nota.

[2880] 29 ss. Véase III Reyes 11, 41-43. Los escritos de Natán, Ahías e Iddó se han perdido. “Estos versículos pertenecen al esquema del autor sagrado, muy semejante al del Libro de los Reyes. Con esto termina la historia de Salomón sin decir una palabra que pudiera empañar su gloria: antes bien, poniendo muy de relieve su devoción hacia el Templo, su riqueza y su sabiduría” (Nácar-Colunga). Véase I Paralipómenos 20, 1 ss. y nota.

[2881] 1. Todo este capítulo tiene su paralelo en III Reyes 12, 1-19. Véase allí las notas.

[2882] 10. Mi dedo meñique, etc.: Locución proverbial e hiperbólica para expresar que él posee más fuerza material que su padre.

[2883] 15. Esto sucedió por voluntad de Dios: “No quiere decir esto que Dios incitó o movió a Roboam para que diese una respuesta tan necia y tan soberbia; sino que queriendo por los pecados de Salomón separar de su posteridad el reino de las diez tribus, permitió que Roboam siguiese un consejo tan necio, para castigar los pecados de Salomón” (Scío). Véase III Reyes 11, 29.

[2884] 16 s. Israel: las diez tribus del norte; Judá, las tribus de Judá y Benjamín. Este cisma es un hecho histórico que no debe olvidarse para poder comprender la Biblia. Sus consecuencias duran hasta hoy, pues Judá, cautivo de Babilonia, regresó a Jerusalén al cabo de 70 años, en tanto que Israel nunca volvió de su cautiverio en Asiria. Los profetas, sin embargo, anuncian la reunión de las doce tribus porque según enseña San Pablo, “se salvará todo Israel”. Cf. Isaías 11, 12-13; Jeremías 30, 3; Oseas 1, 11; Romanos 11, 26.

[2885] 1 ss. Véase III Reyes 12, 21-24. En lo sucesivo el presente libro se ocupará exclusivamente del reino de Judá.

[2886] 13. No se menciona en los libros de los Reyes la emigración de los sacerdotes y levitas desde el reino de Israel al reino de Judá, aunque se hallan en ellos algunas alusiones a ese acontecimiento (III Reyes 12, 31; 13, 33-34). Los ministros del verdadero Dios no pudieron mantenerse en un país cuyo rey tributaba culto al becerro de oro y prohibía a los sacerdotes hacer viajes a Jerusalén para ejercer su ministerio en el Templo. No les quedaba otro recurso que salir del país.

[2887] 15. Sátiros: Vulgata: demonios. El texto hebreo dice Seirim, en la imaginación popular demonios del desierto.

[2888] 21. Hija de Absalón: hija en sentido más amplio, porque Maacá era nieta de Absalón. Véase III Reyes 15, 2 y nota.

[2889] 1 ss. Véase III Reyes 14, 25-31.

[2890] 3. Suquitas (Vulgata: trogloditas): probablemente nombre de un pueblo.

[2891] 7 ss. En este capítulo vemos resumida toda la historia del pueblo de Dios en sus relaciones con Él: en la prosperidad, se rebela contra el Señor, obligándolo a castigarlo. Pero apenas se humilla, recibe los efectos de la inagotable misericordia divina.

[2892] 9. En la lista de las victorias que Sesac hizo grabar en la pared del templo de Karnak (Egipto), se leen los nombres de 165 ciudades conquistadas, entre ellas también ciudades de Palestina.

[2893] 12. Cf. 19, 3; Génesis 18, 24 ss. Dios se complace muchas veces en aceptar las obras de los que lo aman, para perdonar a los ingratos; es el consolador misterio que se llama comunión de los santos.

[2894] 16. Abías se llama en los libros de los Reyes (III Reyes cap. 15) Abíam.

[2895] 1 ss. Véase III Reyes 15, 1 ss.

[2896] 2. Micaía es la misma que Maacá. Cf. 11, 20 y III Reyes 15, 2, donde es llamada hija de Absalón.

[2897] 4. Habló desde el monte: “Hábil maniobra que persigue el objeto de conseguir sin combate, si fuese posible, la sumisión voluntaria de las tropas enemigas, o por lo menos debilitar su resistencia. Todo lo dicho por Abías fue muy apropiado para demostrar a las tropas del Norte que todos los derechos, el humano no menos que el divino, eran suyos, y para separarlas así del monarca rival” (Fillion). Un hecho semejante se narra en Jueces 9, 7 ss.

[2898] 5. Con pacto de sal: Cf. Lev. 2, 13; Números 18, 19. La sal es símbolo de lo imperecedero, por lo cual se usa para conservar, los alimentos. Para simbolizar el carácter perpetuo de un pacto, era costumbre tomar sal. Cf. 7, 17 ss., sobre el carácter de este pacto.

[2899] 11. Vemos aquí el aspecto cultual del Antiguo Testamento, en que las ceremonias tenían especial importancia. San Pablo enseña, en su Epístola a los Hebreos, que estas ceremonias pasaron para dar lugar a la Nueva Alianza en Cristo, de la cual aquellas eran figuras. Cf. también Juan 4, 21-24.

[2900] 22. En vez de libro dice el texto hebreo Midrasch, vocablo que se usaba más tarde en el sentido de trabajo exegético, comentario. Cf. 24, 27.

[2901] 1 ss. Véase III Reyes 15, 9 ss.

[2902] 2. Los lugares altos, donde se hallaban santuarios no permitidos por la Ley.

[2903] 3. Las piedras de culto (Vulgata: estatuas) representaban a Baal, dios de los cananeos; las ascheras (Vulgata: bosques), a Astarté.

[2904] 6 s. Dios le habla dado reposo: De esto se deduce que Dios no solo da el triunfo y el valor en la guerra (Salmo 17, 40), sino también la paz. El día en que las naciones crean esto, vendrán sobre el mundo las maravillosas promesas de paz que Dios nos tiene hechas por medio de sus profetas (Isaías 2, 4; 9, 7; Oseas 2, 18; Salmos 45, 10; 71, 7, etc.).

[2905] 9. Zarah es un rey desconocido. Unos lo identifican con Osorcón II, rey de Egipto; otros, con mayor razón, sospechan que se trata de una incursión de cusitas (etíopes o árabes). La cifra de un millón es cifra redonda.

[2906] 11. Admirable argumento, propio de la fe viva y no fingida. De ahí el gran triunfo. Cf. 16, 7 ss. y 12-13, como doloroso contraste.

[2907] 13. Gerar, región y ciudad de la Palentina meridional, situada entre Gaza y Bersabee. Cf. Génesis 10, 19; 20, 1.

[2908] 1. Véase sobre este capítulo el relato paralelo en III Reyes 15, 11-15.

[2909] 2 ss. Los expositores entienden esta profecía de la situación religiosa de entonces en el reino de Israel. Aunque este primer sentido es muy verdadero, es innegable la semejanza con Oseas 3, 11; Mateo 24, 15; Marcos 13, 14; Lucas 21, 20. Observa al respecto el P. Páramo: “No solamente se refiere este vaticinio al reinado de Jeroboam y de sus sucesores, en cuyo tiempo dominó la impiedad, sino también al estado actual de los judíos. Esta profecía es muy semejante a la de Oseas, capítulo 3, 4, la cual comúnmente se refiere al infeliz estado de los judíos después de Cristo.”

[2910] 8. La profecía del profeta Oded: Es preferible el texto de la Vulgata: la profecía de Azarías, hijo de Oded profeta. Por abominaciones se entienden los ídolos y sus estatuas e imágenes.

[2911] 15. Les dio reposo: Cf. 14, 6 s. y nota.

[2912] 16. Un ídolo en honor de Aschera (Astarté): según la Vulgata simulacro de Príapo, dios de la obscenidad.

[2913] 1 ss. Véase III Reyes 15, 17-22. “El texto, en cuanto a las cifras, no debe estar bien conservado, pues en III Reyes 16, 8 se dice que Baasá murió el año 26 de Asá” (Nácar-Colunga).

[2914] 4. Abelmaim, llamada Abel-Bet-Maacá en III Reyes 5, 20.

[2915] 8. Cf. 14, 8 ss.

[2916] 9. ¡Qué fineza del corazón de Dios! Sus ojos recorren continuamente toda la tierra para defender a los que en Él confían. El que se siente débil — ¿y quién no lo es?— tiene aquí una perfecta receta para ser fuerte. Cf. Job 34, 21 s.; Proverbios 5, 21; Jeremías 16, 17; Zacarías 4, 10; Filipenses 4, 13.

[2917] 11 ss. Véase III Reyes 15, 23-24. Notemos cómo este rey, a quien se reconocen varios méritos y hazañas, es llevado, tanto a la derrota (v. 7 ss.) como a esta dolorosa muerte, por haber flaqueado en la confianza en Dios. La medida de la misericordia que el Señor usa con nosotros, es la esperanza que en ella tenemos. (Salmo 32, 22). De ahí que Jesús repitiera constantemente, al hacer sus milagros: “Que te sea hecho según tu fe”; “tu fe te ha. Salvado”. Por eso en María Santísima “hizo Él grandes cosas”: porque ella creyó más que todos (Lucas 1, 45).

[2918] 14. Un enorme fuego: Vulgata: con pompa extraordinaria. No se trata de la quema del cadáver, como algunos sostienen. Cf. 21, 19; Jeremías 34, 5.

[2919] 1 ss. Compárese con este capítulo III Reyes 22, 41 ss.

[2920] 3. Siguió los primeros caminos de su padre David: La palabra David falta en los Setenta. Observa Crampón: “En ninguna parte la Biblia distingue entre los primeros caminos de David y sus postreros. Se trataría, pues, aquí de los primeros caminos de Asá” (capítulos 14 y 15).

[2921] 7. Para que enseñasen la Ley de Moisés, pues esta formaba el fundamento de toda instrucción en Israel, religiosa y profana.

[2922] 9. Como se desprende del contexto, la enseñanza fue muy fructuosa, y consistió en dar a conocer en su misma fuente la Ley de Moisés y desarraigar los abusos que se habían introducido. Cf. I Paralipómenos 26, 29 y nota.

[2923] 18. Según estas cifras, el total del ejército de Josafat ascendía a 1.160.000 hombres, lo cual no debe sorprendernos, si recordamos que no eran solo de Judá y Benjamín, sino que eran muchísimos los que de las diez tribus de Israel se habían pasado a Judá (Calmet, Scío, Fillion, etc.). Así premiaba Dios la piedad de Josafat. Sin embargo hay expositores que explican las cifras en otro sentido. Schuster-Holzammer anota: “Es preciso admitir que también aquí hubo error en la transcripción de las letras numéricas; probablemente de los miles se hizo centenas de mil, pues las letras numéricas correspondientes eran muy parecidas y a menudo solo se diferenciaban mediante puntos añadidos.”

[2924] 1. A pesar de su celo por la Ley de Yahvé, Josafat casó a su hijo Joram con Atalía, hija del impío rey Acab de Israel (IV Reyes 8, 18).

[2925] 2 ss. Véase el relato paralelo en III Reyes 22, 2-35.

[2926] 7. Pasaje de extraordinario interés para mostrar la causa de la persecución de los verdaderos profetas y el éxito de los falsos, como lo dicen Jesús y San Pablo (Mateo 5, 12; 7, 15; 23, 34; II Timoteo 4, 3, etc.).

[2927] 20 ss. El Espíritu: Nótese el artículo determinado. No cualquier espíritu, sino el Espíritu maligno por excelencia: Satanás. “El diablo nada puede contra nosotros, ni para inducirnos al error, ni para arrastrarnos al pecado, si el Señor no le permite que haga como lo desea para dañarnos. Mas el Señor lo permite en castigo de los pecados precedentes.” (Scío). Cf. III Reyes 22, 19 ss. y nota.

[2928] 33. Al azar, literalmente: en su simplicidad, es decir, sin pensar en lo que hacía.

[2929] 3. Obras buenas: Cf. 12, 12 y nota.

[2930] 4. Bersabee formaba el límite sur de Judá. La montaña de Efraím, el límite norte del pequeño reino de Judá.

[2931] 8. Sobre estas medidas de reforma véase I Paralipómenos 26, 29 y nota. La justicia de Yahvé; a la letra: los juicios de Yahvé, es decir, “todos los asuntos religiosos y eclesiásticos” (Fillion).

[2932] 11. Había, pues, dos tribunales supremos, uno eclesiástico y uno civil, ambos instalados en la capital, mientras los levitas juzgaban en el interior del país. No obstante tratarse de una monarquía teocrática, se distinguía así entre el orden civil y el religioso. Jesús estableció claramente esta diferencia (Lucas 12, 14; 20, 25).

[2933] 1. Meunitas: conjetura textual. Algunos proponen leer maonitas, o con los Setenta mineos. El v. 10 menciona, en lugar de ellos, a los hijos de Seír, o sea, Edom. Este capítulo, salvo el final, no tiene paralelo en los Libros de los Reyes. “Es propio del cronista, que nos ofrece esta gran victoria de Josafat, obtenida no con las armas de sus numerosos soldados (17, 10), sino con los cánticos de los levitas, en alabanza de Yahvé” (Nácar-Colunga).

[2934] 13. Todo Judá, etc.: “Solían los hebreos en las públicas calamidades juntar a sus oraciones y plegarias el llanto y gemidos de los niños, como para hacer una agradable violencia a Dios por medio de aquella inocente muchedumbre; «violencia grata al Señor», como dice Tertuliano».” (Páramo). Véase Judit, 4, 8 ss. y nota.

[2935] 15. Nótese esta terminante declaración, capaz de centuplicar nuestra fe. Todos los grandes triunfos de los hebreos fueron, como este, obra de su Dios, porque pusieron en Él su confianza. Cf. Éxodo 14, 14; I Reyes 17, 47. Véase 16, 9 y nota.

[2936] 16. Los lugares aquí mencionados se encuentran en el desierto de Judá, entre Belén y el mar Muerto.

[2937] 26. Valle de Beracá, probablemente el actual Wadi Bercicut, al oeste de Tecoa, en las cercanías de Belén.

[2938] 31 ss. Véase III Reyes 22, 41-50.

[2939] 36. Tarsis: ciudad o región del extremo occidente, situada, según se cree, en España. Esionguéber: puerto en la orilla septentrional del golfo de Akaba (Mar Rojo).

[2940] 37. Dios no cesa de reprobar estas alianzas profanas de los reyes teocráticos. Véase 16, 7 ss.

[2941] 2. Josafat, rey de Israel. En adelante se hallará muchas veces el nombre de Israel por Judá, pues el reino de Israel ya había sido destruido, cuando se compusieron los libros de los Paralipómenos.

[2942] 5 ss. Cf. IV Reyes 8, 17 ss.

[2943] 7. Una lámpara: un descendiente (véase II Reyes 21, 17; III Reyes 11, 36 y 15, 4).

[2944] 12. Es este el único lugar donde el autor de los Paralipómenos hace mención de Elías. Esto se explica por la pertenencia de Elías al reino de Israel, mientras que el cronista de los Paralipómenos trae solamente la historia del reino de Judá. La carta del gran profeta nos ha sido transmitida solo por el autor de los Paralipómenos.

[2945] 17. Joacaz es llamado Ococías en 22, 1 y IV Reyes 8, 24.

[2946] 19. No se quemaban los cadáveres, sino solamente perfumes, aromas y ungüentos (véase 16, 14; Jeremías 34, 5). La única excepción es la cremación del cadáver de Saúl, hecha para evitar su profanación. (I Reyes 31, 12-13.)

[2947] 1 ss. Véase IV Reyes 8, 25-29; 9, 21-23.

[2948] 2. Cuarenta y dos años: En la traducción siríaca y en algunos códices griegos se lee veintidós, lo que concuerda con IV Reyes 8, 26. Hija de Amrí. Hija en sentido de descendiente. En realidad era nieta de Amrí e hija de Acab.

[2949] 6. Ococías: Así Vulgata y Setenta. El texto masorético dice Azarías, lo cual es, sin duda un error de copista.

[2950] 10 ss. Véase IV Reyes 11, 1 ss. La impía reina, de origen fenicio por parte de su madre, y aficionada al culto pagano, casi logró extinguir la lámpara (cf. 21, 7) de la casa de David. Pero Dios hizo un milagro para asegurar la sucesión de la dinastía davídica y el cumplimiento de las promesas mesiánicas hechas a David.

[2951] 1 ss. Véase el capítulo 11 del Libro IV de los Reyes. Sin embargo, el autor de los Paralipómenos da más detalles que el Libro de los Reyes, sobre todo desde el punto de vista religioso. Es por eso que destaca particularmente la colaboración de los sacerdotes y levitas. “Las divergencias se explican fácilmente por la diversidad de los puntos de vista y planes. Los dos narradores tenían a su disposición la misma fuente, de la cual entresacan, el uno como el otro, frases enteras, mas el autor del libro de los Reyes ha preferido los puntos de importancia histórica, en tanto que el de los Paralipómenos ha recogido preferentemente los detalles relativos al papel de los ministros sagrados” (Fillion).

[2952] 5. La puerta de Jesod: Vulgata: la puerta del fundamento. El significado de la palabra hebrea es dudoso.

[2953] 11. Testimonio: el Libro de la Ley o parte de la misma. La Vulgata agrega: y le dieron la Ley para que la tuviese en su mano.

[2954] 16. Entre él: Se refiere a Joiadá. En IV Reyes 11, 17, empero, dice: entre Yahvé.

[2955] 1 ss. Este capítulo tiene su paralelo en IV Reyes 12, 1-21. Véase allí las notas.

[2956] 16. Le sepultaron con los reyes, porque en realidad fue él quien salvó la dinastía davídica y dirigió los destinos del pueblo durante muchos años. Joiadá es el único sacerdote que fue sepultado en los sepulcros de los reyes.

[2957] 20. El Espíritu de Dios revistió: Véase I Paralipómenos 12, 18; Nehemías 9, 20 y 30.

[2958] 22. Muchos intérpretes identifican con San Jerónimo a este Zacarías, hijo de Joiadá, con aquel otro, hijo de Baraquías, de que habla Jesucristo en Mateo 23, 35 y Lucas 11, 51. La diferencia entre el nombre del padre de ambos se explicaría fácilmente por la suposición de que Baraquías fuera abuelo de Zacarías. Otros lo identifican con Zacarías, el penúltimo de los Profetas menores, que era hijo de Baraquías (Zacarías 1, 1). Fillion da por seguro lo contrario. Esta opinión se apoya también en el Evangelio de los nazarenos que, según San Jerónimo, leía: Zacarías, hijo de Joiadá. Véalo Yahvé. No lo dice por venganza personal, sino por la ofensa hecha a Dios. Así San Pablo en II Timoteo 4, 14 profetiza el castigo del que perjudicó a su apostolado, en tanto que ibíd. 4, 16 pide por sus propios enemigos que Dios les perdone.

[2959] 27. Comentario, en hebrea Midrasch (cf. 13, 22 y nota). No es idéntico con los Libros de los Reyes que forman parte del Canon.

[2960] 1 ss. Cf. IV Reyes 14, 1-20 y notas.

[2961] 4. Cf. Deuteronomio 24, 16; Ezequiel 18, 20; IV Reyes 14, 6 y notas.

[2962] 7. Un varón de Dios: No consta, dice Scío, quién era este varón, y es de admirar cómo en esos tiempos de fe se respetaba en cualquiera el don de profecía. Cf. I Corintios 14, 30.

[2963] 8. Cf. 20, 15 y nota.

[2964] 9 s. Ejemplo del sacrificio más valioso: renunciar a nuestra iniciativa cuando parece muy razonable, para seguir el camino que muestra Dios, sin más luz que la pura fe. Cf. II Corintios 10, 5.

[2965] 11. Al valle de las Salinas, esto es: al este de Bersabee. Los hijos de Seír son los idumeos (edomitas).

[2966] 15. Nótese la actitud opuesta a la de los versículos 9-10. ¡Los efectos también lo fueron!

[2967] 17. La expresión: “Ven, que nos veamos cara a cara”: equivale a una declaración de guerra.

[2968] 23. Joacaz. Léase Ococías (IV Reyes 14, 13). La puerta de Efraím estaba en la parte septentrional de la muralla, la puerta del Ángulo en la parte oeste.

[2969] 24. Obededom y sus hijos eran porteros y guardianes del Templo (véase I Paralipómenos 26, 15).

[2970] 1 ss. Cf. IV Reyes 15, 1 ss. En los libros de los Reyes (IV Reyes 14, 21) Ocías lleva el nombre de Asarías.

[2971] 2. Elat: puerto del golfo elanítico (hoy día de Akaba) del Mar Rojo, situado cerca de Esionguéber.

[2972] 7. Los meunitas habitaban al este o sureste de Edom. Algunos leen mineos, Vulgata ammonitas. Cf. 20, 1 y nota. Gurbaal: según San Jerónimo: Gerara, donde habitaron Abrahán e Isaac.

[2973] 10. Sefelá: la llanura entre el Mediterráneo y la montaña de Judá. Mischor: la meseta situada en la Transjordania meridional que antes pertenecía a los ammonitas (cf. v. 8). Los campos fértiles: Vulgata: Carmelo. No se refiere al monte Carmelo que estaba fuera del reino de Judá. Había una localidad del mismo nombre en la región meridional de Judá (cf. I Reyes 25, 2).

[2974] 16 ss. Ocías usurpó derechos reservados a los sacerdotes (cf. Éxodo 27, 1 y nota). Por eso mismo reprobó Dios a Saúl (cf. I Paralipómenos 16, 1 ss. y nota). Ocías, como su padre (25, 15 ss.) concluye miserablemente, por la soberbia, una vida que antes fue ejemplar. Contrasta esta actitud diametralmente con la pequeñez de David (cf. I Paralipómenos 18, 6 y nota).

[2975] 21. Cf. IV Reyes 15, 5-7.

[2976] 22. Cf. Isaías 1, 1; 6, 1.

[2977] 23. En el campo de los sepulcros, pero no en los sepulcros mismos de los reyes.

[2978] 1 ss. Cf. el relato paralelo en IV Reyes 15, 33-38.

[2979] 3. Ofel, un baluarte en la ladera sur de la colina del Templo.

[2980] 5. Un coro de trigo son 364,4 litros.

[2981] 1 ss. Cf. IV Reyes 16, 2-20.

[2982] 3. Véase Lev. 18, 21; IV Reyes 16, 3 y notas. El pasaje paralelo (IV Reyes 16, 3) habla de un solo hijo inmolado. Sobre el valle de Ben-Hinnom, que dio nombre al infierno (gehenna), véase IV Reyes 23, 10; Jeremías 7, 31; 32, 35.

[2983] 14 ss. Merece destacarse este episodio. ¡Qué ejemplo tan admirable de reconciliación! “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor” (Salmo 143, 15).

[2984] 16 ss. Cf. Isaías 7, 1 ss. El profeta Isaías había exhortado al rey a confiar en la ayuda de Dios y no en las armas del rey de Asiria. A pesar de ello Acaz se entregó a Asiria, y en recompensa tuvo que ofrecer a los asirios los tesoros del Templo (v. 21).

[2985] 23. ¡Cínica profesión de fe en el poder de los ídolos, hecha a la manera pagana por un príncipe del pueblo de Dios! Y sin embargo, a semejante hombre se dignó el Señor anticiparle, por boca de Isaías, una clara revelación de Cristo (Isaías 7, 14).

[2986] 24. Altares en todas las esquinas de Jerusalén: “en honor de todos los falsos dioses. Idolatría verdaderamente desenfrenada y contrastando con el único altar de la religión teocrática, que tan perfectamente simbolizaba a la divinidad única” (Fillion).

[2987] 27. Israel significa aquí solamente el reino de Judá.

[2988] 1. Zacarías: Véase 24, 22 y nota.

[2989] 3. Acaz había cerrado las puertas del Templo (28, 24).

[2990] 5 ss. Admirable discurso de un rey creyente, que se hace responsable por los pecados de su pueblo. Cf. I Timoteo 1, 4 y nota.

[2991] 12 ss. La limpieza del Templo estuvo a cargo de los levitas, a excepción del Santo, que limpiaban los sacerdotes mismos (v. 16).

[2992] 21. Por el reino, es decir, por los delitos del rey y de todo el pueblo. Por el Santuario, para expiar la profanación del Santuario.

[2993] 25. Vemos cómo perduraban las disposiciones tomadas con tanto amor y celo por el santo rey David para el culto en la Casa del Señor (I Paralipómenos 23-25).

[2994] 30. Asaf compuso varios Salmos del Salterio: Salmos 49 y 72-82. Nótese que Asaf es llamado vidente, porque componer Salmos era una misión sagrada. Cf. I Paralipómenos 25, 1 ss. y nota.

[2995] 31. El autor sagrado certifica con su autoridad infalible la verdadera alegría interior y la devoción auténtica del pueblo en aquellas fiestas de Israel en sus buenos tiempos de piedad incomparable. En tiempo de Jesús, solo quedaba lo exterior, como Él lo dice a los fariseos en su gran discurso (Mateo 23) y en Marcos 7, 6.

[2996] 1. El rey Ezequías procuraba conseguir que los israelitas del norte se asociasen al Templo de Jerusalén. La situación histórica parecía tanto más propicia cuánto más aquellos sufrían bajo el yugo de los asirios, los que en 722 destruyeron a Samaria (IV Reyes 17).

[2997] 2. Nótese la constante preocupación de las autoridades civiles por las cosas sagradas, en colaboración con las autoridades religiosas. Sobre el retraso de la Pascua, cf. Números 9, 6-13.

[2998] 13. La fiesta de los Ácimos: la fiesta de Pascua que en aquel año se celebraba en el segundo mes del año.

[2999] 15. Los sacerdotes se avergonzaron y se santificaron en vista del celo del pueblo.

[3000] 17. Según la Ley (Números 9, 6), los que no se habían purificado, no podían comer el cordero pascual. Santo Tomás ve señalada en esto la rectitud de corazón con que hay que recibir la Eucaristía (cf. I Corintios 11, 26-30).

[3001] 22. Cf. I Paralipómenos 26, 29 y nota; Malaquías 2, 7.

[3002] 27. Es la bendición solemne que solo los sacerdotes podían impartir. Cf. Números 6, 23.

[3003] 1. Piedras de culto, en hebreo massebah, dedicadas a Baal; ascheras (troncos y ramas de árboles), consagradas a Astarté; lugares altos, o sea, lugares de culto en las colinas y montes.

[3004] 2. Campamento de Yahvé: la Casa del Señor, el Templo. Él nombre tiene matiz histórico y recuerda el primer Tabernáculo de Moisés en el campamento del desierto.

[3005] 4 ss. De aquí vienen las expresiones “diezmos y primicias”, que se usan en el quinto Precepto de la Iglesia. Cf. Éxodo 23, 19; Lev. 23, 14; 27, 30; Números 18, 8; Malaquías 3, 8 ss. Todos estos preceptos tienden a asegurar el sustento de los sacerdotes y levitas, para que se dedicasen exclusivamente al culto de Yahvé y no se entregasen a negocios de carácter profano.

[3006] 10. Y todavía sobra muchísimo: Así agradece Dios. Véase Malaquías 3, 10.

[3007] 16. Las madres israelitas amamantaban los niños hasta tres años. Desde esa edad, los hijos de los levitas comían de las ofrendas y no recibían nada de las porciones especiales aquí mencionadas.

[3008] 21. La historia bíblica, más que ninguna otra, es maestra de vida: cada personaje es en ella un ejemplo o un escarmiento para nosotros.

[3009] 1 ss. Véase el relato paralelo en IV Reyes 18, 13-37; 19, 1-37; 20, 1-20; Isaías capítulos 36-38.

[3010] 4 s. Al acercarse los asirios, el rey Exequias tapó todas las fuentes, entre ellas la de Gihón (v. 30), cuya agua hizo llevar a la piscina de Siloé, por medio de un túnel de 512,5 m. La ciudad de David: al sur del monte Sión. El llamado Milló era una torre o fortaleza en el lado sudoccidental del monte Sión.

[3011] 8. Véase Salmos 19, 8; 32, 17; Jeremías 17, 5; Romanos 8, 31.

[3012] 20. Cf. Isaías 37, 15-20.

[3013] 24. La señal maravillosa consistió en que la sombra del reloj solar retrocediera (IV Reyes 20, 8-11).

[3014] 25. Se envaneció: hizo ostentación vanidosa de sus bienes (cf. IV Reyes 20, 13 ss.), en vez de aceptarlos humildemente como un don de Dios. San Pablo nos previene eficazmente contra esta mala pasión que le roba a Dios la gloria: “¿Qué tienes tú que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (I Corintios 4, 7.)

[3015] 26. El autor sagrado destaca para nuestra enseñanza cómo la contrición aplacó al Señor. Cf. el caso de Salomón (III Reyes 11, 11 s.) y de Josías (II Paralipómenos 34, 27 s.).

[3016] 31. Cf. versículo 25; Deuteronomio 8, 12 ss. Profundísima lección para mostrarnos que aun en las cosas santas, encuentra el diablo cómo hacernos caer, en cuanto perdemos la simplicidad del niño. No otra cosa es el farisaísmo, que fue lo que más combatió Jesús (Mateo 23; Juan 7 y 8, etc.).

[3017] 1 ss. Véase IV Reyes 21, 1-18.

[3018] 3. Véase 31, 1 y nota. El ejército del cielo, llamado también la milicia del cielo, son aquí los astros, no los ángeles. Cf. Génesis 2, 1 y nota.

[3019] 6. Véase 28, 3 y nota.

[3020] 11. El relato paralelo de los Libros de los Reyes no dice nada de este cautiverio, que es confirmado por los cuneiformes de Asiria, en una inscripción de Asurbanipal. La crítica tuvo antes por tendencioso el relato de los Paralipómenos acerca del castigo y de la penitencia de Manasés, pues no acertaba a explicarse qué expedición asiria pudo haber motivado aquellos hechos. “Hoy se ha confirmado el relato bíblico, y este episodio puede aducirse como ejemplo de que el Cronista disponía de fuentes y tradiciones seguras acerca de asuntos de que no hacen mención los Libros de los Reyes” (Schuster-Holzammer).

[3021] 13. Nueva muestra del Corazón paternal de Dios. Apenas el rey se arrepiente, Él olvida todo; con lo cual el pecador crece en el conocimiento y en el amor. Cf. Lucas 7, 47. Pecar, dice San Ambrosio, es propio de nuestra debilidad; arrepentirse es un acto de virtud.

[3022] 18. El texto de esta hermosa oración, aunque no figura en el Canon de las Escrituras, se pone como apéndice en la edición Vaticana de la Vulgata, junto con los libros III y IV de Esdras, más en opinión de Crampón y otros, la oración auténtica se ha perdido, y la que está en la Vulgata, es de fecha posterior.

[3023] 19. Hozai: Algunos traducen: videntes, profetas.

[3024] 21 ss. Véase IV Reyes 21, 19-24.

[3025] 1 ss. Véase los relatos paralelos en IV Reyes Capítulos 22 y 23 con las notas respectivas.

[3026] 3. Véase 31, 1; 33, 3 y 17; Deuteronomio 7, 5; 16, 21; Jueces 2, 12; 3, 7. Etc.

[3027] 14 ss. Sobre este importante hallazgo véase IV Reyes 22, 8 y nota.

[3028] 19. El rey estaba lleno de temor a raíz de las amenazas que había leído en el capítulo 28 del Deuteronomio. ¿Qué soberanos piensan hoy en leer la Palabra de Dios para ajustar a ella su conducta y su gobierno? Y sin embargo sabemos que Cristo es Rey, con derecho a reinar sobre todas las naciones. Cf. I Corintios 15, 23; Hebreos 2, 8.

[3029] 29 ss. Cf. Concilio Tridentino sesión V (17 de junio de 1546), capítulo 1 (Enchiridion Biblicum Nº 5057), donde se dan normas sobre la explicación de la Sagrada Escritura en las iglesias, conventos y colegios.

[3030] 33. Las abominaciones: los ídolos.

[3031] 1 ss. Véase IV Reyes 23, 21-30.

[3032] 3. De ahí se colige que el Arca del Señor había sido sacada del Templo, quizás para ponerla a salvo de los reyes impíos, o durante la reparación del Templo (cf. 34, 8 ss.).

[3033] 7. Las reses servían en primer lugar para los sacrificios, especialmente los sacrificios pacíficos y para los ágapes durante los siete días de la fiesta.

[3034] 11. Como Ezequías (capítulo 30), así también Josías celebra con una solemnidad extraordinaria (v. 18) la Pascua, la fiesta principal de la Ley Antigua y figura del Sacrificio eucarístico de la Nueva Alianza (cf. Hebreos capítulo 10).

[3035] 13. Cf. Éxodo 12, 8-9; Deuteronomio 16, 7.

[3036] 15. Vidente del rey: Cf. 29, 30; I Paralipómenos 25, 1 ss. y notas.

[3037] 21. Dios: no su falso dios, sino el verdadero, como se ve por el v. 22 s. Cf. el caso de Ciro en 36, 23 y el del centurión Cornelio en Hechos de los Apóstoles 10, 1 ss.

[3038] 24 s. Según Zacarías 12, 11 Josías murió en Hadadremmón (hoy día Rummane), a 7 kilómetros al sur de Megiddó. Cf. su elogio en Eclesiástico 40, 1 ss. Una elegía (v. 25): Se han perdido estas lamentaciones de Jeremías sobre Josías (Jeremías 22, 10 ss.). Algunos pretenden que la 3ª Lamentación de Jeremías (Lamentaciones capítulo 3) se refiere a lo mismo. Lo cierto es que el duelo de Judea por este santo y querido rey fue tal que Zacarías 12, 11 lo compara al llanto de Israel sobre Cristo el día de su prometida conversión que aún esperamos (Romanos 11, 25; Juan 19, 37; Apocalipsis 1, 7).

[3039] 1 ss. Véase IV Reyes 23, 31-37; 24, 1-6 y 8-20; 25, 1-7.

[3040] 6. El texto no dice que realmente hubiese sido conducido a Babilonia. Según Jeremías 22, 19, el rey habría sido sepultado fuera de Jerusalén (en el jardín de Osa, según agregan los LXX en el v. 8). Esta primera expedición de Nabucodonosor se llevó a cabo en 606 a. C., fecha que se toma por comienzo del cautiverio babilónico.

[3041] 12. Véase Jeremías 21, 1-7; 24, 1-10; 27, 12-22; 32, 3-5; 34; 37.

[3042] 14 ss. Admirable retrato del Corazón del Padre: querría perdonar, mas ellos no lo quieren. Entonces la misericordia tiene que ceder a la vindicta de los celos. Los crímenes de los príncipes y jefes de las 24 clases sacerdotales se ven en Ezequiel 8, 10-11, 14, 16, etc. Jesús les echó en cara su actitud con los profetas en Mateo 21, 33 ss.; 23, 34 ss.

[3043] 20. Hasta la dominación del reino de los persas, es decir, hasta el año 538 a. C, en total setenta años (cf. Jeremías 25, 11 s.; 29, 10).

[3044] 21. Según la Ley (Lev. 25, 5; 26, 34), cada siete años había de celebrarse un año sabático, precepto que los judíos no observaron, por lo cual todo el país tendrá que descansar durante los 70 años del cautiverio babilónico. Con la caída de Jerusalén comenzó prácticamente “el tiempo de los gentiles” (Lucas 21, 24), es decir, la sumisión del último resto de Israel bajo el dominio de pueblos paganos. Pues, a pesar de la precaria restauración en tiempo de Ciro y en la época de los Macabeos, los judíos siguieron siendo súbditos de otros y suplicando a Dios por su liberación (cf. Eclesiástico capítulo 36); y Jerusalén estuvo siempre más o menos “pisoteada por los gentiles”, según la expresión que Jesús usa en el recordado texto (Lucas 21, 24).

[3045] 22 s. Cf. Esdras 1, 1 ss.

[3046] 1. Ciro, rey de los persas, conquistó Babilonia y reinó pacíficamente sobre ella desde el año 538 (sobre Persia desde 559). Esdras se refiere al primer dato, porque para él se trata de relacionar la historia del pueblo judío con los acontecimientos del imperio babilónico. Sobre la profecía de Jeremías véase Jeremías 25, 11; 29, 10.

[3047] 2. Ciro se expresa en sentido monoteísta, sea por su origen persa —los persas conservaban en la religión de Zaratustra una sombra de monoteísmo, aunque admitiendo un doble principio: el del bien, Ormuzd, y el del mal, Ahrimán—, sea que tal vez conociera la religión judía, lo que es más probable, porque en su corte se hallaban muchos judíos. Dice el historiador Flavio Josefo que Ciro se hizo leer las profecías de Isaías sobre el rey (Ciro) y sus actividades en favor del pueblo de Dios (Isaías 44, 28). El mismo Ciro justifica su actitud en la crónica babilónica, diciendo: “Yo reduje los dioses a los lugares que habían habitado, y los instalé en su morada eterna. Yo reuní a todas las gentes y las restablecí en sus domicilios, y los dioses de Sumer y Acad, que Nabonides, con grande enojo del Señor de los dioses, había traído a Babilonia por orden del dios Marduk, yo les hice ocupar en sus santuarios la morada amada de su corazón.” Como se ve, reconoce Ciro a un “Señor de los dioses” y considera a los dioses de las naciones como sometidos a ese Dios altísimo.

[3048] 3. Judá, o Judea, es solamente el país de los hijos de Judá y Benjamín. Su territorio comprende la parte meridional de Palestina, desde Betel hasta Hebrón, con Jerusalén como capital. Las otras diez tribus, que formaban el reino de Israel, nunca volvieron del cautiverio de Asiria (IV Reyes 17), no siendo esta la ocasión anunciada por Isaías 27, 13; Jeremías 3, 18; Ezequiel 37, 21-22, etc.

[3049] 5. Nótese que los que se decidieron a volver a Jerusalén lo hicieron por un impulso especial de Dios, y con el fin y objeto de reconstruir el Templo. La nación santa no pudo ser restaurada sin su culto, y sin su Templo.

[3050] 8. Sesbasar es el nombre que los caldeos daban a Zorobabel (véase Daniel 1, 7). Este, nombrado gobernador de los judíos de Palestina (5, 14) era, además, príncipe de la familia real de Judá (I Paralipómenos 3, 19, Mateo 1, 12-13).

[3051] 1. La lista de los repatriados se encuentra también en Nehemías 7, 7-69, con algunas diferencias, que se explican por errores de los copitas.

[3052] 2. Zorobabel ejercía las funciones de gobernador; Jesúa, o Jesús (Vulgata: Josué), fue el primer Sumo Sacerdote después del cautiverio.

[3053] 3 ss. Hijos: en sentido lato: descendientes o habitantes.

[3054] 36. De las 24 clases de sacerdotes regresaron solo cuatro (véase Nehemías 7, 39-42), las cuales se dividieron de nuevo en 24 clases.

[3055] 43. Natineos: los siervos del Templo, en primer lugar los gabaonitas (véase Josué 9, 21 y 27; I Paralipómenos 9, 2). A la misma categoría pertenecen los siervos de Salomón (55-58).

[3056] 61. Hijos de Barcillai: Véase II Reyes 17, 28; 19, 31.

[3057] 63. El gobernador: La Vulgata conserva la palabra persa “Atersata”, que significa “el temido”. Solo el Sumo Sacerdote tenía antiguamente el privilegio de consultar directamente a Dios por ese misterioso medio (Éxodo 23, 30). Esdras esperó en vano la total restauración de Israel con ese privilegio, perdido desde el cautiverio (cf. Números 27, 21; Deuteronomio 33, 8 etc.). David se aseguraba siempre el éxito de sus empresas consultando a Dios en esta forma mediante el Sumo Sacerdote (I Reyes 23, 9; 30, 7, etc.). Hoy el Sumo Pontífice Romano tiene a su disposición la infalibilidad cuando resuelve definir ex cathedra, como Vicario de Cristo, en materia de fe y costumbres (Concilio Vaticano).

[3058] 69. El dárico era la moneda persa. El dárico de oro equivale a 5 dólares. La mina pesaba 727,5 gramos.

[3059] 3. Los pueblos vecinos: los habitantes de Samaria (cf. 4, 1 ss.). Para asegurarse la ayuda de Dios, los repatriados ofrecen los sacrificios ya antes de acabar el Templo.

[3060] 7. Cf. III Reyes 5, 9 s.; I Paralipómenos 22, 4; II Paralipómenos 2, 8 s.

[3061] 9. Los hijos de Judá: En vez de Judá probablemente ha de leerse Hodavías (cf. 2, 40 y Nehemías 7, 43), de quien descendían Jesúa y Cadmiel.

[3062] 10. Según las disposiciones de David: Sobre la influencia de este gran rey en el culto divino, véase II Reyes 6, 17; I Paralipómenos 6, 31; 16, 4-7; 25, 1-31.

[3063] 12. Los ancianos que habían visto la majestad del Templo de Salomón prorrumpieron en llantos porque veían que el nuevo Templo no alcanzaría la magnitud y suntuosidad del antiguo. El profeta Ageo los consolaba con la profecía de que en este Templo habría de aparecer el Mesías (Ageo 2, 8-10). La fecha en que se echaron los cimientos del nuevo Templo, es el año 535 a. C.

[3064] 13. Contraste encantador de tristeza y alegría, cuya ruidosa manifestación no debe sorprendernos en los orientales. El autor sagrado la menciona aquí como un elogio de la sencillez de aquel pueblo a quien Él amaba y corregía como a un niño. Cf. Ageo 2, 3; Zacarías 4, 10.

[3065] 1 s. Los enemigos de Judá y Benjamín son los samaritanos, pueblo mezclado de israelitas de las otras diez tribus y colonos extranjeros que el rey de Asiria había trasladado al reino de Israel después de la caída de Samaria (IV Reyes 17, 24 ss.). El rey asirio Asarhaddón envió nuevos colonos (IV Reyes 19, 37).

[3066] 3. Porque los samaritanos hacían una horrible mezcla de la verdadera fe con la idolatría (IV Reyes 17, 25-41; Juan 4, 22).

[3067] 5. A consecuencia de las intrigas de los samaritanos en la corte persa, las obras de construcción quedaron suspendidas desde los últimos años de Ciro hasta el segundo año de Darío I, es decir, hasta el año 520 o 519 (versículo 24).

[3068] 6. Asuero; el mismo que se llama Cambises, hijo de Ciro (529-522). Otros refieren este párrafo a Jerjes (485-465) dándole otro lugar en el libro.

[3069] 7. La lengua aramea era en aquella época el habla común de los pueblos de Mesopotamia, Siria y Palestina. Los judíos desde el cautiverio de Babilonia la adoptaron, quedando el hebreo exclusivamente para el uso sagrado. Los versículos que siguen hasta 6, 18, están escritos en arameo, no en hebreo.

[3070] 8. Rehum, gobernador: Vulgata: Reum Beelteem. Beelteem es un título que corresponde al jefe de la provincia.

[3071] 9 s. Son nombres de los pueblos trasladados a Samaria (IV Reyes 17, 24). Asnapar (versículo 10), tal vez el encargado que instaló a esos colonos en Samaria. La otra parte del Río (Éufrates), son las provincias situadas al oeste del Éufrates, Siria, Fenicia, Palestina.

[3072] 14. Comer la sal del palacio es un giro que quiere decir: estar al servicio del rey.

[3073] 24. Darío I Histaspes (521-485 a. C.). Cf. 6, 1.

[3074] 1. Ambos profetas alentaron con sus exhortaciones a los israelitas a que no dejasen de reedificar el Templo.

[3075] 8. Piedras enormes. Vulgata: piedras no labradas. En las ruinas romanas de Baalbek (Siria) se ven aún bloques monolíticos de 20 metros de largo por 5 de alto y 4 metros de ancho. Hoy día nadie puede explicarse cómo los levantaban. Los LXX traducen: piedras escogidas, lo cual tiene un eco en la liturgia de la dedicación de iglesias (véase Poscomunión de la misa del 9 de noviembre).

[3076] 11. Un gran rey de Israel: Salomón, que construyó el primer templo.

[3077] 14 ss. Cf. 1, 7-11; 3, 8 y 10; 6, 1 s. y 15.

[3078] 2. Ecbátana, hoy día Hamadán, antigua capital de la Media, situada a 700 kilómetros de Nínive y residencia veraniega de los reyes persas.

[3079] 10. Oren por la vida del rey. Este no es el lenguaje de un impío tirano; así habla un rey que sabe que en todo depende de Dios. Es admirable la cultura religiosa de los medos y persas que se manifiesta en este decreto y en los de Ciro (1, 1 ss.) y Artajerjes (7, 12 ss.). Eran bárbaros a los ojos de los caldeos y, precisamente por eso, menos infectados por los vicios de los pueblos de cultura más antigua. Véase 1, 2 y nota, y sobre todo I Tim. 2, 1-2, donde San Pablo exhorta a los cristianos a “que hagan súplicas, oraciones, rogativas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los constituidos en altos puestos”. Cf. Jeremías 29, 7; Romanos 13, 1 ss.; I Pedro 2, 13 ss. y notas.

[3080] 11. Así murió Aman (Ester 7, 9-10).

[3081] 14. Cf. Ageo capítulos 1-2 y Zacarías capítulos 1-8.

[3082] 15. El año sexto de Darío corresponde al año 516 a. C., y el mes de Adar a la luna de febrero-marzo.

[3083] 18. Cf. Números, capítulo 3; I Paralipómenos capítulo 24. Con la reconstrucción del Templo y la reorganización de los ministros sagrados quedó restablecido el culto, pero no el reino teocrático. La nueva comunidad judía vivió bajo reyes gentiles, primero persas, después Alejandro Magno, Ptolomeos, Seléucidas, Romanos.

[3084] 19. El autor deja aquí la lengua aramea (cf. 4, 8). La retomará en 7, 12-26.

[3085] 21. Las inmundicias de los gentiles, esto es, la idolatría.

[3086] 22. El rey persa Darío se llama aquí rey de Asiria, porque el reino de los asirios había sido incorporado al de los medos y persas.

[3087] 1. “Uno de los puntos más discutidos de la cronología de este libro es el de precisar cuál de los tres Artajerjes fue el que dio este decreto (versículo 11 ss.) tan generoso en favor de Esdras. El año séptimo de Artajerjes I sería el 479; el de Artajerjes II, el 397, y el de Artajerjes III, el 352” (Nácar Colunga). Nos inclinamos a la primera hipótesis, la que ve en este nombre a Artajerjes I Longimano, que según nuestra cronología reinó de 465 a 424.

[3088] 6. Los judíos celebran a Esdras como primer escriba o expositor de la Ley (versículo 14, 25, etc.). En cuanto a la genealogía de Esdras, se ve que era descendiente de aquel Sumo Sacerdote Saraías que fue muerto por Nabucodonosor (IV Rey. 25, 18 ss.). La mano de Yahvé estaba sobre él, quiere decir: Dios le protegía de tal manera que consiguió del rey el cumplimiento de todas sus peticiones.

[3089] 12. Lo que sigue está en arameo hasta el versículo 26. Cf. 6, 19.

[3090] 20 ss. Generosidad notable por venir de un pagano (cf. 6, 8 ss.).

[3091] 25 s. He aquí la Carta Magna de la nueva comunidad del pueblo judío. La comunidad tendrá en adelante su propia jurisdicción, constituyendo en cierto modo un estado independiente, porque la jurisdicción judía no solo comprendía los asuntos religiosos, sino también toda la vida civil, según la Ley de Moisés. Cf. Ex. 18, 21 s.; Deuteronomio 16, 18; II Paralipómenos 17, 7; Mal. 2, 7.

[3092] 15. Ahavá, un río o canal de Babilonia, cuyo sitio exacto es desconocido. Había en Babilonia muchos canales que repartían el agua del Éufrates para regar la tierra.

[3093] 22. Tuve vergüenza: Esdras tuvo vergüenza ante el rey, pero plena confianza en Dios, cuya mano poderosa vale más que tropas y caballería. Tenemos en este episodio un admirable ejemplo de espíritu de fe. ¿Cuán pocas veces lo hemos hallado entre nosotros? Cada uno contéstese en el interior de su corazón. En los versículos 23 y 31 vemos cómo Dios premió la confianza acompañada de oración y ayuno.

[3094] 33. Nótese las medidas de precaución en la entrega de la plata y oro. ¡Esdras lo pesa dos veces (versículo 30 y en este versículo) en presencia de testigos! ¡Y no faltaba nada! Aquellos hombres, faltos de toda comodidad, en un viaje de varios meses, sin policía y gendarmería, no robaron ni un solo gramo de la preciosa carga. Esto es también un ejemplo de fe en Dios, a quien pertenecían todos esos tesoros.

[3095] 36. Sátrapas: nombre de los más altos funcionarios de las provincias del reino de los persas. Hoy se diría gobernador o virrey.

[3096] 2. El mal que padecía la nueva comunidad israelita, eran los numerosos matrimonios con mujeres paganas. Según la Ley estaba prohibido contraer matrimonio con las cananeas (Éxodo 34, 15 s.; Deuteronomio 7, 3), para que no se introdujera la idolatría con los vicios perversos de los habitantes del país.

[3097] 6 ss. Patética explosión de dolor al ver que, pasados ochenta años de la salida de Babilonia con Zorobabel, no halla en su pueblo la santidad que los profetas exigían para la restauración de Israel. Desde los días de nuestros padres: “Esdras considera al pueblo hebreo, durante todo el curso de su historia, como una sola y misma persona moral. En este sentido, los pecados de los padres eran también los de los hijos. Cf. Nehemías 9, 29-35; Daniel 9, 5 ss.” (Fillion).

[3098] 9. Esclavitud: es decir, no ha llegado la liberación anunciada por Jeremías 30, 8; Ezequiel 24, 28, etc. Aquí se ve la mentira de los fariseos que decían a Jesús: Somos descendientes de Abrahán y jamás hemos sido esclavos de nadie (Juan 8, 33).

[3099] 15. Tú eres justo: Cf. Nehemías 9, 8 y 33; Tobías 3, 2; Daniel 9, 14.

[3100] 2. Secanías parece hablar en nombre de quienes habían tomado por esposas mujeres extranjeras. Sin embargo, había otros que resistían a la reforma. Colígese esto del final del capítulo, que nada dice del éxito de la campaña. Cf. Nehemías 13, 23-29.

[3101] 6. No comió pan, etc. Véase el ejemplo de Moisés en Deuteronomio 9, 18. Cf. Nehemías 1, 4.

[3102] 9. El mes noveno: noviembre-diciembre, tiempo de lluvias en Palestina.

[3103] 25. Por Israel entienden algunos los restos de las otras diez tribus que se habían agregado a las de Judá y Benjamín. Cf. 4, 1 s.; 10, 9, etc.

[3104] 1. Sobre las cuestiones introductorias véase la introducción al Libro de Esdras. Susa, capital de la provincia Susiana, y una de las residencias de los reyes persas. Kislev, mes de noviembre-diciembre. El año vigésimo (de Artajerjes I) corresponde al año 445 o 453. Artajerjes reinó de 465 a 424, pero fue asociado al trono tal vez desde 473. De ahí las dos fechas distintas.

[3105] 5. Igual concepto de Dios se halla en Daniel 9, 4.

[3106] 6. Hemos pecado: Los justos se creen responsables de los pecados de los otros. Cf. Tobías 3, 4; Daniel 9, 5. “San Agustín explica docta y difusamente en el capítulo 8 y en otros del libro I de Civitate Dei, cómo de muchas maneras participan los justos que viven entre los pecadores, de los pecados de estos, y por consiguiente, de las aflicciones temporales y penalidades con que Dios nos castiga en esta vida” (Scío).

[3107] 9. Nótese el carácter condicional de la promesa. Así fue la hecha a Salomón (III Rey. 9, 4-7). En cambio, la promesa hecha a David (II Rey. 7, 11) fue sin condición (Jeremías 23, 5; Ezequiel 37, 24, etc.).

[3108] 11. Este hombre: el rey. El cargo de copero revestía gran importancia, porque el copero estaba con el rey todos los días y tenía la responsabilidad de que nadie le envenenase por medio de bebidas, costumbre muy frecuente en Oriente.

[3109] 1. Sobre Artajerjes y los años de su reinado véase 1, 1.

[3110] 8. Nótese la verdadera fe de estos creyentes que nunca atribuyen el mérito a los hombres, lo mismo hace Esdras en Esdras 9, 9. Sabían que es Dios, quien mueve el corazón de los reyes (Proverbios 21, 1).

[3111] 10. Sanballat: nombre babilónico que se lee también en un documento de Elefantina, correspondiente al año 408 a. C. Horonita (de Bethorón), es decir, samaritano, por cuya razón no le gustaba la reedificación de la ciudad. Sobre las maquinaciones de Sanballat y Tobías, véase 6, 17; 13, 28.

[3112] 13 ss. La puerta del Valle hallábase en la parte oeste de la ciudad; la puerta del Estiércol en la parte sur, y la puerta de la Fuente (versículo 14) en la parte sudeste. El estanque del rey. Vulgata: el acueducto del rey, o sea, el canal construido por el rey Exequias (II Paralipómenos 32, 3 y 30). Nehemías hace su inspección nocturna con tanta cautela, que nadie se entera. Antes de revelar sus planes quería conocer el estado de las murallas. Vemos en el nuevo gobernador un hombre muy cauteloso, casi tímido, pero inquebrantable en su confianza en Dios. Este es el secreto de sus grandes éxitos.

[3113] 20. Tachan de rebeldía la reedificación de la ciudad. En realidad temían que la ciudad reedificada constituyese un peligro para la supremacía de los samaritanos. Cf. capítulo 8.

[3114] 1. La puerta de las Ovejas, ubicada al norte del Templo, cerca de la piscina de Betesda. En el sector norte ha de buscarse la torre de Hananeel. Nótese que el Sumo Sacerdote mismo y los sacerdotes trabajaban como obreros. El celo por la Casa de Dios ennoblece cualquier trabajo. En vez de torre de Mea dice San Jerónimo: torre de cien codos, que significa lo mismo.

[3115] 3. La puerta del Pescado hallábase también en el norte. Es tal vez la misma que la puerta de Benjamín (hoy día, puerta de Damasco).

[3116] 12. Él y sus hijas. Hasta las mujeres tomaban parte en la gloriosa empresa. Bover-Cantera vierte: él y sus aldeas anejas, porque “hija” se usa también en este sentido.

[3117] 13 ss. Siguen los trabajos en la parte occidental y meridional de la muralla (versículo 13-14) y en el sector sudeste y este de la ciudad (versículo 15-31). El pueblo sentía grandes ánimos para trabajar. Vinieron de todas las poblaciones circunvecinas, y aun de lejos, y trabajaron a porfía en la reconstrucción de la muralla.

[3118] 16. La piscina: probablemente la que hizo fabricar el rey Ezequías (IV Rey. 20, 20; Isaías 22, 4). La casa de los valientes: tal vez el cuartel de los valientes de David.

[3119] 26. Ofel se llamaba el barrio que se extendía al sur del monte Sión. Allí se encuentra también la puerta de las Aguas.

[3120] 2. Sanballat quiere decir: los judíos no lograrán terminar toda la obra en un día aunque ofreciesen sacrificios a Dios para que Este haga un milagro.

[3121] 3. Derribará. Vulgata: saltará.

[3122] 6. Hasta la mitad, es decir, hasta la mitad de la altura antigua.

[3123] 12. Cerca de ellos: cerca de los samaritanos que querían impedir la reedificación de los muros.

[3124] 14. Palabras en que se traza la auténtica fisonomía de Nehemías. “Nehemías se muestra previsor, valiente, piadoso. Pone su confianza en Dios, pero no desdeña los medios humanos; es valeroso, pero sin caer en temeridad. Carácter entero, equilibrado. Prudencia, sin que degenere en flojedad; energía, que no es violencia. Apto para la guerra, apto para la paz. Dichoso el pueblo a quien Dios hizo don de un tal caudillo” (Fernández, Flor. Bibl. 4, pág. 18).

[3125] 17. Episodio célebre, propuesto como lección al pueblo cristiano que en todos los tiempos habrá de trabajar y luchar simultáneamente: Ora et labora.

[3126] 18. El corneta siempre estaba al lado de Nehemías para tocar la trompeta cuando apareciesen los enemigos.

[3127] 1 ss. Véase Isaías 5, 7 ss.; Lamentaciones 5, 4.

[3128] 5. La Ley permitía vender los hijos como esclavos, con tal que recobrasen la libertad en el año séptimo (Éxodo 21, 2 ss.; Levítico 25, 39 ss.; Deuteronomio 15, 12). No nos escandalicemos de estas leyes puestas por la Sabiduría divina. Asombrémonos más bien de los innumerables padres que hoy suprimen la vida y matan así a sus hijos antes de nacer (cf. Génesis 38, 8 ss.).

[3129] 11. El uno por ciento. Se entiende, mensualmente; usura gravísimamente condenada por las sabias leyes de Moisés (cf. Éxodo 22, 25; Levítico 25, 36; Ezequiel 22, 12). Admiremos en todo este relato cómo un tremendo problema social puede ser resuelto por un gran jefe, siempre que este ponga su confianza en Dios y no en sí mismo.

[3130] 14 ss. Nehemías no solamente predica desinterés y magnanimidad sino que él mismo vive según los principios que prescribe a otros. No podemos hablar de justicia social si no empezamos por aplicarla en nuestra propia casa. ¿Qué dirá el Supremo Juez a los que por justicia social solo entienden el bienestar propio? Las palabras de Cristo son terminantes y no dejan lugar a duda (Mateo 25, 41 ss.).

[3131] 18 s. Esta generosidad que a algunos podrá parecer rumbosa, y que está en fuerte contraste con la dureza de corazón de los grandes, es la virtud de la verdadera y auténtica magnificencia, de que habló el Papa Pío XI al recomendar a los ricos, gastos y obras que den bienestar a otros, aunque no fuesen absolutamente necesarias. Sobre la hospitalidad generosa cf. Lucas 14, 12-14; Hebreos 13, 2 (que se refiere a Génesis 18 y 19); I Pedro 4, 9.

[3132] 2. La invitación a la entrevista fue una emboscada. Una vez salido de la ciudad, Nehemías hubiera sido fácil presa de los samaritanos. Todo este capítulo es una finísima lección de psicología y prudencia cristiana. El mismo Dios que nos aparta de todo juicio temerario contra el prójimo, nos enseña a desconfiar de los hombres, con los cuales hemos de ser prudentes como serpientes, mientras somos, para con el Padre Celestial, sencillos como palomas. Véase Mateo 10, 16-17; Juan 2, 24 s.; Romanos 3, 4; Jeremías 17, 5, etc.

[3133] 11. Por no ser sacerdote, Nehemías no pudo retirarse al interior del Templo. Habría cometido un pecado (cf. versículo 13) y perdido su autoridad ante el pueblo. Tales emboscadas morales son la peor arma de los adversarios. Mas también es cierto que nada enoja a los enemigos tanto como el hecho de estropearles la combinación, dejándolos nosotros en sus emboscadas y siguiendo nuestro camino sin hacerles caso. Así reconoció Nehemías que sus adversarios solo intentaban comprometerle y echarle en cara una supuesta maldad. Su fortaleza, su prudencia, su confianza en Dios, le libraron del último lazo que los enemigos le habían tendido.

[3134] 15. Elul es el sexto mes, el que corresponde a agosto-septiembre. La gloria de Nehemías por este triunfo de su fe contra tantos obstáculos, es celebrada en Eclesiástico 49, 15.

[3135] 3. Las puertas no se abrían a la salida del sol, como era costumbre, sino una a dos horas más tarde, cuando comenzaba el calor. Esto se hizo por precaución, para imposibilitar sorpresas enemigas. Por la misma razón se cerraban las puertas en presencia de los capitanes.

[3136] 5. Dios inspiró este censo; por eso no fue presuntuoso como el de II Rey. 24 y de I Paralipómenos 21, inspirado por Satanás. El libro hallado es el que figura en Esdras 2, 1-67.

[3137] 7 ss. La siguiente lista de los repatriados es idéntica a la insertada en Esdras 2, 1-67, a excepción de algunos errores de copista y variantes de ortografía.

[3138] 46. Natineos: los criados del Templo, lo mismo que los siervos de Salomón (versículo 57). Véase Esdras 2, 43 y nota.

[3139] 65. Gobernador. Vulgata: Atersata. Véase Esdras 2, 63 y nota. Ese gobernador es el mismo Nehemías.

[3140] 69. San Jerónimo agrega a este versículo: “Hasta aquí se refiere lo que estaba escrito en la memoria; desde aquí sigue la historia de Nehemías.”

[3141] 1. El mes séptimo, que se llamaba Tischri, corresponde a septiembre-octubre. En este mes celebraban los judíos el Año Nuevo, el gran día de la Expiación y la fiesta de los Tabernáculos (Levítico 23, 34 ss.). La puerta del Agua se hallaba en el sudeste de la ciudad, cerca del Cedrón. Era precepto (Deuteronomio 31, 9-13) leer la Ley al pueblo durante la fiesta de los Tabernáculos, cada siete años.

[3142] 7. Todo el pueblo estaba de pie para manifestar su reverencia a la Palabra de Dios. Así también nosotros nos levantamos cuando se lee el Santo Evangelio.

[3143] 8. Cf. IV Rey. 23, 7 ss.; Jeremías 36, etc. Cf. también Enchiridion Biblicum (N° 50-57), con lo ordenado por el Concilio Tridentino sobre la lectura y explicación de la Sagrada Biblia en los templos.

[3144] 12. Nótese la alegría de haber entendido la Palabra de Dios. Ella es más dulce que la miel, dice David (Salmo 118, 103). Y Santa Ángela de Foligno: “la inteligencia de las Escrituras esconde tales delicias, que el que las adquiere se olvida, no solo del mundo, sino también de sí mismo”. “Dichoso el pueblo que sabe alegrarse, oh Señor: a la luz de tu rostro caminará” (Salmo 88, 16). Cf. Salmos 31, 11; 37, 4.

[3145] 16. La puerta de Efraím hallábase en el norte de la ciudad.

[3146] 18 Leyó, a saber, Esdras. La asamblea del pueblo (Levítico 23, 36), que en lenguaje cristiano se llamó con la palabra griega iglesia (Mateo 18, 17; Salmos 21, 26; 34, 18; 39, 10, etc.).

[3147] 1 ss. El día de penitencia que se describe en este capítulo, tuvo por objeto preparar al pueblo para la renovación de la Alianza. Saco: cilicio, es decir, vestido de pelo de cabra o camello.

[3148] 3. Durante la cuarta parte del día, es decir, tres horas. Vulgata: cuatro veces por día.

[3149] 6 ss. Según los Setenta, la grandiosa oración que sigue, fue pronunciada por Esdras. Como un retrato del Corazón de Dios, trazado por el mismo Espíritu Santo, se nos presenta esta oración que, al brindarnos el ejemplo vivo de Israel, resumiendo toda su historia, sírvenos hoy como lección de insuperable valor. La historia es la maestra de la vida; y en nuestra época, en que la civilización cristiana en muchas partes ya no existe más que de nombre, ninguna otra historia puede enseñarnos tanto como la Historia Sagrada, porque en ella hunde sus raíces el verdadero espíritu del cristianismo, aunque muchos hoy quieran olvidarlo para buscar en el paganismo y neo paganismo las fuentes de lo que insensatamente se llama “cultura”. Los versículos 7-31, son un resumen de la historia del pueblo escogido para demostrar que Dios es su único Señor y protector. Lo mismo se hace en los Salmos 104-106 y en el gran discurso de San Esteban (Hechos de los Apóstoles 7), etc.

[3150] 10. ¡Te hiciste un nombre! ¡Como si Dios necesitase adquirir fama! Sepamos ver, en esta expresión sublime, el supremo empeño que Dios tiene en que lo conozcamos como Padre de infinita bondad (Juan 17, 3 y 26), en vez de alejarnos de Él por el miedo, como los gerasenos hicieron con Jesús (Lucas 8, 37).

[3151] 15. Pan del cielo. Alusión al maná con que Dios los alimentó en el desierto.

[3152] 17. Alusión al descontento del pueblo en el desierto (Números 14, 4).

[3153] 18. Notemos el contraste entre la suma iniquidad de los hombres y la infinita misericordia de Dios (versículo 15-31).

[3154] 20. Tu buen Espíritu. Expresión deliciosa para los que desean dejarse llevar por el Espíritu Santo. Aquí se trata del espíritu de profecía. Es este un don que según San Pablo, consiste en edificar, exhortar y consolar (I Corintios 14, 3). Cf. versículo 30. Por eso el mismo apóstol recomienda a los cristianos “codiciar el don de profecía” (I Corintios 14, 39).

[3155] 27. Libertadores: los Jueces que Dios mandó a su pueblo para sacarlo de la angustia. Véase el Libro de los Jueces, especialmente Jueces 2, 11-23; 3, 9 y 15; 4, 6 y 24.

[3156] 29. Halla la vida: La Ley de Dios no es un código penal, sino una norma de felicidad. Jesús nos la da como bienaventuranza (Mateo 5).

[3157] 33. Esta conciencia y confesión de haber merecido los flagelos mandados por Dios, es elemento esencial de la contrición que nos obtiene perdón. Cf. Esdras 9, 15; Tobías 3, 2; Salmos 89, 15; 118, 71; Daniel 3, 28-31; 9, 7, etc.

[3158] 36 ss. Palestina formaba en aquella época parte del reino de los persas, y los repatriados de Babilonia seguían sujetos a aquel rey, a sus leyes y tributos. Por esta sujeción se llaman aquí siervos. Como hace notar Scío, nunca más se libró la nación judía de esta sujeción. Los que decían a Cristo: “Linaje somos de Abrahán, a ninguno hemos estado jamás sujetos” (Juan 8, 33) olvidaban que eran, desde hacía muchos años, súbditos y tributarios de Roma. Esto duró hasta la destrucción de Jerusalén por Tito (año 70), profetizada por Jesús en el discurso escatológico (Mateo 24), y desde entonces los judíos de Jerusalén siguen llorando su suerte junto al Muro de los Lamentos y piden la liberación anunciada por los profetas (cf. Jeremías 32, 36-44; 33, 16 ss., etc.), que tan solo se realizará cuando se conviertan a Cristo. Véase nuestro estudio “El problema judío a la luz de la Sagrada Escritura” en Revista Bíblica, n° 53 (1949).

[3159] 38. En el capítulo siguiente vemos los detalles de las sabias leyes de Moisés, que aquí prometían solemnemente observar. Esta promesa de amistad con Dios fue violada, como se ve en este mismo Libro (capítulo 13 y luego en los Evangelios), llegando Israel hasta rechazar y pedir la crucifixión del Mesías, Enviado e Hijo de Dios, que se llamó a sí mismo el Rey de Israel (Marcos 11, 10; 15, 26; Juan 1, 49; 18, 37), y quedando así sin cumplirse los anuncios proféticos sobre su conversión (cf. Isaías 60, 10-22; Jeremías 3, 17-20; Ezequiel 11, 17-19; 36, 22-31; 37, 21-28; Baruc 4, 28 s.; Os. 2, 14-24; 3, 4 s.; Tobías 13, 14, etc.). Los judíos piadosos en tiempo de Cristo creyeron llegado entonces ese cumplimiento (cf. Lucas 1, 74 s.; 2, 32, etc.); los cristianos sabemos que tendrá lugar al fin de los tiempos, como lo enseña San Pablo (Romanos 11, 25 ss.).

[3160] 1 ss. Los que firmaron eran los príncipes y los jefes de los sacerdotes y levitas, en total 86 personas. Pusieron su firma con sello, y renovaron de esta manera el pacto sinaítico.

[3161] 30 ss. “Desde aquí se enumeran aquellos puntos que en las circunstancias presentes se creyeron necesarios añadir a la promesa general de guardar la Ley de Dios. En ellos es de notar la insistencia sobre los matrimonios mixtos, el sábado, el año sabático con la remisión de las deudas, según Deuteronomio 15, 1; y para el sostenimiento del culto se impone un tributo de un tercio de siclo por persona. Argumento de que, por este tiempo, los reyes no se hacían cargo del sostenimiento del culto, como antes Darío (Esdras 6, 9 ss.)” (Nácar-Colunga). Un siclo grande pesaba 16,38 gramos. Según Éxodo 30, 13, los que habían cumplido veinte años tenían que pagar medio siclo.

[3162] 35 ss. Se trata de las primicias y los diezmos impuestos por la Ley (Éxodo 23, 19; 34, 26; Levítico 19, 23 s.; 23, 17; Números 15, 20 s.; 18, 12; Deuteronomio 18, 4; 26, 2). En Mateo 3, 8 vemos que tampoco fueron cumplidos.

[3163] 36. Jesús quiso que en Él se cumpliese esta ley, que en su tiempo estaría sin duda olvidada como las demás (Lucas 2, 22-24; Éxodo 13, 2; Levítico 12, 6 y 8; Números 8, 16).

[3164] 1 s. Vivir en Jerusalén significaba abandonar la propiedad adquirida en otro lugar y exponerse al peligro de perder la vida, puesto que la ciudad estaba todavía amenazada por muchos enemigos, sobre todo los samaritanos y edomitas. Fuera de esto, Jerusalén tenía pocas casas, debido a que la reconstrucción se limitaba a las murallas y edificios más indispensables. Jerusalén es llamada aquí ciudad santa, nombre que se ha perpetuado en la cristiandad. Cf. Mateo 4, 5; 5, 35; Apocalipsis 21, 2.

[3165] 3. Sobre los natineos e hijos de Salomón, véase Esdras 2, 43 y nota.

[3166] 11. Sobre Sadoc véase las notas a I Paralipómenos 9, 11 y Ezequiel 44, 15.

[3167] 21. Ofel se llamaba el barrio que estaba en la ladera sur del Templo.

[3168] 22. Se refiere probablemente al reglamento dado por el rey David. Cf. 12, 24.

[3169] 24. Del rey, esto es, del rey de los persas, al cual estaban sujetos.

[3170] 30. Desde Bersabee: el extremo sur del país. El valle de Hinnom rodea a Jerusalén al oeste y sur.

[3171] 11. Este versículo que nos lleva hasta el siglo IV y III, es quizás una glosa posterior a Nehemías, porque Joiadá fue contemporáneo de Alejandro Magno (cf. Josefo, Ant. 11, 8, 5).

[3172] 22 s. Tal vez glosa posterior a Nehemías. El sentido es: En tiempo de Eliasib, etc., los levitas, jefes de familia, y los sacerdotes, fueron inscriptos bajo el reinado de Darío. Este es probablemente Darío III Codomano (336-330), que fue vencido por Alejandro Magno.

[3173] 24. David, varón de Dios: El Espíritu Santo no deja pasar ocasión de dar testimonio en favor de este gran amigo de Dios. (Cf. I Paralipómenos capítulos 23 y 24.) Véase versículo 35.

[3174] 31 ss. Mandé: Nehemías sigue hablando en primera persona, lo cual demuestra que él es autor de estos capítulos. La puerta del Estiércol se hallaba en la parte sur de la ciudad; la puerta de la Fuente y la del Agua (versículo 36), en el sudeste, hacia el valle del Cedrón.

[3175] 35. Se menciona aquí, por última vez en estos dos libros de Esdras y Nehemías, el nombre del escriba Esdras. “Según tradición judía, Esdras hizo la colección de los libros sagrados y murió en Persia, donde se muestra su sepulcro en el-Oseir o el-Esr (es decir, Esra, Esdras), en la ribera del Tigris, 40 kilómetros más arriba de la confluencia del Éufrates y del Tigris. Según Josefo (Ant. 11, 5, 5), murió en Jerusalén. Tal es la estima en que le tienen los judíos, que en frase del Talmud, de no haber dado Moisés la Ley, Esdras habría sido digno de darla” (Schuster-Holzammer).

[3176] 38. Las puertas aquí mencionadas miraban hacia el norte.

[3177] 39. Los dos coros caminaban en dirección opuesta, uno por la derecha y otro por la izquierda, encontrándose ambos en el Templo al final de la procesión.

[3178] 45. Cf. I Paralipómenos 25, 1 ss.; II Par. 29, 30.

[3179] 1. Sobre el valor de los libros del Antiguo Testamento dice Su Santidad Pío XI: “Solamente la ceguera y la terquedad pueden cerrar los ojos ante los tesoros de saludables enseñanzas escondidos en ellos. Por tanto, el que pretende que se expulsen de la Iglesia y de la Escuela la historia bíblica y las sabias enseñanzas del Antiguo Testamento, blasfema de la Palabra de Dios, blasfema del plan de salvación del Omnipotente.” (Encíclica “Mit brennender Sorge”, del 14 de marzo 1937).

[3180] 2. Cf. Números caps. 23 y 24 y notas.

[3181] 4. Tobías, el ammonita, el mismo que juntamente con Sanballat había procurado impedir la reconstrucción de Jerusalén. Cf. versículo 28.

[3182] 6. Nehemías estuvo en Jerusalén desde el año 20 al 32 de Artajerjes, es decir, doce años, y volvió el año 433 a Persia, cuyo rey lo era también de Babilonia. Más tarde fue por segunda vez a la ciudad santa.

[3183] 7. En Eclesiástico 47, 15 se glorifica la memoria de Nehemías que después de sus grandes reformas en materia civil (cf. capítulo 5), supo mostrar igual energía en la reforma del sacerdocio. Cf. versículo 28 ss.

[3184] 15 ss. Véase Éxodo 20, 8 ss.; 31, 12 ss.; Números 15, 36.

[3185] 19. Es decir, en vísperas del sábado, al anochecer, porque el sábado comenzaba el viernes con la puesta del sol.

[3186] 24. Medio asdodeo: Asdod (o Azoto) era una de las ciudades filisteas. Como se ve, la lengua aramea comienza a imponerse, y el idioma judío hebreo va perdiéndose. Solo desde hace pocos años el hebreo puro ha empezado a hablarse como idioma corriente en las colonias judías repatriadas en Palestina y en la Universidad Hebrea de Jerusalén, habiéndose creado nuevos giros y palabras para las necesidades de la vida actual.

[3187] 28. Según Flavio Josefo, este hijo de Joiadá se pasó a los samaritanos y fundó en Samaria, en el monte Garizim, un templo que más adelante fue el centro del culto samaritano. Cf. Juan 4, 20.

[3188] 1. El griego llama Tobit al padre, distinguiéndolo de su hijo, que se llama Tobías.

[3189] 2. Es el rey Salmanasar V (727-723 a. C.) Este inició el sitio de Samaria, y su hijo Sargón II (722-705), se apoderó de ella, llevando al cautiverio los restos de la nación. Ya antes el rey Teglatfalasar III (745-727) había capturado la mayor parte de los neftalitas (IV Reyes 15, 29).

[3190] 3. Heroica conducta: vivir en la miseria del cautiverio, en una ciudad corrompida (Nínive) que no parecía dar lugar a la virtud, y sin embargo ayudar a los hermanos cautivos como él.

[3191] 5. Véase III Reyes 12, 28 s.

[3192] 7. Véase Deuteronomio 14, 28 s. y 26, 12 s.

[3193] 10. Desde la niñez hay que educar a los hijos, si no, nunca se logra educarlos. “El alma, mientras es todavía tierna y blanda como cera…, debe ser imbuida desde el principio con todas las cosas buenas” (San Basilio).

[3194] 12. Viandas que habían sido sacrificadas a los ídolos y que eran abominación para los judíos. Cf. I Corintios 8, 1 ss.

[3195] 16. Un talento: 58 o 26 kilogramos.

[3196] 18. La palabra “hijo” se toma en la Sagrada Escritura también en un sentido más amplio: nieto, pariente. En realidad era Senaquerib nieto de Salmanasar.

[3197] 21 s. Alusión a la derrota de Senaquerib en Jerusalén (IV Reyes 19, 35 s.; II Paralipómenos 32, 21; Isaías 37, 36 s.). Sepultaba: obra de misericordia sumamente agradable a Dios, como se nos muestra en 12, 12 (cf. II Reyes 21, 14). Nótese que Tobías daba sepultura a sus hermanos a pesar de la sentencia de muerte fulminada contra él. La verdadera caridad no se detiene por los peligros, ni por las amenazas, ni por la muerte.

[3198] 23. No fue una huida cobarde, sino la única manera de salvar la vida, sin ofender las leyes de Dios. Así huyeron Moisés, David, Elías y los mismos apóstoles.

[3199] 1. La fiesta de Pentecostés (según el texto griego).

[3200] 2. A cada paso hay en este libro una lección práctica que imitar. Aquí vemos a quiénes invitar a la mesa. Véase 4, 17; Mateo 5, 46 s.; Lucas 14, 13.

[3201] 4 s. Admirable valentía que no vacila en arriesgar la vida por hacer una obra de misericordia; y que va unida con prudencia, aprovechando la oscuridad de la noche para dar sepultura a un hermano. Véase 1, 21 s. y nota.

[3202] 6. Véase Amós 8, 10; I Macabeos 1, 41.

[3203] 12. Job, cubierto de llagas y acosado de tormentos insoportables resistió a todas las tentaciones de perder la fe en la justicia de Dios. Por eso aquí es llamado santo y el Apóstol Santiago recomienda su conducta ejemplar a los cristianos que sufren (Santiago 5, 11). Las tribulaciones momentáneas de esta vida, sufridas con paciencia, nos dan la seguridad de la gloria eterna. “La paciencia protege la fe, es reina de la paz y sostén de la caridad” (Tertuliano, De Patientia, c. XV). Cf. 12, 13; Eclesiástico 2, 3-5; Romanos 5, 3-5; II Corintios 6, 4 s.; II Tim. 2, 12; Hebreos 10, 36; Santiago 1, 3 s. y 12; I Pedro 2, 20; Lucas 21, 19 y todo el Libro de Job. Tobías y Job son dos modelos, dos espejos de paciencia para todos los afligidos, pobres y perseguidos.

[3204] 15. Los tres amigos de Job: Elifaz, Baldad y Sofar, son llamados reyes, por el prestigio que tenían entre sus pueblos.

[3205] 18. Hijos de santos, por ser descendientes de los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, a los que Dios dio las promesas. (Véase Hebreos 11, 3 ss.)

[3206] 21 ss. ¡Qué delicadeza de conciencia! Tobías pregunta de qué modo hayan sido adquiridos los víveres que se le daban de comer. Lo mismo hacía Santa Isabel en la corte de Turingia. Hoy día tal delicadeza ya no existe, y si uno la practicara, lo tomarían por enfermo mental. Nótese el realismo de este episodio, lo mismo que el de 3, 7-10. “Campea en toda esta escena un realismo tan vigoroso, y son tan naturales y espontáneas las reacciones que lo imprevisto de los acontecimientos produce en cada personaje, que el relato parece ser en su conjunto eco fiel de la tradición oral, conservada con la nativa frescura con que brotara de los labios de los mismos protagonistas” (Prado, Sefarad 1949 p. 34).

[3207] 2. Nada glorifica tanto a Dios como el elogio de su misericordia. Véase todo el Salmo 135; I Paralipómenos 16, 34, etc.

[3208] 3 s. En estas palabras se inspira la antífona de la preparación a la Misa y de los Salmos penitenciales. Tobías en su humildad se siente responsable hasta por los pecados de otros, acto muy grato a Dios, quien quiere que seamos como hijos de una misma familia. Cf. Esdras 9, 6; Dan. 9, 5.

[3209] 7. Rages, una de las más antiguas ciudades de Persia, situada al este de Teherán, era la ciudad de Gabelo (1, 16-17). Aquí se lee mejor con el texto griego: Ecbátana (Esdras 6, 2), y lo mismo siempre que se habla del lugar donde habitaba Ragüel. Ambas poblaciones eran vecinas, según se ve en 5, 8.

[3210] 10. Se retira Sara al cuarto más alto para estar sola con Dios en oraciones y ayuno. El Misericordioso y Justo no tardará en oírla.

[3211] 13. ¡Aun cuando estás irritado usas de misericordia! Véase, en Job 33, 24-27, ampliado este bellísimo concepto sobre el Corazón paternal de Dios. Cf. versículo 22.

[3212] 16 s. ¡Qué elogio para una niña! Véase Ef. 5, 4; II Timoteo 2, 22. Muchas personas eminentes en virtud han caído en el abominable vicio y han perdido la más hermosa de las virtudes a causa de la falsa seguridad, dice San Jerónimo. Nadie tenga demasiada confianza. Quien es santo, no por esto es impecable. Bien pronto Dios premiará la virtud de Sara (cf. versículo 24).

[3213] 21. Será coronado: “Si el alma, dice San Gregorio, se une fuertemente a Dios, para no ver más que a Él en todo, las amarguras se convierten en dulzura, y toda aflicción es para ella un descanso” (lib. V Moral.).

[3214] 25. Rafael significa en hebreo: Dios sana. San Jerónimo dice, que cuando Dios quiere curar a alguno, envía al santo ángel Rafael, cuyo nombre indica que de Dios nos viene la verdadera medicina y toda salud.

[3215] 1 ss. La versión griega trae varias adiciones a este discurso, que es un incomparable testamento ofrecido como modelo a todos los padres y todos los hijos.

[3216] 7. Véase Eclesiástico 4, 1. Dios nos está mirando siempre con infinito amor. El que esto sabe, no querrá perder esa mirada por no mirar con bondad al pobre. El que da al pobre, se parece al agricultor que no pierde al dejar caer la semilla en los surcos. Por eso dice San Ambrosio: “Sed agricultores espirituales; sembrad lo que puede seros útil. Es sembrar bien poner la limosna en manos de las viudas. Si la tierra os da más de lo que le confiáis, ¡cuánto más os devolverá la caridad! Todo lo que dais al pobre, redunda en vuestro provecho: sembráis en la tierra, y esta simiente germina en el cielo.” Recordemos siempre el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5, 7). Véase 12, 9.

[3217] 14. No le dice que no sienta la soberbia, pues todos la sentimos en nuestra naturaleza caída, sino que la domine. La soberbia es el primero de los pecados capitales, y por tanto, el que Dios más aborrece. Tiende a quitarle la gloria que solo a Él pertenece. Véase Eclesiástico capítulo 10; Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1, 17; Salmo 148, 13.

[3218] 15. Véase Levítico 19, 13; Deuteronomio 24, 14 s.; Santiago 5, 4 y notas.

[3219] 16. El precepto de Jesús, llamado la regla de oro, sublima esto en sentido positivo (Mateo 7, 12; Lucas 6, 31).

[3220] 18. Se trata de los banquetes fúnebres, acostumbrados entre los gentiles (Jeremías 16, 7). El sentido es: Tobías debe ayudar y consolar a los parientes de los muertos, pero sin participar en costumbres paganas. Los cristianos ofrecemos a los difuntos la limosna de la oración. Véase 2, 2 y nota. Cf. Deuteronomio 26, 14 y nota.

[3221] 20. Al leer y releer estas exhortaciones (versículos 6-20) no encontramos palabras con que expresar el bien que significan para la prosperidad de nuestra vida y para nuestra orientación espiritual. Junto a esta sabiduría palidecen los innumerables consejos de la pura razón y las últimas soluciones de la filosofía. La verdadera sabiduría consiste en conocer a Dios y su santa Ley. “El sabio no se deja quebrantar por el temor, ni se conmueve por el poder, ni se enorgullece por las prosperidades, ni se abate por lo adverso, porque allí donde está la sabiduría, está la fuerza del alma, la constancia y el valor. El sabio permanece perfecto en Jesucristo, fundado en la caridad y arraigado en la fe” (San Ambrosio).

[3222] 5. Así está la Sabiduría esperando a quien la busque. Véase Sabiduría 6, 12-15.

[3223] 7 s. Esto no es mentira, pues no encierra la intención de engañar a Tobías ni a su hijo. Su naturaleza celestial se manifiesta cuando dice que conoce todos los caminos.

[3224] 11. Saludo digno de un ángel. Fórmula ideal para poner a la entrada de una casa. También el saludo griego expresaba los sentimientos de alegría: jaire (alégrate). Cf. Lucas 1, 28 y nota.

[3225] 17. Como si dijera: ¿Qué te importa la familia ni el linaje del jornalero? expresión de modestia.

[3226] 18 s. Azarías significa: Dios socorre, pues vino para dar socorro a Tobías; Ananías: Dios da gracia (de la cual procede el socorro). Tobías conoce a un Ananías de ilustre linaje y cree que el ángel sea idéntico con aquel. Nótese la bondadosa condescendencia del ángel, no obstante lo dicho en el versículo 17. Recuerda la actitud de Jesús, en Mateo 17, 23-26.

[3227] 21. “¡Su ángel! ¡Cuántas veces Dios obra así, también con nosotros, y no lo vemos porque somos ciegos, como Tobías! Pero este no era ciego en el alma, porque tenía una inmensa luz de fe: cree que un ángel lo acompaña, como dice más adelante (versículo 27). Y Dios le responde con el hecho invisible pero real. ¿Qué es esto sino lo que enseñó Jesús al decir tantas veces: «Hágase según tu fe»?” (P. de Segor).

[3228] 27. En este pasaje se inspira el “Itinerario”, es decir, la oración eclesiástica que se reza antes de emprender un viaje. También se ve aquí la tradición judaica sobre los ángeles de la guarda, que concuerda con la doctrina de Jesucristo acerca de ellos en Mateo 8, 10; Hechos 12; Hebreos 1, 14. Nos enseña el Salmista: “Dios ha mandado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos; te llevarán en sus manos, no sea que tropiece tu pie en alguna piedra” (Salmo 90, 11). “¡Cuánta reverencia y reconocimiento deben inspiraros estas palabras! ¡Cuánta confianza deben daros hacia vuestro ángel de la guarda! ¡Cuánto respeto por su presencia, cuánto agradecimiento por su benevolencia y cuánta confianza por sus desvelos! No hagáis delante de él lo que no os atreveríais a hacer delante de mí” (San Bernardo).

[3229] 2. Veremos cuántos bienes saca Dios de este aparente mal. El pez sería el llamado lucio o un esturión. En el Tigris abundan los grandes peces, cuya repentina aparición puede causar espanto.

[3230] 6. Comían el pescado asado tal como lo preparó Jesús en Juan 21, 9-13. En vez de Rages debe leerse con el griego: Ecbátana (véase 3, 7).

[3231] 8. Como a ese humo atribuyó Dios la virtud de ahuyentar a los demonios, así la atribuye, p. e., al agua bendita, sobre la cual la Iglesia invoca la divina bendición. Jesucristo en sus milagros suele servirse de instrumentos materiales, p. e., cuando con un poco de tierra mezclada con su saliva curó al ciego de nacimiento (Marcos 8, 22 ss.). Véase el caso de Naamán (IV Reyes 5, 14) que Jesús cita como milagro (Lucas 4, 23 y 27).

[3232] 12. Según la Ley (Números 36), las hijas cuyo padre no tenía hijos varones, eran herederas de sus bienes, mas debían casarse con un pariente de la familia paterna. Véase también Rut 4, 4. La poderosa intercesión de San Rafael se invoca para tener acierto, como Tobías, en la elección de esposa. Véase 7, 12.

[3233] 16. El demonio, aquí Asmodeo (3, 8), uno de los muchos demonios. En cambio el diablo es uno solo: Satanás (Apocalipsis 20, 2, etc.).

[3234] 18 ss. No tenía que velar toda la noche, según se ve en 8, 15. Si los contrayentes cristianos consideraran esto, ¿cuántos no ambicionarían conquistar semejantes bendiciones aprovechando la lección del Ángel? ¡Qué unión de espíritu para toda la vida no se labraría en esas tres noches de oración! Véase Mateo 18, 19-20. Cf. I Corintios 7, 5 y nota.

[3235] 7. Los hijos son benditos a causa de sus padres. ¡Qué estímulo para un matrimonio cristiano! Cf. 2, 18; 9, 9.

[3236] 12. A veces se considera como gran desgracia el no poder realizar una unión muy deseada. El tiempo no tarda en mostrar que no era aquella la persona conveniente, y que por eso Dios la apartó con su poderosa misericordia. De ahí el dicho popular: boda y mortaja, del cielo bajan.

[3237] 14. Véase 6, 12 y nota.

[3238] 15. Este simple rito parece haber sido usado para los matrimonios israelitas, si bien la Biblia lo menciona solo aquí. La misma ceremonia de juntar las manos de los novios y bendecirlos se observa en el Ritual Romano en la celebración del matrimonio cristiano. “Por este gesto exterior de adhesión y amistad, los jóvenes esposos se dan un mutuo testimonio de unión y cariño, y confirman con las manos lo que ambos acaban de prometerse con los labios. Es una manera de ofrecer el esposo a su consorte el apoyo de su fuerza, y ella a él el apoyo moral de su ternura” (P. Azcárate).

[3239] 20. Hermosa fórmula de caridad para consolar a un afligido. Cuanto más aumentan las aflicciones sufridas por Dios, más grandes y abundantes son los consuelos. Testigo de ello es San Pablo que exclama: “Estoy inundado de consuelo, reboso de gozo en medio de todas mis tribulaciones” (II Corintios 7, 4).

[3240] 3. “Desterrar al demonio, dice San Agustín, no significa otra cosa que impedirle Dios el tentar y seducir a los hombres.” Sobre este pasaje dice Nácar-Colunga: “Estas metáforas tienen, sin duda, un origen anterior. Así, por ejemplo, los egipcios y babilonios decían que los espíritus malos gustaban de morar en los desiertos.” También los judíos creían que el desierto estaba poblado de demonios: los Seirim (cf. Levítico 17, 7; II Paralipómenos 11, 15; Isaías 13, 21; 34, 14) y Asasel (Levítico 16, 8, texto hebreo). El mismo Jesucristo habla de los “lugares áridos”, por los cuales andan los espíritus inmundos (Mateo 12, 43). Cf. Baruc 4, 35; Apocalipsis 18, 2.

[3241] 4. Véase 6, 18 y nota. Hay aquí un ejemplo de tan alta belleza, y un acto de tal valor sobrenatural, que hará meditar a muchos futuros esposos sobre el verdadero privilegio que significaría imitarlo. No es pagar demasiado caro un recuerdo sublime para toda la vida y una verdadera garantía de felicidad conyugal.

[3242] 5 ss. ¡Ojalá puedan decir lo mismo todos los cristianos! La Iglesia tiene una bellísima Misa de Esponsales, en la cual implora sobre los contrayentes las más preciosas bendiciones de Dios para ellos y su posteridad, usando varios textos de este sagrado libro. Desgraciadamente son muy pocos los que aprovechan este privilegio, y prefieren casarse sin misa, por la tarde, o por la noche. En esos actos, sin oración de los contrayentes ni de los demás por ellos, suele profanarse el matrimonio convirtiéndolo en un asunto exclusivamente mundano. ¿Cómo se quiere luego que Dios bendiga los hogares?

[3243] 19. Introito de la Misa de Esponsales. Véase 7, 15; 9, 11.

[3244] 21. Los versículos 21 y 22 no se leen en la versión griega.

[3245] 2. Tal es el concepto que inspira la llamada Esclavitud de María según San Luis María Grignion de Montfort: una entrega total y amorosa de todo nuestro ser que, por medio de Ella, se consagra a Jesucristo, Sabiduría Encarnada, para gloria del Padre.

[3246] 3. Rages es la ciudad de Gabelo. De aquí se infiere que Ragüel vivía en Ecbátana, y no en Rages, como dice la versión latina (3, 7; 6, 6).

[3247] 8. Los versículos 8-12 faltan en el griego.

[3248] 9-11. Vemos aquí un hermoso ejemplo de bendición paterna, hoy día desgraciadamente tan olvidada. “La bendición del padre afirma las casas de los hijos” (Eclesiástico 3, 11). Véase Génesis 27, 28 s.; 49, 1 ss. y notas.

[3249] 1 ss. Pintura llena de vivo realismo. ¿Quién no ha pasado las mismas inquietudes? Pero la fe de Tobías triunfa de ellas.

[3250] 11. Véase 5, 21; 5, 27; Judit 13, 2; Dan. 3, 95; II Macabeos 11, 8-10. Es preciso no perder de vista la presencia del Ángel Custodio que, por orden de Dios, nos guarda en el camino de la vida. Debemos agradecerle por sus desvelos, y no entristecerle con nuestros pecados. Los ángeles de la paz, dice Isaías, llorarán amargamente (Isaías 33, 7).

[3251] 13. Estas pocas palabras son todo un compendio de las obligaciones propias de una mujer casada. (Véase el Catecismo Romano II, 8, 27.)

[3252] 1. El largo viaje debió durar alrededor de 22 días. Harán, o Carán, ciudad distinta de la de Abraham (Génesis 11, 31; 27, 43). Algunos códices traen otro nombre.

[3253] 5. Así nos espera Dios, según lo revela Jesús en Lucas 15, 20. Véase 10, 7.

[3254] 7. Para Dios las primicias de nuestros sentimientos. La oración del hijo fue premiada con la curación del padre.

[3255] 9. Ni esto faltó en aquel cuadro de envidiable felicidad. Un fresco de las catacumbas representa a Tobías entrando a Nínive con la hiel del pez en la mano y el perro retozando de alegría.

[3256] 13. La hiel del pez se empleaba como medicamento en las enfermedades de los ojos. Aquí, sin embargo, hemos de ver más que una simple curación natural, como explicamos en 6, 8. Bover-Cantera trae el texto del códice B, que difiere de la Vulgata, y en la nota pone la variante del códice S, que dice: “Sopló sobre sus ojos... y echó sobre él la medicina una y otra vez, y desescamó (= quitó las escamas de las cataratas) con entrambas manos de los lagrimales de los ojos.”

[3257] 17. Véase Nehemías 9, 33; Dan. 3, 31; 9, 7 ss., etc.

[3258] 18. “Dios no niega ningún bien a los que caminan en la inocencia”, dice el Salmista (Salmo 83, 13). Lo vemos en la historia de todos los Patriarcas.

[3259] 20. Aquior; en los textos griegos Aciachar y Achicar. Había un Aquior quien ocupaba un puesto importante en la corte asiria. Se apoderó de él la leyenda oriental haciéndole protagonista de una novela. También en el libro de Judit aparece una persona que lleva el nombre de Aquior, y que pronuncia el gran discurso sobre la historia de Israel (Judit 5, 5-25).

[3260] 3. He aquí el oficio del Ángel de la guarda. Lo que San Rafael hizo visiblemente con el hijo de Tobías, eso mismo hacen de una manera invisible con nosotros los Ángeles Custodios (cf. 10, 11 y nota). Como Tobías, vencido por el peso de la misericordia, así el sacerdote, después de recibir en la Misa el supremo don de Dios, su propio Hijo, exclama también: Quid retribuam? ¿Qué podré darte? Y el Padre celestial, que no necesita de nosotros (Salmos 15, 2; 49, 8-13) nos contesta pidiéndonos lo único que le interesa, lo único que le falta: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23, 26). Hoy podemos retribuir dignamente al Padre, gracias a la ofrenda de su Hijo, que le da una gloria infinita. Tal es lo que hacemos en la Misa, diciéndole, junto con el sacerdote, después de la consagración, que le ofrecemos como sacrificio lo que Él mismo nos dio (de tuis donis ac datis Hostiam), es decir: ese Hijo amadísimo, del cual recibe el Padre “todo honor y gloria”. Véase final del Canon y Mateo 3, 17 y 17, 5.

[3261] 7. Los planes de los reyes necesitan un secreto impenetrable para no ser desbaratados. Las obras de Dios, empero, han de propalarse, porque su gloria consiste en la manifestación de su misericordia y su verdad. Por eso predicar es sinónimo de alabar. Véase Salmos 39, 10-11; 70, 15; 88, 2; 49, 14; Hebreos 13, 15, etc.

[3262] 9. Por limosna han de entenderse aquí todas las obras de misericordia. “Así como el fuego del infierno, dice San Cipriano, se apaga con el agua saludable del bautismo, así la llama del pecado se apaga con la limosna y las obras buenas”. “Las limosnas, dice San León Magno, borran los pecados, y preservan de la muerte y del infierno.” Véase 4, 11 Mateo 25, 34 ss.

[3263] 10. Pensamiento que esconde una gran profundidad espiritual, pues muestra que nuestro Padre no nos ha prohibido cosas por hacer alarde de su poder, ni porque Él pierda nada con ellas, sino porque nos hacen daño (Salmo 24, 8-9). Tal es la dolorosísima exclamación que brota del Corazón de Jesús en Juan 5, 41 ss.

[3264] 13. Véase Lucas 24, 26; Juan 15, 2-3; Romanos 5, 3; Hebreos 12, 6 y 8; Santiago 1, 3; I Pedro 1, 7. No hay grandes virtudes sin grandes pruebas. Si queremos triunfar es preciso luchar.

[3265] 15. Uno de los siete: Cf. Apocalipsis 1, 4; 5, 6; 8, 2.

[3266] 19. Este manjar invisible es la visión beatifica de Dios Jueces 13, 16; Salmo 16, 15). En el cielo no habrá comida (Romanos 14, 17) porque esta es perecedera (1 Corintios 6, 13; Juan 6, 27). Véase también Juan 4, 32-34, y las promesas de Jesús en Mateo 26, 29; Lucas 22, 16 y 18 y 30; 14, 15; Apocalipsis 19, 9.

[3267] 1 ss. No podía faltar en la semblanza de Tobías la inspiración profética, rasgo característico de las figuras cumbres de Israel. Este cántico nos da una idea de la altura moral que alcanzaban los profetas israelitas, cuando “se remontaban sobre la esfera de sus experiencias personales para cantar las divinas alabanzas en nombre de toda la nación y escudriñar los destinos reservados a esta en el porvenir de los tiempos mesiánicos” (Prado).

[3268] 4. “El viejo Tobías nos explica aquí el sentido de nuestro «destierro», pues todos los que vivimos con Cristo somos semejantes a los desterrados; y destierro siempre significa una infinidad de sufrimientos hasta llegar a la patria celestial. Quedamos materialmente en el mundo aunque espiritualmente estamos separados de él. Quedamos en el mundo aun llevando hábito y viviendo detrás de los muros de un convento. Lo que nos distingue del mundo, es el espíritu, el espíritu de Cristo, el espíritu de amor” (Elpis).

[3269] 5. La misericordia de Dios es ilimitada: “Alabad al Señor porque es bueno y porque es eterna su misericordia” (Salmo 135, 1). Es este el elogio más repetido en toda la Escritura, por donde vemos que ninguna otra alabanza es más grata a Dios que esta que se refiere a su Corazón de Padre. “¿Qué es el pecado ante la misericordia de Dios? Una telaraña que desaparece para siempre al soplo del viento” (San Crisóstomo). Véase Santiago 5, 8; I Pedro 4, 8.

[3270] 9. Véase lo que dice María Santísima en Lucas 1, 47. Como el Magníficat y como Jonás 2, 2 ss., este admirable cántico está lleno de textos tomados de los Salmos.

[3271] 11. Te ha castigado: Otra lección: te castigará. Es esta una profecía que se cumplió cien años después en la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor y en la deportación de los judíos a Babilonia, y sobre todo en su nueva destrucción por Tito (el año 70 después de Cristo). Jesús la profetizó también en Mateo 24, juntamente con su Parusía o segunda venida al fin de los tiempos.

[3272] 12 ss. Otra profecía, que se refiere a la restauración. Sobre ella dice Fillion: “Es notable —y en esto hay otro parecido con el Magníficat— que Tobías habla muy poco del favor personal que él había recibido de lo alto; casi inmediatamente generaliza y, de las misericordias divinas hechas a su propia persona, pasa a aquellas de las que todo Israel debía ser objeto. Este hermoso poema va, pues, mucho más allá del tiempo presente: predice y describe el glorioso futuro del pueblo de Dios, al que la penitencia habrá transformado.” Véase Romanos 11, 25-26. Morada: el templo de Jerusalén.

[3273] 13. Cf. Isaías 60, 1-9; 49, 17-26; Ezequiel 37, 21-28, etc.

[3274] 14. Véase 14, 8-9; Salmos 67, 30; 101, 16-17; Isaías 54, 15; 55, 5; 60, 1-6; 61, 5; Ezequiel 36, 23; 37, 28; Miqueas 4, 2; Zacarías 8, 13 y 22, etc.

[3275] 16. Cf. Génesis 12, 3; 27, 29; Números 24, 9; Salmo 121, 6.

[3276] 19. Habla proféticamente de sucesos futuros como si ya hubieran sucedido. Se refiere al triunfo final de la Misericordia de Dios sobre su pueblo incrédulo, tal como nos lo muestra San Pablo (Romanos 11, 31 ss.).

[3277] 21. Cf. Isaías 54, 11-12. Véase en Apocalipsis 21 la descripción de la Jerusalén celestial.

[3278] 4. Otra versión: “Y cuánto más progresaba en el temor de Dios, más gozaba de la paz.” ¡Qué programa ideal para una ancianidad feliz! Véase el Salmo 70.

[3279] 7. El edicto de Ciro permitió a los judíos reedificar el Templo (Esdras 1, 1), pero volvieron a caer en la iniquidad y el Templo fue nuevamente destruido, quedando sin cumplirse las promesas de los profetas. Cf. 13, 12; Nehemías 9, 36 ss.; Ezequiel 43, 7-9 ss.; 37, 26-28; 20, 40 ss., etc.

[3280] 8 s. Véase 13, 14. Profecía acerca de la vocación de los gentiles y del triunfo final de la Iglesia después de la conversión de Israel (Romanos 11, 25 ss.) y de la destrucción del Anticristo (II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 11 ss.). Sobre esto dice Santo Tomás: “Después de la muerte del Anticristo habrá para la Iglesia doble motivo de consolación, a saber: la paz y la multiplicación de la fe, pues entonces todos los judíos se convertirán a la fe de Cristo.”

[3281] 16. ¡Le sepultaron con alegría! Es el digno coronamiento de esta maravillosa historia de felicidad doméstica.

[3282] 1. Arfaxad, rey de los medos, identificado por algunos con Fraortes (Fravortis o Fraazad), fundador del reino de la Media (655-633 a. C.) y contemporáneo del rey Asurbanipal de Asiria (669-626 a. C.). Su residencia era Ecbátana (ver Tobías 6, 6). Según Bover-Cantera el nombre de Arfaxad parece una adulteración de Ciaxares, que reinó en Media por los años 625-585 y en 612 destruyó a Nínive.

[3283] 5 ss. Cf. 3, 1. Según los últimos descubrimientos hechos en Nínive se trata de la victoria del rey Asurbanipal o Sardanápalo de Asiria (669-626) y no del famoso rey Nabucodonosor de Babilonia, que vivió medio siglo más tarde; aunque Asurbanipal reinó también sobre Babilonia y pudo en él adoptar el nombre de Nabucodonosor, que significa: Nebo proteja la frontera, pues Nebo era dios de Babilonia y no lo era de Asiria. Parece que los hebreos llamaban Nabucodonosor a todos los reyes de la otra parte del Éufrates: En Tobías 14, 17, según los LXX, se da este nombre a Nabopolasar.

[3284] 8. Cedar: el desierto que se extiende al este de Palestina. Esdrelón: la llanura entre Samaria y Galilea, llamada también de Jesreel.

[3285] 9. La tierra de Jesé, es la tierra de Gesén, según el texto griego. Allí habitaron los hijos de Jacob durante su estada en Egipto.

[3286] 12. El texto griego, que es más amplio, detalla aquí la derrota y la muerte de Arfaxad.

[3287] 3. Toda la tierra. El imperialismo mundial no es nuevo. Es tan viejo como la insaciable ambición de dominar.

[3288] 5 El discurso del rey, mucho más largo en los LXX, es un modelo de la arrogancia casi increíble que suelen mostrar los monumentos asirios. Habla como un dios que quiere cubrir toda la tierra con los cadáveres de cuantos no obedezcan a “las palabras de su boca”, y manda formar soldados “llenos de confianza en su fuerza”. ¡Qué contraste con el espíritu que Dios enseña a su pueblo de Israel! (I Reyes 14, 6; 17, 47; Salmos 19, 8; 32, 17; 43, 7, etc.). Los resultados de ambos espíritus, a través de la historia, proclaman cómo Dios depone a los poderosos de sus tronos y ensalza a los pequeños (Lucas 1, 52). Cf. 5, 16.

[3289] 12. Ange, tal vez la montaña del Tauro o del Antitauro, ambos fronteras naturales de Cilicia.

[3290] 13. Meloti: Melitene. Tarsis: la ciudad de Tarso, capital de Cilicia, célebre como ciudad natal de San Pablo. Ismael: los árabes. Celón: tal vez la Cálcida, región de Alepo.

[3291] 14. Mambré: el texto griego dice Arbona. Otros leen: Chaboras (tributario del Éufrates).

[3292] 16. Madián: región de la Arabia septentrional. Todo este itinerario ha sido y es todavía muy discutido en cuanto a los nombres geográficos, ya que estos en los códices aparecen en las más diversas formas de ortografía.

[3293] 1. Sobal: probablemente Soba, ciudad de la Siria (cf. II Rey. 8, 3; I Paralipómenos 18, 3). En vez de Libia (África) leen algunos Lidia (provincia del Asia Menor).

[3294] 12. Arboles sagrados (Vulgata: bosques), dedicado a Astarté.

[3295] 13. El colmo de la soberbia es que el hombre se atreva a igualarse a Dios. Es el pecado de Satanás y que cometerá el Anticristo antes de ser destruido (II Tesalonicenses 2, 4 y 8; Apocalipsis 19, 11 ss.). Cf. 2, 5 y nota.

[3296] 14. Apamea: ciudad siria. En vez de idumeos dice el texto griego judíos.

[3297] 2. Los LXX agregan: “porque acababan de volver del cautiverio y de juntarse todo el pueblo de la Judea y de santificar los vasos y el altar y el Templo, de la pasada profanación”. No se trata del cautiverio de Babilonia, sino de la dispersión cuando Manasés fue deportado bajo Asurbanipal (II Paralipómenos 33, 11 ss.). Cf. la introducción al presente libro.

[3298] 5. Eliaquim, Sumo Sacerdote, el mismo que en 15, 9 es llamado Joaquim. Ambos nombres significan lo mismo: Dios auxilia. Esdrelón: llanura entre Samaria y Galilea.

[3299] 8 ss. Cf. 6, 15 y 21; II Paralipómenos 20, 13 y nota. La oración y penitencia en común deberían ser imitadas, pues fueron la salvación de Israel cuando la patria estaba en peligro. La penitencia de todo un pueblo tiene tal poder que se borran por ella sus crímenes y pecados. La iniquidad de Nínive fue tan grave que Dios le anunció la ruina. Sin embargo la perdonó cuando el rey y el pueblo hicieron penitencia (Jonás capítulo 3). “¡Oh penitencia!, exclama San Crisóstomo, ¿cómo cantaré tus maravillas? Rompes todas las cadenas, reprimes toda tibieza, dulcificas toda adversidad, curas toda llaga, disipas todas las tinieblas y reparas todo lo que se halla desesperado” (Sermo de Poenitentia). Cf. Joel 2, 12 ss.

[3300] 12. “El buen suceso depende de la perseverancia en orar. Dios frecuentemente antes de oír nuestros ruegos nos pone a prueba para inflamar con su silencio nuestros deseos, y después sepamos estimar más el don que nos prepara” (Scío).

[3301] 2. Ammán y Moab, descendientes de Lot, que habitaban al este del Jordán y del Mar Muerto.

[3302] 5 ss. El discurso de Aquior es digno de los grandes pasajes bíblicos que sintetizan la historia de Israel, que no es sino la historia de las misericordias paternales de Dios sobre un hijo tan amado como rebelde. Véase p. ej. la oración de Esdras en Nehemías 9; los Salmos 104-106; el gran discurso de San Esteban en Hechos capítulo 7, etc. Sobre Aquior, cf. Tobías 11, 20, donde encontramos este nombre. Las dos personas no parecen ser idénticas.

[3303] 6. Abrahán salió de Ur de Caldea para dirigirse a Canaán (Génesis 11, 31; 15, 7; Hechos 7, 2 s.).

[3304] 15 s. Aquí el testimonio adquiere relieve extraordinario, pues es dado por un pagano. Cf. 2, 5 y nota.

[3305] 22. Aquior alude a las diversas cautividades parciales mencionadas por los Profetas (Amós 1, 6 y 9; Abdías 14 y 20), a la caída de Samaria (IV Reyes 17) y especialmente al reciente cautiverio de Manasés. Cf. 4, 2 y 9; 5, 5.

[3306] 10. Betulia no ha sido identificada aún con certeza. Si es la actual Sanur, situada en el extremo sur de la llanura de Esdrelón, a 4-5 kilómetros al sur de Dotain y a 18 kilómetros al norte de Siquem, su posición tenia importancia estratégica, porque dominaba el camino que iba de Siria a Jerusalén por Galilea y Samaria. Otros identifican la ciudad de Judit con Betuna, al pie del monte Gelboé, en cuya cercanía se halla la localidad de Judeide (Judit). Una tercera opinión se decide por Kurun-Hattin (el llamado monte de las Bienaventuranzas) al norte de la llanura de Esdrelón.

[3307] 15. Tus santos: el pueblo de Dios, santificado por la Alianza. Cf. Éxodo 19, 6. Que humillas a los que presumen de sí mismos. Dios, dice el apóstol Santiago, resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes (Santiago 4, 6); la Virgen lo confirma en el Magníficat (Lucas 1, 51 s.), y Jesucristo lo pone como regla en su reino (Lucas 18, 14).

[3308] 3. Dotain, hoy día Tell Dotan, a 16 kilómetros al norte de la ciudad de Samaria. Véase Génesis 37, 17 ss.

[3309] 10. Los LXX añaden los detalles de esta operación y la parte que en ella tuvieron “los hijos de Esaú” (idumeos) siempre enemigos de Israel (cf. la profecía de Abdías).

[3310] 15 ss. El plan de entregarse voluntariamente al enemigo demuestra que comienzan ya a perder la confianza en Dios. Sin embargo prorrumpen en lágrimas (v. 18) y reconocen sus pecados (v. 19). Las lágrimas de arrepentimiento y el espíritu compungido los hacen dignos del milagro que Dios va a obrar mediante Judit. Cuando falta todo socorro humano, ha llegado la hora del socorro divino.

[3311] 23. Según el griego. Ocías esperaba una lluvia abundante para que se llenasen las cisternas. Veremos cómo esta actitud, que a primera vista parece tan acertada, queda destruida, a la luz de la verdadera fe, por el luminoso discurso de Judit (8, 10 ss.).

[3312] 8. Judit, que significa “judía”, era, según parece, de la tribu de Simeón y no de la de Rubén. Véase al respecto la oración de Judit (9, 2). El texto griego tiene en lugar de Rubén: Israel, o sea Jacob, de quien era hijo Simeón. Lo mismo se ve en el texto siríaco.

[3313] 10 ss. Es notable el contraste con el caso de Jerusalén sitiada por los caldeos, en el cual Dios quería que se entregara la ciudad (cf. Jeremías capítulos 21 y 24). Lo cual nos muestra que Él no está sujeto a ninguna ley, sino que su santa voluntad es la única fuente de todo bien, y la verdadera fe busca conocer esa voluntad para entregarse a ella como al sumo bien, sin pretender juzgarla. Cf. II Paralipómenos 25, 9; II Corintios 10, 5.

[3314] 15. Cf. Tobías 3, 13 y Sabiduría 11, 23 ss., donde se nos dan otras luces como esta, preciosísimas para conocer cómo es el corazón de Dios.

[3315] 17. Según su voluntad. He aquí la fórmula ideal de la oración, que no impone a Dios las soluciones que nos parecen buenas, sino que confía en que Él es más sabio que nosotros y nos ama hasta el extremo de habernos dado su Hijo (Juan 3, 16; Mateo 6, 6-7; I Macabeos 3, 60; Romanos 8, 26-27; Ef. 3, 20 y la oración de la Dominica 11ª después de Pentecostés).

[3316] 20. Judit aplica las normas de suprema sabiduría que hallamos en Isaías 30, 15 y Lamentaciones 3, 26.

[3317] 21. Véase Tobías 2, 12; 12, 13; Eclesiástico 2, 3 ss.; Romanos 5, 3 ss.; II Corintios 6, 4 s.; II Timoteo 2, 12; Hebreos 10, 36; Santiago 1, 3 s. v. 12.

[3318] 24 s. Cf. Números 11, 1 ss.; 14, 1 ss.; 20, 4-6.

[3319] 26. No nos dejemos llevar a la impaciencia. Dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que San Pablo y San Bernabé exhortaban a los convertidos a perseverar en la paciencia de la fe y que solamente por muchas tribulaciones se puede entrar en el reino de Dios (Hechos 14, 21). Las pruebas sufridas con paciencia son la puerta del cielo, y las prosperidades muchas veces son el camino que conduce al infierno. Por esta razón son los malos los que más gozan de ellas.

[3320] 2. Judit alude a Génesis 34, 25, elogiando el celo de su padre Simeón en vengar el estupro de su hermana Dina, lo cual no implica aprobación de los excesos que Simeón cometió después contra los Siquemitas. En toda esta grandiosa oración muestra Judit la santidad de espíritu que la mueve a su audaz empresa. “Nótese cómo en esta bella oración de Judit se afirma, no solo la Providencia, la extensión universal de la misma y la rectitud de los caminos de Dios, sino también la libertad de la elección divina respecto del pueblo de donde había de nacer el Redentor” (Garrigou-Lagrange, La Providencia y la Confianza en Dios, III, 2).

[3321] 7 s. Las tinieblas: la nube que mantenía en oscuridad a los ejércitos egipcios cuando el paso del mar Rojo (Éxodo 14).

[3322] 13. Judit justifica de antemano toda su conducta, al demostrar en 8, 30-31 que obra movida por el espíritu de Dios (cf. 10, 4). Esto basta para que meditemos con admiración y alegría todo cuanto sigue, y nos guardemos bien de querer juzgarla como los fariseos juzgaban y reprochaban a Jesucristo, llegando a creerlo endemoniado (Juan 8). Por lo demás, tengamos presente que Judit tuvo por lícitos los medios que iba a adoptar.

[3323] 15 ss. Hallamos aquí, como en el lenguaje del rey David, ese auténtico espíritu de infancia que Jesucristo había de señalar como esencial en su Evangelio, y mediante el cual, según palabras de Su Santidad Benedicto XV, Santa Teresa del Niño Jesús reveló al mundo el secreto (fácil) de la santidad. Véase Mateo 18, 3-4; Marcos 10, 15; Lucas 10, 21.

[3324] 4. Judit no se adornaba por vanidad ni deseo culpable sino únicamente con el fin de salvar la patria, según lo había dispuesto Dios. Y así el Señor le dio el éxito y la hizo volver sin la menor mancha (13, 20).

[3325] 12. Cf. 9, 13 y nota.

[3326] 16. En el griego se añade otro testimonio de la admiración de los asirios hacia Judit: ¿Quién despreciará a ese pueblo que tiene tales mujeres? No conviene dejar subsistir ni uno solo de ellos (judíos), pues serían capaces de seducir (con sus mujeres) a toda la tierra.

[3327] 18. Era costumbre de guerra repartir entre los vencedores las mujeres de los vencidos.

[3328] 2. El general pagano busca la benevolencia de la hermosa israelita, con fines harto diferentes de los de ella (12, 10). Su orgullosa prepotencia llama desprecio a lo que no era sino legítima defensa de Israel contra su invasión. Cf. 5, 1-4; 13, 28.

[3329] 4 ss. Según el griego, Judit dice hábilmente: El Señor realizará plenamente sus designios sobre ti. Cf. 12, 4. Viva Nabucodonosor: Fórmula de juramento. Véase Gén. 42, 15, donde José jura por la vida del Faraón. Todo lo que dice Judit es un ardid de guerra, por lo cual ella pudo considerarlo lícito. El P. Páramo observa al respecto: “Todo lo que sigue, tomado a la letra, parece que no deja lugar para excusar a Judit de ficción o mentira. Y si no se toman sus expresiones en sentido figurado o profético, como hizo el antiquísimo autor de las Constituciones Apostólicas libro 17, capítulo 2, y varios Padres, diremos con Santo Tomás que debe ser alabada Judit, no por haber con falsas palabras inducido a error a Holofernes, sino por la gran caridad con que se movió a procurar la salvación de su pueblo, destituido ya de toda esperanza de humano socorro, y a punto de abandonarse en poder de un cruel e impío tirano; o, como dice San Ambrosio, por haber librado las vírgenes puras, las respetables viudas y las castas matronas de ser víctimas de una bárbara insolencia.”

[3330] 11 s. Beber sangre estaba prohibido en la Ley de Moisés (Lev. 17, 14). El trigo, etc., eran diezmos reservados al Señor.

[3331] 14 s. Judit habla en sentido irónico. Sus palabras se cumplirán en muy otro sentido. Holofernes será conducido, sí, a Jerusalén, pero no como triunfador sino solamente su cabeza como trofeo.

[3332] 7 s. Los judíos, antes de orar, solían lavarse las manos y los pies. Así lo hacen también los musulmanes.

[3333] 9. Quiere decir que ayunaba de la mañana hasta el anochecer. “Holofernes y sus soldados, amigos de beber mucho, se embriagaban, dice San Ambrosio; pero había una mujer, Judit, que no bebía, sino que ayunaba todos los días, menos los festivos. Armada con el ayuno se adelanta y destruye todo el ejército de los asirios. Por medio de la energía de una resolución formada en la abstinencia, corta la cabeza a Holofernes, salva su pudor y alcanza la victoria. Fortificada con el ayuno, se introduce en el campamento extranjero; Holofernes queda sumergido en el vino, y no siente el golpe mortal. Así el ayuno de una sola mujer anonada el numeroso ejército de los asirios y salva el pueblo de Dios” (De Orat. et Jej.).

[3334] 13 ss. Véase 9, 13 y nota. Notemos, en todo lo que sigue, el contraste entre la cruda bestialidad del pagano y la inmaculada pulcritud de todo el relato en cuanto se refiere a Judit, tan pura, que ha merecido ser mirada como figura de María Santísima. Así la Biblia nos enseña a no escandalizarnos de las apariencias.

[3335] 7 ss. Vemos cómo la oración no cesa ni un instante en el alma de la heroína y cómo es Dios quien lo hizo todo con su mano, según ella lo proclama tan repetidamente en los versículos 13 y 17 a 21, y el sacerdote en v. 25. Véase 9, 12.

[3336] 20. Su ángel: Cf. Salmo 90, 13 y nota.

[3337] 22 ss. La liturgia aplica estos textos a la Virgen en la fiesta de sus siete dolores. Véase 15, 10; Lucas 1, 28.

[3338] 4 s. La seguridad con que anuncia la huida de un enemigo tan superior, nos muestra que Judit está animada de espíritu profético. Cf. v. 17 s. De semejante manera ahuyentó Santa Clara a los sitiadores de Asís. Cuando vio que la ciudad y el convento iban a caer en manos de los sarracenos, se presentó sobre la muralla, llevando en su mano la custodia con el Santísimo. Allí, ante los musulmanes, dirigió a Dios la oración del Salmista: “No entregues en poder de esas fieras las almas que te confiesan” (Salmo 73, 19). Y de repente, sobrecogidos de un terror pánico, los enemigos, emprendieron la huida.

[3339] 6. La circuncisión significa la profesión de la fe en Dios y la incorporación al pueblo escogido. Según Deuteronomio 23, 3 estaba prohibido admitir ammonitas en el pueblo hebreo. Se trata aquí de una excepción motivada por los méritos de Aquior.

[3340] 12. La misma comparación la emplean los orgullosos filisteos en I Rey. 14, 11. Véase 11, 2 y nota.

[3341] 3. Muchos triunfos fáciles como este obtuvo Israel contra poderosos enemigos por obra de Dios. Cf. Josué 6; Jueces 7, 19 ss.; IV Rey. 7, 6 s.; 19, 34-35, etc.

[3342] 9. Joaquim: llamado Eliaquim en 4, 11.

[3343] 10. La Liturgia aplica estas palabras a la Virgen, cuya figura es Judit (cf. 13, 22-25). “La Iglesia ve en esta mujer tan adornada de virtudes, especialmente por su triunfo sobre Holofernes, una figura de la Virgen María. Porque María Santísima posee una santidad incomparable en cualquier aspecto, y por medio de su divino Hijo ha vencido al enemigo de la humanidad; por esto la ensalzan los ángeles y los hombres por encima de todas las mujeres en los siglos de los siglos” (Schuster-Holzammer).

[3344] 11. “Aunque en el antiguo pueblo no estaban en tanto honor la viudez y el celibato, como en el nuevo, esto no obstante se miraba con estimación y respeto, y como un gran mérito delante de Dios, la virtud de las viudas que preferían la continencia y los ejercicios de piedad a las segundas bodas” (Scío). Véase I Tim. 5, 3 ss.

[3345] 1. Hermoso canto de victoria, más suave que el de Débora (Jueces capítulo 5). Judit glorifica a Dios, autor de todo bien, y anuncia el castigo de las naciones que se levanten contra Israel (cf. 16, 20).

[3346] 7. En manos de una mujer, en manos de una mujer fuerte, que San Isidoro llama “magnánima y gloriosa, de más que varonil entereza. Por la salud de su pueblo se puso en peligro de muerte. Sin miedo al regio furor tronchó la cabeza al príncipe temulento: incólume su castidad, reportó a sus conciudadanos el triunfo de la victoria”. San Ambrosio pondera la hazaña de Judit con estas palabras: “La verdadera fortaleza es la que con el ímpetu del alma vence la índole de la naturaleza, la debilidad del sexo, cual tuvo aquella ilustre mujer, Judit, quien a los hombres, acobardados por el asedio, temblando de miedo, muertos de hambre, ella sola los defendió del enemigo, los salvó de la muerte... Grande fue su cordura: se dispuso con el ayuno, y conservó inmaculada su pureza. Sobria y casta, alcanzó glorioso triunfo, y mantuvo la libertad de su patria” (De viduis, c. 7).

[3347] 8. Su caudillo, esto es, Holofernes. Los titanes figuran también en la mitología griega como una clase de gigantes.

[3348] 15. Los versículos 15-21 se rezan en el Breviario (Laudes de Miércoles).

[3349] 16 ss. Adonai: uno de los nombres divinos, que significa “mi Señor”. “Se le comenta en los detalles que siguen, tomados de la creación y de la conservación del Universo” (Cardenal Gomá). Cf. Gén. 1; Salmos 32, 9; 103, 30.

[3350] 20 s. Cf. la profecía de Joel capítulo 3. Fuego y gusanos: cf. Marcos 9, 48 (Vulgata 9, 47): Aquí se define la eternidad de las penas del infierno. Cf. Isaías 66, 24; Apocalipsis 20, 10.

[3351] 23. En anatema de olvido. La versión griega dice solamente en anatema. Anatema, en hebreo chérem: Así se llaman las cosas consagradas exclusivamente a Dios y destinadas a ser destruidas.

[3352] 29. Los LXX agregan que antes de morir distribuyó sus bienes a sus parientes y a los de su marido.

[3353] 31. Cf. en 9, 9; 13, 31; 16, 20, etc., cuántos motivos tiene el pueblo judío para honrar este Libro hermoso de Judit.

[3354] 1. A manera de prólogo debe leerse aquí capítulo 11, 2 al 12, 6 (el sueño de Mardoqueo y otros hechos anteriores a este relato). Asuero, en hebreo Achaschverosch, corresponde al nombre persa Kschayarscha, que los griegos pronunciaban Xerxes. Se trata de Jerjes I, hijo de Darío, hijo de Histaspes (485-465 a. C.). La versión de los Setenta pone constantemente Artajerjes.

[3355] 2. Susa, capital de la provincia Susiana, ubicada en la parte sudoeste de Persia, donde los reyes persas tenían una de sus residencias. Es célebre por el descubrimiento de la estela de Hammurabi (código antiquísimo de los tiempos de Abrahán).

[3356] 4. Como se ve no fue una demostración de amor a su pueblo, sino un acto de gran vanidad y dispendio.

[3357] 6. Mármol blanco: San Jerónimo vierte: mármol de Paros. Paros es una isla del Mar Egeo, surtidora del mármol más hermoso.

[3358] 8. Se refiere a la bárbara costumbre de obligar a los convidados a beber cierta cantidad, causando así embriaguez y excesos morales.

[3359] 12. Vasti observa la costumbre persa, según la cual las mujeres no participaban en los banquetes públicos de los hombres. Sentía ella instintivamente la degradación que consiste en hacer de la mujer un objeto de exhibición para hombres. Vasti se levantará en el día del Juicio para acusar a tantas “reinas de belleza” que sin el menor recato se exhiben en las playas y en las fiestas populares. Cf. Lucas 11, 31 s.

[3360] 16 ss. Consejos que, bajo la apariencia de sabiduría, solo buscan adular los caprichos del despótico rey. Veremos cómo Dios se valdrá de esto para su designio de salvar al pueblo escogido.

[3361] 22. Envió cartas: Sabido es que el servicio postal organizado es de origen persa: Cf. 3, 13; 8, 10, etc.

[3362] 1. Los edictos de los reyes persas eran irrevocables, por lo cual los cortesanos tuvieron que sustituir a Vasti por otra reina. “Mas estas mismas disposiciones fueron los medios de que se sirvió la divina Providencia, para ensalzar a la virtuosa Ester y para librar a su pueblo del exterminio que lo amenazaba” (Scío). “Los filósofos del siglo, dice San Jerónimo, suelen echar del corazón el amor viejo con otro amor nuevo, como quien saca un clavo con otro. De tal artificio se sirvieron los siete príncipes de los persas con el rey Asuero, para templar el amor que tenía a la reina Vasti, con el amor de otras doncellas. Aquellos curaban un vicio con otro vicio, y un pecado con otro pecado. Mas nosotros hemos de vencer los vicios con el amor de las virtudes” (Carta a Rústico, 14).

[3363] 7. Hadasá (Vulgata: Edissa), que significa mirto, era el nombre hebreo, y Ester (estrella) el nombre persa que ella adoptó. Según el griego, era prima de Mardoqueo y estaba destinada a ser su esposa, de acuerdo con la Ley, por ser de su misma tribu.

[3364] 11. En todo esto se ve que Mardoqueo desempeñaba en la corte un cargo que le permitía libre entrada en el palacio.

[3365] 15. No pidió cosa alguna, para adornarse, y sin embargo, agradó al rey. Mujeres cristianas, si queréis agradar al Rey de los reyes y ser sus esposas, dejad los adornos mundanos y tomad el adorno celestial de las virtudes. La vanidad es siempre la señal de un alma vil.

[3366] 17. El rey amó a Ester más, etc.: Aquí empezamos a ver a Ester como figura de la Virgen María, bendita entre todas las mujeres y escogida por Dios para Esposa del Espíritu Santo y Madre del Verbo Encarnado. Cf. 15, 13 ss.

[3367] 20. Ester, no obstante ser elevada a la más alta dignidad, creía necesario más que nunca el consejo de su tío que la había educado en el temor de Dios. Fue pequeña y humilde, y por eso Dios la ensalzó. Cf. Lucas 1, 52.

[3368] 21. La versión griega dice que eran capitanes de la guardia del rey.

[3369] 1. Agagita: Amán no pertenece al linaje de aquel Agag, rey de los amalecitas, del cual habla I Reyes capítulo 15, sino que lleva su nombre, tal vez, de la ciudad meda de Agag. En 16, 10 es llamado macedonio. Algunos toman el nombre de Agag en sentido espiritual: así como Agag y los amalecitas se distinguieron por su odio al pueblo de Dios, así Amán se convirtió en enemigo implacable de los judíos que vivían en el reino de Asuero.

[3370] 2. Mardoqueo no dobló las rodillas por la razón indicada en 13, 14: “he temido trasladar a un hombre el honor debido a mi Dios”. La adoración solo es debida a Dios, no a los hombres (cf. I Tim. 1, 17; Judas 25).

[3371] 7. Adar: último mes del año, que corresponde a febrero-marzo. Faltaba, pues, mucho tiempo para esa fecha, cosa dispuesta por Dios para preparar la salvación de su pueblo. El mes de Nisán corresponde a marzo-abril.

[3372] 8. Amán describe históricamente la situación del pueblo judío en la dispersión, semejante a la de hoy (galuth). Solo una pequeña parte de los judíos había vuelto a Palestina con Zorobabel y Esdras (cf. 11, 4 y Esdras 2, 64; 7, 6; 8, 17, etc.).

[3373] 9. Diez mil talentos son 58.900 kg. de plata, una inmensa suma, suficiente para excitar la codicia del rey.

[3374] 14. Cf. 1, 22. Aquí corresponde leer el suplemento que contiene el inicuo edicto: capítulo 13, 1-7.

[3375] 15. Parecería extraño que se publicara inmediatamente —faltaban aún 11 meses— la fecha destinada para el exterminio de los judíos. Mas hay que advertir “que la publicación en todo el reino requería largo tiempo; que el decreto (capítulo 13) no nombraba a los judíos... y que no era de temer la huida o resistencia de los mismos. Pudieron también haber contribuido ideas supersticiosas, como en el echar la suerte; y quizás estaba Amán tan seguro del resultado, que no temía ningún fracaso” (Schuster-Holzammer).

[3376] 1. Señales de luto, acostumbradas entre los judíos. Saco (Vulgata: cilicio): una tela áspera y oscura, hecha de pelo de camello o de cabra. Cf. Génesis 37, 34; II Reyes 3, 31; III Reyes 21, 27; IV Reyes 6, 30; Jonás 3, 6, etc.

[3377] 8. Después de este versículo, debe leerse, como suplemento, el capítulo 15, 1-3, con la exhortación de Mardoqueo a Ester.

[3378] 13 s. Esta amenaza de Mardoqueo podía hacer dudar de la santidad de Ester, pero ella se ve claramente en 14, 15-18.

[3379] 16. Tanto Ester como Mardoqueo ponen su única confianza en el Señor, cuya benevolencia imploran con ayuno y oración, armas que hacen violencia a Dios (ver Tobías 12, 8). El ayuno y la oración, dice San Bernardo, tienen alas y penetran en el cielo hasta llegar al trono de Dios. Ester exhorta a su pueblo a la oración pública. Dice un autor sagrado: “Las oraciones públicas son más poderosas ante Dios que las demás, porque entre la muchedumbre siempre hay justos mezclados con los pecadores, y Dios oye también las oraciones de los pecadores cuando van unidas a las de los justos.”

[3380] 17. Léase aquí el suplemento capítulo 13, 8 a 14, 19, que es la oración de Mardoqueo y de Ester.

[3381] 1. Al comienzo de este capítulo debe leerse el suplemento capítulo 15, 4-19.

[3382] 3. La mitad del reino: Esto dice el rey más poderoso de aquel entonces. Jesús, el Rey de los reyes y Señor de los señores (Apocalipsis 19, 16) no nos promete solamente la mitad de su reino, sino el reino entero y su propia persona.

[3383] 9. La conducta de Mardoqueo, aunque parece imprudente, obedece al mandamiento de no adorar a nadie sino a Dios. ¡Cuántas veces la intrepidez de los santos ha superado la justicia y soberbia de los poderosos del mundo! Cf. 3, 2 y nota; 15, 4-19; Hechos 4, 19; 5, 29.

[3384] 13. “¡Qué poco basta para amargar todas las vanas satisfacciones que halla el soberbio y ambicioso, en lo que da fomento a su soberbia y ambición...! Dios hace que el orgullo mismo sea la pena y tormento del orgulloso, por la impaciencia, despecho, cólera y deseos de venganza que este pecado enciende en su corazón” (Scío).

[3385] 14. Suplicio igual al que vimos en 2, 23. En 7, 9 s. veremos cuán otro fue el destino de este patíbulo.

[3386] 1. Que Dios dispuso el insomnio del rey, lo expresa más claramente el texto griego: en aquella noche el Señor apartó del rey el sueño. Cf. 2, 23.

[3387] 6 ss. He aquí uno de los admirables rasgos de psicología que abundan en la Biblia como lecciones para nosotros.

[3388] 13. Se acordarían de las innumerables ocasiones en que se manifestaba la particular protección de Dios al pueblo judío. Véase 8, 7; 9, 1 y el discurso de Aquior en Judit 5, 5 ss.

[3389] 2. La mitad del reino: Véase 5, 3 y nota.

[3390] 4. La aflicción no habría sido tan grande, etc.: Literalmente: La aflicción no sería equivalente al daño del rey. La Vulgata tiene otra versión: más ahora hay un enemigo nuestro, cuya crueldad redunda sobre el rey.

[3391] 8. Sobre el diván. Otros traducen: sobre el lecho. Amán lo hizo para pedir la intervención de la reina. Sin embargo, el rey, al encontrar a Amán en tal actitud, creía que intentaba violentar a la reina, por lo cual se encendió su furor de nuevo. Encubrir la cara de alguno, significaba tratarlo como delincuente, porque los criminales no eran dignos de ver la cara del rey.

[3392] 10. Según 16, 18, no en su propia casa, sino ante las puertas de la ciudad, para su mayor ignominia.

[3393] 1 ss. Las grandes pruebas de magnanimidad que aquí veremos, son tanto más sorprendentes y providenciales, cuanto que el rey Jerjes I, según testimonio de Herodoto y de Séneca, fue célebre por sus crueldades, vicios y extravagancias. Hizo cortar en pedazos el hijo de Pitio, quien mucho le había ayudado, y cuando una tormenta destruyó un puente que había mandado hacer sobre el Helesponto, condenó a muerte al constructor y ordenó que se castigara al mar con azotes. Véase 15, 10 ss.

[3394] 2. La entrega del anillo de sellar a Mardoqueo equivale a su nombramiento como sucesor de Amán.

[3395] 9. El mes de Siván corresponde en nuestro calendario a mayo-junio. Como el 13 del mes duodécimo era el día fijado para el exterminio de los judíos, faltaban ocho o nueve meses, poco tiempo para la promulgación, dada la gran extensión del reino.

[3396] 13. Después de este versículo debe leerse el suplemento capítulo 16, 1-24, que contiene el edicto.

[3397] 17. Había caído sobre ellos el temor de los judíos: “Los judíos son el pueblo más temido, el más odiado y el más perseguido entre todos, hoy día como en tiempo de Asuero.” Si a pesar de ello no perecieron, es porque la Providencia, mejor dicho, la divina misericordia, los ha conservado y reservado para una misión final, como lo veremos en Romanos capítulo 11. Cf. 9, 2.

[3398] 1. Colígese de esto que el primer edicto del rey estaba aún en vigencia, pues los edictos de los reyes persas eran irrevocables (cf. 8, 8). “Este capítulo es el más duro de todo el relato. Parece que los judíos no se limitaron a defenderse de sus enemigos, como el edicto decía, sino que pasaron a la ofensiva, y por su mano ejercieron la justicia contra los que habían tenido el propósito de darles muerte” (Nácar-Colunga). Para comprenderlo hay que tener presente cuán terribles son las venganzas que Dios toma de los enemigos de su pueblo (Salmo 104, 14 ss.; Joel 3, 1 ss. y notas).

[3399] 13. Para exterminar también a los que el primer día habían escapado y para impedir así todo nuevo ataque contra la seguridad de los judíos.

[3400] 16. Según los Setenta, solamente 15.000. Tomando las cifras del texto hebreo, serían unos 600 los muertos en cada una de las 127 provincias, pocos en comparación con otras matanzas en los reinos de Oriente.

[3401] 26. Purim es la fiesta de las Suertes. Pur significa suerte. Según 3, 7, Amán echó suertes para fijar el día del exterminio de los judíos. En II Macabeos 15, 37 se le llama día de Mardoqueo. Debido a que la fiesta de Purim, en que se leía el libro de Ester, tiene carácter de alegría profana, no aparece el nombre de Dios en el texto hebreo.

[3402] 1. Aquí termina el texto hebreo, que es más corto que el originario (cf. Introducción). Lo que sigue, son fragmentos que San Jerónimo encontró en la “edición vulgata”, o sea la versión latina (hecha de la griega) que entonces se usaba en la Iglesia. El santo Doctor los tradujo de la versión griega de Teodoción. Conviene intercalar su lectura en los precedentes capítulos, según hemos indicado en cada lugar.

[3403] 5 ss. El sueño a que se refiere esta interpretación se narra en el capítulo siguiente, el cual, en el griego, constituye el principio del libro de Ester.

[3404] 1 ss. Este capítulo y el siguiente constituyen el prólogo y deben leerse al principio del libro. El primer versículo nos da a conocer las circunstancias bajo las cuales el texto de “esta carta”, es decir, de este libro, fue traducido al griego y llevado a Egipto. El versículo se lee al final del texto griego.

[3405] 2 ss. En vez de Artajerjes léase siempre Jerjes (véase 1, 1 y nota).

[3406] 4. Véase 2, 6 y IV Reyes 24, 6 y 15. Estos cautivos habían quedado en Babilonia y sus provincias aun después de los 70 años del cautiverio. (Cf. 3, 8 y nota.)

[3407] 5. Son bastante frecuentes en la Sagrada Biblia los sueños proféticos, como los que del rey Nabucodonosor refiere el profeta Daniel (caps. 2 y 4) o aquellos en que Dios manifiesta su voluntad, como a San José, a los Reyes Magos, a San Pablo, etc. El profeta Joel (2, 28) anuncia que en los últimos tiempos los ancianos tendrán sueños enviados por Dios. Cf. 10, 5 ss.

[3408] 7. La nación de los justos: el pueblo judío, el único que ejercía el culto del verdadero Dios. Véase 10, 10; Sabiduría 10, 15 y 17, 2.

[3409] 8. Cf. Joel 2, 2; Sofonías 1, 15; Mateo 24, 29.

[3410] 4. En los anales: Esto es lo que leyó el rey, según vemos en 6, 1 ss. Lo puso por escrito Mardoqueo: De aquí que muchos, siguiendo a San Clemente de Alejandría, vean en Mardoqueo al principal autor del presente libro, si bien hay pasajes que revelan un autor posterior (cf. 9, 22-10, 1). Generalmente se cree que fue completado por Esdras, a quien San Agustín miraba como único autor.

[3411] 5. Tal vez frustrase Amán la gratificación, pues según 6, 3 Mardoqueo no recibía nada.

[3412] 1. Los versículos 1-7 son un apéndice a 3, 14.

[3413] 2. Una vida tranquila: lo mismo desea San Pablo, pero agrega: “en el ejercicio de toda piedad y honestidad” (I Timoteo 2, 2). Mantener la paz y el orden es lo que incumbe a quienes tienen la responsabilidad del mando.

[3414] 6. Como a padre: probablemente un título que se confería a los que habían merecido bien del rey. Véase Génesis 45, 8; II Paralipómenos 2, 13; I Macabeos 11, 32.

[3415] 8 ss. Este pasaje hasta 14, 19 debe leerse después de 4, 17. La oración de Mardoqueo se lee en las Misas del miércoles de la 2ª semana de Cuaresma y votiva “Contra paganos”.

[3416] 9 ss. La simple confesión de los atributos de Dios es aceptada por Él como oración de alabanza y acto de fe, según vemos en toda la Escritura. Véase Romanos 10, 10; Hebreos 13, 15, etc. Cf. Romanos 9, 3.

[3417] 14. El honor debido a mi Dios: Sobre este punto trascendental véase la nota 1 s. del Salmo 113B. “Al solo Dios sea el honor y la gloria” (I Timoteo 1, 17).

[3418] 15. Por heredad se entiende el pueblo de Israel. Cf. Deuteronomio 32, 9; IV Reyes 21, 14; Salmo 73, 2, etc.

[3419] 18. Orando unánimemente: Cf. 4, 16 y nota. Cuando Israel se vio amenazado de una muerte inevitable, todo el pueblo clamó al Señor con un fervor tal como nunca habían mostrado antes. El alma dolorida se inclina más a la oración y ora con más fervor. Así podemos explicarnos muchas veces las pruebas que Dios manda (cf. Tobías 12, 13; Proverbios 3, 12; Sabiduría 11, 11; Eclesiástico 2, 1; Hebreos 12, 6 s.; Santiago 1, 2-12; Apocalipsis 3, 19). Es para que no caigamos en la tibieza (cf. Juan 15, 2; Apocalipsis 3, 15 s.; Eclesiástico 4, 18 ss.).

[3420] 4. El peligro consiste en ir al rey sin ser llamada. Cf. 1, 11.

[3421] 5 ss. Esta preferencia del pueblo judío subsiste como lo enseña San Pablo (Romanos 11), así como subsisten las grandes promesas hechas a Israel (cf. Ezequiel 37, 21 ss.), lo cual nos muestra cuán contrario al espíritu cristiano es el antisemitismo que persigue o desprecia a los judíos como raza.

[3422] 7. Ester se reconoce solidaria con los pecados de su pueblo aunque no ha participado en ellos. La misiva humildad se manifiesta en la oración de Daniel (Daniel 9, 15). Cf. Isaías 1, 9; 6, 5.

[3423] 11. Al que ha empezado: Alusión a Amán.

[3424] 13. El león es Asuero. Muda su corazón: Dios gobierna el corazón de los reyes (Proverbios 21, 1) y así lo mostró en este caso (cf. 8, 1 y nota; 15, 11 ss.).

[3425] 15 ss. Ester nos muestra aquí que no contrajo matrimonio por vanidad y gloria, sino por obediencia a una inspiración divina y por el interés de su nación. Cf. 4, 12 ss. y nota.

[3426] 17. Vino de las libaciones, que los paganos solían ofrecer a los ídolos.

[3427] 1. Los versículos 1-3 han de leerse después de 4, 8. Mardoqueo exhorta a Ester a ir al rey e interceder por los judíos.

[3428] 4. Los versículos 4-19 han de intercalarse al principio del capítulo 5.

[3429] 11. Se nos enseña aquí la fuerza de la debilidad, a la cual nada niega el rey. Véase Lucas 1, 48-49; II Corintios 12, 10. La debilidad venía del ayuno, pero precisamente por ello Dios la hizo hallar gracia. “La que ayunó tres días, dice San Ambrosio, gustó al rey y obtuvo lo que pedía, la salvación de su pueblo. Entretanto Amán, sentado en un regio festín, en medio de su intemperancia, pagó la pena que su embriaguez merecía”.

[3430] 13 ss. Se aplica en sentido típico a la Virgen por estar ella exenta del pecado original, al cual están sometidos todos los demás mortales. Cf. 2, 17; 4, 11; 8, 6.

[3431] 16. La comparación con un Ángel es expresión de extraordinario respeto (véase II Reyes 14, 17; 19, 27).

[3432] 19. Cf. 8, 1 y nota sobre el carácter de Asuero, para apreciar mejor esta milagrosa transformación, obra de Dios, quien gobierna los corazones. Cf. Proverbios 21, 1; Salmo 39, 5 s.; Jeremías 10, 23; Hechos 5, 34-39.

[3433] 1. Este capítulo pertenece al capítulo 8, después del v. 13. El edicto es un modelo de sabiduría política. En vez de Artajerjes léase Jerjes (Asuero). Véase 1, 1 y nota.

[3434] 4. “No hay nación que haya puesto más su honor en agradecer los beneficios, ni que haya demostrado más horror hacia la ingratitud, que los persas” (Calmet).

[3435] 9 ss. Este pasaje se refiere al edicto de Amán y a la contraorden dada después de la muerte de aquel.

[3436] 15 s. Precioso elogio de Israel y de su Dios, en boca de un rey extraño (cf. Esdras 1, 3; 7, 21; Daniel 6, 26 ss.). Habla de sus padres porque Ciro debió su realeza al Dios de los judíos (Isaías 45, 1) y así lo reconoció él mismo (Esdras 1, 1),

[3437] 19. Véase igual concesión en Esdras 7, 25 s.

[3438] 1. Cetim (o Kitim) significa aquí las islas griegas y las riberas del Mar Egeo en general. Antiguamente solo llevaba este nombre la isla de Chipre (Génesis 10, 4; Números 24, 24 y nota; Isaías 23, 12; Daniel 11, 30). Darío: Darío III Codomano (336-331 a. C.), que fue vencido por Alejandro Magno en la batalla de Iso 333).

[3439] 8. Alejandro Magno murió en Babilonia, el año 323, después de haber repartido su imperio entre sus generales, de los cuales salió Ptolomeo como rey de Egipto, y Seleuco, general de Ptolomeo, como rey de Mesopotamia y Siria. El primero dio su nombre a la dinastía egipcia de los Ptolomeos, el segundo a la dinastía siria de los Seléucidas.

[3440] 11. Antíoco IV Epífanes que reinó de 175 a 164 a. C. Su padre era Antíoco III el Grande. El año 137 del imperio de los griegos equivale al año 175-174 a. C. La cronología que siguen los libros de los Macabeos, es la era de los Seléucidas que comienza el primero de octubre de 312, fecha de la victoria de Seleuco I Nicator sobre su rival Antígono.

[3441] 12. La falsedad de esta afirmación puede verse reconocida por uno de los mismos paganos en el discurso de Aquior (Judit 5, 5 ss.).

[3442] 15 s. Un gimnasio, para hacer ejercicios físicos según la costumbre que practicaban los griegos en honor de sus dioses. Estos ejercicios se hacían con el cuerpo desnudo, por lo cual los judíos apóstatas, para no avergonzarse, disimulaban la circuncisión mediante una operación médica. Esto es el sentido del versículo 16, que dice literalmente: se hicieron para sí prepucios. Cf. I Corintios 7, 18.

[3443] 19. Se trata de Ptolomeo VI Filometor que reinó en Egipto de 181-145 a. C.

[3444] 23. El velo, que separaba en el Templo el Santo del Santísimo (véase Éxodo 26, 31 ss.), y que se rasgó en dos partes al morir Jesús (Mateo 27, 51). Las coronas eran, sin duda, exvotos (véase Zacarías 6, 14).

[3445] 24. Los tesoros escondidos: el tesoro del Templo y los depósitos de las viudas y huérfanos. Véase II Macabeos 3, 10-12.

[3446] 26 ss. Patético cuadro que recuerda las Lamentaciones de Jeremías. La hermosura de las mujeres era cosa proverbial en Israel. Véase los casos de Sara (Génesis 12, 12); Rebeca (Génesis 24, 16); Raquel (29, 17); Judit (Judit 10, 4); Ester (Ester 2, 7), etc. Así será también la Esposa del Cordero. Cf. Salmo 44, 13; Gálatas 4, 26; Apocalipsis 21, 2, etc.

[3447] 31. Fingida dulzura. La Biblia nos ofrece de esto muchos ejemplos y nos da preciosas normas para conocer la sinceridad (Eclesiástico 12, 10; 19, 24; 26, 12; 27, 14 y notas).

[3448] 35. La ciudad de David: el barrio que se extendía al sur del Templo. En él se levantaba antes la ciudadela de los jebuseos que David conquistó y eligió por residencia (II Reyes 5, 7-9).

[3449] 40. Es decir que no se habían cumplido al regreso de Babilonia las grandes esperanzas del pueblo. Véase Esdras 2, 64; 7, 6; 8, 17; Nehemías 9, 36 ss.; Ester 3, 8.

[3450] 41. Convertidos en días de llanto sus días festivos: Cf. Tobías 2, 6; Amós 8, 10.

[3451] 43. La formación de un solo reino, sometido a las mismas costumbres y leyes, es de suyo una idea comprensible en la mentalidad de un tirano, pero afectaba la religión de los judíos, cuyas leyes civiles procedían de los preceptos de su religión y formaban con estos un todo.

[3452] 46 ss. Ante semejante relato vemos que no son cosa nueva las persecuciones de la religión en nuestros tiempos; y por el castigo terrible que tuvo Antíoco (cf. 6, 10 ss.) podemos deducir cuanto odia Dios la tiranía sobre las almas (cf. II Corintios 1, 23; I Pedro 5, 3), tanto la que oprime, como aquí, la libertad religiosa, cuanto la que impone un culto extraño. Cf. Cantar de los Cantares 3, 5 y nota.

[3453] 49. El pueblo santo: nombre honorífico de Israel. Véase Isaías 63, 18; Daniel 8, 24; 12, 7; Sabiduría 18, 1. El griego dice los santos; nombre con que se denominaban también, más tarde, los primeros cristianos. Véase Romanos 1, 7; 8, 27; 12, 13; Efesios 1, 4 etc.

[3454] 52. Véase en el segundo Libro el martirio de Eleázaro y de los siete hijos que murieron con su madre, mártires de la fe (II Macabeos 6, 18 ss.).

[3455] 57. El abominable ídolo de la desolación: según el griego: la abominación de la desolación. “Esta es la gran calamidad que obsesionaba la mente del profeta Daniel” (Nácar-Colunia). Cf. Daniel 9, 27; 11, 31 y notas. Consistía en un pequeño altar erigido sobre el altar de los holocaustos y destinado al culto idolátrico. Véase versículo 62 y Josefo, Ant. XII, 5, 4. Cf. Mateo 24, 15.

[3456] 59 ss. Véase lo que hizo el rey Joakim con las profecías de Jeremías (Jeremías 36, 22 ss.).

[3457] 65. Viandas impuras; a saber: carne inmolada a los ídolos, y carne de animales inmundos (p. ej. cerdo), o la que provenía de animales sofocados.

[3458] 67. La ira: la ira del rey Antíoco, o la ira de Dios irritado por los pecados del pueblo.

[3459] 1. Por ser sacerdote Matatías debía ser oriundo de la tribu de Levi. Modín: hoy día Mediye, situada entre Jerusalén y Jafa, al este de Lydda (Lud). Algunos investigadores optan por la actual localidad de Modita, al nordeste de Lydda.

[3460] 4. Macabeo, esto es, martillo (para machacar a los enemigos). Cf. el nombre de Carlos Martel que tiene el mismo origen ideológico.

[3461] 11. Véase 1, 40 y nota.

[3462] 18. Amigo del rey, título que el rey otorgaba como distinción, a manera de nuestras condecoraciones, a los que le prestaban servicios extraordinarios. Véase 6, 10 y 14; 10, 65; 11, 27; II Macabeos 1, 14, etc.

[3463] 21. El santo israelita promete fidelidad, pero no se funda en virtudes propias, sino que lo espera todo de la gracia divina. Nótese el contraste con el caso de San Pedro, quien cayó por confiar demasiado en sus propias fuerzas. “Bienaventurado el hombre que confía en el Señor y cuya esperanza es el Señor” (Jeremías 17, 7). “Si ponemos constantemente nuestros intereses en manos de Dios, no habrá demonio ni enemigo que pueda derribarnos”, dice San Antonio. Cf. Salmos 2, 12; 9A, 11; 19, 8; 32, 22; 33, 9; 50, 6; 54, 23; 90, 14; 93, 18, etc.

[3464] 24. Se arrojó sobre él y le mató: Esta acción de Matatías, y todo lo demás que ejecutó, fue evidentemente por inspiración del Señor y mereció su agrado y aprobación. Por otra parte, estos actos de venganza en nombre de Dios y en favor del pueblo oprimido fueron, virtualmente por lo menos, la declaración de guerra contra el rey tirano. Sobre Fineés (versículo 26) y su celo por la ley, véase versículo 54; Números 25, 13 y nota.

[3465] 28 s. Es la actitud que señala David en el Salmo 54, 7 ss. Véase la nota respectiva. Cf. II Macabeos 5, 27.

[3466] 37. “¡Qué fiscal tan terrible será este ejemplo en el tribunal de Dios para aquellos que no por salvar su vida, sino por pretextos frívolos y causas muy ligeras se dispensan de los preceptos de la Ley de Dios y de la Santa Iglesia!” (Scío), y agreguemos: que profanan el día del Señor, haciendo de él un día de trabajo o de diversión ruidosa.

[3467] 42. Asideos, en hebreo Hasidim, quiere decir, los piadosos. Ya antes de la sublevación de los Macabeos había hombres celosos de la Ley que con su vida defendían la fe de sus padres. Los encontramos en 7, 13 y II Macabeos 14, 6. De ellos nació la secta de los fariseos, que luego degeneraron aferrándose a las tradiciones de los mayores y precisamente por eso llegaron a ser el más poderoso obstáculo de la nueva Ley del Evangelio. Véase Mateo capítulo 23.

[3468] 49 ss. El discurso de Matatías es un modelo de testamento espiritual que recuerda a sus hijos los ejemplos de los grandes amigos de Dios.

[3469] 52. Véase Génesis 22, 1 ss.; Eclesiástico 44, 20 ss.; Romanos 4, 9 ss.; Hebreos 11, 17.

[3470] 53 ss. Véase Génesis 39, 1 ss.; Números 25, 13; Eclesiástico 45, 28 ss.; Josué 1, 2 ss.; Números 14, 6 ss. El celo es la expresión más ardiente del amor a Dios. En el Nuevo Testamento tenemos como modelo del más ardiente celo a San Pablo, el cual juzgaba perdida todo lo que no redundaba en honor de Cristo (Filipenses 3, 7 s.). “Especialmente el sacerdote que se aplica en conservar la incorruptibilidad de la Iglesia, dice San Ambrosio, debe estar lleno de celo. El celo de Dios es vida... el celo es amor. El celo verdadero y puro no cede nunca a tentación alguna. Por él morimos para el pecado y vivimos para Dios” (In Ps. CXVIII).

[3471] 57. La promesa dada a David en II Reyes 7, 16, tiene carácter mesiánico (cf. Hechos de los Apóstoles 2, 30). En Lucas 1, 32 el Ángel hace referencia a esta promesa. Véase también Salmo 88, 36 s.; 131, 11; Isaías 9, 7; 22, 22; Daniel 7, 14 y 27; Miqueas 4, 7, etc.

[3472] 58. Sobre Elías véase IV Reyes 2, 11 y nota. Su abrasado celo: De, ahí que el Eclesiástico (capítulo 48) llame a Elías el profeta de fuego.

[3473] 70. El año 146 de la era de los Seléucidas, o sea el 166-165 a. C. San Jerónimo vio todavía su sepulcro en Modín.

[3474] 3. Los versículos 3-9 cantan la gloria de Judas Macabeo, figura central de todo el libro. Se nota aun en la traducción el paralelismo y ritmo poético del pensamiento hebreo. Nótese la magnífica imagen en que el autor retrata al héroe de Dios: protegía con su espada todo el campamento.

[3475] 10. Apolonio era, según Josefo, prefecto de Samaria. Véase II Macabeos 4, 21; 5, 24. Vemos una vez más que los samaritanos continuaban separados y hostigando a los judíos. Cf. Nehemías 4, 1 ss.

[3476] 16. Bethorón, situada a 20 km. al oeste de Jerusalén, se dividía en dos ciudades, la alta y la baja. Esta ciudad tenía la misma importancia que las Termopilas para Grecia. Véase Josué 10, 10 ss.; I Reyes 13, 18.

[3477] 18, Admirables palabras dignas de David (cf. Salmos 32, 16-19; 43, 6 s.; II Paralipómenos 14, 11). El que manda combatir, da también la victoria (cf. Proverbios 21, 31). Así Gedeón dispersó a ciento veinte mil madianitas con trescientos hombres desarmados. Abrahán, con trescientos dieciocho criados venció a cuatro reyes. Judit derribó a Holofernes, David a Goliat. “Dios, dice San Agustín, no manda lo imposible, sino que al dar preceptos, advierte que se haga lo que se pueda y que se pida auxilio en lo que no pueda hacerse; entonces da la fuerza de obrar.” El Dios del cielo: La palabra Dios falta en los mejores manuscritos griegos. Lo mismo sucede en el versículo 22 con el nombre Señor. La Vulgata los añade con toda razón, porque faltaban en el texto original solamente por escrupulosidad. Los judíos de aquella época no se atrevían a pronunciar el Nombre santísimo de Dios, sino que lo substituían por Cielo, Nombre, etc. Véase Éxodo 3, 14 y nota; Mateo 5, 34.

[3478] 30. Como antes hacía con largueza: “Era uno de los defectos de Antíoco, según nos cuenta Polibio. Hacía dádivas extravagantes. Así, por ejemplo, en Naucratis (Egipto) dio una pieza de oro a todos los habitantes griegos de la ciudad” (Bover-Cantera).

[3479] 37. La expedición de Antíoco continúa en el capítulo 6. La fecha corresponde al año 165-164 a. C.

[3480] 40. Emaús, que más tarde se llamaba Nicópolis, distaba unos 30 km. de Jerusalén. Hoy día lleva su antiguo nombre de Amwás. Es, según la tradición más antigua, la localidad en que Jesús en el día de la resurrección se dio a conocer a dos de sus discípulos. Véase Lucas 24, 13 ss. y nota.

[3481] 41. En vez de criados dicen el texto siríaco y Josefo: cadenas, lo que concuerda mejor con el contexto. Las cadenas servían para atar a los prisioneros, que por derecho común eran esclavos. Los mercaderes los compraban a los ejércitos y los vendían en los mercados de las grandes ciudades.

[3482] 45. Esta lamentable situación explica la plegaria que vemos en el capítulo 36 del Eclesiástico, escrito en el segundo siglo a. C. Allí el autor sagrado dirige a Dios esta oración: “Alza tu brazo contra las naciones extranjeras, para que experimenten tu poder” (Eclesiástico 36, 3).

[3483] 48. Pasaje oscuro. Dice, en su forma actual, que los paganos buscaban en los libros sagrados de los judíos analogías y semejanzas de su propia religión, de sus ídolos, de su culto. Fillion y Crampón suponen que el sentido original era otro: los gentiles solían apoderarse de los libros sagrados, a fin de pintar en ellos las imágenes de sus ídolos. Se trataría entonces aquí de un acto de desagravio. Jünemann, quien traduce según los Setenta, dice que “los gentiles injustamente trataban de cohonestar la idolatría por la Ley, fundados en los querubines, serpiente de bronce, etc.”. De todas maneras, es cosa indudable, como lo afirman San Agustín y Filón, que los paganos y principalmente los filósofos griegos de esa época conocieron el Antiguo Testamento, de donde sacaron muchas cosas que hoy en ellos se admiran.

[3484] 49. Nazareos: los que por algún tiempo se habían consagrado a Dios, renunciando al vino, dejándose crecer la cabellera y observando otros ritos. Terminaban su voto con un sacrificio en el Templo, pero no podían entrar en Jerusalén, por hallarse la ciudad en poder de los enemigos. Véase Números 6, 2 ss. y nota.

[3485] 56. Les dijo que se volviesen: Sobre esta sorprendente prueba de fe, que no imitaría ningún general moderno, véase Deuteronomio 20, 7 y nota; Jueces 7, 2 ss.

[3486] 2. En el alcázar: Se trata de la ciudadela en el monte Sión. Véase 1, 35 y nota.

[3487] 6 ss. La escasez de hombres y armas frente al poderoso enemigo no impidió al Macabeo el gesto que vimos en 3, 56, porque él no buscaba su gloria, sino la de Dios (versículo 11). Leemos en el libro de Judit que en todas partes en donde el pueblo de Dios entraba, sin tener arco ni espada, quedaba victorioso porque el cielo combatía por él a causa de la confianza que tenía en Dios (Judit 5, 16).

[3488] 15. Idumea no significa aquí el país de Edom sino la región suroeste de Judea. Sobre Gecerón o Jasara, véase Josué 10, 33 y nota, donde esta ciudad es llamada Gacer. Estaba situada a 8 km. al oeste de Emaús y dominaba la llanura filistea. Azoto, hoy día Esdud, era una de las cinco ciudades de los filisteos. Jamnia, antiguamente Jabneel, situada cerca de Jafa; después de la destrucción de Jerusalén sede del Sinedrio.

[3489] 24. Porque es bueno, etc.: He aquí el elogio más usado en la Escritura para alabar al Padre Celestial, que manifiesta su omnipotencia usando de misericordia (Salmo 49, 23 y nota; 117, 1 y 29 y todo el Salmo 135). Alabar a Dios es la mejor forma de expresarle la gratitud. Así lo hizo su propio Hijo. Véase Mateo 11, 25; Juan 17, 1.

[3490] 30. Alusión a I Reyes capítulos 14 y 17. Salvador de Israel: La idea de que Dios es el único salvador de su pueblo, se encuentra en muchos otros lugares de la Sagrada Escritura. Véase versículo 11: Jeremías 14, 8, etc.

[3491] 36 ss. La restauración (cf. II Macabeos 10, 1-8) se refiere al segundo Templo levantado después del cautiverio de Babilonia, el mismo que, ampliado más tarde por Herodes, existía en tiempos de Cristo y fue destruido después por los romanos.

[3492] 37. Monte Sión: En los libros del Antiguo Testamento este nombre designa la colina que se levanta en la parte nordeste de Jerusalén, y no el Sión de hoy, situado en la parte sudoeste. El nombre se usaba también para significar todo el terreno contiguo al Templo, y en sentido más amplio todavía, toda la ciudad de Jerusalén.

[3493] 41. El alcázar dominaba al Templo y toda la parte oriental de la ciudad.

[3494] 46. Hasta tanto que viniese un profeta: Véase 14, 41 y nota. Se advierte una vez más (cf. Esdras 2, 63; Nehemías 7, 65 y notas) la preocupación de Israel por estos mensajeros de Dios (Hebreos 1, 1), sin los cuales se sentía huérfano. San Pablo señala la importancia del don de profecía también para el Nuevo Testamento (I Corintios 14).

[3495] 47. Piedras intactas, esto es, toscas, no labradas con instrumentos. Véase Éxodo 20, 25; Deuteronomio 27, 5.

[3496] 52. La fecha corresponde al año 164 a. C. Era el tercer aniversario de la profanación del Templo hecha por el sacrificio ofrecido a Júpiter.

[3497] 56. Esta fiesta de la Dedicación del Templo se celebró en adelante todos los años en el mes de Casleu (diciembre). Véase Juan 10, 22. Se llamaba también Purificación del Templo (II Macabeos 1, 18), en griego Encenia. Nótese el celo por la Casa del Señor que anima a Judas. “Me devora el celo por tu casa”, así podía decir con el Rey Profeta (Salmo 68, 10.) “Bienaventurado, dice el Espíritu Santo en los Proverbios, el hombre que me escucha y que vela continuamente a las puertas de mi Casa y está en observación en los umbrales de ella” (Proverbios 8, 34).

[3498] 60. “Judas se limita a fortificar el monte del Templo. Que este deba entenderse aquí por monte Sión se ve claro no solo del contexto mismo, sino también por 4, 37 s.” (Fernández, Topografía, p. 151).

[3499] 61. Betsura, a 28 km. al sur de Jerusalén, sobre el camino de Hebrón, fortaleza en la frontera de Idumea. Otra traducción: fortificó a Betsura.

[3500] 2. Como se ve, las persecuciones antisemíticas no son solamente cosa moderna. Cf. Hechos de los Apóstoles 18, 2.

[3501] 3. Acrabatane, esto es, la cuesta del Escorpión (Números 34, 4; Josué 15, 3), nombre de un desfiladero en el sudeste de Judea, al sur del Mar Muerto. Es de notar cómo entre los enemigos de Israel, antes que los mismos gentiles (versículo 9 ss.) y antes que los Moabitas (descendientes incestuosos de Lot), castiga Dios a Edom, el pueblo de Esaú, que odiaba al de su hermano Jacob. A este respecto véase, como orientación, la profecía de Abdías; Salmo 75, 11; 136, 7; Isaías 34, 5 ss.; 63, 1; Jeremías 49, 7 ss.; Ezequiel 25, 12 ss.; 35, 1-15 y notas.

[3502] 4. Los hijos de Beán (probablemente nombre de una ciudad o región) habían asaltado a las caravanas judías. Judas los anatematizó (versículo 5), lo que equivale a su destrucción completa. Véase Éxodo 22, 20; Levítico 27, 28; Deuteronomio 13, 13 ss.

[3503] 6. Sobre los hijos de Ammón, que vivían en la región septentrional de Transjordania, véase Isaías 11, 14; Jeremías 27, 1 ss.; Ezequiel 21, 28 s.; Sofonías 2, 8.

[3504] 8. Gacer, situada en Transjordania (Galaad); según San Jerónimo, a 14 millas romanas al norte de Hesebón. Como se verá en lo consecutivo, Judas castiga a todos los pueblos paganos que vejaban a los judíos.

[3505] 9. Datemán: nombre de una ciudad del Haurán (al norte de Transjordania).

[3506] 13. Tubín: probablemente idéntico con Et-Taibe.

[3507] 21. Tolomaida (Ptolomais), puerto y ciudad en el norte de Palestina, entre Haifa y Sidón. Se llama en Jueces 1, 31: Accos; en la Edad Media: San Juan de Acre, lugar de innumerables acciones bélicas y último refugio de los Cruzados en Tierra Santa.

[3508] 23. Arbates o Arbata, hoy día Rabie, a 10 kilómetros de Cesárea.

[3509] 25. Los nabuteos, en griego nabateos, tribu árabe, cuya capital era Petra, situada entre el Mar Muerto y el golfo de Akaba (Mar Rojo).

[3510] 26. Bosor, hoy día Busra eski scham. Maget, hoy día Tell Mikdad. Carnaim: Cf. Génesis 14, 5 y nota.

[3511] 35. No la Masfá de Samuel (I Reyes 7, 5), sino una ciudad de Transjordania.

[3512] 37. Rafón, hoy día Er-Rafe, situada en Galaad, quizás la Rafana citada por Plinio como perteneciente a la Decápolis.

[3513] 46. Efrón, ciudad ubicada entre Carnaim (Transjordania) y Betsán (hoy día Beisán), donde hay varios vados del Jordán (véase versículo 52).

[3514] 54. Ninguno de ellos: Evidente milagro si se trata de toda la guerra. Fillion, siguiendo a otros comentadores, lo refiere solo al regreso de Betsán a Jerusalén.

[3515] 55. “Este desgraciado episodio de los dos lugartenientes de Judas sirve al autor para poner más de relieve el valor de los hermanos Macabeos, a quienes parecía acompañar la victoria” (Nácar-Colunga). Sirve asimismo para enseñarnos que la guerra de los Macabeos era una guerra santa y que la victoria correspondía solamente a los llamados por Dios. Cf. versículo 62.

[3516] 61. Nótese el contraste con 2, 21 y 4, 6 ss. y nota. Como vemos en el Magníficat (Lucas 1, 52), la vanagloria se castiga a si misma al incurrir en la reprobación divina. Véase en cambio, la glorificación del Macabeo en versículo 63 ss.

[3517] 62. Aquellos varones: los Macabeos, el sacerdote Matatías y sus hijos. Es Dios quien nos llama y no nosotros. Véase Juan 15, 16: “Yo soy el que he elegido a vosotros.”

[3518] 66. En vez de Samaria dice el griego, con Josefo y la traducción latina antigua (Itala): Maresa (ciudad de la llanura de Judea).

[3519] 1. Elimaida: El nombre viene de Elam, provincia de Persia (Daniel 8, 2). Crampón adopta la versión del Codex Alexandrinus: Oyó que había en Persia, en (la provincia de) Elimaida, una ciudad famosa por sus riquezas de plata y oro. De esta manera se elimina la dificultad de que no hubiese ciudad de ese nombre, sino solamente una provincia.

[3520] 4. La mención de Babilonia confirma que ella no fue destruida por Ciro, como se creía antiguamente. Véase Daniel 5, 30 y nota.

[3521] 7. Abominación: se usa en la Sagrada Escritura como término despectivo por ídolo. Véase Isaías 41, 24; 66, 17; Jeremías 2, 7; 13, 27; Daniel 9, 27, etc.

[3522] 9 ss. Esta desesperada lamentación final del rey a quien la Biblia presenta como el mayor dechado de perversidad, tiene para nosotros el valor de una verdadera meditación. Se ven los mismos remordimientos en Caín y en Judas, porque los crímenes oprimen la conciencia y con sus constantes acusaciones castigan al pecador. “No hay pena comparable a una conciencia cargarla de crímenes, dice San Gregorio Magno, porque cuando el hombre sufre exteriormente, se refugia en Dios; pero una conciencia desarreglada no encuentra a Dios dentro de sí mismo; entonces, ¿dónde puede hallar consuelo, dónde buscar el reposo y la paz?” (In Ps. CXVIII).

[3523] 17. Eupator, a saber, Antíoco V con el sobrenombre de Eupator, que reinó de 164 a 162.

[3524] 21. Varios otros; entre ellos, según II Macabeos 13, 3-8, Menelao que había comprado el Sumo Sacerdocio.

[3525] 32. Betzacara: hoy día Bet-Zecaria.

[3526] 37. Treinta y dos hombres: Bover-Cantera dice cuatro y pone la siguiente nota: “Cuatro hombres: así leemos, aunque el número del texto griego críticamente más probable es 32. Pero es inverosímil, y quizás ha saltado este versículo desde el 30. Un elefante no puede llevar más que cuatro o cinco combatientes. Otros suponen que el texto griego ponía dos o tres, que se mudó en dos y treinta.”

[3527] 43. Cf. II Macabeos 6, 18 y nota. Eleazar era uno de los cuatro hermanos de Judas Macabeo, hijos de Matatías. Saura, en griego Abarón o Sobarán, es más bien sobrenombre de Eleazar, y no el nombre de su padre. La palabra hijo falta en el griego. En 2, 5 su sobrenombre es Abarón, que puede ser idéntico con Saura o Sobarán.

[3528] 44. Esta acción de Eleazar es considerada comúnmente como inspirada por Dios. Eleazar ofreció su vida por su pueblo, lo que equivale al amor perfecto: “Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por los amigos” (Juan 15, 13). Cf. la muerte de Sansón (Jueces 16, 30 y nota).

[3529] 46. He aquí una de las pruebas más grandes, y por lo tanto saludables, para nuestra fe (I Pedro 1, 7): el Dios que milagrosamente daba el triunfa a los ejércitos de Israel contra enemigos mucho más fuertes, como hemos visto antes, ¿no podía evitar que Eleazar fuese aplastado por la bestia? En Juan 11, 37 se plantea una pregunta análoga y no tardamos en ver luego el milagro de Lázaro. Ciertamente que a nuestro criterio carnal le parece como si Eleazar hubiese recibido un castigo en vez de un premio por su generosidad. Por eso el gran mérito de la fe está en no juzgar a Dios (II Corintios 10, 5); en conceder crédito ilimitado a Aquel que tantas pruebas nos tiene dadas de que es veraz y de que es bueno. ¿Cómo dudar, hoy, que para Eleazar fue mucho mejor esto, que si hubiera vivido unos fugaces años más? Véase también el caso de Racias (II Macabeos 14, 41 ss. y nota).

[3530] 49. Año sabático, o año de descanso, en que no se sembraba ni cosechaba. Véase Levítico 25, 2 ss. y notas.

[3531] 55. Filipo, el que con Antíoco IV había hecho una expedición a Persia y Media para buscar oro (véase versículos 1-5).

[3532] 1. La fecha corresponde al año 161-160 a. C. Demetrio era hijo de Seleuco IV Filopator (187-175). Retenido como rehén por los romanos, no pudo suceder a su padre, por lo cual subió al trono Antíoco IV Epífanes (175-164), y después el hijo de este, Antíoco V Eupator (6, 17). Demetrio se dio el título de Soter (Salvador). A estos títulos pretenciosos alude Jesús en Lucas 22, 25.

[3533] 5. Alcimo, constituido Sumo Sacerdote por Lisias, después de la muerte de Menelao (II Macabeos 14, 3), pero rechazado por los judíos fieles, quiere ganar el favor del nuevo rey. Cf. versículos 9 y 21.

[3534] 12. Escribas se llaman los doctores de la Ley, es decir, los que de una manera especial y exclusiva se dedicaban al estudio de las Sagradas Escrituras y adoctrinaban al pueblo. El primero que llevó este título fue Esdras. Véase Esdras 7, 6 y 11; Nehemías 8, 4.

[3535] 13. Sobre los asideos véase 2, 42 y nota.

[3536] 17. Es una cita libre del Salmo 78, 2 y 3, en el cual se deplora la suerte de la Ciudad Santa hollada por los gentiles. “Muchos creen que el salmista anunció en aquel salmo proféticamente este hecho de los asideos, y que esto mismo se insinúa también aquí. Judas era entonces como el general de aquella congregación” (Scío).

[3537] 29. Según II Macabeos 14, 24, Nicanor amaba a Judas con un amor sincero. Fueron las intrigas de Alcimo las que causaron la ruptura entre el jefe sirio y el Macabeo.

[3538] 31. Cafarsalama; hoy día Der-Sellin, a ocho kilómetros de Jerusalén.

[3539] 33. No nos extrañe que en el Templo se ofrezcan sacrificios por el rey opresor. Véase Jeremías 29, 7. En Baruc 1, 11 los judíos son exhortados a rezar por Nabucodonosor, por ese mismo rey Nabucodonosor de Babilonia que acababa de destruir a Jerusalén. En Esdras 6, 10 se ve que también por el rey Darío de los persas se rezaba en el Templo. De la misma manera los primeros cristianos hacían oraciones por Nerón que los perseguía (véase Tito 3, 1; Romanos 13, 1 ss.). Es que también la autoridad civil viene de Dios, como lo expresa el mismo Señor ante Pilato, su injusto juez: “No tendrías poder alguno sobre mi si no te fuera dado de arriba” (Juan 19, 11).

[3540] 36 ss. Sin perjuicio de lo observado en la nota al versículo 33, los sacerdotes imploran con lágrimas la protección divina. Cf. Joel 2, 17.

[3541] 41. Véase IV Reyes 19, 35 y nota; Isaías 37, 36. El recordar a Dios sus beneficios para pedirle otros nuevos, es enseñanza frecuente en la Biblia, y que ha pasado a las oraciones litúrgicas.

[3542] 49. Ese día (el trece de Adar) coincidía con las vísperas de la fiesta de Purim instituida en recuerdo de la liberación de los judíos por Ester (Ester 9, 21. Cf. II Macabeos 15, 37).

[3543] 1. “Este capítulo comienza con un gran elogio de los romanos, que poco antes habían terminado felizmente la segunda guerra púnica, extendiéndose por Oriente su fama y su dominación. El escritor sagrado expresa lo que sobre los romanos habla traído a ellos la fama” (Nácar-Colunga).

[3544] 2. Galacia: Se refiere a Gallia Cisalpina, es decir, a los galos del Norte de Italia, los cuales fueron vencidos definitivamente el año 190 a. C.

[3545] 5. Filipo, rey de Macedonia, fue vencido por los romanos el año 197; su hijo Perseo, treinta años después (167). Ceteos: habitantes de las islas y riberas del Mar Egeo, aquí los macedonios. Cf. Cetim en 1, 1.

[3546] 6. Alusión a la batalla de Magnesia (190 a. C).

[3547] 8. En vez de indios (de la India) y medos leen algunos Jonia, y Misia, suponiéndose un error de copista. En realidad los romanos nunca poseyeron la India ni la Media (Persia). Eumenes II, rey de Pérgamo.

[3548] 12 ss. Notable elogio de Roma como promotora del derecho de gentes, y de su moral cívica durante la república.

[3549] 13. Recuérdese el orgulloso apóstrofe del poeta sobre el destino imperial de Roma: “Tu regere imperio populos, romane, memento!”

[3550] 16. Había en Roma dos cónsules, que ejercían alternativamente el mando militar, de modo que prácticamente parecía haber un solo magistrado.

[3551] 3. El año 152 de los Seléucidas corresponde al año 161-160 a. C.

[3552] 4 s. Berea, probablemente El-Bireh, situada al norte de Jerusalén. Laisa, en griego Elasá (versículo 5): identificación insegura.

[3553] 7. No le falló el valor, según vemos en el versículo 10, pero sí tal vez la fe, o sea la confianza plena en el Dios que tantos triunfos le había dado contra enemigos superiores. Quizá en esto se halla la respuesta a la angustiosa pregunta del versículo 21.

[3554] 10. San Ambrosio elogia la extraordinaria fortaleza de Judas, y la Iglesia lo propone como ejemplo. El Macabeo en todas las circunstancias puso su esperanza en Dios, con lo que se excluye el reproche de vanagloria que algunos le hacen injustamente.

[3555] 15. Azoto: No puede tratarse de la ciudad homónima filistea, que estaba muy distante del campo de batalla. Es probablemente Azor.

[3556] 21. Que ha perecido el campeón: Eco de la elegía de David sobre Jonatás (véase II Reyes 1, 19 ss). Raras veces Israel ha sufrido pérdida tan grande. Judas era para él no solamente un jefe militar, sino el restaurador de la nación, el padre de la patria.

[3557] 22. Véase análoga observación en Juan 21, 25 sobre los hechos de N. S. Jesucristo.

[3558] 27. El último profeta en Israel fue Malaquías, que vivió alrededor del año 500 a. C. Entretanto los israelitas vueltos de Babilonia continuaban sufriendo, como se ve, hambres, sujeción y pecados y estaban esperando ardientemente las grandes prosperidades que anunciaban los profetas. Cf. II Macabeos 1, 24 ss.; 2, 17.

[3559] 33. El desierto de Tecuá estaba situado al este de Belén. De Tecuá era oriundo el profeta Amós (Amós 1, 1). Asfar, hoy día Bir ez Zaferán, al sur de Tecuá.

[3560] 35. Acerca de los nabuteos, véase 5, 25 y nota.

[3561] 36. Madaba ciudad de Transjordania, al norte de Hesebón, célebre por un mosaico del siglo VI d. C. descubierto el año 1896, que representa el mapa más antiguo de Palestina.

[3562] 42. Sobre la venganza permitida en la Ley de Moisés véase Números 35, 36; Deuteronomio 24, 16; IV Reyes 14, 6.

[3563] 50. Amaum: probablemente Emaús (Amwás); Tamnata, hoy día Tell Tibneh; Fara: quizás Farata al oeste de Siquem; Topo (en griego Tefón) probablemente Tapuah. Las localidades mencionadas tenían importancia estratégica y dominaban los accesos a Judea.

[3564] 53. Rehenes: Fueron devueltos en 10, 6. También se usaba entonces el canje de prisioneros, como se ve en el versículo 70; igualmente el derecho de asilo (10, 43) y el bloqueo (13, 49; 15, 14).

[3565] 54. Las obras de los profetas: a saber, de Ageo y Zacarías, los cuales con su palabra habían animado a los regresados del cautiverio a reconstruir el Templo.

[3566] 55. Se muestra en esto que Dios no permite, si no hay causa especial, el ataque a su Santuario. Véase II Macabeos 5, 17 s. y nota.

[3567] 58. Los malvados: es decir, los aludidos en el versículo 23 y en 7, 5. Véase su castigo más adelante (versículos 61 y 69).

[3568] 62. Betbesen, en griego Betbasi, se identifica con Chirbet Bet-Bassa, al sudeste de Belén.

[3569] 66. Odaren, en griego Odomera, nombre desconocido, tal vez un general de Báquides.

[3570] 73. Macmás o Micmás, fortaleza situada al norte de Jerusalén. Véase Esdras 2, 27; Isaías 10, 28. Sobre la exterminación de los impíos véase el ejemplo de David en el Salmo 100 y sus notas.

[3571] 1. En el año 152 a. C. según nuestra era. Se trata aquí de Alejandro Balas, de origen humilde, que se hizo pasar por hijo de Antíoco Epífanes.

[3572] 10. No solo la ciudad sino también el Templo había sufrido mucho. Cf. 6, 62; 9, 54. Véase versículos 39 ss.

[3573] 11. Monte Sión: Véase 4, 37 y nota.

[3574] 20. Amigo del rey: Véase 2, 18 y nota. La vestidura de púrpura y la corona de oro son regalos con que se obsequiaba a los reyes. Alejandro Balas, reconoce con esto virtualmente la independencia del pequeño pueblo judío.

[3575] 21. Estola santa: ornamento distintivo del Sumo Sacerdote. Sobre la magnificencia de los ornamentos del Sumo Sacerdote véase Eclesiástico 45, 8 ss. Cf. Éxodo 28, 4 ss.; 39, 2 ss.; Levítico 8, 7 ss. La silla del Pontífice estaba vacante desde la muerte de Alcimo (9, 56). Jonatás, por ser sacerdote, pertenecía a la casa de Aarón; sin embargo, en sentido estricto, no le correspondía la dignidad de Sumo Sacerdote. Pero no había otro después de la muerte de Onías y la huida de su hijo a Egipto.

[3576] 26. Nótese el contraste entre esta diplomacia hipócrita, frecuente en todos los tiempos, y la que señalamos en 8, 23. Así también los judíos no creyeron en tales promesas (versículo 46).

[3577] 29. Las coronas: Véase versículo 20. Corona significa aquí una clase de impuestos, que se pagaba en forma de una corona de oro o en el valor respectivo.

[3578] 30. Las tres ciudades incorporadas a Judea son: Efrén, Lydda. Ramatain (cf. 11, 34, texto griego). Pertenecían antes a Samaria. La palabra Galilea está de más.

[3579] 32. Esta ciudadela había sido motivo de constantes dificultades para los judíos (cf. 1, 35-39; 4, 41; 6, 18, etc.). Ahora se la ofrecían al Sumo Sacerdote que era también jefe del poder civil (cf. versículo 38).

[3580] 34. Los días solemnes: las tres fiestas principales eran Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos, en las cuales los judíos tenían que peregrinar a Jerusalén. Cf. Éxodo 12, 1 ss.; 23, 16; 34, 22; 33, 16; Levítico 23, 33 ss. Además se celebraba el gran día de la Expiación (Levítico capítulo 16), la fiesta de Purim (Ester 9, 17 ss.) y probablemente también la fiesta de la Purificación del Templo (4, 52-59). Sobre los sábados véase Éxodo 20, 11; Levítico 23, 3; Números 28, 9 s.; IV Reyes 4, 23; sobre las neomenias véase Números 28, 11 ss.; Isaías 1, 13; 66, 3; Ez. 48, 3.

[3581] 36. Gran rey: Los reyes de Siria solían llamarse así a ejemplo de los de Nínive, Babilonia y Persia (IV Reyes 18, 28; Isaías 36, 4, etc.). En el griego se lee simplemente: el rey.

[3582] 40. Un siclo pesaba 8,19 gramos; el siclo sagrado o del Templo 16,83 gr.

[3583] 42. Pertenecerán a los sacerdotes: Parece haber aquí una intención de soborno a estos, si se considera lo que habían resuelto los reyes Joás (IV Reyes 12, 4 ss.) y Josías (IV Reyes 22, 4 ss.).

[3584] 48 ss. Vemos cómo los jefes del pueblo y los mismos reyes jugaban entonces su vida en las batallas. Si hoy fuera así, quizás habría menos guerras…

[3585] 50. Demetrio reinó doce años (162-150), Alejandro Balas, cinco años (150-145).

[3586] 57 ss. Cleopatra: Nombre frecuente entre las princesas sirias y egipcias. No es esta la hermosa reina de Egipto, amante de César y de Marco Antonio, que se suicidó el año 30 a. C.

[3587] 63. De modo semejante honró el rey Jerjes a Mardoqueo (Ester 6, 11 ss.). Cf. los honores que el Faraón tributó a José (Génesis 41, 43).

[3588] 67. En el año 147 a. C., según nuestra era.

[3589] 71. El valor militar en mí reside. El texto griego dice: Conmigo está la fuerza de las ciudades, es decir, las poderosas ciudades filisteas y fenicias.

[3590] 75. Jope, hoy día Jafa, el puerto más cercano a Jerusalén, distante unos 60 kilómetros.

[3591] 78. Azoto, situada al sur de Jope, una de las ciudades filisteas; hoy día Esdud.

[3592] 83. Dagón era el dios nacional de los filisteos, representado como medio hombre, medio pez. En ese mismo templo de Dagón los filisteos metieron en tiempos de Helí, el Arca que habían quitado a los israelitas, mas al día siguiente Dagón yacía boca abajo en el suelo (I Reyes 5, 2 ss.) y los filisteos sufrieron tanto que devolvieron el Arca. También esta vez Dagón fue incapaz de salvar a sus adoradores.

[3593] 89. La hebilla de oro: condecoración que se llevaba en el hombro para sujetar el manto. Véase 11, 58; 14, 44. Como se ve, Jonatás supo aprovecharse de la guerra civil siria para reforzar su posición. Acarón: una de las cinco ciudades filisteas.

[3594] 2. Su suegro: Véase 10, 57 s. y nota.

[3595] 7. El río Eleutero, hoy día Nahr-el-Kebir, que desemboca en el Mar Mediterráneo y forma la frontera entre Fenicia y Siria.

[3596] 19. Se trata de Demetrio II, hijo de aquel Demetrio que murió en la batalla (10, 50). El año es el 145 a. C.

[3597] 20. Cf. 10, 32.

[3598] 26. Cf. 10, 6; 10, 18-20; 10, 25-45; 10, 61-65.

[3599] 28. Es poco menos que inexplicable que Jonatás pida franquicia de impuestos para Samaria, país siempre hostil a los judíos. Hay sin duda un error del copista y debe leerse: las tres toparquías de Samaria, es decir, las tomadas a los samaritanos, como se ve en el versículo 34 y en 10, 30 y 38.

[3600] 31. Nuestro padre, en griego: nuestro pariente. Son expresiones de amistad y benevolencia. Igual en el versículo siguiente. Cf. Gén. 45, 8; II Paralipómenos 2, 13; Ester 13, 6.

[3601] 34. Cf. versículo 28; 10, 30. El texto griego menciona el nombre de Efrén, además de Lida (Lydda) y Ramataim (hoy día Bet-Rima al nordeste de Lydda).

[3602] 37. El monte santo: Sión. Véase Salmos 2, 6; 3, 5; 14, 1. Cf. 4, 37 y nota.

[3603] 39. Trifón cuyo verdadero nombre era Diodoto, de Apamca. Emalcuel, o Yamliku, como lo llaman las inscripciones de Palmira.

[3604] 44. Es la primera vez que entran tropas judías en la capital de los Seléucidas. ¡Admirable cambio de aspecto! Antes estaban los ejércitos sirios en Palestina, y vejaban a la población; ahora el mismo rey de Siria llama en auxilio a los judíos.

[3605] 53. He aquí una enseñanza sobre algo muy frecuente en la vida: la gratitud que se transforma en odio, por el orgullo de no querer ser deudor. Jesús nos previene contra estas desilusiones, descubriéndonos la maldad del corazón humano (Juan 2, 24 s.) y enseñándonos a no esperar recompensa (Lucas 6, 32-35; 14, 12-14).

[3606] 54. Es Antíoco VI, proclamado rey alrededor del año 145.

[3607] 59. Desde los confines de Tiro. En griego: desde la Escalera de Tiro. Así se llamaba un promontorio al norte de Tolemaida (San Juan de Acre).

[3608] 60. El río es el Éufrates. La otra parte del río: denominación de Siria. Ascalón: una ciudad filistea, situada al norte de Gaza.

[3609] 67. El lago de Genesar: el lago de Genesaret o de Tiberíades, llamado también Mar de Galilea. La llanura de Asor: al noroeste del lago de Merom. Cf. Josué 11, 1; 12, 19; Jueces 4, 2; I Reyes 12, 9; III Reyes 9, 15.

[3610] 68. Él: el griego dice ellos, refiriéndose a los enemigos de Jonatás.

[3611] 2. Los lacedemonios o espartanos o laconios, pequeño pueblo griego cuya capital era la ciudad de Esparta. Se habían ganado mucha fama por su valentía y sobriedad. De ahí todavía los adjetivos: espartano y lacónico. En tiempo de los Macabeos, ya no tenían gran importancia política.

[3612] 6. Los ancianos o el senado de la nación formaron más tarde el sanhedrín de que habla el Evangelio.

[3613] 7. Ario I reinó en Esparta de 309 a 265. Onías I, Sumo Sacerdote de 323-300. La carta de Ario fue escrita entre los años 309 y 300.

[3614] 9 ss. Sobre esta notable franqueza en el trato internacional véase 8, 23 y nota. Pero sobre todo apreciemos, en un documento de esta especie, la declaración de que en los Libros Santos del Antiguo Testamento (cf. II Macabeos 2, 13 s.) está todo el orgullo y todo el consuelo de Israel, que no necesita de otra cultura literaria, filosófica ni política, pues que la sabiduría le ha sido enseñada por el mismo Dios, quien le ha confiado su revelación (cf. Salmo 147, 8 s. y notas; Romanos 9, 4 s.) y le ha dado aun sus instituciones temporales (cf. Eclesiástico 24, 35 ss. y nota). Véase la Introducción al Cantar de los Cantares sobre la interpretación de Vaccari acerca de la Esposa (Israel) que prefiere como Esposo al Pastor antes que al Rey, despreciando los oropeles perecederos con que aparentemente la aventajaban en ciencias y artes las naciones paganas. Véase también Nehemías 9, 6 ss. y su nota sobre el olvido que hoy suele hacerse de esa fuente bíblica de la cultura para buscar las bases en la antigüedad pagana, llevándonos a un concepto natural y humanista de la virtud, cuyo ideal consistiría en una moral estoica y soberbia, más que en buscar, con infantil sencillez, lo que agrada a ese Dios (cf. 1, 34; 2, 16; 4, 15 y notas) que en la Biblia nos ha mostrado su corazón de Padre (cf. Salmo 102, 13 y nota). Sobre el consuelo de las Escrituras véase también lo que dice San Pablo: “Todas las cosas que han sido escritas, para nuestra enseñanza están escritas, para que por la paciencia y consolación de las Escrituras tengamos la esperanza” (Romanos 15, 4). El encomiador más entusiasta de la Sagrada Escritura, San Crisóstomo, quien por propia experiencia conoció el consuelo de las Letras sagradas, dice: “Sea cual fuere la desgracia que pese sobre el ser humano, en la Escritura encontrará el antídoto adecuado, que ahuyenta todo pesar. Así es necesario no solo oír las lecturas en la iglesia, sino leerla también en casa y hacer que la lectura sea provechosa” (Homilía 29 in Génesis).

[3615] 12. Esta frase, en latín, ha quedado como una fórmula proverbial de felicitación: “Laetamur de gloria vestra.”

[3616] 21. La historia nada sabe de una consanguinidad entre los judíos y los lacedemonios. El autor sagrado repite simplemente el texto de la carta del rey Ario.

[3617] 25. Amat, o sea, Hamat (Emat), ciudad de Siria, a orillas del río Orontes.

[3618] 31. Los zabadeos, tribu árabe que vivía, como se cree, en las cercanías de Damasco.

[3619] 33. Cf. 10, 75 y 86.

[3620] 37. El torrente hacia el oriente: el torrente Cedrón, al oriente de Jerusalén. Cafeteta, en griego Cafenata, lugar desconocido.

[3621] 38. La Sefelá: la llanura al oeste de Judea, entre esta y el Mediterráneo. Adiada, hoy día El Hadite, al oeste de Jerusalén.

[3622] 39. Este perverso aventurero consiguió cuanto se proponía, como el personaje de Daniel 11, 36. Véase 13, 32 y nota.

[3623] 49. La gran llanura es la llanura de Esdrelón o Jesreel, llamada también de Megiddó.

[3624] 52. El duelo era prematuro, porque Jonatás murió más tarde. Su muerte se narra en 13, 23.

[3625] 4. También Simón estaba convencido de que su hermano Jonatás había sido matado (véase 12, 52 y nota). Judas murió en el campo de batalla, de modo que creía ser el único superviviente de la familia de su padre. Pasados algunos años él mismo dará su vida por la patria, como víctima de un ambicioso traidor.

[3626] 8. Como vemos, fue elegido por un verdadero plebiscito el que había de ser uno de los más grandes modelos de gobernante. Consolidaba las conquistas de sus hermanos Judas y Jonatás y alcanzó, por fin, el reconocimiento de la independencia judía.

[3627] 10. Reedificar las murallas de Jerusalén: “La indicación es de índole general y nada en concreto es dado concluir. Es probable que se trata de una restauración, no de nuevos muros; tanto más cuanto que se procede con gran precipitación” (Fernández, Topografía, p. 152).

[3628] 20. Ador, en griego Adora, hoy día Dura, situada al sudoeste de Hebrón. Trifón intenta, invadir a Judea desde el sur.

[3629] 23. Bascamán, localidad desconocida de Transjordania, o tal vez Tell Bazuk, al noroeste del lago de Genesaret. Como se ve, Trifón había llevado consigo a Jonatás durante toda la campaña. En vez de y a sus hijos dice el texto griego y fue enterrado allí.

[3630] 28. La séptima la había destinado Simón para sí.

[3631] 29. Armas: trofeos, o sea armas y armaduras tomadas a los enemigos. Navíos de escultura: No tenemos conocimiento de ninguna batalla naval entre los Macabros y sus enemigos. Fillion cree que se trata de un recuerdo de la toma del puerto de Jope. Véase 10, 76; 12, 33-34; 13, 5.

[3632] 30. Hasta el día de hoy: Se refiere al tiempo en que fue escrito el libro. Eusebio de Cesárea, que murió el año 340 d. C, relata que el monumento existía todavía en su tiempo.

[3633] 31. Antíoco VI reinó de 142 a 139 a. C.

[3634] 32. Véase 12, 39 y nota. El éxito creciente de este malvado causa impresión, y es como una prueba para nuestra fe, semejante a los casos que nos muestran David y Asaf en los Salmos 36, 48 y 72 y Job en los capítulos 24 y 27. Trifón logra aún escapar más tarde de una situación desesperada (cf. 15, 14, 25 y 37), y la Biblia solo nos dice al fin que fue perseguido (15, 39), sin indicar que le diesen alcance. Los historiadores profanos dan la noticia de que, como todos los tiranos, acabó desastrosamente, asesinado, según Josefo, o suicida según Estrabón.

[3635] 37. El ramo: La Vulgata usa la palabra bahem, probable transcripción del griego baín que significa ramo de palmera. Por supuesto que el ramo estaba hecho de oro.

[3636] 42. Empieza esta era judía con el año 142 a. C, el primero del pontificado de Simón.

[3637] 43. Gaza. Los críticos dan preferencia a la lección griega Cazara o Guécer. Gaza no molestaba a los judíos, pero sí Cazara, que estaba más cerca y era un baluarte de los sirios. Véase 14, 7 y 34; 15, 28.

[3638] 46 s. ¡Cómo sería de grande la confianza que inspiraba el corazón de este príncipe, para que recurriesen a él con palabras propias de una oración! Véase Salmo 102, 10; Ezequiel 20, 44.

[3639] 52. Esta fiesta, instituida en recuerdo de la toma de la ciudadela de Jerusalén, parece haber caído pronto en desuso, ya que no se la menciona más en adelante.

[3640] 1. El año 172 de la era de los Seléucidas corresponde al año 140 a. C.

[3641] 2. Arsaces, nombre común de los reyes partos. Aquí se trata de Arsaces VI que lleva el nombre de Mitridates I.

[3642] 4. Disfrutó de reposo: “El elogio, bellísimo, que se hace de Simón es en gran parte rítmico. Pero no es el paralelismo siempre tan claro en el elogio para que nos atrevamos a darle tipográficamente forma poética” (Bover-Cantera).

[3643] 7. El alcázar: la ciudadela de Jerusalén. Véase 4, 41 y nota; 13, 49 ss. Cazara, es decir, Guécer (cf. 13, 43 y nota). Betsura, cf. 11, 65 s.

[3644] 12. Expresión usada también para indicar la paz del reinado de Salomón (III Reyes 4, 25). “Todo este pasaje contiene un elogio tan alto del gran caudillo y pontífice, que se diría estar ya en la restauración definitiva prometida a Israel (cf. Miqueas 4, 1-5; Zacarías 3, 8-10, etc.), si no fueran notorias las grandes calamidades que el pueblo había aún de sufrir hasta nuestros días.”

[3645] 24. Véase 8, 1 ss. La mina tenía entre 700-800 gramos. Mil minas son, pues, 700-800 kg. La palabra romano no está en el texto friego. Según el contexto, es evidente que el autor no habla del pueblo romano sino del judío, que estudia cómo expresar su gratitud a Simón. Así el texto de los Setenta y también la versión siríaca, que dicen ambos el pueblo, en lugar de: el pueblo romano.

[3646] 27. Asaramel, nombre desconocido. Según algunos expositores, el lugar donde se reunía el pueblo: según otros, transcripción de una frase hebrea que significaría: príncipe del pueblo de Dios (título de] Sumo Sacerdote). Según comenta Orígenes, nuestro libro se llamaba originariamente: Historia de los príncipes del pueblo de Dios Elul el sexto es del calendario hebreo, correspondiente a la luna de agosto-septiembre.

[3647] 34. Gazara (Guécer): cf. 13, 43 y nota.

[3648] 41. Para siempre: esto es, perpetuándose también en sus herederos. Y aún hoy, ante esta historia de su vida, podemos invocar a Simón Macabeo como ejemplo y patrono de gobernantes. Un profeta fiel. Así en griego. Los antiguos comentaristas, prescindiendo del texto griego, solían traducir el profeta fiel, y referirlo al Mesías, cuya venida se esperaba próxima según lo anunciado por Daniel, Ageo, Malaquías, etc. Fillion se inclina a la idea de un profeta en sentido general, como en 4, 46. Lo mismo se esperaba en Esdras 2, 63 y Nehemías 7, 65. El presente pasaje podría referirse especialmente a Elías, cuya aparición estaba anunciada (véase Malaquías 4, 5; Mateo 17, 11). Algunos esperaban también a Jeremías (Mateo 16, 14), sin duda por el grande amor que había demostrado a Israel. Véase II Macabeos 15, 14 y notas.

[3649] 47. Sumo Sacerdote y príncipe del pueblo. He aquí la unión de los dos poderes, el eclesiástico y el civil, en una mano. Así fue hasta que los romanos en el año 63 a. C. se apoderaron del país. Y le agradó: el sentido es que aceptó de buen grado esa ocasión de servir a Dios (cf. I Timoteo 3, 1) y no que se complaciese en la autoridad, pues sin duda este verdadero israelita tendría muy presente los tremendos peligros y responsabilidades que el mando comporta para el alma. Véase Sabiduría 6, 6; Eclesiástico 7, 4 y notas.

[3650] I. Se refiere a Antíoco VII Sidetes, que se proclamó rey el año 138 a. C. y reinó nueve años.

[3651] 3. Los hombres malvados, aludidos en la carta del rey, son en primer lugar Alejandro Balas y Trifón.

[3652] II. Dora, hoy día Tantura, a 9 kilómetros al norte de Cesárea del Mar.

[3653] 15. El autor interrumpe la historia del asedio de Dora para dar a conocer la respuesta que mientras tanto había llegado de Roma. Cf. versículo 25.

[3654] 16. El destinatario de la carta es Ptolomeo VII de Egipto.

[3655] 22. s. Atalo, rey de Pérgamo, probablemente el segundo de este nombre. Ariarates o Ariarartes, rey de Capadocia. Arsaces VI, rey de los Partos (véase 14, 2). Los demás destinatarios son ciudades y repúblicas situadas en las islas y orillas orientales del mar Mediterráneo. Islas son: Aradón (Aradus), al norte de Sidón; Delos. Chipre, Coo, Rodas, Samos. Ciudades: Alicarnaso (Halicarnaso), Gnido, Mindos, Fasélides (Fasalís). Siden, todas situadas en Asia Menor; Sición y Lacedemonia (Esparta) en Grecia, y Gortina en Creta.

[3656] 28 ss. Exigencias insolentes tanto en la forma como en el fondo. La ciudadela de Jerusalén estaba en poder de los israelitas desde los tiempos de David; Gazara (Guécer) fue conquistada ya por Josué (Josué 10, 33) y fortificada por Salomón (III Reyes 9, 15-17). Solamente Jope o Jafa (versículo 35) se hallaba fuera de los límites de Judá. El noble y vigoroso lenguaje del Macabeo expresa los derechos seculares de Israel sobre la Tierra Santa. Cf. Jeremías 30, 3 y nota.

[3657] 37. El autor nos deja con la curiosidad de conocer el fin que tuvo este infame Véase sobre ello la nota a 13, 32. Ortosiada, probablemente Ortosia, en la costa de Fenicia, al norte de Trípolis.

[3658] 40. Gedor: El texto griego dice: Cedrón. Mejor lección la de la Vulgata. No era esta una guerra propiamente dicha, sino un continuo hostigamiento junto con pillaje y matanzas locales.

[3659] I. Este era Juan, hijo de Simón, a la inversa de Pedro, a quien Jesús llama “Simón hijo de Juan” (Juan 21, 15). En la historia se le da el nombre de Juan Hircano.

[3660] 3. Vemos continuarse así, en esta ilustre familia, una vocación guerrera que le había sido impuesta por la necesidad. No era tal ciertamente el ideal de Simón, como puede verse en 14, 11 ss. Véase también, con respecto a Judas, II Macabeos 11, 15 y nota.

[3661] 8. Las trompetas sagradas eran de plata y las tocaban solamente los sacerdotes. Véase Números 10, 1 ss.

[3662] 9. Hasta Cedrón: Véase 15, 40 y nota.

[3663] 11. Nada se sabe de este Ptolomeo sino el abominable crimen que aquí cometió contra Simón, su ilustre suegro (versículo 16). Con este pereció el último de los hijos de Matatías (2, 1 ss.), en forma trágica como sus cuatro hermanos, inmolados todos al bien de Israel, no menos que los sublimes mártires Eleázaro (II Macabeos 6, 18 ss.) y los siete hermanos llamados Macabeos, con su madre (II Macabeos 7, 1 ss.).

[3664] 14. El año 177 de los Seléucidas coincide con el año 135 a. C. Simón murió a comienzos del año 135. Sabbat, o Schebaf. Enero-febrero.

[3665]15. Doc, hoy día Ain Duk, situado al noroeste de Jericó en el mismo monte en que se cree que fue tentado el Señor (monte de la Cuarentena).

[3666] 24. Libro desgraciadamente perdido. Josefo en sus antigüedades trae un relato de esas hazañas. Juan, con el sobrenombre de Hircano, desempeñó el Pontificado durante 31 años y murió el año 105 a. C. Sus descendientes, poco concordes, se disputaron la herencia y llamaron a Pompeyo como árbitro. Este vino con las legiones romanas, ocupó a Jerusalén el año 63 a. C. y puso fin a la dinastía de los Hasmoneos (Macabeos), instituyendo la dinastía idumea de Herodes. Así fue quitado el cetro a la tribu de Judá y estaba cerca El que había de venir (Génesis 49, 10). Aún le faltaba algo peor: su desaparición como pueblo, que fue el año 70 de nuestra era, cuando a raíz de la destrucción de Jerusalén por los romanos, comenzó la dispersión, que duró hasta nuestros días y continúa todavía en gran parte,

[3667] I. Esta primera carta se dirige a los judíos residentes en Egipto, y tiene por fin instruirlos sobre la celebración de la fiesta de la Dedicación del Templo, llamada en versículo 9, fiesta de los Tabernáculos. Es de gran valor dogmático, puesto que habla de las oraciones por los hermanos (versículo 6) y de la necesidad de la gracia, la cual nos viene de Dios y nos hace capaces de entender su Ley y cumplirla (versículos 3 y 4).

[3668] 7. Demetrio II, que subió al trono de los Seléucidas el año 145 a. C. (I Macabeos 11, 19). Sobre Jasón véase 4, 7-26 y 5, 5-10. Tierra santa: Palestina. Fuera de Zacarías (2, 12) es este el único lugar, en que se da este nombre a la tierra de los judíos. La fecha corresponde al año 144-143 a. C.

[3669] 9. Fiesta de los Tabernáculos: Así se nombra aquí la fiesta de la Dedicación o Purificación del Templo (véase versículo 18; I Macabeos 4, 56 y nota) que se celebraba en el mes de Casleu (diciembre). La gran fiesta de los Tabernáculos, empero, caía en el mes de Tischri (septiembre-octubre).

[3670] 10. Año ciento ochenta y ocho: 125-124 a. C. Esta segunda carta va dirigida a Aristóbulo, célebre por una interpretación alegórica del Pentateuco que dedicó al rey Ptolomeo VI Filometor de Egipto (181-145).

[3671] 11. Contra tal rey: Se trata, a lo que parece, del rey Antíoco IV Epífanes (175-164).

[3672] 13. Nanea, nombre presemítico (sumerio) de Artemis. El significado del nombre es: señora.

[3673] 16. El mismo acontecimiento se relata de distinta manera en I Macabeos 6 y en II Macabeos 9. Para armonizar los relatos, al parecer contradictorios, propone Schuster-Holzammer, y con él algunos otros exégetas, la siguiente solución: “Se ha de considerar que el primer relato (I Macabeos 6) procede de un cronista a quien, para su objeto histórico, solo interesa dar sumariamente y en sus rasgos generales el proceso de los acontecimientos. El autor del segundo libro lleva en su obra un plan religioso, y por eso pone (en II Macabeos 9) especial empeño en describir los pormenores. Ambos relatos pueden armonizarse entre sí y con noticias que de otras fuentes tenemos acerca del mismo suceso, de la siguiente manera: Antíoco quería saquear al templo de Artemis (Nanea) en Persépolis, provincia de Elimaida (Persia), pero fue puesto en fuga. A su regreso a Babilonia, le llegó en Aspadana (“Ecbátana” dice el texto por error del copista o por confusión) la noticia de la derrota de sus tropas en Palestina. Le afligió tanto esta mala nueva, que enfermó gravemente. No obstante, insistió en apresurar su viaje a Jerusalén para tomar terrible venganza de los judíos. La rapidez del viaje agravó sus dolores y le hizo caer del carro, con las consiguientes contusiones y heridas, que empeoraron su estado. Según noticias extra-bíblicas, el rey fue llevado a Gabe, próxima a Ecbátana, y allí murió, después de reconocer las injusticias que había cometido contra Jerusalén y asegurar el trono para su hijo. La carta de II Macabeos 1 refiere que, habiendo Antíoco intentado saquear un templo de Persia, fue asesinado con su séquito. Aquí hay una confusión con Antíoco III, en quien concurren estas circunstancias; o, de otra suerte, sería preciso admitir que la carta recoge un rumor propalado en Jerusalén (cf. II Macabeos 5, 5, donde se hace mención expresa de un “falso rumor” acerca de la muerte de Antíoco). El autor del libro trae la carta como documento del cual no responde.” En este caso el escritor inspirado no asume ninguna garantía, como lo dice expresamente en 2, 29.

[3674] 19. Persia: a saber Babilonia que fue ocupada por los persas. De ahí que los judíos en tiempos de los Macabeos llamen Persia el país de su destierro.

[3675] 20. El rey de Persia: Artajerjes I Longimano.

[3676] 25. El solo justo: Cf. Salmo 32, 5 nota.

[3677] 27 ss. Este ruego de Nehemías confirma lo expresado en I Macabeos 1, 40 y nota.

[3678] 32. La fiesta del descubrimiento del fuego sagrado se celebraba el mismo día que la purificación del Templo, el 25 del mes de Casleu (diciembre). El fuego sagrado descendió por primera vez del cielo en la consagración del Tabernáculo en el desierto (Levítico 9, 23 s.), por segunda vez en la dedicación del Templo de Salomón (II Paralipómenos 7, 1 ss.). Conforme a la prescripción de Levítico 6, 12 los sacerdotes tenían cuidado de que el fuego ardiera siempre, por lo cual se llamaba fuego perpetuo.

[3679] 34. Mandó construir allí un templo: El griego dice simplemente: Hizo cerrar (el lugar) y (lo) santificó; es decir, lo declaró sagrado.

[3680] 36. Neftar, o sea, nafta, que se llamaba también “óleo de Media” (Persia).

[3681] 1. Los aludidos escritos no se han conservado. Es preferible la lección griega: Se halla en los archivos que el profeta Jeremías ordenó, etc. Así Crampón, Henne, Fillion (en la nota).

[3682] 4. El Tabernáculo, esto es, el Tabernáculo antiguo de Moisés y el Arca de la Alianza que se guardaban en el Templo (III Reyes 8, 4). Cf. IV Reyes capítulo 25; Salmo 98, 5 y nota; Apocalipsis 11, 19; 15, 5. Aquel monte: el monte Nebo (Deuteronomio 32, 49; 34, 1). Si alguno arguye: ¿Cómo pudo Jeremías librarse de los babilonios y trasladarse con el Arca al monte Nebo?, hay que responder que el mismo Nabucodonosor dio orden a sus generales que tratasen a Jeremías con distinción, por lo cual estos le sacaron de la cárcel y le entregaron al nuevo gobernador, para que pudiese vivir en plena libertad (Jeremías 39, 11-14). Véase Ezequiel 41, 26 y nota.

[3683] 7 s. Grandiosa profecía, “que algunos entienden del tiempo en que volvieron los judíos con Esdras de Babilonia. Pero como después de este tiempo no se habla del Tabernáculo, ni del Arca en ningún lugar de la Escritura; y por otra parte, cuando Tito se hizo dueño del templo y de Jerusalén, no se hace mención de ellos entre los despojos que de allí tomó, ni se dice que los llevase en triunfo como acostumbraban hacer los romanos, ni tampoco se registran en el arco de Vespasiano (Tito), en donde se ve el candelero; por eso la tradición de los Padres, y aun de los mismos hebreos, nos persuade de que no estuvieron en el segundo templo, y que no serán hallados hasta que se conviertan los judíos, que será al fin del mundo” (Scío). Así también Cornelio a Lapide. Cf. Éxodo 40, 34; Números 9, 15; III Reyes 8, 10.

[3684] 9 s. Cf. Levítico 9, 23 s.; véase III Reyes 8, 62-63; II Paralipómenos 5, 6; 7, 1 ss.

[3685] 13. He aquí una preciosa noticia acerca del canon del Antiguo Testamento. Los libros de David: los Salmos. Véase I Macabeos 12, 9 y nota.

[3686] 18. Lugar santo: Jerusalén y Palestina. Acerca de esta esperanza del piadoso Macabeo véase Deuteronomio 4, 25 ss.; 28, 1 ss.; 30, 3-10; Jeremías 30, 3; 31, 31-36; Éxodo 37, 23-28; Oseas 3, 4 s.; Amós 9, 14 s.; Miqueas 4, 6 s.; Zacarías 8, 3, etc.

[3687] 20. Con el versículo 20 comienza el Prólogo propiamente dicho, en que el autor informa acerca del carácter y alcance de su trabajo. Según el versículo 24 sus fuentes han sido los cinco libros de un cierto Jasón de Cirene, escritor desconocido, si no es el mismo que en I Macabeos 8, 17 se menciona entre los embajadores enviados a Roma. Según el versículo 29, el autor sagrado deja a ese Jasón la garantía de las afirmaciones de él tomadas.

[3688] 22. Señales en el aire: El griego parece referirse simplemente a la visible protección en los triunfos que hemos visto.

[3689] 29. El griego dice más claramente: Dejando al autor (Jasón de Cirene) la diligencia de tratar exactamente de cada cosa, nosotros (el autor sagrado) nos esforzamos a seguir las normas de un resumen.

[3690] 1. Prescindiendo de las dos cartas introductorias, ese libro se limita a un periodo de 16 años (176-160 a. C), mientras que el primer libro abarca los años 171-134. Onías III, Sumo Sacerdote de 198 a 175. Véase 4, 1 ss.; 15, 12. Cf. 2, 18; 5, 13.

[3691] 3. Se refiere a Seleuco IV Filopator (187-175 a. C.), hermano mayor y predecesor de Antíoco IV Epífanes, de la familia de los Seléucidas, rey de Asia y Siria, inclusive Palestina. Cf. Daniel 11, 20 y nota.

[3692] 10. Como aquí se ve, el Templo era como un banco y lugar seguro, en que se guardaban los capitales de los huérfanos y viudas y los fondos de beneficencia. El abuso de esta benéfica institución es estigmatizado por el mismo Jesucristo en Mateo 15, 5 s. y Marcos 7, 10 ss.

[3693] 11. El talento de plata pesaba 43,65 kg., el talento de oro, 49,11 kg. Entre los griegos el talento tenía solamente 26 kg.

[3694] 12. Cf. Deuteronomio 27, 19.

[3695] 15 ss. Hermoso ejemplo de celo sacerdotal. Nótese que Dios no hace esperar su milagrosa intervención (versículo 24 ss.). Lloren los sacerdotes y ministros del Señor entre el atrio y el altar, dice el profeta Joel, y exclamen: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo (Joel 2, 17). A la oración el sacerdote debe unir el espíritu de desinterés. El sacerdote desinteresado y desprendido de los bienes de la tierra, atrae las almas y las salva. Apacentad mis ovejas, pero no las trasquiléis, es lo que Dios dice tantas veces por boca de sus profetas.

[3696] 27. Esta escena ha sido perpetuada por Rafael en una pintura mural del Vaticano.

[3697] 38. No falta la nota irónica como contraste en este patético episodio.

[3698] 40. San Ambrosio entresaca de este capítulo muy serias reflexiones acerca de la injusticia que cometen los que atentan contra lo que está consagrado a Dios, el cual es como un depositario de lo que ha de servir para su culto, y para sustento y decencia de sus ministros, y para alivio y consuelo de las viudas, huérfanos y pobres. Véase Baruc 6, 27.

[3699] 5. Notemos la delicadeza de conciencia y la caridad que muestra este proceder.

[3700] 7. Sobre este Antíoco el Ilustre (en griego Epífanes), véase 1, 11 y 16 y notas. Jasón ambicionaba principalmente el poder político. Cf. versículo 23 ss.

[3701] 9. Era imposible que Jasón pagase de su peculio tan inmensas sumas. Su intención era, sin duda, apoderarse del tesoro del Templo. Gimnasio: edificio y patios para ejercicios físicos, según las costumbres paganas (1 Macabeos 1, 15 y nota). Gimnasio viene de gimnos (desnudo). Ese nombre se le dio a esta institución porque los ejercicios se hacían con el cuerpo desnudo. Cf. lo que dice el salmista de los músculos del hombre (Salmo 148, 10 y nota). Según San Pablo, el ejercicio corporal es útil para pocas cosas, en tanto que la piedad es útil para todas las cosas (I Timoteo 4, 8). Efebia: parte del gimnasio reservado a los jóvenes.

[3702] 12. Exponer en lugares infames: El griego: obligar a la juventud a llevar el petaso (sombrero de Mercurio).

[3703] 13. Jasón aunque oriundo de familia sacerdotal, no podía ejercer legítimamente las funciones de Sumo Sacerdote porque era un usurpador.

[3704] 14 ss. Esta paganización de Israel, origen de tantos males, es también una lección para nosotros, porque la misma tendencia se manifiesta hoy en la civilización moderna, que busca en los clásicos antiguos o del Renacimiento las fuentes de la sabiduría que solamente están en el Libro divino (Nehemías 9, 6 y nota).

[3705] 17. Los que abandonan la Ley del Señor, se encaminan a la muerte (Baruc 4, 1). “Execrada será la oración de aquel que cierra los oídos para no escuchar la Ley” (Proverbios 28, 9).

[3706] 19. Hércules reemplazaba en Tiro al ídolo Melkart, dios nacional de los tirios. A tal punto había llegado la depravación de este pontífice intruso. Ejemplos como este nos hacen vislumbrar en qué grado cundía el paganismo en el pueblo escogido, y cuán grandes esfuerzos eran necesarios para desterrarlo definitivamente.

[3707] 21. Ptolomeo VI Filometor reinó de 181 a 145 a. C.

[3708] 24. El traidor Jasón es traicionado a su vez por su propio amigo Menelao. Esta fue la primera etapa de su caída; las otras se narran en el capítulo 5.

[3709] 29. La variante griega dice: Y Menelao dejó a su hermano Lisímaco como suplente en el sacerdocio, y Sóstrato (dejó como suplente) a Crates, el cual era gobernador de Chipre.

[3710] 30. Era costumbre de los potentados antiguos regalar a sus amigos y favoritas una u otra ciudad para sus rentas personales. Cf. I Macabeos 10, 39. Tarso y Malo (Mallus) eran ciudades importantes de Cilicia. En la primera nació San Pablo.

[3711] 33. Dafne, en las proximidades de Antioquía. Había allí un bosque sagrado con un santuario de Apolo y Artemis, al cual peregrinaban muchos devotos de esos dioses.

[3712] 35. Aun después de muerto, Onías no dejó de orar por su pueblo, como se ve en la visión que tuvo Judas Macabeo antes de la victoria sobre Nicanor. Véase 15, 12; 15, 14 y nota.

[3713] 40. Un cierto Tirano; según algunos códices griegos: un cierto Auranos.

[3714] 47. Escitas, bárbaros que vivían en la Crimea y servían como mercenarios en los ejércitos de los príncipes asiáticos. Un grupo de este pueblo se radicó en Palestina en la ciudad de Betsán, la cual de ellos recibió el nombre de Escitópolis. Lo que aquí se lee basta para mostrar que los escitas no podían ser judíos como sostienen los defensores de British Israel, según los cuales los escoceses fuesen descendientes de esos escitas judíos. Véase 12, 29 s.

[3715] 5. Jasón, después de ser depuesto se había refugiado en el país de los ammonitas. Véase 4, 26.

[3716] 6. Nótese esta magnífica y lapidaria condenación de la guerra civil.

[3717] 8. Aretas era el nombre de los reyes de los nabateos, que residían en Petra. Cf. II Corintios 11, 32.

[3718] 9. Cf. I Macabeos 12, 6 ss.

[3719] 11 ss. Véase el relato paralelo en I Macabeos 1, 21-29. Cf. Daniel 11, 28.

[3720] 17. La información que aquí nos da Dios sobre su manera de obrar, puede ilustrarnos en casos análogos en que sus designios nos aparecen misteriosos, v. gr. las calamidades que afectan a los lugares santos, etc. Cf. 12, 40; I Macabeos 9, 55 y notas.

[3721] 18. Acerca de Heliodoro y su atentado al Templo, véase el capítulo 3.

[3722] 19. El lugar, es decir, el Templo. Asombrosa prueba de amor a Israel. Véase la palabra de Jesús en Marcos 2, 27 y Jeremías 7, 4, donde el profeta previene a los israelitas contra una falsa confianza en la posesión del Templo.

[3723] 21. Véase un ejemplo semejante de soberbia en el caso de Asuero (Ester 8, 1 ss. y nota). Lo mismo se dice de Calígula.

[3724] 23. Garizim, el monte al sur de Siquem, centro del culto samaritano. A este monte se refiere la mujer samaritana en la conversación con Jesús (Juan 4, 20).

[3725] 27. Las profanaciones: la idolatría que Antíoco propagaba entre el pueblo judío. Véase 6, 11; I Macabeos 2, 28 y nota.

[3726] 1. Véase I Macabeos 1, 43-67. Un senador de Antioquía: El griego dice: un senador de Atenas. Allí se encontraba a la sazón Antíoco para dedicar un templo a Júpiter Olímpico.

[3727] 2. Júpiter extranjero, mejor: Júpiter hospitalario. La segunda parte del versículo debe decir: por ser hospitalarios los habitantes de aquel lugar.

[3728] 4 ss. En esta tremenda pintura de la degeneración del pueblo santo se nos enseña, como en muchos otros pasajes de la Sagrada Escritura, que es mejor no acudir al templo que entrar en él en forma irreverente, como tanto suele verse hoy en los trajes de las mujeres y también en aquellos hombres de vida públicamente irreligiosa, que frecuentan la misa y los sacramentos hipócritamente. Tengamos presente en nuestro apostolado este criterio de Dios para no forzar a las almas, con un falso celo, a cometer sacrilegios recibiendo los sacramentos sin tener la fe.

[3729] 7. Baco o Dionisos, dios de la alegría carnal. En su honor la gente se adornaba de coronas de hiedra.

[3730] 10. Cf. I Macabeos 1, 63 s.

[3731] 14. Sobre el juicio de las naciones véase Joel capítulo 3, 16. ¡Qué doctrina tan admirable y consoladora! La vemos confirmada por San Pablo en Hebreos 12, 7 ss. Dios castiga al que ama. “Yo a los que amo los reprendo y los castigo” (Apocalipsis 3, 19). La corrección que nos viene de Dios, es el sumo bien del alma, la ilumina, la purifica y la lleva a la conversión. “Las correcciones son para los pecadores lo que un bálsamo excelente es para el herido. El enfermo que rechaza al médico, es un insensato. Tan insensato es el que no recibe con reconocimiento la corrección” (San Juan Crisóstomo).

[3732] 18. No debe confundirse a este gran mártir con el guerrero Eleonor, muerto también heroicamente (I Macabeos 6, 43 ss.). El mártir Eleázaro, era doctor de la Ley y probablemente sacerdote.

[3733] 19. Al suplicio: El griego indica cierto instrumento de martirio, una rueda sobre la cual los verdugos estiraban las víctimas. Véase Hebreos 11, 35.

[3734] 21. Nótese cuán peligrosos son para la rectitud del alma los acomodos del mundo con su ternura y compasión sentimental. No se trataba aquí del acto material de comer la carne, sino del público homenaje de obediencia al Divino Padre que la prohibía. Así dice Jesús que confesará delante del Padre a los que le hayan confesado ante el mundo (Mateo 10, 32).

[3735] 24. San Ambrosio, San Cipriano, San Gregorio Nacianceno y otros Padres elogian la virtud y fortaleza de Eleázaro llamándole Protomártir del Antiguo Testamento, por la gloria de su martirio, “bien superior a Sócrates y comparable a los mártires de la Ley de gracia” (Nácar-Colunga).

[3736] 25. Es el mismo criterio que señala San Pablo con respecto a los actos que pueden escandalizar a los débiles (I Corintios 8, 1-13).

[3737] 26. Clara afirmación de la inmortalidad del alma, que raras veces se halla tan claramente expresada en el Antiguo Testamento. Cf. 7, 9 ss. y 36 y notas.

[3738] 30. Padece de buena gana: El bien que los mártires esperaban, dice San Agustín, era tan grande y seguro; la recompensa que se les prometía, tan gloriosa, y su posesión tan dulce, que la luz de la tierra no era nada para ellos; despreciaban los suplicios, y su corazón nadaba en la alegría.

[3739] 1. Estos son los comúnmente llamados Hermanos Macabeos, debido a que no conocemos con seguridad sus nombres, aunque Josefo los indica. El martirio tuvo lucrar en Antioquía, donde en tiempo de San Jerónimo se mostraban todavía los sepulcros de los siete héroes y de su madre.

[3740] 2. Las leyes patrias que Dios nos ha dado: es decir, que el fervor patriótico se fundaba en la fe religiosa. Véase 13, 14 y nota; Salmo 147, 8 s.; Eclesiástico 24, 35 ss. y notas.

[3741] 4. Que se le arrancase la piel de la cabeza. El griego dice: a la manera escita. Véase versículo 7, donde se repite la tortura escita.

[3742] 6. Véase el cántico de Moisés (Deuteronomio 32, 36 y 43).

[3743] 9. Vemos aquí afirmada la fe en el dogma de la resurrección del cuerpo en pleno Antiguo Testamento. Véase vs. 11, 14, 23; 6, 26; 12, 43; Tobías 13, 2; Job 19, 25; Isaías 26, 19; Ezequiel 37, 1-14; Daniel 12, 2.

[3744] 14. No será para la vida: Véase las palabras de Jesús en Juan 5, 25 y 28 s.

[3745] 18. Los hemos merecido: ¡Qué palabras tan admirables en boca de estos santos! Bien podemos ver en ello otra figura del Cordero inocente que cargó con los pecados del mundo. Véase versículo 38 y 8, 5.

[3746] 22. Cf. Job 10, 8 ss.; Salmo 138, 15; Eclesiastés 11, 5: Notemos la distinción entre el alma y el espíritu, que coincide con San Pablo (I Tesalonicenses 5, 23; Hebreos 4, 12).

[3747] 23. El mismo os volverá, etc.: He aquí el motivo más firme de la fortaleza de esta familia de mártires: la virtud de la esperanza (véase versículo 9).

[3748] 27. Ten piedad de mí... ¡y déjate martirizar! Una madre del mundo habría dicho exactamente lo contrario.

[3749] 28 s. Ejemplo de un acto de fe perfecta según el Antiguo Testamento, que comporta la adoración del Creador y la esperanza en el Mesías. Para nosotros, a esa creencia en el Autor de la naturaleza (Romanos 1, 20 s.) debe agregarse el asentimiento pleno y total a la Revelación traída por Jesucristo (Hebreos 1, 1 ss.).

[3750] 36. Se hallan ya gozando: Scío traduce: están ya bajo la alianza de la vida eterna, lo cual coincide también con el texto griego. Difícilmente podríamos ver ya afirmado aquí el dogma de la inmediata visión beatífica del alma después de la muerte, que fue definido recién por el Concilio de Florencia (Denz. 457, 464, 530, 570 s., 693, 696) y que no se conocía aún en el Antiguo Testamento.

[3751] 37. Te obligue, etc.: He aquí un voto que parece bien duro, y que sin embargo está lleno de caridad.

[3752] 40. Con una entera confianza en el Señor, lo mismo que sus seis hermanos y su “madre sobremanera admirable” (versículo 20). El que espera en Dios es feliz, dicen los Proverbios (16, 20). Los que esperan en el Señor, no perecerán, dice el Salmista (Salmo 33, 23). “Nada alimenta y fortifica el alma como la esperanza” (San Crisóstomo).

[3753] 41. La Iglesia celebra la memoria de la madre macabea y sus siete hijos el 19 de agosto. Los Padres no se cansan de colmarlos de elogios en sus homilías. Los cuerpos de los santos mártires fueron trasladados de Antioquia a Roma, donde descansan en la iglesia de San Pedro ad Vincula.

[3754] 8. Los versículos 8 y siguientes tienen su paralelo en I Macabeos 3, 38-4, 25. Sobre Filipo véase 5, 22; sobre Ptolomeo 4, 45.

[3755] 9. Cf. I Macabeos 3, 38; 7, 26.

[3756] 11. Según esto, se pagaría por cada judío alrededor de unos cuarenta pesos argentinos, más o menos lo mismo que los treinta siclos de plata que se pagó por Jesús (Mateo 26, 15; Zacarías 11, 12). Era el precio común de un esclavo (Éxodo 21, 32). Pero la compra fracasó (versículos 25 y 36).

[3757] 16. En vez de siete mil se lee en el texto griego seis mil conforme al versículo 1 de ese capítulo. Véase I Macabeos 3, 57-60; 4, 8-11.

[3758] 18. Nosotros tenemos puesta nuestra confianza en el Señor: La confianza en Dios fue el arma más poderosa del Macabeo. “Si Dios está por nosotros, dice el Apóstol de los gentiles, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 31).

[3759] 19. Véase IV Reyes 19, 35; Eclesiástico 48, 24; Isaías 37, 36; I Macabeos 7, 41.

[3760] 20, Los gálatas luchaban como tropas auxiliares en los ejércitos de los reinos vecinos. El hecho a que alude el autor sagrado es muy explicable. Sabemos, además, por Arriano, que Antíoco I Soter, apoyado por tropas judías, venció a los gálatas.

[3761] 22. En vez de José léase Juan, lo mismo en 10, 19. Judas Macabeo no tuvo hermano que se llamase José (I Macabeos 2, 2-5).

[3762] 23. Esdras: El griego lee: Eleázaro (hermano de Judas). El copista se confundió quizá con Nehemías 8, 1 ss.

[3763] 26. El sábado, como los demás días, comenzaba en la tarde del anterior y duraba hasta el ocaso del día mismo. Véase Génesis 1, 5, 8, etc.

[3764] 28. Véase versículo 30. Las leyes de Israel nos dan este ejemplo de caridad, poco frecuente en los vencedores. Recordemos el caso de David en I Reyes 30, 25 y nota.

[3765] 30. Timoteo y Báquides quisieron, sin duda, vengar la derrota de Nicanor. Acerca de Timoteo, véase 10, 24-38; 12, 10 ss.; acerca de Báquides, los capítulos 7-9 del primer libro.

[3766] 33. Le abrasaron, según la ley del talión (Éxodo 21, 24).

[3767] 36. Véase versículo 11 y nota; 11, 13 y nota.

[3768] 1 ss. Véase los relatos paralelos en I Macabeos 6, 1-16, II Macabeos 1, 13-16, y la nota puesta a II Macabeos 1, 16.

[3769] 2. Persépolis: capital de Persia. Cf. I Macabeos 6, 1, donde se habla de Elimaida.

[3770] 3. Ecbátana: capital de la Media, al norte de Persia, hoy día Hamadán.

[3771] 9. De la misma manera castigó Dios a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles 12, 23).

[3772] 12 ss. La oración de Antíoco no encierra contrición, como a primera vista parece, porque su espíritu no era recto, según se ve en el versículo 26. Véase Eclesiástico 34, 23. De lo contrario, la misericordia lo habría alcanzado infaliblemente (Salmo 50, 19).

[3773] 15. Nótese el soberbio desprecio por el pueblo de Dios: consideraba un gran favor para un judío al igualarlo a un pagano griego. Algunos creen que aquí se trata de un error del copista, y proponen antioquenos en vez de atenienses.

[3774] 25. Mi hijo: Antíoco V Eupator que reinó de 164 a 162 a. C. La carta aludida debió hallarse en el libro de Jasón. El autor sagrado no la publica.

[3775] 28. Del mismo modo: Vemos aquí cumplida, también en el tiempo, la sentencia que Jesús anuncia para el juicio eterno (Mateo 7, 2).

[3776] 1 ss. Véase I Macabeos 4, 36-59.

[3777] 2. Cf. I Macabeos 1, 55.

[3778] 3. El fuego sagrado, caído milagrosamente del cielo para consumir las víctimas ofrecidas en la dedicación del Templo de Salomón (II Paralipómenos 7, 1), y mantenido desde entonces perpetuamente (cf. Levítico 6, 12), fue conservado por Dios cuando la destrucción del Templo por los caldeos, y luego recobrado en forma milagrosa por Nehemías (véase 1, 18 ss.). Apagado por los sirios en la persecución de Antíoco, se enciende aquí de nuevo, pero sin tomarlo de otro fuego, de acuerdo con el concepto de que “la naturaleza es pura, mas todo lo que ha sido usado por el hombre es más o menos impuro” (Fillion).

[3779] 4. Ruegan que los castigue Él mismo, con su mano paternal, en vez de entregarlos en manos humanas. Es lo que pidió David cuando eligió la peste antes que la guerra (II Reyes 24, 14).

[3780] 7. Su lugar: el Templo.

[3781] 9. Véase 1, 13-16; 9, 1 ss.; I Macabeos 6, 1-16.

[3782] 13. Filometor: Se trata del rey Ptolomeo VI Filometor de Egipto (181-145). El texto griego explica este suicidio de Ptolomeo Macrón porque “no teniendo sino una dignidad sin honor perdió el ánimo” o “no estaba en un lugar honorable”. De todos modos el caso es una elocuente lección sobre los frutos de ese falso criterio pagano que hace consistir el honor en la aprobación del mundo. Cristo nos enseña, al revés, que el honor está en ser perseguido y despreciado como Él lo fue.

[3783] 15. Los judíos: No podían ser sino judíos apóstatas que seguían a Antíoco. Según el texto griego, eran idumeos, o sea, enemigos declarados de los judíos. “La lección de la Vulgata (indios), dice Bover-Cantera, es, a todas luces imperfecta. Ya en otros lugares hemos aludido a la confusión de estas dos palabras por su semejanza, principalmente en griego.”

[3784] 20. El texto griego pone setenta mil dracmas, o sea la mitad de la suma. Una dracma valía un peso más o menos.

[3785] 26. Alusión a Éxodo 23, 22, donde Dios promete ser enemigo de los enemigos de su pueblo.

[3786] 28. Solo Dios da la victoria (I Paralipómenos 29, 11; Judit 5, 16; Proverbios 21, 31; I Macabeos 3, 19) y “los judíos no eran menos fieles en agradecer a Dios después de sus triunfos, que en invocarlo antes del combate (cf. 8, 27; 9, 17; 11, 9, etc.)” (Fillion).

[3787] 32. Cazara, o sea Guécer, fue conquistada por Simón. Cf. I Macabeos 13, 43 nota. Quereas, hermano de Timoteo (cf. versículo 37).

[3788] 38. “Hizo grandes cosas”: es la misma exclamación que brotó de la gratitud de María (Lucas 1, 49).

[3789] 1. Ayo del rey: procurador o ministro. Pariente: No ha de tomarse en sentido propio, sino como título. Véase I Macabeos 11, 31 y nota; 2, 18 y nota. Los Grandes de España son llamados primos del rey. Lo mismo en Italia los de la Orden de la Annunziata, y en Inglaterra los de la Orden de la Jarretera.

[3790] 2. La ciudad: Jerusalén. Querer hacer de ella una ciudad de paganos era ir contra el plan de Dios que la eligió por morada santa. Solo la infidelidad de la Ciudad Santa había de merecer de Jesús la tremenda profecía de Lucas 21, 24. Cf. Apocalipsis 11, 2.

[3791] 3. Vender el sumo sacerdocio: como se había hecho con Jasón (4, 7 s.) y con Menelao (4, 24 s.).

[3792] 5. Cinco estadios: Conviene leer ciento cincuenta estadios (aproximadamente 25 kilómetros), lo que corresponde más o menos a la distancia entre Jerusalén y Betsura.

[3793] 8. Un personaje a caballo: Tal vez el Arcángel San Miguel, protector del pueblo judío (Daniel 12, 1). Véase 10, 29 s. Vestido de blanco: También en el Apocalipsis los ejércitos celestiales luchan vestidos de blanco (Apocalipsis 19, 14).

[3794] 13. Era muy frecuente en los pueblos paganos este reconocimiento de la ayuda extraordinaria que Israel recibía cuando era fiel a su Dios. Véase 8, 36; Judit 5, 5 ss.

[3795] 15. Lección de sabiduría política que renuncia a la venganza y a los dictados del orgullo colectivo. Más tarde llegaría el momento del castigo (cf. 12, 5 y nota). Véase otro caso semejante en 12, 24 s. Cf. también I Macabeos 16, 3 y nota.

[3796] 21. El mes de Dióscoro: probablemente el que se intercalaba para coordinar el año lunar con el solar.

[3797] 22. Hermano: Aquí título, como padre, pariente y amigo. Véase versículo 1 y nota.

[3798] 23. Trasladado entre los dioses: Fórmula común en aquel tiempo, para expresar la apoteosis que se tributaba a los reyes muertos. La Roma de los Césares practicaba la misma costumbre.

[3799] 30. Xántico: el mes sexto del calendario macedonio (marzo-abril).

[3800] 34 ss. Tenemos aquí un ejemplo de la diplomacia de Roma que aprovechaba cualquier ocasión para meterse en los asuntos de otros pueblos y ampliar así su esfera de influencia, hasta someter poco a poco todos los países desde España hasta Mesopotamia y desde Britania hasta Egipto.

[3801] 5. Después de invocar a Dios, justo juez (cf. versículo 15). Es esta la mejor estrategia. Antes de tomar otras medidas el Macabeo se dirige a Dios, para que juzgue Él. Lo mismo hacía invariablemente David. ¡Cuántas veces el Rey Profeta invoca al justo Juez en los Salmos! Véase Salmo 7, 12; 49, 6; 67, 6; 74, 8, etc. La indignación del Macabeo es tanto más justa “contra los asesinos de sus hermanos”, cuanto mayor había sido su magnanimidad en 11, 15.

[3802] 8. Jamnia, vecina de Jope (Jafa). Véase I Macabeos 4, 15 y nota.

[3803] 10. Le atacaron los árabes; o sea, los nómadas. Como vemos, es cosa antigua la lucha que aún existe en Palestina, de los hijos de Ismael contra los de Isaac. Cf. Génesis 16, 15; 21, 2. San Pablo explica en Gal. 4, 22 ss. el misterioso significado de esta oposición.

[3804] 13. Casfín no es, como creen algunos, la ciudad de Hesebón en Transjordania, sino probablemente la localidad de Casbón, situada al este del lago de Genesaret o en Galaad. Cf. I Macabeos 5, 36.

[3805] 17. Los judíos tubianeos habitaban el país de Tob o Tubín (I Macabeos 5, 13) en la parte norte de Galaad (Transjordania). Caraca no era quizá un nombre propio, pues el griego habla del Carax (con artículo), que significa lugar fortificado.

[3806] 20 ss. El griego omite la cifra de seis mil. De todas maneras el versículo 22 muestra que fue un triunfo desproporcionado y milagroso como la derrota de Senaquerib. Véase 15, 22 ss.

[3807] 21. Carnión, sin duda idéntica con Carnaim (I Macabeos 5, 26).

[3808] 26. Contra Carnión: El griego agrega: y contra el templo de Atergatis: divinidad representada con cabeza de mujer y cuerpo de pez. Véase I Macabeos 5, 43.

[3809] 29 s. La ciudad de los escitas: Escitópolis, antiguamente Betsán, situada en el valle del Jordán al sur del lago de Genesaret. Seiscientos estadios son aproximadamente 110 km. Sobre esta distinción entre judíos y escitas véase 4, 47 y nota.

[3810] 35. De los de Bacenor: un jinete de la caballería judía mandada por Bacenor.

[3811] 37. En su lengua nativa: según el griego parece indicarse más bien la lengua de sus padres, o sea, no el arameo de entonces, sino el hebreo puro, anterior al cautiverio de Babilonia.

[3812] 40. Algunos objetos: amuletos, o ex-votos. Véase Éxodo 23, 24; Deuteronomio 7, 26. Conocieron todos evidentemente: He aquí otra luz que se nos da para entender los actos de Dios en casos análogos. Cf. 5, 17 y nota.

[3813] 43 ss. Doce mil: El texto griego dice: dos mil. Una dracma equivale a un peso. “Todo este pasaje es el testimonio más explícito de la existencia de un purgatorio para los que mueren en gracia de Dios, pero no tienen suficientemente pura el alma, y de la eficacia de los sacrificios y de las oraciones ofrecidas por su salvación” (Schuster-Holzammer). Es, además, un testimonio de la fe en la inmortalidad y la resurrección tantas veces expresada en este libro. Véase 7, 9; 7, 11; 7, 14; 7, 23. Cf. también 15, 14 y nota.

[3814] 45. Después de una vida piadosa: El griego dice: muertos con piedad. Se refiere precisamente a los soldados que habían cometido el pecado que señala el versículo 40, pero que morían en defensa de la fe de Israel. La muerte corporal les sirvió de castigo (cf. I Corintios 5, 5; 11, 30; I Pedro 3, 20; 4, 6; Sabiduría 12, 10).

[3815] 2. El año 149 corresponde al 164 a. C. El relato del primer libro (I Macabeos 6, 18 ss.) difiere en no pocos puntos, especialmente en las cifras. Fillion lo atribuye a los copistas. Otros comentadores ven la causa de las diferencias en el número cada día variable de aquel ejército compuesto de muchas naciones.

[3816] 3. Principado, es decir, el pontificado, que Menelao había comprado a Antíoco. Ese mismo impío Menelao sobornó a un asesino para que quitase la vida al Sumo Sacerdote Onías III. Véase 4, 23 ss.

[3817] 4. El texto griego indica el nombre de la ciudad en que Menelao fue ajusticiado: Berea. Rey de los reyes: Título que a veces se daban los reyes orientales (IV Reyes 18, 19; Ezequiel 25, 7) y que por primera vez se aplica, como en el Nuevo Testamento, a Dios y a Cristo (I Timoteo 6, 15; Apocalipsis 17, 14; 19, 16). Movió el corazón: Véase Proverbios 21, 1 y nota.

[3818] 8. Aprendemos aquí una vez más que el hombre suele ser víctima de aquello mismo con que peca, como lo expresa el refrán: “In quo quis peccat, in eo punietur.” Véase 9, 5; Sabiduría 11, 16, etc. Son cosas santas: Así también dice el Catecismo Romano: la Iglesia “se llama santa por estar consagrada y dedicada a Dios, porque de este modo también las demás cosas, aunque sean corporales, acostumbran llamarse santas después que ya se destinaron al culto divino. De esta suerte eran en la Ley Antigua los vasos (Números 31, 6), los vestidos (Éxodo 28, 2) y altares (cf. Mateo 23, 19); y aun los primogénitos que se dedicaban al altísimo Dios (Éxodo 34, 19) fueron llamados santos” (Catecismo Romano I, 10, 15).

[3819] 14. Confirma que la guerra de los Macabeos era guerra santa. Véase 7, 2 y nota.

[3820] 18 ss. Véase I Macabeos 6, 48-63.

[3821] 24. Los gerrenos: probablemente los habitantes de Gerar, al sur de Gaza. Cf. Génesis 26, 1.

[3822] 1. Acerca de este Demetrio, véase I Macabeos 7, 1 y nota. Trípoli, puerto situado en la costa siria, al sur de Antioquía.

[3823] 3 ss. Aprendamos en Alcimo, como en Judas Iscariote y en Caín (Génesis 4, 13) el efecto de la desesperación que viene de ignorar la misericordia sin límites, o rechazarla. El refinamiento de su maldad (versículo 4), sus calumnias y su odio envidioso lo han cegado, privándole de toda esperanza.

[3824] 6. Asideos (Hasidim): nombre de los judíos celosos de la Ley. Véase I Macabeos 2, 42 y nota. El nombre significa: los piadosos.

[3825] 12. Nicanor: Sobre este general, véase 8, 9 ss. Sin embargo, es posible que haya habido dos generales de ese nombre, como supone Crampón.

[3826] 15. Para conservarle eternamente: Esto es, las promesas hechas a David (II Reyes 7, 11) y antes a los Patriarcas (Salmo 104, 8 y nota) son recordadas por Israel en medio de tantas persecuciones (versículo 14).

[3827] 16. Desau: localidad desconocida. Tal vez idéntica con Adarsa o Adaza (I Macabeos 7, 40).

[3828] 25. Este rasgo de la vida personal del gran Macabeo se narra solamente en este lugar. Hasta entonces había vivido célibe, consagrándose únicamente a la lucha por la Ley y la libertad de su pueblo.

[3829] 31. Fue al... Templo; después de tener con él un encuentro en Cafarsalama. Véase I Macabeos 7, 31.

[3830] 33. Un templo al padre Baco: Baco era el dios del vino y de la alegría carnal. Su culto se había introducido en Jerusalén en tiempos de Antíoco Epífanes. Cf. 6, 7.

[3831] 35. Preciosa observación para librarnos de creer que Dios necesita del culto que le hacemos. Véase Salmo 15, 2 y nota.

[3832] 41 ss. Véase el caso de Eleazar (I Macabeos 6, 46 y nota). Scío trae a este respecto la clara opinión de Francisco de Vitoria, según el cual las notorias virtudes de Racías y el modo con que la Sagrada Escritura presenta toda esta acción muestran que él obró por impulso del Espíritu Santo, por lo cual queda justificado este hecho estupendo y memorable, aunque nadie piense que deba ser imitado. “La verdadera fortaleza es la del anciano Eleázaro, que por la misma causa sufrió la muerte a manos de los gentiles” (Nácar-Colunga). Obsérvese que Racías en el último trance expresa la fe en la inmortalidad (versículo 46), como lo hacía la madre macabea en 7, 22 s.

[3833] 1. En un día de sábado, esperando que Judas, por respetar escrupulosamente el descanso sabático, no le ofrecería resistencia. Véase I Macabeos 2, 31 ss.

[3834] 8 ss. Trajesen a la memoria, etc. Véase 8, 19 ss. donde se nos da otra lección semejante a este notable pasaje sobre el valor confortante de la palabra. La Ley y los Profetas (versículo 9): Este término se usa aquí por primera vez en la Sagrada Escritura para designar la Revelación escrita. Cf. Mateo 5, 17; 7, 12; 11, 13, etc.

[3835] 12. Cf. Éxodo 17, 11; Nehemías 8, 6.

[3836] 14. Vemos aquí señalada la eficacia de la intercesión de los Santos por los que aún somos viadores en la tierra. Véase 12, 43 y nota. Cf. el artículo de la comunión de los Santos que profesamos en el Símbolo Apostólico. Jeremías, orando por su pueblo después de su muerte, como lo había hecho en vida (Jeremías 18, 1 y 18, 20), es también figura de Jesucristo en su Sacerdocio eterno. Véase Eclesiástico 24, 14; Jeremías 11, 14; 13, 17; Ezequiel 14, 14; Levítico 9, 22 y notas. Jeremías es recordado también en 2, 1-8 y en Mateo 16, 14. Véase I Macabeos 14, 41 y nota.

[3837] 22. Véase 8, 19; 12, 20 ss.; I Macabeos 7, 41; IV Reyes 19, 35; Eclesiástico 48, 24; Isaías 37, 36.

[3838] 27. Llenos de gozo por la presencia de Dios: El griego usa por presencia la palabra epifanía que parece aludir a una aparición milagrosa vista por todo el ejército.

[3839] 37. Véase I Macabeos 7, 49. El día de Mardoqueo: la fiesta de Purim, instituida para celebrar la salvación de los judíos por Ester (Ester 9, 20 ss.). Como se sabe, el Libro I de los Macabeos llega más adelante en el relato histórico. Véase la nota final a dicho Libro (I Macabeos 16, 24), en la cual resumimos los sucesos de la historia de Israel que habrían de preceder al nacimiento de Cristo, y con Él a los Libros del Nuevo Testamento que siguen, a continuación del presente, como a la aurora el sol. El mes de Adar era el último del año y correspondía a la luna de febrero-marzo.

[3840] 1. Us, país situado probablemente en la Arabia Pétrea, al sur del mar Muerto, donde según se dice, existen aún hoy día las tribus a las cuales pertenecían los amigos de Job (temanitas, suhitas, naamatitas). Viviendo según la ley natural, sin conocer la Ley de Moisés, conservaba Job las tradiciones de los patriarcas y adoraba a Dios con sencillez de corazón. Job, el más poderoso entre los orientales, es una ilustración de Eclesiástico 31, 8-11, donde el Espíritu Santo alaba al hombre rico “que es hallado sin culpa y que no anda tras el oro”; que puede pecar y no peca, hacer mal y no lo hace; que mediante sus riquezas puede oprimir al pobre y no lo oprime, cometer injusticia y no la comete. Perfecto y recto: San Jerónimo vierte sencillo y recto, es decir, sin doblez, como un niño. En esto consiste el más cumplido elogio del alma que agrada a Dios. Cf. Juan 1, 47; Mateo 18, 3 s.; Lucas 11, 34; Santiago 4, 8, etc. Temeroso de Dios; Véase la nota en Génesis 22, 12, donde se ve que en esto se cifra la religión práctica, aplicada a la vida.

[3841] 3. Por orientales han de entenderse los árabes que vivían al este y sudeste de Palestina.

[3842] 5. Maldecido, literalmente: bendecido: locución antifrástica, por blasfemado. Este temor de Job es una lección para los padres que nunca creen a sus hijos capaces de obrar mal. Aun después de casados los hijos, los padres no pueden dejar de sentirse en cierto sentido, responsables por ellos.

[3843] 6. Los hijos de Dios: los ángeles. Cf. Salmo 88, 7 y nota. Satanás en hebreo quiere decir adversario, acusador, calumniador. Se le llama también diablo, del griego diábolos (calumniador). Los demás espíritus infernales se llaman demonios. Cf. 41, 24 y nota. La existencia de Satanás y su actividad es atestiguada por el mismo Jesucristo, el cual le da el nombre de “príncipe de este mundo” (Juan 12, 31; 14, 30; 16, 11); título que mejor que un libro entero nos explica su poder y nos da la clave para, comprender las vicisitudes del Reino de Dios en la tierra y la profecía de Cristo sobre la poca fe en el día de su Parusía (cf. Lucas 18, 8 y nota; I Pedro 5, 8). Sobre los métodos del diablo véase Génesis 3, 4 s. y nota.

[3844] 8. Mi siervo: Sobre el sentido de este título véase Números 12, 7 y nota.

[3845] 9. El diablo cumple aquí su oficio de calumniador, acusador de los hombres (Apocalipsis 12, 10), mentiroso y padre de la mentira (Juan 8, 44).

[3846] 12. Este permiso de Dios prueba que el diablo no es dueño de nada de este mundo si Dios no se lo da. Se ve pues, que mintió en lo que dijo a Jesús en Lucas 4, 6. Cuando Cristo le llama príncipe de este mundo (Juan 14, 30), no se refiere a la creación, sino al mundo de los mundanos (cf. Juan 7, 7; 14, 17, etc.).

[3847] 15. Los sabeos, según los cuneiformes, un pueblo nómada de la Arabia septentrional, que más tarde encontramos en el sur de la misma península. Hoy todavía hacen los nómadas semejantes incursiones en las comarcas vecinas.

[3848] 16. Fuego de Dios: el rayo. Cf. 12 y nota. “Con esta expresión parece incitarse a Job para que se vuelva contra Dios como causante de sus desgracias” (Vaccari).

[3849] 17. Los caldeos habitaban en la parte sur de Babilonia, o sea en el límite nordeste de Arabia.

[3850] 20. Rasgarse los vestidos y cortarse los cabellos era señal de duelo. Véase Génesis 37, 29; Levítico 10, 6; Isaías 15, 2; Jeremías 7, 29.

[3851] 21 s. Sublime escena, que recuerda la de Tobías 2, 10 ss., donde se cita el caso de Job Notemos también en Santiago 5, 11, la magnanimidad de Dios que se digna elogiarlo porque no pecó en la adversidad, así como en Eclesiástico 31, 8 ss. elogia al rico que no peca en la abundancia. Debemos someternos a la voluntad de Dios y darle gracias por todo, aun por las aflicciones. “No hay fe más grande y viva que la de quien cree que Dios dispone todo para nuestro bien espiritual, cuando parece que nos destruye y trastorna nuestros mejores planes, cuando permite que nos calumnien, cuando altera nuestra salud de un modo irremediable, o permite cosas aún más dolorosas” (Garrigou-Lagrange, Providencia y Confianza en Dios, IV, 2).

[3852] 2 s. Acabo de dar una vuelta por la tierra: Es propio del salteador por excelencia andar girando en busca de presa (I Pedro 5, 8). Cf. 1, 7. Dios le dice: ¿Has reparado en mi siervo Job?, pues no hay ninguno como él en la tierra. El mismo Dios reconoce la virtud extraordinaria de Job, quien en otro tiempo fue señor rico y padre más rico aún, y ahora está despojado y desnudo. Y como en todos esos acontecimientos que le habían sucedido, no había pecado ni hablado palabra necia, se regocija el Señor con la victoria de su siervo y la toma, como dice San Jerónimo, como propio triunfo (A Juliano, II).

[3853] 4. Piel por piel, dice el gran salteador que conoce las timideces del hombre. San Antonio, el Doctor Evangélico, aplica esta escena a la vida espiritual, que es una lucha perpetua, diciendo: “Mortales como sois, mortificad la piel del cuerpo, para que en la resurrección final la recibáis glorificada” (Sermón de Natividad).

[3854] 5. Te maldice: También aquí, como en 1, 5 dice el hebreo bendecir, en vez de maldecir. Es este, más que un problema filológico, un fenómeno espiritual, que como se ve en Judas versículo 9, significa reconocer el absoluto dominio de Dios, que es el único a quien compete el poder de maldecir. De ahí que hasta San Miguel no se atreva a maldecir a Satanás y le diga solamente: “Reprímale Dios” (ibíd.). Cf. versículo 9; III Reyes 21, 10; Salmo 9B, 3 y nota.

[3855] 7. Ulcera maligna: según la versión griega, la lepra.

[3856] 8. Sobre ceniza. San Jerónimo vierte: sobre un estercolero. Los estercoleros se hallaban fuera de los sitios habitados; servían de paradero para los expulsados de sus habitaciones (Isaías 47, 1). Las basuras se quemaban y ellos se abrigaban sobre la ceniza caliente. Aquí la expulsión se debe al hecho de que la enfermedad de Job era contagiosa.

[3857] 9. Maldice: Cf. versículo 5. Admiremos, como una figura de Cristo, el abismo de paciencia de Job para no airarse contra semejante mujer. Véase Tobías 2, 22.

[3858] 10. Mujer necia: La necedad equivale, según la Biblia, a la impiedad. Véase los libros de los Proverbios y de la Sabiduría. Tal es el sentido de “fatuo” en Mateo 5, 22. Nótese que la perfecta resignación de Job no le impedirá desahogarse en humildes quejas como veremos en 7, 11 y ss. Los mismos Salmos (cf. el 21, el 34, el 68, etc.), expresan las quejas de Jesús doliente pero siempre confiado en el Padre. En esto está todo. Dios es quien envía las aflicciones. Él, que todo lo dispuso, ha destinado desde la eternidad una cruz a los que le aman; ha decidido despojarnos del hombre viejo y revestirnos del nuevo por medio de la gracia y mantenernos en ella por medio de la paciencia en las tribulaciones. ¿Quién, sabiendo esto, se atreverá a huir de los padecimientos y mirarlos con horror, ya que nos están destinados como una gracia por la infinita bondad de Dios?

[3859] 11. ¡Consolarlo! Ya veremos que hacen todo lo contrario. Es para mostrarnos que nada hemos de esperar del mundo. Los LXX dicen que eran tres reyes, es decir, jefes de tribus, lo mismo que Job.

[3860] 13. Los árabes aún hoy, al visitar al enfermo pariente y amigo, suelen mirarlo sin pronunciar palabra. Solo interrogados por él contestan. Aquí termina el prólogo y empieza el poema propiamente dicho.

[3861] 1 ss. La maldición del día de su nacimiento y otras maldiciones que profiere Job en el curso de la narración, han de entenderse como expresión de la magnitud de su dolor y no como rebeldía, puesto que Dios nos lo presenta como gran ejemplo de paciencia. Cf. 2, 10 y nota. Escuchemos la explicación de Fray Luis de León: “Muchos se trabajan en dorar estas maldiciones de Job y en excusarlas de culpa. Y porque les parece que maldecir uno su nacimiento, en la manera que aquí Job le maldice, es señal de ánimo impaciente y desesperado, hacen fuerza a lo que dice, y lo tuercen por diferentes maneras, y a mi parecer sin razón. Persuádome yo que los que de estas palabras se asombran y les buscan salida, nunca hicieron experiencia de lo que la adversidad se siente ni de lo que duele el trabajo, que, si la hubieran hecho, ella misma les enseñara que no se encuentra (no choca) con la paciencia que el puesto en desventura y herido sienta lo que le duele, y publique lo que siente con palabras y señas. Ni menos es ajeno del buen sufrimiento, que desee el que padece, o no haber venido el mal que tiene, o salir de él presto y en breve, que es todo lo que Job hace y dice en este lugar… Cristo, ejemplo de perfecta paciencia, aunque en los males que padeció, calló siempre, en lo último de ellos al fin se queja, y con voz dolorosa y grande, vuelto a su Padre, le dice: «¡Dios mío. Dios mío! ¿por qué me desamparaste?» En que mostró que no era impaciencia el quejarse, y que era de hombres, como Él verdaderamente lo era, el sentir el dolor y el querellare cada uno de lo que le duele” (Exposición del Libro de Job).

[3862] 8. Job se sirve de expresiones populares. Los que maldicen los días son ciertos agoreros, especialistas en maldecir y capaces de despertar a Leviatán, es decir, al dragón que, según la creencia popular, vive en el mar, o al dragón celeste que según la mitología oriental intenta devorar el sol y la luna. Véase 40, 20 ss.

[3863] 12. El padre reconocía el niño como suyo recibiéndolo en las rodillas (Génesis 30, 3; Salmo 21, 11).

[3864] 13. Reposaría: Job da como indiscutible la inmortalidad del alma. Más adelante expondrá el dogma de la resurrección (cf. 14, 12 ss.; 19, 25 ss.; Salmo 26, 13).

[3865] 14 s. Mausoleos; Vulgata: soledades. El texto “parece aludir a los mausoleos, pirámides, etc., que aislados del osario común y aun en sitios apartados se erigen los grandes personajes; monumentos, por otra parte, quizás ya por entonces expoliados (tal significa el vocablo etimológicamente)” (Bover-Cantera).

[3866] 17. Cesan, etc.: Los impíos no ejercerán más sus violencias. Ver en Salmo 30, 21 ss. cómo la muerte nos libra de la malicia de los hombres.

[3867] 24. En vez de comer me alimento con suspiros: Otros traducen: antes de comer. El sentido es: los gemidos son mi pan.

[3868] 25 s. Lo que temía: Según otros, no se referiría al pasado, sino al presente. Muchos repiten con Job la misma queja. La vida temporal está llena de aflicciones y pasa entre agitaciones y trabajos penosos. “¿Quién es el que no se halla martirizado por los dolores, atormentado de cuidados, y poseído de temores? Lloramos y reímos; la tristeza acompaña a la alegría; tenemos hambre y nos saciamos; pero, apenas saciados, el hambre nos asedia nuevamente. La sed agota nuestras fuerzas, el calor abate, el frío hiela. Suspiros, lágrimas, sollozos de todas partes; miserias universales, variadas infinitamente y sin número. El rico tiene sus aflicciones, y a menudo muy grandes: el pobre no cesa de tenerlas; los pequeños están expuestos a su influencia, y los grandes no se hallan exentos de ellas” (San Gregorio, Moralia).

[3869] 1. Se abre la discusión de los tres amigos con Job que se cierra con el capítulo 31. Fillion los caracteriza de la siguiente manera: “Elifaz es el más digno, el más moderado y más reflexivo de los tres; habla con la autoridad y clarividencia de un profeta que ha recibido sus mensajes del cielo. Él da el tono al comienzo de cada una de las fases de la discusión. Baldad es representante de los sabios de la antigüedad; ha observado los acontecimientos de la vida, conoce los proverbios de los antiguos y se apoya sobre las lecciones del pasado; más su argumentación y su lenguaje son menos ricos que los de Elifaz, a la par que son menos simpáticos para Job. Sofar es fogoso, sin moderación, inclinado a invectivas y giros ofensivos, que para él tienen la fuerza de pruebas. Él será el primero en ser reducido a callarse.”

[3870] 5 ss. Meditemos, para no imitarla nunca, la falta de caridad de este amigo. Pretendía consolar a Job (2, 11) y no hace sino aumentar su dolor y quitarle el único consuelo que lo sostenía, o sea, la paz de la conciencia, que se sentía amiga de Dios. Esta dureza con el prójimo, so pretexto de virtud, es la característica del fariseísmo. Cf. Eclesiástico 18, 15 ss.; Lucas 6, 31; Mateo 23, 4 y 13. Elifaz quiere probar que no es el justo quien perece sino el impío. Tal es, sin duda, la regla (Salmos 1 y 36, etc.), pero a veces aparece lo contrario (cf. Salmo 72), y solo Dios sabe el secreto mientras llega la hora de la justicia. También Job, al final, tuvo grandísima prosperidad, aun en esta vida (cf. Salmo 33, 20).

[3871] 10. El león es imagen del malhechor que será exterminado por Dios.

[3872] 17. Más puro que su Hacedor. Claro está que nadie puede justificarse por sí mismo ante Dios (Salmo 142, 2). Pero Job no pretende tal cosa, como el mismo lo dice en 9, 2. Sobre este problema de la justificación véase también 25, 4; III Reyes 8, 46 y notas.

[3873] 18. Sus mismos ministros: los ángeles. Cf. 15, 15; Salmo 102, 20; II Pedro 2, 4; Judas 6.

[3874] 21. Se les corta el hilo de su vida: La imagen es tomada de la tienda de campaña. Cortar las cuerdas que sujetan la tienda al suelo equivale a destruirla. Cf. II Pedro 1, 14, donde el Príncipe de los Apóstoles usa esta imagen, haciendo alusión a su muerte. Sin sabiduría, porque pusieron su confianza en lo perecedero y no en el único bien, que es Dios.

[3875] 1. Los santos: los ángeles.

[3876] 2. Vemos aquí el espíritu altanero de Elifaz. ¿Por qué le dice esto a Job, que no es iracundo ni envidioso?

[3877] 3. Cf. Salmo 36, 35 s.; Jeremías 12, 2 s. Maldije su morada: Vulgata: maldije su belleza; el griego: fue consumida su morada.

[3878] 4. En la puerta, porque en la puerta de la ciudad se reunía el tribunal. Por sentencia de jueces serán condenados sus hijos sin encontrar defensor alguno.

[3879] 6 ss. Quiere decir: El dolor no es producto de la naturaleza, sino que brota de la actitud del hombre, el cual es por consiguiente la causa de sus padecimientos. Job contestará luego a esta tesis, que es falsa, porque nuestra naturaleza sumamente decaída por el pecado original, quedó entonces sujeta a los trabajos, a los dolores y a la muerte (cf. Génesis 3, 16-19).

[3880] 7. Nuestra versión de este versículo coincide con la Vulgata. Bover-Cantera vierte: es el hombre quien engendra la desgracia, como los hijos del relámpago levantan su vuelo; Nácar-Colunga: del hombre es de quien viene (el infortunio) como del fuego vuelan los chispazos.

[3881] 8. Acudiría a Dios: Consejo ocioso, pues Job ora constantemente. Todas las lecciones del Oficio de Difuntos están tomadas de la sublime oración de Job.

[3882] 9 ss. Todo este discurso parece contener muchas verdades porque coincide con otros pasajes de la Escritura (cf. I Corintios 3, 19). Pero no ha de tomarse como doctrina de Dios, porque su intención no es recta, y el Señor lo condena al final, como también a los otros dos amigos de Job (cf. 42, 7 ss.). Como se ve, abundan en la dialéctica de Elifaz argumentos que tomados por si solos son exactos, pero aplicados a Job resultan como una bofetada en la cara de un inocente.

[3883] 13. Cf. Salmo 93, 11 y nota.

[3884] 19. Locución proverbial. El número siete significa la plenitud.

[3885] 23. “Las interpretaciones dadas al pasaje son múltiples. Dhorme explica que tener pacto o alianza con las piedras del campo es estar asegurado de que ellas no invadirán el terreno para impedirle produzca” (Bover-Cantera).

[3886] 1. Las palabras de Elifaz no han logrado calmar a Job, al contrario, lo dejan perturbado más que antes. “De ahí que reaccionara con acerbo vigor, sosteniendo tener razón en quejarse, afirmando su inocencia y vituperando a sus amigos por la falta de compasión. Esta es la idea principal de este discurso que expresa también una penosa sorpresa: en vez de consolarme habéis agravado mi dolor; habéis frustrado mi esperanza” (Fillion).

[3887] 5 ss. Job quiere decir: si estuviese bien, no me quejaría. Nadie aborrece a su propia carne, dice San Pablo. Por donde vemos que el dolor no es virtud en sí mismo, como tal vez lo crean los faquires o los estoicos. Lo que da valor a la Pasión de Cristo es la amorosa obediencia con que sufrió. Véase Lucas 22, 42; Filipenses 2, 8-9.

[3888] 10. El Santo: Dios. El consuelo de Job consiste en no haberse opuesto nunca a la voluntad divina. Véase 4, 5 y nota. La Vulgata traduce: Y sería este mi consuelo, que afligiéndome con dolor no me perdonaría, ni yo me opondría a las palabras del Santo.

[3889] 11 ss. Bellísima confesión, propia de la verdadera humildad e infancia espiritual (ver 7, 11-12). Todos los grandes amigos de Dios han tenido este espíritu, de una manera muy especial el santo rey David. Nótese el fuerte contraste con el audaz estoicismo que Dios confunde (Marcos 14, 29-30). Cf Salmo 68 y notas.

[3890] 15 ss. Llama a sus amigos hermanos y les aplica la impresionante figura del torrente que cuando se derrite la nieve pasa con gran brío, pero luego se seca y no riega el país en el verano, que es cuando hace falta. De la misma manera carecen de consuelo las palabras presuntuosas de los amigos.

[3891] 19. Elifaz era oriundo de Temá o Temán (véase 2, 11 y nota). Sabá, región de Arabia.

[3892] 20 s. Se refiere a las caravanas que esperan hallar agua en el torrente y quedan frustradas. Así los amigos le fallan en la hora del dolor.

[3893] 26. El sentido es: ¿Queréis censurar las palabras escapadas en la desesperación, y las que lleva el viento? Cf. 7, 16 y nota.

[3894] 27. Quiere decir: Os arrojáis sobre un huérfano, como los acreedores que se apoderan del hijo de su deudor.

[3895] 1 s. Milicia: La idea no es la de guerra, sino la del trabajo por un tiempo, y durante el cual suspiramos por el reposo (Crampón). “Pero el Señor otorga la gracia a sus fieles siervos, y lo que es aún más, como dice San Pablo (Romanos 8, 28): «El hace que todo contribuya al bien de los que le aman» hasta el fin; todo: la gracia, las cualidades naturales, las contradicciones, las enfermedades, hasta el pecado, dice San Agustín, el pecado que Él permite en la vida de sus siervos, como permitió la negación de Pedro, para que se afiancen en la humildad y en el amor más acendrado” (Garrigou-Lagrange, Proverbios y Conf., III, 3). Cf. I Pedro, 1, 6; 5, 10.

[3896] 5. Cf. 17, 14 y nota.

[3897] 6. Cf. 9, 25; 16, 23; 17, 11; Salmos 89, 4; 102, 12; Isaías 38, 12; 40, 6.

[3898] 7 ss. Vuelve aquí a orar, con la debilidad de un niño que se queja. Este espíritu agrada al Padre Celestial, como lo vemos en los Salmos. Lo que Él aborrece es la soberbia que blasfema, o la soberbia que quiere ser fuerte confiando en sí misma. Véase versículo 21.

[3899] 11. No tendré ya escrúpulo en lamentarme. Admiremos en esto la blandura de Dios.

[3900] 12. Igual pequeñez que en 6, 12.

[3901] 16. Job desiste de desear la muerte violenta (versículo 15), pues de todos modos no vivirá ya mucho porque la vida se le escapa de entre las manos. La desesperación es todo lo contrario al espíritu de Job, el cual llega al colmo del dolor y lo dice, pero mantiene siempre la confianza en que Dios se dejará aplacar, y no pone límite a su esperanza, como vemos en 13, 15 s.

[3902] 17. ¿Qué es el hombre para que tanto le estimes? Es lo que debemos preguntarnos, con el santo Job, todos los días, siempre que nos compenetramos de la grandeza de Dios y de su magnificencia y la comparamos con nuestra miseria, nuestra pequeñez, nuestra flaqueza, nuestra mezquindad. “Sobrepasa la medida de nuestra comprensión el que Dios se ocupe de cada uno de nosotros, y sin embargo lo hemos experimentado mil veces en nuestra vida. Dios se comporta con sus creaturas como si toda su solicitud se concentrara sobre ellas, y particularmente sobre el hombre, y como si pensara únicamente en la felicidad de este mismo, cuidándolo y guiándolo; facilitándole todo lo que necesita; poniendo en su camino cuanto podría serle útil; colmándole de alegrías y consuelos y prodigándose para hacerle entender Su amor, como si cada alma fuese el único y exclusivo objeto de su divina providencia” (Elpis).

[3903] 20. Guardador de los hombres: He aquí uno de los más hermosos nombres de Dios, un fino atributo de su paternidad. ¡Y lo formula el hombre más atribulado del mundo, que ya no tiene esperanza de vivir! Admiremos también en esto la inquebrantable fe de Job. San Gregorio ve aquí expresada la fe en el Salvador esperado.

[3904] 21. Los versículos 16-21 se emplean en la Liturgia en el Oficio de Difuntos. Este final contiene una sublime doctrina sobre la gracia, pues es como si dijera: ¿Si acaso he pecado, qué otra forma hay de limpiarme, sino tu perdón? ¿Acaso sería yo capaz de purificarme a mí mismo? Cf. 14, 4; Salmo 50, 9; Juan 13, 8, etc.

[3905] 1. El discurso de Baldad toma, y con mayor dureza, el mismo punto de partida que Elifaz: la culpabilidad de Job. Sobre suhita véase 2, 11.

[3906] 3. Baldad no puede concebir la misericordia de Dios, y la mira como si fuera contraria a su justicia. Jesús condena este espíritu en el hermano del hijo pródigo (Lucas 15, 25 ss.) y en los obreros de la primera hora (Mateo 20, 13 ss.). Dios, dice Santo Tomás, no obra nunca contra la justicia, pero sí más allá de la justicia. Nunca da de menos, pero si da de más (Salmo 77, 37 y nota). En Denz. 1014 puede verse cómo, según el Papa San Pío V, el premio es siempre superior a nuestros méritos.

[3907] 5 s. Pretende Baldad de nuevo que Job tiene que convertirse. Sobre esta base falsa y desprovista de caridad, prosigue todo su discurso. Cf. 4, 7 ss. y nota.

[3908] 14. Texto inseguro. Vulgata: A él mismo no le contentará ya su estolidez; Nácar-Colunga: se apoya en una casa que se arruina; Champon: su confianza será quebrantada.

[3909] 22. Cf. Salmos 34, 26; 108, 29.

[3910] 2. En su respuesta, el piadoso paciente se refiere a la justicia, majestad y sabiduría de Dios, ante quien nadie puede afirmar ser justo. Cf. 4, 17 y nota; Salmos 129, 3; 142, 2, etc.

[3911] 7. Encierra las estrellas, es decir, hace que no luzcan, las entenebrece. Alusión al eclipse del sol.

[3912] 9. Las constelaciones del cielo austral; literalmente, las cámaras o habitaciones del sur. Cf. 38, 31.

[3913] 13. Los auxiliares de Rahab: Alude en forma poética a un monstruo. San Jerónimo vierte: los que llevan sobre si el orbe. El sentido etimológico del vocablo Rahab es irritado, agitado. De ahí que se lo traduzca a veces por soberbio. Significa también a Egipto. Cf. 26, 12; Isaías 30, 7.

[3914] 15. Altísimo concepto de un alma religiosa: aunque creyera estar en lo justo, jamás me pondría frente a Dios de potencia a potencia. Es la espiritualidad del Salmo 50.

[3915] 20. Véase I Corintios 4, 4. El sentido es que, ya sea por la fuerza, ya por la razón, nadie puede medirse con Dios (Vaccari). Quiere decir que si Él fuera malo o cruel, de nada valdrían nuestras justificaciones. Se deduce, pues, la más consoladora doctrina de la entrega, total y confiada, en las manos paternales y amorosas de Dios.

[3916] 23. Él se ríe: Vulgata: No se ría: “En todo el libro, dice San Jerónimo, no hay palabra más audaz que esta.” Vemos aquí señalado, con la viveza propia de la discusión, un hecho que se presenta simplemente a nuestra vista, en las guerras, terremotos, etc., donde todos parecen caer por igual, como dice el versículo 22. Es este un secreto de Dios (cf. Lucas 13, 1-5). Pero la fe inconmovible que hemos de tener en la misericordia y el amor de Dios que nos ha dado su Hijo, nos dice que nada se hace que no sea para nuestro mayor bien, ya temporal, ya eterno, como lo vemos en el mismo Job. Cf. Sabiduría 3, 1 ss.; 4, 7 ss.; Hebreos 12.

[3917] 31. Fango: Vulgata: inmundicias: Es siempre el concepto de la nada del hombre, que no puede defenderse ante Dios sin atenerse a su misericordia.

[3918] 32. Él no es un hombre como yo: Véase Isaías 45, 9; Jeremías 49, 19; Romanos 9, 20.

[3919] 33. Profundo pensamiento: entre Dios y nosotros no puede haber pleito que se entregue al fallo de un tercero; el arreglo tiene que ser directo. Pero hoy tenemos un Abogado y Mediador que defiende nuestra causa ante el Padre: Cristo Jesús. Cf. I Juan 2, 1 s.; Hebreos 7, 25.

[3920] 34. Su vara: la fuerza de su brazo que me anonada y me impide esa libertad de espíritu que es necesaria para la oración.

[3921] 1. Todo este capítulo ha sido incorporado al Oficio de Difuntos para dar expresión al completo abandono de las ánimas del Purgatorio. Cf. 5, 8 y nota.

[3922] 4 ss. Expresa el supremo argumento de nuestra impotencia que, frente al Infinito, no puede sino entregarse a su bondad. ¿Qué otra cosa podríamos decirle? He aquí el verdadero sentimiento de un cristiano en la hora de la muerte: abandonarse con filial confianza en los brazos paternales de Dios, diciéndole, como Jesús: ¡En tus manos encomiendo mi espíritu!

[3923] 7. Es tal vez el pasaje más elevado y escondido de este maravilloso libro, pues parece que Job faltara a la doctrina que nos enseña a reconocernos pecadores (cf. I Juan 1, 8 ss.; Lucas 13, 5). Pero en el caso de Job es Dios mismo quien nos ha dicho desde el principio (1, 1) que Job era justo y sin pecado. De ahí que los amigos de Job parezcan a veces tener razón contra él, según las reglas generales, sin comprender que se trata de una misteriosa excepción. Cf. versículo 12 y nota.

[3924] 10 s. Sobre este estado embrionario del hombre y la asombrosa dignación con que Dios se ocupa de nosotros, cf. 7, 17; Salmo 138, 13 y notas.

[3925] 12. Ha conservado mi vida: El sentido es: ha guardado mi alma del pecado. He aquí la explicación de lo que parecía orgullo en el versículo 7. Job no niega su inocencia, sino que reconoce que esta es obra de la gratuita misericordia de Dios, a quien por tanto corresponde todo el mérito y la gloria. Es el mismo espíritu del Magníficat, en que María conoce bien su propia nada, y al mismo tiempo reconoce que Dios ha hecho en ella grandes cosas.

[3926] 13. Vulgata: Aunque encubras en tu corazón, estas cosas, sin embargo sé que de todas tienes memoria. Según la Vulgata el sentido sería: Aunque pareces olvidar tus antiguos favores, sé que eres bueno (Fillion). Según el hebreo, estas palabras parecen en Job un colmo de audacia. Pero vemos cómo todo conduce a un mayor triunfo final de la Providencia.

[3927] 21 s. Describe la condición de la vida de ultratumba, sin distinción de buenos y malos (Santo Tomás). Es frecuente en el Antiguo Testamento esta alusión al “scheol”, lugar subterráneo a veces traducido por infierno (como en el Credo: “descendió a los infiernos”), y a donde van los buenos (Salmo 15, 10; I Pedro 3, 18 ss.) y también los malos (Números 16, 33; Salmo 54, 16). Cf. 14, 13; 19, 25; 26, 5 s.; I Reyes 2, 6; Salmos 48, 15 s.; 87, 13; Eclesiastés 6, 4; 9, 5, etc. El nuevo Testamento completa esta doctrina.

[3928] 1. Sofar sostiene la misma tesis que sus dos amigos Elifaz y Baldad, más los supera en reproches injustos. Sobre naamatita véase 2, 11.

[3929] 2 ss. Le atribuye mala fe. Quizá todos pensaríamos lo mismo si Dios no nos mostrase, precisamente en este libro, ese misterio de las almas, que solo Él conoce. De ahí el consejo de no juzgar la conducta del prójimo (Mateo 7, 1-5), lo cual no debe confundirse con el juicio respecto de las doctrinas, que debe hacerse a la luz de Dios (I Juan 4, 1 ss.; I Tesalonicenses 5, 21) para poder guardarse de los falsos profetas (Mateo 7, 15 ss.; II Timoteo 3, 5; Santiago 3, 12; Hechos de los Apóstoles 17, 11; Juan 5, 39, etc.).

[3930] 4 ss. Todo esto parece buenísima doctrina, pero Sofar no comprende que no es este el caso de Job, y no obra movido por la caridad (cf. 10, 7 y nota). Cierto es que Dios está muy alto, pero Él se da a conocer a los rectos que reciben su Espíritu (I Corintios 2, 10 ss.; II Corintios 4, 6; Lucas 10, 21, etc.).

[3931] 8. Scheol: Véase 10, 21 s.; 19, 25 s. y nota.

[3932] 12. El sentido es oscuro. Puede significar: El hombre vano llega a ser sensato, cuando el pollino del asno montés se hace razonable, es decir, nunca. Otra versión: Hasta el loco comprendería (ante estas razones) y el pollino del asno montes se haría razonable (Crampón).

[3933] 17. Así sucedió luego a Job (cf. cap. 42), pero no por las razones que cree Sofar.

[3934] 18. Job nunca perdió la esperanza (cf. 13, 15), pero la cifraba en la misericordia de Dios y no en sus propios méritos (7, 7 ss.; 9, 15 ss. y notas).

[3935] 2. Sois hombres: Job habla en sentido irónico, como si dijera: ¿Vosotros sois acaso los únicos hombres capaces de pensar y hablar? “Se burla disimuladamente de Sofar, que comenzando muy hinchado y prometiendo de sí mucho, en cuanto habló nunca supo hablar a propósito” (Fray Luis de León).

[3936] 3. ¿Quién ignora esas generalidades? Pero aquí hay un misterio de Dios. Cf. 10, 7 y nota.

[3937] 4. Hay muchas versiones diversas. Parece que Job atribuye a sus amigos (4, 6; 5, 1) burlas semejantes a las que recibió Jesús de sus enemigos a causa del abandono por parte del Padre (cf. Salmo 21, 9; Mateo 27, 43). San Próspero explica esta conducta de los malos hacia los buenos: Todos los que quieren vivir con piedad en Jesucristo, dice, deben disponerse a sufrir oprobios y burlas de parte de los impíos, a ser despreciados como insensatos que pierden los bienes presentes y no aspiran ni se aficionan más que a los futuros. Dios lo permite para aumentar el brillo de la corona de los buenos. Este desprecio, esta burla, redundará en perjuicio de los malos, cuando su abundancia se convierta en escasez y su ciego orgullo en confusión. (In Sent. et Epigram. c. 32).

[3938] 5. ¡Ignominia al que sufre! etc.: Texto dudoso y muy discutido. Vulgata: Es antorcha despreciada en el concepto de los ricos, prevenida para el tiempo establecido. Bover-Cantera: Un hachón despreciable, a juicio del dichoso, adecuado para los de vacilante pie. Vemos aquí el criterio del mundo, diametralmente opuesto a las bienaventuranzas de Jesús (cf. Mateo 5).

[3939] 6. No siempre la prosperidad es fruto de la virtud, y las pruebas no siempre provienen de la culpa. Es el misterio de que tratan los Salmos 36, 48, 72, etc. Dios permite muchas veces que los logreros y ladrones prosperen, “porque tiene reservado su castigo para la otra vida… Dios suele premiar con bienes temporales algunas obras buenas que a veces hacen los malos, y castigar con aflicciones y penas de esta vida las culpas o defectos en que incurren los que le sirven” (Páramo).

[3940] 7 ss. Este cuadro de la grandeza de Dios no nos da más que una débil idea de Dios. Cuanto más nos aplicamos a conocerlo, más abismos de perfección descubrimos en Él. Por esto dice San Gregorio Nacianceno que cuanto más se trata de conocer a Dios, más se sustrae Él a las investigaciones, huyendo de tal manera en el mismo momento en que creemos alcanzarle, que levanta hasta los cielos a los que le buscan con amor (In Job). También la naturaleza hace las veces de una Biblia que nos da el conocimiento natural de Dios, así como las palabras con que Él se revela, nos dan el conocimiento sobrenatural de Él. Cf. Romanos 1, 20; Denz. 2.145; Juan 1, 18; 3, 32; 6, 46. Cf. también el discurso final de Dios en Job 38 ss.

[3941] 11 ss. Mejor sabe el cuerpo discernir el sabor que el alma descubrir la sabiduría de Dios distinguiendo las palabras divinas de las mundanas. Job ensalza la providencia del Creador, para demostrar que Él no puede hacer injusticia al hombre. El piadoso paciente vislumbra la solución del problema del dolor, más todavía no logra encontrarla.

[3942] 12. Esta es la regla. El versículo 20 nos muestra que Dios la altera cuando quiere. Cf. Salmo 118, 100; Sabiduría 4, 8; Proverbios 9, 4; Lucas 10, 21, etc.

[3943] 14. El primer hemistiquio es aplicado contra los enemigos de Israel en Malaquías 1, 4. Cf. Salmo 126, 1. El segundo es uno de los atributos con que se presenta Jesús en Apocalipsis 3, 7. Cf. Isaías 22, 22.

[3944] 15. Sobre este permanente milagro de las aguas véase Salmo 103, 9 y nota.

[3945] 18. La faja era distintivo de los reyes y magnates.

[3946] 19 ss. Es la misma doctrina que nos da la Virgen María para descubrirnos el Corazón de Dios. Cf. Lucas 1, 51 ss.; Salmo 112, 7 ss. y nota.

[3947] 22. Jesús lo demuestra en Mateo 10, 27 y Lucas 12, 3.

[3948] 24. Muy pocas veces recordamos que también el corazón de los príncipes es manejado por Dios, según sus designios (cf. Proverbios 21, 1; Ester l5, 11; Nehemías 2, 8; Jeremías 25, 9). Vana es toda filosofía de la historia, que no se funda en esta verdad.

[3949] 25. He aquí las señales de la reprobación, consecuencia del endurecimiento, que a su vez es, como dice San Agustín, la fuerza del desgraciado hábito del mal, que agobia el alma y no le permite resucitar ni respirar.

[3950] 4. Médicos inútiles todos. Vulgata: secuaces de perversos dogmas. Job rechaza como mentira la afirmación de que las tribulaciones solamente pueden ser castigo del pecado. La sabiduría de Dios no necesita mentiras para su justificación. Cf. versículo 7.

[3951] 5. Notable enseñanza sobre la virtud del silencio, que aun a los tontos sirve de sabiduría. Cf. Proverbios 17, 28.

[3952] 7. Argumento de extraordinario vigor para librarnos de un celo indiscreto o de una apologética demasiado humana. Es el que empleó San Agustín en su célebre discusión con San Jerónimo sobre la actitud de San Pablo en Gálatas 2, 14.

[3953] 8. Otra admirable lección para el que pretenda servir a Dios sin quitar de en medio la propia suficiencia (Lucas 9, 23) y creyendo hacerle un favor como el fariseo del Templo (Lucas 18, 11). Cf. Denz. 193.

[3954] 10. El sentido es: Sois parciales y prevenidos contra mí, pretendiendo erigiros en jueces entre Dios y yo, empeñándoos en crear entre ambos un conflicto que no existe, pues yo estoy enteramente sumiso a su santa voluntad y confiado en su misericordia.

[3955] 13. Callaos. Se ve que los amigos quieren interrumpirlo para defenderse.

[3956] 14. Tomaré mi carne entre mis dientes: expresión metafórica; significa: expondré mi vida a la muerte. Lo mismo quiere decir: poner el alma en las manos (cf. Jueces 12, 3; I Reyes 19, 5), o sea, hablar con sinceridad absoluta, jugarse el todo por el todo, suceda lo que suceda.

[3957] 15. Maravilloso remedio contra el escrúpulo y la falsa humildad. Job sabe que su corazón no le redarguye (cf. I Juan 3, 21) porque todo lo espera de la gratuita misericordia sin alegar mérito alguno por su parte. Así es la fe de Abrahán (Romanos 4, 17 ss.) y la de David (Salmo 50 y notas). Por eso agrega con seguridad (versículo 16) que Dios será su salvador. Cf. 4, 17 y nota. “No fue baldía esta palabra de Job, dice Santa Teresita… Confieso que he tardado mucho tiempo en radicarme en este grado de abandono; ahora estoy asentada en él; el Señor paternalmente me ha recibido en sus brazos.” (Historia de un alma, XII.)

[3958] 1. Corto tiempo: Sin embargo, ese corto tiempo es una pequeña imitación de la eternidad (San Agustín, In Psalmo IX), y la eternidad es siempre la misma, dice Bossuet. Lo que el tiempo no puede remedar por su constancia, trata de imitarlo por la sucesión. Si nos quita un instante, nos da sutilmente otro parecido que nos impide echar de menos el que acabamos de perder. Así es como el tiempo nos engaña, ocultándonos su rapidez. De ahí que el Apóstol nos advierta: “Rescatad el tiempo.” (Ef. 5, 16.)

[3959] 4 ss. El Papa San León Magno vierte de manera sintética, combinando ambos versículos: Ninguno es limpio de mancha, ni siquiera un niño cuya vida sobre la tierra sea de un solo día. Lo mismo hace San Clemente Romano (I ad Corintium 17). Es la gran doctrina de la naturaleza caída y la necesidad absoluta de la Redención y de la gracia para nuestro libre albedrío “disminuido y deteriorado” (Denz. 199). “La naturaleza humana, aun cuando se mantuviese con aquella integridad en que fue creada, de ningún modo se salvaría por si misma sin la ayuda de su Creador” (Denz. 192). Cf. 7, 21; 25, 4; Salmo 142, 2 y notas.

[3960] 6. Los versículos 1-6 se leen como lección en el Oficio de Difuntos.

[3961] 12. En el Antiguo Testamento todavía no aparecen revelados todos los misterios (Ef. 3, 8 ss.) acerca de la resurrección y el triunfo sobre la muerte, el cual fue fruto de la Redención de Cristo (Romanos 5, 17; I Corintios 15, 22 ss.). La muerte era un estado sin consuelo (10, 21 y nota) y solamente algunos pocos iluminados conocían proféticamente la esperanza de una nueva vida. Job fue uno de estos, como se ve a continuación.

[3962] 13. Los versículos 13-16 se leen en el Oficio de Difuntos. En ellos se vislumbra la esperanza de la resurrección, que aparecerá clara en 19, 25 s. Cf. 3, 13. Scheol: Cf. 10, 21 y nota. Los traductores han vertido esta palabra con distintos criterios, y entienden a veces sepulcro, a veces infierno (o abismo o tártaro, etc.), tomando, con preferencia, según observa un autor, el primer sentido cuando se trata de la muerte de hombres buenos y el otro cuando han sido nulos. De ahí que algunos modernos han optado por mantener los términos originales (scheol, griego nades), sin traducirlos. Es este uno de los muchos puntos que, como dice la Encíclica “Divino Afflante”, quedan abiertos a la investigación de los estudiosos y que merecerían un análisis hecho con detenimiento y microscópica minuciosidad para conocer el exacto sentido de estas palabras. Véase 19, 25 s. y nota.

[3963] 14. ¡Si el hombre pudiese morir y luego revivir! “Lo que Job solo expresa aquí como un piadoso deseo, fue luego, gracias a Jesucristo, y en un grado incomparablemente más sublime, promesa divina, corroborada por las más seguras prendas” (Vaccari).

[3964] 20. Véase versículo 12 y nota.

[3965] 1. Empieza el segundo turno de discursos de los amigos de Job que formulan nuevos cargos, que no pueden ser más graves.

[3966] 4. Elifaz quiere decir: Tú presumes de tus propias fuerzas y te has alejado del temor de Dios por lo cual no recurres por medio de la oración a la gracia del Creador. Fácil es observar por todo lo que precede (cf. 13, 15 y nota), la enorme injusticia de esta acusación contra Job. El espíritu farisaico de los amigos no puede comprender la verdadera humildad y confianza filial.

[3967] 10. Cabezas canas, es decir, sabios, hombres que tienen experiencia.

[3968] 11. Alude a los discursos anteriores que pretendían consolarlo. Cf. 2, 11; 4, 5.

[3969] 14. Nótese que Job se ha anticipado expresamente a este argumento. Cf. 14, 4 y nota.

[3970] 15. Santos: los ángeles. Véase 4, 18 s. y nota.

[3971] 21. Se refiere al remordimiento, sin recordar que eso es precisamente lo que Job no tiene. Contradicción con lo dicho en el versículo 4.

[3972] 23. El día de las tinieblas: el día de la muerte. El impío siempre está rodeado de tinieblas (temores) aun al sentarse a la mesa.

[3973] 29 ss. Bien sabemos cómo se equivocaron estas negras predicciones respecto de Job (cf. 42, 7 ss.). Es muy propio del espíritu farisaico, falto de humildad y caridad, el presentarse así como maestros y querer moralizar a los verdaderos amigos de Dios, como hicieron con Cristo. Cf. 20, 6; Mateo 9, 11, etc.

[3974] 33. Esto es: los hijos del impío perecerán viviendo aún su padre. Morir sin hijos equivalía a la maldición.

[3975] 34. Que reciben regalos para torcer la justicia. Cf. 20, 26.

[3976] 35. Figura frecuente en la Escritura. Véase Salmo 7, 15; Isaías 59, 4; Oseas 10, 13.

[3977] 1. Consolar es un arte dificilísimo. Lo enseñan solamente el dolor y la caridad. “Mientras los amigos de Job callaron por respeto a su dolor, todo fue bien; pero en cuanto empezaron a hablar, lo irritaron y lo molestaron; pues cayeron sobre él como representantes de la Ley, ceñudos, inclementes y sombríos, y ponderaron minuciosamente cada una de sus lamentaciones. Aún no han desaparecido estos enojosos consoladores, que tratan al que sufre con aire de superioridad” (Mons. Kepler).

[3978] 8 s. Los versículos 8 y 9 ofrecen, como observa, Bover-Cantera, múltiples dificultades y han originado un sinnúmero de correcciones e interpretaciones. Algunos toman por sujeto el dolor, como quien dice: el dolor me ha agotado; otros introducen a Dios como causante (cf. 19, 6 y nota). El versículo 9 reza en la Vulgata: Mis arrugas dan testimonio contra mí, y se levanta quien habla falsedad para contradecirme en mi cara; en la versión de Bover-Cantera: Me has llenado de arrugas, que se han hecho testigo (adverso mío), aliándose contra mí mi calumniador, que en mi misma cara depone.

[3979] 11. Me hieren en las mejillas: Según los santos Padres alusión profética a la Pasión de Cristo, quien iba a ser abofeteado por sus enemigos.

[3980] 12. También aquí es Job figura de Cristo abandonado y entregado por el Padre. Cf. Salmo 21, 2; Mateo 27, 46.

[3981] 16. El saco o cilicio, en señal de luto. Lo mismo quiere decir cubrirse de ceniza.

[3982] 18. La insistencia con que se declara inocente no obstante sus pruebas (10, 7 y nota) es otra alusión a la Pasión redentora. Cf. 42, 16; Salmo 68, 5 y nota.

[3983] 19. No cubras: para que la sangre derramada clame a Dios por venganza como la sangre del justo Abel. Cf. Génesis 4, 10 s.; Isaías 26, 21; Ezequiel 24, 7.

[3984] 1. Los versículos 1-3 y 11-15 se leen en el Oficio de Difuntos.

[3985] 3. Sé Tú mi fiador: Sublime lección de confianza, mucho más fácil desde que Cristo mismo se hizo nuestra caución y nuestro abogado ante el Padre. Cf. I Juan 2, 1 s.; Romanos 8, 34; I Timoteo 2, 5; Hebreos 7, 25; Catecismo Romano I 7, 6; II 2, 5, 18, 63; IV 7, 3; 14, 13.

[3986] 5. ¡Mis amigos no tienen sabiduría para sí mismos, y pretenden enseñar a otros!

[3987] 6. A quien se escupe en la cara. También esto se cumplió en Jesús. Cf. Marcos 14, 55.

[3988] 9. El verdadero justo no se escandalizará por ver la virtud perseguida, ni obrará como el pedregal de que habla Jesús. Cf. Mateo 13, 21.

[3989] 10. Algunas versiones ponen el signo de interrogación. Según otras Job no les dice “venid”, sino “venís”, reprochándoles que vuelvan a mortificarlo.

[3990] 12. Me hacen pasar la noche sin dormir, por lo cual deseo que pronto venga el día (cf. Salmo 29, 6 y nota). Puede también significar que los amigos llaman día a la noche, o sea verdad al error.

[3991] 14. Todos podemos aplicarnos esta cruda verdad, como lo hace San Bernardo en su célebre fórmula: “¿Qué fui? —Semen pútrido. ¿Qué soy? —Saco de estiércol. ¿Qué seré? —Pasto de gusanos.” Y con todo, somos imagen de Dios y sus hijos de adopción en Cristo. Es el misterio que nos revela San Pablo en Ef. 1, 5. Véase allí la nota.

[3992] 3. Baldad exagera. Job no pretende que sean bestias, sino que, como dice San Pablo, el hombre simplemente natural, no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios. Solo las entiende el hombre espiritual, iluminado por la luz sobrenatural de la fe (I Corintios 2, 10-14).

[3993] 4. Baldad reprende a Job como si se hubiese entregado a la desesperación. Nada más lejos de la verdad, siendo Job precisamente ejemplo de paciencia y de esperanza. Cf. 19, 27 y nota.

[3994] 13. El primogénito de la muerte: Es como si Job hubiera visto la guerra moderna, a la cual podría llamarse con razón “primogénita de la muerte”, porque todo lo que el mundo entiende por dolencias corporales, angustias y llagas, temblores del alma, miedo, espanto, desesperación, todo se junta y se acrecienta en la guerra hasta lo sumo, para caer sobre los pueblos como un huracán. “Ya no es uno solo el que lucha contra el dolor, sino pueblos en masa con todas sus fuerzas físicas y espirituales. Ya no es el individuo el que agoniza, sino naciones enteras. Entonces es cuando la virtud del sufrimiento experimenta sus más lamentables derrotas; y entonces es cuando celebra sus más gloriosos triunfos” (Mons. Kepler).

[3995] 19. Muy otro fue el destino de Job, como vemos en 42, 13 ss.

[3996] 20. En el día (de su caída), o en el día en que se falló sentencia contra el pecador.

[3997] 21. Esto lo dice un sabio oriental contra los hombres que no han querido conocer a Dios (cf. Romanos 1, 19 ss.; Jeremías 9, 3; 10, 25; Salmo 78, 6 y nota). Más terrible será ese juicio para los cristianos, que hayan despreciado gracias tanto mayores. Cf. II Tesalonicenses 1, 8; 2, 10 ss.; Hebreos 10, 29.

[3998] 3 s. Realmente asombra la insistencia en buscar y repetir los mismos argumentos contra Job. El sentido es: ¡Aunque hubiese yo pecado, solo la soberbia puede moveros a hacer de maestros! Jesús nos da sobre esto una enseñanza definitiva: ¡no buscar la pajuela en el ojo ajeno! Mateo 7, 1 ss.

[3999] 6. Como si dijera: Sabed que es Dios el culpable. Golpe magistral en que Job acusa formalmente a Dios de injusticia según el criterio de los amigos, pues que está probando a un inocente. Así lo interpretaron también San Jerónimo y Santo Tomás. Admirable lección que nos enseña a no querer someter a nuestra limitada inteligencia la soberana libertad de Dios. Cf. 21, 4 y nota.

[4000] 9. Gloria: los honores y las riquezas que antes le correspondieron.

[4001] 13. Véase 6, 15 y nota. Recordemos el abandono de Jesús (Mateo 26, 56; Marcos 14, 50), profetizado en Salmos 68, 9; 87, 9, 19, etc.

[4002] 17. La expresión hijos de mis entrañas significa a los hermanos aludidos en el capítulo 42, 11 y no a los hijos de Job, los cuales ya no están en vida (cf. 1, 19).

[4003] 18 s. Notemos este magistral retrato de lo que es el mundo para los que sufren. Por eso Dios insiste tanto sobre el triunfo de estos en su Reino. Cf. Salmo 71, 2 y nota.

[4004] 20. La enfermedad ha consumido todas mis carnes. Lo único que me queda son los huesos (cf. Salmo 101, 6; Lamentaciones 4, 8). Los versículos 20-27 forman parte del Oficio de Difuntos.

[4005] 21 s. Admiremos la elocuencia de este llamado desgarrador, y observemos la coincidencia de Job con la queja de Jesús en Salmo 68, 27 sobre aquellos que son crueles con los afligidos, añadiendo sus ofensas a las pruebas enviadas por Dios. Así fue para nuestro Redentor la flagelación, que Pilato pensó emplear para no condenarlo a muerte, y solo fue un nuevo suplicio.

[4006] 23 s. Job prepara solemnemente el ánimo de sus oyentes para la extraordinaria revelación que va a hacerles del misterio de la resurrección. El anhelo de perpetuar sus palabras se ha cumplido en estas Sagradas Escrituras, más duraderas que la célebre roca de Behistun donde Darío Hystaspes escribió sus hazañas sobre la piedra.

[4007] 25 s. La tradición cristiana ve aquí expresada la esperanza en el futuro Redentor, que nos resucitará (I Tesalonicenses 4, 16; I Corintios 15, 23, 51, texto griego), y a quien veremos con nuestros propios ojos de carne (Apocalipsis 1, 7; Zacarías 12, 10; Juan 19, 37; Mateo 24, 30). San Jerónimo dice que ninguno antes de Cristo habló tan claramente de la resurrección como Job, el cual no solo la esperó, sino que la comprendió, y proféticamente la vio en espíritu. Cf. 3, 13; 14, 13; Isaías 26, 19. Es maravilloso este concepto de la resurrección de la carne, en pleno Antiguo Testamento, cuando los misterios del más allá estaban aún cubiertos con un espeso velo. Los destinos eternos del hombre no se manifiestan en el Antiguo Testamento sino de una manera gradual, como observa Vigouroux. Israel consideraba la muerte como un justo castigo del pecado, según el cual todos iban al “scheol” (en griego Hades), que la Vulgata traduce por infierno, pero que designaba a un tiempo el sepulcro y el lugar oscuro donde los muertos buenos y malos esperaban la resurrección traída por el Mesías, según lo vemos aquí y en la gran profecía de Ezequiel 37. Según esto, se explica que Israel no pusiera el acento sobre el distinto destino del alma y del cuerpo entre el día de la muerte y el de la resurrección. David dice varias veces a Dios que en la muerte nadie puede alabarlo. Se resignaban a ese eclipse total de la persona humana, hasta el día en que viniese la nueva vida traída por la Aparición gloriosa del Redentor que había sido prometido desde el Protoevangelio por la fidelidad indefectible de Yahvé. El dogma de la inmortalidad del alma separada del cuerpo, y del premio o castigo inmediato de aquella a la muerte de cada uno, dogma que fue definido por el Concilio de Florencia (y anticipado ya en el de Lyon) incluyendo la visión beatífica, no era general entre algunos Padres, que se preguntaban, dice Vacant, si los justos gozarían de ella antes de la resurrección general. El mismo autor agrega: “San Justino, San Ireneo, Tertuliano, San Cirilo de Alejandría, San Hilario, San Ambrosio, y el mismo San Agustín pensaron que hasta entonces ellas no poseían más que una felicidad imperfecta, en un lugar que llaman ora infierno, ora paraíso, ora seno de Abrahán. Pero esta manera de ver fue abandonada poco a poco.” El concepto claro que hoy tenemos de esa visión beatífica del alma separada del cuerpo es, ciertamente, una preciosa verdad, que contiene una nueva manifestación de la divina misericordia. Pero no debe hacernos olvidar que en el Apocalipsis (6, 10 s.) esas almas claman por la plenitud de su destino, la cual tendrá lugar cuando Cristo, trayendo consigo su galardón (Apocalipsis 22, 12), retorne de los cielos “desde donde esperamos al Salvador, el Señor Nuestro Jesucristo, el cual transformará nuestro vil cuerpo para que sea hecho semejante a su Cuerpo glorioso” (Filipenses 3, 20 s.). De ahí que San Pablo llame a la resurrección “la redención de nuestros cuerpos” (Romanos 8, 23). Cf. Lucas 21, 28. Sabemos, que resucitaremos, y esta esperanza se apoya en la resurrección de Cristo, verdad fundamental del Cristianismo, “llave de bóveda de la predicación apostólica”, pues “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe… Si solamente para esta vida tenemos esperanza en Cristo, somos los más desdichados de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicia de los que durmieron” (I Corintios 15, 14-20). “Lo primero y lo más importante, lo que debe llenar con santa pasión nuestra predicación sobre los Novísimos, es el anuncio de la resurrección de nuestra carne” (Rahner. Teología de la Predicación). Véase Isaías 26, 19; Ezequiel 37, 1-14; Daniel 12, 2; II Macabeos 7, 9; 12, 43.

[4008] 28. Véase Sabiduría 5, 4 ss.

[4009] 29. Muchas veces nos repite Dios que Él vendrá a sus amigos. Ver I Reyes 24, 13; Salmo 9, 20; 65, 5; 108, 1 y notas.

[4010] 5 s. Sofar cuenta entre los impíos también a Job, a quien anuncia falsamente toda clase de males. Esa suficiencia orgullosa es precisamente lo que caracteriza al mismo Sofar. Cf. versículo 3. Pero él no piensa en aplicarse la lección que pretende dar a Job. Es de los que exponen la doctrina intelectualmente pero no la viven. Cf. el gran discurso de Jesús contra los fariseos y escribas en el capítulo 23 de San Mateo.

[4011] 11. Vulgata: Sus huesos se llenarán de los vicios de su mocedad, y con él dormirán en el polvo; porque los malos hábitos que le dominan, cada vez se van arraigando más, y permanecerán con él hasta la muerte (San Gregorio Magno). Vemos, pues, que Sofar parte siempre de una falsa base, como si el juicio de Dios se realizase necesariamente en esta vida.

[4012] 15. El veneno es la causa del vómito. El sentido literal es: el pecado hace que Dios le quite las riquezas.

[4013] 16. Lengua de víbora es la suya, que no cesa de atormentar a un amigo de Dios.

[4014] 26. Fuego no encendido: “Todos convienen en que se indica en este lugar la condición del fuego del infierno, que abrasa pero no alumbra, y como interpreta el M. León, se enciende sin ser soplado, y quema sin estar expuesto al aire. Véase el Crisóstomo y San Gregorio” (Scío).

[4015] 1. Sorprende este empeño de Job por seguir hablando a quienes no lo entienden por falta de espíritu. Es que Dios ha querido dejarnos estas grandes lecciones por medio de su querido siervo. Como regla, la Sagrada Escritura nos enseña a huir de toda clase de disputas. Cf. Proverbios 18, 6; I Timoteo 2, 23; Tito 3, 9.

[4016] 2. Este consuelo: el consuelo que me deis y que consiste sencillamente en escucharme. Verdadera obra de misericordia es atender al afligido que se desahoga, y no, por el contrario, amargarlo con reproches.

[4017] 4. No de un hombre. “Se trata en verdad de un enigma de la Providencia divina” (Knabenbauer). Cf. 19, 6 y nota.

[4018] 7. Job aduce contra las acusaciones de sus amigos un nuevo argumento, advirtiendo que muchas veces aquí abajo los injustos son felices, pero, en cambio, serán castigados en el día de la perdición (versículo 30). Sobre este problema véase Salmo 72 y sus notas; Jeremías 12, 1 ss.; Habacuc 1, 3.

[4019] 13. Sin darse cuenta: Otros vierten; en un instante (Crampón, Bover-Cantera), tranquilamente (Nácar-Colunga). El sentido es: “No siempre castiga Dios a los malos en este mundo; hasta les envía una muerte apacible en la apariencia” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación p. 269). No conviene, pues, aplicar este pasaje a la vida aparentemente feliz de los impíos que mueren sin sufrir dolor, porque Dios les prepara una inesperada muerte. Sepulcro, en hebreo: scheol. Cf. 19, 25 s. y nota.

[4020] 14. Retírate de nosotros: Hoy se dice esto a Dios de mil maneras, pero con más cortesía, no tan directamente, porque somos hombres cultos. La ofensa es la misma. Es la impiedad, no de los pecadores que caen por frágiles, sino de los soberbios que creen no necesitar de Dios, o de los fariseos que prefieren las tinieblas a la luz (Juan 3, 19; Salmo 35, 4 y nota). Cf. el caso de los gerasenos que pidieron a Jesús que se retirase (Lucas 8, 26 ss.).

[4021] 19. ¿Dios castigará al padre en sus hijos? Job rebate tal aserto de Sofar (20, 10) y de Elifaz (5, 4). Sobre el sentido de Éxodo 20, 5, cf. Ezequiel 18, 20; Génesis 8, 21; Lucas 12, 48; 7, 43; Mateo 9, 11; 18, 13 y Catecismo Romano III, 2, 36.

[4022] 20 s. Al muerto no le importa el destino de su casa, pues ya no siente nada. Además, la prueba habría de ser en la propia carne, pues nadie suele escarmentar en cabeza ajena.

[4023] 22. He aquí el fondo de la doctrina de Job y de toda la Sagrada Escritura: Dios es la perfecta Sabiduría y Bondad, y nos da sobradas pruebas de ello como para que pensemos bien de Él, y no lo juzguemos cuando no lo entendemos con la razón. Los pequeños lo entienden porque no lo juzgan sino que lo admiran como un niñito a su padre. Cf. Salmo 50, 6; Romanos 8, 7; 9, 21; Sabiduría 1, 1; Proverbios 9, 9, etc.

[4024] 23 ss. Continúa Job exponiendo el misterio de la prosperidad de muchos impíos, etc. (cf. 12, 6 y nota) y lo hace con admirable crudeza de verdad. Dios no tiene nada que ocultar y no necesita de nuestras mentiras para que lo defiendan o le atribuyan una justicia al modo humano.

[4025] 27 ss. Los amigos se empeñan en que hay justicia en este mundo, porque ellos son mundanos. Job no teme proclamar toda la verdad: preguntad y veréis que no es así (versículo 29). Por lo demás los cristianos sabemos que los amigos de Dios padecen persecución y odio (cf. Salmo 36, 12; 111, 9 s.; 118, 51, 74 y notas; Hechos de los Apóstoles 7, 54; Juan 16, 1 ss.; II Timoteo 3, 12, etc.). Pero Dios hace suave el yugo dando gozo en las tribulaciones (Salmo 4, 2; Romanos 5, 3), las abrevia (Mateo 24, 22; I Pedro 5, 10), nos librará de ellas (Salmo 33, 20; Lucas 21, 36) y nos dará una gloria incomparablemente mayor (Romanos 8, 18 ss.; Denz. 1014).

[4026] 30 ss. El día de la perdición: No se refiere al juicio de Dios, y dice a la inversa: que (según lo muestran esos viajeros interrogados) los malos escapan en el día de la desgracia, y son enterrados con honor, etc. Nueva prueba de que Dios se reserva en secreto el destino eterno de los hombres, sin perjuicio de hacer alguna vez un escarmiento en esta vida, v. gr. en el diluvio y en Sodoma, etc., mas el juicio definitivo se verá en la Parusía o Secunda Venida de Cristo (Lucas 17, 26 ss.). Y aún San Pedro nos revela que los castigados en el diluvio con la muerte corporal, pudieron salvar sus almas, gracias a Cristo. Cf. I Pedro 3, 19 s.; 4, 6 y comentario de Fillion; Colosenses 1, 20; I Corintios 5, 5.

[4027] 33. Leves le son los terrones del valle. Vulgata: Dulce fue él a las arenas de Cocito (río legendario del Hades griego).

[4028] 34. Según esto, Job nos da a conocer aquí una vez más el mal espíritu que inspiraba a sus amigos: no solo su error y la vanidad de sus pretendidos consuelos, sino también la falsa apariencia de virtud y el móvil falto de caridad. Es una lección importante en materia de discernimiento de espíritus. Cf. 4, 5 ss.; 11, 3 y notas, y Tobías 2, 12 y 15 donde el Espíritu Santo confirma este juicio sobre los amigos de Job y sobre la santidad de este.

[4029] 1. Por tercera vez comienzan los amigos de Job a acusarlo de iniquidad, invitándole al arrepentimiento y prometiéndole en tal caso multitud de bienes. Sofar ya no interviene porque está vencido.

[4030] 2. Sofisma perverso con apariencia de virtud. Nadie merece menos que Job este reproche de jactancia farisaica, pues hemos visto su perfecta humildad.

[4031] 6 ss. Aquí estamos ya en plena calumnia y juicio temerario. Cf. 29, 12 ss.

[4032] 9. Quiere decir: Te has apropiado con injusticia de los bienes de las viudas y huérfanos. Por los brazos de los huérfanos se entienden los tutores.

[4033] 10 s. Falsedad manifiesta, pues el dolor de Job, aunque intensísimo, no va acompañado de los terrores que son propios del remordimiento en una conciencia doble. Al contrario, está, como hemos visto, lleno de esperanza (19, 25 s. y nota), aun en los momentos en que Dios lo prueba con oscuridad de espíritu (23, 15 ss. y notas), porque no duda del fin, pues Dios es misericordioso, como dice Santiago 5, 11-13 s. Nunca había dicho esto el piadoso paciente. Vemos aquí descubierto el espíritu de los falsos profetas. Es el abismo de iniquidad de los fariseos que reprobaron en nombre de la virtud al que era la Fuente de toda santidad; en nombre de Dios, condenaron al que es su Hijo Unigénito. Jesús nos confirma esto en Juan 16, 2.

[4034] 16 s. Alude tal vez a los impíos del tiempo del diluvio. Cfr. 21, 4; 21, 30 y notas.

[4035] 19. Se alegrarán de su ruina: Nunca dice esto la Escritura, sino al contrario (cf. Proverbios 17, 5; 24, 17). Habla del triunfo de los justos, de su alegría al ver la justicia final, y aún de que se burlarán de los soberbios que no confiaron en Dios. Pero no dice que se alegrarán de su ruina. Cf. Salmos 51, 8 s.; 58, 17; 63, 11; 106, 42, etc.

[4036] 20. Alusión al fuego que devoró las ciudades de Sodoma y Gomorra.

[4037] 22. De su boca: ¡Como si Dios estuviese hablando por la de ellos! Véase la terrible sentencia de Deuteronomio 18, 20.

[4038] 24. Vulgata: En vez de tierra te dará (Dios) pedernal, y en lugar de pedernal arroyos de oro. Quiere decir: Si tuvieras confianza en Dios serías colmado de riquezas. Esto se cumplió contra la esperanza de Elifaz, en el mismo Job (42, 12).

[4039] 29. Gran verdad es esta (Mateo 23, 12), pero Jesús le habría contestado con el refrán; ¡Médico cúrate a ti mismo! (Lucas 4, 23). Cf. 15, 29; 26, 6, y notas.

[4040] 2. Mi carga; literalmente: mi mano. Kittel propone su mano; Vulgata; la mano de mi llaga, pudiendo entenderse el texto actual así; “también hoy me quejaré amargamente; pues la mano de Dios en mí pesa por encima de mi gemido, es decir, no puedo resistir sin gemir” (Bover-Cantera).

[4041] 3. Prueba de buena conciencia, pues los reos no desean encontrarse con su juez (Scío).

[4042] 6. Job habla seguro de ganar el pleito entre él y Dios, apelando de su majestad a su justicia y misericordia. Es el espíritu que nos enseña constantemente David (cf. Salmos 16, 2; 50, 9 y notas). El que estudia el Evangelio (Juan 3, 17 s.; 12, 47; Lucas 9, 56, etc.) comprende cómo el hombre gana el “pleito” con Dios (Santiago 2, 13) y apela de Jesús Juez a Jesús Salvador.

[4043] 10 s. Es el caso que plantea San Juan: la conciencia de Job le da testimonio de que no hay en él doblez; y aunque descubriera en su corazón mil miserias, sabe que Dios todo lo conoce y es superior a toda pasión humana; por lo cual nadie debe vacilar en presentarse a Él, cualquiera sea el estado en que se encuentre. Cf. I Juan 3, 20 s.; Salmo 50, 9; Juan 6, 37; Hebreos 4, 15 s. Sobre el crisol de la fe: ver I Pedro 1, 7.

[4044] 12. Es lo que dice David en Salmo 118, 11. Pero Job era anterior al Sinaí. No puede, pues, referirse a esta Ley expresa, sino a la ley natural, o más bien a otras palabras que Dios le hubiese comunicado como solía hacerlo con los Patriarcas. Cf. 29, 4; 42, 5.

[4045] 13. Lo que le place: Este concepto es repetido muchas veces por el Espíritu Santo para grabarnos no ya solo la noción elemental de la divina omnipotencia, que se advierte por la simple naturaleza (Romanos 1, 20), sino la noción, más elevada, de la absoluta libertad que Dios tiene para obrar según su puro beneplácito, sin estar sometido a ley alguna. Cuidemos, dice un antiguo comentarista de los Salmos, de no someter a Dios a nuestra ideología pretendiendo juzgar lo que está escondido en los designios del Ser soberanamente libre (Salmos 113B, 3; 134, 6; Eclesiastés 8, 3; Ef. 1, 11; Santiago 4, 12). A nosotros nos basta saber, para nuestra insuperable felicidad, que su corazón nos ama como Padre (Salmo 102, 13), por donde comprendemos que el amor es el móvil fundamental de cuanto Él hace o permite. Cf. Salmos 77, 37; 91, 6; 99, 5 y notas.

[4046] 15. Aquí Job confiesa que su ánimo mezquino (y así es el nuestro) no es capaz de confiar como debiera, si Dios mismo no le da esa fe (Denz. 178 s.) Job es santo (Tobías 2, 12; Santiago 5, 11) pero no por virtud natural, sino por la gracia que Dios le presta. No es raro que alguna vez aparezca desnuda su humana flaqueza, así como el valiente no es aquel que no siente el miedo, sino el que obra como si no lo sintiera. Tal es la lucha interior de todo hombre, como admirablemente lo muestra San Pablo, y en la cual solo la gracia es capaz de hacernos triunfar (Romanos 7, 14-25). Pero la gracia, dice Santo Tomás, no suprime nuestra naturaleza caída, sino que triunfa de ella, y así es cómo la gloria resulta para Dios (I Corintios 1, 29; 2, 5. Ef. 2, 8 s.). Si el hombre llegara a tener virtud propia quedaría suprimido el dogma de Dios Salvador. Cf. Romanos 9, 30 ss.; Filipenses 3, 9, etc.

[4047] 17. El sentido es que ese terror, en que Dios lo deja caer a ratos para probarlo, le pesa más que los males que lo abruman. Esto nos enseña que no hay angustia mayor que esa noche oscura del alma en que parece escaparse de entre las manos la confianza en Aquel que era todo nuestro bien. De ahí la necesidad de estar “radicados y fundados en el amor” que Dios nos tiene (Ef. 3, 17), o sea, apoyándonos en ese amor más infalible que el de una madre (Isaías 49, 15), y no en el nuestro precario y falaz.

[4048] 1. Este día es el día por excelencia, el día del juicio. Cf. Eclesiastés 12, 14; Salmos 129, 6; 118, 81; 65, 5; 72, 11 y notas.

[4049] 2. Job enumera en los versos que siguen (2-12) varias clases de injusticia, con el fin de demostrar que Dios no siempre da inmediato castigo al pecador.

[4050] 12. Dios no atiende su oración: Vulgata: Dios no deja pasar esto sin castigo. Otros vierten: Dios no atiende al crimen (Crampón); otros: no les imputa delito de sangre (Ricciotti: cf. Deuteronomio 22, 8; Jeremías 26, 15). También David se conmueve ante este misterio (Salmos 72, 2 ss.; 76, 8 ss.), y, para ahuyentar la desconfianza, recuerda las pasadas misericordias de Dios (Salmos 62, 7; 76, 12; 118, 62). San Pablo enseña que en la paciencia se adquiere la prueba de que Dios no nos abandona, y esta experiencia engendra la esperanza, la cual nunca falla, porque Dios nos ama. Cf. Romanos 5, 3 ss.

[4051] 13 ss. Muestra cómo el mal huye de la luz, tanto la espiritual (ver 21, 14 y nota) como la física (38, 16; Juan 3, 20; Salmo 103, 20 ss.).

[4052] 15. Wetzstein afirma que este uso perdura en la Siria moderna. En el fondo parece que hubiera algo de ironía: también el avestruz perseguido esconde la cabeza bajo el ala, como si esto lo hiciese invisible. No hay tinieblas para Dios, dice el profeta David (Salmo 138, 12).

[4053] 16. Fuerzan las casas: la Vulgata dice horadan las casas. Es la misma expresión de Jesús en Mateo 24, 43 y Lucas 12, 39. El ladrón perfora de manera muy fácil las paredes construidas de barro. De ahí que Jesús aplique esta imagen a su futura venida imprevista. Véase Mateo 24, 27; 26, 64; Apocalipsis 1, 7, etc.

[4054] 18 ss. Texto oscuro y en parte estropeado. Crampón da como posible, la siguiente interpretación del original: Decís que el impío apenas pasa sobre la tierra y es pronto olvidado (versículos 18-21). Pues bien, no. El Señor prolonga sus días, y cuando al fin muere, no hace sino compartir la suerte común de los hombres.

[4055] 23. El primer hemistiquio dice en la Vulgata: Dale Dios lugar de penitencia, y él abusa de esto para soberbia. “El pecado que no está destruido por la penitencia, arrastra pronto, con su propio peso, a otros pecados” (San Gregorio. Homilía XXIV in Ev.). La penitencia que consiste en un sincero arrepentimiento, es un freno; el que lo descuida, se precipita muy pronto en el abismo.

[4056] 1. La brevedad del nuevo discurso de Baldad indica que los adversarios de Job han agotado los argumentos. Solo queda pendiente el problema fundamental de la justificación del hombre ante Dios.

[4057] 3. Su milicia: la milicia celestial.

[4058] 4. ¿Acaso no es Job el primero en reconocer esto? (cf. 4, 17; 9, 2 y notas). Por eso ha dicho que quien lo preservó es Dios. Él da su gracia a los humildes (Proverbios 3, 34; Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5). El hombre justificado por Dios, por los méritos del Justo (Romanos 3, 25 ss.), en cuya promesa creía Job (19, 25), y cuya Sangre, aunque hayamos pecado, nos justifica (Romanos 4, 5 ss.) mediante la fe, que, como lo define el Concilio Tridentino, “es el principio de la humana salvación, el fundamento y raíz de toda justificación” (Denz. 801).

[4059] 6. Aquí terminan los discursos de los tres amigos que habían venido para consolar. Son un ejemplo de esos falsos consuelos que ofrece el mundo. ¿No han sido acaso puestos como un contraste? para movernos a buscar el consuelo y la paz solo en Aquel que dijo: “Al que viene a Mí no le echaré fuera” (Juan 6, 37). Porque, aunque nos duela confesarlo, la paz que el mundo nos da es falsa, y cuando no queremos admitirlo por deliberación, tenemos que aprenderlo por dolorosa experiencia.

[4060] 5 ss. Dios se impone por sus obras; no necesita de la defensa humana. Los muertos: Vulgata: los gigantes, en hebreo: Refaím, vocablo que puede significar una y otra cosa. Véase Proverbios 9, 18; Isaías 14, 9. Se puede pensar en Luzbel y los ángeles caídos. Sobre el scheol (versículo 6) véase 19, 25 s. y nota. Abismo, en hebreo Abaddón, otro nombre del scheol. Su significado es destrucción. En el Apocalipsis (9, 11) se da este nombre al jefe del infierno, pues su principal oficio consiste en pervertir las almas.

[4061] 7. Por septentrión entiende Fray Luis de León el cielo, y sigue: “Del cielo dice que le extiende, y de la tierra que la tiene colgada, y a la tierra colgada en nada, y al cielo extendido en vacío, que da a entender de Dios, ser tan sabio como poderoso. Porque el criar es poder, y el criar en la forma como crió es sabiduría grandísima; que a la tierra pesadísima sostiene como colgada en el aire, sin apoyo y sin arrimo ninguno, y al cielo tiene extendido, no en otro sujeto alguno, sino en el mismo vacío” (Explicación del Libro de Job). Sobre las maravillas de Dios en la naturaleza véase capítulos 28; 38-41; Salmo 103; Eclesiástico 42, 15 ss. y 43.

[4062] 11. Las columnas del cielo: los antiguos creían que el firmamento estaba asentado sobre columnas que salen del abismo.

[4063] 12. Al monstruo: En hebreo: Rahab, monstruo, que representa el mar (véase 9, 13 y nota; Salmo 88, 11 y notas).

[4064] 13. La fugaz serpiente: Otra traducción: la tortuosa serpiente. Cf. la serpiente alada en Isaías 30, 6. Es un monstruo semejante a Leviatán (cf. 3, 8 y nota). En una tablilla de Ras Schamra del siglo XIV a. C. leemos: “¿No has tú dado muerte a Leviatán, la serpiente veloz y tortuosa? ¿No despedazaste sus siete cabezas?” Cf. Salmo 73, 14. “La Septuaginta, el Siríaco y el Árabe, vierten: dio muerte al dragón apóstata, y la idea es confirmada por Isaías 27, 1, donde se dice que Yahvé visitará (castigará) con su grande y fuerte y cortante espada a Leviatán, la Serpiente tortuosa, etc.” (Ricciotti). Cf. II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 13, 1 ss.; 19, 21; 20, 2 ss.

[4065] 14. El trueno (37, 2 y nota) es considerado repetidas veces como voz de Dios (Salmos 28, 3; 76, 19; 103, 7; Eclesiástico 43, 18; Isaías 29, 6; Juan 12, 29; Apocalipsis 4, 5; 19, 6). El único misterio que no se permite expresar a San Juan es el de las voces de los siete truenos (Apocalipsis 10, 3 s.).

[4066] 1. Exposición; literalmente parábola, o sea, razonamiento en forma de sentencias.

[4067] 2. No me hace justicia: Sin embargo, el piadoso paciente no solo no pierde la esperanza en ese Dios que así lo trata, sino que ratifica su repudio a toda iniquidad, por donde vemos la elevación de su espíritu, que obra el bien por rectitud y no por interés. Mucho importa tener esto en cuenta para comprender que el reproche que luego hará Dios a Job (capítulos 38 ss.) no afecta a su conciencia, sino a su falta de sabiduría, cosa que el mismo Job reconoce que ni él ni nadie puede adquirir si no se la da Dios. Cf. 28, 12 ss. y nota.

[4068] 3. El soplo de Dios en mis narices: Elocuente manifestación de que el acto creador de Dios en nosotros (Génesis 2, 7) es continuo, pues si él cesara volveríamos a la nada (Salmo 103, 30 y notas). Cf. 33, 4; Isaías 2, 22.

[4069] 5 ss. La audacia de este lenguaje nos revela cuán admirable es la fortaleza del que nada funda en sí mismo y sí todo en el Señor. Cf. Salmo 50, 9 y nota; Filipenses 4, 13.

[4070] 6. No sería creíble esta asombrosa declaración de absoluta inocencia en toda una vida, si el mismo Dios no nos hubiese certificado su verdad (1, 1 ss.). Claro está que esto hace de Job un caso de excepción (1, 3). Cf. 4, 17; I Juan 1, 8; III Reyes 8, 46 y nota; Salmo 50, 7; Denz. 195.

[4071] 8 ss. Job se refiere a sus amigos, que no le comprendieron. Les predice la misma suerte que le habían pronosticado a él.

[4072] 13. Después de haber mostrado la prosperidad de muchos malos, Job repite aquí las palabras de Sofar en su segundo discurso (20, 29) para mostrar que solamente refuta a sus amigos en cuanto pretenden que todo el que sufre en esta vida lo debe a su maldad.

[4073] 18. El injusto trabaja como la polilla, la cual, royendo la madera o el vestido donde está, destruye su propia casa. Lo mismo quiere decir la imagen de la cabaña. El que guarda las viñas se hace una cabaña y la deshace una vez que se ha terminado la vendimia.

[4074] 19. Sobre el rico véase Salmo 48, 18; 75, 6; Eclesiástico 5, 1; Lucas 16, 23; Santiago 5, 1 ss.

[4075] 4. Este versículo dice en la Vulgata: Un torrente separa del pueblo peregrino a aquellos que olvidó el pie del hombre necesitado y que están en lugares inaccesibles. Scío ve en esto una profecía acerca del descubrimiento del Nuevo Mundo. El texto hebreo, aunque oscuro, no ofrece ninguna relación con América (como tampoco el célebre pasaje Abdías versículo 20) sino que describe el trabajo del hombre en las minas de metales en las entrañas de la tierra. Job pinta el afán de los hombres por las riquezas, y su ingenio para descubrir mil escondidos tesoros, en contraste con su absoluto descuido de la sabiduría (véase versículo 12). ¡Qué lección para este siglo de los grandes descubrimientos científicos... y de las grandes guerras! Sobre la sabiduría y su valor, cf. los maravillosos capítulos Sabiduría 6 ss.; Proverbios 8 s.; Eclesiástico 24.

[4076] 5. Se refiere al insospechado misterio del fuego central oculto en esta mansa tierra que cultivamos.

[4077] 9 ss. ¿No parece ser esto un cuadro de la ciencia moderna, orgullosa y desprovista de sabiduría? Cf. 30, 4.

[4078] 12 ss. La sabiduría, despreciada por los hombres (Baruc 3, 14 ss.) y descuidada por la técnica (Eclesiástico 28, 35 ss.) es la que asiste a Dios en todas sus obras y conoce todos sus secretos (véase Proverbios 8; Eclesiástico 24), como que es el mismo Verbo de Dios. Por Ella se insinúa ya en el Antiguo Testamento el Misterio de la Trinidad, además de las muchas profecías mesiánicas relativas al Hijo (cf. Salmo 2, 7; Isaías 9, 6; 7, 14; 4, 2; Miqueas 5, 2, etc.).

[4079] 15 ss. No se puede comprar la verdadera sabiduría, puesto que su precio es inconmensurable. “Enumeración interesante de diversos objetos que en aquel tiempo tenían un valor extraordinario” (Fillion). Oro de Ofir (versículo 16): Vulgata: los coloridos más ricos de la India. Es que en la antigüedad se identificaba el país de Ofir con la India. También entre los modernos hay quienes sostienen la misma hipótesis. En realidad Ofir es África, como lo prueba el nombre del continente negro, que es el adjetivo de Ofir.

[4080] 22. Hemos oído hablar de ella: Hasta en el infierno y en la muerte resplandece la divina sabiduría.

[4081] 27. Él la vio, en su Hijo Unigénito, por el cual hizo todas las cosas (Juan 1, 3; Colosenses 1, 16). Por eso observa San Gregorio Magno: Jesús, Hijo de Dios, es la Sabiduría encarnada, a la cual Dios contempló, porque Ella es espíritu; manifestó, porque es Verbo; preparó, porque es remedio; investigó (descubrió), porque es arcano. Esta encarnación de la Sabiduría fue expresamente anunciada por Baruc 3, 38.

[4082] 28. Sobre el primer hemistiquio véase Deuteronomio 4, 6; Salmo 110, 10; Proverbios 1, 7; 3, 7; 9, 10; Eclesiástico 1, 16, 34; 12, 13. Sobre el segundo, Proverbios 14, 16; 16, 16. Los dos hemistiquios se interpretan mutuamente y dicen lo mismo en forma distinta: la sabiduría consiste en vivir rectamente por temor filial a Dios, que es el primer grado del amor que a Él le debemos.

[4083] 4. Este guardaba mi morada: Otros: me visitaba familiarmente en mi tienda (Crampón). Cf. 23, 12 y nota; 42, 5.

[4084] 6 ss. Expresiones metafóricas que pintan las enormes riquezas de Job y el extraordinario prestigio que gozaba entre los de su pueblo. A la puerta de la ciudad se reunían los magistrados ancianos y jueces para tratar los asuntos jurídicos, políticos y administrativos. Era el ayuntamiento, y al mismo tiempo el juzgado y parlamento de la comunidad.

[4085] 12 ss. Muestra cómo su conducta fue precisamente lo contrario de lo que Elifaz le imputó calumniosamente (22, 5 ss.).

[4086] 15 ss. Bellísima fórmula que la liturgia aplica a los santos de la caridad fraterna.

[4087] 18. Como la arena: Vulgata y Setenta: como la palmera; según una tradición talmúdica el ave fénix, que, según la creencia popular, se consumía con su nido y renacía de las cenizas (símbolo de la resurrección). San Clemente Romano (I ad Corintios 25) dice: “De su carne putrefacta nace cierto gusano que, nutrido por los humores del animal muerto, se reviste de plumaje.”

[4088] 19. Imágenes de su prosperidad anterior. Cf. Salmo 1, 3; Jeremías 17, 8.

[4089] 23. Figura de especial elocuencia en Oriente. Cf. Salmo 142, 6 y nota.

[4090] 24. Nunca dejaban de respetarme, ni siquiera cuando estaba alegre con ellos y me reía. “La estrecha unión de una gravedad santa y de una dulzura compasiva, pone a los príncipes y a los pastores de la Iglesia en estado de conducir debidamente a los pueblos a su cuidado.” (San Gregorio Magno.) Cf. Lucas 22, 25 ss.; Juan 13, 16; I Pedro 5, 2 s.; I Tesalonicenses 2, 11; I Timoteo 3, 8 ss.; 5, 17; II Timoteo 2, 4, 24 ss.; I Corintios 4, 9 ss.; 9, 19 ss.; II Corintios 1, 23; 6, 3 ss. etc.

[4091] 1 ss. Vigorosa expresión para mostrar los altibajos de esta vida. Job no habla aquí de sus amigos, sino de la gente degenerada y expulsada de la comunidad humana, que vive de rapiña. Cf. 24, 5 s.

[4092] 4. Espiritualmente son así las almas que se alimentan de una pobre ciencia, despreciando la Sabiduría de que habló en el capítulo 28, y que Dios ofrece sin límites en su Palabra. Cf. Eclesiástico 24, 39; Isaías 55, 1 ss.

[4093] 10. Vemos aquí una vez más a Job como figura de Cristo. Cf. Salmo 87, 9; Isaías 50, 6; Mateo 26, 67; 27, 30.

[4094] 11. La Vulgata ofrece un texto absolutamente distinto: porque abrió su aljaba y me afligió, y puso freno en mi boca. Bover-Cantera vierte: pues él soltó su cuerda y me ha maltratado, lo mismo que quien arrancó de su rostro el freno; Nácar-Colunga: perdido todo respeto me insultan, rompen todo freno en mi presencia. Por estos ejemplos se ve que es prácticamente imposible encontrar el sentido exacto de este verso.

[4095] 17. Los que me roen: los gusanos que comen la carne del gran paciente.

[4096] 21. Dios no es cruel. Job, según San Gregorio Magno, no miraba a la calidad del Juez, sino a su propia imaginación afligida que así se le presentaba. En esto consiste la falta de Job, que le reprocha Eliú (capítulos 32-37) y el mismo Dios (capítulos 38-41). Pero no hay en ello blasfemia como pretende aquel (34, 7). Así nos lo muestra Dios en 42, 7 ss.

[4097] 29. Chacales: Vulgata: dragones. Cf. la convivencia con los dragones en Isaías 13, 21; 34, 13; Jeremías 50, 39 (Vulgata).

[4098] 1. San Crisóstomo comenta este primer versículo, diciendo que Job, aunque no conocía la doctrina evangélica, la guardaba exactamente (véase Mateo 5, 28). Por lo demás, el cuadro de las virtudes que en este capítulo se presenta, corresponde a los conceptos religiosos de los Patriarcas.

[4099] 2. Bello y profundo concepto de que la pureza del corazón nos hace partícipes de la divina herencia. Es la sexta Bienaventuranza que promete Jesús: los limpios de corazón verán a Dios, desde ahora. Es la doctrina que San Agustín llama de la “mens mundata”.

[4100] 7. El corazón: la voluntad; los ojos: los apetitos. Enorme enseñanza para aclarar la conciencia en las tentaciones y librar de escrúpulos. Los malos apetitos no se apartarán de nuestra naturaleza; pero ellos no implican pecado, sino al contrario, ocasión de merecer venciendo la tentación con la gracia que viene de arriba. Cf. Santiago 1, 12; Efes. 6, 11 ss.; I Pedro 5, 9.

[4101] 9 ss. El adulterio es, a los ojos de Job, un pecado tan grande que el adúltero merece en su mujer la misma afrenta que hizo a la mujer de su prójimo.

[4102] 13 ss. Hay aquí, ante todo, una gran luz sobre la justicia social en tiempo de los patriarcas (véase Santiago 5, 1-6; Levítico 19, 13; Malaquías 3, 5). También se nos muestra la misericordia como ley de Dios, obligatoria desde entonces. Cf. Eclesiástico 28, 1-14; Salmo 108, 16 y notas.

[4103] 21. Dios aborrece la acepción de personas (II Paralipómenos 19, 7; Romanos 2, 11; Santiago 2, 1, etc.). Por los jueces: el sentido literal es en la puerta, pues en la puerta de la ciudad actuaban los jueces y magistrados.

[4104] 24. He aquí la base para distinguir, según la Biblia, la mala riqueza de la otra. Cf. Eclesiástico 31, 8; Salmo 111, 3 y nota.

[4105] 27. Besar uno su mano al mirar los astros era gesto de adoración y por ende idolatría.

[4106] 31. Tanto San Juan Crisóstomo y otros Padres, como la Liturgia del Oficio del Santísimo Sacramento, aplican esto alegóricamente a la Eucaristía para señalar que el cuerpo de Jesucristo es nuestro alimento. El original dice literalmente: ¿Quién nos diera que pudiésemos saciarnos de sus carnes? O: ¿quién presentará a uno que de su carne no se haya saciado?

[4107] 33. Esto es de capital importancia en la espiritualidad bíblica: todo está en la rectitud del corazón. Si hemos caído, Dios se apresura a perdonarnos apenas lo confesamos (véase Salmo 50 y notas); pero ¡ay! del que siendo pecador, como somos todos, pretende negarlo. En la economía cristiana se ve más aún la enormidad de este delito, puesto que el Cordero sin mancha pagó por nosotros y no se disculpó. Cf. Salmo 140, 3 s. y nota; I Pedro 2, 22 ss.; I Corintios 6, 7; Mateo 5, 39.

[4108] 34. Falta aquí la segunda parte de la frase, que ha de suplirse: sea yo castigado por Dios. Véase la nota 38.

[4109] 35. He aquí mi firma, literalmente: he aquí mi tav. La tav, o tau, última letra del alefato (alfabeto hebreo), tenía antiguamente la forma de una cruz y se usaba para firmar documentos. El sentido del versículo es: Dios sea mi Juez. He aquí mi defensa bien documentada.

[4110] 36. Job concluye su discurso sin apartarse de un punto de vista que le impide la visión total de su caso, no obstante la hermosa rectitud de su corazón. Empeñado en probar su inocencia ante los amigos, porfía en que Dios haya de darle satisfacción como un tribunal de justicia humana. No concibe que el Señor pueda tener un móvil misterioso, que el mísero mortal no alcanza a penetrar. De ahí la paternal admonición que el mismo Dios le hace en la Teofonía final (capítulos 38 ss.) después del discurso de Eliú. Jesús nos ha mostrado que la suprema sabiduría consiste en no defenderse. Véase el versículo 33 y nota.

[4111] 38. La mayoría de los expositores modernos convienen en que este pasaje (versículos 38-40) ha sido desplazado por error de copia, y debe ir antes de los versículos 35-37, que contienen la genuina conclusión del discurso.

[4112] 2. El papel de Eliú es desarrollar el grandioso drama y dar al problema del dolor una solución mejor de la que dieron los amigos de Job y este mismo. Muchos críticos modernos rechazan la autenticidad de este discurso porque Eliú no es citado en el prólogo ni en el epílogo, ni Dios le responde en la Teofanía, y porque su estilo es distinto y, su contenido no hace sino anticipar lo que luego dirá Dios. Los exégetas católicos, en cambio, defienden la autenticidad porque la explicación de Eliú es un eslabón imprescindible en el desarrollo del drama.

[4113] 5. En el Oriente todavía hoy es costumbre que los jóvenes no hablen en presencia de los mayores sin antes pedir permiso. Estiman el cuarto mandamiento más que nosotros, los occidentales.

[4114] 6. Le Hir observa que el dictamen de Eliú consiste en que Job necesitaba curarse de un defecto ignorado por él mismo y que debía descubrirse mediante la terrible prueba, según se ve ahora. En realidad Eliú juzga la actitud actual de Job y no su conducta pasada.

[4115] 9. La blancura de los cabellos es venerable, dice San Crisóstomo, cuando los ancianos se conducen de una manera digna; pero cuándo se comportan como jóvenes desprovistos de prudencia y de gravedad, son incomparablemente ridículos y despreciables. Eliú se equivoca en negar la sabiduría de Job. El Libro de Job es el primero en la serie de los libros sapienciales de la Biblia, y lo es gracias a la sabiduría de su protagonista.

[4116] 15 s. Eliú habla de los amigos de Job que, no sabiendo ya qué contestar, se dan por vencidos.

[4117] 19. Véase esta misma imagen usada por Jesús en Mateo 9, 17 para explicar la fuerza incontenible del Evangelio. Cf. Hechos de los Apóstoles 4, 20. “Este espíritu encerrado en el interior del hombre, que pugna por salir, como el mosto sin respiradero que termina por romper la vasija, nos ofrece una concepción del principio interno de la palabra que habrá que tener presente al hablar del espíritu profético” (Enciso).

[4118] 7. Quiere decir: no te asustes; podrás defenderte y justificar tus palabras, porque soy de la misma categoría que tú.

[4119] 9 ss. Véase 9, 21; 10, 7; 12, 4; 13, 24; 16, 17; 27, 5 s.

[4120] 13. Las palabras de Dios en 38, 2 y en 40, 2, lo mismo que la humilde confesión de Job en 40, 4 s., parecen justificar este reproche.

[4121] 14. De una manera... y también de otra: ¡Cuántas veces se oye la queja de que hoy en día “Dios ya no habla más a los hombres”! No es así, Dios “nos habló últimamente en estos días, por medio de su Hijo” (Hebreos 1, 2), a quien tenemos que escuchar como lo dice el mismo Padre (Mateo 17, 5). Aquí vemos cómo Dios hablaba a los hombres del Antiguo Testamento: por visiones (versículos 15-18), por medio de aflicciones y enfermedades (versículos 19-22), o por envío de un ministro (versículos 23-28). Es esta una lección muy preciosa, que vemos probada por la Sagrada Escritura. “El pueblo de Israel oyó la voluntad de Dios por boca de sus jefes, y estos por boca de los profetas, enviados del Altísimo; a Elías habló un ángel mientras dormía; a Agar abrió Dios los ojos para que encontrara la salvación para sí misma y para su hijo; Ana, la madre de Samuel, oyó en su aflicción la voz de un sacerdote; los reyes magos fueron guiados por una estrella, y el etíope por una palabra de la Escritura” (Elpis).

[4122] 23. Eliú da a entender que él se cree enviado por Dios como ministro para enseñar a Job el recto camino. Según San Gregorio Magno el ángel es alegoría de Jesucristo, “el único mediador entre Dios y los hombres” (I Timoteo 2, 5).

[4123] 3. ¡Elocuente comparación! Así como, el paladar no discierne los manjares si no los prueba, así también la oreja no examina las palabras si no escucha. De ahí la constante queja de Dios porque no se escuchan sus divinas palabras. Véase en Mateo 17, 5 el único precepto que el Padre Celestial nos dio personalmente en el Evangelio. (“Escuchadle”).

[4124] 5 ss. Véase 6, 4; 9, 17 y 21; 13, 18; 27, 6.

[4125] 7. Quiere decir: Job insulta a Dios con la facilidad de quien bebe agua. Sobre esta falsa imputación véase 30, 21 y nota.

[4126] 14. Si Dios mirase al hombre con rigor, en el punto mismo retiraría hacía sí el espíritu que le dio. Es la profunda verdad que nos ensena el Salmo 103, 29 ss.

[4127] 17 ss. ¿Cómo te atreves a atribuir el crimen de injusticia a Dios, quien llama malvados a los reyes, y juzga sin acepción de personas? Esto último es una de las cosas que la Biblia nos inculca con la mayor insistencia. Véase en el Nuevo Testamento: Mateo 22, 16; Marcos 12, 14; Lucas 20, 21; Hechos de los Apóstoles 10, 34; Romanos 2, 11; Gal. 2, 6; Ef. 6, 9; Colosenses 3, 25; Santiago 2, 9; I Pedro 1, 17.

[4128] 21. Véase II Paralipómenos 16, 9 y nota; Proverbios 5, 21; Jeremías 16, 17.

[4129] 30. Sabemos que los malos gobernantes, como los malos pastores, suelen ser admitidos por Dios para castigar los pecados de un pueblo. Cf. Oseas 13, 11; Zacarías 11, 16; IV Reyes 24, 19 s. La Vulgata vierte: Él es Quien hace que reine un hombre hipócrita por los pecados del pueblo.

[4130] 36. Ojalá: Vulgata: Padre mío: en sentir de San Jerónimo, Dios. Eliú pide a Dios que no levante su mano de Job hasta que este reconozca la justa providencia del Señor. Sin embargo preferimos, con otros intérpretes, la traducción ¡ojalá!, fundándonos en el hecho de que en el Antiguo Testamento Dios nunca es llamado “mi Padre”, sino “Padre” o “nuestro Padre”, como que Yahvé era Padre de Israel. Fue Jesús quien nos hizo la asombrosa revelación de que su Padre lo es también de cada hombre (Juan 20, 17, etc.), y nos mereció que el Padre nos llamase y nos hiciese hijos suyos (I Juan 3, 1), mediante la fe (Juan 1, 12), amándonos como al Unigénito (Juan 17, 23) y dándonos el Espíritu de ese Hijo, que nos mueve a llamarle Padre (Gal. 4, 4-7).

[4131] 2. No profirió Job tal blasfemia de llamarse más justo que Dios. Según Ricciotti. Eliú dice: ¿a esto llamas tú “mi justicia delante del Señor”? Alude a 31, 35 s.

[4132] 3. Falta en los Setenta. El problema está resuelto en Malaquías 3, 13-18.

[4133] 6 ss. Dios es tan alto que tú no puedes perjudicarle por tu iniquidad, ni serle útil por tu justicia. Son tus prójimos los que experimentan las consecuencias de tu conducta, pero no Dios. Esto prueba que sus mandamientos no contienen ningún capricho suyo —pues nada puede dañarle a Él— sino enseñanzas destinadas a nuestra felicidad temporal y eterna, e inspiradas por su amor paterno y su sabiduría. Cf. Salmo 24, 8 y nota.

[4134] 9 ss. Alude a la objeción que Job formula en 24, 12 (cf. nota), y nos da este profundo tema de meditación: ¡qué prontos estamos para quejarnos del dolor, como animales que solo oyen el instinto!, pero ¿quién piensa en admirar y agradecer tantas otras maravillas que nos da nuestro Padre Celestial? ¡Qué no daría un rico ciego si pudiera comprar a un pobre sus ojos! Y el que los tiene, ni se acuerda de ello. De ahí que Dios se muestre a veces sordo a nuestros gritos (versículo 12) aunque muy bien los recuerda su corazón para el tiempo oportuno (versículo 13). Eliú concluye que solamente la gran paciencia de Dios en tolerar tales quejas (versículos 14-15) explica el que Job haya podido proferirlas sin ser castigado (versículo 16).

[4135] 4 s. San Jerónimo (Vulgata) vierte: Porque en verdad no hay mentira en mis palabras y te haré ver que mi ciencia es sólida. Dios no desecha a los poderosos, siendo poderoso Él mismo.

[4136] 7. Quiere decir que Dios coloca a los justos en el trono con los reyes. Hay muchas promesas semejantes en la Escritura, v. gr.; Sabiduría 5, 17; Daniel 7, 9, 27; Mateo 19, 28; 25, 34; Lucas 22, 28-30; Santiago 2, 5; Apocalipsis 2, 27-28; 3, 21; 20, 4, etc.

[4137] 11. ¿Acaso no fue así con Job? Cf. 42, 7.

[4138] 16. Si Job aprovecha la lección de dolor (versículo 15), Dios lo libertará de la estrechez y le devolverá la felicidad que tuvo anteriormente.

[4139] 18. No te pervierta la copia de sobornos: los dones no te desvíen a la injusticia (cf. Salmo 25, 10). Otros lo entienden de los dones dados por Job a Dios, sea por haber sido justo, o por lo sufrido. Eliú da a entender que Job pudiese haber pecado a este respecto como el fariseo del Templo. Cf. Lucas 18, 11 ss.

[4140] 20 s. Texto oscuro e incompleto. Los intérpretes no han logrado darle sentido. Vulgata: No alargues la noche para que suban los pueblos por ellos. Guárdate de declinar hacia la iniquidad, pues esta has comenzado a seguir después de tu miseria. Nácar-Colunga: No anheles, pues, tanto la noche de la muerte, que va arrebatando a unos tras otros. Guárdate de dejarte llevar a la iniquidad, aunque fuera la miseria quien te llevara. En todo caso se trata de un cargo muy infundado contra Job. Véase 1, 21 s. y nota.

[4141] 23. Tú has hecho mal: No dijo tal cosa Job. Solo quiso saber demasiado.

[4142] 24 ss. Habla de las obras de la creación a las cuales va a referirse en todo lo que resta de su discurso, como lo hará luego el mismo Dios en el suyo (capítulo 38 ss.). Véase también el capítulo 28. Hay que abrir los ojos para ver las maravillas de Dios en la naturaleza. Lo que los hombres llamamos prudentemente “ley natural”, no es otra cosa que “peón de albañil” que obra por mandato de Dios y ejecuta lo que Él dispone.

[4143] 30. Otra traducción: ora se rodea de su luz, ora se esconde en el fondo del mar. Figura muy verdadera de cómo nuestra fe es probada en un continuo vaivén, entre los esplendores de la revelación y los misterios del “Dios escondido”. Cf. Isaías 45, 15; 53, 3; Job 37, 21.

[4144] 31. Las tempestades, al mismo tiempo que son un castigo para los pueblos, dan fecundidad a la tierra, siendo así la causa de que se alimenten los mortales.

[4145] 32 s. La Vulgata trae otro texto de estos dos versículos: En sus manos esconde Él la luz y le manda que venga de nuevo. Le anuncia a su amigo que ella es posesión suya y que puede subir a ella. Bover-Cantera: Arma sus manos de rayos, y les ordena dar en un blanco. Le anuncia en su voz de trueno, y el ganado también al avecinarse la tempestad. Las diferencias de la traducción tienen su origen en la defectuosa forma del texto hebreo, lo cual obliga a los traductores a recurrir a conjeturas.

[4146] 2. Descripción poética del trueno, la voz de Dios. Véase 26, 14 y nota; Salmos 28, 3-9; 103, 8.

[4147] 3 s. Figura usada por Jesús en Mateo 24, 27, para indicarnos cómo será su Retorno. Cf. Salmo 18, 7.

[4148] 7. Poner un sello significa terminar, cerrar. Dios obliga a los hombres a descansar durante las lluvias del invierno, para que todos conozcan su divina potestad. Así también el descanso dominical está destinado para que podamos crecer en el conocimiento de Dios. Sobre este conocimiento mediante la creación, ver: Romanos 1, 20 y Denz. 2145.

[4149] 9. Del norte: Entre nosotros se diría del sur, pues al norte está el ecuador.

[4150] 13. Para corrección, o sea, para castigo. San Gregorio Magno compara las nubes con los predicadores del Evangelio, los cuales como nubes benéficas esparcen la lluvia de la buena doctrina por donde pasan.

[4151] 15. La luz de sus nubes: los relámpagos. Otros interpretan: el arco iris. La descripción del poder de Dios es altamente poética. Ni siquiera podemos comprender el modo de ser ni las operaciones de la naturaleza y de sus leyes, impuestas por el Creador, hoy como en tiempo de Job. La Providencia divina sigue siendo un misterio impenetrable: ¿Sabes tú?... ¿Conoces tú?... ¿Puedes tú? Una sola cosa sabemos cierta: Él es el Todopoderoso, el Inaccesible, y sus juicios son rectos (versículo 23). De ahí la consecuencia para nosotros los hombres: “Humillaos bajo la poderosa mano de Dios para que Él os ensalce a su tiempo” (I Pedro 5, 6).

[4152] 21. Así las tentaciones nos ocultan el sol de la fe; pero luego pasan y vuelve la luz. Cf. 36, 30 y nota.

[4153] 22. Sentido oscuro. Se refiere tal vez a las nubes de color de oro que son causa de la serenidad. En vez de áureo brillo se puede traducir oro (así la Vulgata).

[4154] 1. Este capítulo parece confirmar la doctrina de Eliú, aunque no en cuanto prejuzga sobre la conciencia de Job. Dios mismo, el Eterno Padre, viene a terminar y decidir la contienda, hablando majestuoso desde la tempestad, como antes a Moisés en Éxodo 3, 2. (Nótese el contraste con la suave forma de brisa en que se apareció a Elías para calmar su vehemencia, en III Reyes 19, 9-12.) El Todopoderoso pinta en colores magníficos los milagros de la creación y lo inescrutable de sus designios. Al justo no quiere atormentarlo, sino acrisolarlo poniendo a prueba su virtud. He aquí la inteligencia final de este sublime libro que nos ha dado tanta doctrina espiritual. La sabiduría consiste en pensar bien de Dios (Sabiduría 1, 1), y dar crédito a su bondad y su justicia, sin pretender explicarnos, como Job, designios que sobrepasan infinitamente a nuestra nada, como lo muestra aquí, en su ironía paternalmente socarrona, el divino discurso. Cf. 23, 15; 27, 2 y notas.

[4155] 2. Parecería que se refiere a Eliú que acaba de hablar, pero Job comprende bien que es a él, como dice el versículo 1. Cf. 32, 3.

[4156] 3. Tú me instruirás: Con ello se ve más acentuada la ironía. Dios siente llegado el momento de hacer ostentación de su majestad para evitar que los hombres la deformen. Cf. Salmo 11, 2 ss.

[4157] 4. Dios usa aquí el argumento que Jesús dio a Nicodemo (Juan 3, 12 s.): si nada sabemos de los misterios de Dios en el orden temporal de la naturaleza, ¿qué podremos adivinar de sus milagros en el orden espiritual? Queda así burlada y condenada toda construcción del espíritu humano acerca de estos misterios, que no se funde en los datos de la revelación, más allá de los cuales en vano pretenderemos penetrar por la investigación filosófica (I Corintios 2, 5; Colosenses 2, 2-4, 7-8) los atributos ni los designios de Dios (I Juan 4, 16; Romanos 5, 5; I Corintios 2, 10 ss.), cuyos pensamientos, según nos revela Isaías (5, 8 ss.), distan de los nuestros cuanto el cielo de la tierra. Cf. Salmos 91, 6; 93, 11; 77, 37 y notas.

[4158] 5. Extender la cuerda: sinónimo de medir o trazar los planos de una construcción. Tú lo sabes seguro: Dios le trata con ironía, en vez de preguntarle: “¿Sabes tú acaso?” ¡Hoy podríamos responder a esta pregunta afirmativamente! Porque se nos ha revelado que todo se hizo por el Verbo o Sabiduría de Dios (Eclesiástico 24), y ese Verbo se hizo carne (Juan 1, 14) y conversó con los hombres (Baruc 3, 38; Hebreos 1, 1 s.). “¡Oh dignación infinita! ¡Oh misterio de amor!” (P. de Segor).

[4159] 6. Sobre la piedra angular véase Salmo 117, 22 y nota. Se hincan sus bases: Cf. Salmos 23, 2; 103, 5; 135, 6.

[4160] 7. Los hijos de Dios: los Ángeles, que con los astros alaban la obra creadora. ¡Nótese la asombrosa belleza lírica de este pasaje! Cf. 1, 6; Salmo 88, 7.

[4161] 11. El orgullo de tus olas. Por donde vemos que ese fenómeno de las playas en que termina el mar, tan profundo en su centro, es una perenne lección de humildad que Dios nos da en la naturaleza. Cf. Salmo 103, 9 y nota.

[4162] 14. Cambia, etc.: Para que la tierra tome forma, como lo hace el barro bajo el sello (o molde) y se muestre adornada como de un vestido. Quiere decir, poéticamente, que la luz de la aurora es como una nueva creación que da forma y aspecto a la tierra, que la oscuridad parecía haber destruido a nuestros ojos. “¿No es esto, acaso —dice un poeta cristiano— lo que explica en los pájaros, al amanecer de cada nuevo día, ese coro universal de toda la selva, con que vuelcan, asombrados, su alegría sin límites?”

[4163] 15. Su luz: La luz de los malvados es la oscuridad. Cf. 24, 13 y nota.

[4164] 17. Vemos aquí un desafío y una burla para los que pretenden penetrar el más allá, sea por el ocultismo, o por la especulación puramente natural. Las puertas de la muerte (o del scheol: véase 19, 25 s.; 26, 6), se abrieron cuando Jesucristo descendió a los infiernos (Crisóstomo).

[4165] 21. La ironía, dice Ricciotti, llega aquí al sarcasmo.

[4166] 22. Cf. Salmo 32, 7. Sobre la naturaleza y sus maravillas véase el Salmo 103 y sus notas. Cf. Éxodo 9, 18; Josué 10, 11; Isaías 28, 17; Jeremías 10, 13; Ez, 13, 13.

[4167] 28 ss. Fenómenos que los hombres han investigado y siguen investigando, pero cuanto más se aplican a escudriñarlos, más misteriosa se les presenta la naturaleza; y aunque se han abierto paso hacia los átomos, jamás alcanzarán a comprender toda la grandeza de Dios.

[4168] 31. Alusión a constelaciones siderales, cuando en el mes de septiembre las Pléyades aparecen en su forma característica. En el mes de mayo desaparece el Orión. (Vulgata: Arcturo). Cf. 9, 9.

[4169] 32. Los signos del zodíaco, o los planetas. Bover-Cantera; la Corona (boreal); Nácar-Colunga: las constelaciones; Vulgata: el Lucero (cf. Salmo 109, 3 y nota). Como se ve, es muy discutida la traducción del correspondiente vocablo hebreo. Lo mismo cabe decir del segundo hemistiquio: y guía la Osa con sus cachorros. Vulgata: o que se levante el Véspero sobre los hijos de la tierra. Otros identifican esta constelación con Aldebarán y las Híades menores. Será difícil llegar a una traducción segura y unánime, porque falta todo criterio para averiguar el verdadero sentido del substrato hebreo.

[4170] 36. Setenta (traducción de Jünemann): ¿Quién ha dado a las mujeres de tejido sabiduría o bordadora ciencia? Vulgata: ¿Quién puso en las entrañas del hombre la sabiduría? ¿o quién dio al gallo inteligencia? Nuestra versión concuerda con la de Crampón y de Le Hir y tiene la ventaja de estar en armonía con el contexto.

[4171] 37. Los odres del cielo: metáfora que señala la abundancia de la lluvia y las nubes cargadas de agua. Cf. Salmos 32, 7; 37, 13. En las casas orientales se conservaba el agua en odres o pellejos.

[4172] 39 ss. Sobre el alimento de las fieras véase Salmos 103, 21; 146, 9 y notas.

[4173] 1 ss. Siguen otros ejemplos, tomados del reino de los animales, para demostrar la admirable providencia de Dios. “Al leer estas palabras, parécenos estar oyendo al Autor y Conservador de nuestro ser, al que ha soldado, por decirlo así, nuestra esencia y nuestra existencia y quien la conserva y es causa de todo lo que de real y bueno hay en la creación” (Garrigou-Lagrange).

[4174] 6 s. ¡Aguda paradoja: es asno y es salvaje, y con todo tiene domicilio y desprecia el tumulto de las ciudades!

[4175] 9. El búfalo, o bisonte, no se deja domar como el buey. Cf. el dominio de Adán antes de la caída (Génesis 1, 28; Salmo 8, 8). Véase 40, 23.

[4176] 14. La hembra del avestruz, antes de salir del nido, cubre los huevos con arena, para que se calienten y salgan los polluelos.

[4177] 18. Tanto este retrato del avestruz como el que le sigue, del caballo, son joyas literarias de incomparable belleza. Para verterlas en lengua moderna el traductor debería ser poeta.

[4178] 25. Figura poética: El caballo está representado como si fuese un ser razonable que dice al jinete: vamos a la batalla.

[4179] 26. Alusión a que muchas aves en otoño van al sur.

[4180] 30. Nótese la semejanza con la frase de Jesús en Mateo 24, 28, y Lucas 17, 37. Cf. 9, 26. Según el texto hebreo el capítulo 39 concluye con el presente versículo. Los versículos 31-35 equivalen a 40, 1-5, del hebreo. Ha existido aquí una desordenación de los versículos, que Ricciotti propone solucionar con el siguiente orden, a nuestro entender satisfactorio: Los versículos 33-35, antes de 31-32; y en seguida de estos, capítulo 40, 3 ss., suprimiéndose los versículos 40, 1-2, que son sin duda los versículos 38, 1 y 3, aquí repetidos sin necesidad.

[4181] 33. Según el orden indicado en la nota precedente, esta respuesta de Job adquiere su pleno y enorme significado: es una confesión ex abrupto, como de su alma abrumada por la elocuencia de Dios. El Padre Eterno le responde entonces, manteniendo su desafío (versículos 31-32) y continuándolo en 40, 3 ss. antes de empezar su segundo discurso (40, 10 ss.). La perfecta docilidad de Job es el más grande y bello de los ejemplos que se nos da en todo el libro, y confirma, con una prueba toda interior, la auténtica santidad del patriarca. Véase 42, 1-6.

[4182] 2 ss. ¡Cuántas veces queremos tener razón contra Dios! Cf. el remedio en Salmo 50, 6 nota.

[4183] 6. Esta es la característica del mismo Dios, como vemos en Lucas 1, 51 ss.

[4184] 9. He aquí lo que faltó a Job: hacer a Dios ese homenaje de confesar que su sabiduría todo lo hace para nuestro bien, por amor. En Tobías 12, 13 vemos que el justo necesita ser probado, y lo mismo enseña Jesús en Juan 15, 2 (haciendo la admirable excepción del versículo 3). Con todo, Job no prevaricó en la prueba. ¡Dios no perdió la apuesta con Satanás! (véase 2, 3 ss.).

[4185] 10 ss. El Eterno Padre patentiza una vez más a Job la pequeñez del hombre, confrontándolo con dos animales gigantescos, el behemot y el leviatán. La crítica ha sostenido la interpolación de este pasaje pero sin demostrarla fundadamente. Por behemot (plural hebreo de bestia) entienden muchos expositores el hipopótamo, animal monstruoso que vive en el Nilo y otros grandes ríos del continente africano, y en egipcio era llamado pehemu, que quiere decir buey de agua. San Jerónimo y otros Santos Padres ven en él un tipo de Satanás o de uno de los demonios.

[4186] 11. San Jerónimo cita este versículo en una carta a una noble dama romana, para explicarle la diferencia entre el mundo materialista y la vida espiritual. Dice el Doctor Máximo: “Tal vez me replicaréis que, siendo vos de noble alcurnia, criada en lujo, acostumbrada a dormir sobre colchones de plumas, no podréis absteneros del vino y de alimentos más regalados, ni, en una palabra, vivir conforme a estas leyes que estoy trazándoos. Muy bien, os contestaré aún más seco: ¡Vivid entonces según vuestra ley, ya que no podéis vivir según la ley de Dios! No os doy estos consejos porque Dios, Creador y Señor del universo, se deleite con el bramido de nuestras entrañas hambrientas y de nuestro vientre vacío, o con los ardores de nuestros pulmones fatigados, sino porque de otro modo no está salva la castidad” (A Eustoquia III, 11).

[4187] 14. Le dio una espada: los colmillos. Otros expositores traducen: solamente Dios podrá herirlo con su espada.

[4188] 17. Los lotos: planta acuática tropical, empleada como motivo en el arte egipcio. Vulgata: los sombríos, es decir, plantas sombrías.

[4189] 20. Leviatán: un monstruo acuático. Tal vez piensa el autor en el enorme cocodrilo, que existe aún y antes abundaba en los ríos africanos. También este, según los Santos Padres, es figura del diablo. Cf. 41, 24 s.; Salmo 103, 26; Isaías 27, 1 y notas.

[4190] 21. Meterle un junco: Así se hace también hoy con los peces, llevados al mercado. Un gancho, como se pone en las narices de los toros.

[4191] 25. El cocodrilo no es artículo de mercado, y no se come su carne. ¿Quién podría apresarlo?

[4192] 1. Hay muy diferentes versiones de este versículo. Vulgata: No como cruel lo despertaré, pues ¿quién puede resistir a mi semblante?

[4193] 2. El apóstol San Pablo expresa este mismo concepto para fundar la libertad de Dios de hacer misericordia a quien quiere (Romanos 11, 35). Cf. también Romanos 9, 15 ss. y I Juan 4, 10, donde el Evangelio enseña que la caridad consiste en que Él nos amó primero.

[4194] 3. El divino Artista se digna hacernos ver las maravillas de su obra. La enseñanza de todo esto es: cuán insignificante resulta el hombre físicamente, frente al poder de estas bestias, y cómo toda nuestra superioridad ha de cifrarse en el espíritu, mediante la gracia divina que lo redime y lo eleva.

[4195] 6. Compactas como un sello de piedra: Texto oscuro y estropeado. Vulgata: apiñado de escamas que se aprietan. Nácar-Colunga: compactas y cerradas como un guijarro. Bover-Cantera: que cerró un sello de piedra.

[4196] 13. Tiembla el mismo espanto. Vulgata: delante de él va la miseria.

[4197] 15. Duro como piedra: Los Padres usan esta metáfora para pintar el endurecimiento del pecador. El corazón del endurecido se encoge y llega a ser como una roca. Nada puede conmoverle, ni caricias, ni amenazas, ni promesas, ni favores, ni el aspecto de la miseria del prójimo, ni el castigo de Dios. Se asemeja en todo al corazón de leviatán, figura del diablo.

[4198] 19. El hijo del arco: la flecha, o el flechero.

[4199] 21. Vulgata: Debajo de él están los rayos del sol, y se echa sobre el oro como sobre lodo. El hebreo es más claro. Quiere decir: que aun el vientre del monstruo está cubierto de escamas agudas. La segunda parte del versículo alude a las huellas que las escamas dejan en el lodo.

[4200] 23. Imagen bellísima. Se diría que el abismo tiene cabellos blancos. Sorprende este lenguaje de Dios, que no habla aquí de doctrina espiritual, ni nos descubre expresamente sus designios respecto de Job, sino que acentúa lo que Él ha querido mostrarnos en la Biblia de la naturaleza. Estas cosas palpables nos ayudan a pensar siempre bien de Él, a priori, aunque ignoremos sus planes. Esto es lo que más conviene a nuestra santificación, pues nos lleva al acto de fe y confianza.

[4201] 24 s. En estos dos últimos versículos, que hacen pensar en la horrible bestia cuarta de Daniel (Daniel 7, 7) quizá relacionada con el Anticristo (Apocalipsis 13), vemos acentuarse, bajo la figura de leviatán, la semblanza de Satanás. Nótese que este, aunque permanece oculto durante todo el debate, es en realidad el verdadero adversario que lucha contra Job, como vimos en el prólogo de esta historia (capítulos 1 y 2), y el único causante de todos sus males, que el paciente atribuye a Dios (cf. Santiago 1, 13; Lucas 13, 16; 22, 31, etc.). Más afortunados que Job, gracias precisamente al ejemplo que Dios nos da en él, nosotros aprendemos aquí que nuestro constante enemigo es el diablo, y que, en vez de querer sondear los designios de Dios cuando sufrimos, debemos pedirle que Él nos libre de ese leviatán mucho más fuerte que nosotros (cf. Salmos 58, 4; 34, 10; 17, 18). Es lo que Jesús nos enseñó a pedir al final del Padrenuestro: “Líbranos del malo” o sea de Satanás (cf. traducción del P. Joüon, S. J., Verbum Salutis V). Job era figura de Cristo, en cuanto sufrió para que aprendiéramos a librarnos del enemigo. Sobre el misterio del diablo nos instruye muchas veces la Sagrada Escritura (Juan 8, 44; II Corintios 11, 14; Génesis 3, 1 ss.; III Reyes 22, 20-22; I Pedro 5, 8; Mateo 13, 19; Apocalipsis 12, 9; I Tesalonicenses 2, 18), así como de su derrota por Cristo (Mateo 12, 22-29; Isaías 9, 3 s.; Zacarías 3, 2; Colosenses 1, 12 s., etc.).

[4202] 2. Sé que todo lo puedes: “En que muestra el grado de conocimiento en que Dios le había puesto con esta doctrina; porque en conocer que Dios lo puede y sabe todo, no conoce solamente que es en todo poderoso, sino también que es justo y santo en todas sus obras. Porque el que todo lo puede, a todo excede y vence; y el que es sobre todos, como arriba decíamos, no recibe ley a sí mismo; y así es siempre justo cuanto hace y ordena. Por manera que quien conoce y confiesa sumo poder en Dios, por el mismo caso conoce y confiesa suma bondad” (Fray Luis de León, Expos. de Job).

[4203] 3. Sublime reminiscencia de aquellas palabras, que Dios le dijo en 38, 2. Job nos muestra aquí una contrición perfecta; ni siquiera se excusa con el extremo dolor que le causa su enfermedad. Vemos aquí el misterio de la prueba de fe a que Dios nos somete para llevarnos a la sabiduría, como admirablemente lo explica el Eclesiástico 4, 18-21. Es el sometimiento que exige San Pablo en II Corintios 10, 5, y el mismo Jesús en Mateo 16, 24. Cf. Judit, 8, 12 s.; I Pedro 1, 7.

[4204] 4. Es otra reminiscencia de lo que Dios le dijo antes. “El versículo es una combinación de 38, 31 y 38, 3 b. Parece como que Job va rumiando las reconvenciones de Dios y mezclándolas a sus reflexiones propias” (Bover-Cantera). Job guarda silencio, admirando la osadía que tuvo al querer juzgar lo que Dios hace. Es quizá el momento más patético de este incomparable drama espiritual.

[4205] 5. Véase lo que dijeron de Jesús en Juan 4, 42. Es el conocimiento experimental lo que le transforma. Cf. 23, 12; 29, 4.

[4206] 6. Fórmula de oro para nuestra verdadera contrición. Cf. Salmo 50 y notas.

[4207] 8 ss. ¡Sumerjámonos en este mar de caridad e inefable llaneza! Es este uno de los grandes documentos para descubrir cómo es el Corazón del Padre, cuya amorosa misericordia nos propone Jesús como ejemplo de toda perfección. Cf. Mateo 5, 48 y Lucas 6, 36.

[4208] 11. Una kesita: Los Setenta y expositores modernos entienden por esto una moneda. Otros traducen: una oveja. Cf. Génesis 33, 19.

[4209] 14 s. Los nombres de las hijas son muy finos y significativos: Jemimá (paloma), Kesiá (perfume) y Keren Happuk (caja de antimonio con que las mujeres de Oriente se pintan los ojos). En Israel las hijas solo heredaban cuando no había varones. Véase Números 27, 3-8.

[4210] 16. He aquí el último acto del drama: plena felicidad del que fue probado en la tentación. “La conclusión es manifiesta. Dios envía a los hombres las tribulaciones, no solo para castigarlos por sus pecados, sino también para purificarlos como el oro en el crisol y hacerles progresar en la virtud. En esto consiste la purificación del amor, como lo llaman los grandes místicos cristianos” (Garrigou-Lagrange, Providencia y Confianza, III, 3). Job es figura de Cristo, no solo en la pasión sin culpa (16, 18 y nota), sino también en la oración (cf. las lecciones del Oficio de Difuntos, en que habla Job, con los Salmos del mismo Oficio, en que habla místicamente Jesús); en la esperanza de la resurrección (cf. 19, 25 con Salmo 15, 10 interpretado por los Apóstoles en Hechos de los Apóstoles 2, 31 y 13, 35), y finalmente en la glorificación y triunfo (Hebreos 1, 6; II Tesalonicenses 1, 10; Hebreos 2, 9; Colosenses 3, 4; Apocalipsis 19, 11 ss., etc.). El Apóstol Santiago exhorta a los que sufren, a tener paciencia como Job y a confortarse viendo el fin de este maravilloso poema “porque el Señor es lleno de compasión y de misericordia” (Santiago 5, 11).

[4211] Sponte sua carmen numeros veniebat ad aptos et, quod tentabam dicere, versus erat. (Ovidio, Elegía X.)

[4212] 1 ss. San Jerónimo llama a este primer Salmo “el prólogo del Espíritu Santo al Libro de los Salmos”, porque aquí se traza el camino que conduce a la felicidad. Esta consiste en seguir las normas que para ello nos da Dios (véase Salmo 24, 8 y nota). “No es quizá sin intención que el libro comienza por esta palabra: Dichoso. Todo el Salterio describirá la dicha verdadera e indicará los caminos que llevan a ella o de ella nos apartan” (Desnoyers). Véase todo el Salmo 118 y sus notas. Los que no siguen la enseñanza del Señor no participarán de esta felicidad. Entre los burladores: En II Pedro 3, 3, el Apóstol, como observa Pirot, señala a estos mismos burladores a propósito de la Parusía del Señor (cf. versículo 5) e indica como remedio contra ellos, lo mismo que aquí (versículo 2) el pensamiento siempre puesto en las palabras de los profetas y de los apóstoles (II Pedro 3, 2).

[4213] 3. Véase Jeremías 17, 8. Nótese la maravillosa promesa que esto encierra. Al que se siente incapaz de dar fruto, Dios le asegura aquí la fecundidad con una sola condición: meditar constantemente las divinas palabras, las cuales son más dulces que la miel (Salmo 118, 103) y nos capacitan para toda obra buena (II Timoteo 3, 16-17).

[4214] 4. Como paja: literalmente, la cascarilla ligera del trigo: “cuando el buen grano sea separado de la pajuela. Cf. Mateo 3, 12” (Fillion).

[4215] 5. No estarán en pie: La Vulgata dice: no resurgirán. Los LXX: no resucitarán. Muchos intérpretes refieren esto al día del juicio, el gran día de Yahvé, “cuando se hará el discernimiento definitivo”. (Cf. Lucas 20, 35; 21, 36; I Corintios 15, 20 ss.; Sabiduría 5, 1; Efesios 6, 13; I Tesalonicenses 4, 15 ss. Ni los pecadores, etc. La separación de los buenos y de los malos no tendrá lugar hasta el juicio, “en que aparecerá incontestado el reinado de Cristo sobre la tierra” (Bover-Cantera). El P. Ubach observa que la reunión de los justos también podría “aludir a la asamblea de los tiempos mesiánicos (Isaías 65, 8, 25; Malaquías 3, 11, 12, 17 y 18), en la cual los israelitas piadosos, reunidos en Palestina, habrán de servir a Yahvé fielmente y ser colmados de sus bendiciones”.

[4216] 6. Camino: “En sentido metafórico se llama «camino» la conducta o modo de proceder de los hombres. Dios conoce o atiende con especial benevolencia y providencia al camino que siguen los justos, mientras la conducta de los impíos lleva a estos a la ruina” (Prado).

[4217] 1. El Salmo segundo, correlativo del Salmo 109, aunque carece de epígrafe, ha de atribuirse como este al Rey Profeta, pues los apóstoles lo citan como vaticinio hecho “por boca de David” (Hechos 4, 25) y así lo ha declarado la Comisión Bíblica (Denz. 2133). Algunos autores se inclinaban a atribuirle una fecha más reciente que la de David, “a causa de la doctrina mesiánica y escatológica muy desarrollada y sumamente precisa”, lo cual lo hace más admirable aún. En efecto, “la aplicación de este Salmo al Mesías es atestiguada, para los judíos, por el Targum, y para los cristianos por Hechos 4, 25 s.; 13, 33; Hebreos 1, 5; 5, 5; Apocalipsis 2, 27; 19, 15 y la tradición unánime de los intérpretes. Contestar el valor de este Salmo mesiánico sería desconocer la muy antigua realidad histórica de la esperanza del Mesías entre los Hebreos” (Desnoyers). Véase también Romanos 1, 4; Apocalipsis 12, 5. Lagrange lo llama “el Salmo mesiánico por excelencia”.

[4218] 2. Se confabulan los príncipes: Gramática concuerda este pasaje con Apocalipsis 19, 19. Su Ungido: palabra que dio lugar en hebreo a “Mesías” y en griego a “Cristo” (Jristós). Aquí se refiere, por encima de David —quien como rey era también ungido— al “Ungido” por excelencia, Cristo Jesús. Muchos siglos antes de Él se anuncia en este “oráculo profético” la conjuración que si bien se inició en Israel contra el cetro de Jesús (Lucas 1, 32 s.; Juan 19, 15 s.; cf. Mateo 11, 12; Lucas 16, 16; 19, 14), ha continuado desde entonces contra sus discípulos, y solo en los últimos tiempos —a los cuales parece estar próximo el mundo de hoy— asumirá plenamente la forma aquí anunciada: la apostasía de las naciones (cf. Salmo 47, 5; Ezequiel 38 y 39; Lucas 18, 8; II Tesalonicenses 2, 3 ss. y notas) en vísperas del triunfo definitivo del divino Rey que al final de este Salmo nos promete.

[4219] 3. Denuncia el pensamiento de los enemigos que se estimulan unos a otros con palabras jactanciosas. Cf. Jeremías 2, 20; 5, 5; Mateo 12, 14; Lucas 19, 14; Juan 11, 47 ss. y especialmente Hechos de los Apóstoles 4, 25-28, donde se mencionan en el complot, junto a Israel, a Herodes (idumeo) y a Pilatos (romano).

[4220] 5. “Los versículos 5 y 12 se refieren al gran día de Yahvé tan frecuentemente anunciado por los profetas y que revela en su lejano misterio la primera y la segunda venida del Mesías, más o menos confundidas en una misma perspectiva” (Calès). Cf. Sal. 117, 24 y nota.

[4221] 6. Llegado el momento previsto en el Salmo 109, 2 ss. el Padre lanzará este anuncio como un “quos ego” y en respuesta a la rebeldía de los poderosos. Cf. Salmo 44, 5 ss.; 71, 2, etc. Según los LXX y la Vulgata, que algunos prefieren aquí al Texto Masorético, es el mismo Mesías quien habla aquí —y quizá en todo el Salmo— anunciando a su favor el “decreto divino” que detallará en versículos 7-9.

[4222] 7. El Mesías publica el Decreto paterno. Lagrange ve en él “la nueva era de inocencia y de justicia en Jerusalén, estándole sujetas las naciones extranjeras”. Calès ve lo mismo “implícitamente o por modo de consecuencia” (Cf. Hebreos 1, 5; 5, 5 y notas). Yo mismo te he engendrado en este día. Desmoyers observa que “las palabras en este día parecen mostrar que el Salmo se refiere, en sentido literal, a un rey que el día de su entronización es hecho hijo de Yahvé”. En realidad se trata del día que el Padre sienta a su diestra al Mesías resucitado (Salmo 109, 1 ss.; Romanos 1, 4; Hebreos 1, 5; 5, 5 y notas). Igual aplicación hace Le Hir, y Bossuet expresa que esta glorificación como Hijo de Dios otorgada al Mesías es “una consecuencia natural y como una extensión de su generación eterna” (sobre esta véase Salmos 92, 2; 109, 3 y notas). Es en efecto lo que Jesús esperaba del Padre al pedirle para su Humanidad Santísima “aquella gloria que en Ti mismo tuve antes que el mundo existiese” (Juan 17, 5). Maravilloso don que Él quiere también para nosotros (Juan 17, 22 s.) y que disfruta ya como Sacerdote para siempre (Salmo 109, 4) esperando que el Padre le ponga sus enemigos a sus pies (versículo 9; cf. Marcos 16, 11; Hebreos 10, 13). Sobre esta filiación divina del Mesías glorificado, cf. Salmo 88, 27.

[4223] 9. Cf. Salmos 44, 5-7; 109, 2 y 5 s.; Hebreos 1, 8; Apocalipsis 2, 27; 12, 5; 19, 5; Daniel (capítulo 2) expresa este mismo triunfo de Cristo sobre sus enemigos, en la célebre profecía de la estatua quebrantada por la piedra. Isaías (63, 1-6) lo expresa en la alegoría del lagar en el que la sangre de los enemigos salpica los vestidos del Vencedor, repetida en Apocalipsis 19, 5. Cf. también Isaías 11, 4 y 61, 1-2, citado por el mismo Jesús en Lucas 4, 18-19.

[4224] 10 ss. Vuelve a hablar el profeta, o quizás continúa el Mesías según glosa San Agustín diciendo: “Aquí me veis levantado por Rey de Sión, y no os apesadumbre, oh reyes de la tierra. Esforzaos más bien por comprender lo que es vuestra realeza y elevad vuestras mentes. Es vuestra gloria el ser dóciles y sumisos a Aquel que os da el poder y la inteligencia y el saber perfecto.” Besad sus pies (así también Bover-Cantera, Nácar-Colunga, Vaccari, Ubach, Calès, Rembold y otros). Es un acto de sumisión y de temeroso respeto. “Este homenaje, usado antiguamente en Babilonia, en Asiria, en Egipto, lo es todavía en el cercano Oriente y en la corte pontificia” (Desnoyers). Otros vierten: Besad al Hijo (Crampon), o simplemente: rendidle homenaje.

[4225] 1. Absalón, el hijo ingrato y rebelde, había colocado a David en las más penosas angustias de modo que el padre, abandonado, tuvo que huir de Jerusalén con un puñado de fieles (II Reyes capítulos 15-18).

[4226] 4. Mi escudo: expresión grata a David (cf. Salmo 5, 13), el cual, perseguido y desamparado, cifra su única defensa en el Señor.

[4227] 5. Santo monte: el monte Sión de Jerusalén (cf. Salmo 2, 6), donde David erigió un altar y un tabernáculo para el Arca de la Alianza, con un amor que Dios no había de olvidar (cf. Salmo 131; Ezequiel 45, 4 y notas; Hechos 15, 16). Su hijo Salomón levantó allí el primer templo.

[4228] 9. El santo rey perdona a su pueblo infiel e implora sobre él la bendición de Dios. Hermoso ejemplo de amor a los enemigos en el Antiguo Testamento (cf. Salmo 7, 5 y nota; Mateo 5, 43 y nota).

[4229] 1. Todo el Salmo respira paz y confianza en Dios, por ello la Iglesia lo incorporó al Oficio de Completas que se reza todas las noches. El título en la Vulgata dice “Para el fin” y según San Jerónimo: “al vencedor”.

[4230] 3. Hijos de hombres: designa en el lenguaje de la Sagrada Escritura frecuentemente a los ricos y poderosos; aquí a los rebeldes que se han levantado contra David.

[4231] 4. Al santo suyo: o sea su fiel David. Nótese el amor con que el santo rey atribuye todos los méritos a Dios. Figura en esto a Jesucristo, que todo lo atribuye al Padre (cf. Juan 3, 16; 6, 32; 11, 42; 12, 49-50; 14, 13; 15, 8; 17, 1 ss. etc.) Por eso se dice que Dios es admirable en sus santos (Salmo 67, 36), pues nada pudieron tener estos que no lo recibieran de Él. Cf. Salmo 20, 6 y nota. “De donde clarísimamente se debe creer que aquella tan grande y admirable fe del ladrón a quien Dios llamó a la patria del paraíso (Lucas 23, 43), del centurión Cornelio, a quien fue enviado el ángel del Señor (Hechos 10, 3), y de Zaqueo, que llegó a recibir al mismo Señor (Lucas 19, 6), no fue don de la naturaleza sino de la generosidad de Dios” (Denz. 200).

[4232] 5. Temblad: la Vulgata dice: Airaos, y San Pablo (Efesios 4, 26) coincide con ella al citar este versículo según los LXX. Este otro sentido queda también confirmado como bueno por la autoridad del Apóstol.

[4233] 6. Sacrificios de justicia, o sea, de obediencia a la Ley de Dios, superiores a los de iniciativa propia (cf. Eclesiástico 35, 1; I Reyes 15, 22; Proverbios 21, 3; Oseas 6, 6, citado en Mateo 9, 13; Zacarías capítulo 7, etc.).

[4234] 7. Los bienes: es decir, los días felices. La luz de tu rostro: el favor, el auxilio de Dios.

[4235] 8. En la Vulgata se refiere este versículo a los enemigos bien abastecidos; en el hebreo, a David mismo.

[4236] 9. Apenas me acuesto: ¡Qué remedio contra los insomnios que suelen venir del corazón inquieto! Cf. Salmo 62, 7 y nota.

[4237] 2. El santo rey dirige sus plegarias matutinas a Dios, pidiéndole que le libre de sus enemigos.

[4238] 5 ss. La confianza del salmista se funda en el testimonio de su conciencia: Él no ha tratado mal a sus perseguidores, según lo vemos en Salmo 7, 5. Sobre el testimonio de la conciencia, véase Romanos 9, 1 y nota.

[4239] 8. En tu santo Templo: Los israelitas piadosos asistían a los sacrificios cotidianos en el Templo o dirigían al menos su mirada hacia el Santuario. Cf. Salmo 27, 2; III Reyes 8, 22 y 30; Daniel 6, 11.

[4240] 9. Empieza aquí la súplica propiamente dicha. A causa de mis enemigos: Antes de pedir justicia contra ellos, el santo rey pide para él la rectitud y confía en que Dios lo conduzca por camino llano frente al peligro que aquellos significan con su perfidia y mal ejemplo (versículo 10 y nota). Es lo que Jesús nos enseña a pedir en Lucas 11, 4, huyendo de la presunción que se cree bastante valiente para soportar la prueba. Cf. Juan 13, 37 s.

[4241] 10. Cf. Salmo 9B, 7; 13, 3; Romanos 3, 13. Como el sepulcro abierto es una imagen de la muerte, así los pecados de los impíos son la ruina de otros, ante todo, los pecados de la lengua: mentiras, calumnias, intrigas. Véase el poder de las malas lenguas en Santiago 3.

[4242] 11. El salmista pide la humillación de sus adversarios, no por sentimientos de venganza, sino porque son enemigos de Dios, como lo expresa al decir: su rebeldía es contra Ti. Cf. Salmo 108, 1 y nota.

[4243] 1. Este Salmo es el primero de los siete que se llaman penitenciales, o sea, de arrepentimiento (Salmos 6, 31, 37, 50, 101, 129, 142), porque son la expresión más viva de un alma que se siente culpable y pide al Señor perdón, confiada en Su infalible misericordia. Cf. Salmo 50 y notas. En octava: quiere decir, según el Targum, para la cítara de ocho cuerdas.

[4244] 2. Expresión usada igualmente al comienzo del Salmo 37. Muestra la conciencia humilde de quien, sabiéndose incapaz de afrontar un juicio justiciero, no pierde sin embargo la esperanza, porque conoce el Corazón de Dios. Y muestra también que este verdadero Padre no es insensible, como podría suponerlo una fría concepción abstracta del infinito (Salmo 147, 9 y nota), sino que, habiéndonos hecho a imagen Suya, nos mandó luego a Jesús, que es su vivo retrato (Hebreos 1, 3), para que, por los afectos del Hijo en su Humanidad Santísima, conociésemos palpablemente el Corazón amante y misericordioso de Dios Padre (cf. Lucas 15, 20; Juan 11, 33 ss.) que ya el Antiguo Testamento nos anticipaba. Cf. Salmo 102, 13 y nota.

[4245] 4. ¿Hasta cuándo? es decir: ¿Hasta cuándo me afligirás? Es la apremiante súplica de la confianza filial.

[4246] 6. En el sepulcro: Hebreo: en el scheol (cf. Job 19, 21 ss.). No se trata del infierno en el sentido cristiano, sino solo del lugar de los muertos (Simón-Prado). Los israelitas no conocían las verdades del Evangelio que arrojan plena luz sobre el más allá, y consideraban que los difuntos aguardaban en ese lugar triste y oscuro en espera de la resurrección (cf. Job 19, 25). Solo la secta herética de los saduceos negaba este dogma (Lucas 20, 27); Hechos 23, 8). Nótese la razón que alega el salmista: los muertos no pueden ya alabar a Dios, idea muy frecuente en los libros del Antiguo Testamento (Salmos 29, 10; 87, 12; 113, 17; 114, 9; 145, 4; Eclesiástico 17, 25 s.).

[4247] 9 s. Con súbita explosión de júbilo repite por tres veces que Dios lo ha escuchado. Apartaos, etc. Jesús aplica estas mismas palabras en Lucas 13, 27, contra los que practican una vacua piedad exterior. Véase allí la nota.

[4248] 1. Sobre el título cf. versículo 7 ss. y Salmo 8, 1 y nota. Cus, de la tribu de Benjamín: sin duda alguna cortesano por cuyas calumnias Saúl fue instigado a perseguir a David.

[4249] 3. Literalmente dice: arrebate mi alma; hebraísmo que se refiere a la vida.

[4250] 4. Eso: Alude al crimen del cual le acusan falsamente.

[4251] 5. Precioso rasgo que retrata a David. ¿Cómo había de hacer mal a un amigo él, que aun a sus injustos perseguidores salvó, lejos de vengarse? (I Reyes 24, 11; 26, 9). Como figura de Jesús, el santo Rey de Israel nos da un anticipo del Evangelio. Cf. Mateo 5, 38 s.; Salmo 3, 9; Éxodo 21, 24.

[4252] 6. La vigorosa imprecación del salmista delante de Dios muestra la rectitud de la conciencia sin repliegues. Es lo que expresa el refrán: “Al buen pagador no le duelen prendas.”

[4253] 7 ss. El Salmo, que aquí cambia de ritmo, se hace profético y anuncia el juicio de las naciones (cf. Salmo 9 y notas). Allí, públicamente, quiere ser juzgado el salmista, sin temor, como corresponde al que ama. Es lo que enseña San Juan en I Juan 4, 17 s. Cf. Lucas 21, 25 y 26, en contraste con los trágicos acentos del Dies irae. Algunos piensan que el título “los lagares” del Salmo siguiente (cf. Salmo 8, 1 y nota) pertenece al presente Salmo y tiene el sentido de vendimia o juicio según Isaías 63, 3; Apocalipsis 14, 18-20; 19, 15.

[4254] 8. En lo alto: Ubach vierte: en el aire. Cf. I Tesalonicenses 4, 16 s.

[4255] 10. “Nuestras obras, sean de hecho o de palabra, son patentes a los hombres; pero la vida profunda del alma, con sus intenciones, sus deseos, solo la conoce, examina y mide Aquel que sondea el corazón y las entrañas” (San Agustín). Cf. I Reyes 16, 7; I Paralipómenos 28, 9; II Paralipómenos 6, 30; Jeremías 11, 20.

[4256] 11. Coincidiendo con lo que precede (versículo 7 ss. y nota), vemos aquí la confianza inquebrantable del que no mira al Señor como un acusador sino como su Salvador. Esta confianza, que es la característica del real profeta, debe llenar de esperanza a todos los cristianos, en particular a los perseguidos y necesitados. La peor de las herejías, dice Pío XI, es la de mirar a Dios como un juez implacable, en vez de mirarlo como un Padre misericordioso.

[4257] 12. Fuerte y paciente: La Vulgata, los LXX y caracterizados autores mantienen estas palabras, sin las cuales no quedaría claro el concepto del salmista y aparecería el Señor como un Juez simplemente justo, es decir, despojado de su atributo esencial que es la misericordia, según la cual “su omnipotencia se manifiesta sobre todo en perdonar y compadecerse.” (Colecta del Domingo X de Pentecostés). Vemos aquí que Él es ciertamente terrible, pero solo para los que no quieren aceptar la bondad que nos brinda su amor.

[4258] 15. Profunda fórmula que parece un retrato psicológico de Judas y de todos los traidores. La corrupción se inicia en el entendimiento.

[4259] 16 ss. El malvado no sacará provecho alguno de su iniquidad, teniendo esta su castigo en sí misma. La injusticia que uno concibe contra su víctima engendra injusticia contra el autor. Cf. Isaías 59, 4; Proverbios 1, 18; Salmo 24, 8.

[4260] 1. El título de “los lagares” podría indicar que este Salmo había de cantarse en la fiesta de la vendimia o Tabernáculos. Según otros: para el instrumento ghittit (cf. Salmo 80, 1 y nota) o según la melodía de los geteos, habitantes de Get, ciudad de Filistea. Para otros, los lagares tiene el sentido de vendimia y pertenece al Salmo anterior que anuncia el juicio de las naciones. Cf. Salmo 7, 7 ss. y nota. El tema del Salmo es la grandeza de Dios y la nada del hombre, no obstante lo cual, al crearlo, le dio la realeza sobre todas las cosas. En sentido más alto lo acomoda San Pablo a Cristo, Rey y cabeza de la humanidad redimida.

[4261] 2. ¡Cuán admirable! ¡Y cuán poco lo admiramos no obstante que Él ha derrochado magnificencia en la naturaleza! (cf. Salmo 103 y notas). ¿Cuántos se detienen a admirar los crepúsculos o las estrellas, más sublimes que las montañas o el mar? Jesús fue profetizado con el nombre de “Admirable” (Isaías 9, 6). Y así se presentará, según San Pablo, cuando aparezca en gloria y majestad (II Tesalonicenses 1, 10) como en la Transfiguración (Marcos 9, 1). Cantan los cielos, etc.: Texto corrupto, diversamente entendido. Algunos vierten como la Vulgata: Rebasa los cielos; y así es como San Agustín lo aplica alegóricamente a la Ascensión del Señor.

[4262] 3. De la boca, etc.: Véase Mateo 21, 16. “Como si dijese: la gloria y majestad del Creador ha sido estampada en el sol y en todos los seres creados, con letras tan claras y patentes, que hasta los niños y lactantes saben leerlas” (Ubach). Y esto “confunde a los enemigos de Dios”, mostrando que están cegados por la soberbia. Cf. Romanos 1, 18-20. En efecto solo aquellos que conservan el espíritu de niño, la infancia espiritual, comprenden la sabiduría de la Creación: “Te glorifico, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has tenido encubiertas estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeñuelos.” (Mateo 11, 25).

[4263] 6 s. Alude, claro está, al hombre antes de la caída (cf. Sabiduría 2, 24 y nota). A Dios: Los LXX dicen: a los ángeles, y San Pablo, en Hebreos 2, 6 ss., refiere estas palabras a Jesucristo, tomando un poco en sentido temporal, para indicar la humillación del Verbo encarnado (Filipenses 2, 7), y mostrar luego que Dios ha coronado al Hijo de gloria y honor, constituyéndole Rey de todas las cosas (Salmo 9A, 8 ss.; I Corintios 15, 25; Hebreos 2, 8).

[4264] 8. Compárese Génesis 1, 28 (sobre Adán) con Job 39, 9; y véase Génesis 3, 18; Sabiduría 10, 2 y nota. Grande fue, pues, la decadencia del hombre en el orden natural, y mayor aún en el sobrenatural, de modo que el II Concilio Arausicano (Denz. 174-200) declaró que el hombre “de suyo solo tiene pecado y mentira”. Con todo, gracias a los méritos de Cristo nuestro Salvador, los que creen en Él con fe viva nacen de nuevo en el Bautismo (cf. Juan 1, 13; 3, 3; I Pedro 1, 23; Romanos 6, 4) y en sentido sobrenatural llegan a ser, mucho más que Adán, verdaderos hijos de Dios (I Juan 3, 1), partícipes de la naturaleza divina (II Pedro 1, 4) como el Nuevo Adán (I Corintios 15, 45) y llamados a su mismo amor (Juan 17, 23 y 26) y a su misma gloria (II Pedro 1, 2).

[4265] 1. El comienzo enigmático designa al parecer la melodía de este Salmo o la manera de cantarlo. San Jerónimo vierte: “por la muerte del Hijo” y explica la versión de la Vulgata (“por los ocultos arcanos del Hijo”) mediante la suposición de que los judíos no quisieron revelar al rey Ptolomeo la pasión y la resurrección del Mesías (Anecd. III, 3, 12). Otros consideran más bien que “se trata, según toda apariencia, del gran día mesiánico, o del gran juicio escatológico, o mejor dicho de ambos a un tiempo, entrevistos en una misma perspectiva. Yahvé será entonces el refugio de todos los oprimidos, de todos aquellos que lo hayan buscado, hayan confesado su Nombre y puesto en Él su confianza” (Calès). Cf, versículo 17 y nota.

[4266] 4. Mis enemigos: Como en otros Salmos, David habla aquí en nombre de todo el pueblo escogido (cf. Salmo 101, 1 y nota). Se trata de las naciones gentiles, como se desprende de los versículos 6, 9 y 16 (cf. versículo 6 y nota). Espiritualmente puede aplicarse a los enemigos interiores, de los cuales el suplicante triunfará por el auxilio divino.

[4267] 6 s. A los gentiles: Algunos han propuesto sustituir la lección “goyim” (gentiles) por “ghe’im” (orgullosos), pero tal cambio, además de no tener a su favor ningún testigo antiguo, estaría manifiestamente en contra del versículo 7 b (has destruido sus ciudades), y también de 9 b y 12 b. Para siempre: como en Salmo 9B, 16. Cf. Apocalipsis 16, 19; 19, 19 ss. 8 ss. Cf. Salmo 71, 2. Véase los Salmos 95-98 y notas.

[4268] 11 Nótese la importancia del conocimiento espiritual de Dios. El conocer su nombre, que es “Padre” (Gálatas 4, 6; Juan 17, 4, 26; Lucas 11, 2), es el fundamento de la esperanza (véase Salmo 90, 14). Otra gran enseñanza de este versículo es la seguridad, que siempre tenemos, de encontrar a Dios como al Padre admirable del hijo pródigo (Lucas 15, 20), con solo buscarlo (cf. Sabiduría 6, 14-15; Juan 6, 37).

[4269] 12. Cf. Salmos 64, 2; 67, 17; 73, 2; 75, 3; 131, 13 s.; Ezequiel 40, 2.

[4270] 15. La hija de Sión: Personificación poética de Jerusalén. Cf. Salmo 101, 22.

[4271] 17. Santo Tomás cita este pasaje aplicándolo a los últimos tiempos junto con Jeremías 23, 6 y Apocalipsis 11, 15, para señalar el triunfo final del Mesías, que está anunciado por los profetas.

[4272] 20. ¡No prevalezca el hombre! Conclusión paralela a la del Salmo siguiente 9B, 18. Es la condenación del humanismo por el cual el hombre quiere sustituir a Dios (cf. Salmo 11, 5; II Tesalonicenses 2, 4; Apocalipsis 18, 7, etc.). Aun los paganos condenaron esta tendencia en el mito de Prometeo.

[4273] 21. El terror: Otra lección, según la Vulgata: Establece sobre ellos un legislador: el Mesías. Con este versículo termina el Salmo 9 según el texto hebreo, comenzando con el versículo 22 el Salmo 10. A partir de aquí hasta el Salmo 147, salvo algunas excepciones (cf. Salmos 113-115), la numeración de los Salmos según la versión griega de los LXX y la Vulgata queda retrasada en una unidad con respecto, a la usada en el texto hebreo. Ello no obstante, al disponerse la nueva versión del Salterio según los textos originales, en el Motu Proprio “In cotidianis precibus” del 24 de marzo de 1945, se conservó la misma numeración de la Vulgata, sin duda por no introducir dificultad, dado que las citas de los Salmos fueron hechas desde antiguo con arreglo a ella. A esto nos atenemos también nosotros, advirtiendo sin embargo, que en general las ediciones bíblicas según los textos originales llevan en los Salmos la numeración del hebreo, cosa que conviene saber a los estudiosos para evitar confusión.

[4274] 3. Blasfema: literalmente en hebreo: bendice: “antífrasis” que entre los hebreos por eufemismo significa: maldice, blasfema (cf. Job 1, 5).

[4275] 5. Menosprecia a todos sus adversarios: literalmente, resuella a bocanadas sobre ellos. Gesto característico de desprecio en Oriente (Manresa, Ubach, etc.). Sobre el misterio de la prosperidad de los impíos véase los Salmos 36, 48, 52, 73, etc.

[4276] 11 ss. San Pablo cita este pasaje en Romanos 3, 14, junto con Salmo 13, 3. Retrato maestro de la diabólica confianza con que procede el impío prepotente. Es que “la codicia mundana produce la fortaleza de los gentiles”, dice San Próspero. Y añade, por contraste: “en cambio, la fortaleza de los cristianos es producida por el amor a Dios, el cual se derrama en nuestros corazones, no por arbitrio de la voluntad que tiene origen en nosotros, sino por el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Cf. también Romanos 5, 5.

[4277] 13. Vemos aquí las consecuencias de creer en un Dios pasivo. Si creemos que Dios se olvida de nosotros, también le olvidaremos a Él.

[4278] 14. Si bien el salmista se entristece al ver que los impíos prosperan, su firme esperanza de que Dios será el amparo de los débiles se verá cumplida en los versículos 16 y siguientes.

[4279] 16 ss. Para siglos eternos: «Y su reino no tendrá fin» (Credo de la Misa). Como en Salmo 9A, 8 ss., el salmista, en lenguaje profético, da por llegada ya su gran esperanza. Cf. Lucas 1, 32; I Corintios 15, 25; Hebreos 2, 8; Salmo 71, 5 ss., etc.

[4280] 18. Sobre esta formidable sentencia contra la gloria del hombre, véase Salmo 9A, 20 s. y nota.

[4281] 1 ss. El santo rey, angustiado por sus enemigos, tiene plena confianza en el Señor que no abandona al justo. Por eso rechaza el consejo de huir a los montes, que se le da en los versículos 1-3.

[4282] 3. Como observa San Jerónimo, este texto se refiere al orden público. Quiere decir: si los principios fundamentales de la justicia y del orden se han derrumbado, no hay esperanza alguna para el justo. Lo único que puede es huir. Así suena la voz de los consejeros del rey, sin embargo este tiene puesta su confianza en Dios. Véase los versículos 5-8, en los cuales se muestra cuán lejos está Dios de esa pasividad que los impíos le atribuyen en el Salmo 9B, 13 (cf. nota).

[4283] 5. El segundo hemistiquio dice en la Vulgata: “el que ama la maldad odia su alma”, concepto distinto del presente pero que hallamos también en la divina Escritura (cf. Salmo 7, 14; Tobías 12, 10).

[4284] 6. Recuerda la suerte de las ciudades de Sodoma y Gomorra, que el Señor exterminó haciendo llover sobre ellas azufre y fuego (Génesis 19, 24). Véase Apocalipsis 14, 10 s. “El cáliz”: la suerte destinada por Dios (véase Salmo 15, 5; Isaías 51, 17; Jeremías 25, 15).

[4285] 7. Los rectos verán su rostro: Es lo que el Señor dice en la sexta bienaventuranza (Mateo 5, 8; véase Salmo 23, 4).

[4286] 1 s. Sobre el “título” cf. Salmo 6, 1. David compuso este Salmo probablemente en los días amargos de la persecución de Saúl (I Reyes capítulos 18 ss.), cuando veía bien que solo en Dios podía poner su confianza. Así también este Salmo es para nosotros un precioso oasis de oración para huir de “este siglo malo” que nos rodea (Gálatas 1, 4). “Sálvame Tú”, pues vano sería esperar que algún hombre pudiese salvarme. Es el concepto que vemos en el grande anuncio mesiánico de Isaías 59, 16 ss., que San Pablo menciona en Romanos 11, 26.

[4287] 5. ¿Para qué necesitamos de la Palabra de Dios si tenemos nuestra elocuencia? ¿Para qué queremos la revelación si tenemos nuestra ciencia? Véase I Corintios capítulos 1, 3, donde se nos muestra de una manera cruda lo que vale la palabra y la ciencia de los hombres.

[4288] 6. “Piensan los ricos que sus riquezas les permiten despreciar al pobre, maltratarlo y, si es necesario, pueden comprar la benevolencia de los jueces… pero los maltratados tienen armas más poderosas: tienen el llanto y los sollozos, y las mismas injurias que, recogidas en silencio, dignamente, ablandan y obligan al cielo” (San Juan Crisóstomo). Aquel que lo desea: Es la doctrina de Salmos 32, 22; 80, 11 y del Magníficat (Lucas 1, 53). El que se cree suficiente y no necesita de Dios es abandonado a sus propios extravíos (Salmo 80, 13). Así obraron los fariseos que rechazaron a Cristo, porque Él había venido para los enfermos y pecadores (Mateo 9, 12; Marcos 2, 17; Lucas 5, 32), y ellos se creían sanos y justos (Lucas 18, 9). Cf. Juan 2, 24 y nota.

[4289] 7. Es decir, las que preceden (versículo 6) no son deleznables palabras de hombre como las del versículo 5, sino promesa certísima de Dios, que cuida mucho su Palabra de honor, y no la mezcla con la escoria de la doblez, porque en Él no cabe vanidad ni egoísmo. Es este uno de los conceptos que más nos llevan a preferir la divina Escritura sobre todo otro libro, como lo demuestra elocuentemente Helio en el prólogo de su obra “Palabras de Dios”. Cf. Salmo 17, 31; Proverbios 30, 5 y todo el Salmo 118, dedicado a explicarnos las maravillas que obra en nosotros la divina Palabra.

[4290] 2. “Esconder el rostro” o hacerse sordo es como estar ausente. David sabe que su Dios lo está oyendo, y por eso, aun en medio de la extrema impotencia y aparente abandono en que se halla —probablemente durante la persecución de Saúl— no vacila en presentar al Señor, con audacia filial, su apremiante queja. Confortado luego su espíritu con esta oración, no tarda en abrirse a la gozosa perspectiva que vemos al final. Este Salmo nos estimula así, como muchos otros, a seguir ese mismo camino de oración que David, inspirado por el Espíritu Santo, enseña aquí con su palabra y con su ejemplo; y es un precioso exorcismo contra el pérfido enemigo que intenta sembrar en nuestra alma el desaliento y la tristeza, inevitables siempre que falta la esperanza.

[4291] 5. Es frecuente en la Escritura este pensamiento contra la arrogancia de los enemigos soberbios (cf. Deuteronomio 32, 27; Salmo 24, 3). Espiritualmente puede aplicarse al peor enemigo, Satanás, cuya fuerza es mayor que la nuestra propia (Salmo 58, 4), pero es siempre vencida por la gracia (I Juan 2, 13-14), si tenemos fe (I Pedro 5, 8-9; Romanos 1, 17, etc.).

[4292] 6. Otros vierten con la Vulgata: mas yo tengo mi confianza, etc., lo cual da también un matiz de hermosa piedad. La versión del nuevo Salterio Romano que aquí seguimos, parece más apremiante al presentar crudamente, al Dios que tanto ostenta sus atributos de misericordia y fidelidad, esa idea de que pueda quedar confundido quien ha confiado en Él. Bien sabe David que esto es imposible (cf. Salmos 24, 2; 30, 6; 124, 1, etc.), y por eso, como Jesús en Juan 11, 41 s., anticipa a Dios la gratitud y la alabanza, como si ya hubiese recibido lo que espera de ese “Padre de las misericordias y Dios de toda consolación” (II Corintios 1, 3). También la Virgen nos muestra su corazón “exultante” a causa de la salud que viene de Dios (Lucas 1, 47).

[4293] 1. Este Salmo, que coincide casi por completo con el 52, nos ofrece un cuadro pavoroso, como para quitarnos toda ilusión sobre el mundo y los hombres, empezando por los que dominan en el propio Israel. Además nos ilustra sobre el tema siempre actual: la impiedad es fruto de la falta de rectitud (Habacuc 2, 4; Juan 3, 19-21), pues nadie puede ser justo si le falta la fe (Romanos 1, 17; Gálatas 3, 11; Hebreos 10, 38 y notas), ni justificarse sino por ella (Romanos 3, 24-31). Insensato, o necio, es en el lenguaje bíblico el impío que no piensa en la Providencia de Dios ni en la sanción del pecado, porque nunca se concentra en sí mismo y vive siempre ‘extravertido’, mareado por la fascinación de lo fugaz (cf. Sabiduría 4, 12 y nota). De ahí proviene, según nos enseña el profeta Jeremías, la desolación de la tierra (Jeremías 12, 11).

[4294] 2. Notemos que ya no se trata aquí de falta de moral sino de la falta de ese conocimiento de Dios que es el primer homenaje que le debemos. De esa falta procede todo lo demás (Romanos 10, 17; Gálatas 5, 6; Juan 17, 3, 17, etc.).

[4295] 3. La Vulgata añade aquí todo un párrafo que proviene sin duda de Romanos 3, 13-17, donde San Pablo cita sucesivamente diversos pasajes de las Escrituras (Salmo 5, 10-11; Salmo 139, 4, etc.).

[4296] 4. “Apostrofe a los sacerdotes responsables de la moralidad de Israel y por eso culpables de la general corrupción que en él señorea. Sobre análogos reproches hechos a los sacerdotes, véase Jeremías 2, 8; Oseas 4, 6 s.; Malaquías 1, 6; 2, 2” (Ubach). ¡Nunca entenderán! Tremenda sentencia, que concuerda con la que Jesús fulmina a los fariseos, escribas y doctores: “vosotros moriréis en vuestro pecado” (Juan 8, 21-24). El pecado es, ante todo, un error (cf. Isaías 1, 3; I Juan 2, 3-4; 3, 6; 4, 8, etc.), pero es el error culpable del que rechaza la luz (Juan 3, 19 s.), pues esta no se niega a nadie, y los pequeños la ven aún más que los sabios (Lucas 10, 21). Por eso Dios castigará, abandonándolos a la más ciega ofuscación, a los que han de ser víctimas del Anticristo “por no haber recibido el amor de la verdad” (II Tesalonicenses 2, 10 ss.). Devoran a mi pueblo: cf. versículo 6 y Salmo 52, 5 y nota. Recuérdese el lamento de Jesús sobre las ovejas abatidas y esquilmadas (Mateo 9, 36). Cf. Ezequiel 34 y notas. El versículo 7 muestra que el Salmo abarca también a los gentiles, enemigos exteriores del pueblo escogido, como observa Crampón.

[4297] 5. Temblarán: La Vulgata habla de ese miedo sin causa, que es característico del alma que no está en paz con Dios. Cf. Levítico 26, 17 y 36; Proverbios 28, 1; Sabiduría 17, 10. Así lo observamos en Salmo 52, 6, donde se entrevé ya el cumplimiento de este anuncio contra los que esquilmaban al pueblo.

[4298] 7. Algunos ven aquí una referencia al cautiverio babilónico, opinión que no cuadra bien con el origen davídico del Salmo. Se trata, como en Salmo 125, de “la salvación más completa y más definitiva, predicha por los profetas: la liberación y el reino mesiánico, que transformarán de manera maravillosa el destino de Israel” (Calès).

[4299] 1. Tabernáculo: El santuario del Templo. Tu santo monte: El monte Sión de Jerusalén. Se refleja aquí, como en el Salmo 23, el gozo que David experimentara con motivo del traslado del Arca de la Alianza desde la casa de Obededom al monte santo de Jerusalén (II Reyes 6, 12 ss.). “Guárdese este Salmo, dice San Hilario, en el seno; escríbase en el corazón, imprímase en la memoria, y de día y de noche cave el pensamiento en este tesoro de riquezas condensadas, para que poseída esa opulencia en los días de nuestra peregrinación terrenal y mientras vivimos en el seno de la Iglesia, lleguemos al descanso de la gloria del Cuerpo de Cristo.” Cf. la síntesis de Santiago 1, 27.

[4300] 2. La rectitud del corazón; ¡he ahí todo! Es lo único que el Señor nos pide, pues todo lo demás lo da Él (Mateo 5, 8; Juan 1, 47; Santiago 4, 8; Salmo 10, 8 y nota.

[4301] 4. No estimar al inicuo, aunque sea poderoso, es una gran señal de rectitud y de ese difícil desprecio del mundo que Jesús nos enseña tantísimas veces de un modo especial, cuando nos dice “lo altamente estimado entre los hombres es despreciable a los ojos de Dios” (Lucas 16, 15). Véase en el Salmo 100 el criterio que David, como rey, observaba a este respecto.

[4302] 5. Según la Ley de Moisés estaba prohibido tomar intereses del capital prestado (Éxodo 22, 24; Levítico 25, 36 s.; cf. Nehemías 5, 11).

[4303] 1. Himno es la probable traducción de la voz hebrea Miktam, cuyo sentido es oscuro y admite, también la versión “inscripción” (cf. Salmo 56, 1). Los rabinos solían llamar a esta plegaria “Salmo de oro”, por lo acabado y sublime de su inspiración. Su carácter mesiánico se deduce de muchos términos que no pueden aplicarse a David ni a otros, sino solamente a Jesús. Esta es la interpretación unánime de los Santos Padres y de los apóstoles mismos (Hechos 2, 25 ss.; 13, 35 ss.). De no haber admitido los judíos la interpretación mesiánica de este Salmo, carecería de sentido esa argumentación de los apóstoles. Presérvame, pues me refugio en Ti: Vemos aquí anticipada la doctrina de Jesús: “que te sea hecho según tu fe”. La confianza con que esperamos es la medida de lo que recibimos. El que nada espera, nada recibe (cf. Salmos 16, 7; 17, 31; 32, 22).

[4304] 2. Es decir: Dios es para nosotros el único bien verdadero (cf. Salmo 72, 25; Romanos 16, 27 y nota). El sentido absoluto con que se expresa esta verdad ayuda a entender los versículos que siguen. La Vulgata también expresa aquí una hermosa verdad: “Tú eres mi Dios porque no necesitas de mis bienes” (cf. Salmos 49, 7-13; 39, 7; Isaías 1, 11). San Pablo lo confirma elocuentemente en Hechos 17, 25.

[4305] 3 s. Pasaje estropeado en el texto. Esta interpretación, que es la de Lagrange, Gunkel, Ubach, etc., tiene, como dice este último, “la ventaja de dar un sentido satisfactorio a toda la estrofa y presentar el versículo 3 como una contraposición muy relevante de los sentimientos que el salmista ha expresado en el versículo 2”. En esta expresión irónica y despectiva habría quizá una alusión a los ídolos cananeos o fenicios y a las libaciones de sangre humana. Cf. Isaías 57, 1 ss.

[4306] 5 s. El salmista, que como refugiado se encuentra en un país pagano, recuerda la noble herencia que le cupo en suerte: el país prometido, la verdadera religión, el culto del Altísimo. La felicidad que siente el santo profeta al acordarse de este privilegio debe estimularnos a amar y cultivar como la más preciosa herencia nuestra fe de cristianos, que hoy comporta, para el creyente verdadero, promesas aún más altas que las de Israel (cf. Efesios 1, 1 ss.; Hechos 28, 23 ss. y nota), aunque sabemos que el nombre de “cristiano” será objeto de la burla y odio del mundo (Hechos 11, 26; I Pedro 4, 16 y notas).

[4307] 7. Es la alabanza y gratitud a Dios por el don de penetrar las cosas espirituales, que el hombre simplemente intelectual no posee (I Corintios 2, 14 s.; 12, 2 y notas); don que solo se da a los pequeños (Lucas 10, 21) y que lleva al alma recta a la sabiduría, con la cual nos llegan todos los bienes (Sabiduría 7, 11).

[4308] 8. Empieza aquí la importante cita dogmática que San Pedro hace de este pasaje como profecía en Hechos 2, 25-28 (cf. nota). Considerado desde otro punto de vista, para la vida espiritual, este constante cultivo de la presencia de Dios, es, según San Buenaventura, la más preciosa espiritualidad, pues a cada instante aumenta en nosotros las virtudes teologales, por nuevas luces del Espíritu Santo, y equivale a la oración constante de que nos habla San Pablo (I Tesalonicenses 5, 17); pues este divino Espíritu ora en nosotros con gemidos inefables (Romanos 8, 26) y derrama en nuestros corazones la caridad de Dios (Romanos 5, 5). Esa presencia delante del Padre ha de ser filial, es decir, eminentemente confiada, teniendo en cuenta que Él nos mira con infinito amor y bondad (cf. Salmo 102, 13), y se traslada Él mismo a nuestra alma juntamente con Jesús (cf. I Juan 3, 1; Juan 14, 23, etc.).

[4309] 9. Descansará segura: En la esperanza de la resurrección (San Agustín).

[4310] 10. Alma: Significa vida, todo el hombre. Aquí se muestra a todas luces el carácter mesiánico de este Salmo. David no habla por su propia persona, sino en representación de Jesucristo, quien predice su Resurrección (véase Hechos 2, 25 ss. y 13, 34 ss.).

[4311] 11. Las delicias de tu diestra: Aquí no se trata ya solo de la unión espiritual con el Esposo, que el Cantar presenta como el abrazo de su diestra (Cantar de los cantares 2, 2; 8, 3 y notas); en sentido mesiánico alude a la Humanidad santísima del mismo Cristo sentado para siempre a la diestra del Padre y recibiendo la misma gloria que eternamente tuvo el Verbo en el seno de la divina Trinidad (cf. Juan 14, 10 ss.; 16, 16 y 28; 17, 21 ss.). Allí está Él desde su Ascensión hasta que venga para hacer nuestro cuerpo semejante al suyo (Hechos 3, 20 s.; Filipenses 3, 20 s.). Y entretanto solo piensa en rogar por nosotros (Juan 14, 16; Romanos 8, 34; Hebreos 7, 25), pues la gloria que Él ansia dar al Padre consiste en obtener para nosotros el sumo bien (Juan 17, 2 y nota).

[4312] 1. David es perseguido por implacables enemigos, entre los cuales descuella uno por su ferocidad, probablemente Saúl. De ser así, este Salmo fue compuesto tal vez en la situación peligrosa que se pinta en I Reyes 23, 25 ss. Es una oración ideal para los que sufren persecución a causa de la fe (cf. Mateo 5, 10; Juan 16, 1-4). “Que no brota de labios hipócritas”: Aquí lo vemos todo entero a David, con esa alma desnuda, tan amada de Dios. Nada tiene él que invocar de propio, pues bien sabe que “ningún viviente es justo delante de Dios” (Salmo 142, 2), pero una sola cosa puede alegar y es que no está ocultando al Señor la verdad, esa verdad de su propia miseria. ¿No es acaso esa sinceridad lo que mueve a Dios a justificarnos, como lo vemos en el Miserere? Cf. Salmo 50, 8 y nota.

[4313] 2. Que seas Tú quien me juzgue y no otro, porque solo Tú eres sabio, y además eres misericordioso. Tales sentimientos, que el Espíritu Santo puso en el exquisito corazón de David y que fácilmente podemos hacer nuestros al rezar este Salmo, nos llenan de consuelo y dan al Señor grandísima gloria, porque son un supremo acto de fe, de amor y de esperanza.

[4314] 4. Es la oración del predicador y del apóstol que busca, antes que la sabiduría humana, la Palabra de Dios y todo lo afronta por ella (cf. Salmo 39, 10 ss.; I Pedro 4, 11; Romanos 3, 19, etc.). El ansia de los apóstoles era anunciar la Palabra con toda libertad, es decir a pesar de las amenazas contrarias (Hechos 4, 29 y 31; 9, 27; 14, 3; 18, 26; Filipenses 1, 14; Efesios 6, 19; Col. 4, 3), “para que la Palabra de Dios corra y sea glorificada” (II Tesalonicenses 3, 1). Véase la norma de Jesús en Mateo 10, 27.

[4315] 5. Si sus pasos no titubearon fue gracias a que escogió ese camino que está en las palabras de Dios. En Salmo 17, 37 vemos que sus pies no flaquearon porque Dios “le ensanchó la entrada”.

[4316] 8. Como a la niña de tus ojos: ¡Qué audacia! ¿Quién se atrevería a decir eso a un rey? Solo un hijo que se sabe amadísimo habla así. Es el lenguaje de la fe; por eso le dice resueltamente en el versículo 6: te invoco porque sé que Tú responderás. “¡Oh si el frecuentar esta oración nos hiciera crecer en la fe hasta llegar a esa certeza!” ¿Y acaso podríamos dudar de que así será si lo hacemos? No hay nada tan importante como creer que Dios es bueno y que nos ama. Y sin duda es también lo más difícil, pues pocos lo creen de veras.” Cf. Efesios 2, 4 y nota. Bajo la sombra de tus alas: Análoga expresión usa el Señor Jesús en Mateo 23, 27. “Dos alas tiene Dios: su misericordia y su verdad; con la misericordia mira a los pecadores: con la verdad a los justos” (San Buenaventura).

[4317] 10. Elocuente definición del fariseo: cerrado para no entender y no tener que humillarse (Mateo 13, 15; Hechos 28, 27; Juan 3, 19).

[4318] 11 s. En Juan 15, 20 Jesús nos previene que este espionaje que hicieron con Él lo harán igualmente con los que seamos sus discípulos. Cf. Marc. 3, 2; Lucas 6, 7; 14, 1; 20, 20. Cf. Lucas 12, 3 y nota.

[4319] 13 s. La vehemencia de sentimientos del santo rey acumula aquí tantos conceptos que el pasaje ha quedado oscuro y con muchas variantes. Al final expresa la falaz prosperidad del impío, mientras el justo vive de su fe (Romanos 1, 17). En seguida vemos el triunfo de esta en el versículo 15.

[4320] 15. Con tu gloria: Con verte glorioso; otros traducen: “con tu semejanza” (cf. Filipenses 3, 20 s.). Santo Tomás concluye su himno Pange Lingua pidiendo igualmente a Jesús: “que, viendo revelada tu faz, sea yo feliz al contemplar tu gloria” (cf. Juan 17, 24 y nota). Así David consiente en no ser feliz hasta ver el rostro del Salvador. Desprecia esos bienes que a veces son prodigados a los hombres mundanos que confían en este siglo enemigo de Dios (versículo 14), y es como si le dijera a Cristo: no son tus dones lo que yo deseo, eres Tú (cf. Salmo 26, 8). Como David, todos los que amamos a Jesús seremos saciados cuando aparezca en su gloria triunfante (cf. Apocalipsis 19, 11 ss.; 22, 12; I Tesalonicenses 4, 16-17; Marcos 9, 1). Según el Catecismo del Concilio de Trento, debemos anhelarlo como los Patriarcas suspiraban por la primera venida. Digámosle, pues, constantemente la oración con que termina toda la Biblia y que es como su coronamiento y su fruto: “¡Ven, oh Señor Jesús!” (Apocalipsis 22, 20 y nota; cf. Isaías 64, 1).

[4321] 1. David entona esté grandioso Salmo al Dios de los ejércitos por la victoria obtenida sobre sus enemigos. Fue compuesto por el rey profeta probablemente poco antes de concluir su gloriosa vida. Véase el paralelo en II Reyes capítulo 22.

[4322] 3. Mi roca: No es fácil apreciar, sin honda meditación, todo lo que significa para nosotros el poder decir esta palabra, tan reiterada en la Biblia. El que tiene conciencia de que no puede contar con su propia nada, ni menos con los demás, que también son la nada, comprenderá lo que es la dicha inmensa de tener una roca que es firme siempre y más acogedora que una madre. San Pablo parece citar este versículo según los LXX en Hebreos 2, 13, refiriéndose a la confianza del propio Cristo en el Padre celestial.

[4323] 4. El celebrante de la Misa, después de consumir la Hostia y antes de hacerlo con el cáliz, exclama con el Salmo 115: “¿Qué daré al Señor por todo lo que Él me da?” Y más adelante pronuncia este versículo para mostrarnos que la oración que alaba la misericordia divina es el mejor homenaje que nuestra miseria puede rendir al Amor del Padre. Así lo enseña San Pablo en Hebreos 13, 15 y esto es lo que hace David en los Salmos. Cf. Salmos 12, 6; 49, 23; 68, 31 s., etc.

[4324] 8 ss. En Salmo 96, 3 se muestra en forma semejante la Parusía de Cristo. Esta ira sublime con que Dios acude misericordiosamente en socorro de David, su amigo, nos muestra lo que será “la ira del Cordero” en el gran día del Señor, cuando Cristo venga con gloria a premiar a los que lo esperan y a confundir a los que no quieren ser sus amigos (cf. Apocalipsis 6, 16 s.; 19, 11 ss.; I Tesalonicenses 4, 16; II Timoteo 4, 8, etc.).

[4325] 11. “Los querubines” son el trono del Señor y le sirven de carroza. Véase en Éxodo capítulo 25 su descripción y su posición en el Arca de la Alianza. Cf. Salmo 79, 2; Ezequiel 1, 4 ss.

[4326] 14 Cf. II Pedro 3, 10 ss. “El trueno” significa la voz de Dios (Salmo 28, 3 ss.; Job 37, 2 ss.).

[4327] 15. Saetas: El rayo (Salmo 76, 17).

[4328] 17. Me arrebató: cf. versículo 8 ss. y nota. Las muchas aguas aparecen igualmente en Apocalipsis 17, 1 y su significado se explica en Apocalipsis 17, 15 como representativo de los pueblos gentiles. Véase Salmo 137, 7; 143, 7, donde se formula una súplica semejante.

[4329] 20. Anchura: Seguridad que Dios presta a David, su amigo fiel. El segundo hemistiquio nos descubre expresamente cómo, si Dios nos hace misericordia, es a causa de su amor por nosotros, aunque ello nos parezca cosa increíble al pensar que merecemos todo lo contrario. Esta luz, que aparece en innumerables pasajes, es la llave por excelencia que nos abre el sentido de las Escrituras y los secretos pensamientos de Dios (Jeremías 29, 11; 31, 3; Isaías 55, 8; Salmo 32, 11; 102, 13; Efesios 2, 4; I Juan 4, 10 y 17, etc.).

[4330] 21. David no se alaba a sí mismo sino que siempre lo atribuye todo a Dios que lo había preparado, como observa San Agustín. Por lo demás, no olvidemos que David es figura de Cristo, el único que puede hablar así de su propia justicia, pues todos los demás nos salvamos por misericordia gracias a los méritos de su redención. Cf. Juan 8, 29 y 46; II Concilio Arausicano Canon 22.

[4331] 22 ss. Aquí vemos de donde viene la limpieza señalada en los versículos 21 y 25: de haber tomado por normas de vida no las iniciativas propias (como las de Salmo 11, 5), sino lo que enseña Dios con sus divinas Palabras (versículo 23). El versículo 24 confirma la desconfianza del salmista en sí mismo, consciente de la debilidad humana.

[4332] 26 s. Es la doctrina del Padrenuestro (Mateo 6, 12-15). Vemos así claramente cómo no nos conviene obrar solo según la humana equidad, para que Dios no nos trate según la justicia, sino guiarnos por la caridad, para que Él la tenga abundante con nosotros (cf. Mateo 7, 2; Lucas 6, 38; Mateo 18, 21-35, etc.). Y temblemos de aparecer dobles en su presencia.

[4333] 28. Muchas profecías coincidentes con este pasaje anuncian que la salvación de Israel le vendrá cuando esté en el fondo de su abatimiento. Cf. Salmo 101, 21; Sofonías 3, 12 y notas. Este versículo forma el Ofertorio de la preciosa y poco conocida Misa votiva “contra paganos”, que, como la precedente “de la propagación de la fe”, está llena de riquezas bíblicas.

[4334] 29. “Nuestra luz no nos viene de nosotros; Dios es la claridad que nos ilumina. Por nosotros mismos somos tinieblas; pero Dios esclarece esas tinieblas con los resplandores de su misericordia y de su amor” (San Agustín). Cf. Salmo 35, 10. Dios es la luz (I Juan 1, 5), y su iluminación nos viene por el Evangelio de su Enviado Jesucristo (Juan 1, 4; 8, 12; 12, 46; II Timoteo 1, 10). Las palabras “quien mantiene encendida” no figuran en II Reyes 22, 29. Ubach las suprime también aquí, como añadidas.

[4335] 31. Delicioso elogio del divino Padre y de su Palabra. Cf. Salmos 11, 7; 118, 140; II Timoteo 1, 8. Estos y muchos otros textos nos hacen comprender la falacia de los que impíamente tildan de escandalosa la Sagrada Escritura porque se expresa con la claridad propia de la Verdad absoluta, sin los rodeos literarios de los hombres. Estos han llegado a decir que “las palabras sirven a cada uno para ocultar lo que piensa” en tanto que Dios, en sus Palabras, nos muestra las más íntimas verdades de nuestro interior (Hebreos 4, 2) y hasta nos descubre, como lo reveló Jesús, los arcanos mismos de la Trinidad (Juan 15, 15). Cf. I Corintios 2, 10.

[4336] 32. Confirma lo observado en el versículo 3 y nota.

[4337] 34. Sobre las cumbres: Durante la persecución de Saúl, David pasó varios años entre montañas y cuevas (I Reyes capítulos 22-26).

[4338] 37. Cf. Salmo 16, 5 y nota.

[4339] 40 ss. Notemos la perfecta simplicidad de niño con que se expresa David. Es como si dijera: soy el primer asombrado de verme fuerte, pues todo es puesto por Ti, oh Señor, sobre mi nada. Así también habló María Santísima en Lucas 1, 48. Todo lo que sigue de este Salmo pone de relieve el estupendo triunfo de esa humildad de David.

[4340] 44. Cabeza de las naciones: David extendió su dominio sobre pueblos ajenos hasta las orillas del Éufrates. Pero también encierran estas palabras un sentido profético siendo el reino de David figura del reinado de Cristo (San Atanasio y San Agustín). Cf. Salmo 71.

[4341] 45 s. El salmista desarrolla el pensamiento del versículo 44. De todas las partes vienen pueblos para someterse al rey victorioso.

[4342] 50. San Pablo (Romanos 15, 9 ss.) cita este pasaje junto con Salmo 116, 1 y con Isaías 11, 10 donde se anuncia que de la raíz de Jesé o Isaí (el padre de David) saldrá el que ha de regir a las naciones gentiles, las cuales esperan en Él.

[4343] 51. Y su linaje por toda la eternidad: Confirmase aquí la trascendencia mesiánica del versículo anterior. Cf. Salmo 88, 25 ss.; Eclesiástico 47, 13; Lucas 1, 55. Al escribir esto, David pensaba sin duda que iba a cumplirse inmediatamente en su familia, ignorando aún que la promesa, extendida a Salomón con carácter condicional (cf. Salmo 88, 31 ss.; II Reyes 7, 12-17), quedaría demorada por culpa de este y de sus descendientes (cf. III Reyes 11, 31 ss.), hasta los tiempos mesiánicos. Cf. Salmo 95, 10 ss. y notas.

[4344] 1. Este Salmo se compone de dos partes distintas en estilo, ritmo y materia, cantando el poeta inspirado, en la primera (versículos 2-7), la gloria del Señor tal cual se manifiesta en la naturaleza, mientras en la segunda parte ensalza la santa Ley y las doctrinas por Dios reveladas.

[4345] 2. Los cielos atestiguan: como una prueba viviente para todo el que no quiera cegarse. Deduzcamos de aquí una gran enseñanza que San Pablo confirma: el que no reconoce en la naturaleza la realidad de Dios “es inexcusable” (Romanos 1, 20). Vano será entonces darle argumentos filosóficos si no se rinde a las Palabras reveladas, que son fuerza divina (Romanos 1, 16) y que dan la evidencia interior de la verdad (Juan 4, 42) a todo el que quiera verla con rectitud (Juan 7, 17). El que no es recto no quiere ver la verdad (Juan 3, 19) y entonces es inútil predicarle, pues no entendería (Sabiduría 1, 3-5; Mateo 5, 8; 11, 25). Así se explica que Jesús, cuya consigna por excelencia fue la de predicar el Evangelio (Marcos 16, 15), nos diga sin embargo que dar perlas a los cerdos es inútil y también peligroso (Mateo 7, 6). Dios se resiste a los soberbios (Santiago 4, 6) y es porque, como hemos visto, los soberbios le resisten a Él. ¿No es sorprendente que de las cuatro tierras de la parábola del Sembrador (Mateo 13, 1 ss.) una sola dé fruto? Por eso, en este siglo perverso, hemos de callar a veces “aun lo bueno” (Salmo 38, 3). Cf. Salmos 118, 16; 119, 5 ss. y notas. Predica, aunque sin palabras (versículo 4), pues trasmite en la sucesión de los días y de las noches (versículo 3) el testimonio con que las creaturas, por el solo hecho de existir, confiesan al Creador y lo alaban como diciéndole con el Salmo 8: “¡Oh Yahvé, Señor nuestro, cuán admirable es tu Nombre en toda la tierra!” Cf. Salmo 103 y notas. Hasta la noche, por oscura que sea, repite, en el misterioso lenguaje de su silencio, el mensaje que todas las cosas creadas se trasmiten unas a otras.

[4346] 4. Es decir que, como lo expresa San Pablo (Romanos 1, 18-20), nadie puede excusarse de no entender ese mensaje de las creaturas pues aunque no tenga el valor de las palabras expresas de la divina Escritura (versículo 8 ss.), donde la Revelación nos descubre los secretos del orden sobrenatural (cf. Salmo 17, 31 y nota), está empero lejos de ser inaccesible, ya que lo percibimos en todas partes (versículo 5). San Pablo nos enseña también (I Corintios 14, 10) que todas las cosas tienen voz. Y en Romanos 10, 18 cita el versículo 5, aplicándolo por analogía a la predicación de los apóstoles.

[4347] 7. Así anuncia Jesús su Parusía, que se realizará con la rapidez del relámpago (Mateo 24, 27). Admiremos este don del sol, tan magníficamente descrito. La costumbre de verlo cada día nos hace olvidar sus incalculables beneficios, como que es imagen de nuestro Padre celestial (véase la introducción al Libro de la Sabiduría). Agradezcámoslo como nos lo enseña el Eclesiástico 42, 15-16; 43, 2-5.

[4348] 8 ss. Comienza aquí el elogio de la Palabra divina. Cf. Salmo 118, en el que se describe su preexcelencia de manera maravillosa. Ley, testimonios, enseñanzas, juicios, etc., son allí otros tantos términos para indicar la Palabra de Dios; cada uno de ellos refleja un nuevo aspecto de la divina Revelación, que la piedad del salmista, divinamente inspirado, nos descubre y ofrece a nuestro deleite y provecho. Hace sabio al hombre sencillo: Es decir, que el recto de corazón, aunque sea ignorante, tiene la verdadera capacidad espiritual y luces de oración para entender los pensamientos de Dios y nutrirse de ellos. Es este un concepto que la Escritura se complace en repetir de mil maneras (cf. Salmo 118, 130; Proverbios 1, 4; Sabiduría 10, 21; Lucas 10, 21; I Corintios 3, 18 y notas) y que San Pablo aplica al decir que Dios no está lejos de ninguno, como que en Él vivimos y nos movemos y somos (Hechos 17, 27 s.).

[4349] 10. El temor: Es decir, como observa Páramo, la Ley o Palabra de Dios, en cuanto engendra en el hombre la reverencia. Esa palabra de Dios permanece para siempre: Así también lo dice explícitamente San Pedro (I Pedro 1, 23 y 25). De modo que el lenguaje que se habla en el cielo es el que tenemos a nuestro alcance en las divinas Escrituras (Salmo 118, 89), por donde se comprende que el amor a la Palabra, “Evangelio eterno” (Apocalipsis 14, 6), sea señal de elección.

[4350] 11. Codiciables: Cf. Salmo 118, 14, 72, 127 y 162; Proverbios 3, 13-15; 8, 10 y 19; Sabiduría 7, 8-11; Job 28, 12-19. Sabrosos: Cf. Salmo 118, 103; Proverbios 16, 24; Ezequiel 3, 3; Eclesiástico 24, 27.

[4351] 14. Nótese que esta soberbia se presenta aquí como vinculada al menosprecio de la Palabra (cf. Salmo 1, 5). No se trata ya de blasfemia expresa, sino de la prescindencia indiferente, y en verdad “no hay mayor desprecio que el no hacer aprecio”. El que de tal soberbia se libra quedará fácilmente exento del pecado, pues será obediente a la fe (II Corintios 10, 5), la cual obra por la caridad (Gálatas 5, 6), que es la plenitud de la Ley (Romanos 13, 10).

[4352] 1. Del versículo 8 se deduce que David compuso este Salmo cuando salió para combatir a los ammonitas y sirios que tenían hasta cuarenta mil caballos y setecientos carros de guerra (II Reyes 10, 15 ss.; I Paralipómenos 22, 16 ss.). Algunos Padres lo consideran como Salmo mesiánico, lo cual parece confirmarse por su relación con el Salmo siguiente que es, según todos admiten, una prolongación del presente (cf. Salmo 20, 1 y nota), y por la atribución de ambos al mismo rey David.

[4353] 2 ss. Son votos del pueblo que implora a Dios por la salud del rey en la batalla. El Nombre de Dios es su ser y su potencia infinita: “Su nombre es su ser y su ser es su nombre” (Cáceres). Jesús nos reveló que ese nombre por excelencia es el de “Padre”. Así hemos de llamarlo cuando hablemos de Él y cuando conversemos con Él en la oración (Mateo 6, 9; Juan 17, 6; 20, 17; Gálatas 4, 6, etc.). Tal es el Nombre que “nos defenderá”, como aquí se dice. ¿A quién llama el hijo para que lo defienda sino a su padre?

[4354] 8 s. Los pueblos confían, hoy como ayer, en los armamentos bélicos (cf. Isaías 31, 1 ss.; II Paralipómenos 32, 7); Israel, empero, pone toda su confianza en el Señor (Deuteronomio 17, 16; 20, 1; Isaías 36, 9; Salmo 12, 16 s.). El resultado opuesto de ambos sistemas se ve en el versículo 9, que, según algunos, podría referirse a la victoria de II Reyes 10, 18, y según otros, alude a un triunfo más definitivo de Israel, como en Salmo 46, 4; 47, 5 ss., etc.

[4355] 10. De aquí el título de la canción nacional británica: God save the king.

[4356] 1. Según la opinión común, este Salmo es como la segunda parte del precedente, formando la acción de gracias después de la derrota de los enemigos. En sentido típico debemos ver en este rey a Cristo, según resulta de los versículos 5, 7, y 10.

[4357] 5. Solamente en Cristo “el Hijo de David” ha de cumplirse la promesa de la duración eterna de la casa de David. El mismo sentido se desprende del versículo 7.

[4358] 6. Este versículo como los anteriores, contiene el verdadero elogio de todo hombre santo, amigo de Dios. Por eso son muy usados en la Liturgia. En ellos no se alaban virtudes propias de hombre alguno, sino las maravillas que la gracia obra en nosotros (Eclesiástico 15, 5 y nota). Lo vemos en el lenguaje del Ángel con María, reina de todos los santos, al felicitarla por haber hallado gracia ante Dios (Lucas 1, 28 y nota). A Él hemos de admirar en sus santos (Salmo 67, 36 según la Vulgata), y por eso ellos se ocultaron a sí mismos para no robarle al Padre la gloria (Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1, 17). No otra cosa hizo el mismo Jesús adorando constantemente al Padre, atribuyéndole todas las obras que Él hacía y repitiéndonos expresamente que Él no buscaba su gloria (Juan 8, 50) sino la del Padre que lo envió (Juan 7, 18).

[4359] 7. Con el gozo de tu vista: Véase Salmo 16, 15 y nota.

[4360] 10. Como en un horno encendido: Manifiesta el rápido exterminio de los enemigos en el gran día de la venganza que sucederá al de la misericordia, aún presente para nosotros (Isaías 61, 2; Malaquías 4, 1 ss.).

[4361] 14. Fillion comenta este final diciendo: “Israel será colmado de felicidad al celebrar para siempre estas manifestaciones del divino Poder.”

[4362] 1. El título por el pronto socorro parecería indicar el contenido del Salmo. Según otras variantes, suele decirse que estaba destinado para el sacrificio matutino o que el título es, como en otros Salmos, la indicación técnica del modo de cantarlo, según la tonada de “la cierva perseguida”. Sobre el carácter profético y mesiánico de esté Salmo no cabe duda alguna, ya que Jesús en persona pronunció desde la Cruz las palabras con que empieza (Mateo 27, 46; Marc. 15, 34) y los Evangelios ven cumplido en su Pasión el versículo 19 (Mateo 27, 35; Juan 19, 23-24). Es perfecta la consonancia de los sufrimientos descritos aquí con la historia de la Pasión del Redentor y el anuncio final de su triunfo. Compárese todavía el versículo 8 con Mateo 27, 29-43 y Marcos 15, 29-32; el versículo 9 con Mateo 27, 43; el versículo 16 con Juan 19, 28; el versículo 17 con Mateo 27, 31. San Agustín dice que “la Pasión de Cristo aparece luminosa como en un Evangelio en este Salmo que más parece una historia que un vaticinio”.

[4363] 2 ss. El segundo hemistiquio es texto incierto. Preferimos conservar el de los LXX y de la Vulgata, que coincide con el sentido del versículo 7 según el cual el Mesías toma sobre sí nuestros pecados llamándolos Suyos.

[4364] 3. Y no te cuidas de mí: así también Zorell. Según otros: Y no hay descanso para mí.

[4365] 4 ss. Tú estás, etc.: Es decir, no es que estés ausente o no me oigas. Si no me atiendes como atiendes a los otros (versículo 5 s.) es porque yo no lo merezco.

[4366] 7 ss. Este pasaje, paralelo de Isaías 53, 1-9, nos muestra el aspecto más hondo de los dolores de Jesús, el abismo infinito de la abyección que quiso tomar en favor nuestro. “Se hizo pecado”, según la voluntad del Padre (II Corintios 5, 21) y, al hacerlo, revistiéndose de nuestra inmundicia para que fuésemos partícipes de su santidad, mereció y afrontó el repudio de ese Padre que tenía en Él todas sus complacencias. Él mismo nos hizo saber que su Padre lo había abandonado, y aquí justifica ese abandono diciendo que así debe ser tratado Él a causa de sus pecados, que son los nuestros (cf. Salmo 68, 6; Ezequiel 4, 4 ss. y notas). Si meditamos esto, creeremos mejor en el amor con que somos amados y comprenderemos algo de la Pasión del alma de Cristo y de su sudor de sangre en Getsemaní, cuando vio que todo se perdería para aquellos que se empeñasen en rechazar su amistad. Porque si a tanto precio nos adquiere en la Cruz, es “para que le permitamos ser nuestro amigo”.

[4367] 9. Cf. Mateo 27, 41-43.

[4368] 12. ¿Puede haber una lección tan indeciblemente penetrante como esta actitud indefensa, de infantil debilidad, que Él nos muestra aquí delante del Padre? Cf. Salmo 68, 21 y nota.

[4369] 13 s. “Los fuertes toros” y el león representan la ferocidad y saña de los enemigos, y de aquel populacho que el Viernes Santo, movido por los pontífices, bramó: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

[4370] 15 ss. Es la descripción viva de la Pasión del Salvador: sus fuerzas se agotan; son desarticulados todos sus huesos (Juan 19, 36), su vida se deshace como la cera y el corazón deja de latir. Son nuestros pecados los que lo impelieron a entregarse por nosotros a los verdugos: tal es el significado de la frase con que lo retrató el Bautista: el Cordero de Dios que lleva los pecados del mundo (Juan 1, 29; véase Levítico 16, 8). Pero consolémonos sabiendo que un día el Cordero triunfará también como León de Judá (cf. versículo 29 ss.; Apocalipsis 5, 5), y digámosle desde ahora, con la Liturgia: ¡Ven, oh Rey, ven, Señor Jesús! (Lucas 19, 38; Apocalipsis 22, 20).

[4371] 17. Imagen tomada del Oriente, donde los perros y buitres comen los cadáveres de los animales no enterrados. Tan consumida está la vida del Señor que los perros ya lo rodean para lanzarse sobre su cadáver.

[4372] 19. La coincidencia de esta profecía con la historia no puede ser más exacta. Véase Juan 19, 23 s.

[4373] 20. A esto aludiría el título del Salmo: Por el pronto socorro.

[4374] 22. Escúchame: Algunos vierten: me has escuchado. Terminaría así la súplica de Jesús con una certeza de triunfo que lo llevaría a formular en el versículo 23 la promesa que cumplirá apenas resucitado, enviando a Magdalena a encontrar a mis hermanos y anunciarles que Dios es “mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios” (Juan 20, 17).

[4375] 23 ss. En esta segunda parte del Salmo, se describe el fruto de la Pasión (23-32): I. Él pueblo de Israel dará gracias a Dios y lo alabará por la redención concedida (23-27); II. Todas las naciones adorarán al verdadero Dios (28-30); III. El Mesías mismo vivirá y anunciará la gloria de Dios (31-32) (Salterio Romano). Los dos versículos siguientes contienen la alabanza anunciada en el 23. “Ya habéis oído, dice San Agustín, cuánto padeció y cuánto rogó... Escuchad ahora por qué padeció tanto: “Anunciaré tu Nombre a mis hermanos” (cf. Hebreos 2, 12). El mismo Jesús nos enseña esto en su Oración al Padre, diciendo que Él se sacrifica para que sus discípulos seamos verdaderamente santificados por la verdad del Evangelio (Juan 17, 17) y que ha consumado su obra dándonos a conocer al Padre (ibíd. versículo 4 y 6), porque en ese conocimiento consiste la vida eterna (ibíd. 3). Por lo cual dará a conocer más y más ese Nombre paternal de Dios, es decir, ese amor paterno con que nos mira, a fin de que, creyendo en ese amor, que es el Espíritu Santo, lo recibamos en toda su plenitud, (ibíd. 26) y lleguemos a ser uno con Jesús y con el Padre (ibíd. 11, 21, 22) “hasta consumarnos en la unidad” (ibíd. 24). Los que teméis a Yahvé: ¿Cómo temerle, siendo Él tan bueno? Es que no se trata del miedo servil sino del santo temor filial, que nace del amor y temblaría ante la idea de ofender o disgustar a un Padre que no vaciló en darnos su Hijo (véase Salmo 110, 10 y nota).

[4376] 26. Mi alabanza: La ofrecida en el versículo 23. Nótese que es el Mesías quien habla.

[4377] 27. Se hartarán: Alude a la Ley mosaica según la cual, en los sacrificios que se hacían en acción de gracias, el oferente distribuía una parte de la víctima a los pobres, celebrando con ellos un banquete.

[4378] 28 ss. Como en Salmo 68, 11-37 y en Isaías 53, 10-12, después de anunciar claramente la Pasión que para redimirnos habría de padecer el Verbo hecho Hombre, se predicen aquí sus glorias posteriores. (I Pedro 1, 11), o sea su triunfo universal en la tierra con la conversión de Israel (Salmo 121, 4; Romanos 11, 25 ss.) y también de todas las naciones gentiles (Salmo 101, 16 s.), previa la derrota del Anticristo (Apocalipsis 19, 11 ss.), y el encierro de Satanás (Apocalipsis 20, 1-3) tal como pedimos cada día al fin de la Misa al rogar “por la libertad y exaltación” de la santa Iglesia y para que el Arcángel San Miguel reduzca al abismo “a Satanás y los otros espíritus malignos que andan por el mundo”. Esta es la época en que habrá, dice Santo Tomás, doble motivo de gozo, y que todas las creaturas esperan, según San Pablo, como en dolores de parto (Romanos 8, 19-22). Lejano parece tanto gozo en nuestros aciagos días, pero mayor es el motivo para esperarlo si puede servirnos de consuelo al presente: “No es Dios como el hombre para que mienta… ni mude... Habiendo hablado ¿no cumplirá su palabra? (Números 23, 19). No podrá, pues, impedirlo la tristeza de este siglo malo (Gálatas 1, 4) en que Cristo anunció persecución a sus discípulos (Juan 15, 18 ss.; 16, 1 ss.) y enseñó que la cizaña estará mezclada con el trigo (Mateo 13, 24 s.).

[4379] 29. Cf. Salmos 2; 46; 71; 95-98; 109, etc.

[4380] 30. No solo los vivos sino también los muertos y las generaciones aún por nacer (versículo 31 s.) reconocerán y adorarán al verdadero Dios. Cf. I Pedro 3, 19 (Vaccari).

[4381] 31. Cf. Salmo 44, 18 y nota.

[4382] 32. Cf. Salmos 47, 14; 101, 19.

[4383] 1. Dios cuida de Israel y lo provee en todas las necesidades como un pastor lo hace con sus ovejas. Véase Génesis 49, 24; Isaías 40, 11; Jeremías 23, 4; 31, 10; Ezequiel 34, 12 ss.; I Pedro 2, 25; 5, 4. Jesucristo se atribuye el mismo nombre y oficio de Pastor (Juan 10, 11 ss.). David invoca aquí a Dios como Pastor de su propia alma y nos trasmite así sentimientos de inefable consuelo y una esperanza que se extiende a todos los días de la vida (versículo 6; cf. Salmo 70) y también hasta los días sin fin.

[4384] 4. Tu bastón y tu cayado: Aluden al oficio del pastor, que con ellos guía las ovejas y las defiende contra los lobos. Solo es menester que reconozcamos, como los niños, nuestra incapacidad y la necesidad que tenemos de ser guiados y defendidos. Si el hijo se hace grande —dice Santa Teresa del Niño Jesús— y pretende valerse por sí mismo, el padre lo deja entregado a sus propios recursos. Por eso ella, consciente de que nada podemos por nosotros mismos, resolvió ser siempre como un párvulo delante del Padre celestial. Lo asombroso es que esto, que el mundo consideraría un acto de egoísmo poco honroso, sea precisamente lo que Jesús enseña como el sumo secreto para poseer el Reino y aun ser allí el más grande (Mateo 18, 1-4).

[4385] 5. Es un Dios quien, por ser nuestro Padre, nos invita a un festín suntuoso, derramando sin tasa ricos perfumes de su gracia sobre las cabezas de los convidados y haciendo rebosar las copas de sus bendiciones.

[4386] 6. Bondad y misericordia me seguirán: En esta doctrina y en la del Salmo 58, 11: “la misericordia de mi Dios se anticipará”, funda San Agustín su explicación sobre las maravillas de la gracia preveniente y subsecuente, diciendo: “La gracia de Dios previene al que no quiere, para que quiera; y, después que ha querido, lo sigue para que no deje de querer” (Scío). Véase Salmo 31, 8 y nota.

[4387] 1. Sin duda destinado en Israel al uso litúrgico, este Salmo dialogado se rezaba el primer día de la semana. Es muy probable que David lo compusiera para el traslado del Arca al Tabernáculo de Sión (II Reyes 6) y que luego haya servido, como observa Podechard para acompañar la vuelta del Arca victoriosa (cf. II Reyes 11, 11) y toda otra traslación de la misma (cf. III Reyes 8, 1 ss.). Varios expositores le atribuyen carácter mesiánico, representando la entrada del Arca a Jesucristo triunfante (versículos 8-10). De Yahvé es la tierra: cf. Salmo 49, 12; Éxodo 9, 9; Deuteronomio 10, 14; Hechos 17, 24; I Corintios 10, 26. Dom Puniet observa que Cristo quebró la dominación de Satanás y la tierra entera le fue sometida para siempre, según la expresión de San Pablo en Hebreos 2, 5.

[4388] 2. La Escritura señala más de una vez este alarde de poder que los antiguos admiraban en el Creador y del cual se gloría Él mismo. Cf. Salmos 103, 9; 135, 6; Génesis 1, 9; Job 38, 6, etc.

[4389] 4. Las palabras Ni juró con doblez alteran el metro del verso hebreo. Muchos expositores las consideran como una glosa marginal y Rembold las suprime.

[4390] 7 ss. Portones antiquísimos: Los de la antigua Jebús o Jerusalén “Es un apóstrofe, invitando a las puertas (de Sión) a romper sus lindes, a engrandecerse y sublimarse (para dejar paso al Arca). Y estas palabras suenan con acento de majestad y de triunfo indecible” (Calmet). Cf. Salmo 117, 19 y nota. Según algunos, la pregunta que aquí reiteran los Portones (versículos 8 y 10) y la respuesta que reciben, confirmaría el carácter mesiánico de todo el Salmo, en cuyo caso la pregunta y respuesta del versículo 3 s. también aludirían al Mesías, único digno de recibir el Reino (cf. Daniel 7, 13 s.; Mateo 25, 31; Lucas 1, 32; Apocalipsis 5, 3 ss.). Según otros, las condiciones del versículo 4 serían, como en el Salmo 14, para todo el que aspira a ser admitido en Su Reino. La solución depende tal vez de como se interprete el versículo 6, en el cual, como observa Fillion, generación tiene el sentido de raza (cf. Lucas 21, 32 y nota) y Jacob podría también estar en genitivo, significando “tal es la raza... de Jacob”. ¿Quizá la reiteración de la pregunta (versículos 8 y 10) aludiría a un doble triunfo: el del Mesías y el de “su Dios y Padre”, a quien Él, según I Corintios 15, 24-25, entregará un día el Reino? Cf. Salmo 109 y notas.

[4391] 3. Ninguno que espera en Ti es confundido: Lo absoluto de esta afirmación hace que ella sea un enorme acto de fe (cf. Salmo 12, 5 y nota), siempre que estemos convencidos y no la digamos solamente con los labios, como por costumbre. No es cosa fácil creer de veras que Dios es bueno y nos ama. Pero esa cosa es precisamente lo único que se nos pide: cuando Pedro empezaba a dudar se hundía (Mateo 14, 30 s.; cf. Mateo 6, 30; 8, 26; 16, 8). De ahí que sea tan precioso el trato continuo con las divinas Escrituras, pues con la Palabra de Dios se alimenta y crece esa fe, según lo enseñan tantas veces San Pedro y San Pablo y según lo vemos aquí mismo en los versículos 4, 5, 8, 9, 12 y 14.

[4392] 4 s. Muéstrame, etc.: (cf. Salmo 142, 8): He aquí el espíritu con que ha de estudiarse la Palabra de Dios: un deseo ambicioso de conocer los atractivos de su verdad y las ventajas de su salvación y una voluntad recta de saber lo que a Él le agrada, para poder complacerlo, pues en vano lo pretenderíamos si Él no nos lo enseña (cf. Sabiduría 9, 10 y nota y la oración del domingo XVIII después de Pentecostés). Jesús revela que quienquiera busque a Dios con ese espíritu, lo hallará. Véase Juan 7, 17 y nota.

[4393] 6. Recuerda el salmista la historia del pueblo escogido. Desde antiguo tuvo Dios compasión de su pueblo, mostrándose como su Padre y protector en tiempos de los patriarcas en la salida de Egipto, en el desierto y en la conquista del país prometido (cf. Salmos 77 y 104-106).

[4394] 7. San Agustín comenta este versículo (según la Vulgata), diciendo: “Perdóname, Señor, no solo estos delitos de mi mocedad y de mis ignorancias antes de que te conociera, sino también aquellos en los cuales aún ahora, cuando vivo en la fe, caigo o por flaqueza o por las oscuridades que envuelven esta vida.”

[4395] 8. Aquí vemos cómo los preceptos de Dios son ante todo instrucciones para nuestra felicidad, como de un buen padre para indicar el camino a su hijo que va de viaje, a fin de que no se extravíe. ¿Acaso perdería Dios algo con nuestros pecados? (Job 35, 6 ss.). Cf. Jeremías 8, 22; Salmos 80, 12-15; 102, 7; 142, 8; 118, 92; Gálatas 3, 19 ss.; 5, 18-23.

[4396] 9. Amaestra a los dóciles (cf. la nota al versículo 4), y no a los otros, pues es inútil hablar a quien no desea aprender (cf. Juan 12, 39 s.). A esos los entrega al extravío del propio corazón (Salmo 80, 13) y de la credulidad a los falsos profetas (II Tesalonicenses 2, 10). Por eso también a nosotros nos enseña Él a “no dar lo santo a los perros ni las perlas a los cerdos” (Mateo 7, 6).

[4397] 10. Cf. Tobías 3, 2; Lucas 1, 50. Los que tal buscan ¿serán acaso muchos? Véase la tremenda respuesta del Salmo 13, 2-3.

[4398] 13. Poseerá la tierra: “La tierra por excelencia, la rica región de Canaán, prometida por el Señor a Abrahán y a sus descendientes” (Fillion). Véase Salmo 36, 11 y Mateo 5, 4.

[4399] 14. ¡Es decir que Dios nos revela sus secretos! Así lo dijo Jesús a sus íntimos (véase Mateo 13, 11; Juan 15, 15; cf. Salmo 50, 8). Nótese que “las promesas” están entre esos secretos destinados a los que cultivan la intimidad familiar de Dios (cf. Isaías 48, 6 y nota). Los demás hombres miran esas cosas con indiferencia (cf. I Tesalonicenses 5, 20 y nota). Muchos, por ejemplo, oyen con frecuencia en la Misa primera de difuntos la Epístola tomada de I Tesalonicenses 4, 13-16, pero ¿cuántos son los que se detienen a considerar y estudiar las asombrosas promesas que ella contiene? Y así tantas otras, como Mateo 11, 25; 18, 4; Lucas 21, 36; 22, 30; Juan 17, 24; Efesios 1, 3 ss.; Filipenses 3, 20 s.; I Juan 3, 2, etc.

[4400] 15. Él saca, etc.: Solo Él, y no nuestra habilidad, puede librarnos de las tentaciones, ya que Satanás es más fuerte que nosotros. Eso es lo que Jesús nos enseñó a pedir al final del Padrenuestro: líbranos del Malo, o sea del tentador. De ahí que podremos evitar el pecado si hacemos vida de oración, es decir, si conservamos los ojos puestos en Él, como aquí se dice (cf. Salmo 118, 11). Es la misma espiritualidad que nos ensena San Pablo al decir que tengamos los ojos puestos, no en nosotros mismos (cf. Salmo 118, 37 y nota), sino “en Cristo, autor y consumador de la fe” (Hebreos 12, 2).

[4401] 16. Nótese cómo conoce David el amor misericordioso con que es amado por el Padre celestial. No le da más que un argumento: su propia miseria. Cf. Salmo 85, 1 y la oración de María en Caná (Juan 2, 3).

[4402] 17. El corazón “ensanchado” es el fruto y sello característico del trato familiar con Dios (cf. Salmo 118, 32 y nota), que es lo que da la libertad de espíritu, y es la única vida propia de los hijos de Dios (Romanos 8, 15; Santiago 2, 12; Gálatas 5, 13; Juan 8, 32, etc.) y que, según las bellas revelaciones de Santa Gertrudis, fue en ella lo que más agradó a Jesús.

[4403] 18. Estoy cargado y agobiado: A estos precisamente llama Jesús en Mateo 11, 28 para hacerlos descansar.

[4404] 19. Cf. Salmos 34, 19; 68, 5; Juan 15, 25. Si nos creyéramos capaces de defendernos solos contra los enemigos, no podríamos decir con sinceridad esta oración (cf. versículo 15 y nota). David la dice bien convencido de su total impotencia propia (cf. Salmos 34, 19; 68, 5), y por eso, cuanto más pequeño se muestra (I Reyes 17, 39), más seguro está del Señor, que lo lleva a los más asombrosos triunfos, como el de Goliat (véase I Reyes 17, 45 ss.). Cf. Lucas 1, 49 ss. y nota.

[4405] 20. Cf. Salmo 12, 5 y nota; 30, 2.

[4406] 21. Se expresa aquí un precioso concepto, contenido también en el Salmo 118, 63 y 64: la profunda atracción que une a los que comparten el mismo espíritu y una misma esperanza (cf. Tito 2, 13). ¿No era este acaso el ideal de Jesús para sus discípulos cuando les mandó amarse ante todo entre ellos, y el que expresó a su Eterno Padre la noche de la Cena? Porque espero en Ti: Según esto, David aludiría a que las almas rectas estaban de su parte, contra sus perseguidores. Según otra versión, el primer hemistiquio diría: integridad y rectitud me custodian.

[4407] 22. En el Salmo, que es alfabético, este versículo queda como suplementario, fuera del alefato. Cf. Salmo 23, 33.

[4408] 1. Este Salmo, clamor del alma escandalizada ante la corrupción del mundo, pertenece quizás a los tiempos en que David se vio obligado a huir de Saúl, o más probablemente de Absalón, lejos del Arca del Señor (II Reyes 15, 25). De ahí su ardiente deseo de volver a ver el santo Tabernáculo (versículos 6-8). Hazme justicia: Vulgata: júzgame, es decir, sé Tú mi Juez. Cf. Salmo 16, 2 y nota; 42, 1, etc.

[4409] 2. ¡No permitas que en mí haya doblez! Cf. Juan 1, 47; 3, 19; Santiago 4, 8. Este saludable horror al contagio del mundo prueba la auténtica humildad de David. Quiere que Dios lo sondee hasta el fondo, como solo puede penetrarlo Él (Salmo 138, 1 ss.), y extirpe con fuego cuanto pueda desagradarle.

[4410] 3. He aquí todo un programa para andar según la verdad: tener siempre ante los ojos de la fe la bondad con que Dios nos ama (cf. Efesios 2, 4 y nota). No hay peligro, entonces, de querer apartarnos de Él, pues “donde está vuestro tesoro está vuestro corazón”. La Verdad es Cristo (Juan 14, 6), y del amor que Él nos tiene nada hay capaz de separarnos (Romanos 8, 35 ss.).

[4411] 4 s. Ni con los inicuos y malvados, que abiertamente se apartan de Dios (cf. Salmos 1, 1; 100, 3 ss.), ni con los fingidos e impíos, que invocan a Dios por conveniencia y con doblez. Cf. Salmo 113B, 1 y nota; Mateo 23, 1 ss.; I Juan 2, 15-17.

[4412] 6. Los versículos 6-12 se recitan en el Lavabo de la Misa según el texto de la Vulgata. Lavarse las manos delante del pueblo era señal de no ser culpable de homicidio (Deuteronomio 21, 6 s.). También lo hizo Pilatos para protestar de su inocencia en el proceso contra Jesús (Mateo 27, 24). Es, pues, un; “gesto” que requiere conciencia recta. David no fue siempre un inocente, pero sí un penitente de perfecta contrición.

[4413] 7. Se trata de levantar la voz delante de todos, y no de “oír”, como dice la Vulgata.

[4414] 8. Sobre el amor de David por la Casa del Señor, véase en II Reyes 7, 2 ss., su ansia de edificar el Templo, y en III Reyes 7, 51, los tesoros que dejó él cuando supo que Dios había destinado a su hijo Salomón para construirlo. La Vulgata dice: “Amo el decoro.” A este respecto cf. sobre el Tabernáculo, Éxodo 25, 30, y sobre el Templo, III Reyes 6; Ezequiel 40 ss.

[4415] 10. Sobre el “soborno” véase Deuteronomio 16, 19; I Reyes 8, 3; 12, 3 y las tremendas admoniciones de los Salmos 57 y 81 contra los magistrados.

[4416] 12. Aquí, como en varios otros finales, el salmista nos muestra haber conseguido ya lo que antes pedía, como para estimular nuestra confianza en la oración. Sobre las asambleas o solemnidades, cf. Levítico 23; Números 28, 18 y 25, etc.

[4417] 1. La fecha y ocasión de este Salmo se indican en los LXX por el epígrafe: “Antes de ser ungido”, referente sin duda a la segunda unción de David (II Reyes 2, 4), como rey de Judá, es decir, cuando aún le esperaba, no la persecución de Saúl, que ya había muerto (ibíd.), pero sí la guerra civil con sus sucesores (II Reyes 2, 8 ss.). No se trata, pues, de la unción como rey de todo Israel, como afirman algunos, pues esta solo tuvo lugar en II Reyes 5, 3 y fue la tercera, ya que la primera tuvo lugar en I Reyes 16, 13. Este Salmo expresa la más plena confianza en Dios y el ardiente anhelo por la Casa del Señor: virtudes ambas características del santo poeta.

[4418] 4. Las palabras habitar... vida, exceden la medida del verso y son probablemente una cita marginal del Salmo 22, 6. Sobre el ansia de David por el Santuario, véase Salmo 25, 8 y nota. Cf. Salmo 41, 5 y nota.

[4419] 5. Recuerda un episodio relatado en I Reyes 21, 6: David, desfallecido de hambre, encontró amparo y alimento (los panes de la Proposición) en el Tabernáculo del Señor. Jesús cita el pasaje en Mateo 12, 3 ss., para dar una bellísima lección a los fariseos.

[4420] 6. Sacrificios de júbilo: Al son festivo de las trompetas y acompañados de las aclamaciones del pueblo (cf. I Reyes 4, 5; II Reyes 6, 15).

[4421] 8. La traducción es según Rembold. Tenemos aquí una de las más exquisitas luces místicas para la vida espiritual: no pretender “conocerse a sí mismo” como los paganos, sino salir de sí mismo y “fijar los ojos en Cristo, autor y consumador de la fe” (Hebreos 12, 2). Cf. Salmo 118, 37 y nota. También tiene una trascendencia escatológica, como anhelo de contemplar a Aquel que viene. Cf. versículo 14; Salmo 16, 15; I Juan 3, 2; Apocalipsis 22, 20 y notas.

[4422] 10. Sobre esta suavidad de la divina misericordia, superior en firmeza al amor materno, véase Isaías 49, 15 y 66, 13, de donde Santa Teresa de Lisieux dedujo la doctrina del amor misericordioso. Es ese amor el que allanará siempre nuestra senda a pesar de los feroces enemigos (versículo 11); lo halla todo el que de veras busca la amistad del divino Padre y de Jesús. Cf. Juan 15, 18 ss.

[4423] 12. Que respiran crueldad: La Vulgata usa aquí una expresión que se había hecho célebre: “La iniquidad se ha mentido a sí misma.”

[4424] 13. Si no creyera: “El sentido en el texto masorético queda incompleto, debiendo sobreentenderse: desgraciado de mí o cosa parecida. Suprimiendo la partícula condicional, el sentido es claro: Creo que he de ver (o gozar) los bienes o bondad del Señor” (Prado). En la tierra de los vivientes: Cf. 51, 7; 96, 1; 114, 9; 141, 6; Job 19, 25-27; Isaías 38, 11; Zacarías 12, 10; Apocalipsis 1, 7, etc. San Agustín exclama en este pasaje: “¡Oh bienes del Señor, dulces, inmortales, incomparables, sempiternos, inconmutables, y cuándo os veré, oh bienes del Señor! Creo que los tengo que ver pero no en la tierra de los que mueren, sino en la tierra de los que viven.” Cf. I Corintios 15, 51 ss. (texto griego) y I Tesalonicenses 4, 15-17.

[4425] 14. ¡Aguarda a Yahvé!: Como los patriarcas ansiaban la venida del Mesías, así hoy nuestros suspiros han de ser por su retorno. Es la “bienaventurada esperanza” (Tito 2, 13) a que nos convidan las Escrituras y con la cual termina su última página (Apocalipsis 22, 17 y 20). “Se observará tal vez, dice un autor, que la expectativa de que Jesús retorne cuando menos lo esperamos, podría retraernos del interés por emprender trabajos de apostolado y aun empresas de progreso temporal, pues quedarían sin valor cuando Él viniese. Tal es, contesta, el lenguaje propio de la mundanidad. ¿Lamentaremos acaso que Jesús haya insistido en ese anuncio? ¿Le diremos que ha estado imprudente en hacerlo y que no pensó bien en las consecuencias? La verdad es que toda objeción de nuestra parte a esta tan dichosa esperanza no puede explicarse sino por una evidente ausencia de amor y deseo de que Él venga, y por un apego a este mundo, que hace insoportable la continua probabilidad de su venida. Porque ¿quién se quejará de que en todo momento haya probabilidad de que le ocurra un inmenso bien? Observemos además que tales quejas (cf. II Pedro 3, 3 s.) serían infundadas en cuanto al retraimiento de las obras espirituales, pues, como han observado muchos, fue esa esperanza lo que hizo la santidad de los primeros cristianos.” Cf. Santiago 5, 9; II Pedro 3, 14 s.; I Juan 4, 17; Apocalipsis 22, 10 y notas. Y en cuanto a las empresas temporales, no se trata de no hacerlas, sino de no poner en ellas el corazón, como lo dice claramente San Pablo (I Corintios 7, 29-31).

[4426] 1. Súplica semejante a la del Salmo anterior, pronto se transforma en jubilosa gratitud al ver que ha sido escuchada (versículo 6 ss.). Sordo: otros vierten: mudo.

[4427] 2. El interior de tu santuario: En hebreo “debir”, o sea el Santo de los Santos, la parte más sagrada del Tabernáculo y luego del Templo (III Reyes 6, 18 ss.; 8, 6). Sobre esta forma de orar hacia Jerusalén, cf. III Reyes 8, 22 y 30; Daniel 6, 10.

[4428] 3. Siempre el horror a la doblez e hipocresía, que finge lo que no siente (Lucas 12, 1), y quiere acomodar a Dios con el mundo (Mateo 23, 1 ss.).

[4429] 4. No es imprecación, sino apelación a la Justicia divina. San Agustín ve cumplida la palabra del santo Profeta en la destrucción de Jerusalén por los romanos. Y San Jerónimo añade: para que entiendan por los siniestros lo que no entendieron por los beneficios.

[4430] 5. Es la ignorancia culpable de los que cierran los ojos para no ver. Jesús la enrostra muchas veces a los fariseos (cf. Juan 12, 37-41), y San Pablo también a los paganos que no saben ver en la naturaleza las obras de Dios (Romanos 1, 20 s.).

[4431] 6 ss. Esta segunda parte del Salmo nos muestra cuán presto ha escuchado el Señor la oración de su amigo. “Por eso... lo alabo”: La acción de gracias se traduce siempre en alabanza (cf. Lucas 1, 46 ss.).

[4432] 8. El ungido es el rey David; en sentido típico, Cristo.

[4433] 9. Tu heredad: Tu pueblo. Israel se llamaba herencia del Señor por ser el pueblo escogido y objeto de las bendiciones divinas (cf. Deuteronomio 4, 20). Apaciéntalos: Vulgata: gobiérnalos (cf. Hechos 20, 28 y nota). Este pasaje, inscrito en el frente de la Catedral de Buenos Aires, se reza en el “Te Deum”, himno compuesto a base de diversos textos bíblicos según la Vulgata.

[4434] 1. Salmo de David. Los LXX y la Vulgata añaden a este epígrafe: en la consumación del Tabernáculo (cf. Amós 9, 11; Hechos de los Apóstoles 15, 16). Hijos de Dios: Parecen ser aquí los ángeles del cielo, según el Targum (cf. Salmo 88, 6 ss.; Job 1, 6 ss., etc.). Como advierte Fillion, según los LXX y la Vulgata, serían los hombres, pues el texto dice allí: “presentad al Señor corderos”. Véase Salmo 81, 6; cf. Salmo 50, 21; 65, 15. Igual sentido tiene la antigua versión siríaca y la traducción de San Jerónimo según el hebreo.

[4435] 2. En su Santuario: Aquí también la siríaca confirma el sentido de los LXX y de la Vulgata.

[4436] 3 ss. El salmista nos, hace asistir, como en visión profética, a una tremenda tempestad semejante al diluvio universal, que parece trastornar los fenómenos más poderosos de la naturaleza. “Pero el Salmo tiene una aplicación directa al misterio de Cristo, como la simple lectura lo hace presentir” (Puniet). Repite siete veces “la voz del Señor”, para expresar la elocuencia del terrible trueno, que es la voz de Dios en la biblia de la naturaleza y simboliza el poder de la Palabra divina (cf. 103, 7 y nota). En Apocalipsis 10, 3-4 hay un misterioso pasaje sobre la voz de los siete truenos, única que a San Juan le fue prohibido revelarnos, y Delitzsch dice que este Salmo, con esa repetición septenaria, podría llamarse el de los siete truenos. Cf. el Salmo 67, 34 ss. que concluye como este, y Salmo 96, 2 ss., donde vemos un cataclismo semejante, que termina también, como aquí (versículos 11 s.), con la paz de Sión en el Reino eterno del Señor, que colma de bendiciones a su pueblo. Así también, como dice Dom Puniet, la voz del Padre, oída en forma de trueno, aseguraba a Cristo que Él triunfaría finalmente sobre el mundo (Juan 12, 28 ss.).

[4437] 6. Schirión (o Sarión) es el antiguo nombre fenicio del Líbano (o Hermón). Los LXX y la Vulgata leyeron: yeschurún (amado). De ahí el “amado” de la Vulgata. Sin duda el texto hebreo corresponde mejor al paralelismo de los miembros, elemento principal de la poesía hebrea.

[4438] 10. Cf. Salmo 9B, 16; Jeremías 10, 10. La expresión final es frecuentemente usada en las profecías para designar las naciones gentiles, según lo explica el Apocalipsis. Cf. Salmo 17, 17; Isaías 17, 12; Jeremías 51, 13; Daniel 7, 3; Apocalipsis 17, 1 y 15. El segundo hemistiquio y el primero del versículo 11 forman la antífona de la Comunión de la Misa de Cristo Rey, lo que confirma su trascendencia mesiánica, expresada en las palabras “para siempre”. Véase los textos bíblicos de esa bella Misa en la cual se pide, como en el Padrenuestro, el advenimiento del Reino eterno y universal de verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz, que Cristo entregará a su Padre cuando todas las creaturas se hayan sujetado a su imperio (Prefacio), rogando al Padre que le entregue ese Reino (Salmo 71, 1 del Introito y Apocalipsis 5, 12) según las promesas del Salmo 2, 8 (Ofertorio), del Salmo 71, 8 y 11 y de Daniel 9, 14 (Gradual) y recordando su Parusía como Rey de reyes en Apocalipsis 19, 16 (Aleluya).

[4439] 11. Como hace notar Delitzsch, el Salmo empieza con un “gloria a Dios en las alturas” y termina con “paz en la tierra” (cf. Lucas 2, 14). Véase igual concepto al final del Salmo anterior (27, 9) y en Salmo 67, 36.

[4440] 1. Él sentido del “epígrafe”, confirmado por el de la Vulgata, alude a la inauguración del palacio real que David levantó en el monte Sión (II Reyes 5, 11), quizá después de convalecer de una enfermedad. En tiempo de los Macabeos, o quizá de Esdras y Nehemías, este Salmo sirvió para solemnizar la fiesta de la Purificación del Templo y del culto. De ahí que algunos interpretan así el epígrafe: “Salmo (Cantico para la dedicación del Templo) de David”.

[4441] 4. Del sepulcro: La enfermedad ha sido, pues, muy grave. Nótese también el sentido típico: la referencia a Cristo que resucitó del sepulcro (en hebreo “scheol”, lugar de los muertos).

[4442] 5. Gracias al Nombre de Su santidad: En la Biblia el nombre es como la persona misma, su esencia. Por eso el nombre define lo que es su portador. Jesús nos descubre que en Dios ese nombre es “Padre”, y lo llama “Padre Santo” (Juan 17, 25), destacando su infinita perfección (cf. Romanos 16, 27 y nota). De ahí que nos enseñe en el Padrenuestro a “santificar su Nombre”, es decir, a llamarlo Santo, como en Israel, y tenerlo por tal. Es lo que hace la Virgen María en el Magníficat cuando exclama hablando del Padre: “¡Santo es su Nombre!” La Iglesia extiende la alabanza al divino Hijo, consubstancial al Padre, diciéndole: “Tú solo eres Santo” (Gloria de la Misa).

[4443] 6 ¿Quién no ha experimentado esto hallándose enfermo? Cf. Salmo 129, 6 y II Pedro 1, 19, donde esa aurora será la de la venida de Cristo, que ahora esperamos alumbrándonos con las profecías “como antorchas que lucen en lugar oscuro”. Este Salmo debiera estar escrito, para consuelo, en las salas de todos los hospitales. San Atanasio y San Gregorio aplican también este hemistiquio al pecador arrepentido: “Por ingente que sea el número de los pecados, la contrición los convierte de repente en alegría” (San Atanasio). Acerca de ese punto véase Salmo 50 y notas.

[4444] 7. Como solemos hacer todos, se había sentido inconmovible en su buena salud y Dios le mostró con la enfermedad cuán frágiles somos. Vemos una vez más cómo no hay circunstancia de la vida que no esté reflejada en este océano de sabiduría que es la Sagrada Escritura, y cómo, si Dios nos manda pruebas, es porque son indispensables para abrir nuestros ojos carnales, cegados por “la fascinación de la bagatela” (Sabiduría 4, 12). Puede verse a este respecto nuestro libro sobre “Job y el problema del mal, del dolor y de la muerte”.

[4445] 10. Motivo muy frecuente en las plegarias de los hombres piadosos del Antiguo Testamento. Dios nada ganaría con la muerte de un hombre; al contrario, perdería un adorador (Salmo 6, 6; Isaías 38, 18 ss.). Véase especialmente el Salmo 115, 6 y nota y las admirables lecciones del Oficio de Difuntos (tomadas todas del Libro de Job). Te alabará el polvo o proclamará tu felicidad: Son las dos formas de honrar a Dios: la oración y la predicación o apostolado.

[4446] 11 ss. Nada más edificante que esta contagiosa alegría de la gratitud. Desataste mi cilicio (versículo 12): A veces se han aplicado estas palabras a la Resurrección del Señor, pero hemos de ser muy cautos en esas acomodaciones, pues vemos que el versículo 10 podría aplicarse a todos menos al Redentor divino, cuya Sangre, lejos de ser inútil como la nuestra, fue al contrario el precio, infinitamente valioso, de nuestra salvación. Monseñor Saudreau trae a ese respecto una bella palabra de San Ignacio de Loyola que, señalando a San Francisco de Borja la necesidad de reprimir la tendencia inmoderada a las maceraciones corporales, le hacía notar que de estas solo quedan unas cuantas gotas de sangre nuestra, que poco valen, en tanto que tenemos a disposición toda la Sangre preciosísima de Cristo cuyo mérito es infinito. La traducción del versículo 11 es según los Setenta y la Vulgata.

[4447] 1. La Vulgata dice: “Para el fin. Salmo de David. Para el éxtasis”. Quizás es una referencia al versículo 23, como diciendo: para la extrema angustia. Compuesta, efectivamente, en un exceso de abandono e impotencia, esta oración de David parece, como lo han dicho muchos de los Padres, prefigurar los sufrimientos de Cristo moribundo. Al pronunciar Él en alta voz desde la Cruz el versículo 6, nos enseñó que este es el Salmo ideal para el creyente que medita en la muerte, deseoso de mirarla con los sentimientos de dulce y omnímoda confianza que agradan a ese divino Padre que todo lo arregla siempre como conviene a nuestro mayor bien (Romanos 8, 28). “La fe sostiene al salmista cuando se acuerda de las misericordias pasadas. El desaliento lo amenaza si piensa en la desolación presente, mas luego se disipa la niebla y el sol de la divina bondad ilumina su alma.” Es que conoció el don de Dios (Juan 4, 10) y vio que “la inteligencia de las cosas espirituales no consiste en conocer cosas que nosotros le demos o le prometamos a Él, sino cosas que Él nos da y nos promete”. Todo nuestro mal está en que nada nos cuesta tanto como creer de veras que Él es bueno y nos ama ya antes que nosotros lo amemos (I Juan 4, 10 y 16).

[4448] 2. Con este versículo (según la Vulgata) concluye el Te Deum. Cf. Salmo 27, 9 y nota.

[4449] 3. Lo roca: Sobre esta idea, inefablemente consoladora, véase Salmo 17, 3 y nota.

[4450] 6. He aquí la última Palabra de Cristo en la Cruz (Lucas 23, 46) y la última de San Esteban, primer mártir de Cristo (Hechos 7, 59). Dios fiel: ¡Dios leal! Sabemos que ninguna alabanza agrada más a la ternura del Padre que esta confesión de su lealtad, pues Él mismo nos muestra en toda la Escritura como la cosa de que más se gloría, su fidelidad, unida a su misericordia, que también vemos aquí en versículo 8. Cf. Salmo 12, 6 y nota; 24, 10; Tobías 3, 2, etc.

[4451] 7. Dar culto a vanos ídolos (cf. Baruc 6, 1 ss.) es también poner su esperanza en el mundo y en los hombres, que no pueden salvarnos (cf. Jeremías 17, 5 y nota). “Son tus ídolos también esas riquezas en que confías, esos honores y dominios que ambicionas... a costa de tu alma y de tus deberes, el crédito fugaz de un día” (San Agustín).

[4452] 9. Cf. Salmo 4, 1; 17, 20 y notas.

[4453] 10 ss. Nótese la elocuencia de este cuadro que se presentó al Salvador. Sobre el consuelo en los días de la vejez, véase el Salmo 70.

[4454] 11. Es la suprema impotencia del que va a morir. Se siente incapaz de valerse en el cuerpo y también incapaz para la oración. ¡Entonces es cuando hemos de entregarnos confiados en el amor generoso del Padre que nos creó y en los méritos del Hijo que nos redimió!

[4455] 12. Situación precaria del que, habiendo perdido todo lo que atrae al mundo egoísta, se ve abandonado de sus amigos y expuesto a la saña de sus enemigos. Los Evangelios muestran cómo ese abandono y esa saña se cumplieron, más que en nadie, en el mismo Señor Jesús. Y los Salmos nos enseñan, como San Pablo, que “El Señor está junto a los que tienen el corazón atribulado” (Salmos 33, 19; 137, 7, etc.) y que el Padre de las misericordias nos consuela en todas nuestras tribulaciones y hace abundar nuestros consuelos en Cristo, así como abundaron los padecimientos de Él por nosotros, de modo que al ser consolados podamos consolar a otros, y el ver a otros consolados nos sirva de esperanza sabiendo que lo seremos también nosotros (II Corintios 1, 3-7). Sublime doctrina que bastaría, si fuese conocida, para desterrar de los hombres toda envidia.

[4456] 16. Satanás y sus demonios han de querer perseguirnos más que nunca en la hora de la muerte. ¡Solamente Tú eres más fuerte que ellos! (véase versículo 18).

[4457] 18 s. Cf. Salmo 12, 5 s. y nota. Reducidos al silencio del abismo (hebreo: scheol). Calès observa que el salmista pide a Dios justicia según el espíritu de la Ley antigua, y añade agudamente: “los que de esto se escandalizan harán bien tal vez en examinarse a sí mismos sobre el escándalo farisaico”. Espiritualmente puede aplicarse a Satanás (cf. Apocalipsis 20, 18), cuyo nombre significa acusador (cf. Apocalipsis 12, 10), y sus demonios, para que no conturben, con visiones aterradoras, el alma que debe estar llena de la esperanza de ver al Dios del amor y de la felicidad, que es al mismo tiempo el Padre del perdón, como nos lo muestra Jesús de un modo indubitable en la parábola del Hijo pródigo (Lucas 15, 20 ss.). Cf. Salmo 34, 10.

[4458] 20. El primer hemistiquio coincide con lo que dice la Virgen en Lucas 1, 50. El segundo acentúa el concepto: delante de los hombres, como Jesús en Mateo 10, 32 s. Libre ya de la tentación, el alma descubre el inefable consuelo que Dios le tenía reservado para ese supremo momento: “Dichosos los muertos que mueren en el Señor” (Apocalipsis 14, 13).

[4459] 21. Con tu propio rostro: Otros: “con el misterio de tu presencia”. Siguiendo la aplicación de este Salmo a la muerte del creyente, más allá de las luchas transitorias, vemos aquí al alma sumergida ya en los consuelos de Dios, liberada de las injusticias humanas y “descansando de sus trabajos” (Apocalipsis 6, 11; 14, 13) en espera de la “redención del cuerpo” (Romanos 8, 23; Apocalipsis 6, 10) que Cristo le traerá en su Venida con la plenitud de su gloria. Cf. Lucas 21, 28; Juan 17, 24; Filipenses 3, 20 s.; Apocalipsis 22, 12.

[4460] 22. En ciudad fuerte: Continúa el concepto anterior. Algunos lo aplican históricamente a Siceleg (I Reyes 27, 5 ss.). Otros (Wutz, Gunkel) traducen con San Jerónimo: en la hora de la angustia.

[4461] 23. Así, en el delirio de la agonía puede el hombre llegar a desesperar de su salvación. Mas vemos aquí, como en Isaías 49, 14 ss.; II Corintios 1, 8 ss., etc., que en ese momento crítico es cuando el socorro divino se apresura a mostrarnos que Él nunca dejó de cuidar de nosotros (I Pedro 5, 7). Entonces, al colmo de la aflicción sucede el exceso de gozo, como en el ejemplo que Jesús pone en el evangelio de San Juan 16, 21.

[4462] 25. Esta es la virilidad cristiana: tener ánimo, no porque se confía en sí mismo, como los estoicos paganos, sino porque se cuenta con Dios como un niño con su padre.

[4463] 1. Maskil: Esto es, doctrinal, de instrucción. Este Salmo forma parte de los siete Salmos penitenciales (con los números 6, 37, 50, 101, 129 y 142) y se cree que David lo compuso después de su pecado con Betsabee. San Pablo cita este versículo para mostrar que el perdón de Dios es obra gratuita de su misericordia (Romanos 4, 7).

[4464] 2. A quien Yahvé no imputa: No dice que no la tenga o no la haya tenido. En esto está la gran enseñanza doctrinal: lo que nos interesa es lo que Él piensa y juzga de nosotros. La realidad verdadera solo es la que existe en Su mente divina. Por eso San Pablo no se cuida del juicio de los hombres, ni siquiera del suyo propio, pues dice: “Dios es quien me juzga” (I Corintios 4, 3 s.). Y como ese Juez es soberanamente libre (Santiago 4, 12; cf. Salmo 147, 9 y nota), hace misericordia a quien le place (Romanos 9, 11-16), por lo cual una sola cosa importa y es cultivar su amistad para poder contar con su benevolencia en nuestra nulidad, como Ester con el rey Asuero (Ester 5, 2 s.; 7, 2 ss.). Nadie podrá pedirle cuenta a Él de las privanzas que quiera tener con nosotros, y así lo enseñó Jesús en la parábola de los obreros de la última hora (Mateo 20, 8 ss.). Así explica Santo Tomás que “el amor cubre la multitud de los pecados” (Proverbios 10, 12; I Pedro 4, 8), siendo notorio que a nuestros íntimos solemos disimularles cosas que se castigarían en un simple mercenario. Esto ayuda a entender la asombrosa doctrina que San Juan nos revela al decir que el que ha nacido de Dios “no hace pecado” (I Juan 3, 9; 5, 18). Cf. Romanos 8, 28-31.

[4465] 3 s. Nótese la clásica descripción del infierno de los remordimientos; mientras calla su miseria el salmista sufre hasta dar gritos de dolor. En el versículo 5 vemos cómo se decide a confesarse culpable. El segundo hemistiquio del versículo 4 es según la Vulgata.

[4466] 5. Aquí está la doctrina central del Salmo: no temer presentarnos a Dios sucios como somos, pues es Él quien nos limpia y no nosotros. San Juan expone esta doctrina en I Juan 1, 8 ss. La meditación de tan estupenda y dulcísima verdad basta para transformar un alma y librarla de la peor arma de Satanás, que es la desconfianza, con la cual nos aleja de nuestro Padre celestial. Cf. Salmo 50; Job 14, 4; 25, 4; Isaías 43, 25; Eclesiastés 7, 21; Marcos 2, 7; Juan 13, 8, etc.

[4467] 6. Que te invoquen todos: Usando de tan consoladora certeza dice San Ambrosio: “No pudiendo afrontarte como Juez, suspiro por tenerte como Salvador y te descubro, Señor, mis llagas y mi vergüenza” (Oración de preparación a la Misa). Sobre este tiempo de la misericordia en que Él puede ser hallado, cf. Juan 6, 37. El diluvio de agua simboliza según algunos el tiempo de las grandes pruebas; según otros, el terrible destino que espera a los que rechacen este llamado de la misericordia. Cf. Apocalipsis 6, 16; 14, 10-11, 19-20; 19, 21; 20, 14.

[4468] 8. “Yo te aleccionaré”: Esto también es fundamental. Así como nada podemos en el orden de la moral, si no es por el auxilio gratuito de Dios que se nos anticipa y nos acompaña hasta el fin (cf. Salmo 22, 6 y nota), así también en el orden de la inteligencia necesitamos la iluminación de Dios (Lucas 24, 45; Hechos 16, 14; I Juan 5, 20). De ahí que el gran Salmo 118 implore constantemente esa inteligencia. Véase en dicho Salmo los versículos 18, 34, 73, 169, etc.

[4469] 9 s. Es este uno de los muchos pasajes donde Dios nos alecciona preciosamente (versículo 8), mostrándonos cómo le aflige tener que hacernos sufrir. ¡No quiere llevarnos por la fuerza y le duele que huyamos de Él con desconfianza! Cf. Salmo 48, 13; Tobías 6, 17; Proverbios 26, 3. Su ley es “la Ley perfecta de la libertad” (Santiago 1, 25). “Cuando el hombre descuida lo que lo hace superior a los animales, destruye, deturpa y borra en sí mismo la imagen de Dios” (San Agustín).

[4470] 11. “Alégrense los demás en las riquezas y honras del mundo; otros en la nobleza de sus linajes; otros en los favores y privanzas de los príncipes; otros en la preeminencia de sus oficios y dignidades. Mas vosotros que presumís tener a Dios por vuestro, que es vuestra heredad y vuestra posesión, alegraos y gloriaos más de verdad en este bien, pues es tanto mayor que todos los otros, cuanto es más Dios que todas las cosas” (Fr. Luis de Granada). Cf. Jeremías 9, 23; I Corintios 1, 31; II Corintios 10, 17.

[4471] 1. Este precioso Salmo, que según la Vulgata es de David, contiene, como el 102, uno de esos estupendos elogios de Dios en los cuales desahoga su admiración nuestra alma cuando el Espíritu Santo la mueve al agradecimiento. Alabar al Padre es lo propio de los rectos de corazón así como el cantar, dice San Agustín, es propio del que ama. De ahí que Dios, tan perdonador y paciente con los pecadores, como lo mostró Jesús en cada página del Evangelio, sea implacable con la falsa religiosidad que lo alaba solo de boca (Mateo 15, 8; cf. Isaías 29, 13 y la nota de San Bernardo), y proclame indignado que “abomina del incienso” (cf. Isaías 1, 11 ss.; Salmo 49, 8 y 16; Sabiduría 9, 10 y notas). Cualquiera siente profunda repugnancia al recibir manifestaciones de afecto por parte de personas de cuya indiferencia tiene pruebas ciertas. “El beso de Judas no solo no ha concluido para el Maestro, sino que se ha extendido hasta hoy día bajo el título de la mundana cortesía.”

[4472] 2. Cf. Salmo 56, 9 y nota.

[4473] 3. Nótese el contraste entre esta sonora alegría de los buenos tiempos de Israel y el Salmo 136, 3 s. Volveremos a ver esta alegría en el cántico final (Salmo 150, 5 s. y notas). Cf. Salmo 88, 16; 99, 4 ss.

[4474] 4. Sobre la rectitud de Dios cf. Salmo 30, 6 y nota.

[4475] 5. Las ama y por eso las ejercita, como se ve en los versículos siguientes. La justicia es cosa propia de Dios, pues Él es el único justo (II Macabeos 1, 25) y la fuente de toda justicia o santidad. Cf. Salmo 31, 2; 35, 6; Romanos 16, 27. En el Nuevo Testamento justicia es la santidad que Dios nos da mediante la fe en su Hijo Jesucristo (Romanos 3, 25 s.; Mateo 6, 33). Jesús es llamado el Justo, y no practicó la justicia en el sentido pagano de dar a cada uno lo suyo, sino que Él pagó “lo que no había robado” (Salmo 68, 5) y estableció la ley de caridad que debemos practicar a imitación suya, perdonando al prójimo cuantas veces nos ofendiere (Mateo 18, 22). Esta ley es obligatoria, pues si no la cumplimos no seremos perdonados por Dios, sin lo cual todos estamos seguros de ir al infierno (Mateo 6, 15; Santiago 2, 13). “El párroco deberá recordar a los fieles cuánto sobrepuja la bondad y misericordia de Dios a la justicia” (Catecismo Romano III, capítulo 2, 36). Dios, dice Santo Tomás, no obra nunca contra la justicia, pero sí obra más allá de la justicia, como lo muestra Jesús en la parábola de los obreros (Mateo 20, 13; Juan 3, 16-17, etc.). Entre los groseros errores de Miguel Bayo (de Bay) que la Sede apostólica condenó por boca del Papa Pío V, está el que dice que las obras buenas de los justos no recibirán más premio que el que merezcan según la justicia (Denz. 1.014).

[4476] 6. Su ornato: La Vulgata dice su belleza, es decir, los astros y estrellas, que se llaman también la milicia o el ejército del cielo. Cf. Isaías 40, 26.

[4477] 7. Véase Job 38, 22 ss. Los abismos: Cf. Génesis 1, 9 ss. Sobre las maravillas de la naturaleza, véase el Salmo 103 y sus notas.

[4478] 9. Cf. versículo 6. Ese infinito poder de Dios se ejerce por su Palabra o Verbo (Juan 1, 13; Salmo 148, 5). El Verbo se hizo hombre, tomando en su Humanidad santísima el dulce hombre de Jesús. Jesús es la Palabra (el Logos) del Padre, quien todo lo hace por amor a Él, para Él y por medio de Él (cf. I Corintios 8, 6). Aquí, como en Salmo 148, 5, se trata de que todas las creaturas agradezcan al Padre ese don de la existencia que les dio por el Hijo. Bien se ve por esto que el concepto cristiano del Logos es muy distinto del que esa voz griega tenía en los filósofos antiguos, para los cuales significaba “la razón”. La diferencia entre ambos es tanta como la que hay entre la tierra y el cielo (Isaías 55, 8 ss. y notas), entre lo humano y lo divino (Salmo 91, 6; Sabiduría 17, 1 y notas), entre lo natural psíquico y lo sobrenatural espiritual (I Corintios 2, 10-16 y notas). La confusión o mezcla de estos conceptos lleva a los extravíos contra los cuales nos previene San Pablo en Colosenses 2, 8. Cf. Hechos 17, 16 ss. y notas.

[4479] 10. Pocos creen de veras en esto, aunque la misma historia contemporánea lo confirma a cada paso con los más sorprendentes acontecimientos (cf. I Corintios 1, 19-20; Isaías 8, 10; 19, 3; 29, 14; 28, 9; 55, 8 s.; Salmo 93, 11). ¿Qué podría esperar aquí abajo la humanidad cuando cae bajo el capricho omnímodo de los tiranos, sino fuera por esta altísima Providencia que los deshace en el momento oportuno, aunque por un tiempo azote con ellos a los pueblos para saludable humillación? Él es el que se ríe de los poderosos (Salmo 2, 4), que endiosando el poder dicen, con el filósofo Hegel: “El Estado es la idea moral realizada, la esencia de la moralidad que ha llegado a tener conciencia de sí misma, el todo moral, la voluntad divina presente, encarnada, universal, lo infinito y absolutamente racional, el espíritu convertido en real, viviente, obrando y desarrollándose: el espíritu total.” Cf. Salmo 11, 5; 16, 4 y notas.

[4480] 11 ss. Alude el salmista a los falaces planes de los gentiles, que conspiran para arruinar al pueblo de Dios, al cual Él llama su herencia (cf. Deuteronomio 4, 6 ss.; 33, 29) y sobre el cual tiene inagotables designios de misericordia. Cf. Salmo 104, 14 ss. y nota. Este versículo y el 19 forman el Introito de la nueva Misa del Sagrado Corazón. Véase Salmo 17, 20 y nota.

[4481] 15. Él, que formó el corazón, etc.: Se refiere a que Él es el creador de todos sin excepción (cf. Zacarías 12, 1). San Agustín, aplicándolo en sentido espiritual, dice: “Con las manos de su gracia y con las de su misericordia forma Dios los corazones, cada uno de por sí, pero sin romper la unidad que los junta a todos en Cristo.”

[4482] 17. Engañoso: literalmente: mentiroso, porque hace creer con su apostura que nadie podrá vencerlo. Admirable verdad que debiera hacernos desconfiar sistemáticamente de toda grandeza humana, no ya solo de los caballos sino de los imperios, que Dios disipa como el humo. Véase Salmos 17, 35; 43, 7; 48, 7; I Reyes 14, 6.

[4483] 22. Este versículo, que forma el final del Te Deum, contiene una admirable doctrina. Así como, según el Padrenuestro, Dios nos perdona en cuanto nosotros perdonamos, así también Él nos hace misericordia en la proporción en que la esperamos. Es el sentido de las palabras de Jesús: Según vuestra fe, así os sea hecho (Mateo 9, 29). Véase Salmos 16, 7; 36, 40; 146, 11. De ahí la importancia máxima que tiene el creer en la misericordia de Dios, fruto del amor con que nos ama. Pero es muy difícil creer en esta maravilla si no conocemos bien todo el Evangelio (véase I Juan 4, 16; Efesios 2, 4; Gálatas 2, 20, etc.). En efecto, el saberse amado por Dios es el resorte más poderoso y eficaz que existe para la vida espiritual; pero el que no conoce la predilección de Dios por los miserables no puede sentirse amado por Él, a menos de creerse merecedor de ese amor e incurrir en detestable presunción farisaica. En cambio, el que a través de mil revelaciones de Cristo ha descubierto esa sorprendente inclinación del Padre hacia el hijo pródigo, como Jesús la tuvo hacia los pecadores y enfermos, hacia Magdalena, hacia la adúltera, hacia Zaqueo, etc., se coloca en la más auténtica humildad, pues funda esa fe no en sus méritos sino en su miseria y necesidad. Tal es la importancia insuperable de estudiar a fondo el Evangelio, pues sin eso en vano pretenderemos comprender algo tan asombroso como esa “debilidad” de Dios hacia los que nada merecen.

[4484] 1. El “epígrafe” explica las circunstancias históricas que originaron este Salmo. David se había refugiado en Gat, ciudad de Filistea, donde el rey Abimelec (llamado Aquis en I Reyes 21, 13), le dio hospedaje, pero lo despidió cuando David, para salvar su vida, se fingió loco (véase I Reyes 21, 13-15).

[4485] 3 ss. Los afligidos: Es lo que pide el contexto. Algunos vierten: los humildes. Como vemos a continuación, el santo rey profeta se empeña en que todos sepamos cómo fue socorrido él, para que todos confiemos igualmente cuando estamos en tribulación o humillación. Así enseña Jesús a obrar en Lucas 8, 39. Cf. Mateo 11, 28 ss.

[4486] 6. Miradlo a Él: Hay aquí toda una espiritualidad (cf. Salmo 26, 8 y nota), que a nosotros nos es más fácil que a Israel, pues podemos ver al Padre en el Rostro de su Hijo y Enviado, que es su retrato perfectísimo. Véase Juan 14, 9; Hebreos 1, 3.

[4487] 9. Gustad: Ponderad, saboread y veréis la bondad de Dios (I Pedro 2, 3). “Al gusto de Dios se sigue la caridad y ojos despabilados para ver y penetrar secretos divinos” (San Juan de la Cruz). Es lo que se expresa en Salmo 36, 4.

[4488] 10. ¿No es un anticipo de la “añadidura” que Jesús promete de parte del Padre en Mateo 6, 33 (cf. Salmo 36, 25)? El Evangelio dice que esos bienes y bendiciones temporales se nos pondrán delante, es decir, vendrán por obra directa de Dios, si antes buscamos la gloria Suya que Él nos ofrece. No es, pues, que el Evangelio esté hecho para dar normas de buen éxito en la vida temporal, como esos libros que prometen el triunfo en los negocios o la técnica para ganar millones. El Evangelio es “del Reino de Dios”, que hoy está reducido a las almas, pues el mundo y su gloria tienen por príncipe a Satanás (Juan 14, 30; Lucas 4, 6; I Juan 5, 19). Por eso Jesús no enseña secretos humanos ni reglas de organización o burocracia privada o pública, sino que atribuyendo “al César lo que es del César” (Mateo 22, 17), promete que si damos “a Dios lo que es de Dios”, Él nos dará, como da a los pájaros, cuanto necesitamos, en esta vida transitoria, pues nuestro Padre sabe qué necesitamos aun antes de que se lo pidamos (Mateo 6, 8 y 32); Conviene meditar si creemos eso debidamente.

[4489] 11. Nótese la consonancia con el Magníficat (Lucas 1, 53). Los que tienen hambre de la verdad y sed de amor son colmados por Dios (Salmo 80, 11; Mateo 5, 6; Juan 7, 37 s.). Los que se sienten satisfechos con su propia suficiencia no lo buscan y por eso no lo encuentran (cf. Lucas 11, 9 s.).

[4490] 12 ss. Esta segunda parte del Salmo reviste carácter didáctico y recuerda mucho los Libros sapienciales. Su tema cabal es el temor de Dios (véase Proverbios 1, 7; Eclesiastés 12, 13). Observar los mandamientos del Señor es tener días dichosos porque para eso los ha dado Él (Salmo 24, 8 y nota). Cf. I Pedro 3, 10-12.

[4491] 16. Véase Eclesiástico 15, 20; Hebreos 4, 13.

[4492] 17. Sobre esta extirpación cf. versículo 22 s.; Salmo 36, 9.

[4493] 19. He aquí una revelación con la cual podemos comunicar indecibles consuelos a los que sufren. Así como en las caídas ha de consolarnos el saber que ellas son ocasión para que podamos crecer tanto más en el amor cuanto más haya que perdonarnos (Lucas 7, 47), así también se nos enseña aquí que a mayor tribulación corresponde más envidiable compañía y asistencia del Padre celestial (cf. Mateo 5, 4). Por eso Santiago da como remedio a la tristeza la oración (Santiago 5, 13). Véase cómo recurrió a ella el mismo Jesús y fue consolado (Lucas 22, 41-43). La misericordia es lo propio de Dios (Salmo 32, 5 y nota; I Juan 4, 8; Efesios 2, 4); de ahí que Él esté especialmente cerca de los atribulados, como lo enseña Jesús en Lucas 15, 11 ss. con el ejemplo de aquel padre admirable. Es característico de todo padre el resistir a los soberbios y acoger a los humildes (Lucas 1, 52; Proverbios 3, 34; Isaías 66, 2; Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5).

[4494] 20. Pruebas, porque el oro necesita ser acrisolado (I Pedro 1, 7; cf. Juan 15, 2). Muchas tribulaciones les vendrán precisamente por ser justos, pues Jesús enseña que el mundo no podrá soportar a los verdaderos discípulos (Juan 15, 18 ss.). Pero Jesús nos descubre que en ello hay una bienaventuranza como para saltar de gozo (Lucas 6, 22 s.) y que es la peor calamidad el ser aplaudido por los hombres (Lucas 6, 26). Y nos recuerda para firme confianza, que Él es el vencedor del mundo (Juan 16, 33). Cf. Salmo 26, 5 ss.; 27, 6, etc. “Los apóstoles, decía el gran obispo von Keppler, han sido puestos, según San Pablo, para basura del mundo; en cambio el Anticristo tendrá una estatua ordenada por el falso profeta.” Véase I Corintios 4, 13; Apocalipsis 13, 14.

[4495] 21. Obsérvese el sentido mesiánico en Juan 19, 33-39.

[4496] 22. Algunos traducen como la Vulgata: “La muerte de los pecadores es desgraciada.”

[4497] 23. No pecará: Así también Calès. Otros vierten: no perecerá (cf. versículo 17). Según lo primero, no solamente evitará el castigo sino, lo que es más, se librará de ofender al divino Padre. No significa esto que vivamos sin defectos (buenos para humillarnos) pero sí libres del pecado. Santa Teresa de Lisieux le pide que solo le deje los defectos que no le disgusten a Él.

[4498] 1. En este Salmo el Rey profeta, perseguido probablemente por Saúl, habla como figura de Cristo y presenta al Padre bajo la imagen guerrera de un caudillo invencible, como lo hace Moisés en su cántico de Éxodo 15, 3, donde “Yahvé es un fuerte campeón”. Solo el Señor salva al perseguido y castiga a los perseguidores. Cf. Salmo 34, 11 y nota.

[4499] 2. En las palabras del salmista palpita la oración de Cristo paciente, por lo cual vemos frecuentemente este Salmo en el Oficio de Pasión, y aun como Introito en la Misa del Martes Santo. También hemos de ver aquí la voz permanente de la Iglesia, pues toda ella, como dice San Agustín, es Cristo paciente (cf. versículo 11 ss. Salmo 33, 20 y notas). Cada uno de nosotros hallará, pues, hondo consuelo sobrenatural, como en el Salmo 16 y otros, uniéndose con ellos a la oración de Cristo, especialmente en los momentos de persecución que Él anunció a los suyos.

[4500] 3. Dile a mi alma para que yo lo sepa y lo crea de veras. Dios hace constantemente con nuestra alma prodigios de amor. Pero esas realidades divinas pasan desapercibidas si no las captamos mediante el conocimiento y la fe viva (I Corintios 2, 14).

[4501] 4. Cf. Salmo 69, 4.

[4502] 7. Sin causa: Cf. versículo 19. Véase, en sentido mesiánico, Salmo 68, 5.

[4503] 9. Son los mismos sentimientos de la Virgen en el Magníficat (Lucas 1, 47). Pero aquí brotan aún en medio del dolor, mostrando cómo es de intenso el júbilo de sentir segura la protección del Omnipotente (cf. Salmo 123, 8).

[4504] 10. Del prepotente: Claro está que esto es verdad también respecto del Diablo y sus demonios. Cf. I Juan 4, 4; Salmos 17, 18; 30, 18.

[4505] 11 ss. Se cumplió esto al pie de la letra en la Pasión del Señor. “En estas palabras seguimos oyendo la voz de Cristo, la voz de la cabeza y la voz del cuerpo de Cristo. No separes nunca a la esposa del esposo: son dos en una misma carne; dos también en una misma voz. Padeció la cabeza, padezca el cuerpo; o más bien: padeció la cabeza para ejemplo del cuerpo. El Señor padeció voluntariamente; ella, necesariamente; Él, por compasión; ella, por condición. Sus dolores voluntarios son nuestro consuelo en los nuestros merecidos; para que, al padecer nosotros nuestros dolores, pongamos la mirada en Aquel que es la cabeza” (San Agustín). Cf. Salmo 33, 6; 58, 1 y notas.

[4506] 13 s. Modelo de amor a los enemigos (véase Lucas 6, 27-35).

[4507] 15. Véase esto en la Pasión de Jesús (Marcos 14, 65).

[4508] 16. Los LXX y la Vulgata añaden aquí al principio: “quedaron disipados, mas no arrepentidos”. Burladores de torta redonda (así también Desnoyers): Expresión gráfica, como quien dijera: los que, hartos de placeres y honores del mundo, se reúnen alrededor de un festín para ridiculizar a los que comparten lo que San Pablo llama la “locura” de Cristo crucificado (I Corintios 1, 23). Cf. Salmo 1, 1 y nota. Rechinaron contra mí sus dientes: Una de las cosas sorprendentes que nos hace notar la Biblia es esta de que el pecador siempre odia al justo, aunque no le haya hecho sino bienes, como se ve en los versículos 12 y sigs. (véase Salmo 36, 12; 111, 9 s., etc.). Por eso vimos que ese odio es gratuito (versículos 7 y 19). Jesús nos da la clave de ese odio en Juan 7, 7; 15, 19 y 17, 16.

[4509] 17. Cf. versículo 22.

[4510] 19. Véase Juan 15, 25; Salmo 24, 19.

[4511] 21. Notemos el paralelismo con el Evangelio: después de ensayar los falsos testigos (versículo 11; cf. Mateo 26, 59 ss.). Caifás exclama como aquí: “vosotros mismos habéis oído la blasfemia: para qué necesitamos ya de testigos?” (Mateo 26, 65).

[4512] 24. ¡Júzgame Tú! Cf. Salmo 16, 2 y nota.

[4513] 28. Sobre la alabanza perpetua dice San Agustín: “Cuando cantas, alaban a Dios tu lengua y tu pecho; y cuando calla la lengua y tomas tu sustento, no te excedas, y alabas a Dios. Dale a tu cuerpo el descanso, y haciéndolo santamente, alabas a Dios. Ocúpate en negocios, si quieres, pero no defraudes, y alabas a Dios. Aplícate al cultivo de tus tierras y no litigues, y alabas a Dios. En la pureza de tus obras vas tejiendo las estrofas de tu himno a Dios todo el día.” Cf. Lucas 11, 23; Romanos 14, 6; I Corintios 10, 31; Hechos 2, 46; I Tesalonicenses 5, 10 y 17 y notas.

[4514] 1 ss. David empieza mostrándonos el proceso interior de la conducta del impío; luego se vuelve al Señor para alabar su bondad y justicia y termina señalando la caída de los soberbios.

[4515] 4. No se cuida de entender: He aquí todo el misterio de los fariseos, que ya creían saberlo todo sin necesidad de buscar lo que ha dicho Dios (cf. Salmo 11, 5), y que en el fondo rehuían el saberlo porque era incompatible con su orgullo (Juan 8, 43). Jesús no cesa de increparlos con sus más terribles palabras (véase Mateo 23, 13; Juan 3, 19; 5, 39; 7, 17; 8, 24 s. y 45 ss.; Hebreos 12, 19, etc.). No debemos creer que haya pasado del todo “la generación esa” (Mateo 23, 36; 24, 34) y que el mal fuese solo de aquellos judíos, y no de todos los tiempos. Cf. Romanos 11, 17-21.

[4516] 6 ss. Como un contraste que le permite olvidar el triste cuadro precedente, el salmista pasa a ofrecernos una grandiosa descripción de los atributos de Dios. Su misericordia sobrepuja a su justicia como el cielo a las montañas (cf. Salmo 32, 5 y nota), y se extiende aun a los animales. Cf. Lucas 12, 24. A la sombra de tus alas (versículo 8): Véase la expresión de Jesús en Mateo 23, 37.

[4517] 10. Algunos Padres ven aquí el misterio de la Santísima Trinidad: el Padre, a quien se dirige el salmista; el Hijo, luz que es fuente de vida (Juan 1, 4 y 9); y el Espíritu Santo, que irradia la luz de la gracia ganada por Cristo. Cf. Salmo 4, 7 ss.; 118, 105; Juan 8, 12; 12, 46; 17, 17; II Timoteo 1, 10; I Juan 1, 5.

[4518] 11. Sobre los que te conocen: Este privilegio, a favor de los que se interesan por conocer los misterios que Dios se ha dignado revelarnos en su palabra, no puede sorprendernos después de lo dicho en el versículo 4. El mismo Jesucristo enseña que la vida eterna es conocer a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo como Enviado por el Padre (Juan 17, 3); y San Pablo revela que las llamas del fuego son para los que no conocieron a ese Padre y no obedecieron al Mensaje evangélico de ese Hijo. Cf. II Tesalonicenses 1, 8; Salmos 9, 11; 90, 14.

[4519] 13. Como en visión profética el salmista nos muestra ya cumplido el juicio de Dios. Cf. Salmo 1, 5 y nota.

[4520] 1 ss. En el original es alfabético así como el Salmo 24, el 118, etc. empezando cada sentencia con una letra del alfabeto (alefato) hebreo. En su substancia es una exposición maravillosa de la divina Providencia, cuya lectura y meditación, como decía San Isidoro de Sevilla, es medicina soberana contra las murmuraciones y las inquietudes del alma frente a esos escándalos atroces que harían vacilar, si posible fuera, aun a los elegidos (Mateo 24, 24). Véase también a este respecto los Salmos 48, 72 y 93. “No te acalores” (cf. versículo 8): No se trata precisamente de no envidiar la suerte de los malos que parecen triunfar, sino de evitarnos, por la inalterable confianza en Dios, toda alteración de la serenidad, que es la condición normal de la sabiduría. Esta es de carácter universalista, totalista; su aspiración no tiene límites y busca lo supremo, porque vive en lo absoluto, y de ahí que no se altere con tristeza ni con alegría, por acontecimientos cuyo interés solo es parcial. Así como, en la prosperidad de las propias obras de apostolado no se entrega a una entera complacencia —como suele hacerlo el hombre natural— pues ve que la humanidad sigue sufriendo y que Cristo no ha sido aún plenamente glorificado en la tierra, así tampoco se aflige demasiado al ver cómo avanza el “misterio de la iniquidad” (II Tesalonicenses 2, 7), pues Dios sabe muy bien cuándo ha de intervenir. “A mí la venganza, dice el Señor” (Romanos 12, 19; II Tesalonicenses 1, 6). La Fe y la Esperanza saben hallar aun entonces motivos de gozo por lo mismo que la Sabiduría lo tiene así previsto y anunciado en las profecías como preámbulo del sumo bien que esperamos. Cf. Mateo 24, 10 ss.; Lucas 17, 26 ss., etc.

[4521] 4. “Esta promesa es uno de los más prodigiosos testimonios del amor y bondad con que nos mira Dios. El que la medita halla en ella un programa completo de santidad: es el programa de María que eligió esa mejor parte (Lucas 10, 42) la cual ‘no le será quitada’ porque raros son los que la codician, o sea, como dice Rudolfo el Cartujo, que nadie se la disputará.” “¿Cómo explicar tal desprecio de esa felicidad temporal y eterna sino por la muerte de una fe que en vano intentaría perpetuarse con obras serviles hechas sin amor? El puro temor servil, dice Santo Tomás, procede de una fe informe, y la fe que salva no es esa sino la fe viva, es decir, animada por la caridad” (P. de Segor).

[4522] 5. El concepto que el santo Rey quiere destacar es el de que Dios no es pasivo, sino que, muy al contrario, se goza en tomar a su cargo nuestros asuntos siempre que nos confiemos a Él (Santiago 1, 6; 4, 3; 1 Pedro 5, 7; Marcos 11, 23 s.). Como un paralelo de las figuras de Marta y María, Santo Tomás nos recuerda también las de Lía y Raquel, haciendo notar que aquella, muy prolífera y de ojos legañosos (Génesis 29, 17), “pare mucho, pero ve poco”.

[4523] 7. Sobre este silencio, cf. Salmo 38, 2 ss. y notas.

[4524] 8 s. Nuevo estímulo para la actitud valiente y tranquila del sabio frente al mal y aun a la propia persecución. No es esto valor estoico, pues no se funda en la propia suficiencia, harto falible, sino en la certeza de una indefectible protección (cf. Salmo 111, 8). Véase también Salmo 3, 7; 22, 4; 26, 1; 55, 5; 117, 16; Mateo 10, 28; Romanos 8, 31, etc. “Serán exterminados” (versículo 9): Cf. versículo 20; Salmo 33, 17. “Heredarán la tierra”: La bienaventuranza prometida por Jesucristo en el Sermón de la Montaña (Mateo 5, 4). Allí se aplica a los mansos; aquí a los que saben confiar en la bondad del Padre. Cf. también los versículos 11, 22, 29 y 34.

[4525] 12. Para ponernos en guardia y quitarnos ilusiones, se nos revela aquí una verdad muy importante: no nos libraremos de que nos odien, y en eso estará el sello anunciado por Jesús a sus verdaderos discípulos (versículo 32; Salmo 34, 16; Juan 15, 19; 16, 1 ss.; 17, 14; Hechos 7, 54; Mateo 5, 10; Marc. 10, 30; II Corintios 4, 9; II Timoteo 3, 12; Lucas 19, 14; 21, 17; I Juan 3, 13, etc.).

[4526] 13. Cf. Salmo 2, 4.

[4527] 16. Véase Proverbios 16, 8. La moderación, fruto de un permanente contacto con el Evangelio, es un tesoro de paz que San Pablo llama “granjería grande” (I Tim. 6, 6).

[4528] 20. Son innumerables las variantes propuestas para este texto trunco en que falta el segundo estiquio y otros están alterados. Manresa propone: Perecen los impíos y los enemigos del Señor, fallecen como lo más aflorado de las manadas, como humareda van esparcidos. Rembold vierte: Solamente perecen los impíos y sus hijos pedirán pan; los enemigos del Señor son como la gloria del campo, la cual se deshace en humo y se desvanece (cf. Isaías 40, 6). Wutz nos ha parecido el más aproximado a la mente del salmista.

[4529] 21. Si Jesús manda prestar sin interés (Lucas 6, 34 s.; cf. versículo 26) y no resistir al malo (Mateo 5, 39 ss.), no es ciertamente porque Él apruebe la conducta del que no devuelve. Sobre esta obligación el Catecismo Romano (3, 8) cita Proverbios 21, 6 y Habacuc 2, 6. Cf. principalmente el notable Eclesiástico 29.

[4530] 23. Admirable afirmación de la Providencia. ¿Quién no se sentirá consolado por esta verdad si cree de veras en ella? Cf. Jeremías 10, 23; Proverbios 21, 1 y nota. Pidamos todos aumento de fe para poder practicar esas cosas que son agradables a Dios (Mateo 10, 30; Hebreos 11, 6; Sabiduría 9, 10).

[4531] 25. Preciosa verdad que vemos cumplida en la vida de Tobías padre e hijo. Cf. Salmo 127 y notas. Jesús lleva esta doctrina hasta revelar que la conducta de Dios con nosotros será exactamente la que nosotros queramos. En Marcos 4, 24, hablando a sus discípulos, les dice primero: “Mirad lo que oís” (como diciendo: admirad la maravilla que voy a prometeros, de conseguir todo lo que queráis). Y entonces añade: “Con la medida con que midiereis, se medirá para vosotros, y aún se añadirá”. Es decir que de nosotros depende recibir una misericordia sin límites, y que esta será siempre mayor que cuanto imaginábamos. Cf. Denz. 1014.

[4532] 27. Habitarás por siempre: “No serás arrojado de la tierra prometida, sino que gozarás en ella perpetuamente de los bienes materiales y espirituales concedidos a sus moradores, en premio de tu fidelidad a la Ley, resumida en apartarse del mal y practicar el bien” (Prado).

[4533] 29. “La raza de los impíos será extirpada; la de los buenos será providencialmente mantenida en el suelo sagrado de Palestina” (Fillion). Véase versículo 34.

[4534] 30 s. Cf. Introito del Común de Confesores y Abades; Proverbios 31, 26; Isaías 51, 7.

[4535] 32 ss. Parece a veces que triunfase el impío asechando al hombre probo, pero al fin es Dios quien triunfa siempre. Cf. versículo 12 y nota; Salmo 48, 6-7 y nota.

[4536] 34. ¡Cuenta con Yahvé! Es como si dijera: Apuesta en favor de Él y no te fallará. ¡Por cuántas personas y por cuántas cosas apostamos, dice un autor, poniendo en ellas nuestra fe, aunque sabemos —o deberíamos saber— que son falibles! ¿No habrá nadie que quiera apostar en favor de Dios? ¿Nadie que quiera acordarle “crédito en descubierto”? Nótese que tal crédito es la sola condición que su honor divino exige (versículo 40) para colmarnos de sus bienes. Pero este contar con Dios tiene otro aspecto no menos importante en nuestra acción apostólica, como lo señala elocuentemente un autor moderno: “El objeto de todo apostolado es mostrar la verdad de la fe, presentando las soluciones tales como Dios las ha revelado, y Él solo las ha revelado como soluciones en función de Su propia y continua actividad.” Cf. Mateo 6, 33; Juan 5, 17. El apostolado que se llama social e intelectual fracasa muchísimas veces porque el hombre se empeña en presentar las soluciones en forma tal (lógica, erudita, humanista, temporal) que ellas puedan ser verdaderas por sí mismas, sin esa intervención de Dios, sin que Él tenga en ellas ningún papel activo que desempeñar, de modo que en definitiva pudieran ser verdaderas aunque Dios ya no existiese. Fácilmente se comprende que esto se oponga más que ninguna otra cosa a Sus designios paternales, arrebatándole la gloria de su Providencia, sustituyéndolo por la técnica de una ley fija y quitando a las almas toda ocasión de recurrir a Él. Asistirás: cf. versículo 9 y 38.

[4537] 37 s. Texto muy diversamente vertido. El sentido parece ser que, aun en esta vida, le quedarán hijos y bienes que aseguren su posteridad, mientras que los impíos perecen sin ellos (versículo 38). San Ambrosio aplica el pasaje a los bienes que deja el justo a sus hijos, a las buenas obras que hizo durante su vida, a los hijos virtuosos que deja herederos de su piedad, y a la posesión de la eternidad reservada para los justos.

[4538] 40. ¡Porque a Él se acogieron! Véase Salmo 32, 22 y nota.

[4539] 1. Este Salmo, que comienza como el Salmo 6, es el tercero de los siete penitenciales, y contiene la más honda descripción de un alma penitente, víctima del dolor y de la persecución. Los santos Padres han visto en él muy de veras la oración de Cristo doliente, víctima de los pecados del mundo, los cuales Él ha tomado sobre sí (versículos 4, 5 y 19) para poder purgarlos. El versículo 21 muestra que es un santo quien habla en él, o sea que aquellas culpas no eran suyas. La Vulgata agrega al epígrafe las palabras “en Sábado”, probablemente para indicar que el Salmo se recitaba durante la parte de la ofrenda llamada “recuerdo” (Levítico 2, 2; 24, 7), sacrificio de harina y aceite que se quemaba sobre el altar. Según San Agustín y San Gregorio, significarían estas palabras: “para recuerdo de la quietud perdida junto con el estado de inocencia, o de la prometida en la resurrección de los justos”.

[4540] 3. Palabras desgarradoras y sublimes en boca de Cristo, que encierran todo el misterio de la Redención; Dios, a ruego de su Hijo santísimo, dejó que sobre Este cayera el castigo tremendo que los viles esclavos del pecado merecíamos por todas nuestras infamias hasta el fin de los tiempos (véase Hebreos 10, 5-10; cf. Salmo 39, 7 y nota). Ejerció sobre Él la justicia para que a nosotros nos quedase la misericordia (Romanos 4, 25). Cf. los Salmos 21 y 68.

[4541] 4. Jesús llama suyas nuestras culpas, y así cargado con ellas, se muestra a su Padre en estado de pura contrición, es decir: sin intentar la menor explicación o justificación (cf. Salmo 21, 7). En esta abyección suprema, aceptada por quien era la Santidad infinita, consistió la Pasión del alma de Jesús, la agonía que se manifestó en Getsemaní por el sudor de sangre. Véase Salmo 39, 13.

[4542] 6 ss. Insensatez: Pecado. En el Antiguo Testamento, especialmente en los Libros sapienciales, el pecado es llamado “necedad”, “locura”, porque no la hay más grande que sublevarse contra la Omnipotencia, la Sabiduría y la Bondad del Padre celestial. Es Jesús quien así se proclama necio y culpable, en lugar nuestro. Nosotros, en cambio, queremos siempre aparecer dignos de aprobación y aun de aplauso (cf. Juan 5, 44 y nota); y si alguien nos llama necio, consideramos que el “honor” nos obliga a rebelarnos. ¡Feliz quien comprende el abismo que hay entre el mundo y Cristo! Sobre la falacia del concepto mundano del honor, véase Ezequiel 16, 55 y nota. En los versículos que siguen tenemos una de las más intensas pinturas que existen de la sacratísima Pasión de Jesús, que nos ayuda grandemente a unirnos a Él, a mirarlo y admirarlo como el Santo por excelencia, cuyos ejemplos y lecciones nos ilustran y santifican infinitamente más que si estudiáramos a todos los santos. Hablando a su clero el sabio y piadoso Mons. Keppler, buen conocedor de la Sagrada Escritura, le hacía notar cómo ella se empeña en mostrarnos, en contraste con la conducta de Jesús, siempre acertada y aleccionadora (cf. Juan 8, 46), las miserias y caídas de los apóstoles, las vanas promesas de Pedro, las bravatas de Tomás (Juan 11, 16) y su falta de fe (Juan 20, 24 ss.) y la incomprensión de todos ellos, los cuales —decía— “se gozarán hoy sumamente de haber quedado bien humillados e insignificantes en el Evangelio, para que sus fallas nos sirvieran de enseñanza y estímulo, y su oscuridad, lo mismo que el silencio casi absoluto que el Evangelio guarda sobre la Virgen, dejasen ver en toda su plenitud al Modelo que nuestros ojos han de contemplar constantemente, según San Pablo, como «autor de nuestra fe» (Hebreos 12, 2)”.

[4543] 12. Algunos traducen el segundo hemistiquio: “Mis allegados me hacen oprobios desde lejos”: Véase Job 2, 13.

[4544] 13. ¡Oír que nos están calumniando, ver la sinrazón, la ceguera que triunfa y se impone, y aceptarla con gusto porque así procurará el bien de los que amamos, que son esos mismos enemigos que nos están dañando! Así obró Jesús, y así tras Él, pero con Él, sus amigos. Él estuvo solo y redimió en carne propia. Nosotros, por la fe, unidos a Él que habita y sufre en nuestro corazón.

[4545] 14 s. Así pinta Isaías a Jesús, silencioso como la oveja que sin protesta ni resistencia se deja llevar a la muerte (Isaías 53, 7; Salmo 38, 3). Así también lo vemos en el Evangelio (Mateo 26, 63; Marcos 14, 61).

[4546] 16. Tú responderás (como observa Calès, mejor que Tú escucharás): Por eso yo me callo como un mudo (versículo 14 s.). Aquí está el secreto de esa fortaleza de Jesús en su Pasión: su solo consuelo era el saber que el Padre lo amaba a pesar de todo. Esta certeza es también para nosotros la única fuerza y alegría en las pruebas de esta vida que huye.

[4547] 17. Vemos aquí pintado lo que es el mundo, que se envalentona tanto más cuanto más nos ve caídos. Hasta el día en que resolvemos despreciarlo y buscar la felicidad en Jesús, y la descubrimos en su conocimiento y su amor.

[4548] 18. ¡Qué palabras en boca de Jesús! Cf. Salmo 68, 21 y nota. “El verdadero sentido debe ser que el pecador penitente está seguro de no tener por sí solo bastante fuerza y fe para salir de su abatimiento físico y moral” (Desnoyers). De aquí la doctrina de la Iglesia: “Ningún miserable es librado de sus miserias, sino aquel a quien la misericordia de Dios se anticipa.” Esta doctrina se apoya en los Salmos 78, 8; 58, 11; 76, 11 (Denz. 187).

[4549] 19 ss. Él contraste con lo que sigue define maravillosamente la posición de Cristo, el Redentor. El mismo que es hostilizado porque se empeña en lo bueno (versículo 21) y es odiado sin causa (versículo 20), se presenta aquí como si fuese pecador (cf. versículo 5). ¿Qué culpas son esas sino las nuestras? ¡A Él correspondió en grado sumo la bienaventuranza de ser perseguido por causa de la justicia! (Mateo 5, 10). Si al Salmo 36 le discuten muchos modernos el origen davídico, no obstante la afirmación del epígrafe, suponiendo que, por su estilo y forma, puede ser “postexílico”, la presente oración nos parece en cambio muy propia del Rey Profeta que, ya inocente y perseguido, ya culpable y arrepentido como en el Salmo 50, expresó como nadie, junto a los esplendores del Rey venturo, los más íntimos lamentos del alma de Cristo.

[4550] 1. Iditún, jefe de coro, contemporáneo de David, uno de los músicos del Santuario (I Paralipómenos 23, 1; II Paralipómenos 5, 12), tal vez el mismo que Etán (I Paralipómenos 15, 17).

[4551] 2. Sobre esta sabiduría de ver en todo los designios de Dios y callarse aunque prospere el enemigo, véase Salmo 36, 7 s. y nota. San Ambrosio lo aplica al silencio de Jesús ante sus jueces y traidores movidos por Satanás (Mateo 26, 63; Marcos 14, 61; Juan 19, 9; Salmo 37, 14 y nota).

[4552] 3. ¡Aun el bien! Muchas veces el silencio tiene un valor supremo y ninguna elocuencia puede aventajarlo. Tal vez no está en ese momento a nuestro alcance “le mot qu'il fallait dire”, mostrándonos así que Dios no nos mueve a hablar (cf. Mateo 10, 19), sin duda por la inutilidad e inconveniencia de dar “el pan a los perros o las perlas a los cerdos” (Mateo 7, 6). Cf. Salmo 18, 1 y nota.

[4553] 4. Suele citarse esto como elogio de la meditación que enciende el amor. La idea es muy exacta, pero el sentido aquí es más bien de dolor (Cardenal Gomá). Es en efecto esa desesperación que nos invade, no solo cuando somos personalmente víctimas de la injusticia (porque entonces quizá es más fácil perdonar sabiendo que tal es la obligación fundamental que nos impone el Sermón de la Montaña [cf. Mateo 7, 2 y nota]), sino sobre todo cuando vemos algo que se está haciendo mal y ansiamos protestar y rectificarlo. Pero sabemos que todo es inútil, que no escucharán o probablemente se burlarán de nuestra evidente razón, porque no verán o no querrán ver esa razón. Para esos casos en que parece que la indignación va a estallar en nosotros, es este Salmo un remedio heroico. Apenas entramos a entenderlo vemos que, suceda lo que sucediere (cf. Mateo 24, 6), no hay motivo para alterarse. No somos tan importantes como para que de nosotros dependa el destino del mundo ni su responsabilidad. Dios está por encima de todo, y todo lo ve. Si Él lo permite (versículo 10), sabe bien por qué lo hace. Callémonos tranquilos, confiando solo a Él (versículo 9) nuestra salvación y justificación frente a la iniquidad. Cf. Salmo 36, 1 y nota.

[4554] 5. Cf. Salmos 9A, 21; 89, 12 y nota. Mudo frente a la iniquidad de los hombres, el salmista estalla en un desahogo frente a Dios, semejante al del Salmo 31, 4 s. Con Él no necesitamos usar de esa prudencia de la serpiente, sino, al contrario, se nos permite y se nos manda tener la sencillez de la paloma (Mateo 10, 16). Véase II Corintios 5, 13 y nota sobre ese desahogo sin límites que podemos disfrutar a solas con nuestro Padre divino, como un niñito que aún no conoce la vergüenza en brazos de su madre (Isaías 66, 13 y nota). ¿Qué nos importa ser débiles y aun sucios, feos, antipáticos, si sabemos que Él nos ama lo mismo? No habría un suicida más si se le hiciese conocer cómo es el corazón de Dios.

[4555] 7. Es el destino de los avaros: trabajar toda la vida y no saber para quién ni por qué. Cf. Salmo 48, 11; Eclesiastés 4, 7 ss.; Eclesiástico 11, 20; Lucas 12, 20; I Timoteo 6, 17 ss.

[4556] 10. Es decir, ya vuelvo a mi silencio (versículo 3; cf. Salmo 37, 14 s.), porque eres Tú quien todo la gobierna y sabes mejor que yo lo que me conviene. Bellísima prueba del amor (cf. Salmo 118, 102; Mateo 26, 39).

[4557] 12. Plausiblemente opinan varios autores que aquí se trata, como en Génesis 3, de la caída del hombre en general, a causa de la culpa de Adán, que lo ha reducido a un estado sumamente miserable (cf. Sabiduría 2, 24 y nota; Denz. 174 ss.) del cual solo la Redención de Cristo puede sacar, mediante un nuevo nacimiento sobrenatural, a los que creen en ella (Juan 1, 12 s.; 3, 3). No se trata, pues, de cada hombre individualmente, pues en tal caso no es esta la regla, como lo pretendían los amigos de Job, sino que Dios suele esperar al pecador con indecible longanimidad y misericordia (cf. Sabiduría 11, 24 ss. y notas), porque su justicia no es de este mundo, según lo vemos en los Salmos 36, 48, 72, 93, etc.

[4558] 13. Al revés de lo que hace el mundo, el salmista no se recomienda por sus méritos o abolengo sino por su miseria (cf. Salmo 50, 5 s. y notas) y la de sus padres, pobres peregrinos en este destierro. Cf. I Pedro 2, 11; Hebreos 11, 13-16. Notemos la lección de humildad que a este respecto nos da el salmista. El amor al propio padre y madre es la primera regla de la caridad y también de la justicia en el sentido equitativo, pues en el orden natural les debemos cuanto somos, y también porque son para nosotros verdaderos representantes de Dios, de donde les viene la inmensa autoridad que tienen sobre los hijos, como nos lo muestra la divina Escritura en la época de los patriarcas. Pero es muy distinto el caso de los antepasados como solían invocarlos los fariseos ante Jesús, y también los mundanos de todos los tiempos, con orgullo de raza, de patria, de familia (cf. I Timoteo 1, 4). Para reducir a su justo límite lo que debemos a esos antepasados, basta pensar que el primero de ellos, el fundador de la estirpe, se entregó a Satanás con toda su descendencia (véase Salmo 39, 13; Sabiduría 2, 24 y notas). Gracias a nuestro padre Adán nacemos de derecho propiedad del diablo y solo nuestro Salvador Jesucristo pudo otorgarnos el nuevo nacimiento en el bautismo, mediante la fe, que necesitamos para salir de ese dominio, cuyos lazos nos persiguen hasta el fin de esta vida. ¿Podrá alguien con esto sentirse orgulloso de su nacimiento e invocar como ilustre tan humillante ascendencia? Cf. Salmo 78, 8.

[4559] 1. Sacado de un gran peligro, entona el santo rey este himno para contar las maravillas del auxilio de Dios y pedir nuevas gracias en sus tribulaciones. Como el 37, aplicado a los dolores de Cristo por San Gregorio, Belarmino, etc., este Salmo es mesiánico en sentido típico (Knabenbauer, Calès, etc.), es decir: la oración y los actos del salmista, aunque no haya en ellos nada que no pueda aplicarse directamente a él, son una elocuente figura de los de Cristo, y especialmente de su misión evangélica en los versículos 7-11, de la Pasión redentora (versículos 12-18). San Pablo cita los primeros en Hebreos 10, 5-10, según los LXX que, en vez de: me has dado oídos (versículo 7), dicen: me has dado un cuerpo, y de ahí que él aplique a la oblación de Cristo este pasaje que aquí se refiere más directamente a su obediencia y su predicación. “Contienen estos versículos un pensamiento interesantísimo, que es el tema del primer sermón de Isaías (1, 2) contra la falsa piedad de Judá. El sacrificio que Dios desea no es el de los becerros, sino el de la voluntad, con la perfecta obediencia a su Ley. Esto se realizó plenísimamente en Cristo... y en este aspecto el Salmo es mesiánico” (Nácar-Colunga).

[4560] 3. Maravillas de la oración: por ella Dios nos levanta del cieno (Salmo 112, 7) para elevarnos más que antes de la prueba (Lucas 7, 47; Santiago 1, 12; I Pedro 1, 7). Entonces nos enseña el cántico nuevo (versículo 4) de la gratitud que dilata los corazones (Salmo 118, 32), y aun hace que otros se edifiquen con los favores que Él obró en nuestra alma (Mateo 5, 16).

[4561] 5. No se alude aquí al que busca simplemente las cosas vanas e ídolos (cf. el texto Vulgata), sino al que, por tener fe en los hombres (Jeremías 17, 5), cae fácilmente en manos de lobos con piel de oveja (Mateo 7, 15 y nota).

[4562] 6. Excede, etc.: Cf. Salmo 138, 17 s.; Isaías 55, 9, etc. Santo Tomás, en el himno Lauda Sion, expresa esta misma ansia impotente de cantar en forma digna las maravillas del Salvador, diciendo al lector: “Atrévete cuanto puedas: nunca lo alabarás bastante porque Él es superior a toda alabanza.”

[4563] 7 ss. Junto al ansia de alabar (versículo 6), el corazón agradecido de David siente la de ofrecer a Yahvé algo que le muestre su gratitud (cf. Salmo 115, 3 s.; I Paralipómenos 21, 24; Levítico 7, 12 s.). Pero él sabe bien, como en Salmos 49, 8-14; 50, 18, etc., que no es eso lo que agrada a Dios sino la fidelidad de nuestra adhesión a Él (cf. Mateo 26, 39). “No es conforme a la santidad de Dios y a sus designios que se inunde de víctimas el Templo, manteniendo las costumbres en oposición a la Ley” (Manresa). Ahora bien, hay un “rollo” (versículo 8) —que San Roberto Belarmino identifica con la “suma de las Sagradas Escrituras”— donde Él nos muestra con sus propias palabras lo que verdaderamente le agrada y cuál es su voluntad (cf. Salmo 4, 6; Sabiduría 9, 10 y notas; I Reyes 15, 22; Isaías 1, 10 ss.; Oseas 6, 6; Miqueas 6, 6 ss., etc.): Por eso es que nos “ha dado oídos”, es decir, un órgano horadado, abierto, para recibir sus palabras (cf. Isaías 50, 5 y nota; Deuteronomio 6, 4; Jeremías 7, 23 ss.; Hebreos 1, 1 s.; Apocalipsis 1, 3). “He aquí que vengo” (versículo 8), o sea: te ofrecería aquellos sacrificios si Tú los quisieras (cf. versión Ubach y Knabenbauer), mas como no es eso lo que te agrada, heme aquí simplemente deseoso de hacer tu voluntad tal como está en tu Libro, poniendo en tu Ley mi deleite y guardándola en lo más íntimo de mi corazón (versículo 9; cf. Salmo 36, 31; 118, 11 y passim). En vez de: es mi deleite, Vaccari vierte hermosamente el versículo 9a: hacer tu gusto, oh Dios mío, mi amado. En Hebreos 10, 5 ss. (véase allí la nota) San Pablo hace una sublime aplicación de estos versículos, tomados de los LXX, al Verbo Encarnado, siendo, como dice Vaccari, “apropiados a Jesucristo venido a la tierra para hacer la voluntad de su divino Padre. Cf. Juan 4, 34; 6, 38”. Vemos así como la Encarnación fue espontánea, hecha por amor al Padre cuyo Nombre ansiaba dar a conocer (versículo 10; Juan 1, 18; 17, 4, 6 y 26), como había de ser también espontánea su oblación (Juan 10, 18 y nota; Isaías 53, 7; Filipenses 2, 8) por su pueblo y por nosotros todos (Juan 11, 51 s.; Efesios 5, 2) y por cada uno en particular (Gálatas 2, 20).

[4564] 10. Véase Salmo 16, 4 y nota. La grande asamblea: Ante todo, el pueblo israelita; después, la reunión de las naciones en la Iglesia. Así lo había de practicar y ordenar el mismo Jesús (cf. Mateo 10, 5-6; Lucas 24, 47; Hechos 13, 46; 3, 26; Romanos 2, 10; 9, 4; II Corintios 3, 14).

[4565] 11. ¡He aquí el lema ideal para el predicador cristiano! “¿Cuál es —se pregunta San Agustín— la causa principal de la venida del Señor? ¿No es acaso para que se haga manifiesto a todos el amor de Dios para con nosotros?” Y Santo Tomás, afirmando igual doctrina, concluye: “Nada invita al amor como la conciencia que se tiene de ser amado.”

[4566] 12. Es muy de David este sabio pensamiento de recordar la pasada protección de Dios para mejor confiar en la futura (Salmo 62, 7 y nota).

[4567] 13. Desmaya: A la vista de los pecados. Tal experimentó Jesús en Getsemaní (Lucas 22, 41-44) al ver los pecados del mundo entero, que Él tomó por suyos (cf. Salmo 37, 1 y nota). Los versículos 14 ss. nos muestran una vez más aquella dolorosa oración del Señor cuando va a inmolarse, es decir cuando, habiendo quedado bien establecido que Israel rechaza su misión (Mateo 16, 13 ss.) en la cual Él cumplió la voluntad del Padre (versículo 9), anunciando el Evangelio del perdón (versículo 10 s.; Marc. 1, 15 y nota) y dando a conocer su Nombre de Padre (Juan 17, 4, 6 y 26). En ese momento resolvió Él en forma libérrima, y sin que nadie se lo imponga (Juan 10, 18), entregar su vida para que de este modo pueda cumplirse aquella voluntad del Padre no obstante ese rechazo por parte de Israel. Porque tal voluntad del Padre era que los hombres se salvasen escuchando al Hijo (Juan 6, 38-40); mas, ya que no lo escucharon, Jesús resuelve dar su vida para que aquella voluntad salvífica pueda cumplirse aun después de aquel rechazo; ante lo cual el Padre no puede sino amar más a tan sublime Hijo (Juan 10, 17) y darle el mandamiento de que recobrase esa vida, resucitando su Humanidad santísima (ibíd. 10, 18). Entre tanto, Jesús sufre espantosamente, como lo vemos aquí y en todos los Salmos de la Pasión; pero, aun en medio de esos tormentos prefiere siempre que se haga la voluntad del Padre y no la Suya (Mateo 26, 39), es decir, no una voluntad paterna de que el Hijo padezca (Mateo 26, 53), sino aquella misma voluntad salvífica que, no logrando cumplirse mediante el ofrecimiento de la Buena nueva, se cumpliese mediante el poder de la Sangre redentora, tomando el Señor sobre Sí toda la suma de dolores que Satanás el acusador (Apocalipsis 12, 10) habría tenido derecho de reclamar para todos y cada uno de los pecadores en virtud de su triunfo edénico sobre Adán como cabeza de la humanidad (cf. Sabiduría 2, 24 y nota). Así Jesús, en su aparente derrota de la Cruz, nos libró de “la potestad de la tiniebla” (Lucas 22, 53), arrebatándole el “quirógrafo” de acusación que podía tener contra nosotros (Colosenses 2, 14), al aceptar para Sí todo lo que Satán pudiese reclamar contra los hombres, para lo cual Él ocultó al maligno su condición de Hijo de Dios (Mateo 4, 7 y nota) a fin de no impedir que Satanás moviese a Judas a entregarlo (Juan 13, 27). Por eso la muerte del divino Cordero no tuvo la forma ritual de un sacrificio, sino que encubierto bajo la forma de un proceso legal, fue un alevoso crimen, cuya ejecución ni siquiera estuvo en manos de los sacerdotes que le acusaban, sino en las de simples soldados.

[4568] 17. La salvación que de Ti viene: Así también Calès, Vaccari, Nácar-Colunga, etc. Nuestra salvación y toda la eficacia de nuestra oración pende de la conciencia que tenemos de nuestra nada y maldad y la confianza que depositamos en la bondad y misericordia de nuestro Dios y Redentor (cf. Mateo 21, 22; Salmo 32, 22 y nota). De ahí que solo puede ser salvado por Cristo el que lo acepta como su Salvador y lo mira como a tal (Juan 1, 14 ss.). No sabemos el número de estos salvados, pero sí sabemos que no son los que pertenecen al mundo, sino solamente los que siguen a Cristo, solamente aquellos que el Padre le dio “entresacados” del mundo y odiados por él. Véase Juan 15, 19; 17, 6 y 14 ss. y nota.

[4569] 18. El Señor cuida de mí: Es un acto de perfecto abandono, hecho desde ahora por el que se confiesa incapaz de cuidarse por sí mismo. Otros: El Señor cuidará, o cuida Tú, Adonai (Ubach). No tardes: Cf. versículo 14. Así termina también el Salmo 69, que coincide casi a la letra con los versículos 14-18 del presente.

[4570] 1. David compuso este Salmo refiriéndose muy probablemente a la infame traición de Aquitófel en la revuelta de Absalón (II Reyes 16); pero su alcance mesiánico es evidente y no podría negarse sin temeridad, dice San Crisóstomo, pues Jesús mismo se lo aplica en Juan 13, 18. Todas las estrofas exhalan una confianza inquebrantable en Dios misericordioso que hace feliz a quien piensa en los pobres y cuya bondad no abandona al perseguido. Es la quinta bienaventuranza (Mateo 5, 7). La expresión: que sabe comprender, que recuerda a la Vulgata: qui intelligit, denota algo que solo se adquiere con el verdadero interés que da la caridad sobrenatural. Sin ella se podrá practicar ampliamente la beneficencia, pero solo el amor de misericordia, a imitación del que tiene por nosotros el Padre (Lucas 6, 36 y nota) y el Hijo (Juan 13, 34; 15, 12), puede darnos esa comprensión íntima de las almas, que es condición preciosa e indispensable para que no sea estéril el apostolado. Cf. I Corintios 13, 1 ss.

[4571] 3. De aquí se toma, según la Vulgata, la plegaria que en la Liturgia se hace por el Papa.

[4572] 4 ss. Vemos cuán consoladora es esta promesa para los que caminamos hacia la disolución de este cuerpo, sin más excepción que los aludidos por San Pablo en I Tesalonicenses 4, 16 s. La ternura con que el divino Padre nos sostiene en tales pruebas, hasta hacerlas amables, contrasta con los versículos 6-10 donde se nos descubre y enseña, con cruda elocuencia, lo que podemos esperar de los hombres.

[4573] 5. Notemos el argumento que se usa para pedir: ¡no se alega un mérito sino una culpa! ¿Podríamos hablar así a un juez si no tuviéramos la seguridad de estar en presencia de una bondad sin límites? Cf. Salmo 50 y notas.

[4574] 7. Recuérdese el caso de los amigos de Job

[4575] 10. Ha alzado contra mí su calcañar, o sea: me dio un puntapié. Con tal sentido aplica Jesús estas palabras a la traición de Judas (Juan 13, 18). Sobre Judas cf. Juan 17, 12; Hechos 1, 16. David tiene así una vez más el honor incomparable de ser figura de Jesucristo también en cuanto a la traición de sus amigos: véase Salmo 54, 14.

[4576] 11. El salmista fue devuelto por Dios a la prosperidad y triunfó de todos sus enemigos (II Reyes 19). Su hijo Salomón se encargó de castigar a esos enemigos como de premiar a los amigos (III Reyes 2). Véase a este respecto Salmo 108, 1 y nota. En sentido mesiánico vemos igualmente que el Padre resucitó a Jesús y lo constituyó Juez de vivos y muertos (Hechos 2, 31-36; 10, 42).

[4577] 13. En mi integridad: Así el nuevo Salterio Romano (incolumem) y varios modernos. Otros vierten a causa de mi integridad, o inocencia, lo cual parecería acentuar el sentido mesiánico frente a la confesión del versículo 5.

[4578] 14. Doxología final que no pertenece a este poema sino que fue añadida como terminación del primer libro de los Salmos. Amén, palabra hebrea, pasada de la liturgia judía a la cristiana, significa en verdad, ciertamente; y, como bien observa Desnoyers, “más que un deseo, como nuestro ‘así sea’ es una adhesión para asociarse a una oración o a un deseo formulado en nuestra presencia”. Conclusiones semejantes se hallan al final de los demás libros (Salmos 71, 19; 87, 53; 105, 48).

[4579] 1. Empieza el segundo Libro, que contiene los Salmos 41-71, llamados Elohistas, porque en ellos Dios se llama generalmente, en vez de Yahvé, Elohim (plural hebreo con que comienza el Génesis), si bien en realidad el grupo de los Salmos Elohistas dura hasta el Salmo 82, y aún más allá en ciertos casos (cf. Salmo 83 de inspiración análoga al presente). Este cántico lleva el nombre de los hijos de Coré, y su autor es, según se cree, un levita de entre ellos, alejado de Jerusalén, probablemente hacia las laderas del monte Hermón (versículo 7). San Roberto Belarmino lo atribuye a David, lo mismo que el Salmo 42, que es como su continuación y que en los LXX y la Vulgata dice: De David, palabras que hoy se tienen por apócrifas. Sobre el epígrafe véase el Salmo 31, 1 y nota; sobre los hijos de Coré: I Paralipómenos 6, 16 ss.; 9, 19 y 26.

[4580] 3. Expresa la nostalgia del Santuario y quizá de ver el Arca de la Alianza que allí estaba (cf. Números 17, 10; Éxodo 25, 16; 27, 41; Apocalipsis 11, 19; 15, 5; II Macabeos 2, 4 s.; Ezequiel 41, 26 y nota). No se trata, pues, del deseo de la muerte (cf. II Corintios 5, 4 y nota), de la cual los hebreos no esperaban la inmediata visión de Dios (Salmo 6, 6 y nota). Véase la esperanza que a este respecto existe para el cristiano según lo enseña San Pablo (véase I Tesalonicenses 4, 16 s.; I Corintios 15, 22, 23, 51 y 52 [texto griego].

[4581] 4. Intensa figura del hombre de fe en nuestra condición presente: desear, andar por todas partes en busca de Dios, entre las burlas del mundo (cf. Cantar de los Cantares 3, 1 ss.). “Busco a Dios en cada cosa creada y no lo hallo. Dentro de mi alma es donde Dios tiene su mansión (Juan 14, 23); aquí está, de aquí me mira amorosamente y me gobierna y me llama y me apremia” (San Agustín).

[4582] 5. San Roberto Belarmino comenta este texto como una gozosa esperanza porque lo toma de la Vulgata (“transibo in locum Tabernaculi admirabilis”). El hebreo expresa lo más agudo de la nostalgia (cf. versículo 6 s.).

[4583] 7 s. Misar significa pequeño (de ahí la versión de la Vulgata). El salmista precisa el lugar de su destierro: las fuentes del Jordán y el monte Hermón, es decir, el extremo norte de Palestina, donde vive gente pagana. La imagen de las cataratas (versículo 8) está tomada quizás de esa región montañosa, y muestra con viva elocuencia la incesante sucesión de las pruebas que lo abruman.

[4584] 9. El texto ha sufrido. La interpretación que damos es a nuestra manera de ver la más conforme al contexto de toda esta lamentación, según el cual no parece que el cántico de la noche fuese prometido como gratitud por las gracias anheladas en el día, sino más bien una nueva súplica: la que sigue a continuación (versículo 10 s.) hasta que vuelve el estribillo de esperanza (versículo 12).

[4585] 12. “Se trata de la nación entera de Israel, trasplantada al destierro y desolada al recordar los esplendores litúrgicos perdidos lejos de Jerusalén... Pero una voz se hace oír, que dice: ¡valor! Un día volverán esas alegrías y se podrán cantar de nuevo las alabanzas del Altísimo” (Dom Puniet). Véase Ezequiel 37, 21-28.

[4586] 1. Este Salmo, con que comienza la Misa, es continuación del anterior. El conjunto forma tres partes terminadas por un mismo refrán: 41, 1-6; 7-12; 42, 1-5. Sobre el probable autor, cf. nota 1 del Salmo 41, ¡Hazme justicia... y aboga en mi causa! ¿Quién, que no fuese Él admitiría que se le invocase como abogado y juez a un tiempo?

[4587] 3. Tu luz y tu verdad: San Agustín pone a estas palabras la siguiente glosa: “Invocando la verdad y la luz de Dios, sentimos que sus destellos han descendido hasta nosotros para remontarnos a Él. Dios es esencial verdad y esencial lumbre (I Juan 1, 5), y la inquietud y la sed del alma por la luz es inquietud y sed de Dios mismo.” De ahí que sea digno de respeto y agradable a Dios todo hombre que busca sinceramente la verdad. Jesús enseña que un tal hombre acabará sin duda por encontrarla (Juan 7, 17 y nota). “Tu santo monte”: El monte Sión, en el que está el Tabernáculo del Señor. Tiene también este Salmo un sentido eucarístico, mostrándonos cómo la luz y la verdad de Dios que hallamos en las Escrituras reveladas, son el camino digno hacia el Sacramento del Altar, pues la divina Palabra aumenta la fe (Romanos 10, Í7), por la cual vamos al amor (Gálatas 5, 6). A su vez en la Comunión pedimos que ella nos confirme en la luz de la verdad. Véase la Poscomunión del 13 de agosto y la Imitación de Cristo, IV, 11.

[4588] 4. La alegría de mi gozo (así también San Jerónimo), es decir, lo que hace que mi gozo sea realmente tal. Como se ve, la expresión es bellísima, y no se trata de que Dios alegre solamente nuestra juventud, como dice la Vulgata, pues Él alegra también nuestra vejez, que es cuando más lo necesitamos (cf. Salmo 70). El texto Vulgata quedaría igual al hebreo con decir jucunditatem, en lugar de juventutem. Bover-Cantera vierte: El Dios de mi alegrona y de mi regocijo.

[4589] 1. Sobre el epígrafe véase Salmos 31, 1; 41, 1 y notas.

[4590] 2. En los días antiguos: En que Dios estableció su pueblo en el país de Canaán. El salmista, hablando en nombre del pueblo (cf. Salmo 101, 1 y nota), hace un paralelo entre esta gloriosa época de la historia de Israel y los males que lo afligen. Algunos han creído que su época es tal vez la sangrienta invasión de los idumeos, mientras el rey David ausente combatía a los sirios (Salmo 59, 1; II Reyes 8, 13; I Paralipómenos 18, 12). Según otros, se refiere a las guerras de Senaquerib en tiempos de Ezequías, o a la toma de Jerusalén por Nabucodonosor, pues habla de la dispersión entre los gentiles (versículo 12), si bien se observa que aquella no fue, como la de hoy, entre todas las naciones (cf. versículo 10; Ezequiel 37, 23 y notas). El Salmo nos muestra, en forma intensamente patética, cómo es la mano de Dios la que humilla y la que exalta a su querido pueblo.

[4591] 3. Los plantaste a ellos: los israelitas. Israel, figurado a veces por una higuera (Lucas 13, 7 ss.; Mateo 24, 32), a veces por un olivo (Romanos 11, 17 ss.) y por la vid (Isaías 5, 1 ss.), todos los cuales figuran en la parábola de Jueces 9, 7 ss., se compara aquí a un árbol plantado por Dios en la tierra de promisión (Salmo 79, 9-13), y tan amado de Él que no vaciló en destruir naciones para extenderlo. Véase a este respecto los Salmos 104-106 y la sublime oración de Esdras (Nehemías 9, 6 ss.), que resumen los privilegios de que Dios colmó a su pueblo predilecto e ingrato.

[4592] 4 s. Cf. Salmos 17, 35; 32, 17 y nota. Jacob (versículo 5): Sinónimo de Israel, significa no solamente el patriarca epónimo, sino todo el pueblo, o sea las doce tribus.

[4593] 10 ss. Recuerda que en los gloriosos tiempos antiguos Dios mismo solía acompañar a su pueblo en el Arca de la Alianza y hacía ganar las batallas. ¡Qué contraste con el tiempo que el salmista describe! El pueblo está vencido y los enemigos triunfantes escarnecen a Israel. Compárese tan doloroso cuadro con la situación del pueblo hebreo en nuestros días, disperso en las naciones. Este Salmo es una oración ideal para rogar por los destinos de ese pueblo, que Dios sigue amando a pesar de todo (Romanos 12, 28) y cuyo esplendoroso retorno anuncian las Escrituras (Romanos 11, 25 ss.; cf. Salmo 41, 12 y nota; 101, 21 ss.).

[4594] 13. Vendiste: Cf. Deuteronomio 32, 30. La venta, como observa Fillion, era por permuta, de manera que el segundo hemistiquio significaría que nada ganó en el cambio. Como se ve en Isaías 50, 1 y nota, esa venta sin precio no fue definitiva. Cf. Oseas 3, 3 ss.

[4595] 14. Igual expresión en Salmo 78, 4.

[4596] 18. Según lo que vimos en el versículo 13 y nota, esto indicaría que se cumplió la condición recordada en Oseas 3, 3, es decir, la de no caer de nuevo en la fornicación de la idolatría. El versículo 21 parece confirmarlo.

[4597] 20. Lugar de chacales: Isaías, según el texto hebreo, usa esta misma expresión hablando de Babilonia. Cf. Isaías 13, 22 y nota.

[4598] 23. Por tu causa: El salmista insiste en que los israelitas no solo sufren por sus pecados, sino también por el carácter singular con que Dios los había marcado y separado de entre los pueblos paganos. Nótese la aplicación que de este versículo (que en Vulgata es 22) hace San Pablo a nosotros en Romanos 8, 36.

[4599] 24 ss. El sublime atrevimiento de este lenguaje muestra la confianza segura con que Israel hace esta súplica final, tanto más confiada cuanto que no espera salvarse por merecimientos propios sino por la piedad de Dios (versículo 27).

[4600] 1. Los LXX y la Vulgata dicen en el epígrafe: Para aquellos que han de ser mudados, es decir, según S. Jerónimo, los santos, los cuales —dice San Atanasio y San Cirilo— serían tanto del judaísmo como de la gentilidad (cf. I Corintios 15, 51 s.; I Tesalonicenses 4, 16 s., texto griego). Otros leen Azucenas de la Ley como en el Salmo 79, 1 (cf. nota). Es este Salmo proféticamente mesiánico. De ahí el título: Canto de amor, o Cántico al Amado (San Jerónimo). Es de notar que, según San Roberto Belarmino y otros, este Salmo sería de David, no obstante hallarse incluido en la colección atribuida a los Coreítas, así como sabemos que el Salmo 2, tenido por anónimo, es también del Rey Profeta, porque así se declara en Hechos 4, 25. Describe a “Cristo como Rey” que se presenta en gloria y majestad (versículo 4), y luego su esposa la reina en toda su hermosura. La interpretación rabínica vio en ella la figura de Israel elegida de entre los pueblos como esposa de Dios, idea por lo demás común entre los profetas (Oseas 2, 16 y 19; Isaías 50, 1; Ezequiel 16, 8), así como vio en el Rey al futuro Mesías. La tradición cristiana es unánime en reconocer en este excelso Personaje a Cristo como Rey triunfante en el día de su advenimiento, cosa que, como dice San Agustín, solo por ignorancia crasa podría desconocerse, ya que la Carta a los Hebreos cita expresamente los versículos 7 y 8 como dirigidos a Jesús por su Eterno Padre (Hebreos 1, 8). Por aquí vemos que así como en muchos otros Salmos habla Cristo, cuya oración se nos revela como un divino secreto, por boca del salmista que vivió mil años antes, así también se nos descubre aquí el infinito amor del Padre celestial a su Verbo encarnado, a quien alaba y anuncia su triunfo en lenguaje de un lirismo incomparablemente sublime. El testimonio de San Pablo basta para no detenerse en atribuir a este Salmo, como algunos han hecho, un puro sentido histórico, relativo tal vez a las bodas de Salomón con la hija del Faraón de Egipto, si bien esta conjetura, como ubicación del Salmo o como fondo histórico de una gran parábola contenida en él, puede ayudar para la interpretación profética de algunos pasajes aún misteriosos (cf. versículo 11 y nota). A este respecto Fillion, recordando a Vigouroux, expresa que no vacila en ver en este admirable Salmo, “lo mismo que en el Cantar de los Cantares, una especie de parábola, como las del festín de las bodas en el Evangelio (Mateo 22, 2-4), de las vírgenes prudentes y las vírgenes necias (Mateo 25, 1-13)”, es decir, una enseñanza que, sin expresar necesariamente hechos reales, contiene la revelación de verdades espirituales o proféticas, o de ambas a un tiempo. Y en verdad bien parece que si así no fuera, tanto aquí como en el Cantar, ni la Sinagoga, ni San Pablo que lo cita, habrían mirado como poema sacro, digno del Salterio, un epitalamio que ni siquiera mencionase al pueblo santo y fuese simplemente el desmedido elogio de un hombre (¿y de cuál?), cosa nada frecuente en la Biblia. En la Reina (cf. versículo 10), sin perjuicio de lo antes indicado (cf. Salmo 43, 13 y nota), aparece sin duda la Iglesia Esposa, el día de sus bodas con el Cordero (cf. Apocalipsis 19, 7 s.; 21, 9). En realidad la Iglesia de los Hechos era el Israel de Dios (Gálatas 6, 16), formada en Pentecostés de puros judíos fieles que constituían el resto de Israel (Romanos 9, 27 ss.), y extendida durante el tiempo de los Hechos con muchos gentiles injertados en el olivo de Israel (Romanos 11, 16 ss.), que luego cambió en la medida que la salvación fue enviada directamente a los gentiles. Si consideramos la profecía de San Pablo sobre el retorno de Israel (Romanos 11, 25 s.), olivo castizo (Jeremías 11, 16; Oseas 14, 6), no hay dificultad en identificar con ello a la Iglesia Esposa, a la cual según el Apocalipsis le será dado para sus bodas con el Cordero vestirse de blancura y esplendor (Apocalipsis 19, 7-9) como la novia que aquí vemos. San Bernardo se complace en ver aquí a la Virgen María a quien la Liturgia aplica a menudo, por acomodación, pasajes de este Salmo como lo hace también a muchas santas (cf. las Misas “Dilexisti” y “Vultum tuum” del Común de Vírgenes, cuyos introitos, gradual, ofertorio, etc., están formados por versículos de este Salmo, algunos de los cuales literalmente tratan de Cristo, como el 1, 3, 5, 8, etc.).

[4601] 3. Cuadro de Cristo pintado por el mismo Dios. Nótese el contraste entre este Cristo triunfante y el doliente que pinta Isaías en su primera venida (Isaías 53, 2). Cf. el retrato del Esposo en el Cantar de los Cantares (Cantar de los Cantares 5, 10-16), libro para cuya interpretación se ha visto la llave en este misterioso Salmo, si bien hay que reconocer que ambos nos ocultan aún muchos arcanos de orden profético, que en su tiempo serán descubiertos. Véase la introducción al Cantar. “La gracia derramada en sus labios” son sus palabras. Por eso dice San Agustín que el Evangelio es la boca de Cristo. Cf. Lucas 4, 22; Juan 1, 17.

[4602] 4 ss. Sobre estos atributos esplendorosos del León de Judá triunfante (Apocalipsis 5, 3; 19, 11 ss.), véase los Salmos 2, 9A, 9B, 46, 71, 92, 95, 98, 109, 147; Isaías 9, 6; 11, 1 ss., etc., y la Liturgia de Cristo Rey y del tiempo de Adviento. El versículo 6 indica, como en Salmo 109, 6, el día de la venganza contra “los enemigos del Rey”: Cf. versículo 10 y nota; Lucas 4, 19; Isaías 61, 1 ss.

[4603] 5. Esto es por la verdad desconocida (algunos vierten: cabalga sobre la palabra de la verdad) y por la justicia oprimida. Desnoyer traduce: por la virtud infortunada. Para ello cabalgará victorioso (Apocalipsis 19, 11-21) y realizará formidables hazañas. Cf. Salmos 71, 12 ss.; 109, 6; Isaías 11, 4 ss., etc.

[4604] 7. Obsérvese que aquí y en el versículo 8 el Mesías es llamado Dios y que San Pablo utiliza este versículo en Hebreos 1, 8-9, para demostrar la superioridad de Cristo sobre los ángeles, siendo también uno de los textos citados en la Encíclica “Quas Primas” de Pío XI acerca de la dignidad de Cristo Rey. Sobre el cetro o vara cf. Salmos 2, 8 s.; 109, 2; Isaías 9, 6; 11, 1-4; Daniel 7, 14, etc.

[4605] 8. Detestas: Cf. Salmo 138, 21 s. y nota. Esto explica la implacable antinomia que vemos por ej. en el Magníficat, según el cual, a la misericordiosa exaltación de los que menos la pretenderían, seguirá la más tremenda confusión de todos los soberbios (cf. Salmo 109, 5 s.). Oh Dios, el Dios tuyo te ungió: Como observa Dom Puniet, este pasaje es paralelo al de 109, 1: “Dijo Yahvé a mi Señor: siéntate a mi diestra”, que San Pablo cita en Hebreos 1, 13, esto es a continuación del versículo 7 (cf. nota anterior). Así lo entendió también San Jerónimo, al decir que el primero de los dos Nombres divinos está en vocativo y el segundo en nominativo. Varios autores modernos, considerando esto incompatible con el sentido histórico que atribuyen al Salmo como escrito para alguno de los reyes de la familia davídica, se esfuerzan en poner el primer Elohim con minúscula, o suponerlo en genitivo, y en aplicar el segundo al Padre, como si allí se dijese: “Yahvé, tu Dios”. Todo ello no solucionaría la dificultad, pues siempre quedaría en pie la afirmación de que el trono de este Rey subsistirá eternamente (versículo 6), cosa que por otra parte se repite mucho en Salmo 71; en 92, 2, etc., y en tantos pasajes de los profetas (cf. Isaías 32, 1) y que no puede explicarse de ningún rey, aunque fuese davídico. Es de agregar que entonces quedaría más oscura la atribución no davídica de este Salmo (cf. versículo 9 y nota; Salmo 41, 1 y nota), siendo además difícil suponerlo dirigido históricamente a ningún rey posterior a Salomón, después de verse caer las grandes esperanzas puestas en este, y dividido su reino (cf. Salmo 71, 5 y nota). Acerca del “trono y reino” aquí anunciados (versículo 7) dice Ubach que se manifestarán esplendorosamente en el momento del juicio universal y perdurarán para siempre. “Con óleo de alegría”: Esa alegría de Cristo, superior a toda otra, es la misma que Él nos ofrece desde ahora como un bálsamo divino que, viniendo del Padre y pasando por Él, se derrama sobre nosotros. Cf. Juan 15, 11; 16, 24; 17, 13 y 24.

[4606] 9. La mirra, etc., recuerda el exquisito aroma que exhala desde el principio el Esposo del Cantar (Cantar de los Cantares 1, 3). Los palacios de marfil son mencionados en la Biblia con respecto a Samaria (cf. III Reyes 22, 39; Amós 3, 15), la capital del Israel del norte, cuya reunión con Judá anunciaron los profetas (cf. Ezequiel 37, 15 ss.; Isaías 11, 12, etc.). Donde te alegraron (algunos añaden: las cítaras): “¿Dónde lo alegraron a este Rey triunfante sino en los palacios de su Padre que le sentó a la diestra y le hizo Señor después de sacarlo del sepulcro?” Cf. Hechos 2, 23 y 36.

[4607] 10. Hasta aquí el salmista habla al Esposo, pues la reina es mencionada en tercera persona y solo en el versículo 11 habla con ella. Las hijas de reyes que vienen al encuentro del Esposo parecen formar el cortejo de la esposa (cf. versículo 15; Cantar de los Cantares 6, 8 s.; Mateo 25, 1; I Tesalonicenses 4, 16 s.). A tu diestra... la reina: En sentido literal véase versículos 1 y 11 y el elogio de la esposa en Cantar de los Cantares 4 y 6. Cf. III Reyes 2, 19. En cuanto al sentido acomodaticio, observa Fillion que este Salmo es recitado en todas las fiestas de María, y Grignion de Montfort, recientemente canonizado, piensa que, en la segunda venida de Jesús, María a quien mira como la primera coronada en el Reino de Cristo triunfante (cf. 5° misterio del Rosario), ha de ser un medio “para que los hombres amen y conozcan a su divino Hijo”, y entonces “la llamarán dichosa todas las generaciones” (Lucas 1, 48). Vestida de oro: Véase versículo 10. Ofir, es nombre de un nieto de Éber (Génesis 10, 29) y señala un país no ubicado hoy con certeza, probablemente la costa oriental de África. De él hacía traer Salomón el oro más precioso (cf. III Reyes 9, 28 y nota). En Isaías 13, 12 (texto hebreo) vuelve a mencionarse este oro al hablar de los grandes acontecimientos del gran día del Señor, día de la venganza contra los enemigos del Rey, aludidos aquí en el versículo 6.

[4608] 11. Oye, hija, etc.: No puede dudarse que esta es la misma esposa y reina del poema. En el fondo histórico es fácil comprender el consejo dado a una princesa extranjera de que olvide su pueblo y su casa para seguir al esposo. En el terreno profético si bien, como dice Desnoyers, “todo lo que concierne a la nueva esposa, se presenta en un texto mal conservado, difícil, y las interpretaciones son sumamente diversas”, Vaccari muestra con claridad, en la reina y sus damas respectivamente, a Israel y las naciones (versículos 1 y 10), y recuerda las bodas del Mesías con la nación regenerada, “compuesta de una parte elegida de Israel y de las naciones convertidas al Evangelio”. Un piadoso comentarista anónimo del siglo XVIII, autor de ocho tomos sobre los Salmos, aplica las palabras olvida a tu pueblo, etc., a la conversión de Israel, diciéndole: “Olvida la sinagoga… Desecha el vano temor de desobedecer a Moisés. Él no escribió sino para anunciar al Mesías” (cf. Génesis 12, 1; Hechos 21, 20 s.; Romanos 11, 25 s.). Callan dice que “debemos entender por la esposa a la Iglesia del Antiguo Testamento, traída a perfección por su unión con Cristo”. Dom Puniet menciona aquí el texto de Oseas 2, 13-20. En cuanto a los que dicen simplemente que se trata de Israel hecha universal en la Iglesia actual, ello parece más bien cortar la dificultad que resolverla, pues la nación israelita, lejos de continuar hoy como pueblo escogido, fue rebelde y rechazada (cf. Isaías 54, 1 y nota), y a raíz de ello San Pablo anunció el envío de la salvación a los gentiles, a quienes explayó el misterio del Cuerpo místico (Hechos 28, 25 ss. y notas), como designio que había estado oculto desde toda la eternidad, es decir, ajeno a la vocación de Israel (Efesios 3, 9; Col. 1, 26; cf. Hebreos 8, 4 y nota). Es este uno de esos puntos interesantes y misteriosos sobre los cuales, como lo señala el Pontífice Pío XII, “se puede y debe ejercer libremente la agudeza e ingenio de los intérpretes católicos”, los cuales “en manera alguna deben arredrarse de arremeter una y otra vez en las difíciles cuestiones todavía sin solución” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”).

[4609] 12 s. Texto incompleto, diversamente vertido. Tu Señor: hebreo Adonai, tu dueño, como Esposo. Por eso: inclínate ante Él (cf. III Reyes 1, 16), y, entonces, ante ti se inclinará, etc. (versículo 13). Así Calès, Ubach, etc. Otros traducen: si Él es tu Señor te servirán, etc. El sentido, como anota el nuevo Salterio Romano, es que la esposa se entregue toda al Rey, de donde ella misma recibirá honores. Aun la rica Tiro, la rival de Jerusalén, y que se alegró de su ruina (Ezequiel 26, 1 y nota), vendrá simbolizando el homenaje de todas las naciones. Tu favor: literalmente: tu faz.

[4610] 14. La hija del rey: Se supone que es la misma reina del versículo 10. Entra: Así lee el nuevo Salterio Romano, lo cual parece una acertada aclaración de este texto oscuro, pues la lección adentro se atribuye a error de copista y choca con el contexto, ya que la reina no está aún en el interior, sino que precisamente se indicaría aquí su ingreso, con bellas vestiduras (cf. Apocalipsis 19, 8), en el palacio del Rey, al cual entran también tras ella sus amigas (versículos 15-16). Cf. Salmo 101, 17 y nota. Otros leen: bajo sus joyas (Calès), o, en corales (Wutz, Ubach), o, perlas engastadas en oro son sus vestidos.

[4611] 15. Detrás de ella: Variante adoptada por las mejores versiones en vez de con él o del dativo a ti, que chocaría con la mención del Rey en tercera persona, que hace el versículo 16. Las vírgenes, etc.: Las naciones amigas de Israel. Cf. Mateo 25, 32 y 41; 10, 42.

[4612] 17. Algunos (cf. Dom Puniet) consideran que este final va dirigido a la esposa, a quien se prometería hijos en lugar de sus padres que debió abandonar (versículo 11) por seguir al Esposo. En lugar de sus padres ingratos tendrá hijos fieles y la promesa de Éxodo 19, 6 será reiterada en I Pedro 2, 9. Cf. Romanos 11, 25 s. Sin embargo, casi todos lo refieren al Rey Mesías. En el lugar de sus padres según la carne (Romanos 9, 3), esto es, Abrahán y los patriarcas y el mismo rey David, estarán aquellos príncipes que “formarán la más augusta de las prosapias reales” (cf. Mateo 8, 11 s.), y Él “repartirá entre ellos el gobierno del mundo, puesto que su reino es universal (Apocalipsis 1, 6)” (Fillion). Cf. Lucas 19, 17 ss.; Apocalipsis 5, 10 y 20, 6.

[4613] 18. Haré tu nombre memorable: Así dice el Texto Masorético como si hablase aquí el salmista aludiendo a que su poema será para ello un monumento “aere perennius”, con harto mayor motivo que los del pagano Horacio. No debemos olvidar que, como vimos en el versículo 1, es el divino Padre en persona quien, habla aquí por boca del salmista. Muchos traductores optan sin embargo por el plural, “recordarán”, según los LXX y otras versiones, en cuyo caso aludiría directamente al alcance universal de la alabanza. Cf. Salmos 21, 31; 71, 11 y 17; Malaquías 1, 11 ss.

[4614] 1. La Vulgata dice en el epígrafe: para los misterios, y los Padres le atribuyen carácter profético, alusivo a la liberación de la Iglesia y triunfo final de Cristo sobre todos sus enemigos, cosas que en tiempo de David (y aún hoy en parte) eran secretos arcanos de Dios (San Roberto Belarmino).

[4615] 3. Fenómenos extraordinarios, como los que están anunciados para los últimos tiempos. En Mateo 24, 6 Jesús nos dice precisamente que no nos turbemos al verlos (Lucas 21, 25 ss.; Isaías 13, 9 ss.; Ezequiel 36, 1 ss.; Joel 2, 31; 3, 1-15, etc.).

[4616] 4. El final contiene el estribillo, que se repite en los versículos 8 y 12 a modo de dichoso consuelo en medio de la gran tribulación general. Cf. Lucas 21, 36; Apocalipsis 9, 4.

[4617] 5. Estas aguas pacíficas, que contrastan con la furia del mar (versículo 4) y que correrán por medio de Jerusalén, contrastando también con su habitual sequía serían “de la Jerusalén futura, de la Jerusalén ideal, establecida, como la de Ezequiel, sobre un plano nuevo” (Desnoyers). Véase Ezequiel 47, 1 ss. y nota. Cf. Apocalipsis 22, 1. Alegóricamente suelen citarse estas aguas como el río de la gracia, que en medio de tantas catástrofes del mundo figura las múltiples riquezas espirituales y favores prodigados por Dios a la Iglesia.

[4618] 9 ss. Son las maravillas prometidas en Isaías 2, 4; Oseas 2, 18; Miqueas 4, 3; cf. Salmo 75, 4 y nota, etc.

[4619] 11. “Ved que yo solo soy Dios, sin el cual nada podéis y en el cual todo lo podéis. Cuando yo haga esas maravillas apareceré sublime (II Tesalonicenses 1, 10) ante todas las naciones y ante todo el orbe de la tierra. Porque al fin del siglo, todos, queriéndolo o no, conocerán el supremo imperio de Dios y se someterán a él” (Belarmino).

[4620] 1. El nuevo Salterio Romano titula este Salmo “Dios, Rey vencedor, asciende al trono” y resume así su contenido: “I. Dios, magno Rey, sujeta a su pueblo todas las naciones (2-5). II. Después de la victoria sube a su trono celestial (6-7). III. Reina entonces sobre todas las naciones y todos los príncipes y poderosos de la tierra (8-10). El Salmo trata de la victoria final de Dios y de la institución del reinado universal mesiánico. Israel y los gentiles constituyen un solo reino del Mesías.”

[4621] 2. Es preludio de un himno de victoria. Dios mostrará una vez más su poder en favor de su pueblo, asegurándole de nuevo el país de promisión (cf. Génesis 13, 15; Deuteronomio 30, 5; II Reyes 7, 10; Amós 9, 15; Isaías 27, 13; Jeremías 16, 15; Ezequiel 20, 40; Sofonías 3, 20; Zacarías 10, 6, etc.).

[4622] 4. Cf. Salmo 101, 16 s.; Isaías 49, 22 s.; Miqueas 4, 1 s.; Malaquías 3, 12, etc.

[4623] 5. Nuestra heredad: El país de Canaán dado a Israel por herencia. Sobre el amor que Dios tuvo a Israel, y le conserva aún después de la Cruz, según enseña San Pablo, cf. Romanos 9, 1-5; 11, 28; Deuteronomio 7, 7 s.; 10, 14 s.; Isaías 43, 1 ss.; 63, 8 s.; Jeremías 31, 3; Ezequiel todo el sublime capítulo 16; Oseas 2, etc.

[4624] 7. Los versículos que siguen invitan a los israelitas y a los gentiles a rendir homenaje al Dios de Abrahán.

[4625] 10. “Se congregan en un solo pueblo adorador del verdadero Dios, del Dios de Abrahán, los jefes de las naciones gentiles, trayendo consigo a sus súbditos” (Vaccari). Véase Salmo 95, 8 ss.; Isaías 60, 15 s.; Zacarías 8, 20-23; 14, 16. Esta reunión, que no fue plena en los tiempos apostólicos a causa de la defección de Israel, se realizará plenamente después que los judíos se conviertan a Cristo (cf. Deuteronomio 4, 30; Jeremías 30, 3; Juan 10, 16; Romanos 11, 26), como lo dice Santo Tomás (véase Salmo 9A, 17 y nota). Se han dado a Dios: Ya no hay más lucha después de la victoria definitiva del Señor, y Él domina desde lo más alto, es decir, desde su trono en el cielo (versículo 6 s.; cf. Salmo 75, 3 s.; Ezequiel 40, 2 y notas). Algunos, en vez de poderosos, traducen broqueles.

[4626] 1. Este Salmo celebra a la Jerusalén liberada, en honor de Dios su libertador. Fillion lo llama “canto de victoria como los dos precedentes”.

[4627] 3. “El monte Sión entonces no era sino el gozo del pueblo judío; pero destinado a ser centro de paz y de delicias para todo el universo. Cf. Salmo 46; Isaías 2, 2 ss.; Lamentaciones 2, 15” (Fillion). La ciudad del gran Rey: Es el nombre de Jerusalén, según lo enseñó Cristo (Mateo 5, 35) y el gran Rey es Él mismo, como lo hemos visto en el Salmo 44, etc. Extremo norte: Pasaje diversamente traducido: a las vertientes del Norte (Prado); remate boreal (Bover-Cantera); se yergue bello al lado del Norte (Nácar-Colunga); es como decir, el lugar más eminente, donde debía estar “el tabernáculo o palacio del Augusto Rey” (cf. Isaías 14, 13; Salmo 2, 6). El monte Sión con el Templo formaba antiguamente la extremidad norte de Jerusalén. Pero es muy posible que el poeta no aluda a la situación geográfica, sino “a la creencia de una montaña santa situada al norte, una especie de poético Olimpo, y quiere decir que el monte Sión es la verdadera montaña santa, el verdadero Olimpo” (Bover-Cantera).

[4628] 5. Véase Salmo 2, 2; Apocalipsis 16, 14-16; 19, 19; 20, 7; Ezequiel 38.

[4629] 8. Las naves de Tarsis, región situada en el Mediterráneo occidental (probablemente España; según otros, el norte de África). Cf. Isaías 2, 16; 33, 21; Ezequiel 27, 25.

[4630] 9. Como lo habíamos oído por boca de los profetas. Cf. versículo 15 y nota; Deuteronomio 4, 30; Salmo 43, 2; Isaías 59, 20, citado en Romanos 11, 26 s., etc.

[4631] 13 s. Reparad en la ciudad santa, examinad la insuficiencia de sus escasos medios de defensa y veréis que solo Dios nos ha salvado (cf. Salmo 32, 17 y nota). Pensamiento que los Salmos no se cansan de repetir, porque los hombres no creen en esto. Aun los que nos llamamos creyentes no siempre vivimos de esa fe. Si lo hiciéramos, todos seríamos felices y santos (Hebreos 10, 38; Mateo 6, 33; I Corintios 1, 27 ss.).

[4632] 15. Véase Isaías 4, 5; 24, 23; Ezequiel 37, 26 ss.; Joel 2, 32; Daniel 7, 14; Abdías 17; Miqueas 4, 7; Apocalipsis 11, 15; 14, 1 s., etc.

[4633] 2. Oíd: Solemne llamamiento de la Sabiduría. Así también habló Moisés en el gran mandamiento: “Schma Israel” (Deuteronomio 6, 4). Hace resaltar el salmista en cuatro versos (2-5) la importancia del tema que va a tratar: la prosperidad de los pecadores no es más que apariencia. Los gozos y bienes de este mundo son falaces. Solamente el necio confía en ellos. Sobre los privilegios supremos que da la Sabiduría, véase Proverbios cap. 8 ss.; Sabiduría 6 ss.; Eclesiástico 24 y 39; 51, 18-38; Daniel 12, 3; Mateo 5, 19, etc. Jesús resumió todas esas maravillosas promesas al decir que María, la que escuchaba, eligió la mejor parte (Lucas 10, 42).

[4634] 5. Parábola y enigma (hebreo: maschal): Género literario muy frecuente en la sabiduría bíblica, para expresar un pensamiento profundo, en forma viva y animada por imágenes. Puede traducirse por refrán, proverbio, sentencia didáctica. Mi oído: Cf. Salmo 77, 2 citado por Mateo 13, 35; allí es la boca del Maestro que habla en parábolas; aquí, el oído que las escucha. ¡Escuchar es lo único que se nos pide para hacernos felices! Cf. Jeremías 7, 22 s.; Juan 6, 65 y 69; 12, 47 ss.; 15, 7; II Timoteo 3, 16 s., etc.

[4635] 6 s. No temerlos, porque su vida es fugaz, como lo indica el estribillo (versículos 13 y 21). Cf. II Paralipómenos 32, 7 s.; Mateo 10, 28; Salmo 36, 36, etc.

[4636] 8 ss. Texto oscuro, con muchísimas variantes. El salmista quiere decir: A pesar de las riquezas nadie puede rescatarse de la muerte. La Vulgata dice que ni el hermano puede en este caso redimir a su hermano (cf. Levítico 25, 25; Ezequiel 21, 29 s.). Nadie ofrecerá a Dios un rescate que valga, porque es incalculable el precio de un alma para que viva en paz eternamente y no caiga en el abismo. Como vemos, de la muerte corporal se pasa a mostrarnos el misterio de sabiduría tan solemnemente anunciado al principio, y es la necesidad de un Redentor, sin el cual estamos todos perdidos (versículo 16). Es lo que dice Jesús en Marcos 8, 37. Si se tratara simplemente del cuerpo, no habría tal parábola, como lo anunció el salmista, pues nadie ignora que el hombre es mortal.

[4637] 11 ss. Entretanto el justo verá perecer (versículo 6 y nota) a los sabios lo mismo que a los insensatos; verá a aquellos ricos que lo perseguían, morir dejando a otros sus riquezas (Salmo 38, 7), y verá reducidos a la suma estrechez del sepulcro, por generaciones y generaciones, a los que pensaron perpetuarse (versículo 18), dando sus nombres a sus tierras. ¿Qué elocuencia más viva que la de esta verdad escrita hace tres mil años? Por tanto, concluye el versículo 13, aun en la cumbre de los honores, el hombre no dura: es semejante a los animales, destinados todos a perecer. Dom Puniet hace notar la similitud de este pasaje con Eclesiastés 3, 19-21.

[4638] 14. Los que se glorían de su suerte, es decir, de la propia, creyendo que será durable la prosperidad del momento actual. También puede aplicarse a los admiradores de esos tales, que los imitan envidiando su efímero oropel y nunca aprenden a escarmentar en cabeza ajena.

[4639] 15. A la mañana: “En la aurora del día que los hará eternamente felices” (Fillion). Cf. II Pedro 1, 19; Filipenses 3, 20 s. Dominarán sobre ellos: Literalmente: los pisotearán. Cf. Daniel 7, 22; 12, 2; I Corintios 6, 2; Apocalipsis 2, 26 ss. Al final otros vierten que no habrá (para los impíos) la alta mansión (cf. Isaías 63, 15).

[4640] 16. Dios será mi Redentor según lo dicho en versículo 8 ss. y nota. Él me tomará consigo: El nuevo Salterio Romano hace notar que igual verbo se usa para el arrebato de Enoc (Génesis 5, 24) y de Elías (IV Reyes 2, 9 s.). Véase I Tesalonicenses 4, 17; Juan 14, 3.

[4641] 18. Triste epitafio para los mundanos.

[4642] 21. Véase versículo 13. No comprende, esto es, desaparece como los brutos, sin haber llegado a entender ni la vanidad de este mundo ni el misterio de Dios. Según I Corintios 2, 14, el hombre natural, o sea puramente racional, “no comprende las cosas que son del Espíritu de Dios”, es decir que solo puede ser sabio el que se eleva mediante la fe viva a la inteligencia de “las profundidades de Dios” (I Corintios 2, 10). De ahí la tremenda palabra de Jesús en Lucas 18, 24 s.

[4643] 1. Asaf, un levita de la familia de Gersón, era maestro de música en tiempo de David (I Paralipómenos 6, 4-28; 15, 17 y 19). Doce Salmos llevan su nombre. En este reprueba la religión formulista, que se cifra en prácticas exteriores, especialmente en el ofrecimiento de víctimas. El pueblo de Israel no había renegado de Dios de un modo expreso, sino a la inversa: había caído en un mecanismo formulista que confundía los sacrificios del corazón con los ritos y ceremonias del culto. Los sacrificios del corazón son las alabanzas de Dios y el amor del prójimo (versículos 14 y 20). Resuena aquí la doctrina de Jesucristo, quien más tarde reprobó tantas veces en los fariseos esta misma deformación, que es en realidad el disfraz de la verdadera religión.

[4644] 3. El Todopoderoso aparece en medio de un terrible huracán a fin de que sea manifiesta su grandeza y se estremezcan sus enemigos. Cf. Salmo 28, 3 ss.; 79, 2; 96, 3; Mateo 24, 30.

[4645] 4 ss. La teofanía toma la forma de un juicio sobre Israel (cf. Miqueas cap. 6; Apocalipsis 14, 14 ss.). El juez es el mismo Dios (versículo 6) y empieza por llamar a los que tal vez se creen muy piadosos (versículo 5), para apostrofar después a los prevaricadores (versículo 16 ss.). De modo semejante nos revela San Pedro que el juicio ha de empezar por la casa de Dios (I Pedro 4, 17 s.).

[4646] 8 ss. Pasaje importante en el cual Dios nos descubre su criterio sobre la falsa devoción. Cf. Miqueas 6, 6 ss.; Salmo 39, 7; 50, 18 s.; Isaías 1, 11; Oseas 6, 6; Zacarías 7, 1 ss.; Mateo 9, 13; 12, 7, etc. y notas.

[4647] 11. “Con Él estaban, dice San Agustín, las cosas porvenir; con Él están presentes las que pasan, y las que vienen no desalojan a las pasadas. Con Él están todas las cosas por un conocimiento de la inefable Sabiduría puesta en el Verbo, y el mismo Verbo lo es todo.”

[4648] 14. Valiosa doctrina, pues nos enseña qué es lo que a Dios le agrada: la alabanza (Salmo 68, 31 ss.; Hebreos 13, 15; Romanos 10, 10; I Pedro 2, 4 ss.). De ahí que el Padrenuestro empiece con la alabanza del Padre, a quien se debe todo honor y gloria (I Timoteo 1, 17; 6, 16 y notas). Es claro que, como lo vemos en la segunda parte del Salmo (versículo 16 ss.), esta alabanza no ha de proceder tan solo de los labios (Isaías 29, 13; Mateo 15, 8), sino de un corazón recto (Salmo 32, 1).

[4649] 16. Así como los sacrificios prescritos por Moisés no son de suyo, suficientes, tampoco bastaría alabar a Dios sin hacer su voluntad (Mateo 7, 21). Véase el terrible discurso de Jesús contra los fariseos, escribas y doctores de la Ley, que hipócritamente la enseñaban y no la cumplían (Mateo 23; Lucas 11, 37 ss.). Nos muestra aquí el salmista la altura de la Ley de la caridad compendiada en el “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19, 18; Deuteronomio 6, 5; Lucas 10, 27; Marcos 12, 31; Mateo 22, 39; Romanos 13, 9; Gálatas 5, 14; Santiago 2, 8). El Mandamiento nuevo de Jesús, al confirmar esta ley, la cifra en la imitación del amor con que Él mismo nos amó (Juan 13, 34; 15, 12; I Juan 4, 19).

[4650] 23. Alabanza: Es el tema principal de todo este Salmo (versículo 14 y nota): honrar a Dios, no con la letra de la Ley, sino “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23). El sacrificio de alabanza comporta la proclamación de los beneficios sin fin que Él nos hace (Salmos 88, 2; 102, 2; 106, 22). Es el perfecto acto de fe, pues proclama lo que es la esencia de Dios: su caridad (I Juan 4, 8), o sea, un amor que se traduce en misericordia a favor nuestro. Por eso la oración más repetida en la Biblia es la alabanza de su bondad (Salmo 135; I Paralipómenos 16, 34 y 41; II Paralipómenos 7, 6; 20 y 21, etc.). El último hemistiquio confirma una doctrina que surge a cada página de las divinas Escrituras: el grado de sinceridad de cada hombre para con Dios, es la medida de las luces que tendrá en materia espiritual. De ahí que tantos sencillos entienden más que los tenidos por sabios. Cf. Lucas 10, 21; Salmo 118, 99 s. y notas.

[4651] 1. Este Salmo, el celebérrimo “Miserere de David” (el 4° de los siete Salmos penitenciales), es la expresión más perfecta de contrición, la confesión más sincera de un corazón arrepentido, la manifestación más profunda de un alma que no busca su propia justicia sino la que nos viene de Dios, según enseña San Pablo (Filipenses 3, 9 s.). Por esto resulta, a la vez que la más alta alabanza de la misericordia de Dios, un himno de gratitud y confianza. David, movido por el Espíritu Santo, lo arranca de su corazón culpable y contrito después del adulterio cometido con Betsabee (II Reyes caps. 11 y 12). Es, pues, el acto de contrición ideal, y la Iglesia lo recita en el Oficio de Laudes. Identificarse plenamente con el espíritu de este Salmo es tener perfecta contrición, por lo cual nada más precioso que aprenderlo y tenerlo como un vademécum para renovar en todo momento con nuestro Padre celestial el estado de plena intimidad en el amor, que nos viene de nuestra justificación en Cristo y que tantas veces parece nublarse a causa de las miserias nuestras y de las tentaciones con que a cada instante nos asalta el Maligno.

[4652] 3 ss. ¡En la medida de tu misericordia!: Es como pedir a un poderoso que nos ayude según todo su poder, es decir, que no nos dé una limosna cualquiera, sino una inmensa fortuna. En el mercado de Dios ninguna audacia es excesiva, porque Él mismo nos llama a “comprar sin dinero” (Isaías 55, 1 s.). Nótese que toda la fuerza de esta confesión y su valor ante Dios está en la fe en su misericordia (Salmo 49, 23 y nota) que perdona por pura bondad al arrepentido, sin derecho alguno por parte de este. Es exactamente lo que hizo el padre del hijo pródigo (Lucas 15, 11 ss.). David no intenta justificación ni explicación alguna, sino al contrario: su propia miseria y el reconocimiento de su absoluta impotencia son el argumento (cf. Salmos 39, 18; 85, 1) que conmueve el corazón del Padre (Salmo 102, 13 s.). El que esto medite no tardará en sentir un ansia por aniquilarse de humillación ante semejante Padre. ¡Entonces es cuando Él más nos prodiga su gracia! (Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5).

[4653] 5. Porque yo reconozco mi maldad: Único fundamento que David aduce por su parte para ser perdonado. Así lo vemos confirmado en el versículo 8 (cf. nota). Pensemos si un juez de la tierra nos absolvería de un delito con solo decirle que en efecto somos culpables. Tal es la diferencia entre lo humano y lo divino.

[4654] 6. Contra Ti solo, es decir, no se trata de injuria más o menos leve contra otras creaturas, sino que el ofendido en todo pecado es directamente ese Creador y Padre a quien todo lo debemos. ¡Y sin embargo Él perdona tan fácilmente, a todo el que se arrepiente de corazón! Tengas razón: He aquí la piedra de toque de la verdadera contrición: un deseo de que sea Dios quien tenga razón, aun contra nosotros. Es todo lo contrario de lo que nuestra soberbia ambiciona tan fuertemente: tener razón, salirse con la suya (cf. Job 40, 3 ss.). Los hombres se excusan ante otro hombre diciéndole: discúlpeme usted, no lo hice por maldad, fue sin querer. David le dice a Dios todo lo contrario: perdóname porque soy culpable y malo, porque lo hice a propósito. No me excuso, ni te pido que me disculpes. Al contrario: me acuso y solo espero que, después de establecida bien claramente mi responsabilidad, y aún más, que soy deudor insolvente, entonces Tú me perdones la deuda, pura y simplemente, por la sola virtud de tu asombrosa misericordia: “non aestimator meriti sed veniae...” El mismo concepto expresa la oración de San Agustín, diciendo: “tienes, Señor, ante Ti reos confesos. Sabemos que si no perdonas, con razón nos destruirás”. Aquí comprendemos lo que significa el “negarse a sí mismo” (Mateo 16, 24 s.; Salmo 48, 8 y nota; II Corintios 10, 5). Entonces es cuando resplandece la gloria de la gracia de Dios (Efesios 1, 6) por la gratuidad de su perdón, obra de su amorosa misericordia y de la riqueza de su gracia (Efesios 2, 7 ss.) y tanto mayor cuanto más confiamos en ella (Salmo 32, 22 y nota).

[4655] 7. Los Padres citan este pasaje como prueba del pecado original. El hombre es sin la gracia, incapaz del bien en el orden sobrenatural, a raíz de la naturaleza viciada. “Es don de Dios si pensamos rectamente y si apartamos nuestros pasos de la falsedad y de la injusticia; ninguna cosa buena puede hacer el hombre sin que Dios se la conceda para que la haga; cuantas veces hacemos el bien es Dios quien obra, en nosotros y con nosotros para que lo hagamos” (Denz. 195, 182, 193).

[4656] 8. A pesar de lo precedente, que equivaldría a una condenación sin remedio, David sabe —y esa es la sabiduría íntima aquí mencionada— que el confesar sinceramente, es decir arrepentidos, nuestra culpabilidad, es tan agradable a Dios (cf. versículo 18 s.), que basta para moverlo al gratuito perdón y olvido de nuestras deudas (cf. Salmo 31, 5 y nota; I Juan 1, 8 s.). De esta sabiduría, es decir, de este conocimiento del corazón de Dios, le viene a David la sorprendente audacia con que va a pedir (versículo 9) un salto inmediato del fondo de la abyección a la cumbre de la santidad (cf. versículos 6 y 12 y notas) y la absoluta condonación de todas sus deudas (versículos 4 y 11).

[4657] 9. Alusión al rito con que declaraban limpios a los leprosos (Levítico 14, 4 ss.). Nótese que no dice “me lavaré” sino: ¡me lavarás Tú! (véase el caso de Pedro en Juan 13, 6 ss.). Quedaré más blanco, etc.: Aquí se nos enseña la perfecta humildad: yo no soy más que un pobre pecador, pero hay algo más fuerte que él y es tu misericordia infinita y omnipotente. Esto es lo que ha hecho de grandes pecadores los más grandes santos (cf. Job 7, 21; 14, 4; Lucas 7, 47; Filipenses 4, 13, etc.).

[4658] 10. No hay alegría mayor que la de sentirse perdonado. Jesús nos enseña que esa alegría está a disposición de todos, cuando nos dice: “Al que venga a Mí no lo echaré fuera” (Juan 6, 37). La palabra de consuelo y de gozo está así siempre a nuestra disposición en las Sagradas Escrituras (Romanos 15, 4).

[4659] 11. Borra: San Ambrosio señala esta maravilla: que Dios mira el arrepentimiento como un acto meritorio, no obstante ser lo menos a que estamos obligados. Además, el perdón hace renacer los méritos perdidos por el pecado, en tanto que este se borra para siempre con la Sangre de Cristo. Cf. Ezequiel 18, 22 s.; Juan 1, 29; I Pedro 4, 8, etc. Así se borró el de David (II Reyes 12, 13).

[4660] 12. Un corazón sencillo: Esto es, simple sin pliegues, o sea sin doblez, que es lo mismo que recto (cf. Juan 1, 47 y nota). Es decir que David pide aquí el espíritu de infancia (cf. Salmo 130), que fue en efecto la más preciosa característica del gran rey poeta y profeta. Por eso sin duda le reveló Dios Su sabiduría (versículo 8), tal como habrá de enseñar Jesús en Lucas 10, 21. Las expresiones “crea y renueva” indican una nueva creatura formada por el Espíritu Santo (cf. Ezequiel 11, 19; 36, 26; Tito 3, 5). San Pablo explica esto en la admirable Epístola a los Romanos, caps. 6-8.

[4661] 13. No me rechaces: A todos nos parece, por cierto, que su santidad ha de mirarnos con repugnancia, y en verdad ello sería harto lógico (versículo 6), de modo que nunca podríamos, por nuestras propias reflexiones, convencernos de que no es así. Solo en este don asombroso de las palabras de Dios descubrimos que es todo lo contrario: basta recordar cómo obró el padre con el hijo pródigo (Lucas 15, 20 ss.). Cf. Salmo 102, 13; Isaías 1, 18; 66, 2; Juan 6, 37. “No me quites el espíritu de tu santidad”: He aquí la esencia de toda oración, la que hemos de tener siempre en los labios; la que más agrada al Padre y más nos conviene a nosotros. ¿Acaso no es este el “pan supersubstancial” que Jesús nos enseñó a pedir cada día? (Mateo 6, 11; Lucas 11, 3 y notas). Si bien miramos, ningún hijo pide a su padre que le dé de comer, pues esto lo hace él sin que se lo pidan. ¿No se ofendería el padre si su hijo le recordase cada día la obligación de alimentarlo? En cambio, ese don del Espíritu sí que debemos pedirlo como una maravillosa limosna de la santidad divina (Lucas 11, 13; I Tesalonicenses 4, 7 s.; Santiago 1, 5 y notas), mostrando al Padre que lo aceptamos y deseamos con ansia. Pues sin ello no lo tendremos, ya que el Espíritu no se impone a nadie por la fuerza, sino que, respetando la libertad, solo permanece en quien lo desea (Cantar de los Cantares 3, 5), y por el contrario, se aleja de los que se sienten capaces de valerse y manejarse sin Él (Salmo 80, 13). Si esto pedimos, como hijos del Padre (Romanos 8, 14; Gálatas 4, 6), podemos estar seguros de tener también el otro pan, pues nos será “dado por añadidura” (Mateo 6, 33). Pero se dirá, después que vino Cristo, el Espíritu habita en nosotros permanentemente (Juan 14, 17). Así es en efecto la admirable promesa del Padre (Lucas 24, 49 y nota), mas no por eso hemos de empeñarnos menos en asegurárnoslo, pues sabemos que nuestra carne y nuestra psiquis conspiran contra Él (Gálatas 5, 17; I Corintios 2, 14) y no podemos nunca dormir sobre los laureles. Porque no tenemos el Espíritu incorporado a nosotros de un modo natural sino sobrenatural, por el cual nuestra nueva creatura (versículo 12) solo se levanta sobre el cadáver del hombre viejo (I Corintios 5, 17; Gálatas 6, 15; Efesios 4, 22-24; Colosenses 3, 10).

[4662] 14. Sobre la alegría véase versículo 10 y nota; Juan 17, 13; 15, 20. Espíritu de príncipe es el que nos corresponde como hijos de Dios (Gálatas 4, 5-7; II Timoteo 1, 7; I Juan 4, 18 s.; Romanos 8, 2; Juan 15, 15, etc.) y significa a un tiempo la humildad de quien necesita ser dirigido por otro, y la confianza de quien se sabe hijo de un gran señor. Son los sentimientos que vemos en la Virgen María (cf. Lucas 1, 48 s. y notas), y cuadran admirablemente a David, por lo cual preferimos mantener esta versión antes que la de espíritu generoso (así Nácar-Colunga, Prado, etc.), que algunos aplican a Dios y otros al salmista. Este no intenta aquí llegar a poder darse patente de bueno, ni siquiera a creerse tal, pues bien sabe que somos malos, sino de tener todo el amor de Dios que cabe en ese corazón que se reconoce malo y que, precisamente por eso, es acepto como bueno para Él.

[4663] 15. Esto es: les enseñaré tus caminos de misericordia y perdón que has usado conmigo, y ellos también volverán a Ti como yo he vuelto. “La fe en el amor que Dios nos tiene es lo que nos hace amarlo” (Beato Pedro Julián Eymard). Cf. Salmo 39, 4 y nota.

[4664] 16. De la sangre: Otros vierten: de las sangres. Algunos, p. ej. Bover-Cantera, interpretan esto por la sangre de Urías, marido de Betsabee, y sus compañeros (II Reyes 11). Pero, como ya antes se ha tratado del perdón, creemos más bien, como Dom Puniet, Desnoyers y otros, que David pide ser librado de los caminos sangrientos y aun quizá de todo lo carnal que se opone a lo espiritual (cf. Isaías 4, 4; Mateo l6, 17; Juan 1, 13; I Corintios 15, 50; Gálatas 5, 17).

[4665] 17. Con estas palabras comienza siempre el Oficio divino, como para mostrarnos que sin el Espíritu Santo no podemos dar al Padre ninguna alabanza que le sea grata (cf. Romanos 8, 26; I Corintios 12, 3; Santiago 4, 3; Isaías 6, 5 s., etc.).

[4666] 18. La Vulgata dice: Si quisieras sacrificios en verdad te los ofrecería. El original es, como vemos, más terminante. Aquí aprendemos cuál es el sacrificio que a Él le agrada. Cf. Salmos 39, 7; 49, 8-13 y notas; 33, 19; Proverbios 15, 8; Isaías 1, 11; Oseas 6, 6; Daniel 3, 39 s., etc., y notas.

[4667] 19. Las palabras entre corchetes se consideran como glosa.

[4668] 20 s. Por tu misericordia, o sea, aunque no lo merezcamos. Véase Jeremías 30, 13 y nota; Lucas 2, 14. Reconstruye: Es decir: hazlo Tú mismo. Coincidiendo con la observación precedente, el hebreo es aquí más terminante que la Vulgata, la cual dice: para que sean edificados. Versículos discutidos. Algunos, y no pocos intérpretes, los consideran como añadidos durante el cautiverio babilónico, cuando los desterrados veían en este Salmo la expresión de su dolor. La Comisión Bíblica considera como posible esta interpretación (mayo 1° de 1910). Otros, como Fillion, no la comparten. La Biblia de Gramática correlaciona este pasaje con Salmos 68, 36; 121, 6; 146, 2; Malaquías 3, 3 s. Puede verse también Isaías 66, 21; Jeremías 23, 15-33; Ezequiel 40, 39; 43, 7, 16; Oseas 3, 4 s.; Salmo 65, 15. En este final, como en el Salmo 101 y otros, se extiende proféticamente a toda la casa de Jacob, con referencia a la restauración de Jerusalén, el pedido que se empezó formulando individualmente en favor de David (cf. Salmo 101, 14 ss. y notas). Las palabras entre corchetes del versículo 21 se consideran glosas explicativas que algún copista dejó incorporadas al texto. El versículo 21 es usado en el Misal romano como antífona de la Comunión del domingo X después de Pentecostés.

[4669] 1 ss. Perseguido por Saúl, David se había refugiado en Nobe, donde estaba el Tabernáculo y donde el Sumo Sacerdote Aquimelec lo acogió y proveyó de pan y armas. Denunció este hecho a Saúl el idumeo Doeg, quien fue entonces encargado por aquel de dar muerte a Aquimelec y a otros ochenta sacerdotes, lo que realizó del modo más repugnante contra aquel modelo de pastor (I Reyes 22, 6 ss.). David, enterado por Abiatar del infame suceso, habría dirigido aquí su indignado apóstrofe y su confianza en Dios vengador. Algunos exégetas sostienen que el título (versículo 2) se trasladó erróneamente de otro Salmo y que aquí se trata de la traición de un levita. Ubach opina que el Salmo “es obra de un sacerdote o levita del Templo de Jerusalén, perseguido y calumniado por un enemigo prepotente y miembro probablemente de su misma clase”. Sobre el epígrafe Maskil (Vulgata: Salmo de Inteligencia), véase Salmo 31, 1 y nota.

[4670] 3 ss. Texto incompleto. Otras versiones dicen irónicamente con el versículo 3 b: oh héroe de ignominia, y suprimen como texto dudoso la subsiguiente referencia a Dios, que nos parece la más adecuada al contexto (versículo 7 ss.; Salmo 52, 2). Cf. Crampón. La pintura que sigue es de la mayor elocuencia y tonifica nuestra fe al mostrarnos que solo en el invisible pero indefectible brazo de nuestro Padre celestial está la eficaz protección del justo contra el poderoso cuya causa parece triunfar en este mundo. Cf. los Salmos 36, 48, 72, etc.

[4671] 9. ¡He aquí el hombre! Puede ser el retrato de muchos mundanos. Compárese con la misma expresión aplicada por Pilato a Jesús doliente: ¡Ecce Homo! (Juan 19, 5).

[4672] 10. El olivo es símbolo de la felicidad. El salmista opone a la prosperidad, efímera del traidor las bendiciones de que goza el hombre fiel que confía en la bondad del Padre (Salmo 32, 22 y nota). En ambos tipos podría verse aquí el contraste entre el espíritu de Saúl y el de David.

[4673] 11. Porque obraste: Una vez más el salmista nos muestra que su oración ha sido escuchada. La mano poderosa de Yahvé, que nos parece mirarlo y tolerarlo todo pasivamente, ha obrado como Él solo sabe (cf. Lucas 1, 51 ss.), mientras el creyente buscaba su fuerza en la confiada quietud. Cf. Salmo 36, 5 s.; Eclesiástico 2, 2; Isaías 30, 15. Porque es bueno: Tal es el mejor elogio y la alabanza que más le agrada (cf. Salmos 53, 8; 135, 1 ss.). ¡Qué sería de nosotros, propiedad suya y nacidos sin nuestra intervención ni voluntad, si, en lugar de ese Dios bueno que así se nos revela en sus propias palabras, hubiéramos descubierto que Él, omnipotente y soberano, era un espíritu maléfico semejante a Moloc y Baal y que nos había creado para gozarse en nuestro mal! Dios trata bien a sus amigos. En cambio el mundo los trata mal, pero el Señor los libra de toda tribulación (Salmo 33, 20).

[4674] 1 ss. Con pocas diferencias, este Salmo es el mismo que el Salmo 13. Véase las notas de aquel. Es oscura la significación de Mahalat, palabra que no se encuentra en ese Salmo paralelo y que los exégetas modernos explican como indicación de una melodía triste. En efecto, tratándose en aquel “de una terrible amenaza contra los sacerdotes, proferida en estilo profético” (Ubach), parecería que la obra de la divina venganza allí anunciada se viese aquí como cumplida (cf. versículo 6 con Salmo 13, 5). En su corazón: Pero no en sus palabras, pues según el contexto se ve que dicen lo contrario (II Timoteo 3, 5). Estos insensatos recuerdan a los infatuados de Salmo 118, 5 ss.

[4675] 5. Como comen pan, etc.: Así el nuevo Salterio Romano. Ubach prefiere: comen el pan de Yahvé; su Nombre no invocan, y anota: “El pan de Yahvé es según Levítico 21, 6, 8, 17; Números 28, 2, el sacrificio a Él ofrecido; y los que de este pan se alimentan son los sacerdotes (cf. Levítico 21, 22; Oseas4, 8, etc.).” Cf. Salmo 13, 4 y nota.

[4676] 6. Cf. versículo 1 y nota. ¡Tiemblan de miedo! Un estudio bíblico sobre este punto ha publicado el Apostolado Litúrgico del Uruguay con el título de El Imperio del Miedo, mostrando este sentimiento como propio de la tiniebla humana por haberse apartado de Dios que es la luz. Los que te esquilmaban: Se dirige a Israel. La Vulgata dice: Dios dispersó los huesos de los que agradan a los hombres. Cf. I Juan 2, 15. Están desconcertados: Asombro de la falsa conciencia que ha vivido rutinariamente engañándose a sí misma. Es el gran desencanto que Jesús anuncia en Lucas 13, 27 y San Pablo en I Corintios 3, 15; II Tesalonicenses 2, 11 s.

[4677] 7. Cf. Salmo 13, 7 y nota. Cuando cambie, etc.: Ubach traduce literalmente la expresión hebrea: “en restableciendo Yahvé el restablecimiento de su pueblo”, y anota: “Algunos traducen: ‘la cautividad de su pueblo’ e interpretan toda la estrofa como un suspiro del salmista por el retorno a Jerusalén del pueblo cautivo en Babilonia. Pensamos que este sentir no tiene aplicación en el presente Salmo.” Cf. Isaías 59, 20, citado por San Pablo en Romanos 11, 26.

[4678] 1. Maskil: Véase Salmo 31, 1 y nota.

[4679] 2. El título indica que David compuso este Salmo cuando moraba fugitivo entre los cifeos, y estos, para congraciarse con Saúl, lo traicionaron. Pone el santo rey, como siempre, toda su confianza en Dios, y sabemos que, como siempre, Su providencia vino en su auxilio y le salvó milagrosamente por una irrupción de los filisteos, que obligaron a Saúl a retirarse (I Reyes 23, 19 s.),

[4680] 5. Soberbios: Así el nuevo Salterio Romano (cf. Salmo 85, 14) y Bover-Cantera, siguiendo algunos textos que dicen: “sedim”. El texto masorético dice extranjeros (“zarim”), pero se ha preferido la otra lección porque los cifeos no eran extranjeros con respecto a David. Debe sin embargo dejarse a salvo la posibilidad de que el salmista tuviese algún motivo para llamarlos así, tanto más cuanto que así también dicen los LXX y la Vulgata, y la expresión es frecuente en los Salmos (cf. Salmo 143, 7 y nota). Crampón, Callan, Nácar-Colunga, etc., mantienen la versión extraños.

[4681] 6. ¿No es cierto que todo hombre vive buscando en qué poner su fe y su confianza? Esa dicha de encontrarlo es lo que aquí nos comunica el santo Rey. Cf. Salmo 16, 6.

[4682] 8. Sacrificios voluntarios: No prescritos por la Ley, y sin esperar recompensa. “Si a Dios le alabas para que te obsequie, ya no le alabas con voluntad alegre y generosa; ya no amas a Dios desinteresadamente” (San Agustín). Alabar el Nombre de Dios porque es bueno es la alabanza que Dios prefiere (Salmo 51, 11 y nota). Vemos aquí como un anticipo del Nuevo Testamento, en que Jesús nos reveló que el nombre de Dios es “Padre”, y San Juan nos enseñó que Dios es amor (I Juan 4, 16). La justicia nos atraería el castigo; su sabiduría le hace ver nuestra nada; su santidad le baria aborrecer al pecador. Solo la misericordia da la razón última de su amor (Mons. Guerry).

[4683] 1. Sobre el epígrafe véase Salmos 31, 1; 53, 1 y notas.

[4684] 3. Trascienden a través de estas estrofas las ansiedades que David experimentó en los días más tristes de su vida, cuando los enemigos, entre ellos probablemente también su hijo Absalón (versículo 14), sembraban desolación y ruina en las calles de Jerusalén. En sentido típico este Salmo de tan dolorosas experiencias se aplica a Jesucristo vendido por Judas (versículo 14 y nota). Las palabras entre corchetes son un agregado que alarga el estiquio y no añade, antes bien quita fuerza a la expresión.

[4685] 4. Alusión a los gritos del pueblo rebelde e instigado por agitadores, que pide la muerte del rey. Pintura anticipada de aquella escena ante el tribunal de Pilato, donde los soldados romanos lo llenan de golpes e injurias mientras el pueblo judío, que antes lo seguía y lo aclamaba como rey, movido por la Sinagoga, grita a voces: “¡Crucifícale!” (Mateo 27, 23).

[4686] 7 ss. Véase Jeremías 9, 2 s. Ansia de soledad y silencio, lejos de los horrores de la ciudad (cf. Eclesiástico 7, 16 y nota); envidiable vocación que nos brinda la mejor parte, la de María, la que nadie nos disputará, porque el mundo prefiere la ciudad, inventada por Caín (Génesis 4, 17). En el retiro nos habla Dios al corazón (Cantar de los Cantares 1, 8; 8, 5; Oseas 2, 14) y su palabra nos da el Espíritu “que siempre está pronto” (Mateo 26, 41; II Timoteo 3, 16 s.) y que produce fruto infaliblemente (Salmo 1, 1-3). He aquí la escondida senda de los sabios. Cf. Eclesiástico 39, 1-3.

[4687] 10. Piérdelos: Literalmente: trágalos, aludiendo quizás al castigo de Coré y los levitas (cf. versículo 16). Divide sus lenguas: Evidente alusión a Babel (Génesis 11, 7-9).

[4688] 11. Extraña ronda de protección, imagen de la turbulencia y anarquía que reina en la ciudad y que puede aplicarse a tantas situaciones de la historia. El rey parece perdido. Solo Dios puede sacarlo de la ruina inminente.

[4689] 14. Se trata sin duda de Aquitófel “consejero y compañero de mesa del rey” (II Reyes 15, 6 ss.). Este traidor, cuya felonía es tanto más dolorosa para el amigo cuanto mayor era la intimidad, es figura de Judas (cf. Salmo 40, 10 y nota).

[4690] 16. Vivos aún desciendan al sepulcro: Como en el caso de Coré, Datán y Abirón, a quienes tragó la tierra (Números cap. 21). Y en ellos mismos, o, en medio de ellos: Probablemente fue añadido como glosa.

[4691] 18. Alude a los tres tiempos en que solían rezarse las oraciones cotidianas en el Templo y en la casa del rey. Estos lamentos y gemidos, muy frecuentes en el pueblo escogido y en los amigos de Dios, muestran que no es malo quejarse como un hijo débil. Al Padre celestial le agrada consolarnos. Véase Job capítulo 6. El estoicismo no es espíritu cristiano, porque se funda en la soberbia que confía en sí misma.

[4692] 22. Esta elocuencia que abunda en los Salmos para pintar al vivo la humana iniquidad, suele parecer excesiva y pesimista al que no está familiarizado con la Escritura y penetrado de nuestra innata decadencia a causa del pecado. Muy a menudo la olvidamos o llegamos a creer que Cristo la borró automáticamente con su muerte. Grave error que falsea no pocas veces nuestra vida espiritual. Jesús, el Maestro manso y humilde de corazón, fue más crudo que nadie para dejar bien sentada la triste verdad de que por naturaleza estamos inclinados al mal (cf. Juan 2, 24 y nota). Su bondad infinita y su misericordia, hija de un verdadero amor, no fueron para elogiarnos como buenos sino a la inversa para perdonarnos si confesamos nuestra miseria (I Juan 1, 8 s.), pues vino a buscar a los pecadores (cf. Lucas 5, 32 y nota). Véase también en Eclesiástico 12, 10; 19, 24; 26, 12; 27, 14, etc., varios datos preciosos para conocer en el trato diario la doblez de los hombres, precisamente cuando se muestran tan amables.

[4693] 23 s. No se cansa Dios de repetirnos la invitación a que confiemos en Él (cf. I Pedro 5, 7) y la promesa de que Él obrará maravillas a cambio de esa confianza (cf. Salmos 32, 22; 36, 5 y el caso del rey Asá en II Paralipómenos 16, 12 s). Jesús lleva esa promesa al máximo imaginable (Mateo 6, 30 ss.), pero allí mismo nos llama “de poca fe”, porque ve muy bien que nos falta la confianza absoluta. A través de toda la Biblia nos enseña Dios que el progreso en la vida espiritual no responde a tal o cual fórmula de ascética más o menos técnica, sino simplemente a creer más. Y esa fe, que también es don del Padre, crece en la medida en que crecemos en el conocimiento de sus palabras, pues eso es precisamente la fe: el crédito y asentimiento prestado a la palabra de Dios que revela. Se refiere de un santo que en sus últimos años le decía a Dios: “Padre, estoy empezando a creer que es verdad lo que Tú me dices en la Escritura: que me quieres como a hijo y me prometes lo mismo que a tu Hijo Jesús.” Y como un compañero se extrañase de que recién empezara a creer, le contestó el santo: “Si yo supiera creer en eso de veras, aunque solo fuese tanto como solemos creer en las promesas de otro hombre, ya me habría muerto de felicidad. ¿Quieres más prueba de que nuestra fe no es ni siquiera como el grano de mostaza? (Mateo 17, 20). Y sin embargo ese es el único pecado de que no nos acusamos nunca ante Dios, porque no creemos cometerlo, y aun somos capaces de decir: ‘yo tengo mucha fe’.” Y agregaba: “Lo que más nos halaga a todos es que nos quieran, y sobre todo las personas importantes o los príncipes. Viene Jesús y nos dice que su Padre nos ama tanto como a Él y que Él nos ama como lo ama a Él su Padre. Y nosotros leemos esto y seguimos tan indiferentes. ¿Por qué, sino porque no lo creemos? ¿Te sorprende ahora que yo esté recién empezando a creer?”

[4694] 1. El epígrafe indica probablemente el poético nombre de una canción que se traduce también: “Paloma de los lejanos terebintos” (Jonat élem rehoquim), y haría pensar en las nostalgias espirituales del Cantar. Contiene este Salmo la súplica —pronto seguida por la ardiente gratitud— de David, cuando los filisteos de Gat lo prendieron (I Reyes 21, 10-15). El rey se hallaba escondido en el país de los filisteos, donde su único consuelo era su arpa, en cuyas cuerdas traducía las angustias de su alma afligida. Como observa Calès, nada hay que contradiga el título que atribuye el Salmo a David como tantos otros de esta colección elohística, aun algunos de los atribuidos a los coreítas (cf. Salmos 41, 1; 44, 1 y nota). Sobre Miktam véase Salmo 15, 1 y nota. Los Santos Padres reconocen en este Salmo los sentimientos de Cristo en el tiempo de su Pasión.

[4695] 4. Texto inseguro. Algunos traducen a la inversa: pero lejos de mí el temor (Rembold). Otros suprimen la parte corrompida del texto y dejan simplemente, como Ubach: “Cuando temo, en Vos confío”. Esta confesión de miedo, propia de un niño (cf. Salmo 54, 18 y nota), es sumamente agradable al Padre celestial y constituye una característica de la sublime espiritualidad de David en su trato con Dios, lo que no le impidió por cierto ser un héroe invicto en las batallas, porque la mano de su Dios lo sostenía precisamente a causa de esa humildad infantil (Mateo 18, 3 s.). Lo mismo ocurrió a Jacob (Génesis 32, 7) en vísperas de luchar con un ángel y vencerlo (ibíd. 22 ss.), y a Elías que, después de huir de miedo al rey Acab (III Reyes 19, 3), le hace frente con gran valor en cuanto Dios lo conforta (III Reyes 21, 17 ss.).

[4696] 5. Se repite en el versículo 11 como estribillo. Me gloriaré, esto es: aun celebraré el cumplimiento de las promesas de Dios (como en Salmos 41, 6 y 12 y 42, 5). Con gran confianza puesta en Dios, el santo rey prorrumpe dos veces en alabanzas anticipadas, como Jesús en Juan 11, 41 s. Tal confianza es una de las más preciosas lecciones que hemos de aprender en los Salmos.

[4697] 7. Espiando para ver si hallan de qué acusarme: es la actitud de los fariseos con Jesús (Mateo 22, 15; Lucas 11, 54; 20, 20; Marcos 12, 13) y la actitud del mundo con los amigos de Dios (Eclesiástico 27, 26; Jeremías 18, 22). Véase la advertencia que el Señor nos hace en Juan 15, 20. Cf. Salmo 16, 11.

[4698] 8. Texto incierto. Abate los pueblos: así la mayoría. Otros vierten simplemente: abátelos.

[4699] 9. ¿No parece una audacia de David el creer que el Señor Dios se toma semejante trabajo? Pues tal es la fe que agrada a Dios y Jesús nos enseña más aún: que los cabellos de nuestra cabeza están todos contados por su Padre (Lucas 12, 7; 21, 18). En Cantar de los Cantares 2, 7 vemos que el Amado está siempre vuelto hacia nuestra alma, como no pudiendo pensar más que en ella. “En tu libro”: Así se nos enseña en Salmo 138, 16, que es un himno a la omnisciencia del Padre celestial.

[4700] 10. Así también Calès. Otros vierten, entonces retrocederán mis enemigos el día que yo te invocare: en esto conozco, etc. (cf. Salmo 40, 12). Preferimos aquí la versión que coincide con la Vulgata y que augura ya la consoladora experiencia interior de que habla el Apóstol en Romanos 8, 16. San Agustín, comentando el texto de la Vulgata, llama gran ciencia a este saber que Dios es tuyo, tuyo siempre que no estás lejos de Él, o sea que no le huyes tú porque quieres. ¡La amistad no se interrumpe nunca por causa de Él! (cf. Juan 6, 37). De esta certeza de tener a Dios consigo viene, claro está, la seguridad de que los enemigos retrocederán. Es lo que dice San Pablo: “Si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 31).

[4701] 13. Sobre sacrificios de alabanza, véase Salmo 49, 23 y nota.

[4702] 14. Tú has librado... mis pies de la caída: Mucho nos importa recordar esto, pues nadie puede librarse de pecar sino por la gracia divina. Cf. Salmo 50, 7 y nota; Romanos 14, 4; 16, 25; Santiago 1, 21; Judas 24.

[4703] 1. No destruyas, indica probablemente el título de la melodía. Sobre Miktam cf. Salmo 15, 1 y nota. Aquí parece significar himno recordatorio. Según la Vulgata: “para inscribirse en una columna”. Salmo parecido al anterior en fondo y forma, y no menos sublime en los sentimientos. La cueva que aquí se menciona puede ser la de Odollam (I Reyes 22, 1 ss.), o más bien la de Engaddí (I Reyes 24, 1 ss.). David que confía siempre, y cuya confianza nunca sale fallida, entona durante aquella noche (cf. versículo 9) esta suprema apelación de amparo, cuando su vida pendía de un hilo.

[4704] 2. A la sombra de tus alas... hasta que pase la calamidad: Hoy más que nunca hemos de refugiarnos junto al Corazón del Padre ante las calamidades que el mundo padece y la iniquidad y apostasía que se entroniza, recordando el dolor de Elías ante la prevaricación de su pueblo (III Reyes 19, 9 ss.). No olvidemos que fue el mismo Jesús quien nos descubrió su deseo de protegernos así, al amparo de sus alas, como la gallina a sus polluelos (Mateo 23, 37).

[4705] 3. Lo reconoce como a su bienhechor habitual. Tal es la verdadera base de nuestra a-mistad con Dios (Salmo 102, 2 ss.): pensar bien de Él, sin lo cual no podemos amarlo. Es la primera lección que nos da la Sabiduría (Sabiduría 1, 1). “La vida espiritual ha de estar fundada no en la falaz arena del amor que nosotros pretendemos tenerle a Dios sino en la roca del amor que Dios nos tiene.” Cf. I Juan 4, 10; Romanos 11, 35; 5, 8 s.; 8, 39 s.; Efesios 2, 4 y nota.

[4706] 4. Son las dos características con que siempre se nos muestra a Dios (cf. Salmos 39, 12; 88, 15 y nota, etc.), y a su Enviado Jesucristo: misericordia en sus promesas y fidelidad en cumplirlas. Cf. versículo 11; Números 23, 19.

[4707] 5. Sobre esta frecuente insistencia con que se nos presenta la maldad humana, véase Salmo 54, 22 y nota. Tanta es la fuerza de estas expresiones que San Agustín las aplica en sentido alegórico a los demonios, diciendo (según el texto de la Vulgata): para sacarnos de la boca de esos verdaderos leones (I Pedro 5, 8) que vomitan llamas de su boca; para eso vino Cristo a este mundo. Su lengua, cortante espada: Véase sobre lo que es la lengua el célebre capítulo 3 de Santiago.

[4708] 6. Es un estribillo (cf. versículo 12), y expresa admirablemente, junto con un suspiro mesiánico de David, lo que ha de ser a un tiempo nuestra pasión y nuestra esperanza: la gloria del Padre, que le viene toda por el Hijo (Mateo 3, 16), en el común Espíritu de amor, y que se ha de manifestar cuando su Enviado, Cristo, antes Víctima dolorosa, aparezca a los ojos de todos como el gran Triunfador. Cf. Mateo 26, 64; II Tesalonicenses 1, 10; Filipenses 3, 20 s.; Apocalipsis 1, 7, etc.

[4709] 7. Desde aquí vemos, como tantas otras veces, que la oración ha sido escuchada. El alma del rey David va a desbordar en esa gratitud tan propia de los Salmos, que estalla aquí en un lirismo incomparable, queriendo apresurar el amanecer (versículo 9) después de aquella noche terrible. Cf. II Pedro 1, 19; 3, 12.

[4710] 8. Los versículos 8-12 se encuentran también en el Salmo 107, 2-6, donde se ve su trascendencia mesiánica (cf. versículo 10).

[4711] 9. Salterio y cítara: literalmente “nébel y kinnor”, los instrumentos hebreos. Despertaré a la aurora, pero no en el sentido dé ‘me despertaré yo’, sino de ‘la despertaré a ella’. El salmista con su sublime entusiasmo no solo despierta a su instrumento, sino que se anticipa a la misma aurora para cantar al Señor.

[4712] 1 ss. Acerca del epígrafe véase Salmo 56, 1 y nota. En este Salmo impetuoso y sarcástico el poeta apostrofa, como en el Salmo 81, a los magistrados inicuos, y les anuncia, como dice Ubach, “la alegría que sentirá el justo el día en que se haga manifiesta, con su duro castigo, la existencia de un Dios que hace justicia en la tierra”.

[4713] 2. Que habláis justicia: Que la dictáis en vuestros fallos. Dioses (cf. Salmo 81, 1 y 6), es decir, jueces, gobernantes, “grandes dignatarios del estado teocrático de Israel, que eran como los representantes de Dios ante el pueblo”. La expresión hijos de los hombres, según consenso casi unánime, está en acusativo más bien que en vocativo.

[4714] 3. El versículo es fuertemente irónico. Venden al peso: Con la balanza que debiera servir para la justicia. Sobre la tierra: o en el país. Sobre la iniquidad de los jueces cf. Isaías 1, 23; 5, 23.

[4715] 4. Desde el seno materno: No solamente como todo hombre, que nace y es concebido en pecado (Salmo 50, 7), pues eso es para Dios un motivo más de hacerles misericordia (Génesis 8, 21; Sabiduría 12, 10 ss.), sino como quien siguió desde el principio un mal camino del cual es difícil apartarse, según enseñan los Libros sapienciales. Cf. Eclesiastés 1, 15. Véase también Eclesiástico 1, 16 y nota.

[4716] 5 s. La comparación con esa clase de áspides sordos voluntarios, “según lo refiere cándidamente San Agustín” (Calès), hace resaltar la astucia de los jueces parciales que falsean la justicia y no quieren escuchar la razón. Cf. Salmo 35, 4. Es el pecado que Jesús increpa mil veces a los fariseos. Cf. Juan 3, 19 ss.; 12, 37-50; 15, 22 ss.; Salmo 139, 4; Proverbios 21, 13; Eclesiástico 12, 13; Jeremías 8, 17.

[4717] 8. El segundo hemistiquio se traduce de muy diversas maneras: sean abatidas las flechas de su arco (Manresa), que no pueden lanzar más que dardos despuntados (Nácar-Colunga), si lanzan sus saetas sean como sin punta (Sánchez Ruiz), sean cortados como el heno que se pisotea (Rembold), etc.

[4718] 9. Era creencia popular que el caracol se derretía al arrastrarse, hasta consumirse en su baba.

[4719] 10. Es quizá un refrán popular que significa: antes que vuestra malicia tome grandes proporciones o que hayáis ejecutado vuestros planes, os destruya Dios como el viento arrebata y derrama los fuegos y ollas improvisados en el desierto.

[4720] 11 s. El justo se alegrará viendo la justicia divina sobre los jueces injustos, como una maravillosa novedad que por fin le muestra el orden divino establecido sobre la tierra. Es esta una idea muy frecuente en las profecías (cf. Salmo 9A, 17; 67, 24; 149, 6-9; Isaías 11, 3 ss.; Jeremías 23, 5, etc.), en contraste con el frecuente triunfo actual de la iniquidad que también nos muestra intensamente el salmista (Salmo 36, 48, 72, 93, etc.). Cf. Salmo 58, 1 y nota. El mal que pesa sobre el impío no alegra al justo como un mal, dice Santo Tomás, sino en cuanto es un triunfo de Dios. Cf. Salmo 108, 1 y nota. En la sangre: Apocalipsis 14, 20.

[4721] 1. Acerca del epígrafe, véase Salmo 56, 1 y nota. La situación histórica a que se refiere este título es la descrita en I Reyes 19. Saúl, que en su odio contra David había intentado coserlo a la pared con una lanza, mandó después soldados para asesinarlo en su propia casa, logrando David escaparse con el auxilio de su mujer Micol. Sin embargo vemos que el salmista hace hablar a todo Israel (cf. Salmo 101, 1 y nota), pidiendo venganza contra los gentiles (versículos 6, 9, 14), lo cual ha hecho que la crítica le negase la paternidad davídica, pudiéndose no obstante deducir que el Salmo, cuyo texto nos llega muy sufrido, hubiese sido adoptado por un escritor inspirado (Calès) para convertirlo en plegaria nacional que pide la liberación mesiánica (versículo 14. Cf. la oración de Eclesiástico 36). Hemos de ver siempre, en estos Salmos de tribulación y de súplica, los acentos anticipados de la Pasión. Pasión, dice San Agustín, la de un día y la de siempre: la Pasión de Cristo Señor nuestro, cabeza y cuerpo juntamente; su padecimiento de un día en su carne y su padecer incesante en su Cuerpo místico del cual es la cabeza inseparable.

[4722] 5. Este lenguaje muestra que el Salmo es mesiánico, pues nadie, ni el real Profeta, puede hablar así con Dios, no siendo Jesús (cf. 142, 2; Lucas 18, 19; I Juan 1, 8 ss., etc.). Algunos hacen comenzar este versículo en 4 c.

[4723] 7. La imagen está tomada del Oriente, donde durante la noche los perros salvajes y chacales andan rondando las ciudades, aullando y buscando alimento (repetido en el versículo 15).

[4724] 8. ¿Quién hay que nos oiga?: Así piensan los impíos. Cf. Salmo 13, 1; 35, 2.

[4725] 10. Así también Rembold (cf. versículo 18).

[4726] 11. La misericordia de mi Dios se me anticipará (cf. Calès, Vaccari, Ubach, etc.). Fundado en este texto y en Salmo 78, 8, dice el Concilio de Orange II, que “ningún miserable es librado de sus miserias, sino aquel a quien la misericordia de Dios se anticipa” (Denz. 187).

[4727] 12. Algunos vierten el segundo hemistiquio como la Vulgata: no los mates; no sea que mi pueblo olvide. Es idea frecuente en el Antiguo Testamento que los enemigos de Dios y de su pueblo han de servir de ejemplo para que todos reconozcan un día la justicia divina y la impotencia de los impíos (cf. Joel capítulo 3).

[4728] 14. Hasta que ya no existan: Esto confirma nuestra versión del versículo 12. Otros vierten con la Vulgata: en el día de la desolación”. Como se ve por los versículos 6, 9 y 12 es esta una profecía sobre la ruina de las naciones enemigas del pueblo de Dios. Cf. Salmo 57, 11 y nota; Salmos 9A, 20; 82, 19, etc. “Se verá de este modo que Yahvé reina en Israel y extiende su dominio hasta los confines del universo” (Calès).

[4729] 15. Vuelvan, etc.: Sería como un recuerdo del vuelven del versículo 7. Así también Rembold. Este anochecer, como la mañana del versículo 17, parece tener sentido escatológico. Cf. nota al versículo 14.

[4730] 18. Admirable oración al Padre celestial que todo hombre de fe puede hacer suya. Cf. Salmo 53, 8 y nota.

[4731] 1. Acerca del epígrafe véase Salmos 44, 1; 56, 1 y notas. Los versículos 8-14 de este Salmo se repiten exactamente al final del Salmo 107, cuya primera parte está formada del Salmo 56, 8-12, lo cual puede por tanto ayudar para el estudio del presente.

[4732] 2. En vano se ha buscado explicación satisfactoria a este versículo Se ha pensado, de acuerdo con el epígrafe, en los combates que se relatan en II Reyes 8, 3 ss., 10, 6 ss. y I Paralipómenos 18; pero en aquella ocasión murieron dieciocho mil (no doce mil).

[4733] 3. Vuelve a nosotros, o también: Restáuranos. Cf. Deuteronomio 30, 1 ss.

[4734] 4 ss. Descripción del desastre que Dios ha dejado caer sobre su pueblo. El terremoto es imagen de la devastación.

[4735] 5. Vino de vértigo. Cf. Isaías 51, 22; Jeremías 25, 15.

[4736] 7. No obstante la calamidad que sufre, Israel no duda del amor de predilección que Dios le tiene, como se lo demuestra toda su historia. Cf. Salmos 104-106; Romanos 11, 28 ss.

[4737] 8. En su santidad: Es decir, como un juramento. Otros: en su santuario (cf. Salmo 150, 1). Triunfaré: Desde este Salmo, dice Dom Puniet, hasta el 71, se anuncian las conquistas del Señor, simbolizadas por las del rey de Israel. Siquem (Génesis 12, 6) y Sucot, ciudad de Transjordania (Génesis 33, 17), representan respectivamente las regiones occidental y oriental del río Jordán.

[4738] 9. Galaad: Región situada en la orilla oriental del Jordán. Manasés: Una de las doce tribus israelitas, que tenía ciudades en Cisjordania y Transjordania. Efraím: La tribu más poderosa de las diez del norte de Palestina. Judá mi cetro (cf. Génesis 49, 10): David, rey y salmista a un tiempo, hablando de parte de Dios, en sentido mesiánico, quiere expresar que toda la Palestina, el país de los hijos de Jacob, será su territorio, su tierra santa. “Dios, dice Ubach, habla en la persona de un guerrero victorioso.”

[4739] 10. Moab: País situado al este del mar Muerto. Edom o Idumea: País lindante con Palestina en la parte S. E. Los filisteos habitaban la costa del Mediterráneo entre Jafa y Gaza. Estos países paganos u hostiles serán humillados. Echaré mi calzado: Como acto de posesión (cf. Rut 4, 7). Sobre Edom y su destino, que tal vez es el más terrible de todos, como hijo de Esaú y hermano infiel del pueblo santo, véase la profecía de Abdías, totalmente destinada a Edom. Cf. Habacuc 3, 3 y 6 y nota, etc.

[4740] 11. Vuelve aquí a hablar David para reconocer que solo el poder de Dios puede hacer esas conquistas. La ciudad fortificada: Algunos piensan que podría ser Petra o Sela (que significa piedra), ciudad de los idumeos (IV Reyes 14, 7; Isaías 16, 1). Según exponen Calès y otros, se trata probablemente de Bosra, “la ciudad inaccesible”, el corazón de Edom, lo cual coincidiría con otros lugares de la Escritura relativos a la venganza sobre aquella ciudad. Cf. Salmo 75, 11 y nota; 107, 11; Isaías 63, 1 ss.

[4741] 13 s. San Agustín, aplicando en sentido espiritual estas palabras guerreras, dice: “También el alma, cuando se recoge en el santuario de su interior, donde Dios la espera y la ama, hace proezas inenarrables, triunfando de las potestades adversas, inmensas en número y poder.” Cf. Filipenses 4, 13.

[4742] 1. Véase II Reyes 17, 22 ss. David se hallaba fuera de su país huyendo de Absalón. Los que tienden a dudar del epígrafe suponen aquí una plegaria de los cautivos de Babilonia, pero se encuentran con las dificultades de los versículos 6 y siguientes Otros, para evitarlas, conjeturan que sería escrito por un levita expatriado en tiempo de la monarquía, viendo no obstante en el versículo 8 un eco de la promesa davídica de II Reyes 7, 14. Espiritualmente se suele aplicar las palabras de este Salmo a nuestra vida de peregrinación en este mundo.

[4743] 3. De la tierra: De la tierra santa. Como observa Fillion, David se encontraba del otro lado del Jordán, en Mahanaim, provincia de Galaad (II Reyes 17, 24; cf. Génesis 32, 2; Jeremías 13, 26; Cantar de los Cantares 7, 1, texto hebreo); y aunque no era eso la extremidad del país “el corazón no se cuida de exactitud rigurosa en las medidas, pues la distancia le parece inconmensurable”. Bover-Cantera piensa en un país muy remoto; Prado en Transjordania. La roca: La colina rocosa de Jerusalén. El Texto Masorético añade: Inaccesible para mí, lo cual se explica de suyo, tanto en sentido histórico cuanto en el profético. Espiritualmente vemos aquí la confesión de nuestra impotencia, contra la cual no podemos luchar sin la gracia. Y a pesar de esto, Dios nos ofrece la roca, ¡la santidad por los méritos de su Hijo! Cf. I Tesalonicenses 4, 3 y 7 s.; Romanos 5, 5. Cf. Génesis 19, 16 y nota.

[4744] 4. Texto usado frecuentemente en preces litúrgicas. Cf. Salmo 70, 3; Proverbios 18, 10; Joel 3, 16.

[4745] 6. La herencia: Otros leen aquí: el deseo, como en Salmo 20, 3. Es la segunda parte del Salmo, donde la oración ya ha sido escuchada. “Evidentemente David tiene aquí en vista el trono del cual había sido despojado y sobre el cual contaba con que Dios había de restablecerlo” (Fillion).

[4746] 7 s. “Esta mención del rey en tercera persona no dificulta la atribución de este Salmo a David, como no lo hace la expresión «tu siervo», también en tercera persona, con que el poeta se designa a sí mismo en otros Salmos” (Desnoyers). Por lo demás, “como lo han admitido sucesivamente los intérpretes judíos y cristianos, el lenguaje de David va mucho más allá de él, y conviene sobre todo al «Rey Mesías» (expresiones del Targum) pues solo en Él la realeza de David debía durar eternamente. Cf. II Reyes 7, 12-16; Lucas 1, 32-33” (Fillion). “En el sentido típico, muy por lo menos —añade Calès— hay razón para creer que el Mesías está expresado a través del rey teocrático. Más aún, es muy posible que el autor sagrado haya tenido conciencia de expresarlo en eminente sentido literal. He aquí en todo caso, cómo el Targum interpreta los versículos 7 y 8: “Tú añadirás días a los días del Rey Mesías. Sus años serán como las generaciones de este mundo y las del mundo que vendrá. Él reinará para siempre delante de Yahvé. La bondad y la verdad del Señor del mundo lo guardarán”.

[4747] 9. Lleno de gratitud, el salmista alabará a Dios siempre y le ofrecerá continuas acciones de gracias. Cf. Ezequiel 37, 24 s.

[4748] 1. Sobre Iditún: Véase Salmo 38, 1 y nota.

[4749] 2 s. Esto es: no te apoyes ni busques consuelo, amor ni bondad fuera de Él, porque no lo hallarás. De aquí tomó quizá San Agustín su célebre oración: “Nos hiciste para Ti, y nuestra alma está inquieta hasta que descanse en Ti.” Oh alma mía: Así también Ubach, que señala el parecido de este Salmo con el Salmo 4, compuestos tal vez ambos en la rebelión de Absalón (II Reyes 15-18) o en la del malvado Sebá (II Reyes 20, 1 ss.). Otros vierten alma en nominativo. Este pasaje se repite como estribillo en 6 s.

[4750] 4. El grito de angustia, hondamente patético, recuerda aquel período en que Absalón pretendía destronar a su padre. La comparación con la pared ruinosa evidencia que ningún firme apoyo humano tenía el rey. Pero él pone toda su esperanza en Dios solo y no duda un instante (versículo 7).

[4751] 5. Su lugar (así en el Texto Masorético, siguiendo el contexto): Lo que más aprecia David es su indubitable carácter de ungido de Dios (Salmo 88, 21), que le desconocían a él como habían de hacerlo con Cristo (Juan 10, 33; 19, 21). Bendicen, etc.: Sobre esta doblez véase Salmo 56, 5 y nota. Este desacuerdo entre los labios y el corazón lo señala Jesús especialmente con respecto a la oración (Mateo 15, 8), citando palabras de Isaías 29, 13.

[4752] 6 ss. San Pablo insiste sobre la infalibilidad de esta confianza (Romanos 8, 31; cf. Salmo 26, 3), que es ciertamente la más envidiable de las riquezas para ser feliz. Santiago acentúa la necesidad de que se funde en Dios exclusivamente (Santiago 1, 6-8).

[4753] 9. Derramad vuestros corazones (cf. Salmo 36, 5): Esto es, vaciadlos de sus inquietudes y secretos más íntimos, desnudad vuestras ocultas vergüenzas ante este único confidente. No necesitáis detallar ni vuestras necesidades ni vuestras bajezas, pues Él ya las conoce y las mira con infinita delicadeza. Basta con pensarlas delante de Él, es decir, teniendo conciencia de que se las estamos confesando voluntariamente sin querer aparecer a sus ojos mejor de lo que somos (cf. I Juan 1, 8 ss.; Lucas 5, 32). Solo Él puede curarlas porque es Dios; y quiere hacerlo porque nos ama con ternura de Padre. David es en esta materia un modelo estupendo, y por eso en los Salmos hallamos los tesoros más preciosos para la oración. Cf. Salmo 50 y notas.

[4754] 10. Los poderosos: Calès traduce las gentes de condición, es decir, los que el mundo estima coma personas importantes. Recordemos la formidable revelación de Lucas 16, 15. Los fariseos enemigos de Jesús eran los más honorables de su tiempo. Véase lo que Él les dice en Mateo 21, 31 s.

[4755] 11. Preciosa norma: No es malo el tener bienes —que Dios nos da en depósito— sino el amarlos “como propios” (cf. Juan 10, 12), porque entonces se hacen rivales de Dios y Él es muy celoso de nuestro corazón. Cf. Deuteronomio 4, 24; Eclesiástico 31, 8; I Timoteo 6, 7-19; Santiago 5, 1 ss.; 4, 4 s., etc. Vemos aquí, que, contra lo que suele pensarse, es más difícil ser fiel en la prosperidad que en el dolor. “Santa Bárbara cuando truena”, dice el refrán español, porque en la necesidad solemos humillarnos y pedir remedio. En cambio, como enseña Jesús, es más fácil al camello pasar por la aguja que a un rico tomar el camino del Reino (Lucas 18, 24 s.). Por la misma razón, es imposible que la semilla llegue hasta dar fruto entre los abrojos (Mateo 13, 22). Es decir que la atención prestada a las riquezas nos distraerá de atender a las Palabras que Dios nos dice, y estas se nos borrarán como la imagen del espejo de que habla Santiago (1, 23 s.).

[4756] 12. Una... y otra, etc.: Forma de expresión hebrea (cf. Proverbios 30, 15 ss.; Amós, 1, 6 ss.). El nuevo Salterio Romano vierte: Una cosa habló Dios: estas dos escuché; Nácar-Colunga: Una vez habló Dios, y estas dos cosas le oí yo. Las dos cosas son: Dios es poderoso, por lo cual puede salvarnos; y es a la vez misericordioso, por lo cual quiere socorrernos. ¿Qué sería de nosotros si solo fuera lo primero sin lo secundo? ¿Si hiciera justicia con nosotros? (cf. Salmos 129, 3; 142, 2). Lo dicho aquí del Señor concuerda con Juan 1, 17.

[4757] 13. Según sus obras: Él mismo nos da también las obras mediante su gracia, porque sin Él nada podemos hacer (Juan 15, 5; I Corintios 4, 7; 15, 10; II Corintios 3, 5; Filipenses 2, 13; I Paralipómenos 29, 14, etc.), y mediante su providencia (Efesios 2, 8), de manera que cuanto hacemos de bueno es también obra suya, por lo cual todo el mérito y la alabanza han de ser para el Padre, de quien procede el Hijo que nos redimió y el Espíritu que nos santifica. Dice a este respecto Santo Tomás: “En Dios toda obra de justicia presupone una obra de misericordia o de pura bondad, y se funda en ella. En efecto, si Dios llega a deber algo a su creatura, es en virtud de un don que Él mismo le ha hecho antes, y así cuando debe recompensar nuestros méritos, es porque nos ha dado la gracia para merecer y aun antes nos creó por pura bondad. De esta manera la misericordia divina es como la raíz o principio de todas las obras de Dios, las penetra con su virtud y las domina. Por esta razón sobrepuja a la justicia, la cual viene únicamente en segundo término.” Es de notar también que el Papa Pío V condenó la doctrina de que las almas no reciben mayor premio que el que merecen en justicia (Denz. 1.014). Cf. Salmo 62, 12 y nota.

[4758] 1. Judá: Así también los LXX. La Vulgata dice: Idumea. El fondo histórico es, según todas las probabilidades, aquel triste periodo en que el rey estaba vagando por los desiertos de Judá, en los primeros días de la sublevación de su hijo Absalón (II Reyes 15, 23 ss.).

[4759] 2. El sentido es: como mi cuerpo desfallece en esta tierra sin agua, así mi alma tiene necesidad de Ti. Figura frecuente y muy expresiva en Palestina, donde la falta de agua convierte en desierto tierras de suyo fertilísimas. Cf. Salmos 41, 2; 125, 4; 142, 6. De ahí que Jesús se ofrezca como el agua viva que necesitan las almas sedientas (cf. Juan 4, 10-14; 7, 37 s.; Apocalipsis 7, 17; 22, 1 y 17; Amós 8, 11 ss. y nota).

[4760] 3. El santo rey, olvidando todas las fatigas, vuelve su vista hacia Sión y nada desea más que volver al Señor y a su santuario (cf. Salmo 26, 4). El apóstol San Pablo enseña a colmar esa ansia en todo momento, haciendo que Cristo habite en nuestros corazones por la fe. Véase esta admirable revelación en Efesios 3, 8-19 (Epístola de la Misa del Sagrado Corazón).

[4761] 4 s. Lo que nos mueve a alabar a Dios y a predicarlo con ansias de apostolado, no es tanto su poder y los demás atributos que pueda suponer en Él la filosofía, cuanto la misericordia con que nos ama su corazón paternal. Cf. Salmo 53, 8 y nota. David no solo prefiere esa misericordia a la vida, a los atractivos de la vida presente (y era un poderoso rey quien así hablaba), sino que, como vimos en el versículo 2, no quiere vivir de propia suficiencia, sino de la gracia. Véase Isaías 55, 1 ss., donde se recuerdan esas misericordias que como enseña San Pedro, siguiendo al mismo David, no se aprecian sino por experiencia (I Pedro 2, 3; Salmo 33, 9).

[4762] 5. Levantaré mis manos (cf. Salmo 27, 2): He aquí una hermosa actitud que parece debiera conservarse en la oración, pues es notable que, no obstante el carácter de la predicación apostólica, apartada de toda tendencia ritualista, como correspondía al Mensaje de Jesús “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23), San Pablo lo indica así a los hombres en I Timoteo 2, 8. Cf. Salmos 27, 2; 118, 48; 133, 2; 140, 2; Lamentaciones 2, 19; 3, 41.

[4763] 6. Médula y gordura: Es la gracia divina que, dilatando el corazón, inspira la alabanza (Salmo 118, 32 y nota). “No te alabarían, Señor, mis labios si no me previniese tu gracia. Don tuyo es, gracia tuya es el que yo pueda y acierte a alabarte” (San Agustín).

[4764] 7 s. En mi lecho: Aprovechemos esta lección de David para llenar de dulzura nuestros insomnios, fijando suavemente el pensamiento en recordar, como nos lo enseña también el Salmo 76, 12 ss., los indecibles bienes recibidos del Padre celestial (Salmo 102, 2 ss.), y sobre todo el don supremo: su propio Hijo (Juan 3, 16); y el don del Hijo: su propia vida temporal (Juan 10, 18) y su misma vida divina y gloriosa (Juan 6, 57; 17, 22); y el don del Espíritu como luz y fuerza (Lucas 11, 13; Juan 14, 26; 16, 23); como santidad gratuita (I Tesalonicenses 4, 8 y nota); como sello de semejanza con Dios y “arras de nuestra esperanza” (II Corintios 1, 22 s.; Efesios 1, 13) y en las promesas dichosísimas que nos han sido hechas. Cf. Filipenses 3, 20 s., etc. El que se acostumbra a meditar (Lucas 2, 19) las palabras de Dios que contienen tales dones, tales bondades y tales promesas, centuplica su fe y entonces descubre que el amor a la Palabra de Dios es una cosa inmensa. Véase Salmos 29, 6; 70, 1; 76, 5; 118, 55.

[4765] 9. Tu diestra me sustenta: Esto es, de un modo permanente como la vid a los sarmientos (Juan 15, 1 ss.). Sin ella, no solo caería en el pecado sino que mi ser volvería a la nada, pues en Él tenemos la vida, el movimiento y el ser, como dijo San Pablo a los del Areópago en Hechos 17, 28. Cf. Salmo 103, 29 s., y nota. Notemos que dice: “me sustenta si mi alma se adhiere”. No es que nosotros tengamos que darle antes algo a Él, pues Él nos amó primero (I Juan 4, 10; Romanos 11, 35; Job 41, 2) y es bueno también con los desagradecidos y los malos (Lucas 6, 35). Es simplemente una cuestión de aceptación, de comunicación con Él. El agua viva se da gratis (cf. versículo 2; Apocalipsis 22, 17 y nota) y solo es cuestión de tomarla. El que no la quiere, claro está que no tendrá la vida, así como un remedio solo sana al que confía en él y se decide a tomarlo. Puede Dios hacer una excepción en los niños aún no conscientes, pues hasta los lactantes pueden glorificarlo (Mateo 21, 16; Salmo 8, 3), y de ellos es el Reino de los cielos (Mateo 19, 14). Pero el hombre es libre y debe libremente aceptarlo o rechazarlo (Cantar de los Cantares 3, 5, y nota; cf. Mateo 20, 25 y nota), y debe hacerlo en forma definida, pues Jesús declara que si uno no está con Él, está contra Él (Lucas 11, 23). Entretanto, “nuestra confianza con Dios debe llegar hasta confesarle nuestra falta de confianza en Él”, puesto que es Él, como dice San Agustín, quien nos da aun eso que nos pide.

[4766] 12. Que jura por Él: Que le adora como a Dios. Jurar por Dios significa reconocerlo como Señor y Juez (cf. Deuteronomio 6, 13). En tanto que, etc.: Como ha observado Duhm, este final que aquí está fuera de metro, completa muy bien la última estrofa del Salmo anterior, por lo cual parece haber existido un error de copista.

[4767] 2 ss. David, en medio de sus calumniadores, aguardaba humildemente la mano auxiliadora de Dios, como tipo y figura de Jesucristo, el Cordero de Dios. Libra mi vida: Los LXX vierten: libra mi alma, lo cual significaría, no solamente: defiéndeme, sino también: dame fortaleza para que no tema aun cuando me amenacen.

[4768] 4 s. Las lenguas malignas (espadas y saetas) tratan de socavar la buena fama del rey. Véase Salmo 56, 5 y nota. A mansalva (versículo 5): Otros vierten: sin temor; la Siríaca: sin ser vistos.

[4769] 6. ¿Quién nos verá? Es la falaz confianza de todo malhechor. Pero Jesús nos dijo que nada quedará oculto (Lucas 12, 2 s.).

[4770] 7. El texto es oscuro y de diversa interpretación. Lo hemos vertido, como Calès, en la forma que nos parece más adecuada al contexto, con el sentido, intensamente dramático, de un elogio al hombre, cosa muy propia de los malhechores. Otros prefieren presentarlo como una reflexión del Salmista: “¡Oscuro abismo es el corazón del hombre!” San Agustín lo aplica, según la Vulgata, a los cálculos fallidos de los enemigos de Jesús, que creyeron impedir su Resurrección poniendo guardias en el sepulcro (Mateo 27, 62 ss.).

[4771] 8. Les manda, etc.: Así el nuevo Salterio Romano. Otros usan el futuro.

[4772] 10 s. Este final en que la súbita caída de los calumniadores servirá de escarmiento a todos, no es por cierto lo que ocurre actualmente en la vida ordinaria, y además contrasta con el resultado que tendrán las plagas del Apocalipsis (Apocalipsis 9, 20 s.; 16, 9 ss.). De ahí que es de pensar que, más allá del caso personal del salmista, se proyecta aquí la luz “del juicio mesiánico y del juicio escatológico” (Calès).

[4773] 1. En el texto hebreo no se hace mención de Jeremías ni de Ezequiel ni tampoco del cautiverio, como en la Vulgata, donde una nota añadida al epígrafe, sin duda como intento de interpretación profética y contradictoria con la atribución davídica que él mismo contiene, llevó a algunos a interpretarla del cautiverio de Babilonia, como hace notar Ubach, el cual destaca al respecto “las expresiones universales y mesiánicas” (versículos 6 y 9), así como el retorno de la fertilidad a Palestina (versículos 10-14), lo cual va también más allá de una simple cosecha anual. En realidad este misterioso Salmo que, como se ve en las primeras palabras del título, pertenece a David aunque ha sido diversamente explicado por los intérpretes, es una de las más preciosas perlas del Salterio, un himno rebosante de júbilo por los dones y designios de la Providencia, y de gratitud de todos los hombres por la prosperidad extraordinaria (versículo 10 ss.) prometida para los tiempos mesiánicos (cf. Salmo 71, 16 s. y notas), tanto a Israel fiel a Cristo (cf. Salmo 96, 8 y nota), como a las naciones todas de la tierra (versículo 6; cf. Salmo 95, 8 ss.; 96, 1 y notas).

[4774] 2. En Sión: Cf. Salmo 96, 8; Isaías 2, 3 s.; 60, 5 s.; Miqueas 4, 1 ss.; y en general los Salmos 47, 65, 67, 71, 75, 13., etc.

[4775] 3. Este versículo y el anterior, tomados en sentido figurado, forman el Introito de las Misas de Difuntos, junto con un texto de IV Esdras que aunque no canónico, es mirado con respeto por la Iglesia (véase el Apéndice del tomo IV de nuestra edición de la versión de la Vulgata).

[4776] 5. No elige el hombre a Dios, sino que es Él quien lo elige y llama (Juan 15, 16; Romanos 8, 28-30). Felices también los gentiles que serán llamados un día como Israel (Romanos 9, 24 ss.; 11, 30; Hebreos 11, 9 s.; 12, 22); dichosos sobre todo, digamos hoy, los llamados, en virtud del “misterio escondido desde todos los siglos”, a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo (Efesios 1, 1 ss.; 3, 9; Col. 1, 26). “Elijas”: El subjuntivo concuerda con el futuro: “nos hartaremos”.

[4777] 6. “Es decir de los pueblos que habitan los extremos límites de nuestro globo” (Fillion). Esta referencia universal como en Salmos 21, 28; 96, 1, etc., confirma el carácter profético del Salmo, pues en tiempos de David no esperaban en Dios todas las naciones, ni aun ahora vemos que así sea, como lo hace notar el P. Callan (Salmo 95, 10 y nota). Cf. Salmo 75, 10.

[4778] 7 s. Revestido de poder: Gramática cita aquí Salmo 92, 1. Sosiegas, etc.: La grandeza del Señor se manifiesta, según el salmista, en el dominio de los mares y de los pueblos (cf. Salmo 88, 10), los cuales son parecidos a los mares en cuanto al estruendo y tumulto (cf. Isaías 17, 12 s.; Lucas 21, 25; Apocalipsis 17, 15). Bien es verdad que el mundo ofrece siempre semejanza con el mar, según lo señalaba ya San Agustín: “Todo es lucha y frenesí; quien, codiciando una heredad, suspira porque alguien muera; quien busca cómo enriquecerse con los despojos de otros; quien levantarse al cimas de donde primero sean otros precipitados: todos se combaten y se devoran los unos a los otros.”

[4779] 9. Tus portentos: Otros: tus señales. Fillion anota: “Prodigios realizados para salvar a los israelitas” (véase Mateo 24, 29 ss.; Lucas 21, 25 ss.; Joel 2, 30; Hechos 2, 17-20; Apocalipsis 6, 15 s., etc.). Tú llenas de alegría el Oriente y el Occidente (cf. Salmo 18, 7; Mateo 24, 27). La expresión encierra también una verdad con respecto a los poemas indescriptibles de color y opulencia que el buen Padre nos ofrece cada día al salir y al ponerse el sol, y que muy pocos observan o admiran, aunque en ellos se nos brinda, por pura obra divina y sin intervención humana, el espectáculo mi maravilloso que hoy pueden contemplar los ojos humanos sobre la tierra.

[4780] 10. Como vemos en el versículo anterior, parecería que esta visita, que trae tanto gozo a la naturaleza entera (cf. Salmo 95, 1), no carece de aspecto dramático en cuanto a los enemigos (como se ve también en Salmos 96, 1-3; 67, 20-36, etc.), si bien aquí se contemplan especialmente los beneficios. Lo mismo se nota en el Salmo 65 hasta el versículo 10. Sobre la prosperidad de la tierra, véase versículo 11 ss. y nota. El río de Dios: Según San Hilario, en sentido alegórico, el Espíritu Santo; Según San Atanasio, el Evangelio; según otros, el río de la gracia, etc. En igual sentido se dice que los trigales (Vulgata: comida), significan el Pan eucarístico, cosa en que no conviene ningún autor moderno, por donde vemos, según han repetido con insistencia los últimos Pontífices, no menos que la Comisión Bíblica, la necesidad de mirar con la debida prudencia esas interpretaciones que no resulten del sentido literal y mientras no se haya establecido este (véase las Encíclicas Providentissimus Deus, Spiritus Paraclitus y Divino Afflante Spiritu, etc.). Algunos traducen: arroyo en vez de río, si bien, como lo hace notar Scío, la expresión río de Dios es un hebraísmo que significa río grandísimo, y así lo vemos en Salmo 67, 16 con respecto a los montes de Basan. Este río, que “algunos aplican al Jordán, otros al Nilo” y que según otros sería la lluvia, parece ser el mismo de Salmo 45, 5. Cf. Salmo 71, 6.

[4781] 11 s. Cuadro de la asombrosa fecundidad prometida a la tierra, a la manera de la que describe el Salmo 71, 16 s. y el Salmo 106, 33 ss., etc. Cf. Isaías 11, 6 ss.; Zacarías 8, 12; Amós, 9, 13, etc. Véase en Salmos 71, 11 y 95, 10 las observaciones del P. Callan sobre estos felices anuncios.

[4782] 1 ss. Según los LXX y la Vulgata se llama en el epígrafe: Salmo y Cántico de la Resurrección, y así es llamado hoy todavía en la Iglesia griega, sin duda por los versículos 8 s. en que Israel invita a las naciones a celebrar con él a Dios, como en los Salmos 95-98, por algo que le es de gran trascendencia, significando la derrota definitiva de sus enemigos (versículos 7 y 17). Es ignorado en absoluto ese importante acontecimiento que parece recalcado por la nota “selah” que va en tres de las cinco estrofas, y Fillion dice que “es imposible determinar, ni aun aproximadamente, cuál pudo haber sido esa liberación, siendo cierto al menos que no se trata aquí del fin de la cautividad babilónica, pues ningún detalle señala su recuerdo.”

[4783] 4. La tierra entera. Como observa Calès, “Israel sabe que un día debe salir de él la salvación para todos los otros pueblos, y por eso los invita aquí a bendecir a Yahvé por un inmenso beneficio que ha recibido”. De ahí que “todo este pasaje es mesiánico pues profetiza, al menos de una manera indirecta, la conversión de todos los pueblos al verdadero Dios” (Fillion). Cf. Salmo 71, 11.

[4784] 5. Sublime: El adjetivo, más que para los designios, se usa como alabanza al mismo Dios que los concibió. Así también Calès, Ubach, etc. Los LXX y la Vulgata dicen: terrible, refiriéndose a la venganza que Él ha tomado sobre los enemigos de Israel. En esta predilección que muestra Dios por su pueblo, como la muestra también por las almas débiles, perseguidas, humildes, llegando en su misericordia con sus amigos hasta tomar terribles venganzas sobre sus enemigos, vemos explicado un punto fundamental de la doctrina evangélica: si Jesús prohíbe toda venganza y hace obligatorio el perdón, aun hasta la renuncia del propio derecho, no es para que triunfe impunemente la injusticia, sino porque Dios se encarga de la venganza. Véase por una parte Mateo 5, 39 ss.; 6, 14; 7, 2; Eclesiástico 28, 1 ss.; Romanos 14, 4; I Corintios 6, 6 s.; y por la otra Romanos 12, 19; I Tesalonicenses 4, 6; II Tesalonicenses 1, 6-8; Salmos 67, 6; 102, 6; 108, 1.

[4785] 6. Alusión a dos episodios importantes de la historia de Israel para confirmar la idea general del Salmo (cf. Salmo 67 y nota): la salida de Egipto con el paso del Mar Rojo (Éxodo 14 y 15), y la entrada de los hebreos en Palestina con el paso del Jordán (Josué 3, 5-47).

[4786] 8 s. En estos dos versículos se contiene íntegro el breve Salmo 116 en que Israel, colmado de gratitud, invita, como es frecuente en los Salmos mesiánicos, a las naciones gentiles para que alaben a Dios por las maravillas que ha obrado con él. “Es sin duda porque la vocación privilegiada de Israel debe terminar finalmente en la salvación de todo el universo” (Calès). Mantuvo en vida: Nácar Colunga: Él ha conservado nuestra vida, es decir, sin que perezcamos del todo (cf. versículo 20 y nota) no obstante los grandes desastres que recuerda a continuación. Así vemos aún hoy a ese pueblo como un testimonio, como el “reloj de Dios a través de la historia”. Cf. Romanos 11, 15 y 25.

[4787] 12. En los monumentos egipcios y asirios vemos cómo el vencedor en su carro triunfal pasa sobre los cuerpos de los vencidos. Véase sobre esa humillación de Israel la promesa del profeta Isaías (51, 23).

[4788] 15 Cf. Salmo 50, 21; Ezequiel 44, 18, etc.

[4789] 16. Preciosa lección que coincide con la del arcángel Rafael (Tobías 12, 7) y la del mismo Jesucristo al endemoniado de Gerasa (Lucas 8, 39). De ahí la norma: “Contemplata aliis tradere”, que propone Santo Tomás de Aquino para la predicación: trasmitir a los demás las luces que Dios nos ha dado en la oración y el estudio de sus divinas Palabras.

[4790] 17 s. Estaba pronta, etc.: Así el Texto Masorético (Calès, Vaccari, etc.). Cf. Zacarías 12, 10; Ezequiel 11, 19; 36, 26, etc. Ubach lo señala igualmente, si bien prefiere el texto crítico según Duhm, que traduce: Él me exaltó por sobre los que me odian, y supone que el estiquio debe agregarse como complemento al versículo 12. Sobre esta disposición para orar (versículo 18), véase Santiago 4, 8; I Juan 3, 21 s.; 5, 14 s.

[4791] 20. Y no retiró de mí su misericordia: Como en el versículo 9, Israel se congratula de que su Dios no dejó que su caída fuese para siempre. Véase lo que Dios dice a David sobre Salomón en II Reyes 7, 14 ss., comparándolo con el réprobo Saúl (cf. Salmo 88, 31-38). Es lo que vemos también en los versículos 13 y 18 del Salmo 117 (citado por Jesús en Mateo 23, 39), de asunto semejante al del presente Salmo, cuyo universalismo (cf. versículos 5 y 6), conviene a la época en que profetizaba Isaías, el vidente mesiánico por excelencia, que “vio con su grande espíritu los últimos tiempos y consoló a los que lloraban en Sión” (Eclesiástico 48, 27 s.). Cf. Isaías 35, 5 y nota. Ello confirma que se asigne a este Cántico una fecha anterior al cautiverio de Babilonia.

[4792] 2. Fórmula con que los sacerdotes bendecían al pueblo (cf. Núm. 6, 25). El salmista pide a Dios que bendiga a su pueblo para instrucción de las naciones (Crampón). La Liturgia lo ha elegido por eso para la hermosa Misa por la propagación de la Fe, junto con la grandiosa oración del Eclesiástico (36, 2-19), en que Israel pide la conversión de los gentiles. Vemos aquí la vocación apostólica de Israel entre las naciones (versículo 3) cuyo incumplimiento le reprochó Ezequiel (36, 19 ss.), y San Pablo (Romanos 2, 34), y que los profetas anuncian con frecuencia (cf. Salmo 64, 2; 65, 8 y nota; 101, 17; Ezequiel 36, 23 ss.; Romanos 11, 26, etc.).

[4793] 3 s. Vaccari traduce: Al conocerse... te alabarán, etc. Tal es la bendición que esperaban ver cumplirse para Israel los justos del Evangelio: la Virgen (Lucas 1, 54 s.); Zacarías (Lucas 1, 74 s.); Simeón (Lucas 2, 32); Ana (Lucas 2, 38); José de Arimatea (Lucas 23, 51) y los discípulos (Lucas 19, 51). Por camino y salvación entienden los Padres a Cristo, cuyo rostro ansiaban ver en su primera venida los santos de Israel, como nosotros debemos ansiar la segunda para verlo triunfante (cf. Apocalipsis 1, 7; Tito 2, 13, citado por el Catecismo Romano I cap. 8, 1). Algunos repiten este estribillo también después del último versículo.

[4794] 5. Sobre este reino mesiánico, en el cual reinará la justicia, cf. Salmo 71, 2; Jeremías 23, 5 ss.; Salmo 101, 29 y nota; 116, 1 s.; Romanos 15, 11 s., etc.

[4795] 7. Como observa Ubach, el pueblo al agradecer los beneficios que había recibido, “desea que inmediatamente esta manifestación de su bondad hacia Israel la conozcan y veneren todos los habitantes de la tierra”. Es la idea que vemos en Salmo 101, 16 s. “No hay Salmo en que el Profeta se interese más viva y ardientemente por la conversión de todos los pueblos. Sus ruegos deben enseñarnos con qué sentimiento hemos de rogar por el retorno de Israel” (Ed. Babuty). La tierra ha dado su fruto: “Todo el Salmo nos lleva a ver en esta expresión algo más que una rica cosecha: las bendiciones de que Dios habrá colmado a la tierra y a la gran familia humana” (Fillion). Cf. Salmo 64, 11; 84, 13 y notas. En sentido acomodaticio Pedro Lombardo lo aplica diciendo: María dio a luz a Jesús (cf. Isaías 4, 2). Así también se aplica esta frase en forma proverbial cada vez que el alma se reconoce un nuevo yerro: la tierra ha dado su fruto, como diciendo: ¿qué otra cosa puedo dar yo de mí mismo? ¿Cómo extrañarse de que el hombre dé los frutos de miseria propios de su degeneración original?

[4796] 1 ss. La idea principal de este admirable Salmo sobre la grandeza de Dios, cual se manifiesta en la historia y destino de Israel, difícilmente se entiende si no se tiene en cuenta su carácter profético y mesiánico, según el cual es un proceso que después de mostrar las hazañas antiguas del Dios de Israel, termina en definitiva, como muchos otros Salmos (cf. Salmos 21 y 68), con un himno al señorío universal de Cristo Rey. Como indica el P. Callan, señalando el tono davídico del Cántico, el poeta recuerda los poderosos favores de Dios a su pueblo en el éxodo de Egipto, en el desierto, en la conquista y establecimiento en la Tierra prometida. Después muestra el entronizamiento de Dios en Sión, y cómo “su cuidadosa protección abraza las edades por venir, de modo que al fin las naciones se apresurarán a rendir, junto con ella, homenaje universal al Dios de Israel”.

[4797] 2 ss. Alzase Dios: Alusión a las palabras pronunciadas cada vez que se ponía en movimiento el Arca (Números 10, 35), la cual era figura de la presencia y el poder de Dios en la tierra (cf. Ezequiel 41, 26 y nota). Es, pues, una señal de que el Señor ha resuelto poner fin a la iniquidad (versículo 3 s.; 23 s.; 29 ss.).

[4798] 5. En vez de a través del desierto otras versiones dicen, sobre las nubes, Cf. versículo 34 s.

[4799] 6 s. Es decir, está ya triunfador en Sión (versículos 17 y 36). Así parece ver proféticamente el salmista a Aquel que, como protector de los débiles, ha acogido de nuevo a su pueblo (cf. Salmos 145, 7; 146, 2 y notas), como antes lo sacó de Egipto para llevarlo a una tierra espléndida (versículo 7), según va a relatar en los versículos 8 ss., quedando sin entrar en el hogar de Palestina solamente los rebeldes de Números 14, 26-32, mencionados en Hebreos 3, 17 s., “a causa de su incredulidad”.

[4800] 8 s. Versículos tomados del Cántico de Débora (Jueces 5, 4 s.), que recuerdan las apariciones de Dios en el desierto después de la salida de Israel de Egipto, principalmente las escenas del Monte Sinaí (Éxodo 19). Véase también Jueces 5, 4. Las palabras repetidas entre corchetes son inseguras y faltan en el griego.

[4801] 10. Tu heredad, es decir, el pueblo israelita, que es la herencia del Señor (cf. Salmo 105, 5 y nota; Deuteronomio 4, 20; 9, 26 y 29, etc.). La lluvia generosa es el maná que llovió en el desierto durante el viaje hacia la Tierra Prometida, a cuya conquista se alude desde el versículo 12. Cf. Éxodo 16, 3 s.

[4802] 12. Cumple su palabra de entregar a Israel la Tierra Santa a pesar de sus moradores (cf. Salmo 77, 54 s. y nota; 134, 10-12; 135, 16 ss.). Las buenas nuevas de la conquista (otros: las anunciadoras de victoria) son las que vemos en el versículo 13 ss. El sentido de este pasaje en la Vulgata: “Dios dará, a los que evangelizan, una palabra de gran poder”, encierra también una importantísima verdad sobre el poder de la palabra evangélica. Cf. versículo 34; Salmo 18, 8; Isaías 52, 7; Romanos 11, 16; II Timoteo 3, 16; Hebreos 4, 12.

[4803] 13 s. Alude a los reyes derrotados por Moisés y Josué (cf. Salmo 134, 11 y nota). La gran oscuridad de este pasaje hace suponer una alteración en el orden de los textos. Su sentido general es mostrar, en elocuente contraste con la cobardía de algunas tribus de Israel (cf. Números capítulos 31 y 32; Jueces 5, 16 s. y 20), la obra paternal y gratuita del Omnipotente (versículo 15) que dispersaba a los enemigos y allanaba todas las dificultades. Prueba de ello es que son las mujeres de Israel (Rembold vierte: la hermosa de la casa) quienes, mientras los hombres descansan, reparten el botín, sin duda, precioso para ellas, pues contenía esos adornos de alas y plumas, despojo probablemente de los jefes vencidos. Hay en esto una alusión irónica a Jueces 5, 28 ss. (Cántico de Débora), donde vemos a las mujeres cananeas pretendiendo que Sisara hubiese, a la inversa, conquistado despojos sobre Israel, entre los cuales habría trajes de diversos colores para adorno de la esposa (véase el texto hebreo). “La paloma sería Israel, cuyas armaduras y armas brillaban como el oro y la plata. Para otros se trataría del Arca.” (Bover-Cantera).

[4804] 15. El Omnipotente (Schaddai): Nombre usado otra vez en el Salmo 90, 1. Como observa Calès, en este cántico de alabanza, eminentemente teocéntrico, “Elohim” figura no menos de 24 veces a título de nombre propio, sustituyendo a “Yahvé”, y aún tres veces más como nombre común de la divinidad, siendo también reemplazado 5 veces, en este sentido, por Él. Yahvé aparece también dos veces en forma plena, y dos en la forma abreviada: Yah. Y Adonái (“el Señor”), es empleado siete veces. El Salmón: Montaña situada al norte de Transjordania. Otro monte del mismo nombre se halla cerca de Siquem (Jueces 9, 38). Su blancura como de nieve proviene quizá de los huesos o despojos de los enemigos.

[4805] 16 s. Montes grandes: literalmente: Monte de Dios (hebraísmo por monte grande; cf. Salmo 64, 10 y nota). Es un apóstrofe a los montes de Basan que a pesar de sus altas cumbres y de su opulencia (cf. Amós 4, 1 y nota; Miqueas 7, 14) no han sido elegidos para trono de Dios, por lo cual miran con celos al pequeño monte Sión en el que Dios habilitará para siempre (versículo 17; cf. Salmo 64, 2 y nota; Ezequiel 37, 26 ss.). Esto enseña a ser humilde en la gloria, porque la elección de Dios es gratuita; de pura misericordia elige lo más bajo para ensalzarlo. Cf. Salmo 142, 6; Ezequiel 36, 21 s.; Lucas 1, 52; Salmo 112, 7; Romanos 11, 6 s.; 9, 15; 11, 32; I Corintios 1, 26-31.

[4806] 18. Esto es: son innumerables los espíritus celestes que sirven a Dios (cf. Daniel 7, 10 y la carroza de los querubines en Ezequiel 1, 4 ss.), que hallan en Él su felicidad y están atentos al menor de sus deseos (cf. Daniel 10, 13 y nota) como ministros de sus misericordias o de sus venganzas. Cf. Salmo 102, 20; Mateo 26, 53; Apocalipsis 9, 16. Sobre los Ángeles de la Guarda véase Salmo 90, 11 y nota. Viene el Señor del Sinaí al Santuario, es decir, el profeta contempla cómo Dios traslada gloriosamente su residencia del monte Sinaí, donde dio la Ley antigua, al monte Sión, donde reinará para siempre según el versículo 17. Véase Salmo 75, 5; Jeremías 23, 5; Ezequiel 37, 24; Oseas 3, 5; Daniel 7, 14; Miqueas 4, 7; Lucas 1, 32; Hebreos 12, 22. Cf. Ezequiel 10, 18; 11, 22 s.; 43, 2-5 y notas. “Ambos montes significan ambas Alianzas.” Cf. Jeremías 31, 31; Hebreos 8, 8. Jesús reveló que la Nueva sería con su Sangre (Lucas 22, 20; 24, 27 y 44 ss.).

[4807] 19 ss. A lo alto: al monte Sión (versículo 2 y nota). Cautivos: Algunos suponen que se trata de pueblos vencidos que son llevados como tributos que se ofrecen al Señor. San Pablo (Efesios 4, 8) hace una cita parcial de este pasaje según los LXX, a propósito de los carismas del Espíritu Santo, que Cristo, al subir al cielo el día de la Ascensión, “llevando cautiva la cautividad”, recibió para los hombres, como dones gratuitos que Él ganó con su Redención y que enriquecen durante esta vida el alma de cada uno. El versículo en los LXX termina diciendo: “eran rebeldes para que Tú habitaras entre ellos” (cf. Juan 12, 34; Lucas 16, 16; Isaías 35, 5 y notas). Aquí se trata de “hombres recibidos como presentes”, hombres que el Mesías triunfante lleva, como dichosos cautivos, para que habiten junto a Dios, incluyendo aun a aquellos que fueron rebeldes y que, vencidos luego por la gracia, se arrepintieron para aprovechar la salvación del Dios que salva y lleva nuestras cargas (versículo 20) y cuya salvación nos hace escapar de la muerte (versículo 21). Interpretando esto en sentido cristiano, y sin perjuicio de lo que significa para los destinos de Israel según se ve en todo el Salmo (cf. versículo 29), nos parece coincidir plenamente esta profecía con las palabras de Jesús al Padre: “Los que Tú me diste quiero (esos hombres que son presente Tuyo): que estén conmigo en donde Yo esté, para que vean (experimenten) la gloria mía que Tú me diste, porque me amabas antes de la creación del mundo” (Juan 17, 24; cf. Juan 6, 39). Así lo prometió Él mismo a los suyos, diciéndoles: “Cuando me haya ido y os haya preparado el lugar, vendré otra vez y os tomaré junto a Mí, a fin de que donde Yo estoy estéis vosotros también” (Juan 14, 3; cf. I Tesalonicenses 4, 16 s.). Fillion hace notar que “la primera parte del Salmo se termina por este gran pensamiento profético: el celestial conquistador, que avanza al principio del poema contra sus enemigos numerosos, se sienta ahora en su trono para siempre, después de haber sometido el mundo a su imperio”.

[4808] 22. Que se pasean en sus delitos: Calès vierte: que te odian (cf. versículo 2).

[4809] 23 s. Se refiere a los enemigos de Israel. El Señor los descubrirá en los rincones más apartados, en la montaña de Basan (cf. versículo 16), y si es preciso, hasta en el fondo del mar. Tal será la obra del gran campeón (cf. Isaías 59, 17) en el día de la venganza (Salmo 57, 11; Isaías 61, 2; 63, 1 ss.; Apocalipsis 19, 15; Salmo 2, 9, etc.). En ella empleará su poderío (versículo 29). Cf. Joel 3; Salmo 65, 5 y nota.

[4810] 26 ss. He aquí lo que el poeta contemplaba desde el versículo 6: la llegada del Señor al monte Sión acompañado por los representantes de todas las tribus reunidas (cf. Ezequiel 37, 15-23). Nombra a dos del Norte o de Israel: Zabulón y Neftalí; y a dos del Sur, o de Judá: Judá al frente de todas por ser la estirpe real del Mesías (cf. Salmo 59, 9), y Benjamín. Cf. Isaías 27, 13; Jeremías 3, 18; 31, 1-3 y 31-33; 33, 14 ss.; Ezequiel 16, 53; 20, 40 ss.; 27, 21 s.; Zacarías 8, 13, etc.

[4811] 29 ss. Calès titula este pasaje (versículos 29-32): “Súplica por el triunfo mesiánico” y expresa que en ella “se le ruega que acabe su obra y realice todas sus promesas; que suscite el reino mesiánico y lleve a todos los pueblos a su templo para adorar al Huésped divino y llevarle presentes... El orgulloso Egipto y la misteriosa Etiopía deberán, de grado o por fuerza, tender hacia Él manos suplicantes y los poderosos dominadores de la tierra tendrán que prosternarse ante su faz”. Vaccari hace notar que “este mismo pensamiento se halla también en Isaías 60, 1-14; Ageo 2, 7-10; Tobías 13, 11 e igualmente en el Salmo 71, 9 s.”

[4812] 30. “El Santuario del monte Sión será un centro para las ofrendas que toda la tierra llevará” (Fillion). Cf. Salmos 64, 2; 75, 12; Isaías 25, 6; Ezequiel 40, 2 y nota.

[4813] 31. Texto inseguro. Sobre la bestia, cf. Isaías 19, 6; Ez. 29, 3 s. y también Salmo 79, 14; Daniel 7, 8; Apocalipsis 19, 20 y notas. Poderosos, dominadores: Literalmente: toros y novillos, imágenes de los gentiles representados por Egipto, Babilonia, Asiria y otros (cf. Isaías 12, 12 y nota). Suprime a los ávidos de plata: Así también Rembold. Algunos (cf. Vaccari) quitan a este pasaje todo carácter trágico, presentándolo como festivo: “Su cortejo desfila con la canela y la multitud de los toros con los novillos de los pueblos; se prosternan con lingotes de plata; avanzan los pueblos que quieren hacer ofrendas.” Pero la economía general del Salmo muestra (cf. versículo 2 s.; 23 s.) que, como en todas las profecías semejantes, al triunfo del Mesías corresponde la derrota, confusión y tremendo castigo de sus enemigos. Cf. I Corintios 15, 25; Salmo 109, 1; Hebreos 2, 8 y 10, 13. Dispersa las naciones, etc.: “Es la paz mesiánica universal” (Fillion). Cf. Salmo 57, 11 y nota; Isaías 2, 4; Oseas 2, 18; Salmo 45, 10. ¡Cuán lejos estamos de esa dichosa edad!

[4814] 33. Invitación paralela a la de los Salmos 95 ss. Cf. Isaías 2, 3; 60, 5; Miqueas 4, 2, etc.

[4815] 34 s. Cabalga por los cielos: Cf. versículo 5; Salmo 17, 11. Su voz poderosa: Véase Salmo 28, 3 y 10 y notas, que termina como este; cf. Isaías 30, 30. Su majestad es sobre Israel (versículo 35): El hebreo da un sentido distinto de la Vulgata, que dice: Dad gloria a Dios a causa de Israel, expresión que es también usada en Salmos como el 48 y el 96, semejantes a este (cf. Isaías 54, 15 y nota). Es de advertir sin embargo que la actual edición de Gramática ha tomado el sentido del hebreo diciendo: Dad gloria a Dios: sobre Israel está su magnificencia y en las nubes su poder, y citando como paralelo el Salmo 28, 2. Scío ve aquí “la humanidad de Cristo en el día tremendo del juicio, cuando aparecerá en las nubes, lleno de poder y de majestad”. Véase la insistencia con que se habla de nubes en Mateo 24, 30; 26, 64; Hechos 1, 9-11; Apocalipsis 1, 7; 14, 14; I Tesalonicenses 4, 17, etc. Entonces será llamado el Admirable, como lo indica San Pablo en II Tesalonicenses 1, 10, cumpliéndose así la profecía de Isaías 9, 6 en Aquel que en su primera venida no fue sino despreciado y reprobado (Isaías 53, 2 ss.). Este doble aspecto de Jesús: sus sufrimientos y posteriores glorias (I Pedro 1, 11), lo nuevo y lo antiguo (Mateo 13, 52), la adorable Víctima del amor y el Triunfador glorioso y admirable está sintetizado, en Isaías 49, 7, y sobre todo en Isaías 61, 1 ss., del cual Jesús cita solo la primera parte cuando aplica ese texto a su primera venida en Lucas 4, 18 s., separando así el año de la reconciliación, que Él vino a predicar, del día de la venganza que aquí se anuncia.

[4816] 1. Sobre el sentido del epígrafe véase nota al Salmo 4, 1. Se trata de un Salmo profético paralelo al Salmo 21. Ambos se cumplieron al pie de la letra en cuanto se referían a la Pasión de Cristo, a la cual suele aplicarse el Salmo en sentido literal. Algunos lo hacen en sentido típico, pero, aunque ello nada les restaría de su valor como profecía mesiánica, parece difícil aplicar aún a David todos los detalles que tan perfectamente se ajustan a Cristo, odiado sin causa (versículo 5 y Juan 15, 25); devorado por el celo de su Padre (versículo 10 a y Juan 2, 17); sufriendo en sí los ultrajes dirigidos a Dios (versículo 10 b y Romanos 15, 3); recibiendo el ofrecimiento de vino con hiel (versículo 22a y Mateo 27, 34); abrevándose de vinagre (versículo 22 b y Mateo 27, 48; Marcos 15, 23; Lucas 23, 36; Juan 19, 29), y sobre cuyos enemigos recaerán las imprecaciones de este Salmo (versículo 23 s. y Hechos 1, 16 y 20; Romanos 11, 7-10).

[4817] 2. ¡Sálvame! Así como el Miserere (Salmo 50) expresa la contrición de David, este otro expresa algo que pareciera imposible: la contrición de Jesús, “hecho pecado” por amor nuestro (versículo 6) y mostrándonos en sus palabras el espíritu con que el pecador debe dirigirse al Padre: espíritu de amor filial, confianza y pequeñez.

[4818] 5. Devolver lo que no he robado: Locución proverbial que en boca de Cristo adquiere un sentido infinitamente sublime, inmensamente desgarrador y dichoso a un tiempo, puesto que en ella se encierra todo el misterio de la Redención, tal como lo contemplamos en Salmo 39, 13 y nota. “Es Cristo, dice San Atanasio, quien tomó sobre sí nuestros pecados y padeció por nosotros tormentos indecibles.” Cf. Salmo 87, 8; Isaías 53, 4 ss.; Gálatas 2, 20; I Pedro 2, 21-24; I Juan 3, 5, etc.

[4819] 6. He aquí donde el Salmo va más allá del sentido típico y se nos muestra literal y exclusivamente propio del Señor Jesús, porque en nadie sino en Él se explicaría la aparente contradicción entre este versículo y la Víctima inocente del versículo 5. Jesús llama suyos nuestros pecados (véase Ezequiel 4, 4 y nota) y los presenta en dos palabras, pues sabe que el Padre ya los conoce. ¡Cuán fácil es orar sabiendo esto! (véase lo que dice Jesús en Mateo 6, 7 ss.). Algunos explican este pasaje como si su sentido fuera: “me acusan de locura e iniquidad, mas Tú sabes, Señor, si he cometido nada que sea insensato o malo”. Pero ello quitaría, como hemos visto, lo más sustancial de la Pasión del Hijo de Dios, hecho Él mismo, en lugar nuestro, “pecado” (II Corintios 5, 21) y “maldición” (Gálatas 3, 12; Deuteronomio 21, 23).

[4820] 7 ss. Jesús pide que las almas rectas no se escandalicen al verlo aparecer como derrotado, fracasado y hasta con un aspecto físico tan diferente de su serena belleza de otros días. Véase Salmo 21, 7 s.; Isaías 53, 2 ss.; Salmo 44, 3. Quiere mostrarnos cuán grande es el peligro que corremos de escandalizarnos de Él. Véase Mateo 11, 6 y nota; 13, 21 y 57; 24, 10; 26, 33; Marcos 14, 27; Lucas 7, 23; Juan 16, 1 ss.; Romanos 9, 33; I Pedro 2, 8.

[4821] 8. Por tu causa, esto es, por llevar hasta el fin Tu voluntad de salvar a los hombres, que Tú quisiste realizar por mi predicación (Juan 6, 38-40; cf. Salmo 39, 7 y nota), pero que Israel, movido por Satanás, rechazó hasta llevarme a esta muerte que Yo acepté libérrimo y sin que nadie me la impusiera (Juan 10, 18), como el pastor que pone su vida por las ovejas en manos del lobo (Juan 10, 11-12).

[4822] 9. Es este un capítulo importante de la persecución sufrida por Jesús y anunciada a sus verdaderos discípulos: el alejamiento de amigos y parientes. Cf. Job 19, 13 y 19; Salmo 30, 12; Isaías 53, 3; Miqueas 7, 6; Mateo 10, 36; Lucas 4, 24; 12, 51 ss.; Juan 1, 11; 7, 5; 16, 1 ss., etc.

[4823] 10. Me devora el celo de tu casa: Este texto, que los discípulos aplicaron a Jesús cuando vieron su santa indignación por arrojar a los mercaderes del Templo (Juan 2, 17), forma la primera antífona del Oficio de Tinieblas en la Semana Santa. Los baldones... cayeron sobre mí: porque miraba como propios los intereses de su amado Padre. Tal ha de ser la suerte de los discípulos: como la del Maestro (Juan 15, 20). “El que vive en el mundo como en su elemento y encuentra que todo va muy bien y saca ventajas de ostentar su fe, será fácilmente querido y respetado, mas no será por cierto discípulo de Cristo.” Cf. 1 Juan 4, 4; Lucas 6, 26; I Corintios 4, 13; I Timoteo 6, 5, etc. Es el honor más grande para un cristiano: ser perseguido por los que rechazan o traicionan a Dios. Cf. Mateo 5, 10 ss.; Lucas 6, 22 s.; Hechos 5, 41; II Timoteo 3, 13; I Pedro 4, 15 s.

[4824] 11 s. Los mismos bienes que hacía se los tomaban a mal (cf. Lucas 5, 21; Juan 6, 52 y 60; 8, 48 ss., etc.), y no solo se burlaban de Él hasta los borrachos (versículo 13): también le abofeteaban los criados (Juan 18, 22) y le escupían los soldados (Marcos 14, 65; 15, 19), como lo había anunciado Él mismo (Marcos 10, 34; Lucas 18, 32). Y Él ¿qué hacía entretanto? Dirigir en silencio su oración a Dios (versículo 14). ¡Qué discurso habría podido pronunciar Jesús arengando a las multitudes cuando lo sacaron como Ecce Homo a los balcones de Pilato! (Juan 19, 5). ¡Qué argumentos para demostrar la iniquidad de esos ataques y la injusticia legal de todo su proceso! ¡Con qué augusta majestad no habría podido el divino Pontífice decirles quién era Él y quiénes eran ellos, los que lo atacaban! ¡Con qué facilidad no habría podido confundirlos, y con qué facilidad destruirlos, enviándoles “más de doce legiones de ángeles”! (Mateo 26, 53). “Pero Jesús callaba”: Jesus autem tacebat (ibíd. 63). Él era el cordero que guarda silencio (Isaías 53, 7) y que ruega por los transgresores (ibíd. 12), y en forma idéntica nos envió a nosotros, sus discípulos “como corderos entre lobos” (Mateo 10, 16) para ser “odiados de todos” (ibíd. versículo 22), y no por nuestros defectos, sino precisamente “a causa de su Nombre” (ibíd.), y para que demos ejemplo de no resistir a los malos (Mateo 5, 39) y roguemos por los que nos persiguen (ibíd. versículo 44); porque no es el discípulo más que el maestro (Juan 15, 18-20). Pues los que tenemos su Palabra no somos del mundo, así como Él no es del mundo (Juan 17, 14). He aquí el camino que Jesús nos muestra: soportar en silencio los ataques, sin sorprendernos de ser vituperados por el Nombre de Cristo (I Pedro 4, 12) y de que el mundo nos odie, como enseñó el discípulo amado (I Juan 3, 13), y sin defendernos pretendiendo que defendemos con ello la causa de Dios. Ese silencio de Jesús lo anunció Isaías con palabras que repite el Evangelio, diciendo: “No se oirá su voz en las plazas” (Mateo 12, 20; Isaías 42, 3). Así entresacados por Él del mundo (Juan 15, 19), excluido y apartado nuestro nombre como pernicioso por causa del Hijo del Hombre, no somos vigorosos sino débiles (Apocalipsis 3, 8), para que la fe no se funde en sabiduría de hombres, sino en una fuerza divina (I Corintios 2, 5); somos hechos necios para ser sabios (ibíd. 3, 18); hechos basura del mundo a ejemplo de Cristo (ibíd. 4, 13), pues Él elige a los necios y débiles para confundir a los sabios y fuertes (ibíd. 1, 27), porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres y la debilidad de Dios más fuerte que los hombres (ibíd. 1, 25). Es, pues, en esta doctrina de la cruz, que es necedad para los que se pierden, donde está nuestra fuerza (ibíd. 1, 18). Solo por ese camino prometió el triunfo no temporal pero sí eterno; no ahora (Mateo 24, 9 ss.; Lucas 18, 8; Apocalipsis 13, 7) pero sí cuando venga Él (Lucas 22, 28-30; Apocalipsis 19, 11 ss.), que ha vencido al mundo (Juan 16, 33).

[4825] 13. A la puerta de la ciudad solían reunirse los ciudadanos y los ociosos para discutir los asuntos comunes y comunicarse las noticias. También los ancianos se sentaban allí para juzgar los crímenes. Cf. versículo 5; Salmos 24, 19; 34, 19; y Juan 15, 25.

[4826] 14. Tiempo favorable: Es la expresión de Isaías 49, 8. Cf. Isaías 61, 1 s.; Lucas 4, 16 ss. y notas.

[4827] 15 ss. Dirige aquí al Padre la oración dolorosísima que anuncia en el versículo 14. Es una súplica apremiante, hecha con la humildad y confianza filial de un débil niño (como son las de Job [véase Job, caps. 6 y 7]), es decir, muy ajena al estoicismo pagano, que cifra la virtud en soportar orgullosamente el dolor. Igual enseñanza de su infancia espiritual nos da Jesús en Getsemaní (Mateo 26, 39).

[4828] 21. Titubeo: ¡Qué abismo infinito de humildad y anonadamiento en esta queja que parece la de un débil y es de Aquel por quien y para quien fueron hechas todas las cosas! Cf. Salmo 21, 12. Este versículo, tomado de la Vulgata, que dice: improperios y miseria aguardó mi corazón, forma el Ofertorio de la Misa del Sagrado Corazón de Jesús. Cf. Isaías 53, 3-5.

[4829] 22. Estas expresiones hiel y vinagre, que para David son meras metáforas, se verificaron literalmente en Cristo moribundo (Mateo 27, 34 y 48).

[4830] 23. Cristo era el sumo bien para Israel: la mesa y el manjar listo para el banquete (cf. Mateo 22, 4 y Lucas 14, 17). Despreciado, Él fue para la mayoría de su pueblo ocasión de ruina según lo anunciara Simeón (Lucas 2, 34) y el que era la roca de salvación fue piedra de tropiezo. Cf. Salmo 117, 22; Mateo 21, 42; Isaías 8, 14; 28, 16; I Pedro 2, 6.

[4831] 24. “No vean”: Esta ceguera (cf. versículo 28), que el Espíritu Santo sanciona aquí como una sanción divina por boca del salmista, hizo llorar al Señor sobre Jerusalén porque no había conocido su visita (Lucas 19, 41-44), permanece aún sobre Israel rebelde, impidiéndole entender el Antiguo Testamento (II Corintios 3, 14) y será también, según revela San Pablo, la que pierda a todos los que han de perecer con el Anticristo, a los cuales “por no haber aceptado el amor de la verdad para salvarse, les enviará Dios poderes de ensaño para que crean a la mentira” (II Tesalonicenses 2, 10 s. y nota).

[4832] 26. Jesús lo cita en Mateo 23, 38. Véase allí la nota. Cf. Hechos 1, 20.

[4833] 27. Cf. Salmo 39, 7 ss. y 13 y notas.

[4834] 29. Sobre el Libro de la vida véase Salmo 55, 9; Filipenses 4, 3; Apocalipsis 3, 5; 20, 15; 22, 19.

[4835] 31 s. Aquí, lo mismo que al final del Salmo 21, admiramos la sublimidad del Corazón de Jesús que, en medio de sus tormentos indecibles, alaba al Padre por haberle permitido el gozo de padecerlos por nosotros (cf. Juan 10, 17) y se regocija de los frutos que su Redención producirá para la gloria del Padre, la cual no solamente consiste en la salvación de los llamados por Él (Juan 6, 37-40; 17, 2 y nota) sino también en la alabanza de su bondad (versículo 31 y 35; Salmo 135, 1 ss. y nota) reconocida por todos (Ef. 1, 6, 12, 14; 2, 7). Esto le es más agradable que cualquier holocausto (versículo 32; cf. Salmo 49, 23) y se cumplirá un día universalmente (versículo 35; cf. Salmos 71, 11 y 19; 95, 11; 148, 14; 149, 6 ss.; Isaías 49, 13, etc.).

[4836] 36 s. Sorprendería esta promesa después de la tremenda imprecación precedente, si no hubiera mediado el perdón que Cristo mismo imploró desde la Cruz (Lucas 23, 34). Son muy frecuentes en la Escritura los casos en que Dios perdona a los pecadores y aun declara que se arrepiente de las calamidades que había anunciado para su pueblo (cf. Salmo 105, 45; Jeremías 26, 3, 13, 19; 3, 1 ss.; Ezequiel cap. 16; Oseas cap. 2, etc.). Por eso, dice Santo Tomás, las profecías conminatorias no siempre se cumplen, porque llevan como implícita la condición de no mediar el arrepentimiento. Sobre la contrición de Israel, Véase Ezequiel 11, 19 s.; Zacarías 12, 10 y notas. Iguales promesas que las de este Salmo vemos en Salmos 21, 27-32; 50, 20 s.; 101, 17, etc., y quizá se habrían cumplido ya para Israel si en el tiempo que le fue concedido durante la predicación apostólica hubiese escuchado el mensaje evangélico que les anunciaba en Cristo resucitado el cumplimiento de todo lo prometido por los profetas (Hechos 3, 19 ss. y notas. Cf. Hebreos 8, 4 y nota). “Según algunos comentadores, estos tres versículos (35-37) serían mucho más recientes que el resto del Salmo y no habrían sido compuestos sino en tiempo del cautiverio de Babilonia. No vemos, sin embargo, en ellos ningún detalle que no pudiese provenir del mismo David” (Fillion). En cuanto al Salmo entero, el P. Callan observa que “si tiene una notable semejanza con Jeremías, ello no prueba sino que fue conocido por el doloroso profeta y usado por él”. Cf. Jeremías 4, 10; 9, 15; 10, 13; 15, 15; 23, 15; 24, 9; 38, 6; Lamentaciones 1, 1 y 9; 3, 14 y 63, etc.

[4837] 1 ss. El Salmo 69, salvo escasas variantes, es idéntico al Salmo 39, 14-18. Véase allí las notas. Sobre el epígrafe cf. Salmo 37, 1 y nota. El salmista acude a Dios para pedirle misericordia y ayuda para sí y todos los que en Él confían. El versículo 1 omite, como observa Calès, el “plegue a Ti” del Salmo 39, y sustituye Yahvé por Elohim, como en los versículos 5 y 6.

[4838] 2. Es la invocación que se repite siempre al comenzar el Oficio divino.

[4839] 5. Los que aman tu auxilio: Los pequeños, que no se sienten humillados de recurrir a Ti, ni se sienten capaces de vivir sin tu socorro. Es la bienaventuranza de los pobres en espíritu (Mateo 5, 3 y nota). Nos pasamos la vida escondiéndonos delante de Dios con el peor de los complejos de inferioridad. ¡Qué alivio cuando nos damos cuenta de que Él es el único con el cual podemos desnudarnos enteramente dejando caer hasta el último velo de nuestra intimidad sin peligro de escandalizarlo ni sorprenderlo, antes bien con la seguridad de complacerlo, como al buen médico de nuestra infancia a quien descubríamos sinceramente nuestro mal, seguros de que lo curaría! Si nos acostumbramos a hacer de Dios nuestro confesor, decía un misionero, llegaremos a entender la alegría que le produce nuestra sinceridad, cualesquiera sean nuestras culpas (Lucas 15, 7) y comprenderemos que el peor disgusto para el Padre del hijo pródigo sería el pretender que no tenemos fealdades, pues Él sabe que eso no es verdad. Cf. Salmos 31, 5; 50, 8 y notas. Enfermos curados podemos ser todos, y aun mejor que sanos (Lucas 7, 47 y nota). Pero sanos no podemos nacer ninguno (Lucas 5, 31 s.; 13, 1 ss.). ¿No es acaso indispensable a todos nacer de nuevo? (Juan 3, 3). Cf. Ef. 4, 23 ss.; Col. 3, 10.

[4840] 6. Coincide con el postrero y apremiante llamado que pone término al Apocalipsis y a toda la Biblia. Cf. Apocalipsis 22, 20 y nota.

[4841] 1 ss. Los LXX traen en el epígrafe, sin duda tomado de una antigua tradición judía, una alusión a los hijos de Jonadab, los célebres Recabitas elogiados en Jeremías 35 (cf. IV Reyes 10, 15 y 23; I Paralipómenos 2, 55). Quizá llegado a la ancianidad, el Rey Profeta se consuela en este Salmo, considerando las maravillas que el Señor hiciera en su favor (cf. III Reyes 1, 4 y nota), y esa experiencia (versículos 7 y 20) lo confirma en la confianza (cf. Salmo 62, 7 s. y nota) de que Dios no lo abandonará en sus últimos días (versículos 9, 14, 18, 21). El versículo 1 fue tomado para el final del Te Deum (cf. Salmo 32, 22) y es el mismo con que comienza el Salmo 30. Ambos Salmos son una oración ideal para los ancianos que quieren hallar en Dios fuerza y alegría, habiendo visto la falacia de todo lo humano. Si este poema se colocase a la vista de todos sería una inagotable fuente de consuelo para los desvalidos de este mundo.

[4842] 2. Por obra de tu justicia: No porque yo lo merezca (cf. Salmos 129, 3; 142, 2) sino porque Tú eres el Justo, el Santo, el Misericordioso. Cf. Romanos 3, 26 y nota.

[4843] 4 ss. Dios mío (Elohai, como en el versículo 12). El objeto de mi confianza (versículo 5): Así también Calès. Desde el seno materno (versículo 6): cf. Salmo 21, 10.

[4844] 7. Se asombraron de que mi nulidad pudiese tanto, y eras Tú quien obraba en mí. David, mejor que nadie, podía decir esto al recordar las maravillas con que Dios lo exaltó al verlo humilde como un niño. Cf. II Reyes 7, 18 ss.

[4845] 8. Sobre el valor de la alabanza véase Salmos 49, 14; 55, 12; 56, 8, etc.

[4846] 9. “En el tiempo de la vejez:” ¿Quién no sentirá la necesidad de hacer esta oración? Es un móvil elocuentísimo para llevarnos a la humilde confianza sobre todo ante promesas como las del versículo 20 c.; Salmos 22, 6; 90, 10 s.; 91, 14; 102, 5, etc.

[4847] 10 s. En estas persecuciones David fue fiel figura de Cristo (cf. Salmo 21, 9; Mateo 27, 43).

[4848] 13. Pensamiento muy frecuente en los Salmos. Cf. Salmos 21, 12; 34, 22; 39, 15, etc.

[4849] 15 s. Bien que no conozco su medida: O sea que la magnitud de tu bondad y de tus dones sobrepuja a cuanto yo pudiera pensar (cf. Salmos 91, 6; 138, 17). De ahí que en Salmo 50, 3 David lo invoque según toda “la medida de su misericordia”. Algunos, como Desnoyers, traducen: no tengo la ciencia de su número. Allioli entiende por esta ciencia la sabiduría oculta de donde nació mas tarde la Cábala judía. Así el sentido sería el mismo que se deduce de la Vulgata: “como yo no entiendo de literatura me internaré en la consideración de las obras del Señor”, lo cual coincide con la asombrosa y muy olvidada revelación de Jesucristo: el Padre ocultó, a los sabios lo que reveló a los pequeños (Lucas 10, 21; Proverbios 9, 4; Isaías 28, 9; I Corintios capítulos 1-3). Nada extraño tiene, pues, que el salmista solo quiera cantar una alabanza: la de ese divino Padre que así desconcierta a todos los cálculos y previsiones humanas, y no quiera proclamar otra justicia que la del “solo Justo” (cf. Romanos 16, 27; Salmo 93, 11 y notas).

[4850] 17. Sobre este carácter de Dios como Maestro de jóvenes y viejos, que tanto solemos olvidar, véase Salmos 17, 36; 93, 10; 118, 99 s.; Deuteronomio 4, 1; Isaías 28, 9 y 46, 4; Oseas 10, 12; Miqueas 4, 2; Mateo 22, 16; Lucas 12, 12; Juan 6, 45; 14, 26; 16, 13, etc.

[4851] 18 s. ¡Qué ideal: ansiar vivir, solo para dar a conocer a la generación joven las cosas que ha obrado el poder de Dios puesto al servicio de su misericordia! Es lo que dijo en el Salmo 65, 16 y lo que hizo el mismo Jesús (Juan 17, 6, 26). Cf. Salmo 21, 31; Tobías 13, 3 s.

[4852] 20 s. He aquí el balance de su vida. Lo mismo puede decir todo el que mira hacia lo pasado y recuerda cómo la Providencia lo ha guiado y salvado con tanta sabiduría como bondad y paciencia. Cf. Salmos 33, 20; 102, 2 ss.; 56, 3 s.; 22, 1 ss.; 62, 7, etc. Tu magnificencia (versículo 21): Como bien observa Calès, aunque el texto actual dice “mi” en vez de “tu”, esta última lección está abonada tanto por el contexto y por muchos manuscritos de los LXX y de la Vulgata cuanto por el sentido que siempre corresponde a Dios. La Biblia es ante todo el libro de la gloria divina y de la pequeñez humana, y nada sería más inexplicable en ella que la oración de un hombre diciendo a Dios: “Acrecienta mi grandeza.”

[4853] 23 s. “Cantar es propio del que ama.” Cf. versículos 6 y 8; 118, 54, etc. “Todo el día”: Véase Salmo 1, 2.

[4854] 1. “Según la tradición, tanto judaica como cristiana, este Salmo trata del Mesías y de su Reino” (Salterio Romano). Como vemos en el hemistiquio final, es obra del mismo David, que en sus últimas palabras anunció “un Justo dominador de los hombres… como la luz de la aurora cuando se levanta el sol en una mañana sin nubes” (II Reyes 23, 30), y a quien el Espíritu Santo mueve tantas otras veces, y especialmente en el espléndido Salmo 44, a cantar las glorias del Vástago divino que ha de sentarse en su trono para siempre (Lucas 1, 32 s.). De ahí que esté dedicado al Pacífico, que así se traduce el nombre de Salomón, el cual fue asimismo figura de Jesucristo. Los que no ven en este Salmo más que el encumbramiento de un gran rey, tropiezan con los atributos que se le dan en los versículos 10 y siguientes, superiores a cuanto podía esperar ningún rey de la historia humana. Rey... Hijo del Rey: Como observa Ubach, el Mesías es a un tiempo ambas cosas. Lo primero, porque así fue constituido por el Padre Eterno (cf. Salmos 2 y 109 y notas); lo segundo, por doble razón: como Verbo del Padre y como descendiente y heredero de David. Sobre esta entrega de la investidura real que aquí se pide, véase Lucas 19, 11-15 y los textos que la Misa de Cristo Rey contiene junto con este versículo que va en el Introito: 2, 8; 28, 10 s.; Daniel 9, 13; Apocalipsis 1, 6; 5, 12 y 19, 16.

[4855] 2. Gobierne: Así el nuevo Salterio Romano. Otros vierten en futuro: gobernará. Gobernar, reinar y juzgar son una misma cosa en la Sagrada Escritura. (Cf. Salmo 95, 10 y nota. A los humildes tuyos: Lo característico del reino mesiánico consiste en que los humildes serán tratados con justicia. “En tal reino no habrá lugar para el egoísmo, favoritismo, venganza o tiranía. Por tiempos será necesaria una especial atención, pero esta será para los pobres y afligidos” (Callan). Véase versículos 4 y 12 ss.; Salmos 57, 11; 81, 8 y notas; Isaías 11, 4; 25, 4; 61, 1. ¡Qué condenación del mundo actual!

[4856] 3. Cf. versículo 16. La participación de la naturaleza en las bendiciones mesiánicas se vaticina igualmente en Isaías 32, 16; 45, 8; Salmo 84, 12, etc. Véase Salmo 95, ll y nota.

[4857] 5. Permanecerá: Las mejores versiones y autores usan así el futuro, que por lo demás se impone desde el versículo 12, en lugar del optativo que algunos han preferido en los versículos 5-8 y que parecería favorecer a los que quisieran quitar al Salmo todo valor mesiánico y de profecía, como si, no pudiendo aplicarse a ningún hombre, se redujera a un ideal del salmista que soñase con un reino así, universal, eterno, una mezquina aspiración a eternizar lo temporal y actual, sin gloria para Cristo.

[4858] 6. Sobre el prado segado: Otros traducen más brevemente: sobre el césped. Nos parece más intensa la otra expresión, que indica el momento más oportuno para que llueva sobre un mundo segado, como en Amós 7, 1, Cf. Isaías 45, 8; 61, 1 s.; 64, 1; Lucas 18, 8 y notas; Apocalipsis 14, 14 ss.

[4859] 7. “Sobre la paz de los tiempos mesiánicos, cf. Isaías 2, 4; 11, 3-4” (Pillion). Cf. también Salmo 45, 10 y nota. Jesús nos da Su propia paz, para que no se turbe nuestro corazón (Juan 14) en medio de este siglo malo (Gálatas 1, 4), cuyo príncipe es Satanás, como dice el mismo Jesucristo en Juan 14, 30.

[4860] 8. “Desde el mar occidental (Mediterráneo) hasta el mar oriental (sinum Persicum), desde el río (Éufrates) hasta los confines de la tierra (islas y tierras del extremo occidente), es decir por todo el orbe” (Salterio Romano). Así lo indican también Vaccari, Callan, etc., entendiendo este último por mar oriental el Océano Indico. Véase Amós 8, 12; Salmo 64, 11 y nota; 88, 26; Miqueas 4, 7; 5, 1 citado por Mateo 2, 6; Lucas 1, 32; Oseas 3, 5; Ezequiel 34, 24; 37, 24 s.; Jeremías 23, 5 ss.; 33, 15 s.; Daniel 7, 14, 27, etc.

[4861] 9. “Nadie podrá resistirse al dominio del Mesías. De grado o por fuerza todos tendrán que reconocer su dignidad regia. Cf. Salmo 2; Isaías 49, 23” (Páramo). La paráfrasis caldaica vierte: “se humillarán los próceres”. Cf. Salmo 67, 27 ss. y nota.

[4862] 10. Tarsis: Ciudad situada en la España meridional o una de las islas del Mediterráneo occidental. Las islas en el lenguaje bíblico son las tierras del Occidente (cf. Salmo 96, 1). Sabá: Parte de Arabia; según otros, la costa oriental de África. Las regiones citadas representan el mundo entonces conocido, para indicar que toda la tierra reconocerá el imperio del Mesías.

[4863] 11. En su reciente edición el P. Callan, O.P., Consultor de la Pontificia Comisión Bíblica, hace notar que, “sabiéndolo o no, el salmista estaba describiendo el carácter y el Reinado del Rey mesiánico”; que tal descripción “no concuerda con ningún rey humano de Israel, ni aun David o Salomón” y que “el Rey mesiánico no ha traído todavía a una actual fruición sobre la tierra todos estos benéficos resultados” pues “todo gobernante digno de ese nombre debe… extender su régimen sobre todos sus súbditos el más pequeño como el más grande”. ¿Cuándo llegará ese dichoso día? Véase el prefacio de la Misa de Cristo Rey que contempla ese día con palabras del Salmo 44, 8 y nos presenta ese reinado de santidad, amor y paz en que todas las creaturas le estarán sujetas (véase Hebreos 1, 8 y 13; 2, 8; I Corintios 15, 25). Él entregará entonces el Reino a su Dios y Padre (I Corintios 15, 24). En este triunfo universal de Cristo con su Iglesia (Apocalipsis 19, 6-9), del solo rebaño con el único Pastor (Juan 10, 16), en que, como dice Santo Tomás, le servirán unidos judíos y gentiles, se cumplirá plenamente lo que pedimos en el Padrenuestro (Mateo 6, 10).

[4864] 12 ss. Cf. versículo 2. El amor al pobre y al humilde es el distintivo del Mesías, el cual les promete que triunfarán. Se anunció el Evangelio a los pobres (Mateo 11, 5; Lucas 7, 22) durante el año favorable o de reconciliación, que Jesús señaló en Lucas 4, 18 s., citando a Isaías 61, 1. A continuación (Isaías 61, 2), el Profeta vaticinó el día de la venganza en que los pobres verán el triunfo. No es otro el cuadro que María describe en su contemplación de Lucas 1, 51 ss., y así también lo anunció Jesús en Mateo 11, 5; 12, 28; Lucas 17, 21, etc., y el Bautista (Mateo 3, 10 y 12) y el sacerdote Zacarías (Lucas 1, 71) y el anciano Simeón (Lucas 2, 30), y así lo esperaba el pueblo creyente (Lucas 19, 11) hasta que rechazado y muerto el Mesías Rey (Lucas 19, 14; Juan 19, 15 y 19), su suave yugo sufrió violencia por parte de su pueblo (Juan 1, 11; Mateo 11, 12; Lucas 16, 16), sin más reconocimiento que el de un día en que lo aclamaron como “Rey en nombre del Señor” (Lucas 19, 38); “Hijo de David” (Mateo 21, 9) y “Rey de Israel” (Juan 12, 13) bendiciendo el advenimiento del reino davídico (Marcos 11, 10). Mas es tanto el anhelo de su advenimiento, que aun después de la Resurrección los apóstoles reiteran al Señor la pregunta (Hechos 1, 6 s.), ansiosos de verlo en su anunciado triunfo y de ver triunfar con Él a los humildes en su Reino feliz. A la luz de estos anuncios podemos apreciar la grandeza de la fe de María frente al Calvario, tan distinto de lo que Ella debía esperar (cf. Lucas 1, 32; Isaías 35, 5; Ag. 2, 20 y notas).

[4865] 15. Vivirá: Según lo que precede parecería referirse más a los pobres que al Rey, Es muy probablemente una glosa añadida, pues altera el metro del verso. Le darán: En el sentido impersonal de: “se le dará” (Prado). El P. Lagrange lo entiende en el sentido de que el Rey dará al pobre. A causa de Él: Variante más plausible que rogarán por Él, lo que no puede entenderse al pie de la letra como si intercediesen por Jesús. Dom Calmet dice: adorarán a Dios continuamente a causa de Él; y en la nota vierte: Él rogará siempre por ellos y derramará todo el día sobre ellos sus bendiciones. San Agustín hace notar que desde ahora rogamos a causa de Cristo cuando en el Padrenuestro pedimos al Padre que venga su Reino.

[4866] 16. “Se predice la abundancia del trigo y la multitud de los hombres. Cf. en los profetas las descripciones de la fertilidad de la tierra, v. gr. Amós 9, 13; Joel 3, 18” (Salterio Romano).

[4867] 17. “La paz y la prosperidad reinarán sobre la tierra y todas las naciones serán benditas realizándose así la antigua promesa dada a Abrahán” (Callan). Cf. Génesis 12, 3; 22, 17; Gálatas 3, 8 y lo que María expresa en Lucas 1, 54 s. y Zacarías en Lucas 1, 73 (cf. versículo 12 y nota).

[4868] 20. Esta nota no quiere decir que en los libros que siguen no haya Salmos davídicos, sino solo que aquí se cierra una colección. En lo sucesivo hallaremos otros Salmos de David, lo cual no obsta que el presente sea, como se cree, el último que él escribió, próximo ya a su muerte (San Roberto Belarmino). San Jerónimo explica: “acaban los Salmos de David porque en este Salmo escribió la plenitud y el fin de las cosas”.

[4869] 1. Empieza aquí el tercer libro, que comprende los Salmos 72 a 88, algunos de los cuales son también elohistas como este (cf. Salmo 41, 1 y nota). Sobre Asaf (II Paralipómenos 29, 30), léase la nota del Salmo 49, 1. Es el presente un Salmo didáctico, en el que se trata un problema teológico: ¿Cómo se explica la felicidad de los pecadores? Y ¿cómo es esta compatible con la justicia de Dios? Véase el mismo tema tratado en los Salmos 36, 48, 93, etc. ¡Cuán bueno es Dios! Es esta la más alta y preciosa de todas las verdades de nuestra fe. Pero ¿la creemos de veras? El Catecismo Romano encarece, a los párrocos la necesidad de predicar a los fieles “las riquezas de la benignidad de Dios hacia los hombres. Porque habiéndole ofendido nosotros con innumerables maldades…, nos mira con el mayor amor y tiene un cuidado especial de nosotros. Y si cree alguno que Dios se olvida de los hombres, es insensato y hace al Padre de las misericordias grave injuria”. Para Israel: Lección del Texto Masorético que coincide con los LXX y la Vulgata y que conservan Vaccari, Crampón, Dom Puniet, etc. La mayoría de los modernos, por razones de ritmo, en vez de “leyisrael” (para Israel), leen “layyaschar”: para el hombre recto. Los rectos de corazón o simples son los que no tienen doblez en su corazón. Simple quiere decir “sin pliegue” (cf. Juan 1, 47 y nota). Para ellos es la alegría (Salmos 96, 11; 106, 42); para ellos la luz, aun en las tinieblas (Salmo 111, 4 ); para ellos los beneficios (Salmo 124, 4); para ellos la salvación (Salmo 7, 11) y la gloria (Salmo 31, 11); de ellos es el amor (Cantar de los Cantares 1, 3); de ellos, como de los niños, es la alabanza que a Dios le agrada (Salmos 32, 1; 8, 3; Mateo 21, 16).

[4870] 2 ss. Esta abierta confesión del salmista muestra cuán grande y fuerte es esa tentación contra la fe. Y si flaqueamos en el pensar bien de Dios (Sabiduría 1, 1) ¿qué nos queda, puesto que solo podemos vivir de esa fe? (cf. Habacuc 2, 4; Romanos 1, 17; Gálatas 3, 11; Hebreos 10, 38 y notas). La necesidad de evitar este tropiezo será cada día mayor a medida que avance, como lo tiene anunciado Dios, “el misterio de la iniquidad” (II Tesalonicenses 2, 3-12; Mateo 24, 6-27, etc.). Cf. Salmo 45, 3 y nota. Dios nos da para ello sus remedios en Romanos 10, 17; Mateo 26, 41; Juan 7, 14; I Corintios 2, 10-15; II Timoteo 3, 16.

[4871] 6 ss. Pintura admirable de cómo la prosperidad y el triunfo, en vez de hacerlos agradecidos a los beneficios de Dios, sacian por el contrario y embriagan a los soberbios, cuyo mayor castigo, como observa San Agustín, es no ser castigados (versículo 18), pues la megalomanía seguirá creciendo de modo que sea más vertical y horrible su caída, como lo enseña la Virgen en Lucas 1, 51-53 y lo muestra a veces, aun en esta vida, la experiencia histórica. “Un hombre, dice Salomón, domina sobre otro hombre para su propio mal” (Eclesiastés 8, 9 ss. texto hebreo).

[4872] 10. Texto diversamente entendido. Algunos, p. ej. Nácar-Colunga, vierten en 10 b: Sorbiendo sus aguas a boca llena (cf. Job 15, 13). Según esto, el mal tendrá trascendencia pública porque los falsos profetas no se limitan a desfogar sus pasiones sino que arrastran a las masas, ignaras e impresionables (cf. Eclesiastés 1, 15). Así el Viernes Santo, movido por el sacerdocio de Israel (Marcos 15, 10-11), gritó “crucifícale” (Juan 19, 15) el mismo pueblo que el domingo había dado por restaurado en Jesús el trono de David (Marcos 11, 10), proclamándolo Rey de Israel en nombre del Señor (Lucas 19, 38; Juan 12, 13). Así lo seducirá el Anticristo (II Tesalonicenses 2, 10 ss.) y no parará hasta que en el Templo lo miren como a Dios (II Tesalonicenses 2, 4) y la tierra entera lo adore a él (Apocalipsis 13, 12) y a su estatua (ibíd. 15). Pero el contexto muestra que aquí es otro el problema: el pueblo no alaba a esos impíos afortunados, como hace con los falsos profetas (Lucas 6, 26), sino que admira su prosperidad precisamente porque se percata de que son impíos (versículo 12). El problema que plantea Asaf está en la reflexión que esta prosperidad sugiere al pueblo escandalizado (versículos 11-14), el cual naturalmente tiende también a imitarlo “para llenarse de la misma abundancia” (Puniet). Tal es el sentido general de los LXX y la Vulgata, conservado por otros (cf. Ubach) y que coincide con Malaquías 3, 13 ss.

[4873] 11 s. Si la prosperidad de los impíos constituye una tentación para muchos, es porque no advierten que los juicios de Dios son eternos. Si la caridad del Padre celestial lo mueve a detener el castigo, según Él mismo nos lo dice en Sabiduría 11, 20-26; 12, 1-27; Romanos 3, 28 s.; II Pedro 3, 9; Apocalipsis 6, 10 s., ¿nos quejaremos acaso de que Él sea demasiado bueno? “¿Quién eres tú, dice San Pablo, para juzgar al que es siervo de otro?” (Romanos 14, 4). La sabiduría está, pues, como lo enseña el sapientísimo Salmo 36, en conservar la serenidad, fundada sobre la segura confianza en Dios, sin alterarse frente a la iniquidad ostentosa. “Vi al impío... como un cedro... pasé de nuevo y ya no estaba” (Salmo 36, 35 s.).

[4874] 15. Como ellos (así el nuevo Salterio Romano), es decir, como el pueblo en los versículos 11-14. Otros ponen los versículos 13 y 14 en boca del mismo salmista. De todos modos ello es para él también una tentación (cf. versículo 21 s.), contra la cual se defiende “fuerte en la fe” (I Pedro 5, 9; cf. II Reyes 11, 15 y nota), como digno “hijo” que no puede desconfiar de su Padre aunque no entienda a veces sus designios.

[4875] 16 ss. Difícil: Humanamente; a continuación se aclara el misterio.

[4876] 20. Tú, Señor: así el nuevo Salterio Romano. Según otros se aludiría solo a los mismos impíos que al despertar ven la falacia de lo que soñaron. En realidad bien sabemos que Dios no dormía sino en apariencia. Cf. Salmo 77, 65, donde Él parece despertarse “como un gigante adormecido por el vino”.

[4877] 21 s. ¡Cuán fácil es ver claro después que se va la tentación! Lo importante es dejar que pase el mal momento “en quietud y confianza” (Isaías 30, 15) “no agitando el espíritu durante la oscuridad” (Eclesiástico 2, 2). De ahí sacó San Francisco de Sales su famosa comparación de las tentaciones con las abejas, que no pican sino al que se alborota. Cf. Salmo 36, 5; Lamentaciones 3, 22-26; Santiago 5, 13.

[4878] 24. Por tu consejo: Véase sobre este magisterio de Dios Salmo 70, 17 y nota.

[4879] 25. Glosando este bellísimo versículo, dice Fray Luis de León: “Porque si miramos lo que, Señor, sois en Vos, sois un océano infinito de bien; y el mayor de los que por aquí se conocen y entienden es una pequeña gota comparado con Vos, y es como una sombra vuestra, oscura y ligera. Y si miramos lo que para nosotros sois y en nuestro respeto, sois el deseo del alma, en quien hallamos descanso y a quien, aun sin conoceros, buscamos en todo cuanto hacemos.” Cf. Salmo 15, 2. San Pablo revela que Dios saciará esta doble ansia nuestra en Cristo “reuniendo en Él las cosas del cielo y las de la tierra” (Efesios 1, 10).

[4880] 27. Se prostituyen: Es decir, cometen adulterio espiritual, idolatría. “Reposarse y juntarse el espíritu en cualquier otra cosa fuera del orden divino, dícese y es una fornicación espiritual” (Sto. Tomás). Cf. Santiago 4, 4; Apocalipsis 18, 3.

[4881] 28. He puesto, etc.: Cf. Salmo 9, 15 y nota. El Señor Dios: Muchos traductores solo leen: el Señor porque así lo indica el ritmo. Como vemos, el presente Salmo es una verdadera medicina espiritual para alegrar nuestro ánimo, según lo hizo con el propio salmista que empezó esta meditación con la mayor inquietud y la terminó lleno de consuelo divino.

[4882] 1. Sobre el título véase el Salmo 31, 1 y nota. Las opiniones sobre el origen de este Salmo varían, como en muchos otros, porque no se conocen circunstancias históricas que coincidan con él. Los que lo suponen compuesto inmediatamente después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios (587 a. C.) tropiezan con los versículos 8 y 9 sobre las sinagogas y sobre la falta de profetas, pues en aquel tiempo clamaba Jeremías en Jerusalén y Ezequiel en Babilonia (cf. Jeremías 30, 3 y nota); y los que proponen aplicarlo a la persecución de Antíoco Epífanes en tiempo de los Macabeos, no explican la amplitud de la devastación (versículos 3-7). Teodoreto, “cuyas observaciones sobre Nabucodonosor y Antíoco no parecen desprovistas de fundamento” (Calès), veía la solución en considerar que el Salmo encierra, como tantos otros, una visión profética y alude a la destrucción de Jerusalén por Tito (año 70 d. C.) en que el abandono de Israel pareció ser “para siempre” (versículo 1; 76, 8). Cf. Daniel 9, 27; Romanos 11, 11 y 25 s. La primera parte tiene una emocionante descripción de la ruina del Templo; en la segunda, empero, trae motivos de esperanza en la salvación del pueblo predilecto (cf. Salmo 79, 5 y 18). En Isaías 64, 9-12 hay un lamento semejante al de este versículo y Dios le responde en el capítulo 65.

[4883] 2. Tu grey: El pueblo de Israel (cf. Salmos 78, 13; 99, 3; 94, 7; Jeremías 23, 1, etc.). Hiciste tuya... tu herencia: Cf. Salmos 77, 54; 79, 16; Éxodo 15, 16; Deuteronomio 33, 6; Isaías 63, 9 y 17; Jeremías 10, 16; 51, 19. El monte Sion: Cf. Salmos 67, 17; 131, 13, etc.

[4884] 3. Dirige tus pasos: Algunos vierten: el escabel de tus pies y dicen que “este es aquí el templo, como en Salmos 98, 5; 131, 7; Isaías 60, 13; Ezequiel 43, 7; o bien toda Jerusalén, como en Lamentaciones 2, 1” (Vaccari). Cf. Mateo 23, 39 y nota.

[4885] 4 ss. Sobre esta dolorosa elegía véase Salmos 78 y 79; 88; 131, etc.

[4886] 6. Sus puertas: Así el nuevo Salterio Romano. Prado traduce: “sus entalladuras.”

[4887] 9. Nuestras señales: Dos prodigios que Dios hacía en todo tiempo a favor de su pueblo (cf. 64, 9 y nota). Así lo pide también la gran oración del Eclesiástico (Eclesiástico 36, 6). Sobre estos prodigios cf. Salmo 77, 4 ss. Algunos, en vez de señales, vierten “enseñas”: cf. Oseas 3, 4. “Ya no hay profeta”: Véase el citado texto de Oseas; Amós, 8, 11 ss.; etc.

[4888] 12 ss. Nuestro Rey: Así los LXX. La esperanza que anima al salmista estriba en la grandeza del Dios de Israel, que obró siempre maravillas a favor de su pueblo (versículo 9 y nota) y en las promesas que le tenía hechas desde antiguo. Cf. versículo 20; Lucas 1, 70.

[4889] 13 s. Alusión al paso del Mar Rojo y al castigo de Egipto (Éxodo 14, 21). Cf. Isaías 27, 1; 51, 9; Ezequiel 29, 3; 32, 2.

[4890] 15. Hiciste brotar: Recuerda las aguas milagrosas del desierto (Éxodo 17, 6; Números 20, 8; Salmo 77, 15). Secaste ríos perennes, por ejemplo, el Jordán (Josué 3, 14 ss.).

[4891] 19. Tu tórtola: Israel (Cantar de los Cantares 2, 14). Cf. Salmo 78, 2. Tus pobres: Cf. Salmos 9, 19; 67, 11.

[4892] 20. Tu alianza: La antigua existente (Génesis 17, 7 s.; Levítico 26, 44 s.) y la nueva prometida (Jeremías 33, 21). Cf. Salmos 104, 8 y nota; 105, 45 ss.

[4893] 21 ss. Todo el Salmo es, como se ve, una invocación que no ha perdido actualidad y que nos sirve también a nosotros para recurrir al Señor en tiempos de impiedad como los que vivimos (véase el lamento de Elías en III Reyes 19, 10 ss.). Los dos Salmos que siguen describen el triunfo de Dios y son como la respuesta a esta apremiante oración del salmista por Israel. Cf. Salmos 78, 79 y 82.

[4894] 1. Sobre el epígrafe véase Salmo 56, 1 y nota. Este Salmo, rebosante de fe y entusiasmo, enaltece la justicia y el poder de Dios, que castiga a los malvados y cambia la suerte a favor de su pueblo. “Su color mesiánico escatológico es marcado” (Páramo) y algunos, como observa Ubach, lo consideran como una respuesta al “¿hasta cuándo?” del Salmo precedente versículo 10.

[4895] 3 s. En los versículos 3 y 4 habla directamente Yahvé, quien consuela al justo recordándole que Él obrará, pero a su tiempo. Véase a este respecto Mateo 24, 42-44; Marcos 13, 32 y notas. El Salmo 2, 8 parece atribuir al Mesías la iniciativa y lo mismo Daniel 7, 13 y Apocalipsis 5, 7. Cf. Apocalipsis 12, 5; Salmo 72, 11 y nota; 101, 14; Isaías 60, 22; Malaquías 3, 17; Hechos 1, 7, etc. Ahora es todavía el “tiempo favorable”, de la reconciliación (Salmo 68, 14; Lucas 4, 16 ss.). Entonces será el día de la venganza (Isaías 61, 1 s.).

[4896] 5. Vuelve a hablar el salmista para prevenir a los soberbios antes que Dios cumpla lo que dice en el versículo 11, donde Él vuelve a tomar la palabra.

[4897] 8. Abate y ensalza a quien Él quiere y tanto a los individuos como a los reinos (cf. Salmo 109, 5 s.; 147, 9; I Reyes 2, 7-10; Daniel 2, 21), pues no debe a nadie cuenta de sus actos (cf. Romanos 9, 14-23). En cuanto a los primeros, Él se ha dignado hacernos saber que los que se hacen pequeños como niños, esos serán los ensalzados. Y lo mismo sucederá con las naciones: cf. Mateo 20, 13 ss.; Santiago 4, 12; Lucas 1, 48-53; 18, 34; Isaías 51, 9; Salmo 32, 10 y 22, etc.

[4898] 9. El cáliz es símbolo del castigo de Dios. Cf. Apocalipsis 14, 10; 16, 19; Isaías 51, 17-22; Jeremías 25, 15-17; Ezequiel 23, 31-33. Continúa el sentido del versículo 8: de Israel, que lo bebió antes (Salmo 59, 5), el cáliz pasará a las naciones (Fillion). Cf. Romanos 11, 17-24 y 30-32; Jeremías 25, 28 s. “Las heces (los desechos) al fondo de la copa son figura de los últimos tiempos y de una justicia que ya no tendrá misericordia” (Anónimo francés). Cf. Apocalipsis 10, 6 s.

[4899] 1. Este Salmo es como una continuación del anterior. Los LXX añaden al epígrafe: “sobre el asirio” que en los oráculos proféticos como el presente simboliza a las naciones de la gentilidad, siempre opresores de Israel (Isaías 5, 25 y nota). La cautividad de Asiria en que cayeron las 10 tribus del norte fue el comienzo de la dispersión de Israel entre las naciones (IV Reyes 17, 6). Aunque pudiera haber sido cantado por la victoria sobre Senaquerib, rey de los asirios, en 701 (IV Reyes 19, 35; Isaías 37, 36 s.), opinión que no comparte San Agustín ni los críticos modernos. El Salmo tiene carácter mesiánico y escatológico (Goma, Dom Puniet, Vaccari, Scío, etc.). San Roberto Belarmino no duda de que en su más alto sentido predice la victoria de los justos contra sus enemigos visibles e invisibles. “El salmista entrevé, a través de la victoria contra Assur, los triunfos mesiánicos sobre todo el universo. Ninguna razón seria, aquí sobre todo, favorece la hipótesis macabea, que fue para algunos una especie de obsesión, de la cual ya se ha vuelto” (Calès). Cf. Salmos 79, 1; 82, 9.

[4900] 2 s. Véase Salmos 47, 2; 64, 2; Ezequiel 40, 2 y notas. Salem es Jerusalén, que significa (visión o ciudad de) paz.

[4901] 4. “Rompió las armas enemigas, reduciéndola a la impotencia y puso fin a las guerras (cf. Salmo 45, 9 ss.; Isaías 2, 4; Oseas 2, 8; Zacarías 9, 10; Ezequiel 39, 9 )” (Vaccari).

[4902] 5. Desde los montes eternos: Cf. versículo 3; Salmo 67, 18 y nota. Sobre este versículo y los siguientes hace notar Calès que “la simple venida de Yahvé ha acabado con sus enemigos”. Cf. Isaías 11, 4; Daniel 7, 11; 8, 25; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 15 y 20. Majestuoso, sustantivado. Otros expositores: Poderoso, esto es, no ya débil niño como en Belén. Cf. Isaías 9, 6; II Tesalonicenses 1, 10.

[4903] 6 s. Suprema humillación de la soberbia fuerza humana. Cf. versículo 4; Ez, 38 y 39; Apocalipsis 19, 11 ss. y notas.

[4904] 9 ss. Desde el cielo, etc.: Cf. Apocalipsis 14, 14 ss. A juicio (versículo 10): Salmo 9, 8 s.; Isaías 2, 19 ss.; 31, 7 ss.; 32, 1 ss.; Habacuc 2, 20; Apocalipsis 6, 16. A todos: La amplitud universal del concepto sobrepuja a un simple acontecimiento histórico (cf. Salmos 64, 6; 71, 2 y nota; Isaías 11, 4; Sofonías 2, 3).

[4905] 11. El nuevo Salterio Romano ha adoptado sabiamente la misma lección que Schmidt y otros modernos, rectificando las versiones que leían Adam (hombre) en vez de Edom (véase igual caso en Hechos 15, 17 y nota), y hemot (que se traducía por pensamiento o por ira), en vez de Hamath (Emat). Ambos son pueblos vecinos de Israel (versículo 12). Edom, la hermana pérfida de Israel, aparece la primera en ser castigada, pues cuando el Señor se muestra en las profecías pronto a juzgar a las naciones, viene del Monte Farán en Idumea (Habacuc 3, 3) y tinto en sangre de Bosra (Isaías 63, 1). Cf. Salmo 59, 11; Apocalipsis 14, 18-20; 19, 13-15. Emat (o Hamat), ciudad y reino de la Siria.

[4906] 12 s. Traigan ofrendas: Cf. versículo 3; Salmo 67, 18 y 30. Al Temible: Cf. Salmos 46, 3; 109, 5, etc.

[4907] 1. Sobre Iditún véase Salmos 38, 1 y 61, 1. En su primera parte este Salmo refleja los sentimientos de Israel gravemente afligido hasta que con el versículo 11 cambian el estilo y el pensamiento, y el salmista se siente consolado por el recuerdo de los prodigios del amor y la bondad de Dios para con su pueblo. De ahí que “todo el Salmo conviene a maravilla en los momentos de angustia, para buscar la serenidad y volver a hallarla: las consolaciones pasadas son garantes de las futuras para aquel que ora del fondo del corazón” (Calès).

[4908] 4. Tengo que gemir: Esto es, parecería que su espíritu se sentía con ello más deprimido aún, y es porque no se abría con Él en franca amistad filial, pues lo estaba juzgando, como se ve en los versículos 8 ss. Cf. Sabiduría 1, 1 y nota. En cambio, si cavilo, es decir, si trato de explicarme por mis propias reflexiones el misterio, con prescindencia de Dios, entonces llego a la desesperación al comprobar la impotencia de mi pobre mente humana.

[4909] 8 ss. En el pasado había hecho Dios grandes milagros en pro de Israel. ¿Por qué ha cesado ahora su auxilio? ¿Acaso se ha olvidado de su pueblo? Tal es la angustiosa pregunta que brota de los labios del salmista afligido, como en Salmos 73, 1 y 88, 50. Sin embargo vuelve pronto a confesar su confianza en el Señor (versículos 12 ss.), sabiendo que nada le duele tanto como el que dudemos de su amor y misericordia para con nosotros. Cf. Mateo 6, 30; 8, 26; 14, 31, etc. También a nosotros se nos plantea el mismo problema. A él se alude en II Pedro 3, 4-9.

[4910] 10. El Catecismo Romano (IV, Primera petición del Pater noster) cita este versículo con Habacuc 3, 2 y Miqueas 7, 18, y agrega: “En el momento en que nos creemos perdidos y absolutamente abandonados de Dios, es precisamente cuando Él nos busca con una bondad infinita y está cuidando de nosotros. Aun en su ira detiene la espada de su justicia y sigue derramando sobre nosotros los tesoros de su misericordia inagotable.” Cf. Salmo 77, 37 y nota.

[4911] 11 ss. Tentación semejante a la del Salmo 72. Para ahuyentar esa desconfianza, el salmista se pone a recordar los mil favores recibidos (cf. Salmo 70, 20 y nota), especialmente por su pueblo (Salmos 77, 104, 105 y 106). El versículo 11 es citado en Denz. 188 según la Vulgata, donde ese cambio se entiende no de una mudanza operada en Dios, sino a la inversa, hecha por Dios en el salmista alegrando su espíritu abatido hasta ese momento.

[4912] 16. Jacob y José: Suelen entenderse como si dijera Judá y Efraím, representando ambos reinos el de Judá y el de Israel, en el cual Efraím, hijo de José, tenía la preponderancia (véase Salmo 79, 9 y nota). Pero mejor quizá puede entenderse de José, en cuanto salvador de sus hermanos, pues fue como un nuevo padre para los hijos de Jacob en Egipto.

[4913] 17 ss. Evocación viva de la salida de Egipto y del paso del Mar Rojo, después de la esclavitud en que habían caído allí los israelitas. Cf. Éxodo capítulos 14-15; 19, 16-18.

[4914] 18 s. Tus dardos: Los rayos. Del versículo 19 (Vulgata) está tomado el Introito de la Misa de la Transfiguración. El texto latino del nuevo Salterio Romano ha vertido este pasaje en latín con acento clásico y bello lirismo virgiliano. San Agustín, en sentido alegórico lo aplica como si fuese una profecía de la conversión de la tierra por la predicación del Evangelio.

[4915] 21. Tomado de Números 33, 1. A menos que se haya extraviado el resto de la estrofa, el salmista parece detenerse de golpe ante este recuerdo (cf. Salmo 77, 1 y nota). ¿A qué seguir? Ya ha sido escuchado (versículo 2) y ha sustituido su amarga tentación por una confianza inquebrantable en el Dios de Israel, “cuyos dones y elección son irrevocables” (Romanos 11, 28 s.). Cales hace notar que se ignora la fecha y ocasión del Salmo y refuta una vez más el empeño de referirlos todos al tiempo de los Macabeos (cf. Salmo 75, 1 y nota).

[4916] 1. s. Como un eco superabundante del Salmo anterior, todo el presente cántico, lo mismo que el de Moisés (Deuteronomio 32) y los Salmos 104, 106, etc., es una síntesis de la historia del pueblo israelita. El salmista la llama parábola y cosa recóndita, porque, los acontecimientos históricos de Israel nos muestran, como aquí, los misterios del Corazón de Dios, manifestados por su Providencia (cf. versículos Salmo 22, 23 y sus notas; Efesios 3, 9 s.; Romanos 16, 25; Colosenses 1, 26; I Pedro 1, 20) y encierran enseñanzas profundas para las generaciones venideras (véase también Nehemías 9, 6 ss.; Hechos 7). En la historia de ese pueblo está prefigurada la de todos los pueblos y de todos los hombres. San Mateo (13, 35), tomando el versículo 2 en sentido profético, señala su cumplimiento en las parábolas de Jesús. “Escucha” (otros vierten: “estate atento”): Esta palabra es siempre el paternal llamado de Dios a su pueblo. No va a pedirle nada ni a ordenarle cosas duras: solo quiere que le preste atención para que comprenda hasta dónde lo ha amado. Cf. versículo 7; Deuteronomio 6, 4; Jeremías 7, 23 ss. y notas.

[4917] 3 ss. Esta tradición de padres a hijos es cosa muy amada de Dios, siempre que perpetúe las cosas dichas por Él. Cf. Éxodo 12, 26 s.; 13, 8 y 14; Deuteronomio 4, 9 s.; 6, 7 y 20; 11, 19; Josué 4, 6 s.; Joel 1, 3, etc. Vemos también que según los apóstoles se continúa ese espíritu patriarcal que hace de los padres y madres los maestros naturales de sus hijos (versículo 5) para hacerles conocer a Dios y a su Palabra, así como también el marido a la mujer (véase I Timoteo 3, 15 s.; II Timoteo 1, 5; I Corintios 14, 35; I Pedro 3, 1. Cf. Proverbios 22, 6; Eclesiástico 25, 5, etc.). En cambio Jesús dice todo lo contrario cuando se trata de las tradiciones humanas, a causa de las cuales son olvidados los mandamientos de Dios. Cf. Mateo 15, 6 ss.; Marcos 7, 7; Gálatas 1, 12 y 14; Colosenses 2, 8; Tito 1, 14.

[4918] 5 ss. Que conozcan lo que es Dios, en su bondad, para que pongan en Él su esperanza y su confianza (versículo 7) y de ese modo, es decir con amor de hijos, cumplan la divina voluntad: tal es el plan de Dios que se manifiesta en toda la Escritura y que Jesús resume en Juan 17, 26.

[4919] 8. Estos epítetos sobre la rebeldía y dureza de Israel contra el Dios amante que quería ser su maestro (Deuteronomio 32, 12; Isaías 54, 13; Salmo 70, 17; Jeremías 31, 34), se repiten muchas veces en la Sagrada Escritura. Cf. lo que dice Moisés sobre este pueblo en Deuteronomio 32, 5. Véase también la advertencia que San Pablo nos hace para que no corramos la misma suerte que ellos (Romanos 11, 17-24).

[4920] 9. Los hijos de Efraím, la tribu más poderosa en los tiempos de la conquista de Canaán. Josué era oriundo de esta tribu, pero no rebelde como ella. Volvieron las espaldas: no en sentido de huir de los enemigos por cobardía, pues eran los más guerreros (cf. Jueces 8, 1 ss.), sino porque, a pesar de serlo, no quisieron destruir a los cananeos de Guécer (Jueces 1, 29) y habitaron con ellos como las demás tribus, quebrantando así el pacto con Dios (versículo 57). Él les echó en cara esto (Jueces 2, 1 ss.) y en castigo dejó subsistir a aquellos pueblos para que sirviesen de tentación de Israel (Jueces 3, 1 ss.). No se trata aquí, pues, del pacto violado según se indica en IV Reyes 17, 13-15 al narrar la caída del reino del Norte, pues allí se alude a ambos reinos, en tanto que aquí se habla especialmente de Efraím como tribu (versículos 9-11; 67-72), y no como nombre extensivo a las diez tribus de Israel por oposición a Judá (versículo 67 s.), según se usa por ejemplo en Ezequiel 37, 16 ss. Cf. Salmo 76, 16 y nota. También era de la tribu de Efraím, Jeroboam, el que se rebeló contra la casa de David (III Reyes 12, 25 ss.; II Paralipómenos 10, 16), pero este cisma, origen sin duda de que el nombre de Efraím se extendiese a las diez tribus, fue después de la muerte de Salomón y este Salmo es de Asaf el gran contemporáneo de David, y habla de hechos antiguos.

[4921] 12. Tanis (cf. versículo 43), capital de los faraones de Egipto en tiempos de Moisés, escenario de los acontecimientos relatados en Éxodo capítulos 5-11. Cf. Isaías 19, 11 y 13; 30, 4.

[4922] 13 s. Recuerda el paso del Mar Rojo y la nube que guiaba a Israel (Éxodo 14, 22 y 13, 21).

[4923] 15 s. Cf. Éxodo 17, 6; Números 10, 1 ss. y Salmo 104, 41, donde se refiere el prodigio de las aguas sacadas de la roca.

[4924] 17. Lo propio del hombre es la ingratitud (versículo 32, etc.) y todos somos así. La explicación se encuentra en el versículo 22.

[4925] 18 ss. Recuerda el maná del desierto y luego el milagro de las codornices (versículos 26 ss.). Cf. Éxodo 16, 2 ss.; Números 11, 4-23. El hablar mal de Dios (versículo 19) consistía en desconfiar de su bondad (cf. Sabiduría 1, 1).

[4926] 21. Fuego: El de la cólera divina (Números 11, 1).

[4927] 22. Nótese cómo no se habla precisamente de los pecados contra la Ley sino de la falta de fe confiada, porque de esta falta proceden los demás pecados. Es toda la economía del Cristianismo: de las virtudes teologales proceden, por obra de la gracia, las virtudes morales (Gálatas 5, 6). De aquí que para reformar las costumbres hemos de empezar por dar a conocer el Corazón de Dios, predicando su Palabra, que es la que engendra la fe (Romanos 10, 17) y le hace dar frutos (Mateo 13, 1-23; II Timoteo 3, 16 s.; Salmos 1, 2 s.; 118, 11, etc.).

[4928] 23 ss. Véase Éxodo 16, 13-21; Números 7-9.

[4929] 25. Pan de fuertes: Otros vierten: Pan de ángeles: el maná, figura del pan bajado del cielo que es Cristo. Cf. Juan 6, 32 ss.; I Corintios 10, 3.

[4930] 26 ss. Véase Éxodo 16, 13; Números 11, 31-35. (Ábrego: viento sur).

[4931] 29. Lo que habían deseado: Para su mal. ¡Tremenda forma de castigo que debe hacernos temblar antes de quejarnos de Dios! Cf. Salmo 80, 13 y nota.

[4932] 30 s. Y aquel lugar fue llamado sepulcro del deseo (Números 11, 33; 33, 17), en recuerdo de que la ira de Dios se encendió contra la desconfianza de su pueblo y su pretensión de saber mejor que Él lo que les convenía. ¿No fue acaso semejante el pecado de Adán y el de Babel? ¿No fue igualmente torpe y desconfiada la actitud de los hombres, incluso de los discípulos, cuando Jesús les anunció que su Cuerpo es comida y su Sangre es bebida? (Juan 6, 53 y 61). Por lo demás, la necesidad de castigo sigue viéndose en los versículos 32, 41, etc.

[4933] 34. San Agustín observa ya que el pueblo de Israel, que siempre vuelve a rebelarse contra Dios, es figura del hombre de todas las edades y tiempos. ¡Si al menos reconociéramos nuestra miseria! Ello bastaría para que Dios se apresurase a perdonar (cf. Lucas 15, 20; Juan 6, 37).

[4934] 36 s. Cf. esta misma queja en boca de Jesús (Mateo 15, 8 citando a Isaías 29, 13).

[4935] 38. Patente contraste entre lo que somos nosotros y lo que es Él (Salmo 76, 10 y nota). “La justicia, dirigida hacia la purificación de las personas y de los pueblos y para atraerlos hacia sí, siempre sigue estando por debajo de la justicia del padre, inspirado y dominado por el amor” (Pío XII).

[4936] 39. “¡Por eso, porque el hombre es tan poca y endeble cosa, Dios se siente más inclinado a perdonarle!” (Manresa). Cf. Salmo 102, 13-14; Job 10, 9; Génesis 6, 3; 8, 21. Espiritualmente este texto aplicado al soplo del Espíritu Santo (cf. Salmo 103, 29 s.) nos hace entender mejor la palabra de Jesús en Mateo 26, 41. Si lo único que puede sostenernos es el espíritu, no siendo este cosa nuestra sino prestada, resulta evidente la necesidad de buscarlo y pedirlo constantemente por la oración a Dios y la meditación de su Palabra (Salmo 62, 9; Lucas 11, 13; Santiago 1, 5 y 21).

[4937] 41. El Santo de Israel: el mismo Dios.

[4938] 42 ss. Descripción de las plagas de Egipto (Éxodo capítulo 7 ss.), asombrosa manifestación del amor de Dios a su pueblo, amor que después del abandono de Israel por su incredulidad (Hechos 28, 25 ss.; Romanos 11, 20) se mostrará una vez más en los últimos tiempos (Isaías 63, 4 ss.; Joel 3; Romanos 11, 23-31, etc.).

[4939] 44. Primera plaga. El versículo 45 recuerda la 4ª y la 2ª; el 46 la 8ª; el 47 la 7ª; el 48 la 5ª; el 49 la 9ª; el 50 la 6ª. No se menciona la tercera plaga: los mosquitos (Éxodo 8, 16 ss.) quizá por comprenderla en la de las moscas (versículo 45 a).

[4940] 48. Así Rembold. Cf. Calès.

[4941] 49. Ejecutores de calamidad. Otros: ángeles malos. Véase Sabiduría 18, 15 y nota. Cf. Apocalipsis 7, 1 ss.; 9, 14 s.; 15, 1, etc.

[4942] 50. Para la traducción cf. Rembold y Calès.

[4943] 51. Cam, hijo de Noé, es, según el Génesis (10, 6), progenitor del pueblo de Egipto, que en hebreo es llamado Misraim. Primicias del vigor se llama a los primogénitos (Génesis 49, 3; Deuteronomio 21, 17). Cf. Salmo 126, 4.

[4944] 52 s. Notemos el amor y ternura que pone Dios en esta expresión. Cf. Isaías 63, 9-14; Salmos 76, 21; 79, 2; Oseas 12, 13, etc.

[4945] 54 s. Los montes (quizá: los límites). Se trata de toda la Palestina (Josué 13, 7), región montañosa (cf. Éxodo 15, 17). Su diestra, no el esfuerzo de Israel. Véase los admirables pasajes del Deuteronomio 7, 7-24; 9, 1 ss.; Salmo 67, 6-13 y notas. Expulsó a los gentiles (versículo 55): Véase Salmo 79, 9; Sabiduría 12, 6. Son incontables los casos como este en que Dios hace ostentación de su amor y preferencia por el pueblo escogido (Deuteronomio 32, 8 ss.; Salmo 104, 14 y 44, etc.). Repartió la heredad: Cf. Josué 13, 6; 17, 1 ss. Cf. Ezequiel 47, 13-23.

[4946] 57. Fallaron como un arco torcido: Para notar la elocuencia de esta figura obsérvese que se trata aquí nuevamente de los efraimitas, hábiles arqueros (versículo 9). Ellos tuvieron en su tierra el honor de poseer el Tabernáculo (versículo 60).

[4947] 58. Lugares altos: En los collados hacían culto idolátrico a manera de los cananeos (cf. Deuteronomio 12, 2; Levítico 26, 30). Todos los profetas tuvieron que luchar más tarde contra ese culto en los lugares altos.

[4948] 60 s. El Tabernáculo, su Morada (cf. Jeremías 7, 12), había sido puesto en Silo (tribu de Efraím) en tiempo de Josué (Josué 18, 1). El Arca de la Alianza, llamada su fortaleza y su gloria (versículo 61), cayó en poder de los filisteos (I Reyes 4, 4 y 11) y no regresó más allí, donde había estado instalada en tiempo de los Jueces (I Reyes 4, 21). Cf. Ezequiel 41, 26.

[4949] 63. No fueron desposadas: Porque los jóvenes habían perecido.

[4950] 65. Es Dios mismo quien se aplica este símil de asombroso vigor para mostrarnos el celo con que defiende a los suyos (cf. Lucas 1, 71; Juan 10, 28-30 y nota).

[4951] 66. Alusión a la enfermedad vergonzosa que sufrieron los filisteos mientras el Arca estaba en su territorio (I Reyes 5).

[4952] 67 s. Dios eligió el monte Sión como sede del Tabernáculo, en señal de la preponderancia de Judá sobre Efraím. Cf. versículo 9 y nota; Salmos 67, 17 y 28; 79, 2; 80, 6; 86, 3; I Paralipómenos 28, 4; Amós 9, 11; Hechos 15, 16 s.

[4953] 69. Cf. Salmos 88, 30; 148, 1 y 7; Isaías 65, 17; 66, 22; Efesios 1, 10; II Pedro 3, 13, etc.

[4954] 70 ss. Véase la admirable elección de David, figura de Cristo: ¡Era “el más pequeño” y apacentaba ovejas! Véase I Reyes 16, 11 ss.; II Paralipómenos 6, 6; II Reyes 5, 2; 7, 8 (cf. Amós 7, 15; Lucas 5, 10); Ezequiel 34, 23; 37, 24 s.; Miqueas 7, 14; Salmos 88, 21; 131, 11 ss.; Eclesiástico 45, 31; 47, 2 ss.

[4955] 1 ss. Según la opinión más común entre los exégetas católicos, este Salmo, como el 73, deplora la suerte del Templo y de la Ciudad santa hollada por los gentiles y la humillación del pueblo hebreo, que dura hasta hoy según lo anunció Jesús (Lucas 21, 24). Y así como en los Salmos 74 y 75 Dios responde a ese lamento con las promesas de restauración, así también el Salmo 79 contiene la esperanza de esta. La atribución al tiempo de los Macabeos ha sido abandonada, como en tantos otros Salmos, pues este ya se recitaba entonces como más antiguo (cf. I Macabeos 7, 17, que cita los versículos 2 s.) y se reconoce que la destrucción de la ciudad por Antíoco no fue tan grave como lo que aquí se menciona. San Atanasio y otros veían en este un Salmo profético del tiempo de David, y la liturgia judía lo recita aún cada viernes junto al Muro de las Lamentaciones, último recuerdo del Templo desaparecido desde la destrucción de la ciudad por Tito, que Jesús anunció en Mateo 24. Un montón de ruinas: Cf. Salmo 73, 2 y 7; Isaías 1, 8; 63, 18 s. y 64, 1; Jeremías 51, 51; Ezequiel 25, 1 ss. y nota.

[4956] 5. Cf. Salmos 70, 5; 73, 1; 77, 21; 84, 6; 88, 47.

[4957] 6 s. La profecía de Jeremías, lamentando la desolación de Jerusalén, termina con estas mismas palabras (Jeremías 10, 25). La edición vaticana de Gramática cita aquí muy a propósito la oración de Eclesiástico 36 y II Tesalonicenses 1, 8, que muestra cómo será en los últimos tiempos esa venganza de Dios sobre los que no lo conocieron. Cf. versículo 10 y nota.

[4958] 8 s. Expresión de humildad poco común en nuestro tiempo (cf. Salmo 38, 13 y nota); es un verdadero acto de contrición colectiva (Lamentaciones 3, 42 y nota). Cf. Isaías 64, 9 ss. Por la gloria de tu Nombre (versículo 9): En Salmo 53, 8 y nota vimos el significado de esta gloria.

[4959] 10 ss. La venganza: Para defender este pasaje contra los que se escandalizan de él, un exégeta protestante se ha fundado en que “los salmistas eran hombres” y en la injusticia y brutalidad sufridas por el judaísmo. La explicación es puramente humana y poco sobrenatural, como si la oración de este Salmo y de tantos otros análogos no fuese inspirada. Mejor lo explicaba ya San Agustín diciendo que no desea el salmista que vengan males sino que presagia la ineludible acción de la justicia y vaticina las cosas futuras. En efecto, los profetas anuncian muchas veces tal venganza (cf. Joel 3, 1 ss.) y en Apocalipsis 6, 10 y 19, 2 encontramos igual expresión, acompañada esta vez de júbilo en el cielo. Los que después de esto se escandalizasen, lejos de defender la Ley de Dios (cf. Mateo 5, 39-48; 18, 21 ss., etc.) estarían juzgando a Dios, lo cual es una soberbia que Él no tolera a pesar de ser tan bueno con los demás pecadores. Septuplicado (versículo 12): Cf. Génesis 4, 15 y 24; Levítico 26, 21 y 28; Proverbios 6, 31; Eclesiástico 7, 3; 40, 8, etc.

[4960] 13. Ovejas de tu grey: Véase Salmos 94, 7; 99, 3. Cantaremos, etc.: “Como se hace en el Apocalipsis, se pedirá que el Salvador, para siempre victorioso, vengue sobre las potestades del mal la sangre de los que le dieron testimonio; y se hará buena justicia. Después de triunfar por un tiempo, el autor de todo mal será castigado y relegado para siempre al fondo del abismo y llegará el reinado de la paz y de la justicia” (Dom Puniet). Cf. Isaías 43, 21; Jeremías 23, 5; 33, 15 s.; Apocalipsis 6, 9-11; 20, 1-10, etc.

[4961] 1. Acerca del epígrafe léase la nota al Salmo 44, 1. Sobre el contenido véase el Salmo 78, 1 y nota. Este Salmo, como el anterior, es una apremiante oración “que pide a Dios socorro para la atribulada nación israelita en figura de una viña que plantó el mismo Dios (cf. Isaías 5, 1-7; Jeremías 2, 21)” (Vaccari). Arrancada del suelo de Egipto y trasladada al país de promisión, la abandonó el Viñador divino y la vendimian los transeúntes (Salmo 88, 42 ss.). Cf. Génesis 49, 22; Isaías 3, 14; 5, 5; Jeremías 12, 10 s. Muchos suponen que se trata aquí en particular de las diez tribus del norte, cautivas en Asiria (cf. v. 2 y nota), pues el epígrafe en los LXX dice: Sobre los asirios. Es el caso del Salmo 75, 1. Véase allí la nota.

[4962] 2 s. Pastor de Israel: Véase Génesis 48, 15; 49, 24. Cf. Salmos 21, 1; 73, 1; 77, 52. El nombre de Benjamín (tribu del reino de Judá) sorprende aquí entre los de Efraím y Manasés, hijos de José, cuyas tribus hacen pensar en el reino del Norte. Es posible que se trate de un agregado, tanto más cuanto que afecta al ritmo del verso. Mas no podría asegurarse, pues la restauración pedida en el Salmo (cf. versículo 4) comporta siempre, según los profetas, la reunión de las doce tribus. Cf. Isaías 11, 11-13; Jeremías 30, 3; Ezequiel 37, 15 ss. Véase Salmos 67, 26; 84, 2 y notas. El texto del versículo 3 es usado muchas veces en la Liturgia de Adviento para apresurar la venida del Señor. Cf. II Pedro 3, 12; I Corintios 16, 22; Apocalipsis 22, 17 y 20; Catecismo Romano I 8, 1 in fine.

[4963] 4. Estribillo repetido varias veces (véase los versículos 8 y 20). “Por Rostro se entiende muy a propósito a Jesucristo, porque es la cara de Dios, esto es, imagen o figura especial del Eterno Padre” (Scío). Véase versículo 17; Juan 14, 9; Hebreos 1, 3; Sabiduría 7, 26. Cf. Isaías 59, 20 citado en Romanos 11, 26.

[4964] 5. Contra la oración de tu pueblo: Así literalmente. Algunos proponen leer contra el resto de tu pueblo. Cf. Salmos 73, 1; 78, 5.

[4965] 9. Tu viña: Cf. versículo 1 y nota. Arrojaste a los gentiles: Los pueblos cananeos. Cf. Salmos 43, 3; 77, 54 y nota.

[4966] 12. Indica la extensión del reino que abarca los países desde el mar (Mediterráneo) hasta el río (Éufrates). Véase Deuteronomio 11, 24; cf. Ezequiel 47, 13 ss.

[4967] 14. Jabalí: Uno de los enemigos más feroces de las viñas. Quizá es Asiria o Babilonia, que suelen tener en los profetas un sentido figurado (Isaías 5, 25; capítulos 12-14; I Pedro 5, 13. Cf. Jeremías 51, 8 e Isaías 21, 9 con Apocalipsis 14, 8 y 18, 2; Jeremías 51, 6 y 45 con Apocalipsis 18, 4; Jeremías 50, 29 con Apocalipsis 18, 6; Isaías 47, 8 con Apocalipsis 18, 7, etc.). Las bestias del campo simbolizarían, según Fillion, “los enemigos de Israel, sean próximos (como Edom, los árabes devastadores, etc.), sean lejanos como Asur” (cf. Ezequiel 25, 4 y nota). Otros, continuando la interpretación restringida al Norte, ven aquí a los pobladores trasplantados a Samaria en IV Reyes 17, 24 ss. El griego y la Vulgata vierten: “la fiera singular”, lo que haría pensar en Daniel 7, 7 s. Cf. Salmo 67, 31 y nota.

[4968] 16 s. Texto inseguro. Algunos suponen que 16 b fue transportado por error del versículo 18 (véase allí la nota). Retoño o renuevo, lo mismo que pimpollo, es nombre del Mesías (Isaías 11, 1 y también 4, 2; 53, 2; Jeremías 23, 5; 33, 15; Zacarías 3, 8; 6, 12; cf. Mateo 2, 23), descendiente de Judá, lo cual, unido a lo que exponemos en las notas 1 y 18, dificultaría más la opinión de que este Salmo solo aludiese a las diez tribus. Sobre tu Rostro (versículo 17), cf. versículo 4 y nota. Igual amenaza está anunciada al Anticristo (Isaías 11, 4; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 21). Cf. versículo 14 b y nota.

[4969] 18. El Hijo del hombre y Varón de tu diestra, lo mismo que retoño (cf. versículo 16 y nota), es el Mesías, como dice la Paráfrasis Caldaica y observan los santos Padres. Véase versículo 4 y nota; Daniel 7, 13; Mateo 24, 30; Apocalipsis 5, 5-7; Salmos 88, 21 ss.; 109, 1 ss.; Hechos 2, 34; 7, 55 s., etc. Joüon hace notar que esta designación que Cristo se da en Mateo 26, 64 y Marcos 14, 62 es visiblemente alusiva a Daniel 9, 13. Algunos opinan que el “varón de tu diestra” es Israel, y citan Deuteronomio 33, 12; pero, allí no hay tal nombre sino el de Benjamín, y este tampoco significa eso, sino hijo de la diestra (Génesis 35, 18). En cuanto a Israel solo es llamado “hijo” aludiendo a Efraím (Oseas 11, 1-3) e “hijo primogénito” con relación a toda la nación (Éxodo 4, 22), mas no “hijo del hombre”, título que, tomado por antonomasia, se entiende siempre del Verbo encarnado, lo mismo que el de “Varón de tu diestra” (Salmo 109, 1 y 5).

[4970] 20. Vuelve una vez más el estribillo que, con los versículos 2 y 3, forma “como el resumen de este Salmo de espera: ¡Ven, oh Señor Jesús!” (Dom Puniet). La cuestión de la fecha del Salmo está lejos de haberse aclarado, pero no hay ninguna razón seria para pensar en la época macabea y, solo por suposición algunos piensan en 722, año de la deportación de Efraím.

[4971] 1. Acerca de la nota por el tono... los lagares, véase Salmo 8, 1 y nota. El rebosante júbilo de este Salmo manifiesta su carácter de himno recordatorio de las grandes maravillas de la salida de Egipto, aludiendo a la fiesta de los Tabernáculos (cf. Números 29, 12 y nota) y otras (cf. versículo 4 y nota), pues se entiende aquí todo el periodo del Éxodo que suele llamarse “día de la salida de Egipto” (Jeremías 7, 22 s.). Su fin es además didáctico: enseñar la fidelidad para con el Señor que ha colmado de bienes a su pueblo.

[4972] 4. Novilunio: “La luna señala los días festivos... de ella ha tomado nombre el mes” (Eclesiástico 49, 7 s.). Cf. Salmo 103, 19 y nota. Aquí significa el primero del mes de Tischri, que se celebraba con solemnidad especial por ser el comienzo del año nuevo, y se llamaba Fiesta de las Trompetas (Números 29, 1; 10, 10; Levítico 23, 23-26). He aquí un punto de gran interés para la reforma del calendario, pues fue establecido por Dios (versículo 5).

[4973] 5 s. Israel, Jacob y José: Parecen usarse aquí como sinónimos para significar a todo el pueblo de Israel. Cf. Salmo 79, 1 s. y notas.

[4974] 6 ss. No se trata de que Israel oyese entonces la ignorada lengua egipcia. Es el salmista quien, hasta el fin del Salmo, va a trasmitir a su pueblo, como una profecía, la voz de Dios que él escuchó.

[4975] 7. Libré: Es Dios quien habla y el salmista lo refiere; por eso se menciona al pueblo en tercera persona. Recuerda la servidumbre de Egipto, donde tenían que hacer trabajos propios de esclavos (Éxodo 1, 8-14; 2, 23-25).

[4976] 8. Desde aquí hasta el final habla Dios directamente a su pueblo por boca del salmista. La nube tempestuosa alude a la aparición de Dios en el monte Sinaí (Éxodo 19, 9), Las aguas de Meribá (o de la contradicción): así se llama la célebre estación del desierto donde murmuraron los israelitas contra Dios por falta de agua (Éxodo 17, 1-7). Allí mismo fue donde Moisés incurrió en la única sanción de Dios que mereció en su santa vida (Números 20, 2-13), por culpa que el mismo Yahvé imputa al pueblo (Salmo 105, 32).

[4977] 9. Admiremos la suavidad paternal de Dios: pudiendo mandar, suplica, y solo impone preceptos para nuestro bien (cf. Salmos 24, 8; 48, 1; 77, 1; 94, 8 y notas).

[4978] 10 s. Es el primer mandamiento (Éxodo 20, 3). “Abre bien tu boca” (versículo 11): Tan asombrosa benevolencia no puede sorprender de parte de un Padre para con sus hijos. Pero es necesario abrir bien la boca: desear, tener hambre, ponerse en estado de recibir. ¡Solo pierde los dones de Dios el que los desprecia! (cf. Lucas 1, 53; Salmo 33, 11; Mateo 5, 6; Juan 4, 10; Salmo 32, 22, etc.). Israel cayó porque no tuvo esa hambre de las cosas de Dios y su apetito se abrió más al plato de lentejas de los paganos que a los privilegios de la primogenitura que Él le había dado (versículo 13 y nota).

[4979] 12. Meditemos en la infinita amargura de este lamento divino. Es el mismo de Jesús en Juan 5, 40.

[4980] 13. ¡No hay peor castigo que esa libertad que con tanto ahínco defendemos! (cf. Hechos 14, 15). El Señor los dejaba entregarse a sus vicios y concupiscencias como los paganos, cuyos “gimnasios” imitaron (I Macabeos 1, 15 s.; II Macabeos 4, 9 ss. y notas), de manera que cosechasen frutos muy amargos (Romanos 1, 28).

[4981] 14 ss. Este anhelo y estas promesas que Dios formuló a Israel “muchas veces y de muchas maneras por los profetas” las repitió últimamente “por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo” (Hebreos 1, 1 y 2; Romanos 15, 8). Su desprecio y rechazo fue lo que hizo llorar a Cristo sobre Jerusalén porque ella no había conocido el tiempo de su visita (Lucas 19, 41-44; cf. Mateo 23, 39). Y todavía los apóstoles volvieron a reiterarle ese llamado (Lucas 13, 6 y nota): véase el gran discurso de San Pedro dirigido a Israel (Hechos 2, 12-26 y notas).

[4982] 16. Los enemigos se someterían al Dios de Israel y entonces el pueblo escogido viviría para siempre en una paz y felicidad maravillosas. Trasciende aquí el reino mesiánico. Cf. Baruc 3, 13; Salmo 71, 7 y nota.

[4983] 17. En sentido figurado, la Liturgia aplica al Pan eucarístico las palabras sobre la flor de trigo y pone este versículo en el Introito que se reza en la Misa del Santísimo Sacramento (Corpus Christi). Cf. Salmo 147, 3.

[4984] 1. Este Salmo es, como el 57, un testimonio de la tremenda severidad con que han de ser juzgados los poderosos de la tierra. Dioses: Los príncipes y jueces como representantes de la autoridad divina (versículo 6). Cf. Éxodo 21, 6; 22, 7 s.; Deuteronomio 1, 17; Sabiduría 6, 4; Romanos 13, 1; I Pedro 2, 13.

[4985] 4. La magistratura es como un sacerdocio. Véase Proverbios 24, 11; Sabiduría 1, 1. El que no tiene esa vocación debe alejarse del poder.

[4986] 5. Dios interrumpe su apóstrofe a los jueces (solo en este versículo), para señalarnos, con toda su espantosa gravedad, la existencia y los efectos de esta ignorancia culpable y a veces voluntaria. Mil veces habla de ella la Escritura, como que es un sello del farisaísmo, falto de rectitud (cf. Salmo 35, 4 y nota; Juan 3, 19; 7, 17; Proverbios 2, 13; Eclesiástico 21, 12; I Juan 1, 6; 5, 20; Juan 12, 46, etc.). La calamidad que resulta de estas tinieblas, en que caen los que debieran ser luz para los demás, es tan grave que hace vacilar hasta los fundamentos de la tierra. Cf. Mateo 5, 13-16; 24, 11 s.; Jeremías 23, 1 ss.; Malaquías 2, 7 ss., etc.

[4987] 6. Jesucristo cita este versículo (Juan 10, 34 ss.) para demostrar que tiene derecho a llamarse Hijo de Dios. ¡Hoy podemos serlo también nosotros gracias a Él! (Juan 1, 12; 20, 17; Gálatas 4, 5 s.; I Juan 3, 1; Romanos 8, 16-29, etc.). Pero ello será si la sinceridad de nuestra fe hace efectivamente de nuestro bautismo un nuevo nacimiento (Marcos 16, 16; Juan 3, 3; Romanos 6, 3 ss.; I Juan 3, 9; Colosenses 2, 12 y nota).

[4988] 7. A pesar de su alta dignidad, los jueces y príncipes han de morir como los hombres ordinarios y serán juzgados y castigados con una severidad incomparablemente mayor. Véase Sabiduría 6, 6-8.

[4989] 8. Como anota la nueva versión de Benziger, hay aquí una apelación a Dios para que asuma su autoridad como soberano sobre toda la humanidad. Bover-Cantera anota: “Parece hablar del Mesías, Juez que ha de gobernar toda la tierra.” “Que venga, dice Fillion, a ejercer la justicia, pues que los jueces de la tierra lo hacen tan mal.” Páramo ve igualmente aquí a Cristo como Rey y Dueño de las naciones, a las que juzgará en su día. Cf. Salmos 79, 16; 95-98, etc. Los reyes y altos personajes llevarán la peor parte en aquel juicio supremo (Salmo 109, 5; Apocalipsis 19, 18), y los pobres la mejor (versículo 3 s.; Salmo 71, 2 y nota).

[4990] 1 ss. Una confederación de pueblos que intentan borrar el nombre del pueblo de Dios y que llevan los nombres de los circunvecinos de Israel, con Asiria a la cabeza, es el objeto de este Salmo, que recuerda por su asunto el Salmo 2 y cuyo contenido se ha tratado en vano de ubicar históricamente, volviendo los autores a discutir entre los tiempos de los Macabeos (I Macabeos 5), los de Nehemías (Nehemías 4), etc. Calès hace notar, sobre los primeros, que ya no existían entonces tales pueblos, y sobre los últimos, que se trata de situaciones muy distintas de las que contempla el Salmo, observando que “Edom, Moab, los filisteos, los asirios, aparecen ya a los profetas como el tipo y el símbolo de esos enemigos por venir del futuro reino mesiánico”. Conviene también aplicar hoy esta plegaria del salmista a la iglesia de Dios rodeada, como aquí Israel, de adversarios poderosos, tanto humanos (Juan 15, 20 ss.; 16, 1 ss.; Mateo 10, 24, 24, 9, etc.) como diabólicos (I Pedro 5, 8; Ef. 6, 12; II Tesalonicenses 2, 4; Apocalipsis 13, 7; I Juan 2, 18 s., etc.). Cf. Salmo 73, 21 s. y nota.

[4991] 6. Alianza contra Dios y su Cristo. Cf. Salmo 2, 2; 47, 5; Apocalipsis 16, 16; 19, 19; 20, 7.

[4992] 7 ss. Los diez pueblos enemigos están al sur (idumeos, ismaelitas, amalecitas), al este (los agarenos, los hijos de Lot: Moab y Ammón), al norte (Tiro, Gebal, Asiria) y al oeste (los filisteos). Cf. Salmos 75, 1 y 11; 79, 1, etc. Es de notar la diferencia entre esta coalición de vecinos que, aprovechando la decadencia de Israel, procurarán instalarse en Tierra Santa con ayuda del Asirio (versículo 9), símbolo quizá de naciones más distantes (cf. Isaías 5, 25 y nota), y la invasión de Gog anunciada en Ezequiel 38 y 39, que vendrá del Norte, con pueblos más lejanos (Ezequiel 38, 2-6; 39, 2 y notas), y encontrará a Israel ya reunido en su tierra (Ezequiel 38, 8-12), aunque no definitivamente hasta después de rechazada esa invasión (Ezequiel 39, 21-29).

[4993] 10 s. El suplicante ruega a Dios renueve los castigos realizados en tiempo de los Jueces contra los enemigos de Israel (Jueces 4, 2; 5, 20 y 26).

[4994] 12 s. Tratase de reyes de los madianitas vencidos por Gedeón. Cf. Jueces 7, 25; 8, 3 ss. Sobre el versículo 13, cf. Ezequiel 25, 4; Oseas 9, 3 y notas.

[4995] 14 ss. Estas imágenes, tomadas de los fenómenos de la naturaleza, nos recuerdan que Dios emplea como azote de sus enemigos todas las fuerzas naturales. Véase Salmo 1, 4; Sabiduría 5, 21; Romanos 8, 19 ss. Cf. Salmo 67, 31; Isaías 10, 12-16; 17, 13, etc. Calès supone que los versículos 14 y 16 son glosas, pues alteran el ritmo de las estrofas. Véase la nota siguiente.

[4996] 17 ss. Para que busquen tu nombre: otros: busquen la paz. Todo el pasaje, tal como está, es una imprecación semejante a las de Salmos 34, 4; 68, 28 s.; 69, 4, etc., y habría que interpretar: para que busquen vanamente, pues no puede pensarse en una conversión de los enemigos ya que según el versículo 18 perecerán confundidos para siempre (cf. Salmos 58, 14; 78, 10 ss. y nota; Daniel 3, 44 s.). Si, como otros proponen, se restablece el ritmo en las estrofas pasando por alto los versículos 15 y 18 (y no los versículos 14 y 16), queda también aclarado el sentido.

[4997] 1. Sobre el epígrafe véase Salmo 8, 1 y nota. Se advierte en este Cántico de peregrino una semejanza con los Salmos 41 y 42, con los cuales empieza el grupo de los elohistas que se continúa aquí, como vemos, no obstante tenerse por terminado en el Salmo 82 (cf. Salmo 41, 1 y nota). La oración por el rey, que contiene el versículo 10, muestra que el presente Salmo es anterior al cautiverio de Babilonia. El salmista está lejos del Santuario y se consume en ardiente anhelo por volver a él. De ahí que este Salmo haya sido elegido por la Liturgia, junto con los dos que le siguen, para la preparación a la Misa, procurando alejar de la tendencia demasiado humana a mirarla como una obligación (assueta vilescunt). Desde sus primeras palabras este sublime poema prepara nuestro corazón al amor.

[4998] 3. Recuerda el Salmo 41, 3 y sobre todo la exclamación de David en Salmo 62, 3 (véase allí la nota). Cf. Salmo 15, 9. La carne no desea espiritualmente a Dios, pues los deseos de ella son contra el espíritu (Gálatas 5, 17). Por eso las emociones sentimentales no bastan, como bien nos lo dice Tomás de Kempis, pues Dios quiere ser adorado “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23). Pero en cambio la carne tiene necesidad de Dios en todo momento, “como tierra sin agua”, puesto que sin Él no podríamos subsistir (Salmo 103, 29 s. y nota). Un día venturoso, también la carne deseará como el espíritu, y ese día es el que desde ahora anhelamos como objeto de nuestra “dichosa esperanza” (Tito 2, 13). Véase la nota al versículo 5.

[4999] 4. Creemos, como Zenner, Calès y otros, que debe ponerse aquí, antes del versículo 4, el versículo 11, que no está en su lugar, tanto por el sentido cuanto por la simetría de las estrofas. “Si a los pajarillos que el Padre celestial alimenta y viste (Mateo 6, 26 ss.), también les da vivienda junto al Santuario ¿cómo no habrá para nosotros abrigo y calor junto al Altar, pues Jesús nos dice que para el Padre valemos más que muchos pajarillos? (Mateo 10, 31; Juan 10, 29). Del árbol de la Cruz, que pareció tronchado por la tormenta, nació un retoño para dar sombra a nuestro nido... junto al Calvario: es el Altar del Sacrificio eucarístico, donde Jesús sigue ofreciéndose constantemente al Padre por nosotros en estado de Víctima (Apocalipsis 5, 6), como cuando nos decía que también las bestias tienen guarida y solamente El no hallaba piedra —por no decir corazón— en que posar su cabeza” (P. de Segor). Cf. Hebreos 7, 24 s.

[5000] 5. Los que moran en tu casa: En primer lugar los levitas y sacerdotes, cuya función era la alabanza del Altísimo (I Paralipómenos 23, 5 ss.) y los sacrificios (Hebreos 8, 4 y nota). Sobre este grande deseo de morar en el Templo de Jerusalén, cf. Salmo 26, 4. Según esto pensemos cuán ardientes han de ser nuestros anhelos de ver a Jesús cuando Él vuelva (Apocalipsis 1, 7) y entrar con Él; unidos a Él (Juan 14, 3; Apocalipsis 19, 6 ss.); asemejados a Él (Romanos 8, 29; Filipenses 3, 20 s.; I Juan 3, 2), identificados con Él (Juan 17, 20-24), en la Jerusalén celestial donde el mismo Jesús será la lumbrera (Apocalipsis capítulos 21 y 22).

[5001] 6. Cuya fuerza viene de Ti: De hecho nadie la tiene sin Él, que nos la da por su Hijo (Juan 15, 5), mediante su Espíritu (Lucas 11, 13 y nota). Pero aquí se trata de los que esto saben, de los pequeños que viven implorando esa fuerza y desconfiando de la propia. Para ellos el camino santo no es ya una ley sino un imán, según el gran secreto que reveló Jesús al decir que nuestro corazón estará allí donde esté lo que miremos como nuestro tesoro. Por eso dice el Salmo que esos tales son felices. Deseamos ardientemente, para cuantos esto lean, esa dicha de creer de veras que la voluntad del Padre celestial no es tiránica sino amable.

[5002] 7 s. Valle de lágrimas: Bover-Cantera, Prado y otros vierten: valle árido. Según este bello pasaje, que recuerda a los Salmos graduales como el 121 y el 124, etc. (cf. Salmo 119, 1 y nota), “la fe y el santo entusiasmo de los peregrinos transformaba en regalados oasis las más áridas regiones que habían de atravesar y producía sobre estos desiertos el mismo efecto que una lluvia bienhechora o una fuente de aguas vivas” (Fillion). Entretanto, esperando el día en que el Dios de los dioses se mostrará en Sión (LXX. Vulgata, etc.; cf. Salmo 101, 17), recogemos, aunque este Salmo no es contado entre los didácticos, la profunda lección espiritual que nos da aquí sobre el amor como única fuerza que nos hace capaces de cumplir el Evangelio. Así lo enseña Jesús en Juan 14, 23 s. El amor es la plenitud de la Ley (Romanos 13, 10). Y solo él nos hace entender que el yugo de Cristo no solo no pesa (Mateo, 11, 30; I Juan 5, 3) sino que nos da reposo (Mateo 11, 29). Véase Eclesiástico 3, 4; Isaías 40, 31; Kempis libro III, capítulo 5: ‘Maravillosos efectos del amor divino’. Cf. Salmo 41, 3 y nota.

[5003] 10. Tu ungido: ‘No el Cristo por excelencia, sino David, que era también el ungido del Señor de una manera muy real’ (Fillion). Él, como Rey teocrático de Israel, estaba ‘especialmente consagrado para representar a Dios y figurar anticipadamente al Mesías venidero’ (Calès). Según Scío este rey de Israel es directamente Jesucristo, por cuyo amor pedimos al Padre que nos mire con ojos de misericordia (cf. Salmo 71, 15 y nota). Toda la oración de la Iglesia implora a Dios por el amor de su Hijo y a este respecto el Concilio III de Cartago (canon 23), del año 397, quiso evitar la frecuente confusión de las divinas Personas, disponiendo que “nadie en las preces nombre al Padre en lugar del Hijo o al Hijo por el Padre. Y cuando se asiste al altar, la oración ha de dirigirse siempre al Padre” (Mansi III, 884). Cf. Orígenes contra Celsum 5, 1; De orat. 15.

[5004] 12 s. Todo nos lo da el Señor: la gloria eterna y la gracia para alcanzarla; y también los bienes de esta vida (Tobías 11, 18; Mateo 6, 31 ss.). Solo quiere que estos no se conviertan en ídolos, rivales de Él. Cf. Mateo 6, 24; I Timoteo 1, 4 ss. y notas.

[5005] 1 ss. Es este uno de los más bellos Salmos del Salterio, henchido de profecías mesiánicas; es al mismo tiempo una oración para pedir su cumplimiento definitivo, escrita probablemente en tiempo de Zorobabel (520 a. C), o sea cuando profetizaban Ageo y Zacarías después del regreso de Babilonia, en el cual solo volvieron dos de las doce tribus (Judá y Benjamín) y continuaron las culpas y humillaciones del pueblo elegido, que duran hasta hoy. Sin mencionar la persona del Mesías davídico, el Salmo trata de lo que será su obra como bien observa Calès, agregando: “la salvación llevada a su perfecto cumplimiento”. La restauración “postexílica” no era sino su figura y como la garantía y un primer preludio de aquella. Mas ¡cuán lejos se estaba de su plena y perfecta realización! Un débil resto había vuelto de Babilonia y su estado permanecía sumamente precario: dominio extranjero, vejaciones de parte de los pueblos vecinos, miseria material, miembros indignos en la comunidad... Cf. Salmo 113B, 1 y nota y los Salmos 73, 78, 79, 82, 117, etc.

[5006] 2. Has trocado, etc.: otros: has hecho volver a los cautivos de Jacob (Crampón). Jacob significa las doce tribus, procedentes de sus doce hijos; en aquel entonces (cf. nota anterior), permanecían en el destierro las diez del Norte, cautivas en Asiria, que nunca volvieron. Cf. Salmo 79, 2 y nota.

[5007] 3. Es el perdón anunciado en Salmos 13, 7; 125, 1; Isaías 59, 20 s., etc. Israel lo daba quizá por cumplido, si es que los versículos 2-4 se referían a la reciente liberación. Pero también podría ser este pasaje, como el 125, 1, una visión profética de los anhelados bienes que piden los versículos 5 ss. Cf. Romanos 11, 26; Hebreos 8, 12.

[5008] 5. San Jerónimo pone Jesús en vez de Salvador, señalando así la realidad mesiánica que late en este Salmo (cf. Salmo 79, 4). Sobre el versículo 6 cf. Salmos 76, 8; 78, 5; 88, 47.

[5009] 7 s. Son los que el celebrante pronuncia (según la Vulgata) después del Confíteor, al comienzo de la Misa. Envíanos tu salvación (versículo 8), esto es al Mesías (cf. Salmo 79, 3 y nota; Is. 64, 1).

[5010] 9. Quiero escuchar: He aquí la actitud ideal del creyente (cf. Salmo 77, 1 y nota; I Reyes 3, 10). Es la “buena parte” que eligió María (Lucas 10, 39 y 42). Entonces las palabras de Dios siempre nos hablan de paz, porque sus pensamientos son “de paz y no de aflicción” (Jeremías 29, 11). Si desde ahora buscamos las palabras de su Evangelio, veremos que el divino Libro no es un código penal sino un testamento de amor (Salmo 80, 9 y nota). “Vosotros, decía un famoso predicador, que tanto teméis al infierno, y con razón, ¿cómo no tembláis ante vuestra indiferencia por conocer lo que ha hablado Dios?” De corazón: ‘¿Queréis que sea vuestra la paz del Señor? Volveos de corazón al Señor; no a mí, no a ningún hombre. El corazón que descansa en el hombre se despeña’ (San Agustín). Cf. Jeremías 11, 3; 17, 5.

[5011] 10. La Gloria, es decir, Dios, que según Ezequiel (11, 23) se había retirado del Templo. Cf. Zacarías 2, 5; Ageo 2, 10 y nota; Apocalipsis 21, 3.

[5012] 11. El reinado del Mesías producirá los más abundantes frutos espirituales: misericordia y verdad, justicia y paz. Tal es lo que expresa el lema del Sumo Pontífice Pío XII; “Opus justitiae pax”, tomado de Isaías 32, 17, donde el profeta anuncia estas prosperidades.

[5013] 12. “Así, pues, la bondad misericordiosa de Yahvé va a encontrarse con la lealtad de su pueblo; y la justicia o socorro libertador de parte de Dios comprenderá la felicidad pacífica de Israel. Del cielo, intervención redentora; de la tierra, leal fidelidad. Y como complemento y cumplimiento normal, de arriba la lluvia y el rocío fecundantes; de abajo, la fertilidad y productividad del suelo (versículo 13)… Dios va a venir mesiánicamente, trayendo con Él la redención y la paz perfectas” (Calès). Cf. Isaías 9, 7; 11, 1-16; 32, 17 s.; 45, 8; 58, 8; 61, 11; Ezequiel capítulos 34 y 37; Oseas 2, 18; Zacarías 8, 12; Salmo 71, 11 y nota.

[5014] 13 s. “Habrá completa armonía entre la tierra y el cielo, entre las virtudes morales y los bienes materiales” (Páramo). Se cumplirá entonces lo que pedimos en el Padrenuestro: que venga Su reino y se haga Su voluntad en la tierra como se hace en el cielo.

[5015] 1 ss. Esta oración de David, según reza el epígrafe, nos lo presenta una vez más como figura de Cristo doliente, perseguido por los soberbios (versículo 14), débil por sí mismo y necesitado de socorro (cf. los Salmos 21, 34, 37, 39, 68, etc.), y que invoca esa indigencia como título para ser oído con absoluta seguridad (versículo 7) por el corazón amante y misericordioso de Dios (versículo 15) que lo ha escuchado siempre (versículo 13). Nuestra miseria, dice San Crisóstomo, es la voz que invoca al Señor y la que más lo mueve a estar con nosotros (Salmo 39, 18). San Agustín, y con él Sto. Tomás, ven aquí el principal sentido de la bienaventuranza de los pobres en espíritu (Mateo 5, 3): “pobres, es decir, humildes, que se estiman pobres... que tienen poco espíritu de soberbia... pobres en el espíritu porque es el Espíritu Santo quien da la humildad”. Cf. Denz. 179; Salmo 102, 13 s.; Proverbios 29, 33; Isaías 66, 2; Mateo 23, 12; Lucas 1, 48; Apocalipsis 3, 17; Sabiduría 10, 10 y nota. ¡Toda la infancia espiritual estriba en esto! De ahí que el salmista, sin temer a sus enemigos, siente la necesidad de alabar esas maravillas de Dios (versículos 8 ss.) y anunciar la gloria universal del Reinado mesiánico (versículo 9), y le pide ante todo que lo haga fiel (versículo 11), no vacilando luego en pedir milagrosos privilegios para confundir a sus enemigos que son los de Dios (versículo 17). Resulta así tan completa esta plegaria que ha sido llamada “Paternóster del Antiguo Testamento”.

[5016] 2. Porque soy santo (hebreo: hasid), esto es, no porque soy bueno o tengo méritos (cf. versículo 1), sino porque te pertenezco como amigo y devoto (cf. Salmo 4, 4) y siendo cosa tuya no podrás dejar que me pierda. Gran argumento: es el mismo que dará Jesús para explicar por qué se sacrifica por sus ovejas: porque son suyas (Juan 10, 11 ss.).

[5017] 4. “No se pudre en la tierra, dice San Agustín, el corazón que se eleva a Dios si tienes trigo en los sótanos, lo subes al granero para que no se pudra, y si tanto cuidas del trigo, y para salvarlo lo subes, ¿por qué dejarás que tu corazón empobrezca sin levantarlo y subirlo?” Y nótese que aquí no se trata de elevar el corazón para apenarlo, sino para alegrarlo.

[5018] 9. Que un día todos los pueblos, juntamente con el pueblo israelita, adorarán al verdadero Dios es anuncio común de los profetas (cf. Salmos 21, 28 ss.; 46, 10; 64, 1; 65, 4; 101, 16 s. y notas; Isaías 2, 3-4; 66, 18 y 23; Zacarías 14, 16; Jeremías 10, 7; Apocalipsis 15, 4, etc.).

[5019] 11. Se alegre en temer (así los LXX y Calès): No ciertamente en tener miedo, pues lo primero que Jesús nos dice es que no se turbe vuestro corazón (Juan 14, 1), sino de saber que estamos entregados a ese camino que nos hace andar en la verdad (Juan 14, 6; cf. Salmo 118, 1 y nota). La expresión hebrea que señala ese santo temor de Dios nada tiene que ver con ese miedo desconfiado que aleja del amor y es excluido de este (I Juan 4, 8), sino que indica una total reverencia y fiel sumisión. Es el temor filial de ofender a un Padre infinitamente bueno (cf. Salmos 18, 10; 110, 10; Eclesiástico 1, 16). El temor servil procede de la fe informe (Sto. Tomás). Cf. Proverbios 1, 7; Sabiduría 17, 11.

[5020] 13. Abismo: Algunos conservan el hebreo scheol. No significa el infierno o gehena en el sentido del Evangelio sino el lugar de los muertos (cf. Salmo 6, 6 y nota; Deuteronomio 32, 22).

[5021] 15. ¡He aquí la verdadera fisonomía del Padre, retratada por el Espíritu Santo! ¿Cómo no amarlo si realmente lo creemos así? (cf. Éxodo 34, 6). Y si no lo creemos ¿cómo creeremos que fue capaz de darnos su Hijo? (cf. Juan 3, 16; I Juan 3, 16; 4, 9; Romanos 5, 8 ss.; 8, 32). La expresión tardo en airarte, parece que pudiera aludir aquí a los enemigos contra los cuales se pide auxilio, como indicando que a veces tarda en castigarlos por si se arrepienten (cf. Salmo 72, 11 s. y nota), pero por eso mismo podemos contar siempre con su lealtad.

[5022] 16. Hijo de tu esclava: Equivale a tu siervo. En esta oración de Cristo esa expresión nos trae a la memoria el dulce recuerdo de la Virgen, que se llamó a sí misma la esclava del Señor (Lucas 1, 38).

[5023] 17. Aplicado a Jesús, como lo hace San Agustín, este confiado ruego de David nos recuerda los incontables milagros del Salvador, que Él nunca hacía en beneficio propio sino como pruebas de su misión mesiánica. Véase Salmo 108, 27 y Juan 17, 1, donde aparece igualmente el Corazón de Cristo solo preocupado por el amor al Padre y, por Él, a las almas qué Él le dio.

[5024] 1. Es uno de los Salmos más hermosos; breve en la forma, pero apretado en ideas. Como en Salmos 75, 3; 84, 10; 85, 9; 131, 13, etc., y con un lirismo que lo lleva a empezar ‘ex abrupto’, canta el salmista la gloria de Sión y el reino mesiánico sobre todas las gentes. Montes santos: ‘Las colinas de Sión y Moriah sobre las cuales está edificada Jerusalén’ (Fillion). Ambas fueron elegidas para el Santuario y favorecidas con manifestaciones de Dios (Génesis 14, 18; 22, 2; II Reyes 24, 18). Cf. Salmos 2, 6; 67, 16 y nota; Miqueas 4, 1 s.

[5025] 2. Ama más a Sión que al resto de Israel. Samaria cayó en semipaganismo (IV Reyes 17, 41) y sus diez tribus nunca volvieron del cautiverio de Asiria. En cambio “la salvación viene de los judíos”, como dice Jesús (Juan 4, 22). Cf. Salmo 77, 67 s.; Isaías 49, 14 ss.; 59, 20 (citado en Romanos 11, 26); 60, 10 y 15; Jeremías 3, 17 s.; Mateo 27, 37, etc. Algunos lo aplican a la Jerusalén celestial, más amada que la otra porque ella es, dicen, la esposa del Cordero. Pero ello sería solo una acomodación, pues el texto no compara aquí ambas ciudades sino a una con el resto de Israel. Por otra parte, San Pablo nos revela que el ‘Misterio’ del Cuerpo místico estuvo escondido desde la eternidad hasta que a él se le encomendó anunciarlo como apóstol de los gentiles (Efesios 3, 8 s.; Colosenses 1, 25 s.), y también les dice a los hebreos que Abrahán y los patriarcas aspiraban ya a la ciudad celestial (Hebreos 11, 10 y 16; cf. 12, 22). Las puertas, como hacen notar los comentaristas, indican una ciudad, en contraste con la vida nómade. Según el Salmo 121, 3. Sión será la ciudad modelo y según Isaías 1, 24-27, después de purificada, “será llamada ciudad del justo, ciudad fiel”. Cf. Isaías 24, 23.

[5026] 3. “Alude a los destinos gloriosos a que, según los profetas. Dios ha destinado a la Ciudad santa” (Páramo). Llama la atención en todos ellos la magnitud y extensión de esas promesas (cf. Salmo 64, 2 y nota; Ezequiel 40, 2; Mateo 23, 39). “Es el sentido de todos los Salmos graduales (119-133)” (Dom Puniet). Ciudad de Dios: Jesús, en Mateo 5, 35, la llama la ciudad del gran Rey (cf. Salmo 47, 2-3). Lesètre dice a este respecto que, según Baruc 5, 2. “Dios pondrá la mitra de honor sobre la Jerusalén restaurada” (cf. Salmo 68, 36). Cosas gloriosas: ‘Las que a continuación se dicen de ser Sión la metrópoli espiritual de todos los pueblos’ (Prado). Un “selah” (repetido en el versículo 6) subraya la profundidad y trascendencia de estas palabras misteriosas.

[5027] 4. “El salmista cede la palabra a Yahvé para dejarle pronunciar una profecía que tiene su paralelo en Isaías 2, 2 s. y 11, 10” (Ubach). Véase esos pasajes con sus notas y variantes según el hebreo. Por Rahab aquí se entiende Egipto, como en Isaías 30, 7 (texto hebreo). En el fondo esto no contradice a los muchos autores que ven en Rahab a la ramera que reconoció a Dios (Josué 2, 9 ss.) y fue salvada (Josué 6, 17 y 25); cuya fe elogia San Pablo (Hebreos 11, 31) y a quien Jesús comprende en su profecía contra la Sinagoga (Mateo 21, 31), pues hasta los pueblos más adversos a Israel vendrán a Sión para adorar a Dios (Mateo 8, 11). Filistea, etc., es decir, las naciones de todos los rumbos no solo vendrán a Jerusalén (Isaías 49, 12; 60, 5), sino que la tendrán por patria suya.

[5028] 5 s. Calès, refutando a algunos que ‘exorcizan como pueden el espectro desagradable del profetismo mesiánico’, dice que ‘tenemos aquí un oráculo de la conversión universal de las naciones a Yahvé como en Isaías 2, 2-4 y en tantos otros pasajes de los profetas, paralelos o análogos. Los nombres propios citados por el salmista lo son a título de ejemplos. Y más adelante es cuestión simplemente de “registro de los pueblos”. Y Sión es aquí ante todo la Sión literal, metrópoli del reino davídico. Pero su concepto no se detiene allí, sino que se baña en la luz lejana y misteriosa de las esperanzas mesiánicas’. Sobre estos nuevos hijos de Sión, cf. Isaías 49, 21. En el versículo 6 Yahvé es representado ‘como llevando personalmente los registros, anotando uno por uno’ (Prado).

[5029] 7. Todas mis fuentes están en Ti: Tal sería, según varios autores, el título de la danza festiva, cuyo sentido parece ser la alabanza de Sión como centro espiritual de todos los pueblos (cf. Isaías 59, 19 ss. citado en Romanos 11, 26; Isaías 60, 10-22, etc.). Otros entre ellos Vaccari, prefieren conservar la lección de los LXX según la cual estarán llenos de gozo cuantos moren allí.

[5030] 1. Sobre “Mahalat”, véase Salmo 52, 1 y nota. Hemán era cantor y levita (I Paralipómenos 6, 16-23). Ezrahita: hijo de Ezrah. Aparece en este Salmo un afligido que canta el misterio del dolor llevado al sumo extremo. Pero no desespera porque su corazón descansa en Dios y su confianza inquebrantable, arguye ante el divino Padre con esa porfía sin límites que tanto nos inculcó Jesús y que parecería inconveniente a los que ignorasen la parábola del amigo importuno (Lucas 11, 5 ss.), de la viuda y el juez inicuo (Lucas 18, 1 ss.) y tantas otras lecciones que a millares nos dan las páginas sagradas. Como los Salmos 16, 17, 22, 27, 30, 34, 53, 55, 56, 70, 76, 90, 93, 139, etc. (además de los Salmos penitenciales y de los mesiánicos), es este un verdadero tesoro para hallar consuelo en la oración.

[5031] 2. Entre las discutidas variantes del Texto Masorético conservamos el claro y hermoso sentido de los LXX y de la Vulgata que concuerda muy bien con todo el contexto.

[5032] 6. Como los muertos: Por amados que hayan sido, los dejamos solos en la sepultura pues nada podríamos hacer con sus cuerpos. Por la misma razón estos ya no son para Yahvé objeto de especial providencia como lo eran cuando vivían (I Pedro 5, 7). Cf. versículo 11.

[5033] 8. Estos sentimientos y filiales quejas se parecen mucho a los de Job, que la Iglesia ha elegido para el Oficio de Difuntos y que son instrumento riquísimo de verdadera piedad. Véase Job 7, 16-21; 10, 1-12; 13, 22-28; 14, 1-6 y 13-16; 17, 1-3 y 11-15; 19, 29-27; 10, 18-22. Respecto del sentido mesiánico véase Salmo 68, 5 y nota.

[5034] 9. El alejamiento de los que se decían nuestros amigos es una desilusión infaltable para el que sufre la adversidad y para el verdadero seguidor de Cristo. Véase versículo 19; Salmo 68, 9 y nota; el Kempis libro II, capítulo 9: “La privación de todo consuelo”.

[5035] 11 ss. Para los muertos: ¿Acaso las reservarías para ellos (cf. versículo 6 y nota) y no para nosotros que tanto te necesitamos? Se levantan: En presente. En futuro no podría decirse esto, pues sabemos que resucitarán (I Corintios 15, 23 y 51 ss.; I Tesalonicenses 4, 13 ss.) y así también lo esperaban los antiguos justos para la venida del Mesías (Salmos 15, 9 s., 26, 13; Job 19, 25 ss.). Entretanto el Scheol era para ellos el oscuro destino de los muertos (cf. Salmos 6, 6; 113B, 17 y notas) y no contemplaban la propia glorificación de cada uno sino como obra del Cristo venidero, siendo esto lo que les hacía suspirar por su advenimiento. Igual cosa se nos inculca en el Nuevo Testamento, donde se habla constantemente no de la muerte de cada uno sino de la Parusía del Señor (cf. Marcos 13, 33 ss.; Lucas 17, 28-36; Romanos 8, 23; Filipenses 3, 20 s.; I Tesalonicenses 5, 1-4; I Pedro 1, 7; 5, 4; II Pedro 3, 12; Apocalipsis 22, 12, etc.), donde aparecerá nuestra gloria definitiva, y no ya del alma sola, sino también del cuerpo (cf. II Corintios 5, 3-10; Apocalipsis 6, 9 ss., y notas); no ya individual, sino con toda la Iglesia, que se unirá a Jesús como el cuerpo a la Cabeza en las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9), para ver finalmente glorificado sobre la tierra a Aquel que en su primera venida no tuvo sino dolores para conquistarnos esa gloria. Tal ha de ser el ansia de la Iglesia que somos todos nosotros, como la novia —así la llama el Apocalipsis— que anhela sus nupcias (Apocalipsis 22, 17 y 20; Cantar de los Cantares 8, 14 y notas).

[5036] 14 ss. Yo en cambio, es decir: no soy mudo como esos muertos sino que día y noche te estoy rogando (versículo 1). ¿Cómo, pues, no me escuchas (versículo 15) si estoy tan necesitado? (versículo 16 ss.). Así concluye el Salmo, siendo tal vez el único en que no se deja entrever al final el consuelo de haber sido ya escuchada la oración. Esto, que lo hace aún más precioso como ejercicio espiritual de nuestra fe, es sin duda lo que ha hecho colocar este Salmo en el Oficio de los dolores de María el viernes de Pasión, porque Ella, como Abrahán, sufrió ante todo y más que nadie la prueba de su fe al ver que las promesas gloriosas del Ángel (Lucas 1, 32 s.), lejos de realizarse ya entonces (Lucas 1, 54 s.), terminaban al pie de la Cruz. Cf. Juan 19, 25 ss. y nota.

[5037] 1 ss. Varias veces figura el nombre de Etán, como el de Asaf, entre los levitas cantores del Templo constituidos por David (I Paralipómenos 6, 31 ss.), lo mismo que Hemán, quien figura como autor del Salmo anterior. En el presente, que empieza con un himno (1-19), el contenido central es profético (20-38), terminando en forma elegíaca que suspira por la decadencia actual del pueblo que recibió tales promesas. ‘El punto especial sobre el cual quiere insistir el salmista es la alianza, garantizada por un solemne juramento, que Yahvé contrajo con la dinastía davídica: esta dinastía debe guardar el trono para siempre’ (Calès). Aunque no es un Salmo precisamente sapiencial es llamado Maskil, debido quizá por las enseñanzas que contiene de historia y profecía.

[5038] 2. Es el anhelo supremo del alma que cree en el amor paternal de Dios y ansía que todos lo vean. Es el lema de Santa Teresa de Lisieux. Cf. Salmo 49, 14 y nota.

[5039] 3. Sobre misericordia y fidelidad véase versículo 15; Salmo 116, 2 y notas. Afirmaste: se refiere a la solemne promesa que sigue en el versículo 4 s.

[5040] 5. He aquí el tema principal de este Salmo como del Salmo 131 (véase allí las notas): la promesa de la realeza eterna de David, que se lee en II Reyes 7, 10-16. Es de notar que el mismo Rey Profeta creyó entonces que esa promesa se cumpliría ininterrumpida y eternamente desde Salomón. Así lo dice en su sublime plegaria (II Reyes 7, 24-29) y lo repite en su último cántico (II Reyes 23, 5). Pero la promesa hecha después a Salomón llevaba una condición (III Reyes 6, 11-13; 9, 4-9) que fue violada (III Reyes 11, 11). Así lo confirma el profeta Ahías en III Reyes 11, 29-39 y el mismo David en su lecho de muerte (III Reyes 2, 3 s.). Véase versículo 31 ss. y nota. Tratase, pues, de un Salmo mesiánico porque la promesa hecha a David se cumplirá en Jesucristo (Lucas 1, 32; Isaías 9, 7; 22, 22; 55, 3; Daniel 7, 14; 7, 27; Miqueas 4, 7, etc.; cf. Salmo 44, 7 y nota).

[5041] 7 ss. Los hijos de Dios: Son aquí los ángeles en sentido lato, como se ve por el contexto (cf. Job 1, 6; 38, 7). El salmista quiere destacar la absoluta e infinita superioridad y omnímoda autoridad de Dios sobre todos los seres creados, por elevados que estén (cf. Daniel 4, 14 y 10, 13 y notas). Lo mismo hace San Pablo en Hebreos 1, 4-14, no ya con respecto al Padre sino al Verbo encarnado, Jesús.

[5042] 9. ¿Quién como Tú? (cf. Salmo 76, 14). Es el grito de guerra que da nombre al Arcángel Miguel: ¿Quién como Dios? (hebreo: Mi-ca-Él). Cf. Daniel 10, 13 y 21; 12, 1; Judas 9; Apocalipsis 12, 7 ss. Yah: forma abreviada de Yahvé: el Ser por excelencia (cf. Éxodo 3, 14 y nota). Es decir que su Nombre es sinónimo de la verdad (Juan 17, 17), esencialmente opuesto a lo que no es, la mentira. De ahí que esté como circundado por su fidelidad. Cf. versículo 15.

[5043] 10. Cf. Job 38, 11.

[5044] 11. Rahab, monstruo en que se personifica la soberbia y rebelión (en hebreo significa excitado, conmovido); las aguas que al principio cubrían la tierra (Génesis 1, 2, 6-9) se representan aquí en poética personificación como enemigos con quienes Dios lucha (cf. versículo 10; Salmo 73, 13; Job 9, 13; 26, 12; Isaías 51, 9 s.). Así lo explica, p. ej., Bover-Cantera. Según otros, Rahab es Egipto (cf. Salmo 86, 4) (Salterio Romano). Calès opina que aquí también puede ser Egipto si por los enemigos dispersos se alude a las naciones gentiles.

[5045] 12. Es frecuente en ambos Testamentos esta forma de alabar a Dios mediante un acto de fe en Él como Creador y Señor de todo (cf. Hechos 4, 24).

[5046] 13. ‘En la Transfiguración, el Tabor y el Hermón se estremecieron a la vista de la gloria de Cristo’ (Calès). Por eso sin duda el Salmo se dice en esa fiesta.

[5047] 15. ¿Quién es el rey de la tierra que puede atribuirse semejante elogio? La bondad misericordiosa (hésed) y la fidelidad (emunáh), con que nos conserva su amor y nos cumple sus promesas, están siete veces repetidas en este Salmo y son los dos títulos de gloria que más invoca Dios en las Escrituras. ¿Puede haber mayor motivo de felicidad y de confianza para nosotros? Cf. Números 23, 19; Salmo 99, 5, etc.

[5048] 16 ss. En este pasaje (versículos 16-19) en que es muy discutido el Texto Masorético, nos parece más claro el sentido de los LXX que, como la Vulgata, usa los verbos en futuro (así también Vaccari), ya que el triste estado actual de Israel que lamenta el salmista (versículos 39 ss.) no permite suponer esta alegría como presente, sino más bien como preámbulo a los gloriosos anuncios proféticos que siguen (versículos 20 ss.). “El alegre llamado” podría ser el de Salmo 97, 6 (cf. Salmo 109, 3 y nota). Sobre la alegría en la Nueva Alianza, véase Salmo 150, 5 s.; Isaías 66, 10; Juan 17, 13, etc.; Filipenses 4, 4; Romanos 14, 17; I Pedro 1, 8.

[5049] 18. Por favor tuyo: Lo único que no hay que quitar a Dios es el honor: la gloria de ser el solo excelente, y bueno y generoso y sabio (Isaías 42, 8; 48, 11; Romanos 16, 27; I Timoteo 1, 17; Judas 24). Todo lo demás nos lo da Él, hasta la felicidad eterna y su propio Hijo (Juan 3, 16) en quien Él tiene puesta su complacencia (Mateo 17, 5). Por eso Jesús niega que pueda tener fe el que busca su propia gloria (Juan 5, 44), y llama lobos rapaces a los falsos profetas, porque es un robo el apropiarse de una parte de gloria y alabanza, por mínima que sea, ya que toda ella pertenece exclusivamente a su Padre. En esto consiste principalmente el abismo que separa el Evangelio y el mundo. Este mira como virtud y suele llamar noble altivez lo que para Dios no es más que soberbia. Afirmar la propia personalidad es el consejo que daba Séneca, Volverse niño negándose a sí mismo, en la propia personalidad es, como sabemos, lo esencial en el discípulo de Jesucristo (cf. I Corintios 1, 29), pues los niños serán los primeros en el Reino, y los que no sean como ellos no entrarán (Mateo 18, 1 ss.).

[5050] 20. En los versículos siguientes el salmista se refiere al vaticinio del profeta Natán acerca de la perpetuidad del reino de David (II Reyes 7, 8-16). El “héroe” que recibe la corona es, como veremos, David (versículo 21), el cual es asimismo figura de Cristo. Cf. Bar. 5, 2; Ezequiel 37, 24-25.

[5051] 21. He descubierto: Notable expresión, como diciendo: he hecho un hallazgo, que estaba escondido en su insignificancia (cf. I Reyes 13, 14; 16, 1-13). En Hechos 13, 22 se cita este versículo haciendo de David, no obstante su pecado de II Reyes 11, un elogio insuperable, que se confirma en III Reyes 11, 34; Eclesiástico 47, 9, etc. y se explica en Hechos 7, 46. David, como María Santísima, halló gracia ante Dios (Lucas 1, 30), es decir, le fueron agradables, porque ambos eran pequeños (Proverbios 9, 4 ss.).

[5052] 27. Tú eres mi Padre: ‘Apelación que responde a aquella por la cual Yahvé ha dicho a su Ungido: Tú eres mi Hijo, en el Salmo 2, 7’ (Desnoyers). Cf. versículo 28 y 37; Salmo 109, 3 ss.

[5053] 28. Primogénito. Así llama San Pablo a Jesús (Romanos 8, 29; Colosenses 1, 15-18).

[5054] 31 ss. En II Reyes 7, 14 ss. se explica cómo la profecía pasa aquí del Hijo de David (Cristo), objeto de la promesa infalible y sin término, al hijo inmediato de David (Salomón), en quien la promesa fue condicional (versículos 3-5), y a sus descendientes, cuyas faltas no impedirán el cumplimiento de la promesa hecha a David (versículos 35 ss.).

[5055] 37 s. Por tercera vez repite Dios la solemne promesa (cf. versículo 4 s.; 20 ss.). Como el sol, etc. Cf. Salmo 71, 5; Jeremías 30, 20 ss., etc. Es la misma promesa de II Reyes 7, 16. Testigo fiel en el cielo. Texto inseguro. Si consideramos la frase en sus diversos aspectos, el testigo sería, según algunos, el propio Dios que garantizaría su promesa. Otros piensan en la misma luna; otros, en el arco iris de la alianza con Noé (Génesis 9, 13 s.). Varios modernos proponen otra lección que significaría más bien: estable para siempre como las alturas de los cielos. La nota musical “selah”, en el original, acentúa la importancia de todo este pasaje.

[5056] 39 s. Desde aquí hasta el versículo 52 se desarrolla el cuadro de la realidad triste y oscura; están derrotados el ejército y el poder del ungido, es decir, del rey. Se cumplen las sanciones anunciadas en los versículos 31 y sigs.

[5057] 47. ¿Te esconderás para siempre? Es el lamento cien veces repetido de Israel durante su larga prueba. Cf. Salmo 76, 8; 78, 5; 84, 6. Según Isaías esto se vincula con la ceguera del pueblo de Dios. Cf. Isaías 6, 9-13 y nota a este último.

[5058] 48. Lo que es la vida: El nuevo Salterio Romano dice: Cuan breve es mi vida. Según algunos, habría de entenderse de la vida del salmista o de la del rey, que es de edad avanzada y está ansioso por ver el cumplimiento de las promesas del Señor (cf. Números 23, 23; Tobías 13, 20; Salmo 101, 24 s.); pero, conforme al contexto (cf. versículo 49), parece evidente que tiene un alcance general, como lo observa Fillion, y se refiere a todo Israel en el sentido de que, siendo tan frágil la vida humana, y tan dura la que lleva el pueblo de Dios según los versículos 39 ss. (cf. Salmo 79, 13 s.), no solo el rey sino todos caerían en las garras del scheol (versículo 49) y jamás podrían cumplirse entonces las esplendorosas promesas davídicas (versículo 50). Y esto es tanto más real cuanto que los israelitas están como ovejas condenadas al matadero (Salmos 43, 22; 78, 11; 101, 21 ss.) y los gentiles se han propuesto borrar su nombre de la tierra (Salmo 73, 8; 82, 5). En tal caso ¿para qué habría Dios creado a los hombres si el pueblo escogido había de perecer de esa manera? Este es el sentido del segundo hemistiquio según los LXX y la Vulgata, que conservamos como Ubach y otros. Las versiones del Texto Masorético, diversamente entendidas, insistirían sobre la fugacidad de la vida: “acuérdate de qué ‘nada’ hiciste a los hombres” (Fillion), aludiendo a que Adán fue hecho de barro. Pero no es menos cierto que fue hecho inmortal, a pesar del barro, por lo cual no parece viable tal lección ni la que dice que Dios creó a los hombres caducos, pues no fue Él quien hizo la muerte (cf. Sabiduría 2, 23-24 y notas). Algunos piensan que los versículos 48-49 son transportados del Salmo 89, sea como texto o nota marginal.

[5059] 49. Como se ha visto en la nota anterior, no podría suponerse en este versículo una afirmación doctrinaria o universal sobre la mortalidad de todo hombre, que estaría aquí fuera de lugar. Por lo demás es natural que el salmista no conociera (cf. Salmo 87, 11 y nota) el misterio que San Pablo explica en I Corintios 15, 51 ss. (texto griego), según el cual hoy sabemos que los que vivamos en el momento de la segunda venida de Cristo, “seremos arrebatados… en nubes hacia el aire al encuentro del Señor” (I Tesalonicenses 4, 17).

[5060] 51 s. Pide el castigo de las naciones que humillan a Israel a causa de la decadencia a que Dios lo abandona. Véase Joel 3; Judit 16, 20; Isaías 4, 11; 49, 25 s.; Ezequiel 38, 16 ss.; II Macabeos 6, 14; Sofonías 3, 8; Deuteronomio 32, 35, etc.

[5061] 53. Doxología que termina el libro tercero de los Salmos.

[5062] 1. En este Salmo, que encabeza el libro cuarto del Salterio (Salmos 89-105), se medita saludablemente la fugacidad y caducidad de nuestra vida (cf. Salmo 88, 48-49 y notas), lo que nos mueve a reconocer nuestra nada y entregarnos con la confianza de un niño a la amorosa sabiduría de nuestro Padre celestial que se digna tomar a su cargo nuestros pasos. Su afinidad con el grandioso cántico de Deuteronomio 32 es innegable. Aunque algunos lo han dudado, Fillion sostiene ampliamente que el Salmo pertenece a Moisés, “el varón de Dios” (Deuteronomio 33, 1). Tan venerable origen, confirmado por “el color antiguo del estilo”, rodea de un encanto especial a este bellísimo tesoro de piedad que “bastaría para hacer bendecir la memoria y la religión de Moisés” (Herder). Tú eres: Según los mejores autores, las palabras nuestro refugio, que algunos conservan, son sin duda una glosa que perturba el ritmo y también el sentido, pues aquí solo se trata de Dios (cf. versículo 2 y nota).

[5063] 2. En contraste con la inestabilidad del hombre (versículo 3 ss.), cuyas generaciones son —ya lo decía Homero— como las de las hojas, se nos muestra aquí la estabilidad del Eterno, que era antes que los montes, etc. Ahora sabemos que, así como el Padre era eternamente —“Principio sin principio”— así también “en el principio el Verbo era” (Juan 1, 1). “Principio principiado”, no hecho pero sí engendrado, el Hijo debe al Padre todo su Ser, pero es tan eterno como el Padre, pues Él lo engendra también “desde la eternidad y hasta la eternidad”, como un espejo perfectísimo de Sí mismo (Hebreos 1, 1-3; Sabiduría 7, 26). Por eso la Sabiduría, que es el Hijo, puede decir como aquí de su propia eternidad: “El Señor me tuvo consigo al principio de sus obras.” Véase este admirable pasaje en Proverbios 8, 22-36 y notas.

[5064] 3. Véase en Génesis 3, 19 esta sanción que Dios se vio obligado a imponer al primer hombre (cf. Romanos 5, 12; Sabiduría 2, 24 y nota) y que la Iglesia nos recuerda el Miércoles de Ceniza. Adán significa hombre, y de ahí que algunos traduzcan: “hijos de hombres”.

[5065] 4. San Pedro cita este versículo en II Pedro 3, 7 s. La Sagrada Escritura usa con frecuencia el concepto de día con un sentido especial. Cf. Isaías 13, 9; 34, 8; 61, 2; 63, 4; Sofonías 1, 15 (de donde se tomó el primer verso del Dies Irae); Apocalipsis 20, 4-6, etc.

[5066] 5. Este versículo reza en la versión de Bover-Cantera: Son a modo de sueño, que cuando quiere amanecer disipas; cual verdeante hierba. Es un pasaje oscuro, vertido diversamente, pero que expresa sin duda, como todo el contexto, este concepto de la fugacidad de nuestra vida. Véase las incomparables figuras que nos da sobre esto el libro de la Sabiduría (5, 9-13).

[5067] 7. Como anota Fillion, habla aquí Israel, el mismo pueblo en cuyo favor se ora en los versículos 13 ss.

[5068] 9. Como un suspiro: LXX y Vulgata dicen: como una tela de araña, figura frecuente en la Biblia (cf. Job 8, 14; Isaías 59, 5; Oseas 8, 6). Fray Luis de Granada, comentándolo en ese sentido, dice: “Los días de nuestra vida los gastamos como las arañas, porque así como este animal trabaja noche y día… y todo este trabajo tan largo y tan costoso no se ordena a más que hacer una red muy delicada para cazar moscas, así el hombre miserable ninguna cosa hace sino trabajar día y noche con espíritu y cuerpo, y todo este trabajo no sirve más que para cazar moscas que son cosas de aire y de muy poco valor.”

[5069] 10. Nos volamos: Así, literalmente (cf. I Corintios 7, 31 y nota). Notemos el decrecimiento de la longevidad: en Génesis 5 la vida se cuenta casi por siglos, hasta la edad de Adán (930 años) y de Matusalén (969). Desde el diluvio la redujo Dios a 120 años (Génesis 6, 3). En tiempo de David ya se consideraba muy anciano a uno de 80 años (cf. Salmo 88, 48 s. y nota). Véase también sobre la duración de la vida, Eclesiástico 18, 8; cf. Isaías 65, 20.

[5070] 12. Para pedir esta sabiduría del corazón (cf. Salmo 50, 12; Sabiduría 1, 5 notas), que es el mayor de los bienes (Proverbios 8, 11) y con la cual nos vienen todos los demás (Sabiduría 7, 11), véase la oración de Salomón (III Reyes 3, 5-13) y la exhortación de Jesús, hijo de Sirac (Eclesiástico 41, 18-38). Nada es más fácil que obtenerla: basta desearla de corazón (Sabiduría 6, 12 ss.) Enséñanos a contar nuestros días, esto es, a conocer, para no apegarnos, su fugacidad, en la cual muy difícilmente llegamos a creer. Cf. Salmo 38, 5.

[5071] 15. Alégranos, etc.: Aunque tiene aquí un matiz distinto de la Vulgata (que dice: nos alegraremos, etc.), este hermoso concepto filial, que muestra la humillación y la prueba como lección saludable de la cual luego nos alegramos, es muy propio de la Biblia (Salmo 118, 71 y 75; Daniel 9, 8, etc.). Sería ideal para escribirlo en las plazas públicas de todos los países azotados por la guerra, como un acto de contrición colectiva (cf. Lamentaciones 3, 42 y nota). Pero bien sabemos que el mundo no sigue esos caminos. Los pueblos, después del dolor, tienen más sed de “pan y circo” y el orgullo herido se aumenta con el azote; y se hace entonces más culpable, como el pobre que es soberbio (cf. Eclesiástico 25, 4 y nota). Esto, que la historia nos muestra, lo confirman las profecías. Cf. Apocalipsis 9, 21; 16, 9 y 11 y notas.

[5072] 17. Conduce Tú: Véase la terminante afirmación de Jeremías 10, 23 y la indignación de Dios en Isaías 23, 9-12 contra los que han obrado con mucha actividad pero sin tomarlo en cuenta a Él. Estas palabras de Dios aumentarán nuestra fe y nos librarán de ese funesto concepto de un Dios pasivo, que es el mayor desprecio, tanto para su celosísima Providencia (cf. Mateo 6, 33), cuanto para su Sabiduría y Santidad que Él nos presenta siempre como la única fuente de todo bien (cf. Juan 15, 5 y nota). ¡Cuántas veces, en los trabajos temporales y aun en los que pretenden ser apostólicos, obramos tan ensimismados en nuestro propio modo de ver, como si ese Dios a quien visitamos por la mañana en el templo hubiese dejado de existir hasta el día siguiente! Cf. Salmo 85, 1 y nota; 126, 1 ss.; Mateo 5, 36; 10, 30; Hechos 17, 28; Romanos 9, 16; I Corintios 3, 6 s.; Filipenses 2, 13; Isaías 26, 12; etc. El final que va entre corchetes no está en los LXX (Codex B) y algunos autores lo suprimen.

[5073] 1 ss. Es este Salmo “el himno triunfal de la confianza en Dios” (Vaccari). Su tema es la protección que Dios otorga a los que tienen puesta en Él su esperanza (véase Salmo 32, 22). La Iglesia lo pone en las Completas del Domingo. El Salterio Romano usa, como Vaccari, el vocativo: Tú, que te abrigas, en concordancia con el versículo 3. Muchos otros (Rembold, Calès, Crampón, Ubach, etc.) mantienen como LXX y Vulgata la tercera persona: El que se acoge... descansará. En realidad el hebreo no tiene ni una ni otra forma sino que empieza refiriéndose (como si fuese un título) al que se aloja en lo secreto del Altísimo como para pasar la noche en la tienda del Omnipotente (Schaddai, como en Salmo 67, 15), y luego sigue en primera persona: Digo a Yahvé, etc. De ahí que algunos propongan para todo la primera persona: Habitando… digo, etc.

[5074] 4. Lo que aquí se dice del Padre celestial lo dice también Jesús de sí mismo en Mateo 23, 27. Su fidelidad: La enseñanza sobre esa lealtad de Dios, indefectible y protectora (cf. Salmos 24, 10; 88, 15 y nota), es aplicable también a la verdad de Dios, la cual nos defiende como un escudo (así la versión de los LXX), tanto de nosotros mismos cuanto de Satanás y del mundo, contra las tremendas seducciones del error. Cf. Salmos 26, 1; 111, 7; Proverbios 3, 3; 20, 28 y Juan 8, 32; 14, 6; 17, 3 y 17; Efesios 4, 14; II Tesalonicenses 2, 10 y notas.

[5075] 5 s. Es decir que para él tanto da el que los enemigos sean visibles u ocultos.

[5076] 7. Lo que Dios nos ofrece aquí es, como podemos observar, un verdadero privilegio, de esos que Él se complace en prodigar a sus amigos íntimos (cf. Salmo 24, 14; Éxodo 35, 31; Mateo 6, 33; Juan 14, 23, etc.), sin que nadie pueda pedirle cuenta de sus preferencias (Mateo 20, 13; Romanos 9, 15; Santiago 4, 12, etc.).

[5077] 9. Pues dijiste: Así también Crampón, Calès, Rembold, etc. Es el acto de confianza que se hizo en el versículo 2. Tal es la única condición de tantos beneficios (versículos 1 s. y 14).

[5078] 11. En Mateo 4, 6 y Lucas 4, 10 el diablo aplica esta promesa al Mesías, pero ella, como se ve por el contexto, es para todos los que confían en Dios (cf. versículos 2, 9 y 14) y contiene la consoladora noticia de los Ángeles de la guarda. Sobre la misión de estos amigos celestiales, véase Hebreos 1, 14; Judit 13, 20; Tobías 8, 3; 12, 12; Lucas 16, 22; Hechos 12, 15; Mateo 18, 10; Génesis 48, 16; Salmo 67, 18 y nota.

[5079] 13. Jesús hizo a sus discípulos igual anuncio (Marcos 16, 18; Lucas 10, 19), que se cumplió al pie de la letra durante los tiempos apostólicos (cf. Hechos 28, 6; Hebreos 8, 4 y nota), con toda clase de milagros (Hechos 3, 1 ss.; 5, 12-16; 19, 12; 20, 9-12; 28, 6 y 8). La Escritura deja de hablar de ellos y de los carismas visibles desde que San Pablo declara solemnemente el fin de su misión entre los judíos (Hechos 28, 28) y empieza a explayar a los gentiles el “misterio escondido” de la Iglesia (Efesios 3, 9; Colosenses 1, 26). Cf. Filipenses 2, 27; I Timoteo 5, 23; II Timoteo 4, 20, donde el gran apóstol y taumaturgo no hace ya intento alguno de milagro, ni en adelante se menciona en el Nuevo Testamento ningún otro suyo ni de los demás apóstoles.

[5080] 14. Toma la palabra el mismo Dios para confirmar, como en el versículo 9, que la confianza en Él (y su conocimiento, del cual proviene esa confianza) es lo que nos asegura estos privilegios (cf. Salmos 9, 11; 35, 11; 32, 22). Notemos que conocer a Dios es conocer sus pensamientos, no solo su existencia. Para lo primero Él nos da su Palabra, donde nos muestra su corazón, su Espíritu, su voluntad, su amor, sus hechos, sus promesas (cf. Salmo 91, 6 y nota). Para lo segundo basta la naturaleza. Cf. versículo 7 y nota.

[5081] 15. “Cuando te vieres atribulado, dice el Doctor de Hipona, no temas, ni quieras pensar que Dios no está contigo. Ten fe, y Dios estará contigo en aquella hora de prueba… Dormía Cristo en la nave y los hombres estaban a punto de perecer. Si Él parece dormido para ti, es que en tu pecho la fe está dormida; porque Cristo vive en ti por la fe” (Efesios 3, 17).

[5082] 1. Precioso cántico que convida a alabar a Dios y darle gracias por sus obras (versículos 5-7), no solo por las cosas creadas (Salmos 8; 103; 148), sino especialmente por la humillación de los malvados (versículos 8-10) y las bendiciones de los justos (versículos 11-16). Sobre la suma excelencia de esa alabanza, véase Salmos 49, 14; 88, 2 y notas.

[5083] 2. Bueno es: El salmista (probablemente David) quiere expresar que esa alabanza de nuestro Padre celestial no solo es cosa digna y debida, sino que también es una felicidad para el alma. Cf. Salmo 113B, 2 y nota.

[5084] 3. Al alba... y por las noches: Esto es, en todo momento: cf. Salmos 5, 5; 118, 147 s. y 164 (según el Talmud este Salmo litúrgico se cantaba por la mañana). La misericordia y la fidelidad son los atributos cuya proclamación más agrada a Dios, según toda la Escritura (Salmos 24, 10; 84, 11; 88, 15; Tobías 3, 2, etc.).

[5085] 4. Cantar Salmos es entregarse a Dios con toda el alma y servirle con alegría. “Los que hacen el bien con ánimo triste no cantan” (San Agustín).

[5086] 5. Me gozo en las obras de tus manos: ¡Qué lema para esculpirlo en toda casa de artistas cristianos! “Esta espiritual alegría se recibe, como dice fray Luis de Granada, cuando el hombre, mirando la hermosura de las creaturas, no para en ellas, sino que sube por ellas al conocimiento de la hermosura, bondad y caridad de Dios que tales y tantas cosas creó.” Véase Salmo 103, 1 ss. De ahí, pues, que la contemplación de la naturaleza, y de una manera especial la admiración y gratitud por el crepúsculo que el Creador nos obsequia cada día, y donde sabemos que para nada se ha mezclado la mano del hombre, sea para el divino Padre como una oración (cf. Salmo 8, 2 y nota).

[5087] 6. Tus pensamientos: Nótese el contraste con los pensamientos nuestros (Salmos 93, 11; 145, 2; 32, 11 y notas). Sobre lo que piensa Dios y sobre los designios de su corazón respecto de nosotros trae la Biblia asombrosas revelaciones (cf. Salmo 90, 14; Sabiduría 17, 1 y notas), que se armonizan todas entre sí como propias de un Padre, cuya esencia es el amor, y culminan en la mayor de todas, la de Juan 3, 16. El que descubre así ese máximo secreto de Dios, su idiosincrasia, por así decir, de Padre “dominado por el amor” (Su Santidad Pío XII) y en consecuencia por la misericordia (Salmo 102, 13 s.) ha encontrado la llave de las Sagradas Escrituras. “El gran misterio del cristianismo es el misterio del Corazón de Dios” (Pío XII).

[5088] 7 s. No lo reconoce porque es insensato, pues para descubrir al Creador en la naturaleza basta la razón (Denz. 2.145), Cf. Salmos 8 y 18. De ahí el reproche de San Pablo a los incrédulos (Romanos 1, 18 ss.). La fe va más lejos y penetra los pensamientos de Dios, que merecen nuestra atención mucho más que las simples manifestaciones de su poder (I Corintios 2, 10). San Pablo enseña que, así como el hombre insensato no se detiene a contemplar esa otra biblia que es la naturaleza, el hombre puramente natural nunca podrá entender los pensamientos divinos sin la luz sobrenatural de la fe (I Corintios 2, 14, texto griego y nota; cf. Lucas 10, 21). Sobre la vanidad de la ciencia humana, véase Eclesiastés 1, 13 s.; Kempis III, capítulo 43. No entiende esto: Podría referirse a lo que precede o también a lo que sigue en el versículo 8: el misterio del mal triunfante (cf. Salmo 72, 11 s. y nota). Algunos (cf. Ubach), en vez de aunque broten, etc., traducen: Si brotan… y florecen… (es porque) están destinados, etc., con lo cual se ve quizá más intensamente, no solo que los malvados y sus triunfos de un día son un juguete en el plan de Dios, que sabe sacar de ellos mayor bien para sus amigos, sino también el tremendo destino de los que ya tuvieron aquí abajo “sus bienes”. Cf. Lucas 16, 25 y nota. Los artesanos del crimen (cf. I Macabeos 9, 23 texto griego).

[5089] 10. La repetición: los enemigos tuyos parece ser un agregado.

[5090] 11. Mi fuerza: Literalmente mi cuerno. Aceite nuevo: Es decir, fresco, que era el más apreciado. La Vulgata lo tomó en el sentido de un reflorecimiento de juventud en la vejez (cf. versículo 15 y Salmo 70). Otros vierten: óleo purísimo; Nácar-Colunga: verde aceite. En II Reyes 19, 22, David, triunfante de los traidores y repuesto en el trono sobre todo Israel, exclama que ha sido nuevamente ungido.

[5091] 12. Se alegran: Como quien ya no tiene que temerlos. Páramo vierte: se apacientan. Según otros: miran con desprecio.

[5092] 13 s. Usados en la Liturgia del Común de Confesores. En contraste con los que pasan como el heno (versículo 8), el justo será como los árboles seculares (cf. Isaías 65, 22) en la casa de Yahvé.

[5093] 15. Fructificarán Así también traduce San Jerónimo. Cf. versículo 11. Sobre esta prosperidad en la vejez, véase Salmo 70, 9 y nota.

[5094] 16. La gloria del anciano creyente está en mostrar a sus hijos y a todos, con la austeridad de sus canas, para que nunca pierdan la serenidad y la confianza en Dios, cuán “irreprochable” es la Providencia de Dios, cuyos caminos a veces nos parecen tan oscuros. El anciano ya sabe por experiencia que en el tren de la vida y de la historia, que parece lanzado sin freno en un precipicio, hay un oculto maquinista, Dios, sin el cual nada sucede y que de todo sabe sacar mayor bien para sus amigos (Romanos 8, 28). Y por eso, para el hombre de espíritu, ya no es motivo de escándalo la aparente prosperidad de los impíos. Cf. Salmo 72 y notas.

[5095] 1. Como observa Vaccari y lo mismo Páramo y otros, este Salmo ‘es el primero de una serie de ocho himnos, hasta el Salmo 99 inclusive, que cantan a Dios como Rey de todo el mundo, y que poniéndose en aquel momento ideal en que Él será reconocido como rey por todos los pueblos, aclaman su subida al trono’. De ahí que ‘la aclamación que empieza por esas palabras vibrantes, va a continuar hasta el Salmo 99: Aclamad al Señor, tierras todas (Dom Puniet). Reina Yahvé: Literalmente sería, como otros vierten: Yahvé se ha hecho Rey, o ha empezado a reinar; muestra el día en que Dios adquiere una cualidad nueva: la de rey, y ‘se adorna con las aparatosas investiduras que suelen estos llevar en su coronación’ (Bover-Cantera). Con iguales palabras empiezan los Salmos 96 y 98, proféticos y mesiánicos, que ofrecen muchos datos para la interpretación del presente, lo mismo que los Salmos 44, 71 y 109. ‘Los Santos Padres, lo mismo que los rabinos judíos, lo aplicaban generalmente a la época del Mesías’, pues el poema ‘muy rico en pensamientos no obstante su brevedad, y que abre una notable serie de Salmos teocráticos, nos muestra por anticipación al Señor reinando sobre la tierra entera y celebra esa realeza perfecta’ (Fillion). El Salmo se reza hoy en los Laudes del domingo; antiguamente se cantaba, como observa Puniet, en las Vísperas del sábado, conforme al epígrafe que lleva en la Vulgata. Se ha revestido, etc.: Calès señala una relación con Isaías 51, 9 y 52, 7. Cf. Salmo 64, 7. Se ciñe las armas: así también Páramo. Cf. Salmo 44, 4. Da estabilidad, etc.: Véase sobre esto II Pedro 3, 10-13; Isaías 65, 17; 66, 22; Apocalipsis 21, 1.

[5096] 2. “Se describe su ascensión al trono y el acto de ser reconocido y aclamado por todos los pueblos” (Páramo). Véase Lucas 1, 32; Daniel 7, 14 y 27; Salmo 79, 18; Isaías 9, 7; Apocalipsis 5, 9 s. Fijado está etc.: Así también Desnoyers, Puniet, Ubach, etc., como LXX y Vulgata. El Rey existe desde toda la eternidad como Persona divina, pero no habrá tomado posesión del Reino sino en el tiempo fijado por Dios. Calès hace notar que entre los exégetas antiguos y modernos, son muchos los que lo han aplicado al Reino de Cristo, viéndolo de distinta manera: unos “en su Iglesia militante como triunfadora de los reyes de la tierra, de los rebeldes y de los perseguidores; otros, en la Iglesia triunfante, cuando la justicia y la paz hayan sido adecuada y definitivamente establecidas por el juicio final”. El P. Callan anota que “el salmista aclama la soberanía de Yahvé no solo sobre Israel sino sobre todo el mundo” y que después de haber sido humillado y cruelmente perseguido, Israel, “ahora el Señor ha intervenido y rescatado a su pueblo de sus acérrimos enemigos”. Cf. Salmo 71, 11 y nota; 2, 6-8; 109, 1-3; Hechos 1, 7; Lucas 19, 11-27; Apocalipsis 11, 15 y 17; 19, 6. La Biblia de Sales, comentando este último texto del Apocalipsis, después de señalar la caída de Babilonia, pone la siguiente nota de Martini: “Según nuestra manera de entender, Dios comienza a reinar y a ejercitar el sempiterno y absoluto imperio que tiene sobre todas las cosas, solamente cuando, ejecutadas sus venganzas y castigados los enemigos, demuestra contra estos su absoluta potestad no menos que su generosa bondad hacia los elegidos reunidos en su reino por todos los siglos.”

[5097] 4. Pero, más poderoso, etc.: Así también Vaccari, Páramo, y otros. Cf. S. 97, 7 s.; Habacuc 3, 8-13; Lucas 21, 25.

[5098] 5. Tus testimonios, etc.: En sentido doctrinal; porque nada es más fiel que la divina Palabra (Salmo 18, 8), justificada en sí misma (ibíd. versículo 10) y que no necesita testimonio de los hombres (Juan 5, 34 ss.). El sentido profético, concorde con el contexto, y confirmado según Gramática en Apocalipsis 19, 9 y 22, 6, indica la fidelidad firmísima de estos anuncios sobre los tiempos en que Dios grabará su Ley en los corazones y todos los conocerán (cf. Jeremías 31, 31-34, citado en Hebreos 8, 8-11 y en 10, 16 s.). La casa de Dios cuya santidad se anuncia es, dice Ubach, el Templo de Jerusalén. Calès se pregunta si se alude al de Salomón o de Zorobabel; pero, como dice Vaccari, se trata de un templo que ya no será violado como lo fueron esos dos, y cuya santidad quedará confirmada para siempre (Isaías 11, 9; 65, 24; Ezequiel 37, 28; 40, 1 y note). Cf. también Apocalipsis 19, 6-9 donde vemos que la esposa del Cordero será santa en todos sus miembros porque se habrá preparado para las Bodas.

[5099] 1. Veinte opiniones diversas, dice Fillion, se han formado entre los que niegan el origen davídico de este Salmo, que es un recurso a Yahvé contra los inicuos opresores de Israel. Preferimos seguir la indicación de los LXX, que lo atribuyen a David, reconociendo con Teodoreto que es un vaticinio de tiempos futuros, como lo son tantos otros de los Salmos davídicos. En cuanto trata de la fugaz prosperidad de los soberbios y el triunfo final dado por Dios a los humildes y débiles, coincide con los Salmos 36, 48 y 72, poniendo especialmente el acento contra los abusos de los que detentan la autoridad (cf. versículo 20).

[5100] 3 s. Véase Salmos 30, 18; 65, 5 y notas. Cf. Judas, 15.

[5101] 5. Tu heredad: Israel. Como María en Caná (Juan 2, 3), la oración expone simplemente a Dios la angustia del pueblo, seguro de que su Corazón no necesita más. Cf. versículo 14.

[5102] 6. El salmista defiende a los débiles, porque ellos son los privilegiados del amor de Dios (Salmos 67, 6; II Macabeos 8, 28; Santiago 1, 27). Cf. las quejas de los profetas en Isaías 1, 23; Jeremías 5, 28; Ezequiel 22, 7; Amós 4, 1, etc.

[5103] 7. No lo ve: “Tu paciencia, Señor, que les esconde tu justicia, los lleva finalmente a la incredulidad, porque no pueden comprender que Tú veas y no castigues” (Anónimo francés del siglo XVIII). Cf. Salmos 63, 6; 72, 11; Job 22, 13; Eclesiástico 16, 16; Sofonías 1, 12.

[5104] 8 ss. Habla a los prepotentes, cegados por el orgullo; mas la admonición puede servir también a las víctimas que desconfían del divino auxilio. Cf. Isaías 66, 9.

[5105] 10. Vemos aquí que Dios es también juez de las naciones y no solo de los individuos. Cf. Joel 3, 1 ss. y notas; Mateo 25, 31 s. Las palabras entre paréntesis restablecen, según lo propuesto por varios modernos, el sentido y el paralelismo en este pasaje, muy diversamente vertido.

[5106] 11. ¡Una cosa vana! Así literalmente. Otros vierten: un soplo (cf. Salmo 91, 6 y nota). San Pablo cita este versículo en la primera Epístola a los Corintios (3, 20), cuyos cuatro primeros capítulos son la más elocuente refutación y condenación que existe de la suficiencia humana, ¡Cuántos libros de pretendidos pensadores y de falsos profetas se habrían podido evitar mediante aquel monumento de doctrina cristiana que nos enseña a hacernos necios para ser sabios! Véase Job 5, 13; Sabiduría 9, 13 s.; Isaías 40, 23; Romanos 1, 22; 3, 4 y 27; Gálatas 1, 12; Salmo 115, 2; Colosenses 2, 8; I Tesalonicenses 5, 21; I Juan 4, 1; Mateo 7, 15 ss.).

[5107] 12. Tu Ley: Otros vierten: tu enseñanza. Ley está en el sentido lato, como en el Salmo 118, y no se trata solamente de los diez mandamientos, sino de las incalculables lecciones de sabiduría que nos ofrece la Palabra de Dios, Cf. Salmo 118, 99 s.; Eclesiástico 24, 39 y nota. Sobre esta bienaventuranza, que contrasta diametralmente con el versículo anterior, cf. Lucas 11, 28; Apocalipsis 1, 3; Salmo 1, 1 ss. y nota.

[5108] 13. He aquí la grande y rara sabiduría con que Dios favorece a los que en Él confían: saber esperar sin turbación del ánimo hasta que suene la hora que solo Él conoce. Cf. Salmo 36, 1 ss.

[5109] 14 s. Muestra el salmista que Israel no debe desesperar nunca en ese estado de persecución que para él es endémico (Calès), porque cuenta con promesas divinas que no pueden fallar y “los dones y vocación de Dios son inmutables” (Romanos 11, 29). Cf. Deuteronomio 9, 27-29; 30, 1 ss.; Nehemías 1, 8 ss.; Romanos 11, 2, etc. En el versículo 15 anuncia una reforma de la vida conforme a las leyes de la justicia divina, con la cual ‘triunfarán los de recto corazón’ (Rembold). Cf. Salmo 71, 12 s. y nota; Isaías 65, 17; 66, 22; II Pedro 3, 13.

[5110] 16. Claramente se nos enseña aquí que si somos perseguidos injustamente no busquemos consuelo en los hombres, pues no hemos de hallarlo. El segundo hemistiquio condena la cobardía y respeto humano. Cf. Apocalipsis 21, 8; Mateo 13, 21; 11, 6; Juan 16, 1 ss.; Romanos 9, 33; Lucas 9, 26.

[5111] 17. Esto, contrastando con el versículo anterior, es lo que produce en el ánimo de David ese sentimiento exquisito, tan propio de él y tan envidiable, que él hablando con Dios llama “la alegría de tu salvación” (Salmo 50, 14). Es la alegría del niño, pura y plena, que parecería audaz e insensata en esta vida llena de peligros y que sin embargo no comporta la menor presunción, pues la confianza en que reposa no se funda para nada en suficiencia propia, ni en otros hombres, sino enteramente en ese sostén gratuito y universal que el niño espera de su padre porque sabe que es amado y no porque lo merezca. Por eso David llama a esto alegría “de tu salvación”, porque no podría concebirse sino en quien tiene la felicidad de contar infaliblemente con su salvador (cf. versículo sig. y nota).

[5112] 18. ¡Doctrina de consuelo incomparable para los pequeños! Apenas me confieso a mí mismo que soy incapaz vuela a socorrerme toda la fuerza del Padre omnipotente (Isaías 66, 2; II Corintios 3, 5). ¡Todo lo contrario del que confía en sí mismo! ¿Qué tratado teórico, sea filosófico o doctrinal, podría compararse a esta enseñanza viva? Cualquiera, aun el más párvulo, y este mejor que nadie (Lucas 10, 21), puede entender la lección que aquí se enseña de confianza en la realidad sobrenatural que, más que explicaciones técnicas, necesita ser creída simplemente, como un hijo cree a su padre. Tal es el valor educativo de la Palabra de Dios.

[5113] 19. Véase Salmo 89, 13 y nota. Entre esos consuelos el primero consiste en saber esta doctrina infinitamente consoladora, que es la misma expuesta por San Pablo en II Corintios 1. La “perfecta alegría” que se cuenta de San Francisco (“Florecillas” parte 1, capítulo 7) no consistía en el hecho exterior de que lo recibiesen mal y le negasen hospitalidad en una noche lluviosa. Consistía en el hecho interior de poder conservar el corazón alegre a pesar de cualquier hecho exterior.

[5114] 20. ¿Acaso serías tú cómplice del impío tribunal que sanciona injusticias en forma legal? ¡Formidable denuncia, aplicable a los jueces prevaricadores de todos los tiempos! Véase los Salmos 57 y 81 especialmente dedicados a ellos. La sede (así también Vaccari) expresa un concepto más amplio que el de tribunal, pues en realidad se extiende a todos los que abusan del poder (cf. Salmo 52 y notas). La imprecación recuerda las de Jesús contra los fariseos, escribas y doctores de la Ley (Mateo 23, 14 ss.; Lucas 11, 39 ss.), que pretendían obrar en nombre de Dios mientras reprobaban y condenaban a su Hijo Jesús. Cf. Salmo 108, 7; I Reyes 14, 32 ss.; Juan 16, 2; III Juan 9 ss.

[5115] 23. Nada más confortante que esta segura esperanza de la justicia que un día llegará. Cf. Salmos 7, 17 s.; 67, 2; 88, 11; 91, 10, etc.

[5116] 1. Todo este Salmo es una invitación a alabar al Dios Creador del mundo y de los hombres y Pastor de Israel, que se manifiesta en las obras de sus manos y en la historia de su pueblo. San Jerónimo, en vez de nuestra salvación, traduce: nuestro Jesús, viendo en el Salmo la profecía mesiánica. Sirve de fervorosa introducción al Oficio divino de cada día y está lleno del espíritu del santo Rey Profeta, todo de fe y amor filial. Contiene también, como observa Dom Puniet, una exhortación a permanecer fiel a la Palabra de Dios, o sea a meditar y a recordar a cada hora esa Palabra que abundantemente se lee en el Breviario. Para Yahvé: en dativo (así también la versión en inglés de Benziger). Es una idea delicadísima, la de un hijo que se alegra para su Padre, sabiendo que el corazón paterno gozará con verlo contento. Cf. Salmo 93, 17 y nota; Filipenses 4, 4. Sobre la alabanza véase Salmo 49, 14.

[5117] 3. Cf. Salmo 95, 5. Ello no obstante, Dios les reprocha a menudo que lo han cambiado por otros dioses (cf. Jeremías 2, 11).

[5118] 4 ss. En el Breviario actual (aún no reformado con el nuevo Salterio), este Salmo tiene algunas variantes (caso único) conservadas de la antigua versión latina, llamada Salterio romano. En los demás Salmos la Vulgata adoptó la revisión de San Jerónimo (Salterio galicano). La versión misma del Doctor Máximo, empero, hecha “según la verdad hebrea”, no se incorporó al uso litúrgico.

[5119] 6. Inclinarse y doblar la rodilla son manifestaciones de adoración que corresponden a Dios (Isaías 45, 24) y a su Hijo (Filipenses 2, 10). Cf. Hechos 10, 26 y nota. Jesús las practicó Él mismo, adorando a su Padre hasta postrarse con el rostro en tierra. Cf. la nota a Filipenses 2, 7 s.

[5120] 7. Las ovejas que Él cuida: Dios se muestra muchas veces como pastor de Israel, y Jesús también se atribuye ese oficio (Éxodo 13, 21; Isaías 63, 11; Salmos 76, 21; 99, 3; Juan 10; Mateo 9, 36; 26, 21; Lucas 12, 32). Ojalá oyerais hoy, ya que no la oísteis antes. Cf. Salmo 77, 1 ss. y nota.

[5121] 8 ss. San Pablo recuerda nuevamente estas palabras a los hebreos de su tiempo (Hebreos 3, 7-11), y las extiende a la necesidad de oír el Evangelio (Hebreos 2, 3; 12, 25). Meribá y Masá: nombres de dos lugares donde los israelitas murmuraron contra Dios (Éxodo 17, 1-7; Números 20, 1 ss.). Vuestros padres me provocaron: Alude a esa murmuración en el desierto cuando les faltaba el agua. Doloroso reproche contra nuestra continua ingratitud, que puede verse reiterado sin cesar a través del Salmo 77. También Jesús hubo de repetirlo muchas veces (Marcos 8, 17 s.; Juan 12, 37 ss., etc.).

[5122] 10. Cuarenta años: El tiempo de la peregrinación por el desierto (Números 14, 34).

[5123] 11. Mi reposo: La tierra de promisión (Números 14, 22). Véase cómo toma este pasaje San Pablo en el capítulo 4 de la Epístola a los Hebreos, refiriéndose al “solemne descanso” prometido al pueblo de Dios, a la manera como Él descansó el séptimo día de la Creación Cf. Salmo 71, 1 y nota.

[5124] 1. El nuevo Salterio Romano resume así el contenido de este Salmo: ‘El salmista contempla en su mente al Señor viniendo al fin de los tiempos para constituir el reino mesiánico (13). I. Exhorta a todos a que alaben a este gran rey (1-3); II. Porque este es el solo Dios, lleno de majestad, poder y esplendor (4-6); III. A Él tributen alabanza todos los pueblos, ofrézcanle sacrificios, préstenle adoración, porque Él mismo ha empezado a reinar (7-10); IV. También la naturaleza llénese de exultación porque Dios viene a gobernar la tierra (11-13).’ Salmo de origen davídico, pues figura como tal en I Paralipómenos 16, 23-33, no puede tener relación directa con el cautiverio de Babilonia, aunque quizá fuese adaptado al culto del segundo Templo después del cautiverio babilónico, sin perjuicio de su carácter profético que contempla la plenitud del reino mesiánico. Como los Salmos 96-98, presenta a Israel en un estado de libertad y santidad que no tuvieron al volver de Babilonia las tribus de Judá y Benjamín (Salmo 84, 1 y nota; Esdras 4, 1; capítulos 9 y 10; Nehemías 9, 36; capítulo 13; Isaías 59, 21; Hebreos 8, 8-11; Ezequiel capítulos 40-48). Cántico nuevo (cf. Isaías 42, 10; Salmo 32, 3): “Los cánticos antiguos no son ya suficientes para celebrar esta nueva e inaudita manifestación de Dios como rey de toda la tierra” (Salterio Romano). De ahí el carácter solemne de la introducción, igual a la del Salmo 97 y extensiva a toda la tierra.

[5125] 3. Aquí y en los versículos 7 ss. vemos la misión apostólica de Israel entre las naciones. Cf. Salmo 64, 2; 65, 8; 66, 3 ss.; 101, 16 s.; 125, 2; Isaías 54, 15; 55, 5; 60, 3; Ezequiel 36, 23; Miqueas 5, 7; etc.

[5126] 6. Sobre esta gloria y belleza, cf. Salmo 44, 3 ss.; 64, 7; Marcos 13, 26; Lucas 9, 26-32.

[5127] 8 ss. Los pueblos gentiles acudirán para rendir culto al Dios de Israel. Cf. versículo 3; Salmo 46, 10 y notas. Profecías semejantes se hallan en Isaías 2, 2 ss.; 42, 7 ss.; 60, 6, etc.

[5128] 9. Véase Salmo 96, 4; Marcos 13, 22.

[5129] 10. Anunciad, etc.: Este versículo ha sido aplicado por la Liturgia en el Aleluya de las misas del viernes de Pascua y de la Invención de la Santa Cruz (3 de mayo), añadiéndole: reinará sobre el madero, como lo hace también el himno Vexilla Regis de Venancio Fortunato, que atribuye a David la frase, “regnavit a ligno Deus”; por su parte el nuevo Salterio Romano anota: “Reina el Señor (cf. Salmo 92, 1): da firmeza al universo y gobierna a los hombres con justicia.” Véase Salmos 71, 2; 109, 5, etc. Comentando este Salmo en su autorizada edición reciente, el P. Callan se pregunta cuál es la situación que hoy hallamos en el mundo, y si hay algo sobre la tierra que corresponda al cuadro pintado en el Salmo, ya que ‘ante todo debe notarse que el salmista no estaba soñando ni exagerando cuando escribió este poema, sino hablando como mensajero de Dios y declarando realidades por venir’. Después de señalar que las multitudes están lejos de conocer a Cristo, se pregunta si alguna vez será diferente la situación, y concluye que tal renovación parece seguramente remota, pero aun cuando ‘poco se ve que dé esperanza de semejante cambio, él debe finalmente llegar si es conforme al plan divino que la visión del salmista se verifique en esta parte temporal de la era mesiánica’. Y añade ese mismo autor, que entretanto cada uno puede, mediante la imitación de la vida de nuestro Señor Jesucristo, ‘apresurar la venida de ese tiempo bendito en que hombres y naciones, tierra y mar y toda la naturaleza vivirán y se alegrarán en paz y armonía, unidos en un cántico nuevo universal y sin fin, de amor y fraternidad’.

[5130] 11 ss. En el tiempo mesiánico ¿cómo no daría señales de alegría la naturaleza inanimada, que participa también de la salvación? Cf. Romanos 8, 22; Salmo 71, 3 y notas. Viene para gobernar la tierra”, etc. (versículo 13): ‘A restablecer la justicia y a implantar en el mundo la felicidad de la era mesiánica’ (Páramo). El Santo Padre Pío XII ha citado este Salmo al decir que después de las tribulaciones que en la actualidad sufre la Iglesia, llegará la hora, de santo regocijo, en que el Padre celestial, por medios desconocidos por las mentes o los deseos de los hombres, restaurará la justicia, la calma y la paz entre las naciones. Cf. Salmo 97, 9.

[5131] 1. El título que tiene en la Vulgata alude a la tierra restaurada y recuerda las promesas de Génesis 13, 14 s.; 15, 18; Ezequiel 20, 40-42; 36, 33-35, etc. San Agustín y otros Padres ven en la tierra restituida la humanidad plenamente redimida por Cristo, el Rey poderoso y justo Juez que ha de venir con gloria y confundirá a los impíos pero alegrará a los suyos (cf. Lucas 21, 28; Romanos 8, 23). “También este Salmo, como el precedente, trata del advenimiento del reino de Dios. I. En una magnífica teofanía aparece el Señor para el juicio (1-8); II. Confunde a los cultores de ídolos y salva de sus enemigos a los justos, dándoles luz y alegría (7-12)” (Salterio Romano). El carácter mesiánico de este Salmo está declarado por San Pablo (cf. versículo 7 con Hebreos 1, 6). Reina Yahvé: ‘Con esta fórmula se proclama la realeza divina sobre el mundo en forma parecida a como eran aclamados los reyes en el pueblo hebreo’ (Prado). “La multitud de las islas: hebreo: iyyim, esto es, las costas marítimas, regiones a las cuales tienen acceso las naves; luego, tierras situadas allende el Mar Mediterráneo, ya sean islas o litorales. Cf. Isaías 41, 1-5, etc.” (Salterio Romano). Véase el comienzo de los Salmos 92 y 93.

[5132] 2 ss. Teofanía que recuerda la aparición del Señor en el Sinaí (Éxodo 19, 16 ss.; 20, 18 ss.). El Salterio Romano la asemeja a la de Salmo 17, 8-16 y Habacuc 3, 3-12. Cf. Salmo 49, 3; I Corintios 3, 13; II Pedro 3, 10, etc.

[5133] 3. El Dies Irae nos recuerda: “Cuando venga a juzgar el siglo por el fuego” (Cf. Salmo 89, 4 y nota).

[5134] 5. Véase Miqueas 1, 4; 4, 13; Zacarías 4, 14.

[5135] 6. Cf. Salmo 49, 6; Isaías 61, 11.

[5136] 7. Ángeles todos de Dios: El Texto Masorético dice: kol elohim (todos los dioses), pero tanto los LXX como la Vulgata y la Peschitto han traducido “ángeles”; y como bien observa Calès, sería poco natural que el salmista hiciese adorar a Dios por seres que no existen, como son los dioses. San Pablo dice también ángeles según los LXX, al citar e interpretar este versículo, aplicándolo al triunfo de Jesús en su segunda venida, cuando el Padre “introduzca de nuevo a su Primogénito en el mundo” (Hebreos 1, 6). También lo ha considerado así la liturgia, que con los versículos 7, 8 y 1 de este Salmo ha formado el célebre Introito que se repite en la Misa los seis domingos después de Epifanía. Así, pues, hemos mantenido el texto como lo hace San Pablo, es decir, poniéndolo en boca del mismo Padre celestial como una orden dada a los ángeles, y que al oírla Sión (versículo 8 y nota), la llenará de gozo. Es interesante observar que, según los LXX, este texto figura también cuando se anuncia la sangrienta venganza del Señor en el Cántico de Moisés (Deuteronomio 32, 43), que luego vemos mencionado en Apocalipsis 15, 3 cuando aparecen las siete plagas finales de la ira de Dios. El nuevo Salterio Romano, comentando ese pasaje del Cántico de Moisés, dice que ‘predica el triunfo del pueblo de Israel que ciertamente será castigado por un tiempo, pero que enmendado y purgado por el Señor será protegido y librado.’

[5137] 8. El triunfo del Señor será también triunfo y gloria de Israel y de su Santuario en Sión (Páramo). Cf. Salmos 47, 12; 86, 4 y nota; Lucas 2, 32. “Las ciudades de Judá literalmente: las hijas de Judá, hebraísmo para significar otras poblaciones y lugares de la región” (Salterio Romano).

[5138] 10. “Si amas a Cristo debes aborrecer lo que Él aborrece” (San Agustín).

[5139] 11 ss. Cuadro típico de la felicidad del tiempo mesiánico.

[5140] 1. “I. El salmista se inicia con la magnífica victoria que Dios, sin ayuda de ningún poder humano, ha obtenido en favor de su pueblo (1-3); II. Exhorta a todos los pueblos al regocijo (4-6); III. Aun la naturaleza muestra también su exultación por el justo juez que viene (7-9). Este Salmo tiene gran semejanza con el Salmo 95 (96); los versículos 7 y 9 son casi los mismos. Como allí, también aquí se trata del reino mesiánico” (Salterio Romano). Dios mismo, fiel a sus promesas, ha obrado la salvación (cf. Isaías 52, 7-10; 59, 16-21; Hebreos 8, 9-11). El pretérito es profético, viendo el salmista los hechos venideros como pasados. Tanto los Santos Padres como la Liturgia coinciden en afirmar el carácter profético de este Salmo, cuyos vaticinios se habrán de cumplir en Jesucristo. La victoria: “Sería difícil encontrar en la historia israelita un hecho al que pudieran convenir las palabras del salmista. Ni siquiera el retorno del destierro babilónico ofrece base suficiente para fundamentar la grandiosidad de los efectos atribuidos a la intervención divina en favor de su pueblo. Lo más probable es que se trata de la inauguración ideal de la era mesiánica, presentada por los profetas como una victoria de Dios y del pueblo de Israel sobre los gentiles” (Prado).

[5141] 3. Véase las palabras de la Virgen María en Lucas 1, 54 s.

[5142] 4 ss. Cf. Salmos 95, 1 y 2; 67, 26 ss. y nota. Es la apoteosis del Rey Mesías que sube al trono entre los sonidos de todos los instrumentos de música (v. 5 s.) y de toda la naturaleza (versículo 7 s.).

[5143] 7 s. Cf. Salmo 95, 11-13; Lucas 21, 25.

[5144] 1. “También este Salmo trata del reino de Dios, contemplando especialmente la santidad del Señor, manifestada en su reino. Esta santidad resalta en el epifonema de los versículos 3, 5 y 9, por el cual se divide el Salmo en tres estrofas desiguales: I. Se afirma el reino, sobre todos los pueblos, del Señor que está presente en el Templo, sentado sobre los querubines (1-3); II. Propia de su reino es la justicia, que ejerce en el pueblo de Israel (4); III. Otra virtud de su reino es la gracia con que habló a Moisés, Aarón y Samuel, a quienes había sido propicio aun cuando los castigo en su desobediencia (6-8). En el epifonema de los versículos 5 y 9, el pueblo es exhortado a prosternase ante el Señor presente sobre el arca” (Salterio Romano). El vate ve destruidas todas las naciones amotinadas contra el Señor (Salmos 2, 2; 47, 5; 109, 5 s.; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 16, 14 ss.; 17, 14; 19, 19), que tiene su trono en Sión (Salmo 64, 2) y mira proféticamente hacia Cristo. Rey y Señor de los tiempos futuros. “Diferenciase este Salmo de los anteriores en que al celebrar a Cristo-Rey llama la atención no sobre la alegría, sino sobre el terror que ha de experimentar la tierra en el advenimiento de su reinado” (Bover-Cantera). Se conmueve la tierra: Cf. Salmos 95, 9; 96, 4; Apocalipsis 6, 12; 16, 17 s. Sobre los querubines: Cf. Salmo 79, 2; Éxodo 25, 22; I Reyes 4, 4; II Reyes 6, 2.

[5145] 4. Sobre esta justicia véase Salmo 71, 2 y nota.

[5146] 5. Escabel de sus pies: El arca santa. Cf. I Paralipómenos 28, 2; Salmo 131, 7. Varias veces se da ese nombre también a toda la tierra (Isaías 66, 1; Hechos 7, 49), y así lo dice Jesús en Mateo 5, 35. Muchas veces en sentido profético se dice esto de los enemigos de Cristo, a quienes el Padre pondrá bajo sus pies (Salmo 109, 1; Mateo 22, 44; Hechos 2, 35; Hebreos 1, 13; I Corintios 15, 25, etc.). Aquí se trata, como lo dicen los versículos 2 y 9, del trono y santuario del gran Rey en Sión (Salmo 64, 2; Ezequiel 43, 7 y notas). Sobre el misterio del Arca, véase Ezequiel 41, 26 y nota.

[5147] 6. Moisés recibe aquí el rango de sacerdote aunque no lo era. También a David aceptó Dios que le ofreciera holocausto, lo cual era función sacerdotal (II Reyes 6, 17 ss.). En cambio rechazó a Saúl que hizo lo mismo (I Reyes 13, 9; 14, 34-37; 15, 12 ss.). Cf. Apocalipsis 1, 6; 5, 10. En cuanto a Samuel, véase lo que profetizó su madre al presentarle a Dios en Silo (I Reyes 2, 10).

[5148] 8. Castigaste: Alude a que Moisés y Aarón, por falta de confianza en Dios, no pudieron entrar en la tierra de promisión (Números 20, 12; 27, 14; Deuteronomio 3, 23-29). En cuanto a Samuel, léase I Reyes 8, 1 ss.; 16, 1.

[5149] 2. “Salmo breve, dice San Agustín, y bellísimo.” Una de las hermosas odas del Salterio, que termina el ciclo iniciado en Salmo 92, 2 (cf. nota). Se predice la universalidad del reino mesiánico (Páramo). De ahí que se invite a toda la tierra a peregrinar al Santuario (versículo 2; Isaías 56, 6 y 7; 2, 3), para cantar las alabanzas del Dios de Israel (Salmo 64, 2 y nota). Con alegría: Cf. Salmos 49, 14; 88, 16; 91, 2 ss.; 94, 1 y notas. Prado cree que este versículo representa una fórmula o antífona litúrgica.

[5150] 3. Ovejas de su aprisco: Cf. Salmo 94, 7; Juan 10, 16 y notas.

[5151] 4. Entrad por sus puertas: Véase el Salmo 117, 19-20 y nota.

[5152] 5. Cf. Salmo 88, 9 y nota; Salmo 135, etc. Es en la misericordia donde se muestra la omnipotencia de Dios (Sto. Tomás).

[5153] 1. Escogido por Dios para regir a su pueblo, y deseoso de formularse un programa para su vida, tanto privada como pública, David, el rey incomparable, figura del mismo Cristo, traza aquí, con verdadero “espíritu de príncipe” (Salmo 50, 14) un cuadro ideal del buen soberano, tan paternal y humilde como enérgico, dejando así a los gobernantes un modelo de sabiduría política. Véase el elogio que Dios le hace en Eclesiástico 47. Quiero cantar, etc.: Pasaje muy probablemente alterado o quizá añadido para el uso litúrgico, y cuya crítica resultaría muy extensa. Más fácil sería leer, como algunos: quiero observar la bondad y la justicia delante de Ti, Yahvé. Pero nuestra versión, concordante con el nuevo Salterio Romano, tiene en su apoyo tanto el texto hebreo masorético, cuanto el griego de los LXX y la versión del hebreo de San Jerónimo, además del latín de la Vulgata, y no nos atrevemos a corregir tantos testimonios, a base de conjeturas. El poeta quiso sin duda decir que, al proclamar aquí su deseo de seguir la rectitud que agrada a Dios, entendía honrarlo como si le cantara un himno.

[5154] 2. Repetimos aquí lo observado sobre el versículo 1. No pocos y buenos autores vierten: Atenderé la causa de los justos cuando vinieren a mí (a cualquier hora), con lo cual el contexto conservaría perfecta unidad. En efecto, la administración de justicia fue siempre la más alta función del soberano, hasta la división de los poderes que es creación relativamente moderna. Por eso, en la Biblia, juzgar es sinónimo de gobernar (cf. Salmos 71, 2; 95, 10 y notas), y David lo hacía personalmente (II Reyes 8, 15). Ello no obstante, seguimos el sentido textual, en el cual ese cuándo (en hebreo: matai) significa interrogación o admiración. Por lo demás, nada supera en belleza y espíritu a ese anhelo que el rey poeta y profeta deja escapar como un suspiro en el que expresa ‘el voto ardiente por el pronto advenimiento divino’ (Calès). David iba a ser, y lo fue, un rey poderoso y grande; pero, como lo hemos visto en la serie de Salmos precedentes (cf. Salmos 92-99), él contaba con la promesa mesiánica de un reinado muy superior (II Reyes 7, 9 ss.; Ezequiel 37, 24 s., etc.). También para nosotros hay un suspiro igual en Apocalipsis 22, 17 y 20. Dentro de mi casa: El que no empieza por cultivar la rectitud elemental en su vida doméstica ¿cómo podría tenerla para gobernar un pueblo? Es lo que San Pablo dice de los obispos (I Timoteo 3, 4 s.) y de los presbíteros (Tito 1, 6).

[5155] 5. No lo soportaré: Demasiado bien sabía el sabio rey David que las personas altaneras y ambiciosas son capaces de suprimir a los débiles y violar el derecho.

[5156] 6. Es decir: solo los hombres piadosos serán mis consejeros y solo los probos serán mis colaboradores (cf. Sal 24, 21; 118, 63, 74, 79).

[5157] 7. El mentiroso no durará en mi presencia: David, a quien Dios eligió por su corazón (I Reyes 16, 7), tiene los mismos sentimientos que Dios (Hechos 13, 22; cf. Filipenses 2, 5): odia la mentira porque Dios la odia (Proverbios 6, 17; 13, 5). Nótese que en I Reyes 21, 2 David no mintió a Aquimelec, como algunos creen, pues él mismo era el verdadero rey ya ungido (I Reyes 16, 13).

[5158] 8. La Ciudad de Yahvé: Jerusalén (cf. Salmo 86, 3). La legítima autoridad temporal tiene por derecho divino esa atribución disciplinaria, puesto que no hay verdadera potestad si no viene de Dios. Cf. Romanos 13, 1 y 4; I Corintios 5, 5; I Pedro 2, 13 s.

[5159] 1 ss. El salmista empieza formulando un lamento individual, para aplicarlo después como una honda y vigorosa expresión del dolor de Israel y entonar “un canto profético a la restauración de Sión y a la conversión de los gentiles al culto del Dios verdadero” (Ubach). De ahí que algunos supongan que los versículos 14-23 formaban un Salmo distinto. Pero ‘esta división no parece ser necesaria’ (Salterio Romano), y en otros textos vemos igual sistema usado por David, Isaías, etc. (cf. Salmos 9A, 1; 105, 4; 130, 3; Isaías 63, 15). Este Salmo es colocado por la Liturgia entre los penitenciales porque todos podemos aplicarnos su impetración, pero su alcance es mesiánico (cf. versículo 26 y nota), y las profecías grandiosas que contiene muestran que, muy por encima de la vuelta de Babilonia, se contempla, como en los Salmos 92-99, la nueva Alianza prometida al pueblo escogido de Dios. Cf. Salmos 64, 6; 71, 11; 84, 1; 95, 5; Hebreos 8, 8 ss. y notas.

[5160] 2. La Iglesia ha adoptado esta invocación en sus preces litúrgicas.

[5161] 4. Véase la gran profecía de Ezequiel (capítulo 37) que anuncia la resurrección de esos huesos. Sobre las expresiones que usa el salmista; cf. Salmos 36, 20; 47, 3.

[5162] 5 s. La piel se pega a los huesos por la flacura (cf. Job 19, 20), es decir, no precisamente por los gemidos sino porque estos lo hacen olvidarse del alimento. Si este olvido ha secado el corazón, es que no se trata solo de comida, sino del pan de la Palabra de Dios, cuyo abandono tanto reprocharon a Israel los profetas (cf. Salmo 80, 12; Jeremías 7, 22 s.; 15, 16; Lucas 4, 4; Juan 5, 47). Hay también en todo el cántico muchas reminiscencias de antiguos Salmos, especialmente del 21, del 68 y del 78 (Fillion).

[5163] 7. Pelicano: Véase Isaías 34, 11; Sofonías 2, 14. El búho es pájaro que habita en las ruinas. Cf. Isaías 14, 22.

[5164] 10. La ceniza es símbolo de dolor y de duelo. Cf. Job 42, 6; Salmos 41, 4; 79, 6; Ezequiel 27, 30.

[5165] 11. Después de levantarme: Aquí comenzamos a ver que las miserias que lamenta el salmista ‘no son las suyas personales sino las del pueblo’ (Nácar-Colunga), esas que aún vemos en Israel, tanto más dolorosas cuanto mayor fue la altura de donde cayó.

[5166] 12. En Salmos 108, 23; 143, 4, etc., vemos que estas expresiones son familiares a David en sus Salmos.

[5167] 13. Tú permaneces (cf. Salmos 9A, 8; 134, 13; Lamentaciones 5, 19). “En medio de su depresión y angustia es consolado por el pensamiento del eterno e inmutable Dios, que no puede fallar en sus promesas hechas a Israel por los profetas (cf. Isaías capítulos 30 y 49; Jeremías capítulos 25, 29, 30 y 31). Todavía restaurará Él a Sión para alabanza y gloria de su Nombre en las futuras generaciones” (Callan).

[5168] 14. Empieza aquí la “oración ardiente por el pronto restablecimiento de Sión y previsión segura del reino mesiánico universal” (Calès). Cf. Salmo 117, 13; Isaías capítulos 40 ss.; Lucas 1, 54 s.; Romanos 15, 8; Mateo 23, 39; Hechos 3, 20 ss.

[5169] 15. Ya tus siervos aman sus piedras (así también Vaccari). Un escritor moderno se refiere a este pasaje para compararlo con el ansia actual de los israelitas por volver a Palestina, considerando este hecho como un raro indicio providencial de su futura conversión; pues, dice, este deseo ‘ya no augura una liberación como en la salida del cautiverio babilónico, sino un esfuerzo doloroso por ocupar de nuevo palmo a palmo la tierra prometida, y tiene que ser muy intensa su pasión para que, aun sin fe religiosa en muchos de ellos, se mantenga hasta arriesgar la vida frente a dificultades humanamente insalvables’.

[5170] 16 s. Admirable promesa mesiánica: todos los pueblos y reyes adorarán al verdadero Dios. Esto no se cumplió en el regreso de Babilonia (Salmo 95, 1 y nota); está vinculado, como expresa Sto. Tomás, a la conversión de Israel. “La gloria divina está interesada en la restauración de Israel. Naciones y reyes temerán y honrarán a Yahvé cuando comprueben que Él ha reedificado a Sión y ha desplegado su magnificencia; que ha escuchado la plegaria de aquellos a quienes los enemigos habían despojado y que parecían perdidos sin esperanza” (Calès). Cf. Deuteronomio 4, 30; Salmos 64, 6; 71, 11 y notas; Romanos 11, 25-32; Isaías 60, 22. “Según una de las más grandiosas ideas de los profetas, la restauración de Israel tendrá por coronamiento la conversión de las naciones. Así se establecerá el reino de Dios sobre la tierra” (Desnoyers). La misma idea expresa Bover-Cantera y la llama “tradición”. Cf. versículo 23; Salmos 95, 3; 125, 2; Romanos 11, 12; Ezequiel 37, 28; Isaías 60, 3 ss., etc. Él se mostrará en su gloria (versículo 17): Cf. Salmo 83, 8; Mateo 24, 30; Apocalipsis 1, 7.

[5171] 18. La oración humilde será irresistible para Dios. Cf. Isaías 48, 10; Sofonías 3, 13; Salmos 89, 15; 118, 71; Esdras 9, 15; Nehemías 9, 33; Daniel 3, 28-31; 9, 7, etc.

[5172] 19 s. Cf. Salmo 21, 31 s. Se habrá inclinado, etc. (versículo 20): Así también Calès y otros, de acuerdo con el contexto.

[5173] 21. El auxilio vendrá en el máximum de la humillación, pobreza y persecución. Cf. versículo 18; Salmos 17, 28; 43, 12 y Salmos 78, 79 y 82, citados todos en la Misa “contra paganos”.

[5174] 22 s. Cf. Salmo 64, 2 y nota. “Todos los pueblos y todos los príncipes tienen más interés de lo que piensan en la vuelta de Israel. Nadie ignorará lo que serán los últimos judíos. Su celo será igual a sus luces… y se puede conjeturar lo que harán cuando toda la nación se convierta, por el cambio prodigioso que unos pocos, reservados por la gracia, produjeron en el mundo al principio del Evangelio” (Anónimo francés del siglo XVIII).

[5175] 24 s. El salmista vuelve a su tono plañidero de los versículos 4-12 y, dirigiendo de nuevo su mirada al estado miserable de Israel, pide a Dios una demora que le permita presenciar la restauración de la nación y de Sión (Ubach). Cf. Salmos 88, 48; 105, 4 y notas; Tobías 13, 20.

[5176] 26. San Pablo nos enseña que estas palabras de Dios son dirigidas a Cristo para anunciarle su triunfo (Hebreos 1, 10-12).

[5177] 27. Tú los mudarás: “Se entrevé aquí una escatología cósmica junto a la escatología mesiánica” (Calès). Cf. II Pedro 3, 10-13; Isaías 65, 17 ss.; Salmos 103, 5; 118, 90.

[5178] 29. Leamos y digamos en unión de espíritu apostólico la magnífica oración de Eclesiástico 36, que la Iglesia recoge en la Misa por la propagación de la Fe y en la cual Israel, después de pedir la conversión de los gentiles, nuestros antepasados (versículos 1-5), ruega también (versículos 13-19) por el cumplimiento de estas profecías relativas a su propia santificación (Salmo 117, 25 y nota; Isaías 60, 10-22; Jeremías 3, 17-20; Ezequiel 11, 17-19; 36, 22-31; 37, 21-28; Oseas 2, 14-24; 3, 4-5).

[5179] 1. Es este Salmo el cántico de las misericordias del Señor. Hemos de leerlo con frecuencia, como un baño de divina frescura que restaura por entero la confianza de nuestra fe, acribillada cada día por los dardos del Maligno impostor, que reina en todas partes como que es el “príncipe de este mundo” (Juan 14, 30). Confiesa el rey profeta sus propias culpas y las de su pueblo para hacer resaltar la infinita bondad del Padre que está en los cielos. Los críticos modernos discuten a David la paternidad de este Salmo, sosteniendo que contiene citas implícitas de libros posteriores y aramaísmos traídos de Babilonia. Pero sus opiniones están lejos de ser bastante persuasivas para destruir el testimonio que nos dan, tanto el Hebreo como los LXX y la Vulgata, en favor del real poeta, cuyo corazón ha mostrado tantas veces, en palabras y en hechos, el espíritu de infancia que a raudales brota de esta insuperable oración (cf. versículo 13 s. y nota). En cada versículo de ella iremos viendo otras tantas pinceladas amorosas que nos esbozan, como un anticipo evangélico, el retrato del divino Padre que había de completarnos Jesús en cada paso de su enseñanza y de su vida, como el sumo objeto de su misión (cf. Juan 17, 2 s. y 26 y notas). ¿Y quién más indicado para ese anticipo, que David, aquella alma asombrosamente amada de Dios, que Él eligió tantas veces para ser figura de su Hijo, para cantarlo, y que hasta en su carne fue predestinado para ser el abuelo de Jesús?

[5180] 2. ¡No quieras olvidar todos sus favores! ¡Fórmula divina, camino de la más alta y verdadera santidad! ¡Saberse amado, creerse amado no obstante saberse miserable! “La fe en el amor de Dios es lo que nos hacer amar a Dios” (Beato Pedro Julián Eymard). Cf. Salmos 56, 3; 76, 11 y notas; I Juan 3, 16; 4, 16; Juan 3, 16.

[5181] 5. Harta de bienes tu vida: La ternura de Dios nuestro Padre nos quiere ver aun en esta vida, siempre alegres (Filipenses 4, 4); sin preocupaciones (Mateo 6, 25-34); nos da cuanto necesitamos materialmente (ibíd. 33); nos defiende de los enemigos (Salmos 29, 2; 34, 1 ss.; 36, 5 s.) y nos da también el mayor de los bienes de aquí abajo, que es la paz (Juan 14, 27) y el gozo (Juan 15, 11; 16, 24; 17, 13) tales como los tenía el mismo Jesús. Lo que no nos da en esta vida —¡felizmente!— es la saciedad, ese paroxismo o éxtasis de felicidad que buscaba Fausto para poder decirle al tiempo: ‘detente’. ¿Cómo podría ser eso en este siglo malo? (cf. Gálatas 1, 4 y nota), puesto que el reino de Cristo no es ni puede ser de este mundo (Juan 18, 36), ya que cuando Él venga no hallara la fe en la tierra (Lucas 18, 8). Cf. Colosenses 3, 3 s. Es decir que el divino Padre prodiga con abundancia (I Timoteo 6, 17), a los que se confían a Él (Salmo 32, 22), todo cuanto es posible dar, salvo lo que nos haría arraigarnos aquí abajo, en esta fugaz tienda de campaña (Jeremías 35, 10) y entregar el alma al diablo como quiso hacerlo Fausto. ¡Líbrenos el Dios de bondad de tener aquí ‘nuestros bienes’ (Lucas 16, 25 y nota) de modo que nada pueda Él darnos después por no haberlo deseado nosotros! Cf. Salmo 80, 11 y nota. Se renueva: Toma por imagen la muda de las plumas del águila, con la cual esta ave rejuvenece su vigor y fuerza (Isaías 40, 31). Otra preciosa imagen sobre el águila es la promesa de Éxodo 19, 4, repetida en Apocalipsis 12, 14.

[5182] 6. Es decir que Él es santo en todas sus obras, de modo que tenemos en Él, como lo enseña Jesús el modelo de cuanto Él mismo nos manda obrar (cf. Mateo 5, 48 y nota). Y además toma a su cargo la venganza de los oprimidos (cf. Salmo 65, 5 y nota). De ahí el mal de querer hacerse justicia por sí mismo, pues Dios enseña a no resistir directamente al que es malo (Mateo 5, 39) y nos dice que Él odia más que nada al pobre que es soberbio (Eclesiástico 25, 3). Es esta una gran luz para los que quieren trabajar con fruto espiritual en el apostolado social (cf. Eclesiástico 28, 1-14; Efesios 6, 5 ss. y nota).

[5183] 7. Cf. Salmos 24, 8; 147, 8 s. y notas.

[5184] 8 ss. Tardo en airarse: Véase Salmo 72, 11 y nota. Empieza aquí un cuadro maravilloso de la caridad divina del Padre, que Jesús nos pone como modelo (Lucas 6, 36) y cuyas cualidades describe San Pablo en I Corintios 13. No está siempre acusando (versículo 9), como suele hacer nuestro mezquino corazón cuando nos sentimos ‘muy moralistas’, dispuestos siempre a ver la paja en el ojo ajeno, sin advertir la viga en el propio (Mateo 7, 3 ss.); ni se mantiene enojado para desanimar al pecador, sino que va a su encuentro como el Padre del hijo pródigo (Lucas 15, 20), y cuando este se propone pedirle que lo trate como a siervo, antes que tenga siquiera tiempo de decírselo, ya lo está amando como a predilecto y obsequiándolo como a príncipe (ibíd. 15, 19 y 21 ss.).

[5185] 11. Así como su sabiduría dista de la humana (Isaías 55, 8), así también se eleva su misericordia sobre toda posible bondad nuestra (Salmo 91, 6 y nota) y sobre toda comprensión de nuestra mente (Efesios 3, 18 s.). Bien lo sabía la Virgen cuando habló en Lucas 1, 50.

[5186] 12. ¡Tan lejos de nosotros! Es decir que esa misericordia con que Él nos mira no es solamente para compadecerse de nuestras penas, sino también de nuestras culpas y caídas, para no sorprenderse de ellas, ni impacientarse, ni cansarse de perdonarnos, pues sabe que somos polvo (versículo 14) y lo tiene muy presente. El que esto cree de veras vivirá en una amistad íntima y amorosa con Él, que no podrá ser interrumpida por nuestras miserias, pues aun en las eventuales caídas no dudará en volver a cada instante a esa amistad, seguro del perdón, y con ello, lejos de apagarse el amor, crecerá, pues ama más el que ha sido más perdonado (Lucas 7, 47). Cf. Salmo 50 y notas. Grabemos para siempre: en nuestro corazón esta dulcísima verdad que debería estar escrita en todas las paredes, porque la confusión del ánimo en el pecador es la mayor arma del diablo para hacerlo dudar del perdón y mantenerlo así alejado de Dios (cf. Eclesiástico 5, 5 y nota). En tanto que con la admiración de su misericordia, que aquí se nos inculca, crecerá también en nosotros el deseo de agradecer con nuestra alabanza a ese Padre (Salmo 49, 14) por medio de su Hijo y Hermano nuestro Jesús, por quien recibe Él “todo honor y gloría” en la unidad de amor que es el Espíritu Santo.

[5187] 13. Aquí el retrato de Dios asume toda su plenitud, y se nos descubre el secreto más íntimo, como preludiando la suprema revelación de Jesucristo: Dios nos ama porque es Padre y como un Padre (cf. Salmo 17, 20, pasaje cuya paternidad nadie disputa a David). El que esto cree, entiende todo (cf. la nota a Salmo 77, 37). En el Nuevo Testamento hallamos la total explicación del misterio de la paternidad divina, que no procede de la simple creación, como en todos los demás seres, sino de la regeneración que el Espíritu Santo realiza en nosotros por la gracia en virtud de los méritos de Cristo (Juan 1, 12; Gálatas 4, 4-7; Efesios 1, 5 y nota; I Juan 3, 2; Colosenses 2, 12).

[5188] 14. Nuestra misma naturaleza, tan débil y expuesta a peligros, provoca la misericordia de Dios. Cuanto más endebles somos nosotros, tanto mayor es su ternura y bondad (cf. Génesis 8, 21; Salmo 53, 8 y nota). Por eso Cristo no vino a buscar justos sino pecadores (Lucas 5, 32 y nota).

[5189] 15. Es muy hermosa la nota de San Agustín: “Dios, que es Padre, que conoce la obra de sus manos, envió su Verbo; y a ese Verbo, que es eterno, lo hizo hermano de esa flor del heno, que se seca y marchita al primer soplo (Isaías 40, 6 ss.). Para que tú, hierba de sepulcro, pudieras inundarte de eternidad dichosa, quiso participar de tu frágil condición el que es eterno y dichoso por esencia.”

[5190] 16. Ni siguiera, etc.: Así también Páramo, Nácar-Colunga, etc. Según otros, es el lugar quien no lo reconocerá; y según los LXX y Vulgata es él quien no conocerá el lugar. Nos parece más llena de sentido nuestra versión, que coincide con las bellas figuras usadas en Sabiduría 5, 10 ss.

[5191] 17. Palabras de la Virgen en el Magníficat. Ubach suprime como probable agregado lo que va entre corchetes.

[5192] 18. Piedra de toque de la buena fe. Si tengo verdadero deseo de cumplir lo que dice el Evangelio, ya me preocuparé de conocerlo y recordarlo. Sin esto ¿cómo lo podría cumplir? Cf. II Tesalonicenses 1, 8; 2, 10-12; en cambio, la Palabra de Dios, conservada en el corazón, nos da la fuerza para no pecar (Salmos 1, 2-3; 118, 5-6, 11 y 104; Lucas 2, 51; 11, 28; Romanos 1, 16; I Corintios 15, 1 s.; II Timoteo 3, 16 s.; Colosenses 3, 16; Hebreos 4, 12; Santiago 1, 21, etc.).

[5193] 19 s. El universo: otros: todas las cosas. Según la Vulgata: Dominará sobre todos los reinos. Este pasaje es “un eco de los Salmos teocráticos (cf. Salmo 92, 1)” (Fillion). Cf. también Salmo 92, 2 y Salmo 96, 7, que coincide con el versículo 20. Este último forma el Introito de la Misa de San Miguel y de todos los Ángeles.

[5194] 21 s. Todos sus ejércitos. Otros: todo su ejército. Nombre que en la Sagrada Escritura se da preferentemente a las estrellas y que significa también todas las fuerzas de la naturaleza que obran de concierto y en maravillosa armonía (cf. Salmo 103), como un ejército obediente a la voz del Generalísimo, que también lucha por Él cuando Él lo manda (Sabiduría 5, 21 ss.; 16, 17; 19, 18 ss.). Cf. Salmo 82, 14 y nota. El salmista quiere decir: los ángeles en el cielo (versículo 20), los astros en el firmamento (versículo 21) y todas las creaturas sobre la tierra (versículo 22) forman acordes alabando a Yahvé ‘porque es bueno, porque su misericordia es para siempre’ (Salmo 135).

[5195] 1. Este Salmo, que empieza y termina con las mismas palabras que el anterior, forma con él como un díptico. Así como el Salmo 102 empieza y termina bendiciendo a Dios por las maravillas de su misericordia, así lo hace también el presente con respecto a las maravillas de la naturaleza y como una estupenda oda a la mano creadora y conservadora de Dios, que deberíamos llevar siempre con nosotros, como el Benedicite de Daniel 3, para alabar la Providencia del Creador y pedirle que nos enseñe a admirar su obra. Véase los Salmos 8 y 148. Cf. Salmo 91, 1 y nota.

[5196] 2 ss. Reviven ante nuestros ojos los primeros días del Génesis, cuando los abismos se llenaban de aguas y la tierra se preparaba para los seres vivientes. Vemos que el salmista sigue el orden de la creación: 1° y 2° día, versículos 1c-4; 3°, versículos 5-18; 4°, versículos 19-23; 5° y 6°, versículos 24-30; conclusión, versículos 31-35.

[5197] 3. Cf. Génesis 1, 7. El poeta ubica sobre el firmamento las aguas superiores, de las cuales bajan las lluvias (cf. Salmos 113B, 16; 138, 8; Daniel 3, 60). A título de curiosidad observaremos que en este y otros textos, como los de Apocalipsis 8, 12 y 12, 4 según los cuales caerán sobre la tierra muchas estrellas (que hoy se consideran millones de veces mayores que ella), trató de apoyarse aquella nueva y curiosa teoría de que todo el universo está encerrado en nuestro globo y que nosotros no caminamos sobre la superficie exterior y convexa de su corteza, sino sobre la cara interior cóncava, como verticales con la cabeza hacia el cielo que se hallaría en el centro del globo, encontrándose fuera “las tinieblas exteriores” (Mateo 8, 12; 22, 13; 25, 30) hacia las que iría a dar el “pozo del abismo” (Apocalipsis 9, 2 s.; 20, 1). Tu carrosa: Cf. Salmo 67, 18. Cabalgas, etc.: Cf. Salmo 17, 11.

[5198] 4. Cf. Salmo 148, 8. San Pablo, según los LXX, lo aplica a los ángeles (Hebreos 1, 7), en cuanto este nombre significa también nuncio o mensajero.

[5199] 6. La habías cubierto (así también San Jerónimo y otros): Es decir, durante el caos (cf. II Pedro 3, 5-6; Génesis 1, 1-2). El cambio producido después (versículo 7) es referido generalmente al tercer día de la creación. Esto, como la afirmación del final del versículo 5, parece que ha de entenderse sin perjuicio de los cataclismos anunciados para los últimos tiempos. Cf. Salmos 101, 27; 113A, 7 y nota; Isaías 24, 18 s.; II Pedro 3, 5 ss.; Apocalipsis 20, 11; 21, 1, etc.

[5200] 7 s. Son las aguas (no los valles) quienes huyen hasta el lugar destinado (versículo 8). Hemos puesto guiones para señalar así el sentido, que quedaría aclarado si estos cuatro hemistiquios se ordenasen así; 1, 3, 2, 4. Los libros santos ven muchas veces la voz de Dios en el trueno. Cf. Job 26, 14; 37, 4 s.; 40, 4; Salmo 28, 3; Juan 12, 29; Apocalipsis 10, 4. Cf. Salmo 103, 6 y nota.

[5201] 9. El mismo Dios nos llama la atención sobre este prodigio permanente de cómo los inmensos mares no se tragan los continentes. Cf. Salmos 23, 2; 135, 6; Job 26, 10; 38, 8-11; Proverbios 8, 29; Jeremías 5, 22. Otra maravilla: que las límpidas aguas del manantial atraviesen sin ensuciarse las capas de la tierra (Salmo 77, 16).

[5202] 12. San Pablo enseña que ese canto, como todo otro sonido, tiene una significación (I Corintios 14, 10 y nota).

[5203] 14. San Agustín pone aquí la siguiente glosa: “Del suelo humano brota otro pan divino, que inunda al hombre de la vida divina cuando los labios humanos difunden los acentos del Verbo encarnado y mantienen con ellos la vida espiritual y sobrenatural de la humanidad.”

[5204] 15. La Sagrada Escritura aborrece la embriaguez, pero elogia las cualidades del vino tomado con moderación y acción de gracias a Dios, de quien procede todo bien (cf. Jueces 9, 13; Eclesiástico 31, 35; 40, 20; Proverbios 31, 6 s.; I Timoteo 5, 23).

[5205] 19. La luna fue hecha para medir los meses. Dato de gran interés que hoy no se toma en cuenta. Cf. Salmo 80, 4 y noto; Génesis 1, 14; Eclesiástico 43, 6-8. De ahí que algunos han propuesto volver al mes lunar. Cf. Colosenses 2, 16.

[5206] 21. Imploran: Con esos rugidos (véase versículo 12 y nota). Cf. versículos 14 y 27; Salmos 110, 5; 144, 15; Job 38, 41. Jesús nos muestra cómo el Padre celestial los alimenta, y aun viste a las flores, para enseñarnos a confiar en Él (Mateo 6, 26 ss.).

[5207] 23. Al revés de las bestias que merodean por la noche. Vemos aquí cómo el trabajo es ley del hombre y agrada a Dios (Génesis 3, 19; I Tesalonicenses 4, 11; II Tesalonicenses 3, 10).

[5208] 24. ¡Cuán variadas! Así también Calès. Sobre esta continua novedad de que Dios hace alarde, cf. Isaías 48, 6 ss. y nota. Tus riquezas, es decir, tus dominios, pues que Tú los creaste (Salmos 49, 9-13). Mucho ayuda esta reflexión para comprender que no somos dueños de nuestros bienes, sino administradores de lo ajeno, que felizmente podemos aprovecharlo para ganar ventajas con la limosna como en Lucas 16, 1 ss. Jesús llama allí ajenos a nuestros bienes actuales, en tanto que llama nuestros a los eternos (Lucas 16, 12 y nota).

[5209] 26. Las naves: Según otros, debiera leerse: los monstruos imponentes, o: las águilas del mar. Ese leviatán indica un monstruo marino, aquí probablemente la ballena. En Isaías 27, 1 es una serpiente, pero en sentido figurado y escatológico; en Job 40, 20 ese mismo nombre parece aplicarse al cocodrilo.

[5210] 27. ¡Ellos esperan que les dé y Él les da! Dios no vende como los comerciantes sino que da como los padres, sin pedir nada más que amor y confianza. Los animales son aquí ejemplo para los hombres de poca fe. Cf. Salmos 32, 22; 80, 11; 83, 3 y notas. ‘Abre la boca y cierra los ojos’, nos decía nuestra madre cuando quería sorprendernos con una golosina. ¿Qué habríamos dicho si alguien nos hubiese sugerido que no cerrásemos los ojos porque ella podría darnos un veneno? ¿Y qué habría pensado ella si, desconfiando, le hubiésemos exigido una previa explicación? Así obra Dios, como nuestra madre (Isaías 66, 13). Apliquemos esta doctrina a nuestro trato con Él, y seremos perfectos. Porque en vano queremos tener vida espiritual si no partimos de la base de que somos amados por Él. ¿Cómo podríamos, sin eso, creer el misterio de la Redención?’

[5211] 29 s. Profunda enseñanza: Lo propio de toda creatura es el no ser por sí misma. Apenas el Creador dejase de sostener lo que creó, automáticamente volveríamos a la nada (cf. Salmo 62, 9; Sabiduría 1, 7 y notas). La Liturgia, en el Veni Creator, adapta al Espíritu Santo el versículo 30, trasladándolo de la vida física (cf. Romanos 8, 11) a la vida sobrenatural de las almas (Salmo 118, 91 y nota). “Como a Él se atribuye el principio de la vida en los seres vivientes, se le atribuye asimismo el principio de la vida sobrenatural. Cuando Él es enviado y entra en un alma se verifica la nueva creación sobrenatural y se renueva la faz de la tierra” (Manresa).

[5212] 31. Como se alegró al principio, cuando todo era puro (Génesis 1, 12, etc.), volverá a alegrarse cuando las creaturas regeneradas dejen de estar sujetas al pecado el día de “la redención de nuestros cuerpos” (Romanos 8, 19-23). Cf. Lucas 21, 28; Efesios 1, 10; Hechos 3, 20 s.; 1, 6 s.; Colosenses 1, 5; 3, 4; I Tesalonicenses 1, 3 y 10; Génesis 3, 17 s.

[5213] 33 s. ¡Vivir cantando! ¿No es una ironía en este valle de lágrimas? Lo sería ciertamente si se tratase de la expansión lírica y ruidosa con que el mundo traduce ostensiblemente las alegrías sentimentales del corazón de carne... que no tarda en traicionarlo convirtiendo su canción en llanto al menor contratiempo. “Para esos cantos alegres no está hecho este tiempo de prueba en que la Iglesia, con el Amado ausente, cuelga su arpa en los árboles junto a los ríos de Babilonia” (alusión al Salmo 136, 1 ss.; véase allí las notas). Ello no obstante, el programa que Dios ofrece a los que lo aceptan por amigo íntimo es un canto interior de ininterrumpida alabanza como el que aquí vemos, un canto que no podrán impedir ni las prisiones de San Pablo —que se gozaba alabando entre sus cadenas y despreciando la libertad (Hechos 16, 25 ss.)— ni las catacumbas, que obligaban a los creyentes a esconderse como malhechores, reprobados a ejemplo de Cristo (Lucas 22, 37), ni el encierro para orar en el propio aposento “corrido el cerrojo de la puerta” (Mateo 6, 6), seguros con todo de que “al Padre que ve en lo secreto” séanle gratos mis acentos, como anhela aquí David (versículo 34). Cf. Salmos 3, 4 y nota; 49, 14; 145, 2; Apocalipsis 3, 20; Lucas 10, 21 y 42; Mateo 6, 33; Juan 13, 23; 15, 11 y 15; Gálatas 4, 6 s.; I Juan 4, 18; Cantar de los Cantares 2, 14.

[5214] 35. No haya más impíos. Cf. Isaías 60, 18 y 21; Jeremías 3, 17; Ezequiel 11, 18 s.; 36, 26 s.; Oseas 3, 5; Mateo 13, 41; Apocalipsis 20, 9. La expresión Hallelú Yah (de donde viene el aleluya), que la Vulgata pone al principio del Salmo siguiente, significa: “Alabad a Yah”: alabad al Señor (véase Apocalipsis 19, 1 y nota) y se repetirá, como comienzo o final, en muchos de los Salmos que siguen.

[5215] 1. Los dos Salmos que vienen son correlativos, y hemos indicado su asunto en los respectivos títulos. El 104 muestra a Yahvé fiel con su pueblo ingrato. El 105 muestra a Israel ingrato con su Dios fiel. El presente abarca especialmente desde el Pacto con Abrahán hasta la entrada de Israel en la tierra prometida. Los primeros quince versículos que se encuentran también en I Paralipómenos 16, 8-22, fueron cantados en el traslado del Arca al monte Sión. Los demás revisten carácter didáctico y tienen por objeto excitar en el corazón del pueblo teocrático la gratitud para con su fiel protector, mediante el recuerdo de sus promesas y sus bondades. Cf. Salmo 102, 2 y nota. Estas síntesis de la historia de Israel son frecuentes en la Biblia, y siempre tienen gran elocuencia y ofrecen honda enseñanza. Cf. Salmos 77, 105 y 106; Judit 5, 5 ss.; Nehemías 9, 6 ss.; Hechos 7, etc. Entre los gentiles: Cf. Salmo 95, 3 y nota; Isaías 12, 4.

[5216] 3 s. Alégrese: al descubrir cuán bueno ha sido. Y para eso: fijaos, es decir, detened vuestra atención en Él y no queráis vivir siempre olvidándolo como si fuese cosa secundaria. ¡Mirad cómo Él no se olvida! (versículo 8).

[5217] 5. Las sentencias: Los castigos que Dios infligió a Egipto y Canaán en favor de Israel. Cf. Éxodo 6, 6; 7, 4; 12, 12, etc.

[5218] 6. Este llamado no ha de sonar como ajeno para nuestro espíritu, pues también nosotros somos hijos de Abrahán por la fe (Romanos 4, 16; Efesios 2, 12 ss.).

[5219] 8. Su alianza: Las promesas dadas a los patriarcas (versículo 9 ss.) y confirmadas después con nuevas promesas a David y a los profetas. Cf. Génesis 12, 7; 13, 14 s.; 15, 18; 22, 16 ss.; 26, 3 ss.; 28, 13 s.; etc. La primera promesa de Dios es hecha en el Paraíso y se llama Protoevangelio (Génesis 3, 15). Noé recibe más tarde otra, con el arco iris por testigo (Génesis 9, 8 ss.; Salmo 88, 35). La promesa por antonomasia (la Tierra Santa y el Mesías) es llamada Alianza patriarcal porque era el fundamento del pacto que hizo Dios con Abrahán (Génesis 17). Después vino la llamada Antigua Alianza con Israel, mediante Moisés y la Ley (Éxodo 20 ss.), pero sin abolir las promesas anteriores (Gálatas 3; Lucas 1, 55 y 73). Luego la promesa hecha a David (II Reyes 7, 14; cf. Salmo 88, 31 y notas). Sobre la nueva Alianza prometida por los Profetas a Israel y Judá, cf. Jeremías 31, 31 ss. (citado por Hebreos 8, 8 ss. y 10, 16 s.). Pero aunque ellos rechazaron a Cristo (Juan 1, 11), Él se hizo mediador de esa Alianza con su sangre (Lucas 22, 20). Cf. Mateo 23, 39; Juan 19, 37; Isaías 59, 20 s., citado por Romanos 11, 26 s.

[5220] 12 s. Recuerda la primitiva vida nómada de los patriarcas en Canaán. Solo una tumba tuvieron en propiedad: la cueva de Macpelá (Génesis 23, 4; 24, 30; cf. Hebreos 11, 8 ss. y notas). Ello no obstante, no los despreciaba el Dios de los humildes, y los cuidaba como su preciosa herencia. Véase, sobre estos orígenes, el patético capítulo 16 de Ezequiel.

[5221] 14 ss. Cf. versículo 44; Ester 9, 16; Joel 3, 1 ss.; Romanos 11, 28, etc. Dios hace ostentación de su predilección por su pueblo y no admite que nadie le pida cuentas de ella ni se escandalice de su divino beneplácito, que todo lo hace por amor (Salmo 135, 17 ss.). Humillando así nuestro entendimiento para aceptar sin reparo sus designios (II Corintios 10, 5) es como sacaremos de la Escritura el fruto de la sabiduría (Romanos 11, 29-36).

[5222] 15. Mis ungidos... mis profetas: Los patriarcas, depositarios de las promesas divinas (Génesis 20, 7; 27, 27 ss.; 49, 1 ss. etc.) y aun todos los israelitas, que Dios cuida como la pupila de sus ojos (Dom Puniet).

[5223] 17 ss. Es una recapitulación de la historia de José que, vendido por sus hermanos, después de grandes desventuras llegó a ser administrador de la casa y reino del Faraón de Egipto (Génesis capítulos 31 ss.).

[5224] 18. Alude a la prisión de José en Egipto.

[5225] 21. La Liturgia lo aplica al patriarca San José para señalar su poder ante Dios.

[5226] 22. Sobre el joven que enseña al anciano, cf. Salmo 118, 99 s.

[5227] 23. La Tierra de Cam es el mismo Egipto (Génesis 46), que los hebreos llaman Misraim porque este hijo de Cam propagó allí su descendencia.

[5228] 24 s. Véase Éxodo 1, 9 ss. Mudó (versículo 25): Es el endurecimiento de que habla Éxodo 7, 3.

[5229] 26. Véase Éxodo capítulo 4; Hebreos 5, 4.

[5230] 28 ss. Se resistieron: Los egipcios. Sigue la enumeración de las plagas que Dios les mandó entonces (Éxodo capítulos 7-11) que (omitiéndose la 5ª y la 6ª.) van alternadas así: 1ª versículo 29; 2ª versículo 30; 3ª versículo 31 b; 4ª versículo 31 a; 7ª versículo 33; 8ª versículo 34; 9ª versículo 28; 10ª versículo 36. Cf. Salmo 77, 43 ss. y notas.

[5231] 36. Véase Éxodo 12, 29.

[5232] 37. A ellos: A los israelitas, y Él mismo les mandó que despojasen de esas riquezas a los egipcios (Éxodo 12, 35 s.; Sabiduría 10, 19 y nota).

[5233] 39. Una nube: Cf. Salmo 77, 14; I Corintios 10, 1. Sobre los prodigios que siguen, léase Éxodo 13, 21; 14, 6; 16, 14 ss.; Números 20, 8 ss.

[5234] 44. Véase versículo 14 y nota; Deuteronomio 32, 8.

[5235] 45. Para que guardaran: Literalmente: para que guarden; forma llena de ternura si se considera que el Salmo se escribió mucho después y cuando bien se sabía ya que no los habían guardado (cf. Salmo 105, 1 y nota). Es que el salmista no ha querido poner aquí ninguna nota de reproche, sin duda para no empañar este poema de pura misericordia. El contraste con la ingratitud del pueblo ha quedado para el Salmo siguiente.

[5236] 1. Continúa el Salmo anterior (cf. Salmo 104, 1 y nota). En ambas epopeyas se celebra a Dios por la historia milagrosa de Israel; en el primero, desde los patriarcas hasta Moisés; en el segundo, desde el éxodo de Egipto, abarcando los cuarenta años del desierto, la conquista de la tierra de Canaán y la época siguiente, y terminando con una aspiración mesiánica (versículo 47 s.) que figura también en I Paralipómenos 16, 35 s., no obstante lo cual se le supone posterior al cautiverio babilónico como la oración de Eclesiástico 36. Celebrad a Yahvé porque es bueno: Con esta alabanza a la eterna Bondad empiezan también los Salmos 106, 117 y 135. Véase en este último la nota inicial.

[5237] 2. Las hazañas de Yahvé: Cf. Salmo 32, 10; Isaías 51, 9; Lucas 1, 51.

[5238] 4. Acuérdate; etc.: Vaccari y Páramo hacen notar que ‘pide tener parte en la felicidad de la era mesiánica que espera ha de venir pronto’ y comparan este voto con el de Lucas 23, 42 s. (texto griego) donde el Buen Ladrón pide a Jesús que le reserve un lugar cuando venga en la gloria de su reino. Cf. versículo 47 s.; Salmos 71, 7; 101, 24.

[5239] 5. Que yo vea: Habla en nombre de Israel (Fillion). Cf. Salmo 101, 1 y nota. Tobías anhela esto para sus descendientes (Tobías 13, 20). La Vulgata, en vez de: me gloríe, dice: Tú te gloríes. Con tu herencia: con el pueblo de Israel que es la herencia, la propiedad de Yahvé. Cf. Isaías 19, 25; Deuteronomio 9, 29; 32, 9; III Reyes 8, 50 s.; Salmo 73, 2; Eclesiástico 44, 12, etc.

[5240] 6. Este versículo “tiene el valor de una pública confesión” (Vaccari). Compárese esto con nuestras naciones gentiles modernas que, decoradas con el nombre de civilización cristiana, exaltan sistemáticamente a sus antepasados y sentirían ofendido el honor nacional si se les dijese que había en su historia algo de qué avergonzarse. ¿Puede llamarse cristiana la formación de una juventud que crece imbuida en tales ideas que, como dice Pío XI, no conciben el patriotismo propio sin el menosprecio del fronterizo? “He aquí una de esas grandes mentiras convencionales que nadie remueve públicamente por razones que se consideran de buen gusto”, pero que muestran cuán lejos se está de vivir el Cristianismo.

[5241] 7. Nuestros padres… se rebelaron: Reminiscencia de la salida de Egipto y del paso del Mar Rojo. Cf. Éxodo 5, 21; 14, 11 s.

[5242] 8 ss. “A causa de su Nombre”: Cf. Salmo 113B, 1 y nota; Ezequiel 20, 9; 36, 22 ss.

[5243] 13. No aguardaron, esto es: no supieron esperar confiados en su amorosa Providencia (Éxodo 16, 17). La raíz de tantos males y errores fue para Israel, como lo es para nosotros, el no querer creer que Dios nos ama y todo lo tiene previsto para nuestro bien, muchísimo mejor que cuanto podríamos prever nosotros. Véase Mateo 6, 25-34; Job 38, 1, 4; 39, 9 y notas.

[5244] 14. Alude al descontento con el maná exquisito que Dios les daba (Éxodo 17, 2; Números 11, 4).

[5245] 15. La consunción: Así el hebreo. Otros vierten: tabes, o mortandad, o hastío. Cf. Números 11, 20 y 33.

[5246] 16 s. Datan y Abirón, cómplices de Coré, el cual por orgullo levítico y envidia de los escogidos de Dios, se sublevó contra Moisés y Aarón, y fueron todos exterminados por el mismo Dios. Cf. Números capítulo 16.

[5247] 19 ss. Sobre esta idolatría de todo el pueblo, en que se extravió tan horriblemente Aarón, véase Éxodo capítulo 32; Romanos 1, 23, Sabiduría 12, 24; 18, 21; Jeremías 16, 20; Salmo 113B, 4 ss. Sobre la insensatez de adorar obras de hombres, véase los notables capítulos 13 de la Sabiduría y 6 de Baruc y la revelación asombrosa de los celos de Dios en Deuteronomio 32, 11-43; Santiago 4, 4, etc. Su gloria (versículo 20): Es decir, Yahvé, que es llamado “Gloria de Israel su pueblo”. Así también llamó Simeón al Mesías (Lucas 2, 32). Nada más patético que este contraste entre Él y la figura de un animal… y sin embargo las preferencias estuvieron por esta última. ¿Acaso el padre Adán no había preferido a la serpiente? ¿Acaso no había de ser aún preferido Barrabás a Jesús? No fue este ciertamente el último triunfo del diablo. Véase lo que se anuncia en Lucas 18, 8; Apocalipsis 13, 7; 20, 7, etc., para mantenernos en saludable vigilancia y temor de nosotros mismos, no dudando de que somos muy capaces de hacer eso y aun peor, apenas nos soltásemos de la mano de Dios. Cf. Juan 2, 24; 15, 5 y notas.

[5248] 22. Cf. Salmo 104, 23 y nota.

[5249] 23. En la brecha, es decir, como en la guerra para cubrir con su cuerpo a su pueblo. Sublime audacia que el mismo Dios elogia en su amigo Moisés, figura del Redentor. Cf. Éxodo 32, 10 ss.; Números 14, 10 ss.; Deuteronomio 9, 25 ss. Cf. también versículo 32 y el retrato de Moisés “amado de Dios y de los hombres”, en Eclesiástico capítulo 45.

[5250] 24. Despreciaron: Es la queja constante de Dios por el desprecio del don de su amor, que hacemos por desconfianza en su bondad, por no creer que en Él está nuestro bien y nuestra felicidad. Cf. Deuteronomio 1, 26 y 35; Juan 5, 40; 6, 56-61; Apocalipsis 3, 20; Cantar de los Cantares 8, 7.

[5251] 27. Véase en Levítico 26, 33 ss. y sobre todo en Deuteronomio 28, 64 ss. este tremendo, anuncio que se está cumpliendo todavía.

[5252] 28. Baalfegor es el Baal que tenía su templo en Fegor: un ídolo de Moab a cuyo culto vergonzoso se dedicaron los israelitas (Números 25, 1 ss.).

[5253] 29. Véase esta plaga en Números 25, 4 s.

[5254] 30 s. Es de admirar cómo Dios aprobó y bendijo la audaz hazaña de Fineés, inspirada en la santa indignación por el celo de la gloria divina. Bastó este acto de un hombre para salvar a todo el pueblo (Números 25, 7 ss.). Cf. Juan 2, 14 s. Para siempre jamás (versículo 31): Dios prometió a Fineés, hijo del sacerdote Eleazar y nieto de Aarón, un sacerdocio perpetuo (Números 25, 10-13). Véase Eclesiástico 45, 30; Ezequiel 44, 15 y nota. Cf. Salmo 109, 4 y nota.

[5255] 32 s. Cf. Salmo 80, 8 y nota; Números 20, 2 ss. Deuteronomio 32, 51. Aquí y en el versículo 16 notamos el amor con que Dios excusa a Moisés.

[5256] 34. Cf. Éxodo 23, 24; Números 33, 52; Deuteronomio 7, 1, 2, 16 y 24; 12, 2 s.; Jueces 1, 21 y 27-36. Igual desobediencia cometió Saúl en el caso de los amalecitas (I Reyes 15, 2, 9 ss.).

[5257] 37 s. Cf. Deuteronomio 12, 29 ss.; Ezequiel 16, 20 y 21; Jeremías 19, 5; IV Reyes 3, 27; 16, 3; Jueces 11, 35.

[5258] 39. Con sus propias obras: Parece referirse no solo a esas prácticas idolátricas, sino a los mismos ídolos, que eran obra de manos de hombre. “Fornicaron”: Porque ‘el único marido de Israel es Yahvé (cf. Oseas 2, 2)’ (Salterio Romano).

[5259] 40 ss. Véase Jueces 2, 11 ss. Muchas veces se retiró de su pueblo el Señor, mas nunca para siempre (Romanos 11, 11 ss.). Nosotros los gentiles, llamados hoy a participar de su herencia (Efesios 2, 11 ss.), no hemos de gloriarnos (Romanos 11, 18 y 25), pues nos aguardan pruebas mucho peores: “cosas estupendas y prodigios hasta el punto de desviar, si fuera posible, aun a los escogidos” (Mateo 24, 24). Cf. Lucas 18, 8; II Tesalonicenses 2, 3 s.; Mateo 24, 11 s.; II Pedro 3, 3 s.; I Timoteo 4, 1; II Timoteo 3, 1 ss.; Judas 18; I Apocalipsis 13, 8; 16, 14; 19, 19; 20, 7 s.; Salmo 109, 5 s., etc.

[5260] 43 ss. Muchas veces: Léase el elocuente resumen de aquellas vicisitudes en Jueces 2, 10-27. Es la voluntad porfiada del hombre, que quiere perfeccionar a Dios en vez de obedecerle como un niño, sabiendo que sus caminos no son nuestros caminos (Isaías 55, 8 s.).

[5261] 46. Algunos expositores ven aquí una alusión al cautiverio babilónico y al decreto de Ciro (II Paralipómenos 36, 22 ss.; Esdras 1, 1 ss.; Salmo 95, 1 y nota).

[5262] 47. Apunta aquí de nuevo la esperanza mesiánica que vimos en el versículo 4, tal como en Salmo 101, 14 ss. Congréganos... para que celebremos, etc.: Es este uno de los textos que se cita en la cuestión de saber si el pueblo hebreo volverá a su tierra, y si volverá justificado (cf. Salmo 125, 6 y nota) o, como parece deducirse de otros pasajes, tendrá que sufrir allí la purificación final, y si esta comprenderá las doce tribus o solamente a Judá. Vaccari concuerda este pasaje con Eclesiástico 36, 13 y Calès comenta: “El salmista y los que él representa no dudan de las promesas mesiánicas. Piden que sea pronto y que Israel sea reunido de nuevo en Palestina juntado de entre las naciones... y cifre su dicha en alabarlo de eternidad en eternidad.” Cf. Salmo 84, 1 y nota.

[5263] 48. Con esta doxología se concluye el cuarto libro de los Salmos.

[5264] 1. Aunque se ignora su autor, este riquísimo poema que inicia el libro quinto y último de los Salmos, empieza con las mismas palabras que los dos anteriores (cf. Salmo 105, 1 y nota). Se le considera posterior a la cautividad de Babilonia, y algunos suponen que la segunda parte (versículos 33-43) formase un cuerpo distinto, con ecos de Job y sobre todo de Isaías (cf. versículo 33 y nota). Su tema, como el de los anteriores, se inspira en la vida de Israel y su destino. Si la historia es “la maestra de la vida” (Cicerón), ninguna otra puede enseñarnos tanto como esta Historia sagrada, porque en ella hunde sus raíces el verdadero espíritu del cristianismo (Romanos 11, 17), aunque algunos lo hayan olvidado para buscar en el humanismo pagano o neopagano las fuentes de lo que llaman cultura. De ahí que este Salmo muestre también, a quien quiera verla, esa providencia de Dios que ama a los hombres y los corrige y los perdona como a hijos (cf. Hebreos 12, 3-13), y muestre asimismo cómo el Dios que por su Hijo nos mandó perdonar las injurias hasta infinitas veces (Mateo 18, 22), empieza por darnos el ejemplo, puesto que Él mismo se ofreció de modelo (Lucas 6, 36; Efesios 4, 32). Así también perdonaría hoy a hombres y pueblos apenas se volvieran a Él. Cf. Nehemías 9; Lucas 15, 20.

[5265] 2. Alusión a la providencia de Dios en la esclavitud de Egipto y los diversos cautiverios sufridos por Israel; más adelante recuerda su bondad con las caravanas extraviadas (versículos 4-9); los presos (10-16); los enfermos (17-22); los navegantes (23-32) y en el himno final (versículos 33-42) lo alaba por sus promesas a los hambrientos y oprimidos, añadiendo, como triste moraleja, la pregunta del versículo 43 que recuerda la de Jesús en Lucas 18, 8.

[5266] 3. Ha congregado: Gramática cita aquí Salmo 105, 47; Deuteronomio 30, 3; Eclesiástico 36, 13; Isaías 11, 12; 43, 5; 56, 8; Jeremías 29, 14; 31, 8 y 10; Ezequiel 20, 34 y 41 y 39, 27, pasajes todos alusivos a la restauración mesiánica esperada por Israel y no solo a la vuelta de Babilonia (aun el de Jeremías 29, 14), pues entonces su condición continuó siendo precaria y no se cumplieron tales esperanzas (cf. Salmo 84, 1 y nota). Es decir que, como anota aquí acertadamente Nácar-Colunga: “este Salmo que nos describe como pasado el cautiverio babilónico termina pintándonos la restauración con colores claramente mesiánicos, cosa frecuente en los profetas que desarrollan el mismo tema”. El texto habla en efecto de los cuatro puntos cardinales (cf. Ezequiel 37, 23 y nota) y es indudable que estos congregados son los mismos a quienes se invita a cantar el himno final de gratitud (versículo 32). Véase versículos 33 ss. y notas.

[5267] 4 ss. El salmista se refiere en este cuadro a la peregrinación de los israelitas por el desierto; y en ellos pueden verse hoy retratados todos los que buscan habitación y refugio. El versículo 6 (véase Salmo 105, 44) se repite en los versículos 13, 19 y 28 como un estribillo que recuerda la infatigable misericordia del Padre celestial (Salmo 102, 13 s.).

[5268] 8. Al estribillo del socorro (cf. nota anterior) corresponde este estribillo de la gratitud, repetido también en los versículos 15, 21 y 31.

[5269] 10 ss. Segundo cuadro (versículos 10-16): los cautivos; descripción de su culpa y de sus sufrimientos; recurso a Dios, auxilio y acción de gracias.

[5270] 17 ss. Tercer cuadro (versículos 17-22): los enfermos, sus dolores y cómo Dios los cura. Envió su Palabra para sanarlos (versículo 20): Nótese que la Palabra de Dios aparece personificada. Así lo fue en Cristo, el Logos o Verbo de Dios (Juan 1, 1-8), que vino a curar a todos los afligidos, publicando el Evangelio del perdón en el “año de reconciliación” (Lucas 4, 18 s.; Isaías 61, 1), y vendrá por segunda vez en el “día de la venganza” (Isaías 61, 2; 59, 18; 63, 1-6; Apocalipsis 19, 13, etc.).

[5271] 22. Sacrificios de alabanza... con júbilo. Alguien quizá no entenderá bien esto, porque la idea de sacrificio ha sido a veces deformada, como si significase dolor, en vez de obsequio u ofrecimiento hecho por amor. La esposa entrega su vida entera al esposo, y en manera alguna piensa en el sufrimiento, ni menos que el esposo se gozará en verla sufrir. Esta alegre entrega del corazón que canta su dicha y gratitud al Padre celestial es lo que a Él le agrada, según nos lo dice aquí y muchas otras veces (cf. Salmos 49, 14; 4, 6 y notas) y lo que nos lleva a amarlo con preferencia a todo otro amor (cf. Salmo 118, 32 y nota).

[5272] 23 ss. Cuarto cuadro (versículos 23-32); los navegantes, a los que Dios conduce al puerto a través de los peligros. Este pasaje debiera estar escrito en todas las naves, bien visiblemente, como preciosa meditación y estímulo. En los viajes, como en la travesía de la vida, “todos juntamente peligran en la tempestad”, dice San Agustín, y él mismo añade en otro lugar: “Siempre y en todas partes y por todas las cosas sea Dios alabado; no nuestros méritos ni nuestras fuerzas ni nuestro saber. Cuantas veces nos viniere el remedio a nuestra tribulación amemos a Aquel a quien hemos invocado en nuestra amargura.”

[5273] 33 ss. Cuadro quinto: El Señor convierte lo fértil en árido; mas, luego su misericordia hará todo lo contrario, como veremos en los versículos 35-38. “Los versículos 33-41, si bien pueden entenderse en sentido universal de la providencia de Dios, parecen aquí ilustrar más bien el modo de ayudar Dios a su pueblo en su regreso del destierro y su restablecimiento en Palestina. Las mismas metáforas se hallan en Isaías 35, 7; 41, 18; 42, 15; 50, 2, para describir ese retorno del exilio” (Salterio Romano). Cf. también Isaías 30, 2; 43, 19 s.; 45, 2; 66, 20. Ello no impide que este final forme parte orgánica del Salmo (cf. versículo 1 y nota), siendo precisamente, como parece anunciarlo el versículo 32, ese himno de alabanza que han de cantar los salvados y en que se “describe la felicidad de los israelitas vueltos del destierro” (Páramo) y “el floreciente estado de la nación reconstituida” (Vaccari). Cf. versículo 3. En ello se fundan los autores que “traducen los verbos en futuro y refieren este cuadro a los tiempos mesiánicos” (Crampón). Mas no es necesario que los verbos estén en futuro si se trata de un presente profético que da como realizado lo que anuncia, lo mismo que en los versículos 2 y 3 (véase allí las notas).

[5274] 35. Cf. Isaías 30, 35; 36, 6 s.; 41, 18; 43, 19 s.

[5275] 36. Contraste con los versículos 4 y 7.

[5276] 39 ss. Esto es, los que tan humillados fueron a través de su historia, alcanzarán esta gran prosperidad señalada en los versículos 35 ss. (cf. Salmo 71, 16 y nota), gracias a Aquel que se compadece del caído y humilla al soberbio. Cf. Salmo 112, 7 ss. y notas y el versículo final de Miqueas que coincide con el final del Magníficat (Lucas 2, 54 s.).

[5277] 42. Esta satisfacción de los justos, frente a la confusión de los impíos que ya no tendrán más pretexto para murmurar de la divina Providencia (Job 5, 16), es con harto motivo una de las grandes características de los tiempos mesiánicos y constituye una suprema aspiración de justicia que en vano se perseguirá mientras la cizaña esté mezclada con el trigo (Mateo 13, 30 y 41) y la red contenga “peces de toda clase” (Mateo 13, 47 ss.). Cf. Salmos 51, 8; 58, 17; 63, 11; 71, 12 ss.; Isaías 60, 18 y 21, etc.

[5278] 43. Véase el final de Oseas (14, 5-10), donde el profeta formula igual pregunta después de hacer análogas promesas a Israel. Se resume así la enseñanza de esta admirable historia: conocer a Dios, como Padre, y hacerse pequeño para entender los misterios de su misericordia (Lucas 10, 21). Cf. también la tremenda respuesta que el Salmo 13, 2 da a una pregunta semejante. Según la versión de Vaccari, “el sabio observará tales cosas y se entenderán las misericordias del Señor”.

[5279] 1 ss. Este Salmo se compone de dos fragmentos de otros dos, ambos davídicos y elohistas (cf. Salmo 41, 1 y nota): el Salmo 56, 8-12 forma los versículos 1-6 y el 59, 7-14 forma los versículos 7-14. El versículo 7 combina notablemente ambas secciones, cuya unión armoniosa da un marcado sabor mesiánico a este Salmo que, como observa Calès, tiene una individualidad propia y, aunque hubiese sido combinado después de Babilonia, es todo de David puesto que lo son sus partes. Compárense las notas respectivas.

[5280] 5. Más grande que los cielos: Matiz de diferencia con Salmo 56, 11 que dice: “grande hasta el cielo”. Quizá procede de algún copista.

[5281] 6. Y brille: Este segundo estiquio, que termina lapidariamente el Salmo 56, es precedido aquí de la conjunción y, como para unirse al versículo 7 que, perteneciendo al Salmo 59, forma aquí el nexo entre ambas secciones.

[5282] 8. Por su santidad: Es decir: lo juró, como en Salmo 88, 36. El nuevo Salterio Romano dice: en su Santuario; Bover-Cantera: desde su Santuario. Triunfaré: Así también Vaccari, Páramo, Nácar-Colunga, Ubach, etc. Otras versiones dicen: me gozaré.

[5283] 11. Inaccesible: El Salmo 59, 11 decía fortificada.

[5284] 1. Es uno —quizá el más característico— de los Salmos imprecatorios (cf. Salmos 34, 4 ss.; 68, 23-29; 136, 7 ss.). Escrito por David, muy probablemente cuando la traición de Aquitófel (II Reyes 15, 12 y sigs.), figura de Judas (Salmos 40, 10; 54, 14 ss.), es evidente su alcance mesiánico, al menos en sentido típico, pues recuerda fuertemente, en algunos pasajes, la Pasión de Cristo, y San Pedro Io cita como alusivo al Iscariote (Hechos 1, 16 ss.). La sabiduría de Dios, que siempre es misteriosa (Salmo 50, 8; I Corintios 2, 7 ss.), nos ofrece aquí un contraste estupendo entre la ira divina (versículos 6-19) y su suavidad inefable (versículos 21 ss.), y nos muestra, en el versículo 20, que el rey profiere esas imprecaciones hablando en la santa presencia del Señor, no como hombre que maldice a otro (Job 31, 30; Salmo 58, 13), sino como profeta que anuncia de parte de Dios (versículo 27) las venganzas (Salmos 57, 11 s.; 65, 5 y 93, 1 ss. y notas) que su amor tomará por sus amigos calumniados (Sto. Tomás). Así también habla Cristo en el Salmo 68, lo cual no le impidió rogar en la Cruz por sus enemigos. Cf. Mateo 5, 11 s.; Proverbios 25, 21 citado por Romanos 12, 20. Gloria mía (cf. Salmo 105, 20). Según otros, en perífrasis: objeto de mi alabanza. Tal es aproximadamente el sentido según los LXX: que Dios no quede silencioso ante la alabanza que le tributa el salmista. La Vulgata pone: no calles mi alabanza, evidente error de copista, pues no es Dios quien alaba al hombre, y bien lo sabía el humildísimo David.

[5285] 3 s. Sin motivo: Es lo que caracteriza la suprema iniquidad cometida con Jesús. Cf. Salmos 24, 19; 34, 19; 68, 5; Juan 15, 25.

[5286] 4. Por lo que me debieran amar: Así también Rembold, concordando con LXX y Vulgata: en vez de amarme. Según el Texto Masorético sería: a cambio de mi amor, lo cual está dicho ya en el versículo 5. Me acusan: literalmente: hacen conmigo obra de Satán (cf. versículo 6 y nota). Hago oración: El hebreo termina con elocuente brevedad: Y yo: oración (cf. 119, 7).

[5287] 5. En boca de Jesús es una queja infinitamente desgarradora. David, que en su medida sufrió también de calumnias e ingratitudes, “nos aparece en todo este pasaje manifiestamente como tipo de Jesucristo” (Fillion).

[5288] 6. El acusador: Tal es el sentido de la palabra hebrea: Satán, equivalente a la griega: diábolos o diablo (cf. Apocalipsis 12, 10). ¡No puede pintarse situación más dramática para un reo! Cf. Salmo 93, 20 y nota.

[5289] 7. Su oración sea pecado. Cf. Isaías 1, 13; Malaquías 1, 7-9. Véase versículo 17 y nota.

[5290] 8. Citado por San Pedro cuando los apóstoles eligieron a San Matías en el lugar dejado por el traidor Judas (Hechos 1, 16 ss.). Ministerio: La Vulgata vierte episcopatum, en el sentido de función.

[5291] 14 ss. Las palabras entre corchetes ya están en el versículo 15 y son sin duda una glosa, pues no figuran en el Siríaco. La culpa de sus padres: “Todo el que imita la maldad de su perverso padre se hace reo también de los pecados de este; mas el que no sigue la maldad del padre, de ningún modo será gravado por su delito” (San Gregorio). El Catecismo Romano (III, 2, 36) citando a Éxodo 20, 5 s. manda a los párrocos recordar a los fieles “cuánto sobrepuja la bondad y misericordia de Dios a la justicia, pues, airándose hasta la tercera y cuarta generación, extiende hasta millares la misericordia”. Algunos intérpretes, fundados en Ezequiel 18, 20 y Génesis 8, 21, etc., traducen Éxodo 20, 5 en el sentido de que Dios tiene en cuenta la mala herencia de esos hijos, para hacerles mayor misericordia (cf. Mateo 9, 11; 18, 13; Lucas 7, 43; 12, 48). Cf. Ezequiel 18, 4 y nota.

[5292] 16. Claramente se indica la causa de tantas maldiciones: la falta de misericordia (cf. Oseas 6, 6; Mateo 9, 13; 12, 7). Porque la caridad, origen de tantos bienes, no es solo un mérito: es una obligación (Lucas 6, 27-38), y su falta acarrea todos los males, hasta la condenación a la gehena eterna (Mateo 25, 34-45).

[5293] 17. Así como las bendiciones que damos vuelven a nosotros (Lucas 10, 6), así las maldiciones caen sobre la propia cabeza. Véase versículo 7 y nota, y la terrible imprecación a los sacerdotes en Malaquías 2, 1-3.

[5294] 20. Véase versículo 1 y nota. Algunos suprimen: de Yahvé, por razones rítmicas, considerándolo una glosa como en el versículo 14.

[5295] 21 s. Aquí, como en Salmo 68, 30 ss., en cuanto David aparta los ojos de la maldad que condenaba, vuelve instantáneamente a la exquisita y confiada humildad de un niño, la cual es siempre el sello de su oración, anticipo de la de Cristo (cf. Salmos 85, 1; 114, 1 y notas, etc.). Un moderno estudioso de los Salmos señala acertadamente que tanto las anteriores imprecaciones como las del Salmo 68 son de David y nadie podría atreverse a afirmar que él habría tomado esas ni otras venganzas de sus enemigos si los hubiese tenido a mano, pues bien demostró él todo lo contrario en la misericordia con que trató a su gran perseguidor Saúl cuando estuvo a merced suya (I Reyes 24, 1 ss. y notas), no obstante las grandes pruebas de paciencia a que este lo tenía sometido (cf. Salmo 56, 1 ss. y notas). Cf. también la conducta de David en Salmo 7, 5.

[5296] 22 ss. Infortunado, etc.: Tal como el que pinta el versículo 16. El honor de Yahvé, que Él cifra en ser misericordioso (cf. Efesios 1, 6 y nota), está en que Él libre al débil del prepotente (cf. Salmo 71, 4). Así será para Él toda la gloria (versículo 27). Cf. Salmo 85, 17.

[5297] 28. Recordemos, como un escudo invencible, esta fórmula, que encierra la plenitud del espíritu evangélico. ¿Qué puede importarnos la maldición del mundo, si Él está contento? Jesús llega a decir que en estos casos nos pongamos a saltar de gozo, y nos equipara a los profetas. Cf. Mateo 5, 11 s.; Lucas 6, 22 ss.; Salmo 50, 14; Romanos 8, 31.

[5298] 30. Una vez más, vemos el valor de la alabanza como instrumento de gratitud (Salmos 49, 14; 106, 22), en contraste con la mala lengua (cf. Santiago 3, 1 ss.).

[5299] 31. “A la derecha”: Como su abogado defensor en el juicio (cf. I Juan 2, 1). Nótese la oposición con el versículo 6. San Agustín dice aquí: “Satán se coloca al lado de Judas, que ambicionó acumular riquezas; ¡en cambio, junto al pobre está Dios! Él es la riqueza del pobre.”

[5300] 1. “Breve por el número de las palabras, grande por el peso de las sentencias” (San Agustín), este Salmo, paralelo del Salmo 2 y “el más célebre de todo el Salterio” (Vaccari), goza del privilegio de haber sido interpretado por Jesús mismo (Mateo 22, 41-46). Después de señalar allí como autor a David, de modo que nadie pudiese negarlo (Comisión Bíblica, 19 de mayo de 1910), el Señor prueba con él a los judíos la divinidad de su Persona. Prueba también que el Padre le reservaba el asiento a su diestra glorificándolo como Hombre (Salmo 2, 7 y nota) —según dice el Credo: “Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre”— y destaca sus derechos como Mesías Rey, que Israel desconoció cuando Él vino y “los suyos no lo recibieron” (Juan 1, 11; cf. Isaías 35, 5 y nota). Estos derechos los ejercerá cuando el Padre “le ponga a todos sus enemigos bajo sus pies para reunirlo todo en Cristo, las cosas del cielo y las de la tierra” (Efesios 1, 10) y someterlo todo a Él (versículo 2), en el día de su glorificación final (versículo 3), porque “al presente no vemos todavía sujetas a Él todas las cosas” (Hebreos 2, 8; 10, 12-13; cf. Marcos 16, 11 y nota). No hay pasaje, en todo el Antiguo Testamento que no sea tan citado en el Nuevo como este Salmo, y San Pablo no se cansa de citarlo como mesiánico (1 Corintios 15, 24 ss.; Efesios 1, 20 ss.; Colosenses 3, 1; Hebreos 1, 3; 5, 6; 7, 17; 8, 1; 10, 12-13), porque el Mesías es aquí proclamado Hijo de Dios (versículos 1 y 3), Rey futuro (versículos 2 y 3) y Sacerdote para siempre (versículo 4). Para cada una de estas proclamaciones habla solemnemente Dios en Persona, es decir, el Padre, tres veces sucesivas (versículos 1, 2, 4). En lo restante es David quien confirma la profecía explicando su sentido. “A mi Señor”: A Cristo, al cual David llama proféticamente mi Señor (en hebreo “Adoní”: cf. versículo 5 y nota) como a Hijo de Dios (Salmo 2, 7). Vano parece detenerse a mostrar que esto no pudo dirigirse a Salomón, ni siquiera como “tipo” de Cristo, pues aquel “rey pacífico” nunca se pareció en nada al formidable Guerrero que aquí vemos. “Siéntate a mi diestra”: Que esto no se refiere al Verbo eterno antes de su Encarnación, sino a Cristo después de su Ascensión, consta de muchos textos (Hechos 2, 34; 7, 55; Romanos 8, 34; Hebreos 1, 8; I Pedro 3, 22). Sentarlo a su diestra como Hombre, equivale a otorgar a su Humanidad santísima la misma gloria que como Verbo tuvo eternamente y que Él había pedido en Juan 17, 5. Cf. Salmo 2, 7 y nota. Hasta que Yo ponga, etc.: Esto es, hasta que llegue la hora (Hebreos 10, 12 s.) en que el Padre se disponga a decretar el triunfo definitivo del divino Hijo (versículos 2 y 3) que en su primera venida fue humillado (versículo 7). Equivale al otro artículo del Credo, según el cual desde la diestra del Padre “vendrá otra vez con gloria a juzgar a vivos y a muertos y su reinado no tendrá fin”.

[5301] 2. Lo entregará Yahvé: Como lo anuncia Él en Salmo 2, 6: “Yo he constituido a mi Rey sobre Sión mi santo monte”, diciendo luego a Cristo: “Pídeme y te daré en herencia las naciones y en posesión los términos de la tierra” (Salmo 2, 8). “El Héroe está asociado a Dios con una intimidad que hace pensar en la del Hijo del Hombre en Daniel 7, 13 s. y aun la sobrepuja por la precisión con que está expresada” (Calès). Desde Sión impera, etc.: Así también Rembold, Ubach y otros. Esta puntuación es más exacta que si dijera: “Lo entregará Yahvé desde Sión”: pues, como bien dicen Calès, Lesétre y otros, “su imperio partirá desde Sión (Isaías 2, 3) y se extenderá sin límites, sin que ningún adversario pueda resistirle”; y así acabamos de ver que en Salmo 2, 6 el Rey es constituido sobre Sión y no desde Sión (cf. Miqueas 4, 1 ss.; Salmos 43, 3; 64, 2; 67, 16 s.; 75, 3; 131, 13, etc.). Es, como dice el Crisóstomo, una predicción de que un día Cristo someterá a su Reino la totalidad de sus enemigos, los judíos (Romanos 11, 26 s.) y los gentiles (Salmo 71, 11).

[5302] 3. El Texto Masorético está muy lastimado (algunos piensan que intencionalmente para destruir la riqueza mesiánica de la profecía), siendo muchas las variantes que se proponen. Felizmente se conserva el texto de los LXX, fundado en un hebreo mucho más antiguo que el masorético, y a él podemos atenernos en estos casos. Como explica Teodoreto, el sentido de este versículo es el mismo de Salmo 92, 2 (cf. nota), a saber: aunque Tú eres omnipotente, pues el Padre te engendró igual a Él desde la eternidad, manifestarás ese poder cuando vengas para el juicio y llenes de esplendor a tus santos. Tuya será la autoridad en el día, etc.: Literalmente: Contigo el principado en el día, etc. La Vulgata tradujo principado por principio. El hebreo dice aproximadamente: Tu pueblo (o los príncipes) presuroso estará contigo el día de tu fortaleza sobre las santas montañas (cf. versículo 5; Zacarías 13, 9; Romanos 11, 25 ss.). Otros, en vez de fortaleza, dicen llamado (cf. Salmo 88, 16 y nota). En vez de tu poderío, algunos vierten: tu nacimiento, pero, aunque así lo anunció el ángel a María (Lucas 1, 32 s.), sabemos que “el primer advenimiento fue en la humildad y despreciado” (Canon de Muratori, Ench. Patr. 268), y Aquel a quien los Magos buscaron como el Rey de los judíos (Mateo 2, 2) de acuerdo con Miqueas 5, 2 (cf. Mateo 2, 6), lejos estuvo de ejercer entonces tal reinado sobre su ingrato pueblo (ni menos esa violencia con las naciones, descrita en los versículos 5 y 6). Así Él mismo lo declaró a Pilato sin perjuicio de confirmar su dignidad real (Juan 18, 33-38). En los resplandores de la santidad (tuya), pues el Salmo es esencialmente un elogio de Cristo mismo, y destaca de este modo el resplandor de su aspecto el día de su venida en gloria, como lo mostró en la Transfiguración (cf. Marcos 9, 1 y nota). Otros vierten: En los esplendores de tus santos (cf. Judas 14 y nota Filipenses 3, 20 s.; I Tesalonicenses 4, 16 s.). Bover-Cantera traduce: entre sagrada pompa; Prado: en fulgor santo. Él te engendró: Wutz, Rembold y otros usan también aquí el verbo en tercera persona, lo cual, como dice Calès, queda bien al contexto. Después de hablar el Padre en versículo 2 b, es el salmista quien habla en el versículo 3. Mientras en el versículo 1 y en el Salmo 2, 7 se trata de la glorificación de Cristo Hombre a la diestra del Padre, este texto, así vertido, alude a la generación eterna del Verbo, de donde se deduce la divinidad de Jesucristo por identidad de su naturaleza con la del Padre (cf. Hebreos 1, 3; Sabiduría 7, 26 y notas). Del seno. Otros: como Rey (Wutz); cual rocío (Bover-Cantera, Nácar-Colunga, Prado). Rembold vierte así el último hemistiquio: El Señor te ungió Rey en los montes santos (cf. Salmo 2, 6). Otros, según el Texto Masorético, leen así este final: En las bellezas de la santidad desde el seno de la aurora: tú tienes el rocío de tu juventud, cosa, como se ve, demasiado insegura frente al texto que adoptamos, sólidamente apoyado, como hemos visto, por el contexto y los lugares paralelos. Sobre la procedencia divina de Jesús, cf. Isaías 4, 2; 7, 14; 9, 6; Miqueas 5, 2; Zacarías 13, 7, etc. Antes del lucero: Esto es, antes de toda creatura. Quizá podría verse en el lucero una alusión a Satanás cuya derrota por el Mesías anuncia precisamente este Salmo. Es de notar que fuera de algunas menciones intrascendentes en Job (11, 17 y 38, 32), el nombre de Lucero (Lucifer) solo se usa una vez más en el Antiguo Testamento: en Isaías 14, 12 donde es aplicado al rey de Babilonia, figura de Satanás o en todo caso de la potestad anticristiana (cf. Jeremías 51, 53; Apocalipsis 17 y 18). En cambio en el Nuevo Testamento ese mismo nombre (en griego Heósforos, variante: Fósforos) es usado una sola vez (II Pedro 1, 19), con referencia a la Parusía de Cristo, el cual había sido simbolizado por la Estrella de Jacob (Números 24, 17) y anunciado en su Nacimiento por una estrella (Mateo 2, 2). En su segunda venida se llama a Sí mismo la Estrella Matutina (Apocalipsis 22, 16), anunciando con ese nombre el galardón de su Reino (Apocalipsis 2, 28), galardón que es Él mismo (Apocalipsis 22, 12).

[5303] 4. San Pablo, en la Epístola a los Hebreos, es el gran intérprete de este Salmo y especialmente de este pasaje, al que dedica casi íntegramente seis capítulos (de 4, 14 a 10, 25), citándolo constantemente para armonizarlo con el versículo 1 (Hebreos 5, 5-10; 6, 20; 7, 28; 8, 6; 10, 12 s.) y también con Salmo 2, 7 (Hebreos 5, 5 s.), lo que muestra una vez más la correlación de ambos oráculos. Revela así maravillosamente el celestial sacerdocio de Cristo, que no se arrogó Él, sino que esperó a que el Padre se lo diera con el juramento que aquí vemos (Hebreos 5, 4-6; 7, 17 y 28; 8, 6). Y así “una vez perfeccionado (por su Pasión) vino a ser causa de sempiterna salud para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios Sumo Sacerdote a la manera de Melquisedec” (Hebreos 5, 9 s.; 6, 20), es decir, con un sacerdocio para siempre porque su vida es indestructible (Hebreos 7, 16), dado que Él, resucitado, ya no puede morir como morían los demás sacerdotes (Hebreos 7, 23). Él permanece para siempre (Hebreos 7, 24; Romanos 6, 9; I Timoteo 6, 16; Apocalipsis 1, 18) y vive para interceder por nosotros (Hebreos 7, 25; 9, 24), “sentado a la diestra del Padre” (versículos 1 y 5; Hebreos 8, 1) como Ministro del Santuario celestial (Hebreos 8, 2; 9, 11 y 24) y Mediador del Testamento nuevo (cf. Hebreos 8, 6-13; 9, 15; 10, 15-18), lo cual exigía la previa muerte del testador (Hebreos 9, 16 s.; cf. Hechos 3, 22 y nota); y como el sacerdocio requiere víctima que ofrecer (Hebreos 8, 3), Él ofrece su Sangre (Hebreos 9, 14), pues “como Sumo Sacerdote de los bienes venideros... por la virtud de su propia sangre entró una vez para siempre en el Santuario, después de haber obtenido redención eterna” (Hebreos 9, 11-12). Por lo cual “hemos sido santificados una vez para siempre por la oblación del Cuerpo de Jesucristo” (Hebreos 10, 10), quien, “ofreciendo por los pecados un solo sacrificio” (Hebreos 10, 12), a diferencia de los antiguos sacerdotes que sacrificaban víctimas cada día, “para siempre está sentado a la diestra de Dios aguardando lo que resta para que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies” (Hebreos 10, 12-13). Muestra en fin el Apóstol a los Hebreos, cuán grande es la significación de este versículo que él llama “juramento posterior a la Ley” (Hebreos 7, 28) y merced al cual tenemos “confiado acceso al Santuario celestial” (Hebreos 10, 19) para recurrir al “gran Sacerdote establecido sobre la casa de Dios” (Hebreos 10, 21), al cual, dice, “lleguémonos con corazón sincero, en plenitud de fe” (Hebreos 10, 22) y caridad de unos con otros (ibíd. 24) y “confesión de nuestra esperanza” en su gloriosa venida (ibíd. 23 y 25). A la manera de Melquisedec (así también Vaccari, Bover-Cantera, Cales, Wutz, Ubach, Sánchez Ruiz, etc.). Véase sobre esto Hebreos 7, 1 ss., donde San Pablo muestra la admirable figura de Cristo que fue Melquisedec, sacerdote y rey (Génesis 14, 18; cf. Zacarías 6, 12 s.; Ezequiel 44, 3; 45, 15 ss. y 22 ss.; 46, 2 ss.) de Salem o Jerusalén (Salmo 86, 3 y nota), de paz (cf. Salmo 45, 10; Isaías 11, 6-9) y de justicia (cf. Salmo 71, 2 y 7; Isaías 32, 1; Jeremías 23, 5 ss.; 33, 15 ss.). Su sacerdocio fue distinto del de Aarón, no obstante las promesas hechas a este y a sus descendientes (Éxodo 40, 12 s.; Números 25, 13; Eclesiástico 45, 19; cf. Salmos 105, 30; 117, 2), porque ellos murieron, en tanto que Melquisedec “vive” (Hebreos 7, 8) y “permanece sacerdote a perpetuidad” (ibíd. versículo 3). Sobre sacerdocio cf. Eclesiástico 24, 14; Hebreos 8, 4; I Pedro 2, 9; Apocalipsis 1, 6; 5, 10.

[5304] 5. El Hijo está hoy a la diestra del Padre como en el versículo 1, ejerciendo su Sacerdocio (versículo 4) en una continua intercesión por nosotros (Hebreos 7, 24 s.), a la espera de que el Padre le cumpla la promesa del versículo 2 (Hebreos 10, 12 s.), para cumplir Él a su vez las hazañas del versículo 6. Leemos, pues, al principio Adoní (mi Señor) y no Adonai (el Señor), lo mismo que Ubach, Wutz, Calès y otros porque, como muy bien lo dice este último, “es el Mesías quien está a la diestra de Yahvé, de igual modo que en el versículo 1 s., y quien realiza lo que se expresa por los verbos de los versículos 5-7. No hay otra solución posible para el versículo 7, porque no es Dios Padre quien bebe del torrente en el camino. Y por lo tanto tampoco es Él quien ejecuta los actos enumerados en los versículos 5 y 6, a menos de admitirse una incoherencia (cf. Mateo 26, 64; Lucas 22, 69). Destrozará, etc.: algunos vierten: “destroza”, etc., poniendo los verbos en presente profético (cf. Salmos 2, 9; 44, 4-6; 67, 22), En el día de su ira, esto es, de la ira del Cordero (Apocalipsis 6, 16). Cf. versículo 6; Sofonías 1, 14 ss.; Mateo 23, 41; Romanos 2, 5 y 8; II Tesalonicenses 1, 7-10. Como observan los comentadores, este juicio, en el cual no se alude a la suerte de los justos, es descrito con los caracteres de una batalla terrible, donde el Mesías no economiza sus fuerzas pero en la que obtiene también un triunfo deslumbrante. Cf. Apocalipsis 16, 14 y 16; 17, 14; 19, 19.

[5305] 6. Juzgará: Otros vierten: hará justicia. Sobre el significado de esta expresión véase los Salmos 92-99; 100, 2 y nota. Cf. Salmo 88, 28; Apocalipsis 11, 15. Las naciones: literalmente: los gentiles, como en el Salmo 2, 8 (cf. Ezequiel 30, 3; Daniel 2, 45; Lucas 21, 24; Romanos 11, 25). Amontonará cadáveres: También en esta violencia concuerda con el Salmo 2, 9. Cf. Salmo 110, 7; Joel 3, 9-17; Zacarías 14, 1-4; Mateo 25, 32; Lucas 19, 27; Apocalipsis 19, 11-21 s. La cabeza: Así literalmente y en singular. El sentido parece ser: al jefe, como leen algunos, refiriéndose al Anticristo. Cf. versículo 5 y nota; Salmo 149, 6-9; Apocalipsis 2, 27; 19, 15. Rembold vierte así: Juzgará a los gentiles inflados de soberbia.

[5306] 7. Los Santos Padres han visto en este versículo el contraste entre ambas venidas del Mesías (cf. versículo 3 y nota), o sea, entre este gran triunfo anunciado a Cristo Rey y el supremo rebajamiento de su Encarnación (cf. Filipenses 2, 7 s. y nota) y de su Pasión, en la cual, para ir del Cenáculo a Getsemaní, atravesó y quizá bebió del torrente Cedrón (Juan 18, 1), como lo había hecho, en un momento semejante, el mismo David, que tantas veces fue figura de Él (II Reyes 15, 23). Cf. Isaías 61, 1 s. y nota. Los modernos tienden a interpretar este pasaje en el sentido de que el Héroe divino, como los guerreros de Gedeón (Jueces 7, 5 s.), apenas beberá un sorbo de agua al pasar, no dándose tregua ni retirándose a descansar hasta el completo aniquilamiento de los enemigos. Entonces, cuando no existan ya los que dijeron como en la parábola: “No queremos que este reine sobre nosotros” (Lucas 19, 14 y 27), lo veremos a nuestro amable Rey, que tiene “un Nombre sobre todo nombre” (Filipenses 2, 9), levantar triunfante para siempre la sagrada Cabeza que nosotros coronamos de espinas (Juan 19, 2 s.) y que los ángeles adoraron (Juan 20, 7). Lo veremos y lo verán todos (Apocalipsis 1, 7), aun los que le traspasaron (Zacarías 12, 10; Juan 19, 37) y celebrarán su triunfo los ángeles, que están deseando ver aquel día (I Pedro 1, 7-12).

[5307] 1. En hebreo este Salmo y el siguiente son acrósticos: cada hemistiquio o medio versículo comienza sucesivamente con una letra del alefato (alfabeto hebreo). En griego el epígrafe sobre Ageo y Zacarías que lleva el Salmo 111, figura también agregado en algunos manuscritos de este, y en general se cree, como San Juan Crisóstomo, que ambos Salmos se corresponden, si bien hay divergencias en la interpretación, pues unos piensan solo en la historia antigua de Israel; otros toman sus bendiciones como si se dieran por cumplidas al retorno de Babilonia, y otros ven aquí realizadas, en presente profético, las bendiciones mesiánicas. De todos modos, el salmista, hablando en nombre de Israel, pone de relieve los prodigios que Dios hizo en favor de su pueblo. El coro de los justos: Gramática lo compara con Salmos 21, 26; 149, 1.

[5308] 2. Los que las disfrutan parece más exacto que los que se complacen en ellas, o: los que las aman. Dios no hace sus maravillas para que las olvidemos (versículo 4), pues lo que quiere con ellas es ganarse la libre inclinación de nuestro corazón hacia Él. ¡Es lo único que con ser Dios no posee! Nada más justo, pues, que quienes recibimos de Él tales dones no los olvidemos (véase sobre esto el admirable Salmo 102, 2 ss.), ni los usemos con la indiferencia de quien se cree con derecho a recibirlos como un tributo de un vasallo, sino que nos tomemos el trabajo de pensar en ellos e investigarlos (cf. Salmos 62, 7; 142, 5 y notas).

[5309] 3. Para siempre: Cf. Salmo 116, 2.

[5310] 5. El texto de la Vulgata (versículos 4-5), algo distinto del presente, se usa en la bendición de la mesa (véase Hechos 2, 46 y nota). Cf. Salmo 103, 21; I Timoteo 4, 3-5. Da alimento a los que le temen: Sin duda dio también maná en el desierto, pero fue a todos (cf. Éxodo 16; Números 11) y no solo a los que le temen (véase Mateo 5, 45; Lucas 6, 35). Se trata aquí de mayores promesas y de una alianza ya confirmada para siempre (versículos 2 y 9).

[5311] 6 ss. También aquí parece tratarse de algo más que de Canaán, del Sinaí (versículo 8) y de la salida de Egipto o de Babilonia (versículo 9). La herencia de las naciones: La tierra de los pueblos gentiles. Cf. Salmo 2, 8; 109, 6 y nota; Génesis 13, 14 s.; 15, 18; Jeremías 3, 18 s.; Ezequiel 36, 12; 47, 13 ss.; Daniel 7, 27; Hechos 7, 5; Hebreos 11, 8. Fillion señala en Ezequiel 47, 13 ss. “las fronteras de la comarca que el pueblo de Dios, regenerado y transformado poseerá como una preciosa herencia”. Fieles y justas (versículo 7): Cf. Apocalipsis 15, 3.

[5312] 9. Redención a su pueblo: Hay aquí un acto definitivo de trascendencia universal, cuyo efecto alcanza a los gentiles, “Las diversas liberaciones del pueblo de Israel eran como el preludio y la garantía de la liberación suprema que había de realizar el Mesías” (Prado). Gramática concuerda esto con las palabras del ángel en Mateo 1, 21 y las del Benedictus en Lucas 1, 68. Su alianza para siempre: Véase Salmo 104, 8 y nota; cf. Jeremías 31, 31 ss. y Hebreos 8, 8 ss. Terrible: Cf. Salmo 75, 13.

[5313] 10. “El temor es el principio de la sabiduría, mas la caridad es su perfección” (San Agustín). Cf. Proverbios 1, 7; 9, 10; Romanos 4, 15; 13, 10; I Juan 4, 17 s. El santo temor o temor filial es un don del Espíritu Santo (Isaías 11, 3), por el cual, conociendo nuestra miseria, tememos ofender al Padre que tanto nos ama. Lo que más hemos de mirar “con temor y temblor”, como enseña San Pablo, es el olvido de que “Dios es quien obra en nosotros el querer y el ejecutar” (Filipenses 2, 12-13), para no caer en la soberbia presunción de que somos capaces de algo por nosotros mismos (II Corintios 3, 5). En cambio, el otro temor, el miedo, que aparta de Dios porque desconfía de su bondad, ese temor puramente servil, nace de la fe informe, dice Sto. Tomás, porque la fe viva obra por amor (Gálatas 5, 6) y este excluye el miedo (I Juan 4, 18). Cf. Salmo 111, 1 y nota. Prudentes, etc.: Esto es, la prudencia no está, como enseña el mundo, en confiar en sí mismo (cf. Lucas 10, 21), sino al contrario en buscarlo a Él. Su alabanza: La de su Nombre, que un día cantaremos para siempre. Cf. Salmos 95, 2; 97, 1 s.; 149, 6; 150, 1 ss.

[5314] 1. El epígrafe Del regreso de Ageo y Zacarías que se encuentra aquí —más que en el Salmo anterior—, en el griego, y también en la Vulgata (cf. Salmo 145, 1), probablemente solo quiere decir que Ageo y Zacarías hicieron uso de él después del regreso del cautiverio. Aunque aparece como gemelo del Salmo 110, el presente tiene más bien carácter didáctico sapiencial y recuerda con frecuencia el Salmo 36. En todo caso puede decirse que el 110 muestra la benignidad de Dios para con su pueblo y la fidelidad en sus grandes promesas, en tanto que el presente muestra al hombre justo, fiel a Dios y misericordioso con su prójimo. Este versículo 1 coincide con Salmo 110, 10 y confirma la interpretación allí señalada. El sumo deleite: Sobre esta insuperable promesa véase Salmos 36, 4; 85, 11; 88, 16 y notas. Todo el Salmo 118 es un solo canto de amor a la Palabra de Dios como el gran secreto de nuestra felicidad (cf. Salmo 1, 1 ss.).

[5315] 2. Sobre la tierra: Tales son habitualmente las promesas a Israel. Cf. Salmos 24, 13; 36, 9, 26 y 29; 101, 29, 3. Su justicia (cf. 110, 3 b): Bover-Cantera vierte: su munificencia, otrosí su salud o recompensa. Véase Job 31, 24; Salmo 36, 25; Proverbios 3, 16; Eclesiástico 31, 8, etc. Estas bendiciones, aun en bienes materiales, son precisamente para los que no ponen su corazón en ellos (Isaías 58, 3; Lucas 6, 24; Santiago 5, 1 ss.; I Timoteo 6, 7-19).

[5316] 4. Los rectos, o sea, los sencillos sin doblez, ven la luz aun entre las tinieblas del mundo (Salmo 36, 6; Sabiduría 1, 1; Mateo 5, 8; Lucas 10, 21) hasta que brille del todo como en Salmo 96, 11 (cf. Miqueas 7, 8; II Pedro 1, 19). Esta luz que las tinieblas no podrán ocultar (Juan 1, 5) es el mismo “Yahvé clemente y misericordioso” (Salmo 110, 4 b), que hoy se ha revelado para nosotros (Hebreos 1, 1 ss.) en Aquel que dijo: “Yo soy la luz del mundo” (cf. Juan 1, 9; 3, 19; II Timoteo 1, 10). El Clemente, el Misericordioso, el Justo es el divino Padre y, como Él, su Hijo hecho Hombre, Cristo (Isaías 9, 6; Malaquías 4; 2; Hechos 4, 12). Otros vierten: clemente y misericordioso es el justo, y lo aplican a este mismo hombre recto que se hace imitador de la misericordia del Padre (cf. Salmo 110, 4; Lucas 6, 36) y brilla así como una luz para los otros (Mateo 5, 14 ss.).

[5317] 5 s. Con discreción: Tal parece ser el verdadero sentido de este versículo Según ello, el buen éxito en los negocios temporales no será del que los maneja con mezquino rigor, sino del liberal y generoso, el cual nunca resbalará (versículo 6). Es lo que expresa el adagio popular: “La codicia rompe el saco.”

[5318] 7 s. Meditemos en la felicidad que aquí se nos propone: no temer nunca una mala noticia sabiendo que el Padre nos cuida (Salmo 22); y, aun cuando los enemigos parezcan triunfar, esperar tranquilos hasta que caigan, seguros de que caerán (cf. Salmos 29; 34; 36; 108); lo cual no nos impedirá rogar por ellos como quiere nuestro Señor (cf. versículo 4; Mateo 5, 43-48). Dios nos ofrece esto muchas veces (Salmos 3, 7; 26, 1 ss.; 36, 7 ss.; 90, 7; 118, 165; Romanos 8, 31, etc.) y solo pide que le creamos de veras. Lo que nos traiciona, lo que nos falla es siempre el corazón. ¡Y aquí se nos asegura que no fallará, que estará siempre bien dispuesto! Pero ¿cuántos pueden gloriarse de tener esta confianza? Por tanto, nuestro examen de conciencia ha de empezar siempre por ver si tenemos fe viva, sin la cual “es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11, 6). De ella nos vendrá el amor, que es lo que nos hará piadosos y justos (Salmo 110, 10 y nota). Cf. Juan 14, 23 s. y nota.

[5319] 9 s. Su justicia, etc.: Repite como estribillo el versículo 3 b. Adviértase el contraste entre las dos clases de hombres: los que cumplen con la limosna alegremente hasta el derroche (II Corintios 9, 7; Filemón 14; Eclesiástico 35, 11; cf. Misa de San Lorenzo y de varios santos) y aquellos otros (versículo 10) que ni lo hacen ni pueden soportar que los primeros sigan la buena doctrina. Esto nos explica cómo los cerdos de que habla Jesús, no solo pisan las perlas sino que despedazan al que se las da (Mateo 7, 6). Cf. Salmos 34, 16; 36, 12. Este mismo crujir de dientes será su eterno suplicio, mientras los amigos de Dios gozan de su Reino (Lucas 13, 28). Véase el célebre cuadro que se pinta de ambos en Sabiduría 5, 1 ss.

[5320] 1. Los Salmos 112 a 117 forman el Hallel o alabanza (de ahí el Aleluya) que se cantaba, entre otras partes, en la cena pascual; y por eso suele decirse que tal fue el “himno dicho” en la Última Cena (Mateo 26, 30; Marcos 14, 26), si bien algunos creen, como Santo Tomás, que allí se alude a la Oración de Jesús en Juan 17. También vemos un “Hallel” en el Salmo 135 (el “gran Hallel”) y en los Salmos 145-150. Siervos, del hebreo abdé, que los LXX vertieron en griego: país y la Vulgata y otros latinos: puer (niño) de donde el Salmo todavía se aplica a la sepultura de los párvulos y San Agustín hace notar que solo los niños e inocentes alaban al Señor mientras que los soberbios no saben alabarle (cf. Salmo 8, 3; Mateo 21, 16). Según Fillion “es la raza entera de Israel lo que aquí se designa por el glorioso nombre de servidores del Señor. Cf. 68, 37, etc.”

[5321] 3 s. Cf. Malaquías 1, 11; 3, 3.

[5322] 4 ss. Con el cardenal Faulhaber y otros autorizados exégetas (Dom Landersdorfer, Wutz, Calès, etc.) leemos en esta forma el precioso texto que expresa así, en forma perfectamente clara, el prodigio de la llaneza divina. Según el orden literal resultaría que Yahvé se inclina también para mirar en el cielo. Así lo toma la mayoría de los intérpretes. Esta característica de Dios, que desafía toda prudencia humana, solo se explica por el hecho consolador de que su Corazón es atraído por la miseria de un modo irresistible: Cf. Salmos 85, 1; 91, 6; 102, 13; 113B, 16 y notas.

[5323] 7 ss. Estos ejemplos de la preferencia de Dios hacia los pequeños y desvalidos son incontables en la Sagrada Escritura. David fue llamado al trono desde los rebaños (I Reyes 16, 1 ss.); Sara, madre de Isaac; Ana, madre de Samuel; Isabel, madre del Bautista, fueron fecundadas no obstante su esterilidad, la cual era reputada castigo de Dios y exponía al desprecio (I Reyes 2, 5). Por su parte Jesús, espejo perfectísimo del Padre (Hebreos 1, 2 s.), fue llamado “signo de contradicción” (Lucas 2, 34) porque muestra esas mismas características que el Padre, y todo su Evangelio es una constante ostentación de tal conducta que el mundo halla paradojal hasta el extremo y que según San Pablo parecía —y sigue pareciendo— escandalosa a los ritualistas judíos y loca a los racionalistas gentiles. En solo San Lucas podemos ver, con inmenso provecho de nuestra alma, incontables pruebas que están enumeradas en nuestra nota a Lucas 7, 23.

[5324] 1. Algunas versiones unen este Salmo al siguiente, y así aparecen aún en la presente numeración que se atiene a la Vulgata. Pero todos reconocen hoy que son distintos. Pueblo bárbaro: El egipcio, de lengua diversa e ininteligible para Israel (cf. 104, 23 y nota). Bárbaro es término onomatopéyico que imita un balbuceo sin sentido: “bar, bar”.

[5325] 2. Judá e Israel se especifican en la Escritura para designar a todo el pueblo hebreo (cf. Jeremías 3, 18; 31, 31; Hebreos 8, 8 ss., etc.). El privilegio del Templo pertenece a Judá (Salmo 77, 68 s.).

[5326] 3. El mar: El Mar Rojo que se dividió bajo la vara de Moisés (Éxodo 14, 21). De la misma manera se dividió el “Jordán” (Josué 3, 16).

[5327] 4 ss. Imágenes dramáticas que ilustran la portentosa historia del pueblo de Dios.

[5328] 7. Ante la faz: Nácar-Colunga vierte: a la venida, y varios dan trascendencia mesiánica a este pasaje. En realidad el estremecimiento de la tierra está en la Escritura tanto como hecho histórico (Salmo 67, 9) cuanto como anuncio profético (Salmos 95, 9; 98, 1; Isaías 24, 19 s., etc.).

[5329] 8. Esta milagrosa sorpresa de las aguas en el desierto (Éxodo 17, 5; Números 20, 11) muestra una vez más cómo nos deslumbra Dios en sus obras con el misterio de la contradicción en que lo grandioso resulta despreciable y viceversa, como el sílex, imagen de la sequedad, convertido en manantial. Cuando la Virgen nos revela la misteriosa fisonomía de Dios, no hace más que insistir en este aspecto (Lucas 1, 48 ss.). Mientras no lo comprendamos íntimamente, seguiremos siendo como los judíos que se escandalizaban de Cristo, o los paganos que se reían de Él (cf. I Corintios 1, 23; Hechos 17, 32; Salmo 112, 7 ss. y notas).

[5330] 1 s. Salmo independiente del anterior (cf. Salmo 113A, 1 y nota). “En el momento en que este Salmo fue compuesto, Israel se hallaba en un estado de depresión, probablemente algún tiempo después del retorno de Babilonia, en la época de Ageo y de Zacarías (hacia 520 a. C.) o en la de Malaquías (hacia 450). De semejante situación de Israel, las naciones gentiles concluían que Yahvé su Dios abandonaba a su pueblo o era impotente para socorrerlo, y decían (versículo 2) ¿dónde está su Dios y qué hace?” (Calès). Cf. Salmo 78, 10 y nota. De ahí que Israel suplicase por su restauración mesiánica y definitiva, como en la oración de Eclesiástico 36, no para gloria del pueblo mismo, sino para que los profetas resulten fieles en lo que prometieron (Eclesiástico 36, 17-18; Romanos 15, 8), para gloria de Dios. Tal es el sentido del versículo 1: No a nosotros la gloria, sino a Ti. Palabras profundas son estas que la liturgia recoge y que encierran en todo sentido una enseñanza fundamental: Dios nos lo da todo, pero el honor ha de ser todo para Él (Salmos 105, 8; 148, 13 y notas; Ester 3, 2; 13, 14; I Timoteo 1, 17; Judas 25), y todo el mérito de nuestra salvación, para su Hijo Jesucristo (Apocalipsis 5, 9 y 13). En esta materia hemos de cuidarnos mucho, y más aún cuando la Religión es mirada como un prestigio, porque es muy propio del hombre emprender actos de culto más que por el deseo de alabar a Dios, por el honor o conveniencia humanos, ya sean personales o familiares, políticos, patrióticos, etc. (Mateo 6, 1 ss.; Lucas 6, 22 y 26; Juan 5, 44). La santidad de Dios es demasiado sagrada para ponerla al servicio de cualquier móvil, por bueno que pueda ser humanamente, si no es encaminado a la glorificación de Su Nombre, de la cual Él es sumamente celoso (Isaías 42, 8; 48, 11), y ello se explica, pues de lo contrario Él serviría de pretexto como a los fariseos y escribas a quienes Jesús dijo que buscaban recibir homenajes (Lucas 11, 43; Mateo 23, 5) en los primeros cargos (ibíd. 6), o ser llamados maestros (ibíd. 7-8) y andar con largas vestiduras saludados por todo el pueblo (Lucas 20, 45), o ejercer dominio sobre los demás (Lucas 22, 26; I Pedro 5, 3; III Juan 9). Véase el ejemplo de Cristo en Filipenses 2, 7 s. y nota. Por tu misericordia y tu fidelidad. Dios nos enseña aquí cómo esa gloria suya consiste en la ostentación de su bondad (cf. Efesios 1, 6 y la oración de la Misa del domingo X de Pentecostés). Y es Él mismo quien hace que nuestra dicha consista en alabar esa bondad. Cf. Salmo 91, 2 y nota.

[5331] 3. Él hace todo cuanto quiere: ¡Qué gran luz para el conocimiento de Dios! Porque no solo hace cuanto quiere por tener la fuerza omnipotente, sino también por su libertad soberana y omnímoda. Así como nadie podría oponérsele con un ejército, nadie puede tampoco plantearle especiosas razones de orden moral. Todo lo que Él hace está bien por el solo hecho de que es Él quien lo hace. El bien no es regla subsistente por sí misma —como tienden a creer algunos filósofos— y a la cual debemos someternos todos incluso Dios. El bien es bien solo en cuanto es voluntad de Dios, porque Él es la fuente única de todo bien, de modo que todo cuanto Él manda o pudiese mandar, por más sorprendente que fuese para nuestro modo de ver (cf. Isaías 55, 8 s.) siempre sería santísimo, solo por ser voluntad suya. Así el sacrificio de Abrahán, el despojo del oro egipcio por Israel, el homicidio de Fineés, la matanza de los amalecitas, el odio de David contra los enemigos de Dios, y tantas otras cosas de la Biblia, solo escandalizan a las almas de poca fe, porque no han comprendido que el bien está, en que Dios haga cuanto quiere. ¡Ay de quien quiera ponerle reglas a Él! Cf. Salmo 147, 9 y nota y la preciosa observación de San Bernardo en la nota a Mateo 19, 16 siguientes.

[5332] 4 ss. Célebre descripción sarcástica de los ídolos que no saben nada. Cf. Salmo 105, 19 y nota; Sabiduría 13, 11 ss.; Isaías 44, 9 ss.; Jeremías 10, 3; Bar. capítulo 6; Habacuc 2, 19, etc.

[5333] 10 ss. Se espera aquí lo que se da por realizado en Salmo 117, 2-4. “La casa de Aarón”: Los sacerdotes (cf. Salmo 109, 4 y nota). En todo este pasaje se pone, como característica de los amigos de Dios, la confianza en Él (cf. Salmo 32, 22 y nota). Y Él responde con mil bendiciones: versículos 12 ss., así como castigó a Israel por no haber confiado en su amor paternal (Sofonías 3, 2).

[5334] 12 ss. Nos bendecirá, etc.: Como observa Calès, “compuesto para el culto inicial del segundo Templo, para los repatriados de Babilonia que estaban deprimidos por las dificultades de la reinstalación en Palestina, preocupados por ser tan pocos para ello y casi descorazonados al comparar las tristes realidades presentes con los magníficos cuadros del futuro que hacían presentir los profetas, el Salmo levanta los ánimos y hace esperar que las bendiciones están próximas”. Cf. Salmo 84, 1 y nota.

[5335] 16. El cielo es cielo de Yahvé: Los LXX, la Peschitto y San Jerónimo leyeron “los cielos de los cielos” (son de Yahvé). La Vulgata dice: el cielo del cielo (cf. Salmo 112, 4 ss. y nota). Según la concepción antigua, este era el cielo superior, llamado empíreo o tercero (II Corintios 12, 2), habitación de Dios, bajo el cual se suponía el cielo etéreo o segundo, en que se mueven los astros, y luego la atmósfera, que era el cielo inferior o aéreo, o firmamento.

[5336] 17. Los muertos: Véase Salmos 6, 6; 87, 11-13 y notas; Isaías 38, 18 ss.; Baruc 2, 17; Eclesiástico 14, 17, etc. Semejantes a los muertos son los ídolos de que antes ha hablado, porque ni ven, ni oyen, etc., y semejantes a estos son los que creen en ellos (versículo 8). Es notable que estas mismas expresiones, tomadas de Isaías 6, 9 s., hayan sido aplicadas por el Señor Jesús a la ceguera de los que lo escuchaban sin entender (Mateo 13, 14 s.; Lucas 8, 10; Juan 12, 39 s.) y que San Pablo haga lo propio en Romanos 11, 8 y finalmente en Hechos 28, 26 ss., cuando les anuncia en definitiva el paso de la salud a los gentiles.

[5337] 1 s. Con Scío y muchos autores antiguos conservamos la opinión que atribuye a David este Salmo, tan propio de su espíritu. Esta idea no prima entre los modernos; pero los motivos de orden técnico no engendran plena certeza, ni se propone otra explicación que aventaje a la antigua, quedando el precioso Salmo como obra de un autor anónimo posterior a Babilonia y quizá curado de grave enfermedad, lo que ha hecho que algunos pensaran en el rey Ezequías (cf. Isaías 38, 10-12). Pero las tribulaciones y peligros que describe el Salmo no parecen de una enfermedad, que es cosa normal en todo hombre. En cambio, leyendo en I Reyes 24 la aventura de David con Saúl en la cueva del desierto de Engaddí, se aprecian los sublimes afectos de este Salmo, que retratan el corazón del profeta, ejemplo singularísimo de esa pobreza de espíritu que arrebata la predilección de Dios (cf. Salmo 85, 1 y nota). “Yo lo amo porque”, etc.: Aunque no sea usual esta construcción hemos vertido literalmente la frase hebrea (aclarándola simplemente con el “lo”), para conservar la intensidad de su expresión desbordante en el alma de David. Escucha, en presente, dice mucho más que un pretérito, pues significa que Él lo escucha siempre. Algunos (Vaccari, Páramo, etc.) mantienen el verbo en presente también en el versículo 2. Esta confianza de ser escuchado es lo que dilata su corazón en el amor (cf. Salmo 118, 32). Son los sentimientos de Jesús en Mateo 26, 53; Juan 11, 41 s., etc.

[5338] 3. Cf. Salmo 93, 17. La angustia de David puede imaginarse por el peligro mortal en que había caído. Buscado por el rey con tres mil hombres, se esconde en la cueva más apartada y de pronto ve entrar en ella al propio Saúl. Véase versículo 8 y nota. Callan hace notar la particular similitud de este pasaje con Salmo 17, 5-7, cuyo autor indiscutido es David.

[5339] 4. Lo extremo del peligro no lo lleva a desesperar ni menos a entregarse a impulsos de temeridad. Él sabe bien, ya que tanto nos lo ha enseñado en sus Salmos, que es una complacencia de Dios el salvar cuando todo está perdido (Lucas 19, 10). De su pura fe acrisolada en la suma angustia, brota este ruego que más tarda en ser pronunciado que en penetrar los oídos de Yahvé (versículo 1). Era lo que Él esperaba para mostrar que es Padre.

[5340] 6. Yo era miserable: Apenas confiesa su necesidad y su impotencia, Dios da cursó a su misericordia. Cf. Salmo 93, 18. Es el privilegio de los pequeños. David realizó entonces una hazaña de extraordinaria audacia al cortar la orla del manto del rey. Pero vemos cuán lejos está de recordarla aquí. Solo piensa en el miedo que tuvo y en la mano de Dios que le salvó.

[5341] 8. Ha arrancado mi vida de la muerte” que parecía inevitable; mis ojos del llanto que me habría costado el derramar la sangre del ungido de Dios (II Reyes 1); y mis pies de la caída, porque no me dejó ceder al deseo de venganza ni a las instancias de los míos que querían matar a Saúl.

[5342] 9. Caminaré, etc.: Dios no lo quiso muerto sino vivo. ¿Cómo no desear agradarle después de tales pruebas de su amor? Este era el constante deseo de Jesús respecto a su Padre (Juan 8, 29), ¡Con cuánto mayor motivo que David hemos de decir nosotros con San Pablo: la vida que vivo ahora en esta carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó por mí! (Gálatas 2, 20). Con el presente versículo parecería terminar lógicamente el Salmo, pero según el texto hebreo se prolonga en el siguiente, y la Vulgata, no obstante distinguirlos en el orden numérico (a la inversa del Salmo 113), continúa en ambos la numeración corrida de los versículos.

[5343] 1. En hebreo este Salmo es continuación del anterior (cf. Salmo 114, 9 y nota), aunque algunos observan que parece aludir a la revuelta de Absalón y traición de Aquitófel según II Reyes 15 ss. San Pablo cita este versículo con el sentido que tiene en LXX y Vulgata: “Creí, por eso hablé” (cf. II Corintios 4, 13; Romanos 10, 8-10), para expresar que la fe viva nos hace confiar en la palabra oída y nos mueve al apostolado (cf. Hechos 4, 19 s.; 5, 29). Aquí, según el concepto del Texto Masorético, parecería más bien que el salmista recordara los peligros pasados (cf. Salmo 114, 3-5) para decir que esa creencia o confianza no lo había abandonado aun cuando su debilidad lo llevase a proferir quejas como Job. Es de notar sin embargo que en el Salmo 114 no aparece expresamente la situación que indican los versículos 1 y 2.

[5344] 2. Mentira: Así leyó también San Jerónimo, en lugar de mentiroso o engañoso. Forma de intensa elocuencia (cf. II Corintios 5, 21; Gálatas 3, 13), que expresa no solo la falacia y lo mendaz del hombre caído, sino también la imposibilidad de apoyarse en auxilio humano (cf. Salmo 107, 13; Jeremías 17, 5 ss.). San Pablo cita este pasaje, contraponiéndolo solemnemente a la veracidad de Dios (Romanos 3, 4), junto con el Salmo 50 del mismo David. Cf. Salmo 93, 11 y nota. Según la interpretación histórica aludida en la nota anterior, estas palabras indicarían que David, ante la infidelidad de su hijo y la traición del jefe de su consejo, ya no confía en hombre alguno y solo se encomienda a Dios (II Reyes 15, 31).

[5345] 3. Es decir: no puedo retribuirte sino con tus propios dones.

[5346] 4 s. Páramo pone aquí la siguiente nota: “Tomaré la copa de la salud. En los sacrificios pacíficos o de acción de gracias, una parte de la carne sacrificada se destinaba al que ofrecía el sacrificio, el cual celebraba un convite con su familia, sus amigos y los pobres (cf. Salmo 21, 7). En este convite, el jefe de familia tomaba una copa de vino, la ofrecía al Señor, bebía él primero de ella y después pasaba por todos los comensales. Esta copa se llamaba de la salud. Tal vez sea también una alusión a la copa que se hacía circular en la cena pascual en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto (cf. I Cor. 10, 16; Mateo 26, 27; Lucas 22, 17). Zorell prefiere esta otra explicación: La suerte destinada por Dios a cada uno se presenta en la Escritura bajo la metáfora de una copa que Dios ofrece para beber (cf. Salmos 10, 7; 15, 5; Mateo 26, 30, etc.). Quien recibe de otro una copa de rico vino no puede menos de dar las gracias, aceptar el obsequio, beber y alabar en público la bondad del donante. Eso es lo que desea hacer el salmista con Dios.” El versículo (14) 5, repetición del versículo 9, falta en varias versiones y estaría aquí fuera de lugar, como observan Callan, Ubach, etc.

[5347] 6. Es cosa grave (así también Calès; otros vierten preciosa)... la muerte de sus fieles (Vulgata: de los santos): Quiere decir, como explican todos los comentadores, que Dios vela con una providencia especial por la vida de sus amigos; que no es para Él cosa indiferente, y no permite, sin grandes motivos, que caigan en poder de los malvados; lo cual explica que el salmista escapase tan maravillosamente del gran peligro que lo amenazaba. Así también defiende Él nuestras vidas (cf. Salmo 71, 14; Lucas 21, 18 y 36; Hechos 26, 17 y nota; II Corintios 11, 32 s.) y toma venganza por la sangre derramada (Salmos 65, 5; 108, 1 y notas).

[5348] 7. Hijo de tu esclava. Algunos ven aquí un concepto mesiánico (cf. Lucas 1, 38), que extienden a todo el Salmo, al menos en sentido típico, según es frecuente en los Salmos de David, figura de Jesús (cf. Salmo 85, 16). Otros lo ven místicamente por el lado de la Sinagoga en oposición a la Jerusalén celestial y libre “que es nuestra madre” (Gálatas 4, 21-31). Para unos, la rotura de las cadenas significaría típicamente la Redención. Para otros, simplemente la liberación del peligro en que se hallaba el salmista.

[5349] 8 ss. Nótese la similitud de este pasaje con la expresión de David en Salmo 55, 13, así como la correspondencia del mismo Salmo 55, 14 con Salmo 114, 8-9, lo cual aboga también en pro del origen davídico de estos poemas.

[5350] 1. Es este el más breve de los Salmos, pero muy importante por su carácter mesiánico, ya que todos los gentiles son invitados por Israel a alabar a Dios junto con él “en cuanto las misericordias divinas para con Israel, ocasión de la alabanza, envuelven espléndidas bendiciones para todas las gentes” (Sánchez Ruiz). Cf. Salmos 65, 8; 95, 3 y notas; Romanos 11, 12 y 15; 15, 10 s.

[5351] 2. Permanece para siempre: “Ante la mirada profética del salmista, el edificio está ya en pie, completamente acabado. La barrera entre Israel y las naciones ha sido derribada… Poderosamente reina sobre todos su misericordia” (Cardenal Faulhaber). El primer hemistiquio muestra la misericordia y el segundo la fidelidad de Dios a sus promesas, contemplando ambos, como en Salmo 88, 3, establecidas ya sobre la tierra esas dos bendiciones que Él anuncia y ostenta como características Suyas, a través de todos los Salmos. Así celebra también la Virgen “su misericordia de generación en generación” y la acogida de Israel su siervo (Lucas 1, 50 y 54), ignorando aún la incredulidad de Israel ante el Mesías y pensando en esa ansiada unión de judíos y gentiles en un solo rebaño bajo un solo Pastor, que los profetas anunciaron y Jesús confirmó. Cf. Salmos 101, 16 s.; 109, 1 ss.; Isaías 59, 16-21; 60, 1-3; Ezequiel 34, 23 ss.; Zacarías 6, 12 ss.; Lucas 1, 32; 2, 32; Juan 10, 16 y nota. La Misa votiva de la Propagación de la Fe, junto con la oración de Eclesiástico 36 (Epístola) y los Salmos 66, 2 ss. (Introito); 95, 7 ss. (Ofertorio) y 99, 1 s. (Aleluya), usa este Salmo (Comunión) como augurio del dichoso día en que Satanás dejará de ser el príncipe de este mundo (Juan 14, 30). “Así como el Salmo 99 es la doxología que cierra la gloriosa serie de Salmos mesiánicos (Salmos 92-99), así el Salmo 116 inicia como áureo eslabón la doxología del Salmo 117 que cierra la serie del Hallel o Salmos de la alabanza (112-117).” San Agustín glosa este Salmo con bellas palabras sobre la alabanza, que hemos transcrito en la nota al Salmo 150, 3 ss.

[5352] 1. Vemos en Esdras 3, 11 que al echarse los cimientos del segundo Templo, después del cautiverio de Babilonia, “se presentaron los sacerdotes vestidos de sus ornamentos, con las trompetas, y los levitas hijos de Asaf con los címbalos, para cantar las alabanzas de Dios con Salmos de David rey de Israel”, repitiendo las palabras con que empieza y termina este himno litúrgico de gratitud. No estando aún construido el Templo, se deduce que las puertas de que hablan los versículos 19 y 20 tienen en boca del salmista un sentido profético más extenso, el cual se confirma en las citas de los versículos 22 s. y 26, hechas por el mismo Jesucristo y los apóstoles. Se trata, como en el Salmo 101, del misterio del Mesías Salvador y gloria de Israel (Lucas 2, 32; Isaías 61, 1-11). Calès señala en esto, más aún que un sentido típico, “un sentido literal implícito y eminente, en tanto que la aplicación del día del Señor (versículo 24) a las alegrías pascuales solo pertenece indudablemente a la acomodación litúrgica”.

[5353] 2 ss. Expresiones usadas en el Salmo 113B, 9-11, denunciando un autor común. Cf. Salmo 106, 2-3 y nota. Diga ahora: Esto es, ahora que el misterio de la misericordia se ha revelado plenamente a Israel (cf. Isaías 59, 20; Romanos 11, 26; Hebreos 8, 8 ss., etc.). La casa de Aarón: Por el cumplimiento de sus promesas a él y a su hijo Eleazar y a sus descendientes (Éxodo 40, 12 s.; Eclesiástico 45, 8 y 19), como Fineés (Números 25, 11-13; Eclesiástico 45, 30; cf. Salmo 105, 30 s.) y Sadoc (Ezequiel 44, 15 y nota). Cf. Jeremías 33, 19-22.

[5354] 5. Me sacó a la anchura: Así también Desnoyers, Calès, etc. (cf. Salmo 17, 20). Como observa el nuevo Salterio Romano, habla aquí Israel (cf. versículo 10) lo mismo que en Salmo 101, 1 ss. (cf. notas). Esto y la gran derrota de las naciones enemigas (versículos 10 ss.), así como la justificación del pueblo (versículos 15 ss.), muestran que se trata aquí de una prosperidad que nunca existió al retorno de Babilonia (cf. Salmo 84, 1 y nota) y que solo se ve en los Salmos y profecías mesiánicas. Cf. Salmo 106, 3; Isaías 60, 10 ss.; Jeremías 3, 17 ss.; 30, 3; 31, 31 ss.; Ezequiel 37, 23; 39, 25 ss.; Joel 3, 1 ss.

[5355] 6 ss. Nueva y preciosa lección de confianza, dada como fruto de la experiencia secular de Israel (cf. Jeremías 17, 5; Romanos 8, 31; Salmos 91, 6; 93, 11; 115, 2 y notas). San Pablo, escribiendo a los judíos, cita el versículo 6 (Hebreos 13, 6).

[5356] 10 ss. Todas las naciones. Esto, y la gran venganza tomada de ellas en nombre de Dios, muestra que el autor no habla de Babilonia, pues Ciro permitió espontáneamente la salida de los judíos (Esdras 1, 1 ss.); ni menos de los samaritanos que pretendían impedir la reconstrucción del Templo (Esdras capítulos 4-6; Nehemías 6, 16). Las hice pedazos. Otros vierten: las mutilé. El texto dice literalmente: los circuncidé y lo mismo en los versículos 11 y 12. Abejas y fuego de espinas (versículo 12): Vivísimas imágenes del furor de los enemigos de Israel, que Dios desbaratará terriblemente.

[5357] 13 s. Cf. Isaías 41, 11 ss.; Ezequiel 38, 17-23; Joel 3, 9-21, etc. A punto de caer: Cf. versículo 18; Salmo 65, 9 y 20; Romanos 11, 11. Mi Salvador es Él (versículo 14): Confesión que recuerda Éxodo 15, 2 y se repite en versículo 21 (cf. versículo 26; Oseas 3, 5; Zacarías 12, 8-10; Juan 19, 37). “Es todo Israel quien habla, pues es el Israel todo entero que acaba de beneficiar de la salvación” (Dom Funiet).

[5358] 15 s. De los justos: Se refiere a los israelitas (Callan). No se trata de la parte de los tabernáculos o tiendas sino que son los justos, amigos de Yahvé, quienes se alegran de su triunfo (Fillion, Desnoyers, etc.) y pronuncian el cántico de los versículos 16 ss., que trae afectos visiblemente inspirados en el Cántico de Moisés.

[5359] 16 s. Se alzó, como en Éxodo 15, 6 y no: me levantó, como algunos vierten según los LXX. Muy alto: El texto indica exaltación común.

[5360] 18. Literalmente: Castigando me castigó, repetición que es en hebreo un superlativo de intensidad. “Ahora comprenden los israelitas cómo el propósito divino en sus sufrimientos fue su purificación, no su destrucción” (Callan). Cf. Isaías 40, 2; 61, 7; Jeremías 16, 18; 30, 11. Esta verdad, proclamada por Israel y también aplicable a cada hombre, es lo que el adagio popular expresa diciendo que Dios aprieta pero no ahoga (véase Hebreos 12, 1-8).

[5361] 19 ss. Este pasaje, que suele presentarse dialogado para indicar su uso litúrgico en Israel, tiene su correspondiente en el himno de agradecimiento que según Isaías se cantará en el día en que Yahvé preparará el gran festín en Sión (Isaías 25, 6 ss.). Entonces, proclamando como aquí a Dios Salvador de Israel, y gozándose y alegrándose en tan gran día como aquí en el versículo 24 (Isaías 25, 9, texto hebreo), se dirá también: “Abrid las puertas y entre el pueblo justo, etc.” (Isaías 26, 2). Las puertas de la justicia que viene de Cristo (Romanos 3, 26; cf. 3, 9), y no de la justicia propia que ellos buscaban según la Ley (Romanos 9, 30-33), serán abiertas entonces a los judíos gozosos y arrepentidos, para los cuales Cristo habrá sido piedra de tropiezo (véase el versículo 22), como lo muestra allí San Pablo (Romanos 9, 33) citando a Isaías (cf. Isaías 8, 14; 28, 16; Lucas 20, 18; Hechos 4, 11; I Pedro 2, 6). Sobre esa puerta y camino santo (nombres que se da el mismo Cristo en Juan 10, 9 y 14, 6), cf. Apocalipsis 21, 27; 22, 14; Isaías 35, 8; 62, 10; Salmo 99, 4.

[5362] 22 s. Véase la nota precedente. “El pueblo de Israel, rechazado y pisoteado por las grandes naciones, está elegido por Dios para que sea piedra angular del reino mesiánico. En sentido más alto aún, Cristo lo dice de sí mismo (Mateo 21, 42-44; Marcos 12, 10; Lucas 20, 17; cf. Hechos 4, 11; Efesios 2, 20 s.; I Pedro 2, 7)” (Salterio Romano). En esa parábola de los malos viñadores, Jesús recuerda a su propio pueblo este pasaje, como un argumento ad hominem, para anunciarles la vocación de los gentiles a causa de la incredulidad de Israel (Romanos 11, 30; Deuteronomio 9, 5; 32, 21 citado por Romanos 10, 19). San Pablo formula sobre esto una grave advertencia también a nosotros los gentiles en Romanos 11, 17 ss. Cf. Isaías 28, 16 y nota.

[5363] 24. Este gran día, que en sentido acomodaticio se aplica a la Pascua, como observan los comentadores (cf. versículo 1 y nota), es el día del Señor, glorioso para su pueblo y terrible para sus enemigos (cf. Ezequiel 30, 3 y nota; Isaías 11, 11; 13, 6; Jeremías 46, 10; Sofonías 2, 2 s.; Malaquías 4, 5). Alegrémonos, etc. Es lo que se dice en Isaías 25, 9 (cf. versículo 19 y nota); y en Apocalipsis 19, 7.

[5364] 25 s. Esta exclamación es en hebreo el Hosanna que el pueblo judío gritó con júbilo el Domingo de Ramos, único día en que fue reconocido el “Cristo Príncipe” (Mateo 21, 9 y nota). Cf. Daniel 9, 25; Jeremías 31, 7. Bendito el que viene (versículo 26): Es la célebre aclamación mesiánica (en hebreo Baruj ha-ba). Véase Juan 11, 25 y nota sobre “El que viene” (en griego “ho erjómenos”). Después de haber recibido Jesús esta aclamación en aquel día, según lo refieren con distintos matices los cuatro Evangelistas (Mateo 21, 9; Marcos 11, 10; Lucas 19, 38; Juan 12, 13), Jesús anunció, al final de su último discurso en el Templo (Mateo 23, 39), que estas mismas palabras serían la señal el día de su triunfo definitivo. Entonces se volverán a Aquel a quien traspasaron, como dice San Juan (19, 37), citando a Zacarías 12, 10 (cf. Deuteronomio 4, 30; Salmo 101, 29 y nota). Comentando el pasaje en que Jesús aplica así este versículo, dice Fillion que con estas palabras “terminaba el ministerio propiamente dicho de nuestro Señor. Él mismo iba a morir y aquellos a quienes se dirigía entonces no debían volver a verlo sino ni fin de los tiempos. En efecto, las palabras “hasta que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” se refieren, según los mejores intérpretes, al Retorno de Jesucristo al fin del mundo, como juez soberano y a la conversión de los judíos, que tendrá lujar en esa época. Cf. Romanos 11, 25 ss. Reconociendo en Él a su Redentor, lo aclamarán entonces con la aclamación mesiánica: Bendito el que viene… Cf. Salmo 117, 26. Véase Mateo 23, 39 y nota.

[5365] 27. Nos ha iluminado: “Tras la negra noche de la calamidad, Dios ha mostrado a su pueblo la luz de su favor (Callan). Cf. Salmo 96, 11; II Corintios 3, 14-16 y notas. Hasta los cuernos: Porque el altar de los perfumes tenía un cuerno en cada ángulo. Hasta allí había llegado el pecado de Judá (Jeremías 17, 1), y hasta allí llega ahora con júbilo el fiel cortejo, que recuerda el de Salmo 67, 25 ss.

[5366] 28 s. Con alabanza semejante a la de Salmo 98, 5 y la repetición del versículo 1 termina solemnemente la serie del Hallel, comenzada con el Salmo 112.

[5367] 1. El Salmo 118 es el más extenso del Salterio. San Ambrosio le dedica 300 columnas in folio y lo atribuye a David, como lo hace también el Catecismo Romano (IV, 15, 15). Se compone en forma acróstica, de 22 estrofas, correspondientes a las letras del alefato hebreo, y en cada cual los ocho versículos comienzan igualmente con esa letra. La Ley de Dios, sus grandezas y excelencias, sus valores espirituales, son el tema único de este inmenso océano de sabiduría, lleno de portentosos secretos de vida sobrenatural, que los superficiales hallan monótono y cuya profundidad colmaba de admiración y deleite a Pascal (cf. versículo 18 y nota). Todos los 176 versículos, menos el 122, mencionan la Palabra de Dios bajo sus distintos aspectos. De ahí que los Santos Padres lo hayan considerado como un manual de perfección cristiana (Páramo). La primera estrofa nos muestra que la Palabra de Dios debe ser estudiada como fuente de felicidad (Mc Clellan). Perfecto: Aunque yo no lo sea —ni lo seré nunca en mí carne— tengo a mi disposición, en medio de este siglo depravado (Gálatas 1, 4), un camino perfecto. ¡Qué dicha incomparable para los que así lo creen de veras! Cf. Salmo 85, 11 y nota.

[5368] 2. Bienaventuranza que Jesús confirmó en Lucas 11, 28. Es, dice el Crisóstomo, para los que escrutan la Palabra de Dios con interés, buscando en ella la sabiduría “como se buscan las riquezas”, y entraña una promesa; los que escuchan a Dios atentamente, le buscarán luego con todo su corazón, porque quedan sedientos de verdad y amor. Cf. Sal. 1, 2-3; Eclesiástico 24, 29; Juan 7, 17.

[5369] 3. No cometen: Así también Vaccari, Crampón, Páramo, etc. Continúa el pensamiento del versículo 2 según el cual las palabras de Dios tienen la virtud de apartarnos del mal (cf. versículo 11), pues nos conceden el privilegio de revelarnos los caminos de Aquel que es el único perfecto (versículo 1). ¡Y lo hacen con la suavidad con que un padre alecciona a su hijo!

[5370] 4 ss. Sigue desarrollándose el concepto: no se trata de repetir que los mandamientos deben cumplirse. Eso no añadiría ninguna enseñanza. Se trata, según nota Joüon sobre Lucas 11, 28, de custodiarlos, o sea de conocer y conservar empeñosamente las palabras de Dios en la memoria y la meditación, siguiendo el ejemplo de la Virgen (Lucas 2, 19 y 51), Entonces, dice el versículo 6, no temeremos sus mandamientos pues estaremos preparados para cumplirlos. Es lo que enseña Jesús en Marcos 14, 38. Cf. I Timoteo 3, 16.

[5371] 7. Así también Rembold. La rectitud de corazón es la mejor alabanza a Dios, puesto que es lo que Él más aprecia (cf. Salmo 50, 8; Juan 1, 47). Y el que estudia esos juicios de Dios da muestra de ser recto, pues busca la verdad. Y su rectitud se confirma cada vez en contacto con esos juicios de Dios. Según esto vemos lo que significa, para la oración, el conocer la Palabra divina. El que no conoce a Cristo, dice San Agustín, se forma falsa idea de Él, y entonces no es escuchado cuando pide en su nombre (Juan 16, 23), porque el Padre ve que no está invocando al verdadero Cristo.

[5372] 8. No es esto una audaz promesa como la de Pedro: “No te negaré”. Muy al contrario, es como decir: contando con tu auxilio me aprovecharé de los recursos de tu gracia. Cf. Juan 15, 5; Gálatas 2, 21; Filipenses 2, 13.

[5373] 9. He aquí la pedagogía bíblica. Ya el tierno joven, para vencer nuestra naturaleza inclinada al mal, ha de acostumbrarse a leer y recordar la santa Palabra, guía y fortaleza en el sendero de Dios. Y cuando su cabeza, dice San Jerónimo, caiga dormida, que sea sobre la página sagrada que ha estado escrutando hasta el fin. Cf. versículo 55 y nota.

[5374] 10. Véase aquí el efecto anunciado en el versículo 2. Conseguido ya su resultado, el alma insiste en implorar la fidelidad. Cf. Salmo 50, 13 y nota. Cf. Kempis IV, 11.

[5375] 11. ¡Estupendo secreto que nos descubre el modo de no ofender a Dios! San Pablo confirma esta virtud de la Palabra que nos salva (Romanos 1, 16), nos prepara para toda obra buena (II Timoteo 3, 16 s.), y por eso debe permanecer en nosotros “opulentamente” (Colosenses 3, 16, texto griego). Cf. versículos 4-6 y nota; versículo 104; Santiago 2, 21.

[5376] 12. ¡Enséñame! Para eso vino ante todo Jesús: como el Maestro bueno (Mateo 11, 29), que enseña a los pequeños lo que oculta a los sabios. Cf. Mateo 11, 25; 23, 8-10; Juan 6, 45; Hebreos 8, 11.

[5377] 13. ¡Quién pudiera decir con certeza esta maravilla! Es el supremo mandato de Jesús a sus discípulos: trasmitir todo lo que Él les había enseñado (Mateo 5, 19; 28, 20; Marcos 16, 15; Juan 15, 15; Salmos 16, 4; 39, 10 s.; Sabiduría 7, 13; Daniel 12, 3). Es lo que el mismo Señor declaró y cumplió como su misión por excelencia (Juan 14, 26; 17, 6-8; 18, 37).

[5378] 14. Si la Biblia costara una fortuna, como los manuscritos antes de la imprenta, quizá la apreciaríamos más que hoy cuando está al alcance de todos y hay tantos que no se interesan por ella. Cf. versículo 112; Sabiduría 7, 8 s.

[5379] 16. Nótese los distintos aspectos en que se toma la Palabra de Dios en las diversas estrofas: preceptos, palabras, caminos, mandamientos, instituciones, juicios, justificaciones, testimonios, decretos, designios, oráculos, etc. (Cf., versículo 53 y nota). Es decir, que “no es la Ley en el sentido restringido de la legislación mosaica” (Calès) y no se muestra en la Palabra revelada un sentido preceptivo solamente, sino también las enseñanzas, promesas, verdades comunicadas sobre la vida de Dios y los designios admirables y bondadosos del divino Padre, todo lo cual nos adiestra y nos mueve a buscar con amor el cumplimiento de su voluntad, al menos en nosotros mientras la cizaña impida que ello se haga “en la tierra como en el cielo” (cf. Salmo 119, 7 y nota). Y si tanta riqueza tenía la Palabra de Dios en tiempo del salmista que así ponía en ella su deleite ¿qué no será para nosotros que tenemos todo el Nuevo Testamento, además de los Salmos, los Profetas, etc.?

[5380] 18. Quita el velo: Confesión de que no somos capaces de entender por nosotros mismos (I Corintios 2, 14), sino por el Espíritu Santo, que es quien inspiró la Escritura (II Pedro 1, 20) y nos hace penetrar hasta las profundidades de Dios (I Corintios 2, 10). Esto hizo Jesús con los apóstoles (Lucas 24, 45). Cf. versículos 12 y 34 y notas; Hechos 16, 14; II Corintios 3, 15 s.; I Juan 5, 20. El presente Salmo es un ejemplo de ello, pues mientras hay quienes lo tildan de monótono (versículo 1 y nota), el que lo medita no cesa de encontrarle atractivos nuevos y cada vez más profundos, como Pascal que, al decir de su hermana, “hallaba en él tantas cosas admirables, que sentía siempre un gozo nuevo en rezarlo, y cuando conversaba con sus amigos sobre la belleza de este Salmo quedaba como transportado y los elevaba junto con él”.

[5381] 19. Peregrino en la oscuridad (Gálatas 1, 4 y nota) y no podría vivir sin la luz (II Pedro 1, 19; Kempis IV, 11) y la consolación de tu Palabra (Romanos 15, 4).

[5382] 20. Se consume anhelando: San Ambrosio compara el don de la Palabra de Dios, vehículo de la Sabiduría, al beso de la boca divina que ansía la esposa del Cantar (Cantar de los Cantares 1, 1).

[5383] 21. Esta maldición es el reverso de la bienaventuranza del versículo 2. Infatuados: Así también Desnoyers, con un matiz más ilustrativo que el de la simple soberbia. Se explica que llame infatuados a los que se apartan de la Ley divina (cf. versículo 51 ss.), pues quien no acepta que lo guíe su Creador (Juan 6, 45) se cree capaz de guiarse mejor que Él. Cf. Salmo 11, 5 y nota y la asombrosa declaración de Jesús en Juan 12, 47 s.

[5384] 22. Oprobio: ¿De parte de Dios (versículo 21) o de los hombres (versículo 23)? Parece más bien de Aquel, porque los príncipes de este mundo persiguen siempre a quienes aman la Ley de Dios (cf. versículos 51 y 86), ya que la conducta del justo es una acusación contra ellos. Cf. II Timoteo 3, 12; Juan 17, 14.

[5385] 24. Y si Él está conmigo ¿quién contra mí? (Romanos 8, 31).

[5386] 25. ¿No parece que el salmista hubiese escuchado a Jesús en Juan 6, 63?

[5387] 26. No te oculté mis miserias (Salmo 31, 5 y nota) ni mi impotencia para remediarlas (Salmo 93, 18). Cf. Salmos 36, 5; 114, 6.

[5388] 27. Instrúyeme: Véase versículos 12 y 18 y notas.

[5389] 28. Vierte lágrimas: Rembold traduce: está encorvada. Confórtame: cf. versículo 25.

[5390] 29. Favoréceme con tu Ley” La Ley es, pues, un favor y no una carga. Es dar la norma de la verdad y del bien a quien vive en la oscuridad. Es abrir los ojos del ciego (versículo 18) y guiar al peregrino (versículo 19) para que su camino sea perfecto (versículo 1). Véase Salmo 24, 8 y nota y compárese Jeremías 7, 23 ss., sobre el móvil paternal de la Ley, con Jeremías 23, 33-38, que muestra la indignación de Dios contra los profetas y sacerdotes que la predicaban como una carga. Cf. Mateo 11, 29-30; 23, 4.

[5391] 30. Así también Desnoyers, quien interpreta en estos términos: “Estimo que tus juicios ofrecen una perfecta rectitud y que internándose uno en la vía que ellos prescriben no se arriesga a dar pasos en falso.”

[5392] 31. Nótese el inmenso vigor de estas expresiones, verdaderos gritos de la fe, que comprometen el honor de Dios. Si el que confía en su misericordia no puede quedar confundido (Salmo 32, 22 y nota), ¿cómo podría ser encañado por el “padre de la mentira” el hombre que confesando su nada, se apoya sin vacilar en la palabra de un Dios? (Juan 8, 31 s. y 44). Pero esta confianza en la Palabra es lo que más nos cuesta, porque nosotros queremos vivir de lo que vemos (Juan 20, 25 y 29) y ella nos hace vivir de la fe en lo que no vemos (Romanos 1, 17; Hebreos 11, 1-3). De ahí que ese “crédito” sea el mayor homenaje que el hombre puede hacerle a Dios (Hechos 16, 34 y nota).

[5393] 32. Esta es una de las grandes perlas de la Sagrada Escritura; que nos hace elevarnos de la pura vía purgativa hacia la unitiva o de amor, mediante la iluminativa o descubrimiento de los inefables atractivos de Dios (cf. 38 ss. y nota). Cuando Él dilata nuestro pequeño corazón revelándonos los misterios de su sabiduría (I Corintios 2, 7) y de su amor y bondad en Cristo, que superan toda ciencia (Efesios 3, 19), entonces la caridad, que es la plenitud de la Ley (Romanos 13, 10), viene a nosotros por el Espíritu Santo (Romanos 5, 5); y entonces ya no caminamos sino corremos por el camino de los mandamientos (Salmo 36, 4).

[5394] 34. Dame entendimiento: “¡Bien podríamos temer no alcanzarlo nunca para tan altas cosas, si no fuera que Jesús lo promete precisamente a los que nos sentimos pequeños!” Cf. los versículos 12, 73 y 169; Lucas 10, 21; Proverbios 9, 4; Isaías 28, 9; 29, 18; I Corintios 1, 27 s.; II Corintios 4, 3; Santiago 1, 5, etc.

[5395] 35. Me deleito: o también, como dice la Vulgata: esa es la que deseo: es decir, la que yo elijo en este momento de serena meditación, y tal es mi voluntad auténtica, manifestada con plenitud de conciencia. Bien sé yo que pronto se desvanecerá este delicioso equilibrio y que la voluntad de la carne empezará a gritarme lo contrario (cf. Romanos 7, 14 ss. y notas); y precisamente por eso vengo a pedirte que seas Tú quien me hagas marchar cuando yo falte. Jesús tiene a este respecto seguridades y consuelos inefables que pueden verse en Juan 10, 28-29; Romanos 8, 28-29, etc.

[5396] 36. Hacia el lucro: Así también Calès, Desnoyers, etc. Otros: hacia la avaricia (Prado, Nácar-Colunga). Solamente Dios, que gobierna los corazones (Proverbios 1, 21 y nota; Denz. 177), puede apartar el nuestro de la avaricia, que es una idolatría (Colosenses 3, 5) y de la codicia, raíz de todos los males (I Timoteo 6, 9) y hacer que pongamos nuestra ambición en Él (Mateo 6, 21) y en el estudio de su Palabra (Salmo 1, 3 y nota).

[5397] 37. Continúa el mismo concepto y lo amplía. Vanidad no solo es el mundo; somos nosotros mismos con nuestras concupiscencias (San Agustín). El cristiano supera el ideal del oráculo griego “conócete a ti mismo”, pues sabe que “nadie puede añadir un codo a su estatura” (Mateo 6, 27; Denz. 187) y eleva su mirada, de la pura introspección, para “fijarla en Cristo, autor y consumador de la fe” (Hebreos 12, 2). Un filósofo hace notar que esa elevación sobre el puro análisis de nosotros mismos es condición indispensable de la contemplación. Es dejar lo negativo por lo positivo: el no ser por el Ser. Es lo que expresa el Doctor de Hipona: “En mí hallo muerte, mas dónde vivir no hallo sino en Ti.”

[5398] 38 ss. Nótese el proceso del alma: comienza por el temor inicial, descubre luego la suavidad de Dios en sus palabras y, enamorada de ellas, concluye ansiando la santidad. Son las tres vías de la vida espiritual (cf. versículo 32 y nota). Véase un proceso análogo en Eclesiástico 4, 18 ss. Cf. Salmos 33, 9; 110, 10 y nota; I Juan 5, 3; 4, 8; Mateo 11, 30; I Pedro 2, 3.

[5399] 41 s. Tu salud: El Mesías. El justo vive de la fe (Hebreos 10, 38), creyendo y esperando a veces, como Abrahán, contra toda apariencia (Romanos 4, 18), confiado en las promesas y vaticinios de Dios en medio de las burlas del mundo (Salmo 41, 4; Isaías 5, 19; Ezequiel 12, 27 s.; Lucas 17, 27; I Tesalonicenses 5, 3; II Pedro 3, 4). Bien se explica, como un suspiro de desahogo, esta ansiosa súplica que recuerda las de Salmos 85, 17 y 108, 27.

[5400] 43. Porque solo la Palabra misma tiene la virtud de mantener en la consolación y la paciencia (Romanos 15, 4; Apocalipsis 3, 10).

[5401] 44 ss. Notemos también aquí el orden de las ideas: conservando en mi boca la Palabra de Dios seré capaz de cumplir su Ley (versículo 11 y nota); cumpliéndola, viviré en anchura de espíritu (cf. Proverbios 4, 10-12). Entonces no temeré ni a los reyes y me gozaré, etc. (versículo 89 y nota).

[5402] 46. Texto citado en la Misa de las Vírgenes mártires. Cf. la promesa de Jesucristo en Mateo 10, 19 y 20.

[5403] 48. Alzar las manos es símbolo de oración o de juramento (Salmo 27, 2; I Timoteo 2, 8; Apocalipsis 10, 5). El salmista quiere decir: adoro y deseo tus palabras como a Ti mismo. ¿Acaso Jesús no es la misma Palabra del Padre, el Verbo? Cf. versículo 105 y nota.

[5404] 49. Aquí, como en los versículos 41, 58, 65, 81, etc. vemos que las palabras de Dios son la medida de sus promesas, por lo Cual nuestra esperanza en estas crece en la proporción en que vamos conociendo esas palabras y creyéndolas (cf. Salmo 32, 22 y nota). Y ningún deseo nuestro puede alcanzar semejante medida, porque ella sobrepuja toda imaginación. Cf. Salmo 50, 3 y nota.

[5405] 50. San Pablo (Romanos 15, 4) destaca esta virtud propia de las Escrituras divinas: son un don que Dios nos envía para consuelo. Y en vano lo buscaremos igual en ningún libro humano. Cf. versículo 92; Salmo 18, 9; Jeremías 15, 16; I Macabeos 12, 9, etc. Me da vida: Cf. versículo 25.

[5406] 51. De todas las cosas divinas la más burlada y odiada por el mundo es la Palabra (cf. versículo 22 s.). Cristo lo dice de muchos modos (Mateo 11, 6; Juan 15, 20; 17, 14, etc.) y se explica que ella alarme a Satán más que ninguna otra cosa, porque es el arma de Dios (Hebreos 4, 12) y su instrumento de salvación (Romanos 1, 16). Cf. versículo 74 y nota; 86 s.; I Macabeos 1, 59 s.

[5407] 52 Consolado: De esas burlas (versículo 51). ¿Qué saben, esos hombres solemnes de las maravillas del Espíritu y del Reino de Dios y de los privilegios que en él están a disposición de los pequeños? (Mateo 18, 3 s.). Así también en Salmo 62, 7 David y en Salmo 76, 12 Asaf, se consolaban con el recuerdo.

[5408] 53. No le importa al salmista que lo ridiculicen (versículo 51) y de eso se consuela fácilmente (versículo 52). Lo que lo mueve a indignarse (la Vulgata dice dolerse) es que esos malvados que se erigen en maestros (cf. II Pedro capítulo 2) son los que han abandonado la Ley de Dios (cf. versículo 21). Así Jesús, que comía con los pecadores para mostrarles su corazón, se indignaba con la doblez de los fariseos y con los mercaderes del Templo y también desfallecía de dolor por ellos hasta el sudor de sangre. Abandonan tu Ley: Como observa Calès, la palabra Ley (Torah) tiene aquí, como en los Salmos 1 y 18, una acepción más amplia que el solo Pentateuco. Al término Ley y sus sinónimos se puede a menudo sustituir los de revelaciones divinas, promesas proféticas, enseñanzas proféticas, y sobre todo, voluntades de Dios, agrado divino (cf. versículo 16 y nota).

[5409] 54. Cantos, y no ordenanzas de un tirano. Entre ambos conceptos media todo el abismo de la espiritualidad. De mi destierro, es decir que —como lo muestra elocuentemente el Salmo 136, 3 s. — no se trata de cantos que celebren “el gozo de vivir” (Gálatas 1, 4), sino que se alegran en la misericordia del Dios que perdona (cf. Romanos 3, 24 ss.) y en las promesas que nos dan esperanza (versículo 49).

[5410] 55 ss. Dice San Ambrosio que David se levantaba cada noche a orar y alabar a Dios (versículo 62), porque el amor a su Palabra le desbordaba del corazón (versículo 56). Fácil es imitarlo con solo consagrarnos, antes de dormir cada noche, a la lectura y meditación de la Palabra de Dios (versículo 9 y nota; cf. Salmos 1, 2; 62, 7).

[5411] 57. Mi suerte: Notemos que no habla de obligación sino de ventaja (cf. versículo 29 y nota). Tal es el privilegio de los que creen que Dios es nuestro Padre. Jesús llama “su comida” el hacer la voluntad paterna (Juan 4, 34).

[5412] 58. Tu rostro, es decir, la visión luminosa de la fe viva, que nos hace sentir interiormente la realidad de Dios, no obstante las tinieblas de nuestra carne (cf. Salmo 26, 81. Al que así lo busca ¿se le esconderá acaso Dios? Véase la respuesta en Juan 6, 37 y 7, 17.

[5413] 63. Estoy asociado: Forman un cuerpo místico todos los que temen al Señor, unidos en la Iglesia cuya cabeza es Cristo. Cf. versículos 74 y 79; Salmos 24, 21; 100, 6; Eclesiástico 27, 10; Mateo 18, 20. Otros vierten: “Soy amigo de”, etc.

[5414] 66. Enséñame: Porque creo en Ti como maestro. Cf. versículos 12, 18, 34 y notas. “El juicio recto”: Cf. Juan 7, 24.

[5415] 68. Es la razón que Jesús da en Mateo 11, 29: Dejaos instruir por Mí porque como Maestro soy manso, y soy humilde de corazón.

[5416] 69. Los infatuados: Cf. versículos 51-53; Salmo 52, 5 y notas.

[5417] 70. Esta crasitud significa grosera insensibilidad del corazón, especialmente para lo sobrenatural. Es, en el Nuevo Testamento, la falta de espíritu (I Corintios 2, 14; Judas 19 y notas), que a veces Dios permite como sanción terrible (Hechos 28, 27) en los que “no aceptaron el amor de la verdad” (II Tesalonicenses 2, 10). Cf. Deuteronomio 32, 15; Mateo 13, 15.

[5418] 71. Maltratado” Así también Desnoyers, refiriéndolo al versículo 69. No sería ya la humillación del versículo 67 sino la triste experiencia de los hombres, que lo llevó a desconfiar de ellos y estudiar a Dios, dispuesto a “arrepentirse y creer al Evangelio” (Marcos 1, 15) como el mensaje del perdón y del amor (Colosenses 1, 28).

[5419] 72. “La caridad ama ella más la Ley de Dios que la codicia ama al oro y la plata” (San Agustín). Pero esto no es lo propio de nuestra natural inclinación, sino todo lo contrario. Solo el don de sabiduría nos lleva a ese amor, haciéndonos conocer y saborear el verdadero bien (cf. introducción al Libro de la Sabiduría). Solo entonces “nacemos de nuevo” (Juan 3, 3) y ponemos el corazón donde está nuestro nuevo tesoro (Lucas 12, 34; Colosenses 3, 1). ¡Ese don se da gratis a todo el que lo pida! (Santiago 1, 5; Sabiduría capítulos 6-9). Así lo hace el salmista en el versículo 73. Cf. versículo 34 y nota.

[5420] 74. “El perfume de paz, que exhala en torno suyo, recrea y alegra a los demás; es un estímulo y una energía para la santificación de cuantos conocen a Dios” (Manresa). Cf. versículo 63 y nota. Para otros, empero, esa ingenua confianza en lo sobrenatural será “locura o escándalo” (versículo 42 y 51; Salmos 36, 12; 111, 9-10; I Corintios 1, 23; Hechos 17, 32; 7, 54). Dios hace que su Palabra sea así como una piedra de toque de las almas (Lucas 1, 34 s.; Hebreos 4, 12; I Pedro 2, 6 s.; I Juan 4, 6).

[5421] 75 s. Véase estos conceptos desarrollados intensamente en el Salmo 50.

[5422] 77. “Vida que lo sea en verdad, no hay más que la vida de Dios, y la vida nuestra está escondida con Cristo en Dios” (San Agustín). Cf. Colosenses 3, 3.

[5423] 78. Mintiendo me ha deformado: Nácar-Colunga: sin razón me afligen. Pasaje diversamente traducido. “Pero yo”, etc.: Es decir, yo sé dónde está el remedio contra el engañó. Cf. Mateo 7, 15; Hechos 17, 11 y nota.

[5424] 79. Es la pequeña grey que ansía reunirse para hablar de Dios. Cf. versículo 63 y nota; Salmo 132, 1; Malaquías 3, 16.

[5425] 80. Según tus leyes, porque solo ellas, y no las normas de origen humano (Marcos 7, 8; Colosenses 2, 8), contienen para el hombre la verdadera perfección. Cf. versículo 85 y nota; Mateo 19, 16.

[5426] 81. Con este deseo ardiente y confiado que expresa el ansia de Israel por el Mesías, hemos de vivir hoy suspirando por su venida (Catecismo Romano I, 8, 2). Cf. Apocalipsis 22, 17; Salmo 129, 6 s. y notas.

[5427] 82. De tanto esperar, etc.: Así también la Vulgata y parece requerirlo el contexto. Según Desnoyers, los ojos desfallecerían “tras de tus sentencias”, quizá buscándolas, quizá de tanto releerlas.

[5428] 83. El pellejo (de vino) expuesto al humo se arruga y encoge hasta perder su forma. A ese extremo llega el menosprecio de los infatuados (versículo 84 ss.) hacia los discípulos que escuchan la palabra de Cristo. Cf. Lucas 6, 22; Juan 15, 18 ss.; I Corintios 4, 9 ss. y nota.

[5429] 84. ¿Cuándo juzgarás? Véase la respuesta de Dios en Apocalipsis 6, 10-11; II Pedro 3, 9; Hebreos 11, 40.

[5430] 85. Cf. versículos 51, 53, 69. La Vulgata trae otra hermosa versión: Los impíos me cuentan fábulas, pero no son como tu Ley, lo cual tiene gran elocuencia para expresar cómo la sabiduría de los hombres, aunque parezca lúcida, no puede nunca satisfacer al alma como la Palabra de Dios. Tal es el sentido de la célebre confesión de San Agustín: “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.” Cf. Salmo 93, 11 y nota. La Iglesia eligió este texto para el Introito de la Misa de San Justino (14 de abril), el cual decepcionado de todas las escuelas filosóficas “estudió la palabra del divino Crucificado y se convirtió al cristianismo” (Dom Lefebvre), pues en ella, como dice la oración de dicha misa, “le enseñó Dios maravillosamente la eminente ciencia de Jesucristo (Filipenses 3, 8) por medio de la locura de la Cruz” (I Corintios 1, 23).

[5431] 86. Sin causa, etc.: Según otros: el que me persigue miente.

[5432] 87. Del país: Así también Calès. Otros vierten: de la tierra; Bover-Cantera: Me aniquilan por poco en este mundo.

[5433] 89. Misterio digno de constante meditación: en el cielo permanece eternamente la misma Palabra cuyo don nos anticipa Dios en la Sagrada Escritura. Y aunque pasaran el cielo y la tierra (cf. II Pedro 3, 13; Apocalipsis 20, 11; 21, 1 ss.), la Palabra no pasará (Mateo 24, 35; Marcos 13, 31; Lucas 21, 33). Y esa Palabra, esa sabiduría de Dios que hace la felicidad del cielo, es el mismo Cristo Verbo, es decir, palabra del Padre, hecha hombre: Sabiduría encarnada, por quien y para quien todo fue hecho. Cf. versículos 44, 93, 111; I Pedro 1, 23-25; Apocalipsis 14, 6; Sabiduría 9, 9-11, etc.

[5434] 90. Véase Salmo 88, 3 y 15, etc., donde Él hace continua ostentación de esa fidelidad.

[5435] 91. La Palabra creadora es también conservadora. Sin ella nada podría subsistir (Salmo 103, 29 y nota). “A tu servicio”: Más fielmente que los hombres (Desnoyers). Cf. Sabiduría 5, 18-21; Romanos 8, 20 ss.

[5436] 92. Mis delicias: Así también el nuevo Salterio Romano; otros: mi meditación. Cf. versículo 50 y nota.

[5437] 94. Soy tuyo: “Solo puede decirlo aquel cuyos pensamientos y afectos están enteramente puestos en Dios, que desprecia todo otro bien y que dice a Jesús, como los apóstoles: Muéstrame al Padre y ello me basta” (San Ambrosio).

[5438] 95. Me espían: Jesús lo anunció en Juan 15, 20 (cf. Salmo 55, 7). Pero yo, etc.: En las persecuciones de los enemigos el remedio está en buscar las divinas palabras, fuente de la sabiduría y “río de la gracia” (Benedicto XV). Cf. versículo 92.

[5439] 96. Todo pasa, menos la Palabra de Dios (versículo 89), que no dejará de cumplirse ni en una jota (Mateo 5, 18; 24, 35). El salmista nos ofrece un vigoroso contraste entre la limitación de todo lo humano y la única inmensidad que puede saciarnos. Cf. versículo 85; Eclesiástico 24, 38 y notas.

[5440] 97. “Hay hombres que dedican su vida al estudio de los clásicos y esto se considera una noble pasión aun cuando se trata de autores paganos. ¿No ha de ser más fuerte el amor por las páginas que ha escrito el mismo Dios?” (P. de Segor). Tal fue la pasión de hombres como San Agustín, San Bernardo y tantos otros que apenas escribían una frase sin una cita de los libros sagrados. Los privilegiados frutos de este amor se muestran en los versículos que siguen. Cf. Salmo 1, 1 ss. y notas.

[5441] 98. El israelita, aun oprimido por todos los paganos, no perdió su existencia ni la de su raza, porque conocía los designios de Dios (Salmo 147, 9) y los tenía siempre a su disposición.

[5442] 99 ss. La paráfrasis que ofrece Scío explica esta notable superioridad del salmista sobre todos los doctores y ancianos, diciendo: “porque por medio de una serie y continua meditación me habéis hecho comprender cuál sea su espíritu verdadero”. Jesús establece esta superioridad del conocimiento espiritual sobre el puramente intelectual (Lucas 10, 21; cf. Salmo 130, 1; Job 2, 20; Sabiduría 8, 10; I Corintios 2, 10 y 14; II Timoteo 3, 15) y la necesidad del corazón recto para entender a Dios (Mateo 5, 8 y nota).

[5443] 102. Hermoso acto de amor: los cumplo porque se trata de Ti. De ahí la dulzura que expresa el versículo 103. Cf. Salmo 38, 10.

[5444] 104. Me hago inteligente: Así también Crampón (Cf. Salmo 18, 8). Sobre la importancia de entender la Palabra véase 16 que dice Jesús en Mateo 13, 19.

[5445] 105. El Concilio IV de Constantinopla cita este texto y otros concordantes (Salmo 18, 9; Proverbios 6, 23; Isaías 26, 9; LXX) para mostrar que las divinas palabras “se asimilan verdaderamente a la luz”, y dispone que el libro de los santos Evangelios, “en cuyas sílabas encontramos todos la salvación”, debe adorarse lo mismo que la Cruz y la Imagen de nuestro Señor Jesucristo (cf. versículo 89 y nota). Agrega que: si alguien no la adora no la verá “cuando Él venga en la gloria paterna a ser glorificado y glorificar a sus santos” (II Tesalonicenses 1, 10; Denz. 337; cf. versículo 48 y nota).

[5446] 106. Este comienzo de nuestra conversión —que todos necesitamos como San Pedro (Lucas 22, 32)— sigue como lógica consecuencia cuando de veras nos persuadimos de que las disposiciones de Dios son la sabiduría misma, aunque nos parezcan tan paradójicas como las del Sermón de la montaña (cf. Mateo 5, 38 ss.) o el pago de los obreros de la última hora (Mateo 20, 8 ss.; cf. Mateo 11, 6; Lucas 7, 23 y notas). Lo que cuesta es persuadirse de ello. “Desde que el hombre, dice Mons. von Keppler, en la plenitud del paraíso, creyó a una víbora antes que a su creador y bienhechor, le ha quedado, como tremendo sello de decadencia, la credulidad más insensata a las palabras de los hombres y la más obstinada, aunque secreta, desconfianza a las palabras de Dios.”

[5447] 107. Abatido, a causa de lo dicho en el versículo 106, pues los decretos divinos son contrarios a la sabiduría del mundo. De ahí que solo cuente con el auxilio que reclama de Dios, pidiéndole que lo reanime, pero con esa vida que es según su Palabra. Jesús confirma que lo dicho en este versículo es consecuencia del anterior: “Yo les he dado tu palabra y el mundo les ha tomado odio” (Juan 17, 14).

[5448] 108. La ofrenda de los labios consiste en las oraciones y alabanzas (Salmo 49, 14; Hebreos 13, 15 y notas) aunque no sean materialmente articuladas sino “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23 s.; cf. Mateo 6, 6-8). El suplicante pide a Dios que Él mismo se haga grata esta oración que le está haciendo, pues sabe que el hombre es incapaz de ello. “Siendo desagradables, fuimos amados para ser hechos agradables” (Denz. 198). Cf. versículo 147 s. y nota.

[5449] 109. Tengo mi vida en la mano (expuesta a caérseme): modismo hebreo que señala el sumo grado de peligro (Job 13, 14). “Cada día muero”, dice San Pablo (I Corintios 15, 31).

[5450] 110. Los malvados son los mismos que lo persiguen en los versículos 51-53, etc. Este lazo, que existe permanentemente en este “siglo malo” (Gálatas 1, 4), es el escándalo de que habla Jesús, el tropiezo “de los que creen” (Mateo 18, 6), es decir, que se refiere principalmente a la falsa doctrina, como se ve en el 2° hemistiquio. Cf. Mateo 7, 15 y nota.

[5451] 111. Ha adquirido, como su patrimonio más precioso (cf. versículo 14 y nota), los documentos que contienen las palabras de Dios como un tesoro escondido (cf. Mateo 13, 44) y fuente de alegría. La Sagrada Biblia fue el primer libro publicado por la imprenta y tuvo muchas y espléndidas ediciones, en los tiempos de mayor fe. San Agustín no vacila en equiparar la Palabra al Cuerpo mismo de Cristo. ¿Puede explicarse que alguien tenga otros libros y carezca de este? ¡Oh, si en cada hogar cristiano se conservase, leyese y meditase la Palabra de Dios! Véase versículo 105 y nota. Porque constituyen la alegría: “Podría escribirse, dice Mons. von Keppler, una teología de la alegría. No faltaría ciertamente material, pero el capítulo más fundamental y más interesante sería el bíblico. Basta tomar un libro de concordancia o índice de la Biblia para ver la importancia que en ella tiene la alegría: los nombres bíblicos que significan alegría se repiten miles y miles de veces. Y ello es muy de considerar en un libro que nunca emplea palabras vanas e innecesarias. Y así la Sagrada Escritura se nos convierte en un paraíso de delicias, “paradisus voluptatis” (Génesis 3, 23) en el que podemos encontrar la alegría cuando la hemos buscado inútilmente en el mundo o cuando la hemos perdido.”

[5452] 112. Hasta el fin: Véase Mateo 10, 22; Hebreos 3, 6; Apocalipsis 2, 26. Como observa Fillion, la Vulgata expresa otro pensamiento: “por la esperanza del galardón”. Aquí el galardón está ya en la misma posesión y gozo de la Palabra (versículo 111; cf. Salmo 18, 12).

[5453] 113. Sobre los de corazón doble, cf. Salmo 30, 7; Juan 1, 47; 3, 19; Santiago 1, 7 s.; 4, 8, etc. Sobre el odio santo, véase Salmos 96, 10; 108, 1; 138, 22; Eclesiástico 25, 3, etc.

[5454] 115. Escrutaré: Así también LXX y Vulgata Es la actitud del que quiere sinceramente conocer a Dios: escapar de los mundanos que le roban el tiempo para estudiarlo (Salmo 6, 9). A este respecto Pío XII señala hoy con precisión los horizontes de grandes progresos teológicos que se presentan al investigador ante los nuevos datos que aporta la moderna intensificación de los estudios bíblicos, el descubrimiento de documentos, códices y papiros y especialmente el estudio del hebreo y el griego, lenguas originales de la Biblia, haciendo notar: a) que de todo ello brota gran luz “para entender mejor y con más plenitud los sagrados libros”; b) que “en la Edad Media, cuando la teología escolástica florecía más que nunca, aun el conocimiento de la lengua griega desde mucho tiempo antes se había disminuido de tal manera entre los occidentales que hasta los supremos doctores de aquellos tiempos, al explicar los divinos libros, solamente se apoyaban en la versión latina llamada Vulgata. Por el contrario, en estos nuestros tiempos no solamente la lengua griega, que desde el renacimiento de las letras humanas en cierto sentido ha sido resucitada a nueva vida, es ya familiar a todos los cultivadores de la antigüedad, sino que aun el conocimiento de la lengua hebrea y de otras lenguas orientales se ha propagado grandemente entre los nombres doctos”; c) que el gran adelanto que “no sin especial consejo de la providencia de Dios ha conseguido esta nuestra época, invita y aun en cierto modo amonesta a los intérpretes de las Sagradas letras a aprovecharse con denuedo de tanta abundancia de luz para examinar con más profundidad los divinos oráculos”; d) que la extensión de ese campo es inagotable, dado que “no pocas cosas… apenas fueron explicadas por los expositores de los pasados siglos” habiendo “solo muy pocas cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los Santos Padres” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”).

[5455] 117. Constantemente, esto es, no solo para conquistar la unión contigo, sino más aún después de ella y como único modo de conservarla (cf. Mateo 26, 41; Lucas 10, 42; 11, 22-27). El versículo 118 confirma la doctrina de este al mostrar cómo los que se apartan de la visión sobrenatural dejan de pensar rectamente.

[5456] 119. Yo tengo: Así también Wutz y la Vulgata, etc. Es la consecuencia del versículo anterior. Otros leen: “Tú tienes”.

[5457] 120. Espanto harto justificado para la carne y que pronto se convierte en gozo para los humildes (versículo 111; Salmo 93, 18, etc.). No puede entender nada del Evangelio el que no entiende esa gran revelación fundamental, infinitamente asombrosa, de que Jesús no vino a buscar a los justos ni a los sanos, sino a los enfermos y pecadores (Lucas 5, 30 ss.). Y como Él dijo que no hay ninguno sano, ninguno que no necesite arrepentirse (Marcos 1, 15; Lucas 13, 5), quiso decir que “perecerán todos” cuantos no se cuenten entre los enfermos y pecadores necesitados de un Salvador. Cf. versículo 130 y nota; I Juan 1, 8-10.

[5458] 122. Responde Tú: Hazte garante de mi fidelidad (según otros: de mi bien) para que los infatuados (versículos 51-53) no tengan pretexto de oprimirme. Cf. Salmo 120, 8.

[5459] 123. La promesa de liberación: Así también Calès. Otros: y por tus oráculos de justicia. Cf. versículo 81.

[5460] 126 s. Admiremos la elocuencia de este apremiante llamado (cf. Salmo 101, 14). Y el salmista, en una sublime reacción de amor, lejos de escandalizarse por el ambiente de apostasía que lo rodea, “por eso mismo” se adhiere más que nunca al amor de la divina Palabra (versículo 127) y la conserva “como una antorcha que luce en lugar oscuro” (II Pedro 1, 19). Cf. Apocalipsis 3, 8 y 10.

[5461] 128. He escogido para mí: Hermosa avaricia es esta, propia de María que eligió la parte óptima (Lucas 10, 42); hermosa y tan rara, que por eso no hay peligro, dice Ludolfo el Cartujo, de que esa parte “le sea quitada”, pues nadie se la disputa. Jesús nos escogió, y no nosotros a Él (Juan 15, 16). Ahora es el tiempo de que nosotros lo escojamos, como aquí, “para nosotros”.

[5462] 129. El célebre predicador Ráulica, en un momento de notable elocuencia, dice: “Si Dios no fuera admirable ¿acaso lo aceptaríamos? Yo no, por cierto. Me buscaría otro mejor.” Hay versiones que, en vez de las observa, dicen: las escruta o, como Fillion, las estudia detenidamente. Sin duda el conocimiento leva a la admiración y esta a un ansia creciente de penetrar cada vez más esa sabiduría que “el primero que la estudió no acaba de conocerla, ni el último de penetrarla, porque su inteligencia es más vasta que el mar y su consejo más profundo que el abismo” (Eclesiástico 24, 26 s., versión Crampón).

[5463] 130. Es este un concepto que aparece en muchos libros de la Sagrada Escritura y que debe llenar de gozo a las almas simples (cf. versículo 105 y nota; Salmo 18, 8 s.; Proverbios 1, 4; Sabiduría 10, 21; Mateo 11, 25, etc.). La explicación de por qué Dios revela a los pequeños lo que oculta a los sabios —cosa en verdad decepcionante para todo intelectual que no tenga espíritu sobrenatural— está en que la inteligencia de esos misterios de Dios solo se adquiere partiendo de la base de la nada del hombre, de su caída original, de su condición actual anormal y miserable. Y esto es inadmisible para esos sabios que precisamente son tenidos por tales a base de sus conceptos y empeños humanistas que tienden a exaltar lo que el mundo llama altos valores humanos. De suyo todo hombre no es sino flaqueza e inclinación al mal (cf. Juan 15, 5; Lucas 16, 15; Salmo 142, 2), y el que no admite esto como base no puede entender nada del Padre, cuyos misterios son todos de amor y misericordia para con esa humanidad caída. Entonces, quienes nos sentimos así, caídos, reconocemos en Él un Dios como hecho de medida para nosotros. Los demás no se interesan ante este tipo de Dios, pues no tienen conciencia de necesitar la misericordia y encuentran humillante y vergonzoso reconocer la maldad e impotencia de la humanidad. Cf. versículo 120 y nota; Salmo 68, 11 ss. y notas.

[5464] 131. Y suspiro: Parece más exacto que jadeante. La Vulgata vierte: y atraje el espíritu (cf. Hechos 10, 44; Lucas 1, 41).

[5465] 133. “Hay un libro que lo explica todo, pero que desgraciadamente muy pocos quieren leer porque nos exige, con autoridad divina, que pensemos como él, y para ello vemos que hemos de dejar no solo las inclinaciones de nuestra carne sino también innumerables ideas preconcebidas según el criterio mundano, las cuales, como las tenemos por buenas, resultan más difíciles de abandonar que los vicios” (Keppler).

[5466] 134. Rescátame: ¿Qué es la opresión de los hombres sino el respeto humano? La Palabra de Dios que nos libra de él, es un verdadero rescate, cumpliéndose entonces literalmente la promesa de Jesús en Juan 8, 31-32. Confirmase así lo que dice la nota precedente.

[5467] 136. Es el concepto de los versículos 139 y 158, el celo que devoraba a Cristo y le arrancó sudor de sangre en Getsemaní: la tristeza de que el Amor no sea conocido ni amado.

[5468] 138. Benignidad: Así también Rembold (cf. Mateo 11, 30 y nota). Otros: firmeza.

[5469] 139. Cf. versículo 136 y nota. Los adversarios son los infatuados (versículos 51-53).

[5470] 140. Acendrada en extremo: Purísima como probada por fuego (Salmo 11, 7).

[5471] 141. Pequeño: Cf. versículos 98-100; 130, etc.

[5472] 144. Viviré: Hay un paralelismo entre este misterio de la Palabra que da la vida y lo que se dice en el Prólogo al Evangelio de San Juan sobre el Verbo del Padre (o sea la Palabra) que se encarnó, en el cual estaba “la vida que era la luz de los hombres”. Jesús lo confirma expresamente en Juan 6, 63.

[5473] 145 s. El salmista nos enseña aquí la actitud normal del alma para con Dios. Querer, desear con todo el corazón obedecer la amable voluntad del Padre, pero, como sabemos que no somos capaces de ello (cf. Juan 13, 37 s.; 15, 5 y notas), pues es un don de Dios el servirlo como a Él le agrada (Colecta de la Domínica XII de Pentecostés; cf. Denz. 182 y 196 ss.), pedirle ante todo ese don: “sálvame Tú” y entonces podré agradarte (cf. versículo 108 y nota). Tal es “el buen espíritu” que Él desea le pidamos y promete darnos infaliblemente (Lucas 11, 13). El que no lo tiene, pues, es porque no lo quiere (Sabiduría 6, 14 s.; Isaías 55, 1; Santiago 1, 5). Y sin pedirlo no lo podemos tener, porque lo propio nuestro no es el buen espíritu, sino todo lo contrario. En cambio los bienes temporales —únicos que solemos pedir— se nos prometen “por añadidura”, pues “bien sabe vuestro Padre que todo esto necesitáis” (Mateo 6, 32 ss.). Por donde vemos que estos versículos constituyen una jaculatoria ideal para el cristiano.

[5474] 147 s. Me anticipo (así Páramo, Calès, Desnoyers, Vulgata, etc.): Es como un impulso lírico de entusiasmo, de alegría por las promesas que espera, y también de santa impaciencia y ruego por ver si en ese nuevo día se cumplirán (cf. Apocalipsis 22, 17 y nota). Véase análoga actitud en David (Salmos 56, 9 y 107, 3) intentando que a su canto se despierte la misma aurora.

[5475] 153. Notable enseñanza: El recordar las palabras de Dios antes estudiadas es el argumento para ser escuchado por Él en nuestras tribulaciones y tentaciones. Cf. Juan 14, 26 y nota.

[5476] 154. Defiende Tú: Otros vierten: Lucha Tú por mi causa. El que quiera defensor infalible contra injustos enemigos, búsquelo en los Salmos 29, 34, 36, 108, etc.

[5477] 155. Véase lo que enseña San Pablo sobre el fracaso del que quiere hacerse justo por sí mismo sin recurrir a la gracia, suprimiendo así el misterio de la Redención (Romanos 9, 30 ss.; 10, 3 ss.; 3, 24 ss.; Gálatas 2, 21).

[5478] 156. Esto es, según lo que haya resuelto tu Corazón de Padre (cf. Salmo 50, 3 y nota): no quiero ni menos ni más de lo que tu amorosa bondad ha pensado para mí. El que se sienta muy ambicioso (cf. Isaías 55, 1; 64, 4) lea el primer capítulo de Efesios y el último del Apocalipsis.

[5479] 158. ¡No hacían caso y predicaban a otros! Se trata, como en los versículos 51 ss.; 136, 139, 161, etc., de los falsos profetas o doctores. Cf. Mateo 23; II Pedro 2.

[5480] 160. La suma (cf. Juan 17, 17): De ahí la maravillosa armonía entre las palabras de Dios. Puestos en contacto dos o más textos de la Escritura, se iluminan y embellecen recíprocamente, como sucede en la combinación de las notas musicales o de los colores, haciéndonos percibir un esplendor nuevo, por el cual la doctrina penetra más hondo en el espíritu.

[5481] 161. A tus palabras: Y no a las amenazas de ellos. Es lo que Jesús enseña en Lucas 12, 4 s.

[5482] 162. Es este un llamado a que estudiemos la Biblia entera, “cuya conversación no tiene amargura, ni tedio su trato, sino consuelo y alegría” (Sabiduría 8, 16), sin excluir las profecías donde se hallan esas divinas promesas que nos llenan de anticipada felicidad en la esperanza (cf. Proverbios 10, 28 y nota). San Pablo nos exhorta a no despreciar ese estudio (I Tesalonicenses 5, 20), que es propio de los que quieren ser sabios (Eclesiástico 39, 1; cf. Isaías 34, 16; Mateo 13, 52; I Pedro 1, 10 ss.; Apocalipsis 1, 3, etc.). El fruto de esto será infaliblemente el que vemos en el versículo 163. Cf. Salmo 1, 1 ss.

[5483] 164. Siete es número de perfección y universalidad (San Agustín). Cf. 11, 7; Proverbios 24, 16. De aquí viene la distribución del Breviario en siete horas canónicas además de los Maitines que eran el rezo de la noche.

[5484] 165. Para ellos no hay piedra de escándalo: No tropezarán en la doctrina ni se escandalizarán de la oposición que hay entre las Palabras divinas y la prudencia del mundo (Mateo 11, 6; Lucas 7, 23 y notas), ni se sorprenderán ante las persecuciones o la apostasía (cf. I Juan 3, 12 s. y nota). Admiremos la inmensidad de esta promesa y ambicionémosla para nosotros (cf. Salmo 111, 7 y nota).

[5485] 167. Santa Gertrudis refiere que, deseando un día ardientemente una reliquia de la Santa Cruz, Jesús le habló y le dijo que copiara en un papel alguna de sus Siete Palabras y lo llevase consigo como la mejor reliquia de su Pasión. ¿Acaso una carta de una persona amada no es mejor recuerdo que cualquier objeto material? Si muchos no aman el santo Evangelio, es porque lo miran como un conjunto de preceptos o cosas que Dios nos pide, cuando es esencialmente la “Buena Noticia” de las cosas que Él nos da, hasta llegar al supremo don de su amor, revelado en Juan 3, 16.

[5486] 168. Vemos aquí que todos nuestros problemas están resueltos en las Palabras de Dios. Cf. versículo 133 y notas.

[5487] 169. Adiéstrame: Véase versículo 34 y nota.

[5488] 171. He aquí el fruto que te promete infaliblemente, oh lector, el libro que tienes en tu mano (cf. Apocalipsis 1, 3, y nota). “La inteligencia de las Sagradas Escrituras encierra delicias tales que nos hacen olvidarnos del mundo y aun de nosotros mismos” (Sta. Ángela de Foligno).

[5489] 173. Es el privilegio del que con rectitud se ocupa preferentemente de buscar a Dios: puede contar con que la Providencia se ocupa de todo lo suyo (Mateo 6, 33). “Cuando Hamlet se plantea la duda: «ser o no ser», se pregunta si es más noble soportar los males o luchar contra ellos y ponerles fin. En este fin él no ve sino la muerte, el suicidio, el cual ha de evitarse solo por miedo del más allá desconocido. Pero Jesús a todas esas dudas tiene respuesta ‘en función del Padre’. Ser o no ser no es ya cuestión de vivir o morir, sino de acción o pasión. Jesús nos salvó por esta más que por aquella. Su acción como predicador fue rechazada por su pueblo. Entonces vino su pasión, como un paso más allá de la acción. Por eso nos enseñó a no resistir al que es malo, a perdonar siempre y aun a poner la otra mejilla. Él planteó en otra forma el «ser o no ser» de Hamlet: no ya como vivir o suicidarse, sino que, contrariamente al estoico «sé varón», de Séneca, Él enseñó la gran conveniencia de «renunciarse a sí mismo», de morir en vida, cosa que sería ciertamente absurda si el hombre fuera naturalmente bueno, pero que es lógica y necesaria siendo la humanidad degenerada desde Adán. También sería absurdo ese «morir a sí mismo» si no hubiese Providencia y por eso, si Jesús lo da como solución, ello es solamente ‘en función de Dios’, de un Dios esencialmente activo. Si nos dice que no nos venguemos, no es para que triunfen los malvados, sino porque el Padre se encarga de la venganza; si nos dice que no pensemos en el mañana, no es para que muramos de hambre, sino porque a ello provee el Padre que viste a las flores y alimenta a los pájaros, de tal modo que a ninguno le falte nada. Todo es, pues, cuestión de creer, y no es extraño que así sea, pues Jesús solo vino a hablarnos de la realidad de su padre. Sin ella no habría tenido nada que prometer, ni siquiera nada que decir.” Un pensamiento semejante revela el testamento de Shakespeare: “Pongo mi alma en las manos de Dios, mi creador, esperando y confiando con certeza que únicamente por los méritos de Jesucristo mi Salvador, seré admitido a la vida eterna.”

[5490] 174. Es como decir: Quiero ser mendigo y no quiero salvarme por mí mismo sino que seas Tú mi Salvador para que la gloria sea toda tuya. El que dice esto da testimonio de verdadera fe y de la humildad que ella comporta.

[5491] 175. Sean mi apoyo. Otros: vengan en mi ayuda. Ambos sentidos contienen gran enseñanza. Según el primero, hallamos en las palabras de Dios la mejor fuente en que apoyar nuestros juicios, como la antigua Patrística, que apenas hacía afirmación alguna sin fundarla en un pasaje de la Escritura. En el otro sentido, se invoca además el sostén espiritual que viene de la Palabra de Dios como “río de la gracia” según la llama Benedicto XV, siguiendo a San Jerónimo, en la Encíclica “Spiritus Paraclitus” sobre la lectura y meditación de la Sagrada Biblia.

[5492] 176. Si me he descarriado: Como observa acertadamente Fillion, el texto hebreo admite muy bien esta forma condicional que da el verdadero sentido, hoy confirmado profundamente por las parábolas de Jesús en Lucas 15, 1 ss. y Juan 10, 1 ss. “Si yo tuviera, Señor, la desgracia de extraviarme, dice un místico, estoy seguro de que no me dejarías llegar a perderme, pues bien sabes que, dándome Tú un golpe fuerte, mi mezquino corazón volverla a implorar tu perdón en la prueba, ya que no fue capaz de ser fiel en la prosperidad.”

[5493] 1 s. Cántico gradual: Así se llaman los quince Salmos que siguen (en hebreo: Salmos de la subida). Según algunos se cantaban, de acuerdo a una tradición judía, subiendo las quince gradas del Templo; pero estas corresponden al gran Templo anunciado por Ezequiel (Ezequiel 40, 22, 31, 37, 49) que nunca existió, y no sabemos si las había en el segundo Templo, más simple y estrecho que el de Salomón (Esdras 3, 12; Zacarías 4, 9-10). Otros se inclinan a pensar que estos cánticos son Salmos conmemorativos de la vuelta del cautiverio. Una tercera opinión dice que se llaman graduales o de ascensión porque dan las normas del progreso espiritual. Lo más cierto parece ser que se cantaban por los peregrinos en la subida Jerusalén, y en varios de ellos es evidente el carácter profético. “Ninguna poesía popular aventajará nunca la asombrosa belleza de estos Salmos, verdaderos modelos en su género para todo tiempo y para todo pueblo. Son un monumento de la verdadera, de la grande, de la sublime idea religiosa que educaba a aquel religioso pueblo como para el advenimiento del cristianismo” (Minocchi), o sea de los misterios mesiánicos, no pudiendo afirmarse que se refieren a la vuelta de Babilonia “ya que algunos presuponen la completa restauración del Templo y de su culto” (Páramo). Este primer Salmo gradual expresa el dolor del salmista y quizá también de Israel como desterrado y escarnecido. Cf. Eclesiástico 51, 1-12 y capítulo 36.

[5494] 3 s. Texto oscuro que parece ser una imprecación: La lengua astuta que mata como flecha, o espada, o fuego (Jeremías 9, 7; Salmo 56, 6; Santiago 3, 6), será a su vez atravesada por saetas ardientes (la retama como leña parece dar más calor que la de otros arbustos y árboles). Cf. Sabiduría 1, 5 y nota. Como dando este versículo en sentido espiritual, dice San Agustín: “Saetas son las palabras de Dios: hieren y atraviesan los corazones. Mas cuando los corazones son traspasados por las saetas de la Palabra de Dios, se inflama en ellos el amor.” Observación tan teológica (Romanos 5, 5) como humana, pues todo amante conquista a la amada por su palabra. Así el alma se enamora de Dios al oírle hablar. Esto explica que la Sagrada Biblia, como libro de espiritualidad, sea, dice Mons. Chimento, “tan superior a todo otro, cuanto dista lo divino de lo humano, esto es, infinitamente”.

[5495] 5. Mósoc o Méschek, país inhospitalario al sur del Cáucaso, entre el Mar Negro y el Caspio, hoy Rusia (cf. Génesis 10, 2; Ezequiel 27, 13 y sobre todo Ezequiel 38, 2 y nota). Cedar: Desierto de los árabes de Siria, al este de Palestina. Con ambas metáforas, sinónimo de barbarie, quiere expresar el salmista que se siente desterrado, como lo están, dice San Ignacio de Loyola, “entre brutos animales” (cf. Mateo 10, 16), los discípulos de Cristo. Cf. Jeremías 35, 10; Hechos 2, 40; II Pedro 1, 19, etc.

[5496] 7. Cf. Salmo 108, 4. ¡Cuánta prudencia y aumento de fe podríamos aprender aquí! Recordemos el ejemplo de las Catacumbas. Cf. Salmos 38, 3; 118, 16 y nota; Malaquías 3, 16; Mateo 7, 6; Lucas 18, 8; Apocalipsis 18, 4. El Salmo siguiente parece querer consolarnos con la esperanza. Cf. Isaías 30, 15.

[5497] 1 s. Salmo de confianza filial, como el Salmo 22, y en cuyas estrofas “lava el corazón sus tristezas y se baña al rocío del bien” (Fr. Luis de León). Muestra una vez más la asombrosa predilección de Dios por su pueblo (versículo 4). Según algunos tiene forma dialogada. “Los montes”: La montaña de Sión en Jerusalén, hacia donde el orante dirigía la mirada (III Reyes 8, 44 y 48; Daniel 6, 11 s.). Otros observan que, dado el interrogante de este versículo, no puede ser el monte Sión (Desnoyers) sino que el peregrino verá de lejos los montes de Judea, consagrados en otros tiempos a ídolos diversos (Ubach). ¿Acaso el auxilio vendría de alguno de ellos y no del único Señor y Creador? (versículo 2).

[5498] 3. La forma interrogativa (cf. Rembold) aclara el contexto (versículo 4).

[5499] 5. Tu umbráculo: Así Calès, Desnoyers, etc. Otros vierten: tu custodio. El que te da sombra contra los calores (versículo 6) y tiene la paciencia amorosa de mantenerse siempre a tu lado. Hoy, los que participamos de la herencia de Israel por la fe en Cristo Jesús (Efesios 2, 12 ss.), tenemos aún más: la permanente habitación del mismo Cristo en nuestros corazones mediante la fe, como lo dice San Pablo (Efesios 3, 17); la del Espíritu Santo (Juan 14, 17), y aun la del divino Padre en aquellos que aman a Jesús (Juan 14, 23).

[5500] 8. Tu salida y tu llegada. Literalmente: Tu salir y tu entrar: expresión bíblica que significa: todos tus pasos (Hechos 1, 21). Para siempre: Palabras que nos colman de esperanza, pues si confiamos en nuestro Padre sabemos que Él mismo se hace garante de que seamos fieles (Salmos 22, 6; 118, 122; I Corintios 1, 8; Judas 24). ¿Creemos esto? ¡Hay que creerlo! Pensemos que cada promesa de Dios es un cheque a nuestra orden contra un banco que no ha fallado nunca. Solo quiere Él que lo endosemos con la firma de nuestra fe y reclamemos el pago con la oración. En la fecha debida, Dios paga sin falta (Números 23, 19). Él mismo nos enseña en la Escritura a recordarle así sus promesas, que son tantas (Salmos 24, 7; 105, 4; II Paralipómenos 6, 42; II Esdras 1, 8 s.; Judit 9, 18; 13, 7, etc.).

[5501] 1 ss. Salmo de peregrinación a la Ciudad Santa. El hebreo dice expresamente que es de David y lo mismo dicen las versiones de Aquila, Símaco y un códice de los LXX. “La ausencia de esa mención en las otras versiones, dice Fillion, no es razón suficiente para que dudemos de su autenticidad, y por otra parte no puede aportarse ningún argumento concluyente contra la verdad del hecho que ella enuncia: David habrá sin duda compuesto este cántico después de la traslación del Arca al monte Sión.” El santo Rey tuvo su trono en Jerusalén (Salmo 100), pero aquí la contempla con alcance profético y mesiánico (cf. Salmos 92-99), viendo en ella glorificada su casa como en II Reyes 7, 19 y hablando del Templo y de una Jerusalén reedificada y magnífica, como en Ezequiel 40-48, en tanto que a la vuelta de Babilonia la ciudad estaba en ruinas y así quedó por más de ochenta años hasta el año vigésimo de Artajerjes Longimano (Nehemías 1, 3). Cf. Salmo 84, 1 y nota.

[5502] 3. La ciudad (por antonomasia): Así también Calès, el cual prefiere asimismo seguir a los LXX en lo restante del versículo, refiriéndolo a la comunidad de los habitantes más bien que a la arquitectura de la ciudad. El nuevo Salterio Romano vierte: Toda compacta en sí misma; Nácar-Colunga: bien unida y compacta; Bover-Cantera: construida y bien trabada. Alusión al conjunto armonioso y unido de la ciudad (cf. Tobías 13, 20 s.; Isaías 54, 11 s.; 60, 10 ss., etc.) y a la vez a la solidaridad religiosa y social del pueblo unido bajo un rey poderoso que ejerce la justicia (versículo 5; cf. Jeremías 33, 14-16), expresándose así la plenitud ideal de la vida civil. Cf. Salmo 71, 7 y 16.

[5503] 4. Allá suben: Se trata aquí no de los peregrinos, sino de todas las tribus de Israel, reunidas ya en la gran ciudad, a la cual tres veces al año todos los israelitas tenían que peregrinar: para las fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos (Éxodo 23, 14 ss.; 34, 23; Deuteronomio 16, 16). Para celebrar: Dom Puniet traduce: para confesar. Cf. Salmos 64, 2; 86, 4 y notas: Jeremías 3, 18; 31, 1 ss.; Ezequiel 37, 15-23, etc.

[5504] 5. Sobre el alcance mesiánico de la casa de David véase versículo 1 y nota; Salmos 88, 28-38; 131, 11 ss.; Isaías 9, 7; Ezequiel 37, 24 s.; Lucas 1, 32; 22, 29 s.; Hechos 15, 6 citando a Amós 9, 11. s. etc.

[5505] 6 ss. He aquí los sentimientos que ha de tener el cristiano respecto de Israel. “La Iglesia Católica ha acostumbrado siempre rezar por el pueblo judío, depositario de las promesas divinas... La Silla Apostólica ha protegido a ese pueblo contra injustas vejaciones… Asimismo condena… ese odio que hoy suele llamarse antisemitismo” (Pío XI). Saludad. Así también Wutz. Lo que sigue expresa el contenido de esa salutación: paz y felicidad sobre la Ciudad Santa.

[5506] 9. A causa del Templo: Cf. Salmo 67, 30 y nota. Te auguro: Así también Vaccari. Otros vierten: anhelo para ti.

[5507] 1. Es la confianza en el Padre la que late en cada palabra de esta oración, como en los Salmos 22 y 120. “El pequeño resto preservado de Israel ha sido repatriado del destierro babilónico. Pero en vez de las grandezas y alegrías, de la prosperidad y de la paz mesiánica que parecían prometerle las profecías, experimentaba la pobreza y la miseria, el desprecio y las vejaciones de sus vecinos y aun de sus propios elementos depravados. Su fe, empero, y su esperanza no desfallecen un instante. Fija sus ojos en el Padre del cielo... buscando la señal de su benevolencia y socorro” (Calès). Cf. Salmo 84, 1 y nota.

[5508] 2. Imagen de la divina Providencia, digna de ser recordada especialmente en los días de prueba: Los siervos, dice San Agustín, mientras reciben azotes miran la mano del amo hasta que ella hace la señal de gracia. ¿Cuánto más no lo hará el hijo con su Padre? Cf. Hebreos 12, 2-13. “De la misericordia del Señor nunca se espera demasiado” (Don Orione).

[5509] 1 ss. Breve y expresivo cantar, que recuerda el modo prodigioso cómo Dios ha protegido a su pueblo contra enemigos feroces (cf. Salmos 62, 7; 76, 12; 118, 62). La gran lección que nos da consiste en el reconocimiento de que la obra de la salvación no viene de la suficiencia de nuestro brazo. Los comentadores observan en este Salmo, como en varios otros, que nadie ha precisado con certeza el acontecimiento a que se refiere, pudiendo aplicársele, en cuanto a su autor y alcance, lo mismo que dijimos del Salmo 121. La liberación de los enemigos (versículo 7) y el reiterado reconocimiento de su carácter providencial lo asemejan al Salmo 117 (cf. notas).

[5510] 5. Nuestra alma, esto es, nuestra vida (versículo 7).

[5511] 7. Sobre esta liberación, que parece definitiva, cf. Salmo 117, 10 ss. San Agustín lo aplica también, espiritualmente, al alma librada de sus enemigos y victoriosa sobre ellos por obra de Dios, que “no permite seamos tentados más allá de nuestras fuerzas” (I Corintios 10, 13). Cf. Romanos capítulos 6 y 7.

[5512] 8. Este versículo tan usado en la Liturgia (cf. Salmo 120, 2) es como una recapitulación de todo el Salmo y nos recuerda que quien confía en Dios no espera una ayuda cualquiera, más o menos relativa como la que podría darle un hombre, sino una solución total, propia de Quien todo lo puede. Cf. Salmo 50, 2 y nota.

[5513] 1. Más inconmovible que el monte Sión es la firmeza con que Dios ampara a Israel y así también a todos los justos (versículo 3 y nota). He aquí el argumento de esta preciosa oración. Cf. Joel 3, 20; Salmos 64, 2; 67, 17, etc. Un moderno articulista dice a este respecto que “el estoico —ese que el mundo llama filósofo práctico— espera con calma los acontecimientos como si todas las dificultades se solucionaran al fin por sí solas en virtud de una especie de ley optimista. El creyente no puede tener ese optimismo con respecto a este mundo, ni tener fe humanista porque Dios le forma una pésima opinión de la humanidad caída y le revela en el Apocalipsis el destino catastrófico de las naciones. Pero el creyente sabe, por muchos Salmos, que Dios es activo e infalible protector de los que esperan en Él. Solo ese conocimiento le permite seguir la norma que dice: “En la quietud y confianza está vuestra fortaleza” (Isaías 30, 15). En esto su actitud se parecerá a la calma de aquel estoico, pero ambas posiciones espirituales se alejarán diametralmente y los resultados también. El lema estoico ‘Osa y espera’, que no solo es de los saboyanos sino de muchos moralistas paganos y de muchos sajones como Kipling, etc., lleva sin duda a triunfos más o menos inmediatos, pero toda la historia nos muestra que esa confianza en el hombre, a pesar de su fanática voluntad de vencer, ha producido los fracasos más irreparables. En cambio, la Escritura enseña que si alguien confía en el Señor, es como el Monte Sión, que no será conmovido.”

[5514] 2. Véase Salmo 126, 1 y nota.

[5515] 3. Sobre la heredad de los justos: Alude a Israel, que es llamado muchas veces herencia de Dios (cf. Salmo 15, 5) y cuyo territorio no será hollado para siempre, sino solamente hasta que se cumplan “los tiempos de las naciones” (Lucas 21, 24). Cf. Salmo 78, 1; Isaías 63, 9 y 18; Apocalipsis 11, 2. Los acontecimientos históricos en que se reconoce a Judá derechos, aunque parciales, sobre Palestina, vuelven nuestros ojos a esos anuncios bíblicos. Cf. Salmo 125, 6 y nota; Mateo 24, 32. Jesús nos hace a todos una promesa semejante para los últimos tiempos, próximos a su segunda Venida, cuando “se enfriará la caridad de la mayoría” (Mateo 24, 13) y peligrará la fe aun de los elegidos. Entonces, por amor de ellos, se abreviarán esos tiempos (Mateo 24, 22), “no sea que también los justos”, etc. Esta explicación, que nos descubre una vez más el Corazón amante y misericordioso del Padre celestial, confirma el proverbio popular: “Dios aprieta, pero no ahoga” y muestra que la doctrina del Salmo se aplica también a los justos en general (cf. I Pedro 1, 6; 4, 7 ss.; 5, 10, etc.). Cuando veamos al justo oprimido, sepamos, pues, que eso no durará. No permite el Dios fiel que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas (I Corintios 10, 13), y hasta en el caso de Job vimos su fin dichoso aun en esta vida (cf. Santiago 5, 11). Si pues nos parece que se prolonga nuestra prueba, veamos si no hay en nosotros una voluntad soberbia que resiste a la gracia. Cf. Mateo 6, 33.

[5516] 1. El sentido mesiánico de este Salmo fue reconocido por los expositores antiguos y por los mismos rabinos. “La segunda estrofa —dice Calès—, es, en toda hipótesis, estricta y directamente mesiánica. La primera lo es al menos típicamente; pues la restauración después de Babilonia era la figura y como el preludio de la gran restauración de la nueva alianza” (cf. Jeremías 31, 31 ss., citado por Hebreos 8, 8 ss., Isaías 59, 20, citado por Romanos 11, 26). El mismo autor y muchos otros hacen notar que en la exégesis más moderna prima la opinión de que también la primera estrofa es profética, debiendo ponerse los verbos en futuro (como en parte lo hace la Vulgata), o verse en ellos un pasado profético según las palabras de San Agustín: “Las cosas futuras son delante de Dios como si fuesen pasadas.” Esta última opinión parece acordarse más con el contexto (cf. versículo 2; Salmo 84, 3 y notas). Como un sueño: Cf. Génesis 45, 26; Hechos 12, 9. Es decir, que como sucedió a Saulo (Hechos 9, 18), caerá el velo que cubre sus ojos (II Corintios 3, 14 s.; Hechos 5, 11; Romanos 11, 25 s.). Véase Salmo 24, 3 y nota.

[5517] 2. El nuevo Salterio Romano recuerda a este respecto que cuando los judíos volvieron del exilio babilónico sus condiciones eran aún “harto tristes y duras” y cita al respecto Esdras 3-6; Ageo 1, 6-11; 2, 4 y 15-17. Dijeron: Según los LXX: dirían, y según la Vulgata: dirán. Así también vierten muchos modernos, concordando con Salmo 101, 16 s., etc. En la vuelta de Babilonia vemos que la actitud de los gentiles fue todo lo contrario (cf. Nehemías 4, 2 ss.), y que solo volvieron dos de las doce tribus (cf. Esdras 1, 2; Jeremías 30, 3 y notas). El verdadero significado de este anuncio hecho a los hebreos “es la vuelta de todo Israel a la verdadera libertad y a la luz del Evangelio, de la cual el profeta ve tales seguridades, que la mira como ya presente” (Ed. Babuty). La frecuencia con que se nos recuerda este misterio en la oración litúrgica debe hacernos meditar cuán ligado está él, para todas las naciones, con el triunfo de Jesucristo.

[5518] 3. Son exactamente los sentimientos que manifiesta la Virgen en Lucas 1, 46 s. y también en los versículos 54 s., que mencionan este misterio.

[5519] 4. Cambia nuestro destino: o sea nuestra suerte. Otros: Has volver a nuestros cautivos. En ambos casos se alude a la instauración del Reino mesiánico. Cf. Salmo 13, 7. Como los torrentes en el Négueb: Los arroyos en esa parte meridional de Palestina, que es la más árida, estaban secos en verano y se llenaban de golpe en la época de las lluvias. La cosecha dependía de las aguas que estos torrentes llevaban durante pocos días. De ahí la elocuencia de la figura que usa el salmista (cf. Salmo 142, 6). Isaías 60, 22 también habla de una transformación hecha súbitamente, lo que explica por qué les parecerá un sueño (versículo 1).

[5520] 6. Como observa Calès, se pide aquí “la prosperidad mesiánica y la reunión completa de los dispersos, conforme a las promesas de los profetas”. Así también fue siembra la predicación del Evangelio (Lucas 8, 11) que Israel rechazó, con gran dolor y llanto de los apóstoles (Romanos 9, 2 ss.; Hechos 13, 46; Mateo 10, 6; Lucas 24, 47). Pero este llanto será consolado (Jeremías 31, 16 ss.), y otros recogerán lo que ellos sembraron, así como ellos cosecharon con gozo, en los israelitas que fueron fieles, lo que habían sembrado con lágrimas los profetas. Este Salmo nos ayuda así a entender las misteriosas palabras de Jesús en Juan 4, 34-38, y nos enseña una vez más que el trabajo apostólico por excelencia es hacer conocer el Evangelio (cf. Mateo capítulo 13; Hechos 6, 2; 8, 35 y nota; I Corintios 1, 17; I Timoteo 5, 17); que en ello hemos de renunciar a ver el fruto inmediato, y aun ser perseguidos, pero que ese fruto es el más seguro y el más precioso de todos (Mateo 5, 19; Lucas 22, 29 s.; I Corintios 12, 28; Daniel 12, 3, etc.). La triste actitud de los sembradores contrasta con la prontitud gozosa de los que siegan. “¡Qué dicha, cuando seamos restablecidos en nuestra patria, tornada a la prosperidad” (Desnoyers).

[5521] 1. El título de Salomón y el carácter doctrinal de este Salmo han hecho que algunos lo atribuyan al rey sabio, pero más bien parece que David lo escribiese para aquel cuando dejó a su cargo la construcción del Templo y le entregó el modelo que había recibido del cielo pero cuya ejecución le había sido negada no obstante su deseo (I Paralipómenos 28, 11 ss.). De ahí las instrucciones de no adelantarse a los designios de Dios (versículos 1-2) y el elogio de las ventajas de tener hijos en quienes poder confiar (versículos 3-5). La casa: En hebreo se llama así al Templo. La ciudad: Jerusalén, cuya defensa se reservaba Dios mismo (Salmo 124, 2). Cf. sobre esto la bellísima figura de Zacarías 2, 5, que Wagner ha usado en el final de la Valquiria.

[5522] 2. Porque Él regala, etc.: Nácar-Colunga vierte: Es Yahvé el que a sus elegidos da el pan en sueños; Vaccari: Él da pan y reposo a sus amados... El sentido de todo este pasaje, que parece tan misterioso por ser contrario al estoicismo humano, es simplemente el mismo del Evangelio de la divina Providencia (Mateo 6, 25 ss.). Solo exige una fe viva en la bondad de Dios y en el amor que nos tiene y que lo mueve a esa continua actividad en favor nuestro. Cf. Gálatas capítulo 3; Salmo 67, 12 y nota; 102, 13; Juan 3, 16, etc.

[5523] 3 ss. Esta segunda parte se vincula fácilmente con la primera, en boca de David que habla como padre de Salomón (cf. nota versículo 1). Preciosa herencia para el justo son los hijos que, engendrados en los años de vigor, ayudarán a sus padres cuando estos declinen. Y ese bien, con ser tan precioso, es dado al hombre como un don viviente, fruto de su amor y no de su trabajo. ¡Admirable reflexión para los padres que hoy rechazan este don de Dios! En Ezequiel 23, 37-40 y notas vemos que solo Él es dueño de ellos.

[5524] 1. Este Salmo litúrgico, que es un eco del anterior, pinta, como el Libro de Tobías, la tranquila felicidad del creyente humilde, que vive del trabajo de sus manos y la dicha de la madre rodeada de sanos y buenos hijos. De ahí que la Liturgia lo use en la misa de esponsales.

[5525] 5 s. En este final parece que David sigue hablando y aconsejando a su hijo Salomón (cf. Salmo 126, 3 ss. y nota) y le hace entrever proféticamente, como Tobías a su hijo (Tobías 13, 11 ss.; 14, 5 ss.), la paz futura en el reino mesiánico (cf. Salmo 71, 7 y nota). La prosperidad y la paz de la patria, la felicidad familiar y una larga vida eran los anhelos del piadoso israelita, “ante cuyos ojos no se desplegaban aún, sino en la confusa lejanía de la era mesiánica, las magnificencias del Reino de Dios” (Prado).

[5526] 1. Salmo profético en que el probado Israel, a quien Yahvé ha liberado del yugo de todos sus enemigos (versículo 5), como en los Salmos 117 y 123, etc., canta su agradecimiento al divino Libertador, que también lo librará de todas sus iniquidades, como se ve en Salmo 129, 8. Desde mi mocedad: Desde los tiempos patriarcales, cuando Israel aún no era pueblo (cf. Jeremías 2, 2) le tocó ya la esclavitud de Egipto. ¡Cuántos males no tuvo desde entonces! Cf. Salmos 77; 78; 106; Isaías 27, 12 y 15; Jeremías 3, 25; Oseas 2, 15; 11, 1, etc.

[5527] 2. Mas no concluyeron conmigo: Impresionante oráculo que señala el milagro del pueblo israelita como testigo de Dios a través de toda la historia. “Por violentos y múltiples que hayan sido los ataques dirigidos contra Israel, jamás han conseguido aniquilarlo” (Fillion). Y no es solo una supervivencia material, pues el hecho de que estemos estudiando este Salmo hebreo al cabo de tres mil años muestra cómo el espíritu que animó al verdadero Dios a través de Israel vive aún no obstante el trágico paréntesis que se abrió para él en Hechos 28, 28 y que se cerrará en Romanos 11, 25.

[5528] 4. El hebreo se refiere a las cuerdas que los ataban al yugo de los gentiles (versículo 3). Menos exacto parece el texto de los LXX y la Vulgata: cortó las cabezas.

[5529] 5. Cf. Salmos 24, 4; 34, 4; 39, 15, 69, 3, etc.

[5530] 6. Antes de crecer; Vulgata: antes que la arranque. Imprecación que asigna un destino trunco a los enemigos del pueblo de Dios. Cf. Salmo 121, 6; Isaías 41, 11 ss.; Joel capítulo 3 y notas.

[5531] 8. Alude a la costumbre oriental de que los transeúntes feliciten a los secadores por la copiosa cosecha (cf. Rut 2, 4). No lo harán cuando vieren la miserable cosecha de los enemigos de Israel. Cf. Salmo 117, 25 s. y nota.

[5532] 1. El alma de este Salmo, sexto de los penitenciales, es bien davídica y aunque no consta históricamente su paternidad, bien podemos mirarlo como patrimonio espiritual del gran rey penitente, siendo, por otra parte, como vimos en el Salmo 9, compuesto “a nombre de toda la nación, cuyos sentimientos se asimila el autor de un modo admirable” (Fillion). Cf. Salmo 101, 1 y nota. Como observan los comentaristas, este Salmo, que en la Vulgata difiere del hebreo en varios pasajes, ha sido aplicado a la Liturgia de Difuntos, no porque trate de los muertos, sino a causa de la misericordia y perdón que en él abunda. “En pocas palabras, verdaderamente divinas, encierra toda la religión: la caída del hombre y su miseria; su impotencia para salir de ella si no es por la misericordia de Dios puramente gratuita; la verdadera justificación que comienza por el arrepentimiento y la fe en el Salvador (Marcos 1, 15); la solidez de esa fe apoyada sobre la Palabra divina: la revelación del Salvador prometido y la plena confianza que todos los pecadores han de tener en el precio con que han sido rescatados” (Ed. Babuty).

[5533] 3. Si tú recordaras: Es decir que Él está dispuesto a olvidarlos. Así se lo pide David en Salmo 50, 11 (cf. Eclesiástico 5, 5 y nota). “¡Ay de la vida del hombre, aunque parezca digna de alabanza, si Tú, oh Señor, la examinas con exactitud dejando de lado tu misericordia!” (San Agustín). Cf. Salmo 142, 2. ¿Quién quedaría en pie? “El salmista no se empeña en alardear de falsa humildad presentándose como más malo que otros. Expone simplemente la humana miseria que Dios bien conoce como propia de todos los hijos de Adán y que es lo que le mueve a la misericordia.” Cf. Génesis 8, 21 y nota. Lo mismo hace David en Salmo 50, 7.

[5534] 4. A fin de que se te venere: Así también Rembold, Calès, etc. Nácar-Colunga agrega: con temor. Texto distinto de la Vulgata que dice: A causa de tu Ley espero en Ti. La doctrina del perdón que Dios da al arrepentido (Marcos 1, 15; Lucas 15, 20; Juan 8, 11) es tan importante en el plan divino, que la vemos ya nítidamente y sin velos, aun en el Antiguo Testamento, no obstante ser este más formalista frente al Nuevo que es “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23). Apenas David dice: “pequé contra el Señor” le responde el profeta Natán: “También el Señor te ha perdonado” (II Reyes 12, 13). De ahí que el santo rey nos enseñe este misterio del perdón en el Miserere y añada luego que enseñará a los malos estos caminos de misericordia que usa Dios, para que los impíos se conviertan a Él (Salmo 50, 15). Es la misma enseñanza de este versículo, donde vemos que lo que nos hace mirar a Dios con veneración es, más que su grandeza o su terrible poder, el conocimiento de su Corazón misericordioso. “Ella significa sin duda que Yahvé perdona fácilmente a fin de favorecer la piedad, una veneración verdaderamente filial y no el despreciable miedo de los esclavos” (Calès). En igual sentido anota Desnoyers: “El alma fiel sabe bien que Yahvé perdona; mas, lejos de hallar en esa misericordia divina un motivo para dejarse llevar más libremente al pecado, comprende que si Yahvé la da a conocer es para estimular o despertar la piedad sincera. “Así también admiramos esta pedagogía de Dios en el mismo caso de David, pues en el momento de incriminarle su pecado, y aun antes de que él expresase su contrición, le anuncia nuevos y mayores bienes (II Reyes 12, 8). Cf. Oseas 11, 8 y nota.

[5535] 5. En su palabra: Es decir, “en la realización de los oráculos que anuncian el advenimiento de una era de justicia y de prosperidad” (Crampón).

[5536] 6. Figura intensamente expresiva para señalar el ansia de Israel por El que ha de redimirlo de todas sus iniquidades (versículo 8). La larga espera siempre es ansiosa (cf. Daniel 9, 24), y más si es en la triste noche. Solo la mañana trae la alegría (Salmo 29, 6). También San Pedro nos da la esperanza como antorcha en lugar oscuro para aguardar la venida del Lucero (II Pedro 1, 19), y así “la esperanza cristiana se confunde hoy con la esperanza de Israel en un mismo anhelo por ver glorificado al Mesías”. “La misericordia del Señor se manifestará en el rescate abundante de su pueblo, librándolo de todas sus iniquidades, que son la causa de los desastres y humillaciones que padece” (Prado). Como se notará la numeración de los versículos 6 y 7 es algo defectuosa.

[5537] 7 s. Cuenta, etc.: Más expresivo que espera. El sentido es bellísimo: aunque la espera es larga (versículo 6) podemos gozar desde ahora “la dichosa esperanza” (Tito 2, 13), pues su cumplimiento es más seguro que, en la noche, la venida de un nuevo día. Con Él copiosa redención: Una redención gratuita y superabundante, hecha a costa de la Sangre inocente ¿puede tener otro móvil que un asombroso amor del Padre para nosotros? Amor del que es Santo y Omnipotente al que es impuro, culpable, incapaz, no puede ser sino un amor esencialmente misericordioso (Mons. Guerry). Cf. Salmo 102, 13 s. y nota. Jesús llama “nuestra redención” al día de su segunda venida (Lucas 21, 28) porque en él recogeremos plenamente el fruto de la primera (Romanos 8, 23; Apocalipsis 22, 12). Redimirá a Israel (versículo 8): Cf. Salmos 101, 16; 118, 81; Isaías 35, 4-5 y notas; Mateo 1, 21; Lucas 1, 32 y 68; 2, 32 y notas.

[5538] 1. Plegaria del alma humilde, que descansa tranquila en Dios y le tributa con esa confianza la gloria debida a su bondad paternal (cf. Salmo 146, 11). Es el Salmo de la infancia espiritual, muy propio de David, que figura como autor y que, aunque algunos le disputan esta paternidad porque su nombre falta en ciertos manuscritos, nos da en su vida y en su poema tantas pruebas de ese espíritu (cf. I Reyes 17, 38-40; II Reyes 6, 21 s.; 22, 22 s., etc.). Ya no se engríe: El ya parece necesario para acentuar que la humildad no nace con el hombre y que, como han notado muchos expositores, se nos da aquí la voz de la experiencia “contra el orgullo personal y contra las ambiciones nacionales” (Sánchez Ruiz) y se extiende a todo Israel (versículo 3). Vemos así que al renunciar sabiamente a la presunción por las cosas grandiosas o difíciles para la propia capacidad, se refiere a todas esas que Salomón llamó “vanidad de vanidades” y “correr tras el viento” (Eclesiástico 1, 2 y passim) y no al conocimiento de Dios en el cual David sobrepujó a sus maestros (Salmo 118, 99 s.) Esa sabiduría “en la cual consiste la vida eterna” (Juan 17, 3 y 17) se da precisamente a los pequeños (Lucas 10, 21), de modo que no hay presunción en ambicionarla. Cf. Mateo 5, 8 y nota de San Agustín.

[5539] 2. Es la paz envidiable del humilde. En la Vulgata el sentido es a la inversa, como una imprecación: Si en mi orgullo pretendiese que puedo bastarme a mí mismo y prescindir de Ti, merecería que me abandones como un niño a quien la madre quitase el pecho, para que yo vea que sin Ti no soy más que impotencia.

[5540] 3. Es como un eco —quizá continuación— del Salmo 129, 6. Se extienden así a todo Israel los sentimientos del salmista, como en los Salmos 101, 105, etc.

[5541] 1. Los primeros versículos de este Salmo, escrito probablemente por Salomón (versículo 8-10 y nota), evocan el celo del rey David por la construcción del Templo (versículos 1-5) y por el traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén (versículos 6 ss.), especialmente el voto del santo monarca, que aquí se nos revela por quien debió conocerlo (versículos 2 ss.), de no descansar hasta que se hubiese levantado una habitación para el Señor. Cf. I Paralipómenos 21, 24 s.; 29, 2 ss.; II Reyes 7, 2; 24, 24. En favor de David: de su casa, que Dios había bendecido para siempre (versículos 11 ss.). Solicitud: La Vulgata dice: mansedumbre. Así lo cita p. ej. el Introito de la misa propia de San Vicente de Paul.

[5542] 6 s. Le oímos: En hebreo no resulta claro a qué o a quién se refiere esto, discutiéndose si es al Arca (versículo 8), al juramento de David (versículos 2-5), que no consta en los Libros históricos, o al mismo Dios. Por eso hemos vertido en forma que deja libertad de interpretación, pensando empero que el contexto favorece la última mencionada, pues que se trata de una habitación para el Señor. Así resulta del texto hebreo que conoció San Jerónimo. “Efrata”: No parece significar aquí Belén, como en Génesis 33, 19; Rut 4, 11; Miqueas 5, 2, sino el país de Efraím, en donde primeramente estuvo el Arca (en Silo). Campos de Yáar (Vulgata: Campos de la selva): Probablemente “Kiryat Yearim” o “Cariatyearim” (ciudad de los bosques), donde estuvo el Arca durante veinte años en la casa de Abinadab (I Reyes 7, 1-2; II Reyes 6, 2). Según algunos hablarían aquí los judíos sobrevivientes del tiempo de David que de Belén iban a Cariatyearim para adorar a Dios (versículo 7) allí donde el Arca —llamada escabel de sus pies (Salmo 98, 5 y nota) — estaba en abandono hasta que fue llevada a Sión.

[5543] 8 ss. Son palabras de Salomón en la dedicación del Templo (II Paralipómenos 6, 41 ss.). El salmista las pronuncia aquí en sentido profético según se ve en versículos 11 ss. El versículo 9 figura en las oraciones de preparación a la Misa. Véase en I Paralipómenos 23-26 cuánto hizo David por la santidad de los ministros de Dios. En el sentido profético cf. versículo 16; Isaías 11, 5; Apocalipsis 19, 8.

[5544] 10. Ungido: El rey Salomón, sucesor de David (cf. II Paralipómenos 6, 42) y, como tal, figura de Jesús, Vástago, como Hombre, de la estirpe de David (Jeremías 23, 5 ss.; 33, 15 ss.).

[5545] 11. Yahvé juró a David (cf. versículo 22 ss.): “El juramento de Yahvé es la promesa dada mediante el profeta Natán en II Reyes 7, 26-27” (Callan). En Lucas 1, 32 el ángel Gabriel hace referencia a esta promesa que a David le fue hecha sin condición alguna, a diferencia de la contenida en el versículo 12. Cf. Salmo 88, 36 s.; Isaías 9, 7; 22, 22; Daniel 7, 14 y 27; Miqueas 4, 7, etc.

[5546] 12. Cf. II Reyes 7, 12 ss. Es la promesa condicional hecha a Salomón (III Reyes 9, 4 ss.; Salmo 88, 28 ss.). “Si los descendientes de ambos permanecen fieles a la Ley su dinastía durará indefinidamente” (Calès).

[5547] 13. Cf. Salmo 86, 1 y nota. Por ella despreció los altos montes (Salmo 67, 16 y nota), por ella dejó a Efraím (Salmos 77, 67 ss.; 86, 2).

[5548] 14. Para siempre: Cf. Salmos 113B, 16; 138, 8 y notas. Según el Apocalipsis de San Juan, la Jerusalén celestial, sede de Dios y del Cordero (Apocalipsis 21, 2 ss.; 22, 3), descenderá a la tierra (21, 2) y no se alejará más, sino que Dios habitará en ella con los hombres (21, 3). Por tanto, si bien todo el universo es herencia de Cristo (Hebreos 1, 2) y con Él de los justos (Romanos 8, 17; Mateo 25, 34; Salmo 36, 9; Daniel 7, 27), podemos pensar en una misión especial de la tierra, que antes será renovada, según II Pedro 3, 13 (cf. Isaías 65, 17; Apocalipsis 21, 1). Aunque pequeñísima entre los planetas, como Belén entre las ciudades de Israel (Miqueas 5, 2), fue elegida y regada por la Sangre del Cordero divino. Véase también Isaías 9, 7; 60, 21; Jeremías 31, 39 s.; Joel 3, 20; Lucas 1, 32 s., etc.

[5549] 15. Su mesa: “Sus víveres en Sión, es decir, los recursos, los alimentos de que hay que disponer con abundancia para una ciudad inmensa... y aun los pobres, dice el versículo siguiente, serán saciados” (Desnoyers). Cf. Salmo 64, 11 ss.; 71, 16 s.; 110, 5 y notas.

[5550] 16. Cf. versículo 9 y nota. Es decir, se cumplirá el ruego de II Paralipómenos 6, 41. Cf. versículo 8; Salmo 149, 4 s.

[5551] 17. “Allí es donde el Mesías —que es llamado «Vástago» (Tsémah) en Jeremías 23, 5; 33, 15, y en Zacarías 3, 8; 6, 12— florecerá para David: será un cuerno, símbolo de poder y de victoria, es decir, un rey vencedor (cf. Daniel 7, 8, 24; 8, 5)” (Calès). La lámpara es símbolo de la permanencia y significa descendencia, posteridad (II Reyes 21, 17; III Reyes 11, 36; 15, 4; IV Reyes 8, 19). De ahí su trascendencia mesiánica en este pasaje.

[5552] 1. En este misterioso Salmo celebra David el amor fraterno de todo el pueblo teocrático, Israel y Judá reunidos bajo su cetro como “carne de su carne” (II Reyes 5, 1 s.). Algunos modernos dudan que sea de David porque su nombre falta en el Targum arameo (así se llama la antigua Paráfrasis caldaica) y en algún códice de los LXX, por lo que lo refieren simplemente, como p. ej. Bover-Cantera, a la reunión de los peregrinos en Jerusalén. De todos modos simboliza la universalidad de los tiempos mesiánicos, abarcando en su plenitud la unión de judíos y gentiles (Efesios 2, 12-22; Romanos 11, 25 ss.; Juan 10, 16; II, 52; Salmo 101, 17) bajo el reinado de Jesucristo Sacerdote y Rey (Salmo 109, 3 ss.).

[5553] 2. A la unción real de David se une aquí la unción sacerdotal de “Aarón” (Éxodo 30, 23-33), ya revestido de los ornamentos (Levítico 8, 7, 10 y 12), cayendo el ungüento a través del Efod que llevaba el nombre de las doce tribus (Éxodo 28, 7-12) hasta la orla añadida o sea los gentiles (cf. Ezequiel 47, 23 y nota). Así como la gracia desciende de la cabeza que es Jesucristo, quien la recibió sin medida (Juan 3, 34), a los miembros, nosotros, que la recibimos todos de la plenitud de Él (Juan 1, 16), así también en Él se reunirán todas las cosas del cielo y de la tierra (Efesios 1, 10 y nota).

[5554] 3. Figura semejante a la anterior. “No se quiere decir que sea el rocío que viene del Hermón el que baja sobre el monte Sión” (Prado). Sería tal vez una metáfora que significa abundancia. Sin embargo, como lo han atestiguado varios estudiosos, no obstante la gran distancia (180 kilómetros) se ha comprobado que el rocío del Hermón, sumamente abundante y precioso en esas tierras faltas de lluvia (cf. Salmos 125, 4; 142, 6 y notas), al descender de aquella altura refresca a Jerusalén y sus colinas. Algunos críticos modernos proponen leer, en vez de Sión, Iyón, antigua ciudad del Norte (III Reyes 15, 20; IV Reyes 15, 29). Pero ¿sabemos si no se alteraría con ello algún sentido recóndito que Dios pueda mostrar un día en este Salmo? Cf. nota anterior. Sobre las bendiciones en Sión para siempre, cf. Salmos 67, 16 ss.; 86, 2 s., etc. A la luz de estas profecías mesiánicas, dice Calès, los peregrinos entreveían los beneficios inmensos misteriosamente preparados para el Israel de la nueva Alianza.

[5555] 1. Salmo litúrgico, último de los quince graduales. Parece destinado al relevo de los levitas en el Templo al atardecer. Según otros es un diálogo cantado entre los levitas y el pueblo. Este, quizás al despedirse para retornar de la peregrinación, exhorta a los levitas a alabar al Señor y ellos responden bendiciendo al pueblo. Hoy se le recita en Completas.

[5556] 1 ss. Empieza la parte más litúrgica del Salterio, destinada sobre todo a la alabanza. Como el Salmo anterior, este himno invita a los sacerdotes y levitas a alabar a Yahvé ante todo por ser Él quien es, por su bondad y suavidad, y su superioridad infinita y exclusiva sobre todos los seres (cf. Romanos 16, 27 y nota), no obstante lo cual se dignó elegir al pueblo como un bien preciado (cf. Juan 10, 29 y nota); luego por las obras prodigiosas de su mano creadora, Y en fin por las maravillas que hizo en favor de su pueblo escogido, cuyos intereses no vacila en sobreponer a los de las naciones (versículo 6 y nota). Cf. Salmo 104, 44, etc.

[5557] 6. Hace las cosas que quiere, no solo con omnipotencia sobre la naturaleza (versículos 6-7), sino también con absoluta libertad moral, concediendo al pueblo amado los privilegios (versículos 4, 12, 14, 19 ss.) y destruyendo a otros en favor de aquel (versículos 8 ss.), sin que nadie pueda pretender juzgarlo ni someterlo a ley alguna, puesto que el divino beneplácito es, en sí mismo, el supremo fundamento de toda moral (cf. Salmo 147, 9; Mateo 19, 16 ss. y notas).

[5558] 7. Es decir, como una ostentación de su omnipotencia (versículo 6), parece que Él con el fuego hiciese agua, pues saca la lluvia de los relámpagos. “Sus depósitos”: Cf. Job 38, 22. La mitología griega tenía un concepto bastante parecido sobre el misterio de la formación de los vientos (cf. Virgilio, La Eneida 1, 55-67).

[5559] 8. Cf. Éxodo 12, 29.

[5560] 9. Cf. Éxodo capítulos 7 y 8; 9, 15; 16, 11.

[5561] 10. Cf. Deuteronomio 4, 38; 7, 1; 11, 23; Josué 24, 8 ss.

[5562] 11. Los reyes Sehón y Og fueron vencidos por los israelitas bajo Moisés (Números 21, 20-34; Deuteronomio 2, 30).

[5563] 13 s. Como observa Fillion, es esto un eco de Éxodo 3, 14-15, donde Dios se revela con el nombre de Yahvé (El que es, el Eterno) y anuncia que con ese nombre se hará memoria de Él en todas las generaciones (cf. allí nuestra nota). Según esto, también ahora honra a Dios ese sagrado Nombre revelado como propio de Él y por eso aún lo usamos para alabarlo en los Salmos. Yahvé es Aquel a quien Jesús llama a un tiempo Padre suyo y Dios de Israel (Juan 8, 54), titulándolo “Padre Santo” (Juan 17, 6 y 11) y revelándonos que es Padre suyo y nuestro y Dios suyo y nuestro (Juan 20, 17) y que su Nombre debe ser tratado santamente (Lucas 11, 2) porque es un Nombre Santo (Lucas 1, 49). Tiene compasión (versículo 14): Otras versiones leen tendrá, abarcando así las promesas futuras.

[5564] 15 ss. Como en Salmo 113B, 4-8, insiste contra esas hechuras que en nada pueden asemejarse a lo divino (Hechos 17, 29) y cuyo culto idolátrico se prohíbe a Israel desde el primer mandamiento del Decálogo (Éxodo 20, 4), dando como razón que Dios tiene celos de ellas (Deuteronomio 4, 15-24). Cf. Salmo 148, 13.

[5565] 18. “Su nada es el símbolo del fin que tendrán sus autores y sus adoradores” (Calès). Cf. I Corintios 3, 15.

[5566] 19 s. Como observa Páramo, esta invitación abarca también a los prosélitos: los que adoráis a Yahvé. Se nota así el contraste con los que dan culto a los ídolos (versículos 15 y 18).

[5567] 21. Desde Sión: “El culto de Yahvé, con Jerusalén por punto de partida y por centro, irá ganando paso a paso al universo todo entero” (Fillion). Cf. Salmos 64, 2; 131, 13 s. y notas.

[5568] 1. Como en el Salmo anterior, el salmista canta aquí las maravillas de Dios, tanto las que se manifiestan en las cosas creadas, como las que se desprenden de la historia de Israel (cf. Salmos 102, 106). Porque es bueno: “«Hésed» (bondad), de parte de Dios, es la bondad gratuita, condescendiente, misericordiosa, paternal” (Calès). El pueblo responde a cada alabanza con el estribillo: Porque su misericordia es para siempre, que es el elogio más repetido en toda la Escritura, por donde vemos que ninguna otra alabanza es más grata a Dios que esta que se refiere a su corazón de Padre (Salmos 102, 13; 129, 7 y nota). Por comenzar el ritornelo con la palabra “Hallel”, este Salmo, que parece emparentado con el anterior, recibió entre los judíos el nombre de “El gran Hallel”, es decir, el gran himno de alabanza, que, quizá para el uso litúrgico, adquirió forma de letanía. De él parecen haberse tomado algunos de los “improperios” del Viernes Santo. Cf. Salmos 49, 14; 91, 2; 113B, 2 y notas.

[5569] 9. Termina con este versículo el primer motivo de alabar a Dios: las maravillas de la creación (versículos 4-9). El segundo motivo lo constituyen los prodigios que Dios hizo al libertar a su pueblo y al instalarlo en la tierra prometida (versículos 10-25).

[5570] 21 ss. En esta restauración ven algunos el regreso de Babilonia. Otros le atribuyen mayor alcance, viendo en el Salmo una síntesis completa de la historia de Israel. Cf. Salmo 84, 1 y nota.

[5571] 1. En la Vulgata y en los LXX lleva los nombres de David (¿como autor?) y Jeremías (¿cómo intérprete?). Al final da como futura la caída de Babilonia (versículo 8 s.), por lo cual no puede atribuírselo a los levitas vueltos del cautiverio, pues el regreso ocurrió después de caída aquella en manos de Ciro que dio libertad a los cautivos del pueblo judío (Esdras 1, 1 s. y notas), siendo de observar que, según los más modernos estudios, aquella caída no tuvo los caracteres trágicos que anunciaban los profetas, por lo cual esos anuncios deben tener otra perspectiva (cf. Apocalipsis 18, 1 ss. y notas). Es este Salmo una de las más hermosas poesías de todos los tiempos. Los expositores señalan “las singulares bellezas de estos versos, la sencillez del pensamiento, la naturalidad del desarrollo, la precisión de los contornos, el colorido, la sobriedad clásica de sus imágenes y, sobre todo, la solemne y nativa tristeza que exhala toda la oda, desde la primera hasta la última palabra” (Manresa), cosas tanto más admirables en un Salmo profético. Porque no se refiere solo a un episodio pasado, sino que tiene un sentido escatológico que aumenta su interés para la Iglesia (véase nota de San Agustín al versículo 8). “Como los profetas hacen depender la libertad de los judíos de la caída de Babilonia, así en el Nuevo Testamento la nueva Jerusalén no baja del cielo con todo el esplendor y la belleza de Esposa del Cordero sino después que se anuncia la caída de la gran Babilonia (Apocalipsis 18, 2; 19, 7; 21, 2)” (Ed. Babuty). “Lo que así se pide, dice Fillion, es la ruina del imperio del mal.” Los ríos de Babilonia: Éufrates, Tigris y numerosos canales derivados de ellos como el célebre río Cobar de Ezequiel 1.

[5572] 3 s. Los enemigos quieren oír los himnos de júbilo del Templo, lo que no se compagina con la honda melancolía que apesadumbra a los cautivos ni con la santidad de los himnos litúrgicos. Ciertamente que esta peregrinación de los judíos cautivos en Babilonia, y que dura aún entre las naciones como se lo anunció Jesús (Lucas 21, 24), se parece mucho a la vida del cristiano en el mundo (cf. Gálatas 1, 4 y nota), que lo odia y trata de seducirlo en toda forma para apartarlo de su gran esperanza que es el mismo Jesús. Cf. Juan 7, 7; 8, 23; 15, 18; 16, 20; 17, 9-15; Romanos 12, 12; 15, 13; I Corintios 9, 10; Gálatas 6, 14; Colosenses 1, 5; I Timoteo 1, 1; 6, 7; Hebreos 10, 23; 11, 38; Santiago 4, 4; I Juan 2, 15-17; 3, 13; 5, 19.

[5573] 5. Olvídese de sí: Literalmente: olvide (sin complemento) o, según otros sea olvidada. El sentido parece ser que se atrofie o paralice, como si estuviese olvidada de sí misma, lo cual coincide con el versículo 6.

[5574] 7. Los hijos de Edom, enemigos hereditarios de Israel, aunque unidos a él por la sangre, ayudaron a los babilonios en la destrucción de la ciudad santa y los profetas se lo recuerdan muchas veces y les anuncian la pena del talión (Isaías 34, 5 ss.; Jeremías 49, 7 ss.; Lam. 4, 21 s.; Ezequiel 25, 12 ss.; 30, 2 ss.; 35, 1-15; Amós 1, 11; 4, 11; Joel 3, 19; Abdías 8 ss.); por eso el salmista clama venganza contra unos y otros con un acento que recuerda las terribles imprecaciones del Salmo 108 y que se entenderá mejor en su carácter sobrenatural y profético si se tiene en cuenta que, como dice Calès, “Jerusalén y la Palestina no eran una patria como cualquier otra: eran la Ciudad y la Tierra Santa... En lo porvenir Sión sería el lugar del futuro reino mesiánico, el centro de la justicia, de la paz, de la santidad, de la salvación. Todas las naciones del universo vendrían allí en peregrinación a buscar la palabra y la ley de Dios (cf. Isaías 2, 2 ss.; Miqueas 4, 1 ss.)”.

[5575] 8. “La devastada”: Así el hebreo. Los LXX y la Vulgata dicen: “la miserable”. El sentido es futuro, como se ve por lo que sigue, y así Teodoción lee: “a que serás devastada”. El nuevo Salterio Romano vierte: “la devastadora”; Bover-Cantera: “Hija vandálica de Babilonia”; lecciones menos conformes al contexto y que quitan fuerza a la expresión; porque Dios quiere exterminar toda la raza de Babilonia; en sentido espiritual, todos los enemigos del reino de Dios. Añade el Doctor de Hipona: “Arrojad sobre la piedra a esos hijos de Babilonia, la maldita. Llegará el fin del cautiverio y vendrá la dicha; será condenado el supremo enemigo y triunfaremos con el Rey que no muere.” Alude a la gran Babilonia del Apocalipsis (capítulos 17 y 18), capital de la impiedad y de la apostasía, que tiene un notable paralelismo con la mencionada en los profetas. Cf. Apocalipsis 17, versículos 1, 2 y 6 con Jeremías 51, versículos 13 y 17 e Isaías 21, 4; Apocalipsis 18, versículos 2, 4, 6, 7, 20, 21 y 23 con Jeremías 51, versículos 8, 6 y 45; 50, 29; Isaías 47, 8; Jeremías 51, 48 y 62 s. Cf. también: Isaías capítulos 13-14.

[5576] 1. En este Salmo —que lleva el nombre de David como todos los que siguen hasta el Salmo 144— el Rey Profeta bendice al Señor porque ha visto escuchada su oración, quizá cuando todo Israel estuvo reunido bajo su cetro (II Reyes 7, 1 ss.; Salmo 132 y notas). Luego (versículo 4), con acento profético, anuncia la alabanza de Yahvé por todos los reyes de la tierra, que un día oirán su Palabra. Porque oíste, etc.: Algunos consideran añadido aquí este estiquio, cuyo concepto expresan ampliamente los versículos 2 y 3. Reyes” Así vierte la Peschitto. La lección hebrea dice: los Elohim, o sea los dioses como en Salmo 81, 6. Cf. versículo 4, que también se refiere a los reyes. El Salterio Romano traduce: ángeles, lo mismo que la Vulgata, Bover-Cantera y Nácar-Colunga.

[5577] 2. Tu santo Templo: Otros: tu sagrado palacio: En tiempo de David no existía el Templo de Salomón. ¿Alude al Tabernáculo de Moisés? Otros suponen que fuese el Santuario celestial. Cf. Salmo 5, 8; 50, 1; Ezequiel 40, 5 y notas. Misericordia y fidelidad (a sus promesas): los dos atributos por excelencia que hemos visto exaltados tantas veces en el Padre celestial (Salmos 24, 10; 35, 5; 39, 12; 84, 11; 88, 25; 95, 5 y notas). El hebreo las elogia esta vez de un modo extraordinario en lo que sigue de este versículo que un autor explica diciendo: “Te has mostrado aún más grande que en todos los otros actos por los cuales has glorificado tu nombre.” Y añade: “Está claro que esta promesa es idéntica al célebre oráculo de II Reyes 7, que había predicho a David la perpetuidad de su estirpe y de su reino, gracias al Mesías. Este pasaje es, pues, mesiánico en el texto primitivo.” Sobre todas las cosas, o sobre toda fama (Prado).

[5578] 3. Texto inseguro. Fuerza está en el sentido de audacia. Según algunos el sentido sería: sobrepujaste cuanto yo podía desear. San Pablo expresa este concepto diciéndonos que el Padre es poderoso para hacer infinitamente más de todo cuanto podemos pedir, y aun pensar (Efesios 3, 20). Con igual espíritu exclama Teresa de Lisieux: “Oh Dios mío, has excedido mi esperanza.”

[5579] 4. “Un día los reyes de las naciones se convertirán al verdadero Dios al ver qué promesas había hecho Él a Israel por sus profetas y cómo las ha realizado maravillosamente. Ellos cantarán su gloria, su condescendencia con los pequeños (con su pequeño pueblo de Israel en particular) y su juicio severo sobre los orgullosos (los grandes imperios, inflados por sus victorias, por sus riquezas y por su poder)” (Calès). Cf. Salmo 21, 28 ss.; 101, 17 y nota; Isaías 2, 3, etc.

[5580] 5 s. Grande, etc.: Tal es el himno que cantarán los reyes, mostrándonos una vez más que la gloria de Dios consiste en la ostentación de esa misericordia y fidelidad. Mira como lejos de sí (versículo 6): Esta doctrina de la exaltación del humilde y humillación del soberbio es esencial en ambos Testamentos. En ella se encuentra toda la sustancia del Magníficat. Al soberbio que cree poder prescindir de Dios Él lo deja al antojo de sus manos, que no tardan en mostrarle su impotencia y miseria (Salmo 80, 13; Denz. 193 y 195).

[5581] 8. “La obra de tus manos”: “No mires, comenta San Agustín, mi obra sino tu obra... porque si algo bueno hay en mí, de Ti viene y por tanto es tuyo más que mío.” Cf. Proverbios 2, 8; 12 y 24; Isaías 26, 12; Filipenses 2, 13; Efesios 2, 14; II Corintios 9, 8; Colosenses 1, 29; II Tesalonicenses 1, 11; 2, 17; 3, 5; Romanos 5, 5; Hechos 15, 12; I Tesalonicenses 2, 13; 5, 23 s.; Hebreos 13, 21, etc.

[5582] 1 ss. Por la belleza de la forma y la nobleza de los afectos, este Salmo es admirado por algunos como el primero del Salterio. Tú me penetras y me conoces: Si miramos a Dios como juez, no puede sorprendernos que nos penetre y conozca mejor que nosotros mismos. Pero si recordamos que es Padre, todo este Salmo nos sumerge en un abismo de suavidad, de gratitud, de alabanza como las que expresó María Santísima al ver que el Omnipotente había pensado en su nada y hacía en ella grandezas (Lucas 1, 46 ss.). Y esto, para los que con fe viva somos miembros de Cristo, no es cosa de ayer sino que “Él mismo (Padre) nos escogió antes de la creación del mundo” (Efesios 1, 4 ss. y notas). ¡Qué dignación la de un Dios que desciende hasta fijarse en nosotros! (Salmo 137, 6). ¡Qué motivo de confianza el saber que Él me conoce tan bien! ¡Y aun sé que el Esposo está todo vuelto hacia mí, como si no tuviera otro pensamiento (Cantar de los Cantares 7, 10), y que el Padre tiene contado hasta el último de mis cabellos, como no lo haría la madre más amorosa! (Lucas 12, 7; Isaías 66, 12).

[5583] 4. Tú ya la sabes toda: Y aunque ni siquiera sabemos orar, dice San Pablo, el Espíritu Santo lo hace por nosotros con gemidos inefables (Romanos 8, 26; cf. oración del domingo 11 de Pentecostés).

[5584] 6. Superior a mi alcance: San Juan de la Cruz ha hecho a este respecto una observación muy útil, diciendo que al ejercitar y aprovechar el conocimiento de Dios que vamos adquiriendo, sea cual fuere su grado, hemos de hacerlo teniendo siempre en cuenta el margen de lo que ignoramos, el cual es ilimitado, es decir, necesariamente mayor y superior a lo que sabemos. Esto nos hará apreciar más cada nueva noción sobre Dios que descubrimos en las Escrituras, pues la miraremos con la suma admiración del que sabe que se quedará corto y con el sumo encanto que siempre nos produce el misterio (cf. Salmo 91, 6; Eclesiástico 24, 29 y 38 y notas). Entonces buscamos ser espirituales para comprender mejor, sabiendo que nada significa para eso la inteligencia del que San Pablo llama “hombre psíquico” (I Corintios 2, 10 y 14; cf. Lucas 10, 21).

[5585] 7 Su amor me persigue incansablemente, implacablemente, “como un lebrel del cielo” (F. Thompson).

[5586] 8. Al cielo: Cf. Salmos 113B, 16; 131, 14 y notas; II Paralipómenos 6, 30; Isaías 63, 15; Jeremías 23, 24; Amós 9, 2; Hechos 17, 27; I Timoteo 6, 16.

[5587] 9. Las alas de la aurora: Es decir, para volar con la velocidad de la luz: exquisita figura que denota la omnisciencia y omnipresencia de Dios.

[5588] 11 s. Aunque la noche sea la luz que me rodea, siempre me hallará mi Padre, porque Él es luz sin sombra (I Juan 1, 5) y las tinieblas mías no pueden sofocarla (Juan 1, 5; II Pedro 1, 19). Tal parece ser el sentido más claro de este texto (cf. Vaccari, Wutz).

[5589] 13 ss. El hebreo dice literalmente: Tú asentaste mis riñones, significando todo el interior del hombre, aun los pensamientos y la mente. Aplicado al Verbo encarnado tiene esto un sentido de incomparable sublimidad. Pero notemos que el Padre no obró así solo con Jesús, sino también con cada uno de nosotros, pues que el mismo Jesús nos dice que el Padre nos ama como a Él (Juan 17, 23 y 26; 16, 27). El texto de todo este pasaje es discutido y algunos alteran el orden de los hemistiquios y aun de los versículos. Hemos procurado evitarlo y aclarar el sentido según lo que aquí observa San Agustín: “Más vale que los gramáticos nos hagan algún reproche y no que seamos ininteligibles para el pueblo.” Cf. Wutz, Calès, Nácar-Colunga.

[5590] 16. Dulce es para el creyente saber que su Padre celestial conoce de antemano sus actos y sus días, si piensa que Él lo cuida como a la niña de sus ojos (Salmos 22, 1 ss.; 55, 9; 122, 1 s.; 130, 1 s.) y que nada puede sucederle que no sea para su bien (Romanos 8, 28).

[5591] 17. Cf. Salmo 91, 6. Este versículo según la Vulgata forma el Introito de la misa de los Apóstoles y dice: “Cuan honrados, oh Dios, son a mis ojos tus amigos. Su imperio ha llegado a ser sumamente poderoso.” Cf. Catecismo Romano 1, 13, 11.

[5592] 18. Mi duración sería como la tuya: Así también Páramo, lo cual da un sentido claro. Otros vierten: aún estoy contigo. La Vulgata dice: Me levanté y me hallo todavía contigo, texto que forma el Introito de Pascua de Resurrección: “Resurrexi et adhuc tecum sum.”

[5593] 19. Según algunas versiones, este anhelo imprecatorio (cf. Salmo 136, 8 s. y nota) tendría sentido profético: Ciertamente, oh Dios, matarás al impío (cf. Isaías 11, 4; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 15). Sobre el versículo 20, cf. Mateo 26, 63; I Timoteo 4, 1 ss.

[5594] 21 s. ¿Acaso no debo odiar? Así también Dom Dogliotti. Por lo mismo que amamos y buscamos a los amigos de nuestro Padre celestial (cf. Salmo 118, 63 y nota), también execramos a sus enemigos (Apocalipsis 2, 6). Pero no como odia el mundo, sino al contrario, deseándoles el mayor bien, pues sabemos que eso es lo que nuestro Padre desea. Cf. Salmos 25, 5; 118, 158; Ezequiel 18, 23; Mateo 5, 44 s.; Juan 15, 8. Si bien se ve aquí, pues, un sentimiento distinto de cuando se trata de los enemigos nuestros —en cuyo caso el perdón y el amor se imponen siempre (Mateo 5, 43-48; 18, 21 ss.)— no hemos de sentirnos autorizados a usar de la violencia aun con los enemigos de Dios, pues Él es el único dueño y juez de las almas (Deuteronomio 32, 35; Hebreos 10, 30). David se limita a plantear el caso delante de Dios (versículo 19) para que sea Él quien resuelva, por lo demás, no se trata aquí de simples pecadores —a quienes debemos compadecer pensando que bien podríamos ser nosotros peores que ellos— sino de los que, como Caifás, erguidos contra todas las leyes de Dios, aún pretenden hablar en su Nombre (versículo 20) y condenan por blasfemia a Cristo y a sus discípulos (Mateo 26, 63 y ss.; Hechos 4, 1 ss.). Cf. Salmo 118, 53 y nota.

[5595] 23. Nada sosiega más que esta oración en la cual llamamos al Espíritu Santo para que tome las riendas de nuestra vida y nos libre de nosotros mismos, poniendo a prueba no nuestra resistencia al dolor (Lucas 11, 4 y nota), ni nuestras virtudes o sea nuestra justicia, que no puede existir delante de Él (Salmo 142, 2), sino la rectitud de nuestro corazón, de nuestras intenciones, de nuestro camino (cf. Salmo 25, 2; Proverbios 4, 23). Y lo más consolador es el saber que todo el que hace este pedido lo obtiene sin la menor duda, pues no hay cosa que sea de mayor agrado para Dios. Cf. Salmo 142, 10 y nota; Lucas 11, 13; Santiago 1, 5; I Tesalonicenses 4, 3-8, etc. Este último rasgo, bien davídico, es un argumento en favor de su paternidad que tantos modernos le disputan. Fillion la defiende insistiendo en que “la notable belleza de este cántico, su alto lirismo, su majestad y su originalidad convienen perfectamente a dicho príncipe” y añadiendo: “¿quién sabe si sus aramaísmos no existían ya en tiempo de David?”

[5596] 24. La senda antigua: Otros vierten eterna. Como señala Gramática, se trata de la que muestra Jeremías 6, 16 y 18, 15: el retorno a las primitivas enseñanzas de Dios por oposición a la “vanidad de un culto exterior sin rectitud interna”. Con esta enseñanza, concordante con la de San Pablo acerca de la auténtica tradición (I Timoteo 6, 20 y nota), termina un Salmo que, según el Cardenal Faulhaber, “se eleva a las más altas cumbres de la penetración teológica”.

[5597] 1. David, figura de Cristo, perseguido por sus enemigos deslenguados, sin duda en tiempo de Saúl, pide a Yahvé tome su defensa y aplique el castigo que merecen. Es una oración preciosa en las persecuciones que el discípulo de Cristo ha de sufrir en este siglo malo (Gálatas 1, 4) en que, como otro Saúl, difunde terror Satanás (cf. Juan 14, 30). El ideal pagano diría “Sé hombre” y defiéndete tú contra tus enemigos. El creyente, desde el Antiguo Testamento, recurre a Dios, conociendo la propia debilidad, y Jesús lo confirma enseñando: “No resistáis al malvado” (Mateo 5, 39 ss.; I Corintios 6, 7), porque Dios se encarga de ello (Romanos 12, 19).

[5598] 4. Imágenes de la virulencia de las calumnias. San Agustín lo aplica a los acusadores de Jesús (Oficio de Semana Santa).

[5599] 5 s. Recordemos los dos tipos de tentadores: el pecador quiere seducir con los falsos atractivos que engañan al que no conoce a Dios (I Juan 2, 15 s.; 3, 6; 4, 4 ss.; II Tesalonicenses 2, 10 s.); y el falso profeta, con apariencia de verdad o de virtud e invocando el Nombre de Dios, quiere destruir o deformar mi fe con la mala doctrina (Mateo 7, 15-23; Lucas 12, 1 s.; II Corintios 11, 13-15; II Timoteo 3, 1-5; Apocalipsis 13, 11 ss.).

[5600] 7 s. Entretanto el creyente sabe que su Dios no lo abandonará y que su protección será un casco inexpugnable sobre su cabeza (versículo 8), mientras en la de sus perseguidores cae, junto con su propia maldad, el castigo divino.

[5601] 10. Caiga sobre ellos, etc.: Quiere decir: “Recaigan sobre ellos los males que urden a sus prójimos” (Bover-Cantera).

[5602] 11. Carbones encendidos: como en Sodoma. En abismos: los LXX vierten: en el fuego. Según el Nuevo Testamento, el lago de fuego y azufre es el fin reservado a Satanás y a quienes lo siguen. Cf Apocalipsis 19, 20; 20, 9 s. y 14 s.; Judas 6 s.; II Pedro 2, 4.

[5603] 13 s. Sobre la venganza de los pobres y desvalidos, cf. I Reyes 24, 13; Salmos 9, 20; 65, 5; 71, 2 y notas. “Un día vendrá en que Yahvé socorrerá y hará triunfar a los humildes y los débiles, injustamente perseguidos. Los que hayan sido leales (con Dios y con el prójimo) habitarán desde entonces junto a Yahvé en su tierra santa (en su reino mesiánico aquí abajo y en la felicidad definitiva en el segundo advenimiento de Aquel que ha de venir)” (Calès).

[5604] 1 ss. La misma inspiración del Salmo precedente se manifiesta en esta efusiva plegaria cuyo texto nos llega en mal estado y que algunos, según la versión de la Vulgata, y apoyándose en sus aplicaciones en la Liturgia de Pasión, han mirado como paralelo al capítulo 53 de Isaías, como si David representase aquí a Jesucristo orando por nosotros, sustituyéndose a nosotros, con aquella paciencia humilde que fue capaz de expiar el orgullo de toda la humanidad, y mostrándonos en este, como en los Salmos 21, 34, 39, 68, etc., el aniquilamiento del Verbo encarnado por nosotros (Filipenses 2, 6-8; Hebreos 2, 9), que pide con tales instancias lo que Él mismo podría disponer, a fin de que la gloria sea para el Padre (cf. Hebreos 5, 5). El texto hebreo contiene empero algunas diferencias que, como veremos, hacen menos viable esa bella interpretación mesiánica y parece presentar más bien al salmista, santamente desconfiado de sí mismo, pidiendo auxilio contra su propia flaqueza y contra toda clase de seducción (cf. Salmo 139, 5 y nota). Socórreme pronto: Literalmente: ¡apresúrate para mí!

[5605] 2. El incienso se quemaba en el altar mañana y tarde (Éxodo 30, 7-8; cf. Lucas 1, 10) y también mañana y tarde se ofrecía un cordero (Éxodo 29, 30). La elevación de las manos, actitud de oración (Salmos 27, 2; 142, 6, etc.) que San Pablo recomienda aún en el Nuevo Testamento (I Timoteo 2, 8). El sacrificio u oblación (minjah) designa ordinariamente la vegetal, incruenta, de flor de harina con aceite e incienso (Levítico 2, 1 s.). Fillion llama a esta oración la oblación de los labios (cf. Hebreos 13, 15 y nota), que en el Nuevo Testamento es figurada por el incienso (Apocalipsis 5, 8; 8, 3 s.). Según la interpretación mesiánica es Cristo quien habla y se presenta cumpliendo lo que en el culto antiguo estaba figurado. Mi oración, dice Él, es la verdadera oblación de aquel perfume (thymiama) llamado santísimo, cuya receta dio el mismo Dios (Éxodo 30, 34 ss.); y la elevación de mis manos (clavadas en la Cruz) es el verdadero sacrificio del cordero de la tarde (o sea del Nuevo Testamento) que sería llamado sacrificio perpetuo (Éxodo 29, 42) y al cual también se añadía la oblación de harina con aceite y la libación de vino (ibíd. 40-41). Cf. III Reyes 18, 36; Esdras 9, 5 s.; Daniel 9, 21.

[5606] 3. Defiéndeme de mi lengua (Salmo 38, 2 y nota) puesto que nadie es capaz de defenderse solo (Santiago 3, 2).

[5607] 4. Para consumar acciones impías: Se trata de hechos y no de palabras. La Vulgata lo liga al versículo 3 y dice en cambio: para pretextar excusas en los pecados, según lo cual se ha visto aquí la actitud del divino Reparador satisfaciendo “sin proferir protesta” (Pérennès), no solo por el pecado del Antiguo Adán (Romanos 5, 18 s.), sino también por la soberbia con que aquel quiso excusarse en vez de confesar su culpa y pedir perdón (Génesis 3, 9 ss.); por lo cual el nuevo Adán se entregó como un cordero que no abre su boca (Isaías capítulo 53). A este respecto David nos da en el Miserere otro ejemplo de esta perfecta contrición que no se defiende sino que se acusa y por eso mismo obtiene el perdón del Padre celestial (Salmo 50 y notas). En el hebreo parece más difícil la aplicación de este versículo a Jesús, pues se trata de acciones pecaminosas, a menos que veamos en ello el misterio insondable del rebajamiento de Jesús (Filipenses 2, 7; Ezequiel 4, 4 ss. y notas), de la abyección del Redentor “hecho pecado” (II Corintios 5, 21) y “tentado en todo a semejanza nuestra pero sin pecado” (Hebreos 4, 15). Con hombres que obran la iniquidad: Así Páramo, Desnoyers, Calès, etc., coincidiendo con la Vulgata. Fillion hace notar que el texto primitivo designa aquí a hombres influyentes y poderosos y explica: “No permitas, Señor, que yo me deje arrastrar por sus ejemplos, su bienestar y sus seductores ofrecimientos a imitar su conducta impía.” Véase las prevenciones de San Pedro contra estos falsos doctores (II Pedro 2 y notas). Tener parte en sus delicias: en sus manjares escogidos. Bover-Cantera vierte: ni pruebe yo jamás sus golosinas, y agrega en la nota: “Estas golosinas son las seductoras tentaciones con que los malos deslumbran a los buenos.” Los LXX y la Vulgata dicen: unirme con sus escogidos, lo cual parece más conforme con lo que precede Calès se aproxima a este sentido pues traduce: No permitas que yo sea cómplice de actos de impiedad. No me asocie con los artesanos del crimen. Cf. Jeremías 51, 6 y 45; Apocalipsis 18, 4.

[5608] 5. Texto sumamente deteriorado. Como observa Fillion, las versiones según el hebreo dan un pensamiento “ciertamente poco claro y fluido” y dicen más o menos: “Azóteme el justo: es una gracia; castígueme: es bálsamo sobre mi cabeza. No se apartará mi cabeza (para aliviarlo), mas siempre (mi) plegaria se elevará contra su maldad.” Como en otros casos dudosos, preferible es recurrir a los LXX (y la Vulgata) que dan un sentido más claro y conforme al contexto. Por “el justo” puede entenderse ya un maestro recto o, preferiblemente, el mismo Dios. “Esto es amor”: El Apóstol lo explica en Hebreos 12, 3-13. En cuanto al óleo o bálsamo del pecador cf. nota anterior. Mi oración en sus prosperidades: Es decir, contra ellas o para librarme de ellas (versículo 4). Otros vierten según el hebreo: en sus calamidades: ¿Sería esto caridad con los enemigos como en Lucas 6, 28? Más bien parece concordar con Salmo 138, 21 s., pues no son enemigos propios sino de Dios. En el sentido mesiánico se aplica el texto a lo que Isaías 53, 8 dice de Cristo: el rigor de la justicia caerá sobre Él, a fin de que para nosotros quede la misericordia prefiere la corona de espinas para su cabeza antes que la unción de los impíos y no cesará de rogar por los autores de sus males (Isaías 53, último versículo). Cf. Lucas 23, 34; Romanos 8, 34; Hebreos 7, 25.

[5609] 6 ss. Muy largo sería explicar las variantes de este texto tan dañado ya desde antes de la versión de los LXX que algunos lo dejan con puntos suspensivos. Sobre esta caída de la roca, cf. II Paralipómenos 25, 11 s. Mis huesos (versículo 7): Así también Páramo, Crampón, Ubach, etc.; se presta más que sus huesos a la aplicación mesiánica que es la siguiente: Los esfuerzos de sus jefes (la Sinagoga, movida por Satanás) son vanos ante la resistencia de la roca (presenté mi rostro como piedra durísima: Isaías 50, 7 ); y oirán de mí palabras dulces (palabras de obediencia y oraciones humildes); por lo cual Satanás, que me tentó para saber si yo era el Hijo de Dios (Lucas 4, 3 ss.), no lo sabrá hasta después de mi muerte redentora que lo venció. Como la tierra que se trabaja rompiéndola (bofetadas, flagelación, carga de la Cruz, crucifixión) mis huesos han sido dislocados (Salmo 21, 15 y 18) y la tumba se ha abierto. No derrames mi vida (versículo 8): No me dejes morir sin fruto, no sea estéril mi sacrificio (Isaías 53, 9-12). Las emboscadas (versículo 9) serían las de que se habla en Sabiduría 2, 12-21; Salmo 21, 9; Mateo 27, 43, que Jesús superó con su silencio y paciencia. Cf. I Pedro 2, 23. Caigan; otros: caerán (versículo 10), porque el silencio guardado por el Padre y por Cristo ante esas asechanzas les hizo creer que no era el Mesías: “Si lo hubiesen conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria” (I Corintios 2, 8). Pero merecieron crucificarlo sin conocerlo. Es el misterio de la ceguera farisaica por falta de rectitud: “para que viendo no vean” (Juan 3, 19; 1, 9; 7, 17; Mateo 13, 15; Hechos 28, 26 s.). Al mismo tiempo que yo me salvare. Esto es: quedará cumplida mi misión de salvar al mundo, por los mismos medios de que ellos se sirvieron para impedirla.

[5610] 1. Maskil: Salmo de instrucción (cf. Salmo 31, 1 y nota). En la cueva: Muy probablemente la de Odollam, donde David se escondió huyendo de Saúl (I Reyes 22, 1), así como el Salmo 114 se referiría a la de Engaddí (I Reyes 24). Al entregar su alma al Padre celestial, San Francisco de Asís rezó este Salmo, en el cual vemos una vez más que David, como figura de Cristo, “experimentó en su alma todas las pruebas que podemos encontrar en la vida espiritual” (Dom Puniet), a fin de poder darnos en los Salmos un tratado perfecto. La Liturgia acentúa el carácter mesiánico de esta súplica poniéndola en boca de Cristo en las vísperas del Jueves y Viernes Santos.

[5611] 3. Nada más expresivo que este desahogo: derramo, es decir, me vuelco en una entrega suprema y confiada.

[5612] 4. Recurso y lección inolvidable para nuestra oración. Porque nos parece que ante la Majestad de Dios necesitásemos quien nos introdujese y recomendase, temerosos de hablar con Él. David, con esta actitud infantil que siempre tiene ante Dios, nos recuerda que Él es nuestro Creador y Padre y el único que conoce nuestros pensamientos (Salmos 43, 22; 138, 2 ss., etc.). ¿Con quién podríamos tener mayor intimidad? Jesús, nuestro Mediador (Juan 14, 6; Hechos 4, 12; I Timoteo 2, 5), nos confirma mil veces este carácter paternal de Dios y nos dice que para orar privadamente, como “Él ve en lo secreto”, no lo hagamos “en las esquinas de las calles”, sino “al contrario, cuando quieras orar, entra en tu aposento, corre el cerrojo de la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto” (Mateo 6, 5 ss.). Esta devoción al Padre “fue la de Jesús” (Mons. Guerry), y si al principio nos cuesta un esfuerzo de fe es porque, como observa Dom Olphe Galliard y confirma Mons. Landrieux, pocos tienen la ventaja de una formación bíblica recibida desde la infancia. Eres Tú quien conoces, etc.: Es decir, que en vano nos agitaríamos en el momento de la preocupación (cf. Eclesiástico 2, 3). No sabríamos descubrir el camino conveniente, en tanto que nuestro Padre lo conoce muy bien y está deseando enseñárnoslo, esperando solo que sin reservas, como hijos pequeños, nos confiemos a Él aunque no lo veamos materialmente. En esto está el valor de la fe, como lo enseña Jesús (Juan 20, 29) y el Apóstol de las gentes (Hebreos 11, 1). Cf. Romanos 1, 17 y nota. Un lazo: Las amenazas perversas de Saúl (I Reyes 22, 6 ss.) y las intrigas del infame Doeg (ibíd. 21, 7; 22, 9), que David presentía (ibíd. 22, 2).

[5613] 5. Que me reconozca (así también la Vulgata). Recuerda el desamparo del Salvador (cf. Salmo 68, 21). En medio de esa indigencia de David, sin más esperanza que Dios (versículo 6), se le allegaron todos aquellos que se hallaban angustiados y oprimidos de deudas y en amargura de corazón, de los cuales se hizo caudillo (I Reyes 22, 2). ¿No vemos aquí a Jesús llamando a todos los afligidos (Mateo 11, 28; Lucas 4, 18 ss.; 7, 22; Juan 7, 37, etc.) y anunciado por los profetas como su futuro defensor? Cf. Salmo 71, 2 y nota.

[5614] 8. De esta cárcel: De la cueva en que se encontraba rodeado de enemigos. Los justos, etc.: Texto dudoso. Seguimos la traducción de San Jerónimo, que parece dar el sentido más obvio: conmigo triunfarán también los justos. Es quizá lo que históricamente se cumplió en David, cuando, al final del recordado capítulo (I Reyes 22, 23), dice él a Abiatar: “Quédate conmigo, no temas; mi vida y la tuya corren igual suerte; estando en mi compañía tú también te salvarás.” En sentido típico nadie puede aplicarse estas palabras tan plenamente como el Mesías Redentor que nos salvó y nos asoció a su propio destino glorioso y de cuya plenitud todos lo recibimos todo (Juan 1, 16; Romanos 6, 23; Efesios 2, 5).

[5615] 1. Es el séptimo, y último de los llamados Salmos penitenciales y encierra pasajes de los Salmos 24, 26 y 54. Tiene mucha afinidad con el Salmo anterior y se lo recita en Laudes del Viernes Santo como oración de Cristo, sustituido a nosotros. Según los LXX y la Vulgata, fue escrito por David cuando lo perseguía su hijo Absalón (II Reyes 17), y no hallamos motivo para dudar de esto, que procede sin duda de antigua tradición judía (cf. versículos 8 y 10). Óyeme por tu justicia: Por tercera vez insiste en ser oído y lo hace como apremiando ya fuertemente a Dios al recurrir a su justicia, esto es, a su santidad que no podría dejar de cumplir su promesa de escucharnos (cf. versículo 11). Tal es la justicia a que apela él salmista, y no por cierto a una justicia de juez justo, pues esta no nos convendría según enseña el versículo 2, ya que el hombre caído, hijo de Adán, solo puede salvarse por misericordia. David puede hacer sin miedo esa apelación a la justicia de Dios por lo mismo que no persigue ninguna justificación propia, sino a la inversa pide que Él le enseñe a cumplir su divina voluntad (versículos 8 y 10).

[5616] 2. Tiene grandísima importancia la doctrina que aquí se enseña, de que nadie puede hacerse bueno por sus propios recursos, o sea, que todos hemos de aceptar, mediante los méritos de Cristo, la limosna que, sin merecerla, nos ofrece Él de esos méritos suyos, únicos que pueden limpiarnos y abrirnos la casa del Padre. Cf. versículo 10; Salmos 118; 125; 129, 3 y notas. Con tu siervo: Algunos observan que tal vez podría haber aquí un ruego de David no por sí mismo sino por su pérfido hijo Absalón, a quien amaba entrañablemente a pesar de todo (II Reyes 18, 33). Cf. versículo 12 y nota.

[5617] 5. Medito en todas tus obras: Principalmente las que has hecho conmigo. “Considera quién es el autor de tu vida, la fuente de tus cosas, de tu justicia y de tu salud; porque si lo piensas bien, verás que tu justicia es un regalo de sus manos. De ti y propiamente tuyo no hay sino malas obras. Deja, pues, lo que hay de tuyo y descansa en lo que ha obrado en ti Aquel de cuyas manos saliste” (San Agustín). La Liturgia expresa esta doctrina diciendo al Espíritu Santo: “Sin tu socorro no hay nada en el hombre, nada que no sea malo” (Secuencia de Pentecostés.). Recordar las obras de Dios para admirarlas y crecer en la confianza es lección muy davídica. Cf. Salmo 76, 11 ss. y nota.

[5618] 6. Como tierra falta de agua: Cf. Salmos 125, 4; 41, 2; 62, 2 y notas; Deuteronomio 11, 10-17. No olvidemos que el tener sed es condición indispensable para recibir. Cf. Salmo 80, 11 y nota.

[5619] 7. Escúchame pronto: No puede dársenos mayor familiaridad en nuestro trato con Dios. Con razón este Salmo ha sido considerado como “un extracto del bálsamo más precioso de los Salmos de David”; muchas almas hacen de él su oración cotidiana, por su consuelo en todos los trances de la vida y por la seguridad que él nos da de hallar rectamente los caminos de Dios (versículo 8).

[5620] 8 ss. Muéstrame el camino: A la turbación (versículo 4) y a la urgencia (versículo 7) se une aquí la vacilación (versículo 10), que es una de las mayores torturas para el alma que ha conocido la falacia del hombre y no confía ya en la suficiencia humana. Jesús nos asegura su iluminación en tales casos, cuando nos promete que quien lo siga no andará en tinieblas (Juan 8, 12) y que en su Palabra descubriremos la verdad que nos hará libres (ibíd. 31 s.). Históricamente el origen de este texto está quizá en II Reyes 18, 2 ss., donde vemos la tremenda duda de David sobre sí debía o no salir personalmente al combate contra el hijo rebelde.

[5621] 10. Enséñame... porque Tú eres mi Dios: Convicción tan sólida como la que señalamos en la invocación a la justicia del versículo 1: Si Tú eres mi Dios ¿cómo no me vas a enseñar a que haga tu voluntad? Lo contrario sería inconcebible y Jesús, el que se llamó Maestro único (Mateo 23, 10) y manso (Mateo 11, 29), lo confirma expresamente en Juan 6, 45. De ahí lo que sigue: Tu Espíritu es bueno y por tanto ha de conducirme por camino llano, pues el Espíritu Santo no se complace en tenernos perplejos, sino que ama a los simples (Salmo 130; Lucas 10, 21). Por lo demás (cf. Nehemías 9, 20), Dios nos muestra aquí el reverso del versículo 2, como un anticipo de la revelación que traería Cristo y sus apóstoles: sin Él no podemos nada (Juan 15, 5), pero en Él lo podemos todo (Filipenses 4, 13). Y ese buen Espíritu se da infaliblemente a todo el que lo pide (Salmo 138, 23 y nota). De ahí que la humildad cristiana, lejos de ser apocamiento y servilismo, como creen muchos, sea por el contrario sinónimo de confianza y fortaleza (Romanos 8, 15; Gálatas 5, 1; Éxodo 13, 14; Salmo 32, 22 y nota), que llega al extremo asombroso afirmado por Jesús en Marcos 9, 23.

[5622] 12. Por tu gracia: Como en Salmo 135, 10 ss. y en tantos otros, el salmista pide y confía en ser liberado de sus enemigos. El hecho de que deje esto entregado a Dios está mostrando que, como dice Fillion, “no es este un espíritu ávido de venganza”, y menos si se piensa que entre ellos se hallaba Absalón su amado hijo (cf. notas 2 y 8), sino que está animado por esa privilegiada confianza del que se sabe amigo de Dios frente a enemigos que no lo son. Cf. Salmo 7, 5 y nota.

[5623] 1. Las palabras contra Goliat, aunque faltan en el texto hebreo, figuran en casi todas las versiones y varios indicios nos parecen confirmar que este Salmo triunfal se refiere a aquel episodio (versículos 1 y 10). Claro está que no es el joven pastor de Belén quien lo compuso entonces sino más tarde el rey, agradecido, y hallándose sin duda frente a nuevos adversarios (versículos 5-7). Las palabras: mi piedra (¿la de la honda?) y: adiestra mis manos, etc., bien parecen ser, como el cántico de los versículos 10 ss., un comentario a las que pronunció David frente a Goliat: “y conocerá toda esta multitud que el Señor salva sin espada ni lanza, porque Él es el árbitro de la guerra y Él os entregará en nuestras manos” (I Reyes 17, 47). Hay también importantes ecos del Salmo 17.

[5624] 2. De acuerdo con lo que sostiene Calès y otros autorizados críticos, hemos traducido como la versión siríaca. Mi alcázar: El hebreo, la Vulgata, el nuevo Salterio y muchos modernos dicen: mi misericordia y mi alcázar; lección que no es segura y que además altera el metro y aun el contexto.

[5625] 3 s. Cf. Salmos 8, 5; 38, 6; 61, 10; 101, 12; Job 8, 9; 14, 2. Preferimos traducir hijo de hombre, como ocurre muchas veces en Ezequiel (cf. Ezequiel 2, 1 y nota) dejando para el Mesías la expresión Hijo del hombre por antonomasia que, como observan los expositores, Jesús se aplicó siempre a Sí mismo con trascendencia escatológica según Daniel 7, 13. Cf. nota.

[5626] 5 ss. “Se describe la venida del Señor como una tempestad vehemente” (Páramo). Cf. Salmos 17, 8 ss.; 9, 2 ss.; 28, 1 ss. y notas. Meditemos el contraste entre esta tremenda majestad, que recuerda el Salmo 28, y el humilde silencio con que el Mesías vino a Belén. Cf. Isaías 49, 7; 51, 1 ss.

[5627] 7. Cf. Salmos 17, 7; 137, 7. La gente extranjera: según lo expuesto sobre la fecha del Salmo, son ante todo los filisteos, que eran advenedizos desde las islas del Mediterráneo (Amós 9, 7; Jeremías 47, 4), y en general todas las naciones de origen pagano (Salmos 46 y 65, etc.).

[5628] 9. El cántico nuevo es lo que sigue (versículos 10-14), como se ve en el versículo 11, en que da por recibido lo que pide en el versículo 7 s. y pinta la prosperidad mesiánica de Israel, como es frecuente (cf. Salmo 71 y notas), por lo cual no se ve la necesidad de considerar a este fragmento como otro Salmo agregado e inconexo, ni de atenerse a otras versiones (cf. versículo 12 ss. y nota).

[5629] 10. De la fatal espada de Goliat (I Reyes 17, 51; 21, 9).

[5630] 12 ss. Nuestros hijos: Así en lo restante y en vez de cuyos hijos que dice la Vulgata. Ya San Jerónimo observó la radical diferencia que se origina de esta versión en primera persona. Todo lo que en los versículos 12-15 se dice allí de los enemigos de Israel, se aplica de este modo a los israelitas. Cf. Salmo 71, 13 y nota.

[5631] 15 El cántico nuevo parece terminar en el versículo 14, aunque también podría continuarse aquí. De todas maneras y en todas las versiones puede verse en esta doble exclamación un corolario en que el salmista destaca, al modo de Jesús en Lucas 11, 28 (cf. Lucas 10, 20), que ninguna bienaventuranza se iguala a la de ser el pueblo de Dios. Cf. Salmos 32, 18; 145, 5.

[5632] 1. “El reino de Dios, dice el P. Lagrange, está descrito en este Salmo en toda su amplitud universal y sin fin.” El hebreo y las versiones señalan como autor a David y no vemos razones suficientes para negar al gran rey poeta y profeta la paternidad de esta “oda magnífica”, de la cual decían los rabinos que todo el que cada día recitase tres veces tal alabanza estaría seguro de ser salvo. Es en el hebreo un Salmo alfabético y falta el versículo correspondiente a la letra Nun (versículo 13); pero felizmente lo conocemos por las versiones antiguas.

[5633] 3 ss. Vemos aquí, hasta el versículo 9, la alabanza anunciada en el versículo 2, que el salmista entona en un presente profético (cf. versículo 10).

[5634] 8. Es el cántico de las generaciones, con una alabanza que es la más agradable a Dios, porque se refiere a su bondad. Cf. Salmos 102, 13; 135, 1 y notas. “Cuando considero aquella vuestra gran misericordia que, según el testimonio de vuestro profeta, va delante de todas vuestras obras, luego un frescor alegre de esperanza recrea y esfuerza mi ánima entristecida” (Fray Luis de Granada).

[5635] 10. El salmista vuelve a hablar en futuro: “Te alabarán”. Así el hebreo, más exacto según el contexto (cf. versículo 11) que “te alaben” (Vulgata). La Liturgia usa este texto, junto al de Salmo 149, 5, donde tus santos son como aquí en primer lugar los justos del Antiguo Testamento (“hasidim”), a los cuales se dirige el salmista. “Todas tus obras”: Es decir, las hazañas de tu bondad (versículos 4 ss.) y también todas las creaturas, las cuales, hoy sujetas a vanidad (Romanos 8, 19-23; Génesis 3, 17 s.), “esperan con dolores de parto la manifestación de la gloria de los hijos de Dios”, en que ellas lo alabarán con los justos y “Él las armará contra sus enemigos” (Sabiduría 5, 16-24; Isaías 11, 6-9; 65, 25). Ya en la historia de Israel se vieron algunas maravillas de este género en la naturaleza (Sabiduría 16, 17 ss.; 19, 11-20, etc.).

[5636] 11. Uno de los grandes goces de los justos será pregonar el cumplimiento de las admirables promesas de Dios para que todos lo alaben.

[5637] 13. A este reino se refiere el P. Lagrange (nota 1). Es el reino de Cristo que no tendrá fin, como dice el Credo, y el reino de Dios cuyo advenimiento pedimos en el Padrenuestro (cf. Apocalipsis 11, 15). Sobre los esplendores del reino mesiánico, cf. Salmos 67, 31; 71, 1 ss. y notas. Los dos hemistiquios finales, omitidos por el hebreo (cf. nota 1), se hallan en la versión griega de los LXX y en la Peschitto siríaca. “Digno de confianza”: Es decir, fiel, por lo cual merece que nos fiemos de Él.

[5638] 14. Si creemos esto, que es verdad también en lo espiritual, nada tenemos que temer (I Juan 2, 3 s.), y si hemos caído, nos levantaremos fácilmente, aunque fuese del fondo del abismo (I Juan 2, 1 s.).

[5639] 15 s. En las fórmulas de bendición de la mesa suelen usarse estas expresivas imágenes de la Providencia divina (cf. Salmos 103, 21-30; 146, 9; Job 38, 41). Dios sabe lo que necesitamos antes de que le pidamos (Mateo 6, 32).

[5640] 17. Vemos aquí la disposición fundamental del cristiano: pensar bien de Dios (Sabiduría 1, 1), sin lo cual no podemos llegar a amarlo. Nada más ingrato (para Dios que nos ha dado su Hijo) que la protesta o blasfemia tan frecuente, que se atreve a decir ¿qué mal he hecho yo a Dios para que me trate así? Nuestro Padre nos deja que nos quejemos cuanto queramos, como débiles niños, según lo hizo Job (capítulo 6 s.). Pero ¡ay del que pretendiera tener razón contra Dios! Cf. Salmo 50, 6 y nota; Job 9, 14 s.; Daniel 9, 4-10; Nehemías 1, 5.

[5641] 18. Cuántos le invocan de veras: el apóstol Santiago explica esto en su Epístola (1, 6-7; 4, 2 ss. y notas).

[5642] 19. Como dice Santa Teresa de Ávila, si estudiamos bien la suavidad del Padre celestial, veremos que es Él quien obedece al hombre, según aquí se nos enseña. Cf. Salmo 36, 4; I Juan 5, 14. Claro está que, como muestran estos textos, se trata de las almas que aman, es decir, que no son dobles y quieren identificarse con la verdad y el bien, pues la bondad de Dios, siendo perfecta, no puede ser condescendencia sino perdón. La bondad de los hombres si está a menudo en condescender, renunciando a la voluntad propia por ceder a la ajena (Mateo 5, 41). Pero si Dios renunciara a su voluntad —que quiere siempre nuestro verdadero bien con una sabiduría tan infinita como su amor— por condescendencia con los caídos hijos de Adán, sería como reconocer que Él había estado equivocado. ¡Y luego lloraríamos con lágrimas de sangre nuestro horrible triunfo sobre Él! Por dicha nuestra, la voluntad amorosa del Padre se realiza en nosotros tan implacablemente como cuando un padre arranca a su hijo un arma con que iba a lastimarse, y su condescendencia consiste en perdonarnos tantos errores y culpas y sobre todo en darnos su Espíritu (Salmo 50, 13), que nos hace comprender y amar y agradecer, humillados, la suavísima firmeza de esa voluntad divinamente generosa contra la cual se alza siempre, al principio, la mezquina insensatez de nuestra carne. ¿Qué mayor luz y fuerza psicoanalítica para traer al campo de la conciencia lo que nos desconcertaba ocultándose en lo subconsciente? La Biblia, al descubrirnos así los repliegues y las fallas tanto en nuestro hombre corporal ó físico (Gálatas 5, 16-23) cuanto en nuestro hombre psíquico, según lo llama literalmente San Pablo en I Corintios 2, 14, realiza lo que vemos en Hebreos 4, 12 s.: discernir entre el alma natural (psiquis) y el espíritu (pneuma), como en I Tesalonicenses 5, 20, enseñándonos y conduciéndonos a alcanzar al hombre espiritual o “pneumático” (I Corintios 2, 10), para el cual la Ley ha sido sustituida por la gracia (Romanos 6, 14; 8, 2; Gálatas 3, 18; 5, 18 y 23; I Timoteo 1, 9; cf. Salmo 24, 8 y nota), porque su móvil es el amor (ibíd. 22). ¿Puede darse un ideal y un fruto más elevado y positivo de psicoanálisis? Vemos así cosas que nos parecen paradójicas, como esa de que si uno que ha pecado viene arrepentido, Dios le abre los brazos como al hijo pródigo, y si uno que se cree justo viene a pretender que se le apruebe la más leve falta contra el prójimo, será rechazado inexorablemente. ¿Cómo así, puesto que su conducta es mejor que la del otro que ya pecó? Es que para Dios —que juzga según los corazones— no es mejor sino mucho peor porque este pretende justificarse como el fariseo del Templo, quien agregó a sus pecados uno nuevo, el de la soberbia, mientras que el otro se acusa como el publicano (Lucas 18, 9 ss.).

[5643] 20 s. Es bien comprensible el plan del Creador sobre sus creaturas, que se sintetiza en este final. Él les ofrece su amor e identificándolas con su Hijo único, que las redimió de una irremediable perdición, las llama a compartir su felicidad infinita y eterna. Se explica, pues, que si alguien rechaza esa oferta asombrosamente generosa, sea suprimido del banquete de la eternidad. Toda carne (cf. Salmo 64, 3): Según Calès es el anuncio del exterminio de todos los pecadores. Cf. Salmos 36, 38; 72, 19 s.; 103, 35; Mateo 13, 39-42.

[5644] 1 ss. El Hallelú Yah (alabad a Yahvé) o Aleluya da comienzo a todos los Salmos restantes. Este fue compuesto sin duda, como lo indica su título y el de los siguientes según los LXX y la Vulgata, en tiempo de Ageo y Zacarías, o sea, después del cautiverio de Babilonia, para avivar la esperanza de Israel (Hechos 26, 6 s.). “El autor exhorta a sus conciudadanos que tenían mucho que sufrir de la hostilidad de los samaritanos y naciones vecinas, a no poner su confianza en los hombres sino en Dios” (Fillion) Cf. Salmo 84, 1 y nota.

[5645] 2. Mientras yo viva: Cf. Salmo 103, 33. Dios tiene derecho al homenaje de los que le deben la vida. Si así lo entendía ya el salmista, mirando a Yahvé como autor de la creación y protector de Israel ¿qué no será para los que hemos conocido el beneficio de Cristo Redentor y sabemos que ya no somos nuestros, ya que hemos sido comprados por Él para glorificar al Padre? Cf. I Corintios 6, 20; Gálatas 2, 20.

[5646] 3. Que no puede salvar: Es decir que nunca podremos llamar a un hombre nuestro salvador, aunque nos haya prestado algún servicio, pues tal título es propio de Dios (cf. nota anterior). A este respecto el P. Bea observa acertadamente que la palabra latina “salvator” usada por el nuevo Salterio Romano en algunos Salmos (cf. Salmo 64, 6) ha reemplazado con ventaja al vocablo “salutaris” que la Vulgata aplica a Dios, pues no se trata simplemente de un Dios saludable o que da salud, sino del único que salva y sin el cual todo hijo de Adán está irremisiblemente perdido para siempre. La desconfianza en los hombres es virtud esencialmente bíblica y sobrenatural, es decir, opuesta a la tendencia humanista y pagana del clasicismo grecorromano. Cf. Salmos 32, 10; 59, 11; 93, 11; 107, 13; 117, 8 s.; Jeremías 17, 5-10; Juan 2, 24 s. y nota; 5, 42 s.; Mateo 10, 17, etc.

[5647] 4. El soplo de vida que el hombre recibió en las narices (Génesis 2, 7) lo tenemos apenas prestado, por lo cual enseña Dios a dejar de confiar en tal hombre (Isaías 2, 22). Cf. Salmo 103, 29 y nota; Job 27, 3. A los poderosos que confían en sus propias fuerzas la muerte les quita todo su poderío. Hasta los poetas paganos reconocen que “la pálida muerte entra con igual paso en los palacios reales que en las chozas de los pobres.” Cf. Salmo 89, 10; Job 10, 9 ss.; 34, 15; Eclesiastés 12, 7; Sabiduría 16, 14; I Macabeos 2, 63.

[5648] 6 ss. La primera parte es citada en Hechos 4, 24; 14, M; Apocalipsis 14, 7. Cf. Salmo 88, 12. Conserva su fidelidad (cf. Salmo 88, 3 y nota; 99, 5; 116, 1), es decir, cumplirá cuanto se enumera a continuación. San Pablo revela con admiración cómo esa fidelidad permanece no obstante nuestras fallas, porque Dios “no puede dejar de ser quien es” (Romanos 3, 3-4; II Timoteo 2, 13), “bueno con los desagradecidos y malos” (Lucas 6, 35). Cf. Lucas 5, 31 s. y nota. Según esa fidelidad cumplirá las promesas de libertad para los israelitas cautivos entre las naciones (cf. Salmo 146, 2 y nota; Jeremías 23, 5 s.; Ezequiel 28, 25 s.; 37, 21 ss.; Zacarías 8, 7); justicia y venganza para todos los oprimidos; misericordia para todos los que sufren (Salmos 71, 2-4; 146, 3 y notas).

[5649] 10. “En fin, Él no desaparecerá como los hombres (versículo 4), siendo el Rey inmortal, el Dios que reinará para siempre en Sión y allí cumplirá las promesas de la salvación” (Calès). Cf. Salmo 64, 2.

[5650] 1. Este cántico que el nuevo Salterio Romano titula “Alabanzas de Dios poderoso y sabio restaurador de Israel” es, según el hebreo, un solo Salmo con el siguiente (cf. Salmo 147, 1 y nota). El Salterio Romano mantiene, como las versiones, la separación de dos, pero numerando corridamente los versículos como en un solo poema. “Porque es bueno… porque es amable”: Muchos corrigen el hebreo por razones métricas o prefieren otras versiones que dicen: “porque es bueno cantarle himnos”. Como oración actual preferimos el hebreo (así también el Salterio Romano, y otros) por su coincidencia con Salmo 135, 1 ss. La alabanza de Dios por excedencia es la que se funda en su bondad y amabilidad y equivale al anhelo expresado en el Padrenuestro: Santificado sea tu Nombre (Lucas 11, 2) y en el Magníficat: Santo es su nombre (Lucas 1, 49). Lo que se nos pide es ante todo la alabanza en espíritu y en verdad (Juan 4, 23 s.), como enseña Jesús en Mateo 6, 5 s.; 15, 8, etc., y el canto de los Salmos “en nuestros corazones” (Colosenses 3, 16). Sin embargo debe observarse que la intención del Salmo tiene un carácter triunfal que señalan todos los expositores (cf. versículo 2 y nota) y que parece más propio de los Salmos proféticos (cf. Salmo 147, 2 s.) que de la precaria situación postexílica (cf. Salmo 84, 1 y nota).

[5651] 2. “Alusión manifiesta a la restauración de Jerusalén y a la vuelta de los israelitas del destierro” (Páramo). Gramática señala el paralelismo con Salmos 50, 20; 101, 17 y con Deuteronomio 30, 3; Isaías 11, 12; 27, 13; 56, 8 y Ezequiel 39, 28. Puede verse asimismo Salmo 68, 36; Ezequiel 36, 28 ss.

[5652] 3 ss. El salmista alaba en Dios primeramente la bondad (cf. Isaías 61, 1); después (versículo 4 s.) el poder y la sabiduría (cf. Génesis 15, 5; Isaías 40, 26; Bar. 3, 35), y finalmente (versículo 6) la justicia de su juicio (cf. Salmos 71, 2 ss.; 145, 7 y nota; Isaías 61, 2 ss.; Lucas 1, 51-55).

[5653] 5. No tiene medida: San Agustín, contra las pretensiones analíticas, harto humanas, de la gnosis que reforma a su medida el misterio de Dios (I Corintios 2, 7), poniéndole y quitándole según parezca razonable con arreglo a nuestra naturaleza (Colosenses 2, 8), exclama: “Callen las voces humanas; sosiegue el humano pensamiento; no sondees lo incomprensible para comprenderlo sino para participar de él.” Es que “ante el misterio de Dios se desvanece, tanto el intelectualismo filosófico de la razón como el sentimentalismo romántico de la fantasía, que son del hombre natural o «psíquico» (I Corintios 2, 14) y solo sirve el espíritu, que es del orden sobrenatural (I Corintios 2, 10). San Pablo enseña que podemos llegar a saber separar lo que es del «alma» y lo que es del «espíritu» —suma aspiración de todo esfuerzo psicoanalítico— mediante la eficacia de la Palabra de Dios, porque solo ella, que es «viva y eficaz», penetra en nuestro ser más hondamente «que cualquier espada de dos filos»” (Hebreos 4, 12). Cf. Salmos 91, 6; 147, 9 y notas; Eclesiástico 24, 23 ss.; II Juan 9.

[5654] 9. Cf. Salmos 83, 4; 103, 27 ss.; 144, 15 s.; Job 38, 41; Mateo 6, 26, etc. Lejos de olvidarse de lo pequeño, como los hombres, Dios parece ostentar la más sorprendente predilección hacia todo lo que es tenido por insignificante (cf. Salmo 112, 6 ss.). Y lo mismo se dice de la sabiduría (Proverbios 9, 4). Es esta ciertamente una de las cosas que nos hacen a Dios más incomprensible y paradójico a nuestra vista mientras no lleguemos, por un contacto permanente con el Evangelio, a aprender el total menosprecio de los “valores” mundanos. Jesús lo proclama de un modo llamativo en Lucas 16, 15, el texto que ha sido llamado “tumba del humanismo”. Conclusión: que Él es inefablemente bondadoso con nuestras miserias, implacablemente riguroso con la menor suficiencia por parte del hombre. Cf. Salmo 144, 19; Juan 2, 24 y notas. “¡Feliz de usted que es miserable y se siente miserable! Si fuera «virtuoso» o «importante» no sería elegido del Dios de la compasión. La cuestión es aprender a no sorprendernos en nuestro amor propio al encontrarnos miserables. Eso se aprende en la Escritura, pues ella nos enseña que todos lo somos, con la diferencia de que muchos no lo confiesan por soberbia y otros no lo saben por falta de conocimiento de la Revelación” (de una carta de dirección espiritual).

[5655] 10. Consecuente con lo que dejamos dicho, se nos muestra aquí la misma doctrina aun en materia física, tanto con respecto a las tropas y pertrechos (cf. Salmo 32, 16 s.; Jueces 7, 1 ss.; I Macabeos 3, 18 s., etc.) cuanto a la fuerza atlética del hombre, que en los tiempos de paganismo se cultiva como un fin más que como un medio, abusando de la gimnasia corporal (cf. I Macabeos 1, 15; II Macabeos 4, 9), cuyo exceso, en vez de prolongar la vida, la ha truncado no pocas veces por accidentes o enfermedades del corazón. San Pablo pone admirablemente en su punto el ejercicio corporal, diciendo que es útil para poco, en tanto que la piedad es útil para todo, pues tiene también la promesa de esta vida además de la eterna (I Timoteo 4, 8). Cf. Mateo 6, 33.

[5656] 11. Los que le temen… se fían en su bondad: Como en Salmo 129, 4 vemos aquí que, lejos del miedo que aparta del amor (I Juan 4, 18), se trata de esa admirativa opinión sobre la bondad de Dios (Salmo 145, 6 ss. y nota), en lo cual consiste la sabiduría (Sabiduría 1, 1 ss.) En este versículo, que tanto contrasta con lo precedente y que no nos muestra como ideal lo gigantesco, según solemos creer, sino la infancia espiritual (cf. Salmo 130), se nos da una doctrina hondísima y no una vaguedad sentimental (cf. Mateo 18, 3 s.). En toda la divina Escritura, junto con el concepto de que Dios es Padre (Salmo 102, 13 s.), el mismo Dios nos revela constantemente la básica importancia que para Él tiene la confianza que ponemos en Él. Sin este conocimiento espiritual de Dios en vano buscaríamos alimentar nuestra fe con especulaciones acerca de una realidad que es eminentemente sobrenatural y está por encima de toda ciencia. Cf. Isaías 55, 8 ss.; Salmo 32, 22 y nota; Marcos 9, 22; Gálatas 1, 1 ss., etc.).

[5657] 1. Como bien observa Dom Puniet, es este Salmo otro cántico de alabanza que el hebreo pone como continuación del anterior a causa de la analogía, pero que puede ser independiente y completo en sí mismo. En la antigua versión de los LXX lleva como título lo mismo que el anterior: “Alleluia. De Ageo y de Zacarías”, y su objeto primero, de carácter profético, es la nueva Jerusalén, ya preparada para las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9), atribuyéndole una paz, prosperidad y santidad que nunca tuvo la Jerusalén de Nehemías a la vuelta de Babilonia ni menos después (Salmos 84, 1; 146, 2 y notas; cf. Nehemías 5, 1 ss.; 9, 36 s.). “Entonces, dice San Hilario, la alabanza será perfecta.” Calès señala esta tendencia mesiánica del Salmo y agrega: “Yahvé juntará a los dispersos de Israel, sanará los corazones lacerados, multiplicará a sus fieles y los nutrirá con la flor del trigo. Su pueblo tendrá por recinto la paz, Él levantará a los humildes y abatirá a los soberbios” (cf. Salmo 71, 12 ss.; Lucas 1, 51 s.). Según esto, no podría explicarse la opinión de que el Salmo celebrase equivocadamente como seguros los muros de Jerusalén reconstruidos por Nehemías (Nehemías 12, 27-46), ni la ilusoria prosperidad de Israel antes que llegasen “las nuevas desilusiones no comprobadas por la profecía de Malaquías”.

[5658] 2. Él ha asegurado los cerrojos de tus puertas, para que nunca más pueda entrar el enemigo invasor, que tantas veces devastó la Tierra Santa. Cf. Ezequiel 39, 26 y nota.

[5659] 3. Sobre la paz de los tiempos mesiánicos cf. Salmo 71, 7 y nota. “La flor del trigo”: Cf. Salmos 80, 17; 140, 2 y nota.

[5660] 4 ss. Desciende aquí el salmista al universo natural que Dios gobierna desde ahora con su Palabra (Salmo 148, 5 y 8). Desde ahora se manifiesta también la bondad y sabiduría del Creador y Conservador a través de la naturaleza, mediante su Palabra que en el Cosmos es más obedecida que entre los hombres (Salmos 32, 9; 148, 5 y 8; Job 37, 7; capítulos 38 ss.; cf. II Tesalonicenses 3, 1). La nieve (versículo 5) cae suavemente en forma de blanquísimos copos de lana y como tal cubre las sementeras y las protege contra un frío excesivo. La escarcha (Vulgata: niebla) forma un delgado manto que cubre la tierra como ceniza. Y si el granizo (el hielo, versículo 6) no cayera tan desmenuzado ¿quién podría soportar su inclemencia? Así resulta del Texto Masorético. Otros, según la corrección de Derenbourg, Zorell, etc., en vez de esta pregunta leen: ante su frío se congelan las aguas. Bover-Cantera da al versículo 6 esta versión: El que lanza cual migas su hielo, para el agua a su frío helador.

[5661] 7. Los derrite, es decir, el hielo, el granizo, la nieve (versículos 5 y 6); el viento cálido convierte el hielo en benéficas corrientes de agua. Por eso San Pablo (Romanos 1, 18 ss.) llama inexcusables a los que no descubren la magnificencia de Dios en la creación (cf. Salmo 103 y sus notas; Hechos de los Apóstoles, 14, 17).

[5662] 8. En contraste con esa ceguera de los paganos, cuya bestialidad muestra el Apóstol (Romanos 1, 21 ss.), Dios se elige un pueblo y le habla no solo desde Moisés y los Profetas sino desde Abrahán (cf. I Corintios 1, 20 s.; Deuteronomio 4, 32 s., etc.). En Hechos 28, 28 vemos, según lo declara San Pablo, cesar esta privilegiada vocación del incrédulo Israel, por un lapso que según el mismo Apóstol tendrá fin un día (Romanos 11, 25 s.).

[5663] 9. No hizo tal: Más que otros pueblos, Israel tiene motivos para alabar al Señor, a causa de la Revelación (Salmo 147, 8 s.) y de las promesas (Salmos 104, 9 ss.; 145, 7 y nota; Romanos 9, 4 s.). No les manifestó sus disposiciones: En este pasaje que el apóstol San Pablo ratifica en Romanos 3, 2; 9, 4 s., se nos muestra la trascendencia de la Revelación para el conocimiento de Dios (Juan 1, 18; 6, 46), a fin de que no busquemos solo “en la idea del Ser infinitamente perfecto lo que está escondido en las voluntades del Ser soberanamente libre” (Ed, Babuty). Cf. 2, 8 y nota.

[5664] 1. Este admirable himno, que recuerda el Benedicite de Daniel 3, es una hermosísima invitación a todas las creaturas para que alaben a Dios, como en los tres Salmos precedentes y en los dos que le siguen, por los singulares beneficios y promesas que su bondad ha hecho a su pueblo, especialmente la de restablecerlo de nuevo en su país después de la miseria y dispersión (versículo 13 s.; cf. Salmo 145, 7 y notas). Es un llamado que abarca a un tiempo lo celestial (versículos 1-6) y lo terrenal (versículos 7-14). Cf. Salmos 144, 10 y nota; 149, 5 ss.

[5665] 2. Ejércitos: Son en la Sagrada Escritura los ángeles (III Reyes 22, 19; II Paralipómenos 18, 18) y también los astros (Nehemías 9, 6; Job 38, 7). Aquí ha de preferirse la primera significación, por razones estilísticas (el paralelismo de los hemistiquios según las reglas de la poesía hebrea). Cf. Salmos 102, 20 s.; 103, 4; 67, 18; 90, 11 y notas; 148, 8; Apocalipsis 7, 1; 9, 14.

[5666] 4. Cielos de los cielos: Fórmula hebrea para designar el cielo superior, que la antigüedad llamaba cielo empíreo, por oposición al cielo inferior o firmamento (cf. Salmos 113B, 16; 13, 14; 138, 8). Según algunos, considerando la creación que comprende “los cielos y la tierra” (Gén. 1, 1) podría distinguirse, en lo que se denomina genéricamente “los cielos” como esfera celestial (excluyendo el cielo atmosférico y el astral), tres clases, a saber: 1° “Los cielos” del Antiguo Testamento, que comprenderían a “El cielo” en el Nuevo Testamento, donde si este singular en sentido específico designa la esfera inmediata a la tierra (Mateo 6, 26; 8, 20; 16, 2; 24, 30; Marcos 13, 25; Hechos 7, 42; Apocalipsis 6, 13); en sentido genérico designa el conjunto de las esferas supraterrenales (Lucas 15, 7 y 10; Mateo 5, 34; 11, 25; 28, 18; Hechos 1, 11; 3, 21; 17, 24; I Corintios 8, 5; I Pedro 3, 22). 2° El medio del cielo, que correspondería quizás al cielo interestelar e interplanetario, pero en el orden espiritual (Apocalipsis 8, 13; 14, 6; 19, 17). 3° “Los cielos de los cielos”, que aquí vemos, los que en el griego neotestamentario serían siempre llamados “los cielos” (Mateo 5, 12 y 16; 16, 19; 18, 10; Lucas 12, 33; Hechos 7, 56; II Corintios 5, 1; Apocalipsis 12, 12). Por encima de esta triple esfera celestial de la creación estaría la esfera propia de Dios, es decir, increada (cf. Salmos 8, 2; 112, 4-6; Efesios 1, 3 y 20; 3, 10; 4, 10).

[5667] 5. Porque Él lo mandó y fueron creados: Con frecuencia hace resaltar la Escritura cómo Dios lo hace todo por su Palabra (Génesis 1, 3; Salmos 32, 9; 147, 4, etc.). Esa “Palabra omnipotente” (Sabiduría 18, 15) que Él mandó (Salmos 104, 8; 106, 20) era, según nos revela San Juan, el mismo Verbo que había de encarnarse y por quien fueron hechas todas las cosas (Juan 1, 3 y 14). Jesús es, pues, la Palabra del Padre, siendo de lamentarse la falta de un vocablo masculino para expresarlo en castellano como el Logos en griego. Cf. Juan 4, 26; 10, 37.

[5668] 6 ss. Es la gran lección de obediencia que Dios nos da en la biblia de la naturaleza, desde los astros (Salmo 146, 4) hasta los seres inferiores, fieles siempre a su instinto. Solo el hombre, dotado de razón por Dios y adoptado por hijo, se rebeló desde los comienzos del Génesis, y sabemos que lo hará hasta el último día del Apocalipsis (Apocalipsis 20, 7 ss.).

[5669] 7 ss. Sobre los monstruos, que parecerían una nota discordante en la armonía de este concierto polifónico, dice San Agustín: “Todas estas cosas son mudables, corruptibles y algunas pavorosas. ¿Qué importa? Ocupan su lugar en el mundo, guardan su orden, son eslabones de una cadena y por lo tanto una parte de esa indecible hermosura que contemplada mueve al hombre a alabar a Dios.” En Isaías 11, 6 ss. (cf. nota) hallamos otra explicación que concuerda con la trascendencia mesiánica del Salmo (versículos 13 y 14).

[5670] 11 s. Este homenaje universal tributado a Dios en su Santuario (Salmos 149, 1; 150, 1) es, descrito con los más vivos colores en el Salmo 67, 25 ss.

[5671] 13. Solo su nombre: El que medita esta enseñanza, que concuerda con muchas otras de la Sagrada Escritura, adquirirá una fuerte y saludable aversión a rendir y a recibir los homenajes y alabanzas que tanto se prodigan los hombres entre sí. Cf. Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1, 17; Ester 3, 2; 13, 14; Lucas 6, 22 y 26; Juan 5, 44; 12, 43; Hechos 10, 26; Filipenses 2, 7 s., etc. Domina la tierra y los cielos: cf. los Salmos 95-99. Cf. Efesios 1, 10; Apocalipsis 11, 15.

[5672] 14. Ha encumbrado el cuerno de su pueblo: Lo ha llevado finalmente a la exaltación prometida. Cf. Salmo 131, 17; Isaías 61, 3 ss.; Lucas 1, 69; 2, 32. Para Él es la alabanza de todos sus santos: Bover-Cantera vierte: Loor es para todos sus devotos. El pueblo familiar: Literalmente, cercano, esto es, íntimo. Cf. Salmo 147, 9 y nota. “Israel solo aparece al final en este himno maravillosamente universalista, pero en el fondo es él quien invita a todos los pueblos, a todos los hombres, a la creación toda entera de la tierra y del cielo a tributar con él a su Dios alabanza y gratitud” (Calès). Cf. Salmos 95, 7; 96, 1; 101, 1 y 16 s.; 116, 1, etc.

[5673] 1. Como hacen notar muchos expositores, este Salmo es de David y originariamente formaba uno solo con el precedente y con el siguiente, clausurando así todo el Salterio con una sublime doxología que reviste carácter profético, porque contempla el cumplimiento de todas las promesas de la Escritura. “Es un himno que se termina en profecía escatológica... Israel debe alabar y agradecer con gozo y exultación a Yahvé, su Creador y su Rey, que en el pasado lo hizo y en el presente lo restaura después de haberlo humillado y purificado por las pruebas del destierro” (Calès). Sobre la reunión de los santos cf. Salmo 1, 5; 67, 27; 88, 5-8; 150, 1.

[5674] 2. Vemos aquí el alcance mesiánico de la profecía: “Cuando Cristo, supremo Juez, dará a los buenos la vida eterna y a los malos el castigo que merecen” (Scío). Cf. versículo 9; Jeremías 23, 5 ss.; Mateo 25, 31-46.

[5675] 4. En su pueblo: Cf. Salmo 101, 14; Lucas 1, 54. A los humildes: Cf. Salmo 9, 9 s.; 17, 28; 57, 11; 101, 21, etc.

[5676] 5. Salten, etc.: La Vulgata usa el verbo en futuro profético. Cf. nota a Salmo 144, 10. Triclinios: Lechos que servían de asiento en los banquetes. La Liturgia de Todos los Santos (Misa de la vigilia) recuerda este pasaje (Ofertorio) junto con Sabiduría 3, 8 (Introito) que dice: “los santos juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y reinará su Dios para siempre”. Espadas de dos filos: Cf. versículo 9; Apocalipsis 1, 16; 6, 10; 19, 15; 20, 4. “Es muy de notar este carácter general, social, con que se habla siempre en estos anuncios. No hablan del premio que recibirá el alma de cada uno en la hora de la muerte, sino del triunfo final de Jesús en su segunda Venida, con su Iglesia, después del retorno de Israel.” Cf. versículo 9; Sabiduría 3, 7 y nota; I Corintios 6, 2 y nota; Lucas 19, 17 s.; 22, 29.

[5677] 7. Así también Páramo. Es “el triunfo de Israel sobre sus enemigos paganos” (Callan). El mismo autor observa que la sentencia escrita del versículo 9 es “el decreto sobre la sujeción de los gentiles, que traerá honor a Israel, el pueblo escogido de Dios”. Fillion, por su parte, recuerda aquí que “a pesar de su presente debilidad, el pueblo judío tenía conciencia del papel que le estaba reservado de traer todos los pueblos a la verdadera religión”. Cf. Salmos 95, 3; 101, 16 s. y notas.

[5678] 8. El salmista mira al Mesías como vengador futuro, el que someterá todos los pueblos a su cetro. Cf. Salmo 109, 5 s.; Joel 3, 1 ss.; Isaías 41, 11 ss.; Apocalipsis 2, 27. Es el gran triunfo que nos anuncia San Pablo (I Corintios 15, 25; Hebreos 2, 8) y en el cual tenemos nuestra esperanza también los cristianos que por la fe en Jesucristo compartimos las promesas hechas a Israel (Efesios 2, 11 ss.; Romanos 11, 17).

[5679] 9. La sentencia escrita, es decir, los decretos de la divina justicia (Isaías 10, 2), consignados en los Libros de la Ley y de los Profetas (Deuteronomio 32, 43; Éxodo 23, 22; Isaías 41, 15 ss.; Miqueas 4, 13; Jeremías 25, 15-38). “Es gloria de Israel el ser así ministro de la divina justicia” (Vaccari). Cf. Génesis 27, 29. “Isaías (60, 14) había asistido en espíritu a la restauración de Jerusalén y a la aurora de los tiempos mesiánicos. Su testimonio se une al de nuestro Salmo. Era el anuncio de la victoria de Cristo cantada más tarde por San Juan en los capítulos 12 y 19” (Dom Puniet). Cf. Salmo 95, 3 y nota.

[5680] 1. En su Santuario: Cf. Salmo 64, 2 y nota; 67, 18 y 36; 137, 2; Hebreos capítulos 8-10. Calès considera que el salmista se refiere al Santuario terrestre. Mas a las alabanzas que resuenan en la tierra y en el Santuario, hacen coro las de la Jerusalén celestial (Apocalipsis 4, 8 y 11; 14, 3; 19, 5 ss.). Cf. Efesios 1, 10 y nota.

[5681] 2. Según su inmensa grandeza: Se trata de alabar a Dios no según lo muy limitado de nuestro alcance, sino también como Él lo merece, lo cual conseguimos alabando al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. “Por Él (por Jesús) y con Él y en Él” se tributa al Padre “todo honor y gloria”, pues sabemos que todas las complacencias del Padre están en Él (Mateo 3, 17; 17, 5). Y si desde ahora podemos hacer a Dios, siendo tan pobres, esa ofrenda de valor infinito, es porque Jesús es propiedad nuestra desde que el Padre nos lo dio (Juan 3, 16). Toda la religión, más aún, toda la espiritualidad, consiste en recibirlo y ofrecerlo constantemente “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23), como en un movimiento de aspiración y espiración del alma, uniéndonos, según enseña San Pablo, con toda la Iglesia, al ofrecimiento de Sí mismo que Él hace por nosotros al Padre en el Santuario celestial (Hebreos 7, 24 s.). Cf. Salmo 109, 4 y nota.

[5682] 3 ss. “Hay que cantar desde ahora, dice San Agustín, porque la alabanza de Dios hará nuestra dicha durante la eternidad, y nadie sería apto para esta ocupación futura si no se ejercitara alabando en las condiciones de la vida presente. Cantamos el Aleluya, diciéndonos unos a otros: «Alabad al Señor; y así preparamos el tiempo de la alabanza que seguirá a la resurrección.»” Recordemos, con todo, el Salmo 136 (cf. Gálatas 1, 4 y nota) y “notemos bien que para poder alabar hay que ser admirador, pues Jesús rechazó los homenajes que no brotaban del corazón” (Mateo 15, 8; Isaías 29, 13). Nada despierta tanto esa admiración de Dios como el estudiar sus palabras (cf. Juan 7, 46), pensando que, como en la reciente edición de la Sagrada Escritura emprendida por el Pontificio Instituto Bíblico en Roma bajo la dirección del P. Vaccari, se dice con arreglo al Concilio Vaticano: “La singular e incomunicable prerrogativa de la Biblia no le viene de la aprobación de la Iglesia, ni —hablando en absoluto— del argumento sacro e inmune de todo error, sino de una acción divina que ayuda y acompaña al autor humano en el escribir de modo que lo escrito resulta también, y en primer lugar, obra de Dios, palabra de Dios… Sabed ante todo, escribe San Pedro en su 2ª Carta (1, 20-21) que ninguna página de la Escritura viene de invención privada porque no por arbitrio humano fue nunca proferida una profecía (aquí en sentido general significando todo discurso del autor inspirado) sino que por el Espíritu Santo fueron movidos a hablar los santos hombres de Dios.” Esto nos trae el pensamiento fundamental con que conviene terminar el comentario de este libro esencialmente bíblico y esencialmente de oración. La fe, como lo reconocen todos los autores y todas las escuelas, no consiste en creer simplemente que hay un Dios, porque el mundo no pudo crearse a sí mismo. Eso, dice Santiago, también lo creen los demonios (Santiago 2, 19). La fe consiste en creer a todo lo que ha dicho ese Dios al hablarnos primero por los profetas de Israel y luego por su propio Hijo (Hebreos 1, 1 ss.). Cf. Romanos 1, 20; Hebreos 11, 1 ss. y notas.

[5683] 5. Cf. Salmos 32, 3; 88, 16.

[5684] 6. Todo lo que respira: “Toda creatura, libre ya de la división y de las miserias creadas por el pecado, se une armoniosamente al coro único de hombres y ángeles, convertida en un címbalo para celebrar la gloria de Dios triunfador con el cántico final de la victoria” (San Gregorio Niseno).

[5685] 2. Para aprender, etc. Notemos la audacia de este título. ¿Qué autor se atrevió jamás a pretender que él iba a enseñar a todos la sabiduría? Es este un sello de la suprema autoridad divina; así enseñaba Jesús, dice el Evangelio: con autoridad propia, y no a la manera de los otros maestros (Marcos 1, 22, etc.). Sabiduría significa más que prudencia y ciencia; consiste en el conocimiento de Dios y una vida conforme a su voluntad. Véase Introducción y la estupenda definición del Espíritu de Sabiduría en Sabiduría 7, 22 s. Por lo demás, para la inteligencia espiritual de todos los textos en que habla la Sabiduría (p. ej. 9, 3 ss.) debemos tener presente que esa Sabiduría personificada es la Palabra (Verbo, Logos), que se hizo Redentor nuestro. Tales enseñanzas adquieren así todo su valor, incomparablemente sublime y deleitoso, para el que conoce el Nuevo Testamento. Cf. Salmo 118, 89 y nota.

[5686] 4. Los sencillos: prueba de que la sabiduría no es ciencia intelectual, sino espiritual. Cf. Job 12, 12 y nota.

[5687] 6. Tal es la más alta ocupación del sabio, según vemos en Eclesiástico 39, 1 ss., aunque el mundo suele mirarla como una ociosidad.

[5688] 7. El temor de Yahvé: Cf. 2, 5; 9, 10; 15, 33; Job 28, 28; Salmos 33, 12; 85, 11; 110, 10; Eclesiastés 12, 13; Eclesiástico 1, 16 y 34; 19, 18. Se revelan aquí las raíces de la sabiduría, que solamente tiene valor y eficacia cuando se inspira en el temor del Señor. La voz hebrea yirah, que se ha traducido por temor, no significa el sentimiento egoísta del miedo, según se ve en 29, 19 sino la suma reverencia, que teme desagradar a Dios. “No es un terror, sino un conocimiento; no se forma en los bajos temblores y miedos de la naturaleza, sino en el alma que la ley divina inunda de luz, transformándola en amor, en obras de vida pura, y en hambre de la verdad divina (San Hilario).

[5689] 8. Hijo mío: “En toda esta primera parte el sabio se dirige al joven inexperto con afecto de padre” (Vaccari).

[5690] 11 s. San Agustín ve en estos versículos una alusión profética a los que maquinaron la muerte de Jesús.

[5691] 13 s. Satanás no presenta el pecado crudamente, sino envuelto en los atractivos de la seducción. San Pablo nos enseña que caerán en ella los que no tienen el amor de la verdad (II Tesalonicenses 2, 10) o sea, los que no aman la Palabra de Dios (Juan 17, 17).

[5692] 15. Muestra que la perdición del joven viene de las malas compañías, las cuales actúan como la levadura, que extiende su fermentación. Cf. 13, 20; I Corintios 5, 6 ss.; 15, 33; Gálatas 5, 9; Mateo 13, 33; Éxodo 12, 8 y nota, etc.

[5693] 17. En vano: LXX: No en vano. Es interpretado muy diversamente. Algunos lo aplican a los malvados, que obran el mal no obstante los peligros que ello entraña (cf. 7, 23). Otros, a la inversa (cf. Dante, Purgatorio 31, 62). Creemos que significa más bien: Si tú tienes las alas de la sabiduría, que te estoy dando con mis palabras, escaparás a ese lazo de los malvados. Cf. 11, 15 y nota; Salmos 24, 15; 123, 7; 34, 8; I Timoteo 3, 7; I Corintios 2, 15.

[5694] 18. La Sagrada Escritura nos hace palpar muchas veces este concepto de que el impío conspira contra sí mismo (cf. 3, 1 ss., y nota), pues los mandamientos están hechos para nuestro bien (Salmos 7, 11; 24, 8).

[5695] 20. La sabiduría está representada como persona (cf. versículo 2 y nota). En las plazas, etc., es decir, que en nuestra religión no hay cosas esotéricas o reservadas a los iniciados, como p. ej. los misterios de Eleusis en Grecia (cf. Juan 18, 20; 16, 25; Mateo 10, 27; Eclesiástico 39, 11), sino, todo lo contrario: los que se hacen pequeños son los que entienden. Cf. 9, 4 y nota.

[5696] 23. Volveos para (oír): La sabiduría y el espíritu se dan gratis, pero exigen atención. Las palabras de Dios no son difíciles, pero sí muy profundas. Todos pueden entenderlas (versículo 20 y nota), pero solo comprenderán si se entregan plenamente a escuchar. La queja constante de Dios es esta: que no le prestamos oído (Jeremías 7, 23 ss.; Salmo 80, 12 y nota). El único precepto que Dios Padre nos da personalmente en el Evangelio, es el de escuchar a Jesús (Mateo 17, 5). Lo mismo dice Cristo (Juan 6, 29) y también María (Juan 2, 5). Dios ha puesto en su Palabra una virtud que convierte (Salmo 18, 8) y salva (Romanos 1, 16) y santifica (Juan 17, 17). Mas ¿cómo curará el médico al que no quiere conocer su receta? Cf. Isaías 53, 1.

[5697] 26. Terribles palabras en boca del Padre de las misericordias. Son los celos del amor despreciado. Cf. Cantar de los Cantares 8, 6; Deuteronomio 32, 21; Jeremías 3, 20; 5, 9; Ezequiel 23, 25; Santiago 4, 4 s., etc.

[5698] 27. “¡Imágenes estremecedoras! La palabra blanda y calmante de quien aconseja y convida toma las severas entonaciones de los grandes profetas de las horas trágicas. ¡Qué de veces la palabra de la Sabiduría encarnada, tan radiante de luz clara y serena, tan saturada de piedad y de mansedumbre, rugía con aires de torbellino ante la indiferencia, la inercia endeble o la artera hipocresía de sus contemporáneos y aUn de los venideros, que columbraba por encima de la cabeza de sus contemporáneos!” (Manresa).

[5699] 28. La sabiduría no los oirá porque sus esfuerzos son puramente humanos, producidos por la suficiencia propia. El apartarse de la sabiduría es por sí mismo el más grande castigo.

[5700] 29. Aborrecieron la instrucción: He aquí la manera de conocer si hay o no rectitud (Salmo 35, 4 y nota). Véase 13, 1, 18; 15, 5, 10, 12, 14, 31; 17, 16; 18, 2; 19, 2, 27; 22, 17; 23, 12, 19, 22; 24, 13 s.; 26, 12; 27, 5.

[5701] 4. ¡Qué fórmula tan fácil de entender! Bastaría la mitad del empeño con que se busca lo perecedero, para hallar la sabiduría (Sabiduría 6, 14 ss.) y con ella todos los bienes (Sabiduría 7, 11). Cf. 13, 13 ss.

[5702] 5. En ese conocimiento de Dios consiste la vida eterna, según nos lo enseña Jesús (Juan 17, 3). ¿Puede haber nada más alto? Decía un filósofo (Malebranche) que no hay ciencia más digna del hombre que la ciencia del hombre (la Psicología). Comparemos esa pequeñez con esta sublimidad. Cf. I Corintios 2, 10 s.

[5703] 8. ¡Él, y no nuestra suficiencia! Cf. 21, 1; Salmo 137, 8 y nota; Juan 15, 4 s.

[5704] 9. Dios es absoluto al afirmar que sin la luz que tiene de Él, nadie puede conocer lo sobrenatural, aun cuando tuviera algunas virtudes naturales. Cf. I Corintios 2, 14; Denz. 180.

[5705] 10. Se complaciere, es decir, no viendo en ella una obligación pesada sino un tesoro gratuito. Cf. versículo 4; 22, 18; Salmo 36, 4, etc.

[5706] 11. Notemos la obra del Espíritu Santo en el alma: no se dice: tú te guardarás, sino: tendrás quien te guarde. ¿Hay mayor felicidad? ¡Entregar la nave de nuestra vida a un timonel que sabe mucho más que nosotros! Cf. 12, 2; 21, 1 y nota.

[5707] 12. Después de enumerar las virtudes de la sabiduría, pasa en los versículos 12-16 a indicar los peligros y daños de los cuales ella nos guarda. Como vemos, para no ser engañado no vale la sagacidad psicológica, sino esta sabiduría que viene de la visión sobrenatural. El Evangelio es la piedra de toque para conocer las almas. Cf. Lucas 2, 34; Hebreos 4, 12, etc.

[5708] 16. Gran enseñanza práctica sobre la castidad. Ella también es un don de la sabiduría (versículo 10), y en vano pretendería obtenerla por medios naturales, quien no la implorase a Dios (Sabiduría 8, 21; Gálatas 5, 23) y no la fundase en la caridad (I Pedro 1, 22; Romanos 12, 9 s.; Gálatas 3, 16). Los Padres suelen hacer aquí, además del sentido propio, una aplicación espiritual a las herejías y la corrupción mundana, que Dios llama también adulterio porque las mira como infidelidad a su inmenso amor. Cf. 1, 26 y nota; 7, 6; Apocalipsis 17, 2 ss.; Jeremías 51, 7; Oseas 3; Ezequiel 16, etc.

[5709] 21 s. Jesús alude a este misterio en el Sermón de la Montaña (Mateo 5, 4) y en la parábola de la cizaña (Mateo 13, 39 ss.). Cf. Salmos 36, 9, 29; 9, 6; 20, 9 ss.

[5710] 1 ss. Vemos cómo insiste sobre ese admirable concepto de que los mandamientos no son órdenes despóticas, sino muy al contrario, normas indispensables para la felicidad.

[5711] 5 ss. Véase esta doctrina ampliada en Salmos 36, 5; 93, 11 ss. y sus notas.

[5712] 8. Literalmente: Esto será sanidad para tu ombligo y riego para tus huesos. El sabio promete a los que cumplen con el temor de Dios, no solamente los bienes sobrenaturales, sino también los de orden temporal (versículo 2). “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura” (Mateo 6, 33). El arqueólogo judío doctor F. Lachmann hace notar que durante muchos siglos en Israel no existía la medicina, porque las enfermedades solo eran curadas por el mismo Dios, y que Él las enviaba a veces como castigo, o como prueba, pero generalmente como anuncio de muerte próxima. Cf. Isaías 38, 1 ss.

[5713] 9. Bien dice honra y no obsequio porque Dios no lo necesita. Salmo 15, 2 y nota. Sobre las primicias véase Éxodo 23, 19; 34, 26; Deuteronomio 26, 2; Eclesiástico 7, 34; 14, 11; 35, 10; Tobías 1, 6.

[5714] 10. Sobre las bendiciones prometidas véase Malaquías 3, 8 ss.

[5715] 12. Cf. Ester 13, 18 y nota; Sabiduría 11, 11; Eclesiástico 2, 1; Santiago 1, 2 ss. El Apóstol de las gentes explica admirablemente este punto. Véase Hebreos 12, 5 ss.; Apocalipsis 3, 19.

[5716] 13 ss. Véase 2, 4 y nota sobre el valor de la sabiduría.

[5717] 17. Deliciosos: He aquí el secreto que solo descubren los que hacen la experiencia. Véase Sabiduría 10, 4 y nota.

[5718] 18. Cf. Mateo 11, 29 s.; Jeremías 6, 16; Cantar de los Cantares 8, 7. Evoca el árbol de vida que estuvo en el paraíso (Génesis2, 9; 3, 22). La sabiduría dispensa la larga vida que todos anhelan. Véase versículo 16 y las admirables promesas de Jesús en Juan 6, 40, 59; 11, 25 ss.

[5719] 19 s. Este pasaje lírico es un nuevo elogio de Jesús, que es la sabiduría encarnada (1, 2 y nota), por quien y para quien fueron hechas todas las cosas (Juan 1, 3), y por quien es dado al Padre, “Creador del cielo y de la tierra”, todo honor y gloria, como dice, al terminar, el Canon de la Misa. Porque el Padre pone todas las complacencias en ese Hijo, como Él mismo nos lo dice en el Bautismo de Jesús (Mateo 3, 17), y en la Transfiguración (Mateo 17, 5).

[5720] 24. Tu sueño será dulce: He aquí otro de los bienes que en vano se buscará en la medicina si no se tiene la amistad de Dios. El que la tiene se gozará aun en los insomnios. Cf. Salmo 62, 7 y nota.

[5721] 25. David dice: No temerá terrores nocturnos (Salmo 90, 5); y tampoco malas noticias (Salmo 111, 7).

[5722] 26. Vemos aquí la diferencia esencial con la sabiduría pagana, que es obra del esfuerzo humano, en tanto que la sabiduría bíblica es obra de Dios, y es también Él quien da sus frutos.

[5723] 27. No niegues. El que pudiendo no lo hace, peca, dice Santiago 4, 17.

[5724] 28. Esta preciosa norma se nos da también con respecto a los salarios. Véase Levítico 19, 13.

[5725] 29. El que odia es homicida, dice San Juan (I Juan 3, 15). Sobre la traición a la confianza véase Salmo 54, 14 y nota.

[5726] 31. Es el asunto tratado en el admirable Salmo 36.

[5727] 34. “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes”. Cf. Salmo 33, 19 y nota; Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5.

[5728] 1. Prudencia se usa en los libros sapienciales de la Biblia como sinónimo de sabiduría. Cf. 1, 2 y nota. Según Vosté sabiduría sería el conocimiento de los principios, y prudencia el conocimiento práctico para hacer el bien y evitar el mal.

[5729] 7. En Sabiduría 6, 18 ss. se enseña esta verdad en forma silogística.

[5730] 8 s. Tenla en gran estima: Inútil es creer que la buscaremos si no la estimamos como un gran bien. Según los Santos Padres, puede entenderse por diadema la virtud de la caridad, la cual es corona de las virtudes. Véase 2, 16 y nota.

[5731] 12. Si corres: Véase este proceso en Eclesiástico 4, 16-21. La sabiduría convierte la senda angosta en el ancho camino real de la caridad (Sto. Tomás). Véase Salmo 118, 44 y nota.

[5732] 17. Los impíos están tan acostumbrados a la maldad, que no pueden vivir sin ella, sino que parece que se alimentan con ella. Contrasta con lo que dice Jesús en San Juan 4, 34.

[5733] 18. Crece hasta ser pleno día: “El justo, dice San Bernardo, jamás cree haber ganado el cielo; nunca dice: «Es bastante», sino que siempre tiene hambre y sed de justicia, de tal manera que, si siempre viviese, siempre se esforzaría, en cuanto le fuese posible, por ser más justo, y emplearía siempre todas sus fuerzas para ir de virtud en virtud (Epístola cciii). Cf. 28, 1.

[5734] 20 ss. Jesús, que es la Sabiduría, insiste en darnos este secreto: “Las palabras que os hablo son espíritu y vida” (Juan 6, 63). Cf. Salmo 118, 11 y nota. ¡Alégrate lector: estás bebiendo aquí la vida a medida que lees!, la vida espiritual, los buenos pensamientos y deseos y obras (véase Mateo 15, 18 ss.). El corazón es todo: es el árbol de que habla Jesús (Mateo 7, 17). Véase II Corintios 4, 18 y notas.

[5735] 27. Los Setenta y la Vulgata agregan a estas palabras el siguiente comentario: porque el Señor conoce los caminos que están a la derecha; mas los que están a la izquierda, son perversos. Pero Él dirigirá tu carrera, y guiará tus caminos en paz.

[5736] 3 ss. En sentir de algunos expositores habla el sabio en este capítulo no solamente de la mala mujer, sino en sentido alegórico, de la necedad opuesta a la sabiduría. Cf. 2, 16 y nota. Satanás es el “padre de la mentira” (Juan 8, 44) y nunca presenta el pecado en su odiosa fealdad sino lleno de atractivos. Cf. II Tesalonicenses 2, 9 s.

[5737] 8. El valiente es el que huye, sabiendo que nadie tiene fuerzas propias para vencer la congénita inclinación al mal (cf. Denz. 180, 195). El que ama el peligro perecerá en él (Eclesiástico 3, 27).

[5738] 12 ss. ¡Cuando ya sea tarde! Véase Sabiduría 5, 4 ss.

[5739] 15. Se refiere en sentido propio a los hombres para que se contenten con su mujer; en sentido alegórico, agua de tu aljibe simboliza la sabiduría. Así se puede tomar también la expresión “a esposa de tu mocedad” (versículo 18). Véase Eclesiástico 9, 9 y nota.

[5740] 19. ¡Precioso augurio y consejo para un esposo! Es un antídoto contra el dicho moderno: La mujer es una promesa que no se cumple.

[5741] 21. Es el misterio de la Providencia. Véase Job 11, 4; 34, 21; Salmo 138, 1; Jeremías 16, 17 y notas. Jesús dice más aún: hasta nuestros cabellos están contados por el Padre.

[5742] 22. Verdad que la Biblia enseña de muchas maneras (Cf. 6, 2; 12, 13; Sabiduría 11, 17; Oseas 7, 2; Salmo 7, 16 s.), y que ha dado origen al proverbio popular: En el pecado está el castigo, porque los pecados enredan al pecador y le hacen esclavo del demonio. Vive en la cloaca del mal, se agita en ella y no puede más salir de allí. El justo, en cambio, aunque viva en condición de esclavo, es libre porque no sufre el yugo del pecado.

[5743] 1 ss. No estaba prohibido tomar sobre sí fianzas (véase Eclesiástico 29, 14), mas el sabio previene contra ellas y exhorta al fiador a tomar todas las medidas lícitas, hasta la humillación de sí mismo, para librarse de la obligación intimada. No sea que la presunción de pasar por generoso, se disfrace de caridad, y nos lleve luego a la desesperación. “La caridad no obra precipitadamente” (I Corintios 13, 4).

[5744] 6 ss. Se elogia aquí el trabajo, no el atesorar. San Francisco no amaba a las hormigas porque no se confían a la Providencia como los pajarillos. Cf. Mateo 6, 26.

[5745] 9 ss. Es menester temer y evitar el reposo en el reposo, dice San Bernardo; es decir que se ha de regular el reposo necesario, no entregarse a él demasiado y convertirlo en una virtud; asimismo las comidas, el sueño, etc. “La pereza es el anzuelo, con que el demonio pesca las almas” (Santo Tomás).

[5746] 12. Hijo de Belial, es decir, hombre maligno, de corazón doble. Es el antípoda de la simplicidad, que Dios ama tanto. Cf. Juan 1, 47; 3, 19; Santiago 4, 8. Véase también 9, 4 y nota sobre la infancia espiritual.

[5747] 16 ss. Seis son las cosas, etc.: forma frecuente en la Biblia para llamar la atención sobre la doctrina que va a enseñar. Véase Eclesiástico 23, 21; 25, 1 ss.; 26, 5 ss.; 50, 27. Nótese que la primera de las cosas que Dios odia, es algo que ante el mundo no parece pecado: los ojos altivos (cf. 30, 13).

[5748] 22. Las palabras de Dios son un amigo viviente, que está siempre con nosotros para inspirar, consolar, enseñar, defender al que las estudia y las guarda en su corazón (cf. Salmo 118, 11 y nota). Los israelitas las llevaban escritas y pendientes de la frente y de las manos (Deuteronomio 6, 8; 11, 18). ¡Feliz el cristiano que lleva siempre en su bolsillo el Sagrado Libro del Evangelio con las palabras de Jesús! Véase Baruc 3, 38.

[5749] 23. La Ley una luz, o como se cita en latín: lex-lux. Cf. Salmos 18, 9; 118, 105. Más aún encontramos esta luz en el Evangelio de Cristo, quien es el Sol de la justicia y cuyos apóstoles son la luz del mundo (Mateo 5, 14).

[5750] 26. Un pedazo de pan: Alusión a la miseria que es resultado de la lujuria.

[5751] 27. El amor, bueno o malo, es fuego, según enseña esta vivísima imagen. De ahí que la Sagrada Escritura, que define a Dios como “amor” (I Juan 4, 8), dice también que Él es fuego devorador (Deuteronomio 4, 24). De esta manera comprendemos cómo el Espíritu Santo, al poner en el alma el amor con que Dios nos ama, enciende en ella su propio fuego de amor, que nos hace capaces de amar a Dios y al prójimo. Cf. Romanos 5, 5.

[5752] 34 s. El comentario a estos versículos lo leemos todos los días en los diarios, sección crímenes y escándalos.

[5753] 1 s. Palabras, enseñanzas, preceptos, mandamientos son aquí sinónimos, como en el Salmo 118. Significan la sabiduría en sus distintos aspectos.

[5754] 4. Tú eres mi hermana: “Este mismo nombre da Jesucristo a quien cumple la ley de su Padre (Mateo 12, 50)”. (Bover-Cantera).

[5755] 5 ss. Sobre la mujer extraña véase 4, 20 ss.; 5, 20; 6, 20 ss.; 23, 27. En sentido alegórico, la mujer extraña es la necedad del mundo, que es lo contrario de la sabiduría, y también la mala doctrina. Cf. 2, 16; 5, 15 y notas.

[5756] 6. Según otros (Condamín, Manresa) que traducen de los LXX, es la cortesana quien espía en su ventana el paso del joven inexperto. Cf. Isaías 57, 6 ss.

[5757] 14. Invita al necio al banquete, porque los sacrificios pacíficos eran seguidos de un convite (Levítico 7, 15 ss.). La mala mujer es a la vez hipócrita. Busca “consuelo espiritual” y toma por pretexto una ceremonia religiosa para satisfacer sus pasiones carnales.

[5758] 19. El sentido es: mi marido no volverá tan pronto, puesto que llevó mucho dinero para el viaje que ha emprendido.

[5759] 23 ss. Véase sobre esto 1, 17; Eclesiastés 9, 12 y notas. Sansón, Salomón y el mismo David fueron presos en esta red y tuvieron que experimentar el amargo fruto de su pecado. La mala mujer y su víctima van descendiendo hasta caer en el abismo (versículo 27).

[5760] 27. Scheol: Véase Job 10, 21 y nota.

[5761] 1 ss. Maravilloso discurso de la Sabiduría que había de ser el Verbo encarnado. Manresa lo compara acertadamente con Eclesiástico 24, 3 ss.; Sabiduría 7, 25 s., para deducir que la Sabiduría es el Verbo del Padre. Véase 1, 2; Job 28, 12, 27; 38, 5 y notas.

[5762] 10. Y no la plata: El materialismo dice al revés; primero oro y plata, bienes materiales y vida cómoda; después veremos si hay sabiduría y si vale la pena dedicarse a ella. La divina sabiduría que nos habla a través de este libro y de toda la Biblia tiene una inmensa ventaja sobre todos los tratados de moral. “Una sola de sus sentencias, por breve que sea, encierra plenitud de pensamiento y una riqueza inefable. Es también la Escritura semejante a una fuente de inagotable caudal. Nuestros antepasados bebieron de sus aguas, según sus fuerzas; los venideros beberán también, sin que agoten la fuente, antes al contrario, manará más copiosa y serán más abundantes sus aguas” (San Crisóstomo, In Génesis, Homilía 3).

[5763] 12. Versículo diversamente traducido. Vulgata: Yo, la sabiduría, habito en el consejo, y asisto a los pensamientos juiciosos. Bover-Cantera: Yo, la sabiduría, soy vecina de la sagacidad, y de profundo conocimiento dispongo. Nácar-Colunga: Yo, la sabiduría, tengo conmigo la discreción, poseo la ciencia y la cordura. “Diríase que la Sabiduría personal entra en escena para descorrer el velo de sus más profundos secretos. Prodiga largamente los dones de su misma insondable esencia; y para mejor descorrer el velo de su condición nobilísima nos cuenta sus orígenes y sus dotes excelsas” (Manresa).

[5764] 14. Lo que aquí se dice de la Sabiduría, son atributos de Dios (Job 12, 13-16).

[5765] 15. Los reyes, los poderosos de la tierra, reciben de Dios las normas de gobernar los pueblos. No hay leyes meramente profanas, porque todo poder viene de Dios, y no hay potestad que no proceda de Él (Romanos 13, 1 ss.).

[5766] 22. Me poseyó: La posee porque la engendra en generación eterna. Bossuet dice al respecto: “Dios me poseyó, dice la Sabiduría, es decir, Dios me ha engendrado, tal como Eva, una vez nacido Caín, se dijo a sí misma: «He poseído un hombre por la gracia de Dios»... Hay en Dios una Sabiduría esencial, que estando primitiva y originalmente en el Padre le hace fecundo para producir en su seno a la Sabiduría, que es su Verbo y su Hijo.” Bossuet alude a Génesis4, 1, donde se usa el mismo verbo “qanani” para expresar el nacimiento de un hombre, por lo cual algunos le dan el sentido de crear, engendrar (en vez de poseer), por ejemplo las antiguas versiones de Aquilas, Teodoción, Símaco, LXX, Peschitto, Ferrarense y muchos Padres. Todo este pasaje habla de la Sabiduría eterna, el Verbo que desde un principio estaba en Dios (Juan 1, 2; 8, 58) y por el cual todo fue creado. Descubrimos así, en pleno Antiguo Testamento, nuevos capítulos del Evangelio, en que Jesús nos anticipa la revelación de sus misterios, así como en los Salmos nos hizo conocer anticipadamente su oración (Salmo 39, 7; cf. Hebreos 10, 5 ss. y notas). ¿Puede haber mayor regalo? Es la gran verdad que San Agustín expresa diciendo que el Nuevo Testamento se esconde en el Antiguo, y este se manifiesta en el Nuevo. Véase Mateo 5, 17. Cf. Génesis1, 1 s. y notas.

[5767] 27 ss. Describe la cooperación de la Sabiduría eterna en la creación del mundo. La Liturgia aplica estos versos y los precedentes a la Santísima Virgen, la cual, siendo Madre de la Sabiduría encarnada, es el “trono de la Sabiduría”. Claro está que se trata de un sentido acomodaticio, como vemos por el versículo 22 y nota. Véase igual sentido en Eclesiástico capítulo 24.

[5768] 31. La Sabiduría “se recrea en contemplar sus obras y, sobre todo, en comunicarse a los hijos de los hombres, a fin de hacerlos sabios e inteligentes. El prólogo de San Juan y otros pasajes paralelos de San Pablo son explicaciones de este texto al hablarnos del Verbo, por quien todo fue creado y todo subsiste (Juan 1, 3; Colosenses 1, 15 ss.)”. (Nácar-Colunga). Contemplando esta maravilla exclama San Buenaventura: “¡Oh sentencia verdaderamente maravillosa y admirable sobremanera! El Rey, cuya hermosura admiran el sol y la luna, cuya grandeza cielos y tierra reverencian, con cuya sabiduría son alumbrados los ejércitos de los espíritus celestiales, de cuya bondad se hartan los coros de los bienaventurados; Este tal y tan grande desea hospedarse en ti, alma mía, y codicia y apetece más tu cenáculo que el palacio del cielo” (Soliloquio, capítulo I).

[5769] 36. Así se cierra este grandioso canto, “que, en progresivo desarrollo doctrinal, desemboca, como un mar sin riberas, en una sabiduría que, intrínseca a Dios, por Él engendrada y junto a Él subsistiendo y obrando, es comienzo de realidad consumada en el Verbo, sabiduría del Padre” (Asensio, Estudios Bíblicos 1945, pág. 246).

[5770] 1 ss. “Hermosa descripción alegórica. En los Libros sagrados la unión íntima entre Dios y el hombre a menudo es representada bajo la figura de un suntuoso banquete. Cf. Salmo 22, 5; Isaías 25, 6; 65, 13; Sofonías 1, 7-8, etc.” (Fillion).

[5771] 4. ¿Quién no reconoce aquí el lenguaje tantas veces usado por Jesús? (Mateo 19, 14; 18, 3 s.; Marcos 10, 15; Lucas 9, 46 ss.; 10, 21). En este versículo y en Isaías 66, 13, se inspiró Santa Teresita al iniciar su vida de infancia espiritual, “¡Oh, carísima hermana mía!, exclama la Santa, después de oír tales expresiones, no hay más que callar y derramar lágrimas de reconocimiento y de amor. ¡Ah! Si las almas débiles e imperfectas, como la mía, sintieran lo que yo siento, ninguna de ellas desesperaría de llegar a la cima de la montaña del Amor, ya que Jesús no exige acciones valiosas, sino tan solo el abandono y la gratitud” (Historia de un alma IX, 19). Cf. Sabiduría 6, 6; Isaías 28, 9.

[5772] 5. La divina Sabiduría, que es Jesús (1, 2), se fabricó una casa e invita al banquete; esto significa, en opinión de los Santos Padres, que el Verbo encarnado funda el Reino de Dios, al cual todos los hombres están invitados a participar desde ahora mediante el banquete de la Sabiduría y el banquete Eucarístico aludido en este versículo. Jesús usó esta figura en Mateo 22, 2 y Lucas 14, 16, e invitó muchas veces al banquete de su Reino (véase Lucas 14, 13-15; 22, 16-18 y 29-30), que en Apocalipsis 19, 9 es llamado “la cena de las Bodas del Cordero”. Las siete columnas representan los siete dones del Espíritu Santo, que llenaron el Alma de Jesús, Sabiduría hecha Hombre, como lo vemos en Isaías 11, 1-3. Como todo lo que es sabiduría, esta gran verdad exige hacerse pequeño (versículo 4) para poder comprenderla bien; pues choca fuertemente con la sabiduría de la carne, a la cual el apóstol San Pablo llama muerte (Romanos 8, 6). Solamente el hombre espiritual puede conocer las cosas que son del Espíritu de Dios (I Corintios 2, 14).

[5773] 7 ss. Misteriosa contradicción: el que más necesita la enseñanza, huye de ella; y solamente la acepta el que ya es sabio. Esta verdad se nos enseña de numerosas maneras en los Proverbios, con inmenso provecho para los jóvenes y para los maestros. Cf. 13, 1; 15, 5; 18, 2 s.; 19, 25 s.; 21, 29; 22, 17 s.; 23, 19; 24, 13 s.; 26, 12; 28, 23; 29, 1, 15, 19, etc.

[5774] 10. Conocer al Santo, es decir, a Dios. Vulgata: la ciencia de los santos. Cf. 1, 7; Eclesiastés 12, 13; Salmo 110, 10 y notas.

[5775] 13 s. Sigue la invitación de la necedad bajo la figura de una adúltera (véase 7, 10 ss.) en contraste con la invitación de la Sabiduría (versículo 3 ss.). La necedad no tiene doncellas como la Sabiduría, derrama su invitación por los altoparlantes de entonces, los pregoneros y voceadores.

[5776] 17. Nótese el grafismo de las metáforas en que se vacían los pensamiento, los cuales, “una vez herida la conciencia del oyente, con dificultad se despegan de ella” (Cardenal Gomá). Tenemos aquí otra contradicción (cf. versículo 7 y nota) que muestra cuán depravada está nuestra naturaleza humana. Los antiguos ya la hacían notar, y el gran maestro Fray Luis de León dice: “sabroso cómo la fruta del cercado ajeno”. Bastaría esta confesión de la humana perversidad, para destruir la doctrina de Rousseau, que se funda en la herejía pelagiana o semipelagiana de que el hombre es bueno o tiene capacidad propia para el bien, y por lo tanto no necesita de la gracia de Dios.

[5777] 18. Otros expositores traducen: No sabe que allí están los gigantes y que los convidados están en lo profundo del infierno. Véase Job 26, 5; Isaías 14, 9 y notas.

[5778] 1. Hasta aquí el sabio ha hablado del estudio de la sabiduría en general. Con el capítulo 10 empiezan las sentencias particulares y preceptos especiales, empleando el autor sagrado con frecuencia la figura retórica de la antítesis entre el bien y el mal. En el texto hebreo y en los Setenta se lee aquí de nuevo el título: Parábolas de Salomón. Véase III Reyes 4, 32, donde se nos dice que el rey sabio escribió tres mil parábolas.

[5779] 2. Los tesoros de iniquidad: Jesús usa ese mismo término en la parábola del administrador desleal (Lucas 16, 9 y 11). Las riquezas son llamadas riquezas de iniquidad, porque conducen al hombre a todos los vicios. Cf. Eclesiástico 5, 1 y nota.

[5780] 3. David expone esta consoladora verdad en Salmo 36, 25; Salmo 40, etc. Jesús la confirma en Mateo 6, 33.

[5781] 9. Recordemos esta aparente paradoja. El que no alardea de habilidad tortuosa, y procede con esa simplicidad que Dios tanto ama (Juan 1, 47; Santiago 4, 8), tendrá el mayor éxito asegurado por Él. Sed sencillos como palomas, decía Jesús a los apóstoles (Mateo 10, 16). La sencillez y rectitud del corazón es la condición de la fe viva, porque abraza lo que no puede comprender y lo que no puede ver. Santo Tomás encierra esta doctrina en el bello verso: “Quod non capis, quod non vides, animosa firmat fides” (Lauda Sion).

[5782] 12. Texto citado en I Pedro 4, 8. El amor no hace caso de las ofensas recibidas, sino que las perdona y olvida (cf. I Corintios 13, 4). Santo Tomás (IV Contra Gentes, 21-22), explica admirablemente este concepto, haciendo notar que cuando se reconcilian dos amigos antes distanciados, ninguno recuerda los antiguos agravios. Así hace Dios con nosotros cuando recobramos su amistad mediante un acto de perfecta caridad, sea hacia Él o hacia el prójimo (que es como hecho hacia Cristo). V. gr.: el que perdona puede estar seguro de recibir perdón (véase Mateo 6, 14; 18, 35; Eclesiástico 28, 3 ss.). Santa Teresa de Lisieux dice que hay un modo seguro de ganar indulgencia plenaria, sin otra condición, y es hacer un acto de caridad perfecta.

[5783] 15. El rico se siente audaz, y por ello expuesto a la injusticia; el pobre suele sentirse tímido y por eso expuesto al fracaso. La gran ventaja está, pues, en la modesta medianía (15, 16; 28, 20; 30, 8; I Timoteo 6, 6 s.).

[5784] 19. Lección harto grave. Sobre su importancia véase lo que dice Jesús en Mateo 12, 36 s.; Eclesiastés 5, 2; Eclesiástico 20, 8. Es hombre perfecto el que no peca con la lengua. Véase 18, 21; Santiago 3, 2 ss. “Así como en el mucho hablar no falta pecado, del mismo modo el hablar poco y brevemente sirve para que el hombre se guarde del pecado. Y como del mucho hablar se sigue frecuentemente ofensa lo mismo a Dios que al prójimo, así, con el silencio se alimenta la justicia, de la que, como de un árbol, se recoge el fruto de la paz” (San Buenaventura, Vida perfecta).

[5785] 24. Es esta una de las tremendas maldiciones bíblicas contra la conciencia tortuosa que pretende engañar a Dios u ocultarse de Él (véase Isaías 66, 4; Job 15, 21). Por ese camino lleva la soberbia a la desesperación. Y sin embargo, ¡cuán fácil es confesarse pecador y arrojarse en los brazos del Padre que está deseando perdonar! Cf. Salmo 50. A los justos se les concede, etc.: “De donde vemos, que muchos santos desearon muchas cosas en particular por Dios; es de fe que, siendo justo y verdadero su deseo, se les cumplió en la otra vida perfectamente” (San Juan de la Cruz).

[5786] 26. Abundan en la Biblia estas expresiones sarcásticas. Cf. 11, 22; 19, 24; 24, 30; 26, 14; Eclesiástico 22, 2; etc.

[5787] 28. Dios ha hecho así el corazón del hombre, que goza ya “en esperanza el fruto cierto” (Fray Luis de León). Véase Salmo 118, 162 y nota. En cambio, como dice el adagio, “nadie navega contra la corriente de la esperanza”. De ahí que San Pablo llame bienaventurada nuestra esperanza en el glorioso retorno de Cristo (Tito 2, 13), que el Catecismo Romano (I, 8, 2) nos señala como objeto de nuestro más vehemente anhelo, y nos mueve el Apóstol a gozarnos en esa esperanza (Romanos 12, 12), la cual nos santifica (I Juan 3, 3).

[5788] 30. Sobre esta promesa y esta amenaza véase 2, 21; Mateo 5, 4; Salmo 36, 29; Salmo 1, 5, etc.

[5789] 1. Cf. 20, 10; Levítico 19, 35 s.; Deuteronomio 25, 13 ss. Es abominación. Ha de aplicarse a cada clase de injusticia. El hombre injusto devora a su prójimo y bebe su sangre (Sabiduría 12, 5).

[5790] 2. Ignominia, es decir, exactamente lo contrario de la gloria que busca el soberbio. Habita con los humildes: La humildad, dice San Agustín, merece ser guiada por la luz de Dios, y la luz de Dios es el premio de la humildad. La humildad alcanza la gracia, y la hija de la humildad es la paz del corazón. Cf. Mateo 11, 29; Lucas 1, 48-53; Santiago 4, 6.

[5791] 3. Su rectitud. Otros traducen: la sencillez. Es decir, el que obra con sencillez, con inocencia, sin doblez ni hipocresía, asegura su salvación. Se dice de los primeros cristianos que partían el pan por las casas de los fieles y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón (Hechos de los Apóstoles 2, 46). Cf. 9, 4 y nota.

[5792] 4. Sobre el día de la ira, o el día de la venganza (Vulgata) véase Salmo 2, 12 s.; Isaías 61, 1 ss.; Sofonías 1, 15; Romanos 2, 5; Apocalipsis 6, 17, etc. Puede entenderse también de la ira o celos de Dios cuando el alma desprecia su amor. Cf. Eclesiástico 5, 8 s. Muerte: ha de pensarse no solamente en la muerte corporal, sino también en la muerte eterna, que San Juan llama muerte segunda (Apocalipsis 20, 6, 14).

[5793] 7. Es lo que el Dante escribió lapidariamente en la tremenda puerta del infierno: “Lasciate ogni speranza, o voi ch'entrate” (Infierno III).

[5794] 8. Ejemplos son Job, David, Ester, Daniel, Susana y muchos otros. Véase Salmo 33, 20 y nota; Santiago 5, 11.

[5795] 9. Ciencia: Ella nos hace descubrir el fondo de los corazones y librarnos de los engaños. Cf. Lucas 2, 35. Por esta ciencia es preciso entender lo que el autor sagrado llama sabiduría, es decir, el conocimiento de Dios, de su amor, de las cosas divinas, de la gracia, del servicio de Dios, de la Escritura, del alma, de la salvación, de las postrimerías. “La ciencia de Dios es el manantial de todos los bienes…, la cosa más preciosa y más perfecta es el conocimiento de Dios” (San Gregorio Nacianceno).

[5796] 12. El varón prudente se calla. “El don más valioso y el más sublime, sobre todo para una mujer, es el silencio, la modestia y el retiro”, dice San Jerónimo (Ad Marcellam).

[5797] 14. Gobernar es el arte de las artes; los sabios más grandes se han empeñado en elaborar sistemas y métodos aptos para gobernar a los pueblos (cf. por ejemplo, el escrito de Santo Tomás “El gobierno del príncipe”), pero más difícil es conducir las almas. Los que están destinados a corregir a otros, deben ser irreprensibles. Por eso los sacerdotes, mediadores entre Dios y el pueblo, deben tener una conciencia sin mancha ante Dios y una excelente reputación ante los hombres (Santo Tomás; cf. I Timoteo 3, 7).

[5798] 15. El que rehúsa dar fianzas. Vulgata: el que se guarda de lazos. Según esto, el sentido parece ir más allá de las fianzas y prevenirnos contra la credulidad en los hombres porque “Dios es veraz y todo hombre es mentiroso” (Romanos 3, 4). Cf. 1, 17; Salmo 115, 2 y notas.

[5799] 20. Si somos sinceros, el Padre hace de nosotros el objeto de sus complacencias, como lo es su Hijo Jesús. Véase Mateo 3, 17.

[5800] 22. Véase 10, 26 y nota. La comparación es tan sabia como humorística.

[5801] 24. Anticipo de las promesas del Evangelio. Cf. Lucas 6, 38.

[5802] 26. Léanlo los acaparadores que amontonan mercaderías para sustraerlas a la circulación. Provocan así una escasez artificial con la subsiguiente alza de precios y venden después las mercaderías más caras, aprovechando la necesidad de los pobres: Pecado muy frecuente en tiempos de guerra y postguerra.

[5803] 29. Se refiere a un desorden culpable (cf. 15, 27). Hablando de lo espiritual, Jesús anuncia a sus discípulos muchas luchas domésticas. Véase Mateo 10, 36 s.; Lucas 12, 51-53; 14, 26; Juan 7, 5; 15, 20; Mateo 10, 21 ss.

[5804] 31. Véase lo que Jesús dice a las hijas de Jerusalén (Lucas 23, 31). San Pedro (I, 4, 18) usa esta misma comparación con respecto a la salvación eterna, y de ahí la toma el “Dies Irae”, “Cum vix iustus sit securus.”

[5805] 1. Insensato: El mundo, al revés, aplaude a los presuntuosos que confían en sí mismos y no aceptan corrección alguna. Convendría reconsiderar los modernos sistemas de educación.

[5806] 6. Precioso lema para un abogado cristiano.

[5807] 9. Elogia a los que ganan el sustento con el trabajo de sus manos (véase versículo 11). Elogio tanto más notable cuanto menos se estimaba entre los antiguos el trabajo manual. Cf. versículo 24 y 27; 16, 26; 21, 25.

[5808] 13. Es lo que expresa el refrán: el pez por su boca muere. Véase 10, 19; 18, 7.

[5809] 15. No hay peor enfermo que el que se cree sano. No podrá curarse jamás, pues no recurre al médico. Tal es lo que Jesús increpó a los fariseos. Véase Mateo 9, 12 s.; Juan 9, 39 ss.

[5810] 16. Disimula la afrenta: “Menos se sufriría, dice San Crisóstomo, viviendo con animales feroces que con hombres de carácter arrebatado. Puede amansarse el león, pero no aquel hombre.” Cf. Ecl. 7, 10; Santiago 1, 19 s. Jesús nos da sobre esto innumerables lecciones. Cuando se trata de la honra del Padre, se indigna terriblemente contra los fariseos y doctores que quieren arrebatársela, con apariencias de religiosidad. Pero en lo que es contra Él, guarda silencio (Mateo 26, 63; Isaías 53, 7; Hechos de los Apóstoles 8, 32) o responde con suavidad a las mayores ignominias (véase Juan 8, 48 ss.; 18, 23; Mateo 12, 24 ss.; etc.).

[5811] 18. La espada es la mala lengua. Cf. versículo 13. La Vulgata trae otro texto: Hay quien promete, y queda herida su conciencia como de una espada, mas la lengua de los sabios es sanidad.

[5812] 20. Bienaventurados los pacíficos (es decir, estos que llevan la paz), porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5, 9).

[5813] 21. Las pruebas no son desgracias, sino favores y remedios necesarios. El mal verdadero no existe sino en el pecado. Por eso “el justo no teme malas noticias” (Salmo 111, 7). Santo Tomás enseña que en Jesucristo y en los justos la tristeza ha consistido en prever y sentir los males, pero no en turbarse por ellos (II-II, q. 136, art. 2).

[5814] 23. ¡Lo malo se muestra y lo bueno se oculta! Paradoja semejante a las de 9, 7 y 10, 9.

[5815] 25. Poderoso estímulo para el apostolado de la caridad. Sobre todo si sabemos que Jesús ora al Padre por la eficacia de nuestras palabras (Juan 17, 20).

[5816] 27. El holgazán no asa la caza: Admiremos la sabiduría de nuestro Padre y la suavidad de sus caminos: del trabajo doloroso, fruto del pecado. (Génesis3, 17 ss.), ha hecho una ley de felicidad, de higiene, de provecho. Véase versículo 9; 13, 11; Eclesiastés 5, 17 ss.; 7, 10 y notas. Cf. 6, 16 y nota. “La ociosidad mata al cuerpo, y la indolencia al alma” (San Crisóstomo).

[5817] 1. El primer hemistiquio puede traducirse: El hijo sabio revela (con su aprovechamiento) la instrucción de su padre. En este pensamiento se funda el epitafio del rey don Alfonso el Sabio, enterrado junto a su padre San Fernando en Sevilla.

[5818] 4. Vulgata: Quiere y no quiere el perezoso. Es como en la fábula del célebre asno de Buridán, que murió entre dos fardos de heno, sin resolverse a empezar por uno u otro.

[5819] 7. Nueva paradoja: el pobre quiere ostentar riqueza, y el rico quiere esconderla.

[5820] 8. Se libra el rico de los peligros, a costa de dinero; mientras el pobre no teme ladrones y puede dormir a puertas abiertas.

[5821] 9. Luz y lámpara son símbolos de la felicidad. Cf. 24, 25; Job 18, 5 s.; 21, 17.

[5822] 10. El que se deja aconsejar aprovecha toda la ciencia de los otros. Solo el insensato puede creer que no necesita consejo.

[5823] 13. Quien menosprecia la palabra, se pierde. Véase sobre esto la asombrosa revelación de Cristo en Juan 12, 47 s.: “No vine a juzgar al mundo sino a salvarlo”. La palabra de su amor despreciado, esa nos juzgará.

[5824] 14. “Las palabras que os he dado son espíritu y vida” (Juan 6, 63; Vulgata 6, 64).

[5825] 15. Vulgata: La buena doctrina hace agradable al hombre; en el camino de los que la desprecian hay un precipicio.

[5826] 19. El necio abomina apartarse del mal. Es el problema de los fariseos que Jesús planteó en Juan 3, 19.

[5827] 20. De aquí el proverbio: “Dime con quién paces y decirte he qué haces”, y el otro: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Cf. 1, 15 y nota. En la Sagrada Escritura está el origen de muchísimos refranes, que pasaron al pueblo en épocas de piedad.

[5828] 22. Véase la parábola de los cinco talentos, donde el que no trabaja pierde su talento en favor de los que han trabajado (Mateo 25, 28 s. Véase también Lucas 19, 26; 8, 18).

[5829] 23. En vez de pobres traduce la Vulgata padres.

[5830] 25. El pobre come contento (17, 1) “con la salsa de su hambre” (Cervantes), mientras que al hedonista, estragado, nada le satisface. Cf. 15, 16 s.; 16, 8.

[5831] 1. Véase el capítulo 31, 10 ss. que traza la semblanza de la mujer fuerte. “La misión de la mujer cristiana, dice Ozanam, tiene cierta analogía con los ángeles custodios; guían al mundo, pero, como ellos, son invisibles.”

[5832] 6: El mofador no encuentra la sabiduría, porque no la hay sin temor de Dios. Véase 1, 7.

[5833] 7. Es decir, ¿para qué te expondrías a la seducción? Los falsos profetas conquistan fácilmente. Véase Juan 5, 43; II Tesalonicenses 2, 9 s.

[5834] 8. ¡Cuántos fracasos evitaría la juventud si meditara en esto y encomendara su camino a la Providencia! Véase Salmos 36, 5; 142, 8-10.

[5835] 9. La gracia: Es la ley de Cristo: absolved y se os absolverá (Lucas 6, 37). El que se siente débil no se burla de la caída de otros. ¡Sabe que pronto puede tocarle a él!

[5836] 12; ¡Qué decepción tremenda para tantos que quizá se creyeron llenos de méritos en vez de hacerse pequeños como los niños! (Mateo 18, 18, 1 ss.). La explicación la da San Pablo en I Corintios 13, 1 ss. al revelarnos que nuestras obras solo se valorizan por el amor. Lo primero que el amor busca no es ganar méritos ante el amado, sino saber lo que a este le agrada, para darle gusto. ¿No debería ser esto decisivo para movernos a querer saber lo que está escrito en ese largo y casi ignorado Libro de las divinas Escrituras para saber lo que a Dios le gusta? Isaías traía este problema tanto al principio (Isaías 1, 11) como al fin (Isaías 66, 1 ss.).

[5837] 13. La risa está mezclada con el dolor. “Dios, dice San Agustín, mezcla las amarguras con las alegrías de la tierra, para que ansiemos aquella felicidad cuya dulzura nunca engaña.”

[5838] 15. He aquí un punto que debe entenderse bien. Este simple no es el simple de corazón, que Dios tanto alaba (véase 11, 3), sino el tonto que cree en los hombres. Jesús nos enseña a desconfiar de ellos (Juan 2, 24 s.) con prudencia de serpiente, guardando para con nuestro Padre celestial la sencillez de la paloma (Mateo 10, 16 s.). Véase I Juan 4, 1; I Tesalonicenses 5, 21.

[5839] 16. Véase 1, 7; Job 28, 28.

[5840] 20. Vieja verdad, que muestra una vez más la miseria de nuestro corazón. Ovidio la expresaba en célebres versos: “Mientras seas feliz, contarás con muchos amigos. En los tiempos sombríos te quedarás solo.” Véase 19, 4.

[5841] 21. Sobre el menosprecio véase en Mateo 5, 22 el extremo rigor de la caridad evangélica. La Vulgata agrega: el que cree en el Señor ama la misericordia, lo cual encierra una admirable doctrina. “Es decir que la fe y el conocimiento de Dios son el principio, la raíz de la misericordia; porque quien cree en Dios, en sus misterios, en sus bondades, en los destinos que ha dado al nombre, no podrá menos de ser piadoso con su prójimo; y de la virtud sobrenatural de la fe, brota la virtud sobrenatural del amor” (Rup. de Manresa). Véase Gálatas 5, 6; Job 31, 13; Eclesiástico 28, 1-14.

[5842] 24. Las riquezas usadas en honra de Dios y a favor del prójimo, sin poner en ellas el corazón. Véase Salmos 111, 3; 61, 11.

[5843] 28. Fundamento de la sabia máxima de Juan Bautista Alberdi: “Gobernar es poblar.” Condenación, por lo tanto, del crimen anticoncepcionista. Cf. Salmo 127, 3 y nota.

[5844] 29. Así se define el mismo Dios: ¡sufrido y tardo en airarse! (Salmos 85, 15; 102, 8 s.; 144, 8). Así hemos de ser nosotros (Santiago 1, 19), a imitación del Padre (Lucas 6, 36 ss.; Ef. 4, 32). Véase 19, 11.

[5845] 30. La medicina moderna encarece la influencia de los nervios tranquilos sobre la salud general.

[5846] 31. Porque Dios es el defensor de los pobres (Salmo 71, 12-14) y los ha elegido para hacerlos ricos en la fe (Santiago 2, 5). De ahí que el amor de Dios nos lleve directamente a la caridad fraterna, es decir, a amar a los que Él ama. Medítese esto a la luz del Mandamiento Nuevo (Juan 13, 34; 15, 12; I Juan 4, 11; Mateo 25, 40; Isaías 28, 12).

[5847] 32. Cf. la célebre frase de Job (13, 15) y su confesión del Redentor (19, 25-27). Para llenarse de esperanza en la hora de la muerte, medítese el Salmo 30.

[5848] 34. El pecado es el oprobio de las naciones. Vulgata: el pecado hace miserables a los pueblos. “Los bárbaros sacan sus fuerzas de nuestros pecados”, dice San Jerónimo (Epístola III ad Heliod.). Los mismos escritores romanos, especialmente Tácito, reconocen la alta moral de los bárbaros y los presentan a los decadentes romanos como modelo.

[5849] 1. Esta regla de oro debería figurar en carteles en las puertas de todos los despachos y oficinas. “Firmeza, energía, granítica entereza, pero nada de ímpetu brusco e irreflexivo, nada de estridencias y desplantes. Lo cortés no quita a lo valiente, reza el antiguo refrán español. Valentía sin descomedimiento. ¿Para qué lanzar frases amargas que ofenden y repelen, cuando tenemos razones que, propuestas con serena dignidad, pueden engendrar el convencimiento y conquistar simpatías?” (Fernández, Flor. Bibl. IX, 44).

[5850] 2. Cf. 29, 20; Eclesiástico 10, 14; 21, 28.

[5851] 8. El sabio se refiere a las víctimas de la Ley Antigua, las cuales recibían su valor y su eficacia de la intención del que las ofrecía. Sobre el primer hemistiquio véase la indignación de Dios en Isaías 1, 11 ss. Sobre el segundo véase las promesas de Isaías 1, 16 ss.; 56, 7 s.; Salmos 50, 20 s.; 65, 15.

[5852] 10. Es el drama de los que “prefieren las tinieblas a la luz porque sus obras son malas” (Juan 3, 19).

[5853] 11. El scheol: Cf. Job 10, 21; 19, 25 s.; Eclesiástico 9, 5 y notas. Vulgata; infierno.

[5854] 13. “La tristeza, dice el P. Faber, es una como endeblez y miseria espiritual; el melancólico y triste no será nunca más que un convaleciente en la casa de Dios; tal vez piense mucho en Dios, pero le adora muy poco” (Belén, IV).

[5855] 16. Es lo que dice el refrán: “Más vale poco y bien ganado, que mucho y mal allegado.”

[5856] 23. Una palabra dicha a tiempo: la palabra oportuna. ¡Qué enseñanza tan admirable! Puede ahorrarnos mil intentos ilusorios de convencer al que no quiere ser convencido.

[5857] 25. La heredad: los campos de la viuda apetecidos por los vecinos, que se apoderaban de ellos trasponiendo los mojones y sobornando a los jueces. Se deduce de aquí el respeto debido al derecho de propiedad.

[5858] 28. El que no haya aprendido bien a obedecer, no sabe discutir ni juzgar (San Gregorio, lib. II in I Reg.).

[5859] 29. Dios está lejos de los impíos, de modo que son “hijos de la ira” (Ef. 2, 3), objetos del castigo de Dios.

[5860] 33. A la gloria precede la humildad: No hay mejor ejemplo para esto que el mismo Jesucristo, quien no quiso entrar en la gloria antes de humillarse hasta la muerte. Véase Lucas 24, 26. “Creedme, dice San Cirilo de Jerusalén, el que se cree grande se hace abyecto, como el que se cree sabio se vuelve necio. Allí donde se halla una profunda humildad, está la dignidad suprema.”

[5861] 1. Es muy importante la interpretación doctrinaria de este versículo, pues los pelagianos pretendieron apoyar en él su herejía de que el hombre precede a la gracia. “El hombre prepara ciertamente el corazón, pero no sin que Dios lo toque y lo mueva… Muchas obras buenas hace Dios en el hombre, que este no realiza; ninguna hace el hombre, que primero no haga Dios en él para que pueda hacerla” (San Agustín). Esta y otras sentencias del gran Doctor de Hipona, recocidas por San Próspero, son la materia de las definiciones que San Cesáreo de Arles propuso al II Concilio Arausicano (véase Denz. 174 ss.).

[5862] 4. “Dios no creó el mundo porque este le signifique algún provecho, sino por pura bondad suya” (Santo Tomás). Aun al impío para el día aciago, es decir, para el juicio, no para la condenación eterna, como sostienen los calvinistas, pues Dios da a todos la gracia necesaria para salvarse.

[5863] 5. La Vulgata añade: El principio del camino bueno es hacer justicia, porque delante de Dios es más acepta que ofrecer víctimas.

[5864] 8. Sobre la saludable medianía (“áurea mediocritas”, “in medio stat virtus”) véase 10, 15; Salmo 36, 16 y notas.

[5865] 9. De aquí el proverbio: “El hombre propone y Dios dispone.” Cf. 19, 21. El Papa Celestino I invoca este texto en su Epístola contra los semipelagianos capítulo 8. Véase versículo 1 y nota; 21, 1; Jeremías 10, 23; etc.

[5866] 10. Oráculos: Así se llaman las leyes y órdenes del rey, “porque debemos respetarlas como salidas de Dios, y obedecerlas, no solo por el temor del castigo o pena que la ley impone, sino aún por principio de conciencia, conforme nos dijo San Pablo” (Páramo). El aludido y tan olvidado pasaje se halla en la Carta a los Romanos (13, 5 ss.), donde el Apóstol nos inculca el deber de pagar religiosamente los tributos, impuestos y lo que el gobierno nos imponga, porque también las autoridades civiles son “ministros de Dios” (ibíd. versículo 6).

[5867] 11. También el comercio se halla sometido a la ley de Dios. Las pesas de la bolsa son las que los comerciantes llevaban consigo para pesar las mercaderías.

[5868] 15. El bienestar del país depende del rey y su gobierno, así como las mieses dependen de la lluvia tardía (= la de primavera), cuya falta producía en Palestina sequedad y hambre.

[5869] 18. Véase 15, 33 y nota.

[5870] 20. El término “palabra” significa también, en su equivalente hebreo, “obra”. De ahí que los Setenta viertan “obras” lo mismo que la Ferrarense. No hay duda de que aquí se trata de la palabra de Dios. Cf. el Salmo 118 y sus notas.

[5871] 22. Fuente de vida es la sabiduría, si se orienta hacia Dios. “La más perfecta de todas las cosas es el conocimiento de Dios” (Gregorio Nacianceno). El conocimiento y el recuerdo de Dios excluyen todos los crímenes (San Jerónimo).

[5872] 24. Las raíces de la ciencia son amargas, dice Aristóteles, pero sus frutos son dulces. Si esto vale para las ciencias profanas, ¡cuánto más valdrá para la ciencia de las ciencias, que es el conocimiento de Dios! “Conocer a Dios es la plenitud de la ciencia; la plenitud de esta ciencia es la gloria, la consumación de la gracia y la perpetuidad de la vida”. Cf. Juan 17, 3.

[5873] 26. Su boca, es decir el hambre, obliga al hombre a trabajar (Génesis3, 19). Véase 12, 27.

[5874] 28. Los amigos. Vulgata: los príncipes (véase Eclesiástico 1, 14). Es lo contrario de la bienaventuranza de 12, 20.

[5875] 32. “Toda la ascética cristiana viene glosando este proverbio salomónico; se adelanta, y de mucho, el que se vence a sí mismo, al que conquista reinos. También Ovidio decía: Fortior est qui se, quam qui fortissima vincit moenia” (P. Manresa).

[5876] 33. En el regazo: Es frecuente en la Escritura el echar suertes para conocer la divina voluntad. Véase Josué 7, 14; I Reyes 10, 24; Hechos de los Apóstoles 1, 26. “No es malo echar suertes, dice San Agustín. Es cosa que, en duda humana, nos indica la voluntad divina” (In Psalmo XXX, 16). Cf. 18, 18.

[5877] 1. Víctimas; porque en los sacrificios pacíficos una parte de la víctima servía para convite. Véase 7, 14; 13, 25 y notas.

[5878] 3. Véase 27, 21; Salmo 25, 2; Jeremías 17, 10; Malaquías 3, 3; I Corintios 3, 12 ss.; I Pedro 1, 7.

[5879] 5. Dios es abogado de los pobres. Véase 14, 31. Sobre el segundo hemistiquio véase 24, 17; Job 31, 29.

[5880] 8. El segundo hemistiquio dice lo mismo que el refrán: “dádivas quebrantan peñas”.

[5881] 9. “Por eso dice La Bruyère que no puede ser firme la amistad de aquellos que no están dispuestos a perdonarse las faltas” (Bover-Cantera).

[5882] 11. Un cruel mensaje. Otros: un cruel mensajero; Vulgata: un ángel cruel. Es el castigo que Dios le manda o le reserva.

[5883] 12. No hay amigo íntimo que nos diga la verdad sobre nuestros defectos tan crudamente, tan sabia y amorosamente como la Sagrada Escritura. Esta formidable burla contra los presumidos, es un remedio para curarnos de la ostentación, mostrándonos que allí donde creemos ser admirados, solo recogemos el ridículo. Véase el caso de Ezequías (IV Reyes 20, 13-18).

[5884] 14. ¿No es cierto que la mayor parte de los homicidios empiezan en pequeñas disputas? Los pleitos, a no ser que se corten, se multiplican prodigiosamente y llegan a ser interminables. Cf. II Timoteo 2, 23.

[5885] 18. Es una burla del crédulo que confía en los hombres. Véase 6, 1 s.; 11, 15; 20, 16; 22, 26; 27, 13.

[5886] 19. Otros: Ama el delito quien ama los pleitos (véase Mateo 5, 40; I Corintios 6, 7). El segundo hemistiquio nos enseña la ruina segura del ambicioso. Véase I Timoteo 6, 9 s.

[5887] 22. Cf. el magnífico elogio de la alegría en Eclesiástico 30, 23. “No busques la alegría en los caminos del mundo; no la busques en los bailes, ni en las tabernas, ni en el alcohol, ni en el lodazal del pecado. Ahí no la encontrarás.” Toda alegría impura se castiga con la pérdida de la verdadera alegría. “No hay miseria mayor que una falsa alegría”, dice San Bernardo. “Busca la alegría donde seguramente la hallarás: en el estricto cumplimiento del deber; en el excelso camino de una vida cristiana, en el aire puro de la fe, en el calor radiante de la caridad… Ahí la encontrarás. No te contentes con creerlo. Puedes experimentarlo, comprobarlo y disfrutarlo” (Mons. Keppler, Más alegría).

[5888] 24. Los ojos de los necios reflejan el vacío de su alma. Buscan inútilmente un objeto, siempre asomados al balcón de la conciencia, sin mirar a su interior (véase Jeremías 12, 11). Dice San Gregorio Magno: “El alma que no está iluminada de Dios, siempre tiene los ojos bajos, y no desea más que la tierra.”

[5889] 28. Verdadero secreto psicológico. Cf. Job 13, 5.

[5890] 1. Vulgata: Pretextos busca quien quiere retirarse del amigo; en todo tiempo será digno de vituperio. ¡Qué luz para los pedagogos! ¿Hay mayor verdad psicológica que esta?

[5891] 2. Se deja llevar por los gustos de su corazón: ¿No es esta la explicación de tanto libro inútil? Y cada crítico juzga la inteligencia de otro según esté o no de acuerdo con lo que él piensa.

[5892] 3. El primer hemistiquio reza en la Vulgata: El impío después de haber llegado al profundo de los pecados no hace caso. “Tantas veces como recae el pecador, otras tantas cadenas se fabrica”, dice San Gregorio.

[5893] 4. Del hombre, es decir, del hombre sabio. Admirable elogio del poder de la palabra, que es el vehículo de la doctrina.

[5894] 8. El sentido es: Son sabrosas las palabras del maldiciente, y penetran hasta el fondo del corazón. Es el placer perverso que sentimos al escuchar la comidilla de la murmuración. Y lo fácilmente que corre el venticello de la calumnia. Y es que “algo de ella queda siempre”.

[5895] 10. Ciudadela es el Nombre de Yahvé. Los Salmos 22 y 90 expresan ese delicioso reposo de la confianza. Véase también Salmos 19, 2; 60, 4; 70, 3; Joel 2, 32 y Romanos 10, 13. En el Nuevo Testamento el Nombre de Jesús es igualmente fortaleza nuestra. “Hay en el nombre de Jesús, dice Orígenes, tanta fuerza contra los demonios, que al pronunciarlo se consigue el efecto deseado” (Contra Celso).

[5896] 12. Es toda la doctrina del Magníficat (Lucas 1, 48-53). Véase 11, 2; 15, 33; 16, 18; Eclesiástico 10, 15; 11, 8; Mateo 23, 12.

[5897] 14. Es como si la sal pierde su sabor (Mateo 5, 13). Jesús nos da el remedio en Marcos 14, 38.

[5898] 17. El sentido es: El que habla primero tiene razón, pero luego viene otro, su adversario, y examina lo que ha dicho el primero. Es decir: “No debemos oír una sola campana.” La Vulgata vierte: El justo es el primer acusador de sí mismo; viene su amigo y lo sondeará. Según esto, se refiere a la humildad. El humilde se considera como el más indigno de todos, aunque viva más rectamente que los otros. El hombre verdaderamente humilde ignora su grandeza; y precisamente por ello Dios le ensalzará, y serán los últimos los primeros (Mateo 19, 30).

[5899] 21. “La lengua contamina todo el cuerpo” (Santiago 3, 6). Cf. 10, 19 y nota.

[5900] 22. Cf. 19, 14; 31, 10 ss. La Vulgata agrega: Quien repudia a la mujer buena repudia la felicidad; mas el que retiene la adúltera es necio e impío.

[5901] 2. “No gozar de esta ciencia es la mayor desnudez y miseria; pero aquel que la ha logrado lo posee todo” (San Agustín, De Vita Beata).

[5902] 3. ¡Cuántos murmuran de la divina Providencia, porque no coinciden los designios de Dios con los mezquinos y caprichosos proyectos de los hombres! Y cuán frecuente es esta tremenda blasfemia: “¡Qué le he hecho yo a Dios para que me trate tan mal!” Y los que esto dicen, afirman tener fe católica, según la cual Dios nos ama hasta darnos su Hijo.

[5903] 8. Inteligencia y prudencia son sinónimos de sabiduría, y se refieren al conocimiento de Dios, porque este conocimiento es la misma bienaventuranza. Cf. Juan 17, 3. “Si Jesum noscis, sat est, si caetera nescis; si Jesum nescis, nil est, si caetera noscis”: “Si conoces a Jesús, basta esto, aunque ignores todo lo demás; pero si no le conoces, aunque tengas grandes conocimientos de todo lo demás, nada sabes.”

[5904] 10. El necio y el ignorante no son capaces de ocupar un puesto importante. Platón combatía la demagogia, llamándola “gobierno del mayor número de los peores”.

[5905] 14. Es lo que expresa el refrán: Boda y mortaja, del cielo bajan. Véase 18, 22. Es el caso de Tobías.

[5906] 17. El Señor paga los intereses que el pobre no puede pagar. Por lo cual el que da al pobre, da a Dios, quien es buen pagador, como dice el refrán. San Juan Bosco decía que Dios hizo dueños del cielo a los pobres (Lucas 6, 20), para que los ricos les compraran la entrada con la limosna.

[5907] 18. Hay esperanza: Consuelo de padres cristianos. Los hijos no se enderezan de un golpe, como un hierro, sino lentamente como un árbol vivo. Pasados los extravíos, florece y fructifica la semilla que en su alma infantil se deposita con la palabra, el ejemplo y la corrección. Véase 22, 15.

[5908] 19. Texto oscuro que ha sufrido muy diversas interpretaciones. Vulgata: El que es impaciente soportará el daño, y cuando lo quitare añadirá otro. Esto coincide con el Salmo 36 (texto hebreo), que enseña a no impacientarse ni siquiera por causa de los malvados, para no empeorar el caso (versículo 8). Véase 25, 28; Job 5, 2.

[5909] 20. En tu fin: Vulgata: en tus postrimerías.

[5910] 21. Cf. 16, 9 y nota.

[5911] 22. “Sabiendo lo que es dolor, aprendí a socorrer a los que sufren” (Virgilio, Eneida I). Crampón traduce: Lo que recomienda a un hombre es su bondad. Beethoven, después de haber sufrido, decía: “No reconozco otro signo de superioridad que la bondad.” El mundo, empero, glorifica la inteligencia, y aun la fuerza bruta.

[5912] 24. Es el colmo de la pereza. El comentario está en 26, 15. Del plato a la boca hay tan poca distancia que hasta el haragán más obstinado podría salvarla. El sentido es: Aunque prepares al perezoso todo el trabajo, dejándole solamente el último retoque, no es capaz de hacerlo. Cf. 6, 6; 15, 19; 20, 4; 22, 13; 26, 13, etc.

[5913] 25. En el varón justo, un aviso produce más efecto que los azotes en el hombre impío. Cf. 21, 11, 26. Cf. 20, 20; 30, 17; Éxodo 20, 12; Levítico 20, 9; Eclesiástico 3, 18.

[5914] 1. El sabio no prohíbe beber vino. También Jesucristo bebía vino (Lucas 7, 34), y San Pablo exhortaba a San Timoteo (que padecía dolor de estómago) a que bebiera un poco de vino (I Timoteo 5, 23).

[5915] 6. ¡Profunda sentencia! El único verdaderamente misericordioso es el hombre fiel, según se ha visto en 14, 21 y nota. Luego los otros solo lo son en apariencia. Nótese que fiel viene de fe, esto es, el que cree de veras, como el fiel Abrahán, padre de los creyentes (Romanos 4, 16; Gálatas 3, 9). (María la Virgo Fidelis, recibe este elogio de su prima Santa Isabel: ¡Bienaventurada tú, que creíste! (Lucas 1, 45).

[5916] 9. Enseñanza fundamental. “¿Quién se podría gloriar que tiene corazón casto? Ni siquiera las estrellas están limpias ante los ojos del Señor; ¡cuánto menos los hombres cuya vida es una tentación continua!” (San Jerónimo, Ad Rusticum). Cf. 30, 12; III Reyes 8, 46; Job 4, 17; Eclesiástico 7, 21; I Juan 1, 8 y notas.

[5917] 10. Cf. 11, 1; 16, 11 y notas. Quiere decir: peso doble y medida doble, para engañar a los incautos (versículo 23). ¡Cuán propio de la justicia humana es tener una medida o criterio para lo que se da, y otro para lo que se recibe! De ahí que no puede haber justicia si no hay amor ni caridad. Véase lo que dice sobre esto el divino Juez que ha de juzgarnos: Marcos 4, 24; Lucas 6, 38; Mateo 7, 2 y Proverbios 21, 13.

[5918] 12. El hombre tiene los sentidos para usarlos en el servicio del Creador que se los dio; véase la exhortación que nos hace el apóstol San Pablo (Romanos 12, 1). ¡Cuántas veces son usados para ofenderlo! (I Corintios 6, 13-20).

[5919] 13. Hay aquí, además, una enseñanza higiénica, que expresa el adagio: “Dormir siete horas basta; ocho, nutre; nueve, pudre.”

[5920] 14. Notemos cómo la caridad de Dios condena aquí a los llamados “pichincheros”, que muy ufanos ostentan como habilidad y mérito el esquilmar al prójimo pagándole mucho menos de lo que vale su mercancía o su trabajo... y después quizá, se sienten caritativos porque dan limosnas. Véase versículo 10; 21, 3 y notas.

[5921] 17. El pan injustamente adquirido; literalmente: el pan de mentira: la ganancia adquirida por trampa. El que gana el pan de este modo, verá que es lleno de arena, que no se puede comer. Así el tramposo se castiga a sí mismo.

[5922] 18. “Cuando Dios quiere una obra, la demora no hace sino perfeccionarla” (San Vicente de Paúl).

[5923] 19. ¡Cuántas ruinas se habrían evitado y evitarían con esta norma!

[5924] 20. El tal merecía la muerte según la sabia ley dada por Dios a Israel (Levítico 20, 9). Véase Catecismo Romano II, 8, 24; III, 7, 8. Es “el primer mandamiento que va con recompensa” (Ef. 6, 2): la de una larga vida (Éxodo 20, 12; Deuteronomio 5, 16), y aun otras cosas (Eclesiástico 3, 6 ss.). Cf. 19, 26 y nota.

[5925] 22. “No os venguéis por vuestra cuenta, sino dad lugar a la ira de Dios puesto que escrito está: Mía es la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor” (Romanos 12, 19). Véase Salmos 9, 20; 65, 5; 108, 1 y notas.

[5926] 24. Sobre este punto importantísimo para nuestra fe, véase 21, 1 y nota.

[5927] 25. El sentido es: Lazo es decir: esta cosa es consagrada a Dios, y después andar preguntando cómo librarse del voto. Gran luz es esta sobre la presunción, que se disfraza de santidad y en realidad nace del orgullo. Véase el precioso capítulo de la Imitación de Cristo (L. III, 7) y Romanos 7, 25; Eclesiástico 18, 25; I Paralipómenos 29, 14, etc.

[5928] 26. Hace pasar sobre ellos la rueda, con el fin de trillarlos y aplastarlos. Vulgata: encorva sobre ellos el arco.

[5929] 27. No ciertamente por propia capacidad (Mateo 26, 41), sino por la luz de Dios (I Corintios 2, 10 s.).

[5930] 28. Sobre esta sabia lección de política, véase el Salmo 100 y notas.

[5931] 30. Es la cirugía del cuerpo una figura (Romanos 11, 12) de la cirugía espiritual del dolor, único medio a veces para extirpar el tumor de la soberbia y llevarnos a la paz de la verdadera contrición (Salmo 50, 19).

[5932] I. En una célebre meditación (Quince minutos en compañía de Jesús Sacramentado) se dice: “Soy, hijo mío, Dueño de los corazones y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, a donde me place.” Los Libros Santos están llenos de esta consoladora doctrina. Véase 2, 11; 16, 1 y 9; Ester 14, 12; 15, 11; Salmos 36, 23; 39, 3 s.; Jeremías 10, 23; Hechos de los Apóstoles 5, 34-39 y notas.

[5933] 3. Dice el Señor: “Aprended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificio” (Mateo 9, 13; Oseas 6, 6). Hemos de ejercer en primer lugar la virtud de la caridad, la cual es el fundamento de la moral; después podemos hacer sacrificios voluntarios. Tal es el sentido de lo que la Escritura llama sacrificio de justicia (Salmo 4, 6), o sea que la mejor ofrenda es cumplir bien la que está mandada, en vez de inventar otras y luego fallar en lo necesario (véase 20, 14 y nota).

[5934] 4. Véase 6, 17; 30, 13. En cambio, si esos ojos se levantan, para ponerse “en Cristo, autor y consumador de nuestra fe” (Hebreos 12, 2), también se dilata el corazón, pero entonces nos hace “correr por el camino de los mandamientos”. Salmo 118, 32. El segundo hemistiquio se traduce de muy diversas maneras. Vulgata: el fanal de los impíos es el pecado. Otros: la obra del malo es el pecado; o la roturación de los malos es pecado (Bover-Cantera). Parece que en el texto actual faltan algunos versos.

[5935] 6 s. Cf. Salmo 36, 21 y nota; Eclesiástico 29, 1-16.

[5936] 9. Véase otras comparaciones en los versículos 19 y 11, 22.

[5937] 11. ¡Feliz el que escarmienta en cabeza ajena! Vemos aquí que esto es un privilegio de los sencillos y de los sabios. Véase 19., 25.

[5938] 13. “Aguarda un juicio sin misericordia al que no usó de misericordia” (Santiago 2, 13). Es la doctrina del Padrenuestro, en el cual decimos a Dios, cada día, que perdonamos todo agravio para que Él nos perdone. Si no lo hiciéramos, burlaríamos a Dios y le impediríamos que nos perdonase. Véase 20, 10 y Mateo 18, 23-25; 25, 41; Lucas 11, 14.

[5939] 15. Este gozo en la virtud, tan opuesto a nuestra maldad, que se goza en todo lo contrario, es el maravilloso fruto de la sabiduría que es un don del Espíritu Santo, “el cual concede a todos dulzura en adherirse y en creer a la Verdad”.

[5940] 16. Con los muertos. Vulgata: con los gigantes; en hebreo Refaím, que tiene los dos significados: muertos (sombras) y gigantes. De ahí la diferencia en la traducción. Véase 9, 18; Job 26, 5; Isaías 14, 9 y notas.

[5941] 18. Rescate del justo es el impío; es decir, ante Dios sucede al revés que en el mundo, donde el justo suele ser víctima del impío. Jesús lo dice en la parábola de las minas: Al que tiene, se le dará aun lo del otro (Lucas 19, 24 ss.).

[5942] 19. “Me parece cordura huir, como de una fiera, de la lengua de una mujer apasionada” (Santa Teresa, Carta 381, 7).

[5943] 21. Cf. Salmo 84, 11 y nota. La justicia de Dios no es como la de los hombres. De ahí nuestra esperanza de ser perdonados. “Su bondad es, como dice el Concilio de Trento, tan grande para con todos los hombres, que quiere que sea mérito de estos lo que es don suyo” (Sesión VI, capítulo 16).

[5944] 22. El sabio vale más que el fuerte. Cf. 15, 1 y nota.

[5945] 23. Es célebre la sentencia del filósofo Séneca: “El que no sabe callar, no sabe hablar.” Cf. 10, 19; Salmo 33, 13 s.; Santiago capítulo 3 y notas.

[5946] 25. Otra norma de higiene: el que no está ocupado por el trabajo, se consume de cavilación y neurastenia. Véase 12, 9; 19, 24 y notas.

[5947] 26. El perezoso no deja de pedir limosna, el justo no deja de darlas.

[5948] 28. Quien escucha: quien aprende y es dócil. El segundo hemistiquio dice en la Vulgata: El hombre obediente cantará victoria, Nácar-Colunga. El hombre verdadero mantiene su palabra.

[5949] 30. “No hay regla que no tenga excepción, menos esta: Nada prevalece contra Dios” (San Francisco de Sales).

[5950] 31. La victoria viene de Yahvé, también en la vida espiritual. Véase Salmo 32, 17; Filipenses 4, 13 y notas.

[5951] 1. Véase Eclesiástico 41, 15. Esta verdad tan conocida ha pasado a ser adagio popular. San Pablo la confirma en Romanos 12, 17, pero también desprecia el juicio de los hombres (I Corintios 4, 3). No ha de tomársela, pues, en sentido mundano. “Ay de vosotros cuando los hombres os aplaudan... así hacían con los falsos profetas... Dichosos cuando os odiaren... reprobaren... abominaren vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre” (Lucas 6, 22-26). Los fariseos que reprobaron a Jesús eran los hombres más respetados del país.

[5952] 2. Ricos y pobres deben compadecerse unos de otros, porque todos son hijos del mismo Dios. Notemos cómo Dios enseña aquí la más perfecta solución de los desequilibrios sociales, que no está en la imposible nivelación, ni en suprimir a ricos o a pobres, sino en la colaboración. También se nos enseña que es Él quien da y quita la riqueza. Véase II Reyes 12, 7; Eclesiástico 11, 23, etc.

[5953] 3. La audacia no es virtud, sino orgullosa confianza en sí mismo. El reverso está en el versículo 4.

[5954] 7. Vemos aquí cómo el prudente ha de huir del crédito que suele buscarse por esa ambición de riqueza, señalada por San Pablo como fuente de pecado y perdición (I Timoteo 6, 9). El crédito, dice un proverbio, es un paraguas que nos prestan cuando hay sol y nos reclaman cuando llueve.

[5955] 9. Elogia la generosidad, no el soborno. La Vulgata agrega: Victoria y honor adquirirá quien da regalos, pues arrebata el alma de quienes los reciben.

[5956] 10. Es decir que las bromas no son cosa inocente como cree el mundo. Aquí y en 26, 20 aprendemos, cómo muchos males cunden porque nadie se atreve a remover a los culpables.

[5957] 13. El perezoso no sale a su trabajo tomando cualquier pretexto, por absurdo que sea: como si hubiera leones en las ciudades. Cf. 19, 24; 26, 13 y notas.

[5958] 14. La extraña: sinónimo de adúltera. Cf. 6, 20 ss.; 7, 1 ss.

[5959] 15. Lección fundamental para los padres. Cf. 19, 18; 23, 13 s.; 29, 15. La corrección es un espejo en que los niños ven las manchas que los desfiguran. Reprender y corregir, dice Clemente de Alejandría, es señal de benevolencia, y no de odio; el amigo y el enemigo nos humillan ambos; pero este lo hace por burla, aquel, en cambio, por afecto (Pedagogo I, capítulo 8).

[5960] 16. Admirable disposición de la Providencia, por la cual el que cree dañarnos nos favorece disponiéndonos a recibir de Dios mayores beneficios (versículo 23).

[5961] 17. Aquí empieza una nueva recopilación de Proverbios, los llamados Dichos de los Sabios.

[5962] 18. Cosa dulce: Es el secreto de la sabiduría: se adquiere agradablemente, y una vez adquirida, ella hace fácil la virtud, que es pesadísima para el necio. Así es como se entiende la palabra de Jesús: “Mi yugo es suave” (Mateo 11, 30). Lo es, para los que meditan sus enseñanzas. Véase 2, 10; 3, 17; Salmo 118, 11 y nota.

[5963] 20. Cosas excelentes. Vulgata: de tres maneras. Bover-Cantera: treinta. Nácar-Colunga: ya ayer y anteayer. Como se ve, la sagacidad de los traductores no ha logrado aún dar con un sentido indiscutible de este pasaje.

[5964] 21. Otros: para mostrarte la razón cierta de las cosas. ¿No es este el objeto de la filosofía en su acepción clásica? ¿Y quién podría gloriarse de haber llegado a eso, como lo hace aquí Dios?

[5965] 26 s. Con apretón de manos. Era esta la formalidad que tenía que cumplir el que salía por fiador. La Ley permitía que se quitara el lecho como prenda. Pero si se trataba de un pobre, lo recibía de vuelta al atardecer (Éxodo 25, 26; Deuteronomio 24, 12 s.).

[5966] 28. Cf. 23, 10; Deuteronomio 19, 14; 27, 17.

[5967] 3. Delante de un príncipe compórtate con modestia, porque él te juzgará por tu conducta en la mesa, o tal vez te quiera sobornar mediante un rico banquete.

[5968] 4. Sobre esta sabia norma de conducta véase 22, 7 y nota; Eclesiástico 31, 8 ss. Crampón traduce: abstente de aplicar a ello tu inteligencia. Triste es pensar que ella se aplica hoy más que nada a ese ideal de enriquecimiento como si fuera una obligación.

[5969] 7. Hace cálculos sobre los bocados que vas a tomar, y por envidia no puede alegrarse, si tú comes y bebes mucho.

[5970] 9. Utilísima advertencia sobre el celo indiscreto. Coincide con la de Jesús: “No queráis dar lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos” (Mateo 7, 6). Lo más notable es lo que añade luego el Señor: no solo las pisotearán sino que devorarán a quien se las diere. Véase Salmos 111, 9 s.; 118, 51 y notas.

[5971] 10. Cf. 22, 28 y nota.

[5972] 11. Vengador; en hebreo goël. Así se llamaba el pariente más próximo que tenía que vengar la muerte violenta de un miembro de su parentela. Quiere decir: Dios es el abogado de los huérfanos y de las viudas, y el vengador de los débiles oprimidos. Véase 22, 16; Salmos 65, 5; 67, 6 y notas.

[5973] 14. Cf. 22, 15 y nota. Librarás su alma del scheol (Vulgata: del infierno). Por donde vemos que no hay peor castigo que el dejarnos seguir esta triste libertad para el mal, que tanto solemos defender.

[5974] 15. Sabio en sentido bíblico: recto, religioso, estudioso de las cosas divinas. He aquí la satisfacción más grande de un padre cristiano. Cf. versículo 19 y 24 s.

[5975] 20. En los banquetes a escote se come y bebe más que en otros, por lo cual dan más lugar a la embriaguez (véase 29 ss.). San Pablo nos previene contra aquellos “cuyo dios es el vientre” (Filipenses 3, 19). Cf. 23, 31 s.; 31, 4; Eclesiástico 31, 30 s.; 31, 38-40.

[5976] 23. No vendas la verdad, es decir, no la pospongas a tus intereses, como lo hizo Pilato en el proceso de Jesús.

[5977] 24. Este versículo es citado en la Misa de la Sagrada Familia (Introito).

[5978] 26. Véase 4, 23. Esto es lo único que Dios nos pide, como todo padre a su hijo. ¿Qué otra cosa podría darle, siendo Él tan rico? (véase Salmo 15, 2; 49, 7-13). De ahí que Jesús llame a esto “el primero y gran mandamiento” (Mateo 22, 38; Deuteronomio 6, 5), y que su violación encienda tan terriblemente los celos de su Padre (Santiago 4, 5; Deuteronomio 4, 24; Cantar de los Cantares 8, 6). San Agustín lo entiende muy bien cuando dice: “¡Ama y haz lo que quieras!” Véase la queja de Jesús en Mateo 15, 8.

[5979] 27. Cf. 4, 20 ss.; 6, 20 ss.; 7, 1 ss.; 22, 14 y notas.

[5980] 29 ss. Espantoso cuadro de la embriaguez y sus efectos, que debiera colocarse en carteles a la vista del público. Pozo del infierno llama San Agustín a la embriaguez. Véase 31, 4 ss.

[5981] 35. Son los pensamientos del ebrio al despertar de su modorra. Al ver las consecuencias del vino, cree haber sido azotado; sin embargo se alegra porque no siente dolor y vuelve a embriagarse.

[5982] 1. Concepto frecuente en la Escritura para inspirarnos el sabio desprecio de las prosperidades efímeras de los mundanos. Véase 23, 17; Salmos 36, 1 ss.; 83, 11, etc.

[5983] 5. Más vale la sabiduría que la fuerza, porque “todos los demás bienes nos llegan juntamente con ella” (Sabiduría 7, 11).

[5984] 7. Cosa demasiado alta; no obstante es agradable como vimos en 22, 18. Es que el necio, por el apego a sus propios pensamientos (versículo 9), carece del sentido de lo sobrenatural (I Corintios 2, 14), semejante a un receptor de onda larga, que no puede captar las radiocomunicaciones lejanas, de onda corta.

[5985] 11. Se refiere a los inocentes y justos, a los cuales estamos obligados a ayudar cuando son acusados injustamente.

[5986] 12. ¡Cómo saberlo! Vulgata: no alcanzan mis fuerzas. Véase I Juan 3, 20. “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Filipenses 4, 13).

[5987] 13. La miel es figura apropiadísima de la sabiduría por su dulzura incomparable, que a un tiempo nutre y vitaminiza, y por la gratuidad con que la hallamos ya hecha, tal como se halla la sabiduría en la Palabra de Dios. Véase Salmos 18, 11; 118, 103; Eclesiástico 49, 2; Isaías 7, 15, etc.

[5988] 14. Nótese que aquí se da una promesa de salvación y de santidad. La explicación está en Sabiduría 6, 18-21, en forma de un perfecto silogismo.

[5989] 16. Vulgata: Siete veces cae el justo y se levanta. Cf. III Reyes 8, 46 y nota. San Agustín lo aplica, a los justos que Dios prueba, para que se conserven humildes. El número 7 es el número redondo entre los hebreos y significa: muchas veces. El sentido, según el hebreo, no es que todo justo caerá, sino que aunque cayere, se levantará siempre. En general se aplica esta palabra a las faltas diarias, la flaqueza humana, las culpas de las cuales siempre andamos llenos, pues “aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo” (Santa Teresa, Camino de Perfección, capítulo 15). Según el Cardenal Gomá se trata aquí en primer lugar de las aflicciones y no de las caídas morales (Biblia y Predicación, p. 272).

[5990] 17. Punto esencial, como todo lo que atañe a la caridad. Véase 17, 5; Job 31, 29 y notas.

[5991] 20. La lámpara: la vida.

[5992] 21. En I Pedro 2, 17 se reitera este precepto, por donde vemos que nada más eficaz que la Religión, aun para formar buenos ciudadanos en el orden temporal.

[5993] 23 s. Comienza otra colección de sentencias de sabios que abarca hasta el fin del capítulo (véase 25, 1). Es cosa mala, etc.: Esta distinción o acepción de personas, tan característica y dominante en el mundo, es una de las iniquidades más combatidas por la Sagrada Escritura, como que va esencialmente contra la caridad. Véase 18, 5; 19, 6; 28, 21; Levítico 19, 15; Deuteronomio 1, 17; 16, 19; Eclesiástico 42, 1; Santiago 2, 1, 9; Judas 16.

[5994] 26. El beso como saludo se ve en el episodio de la Magdalena (Lucas 7, 45) y en Judas (Lucas 22, 48). De los persas sabemos que solo entre iguales se besaban en los labios, a los inferiores se los besaba en las mejillas.

[5995] 28. De ligero: Más vale absolver a un culpable que condenar a un inocente. Tratándose de la caridad, que debe ser nuestra obsesión, la ligereza es intolerable y puede ocasionar, aun sin voluntad de dañar, males tan graves como el odio. Pilato es una tremenda lección a este respecto.

[5996] 29. ¡Cuán admirable es ver, desde el Antiguo Testamento, esta sublime doctrina de la fe y caridad, que Jesús llevó a su plenitud! Toda la técnica de la Redención está en esto: Si yo busco y exijo la simple justicia, como lo hace el derecho civil, Dios me tratará también según la justicia, y entonces mi condenación es segura. Para aprovechar la gracia de la Redención en la cual el Inocente pagó por mis culpas, debo perdonar yo también (Mateo 6, 12-15; 18, 35; Eclesiástico 28, 3 ss.) y esperar que Dios me vengue. Cf. Salmo 65, 5 y nota.

[5997] 32. El sabio cuida su viña y la cultiva, dice San Bernardo (“En Cantar de los Cantares 63”), es decir, cultiva la virtud.

[5998] 33. Cf. 6, 9-11; 19, 24 y notas.

[5999] 1. Esta colección de Proverbios de Salomón comprende los capítulos 25-29 y fue hecha por los encargados del rey Ezequías (721-693 a. C.). Véase 31, 1 y nota.

[6000] 2. Una cosa: Así Vaccari; o las cosas (Crampón). Otros: una palabra. Es el misterio de los divinos designios y sus obras, que el mortal no puede juzgar, como lo dice Dios en su gran discurso en el Libro de Job (capítulo 38 ss.), aunque su “penosísima investigación” (Eclesiastés 1, 13) ha quedado al hombre caído. En cuanto a la palabra de Dios, no está velada sino a los “sabios y prudentes, para descubrirla a los pequeños”, según nos dice Jesús (Lucas 10, 21). San Juan Crisóstomo explica que solo está escondida para los que no la aman, pues que si se tratara de un negocio temporal ya se ingeniarían todos para entenderla. El secreto de las obras de Dios hay que buscarlo en los Profetas, según se nos enseña en Amós 3, 7. Véase Eclesiástico 39, 1 ss.

[6001] 7. Jesús lo repite en Lucas 14, 10.

[6002] 8. La Vulgata trae otro texto: Lo que vieron tus ojos, no lo digas en la contienda, no sea que después de haber infamado a tu amigo, no puedas remediarlo. El sentido parece dirigirse contra los que, en el calor de la disputa, dejan escapar indiscreciones de las cuales tienen que arrepentirse luego.

[6003] 9. He aquí otra de las normas de prudencia temporal, que Dios nos da para nuestra felicidad. Véase versículo 19.

[6004] 10. La Vulgata trae más texto: La gracia y la amistad hacen libres; guárdalas para ti para que no caigas en desprecio.

[6005] 13. Véase lo que enseña Jesús en Juan 7, 18 para conocer la veracidad de un enviado.

[6006] 14. Fórmula usada en II Pedro 2, 17 y Judas 12.

[6007] 16. El espíritu de sobriedad no se nos pide como imposición de un Dios que se goza en privarnos de algo, sino al contrario, se nos da como preciosa norma de salud. Véase 27, 7; Salmo 24, 8 y nota.

[6008] 18. La Sagrada Escritura compara la lengua mentirosa a una espada, a un látigo, a una víbora, al fuego, al león, a la muerte y al infierno, para manifestarnos cuán peligroso es usar “mentiras piadosas” y proponer sistemas inventados para cohonestar la mentira. “Vuestro modo de hablar sea sí, sí, no, no; que lo que pasa de esto viene del Maligno”, dice Jesús (Mateo 5, 37).

[6009] 20. En la Vulgata leemos un dístico más: Como la polilla al vestido y la carcoma a la madera, así perjudica la tristeza el corazón del hombre. Admiremos la caridad de esta sabia discreción y respeto al dolor. Es frecuente en la Biblia esta condenación de la tristeza. Véase 12, 25; 15, 13; 17, 22; Eclesiástico 25, 17; 30, 24, etc.

[6010] 22. Amontonar ascuas sobre la cabeza de alguno, significa retribuir con beneficios el mal recibido. Véase Romanos 12, 20.

[6011] 23. El viento norte: en Sudamérica es el viento sur.

[6012] 26. Ante el impío: El sentido es: el justo que vacila delante del impío, no vale más que una fuente enturbiada (véase Ezequiel 34, 18). Es la condenación del respeto humano, que seca la planta de la fe haciéndonos temblar ante la persecución que despierta la palabra divina. Véase Mateo 13, 21.

[6013] 27. He aquí los límites de la sabiduría humana. “Quien quiere escudriñar con su razón lo que es incomprensible, podrá cegarse con la grandeza de aquel divino resplandor” (P. Granada). Es para que busquemos en Dios su bondad y su amor. Entonces “el Espíritu lo penetra todo, hasta las profundidades de Dios” (I Corintios 2, 10).

[6014] 28. Parece referirse al hombre locuaz (véase 12, 13, etc.), o al iracundo que no sabe dominarse (cf. 19, 19). Sobre la ira véase 14, 29; 15, 18; 16, 24; 17, 27, etc.

[6015] 1. “La gloria o el distinguido empleo que se confiere al necio, le daña a él, porque suele abusar de sus facultades, y daña al Estado porque enfría o apaga en muchos el amor a la sabiduría y a la virtud, siendo prueba de que el mérito no es atendido; de lo cual se sigue siempre la ruina del reino” (Páramo). Sin embargo, Jesús nos muestra que los necios y malos son los que más honores reciben, y que se aplaude a los falsos profetas (Lucas 6, 26). Se acepta a los que buscan la propia gloria (Juan 5, 43); y los que explotan a los pueblos, son llamados sus bienhechores (Lucas 22, 25).

[6016] 2. Es contra aquellos que creían que todas las palabras de maldición producían consecuencias nocivas en el maldito. Véase Deuteronomio 23, 5; II Reyes 16, 12. Cf. Malaquías 2, 2.

[6017] 3. El irracional solo responde a la fuerza (29, 19; 18, 2). Así suelen ser los jóvenes (22, 15), pues carecen de sabiduría propia, y solo la humildad podría hacerles aceptar la de otros, en cuyo caso también ellos serían sabios (1, 4). Véase 19, 18.

[6018] 4 s. Tonto es remedar al necio, pero bueno es darle una lección de humildad.

[6019] 6. Cf. el refrán popular: El que quiere va; el que no quiere manda (a otro). Véase 25, 13.

[6020] 8. El sentido es: no hagas cosas tan absurdas como el que ata la piedra a la honda, en vez de arrojarla. La Vulgata usa un giro popular, aludiendo a los montones de piedra que los viajeros levantaban junto a los caminos en honor de Mercurio, dios de los pasajeros y comerciantes.

[6021] 11. Citado por San Pedro para enseñarnos que el pecador reincidente cae más bajo que antes. Casi todos los que tienen la desgracia de vivir en la recaída y en la costumbre del pecado, mueren en este triste estado. El pecado, dice San Agustín, pone en una cárcel, la recaída cierra la puerta, y la costumbre la empareda (Confesiones.). Véase II Pedro 2, 22; Mateo 12, 45; Hebreos 6, 4.

[6022] 12. El que se jacta de ser sabio, es más tonto que el ignorante. Meditemos la gravedad de esta afirmación hecha por el mismo Dios. El soberbio es para Dios lo peor de todo, en tanto que para el mundo resulta admirable. Véase versículo 1; Lucas 16, 15.

[6023] 13 ss. Para no salir a trabajar. Cf. 20, 4; 22, 13 y nota.

[6024] 16. “Cuando nos comparamos con otros, cosa muy habitual en el secreto del alma, es raro que no nos inclinemos a persuadirnos de nuestra superioridad. La pereza y la ignorancia se dan siempre las manos; y ambas engendran, por lo recular, la más necia presunción” (P. Manresa).

[6025] 17. Tal el personaje de Moliere que quiso apartar al leñador que golpeaba a su mujer, y salió golpeado por ambos. Notemos que se trata aquí de la intromisión imprudente, y no del empeño caritativo del pacificador, que es una de las bienaventuranzas (Mateo 5, 9).

[6026] 20 s. Véase 22, 10. Cf. 15, 18; 29, 22; Eclesiástico 8, 4.

[6027] 23. Vulgata: Como si quisieras adornar una vasija de tierra con plata muy tomada, así son los labios hinchados acompañados de un corazón pésimo.

[6028] 25. No te fíes de él: Una de las grandes enseñanzas y frutos de la Escritura, es el no confiar en el hombre, empezando, claro está, por nosotros mismos. Véase Jeremías 17, 5; Juan 2, 24 s.; Mateo 10, 17; 7, 15; I Tesalonicenses 5, 21; I Juan 4, 1; Salmos 93, 11; 117, 6-9 y notas.

[6029] 27. También es frecuente en los Libros Santos este concepto, que el lenguaje popular traduce diciendo: “en el pecado está la penitencia”, o sea el castigo. Véase Eclesiástico 10, 8; Sabiduría 11, 17; Eclesiástico 27, 28-30; Salmo 7, 16 y nota.

[6030] 28. He aquí un interesante fenómeno psicológico. El odio a una persona aumenta en la medida en que la ofendemos, así como aumenta la afición a las personas si les hacemos bien.

[6031] 1. Igual pensamiento se halla en Santiago 4, 13-15, donde se nos enseña a añadir siempre “si Dios quiere”.

[6032] 2. El Nuevo Testamento confirma esta doctrina incesantemente; “Todo el que se levanta será abajado, y todo el que se abaja será levantado” (traducción Joüon). Véase Lucas 14, 11; 18, 14; Mateo 23, 12, etc. El Magnificat insiste en ella como doctrina central. Desgraciadamente son pocos los que descubren que en esto está el secreto que mueve el Corazón de Dios a colmarnos de bienes.

[6033] 7. ¿Quién no ha observado ese hastío producido por la hartura, y ese buen ánimo de los que comen “con la salsa de su hambre”? (Cervantes). Ya en la Grecia pagana se decía: “Si quieres ser rico, no aumentes tu oro: quítate necesidades.” Véase 25, 16 y nota; Job 6, 7.

[6034] 8. “No queráis andar pasando de casa en casa”, nos dice Jesús (Lucas 10, 7), y Él mismo nos da el ejemplo quedándose hasta la edad de 30 años en el silencio pacífico de Nazaret. Véase Eclesiástico 29, 28 ss.; 36, 28.

[6035] 10. No obstante confirmar plenamente el cuarto mandamiento del Decálogo, Jesús nos enseña muchas veces la prioridad e independencia del espíritu sobre todo lo que nace de la carne y sangre, y cómo esto suele conspirar contra aquello. Véase Juan 3, 6; 6, 64; Mateo 16, 17; 19, 29; 10, 36; Miqueas 7, 6; Lucas 12, 51 ss., etc.

[6036] 11. Alegra mi corazón: Es Jesús, la Sabiduría encarnada (1, 2), quien se alegra cuando escuchamos sus palabras. Él le dice al Padre que en nosotros ha sido glorificado (Juan 17, 10), y nos revela que también el Padre es glorificado en que seamos discípulos de su Hijo (Juan 15, 8; 14, 13).

[6037] 13. Habla de quien sale fiador inconsideradamente. Véase 20, 16.

[6038] 14. Aguda observación psicológica.

[6039] 15 s. Véase otras comparaciones pintorescas en 11, 22; 19, 13; 21, 19.

[6040] 19. El corazón es un pequeño mundo, en el cual se recopilan todos los misterios humanos (Balmes).

[6041] 20. Sobre la ambición y soberbia insaciables véase 30, 15; Eclesiástico 14, 9; Habacuc 2, 5. Scheol: sinónimo de la muerte y el infierno, lo mismo que abismo.

[6042] 21. La boca que alaba: la boca del adulador. El que no cree a los aduladores muestra que su virtud es perfecta. ¡Cuán rara es esta actitud! ¡Con qué gusto oímos las alabanzas de nuestra pobre persona! Hay gente que recorta los elogios, tan baratos, que los diarios prodigan a sus efímeros trabajos. La lengua de los aduladores, dice San Agustín, es más peligrosa que el cuchillo del verdugo. En la Vulgata se agrega a este versículo una observación muy atinada: El corazón del inicuo busca males; el corazón del hombre recto busca la sabiduría. Cf. 17, 3; Salmo 15, 2; Jeremías 17, 10; Malaquías 3, 3.

[6043] 23. Así lo hace Jesús como Buen Pastor nuestro. Véase Juan 10, 12-14; II Timoteo 2, 19.

[6044] 25 ss. Delicioso elogio de la vida sencilla. San Beda el Venerable lo aplica a los pastores de almas.

[6045] 1. Huye el impío: El terror infundado se nos muestra siempre como característica y castigo del alma distanciada del Padre celestial. Véase Génesis4, 14; Levítico 26, 17 y 36; Salmo 13, 5; Sabiduría 17, 11; Job 15, 21. Como león, mostrando que esa confianza no se funda en las propias fuerzas sino en la paternal protección del Dios Omnipotente. Véase Salmo 22 y notas.

[6046] 2. El frecuente cambio de reyes y de gobernantes es originado por los pecados de los hombres, disensiones, guerras, sublevaciones. Cf. versículos 15 y 16; 29, 4 y 14.

[6047] 8. A los israelitas les estaba prohibido cobrar intereses a otro israelita. Admirable disposición de la Providencia: las riquezas adquiridas por los usureros van a parar algún día a las manos de los justos y serán empleadas en bien de los pobres. Véase 13, 22; Eclesiastés 2, 18 s.; Job 27, 16.

[6048] 9. San Agustín explica que la oración ha de ser al Padre, en nombre y por los méritos de Jesús (Juan 16, 23), y no puede por tanto ser escuchada si Dios no reconoce a su Hijo en la imagen que de Él nos hemos formado.

[6049] 10. Jesús señala el pecado de escándalo como uno de los más espantables (Mateo 18, 7; Lucas 17, 1 ss.; I Corintios 8, 13).

[6050] 12. La exaltación de los justos significa orden y justicia.

[6051] 13. Punto fundamental para la contrición que obtiene el perdón, es confesarse culpable. Véase Salmo 50 y notas; I Juan 1, 8-10. En el Salmo 31, 1-5 pinta David la tragedia interior del hombre rebelde, hasta que reconoce su culpa y es perdonado.

[6052] 14. Temeroso, de ofender a Dios. Tal es el buen temor. Véase 1, 7 y nota.

[6053] 16. He aquí una promesa bien concreta para los gobernantes que quieran asegurar la prosperidad de su obra. Cf. versículo 2 y nota; 29, 4 y 14.

[6054] 20. Esto mismo dice San Pablo en I Timoteo 6, 6 s. Véase 10, 15 y nota. El avaro es el común enemigo del género humano (San Crisóstomo).

[6055] 21. Sobre la acepción de personas véase 24, 23.

[6056] 22. Es una magnífica ironía: al avaro le aguarda la miseria porque él mismo se privará de todo por atesorar. “No le pidas nunca a un avaro, porque es más pobre que tú.” Cf. versículo 20 y nota.

[6057] 24. Véase un triste ejemplo de esto mismo en Marcos 7, 11.

[6058] 27. Es la recíproca de 22, 16. Se cuenta que San Juan el limosnero, célebre por su generosidad, cuanto más daba, más recibía por otra parte, y así corría una carrera con Dios diciéndole: Yo a dar, Señor, y tú a darme.

[6059] 1. De improviso. ¿Cómo no temblar ante esta amenaza? Así será también, inesperado y terrible, el Retorno de Cristo (Mateo 24, 42; I Tesalonicenses 5, 21; II Pedro 3, 18; Salmo 109, 5 s.), pero no para “los que aman su venida” (II Timoteo 4, 8. Cf. I Tesalonicenses 4, 16 s.; 5, 4; II Tesalonicenses 1, 10; Lucas 21, 36; Filipenses 3, 20 s.).

[6060] 5. Cf. 27, 21 y nota.

[6061] 6. El pecador no puede alegrarse como el justo, porque el pecado se castiga a sí mismo, acarreando muchos males y provocando remordimientos. Véase 1, 18 y nota.

[6062] 7. La prueba del amor es el interés por saber lo que necesita el pobre. “Bienaventurado el que piensa en el necesitado y el pobre” (Salmo 40, 2). Véase Job 29, 16.

[6063] 9. Gran lección para no discutir. Véase Tito 3, 10; Mateo 7, 6; 11, 16-19.

[6064] 10. Sobre el odio del impío al justo véase Salmo 111, 9 y nota. “Es la gran tragedia de la historia humana. Se repite sin cesar y en mil formas; y de ellas se sirve la divina Providencia para santificar a sus escogidos. Porque ello es así, que los espíritus avulgarados sienten horror a las eminencias; no conciben, no sufren la nobleza, la elevación, la perfección generosa de otros. Su sola presencia, y además la aureola que envuelve a esos espíritus selectos, causa indecible tormento a los espíritus mediocres; un viento de locura los gobierna. En cambio, el alma del justo es liberal y anchurada, se apasiona por las almas nobles y se hace su defensor y abogado, aun a costa de su bienestar y de la estima de muchos” (P. Manresa).

[6065] 12. Porque él mismo los estimula a mentir. “Como el rey, tal la grey.”

[6066] 13. Quiere decir: Dios ha creado a todos, ricos y pobres. Por eso todos le han de dar cuenta de la vida para recibir lo merecido; los pobres recompensa (véase Salmo 71, 1 ss.), los usureros castigo. Véase 22, 2 y nota.

[6067] 16. Verán la ruina: Véase Salmos 36, 34 ss.; 57, 11; 90, 8; 91, 12.

[6068] 18. La palabra profética; esto es, la explicación de la voluntad de Dios. “Él que profetiza, edifica a la Iglesia de Dios” (I Corintios 14, 4). “El pueblo se corrompe cuando no tiene ministros y sacerdotes que le den instrucción” (San Beda). Véase Jeremías 23, 1 ss.; Ezequiel 13, 1 ss.; 33, 7 ss.

[6069] 19. He aquí una de esas luces definitivas que aclaran todo un horizonte. La Palabra de Dios está hecha para salvar (Romanos 1, 16; Santiago 1, 21), como que es una semilla viva, y eficaz, y más penetrante que cualquier espada de dos filos (Marcos 4, 14; Hebreos 4, 12); pero no penetra por la fuerza en el alma que se cierra para no recibirla. De ahí que si Dios quiere salvar un alma rebelde, se ve obligado a postrarla con alguna prueba tremenda, como volteó a San Pablo. La religión del Dios que fue capaz de darnos su Hijo, no es un sistema de terror sino de amor (I Juan 4, 18), es una vida de familia en que el Padre solo castiga porque el hijo quiere perderse (Hebreos 12, 6 ss.). ¡Guay entonces con esas reprimendas del Amor ofendido! “Horrenda cosa es caer en manos de Dios vivo” (Hebreos 10, 31).

[6070] 20. Sobre la lengua suelta véase 10, 19; 12, 13; 18, 7; 21, 23, etc.

[6071] 21. Para los que se escandalizaren ante estas máximas del Dios de toda caridad (véase Eclesiástico 7, 23; 10, 28; 33, 31, etc.), observemos aquí que el siervo es equiparado al hijo, por lo cual se le corrige (19, 10; Eclesiástico 33, 25 ss.) lo mismo que a aquel (22, 15; 23, 13; 26, 3; Hebreos 12, 7 ss.).

[6072] 22. Cae en muchos pecados: Aunque puede darse el caso de una ira santa por el celo de las cosas de Dios (véase Números 25, 7; Salmo 105, 30; Mateo 21, 12; Juan 2, 15-17; Ef. 4, 26), recojamos como regla esta verdad que el apóstol San Pablo expresa diciendo: “La ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1, 20).

[6073] 23. Será ensalzado: Es lo que Jesús nos explica y recomienda en Lucas 14, 11.

[6074] 24. Odia su propia vida: Otros: odia su alma. El cómplice desprecia su vida porque está siempre en peligro de perderla. Oye la maldición y no dice nada: Después de descubrir un robo se solía maldecir primeramente al ladrón y todos sus cómplices (Jueces 17, 2 y Levítico 5, 1).

[6075] 25. Se prepara un lazo. Vulgata: pronto caerá. Terminante condenación del respeto humano. Véase Lucas 12, 4; 16, 15; I Corintios 4, 3; Juan 5, 44; Jeremías 17, 5.

[6076] 1. La Vulgata traduce todos los nombres propios de este versículo según el sentido etimológico. Dice así: Palabras del que congrega, hijo del que rebosa saber. Visión que habló el varón, con quien está Dios, y que siendo fortificado por Dios, que mora con él, dijo. Los modernos traducen de diversas maneras. Kittel propone: Visión referida por un varón con quien está Dios y que fortificado por Dios, morador en él, dice.

[6077] 2. Este reconocimiento de la propia ignorancia es lo que lo hizo sabio. Contrasta con el versículo 32.

[6078] 3. Ciencia del Santo, es decir, ciencia de Dios y sus obras.

[6079] 4. Sobre los misterios impenetrables de la creación véase Job 38 s.; Eclesiástico 24, 5 ss.; Isaías 40, 12 ss. Quién subió, etc.: Jesús se aplica a Sí mismo esta expresión (Juan 3, 13). ¿Qué nombre tiene su hijo? “Este nombre bendito del Hijo de Dios lo conocemos ahora gracias a revelaciones cada vez más esplendorosas, y gracias sobre todo al inefable misterio de la Encarnación del Verbo; pero estaba entonces escondido no obstante las luces asombrosas que supone este pasaje y 8, 22” (Fillion). Sobre los arcanos que solamente se revelaron en el Nuevo Testamento, véase Mateo 13, 35; Romanos 16, 25; Ef. 3, 9; Colosenses 1, 26; I Pedro 1, 20.

[6080] 5. Acrisolada: Véase Salmos 11, 7; 17, 31 y todo el Salmo 118, que es el elogio de la Palabra de Dios.

[6081] 6. ¡No añadas nada! Punto gravísimo de meditación para todo el que enseña o predica las divinas palabras (Deuteronomio 4, 2; 12, 32). Véanse las tremendas amenazas de Deuteronomio 18, 20; Apocalipsis 22, 18 s.; Jeremías todo el capítulo 23, etc.

[6082] 8 s. Elogio de la medianía (véase 10, 15 y nota) y enseñanza contra la presunción de los estoicos (véase Eclesiástico 27, 1; Cf. I Corintios 7, 5).

[6083] 11 ss. Maravillosas lecciones que nos enseñan el fondo del corazón humano mejor que todos los tratados y laboratorios de psicología. Sobre el pecado contra los padres véase la enseñanza de Jesús en Marcos 7, 10 ss. Cf. versículo 17; 19, 26 y nota.

[6084] 12. Es la gran característica que Jesús nos muestra en los fariseos. Véase Lucas 18, 9 ss.; Mateo 23, 27; Isaías 65, 5; Proverbios 20, 9.

[6085] 13. Sobre los ojos altivos véase 6, 17; 21, 4 y notas; Salmo 110, 5; Isaías 2, 11.

[6086] 14. Si pensamos en la Cruz que Cristo inocente llevó por caridad con nosotros culpables, vemos el abismo de iniquidad que significa, ante el Dios que nos dio su Hijo, esta malevolencia del hombre contra sus hermanos. Véase Salmos 56, 5; 13, 4. Job se gloría de haber quebrado esos dientes para arrancarles la presa (Job 29, 17).

[6087] 15 s. La sanguijuela representa la insaciable concupiscencia (véase Eclesiastés 1, 8). Dame, dame: La repetición acentúa el ansia del deseo; “de donde está claro que los apetitos no ponen en el alma bien ninguno, sino que le quitan el que tiene, y si no los mortificare, no paran hasta hacer en ella lo que dicen que hacen a su madre los hijuelos de la víbora, que cuando van creciendo en el vientre, comen a su madre y la matan, quedando ellos vivos a costa de su madre” (San Juan de la Cruz, Subida I, 10). Es también una viva imagen de la avaricia, pues no se alegra el avaro de lo que tiene sino que se atormenta para poseer lo que no tiene. Se parece al perro, dice San Basilio, que tragando un bocado se ocupa solo en mirar el trozo que queda y en prepararse a comerlo.

[6088] 19. El rastro del hombre en la doncella. Como observa Manresa, parece aludir a la generación de la vida que es un misterio insondable para nosotros. Fray Luis de León, en sentido acomodaticio, lo aplica de manera hermosa al Nacimiento de Jesús, que no dejó rastro alguno en la virginidad de su Santísima Madre.

[6089] 20. Tal es también, o sea que su pecado no deja rastro. ¿No parece esto una alusión a las prácticas anticoncepcionales, pavorosamente generalizadas hoy como un desafío a los designios naturales y espirituales de Dios? Véase el castigo de Onán en Génesis38, 9 s.

[6090] 22 s. Semejante al consejo de San Pablo relativo al gobierno espiritual (I Timoteo 3, 6), esta sabia norma de política se ha visto dolorosamente confirmada por todas las revoluciones de la historia. Véase 29, 21 y nota.

[6091] 29 ss. “Hay que andar fuerte como el león; amante de los suyos como el gallo; dominar suave y magnánimamente como el cabrón; justo, mirando por el bien de los demás, como el rey” (Jünemann).

[6092] 32. Mano a la boca: Es como decir: Cubre los errores de tu vanidad y de tu orgullo.

[6093] 1. Lamuel, sabio desconocido. El texto y las circunstancias muestran que no es Salomón. Podría quizá ser Ezequías, último compilador de los Proverbios (véase 25, 1).

[6094] 4 ss. Sobre la embriaguez véase 23, 29-35.

[6095] 6. Nótese esta delicada norma de caridad con el afligido (véase Salmo 103, 15; Eclesiástico 31, 35). Los judíos solían llevar vino a los dolientes de luto, y también a los condenados, como dieron a Jesús vino con mirra (Marcos 15, 23), único acto de piedad, que Él no aceptó, por cuanto rutinario.

[6096] 8. Mudo: quien no puede defenderse. Véase cómo Job cumplía esto (Job 29, 15-17).

[6097] 10 ss. En hebreo los siguientes versos hasta el 31, son acrósticos, empezando cada uno con una letra del alfabeto en el orden del alfabeto hebreo. Este pasaje se llama “el alfabeto áureo” de la mujer, y se lee como Epístola en la Misa de muchas santas. Mujer fuerte: Al parecer ser mujer y ser fuerte es un contrasentido, pues la mujer es débil y siente necesidad de ser protegida. Sin embargo la Biblia alaba a la mujer fuerte, y la Iglesia la admira en sus Santas. Saben que en la mujer, aunque su físico sea débil, su alma puede ser grande, y para que llegue a ser grande tiene que ser fuerte: fuerte en sus conceptos sin ser dura; fuerte en su virtud sin ser orgullosa; fuerte en su convicción sin ser rígida; fuerte en el dolor sin ser fría; fuerte en el amor; pues el amor es fuerte como la muerte, y la muerte es invencible. Hace siempre bien: “Con estas pocas palabras describe el sabio toda una vida de abnegación, de renuncia y de amor, pues dar siempre gusto es renunciar a gustos propios; nunca dar disgustos indica que renuncia con alegría, que considera sobreentendido este renunciamiento, que su renunciar es la consecuencia de su amor. Pero estas palabras nos hablan también de su silencio. Solo la mujer callada no da disgustos. No protesta, ni se queja, ni siquiera pide lo que el esposo quizás tuviese que negarle. Ella calla y se conforma. Así le da siempre gusto, nunca disgustos, durante todo el tiempo de su vida” (Elpis).

[6098] 11. Fray Luis de León, quien explica este capítulo magistralmente en “La Perfecta Casada”, dice que este versículo no ha de tomarse solamente en el sentido más estricto, porque “como a las aves les es naturaleza el volar, así las casadas han de tener por dote natural, en que no puede haber quiebra, el ser buenas y honestas; y han de estar persuadidas que lo contrario es suceso aborrecible y desventurado y hecho monstruoso; o por mejor decir, no han de imaginar que puede suceder lo contrario, más que ser el fuego frío o la nieve caliente; entendiendo que el quebrar la mujer a su marido la fe es perder las estrellas su luz y caerse los cielos, y quebrantar sus leyes la naturaleza”. El verdadero sentido es más amplio, pues lo que quiere decir el Espíritu Santo con esta expresión es esto: “que la primera parte y la primera obra con que la mujer casada se perfecciona, es con hacer a su marido confiado y seguro, que, teniéndola a ella, para tener su casa abastada y rica, no tiene necesidad de correr la mar, ni de ir a la guerra, ni de dar sus dineros a logro, ni de enredarse en tratos viles e injustos” (ibíd.).

[6099] 13 ss. Vemos aquí que el tipo de la mujer perfecta y ejemplar, a los ojos de Dios, es esencialmente hogareño, que está en franca oposición con el concepto moderno de nuestro mundo y con el feminismo que tiende a equiparar cada día más los sexos sin detenerse ante las cosas que nos hacen “abominables ante Dios” (véase Deuteronomio 22, 5).

[6100] 16. No retiene para sí misma lo ahorrado y ganado por el trabajo de sus manos, sino que lo emplea para agrandar la propiedad. Oigamos sobre este punto una escritora moderna: “¿Con qué compra el campo? Lo compra con el sudor de sus manos. Hubiese podido emplear las riquezas para adornarse, para embellecerse, para ataviarse, pero con eso no hubiese aumentado las ganancias del esposo. La mujer fuerte piensa en él y no en sí misma, y piensa en él porque lo ama. Ve un campo que es fértil y que podría producir muchos frutos, y lo compra, renunciando a lo que podría adornarla, privándose de lo que podría hacerla más hermosa, de lo que podría hacer más cómoda su vida, hacerla majestuosa delante de la gente. Con el fruto de sus manos planta una viña. Planta una viña para el esposo, y por cuanto esta viña está plantada con el fruto de sus manos, la hace estimar más. Los frutos del campo procuran el alimento, el pan; y los frutos de la viña procuran la alegría y, además, el vino para el sacrificio. Y este vino no significa alegrías sacrificadas sino sacrificio de júbilo. Para que el esposo tenga alegrías y tenga también con qué ofrecer sacrificios de júbilo, la mujer fuerte, con el fruto de sus manos, planta una viña. Pues la mujer fuerte no vive para sí, vive para su esposo y su familia.”

[6101] 17. “Tres cosas le pide aquí Salomón, y cada una en su verso: que sea trabajadora, lo primero; y lo segundo, que vele; y lo tercero, que hile… Por manera que, en suma y como en una palabra, el trabajo da a la mujer o el ser, o el ser buena; porque sin él, o no es mujer sino asco, o es tal mujer que sería menos mal que no fuese. Y si con esto que he dicho se persuaden a trabajar, no será menester que les diga y enseñe cómo han de tomar el huso y la rueca, ni me será necesario rogarles que velen, que son las otras dos cosas que les pide el Espíritu Santo, porque su misma afición buena se las enseñará (Fray Luis de León, 1, c.).

[6102] 18 s. No se apaga su lámpara. La lámpara es símbolo de la vigilancia y solicitud. La mujer fuerte descansa, pero solo para permanecer fuerte; duerme, pero solo para reponer sus fuerzas. Y cuando ella maneja la rueca y el huso, símbolos de la laboriosidad femenina, descansa espiritualmente en Dios, “está con Aquel que hace crecer el lino, con Aquel que viste los lirios del campo sin que hilen, con Aquel que pide para Su culto el casto lino de blancura inmaculada bordado con el azul de la fe y fidelidad, con el verde de la esperanza y con el rojo vivo del amor. Son solo sus manos las que toman la rueca y hacen bailar el huso; su alma está con Dios”.

[6103] 20. Abre su mano al pobre: “A muy buen tiempo puso esto aquí Salomón, porque repitiendo tanto lo que toca a la granjería y aprovechamiento, y aconsejando a la mujer tantas veces y con tan encarecidas palabras que sea hacendosa y casera, la dejaba, al parecer, muy vecina a la avaricia y escasez, que son males que tienen parentesco con la granjería y que se le allegan no pocas veces… Dado que el ser piadoso y limosnero es virtud que conviene a todos los que se tienen por hombres, pero con particular razón las mujeres deben esta piedad a la blandura de su natural, entendiendo que ser una mujer de entrañas duras o secas con los necesitados, es en ella vituperable más que en hombre ninguno” (Fray Luis, ibíd.).

[6104] 22. Labra ella: ella misma, y no solamente sus criadas. Es decir que estas labores no están reñidas con la distinción de cualquier dama. La reina Isabel la Católica, la mujer más poderosa de su época, no se avergonzaba de coser y arreglar los trajes de su marido. Han cambiado los tiempos, pero no los principios, y mucho menos los principios que leemos en estos versos inspirados por el Espíritu Santo.

[6105] 23. En las puertas, en las asambleas públicas que se celebraban junto a la puerta de la ciudad. La virtud de la esposa acrecienta el prestigio del marido, así como una mujer vanidosa y ambiciosa dificulta la actividad pública de su esposo. Se habla hoy día mucho de la participación activa de la mujer en la vida pública, pero se piensa poco en la actividad indirecta que ella ejerce como madre y esposa por medio de sus hijos y de su marido. La investigación biológica ha demostrado que los grandes hombres de la historia deben su originalidad más a la madre que al padre, lo cual significa que la verdadera, pero invisible formadora de los pueblos es la madre, la madre humilde y abnegada, que ni siquiera transmite su nombre a las futuras generaciones. Sobre este tema véase Gertrud von Le Fort: “La mujer eterna”.

[6106] 24. Mercader. Otra traducción cananeo, lo que significa aquí lo mismo. Los cananeos, y especialmente los fenicios, eran los intermediarios del comercio internacional de aquel entonces.

[6107] 25 s. Maravilloso cuadro de felicidad en el hogar que, como en el de Tobías, se multiplicaría si se volviese a buscar inspiración en la lectura diaria de la Sagrada Biblia en las familias, como tanto lo han deseado y enseñado los Sumos Pontífices, especialmente Pío X, Benedicto XV y Pío XII.

[6108] 29. Todo el poema, especialmente este versículo, pinta, en sentido figurativo, a la Santísima Virgen, la mujer fuerte por excelencia.

[6109] 30. Engañosa es la belleza; pero la mujer que teme a Dios, cuenta con la gracia divina que hace hermosa su alma. Como ramillete de otros avisos útiles para la mujer, señalamos estos textos: Proverbios 11, 22; Eclesiastés 7, 27; Eclesiástico capítulos 9, 25 y 26; Judit 13; Lucas 8, 2 s.; I Corintios capítulo 7; capítulo 11, 4-7; 14, 34 s.; Filipenses 4, 3; Ef. 5, 22-33; I Timoteo 2, 9-15; 5, 2-16; I Pedro 3, 1-7, etc.

[6110] 1. Hijo de David: Sobre el autor véase la nota introductoria.

[6111] 2. Vanidad de vanidades (hebreo: habel habalim), forma hebrea de superlativo, como Cantar de los Cantares y Dios de los dioses. “Si los ricos y los poderosos meditasen en esta sentencia, dice San Crisóstomo, la escribirían en todas las paredes, en sus vestidos, en las plazas públicas, en su casa y en las puertas, porque todas las cosas tienen muchos aspectos, y hay muchas falsas apariencias que engañan a los que no están alerta. Hemos de inclinarnos, pues, diariamente delante de este verso; es menester que en las comidas y en las reuniones cada uno diga al que tenga al lado: Vanidad de vanidades, y todo es vanidad”. (Ad Eutrop.). “Vanidad y mentira me parece lo que yo no veo va guiado al servicio de Dios”, escribe Santa Teresa (Vida XL, 2) y la misma gran Doctora confiesa: “Somos la misma vanidad” (Moradas, I, 2, 5). Decía el Predicador: El autor refiere lo que dijo Salomón: no dice que este escribió el libro. Véase 12, 8 y nota.

[6112] 7. Al lugar de donde salen, tornan los ríos para correr de nuevo. El sabio nos muestra la impotencia del hombre frente a las inalterables leyes de la naturaleza. Véase 7, 1; 8, 17; 11, 5.

[6113] 8. Nunca se hartan: es la ambición insaciable de que habla en Proverbios 30, 15. Véase 12, 12 y nota.

[6114] 9 ss. Las leyes históricas de Vico y de Maquiavelo, y hasta las doctrinas de Nietzsche han señalado ese “perpetuo retorno” de las mismas cosas.

[6115] 13. Dura tarea, llena de trabajo para investigar, y a menudo sin ningún resultado como se ve en 3, 11 y paralelos, lo cual nos sirve para confirmar la vanidad de nuestros ambiciosos proyectos.

[6116] 14. ¡Qué favor nos hace el sabio al revelarnos su experiencia para ahorrarnos igual desengaño! Pero ¿quién es el que escarmienta en cabeza ajena? Correr tras el viento: es una vívida imagen del esfuerzo inútil.

[6117] 18. Penoso es el estudio, y cuando más aumentan los conocimientos, tanto más crecen las decepciones. Claro está que se trata aquí de la sabiduría humana, y no de aquella verdadera, que Dios enseña en las Escrituras, y “con la cual nos llegan a un tiempo todos los bienes e innumerables riquezas por medio de ella” (Sabiduría 7, 11).

[6118] 1. En este capítulo expone el autor sagrado cómo los deleites y las riquezas a que se entregó al desengañarse del estudio, tampoco son capaces de contentar el alma.

[6119] 2. Como si dijera: “Cuando se me reían las cosas tuve por error y engaño gozarme en ellas, porque grande error sin duda e insipiencia es la del hombre que se goza de lo que se le muestra alegre y risueño, no sabiendo de cierto que de allí se le siga algún bien eterno” (San Juan de la Cruz).

[6120] 4 ss. Nótese cómo va recorriendo el sabio todos los atractivos en que los hombres solemos poner el corazón.

[6121] 8. Muchas mujeres. Otros: vasos y jarros. Entre los israelitas no estaba prohibida la poligamia. Véase Mateo 19, 8.

[6122] 12. Texto del segundo hemistiquio oscuro. Otros traducen, según la Ferrarense: Porque, ¿quién puede saber más que el rey, de cuantas cosas existen?

[6123] 13 ss. Claro está que se prefiere en principio la situación del hombre culto que la del palurdo. Pero al ver que esa diferencia entre ambos, con ser tan grande humanamente, no impide que ambos lleguen a la misma nada del sepulcro, el hombre pierde todo optimismo y llega a aborrecer la vida, como dice el versículo 17. He aquí el proceso interior, crudamente expuesto por Dios, de todo pensador que observa y medita según las luces simplemente naturales: concluir en la desesperación, como aquel filósofo que a los 90 años se dio la muerte, y aquel otro que murió loco. Tan solo por la Revelación divina, por el Evangelio de Cristo, conocemos el valor de la vida y los esplendores de nuestro destino eterno, que implica el misterio de la resurrección de los cuerpos. Véase I Corintios 15, 29.

[6124] 14. Sus ojos en la cabeza: “La fe son aquellos ojos que están en la cabeza del sabio, los cuales rigen y enderezan los pasos de la vida. La fe es como un adalid que va delante de nosotros, descubriéndonos las celadas del enemigo y guiándonos por caminos seguros” (P. Luis de Granada).

[6125] 17. No es más que calamidad: Doloroso contraste con la creación primitiva, en la cual “vio Dios que lo hecho era bueno” (Génesis 1, 10 y passim). Este cambio es obra del pecado, por el cual entraron todos los males, incluso la muerte: “porque no es Dios quien la hizo” (Sabiduría 1, 13).

[6126] 20. Comencé a desesperar: Saludable desilusión de lo temporal, que nos prepara a buscar lo verdadero.

[6127] 24. Comer y beber significa los placeres lícitos. Disfrutemos de todos los bienes que vienen de la mano de Dios, reconociendo que son dones de su amor, que se santifican mediante la acción de gracias, como enseña San Pablo (I Tim. 4, 3-5; Colosenses 2, 16-23). Véase 3, 22 y nota; 5, 17.

[6128] 25. Si no es por Él. Vulgata: tanto como yo.

[6129] 26. “En este supuesto, la conclusión final es que lo práctico será disfrutar de los bienes de la vida, que son don de Dios. En esta última frase el Kohélet (Predicador) se levanta por encima del vulgar materialista. Con todo, esto no sacia el corazón ni basta para hacerlo feliz” (Nácar-Colunga).

[6130] 1 ss. Aduce ejemplos para probar que todas las cosas humanas son pasajeras. Dios empezó por señalar la relatividad de nuestra vida alternando en ella el día con la noche (Génesis 1, 4 s.), a diferencia de la eternidad en que Él es “sin mudanza ni sombra de variación” (Santiago 1, 17). Habla solamente de las cosas corporales, porque las espirituales ni están debajo del cielo, ni sujetas al tiempo (San Jerónimo).

[6131] 5. Los enemigos devastaban los campos cubriéndolos con piedras (véase IV Reyes 3, 25).

[6132] 11. Buenas a su tiempo: otros traducen: Buenas y a su tiempo. Y hasta la eternidad la puso en sus corazones: Caben muchísimas versiones de este texto oscuro. Vulgata: y entregó el mundo a la disputa de ellos. Manresa: y el mundo puso en sus manos. Nácar-Colunga: (puso) en el alma la idea de la perduración. Bover-Cantera: puso el mundo (¿futuro?) en el corazón de ellos.

[6133] 12 s. Llevar una vida regalada. Vulgata: hacer buenas obras. Véase 2, 24 y nota. “Da a entender que en todos los casos, por adversos que sean, antes nos habremos de alegrar que turbar” (San Juan de la Cruz).

[6134] 14. No añadir nada, ni quitar nada, porque Él todo lo hizo admirablemente (Salmos 8, 2). Lo mismo dice de sus Palabras (Proverbios 30, 6; Apocalipsis 22, 18). En eso conocemos nuestra depravación: en la rebeldía que nos lleva a querer perfeccionar al Padre Omnipotente y Misericordioso.

[6135] 15. Con esa sucesión renueva Dios la faz de la tierra, como lo dice respecto de los animales el Salmos 103, 29-30.

[6136] 16 ss. En este párrafo el sabio vuelve a reparar en que los buenos y los malos, los hombres y las bestias han de sufrir la misma suerte: la muerte. Su mirada abarca solamente el orden de la vida natural. De ahí que sus reflexiones sean harto pesimistas sobre la humanidad (versículos 16; 4, 1; 5, 7, etc.), y hasta parezcan escépticas (versículos 21 y 22), pues deliberadamente deja de lado la inmortalidad (véase Job 19, 25). La solución, sin embargo, se ve en el versículo 17, y también al final del libro: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es todo el hombre. Y todo cuanto se hace, lo traerá Dios a juicio, aun las cosas ocultas, sean aquellas buenas o malas” (12, 13-14). Cf. Salmos 43, 11-13 y nota.

[6137] 22. Vuelve al pensamiento de 2, 24, no como un ideal epicúreo, sino al contrario, como quien se aleja de esa ambición que tanto desprecia (1, 8; 2, 18; 4, 8, etc.), para buscar la paz de un bienestar moderado que Dios bendice y que nos lleva a alabar su bondad. En hebreo acción de gracias significa lo mismo que alabanza (Joüon).

[6138] 1. Es el gran problema del dolor y de la iniquidad en el mundo que ha impresionado hasta la blasfemia a tantos incrédulos como Schopenhauer (véase 3, 16; 5, 7; Job 35, 9), y cuya solución se busca en vano fuera de la fe.

[6139] 2 s. Conclusión lógica para la sabiduría humana. De ahí que algunos filósofos predicaran el suicidio… aunque no siempre con el ejemplo, porque es muy fuerte el instinto de conservación.

[6140] 4. Una de las más dolorosas señales de nuestra caída. La envidia originó el primer homicidio (Génesis 4, 3-8). Véase Daniel 6, 3 s.

[6141] 5 s. Digresión que algunos exégetas consideran añadida.

[6142] 8. Mucho insiste sobre esta insensatez del acumular sin ningún objeto; quizá porque es la más difundida entre muchos que el mundo tiene por sabios. Véase 3, 22; Proverbios 28, 8; Salmos 38, 1 y nota; Eclesiástico 11, 20.

[6143] 14. ¡Cuántos ejemplos nos ofrece la historia, antes y después de la Revolución Francesa!

[6144] 15. “Siempre el aura popular sigue al que se encumbra; pero dura poco. Una nueva generación habrá olvidado su nombre” (P. Manresa).

[6145] 17. Precioso punto de meditación, sobre todo a la luz del Evangelio, donde el Padre mismo nos da como precepto el escuchar a Jesús (Mateo 17, 5), y donde Él nos enseña a ser como los niños (Mateo 18, 3), que antes de hablar escuchan, y nos ofrece las palabras del Padre (Juan 8, 26; 14, 10; 17, 18) como la verdad que santifica (Juan 17, 17). Así, antes de afanarnos como Marta por ofrecerle obsequios, elegiremos la mejor parte, como María, que lo escuchaba sentada a sus pies (Lucas 10, 38 ss.). En algunas ciudades se practica la Hora Santa Bíblica, que busca, junto a la Presencia silenciosa de Cristo en la Eucaristía, el oírlo hablar, como lo oían sus discípulos (Mateo 13, 15-17) mediante la lectura de sus palabras (I Juan 1, 3 s.).

[6146] 1. Continúa el asunto tratado en 4, 17. Jesús lo confirma enseñándonos a “no hablar mucho en la oración, como los gentiles que se imaginan haber de ser oídos a fuerza de palabras” (Mateo 6, 7).

[6147] 3 s. El Talmud muestra cómo el judaísmo decadente era tan pródigo en hacer votos como en hallar razones para no cumplirlos. Este farisaísmo que piensa hacer favores a Dios, es un grave peligro para el alma. Véase Proverbios 20, 25; Salmos 15, 2; 39, 7; 49, 7-13; Isaías 1, 11 e Imitación de Cristo III. 40.

[6148] 5. Fue inadvertencia: Puede aplicarse a todos los pecados que se cometen mediante la lengua: mentiras, calumnias, etc., pero especialmente se refiere a las excusas para no cumplir los votos y promesas (versículos 1-4; Salmos 140, 4). Al que se excusa, Dios lo acusa; al que se acusa, Dios lo excusa. ¡Admirable misericordia! Véase Salmos 50 y notas. Ángel significa en el Antiguo Testamento a los mensajeros de Dios y hasta Dios mismo (Génesis 16, 6 ss.); en el Nuevo Testamento también a los ministros y pastores (I Corintios 11, 10). Aquí es sinónimo de enviado, encargado, ministro, sacerdote.

[6149] 6. El que mucho sueña, no puede realizar lo que sueña, y al fin no hace nada. Puede también referirse a los sueños de los falsos profetas.

[6150] 7 s. Si ves: No dice que son abusos de aquel momento; habla para todos los tiempos y países (véase 7, 16 y nota). No te sorprendan tales cosas: Sabia y dulce norma de paz, que nos da también David (Salmos 36) y Jesús en varios pasajes del Evangelio. Véase Mateo 24, 6; Juan 14, 1 y 27, etc.

[6151] 9. Sobre la ambición insaciable véase Proverbios 30, 15; Catecismo Romano III, 10, 12; IV, 13, 13. Sobre la pobreza del avaro, Proverbios 28, 8 y 22, etc.

[6152] 10. Para administrar los muchos bienes hay que emplear muchos obreros, empleados, administradores. Hay que atender, además, a los amigos, huéspedes, mendigos, etc. Todo el final de este capítulo es una elocuentísima meditación sobre la vanidad de la opulencia.

[6153] 16. El rico que siempre teme por sus riquezas, come casi en secreto, para no excitar la envidia de otros. Así su vida está llena de cuidados y molestias.

[6154] 17 ss. Véase 2, 24 y nota. El rico no avariento es bendecido por Dios (Proverbios 12, 9; 12, 27; 14, 24; Salmos 111, 3; Eclesiástico 31, 8), y solo así puede ejercitar la virtud de la magnificencia que recomendaba Pío XI, emprendiendo obras, aunque no le sean indispensables, para que otros hallen trabajo y prosperidad. Lo mismo puede decirse del Estado.

[6155] 1 s. Aquí no se trata del avaro, sino del que por una prematura muerte o por otras circunstancias no puede gozar de los bienes acumulados.

[6156] 3. Carecer de sepultura equivalía a perder todo honor. Un rico puede correr el peligro de no tener sepultura, sea por no disponer el dinero para este fin, o sea porque sus herederos se lo niegan para castigar su avaricia. Llama la atención la insistencia con que el Sabio quiere inculcarnos esta misma verdad en diversos pasajes; sabía bien cuán difícilmente sería admitida.

[6157] 5. Véase 2, 13 ss. y nota; 4, 3; Job 3, 16.

[6158] 8. De ahí la primera bienaventuranza (Mateo 5, 3; Lucas 6, 20).

[6159] 9. También la experiencia enseña que es feliz quien se contenta con su estado. El refrán popular lo expresa diciendo: Vale más un pájaro en mano que cien volando.

[6160] 10. El hombre no puede disputar con Dios, puesto que este tiene ya decretado nuestro estado desde el primer momento de nuestra vida (véase Job 9, 32; 38, 3 ss.; Isaías 10, 15; 45, 9; I Corintios 10, 22; Romanos 9, 21). Lo triste es cuando aceptamos esta verdad como resignándonos a lo inevitable, y no vemos, a la luz del Evangelio, la fisonomía paternal de ese Dios que nos ama con infinita misericordia (Salmo 102, 13; Ef. 2, 4), que llegó a darnos su Hijo único (Juan 3, 16) y que, no pudiendo negarnos nada después de semejante don (Romanos 8, 32), nos asegura también lo temporal (Mateo 6, 33), y nos llama hijos a los que creemos en su Nombre de Padre (Juan 1, 12).

[6161] 1. Este versículo en el texto hebreo es 6, 12. Se dirige contra la ciencia presuntuosa y la ambición que pretende influir en la historia, sin comprender que cualquier acontecimiento imprevisto puede cambiar su curso. Véase 3, 22; 8, 17; 11, 5.

[6162] 2. Sobre la buena reputación, véase Proverbios 22, 1 y nota. Sobre el día de la muerte, que la Iglesia mira como el natalicio de los santos, véase 12, 7; Eclesiástico 30, 17; Jonás 4, 3; Apocalipsis 14, 13.

[6163] 3. Todos hemos experimentado cuán elocuente y sugestivo es el espectáculo de una muerte para abrir nuestros ojos a la realidad.

[6164] 4. Mejor es el pesar que la risa. Se refiere a la hilaridad mundana, y no a la alegría del corazón que es “tesoro de santidad” (véase Eclesiástico 30, 23). La única tristeza buena es la contrición (II Corintios 7, 10; Proverbios 25, 20).

[6165] 5. “La alegría vana, dice San Juan de la Cruz, ciega el corazón y no le deja considerar y ponderar las cosas; y la tristeza hace abrir los ojos y mirar el daño y provecho de ellas” (Subida II, 17).

[6166] 9. Esto es: no sabemos si un negocio es bueno y perfecto, hasta que termina bien. Así también vale más el hombre ya aguerrido, que no el que parece prometer mucho sin que sepamos cómo terminará.

[6167] 10. “Todo hombre sea pronto para escuchar, pero detenido en hablar, y refrenado en la ira, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1, 19 s.). Cf. Proverbios 12, 16 y nota.

[6168] 11. No es sabiduría, porque la filosofía de la historia no puede juzgar a Dios, único que tiene la llave de los acontecimientos. El hombre tiende a considerar que “cualquier tiempo pasado fue mejor” (Jorge Manrique). Véase versículo 14.

[6169] 12. Es decir que la riqueza no es mala en sí, y aun puede ser un bien (véase 5, 17). Pero esto sucede rara vez (Mateo 19, 24) porque es más difícil servir a Dios en la prosperidad, que en el dolor (véase 6, 8).

[6170] 13. Da vida: es decir, enseña a valorar las cosas terrenales, usándolas dignamente.

[6171] 16. Lo dice muchas veces David, el rey santo. Bien pudo, pues, decirlo Salomón, porque la sabiduría de su gobierno, aunque disminuyó a las iniquidades, no pudo llegar a suprimirlas del todo, en el hombre caído. Véase 5, 7 y la introducción.

[6172] 17. La exageración de una virtud es deformación que redunda en menoscabo de otra. Como dice San Agustín. “No se censura la justicia del sabio, sino la soberbia del presuntuoso; a aquel que quiere ser demasiado justo, la misma demasía le hace injusto.” De ahí el adagio: “Lo mejor es enemigo de lo bueno.” El “caminito” de infancia espiritual que Santa Teresa de Lisieux extrajo del Evangelio, nos hace preferir deliberadamente las virtudes más pequeñas, confiando en la maravillosa promesa de Jesús, según la cual si somos fieles en lo poco (Lucas 16, 10), lo seremos también en lo mucho, reconociendo así a Dios la parte principal en nuestra santificación, que es lo que más lo glorifica. Véase Proverbios 9, 4 y nota.

[6173] 18. Morir antes de tiempo: “La necedad, o sea el vicio, atrae como pena una muerte prematura” (Vaccari). (7, 2; 9, 12). En el Nuevo Testamento se aduce otro motivo de suprema eficacia para huir del pecado: no ya la muerte, que ordinariamente se anuncia mucho antes, sino la venida del glorioso Juez de vivos y de muertos, que nadie podrá prever porque llegará por sorpresa, “como un ladrón en la noche” (I Tesalonicenses 5, 1-4; II Pedro 3, 10; Apocalipsis 3, 3; 16, 15). Es el supremo argumento que Jesús nos da para estar en vela (Mateo 24, 42 s.; Marcos 13, 32-37; Lucas 12, 35-40).

[6174] 19. El temor de Dios hace que todo se tome en la justa medida. Cf. Romanos 8, 28 (Vaccari). Admiremos la plenitud de esta promesa, muchas veces repetida en el Antiguo Testamento y que Jesús concreta en Mateo 6, 33. Véase también el contraste en Mateo 6, 24 y 12, 30.

[6175] 20. Sobre la fuerza y privilegios de la sabiduría véase Sabiduría capítulo 6 y siguientes.

[6176] 21. San Agustín, a la luz del Nuevo Testamento, muestra que podría no pecar jamás el hombre que aprovechase plenamente de la gracia ofrecida por Dios, si bien no cree que haya existido tal hombre. Tal parece ser el sentido del presente versículo. Véase III Reyes 8, 46; II Paralipómenos 6, 36; Proverbios 20, 9; I Juan 1, 8 y notas. Cf. Salmos 31, 5 y nota.

[6177] 22. El que esto medita se cura del ansia de aplausos, al ver que es ilusión el querer librarnos de que se hable mal de nosotros. ¿Acaso no lo hemos hecho con los demás? Así aprendemos a despreciar el mundo y adquirimos la felicísima libertad del espíritu (véase Juan 8, 32).

[6178] 27. Habla de la mala mujer, figura de la necedad (véase Proverbios capítulos 6-7). Este versículo y el 29 son una tremenda admonición, tanto para las mujeres, cuyo triste privilegio es ser constantemente un objeto de tentación y pecado para la concupiscencia masculina, cuanto para el varón, a quien Satanás “padre de la mentira”, sabe disfrazarle, con las más atrayentes galas de la belleza y del amor, lo que no es sino un apetito de la carne que va contra el espíritu. Cf. Gálatas 5, 17; Marcos 14, 38; Juan 3, 6; 6, 64; I Corintios 6, 12-20; 7, 1-9. Véase como contraste el capítulo sobre la mujer fuerte (Proverbios 31, 10-31).

[6179] 3. Léase lo que San Pablo dice sobre la autoridad civil en Romanos 13, 1 ss. y nota.

[6180] 5. Véase la admirable promesa de Jesús en Lucas 12, 11 s.; 21, 15.

[6181] 8. Para retenerlo: Para prolongar su vida. ¿Cómo creerse dueño de nada en este mundo, si no podemos dominar siquiera el cuerpo, su salud, su vida, ni aumentar su estatura (Mateo 5, 36), ni cambiar el color de un cabello (Mateo 6, 27)? De ahí el ejemplo de los Recabitas (Jeremías 35), que vivían como peregrinos en tiendas de campaña.

[6182] 10. Son olvidados en la ciudad, donde habían obrado rectamente. Los malvados, en cambio, son honrados por los ciudadanos, que les erigen monumentos. De este modo se escribe la historia según la justicia humana.

[6183] 11 ss. En Sabiduría 11, 21-27 se explica esta paciencia de Dios con los pecadores. Véase también Salmos 72 y notas.

[6184] 16. El trabajo que los hombres hacen, es decir, la preocupación de encontrar la causa de las cosas (ver 7, 1; 11, 5). El P. Manresa observa aquí: “Si tan pobres son los resultados de la filosofía humana en sus afanes por adueñarse de los misterios de Dios en las cosas, no son gran cosa mejores los del saber teológico. Escalando los varios grados de las cosas, y remontándonos de los efectos a las causas, todavía no nos será dado descifrar a través de la conducta que Dios tiene sobre nosotros, en qué medida somos objeto de amor o de odio.” Cf. 9, 1; Salmos 93, 11; 115, 2 y notas.

[6185] 1. El hombre no sabe, etc.: El sentido, como explica Vaccari, es que los bienes y males de esta vida caen igualmente sobre buenos y malos, por lo cual nadie puede juzgar si la suerte de tal persona es premio o castigo. En cuanto a que Dios nos ama, felizmente lo sabemos por la asombrosa revelación de Jesús en Juan 3, 16 y muchos otros pasajes, así como que Él nada aborrece de cuanto ha hecho (Sabiduría 11, 25), ni aun a los pecadores (ibíd. 24), porque San Juan dice que Dios es amor (I Juan 4, 16). Y los que deseamos ser sus amigos, sabemos que Jesús, igual al Padre, “no echa fuera” a nadie que va a Él (Juan 6, 35), y “el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Romanos 8, 16).

[6186] 2. Notemos que es Dios mismo quien nos está revelando estas cosas, sin miedo de escandalizarnos. Aprendemos así a no querer conquistar las almas con promesas temporales, no obstante ser tan numerosas las que el Señor hace, sino con las maravillas de la doctrina espiritual que nos lleva a la vida santa mediante el amor que viene del conocimiento. Véase Juan 14, 23 s.; Gálatas 5, 6; Salmos 118, 11 y 32 y notas.

[6187] 3. Van a morar con los muertos: La Vulgata transcribe: serán llevados al infierno. Véase Salmos 6, 8 y nota.

[6188] 5. Es importante saber que la esperanza de los judíos en nuestro destino eterno se fundaba en el misterio de la resurrección más que en la inmortalidad del alma, siendo la muerte un castigo de la naturaleza caída, que llevaba —según ellos— al hombre con alma y cuerpo al oscuro reino del sepulcro (scheol). Escribe sobre esto Vacant en “Dictionnaire de la Bible”, editado por Vigouroux: “La cuestión de los destinos del individuo se confundía con la de la salvación del género humano y venida del Mesías (véase Job 19, 23-27; Tob. 2, 17-18; 13, 1-2; Daniel 12, 2, 13; II Mac. 7, 9; 11, 14). Pero solo en el segundo advenimiento resucitarán los cuerpos, y los elegidos reinarán con Dios en cuerpo y alma. Estas enseñanzas son afirmadas repetidamente en el Evangelio, las Epístolas de los Apóstoles y el Apocalipsis… San Justino, San Ireneo, Tertuliano, San Cirilo de Alejandría, San Hilario, San Ambrosio y el mismo San Agustín pensaron que hasta entonces las almas no poseían sino una felicidad imperfecta, en un lugar que ellos llaman ora infierno (hades), ora paraíso, ora seno de Abraham” (Vacant, articulo “Ame”). El Concilio de Florencia (años 1438-1445) definió como dogma de fe que las almas de los justos entran en posesión del cielo antes de la resurrección de los cuerpos (Denz. 693), de acuerdo con lo declarado por el Concilio II de Lyon en 1274 (Denz. 464) y por Benedicto XII en 1336 (Denz. 530). Cf. versículo 11.

[6189] 8. Vestidos blancos y perfume en la cabeza son señales de fiesta. Según San Jerónimo, los vestidos blancos simbolizan la pureza de costumbres, y el perfume las obras de misericordia que el hombre debe practicar con su prójimo.

[6190] 9 s. Preciosa felicitación para una boda cristiana: señala el gozo, y también su brevedad (véase Proverbios 5, 15 y 19). San Jerónimo entiende por esposa en sentido alegórico la Sabiduría, lo cual no quita el sentido literal que claramente alude a esa vida de hogar, bendecida por Dios y tan ejemplarmente respetada por los hebreos desde los tiempos patriarcales, como observa Donoso Cortés en su célebre discurso sobre la Biblia. Véase Salmos 127, 3; Juan 2; Proverbios 5, 18; Malaquías 2, 14.

[6191] 10. Scheol: lugar donde están los muertos. Cf. versículo 5 y nota.

[6192] 11. Admirable observación del sabio, que pinta a lo vivo y a las mil maravillas el engaño del mundo. ¡Y tan al revés de lo que piensan los hombres! Pues “lo que al hombre le parece casual, no lo es respecto de Dios, que dirige con su altísima providencia al fin que se propuso todos los sucesos, aun los más pequeños e insignificantes para nuestra débil razón” (Páramo).

[6193] 12. El tiempo aciago: la muerte. Véase 7, 18 y nota.

[6194] 14. Es como una parábola que confirma lo dicho en el versículo 11.

[6195] 18. Un solo pecador. Otra versión: uno solo que yerra. El pecado es el error más grave y está más en contraste con la sabiduría que cualquier falta inconsiderada.

[6196] 2. La sensibilidad ha de estar sometida a la razón iluminada por la fe. De lo contrario los sentimientos nos engañan llevándonos, según el estado de ánimo, al exceso de generosidad… o de lo contrario.

[6197] 6. Véase versículos 16 s.; Proverbios 19, 10; 28, 12; 29, 2; 30, 22. Norma de sabiduría política como las del Salmo 100. Platón combatía ya la demagogia, en que gobierna “el mayor número de los peores”.

[6198] 8. Es como la ley del talión que hace recaer sobre el culpable su falta. Véase Proverbios 26, 27; Eclesiástico 27, 29.

[6199] 10. El sentido es que la dificultad aguza el ingenio. “La necesidad es la madre del progreso”, dice el refrán.

[6200] 11. San Jerónimo vierte: El que de otro dice mal en secreto, es como una serpiente que muerde sin ruido; y comenta: “Pero me diréis: «Yo no murmuro; si los otros lo hacen, ¿qué puedo yo hacer? ¿Heles, por ventura, de tapar la boca?» Todas estas excusas inventamos para colorear nuestros pecados. Pues a Cristo no podemos engañarlo con maña ni artificio. Y esto no es mi sentencia, sino la del Apóstol, que dice: «No queráis errar; Dios no se deja burlar.» Porque Él ve los corazones y nosotros solo el semblante” (Ad Rust. 19).

[6201] 14. Habla mucho, y piensa poco. Es el tipo del hombre moderno. “Los vasos vacíos son muy sonoros; y del mismo modo los que tienen poco talento, son muy habladores” (Laertius, lib. VII).

[6202] 15. El necio siempre está afanado, porque, como nunca llega a su objeto, de nuevo comienza sin cesar, y no acaba de aprender siquiera las cosas más sencillas.

[6203] 1. No conocemos el futuro. Una cosa que parece perdida, puede terminar con éxito. Al fin es Dios el que dirige todo y recompensa el trabajo. Otros lo aplican a la ilimitada generosidad en dar, que atrae seguras bendiciones tarde o temprano (véase Salmos 111, 9; II Corintios 9, 9; Proverbios 28, 27; Lucas 6, 38; 11, 41, etc.). Otros, a que toda empresa exige riesgos antes de dar fruto (versículo 4), por lo cual el riesgo debería ser repartido (versículo 2). Así Vaccari.

[6204] 2. Da limosnas, porque no sabes, qué mal robará todos los bienes. Otros traducen: Haz (de ese pan) siete u ocho partes. Equivaldría al adagio: no poner todos los huevos en una sola canasta (para no perderlos todos si esta se cae).

[6205] 3. Parece aconsejar una prudente previsión, antes que se consume lo que sería luego irreparable. Muchos expositores aplican esto a la muerte, con la cual se decide la suerte del hombre.

[6206] 4. Precioso remedio para los que sufren de indecisión. El que emprende algo, apoyado en una palabra de Dios (Lucas 5, 5), nunca tendrá que arrepentirse, pues aunque no resultase lo que esperaba, sabrá que obró rectamente.

[6207] 5. Solo Dios nos conoce desde el seno materno (Salmos 138, 16). Sobre nuestra ignorancia de los secretos de la naturaleza véase 7, 1; 8, 17.

[6208] 6. Saludable desconfianza en las propias obras, En cambio, Dios mismo completa los trabajos de los que confían en Él, como Jacob (Sabiduría 10, 10).

[6209] 8. El Evangelio, y toda la Escritura, nos inculcan un espíritu de moderación, que no se aflige mucho por los contratiempos, ni se desenfrena en la alegría, sabiendo que pasarán tanto estas como aquellos.

[6210] 9. No es esto una amenaza irónica, como si a Dios le doliera vernos contentos, sino una bellísima prueba de la paternal bondad, con que Él nos habla y nos mira (véase Salmo 102, 13). De Él viene la alegría (versículo 10) y de Él también la sabiduría y el santo temor de ofenderlo con nuestros excesos (Proverbios 1, 7 y nota). Solo ella puede librarnos de seguir nuestra mala inclinación. Sobre el más allá véase 9, 5 y nota.

[6211] 10. Esto es: no te aflijas ni mortifiques inútilmente en esta precaria vida, pues la tristeza es mala (Proverbios 25, 20; Eclesiástico 25, 17) mientras que la alegría es fuente de sanidad (Eclesiástico 30, 22 ss.).

[6212] 1 ss. Esto es; ya no me agrada vivir. Este capítulo final enfoca decididamente la vida futura y confirma todo lo anteriormente dicho acerca de la vanidad de cuanto no sea amar a Dios y obrar solo por Él. Así Tomás de Kempis (I, 1, 11) sintetiza todo el Eclesiastés desde su primer capítulo hasta el último.

[6213] 3 s. La vejez es comparada a una casa, en la cual desaparece poco a poco la vida, representando los guardianes de la casa los brazos; los hombres robustos, las piernas; los que muelen, los dientes; los que miran por las ventanas, los ojos; las puertas de la calle, los labios. Las palabras de la lengua y la voz o canto de la garganta se velarán, y los oídos ensordecerán.

[6214] 5. “Llegada la vejez, los cabellos blanquean (como la flor del almendro), los pies se hinchan, y se enfrían los apetitos” (San Jerónimo).

[6215] 6. Nuevas imágenes que señalan la rotura de la vida. Son muy diversamente interpretadas.

[6216] 7. El cuerpo a la tierra (Génesis 3, 19), y el soplo, o alma, a Aquel que lo infundió (Génesis 2, 7). Véase 3, 17; 5, 9; Salmos 145, 4 y notas; Hebreos 9, 26; Filipenses 1, 21 ss.

[6217] 8 ss. El autor vuelve a hablar de Salomón en tercera persona (véase la Introducción y 1, 2).

[6218] 11. El Pastor único es, en sentir de San Jerónimo, Dios, quien nos ha dado la doctrina mediante las Sagradas Escrituras y por su Hijo Jesucristo. Otros entienden por pastor el mismo Eclesiastés, y aunque así fuese, sabemos que su enseñanza es obra del Espíritu Santo. Véase III Reyes 4, 29.

[6219] 12. No tiene fin el componer muchos libros (véase 1, 8): No cesan los hombres en su curiosidad de leer libros, ni en su empeñosa suficiencia y anhelo de pasar por maestros (Mateo 23, 6 s.; Lucas 20, 46) con sus fluctuantes luces. “Un meridiano decide de la justicia: verdad de este lado de los Pirineos, mentira del otro lado” (Pascal). ¿Quién podrá decir lo que significa anclar para siempre en puerto seguro, y descubrir el único libro al que jamás se halla el límite, porque su sabiduría es un mar sin orillas que sobrepuja a toda humana inteligencia? (véase Eclesiástico 24, 38 ss.). ¡Tal es, dichoso lector, el volumen divino que tienes en tu mano! Aprovecha, pues el consejo que aquí te da el Sabio; fuera de este no busques otro, pues no lo hallarás. El prólogo latino a la edición vaticana de la Biblia por Mons. Gramática expresa: “La Iglesia, columna y fundamento de la verdad, acude a esa fuente, de la cual, desde que se abrió, nadie puede alejarse sin detrimento de su fe.”

[6220] 13. Teme a Dios: Cf. Salmos 33, 12 ss.; Proverbios 1, 7 y notas. Hay pocas palabras en la Biblia que sean tan difíciles de traducir como el sustantivo “temor” y el verbo “temer”. El equivalente hebreo tiene dos significados: temer y respetar o reverenciar, pero en distinta escala, según la condición de la persona a que el “temor” sea tributado. Si se trata de Dios, como aquí, corresponde en general al temor filial y habría de traducirse por “reverencia”. Tenemos una clásica interpretación del temor en Efesios 5, 33: la esposa “tema” a su marido. San Pablo no quiere decir que la esposa tenga miedo a su marido, sino que lo trate con el debido respeto, pues un matrimonio donde los cónyuges se miran mutuamente con miedo, no es matrimonio cristiano, cuyo modelo es la íntima unión de Cristo con la Iglesia. Santa Teresita, que vivía de la espiritualidad bíblica, sufría mucho a causa de la poca claridad de algunas traducciones. En sus “Consejos y Recuerdos” leemos: “Me contrista ver la diferencia de las versiones. Si yo hubiera sido sacerdote, habría aprendido el hebreo y el griego a fin de poder leer la palabra de Dios tal como Él se dignó hablarla en lengua humana.” Su enfermedad y la regla del Convento no le permitían el cumplimiento de sus deseos; sabemos, empero, que Santa Paula estudió el hebreo para leer el Antiguo Testamento en la lengua original.

[6221] 1. Béseme (él, en tercera persona) y luego (en segunda persona). Tus amores (San Jerónimo traduce: tus pechos). Según la interpretación de Orígenes, Israel, la “Iglesia de la Antigua Alianza”, suspiraría aquí por el Mesías, anhelando que el beso de la Palabra divina, que había recibido de la boca de los profetas, le sea dado ya directamente por la misma boca de Él. Y así San Pablo empieza diciendo a los Hebreos en su Epístola (1, 1 ss.): “Dios que habló a nuestros padres por los profetas, nos ha hablado últimamente por medio de su Hijo. Él es el resplandor de su gloria y la imagen de su substancia.” Ahora bien, es frecuente en la Escritura un paralelismo entre Israel y la Iglesia, como lo hay entre los anuncios del Antiguo Testamento y los del Nuevo, y como los profetas, y el mismo Jesús, señalan paralelamente los acontecimientos de la destrucción de Jerusalén y los del fin de los tiempos (cf. p. ej. Mateo 24). De ahí que, como expresa Fillion, es sobre todo la Iglesia cristiana quien exhala este suspiro, expresando aquí el mismo anhelo con que termina el Apocalipsis: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!... ¡Así sea! ¡Ven oh Señor Jesús!” (Apocalipsis 22, 17 y 20). También se aplica este concepto al alma cristiana, y el Apocalipsis extiende a cada una la misma invitación de la Iglesia que antes recordamos: “Diga también quien escucha: ¡Ven!” (Apocalipsis 22, 17). A este respecto dice el Catecismo Romano: “Toda la Sagrada Escritura está llena de testimonios que a cada paso se ofrecerán a los párrocos, no solamente para confirmar esta Venida, sino aún también para ponerla bien patente a la consideración de los fieles; para que así, como aquel día del Señor en que tomó carne humana, fue muy deseado de todos los justos de la Ley antigua desde el principio del mundo, porque en aquel misterio tenían puesta toda la esperanza de su libertad, así también, después de la muerte del Hijo de Dios y su Ascensión al cielo, deseemos nosotros con vehementísimo anhelo el otro día del Señor esperando el premio eterno, y «la gloriosa venida del gran Dios»” (Tito 2, 13).

[6222] 2. Muy difícil es saber, en este primer pasaje, quién habla en cada verso, y con quién habla. La enseñanza que de todas maneras se extrae de aquí es la contenida en la idea del ungüento, como en 4, 10 y 15. El ungüento, muy usado en oriente como perfume, y conservado en la liturgia sacramental cristiana, es el gran símbolo de la divina gracia, don gratuito por excelencia. Nada podemos tener, dice el Bautista, que no nos sea dado del cielo (Juan 3, 27). Aun cuando se trata de María Inmaculada, vemos que el Ángel no le elogia nada propio de Ella, sino que la llama llena de la gracia, y le repite que ha hallado gracia a los ojos de Dios (Lucas 1, 28-30). Y Ella, no obstante reconocer que ha sido objeto de grandeza (ibíd. 49), se llama esclava y reconoce ser nada (ibíd. 38 y 48), y solo explica su elección por esa característica contradictoria, que algunos santos solían llamar “el mal gusto de Dios”, según el cual Él se complace en escoger a los más vacíos, levantando a los bajos y rebajando a los altos. Tal es el contenido del Magníficat de María y tal es lo que aquí aprendemos (cf. 4, 15 y nota). La Iglesia tiene a este respecto definiciones capitales para dejar bien sentada la doctrina paulina según la cual aun el amar a Dios es un don de Dios. Él, que nos ama sin ser amado (de nosotros), nos dio el don de amarlo. No pudiendo agradar, fuimos amados para ser hechos agradables. Véase Romanos 5, 5; Denz. 198 s.

[6223] 3. Me introdujo el rey: Otros: ¡introdúceme, oh rey! Según esto anota Nácar-Colunga: “El coro de doncellas que forma, en las solemnidades nupciales, la corte de la Esposa, que aquí representa a las naciones, pide tener parte en el amor de la Esposa por el Esposo, como en Isaías 2, 2 ss.; Zacarías 8, 20 ss. y expresa sus deseos de tener parte en las bendiciones mesiánicas.” Atráeme: “Amad, dice San Agustín, y seréis atraídos”, y añade el mismo Doctor: “El amor es una palanca tan fuerte, que levanta los pesos más enormes, porque el amor es el contrapeso de todos los pesos” (De Civitate Dei, II, 28). Fillion, interpretando el atráeme como dirigido por la Esposa al Esposo “cuyo nombre es ungüento derramado” (versículo 2), reitera aquí la doctrina que hemos expuesto en la nota anterior, y expresa: “Yo los atraeré con cuerdas de amor, dirá Yahvé al pueblo israelita (Oseas 11, 4; cf. Jeremías 2, 2). Nadie puede venir a Mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae, exclamará también Jesús (Juan 6, 44; 12, 32). En esta unión asombrosa es menester que Dios haga, digámoslo así, los primeros pasos.” De aquí que, entre los muchos modos de encarar este difícil comienzo del Cántico, algunos hayan considerado que en el segundo hemistiquio del versículo 2 habla el Esposo que, apenas la Amada le abre los brazos, se precipita hacia Ella elogiando sus amores más que el vino, porque “sus delicias son estar con los hijos de los hombres” (Proverbios 8, 31). Y ese estado de deseo, en la Esposa, no es sino un don del mismo Espíritu Santo ya que nadie puede decir siquiera “Jesús es el Señor” sin una moción previa del divino Espíritu (1 Corintios 12, 3). “¡Atráeme!, esta sola palabra basta”, dice Santa Teresita (Historia de un alma, capítulo X). “Ya sea pues que lo apliquemos a Israel, o a la Iglesia escogida, o al alma fiel, el fruto de este estudio será siempre el mismo: descubrir y alabar las excelencias y delicadezas del Corazón del Esposo. Para conocer un corazón hay que verlo en lides de amor, así como el brazo se prueba en el combate”. Con razón te aman: la Vulgata: los rectos te aman. San Gregorio Niseno y Teodoreto refieren esto a la Esposa.

[6224] 4. Cedar: desierto que se extiende al este de Transjordania. En vez de Salomón leen algunos Salma. Cedar representa las tribus nómades cuyas tiendas se hacían de pelo de cabra negra. Tienen su belleza esas tiendas negras y se mueven como los rebaños de cabras, que recorren el desierto al compás de las estaciones, buscando un poco de pasto.

[6225] 5. Según la alegoría yahvística, la Esposa bronceada por el sol, es esa escogida nación israelita que, no obstante su cautiverio, su idolatría contagiada por los paganos, y su infidelidad, conserva siempre una grande y divina vocación, porque “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Romanos 11, 29). El sentido de la viña es aquí harto misterioso, y los comentadores, nada concordes, no alcanzan a explicarlo. De todos modos, es cosa cierta que Israel no cultivó la viña que Dios le encomendara (cf. Mateo 21, 33; Marcos 12, 1 ss.; Lucas 20, 9 ss.). Véase, con su nota, 8, 11 y 12, donde la Esposa recupera su viña, en lo cual se anuncia quizá la futura conversión de Israel profetizada por San Pablo. Cf. Romanos 11.

[6226] 7. Como expresa Vaccari, la respuesta del Esposo puede sintetizarse diciendo: “hazte pastora”. Cf. 7, 12 y nota. En efecto, Dios dice en sus promesas a Israel: “Así la atraeré y la llevaré al desierto y le hablaré al corazón; y desde allí le devolveré sus viñas y el valle de Acor como puerta de esperanza; y allí cantará como en los días de su juventud, como en los días en que subió de la tierra de Egipto. Entonces, dice Yahvé, me llamará Esposo mío” (Oseas 2, 14 ss.). Cf. 8, 5 y nota.

[6227] 8. Según Vaccari es esta la voz de la tentación, en que el monarca rival quiere atraer a la Esposa con promesas de ricos adornos, contrastando con la precedente invitación del pastor. Fillion admite también estos contrastes, pues se trata del Mesías-Rey y del Buen Pastor por excelencia.

[6228] 10. Llama la atención que el oro aparezca como adornado por la plata, que es inferior a él. En la interpretación espiritual ven aquí algunos una hermosa figura de la virtud cristiana, que es toda interior y al revés de la ostentación mundana. Véase Mateo 6, 1-6 y 16-18.

[6229] 11. En su diván: es decir, en su triclinio o lecho en que se recostaban durante los convites. Esta escena recuerda naturalmente la cena de Betania en que María ungió los pies de Jesús con precioso ungüento de nardo, cuya fragancia llenó toda la casa (Juan 12, 1-3). Su sentido sería sin embargo muy otro si la Esposa, mientras el rey la tienta con su festín, exhala, como fragancia de nardo, los acentos de su fidelidad para con el pastor, cuyo amor elogia (versículo 13 s.) con delicados símiles agrestes. Según los santos Padres alude este versículo a la Encarnación del Verbo, al cual la Iglesia alegró con el nardo de sus virtudes.

[6230] 12. La mirra era una resina olorosa que no solo servía para embalsamar cadáveres sino también para llevarla sobre el pecho en bolsitas como perfume. Es la fragancia que exhalan los vestidos del Esposo en Salmo 44, 9. Cf. 4, 6 y nota.

[6231] 13. El cipro o alheña de los árabes, es la lawsonia alba, de flores pequeñas y blancas en racimo, muy perfumadas como reseda, y cuyas hojas son también usadas en la perfumería de los orientales. El oasis de Engadí, situado a la orilla occidental del Mar Muerto, tenía fama por sus viñas, sus palmeras y sus plantas aromáticas. Hoy toda aquella región es un desierto.

[6232] 14. Empieza un exquisito intercambio de requiebros entre los enamorados, que inicia el Esposo y que, como hace notar Fillion, son los que la Biblia suele emplear para referirse a los amores del divino Esposo. ¿Es este aquí el Pastor, como lo quiere Vaccari? Así podría deducirse por el tono bucólico del idilio. No debemos sin embargo olvidar que en el Salmo 44, que es otro epitalamio ofrecido por la Biblia como paralelo al presente, se trata expresamente del Mesías-Rey, y en tal carácter se enamora Él de la Esposa (cf. Salmo 44, 11 ss. y notas). Ambas cosas pueden sin duda conciliarse distinguiendo entre los misterios pasados y los futuros: “Nova et vetera”. Esto mismo explica por qué el Amado prodiga tales elogios a la Esposa en su estado actual, no obstante lo que veremos en el capítulo 5, 3. Es este uno de los misterios mil veces admirables del corazón generoso de Dios que, sabiendo lo que hemos de ser en lo futuro, “nos ama, no tal cual somos por nuestros méritos, sino tal como llegaremos a ser por don Suyo” (San Próspero). Véase Denz. 185. Cf. 4, 1 ss.; 6, 9; 7, 7 ss. Para poder escuchar y entender y gozar la dicha inefable de este lenguaje, hay que grabar para siempre en el alma este sello femenino de esposa, y no pretender invertir los papeles asumiendo con celo indiscreto el papel de esposo (véase 2, 6; 4, 1 y notas, y el artículo “Hermana y Esposa” en nuestro libro “Espiritualidad Bíblica”). Tus ojos son palomas: Cf. 2, 14; 5, 12 y notas. En el versículo 4 la Esposa se desprecia a sí misma, llamándose morena, y alaba al Esposo por su hermosura. “Y Él, porque tiene de costumbre de ensalzar al que se humilla, poniendo en ella los ojos como ella se lo ha pedido, en la Canción que se sigue, se emplea en alabarla, llamándola no morena, sino blanca paloma” (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual XXXIV). La paloma representa al alma recta y sencilla. Véase las palabras de Jesús en Mateo 10, 6.

[6233] 1. Algunos traducen rosa de Sarón y hacen hablar aquí al Esposo. Como observa Fillion, este lirio, citado hasta siete veces en el Cántico, es figura aplicada al pueblo de Israel según se ve en Oseas 14, 5 (cf. Isaías 35, 2). Se trata, no de un autoelogio que se hiciera la Esposa, sino de una imagen modesta, que podría señalar quizá el origen humilde de Israel en su primer encuentro con Yahvé, y el origen pastoril de sus primeros años patriarcales.

[6234] 2. El Esposo, al llamarla azucena, confirma delicadamente lo que Ella misma acaba de decir, y agrega entre los espinos, lo cual parece referirse a la preexcelencia de Israel sobre todos los demás pueblos, si bien puede aplicarse con gran elocuencia a los sinsabores que le costó al Esposo haberla elegido, siendo tan ingrata. Cada uno de nosotros es para Jesús un lirio entre espinas, que le costó todas las espinas de su corona y que es sin embargo tanto más amado cuanto mayor fue ese precio que por él pagó el Hijo, y el que antes había pagado el Padre al entregar ese Hijo. Cf. I Corintios 6, 20; 7, 23. San Bernardo ve en la azucena un símbolo de la bondad y pureza de nuestras acciones y agrega: “Con la blancura de su alma el justo es una azucena y perfuma a su prójimo.”

[6235] 3. Como el manzano: véase versículo 5; 7, 8; 8, 5 y nota. A su sombra… y su fruto es dulce: He aquí un pasaje que podrían tener a la vista cuantos se sientan, con la divina Escritura en las manos, a buscar el dulce fruto de la Palabra, como al manzano entre los zarzales de la ciencia humana (cf. Salmo 118, 85 y nota), eligiendo, como María, la mejor parte: “A veces cuando leo ciertos tratados en los que el camino de la perfección se presenta sembrado de mil obstáculos, mi pobre pequeñito espíritu se fatiga muy pronto; cierro el libro que me rompe la cabeza y me seca el corazón, y tomo la Sagrada Escritura. Entonces todo me parece luminoso; una sola palabra descubre a mi alma horizontes infinitos; la perfección me parece fácil; veo que basta reconocer su nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios... Pero el Santo Evangelio, más que ningún otro libro, mantiene mi oración; en él bebe a su sabor mi pobrecita alma. Cada vez descubro nuevas luces, ocultos y misteriosos significados” (Santa Teresita).

[6236] 4. Ambos textos —hebreo y Vulgata— expresan una idea de la más alta poesía. La Esposa, admitida a la más estrecha intimidad del Esposo, goza de un deleite pacífico (versículo 3) en que la sabiduría (cf. Salmo 50, 8 y nota), simbolizada por el vino, es inseparable del amor, como la intimidad con Cristo es inseparable del Espíritu Santo (véase la introducción al Libro1 de la Sabiduría). La bandera —que solía enarbolarse en las posadas— está puesta como símbolo o pendón (el altar que Moisés levantó después del triunfo contra Amalec, en Éxodo 17, 15, fue llamado en hebreo “Yahvé nesi”, que quiere decir: Dios es mi bandera). “Y puesto que Dios es amor (I Juan 4, 8 y 16), es evidente que su mensaje a los hombres, enviado por medio del propio Hijo, víctima de amor, no puede ser sino un mensaje de amor. Por donde se ve que no entenderá nunca ese mensaje, ni podrá salir de la dura vida purgativa, quien se resista a creer en ese «loco amor» de Dios y se empeñe en hallar en Él a una especie de funcionario de policía.” En la Vulgata reza el segundo hemistiquio, ordinavit in me caritatem. “Ordinare, dice el Cardenal Gomá, es aquí disponer en orden de batalla; in me es acusativo, «contra mí». Equivale la frase a decir que Dios ha alzado las banderas de su amor para conquistarnos. Se presta este sentido a bellísimas aplicaciones. Como acomodación verbal puede admitirse lo que se hace en ascética sobre la jerarquía de la caridad bien ordenada” (Biblia y Predicación, pág. 273).

[6237] 5. Con manzanas: cf. versículo 3 y nota. Otros traducen: con azahares. Según un explorador de Palestina, tal sería la costumbre de las novias en Oriente, y de allí vendría el ramo de azahares que llevan en la mano las desposadas de hoy.

[6238] 6. Véase 8, 3, donde este versículo y el siguiente están repetidos. Por el contexto deducen algunos (Ricciotti, Budde Dalman, etc.) que allí habrían sido interpolados. El carácter literario de epitalamio que presenta el Cantar de los Cantares no puede sorprender al hombre espiritual (cf. I Corintios 2, 10). Para hacernos entender cosas de su amor. Dios elige, a manera de parábola, el relato de una unión entre esposos, utilizando como imagen de insuperable vigor la atracción entre los sexos, precisamente porque Él sabe muy bien cuánta es su fuerza natural en el ser humano. Así como la desmayada Esposa descansa en los brazos del Esposo, así el alma herida del amor divino, no encuentra recreo ni medicina para su dolencia sino en el divino Esposo Jesucristo. Se describe aquí el íntimo abrazo (1, 4), que el alma cristiana puede gozar también en la Comunión Eucarística con una plenitud de unión, aunque invisible, que nos identifica con Jesús haciéndonos vivir de su misma vida como Él vive del Padre (Juan 6, 57 ss. y notas) y nos da un anticipo de la unión definitiva “hasta que Él venga” (I Corintios 11, 26). Nuestra conformidad con el Verbo en el amor, dice San Bernardo, une con él nuestra alma como la esposa está unida a su esposo.

[6239] 7. Cf. 3, 5 y 8, 4. No despertéis... a la amada; literalmente: al amor, y algunos lo aplican al Esposo. Difícil de explicar en su sentido histórico profético, con relación a Israel o a la Iglesia, este pasaje ofrece un hondo sentido espiritual para nuestra alma, como suprema lección de quietud interior. No es la Esposa apasionada la que gusta al Esposo, sino la que sabe dejarle a él la iniciativa; la que se deja conducir por el Espíritu santificador (Romanos 8, 14) y reposa dulcemente confiada en el Esposo, sin pretender, como Eva. “la ciencia del bien y del mal”, que nos haga rivales de Dios. El Espíritu Santo obra en esas almas dóciles toda suerte de maravillas que Él solo conoce (Romanos 8, 26 ss.). Hemos de creer en ellas con todas nuestras fuerzas, sin desear analizarlas, ni siquiera ser testigos conscientes de ese divino drama que se opera en el teatro de nuestra alma, ya se trate de la pura oración y grado de unión en el amor, o ya de esas pruebas o purificaciones pasivas por las cuales sabemos que Dios nos va santificando, sean ellas interiores, o exteriores, como aquellas en las que Job mereció por querer comprenderlas, el único reproche de Dios (cf. Job capítulo 38 ss.). Bueno es, pues, dormir como la Esposa del Cantar, confiada en saber que todo sucede para nuestro mayor bien (Romanos 8, 28). “En la quietud y en la confianza, dice Dios a Israel, está tu fortaleza” (Isaías 30, 15): Y si en esto reside lo más alto de la vida espiritual, y son tan pocos los que lo siguen, hemos de comprender que tal abandono exige mucha más fe y mayor negación de sí mismo, porque nada cuesta más que renunciar a conducir personalmente un negocio que tanto nos interesa. Y es también harto contrario a nuestro orgullo natural el remitir totalmente a Dios el juicio sobre el valor de nuestra vida espiritual (véase I Corintios 4, 3 ss. y nota), en vez de cultivar, como el fariseo del templo, esas formas disimuladas del amor propio, que el mundo suele disfrazar de virtud con el nombre de “la propia estimación”, o “la satisfacción del deber cumplido”. Poned constantemente vuestra confianza en Dios, dice el Doctor de Hipona, y confiadle todo lo que tenéis; porque Él no dejará de levantaros hasta sí, y no permitirá que os suceda más que lo que puede seros útil, hasta sin que lo sepáis vosotros mismos. El alma cristiana, dice un autor moderno, ha sido definida como “la que está ansiosa de recibir y de darse”. Es decir, ante todo alma receptiva, femenina por excelencia, como la que el varón desea encontrar para esposa. Tal es también la que busca —con más razón que nadie— el divino Amante, para saciar su ansia de dar. Por eso el tipo de suma perfección está en María: en la de Betania, que estaba sentada, pasiva, escuchando, es decir, recibiendo; y está sobre todo en María Inmaculada, igualmente receptiva y pasiva, que dice Fiat: hágase en mí.

[6240] 8. Los versículos 8 a 17 los leemos en la Epístola de la fiesta de la Visitación, aplicados en sentido acomodaticio a los primeros pasos del Salvador en el seno de su Santísima Madre y a la primera manifestación del Amor divino en el corazón de María y en la casa de Zacarías donde Ella entonó el Magníficat (Lucas 1, 46 ss.). ¡Helo aquí que viene! “Se siente palpitar el corazón de la Iglesia bajo estas palabras plenas de emoción. He aquí que viene por fin el Cristo, tan impacientemente esperado. Durante el sueño de la Esposa (versículo 7) Él había desaparecido; ahora vuelve a Ella amorosamente” (Fillion). Digámosle como en la antigua Liturgia y como en la primera antífona del Adviento: Veniet ecce Rex! y: Regem venturum, Dominum, venite adoremus!

[6241] 10. La excelencia que el enamorado ve y atribuye a la persona amada reside, más que en esta, en la imaginación de aquel, el cual ve en ella cosas que otros no ven, y que tal vez no existen. Este fenómeno adquiere su máxima verdad en Dios Padre, y en Jesús, igual a Él: Ambos nos aman con un amor infinito que es propio de la esencia divina y que, no pudiendo fundarse en ninguna excelencia peculiar del hombre caído y miserable, solo puede explicarse por el carácter misericordioso de ese divino Amor que se complace en inclinarse sobre la miseria (cf. Mons. Guerry: “Hacia el Padre”).

[6242] 11 s. Habrá pasado ya el invierno cuando lleguen las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 7 s.) y se haya consumado la pasión del Cuerpo Místico de Cristo, cuyos discípulos han de ser ahora perseguidos como Él lo fue. Aparecen ya las flores: “La Palestina se cubre literalmente de flores en el mes de abril, como por encanto. También según Isaías (35, 1 ss.), la campaña florida es un símbolo de la Era mesiánica y de sus gracias” (Fillion). El tiempo de la poda: otros traducen: el tiempo de los cantares. Véase sobre esto el Salmo 136, 4 en que los cautivos de Israel se resisten a entonar, durante el destierro, los gozosos cánticos de Sión.

[6243] 13. Esta imagen de la higuera es la misma que usa Jesús en Mateo 24, 32 s. para señalar la proximidad de su segunda Venida. La higuera es generalmente mirada en el Evangelio como figura del pueblo de Israel.

[6244] 14. Es este uno de los versos más substanciosos para la oración, y de ahí que los místicos lo hayan explotado grandemente, si bien no siempre hemos de compartir los simbolismos que algunos imaginan. Y así, las grietas de la peña y los escondrijos de los muros son considerados por algunos como agujeros de la piedra y abertura de la pared, que representarían las llagas de Cristo y la herida de su costado, en tanto que generalmente se reconoce a esas expresiones el sentido de habitaciones precarias, de las cuales la Esposa es invitada a salir por el amantísimo Esposo que le habla compadecido, como Dios a Israel en Isaías 51, 21; 54, 11, etc. Claro está que no puede negarse una gran fuerza al símil anterior, en cuanto el alma unida a Cristo comparte aquí abajo sus persecuciones, y no tiene más refugio contra el mundo que ocultarse en su divino Corazón. Todo está en comprender que estas aplicaciones del texto sagrado son de sentido puramente acomodaticio y que no puede pretenderse ver en ellas una interpretación (cf. Introducción), que quedase así librada a la imaginación de cada uno como un verdadero libre examen (véase 3, 11 y nota). Déjame oír tu voz: véase 8, 13 y nota. Santo Tomás refiere también esto a “la voz de la predicación y de la divina alabanza, por las cuales hagas adelantar a otros”. El Papa Pío XII acaba de decirnos que “no se pueden obtener abundantes frutos de apostolado” si los sacerdotes “mientras moraron en los seminarios no se empaparon de activo y perenne amor hacia las Sagradas Escrituras” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”). Tu rostro es encantador, para el que no ha olvidado la insondable miseria propia y de toda la humanidad caída, nada hay más difícil que convencerse seriamente de que estos elogios son dirigidos a él mismo por Aquel que es la infinita Santidad y Sabiduría. Solo puede entenderlo el que está familiarizado con el Evangelio, es decir, con esas preferencias desconcertantes que Jesús manifiesta en favor de los miserables, de los pecadores, de los publicanos, de Zaqueo, del ladrón, de la Magdalena sobre la cual hace la asombrosa revelación de que “ama menos aquel a quien menos se le perdona”. La Virgen María es el ejemplo para enseñarnos cómo se puede unir la más baja opinión de sí mismo (“ha visto la nada de su sierva”), con el más alto aprecio del don de Dios.

[6245] 15. Por las raposas suele entenderse los enemigos del pueblo escogido, que es la viña de Dios. San Gregorio Magno las refiere a las faltas y defectos que son causas de la ruina del alma; es decir, a los afectos engañosos y transitorios del mundo, que nos distraen de lo único que interesa (véase nota 6). Algunos ven también aquí las herejías; pero en el periodo actual de la Iglesia, que no es todavía el del triunfo (cf. 8, 1 y nota), no pueden suprimirse esos tropiezos, como lo enseña Jesús en la parábola de la cizaña (Mateo 13, 28 ss. y 40 s.) y en Mateo 18, 7. San Pablo afirma expresamente la necesidad de esas disensiones para que se distingan los de probada fidelidad. Véase I Corintios 11, 19; Santiago 1, 12; Lucas 18, 8; Mateo 24, 12.

[6246] 16. El Amado es como un pastor que apacienta su rebaño. Figura de Dios que guardaba al pueblo elegido, y también imagen de Cristo, que es el Buen Pastor por excelencia (véase Salmo 22; Juan 10). La grandeza del amor de Jesucristo, que sobrepuja a todo amor creado, consiste en que no se fija sobre un objeto amable, sino que lo hace amable por su amor. Según la interpretación de Vaccari, que señalamos en la introducción, se confirmaría aquí la preferencia de la Esposa por el pastor antes que por el rey.

[6247] 17. Montes escarpados, o también: de los bálsamos (cf. 8, 14). La Vulgata dice: montes de Beter (tal vez Baiter, hoy día Bittir, al sudoeste de Jerusalén). Mientras sopla la brisa, etc.: pasaje muy diversamente traducido e interpretado. Nótese ante todo la diferencia con la Vulgata, donde estas palabras continúan el versículo anterior, diciendo que el Esposo apacienta hasta la caída del día. Aquí, en cambio, tales palabras se ligan a las que siguen, esto es, a la vuelta del Esposo, y de ahí que algunos las interpreten como una urgencia de la Iglesia por la segunda Venida de Cristo. Pero ese concepto, que aparece indudable en 8, 14, no es confirmado aquí por el contexto, y más bien parece vincularse con el sentido de 4, 6 (véase allí la nota), donde el autor sagrado usa esta misma expresión. Según esto, la Iglesia, próxima a recibir el soplo del Espíritu Santo, anunciado por Cristo como promesa del divino Padre (Lucas 24, 49; Hechos 1, 4; Juan 14, 16 y 26; 16, 13), se resignaría gozosa a la vuelta de Cristo al Padre el día de la Ascensión (Lucas 24, 52; Juan 14, 28), porque le conviene que Él se vaya para enviarle el Espíritu Santo (Juan 16, 7) y prepararle entre tanto un lugar en la Jerusalén celestial (Juan 14, 2; Lucas 19, 12), hasta que vuelva para tomarla con Él (Juan 14, 3 y 18). Con esta dichosa esperanza (Tito 2, 13) la Iglesia afronta la noche que va a seguir (capítulo 3), o sea el tiempo presente, que San Pablo llama “siglo malo” (Gálatas 1, 4) y “tiempos difíciles” (II Timoteo 3, 1). Vemos así que este misterioso poema, no obstante sus grandes obscuridades que se entenderán “a su tiempo”, brinda asimismo grandes luces espirituales y proféticas sobre la vida de la Iglesia en sus distintos momentos, cosa que en vano ha querido buscarse interpretando con criterio histórico el Apocalipsis, libro cuyo carácter esencialmente escatológico se admite cada día más como indiscutible (Sickenberger).

[6248] 1. De noche: otros: por las noches. Esta pérdida del Esposo, durante la noche, suele interpretarse como imagen del pueblo de Israel que pierde a su Dios en la noche de la idolatría, y sobre todo que busca al Mesías y no lo halla (Juan 7, 34-36) hasta que, arrepentido, vuelve a Él (cf. 5, 2 ss. y notas; Isaías 54, 1; Oseas 5, 15; Ezequiel 6, 9; 20, 7 ss.; 36, 31). Los místicos, aplicando la imagen a la vida espiritual, llaman a este período la noche obscura del sentido, en que el alma, no habiendo pasado aún por la vía iluminativa, carece de un conocimiento propio y experimental de Dios, que es Él que nos hace hallarlo definitivamente por medio del amor. San Jerónimo explica esto, diciendo: “Ora leáis, ora escribáis, ora veléis o durmáis, siempre toque a vuestros oídos la bocina del amor de Dios. Esta trompeta despierte vuestra alma y buscad vuestro jergón alborozado con este amor que vuestra alma desea, y cantad confiado: Yo duermo, mas mi corazón está velando” (San Jerónimo, A Pamaquio). La ansiosa búsqueda, a través de las tinieblas, hasta que hayamos llegado a despreciar por amor suyo nuestra soberbia racionalista (II Corintios 10, 5; I Corintios 3, 18 ss.; Judit 8, 10; Job 42, 3 y notas), está maravillosamente expresada en Eclesiástico 4, 18 ss., que llama a esta etapa de prueba “la tribulación de la doctrina” (véase Salmo 118, 38 ss. y nota). En análogo sentido, Fillion lo aplica a la vida actual de la Iglesia “mientras el Esposo prolonga su ausencia con miras de probar y acrecentar en Ella el amor”. Le busqué y no le hallé: Hay aquí una triste pero saludable meditación para el pueblo de Israel, cuya religiosidad actual, según lo declararon sus propios escritores, se ha desprendido aun de la sobrenatural esperanza mesiánica, para reducirse a un simple ideal histórico. Como decíamos en otro lugar: “La misma cultura talmúdica y rabínica de los Raschí, de los Maimónides, de los ben Gabirol, de los Yehuda ha-Levi, de los ben Ezra... ha sido ridiculizada por escritores de nota como Abrahamowitsch y Gordon en el siglo pasado... y la reforma de Moisés Mendelsohn ha tendido a destruirlo todo… Pero la verdadera reparación de Israel solo puede traerla Cristo.” No hallará Israel al Amado por las calles y plazas, sino cuando Dios la llame a la soledad y le hable al corazón (véase 1, 8 y nota). Entonces caerá el velo que les oculta, no ya el Evangelio, sino las antiguas profecías (II Corintios 3, 14-16). Entonces se apartarán de los falsos pastores (versículo 3 s). Véase a este respecto la admirable alusión al capítulo 34 de Ezequiel que San Pablo hace a los hebreos cuando les dice que su alianza eterna ha de ser en el gran Pastor resucitado (Hebreos 13, 20).

[6249] 3. Véase 5, 7. Los guardias representan aquí a los príncipes del pueblo judío que no supieron mostrar a Israel la llegada del Mesías (véase Juan 1, 26; 7, 52; 8, 14; 9, 30; Lucas 12, 56; 19, 44; Mateo 21, 34, etc.). También hoy podemos aplicar la lección a los “sabios y prudentes” (Lucas 10, 21), a quienes es inútil preguntarles dónde está Dios. Unos predican un Dios inaccesible y sin corazón de Padre; otros dudan de su existencia y le disputan la creación del mundo; y otros admiten su existencia, pero viven como si no existiese. Cf. 8, 7 y nota.

[6250] 4. Apenas me había apartado... encontré: vemos así confirmado lo expuesto sobre el versículo 1 s. Cuando el alma se aparta del mundo y sus maestros (véase 1, 8 y nota), no tarda en hallar a Cristo, porque la Sabiduría se anticipa amorosamente a los que la buscan (Sabiduría 6, 13 ss.), y Él mismo nos dice: “Al que viene a Mí no lo echaré fuera” (Juan 6, 37), porque vino a cumplir la amorosa voluntad del Padre que lo envió para que Él sea nuestra salvación (Juan 6, 38-40). Entonces el alma, hecha pequeña (Proverbios 9, 4 y nota), descubre que se le ha dado esa sabiduría inaccesible para los sabios (Mateo 11, 25) y repite, tan gozosa como asombrada, la exclamación de David (véase Salmo 118, 99 s.). La casa de mi madre: San Bernardo acentúa la trascendencia escatológica del Cántico, al ver en la Esposa a la Iglesia de los elegidos ya congregados (véase Juan 11, 52; Romanos 11, 25; Lucas 21, 24). Comentando el presente versículo, el Doctor Melifluo ve en Israel a la madre de la Iglesia y dice: “ciertamente la caridad de la Iglesia es bien grande, pues que no envidia sus delicias a su misma rival, que es la Sinagoga. ¡Qué mayor bondad que estar dispuesta a compartir con su enemiga Aquel que ama su alma! No debe, empero extrañarnos —puesto que la salud viene de los judíos (Juan 4, 22)— que el Salvador vuelva de donde partió a fin de salvar a los restos de Israel... que las ramas no envidien a la raíz la savia que de ella bebieron, ni los hijos a su madre la leche que mamaron de sus pechos. Que la Iglesia, pues, conserve firmemente la salud que Israel perdió, hasta que la plenitud de las naciones haya entrado y que así Israel sea salvo. Más aún, ella le desea el nombre y la belleza de la Esposa”.

[6251] 5. Véase 2, 6 s.; 8, 6 y nota. Hasta que ella quiera: Según la interpretación de San Bernardo, que hemos visto (cf. versículo 4), tendríamos aquí el misterio anunciado por San Pablo (Romanos 11) del retorno de Israel, a quien el apóstol llama muy amada todavía a causa de sus padres (Romanos 11, 28), si bien se hizo enemiga a causa de nosotros los gentiles, es decir, para que su caída —¡oh misterio de amor!— fuese ocasión de nuestro llamado a la Iglesia. Ese despertar de Israel no habrá de ser forzado, sino pura obra de la gracia (Romanos 11, 6; Jeremías 30, 13 y nota) que mudará su corazón (Ezequiel 11, 19; 36, 26; II Corintios 3, 14-16). De ahí sin duda la falta de un apostolado actual y permanente de predicación entre los judíos (Hebreos 5, 11 s.; Romanos 11, 7-10; Hechos 13, 45 s.). En otro sentido, hay aquí también una gran luz sobre la doctrina de San Agustín que combate el falso celo violento, diciendo: “Nadie debe ser llevado a la fe por la fuerza” (véase Santiago 3, 13 ss.). Esta verdad fue ya expuesta por San Atanasio diciendo que “es propio de la Religión no constreñir sino persuadir”. Es lo que Alcuino mostró a Carlomagno cuando pretendió, por motivos políticos, que los sajones optasen por el bautismo o la muerte: “La fe es asunto de la voluntad no de la coacción.” Lo mismo expone Santo Tomás; y Federico Ozanam en una hermosa carta a un profesor de la Sorbona, sobre la caridad en el apostolado, hace resaltar que no ha de buscarse el triunfo propio sobre el adversario humillado, sino exponer las excelencias de nuestro Dios y su Hijo Jesucristo, de tal manera que el oyente, aun antes de convertirse a nuestra fe, ya lo ame, con lo cual su conducta irá luego en pos de lo que conoció y amó. “Si alguna vez aconteciese que, en oposición a la constante doctrina de la Sede apostólica alguien es llevado contra su voluntad a abrazar la fe católica, Nos, conscientes de nuestro oficio, no podemos menos de reprobarlo” (Pío XII, Encíclica sobre el Cuerpo Místico de Cristo).

[6252] 6. Este versículo se aplica en la Liturgia a la Virgen, rica en todas las virtudes y exenta de la maldición del pecado. Según Vaccari, habla aquí el coro hasta el fin del capítulo, describiendo “al rey Salomón en todo su esplendor” (Mateo 6, 29). Columna de humo: recuerda la columna de fuego que condujo al pueblo de Israel desde el desierto hasta la tierra prometida, o según otros, alusión a los inciensos que se ofrecían delante del Arca de la Alianza.

[6253] 7 ss. Según algunos, Salomón sería figura del divino Esposo: la litera (el trono) simbolizaría el Arca (I Reyes 4, 4; II Reyes 6, 2); y los sesenta compañeros figurarían a los sacerdotes y ancianos. Sobre la interpretación de Vaccari, véase la Introducción.

[6254] 11. Salid... a contemplar: Según Bover-Cantera, es la Iglesia, esposa de Cristo, la que invita a sus hijos a salir del tumulto del siglo para contemplar a Salomón, esto es, al verdadero rey pacífico, Jesucristo. Según Nácar-Colunga, sería “la entrada del rey en Jerusalén, inspirada en la ceremonia de la entronización de Salomón, que se narra en III Reyes 1, 11 ss. La corona tal vez se toma de la solemnidad de las bodas (Isaías 61, 10). Todo ello significa la entrada triunfal del Rey-Mesías en su ciudad”. Hijas de Sión: El P. Arintero ve aquí figuradas “a las almas piadosas que ya tienen su morada junto al sagrado Tabernáculo”. En cambio, según otra interpretación, “deben entenderse las almas débiles en la virtud, que aun cuando se resignen con sus trabajos, quieren verse libres de ellos”. Este ejemplo de abierta oposición nos muestra, una vez más, cuán prudentes hemos de andar en materia de interpretaciones y aun de aplicaciones que no puedan fundarse en los datos de la misma divina Revelación, que ya nos da sobrada substancia espiritual y además nos asegura contra las desviaciones del sentimentalismo. Véase 2, 14 y nota.

[6255] 1. Comienza el Esposo exaltando la hermosura de la Esposa. La descripción de esta se hace sobre el modelo de las canciones nupciales de Oriente, de las cuales hoy todavía poseemos paralelos en la literatura oriental. Según Vaccari, no es el Rey quien habla aquí, sino el Pastor, que en gran parte toma sus símiles de la vida campestre (véase 6, 4 ss.). Esto no haría sino aumentar nuestra admiración de que Dios se atribuyese a Sí mismo este papel humilde frente a la suntuosidad de su rival, que representaría los oropeles del mundo engañoso y fugaz. Como en Eclesiastés 12, los órganos corporales que aquí figuran (ojos, dientes, cabellos, etc.), son muy diversamente entendidos por los autores. De todas maneras hemos de creer con toda la fuerza de nuestro ser que son para cada uno de nosotros los sublimes afectos de amor que aquí prodiga el Esposo a la Esposa. Así fue como Santa Teresa de Lisieux descubrió su doctrina sobre el amor misericordioso del Padre, en los afectos paternales que Él, Yahvé, dirige a Israel por boca de Isaías (véase Isaías 49, 15; 66, 13 y notas). Muy convencidos necesitamos estar de tal verdad, si queremos gozar y aprovechar con fruto este divino Libro. Por eso conviene entender bien que, si la elección de Israel era colectiva como pueblo, la del cristiano es perfectamente individual, sin perjuicio de la unidad del Cuerpo Místico y la rica comunicación de bienes espirituales que existe entre sus miembros según el dogma de la Comunión de los Santos. Jesús nos muestra que es Él quien elige a cada uno (Juan 15, 16) para hacerlo hijo de Dios por la fe (Juan 1, 12) y hacerlo vivir de su propia vida por la Eucaristía, como Él vive de la vida del Padre (Juan 6, 57; Vulgata 6, 58); prometiéndole resucitarlo (Lucas 14, 14; 20, 35; Juan 6, 54) hasta reunir en uno a todos esos hijos de Dios (Juan 11, 52) y celebrar las Bodas del Cordero con la Iglesia; “a la cual habrá sido dado vestirse de tela de hilo finísimo brillante y blanco” (Apocalipsis 19, 8).

[6256] 3. Detrás de tu velo: Otros vierten: en medio de tus rizos.

[6257] 4. Escudos: alusión a los aros y monedas con que las mujeres solían adornar su cuello. Este versículo se aplica en la Liturgia a la Santísima Virgen. Podría entenderse que el lenguaje usado aquí es propio del Rey.

[6258] 5. Aquí parecería que habla nuevamente el Pastor y que en el versículo 6 le responde ella como en 2, 17 y en 8, 14. Estos dos pechos, dice Scío, son figuras del amor a Dios y del amor al prójimo. “Alimentados entre las hermosas y blancas azucenas de los divinos misterios, procuran por todos los modos posibles dar a Dios lo que es Suyo, y no defraudar al prójimo nada de lo que le corresponde. Son semejantes entre sí como suelen serlo los mellizos.”

[6259] 6. Por el monte de la mirra y el collado del incienso algunos entienden el monte donde estaba el Templo. Mirra e incienso también son símbolos de la devoción espiritual (cf. 1, 13 y nota). “Ahora, dice Fray Luis de León, la quiere llevar (a la Esposa) consigo de monte en monte, esto es, de virtud en virtud, subiendo siempre de una en otra sin temor de tropiezo andando con tal compañía. Porque es verdad que todos los que caminan por Cristo, van altos y van sin tropiezos.” Según otros expositores, sería la Esposa quien habla en este verso (cf. 2, 17 y nota) y mientras sopla el espíritu de Pentecostés y se extienden al mismo tiempo en el mundo las sombras de la apostasía, se retira a la soledad del monte y ansiosa escucha allí del Esposo el sumo amor que Él le expresa en los versos siguientes.

[6260] 7. Eres toda hermosa: “Lo es la Iglesia, porque a los ojos de Cristo son bellos no solamente los doctores y religiosos que descuellan por su profunda ciencia y virtud, sino los simples fieles que caminan por la senda de la verdadera fe y apartados de pecados graves” (Bover-Cantera). San Agustín observa que la Iglesia en este siglo necesita limpiarse cada día para ser presentada al fin sin mancha alguna a su Esposo Jesucristo. Así lo vemos en Efesios 5, 25-27 y Apocalipsis 19, 6-9. Lo mismo puede decirse del alma del justo, según II Corintios 11, 2; Col. 1, 22. Las palabras se aplican en la Liturgia a la Santísima Virgen.

[6261] 8. Ven conmigo, etc. Según Vaccari: Me reclamas, como si el Esposo se dijera atraído por ella desde el Líbano donde Él está, y conducido al Amaná desde las alturas del Senir y del Hermón y desde las guaridas donde Él mora como pastor (véase 2, 8), porque ella le ha robado el corazón (versículo 9). Amaná: parte del Antilíbano, cerca de Damasco; Senir o Sanir: nombre amorreo del Hermón o Antilíbano. Leones y leopardos eran para los judíos figuras de los pueblos paganos circunvecinos.

[6262] 9. Al nombre de esposa, que por primera vez le da en el vers. 8, añade el de hermana, poniendo así en este apasionado amor un sello de altísima pureza.

[6263] 12. Huerto cerrado y fuente sellada: bellas imágenes de la Iglesia cerrada y sellada para el mundo y reservada únicamente, como debía serlo Israel separado de las naciones, al amor de su divino Esposo. En ella debe conservarse intacto el tesoro recibido de Dios en depósito: la sana doctrina, la Sagrada Escritura, los sacramentos (cf. I Timoteo 6, 20). Véase versículo 15 y nota. Muchos Padres entienden figurada aquí la virginidad como en 2, 1 (azucena del valle). A imitación de la bienaventurada Virgen María cada virgen es un jardín cerrado, una fuente sellada por el Todopoderoso con la gracia de la virginidad, de la pureza, del pudor, de la modestia. Una virgen, dice San Ambrosio, es un jardín inaccesible a los ladrones; se parece a una viña en flor, derrama el perfume de sus virtudes y es bella como la rosa.

[6264] 15. Los mejores autores reconocen que la Esposa toma la palabra aquí, y no solamente en el versículo 16. Es por cierto una de las lecciones más preciosas del Cantar, ya se lo aplique a Israel, a la Iglesia o a cada alma, y ya sea con visión pasada o profética, pues en todos los casos la humilde Esposa al verse de tal modo colmada por los elogios del Esposo, después de haberse sentido colmada por sus dones, no puede sino exclamar, como aquí lo hace, que nada de eso le pertenece sino que todo es solo el depósito (cf. versículo 12) de dones y favores que Él mismo ha puesto en ella. Y así pide que soplen en toda su plenitud los vientos del Espíritu Santo para que ella, no obstante su propia nada (recuérdese el Magníficat de María: Lucas 1, 48), pueda agradar al Esposo con los aromas y los frutos que Él le prodigó con su generosidad toda divina. Un pasaje análogo encontramos en el Apocalipsis, donde los veinticuatro ancianos, al verse colmados de dicha por los méritos del divino Cordero, se empeñan en destacar que es a Él a quien corresponde toda la gloria de esa hazaña: “y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres, Señor, de recibir el libro y de abrir sus sellos, porque Tú has sido entregado a la muerte y con tu sangre nos has rescatado para Dios de todas las tribus, y lenguas, y pueblos, y naciones. Nos hiciste para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5, 9 y 10). San Gregorio Magno hace notar aquí, en igual sentido, que las aguas puras y vivas que la Iglesia Católica envía a las iglesias particulares y a las almas fieles, “son las Sagradas Escrituras, que corren impetuosamente del Monte Líbano, esto es, de la boca de Jesucristo”.

[6265] 1. He aquí la visión anticipada de lo que anhelan, al final del Cántico, tanto la Esposa como los amigos del Esposo. Véase 8, 13 s. y notas.

[6266] 2. Los versículos 2 a 8 encierran una alusión a la infidelidad de Israel para con Dios, el cual por eso se retiró de su pueblo (versículo 6). Yo dormía: en hebreo el yo indica aquí femenino, como el ábreme indica masculino. Algunos piensan que toda esta escena es un monólogo de la Esposa que relata un sueño. “Durmiendo sueña con su Amado; y en este estado siente que llega a la puerta y llama. La Esposa le responde en sueños excusándose (cf. Lucas 11, 6 s.). Son juegos del poeta para hallar una nueva forma de expresar los sentimientos de mutuo amor entre los dos Esposos” (Nácar-Colunga).

[6267] 3. Hay aquí una enseñanza altamente sobrenatural: el objeto del amor ha de ser el Esposo en Sí mismo, en su Persona, y no los obsequios que Él nos haga, ni menos la complacencia en las propias virtudes. Mientras el Esposo llama a la puerta (Apocalipsis 3, 20), soportando la intemperie de la noche — Jesús las pasaba así, orando en la montaña (Lucas 6, 12) — la Esposa piensa en conservar limpios sus pies como otro Narciso que quiere complacerse en la propia belleza. San Pablo, que nos enseña a vivir según el espíritu, como el único modo de superar los atractivos de la carne (Gálatas 5, 16), nos libra también de una ascética egocéntrica, para llevarnos a vivir la espiritualidad cristocéntrica, conservando los ojos de nuestra atención siempre fijos en Aquel que es el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12, 2); el único digno de admiración, porque “es el más hermoso entre los hombres” (Salmo 44, 3); el único digno de amor, porque “todo Él es amable” (versículo 16); el único que no desilusiona ni traiciona, porque “su amor es fuerte como la muerte” (8, 6). Véase Salmo 118, 37 y nota.

[6268] 4. Se conmovieron: Otros añaden: a causa de él. La Vulgata dice a su tacto, o a su toque o llamado (véase nota 5). El Esposo había llamado a la puerta, y trata ahora de abrir el cerrojo con su mano, que introduce por el agujero de la cerradura. Son sus manos, que siempre destilan lo más exquisito, las que dejan el cerrojo impregnado de la mirra que luego halla la Esposa. Es que Dios, como señala Fray Luis de León, cuando los suyos están más olvidados de Él, por su grande amor los ampara y los rodea aún con mayor cuidado, porque sabe que más lo necesitan.

[6269] 5. Mirra exquisita: así también la Vulgata. Otros traducen: mirra líquida. Otros: mirra colada. El sentido es que las manos del Esposo habían dejado colarse esa mirra a través de la cerradura. Este gesto del Amado es quizá lo que llena a la Esposa de emoción (versículo 4) al ver con qué delicadeza responde Él a su ingratitud. “Había oído la voz del Esposo; supo que era Él que estaba en la puerta, pues conocía su voz; y sin embargo no le abrió. Le parecía más dulce entregarse al sueño que levantarse para seguir a su llamado; más dulce soñar con Él que abrirle la puerta. Y Él se fue dejando mirra en la puerta, mirra que a pesar de su amargura exhala fragancia suave. La mirra la acompañó después cuando iba en busca del Amado; la acompañó la amargura, pero también la fragancia que había despertado en ella el amor y el ansia de encontrar al que amaba su alma. Fue golpeada, herida y le fue quitado el manto (versículo 7). Anduvo errante en la oscuridad como una oveja perdida, y todo por culpa suya, por no haber abierto la puerta cuando Él llamó” (Elpis).

[6270] 6. Lo busqué: Los autores místicos ven en esta otra búsqueda, lo que llaman la noche oscura del alma. Es la última purificación que, a través de la experiencia de nuestra total incapacidad y maldad, nos enseña la humildad plena. Solo en esta disposición de espíritu descubrimos en el Esposo los encantos irresistibles que la Esposa enumera en los versículos 10-16, y que nos enamoran de Él hasta llevarnos al matrimonio espiritual (véase 3, 1; 6, 3 y notas).

[6271] 7. Aquí no solo se ve ignorancia como en 3, 4, sino también maltrato. No sería quizás ajeno a esto lo que San Pedro anuncia de los burladores (III Pedro 3, 3 s.; Ezequiel 12, 22 y 27). En sentido espiritual: los que buscan a Jesús son perseguidos, como lo fue el Maestro y como anunció Él mismo muchas veces y también los apóstoles. Dios ejercita y prueba a sus servidores y amigos por medio de las persecuciones, para conservar su alma, para purificarlos, perfeccionarlos y elevarlos al honor imperecedero de la gloria. Véase Romanos 8, 18; II Timoteo 3, 12; Juan 16, 1 ss.; Lucas 21, 12, etc.

[6272] 8. Decidle: otros traducen: ¿qué le diréis? Que yo desfallezco de amor. Es propio del verdadero amor crecer más y encenderse más cuanto más y mayores dificultades y peligros se le ofrecen y ponen delante (Fray Luis de León). El amor, observa San Agustín, es una palanca tan fuerte, que levanta los pesos más enormes; porque el amor es el contrapeso de todos los pesos.

[6273] 10. La Esposa describe la belleza del Amado (versículo 10 a 16), como antes este había pintado la hermosura de aquella (4, 1-5). Todo esto conviene en sentido místico a los atractivos incontables que el divino Esposo Jesucristo nos descubre cuando lo estudiamos en el Evangelio. Entre millares: Otros: entre diez mil.

[6274] 11. Racimos de palma: Otros: racimos de dátiles. Otros simplemente: palmas.

[6275] 12. En pleno reposo: Otros: a la orilla de aguas abundantes. Preferimos nuestra versión que, además de la vivísima figura de los ojos en sus distintas partes, ofrece una imagen fiel de la paz inefable que irradiará la mirada de Jesús diciendo a cada uno, como en el Evangelio: “No se turbe vuestro corazón… Os doy la paz mía” (Juan 14, 27).

[6276] 13. De perfumadas flores: Otros: de plantas aromáticas. Sus labios son lirios: en los que estaba derramada la gracia (Salmo 44, 3); de ellos salían como mirra purísima (otros traducen mirra líquida) las palabras de vida (Juan 6, 68; Vulgata 6, 69) que “nunca hombre alguno habló como aquel Hombre” (Juan 7, 46).

[6277] 14. Barras: se refiere sin duda a la redondez de los dedos. Esmaltadas con piedras de Tarsis. Vulgata: torneadas, llenas de jacinto. Piedras de Tarsis se llamaban los topacios, jacintos y ónices que procedían de Tarsis (España).

[6278] 15. En las basas de oro podemos ver la fe que nos hace admirar a Dios, y la esperanza que nos hace desear sus promesas. Sobre ambas basas se levantan, como sendas columnas de mármol, el amor a Dios y al prójimo, doble aspecto de la caridad (Mateo 22, 36 ss.) que se eleva hasta el cielo y permanecerá eternamente cuando hayan pasado las otras dos. Véase I Corintios 13, 8-13.

[6279] 16. Su voz: literalmente su paladar. Todos convienen en que este elogio se refiere a la dulzura de las divinas palabras, que tanto exalta David en el Salmo 118. Amable: La Vulgata dice bellamente: todo deseable. Se usa aquí el adjetivo amable en su verdadera acepción, que significa digno de amor, y que es generalmente deformado por el uso que lo aplica más bien a la inversa, llamando amable al que se muestra complaciente o afectuoso.

[6280] 17. Es de notar que apenas la Esposa proclama el elogio del Esposo, ellas (las naciones) se sienten atraídas a buscarlo también. Cf. Salmo 95, 3 y nota sobre la vocación apostólica de Israel.

[6281] 1. Pastorear: así también Ricciotti, Vaccari, Crampón, etc. La Vulgata dice a la inversa: apacentarse. Otros: recrearse. Consideramos más exacta nuestra versión, que podría referirse al actual período o dispensación evangélica, en que Jesús “Pastor y Obispo de nuestras almas” (I Pedro, 2, 25; Hebreos 13, 20; Juan 10, 11), nos apacienta con los ricos manjares de la gracia (Juan 1, 16 s.), y dones del Espíritu Santo, que Él nos conquistó con los méritos de su vida y de su muerte (Juan 7, 38 s.), y junta azucenas, esto es, va reuniendo en uno a los hijos de Dios (Juan 11, 52). Por otra parte, el sentido del texto vulgata: alimentarse, concordaría con el contexto de 4, 16 y 5, 1.

[6282] 2. Véase 2, 16; 4, 1; 5, 6; 7, 11; 8, 5 y notas. Es, en mística, el matrimonio espiritual (II Corintios 11, 2; Gálatas 2, 20), y, en escatología, la consumación de la unidad, semejante a la de Jesús con el Padre (Juan 17, 22 ss.). “En vano soñarán los poetas una plenitud de unión entre el Creador y la creatura, como esta que nos asegura nuestra fe y que desde ahora poseemos «en esperanza». Es misterio propio de la naturaleza divina, que desafía y supera todas las audacias de la imaginación, y que sería increíble si Él no lo revelase. ¿Qué atractivos puede hallar Él en nosotros? ¡Y sin embargo, al remediar el pecado de Adán, en vez de rechazarnos de su intimidad (mirabilius reformasti) buscó un pretexto para unirnos del todo a Él, como si no pudiese vivir sin nosotros!”

[6283] 3. Temible (cf. versículo 9). Crampón traduce: pero terrible, lo cual destaca el contraste con lo anterior, y podría quizá referirse a esa característica de dura cerviz que la Escritura señala frecuentemente en Israel (Éxodo 32, 9; Deuteronomio 9, 6 y passim; Isaías 48, 4, etc.). La referencia al pueblo hebreo parece acentuarse especialmente en este verso, pues Tirsá fue (con Siquem y Samaria) la segunda de las tres capitales sucesivas del reino de Israel (las diez tribus del norte), y Jerusalén era la capital del reino de Judá. Entre ambas representan, pues, la totalidad del pueblo escogido (cf. Jeremías 3, 18). Según Nácar-Colunga se trataría aquí de Israel ya purificado y “hermoseado con la santidad y la justicia de su Dios, según que los profetas anunciaban para la época mesiánica”. Otros, como Scío, suponen que el último hemistiquio significa que la Esposa tiene enemigos y ha de estar siempre lista para el combate. Sobre el elogio de la Esposa, véase 4, 1 ss.

[6284] 4. Me conturban: literalmente: me confunden, es decir, me encantan demasiado (cf. 4, 9).

[6285] 7. Sesenta, etc.: expresión que corresponde a las costumbres reales en aquellos tiempos de poligamia, como la practicaba Salomón (cf. II Reyes 15, 16; III Reyes 11, 2 s.). Se ve aquí la preferencia de Dios por Israel, escogido entre todos los pueblos (Deuteronomio 7, 6-8). El Salmo 44 ofrece un cuadro análogo de la preferida entre muchas doncellas, por lo cual se ha visto en él la llave del Cantar en cuanto presenta anticipadamente la cena de las Bodas del Cordero. Concubinas; es decir esposas de segunda categoría. “Pero esto no pertenece más que a la figura, pues el autor sagrado nos describe las bellezas del Israel de Dios en comparación de las demás naciones, que serán admitidas a participar de los amores del Mesías. El Salmo 44, 10 ss. había ya hecho uso de la misma imagen” (Nácar-Colunga).

[6286] 9. Avanza: Otros: tiende la vista. Algunos ponen este verso en boca del Esposo. Según otros, siguiendo el sentido del versículo anterior. El coro, al ver acercarse a los Esposos, prorrumpe en expresiones de admiración a la belleza de la Esposa. Ella les responde con algo que parece referirse a la inauguración del Reino mesiánico, la Iglesia, cuya belleza es comparada a la aurora y a la luna; pues así como estas reciben su luz mediante el sol, así la belleza de la Iglesia proviene del sol Jesucristo.

[6287] 10. He bajado, etc.: Según algunos, estas palabras serían del Esposo. Pero ellas no tienen aquí el sentido de dominación que vemos en 5, 1, donde se repite insistentemente el posesivo: mi jardín, mi mirra, etc. Parece más exacto ver aquí la respuesta de la Esposa al versículo 9. Vaccari la interpreta diciendo: “la Sulamita protesta que no ama la fastuosa vida de corte y prefiere los simples y puros goces de su nativa campiña (véase 1, 8; 4, 16; 5, 1). En su transporte de entusiasmo, ella corre veloz (versículo 11) como los carros de Aminadib (Vulgata: Aminadab), nombre simbólico que significa: «mi pueblo es voluntario», o sea, celoso por el honor de su Dios (véase Jueces 5, 2 y 9; Éxodo 35, 5, 22 y 29)”. Puede verse también Oseas 3, 5 y Salmo 125, 1, que coincidirían con el sentido profético expresado por Nácar-Colunga, quien compara este pasaje con Isaías 43, 5 ss.; 49, 22 s.; 60, 8 s.; 66, 18 ss. y Baruc 4, 37 ss., y añade: “Se habla de la vuelta de Israel de su cautiverio, ayudado por los mismos gentiles que lo tienen a gran honor, maravillados como están de ver las grandezas de Yahvé sobre su pueblo, y deseosos de tener parte en ellas”. Véase Isaías 66, 20.

[6288] 11. Mi alma: Algunos traducen amor o deseo en vez de alma. Se trataría de ese gozo que pone a Israel fuera de sí al sentirse objeto de tantos favores gratuitos, es decir, por pura bondad de Dios (véase Jeremías 30, 13 y nota). El mismo gozo expresa el Salmista en el Salmo 125, 1, diciendo que parece un sueño. Buscando en este pasaje un sentido místico lo comenta San Juan de la Cruz de esta manera: “Está el alma en este puesto en cierta manera como Adán en la inocencia, que no sabía qué cosa era mal; porque está tan inocente, que no entiende el mal ni cosa juzga a mal.”

[6289] 12. Algunos ponen este versículo en 6, 13. La Vulgata se retrasa también en un versículo durante todo este capítulo. Vuelve: según otros: detente.

[6290] 1. Sulamita: “Parece ser un denominativo patronímico derivado de Sulam o Sunam, villa de la llanura de Esdrelón. Podría también aludir al nombre de Salomón, y, además, evoca en nosotros el recuerdo de Abisag, la Sunamita, que caldeó al viejo rey David (III Reyes 1, 3). El nombre que aquí se da a la Esposa habría sido escogido, como tantos otros del Cantar, por su valor musical y poético, como indica Buzy” (Bover-Cantera). Como las danzas de Mahanaim (cf. Génesis 32, 2). Vulgata: como coros de escuadrones. Otros: como la dama de dos campos. Pasaje muy difícil. Según la concepción general que elige Vaccari, Israel respondería aquí desdeñando algún uso cortesano, por mantenerse fiel a su amado, el pastor. ¡Qué hermosos…! etc. La misma interpretación antes referida ve aquí los elogios lisonjeros del rey o del rival, contrastando con los contenidos en los versículos 6-9, que serían del Esposo-pastor. No nos escandalicemos de las comparaciones que siguen. Son las acostumbradas en Oriente y corresponden al estilo ardiente de aquellos pueblos.

[6291] 2. Un montón de trigo: según San Jerónimo, alusión a la admirable fecundidad de la Esposa, acompañada de la más rara pureza, simbolizada por las azucenas.

[6292] 4. El marfil es símbolo de la pureza. La torre de marfil representaría, según Fray Luis de León, la rectitud y firmeza de los limpios de corazón, que no dejan de decir claramente lo que deben, ni obscurecen con palabras afectadas la pureza y la sencillez del Evangelio. Hesebón, antigua ciudad de Transjordania. El Líbano se compara a una torre por su gran altura. Bat-Rabim: nombre propio cuyo sentido traduce la Vulgata, como de costumbre, en una perífrasis.

[6293] 5. El Carmelo es figura de la belleza y majestad. El segundo hemistiquio dice en la Vulgata: tu cabellera es como púrpura de rey puesta en flecos.

[6294] 8. Tus pechos: en sentido místico suelen tomarse por los dos Testamentos y los dos amores que miran a Dios y al prójimo. Véase 1, 1; 4, 5 y notas.

[6295] 9. Texto muy discutido. Parece suspenderse el discurso del Esposo en el primer hemistiquio (después de vino generoso) y la Esposa lo interrumpe diciendo, que fluye suavemente para mi amado, etc.; plausible versión que sigue en parte también la Vulgata. Mis labios y mis dientes: Otros: los labios delos que se adormecen. Según la interpretación espiritual, ese vino es la misma palabra del Evangelio que, a las almas que se han llenado de él, escuchando al Señor como María, les produce una santa embriaguez, por la cual se elevan sobre las cosas de la tierra para buscar las del cielo. “Este es aquel vino excelente, que salía de la boca de los apóstoles, cuando en un principio hablaban un lenguaje tan nuevo, y anunciaban una doctrina tan desconocida a la falsa sabiduría de los mundanos” (Scío).

[6296] 10. San Juan de la Cruz comenta este versículo diciendo: “Las virtudes y las gracias de la Esposa alma, y las magnificencias y gracias del Esposo Hijo de Dios salen a luz y se ponen en plato para que se celebren las bodas de este desposorio, comunicándose los bienes y deleites de sabroso amor en el Espíritu Santo” (Cantico Espiritual XXX). Hacia mí, etc.: La Vulgata dice literalmente: Él está vuelto hacia mí, en lo cual podemos ver el dogma de la amorosa Providencia (véase Salmo 138 y notas) que parece olvidarse de todo el universo para pensar solo en nosotros al punto de tener contados, como dice Jesús (Lucas 12, 7), todos los cabellos de nuestra cabeza. Según el hebreo vemos más aún: que somos el objeto de todos los divinos deseos del Esposo. Al que quiere vivir la fe —cosa indispensable para poder ser justo ante Dios (Romanos 1, 17) — no se le puede dar ciertamente una noticia más asombrosa que la de que, no solamente Dios Padre lo está mirando con el amor inalterable de un padre a su hijo (véase Salmo 102, 13), sino también que Jesús lo está mirando como el enamorado a la doncella en quien tiene puesto todo su amor (véase 1, 6 y nota). Y este asombro se transforma en la más inmensa e inconmovible felicidad cuando se descubre y se cree que esta realidad del amor que nos tienen el Padre y el Hijo es una situación ya existente, y no algo que nosotros debamos crear, ya que todos nuestros esfuerzos serían absolutamente incapaces para inspirar ni merecer ese amor, que existe en Dios como una necesidad de su propio Ser (I Juan 4, 8 y 16) y que precede a todos nuestros actos según la maravillosa revelación de San Juan: Dios nos amó primero (I Juan 4, 10). De ahí la exclamación que San Pablo deja escapar en Romanos 11, 35 en medio del himno de admiración que entona precisamente con motivo del indecible amor que revelan los designios de Dios sobre Israel.

[6297] 11. Véase 1, 8 y nota. Fray Luis de León, autor él mismo del célebre elogio de la vida retirada, refiriendo este versículo a las almas que buscan ansiosamente la soledad, dice: “Las almas perfectas en el estar a solas con Dios viven, y en el destierro de todas las cosas descansan... Porque en esta pureza hallan junta así la pureza de Dios, y los resplandores de su santa luz reverberan luego en espejo tan limpio.” Véase también al respecto Salmo 54, 7 ss. y nota.

[6298] 13. A las mandrágoras se atribuía una virtud fecundante. Véase Génesis 30, 14, donde Raquel las pide a su hermana Lía. Alusión profética a la fecundidad de la Esposa.

[6299] 1. No es fácil explicar este discutido pasaje según el cual la Esposa anhela ser hermana del Esposo (cf. 4, 9 y nota). Joüon trata de demostrar que se refiere a los suspiros de Israel por el Mesías, en quien el Verbo se hizo carne para ser nuestro hermano. Ricciotti se inclina a ver este voto de Israel como un deseo de sentirse purificada para no merecer ya los reproches que tantas veces le ha hecho su divino Esposo como adúltera y mal nacida (véase Ezequiel 16). Según Fillion, sería más bien la Iglesia quien expresa estos anhelos de una unión sin palabras, que solo podría realizarse bajo “el techo maternal” (véase 2, 15; 3, 4 y notas). San Juan de la Cruz ve en este deseo de la Esposa la unión del alma con Dios, “que por eso desea ella diciendo que quién le dará al Amado que sea su hermano, lo cual significa y hace igualdad, y que mame él los pechos de su madre, que es consumirle todas las imperfecciones y apetitos de su naturaleza que tiene de su madre Eva; y le halle solo afuera, esto es, se una con él solo afuera de todas las cosas”.

[6300] 2. Tú me enseñarías: Otros: a la casa de la que me educaba. Otros: a la habitación de la que me dio el ser.

[6301] 3 s. Véase 2, 6 y nota.

[6302] 5. Apoyada sobre su amado: Es la plenitud de la felicidad en Dios. Para Israel, según la alegoría yahvística, la nueva Jerusalén anunciada por los profetas. Para la Iglesia, las Bodas del Cordero y la Jerusalén celestial, anunciadas por el Apocalipsis (19, 6 ss.; 21, 9 ss.), o sea, el Reinado eterno de Cristo y del Padre (I Corintios 15, 24 ss.), es decir, una plenitud que solo puede concebirse como realidad escatológica, para después de la presente dispensación, según la expresión de San Bernardo, pues en esta siempre tendrá que haber cizaña mezclada con el trigo (Mateo 13, 24 ss.). Para el alma cristiana, esta paz del reposo en Dios puede existir desde ahora (cf. 6, 3 y nota), como un anticipo de aquellos goces futuros, y aún en medio de las persecuciones (Juan 16, 1 ss.) y de las apreturas (ibíd. 33). Como observa Santo Tomás, si la gracia es ya una participación a la naturaleza divina (II Pedro 1, 4) hay algo más aún: la caridad, considerada como estado de amistad con Dios —esto es “con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (I Juan 1, 3) — y que el mismo Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (Romanos 5, 5), es una participación a la felicidad divina. Es la paz de Cristo, el cual “no la da como la da el mundo” (Juan 14, 27); es la serenidad toda interior de la sabiduría, la felicidad del abandono confiado que practicó Santa Teresa del Niño Jesús. Todo está en comprender, como ella, que no es la Esposa quien abraza al Esposo, sino que es abrazada por Él (véase 2, 6 s. y notas). Es la bienaventuranza de los pequeños, que creen en el amor con que son amados (I Juan 4, 16); que saben que al que va a Jesús Él no lo echa fuera (Juan 6, 37), y que nada ni nadie podrá separarnos de ese amor que Él nos tiene (Romanos 8, 35 ss.), ni arrancarnos de las manos del Hijo (Juan 10, 28), ni de las del Padre (Juan 10, 29), que así nos abrazan porque nos aman con amor de misericordia; es decir, aunque nosotros nunca podríamos merecerlo, como el abrazo y el beso que recibió cuando menos lo pensaba, el hijo pródigo que solo iba a pedir a su padre un puesto de peón (véase Lucas 15). Yo te suscitaré, etc.: puede traducirse también: bajo el manzano te desperté, y allí te concibió tu madre; allí tuvo dolores de parto la que te engendró. Preferimos nuestra versión, que coincide aquí con la de Nácar Colunga, y que se funda también en el texto siríaco, según el cual quien habla es el Esposo, a diferencia del texto masorético cuya puntuación de los pronombres en sentido masculino significaría que habla aquí la Esposa, lo cual parece sin sentido, según los mejores autores. Algunos consideran que el manzano sería un árbol cualquiera que recordase el bajo nacimiento de Israel según el texto de Ezequiel que hemos citado en la nota al versículo 1. Otros, que se trataría del árbol de la Cruz, a cuya sombra habría nacido la Iglesia al tiempo que defeccionaba la Sinagoga. Dejando de lado la idea de que hubiese aquí una simple referencia ocasional al primer encuentro de los amantes donde el Esposo mismo es comparado a un manzano (2, 3 s.), podría también pensarse en el árbol de la caída original, cuyo fruto suele llamarse la manzana de Adán y bajo el cual nació la muerte como consecuencia del pecado (véase Sabiduría 2, 24 y nota). En tal caso, el Esposo anunciaría aquí la reparación que ha de quitar a la muerte, según revela San Pablo en I Corintios 15, 52-57, tanto su victoria ya obtenida sobre los muertos, cuanto el aguijón con que mata a los vivos.

[6303] 6. Cual sello: La Esposa tiembla ante la idea de que pudiera separarse del Amado, sea del amor de su corazón, o de la protección de su brazo. La imagen del sello procede de una costumbre común en Oriente (Génesis 41, 42; Jeremías 22, 24; Ageo 2, 24). La aplicación al alma la hace San Jerónimo en la Carta a Santa Eustoquia, donde escribe: “Siempre que os deleitare y tentare la vana ambición del siglo; siempre que viereis en el mundo algo aparentemente glorioso, trasladaos con vuestra mente al paraíso. Empezad a ser lo que en lo porvenir seréis, y oiréis a vuestro Esposo decir: «Ponme cual sello sobre tu corazón, cual marca sobre tu brazo.» Y así, fortalecida de cuerpo y de espíritu, clamaréis diciendo: «Las muchas aguas no han podido apagar el amor, y los ríos no podrán ahogarlo.»” Porque es fuerte el amor, etc.: Dice San Agustín a propósito de estas palabras: Es imposible expresar con mayor magnificencia la fuerza del amor. Porque ¿quién es el que resiste a la muerte? Podemos resistir al fuego, al furor de las olas, a la espada, a los poderes, a los reyes; pero viene la muerte, y ¿quién puede presentarle resistencia? Ella es más fuerte que todas las cosas (De laude caritatis). Sin embargo, dice aquí el Espíritu Santo: El amor es fuerte como muerte. Hay, en este pasaje una estupenda revelación que nos hace penetrar en el abismo del amor de Dios: en el abismo de sus dones, que llegan hasta la Cruz en que muere su Hijo unigénito, y también en el abismo de las venganzas del amor despreciado y celoso (Santiago 4, 4 s.; I Juan 2, 15; Sabiduría 5, 18; Hebreos 10, 27-31; Deuteronomio 32, 21). De ahí que el Dante, cuya autoridad teológica encomia altamente Benedicto XV en una encíclica especial, coloque como inscripción en la puerta del infierno: “me hizo… el primer Amor”. Es que “el gran misterio del Cristianismo es el misterio del corazón de Dios” (Pío XII). Por eso —hace notar el Salterio de Babuty—, un concepto puramente intelectual de Dios, que no se moldease según los datos que Él nos hace conocer sobre sí mismo a la luz de la Revelación, nos llevaría a la negación de esta. Pues la simple idea del Ser infinitamente perfecto e inmutable según la concepción de nuestra razón, es superada por lo que nos narra la Biblia sobre “el corazón de Dios, y que se sintetiza en la suprema y esencial definición de San Juan: “Dios es amor” (I Juan, 4, 8 y 16), y se comprueba en todos los actos de la vida de Jesús, cuyo corazón nos mostró toda la gama de los afectos: desde la compasión infinita, las lágrimas, el perdón sin límites y la tristeza mortal (Marcos 14, 33-34), hasta la indignación más airada contra los fariseos de pretendida virtud y ciencia, a los cuales se esconde lo que se revela a los niños (Lucas 10, 21). Siendo Cristo el retrato perfectísimo del Padre (Hebreos 1, 3; Juan 14, 9), y Persona siempre exclusivamente divina como el Padre, es indudable que si el mismo Padre se hubiese encarnado, habría manifestado idénticos afectos que su Hijo, y habría adoptado esas mismas actitudes que tantas veces nos parecen paradójicas en el Evangelio (véase Salmo 112, 7 ss. y nota). Vemos, pues, que, como señala el referido autor, hay un abismo entre la fórmula abstracta de un Ser perfecto, y la realidad de un Ser soberanamente libre y “dominado por el amor” (Pío XII), tal cual nos lo revela Cristo en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 20 ss.) o en Juan 3, 16, o en el pago al obrero de la última hora (Mateo 20, 8 ss.), etc. Véase Salmo 91, 6 y nota.

[6304] 7. Si un hombre, etc.; Este pasaje final y culminante tiene dos versiones que expresan ambas una inmensa verdad, en un triple aspecto. Según la Vulgata, si un hombre diera todas las riquezas de su casa por el amor, las reputaría por nada, esto es: para el que descubre el bien supremo del amor, como el tesoro escondido del Evangelio, todo lo demás es como nada (como estiércol, dice San Pablo en Filipenses 3, 8), y nunca se le ocurrirá que ha hecho una hazaña con haber dado la nada por el todo. En lugar de “las reputaría por nada” de la Vulgata, dice el hebreo: sería sumamente despreciado. Y aquí caben dos sentidos, también profundos: a) el amor se da, no se vende. El que creyese poder comprarlo con su oro propio, sería despreciable. Tal sentido (que eligen los expositores en general) muestra cuán miserable es el que pretende conquistar méritos por su propia suficiencia, prescindiendo del misterio del amor infinito de un Dios que entrega su Hijo gratis (Juan 3, 16), como Redentor, para que lo aprovechemos usando de sus méritos y de la gracia y dones del Espíritu Santo que Él nos conquistó, y sin los cuales no podemos nada, b) Volviendo al sentido de la Vulgata, es verdad también que aquel hombre, que como Pablo menospreciase sus riquezas por ir tras del amor, sería despreciado, es decir, mirado como un pobre loco por los hombres “razonables”, o sea, por el mundo, que nada entiende en las cosas de espíritu (Juan 14, 17 y 22; 15, 19; 17, 9 y 14; I Corintios 2, 14).

[6305] 8 ss. En realidad, el Cantar propiamente dicho parece terminado con el epifonema del verso anterior. Tenemos ahora, a manera de apéndice, dos pequeñas parábolas, nada fáciles de descifrar, y luego (versículos 13 y 14) el suspiro final de ambos amantes. En la parábola de la hermanita (versículos 8-10) se discute si habla la Esposa con respecto a una hermana menor, o si hablan los hermanos con respecto a la Esposa, y si tales hermanos serían o no los de 1, 6. En el primer caso se propone las más variadas interpretaciones acerca de la Iglesia, de la Sinagoga, de Israel en su conversión final, etc. En el segundo caso, parece más difícil aún descifrar quién es esa hermana a quien se trata de preparar para el matrimonio. Lo único más o menos inteligible son las imágenes del muro y de la puerta, pues ambas muestran la preocupación de aislar a la hermanita, quizá de una posible seducción: el muro significaría que ella ya está aislada y defendida, por lo cual solo le harían un hermoso coronamiento de plata; la puerta, en cambio, expuesta a abrirse, requeriría ser reforzada. Por las palabras del versículo 10 vemos que la interesada debe ser muro y hallarse bien custodiada, por lo cual se siente en paz ante el Amado. Se encierra aquí tal vez algún misterio futuro que aún no nos es dado penetrar (cf. Introducción).

[6306] 11. Tampoco ha sido explicada satisfactoriamente esta parábola de la viña, a la cual se proponen innumerables soluciones. Vaccari, consecuente con su interpretación, entiende que la Esposa desprecia en el versículo 12 las riquezas de Salomón, feliz de poder entregarse a su Esposo el pastor y cultivar la propia viña (quizá la que antes no pudo cultivar según 1, 6). Acaso por eso se la llama habitadora de jardines (versículo 13). Según otros, esta viña sería la misma de que se habla en Isaías 5, 1 ss.; 27, 2; Salmo 79, 9 ss.; Jeremías 2, 21; 12, 10; Ezequiel 15, 1 ss., como “plantada por Dios en medio de la multitud de los pueblos”.

[6307] 13. ¡Házmela oír! Por imposible que nos parezca semejante amor y encanto de parte del divino Príncipe para con la Esposa y con nuestra alma, que se siente ante Él como una tosca labradora, insanablemente indigna, sucia, nula, ingrata y perversa. Jesús nos ha dicho en el Evangelio palabras de amor que sobrepasan a todas las del Cantar, porque nos declaran simplemente un amor sin límites. “Como mi Padre me ama a Mí, así Yo os amo a vosotros” (Juan 15, 9). Sabemos que el Padre tiene en Él todas sus delicias (Mateo 17, 5), y que todo se lo ha dado (Juan 3, 35). Así es, por lo tanto, el amor que Jesús nos tiene, y de ahí qué sus delicias sean en estar con nosotros (Proverbios 8, 31) y que no solo nos promete cuanto le pidamos confiando en Él, sino que ya cumplió dándonos lo máximo, y así nos lo dijo claramente: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15, 13). En cuanto al amor del Padre, el mismo Jesús nos revela en una palabra su extensión y al mismo tiempo su prueba: “Tanto amó Dios al mundo, que dio su Hijo Unigénito” (Juan 3, 16). Habitas en los jardines: véase 4, 12 y 16; 5, 1; 6, 2 y 11. Los amigos del Esposo, según la expresión de San Juan Bautista en Juan 3, 29, parecen ser aquellos santos que, como él, se gozarán en las Bodas del Cordero con su Esposa la Iglesia. Véase Apocalipsis 19, 7; 21, 2 y 9.

[6308] 14. Corre: Joüon, de acuerdo con la versión siríaca, traduce con mayor precisión: acude, esto es, ven, como en 2, 17. Algunos se inclinan a interpretarlo como huye, pues los Esposos aparecen juntos en ese momento. Pero reconocen que tal sentido resulta inexplicable, y así lo dice claramente Fillion. La dificultad apuntada se resuelve fácilmente considerando este versículo como separado del anterior, o sea, como un estribillo en que la Esposa repite actualmente, después de tan maravillosas visiones, el suspiro con que empezó el poema anhelando el beso del Esposo. En efecto, así lo ha visto la tradición cristiana, según lo expresa uno de sus ilustres representantes al decir que “es una voz secreta que, aguzada por el movimiento oculto del Espíritu Santo, suena de continuo en los pechos y corazones de los ánimos justos y amados de Cristo, como lo certifica San Juan diciendo: El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven (Señor)! (Apocalipsis 22, 17). Y poco después dice el mismo, en persona suya como uno de los más justos: ¡Así sea, ven, Señor Jesús! (Apocalipsis 22, 20; Mateo 6, 10)” (Fray Luis de León). Como la gacela y el cervatillo: esto es, velozmente. Jesús anunció, en efecto, que su regreso sería con la rapidez del relámpago (Mateo 24, 27; Lucas 17, 24; Apocalipsis 1, 1 y 22, 20). Este ansioso deseo y dichosa esperanza de su Venida, por parte de la Esposa, ha sido justamente llamado “la plenitud de la fe”, pues sabemos por San Pablo que quien cree de veras obra por amor (Gálatas 5, 6), y al que se ama se le desea en visión y posesión plena (Fil. 3, 20 s.; I Corintios 16, 22; Tito 2, 13-15). Tan santo deseo, cuya feliz realización hemos de esperar “cada hora” (San Clemente Romano), resulta así como una piedra de toque del verdadero amor a Jesús, pues no se concebiría que lo amásemos y no deseásemos presenciar su triunfo glorioso, verlo aparecer sobre las nubes (Apocalipsis 1, 7) y ser arrebatados a su encuentro en los aires (I Tesalonicenses 4, 16 s.). De ahí lo que San Juan enseña sobre el carácter santificador de este voto con que empieza y termina el divino Cántico, paralelamente con el Apocalipsis: “Sabemos que cuando aparezca seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es. Entretanto, todo el que tiene esta esperanza en Él se hace santo como es santo Él” (I Juan 3, 2 s.).

[6309] 1. Los que juzgáis: los príncipes y gobernantes de los pueblos y todos los superiores. En la Biblia juzgar es sinónimo de gobernar. Cf. el nombre de Jueces que la Biblia da a los caudillos de Israel. Véase también Salmos 71, 2; 95, 10; 109, 6; 100, 2 y siguientes Sentir bien de Dios; cosa mucho más rara de lo que parece, pues aunque no lleguemos a blasfemar ni a rebelarnos abiertamente contra su voluntad, nuestra criterio carnal suele estar muy lejos de mirarlo a Dios como infinitamente santo, insinuándonos a cada paso el descontento, o sea, la idea de que la Providencia pudo arreglar las cosas de otro modo mejor, y entonces nos resulta más natural —aunque no más sobrenatural— alabar a un santo célebre por su bondad como San Antonio o San Vicente de Paúl, sobre todo porque a esos santos no tenemos que decirles como a Dios: “Hágase tu voluntad”. Por lo tanto sentir bien de Dios es un grandísimo acto de adhesión a Dios; es algo que, si lo hacemos de corazón, nos santifica también a nosotros. Esta es la primera y más alta enseñanza que nos da la Sabiduría. Véase 3, 14.

[6310] 2. Que no le tientan con su desconfianza y falta de fe, es decir, que creen en la palabra de Dios y en la asistencia de su gracia. La obra por excelencia, según Jesús, es dar crédito a las palabras y promesas que Él nos transmite de parte de su Padre (Juan 6, 29; 17, 8). Se manifiesta a aquellos que en Él confían: Jesús curó solamente a los que tenían fe y confianza en Él (cf. Mateo 8, 13; 9, 20-22; 11, 28-30; 15, 28, etc.). Por eso dijo a sus discípulos: “Si tenéis fe y no andáis vacilando, no solo haréis lo de la higuera, sino que aun cuando digáis a ese monte: Arráncate y arrójate al mar, así lo hará. Y todo cuanto pidiereis en la oración, si tenéis fe, lo alcanzaréis” (Mateo 15, 21 s.).

[6311] 3. El poder de Dios tan manifiesto, convence de necios a los que niegan su Providencia (San Buenaventura). Y nos invita Él mismo a ponerla a prueba (véase Malaquías 3, 10).

[6312] 5. El Espíritu Santo... huye de las ficciones. Crampón (traduciendo del griego) pone más expresivamente: huye de la astucia. Es la solemne condenación de lo que el mundo llama “vivezas”. Las almas “llenas del Espíritu Santo” han sido siempre las sencillas. Estas han comprendido por divina iluminación (Lucas 10, 21) el misterio de la sabiduría (I Corintios 2, 7; 3, 18), la cual consiste, como señala San Agustín, en la contemplación de la verdad y en la expresión de un ánimo lleno de fe, esperanza y caridad. La astucia es propia de la serpiente (Génesis 3, 1). “No habita, el Espíritu Santo en el corazón fingido y doble. No hay finura mejor y más apreciable que la sencillez. La prudencia del mundo y el artificio de la carne son propios de los hijos del siglo. Los hijos de Dios no andan con rodeos ni tienen dobleces en el corazón, como dice el Sabio (Proverbios 10, 9). El que camina con sencillez, camina con confianza. El alma que usa de mentira, doblez y simulación, muestra debilidad y vileza” (San Francisco de Sales, Filotea III, 30). Eclesiastés 1, 36.

[6313] 6. Es benigno: según el griego: es un espíritu que ama a los hombres. ¡Admirable revelación! Más tarde, gracias al Nuevo Testamento, descubrimos que esta Sabiduría amante es el mismo Jesús. Véase Proverbios 1, 2; 3, 19; 8, 4; 9, 4; Salmo 118, 89 y notas. De ahí que ese espíritu de bondadoso amor no pueda soportar la maledicencia y que Jesús sea en esto tan terminante (Mateo 5, 22).

[6314] 7. Cf. 7, 24; 8, 1. El que contiene, es decir, el Espíritu. El traductor latino vertió: “lo que contiene”, conservando así en la Vulgata el neutro del original griego, como si dijera “lo Espíritu” (to pneuma). Es, pues, el Espíritu de Dios, que mantiene todas las cosas en su lugar e impide que recaigan en el caos primitivo (véase Salmo 103, 29 y nota). Texto usado en el Introito de la Misa del Espíritu Santo. San Agustín aprovecha el pasaje para probar la divinidad del Espíritu Santo, del cual dice San Basilio. “Así como el sol no pierde nada de su sustancia iluminando el universo, así también el Espíritu Santo, comunicándonos sus gracias, se queda en su plenitud infinita”. Cf. I Reyes 2, 3 y nota.

[6315] 10. “Las paredes oyen”, no siempre con oídos de hombres, pero siempre con los de Dios cuando se habla contra el prójimo. Véase Lucas 12, 3.

[6316] 11. Leyendo este pasaje, después de habérsele escapado una leve mentira, San Andrés Avelino fue tocado por la gracia, se despidió del mundo y se hizo santo (II Nocturno del Breviario). También de otros santos sabemos que fueron convertidos por una palabra de la Sagrada Escritura, por ejemplo, San Francisco de Asís, cuando oyó la palabra de Cristo en Mateo 10, 9: “No llevéis oro, ni plata, ni dinero alguno en vuestros cintos, etc.”, o San Agustín, al leer el pasaje de San Pablo sobre la vida decente (Romanos 13, 13), o San Antonio, el padre de los monjes, el cual al entrar en una iglesia oyó las palabras del Evangelio: “Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo” (Mateo 19, 21).

[6317] 13 y siguientes. Dios no hizo la muerte. Esta no entraba en su plan, y solo es consecuencia del pecado (Romanos 5, 12 y siguientes). En el Paraíso no había nada ponzoñoso ni nocivo (versículo 14); el estado de justicia del primer hombre era de suyo perpetuo, si no hubiera pecado (versículo 15). “Del orgullo de la desobediencia proviene la pena de la naturaleza” (San Agustín). Cf. 2, 14 y nota. Reino del infierno: reino de la muerte. En el lenguaje del Antiguo Testamento infierno (hebreo scheol, griego hades) y muerte son sinónimos. Cf. Job 19, 25 s. y nota.

[6318] 16. Se lee como ironía. Los hombres amaron a la muerte y la llamaron, como fruto de sus pecados, haciéndose dignos de pertenecerle (Romanos 5, 12; 5, 17; 6, 23; I Corintios 15, 56; Proverbios 8, 36). Jesús es la resurrección y la vida (Juan 6, 55; 11, 25 y siguientes). El que se alimenta con la Eucaristía como prenda de inmortalidad, “tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día” (Juan 6, 55). Muchos Padres creen que los justos que vivan en la segunda venida del Señor, no morirán, sino que se librarán de la muerte corporal (los padres griegos y San Jerónimo y Tertuliano). Cf. I Corintios 15, 51 y siguientes y I Tesalonicenses 4, 15 y siguientes. Cuando la Sagrada Escritura dice que vendrá como un ladrón, no habla de la muerte, como algunos suponen, sino del Retorno de Jesús. Véase 3, 2; I Tesalonicenses 5, 2; II Pedro 3, 10; Apocalipsis 3, 3; 16, 15; Marcos 13, 32-37; Mateo 24, 36-44; Lucas 12, 37.

[6319] 1 s. Admiremos esta conversación de los impíos, típica de los ateos de todos los tiempos. No hay consuelo, etc. En griego: no hay remedio (contra la muerte).

[6320] 3. Véase Eclesiastés 12, 7 y nota.

[6321] 5. Porque queda puesto el sello: esto es, queda cerrado (Job 14, 17; Daniel 6, 17; Apocalipsis 20, 3). La amargura de todo este lenguaje hiere hasta el fondo el Corazón paternal de Dios (Salmo 102, 13), porque es como decirle que Él no ha sido capaz de darnos cosa mejor; Él, que nos predestinó para ser iguales a su amantísimo Hijo. Véase Romanos 8, 29; Efesios 1, 5.

[6322] 6 y siguientes. Es el “gaudeamus igitur”; consecuencia de la impiedad que no conoce los bienes celestiales. “El sensualismo epicúreo es la consecuencia lógica del materialismo filosófico y del pesimismo existencialista” (Bover-Cantera). Véase Isaías 22, 13; 56, 12; I Corintios 15, 32.

[6323] 8. Coronémonos de rosas: ¿No es este acaso el sueño pagano con que muchos hemos envenenado nuestra juventud, so capa de cultura? No haya prado, etc. Es el ideal hedonista del don Juan, explotado por tantos poetas: “En todas partes dejé memoria amarga de mi” (Zorrilla).

[6324] 10. Otra consecuencia de la impiedad es el odio a los justos, cuya vida es una constante acusación contra la mala conducta de los impíos. Véase Salmos 34, 16; 36, 12; 111, 9 s. y notas.

[6325] 11. He aquí un antecedente de la “nueva moral” del “Evangelio de la fuerza”, que tiene tantos admiradores y hace tantos estragos entre los pueblos. Véase Salmo 67, 31.

[6326] 12 y siguientes Como observan gran número de los Padres, hay aquí una admirable profecía sobre la Pasión del Justo por excelencia, Jesucristo (Juan 7, 7). Es también un cuadro perfecto de lo que el mundo reprochará siempre a los amigos del Evangelio (Juan 15, 18-21; 16, 1 y siguientes). Oigamos al respecto la voz de un alma piadosa: “Nuestra sola presencia fastidia a los que son del mundo. También ellos son hijos de Dios y llevan en sí el soplo de Dios, el alma que aspira a unirse nuevamente con su Creador. También su alma anhela llegar a Dios, pero resisten a la voz que los llama, la hacen callar y viven a su modo, tranquilos, despreocupados. Pero hay una gota amarga en el cáliz de la alegría: la conducta de los justos, hoy diríamos, de los cristianos, es decir, de los verdaderos cristianos, que viven con Cristo. Nuestra conducta despierta en ellos la voz de la conciencia y les enseña cómo deberían ser. De ahí nace el odio del cual ya nos habló Jesús (Juan 15, 18 y 19). Nuestra paciencia los irrita, nuestro silencio los provoca y nuestro amor los confunde. Buscan hacernos caer para verse ellos mismos justificados y desean encontrar en nosotros faltas, las que les servirían de excusa. Instintivamente sienten en nosotros lo sobrenatural que quisieran negar: la vida de Cristo en nosotros. Se sienten humillados por nuestra virtud y por eso nos acusan de soberbia.”

[6327] 13. Véase versículo 15; 9, 7; 12, 19. Cf. Mateo 11, 27; Juan 7, 16; 15, 15; 20, 21, donde Jesús nos descubre que Dios es su Padre.

[6328] 16. Gente frívola: Crampón vierte: escoria, esto es, cosa falsa y adulterina.

[6329] 18. Estas mismas palabras usaron contra Cristo los jefes del sacerdocio judío (Mateo 27, 43) y estaban anunciadas en el Salmo 21, 9.

[6330] 19. Véase Isaías 50, 6; 53, 7; Jeremías 11, 19.

[6331] 20. La muerte más infame era la de la cruz, porque equivalía a ser “maldito de Dios” (Deuteronomio 21, 23). ¡Y Jesús aceptó por nosotros esa maldición! (Gálatas 3, 13).

[6332] 23. Dios creó: Véase Génesis 1, 27; 2, 7 y notas. Inmortal: palabra que sale muy pocas veces en el Antiguo Testamento. Hay que ponderarla, porque es un precioso testimonio de la inmortalidad del alma y de la vida eterna. En sentido cristiano la vida no es sino la preparación para la eternidad… “Aunque el tiempo rige nuestras obras, la eternidad debe, sin embargo, hallarse en nuestra intención” (San Gregorio). San Agustín señala los cuatro grados que conducen a la eterna bienaventuranza: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. “Unid, dice el gran Santo, vuestro corazón a la eternidad de Dios, y seréis eternos con Él” (In Psalmo XCI). Cf. 3, 4.

[6333] 24. Véase 1, 16 y nota. En Génesis 3, 3 Dios prohibió solamente el fruto que acarreaba la muerte. El diablo, por envidia, engañó a la mujer y por medio de esta movió a Adán a que desobedeciese a Dios, y con esto vino la muerte (Romanos 5, 12). Así se explica, además, ese tremendo misterio del poder que Satanás, no obstante ser impotente contra Dios (Juan12, 31; 14, 30; Lucas 10, 18; Apocalipsis 12, 7-12), tiene sobre este mundo, al punto de que Cristo le llama “príncipe” del mismo. Hubo una elección; el hombre, puesto entre el Reino del Padre, que le había dado todo, y el de Satanás, que no le daba nada, prefirió libremente creer a la víbora. Entró así bajo la potestad del diablo, que tiene sobre él un derecho de conquista (Juan 8, 44; Hechos de los Apóstoles 13, 10; II Pedro 2, 19). Desde entonces somos “hijos de ira” (Efesios 2, 3) y Satanás nos reclama como cosa propia (Lucas 22, 31; Job 1, 6 y siguientes). Solo el divino Padre, mediante la fe en Cristo, puede “librarnos de la potestad de tinieblas y llevarnos al Reino de su Hijo amadísimo, en el cual tenemos redención por su Sangre” (Colosenses 1, 12-14) Cf. Salmo 38, 12 y nota.

[6334] 25. Este versículo dice en el texto griego: la experimentan (la muerte) los que le pertenecen (al diablo).

[6335] 1. Están en las manos de Dios. Son palabras que nos llenan con infinita paz, puesto que nos traen el descanso en Dios. Nos enseñan que todas nuestras inquietudes, nuestras preocupaciones y nuestros temores por la salvación de nuestra alma son innecesarios, ya que nuestra alma está en las manos de Dios, y allá la sabemos cuidada, amparada, guardada. ¿Dónde podría estar más segura? De la muerte: el griego solo dice tormento. Desde esta vida en Dios el alma piadosa “no teme las malas noticias” (Salmo 111, 7) ni “a los que matan el cuerpo” (Mateo 10, 28). Santa Felicitas, dando a luz en vísperas de su martirio, se quejaba de esos dolores, y un verdugo le decía; “¿Qué será cuando te veas despedazar por las fieras?” Ella contestó: “Ahora soy yo quien padece. Entonces habrá otro que sufra en mí, Jesucristo…” De ahí la muerte jubilosa de tantos ilustres y valientes Mártires. La Liturgia aplica estos versículos en la Misa de ellos. Cf. Romanos 8, 8; II Corintios 4, 17.

[6336] 2. Pareció que morían En esto se oculta el misterio de la inmortalidad que Nuestro Señor prometió muchas veces. Véase Juan 8, 33, 40, 49-52, 59; 11, 25, etc.

[6337] 3. Reposan en paz, es lo que pide la oración litúrgica; Requiescant in pace, esperando la resurrección de sus cuerpos, que será la plenitud de la Redención, el día del prometido retorno de Cristo. Véase Apocalipsis 6, 9-11; Romanos 8, 23; Lucas 21, 28 y Filipenses 3, 20 s., que es el texto citado en el frontispicio del Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires: “Expectamus Dominum”.

[6338] 5. Su tribulación ha sido ligera: ¿Acaso la prueba del justo dura toda su vida? No, por cierto. Apenas es una etapa. El mismo Jesús, varón de dolores, que padeció infinitamente más de cuanto somos capaces de pensar, no estuvo toda su vida clavado en la Cruz. Sus persecuciones, luchas, ingratitudes, duraron tres años; el sumo tormento de la Cruz duró tres horas. Gran lección es esta para recordar lo pasajero de las penas, como también lo fugaz de los goces de aquí abajo, a fin de no alegrarse desmesuradamente por estos, ni entristecerse por aquellos. Lo que Dios quiere probar mediante las pruebas es la sinceridad de nuestra fe para premiarla (I Pedro 1, 7-9) y hacerle dar mayor fruto de amor (Juan 15, 2; Gálatas 5, 6). Sobre la prueba del justo, que es el caso de Job, véase Tobías 12, 13; Judit 8, 23; Proverbios 3, 12; 17, 3; Eclesiastés 8, 14; Eclesiastés 2, 1-5; Isaías 48, 10; Mateo 10, 37.

[6339] 6. Ya veis, dice San Bernardo, que las aflicciones de la carne aumentan las fuerzas del espíritu y le dan valor. La fuerza de la carne, al contrario, debilita la del espíritu. Cf. I Pedro 1, 7; Apocalipsis 3, 18.

[6340] 7. En griego: al tiempo de la recompensa Imitarán, etc. Véase el premio máximo según Daniel 12, 3 y Mateo 13, 43. Además, los justos participarán en juzgar a los hombres (véase Mateo 19, 28; I Corintios 6, 2; Daniel 7, 27; Apocalipsis 20, 4), y según San Pablo también a los ángeles (I Corintios 1, 3).

[6341] 8. Reinará sobre ellos: Otros: reinará con ellos. La plena revelación de que reinaremos con Cristo, estaba reservada al Nuevo Testamento. Véase Mateo 19, 28; Apocalipsis 2, 26 s.; 3, 21; 5, 10; 20, 4, etc. La Liturgia de Todos los Santos recuerda este pasaje en la Misa de la Vigilia como para señalar una de las grandes promesas hechas por Dios a sus amigos. Cf. Salmo 149, 5.

[6342] 9. Texto importantísimo en cuanto nos descubre la disposición necesaria para poder entender los misterios de la Revelación (véase 1, 2 y nota). Es lo que San Anselmo expresaba diciendo; “Creo para entender”. 11. Desdichado: porque sus goces son falsos y llenos de agitación. Los impíos, dice Isaías, son como un mar enfurecido que no puede apaciguarse y cuyas olas solo arrojan fango y espuma (Isaías 57, 20).

[6343] 13. La Ley mosaica prometía a los justos muchos hijos, en tanto que los impíos quedarían estériles. No tener hijos se consideraba, por consiguiente, como castigo (cf. Génesis 30, 23; Jueces 11, 37; Isaías 4, 1; Lucas 1, 25). Llamando dichosa a la estéril, el autor sagrado se eleva aquí sobre sus contemporáneos hacia la altura del Nuevo Testamento (véase 4, 1 y nota).

[6344] 14. Contrarias a Dios: véase 1, 1 y nota. Los eunucos estaban separados del servicio del Templo (Deuteronomio 23, 1; Levítico 21, 20). Se trata aquí de aquellos eunucos de los cuales habla el Señor en Mateo 19, 12 y cuya herencia es para siempre la casa de Dios (véase Isaías 56, 3-5). Se les promete aquí un don precioso por su fidelidad. Scío traduce: el don escogido de la fe. Fidelidad y fe son sinónimos, más aún, la fidelidad es hija de la fe.

[6345] 15. Es decir: si hay cuerpos estériles, el alma nunca lo es. Los hijos de los eunucos son sus buenas obras, fruto de la sabiduría y santidad.

[6346] 1. Oh cuán bella, etc. En griego: más vale la esterilidad virtuosa. Es continuación del capítulo anterior, versículo 13 y siguientes. Este elogio del matrimonio casto y legítimo, y más aún de la virginidad, se aplica en la Liturgia a las Santas Vírgenes. Véase I Corintios, capítulo 7.

[6347] 6. Nótese la trágica elocuencia de este argumento, igualmente aplicable a los divorciados, que dejan sin padres a sus propios hijos. Véase Malaquías 2, 14 y siguientes. Ojalá que todos los hijos de padres cristianos pudieran decir, como el joven Tobías: Somos hijos de santos (Tobías 2, 18).

[6348] 7. Lugar de refrigerio: se refiere al sitio donde se encuentran las almas. (Apocalipsis 6, 9-11), a la espera de la resurrección gloriosa de los cuerpos (3, 3 y nota).

[6349] 8. La plenitud de la vida no está en los muchos años; está en la perfección. “¿Qué importa ser joven, cuando al ímpetu de la juventud no se une la reflexión y la prudencia? y ¿qué aprovecha ser anciano, si el largo rodar de los años no logró acabar con la frivolidad y ligereza?” (Fernández, Flor. Bibl. IX, p. 20 s.). La piedad y sabiduría suplen lo que falta del número de años. Véase Salmo 118, 99 s.; Proverbios 1, 4 y nota. Corneille, en El Cid, se vale de este concepto.

[6350] 10. Así el patriarca Henoc fue trasladado a otra parte (Génesis 5, 24 y nota). Véase Eclesiástico 44, 16; Hebreos 11, 5.

[6351] 11 y siguientes. Esta palabra que nos enseña que todo lo hace Dios por misericordia y para nuestro mayor bien (Romanos 8, 28) es un inmenso consuelo para los que pierden en la flor de la juventud a sus seres queridos. No lo olvidemos en nuestras cartas de condolencia.

[6352] 12 s. Es “la fascinación de la bagatela”: Véase Eclesiastés 7, 40; Salmo 13, 1 y notas. La inconstancia de la concupiscencia pervierte el ánimo inocente: “De donde da a entender el Espíritu Santo, que aunque no haya precedido malicia concebida en el entendimiento del alma, solo la concupiscencia y gozo de estas basta para hacer en ella este primer grado de este daño, que es el embotamiento de la mente y oscuridad del juicio para entender bien la verdad y juzgar de cada cosa como es” (San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, III, 18). Con lo poco que vivió (versículo 13): Ese mismo Santo nos explica cómo el amor llena los pocos años y suple un largo periodo de vida (cf. I Corintios 13). Es lo que nos descubrió Jesús en la parábola de los obreros de la última hora (Mateo 20, 1 y siguientes.).

[6353] 19. Perecerá su memoria. Véase Salmo 9B, 6; Proverbios 10, 7.

[6354] 20. Los pecados son representados como personas que acusan en el día del juicio a los malvados, de modo que estos no podrán negarlos ni excusarlos. Jesús dice que el juez será la palabra por Él predicada y que no quisieron escuchar (Juan 12, 48). Cf. Romanos 2, 15 y nota.

[6355] 1. Entonces: en el día del juicio. Se presentarán. Literalmente: estarán de pie. Lo mismo dice Jesús en Lucas 21, 36. Nótese el contraste con los impíos según Salmo 1, 5. Les robaron sus fatigas: en griego: despreciaron sus trabajos. Los versículos 1-5 forman la Epístola del Común de Mártires en el Tiempo Pascual.

[6356] 2. Salvación: la de los justos. Véase 2, 10; 2, 12; 2, 19.

[6357] 4. Es lo que se dijo, en 3, 2 s.

[6358] 5. Hijos de Dios: esto es, justos, santos, los que obran impulsados por el espíritu de Dios. Cf. Génesis 6, 2; Deuteronomio 14, 1.

[6359] 6. Tardío lamento como el de Proverbios 5, 12 y siguientes. Sobre el pecar contra la luz véase Job 24, 13 y nota; Efesios 4, 18.

[6360] 9. Como sombra: Imagen frecuente en la Biblia (I Paralipómenos 29, 15; Job 8, 9; Salmo 101, 12; 108, 23; 143, 4). ¡Qué ironía! Los impíos usaban antes la misma imagen (2, 5) para animarse mutuamente a gozar la vida. “Hay, dice San Gregorio, quienes al ver la gloria de otros, la estiman en mucho y anhelan merecerla; pero cuando los ven morir, confiesan ser todo vanidad, y gimiendo exclaman: Ved la nada del hombre. ¡Oh alma carísima! ¿qué son todas las cosas del mundo sino vanos sueños?” (San Buenaventura, Soliloquio, capítulo II),

[6361] 10. Véase Proverbios 20, 18-19; Salmo 89, 5; 102, 16 y notas.

[6362] 13. “Teniendo en cuenta el versículo 8, que precede inmediatamente la serie de imágenes o comparaciones, parecía que el término de las mismas era la soberbia, la riqueza y la jactancia de los impíos. Considerando la conclusión del versículo 13, que sigue a la serie y está unido a ella con la conjunción comparativa así, más bien parece que el término de comparación es la brevedad de la vida: apenas nacidos, dejamos de ser. Se pueden unir, sin embargo, amigablemente los dos términos, pues lo que hace más vanas las riquezas, y consiguientemente la soberbia y jactancia fundadas en ellas, es el breve tiempo que pueden durar” (Cultura Bíblica N° 52, p. 250).

[6363] 14. Este versículo solo existe en la Vulgata.

[6364] 15. Véase Salmo 1, 4; Proverbios 10, 28; 11, 7.

[6365] 16 s. En el Señor: esto es: El mismo Dios será su recompensa como lo dijo Él a Abrahán (Génesis 15, 1). Jesús también prometió traer el premio consigo. Ver Apocalipsis 22, 12; Isaías 40, 10; 62, 11.

[6366] 17. Brillante diadema: la corona de justicia que San Pablo, promete a los que aman Su Venida (II Timoteo 4, 8. La diadema significa que los elegidos serán reyes en el cielo; pues obtendrán el reino de Jesucristo y toda su gloria, como vencedores del mundo, de satanás y de la carne.

[6367] 18. Se armará: figura muy usada en la Biblia, ora sea de Dios o Cristo que se reviste de su poder (Isaías 59, 17), ora del hombre que se cubre con la armadura de la fe (Efesios 6, 13 s.) y recibe el ropaje de la salud (Isaías 61, 10).

[6368] 19. ¡Admirable don que se ofrece al que es recto de corazón! Tendrá un juicio cierto, es decir, una certeza y convicción interior sobre lo que es verdadero, de modo que no puedan engañarlo las tremendas seducciones que rodean a todo hombre. Cf. Mateo 24, 24; II Tesalonicenses 2, 10.

[6369] 21. Sobre la naturaleza como arma en manos de Dios véase 16, 17; 19, 18; Salmo 82, 14. El universo peleará: “En aquel día, dice San Crisóstomo, el cielo, la tierra, el aire, el agua y todo el universo se levantarán contra nosotros, para dar testimonio de nuestros pecados, y nada tendremos que responder.”

[6370] 22. Véase II Reyes 22, 15; Salmo 17, 15; Habacuc 3, 11.

[6371] 23. Véase Éxodo 9, 13-35; Josué 10, 11; Isaías 28, 17; Ezequiel 13, 13; 38, 22; Éxodo 14, 23-31; Jueces 5, 21.

[6372] 1. El primer versículo falta en el griego, pero igual sentencia se halla en Eclesiastés 9, 18; Proverbios 16, 32. Empieza aquí un elogio, mil veces maravilloso, de la sabiduría de la divina palabra, que recuerda a Job 28, Proverbios 8 s., Ecclo. 24, Baruc 3 s. “Si hay alguna cosa, oh Paula y Eustoquia, que pueda sujetarnos aquí abajo a la sabiduría y que en medio de las tribulaciones y torbellinos del mundo conserve el equilibrio de nuestra alma, yo creo que es ante todo el conocimiento y la meditación de las Escrituras” (San Jerónimo).

[6373] 4. Véase Romanos 13, 1 y siguientes. He aquí el nexo entre lo sobrenatural y lo temporal. Aun en los sistemas no teocráticos, también el gobernar es acto de religión. Recordemos las palabras de un digno Arzobispo: “La vida cristiana y el culto de Dios (en espíritu y en verdad) no están divorciados de las tareas cotidianas o de las urgentes preocupaciones del pueblo. Nada debe poder separarnos de aplicar constantemente, y en todos los terrenos, el universal e inmutable mensaje de amor que es el Evangelio.”

[6374] 6. Esta tremenda responsabilidad de los poderosos es el tema del Salmo 81 (véase también el Salmo 100 y Eclesiastés 7, 4). Ellos fueron los que reprobaron a Cristo (Marcos 8, 31; Lucas 9, 22; 17, 25, etc.).

[6375] 7. Sobre los pequeños véase Proverbios 9, 4 y nota. “Sentaos hermano mío, en el lugar más bajo, para que viniendo otro menor que vos, os manden subir más arriba. ¿En quién pensáis que reposa el Señor y está satisfecho sino en el humilde y quieto y que tiembla de sus palabras? Mirad, al que dan más, mayor cuenta le pedirán. Y así los poderosos serán poderosamente atormentados” (San Jerónimo, A Heliodoro).

[6376] 8. Véase Deuteronomio 10, 17; II Paralipómenos 19, 7; Eclesiástico 35, 15; Hechos de los Apóstoles 10, 34; Romanos 2, 11; Gálatas 2, 6; Efesios 6, 9; Colosenses 3, 25; I Pedro 1, 17.

[6377] 10. No vengáis o resbalar: He aquí el proceso: Dios nos habla de su divino libro para enseñarnos la sabiduría, y la enseña no como un adorno, sino porque sabe que ella transforma la vida. Véase II Timoteo 3, 16; Hebreos 4, 12.

[6378] 13 y siguientes. De los que la aman: De aquí deduce San Juan Crisóstomo que si alguien dice no entender las palabras de Dios, no es que le falte inteligencia, sino amor. Cf. Proverbios 1, 20 y nota. Amar la sabiduría es ya tenerla. Esta maravillosa revelación que Dios nos hace por medio del Sabio, se confirma y demuestra intensamente a través de toda la divina Escritura. El que desea la sabiduría ya la tiene, pues si la desea es porque el Espíritu Santo ha obrado en él para quitarle el miedo a la sabiduría, ese sentimiento monstruoso de desconfianza que nos hace temer la santidad y aun huir de ella como si la sabiduría no fuese nuestra felicidad sino nuestra desdicha. Lo vemos claramente: si yo no creo que esto es un bien ¿cómo voy a desearlo? Por consiguiente, si lo deseo, ya he descubierto que ello es un bien deseable y ya me he librado de aquel miedo que es la obra maestra del diablo y del cual nadie puede librarme sino el Espíritu Santo, que es el Espíritu de mi Salvador Jesús, y entonces ya soy sabio, pues que deseo lo que hay que desear. Y ahora viene la secunda confirmación de esta maravilla: desear la sabiduría es ya tenerla, porque ella está deseando darse, es decir, que se da a todo el que desea. El que sale a buscarla se hallará con que a la puerta de su propia casa estaba ella esperándolo (versículos 14-15). Y Santiago nos enseña que todo el que necesita sabiduría no tiene más que pedirle a Dios que la da (Santiago 1, 5). La sabiduría personificada es Jesús, encarnación de la Sabiduría del Padre (Proverbios 1, 2; 3, 19; 8, 4; 9, 4; Salmo 118, 89; Job 28, 12; 38, 5). Es Él quien “está a nuestra puerta y nos llama” a su banquete (Apocalipsis 3, 20).

[6379] 15. Así encontró Tobías a Rafael (Tobías 5, 5). Es imposible leer estas maravillas sin sentirse conquistado por la magnitud de estas promesas. Véase Proverbios 1, 2 y nota.

[6380] 18. Nótese que hay aquí un perfecto silogismo (sorites), que recuerda a Romanos 5, 2-5 y II Pedro 1, 5-7. La admirable conclusión está en el versículo 21. Hay aquí todo un tratado de vida espiritual.

[6381] 21. Al reino eterno: véase Romanos 5, 17; II Timoteo 2, 12; Apocalipsis 5, 10; I Pedro 2, 9; Daniel 7, 27; I Corintios 15, 24 y siguientes.

[6382] 23. Este versículo falta en el griego.

[6383] 24. Engendrada: “y no hecha”, según enseña el Credo. La Sabiduría es el Verbo (versículo 17), que salió de Dios como exhalación de su virtud (7, 25), y es artífice de todas las cosas del mundo (7, 21). Es lo que San Juan nos explica en el Evangelio con que acaba la Misa (1, 1 y siguientes.).

[6384] 26. La muchedumbre de sabios es la felicidad del mundo. Hoy se cree erróneamente que en la multitud de técnicos consiste el bienestar de la humanidad. Pero dada la tecnificación de las ciencias, estas están, en general, fuera del ámbito de la sabiduría, aunque la palabra sabiduría se usa hoy en sentido de ciencia, lo cual significa, ni más ni menos, negarla. Uno puede ser un hombre de ciencia, el más erudito de su gremio, y sin embargo estar adicto a ideologías perversas, porque le falta la sabiduría; y a la inversa, un hombre sencillo y sin título universitario, puede ser muy sabio, porque se arraiga en Dios y camina por los senderos de la Ley divina.

[6385] 1. Desde aquí deja el autor hablar a Salomón en primera persona. Su objeto es destacar que semejante sabiduría no se concibe sino en función de Dios (véase la Introducción a los Proverbios) y que ese don no es privilegio de ciertos hombres, sino que todos pueden participar de él, con tal que lo deseen y lo pidan (véase versículos 7 y 15).

[6386] 2. Véase Job 10, 10. Habla de diez meses lunares. Véase Salmo 80, 4 y nota.

[6387] 3. Mi primera voz... fue de llanto: El niño, sin saberlo, dice San Agustín, presiente el dolor; su mirada, como una mirada profética, abraza las mil aflicciones de la vida que tendrá que sufrir y que deplora. Nótese la cruda elocuencia, propia del Eclesiastés, que nos dispone a despreciar lo temporal. Es todo lo contrario del humanismo.

[6388] 6. Véase Job 1, 21.

[6389] 7. Recuerda el capítulo 3 del tercer Libro de los Reyes, donde se relata cómo Salomón pidió a Dios el don de la sabiduría y cómo el Señor accedió a su humilde pedido. Nótese que no solo la sabiduría sino también su uso es un don de Dios. El sabio, dice San Bernardo, es el que ve las cosas tal como son en sí mismas; es decir, que ve las cosas divinas como divinas, las humanas como humanas, y distingue las eternas de las transitorias.

[6390] 10. He aquí el “amor de preferencia”, piedra de toque de la santidad. Es simplemente el primero de los diez mandamientos.

[6391] 11. Véase Proverbios 24, 4; III Reyes 3, 13; Mateo 6, 33. Nótese el contraste con la ciencia humana en Eclesiastés 1, 18; 2, 13 y notas.

[6392] 12. Me gozaba en todas las cosas: Para el que acepta el don de la sabiduría todas las cosas son motivo de gozo. ¿Puede haber mayor felicidad?

[6393] 13. La comunico: Aquí, como en 6, 24, vemos que no hay nada esotérico u oculto (Proverbios 1, 20). Observemos además la suma audacia de este lenguaje, que sería una impostura si no fuese Dios quien habla. Cf. Proverbios 1, 2 y nota.

[6394] 14. Un tesoro infinito: De ahí que sean ricos interiormente los que renuncian a todas las cosas perecederas. “Es cierto, dice San Bernardo, cuanto menos se desean las riquezas, más libres somos, dueños de nosotros mismos y verdaderamente ricos. Desprendido el hombre de todo, lo posee todo y lo posee plenamente, porque la adversidad, lo mismo que la prosperidad, le está sometida y opera en su favor. El avaro tiene hambre de las cosas de la tierra, y el fiel, por el contrario, las desprecia como dueño. Poseyéndolas, el primero las mendiga; despreciándolas, el segundo las posee” (Sermo XXI in Cantico Canticorum).

[6395] 17 y siguientes. Véase la descripción que los Libros de los Reyes hacen de Salomón, sobre todo III Reyes 3, 16-28; 4, 33; 5, 9-14; 10, 1-9.

[6396] 21. Véase sobre esto Proverbios 30, 4 y su nota.

[6397] 22. El Hijo, o Verbo, Sabiduría eterna del Padre, que “siempre está obrando, lo mismo que el Padre” (Juan 5, 17) y “por quien fueron hechas todas las cosas” (Credo de la Misa), es al mismo tiempo nuestro Instructor (versículo 21) y “único Maestro” (Mateo 23, 10), porque en él está la plenitud del Espíritu Santo (Isaías 11, 2; 61, 1; Lucas 4, 18) que aquí se describe. Tenemos, pues, en este pasaje, una perfecta definición espiritual de Jesús. Podemos ver otras en Isaías 42, 1 y siguientes, citado por Mateo 12, 18-21; 17, 5; Cantar de los Cantares 5, 10-16; Hebreos 1, 3 y I Juan 4, 16. Multiforme: en la variedad de los dones que comunica (I Corintios 12, 4 y siguientes). “Don Septiforme” lo llama la Liturgia (Isaías 11, 1 s.; Apocalipsis 1, 4). Elocuente: en los Profetas, “por cuya boca habla”, y en los creyentes, a quienes inspira (Marcos 13, 11; Lucas 21, 14 s.). “El Espíritu Santo ilumina a todos los hombres para hacerles conocer a Dios, inspira a los profetas, hace sabios a los legisladores, consagra a los sacerdotes...” (San Basilio).

[6398] 23. Amador de los hombres: He aquí lo que nos interesa sobre todas las cosas. Porque es la fe en este Amor lo que nos hace corresponder a Él. Ver 11, 27; Salmos 102, 13; 110, 10 y notas.

[6399] 26. Véase versículo 22 y nota. Demuestra la consubstancialidad del hijo con el Padre. El Verbo Amor es la luz que refleja la bondad del Padre cuya esencia es amor (cf. Introducción). San Pablo y San Juan emplean expresiones casi idénticas. Hebreos 1, 3 parece una cita de este versículo y así la considera Fillión. Sería una de las pocas citas de los Libros deuterocanónicos hechas en el Nuevo Testamento.

[6400] 27. Una sola: Hijo Unigénito. Lo puede todo: “El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos” (Juan 3, 35). Formando amigos de Dios: “Nadie viene al Padre sino por Mi” (Juan 14, 6).

[6401] 28. Dios solamente ama al que mora con la sabiduría, es decir, a los que se rigen por la palabra de Dios. La bondad del divino Padre nos ha mostrado por experiencia a muchas almas que así se han acercado a Él mediante la miel escondida en su palabra y que, adquiriendo esa palabra, han gustado el sabor de la Sabiduría que es Jesús (cf. Proverbios 8, 22; Eclesiastés 1, 1), y hallan cada día tesoros de paz, de felicidad y de consuelo en este monumento —el único eterno (Salmo 118, 89)— de un amor compasivo e infinito (cf. Salmo 102, 13; Efesios 2, 4 y notas). Para ello solo se pide atención, pues claro está que el que no lee no puede saber. Como cebo para esta curiosidad perseverante, se nos brindan aquí todos los misterios del tiempo y de la eternidad. Solo quedarán excluidos de este banquete los que fuesen tan sabios que no necesitasen aprender; tan buenos, que no necesitasen mejorarse; tan fuertes, que no necesitasen protección. Por eso los fariseos se apartaron de Cristo que buscaba a los pecadores. ¿Cómo iban ellos a contarse entre las “ovejas perdidas”? Por eso el Padre resolvió descubrir a los insignificantes esos misterios que los importantes —así se creían ellos— no quisieron aprender (Mateo 11, 25). Y así llenó de bienes a los hambrientos de luz y dejó vacíos a aquellos “ricos” (Lucas 1, 53). Por eso se llamó a los lisiados al banquete que los normales habían desairado (Lucas 14, 15-24). Y la Sabiduría, desde lo alto de su torre, mandó su pregón diciendo: “El que es pequeño que venga a Mí.” Y a los que no tienen juicio les dijo: “Venid a comer de mi pan y a beber el vino que os tengo preparado” (Proverbios 9, 3-5).

[6402] 29. Más hermosa que el sol: El Padre llama a Jesús “el hermosísimo entre los hijos de los hombres”, véase Salmo 44, 3 y nota; Hebreos 1, 8 s.

[6403] 30. Jamás prevalece: Nótese cómo nuestra fe es triunfal (I Juan 5, 4). Aunque atravesamos el período de prueba (I Pedro 1, 7) y persecución (Juan 16, 1 y siguientes) sabemos que el príncipe de este mundo de tinieblas no tiene poder alguno sobre Cristo (Juan 14, 30), ni prevalecerá contra los que están unidos a Él (Mateo 16, 18); que las tinieblas aunque rechacen la luz, no podrán ocultarla (Juan 1, 5), que nuestro Rey es el vencedor del mundo (Juan 16, 33) y que lo veremos venir en su gloria (Mateo 26, 64; Juan 1, 51; Apocalipsis 1, 7). No es nuestra Religión “la derrota al pie de un Crucifijo”, como escribió una vez impíamente Romain Rolland, ni reconoce una lucha entre dos principios equivalentes del bien y del mal, como Ormuzd y Ahrimán, según los persas. Solo existe el “misterio de iniquidad” (II Tesalonicenses 2, 6 s.) hasta que Jesús lo destruya en su Parusía o segunda venida (ibíd. versículo 8; Apocalipsis 19, 15).

[6404] 1. Abarca todas las cosas: “Por Él (por Jesús, oh Padre) todo lo creas, lo santificas, lo vivificas, lo bendices y nos lo das” (Canon de la Misa). Con suavidad: Divino ejemplo que contrasta con nuestra nerviosidad, nuestro celo inquieto, nuestra fiebre de obras. La primera palabra de Jesús es siempre: “La paz sea con vosotros; no se turbe vuestro corazón.” Condición indispensable de la infancia espiritual, que en todo cuenta con la actividad de Dios antes que con la propia. Véase la preciosa revelación que recibe Elías en la cueva (III Reyes 19, 9 y siguientes): No está el Señor en vendavales ni terremotos sino en la suave brisa. Observa el Doctor de Hipona: “La sabiduría hace pacífico como Dios al que la practica; le pone sereno, tranquilo, imperturbable, elevado; le hace andar como un ángel lo mismo en las adversidades como en la prosperidad.”

[6405] 2. Jesús es por excelencia el Esposo, como se ve en el Cantar de los Cantares, y el papel femenino corresponde al alma, porque el varón es cabeza de la mujer (Efesios 5, 23). Así lo es también Él para la Iglesia, con la cual el Cordero celebrará sus Bodas como nos enseña el Apocalipsis 19, 6-9. Salomón habla aquí de la sabiduría como fruto y tesoro cuya posesión íntima codicia el alma. No creemos, sin embargo, que en este pasaje pueda identificarse a la Persona de Jesús con el de una esposa. Él es demasiado rico y nosotros demasiado pobres para tal presunción. Pero es Él, ciertamente, quien nos da su propia sabiduría como compañera nuestra y saludable consejera.

[6406] 3. La unión que tiene con Dios nos la dice Juan: el Verbo era en Dios desde el principio y el Verbo era Dios (Juan 1, 1). De ahí que sea inseparable de Él (véase 7, 25). La ama el Señor: “Este es mi Hijo en quien tengo puesta mi complacencia” (Mateo 3, 17).

[6407] 4. Véase en Proverbios 8, 22-31 cómo el Verbo Eterno acompañó al Padre en la Creación. En cuanto a nosotros, Él es también “la luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre” (Juan 1, 9).

[6408] 5. Creadora de todas las cosas: por donde vemos cuán lejos está de ser ociosidad la adquisición de la sabiduría. Sin ella, en vano querríamos realizar obras que agradasen a Dios. Véase 9, 10 y nota; Eclesiástico 39, 1.

[6409] 7. La Sabiduría es madre de las virtudes, en primer lugar de las cuatro cardinales o fundamentales que aquí se enumeran. De este texto las ha tomado la Teología.

[6410] 8. Nótese aquí el aspecto profético de la Sabiduría. Dios se gloria muchas veces de ser el único que anuncia, desde mucho antes, las cosas que han de suceder (Isaías 46, 10; 42, 9; 44, 26-28). Lo mismo hace Jesús (Juan 16, 4, etc.), y nos dice que también el Espíritu Santo nos revelará lo porvenir (Juan 16, 13), como efectivamente lo hizo en las cartas de los apóstoles San Pedro y San Pablo y en el Apocalipsis de San Juan. De ahí que hemos de cuidarnos de “despreciar las profecías” (I Tesalonicenses 5, 20), cuyo estudio es lo propio del que quiere ser sabio según Dios (Eclesiástico 39, 1). Véase principalmente Mateo 24, que es la profecía más transcendental del Nuevo Testamento.

[6411] 9. Será el consuelo: Es lo que San Pablo llama la “consolación de las Escrituras” (Romanos 15, 4).

[6412] 10. He aquí la ambición legítima, la más alta de un joven. Véase Proverbios 1, 4; Sabiduría 4, 13; Salmo 118, 99 s.; I Corintios 1, 31; Jeremías 9, 24; Daniel 12, 3.

[6413] 11. Y los príncipes... causo: falta en el griego.

[6414] 12. Poner los dedos en los labios es señal de silencio y reverencia. Cf. Job 21, 6; Proverbios 30, 32.

[6415] 14. Gobernaré los pueblos: Véase 3, 8; 6, 21 y notas.

[6416] 16. Véase versículo 2; Salmo 118, 162 y notas. Es este un texto ideal para grabar como lema en nuestro gabinete de estudio o en la tapa de nuestra Biblia. Familiarizarse con la sabiduría que se nos manifiesta a través de las páginas de la Sagrada Escritura no puede decirse que sea cosa difícil, pues Dios la facilita a los humildes, a quienes Él descubre lo que oculta a los sabios (Mateo 11, 25). Cosa larga, sí, es; tan larga que nadie le da término en su vida. Pero con la ventaja de que interesa desde el primer momento, pues cada día vamos descubriendo nuevas maravillas. En eso se distingue de otros estudios, como p. ej. el de un instrumento musical, que no agrada sino cuando se está algo adelantado. Porque quien no busca la erudición vana sino el aprovechamiento espiritual, lo halla inagotablemente en cada Salmo, en cada versículo del Evangelio, de San Pablo, etc. y descubre así con cuánta verdad nos dice aquí la misma Sabiduría que su conversación nos atrae consuelo y alegría.

[6417] 17. Se halla la inmortalidad: Cómo esto se realiza lo dice Jesús en Juan 17, 3: “La vida eterna consiste en que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo, Enviado tuyo.”

[6418] 18. Conversar con ella: ¿Cómo mejor que meditando la Palabra de Dios? “Tenemos necesidad de leer la Sagrada Escritura, puesto que por ella aprendemos lo que debemos hacer, lo que hay que dejar y lo que es de apetecer”. (San Bernardo).

[6419] 19 s. “El sentido general es: aun cuando yo era de buena índole, no bastaba esto para alcanzar la sabiduría, que es don de Dios. De ahí el sentido concesivo o adversativo de los versículos 19-20, cuya significación, por tanto, no es lícito forzar o extremar. Más concretamente, en el versículo 20 vine a un cuerpo no significa la preexistencia del alma, sino más bien su procedencia extrínseca, es decir, de la creación de Dios, no de la generación humana. El llamar incontaminado al cuerpo no niega el pecado original, del cual no se habla aquí (cf. 10, 1-2); mas afirma que la materia no es sustancialmente mala” (Bover-Cantera).

[6420] 21. No podría ser continente: Otros traducen: No podría alcanzarla. San Agustín lo refiere a la continencia que consiste en practicar las virtudes, inclusive la castidad, y huir de los vicios; lo que no puede conseguirse sin un particular don de Dios. Cf. Proverbios 2, 16 y nota. Por eso la oración que sigue.

[6421] 1. Esta Palabra es Jesús, el Verbo (Logos) encarnado “por quien fueron hechas todas las cosas” (Juan 1, 3). El autor de esta oración se inspira en III Reyes 3, 5 y siguientes, donde el rey Salomón pide a Dios el don de la sabiduría. Cf. Génesis 1, 1 y nota.

[6422] 4. La Sabiduría asiste al trono del Altísimo porque es igual a Él en esencia. Ahora también con (su Humanidad Santísima, está Jesús “sentado a la diestra del Padre”. De entre tus hijos: véase Juan 15, 15, donde Jesús distingue entre amigos y siervos según que conozcamos o no los secretos de la Sabiduría que Él vino a enseñarnos.

[6423] 6. No valdría nada, “como un globo desinflado”, dice un piadoso autor. En efecto, Jesús enseña que la carne es flaca (Marcos 14, 38) y para nada sirve (Juan 6, 64). El espíritu es lo que da la vida, es decir, el gas que llena el globo para que pueda levantarse. Ese espíritu no es el nuestro, sino el Espíritu de Dios que Él nos comunica por medio de su Palabra Omnipotente, ya que es el Espíritu Santo quien habla en ella, y Jesús nos dice que sus palabras son “espíritu y vida” (Juan 6, 63; Vulgata 6, 64). Hay, pues, que renovar ese gas cada día, a cada instante, porque, en, cuanto lo olvidamos, el globo se desinfla y vuelve a caer. Tal es el sentido de lo que Jesús nos dice en Juan 15, 5.

[6424] 8. La ciudad de tu morada: Jerusalén. Para construir el Templo asistió a Salomón la Sabiduría, inspirándole a él y a los artífices. Véase I Paralipómenos 28, 11, 20. Que dispusiste desde el principio. El Templo de Jerusalén tiene su modelo en el Tabernáculo que Dios ordenó hacer en el desierto (Éxodo 25, 9; 26, 30). Véase Hebreos 8, 2; 9, 11; Apocalipsis 13, 6; 15, 5.

[6425] 10. Nótese que hay aquí una gran luz. Saber en todo momento lo que a Dios le agrada es la suma sabiduría, al mismo tiempo que es la plena claridad de la conciencia y la felicidad del corazón. Cuando alguien se empeña en invitarnos con manjares excesivos o que nos desagradan, no comprende que, pretendiendo obsequiarnos neciamente, nos hace sufrir. Así también es muy fácil que, por no conocer el corazón de Dios tal como Él se ha revelado, creamos complacerlo con cosas que no le gustan, v. gr. con oración a fuerza de palabras (Mateo 6, 7 s.) o de obras que no son según su Espíritu (véase Isaías 1, 11 y siguientes; 66, 3; I Reyes 15, 22; Proverbios 15, 8; Jeremías 6, 19 s.; Oseas 6, 6; Amós 5, 21 s.; Miqueas 6, 6 y siguientes; I Corintios 3, 12 ss.; 13, 1 y siguientes; Marcos 7, 6 y siguientes; Mateo 23, 15; Salmo 49, 8 y siguientes y nota). Podemos comprender bien todo esto sabiendo que Dios no se nos ha revelado como un funcionario, que busque el cumplimiento material de sus ordenanzas, ni menos como una abstracción metafísica, sino como un Padre que tiene corazón de tal (recordemos la parábola del hijo pródigo), por lo cual nuestros obsequios no pueden agradarle sino en la medida del sincero amor y la filial confianza que los inspiren. Véase Eclesiastés 1, 34; Hechos de los Apóstoles 10, 15 y nota.

[6426] 11. Me guiará: El modelo para esto es Jesús, que sabía siempre (versículo 9) lo que al Padre agrada, y lo hacía siempre (Juan 8, 29).

[6427] 13. Véase Isaías 40, 13; Jeremías 23, 18; Romanos 11, 34; I Corintios 2, 16. ¿Quién podrá? Notemos que el hombre no llega al conocimiento perfecto de Dios por investigación propia o especulación a manera de Teosofía, sino que es Dios quien ha tomado la iniciativa de darse a conocer, primero por el Antiguo Testamento y luego más ampliamente por la Encarnación del Hijo (Hebreos 1, 1 s.).

[6428] 15. “Este enlace que tiene con el cuerpo corruptible el alma, le sirve de gran estorbo para entender muchas cosas” (San Bernardo). Véase Romanos 7, 24; II Corintios 4, 7; 5, 4; Efesios 4, 22.

[6429] 16. Véase lo que Jesús dice a Nicodemo en Juan 3, 10 s. “Es una comparación de menor a mayor. Si con mucha dificultad y a costa de mucha fatiga apenas llegamos a entender alguna de las cosas que están aquí abajo, ¿cómo podemos llegar a rastrear, y mucho menos sondear las que están en el cielo, tan distantes de nosotros?” (Scío).

[6430] 19. Fueron salvados: “Jesucristo es Redentor por la palabra y por la sangre.” La segunda parte del versículo falta en el original griego.

[6431] 1. En la segunda parte, que comienza con el capítulo 10, se describe la actividad de la Sabiduría en la Historia. Véase Hebreos 11, donde San Pablo atribuye a la fe lo que se dice aquí de la Sabiduría, Para aumentar el interés el autor no pone nombres.

[6432] 2. Habla de Adán. Vemos aquí que él se arrepintió del pecado. Potestad: pero no ya como antes. Compárese Génesis 1, 26 y siguientes; 2, 20, con 3, 16 y siguientes.

[6433] 3. El impío es Caín, que por envidia mató a su hermano Abel (Génesis 4).

[6434] 4. Al justo: Noé, a quien Dios salvó en el Arca (Génesis 6-8).

[6435] 5. Precioso elogio de nuestro Padre espiritual Abrahán. Véase Génesis 22; Romanos 4, 16-25.

[6436] 6. Justo: Lot. Pentápolis: Las cinco ciudades de Sodoma, Gomorra, Adama, Seboím y Segor. Esta última, cuyo nombre significa “pequeña”, fue perdonada por intervención de Lot (Génesis 14, 1-12; 19, 19-23).

[6437] 7. Alusión a la mujer de Lot que, por su apego a la ciudad maldita, fue convertida en una columna de sal (Génesis 19, 26). Jesús recuerda este ejemplo (Lucas 17, 32) para indicar que el cristiano cuyo primer pensamiento, a la venida del Hijo del hombre, se fijase en la seguridad de sus bienes temporales, no sería digno del Reino (Fillion). Cf. Mateo 24, 16-18.

[6438] 10. Se refiere a Jacob (Génesis 27-32). Le mostró el reino de Dios. Evoca la visión de la misteriosa escala que tuvo Jacob en Betel (Génesis 28, 12 y siguientes). La idea del Reino de Dios no es exclusiva propiedad del Nuevo Testamento. La encontramos desde la primera página del Génesis (cf. las notas a Génesis 1, 28; 2, 16 s.; 12, 1; Salmos 92; 94; 95; 96; 21, 29; 44, 7; 46, 7-9; 144, 10-13; I Paralipómenos 29, 11; Tobías 13, 1-6; Ester 13, 9-14) y especialmente en los profetas. Así, por ejemplo, el profeta Abdías concluye su escrito con las palabras consoladoras: “El imperio será de Yahvé” (21); Zacarías profetiza; “Y reinará Yahvé sobre la tierra toda y Yahvé será único, y único su nombre” (14, 9). Isaías escribe al respecto: “La luna se enrojecerá, el sol palidecerá, cuando Yahvé Sabaot será proclamado rey” (24, 23); y en Daniel leemos: “En tiempo de esos reyes el Dios de los cielos suscitará un reino que no será destruido jamás, y que no pasará a poder de otro pueblo; destruirá y desmenuzará a todos esos reinos, mas Él permanecerá por siempre” (2, 44). También Miqueas prometió el Reino de Dios cuando dijo: “Y a la coja le daré descendencia, y a la descarriada la haré un pueblo poderoso, y Yahvé reinará sobre ellos en el monte Sión desde ahora para siempre” (4, 7). Todo el Antiguo Testamento está lleno de este anhelo que nosotros formulamos todos los días en el Padrenuestro: Venga a nos tu Reino. Le enriqueció: Cf. Génesis 30, 31-43. Recompensó; más exactamente: completó. De todos modos, es la gran revelación de cómo obra activamente Dios, sin el cual no cae un solo pajarillo (Mateo 10, 29). No nos lleva Él, como los sabios del mundo, a buscar en la satisfacción del amor propio “la alegría que es compañera inseparable del acto perfecto” (Aristóteles), sino a obrar como niños confiados en que su Padre añadirá y suplirá lo que falte a nuestra pobre pequeñez y ceguera. Véase Salmo 85, 1 y nota. Los versículos 10-14 forman la Epístola de la primera Misa del Común de Mártires.

[6439] 11. Alusión a Labán y a su familia, que engañaron a Jacob (Génesis 29, 15 y siguientes; 31, 7).

[6440] 12. La gran lucha que Jacob tuvo que sostener con el Ángel (Génesis 32, 25-33). La sabiduría: el griego dice: la piedad (véase I Timoteo 4, 8).

[6441] 13. Recuerda la historia de José, hijo de Jacob, que es un tejido de acontecimientos milagrosos (Génesis 39-41). Los pecadores: los hermanos de José, Putifar y su mujer.

[6442] 14. Convenció de mentirosos: Es el sentido de lo que dice Jesús: “La sabiduría ha sido justificada por sus hijos” (Mateo 11, 19). Porque los que se dejan guiar por ella triunfan al fin siempre, y se ve entonces que ella es la que salva (9, 19).

[6443] 15. Por el pueblo justo ha de entenderse el pueblo de Israel, escogido entre todas las naciones para trasmitir la revelación divina (Éxodo 3, 15).

[6444] 16. Entrándose en el alma: Notemos siempre la eminente actividad de la sabiduría. Basta dejarla entrar, y luego ella es la que obra. El siervo de Dios es Moisés (Éxodo 14, 31; Números 12, 7; Hebreos 3, 5). Reyes formidables: los faraones de Egipto.

[6445] 17. Por el toldo durante el día y la luz durante la noche se entiende la columna maravillosa que guiaba a los israelitas (Éxodo 13, 21 y siguientes; Deuteronomio 8, 2).

[6446] 19. Los retiró: Otra traducción: los lanzó afuera, es decir, a los enemigos. Los despojos de los impíos: los objetos de oro y plata que los israelitas pidieron a los egipcios por orden del mismo Dios (Éxodo 3, 21 y siguientes; 11, 2 s.; 12, 35 s.; Salmo 104, 37).

[6447] 20. Con cánticos: Véase Éxodo 15, 1-21.

[6448] 21. ¡Cuántas veces se nos inculca este consolador misterio! Véase Éxodo 4, 10 y siguientes; Salmo 8, 3; Mateo 11, 25; 21, 16; Lucas 10, 21, etc.

[6449] 1. El santo profeta es Moisés, caudillo del pueblo de Israel durante el viaje por el desierto.

[6450] 3. Alusión a los combates de los israelitas con los amalecitas (Éxodo 17, 8 y siguientes), con el rey de Arad (Números 21, 1-3) y con los amorreos (Números 21, 21-35; Deuteronomio 2, 31 y siguientes).

[6451] 4. Véase Éxodo 17, 1 y siguientes; Números 20, 2 y siguientes

[6452] 7. Los malvados: los egipcios. El perenne río: el Nilo, cuyas aguas se convirtieron en sangre (Éxodo 7, 17): Los versículos 6 y 7 en griego: “Porque cuando los egipcios en vez de un río perenne, se hallaron conturbados con inmunda sangre, en castigo del decreto matador de los niños, diste agua a los israelitas, etc.”

[6453] 10. Viéndose ellos puestos a prueba: es decir, los israelitas, con privilegio de hijos. Los impíos: los egipcios.

[6454] 11. Los probaste: Cf. Ester 13, 18 y nota; Proverbios 3, 12.

[6455] 15. Le miraban con admiración, al verlo triunfante de su perversa oposición, a aquel Moisés a quien de niño habían expuesto en las aguas del Nilo (Éxodo 2, 3).

[6456] 16 y siguientes. Véase Éxodo 8, 1 y siguientes; 10, 1 y siguientes. Los egipcios adoraban hasta ranas y reptiles inmundos.

[6457] 17. Sobre este concepto véase Proverbios 5, 22 y nota. Cada pecado trae consigo una pena que le es propia. “Todo espíritu desarreglado es el castigo de sí mismo” (San Agustín, Confesiones). “Si el hombre no hace el bien que debe hacer, sufrirá la pena merecida. Así, por una admirable disposición de la Providencia, cuando abandonamos la justicia, nos abandona ella y se venga de cada una de las prevaricaciones de que nos hemos hecho culpables” (San Bernardo, In Cantico Canticorum).

[6458] 18. Materia nunca vista: en griego: materia informe: es el caos de que habla el Génesis 1, 2.

[6459] 19. Saludable enseñanza. Tan poca cosa somos, que moriríamos de espanto a la sola vista de ciertos monstruos. Véase Job 40 y 41 sobre Behemot y Leviatán.

[6460] 21. Tú dispones, etc. Cf. Proverbios 16, 11.

[6461] 24. Tú tienes misericordia de todos. Pareciera que algunas veces olvidamos sus misericordias antiguas. Por eso nos exhorta Santa Teresa: “Atajad el pensamiento de vuestra miseria lo más que pudiereis y ponedle en la misericordia de Dios” (Camino de Perfección XXIX, 3). Cf. III Reyes 8, 46 y nota.

[6462] 25. Dios, aunque aborrece el pecado, que no es obra suya, ama al mismo tiempo la creatura que Él hizo (San Agustín). Harto ignorado es este dogma inmensamente consolador y propio para inspirar contrición cuando caemos. Todo padre sabe por experiencia que, aunque el hijo le ofenda, su corazón paternal no deja de amarlo, sino que sufre al verle extraviado, precisamente porque sigue amándolo. ¿Acaso el divino Padre no nos ha revelado que su Corazón es así? Véase Salmo 102, 13 s. y nota. Aquí alega, para persuadirnos de ello, la más convincente de las razones; nos ama porque somos cosa suya, no porque seamos amables. Es el mismo argumento que da Jesús como Buen Pastor. Véase Juan 10, 12-15.

[6463] 27. Amador de las almas: Es este el más consolador de los dogmas que han sido revelados al hombre. Podría, en efecto, el Creador ser poderoso, eterno, omnisciente... y todo eso ya lo vemos por la naturaleza (véase 13, 1 y nota; Romanos 1, 20). Pero ¿qué sería de nosotros sí con todo eso fuera malo y cruel? ¡Mas San Juan nos dice que Él es amor (I Juan 4, 8) y San Pablo no se cansa de destacar ese excesivo amor con que Él nos ama (Efesios 2, 4) y esa infinita bondad que lo llevó hasta dar su Hijo por nosotros (Juan 3, 16) para hacernos semejantes a ese Hijo único (Filipenses 3, 21). Santo Tomás formula el mismo pensamiento diciendo que Dios está más dispuesto a darnos que nosotros a recibir. Esta Buena Nueva de la bondad de Dios nunca hubiera podido ser conocida si Él mismo no nos la hubiese descubierto. En ella reside nuestra suprema felicidad, y nuestra salvación, porque el hombre que no se cree amado y redimido por la gracia de Dios, caerá o en el abismo de la desesperación al ver su miseria propia, o en la soberbia de creerse justificado por sí mismo. Véase Denz. 192-194.

[6464] 1. En griego: porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. Quiere decir que Dios no solo crea sino también mantiene todas las cosas por su poder. Véase Salmo 103, 29 s. y nota.

[6465] 2. He aquí todo un capítulo de vida espiritual que nos descubre la pedagogía de Dios para con nosotros (véase versículos 25 y siguientes). “Las almas inspiradas e iluminadas por el Espíritu Santo se elevan a la espiritualidad, se convierten en templo, en mansión de las gracias del Espíritu Santo, y aun en mansión del mismo Espíritu Santo y hacen descender su gracia sobre los demás” (San Basilio).

[6466] 5. Bover-Cantera, quien traduce del griego, da a este versículo la siguiente versión: por sus homicidios despiadados de sus hijos, banquetes canibalescos de carnes humanas y de sangre, a esos iniciados salidos de en medio de una bacanal. Los cananeos inmolaban a sus propios hijos (Levítico 18, 21; Deuteronomio 12, 31; 18, 10; IV Reyes 3, 27). Dios enseña muchas veces su horror por esas cosas (Jeremías 7, 31; 19, 5; IV Reyes 3, 27; 16, 3; Jueces 11, 35). De ahí que Él mismo ordenó (versículo 6) el exterminio de esos pueblos (Números 33, 51-56; Deuteronomio 20, 17; Salmo 77, 54). En medio de tu sagrada tierra; literalmente: en medio de tu juramento, es decir, en la tierra que por medio del juramento hecho a Abrahán estaba dedicada al culto Tuyo.

[6467] 8. Véase Éxodo 23, 28; Deuteronomio 7, 20. Josué 24, 12.

[6468] 10. ¡Cuántos acontecimientos de la historia antigua y moderna podrían explicarse a la luz de esta revelación! Cf. I Corintios 5, 5.

[6469] 11. Noé había maldecido a Canaán, hijo de Cam y padre de los cananeos (Génesis 9, 25). De Cam procede, como se cree, también la raza negra, que aún sufre ciertas desventajas. Pero como Dios ama a todos (ver 11, 25) no podemos dudar de que la divina bondad sabe sacar de ello también bienes espirituales, que algún día conoceremos, como puede verse en otros casos de la Escritura (cf. Romanos 8, 28; I Corintios 5, 5; II Corintios 2, 6; I Pedro 3, 20, etc.).

[6470] 12. Recojamos esta saludable lección, sin la cual nuestro natural orgullo pretende juzgar a la sabiduría infinitamente buena y se escandaliza de las Sagradas Escrituras porque la santidad que ellas enseñan no siempre coincide con nuestra opinión. En este sentido nadie produjo mayor escándalo que el Hijo de Dios cuando se hizo hombre. Véase II Corintios 10, 5; I Corintios 1, 19; Isaías 28, 9; 29, 14; 33, 18; Romanos 9, 20; Job 42, 3; Eclesiastés 6, 25 s.; Mateo 11, 6; 24, 10.

[6471] 15. Dios no obra nunca contra la justicia, aunque sí más allá de la justicia, esto es, con misericordia (Santo Tomás). No podemos, pues, decir que sufrimos injustamente, ni aun en las guerras. Es un arcano que solo Dios conoce.

[6472] 16. No como hombres, los cuales cuando son poderosos suelen violar los derechos del prójimo (versículo 19).

[6473] 17. Que no te reconocen: en griego: que no lo conocen, esto es, que sabiendo tu poder te desobedecen. El primer hemistiquio alude especialmente a los príncipes paganos (Éxodo 5, 2; IV Reyes 18, 35; II Macabeos 9, 4). El segundo a todos nosotros.

[6474] 19. El justo debe ser humano: Profunda meditación para el que se sienta irreprensible como el hermano mayor en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 29 s.), o como el fariseo del Templo (Lucas 19, 9), y en nombre de la moral se muestra implacable con los caídos. Para estos últimos vino especialmente Jesús. Véase Mateo 18, 11; 21, 31; Luc. 19, 10. Un dramaturgo moderno ha fustigado bajo el título de “malhechores del bien”, a los que incurren en crueldad so pretexto de beneficencia.

[6475] 20. Sobre esta suavidad de Dios, véase por ejemplo lo que nos revela San Pedro acerca de los que murieron en el diluvio (I Pedro 3, 19 s.; Génesis 8, 21). “Dios, dice San Agustín, ha amado al impío a fin de hacerle justo; ha amado al enfermo a fin de curarle; ha amado al perverso para volverlo a traer al buen camino; ha amado al que había muerto para devolverle la vida.”

[6476] 22. “¡Admiremos este amor que no castiga para vengarse ni para aterrorizar, sino para dar lugar a la misericordia!” Este privilegio de Israel es mayor aún en los cristianos, para quienes Jesús instituyo misericordiosamente el Sacramento de la Penitencia. De ahí la admonición de San Pablo en Romanos 11, 22.

[6477] 23. Por medio de aquellas cosas: De ahí el refrán: In quo quis peccat, in eo punietur. Cf. 11, 17 y nota.

[6478] 24. Alusión a los egipcios, que adoraban cocodrilos, ranas, moscas, etc. que vinieron a convertirse en plagas para Egipto (11, 16; Romanos 1, 23).

[6479] 26 s. Vemos una vez más la preocupación de Dios por evitar castigos (versículo 2). Un castigo digno de Dios: la terrible muerte de los primogénitos y finalmente la destrucción del ejército egipcio en el Mar Rojo.

[6480] 1. En los tres capítulos que siguen, se describen el origen, las formas y la insensatez de la idolatría; primeramente la adoración de la naturaleza y luego la fabricación y el culto de los ídolos. Enseñan y muestran cómo la idolatría es locura, o sea todo lo contrario de la sabiduría. La bellísima verdad de que por las cosas creadas puede el hombre conocer al Creador, al adorable Artífice y sus perfecciones invisibles, está confirmada por San Pablo ampliamente (Romanos 1, 19 y siguientes) al punto de que él declara inexcusables a los paganos que no conocen a Dios. Véase 11, 27 y nota y el Juramento Antimodernista de Pío X (Denz. 2.145). Aquel que es: Equivale en hebreo al nombre de Yahvé. Véase Éxodo 3, 14 y nota.

[6481] 2. Véase Deuteronomio 4, 19; 17, 3.

[6482] 3. Estas divinas palabras deberían estar escritas como un lema en el taller de todos los artistas.

[6483] 5. Véase Salmo 18, 2. A las claras: Crampón vierte: por analogía. La misma Escritura suele valerse de las cosas naturales, el sol, el arco iris, el trueno, etc., como imagen de los divinos atributos.

[6484] 6. Menos reprensibles, en comparación con los idólatras, de los cuales va a tratar en los versículos 10 y siguientes. Nótese la preciosa disculpa: es que buscaron a Dios fuera de sí mismos, y no pretendieron destronar a Dios endiosando las obras propias. Cf. II Tesalonicenses 2, 4; Apocalipsis 13, 14 y siguientes.

[6485] 7. Se nos previene contra el sentimentalismo para que no lo confundamos con lo espiritual.

[6486] 9. No echaron de ver al Señor: Ahí está lo trágico del paganismo. Sin embargo el mundo conoció al principio a Dios (cf. 14, 13), pero lo olvidó. San Pablo no relega a un pasado lejano el conocimiento que los paganos tenían de Dios. Poseían en las creaturas algo así como un espejo en que el Creador se refleja, y el Concilio Vaticano I, apoyándose en San Pablo, definió que Dios puede ser conocido por la sola luz de la razón. Por haber olvidado a Dios los paganos sufrieron el más terrible de los castigos: fueron entregados a sí mismos, a sus pasiones, al espíritu de error y mentira (cf. Romanos 1, 24 y siguientes.); la cual no es otra cosa que una sustracción de la gracia, cuya disminución y falta aumenta necesariamente las caídas y provoca mayores y más severos castigos. Así se explica la gran difusión de la idolatría. El paganismo antiguo no debe confundirse con el neopaganismo. Los antiguos creían demasiado, tenían en cada casa una estatua o un ídolo, ofrecían muchos sacrificios y se sentían en todas las empresas atados a un dios, en tanto que el neopaganismo que entró en el mundo en tiempos del Humanismo, pronto degeneró en racionalismo y ateísmo, que no reconoce ni a Dios ni a dioses. Por eso es el colmo de la apostasía.

[6487] 11 y siguientes. Véase Isaías 14, 9-20; Jeremías 10, 3-5. La necedad de la idolatría se nos manifiesta aquí en un cuadro maestro de ironía que recuerda la estupenda carta de Jeremías en el capítulo 6 de Baruc. Véase también Éxodo 20, 4; Deuteronomio 16, 22; Salmo 105, 19; 113B, 4. La historia muestra que tales locuras han sido pura realidad, y San Pablo vuelve a condenar la idolatría (I Corintios 6, 9; Gálatas 5, 20, etc.) cuyo concepto extiende a la avaricia y a la lujuria (Efesios 5, 5; Colosenses 3, 5). El mundo de hoy, adorador del hombre, no es mejor que aquellos, y el Apocalipsis (21, 8; 22, 15) habla de los idólatras, no obstante referirse a los últimos tiempos, pues que en ellos se adorará al Anticristo (Apocalipsis 13).

[6488] 16. Véase Baruc 6, 26 y 57; Isaías 46, 2.

[6489] 1. Un leño: un ídolo. Más que el endeble ídolo vale el barco porque fue construido con sabiduría y es capaz de salvar a los hombres con la ayuda de Dios.

[6490] 3 y siguientes. En esta oración de la Sabiduría es de notar la invocación de Dios bajo el nombre de Padre, como Jesús nos enseñara llamarlo en el Nuevo Testamento. Cf. Isaías 63, 16; Jeremías 3, 4 y 9. Sobre la navegación véase Salmo 106, 23-31 y nota.

[6491] 5. Las obras de tu sabiduría: Esto nos hace notar cómo las maravillas de la naturaleza que el hombre descubre, como por ejemplo la radio, etc., no son obra nuestra, sino de Aquel que las puso en la Creación.

[6492] 6. Alude al diluvio. Por la esperanza de toda la tierra se entiende Noé y su familia que fue salvado mientras que los malvados perecieron. Cf. Génesis 7, 21 y nota.

[6493] 7. Los santos Padres ven en esta expresión no solamente el arca sino una alusión profética al leño de la Cruz (Hechos de los Apóstoles 5, 30; Gálatas 3, 13), en la cual Cristo nos mereció la justicia.

[6494] 9. Pero “no desea Dios la muerte del pecador sino que se convierta a Él y viva”, como lo reveló Jesús en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 20).

[6495] 12. Fornicación: en lenguaje bíblico: idolatría (véase Salmo 105, 19 y nota).

[6496] 15. He aquí el culto de los muertos, muy común entre los pueblos antiguos, y aun hoy entre los chinos y japoneses. Entre sus criados: el padre del muerto establece ciertos ritos, según los cuales sus criados han de ofrecer al hijo sacrificios. Aprendemos aquí a no honrar inmoderadamente los retratos y estatuas de los muertos.

[6497] 16. Véase por ejemplo el decreto de Nabucodonosor sobre la adoración de su imagen de oro (Daniel 3).

[6498] 17. Otro origen de la idolatría: el culto de los soberanos: en Roma, por ejemplo, el culto del César provocó la persecución y martirio de los que adoraban a Dios y a su Hijo Jesucristo. Hoy día está en boga el culto de los grandes deportistas y boxeadores.

[6499] 21. El nombre incomunicable: es decir, Yahvé (Aquel que es); nombre de Dios que no puede darse a otro, ni tampoco podía pronunciarse entre los judíos. Véase Éxodo 3, 14 y nota.

[6500] 23. Véase Deuteronomio 18, 10; Jeremías 7, 6. Alusión a los sacrificios hechos a Moloc (ver 12, 5). Sacrificios entre tinieblas: que se hacían durante la noche en cuevas y lugares subterráneos. Alude a los cultos clandestinos de Cibeles. Adonis, etc. Vigilias llenas de delirios: las bacanales, ritos en honor de Baco.

[6501] 25. Véase San Pablo en Romanos 1, 29 y siguientes; II Corintios 12, 20; I Timoteo 1, 9 y siguientes.

[6502] 26. Trastorno de la naturaleza, es decir, el pecado contra la naturaleza, que reprende San Pablo en los paganos (Romanos 1, 26). El autor sagrado parece trazar un cuadro de los tiempos presentes.

[6503] 30. Sintieron mal de Dios: Véase 1, 1 y nota. Toda forma de idolatría es causa de otros males; porque irrita al amante corazón de Dios, como un adulterio que nos aparta de Él. La bondad de un esposo llega a todo menos a permitir que la esposa se entregue a otro. Por eso en el versículo 31 se habla de venganza.

[6504] 2. Mientras los paganos nada pueden esperar ni temer de parte de sus ídolos impotentes, Israel que teme al Dios verdadero, nunca apostatará del todo, pues sabrá que puede convertirse confiando en la misericordia del Señor. Es lo que enseña San Juan (I Juan 3, 20 s.; cf. Proverbios 24, 12).

[6505] 3. Es, pues, el conocimiento de Dios lo que lleva a una vida pura y a la inmortalidad. Así lo dice Jesús en Juan 17, 3 para mostrar la suprema importancia de conocer al Padre. “El conocimiento de un solo Dios, dice San Jerónimo, es la posesión de todas las virtudes.” Y añade: “Amad la ciencia de las Escrituras, y detestaréis los vicios de la carne.” Véase Salmo 118 y sus notas.

[6506] 7. Parece que el orden del texto se halla un poco alterado (Nácar-Colunga), pues el autor vuelve al tema de la fabricación de los ídolos. No se puede mostrar más vivamente la ridiculez de los ídolos. Véase capítulo 13 y notas; Isaías 45, 9 y siguientes; Jeremías 10, 3 y siguientes, Baruc capítulo 6. Cf. Romanos 9, 20 s.; II Timoteo 2, 20 s.

[6507] 8. La deuda del alma: o sea, de la vida. Profunda expresión para mostrar que no es nuestra, sino que la recibimos con la vida, y que debemos restituirla al Creador.

[6508] 12. Una manera de vivir hecha para ganar: en griego es más vigoroso: la vida como un mercado para ganar.

[6509] 14. Alma nacida: en griego alma pueril (alma de un rapazuelo, dice Bover-Cantera). Le tienen avasallado: San Pablo recuerda, en contraste con la cristiana luz de la conciencia, esta servidumbre que significa el culto de los paganos (I Corintios 12, 1 y siguientes), cuyas religiones “no ofrecían ningún principio para el discernimiento de espíritus” (Buzy).

[6510] 15. Véase las mismas expresiones sarcásticas en Salmo 113B, 4 y siguientes. Cf. 13, 10 y siguientes; Salmo 105, 9; 134, 17; Isaías 44, 9 y siguientes; Jeremías 10, 3; Hebreos 2, 19.

[6511] 18. Los egipcios adoraban a los animales más abyectos, como ranas y cocodrilos, y representaban a sus dioses con cabeza de gato, vaca, ibis, etc. Véase 12, 24 y nota. De la idolatría babilónica tenemos una descripción en Baruc capítulo 6 y en Daniel capítulo 14.

[6512] 19. Dios en el día de la Creación bendijo a las bestias (Gén. 1, 22). Esta bendición se transforma en maldición cuando se les tributa culto idolátrico.

[6513] 1 y siguientes. Nótese el contraste, que continúa en todo el capítulo: los egipcios castigados con ranas (Éxodo 8, 1 y siguientes) y los israelitas alimentados con aves (Éxodo 16, 2 y siguientes). Véase también Números 11, 31 y siguientes, donde se ve cómo la concupiscencia de Israel fue castigada.

[6514] 6 s. Una señal de salud: la serpiente de bronce, la cual salvó a quienes la miraban (Números 21, 6 y siguientes), no por virtud del objeto (versículo 7), sino por la fe, como figura del Salvador. Jesús lo confirma en Juan 3, 14 s. diciendo a Nicodemo: “Así como Moisés en el desierto levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado (en la Cruz), para que todo el que cree tenga en Él la vida eterna.” Esta admirable enseñanza tiene un alcance universal para que no atribuyamos virtud propia a nada ni a nadie, fuera de “Dios y su Hijo Jesucristo”, pues que, aun los medios más santos que Él mismo pone, solo obran por la virtud que les va comunicando Él en su actividad incesante (Juan 5, 17), sin la cual toda creatura volvería automáticamente a la nada de donde salió (Salmo 103, 29 s. y nota). De ahí resulta el inmenso valor de la Cruz como imagen sagrada, en contraste con cuanto aquí se enseña sobre las imágenes idolátricas. El rey Ezequías destruyó la serpiente de bronce, sin duda para evitar su culto supersticioso (IV Reyes 18, 4).

[6515] 12. Tu palabra sana todas las cosas: El Primado de la Argentina ha recordado este carácter de la Palabra como remedio, acentuándolo fuertemente, en forma de condición sine qua non: “Volver a la lectura y a la meditación constante del Santo Evangelio, para luego, por medio de las obras, poner en práctica esa doctrina, será el único remedio para tantos males que afligen a la humanidad” (Cardenal Copello). Véase versículo 26; Éxodo 15, 26; Salmo 106, 20; Mateo 8, 8; San Juan Crisóstomo, Homilía 12 sobre el Génesis.

[6516] 14. Una vez recogida: Se refiere al sepulcro (scheol). Véase Job 10, 21; 14, 12; 19, 25 y notas. Cf. Salmo 103, 29 y nota.

[6517] 16 y siguientes. Véase Éxodo 9, 22 y siguientes. Las fuerzas de la naturaleza luchan por Dios obrando en favor de los israelitas (versículo 17) y en contra de los egipcios (versículo 18). Véase versículo 23; 5, 21 y siguientes y nota; 19, 18 y siguientes.

[6518] 19. San Bernardo compara este fuego con la ingratitud humana, la cual es un viento abrasador, “que seca el manantial de la piedad, el rocío de la misericordia, los canales de la gracia”. (Sermo XLI in Cantico Canticorum).

[6519] 20. Manjar de ángeles: el maná, que alimentó a los israelitas en el desierto (Éxodo 16, 31; Números 11, 8; 21, 5), y que es figura de la Eucaristía. Todo deleite, etc.: texto tomado para la antífona Panem de coelo praestitisti eis, omne delectamentum in se habentem. Si el deleite de Cristo consiste en estar con los hijos de los hombres, ¡cuántas han de ser las delicias de estos al estar con Cristo y al recibirlo en sus corazones!

[6520] 21. Acomodándose al gusto de cada uno: San Agustín, San Gregorio Magno y otros Padres creen que el maná adquiría el gusto que deseaban los israelitas (versículo 25), si estos eran fieles y lo tomaban con gratitud y ánimo devoto, pero para los otros era cosa común. Véase I Corintios 11, 29, donde el apóstol San Pablo hace análoga distinción respecto de la Sagrada Eucaristía.

[6521] 22. Alude al maná, que tenía la apariencia de nieve y hielo (Éxodo 16, 14), y no se derretía al ser cocido o asado.

[6522] 26. Tu palabra sustenta a los que creen en Ti: En el versículo 12 era remedio; aquí es alimento: comida y bebida, dice San Agustín. Véase Proverbios 9, 5; Jeremías 15, 16 y Deuteronomio 8, 3 que Jesús cita en Mateo 4, 4. De ahí la necesidad de predicar la palabra de Dios, lo cual es, según San Gregorio, el primer oficio del sacerdote. “Desdichado de mí si no predicare el Evangelio” (I Corintios 9, 16). “Así como las aguas de una fuente corren siempre, aunque nadie se aproveche de ellas, así también el predicador debe siempre cumplir su deber y anunciar la palabra de Dios, aun cuando pocas personas le escuchen y se conviertan” (San Crisóstomo, Homilía I de Lázaro).

[6523] 27 y siguientes. Admiremos el milagro y la belleza de toda esta enseñanza. En los capítulos siguientes se narra cómo Dios sigue multiplicando sus maravillas en favor del pueblo amado.

[6524] 1. Tus palabras: El griego solo habla de los juicios, y los llama grandes e inescrutablesMuestra así que no podemos comprenderlos con el esfuerzo de nuestra inteligencia, sino solamente estudiando la Revelación que Él mismo nos dio.

[6525] 2 y siguientes. Sobre la plaga de las tinieblas véase Éxodo 10, 21-29.

[6526] 3. Negras maldades: Los sortilegios y pecados cometidos en el silencio de la noche fueron castigados con la misma oscuridad en que se escondían.

[6527] 4. Aquí y en lo siguiente, el autor sagrado refiere algunos rasgos que no se hallan en el libro del Éxodo, pero que se transmitían en la tradición judía.

[6528] 7. Los hechiceros egipcios, maestros en el arte mágico, habían intentado imitar los milagros que Moisés hizo por orden de Dios (Éxodo 7, 11 y 22; 8, 19).

[6529] 8. Todos estos cuadros de estupenda elocuencia, son a un tiempo, como se ve, lecciones para mostrar la insensatez de toda soberbia humana.

[6530] 10. Véase Proverbios 28, 1 y nota.

[6531] 11. Es decir, todo miedo sería contra la fe; y en efecto, Jesús nos enseña a no temer ni aun a los que podrían matarnos (Mateo 10, 28), y San Pablo dice: “Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 21; Salmo 3, 7; 22, 4; 26, 1; 55, 5; 117, 6, etc.). No se trata, como se ve, del valor estoico, fundado en nuestra suficiencia harto falible, sino de la confianza en la protección indefectible del divino Padre. En griego este texto forma, el versículo 12 y define el miedo como el abandono de los recursos que nos da la reflexión (Bover-Cantera: traición hecha a los socorros de la razón). Es el terror pánico, que enloquece.

[6532] 17. En la vida espiritual la cadena de tinieblas consiste en el hábito, del pecado. “La sugestión del demonio engendra el placer del pensamiento; el placer engendra el consentimiento, el consentimiento la acción; la acción lleva a otra acción; y de ahí viene en seguida el hábito. Luego viene el abandono de Dios, el endurecimiento y la condenación.”

[6533] 20. Alusión a las tinieblas del sepulcro (véase 16, 14). Insoportables a sí mismos: Entre las tribulaciones del alma, ninguna mayor, ni más continua, ni más cruel, que la conciencia de los propios pecados (San Agustín).

[6534] 1. Sigue el contraste de tantos horrores con las bendiciones prodigadas a los israelitas. Según el griego eran los egipcios quienes oían las voces de estos, y los llamaban felices no obstante la opresión que habían sufrido en Egipto (Éxodo 1).

[6535] 2. En griego son los egipcios quienes agradecen a los israelitas porque, maltratados por ellos, no se vengaron; y les piden perdón de haber sido sus enemigos.

[6536] 3. Porque la misma luminosa columna que los guiaba de noche, les servía de día como sombra. Véase Éxodo 13, 21 s.; 14, 19 s.; 40, 34 s.; Números 9, 15 s. y notas. Un sol que no los incomodaba cuando descansaban: Bover-Cantera (según el griego): y sol inofensivo de pundonorosa emigración. Nácar-Colunga: un sol inofensivo de gloriosa peregrinación.

[6537] 4. Al mundo: Grandioso anuncio de que las revelaciones dadas al pueblo de Israel estaban destinadas a iluminar al mundo entero. Nótese que fue hecho antes de Cristo, y confirmado después de Él (Lucas 2, 32; Romanos 1, 5; II Corintios 3, 14-16). Véase también Salmo 21, 28; 147, 8 s.; Isaías 2, 2 y siguientes; 61, 11; Miqueas 4, 1 y siguientes; Tobías 13, 13 y siguientes; 14, 8 y siguientes.

[6538] 5. Los justos: los israelitas. Uno de ellos: Moisés, que fue expuesto en el Nilo (Éxodo 2, 1-11). Les quitaste... recuerda la muerte de los primogénitos de los egipcios (Éxodo 11 y siguientes). Los ahogaste (a los egipcios) cuando persiguieron a los israelitas (Éxodo 14, 21-31).

[6539] 6. Véase Génesis 22, 16; 26, 3; Éxodo 13, 5; 32, 13; 33, 1.

[6540] 8. Llamándonos: a hacer alianza con Dios. Tan solo por la salida de Egipto se hizo posible la alianza del Sinaí.

[6541] 9. Evoca el sacrificio del cordero pascual (Éxodo 12, 1-28). A recibir igualmente: Admiren los sociólogos esta solidaridad que une a todos en igual destino (véase Salmo 132, 1 y nota). ¡Cuánto más deberíamos tenerla los que somos miembros del mismo Cuerpo de Cristo! (cf. I Corintios 12, 12 y siguientes). Los himnos: véase Salmo 112 y II Paralipómenos 30, 21; 35, 15.

[6542] 12. Ni bastaban: Véase Números 33, 4; porque los egipcios solían embalsamar a los muertos, procedimiento que exigía mucho tiempo.

[6543] 13. A ninguna cosa creían de cuantas pruebas dieron Moisés y Aarón (Éxodo 7, 8 y siguientes). Pueblo de Dios: en griego: Confesaron que el pueblo de Israel era hijo de Dios. Así lo llama el mismo Dios en Éxodo 4, 22 y siguientes. Véase Jeremías 31, 9 y 20; Oseas 11, 1; Mateo 2, 15.

[6544] 15. Tu omnipotente palabra: Expresión del poder divino. Véase Oseas 6, 5; Salmo 147, 4; I Paralipómenos 21, 16. El Ángel exterminador representado como un guerrero, que alcanza hasta el cielo (versículo 16), en aquella noche dio muerte a los primogénitos de los egipcios (Éxodo 11, 4 s.). En la Liturgia se aplica la palabra en sentido acomodaticio a la Encarnación del Verbo (Introito del Domingo infraoctava de Navidad). Porque también este vino como un guerrero esforzado a quebrantar el poder de Satanás y unir el cielo con la tierra, pero no para llenar todo de muerte (versículo 16) y de turbación (versículo 17), sino para traernos la vida que es Él mismo (Juan 1, 4; I Juan 4, 9; 5, 12) y la paz que también es Él mismo (Efesios 2, 14) y que anunciaron los ángeles en la noche de Navidad (Lucas 2, 14), tan distinta de aquella terrible noche egipcia. Esta parece más un símbolo de la segunda Venida de Cristo, cuando “juzgará a las naciones” (Salmo 109, 6), así como llenará de felicidad a sus amigos (I Tesalonicenses 4, 16 s.), y a “los que aman su venida” (II Timoteo 4, 8).

[6545] 20. También los justos: los israelitas. Aplicándolo a los cristianos podemos decir con San Crisóstomo; “No son los buques vacíos los que temen a los piratas, sino los que están cargados de oro, de plata y de piedras preciosas; de la misma manera el demonio no atormenta fácilmente al pecador, sino más bien al justo” (Homilía IV in Isaías).

[6546] 21. s. Un varón irreprensible: Aarón que intercedió por el pueblo pasando por donde las llamas devoraban al pueblo y apagando la ira del exterminador (versículo 25) “con la sola palabra” (versículo 22) de su oración. Véase Números 16, 47 y siguientes. Aarón, a quien Dios generosamente llama aquí irreprensible, había caído antes en la apostasía idolátrica que el mismo Dios llamó “asquerosa abominación” (véase Éxodo 32, 2 y siguientes y 25). Entonces la oración de Moisés le libró de ser destruido por Dios (Deuteronomio 9, 20). Pero sin duda fue grande su contrición junto con la del pueblo (Éxodo 33, 1 y siguientes). El Eclesiástico (45, 7) habla de él y no hace mención de su pecado, si bien, contrastando con el gran elogio de Moisés, se refiere más a la dignidad sacerdotal que a la persona de Aarón.

[6547] 24. El Sumo Sacerdote Aarón llevaba un racional, en el cual estaban grabados los nombres de los doce patriarcas (Éxodo 28, 15-21), y en la tiara una lámina cuya inscripción rezaba: consagrado al Señor (Éxodo 28, 36; 39, 29). En el racional estaban también los Urim y Tummim (Éxodo 28, 30), por cuyo medio el Sumo Sacerdote consultaba al Señor quien había prometido revelarle así su voluntad en los asuntos importantes. Era un especialísimo privilegio divino, que solo fue ejercido mientras Israel se mantuvo fiel a Dios (Schuster-Holzammer). Véase Esdras 2, 63. Simbolizado todo el mundo: “Aquel pontifical, dice Fray Luis de León, así en la forma de él como en las partes de que se componía, y en todos sus colores y cualidades, era como una representación de la universidad de las cosas; y el sumo sacerdote vestido de él era un mundo universo; y como iba a tratar con Dios por todos, así los llevaba todos sobre sus hombros. Pues de la misma manera Cristo, sumo y verdadero sacerdote, para cuya imagen servía todo el sumo sacerdocio pasado, cuando subió al altar de la cruz a sacrificar por nosotros, fue vestido de nosotros en la forma que dicho es, y sacrificándose a sí y a nosotros en sí, dio fin de este modo a nuestra vieja maldad” (Nombres de Cristo).

[6548] 2 s. Véase Éxodo 12, 31-33; 14, 5. De luto (versículo 3): por los primogénitos (Éxodo 13, 15).

[6549] 6 y siguientes. Tus hijos: Admiremos una vez más el amor de Dios hacia Israel, y esa solicitud que llega hasta alterar en su favor las leyes naturales y a destruir a todos sus enemigos (véase Salmo 77, 13 s.; 104, 28 y siguientes; 105, 8 siguientes y notas; Joel capítulo 3, etc.). Así es como todo este Libro remata en una honda exclamación de reconocimiento (versículo 20).

[6550] 9. Véase en Éxodo 15, 19 el grandioso cántico de alegría que entonaron con Moisés.

[6551] 11. Véase 16, 2; Éxodo 16, 13; Números 11, 13; Salmo 77, 26 y siguientes.

[6552] 13 y siguientes. Paralelo entre los egipcios y los habitantes de Sodoma (Génesis 19), siendo más culpable la conducta de los primeros, porque oprimían a los mismos vecinos (Éxodo 1, 10-14).

[6553] 16. A la puerta del justo: Se refiere a Lot (cf. Génesis 19).

[6554] 17. En griego es el versículo 18 y dice en la versión de Bover-Cantera: Y es así que los elementos naturales permutándose los unos al son de los otros son como los sonidos en el salterio, que cambian el género de ritmo, conservando siempre su propia sonoridad, lo cual se puede colegir puntualmente de la consideración de las cosas acaecidas, pues el milagro no suprime la armonía de las fuerzas de la naturaleza, sino que produce una nueva y maravillosa concordancia de ellas. Nácar-Colunga vierte de otra manera: para ejercer en ellos la justicia se pusieron de acuerdo los elementos, como en el salterio se acuerdan los sonidos en una inalterable armonía, como claramente puede verse por los sucesos: y agrega en la nota: “Para ejercer la justicia divina, los elementos formaron como un salterio, combinando armónicamente su condición. Estos animales acuáticos (versículo 18) han de ser las ranas, que invaden la tierra de Egipto (Éxodo 8, 1-15), el fuego (versículo 19) son los rayos, que, destruyendo los ganados, perdonan a las ranas, como el sol derrite el maná que, por otra parte, era cocido al fuego. Todo sucede para glorificación de Israel (16, 17).”

[6555] 20. Delicioso manjar: el griego dice: alimento celestial. Véase 16, 20 y nota. Como hemos visto, los nueve primeros capítulos nos han presentado a la Sabiduría en sí misma, identificada con la divina Persona del Verbo, que se manifestó más tarde en la Encarnación. Por consiguiente cuando los diez últimos capítulos nos muestran a esa misma Sabiduría-Cristo como el autor de todas las bendiciones recibidas por Israel en la salida de Egipto, nos explicamos el misterioso pasaje de San Judas versículo 5, donde dice que Jesús salvó a su pueblo de la tierra de Egipto, no obstante haber esto ocurrido unos quince siglos antes de la Encarnación (véase Éxodo 14, 19; 23, 20 y siguientes; Números 20, 16; I Corintios 10, 4-9). Porque, como señalamos en la Introducción a este divino Libro, el Padre lo hace todo para la gloria de su Hijo (Hebreos 1, 2), así como el Hijo todo lo hace siempre (y lo hizo cuando, “habitó entre nosotros”), para la gloria de su Padre (Salmo 39, 8; Lucas 2, 19; Juan 8, 49 s.; 14, 13; 17, 1, etc.), en virtud del amor que los une a Ambos y que es el Espíritu Santo: en lo cual consiste el dulcísimo poema del Amor infinito, que llamamos misterio de la Trinidad. A él somos convocados, no solo para conocerlo, sino también para tomar participación, mediante la invitación al banquete de la Sabiduría (Proverbios 9, 1-6).

[6556] El prólogo no forma parte del libro inspirado, sino que fue compuesto y añadido por el traductor. Es de notar la observación de este sobre lo difícil que es traducir con exactitud los libros santos. De ahí la gran conveniencia de recurrir a los textos originales, según lo señala Pío XII en la magistral Encíclica “Divino Afflante Spiritu” del 30 de setiembre de 1944. El rey Ptolomeo Evergetes es el segundo de este nombre que reinó de 145 a 117 a. C. (con su padre ya desde 170).

[6557] 1. Existe antes de los siglos: es decir, se identifica con la segunda de las divinas Personas, el Verbo eterno (versículo 5) que siempre estuvo “apud Deum”, exactamente como lo dice Juan 1, 1. El Eclesiástico nos da así la misma doctrina que el Libro de la Sabiduría y los otros Libros Sapienciales (Proverbios 8, 22; Sabiduría 7, 26, etc.), y confirma aquí terminantemente que no puede existir la sabiduría creada en el hombre (versículo 4), si no procede de su única fuente, que es aquella sabiduría increada de Dios. Lección fundamental contra todo orgullo humano. Comparadas con la sabiduría divina, todas las ciencias son “cisternas rotas” (Jeremías 2, 13). Por eso San Ambrosio recomienda “beber grandes sorbos en las fuentes del Antiguo y Nuevo Testamento, porque en cada Testamento se bebe a Cristo” Cf. versículo 5 y nota.

[6558] 5. Falta en los mejores códices griegos (lo mismo que los versículos 7, 14, 17-19, 23 [segunda parte], 26 y 27). Pero el Salmo 118 que es todo un himno a la Ley de Dios, confirma este concepto de que los mandamientos no son órdenes despóticas sino corrientes de sabiduría, esto es, enseñanzas de felicidad.

[6559] 9. Es la respuesta a las preguntas de los versículos 2 y 3. Véase capítulos 42, 15 ss. y 43; el discurso de Dios en Job 38 ss. y el Salmo 103. La numeró y la midió: Véase Proverbios 16, 11; Sabiduría 11, 21.

[6560] 10. La comunicó a los que le aman. El amor lee entre líneas. Imaginemos que un extraño lee en una carta ajena este párrafo: “Cuida tu salud, porque si no, voy a castigarte.” El extraño pone los ojos en la idea de este castigo y halla dura la carta. Mas vino luego el destinatario de ella, que era el hijo del remitente de la carta, y al leer esa amenaza de su padre, de castigarle si no se cuidaba, se puso a llorar de ternura viendo que el alma de aquella carta no era la amenaza sino el amor siempre despierto que le tenía su padre, pues si le hubiera sido indiferente no tendría ese deseo apasionado de que estuviera bien de salud. La carta que Dios nos escribió es la Sagrada Escritura (San Gregorio). Contiene también amenazas pero son amenazas paternales escritas para nuestra salud, y el que ama al Padre Celestial las lee como aquel hijo que se puso a llorar al ver la tierna preocupación de su padre.

[6561] 15. La aman luego que la ven: La miel no puede parecer amarga al que la prueba. He aquí la gran luz que nos da toda la Escritura: conocer para poder amar, y amar para poder servir (Gálatas 5, 14; Romanos 13, 10; I Corintios 13). El conocimiento es el camino hacia el amor (Juan 17, 3, 6, 17 y 26). Se trata, claro está, del conocimiento espiritual o sabiduría, que viene de la Palabra divina, y no de un conocimiento puramente exterior y superficial.

[6562] 16. Véase Proverbios 1, 7; 9, 10; Eclesiástico 12, 13; Salmo 110, 10 y notas. En el seno materno: ha de entenderse esto de aquellos dones especiales que Dios concede a algunos desde el seno de su madre o desde la cuna, con los que desde luego muestran inclinación a la piedad (Job 31, 18): así como, por el contrario, en el Salmo 57, 4 se dice de otros que han sido enajenados y embotados desde el seno de su madre. Otros lo aplican a la predestinación, así como Jeremías fue santificado (Jeremías 1, 5) y San Pablo separado (Gálatas 1, 15) desde el seno de su madre (Scío). Sobre la predestinación véase lo que dice San Pablo en Romanos 8, 29 s.

[6563] 26. Falta en el griego. Girotti lo considera una compilación de los versículos 17, 21 y 24.

[6564] 28. En hebreo: Al impetuoso fuera de razón no faltará castigo, porque el empuje de su ímpetu lo hará precipitarse. Vaccari deduce de aquí la diferencia entre el moralista ligero, que a todos quiere imponer su pretendida sabiduría, y el verdadero sabio que espera el tiempo oportuno para insinuar su doctrina.

[6565] 30. Retendrá sus palabras. Otra traducción esconderá su palabra. Un proverbio árabe manda girar tres veces la lengua antes de hablar.

[6566] 31. Las máximas de la buena conducta; de modo que María sabrá ser buena Marta cuando llegue la ocasión.

[6567] 34 s. Lo que le agrada: Véase Sabiduría 9, 10 y nota. No olvidemos que en saber lo que agrada a Dios, consiste todo. La fe y la mansedumbre: Dios colma de bendiciones al que confía en Él (cf. Salmo 32, 22 y nota) y es manso (Salmo 36, 11).

[6568] 36 ss. Sobre el corazón doble, tan abominable ante Dios, véase Juan 1, 47; Santiago 1, 6-8; 4, 8; Sabiduría 1, 2 y 5 y notas; Mateo 5, 23 s.

[6569] 39. Revelando, etc.: Véase lo que dice Jesús en Lucas 12, 2 s.: “Nada hay oculto que no haya de ser descubierto, nada secreto que no haya de ser conocido. En consecuencia, lo que hayáis dicho en tinieblas, será oído en plena luz, y lo que hayáis dicho al oído en los sótanos, será pregonado sobre los techos.”

[6570] 1. Desde el Antiguo Testamento se nos enseña que las luchas y tentaciones son pruebas de la fe. Si las llevamos con paciencia nos purifican y nos unen más fuertemente con Dios. Si el alma, dice, San Gregorio, se une vigorosamente a Dios, las amarguras se convierten en dulzura, y toda aflicción es para ella un descanso (Lib. V. Moral.). Cf. Ester 13, 18; Proverbios 3, 12; Sabiduría 3, 5; 11, 11; Santiago 1, 2 ss.

[6571] 2. Ten paciencia: Scío vierte: sufre; Bover-Cantera: muéstrate firme; Nácar-Colunga: soporta con paciencia. La Vulgata expresa todo esto con la sola palabra lapidaria: ¡sústine!, que debería estar en el escudo de todos los que luchan bajo la bandera de Cristo. ¡No agites tu espíritu! Suavísima norma que nos muestra con qué caridad nos ama Dios. La sabiduría está en la serenidad confiada, que sabe aguardar la salud que viene de Dios (Lamentaciones 3, 22-26) y orar (Santiago 5, 13), esperando que Él obre (Salmo 36, 5 y nota), sin entregarse a los escrúpulos e inquietudes con que Satanás quiere llevarnos a la desesperación. Esa difícil pasividad es mayor acto de fe que cualquier actividad insensata y febril. Cf. Tobías 2, 12 y nota.

[6572] 3. Este versículo ha sufrido muy diversas versiones. Scío: Aguarda si tarda Dios, únete con Dios y sufre para que a lo postrero crezca tu vida. Nácar-Colunga: Adhiérete a Él y no te separes, para que tengas buen éxito en tus postrimerías. Bover-Cantera: Pégate a Él y no te alejes, para que crezcas en tus últimos momentos. Todas las versiones hacen pensar en la suerte final y la vida eterna.

[6573] 5. Véase 4, 18 ss.; Sabiduría 3, 6; I Corintios 3, 13; I Pedro 1, 7. Los hombres aceptos, es decir, los hombres gratos a Dios.

[6574] 9 s. Esperad en Él, etc.: Hebreo y griego: esperad bienes y gozo y misericordia. El versículo 10 no figura en los originales y parece puesto para añadir la caridad a la fe (versículo 8) y a la esperanza (versículo 9). Nótese la impresionante repetición del comienzo de estos versos y de los versos 18 ss.: los que teméis al Señor.

[6575] 11. Los antiguos decían: “Historia discimus”: la Historia es Maestra en enseñarnos lo que aguarda a quienes no obedecen a Dios. Véase Salmo 36, 25; 62, 7 y notas.

[6576] 12. “Al que viene a Mí no le echaré fuera” (Juan 6, 37).

[6577] 14. Por dos senderos: Es lo mismo que: “Ninguno puede servir a dos señores”, dice el Señor único (Mateo 6, 24).

[6578] 18. Es la gran promesa de Juan 14, 23. El que no ama no tiene fuerza (ibíd. versículo 24). El amor consiste principalmente en soportar las penalidades de la vida. “Los que llegan a la perfección, nunca piden al Señor que los libre de tribulaciones y pruebas, sino que las ansían y aprecian tanto como los hijos del siglo aprecian las riquezas, el oro y las piedras preciosas. Saben que especialmente en tiempos de tribulación y tentaciones es fácil enriquecerse” (Santa Teresa de Jesús).

[6579] 19. Lo que es agradable: No todo es cuestión de obligación cuando se trata de un Padre (1, 34). Véase 7, 40 y nota.

[6580] 20. Santificarán sus almas: en griego: se humillarán delante de Él. “La primera de las gracias, dice San Bernardo, es el temor de Dios. El que lo recibe y obedece a sus inspiraciones, detesta toda iniquidad... Sin aquella gracia, que es el principio de la piedad, ningún bien se desarrolla ni se multiplica. Como la falsa seguridad es el manantial de todas las iniquidades, así el temor del Señor es el principio, la base y la custodia de todos los bienes” (‘Los Dones del Espíritu Santo’, c. 1).

[6581] 22. s. En hebreo sigue al versículo 20 y dice, al revés: Arrojémonos en las manos de Dios y no en las de los hombres, porque cuanto Él es, etc. Las palabras si no hacemos penitencia, parecen añadidas y “cambian todo el sentido, en contraste con el versículo 23” (Bonacorsi). David expresó igual confianza en la suavidad de Dios (II Reyes 24, 14), y nos reveló que su misericordia es tan alta como el cielo (Salmo 102, 11).

[6582] 3. Dios quiso honrar al padre, hasta el punto de hacerlo objeto del cuarto mandamiento. El que lo violare perecerá. Véase Mateo 15, 4; Éxodo 20, 12; 21, 17; Deuteronomio 5, 16; Levítico 20, 9; Proverbios 20, 20.

[6583] 7. Larga vida: Esta es la promesa especial de qué habla San Pablo en Ef. 6, 2 s. Es que se trata de algo especialmente agradable a Dios según vemos en Colosenses 3, 20. La sociedad humana, tal cual Él la quiso en el pueblo escogido, era esencialmente patriarcal. La dignidad paternal no solo se funda en el sumo derecho natural de haber dado gratis a los hijos la vida y su subsistencia, sino que también es una imagen y representación de la Paternidad divina (Ef. 3, 15), creadora, conservadora, amante y misericordiosa (Salmo 102, 13). Jesús, salvación dada por el mismo Padre, se nos ofrece a cada paso de su Evangelio, como modelo de Hijo de ese Padre, al que se complace en estar sometido (Juan 4, 34; 12, 49; 14, 28; I Corintios 15, 28). Luego nos lo da por Padre nuestro (Juan 1, 12 s.; 20, 17); y entonces el Padre nos da el mismo Espíritu de Jesús para que podamos amarlo como Él lo amó (Gálatas 4, 6).

[6584] 9. “Oh, hijos, dice San Ambrosio, alimentad a vuestro padre, alimentad a vuestra madre. Aunque hayáis alimentado a vuestra madre, no le habéis podido pagar todavía los dolores y las angustias que por vosotros ha sufrido; no le habéis dado alimentos que compensen los que, por un tierno afecto, os ha ofrecido cuando os criaba… Se ha privado de alimentos que tal vez le gustaban; por vosotros ha aceptado manjares que le repugnaban; ha velado y llorado por vosotros. ¿Podríais abandonarla en la necesidad? ¡Oh, hijos! ¡qué terrible juicio se os prepara, si no cuidáis a vuestra madre!”

[6585] 11. Afirma las casas. Les da prosperidad. En Israel esta bendición paterna era cosa primordial, y confirmada por Dios (cf. Génesis 27, 7 y 28 s.; 49, 2 ss. y notas). En hebreo: La bendición del padre hace firme la raíz, y la maldición de la madre arranca la planta.

[6586] 12. No es gloria tuya; porque es tu misma sangre. Bella lección de honor, aplicada por Corneille en “El Cid”. Muestra cuán necia es la vanidad del joven que quiere superar a su padre como si se tratase de un rival. Es lo contrario de lo que hizo Jesús. Cf. versículo 7 y nota.

[6587] 13. Padre sin honra: en la versión griega se lee madre.

[6588] 16. Los defectos de la madre: la vejez, las enfermedades, los defectos psíquicos.

[6589] 19. El segundo hemistiquio se traduce en hebreo así: serás más amado que el hombre que trae presentes.

[6590] 20. ¡Cuánto más grande! Jesús puso a esto un comentario vivo cuando dijo: “Yo estoy entre vosotros como un sirviente” (Lucas 22, 27), y nos lavó los pies para que lo imitáramos (Juan 13, 14), y se aniquiló, como olvidándose de su divinidad (Filipenses 2, 3) para que la gloria fuese del Padre (versículo 7 y nota). María igualmente, se dice “esclava” (Lucas 1, 38) y proclama su nada propia (ibíd. 48) precisamente cuando se ve elevada a una grandeza por la cual todas las generaciones la llamarán dichosa. ¡Ay de los que se creen dignos de honores por hallarse colocados en alta posición! Véase 7, 4 y nota.

[6591] 24. No escudriñes las cosas superfluas: Queremos saber lo que Dios quiere que ignoremos, y queremos ignorar lo que Él quiere que sepamos. La curiosidad imprudente induce al error, máxime cuando se trata de cosas que son superiores a nuestros sentidos y a nuestra inteligencia. Creemos comprender lo que comprendemos mal, o lo que no comprendemos. Así sucede con la mayor parte de los filósofos modernos que, a pesar de tenerse por maestros del género humano, no tienen otra suerte que la de ser refutados por sus propios discípulos. Son sepultureros que entierran a otros sepultureros.

[6592] 27. Cf. Proverbios 5, 8 y nota. El corazón empedernido desprecia las riquezas de la bondad de Dios. Conforme a su dureza se atesora “ira para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios” (Romanos 2, 5), es decir, para el día del juicio.

[6593] 28. Sigue dos caminos: Cf. 2, 14.

[6594] 33. Dios sostendrá al que hace limosna para que no caiga o le levantará de su caída (San Juan Crisóstomo). Véase (Mateo 5, 7; Tobías 4, 11 s.; 12, 8 s. y notas.

[6595] 34. Todos somos mendigos de Dios; pero para que Dios reconozca a los suyos, reconozcamos a los nuestros. ¿Con qué cara os atreveréis a pedir a Dios, si no queréis socorrer a vuestro semejante? (San Agustín). Sin misericordia para los pobres es imposible conseguir misericordia (San Cipriano).

[6596] 1. No defraudes al pobre de su limosna; en griego: de su sustento. De aquí se ve que el pobre no ha de ser considerado como un hombre molesto, sino que tiene para ser socorrido un verdadero derecho. “Por esto cometemos una especie de robo si les negamos lo que para ellos es necesario y a nosotros nos sobra. Los Padres de la Iglesia jamás han dado otra explicación a este texto” (Vigouroux. Polyglotte). Esto no es solo consecuencia del derecho a la vida en el orden natural, sino que también es correlativo del mandamiento del amor, síntesis de toda Ley divina (Mateo 22, 36-40; Romanos 13, 8-10). Por pobres han de entenderse todos los que no tienen lo necesario para sí y para su familia. La Sagrada Escritura no cesa de recomendar la limosna y la misericordia con el pobre (Mateo 5, 7; 23, 23; Lucas 6, 36; Romanos 12, 8; Colosenses 3, 12; Santiago 2, 13; Salmo 36, 26; Tobías 4, 7; Isaías 58, 10; Daniel 4, 24; Oseas 12, 6; Zacarías 7, 9, etc.).

[6597] 8. Paga tu deuda: Esto es más que dar limosna. Hay gentes que no se niegan a dar una limosna, pero no se acuerdan de las deudas que han contraído con otros, o dan limosna con dinero ajeno. Esto no es sino otra forma de defraudación y robo.

[6598] 12. Infunde vida: en griego: ensalza. En hebreo: instruye. Va delante de ellos. Véase Sabiduría 6, 14 ss.

[6599] 15. El Santo es Dios (o su Hijo Jesús a quien la Iglesia llama “Tu solus Sanctus”). Véase Lucas 18, 19. Dios ama a los que la aman: He aquí el secreto para ser predilecto del Padre: amar la sabiduría, lo cual es lo mismo que amar al Hijo (Juan 16, 27), pues Jesús es la Sabiduría en persona. Véase 1, 1 y nota.

[6600] 16. Los santos juzgarán el mundo. Véase Lucas 22, 29 s.; Apocalipsis 2, 26 ss.; 20, 4. Cf. I Corintios 6, 2 s.

[6601] 17. Los hijos, imitando a sus padres, heredarán la sabiduría de ellos, y con eso queda confirmada la posteridad.

[6602] 18 ss. Vemos aquí el maravilloso proceso de Dios con el alma para elevarla en la vida espiritual. El Nuevo Testamento nos muestra que para avanzar en este proceso, hay que superar el escándalo que al principio nos produce Cristo con su doctrina, tan opuesta a la sabiduría humana (Marcos 14, 27; Mateo 11, 6; 13, 21; I Corintios 1, 23; Salmo 118, 38-40 y nota). Conseguimos esto cuando renunciamos a juzgar a Dios (II Corintios 10, 5) y nos entregamos totalmente a Él recibiendo su Palabra con la docilidad de un niñito (Marcos 10, 15).

[6603] 22. Si se desviare: Véase la doctrina de Jesús en Lucas 9, 62.

[6604] 25 s. El Eclesiástico piensa en los israelitas que, por vivir entre paganos, estaban expuestos a temer las burlas. La mala vergüenza es el respeto humano (versículo 31). La buena y la gloriosa es la que todo lo desafía con la fe confiada y el amor puesto en Cristo.

[6605] 27. Texto depravado; falta en el original. O es tal vez glosa.

[6606] 28. Pocas veces nos mueve Dios a hablar, porque la sabiduría suele estar en retirarse (versículo 34; Santiago 3, 2; Proverbios 17, 27). Pero ¡ay de los que tienen cargos de responsabilidad y callan por consideración a las personas, a los intereses o a la prudencia humana! Véase Romanos 1, 16; II Timoteo 4, 2; Isaías 58, 1; Jeremías 3, 12; Ezequiel 13, 5 ss.; 34, 1 ss.

[6607] 31 s. No te rindas a nadie para pecar, etc.: en griego: no te sujetes a hombre insensato, ni resistas al poderoso (al Todopoderoso). Esto sería como tener vergüenza de que el médico viera nuestra enfermedad (véase Mateo 9, 12; Salmo 31, 1-5 y notas). Pero, como dice en el primer hemistiquio, no manifiestes los asuntos de tu conciencia a cualquier hombre.

[6608] 34. Cf. 32, 9; Proverbios 29, 20; Santiago 1, 19. Precipitado... remiso: “Penoso contraste: pronto en el hablar, remiso en el obrar. El autor sagrado pone frente a frente dos vicios que en hecho de verdad suelen ir por lo común emparejados: palabrería y holgazanería. A quien anda bien ocupado en trabajar no le sobra tiempo para charlar. Ni suele ir nunca sola la palabrería: la acompaña la murmuración, la estima de sí mismo, el desprecio de los demás. Hay quien, sentando cátedra de oratoria, deja correr su lengua en magníficos, ampulosos períodos, criticando a unos, descabezando a otros, rechazando sistemas, proponiendo reformas, mostrando a gobernantes y a gobernados el camino que han de seguir si quieren salvar la nación, fuera del cual irán a dar consigo al profundo abismo. Risum teneatis, amici!” (Fernández, Flor. Bibl. IX, p. 37).

[6609] 35. La caridad cristiana encuentra su primer campo de actividad en la propia casa, en el trato diario con nuestros familiares y servidores. Prójimo es ante todo el que nos está próximo.

[6610] 1. Véase 40, 1; Proverbios 10, 2. A los que ponen su confianza en las riquezas, dice el Señor: “¡Insensato! esta misma noche han de exigir de ti la entrega de tu alma” (Lucas 12, 20). Riquezas inicuas: adquiridas injustamente. Tal vez de este pasaje provengan las palabras “riquezas de iniquidad” en Lucas 16, 9 (véase Proverbios 10, 2). Al tiempo de la venganza: en el día del juicio. Véase 12, 4; Proverbios 11, 4; Isaías 34, 8; Jeremías 46, 10; 51, 6; Ezequiel 7, 19; Sofonías 1, 18; Romanos 2, 5.

[6611] 5. No se trata de dudar del perdón (Salmo 102, 12). Si la conciencia nos da testimonio de estar contrita (I Juan 3, 21; Eclesiastés 9, 1 y nota), dudar de la misericordia sería impedirla, pues el Padre celestial la concede solamente cuando confiamos en ella (Salmo 32, 22 y nota; Lucas 15, 20). El sentido es, pues: teme recaer después del perdón. En efecto, Jesús enseña que tal situación es peor que la de antes. Véase 26, 27; Mateo 12, 45; Hebreos 4, 6; 10, 26; II Pedro 2, 20. Sin embargo, “no quieras estar sin temor”, como aquí insinúa el Eclesiástico al pecador, “y esto por tres razones: la primera, para tener siempre ocasión de no presumir; la segunda, para tener materia de siempre agradecer; la tercera, para que le sirva de más confiar para más recibir” (San Juan de la Cruz. Cantico Espiritual XXXIII).

[6612] 6. Importa mucho no entender mal este pasaje, pues nada podría ser peor que dudar de la misericordia divina, cuyo carácter infinito —como observa Fillion— es lo más real que existe (véase Salmo 32, 22; 76, 10 y notas). Se trata aquí de la burla (especie de sacrilegio, dice el mismo Fillion) que pretexta la misericordia pero que no cree en ella, pues si creyera en el amor de Dios lo amaría, como enseña San Juan y explican San Agustín y Santo Tomás. Nótese que el texto no dice “no creas”, sino “no digas”, esto es, no pretendas hipócritamente. Lo mismo ocurre con la célebre expresión: “Peca fuertemente y cree más fuertemente”, la cual, si alguna vez fue dicha, encerraría una contradicción in terminis, puesto que, según la misma doctrina paulina de la justificación por la fe, esta, si es viva, obra por la caridad (Gálatas 5, 6) en la cual está la plenitud de la Ley (Romanos 13, 10) o sea todo lo contrario del pecado.

[6613] 7. Misericordia... indignación: Dios habla siempre en este lenguaje, que no es el de los jueces de la tierra, sino el de un Padre que ama (Juan 5, 22; 3, 17; 8, 15; 12, 47; Lucas 12, 10). Él desea siempre perdonar, y cuando castiga, lo hace como una venganza (versículo 9) del amor despreciado (Ezequiel 33, 11; Proverbios 1, 26 y nota).

[6614] 11. Se convence reo: griego: así hace el pecador de lengua doble, o sea, que unas veces afirma lo que otras niega. San Pablo nos previene contra esta versatilidad, de la cual solo puede librarse el que ha unificado su pensamiento identificándolo con el que Cristo nos da a conocer en todas sus palabras (Ef. 4, 14).

[6615] 12. En griego: Sé firme en tu convicción y tu palabra sea la misma.

[6616] 16. En griego: No seas (llamado) chismoso y no armes lasos con tu lengua.

[6617] 18. A los pequeños y a los grandes: El griego y el hebreo: no peques ni en lo chico ni en lo grande. Jesús da sobre esto una luz inmensa, asegurándonos que el que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho. Esto nos despeja incalculablemente la vida espiritual, atrayéndonos al encanto de las pequeñas virtudes. No dijo Él: ¡sed gigantes!, sino ¡sed niños! Véase 19, 1 y nota; Lucas 16, 10; Mateo 25, 23.

[6618] 2. Véase Romanos 12, 16; Filipenses 2, 3. El número de los que se dejan llevar por la altivez es infinito, y no sin razón el Eclesiástico la llama “locura”. ¡Qué cosa más detestable y más digna de castigo que el orgullo del hombre que se levanta ante un Dios que se hizo hombre! San Crisóstomo compara el orgullo con las tempestades del mar. “Este crimen ciega el espíritu; no hay mal que le iguale; hace del hombre un demonio, un insultador, un blasfemo y un perjuro” (Homilía ad populum).

[6619] 3. Tus frutos: tus buenas obras. El árbol seco es figura del hombre que no produce obras de amor (Juan 15, 1 ss.; I Corintios 13).

[6620] 5. La lengua graciosa, etc. En griego: la lengua suave es rica en amabilidades (Crampón). El texto hebreo dice: los labios graciosos (multiplican) a los que nos saludan. Jesús es modelo de suavidad (Mateo 11, 28) y San Pablo recomienda toda amabilidad (Filipenses 4, 8; Ef. 6, 4, etc. Cf. Proverbios 15, 1). Claro está que esta ha de ser fruto de la caridad (Gálatas 5, 22) y no simple cortesía mundana por conquistar simpatías para sí mismo. “Más que amable ser amante.” Cf. 4, 28; Proverbios 22, 1 y notas.

[6621] 7. He aquí una regla bien fundamentada en la Sagrada Escritura: no confiar en los hombres, sino solamente en Dios; pues el amigo puede trocarse en traidor y enemigo. En Juan 2, 24 s. nos dice el Evangelista que Jesús no se fiaba de los hombres, “porque a todos los conocía, y no necesitaba de informes acerca del hombre, porque conocía por sí mismo lo que hay en el hombre”.

[6622] 11 ss. El sentido del texto griego y hebreo es: Parecerá constante, pero si llegas a ser humillado, él estará contra ti y se retirará de tu presencia. Cf. Ovidio: Elegía X.

[6623] 16 s. He aquí la única unión durable entre los hombres: la comunidad del espíritu, mediante la caridad que es el vínculo perfecto (Colosenses 3, 14). Sin ella no duran ni los lazos de la sangre, ni los del afecto sentimental. Véase 13, 19; 25, 2; 37, 15; 40, 23 y notas.

[6624] 18 s. Doctrina: es aquí sinónimo de sabiduría, como las palabras disciplina, ciencia, inteligencia, prudencia. Véase la Introducción a este Libro. Acerquémonos a la sabiduría desde la juventud, porque la juventud está más cerca de la inocencia y es más apta para servir a Dios. Es la edad más querida de Dios. El que sirve a Dios en la juventud difícilmente lo deja en la edad avanzada. Los que llegan a una buena vejez, pueden cosechar lo que han sembrado en la juventud (versículo 19). Esperemos con paciencia, como el labrador que, cuando siembra, no sabe si comerá de los frutos. Cf. Santiago 5, 7.

[6625] 21 s. Jesús explica el por qué en Juan 3, 19. Cf. Proverbios 1, 7 y 29; 9, 7 y notas.

[6626] 23. Como su nombre: sinónimo de oscuridad o misterio (I Corintios 2, 7). Según otros: disciplina (hebreo: musar).

[6627] 25. Véase versículo 30. Hay que entregarse a la sabiduría como un prisionero que ya no goza de libertad. La humillación de sí mismo, la sumisión y perfecta entrega a la sabiduría es la condición indispensable para alcanzarla. Véase la palabra del Señor en Mateo 11, 25 y II Corintios 10, 5. Esto es lo que más cuesta al hombre y lo que hace que sea poco leída la divina Escritura. “Libremos nuestro cuerpo del pecado, y se abrirá nuestra alma a la sabiduría. Cultivemos nuestra inteligencia mediante la lectura de los Libros santos, que nuestra alma encuentre allí su alimento de cada día” (San Jerónimo).

[6628] 26. Véase Proverbios 2, 10; 3, 17; 22, 18 y nota.

[6629] 31. Versículo diversamente traducido: La Vulgata dice literalmente: porque en ella está la belleza de la vida y sus prisiones son ligaduras de salud. Nácar-Colunga: Es ornamento de oro, y sus ataduras son cordón de jacinto. Bover-Cantera: Follaje de oro será su yugo; y sus lazos, hilados de púrpura violeta. Los judíos llevaban cordones de jacinto en sus mantos para recordar la Ley del Señor (Números 15, 18).

[6630] 35 s. “Frecuenta la reunión, de los ancianos, dice San Buenaventura, porque no es cosa muy segura emprender la lucha uno solo contra Satanás” (Sermón del Domingo III de Cuaresma). Véase 8, 9; 9, 21; 27, 13. Israel nos da el ejemplo de este amor a las enseñanzas de los ancianos, de los cuales huye la frívola juventud de hoy (versículo 21 y nota). Los proverbios de alabanza: en griego: las máximas de la Sabiduría. Este texto forma el aleluya de la misa de San Ireneo, que recogió para la tradición católica esas enseñanzas de los ancianos que estos habían oído a los Apóstoles. Véase 24, 44 y nota.

[6631] 37. Estudiemos el Salmo 118, que íntegramente trata el mismo tema. “La Ley de Dios, dice San Gregorio, es un espejo en el cual se miran constantemente las almas santas descubriendo las manchas que en ellas puedan existir.”

[6632] 2. Previene contra las malas compañías. Véase Proverbios 1, 15 y nota.

[6633] 3. Siete veces más: Cifra redonda, que significa multitud. Torres Amat vierte multiplicadas. El sentido es: “No siembres en el campo de tu corazón malos deseos, después de haber echado en él los surcos de los malos hábitos (Gálatas 6, 8), porque la mala semilla de los vicios arroja frutos muy copiosos de pecados, y de penas que les corresponden” (Scío).

[6634] 4 ss. El sabio teme la tremenda responsabilidad de las alturas (Sabiduría 6, 6 y nota). San Agustín, comentando I Timoteo 3, 1, donde se trata de la dignidad episcopal, hace notar que San Pablo dice obra, y no honra. Véase 3, 20 y nota.

[6635] 5 Véase Job 9, 20; Salmo 142, 2; Eclesiastés 7, 17; Lucas 18, 11.

[6636] 8. Literalmente: no ates dos pecados: el sacrificio expiatorio sea sincero y no resulte un nuevo pecado (cf. Salmo 108, 7). En la Nueva Ley hemos de aprovechar dignamente el Sacramento de la Confesión, la contrición perfecta (véase Salmo 50 y notas), y los sacramentales, comprendidos en el verso latino: “orans, tinctus, edens, confessus, dans, benedicens”, o sea: a) oración (principalmente el Padrenuestro); b) agua bendita, ceniza, unciones; c) pan u otros alimentos benditos (I Timoteo 4, 5); d) confíteor; e) limosnas u otras obras de misericordia; f) bendiciones y exorcismos.

[6637] 11. Dios no mira a la muchedumbre de los dones y ofrendas sino al corazón. El amor a Dios con todo corazón vale más que todos los holocaustos (Salmo 50, 18; Marcos 12, 13). Véase Sabiduría 9, 10 y nota.

[6638] 15. Ante el maestro, el discípulo ha de escuchar y no disertar. La misma regla de conducta han de observar los jóvenes en presencia de un anciano. Ni repitas en tu oración las palabras: Es la misma regla que nos dio Jesús: “Cuando oráis no abundéis en palabras, como los paganos, que se figuran que por mucho hablar serán oídos. Por lo tanto no los imitéis, porque vuestro Padre sabe qué cosas necesitáis, antes de que vosotros le pidáis” (Mateo 6, 7-8). En vez de hacer muchas palabras, escuchemos las palabras que Dios nos dice, especialmente en los Salmos. Y cuando adoramos a Jesús, oculto en el Sagrario, podemos hacer que Él nos hable desde las páginas de su Evangelio. Véase Salmo 84, 9; Proverbios 1, 23 y notas.

[6639] 16. Vemos aquí que el desprecio de los trabajos rurales, que hoy recarga miserablemente las ciudades, es contrario al plan de Dios (Génesis 2, 15). “En la ciudad hay violencia y discordia”, dice el Salmista (Salmo 54, 10). No olvidemos que el primero que fundó una ciudad fue Caín (Génesis 4, 17).

[6640] 19. El fuego y el gusano: el infierno eterno según Marcos 9, 47; Judit 16, 21.

[6641] 21. Véase Malaquías 2, 14 ss. Previene a los judíos contra el divorcio (Deuteronomio 24, 1; Mateo 19, 7-9). Sobre la esposa, cf. versículo 28; 25, 11; 26, 1-3 y 19; Proverbios 12, 4; 18, 22; 31, 10 ss. y notas.

[6642] 22. Véase Levítico 19, 13.

[6643] 23. Todo esclavo hebreo recibía la libertad en el año sabático y no se le despachaba con las manos vacías. Cf. Deuteronomio 15, 12 ss.

[6644] 26. Su honestidad: literalmente: su cuerpo. No les muestres, etc. Es decir no seas tolerante poniendo buena cara a todas las licencias que quieran tomarse. ¡Qué lección para los padres modernos! “No son padres, exclama San Bernardo, sino asesinos”. Véase por ejemplo en Deuteronomio 22, 5, algo que Dios declara abominable y que hoy ya es cosa corriente.

[6645] 28. Véase Deuteronomio 24, 1 y nota.

[6646] 33 ss. Ofreciendo la espaldilla: Se refiere a aquella parte de la víctima que correspondía a los sacerdotes (Levítico 7, 32). Lo mismo en el versículo 35. El griego dice: Teme al Señor, honra al sacerdote y dale su parte como esta mandado desde el principio: los sacrificios por el delito con la ofrenda del espaldar, el sacrificio de la oblación y las primicias (versículo 33-35). Y purifícate, etc.: no figura en el griego ni hebreo. Con lo poco: Había ofrendas menores de los pobres. Véase p. ej. Lucas 2, 24 y Levítico 12, 8. María Santísima ofreció estas.

[6647] 37. Véase el ejemplo de Tobías (Tobías 2, 3-7) y el elogio del Ángel (Tobías 12, 12).

[6648] 38. No dejes de consolar a los que lloran (Romanos 12, 15). Véase también Mateo 5, 5.

[6649] 39. Véase Mateo 25, 36, donde Jesús considera todo esto como hecho a Él. En la segunda parte el hebreo dice: serás amado de él (del enfermo). El griego: serás amado de Dios. Esto parece lo más exacto según la Doctrina.

[6650] 40. Postrimerías, o novísimos: el hebreo y el griego dicen: el fin (Deuteronomio 32, 29). El Profeta Jeremías (12, 11) señala como causa de la desolación de la tierra, el que nadie recapacite en su corazón (Sabiduría 4, 12). El Evangelio, a cuya luz debemos interpretar esta sabia norma nos enseña que el fin puede presentarse cuando menos pensamos, con la Parusía de Cristo, que será súbita como el relámpago (Mateo 24, 27), imprevista como un ladrón en la noche (I Tesalonicenses 5, 2; II Pedro 3, 10; Apocalipsis 3, 3 y 15, 15), y objeto de burla por parte de muchos (II Pedro 3, 3 ss.; Lucas 17, 26 ss.), por lo cual hemos de esperarlo despiertos (Marcos 13, 35 ss.) y atentos a las señales (Lucas 21, 28), y entonces no nos tomará de sorpresa (Lucas 21, 36; I Tesalonicenses 5, 4; Apocalipsis 3, 10). También el Evangelio al prevenirnos para ese fin por la parábola de las Vírgenes (Mateo 25, 1 ss.), nos enseña que en aquellas la lámpara de la fe no pudo mantenerse encendida sin el óleo de la caridad (Gálatas 5, 6), por lo cual no se trata aquí del “temor servil, que es fruto de la fe informe” (Santo Tomás). Jesús señala claramente la necesidad del amor para cumplir los mandamientos (Juan 14, 24) ya que “el primero y el mayor” de entre ellos es precisamente el de amar (Mateo 22, 38). Véase 2, 18 y nota.

[6651] 2. No sea que te mueva una querella. En griego: para que no te oponga su peso, o sea su oro con el cual podrá sobornar a los jueces (versículo 3).

[6652] 4. Leña en su fuego: el locuaz aprovechará cada palabra tuya para seguir hablando.

[6653] 5. Cada día oímos por la calle cómo se habla contra la dignidad de la madre.

[6654] 6. Véase II Corintios 2, 7; Gálatas 6, 1. Esto es fundamental según el Evangelio. Nuestra caridad tiene por modelo, dice Jesús, la misericordia del Padre que perdona (Lucas 6, 36). Si no obramos como Él, no seremos perdonados (Mateo 6, 14 s.; Santiago 2, 13), pues nadie puede justificarse por sí mismo ante Dios (Salmo 129, 3 y nota). ¡Ay de aquel que rechaza a un arrepentido! Véase 28, 1 ss.

[6655] 7. Cf. Levítico 19, 32; Tobías 4, 16; Sabiduría 4, 8 s.; Proverbios 16, 31. De nosotros se hacen viejos, y seremos tratados del mismo modo como nosotros tratamos a los viejos. Hay una ley de talión en este sentido, que se cumple automáticamente, sin juez y sin alguacil. Nuestros hijos nos darán el mismo honor que nos ven tributar a nuestros padres. “A propósito de esto, ¿no convendría desde ahora ir labrando las coronas de la virtud y de la sabiduría que han de coronar una dichosa ancianidad? No se labran estas coronas en el invierno de la vida. Al borde de la sepultura solo se tejen coronas fúnebres” (Gentilini).

[6656] 9 ss. Véase 6, 35; 9, 21; 37, 15; 39, 2 s. Una de las virtudes características de los ancianos es, sin duda, su sabiduría práctica. No se dejan llevar por las ilusiones de la juventud, son más discretos en las palabras y más prudentes en sus consejos. “La vejez, dice San Isidoro, lleva consigo muchas ventajas, porque nos libra de poderosos y crueles tiranos, pone un freno a los deleites, rompe la impetuosidad de la concupiscencia, aumenta la sabiduría y da maduros y prudentes consejos” (Lib. I in Hexam. c. VII). De ahí la institución del “senado” (de “senex” = anciano) en los pueblos antiguos y también en el pueblo hebreo (cf. Números 11, 21 ss.). Roboam perdió el reino de Israel por haber seguido el consejo de los jóvenes y no el de los viejos (III Reyes capítulo 12).

[6657] 13. Reprender a un pecador obstinado es a veces lo mismo que irritarlo e instigarlo a pecar más. En general, el hombre malo se vuelve contra los que lo corrigen, como enseña Jesús en Mateo 7, 6. Demos a esas almas, cuando es posible, el conocimiento espiritual de Dios, que puede transformar su corazón (Juan 17, 3; Colosenses 1, 6; 2, 2; Ef. 4, 23) más que reconvenciones morales, pues bien saben ya ellos que pecan. Nadie deja el amor al pecado si no halla otro amor mayor que lo atraiga (Mateo 13, 44 y 46; Lucas 12, 34).

[6658] 15. Véase 29, 4 y 9 s. El poderoso no pensará en devolvértelo porque no te teme.

[6659] 17. Lo que cree justo: hebreo: a su placer. El griego dice: porque fallarán a favor de él.

[6660] 20. El secundo hemistiquio en griego: porque él no puede guardar palabra (no puede callarse).

[6661] 21. El texto griego dice: delante de un extraño no hagas nada secreto.

[6662] 1. Véase 26, 8. Admirable psicología de los celos, que a veces provocan lo que pretendían evitar. El marido enseñe la continencia con su ejemplo (Lactancio). Véase Números 5, 11 ss.

[6663] 4 ss. Véase Proverbios capítulo 7 y notas. Hoy hay que huir hasta de los periódicos, que reservan hojas enteras para representar a mujeres de poca virtud.

[6664] 5. Véase Job 31, 1.

[6665] 8 Los vestidos de lujo y los vanos adornos no convienen más que a las prostitutas y a las mujeres impúdicas, dice San Cipriano (De Habitu Virgine). San Pedro, en su primera encíclica, exhorta a las mujeres a llevar una vida casta y llena de reverencia y les dice: “Vuestro adorno no sea de afuera; no consista en rizaros los cabellos, ornaros de joyas de oro o ataviaros de vestidos, sino que sea un adorno interior del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu manso y suave, precioso a los ojos de Dios” (I Pedro 3, 3 s.).

[6666] 10 s. Los versículos 10 y 11 faltan en la versión griega.

[6667] 13. Bover-Cantera vierte: No sea que inclines hacia ella tu corazón y que, perdiendo la vida, resbales hacia la tumba. Nácar-Colunga: no se incline hacia ella tu corazón y seas arrastrado a la perdición.

[6668] 16. Véase los Salmos 36; 48; 72, 2 y 19. Cf. Jueces 9, 45; II Reyes 15, 10.

[6669] 17. En griego: no te complazcas con el placer de los impíos porque no permanecerán inmunes hasta la muerte. Véase Proverbios 11, 21.

[6670] 20. Conversas con la muerte; esto es, arriesgas la vida en el trato con los poderosos del mundo. Basta y sobra con los peligros de Satanás. Véase I Pedro 5, 8; II Corintios 2, 11; Ef. 6, 12. San Jerónimo comenta este pasaje en sentido ascético, y advierte a Santa Eustoquia: “Más vale ignorar alguna cosa con seguridad que aprenderla con peligro. Considerad que andáis en medio de muchos lazos tendidos para haceros caer, y muchas vírgenes probadas, de una castidad insospechada, perdieron la corona de sus manos casi en el umbral de la muerte… Si acaso hallareis a alguna doncella algo débil en la fe, acogedla, brindadle vuestro cariño, y su castidad sea vuestra recompensa. Si, por el contrario, alguna, simula deseos de virginidad para huir de la servidumbre (del matrimonio), a esa tal leed con franqueza lo del Apóstol: “Más vale casarse que abrasarse.” Pero como de una pestilencia huid de aquellas jóvenes y viudas que, ociosas y curiosas, andan por las casas de las matronas, y las cuales, perdido el pudor de sus frentes, superan hasta a los parásitos del teatro… No tienen otro cuidado que comer y beber y lo que es anexo a esto. Esta clase de mujeres suele dar consejos como este: «Mi cachorrita, gozad de vuestros bienes, y vivid mientras viváis...» Pero luego de haber llevado una vida viciosa quieren casarse en Cristo, siendo condenadas por haber violado su fe primera.”

[6671] 23. Toda tu conversación: Meditemos esto. Desgraciadamente, ¡cuán pocos son los que se entretienen comentando las Palabras de Dios, que son lo más interesante, bello y dulce que existe! Véase Sabiduría 8, 16; Salmo 1, 2; 118, 97 y notas; Colosenses 3, 16; Ef. 5, 19, etc.

[6672] 24. Versículo diversamente traducido. El final falta en griego y hebreo.

[6673] 1. Juez, en sentido de rey, jefe, gobernante de un pueblo. Véase Salmo 71, 2 y nota.

[6674] 2 s. Sabios principios que se aplican a lo político y a lo religioso. Cf. Job 34, 30 y nota.

[6675] 4. Grande motivo de consuelo y de esperanza para orar por la patria.

[6676] 5. Al escriba: Otros; al legislador. Torres Amat: al que enseña a otros su ley. Scío traduce escriba y pone esta nota: “ministro, sabio en la ley, haciendo que gobierne o que asista a su príncipe con sus buenos consejos y sea en el pueblo como un oráculo”.

[6677] 6. Nótese una vez más, en pleno Antiguo Testamento, la ley del perdón, que es básica de toda caridad. Véase capítulo 28; Proverbios 20, 22 y nota.

[6678] 7. El segundo hemistiquio en griego y hebreo; la injusticia peca contra ambos (Dios y el hombre). Cf. Proverbios 16, 5.

[6679] 8. He aquí otra luz de enorme interés para la filosofía de la historia. La caída de Roma, dice Lucano en la Farsalia, fue obra de la lujuria, que más terrible que las armas, venció al mundo.

[6680] 10. El avaro es un idólatra. “Sabed, dice San Pablo a los Efesios, que ningún fornicador, o impúdico, o avariento, lo cual viene a ser una idolatría, será heredero del reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5, 5). “Que aunque es verdad que los bienes temporales de suyo necesariamente no hacen pecar, pero porque ordinariamente con flaqueza de afición se ase el corazón del hombre a ellos y falta a Dios (lo cual es pecado), porque pecado es faltar a Dios, por eso dice el sabio: Que no estarás libre de pecado. Que por eso Jesucristo Nuestro Señor llamó a las riquezas, en el Evangelio, espinas, para dar a entender que el que las manoseare con la voluntad, quedará herido de algún modo (Mateo 13, 22 y Lucas 8, 14)” (San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo, III, 17).

[6681] 14 s. Alude al pecado de Eva y Adán, que procedió de la soberbia de querer ser como Dios, según le prometía la mentira de Satanás (Génesis 3). A esta soberbia precedió (versículo 22) el apartarse de Dios (versículo 14) o sea el pensar mal de Él por falta de fe y confianza (cf. Sabiduría 1, 1 y nota), prefiriendo creer a una víbora que acusaba calumniosamente al Creador, y admitiendo la posibilidad de que Él, a quien todo le debían, fuese capaz de engañarlos. San Pedro confirma esto enseñándonos que a Satanás solo resistimos si estamos “fuertes en la fe” (I Pedro 5, 8 s.). En cuanto a los pecados actuales de concupiscencia, no nacen ordinariamente de la soberbia, la cual es más grave que ellos. La prueba está en la benignidad con que Jesús los perdonaba, en tanto que era implacable con los fariseos, pues sabemos que “Dios resiste a los soberbios” (Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5). El texto griego del versículo 15 dice, a la inversa, que los pecados son el principio de la soberbia, sin duda porque el alma empedernida en ellos, no queriendo ni pensar en convertirse (Salmo 35, 4), rechaza la luz, según lo enseña Nuestro Señor en Juan 3, 19, y termina defendiendo su conducta. Cf. Salmo 140, 4 y nota.

[6682] 17 s. Lo repite la Virgen (Lucas 1, 52), aunque Ella parece haberse inspirado en el cántico de Ana (I Reyes 2), y no en este pasaje, lo cual sería interesante por tratarse de un libro deuterocanónico. Véase 1, 1; 5, 1; Sabiduría 7, 26 y nota.

[6683] 22. “Ni la soberbia ni la ira provienen de la naturaleza del hombre según salió de las manos del Creador; son vicios que ocasionó el pecado original. Otros lo traducen del modo siguiente, a lo cual da margen la expresión griega: No cae bien al hombre la soberbia, sino a las bestias fieras e irracionales, ni la cólera es propia del hombre nacido de mujer, la cual es débil, mansa y pacífica” (Páramo).

[6684] 23. El griego: ¿Cuál es el linaje honroso? El linaje del hombre. ¿Cuál es el linaje honroso? El linaje de los que temen al Señor. ¿Cuál es el linaje sin honra? El linaje del hombre. ¿Cuál es el linaje sin honra? El linaje de los que traspasan los mandamientos. Quiere decir que, de suyo, la humanidad no es ni honorable ni despreciable. Todo depende de su actitud para con Dios. Las profecías sobre esto no son halagüeñas, sino todo lo contrario. Cf. Mateo 24, 12; Lucas 18, 8; II Tesalonicenses 2, 3; Apocalipsis 13, 4; 19, 19; 20, 7.

[6685] 28. Véase Proverbios 29, 21 y nota.

[6686] 29. ¡Gran lección! El que es presumido en el éxito y se atribuye el mérito, que solo a Dios pertenece (Isaías 26, 12), es siempre el más cobarde en la angustia cuando le falta el estímulo de su amor propio satisfecho. Ténganlo presente los padres y educadores que creen formar caracteres a base de estimular el orgullo. Sin la humildad cristiana no hay hombre que valga nada (versículo 23). “La serpiente, observa el Santo Doctor de Hipona, sabe que, perdidos por el orgullo, solamente podemos volver, a Dios por la humildad.”

[6687] 34. Véase 25, 4 y nota, y como contraste Tobías 4, 23. El segundo hemistiquio dice en griego: El que es sin honra en la riqueza, ¡cuánto más lo será en la pobreza!

[6688] 1. Ejemplos: José en Egipto; David pastor y rey; Daniel y sus compañeros en Babilonia, etc. (Génesis 41, 40; Daniel 6, 3).

[6689] 2. No alabes: El don de simpatía que derrochan algunas personas debe ponernos en guardia para no caer en sus redes. Véase 9, 4; 6, 5; Proverbios 31, 30; 5, 8.

[6690] 4. No te gloríes: el hebreo dice a la inversa: no desprecies el vestido de un mísero, etc. Véase I Reyes 16, 7; Hechos 12, 21 s.; II Corintios 10, 10; Santiago 2, 1 ss. Solo las obras del Altísimo son admirables, así como solo Él es bueno (Lucas 18, 19), solo Él es sabio (Romanos 16, 27) y solo su nombre debe ser glorificado. Quien medita esto, adquirirá una fuerte y saludable aversión a recibir los homenajes y alabanzas que tanto se prodigan los hombres entre sí.

[6691] 5. Véase I Reyes 15, 28; 17, 1 ss.; IV Reyes 18, 13 ss.; Salmo 48, 7; 51, 3; Proverbios 25, 14; 27, 1; Isaías 10, 15 etc.

[6692] 7. La más dolorosa de nuestras humillaciones es la de ver que nos habíamos equivocado reprendiendo a otro —quizás un sirviente, quizás la propia esposa— por cosas que no había cometido, ¡Cuánto dolor podemos causar por nuestra ligereza si no tenemos la obsesión de la caridad!

[6693] 10. Si te hicieres rico. En griego: si te embarazas con muchas cosas. San Pablo lo explaya admirablemente en I Timoteo 6, 9 s.; véase 27, 1; 31, 1-11; Salmo 61, 11, etc. El sabio huye de los “grandes negocios” y no amontona riquezas, porque sabe que el mucho dinero es un tirano que oprime a su propio dueño. Por mucho que corras, no te escaparás. Texto oscuro. Puede significar: no te librarás de las consecuencias de tu locura (Bover-Cantera). Otra versión: si no buscas, no hallarás. Nácar-Colunga: por mucho que corras no llegarás.

[6694] 13. Véase Lucas 1, 53; Salmo 39, 4 (segundo hemistiquio).

[6695] 14. Véase Job 1, 21; 2, 10. Los males: es decir, las pruebas que luego se vuelven bienes (Romanos 8, 28). Dios no puede ser autor del mal (Santiago 1, 17). Pobreza y riqueza: El sabio rectifica aquí muchos juicios que todo lo atribuyen al esfuerzo del hombre. Véase Mateo 6, 25-34.

[6696] 15 s. Faltan en el griego, pero no en el hebreo, el cual en vez de ciencia dice más exactamente conocimiento (cf. Salmo 118, 34 y nota). Pasaje de gran importancia para mostrar que si todo lo debemos a Dios en nuestra naturaleza y en los bienes materiales (versículo 14 y 23), mucho más aún hace Él por nosotros en el orden de la gracia. Véase Salmo 36, 5; Proverbios 2, 8; 20, 12 y 24; 21, 1 y notas; Isaías 26, 12; Hechos 15, 12; Romanos 7, 18; Filipenses 2, 13; II Corintios 9, 8; Colosenses 1, 29 I Tesalonicenses 2, 13; 5, 24; II Tesalonicenses 3, 5; Hebreos 13, 21.

[6697] 17. Permanece: Véase Romanos 11, 29. Irá creciendo: porque la fe es planta viva (Mateo 13, 1 ss.). Estancarse sería morir (Ef. 4, 15; Colosenses 1, 10; 2, 19; I Pedro 2, 2; II Pedro 3, 18). Continuamente: literalmente: eternamente. “La gracia es la semilla de la gloria.”

[6698] 18 ss. Véase la parábola del rico insensato en Lucas 12, 16-20. “Así ocurre con todo aquel que atesora para sí mismo y no es rico ante Dios” (ibíd. versículo 21). Cf. Salmo 38, 7; Eclesiastés 4, 8 y notas.

[6699] 21. En tu pacto: en tu condición y vocación, sin inquietarte por las novedades. Jesús vivió treinta años en el taller de Nazaret. Otros traducen: en tu alianza (con Dios). Véase Salmo 1, 2 y nota.

[6700] 22. Confía en Dios: es el tema predilecto del Rey Profeta. Véase sobre todo los Salmos 22 y 36 con sus notas.

[6701] 26. Véase 17 y nota. Ejemplos de presunción: el Faraón, Aman (Ester 3, 5 ss.), Nabucodonosor (Daniel 4, 30), Baltasar (Daniel 5, 20).

[6702] 30. ¡Valiosa lección! Véase Juan 5, 44; Salmo 148, 13 y nota. “Como el marino no puede hablar de la felicidad de un viaje hasta llegar al puerto, así no puede juzgarse de la prosperidad de la vida de un hombre hasta que Dios no descubra con su juicio qué aprecio hace de ella” (Nácar-Colunga).

[6703] 31. Véase 12, 1 y nota.

[6704] 1 ss. Capítulo fundamental, cómo todo lo que se refiere a la caridad. Coincide con el Salmo 40, 2 y contrasta con el “Haz bien y no mires a quién”, máxima mundana que muchos creen evangélica. Notemos cuán admirable es la Biblia en su sabiduría que nos libra de escrúpulos. Después de inculcarnos mil veces la excelencia de la limosna, la hospitalidad, etc., nos previene contra los engaños de la maldad humana. Cf. Gálatas 6, 10 y nota.

[6705] 2. Gran recompensa: El amor al prójimo solo vale y merece en cuanto viene del amor a Dios (I Corintios 13), y este amor nos mueve evidentemente a preferir a los verdaderos amigos de Él. Esto es lo que Cristo mira como hecho a Él mismo. Cf. Mateo 10, 40; 25, 40; Lucas 6, 32.

[6706] 4. Él dará su merecido, etc. Esto nos libra de la presunción de creer que somos los llamados a suprimir de la tierra todos los dolores, los cuales suelen ser permitidos por Dios para prueba y provecho del que sufre. La caridad es espiritual y no sentimental, porque cuenta con la actividad de Dios, que alimenta aun a los pájaros y lo da todo por añadidura al que busca su Reino (Mateo 6, 33). Claro está que puede haber excepciones, como el caso de Job. Por eso decimos que la caridad es espiritual y no puede encerrarse en reglas fijas porque “el espíritu sopla donde quiere” (Juan 3, 8). El que ama, sabe cómo debe obrar (Gálatas 5, 18). De ahí la norma de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.” Porque el que es movido por el amor siempre desea dar mientras pueda.

[6707] 6 s. Al humilde: Dios odia al pobre soberbio (véase 25, 4 y nota). Impide que se le dé de comer: en hebreo: no le des armas de guerra, no sea que te combata con ellas (véase lo que Jesús enseña en Mateo 7, 6). El Sermón de la Montaña nos manda amar a nuestros enemigos. Aquí se trata de los enemigos de Dios. Véase Apocalipsis 2, 6; Salmo 118, 113; 138, 22. Claro está que esto no significa juzgar la persona del prójimo (Mateo 7, 1; Lucas 6, 37) sino examinar los espíritus (I Juan 4, 1; I Tesalonicenses 5, 21; II Juan 10; I Corintios 5, 9; II Tesalonicenses 3, 6 y 14).

[6708] 10. Véase 19, 24; 27, 14; 27, 25 ss. y 36, 21. Hay que estar alerta para no ser sorprendido. Por el orín se conoce la corrupción de un vaso de metal. Así podremos siempre descubrir con certeza la falsa amistad: es aquella que tiene apariencias de mansedumbre. “Más blando que manteca es su rostro, dice David, pero su corazón es feroz; sus palabras, más untuosas que el aceite, son espadas desnudas” (Salmo 54, 22).

[6709] 13. La misma naturaleza nos muestra que la manzana picada pudre la buena, y no es esta la que sana a aquella. Es el sentido que en la Sagrada Biblia tiene la levadura, de la cual basta un poco para corromper toda la masa. Véase I Corintios 5, 6 ss.; Gálatas 5, 9; Lucas 12, 1; Mateo 24, 33; Números 9, 1; IV Rey. 23, 9, etc.

[6710] 19. Véase 13, 31. Meneará su cabeza, etc., burlándose de tu infortunio. Es lo que hicieron con Jesús. Véase Salmo 21, 8; Jeremías 18, 16; Lamentaciones 2, 15; Mateo 27, 39; Marcos 15, 29.

[6711] 1. Los ejemplos del vicio se apoderan del alma, la impulsan y la transforman. Sería un prodigio estar en medio de las llamas y no ser consumido por ellas o no sentir siquiera el ardor del fuego (San Cipriano). “Mientras tratamos las cosas del siglo y nuestra alma está atada con el cuidado y la solicitud de nuestras pasiones y rentas, no podemos libremente pensar en Dios” (San Jerónimo a Lucino).

[6712] 3. La olla de barro (el pobre) se rompe cuando choca con el caldero de hierro (el poderoso),

[6713] 4. Bramará: hebreo: se jactará. Callar: hebreo: pedir perdón. Es clásico el caso de la pobre doncella que, por obtener un empleo de un poderoso cede a sus atropellos. Él se alabará entre los amigos por su conquista, y ella quedará deshonrada. Tal es la moral que el mundo llama “del honor”.

[6714] 8. El rico te instiga a que le retribuyas la invitación al banquete, lo cual te cuesta todos tus bienes.

[6715] 9. “Osa, y luego espera”, dice el lema de la casa de Saboya para expresar que el triunfo es de los audaces y de los que saben esperar. ¡Cuánto más confiada no ha de ser nuestra espera, que no se apoya en nuestra pobre siembra sino en la generosidad paternal de un Dios! Véase Salmo 36, 5 y nota.

[6716] 10 s. Hermosísimo concepto. El verdadero humilde ante Dios (versículo 9) no es servil ante los hombres. Véase la conducta de San Pablo en Hechos 16, 37 s.; 25, 10 s.

[6717] 19. Los animales nos dan ejemplo (Isaías 1, 3; Jeremías 8, 7). Así como la creatura ama a lo que se le parece, Dios creador nos ama también a nosotros, porque participamos de la naturaleza divina (II Pedro 1, 4).

[6718] 20. Con su semejante: es decir, nuestro amigo será aquel que tiene algo de común con nosotros. Véase 6, 16; 25, 2 y notas.

[6719] 21 s. Véase II Corintios 6, 14 ss.; II Tesalonicenses 3, 6 y 14; Romanos 16, 17; II Juan 10. Así se explica que los amigos de Dios sientan el deseo de huir del mundo. Véase Salmo 54, 7-12; I Juan 2, 16; 5, 19; Gálatas 1, 4. Perro (versículo 22) parece tener el mismo sentido que en Deuteronomio 24, 18 y Apocalipsis 22, 15, es decir, impúdico, fornicario. El griego dice entre la hiena y el can.

[6720] 26. El segundo hemistiquio es oscuro y no corresponde a la ley del paralelismo que se observa en la poesía hebrea. Bover-Cantera vierte: y sus palabras torpes son halladas hermosas; Nácar-Colunga: aunque diga necedades le dan la razón.

[6721] 30. Buenas son las riquezas en manos del que no tiene pecado: “Restricción muy legítima; para mostrar que las riquezas de ninguna manera son condenadas en sí mismas y que no basta ser pobre para ser perfecto” (Fillion). Cf. 31, 8 y nota.

[6722] 31. Véase 26, 4; Proverbios 15, 13. Dios nos enseña aquí un modo de conocer a los hombres. Pero en otros pasajes nos previene también sobre el disimulo. Véase 12, 10; 19, 26 y notas.

[6723] 32. El segundo miembro del verso dice en griego: y el hallazgo de parábolas (sentencias) cuesta mucha reflexión (cf. Eclesiastés 12, 12); en hebreo: y el hablar entre dientes es señal de pensamientos trabajosos (Vaccari), o sea, de doblez.

[6724] 1. ¡Difícil cosa! Véase Santiago 3, 2 ss. Sobre el segundo miembro, véase Salmo 1, 1 ss. El que no posea esta rara bienaventuranza, podrá gozar siempre otra igual, que es la de ser perdonado. Véase Salmo 31, 1 ss.; Romanos 4, 7; Lucas 7, 47.

[6725] 2. Se refiere a la tristeza que proviene de la culpa. En griego: o quien su alma no condena. Véase 19, 17; 25, 11.

[6726] 3 ss. Nadie más pobre que el avaro, pues queriendo ser muy rico vive tan miserablemente como si nada tuviera. Véase versículos 6 y 15; 11, 20; Proverbios 13, 22; 22, 16; 28, 8 y 10; Eclesiástico 5, 12 ss. Para otros amontona: ¡Qué ironía! ¡Oh, si los multimillonarios de hoy supieran en qué manos van a parar sus riquezas! ¡Y si las monedas de oro encerradas en las cajas fuertes de los bancos pudiesen contar la historia y el destino de los que fueron sus dueños! ¿No tendrían acaso envidia al centavo de la viuda si supieran su aparición en el Evangelio? (Marcos 12, 41 ss.).

[6727] 6 ss. Notemos el espíritu de generosidad que reina siempre en la Sagrada Escritura. Véase Nehemías 5, 14 ss.; 8, 10; Mateo 6, 25 ss.

[6728] 8 ss. Estas sabias reflexiones se refieren a la avidez con que el avaro mira envidiosamente hacia los bienes de otro, como codiciables, mientras desprecia los propios que tiene delante.

[6729] 11. Véase Eclesiastés 5, 17; Proverbios 3, 9.

[6730] 12. El tercer miembro falta en griego y hebreo. Ir al sepulcro: No hables con el avaro de la muerte. “Eres dueño de muchas tierras, le dice San Basilio. ¿Qué adquirirás después? Cinco pies de tierra.” ¡Qué desilusión prepara la muerte a los que atesoran sin pensar en el fin! La Bruyère que algo conocía el mundo, describe la suerte de ellos con estas palabras: “A los treinta años se piensa en hacer fortuna, y a los cincuenta comienza a hacerse; en la vejez se echan los cimientos del edificio, y la muerte sorprende cuando entran en acción los pintores y vidrieros.”

[6731] 13. Alarga tu mano hacia el pobre: He aquí el lema para la contaduría de todo hombre rico: Haz bien al pobre, y el Padre de los pobres te recompensará. “Dios reconoce la imagen de su bondad allí donde encuentra el cuidado de los pobres” (San León). Véase Salmo 9, 10 y 13; 10, 14; Romanos 12, 8; II Corintios 9, 7.

[6732] 14. Véase Proverbios 14, 24 y nota; Fil. 3, 1: “Alegraos en el Señor.”

[6733] 16 ss. Sobre estos conceptos, véase Eclesiastés 9, 7-10.

[6734] 18. Véase Isaías 40, 6; Santiago 1, 10; I Pedro 1, 24.

[6735] 19. Homero expresa esta misma imagen: “La generación de los hombres es como la de las hojas.”

[6736] 22. Sobre las bienaventuranzas de la sabiduría, véase Sabiduría 7, 11 y nota. El texto de este versículo Difiere bastante en las versiones. Bover-Cantera vierte: Dichoso el varón que medita sobre la sabiduría y se ocupa en la ciencia. Nácar-Colunga: Dichoso el hombre que medita la sabiduría y atiende a la inteligencia. Sabiduría, ciencia e inteligencia son sinónimos y se refieren al conocimiento de la Ley de Dios. Sobre justicia véase 15, 1 y nota.

[6737] 24 s. “La casa de la Sabiduría es el Reino de los Cielos; sus ventanas son las divinas Escrituras” (Scío). La puerta es Cristo, como Él mismo nos lo enseña en la parábola del Buen Pastor (Juan 10).

[6738] 1. La justicia, en el lenguaje bíblico es: a) la rectitud según la voluntad divina (Salmo 4, 6 y nota); b) la justificación que nos viene de Dios por Cristo (Romanos 3, 21 ss.; Filipenses 3, 9); c) la limosna p. ej. 7, 10; 12, 3. Los versículos 1-6 se emplean en la Epístola de la fiesta del Apóstol San Juan, cuyo Evangelio es el de la Sabiduría Encarnada.

[6739] 2. Le saldrá al encuentro: Véase Sabiduría 6, 14-17.

[6740] 3. Véase Juan 6, 27. Como el pan y el agua son lo más necesario para la vida del cuerpo, así el alma se alimenta con los dones de la sabiduría, la que le comunica la verdadera vida.

[6741] 5. Es el Introito de la misa “In medio Ecclesiæ aperuit”, de los santos Doctores. No significa que ellos abrieron su boca sino que la sabiduría se la abrió. Véase 21, 20. Llenándole... de gloria. Falta en el texto griego. El manto de gloria simboliza la belleza espiritual de que Dios reviste a los justos. Véase Salmo 20, 6 y nota.

[6742] 9 s. Hay una falsa religiosidad que alaba a Dios solamente con la boca, pero no cumple sus mandamientos. Cf. Isaías 29, 13; Jeremías 9, 8; 12, 2. ¡Qué repugnancia sentimos nosotros cuando nos alaban personas de cuya falta de sinceridad tenemos pruebas ciertas! ¡Cuánto menos le gustará al Altísimo la alabanza hipócrita!

[6743] 11. Me falta (la sabiduría): Griego y hebreo: falto, es decir, peco. No hagas: Hebreo: No hace Él lo que detesta. Profunda explicación: Dios no puede hacer lo que Él mismo odia. Cf. Santiago 1, 13 s.

[6744] 12. Impíos: Vaccari traduce con buen humor: Gente bribona.

[6745] 13. No puede ser amada: Hebreo: No deja Él que suceda esto a los que le temen. El Padrenuestro nos confirma que es Dios quien nos libra de caer en la tentación. Véase Romanos 14, 4; 16, 25; Judas 24.

[6746] 14. En manos de su consejo, lo cual supone que el hombre tiene la libertad de elegir entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte (versículo 17 y 18). Adán escogió la muerte (Sabiduría 2, 24 y nota). Desde entonces la voluntad del hombre está debilitada y no es capaz de ninguna obra buena en el orden sobrenatural ni de cumplir los mandamientos sino mediante la gracia del Espíritu Santo que nos viene por el Redentor (Juan 1, 16 s.; 15, 5). “Haciendo lo que quería, dice San Agustín, llegaba adonde no quería llegar.”

[6747] 15 s. Sobre los mandamientos, véase Salmo 24, 8 y nota. El versículo 15 falta en los originales.

[6748] 17. Véase Deuteronomio 30, 15 y 19; Jeremías 21, 8. De ahí la necesidad de formar la voluntad y la inteligencia para que sepan elegir y seguir lo bueno. Los mismos paganos han comprendido ya la importancia del libre albedrío. “Nada hay, dice Séneca, tan difícil y arduo que no pueda ser vencido por el espíritu humano, y que no se haga familiar por una meditación sostenida” (De ira, II, 12). El filósofo pagano no conocía la gracia, que no nos deja nunca. “Dios, dice San Gregorio, nos da por medio de su gracia los buenos deseos; pero nosotros, con los esfuerzos de nuestro libre albedrío, nos valemos de los dones de la gracia para hacer reinar en nuestra alma las virtudes” (Moral.). La libertad depende de la gracia.

[6749] 20. Véase Salmo 33, 16 y 19 y notas.

[6750] 22. Falta en el original. Se ve que ha sido agregado como una bella meditación sobre el versículo siguiente (16, 1): Así como el hombre no ha de alegrarse en los muchos hijos si son malos, tampoco a Él le es grato eso.

[6751] 1. Nótese el contraste con el Salmo 127 donde se pinta la felicidad del padre que tiene buenos hijos, retoños de su casa, sentados a su mesa, porque “así será bendecido el hombre que teme a Yahvé” (ibíd. versículo 3 y 4).

[6752] 5. Ejemplos: Jacob y sus hijos que pueblan todo un país mientras los cananeos son destruidos. Hallamos aquí una lección de buena política demográfica, y una tremenda amenaza al neomaltusianismo, que socava la existencia de los pueblos cristianos, por lo cual los paganos, a pesar de las muchas conversiones al cristianismo aumentan proporcionalmente más que los cristianos. (Cf. Génesis 38, 9 s.).

[6753] 7. Véase 21, 10. La ira de Dios se enciende especialmente cuando la rebeldía de los pecadores asume un carácter colectivo. El predominio de los malos suele entonces arrastrar a muchos otros, según está anunciado para los últimos tiempos (Mateo 24, 10-25). De ahí cuán tremendo será el juicio de las naciones. Véase Salmo 109, 5 s.; Joel 3, 1 ss.; Sofonías 3, 8; Apocalipsis 11, 18; 16, 9; 17, 15; 19, 15 ss. y notas.

[6754] 8 ss. Se refiere a los gigantes del Génesis (6, 4) que murieron en el diluvio; a la catástrofe que sobrevino a Sodoma, la ciudad de Lot (Génesis 19); a los egipcios, cuyo ejército quedó anegado en el mar Rojo; a los cananeos que fueron destruidos, y a los seiscientos mil israelitas rebeldes en el desierto (Números 14, 23).

[6755] 15. Véase Mateo 10, 42; Romanos 2, 6. La recompensa de la misericordia llegará pronto (versículo 14). Decía San Juan Bosco que, como los pobres son los dueños del Reino, según lo enseñó Jesús (Lucas 6, 20), tenemos que comprarles un lugar en él mediante las obras de misericordia. Véase 4, 1 y nota. El griego se refiere a la misericordia con que Dios nos recompensa. Cf. Denz. 1.014.

[6756] 16. Véase 23, 25 s.; Salmo 93, 7; 18, 3 y 7; Isaías 29, 15 s.; Jeremías 23, 23; Ezequiel 9, 9; Daniel 13, 20.

[6757] 20. En medio… el corazón: esto es; no reflexiona en todas estas grandes verdades. Véase 7, 40; Salmo 106, 43 y notas.

[6758] 21. Aquella tormenta: Véase versículo 7 y nota; Apocalipsis 16, 18-21; Mateo 24, 29; Isaías 13, 10; Ezequiel 32, 7; Joel 2, 10; 3, 15; Marcos 13, 24; Lucas 21, 25.

[6759] 22. Sobre el primer miembro, véase Job 38, 4 y nota. A todos se ha de pedir cuenta finalmente. Sobre el juicio de los muertos véase Apocalipsis 20, 12 ss.; Juan 5, 28 s. Nácar-Colunga vierte; Si miento a escondidas, ¿lo sabrá? ¿Conocerá también mis obras de justicia? ¿Qué puedo esperar por vivir atado por la Ley?

[6760] 25. Véase Salmo 50, 8 y nota.

[6761] 27. Ni se hayan: Hebreo: Ni se haya (Dios). Véase Juan 5, 17. Las creaturas nos dan ejemplo de fidelidad a su misión. Solo el hombre es nota discordante en el concierto de la naturaleza.

[6762] 29. En griego: Jamás desobedecerán su palabra: sigue hablando de las cosas creadas.

[6763] 30. Véase Salmo 64, 10; 103, 1 ss. y notas.

[6764] 1. Después de destacar la Sabiduría de Dios en la naturaleza, pasa a la descripción del hombre, rey de la creación. Véase Génesis 1, 27; 2, 7.

[6765] 4. Véase Génesis 1, 28; 9, 2; Salmo 8, 6-8 y notas.

[6766] 5. Una ayuda: Eva (Génesis 2, 18). Esto falta en griego y en hebreo.

[6767] 6. Los bienes y los males, o sea, el bien y el mal: es decir que Adán podía pecar aun sin el árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2, 17), pues que Dios le había infundido ese conocimiento. Su orgullo consistió precisamente en querer juzgar por sí mismo, esto es, en desconocer que nada es bueno o malo sino en cuanto agrada o desagrada al Divino Hacedor.

[6768] 7. Su ojo: la luz del entendimiento humano. Otros traducen: dirigió su ojo (su favor) sobre los corazones de ellos.

[6769] 9. La ley de vida: cuyo cumplimiento les garantizaba una vida feliz y sin muerte (Sabiduría 1, 13 y nota). Sobre los mandamientos, que son ante todo instrucciones para nuestra felicidad, véase 15, 16; Salmo 80, 12 ss.; 102, 7; 142, 8; etc.

[6770] 12. El amor a su prójimo, porque así como el cuerpo se disuelve cuando sale el alma, de la misma manera las virtudes abandonan el alma cuando falta la caridad. Sin amor al prójimo no hay amor a Dios, y sin amor a Dios no hay salvación. Cf. Éxodo 20, 12-17; Levítico 19, 18; Mateo 22, 39; I Juan 3, 10 y 14 y notas.

[6771] 15. Sobre esta extraordinaria predilección del amor de Dios, véase Éxodo 19, 5; Deuteronomio 7, 6; 32, 9; Isaías 19, 25; Jeremías 10, 16; II Macabeos 1, 26, y los Salmos 77; 104-106, etc.

[6772] 16 s. Sigue hablando de Israel (Vaccari). Los versículos 17 y 18 están repetidos en 29, 17 s. (véase nota).

[6773] 18. No se puede hacer de la limosna un elogio más alto. Jesús lo ratificará en Mateo 25, 40. Véase 29, 15; Tobías 4, 7; Isaías 28, 12. Cf. 49, 13. “La limosna es la amiga de Dios, siempre está en su presencia”, dice San Crisóstomo.

[6774] 19 s. Se levantará para juzgar y dar a cada uno según sus méritos y precipitar a los impíos en lo más profundo del infierno. Los enviará al profundo de la tierra falta en el texto original. El premio de la verdad (versículo 20): el cumplimiento de las divinas promesas según la fidelidad de Dios. Verdad, en la Escritura, significa también fidelidad. Sobre la contrición véase Salmo 50 y notas. Sobre Israel (versículo 15 ss.) cf. Ezequiel 37, 21 ss.; Romanos 11, 25.

[6775] 23. Abominable: según Dios; lo cual no coincide con el mezquino criterio humano. Véase por ejemplo Deuteronomio 22, 5; Lucas 16, 15; cf. Salmo 96, 10.

[6776] 25 s. Entra en la compañía del siglo santo: Algunos entienden por “siglo santo” la eterna bienaventuranza. El texto original se refiere más bien al lugar de todos los muertos, en hebreo scheol, en griego Hades (cf. Job 19, 25 s. y nota). Bover-Cantera vierte: ¿Quién loará al Altísimo en el scheol, en lugar de los vivos y de aquellos que pueden tributarle homenaje? El Eclesiástico no conocía todavía las verdades del Evangelio que arrojan plena luz sobre el más allá; creía que los difuntos esperaban en un lugar oscuro (scheol) la resurrección sin poder alabar a Dios (cf. Salmo 29, 10; 87, 12; 113B, 17; 114, 9; 145, 4). De ahí la exhortación a alabar a Dios antes de morir (versículo 26 s.).

[6777] 28. Este sublime elogio, que es nuestro máximo consuelo, resuena en cada página de la Biblia. Cf. Salmo 85, 11 y nota; 135, etc. ¿Qué es el pecado ante la misericordia de Dios? pregunta San Crisóstomo. Una telaraña que desaparece para siempre al soplo del viento.

[6778] 30. La segunda parte en hebreo: ¿Y el hombre, que es compuesto de carne y sangre? Esto es: ¿Cuánto más se eclipsará?

[6779] 31. Aquel: En hebreo parece aludir a Dios. En griego, al sol (versículo 30). Polvo y ceniza: Véase Génesis 3, 19.

[6780] 3 s. Cf. el himno a la eterna sabiduría de Dios en Romanos 11, 33-36.

[6781] 5. Véase 39, 26. Bueno es recordar esto para no caer en la frecuente tentación de dar a Dios lecciones. El que halla en Él algo que enmendar, está mostrando que no tiene fe, pues no es concebible un Dios sometido a nuestro juicio. Amemos todo cuanto Él hace: frío, calor, lluvia, nada sucede sin su voluntad amante y sapientísima. Vale más esta obediencia que los sacrificios. Cf. Eclesiastés 4, 17; Proverbios 30, 6 y notas.

[6782] 6. Absorto, En griego: perplejo, es decir, incapaz de juzgar tanta maravilla que nos sobrepuja y nos aplasta, porque sentimos el abismo de nuestra propia nada frente al trono inconmovible de Aquel que habita en las alturas. Cf. 24, 32-39; Proverbios 25, 27; I Timoteo 1, 17 y notas.

[6783] 7. El sentido es: ¿Para qué sirve? Dios no lo necesita (Salmo 15, 2; Job 22, 3; 35, 6 s. y notas). El hombre bueno no aumenta la santidad de Dios, ni el malo le quita gloria. Véase Job 7, 17.

[6784] 8. Sobre la duración de la vida, véase Salmo 89, 4 y 10; II Reyes 19, 32 ss. Al patriarca Jacob le parecen sus 130 años “pocos y trabajosos” (Génesis 47, 9).

[6785] 9. Dios aguanta: Meditemos esta asombrosa doctrina, que es fundamental para la espiritualidad: Dios juzgará, sí, un día por medio de su Hijo Jesucristo “constituido Juez de vivos y de muertos” (Hechos 10, 42; Romanos 14, 9). Juzgará, pues, a los vivos y juzgará a los muertos también, como enseña San Pedro (I Pedro 4, 5-6). Pero, entretanto, Jesús nos dice que “ni el Padre juzga a nadie” (Juan 5, 22), ni el Hijo tampoco (Juan 8, 15), y que Él no vino a juzgar sino a salvar (Juan 3, 17; 12, 47). La divina revelación está llena de textos concordantes. Si Dios juzgase desde ahora, no subsistiría un solo hombre (Salmo 129, 3) y todos estaríamos ya en el infierno, porque todos hemos pecado (III Reyes 8, 46) y nadie puede aparecer justo ante Él (Salmo 142, 2). Esta doctrina de la paciencia de Dios (Sabiduría 11, 24), que ahora no hace justicia sino misericordia, es el objeto principal de muchos Salmos, tanto los que muestran la actual prosperidad de los pecadores (Salmo 36; 38; 72; etc.) cuanto los que nos recuerdan, como el Miserere (Salmo 50), la misericordia inagotable que, lejos de juzgar como juez, prodiga el perdón a todo el que lo quiere. Véase Sabiduría 11, 25 y nota.

[6786] 10 ss. Aquí, como en el versículo 9, vemos que la causa de la predilección con que Dios nos prodiga sus bondades, no está en nuestras excelencias, según parecería lógico, sino a la inversa: en nuestras miserias. “Tal es el misterio de la misericordia, que en vano pretenderíamos entender si no estudiamos el Corazón amabilísimo de Dios, tal como Él mismo nos lo descubre en sus palabras.” Véase Génesis 3, 21; Salmo 102, 13 y notas; Lucas 5, 31; 15, 1 ss.; 19, 10; Ef. 2, 4, etc.

[6787] 15. Notemos la divina delicadeza de esta máxima. “Cuán grande sea la tentación de ser maestro y juez nos muestra la conducta de los amigos de Job” (cf. Job 4, 5 ss. y nota). Santiago nos advierte: “No queráis hacer de maestros” (Santiago 3, 1). Cf. Mateo 7, 1 s.; Romanos 14, 4 y 10; I Corintios 4, 5.

[6788] 17. La palabra vale más que el don: He aquí una limosna que todos podemos dar.

[6789] 19. Véase Mateo 5, 25. El sentido, según el hebreo, es: antes de juzgar y reprender a otros (versículo 18) mírate a ti mismo. Jesús enseña que cuando pretendemos ver una paja en el ojo ajeno, hay en el nuestro una viga que nos impide ver (Lucas 6, 42).

[6790] 20. Es la norma a que ha llegado la medicina moderna: vale más prevenir que curar. Aplicada a la vida espiritual esta regla quiere decir: evita la ocasión de pecado y examínate todos los días para que estés preparado cuando venga el Juez. No postergues tu conversión de un día a otro.

[6791] 22. En griego y hebreo estos dos versículos se refieren al voto no a la oración. Justificarte: vivir como hombre justo. En el griego cumplir el voto.

[6792] 24. Apremiante llamado a contemplar los misterios de los últimos tiempos. Véase 7, 40; 51, 9 y notas.

[6793] 27. El que ama la palabra de Dios no caerá en escándalo (Salmo 118, 165) porque vive en la desconfianza de sí mismo. Meditemos la magnitud de esta enseñanza frente a los tiempos pavorosos que Jesús anuncia en Mateo 24, 24.

[6794] 29. Más claro en griego y hebreo: Los que captan las sabias palabras, se hacen sabios ellos mismos y derraman como lluvia las máximas perfectas. ¡Gran razón para movernos a la lectura de los Sagrados Libros! Véase II Timoteo 3, 16.

[6795] 30. Apártate de tu propia voluntad, puesto que, como escribe Santa Teresa de Jesús, “en pocas cosas quiere nuestro Señor que haga mi voluntad” (Cartas DXXXI).

[6796] 33. En griego: no te empobrezcas, haciendo banquetes con dinero prestado y si nada tienes en tu bolsillo. Bover-Cantera vierte: No seas glotón ni ebrio, sin tener nada en la bolsa.

[6797] 1. Poco a poco se arruinará: “Y así una imperfección basta para traer otra, y aquella otras. Y así casi nunca se verá un alma que sea negligente en vencer un apetito, que no tenga otros muchos, que salen de la misma flaqueza e imperfección que tiene en aquel” (San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo, I, 11). Sobre la suma importancia de lo pequeño en el plan de Dios, véase 5, 18 y nota; Mateo 13, 32. Cf. Proverbios 9, 4 y nota.

[6798] 2. Así cayeron David, Salomón, Sansón y tantos otros (9, 9; Proverbios 20, 1; 31, 3 ss.). Aunque fueseis de hierro, dice San Isidoro, os derretiríais si os hallaseis en medio del fuego. Si os exponéis al peligro de las malas compañías, no estaréis mucho tiempo seguros.

[6799] 4. El que cree de ligero: Nótese que la Biblia, que tanto nos lleva a la sencillez de corazón, en manera alguna enseña la ingenuidad que se deja engañar. En Mateo 10, 16 Jesús nos enseña el contraste entre la confianza que hemos de tener en Dios y nuestra desconfianza en los hombres (6, 7; Proverbios 26, 25; Salmo 115, 2; Denz. 174 ss.). Contra su propia alma: es decir: el que peca, contra sí mismo peca. Véase Salmo 7, 14; Proverbios 1, 18 y notas. El pecado se hiere a sí mismo, dice San Juan Crisóstomo.

[6800] 5. Sofoca la malicia: Concuerda con lo enseñado por Jesús: el que tiene ansia por hablar no está —movido por el buen Espíritu. Véase Mateo 5, 37; Proverbios 10, 19 y nota. “Encadenad vuestra lengua, dice San Bernardo, si queréis ser buenos cristianos, porque sin este freno en la lengua, la religión es vana.”

[6801] 7 ss. Según el griego y hebreo, se refiere a los chismes y díceres de la gente. Véase 20, 1 ss.; Salmo 33, 14; Proverbios 17, 9; Santiago capítulo 3. Hay aquí involucrado un grandísimo problema de caridad cuando se trata, no ya solo de la indiscreción, sino de la murmuración. Si has pecado no lo propales (versículo 8): En hebreo: a menos que hayas pecado (en callar), no lo propales (lo que oíste). La versión de la Vulgata encierra también una provechosa instrucción contra la falsa humildad. Nuestras miserias se han de confesar a Dios, a su ministro o a algún consejero sabio, pero no al mundo, que carece de toda caridad y se valdría de nuestra confesión para dañarnos.

[6802] 10. “¿Qué significa sepúltala en tu pecho?”, pregunta San Crisóstomo, y contesta: “Apágala, entiérrala, no consientas que salga ni que se mueva; pero sobre todo cuida y no toleres que otros hablen mal… Si los delatores aprendieren que los rechazamos más que a los acusados, al fin desistirán de esa su mala costumbre y se convertirán del pecado; después alabarán y pregonarán que hemos sido sus curadores y bienhechores... Huyamos de la murmuración, sabedores de que todo esto es un abismo del diablo y una cueva de intrigas” (Homilía III de las Estatuas).

[6803] 13 ss. Corrige: Otros: reprende; Nácar-Colunga: habla. Esto es para aclarar antes de juzgar y sobre todo de condenar. Véase 20, 1; Levítico 19, 17; Mateo 18, 15; Lucas 17, 3; Gálatas 6, 1.

[6804] 18. Véase sobre esto 1, 11; 1, 16 s.; Salmo 110, 10; Proverbios 1, 7; 9, 10; Eclesiastés 12, 13 y notas. Nótese la identificación de la sabiduría con el temor de Dios.

[6805] 22 s. Dios aborrece la astucia, que contiene doblez de corazón (cf. Sabiduría 1, 5; Proverbios 11, 1-3 y notas). Véase Mateo 6, 16.

[6806] 24. En griego: (el hipócrita) baja la cabeza, se finge medio sordo, pero cuando menos lo advirtieres te sorprenderá (para hacerte mal). Véase 12, 10 y nota; 26, 12.

[6807] 26 s. Véase 13, 31; Proverbios 17, 24 y notas; Isaías 3, 9. Por el semblante es conocido el hombre: “No digas, dice San Agustín, que vuestra alma es pura si tenéis ojos impúdicos. Ojos impuros anuncian un alma corrompida.”

[6808] 28. En griego y hebreo este versículo es el 1 del capítulo 20 y enseña más brevemente, cómo debemos callar ante la reprimenda infundada, y dar lugar a que pase el mal humor de quien nos ofende y que luego quizá se arrepentirá de ello. La réplica nuestra lo empeoraría todo. “Jesús callaba” (Mateo 26, 63) dándonos el sumo ejemplo de perdón de las injurias. Véase 8, 6; 10, 6; 28, 1 ss. y notas.

[6809] 1. El segundo hemistiquio según el hebreo y griego: El que confiesa (su culpa), se ahorrará el daño. Cf. 19, 13 y nota.

[6810] 2 s. El original expresa un concepto diferente, según el cual, tan vano como ese intento del eunuco impotente, es el de quien pretenda, por la fuerza, imponer una virtud o convertir a otro. “La virtud (justicia en sentido general) está en la voluntad y no en el acto externo” (Vaccari).

[6811] 4. Véase 21, 7. Voluntario, es decir, no por flaqueza o ignorancia.

[6812] 6 ss. Véase 19, 5 y nota; Proverbios 10, 19. “Atad vuestra lengua, para que no se entregue a excesos, no profiera palabras impuras y no se cargue de pecados” (San Ambrosio). El saber callar es, generalmente, más difícil que el saber hablar; por eso el hombre callado es sabio ante Dios, si su silencio es fruto del recto pensar, mientras que el hombre locuaz, hoy día representado por muchísimos ejemplares, es una peste para el género humano.

[6813] 7. Véase en Juan 7, 6 la sátira de Jesús a sus parientes mundanos.

[6814] 9. Según el hebreo y el griego, quiere decir: hay desgracias que son para nuestro bien, y, a la inversa, prosperidades que nos resultan dañosas (versículo 11).

[6815] 10. He aquí el contraste entre lo que damos al mundo y lo que damos a Dios.

[6816] 12. Es esta una sentencia expresada en el dicho popular “lo barato sale caro”. Scío lo refiere al avaro que compra lo más vil y después, cuando lo ha de usar, halla que no le sirve y tiene que comprar una y otra vez inútilmente. Tiene también importancia por su relación con la caridad. Nos enseña que, si pretendemos pagar a vil precio forzamos al vendedor a darnos cosas de mala calidad, que luego redundan en nuestro propio daño.

[6817] 13. El que guarda su lengua, se libra de mil peligros y enemigos. “Estén vuestras palabras sazonadas con la sal de la gracia, de suerte que sepáis cómo habéis de responder a cada uno” (Colosenses 4, 6).

[6818] 14. Tienen muchas miras: en hebreo; sus ojos son siete: esto es, esperará de ti mucho más.

[6819] 15. En vez de dar poco y echarlo muchas veces en cara tenemos que aprender el arte de añadir florecitas de alegría a las dádivas que distribuimos y abrir la boca, no como un volcán (texto original; pregonero), sino para consolar y confortar, o mejor, debemos hacernos ingeniosos en el arte de esparcir silenciosamente semillas de alegría en la vida de nuestra familia y en la de aquellos con los cuales estamos en contacto.

[6820] 17 ss. En el texto original es el necio quien habla para proclamar que nadie le agradece dignamente sus grandes beneficios. El final del versículo 18 expresa cuán burlada será esa pedantería. El versículo 19 no existe en griego ni hebreo.

[6821] Lengua traidora.

[6822] 20. Según el griego es peor caer con la lengua que caerse al suelo, pues de aquello vendrá nuestra ruina. Véase Proverbios 12, 13; 18, 7; Santiago 3, 22. Véase Proverbios 26, 7 y 9.

[6823] 23. Y padece tormentos, etc. En griego: en su descanso no sufrirá remordimientos. Esto es: gracias a la pobreza se librará del pecado y del remordimiento. Véase Lucas 18, 25.

[6824] 25. Por vergüenza promete más de lo que puede cumplir. Así, sin necesidad ni provecho, se acarrea un nuevo enemigo.

[6825] 30. En griego falta el segundo miembro, y el tercero dice: El que es acepto a los grandes, se hace perdonar su injusticia. Apliquemos a Dios esta verdad mundana: ¡hagámonos amigos del Hijo para que el Padre nos perdone nuestras culpas! Véase Lucas 16, 9.

[6826] 33. Jesús lo confirma en Mateo 5, 15; 10, 27; Lucas 8, 16; 11, 33. Véase 4, 28 y nota.

[6827] 2 s. Te morderá: Así dice el texto griego. El traductor latino tradujo: te recibirá. Esto es, el pecado te atraerá y hará que caigas cada vez más. El Eclesiástico compara el pecado con la serpiente venenosa, cuyas acometidas son ocultas y mortales. Lo compara asimismo con los efectos que producen los dientes del león (versículo 3) que despedazan sin dejar nada de la víctima. El sentido es: quien transige con el pecado está perdido, pues el diablo no tiene piedad de nadie. También San Pedro compara a Satanás con un león que busca cómo devorarnos, y agrega: “Resistidle firmes en la fe” (I Pedro 5, 8 s.). Cf. Proverbios 5, 8 y nota.

[6828] 6. Véase 4, 6; Éxodo 3, 9; 22, 23; Job 34, 28; Salmo 33, 7; Santiago 5, 4.

[6829] 9. El invierno es el tiempo más impropio para reunir piedras y construir casas. Según otros: como el que junta piedras en vez de leña para calentarse. Nácar-Colunga vierte: para su sepultura.

[6830] 11. “Ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición” (Mateo 7, 13). Véase Génesis 37, 35; Proverbios 7, 27; 14, 12; 16, 25.

[6831] 12. La sabiduría se muestra en el perfecto conocimiento de la voluntad de Dios y en el cumplimiento de lo que le agrada (1, 34; 2, 19; 4, 15 y notas). Es la que lleva al amor, como lo explica Jesús en Juan 14, 21: “Quien ha recibido mis mandamientos y los observa, ese es el que me ama.” Véase 27, 10 y nota, y la admirable luz que Jesús da en Juan 7, 17.

[6832] 15. En griego al revés: Hay una prudencia que produce mucha amargura. Es la prudencia humana que la Escritura condena implacablemente (Santiago 3, 15; Romanos 8, 5-7; I Corintios 2, 14, etc.) aunque el mundo la elogia como gran virtud.

[6833] 16. Fuente perenne de vida es la ciencia de Dios, es decir, su conocimiento (cf. Juan 17, 3). La ciencia que no conoce a Dios, hincha, como dice el Apóstol (I Corintios 8, 1), por donde vemos que para llegar a la fuente de vida, debemos ser humildes, hacernos vacíos para poder recibir.

[6834] 18. Es la paradoja que señalamos en la nota a Proverbios 9, 7. Véase 6, 21 y nota.

[6835] 22. (El versículo 24 es continuación de este.) ¡He aquí planteado el problema básico de toda alma frente a Dios! Si pensamos que Él es un tirano, forzosamente miraremos como odiosas y pesadas esas instrucciones con las cuales su amor de Padre quiere darnos la verdadera vida (Juan 10, 10; 20, 31). De ahí que la primera enseñanza que nos da la Sabiduría consiste en creer que Dios es bueno (Sabiduría 1, 1). La Didascalia de los doce Apóstoles (26, 23, 4) dice que los hombres “no quisieron obedecer a nuestro Señor y Maestro, porque creyeron que su palabra era dura como el hierro” (cf. Juan 6, 60; Vulgata 6, 61). Entretanto, Él nos dice que es su Verdad la que nos hace libres (Juan 8, 31 s.) y que su yugo es una carga liviana (Mateo 11, 30). Véase 4, 18 ss. y nota.

[6836] 23. Sobre risa y bromas, véase Proverbios 22, 10; Eclesiastés 7, 4 ss. y notas.

[6837] 26 s. Nótese cómo Dios nos enseña aun las normas de buena educación (31, 12).

[6838] 28. Oigamos a este respecto las palabras de San Agustín: “Puesto que elegís lo que queréis comer, elegid también lo que debéis decir. Hablad con vuestras obras más bien que con vuestra lengua.”

[6839] 29. Véase 8, 22; Proverbios 10, 14; 14, 33; 16, 23. Admirable fórmula para distinguir entre la indiscreción (20, 23) y la sinceridad y conservar la franqueza sin decir demasiado. El Espíritu Santo nos la da aquí, diciendo que el corazón de los necios está en su boca, y la boca de los sabios está en su corazón. Es decir que el uno está todo vertido hacia afuera, el otro, en cambio, atiende a lo interior recordando que “sobre toda cosa guardada hemos de guardar el corazón” (Proverbios 4, 23). El que así obra no será indiscreto, pues “la boca habla, dice Jesús, de la abundancia del corazón” (Mateo 12, 34). Entonces nuestra franqueza será siempre plena delante de Dios y no tendrá más límites que la justa desconfianza que Él nos enseña a tener en todo ser humano (empezando por nosotros mismos), teniendo con ellos “la prudencia de la serpiente” mientras con Él podemos conservar “la sencillez de la paloma” (Mateo 10, 16), para “no dar el pan a los perros ni las perlas a los cerdos”, según la fuerte expresión del divino Maestro (Mateo 7, 6).

[6840] 30. Diablo: Satán. En hebreo significa originariamente acusador, calumniador, lo mismo que el vocablo griego diablo.

[6841] 31. Y será... hasta el final del versículo falta en el texto original.

[6842] 1. Apedreado: en griego y hebreo: comparado. Igual confusión entre ambos verbos hay en el versículo 2.

[6843] 6. Un discurso fuera de tiempo es música en un duelo: “Por eso dice San Jerónimo, dejando las artes de la retórica y las pueriles ambiciones de aplausos, me acojo a la Sagrada Escritura, donde está la verdadera medicina de nuestras llagas y los seguros remedios de nuestros dolores; donde la madre recibe devuelto a su único hijo resucitado del féretro (Lucas 7, 12-15); donde a la muchedumbre fue dicho: «La doncella no está muerta sino solo dormida», y Lázaro, de cuatro días difunto, a la voz del Señor, salió del sepulcro” (A Juliano). El azote y la instrucción son sabiduría. Vemos que el castigo corporal suele ser necesario en la educación de los hijos. Cf. 30, 1; Proverbios 22, 15; 23, 13; 29, 15.

[6844] 9. ¿Quién es este? Es decir, mostrará que no se ha enterado de nada.

[6845] 11. Entre estos consejos llenos de sabia experiencia, y aun de sabrosa ironía, Dios nos da aquí un pensamiento de gran consuelo ante la muerte de los que amamos: Sin perjuicio de rogar por ellos, hemos de creer que reposan, y no ponernos a cavilar sobre los juicios de la divina Misericordia. “Las lágrimas se evaporan; las flores se marchitan; la oración va a Dios” (San Agustín). Cf. la oración litúrgica: Réquiem aeternam...

[6846] 18. Imprudente, fatuo, insensato, loco, necio, tonto, etc. son sinónimos de impío, malo, pecador.

[6847] 19 ss. Compara al sabio o justo con un edificio que resiste al viento, como dice el Señor: “Cualquiera que escucha mis enseñanzas y las practica será semejante al hombre cuerdo que fundó su casa sobre piedra” (Mateo 7, 24).

[6848] 21. Bover-Cantera vierte: Estacas colocadas en lugar alto y a contraviento no pueden sostenerse, y anota: “Debe de referirse este versículo a las empalizadas que usaban para la protección de las viñas, que colocadas en alto ofrecerían escasa resistencia.”

[6849] 23. Falta en el texto griego y dificulta el sentido del pasaje. En cambio allí se muestra cómo el corazón, débil en sí, será afirmado por el apoyo consciente de las enseñanzas de la sabiduría. Tal es el inmenso valor de la palabra de Dios en el orden de la conducta (cf. Vaccari). Véase II Timoteo 3, 16 s.

[6850] 29. En su herencia: es decir, en los días de su prosperidad. Véase cómo se aplica Jesús este concepto en Lucas 22, 28 s.

[6851] 30. ¡Cuántos homicidios comienzan por pequeñas disputas de juego!

[6852] 31. Saludar: griego: defender. Sabré sufrirlos: es agregado de la Vulgata.

[6853] 33. Comienza aquí una hermosa oración que abarca hasta el capítulo 23, 6 y enseña cómo necesitamos el favor de Dios que nos preserve del pecado. Véase Salmo 140, 3; Santiago 3, 2.

[6854] 1. A la indiscreción de mis labios. Versión perifrástica. El texto dice: al consejo de ellos. Se podría pensar en los necios y malvados de que trata el capítulo anterior, pero mejor será enlazar este versículo con el último del capítulo antecedente y referirlo a la actividad de los labios.

[6855] 4. Sus pensamientos: Está tratando de los pensamientos del propio corazón, que son nuestros peores enemigos. Véase Salmo 80, 13; Romanos 1, 24 y notas.

[6856] 9. Es hombre perfecto el que no peca con la lengua (Santiago 3, 2). “Sea pues vuestro modo de hablar: sí, sí; no, no; lo que pasa de esto proviene del Maligno” (Mateo 5, 37).

[6857] 10. Vemos, pues, cómo debemos combatir no solo el vano juramento, sino también la mala costumbre, harto difundida, de mezclar el Nombre de Dios en las expresiones vulgares. Sabido es que los judíos tenían tanto respeto al nombre de Dios, que no se atrevían a pronunciarlo, sino que lo sustituían por otros nombres. Véase Éxodo 3, 14 y nota.

[6858] 13. “Jurar en falso es muy dañoso, jurar con verdad es peligroso; y no jurar es lo seguro” (San Agustín). Igual doctrina se nos enseña sobre los votos en Eclesiastés 5, 3 s. Véase la gran lección de San Pedro en Mateo 26, 35.

[6859] 15. Se refiere a la blasfemia, cuyo nombre los judíos casi no osaban pronunciar, por lo cual decían “bendecir” en vez de maldecir y blasfemar (cf. Job 2, 9; III Reyes 21, 13). El castigo de la blasfemia era la pena de muerte (Levítico 24, 14; Mateo 26, 65).

[6860] 18 s. Alude a los que se avergüenzan de sus padres en presencia de los grandes. Aunque uno se vea elevado a una gran dignidad debe abrigar sentimientos de amor y respeto hacia sus padres por más pobres que ellos sean. El que los desprecia, se desprecia a sí mismo, y el que los respeta, será respetado. Platón, el célebre filósofo pagano, enseña que los hijos deben respetar a sus padres como dioses de la tierra (Dial. II de Legib.); y tiene razón, porque después de Dios el hombre no tiene bienhechores más grandes que los padres, que son para él los representantes del Padre celestial. Cf. Éxodo 20, 12; Proverbios 6, 20 ss.; 15, 20; 23, 22; Ef. 6, 2 s.

[6861] 21. Dos especies, etc.: sobre esta forma de expresión, véase 25, 1; Proverbios 6, 16; 30, 15, etc.

[6862] 22 ss. Según Vaccari el hebreo alude a “tres especies de pecados contra el pudor, de gravedad creciente; solo, con mujer libre o con mujer casada”. Véase Proverbios 6, 27-35.

[6863] 28 s. Admirable descripción de la omnisciente y omnímoda providencia de Dios. “Señor, dice San Agustín en los soliloquios, Tú consideras mis pasos y mis caminos; noche y día velas para custodiarme y todo lo observas. Tú ves todos mis pensamientos y todas mis acciones, como si, olvidando el cielo y la tierra, solo te ocupases de mí.” Todas las cosas están presentes ante Dios y fueron conocidas de Él ya antes de ser creadas (versículo 29); porque para Dios no hay pasado ni futuro; para Él ni pasan los tiempos pasados ni llegan los futuros. Cf. Salmo 93, 11 y nota.

[6864] 30 s. Este tal: es decir, el adúltero, le apedrearán, según prescribe la Ley (Levítico 20, 10; Deuteronomio 22, 22). El versículo 31 falta en griego.

[6865] 35. Así murió el fruto del pecado de David (II Reyes 12, 14). Es experiencia histórica que la raza adulterina tiene poca o ninguna posteridad.

[6866] 38. El que se gloría, gloríese en el Señor, dice San Pablo (II Corintios 10, 17). La honra más grande consiste en servir al Rey de los reyes, que es la misma grandeza, la divina y suprema majestad. Los que sirven a Dios, no necesitan de monumentos que conserven su memoria, antes obtendrán una honra eterna y una memoria indestructible e infinita. Notemos también que ya desde el Antiguo Testamento se acentúa la suavidad paternal del yugo de Dios (cf. Mateo 11, 30). Servir a Dios es reinar, dice la Iglesia en la espléndida Misa de San Ireneo (28 de junio).

[6867] 1. Hasta aquí es el Eclesiástico el que alaba a la Sabiduría. Ahora nos invita a oír cómo Ella misma en un lenguaje de sublimidad sobrehumana, relata su origen divino y los dones con que Dios la ha dotado. Véase Proverbios capítulo 8; Sabiduría capítulo 7 y 8.

[6868] 2. Los escuadrones de Dios: son la milicia celestial, los ángeles. En griego: Ella (la Sabiduría) se glorificará delante de la Majestad de (Dios).

[6869] 3 s. Faltan en griego y hebreo. Son como una aclaración de lo ya dicho en los versículos 1 y 2 sobre el pueblo. Los santos y los escogidos: el pueblo de Israel (versículo 11 y nota), y, en sentido profético la Iglesia, esposa del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9). Véase Salmo 21, 28 ss.; 68, 36 s. y nota.

[6870] 5. Empieza aquí a hablar la Sabiduría misma, como Verbo eterno del Padre. Véase el prólogo del Evangelio según San Juan y Proverbios 30, 4 y nota; Colosenses 1, 15, etc. La boca del Altísimo: su espíritu, su inteligencia, su palabra. Oigamos cómo un escritor pagano explica este misterio: “Del mismo modo, dice Séneca, que los rayos del sol, al bajar a la tierra permanecen en el sol que los envía, el grande espíritu viene para hacernos conocer las cosas divinas, conversa con nosotros, pero permanece unido a su origen” (Epístola 41). Mejor que el filósofo pagano lo explican San Juan y San Pablo. Todo el Evangelio de San Juan y su primera Carta no son otra cosa que un comentario a este misterio. “Os anunciamos, dice el Discípulo dilecto, la vida eterna que estaba en el Padre” (I Juan 1, 2). Cf. Sabiduría 8, 1; Colosenses 1, 17; Génesis 1, 1 y notas).

[6871] 6. La luz indeficiente: falta en griego y hebreo, pero expresa un concepto muy exacto: El Verbo era la Luz (Juan 1, 9). Jesús lo confirma (Juan 8, 12; 12, 46). Y la vida, que en Él estaba, se nos comunica a los hombres en forma de luz (Juan 1, 4). Esta luz, que vivifica, está en las palabras que Él habló (Juan 6, 63 y 68; Vulgata 6, 64 y 69; 17, 17; II Timoteo 1, 10) y que nos dejó en su Evangelio para que ellas nos hiciesen creer en Él (Juan 20, 31; Lucas 1, 4; Romanos 10, 17) y creyendo seamos hechos hijos de Dios como Él (Juan 1, 12 s.).

[6872] 11. Sujeté... pequeños: agregado de la Vulgata. La heredad del Señor: el pueblo de Israel, Véase versículo 13-16.

[6873] 12. Las palabras: Reposó en mi tabernáculo que se leen en algunas fiestas de la Virgen, no son una profecía de la gestación de Jesús en el seno de la Virgen. Aquí se trata, además, de otro problema. El texto griego no dice: “reposó en mi tabernáculo”, sino “fijó mi tabernáculo”, esto es, lo fijó en Israel, como lo expresan claramente los versículos que siguen: “Y me dijo: Habita en Jacob, y sea Israel tu herencia” (versículo 13); “y así fijé mi estancia en Sión y fue el lugar de mi reposo la Ciudad Santa” (versículo 15). Esta y otras muchas diferencias textuales, tan frecuentes en este Libro, deben enseñarnos a ser muy cuidadosos antes de sacar consecuencias por pura complacencia sentimental. Véase la nota 24.

[6874] 14. Recibí yo el ser: La divina Sabiduría se hizo hombre en el tiempo, pero ya existía antes, desde la eternidad (Proverbios 8, 22 y nota). Y en el tabernáculo, etc.: He aquí el Sacerdocio eterno de Cristo (Hebreos 5, 6; Salmo 109, 4). Es decir, que también el culto era obra de la Sabiduría, la cual oficiaba como Sacerdotisa (Vaccari) en los sacrificios y ceremonias, ya desde el Tabernáculo de Moisés (Éxodo capítulos 25-28) y luego en el Templo (I Reyes 6). Cuando se encarnó, siguió rogando al Padre por nosotros y por nuestras obras (Juan 17, 9, 20 y 24), y también por sus verdugos (Isaías 53, 12; Lucas 23, 34). Y todavía hoy continúa sin cesar “intercediendo por nosotros” a la diestra del Padre (Romanos 8, 34; Hebreos 7, 25), hasta su retorno triunfante en que “transformará nuestro vil cuerpo y le hará semejante al suyo glorioso” (Filipenses 3, 20 s.).

[6875] 15. Véase 36, 15. “El griego tiene una variante delicada: En la ciudad amada: Jerusalén, la ciudad querida entre todas por Yahvé. Véase Salmo 86, 2; 131, 13” (Fillion). Sobre el Monte Sión, véase Salmo 64, 2.

[6876] 16. El pueblo glorioso, la porción de mi Dios, la herencia, la multitud de los santos: sinónimos para señalar al pueblo escogido (Salmo 105, 5 y nota), donde el Verbo ya obraba místicamente desde antes de encarnarse. Y mi habitación fue, etc., es propio de la Vulgata.

[6877] 17. Sión: griego: Hermón, la cumbre del Antilíbano.

[6878] 23. Véase la imagen de la vid en Juan 15, 1 s.

[6879] 24. Los versículos 24 y 25 faltan totalmente en el hebreo. La aplicación que la Liturgia hace a la Santísima Virgen de este y otros textos relativos a la Sabiduría increada, es puramente acomodaticia, como puede verse también en Proverbios 8, 27 y nota. El sentido espiritual de esas aplicaciones nos recuerda que María es quien aprovechó más plenamente las enseñanzas de esa Sabiduría divina que había de encarnarse en Ella (Lucas 2, 19 y 51; 11, 28). “La Virgo Sapientísima”, lejos de atribuirse a sí misma el ser la Sabiduría, nos dice al contrario que es la esclava del Señor (Lucas 1, 38); que Él es su Salvador y puso los ojos en la nada de su sierva (ibíd. 1, 48) y que, si todas las generaciones la llamarán dichosa, es porque en Ella hizo grandes cosas el único que posee en propiedad el Poder, la Santidad y la Misericordia (ibíd. 1, 49 ss.) y que elige a los humildes para exaltarlos y a los hambrientos para saciarlos.

[6880] 25. Falta en el texto original. La gracia del camino, es decir, la gracia de conocer la verdad y de atinar con el camino que lleva a ella. Virtud; fortaleza.

[6881] 29 s. El contraste de este pasaje con Juan 4, 13 s., contiene una enseñanza magnífica: La sabiduría, al mismo tiempo que quita la sed de vanagloria y el hambre de las bellotas que ofrece el mundo, nos despierta un ansia insaciable por penetrar cada vez más en los pensamientos de Dios que Él nos descubre en la Escritura (fe), y una ambición sin límites por alcanzar su amistad (caridad) y sus promesas (esperanza). El Divino Padre se complace al ver que sus hijos aprecian así sus dones, y entonces los aumenta cada vez más. Véase Salmo 80, 10 y nota; Daniel 9, 23; 10, 11 y 19, y el tremendo anuncio de Amós 8, 11 s.

[6882] 31. Los que me esclarecen; o sea, “los que me dan a conocer a los demás, especialmente a los pequeñuelos, y a los hambrientos que piden el pan de la divina palabra. Véase San Bernardo, Sermón 39, sobre el Cantar de los Cantares.” (Páramo). Coincide con Daniel 12, 3.

[6883] 32. Aquí retoma la palabra el Eclesiástico para exponer cómo la Sabiduría se manifiesta en la Ley de Moisés, y para esclarecer algunos puntos. El libro de la vida, el Testamento del Altísimo, son expresiones que señalan las Sagradas Escrituras, en particular la Ley de Moisés y los Profetas.

[6884] 34. “Este versículo y parte del anterior faltan desgraciadamente en el griego” (Fillion). El Rey fortísimo que saldrá de la estirpe de David, es Cristo (II Reyes 7, 16). Puso: falta el sujeto: Dios.

[6885] 35 ss. Rebosa: el Libro de la Ley (versículo 32). Fisón y Sehón o Gihón (versículo 37) son ríos del Paraíso (Génesis 2, 11 ss.). El Tigris y el Éufrates (versículo 36) se mencionan aquí no solo por su abundante agua sino más bien por su relación con el Paraíso (Génesis 2, 14). Es muy de notar el elogio que Dios hace aquí de las leyes de Moisés como llenas de sabiduría aun en sus disposiciones de orden temporal. No puede sorprendernos que así sea, tratándose de la única legislación civil, penal, social y política dictada por el mismo Dios. Lo que si sorprende es la poca atención que a ella se ha prestado en las instituciones jurídicas posteriores, tanto del Derecho Romano como en el moderno. Véase Éxodo 21 ss.; Levítico 24 s.; Números 35 s.; Deuteronomio 11 ss.; Nehemías 9, 38; Salmo 80, 4 y las notas respectivas.

[6886] 38. En griego y hebreo: El primero (que la ha estudiado) no acaba de conocerla perfectamente, y el último tampoco la agotará. Véase 18, 5 s.; Salmo 138, 6 y notas. ¡Qué inmenso consuelo el saber que tenemos en las Escrituras un mar sin orillas (versículo 39), cuya exploración jamás se agota y que por tanto no puede nunca hastiarnos, pues nunca llegaremos a encontrarle el límite, como a los demás libros! ¡Qué estímulo para despertar en los estudiosos el amor a los estudios bíblicos que los Sumos Pontífices recomiendan cada día más a sacerdotes y laicos!

[6887] 39. Esto nos muestra que la doctrina divina está llena de secretos de santidad y no es simplemente la de un juez que premia o castiga.

[6888] 41 ss. Según la Vulgata habla la Sabiduría (véase versículo 32). Vaccari, según el hebreo (y también el griego), hace notar que quien habla en este grandioso pasaje, podría ser el mismo autor del Eclesiástico, el cual dice que empezó queriendo sacar un canal del océano de la Ley y los Profetas, para regar tan solo su jardín, es decir, su propia alma; pero que luego le llegó por ese arroyo tal abundancia de sublime doctrina, que su río desbordó hasta hacerse mar (véase Ezequiel 47, 5), esto es, lo llevó a querer comunicar a todos (versículo 47) en este Libro, los tesoros que él había recibido. Tal es el fruto apostólico que da siempre el estudio de las Escrituras. La predicación, dice Santo Tomás, consiste en trasmitir a los otros lo que hemos aprendido de Dios; “Contemplata aliis tradere”. Véase 33, 16-18.

[6889] 44. Este versículo y el 47 forman respectivamente el Ofertorio y la Comunión en la Misa de San Ireneo, Obispo y Mártir, “llamado el Padre de la Teología católica y áureo anillo que une el Evangelio a la doctrina de los Padres”.

[6890] 45. “Parece una profecía del descenso de Cristo a los infiernos” (Scío). Los que duermen: los muertos.

[6891] 46. Hasta el siglo santo: según el hebreo y el griego; a los siglos o generaciones venideras. Véase 33, 18; 51, 35.

[6892] 47. Para mí solo: Si es Cristo quien habla aquí como Sabiduría personificada, cuadra muy bien con su misión, porque Él no buscó su propia gloria sino que se sacrificó por la salvación de todos.

[6893] 2. Se explica la complacencia de Dios porque la armonía entre los hombres, sean amigos, hermanos o cónyuges, requiere una tolerancia recíproca, que no puede existir sin la virtud de la caridad, la cual es “la vida de la fe, la fuerza de la esperanza y la medula de todas las virtudes” (Ricardo de San Víctor). Véase 13, 19. Sobre la bendición a la familia cristiana véase Salmo 127.

[6894] 4. El pobre soberbio es más culpable que el rico (véase 10, 34), pues ha sido librado de los tremendos peligros de este (Marcos 10, 23 ss.) y ha recibido la bienaventuranza de la pobreza (Lucas 6, 20 s.), y no obstante la saludable humillación de la prueba, la ha rechazado (véase 12, 1 ss. y nuestro estudio sobre el Libro de Job y el dolor). El viejo fatuo. En griego: un viejo adúltero.

[6895] 5. Lo que no juntaste: se refiere a la sabiduría (Proverbios 22, 6) y no a la acumulación de riquezas (Mateo 6, 25 y ss.).

[6896] 9. Nueve cosas, o sea nueve clases de personas estimo felices. Aquel es el más feliz que es fiel a Dios (versículo 13 ss.).

[6897] 11. Una mujer juiciosa. La Biblia fundamenta a la mujer en el seno de la familia, y no en la vida pública. El papel que ella ejerce en la intimidad, mejor dicho, en el santuario de la familia, como esposa y madre, es tan trascendental que nadie puede sustituirla, ni el marido, ni los hijos, ni el Gobierno, ni la Iglesia. Ella es la raíz de la cual brotan las futuras generaciones, que serán buenas si la raíz es buena, y malas si la raíz es mala (cf. Mateo 7, 18). La actividad pública de la mujer no consiste en dejar su propio pequeño reino y disputar al hombre el trabajo público, sino en formar a los hijos, y si se quiere, también al marido, que son los exponentes del espíritu que la madre y esposa siembra en el hogar. El término “juiciosa” que el Sabio aquí usa, es un poco vago, pero se perfila y concreta si lo comparamos con otros términos empleados en la Biblia. “Esta mujer juiciosa”, es la misma mujer buena, excelente, corona (Proverbios 12, 4) y tesoro (Proverbios 18, 22) del esposo, más valioso que las perlas (Proverbios 31, 10), capaz de crear con su virtud y prudencia el suave ambiente de paz y de alegría que tonifique el alma del esposo y dé a sus días felices duración doblada” (Asensio, Ester Bibl., 1945, p. 242 s.). Sobre el resto del versículo véase 26, 1 ss.; 14, 1; 19, 16; Eclesiastés 10, 12; Tito 2, 8; Santiago 3, 2; I Pedro 3, 10. El hebreo añade: El que no ara con buey y asno juntos: Esto era prohibido por la Ley (Deuteronomio 22, 10) y representa la mezcla de buenos y malos (Levítico 19, 19; II Corintios 6, 14).

[6898] 12. A oídos que escuchan: Es la incomparable dicha del apostolado. Véase Daniel 12, 3.

[6899] 13 ss. He aquí el tema fundamental de los Libros sapienciales: el temor de Dios que es “el principio de su amor” (versículo 16). Es lo que dice San Pablo en Gálatas 5, 6: La fe obra por la caridad. Cf. Salmo 33, 12 ss.; Proverbios 1, 7 y especialmente Eclesiastés 12, 13 y nota.

[6900] 17. La suma malicia: Cf. las mujeres de Salomón (III Reyes 11, 4 ss.), Dalila (Jueces 16, 1 ss.), Jezabel (III Reyes capítulo 21), Atalía (IV Reyes 11, 1), Herodías (Mateo 14, 3 ss.).

[6901] 22. Porque la víbora guarda el veneno en la cabeza.

[6902] 23 ss. Véase como contraste Proverbios 31, 10 y notas.

[6903] 26. “El que tiene por mujer a una perversa, sepa que tiene la paga debida a sus propios pecados” (San Juan Crisóstomo).

[6904] 28 s. Ni codicies: En griego y hebreo: no la desees, pues es esclavitud, ignominia y vergüenza que la mujer sustente al marido.

[6905] 33. Véase Génesis 3, 6. Este pecado es el origen y la razón profunda y religiosa de la posición de la mujer, que hoy se quiere olvidar. Dios le dijo expresamente, en castigo: “Estarás bajo la potestad de tu marido, y él te dominará” (Génesis 3, 16). “No permito a la mujer que enseñe, ni tome autoridad sobre el marido… Adán no fue engañado, sino la mujer engañada incurrió en la prevaricación” (I Timoteo 2, 12 ss.). Cf. Ef. 5, 23.

[6906] 35 s. En griego son un solo versículo: Sepárala: por el divorcio, conforme a la Ley. Cf. 7, 21 y nota.

[6907] 1 ss. Véase el retrato de la mujer buena en el capítulo 31 de los Proverbios. “La mujer, dice San Basilio, debe conducirse tan perfectamente en sus modales, en su porte y en toda su persona, que los que la encuentren, viendo en ella una viva imagen de Dios, la saluden por respeto, admirando sus virtudes y venerando su presencia.”

[6908] 3. Sobre esta verdad tan importante para los jóvenes véase Proverbios 19, 14 y nota, y como ejemplo el Libro de Tobías que debería ser el mejor amigo de los futuros esposos.

[6909] 6. Delación de una ciudad: en hebreo: la murmuración, esto es, cuando el venticello del descrédito cunde por todas partes contra un inocente.

[6910] 8. Sobre los celos véase 9, 1 y nota.

[6911] 12. Véase otros signos para conocer a las personas por su exterior: 12, 10; 19, 24 y notas.

[6912] 13 ss. Sobre la guarda severa de las hijas véase 7, 26 y nota. ¡Qué diría el Eclesiástico si conociera las modas y los bailes de hoy y las costumbres en las playas, donde las hijas exhiben su carne y se ejercitan en la inmodestia de los ojos! Abrirá la aljaba a cualquiera saeta (versículo 15): “Expresión velada que indica el abandono de la impúdica” (Bover-Cantera).

[6913] 21. ¡Cuán hermoso estímulo encierran estas palabras del Espíritu Santo! Bien vemos que el destino que Dios impuso a la mujer (25, 33 y nota), no le impide ser la luz y alegría de su hogar.

[6914] 22. El candelabro sagrado: Véase Éxodo 25, 31-39; 26, 32.

[6915] 23. En griego y hebreo: pies elegantes sobre talones firmes; esto es, la gracia de la belleza apoyada sobre una sólida honestidad. Es decir, que no se condena la belleza sino cuando es buscada como objeto de pecado. Cf. 25, 28 y nota.

[6916] 24. Falta en el texto original.

[6917] 27. Sobre este punto importantísimo véase 5, 5 y nota.

[6918] 28. De la lengua, falta en griego y hebreo. El tabernero será fácilmente culpable de la corrupción de otros, pues su interés está en hacer que haya muchos bebedores. Hoy puede aplicarse esto a tantas empresas, espectáculos, revistas, editoriales, que viven del escándalo y se enriquecen con el pingüe negocio de explotar los vicios y debilidades humanas. Véase 27, 11 y nota.

[6919] 1 s. Véase 25, 4 y nota. Por causa de la miseria: el hebreo y griego dicen por dinero. Se refiere, como lo que sigue, a los peligros morales a que se hallan expuestos los negociantes (véase 11, 10; 26, 28; Proverbios 30, 8 y notas). Solo la ley de Dios, que es de amor y justicia, como propia de un padre que no vende a sus hijos el alimento, puede suprimir, mediante la caridad, ese espíritu de lucha en que la prosperidad de unos se labra sobre la ruina de otros. Véase 38, 25 ss. y notas. El versículo 3 es agregado.

[6920] 5 ss. Texto oscuro. Bover-Cantera vierte: Al zarandear el harnero queda la cascarilla; así la basura del hombre en la reflexión; Nácar-Colunga: Zarandeando la criba quedan las granzas; así los defectos del hombre cuando se le remueve. Otros lo refieren al mucho hablar, que es lo que descubre los defectos, así como el tamiz pone en evidencia los desperdicios. De ahí que la prueba o tentación del hombre está en el hablar (versículo 7), y que no deba juzgársele antes de oírlo (versículo 8). “No juzguéis por las sospechas, dice San Crisóstomo; no juzguéis antes de estar seguros si lo que refieren es real; no condenéis a nadie antes de imitar a Dios, que dice: Bajaré y veré (Génesis 18, 21).”

[6921] 9. Si vas en pos de la justicia: “No está el amor de Dios en tener lágrimas, ni estos gustos y ternura que por la mayor parte los deseamos y nos consolamos con ellos, sino en servir con justicia y fortaleza (Santa Teresa, Vida IX, 13). Con ella moraras... apoyo: es propio de la Vulgata.

[6922] 10. Véase 21, 12 y nota; Sabiduría 1, 4. Verdad y santidad son correlativos (Juan 17, 17). “El que tiene esta luz me ama porque el amor sigue a la inteligencia. Cuando más se conoce, más se ama, y este aumento de amor hace crecer el conocimiento” (Diálogos de Santa Catalina de Sena).

[6923] 11. Esto es: seremos inevitablemente vencidos si no “vigilamos y oramos” (Marcos 14, 38), “fuertes en la fe” (I Pedro 5, 8).

[6924] 12. Como el sol: falta en griego y hebreo.

[6925] 14. Hacen gala: Véase 13, 4 y nota. Más exactamente parece aludir a que esa risa desvergonzada revela un alma que se goza en el pecado. Es otro dato para conocer a los hombres por su exterior (véase 12, 10 y nota).

[6926] 17 ss. Sobre la amistad véase 22, 27; 19, 10; 42, 1; 6, 16; 13, 19; 25, 2; Proverbios 11, 13; 26, 19, etc.

[6927] 23 s. Estos dos versículos son más cortos y más claros en el texto original, y dicen: Una herida puede ser vendada y para la injuria hay reconciliación, mas quien revela un secreto pierde la esperanza.

[6928] 27. ¡Lo que Dios más odia! No lo olvidemos. Véase 1, 36; Sabiduría 1, 5 y notas.

[6929] 28 ss. El traidor se castiga a sí mismo por las consecuencias de su pecado. Proverbios 26, 27; Eclesiástico 10, 8; Salmo 7, 16; 9, 16; 34, 8, etc.

[6930] 1. Doctrina fundamental. “Mía es la venganza y Yo les daré el pago a su tiempo”, dice el Señor en Deuteronomio 32, 35. Cf. 8, 6; 10, 6; 19, 28; Mateo 6, 14; 7, 2; Marcos 11, 25; Romanos 12, 19; I Tesalonicenses 5, 15; I Pedro 3, 9. Es Él quien vengará terriblemente a sus amigos oprimidos. Véase Salmo 65, 5; 108, 1 y notas.

[6931] 2 s. Verdadero y elocuentísimo anticipo de la quinta petición del Padrenuestro. “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Si guardamos rencor, pronunciamos nuestra condenación en la oración dominical que recitamos todos los días. “Nadie que tenga enemistades sea tan audaz para acercarse a Dios y orar” (San Crisóstomo). “El que ejerce la caridad tiene a Dios dentro de sí mismo, pero el que odia, tiene al demonio” (San Basilio). “Aguarda un juicio sin misericordia al que no usó de misericordia; la misericordia se ufana contra el juicio” (Santiago 2, 13).

[6932] 6. Véase 7, 40 y nota.

[6933] 7. El texto griego dice: Acuérdate de la corrupción, y de la muerte y observa los mandamientos.

[6934] 9. No hagas caso: Esto es, no lo consideres, no pongas tu vista en ello, para no caer en la tentación de juzgar al prójimo. “No juzguéis para no ser juzgados; no condenéis para no ser condenados; perdonad para ser perdonados” (Lucas 6, 37). El P. Joüon traduce esto último diciendo: “Absolved y seréis absueltos” lo cual va más lejos que perdonar los agravios propios, y abarca todas las culpas ajenas. San Pablo lo confirma en Romanos 14, 4-13.

[6935] 14. ¡Admirable sentencia! La misma boca puede atizar el litigio o pacificarlo. Jesús llama bienaventurados a los pacíficos, que son los que siembran la paz (Mateo 5, 9).

[6936] 19. Mujeres varoniles: Parece haber una alusión, pero no podemos referirla como hacen algunos, al acto de Abrahán en Génesis 21, 10 ss., pues Dios se lo mandó expresamente en el versículo 12 y el Apóstol de las Gentes lo cita en Romanos 9, 7 ss., y Gálatas 4, 21 ss.

[6937] 20. Notemos que no solo condena al calumniador, sino también al que lo escucha (versículo 28). Y aún enseña al calumniado a no hacer caso. Véase Salmo 108, 28 y nota.

[6938] 25. De ahí que muchos lleven almas muertas en cuerpos vivos. Es que su lengua “está llena de veneno mortífero” (Santiago 3, 8). Sobre los estragos de la lengua calumniadora véase Santiago 3; Job 5, 21; Salmo 139, 4; Proverbios 18, 8 y nota.

[6939] 28. Sabido es que San Agustín mandó escribir en su comedor el siguiente dístico: Quisquis amat dictis absentum rodere vitam, hanc mensam vetitam noverit esse sibi, que en buen castellano quiere decir: Sépase que a esta mesa no puede sentarse quien critica a los ausentes.

[6940] 29. Funde tu oro y tu plato: El texto griego dice: guarda tu oro y tu plata.

[6941] 1. El segundo miembro nos da una luz de doctrina preciosísima: Si ejercitamos la misericordia, Dios nos promete que nos haremos capaces de cumplir todos los otros mandamientos, que quizá hoy nos parecen pesados. Es que la perfección según Dios se confunde con la misericordia (cf. Mateo 5, 48 con Lucas 6, 36). Y así esta virtud, fruto de la caridad, que es la plenitud de la Ley (Romanos 13, 8-10; Gálatas 5, 14; Mateo 22, 39; 25, 34 ss.), resulta ser la madre de otras virtudes morales, como lo expresa el lema que San Isidoro propone a los Obispos: “Poner su castidad al amparo de la caridad.”

[6942] 2. Como se ve, no se trata, en este capítulo, de los préstamos dados con el fin de que produzcan creces, porque esto se llama en la Sagrada Escritura usura, y estaba prohibido. Dar a usura es, según San Ambrosio, procurar matar al prójimo. Dar préstamos era, por consiguiente, un puro acto de caridad, y no un negocio, como hoy.

[6943] 7. Hallazgo, se refiere aquí al acreedor. En el versículo 4 se trata del deudor. Son dos agudos rasgos de psicología.

[6944] 10 ss. A estos exhorta el Sabio a cumplir con los deberes de la caridad para con el prójimo no obstante su ingratitud (Lucas 6, 31-3-6). Mejor es perder la suma prestada que esconderla inútil debajo de una losa (versículo 13). Véase Deuteronomio 15, 8; Mateo 5, 42.

[6945] 14. Dios es el único Banquero que ofrece hasta el ciento por uno (Mateo 19, 21 y 29).

[6946] 15. Véase 17, 18; Tobías 4, 11. Encierra tu limosna en el seno del pobre; es decir, en vez de oro y plata, pon en tu caja las bendiciones que te dan los pobres. Es una dicha poder dar. Para San Crisóstomo la gracia de la limosna es igual a la gracia de los milagros, de la curación de los enfermos, de la resurrección de los muertos, de la expulsión de los demonios, y añade: No solo ha ordenado Dios la limosna para auxilio de los indigentes, sino también para aumentar los bienes de los que dan. Véase Mateo 6, 19 s.; 19, 21.

[6947] 16 ss. De los versículos 17 y 18 solo se conservan los números, porque son un agregado, repetición de los versículos 17 y 18 del capítulo 17.

[6948] 20. Ha expuesto por ti su vida. Toda verdadera virtud humana ha de ser como un eco de las de Jesús, el Único que las tuvo todas en propiedad (Juan 1, 16; I Juan 2, 29; 3, 7). ¡Y Él es quien expuso y entregó su vida por sus amigos! Véase Juan 15, 13.

[6949] 21. Los versículos 21 y 23 faltan en el texto griego.

[6950] 26. El pecador se ofrece fácilmente para fiador, sin duda porque no piensa cumplir. De ahí sus riesgos y castigos.

[6951] 28. Clara condenación del nudismo. Nótese que fue el mismo Dios quien hizo el vestido para Adán y Eva después del pecado (Génesis 3, 10 y 21). Véase 39, 31, donde se añaden como cosas esenciales para la vida: fuego, hierro, sal, leche, miel, vino y aceite. Sobre la casa, véase Proverbios 27, 8 y nota.

[6952] 30. Conténtate: Véase lo que dice San Juan Bautista en Lucas 3, 14. Cf. Proverbios 30, 8 y nota.

[6953] 33 s. Son palabras dirigidas por el dueño de casa a un huésped que no es de su agrado. Quiere decir, el huésped es explotado por los que ejercen la hospitalidad, no de buena gana, sino forzosamente. Haz lugar a otro más honorable que tú: Véase lo que dice Jesús en la parábola de los primeros puestos (Lucas 14, 9).

[6954] 1. Sobre el castigo corporal de los hijos véase versículo 12; 22, 6; Proverbios 22, 15; 23, 13; 29, 15. Para que no llame, etc., es propio de la Vulgata.

[6955] 2. Será honrado en él: Es lo que muchos padres no quieren comprender. El fruto de la buena educación necesita tiempo para madurar, y muchas veces los padres no son sus usufructuarios. Aprendamos esa ley divina, y si vemos a un hijo bien educado o a un hombre de valer, no comencemos a alabarle a él, sino a sus progenitores, en primer lugar a la madre, porque a las madres no se les levanta monumentos de piedra; tienen un monumento vivo en sus hijos.

[6956] 7. Por las almas: traducción literal de la voz griega: peri psyjón. El sentido es: Quien trata blandamente a su hijo, tendrá que vendar las heridas que este se causará. Y a cada grito de dolor del hijo se conmoverán las entrañas del padre.

[6957] 11. No disimules sus locuras; literalmente: no descuides sus pensamientos, esto es, preocúpate de su vida interior.

[6958] 12. Sobre la severidad en la educación véase nota 1. Hay aquí una gran luz para los padres. ¿Quién puede pretender que sabe educar sin apoyarse en Dios? Muchos se dejan cegar por los “cariños que matan”, o castigan en proporción a la molestia que les causa la falta y no a su gravedad. Otros obtienen aparentemente gran resultado estimulando el amor propio de los hijos, sin ver que el móvil de sus actos ya no es la virtud sino la soberbia. Dios nos advierte aquí que no hay educación posible sin la humildad, para lo cual debemos enseñarles a meditar la Palabra de Dios (Deuteronomio 11, 19; Salmo 77, 3 s. y nota; Isaías 38, 19; Joel 1, 3). San Pablo suaviza la severidad de estos castigos en Ef. 6, 4 y Colosenses 3, 21. Cf. Hebreos 12, 7 ss.

[6959] 18 ss. Sobre un sepulcro: Véase Deuteronomio 26, 14 y nota. El texto original refiere claramente los versículos 18-21 a la inutilidad de los bienes, sin salud para aprovecharlos. El versículo 20 alude simplemente al que está enfermo.

[6960] 22. Vemos aquí condenado lo que Hello llamaba “la pasión de la desdicha”, esa cavilación pesimista que es incompatible con la fe en la sabiduría paternal de Dios, y con la misericordia de la ley a que estamos sometidos. El admirable elogio de la alegría, que sigue luego, es el mejor mentís para los que miran el cristianismo como “la derrota al pie del Crucifijo”. Véase 32, 4 ss. y nota.

[6961] 23. Un tesoro inexhausto de santidad: ¿No es esto lo que se nos enseña a pedir ya en el Salmo 50, 10 y 14? No quiere Jesús que pongamos nuestra felicidad en la posesión de determinados bienes, que pueden no convenirnos, y por eso Santiago enseña que a veces pedimos y no recibimos (Santiago 4, 3); sino que pidamos el don del gozo espiritual, que es en sí mismo alegría inalterable como la de aquel “hombre feliz que no tenía camisa”. Cf. Juan 16, 24; Filipenses 4, 4 y nota.

[6962] 26. San Francisco de Sales (Filotea IV. 12) dice de la tristeza que al lado de los dos arroyos buenos que nacen del manantial de la tristeza, nacen también seis muy malos, y los llama: congoja, pereza, indignación, celos, envidia e impaciencia. Los dos buenos son, según él, la misericordia y la penitencia. Sobre la sabiduría considerada como serenidad, véase el Salmo 36 y notas.

[6963] 27. Se guisan con esmero: hebreo y griego: le aprovechan.

[6964] 2. El secundo hemistiquio es más exacto en el texto hebreo: y quitan el sueño más que una grave enfermedad.

[6965] 5. Porque la avaricia es idolatría (Ef. 5, 5; Colosenses 3, 5), injusticia y opresión (Proverbios 28, 20; Miqueas 2, 2), raíz de todo mal (I Timoteo 6, 10) y excluye del cielo (I Corintios 6, 10; Ef. 5, 5; Judit 11). Véase 11, 10. “El amor a las riquezas es un veneno, una enfermedad incurable, un fuego inextinguible, un tirano” (San Crisóstomo).

[6966] 7. Leño de tropiezo, esto es ídolo. Véase Mateo 6, 24; Colosenses 3, 5.

[6967] 8 ss. Es este uno de los más admirables pasajes de la Escritura, puesto que resuelve un problema que perturba no pocas veces a quienes han heredado muchos bienes y tenido suerte en sus negocios. Si recordamos el paso de Mateo 19, 24, donde Jesús compara la situación espiritual del rico con un camello que debe pasar por el ojo de una aguja, comprendemos cómo muchos pierden el ánimo sintiéndose ricos. Aquí nos muestra el Espíritu Santo en qué consiste el ojo de la aguja: en asegurar los bienes en el Señor (versículo 11), o sea, en dar limosnas y obrar con rectitud (versículo 10 y 11). Hay muy pocos hombres capaces de enfrentar la prueba de la prosperidad (cf. Lucas 18, 25) y evitar los escollos de la riqueza, la cual ofrece al rico mil ocasiones de pecar y explotar la necesidad del prójimo; sin embargo, hay para él una pequeña, pero segura esperanza de pasar por el ojo de la aguja si hace buen uso de sus riquezas y se considera como depositario y administrador de bienes que en última instancia pertenecen a Dios. Cf. el ejemplo de David (II Reyes 7, 18 y nota), del emperador San Enrique, del rey San Luis, de Santa Paula y otros muchos santos que repartieron sus inmensas riquezas para asegurarse la felicidad que Jesús nos ha prometido en la primera bienaventuranza del Sermón de la Montaña (Mateo 5, 3). Cf. 3, 20; 13, 30; 25, 4; Deuteronomio 8, 11 ss.; I Timoteo 6, 9 y notas. La Liturgia que aplica estos versículos a algunos santos (Epístola del Común de Confesores), ha cambiado el “Beatus dives” por “Beatus vir”.

[6968] 10. En griego y hebreo sigue la interrogación: ¿Quién ha podido violar la ley y no la ha violado? ¿Hacer el mal y no lo ha hecho?

[6969] 11. Oigamos la voz de San Crisóstomo. “Si os gusta vivir en la memoria de los hombres, os indicaré el medio. Poned vuestros tesoros en las manos de los indigentes, en vez de emplearlos en amontonar piedras y en construir edificios esplendidos, casas de campo y salas de baños. Así viviréis eternamente; vuestro recuerdo permanecerá en la memoria de Dios y os producirá innumerables riquezas, dándoos gran crédito cerca de Dios.”

[6970] 12. Véase en 21, 26 más normas de buena educación.

[6971] 15. El sentido es: el ojo envidioso del que te invitó o del vecino (en la mesa) derrama lágrimas al mirarte comiendo los exquisitos manjares. Por eso no te le anticipes a servirte aquello en que él ha puesto el ojo, no sea que tu mano choque con la suya.

[6972] 18. Esta pequeña norma dada para los banquetes, es también una sabia enseñanza general, contenida en la “regla de oro” de Jesús: Hacer para con los demás todo lo que quisiéramos ver hecho para con nosotros (Mateo 7, 12).

[6973] 19. Mucho comer: el griego parece referirse al no masticar ruidosamente.

[6974] 22. Vino, falta en el griego y hebreo.

[6975] 25. Vomita, según la costumbre de algunos pueblos antiguos, p. ej. los romanos. Puede traducirse también con el griego: paséate al aire libre. El hebreo coincide con la Vulgata.

[6976] 28 s. Se refiere a los que son pródigos en convidar a su mesa. Véase Nehemías 5, 18 sobre la virtud de la magnificencia.

[6977] 30. No los provoques: condena la necia fórmula del “tomo y obligo”. En griego y hebreo: No te hagas el bravo con el vino, es decir, como si fueras capaz de beber mucho.

[6978] 32. Vida tranquila: El latín trae: Aequa vita (vida igual) en lugar de Aqua vitæ (agua de vida) que es el texto hebreo. Serás sobrio, y así prolongarás tu vida (cf. 29, 28; 37, 34). “La sobriedad es madre de la salud, de la sabiduría, de la castidad, de la santidad y de la longevidad, mientras que, por el contrario, la gula es madre de las enfermedades, de la locura, de la impureza, de la iniquidad y de la muerte prematura.” De ahí la apremiante advertencia de San Pedro: “Sean sobrios” (I Pedro 5, 8).

[6979] 33. Así también el griego y hebreo. Scío vierte: el hombre que decae por el vino.

[6980] 34. Sentido oscuro. Falta en el griego.

[6981] 35 ss. Sobre el vino y la alegría véase 40, 20; Proverbios 31, 6; Salmo 103, 15 y notas; sobre la embriaguez Proverbios 23, 20 y 24 ss.; 31, 4; Romanos 13, 13; Ef. 5, 18.

[6982] 41 s. Esto es, ni provocarlo imprudentemente a la disputa, ni afligirlo torpemente en su alegría. Admiremos una vez más la sabiduría y nobleza de las enseñanzas bíblicas, brotadas todas del verdadero espíritu de caridad.

[6983] 1. Simposiarca, textualmente rey (del convite); así se llamaba al que presidía el banquete. Le solían dar una corona de flores y una porción especial (versículo 3). Véase Juan 2, 8.

[6984] 4 s. Conversar en la mesa era la prerrogativa de los ancianos. Los jóvenes escuchaban y solamente hablaban cuando eran preguntados (versículo 10); costumbre que todavía hoy se observa en familias cultas de Oriente (véase 6, 35 y nota). No faltaba música en los banquetes, ni Dios la condena (versículo 7 s.; 30, 22; 32, 15 y notas). En todo vemos la suavidad de Dios que mira complacido nuestro bienestar, siempre que no pongamos en ello el corazón, como hace el mundo, despertando sus celos de Padre amante (véase Salmo 105, 19 y nota).

[6985] 6. Donde no hay quien escuche: en griego: donde se escucha (la música); en hebreo: según unos: donde se bebe; según otros: donde se canta.

[6986] 9 ss. Escucha en silencio: Cf. 4, 34 y nota; Proverbios 29, 20; Santiago 1, 19. “No adelantarse a responder; no precipitarse en el hablar. Saber prestar paciente oído, señal es de fuerza y de cordura: de fuerza porque se enfrena el ímpetu; de cordura, porque se soslaya el peligro de falsear el pensamiento” (Fernández, Florilegio Bíblico IX p. 36). Hay pocas reglas tan olvidadas como esta y la otra, que se da a los jóvenes (versículo 10 ss.), de no hablar sino excepcionalmente y excusando su juventud e ignorancia. Véase Santiago 1, 26. San Antonio decía constantemente: “Contén tu lengua”; y San Francisco de Asís: “El silencio inflama el corazón de amor a Dios.”

[6987] 14. Granizo: el griego: trueno. Como este sea acompañado del relámpago, así el rubor, signo de modestia en el joven, va despertando simpatía y estimación hacia él.

[6988]15 ss. Muestra que los juegos y esparcimientos son lícitos a la juventud y agradables a Dios como signos de ese espíritu infantil que Él ama con predilección. De ahí que la sana alegría de los juegos aleje del pecado (30, 22) debiendo llevarnos a bendecir a Dios por su bondad (versículo 17). Todas estas reglas, que parecen profanas, son la genuina aplicación a la vida social, del espíritu del Decálogo, cuyo fiel cumplimiento haría de la tierra un paraíso. Véase 24, 22 y nota.

[6989] 19. Se escandalizará el hipócrita, y hallará en la misma Ley santa ocasión de ruina. Es el escándalo farisaico tantas veces anunciado por Jesús, que se llamó Él mismo “piedra de tropiezo” (Mateo 11, 6; 13, 21 y 57; 15, 12; 24, 10; Romanos 9, 33; I Pedro 2, 8; Salmo 68, 23; 117, 22 y nota).

[6990] 21. Ejemplos, esto es, excusas para cubrir sus pecados. Véase Salmo 140, 4 y nota. Sobre la característica del insensato, que consiste en aborrecer la enseñanza, véase 6, 21; 21, 18; Proverbios 1, 7 y 29; 9, 7 y notas.

[6991] 25. Admirable paralelo: No exponerse al atractivo del pecado, porque caeríamos en él (3, 27; 9, 4 y notas); ni presumirse capaz de grandes heroísmos y promesas, porque caeríamos como le sucedió al apóstol San Pedro (Mateo 20, 33). Véase I Corintios 7, 5; Proverbios 20, 25 y nota. El mejor y más grande de los reyes es el que puede mandar a sus pasiones, dice Sócrates.

[6992] 26. Véase 33, 20; Miqueas 7, 5; Mateo 10, 36.

[6993] 27 s. Véase versículo 20. Hay aquí una altísima ley de libertad espiritual (II Corintios 3, 17; Gálatas 2, 4; Santiago 1, 25; Juan 8, 32), que es precisamente para los rectos de corazón que confían en Dios (versículo 28) y no en su propia alma, como darían a entender algunas traducciones (véase Gal. 5, 13; I Pedro 2, 16; Salmo 117, 6 y nota). El apóstol San Pablo enseña que la conciencia es ley aun para los paganos que no conocen la Ley (Romanos 2, 14 s.). Así se explica que algunos paganos pudiesen ser tan gratos a Dios en sus oraciones y obras. Véase Hechos de los Apóstoles 10, 1-4 y notas.

[6994] 1. Nada malo le sucederá: He aquí una magnífica promesa para los que temen al Señor. “El temor de Dios, dice San Crisóstomo, nos hace firmes e inquebrantables, proporciona tal alegría, que nos hacemos insensibles a todos los males, porque temiendo a Dios como merece, y confiando en Él, se adquiere el principio mismo de la dicha y el manantial de toda alegría.” Cf. 1, 16; Salmo 30, 20; 110, 10; Proverbios 1, 7; 9, 10; Eclesiastés 12, 13 y notas.

[6995] 3. Y la Ley será fiel para con él: Otra grande promesa, que vale más aún para la Ley de la gracia. Dichoso el que es fiel a la doctrina de Jesucristo, pues los que siguen sus huellas, tendrán la fuerza de apartarse de todo mal y alcanzar la felicidad eterna. “Dulces y alentadoras deben resonar siempre en nuestros oídos las palabras con que el Maestro divino saludará al siervo fiel, al ponerle en posesión del reino del Padre celestial: Euge, serve bone et fidelis… y corearán los bienaventurados: Euge, Euge…” (Gentilini). El texto griego dice: y para él la Ley es digna de fe como el oráculo de Urim; es decir, como los oráculos que el Sumo Sacerdote daba mediante los “Urim y Tummim” (Éxodo 28, 30; Levítico 8, 8).

[6996] 4. En griego abarca al que pregunta y al que responde: Prepara tu discurso, y serás escuchado; reúne tu saber y responde.

[6997] 5. Es la falta de unidad mental de los que no viven de fe. Véase Ef. 4, 14; Romanos 1, 17.

[6998] 7. En los versículos 7-15 se trata del problema de la desigualdad entre los hombres según la omnímoda libertad de Dios. Hay en este pasaje un notable paralelismo con Romanos 8, 30 ss, y 9, 14-33 (véase también Sabiduría 15, 7; Jeremías 18, 6). Nótese de paso la imposibilidad de los sistemas sociales igualitarios (versículo 10 y 11).

[6999] 15. Contra el mal está el bien: Es el cumplimiento de la parábola de la cizaña (Mateo 13, 24 ss.). Aprendamos ante todo a no escudriñar, sino a admirar el misterio de que Dios permita que los malos ataquen a los buenos. Dios forma e instruye a los buenos por medio de los malos, como observa acertadamente San Agustín, y ejercita a los que deben gozar de la libertad eterna por medio del poder transitorio de los que han de ser condenados al fuego eterno. Por esto nadie felicite al hombre que prospera en esta vida, porque los caminos de Dios son inescrutables, y es muy posible que el pecador prospere en esta vida para ser castigado en la eternidad. “Dios, dice San Gregorio, castiga ciertas faltas y deja otras impunes, porque si no castigase a nadie, no se creería que Dios se ocupa de las obras humanas; y si castigase a todos, de nada serviría el último juicio” (Homilía in Job). Pareadas y... opuesta. Véase 42, 25. He aquí una gran luz para entender el plan de Dios en los misterios de la creación (el día y la noche, etc.), y también en las cosas del espíritu: Antiguo y Nuevo Testamento; Israel y las naciones; pecado y Redención; Venida de Cristo doliente y Venida triunfante, etc. Véase Eclesiastés 3.

[7000] 16 ss. Después de los santos Profetas y Hagiógrafos, el Eclesiástico, último libro del Antiguo Testamento, recoge algo de su sustancia moral. Véase 24, 44 ss. y nota.

[7001] 19. La asamblea, textualmente: la Iglesia, esto es, el pueblo escogido de Israel, en sentido espiritual, todos nosotros.

[7002] 20. Recordemos esta norma de viril firmeza. Ella significa mantener el orden instituido por Dios desde el principio (Génesis 1, 26; 2, 18; 3, 16; I Corintios 11, 3; 14, 34; Ef. 5, 22 s.; I Timoteo 2, 11 s.; Colosenses 3, 18; I Pedro 3, 1) y nos defiende contra nuestra debilidad, causa de innumerables males (véase I Reyes 2, 36 y nota).

[7003] 21. El segundo hemistiquio dice en el griego: No te enajenes a ninguna carne, es decir, no renuncies a tu autoridad ni a tu propiedad en favor de otro. Véase 22, 6 y nota; 32, 26.

[7004] 23. En todas tus cosas mantén la superioridad: Conserva tu dominio sobre tus bienes para no quedar a merced de los demás. “Pase como acomodación verbal el sentido de: «Procura ser el primero en todas las obras»” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación p. 173).

[7005] 25 ss. En Proverbios 29, 21 y nota, se explican estas sabias normas, que a primera vista parecen duras, pero que están llenas de caridad y sabiduría para el verdadero bien de los esclavos de aquel tiempo (versículo 30). Véase también Proverbios 26, 3; 29, 19 y notas.

[7006] 29. Según Ezequiel 16, 49 la ociosidad fue el vicio de Sodoma, por donde se comprende su depravación. “Así como una tierra que no ha sido sembrada ni plantada, produce toda clase de malas hierbas, así cada vez que el alma nada tiene que hacer se entrega a actos perversos” (San Crisóstomo, Homilía VII in II Corintios).

[7007] 31. “Este verso nos muestra otro espíritu, que no es el de la sociedad pagana, aunque todavía no es la voz de San Pablo a Filemón (8-20), ni a los Colosenses (4, 1), o a los Efesios (6, 5-9)” (Nácar-Colunga). Fiel: falta en el griego. A costa de tu sangre: locución rabínica; con dinero. O también: exponiendo quizá tu vida para tomarlo prisionero en la guerra (cf. Números 31, 26; Deuteronomio 21, 10).

[7008] 2. Persigue al viento: Elocuente locución hebrea, que el Eclesiastés emplea como estribillo para designar la vanidad de las aspiraciones de los hombres. Cf. Eclesiastés 1, 14 y 17; 2, 11 y 26; 4, 4 y 16; 6, 9, etc.

[7009] 3. Los sueños no muestran cosas reales, sino que son fantasmas, quimeras, puras semejanzas de cosas, exceptuando los casos en que Dios se manifiesta en ellos (versículo 6). La imagen... puesta delante: esto es, la del espejo que parece tan real y sabemos que no lo es (Proverbios 27, 19). Recordemos el admirable símil de Santiago 1, 23.

[7010] 5. Las adivinaciones erróneas: como las practican los embusteros para engañar a los supersticiosos. Había legión de ellos, especialmente en Egipto. Véase Éxodo capítulo 7 ss.

[7011] 6. Dios se manifiesta a veces a los hombres por medio de sueños, pero no sin darse a conocer en forma indudable (Génesis 20, 3; 37, 5; 41, 1; Números 12, 16; I Reyes 28, 6; Mateo 1, 20; 2, 13 y 19).

[7012] 8. “Opone a la falacia de los sueños la certeza de la palabra infalible de Dios” (Vaccari). Tenemos aquí el criterio en materia de profecías: estudiar confiadamente las que Dios nos ofrece en las Sagradas Escrituras, y desconfiar de las de origen privado. Véase 39, 1; Proverbios 1, 6 y notas. “No despreciéis las profecías”, dice el Apóstol de los Gentiles, pero añade: “Examinad todas las cosas, y ateneos a lo bueno” (I Tesalonicenses 5, 20). “Dios nos ha dado ya en la revelación pública reconocida por la Iglesia, en la Escritura y en la Tradición, todos las verdades que necesitamos para nuestra salvación y para nuestra santificación. Si necesitásemos algo más, Dios nos lo hubiese dado ya también. El centro de nuestra vida espiritual no puede ser otro que Jesucristo, y tal como nos lo presenta la Iglesia católica en el Evangelio” (P. Stachlin, Razón y Fe, julio-agosto 1949, p. 97 s.).

[7013] 9. Cf. 4, 18; Sabiduría 3, 5 y notas; Santiago 1, 2-4 y 12; I Pedro 4, 12; 5, 8 s.

[7014] 11. Este versículo es propio de la Vulgata. Sobre el valor ascético de la tentación véase Santiago 1, 2 s.; Tobías 12, 13; II Corintios 12, 7; I Pedro 1, 6. En la tentación se prueba la virtud, así como en la llama se purifica el oro. “Cuando sois tentados, dice San Ambrosio, sabed que se os prepara la corona inmortal.”

[7015] 12. Palabras significa en el hebreo también cosas, hechos, acontecimientos. Aquí tal vez se pone en vez de costumbres.

[7016] 14. Texto oscuro. Es buscado, etc.: El texto griego dice: Se mantiene vivo el espíritu de los que temen al Señor. Es decir, vive por la gracia que se da a los que buscan, temen y aman a Dios. Cf. Mateo 7, 7; Salmo 102, 11 y 13 y notas.

[7017] 16. ¡No temer por nada! Incomparable promesa de serenidad y paz, que se hace desde esta vida a los amigos de Dios. Véase Salmo 22, 4; 111, 7 s.; Proverbios 3, 23 ss.; 28, 1; I Pedro 3, 14.

[7018] 19. Le temen: en griego: le aman (Proverbios 1, 7 y nota). Véase la preciosa declaración de Dios en Isaías 66, 2.

[7019] 21 ss. Irrisiones: Vemos aquí cuán terrible cosa, y cuán insensata, es pretender burlarse de Dios obsequiándole con lo que Él abomina, ya se trate de obras (Juan 16, 2) o de doctrina (Sabiduría 9, 10 y nota). No acepta los dones de los impíos (versículo 23): Cf. II Macabeos 9, 13 sobre la oración de Antíoco, a la cual faltaba rectitud.

[7020] 25. Hombre sanguinario: San Juan aplica esta misma idea al que odia a su hermano (I Juan 3, 15). Aquí la vemos aplicada a los que quitan al pobre el sustento o no le pagan el jornal. La Sagrada Escritura inculca enérgicamente la obligación de pagar con puntualidad el salario de los obreros e intima a los amos refractarios los más graves castigos. Cf. Levítico 19, 13; Deuteronomio 24, 14; Tobías 4, 15; Santiago 5, 4.

[7021] 27. Imagen de la dualidad que existe en el hipócrita de corazón doble (27, 25; Sabiduría 1, 5 y nota; Mateo 12, 25). “Tú pides y haces pedir a Dios por los sacerdotes alguna gracia, mas el pobre oprimido por ti, pide al Señor que vengue los agravios que le haces. ¿Piensas que Dios te oirá a ti y no al pobre?” (Páramo).

[7022] 30 s. He aquí la triste situación del alma que no sale de la vía purgativa. El Nuevo Testamento la pinta aún más grave (Lucas 11, 24 ss.; Hebreos 6, 4 ss.; II Pedro 2, 20 ss.), pues puede llegar a la apostasía (Hebreos 10, 26 y 31). Un remedio que Dios señala y la Iglesia proclama para llegar a la vía unitiva del amor que libra del pecado, es la vía iluminativa de la sabiduría que viene de la Palabra de Dios (véase el gran misterio que Jesús revela en Juan 17, 3 y 17), mediante la cual el Espíritu Santo transforma el corazón del hombre. Véase Salmo 18, 8; 118, 11 y notas; III Reyes 8, 46; I Juan 2, 4; 3, 6; 4, 4-8.

[7023] 1 ss. “Es interesante esta sección por el concepto espiritual que nos da del culto divino, muy en armonía con el Salmo 50, 8-15” (Nácar-Colunga). Sobre las normas que siguen véase 34, 21 ss.; I Reyes 15, 22; Salmo 4, 6; Isaías 1, 10-20; Jeremías 7, 3; 26, 13; Oseas 6, 6; Mateo 9, 13 y notas.

[7024] 5. El versículo 3 anticipa este concepto que muestra hasta dónde llega la misericordia de Dios que computa como reparación el simple cumplimiento del deber. Véase Salmo 50, 11 y 19; Proverbios 12, 12 y notas.

[7025] 6 s. Véase Éxodo 23, 15; 34, 20; Deuteronomio 16, 16. La Ley de Moisés comportaba la obligación de ofrecer víctimas, todas ellas acompañadas de justicia, obediencia y misericordia, como acabamos de ver. “Los justos son amigos de Dios; por el lazo de la caridad y de las virtudes le hablan familiarmente; y Él les oye y les atiende” (San Gregorio).

[7026] 8. Engrasa el altar: Es la justicia, o sea la rectitud de corazón, lo que hace el sacrificio pingüe y agradable a Dios.

[7027] 11 ss. Dios ama al que da con alegría (II Corintios 9, 7). Véase Tobías 4, 9; Hebreos 13, 17; Filemón 14. Siete veces más (versículo 13): Jesús va hasta ofrecer el céntuplo (Mateo 19, 29; Marcos 10, 30). Cf. Salmo 111, 9 y nota.

[7028] 14 s. Sobre las víctimas defectuosas véase Levítico 22, 21; Deuteronomio 15, 21; sobre bienes adquiridos por medios ilegales, 34, 21 ss. y nota; sobre la acepción de personas, Deuteronomio 10, 17; II Paralipómenos 19, 7; Job 34, 19; Sabiduría 6, 8; Hechos 10, 34; Romanos 2, 11; Gálatas 2, 6; Colosenses 3, 25.

[7029] 17 ss. Véase las palabras de Jesús en Lucas 18, 7 ss. y las de Santiago (1, 27).

[7030] 21. La oración del humilde traspasará las nubes, etc. Y no se apartará hasta que la mire el Altísimo. De todo lo que la Biblia dice de la oración, es este el rasgo más consolador. La humildad da alas a la oración; sin las alas de la humildad la oración no puede levantarse, porque Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes (Santiago 4, 6). La oración del justo, dice San Agustín, es la llave del cielo; la oración sube, y la misericordia de Dios baja. Cf. Salmo 21, 25; 50, 18; 101, 18.

[7031] 22 s. Vemos cómo también las naciones serán juzgadas. Alude especialmente a los enemigos del pueblo judío, como se ve en la oración del capítulo siguiente. Véase Salmo 109, 5 s. y nota.

[7032] 24. De Adán: de los hombres herederos de su pecado. Falta en el texto original.

[7033] 26. De la tribulación; o sea, de la opresión (de Israel). Sobre la hermosa figura de la lluvia, véase Salmo 142, 1 y nota.

[7034] 1. Para comprender esta plegaria por el pueblo de Israel, hay que tener presente, como observa Crampón, que fue escrita después de la vuelta de Babilonia, por lo cual no puede referirse a aquel cautiverio, sino que en el tiempo en que se escribió el Eclesiástico (dos siglos antes de Jesucristo), los israelitas de las diez tribus, y también muchos judíos continuaban dispersos entre las naciones paganas, y aun los de Palestina estaban sometidos a opresores extranjeros, principalmente a los reyes de Siria y Egipto, continuando luego su dependencia con la ocupación de Jerusalén bajo Pompeyo (63 a. C). Así se estableció la opresión romana que regía en tiempo de Jesús, y que se consumó luego, como Él mismo lo predijo (Lucas 19, 43 y 21, 6; Mateo 24, 2; Marcos 13, 2), con la destrucción de Jerusalén y del Templo por Vespasiano y Tito el año 70, y la dispersión de los judíos que durará hasta su conversión total (Romanos 11, 26). Los versículos 1 a 16 se rezan en Laudes de Sábado, y en la Misa votiva por la Propagación de la fe se llega hasta el versículo 19, siendo admirable cómo la Santa Iglesia hace suya la oración de Israel, así como en la Misa “contra paganos” se reza la oración de Mardoqueo (Ester 13, 88 ss.). Cf. Salmo 101, 29 y nota.

[7035] 2. Las naciones: los gentiles. Es de notar que el Eclesiástico no pide el exterminio de los pueblos paganos, opresores de Israel, sino su conversión y santificación, y la manifestación de Dios entre ellos. “De dos maneras se manifiesta Dios en los hombres: en forma positiva y negativa. En los suyos por Su presencia, en los pecadores por Su ausencia; en los suyos por su santificación, en los pecadores por su castigo. Los suyos, son el Sí de Dios, los pecadores el No. Cuando no unimos nuestro sí con el de Dios, frustramos Sus designios” (Elpis).

[7036] 4 s. “Dios ha mostrado su santidad en Israel al castigar sus pecados sujetándolo al dominio extranjero. Con librarlo ahora, mostraría su poder en los gentiles, castigándolos por el mal hecho a Israel y a su religión” (Vaccari).

[7037] 6 ss. Los prodigios, hechos al librar a Israel de Egipto y del cautiverio babilónico. San Bernardo aplica este pasaje a la Encarnación del Verbo, diciendo: “Señor, añadid otra maravilla a vuestras maravillas; renovad vuestros prodigios y cambiadlos; pues vuestros antiguos milagros están como olvidados y despreciados por su número y continuación. Es verdad que el acto de levantarse y ponerse el sol, la fecundidad de la tierra y el cambio de las estaciones son milagros, grandes milagros, pero los vemos tantas veces, que no nos fijamos en ellos. Renovad vuestros milagros, cambiad vuestras maravillas.” Y Dios lo hizo así “En Jesucristo y en María Dios hizo prodigios desconocidos en los siglos; ha trastornado el orden del mundo y de todas las cosas. Una mujer concibe a un Hijo, hombre por su ciencia; niño por la edad, Verbo eterno por su persona. Dios por su naturaleza, nacido de una Virgen en el tiempo, lleno de gracias, teniendo el dulce nombre de Jesús y siendo el Salvador. ¡Cuántos milagros en este gran misterio de la Encarnación!” (Homilía. IV en la Vigilia de la Natividad).

[7038] 10. El sentido es, según el hebreo: Apresura el término y haz llegar la fecha establecida: Vaccari lo explica diciendo: “El término de la opresión: el tiempo establecido en tus decretos para dar la salud final a tu pueblo (ideas y expresiones tomadas del mesianismo profético). Cf. Daniel 8, 19; 9, 25; 11, 27-35.

[7039] 13. En hebreo la segunda parte dice: y dales la posesión como antiguamente. Se refiere a “la posesión de la tierra prometida, como antiguamente, cuando tenían su dominio absoluto, independiente” (Vaccari). A raíz del cautiverio asirio las diez tribus del reino de Israel, cuya capital fue Samaria, vivían en la dispersión entre los gentiles, de donde no volvieron; y de las dos tribus de Judá gran parte había dejado su país y el resto sufría las vejaciones de reyes paganos. Sobre la reunión de las doce tribus, véase Salmo 105, 47 y nota; Ezequiel 16, 53; 20, 40; 37, 15-23; 39, 25 ss.; Jeremías 3, 18; 31, 1 y 31 (citado en Hebreos 8, 8); 33, 14 ss.; Isaías 27, 13; Zacarías 8, 13 etc.

[7040] 14. Has tratado como a primogénito tuyo. En hebreo: lo llamaste (Bover-Cantera: apellidaste) primogénito tuyo, Cf. Éxodo 4, 22 y nota.

[7041] 15. Sobre Jerusalén véase 24, 15 y nota.

[7042] 17. El primer miembro dice en hebreo: Da testimonio a la primera de tus obras. “La primera de las obras de Dios en dignidad e importancia era la elección de Israel con las consiguientes prerrogativas y las proféticas promesas de un espléndido porvenir” (Vaccari).

[7043] 18. El Eclesiástico alude aquí, como en 48, 10, a las profecías sobre la restauración de Israel. Cf. Salmo 113B, 1 s. y nota; Jeremías 30, 3; 31, 31-36; Oseas 3, 4-5; Amós 9, 14 ss.; Miqueas 4, 6 s.; Zacarías 8, 22 s.; 14, 8 ss.

[7044] 19. La bendición que dio Aarón: la versión hebrea: tu favor.

[7045] 23. El hombre es el que ha de proceder con precaución en la elección de su futura esposa, mientras que la doncella ha de casarse con el elegido de sus padres. Se refiere a las costumbres de Oriente. Hoy, desgraciadamente, los padres ejercen poca influencia en este importantísimo asunto. Reflexionen los jóvenes sobre esta enseñanza divina infalible, y, reconociendo sabiamente la falta de luces propias en esa edad inexperta, no procedan, sin consejo de padres o prudentes, a comprometer su corazón por pasajeros impulses juveniles en un asunto en que se juega la vida entera, y aun tal vez la eternidad. Si en materia de negocios consultan, no pueden creer que en esta otra puede seguirse la simple inclinación que suele ser puramente sensual, aunque lleve el dulce nombre de amor. Sobre la mujer ejemplar véase Proverbios 31, 10 ss. y notas.

[7046] 24. Un afecto superior a todos: Esto nos explica por qué Dios eligió en el Cantar de los Cantares la forma de un epitalamio: porque nada puede darnos idea de su infinito amor tanto como ese afecto que es tan intenso en el hombre. “El solo pensar que Jesús siente hacia nosotros esa benevolencia sin límite, ese atractivo y esa gama de afectos que mueven el corazón de un enamorado, basta para llenarnos de felicidad. Pero hay que creerlo de veras.”

[7047] 25. En hebreo: Si a esto (a la belleza), añade suavidad de lenguaje, su marido no tiene igual entre los hombres.

[7048] 28. Según el hebreo y el griego es a la inversa: ¿quién se fía de un ladrón, etc.? Pues así es el que no tiene casa, etc. Aconseja el matrimonio, que entre los hebreos revestía especial importancia (Jueces 11, 35 y nota). Jesús y San Pablo descubren otro camino para los llamados que aspiran a lo mejor (Mateo 19, 10-12; I Corintios 7, 7 ss.; 31 ss.).

[7049] 5. Fina ironía: El escudo, en vez de la espada, pues no le importa defender al amigo sino protegerse a sí mismo.

[7050] 6. En hebreo: No te olvides de tu compañero en el combate, y no le pases por alto en el reparto del botín.

[7051] 8 ss. Todo el que es consultado, esto es, muy pocos tienen la humildad de declararse incompetentes para aconsejar. Además, mientras tú crees que te aconsejan por tu bien, lo harán según su interés, y aun te dirán que vas bien cuando vas mal, y te pondrán tropiezos, espiando luego tu caída para aprovecharse de ella.

[7052] 12 ss. Ironía. Si no quieres ser defraudado, no hables con ciertas personas sobre ciertas cosas que son ajenas a su competencia u opuestas a su espíritu.

[7053] 15 s. ¡Precioso consejo! Descubrir un alma así es el mayor bien de la vida. Dios no lo negará al que se lo pide con rectitud. Véase 25, 2; 6, 35 y notas. Ejemplo de esto es la unión que San Pablo tenía con Timoteo (Filipenses 2, 19 ss.).

[7054] 17 ss. Un corazón de buen consejo: Debe notarse que, según toda la economía doctrinal de la Biblia, esto solo puede referirse al hombre espiritual, y en manera alguna cabe mirarlo como un consejo de confiar en sí mismo a la manera de los estoicos, como si nuestra naturaleza no estuviese depravada. Véase II Corintios 11, 14 s.; I Juan 2, 20 s. y 27; 4, 13; Salmo 93, 11 y nota. El versículo 20 lo aclara todo al confirmar que, a cuanto hagamos o pensemos, debe precederlo la palabra de Dios, a la cual David llama antorcha de mis pies (Salmo 118, 105 y nota). Así podía San Pablo invocar el testimonio de su propia conciencia “por el Espíritu Santo” (Romanos 9, 1).

[7055] 19. “Agregar la oración a los consejos, sean exteriores o interiores; en efecto, Dios es el mejor de todos los consejeros” (Fillion).

[7056] 21 ss. No vale nada: Tal puede ser el caso de uno que tenga el don de profetizar, como un carisma dado por Dios en beneficio de otras almas, y no sepa aprovecharlo para la propia (Mateo 23, 3; I Corintios 9, 27). El cuadro opuesto se halla en los versículos 25 ss., que encarecen el gran valor de la sabiduría, tanto en sí misma cuanto para el apostolado (Daniel 12, 3; I Corintios 14, 12 ss.). Los versículos 23 s., son un paréntesis sobre la vaciedad de los sabios según el mundo. Véase Kempis III, 43.

[7057] 27. Colmado de bendiciones, porque el sabio ve las cosas así como son en sí mismas (San Bernardo), y lleva a otros al conocimiento de Dios, quien es la fuente y el fin de toda sabiduría.

[7058] 28. Véase 36, 13 y 18. Se refiere a los innumerables días prometidos a Israel por los profetas (Tobías 13, 12; Jeremías 33, 17-26; Ezequiel 37, 28; Oseas 2, 19, etc.), para mostrar que, no obstante la fugacidad de nuestra vida, la memoria del sabio no perecerá. Véase Salmo 111, 7; 101, 24 s. y nota.

[7059] 30 ss. Todo el pasaje se refiere a la moderación en los alimentos. Se ha de usar la comida por necesidad, no por placer (San Ambrosio). Los excesos de la mesa embrutecen al hombre y le hacen incapaz para entender y atender las cosas de Dios (Romanos 13, 13). “Sed sobrios y vigilad, porque vuestro enemigo, el demonio, anda girando como león rugiente alrededor de vosotros” (1 Pedro 5, 8).

[7060] 2. De Dios viene toda medicina: en griego: la curación o la ciencia de curar. El honor debido al médico, se funda en que es instrumento de Dios, como lo es también el poder civil (Romanos 13, 1). El nombre del ángel Rafael, que curó a Tobías, significa en hebreo: medicina de Dios. Cf. versículo 4 s.

[7061] 5. Dios endulzó las aguas de Mará por medio de un madero (Éxodo 15, 23 s.). De lo cual se sigue que las cosas creadas, como las medicinas, plantas, etc., están dotadas de virtudes que han recibido del Creador. Los grandes efectos producidos por causas muy humildes y pequeñas, como las dosis homeopáticas, son cosa muy conforme a la Biblia. Cf. Ezequiel 47, 12; Apocalipsis 22, 2.

[7062] 7 s. La última parte del versículo 7 pertenece al versículo 8. El sentido es: gracias o esos remedios volverá la salud y no desaparecerán las creaturas de Dios, porque su paz se extiende sobre la tierra (Salmo 144, 9). El concepto de bendición ha de aplicarse a las creaturas, no a la tierra como tal. Cf. Génesis 3, 17; Romanos 8, 19 ss.

[7063] 9 s. Texto que debería estar a la vista de los enfermos en todos los hospitales. El doctor Fritz Lachmann, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hace notar que los médicos no eran conocidos en Israel en los primitivos tiempos de fe, y que la primera vez que aparece el título de “rofé”, médico, se refiere a simples embalsamadores (Génesis 50, 2). La enfermedad era mirada como un anuncio de la muerte (III Reyes 15, 23; II Paralipómenos 16, 12 y notas). La Legislación de Moisés sobre la lepra o “zaraat” tenía más bien carácter social (Levítico capítulos 13 y 14), y esta plaga solía mirarse como un castigo de Dios (Números 12; Deuteronomio 24, 8 s.) y era asunto de incumbencia sacerdotal (Deuteronomio 17, 8). Ruega al Señor... apártate del pecado, porque la primera causa del desequilibrio de la salud física es el desorden moral traído por el pecado (cf. Génesis 3, 16-19).

[7064] 11. En memoria, como dice Moisés en Levítico 2, 2: “para recuerdo y olor suavísimo”, esto es, para hacer presente tu petición ante Dios.

[7065] 13. El texto original dice: Hay un tiempo en que el éxito está en sus manos (Bover-Cantera); hay ocasiones en que logra acertar (Nácar-Colunga); es decir, no siempre, como se ve en Marcos 5, 26.

[7066] 14. El médico, el farmacéutico y el enfermero, han de saber que no solo de ellos depende la curación del enfermo. Por lo cual deben rogar a que Dios ayude su arte y su técnica, así como también el enfermo ha de acudir a la oración, la mejor medicina en todas las enfermedades (versículo 9). Dios mismo nos muestra que de Él vienen la enfermedad y la salud (Deuteronomio 32, 39; Job 5, 18) y promete que Él quitará las pestilencias del pueblo por la oración y el arrepentimiento (II Paralipómenos 7, 13 s.). El primer enfermo (no leproso) curado que aparece en la Biblia es el rey Ezequías (siglo VIII a. C., por obra de un milagro (IV Reyes 20; Isaías 38).

[7067] 15. Caerá en manos del médico. Los Libros históricos de la Biblia, narran, con sorpresa, que el rey Asá, sufriendo una dolorosa enfermedad, ni aun en su dolencia buscó al Señor sino a los médicos II Paralipómenos 16, 12), como confirmado que antes que estos hay que buscar a Dios. La providencia del Padre Celestial, para no tener que condenar en la vida futura (cf. Lucas 16, 25), envía pruebas que purifican, o castiga al pecador con una sensible o larga enfermedad, y aun con la muerte, como hizo con los del Diluvio (I Pedro 3, 20; 4, 6; I Corintios 5, 5).

[7068] 16 ss. Este es, sin duda, el origen del luto. Los judíos eran muy expresivos en las manifestaciones del dolor.

[7069] 20. Texto difícil. El sentido parece ser que la tristeza ha de pasar cuando llevan el cadáver al sepulcro, porque nuestra vida depende del estado de nuestro corazón.

[7070] 22. No se vuelve: Se deduce de aquí la falacia del espiritismo. Cf. Isaías 8, 19 s. No ayudarás a él; se refiere al muerto en sentido material, porque no tiene ningún provecho de tu tristeza.

[7071] 23. Palabras que nos dicen nuestros muertos; muy apropiadas para un epitafio. Hugo de San Víctor observa que la Escritura no dice mañana, sino hoy, ya que muchos mueren cada día y nadie está cierto de vivir el día de mañana. Los romanos ponían: “Hodie mihi; cras tibi.” El refrán popular expresa, a la inversa, lo que hemos de pensar los vivos: “Hoy por ti, mañana por mí.”

[7072] 24. Es el mayor argumento para consolar al que de veras ama: saber que la persona amada está mejor que aquí abajo, y aun que se la puede favorecer con oraciones (II Macabeos 12, 43).

[7073] 25. De aquí la fórmula de muchos santos: “Vacare Deo”, dedicarse a Dios, adherir a Dios, disfrutar de Dios. Es el ocio santo, que suele escandalizar al mundo; “la buena parte” que eligió María (Lucas 10, 42) y que permite escuchar las palabras que nos ha dicho Dios (39, 1; Isaías 30, 15; Salmo 1, 1 ss.). San Gregorio recuerda a los que han de dirigir almas, que no podrán hacerlo sin larga meditación de las Escrituras. Véase II Timoteo 2, 4.

[7074] 26 ss. La dificultad que tienen para adquirir la sabiduría los que están aferrados a los negocios o trabajos temporales, se muestra en repetidas expresiones: “pone su gloria” (versículo 26), “aplica su corazón” (versículo 27); “tiene su corazón atento” (versículo 28), etc. Es lo qué enseña Jesús al decirnos que nuestro corazón estará allí donde está nuestro tesoro. Marta no podrá alcanzar el privilegio de María, mientras piense que su propia actividad es lo mejor. Lo enseña también Jesús en la parábola del vino nuevo (Lucas 5, 37 ss.). En cambio, si los humildes artesanos ponen su corazón en conocer las palabras de Dios, sepan que Él revela a los pequeños lo que oculta a los sabios (Lucas 10, 21).

[7075] 35 ss. Considerando que las muchas ocupaciones temporales obstaculizan la sabiduría (27, 1 y nota) y aun pueden hacer muy difícil la salvación (Lucas 18, 25; Santiago 5, 1; I Timoteo 6, 9), el sumo acierto consiste en entregarse de propósito al estudio de la sabiduría revelada en las Sagradas Escrituras, como se ve en 39, 1 ss. Para que no temamos empobrecernos con esto, Jesús hace la asombrosa promesa de Mateo 6, 33: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.”

[7076] 38. Moral: El latín dice: disciplina: el hebreo y el griego: justicia. La palabra moral es de origen latino (de mores: costumbres) y no figura en la Biblia.

[7077] 39. Aplicando, etc.: En el griego y el hebreo estas palabras encabezan el capítulo 39 y se refieren, inversamente de la Vulgata, al sabio de que va a tratarse en adelante.

[7078] 1. He aquí el concepto que Dios tiene del verdadero sabio, bien diferente del que tiene el mundo. Es aquel que medita las Sagradas Escrituras y dedica su tiempo al estudio de los Profetas. Véase 7, 40; 18, 24; 34, 8; Salmo 118, 162; Proverbios 1, 6 y notas; Isaías 21, 12; 34, 16; Sabiduría 8, 5; Ester 11, 12; I Tesalonicenses 5, 20; Apocalipsis 1, 3, etc. La Sagrada Escritura es un océano sin fondo. La profundidad de tus Escrituras, Señor, es admirable, exclama San Agustín; no pueden considerarse sino con temor, temor de respeto y temor de amor. En la Sagrada Escritura, dice San Gregorio, nada el humilde cordero, y se ahoga el orgulloso elefante, es decir, los pequeños y humildes entienden mejor la palabra de Dios que los que presumen de su ciencia y cultura (cf. Mateo 11, 25; Lucas 10, 21). Papías, discípulo de San Juan y Obispo dé Hierápolis, hizo grandes viajes y gastó muchísimo dinero para recoger de la boca de los discípulos de Jesús todas las palabras del Redentor que no están en el Evangelio; y llenó cinco libros de los cuales desgraciadamente se han conservado solamente unos pocos fragmentos. También San Jerónimo, el Doctor Máximo en Sagradas Escrituras, hizo viajes a Constantinopla y a Alejandría, para ilustrarse y buscar soluciones a las dificultades que se le ofrecían en la interpretación de los textos bíblicos. En Constantinopla se entrevistó con San Gregorio Nacianceno, y en Alejandría con Dídimo.

[7079] 2 s. Parábolas, la forma literaria en que los sabios y profetas presentaban las enseñanzas más importantes y que usaba el mismo Jesucristo, es reconocida como el mejor método de enseñar cosas espirituales, porque las cosas que no se ven necesitan de imágenes y figuras concretas, tomadas de la vida del pueblo, de la naturaleza o de la historia, que las hagan “visibles” y comprensibles. Las parábolas o semejanzas son, por decirlo así, el lenguaje de lo invisible. De ahí la importancia trascendental que tienen en la enseñanza religiosa. El Proverbio (versículo 3) es una parábola abreviada, una semejanza en miniatura.

[7080] 6 ss. Estos versículos figuran en la Epístola del Común de Doctores.

[7081] 9. La verdadera sabiduría es fruto de la oración (Santiago 1, 5; 3, 17). Santo Tomás de Aquino solía interrumpir su trabajo y pasar a la oración, cuando sentía que le faltaban luces.

[7082] 11. He aquí el lema del predicador, según la fórmula de Santo Tomás: “Transmitir a otros lo contemplado en la oración.” Cf. Proverbios 1, 20.

[7083] 12. El pescador Pedro, dice San Crisóstomo, resplandeció aun después de su muerte, con un fulgor más brillante que el sol.

[7084] 15. Si descansare; o sea, pasando a mejor vida. Las expresiones “descansar” y “dormir” significaban ya en la antigüedad el “sueño” de la muerte. De ahí el nombre de cementerio que los primeros cristianos daban a las necrópolis. Cementerio viene del verbo griego “koimasthai”, que significa dormir.

[7085] 16. Me siento poseído, etc. En el texto griego: estoy henchido como luna llena. ¡Magnífica plenitud del Espíritu Santo! A veces el tiempo no es propicio para estas explosiones del celo, y entonces debemos, como dice San Pablo, ser moderados para con los hombres, pero siempre podemos conservar ese sagrado entusiasmo para con Dios, cuyo exceso de amor por nosotros nos urge a corresponderle (II Corintios 5, 13 s.).

[7086] 17. Una voz: textualmente: en una vos dice (el Espíritu). Estos líricos acentos son recordados en la Liturgia de la Virgen, en cuyo Magníficat (Lucas 1, 46 ss.) parece resonar un eco de estas alabanzas.

[7087] 22. Alusión al paso del mar Rojo (Éxodo 14, 21; 15, 8). Lo mismo en el versículo 29.

[7088] 23 ss. Preciosa enseñanza sobre la Providencia, y sobre la Ley de amor que la gobierna. Véase 18, 5 ss.; Romanos 8, 28.

[7089] 27. Su bendición es como un río que inunda: La bondad de Dios es verdaderamente un río inmenso que sale del trono del Altísimo y corre hasta el centro de la tierra, y todo lo riega, fecundiza y vivifica. Corre sin cesar y penetra también en el alma que, más que la naturaleza, está sedienta del riego de la divina gracia. Corre a través de los siglos y nos inunda con las aguas que incesantemente salen de la Cruz, para limpiarnos del pecado.

[7090] 30. Jesús nos confirma esta bondad del Padre, que no excluye de sus bienes ni aun a los que son malos. Véase Mateo 5, 45; Lucas 6, 35.

[7091] 31. Es notable cómo en estos alimentos se contienen, según la medicina moderna, cuantas, proteínas, hidratos de carbono, grasas, sales y vitaminas necesita el hombre.

[7092] 32. Véase II Reyes 22, 26; Salmo 17, 26. El vino es un ejemplo: tonifica a los sobrios y daña a los ebrios.

[7093] 34 s. Según el griego y el hebreo los versículos 33 y 34 se refieren a los vientos. En el tiempo de la consumación (de que habla San Pedro en Hechos 3, 20 s.; II Pedro 3, 11 ss., y San Pablo en I Corintios 3, 13; Ef. 1, 10; I Tesalonicenses 5, 3, etc.), todas las creaturas serán instrumentos para castigar a los enemigos de Dios (Sabiduría 5, 18-21 y notas). Libres ya de la corrupción a que hoy están sujetas, contra su voluntad, por causa del hombre (Génesis 3, 17 s.), participarán de la gloria de los hijos de Dios (Romanos 8, 19 ss.), y todas ellas alabarán a su Creador (Salmo 144, 10 y nota).

[7094] 38. Meditado: a la luz de la fe y bajo la inspiración del Espíritu Santo, que destinaba este Libro a formar parte de la Sagrada Biblia. La simple razón jamás habría bastado para producir este monumento de sabiduría, que penetra también en lo profético.

[7095] 39 s. Todas las cosas creadas salieron buenas de manos del Creador (Génesis 1, 4, 10, 25, etc.). Por eso, no las critique el hombre, pues él es el culpable de que hoy pese una maldición sobre ellas (Génesis 3, 17). San Teófilo (Apología 2, 17) dice a este respecto: “Cuando el hombre vuelva a aquella que era su naturaleza, y no peque más, también las fieras volverán a su antigua mansedumbre.” Cf. Isaías 11, 6; 65, 25; Oseas 2, 18.

[7096] 1. Consecuencia de la naturaleza caída que heredamos. El carácter universal de estas miserias debe servirnos de consuelo (I Pedro 5, 9), junto con la “bienaventurada esperanza” (Tito 2, 12 s.; Santiago 5, 7 ss.). En nuestro libro sobre Job y el problema del dolor hemos tratado detenida-mente esta materia.

[7097] 2. Notemos a este respecto la indecible felicidad de los que hoy vivimos bajo la Ley de la Gracia. El miedo a la muerte cede en el cristiano a la perspectiva de que Jesús vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos. Véase 41, 1 y nota; II Pedro 3, 10; Lucas 21, 28; I Tesalonicenses 4, 13-17; Filipenses 3, 20 s.; I Corintios 15, 51 ss. (texto griego); Job 7, 1 ss.; 14, 1 ss. “Los justos, dice San Agustín, se arman de paciencia para vivir, y encuentran delicias en la muerte. La Iglesia hace orar a los sacerdotes todos los días el “Nunc dimittis”: ahora, Señor, despides a tu siervo” (Lucas 2, 29 ss.).

[7098] 6 s. La miseria del hombre es tal que ni aún durante el sueño llega a librarse de ella.

[7099] 8. No hay peor suplicio que los remordimientos de la mala conciencia. La Biblia nos lo muestra, desde el caso de Caín (Génesis 4), hasta el suicidio de Judas. Un notable escritor francés, Ernesto Hello, señala el contraste entre este remordimiento, sin esperanza, y el arrepentimiento, o contrición del Hijo Pródigo. Cf. Isaías 66, 2; Lucas 15, 20 ss.

[7100] 11. Véase 41, 13; Génesis 3, 19.

[7101] 12 s. Se acabarán. Véase II Pedro 3, 13; Isaías 65, 17; 66, 22; Salmo 71, 12 y nota. Cf. Proverbios 17, 23; Isaías 5, 23; 33, 15; Ezequiel 13, 19; Amós 2, 6, etc.

[7102] 14. Se alegrará el que acepta el cohecho, pero perecerá con el dinero de iniquidad. Otros entienden que se alegrará el que sabe abrir su mano con generosidad (Deuteronomio 15, 7 s.).

[7103] 15. Harán ruido como raíces viciadas. El texto original es más claro y dice que las raíces de los malvados están sobre roca escarpada, es decir que no pueden extenderse ni tienen agua.

[7104] 18. El texto original de este versículo dice: Una vida con vino y licores es dulce, pero a ambas cosas sobrepuja el que halle un tesoro (la sabiduría). Sobre el vino véase 31, 35; Salmo 103, 15; Proverbios 31, 4 y notas.

[7105] 23. Magnífico elogio del matrimonio, considerado como la más perfecta forma de la amistad. La experiencia demuestra, empero, que esta no existe si la unión de los cónyuges no se funda en la unidad de espíritu y en la caridad, sino solamente en los fugaces atractivos humanos. Véase 6, 16; 25, 2 y notas.

[7106] 24. Es de admirar con gozo esta divina promesa, según la cual el que practica la misericordia no necesita de auxilios humanos, pues el mismo Dios se anticipará a prodigárselos. Véase 29, 15; Proverbios 16, 6; Eclesiastés 11, 1.

[7107] 29 ss. Vigorosa condenación de la mendicidad. Claro está que no se refiere a la virtud evangélica de la pobreza, tan alabada por Cristo como despreciada por el mundo, sino al vicio de los que hacen del pedir una profesión, a veces más lucrativa que el trabajo por la falta de discernimiento de parte de los que dan. Cf. 25, 4 y nota.

[7108] 1 ss. ¡Luminosa meditación! Comentando este pasaje dice el Doctor Místico: “Les es amarga su memoria; porque como aman mucho la vida de este siglo y poco la del otro, temen mucho la muerte. Pero el alma que ama a Dios, más vive en la otra vida que en esta, porque más vive el alma donde ama que donde anima, y así tiene en poco esta vida temporal.” Si la muerte duele en la proporción a lo que se deja, feliz del que guarda su corazón sin enterrarlo en lo que perece. “Es doble muerte la del hombre rico; pues su alma debe separarse, no solamente del cuerpo sino también de las riquezas, a las cuales amaba como a su cuerpo” (San Crisóstomo). Sobre la esperanza cristiana véase (versículo 3 s.) que la muerte es dulce al hombre necesitado y decrépito. Pero mucho más dulce es la muerte para el que ama a Dios y tiene ansias de desatar todas las ataduras terrenales y estar con Cristo, “lo cual es, sin comparación, mejor” (Filipenses 1, 23). En Lucas 12, 4 Jesús enseña a no temer la muerte.

[7109] 7. Diversamente traducido. Bover-Cantera vierte: No hay reprensión por la vida en el scheol, y agrega en la nota “que en el scheol no caben ya reproches, acusación y cargo de la vida vivida. Cf. Eclesiastés 9, 10.” Según Nácar-Colunga dice el Eclesiástico que en la otra vida ya no habrá disputas sobre la duración de la vida.

[7110] 13. Cf. Génesis 3, 19. En tierra se convertirá: En griego: volverá de la tierra a la tierra. En el hebreo: de la nada a la nada. De la maldición a la perdición: “¡Espantosa suerte! caer desde las manos de la maldición en los brazos de la perdición eterna.” (Gentilini).

[7111] 14 s. Véase Proverbios 22, 1; Eclesiastés 7, 2 y notas. San Crisóstomo enseña que una reputación duradera no se adquiere por medio de grandes monumentos, columnas y títulos, sino con virtudes heroicas, y principalmente con la caridad y la limosna, porque todo esto es vano y caduco, pero las virtudes son algo duradero y estable.

[7112] 17. Jesús lo confirma en Marcos 4, 21; Lucas 8, 16, etc., añadiendo que en su doctrina no hay ninguna sabiduría esotérica o secreta que no pueda llegar a todas las almas.

[7113] 21 ss. Enumera a continuación una serie de cosas malas de las cuales hay que avergonzarse. Véase en el próximo capítulo las obras de las cuales el hombre no ha de avergonzarse. Hay en todo esto un admirable código de conducta individual, social y política.

[7114] 23. En el lugar donde mores. En el texto griego (avergüénzate) del robo en el lugar donde habitas.

[7115] 24. Comer con los codos encima del pan: quiere decir: yo no doy nada a nadie. Expresión gráfica del egoísmo.

[7116] 27. Cf. Mateo 5, 28. No solicites a su criada, o sea, como interpreta Scío, no la trates con demasiada familiaridad.

[7117] 28. Véase 19, 7 y nota.

[7118] 2. Dios nos enseña, al mismo tiempo que la más blanda caridad con las personas, una absoluta firmeza en la doctrina, aun sabiendo que por ella hemos de ser objeto de burla (Gálatas 2, 5). ¡Ay del que se avergonzare de Jesucristo! Véase Mateo 24, 10; 26, 31; Marcos 8, 38; Lucas 7, 23; Romanos 9, 33.

[7119] 3. En el texto griego: (No te avergüences) por cuentas con compañeros y pasajeros ni por particiones de herencia y bienes. Es decir, la amistad no impide que arregles con tus amigos las cuentas, porque como dice el refrán, cuentas claras conservan la amistad, o como dice otro adagio: cuentas claras honran caras.

[7120] 5. El primer miembro puede traducirse (con el griego). (No te avergüences) de no hacer distinción en la venta y con los mercaderes, es decir, de no hacer fraude. Sobre el castigo corporal como medida conveniente en la educación, véase 22, 6; 30, 1 y nota. Dios asimila en esto los siervos a los propios hijos.

[7121] 6. Textualmente: Sobre la mala mujer bueno es el sello.

[7122] 8. En el griego: (No te avergüences) de corregir al anciano que es sospechoso de liviandad.

[7123] 9 s. Las hijas solían ser casadas por el padre, el que por consiguiente tenía la responsabilidad por la formación y educación de ellas, y aun por la felicidad del futuro matrimonio.

[7124] 13. Así de la mujer la malicia del hombre. En el texto griego: así de una mujer la malicia de la otra.

[7125] 15. Las enseñanzas de la Sabiduría terminan aquí con un nuevo y estupendo himno de alabanzas al Señor por las maravillas de la creación como obra de la divina Palabra. El sabio va recorriéndolas una tras otra hasta el fin del capítulo 43. La conservación del mundo es una creación continua. “Semejante conservación equivale a una creación de cada instante. Así como al ponerse el sol desaparecen los rayos que despedía alrededor suyo, de la misma manera caería el mundo en la nada de que fue sacado, si Dios cesase de obrar. Es lo que nos dice el Rey Profeta. Por la palabra del Señor se fundaron los cielos, y por el espíritu de su boca se formó todo su concierto y belleza (Salmo 32, 6).” Cf. Salmo 18, 2-7; Baruc 3, 35.

[7126] 16. “Pensamiento magnífico. Todo lo que el sol contempla todos los días en su carrera gigantesca, está lleno de la gloria de Dios” (Fillion).

[7127] 19. Las señales de los tiempos: los astros (Génesis 1, 14), que señalan día y noche y las estaciones del año. El sentido es: lo pasado y lo venidero, lo visible y lo invisible (33, 8 s.). Dios hace gala muchas veces de ser el Único que conoce lo futuro y que nos lo revela. Véase Juan 16, 13; I Pedro 1, 11 s.; Apocalipsis 1, 1.

[7128] 25. Véase 33, 15 y nota.

[7129] 26. ¿Quién se saciará de contemplarla? Las delicias que experimentamos al contemplar la obra de Dios, aumentan el apetito de poseerlo y contemplarlo a Él mismo eternamente. Preguntado en el momento de su muerte Santo Tomás, sobre si necesitaba algo, respondió: “No necesito nada, porque pronto lo tendré todo y gozaré del bien supremo y único.”

[7130] 1. Es este uno de los pasajes, relativamente escasos, en que se presenta a Dios como soberano autor y fuente de la belleza (cf. Salmo 95, 6 y nota), ¡Qué invitación para contemplar las maravillas del crepúsculo y de la aurora, etc., que el Divino Padre prepara cada día para nosotros, y que tan poco solemos aprovechar y agradecer, prefiriendo casi siempre las pobres obras del arte humano!

[7131] 2. Le anuncia: glorifica al Señor. Véase Salmo 18, 2 ss. y notas.

[7132] 6 ss. En hebreo la voz iarej (luna) significa también mes. La luna indicaba a los antiguos los meses y los años, y a los israelitas también las fechas religiosas (Números 28, 11; I Reyes 20, 5 y 24). Hoy todavía la fecha de la fiesta de Pascua se rige por la luna. Véase 24, 35; Salmo 80, 4; 103, 19 y notas, por donde se ve qué interés esto tiene para el calendario.

[7133] 9. Un ejército: las estrellas, que muchas veces son llamadas “milicia celestial”. Cf. Génesis 2, 1; Deuteronomio 17, 3; Isaías 34, 4; Jeremías 8, 2; Sofonías 1, 5, etc.

[7134] 11. El Santo: Dios. La descripción de las maravillas de la creación tiene su paralelo en los Salmos. Véase especialmente los Salmos 8, 18, 103, 106, 148. Véase allí las notas.

[7135] 12. San Buenaventura ve en el arco iris figurado a Cristo, y dice; “Así como el arco natural tiene su origen en una nube llena de rocío al ser atravesada por el rayo recto, quebrado y reflejo del sol, del mismo modo, y en realidad, Cristo, Sol de justicia, es causa y origen de todo conocimiento humano… porque Él, en cuanto Verbo encarnado, es origen de la fe, origen del conocimiento racional, iluminando el entendimiento, y origen de la contemplación, traspasando el afecto al Padre” (Sermón en la fiesta de la Anunciación de la Virgen).

[7136] 17. Ábrego es el nombre del viento que sopla entre poniente y mediodía.

[7137] 21 s. Descripción poética de la naturaleza del agua, de la nieve y del hielo. Este se asemeja a una loriga de manera que el agua parece cubierta como con una coraza.

[7138] 23 s. Habla del verdor de los montes que se marchita, como se ve señaladamente en los ardientes veranos de Palestina y Egipto (véase versículo 4 donde parecería aludir a la extraordinaria fuerza del sol de montaña, que hoy se ha descubierto en los rayos ultravioletas). Contra ese ardor manda Dios las nubes y el rocío que lo atemperan (versículo 24), como aquella nube que acompañó a Israel en el desierto. Véase Salmo 104, 39 y nota.

[7139] 26. Véase Salmo 106, 23 ss.

[7140] 29. En griego es más breve y expresivo: Él es el todo. Así dice San Pablo que lo veremos al final, cuando hasta el Hijo “quedará sujeto al que le sujetó todas las cosas, a fin de que en todas las cosas Dios sea todo” (I Corintios 15, 28). Por las Sagradas Escrituras sabemos que Él está dando a todos la vida, el aliento y todas las cosas (Hechos 17, 25) y que “dentro de Él vivimos, nos movemos y existimos” (ibíd. 28). La suma de cuanto se puede decir: según el texto griego es más bien: el resumen de este discurso. Hoy, gracias al Nuevo Testamento sabemos del Padre mucho más que del Creador. Los misterios antes ocultos (Ef. 3, 9; Colosenses 1, 26) se nos revelaron en Cristo, enviado y don del Padre, qué nos mereció el hacernos hijos como Él (Juan 1, 12).

[7141] 30 ss. “Cuanto puedas, tanto atrévete, pues Él es mayor que toda alabanza, y no eres capaz de alabarlo bastante” (Santo Tomás, en el himno eucarístico Lauda Sion). “El Señor es grande y digno de suma alabanza; su grandeza es insondable”, dice el Real Profeta en el Salmo 144 (versículo 3). “Por más que se diga, se vea y se sepa de Dios, esta vista, estas palabras y estas ciencias no son, en realidad, lo que una gota de agua en el océano” (San Cipriano. Quod idola non sunt dii).

[7142] 1. Desde aquí hasta el capítulo 50 versículo 26 se agregan los elogios de los varones ilustres del pueblo de Dios. Su fin es mostrar cuántas y cuán grandes cosas la Sabiduría de Dios obró en ellos y por ellos, para que la gloria sea dada toda a Él, único a quien pertenece. Véase Hechos 14, 2; 15, 12; Ef. 2, 9; Salmo 20, 6; 148, 13 y notas. Sobre este pasaje tenemos un fragmento de Orígenes que dice: “Así como el sol, la luna y todos los astros del firmamento brillan constantemente a los ojos de todas las creaturas que están debajo del cielo, así también las señales de la virtud de los santos y sus generosos combates resplandecen maravillosamente, y siempre ante todo el mundo, y dan a todos la regla del bien y el ejemplo de la piedad y de la santidad.” Los versículos 1-15 forman la Epístola de la Misa Común de Confesores Pontífices.

[7143] 3. Como profetas que eran; “porque anunciaban misterios grandes, y no solo de paso, sino con espíritu verdaderamente profético, lo que Dios interiormente les inspiraba” (Scío). Quiere decir que, si los patriarcas eran profetas, tenemos que corregir la opinión, muy común, de que el oficio principal del profeta consistiera en anunciar acontecimientos futuros. Profeta es, como dice el nombre, el que habla en nombre de Dios, hoy diríamos, el que predica la palabra de Dios, o como lo define San Pablo, el que edifica, exhorta y consuela (I Corintios 14, 3). De ahí que el mismo apóstol diga a los corintios: “Codiciad el don de la profecía” (I Corintios 14, 39). Según esto, todo predicador y misionero que anuncia la palabra de Dios sin restricción y sin acomodación, y la anuncia siempre y en toda su amplitud, es un profeta. ¡Ojalá haya muchos profetas en sentido paulino!

[7144] 5. V. g.: los Salmos, que tenían melodías, y los otros cánticos que se hallan en la Biblia. Véase 47, 10 ss.; III Reyes 4, 32; I Paralipómenos 15, 19; II Paralipómenos 7, 6; 35, 15; Esdras 10, 24; Nehemías 12, 35. Este amor al canto litúrgico se ve también en San Pablo (Ef. 5, 19).

[7145] 6. Pacíficos: Recordemos la conducta de Abel (Génesis 4), de Abrahán con su codicioso sobrino Lot (Génesis 13, 9 ss.), de Isaac (Génesis 26, 17 ss.), de Jacob (Génesis 32, 13 ss.), de Moisés (Números 12, 3).

[7146] 9. Puede entenderse de los que se olvidaron de Dios, y por eso no eran dignos de ser mencionados en las Escrituras.

[7147] 12. Una sucesión santa: un linaje temeroso de Dios. En las alianzas: las que Dios hizo con ellos.

[7148] 16. Alude a Génesis 5, 24. Véase Hebreos 11, 5. Los Santos Padres trasmiten en sus escritos la misma tradición, según la cual Henoc (cf. 49, 16), vendrá con Elías (cf. 48, 10) para predicar, aquel a los gentiles y este a los judíos, si bien no todos coinciden en que ellos sean los dos testigos de Apocalipsis 11, 3. Véase Judas 14.

[7149] 17 s. Instrumento de reconciliación de los hombres con Dios. Noé fue en esto figura de Jesucristo. El versículo 18 muestra hasta qué punto Dios hizo valer esa mediación (Génesis 6, 1-9, 17). También este pasaje es usado en el Común de Confesores Pontífices.

[7150] 19. Véase Génesis 8, 21; 9, 11.

[7151] 20. Sobre Abrahán véase Hebreos 11, 8 ss.; Génesis 12, 1; 17, 19; 25, 10 y notas. Padre de muchas gentes: Así le llama también San Pablo, señalando que este nombre le fue dado por haber creído y esperado contra toda esperanza humana (Romanos 4, 3 y 18).

[7152] 21. En su carne: es decir, en la circuncisión, con la cual fue confirmado el pacto entre Dios y Abrahán. Fue hallado fiel, cuando el Señor le mandó sacrificar a su hijo Isaac (Génesis 15, 18; 17, 10 ss.; 22, 1 ss.).

[7153] 22. Gloria en su descendencia: Prometiéndole que de su familia nacerá el Mesías (Génesis 22, 15 ss.). Véase sobre esta promesa el verso final del Magníficat según el texto griego (Lucas 1, 55).

[7154] 23. De mar a mar: desde el Mediterráneo hasta el mar Muerto. El río: Éufrates. Es la promesa que recuerda la Virgen en Lucas 1, 55. Cf. Salmo 131, 11; Isaías 41, 8.

[7155] 24. Véase Génesis 17, 19; 26, 3-5; 26, 24.

[7156] 26. Le dio la herencia (Génesis 28, 13 s.; 32, 8 s.) si bien no la recibió en vida, pues, como observan los Santos Padres, tuvo que emigrar a Egipto. (Génesis 42, 1; 43, 1; 46, 1 ss.).

[7157] 1. Los versículos 1-6 se usan en la Epístola de las Misas de San José y del Común de Abades.

[7158] 2. Semejante a los santos, es decir, igual en gloria a los santos patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob. Las horrendas plagas: con que Dios castigó a los egipcios (Éxodo 8, 31; 9, 33; 10, 18 s.).

[7159] 3 s. Véase Éxodo capítulo 3; 33, 18 ss.; 34, 5 ss.; Números 12, 3 y 7. Por su fe: Jesús nos enseña que Dios nos santifica mediante la verdad (Juan 17, 3 y 17).

[7160] 5. Le hizo entrar en la nube, cuando en el monte Sinaí le entregó las tablas de la Ley (Éxodo 20, 21; 24, 15 ss.).

[7161] 8. Un pacto eterno; en hebreo: un estatuto perpetuo (según la versión de Vaccari). Véase Éxodo 29, 9; Números 25, 13.

[7162] 9 ss. Describe los vestidos sagrados que usaba el Sumo Sacerdote. Véase Éxodo capítulo 28 y 39; Sabiduría 18, 24 y nota.

[7163] 12. Las palabras: “de varón sabio, dotado de verdadera prudencia”, han de traducirse (según Crampón): del racional de juicio (con los) Urim y Tummim. El racional o pectoral era la prenda que el Sumo Sacerdote llevaba sobre el pecho, y que contenía los Urim y Tummim, por medio de los cuales solía consultar a Dios. Véase Éxodo 28, 30 y nota; Levítico 8, 8. Cf. 33, 3 y nota.

[7164] 18. Alude a la consagración de Aarón (Levítico capítulo 8). Le llenó las manos, dándole partes de los sacrificios (Levítico 8, 25 ss.). Llenar las manos es sinónimo de consagrar. Véase Éxodo 28, 41 y notas; Levítico 8, 12, etc.

[7165] 19. Eterno: en cuanto este sacerdocio era figura del de Jesucristo, único sacerdote sempiterno (Hebreos 7, 21 ss.; Salmo 109, 4 y nota). Véase también versículo 8 y nota.

[7166] 21. Los testimonios: la santa Ley de Dios, sus revelaciones y promesas (cf. Salmo 118, 24, 99, 129, 144, etc.). Los sacerdotes eran responsables por la instrucción religiosa del pueblo y lo son también hoy. “Nuestros padres, dice San Crisóstomo, nos engendran para la vida presente, pero los sacerdotes nos engendran para la vida eterna.”

[7167] 22. Véase Números 16, 1-35.

[7168] 27. Véase Números 18, 20 y 35, 1 ss. Los sacerdotes y levitas no recibieron parte alguna en la repartición de la tierra prometida, sino que Dios mismo quiso ser su porción y herencia. Porción: en griego: clero. De ahí el nombre de clero para los sacerdotes que han de vivir alejados de los negocios seculares (38, 25 ss. y notas; II Timoteo 2, 4). El sacerdote desinteresado, bienhechor, desprendido de los bienes de la tierra, atrae las almas y las lleva al cielo. El sacerdote tibio, empero, y el que busca dinero y honores, peca, y su pecado es más grave que el de los laicos, pues su profesión es ocuparse de Dios y de las almas. “No llevéis bolsa ni alforja, ni calzados”, dijo Jesús a sus discípulos (Lucas 10, 4), es decir, renunciad a la comodidad y a lo que hoy se llama vida burguesa. Esos pocos hombres abnegados llevaron la fe por el mundo entero, dice San Crisóstomo, y exclama: “¡Ved, cuán poco es nuestro valor, y cuán grande nuestra culpable cobardía! Nosotros, tan numerosos, no podemos atraer a las restantes naciones, siendo así que deberíamos bastar para mil mundos” (Homilía III sobre los Hechos).

[7169] 29. Esto fue cuando Fineés se levantó contra los israelitas que pecaban con las mujeres madianitas (Números 25, 1-13). Véase Salmo 105, 30 s. y nota. Cf. Números 25, 12 y nota.

[7170] 31. A él y a su linaje: Después de estas palabras, el texto griego y hebreo expresan que la herencia del rey (trono) solo pasa de hijo a hijo, en tanto que la de Aarón (sacerdocio) se extiende a toda su descendencia. Y añaden un apóstrofe a los grandes sacerdotes para que bendigan al Señor, y Él ponga sabiduría en sus corazones para gobernar a su pueblo con justicia, etc. Vaccari hace notar que en tiempo del autor (dos siglos a. C.) ellos tenían la supremacía de la nación, habiendo cesado la autoridad civil de la dinastía davídica. Es decir que se había vuelto al tiempo anterior a los reyes, o sea al régimen más teocrático. Y este es el que imperaba, corrompido por los fariseos, en tiempo de Jesús, y aun de San Pablo, como este lo muestra al aplicar en Hechos 23, 1 ss. el texto de Éxodo 22, 28. Dios mostró su desagrado cuando el pueblo escogido quiso tener un rey (véase el notable capítulo 8 de I Reyes). En cambio Jesús dio las bases para la distinción de ambos poderes, el religioso y el civil (Mateo 22, 21; Lucas 12, 14; Juan 18, 36).

[7171] 1. Jesús, hijo de Nave: Josué hijo de Nun, sucesor de Moisés en el gobierno del pueblo y en el espíritu profético (cf. Números 12, 25 s. y nota). Su nombre significa: Dios es salvador.

[7172] 2. Los escogidos de Dios: el pueblo israelita. La herencia: la tierra prometida.

[7173] 3. Levantado su brazo; contra la ciudad de Hai. Cf. Josué 8, 26.

[7174] 5 ss. Sobre tales milagros véase 48, 26 y Josué 10, 6 ss.

[7175] 9. Josué y Caleb resistieron a los otros diez exploradores y a todo el pueblo que murmuraba contra el Señor (Números 13, 31-14, 9).

[7176] 11. La montaña: la región montañosa alrededor de Hebrón, la cual dio Josué a Caleb y sus hijos. Véase Josué 14, 10 ss.

[7177] 13. Los jueces. que después de muerto Josué juzgaban, o sea, gobernaban, al pueblo de Israel. Sus nombres y proezas se cuentan en el Libro de los Jueces. Este elogio abarca colectivamente a todos ellos, que fueron suscitados por el Señor (Jueces 2, 16). No fue pervertido; esto es, no se entregó a la idolatría. Véase Jueces 2, 17; 8, 27; Sabiduría 14, 12; Levítico 20, 5; Números 15, 39.

[7178] 14. Reverdezcan sus huesos: Llama la atención esta expresión que se repite en 49, 12. Bover-Cantera la explica como fórmula con que se bendecían los cuerpos de los muertos en el Señor. Según Scío se indica y recomienda la esperanza de la futura resurrección.

[7179] 16. Samuel ungió a dos reyes: Saúl y David (I Reyes capítulos 8-10 y 16).

[7180] 19. Cordero inmaculado: en el texto griego: un cordero que aún mamaba. Así se dice en I Reyes 7, 9. Samuel ofreció ese cordero cuando los filisteos acometieron a los israelitas en Masfá, y se hace notar que el Señor oyó sus ruegos. Así escucha el Padre Celestial cuanto le pedimos en nombre del Divino Cordero (Juan 15, 16; 16, 23).

[7181] 22. Su ungido: el rey Saúl (I Reyes 12, 3). A la manera del santo Profeta, San Pablo hace también ostentación del sumo desinterés que conviene a todo sacerdote, según el mandato expreso de Jesús (Hechos 20, 34; I Corintios 4, 12; I Tesalonicenses 2, 9; II Tesalonicenses 3, 8; Mateo 10, 8).

[7182] 23. Confirma la realidad de la aparición de I Reyes 28, 3-25, en que Saúl consulta a la pitonisa de Endor y oye la voz del profeta Samuel que le anuncia la derrota y la muerte. “Este sentido sirve para hacer ver que se tenía fe viva de la inmortalidad del alma” (Páramo).

[7183] 2. Como la grosura, es decir, la mejor parte de la víctima, la porción que se ofrecía a Dios.

[7184] 3 ss. Sobre estas hazañas del joven David léase I Reyes 17, 34 y 17, 40 ss.

[7185] 6. Porque invocó al Señor: He aquí la razón y el resumen de los grandes privilegios de David y de los elogios extraordinarios que Dios le prodiga (versículo 9).

[7186] 7. Diez mil. Así cantaban las mujeres de Israel atribuyendo a David la victoria sobre los filisteos (I Reyes 18, 7).

[7187] 9. En todas sus obras: Nótese la elocuencia de este testimonio, que es como una canonización del santo rey, dada por el mismo Espíritu Santo. Ella es confirmada en 49, 5; Hechos 7, 46 y 13, 22, en favor de este feliz amigo de Dios, que supo ser pequeño y confiar en Él no obstante su debilidad, y del cual Jesús se complace en llamarse descendiente (Mateo 21, 9; Lucas 1, 32; Marcos 11, 10; Apocalipsis 22, 16). Véase también I Reyes 13, 14; 16, 13; III Reyes 11, 32 y 34; Salmo 88, 21, etc., y el prólogo al Libro de los Salmos. Con palabras de suma alabanza: Bover-Cantera vierte: exclamando ¡Gloria!

[7188] 11. Sobre la organización davídica del canto véase I Paralipómenos capítulo 25 y notas.

[7189] 13. Véase II Reyes 7, 12-17; 11, 2 ss.; 12, 13; Salmo 17, 51; 88, 25-30. Para siempre: En Jesucristo descendiente suyo (Lucas 1, 32; Isaías 9, 7; Jeremías 23, 5 ss.; Daniel 7, 14; Miqueas 4, 7, etc.).

[7190] 14. Aquel: su padre David.

[7191] 15. Alusión al nombre de Salomón, que significa Pacífico. “En atención a David y sus virtudes, Dios contuvo por algún tiempo a los enemigos de Israel, para que Salomón pudiera reinar en paz” (Fillion).

[7192] 18 ss. Véase III Reyes 10, 27; II Paralipómenos 1, 15; 9, 13 y 27. La abundancia de su riqueza en sabiduría, más preciosa que el oro (cf. 51, 36) corría parejas con la opulencia de sus caudales (versículo 20) que también procedían de aquella (Sabiduría 7, 11).

[7193] 21. Salomón al fin de su vida se entregó a los placeres y fue seducido por mujeres extranjeras, que lo indujeron a la idolatría (III Reyes 11, 1-13; Proverbios 31, 3).

[7194] 23. Jeroboam, el primer rey de las diez tribus que se separaron de Roboam, hijo de Salomón, era de la tribu de Efraím (III Reyes 12, 1 ss.).

[7195] 24. Los nietos de su escogido: es decir, los descendientes de David, por amor al cual Dios prometió no apartar su misericordia de Salomón. Véase II Reyes 7, 13 ss.; Salmo 88, 31-38 y notas.

[7196] 28. Con el consejo que le habían dado a Roboam los jóvenes amigos (III Reyes 12, 10 s.). Solo le quedaron fieles las tribus de Judá y Benjamín.

[7197] 30. Por sus pecados fue destruido el reino de Israel y sus habitantes fueron conducidos a Asiria en 722 a. C. o sea, 135 años antes del cautiverio de Judá en Babilonia (IV Reyes 17, 6 y nota; 25, 8 ss.).

[7198] 1. Como ardientes teas, por el celo en que ardía por el honor de Dios sin temor a los hombres. Elías es siempre el profeta de fuego (versículo 3 y 9), inflamado de santo celo por la causa de Dios (III Reyes 17, 1; 18, 21 y notas). De ahí que lo persiguiese la envidia (versículo 2). Véase Juan, 15, 19.

[7199] 3. Véase III Reyes capítulo 17. Hizo bajar fuego: Dos veces sobre los soldados y una vez en el sacrificio en el monte Carmelo (IV Reyes 1, 9 ss.; III Reyes 18, 38).

[7200] 5 s. Véase III Reyes 17, 17 ss.; 21, 21; IV Reyes 1, 4 y 16, etc. En virtud de la palabra del Señor, o sea, el Verbo que es la Vida (Juan 1, 4) y resucita a los muertos (Juan 5, 21). ¿Cuánto más no transformará las almas esa Palabra, que es la santidad misma?

[7201] 7. Véase III Reyes 19, 1 ss. Horeb es sinónimo de Sinaí.

[7202] 8 s. Véase III Reyes 19, 15 ss.; IV Reyes 9, 1 ss.; IV Reyes 2, 11.

[7203] 10 s. El profeta Elías volverá al fin (Malaquías 4, 6). Esta segunda venida de Elías se cumplió ya en cierto modo en San Juan Bautista (Mateo 17, 11 ss.). Según los santos Padres, la segunda venida del gran profeta no solamente convertirá a los judíos, sino que hará florecer también en la Iglesia la antigua piedad. Como aquí se anuncia, también restablecerá Elías las tribus del pueblo de Israel. Cf. 36, 13; Mateo 19, 28; Lucas 22, 29 s. Tú estás escrito: es decir, “determinado en las Escrituras santas, para aplacar a Dios antes de su furor en la destrucción final del mundo, increpando a su tiempo al pueblo, y reconciliando a Dios con Israel, su hijo, y restituyendo el reino israelítico” (Jünemann).

[7204] 12. Notable testimonio de la inmortalidad del alma. El texto griego dice: ¡Felices los que te verán y estarán adornados por el amor! Porque también nosotros ciertamente viviremos.

[7205] 14. Profetisa su cuerpo: es decir, obró milagrosamente, resucitando a un muerto al solo contacto con su cuerpo (IV Reyes 13, 21). Cf. 49, 18.

[7206] 16. Ni se arrepintió. Véase II Paralipómenos 36, 14, ss. y nota. Lo mismo sucederá en los tiempos del fin (Apocalipsis 9, 21; 16, 9).

[7207] 19. Su ciudad: Jerusalén. Véase II Paralipómenos 32, 3, 4, 30. Condujo el agua: hizo un canal subterráneo desde la fuente Gihón (hoy día fuente de María) hasta la piscina de Siloé (IV Reyes 20, 20; II Paralipómenos 32, 30). Una inscripción descubierta en 1880, que hoy se halla en Constantinopla, da cuenta de ese prodigioso trabajo, ejecutado muy rápidamente, trabajando los obreros desde ambos extremos, lo cual produjo una desviación que se solucionó haciendo un codo. Se atribuye a esa inscripción, la fecha de 704 a. C. que coincide con el reinado de Ezequías. Véase en IV Reyes 18, 27 cómo Senaquerib se burlaba de la Jerusalén sitiada, creyendo que perecería de sed, sin sospechar que existía este acueducto. El mismo lo imitó luego para llevar al interior de Nínive las aguas del río Gómel por un conducto subterráneo que acaba de ser descubierto.

[7208] 20 ss. Sobre Senaquerib y su expedición contra Jerusalén, véase IV Reyes capítulo 18 y 19; II Paralipómenos 32, 1 ss.; Isaías 37, 1 ss.

[7209] 26. Véase IV Reyes 20, 1 ss.; Isaías 38, 8. Algunos afirman que este retraso de una hora, sumado al que se operó por el milagro de Josué (46, 5) produjo un día que aparece como sobrante en el Calendario.

[7210] 27. Vio los últimos tiempos: “Vio Isaías lo que había de suceder al pueblo de Israel y a todo el mundo en los últimos tiempos, y en particular lo perteneciente a las dos venidas del Mesías” (Scío). Esta importante revelación nos ayuda a descubrir el alcance de muchos misteriosos anuncios de Isaías, y explica que si esas profecías no se han cumplido aún, a pesar de ser del Antiguo Testamento, es porque se refieren a los tiempos finales (cf. por ejemplo Isaías 59, 20, citado por San Pablo en Romanos 11, 26; o también Jeremías 31, 31 ss., citados en Hebreos 8, 8 ss.). Ello muestra que el Antiguo Testamento no es un libro exclusivamente de los judíos, sino que forma parte de la revelación cristiana, lo mismo que el Evangelio, donde Jesús lo cita a cada paso (cf. Pío XI, Encíclica “Mit Brennender Sorge”; Nehemías 13, 1 y nota). Véase Isaías 66, 10.

[7211] 1. Sobre Josías, rey de Judá y restaurador del culto, véase IV Reyes capítulo 22 y 23; II Paralipómenos capítulo 34 y 35. Su obra principal fue la destrucción de los altares de los ídolos.

[7212] 5. A excepción de David: Sobre esta admirable absolución véase 47, 9 y nota.

[7213] 8. Se refiere a los babilonios que destruyeron la Ciudad Santa en 587 a. C. (IV Reyes 25, 8 ss.) en castigo de los crímenes de los reyes y del pueblo.

[7214] 9. Alude al profeta Jeremías consagrado desde el seno materno (Jeremías 1, 4), pero maltratado por el rey y el pueblo (Jeremías 37, 14 ss.; 38, 4 ss.). Para trastornar, etc.: Véase Jeremías 1, 10.

[7215] 10. Sobre ese espectáculo de gloria véase Ezequiel 1, 4 ss. El hebreo dice; él menciona también a Job… que practicó todos los caminos justos (Ezequiel 14, 14 y 20). Como observa San Jerónimo, Ezequiel profetizaba en Babilonia las mismas cosas que Jeremías en Jerusalén. Cf. Jeremías 30, 3 y nota.

[7216] 12. Se refiere a los doce Profetas Menores que están en la Biblia. Reverdezcan: Cf. 46, 14 y nota. Se salvaron a sí mismos por la virtud de la fe. Otras traducciones según el hebreo y el griego: y le aseguraron (a Jacob) mediante la promesa de salud (Bover-Cantera), o: le confortaron con una segunda esperanza (Nácar-Colunga), es decir, con la esperanza y la fe en el Mesías.

[7217] 13. Véase Esdras 3, 2; Ageo 1, 12; 2, 24.

[7218] 14. Jesús, (o Josué), el Sumo Sacerdote que después del cautiverio babilónico, juntamente con Zorobabel, dirigió la reedificación del Templo (Esdras 3, 2; Zacarías 3, 1). Destinado para gloria sempiterna: esto es, como observan los expositores, porque tendría el sumo honor de recibir al Mesías (Ageo 2, 8), si bien el mismo Jesús debía luego anunciar (Mateo 24) su tremenda destrucción por los romanos, que se produjo el año 70 y dura todavía. Cf. Ezequiel capítulos 40-48.

[7219] 15. Véase Nehemías 3, 1-31; 6, 15.

[7220] 16. Sobre Henoc, que vivió antes del Diluvio y fue arrebatado de la tierra porque agradó a Dios, véase Génesis 5, 24. Cf. 44, 16 y nota.

[7221] 17. Véase en Génesis capítulos 37 ss. la maravillosa historia de José.

[7222] 18. Visitados: El texto griego dice guardados (cf. Génesis 50, 24 s.; Éxodo 13, 19). Profetizaron después de su muerte: es tal vez un agregado tomado de 48, 14.

[7223] 19. Sobre Set véase Génesis 4, 25; 6, 1; sobre Sem, Génesis 5, 31. El hebreo y el siríaco añaden a Enós, primero que invocó el nombre de Yahvé (Génesis 4, 26). Las palabras por razón de su origen faltan en el hebreo y el griego. Nótese de todas maneras la magnanimidad con que Dios lo trata aquí, no obstante su pecado (cf. I Timoteo 2, 13), por lo cual hemos de guardarnos de despreciarlo, o de creer que nosotros en su lugar hubiéramos obrado mejor.

[7224] 1. Se trata del Sumo Sacerdote Simón II, hijo de Onías II, que vivió hacia el año 200 a. C. Sus acciones heroicas se narran en el llamado III Libro de los Macabeos. La casa: así se llama en hebreo el templo del Señor. Onías es forma griega derivada del hebreo Johanán o sea Juan.

[7225] 6 ss. En doce imágenes se traza el elogio de un digno Pontífice, acentuando con estos símbolos todo lo que el buen sacerdote y pastor ha de ser para el bien de la grey, y especialmente para la sana doctrina (I Timoteo 3, 2; Tito 1, 7; Hechos 20, 28 ss.). Nótese el contraste con lo que Jesús había de enrostrar a los fariseos en Lucas 11, 46-54 y Mateo capítulo 23. Cf. Jeremías 8, 8 s.

[7226] 8. Y como el árbol del incienso, etc.: Otra traducción: como la vegetación del Líbano en días de verano.

[7227] 13. Las porciones de los sacrificios que el Sumo Sacerdote tenía que ofrecer (Levítico 3, 16; 4, 16 ss.) o las ofrendas que le correspondían.

[7228] 16. Extendía las manos: igual hace hoy el sacerdote, en el “Hanc igitur” de la Misa, sobre las especies que han de convertirse en la divina Víctima, como imponiendo sobre Jesús-Hostia la pesada carga de nuestras culpas. Véase en Números 15, 5; 28, 7; Génesis 49, 11; Deuteronomio 32, 14; I Macabeos 6, 34, etc., estos ritos de exquisito simbolismo como figuras del Sacrificio Eucarístico.

[7229] 18. Para recuerdo: para que Dios se acordase de su pueblo. La Liturgia de Israel era muy ruidosa, como todas las manifestaciones de los pueblos orientales. Véase 45, 11; Esdras 3, 13 y nota.

[7230] 21. Al Señor altísimo: el texto griego simple y hermosamente: al Misericordioso. Véase 51, 4 y nota.

[7231] 22. Recuerda la solemne ceremonia de la bendición del pueblo. El Sumo Sacerdote, cuando bendecía al pueblo, pronunciaba tres veces el nombre de Dios. Véase en Números 6, 23 ss. esa admirable fórmula trinitaria, en cuyo segundo término se invoca sobre el pueblo el Rostro de Dios y su Misericordia (en el hebreo Gracia), cosas ambas que se confunden con el Verbo Encarnado (Hebreos 1, 3; Juan 1, 17 s.; Ef. 2, 4 s.); en tanto que el tercero implora una nueva efusión del Rostro Divino y de su paz, que es don del Espíritu Santo (cf. Juan 14, 16 y 26; Gálatas 5, 22; Romanos 14, 17).

[7232] 26. El texto hebreo agrega aquí un augurio a los sacerdotes para que el Señor les prolongue sin fin los favores que hizo a Simón (versículo 6 ss.) y el pacto que prometió a Fineés (45, 30).

[7233] 27. Véase Proverbios 6, 16 ss. y nota.

[7234] 28. En el monte Seír vivían los idumeos, descendientes de Esaú y enemigos del pueblo de Israel, como lo fueron también los filisteos. Por el pueblo insensato, han de entenderse los samaritanos, cuyo centro era Siquem. Los llama insensatos porque mezclaban la verdadera religión con la idolatría (IV Reyes 17, 24-41).

[7235] 29. Restauró: reiteró la sabiduría de los antiguos, tal cual está asentada en los libros sagrados.

[7236] 30. El que practica: El texto hebreo dice: el que medita. La práctica viene precisamente de esa meditación. Cf. Salmo 118, 11 y nota.

[7237] 1. Esta bellísima oración se inspira en los Salmos, especialmente en el Salmo 17 y su paralelo, el himno de acción de gracias del rey David (II Reyes capítulo 22). La Iglesia la emplea en el Común de Vírgenes Mártires.

[7238] 4. Nada más precioso que asociar (como aquí se nos enseña), la misericordia al Nombre mismo de Dios (50, 21 y nota). Él se reveló a Moisés como el Ser por antonomasia (Éxodo 3, 14), pero hoy, después del Evangelio, sabemos mucho más, pues se nos han revelado los secretos escondidos desde los siglos (Colosenses 1, 26) y aun a los ángeles (Ef. 3, 9 s.). El mayor de todos es el que nos descubre que Dios es Amor (I Juan 4, 8 y 16). A este Nombre, que mejor indica su corazón de Padre, se añade, dice un autor, a manera de apellido o atributo esencial, la misericordia, según lo vemos comparando Lucas 6, 36 con Mateo 5, 48 y lo confirman innumerables textos como Ef. 2, 4. Ya desde el Génesis se nos muestra esa característica del Padre que se inclina con preferencia sobre la miseria (Génesis 3, 15; 8, 21 y notas), según había de enseñarlo Jesús, especialmente en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11 ss.) y David muchas veces (Salmo 77, 37 s.; 102, 13 y notas). Cf. Mons. Guerry “Hacia el Padre”.

[7239] 7. Infierno, en hebreo scheol: la muerte, el sepulcro. Lo mismo en el versículo 9. Véase 17, 25; Salmo 6, 6 y notas.

[7240] 11 s. Acordarnos de las misericordias pasadas es uno de los grandes secretos que nos da la Escritura para sostenernos en la confianza (Salmo 76, 11 ss.; 62, 7 y notas; Romanos 5, 1-4) y librarnos de la tremenda duda (Salmo 72, 2; 76, 8 y notas).

[7241] 14. Señor, Padre de mi Señor: Parece una notable luz sobre el Mesías, Hijo de Dios, más explícito todavía que la del Salmo 109: “Dijo el Señor a mi Señor”.

[7242] 17. Aquí comienza, en el texto hebreo, una letanía de alabanzas con el estribillo “porque es eterna tu misericordia”. Cf. Salmo 117, 1-4; 135, 1-26.

[7243] 18. Errante: más que al sentido moral parece aludir a los viajes que para instruirse hizo el autor de este libro sagrado. Véase 34, 12; 39, 5. Empieza aquí un pasaje de los más estupendamente ricos en doctrina acerca de la sabiduría, que recuerda los mejores de Salomón. Es en hebreo un poema alfabético que cierra el libro, como el de Proverbios 31, 10 a 31. Cf, Sabiduría capítulo 7.

[7244] 26. Mi ignorancia: He aquí el inevitable punto de partida para elevarse a la sabiduría: La persuasión y confesión de la propia ignorancia, impotencia y maldad. Dios recompensó copiosamente su humildad y le hizo feliz, concediéndole ese don de la sabiduría, con el cual nos vienen todos los demás bienes (Sabiduría 7, 11). Así es como la verdadera felicidad consiste en levantar el corazón a las cosas celestiales (San Agustín).

[7245] 27. La hallé en el conocimiento, esto es, el conocimiento sobrenatural de Dios, en el cual consiste la verdadera fe y la vida eterna (Juan 17, 3), y no, como algunos traducen, en el conocimiento propio, que era un simple ideal pagano (véase Salmo 118, 37 y nota). El querer conocer la sabiduría es ya una certeza de tenerla, según nos dice el mismo Dios (Sabiduría 6, 12-21).

[7246] 28. Fui dueño de mi corazón: ¡Suma conquista! El corazón liberado por la verdad (Juan 8, 32), se adhiere al único Bien verdadero, con amor de preferencia, esto es, espontánea y desinteresadamente, porque desprecia los otros afectos. Entonces puede “amar a Dios sobre todas las cosas”, yendo derecho a Él como una flecha, sediento de Él “como el ciervo desea la fuente” (Salmo 41, 2). El que así domina su corazón vale más que un conquistador de ciudades (Proverbios 21, 22). No es otro el secreto que nos da Jesús en las parábolas del tesoro escondido y la perla preciosa (Mateo 13, 44 ss.).

[7247] 32. Ardiendo de sed, es decir, que así estamos todos sin saberlo. ¿Qué son sino eso todas nuestras inquietudes y ansias de felicidad? Dios nos llama aquí la atención sobre ello, y a continuación nos ofrece gratis el remedio. El misterio de iniquidad es lo que nos aparta de aprovecharlo. Véase la terrible profecía de Amós 8, 11 ss.

[7248] 33. Sin dinero: Así se ofrece el más grande de los bienes. Cf. Isaías 55, 1 ss. ¿Quién querrá comprar poco?

[7249] 34. Su yugo: Yugo adorable que nos hace felices; ¿qué enamorado no desea el yugo del himeneo? “Yugo suave”, que en vez de pesar alivia (Mateo 11, 29 s.) y que consiste en negar nuestro orgulloso entendimiento razonador (II Corintios 10, 5) para poder entender lo que solo se revela a los pequeños (Lucas 10, 21), y para creer y seguir las paradojas de Aquel que, antes de imponerlas, demostró ser el Hijo de Dios: paradojas que solo parecen tales a los que no creen en Su amor. Cf. Salmo 112, 7 y nota.

[7250] 35. ¡Privilegio de los que confían! Nótese el contraste con Ageo 1, 6.

[7251] 36. Véase 47, 18 ss. y nota.

[7252] 37. Dice a este respecto un maestro de la vida espiritual: “Toda aflicción, o preocupación nuestra es, simplemente y necesariamente, una falta de fe, pues no puede haber problemas para nosotros si creemos que Dios existe y es nuestro Padre y protector amante, omnipotente y bueno, como Él no cesa de repetírnoslo en las Escrituras.”

[7253] 1. Este Amós es distinto del profeta Amós. Fue, tal vez, hermano del rey Amasías. Ocías reinó de 789 a 738, Joatán de 738 a 736, Acaz de 736 a 721, Ezequías de 721 a 693.

[7254] 2 ss. Se dirige contra el pueblo de Israel, que a pesar de haber sido elegido entre todas las naciones (Éxodo 4, 22; Oseas 11, 1), continuaba rebelándose contra Dios como en los tiempos de Moisés. Este primer capítulo es una síntesis de todo lo que el profeta consigna en los siguientes.

[7255] 4. El Santo de Israel: Dios. Isaías emplea con preferencia este título para expresar que la santidad es la característica de Dios y que por lo tanto también su pueblo ha de ser santo. Véase Levítico 19, 2.

[7256] 5. ¿De qué sirve daros golpes? Otra traducción: ¿en qué parte se puede daros golpes? Es como si dijera: Todo vuestro cuerpo es una sola llaga, ya no hay lugar sano para nuevos golpes y castigos. Los castigos a que se refiere el profeta son las invasiones de los pueblos enemigos (véase IV Reyes 16, 5; II Paralipómenos 28, 5 ss.). La cabeza significa a los príncipes, el corazón a los sacerdotes.

[7257] 8. La hija de Sión: Jerusalén, llamada así porque su parte principal, el Templo, se levantaba en el monte Sión, o sea en la parte Este de la ciudad. Hoy día se llama Sión la parte Sudoeste de Jerusalén.

[7258] 9. Nótese que el profeta, en su humildad, se cuenta entre los culpables. Es la responsabilidad colectiva que encontramos a cada paso en el Antiguo Testamento. Cf. 6, 5; Daniel 9, 5; Ester 14, 7.

[7259] 10. Príncipes de Sodoma. Expresión metafórica para señalar a los reyes perversos del pueblo de Israel. Pueblo de Gomorra: en sentido figurado, toda la nación israelita pervertida por la idolatría. Véase Apocalipsis 11, 8.

[7260] 11. Contra el culto rutinario y exterior se pronuncia la Sagrada Escritura muchas veces, p. ej. I Reyes 15, 22; Salmos 39, 7; 49, 13 ss.; 50, 18; Jeremías 6, 20; Oseas 6, 6; Amós 5, 21 ss.; Miqueas 6, 7; Mateo 9, 13. El profeta quiere decir: de nada sirven los sacrificios sin la recta intención y sin la contrición del corazón. San Agustín y San Jerónimo observan que los sacrificios de animales tenían valor en cuanto figuraban los sacrificios espirituales y verdaderos, y apartaban al pueblo de la idolatría. Cf. 58, 1 ss.; 66, 2. En 63, 10 el profeta introduce a Dios diciendo que el pueblo, con su pecado, ha entristecido al Espíritu de su Dios que le había rescatado y llevado a puerto de salvación. Santa Teresita aplica este pensamiento a los que vivimos bajo la Ley de Cristo, quien también condena las prácticas puramente exteriores. “He aquí, dice la Santa de Lisieux, lo que Jesús exige de nuestra parte. No tiene necesidad de nuestras obras; únicamente aprecia nuestro amor… Sí, hoy más que nunca, Jesús está ansioso. No encuentra sino ingratos e indiferentes entre los cristianos del mundo y entre sus discípulos. ¡Ay! existen tan pocos corazones que se entreguen sin reserva alguna a la ternura de su infinito amor” (Historia de un alma, capítulo XI). Cf. Gálatas 3, 5 y nota.

[7261] 13. Las neomenias (o novilunios) se celebraban a manera de fiesta. Véase Números 10, 10; 28, 11 ss.

[7262] 16. Cesad de obrar mal: Es preciso apresurarnos a emplear los medios que Dios nos da para nuestra conversión, temerosos de que nos falte el tiempo si tardamos, dice San Agustín,

[7263] 18. ¡Qué esperanza más consoladora para el pecador que se arrepiente! Dios es el Padre de las misericordias. Nuestras miserias son tan grandes y múltiples, que el salmista no pide a Dios que le trate según su misericordia, sino según la multitud de sus misericordias (Salmos 50, 3). “La causa de nuestra reparación es tan solo la bondad de Dios” (San León Magno).

[7264] 21. La unión de Dios con su pueblo es como un matrimonio, una imagen del Cuerpo místico del Antiguo Testamento y figura del Cuerpo místico del Nuevo Testamento. Cf. las notas al Cantar de los Cantares; Isaías 5, 1 ss.; 43, 20; 60, 1; Ez 15, 6 y 19 y 10-14; Oseas 10, 2 s., etc. Por eso la ciudad infiel es llamada prostituta. En cuanto a la justicia conviene recordar que esta palabra en la Sagrada Escritura quiere decir rectitud delante de Dios, o sea, la santidad que consiste en vivir según la voluntad de Dios. En el Nuevo Testamento vemos que la raíz y el fundamento de esa justicia es la fe en su Hijo Jesucristo (Romanos 3, 25 s.). Jesús es llamado el Justo, y no practicó la justicia en el sentido pagano de “dar a cada uno lo suyo”, sino que Él pagó “lo que no había robado” (Salmos 68, 5), y en el Sermón de la Montaña estableció la Ley de la caridad que hemos de practicar a imitación de Él mismo, perdonando al prójimo cuantas veces nos ofendiere. Ley obligatoria, como que, si no la cumplimos, no seremos perdonados por Dios, lo cual significa la absoluta certeza del infierno. Véase Mateo 5, 1 ss.; Salmos 4, 6 y notas.

[7265] 22. Plata y vino son imágenes de la probidad y pureza de costumbre (Proverbios 10, 20; 26, 23). Tu plata se ha tornado escoria: vale decir, la justicia de ellos se ha trocado en injusticia.

[7266] 23. La Sagrada Escritura nos presenta un código completo de reglas de conducta para con los huérfanos y viudas. “¡Maldito el que pervierte la justicia contra el extranjero, el huérfano y la viuda!” (Deuteronomio 27, 19). No han de ser afligidos, ni oprimidos, ni tratados con violencia (Éxodo 22, 22; Deuteronomio 24, 17; Jeremías 7, 6; 22, 3; Zacarías 7, 10); han de ser defendidos en juicio y visitados en su dolor (Salmos 81, 3; Jeremías 5, 28; Santiago 1, 27); hallan misericordia en Dios, el cual es su protector y padre, oirá sus gritos y castigará a quienes los oprimen. Cf. 10, 1-3; Éxodo 22, 23; Salmos 67, 6; 68, 14 y 18; Mateo 3, 5. Hay que considerar como dicha el cuidado de ellos (Deuteronomio 14, 29; Job 29, 12 s.; Jeremías 7, 6 s.). Cf. en el Nuevo Testamento las referencias en Hechos de los Apóstoles 6, 1; 9, 39; I Timoteo 5, 4 ss.; Santiago 1, 27.

[7267] 24. Yahvé de los ejércitos, es decir, de los ejércitos celestes (ángeles). Cf. Génesis 2, 1 y nota. El Fuerte: otro nombre de Dios. Cf. Génesis 49, 24 y nota.

[7268] 28. Serán quebrantados: Véase Lucas 11, 23: “Quien no está por Mí contra Mí está”; Cf. Juan 15, 5.

[7269] 29 s. Jardines y encina: Alusión a la idolatría que la gente practicaba “en los altos” y “debajo de todo árbol frondoso” (IV Reyes 16, 4).

[7270] 2 s. En los últimos tiempos, o, en los días postrimeros (Bover-Cantera). Cf. Miqueas 4, 1-3; I Corintios 10, 11 y nota. En el lenguaje de los profetas se refiere este término a los tiempos mesiánicos y escatológicos en que el monte de la Casa del Señor, el Sión, resplandecerá con sueva luz. “La elevación aquí predicha, figura la gloria futura de Sión en los últimos tiempos, cuando el Dios allí adorado, fuere reconocido como Dios de toda la tierra” (Crampón). De Sión saldrá la Ley: Cf. la palabra de Jesucristo: la salvación procede de los judíos (Juan 4, 22).

[7271] 4. No se han cumplido todavía estos vaticinios sobre la paz perfecta. “La realización completa no tendrá lugar, sino en la consumación de los tiempos, porque en esta tierra, donde el mal subsistirá siempre al lado del bien, no se puede buscar un cumplimiento perfecto” (Fillion). Cf. Mateo 13, 24-43. Entretanto tenemos que esperar hasta que se cumpla el deseo del salmista: “Dispersa, oh Dios, a los pueblos que se gozan en las guerras” (Salmos 67, 31). La actual búsqueda excesiva de la paz entre las naciones y los continuos pactos de seguridad son una señal de que no hay paz, pues la tan deseada paz mundial no podrá realizarse sin la sumisión y obediencia a la ley divina. Así se explica que los paganos (de antes y de ahora) no sean capaces de este ideal, porque van tras sus Ídolos (versículo 5). En este sentido nada es más trágico que la Biblia en cuanto se refiere al destino de las naciones, que solemos mirar con ilusorio optimismo. Véase Mateo 24, 21-25; Lucas 8, 18; 17, 26 ss.; 21, 25 ss.; I Tesalonicenses 5, 3; II Tesalonicenses 2, 8 ss.; I Timoteo 4, 1 ss.; I Timoteo 3, 1 ss.; II Pedro 3, 3; Apocalipsis 9, 20 s.; 16, 9 ss.; 19, 15 ss.; 20, 7 ss., etc. Jeremías enseña que el vaticinar prosperidad es la característica de los falsos profetas (Jeremías 4, 10; 6, 14, etc.). Después de dos guerras mundiales en un cuarto del siglo XX (Lucas 21, 10 s.) y con la energía atómica aplicada a destruir como una “anti-creación”, y el neomalthusianismo que ciega las fuentes de la vida. ¿en qué podría fundarse la esperanza de un mundo mejor? (Véase 1, 16 y nota). Solo en el orgullo que cree en las fuerzas propias del hombre caído, del cual nos dice el mismo Dios por boca de Jeremías: “¡Maldito el hombre que pone su confianza en el hombre, y se apoya en un brazo de carne!” (Jeremías 17, 5). Cf. 11, 6 ss.; Salmos 45, 9 ss.; Oseas 2, 18; Miqueas 4, 3 ss. y notas.

[7272] 6 ss. Alusión a las supersticiones introducidas del extranjero y a las riquezas y armamentos de los reyes. Caballos y carros de guerra constituyen, según la Ley (Deuteronomio 17, 16; Salmos 19, 8), un peligro para los israelitas, los que más que en caballos y carros han de confiar en la ayuda del Señor. Están llenos (de la corrupción) del Oriente, es decir, de la idolatría que venía especialmente de los países situados al Este de Palestina. La Vulgata vierte: Están llenos como antiguamente.

[7273] 9. Se postró... se humillaron, para adorar a los Ídolos.

[7274] 12. Un día, o sea, el día en que Dios viene a castigar a los transgresores de su santa Ley. Véase 13, 6; 61, 2; Jeremías 12, 3; 17, 17; 18, 17; Joel 2, 2; Miqueas 7, 4; Sofonías 1, 15, etc.

[7275] 13. Los cedros del Líbano simbolizan a los poderosos y orgullosos. El mismo sentido tiene la locución las encinas de Basan, tomada de los árboles robustos característicos de aquella región situada al noreste de Palestina. En los versículos que siguen, trae el Profeta otras imágenes semejantes del orgullo de los poderosos.

[7276] 16. Naves de Tarsis, símbolo de la riqueza. Las naves de Tarsis eran los buques transoceánicos de entonces y traían inmensos tesoros. Cf. 23, 14; III Reyes 10, 22; Jeremías 10, 9. Tenían su nombre de la ciudad o región de Tarsis, situada en el extremo occidental, probablemente en España, y tal vez idéntica con Tartessus.

[7277] 20. (En la presentación del texto se sigue el criterio de la Nova Vugata Bibliorum Sacrorum según considera versos poéticos o prosa.)

[7278] 22. No es más que un soplo: Cf. Génesis 2, 7. ¿De qué valor es el hombre? San Jerónimo vierte de otra manera, que admite dos sentidos: él (el hombre) es reputado como excelso, o: Él (Dios) es el Excelso.

[7279] 3. Encantador; literalmente el que murmulla, es decir, el agorero, que en baja voz pronuncia palabras mágicas. El profeta quiere decir: Tanto los robustos y fuertes, como los adivinos y agoreros que se ofrecen como dirigentes, serán destruidos, de manera que habrá anarquía completa en la ciudad. Bastará tener un vestido y un poco de pan para ser obsequiado con la dignidad real (versículo 6 s.).

[7280] 7. Yo no soy médico: Le Hir traduce: no quiero ser Príncipe.

[7281] 9. Su exterior, que es reflejo de su perverso corazón, es testigo contra ellos manifestando la malicia de sus pensamientos. No se avergüenzan más de sus vicios; se comportaron tan licenciosamente como los sodomitas. Cf. Génesis capítulo 19.

[7282] 10. Al justo le irá bien y recibirá la recompensa si persevera con paciencia. En el Antiguo Testamento la retribución temporal en este mundo ocupa un lugar preferente. Tan solo en los libros más recientes (sobre todo Sabiduría 3, 1 ss.) se vislumbra la retribución eterna.

[7283] 12. Mujeres: Los LXX leen: opresores. Los últimos reyes de Judá eran hombres incapaces y explotadores de su pueblo. Los que te guían: Vulgata: los que te llaman bienaventurado, es decir, los que te adulan y encubren la verdad. Me adulaban con los labios, dice el salmista, y me maldecían en su corazón (Salmos 61, 5). La lengua de los aduladores es más peligrosa que la espada del que me persigue (San Agustín).

[7284] 14. La viña: el pueblo de Israel; especialmente los pobres. Los pobres son los favoritos de Dios (Santiago 2, 5). “Dios no ha olvidado el clamor de los pobres” (Salmos 9, 13).

[7285] 16. Las hijas de Sión, es decir, las mujeres de Jerusalén, que ostentaban toda clase de lujo; hasta hacían sonar campanilleas atadas a los pies. La moda de las mujeres de hoy no es menos pretensiosa, aunque no se sirvan de campanillas. San Jerónimo observa sarcásticamente: “En la actualidad veréis a muchas mujeres atestar sus armarios de ropa, cambiar de vestidos a diario, y con todo esto no pueden acabar con la polilla” (A Eustoquia).

[7286] 18. Las lunetas, pendientes en forma de media luna, usadas para adornar a las mujeres y a los camellos. Cf. Jueces 8, 21.

[7287] 1. Siete mujeres echarán mano de un solo hombre, para que las tome por esposas. Expresión de espantosa desolación a causa de las guerras que privarán a esas mujeres lujuriosas (cf. 3, 18) de maridos. De este modo quedarán sin hijos y sin herederos de sus bienes. Era esto el oprobio más grande para la mujer hebrea. Los hechos demuestran que Dios ha reservado el mismo castigo para las mujeres cómodas de hoy.

[7288] 2. En el Pimpollo y el fruto de la tierra no solo ha de reconocerse el resto del pueblo judío que sobrevivirá a la ruina, sino con los Santos Padres, el Mesías, llamado con nombres semejantes en varias profecías (Isaías 11, 1 y 10; 53, 2; Jeremías 23, 5; 33, 15; Zacarías 3, 8; 6, 12). Para Fray Luis de León “Pimpollo” es el primero de los nombres de Cristo, “sin que en ello pueda haber duda ni pleito” (Nombres de Cristo).

[7289] 3. Los restos de Sión: “Después de vaticinar la devastación espantosa de Judá y Jerusalén, en castigo de sus injusticias y de su orgullo, acaba prometiendo días gloriosos de restauración para el pequeño resto, que recibirá la gracia del Señor después de haber escapado de la justicia vengadora” (Nácar-Colunga). Inscritos para la vida; llamados y destinados para el reino mesiánico. Véase Hechos de los Apóstoles 13, 48. Cf. Éxodo 32, 32; Salmos 138, 16; Daniel 12, 1.

[7290] 5 s. Alusión a la nube que conducía al pueblo de Israel por el desierto. La nube que descansaba sobre el Tabernáculo, de día los defendía de los ardores del sol, de noche empero resplandecía luminosamente (Éxodo 13, 21 ss.; Números 9, 15).

[7291] 6. Un tabernáculo, etc.: “un pabellón para proteger a la Sión mística de los rayos del sol… Dios preservará a sus amigos no solo de grandes calamidades, sino también de los disgustos más pequeños, de modo que la felicidad será perfecta. La Jerusalén del fin de los tiempos será como el restablecimiento del paraíso terrestre” (Fillion).

[7292] 1 ss. De mi amado. En forma de una parábola se explica el amor de Dios a su pueblo, que es la viña. El canto es atribuido al mismo Dios; el profeta solamente lo repite. Esta parábola es aludida por Jesucristo en Mateo 21, 33 ss.

[7293] 4. “¿No vemos en estas palabras la condenación del que abusa de las gracias? ¿No somos todos, la viña del Señor, escogidos de entre muchos y destinados para la vida eterna? Por eso, los que hemos recibido más gracias que muchos otros, seremos también juzgados con mayor severidad; porque a medida que aumentan las gracias, aumenta la responsabilidad en que incurrimos” (San Gregorio Magno).

[7294] 8. Son seis los ayes que siguen. La enumeración de estos vicios tiende a poner de manifiesto la ingratitud del pueblo que Dios había elegido y colmado de sus favores, Juntar casa con casa: adquirir la propiedad de otro. Esto era restringido por la Ley (Levítico 25, 13 ss.), que no permitía latifundios, sino que disponía que se devolviera a cada familia su propiedad en el año de la remisión (Levítico 25, 10 y 13). Las amenazas del profeta valen para todos los acaparadores y explotadores de la miseria, hoy más numerosos que nunca. “Insensato, dice Dios en la parábola del rico insensato, esta misma noche te van a pedir el alma, y lo que has allegado, ¿para quién será? Así ocurre con todo aquel que atesora para sí mismo y no es rico ante Dios” (Lucas 12, 20 s.). Cf. la palabra del profeta Ageo: “Vosotros esperabais lo más y os ha venido lo menos; lo metisteis en casa, pero Yo soplé encima” (Ageo 1, 9).

[7295] 10. Diez yugadas, o sea, 2,7 hectáreas, producirán solamente un bat (36,44 litros). Un hómer: 364 litros; un efa: 36,44 litros. Cf. Ageo 2, 16 ss.

[7296] 11. En este capítulo se señala dos veces al vino como causante de la ruina moral, aquí y en el versículo 22; se entiende, no el vino tomado con moderación, sino el hábito de tomar y embriagarse. La embriaguez todo lo devora y todo lo consume. No hay medio más seguro para dar sepultura a la salud, a la fortuna, a la salvación. La embriaguez perturba los sentidos y hasta la forma humana, pues convierte al hombre en bruto y le quita la facultad de aspirar a lo sobrenatural.

[7297]14. Scheol (Vulgata: infierno) significa en el Antiguo Testamento el reino de los muertos en general, sin distinguir la suerte de los mismos. Por eso se toma también como sinónimo de muerte. Véase Job 19, 25; Salmos 6, 6 y notas.

[7298] 18. Cuerdas de vanidad: El profeta, dice San Jerónimo, llama al pecado cuerda de la vanidad, porque el pecado está pronto tejido, es vano en sí mismo, y fútil como telaraña, pero cuando queremos salir de él, encontramos que nos aprisiona con solidísimos lazos. Como con coyundas de carro. Arrastráis el pecado a la manera de los bueyes uncidos al carro, esto es, como esclavos (Juan 8, 34). Agotáis todas vuestras fuerzas por cometer pecado. El impío, dicen los Proverbios, será presa de sus iniquidades, y quedará enredado en los lazos de su pecado (Proverbios 5, 22). En verdad, si los hombres de la misma manera se esforzasen por lo bueno, todos serían sanos. Véase Lucas 16, 8.

[7299] 19. Así hablan los pecadores en sentido irónico, burlándose del Santo de Israel.

[7300] 20 ss. Al mal llaman bien y al bien mal. ¿Qué diría el profeta de los métodos modernos de propaganda, inventados para trastornar de arriba abajo la escala de los valores, y crear una falsa opinión pública que condena a lo bueno y alaba a lo malo? ¿No es este el peor abuso de la razón, que Dios nos ha dado para buscar y conocer la verdad? Según San Gregorio, nosotros que de todo abusamos, en todo hemos de ser castigados. Cuanto recibimos para uso de la vida, lo consagramos al pecado; pero también cuanto hayamos apartado de su verdadero fin para emplearlo en el mal, se convertirá en un instrumento de venganza (Moraba). El sol, los astros, la tierra, las plantas, los árboles, los animales, los elementos, pedirán venganza contra aquellos que se hayan abusado de ellos.

[7301] 25. Los versículos que van a continuación son una descripción profética de las invasiones de los asirios, el pueblo más guerrero de entonces, e instrumento de que Dios se valió para castigar a Israel. Cf. las invasiones de Teglatfalasar, Salmanasar y Senaquerib. Más tarde este papel pasó a los caldeos (babilonios), sirios y romanos. Los asirios son también nombrados muchas veces en profecías escatológicas, como figura de las naciones enemigas del pueblo de Dios. Cf. 11, 11; 30, 28-31; 31, 8; 33, 1 ss.; Salmos 82, 9.

[7302] 1 s. Ocurrió esta visión en el año 738. Isaías ve a Dios en el cielo, sentado en un trono a la manera de los reyes (véase Miqueas 1, 2 ss.), rodeado de serafines. Es este el único capítulo de la Biblia en que se mencionan los serafines. La función que tienen es semejante a la ejercida por los querubines.

[7303] 3. Santo, Santo, etc. Es el célebre Trisagio que se reza en todas las misas después del Prefacio. Algunos Padres e intérpretes ven en la triple repetición del atributo una alusión a la Santísima Trinidad (cf. Génesis 1, 2 y 26; Números 6, 24 s.; Eclesiástico 50, 22 y notas). En la Misa vemos que el Prefacio y Sanctus se dirigen al Padre y el Benedictus al Hijo y Enviado suyo (cf. Salmos 117, 26 y nota).

[7304] 4. La Casa: el Templo.

[7305] 5 s. Estoy perdido (Vulgata: no he hablado): Exclamación del que se ve rodeado de la gloria de Dios y teme morirse. Era creencia común de que no se podía ver a Dios sin morir de inmediato (Éxodo 33, 20; Jueces 13, 22, etc.). Por su purificación (versículo 6) Isaías se revistió de valor y cuando oyó la voz de Dios que reclamaba un valiente para que fuera su mensajero, respondió: “Envíame a mí” (versículo 8). Más tarde, Dios hará de este profeta una fuente de paz y consuelo (cf. 40, 1; Eclesiástico 48, 27). No solo no tendrá temor, sino que será un poder de esperanza para los otros, de una esperanza que llega hasta nosotros, ya que es principalmente Isaías quien nos revela los misterios de Cristo Rey.

[7306] 8. Nótese el plural nosotros, que puede tomarse como alusión al misterio trinitario. Observa San Jerónimo que el profeta no dice: Yo iré, sino: envíame, lo que quiere decir que no es el hombre quien se viste de un cargo, sino que solo Dios nos llama a la misión que debemos desempeñar. Véase Juan 15, 16; Hebreos 5, 4.

[7307] 9 s. Véase Hechos de los Apóstoles 28, 26; Romanos 11, 8; Deuteronomio 29, 6; Éxodo 4, 21 y nota. Dios no ciega más que indirectamente, apartando poco a poco a los impíos de la luz de la verdad y gracia, a fin de castigarlos por su malicia. Notemos que el mismo Jesucristo se refiere a este pasaje en el capítulo más abundante en parábolas y nos dice que habla en esta forma no (según se cree a menudo) para poner ejemplos que aclaren, sino precisamente a la inversa “porque viendo no ven y oyendo no oyen ni comprenden. Para ellos se cumple esa profecía de Isaías: «Oiréis pero no comprenderéis, veréis y no conoceréis»” (Mateo 13, 13-15). Esta forma sumamente misteriosa de las parábolas (que no pocos miran neciamente como ingenuos cuentos de viejas) explica el hecho sorprendente de que aún quede mucho por entender en ellas, al cabo de dos mil años, como lo demuestra la gran diversidad de las opiniones que sobre ellas han expuesto los más reputados autores, según puede verse, por ejemplo, con respecto a los antiguos, en la “Catena Áurea” de Santo Tomás. Todo está en saber si vamos a la Biblia como amantes de la Palabra de Dios y creyentes en ella, con el ánimo de buscar la verdad y admitirla sea cual fuere (cf. Juan 7, 17) aunque nos resulte gran sorpresa, o bien si, según suele hacerse, vamos a la Biblia con lo que se ha llamado “el espíritu de Balaam” (cf. Apocalipsis 2, 14), a encontrar en ella lo que nos convenga para sustentar nuestras opiniones. Con este sistema se puede hacer decir a la Biblia lo que se quiera, y aun fundarse en versiones defectuosas o tomar como afirmativa una frase que quizá está dicha por ironía, como muchas en que el Señor habla a los fariseos directa o veladamente, más para confundirlos que para darles doctrina, pues sabía que no se habrían de convertir. Así también el Bautista les dice de entrada: “Raza de víboras” (Mateo 3, 7).

[7308] 13. “Si quedare una décima parte, volverá a ser destruida; (pero) así como el tronco del terebinto y de la encina subsiste al ser ellos cortados, su tronco (de Israel) será una santa posteridad. Así pues, la ingrata nación recibirá castigo sobre castigo; pero Dios no la arruinará del todo, según resulta de la bella comparación tomada de la vida de los árboles: una vitalidad nueva, llena de frescura, será devuelta a Israel al salir de todas estas pruebas. Tal es el aspecto brillante del juicio divino, que muy raramente falta aun en los más tristes oráculos de Isaías. Cf. 1, 27; 2, 1 ss.; 4, 1 ss.; 10, 20, etc.” (Fillion). El P. Páramo hace notar que el sentido, según el hebreo, es el mismo de Romanos 11, 12 y 26.

[7309] 1. Acaz reinó de 736 a 721 a. C. Sobre el hecho histórico véase IV Reyes 16, 6. Los dos reyes invadieron a Judá en 735.

[7310] 2. La casa de David: Acaz, rey de Judá; en sentido más amplio todo el reino de Judá. Efraím: el reino de Israel con la capital Samaria.

[7311] 3. Schearyaschub (Vulgata: el hijo que te queda Yaschub). Así se llamaba el hijo de Isaías. Su significado (“un resto se volverá”) tiene valor simbólico y quiere recordar a los judíos que solamente una pequeña parte se salvará de la catástrofe que el profeta amenazaba. Cf. Romanos 9, 27.

[7312] 4. Tizones humeantes: Los reyes de Siria e Israel.

[7313] 6. Nada sabemos de este Tabeel y su hijo, elegido por los enemigos para reinar en Jerusalén.

[7314] 12. El rey simula piedad y temor de Dios; en realidad prescinde por completo de la ayuda del Señor, y solamente confía en sus propias fuerzas; pecado tan grande que solo la suficiencia del hombre es capaz de idearlo. Por lo cual el rechazo de la señal de Dios por parte del rey, constituye una ofensa al Altísimo que irremisiblemente hubo de conducirlo a la perdición. Dice al respecto San Francisco de Sales: “¡Ah malvado! Afecta tener gran reverencia a Dios y, so color de humildad, no quiere aspirar a la gracia con que su divina bondad le convida. ¿Acaso no ve que, cuando Dios nos quiere favorecer, es soberbia rehusarlo, que los dones de Dios nos obligan a recibirlos y que es humildad obedecer y seguir con la mayor prontitud su voluntad?” (Filotea III, 5).

[7315] 14. La virgen concebirá; es decir, una virgen determinada. Profecía eminentemente mesiánica, como lo atestigua la unánime tradición católica, desde San Justino e Ireneo y desde los cuadros de las catatumbas. La única Virgen Madre fue María, y Emmanuel (del hebreo immanu-Él: “Dios con nosotros”) es uno de los nombres de Cristo (véase 8, 3; Miqueas 5, 3; Mateo 1, 23; Lucas 1, 34 s.; cf. Isaías 66, 7; Apocalipsis 12, 2 ss.). Envidiemos santamente en María, entre los incontables privilegios de su elección, este singularísimo de su maternidad, en cuanto la llevaba a amar con todo su ser a su divino Hijo, en tanto que a nosotros nuestra inclinación natural tiende a apartarnos de Él, y solo podemos amarlo espiritualmente. Mas también es María el modelo sumo de este amor espiritual, y él inspira de tal manera todas las relaciones de aquella Madre con aquel Hijo, que los lazos de la carne jamás pudieron dificultar la entrega sin reservas que ella hizo de Él a los designios redentores del Padre, como lo vemos principalmente al pie de la Cruz. Tan imposible parecía el misterio de la Encarnación expresado en este sublime pasaje, que los rabinos del tiempo de Cristo se apartaron de la interpretación literal y lo explicaban en sentido alegórico, llegando así a desconocer la venida del Mesías. Es este uno de los más elocuentes ejemplos del daño a que puede conducir el abuso de la interpretación alegórica de las Escrituras según la fantasía de cada uno. Los Sumos Pontífices en los últimos tiempos no han cesado de inculcar la obligación de buscar primeramente el sentido literal (cf. Encíclicas “Providentissimus Deus”, de León XIII; “Spiritus Paraclitus” de Benedicto XV y especialmente “Divino Afflante Spiritu” de Pío XII). El mismo San Jerónimo, de quien Benedicto XV dice que también pagaba tributo a la interpretación alegórica, que dominaba en la Escuela de Alejandría, declara al respecto: “No es posible que tantas promesas como cantaron en el sentido literal los labios de los santos profetas, queden reducidas a no ser ya otra cosa que fórmulas vacías y términos materiales de una simple figura de retórica; ellas deben, al contrario, descansar en un terreno firme” (citado por Su Santidad Benedicto XV).

[7316] 15. Comer leche cuajada y miel no significaba riqueza y prosperidad sino que era la comida de los humildes, que vivían de leche de cabra y miel silvestre, porque no tenían otra cosa.

[7317] 16. En las profecías a menudo va mezclado el tiempo presente con el futuro, de modo que el profeta supone realizada la señal anunciada, antes de los acontecimientos que la preceden, es decir, antes del castigo de los dos reyes. “El sentido obvio de la frase exige la realización precisamente en la concepción virginal del Emmanuel; cosa que por lo demás cae de su peso, pues siendo signo prometido por Dios, y en tal contexto, necesariamente ha de ser algo que sobrepase las leyes de la naturaleza. Es, pues, la concepción virginal signo, sea de la futura salud solamente, o en primer lugar de la futura salud, y secundariamente, de las próximas calamidades, de Judá; según que se lea en el versículo 15: «… será abandonada la tierra; ante cuyos dos reyes tú tienes miedo (Siria e Israel)...» Ni ofrece dificultad la naturaleza de tal signo, que había de verificarse casi 800 años después como prueba de la liberación, o de la liberación y próximo castigo de Judá; puesto que contemplando el profeta en visión imaginaria el signo y la cosa significada, con completa prescindencia de la cronología, de manera que ambas cosas se le ofrecían como presentes, tomó al Emmanuel como medida de ese mismo tiempo, al pronunciar en él la futura salvación, y así, al contemplarlo, en su visión como naciendo en ese momento de la Virgen, afirmó que no había de pasar más tiempo que el que necesita el niño para llegar al uso de la razón, antes que viniera la ruina de Judá: ruina que prácticamente comenzó con esa campaña de Teglatfalasar” (Primatesta).

[7318] 18. A moscas son comparados los egipcios; a abejas, los asirios.

[7319] 20. Navaja alquilada: así es llamado el rey de Asiria, por ser instrumento de Dios. El río, es decir, el Éufrates.

[7320] 22. Cf. nota 15.

[7321] 1. Maher-schalal-hasch-baz es nombre y a la vez profecía, como Schearyaschub (7, 3). Cf. los nombres de los hijos del profeta Oseas (Oseas 1). La primera parte del nombre significa “date prisa a tomar despojos”; se refiere al rey de Damasco (Siria), la segunda (“apresúrate a hacer botín”) al rey de Samaria (Israel).

[7322] 3. La profetisa: la esposa del profeta.

[7323] 6. Las aguas de Siloé que corren silenciosamente al pie del monte Sión, figuran a Dios Salvador que socorre a su pueblo sin hacer gran ruido (véase Juan 9, 7).

[7324] 7. Las aguas del río, esto es del Éufrates, de donde vendrán los asirios, para devastar el país. Serán tan tempestuosos como las aguas de aquel río en la primavera, cuando se derriten las nieves de la montaña (Jeremías 47, 2).

[7325] 8. ¡Oh Emmanuel! Exclamación emocionada que muestra que el profeta ve ya presente al Mesías.

[7326] 10. Dios está con nosotros. He aquí la traducción del nombre de Emmanuel. Él es el Salvador; en Él hay que poner la confianza, y no en las armas y los aliados. Véase 7, 14; Salmos 32, 10 y notas.

[7327] 14. Piedra de tropiezo: Es lo que en el Nuevo Testamento se dice de Cristo. Lo natural en nosotros, hombres caídos, es escandalizarnos de Él como lo hicieron hasta sus discípulos, según Él lo había anunciado. Véase Mateo 21, 42; Lucas 2, 34; 20, 17; Hechos de los Apóstoles 4, 11; Salmos 117, 22 y notas. Las dos casas de Israel son los dos reinos: el de Judá y el de Israel (Samaria). Cf. Ezequiel 37, 15 ss.

[7328] 16. Conserva el testimonio; literalmente: ata el testimonio. Puede referirse al testimonio de la tabla (versículo 1) o sea, al nombre simbólico de su hijo, que encierra una profecía sobre los desastres que han de descargar sobre el pueblo. Sin embargo es más probable que se refiera a la Ley, como el segundo hemistiquio, que tiene el sentido: Guarda la revelación de Dios, en medio del resto del pueblo que es fiel a Dios, mientras el rey y la mayoría siguen incrédulos.

[7329] 17 ss. Empieza a hablar Isaías expresando su inconmovible confianza en Dios, el cual en su cólera ha apartado su rostro del pueblo ingrato. El profeta conoce claramente el carácter simbólico de los nombres de sus dos hijos (versículo 1; 7, 3) que eran “señales y presagios” del porvenir de Israel. De ahí que condene la insensatez de quiénes se dirigían a los adivinos y nigromantes (versículo 19) para consultarlos sobre la suerte del pueblo: ¿Pueden acaso los muertos informar sobre los vivos? ¿No es más bien la Ley de Dios la que les da el sentido de la historia? (cf. Levítico capítulo 26; Deuteronomio capítulo 28). Es una clara reprobación del espiritismo, que pretende preguntar a los muertos en vez de estudiar las revelaciones que Dios ha consignado en las divinas Escrituras. Por otra parte, “la existencia de estas consultas supersticiosas entre los israelitas, en todas las épocas de su historia, es una prueba irrefutable de su fe en el más allá” (Vigouroux, Polyglotte).

[7330] 22. Y serán rechazados a las tinieblas: Traducción muy discutible. Vulgata: no podrán librarse de su congoja; Bover-Cantera: pero la tiniebla será rechazada; la Biblia de Pirot: pero las tinieblas serán rechazadas.

[7331] 1 ss. El versículo 1, que según el texto hebreo corresponde al capítulo anterior, dice en la Vulgata (versión de Torres Amat): Primeramente fue menos afligida la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí; y después fue gravemente herido el camino del mar, a través del Jordán, la Galilea de las naciones. Sin embargo, hay que traducirlo con arreglo al hebreo so pena de hacerle decir, como observa Fillion, lo contrario de lo que afirma el profeta. Primeramente: en tiempos de Teglatfalasar III de Asiria, quien devastó el territorio de Zabulón y Neftalí, o sea, Galilea. El camino del mar: que atravesaba ese mismo territorio y comunicaba a Egipto con la Siria. Esta profecía admirable, que sigue de cerca al anuncio del alumbramiento virginal de María y nacimiento del Emmanuel (7, 14) y a la noticia de que Él sería motivo de ruina para los habitantes de Jerusalén (8, 14), fue citada por San Mateo (4, 12 ss.) para explicar por qué Jesús fijó su residencia en Cafarnaúm de Galilea. En efecto, esta provincia, llamada por el profeta “Galilea de los gentiles” y “sombría región de la muerte”, está más alejada de Judea que la misma Samaria, y se hallaba en tiempo de Cristo gobernada por el vil tetrarca Herodes Antipas, cuya primera residencia fue la pagana capital Seforis, de donde se cree procedió nada menos que la Virgen Santísima antes de trasladarse su familia a Nazaret, la ciudad del Nezer (pimpollo) que es nombre bíblico del Mesías, retoño de David. Esta humillada región, de donde los doctores de Israel no admitían que pudiese surgir un profeta (Juan 7, 52), había de tener la gloria de que se la llamase patria de Jesús, de escuchar su Evangelio; de brindarle los primeros discípulos y hasta las mujeres que lo seguían y asistían con sus bienes, entre las cuales estaba Juana la mujer del galileo Cusa, mayordomo de Herodes. Tal fue el designio de Dios, siempre misterioso, que quiso hacer florecer en aquel país paganizado los mejores amigos de su Hijo. No otra fue la conducta de Dios con los samaritanos, a quienes más de una vez había de señalar Jesús como ejemplo para Israel.

[7332] 6. Nombres magníficos, que designan al Mesías a la par que encierran la más alta Teología. Véase denominaciones semejantes en 10, 21; 25, 1; 28, 29; 57, 15; Génesis 21, 33; Deuteronomio 10, 17; Nehemías 9, 32; Jeremías 32, 18; y especialmente Hebreos 1, 2-3, donde San Pablo dice que Dios ha constituido a su Hijo heredero de todo; por Él hizo los siglos; Él es la irradiación de su gloria y la impronta de su substancia, y quien sostiene todas las cosas con la palabra de su poder. Dios poderoso: Cf. el nombre de Cristo en el Apocalipsis: Rey de los reyes y Señor de los señores (Apocalipsis 19, 26). Padre de la eternidad (Vulgata: Padre del siglo futuro): “Por la fuerza de los términos correlativos que entre si se responden, se sigue muy bien que donde hay nacimiento hay hijo, y donde hijo hay también padre. De manera que si los fieles, naciendo de nuevo, comenzamos a ser nuevos hijos, tenemos forzosamente algún nuevo Padre cuya virtud nos engendra; el cual Padre es Cristo. Y por esta causa es llamado Padre del siglo futuro, porque es el principio original de esta generación bienaventurada y segunda, y de la multitud innumerable que nacen por ella” (Fray Luis de León, Nombres de Cristo). Príncipe de la paz, puesto que Cristo ha establecido una nueva Alianza entre Dios y los hombres. Cf. Colosenses 2, 13 s. El profeta Miqueas (5, 5), contemporáneo de Isaías, dice del Mesías: “Este será la paz”, es decir, la paz encarnada y personificada, no solamente un príncipe pacífico que se abstiene de la guerra. Paz es sinónimo de seguridad y tranquilidad, y por decirlo así, el conjunto de todo lo que la humanidad caída necesita para librarse de los males. Para los profetas la paz es la característica del Reinado de Cristo.

[7333] 7. Véase Lucas 1, 32; Jeremías 23, 5 ss.; Ezequiel 37, 25 ss.; Zacarías 9, 9; Juan 14, 27; Efesios 2, 17; Filipenses 4, 7; Apocalipsis 1, 5. En la Encíclica “Quas Primas” el Papa Pío XI alega este pasaje para probar la realeza de Cristo. También la Liturgia se ha inspirado en esta palabra de Isaías. Cf. la antífona del “Benedictus” del tercer Domingo de Adviento. Asimismo la Liturgia de Navidad celebra desde la primera antífona la realeza de Cristo y “todos los salmos de Maitines de Navidad han sido escogidos para que veamos en el Niño de Belén al Rey de gloria que en los últimos tiempos dominará a sus enemigos y los destruirá como vasos de alfarero”. Cf. los Salmos 2; 18; 44; 47; 71; 84; 88; 95; 97.

[7334] 8. Envió el Señor una palabra: “Personificación muy expresiva: la divina palabra es representada como una creatura viviente. Cf. 55, 11; Salmos 106, 20; 146, 15; Jeremías 1, 9, etc.” (Fillion).

[7335] 10. Palabras orgullosas de un pueblo obstinado que se ha olvidado de Dios y pone la confianza en su propia impotencia. Es el habla del reino de Israel, donde los profetas Elías, Eliseo y otros habían predicado en balde. Lo mismo dice el pecador cuando desprecia la Ley de Dios diciendo: non serviam (Jeremías 2, 20). “Si los pecadores pudiesen, vivirían eternamente, para no dejar nunca de pecar” (San Gregorio Magno).

[7336] 14. Véase Deuteronomio 19, 15; 28, 13 y 44.

[7337] 16. Los que guían este pueblo: los falsos profetas, los que adulan al rey y al pueblo. El mayor castigo de los pueblos decadentes, el medio más seguro para arruinar un país, es la falta de verdad y objetividad de parte de sus gobernantes y conductores. Cf. Jeremías 6, 14 y nota.

[7338] 20. Come cada cual la carne de su brazo: Modismo hebreo, que quiere decir: se destruirán a sí mismos. Aplicado al pecador, significaría que este se hiere a sí mismo (San Crisóstomo).

[7339] 1. Véase 1, 23 y nota.

[7340] 4. Texto dudoso. Bover-Cantera vierte: Solo entre prisioneros caerá uno de rodillas, y entre asesinados se derrumbarán, y dice en la nota: “Este pasaje, corrupto, puede traducirse así, en el sentido de que los tiranos y explotadores perderán su séquito y compartirán la suerte de los presos y serán por ellos mismos asesinados.” Otros corrigen el texto y vierten: “Belti se derrumba, derribado está Osiris”, aduciendo 46, 1; pero esto parece no encajar en el contexto. La Vulgata une esto con el versículo anterior y traduce... “para que no os encorvéis bajo la cadena ni caigáis con los asesinos”.

[7341] 5 ss. El cuadro que pinta de Asur (Asiria) se refiere probablemente a la invasión de Judá por Senaquerib (701 a. C). Véase IV Reyes 18, 13 ss. El profeta se encumbra aquí a las altas esferas de la filosofía de la historia. “Nos muestra a Dios dirigiendo los acontecimientos y sirviéndose de unas naciones para castigar los pecados de las otras; haciendo que todas, degrado o por fuerza, concurran a realizar los planes de su divina Providencia. Así tomó a Asiria como instrumento de sus divinas venganzas; pero ella se envalentonó con sus triunfos y por esto será humillada” (Fernández. Flor. Bibl. II, p. 18 s.).

[7342] 9 ss. Habla el rey de Asiria, jactándose de las victorias obtenidas y de los reinos sometidos a su cetro: Si los poderosos no pudieron resistirme, ¿cómo lo podrá el pequeño reino judío, que en aquel tiempo abarcaba apenas una docena de ciudades, fuera de Jerusalén?

[7343] 12 ss. El rey de Asiria no es más que un instrumento en la mano de Dios para castigar al pueblo ingrato. Una vez cumplida esta misión, él mismo caerá, como todos cuando se hinchan orgullosos y hacen alarde de su poder (Lucas 1, 51). “Si Él no perdonó a los ángeles orgullosos, dice San Bernardo, mucho menos os perdonará a vosotros, que sois polvo y podredumbre.”

[7344] 17. La Luz de Israel, lo mismo que el Santo, son nombres del Señor. Las espinas y zarzas: los soldados del rey de Asiria,

[7345] 18. Bosque y campo fructífero (Vulgata: Carmelo) simbolizan la multitud y fuerza de los ejércitos asirios. Será derrotado el ejército del rey soberbio, y él mismo huirá.

[7346] 21. Cf. 59, 20; Romanos 11, 26 y nota.

[7347] 22 s. San Pablo cita este pasaje, según los Setenta, en Romanos 9, 27 s. Véase allí la nota. La Vulgata dice abreviada en lugar de decretada, pero el sentido es el mismo. El Apóstol quiere mostrar su cumplimiento en los pocos israelitas convertidos a Cristo, antes de anunciar la salvación final del pueblo judío (Romanos 11, 25 s.). Véase 6, 13.

[7348] 24 ss. A la manera de Egipto. Vulgata: en el camino de Egipto. Es tal vez una alusión a la expedición que Senaquerib, rey de Asiria, emprendió contra Egipto, en cuya ocasión amenazó también a Jerusalén (cf. IV Reyes 19, 19). “Aquí nos pinta al ejército asirio que sube por etapas a Jerusalén, donde Yahvé le aguarda para confundir su orgullo. Los versículos 14, 24-27, estarían bien después del versículo 32” (Nácar-Colunga).

[7349] 26. Véase Jueces capítulo 7.

[7350] 27. A fuerza de grasa, o aceite; el aceite de la misericordia divina. “Así lo entendió San Jerónimo. Y la libertad del yugo de los asirios simbolizaba nuestra libertad de la esclavitud del demonio, por los méritos de Jesucristo” (Páramo).

[7351] 28 ss. Las localidades mencionadas se hallan en los alrededores de Jerusalén. Los asirios se acercan cada vez más a la hija de Sión (Jerusalén); pero, de repente, se levanta contra ellos la mano del Dios Fuerte (versículo 33).

[7352] 33 s. Descripción profética de la derrota total de los asirios y de su poderío militar, comparado con la espesura del bosque y del Líbano (versículo 34). El orgullo no es solamente la ruina de las virtudes sino también de los reinos. “El orgullo, dice el Papa Inocencio III, derribó la torre de Babel, confundió las lenguas, derrotó a Goliat, levantó el cadalso de Aman, dio muerte a Nicanor, hirió a Antíoco, sumergió al Faraón y mató a Senaquerib.”

[7353] 1. Retoño y renuevo (en hebreo nézer) designan al Mesías. Compárese las expresiones análogas en 4, 2; 53, 2; Jeremías 23, 5; 33, 15; Zacarías 3, 8; 6, 12. A este pasaje se refiere San Mateo cuando dice que Jesús será llamado Nazareno (Mateo 2, 23). San Jerónimo ve en el retoño a la Madre del Señor, “sencilla, pura, sincera, sin ningún otro germen extraño, y a semejanza de Dios, fecunda en su unidad” (A Eustoquia). El renuevo (San Jerónimo vierte: flor) es Cristo. La explicación del Doctor Máximo, que distingue entre retoño y renuevo, no encuentra simpatía entre los exégetas modernos, porque no concuerda con el paralelismo de los miembros del verso. Retoño y renuevo brotan del mismo tronco (Simón-Prado) y se refieren ambos a Jesucristo. El tronco de Isaí (Vulgata: Jesé) es la casa de David, hijo de Isaí. Cf. I Reyes capítulo 16; Hechos de los Apóstoles 13, 23-33.

[7354] 2. De este pasaje la Teología ha tomado los siete dones del Espíritu Santo. Cf. Sabiduría 7, 22; Gálatas 5, 22 s. El texto hebreo conoce solamente seis dones. El número siete se ha introducido por los Setenta que traducen el temor de Yahvé por dos palabras. El Mesías recibirá los dones del Espíritu Santo, no con tasa y medida, como los otros santos, sino con toda su plenitud (San Jerónimo). Véase Juan 3, 34.

[7355] 3. El espíritu de temor filial o reverencial, que es fruto de la perfecta caridad (San Agustín).

[7356] 4. Juzgará a los pobres con justicia, etc.: Lo que la Virgen celebra en el Magníficat es el advenimiento de los tiempos mesiánicos, como lo expresa en el versículo final (véase Lucas 1, 54 s. y nota). María profetiza, en sus varios aspectos, una sola cosa: el triunfo de los pobres, esto es: la confusión de los soberbios, la deposición de los poderosos, la exaltación de los humildes, la hartura de los hambrientos y la inanidad de los ricos (Lucas 1, 51-53). Tales debían ser, pues, las características esenciales del Reino mesiánico. Véase 32, 1; Salmos 71, 2 y nota. Herirá a la tierra: Cf. Salmos 2, 9; 44, 5 ss. 109, 2 y 5 s.; Apocalipsis 2, 27; 12, 5; 19, 15 y notas. Matará al impío: Es lo que el Nuevo Testamento predice respecto al Anticristo (cf. II Tesalonicenses 2, 8). El Cardenal Gomá aplica esta profecía a los predicadores cristianos que “pasan por el mundo, hace ya veinte siglos, conquistando todas las cosas para Dios y su Cristo. Es la predicación cristiana la verificación de la gran profecía sobre el Cristo de Dios, el Ángel del gran Consejo: Herirá a la tierra con la vara de su boca, y con el aliento de sus labios dará muerte al impío” (Biblia y Predicación, p. 54).

[7357] 6 ss. ¡Qué magnífica visión! La paz invadirá al mundo; “la justicia y la paz se besarán”, como dice el salmista (Salmos 84, 11). Cf. Salmos 45, 9 ss. Esta paz general es imagen de la restauración de todas las cosas por Jesucristo. Véase 2, 4; 66, 22; Ezequiel 34, 25; Zacarías 9, 10; Romanos 8, 19 ss.; II Pedro 3, 13; Apocalipsis 21, 1 y notas. Las figuras bajo las cuales se describe la paz mesiánica, recuerdan los días del paraíso que el Redentor ha de restaurar de una manera más sublime cuando separe de la naturaleza la maldición que sobre ella pesa y cuando aparezca “un cielo nuevo y una tierra nueva”, según la profecía de San Pedro (II Pedro 3, 13). San Ireneo, San Teófilo, Lactancio y algunos exégetas modernos toman la profecía en sentido literal y creen que los animales feroces un día volverán a hacerse mansos como en los días del paraíso terrenal. Cf. 65, 25; Deuteronomio 28, 68; Oseas 2, 18; Eclesiástico 39, 39 y notas.

[7358] 10. Su morada (San Jerónimo: su sepulcro): Es el monte Sión, su residencia (Fillion). Otros autores, fundándose en la versión de San Jerónimo, refieren este pasaje al Santo Sepulcro, diciendo que “aún ahora se cumple esta profecía en los santos lugares de Jerusalén, visitados desde los primeros tiempos de la Iglesia por reyes, sabios, potentados y gentes de todo el orbe”. Pero Knabenbauer advierte: “Caveant igitur concionatores, ne sensum et explicationem Sancti Hieronymi auditoribus suis tamquam vaticinium Spiritus Sancti vendant” (Simón-Prado).

[7359] 11. Patros es nombre del Egipto meridional. Elam, país situado en el sudoeste de Persia; Sinear: Babilonia; Hamat: ciudad de Siria; las islas del mar: las islas del Mediterráneo y países de Occidente. Nuevamente: Según San Jerónimo, el profeta quiere decir con esto, que Dios, después de haber extendido su mano para tomar posesión del pueblo de los gentiles, cuando se convirtieren a la fe, la extenderá por segunda vez sobre los hebreos al fin de los tiempos, para que también la abracen. Cf. Romanos capítulo 11.

[7360] 13. En aquel tiempo no existirá más emulación entre Judá e Israel. Vivirán como hermanos. Véase Ezequiel 37, 21 ss.

[7361] 14. Al occidente: Quiere decir que harán conquistas entre los pueblos paganos. Lo mismo significa el segundo hemistiquio. Es una maravillosa profecía de la misión apostólica entre todos los pueblos del mundo.

[7362] 15. La lengua del mar de Egipto: el Mar Rojo en su parte septentrional. El río: el Éufrates (véase 8, 7).

[7363] 1. Empieza aquí un admirable cántico en acción de gracias, que reviste la misma alegría que aquel que cantaron los israelitas después de haber sido salvado» en el paso del Mar Rojo. Porque después de airarte contra mí se aplacó tu, ira. Literalmente: porque te airaste contra mí y (después) se aplacó tu ira, como si se bendijera la cólera divina, porque ha sido causa de conversión y de consuelo.

[7364] 2. Yah, forma abreviada del nombre Yahvé. Cf. Salmos 88, 9 y nota.

[7365] 3. Texto citado en la liturgia del Sagrado Corazón. Se refiere en primer lugar a las aguas portentosas que Dios prodigó en el desierto (Éxodo 15, 25; 17, 1 s.). En sentido típico representan estas fuentes la divina palabra salida de Cristo (San Jerónimo y San Cirilo) o los santos sacramentos y los dones y frutos del Espíritu Santo (San Ambrosio). Cf. Juan 7, 38; I Corintios 10, 4. Cualquier sistema humano, por poderoso que sea, que intentase alejar al hombre de estas fuentes de vida y alegría, pronunciaría contra sí mismo la sentencia de condenación.

[7366] 4. Pregonad sus obras entre los pueblos: “La alabanza del Señor debe resonar a lo lejos, ya que la liberación de la nación escogida interesa a todos los pueblos, pues todos participarán algún día de ella” (Cardenal Gomá, Salt., p. 119). Cf. Salmos 104, 1.

[7367] 1. Este capítulo es una descripción profética de la toma de Babilonia que tuvo lugar el año 538, o sea, 200 años después de Isaías. Algunos modernos quieren ver en estos capítulos (13 y 14) la ruina del imperio asirio (cf. Daniel 5, 30 y nota). Babilonia es el prototipo de los enemigos de Dios. Como aquella, así serán destruidos también estos. Oráculo contra Babilonia, literalmente: carga sobre Babilonia. Carga. (Vulgata: onus) se llaman las profecías conminatorias. Cf. 14, 28; 15, 1; 17, 1, etc.

[7368] 3. Mis consagrados: Así llama Dios a las huestes que han de destruir el poder de Babilonia. Son instrumentos consagrados para ejecutar los designios de Dios; aunque paganos, están al servicio de Dios y cumplen una misión sagrada.

[7369] 6 ss. En los versículo 6-8 se da un cuadro del espanto que sobrevendrá a los babilonios cuando vean inminente la ruina.

[7370] 9. El día de Yahvé: el día del juicio y de la venganza que Dios va a tomar de los pecadores. Véase 2, 12 y nota; 61, 2; Jeremías 12, 3; 17, 18; Amós 6, 3; Malaquías 4, 1; Mateo 24, 29.

[7371] 12. El sentido es: Nadie podrá rescatarse con oro y plata. Oro de Ofir: el oro más puro, que los navegantes traían de la costa oriental del África (cf. III Reyes 9, 28).

[7372] 16. Los soldados conquistadores matarán a todos, hasta los niños. Cf. Salmos 136, 8 y la destrucción de la Babilonia apocalíptica (Apocalipsis capítulo 18).

[7373] 17. Los medos y persas bajo el mando de Ciro se apoderaron de Babilonia en el año 538 a. C. Véase Daniel 5, 30. No buscan plata: característica de los persas, según Jenofonte (Cyrop.).

[7374] 20. La maldición perdura hasta hoy. Nadie ha osado reedificar la ciudad maldita; ni siquiera los nómadas levantan sus toldos sobre las ruinas de la misma.

[7375] 21. Los búhos: Vulgata: dragones. Sátiros; en hebreo Seirim (cf. Levítico 17, 7; II Paralipómenos 11, 15; Isaías 34, 14). Así llamaba la gente supersticiosa a los demonios que, según creencia popular, tenían cuerpo de macho cabrío y estaban confinados en el desierto.

[7376] 22. Perros salvajes (otros: chacales; Vulgata sirenas): sinónimo de monstruo terrestre (San Jerónimo). “Largos siglos después de Isaías, San Juan retomó esta descripción en su Apocalipsis, para aplicarla a la Babilonia occidental” (Fillion).

[7377] 1. Los extranjeros: Alusión a los gentiles que abrazarán la verdadera religión junto con Israel. Cf. 2, 2; 56, 3 ss.; Zacarías 8, 22 s.; Romanos 11, 12 ss.

[7378] 8. Los reyes de Babilonia cortaron los abetos y cedros del Líbano a fin de utilizarlos para sus construcciones. Por eso los mismos árboles se alegrarán el día en que se derrumbe Babilonia.

[7379] 9 ss. Scheol (Vulgata: infierno), la morada de los muertos. Cf. Job 19, 25 s. y nota. Gigantes: otra traducción: los muertos. Es en hebreo la palabra Refaím, que significa ambas cosas. Cf. Job 26, 5 ss. y nota. Se fustiga en este pasaje la vana soberbia del rey de Babilonia, que será objeto de escarnio en el mismo infierno. Él profeta anuncia al rey la más profunda caída, diciéndole: “Los moradores del infierno, los reyes y príncipes, aquellos héroes terribles y famosos a quienes tú antes habías despojado de la vida, quedando suspensos y atónitos al ver tu caída, te saldrán al encuentro para recibirte e insultarte cuando llegues. Cuando esto sea se levantarán de sus sillas, te cederán el primer lugar del infierno como a su conquistador, rey y monarca, y te escarnecerán diciendo: ¡Oh tú que te creías inmortal, mira cómo también has sido herido de muerte del mismo modo que nosotros! ¡Mira cómo tu soberbia ha sido abatida hasta los infiernos, y cómo tu cadáver está tendido por tierra como si fuera el de un perro o de un jumento; no tendrá otra alfombra sobre la que descanse ni otra cubierta que lo abrigue sino la polilla, los gusanos, la corrupción! ¿Dónde está ahora tu arrogancia?” (Scío).

[7380] 12. Astro brillante, o Lucero (Vulgata: Lucifer) es llamado el rey de Babilonia, por su orgullo y arrogancia diabólica. Este nombre, lleno de sarcasmo es usado aquí por única vez en la Escritura. En sentido espiritual el nombre de Lucifer o Luzbel ha sido aplicado a Satanás o algún príncipe de los demonios. Cf. Lucas 10, 18; Apocalipsis 12, 9. Dice al respecto San Jerónimo: “Lucifer, que nació a la mañana, cayó del cielo, y el que fue hartado con los deleites del paraíso, mereció oír: «Si te levantares cual águila, ahí te derribaré, dice el Señor» (Abdías versículo 4). Porque había dicho en su corazón: «Colocaré mi asiento por encima de las estrellas y seré semejante al Altísimo.» El mismo Doctor Máximo pinta la actividad de Lucifer, diciendo: “El diablo no anda en pos de hombres infieles, no asecha a los de afuera... se empeña en robar las almas de la Iglesia... El demonio quiere derribar a hombres como Job, y, echado a perder Judas, pide poder zarandear a los apóstoles.” (Ad Eustoquia) De ahí que en la época que precederá a la caída de la Babilonia mundial, el Anticristo u hombre de pecado vendrá con el poder de Satanás (II Tesalonicenses 2, 9) y querrá asimismo «poner su asiento en el Templo de Dios, dando a entender que es Dios»” (II Tesalonicenses 2, 4).

[7381] 13. El monte de la Asamblea. San Jerónimo vierte monte del Testamento, lo que dio lugar a identificarlo con el monte Sión (cf. Salmos 47, 3). De ahí que los antiguos intérpretes creyeran que el rey de Babilonia había soñado con sentarse en el Santísimo del Templo de Jerusalén. Sin embargo esta aplicación ha sido abandonada por los exégetas modernos, ya que el texto hebreo no habla del monte del Testamento, sino del monte de la Asamblea; nombre que en el concepto de los babilonios significaba el monte Aralu situado al norte, en lo más recóndito del Septentrión, donde ellos localizaban la morada de los dioses, como los griegos en el monte Olimpo.

[7382] 14. Cf. Jeremías 51, 53; Amós 9, 3; II Macabeos 9, 10; Daniel 3, 22; Habacuc 2, 9; Ezequiel 24, 14 ss.

[7383] 23. Lo barreré con la escoba: Los medos y persas a manera de escoba barrieron el suelo de Babilonia, no dejando restos de autonomía. Las lagunas de aguas fangosas se formarán por falta de habitantes que cuiden los canales.

[7384] 26. Así como fue destruida la orgullosa Babilonia, serán juzgadas todas las naciones que se levanten contra el pueblo escogido. Cf. 41, 11; 49, 25; Joel 3, 1 s.; Ezequiel 28, 26; 38, 16; Sofonías 3, 8. Sobre los asirios cf. 5, 25 y nota.

[7385] 29. De la serpiente saldrá, etc.: Parábola que señala la gradación del mal. Su fruto será una serpiente voladora: Vulgata: Lo que de él saldrá, engullirá aves. Según el texto hebreo se trata del dragón. Cf. 30, 6, donde aparece el mismo monstruo. En 27, 1 y Job 26, 13 se llama “serpiente tortuosa”. Ambos epítetos (“voladora” y “tortuosa”) caracterizan a la “Serpiente antigua” (Apocalipsis 12, 9), “el gran dragón” (ibíd.), “que se llama el Diablo y Satanás, el engañador del mundo” (ibíd.).

[7386] 31. La humareda que viene del norte, figura a los asirios.

[7387] 32. Los embajadores que los filisteos y otros pueblos enviarán a Jerusalén para ofrecer a los judíos una alianza contra el enemigo común.

[7388] 1. Este capítulo de desbordante vigor profético es, con el siguiente, la descripción de la invasión de Moab por los asirios. “El profeta muestra la benevolencia de Jerusalén, mezclada de ironía, hacia los invadidos descendientes de Lot, que en Sión encontrarán un refugio contra el invasor” (Nácar-Colunga). Figuran en este oráculo casi todas las ciudades de Moab. Ar-Moab: capital de Moab, situada sobre el Arnón. Kir-Moab (Vulgata: el muro de Moab) era una fortaleza moabita que estaba en el sitio donde hoy día se levanta la ciudad de El Kerak.

[7389] 2. La casa de Moab, es decir, el pueblo de Moab, sube a las alturas para ofrecer sacrificios a los ídolos. En los alrededores de Dibón (hoy Dibán) se hallaba el santuario de Camos, dios principal de los moabitas. Allí se descubrió en 1868 la célebre inscripción del rey Mesa de Moab, la más antigua inscripción hebrea, pues los moabitas hablaban un dialecto hebreo. Nebó no es el monte del mismo nombre, sino una ciudad (Números 32, 3), lo mismo que Medebá, famosa por sus ruinas que contienen muchos restos de iglesias de la época cristiana, entre ellas un mapa palestinense en forma de un mosaico. Rasuradas: Cf. Levítico 19, 27 y nota.

[7390] 3. Ceñidos de saco, o sea de cilicio.

[7391] 5. Eglat-Schelischiah. Vulgata: novilla de tres años, lo cual corresponde al sentido etimológico. Bover-Cantera: la tercera Eglat.

[7392] 9. Los pocos moabitas que quedaren perecerán por nuevas calamidades.

[7393] 1. Enviad los corderos al dominador del país, es decir, al rey de Judá. Según esta interpretación, los moabitas son invitados a mandar corderos a Jerusalén. Es esta una alusión al tributo de cien mil corderos y cien mil carneros que en un tiempo tenían que pagar a Israel (IV Reyes 3, 4 ss.). Sela (o Petra): nombre de la capital de los idumeos, situada en el Wadi Musa, entre el Mar Muerto y el golfo de Akaba. La liturgia emplea este texto en sentido mesiánico, de acuerdo con la interpretación de San Jerónimo, que ve en el Cordero a Cristo y traduce: Envía, Señor, el Cordero, dominador de la tierra. Cf. 64, 1 con nota y las palabras de San Juan Bautista, quien llama a Cristo “Cordero de Dios” (Juan 1, 29).

[7394] 2. Arnón, hoy día Wadi Modschib, el río principal de Moab, que desemboca en el Mar Muerto.

[7395] 3 s. Es el mensaje de las hijas (ciudades) de Moab al rey de Judá. Reconocen que no hay otro que pueda salvar a los pocos sobrevivientes.

[7396] 5. Todos sostienen que este versículo se refiere a un rey poderoso y único por sus cualidades, que no puede ser otro que el Mesías (cf. 9, 1-7; 11, 1-5). Se refiere sobre todo al trono inconmovible que el Señor había prometido en otro tiempo a David (II Reyes 7, 12 ss.). Otros lo refieren al rey Exequias que reinó en tiempos de Isaías (721-693).

[7397] 6 s. Judá contesta negativamente, diciendo, no sin ironía, que se valgan de su arrogancia y altivez. Kir-Haróset, llamada en versículo 11: Kir-Hares, y en 15, 1: Kir-Moab. La Vulgata vierte: los muros de ladrillos cocidos, que es lo que significa el nombre de la ciudad.

[7398] 8. Los viñedos de estas ciudades moabitas se extendían entre el desierto de Arabia y el Mar (Muerto). Puede entenderse también de la numerosa población de las mismas.

[7399] 9. El grito (del que pisa) el lagar: en hebreo hedaá, esto es: exclamación de júbilo de los lagareros cuando pisan el lagar. Lo mismo en el versículo 10. Cf. Jeremías 25, 30; 48, 33. El lagar es símbolo de la calamidad y del castigo. Cf. 63, 2 s.; Lamentaciones 1, 15; Apocalipsis 19, 15.

[7400] 10. Campo fructífero (Vulgata: Carmelo). En hebreo una misma palabra significa Carmelo y campo fértil. Aquí se trata de las fértiles campiñas de Moab.

[7401] 12. Los sacrificios ofrecidos por los moabitas a sus ídolos serán ineficaces, porque es Dios quien ha decretado su perdición.

[7402] 14. Como años de jornalero: años de duros sufrimientos. Los enemigos que tuvieron que destruir a Moab fueron los asirios.

[7403] 1. “Este discurso es el desarrollo de las dos profecías de 7, 16 y 8, 4, que anuncian la ruina del reino de Damasco y del reino de Efraím, o sea, de las diez tribus. Se puede atribuir su composición al tiempo de la expedición de Teglatfalasar contra Rasín y Facee” (cf. 8, 4) (Crampón).

[7404] 2. Las ciudades de Aroer, etc.: Los Setenta: Las ciudades serán abandonadas para siempre.

[7405] 3. Los dos reinos de Damasco (Siria) y Efraím (Israel) se habían aliado contra Judá. Su gloria, esto es, todo su poderío, será destruido por los asirios, quedando solamente algunas miserables reliquias.

[7406] 4 ss. La gloria de Jacob: el poder del reino de Israel. En tres imágenes se muestra la ruina de este reino: se marchita, pierde su gordura, y será como las espigas que se buscan después de la mies. Cf. 24, 13.

[7407] 7. Nótese la esperanza de la conversión del resto de Efraím. El Santo de Israel: Dios.

[7408] 8. Ascheras: ramas o troncos de árboles que eran símbolos de la diosa pagana Astarté. La Vulgata traduce bosques. Cf. Éxodo 34, 13; Deuteronomio 7, 5; Jueces 6, 28; III Reyes 14, 15 y 23; IV Reyes 17, 10 y 16; 21, 3, etc. Las imágenes del sol (Vulgata: templos): eran estelas o columnas erigidas en honor del dios Baal-Hammán.

[7409] 10. La Roca de tu fortaleza: Dios. Y sin embargo, es tierno como una madre. Cf. Salmos 17, 2 y nota. Jardines de deleite: Alusión a la idolatría del reino de Israel, lo mismo que simiente extraña (culto tributado a dioses ajenos).

[7410] 12 ss. Este oráculo se refiere a la derrota de Senaquerib (IV Reyes 19, 25). Será al fin aniquilado el que aniquiló a Israel. Dios, dice San Agustín, arrojará al fuego el látigo con que los hirió. La rapidez de la catástrofe se refleja en las expresiones gráficas del versículo 14.

[7411] 1. Confiesa ya San Jerónimo que esta profecía es oscurísima. Trata de Etiopía, cuyos reyes en tiempo de Isaías dominaban la mayor parte de Egipto. El rey etíope Sabaca había enviado su sobrino Taraca con un ejército para socorrer al rey de Judá contra Senaquerib (IV Reyes 19, 9). Isaías desaprueba la alianza con los etíopes y egipcios, porque solo Dios puede y quiere salvar a su pueblo. El país del Nilo se llama tierra del zumbido de alas (Vulgata: címbalo de alas), en alusión a sus innumerables cantidades de moscas, o por el ruido de las langostas que venían de allí, o tal vez, por el tumulto de las armas de sus ejércitos. Véase 7, 18 donde Egipto es comparado con un enjambre de moscas. En cuanto a la ubicación histórica de la embajada, véase Jeremías 37, 6 ss.

[7412] 2. Barcos de papiro, porque los etíopes, como los egipcios, se servían de las fibras de papiro para fabricar botes. El profeta pide a los mensajeros que vuelvan al pueblo de alta estatura, esto es, a Etiopía. San Jerónimo vierte este verso de otra manera: (Etiopía) Que envía embajadores al mar, en barcos de papiro sobre las aguas. Id, mensajeros veloces, a una nación desgajada y despedazada, a un pueblo terrible, después del cual no hay otro, a una nación que espera y es hollada, cuya tierra se comen los ríos.

[7413] 3 ss. Los versículos que siguen, se refieren a los asirios, que invadirán a Egipto, pero no harán daño a Etiopía. Si Asur cae, todos los pueblos han de verlo (versículo 3). Dios deja crecer a Asiria pero antes de la cosecha la abatirá (c. 5), arrojando los cadáveres de sus guerreros para alimento de las bestias (versículo 6). Véase 37, 36.

[7414] 7. Será traída una ofrenda, etc.: “Manera de expresar que los etíopes se convertirán al Dios de Judá. Otros oráculos anuncian este bendito acontecimiento. Cf. 45, 14; Salmos 67, 32; Sofonías 3, 10. Su realización completa no debía tener lugar sino en la época del Mesías” (Fillion). Cf. 66, 20, donde esta profecía se extiende a todos los pueblos.

[7415] 1. Cf. Éxodo 12, 19; Números 33, 4 y nota. Los santos Padres descubren en estas palabras una profecía de la huida del Niño Jesús a Egipto (cf. Oseas 11, 1; Mateo 2, 15). Literalmente se dirige el vaticinio a la visita que Dios hará a los egipcios por medio de guerras civiles (versículo 2) e invasiones de ejércitos extranjeros (versículo 4). Las grandes tribulaciones contribuirán a convertirlos. Fue efectivamente Egipto el primer país, fuera de Palestina, donde se arraigó la religión de Yahvé de tal manera que allí se hizo la primitiva traducción del Antiguo Testamento al griego, la llamada de los Setenta.

[7416] 4. Un dueño duro: se refiere al rey de Asirla, probablemente Asarhaddón, que ocupó el país en el año 672 y lo dividió en muchos pequeños reinos tributarios.

[7417] 5 ss. Descripción de la sequía, producida por falta de la inundación anual del Nilo, que comienza en el mes de agosto. Todo el país vive de este gran río, cuyas inundaciones periódicas producen la fertilidad de los campos.

[7418] 11. Tanis (Zoan), la antigua capital de Egipto en tiempo de Moisés. Véase Salmos 77, 12 y nota

[7419] 13. Menfis, ciudad de Egipto, cuyas ruinas se hallan a 20 kilómetros al sur de la actual capital de Egipto.

[7420] 14. Comentando este versículo dice San Juan de la Cruz: “El Señor mezcló en medio espíritu de revuelta y confusión. Que en buen romance quiere decir, espíritu de entender al revés… no porque Dios les quisiese ni les diese efectivamente el espíritu de errar, sino porque ellos se quisieron meter en lo que naturalmente no podían alcanzar. Enojado de esto, los dejó desatinar, no dándoles luz en lo que Dios no quería que se entrometiesen.”

[7421] 16 ss. “Egipto, después de haber experimentado la venganza divina, se convertirá al Señor y gozará, como Asiria, de privilegios iguales a los de Israel. Esta parte de la profecía se divide en cinco incisos, cada uno de los cuales comienza por las palabras «en aquel día»” (Vigouroux, Bible Polyglotte).

[7422] 18. Hablar la lengua de Canaán (el hebreo), lo mismo que jurar por el Señor de los ejércitos, significa profesar la religión del Dios de Israel. Por la Ciudad del Sol ha de entenderse On, llamada más tarde Heliópolis, ciudad en la cual se practicaba el culto de Ra, dios del sol. Cf. Jeremías 43, 13. En los alrededores de las ruinas de la Ciudad del Sol está hoy día una capilla dedicada a la Sagrada Familia, que, según la leyenda, en el viaje a Egipto se detuvo allí para descansar y sacar agua de la fuente.

[7423] 19. Un monumento, a la manera de los obeliscos egipcios que pretendían ser monumentos en honor del dios Sol.

[7424] 20 ss. Isaías pinta en estos versículos la era del Mesías, aquel florecimiento del cristianismo en los primeros siglos, en que Egipto se convirtió en plantel de ciencia y piedad. El altar del Señor erigido en medio de Egipto y el monumento del Señor que estará junto a sus confines (versículo 19), mostrarán que todo el país pertenece al Señor.

[7425] 23 ss. Con todos los castigos Dios persigue un fin superior: la salud mesiánica, la fundación del Reino que abarcará a todos los pueblos (véase 2, 2-4). Israel será una bendición en medio de la tierra (versículo 24). Cf. 14, 1; 45, 14; 49, 22 s.; 66, 20; Salmos 71, 9 ss.; Jeremías 31, 34; Zacarías 2, 9.

[7426] 1 ss. Tartán: no nombre propio, sino título que llevaban los jefes de los ejércitos asirios (cf. IV Reyes 18, 17). El rey Sargón es el segundo de este nombre. Reinó de 722 a 705 a. C. tomó la ciudad de Samaria y envió en 711 otro ejército a Palestina, que se apoderó de Azoto (Asdod), ciudad de los filisteos. Se trata de una profecía simbólica, puesto que el profeta ha de sacarse el vestido y los zapatos. Su cumplió la profecía en las guerras que los reyes asirios, especialmente Asarhaddón (681-669) hicieron contra Egipto y Etiopía (cf. 19, 4 y nota). Fue para mostrar a los judíos la debilidad del coloso egipcio en el cual habían puesto su esperanza. De ahí la exclamación al final del capítulo (versículo 6). “Isaías no tuvo empacho de dejarse ver en tal estado, despreciando la confusión, y fue figura de la humillación de Jesucristo y de su desnudez en la Cruz” (Páramo).

[7427] 6. Los habitantes de esta tierra: literalmente: los habitantes de esta isla. La isla es Judá, por estar situada entre Asiria y Egipto y expuesta a todas las tormentas de la política internacional de entonces. El pueblo de Judá debe conocer cuán vano es confiar en hombres y alianzas.

[7428] 1. El desierto del mar. Con este nombre se designa a Babilonia también en inscripciones cuneiformes de Asiria, sea por la proximidad de su territorio al mar, o por los numerosos canales que la atravesaban, dándole el aspecto de un delta.

[7429] 2. Alusión a los pueblos llamados para acabar con Babilonia: los elamitas, medos y persas. Los gemidos: las lamentaciones de los pueblos oprimidos por Babilonia. La profecía se refiere al asedio de Babilonia que tendrá lugar siglo y medio después de la muerte de Isaías, y dará libertad al pueblo judío cautivo en Babilonia. Cf. la semejanza con el capítulo 13.

[7430] 4. La noche que era mi deleite. Vulgata: Babilonia, mi amada.

[7431] 5. En vez de poner la mesa: Parece una predicción del festín de Baltasar, descrito en Daniel, capítulo 5.

[7432] 6 ss. El atalaya es el mismo profeta. En forma dramática ve el profeta, como centinela de Dios, lo que ha de suceder, y comunica a su señor lo que ha visto, es decir, el cumplimiento del castigo. Jinetes de dos en dos (versículo 7): Otra traducción: dos caballeros. Alusión a los medos y elamitas. Cayó, cayó Babilonia (versículo 9): Esto mismo se dirá de la Babilonia de los tiempos del fin (Apocalipsis 18, 2).

[7433] 10. Trilladura mía: el pueblo escogido. Lo mismo significa la expresión pueblo de mí era. Isaías se dirige a su pueblo y le dice: “Vosotros, pueblo mío, a quienes el Señor con el brillo de los trabajos y de las aflicciones purifica y limpia como se limpia el trigo en la era y se separa de la paja, estas plagas os he anunciado para que escarmentéis en cabeza ajena, y para que temiendo al mismo Señor que os amonesta, y honrándole, merezcáis tenerle por vuestro Padre y por vuestro protector” (Scío).

[7434] 11 s. Duma significa silencio: se usa aquí como nombre simbólico de Edom o Seir, situado al sur y suroeste del mar Muerto. El nombre de Duma que le da el profeta, alude a su fatal destino. El oráculo es, sin embargo, oscuro. Por la noche se pueden entender las calamidades que sufre Edom. El centinela no da respuesta positiva, sino que exhorta a los idumeos a hacer penitencia. Si queréis preguntar, preguntad: Puede traducirse: si queréis buscar, buscad; es decir: si buscáis el remedio, buscadlo de quien es capaz de dároslo, que es el mismo Dios, y ningún otro. El oráculo parece un fragmento, lo mismo que el siguiente sobre Arabia.

[7435] 13. Dedán, región donde vivían los Dodanim, tribu árabe, aquí representante de toda la península de Arabia.

[7436] 14. Tema, región del noroeste de Arabia. El sentido es: derrotados se entregan a la fuga hacia el sur y piden pan. El enemigo viene, pues, del norte, de Asiria y Babilonia.

[7437] 16. Cedar, parte septentrional del desierto de Arabia.

[7438] 1. Valle de la visión: Así es llamada Jerusalén, por ser el lugar preferido de las revelaciones de Dios. El nombre alude, tal vez, al monte Moriah, en que estaba el Templo y que significa “Visión de Dios”. Véase Génesis 22, 2 y 14. La gente de Jerusalén está sobre los tejados, como en tiempo de fiesta, en vez de hacer penitencia y evitar la inminente catástrofe. ¡Cuántas veces no bailan los hombres sobre el cráter del volcán que está por devorarlos! En aquel trance solo Isaías y sus pocos discípulos no participaban de la común alegría. “Con su mirada profunda medía la grandeza del peligro que amenazaba a su patria; y al varón prudente y reflexivo le daba en rostro aquella efervescencia malsana, aquella ligereza inconcebible, y aquel vano confiar en los medios puramente humanos, sin contar para nada con Dios. Y como profeta, como patriota, lanzó contra sus atolondrados conciudadanos esa acerada invectiva...” (Fernández, Flor. Bíblico II p. 7).

[7439] 4. Hija de mi pueblo: Jerusalén. Véase versículo 15 ss. y nota.

[7440] 6. Kir es nombre de una región de la Persia sudoccidental. De Elam y Kir son las tropas auxiliares del ejército enemigo (asirio).

[7441] 8. Judá no confía en Dios, sino en las armas, que se guardan en la casa del Bosque del Líbano, construida por Salomón (III Reyes 7, 2; 10, 17).

[7442] 9. Ciudad de David: Así se llamaba el barrio que se extendía al sur del monte Sión. La piscina de abajo: probablemente la piscina que hoy se llama Birket el-Hamra, situada al Este de la piscina de Ezequías.

[7443] 13. Comamos y bebamos: He aquí el lema clásico de los epicúreos e incrédulos. Véase Sabiduría 2, 6-9; I Corintios 15, 32.

[7444] 15 ss. Sobná, ministro de Ezequías y partidario de la alianza con los egipcios, combatida tantas veces por Isaías en nombre del Altísimo (cf. 37, 3 ss.). Se ve aquí la venganza del corazón de Dios dolorido por los males de su esposa Israel (versículo 4).

[7445] 22. Sobná caerá y Eliaquim será elevado: La llave es símbolo del poder (cf. Mateo 16, 19; Apocalipsis 3, 7). Eliaquim es figura de los que guardan las llaves de la Iglesia. “Como el histórico mayordomo recogió del suelo las llaves de la Casa de David, así algún día el futuro Caudillo de Israel las recogerá con mayor gloria (Isaías 22, 20 ss.), recibiéndola» de mano del mismo Cristo… que con ellas le transmitirá su realeza suprema, como con parecida figura simbólica transmitió a Pedro el supremo sacerdocio” (Ramos García, Estudios Bíblicos 1949, p. 121).

[7446] 24. Vasos, copa, jarros: nombres simbólicos. El sentido es: toda su familia, los chicos y los grandes dependerán de él.

[7447] 1. En cuanto a la forma literaria, este capítulo es uno de los más hermosos. Es una elegía sobre Tiro, capital de Fenicia y emporio importantísimo, que parecía inexpugnable. Por eso el rey de Judá creía poder apoyarse en la misma, como en Egipto, contra los asirios. La visión tiene por objeto convencer al rey de lo vano de sus esperanzas. Naves de Tarsis: los buques de mayor tonelaje que hacían la travesía de los mares occidentales y llegaban hasta Tarsis, probablemente Tartessus, situada en España. De vuelta de Tarsis pasaban las naves por Kitim o Asia Menor, y allí se les da a los navegantes la noticia de la destrucción de su patria. No hay casa ni entrada: el puerto no existe más.

[7448] 2. Isla: Tiro era isla. Más tarde la unieron con el continente. Sidón, otra ciudad y puerto de Fenicia, hoy día Saida. Hasta la tierra de los tirios y sidonios extendió Jesús sus viajes apostólicos y sanó allí a la hija de una mujer fenicia (Mateo 15, 21 ss.).

[7449] 3. Las ciudades de Fenicia compraban y vendían los productos del país del Nilo, especialmente el papiro, que crece en las aguas abundantes del Nilo. Biblos (Gebal), una de las ciudades fenicias, exportaba casi exclusivamente papiro. De ahí el nombre griego biblion (libro) que dio nombre a la Biblia.

[7450] 4. Tiro fui fundada por Sidón. Su caída es la vergüenza de Sidón, su madre.

[7451] 6. ss. Pasad a Tarsis: Como si dijera: huid a vuestras colonias, pues Tarsis era colonia de los fenicios, lo mismo que Cartago. Los versículos 7 y 8 dan el mismo sentido.

[7452] 10. Hija de Tarsis, o sea: Tiro, la colonia, no tendrá más ceñidor o dueño, sino que gozará de la independencia. La Vulgata dice: hija del mar, es decir, Tiro.

[7453] 11. De Canaán, porque los fenicios formaban parte de los cananeos. Predicciones de la ruina de Tiro se hallan también en Jeremías 27, 3; 47, 5; Ezequiel capítulos 26-28; Joel 3, 4 ss.; Amós 1, 9 ss.; Zacarías 9, 3 ss.

[7454] 13. Texto diversamente traducido. Vigouroux (Bibl. Polyglotte) ve aquí una referencia a la victoria de Sargón sobre Merodac-Baladán, que se había apoderado de Babilonia (Caldea) y erigido un nuevo reino caldeo, que durará muy poco tiempo. Vigouroux propone la siguiente versión: Mira a la tierra de los caldeos, un pueblo que ya no existe más. Asur lo ha entregado a las bestias salvajes ha destruido sus torres y devastado sus palacios, lo ha convertido en ruina.

[7455] 15. Tiro quedará en el olvido por espacio de 70 años, en cifra redonda: esto es, tal vez desde el tiempo de Nabucodonosor hasta los tiempos de Ciro. Sin embargo, será destruida más tarde por Alejandro Magno, pero resucitará de nuevo.

[7456] 18. La ciudad pagana ayudará a los israelitas después del cautiverio (Esdras 3, 7; Nehemías 13, 16). El sentido mesiánico de este pasaje está fuera de duda. Se cree comúnmente que se cumplió en la visita de Jesús al territorio de los tirios y sidonios (véase nota 2) y en la conversión de esa región al cristianismo. Pero es muy probable que se esconda en él un acontecimiento escatológico relacionado con la vuelta de Israel a Palestina y la conversión de los judíos.

[7457] 1. Los oráculos contra los pueblos paganos rematan en una profecía escatológica que abarca los capítulos 24-27. Destrucción y ruina de ciudades y pueblos será el preludio del juicio universal, así como la destrucción de Jerusalén forma parte de la profecía acerca del fin de los tiempos (Mateo 24). Los cuatro capítulos forman un verdadero apocalipsis y son, como todos los discursos apocalípticos, muy oscuros. “El profeta se desliga cuanto puede del medio ambiente histórico que le rodea y se traslada en espíritu a los tiempos futuros, cercanos al fin de las cosas, para pintarnos la manifestación de la justicia de Dios contra la impiedad, y su misericordia para con los justos. La primera abarca 24, 1-23 y 25, 6-12 y 26, 1-6. A las manifestaciones de la cólera vengadora de Dios siguen el afianzamiento de su imperio, la manifestación de su generosidad hacia los salvados todos y el canto de alegría de estos. En todo esto se habla de Dios en tercera persona” (Nácar-Colunga).

[7458] 2. Enumeración elocuente de doce clases sociales. Quiere decir que de esas calamidades nadie estará exento.

[7459] 5. La alianza eterna, que Dios hizo con todo el género humano en tiempos de Noé (Génesis 6, 18). Otros expositores piensan en la Alianza del Sinaí, de manera que la corrupción de Israel sería figura de la corrupción general.

[7460] 7. Llora el vino: Vulgata: llora la vendimia; Bover-Cantera: se ha agotado el mosto.

[7461] 10. La ciudad de la vanidad: vanidad tiene el significado de idolatría. Se ha identificado la ciudad de la vanidad con Babilonia, la cual, a su vez es figura de todas las ciudades corrompidas. Cf. I Pedro 5, 13; Apocalipsis, capítulo 18.

[7462] 13. Todos los malhechores serán juzgados y quedará solamente un pequeño número de justos (cf. versículo 6; 17, 6).

[7463] 16. Por el Justo entienden algunos al Justo por excelencia: Jesucristo. Estoy perdido: Todavía no ha llegado el fin de la corrupción y de los castigos. El profeta ve calamidades más espantosas, pero no se anima a revelarlas. “No puedo decir todo lo que veo, y por eso tengo que guardarlo en secreto dentro de mi pecho; la lengua se me queda pegada a las fauces, el dolor me ahoga en la garganta las palabras” (San Jerónimo). (“Et dixi: «Secretum meum mihi, secretum meum mihi, Vae mihi!»”).

[7464] 18 ss. Véase Jeremías 48, 43-44; Amós 3, 19; 9, 14; II Pedro 3, 13.

[7465] 21. El Señor castigará a la milicia del cielo, es decir, los dioses astrales que los gentiles adoraban. Otros refieren este pasaje a los ángeles rebeldes. Véase Génesis 2, 1; III Reyes 22, 19; Efesios 2, 2; 6, 12; II Pedro 2, 4; Judas versículo 6; Apocalipsis 20, 2 s. No puede referirse a Génesis 6, 2, porque allí no se trata ni de ángeles ni de astros.

[7466] 22. La mazmorra (Vulgata: lago): el infierno. Véase Apocalipsis 19, 20; 20, 3.

[7467] 23. Véase 13, 10; Mateo 24, 29; Marcos 13, 24; Apocalipsis 4, 4. Reinará en el monte Sión: Cf. 32, 1-2; Salmos 2, 7; 44, 5-7; 109, 5 s.; Zacarías 12, 8, etc.

[7468] 1. El profeta entona en nombre de los escogidos un himno a la divina justicia, que se manifiesta en el castigo de los impíos y en la felicidad que gozarán los justos.

[7469] 2. Esta ciudad que Dios convertirá en un montón de ruinas, es figura del mundo perverso. Posiblemente piensa el profeta en Babilonia (en 24, 10 llamada “ciudad de la vanidad”), imagen del reino de Satán. Véase 24, 10 y nota; Apocalipsis 14, 8; 17, 18. Extranjeros: LXX: los soberbios.

[7470] 3. Un pueblo fuerte: todos los santos y justos que forman el Reino de Dios.

[7471] 6. En este monte, esto es, en el Sión, que es figura de la Iglesia y del reino mesiánico. Dios dará un convite de manjares riquísimos, que figuran las bendiciones de este reino y del cielo. Véase 55, 1 s.; 56, 7; Salmos 35, 9; Mateo 22, 2; Apocalipsis 19, 7. El mismo sentido se manifiesta en la imagen de la destrucción del velo que cubría a las naciones (versículo 7). El manjar exquisito es también figura del augusto Sacramento de la Eucaristía, el festín de las almas fieles.

[7472] 8. Destruirá la muerte para siempre, etc.: Este pasaje es citado por San Pablo en I Corintios 15, 54, donde el Apóstol dice: “Cuando esto corruptible se hará vestido de incorruptibilidad, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte es engullida en la victoria.” San Pablo cita según los Setenta. Cf. I Corintios 2, 9; Apocalipsis 7, 17; 21, 4.

[7473] 10. Moab, enemigo declarado del pueblo escogido, representa aquí a todos los impíos. Véase Números 25, 2 ss.; Josué 24, 9; II Reyes 8, 2; Ezequiel 25, 8 ss., etc.

[7474] 1. Una ciudad fuerte: La Vulgata agrega Sión. El sentido es el mismo. Es la ciudad de Dios por excelencia, símbolo de la fortaleza que triunfa sobre todos los enemigos. Cf. el cántico del capítulo 12.

[7475] 2. Abrid las puertas: Véase Salmos 117, 19 s. y nota. Según algunos, Dios se dirige a los ángeles; según San Cirilo, estas palabras encierran una exhortación a los apóstoles y predicadores para que abran a los gentiles las puertas de la Iglesia.

[7476] 5. Los que habitan en las alturas: Bover-Cantera vierte: los habitantes de la ciudad alta, y agrega la siguiente nota: “los que moran o se asientan en lugar elevado. Se trata de Babilonia, tipo, en todo tiempo, del poder de los enemigos de Dios”.

[7477] 9. Cf. Salmos 101, 13; 134, 13; Éxodo 3, 15; Oseas 12, 5.

[7478] 12. Concédenos la paz, aquella paz que solo tienen los que confían en Dios y de la cual no tienen conocimiento los impíos (Isaías 59, 8; Romanos 3, 17). Dios la otorga a los que confían en Él, porque es el Dios de paz (Romanos 15, 33; II Corintios 13, 11; I Tesalonicenses 5, 23; Hebreos 13, 20). La paz de Dios es el mismo Dios, poseído en la tierra por la gracia, y en el cielo por la gloria (San Ambrosio). Todas nuestras obras las haces Tú: “Nuestra capacidad viene de Dios”, dice San Pablo (II Corintios 3, 5). ¿Creemos de veras en esa capacidad que viene de Dios y que nos ensancha a su divina medida? Admiremos en este pasaje la profunda humildad y gratitud de los salvados. Todo cuanto poseen y todo lo que son, lo atribuyen al divino Padre. David, dice el Eclesiástico (47, 9), en todas sus acciones dio la gloria al santo y excelso Dios. Aprendamos de David a atribuir a Dios la gloria de las obras buenas que hacemos y a decir al fin de cada obra: Gracias a Dios. “Nada, dice San Juan Crisóstomo, nada nos hace crecer tanto en virtud, ni nos pone diariamente en relación con Dios haciéndonos conversar con Él, como rindiéndole el tributo de continuas acciones de gracias” (In Psalmo XLIX). Cf. 40, 29-31; Salmos 27, 7 s.

[7479] 14. Las sombras. San Jerónimo vierte: Los gigantes: sinónimo de muertos o sombras. Véase Proverbios 9, 18.

[7480] 15. Multiplicaste, etc. Es una profecía de la universalidad del reino mesiánico.

[7481] 18. Hemos dado a luz viento, esto es, nada. El sentido es: sin Dios trabajamos en balde, y sin su mano poderosa todo es en vano. El ejemplo más cercano es para el profeta la existencia de los moradores paganos del país que no han sido derrotados. Así también en la vida espiritual nos esforzamos inútilmente sin el auxilio de la gracia (Romanos 6, 23).

[7482] 19. Vivirán tus muertos, es decir, como comenta Vigouroux, “los muertos entresacados del pueblo del Señor y, en un sentido más general, los que mueren en el Señor. Cf. Apocalipsis 14, 13. Esta profecía y la del versículo 21, no tendrán su pleno cumplimiento sino en la futura resurrección”. Cf. la visión de Ezequiel (37, 4-10); Daniel 12, 2; II Macabeos 7, 9; 12, 43; Juan 11, 24; I Corintios 15, 16 ss.; 15, 51 ss.; Fil. 3, 20 s. La lectura de la Biblia nos da una magnifica perspectiva de nuestro porvenir en lo que se refiere a la resurrección de nuestro cuerpo. Este brillo de la futura gloria vive ya desde ahora en nosotros ya que Cristo y su Espíritu santifican nuestra carne para participar, un día, en la resurrección y transfiguración. Todo sufrimiento aceptado en Cristo conduce, ya ahora, a esa transfiguración, al abatimiento de la muerte, y a la participación en la Divinidad. “Lo visible debe morir; debe hacerse invisible por un tiempo, al modo como Cristo se ocultó, por breve tiempo, para luego manifestarse en la gloria.” Por eso “es hermoso despedirse (como el sol) de lo terreno, para ir hacia Dios, porque en Dios tengo mi aurora” (San Ignacio, ad Romanos 2, 2).

[7483] 20 s. Dios consuela a su pueblo y le exhorta a tener paciencia en la soledad (Oseas 2, 14; Apocalipsis 12, 6) hasta que Él realice el castigo de los impíos. Véase Apocalipsis 6, 9 ss.; 16, 6; 17-18.

[7484] 1. Sobre leviatán véase Job 40, 20 ss.; Salmos 103, 26; sobre la serpiente tortuosa, Job 26, 13. Cf. también 14, 29; 30, 6. En estos monstruos se ven figuradas las grandes potencias paganas. En realidad es un solo monstruo, que es figura del diablo, la “antigua serpiente” (Apocalipsis 20, 2), que se llama huidiza y tortuosa a causa de su astucia y doblez.

[7485] 2 ss. La viña es Israel (5, 1-7; Jeremías 2, 21; 12, 10; Joel 1, 7; Mateo 21, 33 ss.) que fue infiel y a quien Dios llamará de nuevo (Romanos 11). En sentido espiritual: la Iglesia; si bien para usar este sentido hay que tener presente que no pueden aplicarse a la Esposa inmaculada de Jesucristo esas grandes infidelidades que Dios reprocha a Israel junto con las promesas que le hace. Cf. 54, 11 ss.; 62, 4; Jeremías 3, 17 ss.; 30, 17 ss.; 31, 31 ss.; Oseas 2, 13 ss.; Miqueas 4, 6 ss.; Joel 2, 19 y 26 s.; Sofonías 3, 19; Zacarías 12, 10, etc. Marcharé contra ellas (versículo 4). El Señor no abriga ya cólera contra su viña; pelea solamente contra los enemigos de ella, que son las espinas y zarzas.

[7486] 7 s. A los que le herían, es decir a los enemigos de Israel. Expulsándole con clemencia (versículo 8): Alusión al cautiverio que le sirvió de escarmiento.

[7487] 9. ¡Qué precioso fruto!: el perdón de su pecado. Este fruto se logrará cuando el Señor deshiciere las piedras del altar de los holocaustos, y cuándo fueren derribados los ídolos (ascheras). Esta misericordiosa moderación de Dios tiene por objeto excitar a Israel al arrepentimiento, y de esta manera prepararlo para el perdón de sus pecados. Tened confianza en el perdón y en la amistad de Dios, dicen San Cirilo y Santo Tomás, y no os espante la multitud y la enormidad de vuestras recaídas, ni el hábito del crimen; la misericordia que Dios ofrece y promete a los que se arrepienten es infinitamente mayor que todos nuestros excesos.

[7488] 10. La ciudad fuerte es Jerusalén, que será destruida por los caldeos; según otros: la capital soberbia del mundo incrédulo. Véase 24, 10-12; 25, 2; 26, 5.

[7489] 12 s. Desde el río (Éufrates) hasta el torrente de Egipto (hoy Wadi el Arisch), que separa a Palestina de Egipto, o sea, el reino teocrático en toda su extensión (cf. Génesis 15, 18; III Reyes 8, 65). Es de notar que en el retorno del cautiverio babilónico no se cumplieron estos anuncios (Esdras 1, 2; Nehemías 9, 37 s. y notas), por lo cual ha de verse aquí la predicción de la reunión de Israel en los últimos tiempos. Cf. 59, 20, citado por San Pablo en Romanos 11, 26. Isaías usa aquí la imagen de la cosecha, imagen muy apropiada para designar la restauración de Israel y el fin de los tiempos. Cf. Deuteronomio 30, 3-5; Amós 9, 11 y 15; Zacarías 10, 8 s. Uno por uno, “poco a poco, pero sin interrupción, hasta que sea completo el pueblo mesiánico” (Fillion). El sionismo judío, fundado por Teodoro Herzl se cree heredero de esta promesa y pretende realizarla con la ayuda de las grandes potencias cristianas, ocupando poco a poco el suelo palestino, hasta ahora en manos de pobladores árabes. La gran trompeta. Véase Zacarías 9, 14; Mateo 24, 31; I Tesalonicenses 4, 16. Cf. Levítico 23, 24 y nota.

[7490] 1. Corona de soberbia se llama Samaria por su situación en la cima de una montaña. Fértil valle: alusión al nombre de Efraím (otro nombre del reino de Israel) que significa fertilidad. La ciudad era capital de este reino y fue destruida en 722 a. C. por Sargón II rey de Asiria (IV Reyes 18, 9 s.), con lo cual se cumplió la profecía de los versículos 2-4.

[7491] 5 s. Promesa de Dios de salvar el resto de Israel. “Entonces (en los últimos días) se salvará todo Israel, según está escrito: Saldrá de Sión el Libertador que desterrará de Jacob la impiedad; y tendrá efecto la alianza que he hecho con ellos” (Romanos 11, 26 s.). El espíritu de justicia, característica de los tiempos mesiánicos; véase 11, 3-5; Salmos 71, 2.

[7492] 7 s. Embriagues y vino, vómito e inmundicias designan la vida lujuriosa de los jefes políticos y eclesiásticos de Israel.

[7493] 9 s. Los malos sacerdotes y falsos profetas se ríen de Isaías repitiendo sus exhortaciones y mandatos en tono burlesco: hoy promete, mañana vuelve a prometer; nunca se sabe lo que ese profeta quiere decir, y nunca se cumplen sus vaticinios; habla de cosas futuras, etc. (cf. II Pedro 3, 4). ¿Acaso a los destetados de leche? Los burladores no se dan cuenta de que con esto dicen una estupenda verdad, ya que son precisamente los parvulitos los que entienden mejor la palabra de Dios. Cf. Proverbios 9, 4; Sabiduría 6, 6; Lucas 10, 21 y notas.

[7494] 11. Son palabras del profeta que contesta a los que se burlan de él. Isaías da a entender que les falta la recta intención, porque no quieren apartarse de sus malos caminos.

[7495] 12. Texto dudoso. Vulgata: Este es mi reposo; lo cual algunos refieren al Templo, la santa Morada de Dios. Los Setenta: He aquí el reposo del que tiene hambre.

[7496] 13. Repetición irónica de las palabras con que de Isaías se mofaban sus adversarios.

[7497] 15. Se glorían de su malicia, como dice el salmista (Salmos 51, 3). “Se gozan en el mal que han hecho y hacen gala de su maldad; sus caminos son torcidos, e infames sus pasos” (Proverbios 2, 14). En vez de confiar en Dios confían en su propia fuerza y en las alianzas con otros pueblos y se creen invencibles. Así también todo pecador, llegado al abismo del mal, se vanagloria del pecado (cf. Proverbios 18, 3), se burla de los consejos, de todos los peligros y de todos los derechos divinos y humanos, se ríe de la conciencia, del perdón y del remedio. Scheol: aquí sinónimo de muerte.

[7498] 16. Esta piedra angular es Jesucristo. Así lo reconoce toda la tradición cristiana. No debe confundirse con Él como piedra de tropiezo. Véase 8, 14 y nota; Efesios 2, 20 ss.; I Pedro 2, 4 ss. El que confía etc. San Pablo (Romanos 9, 33; 10, 11) cita este pasaje según los LXX: cuantos creerán en Él, no serán confundidos. “Llegan momentos de angustia en los cuales se piensa que ya no se puede sufrir más la situación en que se está viviendo. La carga nos aplasta, sentimos cómo las fuerzas nos abandonan y hasta la voluntad para seguir luchando está paralizada. Queremos poner fin a tal situación de cualquier forma, ya sea huyendo hacia otro ambiente o —si no sabemos adónde ir— huyendo hacia la muerte. Pero quien confía en la Piedra angular, que es Cristo, sigue luchando y vence las horas de Getsemaní por medio de la oración ardiente; quien confía, queda en el lugar donde Dios lo ha puesto y lleva toda su pena, sus desengaños, su desaliento y su cansancio al pie de la Cruz. Y allá, si no encuentra alegría, al menos encuentra resignación, sumisión y fuerza para cumplir la voluntad de Dios” (Elpis).

[7499] 18. Cual torrente: la invasión de los asirios, que en aquel mismo tiempo en que habla el profeta, destruyen a Samaria, y se aprestan para atacar a Jerusalén.

[7500] 20. Locuciones proverbiales cuyo sentido es: con los medios que están a nuestro alcance, no podemos evitar la catástrofe. Scío lo entiende en el sentido de que los ídolos no caben en el matrimonio de Dios con su esposa Israel.

[7501] 21. El monte Perasim: Este es el monte donde David derrotó a los filisteos (II Reyes 5, 19 ss.). Gabaón es el lugar donde triunfó Josué (Josué 10, 11). Obra extraordinaria, esto es, de su bondad, pues lo obligáis a castigaros contra su voluntad.

[7502] 23. En los siguientes versículos se pone de manifiesto la pedagogía de Dios que, para educar a su pueblo, procede como el labrador que ara, siembra y riega según lo permitan las circunstancias y el tiempo. La pedagogía de Dios se rige exclusivamente por sus inescrutables designios. Dios, dice San Agustín, devuelve mal por mal, porque es justo; devuelve bien por mal, porque es bueno; devuelve bien por bien, porque es bueno y justo; pero nunca devuelve mal por bien, porque no es injusto.

[7503] 29. La aplicación de la parábola es muy sencilla. “Dios es un pedagogo perfecto. No castiga siempre, y cuando lo hace, es con moderación y sabiduría para purificar y no para quebrantar” (Fillion).

[7504] 1 s. La ciudad santa es llamada Ariel, lo mismo que en el versículo 7; lo que probablemente aquí significa “fuego de Dios”, o “altar de Dios” porque allí estaba el Templo con el altar de los holocaustos. Véase 31, 9. En el versículo 2 se toma ariel en otro sentido, pues allí se dice que Jerusalén será “como un ariel”, o altar de fuego, es decir, será castigada y destruida por el fuego.

[7505] 4. La ciudad será humillada de tal manera que su voz será semejante a la del pitón o nigromante que murmura palabras en voz baja y como si hablase desde el sepulcro.

[7506] 6. En la Biblia los dramas se escriben con pocas palabras. Se trata de la lucha de muchos pueblos contra Ariel, la ciudad santa, que se salvará súbitamente por la intervención de Dios. Cf. 60, 22 y nota. Se puede pensar en la invasión de los ejércitos de Senaquerib, al par que en la conjuración de los gentiles contra la Ciudad de Dios en los últimos tiempos. Es muy frecuente en Isaías la unión de los dos horizontes, el cercano y el lejano, de modo que muchas de sus profecías tienen un doble cumplimiento, uno histórico y otro escatológico, siendo el primero la figura del segundo. Cf. 28, 14-18, donde se trata primero de una alianza con los pueblos paganos, especialmente Egipto, y al mismo tiempo de una profecía mesiánica, figurando la piedra (28, 16) a Cristo. Véase también Mateo capítulo 24, donde la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo forman una misma profecía.

[7507] 10 ss. Los vaticinios del profeta son para los jefes y sacerdotes un libro sellado (véase 28, 7 s. y nota); no lo comprenden, puesto que son ciegos, poseídos de un espíritu de letargo. Les falta la buena voluntad, condición indispensable para la comprensión de la divina palabra (véase 6, 9 s.; Romanos 11, 8).

[7508] 13. Jesús cita este pasaje en Mateo 15, 8 s.; Marcos 1, 6. La razón de la obcecación es que no honran a Dios con sinceridad. Véase 6, 10 y nota. “Los hipócritas son ovejas por su vestido, raposas por su astucia, y lobos por sus acciones y su crueldad. Quieren parecer buenos y no lo son; no quieren parecer malos y lo son” (San Bernardo). En el fondo entendemos muy bien este farisaísmo con solo imaginar cuán poco nos agradaría que un deudor que no nos paga o un hijo que no nos ama, con todo trataran de quedar bien con nosotros, llevando nuestro retrato en el bolsillo. Lo mismo hacen los que honran a Dios con la boca y su corazón está lejos de Él.

[7509] 14. La obra asombrosa de Dios consiste en abandonarlos a su vana sabiduría y a su prudencia falaz. De ahí que caigan automáticamente en la obcecación espiritual que convierte la luz en tinieblas y las tinieblas en luz. Cf. I Corintios 1, 19 y nota. “Es ciego, dice San Gregorio Magno, aquel que quiere prescindir de la luz de las contemplaciones celestiales; aquel que, sumergido en las tinieblas de la vida presente, y no mirando jamás con amor la verdadera luz, ignora de qué lado encamina sus obras.”

[7510] 16. Cf. 45, 9; 64, 8; Eclesiástico 33, 13; Jeremías 18, 6; Romanos 9, 20 s.

[7511] 17. Vulgata: El Líbano se convertirá en Carmelo. Carmelo tiene aquí, según el hebreo, el significado de campo fructífero o jardín. El Líbano, la montaña cubierta de bosques, será convertida en un jardín y viceversa. “Especie de proverbio para expresar el cambio total que tendrá lugar en el pueblo judío a fin de regenerarlo” (Fillión). Los soberbios serán humillados, y los humildes serán ensalzados (Lucas 1, 52).

[7512] 21. El castigo alcanzará también a los opresores dentro del pueblo, a los falsos profetas y a los jueces injustos que juzgaban en las puertas de la ciudad.

[7513] 22. Jacob tendrá el gozo de ver a sus hijos transformados perfectamente por la gracia del Señor.

[7514] 23. El Santo de Jacob: “Nombre dado al Mesías que había de nacer del linaje de Jacob, cuyas ovejas había de recoger, y formar de ellas y de otras un solo rebaño” (Páramo).

[7515] 1. El profeta vuelve a pronunciarse contra la alianza con Egipto que no correspondía a los designios de Dios. El mismo Dios de Egipto, es el auxilio de su pueblo, el Fuerte de Israel, el que lo sacó y no quiere que se apoye más en el poder de los faraones, 4. Tanis o Zoan, antigua capital de Egipto (véase 9, 11; Salmos 77, 12). Hanés, ciudad egipcia situada más al sur.

[7516] 6. Alusión a los regalos que los enviados llevan a Egipto. ¡Qué ironía! ¡Judá manda tesoros a los egipcios, sus antiguos opresores! Con ironía inimitable describe el profeta la caravana que atraviesa el desierto para entregar tesoros a un pueblo inútil. León, leona, víbora, etc. son nombres simbólicos. Sobre la serpiente que vuela véase 14, 29 y nota. Cf. 27, 1; Job 26, 13.

[7517] 7. La soberbia que no se mueve; literalmente Rahab que no se mueve, es decir, que no hace nada para ayudar a Judá. Rahab, que significa tumulto, es nombre de Egipto (véase 51, 9; Salmos 86, 4; 88, 11).

[7518] 9. Pueblo rebelde es este... no quieren escuchar la Ley de Yahvé: He aquí la llave para la historia del pueblo escogido. En estas palabras está escrito el motivo de su repudio por parte de Dios y su dispersión entre las naciones. ¿Cómo es posible que un pueblo partícipe de tantos privilegios y bendiciones ande errante por el mundo? Porque no escucharon la Ley de Yahvé. Nosotros, con este ejemplo terrible, y después que vino el Enviado, que era Palabra encarnada —el Verbo—, podemos apreciar mejor aún, si no queremos ser ciegos, la gravedad de la admonición de San Pablo: “Mirad que no rechacéis al que os habla” (Hebreos 12, 25). Porque hoy sabemos, por Jesús, que solo podrá cumplir sus mandamientos el que lo ama (véase Juan 14, 23 s.), pues “donde está nuestro tesoro allí estará nuestro corazón” (Mateo 6, 21), por lo cual el que ama al mundo no puede amar a Dios (Mateo 6, 24; I Juan 2, 15). Ahora bien, cuando un esposo está ausente, ¿qué es lo que mantiene vivo el amor, sino sus cartas? Y ¿qué diría él, si la esposa le devolviera esas cartas sin abrirlas, o las pusiera en un rincón sin leerlas? Apliquémonos saludablemente todas estas verdades para entregarnos a la lectura de las palabras de Dios. Ellas son las cartas, escritas por Dios y dirigidas a la humanidad, dice San Gregorio; en ellas está la sustancia del Mensaje que el Padre nos envió por su Hijo; ellas son, en forma sensible, la comunicación de Dios, junto a la arcana Presencia eucarística, cuya realidad no podemos percibir, dice Santo Tomás, ni ver, ni tocar, ni gustar, y solo podemos creer gracias siempre a aquellas Palabras. La divina Palabra es el combustible que mantendrá sin apagarse ese fuego de amor durante esta “larga demora” del Amado (Mateo 25, 5; Lucas 19, 12).

[7519] 10. Son blasfemias de los partidarios de Egipto, que no quieren prestar oídos a los vaticinios del profeta porque no concordaban con sus deseos. Tal es el lenguaje del mundo moderno que halla la moral evangélica demasiado severa.

[7520] 11 ss. Estos versos revelan el abismo de perversidad en que vivían los contemporáneos del profeta. Sin embargo, aun en los tiempos de la decadencia el culto y los sacerdotes de Israel eran superiores a los de los pueblos vecinos. En Egipto, por ejemplo, donde había gran miedo al juicio de los muertos, vendían los sacerdotes fórmulas para identificarse con el diosa Osiris y engañar a los jueces de ultratumba a fin de conseguir la felicidad a todo trance.

[7521] 13. Como una brecha por la cual el enemigo entra en la ciudad, o más bien como una ruptura, que ocasiona la ruina inesperada del muro, y con ella la ruina del pueblo.

[7522] 15. Nótese la admirable lección de fe que aquí da Dios a los que confían en su propia iniciativa. En la tranquilidad y en la confianza está vuestra fuerza: Pero debemos permitir que obre Dios en nosotros, “porque todo lo que hacemos, lo realizas Tú en nosotros” (26, 12). Cf. II Corintios 3, 5. Con tranquilidad debemos confiar en Aquel que nunca nos abandona, aunque, a veces, nos creemos abandonados. Santa Teresa incorporó este lema a la Regla de las Carmelitas Descalzas: “En silencio y esperanza procurad vivir siempre”, porque bien sabía que el mejor medio de acumular fuerzas es callar y confiar. “En ruidosas efusiones, en estallidos de dolor y de cólera, en maldiciones y gritos se va la mejor fuerza, como se pierde la del vapor que se escapa silbando” (Monseñor Keppler, Escuela del dolor, 44). Cf. Salmos 124, 1 y nota.

[7523] 16. Huiremos a caballo: Alusión a los caballos y carros que pedían a Egipto (31, 1). Vana esperanza. Los caballos de los asirios son más ligeros.

[7524] 17. El resto del pueblo será corto en número y tan abandonado como una bandera en la cima de un monte. Es un símbolo de la desolación del monte Sión.

[7525] 18. Consideremos el exceso de amor que se revela en estas palabras. Por tantas bondades es preciso tener en Él confianza ilimitada. “No os ocupéis de vosotros, dice San Crisóstomo, confiadlo todo a Dios; porque si queréis cuidaros de vosotros, lo haréis como hombres débiles; pero si dejáis obrar a Dios, Él a todo atenderá.”

[7526] 20. Por los castigos llegarán a reconocer a Dios. El profeta habla de la conversión del pueblo. “Los nombres de maestro y doctor son colectivos y designan a los profetas que, en los bellos días prometidos a Judá, no serán más ultrajados, ni perseguidos (cf. versículo 10; 8, 16-20; 28, 7; 29, 10) ni obligados a esconderse, sino que publicarán en alta voz y abiertamente los divinos oráculos. Evidentemente no está excluido Cristo, el Doctor por excelencia” (Fillion).

[7527] 24. Por este forraje sazonado con sal entiende San Jerónimo la Palabra del Nuevo y Antiguo Testamento.

[7528] 25. Arroyos: Esta irrigación abundante de las tierras más incultas es igualmente señalada por Ezequiel 47, 1 ss. y Joel 3, 18, como un signo de la era mesiánica.

[7529] 26. Imágenes que pintan al vivo la plenitud de las bendiciones en el tiempo mesiánico. Véase 60, 19 s.; 61, 1; Oseas 6, 2; Zacarías 14, 7; Romanos 8, 21; II Pedro 3, 13.

[7530] 27 s. Descripción de la venida del Señor para juzgar a las naciones (cf. Joel 3). El Nombre de Yahvé. Esto es, el Señor mismo. Véase Éxodo 23, 21; Deuteronomio 28, 58.

[7531] 29. Sobre Roca como nombre de Dios véase Génesis 49, 24; Salmos 17, 3 y notas. Roca de Israel es el nombre que el nuevo reino de Israel, recién establecido en Palestina, usa en su Constitución como nombre de Dios.

[7532] 33. Por el rey impío que oprime al pueblo, y para el cual está preparado el Tófet, puede entenderse el de Asiria. Tófet, situado en el valle de Hinnom, al sur de Jerusalén, es el lugar donde se quemaban los niños en honor de Moloc (IV Reyes 23, 10; II Paralipómenos 28, 3). Allí serán entregados a las llamas los cadáveres de los asirios muertos por el Ángel de Dios. Véase 5, 25 y nota.

[7533] 1. Se dirige esta profecía ante todo contra aquellos que seguían esperando en Egipto, sus caballos y carros. Cf. las notas 1, 6, 7, 16 del capítulo antecedente.

[7534] 6. Convertíos a Aquel de quien os habéis alejado: La conversión sincera es la condición de los tiempos mejores que tanto deseamos. “Cuando todos los fieles de Cristo se encuentren animados de este espíritu y alentados por esta disposición, no hay duda que sus plegarias encontrarán ante el trono del Altísimo una favorable acogida, y obtendrán de un Dios propicio el consuelo y los auxilios que tanto necesitamos en esta gravísima crisis”; y que para ello “debemos ciertamente, primero que todo, pedirle que ilumine y renueve nuestras mentes y nuestros corazones con las enseñanzas de la doctrina” (Pío XII en la alocución del 15 de abril). Es decir que el conocer y familiarizarnos con los misterios de Dios, cuya revelación se nos prodiga en cada página de la Sagrada Escritura (cf. Zacarías 14, 11 y nota), es el camino que nos llevará a una sincera conversión “en medio de las presentes ruinas”. Véase Jeremías 3, 12, 14 y 22; 4, 1; 18, 11; Ezequiel 18, 30; Oseas 14, 2.

[7535] 8. No por los egipcios ni por fuerzas humanas serán vencidos los asirios, sino solo por la mano de Dios. Se ve aquí una profecía acerca de la derrota de Senaquerib, cuyo ejército perdió en una noche 185.000 soldados (IV Reyes 19, 35).

[7536] 9. Su fuego: a saber, el altar de los holocaustos en Jerusalén. Cf. 29, 1 y nota.

[7537] 1. Algunos expositores ven en este cuadro del rey justo a Ezequías que restauró el culto del Templo y destruyó la idolatría. Sin embargo, como observa Fillion, ese rey piadoso “no pudo realizar los principales detalles, que prometen, no solamente a Judá sino al mundo entero, una era de admirable prosperidad”. Conviene tomarlo como profecía del reino mesiánico (cf. 11, 4; 33, 17; Jeremías 23, 5 ss.; 33, 15 ss.). En un estudio titulado “La restauración de Israel”, que apareció en “Estudios Bíblicos” (1949, cuaderno 1), dice Ramos García al respecto (pág. 110): “Se trata en realidad de un gran monarca providencial y justiciero, que Isaías divisa en lontananza, de un gran Caudillo teocrático, el caput unum de Oseas 1, 11, bajo el cual se reunirán de nuevo, para formar un solo reino, los hijos de Judá e Israel, nunca antes reunidos desde el cisma (cf. Isaías 11, 13; Jeremías 3, 15 ss.; Ezequiel 37, 15 ss.); de un vir masculus, en fin, que se le muestra al propio Isaías al final de su profecía (Isaías 66, 7), en relación con la reconstrucción de la ciudad y del templo, y del desquite de Israel contra sus opresores, y del cual hará San Juan su filius masculus (Apocalipsis 12, 5), el hijo esforzado de la Madre Iglesia, a quien saca de la angustiosa apretura en que se halla, abatiendo con la ayuda de San Miguel al dragón rojo que la acosa.”

[7538] 4. Los tartamudos, en sentido moral y religioso.

[7539] 5 s. Siempre habrá necios, hombres sin moral y conciencia, que consumen el alma, esto es, la vida del prójimo; por eso, el primer deber del gobernante ha de ser la justicia, la cual es llamada “fundamentum regnorum”, el fundamento de los Estados.

[7540] 12. Los campos amados y la viña fructífera designan al pueblo de Israel (véase 3, 14; 5, 1 ss. y notas; Jeremías 2, 21; 12, 10), cuyo país será en gran parte despoblado por los invasores.

[7541] 14. El Ofel: la pendiente meridional de la colina del Templo, donde estaban las dependencias del palacio real.

[7542] 15. El Espíritu de lo alto: Cf. Juan 3, 5 s. y nota. El profeta mira la era mesiánica, cuya característica será la efusión del Espíritu Santo (Jeremías 31, 33 ss., citado en Hebreos 8, 8 ss.; Ezequiel 36, 26; Joel 2, 28). “El Espíritu Santo, añade San Crisóstomo, es la reparación de nuestra imagen, la perfección del alma espiritual, el sol de los ojos del espíritu, el lazo de nuestra unión con Cristo.” Campo fértil (Vulgata: Carmelo). Véase 29, 17 y nota.

[7543] 17. La obra de la justicia será la paz. He aquí el lema que el Papa Pío XII lleva en su escudo. “Pero no debe constar solo de la dura e inflexible justicia, sino que para suavizarla ha de entrar en no menor parte la caridad, que es la virtud apta por su misma naturaleza para reconciliar los hombres con los hombres” (Pío XI, en la Encíclica “Ubi Arcano Dei Consilio”).

[7544] 19. El pedrisco es símbolo del asirio y de los enemigos en general. Los malos serán castigados, así como la ciudad impía que representa a los enemigos de Dios (25, 2; 26, 5 s.; 27, 10).

[7545] 20. Quiere decir: el pasto será tan abundante que no necesitaréis más restringir el pastoreo de los animales. Imagen de la felicidad del reino mesiánico. San Jerónimo vierte: Bienaventurados los que sembráis sobre todas las aguas y metéis en ellas el pie del buey y del asno. Cf. 30, 23 s.

[7546] 1. Esta maldición se dirige contra los asirios y parece haber sido pronunciada durante la invasión de Senaquerib, alrededor del año 701.

[7547] 3. A la voz estrepitosa. Vulgata: a la voz del Ángel. Es el Ángel que mató en una noche 185.000 asirios (IV Reyes 19, 35). Los pueblos, las naciones: las tropas del rey asirio que pertenecían a varias razas.

[7548] 7. Se refiere a los enviados del rey Ezequías que entregaron a Senaquerib enormes tesoros como tributos, pero no lograron satisfacerle (IV Reyes 18, 15 y 36). Los de Ariel: los habitantes de Jerusalén (cf. 29, 1 y 2 y nota). Los embajadores de paz: Vulgata: los ángeles de paz, según San Jerónimo los “Custodios celestes del Templo”. En realidad se trata de los mensajeros de paz rechazados por el pérfido rey de Asiria (cf. versículo 8), que vuelven de su embajada llorando amargamente.

[7549] 8. Él ha roto el pacto: Senaquerib rompió el pacto, que había hecho con Ezequías (IV Reyes 18, 14) y arruinó todo el país de Judá.

[7550] 9. Sarón: la fértil planicie al norte de Jafa. Basan, región de la Transjordania septentrional.

[7551] 11. El mismo Señor se levanta contra los invasores. Concebisteis paja y pariréis rastrojos: Refrán que alude al inminente fracaso del ataque asirio. El versículo siguiente describe gráficamente la derrota del enemigo y su castigo.

[7552] 13. Lo que he hecho Yo: El Señor no es un Dios pasivo. Él mismo se digna a menudo recordarnos su continua actividad (Juan 5, 17) y la potencia de su brazo (51, 9; Lucas 1, 51), para enseñarnos a no obrar por cálculos humanos, con prescindencia de Él y olvido de su paternal Providencia.

[7553] 14 ss. Los israelitas despertados por la destrucción del ejército de Senaquerib, deben escarmentar y volver a Dios. Cf. Deuteronomio 4, 24; Santiago 4, 5. El fuego devorador representa la cólera divina y los castigos que han de sufrir los pecadores. Véase 30, 33.

[7554] 17. Tus ojos contemplarán al rey: según algunos intérpretes, Ezequías (II Paralipómenos 32, 23); según otros: Dios o el Mesías. Las promesas que aquí se hacen no pueden cumplirse completamente sino en el reino mesiánico. “Es evidente que el gran rey prometido aquí... no podrá ser sino el rey Mesías... Hay que reconocer también que la profecía en la inmensidad de sus límites abarca un espacio más vasto que el de la Iglesia militante, y que no se cumplirá plenamente sino en la gloria” (Le Hir). Cf. 32, 1 y la profecía de Balaam en Números 23, 21 ss.

[7555] 18. El letrado; el que pesaba; el que contaba, son expresiones que recuerdan la opresión del pueblo por los asirios. La Vulgata trae otro texto: ¿Dónde está el letrado? ¿dónde el que pesa las palabras de la Ley? ¿dónde el doctor de los niños? San Pablo cita este texto en I Corintios 1, 20, mostrando que Dios confunde a los sabios.

[7556] 19. Descripción de los asirios y su lengua extraña que nadie entiende.

[7557] 20. Estacas y cuerdas recuerdan la construcción del Tabernáculo en el desierto. Su Tabernáculo duradero será Jerusalén.

[7558] 21. Otras ciudades están defendidas por anchos ríos y naves, p. ej. Nínive y Babilonia; Jerusalén, al contrario, no necesita estos recursos, porque Dios es su protector (versículo 22).

[7559] 22. El P. Páramo anota aquí que “literalmente solo de Jesucristo se pueden entender muchas de estas expresiones que se dicen aquí de Ezequías y de su reinado, en cuanto figuraban al rey, juez, legislador y salvador del mundo”.

[7560] 23. El botín será tan enorme que hasta los cojos se llevarán su parte.

[7561] 1. En un lenguaje apocalíptico pinta el profeta un cuadro del juicio de las naciones y de la venganza divina, tomando como ejemplo el pueblo de Edom (versículo 5 ss.). Véase Eclesiástico 48, 27 s. y nota.

[7562] 4. La milicia del cielo: los astros que caerán del cielo en el día del Señor (Mateo 24, 29 s.; Isaías 13, 10; Ezequiel 32, 7; Joel 2, 10; 3, 15; Marcos 13, 24; Lucas 21, 25). Se arrollarán: a la manera de un libro que, escrito en pergamino o papiro, se arrolla alrededor de un palo o cilindro. Véase lo que dice Jesús en Mateo 24, 29, San Pedro en II Pedro 3, 13 y San Juan en Apocalipsis 6, 12-14. Comentando este pasaje de Isaías dice San Cirilo de Jerusalén: “No nos entristezcamos como si solo hubiéramos de morir nosotros, porque también los astros morirán, y acaso resuciten también. El Señor derrumbará los cielos, no para echarlos a perder, sino para hacerlos de nuevo más hermosos” (Catequesis XV). Cf. 65, 17; 66, 22; Hechos de los Apóstoles 3, 21.

[7563] 5. Edom (Idumea), el país de los descendientes de Esaú, es tipo de los enemigos del pueblo de Dios, que desciende de Jacob (Lucas 1, 32; II Paralipómenos 28, 17; Salmos 136, 7; Amós 1, 11). Por eso se toma su castigo como figura del juicio final sobre las naciones. Véase 63, 1 ss. y nota. Se ha embriagado mi espada en el cielo, a causa del desorden descrito en los versículos antecedentes.

[7564] 6. Bosra, ciudad de Idumea, situada al sudeste del Mar Muerto. Sigue la descripción de la caída de Edom.

[7565] 7. El búfalo y el toro son figuras de los poderosos y prepotentes que en primer lugar merecen ser sometidos a la pena. Cf. Ezequiel 39, 18 s.; Apocalipsis 19, 13 ss. Estos textos nos dicen cuál será el derrumbe al fin de los tiempos cuando venga Cristo y sus enemigos sirvan de peana para sus pies. Cf. Salmos 109, 1 y nota.

[7566] 8. Se trata aquí de la venganza que Yahvé tomará de los enemigos de Israel (véase Joel 3). Nótese el contraste con Lucas 21, 22, donde Jesús anuncia la venganza de Dios contra Israel por la empedernida incredulidad de la Sinagoga (cf. Hechos de los Apóstoles 4, 1; I Tesalonicenses 2, 16). Esta venganza, que se cumplió con la destrucción de Jerusalén por los romanos el año 70, es figura de aquella otra, anunciada para los últimos tiempos. Véase Salmos 109 y notas.

[7567] 11. Echar la cuerda de medir, significa juzgar según la medida de la justicia. Véase Amós 7, 9. El caos: el hebreo dice tohu y bohu, como cuando habla del caos en Génesis 1, 2.

[7568] 14. Sobre los sátiros véase 13, 21 y nota. Observa San Jerónimo que algunas veces la Sagrada Escritura hace alusión a las fábulas de los gentiles y mitologías paganas, como p. ej. aquí. Sobre la habitación de demonios en el desierto, véase Mateo 12, 43; Tobías 8, 3; Baruc 4, 35; Apocalipsis 18, 2. Lilit (Vulgata la lamia), un demonio femenino, tal como lo imaginaban los asirios. “Lilit, dicen los rabinos, fue la primera mujer de Adán. Lo abandonó y fue convertida en un demonio” (Vigouroux, Polyglotte).

[7569] 16. El libro de Yahvé: Es aquí, en primer lugar, la colección de las profecías de Isaías. Véase 30, 8. Hay en este versículo un notable llamado a la lectura de la Palabra de Dios (véase Nehemías 8, 1-12; Juan 5, 47) y especialmente de las profecías (Eclesiástico 39, 1 y nota). ¡Dichosos hoy nosotros, para quienes el Libro del Señor está ya completo y al alcance de todos!

[7570] 1. En el presente capítulo renueva el profeta las grandes promesas. “El desierto por donde retorna Israel se convierte en un país fértil; el pueblo de los rescatados gozará en Sión de una felicidad eterna” (Crampón). En la Biblia se alegran hasta el desierto y la tierra árida, saltan de gozo los montes (Salmos 88, 13), se ciñen de regocijo los collados y los valles alzan su voz y cantan himnos de alabanza (Salmos 64, 13); el sol parece como esposo que sale del tálamo y exulta cual gigante que recorre su camino (Salmos 18, 6). De esta suerte la naturaleza exhala el calor de la alegría divina y lo derrama en el alma del creyente.

[7571] 2. Bellísimo texto que la liturgia aplica en sentido acomodaticio a la Virgen nuestra Madre (véase 63, 1).

[7572] 3. San Pablo dirige análoga expresión a los hebreos (Hebreos 12, 13).

[7573] 4. Sobre esta venganza (cf. 34, 8) véase el doble anuncio contenido en 61, 1 ss., cuya primera parte declara Jesús cumplida en Lucas 4, 17 ss. Toda esta profecía es, pues, eminentemente mesiánica, y alude a una “edad de oro”, de la cual el precario retorno de Babilonia fue solo una figura. Véase 27, 12 s.; 45, 14 y notas.

[7574] 5. Véase Mateo 11, 5, donde Jesucristo se aplica estas palabras a sí mismo, confirmando así la llegada del reino mesiánico, como lo hace también en Mateo 12, 28; Lucas 17, 22, etc., y el Precursor en Mateo 3, 10 y 12. Pero, no obstante los gloriosos términos en que lo anunciaban los profetas (cf. 9, 7 y nota), el dulce yugo de Jesús fue rechazado por la fuerza (Juan 1, 11; Mateo 11, 12; Lucas 16, 16) y quedaron entonces sin cumplir aquellas profecías de gloria (Mateo 11, 14; 17, 10-13) de las cuales Él dio como un anticipo en la Transfiguración (Marcos 9, 1 ss.), cumpliéndose en cambio los vaticinios dolorosos (cf. capítulo 53; Salmos 21 y 68, etc.), a pesar del deseo de los buenos amigos de Jesús (Marcos 11, 10; Mateo 21, 9; Lucas 19, 38; Juan 6, 14 s.; 12, 13-15). De ahí el desahucio final que Él formuló a la Sinagoga incrédula (Mateo 23, 39; Salmos 117, 26), como también sus palabras a Pilato (Juan 18, 36 s.) y las de San Pablo en Romanos 11, 26, citando a Isaías 59, 20. Véase también Mateo 2, 2-6; Jeremías 30, 3 y nota.

[7575] 7. La fertilidad del país árido es uno de los más significativos símiles de la era mesiánica. Cf. 49, 10.

[7576] 8. Los que siguen este camino... no se extraviarán: “Camino” es uno de los nombres de Cristo (cf. Juan 14, 6), y no hay duda de que podemos descubrirle bajo este nombre ya en el Antiguo Testamento. Fray Luis de León ve su imagen en este pasaje y comenta: “¿Cómo no será Cristo «Camino» si se llama camino todo lo que es ley, regla y mandamiento que ordena y endereza la vida? pues es Él solo la ley. Porque no solamente dice lo que hemos de obrar, mas obra lo que nos dice que obremos y nos da fuerzas para que obremos lo que nos dice. Y así, no manda solamente a la razón, sino hace en la voluntad ley de lo que manda, y se lanza en ella; y lanzado allí, es su bien y su ley” (Los Nombres de Cristo).

[7577] 10. Regocijo eterno coronará sus cabezas: “¡Cuántas serán vuestras delicias, oh vosotros que amáis a Dios, exclama San Agustín; os regocijaréis en la abundancia de la paz. Vuestro oro será la paz, vuestra plata la paz, vuestra herencia la paz, vuestra vida la paz, vuestro Dios la paz; todo lo que deseéis, será paz para vosotros. Allí vuestro Dios será todo para vosotros; os alimentaréis de Él para no tener hambre; beberéis de Él para no tener sed; seréis iluminados por Él para no volveros ciegos; seréis sostenidos por Él para no caer. Él os poseerá eternamente, y le poseeréis de la misma manera, porque Dios y vosotros no formaréis más que una sola cosa por unión de amor.”

[7578] 1. Siguen algunos suplementos para ilustrar el ambiente histórico de los oráculos precedentes. Los capítulos 36 y 37 son relatos paralelos al IV Reyes 18, 13-19, 37; II Paralipómenos 32, 1 ss. Véase allí las notas respectivas.

[7579] 3. Sobre estos personajes véase 22, 15 ss.

[7580] 7. Rabsacés alude en sentido irónico a la reforma cultural del rey Ezequías que, al parecer del enviado del rey de Asiria, constituía una ofensa al dios nacional de Judá, el cual, según él creía, habitaba en los altos, y no en el Templo. Se ve por aquí que el culto de los altos estaba tan difundido entre los israelitas, que los paganos llegaban a mirarlo como el culto legítimo de Yahvé.

[7581] 12. “Como se ve, es ya vieja la artimaña de los invasores de no reconocer a los gobiernos de los pueblos amenazados y la pretensión de tratar con el pueblo mismo, cuyos salvadores pretenden ser” (Nácar-Colunga).

[7582] 17. Rabsacés promete al pueblo hambriento una tierra de trigo y vino; en realidad les anuncia la deportación. Para asimilar las nuevas provincias a su reino, los asirios deportaban a los pueblos sometidos trasladándolos a otras regiones de su imperio. Véase lo que hicieron con Samaria en IV Reyes 17, 24 ss.

[7583] 19. El asirio confunde a Samaria con regiones paganas. Ignora que ella fue conquistada precisamente por ser infiel a su Dios, que era el verdadero (IV Reyes 17, 6 ss.). Es también una prueba de que las naciones son castigadas en este mundo, ya que no pueden serlo colectivamente en la eternidad. Véase 34, 5 y nota.

[7584] 20. La respuesta de Dios a esta soberbia se ve en 37, 21-38.

[7585] 1 ss. Véase el relato paralelo en IV Reyes 19, 1-37, y en II Paralipómenos 32, 20 ss., con sus notas. Saco: cilicio, es decir, un vestido áspero de color oscuro que se llevaba en tiempos de luto. “La tribulación aflige e ilumina; quebranta la soberbia y esclarece el entendimiento, y dispone el alma a una sincera conversión. Tal sucedió con Ezequías. Al oír la respuesta de los enviados, rasga sus vestiduras, se cubre de saco y, humilde y compungido, acude al Señor entrando a orar en el Templo. Hizo más: se humilló ante el varón de Dios; y al Profeta, que por tanto tiempo había tenido alejado de sus consejos, mandó una solemne embajada” (Fernández, Flor. Bibl. II, pág. 37).

[7586] 3. Expresión proverbial para señalar la debilidad.

[7587] 7. Cierta noticia: Se refiere a la catástrofe que pronto sufrirán los asirios (versículo 36), o a la llegada de las tropas del rey Tirhaca (versículo 9).

[7588] 12 s. Véase 36, 19 y nota.

[7589] 14. Acción simbólica: el rey piadoso extendió la carta delante del Señor para que Este mismo vengase la ofensa infligida a su divina Majestad. La oración de Ezequías es un ejemplo de confianza inconmovible en Dios a pesar de lo desesperado de la situación; es por eso que su ruego es atendido tan milagrosamente. “Solo la fe confiada obtiene tu misericordia, oh Señor; Tú no derramas el aceite de la misericordia sino en el vaso de la confianza” (San Bernardo). Véase Salmos 32, 22 y nota.

[7590] 16. De todos los reinos de la tierra: Clara afirmación de la universalidad del Dios de Israel no obstante que era uno solo el pueblo elegido por Él. Grande argumento sería este para convertir a los judíos que no estuvieran obcecados (II Corintios 3, 14 ss.; Hebreos 5, 11 s.; Romanos 11, 25 ss.), mostrándoles que Cristo es la verdadera gloria de Israel, extendida al mundo entero (Lucas 2, 32 y 34).

[7591] 22. El oráculo que sigue manifiesta la santa indignación de Dios contra los burladores de su Nombre y prepara, no sin ironía, el desenlace desastroso del soberbio asirio. Virgen, hija de Sión: la ciudad de Jerusalén.

[7592] 25. Todos los ríos de Egipto: Vulgata: todas las aguas de sus acequias.

[7593] 26. Dios revela uno de los misterios de su Providencia: Lo que hace el rey de Asiria, está dispuesto desde antiguo en los planes de Dios. El rey no es más que un instrumento.

[7594] 29. Los reyes asirios solían poner anillos en las narices de los reyes vencidos y de este modo humillarlos. Significa aquí que el Señor aplicará al orgulloso Senaquerib una de las más grandes humillaciones.

[7595] 30. Lo que sigue (versículo 30-32), se dirige al rey Ezequías. Dios le fija el tiempo que durará la desolación del país y promete restaurarlo todo, por su propia causa y por amor a David, su siervo (versículo 35).

[7596] 35. Nótese el amor a David, que Dios ostenta a cada paso de la Escritura. Véase III Reyes 11, 11-13 y 32-39; 15, 4 s.; IV Reyes 8, 19; II Paralipómenos 21, 7; Hechos de los Apóstoles 13, 22, etc.

[7597] 36. Los cuneiformes asirios nada dicen de esta derrota de Senaquerib, lo que no quita al relato bíblico su valor histórico. Es muy comprensible que un rey que se consideraba igual a Dios, no dejase constancia de su derrota como lo dejaba de sus victorias, a veces más inventadas que reales.

[7598] 1 ss. Véase los relatos paralelos en IV Reyes 20, 1-7 y II Paralipómenos 32, 24 ss. con las notas respectivas.

[7599] 8. Sobre este milagro véase IV Reyes 20, 9 s.; Eclesiástico 48, 26 y nota.

[7600] 10 s. Comienza la acción de gracias del rey Ezequías, oración modelo para todos los afligidos. ¿Qué dirían los enemigos y los impíos si Dios, a quien Él servía de todo corazón, lo abandonase a una muerte tan temprana? Pues solo contaba 40 años y todavía no le había nacido heredero. Por sí mismo el rey no podía tener una opinión clara sobre el más allá y la resurrección, pues según la creencia imperfecta de su tiempo todos los muertos iban al mismo lugar, el scheol, que la Vulgata traduce por infierno, pero que al mismo tiempo designaba el sepulcro y el lugar oscuro donde los muertos buenos y malos esperaban la resurrección traída por el Mesías, como lo vemos en Job 19, 25 ss. y en la gran profecía de Ezequiel 37. Según esto, se explica que Israel no pusiera el acento sobre la distinta suerte del alma y del cuerpo entre el día de la muerte y de la resurrección. David, por ejemplo, dice varias veces a Dios que en la muerte nadie puede alabarlo. Se resignaban a ese eclipse de la persona humana hasta el día en que viniese la nueva vida traída por la Aparición gloriosa del Redentor que había sido prometida desde el Protoevangelio por la fidelidad indefectible de Yahvé.

[7601] 12. Mi morada ha sido arrancada: el rey compara la vida humana con una tienda de pastores que hoy se levanta y mañana se pliega, y con una tela que es cortada por el tejedor a medida que la fabrica. Cual tejedor has enrollado mi vida, cortándome del telar: Vulgata: mi vida ha sido cortada como por un tejedor; mientras la estaba aún urdiendo, me cortó. Es decir, mientras estaba aún trabajando y esperaba los frutos de mi trabajo se acabó mi vida. Cf. Job 4, 21; 7, 6. Es la queja que se levanta diariamente de miles de labios, y es porque el tiempo nos engaña y la muerte siempre está a nuestra puerta.

[7602] 14. Comentando este pasaje de Isaías exclama Santa Teresita: “¡Oh Dios mío! Comprendo hasta aquí el amor que me profesáis; pero muy frecuentemente, bien lo sabéis, llego a distraerme de mi única ocupación, me alejo de Vos, y mojo mis alitas recién nacidas en los miserables charcos de agua que encuentro sobre la tierra. Entonces gimo como la golondrina, y por mis chirríos comprenderéis todo y os acordaréis ¡oh misericordia infinita!, que no habéis venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Historia de un alma, XI).

[7603] 15. El texto de este versículo y de los dos siguientes es oscuro, por lo cual son muy diferentes las versiones. Andaré humildemente, etc. Vulgata: repasaré delante de Ti, etc.: Lo mismo debemos hacer nosotros: meditar en la presencia de Dios. “¿Me preguntáis lo que habéis de hacer para ser verdaderamente piadoso? Entregaos a la meditación” (San Bernardo al Papa Eugenio III).

[7604] 17. El sentido es: La aflicción de la enfermedad se trocó en salvación de mi cuerpo y de mi alma. El piadoso rey no se avergüenza de ver en la enfermedad un castigo.

[7605] 19. En el sentir de los israelitas, los muertos no podían alabar a Dios, por lo cual debe el Señor, humanamente hablando, salvar a sus servidores para que puedan seguir alabándole. Pensamiento muy común entre el pueblo judío, al cual Dios había dado tantas promesas para esta vida. La recompensa de la vida eterna no se reveló plenamente sino por Cristo. Véase Salmos 6, 6; 29, 10 y notas.

[7606] 21 s. Este pasaje debe colocarse entre los versículo 6 y 7, como se ve en IV Reyes 20, 6-9.

[7607] 1 ss. Véase IV Reyes 20, 12-19; II Paralipómenos 32, 31 y notas. Los enviados de Merodac Baladán perseguían fines políticos: una alianza con Ezequías. Vemos aquí una lección contra la vanidad ostentosa, que Dios reprueba. Fácilmente incurrimos en ella cuando en medio de la prosperidad nos entregamos como Ezequías a una alegría carnal y olvidamos agradecer a Dios que nos colma de beneficios. Solo a Dios debemos atribuir la gloria de todas las cosas, diciendo con San Ignacio de Loyola: “Omnia ad maiorem Dei gloriam.”

[7608] 6. Predicción del cautiverio babilónico.

[7609] 8. Buena es la palabra de Yahvé, aunque contiene verdades que a primera vista parecen duras. Pues es propio de la verdad no adular a nadie. “Por cualquier verdad de la Sagrada Escritura, dice Santa Teresa, me pondría a morir mil muertes” (Vida XXXIII, 5). En otro lugar dice la santa Doctora: “Todo el daño que viene al mundo, es de no conocer las verdades de la Escritura con clara verdad. No faltará una tilde de ella” (Vida XL, 1). Pero observa también: “Diles que no se sigan por sola una parte de la Sagrada Escritura; que miren otras” (Relaciones XIX).

[7610] 1 s. Consolad (Vulgata: consolaos): Isaías, que había vaticinado la cautividad del pueblo hebreo en Babilonia, lo consuela ahora con la profecía de su libertad y, como observa el P. Páramo, su visión se extiende a los tiempos mesiánicos (cf. Eclesiástico 48, 27). Fillion presenta este capítulo como “prefacio y tema de los capítulos 40-46”, y señala en las tres expresiones del versículo 2: a) se acabó su aflicción; b) está perdonada su maldad, y c) ha recibido el doble. Es un resumen de las tres secciones en que se divide esta segunda parte de la profecía. Paralelamente veremos luego a Cristo en sus “pasiones y posteriores glorias” (I Pedro 1, 11). Cf. 44, 23.

[7611] 3 ss. La llegada de reyes se anunciaba por pregoneros que intimaban a los habitantes que arreglasen los caminos y alejasen todos los obstáculos. En Mateo 3, 2 s. se aplica esta profecía al reino de los cielos que se aproxima, traído por Jesucristo, y a su pregonero y precursor, el Bautista (véase también Mateo 11, 10 ss.; 17, 10 ss.; Marcos 1, 2; Lucas 3, 4; 16, 16; Juan 1, 23). Desgraciadamente para Israel esos caminos no fueron allanados. Cf. 42, 16 y nota; Juan 12, 40 s.; Malaquías 4, 5 y nota.

[7612] 6 ss. Toda carne es heno: “La vida presente, dice San Agustín, es una peregrinación fatigosa; es fugitiva, incierta y pesada; expone al hombre a todas las manchas, arrastra tras sí todos los males; es reina de los orgullosos y está llena de miseria y de errores. No debemos llamarla vida, sino muerte.” El profeta pinta en estos versos el contraste entre la fugacidad humana y la inmutabilidad de Dios cuya palabra dura eternamente (versículo 8), no habiendo en Él ni pasado ni futuro sino solo un presente continuo. Así también es eterna e inconmovible su promesa de librar a su pueblo (versículo 10 s.), aunque este desfallezca en dura cautividad. Véase Salmos 89, 5 s.; Eclesiástico 14, 18; Santiago 1, 10; I Pedro 1, 24.

[7613] 9. He ahí a vuestro Dios: Según la interpretación común de los expositores, es un anuncio de la venida del Mesías.

[7614] 10. Su brazo: símbolo de la fuerza irresistible de Dios. Delante de Él va su recompensa: Con estas palabras anuncia Jesús su venida como Juez en Apocalipsis 22, 12. Cf. 59, 18; 62, 11 y notas.

[7615] 11. Véase el anuncio de Jesús en Juan 10, 16. Cf. Jeremías 31, 10; Ezequiel 34, 11 ss.; Miqueas 2, 12 y notas.

[7616] 13. Palabras empleadas por San Pablo en el himno a la sabiduría de Dios con que cierra el capítulo 11 de su carta a los romanos (Romanos 11, 34). Cf. Sabiduría 9, 13; Jeremías 23, 18. Todo este pasaje es de encantadora belleza y muestra a la vez el grandioso poder del Creador, Dios y Señor de todos. “Solamente espíritus superficiales pueden caer en el error de hablar de un Dios nacional, de una religión nacional, y emprender la loca tentativa de aprisionar en los límites de un pueblo solo, en la estrechez de una sola raza, a Dios, Creador del mundo, rey y legislador de los pueblos, ante cuya grandeza las naciones son pequeñas como gotas en una jofaina de agua” (Pío XI en la Encíclica “Mit brennender Sorge”).

[7617] 16. Para holocausto: Véase Salmos 49, 8 ss.; 50, 21. Un gran poeta americano imita esta bellísima figura diciendo a Cristo en su retorno glorioso; “Mi corazón se hará brasa de tu incensario.”

[7618] 18 ss. Se dirige contra la fabricación de ídolos, muy común hasta entre los israelitas. Véase 44, 9-17; Salmos 113B, 4 ss.; Hechos de los Apóstoles 17, 29. Algunos ubican 41, 6 s. aquí.

[7619] 23 ss. Gran lección para los que pretenden descubrir en la naturaleza argumentos contra su Creador. Véase versículo 28 y el discurso de Dios en Job 38, 1 ss.

[7620] 26. Su ejército: la milicia de las estrellas, representadas como ejército que marcha al mando del Señor. Este las conoce todas y las llama por sus nombres. Véase Salmos 18, 1-7; Baruc 3, 35. “Entre tantos que admiran las obras de los artistas, ¿cuántos hay que se detengan a admirar la grandeza de que ha hecho alarde el autor del universo visible?” Cf. Salmos 8, 1 ss.; 32, 6 y notas.

[7621] 27. Para consuelo de los atribulados, Dios reprocha a Israel con paterno amor su desconfianza. ¿No es esto mismo lo que hace Jesús en Mateo 6, 25 ss.?

[7622] 28. No se fatiga: Jesús revela que su Padre y Él no cesan de obrar (Juan 5, 17). Si así no fuera, la creación dejaría de existir (Salmos 103, 29 y nota). Insondable Véase Eclesiástico 24, 38 y nota.

[7623] 29 ss. Él da fuerzas al desfallecido: Esta no es una palabra vana. Si Dios con su fuerza victoriosa ayuda a nuestra debilidad física, ¿cuánto más transformará nuestra debilidad moral, disipará nuestros temores y fortalecerá nuestra pusilanimidad? Renovarán sus fuerzas (versículo 31): Esta renovada juventud es prometida también en Salmos 102, 5. Véase, allí la nota.

[7624] 1. Reanimen sus fuerzas: Bover-Cantera propone leer: esperen en mi justificación los pueblos.

[7625] 2. Este justo sería, según algunos expositores antiguos, Abrahán que vino de Oriente (versículo 9). Los modernos se inclinan a referir esta profecía al rey Ciro, que sometió a los reyes enemigos de Israel, y con la destrucción de Babilonia puso en libertad a los cautivos (véase 44, 28; 45, 1 ss.); por lo cual Ciro es figura de Cristo, el Redentor de la humanidad opresa por el demonio.

[7626] 3. Por una senda que sus pies jamás han pisado. Vulgata: no se verá la huella de sus pies. Tan rápida será la marcha del libertador (Ciro), que no se verá las huellas de sus pasos.

[7627] 4. El primero, etc.: Cf. 44, 1; 48, 12. Así se llama también Cristo en el Apocalipsis (cf. Apocalipsis 1, 17; 22, 13), con lo cual manifiesta ser igual al Padre.

[7628] 7. Ironía contra los falsos dioses hechos por las manos de los hombres, y que no pueden ni siquiera moverse (40, 18 ss.). En ellos ponen su confianza los gentiles, mas el pueblo escogido nada tiene que temer, cuando venga Ciro, pues es Dios quien lo trae (versículo 8 ss. y 25).

[7629] 8 s. Abrahán, mi amigo: Nótese que es el mismo Dios quien da este título al “padre de los creyentes” (Romanos 4, 16). De los cabos de ella (versículo 9): de Ur de Caldea. Mi siervo: Otro título de altísima categoría que en la Sagrada Escritura se da solamente a los hombres cumbres, como Abrahán, Moisés (Éxodo 14, 31; Números 12, 7 s.), Elías (IV Reyes 9, 36; 10, 10), David (II Reyes 3, 18; 7, 5 s.), Job (Job 1, 8; 2, 8).

[7630] 11 s. Son muy frecuentes en la Sagrada Escritura estas amenazas contra los enemigos de Israel. Cf. Salmos 65, 5 y nota.

[7631] 14. Gusanillo se llama Israel por su pequeñez entre los pueblos y por las persecuciones que ha de sufrir. Así es llamado también Jesús (Salmos 21, 7). El Santo de Israel: Dios. Él es el verdadero libertador de Israel; Ciro no es más que su instrumento. No temas: es el “leitmotiv” de todo este capítulo (cf. versículo 10). “No temáis sus temores, dice San Pedro, ni os perturbéis, antes bien santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones” (I Pedro 3, 14 s.). No temas: es una palabra que siempre debería acompañarnos, sobre todo cuando sentimos todo el peso de nuestra debilidad, cuando el dolor nos aplasta, los desengaños nos amargan la vida y la noche oscura del abandono nos oculta el cielo.

[7632] 15. El pueblo de Dios desmenuzará a los enemigos a semejanza de un carro que, provisto de dientes de hierro, trilla el trigo. Los montes y collados figuran el poder de los enemigos.

[7633] 21 ss. En esta invitación irónica (cf. III Reyes 18, 27) vemos que Dios ostenta como su característica exclusiva, no solo el conocimiento de lo porvenir, sino también, el preanunciarlo a los hombres. Véase 43, 9; 44, 7; 45, 21; 46, 10; Amós 3, 7.

[7634] 24. Vosotros sois menos que la nada: Formidable condenación de los ídolos y dioses paganos, al par que es una lección para nuestro orgullo. Así como Dios es El que es —esto significa el nombre de Yahvé (cf. Éxodo 3, 14 ss. y nota) — así la característica de las creaturas es ser una nada ante la majestad del Creador. Mas el que nos sacó de la nada, nos mandó también su propio Hijo, para hacernos hijos suyos y partícipes de su plenitud (cf. Juan 3, 16; II Pedro 1, 4).

[7635] 25. Dios responde a la pregunta del versículo 2: es Él quien llamará a Ciro del nordeste (Persia) para destruir a Babilonia y dar libertad al pueblo de Dios.

[7636] 27. Un portador de buenas nuevas: El mismo Señor hace de pregonero para anunciar el fin del cautiverio y el regreso a Jerusalén.

[7637] 28. Entre ellos: entre los dioses paganos. Cf. versículo 24 y nota.

[7638] 1 ss. Ambas, la tradición judía y la cristiana refieren este pasaje a Cristo, el Mesías. Cf. Mateo 12, 18. “El Señor comienza aquí a pintar a Cristo con rasgos más suaves que los de un conquistador. La figura de Ciro se desvanece: no se ve sino a un Profeta, un Doctor lleno de paciencia y benignidad, el cual ha de difundir el conocimiento de Dios y de su ley entre las naciones” (Le Hir). Mi siervo: Así llama Dios también al pueblo de Israel. Véase 41, 8 s. y nota (cf. Jeremías 30, 10; 46, 27 s.; Ezequiel 37, 25, etc.), pero aquí este nombre se aplica al Mesías quien, siendo Hijo de Dios, es también su siervo por su naturaleza humana, la cual es creada y como tal sierva del Creador (Santo Tomás). Cf. Lucas 1, 54 y nota. Mateo 17, 5. En la Liturgia de la Iglesia primitiva Jesús es llamado “Siervo”, como vemos en la Didajé, el primer libro cristiano de la época de los Padres apostólicos que trata de asuntos litúrgicos. También los Hechos de los Apóstoles le dan el nombre de Siervo (Hechos de los Apóstoles 4, 27). “Esta denominación tenía para los cristianos una resonancia íntima. Ella hacía vibrar todo lo que de amor filial, de misteriosa confianza está encerrado en la palabra “niño” (“puer”, siervo, significa en latín también niño). Estaba incluido en esta palabra el sublime misterio de la Persona que es Hijo del Eterno Padre” (Rahner. Teología Kerigmática).

[7639] 3. El Mesías será misericordioso para con los pobres y afligidos, simbolizados por la caña cascada y la mecha humeante, buscará la oveja perdida (Mateo 18, 12) y salvará lo que había perecido (Lucas 19, 10).

[7640] 4. Se enseñaría aquí el justo medio, la serenidad (alusión al versículo 3), o sea, como observa Fillion, el Mesías no cejará hasta establecer el Reino de Dios en la tierra entera. Las islas: las naciones, especialmente las lejanas. Cf. versículo 10 y 12; 59, 18.

[7641] 6. He aquí el mismo aspecto que señala en Jesús la profecía de Simeón (Lucas 2, 30 ss.). Véase otras semblanzas del Salvador en 11, 1 ss.; 49, 1 s.; 50, 4-11; 52, 13 ss.; 53, 1 ss.; 61, 1 ss.

[7642] 7. Véase I Pedro 3, 19 s.; 4, 6; Colosenses 1, 20.

[7643] 8. La gloria ganada por Cristo en su Epopeya redentora (versículo 6) será de Yahvé, o sea del Padre que lo envió. De ahí que Jesús no buscará su propia gloria (Juan 8, 50; Filipenses 2, 5 ss.), y de ahí que a cada paso de su vida nos muestra su preocupación constante de que toda la gloria sea para Dios Padre (Filipenses 2, 11). Comentando estas palabras del Señor, dice San Bernardo: “¿Qué nos daréis pues, Señor, qué nos daréis? Os doy la paz, dice, os doy mi paz. Esto me basta, Señor: recibo con reconocimiento lo que me dejáis, y dejo lo que os reserváis. Así lo queréis, y no dudo que en interés mío. Protesto contra la gloria, y la rehúso, por miedo de que, si usurpara lo que no se me ha concedido poseer, perdiese justamente lo que se me ha ofrecido. Quiero la paz, deseo la paz y nada más. Para aquel a quien no basta la paz, no bastáis Vos tampoco, porque sois nuestra paz. Os queda vuestra gloria intacta. Señor; yo tengo todo lo que necesito si poseo la paz.” Cf. 48, 11; Salmos 113B, 1 y nota.

[7644] 10. La misma invitación es un himno a Dios Libertador. Cf. capítulo 12. Sobre él cántico nuevo véase Salmos 95, 1; 97, 1; Apocalipsis 5, 9.

[7645] 11. Cedar, parte septentrional del desierto de Arabia, donde vivían los nómadas. Petra, capital de Arabia Pétrea (Edom). Son mencionados como representantes de los pueblos gentiles que participaran de la felicidad del Reino mesiánico. Cf. 16, 1 ss.

[7646] 13. Vocea: contraste con el versículo 2. Cf. 59, 18 y nota.

[7647] 16. Crampón traduce: Estas palabras las cumpliré y no faltaré. Se trata aquí de una intervención maravillosa de Dios en favor de los israelitas, aun culpables. Cf. 40, 3; Jeremías 30, 13 y notas.

[7648] 19. El siervo mío: aquí Israel. Véase versículo 1; 41, 8 s. y notas.

[7649] 20. Insiste en el concepto del versículo 9 y lo amplía, como diciendo: ¿para qué os he anunciado tantas cosas, sino para que os enteréis de ellas? (Cf. 41, 21 ss. y nota; Deuteronomio 32, 29). Es una grave admonición para nuestro tiempo que suele desdeñar las profecías (I Tesalonicenses 5, 20) como en los días de Noé (Lucas 17, 26), pensando, con toda ingratitud, que el Libro de la Sagrada Escritura no contiene más que mandamientos. Véase Eclesiástico 39, 1 y nota.

[7650] 22 ss. Alude al cautiverio babilónico. “La nación, a que el Señor había destinado un tan excelente papel, será humillada y oprimida. Isaías la ve proféticamente en medio de los sufrimientos del cautiverio” (Fillion). ¿Quién lo escucha... para lo por venir? La historia moderna nos confirma que los dolores de las otras dos guerras mundiales no prepararon un mundo mejor, como muchos creían, ni trajeron la simplicidad de las costumbres antiguas. Porque los hombres, faltos de doctrina sobrenatural, conservaron su ideología materialista, y las privaciones, no hicieron sino aumentar el apetito del placer que los llevará a nuevas guerras, peores que las anteriores.

[7651] 24 s. Véase Deuteronomio 32, 30. Esta explicación, ciertamente aplicable también a todas las naciones en sus grandes calamidades, debería mover con inmensa fuerza el espíritu de los judíos de hoy que no hayan perdido del todo la fe religiosa y la visión del misterio del Antiguo Testamento (II Corintios 3, 14 ss.; Hebreos 4, 9 ss.; 5, 11 ss.). Con lo cual verían que su fidelidad a Dios fue siempre la condición de su prosperidad también temporal (cf. Judit 5, 5 ss.).

[7652] 1 ss. “Dios no rechaza a su pueblo sin retorno. Después de castigarlo, lo consuela; luego de entregarlo a los incrédulos para total destrucción, se vuelve al resto de Israel que permanece fiel” (Le Hir). Cf. Romanos capítulos 9-11. No temas: Cf. 41, 14 y nota. Ese “no temas”, que tantas veces se repite en estas profecías consoladoras, debe llenarnos de fe y confianza cuando el mundo nos aprieta. Muchos viven en el temor de perderse, de ser condenados, y este miedo tenebroso impide que tengan la confianza en el Padre que deberían tener. “La confianza, dice un autor moderno, te hará caminar, como Pedro, sobre las aguas, sobre este mar bravío de nuestro mundo que naufraga en su incredulidad. Tú, al caminar, mira bien fijamente a tu Señor, no te mires a ti mismo, ni a aquellos que te miran, ni las olas de la plebe miedosa; no escuches el viento de las vanidades y de las riquezas. Una mirada, una sola mirada dirigida en otra dirección que hacia el Cristo victorioso bastaría para que te hundieras.”

[7653] 3. Por tu rescate: en lugar de los judíos libertados, se le darán a Ciro otros pueblos: Egipto, etc. Esto se cumplió bajo Cambises, hijo de Ciro, que conquistó a Egipto y Etiopía. Este admirable amor de Dios por Israel no vacilaba en sacrificar por él a otros pueblos, desafiando todas nuestras concepciones de justicia humana (versículo 13). “Nada debe Dios al hombre”, dice el Doctor de Hipona. Véase Salmos 46, 5; 104, 14 ss. y notas.

[7654] 4. Objeto de mi amor: Así dice el corazón paternal de Dios. Cf. Jeremías 31, 3; Romanos 11, 5 ss. ¿Qué necesidad tendría Dios para hablar en este tono si no fuera por puro amor? Cf. Oseas 14, 5. Es que Dios trata a Israel, “como un padre dominado por el amor” (Pío XII). Y así también mira Él a cada alma, según lo vimos en todo el Cantar de los Cantares. Y así, si creemos a San Pablo, nos ama también el Hijo, Jesucristo: “Me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2, 20), es decir, que si todo lo aceptó, hasta la muerte ignominiosa, fue solo por conquistar mi corazón; pues para redimirme, como dice Santo Tomás, le habría sobrado con una sola gota de su Sangre: “Cujus una stilla salvum facere / totum mundum quit ab omni scelere.” Esta caridad de Dios es, en sentir de San Agustín, una gracia tan grande como el Espíritu Santo que se nos da por ella y en ella (Romanos 5, 5). “En la misma forma que, por la gracia, Dios se une sobrenatural e inefablemente a nuestra alma, así nos unimos misteriosamente a Dios por la caridad sobrenatural, cerrándose de este modo ese ciclo maravilloso, expresión del lazo divino que une el Padre a su Hijo único y el Hijo al Padre en el Espíritu Santo” (Scheeben).

[7655] 5. Yo estoy contigo: Cf. nota al verso 1. No es solamente su omnipresencia con lo que Dios nos rodea, de manera que no podemos escaparle (cf. Salmos 138, 8; Jeremías 23, 24; Amós 9, 2), es más bien su amor que se nos adelanta como aquel Padre maravilloso que salió al encuentro del hijo perdido (Lucas 15, 11 ss.).

[7656] 10 ss. El testigo del verdadero Dios es su “siervo”, el pueblo de Israel, que puede hablar por experiencia de sus maravillas (Salmos 117, 2). De ahí la vocación apostólica de Israel entre las naciones (Salmos 95, 3 y nota). Jesús encomendó este testimonio a sus discípulos fieles (Lucas 24, 48; Hechos de los Apóstoles 1, 8).

[7657] 14. La caída de Babilonia es la condición de la liberación del pueblo. Igual concepto muestra el Apocalipsis sobre la Babilonia futura (Apocalipsis 19, 2). Gentes: Ciro y su ejército. Enviaré; literalmente: he enviado. El vate ve ya cumplido lo que predice.

[7658] 16 s. Recuerda el paso del Mar Rojo (Éxodo capítulo 14).

[7659] 19. Jesús reitera la enseñanza de este versículo, después de exponer juntamente sus Parábolas doctrinales y escatológicas, llamando nuestra atención hacia sus misterios futuros tanto como hacia los pasados: «Nova et vetera» (Mateo 13, 52). Cf. 48, 6 y nota.

[7660] 20 s. Fillion titula este pasaje: “Descripción ideal y simbólica del estado dichoso de los desterrados en el momento de su regreso y después de su restablecimiento en la Palestina transfigurada. Cf. 35, 8-10; 41, 18-20.”

[7661] 23 ss. Amarga ironía, como la del Salmos 49, 8 ss., en que descubrimos el Corazón paternal de Dios que no necesita de nuestros favores (Sabiduría 9, 10 y nota) y solo se duele por nuestras ingratitudes a causa del daño que nos causan. Todo este final nos muestra que la liberación de los judíos será enteramente gratuita por parte del Señor, y no debida a méritos propios. Véase Jeremías 30, 13 y nota. Por amor a Mí mismo (versículo 25): Cf. 37, 35 y nota. Nada más fácil que la paz de la conciencia, pues, como aquí se ve, Dios está siempre dispuesto a borrar los pecados, y Jesucristo nos enseña que será más amado el que tiene mayor deuda, si da señales de arrepentimiento (Lucas 15, 20). Tampoco nos preocupe el futuro, porque Jesús no es amigo de promesas anticipadas, como nos lo mostró en la parábola de los dos hermanos donde el que no prometió cumplió y el que prometió faltó (Mateo 21, 28 ss.); y sobre todo cuando anunció a Pedro sus negaciones a pesar de cuanto prometía (Juan 13, 37 s.). Libres así del pasado y del futuro las dos cargas más pesadas que se inventan los hombres, ¿qué queda? El facilísimo momento presente, en el cual, para asegurarnos de estar unidos a la santidad perfecta, nos basta adherirnos a las intenciones de Jesús, que Él nos sintetizó maravillosamente en el Padrenuestro, o sea; desear que toda gloria sea para el Padre (y no para nosotros); desear que venga el Reino de Dios y su voluntad sea hecha también en la tierra; desear al mismo Jesús, que es nuestro “pan supersustancial”, y perdonarlo todo, de todo corazón, acogiéndose como un niño a la protección paterna contra el Maligno y sus tentaciones, pues que, sin su defensa, nos vencerían ciertamente (cf. Mateo 6, 9 ss.).

[7662] 27. Tu primer padre, etc.: se refiere a Adán. Los Setenta vierten: tus padres. Tus guías: Los profetas y sacerdotes.

[7663] 28. Los príncipes del Santuario: Los Sumos Sacerdotes y jerarcas de Israel.

[7664] 2 s. Yeschurún: La Vulgata traduce Rectísimo. Es un término cariñoso con que Yahvé designa al pueblo escogido (cf. Deuteronomio 32, 15; 33, 5 y 26). La Vulgata y los Setenta leyeron esta misma palabra también en Salmos 28, 6. Derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad (versículo 3): Lo cual se cumplió plenísimamente en la efusión del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés (Hechos de los Apóstoles 2, 1 ss.).

[7665] 5. Este... aquel... otro: Los paganos, a cuyos ultrajes había sido entregado Israel (43, 28), al verlo glorioso y próspero mirarán como un honor apoyarse en su nombre, unirse a él y pertenecer también a Yahvé (Crampón).

[7666] 6 ss. Los mismos ídolos son testigos de Dios, pues en su pasividad están confesando que nada son y nada pueden. La sarcástica descripción que sigue hasta el versículo 20, recuerda el capítulo 6 de Baruc. Cf. 40, 18 ss.; 41, 7; Salmos 105, 19; 113B, 4 ss.; Sabiduría 13, 11 ss. y notas.

[7667] 7. Traducido según Crampón. Bover-Cantera vierte: Y ¿quién hay como Yo? Preséntese y grite, y lo anuncie y expóngamelo, ¿Quién ha hecho oír desde antiguo los presagios y nos ha anunciado lo que ha de venir?

[7668] 12. “Aquí el profeta se burla donosamente de los fabricadores de los ídolos, que se humillan ante lo que ellos mismos fabricaron. Es un argumento corriente en los profetas, fundado, si no en la concepción de los sabios, que tenían los ídolos por simples imágenes de los dioses, sí en la concepción del vulgo, en la cual entraban hasta muchos tenidos por sabios, que consideraban los ídolos como dioses, a lo menos en cuanto estaban habitados por las mismas divinidades” (Nácar-Colunga).

[7669] 20. ¿No es una mentira lo que tengo en mi mano derecha? Maravillosa pintura del hombre enceguecido por la soberbia o la pasión, que prefiere engañarse a sí mismo antes que buscar la verdad. Véase versículo 25 y Juan 3, 19.

[7670] 22. Yo te he rescatado: En hebreo se usa la palabra “goël”, que significa Redentor. Cf. versículo 24; 59, 20 y nota.

[7671] 26. Siervo: Los LXX dicen siervos. Se trata de los profetas fieles, cuyos anuncios se encarga Dios de cumplir por asombrosos o imposibles que parezcan.

[7672] 28. El rey de Persia fue el instrumento para esta reedificación de la ciudad santa. Véase Esdras 1, 2; II Paralipómenos 36, 23. “Vemos aquí nombrado a Ciro por su nombre, mucho más de cien años antes que el mismo naciese, para que los judíos no atribuyesen a otro que a Dios su libertad, que tantos años antes se había anunciado por su Profeta, queriendo que todo esto fuese una figura de lo que había de conceder por el Mesías a todo el linaje de los hombres” (Scío). Hay un ejemplo semejante en III Reyes 13, 2, donde un profeta anuncia el nombre del rey Josías trescientos años antes de su nacimiento, y lo que ese rey había de hacer contra los ídolos. Así la Biblia aumenta nuestra fe a fuerza de admirar sus profecías.

[7673] 1. Ciro, aunque pagano, es llamado ungido (Mesías), y como tal es tipo de Jesucristo, por la misión que tiene de rescatar al pueblo de Israel.

[7674] 2 s. Vaticinio de la conquista de Babilonia por Ciro como instrumento de Dios. Las puertas de bronce eran cien, según Herodoto. Tesoro escondido: no está dicho en sentido espiritual, sino de las inmensas riquezas conquistadas por Ciro principalmente en Babilonia, a la que Esquilo llama “la rica en oro”. Te llamó por tu nombre: casi dos siglos antes. Esto fue escrito alrededor de 712 a. C. y el decreto de Ciro aparece en 538. Cf. 44, 28 y nota.

[7675] 4. Para que nos guardemos de menospreciar a los que vemos como ajenos a la Iglesia, Dios insiste en llamar nuestra atención sobre la absoluta libertad con que Él procede en sus designios y en la elección de los objetos de su gracia. Recuérdese el caso de Cornelio (Hechos de los Apóstoles 10); la parábola de los obreros (Mateo 20, 15); las palabras de Jesús en Juan 15, 16; las de San Pablo y Moisés en Romanos 9, 11, etc. Cf. Salmos 134, 6 y nota. “La gracia no halla los méritos, los hace” (San Agustín).

[7676] 7. El mal, es decir, la calamidad o la desdicha (hebreo ra'). Dios no creó el mal en sentido de pecado, sino en cuanto hizo que este tuviese para los hombres los más dolorosos castigos. Cf. Sabiduría 2, 24 y nota.

[7677] 8. “Isaías no puede contemplar este brillante porvenir sin ser transportado y sin apresurar el momento a fuerza de sus ardientes deseos. Pero se nota claramente en su lenguaje que aquellos días tan deseados se refieren, menos que a Ciro, al verdadero y solo Mesías, único que establecerá la verdadera justicia entre los hombres” (Le Hir). Por eso, en estas alusiones a Ciro, salvador del pueblo judío, la liturgia ha visto una figura del verdadero Redentor, que vendrá como el rocío de lo alto, para recrear a toda la tierra y para reinar con justicia sobre todas las naciones. Véase 64, 1 y nota. En vez de las expresiones abstractas la justicia y la salvación, dice la Vulgata el Justo y el Salvador.

[7678] 9. “Ni el lodo ni la tierra pueden pedir razón al alfarero y arador. Dios forma el lodo, la tierra, las creaturas, según ley fija, de una vez; según su beneplácito, su sabiduría y bondad infinitas: llama a su reino a las gentes, como aquí a Ciro” (Jünemann).

[7679] 14. Dios habla ahora con Israel y pasa a las esperanzas mesiánicas. La salvación concedida a los judíos, primero por intermedio de Ciro y después por el Mesías, durará para siempre (versículo 17). Véase 35, 4 y nota. Sobre la adoración de Dios por los pueblos paganos junto con Israel, véase 18, 7; 19, 23 y notas.

[7680] 15. Dios escondido: según los LXX siguen hablando los pueblos convertidos y dicen: “Tú eres Dios y nosotros no lo sabíamos”, es decir: ¡te creíamos solamente Dios de los judíos y resulta Que eres el Único! Véase versículo 19 y nota. El Cardenal Gomá vierte: Vos sois, en verdad, un Dios que os encubrís, y explica: “es decir, un Dios que procede por vía misteriosa” (Salterio, página 393). La piedad cristiana da también a Cristo el nombre de “Dios escondido” porque se esconde en la Eucaristía bajo la especie de pan.

[7681] 19. Véase las palabras de Jesucristo en Juan 18, 20 sobre su doctrina, y las que dirige a sus discípulos acerca de la predicación en Mat. 10, 27. Un Dios según el cual la vida eterna consiste en conocerlo a Él y a su Hijo (Juan 17, 3); un Dios cuya sabiduría se anticipa a los que la buscan (Sabiduría 6, 14), y se revela a los pequeños antes que a los sabios y prudentes (Lucas 10, 21), no puede esconderse como los misterios de Eleusis; se ha manifestado por sus obras y por sus palabras.

[7682] 20 ss. Los paganos son invitados a convertirle al verdadero Dios. ¿Quién anunció? (versículo 21): Cf. 41, 21 ss.; 46, 10 y notas. Yo soy Dios y no hay otro (versículo 22): Por tercera vez repite Dios esta aserción para darle más relieve.

[7683] 23. San Pablo dice hermosamente: “Porque no tuvo nadie mayor por quien jurar, juró por Él mismo” (Hebreos 6, 13). No será revocada: San Pedro la llama “palabra viviente y permanente” (I Pedro 1, 23). Ante Mi se doblará toda rodilla. Cf. Romanos 4, 11. Hoy se debe doblar toda rodilla también ante el Nombre de Jesús (Filipenses 2, 10). Como observa Fillion, el presente pasaje no es un precepto sino el anuncio de que un día todos lo adorarán.

[7684] 25. Consuela saber que en esa descendencia estamos también los que somos hijos de Abrahán por la fe en Cristo (Romanos 4, 16 s.).

[7685] 1. Bel y Nebo, los dioses principales de Babilonia, eran llevados en hombros y, como demuestran los relieves, también en carros, por las calles de la ciudad. La imagen de la diosa Istar (Astarté) de Nínive fue llevada en procesión hasta Egipto, para hacer allí “milagros”. Cf. versículo 7; Baruc 6, 3 y 25.

[7686] 3 s. Notemos la ternura e infinita delicadeza de esta expresión divina: Ya no seremos nosotros quienes lo llevemos en brazos como a los ingratos ídolos (versículo 2), sino que es Él quien nos lleva a nosotros. Desde el seno materno; esto es, desde el principio, hasta la vejez (versículo 4). Cf. Salmos 22, 6; 70, 17-18. Estas expresiones de ternura “nos indican cuán maternal es la providencia de Dios, su íntimo amor y sus cuidados, superiores a los de una madre. Dios no solo alimenta el cuerpo, sino también al alma, y la fortifica con su gracia, su doctrina, sus inspiraciones, su palabra, sus sacramentos, su sangre, su cuerpo, su alma y su divinidad. Como una madre, Dios forma al cristiano en el seno de la Iglesia, le da la vida, lo amamanta, lo acaricia, le presta calor en su regazo, lo educa, lo instruye, lo dirige hasta que pueda conducirlo al cielo”.

[7687] 8. Tenedlo en cuenta; literalmente: entrad en vosotros mismos. Entrando en nosotros mismos desaparece la ilusión y nos vemos tal cual somos. Jesús dijo bien claro lo que encontramos en nuestros corazones: malos pensamientos, fornicaciones, hurtos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, dolo, deshonestidad, envidia, blasfemia, soberbia, insensatez (Marcos 7, 21 y 22). Por todo esto nos alejamos de Dios, y a esto se deben todos los males (Jeremías 12, 11), porque lo primero que guardemos ha de ser el corazón (Proverbios 4, 23). Si huimos de “la fascinación de la bagatela” (Sabiduría 4, 12; Salmos 118, 37), jamás nos alejaremos de Dios.

[7688] 10. Sobre esta potestad exclusiva de Dios véase 41, 21 ss. y nota. No puede menos que asombrar a los creyentes el ver cuántos pensadores y teorizadores exponen su visión personal sobre el futuro del mundo sin recordar para nada los anuncios de Cristo y las profecías de la Sagrada Escritura, ¡Cuántos auguran tiempos halagüeños, con optimismo humanista (Jeremías 5, 31; 6, 14; 14, 14; 23, 16, etc.) sin pensar que San Pablo y el mismo divino fundador de la Iglesia tienen anunciada la más tremenda apostasía! (cf. Lucas 18, 8; 17, 26 ss.; II Pedro 3, 3 ss.; Mateo 24, 4 ss.; II Tesalonicenses 2, 3 ss.; I Timoteo 4, 1 ss.; II Timoteo 3, 1, etc.). San Pablo enseña también que tales maestros tendrán éxito (II Timoteo 4, 3 s.), en tanto que él es “mirado como enemigo por decir la verdad” (Gálatas 4, 16). Véase Juan 5, 43.

[7689] 11. El rey de los persas volará con la rapidez de un águila para ejecutar el castigo de Dios contra Babilonia. Jenofonte relata que Ciro y sus sucesores llevaban el águila en sus estandartes.

[7690] 1 ss. No se trata de la destrucción de la ciudad, sino del imperio de Babilonia. La ciudad fue conquistada y humillada por Ciro; su ruina definitiva vino siglos más tarde. Véase capítulos 13, 14 y 21. La orgullosa Babilonia será esclava de otros como Israel lo fue de ella. Sobre la corrupción que reinaba en Babilonia, véase Jeremías 51, 39; Daniel 5, 1 ss.

[7691] 6. Concepto frecuente en la Biblia: Dios entrega Israel a los enemigos, como un padre que se ve obligado a castigar al hijo ingrato. Pero el padre no puede dejar de amar a ese hijo, y ¡ay del extraño que lo desprecie o pretenda deshonrarlo!, porque la venganza del amor paterno será terrible. Cf. Joel 3; Romanos 11, 18 y 28. Ni aun a Caín permitió Dios que lo persiguieran los hombres (Génesis 4, 15), porque el castigo se lo reserva Él solo. Cf. Romanos 12, 19; II Tesalonicenses 1, 6; Salmos 65, 5 y nota.

[7692] 8. Viuda, es decir, desamparada. Nunca me veré sin hijos: mi pueblo no perecerá. Véase en Salmos 136, 8 y nota, el paralelismo de este y otros textos con los del Apocalipsis relativos a Babilonia.

[7693] 9. Encantamientos: Los astrólogos y magos babilónicos pretendían conocer los destinos de los hombres y hasta tener influencia sobre sus dioses.

[7694] 10. Tu sabiduría y tu ciencia te han engañado: “La ciencia infla”, nos enseña San Pablo. La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, el cual dice: “Destruiré la sabiduría de los sabios y anularé la prudencia de los prudentes” (I Corintios 1, 19; cf. Isaías 29, 14; Salmos 32, 10). Constantemente confunde Dios el orgullo intelectual de los hombres (cf. Salmos 93, 11 y nota), y más aún si se trata de sabiduría religiosa o espiritual que no esté fundada en su Revelación. Véase 5, 21; Sofonías 1, 5.

[7695] 14. Los mismos que se gloriaban de salvar a otros de las llamas, serán devorados por ellas. Véase las palabras de Jesús sobre ese falso apostolado (Mateo 23, 15; Lucas 6, 39). Cf. Gálatas 4, 17.

[7696] 15. Véase Apocalipsis 18, 10 s.

[7697] 1. De la fuente de Judá: Los que salisteis de la estirpe de Judá. Expresión semejante se usa en 51, 1 y Salmos 67, 27. De nada sirve descender de la preclara estirpe de Abrahán si no se vive como él, según enseñó Jesús a los fariseos (Juan 8, 33-40).

[7698] 3. Dios ha cumplido las promesas referentes al pasado (versículo 3-5). De la misma manera cumplirá aquellas que miran al futuro y que tienen por objeto la liberación de Israel. Cf. versículo 5 s.; 41, 21 ss.; 43, 9; 44, 7; 45, 21; 46, 10. Es como un estribillo que el mismo Dios tantas veces repite para darnos una prueba de su Providencia.

[7699] 4. He aquí el doloroso reproche que Dios hace muchas veces a la rebeldía de su pueblo. Cf. Éxodo 32, 9; 33, 3; Deuteronomio 9, 13; Jeremías 5, 3, etc.

[7700] 6. Cosas nuevas: Notemos cómo Dios alardea de ser siempre interesante y novedoso en lo que dice y promete. David nos muestra mil veces que nadie habla como Él (cf. Salmos 118 y notas). Y sin embargo, “¡cuántos que se dicen creyentes desdeñan enterarse de las Sagradas Escrituras como si se tratase de cuentos aburridos de viejas o de puras ordenanzas policiales!”. Véase nota al versículo 3.

[7701] 8 s. Asombrosa misericordia que solo se explica en el amor paterno. ¡Sabe que el hombre seguirá prevaricando y sin embargo le previene que no lo abandonará! Aquí vemos cuánta bondad de su parte significan las pruebas que Él nos manda. Véase Hebreos 12, 5 ss.; I Pedro 1, 7; Deuteronomio 8, 5; Jeremías 35, 14; Sofonías 3, 12 y notas. A causa de mi Nombre; Otro estribillo que Dios no se cansa de inculcarnos. Cf. versículo 11; 2, 17; 42, 8; Éxodo 33, 19; Salmos 98, 3; 113B, 1; 148, 13; Juan 5, 44 y notas. Meditemos esto para no querer robarle esa gloria que a nadie pertenece más que a Él.

[7702] 10. Aquí se dirige Dios a los descarriados de su pueblo. No quiere que interpreten las consecuencias de su proceder como castigo Suyo. Se dirige a ellos para que no dejen de creer en Su bondad, ni duden de Su perdón cuando temen desfallecer, sintiendo todo el peso de su culpa. Te he probado en el horno de la aflicción: “En esta forma halla también respuesta la pregunta que a tantos obsesiona: ¿Por qué los justos y buenos padecen, y a menudo más que los otros? No serían tan buenos ni tan justos si no padecieran, puesto que el dolor los estimula a la perfección y los capacita para obrar en honra de Dios y provecho de los hombres” (Monseñor Keppler, Escuela del Dolor, número 91).

[7703] 12. El primero y... el último: Cf. 41, 4 y nota.

[7704] 16. En secreto: Véase 45, 19 y nota. Por el Evangelio sabemos que Dios está todo en Cristo su Hijo (Juan 14, 9; Hebreos 1, 3), pero está “escondido” (Colosenses 2, 3) y su conocimiento se adquiere “en el misterio” (I Corintios 2, 7). Vemos explicada una vez más la actitud de los fieles de Berea (Hechos de los Apóstoles 17, 11 y nota) y condenada la suficiencia de los que creen haber recibido de una vez, como si fuese una píldora, el conocimiento de Dios en las lejanas y ligeras instrucciones catequísticas de su infancia. Dios quiere ser buscado por cada alma, y su Hijo nos asegura que todo el que busca encuentra (Lucas 11, 10; cf. Juan 7, 17). Más aún, tan suave es Él, que el que lo busca ya lo ha encontrado (cf. Sabiduría 6, 15) y nadie es rechazado en esa búsqueda (Juan 6, 37), pues Él no dice: “Buscadme en vano” (cf. 45, 19 y nota), sino que se revela en sus palabras, mostrándose a los simples (Lucas 10, 21) y ocultándose tan solo a los dobles (Mateo 13, 11 ss.). Pero la búsqueda no cesará mientras vivamos, pues el misterio de Dios, escondido en sus palabras, nos va presentando cada día, nuevas e inesperadas facetas. Mas ahora, etc.: Son palabras que el profeta agrega como respuesta al discurso de Dios.

[7705] 17. Te enseño cosas provechosas: “Salida del pensamiento y del corazón de Dios, su palabra no solo es divina sino que diviniza a quienes la reciben. «Las palabras que Yo os he dicho, decía Jesús a los apóstoles, son espíritu y vida» (Juan 6, 63; Vulgata 6, 64). Las palabras de la Sagrada Escritura son todas dichas a nosotros por Dios, y todas son de Dios. La Biblia hace al hombre divino, dice Hugo de San Víctor. La Escritura es la levadura del mundo, es la sal y la luz de las almas” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación, p. 144). Cf. versículo 6 y nota.

[7706] 18. Lamento del amor despreciado, semejante al de Jesús en Juan 5, 40. Véase Tobías 12, 10 y nota. “Lo que proporciona la paz, dice San León, es querer lo que Dios manda, y no querer lo que Él prohíbe.”

[7707] 20. Con la caída de Babilonia empieza la redención del pueblo judío, imagen de la Redención que debía traer Jesucristo. Isaías asiste en espíritu a la catástrofe de la ciudad impía y exhorta a los cautivos a huir para no participar de la suerte de ella (cf. 52, 11; 55, 12; Jeremías 50, 8; 51, 6 y 45; Zacarías 2, 7; Apocalipsis 18, 4). Júbilo: Este mismo sentido de alegre noticia tiene la predicación del Evangelio de Jesús (Lucas 2, 10; Marcos 16, 15), que solemos mirar como pesada carga (véase Jeremías 23, 33).

[7708] 22. Véase la misma tremenda palabra en 57, 21. No tendrán paz los que se complacen en la Babilonia de este mundo. Los impíos no tienen paz “porque viven de continuo en lucha y oposición con el orden establecido por la naturaleza y el Creador de ella. Solamente cuando se restablezca este orden, cuando todos los pueblos fiel y espontáneamente le reconozcan y profesen, cuando las internas constituciones de los pueblos y las externas relaciones con las otras naciones se funden sobre esta base, solamente entonces, será posible que haya paz estable sobre la tierra” (Pío XI en la Encíclica “Caritate Christi compulsi”).

[7709] 1. El carácter mesiánico de este capítulo se impone a cualquier duda. No es ya Ciro el libertador principal sino el Mesías, el cual vendrá en persona para traer la salud. Se describe primero la vocación del Siervo de Dios, luego su misión entre el pueblo judío y los paganos, siendo designados estos con el nombre de islas y pueblos lejanos.

[7710] 2. Cual espada afilada: Imagen de la palabra de Dios que es más aguda que una espada de dos filos (Hebreos 4, 12). La Sagrada Escritura compara la palabra de Dios también al fuego, porque, como dice San Jerónimo, hace que el alma que la recibe sea semejante al oro purificado en el horno. Cf Salmos 11, 7 y nota.

[7711] 3. El Siervo de Dios (aquí el Mesías) es llamado Israel, lo que significa “Combatiente del Señor”, nombre con que Dios había distinguido a Jacob. Véase Génesis 32, 28. Algunos consideran que el nombre de Israel está aquí interpolado. Cf. Lucas 1, 54 y nota.

[7712] 4. He consumido mis fuerzas: “Sería negocio infinito, si quisiésemos por menudo decir en cada una obra de las que hizo Cristo lo que sufrió y padeció” (Fray Luis de León, De los Nombres de Cristo).

[7713] 5. Para reunir con Él a Israel: Esto explicaría por qué ninguno de los israelitas piadosos del tiempo de Jesús entendía el misterio de su rechazo y de su muerte. Como observa Fillion, este pasaje “expresa el fin inmediato y directo, que Dios se proponía al enviar su Servidor a la tierra: por Él quería salvar a los judíos”. El Apóstol de las gentes revela el misterio de que esta salvación no quedó revocada (Romanos 11, 1) sino postergada para los últimos tiempos (Romanos 11, 25 ss.). La Vulgata dice: Mas Israel no querrá reunirse: Sería este un notable anuncio del rechazo de la misión mesiánica que encontraría Jesús en su primera venida. Cf. 35, 5; 50, 2 y notas.

[7714] 6. Restaurar las tribus de... Israel: Esto se dice de Elías en su segunda venida (Eclesiástico 48, 10). La Liturgia lee este pasaje en la fiesta del Bautista que cumple un oficio semejante al de Elías. De ahí que haya sido propuesta la hipótesis de referir este verso al gran profeta Elías. Sin embargo, San Pablo y San Bernabé parecen referirlo a Cristo cuando lo citan en Hechos de los Apóstoles 13, 47 para justificar su paso a los gentiles cuando los judíos se opusieron a la predicación del Evangelio. Luz de las naciones: Véase 42, 6; Lucas 1, 32; 2, 31 s.

[7715] 7. Este versículo sintetiza ambos aspectos del Redentor: lo que San Pedro (I Pedro 1, 11) llama “sus pasiones (Salmos 21 y 68) y posteriores glorias”. Véase 59, 18 y nota. Abominado de las gentes: La Vulgata vierte: la nación abominada. Cf. 53, 3. El Santo de Israel: Yahvé.

[7716] 8. Tiempo de la gracia: Otra traducción: En el tiempo favorable: Véase la aplicación que San Pablo hace de este pasaje en II Corintios 6, 2, al actual período en que Dios nos brinda la misericordia. Cf. Eclesiástico 18, 9 y nota. Véase Salmos 68, 14; 117, 24 y notas. Te he puesto por alianza: Cristo es mediador entre el cielo y la tierra. “Jesucristo, dice San Ambrosio, está pendiente de la Cruz, entre el cielo y la tierra, como un mediador, para reconciliar al nombre con Dios, recibir en su cuerpo las abrasadoras flechas de la ira de Dios lanzadas contra los hombres criminales, impidiendo que lleguen a la tierra, para pagar Él solo y cargar con las iniquidades de todos. Alarga sus brazos en la Cruz en forma de arco, y mientras su Padre lanza sobre su sagrada carne las flechas destinadas a los pecadores, las recibe todas. Pero, por otra parte, ¡oh admirable venganza digna de Cristo! levanta los brazos hacia su Padre, y le devuelve flechas ardientes de oración y de amor para herir su corazón y sacar de allí el perdón de los hombres” (De las vírgenes, libro III).

[7717] 9 ss. Cuadro de insuperable belleza. Los israelitas que vuelven del cautiverio, son comparados a un rebaño, cuyo pastor es Dios. Nada les falta en el camino. El significado mesiánico es evidente.

[7718] 12. Los desterrados y dispersos vendrán de todas las regiones. La tierra de Sinim (Vulgata: tierra del mediodía), o sea de los chinos, según se admite generalmente, lo cual es en la Biblia un dato interesantísimo sobre el Extremo Oriente y confirmaría el establecimiento de judíos en el interior de Asia en tiempo del cautiverio de Babilonia.

[7719] 15. Expresión de la admirable ternura paterna con que Dios ama a su pueblo. “Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer” (Santa Teresa, Vida XIX, 15). Cf. 66, 13; Salmos 26, 10 y notas.

[7720] 16. Te tengo grabada en las palmas de mis manos: También nuestro nombre está grabado en las manos paternales de Dios, por lo cual todo lo debemos esperar de su fuerza. Dejemos atrás nuestras ideas de prudencia humana y avancemos osadamente con esa audacia que dan la fe y el amor. Cf. Salmos 27, 7; 60, 4; 61, 3.

[7721] 18 ss. La nueva Jerusalén reedificada después del cautiverio de Babilonia, es figura del reino de Jesucristo. A este se le agregarán cada vez más gentes de los pueblos paganos, de manera que la que parecía sola y desamparada, será madre de innumerables hijos espirituales. De ahí el asombro de Sión en versículo 21.

[7722] 22. El Señor explica a Jerusalén el misterio de su fecundidad asombrosa (versículo 22-26). Véase 19, 23 ss.; 66, 20; Salmo 101, 16 y notas.

[7723] 25 s. Fillion anota aquí: “Los principales intérpretes católicos admiten con justa razón que este oráculo va más lejos que el exilio caldeo y que representa también el Israel espiritual, ideal, liberado de la cautividad del demonio.”

[7724] 1. El rechazo de Israel por su divino Esposo es lógica consecuencia de la infidelidad de la Esposa. Sin embargo, Él “no le dio el acta de divorcio que anula el matrimonio (Deuteronomio 24, 1-4). El contrato que lo liga a su pueblo subsiste siempre” (Crampón). Véase Romanos 11, 1. Tampoco venderá los hijos a los paganos para siempre a fin de pagar a los acreedores, cosa que estaba permitida por la Ley (Éxodo 21, 2 y 7; Levítico 25, 39; IV Reyes 4, 1; Mateo 18, 25).

[7725] 2. Quiere decir: Israel no reconoció ni hizo caso de las maravillas que Dios efectuó para salvarlo (véase 49, 5 y nota).

[7726] 4. Habla el Siervo de Dios. Lengua de discípulo: Admirable vaticinio que destaca, en pasado profético, según observa Crampón, esa sublime característica del Verbo encarnado que con la docilidad de un niño no predica sino lo que su Padre le ha encomendado. Véase Juan 5, 19-24; 8, 55; 12, 49 s.; 14, 24; 17, 6 y 14; 15, 15, etc. Es de notar que San Crisóstomo aplica todo este pasaje (versículo 4) a Isaías. Sto. Tomás lo refiere en sentido literal a Isaías, en sentido típico a Cristo.

[7727] 5. En contraposición a la inobediencia de Israel (48, 4; 50, 2) el Verbo Divino muestra aquí maravillosamente, con las mismas palabras del Salmos 39, 7, su obediencia al Padre desde el primer instante de su Encarnación. En el Evangelio nos lo repetirá mil veces, diciendo que su comida es hacer la voluntad del Padre. Véase Juan 4, 34; 5, 30; 6, 38; 14, 31, etc. Estos dos versículos (4 y 5) nos dan un perfecto retrato de Jesús como modelo de infancia espiritual delante de su Padre, a quien adoraba, no obstante ser igual a Él.

[7728] 6 ss. Vaticinio de la Pasión de Cristo. Véase 52, 14 y nota; Mateo 26, 67; Juan 19, 1-3. Pero Yahvé es su auxiliador (versículo 7) en todas las pruebas y le justifica (versículo 8).

[7729] 11. El fuego, es decir, vuestro odio (Salmos 24, 19; Juan 15, 18 y 25). De mi mano: aquí se anticipa el misterio revelado por Simeón (Lucas 2, 32-34) de cómo Él mismo, venido para piedra angular, había de ser para Israel piedra de tropiezo. Véase 8, 14; 28, 16 y notas.

[7730] 1. Roca y manantial: Abrahán y Sara, padres del pueblo judío. Isaías consuela a los que han quedado de su nación, mostrándoles el ejemplo de Abrahán, que no obstante la esterilidad de Sara fue bendecido con un hijo (Romanos 4, 19 ss.; Hebreos 11, 12). De la misma manera Dios dará descendencia a la Jerusalén desolada.

[7731] 3. Consolará a Sión, en el momento de su conversión. Lo mismo sucede cuando el pecador se convierte a Dios. Entonces es cuando puede exclamar con San Agustín: “Oh hermosura, siempre antigua y siempre nueva, ¡qué tarde he empezado a amarte!”

[7732] 5. Mi justicia, mi salvación. San Jerónimo vierte: mi Justo, mi Salvador. La idea es la misma, Yahvé manifiesta la justicia y salvación por medio del Mesías. La salud prometida no solamente alcanzará a los judíos, sino también a los gentiles. Mi brazo regirá los pueblos: Vaticinio frecuente en los Salmos. Véase Salmos 2, 8 s.; 71, 11; 109, 6 y notas.

[7733] 6. Durará eternamente: Este pensamiento se repite en los versículos 8 y 11.

[7734] 9. s. Rahab (Vulgata: soberbia): monstruo tal vez figura de Egipto (30, 7; Job 26, 12; Salmos 86, 4; 88, 11) y del Faraón, que resistieron al pueblo de Dios. En sentido típico, figura de los poderosos que se levantan contra la Ley del Señor.

[7735] 11. Coincide con 35, 10. Véase allí la nota.

[7736] 13. Tiemblas continuamente: Sobre este miedo característico del que no está en paz con Dios, véase Levítico 26, 17 y 26; Salmos 13, 5; Sabiduría 17, 10 y notas. Este miedo acompaña al género humano desde los días de Adán, que por miedo se escondió de la vista de Dios (Génesis 3, 8), hasta el advenimiento del Hijo del hombre (Mateo 24, 30). Nuestro corazón es “un monstruo de inquietud”, como dice Péguy, somos hostigados por el temor en cada trance de nuestra vida y no logramos librarnos del imperio del miedo, salvo que pongamos nuestra plena confianza en Cristo, quien triunfó no solamente sobre la muerte sino también sobre el miedo. “Nuestro corazón está inquieto, decía San Agustín, mientras no descanse en Ti.”

[7737] 14. El encorvado. Otra traducción: el cautivo. La Vulgata vierte: pronto llegará el que viene a abrir.

[7738] 16. Habla el eterno Padre al Mesías. He puesto mis palabras en tu boca: confirma la misión de Jesús como divino Profeta (véase 50, 5 y nota; Hebreos 1, 1 s.). Plantar cielos y fundar una tierra. Esta sería entonces la nueva Sión, a juzgar por lo que sigue. Jesús aparece aquí como lo definió Simeón en el Evangelio: “gloria de Israel su pueblo” (Lucas 2, 32). ¡Qué argumento para los judíos que lo rechazaron, y también para los modernos! (cf. 52, 7). Fillion anota: “Se trata sin duda de los nuevos cielos y la nueva tierra del fin de los tiempos. Cf. 65, 17; 66, 22.”

[7739] 17. El cáliz de su ira, es decir, las pruebas. Hasta las heces: En 40, 2 dice: ha recibido ya el doble por todos sus pecados. Los versículos 22 s. coinciden con el Salmos 74, 9.

[7740] 23. Véase versículo 17 y nota. Póstrate: los vencedores solían pasar por encima de los cuerpos encorvados de los vencidos (Josué 10, 24; Salmos 65, 12; 109, 1 y notas).

[7741] 1. “El profeta se representa la capital judía como una mujer que, golpeada por la cólera divina, yace moribunda en el camino; la mueve a levantarse para una nueva vida mucho más gloriosa y feliz que la primera. No volverán a entrar: En la Sión regenerada nada impuro penetrará en adelante” (Fillion). Cf. versículo 8; 35, 4; Jeremías 30, 9; Joel 3, 17 y notas; Lucas 21, 24.

[7742] 3. De balde... sin dinero: Así como los extranjeros os quitaron la libertad sin pagaros indemnización, así también seréis rescatados sin que paguéis dinero.

[7743] 4. Alusión a la esclavitud de Egipto y las invasiones de los asirios.

[7744] 7 s. Cf. 51, 16; Nehemías 1, 15 y notas. Isaías ve en esta visión el regreso de su pueblo de Babilonia, y, a la vez, la institución del reino de la paz mesiánica. San Pablo (Romanos 10, 15) extiende esta bendición a los predicadores de la Buena Nueva del Evangelio, porque “el Evangelio es fuerza de Dios para salvación de todo el que cree” (Romanos 1, 16).

[7745] 9. Saltad de júbilo... ruinas de Jerusalén. La Vulgata dice: desiertos de Jerusalén. “En los Profetas se alegran hasta el desierto y la estepa; y salta de gozo la soledad y florece como un lirio; y brota copiosamente, y con mucha alegría y alabanzas salta de contento, y se viste de la gloria del Líbano y de la hermosura del Carmelo y de Sarón; y ve la majestad del Señor y el esplendor de nuestro Dios (Isaías 33, 1-2). (Mons. Keppler).

[7746] 10. Su santo brazo: su poder. Dios prepara, enviando a su Hijo, la obra de la liberación de su pueblo, a manera de un hombre que hace un esfuerzo poderoso. El final del versículo muestra que, en este brazo libertador del cautiverio de Babilonia, está figurada la obra de Jesucristo que, viniendo como salvador de Israel (51, 16), ofreció su Redención a todos los pueblos (véase 53, I; Juan 11, 52).

[7747] 11. Salid de allí: de Babilonia. Purificaos: preparaos para vuestro santo ministerio, especialmente vosotros, los levitas, que habéis de llevar los vasos sagrados que Ciro os entregará (Esdras 1, 7-11).

[7748] 13. Sobre este grandioso pasaje que comienza con el versículo 13, leemos en la versión de Nácar-Colunga: “Esta sección (52, 13 - 53, 12), con los varios fragmentos dispersos que antes hemos ido indicando, forma un verdadero poema, que es a la vez el vaticinio más claro de la pasión del Siervo del Señor, y que podríamos llamar el profético y primer relato de la Pasión. Los dolores del Siervo, la causa de ellos y los frutos de la muerte, se hallan descritos con los más vivos colores.” Comentando en Isaías 49, 7 el inmenso contraste entre los dos aspectos de Cristo doliente y glorioso, honrado por el Padre y despreciado por los hombres, Fillion cita este pasaje y 53, 10-12, y hace notar que, según estos textos, “después que Dios haya cubierto de gloria a su servidor, los hombres lo glorificarán también, aun los primeros de entre ellos (reyes, príncipes)”. En este versículo 13, con respecto a las palabras grande, excelso, etc. señala esa “extraordinaria acumulación de sinónimos, a fin de mejor poner de relieve el éxito prodigioso del Mesías” (cf. 59, 18). Es perfectamente explicable este plan del Padre que ama a su Hijo, y grandemente consolador para los que queremos amar a Cristo. No era posible que toda la epopeya del divino Campeón terminara con un fracaso, pues la apostasía está anunciada tan solo para los últimos tiempos. Véase 46, 10 y nota.

[7749] 14. Es como un paréntesis entre los dos versículos sobre la glorificación de Cristo, y se refiere a Él desde el principio, como traduce Crampón con el siríaco: “Así como muchos se asombraron al verlo —tan desfigurado estaba que su aspecto no era ya el de un hombre, ni su rostro el de los hijos de los hombres— así también (versículo 15) hará Él temblar a muchas naciones”. Según un autor no católico, los judíos omiten en las sinagogas la lectura de este pasaje y de todo el capítulo 53, lo que significa que no quieren entender el misterio de la Cruz aquí anunciado. Los antiguos judíos reconocían sin embargo, como aplicables “al rey Mesías”, estos textos que algunos quisieron aplicar después a Isaías, Jeremías o a Josías o al mismo pueblo de Israel. Los racionalistas modernos, por su parte, ven en el “Siervo” una figura mitológica importada de Babilonia. En este pasaje se funda la falsa opinión de la fealdad corporal de Jesús. El profeta habla aquí solamente de su figura en los días de la Pasión. El Salmo 44 nos da otro aspecto de la Persona de Cristo. A título de curiosidad citamos la opinión de Orígenes, quien sostenía que Jesús tenía dos aspectos, uno hermoso para los que creían en Él, y uno feo para los que le rechazaban.

[7750] 15. Rociará: San Agustín comenta este versículo según la Vulgata y dice: “El Salvador rociará y expiará con su sangre a muchas naciones para rescatarlas, purificarlas, y para salvar a todo el mundo. Purificación y aspersión será esta de muchos más subidos quilates y sin comparación de mucho mayor eficacia que la que Moisés hacía al pueblo con la sangre y cenizas de la vaca roja.” En lugar de rociará leen algunos: hará temblar, o: provocará asombro, o: dispersará. Sobre el resto del versículo véase Romanos 15, 21 y nota.

[7751] 1. Este capítulo, llamado el “Pasional de oro”, es como un resumen de la Pasión de Cristo según los Evangelios, escrito ocho siglos antes. Para mostrar su perfecto cumplimiento por el Cordero de Dios que llevó sobre si los pecados del mundo, los Libros del Nuevo Testamento citan muchas veces este cuadro incomparable. Véase Mateo 8, 17; Marcos 9, 11 y 15, 18; Lucas 22, 31; Juan 12, 38; Hechos de los Apóstoles 8, 32; Romanos 10, 16; I Corintios 15, 3; I Pedro 2, 22, etc. Nuestro anuncio: Más exacto: lo que nosotros oímos, es decir, lo que los profetas oyeron de Dios sobre el Mesías. Alude a los judíos incrédulos (Juan 12, 38) en contraposición a 52, 15. El brazo de Yahvé: Véase 52, 10 y nota.

[7752] 2. Como un retoño. Nótese el contraste con el retoño y renuevo anunciados en 4, 2; 11, 1 y 10. No tiene apariencia ni belleza: Véase 52, 14 y nota y, como contraste, Salmos 44, 3 y nota. La carne engañosa no nos deja ver los atractivos de Jesús. Cf. I Corintios 2, 14.

[7753] 3. Como alguien ante quien uno aparta su rastro, es decir, como un castigado (versículo 4) a causa de las infamias narradas en Mateo 26, 67; 27, 29 s.; Juan 19, 2. Para los judíos será escándalo y para los griegos locura (I Corintios 1, 23).

[7754] 4 s. Nuestras dolencias: Nótese aquí la doctrina de la satisfacción sustitutiva, que doce veces sale en este capítulo. Cristo padeció, no por propia culpa, sino para restituir al Padre, en beneficio nuestro, el honor que le habíamos robado nosotros. Véase Salmos 39, 7 s.; 68, 5 y notas; Mateo 8, 17; Juan 1, 29; I Corintios 15, 3; II Corintios 5, 21; Colosenses 1, 20; Hebreos 10, 10; I Pedro 2, 22 s.; 3, 18. Aquí está todo el Misterio de la Redención. La manera cómo Jesús glorifica al Padre consiste, según Él mismo lo dice, en darnos a nosotros vida eterna (Juan 17, 1 s.). Herido por Dios: es decir, castigado como si fuese culpable. Véase Lucas 23, 35; Mateo 27, 43; Salmos 21, 9.

[7755] 5. “Él no solo es Jesús y salud con su doctrina, enseñándonos el camino sano, y declarándonos el malo y peligroso, sino también con el ejemplo de su vida y de sus obras hace lo mismo; y no solo con el ejemplo de ellas nos mueve al bien y nos incita y nos guía, sino con la virtud saludable que sale de ellas, que la comunica a nosotros, nos aviva y nos despierta y nos purga y nos sana” (Fray Luís de León, Nombres de Cristo).

[7756] 7. Fue maltratado y se humilló: San Jerónimo vierte: Fue ofrecido porque él mismo lo quiso: Se entrega voluntariamente a la Pasión, ni siquiera se defiende. Véase Mateo 26, 52 ss.; 27, 14; Juan 10, 17 s.; Hechos de los Apóstoles 8, 32 ss.; I Pedro 2, 23. Cf. Salmos 37, 14; 39, 7 ss. y notas. Como cordero: Este símbolo, Uno de los más hermosos de la Escritura, es el que emplea el Precursor (Juan 1, 29 y 36), para designar a Cristo, que, si como Maestro y Sacerdote había de ser Pastor, como Víctima había de ser Cordero: el Cordero de Dios que carga con los pecados del mundo. Como tal estaba figurado en los sacrificios mosaicos, en el rito pascual (Éxodo 12, 3 ss., leído en la Liturgia del Viernes y Sábado Santos), en el sacrificio perpetuo, figura también de la Eucaristía, y aun desde el sacrificio de Abel y de Abrahán. Cf. su triunfo en Apocalipsis 5, 6 ss.

[7757] 8. Este verso es uno de los más oscuros de Isaías y no hay unanimidad sobre su auténtico sentido. Fue arrebatado por un juicio injusto: Alusión al procedimiento, contrario a todo derecho, que aplicaron los jueces en el proceso de Jesús. Sin que nadie pensara en su generación: Vulgata: su generación, ¿quién podrá explicarla? Muchos santos Padres ven en esto una alusión a la generación eterna del Hijo por el Padre; otros lo entienden de la numerosa descendencia espiritual: los cristianos. Los expositores modernos hacen notar que la palabra generación se refiere a los contemporáneos de Cristo, y traducen: ¿Quién podrá contar la conducta de sus contemporáneos con respecto a Él? La traducción de Crampón dice: “Entre los contemporáneos ¿quién pensó que era cortado de la tierra de los vivos; que la plaga lo hería a causa de los pecados de mi pueblo?” Es decir, supusieron, según dice el versículo 4, que sufría por sus propios pecados, como en el caso del ciego de nacimiento (Juan 9, 2 s.). Véase Juan 11, 51.

[7758] 9. Aun después de muerto, Jesús debía estar expuesto a la humillación y a ser enterrado con los ladrones. En su muerte está con el rico, es decir, en la tumba nueva de José de Arimatea, quien con Nicodemo, dio valientemente sepultura a Jesús (Lucas 23, 50 ss.; Juan 19, 38 s.). Véase Salmos 15, 10 y nota. Sin embargo, hay que notar, que el texto hebreo es traducido de diversas maneras. Bover-Cantera vierte: con malhechores (reposó) en su muerte. Está versión parece referirse a la guardia del sepulcro.

[7759] 10. Yahvé quiso quebrantarle: Véase 52, 10 y nota; Juan 3, 16; Romanos 8, 32. La voluntad de Yahvé será cumplida por sus manos: Véase Juan 17, 4. Crampón traduce: el designio de Yahvé prosperará en sus manos, y anota: “literalmente: su deseo, su obra, la conversión de todos los pueblos y el establecimiento del Reino de Dios en el mundo”. Cf. 52, 3 y nota.

[7760] 11. Cf. Hebreos 12, 2. Justificará a muchos por su doctrina: otros traducen con su conocimiento. En el momento culminante de la vida de Jesús, lo oímos hablar con su Padre y decirle: “En esto consiste la vida eterna: en conocerte a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo tu Enviado... Santifícalos en la verdad: la verdad es tu Palabra” (Juan 17, 3 y 17). Y cargará, etc.: Es la definición que el Precursor habrá de dar de Cristo como Cordero de Dios. Véase I Pedro 2, 24.

[7761] 12. Repartirá los despojos: Cf. Colosenses 2, 15; Romanos 8, 17; Apocalipsis 19, 17 s. Fue contado entre los facinerosos. ¿No fue Jesús asociado a dos criminales, y no se prefirió en su lugar a Barrabás, ladrón y asesino? Intercedía por los transgresores, y ¡qué consuelo! sigue intercediendo por nosotros. Véase Hebreos 7, 25 y nota; Eclesiástico 24, 14 con la nota sobre el sacerdocio de Cristo.

[7762] 1. Esta profecía trata de la nueva Jerusalén. “El profeta describe aquí los efectos maravillosos de la muerte del Mesías, tales como acaba de prometerlos” (Le Hir). Como observa Crampón, la desechada es Sión, después de rechazada por Dios; la que tenía marido es también Sión cuando estaba unida a Yahvé por una santa alianza (cf. Jeremías 31, 32; Oseas 2, 17-20); y sus hijos son los israelitas fieles y los paganos convertidos. Véase 49, 21 ss.; Salmos 101, 16 s.; Gálatas 4, 27. Lo mismo interpretan en general los otros autores modernos, apartándose del sistema seguido por Scío, Martini y otros, que trataban de aplicar a la gentilidad lo que se dice a Israel. No puede, en efecto, llamarse esposa abandonada la que nunca fue esposa (la gentilidad), como tampoco puede referirse ese abandono a la santa Iglesia.

[7763] 4. La vergüenza de tu juventud: Alusión a las infidelidades del pueblo de Israel desde el desierto. La viudez es el tiempo del abandono por parte del esposo Yahvé (versículo 1 y nota).

[7764] 5. Dios de toda la tierra: por donde se ve que la profecía se extiende más allá del retorno de Babilonia. Véase 27, 12 y nota.

[7765] 6 ss. Te ha llamado: Véase Oseas 2, 14 ss.; Jeremías 31, 10. Como a la esposa de la juventud que ha sido repudiada: “Es decir, una mujer que uno ha tomado en su juventud y que por eso es más amada. Cf. Jeremías 2, 2; Malaquías 2, 14. Dios amará para siempre a Sión después de haberse reconciliado con ella” (Fillion). Con gran misericordia (versículo 7); con eterna misericordia (versículo 8): Es la nota característica de esta admirable profecía. Cf. 60, 10; Jeremías 31, 3.

[7766] 9. Sobre el pacto que Dios hizo con Noé véase Génesis 9, 11.

[7767] 10. Sobre el carácter perdurable de esta nueva alianza véase Hebreos 8, 8 ss.; Jeremías 31, 31 ss. San Pablo vuelve a recordarla a los judíos en Hebreos 10, 16 y los exhorta luego a entrar, por la Sangre de Cristo, en el camino nuevo y viviente que Él abrió para nosotros. Cf. Salmos 104, 8 y nota.

[7768] 11 s. Magnífico cuadro de la grandeza y belleza de la nueva Jerusalén. Véase Tobías 13, 21 s.; Salmos 50, 20; 68, 36; cf. 27, 2; 61, 4 y notas. En cuanto a la Jerusalén celestial, que es nuestra madre (Gálatas 4, 26), o sea la Iglesia en sus Bodas con el Cordero (Apocalipsis 19, 6-9), vemos su descripción en Apocalipsis 21, 2 y 10 ss. Aunque la vocación de los gentiles había sido predicha desde Moisés (Deuteronomio 32, 21), San Pablo declara que él fue elegido para revelar los misterios de la actual Ley de gracia en Cristo, escondidos antes, aun para los ángeles. Véase Efesios 3, 8-11; Colosenses 1, 25 ss. Cf. Mateo 13, 35; Romanos 16, 25 s.; I Pedro 1, 20.

[7769] 13. Jesús recuerda este pasaje a los judíos (Juan 6, 45) para afirmar el carácter divino de su enseñanza como maestro enviado de Dios (Juan 3, 2), y mostrarles los maravillosos bienes que Él venía a traer a Israel. Véase 35, 5 y nota; Hebreos 8, 11. Cf. 55, 4; Jeremías 31, 34; Juan 6, 45.

[7770] 15. Aquí la Vulgata difiere del hebreo y dice: He aquí que vendrá el forastero que no estaba conmigo; y el que en otro tiempo era extranjero para ti, se unirá contigo. Es frecuente en los profetas este anuncio de que se congregarán los gentiles con Israel para tributar homenaje al Rey Mesías en la nueva Sión. Cf. 2, 3; 60, 5 ss.; Miqueas 4, 1 ss., etc.

[7771] 16. Quiere decir: nadie podrá derrocar el nuevo reino de Dios. No prevalecerán contra él las puertas del infierno.

[7772] 17. Esta es la herencia: Cf. Salmos 149, 5-9.

[7773] 1. Estupenda invitación de la Sabiduría, que es Cristo, a disfrutar las maravillas de su gracia y de su reino (véase Proverbios 9, 4 s. y notas). Todo se da gratis (66, 13 y nota; Efesios 2, 8 s.; Romanos 11, 6), pero es para los que lo desean, para los que están sedientos de verdad y de vida. Véase Salmos 80, 10; Eclesiástico 51, 32 s.; Juan 7, 37 s.; Apocalipsis 22, 17 y notas. Estas palabras: “sedientos, venid a las aguas”, son ideales como dedicatoria para obsequiar una Biblia.

[7774] 2. Lamento dolorido del corazón de Dios: ¿Por qué, por qué preferimos la sabiduría falsa del mundo y las promesas que no se cumplen? Véase la sabia confesión de David en Salmos 118, 85 y la nota.

[7775] 3. Las magníficas promesas hechas a David (II Reyes 7, 16) solo se han de cumplir en Cristo, pues Israel no satisfizo la condición (III Reyes 2, 4 y nota). San Pablo las reiteró a los judíos, pero ellos no le creyeron. Véase Hechos de los Apóstoles 13, 34-46. Cf. 54, 10; Salmos 88, 20-38 y notas.

[7776] 4. Testigo, caudillo y maestro, son nombres que nos ilustran sobre la múltiple misión del Mesías. Véase Apocalipsis 1, 5, donde Jesús es llamado el testigo fiel. Nadie vio nunca a Dios sino el Hijo (Juan 1, 18), por lo cual solo Jesús podía darnos noticia del Padre y testificar que era Dios. Véase Juan 3, 11 y 32; 6, 46; 14, 9; 15, 15; Mateo 5, 17, etc. El título de Caudillo (dux) o dominador, le es atribuido muchas veces a Cristo en ambos Testamentos (cf. 9, 6 s.; 16, 1; Jeremías 30, 21; Daniel 9, 35; Hechos de los Apóstoles 5, 31; Apocalipsis 17, 14 y 19, 16, etc.) y especialmente en la profecía de Miqueas (5, 2) usada en la liturgia de Adviento (martes de la 3ª semana, Antífona del Benedictus), porque fue el texto con que los doctores de Israel certificaron a Herodes el nacimiento de Jesús. Véase Mateo 2, 2-6. Cf. Lucas 1, 32. En cuanto al título de Maestro por excelencia que Jesús reclama exclusivamente para Él (Mateo 23, 8), véase 54, 13 y nota.

[7777] 5. Llamarás a pueblos que no conocías: es decir, a los gentiles. Cf. 54, 15; 56, 7; Salmos 17, 44 s. y notas.

[7778] 7. Rico en perdonar: Es decir que esa superioridad infinita de los pensamientos de Dios sobre los nuestros (versículos 8-9) no alude a lo que Él nos aventaja en inteligencia (véase sobre esto Salmos 91, 6; 93, 11 y notas) sino en bondad (cf. Jeremías 29, 11, que forma el Introito repetido en todas las últimas Misas del año litúrgico). Porque los caminos del hombre apenas llegan al ideal de una justicia jurídica que da a cada uno lo suyo como en el Derecho Romano. Los caminos de Dios, en cambio, son todos de misericordia, como que toda la técnica divina está fundada en la Redención, en que el Inocente pagó por los culpables (véase Mateo 5, 44-48; 7, 2 y notas). De ahí lo poco que sirve “el buen sentido” y la lógica de los hombres para entender el Evangelio (Lucas 10, 21; 16, 15). Notemos de paso cuán preciosas lecciones de doctrina se hallan en estos Libros proféticos, que suelen mirarse como exclusivamente destinados al anuncio de cosas futuras. Un apologista católico resume con esta feliz expresión el contenido misterioso de esos designios divinos, tan diferentes de los nuestros: “En el frontispicio del templo de la Religión Cristiana, levantado por el Hijo de Dios sobre la tierra para recordar a los hombres su destino eterno, veo escritas, con letras de fuego, dos palabras que sintetizan cuanto se contiene en el interior de ese templo divino. La primera plantea el problema religioso y dice: Contradicción; la segunda resuelve el problema con luz sobreabundante y dice: Amor.”

[7779] 8 s. Mis pensamientos no son vuestros pensamientos. Cf. Salmos 91, 6; 93, 11 y notas. He aquí la clave para comprender las vicisitudes de nuestra vida y de la historia. “Creemos siempre que Dios debe pensar como nosotros pensamos y debe tener los mismos conceptos de amor, de justicia y de bondad que tenemos nosotros. Estamos tan convencidos de estar en lo cierto, que quedamos consternados, desconcertados delante de muchos acontecimientos, pues nos parecen incompatibles con el amor o con la justicia, según nuestro concepto. Y empezamos a dudar, no de nuestro modo de pensar sino de Dios. Dudamos porque no comprendemos” (Elpis). Dios nos revela aquí que sus pensamientos y sus caminos se elevan sobre los nuestros como el cielo se eleva sobre la tierra. Si reconocemos esto y confesamos que estamos en la oscuridad; si pedimos luz e instrucción por sentirnos ignorantes; si contemplamos los designios que Dios nos ha revelado en la Escritura, entonces se ensancha el horizonte de nuestra pobre inteligencia y nos hacemos capaces de comprender los caminos de Dios, su justicia, su sabiduría y su bondad.

[7780] 11. ¡Qué consuelo para el predicador! La palabra de Dios jamás dejará de dar fruto; está dotada de fertilidad sobrenatural, y nunca hemos de creer que predicamos en balde. Véase Marcos 4, 26 ss.; Juan 4, 36 ss.; Hebreos 4, 12, etc. A este respecto dice León XIII en la Encíclica “Providentissimus Deus”: “Quienquiera que hable, penetrado del espíritu y de la fuerza de la palabra divina, no habla solamente en palabras, sino también con poder, y con Espíritu Santo y con gran plenitud (I Tesalonicenses 1, 5). En cambio, hablan fuera de tono y neciamente, quienes al tratar asuntos religiosos y proclamar los divinos preceptos no proponen casi otra cosa que razones de ciencia y prudencia humanas, fiándose más de sus propios argumentos que de los divinos. Su discurso deslumbra con fuego fatuo; pero necesariamente es lánguido y frío, porque carece del fuego de la palabra de Dios (Jeremías 23, 29).”

[7781] 12 s. La transformación de la naturaleza es figura y señal de la salud mesiánica. Véase 11, 6 ss.; 35, 1 ss.; 41, 18 ss.; 44, 23; 49, 13; Salmos 95, 11 ss.; 97, 7 ss.; Sabiduría 5, 21 ss.; 16, 17; 19, 18 ss.; Romanos 8, 21 y notas. También tenemos aquí una prueba de la estrecha unión entre la naturaleza y la religiosidad: Una religiosidad sana estrechará los vínculos del amor a la naturaleza, y un sentimiento noble de ella podrá ofrecer mucho alimento y gran estímulo a la religiosidad. A toda religiosidad acompañada de tristeza insana, se la debería recetar una ración de naturaleza. Lombez trata duramente a los cristianos afligidos: “Cuando la creación entera prorrumpe en gritos de alborozo en presencia de su Creador; cuando el monte y el llano, la roca y la colina se estremecen de alegría; cuando el río y el arroyo que presurosos y murmurando alegres, corren a su destino, parece que aplauden a la gloria del Señor (Salmos 97, 8), ¿cómo vosotras, almas melancólicas, insensibles a las alegrías de todas las creaturas, cómo perseveráis en silencio tétrico y siniestro?” Véase 52, 9 y nota.

[7782] 2. Todos tendrán derecho de ciudadanía en el nuevo Reino si obedecen a sus leyes. De estas, una se menciona particularmente: el mandamiento de guardar el sábado como muy grave (véase Génesis 2, 3; Éxodo 20, 11-20; 31, 13-17, etc.). Sin la celebración del día del Señor, el culto de Dios no puede realizarse debida y dignamente, como bien lo muestra la experiencia; ni puede el hombre asegurarse su vida verdadera, si solo se ocupa de la que no lo es.

[7783] 3. Véase 14, 1 y nota. No diga, etc.: Como observa Fillion, los gentiles hablan aquí “como si temieran verse privados del privilegio de pertenecer al pueblo del Mesías en los felices tiempos anunciados más arriba”. Cuando Israel rechazó al Mesías, Jesús hizo igualmente la maravilla de admitir a todas las naciones en la Iglesia de los nuevos hijos de Dios que Él compraba con su sangre (Juan 11, 51 s.), derribando el muro de separación (Efesios 2, 14), de modo que todos pudiesen hacerse hijos de Abrahán por la fe (Romanos 4, 16 s.), como se vio en el caso de Cornelio (Hechos de los Apóstoles 10), de modo que el delito de Israel viniese a ser la salvación nuestra, a la espera de su conversión. Véase Romanos 11, 11-15.

[7784] 4. Los eunucos: también sobre esto tenemos un ejemplo admirable en Hechos de los Apóstoles 8, 27 ss. Cf. Deuteronomio 23, 1. San Jerónimo ve aquí un elogio de la virginidad según las palabras de Jesús en Mateo 19, 12, y hace notar que en Israel la bendición del hombre estaba en sus hijos. “Ahora, en cambio se dice: «No digas: he aquí que soy un tronco seco», y en vez de hijos e hijas tendrás un lugar en el cielo por toda la eternidad” (A Eustoquia).

[7785] 7. En la nueva Alianza no habrá distinción entre los israelitas y los gentiles advenedizos (véase 54, 15; Ezequiel 47, 22 s.). Todos serán llevados al santo Monte (Sión) y a la Casa de oración (Templo). Véase Jeremías 7, 11; Mateo 21, 13. San Pablo señala también a los cristianos que, para ellos, no vale la distinción entre judío y gentil, sino la fe, la cual obra por amor (Gálatas 5, 6). Sobre los holocaustos y sacrificios: cf. Salmos 50, 21 y nota. Casa de oración: cf. Mateo 21, 13; Marcos 11, 17; Lucas 19, 46.

[7786] 8. Cf. Éxodo 37, 21 s.; Efesios 2, 11 ss.; Juan 10, 16 y nota.

[7787] 9 ss. Súbito y tremendo cambio de lenguaje. Atalayas (versículo 10) llama el profeta a los caudillos y sacerdotes. ¡Ay de ellos si persiguen sus propios intereses, si viven cómodamente, si se callan ante los abusos como perros mudos, si se dejan guiar por razones políticas y personales en vez de predicar y practicar la doctrina que predican! Véase Jeremías 6, 13; 12, 10; 18, 10; Fil. 2, 21; I Timoteo 4, 1 ss.; II Timoteo 3, 1 ss.; II Pedro 2, 1 ss.; 3, 3; III Juan 9 s.; Judas 18, etc. Nótese el contraste con la figura del verdadero apóstol y pastor en I Pedro 5, 1 ss.; I Corintios 4, 9 ss.; II Corintios 2, 14 ss.; 4, 2; 6, 3-10; I Timoteo 3, 1 ss.; II Timoteo 2, 2 ss.; 3, 10 ss.; 4, 2 ss.

[7788] 12. Mañana será como hoy: Cf. 22, 13; Salmos 9B, 6; Sabiduría 2, 6-9; Proverbios 23, 35; Lucas 12, 19; I Corintios 15, 32.

[7789] 1 s. Tomamos aquí de Fillion esta elocuente cita anónima: “La suerte de los justos en semejantes tiempos forma un perfecto contraste con la vida que llevan esos jefes indignos (véase 56, 10 ss.). Mientras estos lo pasan en festines, aquellos mueren, y nadie comprende la amenaza que encierra esa muerte prematura; nadie piensa que ellos eran las columnas del edificio social que sin ellas va a desmoronarse, y que si Dios los retira es para sustraerlos del juicio que la corrupción reinante no puede dejar de atraer.” Véase Lucas 21, 34-36; 17, 34 ss.; I Tesalonicenses 4, 16 s.; Sabiduría 4, 7 ss. y notas. Sobre el destino de los justos (versículo 2) véase Sabiduría 3, 1 ss. y notas.

[7790] 3 s. Hijos de la hechicera, etc.: Nombres sumamente ignominiosos para caracterizar a los idólatras y apóstatas de la nación santa (véase Mateo 12, 39; 16, 4). Adulterio se llama la idolatría en muchos pasajes de la Sagrada Escritura, como también se llama fornicación a la apostasía (véase 1, 21; Éxodo 34, 15; Oseas 2, 4 ss.; Santiago 4, 4; Apocalipsis 17, 2, etc.).

[7791] 5. Alusión a los excesos sexuales que estaban en relación con el culto de Astarté, representada por árboles frondosos. Véase Jueces 3, 7; III Reyes 18, 19; IV Reyes 21, 7; 24, 4 s. Sacrificaban también hijos en los torrentes, p. ej. en el valle de Hinnom (IV Reyes 16, 3; 23, 10; II Paralipómenos 28, 3; 33, 6; Jeremías 7, 31; 32, 35 y notas).

[7792] 7. En los montes solían adorar a los dioses, lo cual en la Biblia se llama fornicación y adulterio. Véase III Reyes 3, 2; 15, 14; IV Reyes 18, 4; 23, 8; Jeremías 2, 20.

[7793] 8. Tu memorial: quizás: tus ídolos, tus amuletos; o tal vez: el billete en que citas al adúltero.

[7794] 9. En vez de rey leen algunos Moloc. Sobre la inmolación de niños a Moloc, véase versículo 5 y nota. Con respecto a Baal cf. Jeremías 19, 5. Scheol: los infiernos.

[7795] 10 s. En pasajes como este, que solemos leer como indiferentes y de un interés meramente histórico, es donde suelen hallarse los datos más preciosos para el conocimiento de Dios y del abismo de amor que Él prodiga. “Lo vemos aquí no vacilando en presentarse como un esposo paciente, aun frente al adulterio de aquella a quien ama. Y ¿qué le reprocha? ¿Acaso que lo haya incomodado con sus muchos pedidos? ¡Todo lo contrario: que no haya recurrido a Él! Una inmensa enseñanza se desprende de aquí para juzgar el problema de nuestro tiempo. Mucho se repite que la salvación está en volver a Dios. Pero se piensa más bien en los ateos que desconocen su existencia, y no se piensa bastante en los que se consideran creyentes y solo confían en la fuerza de sus manos, mirando a Dios solo como a un juez cuyos mandatos hay que cumplir, y no como al Padre sin el cual nada podemos, y que está deseando ayudarnos y solo espera que recurramos a Él sin vacilar. La apostasía, que está anunciada para los últimos tiempos (Lucas 18, 8; II Tesalonicenses 2, 3) no puede ser solamente la de los ateos, sino la de los que se llaman creyentes y sin embargo dudan, porque no alimentan su fe con la palabra de Dios. No es la existencia de Dios lo que hoy se niega teóricamente: es, en la práctica, su Providencia, su actividad, su amor de Padre que nos demostró dándonos su Hijo, y la necesidad que nuestra naturaleza perversa tiene de su gracia redentora, sin la cual no somos capaces de ninguna virtud.” Como se expresa en el versículo 13, la recompensa es para el que confía.

[7796] 12. Tu justicia: Expresión irónica: es decir, mostraré que no tienes justicia alguna. Tus obras no te aprovecharán. Véase las graves revelaciones de San Pablo sobre la esterilidad de cuanto se hace sin fe y sin amor (I Corintios 13, 1-13).

[7797] 13. Mi santo monte: Sión: Véase 2, 3 s.; 60, 5 s.; Miqueas 4, 5 s., etc. La tierra: el país de Palestina.

[7798] 15. Promesa admirable, que es el privilegio de los que se hacen pequeños. Véase 66, 2. También puede extenderse el concepto a los que sufren (versículo 18), según se expresa en 61, 2 y Salmos 33, 19 y nota. Por eso bienaventurados los que lloran (Mateo 5, 5). Nótese que el mundo tiene horror a este dolor suave y pacífico (versículo 19) de las pruebas que Dios manda, y sin embargo se somete a otros peores sufrimientos por vanidad, y aun por odio, como sucede en las guerras (versículo 21). Cf. nuestro estudio sobre Job y el dolor en “Job, el Libro del Consuelo”.

[7799] 17. Su codicia: Cf. 56, 11; Salmos 118, 36; Jeremías 6, 13; Ezequiel 18, 7 y 16; Colosenses 3, 5; I Timoteo 6, 9.

[7800] 19. Yo que creo la paz, fruto de los labios, etc. Otra traducción: El que crea la alabanza en los labios (dice) paz, paz al que está lejos y al cercano. Según Fillion aludiría a los paganos y a los judíos (Efesios 2, 17); o quizás señala a los judíos de la diáspora o dispersión, y a los de Jerusalén. Cf. Zacarías 6, 15.

[7801] 21. No hay paz para los impíos, “porque el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14, 17). La verdadera paz viene solo de Dios. “El demonio, dice Santa Teresa, da paz para hacer después mucha mayor guerra” (Moradas V, 2, 9), y más adelante exclama la santa Doctora: “¡Quién supiera las muchas cosas de la Escritura que debe haber para dar a entender esta paz del alma!” (Moradas VII, 3, 13). Cf. 48, 22; Sabiduría 3, 11; Jeremías 6, 14; Juan 14, 27; 16, 33; Gálatas 5, 22.

[7802] 1. No ceses: Misión y responsabilidad del pastor o profeta enviado. Hay en este bellísimo capítulo enseñanzas fundamentales de espiritualidad. “El que no instruye al pueblo que le ha sido confiado para convertirlo en piedras pulidas para la reconstrucción de la Iglesia, no puede ser llamado apóstol, ni profeta, ni evangelista, ni pastor, ni doctor” (San Jerónimo).

[7803] 2. Isaías retrata y azota el farisaísmo de los que se creen justos y discuten con sutileza los juicios de Dios, “queriendo justificarse a sí mismos”, como dice el Evangelio (Lucas 10, 29; 16, 15), con obras inventadas por ellos (cf. 5, 10 y nota), pero sin cumplir con la única justicia que es la de su santa Ley (Salmos 4, 6 y nota). Véase 29, 13 y Mateo 15, 3 y 8-9, donde Jesús expone la misma doctrina; y nótese en 50, 4 y nota, cómo continúa este paralelismo entre ambos Testamentos sobre este punto que Dios nos presenta aquí como fundamental para Él y que, como vemos, no se refiere a los pecadores faltos de religión, sino a la deformación de la religiosidad. Véase también Mateo 23 y Lucas 11, 37 ss.

[7804] 3 ss. ¿Por qué ayunamos? Importa mucho reflexionar sobre esta exclamación del pueblo y la divina respuesta que es terminantemente negativa. No se piense que las maceraciones corporales tienen valor en sí mismas, como si Dios se gozase en vernos sufrir (véase Colosenses 2, 16-23 y notas). Lo que Él quiere son “sacrificios de justicia” (véase Salmos 4, 6 y nota), es decir la rectitud de corazón para obedecerle según Él quiere y no según nuestro propio concepto de santidad, que muchas veces es producto de nuestra soberbia. De ningún provecho son los ayunos y otras buenas obras si les falta la recta intención, si su raíz es la hipocresía, y si son acompañados de dureza contra los pobres y deudores (Ezequiel 1, 7 y 16). “De nada sirve quitar al cuerpo su nutrición, si el alma no se aparta de la iniquidad, y si la lengua no deja de hablar mal” (San León Magno), ¡Cuántos se precian de cumplir los preceptos y aún más, pero el motivo de su actividad no es otro que el amor propio! “En verdad ya recibieron su recompensa”, dice el Señor (Mateo 6, 2). Es porque, etc., es la respuesta de Dios a los que con Él disputan. Véase Sabiduría 9, 10 y nota.

[7805] 6. Los versículos 6-12 inculcan el amor al prójimo. En esto se muestra la verdadera piedad. “La religión pura y sin mancha delante de Dios Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y preservarse de la corrupción de este siglo” (Santiago 1, 27). Cf. 1, 10 ss.; 42, 3 s.

[7806] 7. Tu carne: es decir, tu prójimo. Véase Mateo 25, 35 y nota. “Todo hombre es carne vuestra” (San Jerónimo).

[7807] 8. Prorrumpirá tu luz como la aurora: Cuando partas tu pan con el hambriento y sacies las almas afligidas, no tardará en brotar en ti mismo la luz del consuelo. “Has quitado al prójimo una carga y has quedado libre de la tuya. Quisiste cuidar a un enfermo y has curado la herida de tu corazón. Quisiste consolar a afligidos y has consolado tu propia alma. Quisiste atenuar un dolor ajeno y has moderado la agudeza del tuyo. Quisiste dar y has recibido” (Mons. Keppler, Escuela del Dolor, 278). Cf. versículo 10.

[7808] 9. El yugo, es decir, la opresión del pobre. Extender el dedo era señal supersticiosa para alejar a los demonios, pero puede entenderse también de los gestos amenazadores de la soberbia y de la falta de misericordia. Bien vemos aquí que la caridad era, desde el Antiguo Testamento, no solo la primera y la mayor, sino también la causa y la condición de otras virtudes, como también de toda prosperidad (véase Eclesiástico 28). San Isidoro de Sevilla expresa este concepto con respecto a los obispos diciendo que ellos deben “poner su castidad al amparo de la caridad”.

[7809] 10. Nacerá tu luz en medio de las tinieblas: “Son muchos los que buscan la luz y que creen poder encontrarla haciendo estudios, escudriñando obras filosóficas, penetrando en las profundidades de la ciencia. Lo hacen porque confunden conceptos, y suponen que es necesario una inteligencia desarrollada para recibir la luz, tomándola como privilegio de los intelectuales. Se olvidan que la luz es un don gratuito que Dios da gratuitamente a los pequeños.” Cf. Lucas 10, 21 y nota.

[7810] 12. Las ruinas antiguas: Esos hombres piadosos reconstruirán Jerusalén y las otras ciudades de Palestina. Cf. 61, 4, donde esto se anuncia como obra mesiánica y sin la condición previa del versículo 10. Véase Jeremías 30, 13 y nota.

[7811] 13 s. El día del Señor no es festivo para diversiones mundanas, negocios y vanidades, sino un día de delicias, esto es, un día precioso para nosotros, agradable a Dios y propio para escuchar y leer sus palabras, y hacer buenas obras. Véase 56, 2 y 6.

[7812] 14. Te elevaré sobre las alturas; literalmente: te haré cabalgar sobre las alturas, para tomar triunfalmente posesión de Palestina.

[7813] 1 ss. ¡Tremendo motivo de contrición colectiva para nosotros! ¿No parece esto un cuadro de los tiempos presentes? Para no oíros (versículo 2): es decir, falta la condición requerida en 58, 12 y nota. Vuestros crímenes han levantado una barrera entre Dios y vosotros, pues el pecado está en oposición a la santidad, y la santidad por excelencia es Dios.

[7814] 4. Conciben maldad y dan a luz iniquidad: Es lo que Jesús enseña en Mateo 15, 18-20 continuando el mismo discurso que citamos en la nota a 58, 2. Cf. Job 15, 35; Salmos 7, 15; Santiago 1, 15 y notas.

[7815] 5. Telas de araña: imagen de la vanidad e impotencia del hombre entregado a sí mismo. Véase Salmos 89, 9 y nota.

[7816] 7. Citado en Romanos 3, 15 ss., recuerda a Proverbios 1, 16. Sus pensamientos: cf. 55, 8 s. y nota.

[7817] 8 ss. El profeta sigue hasta aquí condenando la doblez de su pueblo. Este toma la palabra luego (versículo 9-15) en una elocuente confesión colectiva, que es como un paréntesis antes de los admirables anuncios y promesas mesiánicas que cierran el capítulo. No conocen la senda de la paz. “No hay paz para los impíos”, dice Isaías en otro lugar (48, 22; 57, 21). Jesucristo es llamado “príncipe de paz” (9, 6), porque ha traído la paz a la tierra, la paz con Dios. Por esto los ángeles, al nacer el príncipe de paz en la gruta de Belén, entonaron aquel sublime cántico: Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (Lucas 2, 14).

[7818] 12, Nuestras iniquidades dan testimonio contra nosotros: Sería inútil disimular, ya que Él todo lo ha visto. Véase el Miserere (Salmos 50, 6 y la nota sobre la contrición).

[7819] 14. Nótese la insistencia en el concepto del versículo 4 sobre la falta de justicia y verdad. Aquí el profeta se refiere a la vida pública y a los tribunales (la plaza) que tuercen las leyes (véase Salmos 57 y 81); allí, más bien a la vida individual, y, sin duda también, a la general falta de amor por la causa de la verdad y del bien (cf. Salmos 11, 2 ss.).

[7820] 16. Dios se apresta a hacer el gran anuncio mesiánico: No había hombre: esto es, nadie capaz de salvar al infortunado Israel, de suerte que Dios tiene que encargarse Él solo de la liberación.

[7821] 17. Es la armadura del Campeón omnipotente, inmaculado, vengador. Sobre la armadura que ha de ponerse el cristiano, véase Efesios 6, 17; I Tesalonicenses 5, 8.

[7822] 18. Las islas: los gentiles de países lejanos. Nótese siempre el doble aspecto con que se anuncia al Mesías: por una parte humillado, rechazado, muerto (véase capítulo 53), y por la otra como aquí, triunfante y vengador contra las naciones (véase 40, 10; 63, 1 ss.). Lo primero se cumplió en la primera venida del Redentor; lo segundo se cumplirá en su Retorno como Juez. Cf. 42, 2 y 13; 52, 13 y notas.

[7823] 20 s. “La salvación para los exilados de Israel. El lenguaje se hace muy dulce, lleno de ternura. Este Libertador no es otro que el Mesías, como lo dice formalmente San Pablo. Romanos 11, 26” (Fillion). Para San Pablo esta palabra forma el fundamento exegético para anunciar la salvación final del pueblo judío.

[7824] 21. Profecía del reino mesiánico, cuya característica es el espíritu de verdad a quien el mundo no puede recibir (Juan 14, 17). Mi pacto, etc.: Cf. Jeremías 31, 31 ss.; Hebreos 8, 8 ss. Para siempre: Cf. Ezequiel 37, 26 ss.

[7825] 1. Este capítulo es considerado como el cuadro más brillante y más completo que Isaías ha trazado de la nueva Jerusalén. “Forma una antítesis muy notable con el capítulo 47, también muy lírico, que describió la caída ignominiosa de Babilonia, y expone los resultados de la Alianza que acaba de ser anunciada (59, 21).” Tu lumbrera: el Mesías, tu Redentor. Isaías ve el reino de la gracia, la luz de la fe, el señorío efectivo de Jesucristo en el mundo. Cf. 9, 1 s. y nota.

[7826] 2. Se deja ver sobre ti su gloria: “Jesucristo, Sol de justicia, se levanta sobre Jerusalén... A la vista de su luz todos los pueblos acuden presurosos a la ciudad santa... Jerusalén adquiere una magnificencia incomparable, sus riquezas son sin límites, pero su piedad, su santidad y su fidelidad la hacen aún más hermosa y envidiable” (Vigouroux).

[7827] 3 ss. Fillion hace notar “la premura con que los reyes y los pueblos acudirán a Jerusalén cuando Dios la haya coronado de esplendor… Jerusalén recibirá las ricas ofrendas de los paganos, que le llevarán al mismo tiempo aquellos de sus hijos que habían hecho cautivos”. Este pasaje se aplica en la liturgia a los Magos que como representantes de los gentiles adoraron al Redentor en Belén.

[7828] 5. Las riquezas del mar, es decir, las riquezas de países lejanos (cf. versículo 6 y 9; 66, 20). La Vulgata vierte: la muchedumbre del mar, es decir, los pueblos remotos. Cf. 54, 15; 59, 18; Apocalipsis 21, 24 y notas. “El profeta, dice Nácar-Colunga en la nota a este capítulo, nos describe a Jerusalén como la capital del reino mesiánico. Iluminada por la gloria de Yahvé, atraerá a sí los peregrinos de todos los pueblos del Oriente hasta el extremo de Arabia y del Occidente hasta las lejanas tierras de Tarsis. Vienen trayendo a los israelitas para reedificar con ellos los muros destruidos de Jerusalén. Jerusalén, convertida en centro de peregrinación del mundo entero, verá acudir a ella las riquezas de las naciones para enriquecer a los hijos de Israel, en cuyos oídos debían de resonar estos oráculos como suavísima música (Cf. Ageo 2, 8 ss.).”

[7829] 6. Muchedumbre de camellos te inundará, trayéndote oro y plata y pregonando la gloria de Yahvé. Al meditar estos grandiosos textos que la Iglesia nos pone delante como Epístola durante toda la octava de Epifanía, no podemos menos de abismarnos ante el misterio de la humillación de Jesucristo que, anunciado con tal gloria y esplendor, recibe en la cueva de Belén los obsequios de aquellos “Magos de oriente”, como los llama el Evangelio, en tanto que el perverso rey Herodes “y toda Jerusalén con él”, se alarman y necesitan que se les recuerde la profecía de Miqueas (5, 2) según la cual de Belén saldría “el caudillo que regirá a mi pueblo de Israel”; después de lo cual el rey Herodes dispone la matanza de los niños y obliga al Rey Jesús a huir a Egipto (Mateo 2, 1-13). ¿Cómo explicarse ese misterio de Cristo doliente, si no estuviera también anunciado en las profecías? (véase capítulo 53 y notas). Todas ellas han de cumplirse hasta la última jota, como dijo Jesús, pues Él “no vino a destruir la Ley ni los Profetas, sino a darles cumplimiento” (Mateo 5, 17 s.; Lucas 16, 16 s.), y “es necesario que todo lo que está escrito acerca de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos, se cumpla”. Véase Lucas 24, 25, 27 y 44 s. Madián, Efá y Sabá, pueblos de Arabia, actúan aquí en nombre de los gentiles que ofrecen sus regalos al Mesías.

[7830] 7. Cedar y Nebayot (Génesis 25, 13), dos tribus del desierto, igualmente representantes de los paganos que tributan homenaje a Cristo Rey.

[7831] 8 s. Alusión a los pueblos que vienen de países desconocidos. ¿Por qué no pensar en nuestras Américas? Las naves de Tarsis, es decir, los barcos grandes que van a los países más lejanos. Véase 2, 16. Él te glorifica (versículo 9): Véase Salmos 101, 16 s. y notas.

[7832] 10. Jerusalén, destruida por los paganos (extranjeros), será también reconstruida con la ayuda de ellos. Véase 49, 17; Tob. 13, 20 s. Del mismo modo los pueblos gentiles contribuirán a la formación del reino mesiánico (versículo 14; 54, 15), así como serán llamados a la Iglesia de Jesucristo después de su rechazo por Israel. Véase 35, 5 y nota; Hechos de los Apóstoles 13, 46-48 Mateo 10, 6; Lucas 24, 47. Dios no se cansa de recalcar que su reino tendrá carácter universal e internacional, muy distinto de las esperanzas que abrigaban los nacionalistas judíos.

[7833] 11. Véase Ezequiel 38, 11. Igual expresión hallamos en Apocalipsis 21, 25.

[7834] 13. La gloria del Líbano: el cedro. El lugar donde posan mis pies: Cf. 11, 10 y nota; Zacarías 14, 4.

[7835] 16. Sobre la actitud de las naciones para con la nueva Jerusalén véase 49, 13-26; 54, 15; 55, 5; 61, 5; Ezequiel 36, 23; 37, 28; Miqueas 6, 2; Zacarías 8, 13 y 22; Tobías 13, 13, etc.

[7836] 18. Así como la prosperidad, también la paz y la santidad son características de estas profecías mesiánicas. Cf. 2, 4; 11, 6 ss.; 32, 17; 61, 7; Jeremías 3, 17-19; 31, 33; Ezequiel 11, 18; 20, 40 ss.; 28, 24; 36, 22-31; 37, 23 ss., etc.

[7837] 19 s. Porque Yahvé será tu eterna lumbrera, y tu esplendor el Dios tuyo. Véase Apocalipsis 21, 23 y nota. “No hay palabra más consoladora que podamos decir a un ser querido que sufre, sea cual fuese el motivo de su dolor. Si pasa por tormentos morales y se siente desfallecer y parece estar envuelto en densas tinieblas, se sentirá aliviado y consolado al saber que el Señor será su eterna lumbrera. Si la muerte le arrebata un ser querido, y le falta el valor para quedarse en ese mundo que le parece tan vacío, tan obscuro, tan frío y tan indiferente a su dolor, este le será más suave al saber que el Sefor será su eterna lumbrera. Y si echamos una mirada al abismo del pecado, de la miseria y de la maldad, mirada que nos hace espantar y estremecer, se nos vuelve la paz y la alegría y el gozo, pensando que el Señor será nuestra eterna lumbrera.”

[7838] 21. Se compondrá solamente de justos: Lo mismo se dice en 4, 3, porque todos conocerán a Dios, como dice el Señor en Jeremías 31, 34.

[7839] 22. Véase Miqueas 4, 7; Zacarías 12, 8. Súbitamente: Véase 29, 6; cf. Apocalipsis 1, 1. A su tiempo: Véase Jeremías 30, 24; 31, 28; Daniel 10, 14; Eclesiástico 48, 27 s. Crampón traduce: A su tiempo. Yo apresuraré estas cosas. Véase I Tesalonicenses 5, 3; II Pedro 3, 12.

[7840] 1 s. Habla el Siervo de Dios. El carácter mesiánico de esta profecía es indiscutible, ya que Jesucristo la aplicó a sí mismo, después de leer su primera parte, en la sinagoga de Nazaret: “Hoy se ha cumplido la Escritura que acabáis de oír”, dijo después de leer hasta la primera parte del versículo 2 (Lucas 4, 16 ss.). Véase 11, 2; 42, 1 ss. El año de la gracia (o de la reconciliación): Alusión al año de jubileo, en el cual los siervos hebreos recobraban la libertad y se borraban las deudas (véase Levítico 25, 8 ss.). EI día de la venganza: el día del juicio. Véase 34, 8; 35, 4 ss.; Ezequiel 39, 18 s.; Joel 3, 16; Sofonías 1, 14-17; II Tesalonicenses 1, 7 ss. Cf. 2, 10-22, 63, 1 ss.; Apocalipsis 19, 11 ss. Es muy notable que Jesús no leyera la segunda parte del versículo 2, en que se anuncia el día de la venganza, o sea, del juicio, porque en su primera venida no vino a juzgar sino a salvar.

[7841] 3. Una diadema en lugar de ceniza: Es en hebreo un juego de palabras. “Entonces, oh alma mía, dice un autor piadoso, volarás llena de seguridad a los divinos y eternos abrazos del celestial Esposo, diciendo con transporte: He encontrado al que ama mi corazón, y le poseo sin temor de perderlo jamás (Cantar de los Cantares 3, 4). Mi muy Amado es mío, y yo soy suya (Cantar de los Cantares 2, 16).”

[7842] 4. Véase 54, 11; 58, 12 y notas. Este es el primer acto del drama de la regeneración de Israel (Fillion).

[7843] 6. Véase Éxodo 19, 6: “Vosotros seréis para Mí un reino sacerdotal y una nación santa.” Se refiere al cumplimiento de esa misión sacerdotal y apostólica de Israel en medio de los paganos convertidos (cf. Salmos 95, 3 y nota). San Pedro nos enseña que todos los creyentes en Cristo somos también una raza sacerdotal (cf. I Pedro 2, 9 s.; Oseas 2, 24; Romanos 9, 25 y el anuncio de Apocalipsis 5, 10). Todo sacerdocio humano no es sino una participación en el sacerdocio de Cristo, único a quien le fue dicho por su Padre: “Tú eres sacerdote sempiterno según el orden de Melquisedec” (Salmos 109, 4). Cf. Eclesiástico 24, 14 y nota.

[7844] 8. La rapiña (consagrada) en holocausto: bienes injustos, ofrecidos a Dios. Véase Marcos 7, 11 ss., donde Jesucristo condena tan sacrílego abuso. Cf. Eclesiástico 35, 14 y nota.

[7845] 9. “La raza israelita será conocida de los paganos bajo un aspecto muy honorable. Este pensamiento es repetido tres veces de un modo solemne” (Fillion). De ahí que, como observa un escritor, no se puede odiar, por amor de Dios, una raza a quien Él ama todavía (Romanos 11, 28), ni despreciar al linaje de Abrahán, al cual los cristianos hemos de pertenecer por la fe (Romanos 4, 16 ss.), por donde todos “espiritualmente somos semitas” (Pío XI).

[7846] 10 s. He aquí el Magníficat de Jesús Redentor, que empieza casi con las mismas palabras que usa María (Lucas 1, 46 ss.), porque, como señalan los expositores modernos, es el Siervo de Dios quien habla aquí, triunfante como Esposo (cf. 59, 17) y no Jerusalén ni la Iglesia. La figura del Esposo coronado se presenta también en el Cantar de los Cantares 3, 11. Sobre la Esposa ataviada, cf. Apocalipsis 19, 6-9. Es de admirar en el divino Verbo este lenguaje de sublime humildad filial que, aquí lo mismo que en el Evangelio, atribuye al Padre toda la gloria, al proclamar, como María, que fue Yahvé quien lo revistió de sus atributos de Salvador. Ante todas las naciones, es el lenguaje de Simeón en su profecía de Lucas 2, 32.

[7847] 1 ss. Es el profeta quien retoma aquí la palabra, pues habla del Mesías en tercera persona, y lo mismo hace al hablar de Dios (versículo 2). El Mesías es llamado “Justicia” (Vulgata: el Justo) y “Salvación”, o sea, Salvador. Cual luz: Este carácter de Jesús es constantemente señalado en el Nuevo Testamento (véase Juan 1, 4-9; 3, 19; II Corintios 4, 6; II Timoteo 1, 10, etc.). Él es la luz que nos trajo el conocimiento sobrenatural del Padre (Juan 1, 18; 3, 32; 6, 46), para preceder al amor que nos sería dado después por el Espíritu Santo que el mismo Cristo nos ganó (Romanos 5, 5; Juan 7, 39). De ahí que ese conocimiento sea condición previa del amor, esto es, que la vía iluminativa deba preceder a la unitiva. En sentido profético, la plenitud del tiempo en que debían cumplirse tantas y tan admirables promesas, se produjo (versículo 11) cuando nació ese Justo aquí anunciado, que fue el propio Hijo de Dios (Gálatas 4, 4 s.; Marcos 1, 15). Pero Él vino, y los suyos no lo recibieron (Juan 1, 11). De ahí que San Pedro, recordándoles su infidelidad, los mueva al arrepentimiento y renueve las promesas, pero esta vez en Cristo resucitado (Hechos de los Apóstoles 3, 12-26), ante lo cual los altos jefes de la Sinagoga se opusieron a que “anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos” (Hechos de los Apóstoles 4, 2).

[7848] 4. Desamparada: Véase versículo 12, donde se le dará el nombre de “Buscada” y “No desamparada”. Cf. 54, 1; 60, 15 y notas. Esposa: Vulgata: Habitada: Cf. 61, 4.

[7849] 6 s. Centinelas: los profetas, que sin cesar predicaron las esperanzas mesiánicas. Véase 52, 8. Aunque Israel no carece de sacerdotes, ellos sin embargo no son capaces de mantener pura la religión de Yahvé; muchos, al contrario, han arrastrado al pueblo a la idolatría, y casi todos han provocado escándalo por su avaricia y comercialismo. La misión de los profetas consiste precisamente en ser centinelas, vigías, atalayas, a fin de controlar la pureza de la vida religiosa y darle nuevos impulsos. Los últimos centinelas de Israel fueron el Bautista, el “más grande entre los hijos de mujer” (Mateo 11, 11), el viejo Simeón (Lucas 2, 25 ss.), y Ana, la anciana de 84 años que hablaba de Jesús “a todos los que esperaban la liberación de Israel” (Lucas 2, 38). Después enmudeció en Israel la voz profética, y los judíos tienen que esperar hasta que se levante entre ellos la voz de Elías, lo cual sucederá “antes que venga el día grande y tremendo del Señor; y él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el de los hijos a sus padres, a fin de que Yo, viniendo, no hiera la tierra con anatema” (Mateo 4, 5 s.). Cf. Eclesiástico 48, 1 ss.; Apocalipsis 11, 3.

[7850] 10. Exhortación semejante a las expresadas se halla en 48, 20; 52, 11 s.

[7851] 11. En Mateo 21, 5 se cita este versículo, menos el final, añadiendo en cambio el final de Zacarías 9, 9, en tanto que el final del presente versículo es repetido en Apocalipsis 22, 12. Cf. 40, 10 y nota.

[7852] 1 ss. Bosra, ciudad de Edom. “A la salvación de Israel (anunciada en lo que precede), corresponde el castigo de sus enemigos, de los que Edom es el tipo” (Crampón) (véase 34, 5 s.; 59, 18 y notas; Salmos 136, 7; Ezequiel 35; Amós 1, 1). “Este héroe no es otro que el Mesías. Cf. versículo 4 y 62, 2. La aplicación que la liturgia hace de estos seis versículos a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, es simplemente acomodaticia, pues la sangre de que está aquí todo inundado el Siervo de Yahvé, no es la suya, sino la de los enemigos” (Fillion). Cf. 16, 9 y nota; Lamentaciones 1, 15. Este pasaje ayuda a entender el de Apocalipsis 19, 13-15, donde Jesús se presenta en igual forma. Cf. también Apocalipsis 14, 18-20.

[7853] 5. Expresiones semejantes se usan en 59, 16 ss. Cf. Jeremías 30, 13 y nota.

[7854] 6. Pisoteé a los pueblos, etc.: Pasado profético. Véase sobre esto Salmos 109, 5 s. y nota.

[7855] 7. Según la multitud de sus misericordias: Cf. Salmos 50, 3 y nota. “En tiempo del diluvio Dios se presentó como un león, e hizo desaparecer de la tierra a los pecadores; Jesucristo, en el momento de la Redención, vino como un cordero” (cf. Juan 3, 16).

[7856] 8. No serán más infieles: Cf. 1, 26; 60, 18; Deuteronomio 30, 6 y notas.

[7857] 9. Él Ángel de su Rostro: el Ángel que condujo a los israelitas, como representante de Dios. Véase Éxodo 23, 20; 33, 2; Números 20, 16; Jueces 2, 1, etc. Por ser invisible se manifiesta Dios como Ángel. Véase las apariciones de Dios en forma de Ángel en Génesis 16, 6 ss.; 22, 1; 22, 11 s.; 31, 13; 32, 29 y 31, etc. El Arcángel Miguel es también llamado defensor del pueblo de Israel. Véase Daniel 10, 13; 12 ss.; Judas 9; Apocalipsis 12, 7 ss.

[7858] 10. Nótese la mención del “santo Espíritu” (cf. versículo 11 y 14), que es, según San Jerónimo, el Espíritu Santo. El profeta recuerda el éxodo de Egipto y los milagros durante la travesía del desierto. Véase Números 11, 17 y 25. En sentido análogo dice San Judas que Jesús salvó a Israel de la tierra de Egipto (Judas 5; cf. Éxodo 14, 30). Desde el principio se nos dice que el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas (Génesis 1, 2) como principio de vida (Salmos 32, 6) y que la Sabiduría, esto es, el Verbo, o sea el Hijo, obraba con Dios desde la creación (Proverbios 8, 22 y nota), como que el Padre lo hizo todo por Él y para Él. Cf. Sabiduría 1, 2; 7, 22. Son de admirar estas luces que Dios nos revela desde el Antiguo Testamento sobre el divino misterio de la Trinidad, que solo habría de revelarse explícitamente en el Nuevo.

[7859] 13. Se refiere al paso del mar Rojo, por cuyas aguas pasaron como un caballo corriendo sin tropezar. Véase Éxodo 14, 16 ss.; Salmos 77, 13.

[7860] 14. Nótese la ternura de esta imagen, ¿Quién no fuera jumento para dejarse llevar por la mano de Dios! (véase Números 10, 33; Deuteronomio 12, 9; 32, 12; Mateo 21, 3 y nota). En el versículo 17 vemos cómo Israel arrepentido, lejos de querer libertarse de esa mano, suspira por estar sometido a ella.

[7861] 15 ss. Apremiante oración de Israel como un llamado filial al Padre de los cielos (véase Deuteronomio 26, 15) para que envíe al Mesías (véase 64, 1 ss.; Salmos 79, 15 ss.). Tu celo: La ira de Dios contra los opresores de su pueblo.

[7862] 16. Padre: Véase 64, 8. Vemos cuán alto es el concepto que Israel tiene de su Dios ya en el Antiguo Testamento (cf. p. ej. Éxodo 4, 22 s.; Deuteronomio 32, 6 Jeremías 3, 4 y 19; Sabiduría 14, 3) y que Jesús había de acentuar a cada paso. La diferencia está en que entonces el hijo era Israel, colectivamente, como pueblo; en tanto que los cristianos descendientes “de un pueblo necio” (Deuteronomio 32, 21; Romanos 10, 19), somos elegidos cada uno en particular y por haber creído en el Mesías somos hechos individualmente hijos de Dios a imagen del Hijo Unigénito (Romanos 8, 17 y 29; Juan 1, 12 s.; 15, 16), sin perjuicio de constituir colectivamente, como miembros de Él, la Iglesia, cuerpo místico del que Él es cabeza (Colosenses 1, 18) y a la cual están reservadas, más aún que a Israel, especiales promesas sobrenaturales de gracia (Efesios 2, 7 s.) y de gloria (I Tesalonicenses 4, 16 s.) y las bodas que celebrará con el Cordero como su Esposa (Apocalipsis 19, 6-9). Redentor: también este nombre conviene al divino Padre porque Él es quien envió a su Hijo, que había de redimir a Israel y también a las naciones (Juan 3, 16; Gálatas 4, 4 ss.).

[7863] 18. Tu santo pueblo la poseyó (la herencia) solo por breve tiempo (Vulgata; como si tu santo pueblo nada fuese, se han enseñoreado de él nuestros enemigos). Es como si recordase a Dios las promesas hechas a Abrahán (véase Salmos 104, 8 y nota). El versículo 19 insiste en que Israel continúa como antes de esas promesas. Han pisoteado tu Santuario: véase sobre esto el lamento dramático del Salmos 68 y notas.

[7864] 19. ¡Qué elocuente fórmula de confesión sería esta para el neopaganismo de hoy! Cf. 64, 6; Lucas 18, 8.

[7865] 1. En el hebreo este versículo está agregado a 63, 19, quedando así retrasada en un verso la numeración. “A las calamidades y suma miseria de su pueblo, el profeta no ve otro remedio que la venida de su Mesías, el cual, librándolo de los pecados, lo consuele, lo reavive y lo haga feliz” (Martini). Lo mismo anota Scío, y la Iglesia recuerda todo este pasaje (versículo 1-11) en la Liturgia de Adviento (Jueves de la 4ª semana). No se trata de una teofanía cualquiera, sino de la que viene anunciándose en los capítulos precedentes y siguientes. Oh, si… bajaras: Se trata de una aparición súbita a través de la bóveda de los cielos tal como Jesús anuncia su segunda Venida (Mateo 24, 27; Lucas 17, 24; 21, 27; Marcos 13, 26 y 14, 62; I Tesalonicenses 4, 16; Apocalipsis 1, 7; Daniel 7, 13). Cf. 45, 8 y nota; I Tesalonicenses 5, 2, etc. Es de notar que las visiones de los profetas abarcan a veces dos aspectos, uno referente a la primera venida de Cristo, y otro que contempla su segundo advenimiento. Para entender tal modo de profetizar hay que tener presente la profecía de San Pedro en Hechos de los Apóstoles 3, 20 ss., donde el Príncipe de los Apóstoles vaticina que en la Parusía de Cristo se realizará “la restauración de todas las cosas, de las que Dios ha hablado desde antiguo por boca de sus santos profetas”, es decir, que muchas profecías, especialmente las que pintan un maravilloso cuadro de felicidad, se cumplirán tan solo en el Retorno de Cristo.

[7866] 4. San Pablo cita este pasaje en I Corintios 2, 9. Los que en Él confían: Vulgata: los que te están aguardando: Véase II Timoteo 4, 8; Hebreos 9, 28; I Corintios 15, 23; II Tesalonicenses 1, 10; Tito 2, 13; Apocalipsis 22, 17 y 20.

[7867] 6. Son impuros por las injusticias que han cometido y por la falta de recta intención en sus pretendidas obras meritorias (véase Sabiduría 9, 10 y nota). El castigo que Dios les infligió es justo. Con todo, la conciencia y confesión de su miseria y la esperanza del perdón los hace dignos de la divina misericordia (cf. Salmos 50 y notas). ¿Por qué las naciones modernas no dan tales muestras de contrición colectiva para atraer el perdón y las bendiciones de Dios? Cf. 63, 19 y nota.

[7868] 8. Nuestro Padre: el dulce nombre con que comienza la Oración Dominical. Cf. 63, 16 y nota. Nosotros somos el barro. Cf. Génesis 2, 7.

[7869] 10 s. Tus ciudades santas: Vulgata: la ciudad de tu Santo, es decir, Jerusalén. Nuestra Casa tan santa (versículo 11): el Templo. Cf. Jeremías 7, 11.

[7870] 12. El corazón de Dios dará una respuesta (véase 42, 14; Zacarías 1, 2 s.). El Mesías esperado vendrá, pero esconderá su gloria en pañales para probar la fe de Israel. Y este no reconocerá al Enviado (Juan 1, 11), y Jesús, rechazado, le reprochará llorando, antes de partir, el no haber conocido el tiempo de su visita que le habría dado la paz (Lucas 19, 41-44), y le anunciará su tremenda caída y destrucción (Mateo 24, 2; Marcos 13, 2; Lucas 21, 6) por su incredulidad no solo en Él sino también en la predicación apostólica. San Pedro les hace igual reproche (Hechos de los Apóstoles 3, 13 ss.), y también San Pablo (Hechos de los Apóstoles 13, 26 ss.), mostrándoles que ese rechazo estaba igualmente anunciado por los profetas (Hechos de los Apóstoles 3, 18 y 24; 13, 27 s.), no obstante lo cual ambos les renuevan las promesas de misericordia mediante la resurrección de Cristo (Hechos de los Apóstoles 3, 19 ss.; 13, 30-33; 26, 6 s.; Romanos 4, 13; 15, 8; Gálatas 3, 16) que las extendería a todas las naciones (Gálatas 3, 28 s.). Cf. Romanos 11, 25 ss. y Mateo 23, 39.

[7871] 1. Que este pasaje se refiere a la conversión de los gentiles se colige no solamente del contexto, sino también de la interpretación que le da San Pablo (Romanos 10, 20). Déjeme buscar: Vulgata: me buscaron. “Este capítulo puede considerarse como la respuesta de Dios a la plegaria anterior, y en ella nos refiere la conducta por Dios seguida con pueblo tan rebelde; pero al fin llegará la obra de la misericordia y de la restauración de Israel” (Nácar-Colunga). Cf. Deuteronomio 28, 68 y nota; 32, 21.

[7872] 2. Un pueblo rebelde: el pueblo judío, obstinado desde un principio (véase Romanos 10, 21). En pos de sus propios pensamientos; es decir, empeñado en darme un culto que no me es agradable mientras su corazón está lejos de Mí (véase 29, 13; 64, 6; Mateo 15, 8).

[7873] 3 s. Alusión a la idolatría del pueblo judío; inmolación de víctimas a los falsos dioses, y prácticas supersticiosas.

[7874] 5. Señala el colmo de la hipocresía: se creen puros y santos, y dicen al pagano: apártate de mí; y ellos son peores que los idólatras y más responsables (Lucas 12, 47 s.). Tal fue exactamente la actitud de la Sinagoga al no querer mancharse entrando al pretorio (Juan 18, 28).

[7875] 7. Sacrificaban sobre los montes en honor de Baal y Astarté. Véase Jueces 2, 11 y 13; 3, 7; 8, 33; III Reyes 16, 31; 18, 18; 19, 18, etc. Esta terrible amenaza les fue reiterada por Jesús (Mateo 23, 35) y se cumplió sobre esa misma generación (Mateo 24, 34) en la destrucción de Jerusalén por Vespasiano y Tito el año 70, que a su vez es una figura de los terribles acontecimientos del fin del mundo.

[7876] 8 ss. En él hay bendición, esto es, algo que sería lástima perder. Quiere decir: por pura gracia (cf. Jeremías 30, 13 y nota), el Señor deja su lenguaje severo y vuelve a renovar sus grandes promesas que, como hace notar Fillion, “hemos encontrado a través del libro entero de Isaías”.

[7877] 10. Sarón se llamaba la llanura situada al norte de Jafa. El valle de Acor está cerca de Jericó, al Este. Ambas regiones, que simbolizan la fertilidad, representan toda la Tierra Santa.

[7878] 11. Vuelven aquí, hasta el versículo 15, las amenazas a Israel, alternadas siempre con las promesas. Mi santo monte: Sión. Fortuna y Destino, en hebreo Gad y Mení, personificaciones idolátricas. En vez de poner su confianza en el Señor, esperaban prosperidad a la manera de los paganos que ponían ofrendas en la mesa de Fortuna.

[7879] 12. No escuchasteis: “Ved, dice San Gregorio Magno, el endurecimiento de los judíos que no reconocen aún a Jesucristo por Mesías a pesar de las profecías que leen cada día y de los milagros que tuvieron lugar. Los elementos insensibles reconocieron a su Autor, y el corazón de los judíos, más duro que las peñas, no quiso reconocerlo, y no han querido hacer penitencia.”

[7880] 15. Martini cree ver aquí el anuncio del baldón que había de caer sobre el nombre judío después del sacrificio de Cristo. Véase Jeremías 24, 9. Otro nombre: alude quizás al nombre de cristianos, mencionado en Hechos de los Apóstoles 11, 26. Los comentaristas modernos se apartan de esta interpretación y solo se refieren a 62, 2. Véase la nota.

[7881] 16. El Dios Amen: El Dios de la verdad y fidelidad (véase Apocalipsis 3, 14). Recuérdese la expresión usual del Señor Jesús: “Amen dico vobis: en verdad os digo”, como fórmula de juramento, que el Evangelio de San Juan trae siempre duplicada: “Amén, Amén”. Quedarán olvidadas: Véase 42, 18 s.

[7882] 17 ss. Voy a crear nuevos cielos y nueva tierra: Cuadro maravilloso de una nueva plasmación del universo. Enfocando nuestra vida desde las últimas cosas, que son la resurrección y la vida eterna con cuerpo y alma, le damos un firme fundamento, porque las últimas cosas son en la balanza de Dios las primeras. Sobre ellas debe fundarse nuestra fe en el más allá, todo lo que la Iglesia nos manda creer sobre el cielo y el infierno, la contemplación del Dios Trino, y la glorificación de este cuerpo mortal. Cuidémonos de “espiritualizar” estas tan grandes verdades o diluirlas en alegorías y metáforas poéticas. Ya San Agustín combate contra estas opiniones espiritualizantes que destruyen la valiosa esperanza de toda la fe cristiana, “la bienaventurada esperanza”, como la llama San Pablo (Tito 2, 13). Véase 11, 6-9; 30, 23-26; 43, 19 ss.; 51, 6 y 16; 66, 22. En II Pedro 3, 13 y Apocalipsis 21, 1 ss. se repite el anuncio con las mismas palabras. Véase también Apocalipsis 21, 5 y la profecía de Ageo 2, 7, reiterada por San Pablo en Hebreos 12, 26. Cf. Romanos 8, 21.

[7883] 20. Este verso se ha traducido de diversas maneras. Bover-Cantera vierte: Ya no habrá allí mamoncillo de pocos días, ni anciano que no haya cumplido su vida; antes bien, el joven morirá centenario, y el pecador será de cien años alcanzado por la maldición. “La idea de esta profecía es la del retorno a la inocencia patriarcal, o más bien a la inocencia primitiva mucho más perfecta” (Le Hir). Fillion la llama “la edad de oro mesiánica” y hace notar que “la longevidad patriarcal reaparecerá”. Jünemann dice: “Será la longevidad y dicha del paraíso.” Véase Salmos 89, 10 y nota; Zacarías 8, 4. Suele interpretarse este texto también en el sentido de llegar a viejo sin lograr la madurez del juicio y de la virtud. Pero, como observa el Cardenal Gomá, “el texto dice lo contrario; se trata de los tiempos felices del Mesías: en que tendrán los justos una longevidad feliz” (Biblia y predicación p. 273). Él profeta habla solamente de la longevidad; el último enemigo, la muerte (I Corintios 15, 26) será destruido después de la última rebelión de Satanás al fin de los tiempos (Apocalipsis 20, 14).

[7884] 21 ss. Promesas varias, reiteradas en otros pasajes. Gramática anota los siguientes en la Biblia Vaticana: Edificarán… y plantarán: cf. 62, 8 s.; Jeremías 31, 5; Amós 9, 14. Estirpe de benditos: cf. 61, 9. Ellos como sus hijos (versículo 23): “Delicioso detalle: las familias permanecerán intactas; completas, las diferentes generaciones; y las diversas generaciones y edades estarán siempre reunidas” (Fillion). Los habré escuchado (versículo 24): cf. 30, 19; 58, 9 (véase también las palabras de Jesús en Juan 16, 16-26). El lobo y el cordero (versículo 25): cf. 11, 6 ss. También los animales serán asociados a la felicidad de la humanidad santificada.

[7885] 1. Antes de referirse una vez más al misterio de la nueva Jerusalén, el profeta vuelve a revelarnos que no agrada a Dios el culto meramente externo. Dueño y autor del universo, ¿para qué necesita Él de nuestros templos, si en ellos no ha de adorársele “en espíritu y en verdad”? (Juan 4, 23 s.). David, que ardía en deseos de levantar la casa del Señor (cf. Salmos 131, 1 ss. y nota), y que hizo muchos preparativos para ello, no vaciló en abstenerse y dejar esta misión a su hijo Salomón a quien Dios quería confiarla. Cf. 1, 10 ss.; Salmos 39, 7; 49, 8 ss. y notas.

[7886] 2. El templo de Dios somos nosotros (I Corintios 3, 16 s.; II Corintios 6, 16). De ahí que Él mire ante todo al interior de ese templo para ver si allí se le rinde el culto máximo que, según San Agustín, consiste en la fe, la esperanza y la caridad. La disposición del corazón contrito, que es también un don de Dios, se requiere como condición previa: es, como dice un maestro de la vida espiritual, “la zanja indispensable para hundir el cimiento que es la fe, el cual será tanto más seguro cuanto más hondo se haya cavado en la negación de sí mismo”. Véase Marcos 1, 15; cf. Jeremías 7, 4; I Reyes 15, 22; Salmos 50, 18 s.; Mateo 9, 13; Hechos de los Apóstoles 7, 49; 17, 24. Cf. el discurso de San Esteban en Hechos de los Apóstoles 7, 49-50.

[7887] 3. El sentido es que esos sacrificios mezclados con abominaciones, no son más que hipocresía. El culto puramente exterior es una abominación ante el Señor y puede ser tan malo como la apostasía. Véase 29, 13, citado por Jesús en Mateo 15, 8; Sabiduría 9, 10 y nota, etc.

[7888] 4. Reitera lo expresado en 65, 12 contra el desprecio de su Palabra, y expone una doctrina semejante a la del Salmos 17, 26.

[7889] 5. Hay aquí como un verdadero anticipo del Evangelio, donde Jesús nos anuncia tantas veces que “a causa de su nombre” seremos perseguidos, aun por nuestros hermanos (cf. Lucas 6, 22 s.; II Tim 3, 12; Juan 16, 1 s.). Que Yahvé muestre su gloria, etc. San Pedro nos previene contra los burladores de esta especie (II Pedro 3, 3 ss.), y Jesús los asemeja a los del tiempo de Noé y de Lot (Lucas 17, 26 ss.). Véase también la actitud de los fariseos que pedían a Jesús señales en el cielo (Mateo 12, 38 ss.; 16, 1; I Corintios 1, 22), y la imprecación sarcástica anunciada en Salmos 21, 9, que se cumplió a la letra en Mateo 27, 43.

[7890] 7. Un hijo varón: cf. 32, 1 y nota. Según Nácar-Colunga y la Biblia de Pirot se describe en estos versos la “multiplicación repentina de Jerusalén”, según Jünemann la “conversión instantánea y perfecta de todo el pueblo de Israel”.

[7891] 9. Es decir, no es posible que el Señor, después de haber organizado todo para el restablecimiento de su pueblo, deje abortar miserablemente su designio. Según esto, algunos interpretan este misterioso pasaje considerando que el versículo 7 es el cumplimiento de la amenaza del versículo 6 y de la burla del versículo 4: la infiel Jerusalén pretendía ver al Señor en gloria (versículo 5), y he aquí que, al contrario, verá al Mesías nacido en la pobreza, y no lo reconocerá, es decir dará a luz a su gran Hijo varón antes de estar en trance y sin sufrir por Él, esto es sin estar preparada para recibirlo, pues que rechazó la predicación del Precursor (Mateo 11, 18; 21, 25 s.), y de ahí que este Hijo, que debía ser su gloria, le servirá de tropiezo (8, 14 s.; Romanos 9, 31 ss.; Lucas 2, 34).

[7892] 11 ss. Un expositor claro y profundo del Evangelio, refiriéndose a nuestro pasaje, trae esta meditación, que puede iluminar toda una vida: “Mientras no tomemos en serio el dogma de que Dios es amor (I Juan 4, 16), es decir, mientras no lo creamos del todo, no podremos decir que vivimos la fe. Si uno invita a su mesa como padre, y alguien va a ella como a un hotel en que debe pagar con dinero y no con amor, no puede decir que acepta la invitación. «Yo os lo digo, ninguno de aquellos varones que fueron convidados gozará de mi festín» (Lucas 14, 24). Bien vemos que no se trata de cosas dejadas a nuestra elección, como tal o cual práctica devota: se trata de la recta fe, sin la cual, dice San Pablo, «es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11, 6). Porque si yo creía que un señor es un comerciante, o un verdugo, y resulta que es mi padre, no puedo decir que creía en él. Y en vano querré entonces suplir con otros obsequios la falta de la verdadera fe, pues que, como lo define el Concilio Tridentino, «la fe es el principio de la humana salvación, el fundamento y raíz de toda justificación, y sin ella es imposible agradar a Dios» (Denz. 801). ¿Cómo podría, en efecto, agradar una doncella a un poderoso príncipe que lleno de amor pide su mano, si ella le contesta que no puede corresponder a su amor, pero, en cambio, le ofrece algún dinero?” Jesús, quien es el retrato perfecto del Padre (Hebreos 1, 3), nos hace comprender fácilmente esta actitud “maternal” de Dios que por su exceso de bondad resulta increíble para el criterio humano cuando nos dice: “Al que viene a Mí no lo echaré fuera ciertamente” (Juan 6, 37). Más aún, las que consideramos como miserias, sean las que fueren, lejos de ser un obstáculo, son un título, el gran título para reclamar la benevolencia del que vino como Salvador y no se cansó de insistir en que no buscaba justos sino pecadores, no sanos sino enfermos (Lucas 5, 30-32). Véase Mons. Guerry “Hacia el Padre”, capítulo 32. Cf. 49, 15; 55, 1 y notas.

[7893] 15 s. Alusión al día del juicio según todos los comentarios. Véase 29, 6; 30, 27 s. Gramática cita también aquí II Tesalonicenses 1, 7 s.; Habacuc 3, 8; Salmos 96, 3.

[7894] 17. Yendo tras un mistagogo (Crampón: detrás del sacerdote): Alusión a los ritos paganos. Según Bover-Cantera se trata del hierofante que dirige el rito de purificación.

[7895] 18. Se refiere al día del juicio, como en Joel 3, 2; Sofonías 3, 8; Zacarías 14, 2.

[7896] 19. Pondré... una señal: Según algunos intérpretes, una señal destinada a llamar a los paganos. Más exacto, según otros comentadores, los milagros que deben acompañar a la inauguración de la teocracia bajo su nueva forma, en los tiempos mesiánicos (Fillion). Tubal: nombre de un país de Asia Menor. La Vulgata dice Italia. Javán: Grecia.

[7897] 20 s. A todos vuestros hermanos: Algunos extienden este concepto a los gentiles, que serían llevados al Reino del Mesías de diversas maneras. Otros lo refieren a los israelitas regenerados de entre las naciones. Esta última opinión parece más conforme al contexto y a los lugares paralelos que indica Gramática. Cf. 49, 22; 60, 4; Baruc 5, 5 s.; Sofonías 3, 10. Véase también 61, 6; Salmos 50, 21 y nota.

[7898] 22. Nuevos cielos y nueva tierra: Se refiere a lo anunciado en 65, 17. Cf. Salmos 88, 5 y 30; II Pedro 3, 10 y 13.

[7899] 23. De neomenia en neomenia. Véase Zacarías 14, 16; Salmos 64, 2; 65, 4; 85, 9 y nota.

[7900] 24. Se rebelaron, Crampón anota: “Cuando salgan de la nueva Jerusalén, los adoradores del verdadero Dios verán, yacentes sin sepultura sobre el campo de batalla, bajo los muros mismos de la Ciudad Santa, a todos los enemigos de Yahvé roídos por los gusanos y quemados por un fuego inextinguible.” Jesús usa esta misma expresión de Isaías para señalar la eternidad de las penas del infierno (Gehenna). Véase Marcos 9, 48 y nota. Cf. Sabiduría 5, 1 ss. No queremos concluir la explicación de este divino libro sin acentuar una vez más su importancia para la Escatología, o sea, la doctrina de los Novísimos. La luz del fin del hombre y del mundo debe iluminar la vida cristiana. Un eminente teólogo, el P. Rahner, en su libro “Teología Kerigmática” dice al respecto: “En la predicación cristiana, la escatología es la parte más importante, en cuanto que solo a su luz se puede mostrar el pleno sentido de todo el cristianismo. Sin esta mirada al “éskaton”, todo termina por ser una serie infinitamente complicada de prescripciones morales, de convicciones religiosas y de buenas intenciones.” Rahner trae como ejemplo su propia experiencia y lo que experimentó un ferviente cristiano, quien, después de estudiar los misterios escatológicos se expresa de esta manera: “Este futuro del cristianismo es para mí algo completamente nuevo. Desde que conozco esto, mi vida ha ganado un empuje totalmente nuevo. Yo había llegado a un estado de inercia total… Ejercicios de piedad y doctrina moral no llenan suficientemente. Se necesita un fin grande, objetivo, una esperanza… Cuántos despertarían de su apatía con esta esperanza. Es mi propia experiencia la que me permite decir: Volved a predicar la escatología con el sano espíritu de la doctrina cristiana, y veréis qué cristianos activos, osados y sacrificados, obtendréis para el campo del mundo.” Quien no ve “en el dogma de la segunda venida de Cristo y en el de la proximidad del Reino de Dios, más que un símbolo, una representación sensible de la proximidad espiritual de este Reino, rompe, en su mismo fundamento, la indisoluble unidad de lo visible e invisible. Verdad es, y esto constituye el más profundo contenido de la Teología paulina, que el Reino de los Cielos ya está aquí, que el “aión” venidero ya ha irrumpido en este mundo, y que está “in fieri” desde el día en que hubo Espíritu sobre la tierra. Desde la Encarnación, desde la crucifixión y desde Pentecostés, está presente el “último tiempo”. Cuando decimos “credo in vitam aeternam”, no solo confesamos la fe en el último tiempo venidero, sino también en el que “ya ha venido”: la misteriosa existencia de Cristo en nosotros” (Rahner, ibíd.).

[7901] 1 ss. Anatot, pequeña localidad, a pocos kilómetros al norte de Jerusalén, en los confines de la tribu de Benjamín, que juntamente con la de Judá integraba el reino de Judá, cuya capital era Jerusalén. El año decimotercero (versículo 2): Josías empezó a reinar el año 638 cuando tenía ocho años. El año decimotercero corresponde al año 626 o 625 a. C. Murió ese rey piadoso el año 608 en la batalla de Megiddó, después de haber destruido la idolatría (cf. II Paralipómenos 34, 1-7). Joakim (no confundir con Joaquín o Jeconías), hijo de Josías (versículo 3) reinó de 608 a 597; Sedecías, el último rey, de 597 a 587, año en que fue destruida Jerusalén y deportado su rey a Babilonia.

[7902] 5. La vocación de Jeremías comienza por un diálogo entre Dios y el profeta, que muestra que este desde antiguo había sido elegido como instrumento en manos de Dios, y que su vocación corresponde a un plan libérrimo del Señor, el cual elige a quien quiere (cf. Juan 15, 16; Romanos 9, 15 s.; Éxodo 33, 19). Nótese la gradación retórica de los términos conocí... santifiqué... he constituido. Los dos primeros expresan la voluntad predestinadora y salvadora de Dios, el tercero señala la realización de esa voluntad en el hombre. De este verso deducen San Agustín y otros Padres que el profeta, estando aún en el seno materno, fue purificado del pecado original, como más tarde el Precursor de Cristo, San Juan Bautista (cf. Lucas 1, 41).

[7903] 6. Véase igual humildad y desconfianza de sí mismo, en Moisés (Éxodo 4, 10), y en Isaías (6, 5).

[7904] 7 s. Dios refuta amablemente las objeciones a del joven profeta, le explica lo que significa ser enviado de Dios y le promete su auxilio contra los ataques de los enemigos. El verdadero profeta y predicador es necesariamente perseguido porque no se conforma con el mundo (cf. Mateo 10, 24 ss.).

[7905] 10. Se cumplirán todas las profecías que pronunciares por orden mía, las buenas y las malas, de manera que serás como un constructor y destructor de reinos.

[7906] 11. Una vara de almendro. El almendro es el primero de los árboles de la primavera, por lo cual es figura de la vigilancia. La metáfora quiere decir que Dios vela sobre el cumplimiento de los vaticinios de su profeta (versículo 12). La Vulgata vierte: una vara vigilante.

[7907] 13. Una olla hirviente: el rey Nabucodonosor de Babilonia, el cual ha de venir desde el norte, por el país de Siria. Es llamado hirviente por el furor con que actuará como instrumento de Dios.

[7908] 17 s. No les tengas miedo (cf. versículo 8): Hay un temor y un pudor que lleva a la muerte, y otro que lleva a la vida. La primera virtud que debe tener el profeta es no hacer caso de los juicios de los hombres. Por eso, “Dios les dio a los profetas un semblante como una ciudad de metal, como una piedra de diamante y como una columna de hierro, a fin de que no temiesen las injurias de su pueblo, sino que menospreciasen la desvergüenza de sus escarnecedores con frente serena y grave” (San Jerónimo, A Pamaquio). Efectivamente, los enemigos, entre los cuales se hallaban también sacerdotes, no consiguieron que el profeta callase antes de haber cumplido su trágica misión.

[7909] 1. Este primer vaticinio de Jeremías se dirige a Judá y contiene tres ideas principales: 1ª, el profeta recuerda a Israel los días felices de la liberación; 2ª, Dios les hace reproches por haberse olvidado de Él; 3ª, los acusa de haber elegido a otros dioses, impotentes ídolos. Estas ideas, generales van desarrollándose en los capítulos que siguen.

[7910] 2. Comparación muy frecuente en la Sagrada Escritura: Israel es la esposa del Señor, por lo cual la apostasía se describe con preferencia bajo la imagen de fornicación (3, 1 ss.; Deuteronomio 32, 21; Ezequiel 16, 15; Oseas 2, 2 ss.; Santiago 4, 4 s., etc.). La juventud de Israel es su estadía en Egipto y en el desierto. Con gran delicadeza alude Dios a este pobre origen, que fue el del pueblo israelita todo entero, cuyos fundadores, los doce hijos de Jacob, eran “poquísimos y peregrinos en esa región” (Salmo 104, 12 s. y nota), ya que, como lo hace notar San Ireneo, en lugar de gozarse de las promesas hechas por Dios a Abrahán y a sus descendientes, pasaron extremas penurias (Génesis 42, 1 ss.), debiendo recurrir a Egipto hasta que “fue Jacob a vivir como peregrino en la tierra de Cam” (Salmo 104, 23). Y poco después, pasada la dinastía semítica de los hyksos, favorable a José (Éxodo 1, 8 ss.; Hechos de los Apóstoles 7, 18), empezó una constante persecución y miseria para el pueblo hebreo a medida que se multiplicaba en Egipto, y así fue por largos años, al menos 250. Tal era, pues, la ínfima situación de Israel cuando Dios resolvió salvar a su pueblo escogiendo a Moisés (Éxodo 3, 7 ss.), figura de Cristo en cuanto libertador (Isaías 61, 1; Lucas 4, 18) y también en cuanto fue originariamente rechazado por su pueblo (cf. Hechos de los Apóstoles 7, 36 ss. y nota).

[7911] 3. Cosa santa para Yahvé: Cf. Éxodo 4, 22; 19, 5 s. y notas. Siendo Israel la nación teocrática, pertenece por entero a Yahvé, así como son de Él todas las primicias de los frutos (cf. Levítico 23, 10; Oseas 9, 10). Quien toma las primicias para comerlas comete un sacrilegio (cf. Levítico 22, 10 y 16). De la misma manera, el que ataca al pueblo escogido, se levanta contra Dios será castigado por Él mismo.

[7912] 5. Vanidad y vanos son sinónimos de idolatría e ídolos. Como el siervo anda tras su señor, así Israel anda tras los falsos dioses.

[7913] 7. La profanación del país, que era heredad de Dios, y no propiedad de Israel, consiste en el culto de dioses ajenos que eran tratados como si fuesen los señores de la tierra de Dios. Véase Salmo 77, 58 ss. “Así también nosotros, cada vez que pecamos, destruimos el templo de Dios e injuriamos al que habita en nosotros” (San Agustín). En vez de tierra fértil dice San Jerónimo, según su costumbre, Carmelo, porque en hebreo una misma palabra significa tierra fértil y Carmelo.

[7914] 8. Hasta muchos sacerdotes y profetas, que de un modo ejemplar deberían servir a Dios, se han plegado a Baal el dios de los cananeos. Véase Ezequiel 22, 25 s.

[7915] 10 s. Kitim (nombre antiguo de Chipre) y Cedar (parte septentrional del desierto de Arabia) son representantes de los gentiles. ¿No os da vergüenza al ver que estos paganos no cambian sus dioses, y que tributan a sus ídolos mayor reverencia que vosotros al Dios vuestro, que es el Señor del cielo y de la tierra? Su Gloria (versículo 11): Gloria (en hebreo: Cabod): se usa como nombre de Dios.

[7916] 13. Los ídolos son como pozos que no contienen agua. Son vanos y vanidad (versículo 5), ni pueden dar auxilio a nadie. Es la misma queja que profiere Jesús en Juan 5, 40. Él también, hablando con la samaritana, se compara a un manantial de aguas vivas (Juan 4, 13 s.; 7, 38).

[7917] 14. Israel no es esclavo, sino el pueblo de Dios, pero por sus vicios ha llegado a ser presa de otras naciones, los asirios y babilonios. Véase Salmo 77, 61 ss. Vernáculo se llamaba el esclavo nacido en la casa de su amo.

[7918] 16. Las ciudades de Menfis y Tafnis representan a Egipto, que era uno de los opresores que humillaban a Israel. Trasquilan tu cabeza; en señal de tu esclavitud. La Vulgata vierte: te estupraron hasta la coronilla de la cabeza.

[7919] 18. El agua turbia designa el Nilo (en hebreo: Schijor). Las aguas del Río: el Éufrates. Alusión a la alianza de los reyes de Judá con Egipto y con Asiria. Ni el uno ni el otro podrá salvar al pueblo que se ha olvidado de su Dios. Véase Isaías 30, 2.

[7920] 19. Abandonar a Dios es una cosa amarga. Es esta una verdad tan profunda, que el mundo no puede comprenderla. Y sin embargo, los goces mundanos no son más que una gota de miel que se convierte en un mar de amarguras. Lo vemos por lo que sucede al que se entrega a un vicio, a la intemperancia, a la vanidad, a los deseos de la carne o a cualquier otro goce desmedido. Vista con los ojos de la fe, la alegría del mundo es, en muchos casos, una comedia que termina en una tragedia, la tragedia más triste que pensar se pueda, la muerte. El Catecismo Romano (IV, 14, 9) cita este pasaje para enseñarnos que, por los pecados mismos, aprendamos a dolemos de ellos, y para exhortarnos a mirar bien los males que se siguen del pecado.

[7921] 20. Tu yugo, que en realidad es un “yugo suave”, como enseña Jesús en Mateo 11, 30, mas Israel es una ramera porque ha roto la fidelidad al Señor, su Esposo (versículo 2 y nota). No quiero servir: El pecado es rebeldía contra Dios; el pecador declara la guerra al mismo Señor, desnuda su espada, tiende su arco y lanza sus flechas contra el Omnipotente. “El pecador mata a Dios, cuando menos, con su deseo” (San Juan Crisóstomo). Véase 6, 16; Lucas 19, 17 y 24.

[7922] 23. Aquel valle: el valle de Hinnom, donde se quemaban los niños en el culto cruel de Moloc (IV Reyes 23, 10; II Paralipómenos 28, 3; 33, 6; etc.). El nombre del valle, en hebreo Ge Hinnom, sirve en el Nuevo Testamento para designar al infierno (gehenna). Véase Mateo 5, 22; Marcos 9, 43.

[7923] 24 s. Metáforas de crudo y elocuente realismo, muy propias para mostrarnos cómo Dios ve el fuego de la pasión. San Juan de la Cruz anota: “Como comúnmente dicen, el apetito es como el fuego, que echándole leña crece; y luego que la consume, por fuerza ha de desfallecer. Y aun el apetito es de peor condición en esta parte; porque el fuego, acabándosele la leña, decrece, mas el apetito no decrece en aquello que se aumentó cuando se puso por obra, aunque se acaba la materia, sino que en lugar de decrecer, como el fuego cuando se le acaba la suya, él desfallece en fatiga, porque quedó crecida el hambre y disminuido el manjar” (Subida del Monte Carmelo, I, 6). Es inútil (versículo 25): Así habla Israel, la viña selecta (versículo 21) después de haberse corrompido. Es el terrible destino de las almas indiferentes, peor que el de las frías (Apocalipsis 3, 15); destino peor que el de las corrompidas Sodoma y Gomorra (Lucas 10, 12); peor que el de las paganas Tiro y Sidón (Lucas 10, 14); peor que el de los publicanos y las rameras (Mateo 21, 31). Es el destino inmensamente trágico de los privilegiados, de aquellos a quienes mucho se les dio y por tanto se les pedirá mucho (Lucas 12, 48), no para que sean héroes a lo humano, sino al contrario, para que sean pequeños (Mateo 18, 1 ss.; Lucas 1, 49 y nota) y fieles a Dios. Pensemos que, según esta maravillosa doctrina, no es difícil que el refinado intelectual o gran señor sea humilde de corazón delante de Dios, tanto o más que el más modesto servidor, considerando, con santa envidia, que a este, para cumplir, le basta con su simple labor común, en tanto que los dirigentes responden por los demás (véase 9, 6; cf. Eclesiástico 3, 20; 7, 4; 31, 8 y notas). La Virgen María tenía conciencia de haber recibido más que nadie (Lucas 1, 49) y a pesar de eso, o mejor, gracias a eso, tenía más que nadie conciencia de ser simple “ancilla Domini” (Lucas 1, 48). Como paralelo de este pasaje véase el capítulo 16 de Ezequiel.

[7924] 27. Leño y piedra: ¡considerados como dioses y llamados con el dulce nombre de Padre! Es el colmo de la locura, la renegación más detestable de la filiación divina.

[7925] 31. Dios dio a su pueblo una tierra fértil (cf. versículo 7 y nota) y lo colmó de beneficios materiales. Tanto más debía este mostrarle gratitud y obediencia, porque Dios no se mostraba para Israel como un simple dominador, sino como su dicha y su presea, según vemos en el versículo 32.

[7926] 35. Antes decían: no quiero servir (versículo 20), y ahora repiten a coro: soy inocente... no he pecado. Lo mismo que hoy. “Para que nuestra confesión de haber pecado sea sincera, tenemos que reconocer nuestra culpa, de lo contrario nos asemejamos a aquellos que, encontrándolo muy natural, hasta se jactan de haber ofendido a Dios, de haber violado Su ley. Y es lo que cuesta: reconocer su propia culpa. La negamos instintivamente por nuestro innato orgullo, pues nos humilla el vernos débiles, llenos de defectos, dominados por pasiones. Si ya no nos podemos hacer mejores, entonces echamos la culpa al ambiente, a la debilidad física, a nuestro temperamento y así a Dios mismo” (Elpis).

[7927] 36. Serás burlado de Egipto: El pueblo de Dios tenía que permanecer inmune de alianzas con otras naciones, porque toda alianza política era un acto de desconfianza hacia Yahvé, una apostasía religiosa. “Esta última era evidentemente la tesis del profetismo, que, como antes había sido enemigo de la política de colaboración con Asiria, ahora, alegando los desastres de aquella, era enemigo de la colaboración con Egipto” (Ricciotti, Historia de Israel, número 522).

[7928] 37. Con las manos sobre la cabera: gesto con que se expresa el dolor (II Reyes 13, 19). El Señor frustrará los esfuerzos de todos aquellos en que has puesto tu confianza.

[7929] 1. Véase Deuteronomio 24, 4. Es notable el paralelismo de este capítulo con el 16 de Ezequiel y el 2 de Oseas. El Señor muestra su extremo furor por la infidelidad de Israel, su esposa. Hay que mirar este episodio con los ojos de un marido ofendido. ¿Qué nos parecería una esposa que dijera al marido: tú, que eres tan bueno, déjame que me vaya con otro hombre? Aquí está, decimos, todo el problema del espíritu. Porque si el esposo la colma a ella de benevolencia dándole cuanto tiene y hasta su propio ser, ese mismo amor lo lleva a querer complacerse en ella; de modo que todo podrá permitirle y consentirle, menos ese desvío. Apliquémonos esto, que es una verdadera piedra de toque para saber si amamos a Jesús. ¿Es que para divertirnos y estar alegres sentimos la necesidad de irnos con ese “otro”, que es el mundo? ¿O es que Jesús está asociado a nuestra felicidad, de modo que lo busquemos para estar alegres y tomemos en manos su Evangelio, para gozarnos en su conversación, en su “sociedad”, como Él quiere (Juan 17, 13; Lucas 10, 39 ss.; I Juan 1, 3 s.), y no solamente cuando necesitamos algo de orden temporal, o cuando tememos la muerte? En el primer caso, somos como el rico del Evangelio (Lucas 18, 24 s. y nota), es decir, somos del mundo y no tenemos amor (I Juan 2, 15), ni podemos tenerlo porque el amor es el Espíritu Santo, y sabemos que “el mundo no puede recibirlo porque no le ve” (Juan 14, 17), o sea, no piensa ni concibe que exista esa maravillosa realidad interior, porque está absorbido y “fascinado por la bagatela” (Sabiduría 4, 12). En el segundo caso, dichosos de nosotros, pues tenemos la bienaventuranza de los ricos que no han puesto su corazón en las cosas pasajeras (Eclesiástico 31, 8 y nota) y desprecian el mundo persuadidos de poseer, desde ahora, un bien infinitamente mayor (cf. Cantar de los Cantares 8, 7 y nota). “La vida sin amor no vale nada”, dice con gran verdad un proverbio popular. ¿Y qué es el amor sino esto? ¿Qué será sin esto, nuestra vida futura? ¿Concebiríamos acaso una felicidad eterna junto a un Dios cuyo trato hoy nos fuese desagradable? No obstante ello, vuélvete a Mí: Dios no es como un esposo implacable. Aunque ofendido por la infidelidad de la esposa, hace ostentación de su misericordia, mostrando que volverá a reconocer como suyo al pueblo contaminado por la idolatría. “Dios que rechaza al pecador acoge al penitente” (San Gregorio Magno).

[7930] 2. Donde no te hayas prostituido, etc.: Alusión a la idolatría, que se llama prostitución y fornicación. Cf. Ezequiel 16, 16 y nota.

[7931] 4. Padre mío: Cf. versículo 19; Sabiduría 14, 3; Isaías 63, 16; 64, 8. Dios acepta el título y nombre de Padre, porque siempre está dispuesto a perdonar. La única condición que pone es que su pueblo se arrepienta.

[7932] 6. Israel: aquí el reino de las diez tribus. Se llama apóstata por su idolatría en los montes y bajo los árboles (véase 2, 20). Comienza con este versículo un nuevo discurso profético, con nuevas amenazas para el pueblo impenitente, pero al mismo tiempo con promesas consoladoras para el caso de su conversión.

[7933] 12. Es como una invitación a las diez tribus de Israel, la nación rebelde deportada a Asiria (722 a. C.) que nunca volvió de la dispersión. Véase versículo 18; Isaías 27, 13; Ezequiel 37, 15-23; Zacarías 8, 13.

[7934] 14. Convertíos, hijos rebeldes: No nos avergoncemos de aplicar esta exhortación a nosotros mismos. “Es preciso apresurarnos, dice el Doctor de Hipona, a emplear los medios que Dios nos da para nuestra conversión, temerosos de que nos falte el tiempo si tardamos.” Cf. la misma advertencia en el Eclesiástico (5, 8): No tardes en convertirte al Señor, ni lo difieras de un día para otro. “El que promete el perdón, no promete al pecador el día de mañana” (San Gregorio Magno).

[7935] 15. “Apacentar es, ante todo, adoctrinar” (Pío X en “Acerbo nimis”, Encíclica acerca de la enseñanza de la Doctrina). Cf. I Corintios 1, 17. La ciencia y doctrina, de la cual habla el profeta, no es otra cosa que el conocimiento de Dios. San Agustín, en su libro de la Vida feliz, nos enseña prolijamente que la vida feliz consiste en conocer a Dios; y el Doctor Melifluo dice: “Conocer a Dios es la plenitud de la ciencia; la plenitud de esta ciencia es la plenitud de la gloria, la consumación de la gracia, la perpetuidad de la vida.” Cf. Juan 17, 3.

[7936] 16. Profecía mesiánica que se cumplirá en la Nueva Alianza. “El Arca santa era el símbolo de la presencia de Dios, de quien se dice que estaba sentado sobre los querubines y de allí hablaba a Moisés (Números 7, 89). En los tiempos por el profeta prometidos toda la ciudad será trono de Dios. Esto significa que se manifestará con tantos prodigios y bendiciones, que las gentes todas se sentirán atraídas a ella (Isaías 2, 2 ss.). Clara señal del mesianismo” (Nácar-Colunga). Cf. Salmo 50, 21 y nota; Hebreos 8, 8 ss.; II Macabeos 2, 4 ss.

[7937] 17. Se anuncia la Nueva Jerusalén, el reino del Mesías, en el cual se congregarán todas las naciones (Isaías 2, 2 ss.; Miqueas 4, 1 ss.; Zacarías 2, 14 s.; 14, 16 ss.; Apocalipsis 21, 2 ss.).

[7938] 19. Una tierra de delicias: la tierra de promisión. Tiene aquí un sentido mesiánico, sobre todo en la versión de la Vulgata que habla de la gloriosa herencia de la multitud de las naciones. Para nosotros la tierra de delicias que apetecemos, es estar unidos eternamente con Cristo. Comentando este pasaje, dice Santo Tomás: “La patria celestial, nuestra herencia, está iluminada por la visión divina.”

[7939] 23. Alusión al culto prohibido que se practicaba en los collados. Véase versículo 6.

[7940] 24. La ignominia, esto es, la idolatría y apostasía de Dios, que no trajo consigo más que la ruina del pueblo. La idolatría moderna, el capitalismo y materialismo, ¿no produce acaso los mismos frutos?

[7941] 1. Tus abominaciones (Vulgata: tus escándalos): los ídolos. Nótese la promesa condicional. Si Israel hubiera sido fiel, se habrían cumplido sin demora los esplendorosos anuncios de los profetas.

[7942] 3. Acerca del significado de lo sembrado entre las zarzas véase la explicación de Jesús en la parábola del Sembrador (Mateo 13, 7 y 22). Cf. Oseas 10, 12; Joel 2, 13; Romanos 2, 28 s.; Colosenses 2, 11; y la predicación del Bautista (Mateo 3, 8 ss.). San Crisóstomo agrega: “Rompamos los corazones, para que si alguna mala yerba y engañoso pensamiento hay en nosotros, la arranquemos de raíz, y tengamos limpias las tierras para las semillas de piedad.”

[7943] 6 s. El profeta hace alusión a los babilonios que han de venir desde el norte. Cf. 1, 15; 6, 1; 10, 22; 25, 9 etc.

[7944] 10. Se refiere a los falsos profetas. Es frecuente en la Biblia el caracterizar a estos como predicadores de una paz ilusoria para atraerse las simpatías. San Juan de la Cruz, tomando este pasaje en sentido místico, lo explica de la siguiente manera: “La paz que les prometía Dios, era la que había de haber entre Dios y el hombre por medio del Mesías que les había de enviar, y ellos entendían de la paz temporal; por eso, cuando tenían guerras y trabajos, les parecía engañarles Dios acaeciéndoles al contrario de lo que ellos esperaban.”

[7945] 11. Un viento abrasador: el rey Nabucodonosor de Babilonia. Otros expositores refieren estas palabras al rey de Egipto. No para aventar: Los orientales avientan el trigo, mas en este caso el viento será tan fuerte que se llevará todo.

[7946] 15. La invasión de los enemigos se realizará a través de los territorios del norte: Dan (Galilea) y Efraím (Samaria).

[7947] 18. Dios insiste sobre esta explicación en 5, 25; 6, 19; 7, 19, etc. Los malhechores beberán el vino de la ira de Dios, dice San Juan en el Apocalipsis (14, 10). “El que peca mortalmente trabaja por la segunda muerte, es decir, por el infierno” (San Ambrosio).

[7948] 19 s. Emocionante descripción de las angustias que sobrevendrán sobre Jerusalén al llegar la noticia de la invasión enemiga. El profeta Jeremías contempla como ya realizadas las calamidades que acaba de anunciar.

[7949] 21. La bandera: los estandartes de los enemigos que invaden el país.

[7950] 22. ¡Qué necio es mi pueblo! He aquí un ejemplo de la locura humana. Un pueblo que vivía de la extraordinaria benevolencia de Yahvé y se llamaba pueblo Suyo, va en pos de Baal y Astarté, pone su confianza en las “massebas”, estelas de Baal, y en las “ascheras”, árboles frondosos que simbolizaban a Astarté. El mundo moderno hace lo mismo, solo han cambiado los nombres de los ídolos.

[7951] 23 s. Los tremendos castigos se aplican primeramente al pueblo infiel, pero son, a la vez, una imagen del juicio final. Desolada y vacía: el hebreo emplea aquí la misma locución que en Génesis 1, 2 para señalar el desorden sumamente caótico. Véase Salmo 13, 2; Isaías 34, 11.

[7952] 29. Al oír el ruido de las armas todos huirán para salvarse. Cf. las señales del último juicio en Mateo 24.

[7953] 30. Se refiere a Jerusalén, que se adorna como una mujer para atraer a los amantes; esto es, a los pueblos con los cuales hizo alianzas, o tal vez, los dioses ajenos a los que se había entregado.

[7954] 1. Que practique la justicia: Véase la misma queja en 4, 23 y nota; Salmo 52, 4; Romanos 3, 10 ss. Yo la perdonaré: ¡Cuánto desea perdonarnos el Misericordioso, que desde su altísimo trono nos mira con ojos de Padre! Véase Salmo 85, 15, donde vemos su verdadera fisonomía retratada por el mismo Espíritu Santo. “Dios no se ocupa más que de mi salvación; este es el motivo por que le veo enteramente decidido a guardarme como si se olvidase de todo lo demás y no quisiese ocuparse más que de mi” (San Agustín). Cf. 33, 8; Isaías 49, 15; Ezequiel 18, 32; Joel 3, 17.

[7955] 2. Vive Yahvé: es la fórmula de jurar, para poner al Eterno por testigo del juramento.

[7956] 3. No les dolió: La Biblia llama a este estado del alma: endurecimiento. “En vez de mirar al Oriente, que es Dios, el endurecido se vuelve al Occidente, dice San Agustín, es decir, hacia el mundo, el demonio; la muerte”. Hasta el fin tendrá Dios que insistir sobre esta rebeldía de la humanidad. Véase Apocalipsis 9, 21; 16, 9.

[7957] 6. León, lobo y leopardo: nombres simbólicos de los enemigos que amenazan a Jerusalén.

[7958] 10 ss. Apostrofe a los enemigos. El Señor los invita a castigar a Jerusalén, pero sin exterminarla por completo (versículo 18). El pueblo de Judá es comparado a una viña, como en Isaías 5, 1-7. Los profetas (versículo 13): se refiere a los aduladores que prometían a los gobernantes y al pueblo un porvenir feliz, paz y prosperidad.

[7959] 14. Así como el fuego consume la leña, así será destruido el pueblo judío por las palabras (profecías) que Dios pone en boca del profeta.

[7960] 15 ss. Esta nación es la de los babilonios, que acabará con el pueblo que ha abandonado a su Dios. Devorarán, etc. (versículo 17): “Enumeración tremenda de los males que los invasores causarán al país. No obstante ello, encontramos al fin (versículo 18) la promesa consoladora del principio (versículo 10)” (Fillion).

[7961] 21. Tienen ojos y no ven. Esta fórmula de reproche es la más triste de todas, pues no tiene remedio, ve que no puede curarse la ceguera del que no quiere ver (cf. Salmo 35, 4 y nota). Jesús la toma de Isaías 6, 9 y la repite más de una vez en el Evangelio (véase Mateo 13, 14; Marcos 8, 18; Juan 12, 39 ss. y nota) presagiando a Israel, no ya una caída como esta, sino la grande que dura ya veinte siglos y de la cual esta solo fue figura.

[7962] 22 ss. El Señor recuerda su bondad con el pueblo ingrato. Es incomprensible que los judíos que lo debieron todo a su divino Protector, no le hicieran caso. Sin embargo, no seamos orgullosos. ¡Cuántas apostasías semejantes a las del pueblo judío pueden registrarse en el transcurso de la historia! San Pablo las anuncia expresamente en II Tesalonicenses 2, y el mismo Jesús en Mateo 24. Puse al mar por término la arena: Cf. Job 38, 8 ss.; Salmo 103, 9; Proverbios 8, 29. La lluvia temprana y la tardía (versículo 24): Estos dos períodos de lluvia, que dan al país la fertilidad, figuran en la Biblia como ejemplos de la bondad paternal de Dios. Cf. Salmo 146, 8.

[7963] 31. Dios nos revela aquí uno de los peores males: la influencia destructiva de los falsos profetas y sacerdotes oportunistas que dejan la predicación de la verdad, y hablan lo que gusta al auditorio. “Los labios del sacerdote han de guardar la ciencia, dice Dios por boca del profeta Malaquías, y de sus labios se ha de aprender la Ley, puesto que él es el mensajero del Señor de los ejércitos” (Malaquías 2, 7). En los castigos descritos en el noveno capítulo del profeta Ezequiel, Dios exige que el juicio comience por los ministros del santuario (Ezequiel 9, 6). San Pedro repite esta amenaza en su primera Carta (I Pedro 4, 17). La dignidad de los sacerdotes es grande, pero grande es también el perjuicio que ellos causan en las almas cuando descuidan su sagrado ministerio y no predican la palabra de Dios. “Escudriñando las historias antiguas, escribe San Jerónimo, encuentro que la Iglesia ha sido desgarrada y han sido seducidos los pueblos por los malos sacerdotes” (In Cantar de los Cantares). Cf. 12, 10 s.

[7964] 1. El enemigo, que viene del norte, obliga a la población a huir hacia el sur, en dirección de Tecoa y Betkérem situadas ambas, al sur de Jerusalén. Las dos ciudades han de dar las señales para mostrar el camino a la ingente masa de los que huyen. El pasaje puede encerrar también una invitación a socorrer a Jerusalén. Hijos de Benjamín: La ciudad de Jerusalén formaba parte del territorio de Benjamín (cf. Josué 15, 8; 18, 16 y 28), mas en realidad fue ocupada por la tribu de Judá.

[7965] 3. Habla irónicamente. Por los pastores ha de entenderse a los generales enemigos, por los rebaños los soldados. Antes venían a Jerusalén los pastores de Judá para vender sus ovejas; ahora vendrán hordas de enemigos a fin de destruirla.

[7966] 4. Los enemigos se alientan mutuamente a tomar la ciudad. Santificaos para la guerra contra ella. La santificación de los guerreros se hacía mediante sacrificios y ciertas ceremonias (I Reyes 13, 9 ss.; 21, 5 ss.; II Reyes 11, 11; Ezequiel 21, 23-28).

[7967] 9. El Señor exhorta a los destructores a proseguir su obra de una manera tan radical como el vendimiador que busca los últimos racimos.

[7968] 10 ss. Su oído está incircunciso: Están sordos cuando se trata de oír la palabra de Dios. En vista de esta sordera Yahvé ya no puede contener su ira, sino que se dice a sí mismo: derrámala (versículo 11) sobre todos, chicos y grandes, hombres y mujeres. Cf. 4, 4; 5, 3 ss.; 7, 13; 35, 15, etc. y la amarga queja de San Esteban en Hechos de los Apóstoles 7, 51.

[7969] 14 ss. Paz, paz: Es el típico lenguaje de los falsos profetas (cf. 4, 10; 5, 31 y notas). Pretenden curar las heridas del pueblo, asegurando: todo está bien; en vez de explicarle la Ley de Dios y exhortarlo a enmendar la vida. De la misma manera los impíos adormecen su conciencia diciendo en su corazón no haber pecado y estar en paz con Dios. Sin embargo: no hay paz, pues los impíos no tienen paz, como dice el Señor en Isaías 48, 22. Reprobados en cierto modo con anticipación, no encuentran el reposo que Dios tiene preparado a los hombres rectos (versículo 16). La tribulación y las angustias, dice San Pablo, son la dote de toda alma que obra mal (Romanos 2, 9). Hecha el alma razonable a imagen de Dios, nota San Bernardo, puede ocuparse de cosas diferentes de Dios; pero estas no pueden satisfacerle.

[7970] 17. Atalayas: en primer lugar los profetas, cuya misión consistía en estar alerta y señalar al pueblo los peligros. No queremos escuchar: Véase el “Non serviam” de 2, 20. En la parábola de las minas los servidores infieles dicen lo mismo en otras palabras: “No queremos que Ese reine sobre nosotros” (Lucas 19, 14).

[7971] 20. No podéis aplacar a Dios con sacrificios e incienso a menos que os arrepintáis de vuestra doblez. Cf. Isaías 1, 11; Oseas 6, 6; Amós 5, 21 ss.; Eclesiástico 35, 4; Mateo 9, 13.

[7972] 22 ss. Los versículos 22-24 dan un retrato de los enemigos, los babilonios (4, 6 y nota). En 50, 41-43 se hace la misma descripción acerca de los pueblos que van a castigar a Babilonia.

[7973] 27 ss. Dios habla al profeta encargándole de probar los quilates de su pueblo. Todos son cobre y hierro, es decir, hombres crueles y obstinados. No hay plata en ellos: ningún justo, ningún temeroso de Dios, Véase 5, 1 y nota. Sopla furiosamente (versículo 29), como para indicar la infructuosidad de la predicación del profeta. La Vulgata vierte: faltó el fuelle, lo cual, según Scío, significaría que la voz de Jeremías quedó ronca a fuerza de predicar.

[7974] 1. Se cree que, exceptuando algunos fragmentos, las siguientes profecías (capítulos 7-20) fueron pronunciadas durante el reinado de Joakim (608-598), cuando la idolatría levantó de nuevo la cabeza.

[7975] 3. Enmendad vuestra conducta, etc.: Dios no quiere la muerte del pecador (Ezequiel 18, 32) sino su conversión y salvación: “Estoy a la puerta y llamo; si alguno escuchare mi voz y me abriere la puerta, entraré a él, y con él cenaré, y él conmigo” (Apocalipsis 3, 20). “Dios, dice San Agustín, empieza por obrar en nosotros para excitar nuestro querer, y coopera concluyendo la conversión en los que la quieren. Nos previene para curarnos, nos acompaña en la salud para hacernos merecer. Nos previene hablándonos; nos sigue para nuestra glorificación. Nos previene para que vivamos en la piedad, nos acompaña para que vivamos con Él en la eternidad.”

[7976] 4. El Templo... el Templo: Los falsos profetas confiaban en el Templo y creían que Dios no permitiría su ruina. Pensamiento carnal; pues Dios mira el corazón (versículo 3) y no el aparatoso culto exterior. San Jerónimo comenta este pasaje, diciendo: “Si el cielo y la tierra han de pasar, sin duda también pasarán todas las cosas terrenales. Los lugares de la Cruz y de la Redención solo aprovechan a aquellos que llevan su cruz y resucitan cada día con Cristo, haciéndose así dignos de tan grande morada. Y los que claman: ¡Templo del Señor, Templo del Señor!, oigan lo que dice el Apóstol de las gentes: «El templo del Señor sois vosotros, y el Espíritu Santo mora en vosotros»” (A Paulino). Véase a conversación de Jesucristo con la mujer samaritana (Juan 4, 21 ss.).

[7977] 11, Esta expresión “cueva de ladrones”, usada por Jesús en Mateo 21, 13, recuerda la costumbre de los ladrones de retirarse a lugares seguros, después de cometido el robo. Así se abusaba del Templo para cubrir las maldades con las apariencias de piedad.

[7978] 12. En Silo estuvo el Arca de la Alianza en tiempo de Josué y de los Jueces (Josué 18, 1; Jueces 21, 19; I Reyes 1-4; Salmo 77, 60). Con todo, la ciudad fue destruida. Tampoco perdonará el Señor a Jerusalén que confía supersticiosamente en su Santuario.

[7979] 15. Alusión al cautiverio de las diez tribus del reino de Israel, que aquí se llama Efraím, porque la tribu de este hijo de José predominaba sobre las otras.

[7980] 18. Reina del cielo: Astarté, originariamente diosa de la luna, cuyo culto tomó gran incremento con las invasiones asirias. Las tortas que se le ofrecían simbolizaban el disco lunar. En la visión retrospectiva de Ezequiel vemos que las mujeres de Jerusalén adoraban también a Adonis, que representaba la verde flora de la primavera. Le lloraban en los meses de junio y julio para celebrar más tarde con orgías su resurrección (Ezequiel 8, 14). Cf. 44, 18.

[7981] 20. El Señor no se contenta con solas reprensiones ni con las palabras conminatorias que tantas veces lanzara contra las continuas rebeldías e infidelidades de su pueblo. Un día se llena la medida de su paciencia y ya no se deja mover a piedad. La aplicación de esta norma divina al individuo la hace San Pablo en Romanos 2, 4: “¿O desprecias la riqueza de su bondad, paciencia y longanimidad, y no sabes que la benignidad de Dios te lleva al arrepentimiento?”

[7982] 21. Ironía. Vuestros sacrificios no tienen otro objeto que el de comer carne y hacer convites. Aprovecháis un acto sagrado para satisfacer los apetitos de vuestro estómago.

[7983] 23 ss. Escuchad mi voz. El Padre celestial, que dice estas palabras, las repite directamente en el Evangelio (Mateo 17, 5), dándonos allí como supremo mandamiento el de escuchar a Jesús. Vemos aquí que los preceptos de Dios no son órdenes tiránicas de su autoridad, sino enseñanzas paternales, para que seamos felices. Véase Salmo 24, 8; 39, 7 ss. y notas. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo: En estas palabras se cifran las relaciones de Dios con su pueblo, especialmente en los tiempos mesiánicos. San Juan ve la plena realización de esta promesa en la Jerusalén celestial (Apocalipsis 21, 3).

[7984] 25. Mis siervos los profetas: Los llama siervos, porque son ejecutores de lo que oyen, aunque los hombres no les den crédito, como sucedió innumerables veces. A ellos les revela sus secretos planes, por amor nuestro, para que su cumplimiento no nos sorprenda. Aun respecto de la Parusía de Jesús, cuyo momento nadie sabe, y que vendrá como un lazo sobre la tierra, el mismo divino Profeta insiste en que todo nos lo predijo (Marcos 13, 23 y 37), y San Pablo anuncia que ella no será sorpresiva sino para los que no vivan en la luz (I Tesalonicenses 5, 1-3). De ahí la necesidad de conocer a los profetas (Eclesiástico 39, 1; I Tesalonicenses 5, 20), para poder obedecer a sus advertencias divinas, pues “el ser dócil importa más que el ofrecer la grosura de los carneros” (I Reyes 15, 22). De ahí que el propio Hijo de Dios citaba constantemente a los profetas, y se redujo Él mismo a la condición de siervo (Filipenses 2, 6-8). Tal es el nombre que Isaías le da en la segunda parte de su libro, porque su obediencia perfectísima, ansiosa de complacer amorosamente la voluntad paterna, se amoldaba a ello, según la expresión de San Justino Mártir, “como la arcilla se amolda a la voluntad del alfarero”. Él elevó a su verdadera e insuperable altura el concepto que hemos de tener de la obediencia a Dios, enseñándonos también a pedir al Padre que se haga su voluntad, no como quien se resigna a lo que ordena el más fuerte, sino como el niñito que no desea andar solo y quiere ir de la mano de su padre, sabiendo que este puede y quiere siempre llevarlo a lo que más le conviene.

[7985] 29. Era costumbre cortarse la cabellera en señal de duelo. Otro modo de expresar el dolor consistía en alzar el llanto en los collados.

[7986] 30. Abominaciones: los ídolos. Véase 4, 1; IV Reyes 21, 5 ss.; Ezequiel 8, 6.

[7987] 31. Tófet se llamaba un lugar situado fuera de los muros de Jerusalén, en el valle de Ennom o Hinnom, que desemboca en el del Cedrón, cerca de la fuente de Siloé. Allí se hallaba la estatua de Moloc, en cuyos brazos o interior se quemaba a los niños. Dios insiste en mostrar la bondad de su corazón, que jamás pudo aceptar como agradable la inmolación de los propios hijos. Cf. 19, 5-7; Levítico 18, 21; Deuteronomio 18, 10; IV Reyes 16, 3; Isaías 57, 9 y notas.

[7988] 1. “En este oráculo que abarca hasta el capítulo 10, hay trozos que no parecen ocupar el lugar que les corresponde, de donde nace la dificultad para ver el desarrollo del discurso” (Nácar-Colunga), Sacarán de sus sepulcros los huesos, etc.: Dispersar los huesos de un muerto representaba la más grande ignominia con que se podía contaminar la memoria de un hombre.

[7989] 5. Se obstinan, y por eso ya no son capaces de convertirse. Es el pecado máximo, tantas veces llorado por el mismo Dios (cf. 3, 3; 5, 3; Salmo 51, 3; Proverbios 2, 14; 18, 3; Isaías 28, 15, etc.), quien no se cansa de invitarlos a la penitencia, como lo hará Cristo frente a los fariseos.

[7990] 7. Véase Isaías 1, 3; Cantar de los Cantares 2, 12.

[7991] 8. La pluma: textualmente: el estilo, porque escribían en tablas de cera con un estilete que tenía la forma de punzón. Escribas se llaman aquí los doctores de la Ley que por mantener las propias tradiciones (Lucas 11, 52; Mateo capítulo 23) torcían los preceptos en vez de enseñarlos rectamente.

[7992] 10. Los versículos 10-12 faltan en la versión de los Setenta. Son repetición de 6, 12-15. Véase allí las notas.

[7993] 11. El pueblo engañado por profetas mentirosos se construye un edificio de vanas esperanzas y falaces promesas. La falsa paz es en ellos como un leitmotiv. Véase 4, 10; 6, 14 y notas; Miqueas 3, 5. Así será también, según San Pablo, en los últimos tiempos. Cf. I Tesalonicenses 5, 3.

[7994] 13. La población no tendrá uvas ni higos, porque los invasores van a comérselo todo y no permitirán a los sitiados salir de la ciudad para cosechar y vendimiar. Así lo explica San Jerónimo.

[7995] 14 ss. Se pintan las horrorosas calamidades de la guerra que amenaza a la ciudad impía. Los habitantes están deliberando sobre el modo de defenderse, pero en realidad ya han perdido la esperanza. Agua de hiel por haber pecado: Comentando estas palabras dice el Doctor Máximo: “Dios da a los amantes de los goces del mundo una agua amarga, el agua de la maldición, y los llena de quebranto, a fin de que sepan por experiencia cuán duro y amargo es haber abandonado a Dios y haber provocado al Señor, que es la misma dulzura.” Cf. 2, 19.

[7996] 17. Contra los babilonios no hay remedio. Su fuerza es incontenible, sus armas son venenosas como serpientes. No hay encantador que pueda dominarlas.

[7997] 18 ss. Es un diálogo entre Dios y el profeta. Grita desde una tierra remota: se refiere al cautiverio. Su Rey: Dios.

[7998] 22. La resina de los terebintos de Galaad se usaba como bálsamo. Para el pueblo renegado no queda otra medicina que la contrición (versículo 6). Observa a este respecto San Crisóstomo: “Solamente la contrición quita el pecado. Los otros pesares tienen un resultado muy diferente... Pero si, al contrario, sentís haber ofendido a Dios, vuestro sentimiento destruye vuestros pecados; vuestras lágrimas, al caer sobre las faltas, las borran.” La contrición, dice San Efrén, cura el alma, ilumina el espíritu y borra los pecados. El espíritu compungido es el sacrificio más grato a Dios: Tú no despreciarás, Señor, el corazón contrito y humillado (Salmo 50, 19).

[7999] 2. El santo profeta está tan sumido en dolor que no cree poder vivir más entre los hombres, por lo cual intenta huir a la soledad para entregarse a la aflicción de su corazón. Cf. Salmo 54, 8 y notas.

[8000] 4. En 17, 5 ss. Jeremías insiste sobre esta saludable desconfianza en los hombres, que Jesús nos inculca repetidas veces en el Evangelio (Juan 2, 24 s.).

[8001] 6 s. Dios probará a su pueblo enviándole castigos tremendos, a causa de lo que explica en el versículo 6. Jesús dice lo mismo en Juan 3, 19. Véase Isaías 48, 10; Zacarías 13, 9.

[8002] 10. Siguen más detalles sobre la ruina completa del pueblo rebelde, cuyos merecidos infortunios provocan en el profeta este amargo llanto, que es una característica del dolor de Jeremías, empeñado siempre, como Moisés, en interponerse entre su amado pueblo y la justa ira de Dios.

[8003] 14. Siguieron su corazón obstinado: Dios abandona al pecador en manos del demonio que lo esclaviza (Romanos 7, 14). El pecado mortal, dice San Ignacio de Antioquía, es un germen de Satanás que transforma al hombre en demonio. “Quien comete pecado, del demonio es; porque el demonio desde el principio continúa pecando.”

[8004] 15. Ajenjo: castigos amargos. Siembran viento y siegan tempestad, dice Oseas (8, 7). El que siembra la iniquidad, recogerá males, dicen los Proverbios, y será destrozado con la vara de su furor (22, 8). Cf. 23, 15; Job 4, 8 s.; Salmo 36, 35 s.; 74, 9; Isaías 51, 17-22; Ezequiel 23, 31 ss.; Oseas 10, 13; Apocalipsis 14, 10; 16, 19.

[8005] 17. Las plañideras: mujeres que ejercían el oficio de llorar por el muerto y elogiarlo con canciones. En la caída de Jerusalén habrá que llamar a las más diestras en llorar porque el luto no tendrá límites.

[8006] 21. La muerte sube por nuestras ventanas, es decir, entra por las ventanas. “Trata el profeta de una tal devastación de las vidas humanas, que la muerte penetrará como por asalto en las viviendas. Será legítima la aplicación a la vida moral si se refiere el texto a la multiplicidad de formas con que el pecado puede hacer presa en nosotros” (Cardenal Gomá, Biblia y Predicación p. 274).

[8007] 23. Notemos que Dios no nos prohíbe gloriarnos en absoluto. Esta admiración del propio ideal es una necesidad del espíritu humano, y Jeremías nos enseña aquí que hay un objeto legítimo en que fundar nuestra gloría, y es el conocimiento del corazón de Dios, como dueño de la misericordia y fuente de nuestra justificación. San Pablo nos ofrece igualmente un objeto de gloria en la Cruz redentora de Cristo. Véase Gálatas 2, 20 s.; 6, 14.

[8008] 24. El que se gloria, gloríese en... conocerme a Mí: Hoy día hay muchos que se glorían de no conocer a Dios. El prestigio exagerado que se ha atribuido a la inteligencia, por encima de la rectitud y bondad, hace que aun los más ignorantes afecten ciencia, y se avergüencen de ser hallados sin ella. Pero este rubor se convierte en lo contrario cuando se trata de Dios: se vuelve respeto humano (cf. Eclesiástico 4, 25 y nota), y entonces, los hombres se glorían de su ignorancia, con el agravante que estos no son ya los tontos, sino los intelectuales, como aquel cuyo epitafio decía que salió de este mundo sin haberse preguntado nunca para qué había entrado en él. Y sin embargo, existe en muchos la preocupación por el misterio del más allá. Pero entonces lo buscan, o por el orgullo racionalista de una falsa filosofía, o por los mayores absurdos de la superstición, mostrando así cuán fuerte es en el hombre la sed del misterio (cf. Amós 8, 11 y nota). Todo lo investigan así, con curiosidad insaciable; todo, menos la Palabra de Dios, confirmada por el único Hombre que afirmó haber bajado del cielo (Juan 6, 33, 38, 42). ¡Ceguera, siempre diabólica, deformación mental y espiritual! Jesús la explica en dos palabras, diciendo: sus obras son malas, y el que obra mal odia la luz (Juan 3, 19 ss.). Solo se librarán los sinceros, los que busquen rectamente la verdad, dispuestos a abrazarse con ella. Así lo enseña también Jesús (véase Juan 7, 17 y nota). Tal fue el caso de San Justino, en cuya Misa se lee I Corintios 1, 18 ss. para mostrar que él se desengañó, como San Pablo, de todas las sabidurías humanas, cuando descubrió la divina Palabra. Tal suele ser aún hoy el de tantos convertidos que, como dice Chesterton, encuentran finalmente, en la capillita de la esquina, lo que habían ido a buscar en la vuelta al mundo. Que hago misericordia: “Sabemos de cierto que Dios es infinitamente misericordioso e infinitamente justo, y que usa de la misericordia y de la justicia con soberana libertad y sin salirse en nada de la sabiduría. Si al buen Ladrón se le otorgó la gracia de la buena muerte, dice San Agustín, cosa fue de la misericordia divina. Si al mal Ladrón no le fue concedida gracia semejante, cosa fue de la justicia” (Garrigou-Lagrange).

[8009] 25. Los circuncisos como los incircuncisos: Precisamente por la circuncisión los judíos se creían santos y exentos del castigo, pero vivían como los incircuncisos (Romanos 2, 25). ¡Cuidemos de que nuestro bautismo no sea una simple fórmula como aquella circuncisión! Véase Romanos 6, 4.

[8010] 26. Que se rapan las sienes, es decir, que se cortan el cabello según cierto rito pagano. A los israelitas les estaba prohibida tal costumbre supersticiosa. Cf. 25, 23; 49, 32; Levítico 19, 27; 21, 5. Para los cristianos, véase lo que enseña San Pablo en I Corintios 11, 14 s.

[8011] 2. Las costumbres: la conducta inmoral de los gentiles. Las señales del cielo: los astros y sus constelaciones. Alusión a la astrología de los magos babilónicos que pretendían leer en las estrellas las cosas venideras. Dios defendía celosamente a su pueblo contra el contagio de la gentilidad, y las grandes calamidades de Israel le vinieron de envidiar las glorias mundanas del paganismo, despreciando el sublime privilegio de ser el elegido de Dios.

[8012] 3. ss. Para ridiculizar la idolatría el profeta describe de manera sarcástica la fabricación de un ídolo (Isaías 44, 12 ss.; Baruc capítulo 6; Sabiduría capítulos 13-15).

[8013] 9. Tarsis: ciudad situada en el extremo Occidente, probablemente en España. Ufaz: tal vez idéntico con el país de Ofir, de donde se traía el oro (III Reyes 9, 28).

[8014] 15. Al tiempo de la visita, es decir, cuando Dios venga para castigarlos. Véase Isaías 10, 3; Lucas 19, 44; I Pedro 2, 12; 5, 6.

[8015] 16 s. El Señor es la suerte de Jacob, es decir, la gran felicidad que le cupo en suerte (versículo 2 y nota), y no, una desventaja, como sería un Dios tiránico o un ídolo despreciable. Tu bagaje: Vulgata: tu ignominia, es decir, tus ídolos.

[8016] 19 ss. Patéticas lamentaciones de Jerusalén (versículos 19-22), que será dispersada por culpa de sus pastores (versículo 21). Debo soportarlo: He aquí un lema para los días aciagos que nos tocan en el correr de los años. Debo soportarlo, no como cosa extraordinaria, casual o ilegítima, sino como la parte que me corresponde de la carga universal, y como un elemento de mi vida. Tampoco es cosa existente por sí misma, sino que está en íntima relación con la carga impuesta a mi pueblo y a todo el género humano. “Para mí y los míos, para mí y mi pueblo y todo el género humano, no puede ser indiferente cómo resuelvo el problema de mi dolor, ni si me muestro héroe o esclavo de él” (Mons. Keppler).

[8017] 20. Describe la caída de la ciudad bajo la imagen de la destrucción de un tabernáculo, o tienda de campaña.

[8018] 22. Se refiere a la invasión de los babilonios, que vendrán desde el norte. Véase 4, 15 y nota.

[8019] 23. Vemos aquí cuán grande es la parte que Dios se reserva en la conducción de nuestra vida. Véase Salmo 36, 33; Proverbios 21, 1 y notas.

[8020] 24. Israel se acoge al juicio de Dios, sabiéndolo paternal y misericordioso (Salmo 16, 2 y nota). La causa de nuestra reparación es tan solo la bondad de Dios (San León).

[8021] 25. Véase Salmo 78, 6 y la oración del Eclesiástico, capítulo 36.

[8022] 2. Este pacto: la alianza que Dios hizo con su pueblo en el monte Sinaí y que el pueblo renovó en el año 18 del rey Josías (621). Véase IV Reyes 23, 1 ss. Nótese la maldición que cae sobre el que ignora o descuida el Antiguo Testamento. ¡Cuánto más grave no será hoy esa sanción con respecto al Nuevo! Compárese con esta maldición la bienaventuranza que Cristo promete a los que oyen la divina Palabra (Lucas 11, 28; Apocalipsis 1, 3).

[8023] 4. Horno de hierro: Egipto. Seréis mi pueblo: Es la “Carta Magna” de Israel. Cf. Éxodo 4, 22; 19, 5 s.

[8024] 8. Todas las palabras, es decir, las maldiciones y castigos asentados en la Ley (Deuteronomio 28). De ahí que no se cumpliese entonces la promesa del versículo 5. Cf. 22, 18.

[8025] 9. Una conjuración, esto es, la rebeldía contra el Señor, el culto de dioses ajenos y la alianza con pueblos paganos. No obstante la renovación del pacto con Yahvé (véase nota 2) siguen cometiendo infracciones contra la Ley.

[8026] 13. A la ignominia: altares dedicados a los ídolos. El texto nombra especialmente a Baal, dios de los cananeos.

[8027] 14. Vemos aquí que la condición que Dios pone para escucharnos, es que a nuestra vez lo escuchemos. Véase 7, 23 ss. No intercedas: Alude al ejemplo de Moisés que tantas veces intercediera por el pueblo en el desierto. Pero una vez Dios se le opuso, diciendo: “Déjame desahogar mi indignación contra ellos y acabarlos” (Éxodo 32, 10). Así también en este caso es inútil la intercesión del profeta porque Yahvé tiene ya decretado el castigo.

[8028] 15. Amada mía: mi pueblo. Las carnes sagradas: los holocaustos y otros sacrificios ofrecidos en el Templo.

[8029] 16. San Pablo reitera esta figura del olivo con respecto a Israel (Romanos 11, 17-24).

[8030] 18. De los versículos 18-23 se sigue que los habitantes de Anatot, ciudad natal de Jeremías, maquinaron contra la vida de este profeta, sin duda alguna porque vaticinaba cosas contrarias a sus inclinaciones. “No hay profeta sin honra sino en su patria” (Mateo 13, 57).

[8031] 19. El cordero es el profeta mismo. Es por eso que los Santos Padres ven en Jeremías una figura del Cordero de Dios que fue llevado a la Cruz (véase Isaías 53, 7 s.; Apocalipsis 5, 6). Este pasaje se usa en la liturgia de Pasión. Destrocemos el árbol con su fruto. Véase el admirable pasaje análogo en Sabiduría 2, 10-20. Otra lección: Echemos leño en su pan. El pan es para los Padres símbolo de Cristo, y el leño figura de la cruz. De ahí que en esta expresión vieran vaticinada la crucifixión de Cristo.

[8032] 1. Ante la prosperidad de los impíos apuntaba fácilmente en los labios de muchos la pregunta: ¿Por qué prosperan los malvados y sufren los buenos? También el profeta, perseguido, como acabamos de ver, contempla el abismo de la iniquidad humana y se pregunta, como David y como Job, el porqué del aparente triunfo del mal sobre la tierra. Véase Job 5, 17 s.; Salmos 36 y 72; Proverbios 3, 12 s.; Habacuc 1, 3; Malaquías 3, 13 ss.

[8033] 2. Lejos de Ti está su corazón: Cf. 9, 8; Eclesiástico 15, 9 y nota.

[8034] 5 s. Admiremos la actitud paternal de Dios, tan semejante a la que usó con Job en su discurso final (Job, capítulos 38-41). No satisface Él a Jeremías en su ambiciosa curiosidad de penetrar en los divinos designios; pero su misericordia le da la lección de confianza que él necesita para salir de su aflicción. Grabémonos para siempre esta enseñanza que los Proverbios (25, 27) expresan diciendo: “El que se mete a escudriñar la majestad, será oprimido por su gloria” (véase la nota respectiva y Eclesiástico 3, 22). Lo que Jeremías buscaba imprudentemente —como tanto suele hacerlo nuestra orgullosa inteligencia— no es otra cosa que aquella “ciencia del bien y del mal”, que nos costó la caída del Paraíso. En los matorrales del Jordán: Vulgata: en medio de la soberbia del Jordán; Crampón: contra los leones del Jordán.

[8035] 7. Jesús confirma tremendamente estas palabras cuando se despide de la Sinagoga, diciéndole: “He aquí que vuestra casa quedará desierta” (Mateo 23, 38).

[8036] 9. Hay en todo esto una sublime expansión de amor, digna del Cantar de los Cantares. Israel es para Yahvé preciosa como un ave multicolor, en la que se complace. Ahora será arrojada a las bestias. Una manifestación equivalente de esta ira celosa de Dios se encuentra con respecto a las naciones, en el Apocalipsis (19, 17 ss.).

[8037] 10 ss. He aquí la causa de la decadencia de Israel: los falsos profetas, que adulan al pueblo con elogios falaces, y la falta de meditación de la palabra de Dios. “Lo que se ha de buscar ante todo en la Escritura es el alimento que sustentará nuestra vida espiritual y la hará adelantar en la vía de la perfección. Con ese fin San Jerónimo se acostumbró a meditar día y noche la Ley del Señor, y a alimentarse en las Sagradas Escrituras del pan descendido del cielo y del maná celestial que encierra en sí todas las delicias (Salmo 118). ¿Cómo podría nuestra alma prescindir de ese alimento? ¡Y cómo es posible que el sacerdote señale a los demás el camino de la salvación si él mismo descuida de instruirse por la meditación de la Escritura?” (Encíclica “Spiritus Paraclitus” de Benedicto XV). Véase 5, 31; 14, 13 y notas. Cf. 9, 12 ss.

[8038] 14. Los malos vecinos son los gentiles. Como de costumbre, el corazón dolorido de Dios, después de amenazar a la esposa pérfida, se volverá contra los que la hicieron sufrir.

[8039] 15 s. Pasaje mesiánico. Se reunirán los pueblos paganos con el pueblo judío y adorarán al verdadero Dios. Camino (versículo 16): la religión. En vez de religión y vida religiosa dice la Biblia camino, hasta en el Nuevo Testamento. Cf. Hechos de los Apóstoles 9, 2.

[8040] 1 ss. Se trata, según San Jerónimo, de una visión; según Santo Tomás, de un acontecimiento real. El cinturón representa al pueblo judío, ceñido a Dios tan estrechamente como el cinturón al cuerpo del hombre (versículo 11). Ello no obstante, caerá Israel en la más baja depravación. Es una figura semejante a la del ave multicolor, que explicamos en la nota al versículo 9 del capítulo anterior.

[8041] 9. Destruiré la soberbia: Algún día llegaremos a comprender que toda obra es mala si no se funda en Dios, porque resulta tanto mayor rival y enemiga para disputarle la gloria al único Santo (“Tu solus Sanctus”), al único a quien le pertenece el mérito, como fuente que es de todo posible bien. De ahí que en toda la Escritura se fustigue, más aún que el pecado, la falsa virtud, pues esa viene del peor de los pecados, que es la soberbia, ¿Qué otra cosa significa la severidad terrible de Jesús con los fariseos, contrastando con su infinita misericordia con los pecadores? De ahí que el “pecado”, del cual “convencerá al mundo el Espíritu Santo” (Juan 16, 8), no es el de las concupiscencias, sino la incredulidad; y no un ateísmo en general, sino la falta de aceptación de Jesús como Salvador: “por cuanto no creyeron en Mi” (ibíd. 9), es decir, la prescindencia de Él como si Él no nos fuese necesario para la virtud y el bien. ¿Dónde estaría entonces la gloria del Hijo, que el Padre quiere darle “sobre todo nombre”, si los hombres pudieran ser buenos sin recurrir a Él? Idéntico fue el pecado de Israel. “Por su incredulidad” se dio entrada a los gentiles (Romanos 11, 30). Y no fue ciertamente un ateísmo, sino al contrario: por razones religiosas y “en nombre del Dios bendito” Caifás declaró blasfemo e impostor a Jesús, el Hijo a quien Dios enviaba.

[8042] 12 ss. Es la misma profecía bajo otra forma. Las vasijas rotas simbolizan a Jerusalén y al pueblo judío. “Dios llenará de vino y embriagará a todos los moradores de Jerusalén, sin excluir a los reyes, sacerdotes y profetas, para que vengan a chocar unos con otros y destruirse. A estas parábolas sigue una apremiante exhortación a la penitencia” (Nácar-Colunga).

[8043] 16. Dad gloria a Dios: Alabadle, sobre todo cuando os mande pruebas y tribulaciones, “Porque el Señor castiga a los que ama y en los cuales tiene puesto su afecto, como lo tiene un padre con sus hijos” (Proverbios 3, 12).

[8044] 17. Cf. 11, 14 y nota. Se retrata aquí el corazón sacerdotal de Jeremías, comparable al de Moisés (Éxodo 17, 11 s.; 32, 10 ss.; Números 14, 10 ss.) y al de Abrahán (Génesis 18, 22 ss.). Véase Salmo 105, 23 y nota. Jeremías rogaba por el pueblo aun después de muerto (II Macabeos 15, 14).

[8045] 18 ss. Triste cuadro profético de la desolación de Jerusalén. La reina: la madre del rey, que ocupaba el primer puesto entre las mujeres del palacio (véase III Reyes 2, 19). Hasta las ciudades del mediodía de Judea, últimos refugios de los que huyen de Jerusalén, cerrarán sus puertas para los fugitivos.

[8046] 21. Has amaestrado: Desacatando la voluntad de Dios, los reyes de Judá habían buscado la amistad de los pueblos paganos, y también despertado su codicia mostrándoles sus tesoros y toda su armería (Isaías 39, 2).

[8047] 22. Alusión al tratamiento que sufrirán las mujeres deportadas. Serán sometidas a los trabajos más humillantes. Véase 47, 2 y nota; Ez 23, 29. “Todas estas imágenes nos parecen a nosotros demasiado crudas, acostumbrados como estamos al uso de eufemismos, pero hay que tener en cuenta que los orientales son mucho más realistas que nosotros y que este realismo se refleja en su literatura” (Nácar-Colunga).

[8048] 23. Esta gráfica expresión fue aplicada por el segundo Concilio de Nicea al célebre historiador Eusebio de Cesárea quien no obstante sus repetidas declaraciones de sumisión, insistió hasta el fin en su negación del “homousios”, desconociendo, como los arrianos, la consubstancialidad del Verbo con el Padre. Véase Hebreos 6, 4; 10, 26 ss.; Eclesiástico 26, 27; II Pedro 2, 20; Mateo 12, 45.

[8049] 27. Adulterios, relincho, ignominia, fornicación, son expresiones que señalan la idolatría, la cual se consideraba como adulterio, porque Dios era el Esposo del pueblo de Israel. Véase 2, 23 s.

[8050] 1. Este capítulo muestra la miseria de la tierra cuando le falta la lluvia del cielo, así como el alma muere sin la lluvia de la gracia (véase Salmo 142, 6; Juan 15, 1 ss.). Es una oración ideal para tiempos de sequía.

[8051] 7. El santo profeta intercede ante Dios, para que cese el flagelo. Nótese la verdadera contrición que se aprende en la Sagrada Escritura: lejos de negar la culpa o justificarla, se la confiesa para obtener el perdón de la paternal misericordia de Dios. Véase Salmo 50 y notas. Respetando tu Nombre, o, como otros traducen, por amor de tu Nombre. Véase sobre este resorte de la divina misericordia Éxodo 33, 19 y nota.

[8052] 8 s. Dios había prometido continuas lluvias que fertilizaran la tierra prometida (Deuteronomio 11, 10 ss.). El profeta se lo recuerda filialmente. Esperanza de Israel, Salvador suyo: Dios. Algunos lo refieren a la letra al Mesías, “dando a entender, como que Jeremías y los demás judíos le invocan, para que por su Encarnación, trabajos y méritos se presente a su enojado Padre y libre a los israelitas de ser cautivados por los caldeos” (Scío).

[8053] 11 s. Cf. 11, 14; 13, 17 y notas. Es la impenitencia la que impide el perdón. “Si permaneciendo en las maldades pensáramos redimirnos con promesas y sacrificios, vamos grandemente errados, teniendo a Dios por injusto” (San Jerónimo). Véase a ese respecto las terribles conminaciones del Señor en 6, 20; 7, 21; Isaías 1, 11 s.; Malaquías 1, 10.

[8054] 13. Jeremías excusa al pueblo acusando a los falsos profetas que lo han inducido a la apostasía, como lo declaró el mismo Dios en 12, 10. Cf. 6, 14 y nota.

[8055] 18. Tanto el profeta como el sacerdote: Los sacerdotes y profetas serán llevados al cautiverio, porque Dios los hace responsables de los males del pueblo. Véase el capítulo 23. “Grande es la dignidad de los prelados, exclama San Lorenzo Justiniano, pero mayor es su carga; colocados, en alto puesto, han de estar igualmente encumbrados en la virtud a los ojos de Aquel que todo lo ve; si no, la prepositura, en vez de mérito, les acarreará su condenación.”

[8056] 19. Véase 8, 15; Isaías 59, 9 y 11.

[8057] 21. El profeta vuelve a insistir, apelando al honor del nombre de Dios, que cifra su gloria en llamarse el protector de su pueblo. El solio de tu gloria: Jerusalén, por ser el lugar donde estaba el Templo.

[8058] 22. Ninguna cosa creada tiene eficacia propia, sino la que Dios le presta directamente y en cada instante con su amorosa providencia que siempre está obrando (Zacarías 10, 1). Dar lluvia: En Palestina, más que en otros países, la lluvia es una bendición de Dios, símbolo de su superioridad sobre los ídolos. Véase el desafío hecho por Elías a los sacerdotes de Baal en III Reyes capítulos 17 y 18.

[8059] 1. Moisés y Samuel, porque eran muy santos e intercedieron por el pueblo (cf. 11, 14 y nota). Es admirable ver así canonizados por el mismo Dios estos grandes Santos del Antiguo Testamento.

[8060] 4. El impío rey Manasés (693-639) favoreció la idolatría y la introdujo en el Templo (IV Reyes 21, 3 ss.).

[8061] 9. Se le ha puesto el sol: Bella metáfora para indicar la muerte prematura de los amados hijos.

[8062] 10. Hombre de contradicción: En esto también fue Jeremías figura de Jesucristo. Véase Lucas 2, 34; Isaías 8, 14.

[8063] 12. El primer hierro simboliza a los judíos, que son duros, el segundo, o sea el del Aquilón, puede referirse solamente a los babilonios, aún más duros. Quiere decir, no habrá paz entre los dos pueblos. Fillion compara el primero con la súplica de Jeremías, el segundo con la inquebrantable voluntad de Dios de destruir al pueblo rebelde. El pasaje es muy oscuro y muy difícil de interpretar, como también los versículos que siguen.

[8064] 14. Haré que pasen con tus enemigos: Vulgata: traeré tus enemigos. Véase 9, 16; 17, 4; 22, 28; Deuteronomio 28, 36; 32, 21.

[8065] 16. Me alimenté: Inolvidable imagen, que muestra el ansia con que el alma fiel se apodera de las palabras divinas para asimilarlas y vivir de ellas. “Bienaventurados, dice Jesucristo, los que escuchan la palabra de Dios y la practican” (Lucas 11, 28). De ahí que San Bernardo se atreva a decir: “El título de madre de nada hubiera servido a María si no hubiese tenido la dicha de llevar a Cristo en su corazón antes que en su seno. María es, pues, más bienaventurada por haber comprendido la fe en Cristo que por haberle dado un cuerpo” (Sermo LXXIV). Cf. 12, 10 ss. y nota.

[8066] 18. Como aguas que engañan; es decir, los ríos que no tienen agua cuando más se necesita: Imagen de la desesperación del profeta. En el versículo 20 vemos cómo el Padre Celestial consuela a su fiel servidor, prometiéndole su ayuda. Véase 1, 18 s.

[8067] 19. Separando lo precioso de lo vil, la sabiduría divina de la humana, el hombre se eleva hasta convertirse en instrumento fidelísimo, o sea en la boca del mismo Dios. Tal es lo que enseña San Pablo al decir que el que quiera ser sabio se haga necio (I Corintios 3, 18), y lo que promete Jesús cuando dice que quien escucha a sus discípulos es como si lo escuchara a Él mismo (Lucas 10, 16). Esto que Dios exige a Jeremías es tanto más digno de meditación cuanto que se trata de un profeta que el mismo Dios había elegido.

[8068] 20. Un fuerte muro de bronce: Cf. 1, 18. Mas no te vencerán, porque Yo estoy contigo. “Así, y no de otra manera, y jamás de otra manera, se derrota al enemigo. El que pretende combatir con sus propias fuerzas está vencido antes de empezar el combate” (San Agustín, De Moribus).

[8069] 2. Ni tengas hijos; para que no los veas morir en la destrucción de Jerusalén. Se cree que Jeremías se conservó virgen hasta la muerte. “Se debe anotar asimismo... que si Dios mandó al profeta que no tomara mujer, se sigue indudablemente que el hombre puede vivir sin mujer en continencia, porque Dios no le mandó una cosa imposible” (Scío). Véase Mateo 19, 12.

[8070] 5 ss. Se nota el derrumbe social en todo el país, porque Dios ha retirado de este pueblo su paz, su piedad y su misericordia. Sajaduras ni calvez: Alusión a las costumbres de los paganos que de esta manera expresaban el dolor. La Ley las prohibía. Cf. Levítico 19, 27 s.; Deuteronomio 14, 1; 26, 14; Isaías 22, 12; Ezequiel 7, 18; Amós 8, 10; Miqueas 1, 16. La copa de consolación (versículo 7). Cf. Proverbios 31, 6.

[8071] 11. Quebrantando mi Ley.: La violación de la Ley de Dios ha sido causa de todos los grandes desastres de la humanidad, desde la expulsión del paraíso hasta las calamitosas catástrofes del mundo de hoy. Los que abandonan la ley de Dios, dice el profeta Baruc, se encaminan a la muerte (Baruc 4, 1). Y sin embargo, su yugo es dulce, y ligera su carga (Mateo 11, 30). “Dios no manda lo imposible, sino que al mandar nos advierte que hagamos lo que podemos, y que le pidamos la fuerza de hacer lo que no podemos, luego nos ayuda a hacerlo” (San Agustín). Cf. Fil. 2, 13; I Juan 5, 3.

[8072] 13. Os arrojaré de este país, para llevaros a la cautividad, pero no para siempre (versículo 15).

[8073] 16 ss. Estos pescadores y cazadores son los enemigos, los caldeos. Parece referirse también a las otras pruebas que Israel sufrirá antes de cumplírsele la promesa de los versículo 14 y 15, a la cual llama Crampón “vistazo mesiánico”. No faltan quienes ven en los pescadores una figura de los apóstoles, que en su mayoría eran pescadores y recibieron de Jesús el encargo de ser pescadores de hombres (Mateo 4, 19). “Y los doce pescadores se apoderan del mundo entero, lo sacan del océano del error, del crimen y de la idolatría.” Mis ojos están observando: Cf. II Paralipómenos 16, 9; Job 34, 21 s.; Proverbios 5, 21 y notas.

[8074] 18. Abominaciones: sinónimo de ídolos. Cf. 13, 27 y nota. Es fácil condenar a Israel y sorprenderse por esta idolatría, pero no es tan fácil imaginar la seducción que significarían para sus ojos esos esplendores cultuales y mundanos que Dios llama fascinación (cf. Sabiduría 4, 12). Cuando San Pablo nos previene contra los ídolos, nos dice que huyamos, como quien habla de cosa muy peligrosa por lo atrayente (I Corintios 10, 14). Del mismo modo termina San Juan su gran Epístola (I Juan 5, 21). Además, hasta en el final del Apocalipsis, que es un libro escatológico, se habla del rechazo de los idólatras (Apocalipsis 22, 15), y el mismo Apóstol de los gentiles vuelve a decirnos que no nos asociemos con idólatras, pero no ya de los del mundo, sino de aquellos que “llamándose hermanos” son, sin embargo, paganos. (I Corintios 5, 11-13). Todo esto muestra que el peligro de idolatría es más fuerte del que sin duda imaginamos, como que esta no consiste solo en adorar groseros fetiches, sino también en toda forma de avaricia (Efesios 5, 5) o de prácticas supersticiosas, o en el apego insensato a nuestras propias obras, que también, aunque no queramos confesarlo, son ídolos (cf. Isaías 44, 20), y de la peor especie, puesto que, según la Sabiduría, son menos culpables los que adoran a los astros, “porque si caen en el error, puede decirse que es buscando a Dios y esforzándose por encontrarlo”. Véase Sabiduría 13, 6 y 11 y notas.

[8075] 19. A Ti vendrán las naciones desde los confines de la tierra: los gentiles se convertirán a Yahvé en el reino de Jesucristo. Mentira y vanidades: los falsos dioses. Cf. versículo 20.

[8076] 20 s. Reflexión más real de lo que parece. No solamente se construyen falsos dioses fabricando ídolos de palo y piedra, sino también, como observa San Agustín, formándose un falso concepto del verdadero Dios.

[8077] 1. Tanto se ha arraigado la idolatría que no se deja arrancar de sus corazones (IV Reyes capítulo 16). En los cuernos: Los altares estaban provistos de cuernos como el altar de los holocaustos. Véase Éxodo 27, 2 y nota; Levítico 4, 7.

[8078] 2. Ascheras (Vulgata: bosques), es decir, ídolos de Astarté en forma de árboles o palos, que se erguían al lado del altar. Véase 2, 20; 3, 6; Jueces 2, 13 y nota.

[8079] 3. En los lugares excelsos solía hacerse el culto de Baal. Baal significa Señor. Su culto se practicaba bajo varios nombres, p. ej. Baalfegor, Baalzebub (Beelzebul), Baalberit, etc.

[8080] 5 ss. Es esta una de las luces más grandes y fundamentales que nos da la divina revelación. A medida que ella nos hace crecer en la fe y en la admiración de Dios, nos quita toda ilusión humana sobre nosotros mismos y sobre nuestros semejantes en la naturaleza caída. Cf. Denz. 174-200. Véase Juan 2, 24 s.; II Paralipómenos 32, 8; Salmo 39, 5 y nota. “Ante el profético dilema, Judá se decidió por el «maldito el hombre que en el hombre confía». Empujado por los ejércitos caldeos marchó el pueblo camino del desierto, dejando atrás con la paz y abundancia de la Tierra prometida, su monoteísmo, su teocracia, sus esperanzas mesiánicas. Cuando el árbol vuelva a bañar sus raíces en las aguas del Jordán, se abrirá de nuevo un periodo de bonanza” (Asensio). Bienaventurado el varón que confía en Yahvé (versículo 7): Cf. Salmo 1, 1 ss.; Job 29, 19; Isaías 57, 13. El hombre que confía en Dios, saca de esta misma confianza el auxilio y la gracia para sobreponerse a todas las tribulaciones. “Si ponemos constantemente nuestros intereses en manos de Dios, no habrá demonio ni enemigo que pueda derribarnos” (San Antonio). Plantado junto a las aguas (versículo 8): El agua que vivifica las plantas era la imagen más elocuente en Israel (Salmo 142, 6 y nota).

[8081] 9. San Pablo insiste sobre esta importante y olvidada verdad (Romanos 3, 4). Véase Salmo 115, 2.

[8082] 10. Los riñones; es decir, los afectos, los pensamientos. Es una locución específicamente bíblica.

[8083] 12. Retoma el pensamiento del versículo 5: Nosotros ponemos nuestra confianza en Dios, la esperanza de Israel.

[8084] 13. Fuente de aguas vivas: Así se llama Jesús en Juan 4, 10 ss.; 7, 37 ss. Cf. Isaías 12, 3 y nota. Su Santidad Pío XII recuerda estas cortantes palabras en la Encíclica “Sumrmi Pontificatus”, al decir: “Un sistema de educación que no respetase el recinto sagrado de la familia cristiana, protegido por la ley santa de Dios... y considerase la apostasía de Cristo y de la Iglesia como símbolo de fidelidad al pueblo o a una clase determinada, pronunciaría contra sí mismo la sentencia de condenación y experimentaría a su tiempo la ineluctable verdad de la palabra del profeta: Los que se apartan de Ti, serán escritos en el barro.”

[8085] 15. ¿Dónde está la palabra de Yahvé? ¡Qué se cumpla! Es impresionante la similitud de este pasaje con el de II Pedro 3, 3 ss. donde el Apóstol anuncia las dudas y burlas que habrá en vísperas de la segunda venida de Cristo, precisamente cuando esa Parusía esté más próxima. Idénticas burlas e incredulidad anuncia el mismo Señor, al decir que será como en los días de Noé y en los días de Lot (Lucas 17, 26-30), y al indicarnos que cuando sucedan estas cosas podremos saber que el reino de Dios está próximo (Lucas 21, 31) y que “Él está cerca, a las puertas” (Marcos 13, 29). “Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!” (ibíd. versículo 37).

[8086] 16. Texto y sentido oscuros. En vez de día aciago dice la Vulgata el día del hombre, expresión difícil de entender. “Significa probablemente el día que un hombre fija para un juicio, y por ende, el juicio mismo; después el favor, la protección de los hombres” (Vigouroux). Cf. I Corintios 4, 3.

[8087] 17. El santo profeta toca el fondo del corazón de Dios al mostrarle que no desea mirarlo con miedo a Aquel que es su esperanza. “Muchas veces, cuando todo se cree perdido, está en verdad todo ganado y a salvo. Mucho de lo que somos, lo debemos, no a lo que hemos hecho, sino a lo que hemos padecido; no a lo que teníamos, sino a lo que nos faltaba... Si no se prensara la uva en el lagar, no habría vino” (San Agustín). “En lo grande y en lo pequeño es siempre cierto que los que siembran con lágrimas, con regocijo segarán” (Mons. Keppler, Escuela del Dolor, 84).

[8088] 18. Sobre estas imprecaciones véase 18, 21 y nota. No son tanto expresión de deseos de venganza personal, sino del santo celo por la causa de Dios.

[8089] 21. La profanación del sábado provoca la cólera de Dios. Los que trabajan el día del Señor o lo profanan con los mundanos, no tienen tiempo ni gusto de asistir a los cultos divinos. La santificación del sábado data desde la creación del mundo (Génesis 2, 3), y fue inculcada muchas veces por la Ley mosaica, pero tan mal practicada como hoy en muchas partes la observancia del domingo. Véase Isaías 56, 2 y 6; 58, 13; Ezequiel 20, 16; Nehemías 13, 15 ss.; Amós 8, 5, etc.

[8090] 25 ss. Es muy notable esta promesa de que el trono de David habría continuado sin interrupción en caso de fidelidad al mandamiento del sábado. Cf. 22, 4; Salmo 88, 31; Isaías 35, 5 y nota. En realidad, la casa de David perdió el trono de Judá el año 587, cuando el rey Sedecías fue llevado al cautiverio. Después del cautiverio el Sumo Sacerdote empezó a tomar en sus manos, las riendas del gobierno.

[8091] 2. El fin de esta orden es mostrar al profeta el destino de su pueblo. La explicación la da el mismo Dios en el versículo 6. El alfarero es Dios; el barro, Israel; y también todos nosotros, como enseña San Pablo en Romanos 9, 20 ss. Cf. Sabiduría 15, 7; Isaías 45, 9, etc. “Las obras del soberbio van perdiéndose como agua en vasija rota” (San Gregorio Magno).

[8092] 8. Santo Tomás expone esta doctrina mostrando que las profecías conminatorias llevan implícita la condición de que no se cumplirán en caso de arrepentimiento del pecador (Jonás 4, 11; Joel 2, 13; Judit 4, 8 ss.). Como observa San Jerónimo, “no se sigue de aquí que el hombre pueda convertirse a Dios o arrepentirse sin el socorro de la gracia. La reconciliación o justificación del hombre no tanta es obra de este como de la gracia de Dios”. Yo me arrepiento: Aquí, como en Salmo 102, 13; Ezequiel 20, 44; 36, 23; Oseas 11, 8; Lucas 15, 11 ss., etc., hace Dios una íntima revelación de su corazón, que parece una debilidad, y que la prudencia humana hallaría sin duda de una pedagogía muy poco recomendable. Por fortuna para nosotros, Él no pide consejo a esos pedagogos, que desearían que Él no descubriese estas “imprudencias” de la excesiva bondad. El célebre orador Joaquín Ventura de Raulica, general de los Teatinos, decía con santa audacia desde su pulpito de París: “Si Dios no fuera bueno, yo no le serviría, por cierto: me buscaría otro.”

[8093] 9. Vemos aquí que también las naciones y los reinos son obra de Dios, y no simples creaciones de hombres.

[8094] 12. Es inútil (Vulgata: hemos desesperado): El sentido es: Tú predicas en vano; es demasiado tarde, estamos resueltos a seguir nuestro camino. Lo mismo está anunciado para los últimos tiempos, a pesar de las plagas del Apocalipsis (Apocalipsis 9, 21; 16, 9).

[8095] 15. Por su propio camino: He aquí el ansia de vanidad que perdió a Israel, haciéndole preferir el engañoso brillo de los paganos (Salmo 105, 35 ss.).

[8096] 18. Son palabras de los príncipes y sacerdotes, que decían: no necesitamos de ese profeta tan molesto; tenemos sacerdotes y profetas más a gusto nuestro. En Ezequiel 7, 26 veremos la vanidad de sus presuntuosas palabras, porque allí les dice Dios: “Vendrá calamidad sobre calamidad, y a un rumor seguirá otro. Entonces pedirán en vano visiones al profeta; y al sacerdote le faltará la Ley como a los ancianos el consejo.” Ataquémosle con la lengua: Nuevamente vemos aquí a Jeremías como figura del divino Cordero, víctima de los pecadores. Véase 11, 19; 15, 10 y notas.

[8097] 21 s. Según el estilo de los profetas, estas graves imprecaciones no son más que un modo de predecir los males futuros de aquellos ingratos (Bossuet). Se explican por la indignación del profeta que lucha por Dios, y por la firme confianza en la justicia divina que, según anuncian las profecías del Antiguo Testamento, ha de castigar a los pecadores terriblemente. Son, pues, en cierto sentido, profecías contra los enemigos de Dios, puesto que el profeta es representante de Dios en cuyo nombre vaticina y predica. “Finalmente, y sobre todo, se ha de tener en cuenta que estas imprecaciones están dentro del marco del Antiguo Testamento, ley de premios y de castigos temporales, Ley de justicia, que llega hasta incluir la pena del talión, y no podemos aplicarles el criterio de la Ley nueva. Ley de gracia y misericordia, Ley de caridad” (Nácar-Colunga). Véase la nota 1 del Salmo 108.

[8098] 22. Bandas armadas: los invasores caldeos.

[8099] 2. Valle del hijo de Hinnom, en hebreo Ge (Ben) Hinnom, donde los apóstatas solían sacrificar a los niños. Véase 7, 31 y nota. Este valle dio nombre a la Gehenna (Mateo 5, 22), lugar de maldición (versículo 3) y del infierno.

[8100] 4. Han enajenado este lugar, por cuanto Dios debía ser mirado como propietario del país de promisión. Adorar a otros dioses significaba expulsar a Dios de su propiedad para transferirla a dioses ajenos.

[8101] 5. Dios se empeña en mostrarnos aquí sus íntimos pensamientos, que son de paz y amor, y no de aflicción. Nada más perverso que atribuirle sentimientos mezquinos (Lucas 19, 21 ss.) y creer agradarle con actos de crueldad (7, 31; Deuteronomio 18, 10; IV Reyes 3, 27; 16, 3; Jueces 11, 35). Cf. Isaías 57, 9; Ezequiel 13, 22 y notas. En el versículo 11 vemos que el lugar de la inmolación de los niños se llamaba Tófet, situado en el valle del hijo de Hinnom (cf. versículo 2, 7, 32).

[8102] 9. Palabra que se cumplió con motivo de los dos asedios de Jerusalén: el primero por Nabucodonosor en el año 587 a. C. (Lamentaciones 2, 20; 4, 10; Baruc 2, 3); el segundo lo hicieron los romanos en el año 70 d. C.

[8103] 11. Ser enterrado en Tófet equivale a ser deshonrado. Allí estaba la estatua de Moloc y se hacían las inmolaciones de niños, por lo cual todo el lugar era impuro.

[8104] 13. Las casas serán inmundas por los cadáveres de los que caerán por la espada de los babilonios, en castigo de la adoración de los astros (milicia del cielo) que se practicaba en los terrados.

[8105] 15. Nótese la insistencia con que Dios señala, como causa de su cólera y sus flagelos, la falta de atención a sus divinas palabras. En Levítico capítulo 26 leemos los castigos que Dios había amenazado para este caso: “Si no me escucháis ni cumplís todos estos mandamientos; si despreciáis mis leyes y rechazáis mis preceptos, no haciendo caso de todos mis mandamientos y rompiendo mi pacto; mirad lo que Yo entonces haré con vosotros… Quebrantaré vuestra orgullosa fuerza y haré vuestro cielo como hierro y vuestra tierra como bronce… Traeré sobre vosotros la espada de la venganza que vengue mi pacto; y si os refugiareis en vuestras ciudades, enviaré la peste en medio de vosotros y seréis entregados en manos de vuestros enemigos... Comeréis la carne de vuestros hijos y también la carne de vuestras hijas, etc.” (Levítico 26, 1-39). Cf. Deuteronomio 28, 15 ss.

[8106] 1 ss. Se supone que el sacerdote Fasur le mandó dar los 40 azotes, que la Ley permitía (Deuteronomio 25, 2 s.), y le echó en el cepo, sujetándolo por el cuello los brazos y pies mediante grillos. La pena era muy dura, ya que el prisionero no tenía posibilidad de moverse. Véase 37, 14; 38, 1 ss. El profeta azotado es figura del divino Redentor.

[8107] 6. De aquí se colige que Fasur era uno de los falsos profetas. Véase 14, 15 y 18, 18.

[8108] 7 ss. Tú me sedujiste, Yahvé: “Las maldiciones e imprecaciones que van en estos versículos no son sino enfáticas expresiones, muy usadas en Oriente para expresar un vivo dolor. Compárese estos improperios de Jeremías con los de Job 3, 3 ss.” (Bover-Cantera). El terror rodea al profeta por todas partes; acaba de ser azotado injustamente, solamente por haber anunciado la palabra de Yahvé, sus enemigos triunfan y el mismo Dios parece haberle desamparado. Si Jesucristo en la hora de su suprema angustia exclama: “¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27, 46; Marcos 15, 34); ¡cuánto más comprensibles son estas quejas tan duras y tan amargas en el profeta perseguido y desesperado! Esta persecución por causa de la palabra no fue exclusiva de él. “Yo les di tu palabra y el mundo les ha tomado odio”, dice Jesús al Padre (Juan 17, 14). Vemos inmediatamente el divino consuelo que halla Jeremías después de este filial desahogo. Pues la persecución es una de las ocho bienaventuranzas: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros por causa mía. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en el cielo; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5, 10-12).

[8109] 14 ss. Lo que al profeta ocasionaba tales sentimientos, semejantes a los de Job 3, 3 ss., era el ver que sus profecías solo servían para aumentar la iniquidad y el castigo de su pueblo. Todo este pasaje es un cuadro elocuentísimo del martirio que significa el apostolado. San Pablo nos lo muestra con no menor crudeza en I Corintios 4, 9 ss.; II Corintios 6, 4 ss.; I Tesalonicenses 2, 9.

[8110] 1. El acontecimiento aquí narrado sucedió durante el asedio de Jerusalén (588-587), por lo cual este capítulo iría mejor después del 37. El rey Sedecías era un juguete en manos de sus consejeros. “Tenía, por cierto, una veneración sincera al profeta, pero no quería demostrarla abiertamente por causa de los partidarios de Egipto, a los que permitió que encarcelaran a Jeremías, y sin embargo, envió a consultarle en secreto mientras se hallaba prisionero (37, 15 ss.); dejó que sus cortesanos, contra los cuales «el rey no era capaz de hacer nada» (38, 5), metieran al profeta en una cisterna para que se muriese de hambre; pero inmediatamente después, a la simple invitación de un palaciego, hizo que lo sacaran; le consultó ansiosamente de nuevo y a la vez le impuso, bajo pena de muerte, que no dijera a nadie que le había consultado (38, 5-26). Pero, a pesar de todo esto. Jeremías seguía su camino y a las consultas del rey respondía invariablemente diciendo que no se rebelara contra los caldeos” (Ricciotti, Historia de Israel, número 532).

[8111] 5 ss. Yo mismo lucharé contra vosotros; es decir, que tanto los triunfos de Israel como sus derrotas eran obras de Dios. Obsérvese el contraste entre lo que Él quiere en este capítulo y en el 24 (la sumisión de Israel a Babilonia) y la resistencia sin cuartel que Él quería en el sitio de Betulia (Judit 8, 10 ss. y nota).

[8112] 8. El camino de la vida y el camino de la muerte: Cf. Deuteronomio 30, 15 ss.; Ezequiel 20, 13. Notemos que aquí solo se trata de la Ley de Moisés, ¿Cuánto más nosotros, beneficiarios de la Promesa y coherederos de Cristo, no hemos de resistir esa vil tendencia que no ve en el Evangelio sino severos preceptos? ¿Acaso nos parece un duro mandamiento cuando Jesús nos dice: “Al que viene a Mí no le echare fuera”? (Juan 6, 37). ¿O cuando nos revela que el Padre nos ama hasta haber dado por nosotros su Hijo? (Juan 3, 16). ¿O cuando nos declara que Él nos ama tanto como el Padre a Él mismo? (Juan 15, 9). ¿O cuando nos regala su conversación, haciéndonos saber que en esas palabras está la vida? (Juan 6, 63; Vulgata 6, 64). No hay aquí mandamientos, sino declaraciones de amor. He aquí el sumo secreto para la propia vida espiritual, y también la técnica del apostolado evangélico, enseñada y practicada por el mismo Jesús. Si el que está avergonzado y temeroso por sus culpas se entera de que Dios le está tendiendo los brazos, ¿cómo no va a cambiar de espiritualidad? Dios nos pone delante, como aquí vemos, los tesoros de su inmensa generosidad, el sumo bien, la vida eterna. No nos obliga a elegir el camino de la vida, pues respeta el libre albedrío nuestro; no le gustan obras sin recta intención, ni obediencia sin sumisión interna. Mas la historia prueba que el género humano se inclina a elegir la muerte, a ejemplo de los primeros padres y a consecuencia de la herencia que nos ha dejado Adán. Cf. Sabiduría 2, 24 y nota.

[8113] 9. Véase 24, 5-10. Esta misteriosa voluntad de Dios que parece favorecer aquí al rey de Babilonia, se observará también en los días del Anticristo, a quien adorarán “todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado” (Apocalipsis 13, 8).

[8114] 12. Casa de David: la dinastía de David, los reyes de Judá.

[8115] 13. Habitadora del valle: Jerusalén, que por tres lados estaba rodeada de valles. Peña (que se alza) en la llanura, porque la ciudad se levantaba como una roca allanada; y el lugar donde estaba el Templo era una meseta artificialmente ensanchada. La Vulgata trae otra lección: fuerte y campestre (en vez de peña en la llanura).

[8116] 2. Este mensaje se dirige sin duda al rey Sedecías. Suena como una última exhortación a seguir las sendas de la justicia, antes de descargar los castigos.

[8117] 4. Todo habría cambiado entonces en la historia de Israel. Es la última renovación que Dios hace de la promesa condicional hecha a Salomón. Véase 17, 25 y nota.

[8118] 6. Galaad: país transjordánico, rico en bosques. Como la cima del Líbano: Alusión al palacio del bosque del Líbano, situado en el monte Sión. Véase III Reyes 7, 2 ss.

[8119] 7. Destructores: el rey Nabucodonosor con sus ejércitos; él está consagrado para la guerra, encargado de Dios, instrumento de la ira del Señor (véase 6, 4). Tus cedros escogidos: los príncipes de Israel.

[8120] 8. Véase Deuteronomio 28, 24; III Reyes 9, 8 s.

[8121] 10. No lloréis al difunto: Se refiere al rey Josías, cuya muerte en la batalla de Megiddó (IV Reyes 23, 29 s.; II Paralipómenos 35, 20 ss.) fue señal de llanto general. El profeta quiere decir: No lloréis a los difuntos, pensad en vuestro destino. Cf. las palabras que Jesús dijo a las mujeres que lloraban (Lucas 23, 28).

[8122] 11. Se refiere a Joakim (Sellum), sucesor de Josías, que murió en Egipto (IV Reyes 23, 30 ss.; II Paralipómenos 36, 1 ss.).

[8123] 13 ss. Se trata del rey Joakim, hermano y sucesor de Joacaz, opresor del pueblo y constructor de suntuosos edificios (IV Reyes 23, 33 ss.). Vemos ya aquí cuán sagrado es para Dios el salario de los que trabajan. Cf. Santiago 5, 4-6. Sobre las leyes de Moisés véase Eclesiástico 24, 35 y nota. Me edificaré una casa (versículo 14): Algo semejante dice el rico insensato en la parábola (Lucas 12, 18).

[8124] 16. Alude al piadoso rey Josías, padre de los impíos reyes Joacaz y Joakim. Dios explica por qué fue feliz.

[8125] 18. Es un canto elegiaco. Las plañideras solían llorar exclamando: ¡Ay, hermano mío!, etc.

[8126] 19. La Biblia no relata expresamente el cumplimiento de esta profecía. Joakim fue llevado prisionero a Babilonia. (Cf. 36, 30; IV Reyes 24, 6; II Paralipómenos 36, 8 ss.)

[8127] 20. “La nación judía, nuevamente comparada a una mujer (cf. 21, 13, etc.), es invitada a ascender, dando gritos de angustia, a los montes al pie de los cuales los caldeos han de pasar en su marcha sobre Jerusalén” (Fillion). Basan: parte septentrional de Transjordania. Abarim: una montaña al sudeste de Palestina.

[8128] 23. Por su situación geográfica la ciudad de Jerusalén era semejante a un águila que anida en los cedros del Líbano. El Líbano significa también la magnificencia y suntuosidad de la ciudad.

[8129] 24. Sucesor de Joakim fue Joaquín o Jeconías (IV Reyes 24, 8 ss.; II Paralipómenos 35, 9 s.). Este rey fue llevado cautivo a Babilonia, junto con su madre y muchos otros (IV Reyes 24, 12 ss.). Jeremías narra su liberación en 52, 31 ss. Véase IV Reyes 25, 27 ss. y notas.

[8130] 30. Estéril en el sentido de que sus hijos no serán reyes. Efectivamente, no hubo más reyes en Israel, frustrándose por su ingratitud las promesas condicionales tantas veces reiteradas por Dios (véase 22, 4 y nota; II Reyes 7, 12 ss.). Así se cumplió la profecía de Jacob (Génesis 49, 10), conservándose solamente la promesa infalible hecha a David (Salmo 88, 20-38), que habrá de cumplirse en la persona del Mesías (Lucas 1, 32) no obstante su rechazo por la Sinagoga.

[8131] 3 ss. Reuniré el resto: El “resto”, las “reliquias” del pueblo, y términos semejantes, tienen muchas veces en boca de los profetas un sabor mesiánico, y se refieren a la restauración de Israel, no a la mezquina restauración después de los setenta años del cautiverio babilónico, sino a una restauración relacionada con la conversión de Israel (cf. Deuteronomio 28, 68 y nota). No obstante la aflicción actual, dice el profeta, os resplandecerá un porvenir dichoso, con la venida del Mesías, el Vástago justo de la estirpe de David (versículo 5) que fundará un reino de paz y de justicia. El término profético Vástago justo, es empleado la primera vez por Isaías (4, 2), Jeremías vuelve a usarlo en 33, 15, y Zacarías en 3, 8 y 6, 12, siempre para designar al Mesías (Crampón). Véase también los Salmos 46-48; 71; 92-99; Isaías 7, 14; 11, 1 ss.; 16, 5; 18, 7; 32, 1; 33, 17; 34, 4; 35, 5, etc. La profecía no se detiene en la primera venida de Cristo, sino que abarca hasta los últimos tiempos, pues en su primera venida Cristo no ejecutó el derecho y la justicia en la tierra (final del versículo 5), sino que se sometió a jueces viles e injustos, y padeció la muerte de los peores criminales. Según Hechos de los Apóstoles 15, 14-17 ha de esperarse aún su cumplimiento. Tampoco llamaba la nación judía a Cristo “Justicia nuestra” (versículo 6). Esta expresión, que corresponde al significado; nuestra salvación, es por sí misma una admirable profecía mesiánica. “Los pasajes en que Jeremías menciona directamente la persona de Cristo son bastantes raros; este es uno de los más hermosos y de los más importantes. Cf. 30, 9; 33, 15-18” (Fillion). Pío XI cita este pasaje en la Encíclica “Quas Primas” para mostrar la Realeza de Cristo.

[8132] 9 ss. Tremendo oráculo contra los sacerdotes y falsos profetas que procuraban frustrar la misión de Jeremías, por lo cual serán castigados más que el pueblo. Véase vv. 11, 12; 14, 18 y nota.

[8133] 11. Alusión a la idolatría que había llegado a practicarse en el mismo Templo (véase 7, 30; 32, 34; Ezequiel 8, 10; 23, 39, etc.). Se refiere también a la conducta de los sacerdotes y a su mal ejemplo. La dignidad de los sacerdotes, es grande, dice San Jerónimo, pero su ruina no es menos grande, si pecan. San Ambrosio dice que su conducta debe corresponder a su dignidad, para que; siendo el honor sublime, no sea la vida infame, y siendo la profesión divina, no sean criminales las obras, y el nombre no llegue a ser vano, y gravísimo el crimen.

[8134] 13. Los profetas del reino de Israel (Samaria) propagaban, por cierto, el culto de Baal, pero no eran tan malos como los del reino de Judá que, a pesar de conocer la Ley de Dios y poseer el Templo, inducían al pueblo a la idolatría, llamada aquí adulterio (versículo 14) como en muchos pasajes de la Sagrada Escritura. Véase 13, 27 y nota; Ezequiel 16.

[8135] 15. Véase 9, 15, donde se dirige la misma amenaza a todo el pueblo.

[8136] 16 ss. Dios es el único que tiene derecho a hablar, y defiende celosamente ese derecho. Los falsos profetas simulan conocer los designios de Dios, como si asistieran a su consejo (versículo 18). En realidad no anuncian más que los deseos de su corazón y lo que gusta a los oyentes. Dios les formula una maldición mortal en Deuteronomio 18, 20; y Jesús nos previene muchas veces contra ellos, advirtiéndonos que los conoceremos por sus frutos (Mateo 7, 16). Para ello los desenmascara en el banquete del fariseo (Lucas 11, 37-54) y en el gran discurso del Templo (Mateo capítulo 23), y señala como su característica la hipocresía (Lucas 12, 1), esto es, que se presentarán no como revolucionarios antirreligiosos, sino como “lobos con piel de oveja” (Mateo 7, 15). Su sello será el aplauso con que serán recibidos (Lucas 6, 26), así como la persecución será el sello de los profetas verdaderos (ibíd. 22 s.). Sobre este mismo concepto, de la ortodoxia aparente e hipócrita, insisten todos los escritores inspirados del Nuevo Testamento. San Pablo dice que “mostrarán apariencia de piedad” (II Timoteo 3, 5) y que si “Satanás se transforma en ángel de luz”, no podemos extrañar que sus ministros se transfiguren en ministros de justicia y apóstoles de Cristo (II Corintios 11, 13-15). Cf. Ezequiel 13, 7 y nota.

[8137] 19 s. El torbellino es imagen del juicio y castigo. Cf. Salmo 49, 2 ss.; 75, 8 ss.; 96, 2 ss.; Isaías 13, 9 ss.; 24, 19 ss.; 66, 15; Ezequiel 32, 7; Joel 2, 30, etc. Al fin de los tiempos lo comprenderéis (versículo 20): Cf. 30, 24. Análoga indicación se hace a Daniel (Daniel 12, 8 ss.), lo cual debe ilustrarnos y consolarnos cuando hallamos que alguna profecía supera nuestro entendimiento. Véase 30, 24; Isaías 60, 22.

[8138] 22. Asistido o mi consejo: La profecía de Amós nos enseña que Dios no obra sin revelar antes sus propósitos a los profetas. No puede haber mayor atractivo que este, para que procuremos conocerlos, con lo cual el Señor promete aquí desviarnos de nuestros errores y vicios. Por donde se ve que las profecías encierran mucha mayor santidad de lo que solemos pensar (Amós 3, 7).

[8139] 25. Dios a veces se manifiesta en sueños (Génesis 28, 12; 37, 5 ss.), mas en general expresa su voluntad por otros conductos, en particular por su palabra.

[8140] 28. La paja significa la falsa profecía; el trigo la verdadera.

[8141] 29. Es este uno de los pasajes más elocuentes sobre el poder de la palabra de Dios, superior a toda especulación humana, y sobre la eficacia que tiene cuando se la usa rectamente. Cf. Isaías 55, 11 y nota; Daniel 2, 34 y 45; Oseas 6, 5; Hebreos 4, 12. Según San Crisóstomo, la palabra de Dios suple a los milagros. “La prueba es que San Pablo, admirado por todas partes como obrador de milagros, no por eso dejó de manejar la palabra. Y otro del mismo sacro coro apostólico nos exhorta a que atendamos a la fuerza y a la virtud de la palabra, diciendo: «Estad apercibidos para la defensa ante cualquiera que os pidiere razón de vuestra esperanza» (I Pedro 3, 15). Y los apóstoles todos no por otro motivo encomendaron en la ocasión que sabemos (Hechos de los Apóstoles 6, 2) a Esteban y sus compañeros el cuidado de las viudas, sino para dedicarse ellos más holgadamente al ministerio de la palabra... Y como los enemigos nos atacan por todas partes y sin tregua, no tenemos otro remedio que fortificarnos con la palabra divina, no solo si queremos no ser alcanzados de los dardos de nuestros enemigos, sino también disparar nosotros certeramente contra ellos. Por lo cual, grande empeño tenemos que poner para que la palabra de Cristo habite en nosotros copiosamente” (De Sacerdocio, lib. IV). Pero no olvidemos que, como dice San Atanasio, “para el estudio de la verdadera inteligencia de las Escrituras es necesaria también una vida piadosa, un corazón puro y el ejercicio de las virtudes cristianas, a fin de que el espíritu por este camino, pueda alcanzar y comprender aquello que anhela, tanto cuanto es dado a la naturaleza humana alcanzar un conocimiento sobre Dios, el Logos. Sin esta rectitud de intención y sin esta imitación de la vida de los santos, nadie puede entender el lenguaje de los santos” (De Incarnatione Verbi).

[8142] 33. Llaman carga las profecías de Jeremías porque no les agradaban. Carga es también un término que usan los profetas para designar las profecías conminatorias. Véase Isaías 13, 1; 14, 28; 15, 1; 17, 1; 19, 1, etc. Lo mismo que Jesús en Lucas 19, 22 y Mateo 23, 4, Dios se indigna aquí contra los que, pensando mal de su misericordia, no conciben palabras de Dios que no sean una carga, una amenaza o un pesado mandamiento, olvidando que toda la Sagrada Biblia es un inmenso mensaje de amor paternal (Hechos de los Apóstoles 15, 10).

[8143] 1. Se refiere a los acontecimientos relatados en IV Reyes 24, 12 ss. Carpinteros y herreros: Otra traducción: arquitectos e ingenieros. Como se ve, los vencedores de entonces procuraban ya impedir el rearme de los vencidos.

[8144] 7. “¿Cómo se concilia esta profecía con el estado actual del pueblo judío? Las palabras que siguen lo dan a entender; pues el profeta anuncia que los judíos se convertirán a Dios de todo corazón, lo que en parte se verificó en la nueva Iglesia de Jerusalén, y acabará de cumplirse en la conversión de todos los judíos a la fe de Cristo” (Páramo).

[8145] 8. Los higos buenos representan a los deportados con Jeconías a Babilonia (597); los malos, a los que quedaron en el país o se refugiaron en Egipto, pero no se convirtieron. Precisamente por eso serán rechazados mientras los que soportan con paciencia las penalidades del cautiverio agradan al Señor. Entre ellos se encuentran dos profetas: Ezequiel y Daniel. Véase 21, 9.

[8146] 9. “Acumulación elocuente de sinónimos y eco de Deuteronomio 28, 25 y 27. Era necesario que sufriera todo el pueblo, porque todos eran culpables”, (Fillion).

[8147] 1. El año cuarto de Joakim: el año 605 ó 604. En este mismo año Jeremías recibió de Dios la orden de escribir las profecías en un libro (36, 1 s.).

[8148] 4. Inclinar los oídos: He aquí la doctrina que Jesús expone en la parábola del Sembrador, mostrando que todo el que se interesa por la palabra de Dios, la entiende. “Si no entiendes, dice el Crisóstomo, es porque no amas.” Cf. 7, 23.

[8149] 5. Véase 35, 15; IV Reyes 17, 13. Convertíos cada uno: El arrepentimiento les habría valido el perdón, así como Nínive quedó salvada cuando recurrió a la penitencia. El arrepentimiento borra los crímenes, calma la ira de Dios, transforma a los hombres, anula la maldición, abre a los pecadores el seno de Dios. Así se expresan los grandes Doctores sobre la contrición del corazón. Cf. Salmo 50 y notas.

[8150] 9. Nabucodonosor es llamado aquí siervo de Dios, como en versículo 27, 6; 43, 10, por ser ejecutor de los planes divinos. También el rey pagano Ciro recibe el nombre de Ungido (Isaías 45, 1), como instrumento de Dios. Véase Ezequiel 29, 19 s.

[8151] 11 s. Setenta años en cifra redonda. El reino neo babilónico o caldeo comenzó en 606 cuando Nabucodonosor derrotó a los asirios, y subsistió hasta el año 538 cuando los medos y persas conquistaron a Babilonia. Los setenta años del cautiverio coinciden con este espacio de tiempo, si se toma por punto de partida la primera deportación en el cuarto año de Joakim. Véase 29, 9 s.; II Paralipómenos 36, 21 y nota.

[8152] 15 ss. La copa se toma aquí como imagen de la cólera del Señor. Cf. 23, 19; 49, 12; 51, 7; Salmo 59, 5; 74, 9; Isaías 51, 17 y 22; Apocalipsis 16, 1 ss., etc. Jeremías ha de pasar la copa a todos los pueblos que Dios le señala, primeramente a Jerusalén (versículo 18), “porque habiendo sido sus moradores más favorecidos del Señor, habían pecado más gravemente contra Él. Y aquí se echa de ver al mismo tiempo su grande misericordia y clemencia. Castiga primeramente con penas temporales a aquellos de quienes tiene mayor cuidado, para que, volviendo sobre sí, se conviertan a Él, y para acrisolarlos como el oro con el fuego de la tribulación y de las penas; y aquellos de quienes tiene menor cuidado, como son los réprobos, los castiga temporalmente con menos rigor, porque están reservados para las penas eternas” (Scío).

[8153] 20. La mezcla de pueblos. Aquí se ve que la profecía se extiende más allá de Babilonia (cf. versículo 29), y significa una advertencia saludable para las naciones de todos los tiempos (versículo 31 ss.).

[8154] 23. Los que se cortan los bordes del cabello: Otra traducción: los que se rapan las sienes, por ejemplo los beduinos y árabes que llevan cerquillo. Véase 9, 26; Levítico 19, 27 y nota.

[8155] 26. Sesac es nombre criptográfico de Babel. San Jerónimo siguiendo a los rabinos explica este seudónimo por inversión de las letras del alfabeto (“atbasch”), que consiste en poner la última por la primera, la penúltima por la segunda, etc. Así sale el nombre de Sesac o Sesach en vez de Babel.

[8156] 29 s. Por aquí se ve todo el alcance de esta grandiosa profecía, que no se limita solamente a la invasión de Nabucodonosor. Si Yahvé castiga tan severamente a su propio pueblo, ¿cómo podrán escapar al juicio las demás naciones? Se refiere en última instancia, al gran juicio al fin de los tiempos. Cf. Apocalipsis 19, 11-21. Como los que pisan el lagar: Como los pisadores de uva se animan mutuamente con canciones y gritos de alegría, así los enemigos se alentarán uno a otro para cumplir con su misión. Véase Isaías 16, 9; 63, 3 ss. Cf. 48, 33. Su Morada: el Templo. La Vulgata vierte: su hermosura.

[8157] 38. La espada destructora: la espada de Nabucodonosor. La Vulgata trae otra lección: la ira de la paloma, que, según San Gregorio sería la ira de Dios, quien castiga con mansedumbre y amor paternal.

[8158] 2. En el atrio de la Casa de Yahvé; es decir, en el atrio exterior al que todos tenían acceso. El tiempo fue probablemente una de las grandes fiestas en que había mucha gente en la ciudad, lo cual dio más resonancia a las palabras del profeta.

[8159] 3. Admiremos la paciencia del Omnipotente que desciende hasta hablar en estos términos, pues lo que Él quiere es “que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad” (I Timoteo 2, 4). Por eso exclama San Bernardo: “¡Oh, duros e intratables hijos de Adán, a quienes no puede enternecer ni una bondad tan grande, ni una llama tan viva, ni un amor tan ardiente!” (Sermón II de Pentecostés). El perdón que Dios ofrece a los hombres no significa la aprobación de lo que han cometido, sin embargo, será tan eficaz que el pecador arrepentido puede subir a un grado más alto de amor, como lo vemos en el caso de María Magdalena (Lucas 7, 47 y nota), lo cual es ya, una insuperable maravilla del Corazón divino; pero subirá precisamente por la humillación saludable, es decir, por la detestación del propio pecado. Porque Dios, como todo padre, no se fija en su propia ofensa (cf. I Corintios 13, 5), y solo quiere que el hijo salga del estado de infelicidad que esa culpa le trae al mantenerlo alejado de la amistad paterna. Y salir de ese estado es aborrecer, o sea, precisamente condenar y odiar la propia culpa. Hecho eso, vemos, en el caso del Hijo Pródigo, que el Padre no se cuida de la reparación (Lucas 15, 20 ss.), sino que se precipita a abrazarlo aun antes que pueda hablar, y no solamente lo perdona gratis, sino que lo colma de obsequios y aun hace gran fiesta.

[8160] 6. En Silo estaba el Arca de la Alianza en tiempo de los Jueces. Allí vivió Helí, y en sus primeros años también Samuel. Destruiré a Jerusalén así como he destruido a Silo, de modo que la ruina de la ciudad santa servirá de parábola o ejemplo de maldición. Véase 7, 12; I Reyes 1, 3; Salmo 77, 60 y notas.

[8161] 8. Tal es la respuesta a la misericordia manifestada en el versículo 3. Jeremías se muestra una vez más como figura de Cristo (véase Juan 19, 6 y 15). Cf. 11, 19; 18, 18; 15, 10 y notas.

[8162] 12 ss. Jeremías, lejos de defenderse, les da una prueba suprema de caridad, insistiendo en su divino mensaje de salvación. No se deja vencer por el mal (Romanos 12, 21), sino que ofrece en un acto de incomparable mansedumbre la vida a sus enemigos.

[8163] 18. Se trata del profeta Miqueas, cuyo libro está en la colección de los Profetas Menores. Véase Miqueas 3, 12.

[8164] 20. De Urías no nos han quedado escritos. Lo único que de él sabemos es que murió mártir por haber dicho la verdad. Véase lo que dice Jesús en Lucas 13, 34.

[8165] 24. Este hombre intrépido es aquel Ahicam, cuyo padre había desempeñado un alto cargo en la corte del rey Josías (IV Reyes 22, 12). Su hijo Godolías fue constituido gobernador de Judea por Nabucodonosor después de la destrucción de Jerusalén. Véase 39, 14; 40, 6.

[8166] 1. Algunos manuscritos hebreos y la versión siríaca ponen el nombre del rey Sedecías, en vez de Joakim. Se trata efectivamente de Sedecías, como se ve en los versículos 3, 12, y el primer versículo del capítulo siguiente.

[8167] 3. Los pueblos vecinos habían enviado mensajeros a Jerusalén para concertar una alianza y deliberar sobre las medidas a tomar contra los babilonios. La respuesta de Dios por intermedio del profeta consiste en la entrega de yugos a los embajadores. El acto era más que elocuente, pues todos sabían lo que significaba el yugo y a quién se refería el profeta aunque no lo dijo expresamente en los versículos 4 y siguientes.

[8168] 5. Doy a quien me place: El Señor ostenta no solamente su intervención decisiva en el reparto de los reinos de la tierra, sino también su soberana libertad para darlos a quien quiere. Véase Romanos 9, 15 ss. y notas.

[8169] 7. Falta en los Setenta. El reino neo babilónico o caldeo solo se mantuvo durante sesenta y seis años, siendo sus reyes Nabucodonosor, Evilmerodac, Neriglisar y Nabunaid, quien hizo participar en el reino a su hijo Baltasar (Daniel capítulo 5).

[8170] 9. Enumeración de diversas clases de falsos profetas. Soñadores: los que pretenden recibir inspiraciones en sueños. Magos, en sentido malo: embaucadores, farsantes. Mago, en el sentido primitivo, significaba entre los medos y persas al hombre sabio, filósofo y también médico, porque estas ciencias eran una sola, que consistía en averiguar cómo la voluntad de Dios se manifestaba en los fenómenos del cielo astral. De ahí que entre aquellos pueblos paganos consideraran a los magos como profetas y conocedores de los secretos divinos. De los medos y persas llegó esta institución a los babilonios, en cuyo ejército había muchos soldados de origen medo-persa, mas el contacto con Babilonia significa a la vez la decadencia de la institución; y en vez de buscar la voluntad de Dios los magos imitaban las maquinaciones de los adivinos y agoreros. El libro de Daniel nos muestra cuán grande era su autoridad en la corte del rey de Babilonia. En el Nuevo Testamento aparecen las dos ramas de los magos, los buenos ante el pesebre del Niño Jesús (Mateo 2, 1 ss.), y los malos en la figura de Simón Mago (Hechos de los Apóstoles 8, 9 ss.).

[8171] 10. Véase 25, 11 s. y nota.

[8172] 12 s. Esta insistencia de Dios sobre la necesidad de someterse al más fuerte y evitar el inútil derramamiento de sangre, es un hondo motivo de meditación para la política cristiana, y podría evitar muchos males que vienen del orgullo patriótico mal entendido.

[8173] 15. Véase 12, 10 ss. y nota; 14, 14; 23, 16 ss. y nota; 29, 9.

[8174] 16. En la deportación del año 597, Nabucodonosor había llevado consigo al rey Joaquín (Jeconías) y los vasos de oro y plata (IV Reyes 24, 13), pero no los de bronce. Estos últimos serán también llevados a Babilonia (versículo 19). Cf. 28, 3; II Paralipómenos 36, 7 y 10; Daniel 1, 2 y notas.

[8175] 19. Se refiere aquí el profeta a las columnas del Templo, y al mar de bronce, esto es, la gran pila de agua. Véase III Reyes 7, 15 ss. y notas; IV Reyes 25, 13.

[8176] 22. Profecía de que los vasos serán devueltos al Templo, lo que se cumplió bajo Ciro después de la caída de Babilonia. Véase Esdras 1, 7; 6, 5; 7, 19. El día que Yo los visitare; es decir, “mire hacia ellos” (Biblia de Bonn). Vemos aquí el corazón paternal de Dios, quien anuncia a su pueblo escogido el carácter medicinal del castigo. Terminado este, le manifestará de nuevo su benignidad y lo restaurará con tal que lo busquen a Él (29, 13). Cf. II Paralipómenos 36, 21.

[8177] 1. “Aquí tenemos, frente a frente, a este profeta soñador, que anuncia el fin de la primera cautividad, y a Jeremías, que obtiene una completa victoria sobre su adversario” (Nácar-Colunga). Véase 27, 9 y nota. Hananías es uno de los falsos profetas que inspirados en puros sentimientos nacionalistas solamente anunciaban lo que lisonjeaba al orgullo patriótico.

[8178] 6. Hágalo así Yahvé, etc.: Como profeta de Dios, Jeremías no desea ni busca otra cosa que el cumplimiento de la palabra de Dios, y como patriota no puede anhelar más que el bien de su pueblo. No es la envidia la que le impulsa a oponerse a Hananías, sino el santo celo por Yahvé y el amor sincero a la patria.

[8179] 8 s. Esto es: Hananías contradice a los profetas anteriores, p. ej., Isaías, Amós, Oseas, Miqueas, que vaticinaron guerras y calamidades. El profeta que predice la paz se condena a sí mismo, porque no se cumplirá su profecía. Véase Deuteronomio 18, 22 y nota. En el Nuevo Testamento tenemos la voz de San Pedro que en su segunda Encíclica caracteriza a estos aduladores y sus promesas halagüeñas con las siguientes palabras: “Estos tales son fuentes sin agua, nubes impelidas por un huracán. A ellos está reservada la lobreguez de las tinieblas. Pues profiriendo palabras hinchadas de vanidad, atraen con concupiscencias, explotando los apetitos de la carne, a los que apenas se han desligado de los que viven en el error. Les prometen libertad cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción” (II Pedro 2, 17-19). Con este veredicto San Pedro no recomienda el pesimismo, que no es sino un miedo disfrazado; lo que el Príncipe de los apóstoles quiere es que abramos los ojos y distingamos entre los predicadores auténticos y los falsos.

[8180] 10. Aquí se ve que Jeremías solía salir con una cadena al cuello, a manera de muda predicación que recalcaba sus palabras.

[8181] 11 ss. El profeta de Dios se retira en silencio y sin proferir ninguna queja, mas el Señor no tarda en vengarlo (versículo 17).

[8182] 14. Véase 27, 3 y nota. Cf. Deuteronomio 28, 48.

[8183] 1. Esta carta fue enviada a Babilonia a los primeros deportados que, a lo que parece, creían que el regreso se realizaría pronto. Jeremías les aconseja establecerse en Babilonia para largo tiempo (versículo 5). Los profetas: Habían sido llevados ya a Babilonia los profetas Ezequiel, Daniel y otros.

[8184] 7. El bien (literalmente la paz) de la ciudad: Los deportados han de orar por esas ciudades y por Nabucodonosor, porque este representaba para ellos la legítima autoridad. Véase 25, 9 y nota. San Pablo inculca la misma actitud frente a Nerón que perseguía a los cristianos. Dice el Apóstol de los gentiles a los cristianos de Roma: “Todos han de someterse a las potestades superiores, porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido ordenadas por Dios. Por donde el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios; y los que resisten se hacen reos de juicio… Por tanto es necesario someterse, no solamente por el castigo, sino también por conciencia. Por esta misma razón pagáis también tributos, porque son ministros de Dios ocupados asiduamente en este asunto. Pagad a todos lo que les debéis: a quien tributo, tributo, a quien impuesto, impuesto; a quien temor, temor; a quien honor, honor” (Romanos 13, 1-7). Cf. Esdras 6, 10; I Timoteo 2, 2; I Pedro 2, 13 ss. y notas.

[8185] 11. Pensamientos de paz: misericordia y clemencia. Cf. 27, 22; 30, 10; 46, 28; Isaías 55, 7; Efesios 2, 14; Filipenses 4, 7. Dios, expresa San Agustín, es todo para nosotros. Si tenéis hambre, será vuestro pan; si tenéis sed, será vuestra bebida: si estáis en las tinieblas, será vuestra luz; si estáis desnudos, os revestirá de inmortalidad. Dios, dice Santo Tomás, está más dispuesto a darnos que nosotros a recibir. Lo propio de la naturaleza de Dios, su inclinación, es dar. Es este un punto importantísimo para la espiritualidad cristiana y el crecimiento en la fe y el amor, pues nadie se arrepentiría si dudara del perdón; Jesús revela que la situación del perdonado puede ser mejor que antes si ama más (Lucas 7, 42 s.), 13. Si me buscareis: La miseria del hombre consiste en no querer buscar a Aquel que es el único capaz de enderezar nuestro camino y fortificar nuestra vida. “Vivimos en veloz carrera: del trabajo al placer, del cine a las actividades deportivas, siempre tras de nuevas ocupaciones y cada vez mis absorbidos.” Es la Biblia la que nos despierta del aturdimiento y nos hace ver lo que somos y adónde vamos.

[8186] 15. Tampoco en el cautiverio faltaba la peste de los falsos profetas que engañaban al pueblo haciéndole envidiar la suerte de los que habían quedado en Jerusalén. De ahí lo que agrega Jeremías en los versículos 16 ss. San Jerónimo parafrasea este verso diciendo: “Puesto que Yo, afirma Dios, haré estas cosas espontáneamente y tengo decretado vuestro retorno, pasado cierto tiempo, os engañáis en vano, creyendo que tenéis profetas en Babilonia.”

[8187] 16 ss. Los versículos 16-20 faltan en los Setenta. Higos detestables (versículo 17): Véase la parábola de los dos canastos de higos en el capítulo 24.

[8188] 23. Aquí termina la carta a los deportados. Lo que sigue no forma parte de la carta de Jeremías (Fillion).

[8189] 24 ss. Vemos aquí un elocuente ejemplo del falso celo y envidia entre los predicadores (cf. Fil. 1, 15). Semeías insinúa a Sofonías que haga con Jeremías lo que hizo Joiadá con la impía reina Atalía (IV Reyes 11), es decir, que lo mate.

[8190] 28. Niega el falso profeta que el destierro va a perdurar largo tiempo. Véase versículo 5, donde Jeremías en nombre de Dios dice lo contrario.

[8191] 32. Ninguno de los suyos habitará, etc. Quiere decir: los hijos del falso profeta perecerán, y ninguno de ellos verá el reino del Mesías; lo que era considerado como la pena más grande para un israelita. “Dichoso seré yo, dijo el viejo Tobías, sí algunas reliquias de mi descendencia lograren ver el esplendor de Jerusalén” (Tobías 13, 20).

[8192] 1. Los capítulos 30 a 33 son la cumbre de las profecías de Jeremías. El profeta emplea aquí todos los recursos poéticos para pintar la gloriosa restauración de Israel y el esplendor de la nueva alianza que Dios hará con su pueblo. En cuanto al orden cronológico de los cuatro capítulos hay diversas opiniones. Se cree en general que el 32 es el primero, el 33 el segundo, el 30 el tercero, y el 31 el cuarto.

[8193] 3. Israel y Judá, es decir, toda la descendencia de Jacob, no solamente las dos tribus del reino de Judá que existían en tiempo de Jeremías. “En esos tiempos dichosos los dos reinos de Israel y Judá formarán uno solo, como en el origen” (Fillion). El P. Páramo pone aquí la siguiente nota: “El profeta parece que habla principalmente de la libertad completa en que será puesto el pueblo de Israel cuando todo entero reconocerá al Mesías y entrará en su Iglesia por la fe; porque tan solo una pequeña parte de la nación fue la que se convirtió en tiempo del Mesías. Tal vez por esto se añade en el versículo 24 que las cosas que aquí se dicen serán entendidas “al fin de los tiempos”. Es de notarse con San Jerónimo, que profetizaban las mismas cosas Jeremías en Jerusalén y Ezequiel en Babilonia. Véase Ezequiel 37, 24.

[8194] 6. Locución metafórica que expresa la intensidad del dolor.

[8195] 7. Este trágico augurio se dirige a las doce tribus (versículo 4; 3, 18), no pudiendo por tanto referirse a los cautivos de Babilonia que eran solo Judá y Benjamín. Parece aludir a la última prueba del pueblo escogido, previa a la restauración del versículo 3. Cf. Ezequiel 22, 19 ss.; capítulo 38 s.; Sofonías 2, 1 s.; 3, 11 ss.; Zacarías 13, 8 s.; Romanos 9, 27; 11, 26; Lucas 21, 24; Salmo 101, 21 y notas.

[8196] 9. David había muerto ya hacía cuatro siglos. El profeta mira al vástago de David, el Mesías. Véase 23, 5; Ezequiel 34, 23; 37, 24; Oseas 3, 4; pasajes en que el Mesías lleva el nombre de David. Cf. Lucas 1, 32 s.; Hechos de los Apóstoles 3, 21 y 22 y notas. “Al convertirse toda la nación judía a la fe, entonces se verificará la reunión de todas las tribus en el reino de Jesucristo” (Páramo).

[8197] 12. La ruina del reino de Judá es irreparable para los hombres; no obstante ello, el Señor compadecido de su pueblo lo curará (versículo 16 ss.).

[8198] 13. No hay medicamentos para curarte: “Esto es, la ceguedad y dureza del pueblo judaico en no querer reconocer al Mesías, es de suyo incurable; se necesita un milagro de la gracia, el cual obrará Dios en su tiempo. Ver Romanos 11” (P. Réboli). Cf. Isaías 42, 16; 43, 23 ss.; 63, 5 y notas; Lamentaciones 5, 21 y nota. Cf. Lucas 1, 54.

[8199] 18. La ciudad: en sentido estricto Jerusalén; en sentido más amplio, todas las ciudades de Judá.

[8200] 21. Su príncipe, a quien aquí se hace referencia, es evidentemente Jesucristo. Cf. versículo 9 y nota.

[8201] 22. Véase 24, 7; 31, 33; 32, 38; Éxodo 19, 5 s.; Levítico 26, 12; Ezequiel 11, 20.

[8202] 24. Al fin de los tiempos: Cf. las notas al versículo 3; 23, 20; Isaías 60, 22; II Tesalonicenses 2, 7. Scío pone aquí esta nota: “Cuando venga el Mesías, y más cumplidamente en el fin del mundo, la experiencia misma y los hechos os harán creer que es verdad cuanto os he dicho, y penetraréis todo el sentido.”

[8203] 1. Todo este capítulo es de admirable belleza. Su idea fundamental es mesiánica, sirviendo los acontecimientos históricos como punto de partida para ilustrar la gloria y magnificencia del Reino mesiánico.

[8204] 2. A su descanso: al país prometido. Véase Salmo 94, 11; Hebreos 3, 11; 4, 3 y 5.

[8205] 3. Este texto es una exposición maravillosa del amor de Dios a su pueblo. Cf. Isaías 11, 4; 54, 7 ss.; Lucas 1, 54 s. y notas. Bien podemos aquí poner en boca de Israel como un “Cántico nuevo por las maravillas que Él hizo” (Salmo 97, 1 y nota), los afectos del Magníficat ante la asombrosa declaración de amor y las promesas que contiene todo este capítulo (cf. Ezequiel 16 y 37). Y también podemos, como en el Cantar (cf. la Introducción a dicho Libro), aprovechar y gozar, trasladándoles a nuestra alma, esos mismos sentimientos, como la novia elegida por el príncipe, que dijese a sus íntimas: “Soy feliz, amigas, soy feliz porque Él se ha fijado en mí. Él, tan bello, tan poderoso, tan magnánimo, y sobre todo tan bueno, se ha fijado en mí que no soy nada, que no le traigo más que mi persona dichosa y agradecida. Y ahora todos me llamarán afortunada, y rica, y princesa, y todo eso será por las maravillas que Él me ha hecho. Porque Él prefiere siempre a los débiles, y me ha elegido, de puro bondadoso, para poder protegerme al ver mi incapacidad. Porque esa es la característica de su corazón: preferir a los que no son nada, y levantar al pobre del estiércol para ponerlo entre los príncipes” (Salmo 112, 7 y nota). Con amor eterno: Hay en Dios un amor infinito que desea comunicarse. “Dios es en las cosas espirituales lo que el sol en las cosas sensibles, dice San Gregorio Nacianceno. Así como el sol lanza por todas partes sus rayos bienhechores, a fin de iluminar, calentar, vivificar, fecundizar la naturaleza, así Dios derrama sobre todas las criaturas y especialmente sobre los ángeles y los hombres, los divinos rayos de su beneficencia a fin de ilustrarlos con la luz de su sabiduría, inflamarlos con su amor, vivificarlos con la vida de la gracia y la de la gloria” (Distich). El amor con que Dios ama a su pueblo, trae por consecuencia el perdón de la apostasía en que tantas veces incurrieron. “Esta idea del perdón es fundamental en la restauración del pueblo y del mundo. Porque, como el pecado excitó la cólera de Dios y trajo el castigo sobre los delincuentes, así a las bendiciones divinas es preciso que preceda la desaparición del pecado y la reconciliación. Pero hay una diferencia entre lo uno y lo otro: la cólera de Dios no se excita por sí, es el pecado del pueblo quien la excita; mas el perdón no tiene su causa en el hombre, sino en la bondad y misericordia de Dios. Como en el orden físico el hombre puede darse la muerte, pero es incapaz de volver a la vida, así en el orden espiritual puede acarrearse el castigo, pero no merecer la misericordia y el perdón” (Colunga). Véase Isaías 4, 2-4; 43, 22, 25; Miqueas 7, 18-20.

[8206] 5. Véase Isaías 62, 9; 65, 21.

[8207] 6. Efraím: el reino de Israel, que se había separado del Templo de Jerusalén haciéndose dos becerros en Betel y Dan, peregrinará de nuevo a Jerusalén, al Templo del Señor. Este pasaje significa que no habrá más cisma entre Israel y Judá. Véase la parábola de Ezequiel 37, 16 ss.

[8208] 7. El Primero de los Pueblos (Vulgata: contra caput gentium): Todos los pueblos se regocijarán cuando vuelva Jacob. Es obvio el sentido mesiánico. La jaculatoria final está desarrollada en la gran oración del Eclesiástico capítulo 36. El resto de Israel: término frecuentemente usado en los libros proféticos. Dios, aunque castiga los crímenes de su pueblo, no quiere destruirlo por completo, porque, como dice San Pablo, “las promesas de Dios son inmutables” (Romanos 11, 29). Un residuo se conservará y se convertirá, según el mismo Apóstol (Romanos 11, 26). Isaías expresa esta esperanza mesiánica, dando, por orden de Yahvé a uno de sus hijos el nombre de Schearyaschub, que significa: un resto volverá, o sea, se convertirá. Cf. 6, 13; 10, 21; 11, 11; Miqueas 5, 3; Sofonías 3, 13, etc.

[8209] 9 s. El mismo Dios los conducirá, como un pastor, a la nueva Sión y los cuidará como un padre. En realidad Efraím no volvió del destierro, por lo cual esta profecía se cumplirá al fin de los tiempos, cuando las doce tribus se incorporen a la grey de Cristo. Véase Juan 10, 16; Isaías 40, 11; 66, 18; Ezequiel 34, 12 ss.

[8210] 12. Los dones materiales son imágenes de las bendiciones mesiánicas. Véase Ezequiel 30, 30.

[8211] 14. Saciaré, etc.: “El pueblo nuevo, tan piadoso como próspero, ofrecerá tal cantidad de sacrificios, que la parte reservada a los sacerdotes será riquísima. Cf. Levítico 3, 31-34. Por lo mismo la raza sacerdotal será bendecida de una manera particular” (Cardenal Gomá, Salterio, pág. 321).

[8212] 15. Raquel, madre de José y Benjamín, está representada llorando la deportación de sus hijos al cautiverio. Pronto se gozará, al verlos volver a su país y al Dios de sus países. Ramá (Vulgata: en lo alto): hoy día Er-Ram, situada al norte de Jerusalén, campo de concentración de los judíos que en 587 fueron deportados a Babilonia (véase 40, 1). Raquel es introducida por el profeta como madre de todos los deportados y como madre de todo el pueblo, porque sus dos hijos, José y Benjamín, representan los dos reinos, aquel el reino de Israel, y este el de Judá. San Mateo cita este texto aplicándolo a la degollación de los niños de Belén (Mateo 2, 18), pues lo que se cumplió en Ramá bajo Nabucodonosor fue una figura de lo que hizo Herodes en Belén.

[8213] 18. Conviérteme y yo me convertiré: Es Efraím, representante del reino de Israel, el que expresa con estas palabras no solo su arrepentimiento, sino también su confianza en Dios, el único capaz de concederle la gracia de la conversión. Pensamiento eminentemente cristiano, porque nadie se convierte por sus propias fuerzas; “pues Dios es el que, por su benevolencia obra en vosotros tanto el querer como el obrar” (Filipenses 2, 13).

[8214] 20. Una vez más vemos, desde el Antiguo Testamento, la doctrina que Jesús había de exponer en la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 20) sobre los sentimientos paternales del corazón de Dios. Si no hemos desaparecido ya a causa de nuestros pecados, lo debemos a la misericordia del Padre (Lamentaciones 3, 22). Por esto decía San Agustín a Dios: “A tu misericordia, Señor, debo cuanto soy.”

[8215] 21. Invitación de Dios a preparar el regreso de los cautivos. Lo primero será marcar el camino para que no se desvíen en el desierto que media entre Babilonia y Palestina. Jalones: Vulgata: amarguras.

[8216] 22. La mujer rodeará al varón: “En esta mujer privilegiada, San Cipriano, San Jerónimo, San Agustín y la mayoría de los exegetas católicos han visto a la Virgen María” (Fillion). Véase Isaías 7, 14; Miqueas 5, 2 s. El varón aludido sería, entonces, Jesucristo. Crampón observa que esta opinión no es unánime entre los Padres, y se decide, con varios autores, por otra, según la cual Yahvé, que antes había inútilmente rodeado a Israel con su amor (Isaías 65, 2), será finalmente abrazado por esta esposa rebelde. En favor de esta interpretación se aduce la versión siríaca, que dice: la mujer amará tiernamente al hombre, y los textos de Isaías 64, 6-8; Ezequiel capítulo 16; Oseas capítulo 2; Jeremías 2, 2; 3, 8; 9, 2; 16, 15; 23, 8; 24, 6 s.; 29, 14; 30, 3; 31, 3-8, etc.

[8217] 23. En los versículos precedentes Dios se dirigía a todas las tribus de Israel; en los versículos 23-25 habla solamente a Judá, La nueva Jerusalén se llama Morada de la justicia, y Monte santo, por ser morada del Mesías. Véase Salmo 64, 2 y nota.

[8218] 25. Véase las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña (Mateo 5, 6).

[8219] 28. Para edificar y plantar: Isaías (60, 22) dice que esto se hará en un instante cuando llegare su tiempo. “Desde entonces los judíos serán tan bendecidos cuanto habían sido antes castigados” (Fillion).

[8220] 29. Locución proverbial, que quiere decir: los hijos son castigados por los pecados de los padres (Ezequiel 18, 2 ss.; cf. Éxodo 20, 5 y nota). Cada uno llevará en adelante la pena de su propio pecado.

[8221] 31 ss. Haré una nueva alianza con la casa de Israel y con la casa de Judá: “Estos versículos forman el más hermoso pasaje de todo el libro” (Bover-Cantera). San Pablo renueva a los hebreos esta promesa de una nueva alianza en dos notables citas textuales (Hebreos 8, 8 ss. y 10, 16 s.). Cf. Isaías 59, 20 s.; Romanos 11, 25 ss. Según el Apóstol de los gentiles la reprobación de Israel fue ocasión de nuestra admisión al Reino; mas una vez obtenido el perdón, el pueblo judío entrará de nuevo en la posesión de las promesas y formará parte del Reino de Cristo, como se ve en el pasaje citado. Cf. 32, 40, donde Dios promete a su pueblo “una alianza eterna”.

[8222] 33. Pondré mi ley en sus entrañas: Fray Luis de León parafrasea este hermoso pasaje, diciendo: “No será menester que loe ahora yo lo que ello se loa; ni me será necesario que refiera los bienes y las ventajas grandes de aquesta gobernación, adonde guía el amor y no fuerza el temor; adonde lo que se manda se ama, y lo que se hace se desea hacer; adonde no se obra sino lo que da gusto, ni se gusta sino de lo que es bueno; adonde el querer el bien y el entender son conformes; adonde para que la voluntad ame lo justo, en cierta manera no tiene necesidad que el entendimiento se lo diga y declare” (Nombres de Cristo).

[8223] 34. Cf. Isaías 54, 13. No tendrán ya que enseñar: La jerarquía enseñante de la Iglesia ha sido establecida por Cristo en persona y no se podría sin extremada violencia aceptar con respecto a ella una interpretación de este pasaje que implicaría, por una parte, suprimir el magisterio eclesiástico, como pretenden los partidarios del libre examen; y por otra parte, afirmar que ahora todos conocen al Señor, sin necesidad de enseñanza alguna. Esto sería, además, contradictorio con todas las instrucciones que los Sumos Pontífices han impartido a través de los siglos para la evangelización de los pueblos, y también con el contexto, pues el versículo 31 habla de Israel y de Judá (cf. 30, 3) y todo el capítulo contiene alusiones al pueblo judío que de una u otra manera participará de las bendiciones del conocimiento de Dios.

[8224] 35 ss. Se refiere a la duración perpetua de la nueva alianza con Dios y encierra un profundo sentido mesiánico.

[8225] 38 ss. La nueva Jerusalén no será mucho más grande que la destruida por Nabucodonosor, pero si más santa. La torre de Hananeel, mencionada también en Nehemías 3, 1; 12, 38; Zacarías 14, 10 estaba en la parte nordeste de la muralla; la puerta del Ángulo, en la parte occidental. Gareb y Goa (Vulgata: Goata) (versículo 39) son lugares desconocidos. El valle de los cadáveres y de las cenizas (versículo 40): el valle de Hinnom, al sur de la ciudad; el Cedrón, al este de la misma. Fillion distingue en esta descripción entre figura y realidad: “la figura es la Jerusalén material; la realidad es la Iglesia de Cristo, centro perpetuo de la Nueva Alianza”.

[8226] 1. Esto es, en el último año de su reinado, cuando la ciudad estaba sitiada por las tropas de Nabucodonosor (588-587). Véase 39, 1-18; IV Reyes 25, 1 y notas.

[8227] 7. Anatot estaba ya en poder de los caldeos. El hecho de que Jeremías compre allí por mandato de Dios un campo, ha de tomarse como acto simbólico, para indicar que la vida normal pronto se restablecerá. Sobre la obligación de vender los campos solo a los parientes, véase Levítico 25, 24 ss.; Rut 4, 6.

[8228] 11. Los contratos solían hacerse en duplicado, a saber: en dos rollos, uno de los cuales se sellaba por afuera y se guardaba como matriz en una vasija de barro, mientras el otro estaba abierto (versículo 14) y servía para consultas. El primero solo se abría ante los escribanos y únicamente cuando se daba un caso de duda o un pleito.

[8229] 17. El profeta no comprende cómo se podría comprar casas y campos en territorio ocupado por el enemigo. Por eso pide a Dios le explique lo extraño del oráculo, recordándole los prodigios que Él hizo para con el pueblo de Israel (versículos 17-25).

[8230] 18. Tú usas de misericordia: Cf. 31, 20 y 29; Éxodo 20, 5; 34, 7; Deuteronomio 5, 9 s.; Ezequiel 18, 2 ss. y notas.

[8231] 26 ss. Dios contesta la pregunta de Jeremías, anunciándole la destrucción de la ciudad y explicándole el significado de la compra del campo como un anuncio de la liberación de Jerusalén (versículos 36 ss.). ¿Hay acaso algo imposible para Mí? Nos llena de gozo y aviva nuestra fe, el pensar que nuestro auxiliador y nuestro padre es el poderoso Señor que hizo el cielo y la tierra (Salmo 123, 8) y para el cual nada es imposible (Salmo 22 y notas; Job 42, 2; Zacarías 8, 6; Mateo 14, 36; 16, 26; Lucas 1, 37; Génesis 18, 14).

[8232] 34 s. Alusión a la idolatría practicada por algunos reyes en el Templo y a la inmolación de niños en el valle del Hinnom. Véase 2, 23 y nota; 7, 31; Levítico 18, 21; 20, 2; IV Reyes 16, 3; 21, 4; etc.

[8233] 36 ss. “Para Dios nada hay imposible. La ciudad será entregada a los caldeos, para satisfacer la justa cólera de Dios; pero luego el Señor reunirá a los deportados y hará con ellos una alianza eterna, que no será anulada. Las promesas de Dios, dice luego San Pablo, son sin arrepentimiento (Romanos 11, 29). Tiene palabra de rey, no se vuelve atrás. La infidelidad del pueblo no sorprende al que es omnisciente” (Nácar-Colunga). Les daré un mismo corazón: “La más perfecta unión interna y externa reinará entre los miembros de la nación santa, en lugar del cisma que la había dividido y debilitado durante tan largo tiempo” (Fillion). Alianza eterna (versículo 40); Véase 31, 31 ss. y nota. Ni dejaré de hacerles bien: Véase 5, 1; 29, 11; Isaías 49, 15 s.

[8234] 44. La Sefelá: región costera entre Jafa y Gaza. Négueb: parte meridional de Palestina.

[8235] 1. Dios consuela a su fiel profeta que se halla preso en la cárcel, renovándole las promesas de restauración y asegurándole la futura venida de un Vástago justo (versículo 15).

[8236] 3. Cosas grandes y ocultas: La Vulgata dice: cosas grandes y ciertas. Serán las que han de cumplirse en el restablecimiento de Jerusalén, y más todavía en el reino mesiánico. De estas cosas recónditas habla San Pablo en Efesios 3, 3 ss. y las llama “el misterio de Cristo”, que estaba “escondido desde todos los siglos en Dios, Creador de todas las cosas” (ibíd. versículo 9).

[8237] 8. Les perdonaré: Dios está lleno de misericordia, no acaba del todo con el pecador (Salmo 77, 38) sino que le da ocasión para arrepentirse. Si Él que es el supremo Señor nos perdona y en cierto modo toma nuestra defensa, ¿quién podrá condenarnos? Por lo cual exclama San Pablo: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación (II Corintios 1, 3).

[8238] 9. Es lo que expresa el Salmo 101 versículo 16, con referencia a la vocación de Israel entre las naciones.

[8239] 11. A su primer estado: a la felicidad y prosperidad que reinaba en la época más gloriosa de la historia de Israel. Véase 7, 34; 16, 9.

[8240] 13. Como el pastor se pone a la entrada del redil y cuenta una por una sus ovejas para ver si falta alguna, así tiene Dios cuidado de cada uno de los hijos de su pueblo. Véase lo que se dice del Buen Pastor en el Nuevo Testamento (Juan 10, 14; 17, 12; 18, 9).

[8241] 15 ss. Todos estos versículos son netamente mesiánicos. El Mesías se llama aquí Vástago justo (Vulgata: pimpollo de justicia) porque su reino es un reino de justicia (véase 23, 3-5; Isaías 11, 5; Lucas 1, 75). Hay aquí un gran misterio. El Mesías Rey tan esplendorosamente anunciado en este y otros pasajes como gloria de Israel, fue para ella piedra de tropiezo, como lo expresa San Pablo en Romanos 9, 33, recordando a Isaías 8, 14. Véase Isaías 35, 5 y nota; Ezequiel 44, 5-16.

[8242] 18. Un varón que delante de Mí ofrezca los holocaustos: “Estas promesas se refieren no al sacerdocio judío, hace tiempo extinguido, sino al eterno de Jesucristo, ejercido por sí y sus ministros” (Bover-Cantera). Cf. Hebreos capítulos 7-9.

[8243] 20 s. Así como el día y la noche se suceden el uno a la otra, así se cumplirán las promesas respecto al Hijo de David y su reino. Véase sobre esta promesa II Reyes 7, 12 ss. Cf. 31, 35-37.

[8244] 24. Las dos familias son la familia real de David y la sacerdotal de Aarón.

[8245] 26. Tendré de ellos misericordia: Aquí, como en muchos otros lugares, puede sorprender que el Señor anticipe al culpable la seguridad de que será perdonado. No parece esto buena pedagogía, y diríamos que puede estimular al pecado. ¿Queremos acaso darle lecciones a Dios? Para evitar esta tentación véase (con sus notas) el capítulo 16 de Ezequiel, y especialmente Oseas 11, 8 s., donde el mismo Señor nos humilla saludablemente recordándonos, con majestad divina, que Él “no es un hombre”, o sea que en vano pretenderemos alcanzar con nuestro menguado juicio el abismo de un amor y de una bondad que contrasta con la iniquidad de nuestra caída naturaleza. Notemos desde luego, que Él nunca dice que no castigará, sino muy al contrario, amenaza a menudo con la venganza más terrible de su amor ofendido. Pero anticipa la noticia del perdón como un desahogo irresistible de tu Corazón amante. Jesús había de darnos la plena revelación de este misterio al decirnos que su Padre “y nuestro Padre” (Juan 20, 17) “es bueno con los desagradecidos y malos” (Lucas 6, 35). Con semejante noticia, fácil es ver, en esta anticipada promesa de perdón, una característica del corazón paterno, muy bien observada por Santo Tomás, y es que Él “no hace esa misericordia sino a causa de su amor”. Porque teme que el alma, dudando del perdón como Judas, como Caín caiga en la desesperación, que es lo peor de todo, porque es lo único irreparable. De ahí la inefable palabra de Jesús en Juan 6, 37: “Al que venga a Mí no lo echaré fuera ciertamente.” Y además, sabe ese Padre que su exceso de bondad transformará al fin muchos corazones, porque, como también observó el Angélico, “nada es tan eficaz para mover al amor, como la conciencia que se tiene de ser amado” (véase I Juan 4, 16 y nota). En la misma ingrata Israel veremos este fruto cuando ella vuelva a su Dios y cuando “lloren, como se llora a un hijo único”, por “Aquel a quien traspasaron”, según nos lo dice San Juan (19, 37) citando a Zacarías 12, 10.

[8246] 5. En paz: de muerte natural. El rey Sedecías murió, efectivamente, en el cautiverio de Babilonia. Véase 52, 11; Ezequiel 12, 13. Quemarán por ti. No se trata de la quema del cadáver, sino de los perfumes que se encendían con motivo del entierro. Véase II Paralipómenos 16, 14.

[8247] 9. Según la Ley, los esclavos hebreos ganaban la libertad en el séptimo año (Éxodo 21, 2 ss.; Deuteronomio 15, 12 ss.). Como se ve, no habían cumplido con este precepto, por lo cual aquí prometen hacerlo, en forma de un voto.

[8248] 11. Se arrepintieron, es decir, quebrantaron el pacto que habían hecho delante de Yahvé en el Templo (versículo 15). Lo anularon porque la situación política había cambiado con la llegada de un ejército auxiliar de Egipto que por un tiempo ocuparía a los caldeos. Tal es la fragilidad humana. Por eso confiesa San Agustín, dirigiéndose a Dios: “Si hieres, clamamos que perdones; si perdonas, de nuevo te provocamos a que hieras.” Pero más que fragilidad era esta conducta endurecimiento del corazón (cf. 19, 15), que trae consigo el más terrible de los castigos: la impenitencia, el rechazo de la gracia. De ahí que Dios no pudiera retener el brazo de su Justicia.

[8249] 17. Elegir entre la espada, la peste y el hambre es también ejercicio de la libertad. Dios lo dice con sarcasmo, porque siempre se gloriaban de la libertad (cf. Juan 8, 33), que en realidad casi nunca poseían, y si la tenían no sabían aprovecharla. ¡Cuán terrible es esta libertad en que Dios los deja aquí, para que se aparten de Él y caigan en las peores calamidades! No hay prueba mayor que la de no ser probado (San Agustín). Véase Salmo 80, 13, donde Dios dice: “Por eso los entregué a la dureza de su corazón: para que caminaran según sus apetitos.” Un objeto de horror, etc.: Nácar-Colunga vierte: el vejamen de todos los reinos de la tierra.

[8250] 18. Véase Génesis 15, 12 y nota; Éxodo 24, 6. La ceremonia de tajar en dos partes un becerro y pasar los dos contrayentes por medio de los trozos de la víctima, significaba que el que quebrantare el pacto correría la misma suerte.

[8251] 21. Los babilonios habían levantado el sitio para combatir a los egipcios (cf. 37, 4). Vencidos estos, volvieron a asediar a Jerusalén, como lo había predicho Jeremías.

[8252] 2. Los recabitas eran de descendencia madianita, del linaje de Jetró, suegro de Moisés. Se distinguían por el celo con que conservaban las costumbres antiguas y el culto de Yahvé. Su modo de vivir recordaba la sencillez del pueblo judío bajo Moisés en el desierto, pues renunciaban a casas, a las bebidas alcohólicas, a las comodidades en la manera de vivir, y al cultivo de campos y viñas, etc. Véase Levítico 23, 34; IV Reyes 10, 15 ss. y nota; I Paralipómenos 2, 55.

[8253] 6. Jonadab, nuestro padre: “Este es, dice San Jerónimo, aquel Jonadab, hijo de Recab, de quien se lee en el Libro de los Reyes que subió al coche con Jehú (IV Reyes 10, 15), e hijos suyos son los que, morando en los tabernáculos, a la postre, por la invasión del ejército de los caldeos fueron forzados a retirarse a Jerusalén; y esta fue la primera cautividad, que dicen que sufrieron. Porque después de haber gozado de la libertad que hay en la soledad, fueron encerrados en la ciudad como en una cárcel.” El Doctor Máximo escribe estas palabras a San Paulino y agrega: “Os ruego mucho que, porque estáis atado con el vínculo de vuestra santa hermana (esposa) y no camináis con paso del todo libre; dondequiera que viváis, siempre huid de la muchedumbre de los hombres, de sus cumplimientos, visitas y convites como de unas cadenas de deleite.” De la misma manera nos enseña San Pablo que nuestra habitación está en el cielo (II Corintios 5, 1 ss., texto aludido en el Prefacio de Difuntos), por lo cual allí ha de estar también nuestra conversación (Filipenses 3, 20) donde se encuentra el Salvador cuya venida esperamos (Colosenses 3, 1 ss.). Nuestra vida debe ser un tránsito por el desierto, en tiendas de campaña, según el ejemplo de Abrahán que nos presenta el mismo Apóstol (Hebreos 11, 8 s.).

[8254] 14 ss. Notemos los celos doloridos con que Dios se ve menos obedecido que los hombres. San Pablo usa esta misma comparación en Hebreos 12, 9. Cf. Isaías 48, 8 s. y nota. Convertíos cada cual de su mal camino: Véase 3, 14 y nota. Sobre este importantísimo tema escribe Bossuet: “El pecador que difiere su conversión porque cuenta con el tiempo, trata de engañarse, y el tiempo pasa rápidamente, porque, aunque eternamente varía, casi siempre presenta el mismo aspecto. Solo largos años descubren su impostura. La debilidad, las canas, la alteración visible del temperamento, nos fuerzan a notar que una gran parte de nuestro ser se ha hundido y aniquilado, pero el tiempo, para engañarnos no nos despoja sino poco a poco; nos lleva tan dulcemente a los extremos opuestos, que llegamos a ellos sin pensarlo. Así es que la malignidad del tiempo hace correr insensiblemente la vida; y no pensamos en nuestra conversión. Caemos de repente y sin creerlo en los brazos de la muerte, y solo sentimos nuestro fin cuando lo tocamos.”

[8255] 1. El año cuarto de Joakim corresponde al 605 o 604, de nuestra cronología.

[8256] 3. Se convertirán tal vez... y Yo les perdonaré: Aquí se manifiesta de nuevo el corazón misericordioso de Dios. Cf. 31, 3 y nota. ¡Cuán grande es la clemencia de Dios para con nosotros con tal que nos volvamos a Él! (Eclesiástico 17, 28). “¿Qué es el pecado ante la misericordia de Dios? Una telaraña que desaparece para siempre al soplo del viento” (San Crisóstomo).

[8257] 6 ss. Ve, pues, tú, y lee al pueblo, etc.: He aquí una enseñanza que nos ilustra sobre el papel de la Acción Católica. El laico no puede ejercer la función sacerdotal de celebrar el Sacrificio ni la de administrar los Sacramentos. Pero puede, como quiso Pío XI, participar en esta otra función de difundir las palabras de Dios entre el pueblo. Véase IV Reyes 23, 1 y nota; Nehemías 8, 1-12. Sobre el valor de esta palabra escrita véase lo que dice Jesús en Juan 5, 46 s. Cf. Baruc 1, 5 y nota. En un día de ayuno; porque en los días de ayuno se reunía mucha gente en el Templo. En efecto, fue proclamado un ayuno extraordinario (versículo 9) para pedir a Dios el favor de que los librase definitivamente de Nabucodonosor, el cual se había retirado después de humillar a Joakim.

[8258] 18. Dictaba: La Vulgata agrega: como leyéndolas. Maldonado y Cornelio a Lápide ven en este pasaje una prueba de la inspiración divina de las profecías de Jeremías.

[8259] 19. Ve y escóndete: La persecución por causa de la divina palabra no tardó en alcanzar a Baruc, como a Jeremías y a todos los fieles predicadores. Véase Salmo 15, 4; 118, 51 y notas. Mas la fuerza de la palabra se ve en el hondo efecto que aquí produjo, pues es el arma de Dios (Hebreos 4, 12) e instrumento de salvación (Romanos 1, 16).

[8260] 23. Esta ira satánica contra el instrumento que guarda la sabiduría, recuerda la fábula de aquel hombre que rompió el espejo que le mostraba su fealdad. El apóstol Santiago compara la palabra con un espejo, y Jesús dice claramente que el mundo no puede amarlo, porque Él da testimonio de que sus obras son malas (Juan 7, 7; 3, 19).

[8261] 26. Yahvé los ocultó: Así defiende Dios a los que anuncian su palabra. Los protege como a la niña de sus ojos, y si permite que sean perseguidos (versículo 19), Él mismo los libra amorosamente como a párvulos incapaces de defenderse. “Aunque mil caigan junto a ti, dice el salmista, y diez mil a tu diestra, tú no serás alcanzado” (Salmo 90, 7). Cf. Salmo 24, 14; 33, 20.

[8262] 30. No tendrá quien se siente sobre el trono de David, es decir, no le sucederá ninguno de sus descendientes. Esta palabra del profeta se cumplió muy pronto. El hijo de Joakim, que se llamaba Joaquín o Jeconías, no pudo mantenerse en el trono. Solo reinó tres meses (597 a. C.), y fue deportado a Babilonia. Véase 22, 25 ss.; IV Reyes 24, 8 ss. Le sucedió en el trono Sedecías, tío suyo, que fue el último rey de Judá y reinó diez años (597-587).

[8263] 32. Dictó Jeremías por segunda vez los vaticinios que el rey había arrojado al fuego, y agregó algunos más, probablemente el de 22, 19 sobre el ignominioso fin de Joakim: “Será enterrado como un asno; le arrastrarán y le arrojarán fuera de las puertas de Jerusalén.”

[8264] 1. Sobre Sedecías véase 36, 30 y nota; IV Reyes 24, 17; II Paralipómenos 36, 10. De él dice el autor sagrado: “Hizo el mal delante de los ojos de Yahvé, su Dios, y no respetó a Jeremías, profeta, que le hablaba de parte de Yahvé. Se rebeló asimismo contra Nabucodonosor, el cual le había hecho prestar juramento en el nombre de Dios, y endureció su cerviz y su corazón para no convertirse a Yahvé, el Dios de Israel.” (II Paralipómenos 36, 12 s.)

[8265] 5. El Faraón Hofra (Efree) de Egipto vino con un ejército a socorrer a Jerusalén, pero se retiró pronto y los caldeos pudieron reanudar el sitio de la ciudad.

[8266] 12. Probablemente a Anatot, su ciudad natal, que se encontraba en el territorio de Benjamín, al norte de Jerusalén (cf. 1, 1; 11, 21). Bover-Cantera cree que lo que Jeremías quería, era hacer provisiones para el nuevo sitio que preveía.

[8267] 14 s. También en esto es Jeremías figura de Jesucristo. Acusado falsamente responde con toda mansedumbre, lo cual no impide que lo prendan y lo sometan a la flagelación. Véase 11, 19; 18, 18; 26, 12 ss. y notas.

[8268] 16. La casa de la mazmorra (Vulgata: la casa del lago) tal vez una cisterna, muy húmeda y malsana (cf. versículo 20), como la mencionada en 38, 6.

[8269] 17. Secretamente, por miedo al pueblo y a los príncipes. ¡Qué pobre figura de monarca, ese último rey de Judá! En vez de gobernar, es gobernado por las masas. Cf. 38, 5 y 24 ss.

[8270] 18. Véase 32, 3 s.; 34, 2 s.; 38, 17 s.

[8271] 19. ¿Dónde están vuestros profetas? Nótese cómo los oráculos mentirosos de los falsos profetas han afianzado la autoridad de Jeremías.

[8272] 21. La conducta del rey, por humana que aparezca es, como la de Pilatos, falta de toda rectitud. Por un lado llama al profeta a su casa para oír una palabra de Dios (versículo 17), por el otro, manda confinarlo en el atrio de la cárcel. Cada día un pan: La Vulgata agrega: además de la vianda.

[8273] 4. Notemos cuán largamente se prolonga esta situación que somete al profeta a la desconfianza de sus compatriotas, por predicarles lo que Dios les ordenaba para su verdadero bien. Es esta quizá la mayor prueba de fidelidad: jugarse la propia reputación por obedecer a Dios. Aquí y en 26, 11 vemos que la resistencia a la palabra de Dios tiene a veces un seudo-fundamento patriótico.

[8274] 6. El encarcelamiento de Jeremías tiene cinco fases. Primera, fue detenido al salir por la puerta de Benjamín y metido en la cárcel que había en la casa de Jonatán (37, 11-15). Segunda, el rey después de consultarle secretamente, le libra y dispone que sea guardado en el patio de la cárcel (37, 20). Tercera, el profeta es echado en la cisterna de Melquías (38, 6). Cuarta, un etíope consigue su liberación y el profeta es metido en el patio de la cárcel, de donde lo llevan a la presencia del rey que jura no quitarle la vida (38, 9-16). Quinta, Jeremías queda en el patio de la cárcel hasta el día en que es tomada la ciudad (38, 28).

[8275] 7. Un eunuco extranjero es más humano y valiente que los ciegos políticos judíos. Recordemos que Nuestro Señor Jesucristo nos señala lo mismo en el ejemplo del samaritano caritativo (Lucas 10, 33 ss.). Cf. 39, 16.

[8276] 15. No me vas a escuchar: Así dice Jesús a sus jueces en Lucas 22, 67 s. Efectivamente, el rey no escuchó a Jeremías (versículo 28). Véase en 39, 5 s. cuán cara le costó su incredulidad.

[8277] 17 s. Jeremías explica ahora lo que había dicho en 37, 16.

[8278] 19. El rey Sedecías, por lo visto, cree en la autenticidad de la profecía de Jeremías y querría seguir su consejo, pero también esta vez prevalece el temor que le impide hacer lo que la razón le aconsejaba.

[8279] 22. Tus mejores amigos: Otra traducción: tus varones pacíficos, en sentido irónico. El profeta se refiere a los malos consejeros y falsos profetas que siempre anunciaban la paz. Véase 12, 10 ss.; 14, 13; 23, 16 ss. y notas.

[8280] 26. En la casa de Jonatán se hallaba el pozo en que lo habían echado anteriormente. Véase 37, 14.

[8281] 1 s. Véase 52, 4-16 y IV Reyes 25, 1-21. El sitio de la ciudad se prolongó por espacio de dieciocho meses menos un día.

[8282] 3, Entre los príncipes se nombra también Rabmag, cuyo nombre significa “jefe de los magos”, por donde se ve que en el ejército de los caldeos había magos que consultaban a los dioses. Cerca de la puerta media: Tal vez una puerta que separaba a Sión de la parte baja de la ciudad (Bover-Cantera).

[8283] 4. El Arabá: aquí la depresión geológica al norte del Mar Muerto, donde corre el Jordán. El mismo nombre se da en la Biblia a la depresión al sur del Mar Muerto.

[8284] 5 s. Riblá (Vulgata: Reblata), ciudad de la Siria septentrional, donde Nabucodonosor tenía su cuartel general. Le sacó los ojos (versículo 7): Dura costumbre de los vencedores asirios y caldeos que vemos aplicada también por los filisteos en el caso de Sansón (Jueces 16, 21). Fue descubierto un relieve asirio que representa al rey Asurbanipal cegando personalmente a algunos prisioneros mediante una lanza.

[8285] 12. Los caldeos consideraban al profeta Jeremías como partidario y amigo suyo. En realidad no lo era, sino que anunciaba solamente la voluntad de Dios, sin miramientos políticos. La conducta del rey pagano, favorable a Jeremías, fue continuada por su general (40, 2 ss.). Es de notar que el mismo rey fue también propicio al profeta Daniel, como se ve en los primeros capítulos del libro de Daniel.

[8286] 13. Los nombres no concuerdan con los del versículo 3. La diferencia se debe probablemente a los copistas.

[8287] 14. Del patio de la cárcel: Cf. 38, 28. Godolías es el jefe del resto del pueblo judío. Los caldeos lo habían constituido gobernador del país conquistado. Sobre Ahicam véase 26, 24 y nota.

[8288] 15 ss. Esta profecía fue dada a Jeremías antes de la toma de la ciudad. Se refiere al etíope Ebed Mélec que había librado al profeta (38, 7 ss.) y ahora se ve librado él mismo del peligro de muerte. También Jesús promete una recompensa especial a los que sostienen a un profeta: “El que hospeda a un profeta en atención a que es profeta, tendrá galardón de justo” (Mateo 10, 42). ¡Cuánto más el que salva la vida de un profeta!

[8289] 3. De aquí se desprende que el profeta no fue puesto en libertad inmediatamente, sino tan solo en Ramá, ciudad situada a 8 kilómetros al norte de Jerusalén y lugar donde los caldeos reunieron a los cautivos para llevarlos a Babilonia.

[8290] 6. Masfá, probablemente el actual Tell en Nasbe, a 12 kilómetros al norte de Jerusalén, centro religioso y político en tiempo de Samuel. Véase Jueces 20, 1; 21, 1; I Reyes 7, 5 ss.; III Reyes 15, 22; II Paralipómenos 16, 6. Y habitó allí en medio del pueblo que había quedado: Recuérdese que el profeta fue tratado como mal patriota y traidor, y aun como impío, porque anunciaba la caída de Jerusalén y también del Templo que los falsos profetas declaraban indestructible por ser de Yahvé (7, 1 ss.; 11, 21; 18, 18, 26, 7 ss., etc.). Ese mismo profeta comparte la suerte de la escasa población que ha quedado viva entre las ruinas, perdona a sus perseguidores y consuela a los afligidos. En el Libro de las Lamentaciones le oímos cantar las elegías inmortales sobre la caída de la Ciudad Santa y poco después le vemos acompañar el resto del pueblo que huye a Egipto. Muchos tomaban, quizás, su conducta como ilógica y falta de consecuencia. Es lo que siglos más tarde se reprochará a Cristo, con casi las mismas palabras, pues todo parece en Él “ilógico”, particularmente la doctrina del Sermón de la Montaña y el mandamiento de renunciar a la justicia y amar a los que nos odian (Mateo 5, 43 ss.). Y sin embargo, aquí está el arranque de toda vida cristiana. Sin las preocupaciones por cumplir esas cosas “ilógicas”, que nos enseña Jesús, no somos cristianos. Lo que más nos cuesta soportar son las mortificaciones que nos vienen del mundo que nos considera como tontos y locos. Jesús pasó por tal entre sus parientes (Marcos 3, 21 y 31 ss.), por endemoniado ante los doctores (ibíd. 22), por blasfemo ante el Sumo Sacerdote (Mateo 26, 25 ss.) y por criminal ante el pueblo que lo vio en el patíbulo (Lucas 22, 37). Si meditamos esto, empezamos a comprender cuán lejos estamos de seguir el ejemplo de Cristo.

[8291] 9. Cf. IV Reyes 25, 24, donde se repite este mismo consejo, Godolías no hace sino lo que Dios había mandado por boca del profeta: obedecer al rey de Babilonia.

[8292] 16. Godolías piensa caballerescamente de Ismael. Pronto vemos (41, 2 ss.) cuán imprudente es creer en los hombres que no apoyan su conducta en la voluntad de Dios.

[8293] 2. Véase IV Reyes 25, 25. Después del cautiverio los judíos instituyeron un día de ayuno para recordar este triste acontecimiento.

[8294] 5. Los peregrinos que vienen del antiguo reino de Israel están vestidos de luto por la destrucción del Templo. Ismael simula igualmente luto para engañarlos (versículo 6). La barba raída: En Levítico 19, 27 s. Moisés prohibía esta forma de luto, lo mismo que las sajaduras, porque eran costumbres paganas y revestían carácter idolátrico. Cf. Deuteronomio 14, 1. En la Casa de Yahvé, es decir, en el Templo destruido ya por los caldeos.

[8295] 8. La compasión interesada de Ismael recuerda el perdón que Saúl desobedeciendo a Dios concedió a Agag, rey de los amalecitas, para apoderarse de sus rebaños (I Reyes 15, 9).

[8296] 9. Véase III Reyes 15, 22; II Paralipómenos 16, 5.

[8297] 12. Gabaón estaba situada a 9 kilómetros al noroeste de Jerusalén. Allí se batió Abner, general de las tropas de Saúl, con el ejército de David (II Rey. 2, 13 ss.) y mató Joab a Amasá (II Reyes 20, 8).

[8298] 17 s. Huyeron a Egipto, temiendo que Nabucodonosor tomase venganza no solo de los asesinos de Godolías sino de todo el resto del pueblo. En Gerut-Camaam: No se sabe si se trata o no del nombre de una localidad. La Vulgata vierte: estuvieron peregrinos en Camaam; Nácar Colunga: en los apriscos de Camaam; otros: en las posadas de Camaam. Cf. II Reyes 19, 37 s.

[8299] 1 ss. Vinieron todos, chicos y grandes, a consultar a Jeremías, el padre del pueblo. Parece que en aquel tiempo se hallaba en Jerusalén reorganizando espiritualmente el pequeño resto que vivía entre los escombros. Lo buscan entre las ruinas y lo encuentran probablemente en aquel lugar donde estaba el Templo. Después de cumplirse todas las profecías de Jeremías ha aumentado tanto su prestigio que piden su intercesión ante Dios y prometen obedecerle en adelante a todo trance (versículo 6). Recuérdese la promesa de Pedro (Juan 13, 36 ss.). Vana promesa de un vulgo inconstante (43, 2) que tantas veces ha maquinado su muerte. Como intercesor Jeremías es figura de Cristo.

[8300] 4. Ellos le habían dicho: tu Dios; el profeta les dice: vuestro Dios (versículo 13), para animar su fe y mostrarles que él no monopoliza la oración ni se interpone entre ellos y Dios, sino que, al contrario, está empeñado por acercarlos a Dios.

[8301] 7 ss. Pasaje elegido para la Epístola de la Misa votiva en tiempo de guerra, a fin de avivar la fe del pueblo en ese triunfo que no se obtiene con los carros y caballos, sino solamente con la intervención de Dios (Salmo 32, 10-12).

[8302] 14. El sonido de la trompeta era señal del estallido de la guerra. En Egipto creían estar fuera de la zona de las operaciones bélicas de Nabucodonosor. No pensaban que para Dios no existen distancias y que nadie puede esconderse de su vista. Cf. Salmo 138, 8 y nota.

[8303] 18. Seréis objeto de execración, etc.: seréis citados entre los demás pueblos como ejemplo de la maldición divina. Cf. 18, 16; 24, 9; 26, 6; 29, 18; 44, 12, etc. y notas.

[8304] 19. No vayáis a Egipto: Se refiere a Deuteronomio 17, 16. Tomad nota de que Yo os advierto el día de hoy: Es notable que el Señor no los mueva a ninguna iniciativa, sino, al contrario, a esa pasividad que es la más difícil prueba de la fe, porque nadie se resigna a ella si no tiene una confianza absoluta. Véase Isaías 30, 15 ss.; 40, 27 ss.

[8305] 20. Os engañasteis a vosotros mismos. “Lo dijo Jeremías a los capitanes y al pueblo entero cuando, después de haber logrado conocer la voluntad de Dios, declararon falsa la profecía porque no concordaba con sus propios deseos. Lo podría decir también a los que hoy en día leen la Sagrada Escritura para conocer la voluntad de Dios y cuando ven que está en contra de sus juicios, de su modo de pensar y de su modo de vivir, dan vuelta a las palabras divinas hasta que salgan con la suya. Y si esto ya no es posible porque encuentran la verdad y la voluntad de Dios expresadas sin sombra de duda, pretenden hacer creer, a sí mismos y a los demás, que bajo estas palabras claras está escondido un simbolismo cuyo significado buscan a costa de la verdad, la cual esquivan a todo precio. ¿No fueron más sinceros los judíos que al abandonar a Jesús decían: «Dura es esta doctrina, quién puede escucharla»? (Juan 6, 61)” (Elpis).

[8306] 2. Es mentira: Así habla el corazón pervertido. En realidad, saben muy bien que Jeremías no miente y que nada le importa la impresión producida por sus palabras. Aunque le echaran en la cárcel por tercera vez, no cambiaría siquiera un ápice de lo que Dios le ha revelado. Quebrantan también, con su conducta, el juramento dado en 42, 5. Es que nada resulta más duro que perseverar en las opiniones de Dios cuando van contra los deseos del corazón.

[8307] 3. Baruc, el secretario del profeta, es objeto inmediato de las acusaciones que en realidad se dirigen contra Jeremías.

[8308] 6. Colígese de aquí y de 42, 9 ss. que el profeta fue arrastrado a Egipto contra su voluntad. Nótese el contraste con el versículo 2, donde le tratan de mentiroso. ¿De qué les sirve un profeta mentiroso? ¿Por qué le llevan consigo? ¿No es precisamente porque saben que su palabra es auténtica y que Dios está con él? Tenemos en este episodio un ejemplo de la inconsecuencia humana. Por una parte queremos ser fieles a la palabra de Dios, que nos atrae con sus divinas promesas; y por otra parte la rechazamos cuando no concuerda con nuestros intereses. En vano intentaremos servir a dos señores, a Dios y a los apetitos de la carne, pues, como dice Jesús, el que quiere servir a dos señores, “o tendrá aversión al uno y amor al otro, o, si se sujeta al primero, mirará con desdén al segundo” (Mateo 6, 24).

[8309] 7. Tafnis: Cf. 2, 16; 44, 1. En Tafnis, situada en el delta del Nilo, residían en aquel tiempo los faraones.

[8310] 9. Escóndelas con argamasa en el empedrado, etc.: Se trata aquí de una profecía simbólica, semejante a la del capítulo 13, donde el profeta recibe la orden de esconder un cinturón en la ribera del Éufrates (13, 1 ss.). El texto admite muchas traducciones si bien el sentido es siempre el mismo. La Vulgata dice: escóndelas en la bóveda que está debajo del muro de ladrillo a la puerta de la casa del Faraón; Bover-Cantera: escóndelas con mortero espeso en la obra de ladrillo que se halla a la entrada de la casa del Faraón.

[8311] 10. Pocos años después Nabucodonosor invadió Egipto dos veces, la primera, en 572, la segunda, en 568. Mi siervo: sobre este título del rey de los caldeos, véase 25, 9 y nota.

[8312] 12. Despiojará: Nada más gráfico que esta imagen del pastor que limpia su vestido de los piojos. La Vulgata trae otro sentido: se vestirá de la tierra de Egipto, es decir, ocupará el país como si fuese suyo.

[8313] 13. Alusión a los obeliscos del templo del Sol en On. La Vulgata da a esta ciudad el nombre de Casa del Sol. Véase Isaías 19, 18. Los griegos la llamaban Heliópolis. On o Heliópolis se menciona ya en Génesis 41, 45. Estaba situada a pocos kilómetros al norte del Cairo y era centro del culto que los egipcios tributaban al Sol. Hoy día es un montón de ruinas, y de sus obeliscos, símbolos de los rayos del Sol, uno solo, de 66 pies de altura, ha quedado allí como testigo solitario de la gloria desvanecida. Otro de esos obeliscos fue llevado a Roma y está ahora ante la Basílica de San Pedro. Así el símbolo del sol está hoy dedicado al “Sol invictus” Jesucristo y ostenta en letras de oro las palabras: “Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat.”

[8314] 1. Sobre Tafnis véase 43, 7 y nota. Migdol (Mágdalo), ciudad fronteriza que los arqueólogos ubican en la región del canal de Suez. Nof o Menfis, a 20 kilómetros al sur de El Cairo (cf. 2, 16; Isaías 19, 13). Patros: en egipcio p-to-res (país del sur), nombre del Alto Egipto. Jeremías se dirige a todos los judíos que vivían en el país de Egipto, no solamente a los recién venidos. Llama la atención la existencia de judíos en Patros, el extremo sur de Egipto. En el siglo V a. C. encontramos allí, en Elefantina, una colonia militar judía que disponía de un templo de Yahvé.

[8315] 3 ss. En estos celos del amor de Dios vemos la razón por la cual Él tanto se oponía a que fuesen a Egipto. La idolatría de Israel siempre fue la causa de sus males, porque su divino Esposo la miraba como un adulterio. Véase Salmo 105, 19 y nota. No escucharon (versículo 5): Véase 25, 4; 35, 15.

[8316] 11. Cf. 21, 10; Levítico 17, 10; 20, 5 s.; Amós 9, 4.

[8317] 13 s. Los castigaré: la profecía se refiere a la invasión de Egipto por Nabucodonosor. Cf. 43, 10 y nota. Aun en este caso Dios no extingue todas las luces. Se salvarán algunos fugitivos (versículo 14), entre ellos Baruc, el secretario del profeta.

[8318] 15. Las mujeres presentes allí en gran número: “Las costumbres judías no permitían que las mujeres se reuniesen en gran número excepto en las solemnidades públicas. Es, pues, probable que la reunión de la cual se trata aquí, era una de esas solemnidades” (Vigouroux).

[8319] 17. La reina del cielo: la diosa Astarté de los fenicios (Istar de los asirios), a la cual las mujeres solían ofrecer tortas redondas y chatas como el disco de la luna. Cf. 7, 18 y nota. Véase las excusas de las mujeres en el versículo 19. Además daban culto a Adonis, como vemos en Ezequiel 8, 14.

[8320] 26. En Egipto no será pronunciado más el Nombre de Dios, pues los judíos idólatras, refugiados en Egipto, perecerán, y los piadosos dejarán el país obedeciendo la palabra del Señor (versículos 14 y 28). Dios nos enseña aquí que Él se retira de los que se retiran de Él, como Jesús lo hizo en Gerasa (Lucas 8, 37). El peor castigo del desamor es el endurecimiento del corazón, la obstinación y ceguera espiritual. No hay peligro más grande que esa libertad que tanto defendemos.

[8321] 30. El rey Hofra, perdió la vida en la lucha con su rival Amasis. Con este capítulo terminan los oráculos de Jeremías relativos al pueblo judío. Su actividad entre los fugitivos, sobre todo su predicación contra la idolatría, le valió, según una tradición judía, el martirio en Egipto.

[8322] 1. Véase la orden de Dios de escribir las profecías de Jeremías en un libro (36, 2). Parece que Baruc se llenó de temor al ver cómo el rey quemaba el primer ejemplar escrito de las profecías de Jeremías (36, 20 ss.). Creía que le matarían, porque era amanuense del profeta, el cual se hallaba en la cárcel y no podía publicar las profecías de otra manera.

[8323] 4. Voy a desarraigar lo que he plantado: Cf. 1, 10 y Eclesiastés 3, 1 ss. y nota.

[8324] 5. La promesa que Dios da a Baruc muestra que Él no ha reprobado los lamentos del profeta. Veamos en el Salmo 68 y notas las quejas que David pone en boca de Jesucristo. Pero Dios, dice el mismo Real Profeta, está al lado de los que tienen el corazón atribulado (Salmo 33, 19). “Tú hieres, y das la salud; Tú conduces hasta él sepulcro y resucitas, sin que nadie pueda sustraerse de tus manos” (Tobías 13, 2). Recuérdese la fiel y valiente actitud de Baruc en el capítulo 36. Te daré la vida como botín: locución hebrea, que quiere expresar la gratuidad de la salvación. Véase la misma expresión en 21, 9; 38, 2; 39, 18; Filipenses 2, 6.

[8325] 2. En Cárquemis (Circesium), junto al Éufrates, los babilonios vencieron en el año 605 el ejército del rey Necao de Egipto, que antes había ganado la batalla de Megiddó que costó la vida al rey Josías de Judá (IV Reyes 23, 29 ss.; II Paralipómenos 35, 20).

[8326] 3 s. Inutilidad de las armas cuando Dios no las quiere. Cf. Salmo 32 y notas. Uncid los caballos (versículo 4): los carros de guerra constituían la fuerza principal de los egipcios. Véase Éxodo capítulos 14 y 15; Isaías 36, 9 y notas.

[8327] 5 ss. Empieza la descripción profética de la derrota de los egipcios en Cárquemis. El hebreo usa el pretérito profético.

[8328] 7. Como el Nilo: La Vulgata dice: como una riada. El sentido es el mismo. El profeta alude al inmenso número de los egipcios que salen a campaña y se hinchan como el Nilo cuando sale de su cauce.

[8329] 8. Destruiré la ciudad: la ciudad enemiga contra la cual marcha el ejército egipcio; es decir, Babilonia.

[8330] 9. Etíopes, libios y lidios: tropas auxiliares de Egipto.

[8331] 10. Día de venganza: Cf. Salmo 117, 24 y nota.

[8332] 11. Sobre el bálsamo de Galaad véase 8, 22. Tan vanas son las medicinas como lo fueron las armas del versículo 3.

[8333] 13 s. Sobre las expediciones de Nabucodonosor a Egipto véase 43, 10 y nota. Sobre Migdol, Nof (Menfis) y Tafnis (versículo 54) véase 43, 7; 44, 1 y notas.

[8334] 15. Tu Toro: La versión griega de los Setenta dice: ¿Por qué cayó tu Apis? Alusión sarcástica al culto del toro (Apis) en Egipto, que tenía su santuario en Menfis. Su andar y la manera de exteriorizar su apetito, especialmente cuando comía de las manos de los visitantes, se tomaban por oráculos del dios Ptah, cuya encarnación el buey representaba. Todo Egipto hacía duelo cuando una de estas bestias moría. Nótese que toda esta grande indignación del Señor contra Egipto es a causa de esa idolatría con que se contaminaba su amada Israel. De la misma manera se indigna Jesús contra los que causan escándalo (Mateo 18, 7).

[8335] 16. Espada destructora: La Vulgata vierte: la espada de la paloma. Véase 25, 38 y nota.

[8336] 17. Ha dejado pasar el tiempo: Es una interpretación dudosa. La Vulgata dice: el tiempo trajo tumulto. La versión de los Setenta conserva este texto en palabras hebreas, que Condamín traduce literalmente: ruido demasiado tarde. Otra traducción: está perdido.

[8337] 18. Dios exalta con términos magníficos a Nabucodonosor porque será su instrumento para castigar a otros pueblos. Cf. 25, 9; 43, 10 y notas.

[8338] 19. La profecía sobre Nof (Menfis) se cumplió al pie de la letra, siendo hoy su lugar una soledad, cubierta de la arena del desierto.

[8339] 20. Alusión a la adoración de vacas sagradas en Egipto. La vaca representaba a las diosas Isis y Hathor. Un tábano, es decir, Nabucodonosor, que viene del Norte.

[8340] 25. Amón de No. Amón (Rah) era el dios del sol, cuyo santuario se hallaba en No-Amón. San Jerónimo creía que No era el nombre de Alejandría; de ahí la versión de la Vulgata: la multitud tumultuosa de Alejandría. En realidad no existía Alejandría en tiempos de Jeremías, pues la ciudad fue fundada más tarde por Alejandro Magno en el siglo IV. La ciudad de No es la homérica Tebas, famosa por sus cien puertas. En el siglo XIV antes de Cristo No fue escenario de la reforma religiosa de Amenofis IV, el cual destronó al dios Amón e introdujo un monoteísmo que culminaba en la figura del dios Aton. “El odio contra aquel dios le llevó a cambiar su primer nombre de Amenofis, que recordaba el nombre execrado (Amón está satisfecho), por el de Ikhnaton, que encerraba el nombre del dios dilecto (Aton está satisfecho); poco después, y por la misma razón, abandonó la capital, Tebas, trasladándose a la nueva ciudad fundada por él mismo y denominada Akhetaton (Horizonte de Aton), en lo que es hoy Tell el-Amarna, a unos 300 kilómetros al sur del Cairo” (Ricciotti, Historia de Israel, número 34). Bajo el reinado de Tutankhamón, sucesor de Amenofis, los sacerdotes de Amón lograron restablecer el culto de su dios y eliminar los efectos de la reforma monoteísta de Amenofis.

[8341] 27. Siervo mío Jacob: Véase Jeremías 30, 10; Isaías 42, 1 y nota.

[8342] 28. Con equidad: Vulgata: con juicio, esto es, con moderación, con misericordia. En medio de su ira aparece la suavidad del amor paternal para con Israel. Jamás se encrudece tanto la ira de Dios, que no esté suavizada por su misericordia. Véase 10, 24; 29, 11; 30, 10 s.; Lamentaciones 3, 22; Efesios 2, 4.

[8343] 2. Aguas que avanzan del Norte: el ejército de los caldeos.

[8344] 4. Caftor: San Jerónimo vierte: Capadocia. Los filisteos traen su origen de la isla de Caftor o Creta (Deuteronomio 2, 23; Amós 9, 7). De ahí que juntamente con los filisteos, se mencionan a menudo los cretenses, p. ej. en el nombre de la guardia personal de David, “los feleteos y cereteos” (los filisteos y cretenses). Cf. III Reyes 1, 38.

[8345] 5. Cortarse los cabellos y lastimarse con cuchillos eran entre los paganos las grandes manifestaciones de dolor. Véase 9, 26; Levítico 19, 27 s.; Deuteronomio 14, 1; III Reyes 18, 28; Isaías 15, 2. Resto de los gigantes: Otra traducción, resto de los valles.

[8346] 1. Los moabitas se mostraron como enemigos del pueblo judío desde Moisés hasta el tiempo en que habla el profeta. Merecen, pues, la ruina que se les predice en este tremendo oráculo. Los lugares aludidos se encuentran todos al oriente del Mar Muerto. Nebó, aquí nombre de una ciudad, y no del dios Nebo.

[8347] 2. Madmén: San Jerónimo traduce según el sentido etimológico: la silenciosa.

[8348] 7. Camos, dios nacional de los moabitas. Cf. Números 21, 29; Jueces 11, 24; III Reyes 11, 7.

[8349] 8. El devastador: el rey de los caldeos. Lo mismo en los versículos 15 y 32.

[8350] 9. Dad alas a Moab, etc.: Vulgata: dad flores a Moab, porque floreciente saldrá. Es preferible el texto masorético porque concuerda mejor con el contexto.

[8351] 10. Sobre esta condenación de la tibieza véase el apóstrofe a Laodicea (Apocalipsis 3, 14 ss.). Ocioso parece declarar que no ha de verse aquí una doctrina guerrera, sino el celo por las cosas de Dios. En tal sentido dice también Jesús que hemos de odiar a padre y madre para ser sus discípulos (Lucas 14, 26).

[8352] 11. El vino nunca trasegado no se depura. Vemos aquí que las pruebas son necesarias para las naciones lo mismo que para los individuos. Véase Isaías 25, 6; Sofonías 1, 12. San Jerónimo observa que Dios quita muchas veces a los pecadores las dulzuras de sus pecados, a fin de que, no habiendo querido conocer a Dios en la prosperidad, lo conozcan en la adversidad. “Cuando el Señor, dice San Agustín, permite o hace que seamos experimentados por las tribulaciones, muestra entonces que es misericordioso.”

[8353] 13. Los males vendrán sobre los moabitas por su idolatría. Confiaban en su dios Camos, así como los israelitas en el becerro que el rey Jeroboam había erigido en Betel (III Reyes 12, 26 ss.).

[8354] 20. Arnón: río principal de Moab que desemboca en el Mar Muerto.

[8355] 25. El cuerno de Moab: El cuerno es símbolo de la fuerza. Cf. el término “cuerno de nuestra salud”, p. ej. en Salmo 17, 3 y en el Benedictus (Lucas 1, 69). De ahí que también se use para expresar el socorro que nos viene de Dios.

[8356] 26. Los moabitas han de beber el cáliz de la ira de Dios, hasta que embriagados con ella vomiten y sean el escarnio de otros pueblos. Véase Isaías 51, 17 ss.

[8357] 27. Dios defiende no solo la suerte de Israel sino también su honor, y se constituirá en vengador de su pueblo. Véase Joel capítulo 3.

[8358] 30. Dios se complace en humillar ese espíritu de suficiencia humana, que entre los paganos pasaba por virtud y heroísmo. Es este un constante contraste entre la Biblia y el mundo, que explica, sin duda, en buena parte, el olvido de las Sagradas Escrituras.

[8359] 31. Empieza aquí una elegía sobre la ruina de Moab que termina con una profecía acerca de su restauración (versículo 47). Kir-Heres: Vulgata: Muro de ladrillos. La Vulgata traduce así lo que significa el nombre de la ciudad de Kirheres o Kirharéset, llamada también Kir Moab, hoy día El Kerak. Véase versículo 36; Isaías 15, 1; 16, 7.

[8360] 33. Campo feraz: Vulgata Carmelo. No se trata del monte Carmelo, que está en el noroeste de Palestina, sino de los campos fértiles, que en hebreo tienen el nombre de Carmelo. Cf. Isaías 10, 18; 16, 10. Gritos de alegría, en hebreo hedad. Sobre el sentido de esta palabra véase Isaías 16, 9 y nota. Cf. 25, 30.

[8361] 37. Cabeza calva... barba rapada... sajaduras: Sobre estos ritos paganos véase Levítico 19, 27 s. y nota. Cf. 47, 5.

[8362] 45. Una vez caída la ciudad de Hesbón no hay impedimento que pueda resistir. Jeremías cita en este lugar un refrán que se lee en Números 21, 28 s. Hijos del tumulto: los moabitas. El oráculo contra Moab se cumplió cinco años después de la caída de Jerusalén.

[8363] 47. Haré que vuelvas en los últimos días: Lo mismo dice el profeta en 49, 6 de los ammonitas y en 49, 39 respecto a los elamitas. Fillion refiere este anuncio a los tiempos mesiánicos.

[8364] 1. Los ammonitas eran enemigos hereditarios de Israel, lo mismo que los moabitas (capítulo 48). Los ammonitas habían invadido poco a poco las ciudades de las tribus de Gad, Rubén y mitad de Manasés, que habitaban al oriente del Jordán. Cf. IV Reyes 15, 29; Amós 1, 13. Melcom: dios principal de los ammonitas.

[8365] 2. Rabbat, llamada también Rabbat Ammón, capital de los ammonitas, hoy día Ammán. Israel heredará a sus propios herederos: heredar ha de tomarse en el sentido de desposeer: los israelitas desposeerán a los ammonitas, los cuales les habían quitado este territorio. Dicho territorio forma hoy día el reino de Transjordania, que vive en latente estado de guerra con el nuevo reino de Israel (Erets Israel).

[8366] 3. Melcom va al cautiverio, como Camos (48, 7). Cf. Isaías 46, 1; Amós 1, 15.

[8367] 4. Hija rebelde: Se refiere a la capital de los ammonitas. La Vulgata vierte: hija delicada.

[8368] 7. Los idumeos (edomitas) abrigaban odio constante contra el pueblo de Israel, lo que les valió muchas amenazas de los profetas (Amós 1, 11 ss.; Joel 3, 19, y Abdías). Teman: nombre de un nieto de Esaú (Génesis 37, 11) y de una región idumea, cuyos habitantes pasaban por sabios (Job 2, 11; Baruc 3, 22). Ni siquiera ellos encontrarán remedio para Edom, Cf. Salmo 136, 7 y nota.

[8369] 8. Esaú es el padre de los idumeos (Génesis 36, 1). Dedán: una tribu árabe, cuyas caravanas atravesaban el país de Edom.

[8370] 10. Cf. Abdías 6; Isaías 17, 14; Malaquías 1, 3.

[8371] 12. Los que no estaban condenados a beber el cáliz: El cáliz significa la calamidad, como en el Apocalipsis (15, 5 ss.). Los que no estaban condenados, o sea, los israelitas por ser el pueblo de Dios. Si Israel no fue perdonado, a causa de su idolatría, ¿cómo serán perdonados los otros pueblos que jamás se convirtieron a Dios?

[8372] 13. Bosra, importante ciudad de Edom, aquí representante de toda la nación. Cf. Isaías 63, 1 y nota; Ezequiel capítulo 35.

[8373] 19. El león es el rey de Babilonia, que a manera de un león hambriento se arrojará sobre Edom y devastará todo el país. A quien Yo escogiere: Yahvé es dueño absoluto de todos los países, porque suya es la tierra (Éxodo 19, 5). El decreta la destrucción de un reino y la fundación de otro, sin dar cuenta a nadie. En el presente caso el escogido es el rey de los caldeos, instrumento elegido por Dios para castigar a todos los pueblos vecinos.

[8374] 20. Serán arrastrados hasta los débiles de la grey, etc. Texto dudoso. Vulgata: Si no los derribaren los zagales del rebaño, si no destruyeren su habitación juntamente con ellos. Bover-Cantera: En verdad, los arrastrarán por tierra los zagales de la grey; ciertamente será asolada con ellos su morada. Nácar-Colunga: En verdad que serán conducidos por lo más ruin del rebaño, y a su vista se espantarán los pastizales.

[8375] 23 s. Hamat y Arfad, las dos ciudades principales de la Siria septentrional; Damasco, capital de la Siria meridional.

[8376] 25. Alusión a la hermosura y fertilidad de la región de Damasco, regada por las aguas de los ríos Amaná y Farfar. Véase IV Reyes 5, 12.

[8377] 27. Benhadad: nombre de tres reyes de Damasco, enemigos de Israel.

[8378] 28 ss. Cedar designa a los nómadas, descendientes de Cedar, hijo de Ismael, que vivían en tiendas en el desierto entre Mesopotamia, Arabia y Siria, es decir, al oriente de Palestina (cf. Génesis 25, 13; Cantar de los Cantares 1, 4). Hasor: lugar desconocido y seguramente distinto de la localidad del mismo nombre situada en Galilea. Los hijos del Oriente: sinónimo de árabes. A ellos se les quitarán las tiendas (versículo 29), porque no tienen casas, ni puertas, ni cerrojos (versículo 31).

[8379] 32. Los que se rapan las sienes: Cf. 47, 5; 48, 37.

[8380] 34. s. Los elamitas que habitaban al este de Babilonia estaban ya en parte sometidos al imperio babilónico y eran sus tropas auxiliares. El arco de Elam: Alusión al arma en cuyo manejo se distinguían los elamitas. Cf. Isaías 22, 6.

[8381] 39. Haré volver a los cautivos de Elam: Esto se cumplió en tiempos de Ciro, y en sentido espiritual en tiempos de Cristo, pues entre los que oyeron a San Pedro en la fiesta de Pentecostés y se convirtieron, se hallaban también elamitas (Hechos de los Apóstoles 2, 9).

[8382] 1. Este capítulo y el siguiente profetizan la destrucción de Babilonia y, como es frecuente en las profecías, contemplan los acontecimientos históricos más inmediatos, como figura de sucesos mesiánicos y escatológicos, según puede verse comparándolos con los capítulos 17 y 18 del Apocalipsis. La ruina está profetizada también en Isaías capítulos 13 s. y 45-47.

[8383] 2. Bel y Merodac (Marduk), los ídolos principales del panteón babilónico.

[8384] 3. El pueblo que viene del norte, son los medos y persas, que medio siglo más tarde conquistaron el reino neo babilónico. Cf. Daniel 5, 30 y nota.

[8385] 4 ss. Sobre la reunión de Israel con Judá y la nueva alianza véase 3, 18; capítulo 31; 33, 14 ss.; Ezequiel 37, 15 ss., etc. “Aquí (versículo 5) se habla también de la alianza entre Dios y todos los hombres hijos de Abrahán, según la fe, de que fue mediador Jesucristo” (Páramo).

[8386] 7. Los enemigos se tienen por excusados porque creían hacer bien en destruir una nación rebelde contra su Dios. Para entender el sarcasmo de este versículo conviene leer el sorprendente discurso de Aquior (Judit 5), donde este pagano recto y sagaz sintetiza toda la historia de Israel y muestra cómo sus triunfos o calamidades le vienen siempre de su Dios, según su fidelidad o idolatría. Pero este Dios que así prueba paternalmente a su pueblo, no autoriza a otros a que lo hagan, y amenaza con extraordinaria severidad a todos los que hacen sufrir a Israel. Cf. 49, 7 y nota. Morada de justicia: Vulgata: hermosura de justicia.

[8387] 8. Sobre la huida de Babilonia véase 51, 6 y 43; Isaías 48, 20; 52, 11; 55, 12; sobre la necesidad de salir de la Babilonia apocalíptica cf. Apocalipsis 18, 4 y nota. En sentido espiritual Babilonia es el mundo, del cual dice San Juan: “No améis el mundo ni lo que esta en el mundo” (I Juan 2, 15). “¡Huye del mundo!, dice San Agustín, si quieres ser puro. Huye de las creaturas, si quieres poseer al Creador. Que te parezca vil toda creatura para que el Creador sea la dulzura de tu corazón.”

[8388] 9. No vuelven vacías: dan en el blanco.

[8389] 11. Mi herencia: el pueblo de Israel, escogido y amado de Dios, a pesar de sus ingratitudes.

[8390] 12. Vuestra madre, a saber, Babilonia, la ciudad más grande de entonces. Tenía un perímetro de 18 kilómetros y sus muros estaban protegidos por 250 torres.

[8391] 15. Cf. Salmo 136, 8 s. y nota.

[8392] 16. La espada destructora: Vulgata: la espada de la paloma. Véase 25, 38 y nota; 46, 16. Cf. Salmo 136, 8 y nota.

[8393] 17. Los asirios llevaron cautivos a los del reino de Israel (722 a. C.), los babilonios a los del reino de Judá (587 a. C.). Cf. IV Reyes 17, 6; 18, 13; 24, 10 ss.

[8394] 20. Véase 3, 17; 31, 34; Isaías 32, 17 s.; 60, 10 ss., etc.

[8395] 21. Exhortación dirigida a los enemigos de Babilonia. Se refiere en primer lugar a Ciro que fue instrumento de Dios para castigar a los caldeos y dar libertad a Israel Véase Esdras 1, 1 y nota. En vez de tierra de rebeliones dice la Vulgata: la tierra de los que dominan. Bover-Cantera conserva el término hebreo: país de Meratáyim, y lo explica en el sentido de “país de doble contumacia o rebeldía”. El códex N dice: a sinu pérsico. Sus habitantes que merecen castigo: Bover-Cantera: los habitantes de Peqod.

[8396] 23. Martillo de toda la tierra, porque los reyes caldeos subyugaron a todas las naciones desde Persia hasta Egipto. Babilonia fue tan severamente castigada por ser la ciudad más orgullosa. “El orgullo es el principio de todo pecado” (Eclesiástico 10, 15), por lo cual es también un manantial de innumerables vicios y la raíz de muchísimos males. “Más vale ser loco que orgulloso” (San Juan Crisóstomo). Véase Salmo 72, 6; Proverbios 16, 5; Eclesiástico 10, 14 s. y nota. Santiago 4, 6.

[8397] 26. ¡Cómo se ha cumplido esta profecía! Babilonia está en ruinas hasta el día de hoy. Solamente los arqueólogos de países europeos la visitan de vez en cuando para indagar sus rastros.

[8398] 29. Se sublevó ya contra Dios en los albores de la humanidad en la construcción de la “torre de Babel” (Génesis 11), y más todavía en la destrucción del primer Templo de Jerusalén. Cf. Apocalipsis 17, 6.

[8399] 34. Libertador, en hebreo “goël” (Redentor): véase 51, 36; Isaías 51, 22; 59, 20.

[8400] 36. Impostores (Vulgata: adivinos): Los babilonios estaban orgullosos de sus artes mágicas y astrológicas. Sus adivinos se creían capaces de pronosticar acontecimientos futuros, mas no pudieron pronosticar la ruina de su ciudad.

[8401] 41 ss. Véase 6, 22-24, donde este texto se aplica a los babilonios que marchan contra Judá. Aquí se aplica a los reyes que van a destruir a Babilonia.

[8402] 44 ss. Véase 49, 19-21, donde las mismas amenazas son dirigidas contra Edom.

[8403] 1. Texto dudoso. Contra los moradores de Caldea: San Jerónimo vierte: sobre sus moradores que alearon su corazón contra Mí. Es esta la traducción literal. Las letras que Corresponden a “alzaron su corazón contra Mí” han de leerse, según los rabinos, con aplicación del alfabeto mágico (atbasch). De esta manera se da el nombre de Caldea. Cf. el nombre de Sesac que corresponde a la misma regla (versículo 41; 25, 26 y nota).

[8404] 5. Israel no es como una viuda que no tenga protector. El Santo de Israel, Dios, protegerá a su pueblo como el esposo a la1 esposa.

[8405] 6. Véase en la nota al Salmo 136, 8 el notable paralelismo de este capítulo con lo relativo a la Babilonia del Apocalipsis.

[8406] 7. Babilonia era un cáliz de oro en la mano de Yahvé: El cáliz es símbolo de la ira y del castigo. Quiere decir, que la ciudad de Babilonia era el instrumento de la ira de Dios que desolaba y oprimía a muchas naciones, mas al fin le toca a ella beber el cáliz que daba de beber a otros. Esta es la suerte de los grandes de este mundo: ser instrumento en Su mano, y después desaparecer como si jamás hubiesen existido. Cáliz de oro se llama Babel por sus inmensas riquezas. Véase 25, 15; 49, 12; Isaías 45, 2 s. y nota.

[8407] 8. Bálsamo: Se dice esto en sentido irónico. Véase 8, 22; 46, 11.

[8408] 13. Alude a las muchas aguas del Éufrates que bañan la ciudad. Cf. Apocalipsis 17, 1 y 15. La medida de tus rapiñas: Bover-Cantera vierte: la medida del corte (de tu vida), y pone la siguiente nota: “literalmente «el codo» de medir, en el cual ha de cortarse el hilo de tu vida, bajo cuya imagen se expresa el violento final al quedar llena la medida de las usuras y ganancias ilícitas de Babilonia”.

[8409] 15 ss. Los versículos 15-19 son casi idénticos con 10, 12-16.

[8410] 20 ss. Me serviste de martillo; y no lo sabías. Te imaginabas ser brazo y eras solamente instrumento en manos de Aquel que gobierna los destinos de los pueblos. Cf. nota 7. Dios nos da en estos versos una admirable lección sobre la Providencia que en ningún instante deja de dirigir sola y como le place, la historia del género humano. “Ilumina a una nación con la antorcha de la fe, mientras deja a otra en las tinieblas de la infidelidad, sin que esta tenga derecho de quejarse ni la otra de enorgullecerse. Dios concede también a cada uno la medida de la gracia y de dones sobrenaturales que juzga a propósito, sin que nadie tenga derecho a pedirle cuenta de su conducta.” Cf. Salmo 144, 17.

[8411] 25. Monte se llama Babilonia por sus muros, cuya altura era inmensa (según Herodoto), y especialmente por el regio alcázar que parecía un monte.

[8412] 27. Ararat: Armenia. Mení: región del Cáucaso. Asquenaz: país septentrional. De ahí que hoy día los judíos que viven en los países del norte se llamen askenasim, mientras los que vienen de España llevan el nombre de sefardim o sefarditas. Un jefe: El texto hebreo ha conservado un vocablo sumerio (tifsar) que significa jefe militar o civil.

[8413] 28. Consagrad contra ella los pueblos: porque es una guerra santa de Yahvé. Por eso han de purificarse antes los guerreros.

[8414] 33. Una era... trilla... cosecha: Alusión a la ruina de Babilonia, que será trillada como se trilla el trigo. Cf. Joel 3, 13; Apocalipsis 14, 7 s. y 15.

[8415] 34 s. Son palabras de Jerusalén que desea que Dios vengue la sangre derramada por Nabucodonosor.

[8416] 36. Su mar: la red de sus canales, hasta hoy no reparados. Aquí, como en el versículo 24, Dios destaca su carácter de vengador de sus amigos, para que en la tribulación esperen confiados a que llegue su hora. Véase 50, 34; Salmo 9, 20; 65, 5; 108, 1; Proverbios 24, 29 y notas.

[8417] 37. Objeto de pasmo. Véase 50, 39; Isaías 13, 19; 21, 4; Apocalipsis 17, 6; 18, 2.

[8418] 41. Sesac, nombre de Babilonia según el alfabeto mágico. Véase 25, 26 y nota.

[8419] 44. Arrancaré de su boca lo que ha engullido. Alusión a la voracidad del dios principal de Babilonia. Según Daniel 14, 2 se ofrecían a Bel día por día cuarenta ovejas, seis cántaros de vino y doce medidas de flor de harina; cosas que en realidad formaban la comida de los sacerdotes.

[8420] 48. Los cielos y la tierra: Notable coincidencia con Apocalipsis 18, 20; 19, 1 ss.

[8421] 53. Cf. 49, 16; Amós 9, 2; Abdías 4.

[8422] 58. El espesor de los muros era de 17 ½ metros y la circunferencia de 18 kilómetros. Véase 50, 12 y nota.

[8423] 59. El profeta vuelve al tiempo de Sedecías. “Poco después de las embajadas de los reyes a Jerusalén y del oráculo del yugo (capítulo 27). Sedecías debió ir a Babilonia a sincerarse ante Nabucodonosor. Sería entonces cuando Jeremías envió estos vaticinios a los de la primera deportación” (Nácar-Colunga).

[8424] 63. Figura semejante usa el apóstol San Juan en Apocalipsis 18, 21.

[8425] 1. Este capítulo es un apéndice añadido para demostrar el cumplimiento de las profecías acerca de la ruina de Jerusalén. Corresponde a IV Reyes 24, 18-25, 30. Véase allí las notas.

[8426] 9 s. En el correspondiente pasaje de los Libros de los Reyes (véase nota al versículo 1) faltan estos detalles. Cf. 32, 4.

[8427] 12 s. Es el cumplimiento de lo anunciado en 34, 22 y 37, 7. Véase 39, 12 ss.

[8428] 15 s. Véase 39, 9 s.

[8429] 20. Era imposible pesar el bronce: Tan grande fue el botín que hicieron. Cf. III Reyes 7, 15 ss. y 47; IV Reyes 16, 17.

[8430] 23. Texto dudoso: Bover-Cantera vierte: Las granadas eran noventa y seis, al aire. Por su parte, Nácar-Colunga: Las granadas eran noventa y seis, pendientes.

[8431] 31. Evil-Merodac, en babilónico Amilmarduk, fue sucesor de Nabucodonosor. Levantó la cabeza de Jeconías (cf. IV Reyes 25, 27-30), es decir, le dio la libertad, aunque lo guardase en palacio. Esta benevolencia del rey de Babilonia para con el rey de Judá procedía, según tradición judía, de que habían hecho amistad en la cárcel donde aquel había estado encerrado por su padre. Gracias a esto se conservó con Jeconías la estirpe de David, tal como el Evangelio nos la presenta en la genealogía de Jesús (véase Mateo 1, 12 ss.; Lucas 1, 32).

[8432] 1. La verdadera grandeza de Jeremías se manifiesta en las Lamentaciones, que hoy todavía, 2.500 años después de su composición, conmueven los ánimos por su fuerza poética y la pasión avasalladora de sus afectos, que sobrepujan a todas las elegías que se han escrito hasta ahora. El pueblo judío sufrió en 587 a. C., el desastre tantas veces vaticinado por los profetas, desde Moisés hasta Jeremías, y estuvo a punto de ser borrado de la lista de las naciones, pero en su inmensa miseria tuvo la suerte de poseer, en la persona de Jeremías, no solo un poeta que describiera su ruina, como lo hizo Homero en la caída de Troya, sino un predicador, que explicara al resto del pueblo el sentido del castigo y lo consolara con la esperanza del perdón. Esta primera Lamentación es acróstica, es decir, las iniciales hebreas de los 22 versículos corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo, las cuales hemos conservado en la traducción. Viuda se llama Jerusalén, por haber quedado sin hijos (habitantes), y más aún porque Dios, el divino Esposo, la ha abandonado. Cf. Isaías 1, 21; 47, 9.

[8433] 3. Habita entre los gentiles: No se trata solamente de los que estaban cautivos en Babilonia, sino también de aquellos que se habían refugiado en otros países para escapar a la deportación. Véase Jeremías 43, 1 ss.

[8434] 7. Sumergida en la miseria, Jerusalén recuerda las cosas deseables, es decir, la gloria pasada, el reino de David y Salomón, la magnificencia del Templo y del culto del Señor. Es lo que expresa el Dante al decir que no hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en el infortunio (Infierno V).

[8435] 8. Jerusalén se ha sumergido en sus pecados, y por esto ha perdido toda estabilidad; ha puesto su esperanza en las riquezas, poder y falsos dioses, y por eso tiene que gemir. ¡Cuántas veces el hombre moderno sigue las mismas ideologías que llevaran al pueblo de Israel a la perdición! Por lo cual nos exhorta San Agustín: “Vistas desde lo alto de las cosas divinas, las cosas de la tierra pierden su falsa grandeza, y parecen pequeñas y despreciables. De ahí es que las riquezas, la gloria, el poder, los honores y las creaturas, todo será mezquino para nosotros.”

[8436] 12. Me ha afligido: Vulgata: me ha vendimiado, es decir, me pisó como quien pisa uvas en el lagar. Cf. versículo 15; Isaías 16, 9; 63, 2 s.; Jeremías 49, 9.

[8437] 13 s. EI fuego dentro de los huesos, la red tendida, el yugo puesto sobre el cuello, son imágenes de la situación desesperada de la ciudad destruida. Se nota cómo brota ya el remordimiento. La ciudad castigada reconoce, por boca del profeta, la justicia de Dios y se declara culpable. Esto deberían hacer todos los pueblos en tiempo de grandes tribulaciones. “El sufrimiento es la red con que Dios pesca a los hombres, los saca del agua envenenada del vicio y los atrae a su corazón.”

[8438] 15. La virgen, hija de Judá, esto es, Jerusalén. Véase Jeremías 14, 17.

[8439] 19. Mis amantes: Alusión a la alianza de los reyes de Judá con Egipto que falló. Véase Jeremías 2, 18; 37, 5 ss. y notas.

[8440] 20. Se refiere a los últimos días del sitio, cuando el enemigo había rodeado la ciudad y dentro de ella muchos murieron de hambre. Véase 4, 10.

[8441] 22. Trátalos, etc.: El deseo de que Dios castigase las maldades de los enemigos se cumplió en la destrucción de Babilonia. Cf. Daniel 5, 30; Esdras 1, 1 y nota; Salmo 136, 8 s.

[8442] 1. La gloria de Israel: Vulgata: la ínclita Israel. Escabel de sus pies, se llama el Arca de la Alianza (I Paralipómenos 28, 2; Salmo 98, 5). Los judíos creían que Dios no permitiría la destrucción de la ciudad y del Templo donde estaba el Arca. Hinchados de orgullo, no reconocían el peligro y se burlaban de las conminaciones de los profetas. Cornelio a Lápide anota que por “escabel de sus pies” se entiende aquí todo el Templo que fue abrasado “porque del Arca bien se acordó el Señor, cuando por medio de Jeremías la sacó del Templo y la escondió para que no cayese en las manos de los caldeos”. Cf. II Macabeos 2, 5.

[8443] 4. En el pabellón de la hija de Sión, es decir, en Jerusalén.

[8444] 6. Su tabernáculo, sinónimo de Santuario: el Templo. Cf. Salmo 88, 40; Isaías 5, 5.

[8445] 8. Extendió el cordel, la cuerda de medir. Es como si Dios hubiera consumado la destrucción según un plan, a manera de un constructor que toma primero las medidas. Cf. IV Rey. 21, 13 y nota. Envolvió en luto el antemural y el muro: Admírese la audacia del poeta, que llega a personificar hasta los muros.

[8446] 9. Su rey y sus príncipes están entre los gentiles: Cf. 1, 3; 4, 20; Deuteronomio 28, 36; IV Reyes 24, 15; 25, 7. No tienen visiones. Es muy notable esta expresión, en la cual no se excluye a sí mismo el profeta que tantas visiones había tenido.

[8447] 11. Mi hígado: “Para los hebreos el hígado era la fuente de la sangre y, por tanto, de la vida” (Bover-Cantera).

[8448] 14. Profecías falsas y seductoras: Sobre los falsos profetas que fueron causa de la ruina de Jerusalén, véase Jeremías 5, 31; 14, 14; 23, 13; Isaías 58, 1, etc.

[8449] 17. Lo decretado desde antiguo es lo que Dios había anunciado desde los tiempos antiguos por medio de los profetas. Véase Levítico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15 ss., donde Moisés anunciaba ya esta infidelidad y su castigo.

[8450] 19. Clama de noche: La Vulgata dice: alaba de noche, expresión muy delicada, que da a Scío ocasión para la siguiente nota: “Alaba al Señor por la corrección paternal que te da, y dale gracias por ella. No solo en la prosperidad, sino también en la adversidad debemos alabar al Señor y ponernos en sus manos con humildad y confianza; y en esto se distingue el que sirve y obedece a Dios como un buen hijo a su padre, del otro que le sirve como un vil esclavo a su amo; que solo a golpes hace su deber, y eso diciendo contra él mil reniegos, aunque inútiles.”

[8451] 20 ss. Los versículos 20-22 son la oración que Sión dirige al Señor. Estos mismos horrores se vieron, según el testimonio del historiador Flavio Josefo, en la segunda destrucción de Jerusalén, que se verificó a la letra y tal como lo había anunciado Jesús (Mateo 24). Véase 4, 10; Levítico 26, 29; Deuteronomio 28, 53; Jeremías 19, 9; Baruc 2, 3; Éxodo 5, 10.

[8452] 1. También esta elegía es acróstica, repitiéndose cada letra del alfabeto hebreo tres veces, es decir, como inicial de tres versos seguidos. Es el profeta quien habla en su propio nombre y en el del pueblo. A veces habla el pueblo mismo.

[8453] 6. Los muertos de ya hace tiempo: La Vulgata dice: los muertos para siempre, es decir, que no tienen esperanza de volver a esta vida. Cf. Salmo 87, 5 s.; 142, 3.

[8454] 7 ss. Estos versos recuerdan las quejas y lamentaciones de Job. Cf. Job 3, 23; 7, 20; 16, 12; 19, 8; 30, 20.

[8455] 13. Las hijas de su aljaba, expresión poética que significa las saetas.

[8456] 19 ss. Después de la desesperación (v. 18) vuelve el desolado al único remedio que queda a los afligidos: la esperanza en Dios, cuya misericordia es eterna. El mejor título a su compasión es nuestra miseria (Salmo 85, 1 y nota). San Pablo enseña que el fruto de la prueba es la esperanza (Romanos 5, 1 ss.). “Aunque caminase yo en medio de las tinieblas de la muerte, ningún mal temeré, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu báculo son mi consuelo” (Salmo 22, 4).

[8457] 22. Véase Jeremías 46, 28 y nota.

[8458] 24. Véase Isaías 42, 1-4; 41, 9; Mateo 12, 20.

[8459] 25. Según el Salmo 32, 22, la bondad de Dios está en proporción con la confianza que en ella tenemos. Escuchemos lo que escribe San Bernardo al Papa Eugenio: “Os lo digo, Santísimo Padre, solo Dios es aquel a quien nunca buscamos en vano; siempre lo hallamos si deseamos encontrarlo.” Véase Salmo 31, 10; 70, 1; 111, 7; Proverbios 16, 20; Romanos 12, 12; I Corintios 15, 19.

[8460] 26. Norma preciosísima para capear los temporales de la vida con la seguridad de ser auxiliados en tiempo oportuno. Oigamos al respecto la voz de un alma piadosa: “¡Cuántas veces nos cuesta aguardar en silencio! No sabemos aguardar; es un arte bien difícil de aprender. Cuando estamos en necesidad y creemos no poder ya llevar nuestra cruz; cuando estamos oprimidos por todos lados y creemos estar rodeados solo por enemigos; cuando sentimos cómo nos abandonan nuestras fuerzas y vemos el abismo al cual nos acercamos, un abismo que nos atrae poderosamente, nos parece imposible aguardar en silencio la salud de Dios. Día y noche suplicamos a Dios, cada pensamiento, cada latido del corazón es una plegaria la que —aparentemente— Dios no escucha. Solo la confianza ilimitada en Él y la seguridad de Su presencia nos hace aguardar en silencio la salud de Dios. Y esta paciencia es buena cosa que nos hace fuertes, que nos ayuda a sobrellevar todo, que siempre será premiada, pues Dios ayuda siempre... quizás en muy otra forma de cómo nos lo hemos imaginado y como lo hemos pedido, pero siempre en la mejor forma para nosotros. Por eso, buena cosa es aguardar en silencio la salud de Dios.” Cf. v. 28; Judit 8, 20; Salmo 36, 4 s.; 129, 5 s.; Proverbios 20, 22; Isaías 30, 15; 32, 17 s.; Miqueas 7, 7, etc.

[8461] 27. Doctrina para la educación de los hijos. La juventud, inexperta y rebosante de vida física, es excesivamente carnal, y esto le oculta las luces del espíritu. De ahí la necesidad de la disciplina, que el mismo Dios aconseja muchas veces (Proverbios 22, 15; 19, 18; 26, 3).

[8462] 29. Parafraseando el versículo 29, el Doctor Místico da la siguiente receta para las purificaciones pasivas: “A la verdad, no es este tiempo de hablar con Dios, sino de poner, como dice Jeremías, su boca en el polvo, si por ventura le viniere alguna actual esperanza, sufriendo con paciencia su purgación. Dios es el que anda aquí haciendo pasivamente la obra en el alma; por eso ella no puede nada.”

[8463] 33. Vemos aquí que Dios no se goza en vernos sufrir.

[8464] 36. Santo Tomás observa que Dios no obra jamás contra la justicia, pero sí más allá de la justicia, a causa de la misericordia, que es inseparable de Él. Cf. Denz. 1.014.

[8465] 39. En el libro de Job encontramos grandes enseñanzas a este respecto. No se trata de no lamentarse, pues el mismo Jesús lo hizo (Salmo 68 y notas), sino de no olvidar que Dios es padre y por tanto infaliblemente bueno y más sabio que nosotros en procurar nuestro bien.

[8466] 42. Es este uno de los muchos casos en que la Biblia nos muestra la contrición colectiva, es decir, que no solo individualmente deben confesarse y llorarse los pecados (Nehemías capítulo 9; Daniel 9, 5 ss.; Salmo 89, 15; Baruc 3, 15 ss. y nota, etc.). Los sacerdotes de Israel, lo mismo que David y Daniel, lloraban entre el vestíbulo y el altar por los pecados del pueblo (Joel 2, 17); y también el pueblo pagano de Nínive, con su rey a la cabeza, manifestó públicamente su arrepentimiento, que los salvó de la destrucción (véase Jonás 3). Con más razón aún debiera existir en la sociedad cristiana esta contrición colectiva, pues que conocemos mejor el dogma de la caridad social y de la comunicación de bienes espirituales en el Cuerpo místico. ¿Y quién podría decir que las naciones cristianas han de sentirse menos culpables que aquellas otras? Muy al contrario, San Pablo enseña que si merece condenación el que prevarica contra la Ley de Moisés, “¿cuánto más grandes suplicios, si lo pensáis, merecerá aquel que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por vil la Sangre del Testamento, por la cual fue santificado, y ultrajare al Espíritu de la gracia?” (Hebreos 10, 29).

[8467] 44. La nube que cubre la oración es el pecado, porque el pecado priva al alma del calor y de la luz del Sol eterno y la separa de Aquel que es su vida.

[8468] 55 ss. Son los sentimientos del Salmo “De profundis” (129). Cuanto más impotentes y abatidos estamos, tanto más se complace ese Dios misericordioso en ayudarnos y tanto más resalta de ello su gloria, al mostrar que todo lo hace por puro amor y bondad, sin derecho ni reivindicación por nuestra parte. Dios es rico en misericordia (Efesios 2, 4). Jamás se levanta su ira sin ser suavizada por su misericordia. ¿No es la misericordia de Dios la verdadera causa de la Encarnación y Redención que Él dispuso “movido del excesivo amor con que nos amó”? (Efesios 2, 4-5).

[8469] 64 ss. Sobre estas imprecaciones que pudieran parecer faltas de caridad, véase la nota al Salmo 108, 1.

[8470] 1. Jeremías habla de las paredes y piedras del Templo, antes cubiertas de oro, pero ahora ahumadas y renegridas por el incendio. Todo esto es una imagen del pueblo decaído, otrora tan floreciente.

[8471] 3. Los chacales. Véase Isaías 34, 14. Sobre el avestruz que abandona sus huevos, véase Job 39, 14 ss.

[8472] 4. Este concepto expresado aquí en sentido material, se halla manifestado con gran elocuencia en la profecía de Amós (8, 11) con relación a los tiempos del fin, en los cuales habrá hambre y sed de oír la Palabra de Dios y no se conseguirá. En el mismo sentido cita este pasaje el Papa Benedicto XV en la Encíclica “Spiritus Paraclitus”, donde dice a los predicadores: “¿Cómo podría nuestra alma prescindir de ese alimento? ¿Y cómo es posible que el sacerdote señale a los demás el camino de la salvación si él mismo descuida instruirse por la meditación de la Escritura? ¿Y con qué derecho podría jactarse de ser en el ministerio sagrado el guía de los ciegos, la luz de aquellos que andan en tinieblas, el doctor de los ignorantes, el maestro de los niños que halla en la Ley la regla de la ciencia y de la verdad (Romanos 2, 19) si se niega a escudriñar esta ciencia de la Ley y cierra la entrada de su alma a la luz de lo alto? ¡Ah cuántos ministros sagrados, por haber descuidado la lectura de la Biblia, perecen ellos mismos de hambre y dejan perecer un grandísimo número de almas!” Cf. Eclesiástico 51, 32; Amós 8, 11.

[8473] 7. Sus príncipes: Vulgata: sus nazareos, los que por un tiempo o para toda la vida se habían consagrado a Dios.

[8474] 13. Insiste una vez más en el concepto de que la mala levadura fue culpable de la putrefacción de la masa (I Corintios 5, 6; Gálatas 5, 9), es decir, que la defección del pueblo, que produjo la caída de Jerusalén, fue obra de sus conductores espirituales. Lo mismo había de pasar en los días del Evangelio, en el cual se distingue entre el pueblo, que en grandes masas estaba con Jesús, y la Sinagoga farisaica y envidiosa que tramó su muerte a espaldas del pueblo.

[8475] 17. Alusión a la alianza con Egipto. Véase 1, 19; Jeremías 37, 5 ss.

[8476] 19 s. En el desierto: Allí fue preso el rey Sedecías (Jeremías 39, 5; 52, 8), a quien se llama el ungido del Señor, a causa del carácter teocrático del reino de Israel.

[8477] 21. Los edomitas, enemigos hereditarios de Israel (Jeremías 49, 7 y nota). Su alegría será de corto tiempo, porque llegará a ellos el cáliz, esto es, la ira del Señor. Cf. Salmo 136, 7 y nota.

[8478] 22. No volverá a llevarte. En efecto, en la última dispersión de Israel, que dura todavía, no fue llevada en cautiverio la nación como tal, sino que se dispersó el pueblo, siendo muchos vendidos como esclavos. Fillion interpreta esto en sentido mesiánico, citando a Jeremías 30, 3; 31, 37.

[8479] 1. El título “Oración del profeta Jeremías”, que comúnmente se da a este capítulo, falta en el texto, mas no hay duda de que el gran profeta es autor de esta fervorosa plegaria. Comienza describiendo vivamente el estado lamentable de su pueblo que sufre el cautiverio.

[8480] 7. Pecaron nuestros padres: “No somos nosotros inocentes (v. 16); pero más culpables son nuestros padres: fueron ellos los autores de los desórdenes del día, y murieron sin experimentar estos males” (Páramo). Véase sobre este punto Éxodo 20, 5 y nota.

[8481] 8. No se refiere a una subversión social como la del comunismo, en que el siervo llegue a mandar a su amo, sino que habla, en sentido político, de esa sujeción en que había caído Israel bajo un pueblo que la nación escogida miraba como inferior. Aquí se ve cuán falsa es la presunción de los fariseos en Juan 8, 33. Cf. Esdras 9, 9; Baruc 2, 5.

[8482] 9. La espada del desierto: las invasiones de los nómadas del desierto.

[8483] 13. Los mancebos llevan el molino: Se trata de las dos piedras de que se componía el molino casero. La Vulgata vierte: abusaron de las jóvenes deshonestamente.

[8484] 16. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado! Si el orgullo es el primero de nuestros vicios y el principio de nuestras desgracias, no hay duda de que solo puede curarse por medio de la humildad. Ahora bien, el acto más humillante es para el hombre la confesión de los pecados, el franco reconocimiento de que él es nada y que sus obras son malas. Tal actitud desarma a Dios, como dice Tertuliano, y la misericordia ocupa el puesto de la maldición.

[8485] 19. Esta esperanza mesiánica en Aquel cuyo reino no tendrá fin es el consuelo de Israel en todas sus grandes pruebas. Cf. Salmo 9, 8; 71, 7 s.; 101, 13 y 27.

[8486] 21. Es una gran lección de doctrina este reconocimiento de nuestra incapacidad para convertirnos a Dios, si Él no nos convierte, es decir, si Él no nos da la gracia de la conversión. Igual concepto expresa Jeremías con respecto a la salvación final de Israel. Véase Jeremías 30, 13 y nota.

[8487] 2. El año quinto de la destrucción de Jerusalén corresponde al año 582 antes de Cristo.

[8488] 3. El rey Jeconías (Joaquín) fue llevado a Babilonia en 597, diez años antes de la caída de Jerusalén. Véase IV Reyes 24, 8 ss. Cf. nota introductoria.

[8489] 5. Lloraban, etc. Nótese el fruto espiritual de la Palabra de Dios leída en público. Véase Jeremías 36, 5 ss. y nota. Cf. el decreto del Concilio Tridentino sobre la enseñanza y predicación de la Sagrada Escritura (Sesión V del 17 de junio de 1546), y el canon 400 del Código Canónico sobre la explicación de la Sagrada Escritura en las Catedrales.

[8490] 10. Sobre el altar del Señor, es decir, en el lugar donde antes estaba el altar de los holocaustos y donde seguían ofreciendo sacrificios, como se ve en Jeremías 41, 5 y Esdras 2, 68.

[8491] 11. ¡Qué ejemplo tan heroico de amor a los enemigos! Ruega por los reyes perseguidores y es súbdito leal de ellos. Del mismo modo reconoce San Pablo la autoridad de Nerón (Romanos 13, 1 ss.) y manda rogar especialmente por las autoridades “porque esto es bueno y agradable a Dios” (I Timoteo 2, 1-3). Cf. 2, 21. Baltasar, su hijo: quiere decir, su sucesor mediato.

[8492] 15. Esta oración de Baruc tiene mucha semejanza con la de Daniel (Daniel 9, 7 ss.). Del Señor es la justicia: Cf. 2, 6. La destrucción de Jerusalén y el cautiverio fueron la consecuencia de sus pecados propios (v. 17) y de las prevaricaciones de sus padres (v. 19). No olvidemos el “Mea culpa” en tiempos de calamidad general. Véase la nota sobre la contrición colectiva en Lamentaciones 3, 42.

[8493] 20. Véase Levítico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15; Lamentaciones 2, 17.

[8494] 3. Véase Levítico 26, 29; Deuteronomio 28, 53; Jeremías 19, 9; Lamentaciones 2, 20 y nota; 4, 10.

[8495] 5. Véase Lamentaciones 5, 8 y nota.

[8496] 6 ss. Esta es la característica de la verdadera contrición: el reconocimiento de la justicia con que el Señor nos castiga. Véase la oración de Daniel (Daniel 9, 13-18) y la de Daniel 3, 27 ss., que la Iglesia usa como Introito en el Domingo XX de Pentecostés (Liturgia anterior al Concilio Vaticano II).

[8497] 11. “Este recurso a la misericordia de Dios y a su propio honor, es frecuente en los profetas y se lee asimismo en la oración de Daniel 9, 19 y en Éxodo 32, 11” (Nácar-Colunga). Véase en el versículo 14 otro recurso, de no menor fuerza: el amor que Dios se tiene a sí mismo.

[8498] 15. El Señor es Dios de Israel, por lo cual los israelitas se consideran hijos suyos que llevan su nombre y son objeto privilegiado de su poder y misericordia. Cf. Éxodo 4, 22; 19, 5 s.; Deuteronomio 26, 15; Isaías 63, 15 y la oración del Eclesiástico (Eclesiástico 36).

[8499] 17. Ese mismo pensamiento aparece en otros pasajes del Antiguo Testamento (Salmo 6, 6 y nota; 87, 11 ss.; 113, 17; Eclesiástico 17, 26; Isaías 38, 18 ss.). Por eso las esperanzas del Antiguo Testamento se concentran más que en la salvación del alma sola, en la resurrección de los cuerpos la cual traerá el Mesías (Job 19, 25 s. y nota).

[8500] 21 ss. Véase Jeremías 27, 8 ss. El cautiverio y la sumisión al rey de Babilonia son las condiciones de la restauración del pueblo judío. Cf. 1, 11 y nota.

[8501] 25. Por la espada y la peste: Así dice el texto griego. La Vulgata dice destierro en lugar de peste.

[8502] 26. En el versículo 16 el profeta habla del Templo como si existiera aún. Aquí en el v. 26, vemos claramente que está en ruinas y que Baruc escribió su libro después de su destrucción.

[8503] 29 ss. Véase Levítico 26, 27 s.; Deuteronomio 28, 62 s.; 30, 1 ss, “La conversión del pueblo a su Dios será perfecta; es descrita admirablemente” (Fillion). Esta profecía va más allá de la restauración después del destierro, la cual no fue perfecta ni en sentido material ni espiritual.

[8504] 35. Estableceré con ellos otra alianza eterna… y no removeré jamás, etc. Esta profecía tendrá su pleno cumplimiento en el reino mesiánico. Véase II Reyes 7, 7-16; Tobías 13, 12; Jeremías 31, 31 ss.; 32, 40; 33, 17-26; Lamentaciones 4, 22 y nota; Oseas 2, 19; Miqueas 4, 7.

[8505] 4. Los muertos de Israel son los mismos desterrados, puesto que son como una nación muerta y destinada a la perdición si Dios no los salva milagrosamente. Se ha pegado a nosotros el mal: El profeta usa esta expresión gráfica otra vez (la primera en 1, 20), para señalar lo inevitable e inseparable que era el mal para los judíos. Eran casi una misma cosa, ellos y el mal.

[8506] 9. Escucha, ¡oh Israel!: Este apóstrofe, que empieza como el famoso Schma Israel (Deuteronomio 6, 4), es la respuesta suavísima del Padre Celestial a la sincera confesión precedente y contiene uno de los mis sublimes elogios de la Sabiduría.

[8507] 12. La razón que aquí da el mismo Dios del origen de todos los males, coincide con lo que Israel ha confesado en el versículo 4, y se aplica igualmente a todos los tiempos. Así como la Sabiduría que viene de Dios, trae consigo todos los bienes (Sabiduría 7, 11), la falta de ella es causa de todos los males. “Vemos hoy día males sin número, guerras cada vez más terribles, luchas entre las clases sociales, entre el capital y los trabajadores, la destrucción de la familia del hogar, de la personalidad y de la dignidad humanas. Vemos luchas ideológicas, esfuerzos titánicos para alcanzar fortuna, poder, honor; los cuales, si fracasan, hacen del hombre el ser más infeliz del mundo. Vemos adelantos técnicos y progresos científicos que debieran ser destinados para servir al bienestar de la humanidad y que ton empleados como medios de destrucción. ¡Por qué todo eso? se pregunta el hombre y Dios le contesta por boca del profeta Baruc: «Porque has abandonado la fuente de la sabiduría. Si hubieses andado por la senda de Dios, habitarías en perpetua paz»” (Elpis).

[8508] 15 ss. Demuestra que la sabiduría no se encuentra entre los hombres, porque pertenece a Dios. Sin embargo, Él la pone a la disposición de los hombres en su Palabra revelada y se apresura a prodigarla a todo el que la desea. Véase Sabiduría 6, 14 s.; Santiago 1, 5.

[8509] 16 ss. Observemos aquí las mismas ilusiones que todavía engañan a los hombres de hoy.

[8510] 22 s. Enumera pueblos que poseían renombre de sabios. Temán, tribu de Edom, conocido por este concepto (Jeremías 49, 7 y nota). Los hijos de Agar: los árabes. En vez de Merra leen algunos Madián, porque Merra es nombre desconocido. La prudencia que procede de la tierra: ¿No parece esta una expresión de San Pablo? Cf. Gálatas 1, 11 s.; I Corintios capítulos 1-3. David opone elocuentemente esta sabiduría humana a la que viene de Dios (Salmo 118, 85 y nota).

[8511] 24. La casa de Dios: el admirable universo, que David celebra en los Salmos 8; 18 y 103.

[8512] 26. Tampoco los gigantes antediluvianos eran sabios. De lo contrario no habrían perecido en el diluvio. Véase 6, 1 ss.; Job 22, 15; Sabiduría 14, 6; Eclesiástico 16, 8.

[8513] 29. ¿Quién subió? Ciertamente ningún hombre, pero sí Jesús, el que bajó del cielo (Juan 3, 13) donde vio al Padre (Juan 6, 46). Él es quien lo conoce (Juan 1, 18). Véase Proverbios 30, 4 y nota.

[8514] 35. Véase Isaías 30, 36. Gozosas de servir. Aquí, como en Job 38, 7, se alude a la naturaleza purísima, tal como salió de sus manos antes de la maldición que trajo el pecado (Cf. Génesis 3, 17). Ahora, según San Pablo, ella espera con ansia su restauración junto con la “redención de nuestros cuerpos” (Romanos 8, 19 ss.). Es de notar que está condenada la tesis de que el mundo ha de ser totalmente aniquilado de modo natural (Denz. 717 s.).

[8515] 37. Se acentúa aquí el privilegio de Israel como depositario de la Sabiduría revelada, privilegio que San Pablo expone en Romanos 9, 1-5. Véase Salmo 147, 8 s. y notas.

[8516] 38. Los santos Padres entienden este pasaje de la Sabiduría personificada, o sea, del Verbo, Jesús. La Sabiduría que habló por Moisés y los profetas, se manifestará en persona para conversar con los hombres. Véase Juan 1, 14; Tito 2, 11; 3, 4; Hebreos 1, 1 ss.; Éxodo 33, 11; Proverbios 6, 22; Sabiduría 7, 26 y notas.

[8517] 1. Este es el libro etc. Se refiere a la Ley. Y, especialmente, a la Sabiduría, de la cual trata el capítulo 3. Notable texto que es un ardiente llamado a que estudien la divina Escritura cuantos aspiran a ser sabios. Véase Eclesiástico 39, 1 y nota.

[8518] 2. A este elogio de la Ley de Dios podrían añadirse otros muchos pasajes semejantes, p. ej. Salmo 118, 105, por lo cual el IV Concilio de Constantinopla dispone que el Santo Evangelio que nos trae estas luces, debe venerarse lo mismo que la Cruz y la Imagen de Cristo. “Siempre ve claro en su camino, vaya por donde quiera, el que tiene por antorcha la Ley de Dios” (San Ambrosio).

[8519] 4. ¡Saber lo que agrada a Dios! Sobre esta altísima bienaventuranza véase Eclesiástico 1, 34; 2, 19; 4, 15 y notas.

[8520] 12 s. Dios distingue entre los malos hijos y su Jerusalén que sigue siendo su amada. Así también la Iglesia subsistirá santa aunque muchos prevariquen y renieguen de ella.

[8521] 15. Alusión a los babilonios que hablaban el idioma arameo (caldeo).

[8522] 22. El Santo: sinónimo de Dios. Aquí puede referirse también al Mesías; pues algunos de los versículos siguientes suenan como vaticinios mesiánicos (versículos 24 y 29). Me ha consolado: En todo este capítulo prevalece la esperanza sobre el miedo, y predomina la confianza en el auxilio divino. Jerusalén espera en el Señor, el Señor será su Libertador y protector; no será confundida (Salmo 24, 20; 25, 1; 30, 25; 55, 5; 60, 4, etc.). La esperanza la hace sufrir con paciencia todas las humillaciones y la conforta en todas las aflicciones. “Solo la esperanza, Señor, obtiene misericordia ante Ti, dice San Bernardo, y es solo en el vaso de la esperanza en que pones el bálsamo de tu misericordia” (Sermón III, sobre la Anunciación). Cf. Jeremías 17, 17 y nota.

[8523] 28. Esta profecía se refiere en primer lugar al regreso del cautiverio; en segundo, a la conversión definitiva del pueblo judío. Véase Deuteronomio 4, 30 y nota. San Juan contiene igual profecía (19, 37), transcribiendo la de Zacarías 12, 10. Cf. Apocalipsis 1, 7.

[8524] 30. El nombre: El nombre de Jerusalén (Urusalim en la forma más antigua) significa “Ciudad de Paz”. Dios dará a este nombre su pleno sentido, de modo que Jerusalén tiene sobrado motivo para consolarse (véase Salmo 121 y notas).

[8525] 35. Véase Isaías 13, 21; 34, 14; Jeremías 50, 39.

[8526] 37. Reunidos por la palabra del Santo: “Esto en sentido alegórico se cumplió, cuando de todas partes del mundo concurrieron las naciones a abrazar la fe de Cristo e incorporarse en el seno saludable de su Iglesia” (Scío).

[8527] 1 ss. Este anuncio de bellísimo lirismo recuerda las profecías de Tobías 13, 11-23; Isaías 60, 1 ss.

[8528] 4. La paz es el fruto de la justicia, como lo expresa Isaías (32, 17). Sobre el sentido de este concepto véase Salmo 4, 6, donde el salmista habla de los sacrificios de justicia, o sea, de obediencia a la Ley, superiores a los de iniciativa propia. Gloria de la piedad: la gloria que debe ser fruto de la piedad.

[8529] 7. Las rocas eternas: “Eterno es un epíteto poético que recuerda que estos montes existen desde los tiempos más remotos, desde la creación. Cf. Génesis 49, 26; Deuteronomio 33, 15, etc.” (Fillion). Véase Salmo 67, 16 y nota.

[8530] 9. Véase nota 4. “Las palabras del profeta rebasando el hecho histórico del retorno a la patria, anuncian la gloria esplendorosa de la edad mesiánica” (Bover pantera).

[8531] 1. Como prevención contra el contagio de la idolatría, al cual tan propenso estaba Israel. Dios formula en este capítulo el más formidable sarcasmo contra la adoración de las estatuas paganas. Si bien la Iglesia permite y legitima el culto de las imágenes, la lectura de este capítulo significa una elocuente lección para que conservemos la espiritualidad de ese culto, según las palabras de Jesús que nos revelan el deseo del Padre de ser adorado en espíritu y verdad (Juan 4, 23».). Véase Éxodo 20, 4 y nota; Deuteronomio 16, 22; Salmo 105, 19; 113B, 4; Sabiduría 13, 11 ss. y notas. No han de confundirse con esas imágenes las de la Cruz y del divino Crucificado; pues el mismo Jesús enseñó que este instrumento de nuestra redención sería como la Serpiente de bronce levantada por Moisés para que su vista curase las mordeduras de la Serpiente, en este caso figura del Tentador (Juan 3, 14; Números 21, 9).

[8532] 2. Siete generaciones: El destierro se extenderá por espacio de 70 años, según Jeremías 29, 10. El profeta quiere aquí seguramente expresar la misma idea. “En el Oriente es común computar la generación en diez años, por ser esta la edad núbil” (Jünemann).

[8533] 5. No olvidemos esta jaculatoria enseñada por el mismo Dios, hoy que tanto se alaba a los hombres. Véase Salmo 148, 13 y nota.

[8534] 6. Dios toma aquí la palabra para confirmar lo que iba diciendo al profeta. Mi Ángel: Véase Éxodo 23, 20 s.; 32, 34; 33, 2.

[8535] 9. Véase a este respecto el episodio de los sacerdotes de Bel (Daniel 14). También en Israel había malos manejos de los fondos del Templo, por lo cual el rey Joás quitó a los sacerdotes la administración de esos dineros y la puso en manos de otros (IV Reyes 12, 1-16), lo cual tuvo que repetir el rey Josías, uno de los dos únicos que la Biblia elogia como santos después de David (Eclesiástico 49, 1 ss.). Véase IV Reyes 22, 3 ss.

[8536] 17. Se burla aquí el profeta de los ídolos cubiertos de alhajas y exvotos que tientan a los ladrones.

[8537] 19. Las sierpes. No las serpientes en sentido propio, sino los reptiles e insectos en general, probablemente la carcoma que destruye poco a poco el interior de las estatuas de madera.

[8538] 26. Véase como ejemplos I Reyes 5, 3 ss.; Daniel 14, 2 ss. Para entender el lenguaje de este capítulo hay que tener presente que es una sátira. “Como es de estilo en la sátira, el autor acentúa los rasgos ridículos, atribuyendo a los gentiles el sentir común de la gente ruda, y en lo que tal vez incurrían los mismos hebreos cuando se dejaban arrastrar a la idolatría” (Nácar-Colunga). Para el profeta se trataba de dar a sus compatriotas una lección popular y fácilmente comprensible sobre el primer mandamiento del Decálogo. “No te fabricarás escultura ni imagen alguna de lo que existe arriba en el cielo, o abajo en la tierra, o por bajo de la tierra en las aguas. No te postrarás ante ellas ni les darás culto” (Éxodo 20, 4 s.).

[8539] 27. Ya desde el Antiguo Testamento vemos que Dios asocia la idea de los pobres con la del culto, a fin de que ellos sean beneficiarios de las limosnas dadas a los templos. Véase II Macabeos 3, 40 y nota, y la costumbre primitiva cristiana de repartir las ofrendas del altar entre el sacerdote, los pobres y las necesidades del culto. La misma idea, auténticamente cristiana, se expresa en la conducta de San Agustín, San Ambrosio y otros santos obispos que en tiempos de carestía vendían los vasos sagrados de la Iglesia para ayudar a los pobres.

[8540] 30. Costumbres de luto, que estaban prohibidas a los sacerdotes israelitas (Levítico 19, 27 s.; 21, 5; Deuteronomio 14, 1).

[8541] 33. De aquí el antiguo dicho que se ha popularizado: Ni quito ni pongo rey. Cf. v. 52.

[8542] 40. Desprecian a sus dioses pidiéndoles favores que saben que esos no pueden otorgar. Es decir, que semejante oración, falta de fe, es un escarnio como el que Jesús señala en aquellos que alaban ruidosamente a Dios con los labios, mientras su corazón está lejos de Él (Mateo 15, 8; Isaías 29, 13).

[8543] 42 s. Se refiere a la prostitución cultual de las mujeres babilónicas.

[8544] 45. La impía frase de Voltaire de que no es Dios quien ha hecho al hombre sino el hombre quien se inventó un Dios, tiene aquí una aplicación literal en la segunda parte del versículo. También San Agustín dice que es un falso Cristo aquel que nos forjamos en nuestra mente cuando no conocemos su verdadera fisonomía revelada en el Evangelio.

[8545] 50. Notable observación en la boca de Dios. Él es también el autor del orden temporal, y los objetos materiales pueden honrarlo, lo mismo que nuestras ocupaciones cotidianas, siempre que todo lo hagamos para su gloria (Colosenses 3, 17).

[8546] 59. Para sernos provechosas; es decir, hasta las cosas inanimadas son provechosas a los hombres, porque obedecen a Dios que las ha creado para ese fin. Solo los ídolos son inútiles, son la basura del mundo.

[8547] 62. Todo esto concuerda con lo expresado en Sabiduría 13, 6, según lo cual es menos reprensible adorar a los astros de Dios que a la obra de nuestras manos. Véase allí la nota.

[8548] l. El año trigésimo: quizá de la era babilónica instituida por Nabucodonosor, es decir, en el año 593, quinto del destierro del rey Jeconías. Es este un punto muy discutido, y lo más seguro parece admitir que aquí se indica simplemente la edad del profeta. Cobar (hoy Chabur) se llama un tributario del Éufrates, en cuyas riberas se encontraban los desterrados del reino de Israel (IV Reyes 17, 6; 18, 11; I Paralipómenos 5, 26). Pero más probablemente se trata aquí del canal grande situado entre Nippur y Babilonia, que llevaba el nombre de Nahru Kabaru (Río Grande), hoy Schatt en Nil.

[8549] 4. Esta grandiosa y célebre visión de Dios no es la única que nos ofrecen las Sagradas Escrituras. Podría estudiarse quizá una “iconografía bíblica de Dios” a través de los datos que contienen esas distintas visiones o teofanías, desde la zarza ardiente (Éxodo 3, 2 ss.), hasta el trono de Dios según la suprema Revelación hecha a San Juan en Apocalipsis capítulos 4 y 5 (véase la nota siguiente). En algunas se distingue claramente las divinas Personas del Padre y del Hijo. En otras, como en el éxtasis de Isaías (Isaías 6, 1), el profeta ve a Dios en forma humana sentado en trono real, y no lo llama Yahvé como suele llamarse al Padre (cf. Juan 8, 54 y nota), sino Adonai, o sea “el Señor”, como San Pablo llama a Jesús a diferencia del Padre (cf. I Corintios 1, 3; 8, 6, etc.), lo cual parece querer confirmar San Juan cuando nos dice que en dicho pasaje (Isaías 6, 9 s.) Isaías vio su gloria (la de Cristo) y anunció la ceguera que existiría a este respecto (Juan 12, 39-41). Torbellino, nube, fuego, indican la presencia de Dios (véase versículo 26 s. y nota; cf. Éxodo 13, 21; III Reyes 8, 10; 19, 11 ss.; Nahúm 1, 3; Mateo 17, 5; Hechos 1, 9). Un metal brillante (La Vulgata: apariencia de electro): traducción aproximativa de una palabra hebrea cuyo sentido es oscuro. Otros vierten: refulgencia de bronce acicalado; una imagen de ámbar; bronce en ignición, etc.

[8550] 5. Cuatro seres, vivientes: Otra traducción: cuatro animales: Cf. Apocalipsis 4, 7 s. Es la visión de los querubines (cf. 10, 14-22), espíritus angélicos que formaban el carro del Señor Dios (Salmo 17, 11), quien “se sienta sobre los querubines” (I Reyes 4, 5; Salmo 79, 2; Isaías 37, 16). Estaban representados, tanto en el Arca (cf. Éxodo 25, 18 ss. y nota), como en el Oráculo del Templo de Salomón (cf. III Reyes 6, 23 ss.); allí en esculturas de oro puro, labrado a martillo; aquí de madera de olivo revestida de oro, etc., siendo de notar que tales representaciones plásticas constituyen una excepción en el culto de Israel, pues, por alejar al pueblo de la idolatría, en que tantas veces había de caer, Dios le había prohibido tales imágenes (véase Éxodo 20, 4; Deuteronomio 5, 8; Baruc 6, 1 ss. y notas). También se sirvió Dios de Querubines para custodiar las puertas del paraíso terrenal (véase Génesis 3, 24 y nota). Su semejanza gráfica con las figuras aladas asirio-babilónicas (Karibu) y quizá también con las que guardan el sarcófago del famoso Tutancamón en El Cairo, hace suponer la influencia de la tradición edénica. En esos pueblos, así como en otras religiones orientales, y señaladamente en los pensadores griegos, suelen hallarse ecos del Antiguo Testamento, según lo atestigua Filón de Alejandría, judío helenizante, y también los Padres de la Iglesia. Lo cual no obsta a que Dios pudiese mostrar a Ezequiel la visión hecha con elementos visuales que el profeta hubiese conocido habitualmente en Babilonia. No de otro modo son las representaciones que San Juan describe en el Apocalipsis, traducidas necesariamente a las limitadas apariencias que el hombre puede describir (como lo fue la misma Transfiguración del Señor en Marcos 9, 3 etc.), ya que Dios mismo enseña que ningún hombre puede ver directamente su Rostro sin morir (Éxodo 33, 20 y nota). De ahí que San Pablo no intente siquiera expresar lo que vio en su arrebato a lo que él llama el tercer cielo, y haga constar que no sabe si fue en su cuerpo o fuera del cuerpo (II Corintios 12, 2 ss.), citando además, en I Corintios 2, 9, las palabras de Isaías 64, 4 para mostrar que nunca hombre alguno vio ni pudo concebir lo que Dios prepara a los que lo aman; y en otra parte enseña que ahora solo vemos como por un espejo y oscuramente (I Corintios 13, 12). En cuanto a la diferencia entre los Querubines y los Serafines cf. Isaías 6, 2. Los cuatro seres animados que vio San Juan (Ap. 4, 6 ss.) tienen apariencia semejante a los Querubines, pero sus alas no son cuatro sino seis como las de los Serafines (cf. versículo 23 y nota), y cantan como estos el trisagio: “Santo, Santo, Santo.” Por lo expuesto vemos que la aplicación que de estas visiones desde el siglo II (San Ireneo) se hace a los cuatro Evangelistas es puramente simbólica y acomodaticia.

[8551] 9. Parece naturalmente prodigioso que puedan andar a un tiempo hacia los cuatro frentes, sin separarse ni desintegrarse. Hay aquí sin duda algo que, muy por encima de toda geometría euclidiana, y de toda concepción einsteiniana, es decir, más allá de lo que los matemáticos han podido concebir, demuestra que las cualidades de Dios, que Él nos revelará un día, se liberan de los conceptos de espacio y de tiempo que condicionan nuestros conceptos de orden natural; así como toda sucesión de tiempo desaparece en el presente perpetuo de la eternidad, así también quedará superada inimaginablemente nuestra noción actual de espacio y movimiento, y entonces entendemos, “sub specie aeternitatis”, lo que ahora supera a nuestra capacidad de concepción. Por eso el contacto con los Profetas bíblicos es de valor insuperable para despertar y avivar en nosotros el sentido del misterio (cf. I Corintios 2, 7) que, según lo hace notar Garrigou-Lagrange, está ausente con frecuencia del espíritu de muchos cuya religiosidad solo se cifra en las “prácticas” y tiende a mirar como poco menos que supersticiones las realidades de la vida sobrenatural, como por ejemplo los misterios del Apocalipsis. El Papa Pío IX citaba este pasaje ante una peregrinación de Toulouse el 30 de abril de 1876, proponiéndolo como un símbolo de la armonía del matrimonio cristiano, en el cual no ha de ser obstáculo la diversidad de temperamentos, pues vemos aquí que “la ferocidad del león marchaba de acuerdo con la prudencia del hombre, y la agilidad del águila con la lentitud del buey”.

[8552] 15 s. Se trataba de cuatro ruedas, o mejor dicho, carros. Cada una de las ruedas tenía, como expone San Jerónimo, cuatro fachadas o caras, atravesando una rueda la otra (versículo 16), de manera que formaban cuatro sectores y parecían ruedas esféricas. El mismo Doctor cree que las cuatro ruedas tenían impresas las cuatro imágenes o caras de los Querubines, esto es, la cara de un hombre, de un león, etc. Piedra de Tarsis: una piedra preciosa de procedencia española. Cf. Cantar de los Cantares 5, 14.

[8553] 18. La multitud de ojos por todas partes parece simbolizar la omnisciencia de Dios. Cf. Sabiduría 1, 7-10 y notas.

[8554] 21. Espíritu de vida: Según el hebreo estaba en ellas el espíritu de los seres vivientes o Querubines, es decir, que las ruedas se movían por el espíritu de ellos, como ellos por el de Dios (versículo 12). Grandioso símbolo. Cf. Gálatas 5, 16-18.

[8555] 22. Este firmamento que se extiende sobre los Querubines como plataforma del Trono de Dios (versículo 26), recuerda el oro transparente como cristal, que forma el piso de la Jerusalén celestial (Apocalipsis 21, 19 y 21). Una imagen natural y sugestiva para nuestra esperanza de “esa Jerusalén de arriba que es nuestra Madre” (Gálatas 4, 26), parece querer brindarnos Dios a menudo en esos esplendores, como de fuego y oro cristalino que el sol presenta en la hora del crepúsculo. Quizá por eso se llama hora de la oración, porque ese espectáculo, tan llamativo con sus colores de insuperable pureza —aunque solo suele ser observado y admirado de unos pocos (cf. Salmo 8, 2 y nota) — parece atraernos, al final del día transitorio, para que, en esa otra biblia que es la naturaleza, olvidemos todo lo que pasa, al recordar la belleza de Dios y la felicidad de nuestro destino eterno. Dios nos ha reservado estas maravillas para el final de nuestra existencia, que terminará en un instante cuando llegue el esperado día en que Jesús, después de habernos preparado un lugar y reservado la corona de la justicia venga, como Juez supremo, a tomar hacia Él (Juan 14, 3; I Tesalonicenses 4, 13-17) a todos aquellos “que aman su venida” (II Timoteo 4, 8). He aquí lo que hacía exclamar a los primeros cristianos: “Acuérdate, Señor; de tu Iglesia; líbrala de todo mal, consúmala en tu caridad, y de los cuatro vientos reúnela, santificada, en tu reino que para ella preparaste porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos. ¡Venga la gracia, pase este mundo! ¡Hosanna al Hijo de David!, acérquese el que sea santo; arrepiéntase el que no lo sea. Maranatha (Ven, Señor). Amén.” (Didajé.)

[8556] 23. Las alas son ciertamente de los símbolos más expresivos del espíritu. Los hombres nos sentimos aquí como privados de ellas y prisioneros, envidiando a los pájaros. Ya la antigüedad pagana expresó este anhelo de volar, forjando el mito de Ícaro, pero confesaba que sus alas, pegadas con cera, se derritieron al calor del sol, y el pretendido vuelo solo sirvió para caer de más alto. La Biblia divina nos muestra, en cambio, alas que no engañan, y podemos poner en ellas nuestra ambición, sin temor de que el más loco sueño llegue a superar la realidad. Interpretando a San Pablo (II Corintios 5, 13-14) dice un místico: “De tal manera nos apremia («urget nos») a gozar esa idea de que Cristo nos ama y nos hará más que los ángeles (pues que seremos semejantes a Él), que ante Dios Padre no tememos en estar locos, bien locos de felicidad («mente excedimus»), y solo nos mostramos cuerdos en cuanto lo requiere aquí abajo el apostolado tan desconocido de contagiar a otros la misma locura.”

[8557] 24 s. De aquí suponen algunos que estas alas en movimiento podrían ser dos más, fuera de las cuatro del versículo 23, en cuyo caso los Querubines tendrían dos alas más de las que vio el profeta mientras volaban, y podrían así identificarse con los Serafines (cf. versículo 5 ss. y nota). Salía una voz (versículo 25). Podía salir, tal vez, en un momento dado, es decir, cuando se pararon y bajaron sus alas. La repetición de estas últimas palabras no está en la versión griega de los Setenta.

[8558] 26 ss. Descripción de la aparición de Dios, que continúa en los versículos siguientes. El trono simboliza la majestad de Dios; el fuego, su amor celoso (véase Éxodo 24, 17; 34, 14; Deuteronomio 5, 25; Cantar de los Cantares 8, 6 y nota); el arco iris (versículo 28), su misericordia, que se confunde con su mismo Ser (véase Salmo 88, 38; I Juan 4, 8; Efesios 2, 4, etc.). Nótese que el fuego está adentro (versículo 27), y al exterior resplandece en forma de luz. Es lo que hemos tratado en la introducción al Libro de la Sabiduría, sobre la revelación de Cristo, Sabiduría encarnada, que anuncia, en forma de luz, ese fuego que es Dios, o sea, que nos comunica, mediante las Palabras luminosas del Evangelio, el conocimiento del amor del Padre y de sus “entrañas de misericordia”. Existe una antigua fórmula litúrgica, atribuida por algunos a San Juan Crisóstomo, que expresa análogo concepto en dos palabras entrelazadas en forma de cruz griega: fos (luz) y soé (vida). Cf. 8, 2.

[8559] 1. Dios llama al Profeta “hijo de hombre”, para recordarle la fragilidad humana (San Jerónimo). La expresión se repite 84 veces en Ezequiel y una vez en Daniel 8, 17. En Daniel 7, 13, en cambio, se entiende por el Hijo del hombre, lo mismo que en los 79 pasajes del Evangelio donde aparece este término, un ser sobrehumano, el Mesías, al cual Dios entrega la gloria, el poder y la dominación eterna. No faltan quienes en esta expresión quieren reconocer la reminiscencia de una locución babilónica, según la cual vendría a significar: hombre libre, noble. Pero no es esta la cuestión, sino más bien el significado que el profeta le atribuye. Aquí no quiere ser más que una perífrasis hebraica para indicar a un simple hombre, sin nombre personal.

[8560] 2. Es decir que la Palabra de Dios es acompañada de su Espíritu santo. Así se llenaron de Él los que escuchaban a San Pedro en Hechos 10, 44, lo mismo que en Pentecostés (como él lo hace notar en Hechos de los Apóstoles 11, 15), aunque eran paganos. “¿Cómo no habría de obrar así, también en nosotros, esa divina Palabra cuando la buscamos en el Evangelio? ¿Cómo no habría de animarnos también al apostolado?”

[8561] 3. Esos gentiles apóstatas: Los judíos, que apostataron y de este modo bajaron a la categoría de gentiles. El hebreo usa el término característico goyyim, que para los israelitas tenía un sentido despectivo. Los Setenta vierten: los que me provocan.

[8562] 4. Hijos de rostro duro, etc.: Reproches frecuentes en boca de Dios para calificar a su pueblo, con esa severidad y amargura que muestra al mismo tiempo el corazón dolorido de un Padre. Nada más elocuente a ese respecto que la expresión “te oigan o no te oigan” (repetida en el versículo 7), como si Él no supiera muy bien hasta dónde habría de llegar esa ingratitud. Así también veía Jesús en la agonía de Getsemaní a los que durante todos los siglos actuales habrían de despreciar su Redención (cf. 17, 15 ss. y nota) y a los que pretenderían inutilizarla como aquellos “insensatos gálatas” a quienes fulmina el Apóstol de los gentiles (Gálatas 3, 1 ss.).

[8563] 8. Abre tu boca: Así dice Dios a Israel para que reciba sus beneficios (cf. Salmo 80, 11 y nota). Véase 3, 1 y nota.

[8564] 9. El libro contiene los designios, juicios y castigos de Dios; lo que se colige de la denominación que el profeta le da: cantos lúgubres, lamentaciones.

[8565] 1. El acto simbólico de comer el libro de los designios de Dios, indica que el profeta, antes de asumir su misión, debe asimilarse completamente el contenido del volumen e identificarse con él, pues “nadie da lo que no tiene”. Véase el acto semejante en Apocalipsis 10, 9 s. San Jerónimo hace en este lugar una aplicación a los sacerdotes, los cuales han de rumiar y asimilar las Sagradas Escrituras para poder instruir a los fieles. Cf. Jeremías 15, 16 y nota. Y el Santo Padre Pío XII les dice asimismo: “Confirmen la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los Sagrados Libros, ilústrenla con preclaros ejemplos de la Historia Sagrada, especialmente del Evangelio de Cristo Nuestro Señor —y todo esto evitando con cuidado y diligencia esas acomodaciones propias del capricho individual y sacadas de cosas muy ajenas al caso, lo cual no es uso sino abuso de la divina palabra—; expónganlo con tanto fervor, distinción y claridad, que los fieles no solo se muevan e inflamen a ordenar bien su vida, sino también que conciban en sus ánimos suma veneración a la Sagrada Escritura” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”).

[8566] 2. Conocer la voluntad de Dios y cumplirla es cosa dulce y consoladora. “¡Cuán dulces son tus palabras a mi paladar, más que la miel a mi boca!” (Salmo 118, 103). Jesús lo confirma diciendo que, si conocemos sus enseñanzas, seremos dichosos cuando las practiquemos (Juan 13, 17).

[8567] 6. Ellos te escucharían; quiere decir que Israel es más rebelde que los pueblos paganos. Lo mismo dice Jesucristo (véase Mateo 11, 21-24; 21, 31 s.), y lo vemos aplicado en los casos del Centurión (Mateo 8, 10 ss.), de la Cananea (Mateo 15, 22-28), del Buen Samaritano (Lucas 10, 30 ss.), del Banquete (Lucas 14, 16 ss.) y de las Bodas (Mateo 22, 1 ss.), etc. Esa paradoja, mencionada por San Pablo en Romanos 10, 19 ss. es llamada “misterio de iniquidad”, y el Apóstol la aplica también a nuestro mundo moderno que muchos llaman todavía cristiano. Los peores apóstatas son los malos cristianos que hacen alarde de su fe de bautismo y viven como paganos a la sombra de las catedrales que edificaron sus padres. Cf. II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Lucas 18, 8 y notas.

[8568] 8 s. El profeta tiene miedo ante la inmensidad de la misión a él confiada. Por eso Dios le conforta y le promete hacer duro su rostro. ¿Qué sería del profeta y del apóstol si Dios no los dotara de asistencia especial? (véase Jeremías 1, 8 ss.). Jesús nos la promete con extraordinaria amplitud en Mateo 10, 19 s.; Lucas 12, 11 s., etc.

[8569] 10. Recibe en tu corazón: El corazón en la Biblia no es la sensibilidad, la emoción, según el lenguaje de los poetas, sino la voluntad, esto es, el querer, el poner todo nuestro empeño y deseo, es decir, todo nuestro afecto y apego. De ahí el precepto de amar a Dios con todo el corazón. La satisfacción y paz que siente el alma religiosa, y el gozo incomparable, pero sobrio, que nos da el ser amigos de Dios, son consecuencias del don de la Sabiduría, es decir, frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5, 22), que nos sobrepone, por un gratuito favor, a la natural inclinación de la carne, que “desea contra el espíritu” hasta el último día (cf. Gálatas 5, 17). Jesús fue el único Hijo a quien la propia naturaleza no alejó de su Padre, ni lo hizo egoísta, ni desagradecido a sus dones, porque su gozo estaba siempre en agradarle (Juan 4, 32 ss.; 8, 29). Y ese es el “gozo suyo pleno” que Él nos promete como fruto de sus palabras (Juan 17, 13).

[8570] 12. El Espíritu de Dios lleva al profeta, del lugar solitario donde había tenido la visión, a su residencia habitual. Según San Jerónimo, esta fue una acción real, como en el caso de Habacuc (Daniel 14, 32 ss.) y no ya una visión. Al levantarse la gloria de Yahvé desde su sitio. “En los Salmos (17, 11; 103, 3) se dice que Dios hace de las nubes su carro y camina sobre las alas de los vientos; aquí le vemos, a semejanza de los reyes, caminar sobre su carro. Pero este carro y su atalaje está formado por cuatro Querubines alados y animados y con ruedas para moverse mejor en todas las direcciones. Encima de ellos está una bóveda, que representa el firmamento, la morada celeste de Dios. Está Yahvé sentado en su trono, vestido de luz y rodeado del arco iris” (Apocalipsis 4). (Nácar-Colunga.)

[8571] 14. Amargura e indignación: Es lo que todos los profetas amantes de Israel experimentan ante la obcecación de su pueblo, desde Moisés a San Pablo, el cual no vacila en decir que estaba por desear ser anatema y separado de Cristo por amor de sus hermanos (Romanos 9, 2 s.). El Señor Jesús lo expresó más que nadie, llorando sobre Jerusalén (Lucas 19, 41) y dando su vida ante todo por las ovejas perdidas de la Casa de Israel, aun sabiendo que ella lo había de rechazar (cf. Juan 1, 11).

[8572] 15. Llegué a los cautivos: Los Setenta dicen: pasé a través del aire, aludiendo al transporte del profeta y confirmando lo que anotamos en el versículo 12. Tel-Abib: así se llamaba el lugar donde vivían los deportados. La Vulgata traduce este nombre según la etimología por montón de las nuevas mieses. Con ese mismo nombre existe hoy, cerca de Jafa (el puerto más cercano a Jerusalén) una moderna ciudad judía, que fue capital del nuevo reino de Israel hasta el traslado del gobierno judío a Jerusalén. Siete días: El profeta no quiere anticiparse a la orden de Dios, y espera la instrucción, que le es dada en los versículos siguientes. No quiere predicar su propia palabra, sino la que el Señor “pondrá” en su boca (versículo 17 y 27).

[8573] 17 ss. Advertencia reiterada en 33, 7. Véase el capítulo 18. ¡Cuán grande es la responsabilidad de los pastores de almas, si Dios demanda de ellos la sangre de los que perecieron por falta de predicación! “El pastor mata a la oveja, cuando con su silencio la abandona a la muerte” (San Gregorio). Por lo cual exhorta San Pablo a Timoteo y a todos los que tienen sobre sí cura de almas: “Predica la Palabra, insiste con ocasión y sin ella; reprende, ruega, exhorta con toda paciencia y doctrina” (II Timoteo 4, 2).

[8574] 21. Vivirá porque se dejó amonestar: Tal es la insuperable recompensa de todo apóstol. Véase Juan 17, 20 y nota.

[8575] 22. Sal a la llanura y allí hablaré contigo: Así lo dice Dios con frecuencia (cf. Cantar de los Cantares 1, 8; Oseas 2, 14, etc.), enseñándonos a huir del tumulto de la ciudad. Véase Salmo 54, 7 y nota.

[8576] 25. Las cuerdas simbolizan que el profeta era puro instrumento de Dios, es decir, que su impedimento no venía de los hombres, sino del Señor, que le prohibía hablar claro hasta después de la caída de Jerusalén (cf. 24, 27; 33, 22). Algunos suponen que el profeta atado figuraba el cautiverio de los judíos.

[8577] 27. Es decir, que Dios no los compele por la fuerza a escucharlo (cf. Cantar de los Cantares 3, 5 y nota) sino que les ofrece una ocasión más (cf. 2, 5). Si la rechazan, perecerán (versículo 19). Véase 33, 9 y nota.

[8578] 1. Toma un ladrillo: En Babilonia se usaba barro en forma de ladrillos, como material de escribir. Ezequiel, por el silencio impuesto (3, 26), no pudo hacer comunicaciones a otros sino por escrito. Lo que sigue es una descripción profética del sitio de Jerusalén que se verificó en 588-587, es decir, del segundo sitio (IV Reyes 25, 1 ss.; II Paralipómenos 36, 17 ss.; Jeremías 39, 8 ss.), pues diez años antes había tenido lugar el primer sitio (IV Reyes 24, 10 ss.), en el cual el mismo Ezequiel había sido deportado a Babilonia donde escribía.

[8579] 4. Llevarás la culpa de ellos, es decir, en lugar de tus compatriotas, como si tú tuvieras la culpa. El sumo mérito, la suma bondad de Cristo en la Redención, no reside tanto en los dolores de su Cuerpo Santísimo —en lo cual no pretendió darnos una lección de estoicismo (cf. Salmo 68, 15 y nota)— sino en su humillación, es decir, en su abandono de las prerrogativas de Príncipe divino (Filipenses 2, 6 ss.), en el maltrato, las injurias y la vergonzosa desnudez con que fue expuesto en la Cruz a la burla de todos, y principalmente, en el acto interior de aceptación de la culpa. Porque en ese momento Él no era un generoso héroe que es condenado inocente y recoge el aplauso ajeno y propio por su actitud; era el sumo culpable, hecho, todo Él, pecado (II Corintios 5, 21), y hecho maldición (Gálatas 3, 13; Deuteronomio 21, 23). En esto estribó el sumo sacrificio de Cristo: en que, para poder reparar la culpa, fue necesario que la tomase sobre Sí, como si Él hubiese cometido contra su Padre, a quien amaba infinitamente, todos los delitos pasados y futuros de la humanidad. En esa aceptación, en el ensuciarse a Sí mismo, Él, que es la Limpieza misma (Hebreos 1, 3), en esa repugnancia indecible que sufrió dentro del abismo de cieno en que se sumergía, en eso estuvo el fondo de la Pasión Redentora. Por eso llama suyos nuestros delitos (véase Salmo 37, 4 y nota), y por eso mereció el abandono del Padre en manos de sus enemigos: porque sus delitos clamaban contra Él (Salmo 21, 2). Por eso, en el símbolo de la salud, Él fue figurado no ya como cordero, sino como serpiente (Números 21, 9 y Juan 3, 14); porque Él ya no era hombre sino gusano vil (Salmo 21, 7). He aquí el significado de este episodio en la vida del fidelísimo Ezequiel: debe cargar con la iniquidad de su pueblo, no ciertamente para redimirlo, sino como figura de Cristo, fuera del cual nadie es redentor (Hechos 4, 12). Solo nos queda recoger la lección para nuestra alma y recordar que, si nos llega providencialmente la ocasión de cargar, inocentes, con una culpa ajena, esto será sin duda lo más grande que podremos hacer a imitación de Cristo, y valdrá tanto cuanto sea el amor con que al hacerlo nos unamos a lo que hizo Él. Cf. Daniel 9, 3 ss.

[8580] 5 ss. El acostarse sobre el lado izquierdo, que simboliza el tiempo de la maldad de Israel y que es de 390 días, corresponde a otros tantos años. La versión griega pone 190 en vez de 390. Por la maldad de Judá, el profeta ha de acostarse sobre el lado derecho durante 40 días, que simbolizan 40 años. Las cifras corresponden más o menos a la duración del reino, inclusive el cautiverio, de Israel (reino del norte) y del reino de Judá (desde la caída de Jerusalén hasta el fin del cautiverio). Se guarda el mismo simbolismo si sumamos las dos cifras, cuyo total de 430 años equivaldría al tiempo del destierro de Egipto, figura del cautiverio babilónico, incluyendo los 40 años del tránsito del desierto. Véase Génesis 15, 16; Éxodo 12, 40 y notas. Es notable que se incluya aquí además de Judá, las diez tribus de Israel, deportadas mucho antes a Asiria (IV Reyes 17, 6 y nota). Un día por cada año: fórmula útil quizá para entender otras profecías. Cf. II Pedro 3, 8.

[8581] 8. Yo te ataré con cuerdas: “Es el mismo Yahvé quien realiza en la persona de Ezequiel el símbolo de las cuerdas, imponiéndole una severa inmovilidad durante un tiempo considerable. Pensamos, con San Jerónimo, que el símbolo se realizó materialmente. Como los críticos modernos vemos en las cuerdas una metáfora que corresponde a una realidad física” (Buzy). A esta nota, de carácter puramente científico, el mismo autor añade que no hay en esta revelación, ni en ninguna otra de las del profeta, sospecha alguna de neurosis ni tampoco de catalepsia. En realidad, lo único que interesa a los creyentes es el elemento sobrenatural de la revelación divina, con la cual queda de suyo excluida la idea de que pueda tratarse de un fenómeno simplemente natural, y menos aún de un extravío neurótico. En cuanto a los aspectos naturales que aparecen en cada caso, no tienen sino un interés secundario, puramente psicológico y no espiritual ni religioso, pues Dios puede revelarse libremente, en la forma que elija su soberana Majestad, y sabemos que muchas veces lo ha hecho en sueños, que en sí mismos no son nada más que un fenómeno natural y aun engañoso, pero que Él convierte cuando quiere en una revelación sobrenatural. Véase Eclesiástico 34, 1 ss. y notas.

[8582] 9. La mezcla de tan distintas harinas para fabricar pan era para los judíos una cosa abominable, porque la Ley prohibía mezclar cosas heterogéneas. Cf. Levítico 19, 19; Deuteronomio 22, 9.

[8583] 10. La ración diaria de veinte siclos o sea 327,4 gramos de pan y de una sexta parte de un hin, o sea 1,012 litros de agua, señala el hambre que reinaba en la Jerusalén sitiada. “Así como Ezequiel debe someterse, por largo tiempo a un régimen severamente racionado, de igual modo los habitantes de Jerusalén se verán sometidos a los rigores del hambre y de la sed” (Buzy).

[8584] 12. El estiércol se usaba y se usa hoy todavía en Oriente para cocer el pan. Lo que primero se le manda al profeta utilizar, significa que los sitiados y deportados, en su miseria, llegarán a usar las cosas más inmundas (versículo 13).

[8585] 14. Ay, Señor, Yahvé: Vulgata: Ah, oh, oh, Señor, Dios: Cf. Jeremías 1, 6. Precisamente la contaminación legal de ese elemento impuro (cf. Levítico 5, 3; Hechos 10, 14) significaba la que Israel contraería en el exilio entre paganos (cf. Daniel 1, 8; Oseas 9, 3). Si tanto horror causó al profeta aquel lenguaje, dice San Agustín, ¿cuánto más deberían causar, a aquellos contra quienes se dirigía la amenaza, los pecados que merecían ser castigados de esta suerte?

[8586] 16. Voy a quebrar el báculo de pan: Hebraísmo, por voy a quitaros el sustento de la vida. Cf. 5, 16.

[8587] 2. El sentido de esta triple acción simbólica (cuádruple según los Setenta) es: una tercera parte de los habitantes de Jerusalén perecerá en la ciudad misma, y otra tercera parte en los alrededores de la ciudad, al huir de ella después de caída. Del resto perecerán también muchos en el destierro, a causa de los peligros simbolizados por la espada. Solamente un pequeño número será salvado (véase versículo 12). Este símbolo deja un tenue destello de esperanza para el pueblo destinado a perecer: algunos pocos escaparán y serán el fundamento de un nuevo pueblo.

[8588] 6. Más maldad que los gentiles: Véase 2, 3 y nota; 16, 47 s.

[8589] 7. Ni siquiera habéis obrado conforme a las costumbres de los gentiles: Algunos suprimen estas palabras, siguiendo la versión siríaca y varios manuscritos hebreos. El reproche significaría, en todo caso, que Israel no tiene ni siquiera el pretexto de haber seguido otro culto extranjero, y esto es, sin duda, de gran importancia para los israelitas de todos los tiempos, pues aún hoy puede observarse cuántos de ellos han perdido la fe y esperanza en un Mesías personal, reduciéndola a un ideal nacionalista de restauración, sin que este abandono de su religiosidad pueda atribuirse a que hayan adoptado la religión de otros pueblos.

[8590] 8. Ante los ojos de los gentiles: Según lo dicho en los versículo 6 s., y así se confirma en el versículo 15, para que así el castigo del pueblo escogido, a quien el mismo Dios llama su familia (cf. 2, 5), sea aún más pesado. Es lo que se recuerda en la gran oración del Eclesiástico (Eclesiástico 36, 4).

[8591] 10. Véase esta profecía reiterada en Jeremías 19, 9 y en Lamentaciones 4, 10. Cf. Levítico 26, 29; Deuteronomio 28, 53. A todos los vientos: Gramática parece extender esta profecía más allá de aquella época, pues cita aquí las siguientes concordancias: 12, 14 s.; 17, 21; 22, 15; 36, 19; Jeremías 9, 16; 15, 4; Zacarías 2, 6; 7, 14.

[8592] 11. Por ignominias y abominaciones ha de entenderse el culto idolátrico. El capítulo 8 detalla la profanación del templo.

[8593] 13. En mi celo: Torres Amat pone aquí: “lleno de celo por mi gloria”. Pero aquí se trata más bien de los celos, es decir, de la venganza del amor despreciado, como se ve claramente en 6, 9; 8, 3; 16, 38; Zacarías 8, 2, etc. Por eso sin duda usa Dios en este capítulo el símbolo de los cabellos cortados para indicar la despoblación del país, expresando que esta significa para Él como quitarle algo muy propio suyo. Cf. Lucas 21, 18; Hechos 27, 34.

[8594] 17. Conforme a lo dicho en Levítico 26, 22 y Deuteronomio 32, 24, donde Dios, por boca de Moisés, amenaza con tan tremendos males usando igual metáfora.

[8595] 3. Vuestros lugares altos: montes y collados donde se daba culto a Baal y en su honor se erguían las massebas o piedras de culto. En honor de Astarté se erigían ascheras o “árboles frondosos”. Como nos muestran las excavaciones realizadas en Guécer, los simulacros de Baal consistían en columnas de piedra erigidas delante del altar. Véase Jueces 2, 11 y 13; 10, 6; I Reyes 7, 3; 12, 10; III Reyes 16, 31 ss.; IV Reyes 23, 13 ss.; Isaías 57, 3 ss.; Jeremías 7, 31, etc.

[8596] 9. Fornicación y adulterio se toma en sentido espiritual: idolatría. Véase Isaías 57, 3; Oseas 5, 7, etc. Cuando Yo quebrante su corazón: “yo haré que se arrepientan y esta será la prueba de que Dios no ha hablado en vano” (Bover-Cantera).

[8597] 12. Estas espantosas conminaciones, que hemos visto cumplirse más de una vez en Israel, y aun en nuestros días, han de ser para nosotros algo más que una simple enseñanza histórica, pues de ellas nos deduce San Pablo una saludable prevención: “Si con la oliva castiza hizo esto el Dios despreciado ¿qué no hará con el acebuche?” (Romanos 11, 24; Cf. Lucas 23, 31). Lo que hemos visto en la primera mitad del siglo XX ¿no es bastante para pensar en las plagas del Apocalipsis? Así lo señalaba ya el Papa Pío X. Notemos que la apostasía en la era cristiana es para Dios más grave que la de la antigua Alianza, según enseña el mismo Apóstol. Véase Hebreos 6, 4 ss.; 10, 29. Cf. II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Lucas 18, 8; Mateo 24, etc.

[8598] 13. Olor grato a todos sus ídolos: Impresionante lenguaje de un Dios celoso. No son, sin embargo, perfumes lo que Él quiere. Veamos cómo los desprecia y abomina en Isaías 1, 13, cuando no expresan el sincero afecto del corazón.

[8599] 14. Desde el desierto hasta Dibla: Vulgata: desde el desierto de Deblata. San Jerónimo propuso leer Reblata, en lugar de Deblata. Reblata (o Riblá) era una ciudad de la Siria (cf. Jeremías 39, 51). Deblata o Dibla sería idéntica con Diblataim, ciudad de Moab. Cf. Números 33, 46 s.; Jeremías 48, 22.

[8600] 2. Este oráculo, alusivo a la catástrofe final que ya se cierne sobre Judá y Jerusalén, es una joya de la poesía lírica, una de las más emocionantes páginas de la Biblia. Llega el fin, es decir, la caída definitiva de Jerusalén y del reino de Judá, que en 587 a. C. cayó en manos de Babilonia, como 135 años antes había caído Samaria y el reino de Israel en manos de Asiria (IV Reyes 17, 6 y nota). Jeremías, que permaneció en Jerusalén, describe el desastre en los capítulos 39, 40 y 52. Véase también IV Reyes capítulo 25; II Paralipómenos capítulo 36 y notas, pues conviene estudiar estos pasajes proféticos paralelamente con esos libros históricos. La causa del atroz castigo fue, como vemos, esencialmente religiosa, y más que nada la prevaricación sacerdotal (capítulos 8 y 13).

[8601] 7. Alboroto en los montes: Alusión a las fiestas idolátricas que se celebraban en los collados. Véase 6, 3 y nota.

[8602] 9. Y conoceréis, etc.: Esta frase, repetida infatigablemente por los Profetas, es la advertencia paterna y dolorida de Dios: no han querido conocerme por mis palabras de amor, y entonces tendrán que reconocerme por mi ira. De aquí, un sabio sacerdote argentino, gran lector de la Biblia, deducía una enseñanza histórica de trascendencia universal, diciendo: “Las calamidades públicas son grandes voces con que el Señor nos llama al arrepentimiento, y al mismo tiempo una amenaza de exterminio si despreciamos ese último recurso de su bondad” (Fray Mamerto Esquiú). Cf. 6, 13; 11, 9; 14, 21; 15, 7, etc. y notas.

[8603] 10. Por vara se entiende el poder de los enemigos que en Jerusalén no dejarán a nadie sin castigo, ni de la gente humilde, ni de los que hacen ruido (versículo 11). Véase capítulo 9. Brota la soberbia: “según algunos, la soberbia de Judá que será castigada por la vara; según otros, la soberbia de los caldeos, y este concepto concuerda tal vez mejor con el contexto, puesto que ese pueblo ha de ser la vara del castigo en las manos del Señor” (Fillion).

[8604] 13. La visión es contra toda su muchedumbre: Nadie escapará. La orden de Dios de destruir la ciudad, no será revocada. La ruina será tan completa, que los que según la Ley (Levítico 25, 25 ss.) tenían derecho de readquirir lo vendido, no podrán ya hacer uso de ese privilegio. Quiere decir ¿a qué pensar ya en lo transitorio, en presencia de lo definitivo? Es lo que Jesús inculca en su discurso escatológico (Mateo 24, 15-18) y en Lucas 17, 31-33, citando el caso de la mujer de Lot. Véase Sabiduría 10, 7 y nota.

[8605] 17. Se disolverán en agua: Así Bover-Cantera y la Biblia de Pirot. Scío traduce (según la Vulgata): todas las rodillas destilarán agua. Es un eufemismo acostumbrado entre los hebreos.

[8606] 19 ss. Su oro será como basura: Vulgata: su oro será para el muladar. ¡Qué disposición terrible de la divina Providencia! El oro y las riquezas, la única esperanza de muchos, perderán su valor, serán reputados como basura. Sentados en un montón de oro, morirán sus poseedores. Ningún hombre, ningún pueblo, ponga su esperanza en las cajas fuertes de los Bancos. Es notable a este respecto el caso de San Paulino de Nola, amigo de San Jerónimo: Siendo senador y rico patricio romano, lo dejó todo a favor de los pobres por buscar a Cristo lejos del mundo, con gran escándalo de la familia, que le tomaba por loco. Y poco después vino la invasión de Roma, y esos parientes también perdieron sus bienes, y sin provecho para nadie. Véase el tremendo apóstrofe de Santiago capítulo 5. Sobre la riqueza colectiva cf. 28, 4 ss. y nota. El día de la ira de Yahvé: el día del juicio y castigo.

[8607] 22. Mi lugar arcano: según los Padres de la Iglesia, el Santo de los Santos del Templo, del cual trata en forma especial el capítulo siguiente. Otra traducción: mi tesoro.

[8608] 23. Prepara las cadenas. Parece que el enemigo es exhortado por Dios a hacer esta cadena, que representa la cautividad. Pero el texto es bastante oscuro. En la versión de los Setenta se dice: y harán inmundicias.

[8609] 26. A un rumor seguirá otro: Malas noticias, una tras otra, llegan a los sitiados, pero sus profetas, sacerdotes y ancianos ya no son capaces de consolarlos, porque sus labios no hablan la Palabra de Dios, que debía ser su característica (Malaquías 2, 7). Cf. 20, 1 ss.; Salmo 73, 9; Jeremías 18, 18; III Reyes 12, 6; Daniel 13, 5.

[8610] 27. En igual decadencia que los guías espirituales, estará el poder civil. Sobre el rey Sedecías véase 12, 1-13.

[8611] 1 ss. Esta visión es retrospectiva. Dios muestra al profeta el culto idolátrico con que los judíos habían contaminado el Templo. “Lo que Dios reveló a Jeremías para los judíos que quedaban en la patria, eso mismo reveló al profeta Ezequiel para los exilados: a fin de quitarles (a unos y a otros) la vana esperanza que tenían en la perpetuidad del reino y del Templo, la cual los apartaba de la verdadera conversión, y anunciarles la ruina de la ciudad y del Templo y cultivar la semilla de expectación mesiánica en medio de las angustias del destierro” (Simón-Prado). Véase Jeremías 30, 3 y nota. Conviene recordar aquí la división de toda la profecía de Ezequiel, que indicamos en la introducción. Es de notar que Dios revela al Profeta, en 24, 25 ss., que podrá hablar y no será más mudo (cf. 3, 26 s.) el día en que un fugitivo de Jerusalén le anuncie la caída de la Ciudad Santa. Desde entonces él se pone a vaticinar contra los paganos (capítulos 25-32), hasta que sucede aquella caída, según podemos ver, en 33, 21 ss. Después Dios le abre la boca nuevamente y, previa una breve advertencia contra los que quedaron en Jerusalén (33, 23-29), y otra contra sus oyentes de Caldea (33, 30-33), vemos que en adelante Ezequiel se pone decididamente, empezando con la gran profecía mesiánica del Pastor (capítulo 34), a anunciar en forma consoladora la gran restauración, “que antes solo había dejado entrever en 11, 16 s.; 16, 60; 17, 22 s.; 20, 40 s.; 28, 25 s.” (Crampón). De ahí que toda esta serie de visiones, desde este capítulo 8, sean para mostrar, ante los emigrados en Babilonia —o a la generación siguiente, como algunos suponen— la necesidad en que Dios se vio de quebrantar a su pueblo a causa de su tremenda prevaricación. Nótese que en el capítulo 33, 7 ss. se reitera a Ezequiel su carácter de centinela de Israel que se le había dado en 3, 16 ss. antes de imponerle aquel silencio en 3, 22-27.

[8612] 2. Véase la aparición de Dios en el capítulo 1, y 3, 22.

[8613] 3. El ídolo colocado en el Templo es llamado del celo porque toda forma de idolatría provoca los celos de Dios, y es como un adulterio, un quebrantamiento de la alianza que el pueblo de Israel había hecho con Dios (cf. 5, 13 y nota). Parece que ese ídolo era el de Baal o Astarté, dioses introducidos en, el Templo por el impío rey Manasés (IV Reyes 21, 3 ss.; II Paralipómenos 33, 7). “Algunos creen que era el ídolo de Adonis, llamado ídolo de celotipia, pues según la fábula o mitología, Marte hizo matar a Adonis, a quien amaba Venus, por celos que tuvo” (Páramo). Josías había purificado el Santuario (II Paralipómenos 33, 15), pero sus sucesores volvieron a contaminarlo con estatuas paganas. Véase al respecto Baruc capítulo 6 y notas.

[8614] (Guedeja: mechón largo de cabellos.)

[8615] 10. En esta visión mira Ezequiel una nueva clase de idolatría introducida de Egipto, en donde con preferencia se tributaba culto a los animales.

[8616] 11. Setenta es decir, como observa Fillion, que se trataba del Gran Consejo (Éxodo 24, 1).

[8617] 12. No nos ve: Cf. 9, 9; Job 22, 13 s.; Salmo 9B, 11-13; 72, 11; Isaías 29, 15. Contrastando con este lenguaje del impío, confiesa David: “Delante de tus ojos he cometido maldad.” Yahvé ha abandonado esta tierra: El que así piensa de la pasividad de Dios, es decir, de su inutilidad, tiene que caer forzosamente en abominaciones idolátricas, pues que nada espera ya de Él. Jesús extremó por eso su revelación sobre la Providencia de su Padre, diciéndonos que Él “siempre está obrando” (Juan 5, 17) y que sin Él no cae ni un pájaro (Mateo 10, 29), ni menos un cabello de nuestra cabeza (Lucas 21, 18).

[8618] 14. Tammuz, nombre babilónico de Adonis, es nombrado esta única vez en la Biblia. Representaba en Oriente, como entre los griegos, bajo la figura de un hermoso joven, la verde flora de la primavera. En el verano, cuando toda la vegetación se quemaba por el sol, sus adoradores creían que el joven moría, por lo cual las mujeres solían llorarlo en los meses de junio y julio, para celebrar más tarde con orgias el culto de su resurrección. Cf. Jeremías 7, 18; 44, 15.

[8619] 16. La adoración del sol naciente se practicaba en muchos pueblos orientales. La Ley lo prohibía expresamente (Deuteronomio 4, 19), y para evitar tal culto los sacerdotes, cuando ofrecían el incienso tenían que mirar a Occidente, hacia donde miraba también el Templo. Los veinticinco personajes eran quizá los jefes de las veinticuatro familias sacerdotales, con el Sumo Sacerdote a la cabeza. A tal grado de depravación habían llegado los ministros del verdadero Dios (Fillion). Véase II Paralipómenos 36, 14 ss. y nota. Cf. ll, 2.

[8620] 17. Un ramo: Ramas verdes se usaban en los ritos paganos como símbolos de la nueva vida vegetativa y como participación de la fecundidad de la naturaleza. El sentido aquí es oscuro. Cf. Job 31, 26 s. Según los Setenta y el siríaco: hacen ruido con sus narices, quizá como gesto de burla.

[8621] 1 s. Este capítulo es la continuación del anterior: describe la punición de los crímenes mencionados en el capítulo 8. Seis varones (versículo 2): los ángeles encargados de ejecutar la sentencia del Señor. Un varón vestido de lino. “Era este el ángel figura del único Mediador nuestro Jesucristo, el que rogaba e intercedía por los que debían ser salvados del exterminio” (Páramo).

[8622] 3. La gloria del Dios de Israel: Cf. 3, 23; 8, 4; 10, 18 s. Es el mismo Señor, que tenía en el Templo el lugar de su gloria sobre el Arca de la Alianza en medio de los Querubines, y que ahora empieza a trasladarse de él. Querubim se toma aquí en el sentido colectivo (en hebreo la desinencia im es forma de plural masculino). La Casa (del Señor): el Templo (cf. 10, 4).

[8623] 4. La letra tau, nuestra T, cuyo nombre significa marca o sello, servía entonces como tal, dada la sencillez de su forma, que era antiguamente la de la cruz, como lo es todavía en los alfabetos modernos. Así como la sangre del cordero pascual (figura del Salvador divino) libró del ángel exterminador, en la esclavitud de Egipto (Éxodo 12, 7-13 y notas), así esta señal salvadora de entonces bien puede, considerarse una figura de la que, adornada con la divina Sangre del Cordero, sirvió de instrumento de nuestra Redención. Los autores modernos prestan escasa atención a este pasaje, que nos parece de no poco interés exegético y de hondo sentido espiritual, como todo lo que se vincula al misterio de la Cruz. Y sin embargo abundan las opiniones autorizadas, desde Orígenes a San Jerónimo que, más que una singular coincidencia, ven aquí figurada la santa Cruz de Cristo, como lo estaba ya en el árbol de la vida del paraíso. Nótese que también el símbolo del madero que acarrea maldición según Moisés (Deuteronomio 21, 23 y nota), está citado por San Pablo (Gálatas 3, 13) como alusión al Calvario (cf. Sabiduría 14, 7 y nota). El Apocalipsis (7, 3; 9, 4) anuncia una señal semejante; y Jesús, además de aplicar a su crucifixión el símbolo antiguo de la serpiente de bronce (Juan 3, 14; Números 21, 9 y nota), anuncia como signo precursor de su segunda venida, que Él llama de nuestra redención (Lucas 21, 28), la señal del Hijo del hombre en el cielo (Mateo 24, 30), la cual, según opinan San Cirilo de Jerusalén, San Anselmo, Santo Tomás y muchos más, no es otra que la Cruz del Redentor. El mismo Jesús dijo también que al ser levantado en alto, lo atraería todo a Sí, quedando de tal modo el Crucificado como centro a que convergen directa o indirectamente, todos los misterios y símbolos de ambos Testamentos (Juan 12, 32). Grande es, pues, la conveniencia de llamar la atención, y atraer la gratitud de los fieles, hacia el amor al sagrado Signo de la Cruz, que es la señal por excelencia del cristianismo; y tanto más, cuanto que no pocos tienden a olvidarla o subordinarla a cosas periféricas (cf. Baruc 6, 1 y nota). A título ilustrativo, es interesante agregar que un P. Franciscano, conocedor del museo de El Cairo, refiere que el signo de la cruz, usado entre los jeroglíficos egipcios, en la más remota antigüedad, se encuentra puesto como signo de la vida, en la suntuosa momia de Tutankhamón. Los hombres que gimen y se lamentan por todas las abominaciones: He aquí la única tristeza saludable.

[8624] 6. Tremendo exterminio que se repitió en la caída final de Jerusalén después de Cristo, y que será superado por lo que anuncia el Apocalipsis (cf. Mateo 24, 21 s.; Apocalipsis 14, 20, etc.). Por mi Santuario, por los sacerdotes y ancianos, que conocían mejor la Ley de Dios y por ende pecaban más al quebrantarla (cf. 8, 11). El Señor había dicho a Aarón: “Tú y tus hijos seréis responsables de la iniquidad del Santuario” (Números 18, 1). Cf. Malaquías 2, 1 ss.; y para el Nuevo Testamento I Pedro 4, 17.

[8625] 8. El resto de Israel: Cf. 11, 16-21; Isaías 1, 9; Romanos 11, 5.

[8626] 9. Yahvé ha abandonado la tierra: Dios cita las palabras de los malvados (cf. 8, 12 y nota) y a su vez repite Él su terrible fórmula (cf. 5, 11; 7, 4; 8, 18, etc.).

[8627] 2. Brasas de fuego: símbolo de la cólera de Dios (cf. Apocalipsis 8, 7). El derramarlas sobre la ciudad significa destruirla por el fuego, como en efecto sucedió (IV Reyes 25, 9; II Paralipómenos 36, 19, etc.). También la Babilonia del Apocalipsis perecerá por el fuego (Apocalipsis 18, 8 s.).

[8628] 4. “Hay que distinguir en el conjunto de la visión la gloria de Yahvé, que es como la imagen del mismo Dios, el carro con su trono, formado por los Querubines, la bóveda y el trono de zafiro. La gloria había descendido de su trono y se había colocado en el umbral de la puerta para dar las órdenes a los ejecutores de la divina justicia contra Jerusalén” (Nácar-Colunga).

[8629] 8. Ezequiel retoma la descripción de los seres misteriosos del primer capítulo y comprueba en el versículo 20 la identidad de los mismos con los Querubines del Arca de la Alianza (cf. 1, 5 ss. y nota).

[8630] 11. Cf. 1, 9 y nota.

[8631] 13. Volubles: El equivalente hebreo (gilgal) puede significar rueda y torbellino. Bover-Cantera y Nácar-Colunga vierten: torbellino.

[8632] 14. La primera cara era cara de Querub, o sea, de Querubín. Texto difícil, que no existe en los LXX. La cara de Querub (Querubín) parece sustituir aquí a la del buey, que es la que se omite en cambio (cf. 1, 10). Se trata quizá de un error de copia, o tal vez se quiere indicar que la cara del Querubín que estaba vuelta hacia el profeta (versículo 7) era la del buey. Crampón pone en tercer lugar la cara de buey y omite la de león.

[8633] 18. El Señor apresta a salir del Templo; sin embargo se detiene en la puerta oriental (versículo 19), que constituía la entrada principal, como si le doliera separarse de su Santuario. Su retiro definitivo es mostrado al profeta y sacerdote Ezequiel en 11, 22 ss., donde la gloria del Señor se aparta ya del Templo y de la ciudad hacia el monte que está al oriente (el de los Olivos), y solo vuelve a establecerse en el Templo en 43, 2-5. Desde que la gloria de Dios salga así del primer Templo, la vieja y gloriosa obra de Salomón, que era una de las maravillas del mundo (cf. III Reyes capítulos 5 ss.), ya no será el santuario; será un simple edificio que destruirán los caldeos.

[8634] 1 ss. Los veinticinco hombres representan a los jefes del pueblo, y no parecen ser los mismos de 8, 16. Su maldad consiste en confiar en sus propias fuerzas, en las casas que han sido construidas (versículo 3), en las fortificaciones y murallas, desoyendo al Señor que les hablaba por los profetas. De ahí que se apliquen a sí mismos aquella locución proverbial de la caldera (las murallas de la ciudad) y las Carnes (los habitantes) que a su parecer no pueden quemarse porque la caldera las defiende del fuego (enemigo). Reconocen, pues, el peligro en que viven, pero no creen en la ruina que les anuncian en Jerusalén los profetas, principalmente Jeremías, pues Isaías, muerto más de medio siglo antes, en tiempo del rey Manasés, se había referido más bien al combatir la falsa seguridad de su pueblo (capítulos 28-33), a un peligro asirio, incluyendo el ataque de Senaquerib contra Jerusalén, que fue frustrado (capítulos 33-39), y haciendo frecuentes alusiones mesiánicas y escatológicas. En cambio, cuando alude al cautiverio de Babilonia, lo hace más en forma de consuelo (capítulos 40-66) y también con trascendencia mesiánica (cf. Eclesiástico 48, 27). Recordemos, en cambio, que Ezequiel profetiza durante los primeros años del cautiverio que debía durar setenta años.

[8635] 9. Ejerceré entre vosotros la justicia, porque no me habéis dejado ejercer mi misericordia. Véase 15, 7.

[8636] 10. Se verificó la profecía poco después en Riblá, en el país de Hamat, al norte de Palestina, donde fueron ajusticiados los príncipes de Judá (IV Reyes 25, 18 ss.; Jeremías 52, 9 ss.).

[8637] 15. Los judíos que aún estaban en Jerusalén se consideraban privilegiados y despreciaban a los que en las primeras deportaciones (605 y 597) habían sido llevados a Babilonia, entre los cuales se hallaba también Ezequiel. Dios, por boca del profeta, consuela a los desterrados diciéndoles que en ellos estriba la esperanza de la restauración de Israel.

[8638] 16. Yo mismo les serviré de santuario: Suena como una palabra del Evangelio (cf. Juan 15, 4). Los desterrados carecían de templo y creían no poder adorar a Dios debidamente. Dios les da más de lo que podían pensar. Él mismo será su santuario y permanecerá presente entre ellos en forma invisible.

[8639] 17. Os recogeré de entre los países: cf. 23, 25; 34, 13; 36, 24; Jeremías 24, 6, etc. Fillion hace notar que la promesa va aquí ensanchándose más y más, y cita también a Jeremías 3, 14; Oseas 2, 14; 3, 5; Amós 9, 9, etc.

[8640] 19 s. Aquí, como en 36, 26 s. (cf. nota), se ve que esto será una maravilla que hará Dios a su tiempo por pura misericordia (cf. Salmo 50, 20 s.) y no en atención a los méritos de Israel (cf. Jeremías 30, 13 y nota), cambiando Él mismo sus corazones y perdonando sus pecados por obra de su gracia que todo lo puede (Romanos 11, 6 y 26) y que Él da según le place, con soberana libertad (Romanos 9, 15; Éxodo 33, 19; Mateo 20, 13 ss.). De ahí que el pasaje semejante a este, que Ezequiel trae en 36, 25 ss., se aplique a las benéficas aguas del Bautismo, al cual se llega también por pura misericordia (Juan 6, 44), y que gratuitamente nos lava en la Sangre de Cristo (Tito 3, 5; Romanos 6). En su alocución solemne al término de la segunda y terrible guerra en Europa (1939-1945) Pío XII citó estas palabras haciendo notar cuán lejos de ellas están estos tiempos calamitosos, y expresó que “hemos de suplicar en nuestra cotidiana oración al Dios de amor que cumpla esta promesa hecha por boca del profeta Ezequiel”.

[8641] 23. El monte que está al oriente de la ciudad es el Monte de los Olivos, la última parada de Yahvé al salir de la ciudad santa pero ingrata, de la cual se retira (véase 8, 6; 10, 18 y nota) como otrora “desechó el Tabernáculo de Silo” (cf. Salmo 77, 60 y nota). En ese mismo lugar se detuvo Jesús, sin duda recordando este episodio, cuando lloró sobre Jerusalén antes de echar fuera del Templo a sus profanadores (Lucas 19, 41) frente al odio mudo de los sacerdotes (ibíd., versículo 47 s.), a quienes recuerda, no solo la profecía de Isaías 56, 7, sobre lo que debía ser el Templo, sino también el texto en que Jeremías (7, 11) había, señalado precisamente esa apostasía que aquí se le muestra a Ezequiel. De esos que formaban la Sinagoga y que aún eran ministros del verdadero Dios, se despidió Jesús, al final de su último gran discurso en el Templo (Mateo 23, 37 ss. y nota) anunciándoles que Jerusalén ya no lo vería más hasta el día de su retorno glorioso (cf. Zacarías 14, 4), siendo de notar que fue asimismo en ese Monte de los Olivos, hacia el cual se había dirigido el Señor la noche de su agonía (Mateo 26, 30). Allí se despidió también de sus discípulos y de este mundo para subir al Padre (Hechos 1, 9 ss. y nota).

[8642] 24. Termina aquí el éxtasis de Ezequiel, que empezó en el capítulo 8 y en el cual Dios le mostró por qué se retiraba del Santuario (8, 6). Este anuncio previo de sus designios es una característica que Él mismo se atribuye (véase Amós 3, 7; Isaías 41, 21 y notas). Es decir que esta visión profética era un apocalipsis o revelación previa de la más grave importancia, como lo es para nosotros el Apocalipsis de San Juan que está al final del Nuevo Testamento. Véase la alusión de Pío XII que citamos en la nota al versículo 19 sobre el triste estado de nuestra época, lo cual debe movernos a no desdeñar como Israel aquellos anuncios proféticos (cf. I Tesalonicenses 5, 20) cuya lectura, según ellos mismos, encierra una bienaventuranza (Apocalipsis 1, 3). “El sabio, dice el Eclesiástico, hará estudio de los Profetas” (cf. Eclesiástico 39, 1 y nota).

[8643] 1. Por medio de acciones simbólicas se anuncian en este capítulo la huida del rey Sedecías y las angustias de la ciudad sitiada.

[8644] 2. Tienen ojos para ver, y no ven: Jesús repite este reproche más de una vez en el Evangelio, por ejemplo en Mateo 13, 13 ss., donde explica por qué habla a la gente en parábolas “pues viendo no ven, y oyendo no oyen ni comprenden”. Y citando la profecía de Isaías (6, 9 s.) sigue diciendo: “Para ellos se cumple esta profecía de Isaías: Oiréis pero no comprenderéis, veréis y no conoceréis; porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, y sus oídos oyen mal, y cierran los ojos, de miedo que vean con sus ojos, y oigan con sus oídos, y comprendan con su corazón y se conviertan y Yo los sane.” Cf. Jeremías 5, 21; Marcos 8, 18; Juan 12, 39 ss.

[8645] 4 ss. Véase versículo 10 ss. El rey escapará al anochecer, pero no por la puerta, sino que, así como el profeta, saldrá de noche por una brecha del muro, con un disfraz, ante la inminencia de la catástrofe final. Efectivamente así lo hizo Sedecías, como lo vemos en IV Reyes 25, 4; Jeremías 39, 4; 52, 7 ss.

[8646] 13. No la verá: Sedecías será llevado a Babilonia, pero no verá ese país porque le sacarán antes los ojos (IV Reyes 25, 7; Jeremías 52, 11).

[8647] 16. Los dispersos entre las gentes darán testimonio de la justicia del Señor para que todos los pueblos conozcan que hay un Dios que castiga a los malvados. Sobre estos dispersos de Judá cf. 6, 8. Jeremías indica que algunos volvieron muy pronto (Jeremías 40, 7 y 12). No debe confundírselos con los mencionados en 28, 25 y en otros muchos textos alusivos a todas las tribus de Jacob.

[8648] 18. Ezequiel, hecho señal y presagio para su pueblo, como otras veces (versículo 11), debe hacer lo que todos tendrán que hacer pronto, mal que les pese (versículo 19). Temblor y angustia: Trágico lenguaje en boca del Dios de paz. Muchas expresiones así tiene Él que repetir en los Profetas (cf. Isaías 1, 4 ss., etc.), y siempre a causa de su amor dolorido por el fracaso del hombre. Porque, si bien miramos, desde Eva y Adán, hasta el diluvio y la torre de Babel; desde Israel hasta hoy, ¡cuántos fracasos humanos! Y así será hasta el fin (cf. Lucas 18, 8 y nota); hasta el Anticristo y Armagedón (II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Apocalipsis 16, 16; 17, 14; 19, 19); hasta la rebelión final de Gog y Magog (Apocalipsis 20, 7 ss.). He aquí un examen de Conciencia histórico-bíblico que la humanidad habría de hacer, en vez de buscar sus pasadas glorias como pábulo a la soberbia que se cohonesta con ser colectiva, pues el mundo la mira como virtud y ni siquiera piensa en exclamar, como Israel en sus momentos de lucidez: Bien está que nos hayas humillado, Señor, porque pecaron nuestros padres (cf. 20, 27), y nosotros también (cf. Salmo 89, 15; 118, 71; Daniel 9, 5 ss., etc.). Véase el tremendo capítulo siguiente sobre los falsos profetas.

[8649] 19. Al pueblo del país: los cautivos que instigados por profetas mentirosos (capítulo 13) viven en falsa seguridad, creyendo que la Ciudad Santa no puede caer en manos de los enemigos, y soñando con un próximo regreso al país de sus padres. El profeta está encargado de manifestarles y mostrarles la tremenda realidad. Cf. 22, 29.

[8650] 22. ¿Qué refrán es ese? Se dirige a los que no dan oídos a las profecías, pretextando: pasan los días sin que se cumplan los vaticinios. Se refieren a oráculos de los profetas anteriores, y también a los contemporáneos, como Jeremías y el mismo Ezequiel (cf. Isaías 5, 19; 39, 6; Miqueas 3, 11; Jer. 17, 15, etc.).

[8651] 25. En vuestros días: Texto importante para confirmar la interpretación de las palabras de Jesús: “No pasará esta generación hasta que todo esto suceda.” Véase Mateo 24, 34 y nota.

[8652] 27 s. Decían otros: Estas profecías, aunque tengan algún significado, no afectan a nosotros, sino que se cumplirán tan solo en tiempos remotos. El Señor anuncia la proximidad del cumplimiento (versículo 28).

[8653] 2 ss. “Con igual fortaleza (que Jeremías), tuvo que luchar Ezequiel contra los falsos profetas (13, 1-23; 14, 9-11; 22, 25 y 28), contra la idolatría (20, 32-39) y contra la exasperante protervia de la casa de Israel (3, 26; 12, 2, 9 y 25; 15, 8; 17, 12; 24, 3)” (Simón-Prado). Véase Deuteronomio capítulo 13; Jeremías capítulos 5-7; 8, 10 ss.; 14, 13 ss.; y principalmente 23, 1 ss., contra los falsos profetas que estaban en Judea; y también 29, 21 ss., contra los que estaban en Babilonia. Cf. Isaías 56, 9 ss. y nota, etc. Estos nefastos conductores espirituales fueron, más aún que los jefes políticos, el peor y más decisivo de los factores en la decadencia del pueblo elegido. Cada vez que un profeta de Dios se levantaba para despertar al pueblo con palabras divinas, se le oponía un enjambre de seudoprofetas que, adulando el egoísmo y nacionalismo de sus compatriotas, frustraban la eficacia de la palabra del Señor. Tales antecedentes explican la gran preocupación que en el Evangelio y en todo el Nuevo Testamento se muestra por los falsos profetas y pastores. El mismo Jesús, siendo un israelita ejemplarmente sometido a la Ley, inclusive la circuncisión (Lucas 2, 21; Romanos 15, 8), los tributos del Templo (Lucas 2, 22 ss.; Mateo 17, 24 ss., etc.), por una parte ordena al leproso curado que pague al sacerdote la ofrenda (Mateo 8, 4) mandada por Moisés (Levítico 14, 2), y aun rompe el silencio de la Pasión para responder al conjuro sacerdotal de Caifás (Mateo 26, 62 Ss.); y por otra parte no cesa de increpar a esa Sinagoga corrompida, y de prevenir caritativamente a las ovejas para que no puedan ser engañadas. Como contraste veamos, en el capítulo 34 de Ezequiel, la inefable figura del buen pastor, que nos anuncia triunfante al mismo Jesús, a quien San Pedro llama Pastor y Obispo de nuestras almas (I Pedro 2, 25) y nos enseña a esperarlo como Príncipe de los pastores (ibíd. 5, 4).

[8654] 5. No habéis subido a las brechas. Quiere decir: no amparasteis a vuestro pueblo, como es deber del buen pastor, sino que lo llevasteis a la perdición insinuándole vuestros caprichos en vez de la voluntad del Señor.

[8655] 7. Yo nada he hablado: Véase Jeremías 23, 16 ss. y nota, sobre esta tremenda protesta de Dios, que alcanza, en todos los tiempos, a los que dan como doctrina religiosa lo que no han bebido en las fuentes de la Revelación sino en sus opiniones personales. El Papa Benedicto XV, en su Encíclica “Humani Generis”, censura gravemente a los que bajo el título de predicación hablan cosas “que no tienen de sagrado más que el lugar donde se pronuncian”. Y Pío XII añade a este respecto: “Los sacerdotes a quienes está encomendado el cuidado de la eterna salvación de los fieles, después de haber indagado ellos con diligente estudio las sagradas páginas de la Biblia, y haberlas hecho suyas en la oración y la meditación expongan empeñosamente estas soberanas riquezas de la divina Palabra en sermones, homilías y exhortaciones.” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”). Cf. 34, 18 y nota.

[8656] 9. Véase Jeremías 22, 30 y nota; cf. Salmo 86, 6; Ezequiel 20, 33-38.

[8657] 10. Diciendo: “Paz”, y no había paz: Cf. Jeremías 4, 10; 6, 14; 8, 11 y notas.

[8658] 13. El huracán representa a los babilonios que a manera de una catástrofe física sobrevendrán sobre Jerusalén.

[8659] 14. La muralla revocada con barro es el edificio social levantado al margen de la ley divina. Es la casa que el Señor no edificó (Salmo 126, 1) y que no sirve “aunque madruguen” los que trabajan (ibíd. 2); es la casa construida sobre arena, por los que no obedecieron al Sermón de la Montaña (Mateo 7, 26), que el torrente se llevó con ruina de todos (ibíd. versículo 27), porque los hombres quisieron hallar la solución de los problemas colectivos dentro del orden temporal, a base de la prudencia del hombre que se preocupa de lo que comerá y beberá y vestirá (Mateo 6, 31) como hacen los paganos (ibíd. versículo 32), sin creer en la prudencia sobrenatural que confía y da ocasión al Padre activo y fuerte para darnos por añadidura todas esas cosas (ibíd. versículo 33) que Él bien sabe necesitamos (ibíd. versículo 32), mientras nosotros nos preocupamos de Él y de su gloria como hijos amantes y felices. Tal es la constitución que Cristo nos dejó en el Evangelio. Pero Él mismo nos hizo saber que no sería aceptada y que cuando Él venga no hallará fe en la tierra (Lucas 18, 8). ¡Cuán bien se ha dicho que “la Biblia juzga a nuestra época”!

[8660] 17. El Antiguo Testamento menciona cuatro profetisas: María, hermana de Moisés (Éxodo 15, 20), Débora (Jueces 4, 4), Holda (IV Reyes 22, 14) y la mujer de Isaías (Isaías 8, 3). Como se deduce del presente pasaje, no faltaban tampoco falsas profetisas, o mejor dicho, pitonisas, agoreras, sortílegas, que prometían salvación (almohadillas, versículo 18) de todos los males.

[8661] 18. Que tomen nota de tan tremenda advertencia divina las incontables mujeres de hoy que sometiéndose a la tiranía mundana de las modas indecorosas van, como estas profetisas, “haciendo caer en lazo las almas”, es decir, sembrando a su paso, consciente o inconscientemente, el pecado en cada uno que las ve y las codicia, según lo enseña el mismo Señor Jesús (Mateo 5, 28). Nótese que el recato no puede ser juzgado según la moda, porque la palabra de Dios nos hace saber terminantemente que, tanto por la ostentación del atavío lujoso, como por la ostentación de la hermosura, “se enciende cual fuego la concupiscencia” (Eclesiastés 9, 8 s.). Y en otra parte: “¿Por ventura puede un hombre encender el fuego en su seno sin que ardan sus vestidos? ¿O andar sobre ascuas sin quemarse las plantas de los pies?” (Proverbios 6, 27 s.). Habrá tal vez quien diga que esto es precisamente lo que se busca: la caza del matrimonio mediante el atractivo físico o “sex appeal”. Para ilustrar a las que así pensaren, y salvarlas de la ruina de un hogar desdichado, la sabiduría de Dios nos da también textos definitivos según los cuales no puede existir, ni entre esposos ni entre amigos, un vínculo durable sin el afecto fundado en lo espiritual. Véase Eclesiástico 6, 16 s.; 25, 2; 6, 8; 37, 15 s.; 40, 23 y notas. Contra el nudismo véase Eclesiástico 29, 28 y nota. Sobre el lujo femenino cf. Isaías 3, 16 ss. y notas.

[8662] 19. Haciendo morir las almas que no deben morir, y salvando las almas que no deben vivir: Estas últimas son las referidas en el versículo 22 y nota; es decir, los impíos, a los cuales ellas envalentonaron con sus falsas doctrinas, en tanto que “afligen a los justos”. San Pablo, que no olvida ciertamente a las mujeres que con él trabajaron por el Evangelio (Filipenses 4, 3), les hace, empero, presente que por naturaleza y por voluntad de Dios han de guardar sujeción al hombre (I Corintios 11, 3 y 10; Efesios 5, 22 s.; Colosenses 3, 18; cf. Génesis 3, 16, etc.) y que no les corresponde en la Iglesia la misión de enseñar, ni se les permite (I Timoteo 2, 11 s.), por lo cual “guarden silencio porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como lo dice también la Ley. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus propios maridos” (I Corintios 14, 34 s.). En los tiempos que corren se tiende a olvidar estas enseñanzas, sin comprender que, siendo el mismo Dios quien las da para Su servicio, sería absurdo querer servirle contra lo que a Él le agrada (véase Sabiduría 9, 10 y nota). Puede verse, en cambio, la consoladora misión que San Pedro espera de la mujer (I Pedro 3, 1), y las condiciones que indica San Pablo para las viudas que quieran trabajar en el apostolado (I Timoteo 5, 9 ss.). Cf. Eclesiástico 33, 20; Hechos 18, 26 y notas.

[8663] 22. A quien Yo no quería afligir: Recojamos esta flor que nos manda nuestro Padre celestial y que nos muestra la delicadeza de su amor (cf. Jeremías 19, 5 y nota). Fortalecido los brazos del impío: de modo que en vez de humillarse de su pecado, se enorgullezca de él. Es decir que ya entonces se notaba esa ceguera, en cuyo abismo Satanás, el padre de la mentira (Juan 8, 44), todavía tiene a la humanidad sumergida y dominada por el engaño. Nadie aceptaría, por ejemplo, el mote de ladrón, porque va contra el “honor” sancionado por el mundo. Pero en cuanto al hecho mismo, muchos se gloriarán de la habilidad con que engañaron a otro en un negocio, y más aún si tienen, como aquí vemos, falsos profetas o profetisas que se lo aplauden. ¿Y cuántos no se glorían de haber engañado a una mujer para seducirla, en tanto que la víctima, lejos de poder gloriarse, queda “deshonrada”? Pero en la actualidad existe una ceguera más diabólica aún: gloriarse de no conocer a Dios. Véase sobre este tristísimo tema Jeremías 9, 24 y nota.

[8664] 1. Los ancianos de Israel son los que hemos visto en las abominaciones del capítulo 8 y que ahora pretenden consultar al Profeta de Dios, como a veces hacían los fariseos con Jesús, incurriendo en esa doblez que es la peor burla de su Santidad (cf. Salmo 49, 16 s. y nota) y lo que más lo irrita porque Él está viendo el fondo de sus corazones (versículo 3). “¿Por qué me tentáis, hipócritas?”, les decía el Señor “conociendo su malicia” (Mateo 22, 18). Sobre los ancianos durante el cautiverio véase Jeremías 29, 1; Baruc 1, 4 ss.; Daniel 13, 5 s. Jesús nos enseña igualmente la imposibilidad de estar con Él y con el mundo (Lucas 11, 23), que no es menos idólatra pues sigue a su príncipe Satanás (Juan 14, 30; I Juan 5, 19).

[8665] 3. En sus corazones; porque “su corazón se iba tras de los ídolos” (20, 17). El escándalo de su maldad, es decir: ante su vista tienen las imágenes de esos ídolos que los hacen pecar (cf. la carta de Jeremías en Baruc 6). Esta dualidad entre el interior del corazón y el culto externo, se repite varias veces en los versículos siguientes.

[8666] 4. Según la multitud de sus ídolos, esto es, según merece su doblez (Par pari refertur). Véase Salmo 17, 27 y nota; II Reyes 22, 27.

[8667] 7. Todo extranjero: La Vulgata dice: todo prosélito. Según el hebreo se refiere simplemente a los residentes. Les estaban prohibidas las prácticas de la idolatría, como el beber sangre, etc. (cf. Levítico 17, 10 ss.; 20, 2), para que no contagiasen a la nación teocrática, en la cual el poder civil y la fuerza de coacción estaban en manos de la autoridad religiosa. De ahí que no se explicarían hoy hazañas como la de Fineés y la de Razias. Véase Salmo 105, 30; II Macabeos 14, 41 ss. y notas. Cf. 44, 7; Juan 17, 8 y nota. Yo, Yahvé, le responderé por MI mismo: “Lo cual es apartar Él su gloria y favor de aquel hombre; de donde necesariamente se sigue el ser engañado por causa de desamparo de Dios. Y entonces acude el demonio a responder según el gusto y apetito de aquel hombre” (San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo II, 19).

[8668] 8. Una señal y un proverbio, en el sentido de que su perdición será proverbial. Se los citará en adelante como ejemplo de los juicios del Señor. Véase Deuteronomio 28, 37; Jeremías 29, 22; 48, 39.

[8669] 13. El báculo de su pan: el sustento de su vida. Véase 4, 16 y 5, 16.

[8670] 14. Aunque se hallasen: Recordando los ruegos de Abrahán en Génesis 18, 22 ss., Dios expresa ahora al profeta que su pueblo, obstinado en la infidelidad, no podrá ser salvado ni siquiera por intercesión de tres justos (cf. Hechos 27, 24 y nota) como Noé, Daniel y Job (cf. 28, 3). En Jeremías 15, 1 dice lo mismo de Moisés y Samuel. Es hermoso ver así, canonizados por el mismo Dios, a estos grandes Santos del Antiguo Testamento (cf. Eclesiástico capítulos 44 ss.). Vemos también confirmada una vez más la historicidad de la persona de Job (cf. Santiago 5, 11 etc.).

[8671] 18. Tan solo ellos: Es la misma doctrina que en 18, 20 es aplicada a los que se pierden, también solos.

[8672] 21. Resume los cuatro flagelos indicados en los versículos 13, 15, 17 y 19 (cf. Apocalipsis 6). Dios no puede perdonar a la ciudad infiel porque persevera con obstinación en el pecado y no oye a los profetas. Es admirable ver cómo Él, único que a nadie ha de dar cuenta de sus actos, siente aún en su Corazón como una necesidad de disculparse ante sus amigos, y les explica (versículo 23) con divina llaneza su proceder, prometiendo mostrarles que “no sin razón” tuvo que oprimir a su pueblo. Véase 15, 7 y nota.

[8673] 22. Vendrán a vosotros: serán llevados cautivos a Babilonia (donde está el profeta con sus compañeros), y allí veréis sus iniquidades que justificaron el castigo. No se trata del pequeño grupo de los justos salvados. Comprenderéis: literalmente: os consolaréis.

[8674] 3. La vid no sirve de material para hacer instrumentos con su tronco, sino solo para dar frutos o ser arrojada al fuego. Es la imagen del pueblo de Israel (véase 17, 6; Isaías 3, 14; 5, 1 ss.; Jeremías 2, 21; Oseas 10, 1, etc.). Es decir que no hay, para el pueblo sacerdotal sino los dos extremos: gloria o ignominia. Es el destino que en la Biblia tienen los primogénitos, porque eran cosa del Señor (cf. Eclesiástico 36, 14; Números 3, 13; Lucas 2, 23, etc.). En el Evangelio, Jesús es aún más terminante con la sal insípida, que ha perdido lo que la hacía apta para el honor sacerdotal de los sacrificios (cf. 43, 24; Levítico 2, 13; Marcos 9, 49) y de los pactos (Números 18, 19; II Paralipómenos 13, 5 y nota); no servirá ni siquiera para el muladar, sino para ser arrojada fuera (Lucas 14, 34) y que, tirada, la pisen los hombres (Mateo 5, 13).

[8675] 4. Sus dos cabos, son los dos reinos del pueblo israelita, el reino del Norte, llamado de Israel, que cayó en 722 a. C. en las manos de los asirios, y el reino del Sur o de Judá, cuya población, en parte, ya se halla también en el destierro. Lo de en medio, son los pocos que quedan aún en Jerusalén.

[8676] 7. Conoceréis, etc.: Sigue hablando a los amigos, como en 14, 23. Lo mismo dice también a los propios prevaricadores. Cf. 7, 9 y nota, Pero no siempre en señal de castigo, sino también de perdón. Cf. 16, 62 s.

[8677] 2 ss. Alegoría de la esposa adúltera (cf. Jeremías capítulos 2 y 3; Oseas capítulos 1-4). Este celebérrimo capítulo encierra un drama inmenso y sublime, que es algo así como el reverso del Cantar de los Cantares. Su asunto es la infidelidad del pueblo elegido, mas no ya de todo Israel, sino de la nación judía en particular, pues se la llama hermana de Samaria (versículo 46), la cual más de un siglo antes había caído en la esclavitud asiria, con las diez tribus del norte o reino de Israel propiamente dicho. La esposa está personificada en Jerusalén (versículo 2 y 3), porque “cuando Israel salió de Egipto... Judá fue hecha su santuario” (Salmo 113, 2), y Dios “amó las puertas de Sión más que todos los tabernáculos de Jacob” (Salmo 86, 2 y nota). El Templo de Salomón, próximo ahora a ser abandonado por Dios (véase 10, 18; 24, 21 y notas) y destruido por los babilonios, estaba allí, en la Capital santa por excelencia, que Jesús iba a llamar “la ciudad del gran Rey” (Mateo 5, 35; cf. Salmo 86, 3 y nota) por la gloria de su destino (versículo 60 ss.; Salmo 75 y notas), cantada por todos los profetas cf. Isaías capítulos 54 ss.). Un día, sin embargo, había de llorar sobre ella el gran Rey, porque Jerusalén “no conoció entonces el tiempo de su visita” (Lucas 19, 44), y más tarde tuvo Él que despedirse diciendo que ella no volvería a verlo hasta que dijese: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mat 23, 39).

[8678] 3. Tu origen, etc.: Habla con Jerusalén, y se dirige más a la ciudad misma que al pueblo judío, pues este desciende de Abrahán, aunque luego no se mostró digno de su padre (cf. Mateo 3, 9; Juan 8, 34-56). Jerusalén, en hebreo Jeruschalaim (morada de la paz) que se identifica con la llamada Salem en Génesis 14, 18, cuyo rey era Melquisedec en tiempo de Abrahán, se menciona por primera vez en la historia profana en el siglo XV o XIV a. C. en las cartas de Tel Amarna, donde es llamada Urusalim. No hay duda de que estaba en la tierra de los cananeos cuyos aliados eran los amorreos (Génesis 15, 16) y los heteos (Génesis 27, 46) aquí mencionados, y era habitada por otro de esos pueblos: el de los jebuseos, cuando David hecho rey de las doce Tribus, la conquistó (II Reyes 5, 5 ss.) para trasladar allá su trono desde Hebrón.

[8679] 5. Arrojada... el día en que naciste: Puede decirse que estas palabras se cumplieron para Israel casi literalmente en la persona de aquel gran caudillo en el cual se encerraba todo el futuro de su pueblo y que, salvado por Dios en forma providencial, mediante la princesa del Faraón, recibió de ella el nombre egipcio de Moisés que quiere decir precisamente salvado del agua (o hijo, según otros). Cf. Oseas 2, 3.

[8680] 6. Te dije cuando estabas en tu sangre: ¡Vive! Es decir que cuando la ve en el abismo de la miseria y de la impotencia, es cuando repara en ella (cf. Lucas 1, 48 y nota) y cuando decide colmarla (cf. Salmo 112, 6 s. y nota). Esto, que no es ciertamente según la lógica ordinaria, nos hace comprender uno de los principales misterios del amor de Dios, y aun sabremos por qué Él permite el pecado, según nos los descubre San Pablo, lleno de asombro él mismo, al decirnos que Dios permitió a todos, judíos y cristianos, que cayesen en incredulidad (que es el “pecado” por antonomasia, según enseña Jesús en Juan 16, 9) “para poder hacer misericordia a todos”. Véase Romanos 11, 32 ss. Santa Gertrudis entendió esto cuando Jesús le dijo que no quería quitarle sus defectos, para no perder el gusto que tenía en perdonárselos. Y Santa Teresita lo entendió cuando nos dijo que nos complaciésemos en ser débiles e incapaces para toda virtud (véase II Corintios 12, 9 s.). Precisamente para que el uno pueda dar, es necesario que el otro esté en condiciones de recibir. Si fuésemos buenos y santos ¿para qué necesitaríamos del Salvador que vino para los malos y enfermos? (cf. Marcos 2, 17 y nota). De ahí que, como dice la Virgen, Dios nos colma tanto más cuanto más vacíos nos ve (Lucas 1, 53). El que no se aprovecha de este Dios tan maravilloso, es porque no lo conoce. Por eso la vida eterna consiste en conocerlo, como lo dice Jesús (Juan 17, 3 y 17 y notas). Y el que no tiene en cuenta que el amor es el misterio esencial de Dios, vive desganado, como sirviendo a un tirano, al cual vanamente pretenderá obedecer. Esta es la verdad salvadora, que esperan, por instinto sobrenatural, quién sabe cuántas almas. Es la verdad que nos hace admirar al Padre y a Jesús, para poder amarlos a Ambos. Entonces, sí, cumpliremos su Ley, porque nos gozaremos más en Ellos que en el mundo engañoso. Y esto es, justamente, cumplir su Ley, pues que el mandamiento primero y mayor es amarlo a Él.

[8681] 7. Alusión al crecimiento del pueblo israelita en Egipto, de donde se dice que salieron seiscientos mil hombres de a pie (Éxodo 12, 37; Números 1, 46; 2, 32; 11, 21; 26, 51).

[8682] 8. Evoca el pacto entre Dios y su pueblo en el monte Sinaí. Cf. Éxodo capítulos 19 ss. Dios extendió el manto sobre ti, en señal de que Él te eligió por esposa. Véase Rut 3, 9, donde Booz hace el mismo acto con Rut. Acerca del desposorio de Dios con el pueblo israelita, véase Isaías 50, 1 ss.; 54, 5 ss.; Jeremías 2, 2 y el Cantar de los Cantares, passim. En Jeremías 3, 1 ss. y Oseas 2, 19; 3, 3, hallamos afectos muy semejantes a los que nos muestra el Corazón de Dios en todo este asombroso capítulo.

[8683] 13. Dios nutrió a Israel no solamente con la leche y miel de Canaán, sino también con los alimentos exquisitos de su Palabra escrita en la Biblia y hablada por los Profetas (cf. Salmo 147, 3 y 9 y notas). Viniste a ser extraordinariamente hermosa: Para destacar todo lo que tiene de sobrenatural este proceso (que, como el Cantar de los Cantares, se aplica históricamente a Judá, y espiritualmente a cada alma de todos los tiempos), comparémoslo con el célebre mito griego de Leda, madre de los gemelos Castor y Pólux, amada por Júpiter a causa de su hermosura propia. Poema carnal, en que la mujer queda glorificada como símbolo de belleza y fecundidad, y el rey de los dioses, que anda buscando saciar su egoísmo a costa de cualquier infidelidad, tiene que enmascararse para agradarle, transformándose en cisne, ¡Qué abismos de distancia con el divino poema bíblico! ¡Y pensar que hay tantos admiradores de los libros mitológicos, y tan pocos del Libro inspirado! Dios pasa aquí como el Samaritano caritativo (versículo 6 y 8), y nos ve en extrema miseria desde la infancia, porque “he aquí que entre iniquidades fui dado a luz, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 50, 7). Entonces, por esa característica infinitamente maravillosa de amar con misericordia todo lo que es pobre (Lucas 1, 53), saca del estiércol príncipes (Salmo 112, 5-8) y princesas como María Magdalena, y ama a Jerusalén haciéndola hermosa, pero no antes, sino después de haberla amado.

[8684] 14. Por los adornos que Yo había puesto: Es decir, que si Israel fue admirada muchas veces por los gentiles, no era por su cultura a lo mundano (véase la introducción al Cantar de los Cantares), sino por su Dios, que no solo encarnaba un concepto infinitamente más grande que el de los dioses paganos (cf. nota anterior) sino que era el único verdadero, según se había revelado en su Libro y en su conducta con sus amigos y con el pueblo elegido. Así lo proclamaban los paganos como Aquior el ammonita (Judit 5, 5 ss.) y Naamán de Siria (IV Reyes 5, 15 ss.) e Hiram de Tiro (III Reyes 5, 7) y la reina de Sabá (III Reyes 10, 9) y el propio Nabucodonosor de Babilonia (Daniel 2, 47), etc. Este gran Dios de Israel aseguró a su pueblo una gloria que retoñará a pesar de su caída (cf. versículo 60 ss.; Romanos 11, 25-36), en tanto que la fecundidad clásica y pagana quedará como su propio símbolo de Niobe, que tuvo muchos hijos, y por alardear de ellos, los perdió a todos. No olvidemos que en esa tradición bíblica está injertada nuestra gloria cristiana (Romanos 11, 17 ss.) y no en Grecia ni en Roma (Efesios 2, 11 ss.), y que en la Babilonia del Apocalipsis nos está anunciado el fracaso de la gentilidad, sin duda no menor que el de Israel, y cuyo comienzo pareciera estar ya en las catástrofes de todo orden que en nuestros días van señalando la decadencia de Occidente.

[8685] 16. Te hiciste toda clase de lugares altos: En estas “alturas” o “lugares altos” se practicaba el culto prohibido, la “fornicación” o “adulterio” con dioses ajenos. Véase 6, 3; 20, 26; 23, 37; IV Reyes 16, 3; 21, 3 ss.; Jeremías 7, 31; 19, 5; 32, 35; Apocalipsis 17, 2; 18, 3, etc. Véase también el versículo 25. Cf. 6, 3 y nota.

[8686] 18. Nótese la dramática elocuencia con que Dios dice: mi aceite y mi incienso. Recordemos, como contraste, el ejemplo de la Santísima Virgen María, que tanto más se aniquila cuanto mayor es el don que reconoce haber recibido del Altísimo (Lucas 1, 48 s. y nota).

[8687] 21. Cf. Levítico 18, 21; Deuteronomio 18, 10; IV Reyes 16, 3; Salmo 105, 37; Jeremías 7, 31 y notas.

[8688] 22. Abominaciones y fornicaciones: son sinónimos de idolatría y apostasía, lo mismo que los términos “altura” y “lugar alto”. Cf. nota 16, 26. Las alianzas con Egipto y otros pueblos paganos, como los asirios (versículo 28) y caldeos (versículo 29), eran contrarias al pacto hecho con Dios y constituían otros tantos peligros de recaer en la idolatría (Éxodo 34, 16).

[8689] 27. Tu porción, es decir, tu parte de esposa (cf. Éxodo 21, 9 s.), o sea, el país de Canaán que Dios había dado a su pueblo. Hijas de los filisteos: las ciudades de Palestina, nombre que significa Filistea, tierra de los filisteos.

[8690] 29. En tierra de Canaán, hasta la Caldea: no parece expresar el sentido exacto. Algunos traducen: desde Canaán hasta Caldea. Los Setenta omiten Canaán y dicen más claramente: multiplicaste tus alianzas con la tierra de los caldeos.

[8691] 30. ¡Cuán débil es tu corazón! La Vulgata vierte: ¿Con qué limpiaré tu corazón? ¿Quién podrá esperar fidelidad de una mujer semejante?

[8692] 33. Les hacías regalos: se refiere a los presentes de cosas sagradas, hechos por reyes de Judá para buscar la amistad no solo de los dioses sino también de los reyes asirios (cf. IV Reyes 16, 8 ss.; II Paralipómenos 28, 21 ss.). Dentro de esta parábola, y en el terreno espiritual, lo que esto tiene de abominable para un marido bueno, amante, preocupado de hacer feliz a su esposa, es precisamente eso: que ella vaya a buscar en otros brazos, y aun a costa de regalos, la felicidad que él le brindaba con toda su alma; que ella le tenga asco, que no lo quiera más. Y si el marido es un hombre lleno de atractivos y un gran señor, y ella no es nadie, y sin embargo lo abandona por otro hombre inferior y estúpido y malo... ¿hay algo peor que la indignación de esos celos? Esto es, exactamente lo que siente también con nosotros el Dios celoso de Israel, y lo que traerá la ira del Cordero (Apocalipsis 6, 16). Porque la miseria nuestra, como la de Israel, fue y es insondable. Cristo hizo hermosa mi alma porque la amó, y la lavó con su propia Sangre; y con solo poner en ella los ojos la dejó embellecida con Su resplandor que es el Espíritu Santo. Pero apenas ella se sintió hermosa con esos dones, reclamó su libertad. Y se prostituyó con cualquiera de los ídolos del mundo, y tanto apreció esas caricias cuanto despreciaba las del Esposo. Por eso llegó a pagar a sus amantes, al revés de lo que hacen las rameras. Solo a la luz del amor de un Dios celoso (cf. Éxodo 34, 14; Deuteronomio 32, 21; Santiago 4, 4 s.) puede comprenderse esto y los espantosos anuncios del Apocalipsis que tanto asombraron a San Juan (cf. Apocalipsis 17, 6). Véase las prevenciones que San Pablo hace en su Epístola a los Romanos (11, 17-24), para que no caigamos en la misma incredulidad de Israel, y el tremendo vaticinio de Cristo en Lucas 18, 8.

[8693] 36. La sangre de tus hijos: sacrificados a Moloc. Cf. versículo 20 s.; 20, 31; 23, 37. Véase Jeremías 19, 5 y nota.

[8694] 38. La pena del adulterio era la muerte (Levítico 20, 10) por lapidación (Deuteronomio 22, 24), como se ve en el Evangelio (Juan 8, 5). El contexto muestra que la adúltera sigue viviendo para sufrir las ignominias que vienen a continuación. Por otra parte, vemos cómo en el versículo 42 se aplacará del todo la ira. Cf. versículo 55 y nota.

[8695] 41. A la vista de muchas mujeres: todas las naciones que fueron testigos de su fornicación y que como tales tenían derecho de arrojarle la primera piedra (Deuteronomio 17, 7; cf. Juan 8, 7).

[8696] 45. Hija eres de tu madre: Jerusalén, a quien llama hija de pueblos cananeos (cf. versículo 3 y nota) es digna sucesora de esos paganos que desechaban a su creador (véase Romanos 1, 18 ss.) e inmolaban sus hijos a Moloc.

[8697] 46. El que desde Jerusalén mira hacia el este, tiene a la izquierda la ciudad idólatra de Samaria, y a la derecha la región de Sodoma. Hermana mayor es Samaria, el reino del norte, por la extensión de su territorio que abarcaba diez tribus, en tanto que Jerusalén solo era capital de Judá y Benjamín. Véase la parábola de las dos rameras en el capítulo 23.

[8698] 47 s. La responsabilidad de Judá también era mayor por los especiales dones recibidos, y así lo dijo igualmente Jesús anunciando que sería más liviano el juicio de Sodoma y Gomorra, y el de Tiro y Sidón (pueblos fenicios paganos), que el de Cafarnaúm y las ciudades de Galilea que no quisieron escucharlo a Él (cf. Mateo 10, 15; 11, 21 ss.).

[8699] 49. En pocas palabras nos enseña Dios aquí cuál es el proceso de la depravación de los pueblos gentiles, y así lo vimos exactamente en la caída del Imperio Romano. Pero hay para Él algo peor que esos vicios paganos, y es el aspecto místico de la apostasía de Jerusalén, porque nada indigna tanto como la falsía del amor fingido, la traición de la propia esposa.

[8700] 50. Lo que he visto, aludiendo a Génesis 18, 21, donde Dios dice: quiero ir y ver. De todos modos se trata aquí de una nueva advertencia, cuyo sentido es el siguiente: si eso hice con ellos, menos culpables que tú (versículo 49 y 51) ¿qué no haré contigo? Cf. lo que San Pablo advierte a los cristianos con respecto a Israel en Romanos 11, 21. Cf. Jeremías 25, 28 s.

[8701] 53. Las hijas de Sodoma son los pueblos de los moabitas y ammonitas, ambos descendientes de las hijas de Lot, y ambos llevados también cautivos a Babilonia por Nabucodonosor. El Señor los restablecerá, y lo mismo a Samaria. El sentido es que esos pueblos despreciados por Jerusalén (versículo 56) algún día tendrán la misma relación con Dios que el pueblo judío, si bien no oímos que esto se cumpliese en los días de Jesús, como sucedió con la Galilea de los gentiles (véase Isaías 9, 1 y el comentario); pues si exceptuamos el viaje de Jesús al territorio de los sidonios, Él solo llegó, por el norte, a la tierra de los gerasenos, donde fue muy mal recibido (Lucas 8, 26 ss.), y por el sur a la Perea.

[8702] 55. También tú; es decir, Judá. Aquí, como en los versículo 42 y 60 ss., vemos que Dios no se avergüenza de ser un marido que perdona, a pesar de cuanto se nos ha mostrado en todo el drama de este inolvidable capítulo. Lo mismo vemos en Jeremías 3, 1 ss.; Oseas 2, 14, etc. Tomemos nota de tan grave lección divina, para compararla con todo ese mundo del “honor”, en que el marido se siente con derecho, y aun obligado, a matar en el adulterio a la mujer, no obstante que él suele creerse exento de la obligación de fidelidad. Aquí, al contrario, el marido fidelísimo, después de mostrar sus terribles celos, tan grandes como su amor, perdona, porque ama.... y aun anticipa a la miserable caída la promesa de ese perdón esplendoroso, por evitarle que caiga en la desesperación que la aleje para siempre de Él. Aprendamos así, por el ejemplo del mismo Dios, a despreciar eso que el mundo llama “pasar por tonto”. Imaginemos lo que habría hecho su Hijo Jesús si hubiera usado ese “buen criterio” del mundo, no queriendo pasar por tonto ni dejarse condenar por los culpables. Espanta pensar lo que habría sido entonces de nosotros. Ese “buen criterio” del mundo, muestra hasta dónde hemos de odiar a este, persuadiéndonos de eso que parece tan exagerado en San Juan: que el mundo todo está poseído del Maligno (I Juan 5, 19) y que lo que reina en el mundo es la concupiscencia, la avaricia y la soberbia (I Juan 2, 15 ss.). Todo esposo traicionado (y hoy los hay sin duda más que nunca, porque ahora se sabe evitar las consecuencias del pecado de la mujer), sepa, pues, que no es vergonzoso el perdón, sino que es, al contrario, virtud la más sublime, porque nos asemeja a Dios y no a ese despreciable mundo que, sin distinción alguna, tiene siempre por deshonrada a la mujer caída, y tal vez alaba al que la sedujo quién sabe con qué engaños; y que cree que la sangre de un duelo (o la ficción de un duelo) lava la honra (con un nuevo crimen). Pensemos que en cosas semejantes se ha usado y abusado del nombre de la civilización cristiana, y veamos qué queda, en todo este “honor” y este “heroísmo glorioso”, de las palabras de Cristo: “Si no os hiciereis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18, 3); “amad a vuestros enemigos” (Mateo 5, 44); “Dichosos seréis cuando os insultaren” (Mateo 5, 11); “¡Ay cuando los hombres digan bien de vosotros!” (Lucas 6, 26).

[8703] 56. En su orgullo, los judíos consideraban a Sodoma como si no hubiera existido, y usaban su nombre solamente como maldición.

[8704] 61. Entonces te acordarás... y te avergonzarás: Este anuncio, repetido en muchos pasajes (cf. 36, 31 s., etc.), encierra otra gran luz de espíritu: perdón no es aprobación. El que perdona al pecador le devuelve su amistad, es decir, su afecto, sus favores, y aun su confianza; pero no le dice que hizo bien en pecar, ni que el pecado era bueno.

[8705] 63. Para que te acuerdes y te avergüences: Es un “Quos ego!”, pero al revés (véase el contraste en 7, 9 y nota; cf. Juan 8, 28). En amenazas como estas, de insondable misterio, que nos parecen caprichos de un Dios enamorado, se fundaba aquel santo que convirtió un alma para siempre diciéndole, more agustiniano: Ama a Jesús todo lo que puedas, aunque sigas siendo “malo”. Pretender ser “bueno” es lo peor que te puede suceder, si quieres serlo a los propios ojos, según lo que Jesús dice del fariseo (Lucas 18, 9 ss.), y en casa de Leví (Mateo 9, 13). Cf. 22, 30; Mateo 6, 3 y notas. La lógica del mundo, que no puede entender de amor (porque es carnal y no tiene el Espíritu Santo: cf. Juan 14, 17), desaprobaría, sin duda, como inhábil política, esta pedagogía de Dios que se anticipa a declarar que perdonará (versículo 60 ss.), porque parecería que con esto el pecador, perdiendo el miedo, crecería en afecto al pecado. Pero hemos de creer que Dios no es menos psicólogo que el mundo, y aquí, en efecto, se nos muestra que nada es tan fuerte para llevarnos al verdadero arrepentimiento y detestación de nuestros pecados, como el conocimiento del Corazón magnánimo que perdona, como aquí lo vemos en las palabras paternales que dirige a Israel.

[8706] 1. En esta parábola de la vid plantada y arrancada, Dios muestra, como tantas veces lo intimara Jeremías, su voluntad de que Jerusalén se sometiera sin protesta al vencedor. Véase Jeremías 5, 9 ss. y notas.

[8707] 3 s. El águila representa a Nabucodonosor: el Líbano a Judá y Jerusalén (cf. versículo 12 ss.); el más alto de sus renuevos, al rey Joaquín (Jeconías), conducido a Babilonia, la cual es llamada aquí Canaán, o sea, ciudad de comerciantes.

[8708] 5. La nueva semilla de la tierra simboliza a Sedecías, nombrado rey de Judá por Nabucodonosor, en reemplazo de Jeconías. Como un sauce. Es decir que si no era el gran cedro (versículo 3), al menos podía vivir bien junto a las aguas, como habría sucedido si Sedecías no se hubiese rebelado contra el rey de Babilonia desoyendo la voluntad de Dios (cf. 19, 10 ss.).

[8709] 6. Hacia aquella (águila), símbolo de Nabucodonosor que era el soberano de Sedecías. Así pudo prosperar como una parra.

[8710] 7. Esta otra águila es el rey de Egipto, con quien Sedecías hizo una alianza contra Babilonia, para ser regada: Alusión a los canales del Nilo, es decir, a las armas de Egipto.

[8711] 9. ¿No arrancará?, etc. Sujeto de toda la frase es el águila primera, Nabucodonosor, el cual deportará al rey Sedecías a Babilonia.

[8712] 13. Y le hizo jurar: Sedecías había prestado juramento a Nabucodonosor, su soberano (cf. II Paralipómenos 36, 13). Su alianza con Egipto fue una felonía. Dios da aquí una alta lección de fidelidad internacional (véase versículo 16, 18 y 19), no obstante tratarse de un enemigo.

[8713] 17. Véase el cumplimiento de este anuncio en Jeremías 37, 4 ss.; 44, 30, Cf. 21, 23.

[8714] 18. Pues despreció el juramento: Se trata del rey Sedecías. Cf. versículo 13, 21. Acerca del cumplimiento de estos vaticinios, véase IV Reyes 25, 4-7 y 18 ss.; Jeremías 39, 4 ss.; 52, 7 s.

[8715] 22 ss. “Se trata del Mesías y de su reinado universal. Cf. Isaías 11, 1” (Crampón). Del cedro: “Este cedro figura de nuevo la estirpe real de David, y su cima representa al príncipe más ilustre de esta raza, el Mesías” (Fillion). Un tierno ramito: cf. vers. 4; Isaías 53, 2. Scío lo interpreta de Zorobabel, pero advierte que no puede aplicarse sino al reino del Mesías, y cita Ezequiel 20, 40 y Miqueas 4, 1. Habitarán, etc. (versículo 23): Algunos lo relacionan con la parábola del grano de mostaza (Mateo 13, 32).

[8716] 2. Cf. Jeremías 31, 29. Este proverbio, aplicado a los cautivos de Babilonia, quería decir: somos castigados por los pecados de nuestros padres, no por los nuestros. Consiguientemente caían en la desesperación, como ante una fatalidad sin remedio. Y como no se creían culpables, no pensaban en arrepentirse de corazón. De ahí que el profeta haga notar la responsabilidad personal de cada uno por su propia conducta, y luego insista en hacerles saber que Dios está deseando perdonar a todo el que se arrepiente (versículo 22-32). Este capítulo contiene grande enseñanza espiritual también para nosotros.

[8717] 4. Véase sobre esto Éxodo 20, 5 y el comentario. Todas las almas son mías: Adorable expresión de amor. No hay mayor muestra de amor e interés por otro, que decirle: tú eres mío (cf. Hechos 27, 23). No es esto un alarde del poder de Dios, que por sabio se calla, sino de amor e interés por cada alma. Todas son mías y no quiero perder ninguna (versículo 32). Declaración tanto más notable aquí, cuanto que Israel era objeto de una elección colectiva (cf. Hechos 15, 14 y nota). Jesús nos dirá más tarde el valor que esas almas tienen para Dios, revelándonos que ellas son el don que el Padre hizo al Hijo como lo más precioso que existe (Juan 10, 29 s.; 17, 9 ss. y notas); que en salvarlas y divinizarlas está toda la gloria que el Hijo puede dar al Padre (Juan 17, 2 y nota), aumentándole así la familia divina (Romanos 8, 29); por lo cual, lejos de rechazarse el pecador, es indecible la alegría de los cielos por uno solo que se arrepiente (Lucas 15, 10 y nota). No atribuyamos al Padre de las misericordias (II Corintios 1, 3) un rostro falso y duro (cf. Salmo 138, 1 y nota), porque entonces no lo podremos amar, ni siquiera arrepentirnos, pues dudaríamos de su perdón. De ahí que ese empeño por llevarnos a la desesperación, sea la gran arma del diablo y de sus agentes, como lo muestra Dios aquí y en la indignación que manifiesta contra los falsos profetas que así obran en Jeremías 23, 33 s. Véase las palabras de Jesús en Mateo 9, 13 y 12, 7; Lucas 6, 36; 19, 10; Juan 3, 16 s., etc. Morirá: como observa Fillion, se refiere a la muerte corporal, como el mayor de los males de esta vida (versículos 9 y 17, etc.). En efecto, la muerte es el castigo del pecado (cf. Sabiduría 1, 16 y nota) y aun en el Nuevo Testamento vemos aplicado este concepto (I Corintios 5, 5; 11, 30; I Pedro 3, 20; 4, 6). Téngase presente, además, que en la religión de Israel solo se esperaba la resurrección que traería el Mesías (cf. Job 19, 23 ss.) y por tanto no se ponía el acento sobre la inmortalidad del alma (cf. Salmo 6, 6 y nota), cuyo premio o castigo inmediato a la muerte era ignorado, como observa Vigouroux.

[8718] 6. En los montes, donde ofrecían sacrificios a los ídolos y hacían banquetes cultuales. Véase 6, 3 y nota.

[8719] 7 s. He aquí algunas de esas disposiciones sociales que nunca pierden su importancia: la devolución de las prendas (Éxodo 22, 26; Deuteronomio 24, 6 y nota, etc.), la prohibición de la usura y aun del interés, que también los Padres y Santo Tomás combaten como ilícito, etc. Cf. Salmo 14, 5; Proverbios 28, 8; Nehemías 5, 10 s.; Deuteronomio 23, 20 y notas. En este sentido la legislación de Israel nos da ejemplo de una perfección que, aun prescindiendo del espíritu religioso que la inspira, supera incomparablemente a la de todo orden jurídico, antiguo o moderno, sin excluir el Derecho Romano, para el cual poco se le toma en cuenta que sus disposiciones reflejan ya algunas influencias cristianas. Véase Eclesiástico 24, 35 ss. y nota.

[8720] 8. Entre hombre y hombre según la verdad; es decir, sin acepción de personas.

[8721] 9. Vivirá, y será feliz por haber observado esas leyes de Dios, no ya como un premio aparte, sino porque son normas puestas por la amante sabiduría divina para la felicidad nuestra de modo que “en guardarlos queda abundantemente galardonado” (Salmo 18, 12). Muchas veces intenta Dios inculcarnos esta maravillosa verdad, que muy pocos suelen creer. Véase Salmo 24, 8 y nota; Juan 13, 17. Santo Tomás observa que la Ley antigua, según el sentido exterior, prometía solo cosas del orden temporal, aunque según el sentido espiritual prometía también las espirituales y la vida eterna. Y es de recordar que Jesús no ha suprimido aquellas promesas temporales, como la vemos en Mateo 6, 33.

[8722] 10 ss. Notemos que Dios ofrece dos ejemplos inversos para dejar bien clara la independencia de las almas: el padre bueno que tiene un hijo degenerado, y viceversa. Es que Dios es el único dueño de las almas (versículo 4 y nota). Y también se reserva Él hacer misericordia a quien quiere (Romanos 9, 15), como lo ha hecho muchas veces por amor de sus amigos (véase Hechos de los Apóstoles 27, 24 y nota) o por las oraciones de estos (Job 42, 8). De modo que los padres o hijos cristianos jamás han de desesperar de la salvación de los suyos. Cf. I Juan 5, 16 y nota.

[8723] 14. Ya en 14, 14 ss. insinuaba esta doctrina.

[8724] 20. Cf. versículo 4 y nota. Si no hubiese esta responsabilidad personal, no tendría eficacia el arrepentimiento para conseguir ese perdón gratuito, que es la más grande de las grandezas divinas, y el eje de toda la doctrina espiritual, como veremos en seguida. Por lo demás, recordemos la soberana libertad que se reserva Dios (Romanos 9, 15) y guardémonos de juzgarlo o querer corregirlo, porque eso es lo único que Él no tolera. Cf. Eclesiástico 17, 6; 18, 5; Salmo 50, 6 y notas.

[8725] 21. El Señor da un paso más en la revelación de su misericordia. No solamente no responderá el hombre por los pecados de otro, sino que Dios le perdonará también los pecados propios. Basta que se arrepienta, mostrando con su cambio de vida la sinceridad de ese arrepentimiento (cf. Isaías 44, 22). Esta grandísima noticia del perdón, que ya parecería un versículo del Evangelio, comporta aún, como se ve, la justificación, la cual, según enseña San Pablo, nadie consiguió por la Ley antigua, “siendo evidente que nadie se justifica por la Ley” (Gálatas 3, 11), porque ella dice solamente: “el que cumple estas cosas vivirá por ellas” (Gálatas 3, 12). Ahora bien, como nadie es capaz de cumplirlas con capacidad propia (Romanos 3, 20; 10, 3; Filipenses 3, 9), en vano ofreció la Ley esa justificación por las obras, ya que ningún hijo de Adán llegaba a merecerla (cf. Juan 7, 19), por lo cual dice que antes estábamos bajo la maldición de la Ley, pues maldito era, según la misma Ley, todo el que no la cumplía íntegramente (Gálatas 3, 10; Deuteronomio 27, 26). Entonces nos muestra el gran Apóstol cómo Cristo, único que pudo ser justo por el perfecto cumplimiento de la Ley porque tenía santidad propia, nos redimió de aquella maldición al obsequiarnos sus propios méritos mediante la fe en Él. Pues esa fe en Aquel sin el cual nada podemos (Juan 15, 5), es lo que nos obtiene la gracia (Efesios 2, 8), para que toda la gloria sea solo de Él (Efesios 2, 9). También durante el Antiguo Testamento pudo existir la fe, pero no fundada en la Ley de Moisés, sino en la Promesa mesiánica hecha a Abrahán, y fue esta fe, y no la Ley, lo que justificó a los santos de Israel (cf. Romanos capítulo 4). Vemos así el abismo que queda todavía entre la misericordia del perdón que aquí se ofrece al que se arrepiente y cumple la Ley y la misericordia que Jesús ofreció luego al que se arrepiente y cree al Evangelio (Marcos 1, 15), es decir, a semejante Noticia Buena y asombrosa de que por esa fe en el Hijo de Dios recibimos la gracia del Espíritu Santo que nos hace capaces de vivir según la nueva Ley de caridad. Ese Espíritu no es otro que el de Jesús, que se nos comunica y que, haciéndonos hijos del Padre como es Él (Gálatas 4, 6), nos hace vivir, como Él, vida de hijos amantes y no ya de siervos (Efesios 1, 5; Romanos 8, 15).

[8726] 23. Compárese este versículo y el 31 s. con el 33, 11 y 17, etc., donde se vuelve sobre esta consoladora revelación de la voluntad salvífica de Dios. ¿Qué sería de nosotros si así no fuera, y si, en vez de tener corazón de Padre, mostrase Él un rigor inexorable y nos tratase con la solemnidad que corresponde a Su Majestad? Véase, en cambio, la llaneza y humildad con que en el versículo 25 desciende a dar explicaciones ¡como si Él tuviera que justificarse! Un conocido autor moderno comenta este versículo diciendo que los judíos no se acordaban bastante de la infinita misericordia del Señor y por eso comprendían difícilmente estas cosas que a nosotros nos parecen tan simples... ¿Estamos seguros de que las comprendemos y las creemos más que ellos? Dice Santo Tomás que “Dios no hace misericordia sino por causa de su amor, en cuanto nos ama como algo propio suyo”; y en otra parte añade, con profunda verdad, que “nada es más adecuado para mover al amor, que la conciencia que se tiene de ser amado”. Por tanto, si los hombres de hoy creyeran verdaderamente que Dios es bueno, y que esa bondad procede del amor que nos tiene, es evidente que lo amarían a su vez, y por Él se amarían entre ellos, y la santidad llenaría el mundo. Entretanto, la humanidad actual no solo produce frutos como la segunda guerra mundial, sino que, al término total de esta, los pensadores proclamaron una vez más su fe en la bondad del hombre y en el continuo progreso moral del mundo, sin sentir la necesidad de que nuestro siglo practique esa humillación interior que Dios exige aquí (versículo 21 y 31) para que pueda haber conversión y vida. Véase las palabras de Pío XII en 11, 19, nota.

[8727] 32. Convertíos y viviréis: He aquí todo un sistema de pedagogía divina. Las dos cosas son como la raíz y el árbol, aquella es causa y origen de este. Para empujarnos hacia la conversión y la vida nueva Dios nos castiga “poco a poco” o “con blandura”, como traducen otros (Sabiduría 12, 2), nos amonesta muchas veces y nos trata como el médico a un enfermo; además, no exige cosas imposibles y nos manda que le pidamos a Él la fuerza de cumplir sus mandamientos y, para colmo, nos ayuda a pedirla (Romanos 8, 26).

[8728] 2. La leona es imagen de la casa de David. EI reino de Judá es comparado a un león (cf. 21, 27 y nota) que se echa entre los leones, es decir que quiere asemejarse a los pueblos paganos, con los cuales le fue muy mal. En efecto, el primer leoncillo (versículo 3), Joacaz, rey de Judá, fue llevado cautivo a Egipto por el Faraón Necao (véase IV Reyes 23, 34). El segundo (versículo 5) es el rey Joaquín o Jeconías, el que fue desterrado a Babilonia en 597 a. C. Véase IV Reyes 24, 15; Mateo 1, 11. Cf. Zacarías 11, 3 y nota.

[8729] 8. Las gentes de las comarcas circunvecinas, es decir, los pueblos que formaban parte del imperio babilónico y obedecían al rey Nabucodonosor.

[8730] 10 ss. La vid plantada sobre aguas y consumida por fuego es figura del rey Sedecías (597-587), o del reino de Judá en general. El rey fue arrancado (versículo 12) por el viento solano, figura de Nabucodonosor (versículo 12) y trasplantado al desierto (versículo 13), esto es, a Babilonia. Véase análoga figura en 17, 5 ss. y notas.

[8731] 14. Y no le queda rama fuerte: Sedecías habrá de ser el último rey de Judá. De ahí el llanto elegiaco de este capítulo. Llora el profeta la caída del cetro glorioso de David, por fuego de sus propias ramas, es decir, por culpa del mismo rey desobediente a Dios (IV Reyes 24, 20). Tal es la gloria que el Mesías, heredero legal de Jeconías (Mateo 1, 11), debía restaurar para toda la “casa de Jacob” (Lucas 1, 32 s.; Hechos 15, 16) y que esperaban los que lo aclamaron en Marcos 11, 10, etc., ignorando lo que el Señor haría constar claramente en Lucas 24, 21-27 y 44 s.

[8732] 1. El año séptimo después de la deportación del rey Jeconías (597), es decir en 591, cuatro años antes de la caída de Jerusalén. Ancianos de Israel: cf. 14, 1 ss. y nota. “Los ancianos del pueblo en cautiverio vienen a consultar a Yahvé por medio de su profeta, sin duda sobre la suerte de la nación. El profeta les responde echándoles en cara las perpetuas infidelidades de Israel, por las cuales serán castigados duramente. Pero a la justicia se sobrepondrá la misericordia, y tras el castigo vendrá la gloriosa restauración mesiánica” (Nácar-Colunga).

[8733] 2 ss. Aquí, como en Salmo 77; Nehemías 9, 6 ss., y otros pasajes que allí citamos en las notas, se hace un resumen de la historia de Israel, por donde resalta invariablemente la fidelísima actitud de Dios en su misericordia paternal que no se cansa de perdonar a su pueblo, contrastando en forma harto aleccionadora con las ingratitudes e infidelidades de este (cf. capítulo 16), hasta que llegó la prueba del cautiverio, que no iba a ser sino la imagen de la más grave que había de sobrevenirle con la diáspora o dispersión (galuth) que Israel sufre hoy todavía, por lo menos en su mayor parte.

[8734] 6. Un país que tenía explorado para ellos... la joya de todos los países. De ahí el afecto que aún debemos tener a esa tierra que Dios llama santa (Zacarías 2, 12). Esta superioridad que Él mismo proclama con respecto a todas, y que hoy sorprende al ver su aridez actual, permanece latente porque cambiaron las condiciones (cf. Levítico 26, 4; Deuteronomio 32, 2; Jeremías 14, 1 ss.; II Reyes 1, 21 y nota, etc.), que pueden volver cuando Dios las mande (34, 26; Salmo 146, 8; Zacarías 10, 1, etc.).

[8735] 7. Abominación es sinónimo de ídolo. Cf. 14, 3; 16, 22 y notas. Las abominaciones de sus ojos: los ídolos que fascinan los ojos. No es tan fácil imaginar los atractivos del culto babilónico con sus esplendorosas procesiones en que las pomposas estatuas de los dioses eran llevadas por las calles, acompañándolas el mismo rey. Cf. la Carta de Jeremías (Baruc 3, 6 ss.).

[8736] 8 ss. ¡Adoremos ese abismo insondable de bondad! Dijo que iba a castigar, y confiesa que no castigó. Y obró así por la gloria de su Nombre (versículo 9). Es decir que, al revés de un poderoso de la tierra, que cifra su orgullo en que nadie se burle de él, Dios cifra su honor en que todos los pueblos vean la paciencia y amor con que Él trata a Israel. Cf. versículo 14 y 22; Éxodo 32, 12; 33, 19 y nota; Números 14, 11 ss.; Deuteronomio 9, 27 s., etc.

[8737] 13. Por cuya observancia el hombre halla la vida. Notemos la insistencia con que Dios afirma que sus leyes dan la vida. ¡Y solo se trataba de la Ley de Moisés! (véase 18, 21 y nota), ¡Cuánto más felices somos nosotros, los que conocemos la Ley de Aquel que es “el camino, la verdad y la vida”! (Juan 14, 6). Cf. versículo 21; Deuteronomio 30, 15 y 19 s.; Jeremías 21, 8.

[8738] 15. Cf. Salmo 94, 11; Números 14, 28 ss.

[8739] 17. Mi ojo los miró con misericordia. Cf. versículo 8 ss. y nota. Aquí la misericordia ya no busca otra causa que a sí misma.

[8740] 18. No sigáis las observancias de vuestros padres: El celo con que Dios habla aquí, como en los versículos 27 y 30, etc. contra las generaciones pretéritas del propio pueblo que llevaba su Nombre (versículo 9), contiene una fuerte enseñanza para todos los pueblos, donde el espíritu humano suele mirar como un dogma el culto de las propias glorias, y aún a veces las inventa para tener de qué gloriarse, o erige en héroes a figuras en otro tiempo execradas, y viceversa. Nuestro tiempo se presta grandemente para recoger esta divina lección de filosofía de la historia.

[8741] 25. Está dicho por oposición al versículo 12 s. Por haber rechazado los preceptos de Dios, que dan la vida, Él los abandonará a sus malos deseos y pasiones como a los paganos, para que sigan a estos, no obstante lo mucho que hizo Él por evitarlo. Cf. Salmo 80, 13; Isaías 63, 17; Hechos 7, 42; 14, 15; Romanos 1, 21 ss., etc.

[8742] 26. Alusión al crimen de inmolar los primogénitos a Moloc. Cf. 16, 20 s.; 23, 37; Jeremías 32, 35, etc.

[8743] 29. En el texto hebreo, esta frase tiene carácter de juego de palabras, porque bamah (altura) puede dividirse en las dos palabras ba y mah que significan: ¿Para qué vais (a la altura)? Hasta el día de hoy: Crampón observa, no sin ironía: “Los lugares altos condenados por Dios no han desaparecido.” Cf. versículo 7 y nota.

[8744] 34. Nótese que no es una promesa, como algunos han creído asimilándola a 37, 23; Jeremías 31, 8 ss., etc. (véase las notas respectivas). Hay aquí el anuncio de un severo juicio que ha de purificar a Israel antes de recibir las bendiciones prometidas en los citados textos (cf. Isaías 1, 25 ss.; Miqueas 6, 2; 7, 9; Zacarías 13, 9; Malaquías 3, 3 s.; 4, 1 ss.; Salmo 49, 4; 101, 21 y notas). Los versículos 38 y siguientes confirman lo expuesto.

[8745] 35 ss. Os llevaré al desierto de los pueblos; esto es, os separaré de las demás naciones y os castigaré como lo hice en el desierto de Farán cuando os dejé durante cuarenta años en aquel desierto por haberos rebelado contra Mí (versículo 36). Cf. Oseas 2, 14. Os haré pasar debajo del cayado (versículo 37): La imagen está tomada del pastor que hace pasar las ovejas debajo de su cayado para contarlas y separarlas como en Mateo 25, 22 ss. Cf. Jeremías 33, 13.

[8746] 39. Después me escucharéis, etc. “El discurso termina, como suele hacerlo en los escritos proféticos, con bellas perspectivas futuras, que tienen un carácter mesiánico muy manifiesto.” La Vulgata trae otro sentido: si no me escucháis.

[8747] 40. Mi santo monte: La colina de Sión en Jerusalén (cf. Salmo 67, 26 y nota). Toda la casa de Israel: “La nación teocrática será reconstruida con los restos de los dos reinos separados, y vivirá en la unidad” (Fillion). Cf. 37, 15 ss. y notas. Bover-Cantera entiende por el santo monte la Iglesia, “ya que la profecía parece referirse a la vocación de todos los pueblos al servicio del verdadero Dios”.

[8748] 41. A los ojos de los gentiles: Cf. Salmo 101, 16 s.

[8749] 43 s. Profecía acerca de la conversión del pueblo de Israel. Os acordaréis, etc.: Cf. 16, 61 y nota. Y conoceréis (versículo 44): Véase en 36, 23 este mismo concepto aplicado a las naciones.

[8750] 46 s. Se llama aquí bosque del Mediodía la tierra de Judá. Los árboles verdes o secos son los habitantes justos o injustos (cf. Lucas 23, 31), que perecerán igualmente según vemos en la parábola de la espada (21, 3). El país de Judá estaba en la parte meridional de Palestina y asimismo en la dirección sur, visto de Babilonia, donde moraba el profeta. El fuego (versículo 47) que quema el bosque es Nabucodonosor.

[8751] 49. Se quejan del lenguaje figurado que usa el Profeta. Jesús lo usó también (Mateo 13, 34 s.; cf. Salmo 77, 2) y explicó por qué lo hacía (Mateo 13, 10 ss.; cf. Isaías 6, 9). En el hebreo esta parábola (versículo 45 ss.) pertenece al capítulo 21, exigiendo el correlativo desplazamiento en la numeración de los versículos con respecto a la Vulgata.

[8752] 4. Al justo y al inicuo: Cf. 20, 46 y nota. Así sucede en las grandes catástrofes colectivas en que perecen todos sin distinción. Porque el castigo era contra toda Jerusalén, según se ve en la parábola de la olla (24, 9-13). Dios se reserva el dar, a los justos que son víctimas de la maldad, el destino glorioso y envidiable de los mártires.

[8753] 7. Se disolverán en agua: Cf. 7, 17 y nota. He aquí que viene: Nabucodonosor.

[8754] 10. Texto inseguro. Es una apóstrofe dirigida a la espada del enemigo (Nabucodonosor). El cetro de mi hijo, etc.: expresa la confianza exagerada del pueblo que considera invencible a la casa de Judá. Ello no obstante perecerán. Cf. versículo 13, donde se ve que el cetro altanero ya no subsiste.

[8755] 13. Es Dios quien los entrega a los flagelos como se ve en todo el capítulo (cf. versículo 10 y 17) y también en muchos otros textos donde Dios llama a Nabucodonosor “mi siervo” porque es instrumento del divino castigo sobre Israel (véase Jeremías 22, 7; 25, 9 y nota). Otras veces dirá que Él mismo lo conduce contra Tiro (26, 7) o contra Egipto (29, 19), etc. Las versiones de este versículo son muy diversas.

[8756] 14. Bate una palma contra otra: El Profeta ha de hacer lo que hace Dios en el versículo 17. Cf. 22, 13.

[8757] 19 ss. Llegado a la encrucijada de los caminos, Nabucodonosor, según costumbre babilónica, echará suertes para saber cuál de los dos habrá de seguir: el de Rabbá, capital de los ammonitas, o el de Jerusalén. Hará la consulta “telomántica”, poniendo dos flechas en la aljaba y sacando una para ver cuál sea el nombre escrito en ella. Dios anuncia aquí que la suerte caerá sobre el camino que va a la ciudad apóstata En cuanto a Sabá, véase versículo 28 ss. y nota. Los Ídolos domésticos: en hebreo: los terafim, Cf. Génesis 31, 19; 35, 2 ss. Examina el hígado: Igual hacían los antiguos romanos (“auspicia ex tripudiis”).

[8758] 23 s. Los judíos se reirán del oráculo de Nabucodonosor, porque, según un orgulloso proverbio popular, nada podría quebrar el cetro de Judá (versículo 10 y nota). Pero el rey de Babilonia se acordará de la mala fe del rey Sedecías que había quebrantado el juramento de lealtad, haciendo una alianza militar con Egipto (cf. 17, 13 y nota). Por su parte el versículo 24 deja también constancia de la infidelidad de todo Israel contra Dios (cf. capítulo 23).

[8759] 25. Apostrofe al rey Sedecías. “Llama profano al rey Sedecías, porque violó el juramento de fidelidad que había hecho en nombre de Dios a Nabucodonosor” (Páramo).

[8760] 26. Será ensalzado lo humilde, y abatido lo alto: Es como un preludio del Nuevo Testamento (Lucas 1, 52), que anuncia al Rey Mesías (versículo 27), el cual aparecerá humilde (cf. 17, 22 y nota) y humillará a los soberbios.

[8761] 27. Ruina, ruina: se refiere al reino de Judá. Hasta que venga Aquel cuyo es el derecho, es decir, a quien de derecho pertenece el reino. Todos los comentarios coinciden en que se trata de una profecía mesiánica. Scío traduce también en femenino: se la daré, refiriéndose a la corona de Judá del versículo 26, y observa: “De manera que después de Sedecías no habrá quien se la ciña con prosperidad hasta que venga el Mesías, a quien de derecho le pertenece” (cf. Lucas 1, 32 ss.; 16, 16; Juan 1, 49; 6, 15; 18, 36; 19, 19; Marcos 11, 10, etc.). También es unánime la opinión que vincula este texto con la célebre profecía de Jacob (Génesis 49, 10), para cuya interpretación es un poderoso auxiliar. En efecto, allí se empieza llamando a Judá león (Génesis 49, 9), como lo hace Ezequiel 19, 2 ss., y luego se anuncia como aquí el cetro de Judá para el Mesías “cuyo es el derecho”. Schuster Holzammer hace notar la vocación real de Judá, a quien, con los derechos de primogenitura que perdió Rubén, pasaron la dignidad de príncipe y la herencia de las promesas, y que con David adquirió la primacía sobre las demás tribus por la investidura real, por lo cual el Salvador es llamado en Apocalipsis 5, 5, “León de la tribu de Judá”. En cuanto a la expresión hasta que venga, resulta claro que “hasta” no está puesto como limitación de tiempo, sino en el mismo sentido que hemos encontrado en Génesis 28, 15 (cf. II Reyes 6, 23; Salmo 109, 1; I Corintios 15, 25; Mateo 1, 25, etc.), por lo cual el mismo autor citado concluye interpretando acertadamente en el sentido de que “la dominación de Judá no pasará porque ciertamente ha de aparecer Aquel a quien corresponde el señorío del mundo. A Él pasará el cetro de Judá, y en Él encontrará su perfección. Concuerda esto con las ideas fundamentales de las profecías mesiánicas posteriores y con las del Evangelio, según las cuales el Mesías ha de sentarse en el trono de David, su padre, y su reino no tendrá fin (II Reyes 7, 13-16; Isaías 9, 7; Lucas 1, 32).”

[8762] 28 ss. Los ammonitas se alegrarán al ver la ruina de Jerusalén (cf. versículo 19). Pero Dios que ama a su pueblo a pesar de todo, predice una venganza tremenda a esos impíos enemigos, cuyos adivinos se esfuerzan en vano por conjurar la amenaza (versículo 29). Serán entregados a hombres bárbaros (versículo 31), es decir, a los babilonios, que los conquistaron también, según Josefo, cinco años después de la ruina de Jerusalén. Cf. 25, 1 ss.

[8763] 1. En este capítulo pinta Dios, por boca del profeta, un cuadro de los crímenes de Jerusalén, que habían de convertirla en oprobio de las naciones (versículo 4), o “fábula y ludibrio de la tierra”, como llama Donoso Cortés, hasta hoy, al despreciado pueblo judío, “en otro tiempo estrella del Oriente”. Aquí como en todo, la Biblia nos sirve de espejo: el profeta pasa, desde los pecados de orden sobrenatural, como la idolatría, que aceleró el tiempo de la ruina (versículo 3 y 4), a las costumbres, públicas y privadas, de príncipes, sacerdotes y pueblo. Habla de muchas lacras sociales, y también de los desvíos de la carne. La forma cruda de su expresión hace que a la distancia todo aquello nos parezca bestial, pero no hay duda de que entonces ya se encargaría Satanás de disfrazarlo, como hace hoy, para que no fuese muy chocante y pudiese pasar también en la buena sociedad. El resultado está a la vista: la falsa religiosidad y la depravación de la conducta trajeron el derrumbe (cf. capítulos 8 y 13). Lo mismo había de ocurrir en la caída de Roma, en la cual, dice Lucano, la lujuria fue más terrible que las armas y vengó al mundo antes vencido por el imperio romano. Pero en Jerusalén, centro del pueblo escogido, lo más grave es la ingratitud para con el Dios amante que lo eligió. La fornicación con los ídolos fue la causa decisiva de la destrucción de la ciudad y del primer Templo, consumada por Nabucodonosor (cf. IV Reyes capítulos 24-25 y notas), como lo había sido de la caída del reino del Norte (véase IV Reyes 17, 6 ss. y notas), y aquel castigo no fue sino figura de la otra y más terrible destrucción de Jerusalén y del segundo Templo, por obra de los romanos, el año 70 d. C. y de la anunciada dispersión del pueblo entre las naciones. Esta tremenda prueba, que dura hasta hoy y que fue predicha personalmente por Jesús como una tribulación sin precedentes (cf. Mateo 24), tuvo también un origen esencialmente religioso y sobrenatural: el rechazo que la Sinagoga hizo del Mesías y Rey de Israel “por no haber conocido el tiempo de su visita” (Lucas 19, 44). Cf. Isaías 35, 5 y nota.

[8764] 4. Oprobio de los gentiles: Cf. 5, 14; Deuteronomio 28, 37; III Reyes 9, 7; Daniel 9, 16.

[8765] 9. Banquetean sobre los montes, con motivo de los sacrificios ofrecidos a Baal. Véase 18, 6.

[8766] 15. Entre los gentiles, etc. Este texto coincide con 5, 10-12; 6, 8 s.; 17, 21; 36, 19; Jeremías 9, 16; 15, 4; Zacarías 2, 6; 7, 14, etc. y confirma la interpretación de 37, 23 (véase allí la nota).

[8767] 16. En tu propio país, literalmente: en ti misma. La Vulgata vierte de otra manera: tomaré posesión de ti. Sin embargo, el contexto muestra que no se trata aquí de la promesa de restauración, como en otros pasajes (cf. capítulo 37; Oseas 2, 23 y nota, etc.), pues el versículo quedaría enteramente aislado y forzado en medio de esta gran profecía conminatoria.

[8768] 18 ss. Cf. Jeremías 6, 28 ss. Figura vigorosa de las tribulaciones que han de acompañar la ruina de Jerusalén. De esta ruina se da cuenta en 33, 21, de manera que no se trataría de una profecía escatológica (cf. 8, 1 ss. y nota). Véase 38, 8 y nota.

[8769] 25. Los falsos profetas, esa úlcera en el cuerpo del pueblo, estimularon a la gente a rebelarse contra el rey de los babilonios, por cuya causa vino la ruina. Véase versículo 28 y el capítulo 13; Jeremías 2, 8, etc. De ahí la multiplicación de las viudas, tremenda responsabilidad de todos los soberbios que quieren la guerra. Cf. Salmo 67, 31.

[8770] 26. No distinguen entre lo sagrado y lo profano: Contraste con las promesas de 44, 23.

[8771] 28. Revocan con barro: Véase 13, 14 y nota. El Señor no ha hablado: Véase las tremendas palabras de Jeremías 23, 16 ss. y nota.

[8772] 30. Un varón que construyese un vallado, etc. Esta asombrosa manifestación de la misericordia que desborda del paterno corazón de Dios, nos plantea un asunto de honda meditación. El Espíritu de Dios es todo de caridad, de modo que llega a buscar un hombre que interceda por ellos. Véase a este respecto los casos admirables de Abrahán (Génesis 18, 22-33) y de Moisés (cf. Salmo 105, 23 y textos allí citados en la nota). Hay, sin embargo, otra enseñanza, no menos bíblica, que hallamos por ejemplo en los Salmos imprecatorios, donde David, como amigo de Dios, y aun como figura de Cristo, pide al cielo tremendas venganzas contra los enemigos de Dios (cf. Salmo 27, 4 ss.; 68, 23 ss.; 93, 1 ss.; 108, 6 ss.), y proclama su perfecto odio contra ellos (Salmo 138, 21 ss.). La clara distinción entre ambas actitudes, que proceden ciertamente de un solo espíritu de caridad, no nos será dada sino por obra de ese mismo Espíritu, “que sopla donde quiere” (Juan 3, 8) y que debemos implorar con humildad para recibir la sabiduría (Santiago 1, 5), la cual consiste precisamente en saber gustar en cada momento “lo que agrada al Padre” (véase Eclesiástico 1, 34; 2, 19; 4, 15; Sabiduría 9, 10 y notas). Si algún criterio general hemos de tener a este respecto, no puede ser otro, evidentemente, que el de Jesús, Sabiduría encarnada y único Maestro, en el cual no puede haber contradicción, y que nos muestra una benevolencia y suavidad tan ilimitadas con los pecadores débiles, cuanta es su terrible severidad con los fariseos de corazón doble y endurecidos por la soberbia, a quienes llama “hijos del Diablo” y les anuncia que morirán en su pecado. Estúdiese el contraste entre sus discusiones con ellos (principalmente en los capítulos 5 a 10 de San Juan), y su infinita benignidad con la samaritana y con Zaqueo y la adúltera y la Magdalena y el hijo pródigo, etc. El mismo Divino Salvador nos da abiertamente la razón de su actitud, al decirnos que vino a buscar a los pecadores, y no a los justos, o sea a los que se tienen por tales (cf. Lucas 5, 32 y nota). En cuanto a la actitud que a nosotros nos corresponde observar frente a la iniquidad, véase Salmo 36 y notas. No lo hallé: Cf. Jeremías 5, 1.

[8773] 31. Véase el contraste con Isaías 59, 16. Aquí castigará temporalmente al pueblo indigno, pero allí cuando se trata de la salvación definitiva, al ver que “no hay hombre”, habrá un caudillo divino que se ofrecerá.

[8774] 4. Las dos hermanas y esposas de esta parábola son los dos reinos: Oholá, el de Israel (Samaria), y Oholibá el de Judá (cf. Jeremías capítulo 3). Oholá significa “su tabernáculo”; Oholibá “mi tabernáculo en ella”. Quiere decir que el santuario de Samaria era obra de hombres, en tanto que el de Jerusalén era el verdadero Templo de Dios entre los hombres. Véase Juan 4, 20 ss.; IV Reyes 10, 29 y nota. Sobre los privilegios de Jerusalén, que la hacían más responsable, cf. 16, 2 ss. y nota.

[8775] 5 ss. Alusión a los pactos del reino de Israel con los vecinos, que fueron ocasión de idolatría (IV Reyes 15, 19; 17, 3; Oseas 5, 13; 7, 11; 12, 1).

[8776] 6. Los caballos, no eran, como hoy, cosa corriente, sino más que todo, instrumento de guerra (Éxodo 15, 19; I Reyes 13, 5; Oseas 1, 7, etc.), de rápida comunicación o correo (IV Reyes 9, 19; Ester 8, 10), y aun de caza (cf. la magnífica descripción de Job 39, 18 ss.). Recordemos que el Rey Jesús, en el día de su triunfo, montó un asnillo (Mateo 21, 5; Zacarías 9, 9), pero destruirá los carros de guerra (Zacarías 9, 10).

[8777] 7. Bien se comprende que no hubiese peor desprecio para Dios que el ver a su pueblo, a quien Él colmó de tan admirables privilegios, emular las bellotas mundanas de los paganos, y poner su ideal en ser como ellos (cf. Salmo 147, 8 s. y nota). De ahí que se valga de ellos mismos para humillar a Israel (versículo 9 s. y 22 ss.).

[8778] 10. Samaria y todo el reino de Israel cayeron en 722 en las manos de los asirios. Vino a ser famosa Samaria y sus hijas (ciudades) obtuvieron fama por el castigo que les fue aplicado.

[8779] 11 ss. También el reino de Judá se alejó de su Esposo, y más gravemente aún, acercándose a los asirios y sus ídolos (IV Reyes 16, 7 ss.; Isaías 7; IV Reyes 21). Sobre este adulterio de Judá trata con notable amplitud el capítulo 16, como un hondo lamento del Esposo ofendido. Véase también Oseas capítulos 1-4.

[8780] 14. Los caldeos (babilonios) son los sucesores del reino de Asiria, cuya capital, Nínive, conquistaron en 612 a. C. para destruirla definitivamente después de algunos años (véase la profecía de Nahúm). Poco después la influencia política y religiosa de Babilonia se hizo notable en el reino de Judá, cuya impudicia, según el profeta, se inclinará ahora a los nuevos vecinos. Hombres dibujados en la pared: Alusión a los relieves babilónicos y a las letras cuneiformes que cubrían las paredes de los templos y palacios. ¡Hasta un caldeo pintado era objeto de veneración!

[8781] 20. En Jeremías 5, 8 vemos expresiones análogas contra los judíos de Judá; y en Tobías 6, 17 se señala, con igual semejanza, a los cónyuges “sobre los cuales tiene poder el demonio”.

[8782] 23. Los de Pecod, Schoa y Coa: pueblos que vivían al noroeste de Babilonia. La Vulgata vierte: nobles, señores y príncipes.

[8783] 25. Una vez más vemos aquí el motivo de la indignación del Dios de amor: los celos. Cf. Deuteronomio 4, 24; Cantar de los Cantares 8, 6 y nota.

[8784] 31 s. La misma suerte que su hermana Samaria (cf. Isaías 7, 17 ss.) tuvo Jerusalén, saqueada igualmente y llevada cautiva a Babilonia. Sobre el cáliz de la ira, cf. Jeremías 25, 15 y las siete copas del Apocalipsis 16.

[8785] 37. Que les sirvieran de pasto: El profeta habla de los niños quemados en honor de Moloc, que tenía un santuario en el valle de Hinnom, situado al lado sur de Jerusalén. Véase versículo 39; 16, 36; Levítico 18, 21; IV Reyes 16, 3.

[8786] 39 s. Vemos que, tanto por la costumbre del maquillaje (versículo 40) cuanto por la hipocresía de quienes frecuentando el Templo, sacrifican la vida de los hijos que Dios les manda, este pasaje sigue siendo muy oportuno en los tiempos actuales.

[8787] 42. Son alusiones a los pactos que los dos reinos hicieron con los vecinos paganos. El texto ofrece dificultades y la versión es problemática. Para dar una idea de las finezas de la crítica del texto, ponemos aquí la nota de la Biblia de Bonn, que encontramos en Bover-Cantera. La nota dice: “Los bebedores del desierto” (lección del K, igualmente dudosa que el Q, “los sabeos del desierto”) serían las tribus árabes. V. traduce: “...y a aquellos varones que entre la multitud eran conducidos y venían del desierto, pusieron ellas...” Otros corrigen H: “y se oía allí el estrépito de los que cantaban. Ellos, a su vez, portaban mirra y bálsamo, traídos de Sabá, del desierto, y colocaron brazaletes...” Otros, de diverso modo y haciendo en el versículo diversas mutilaciones, por ejemplo, “y el ruido del tumulto fue oído por ellos a causa de la multitud de los hombres que habían venido del desierto...” Agregamos que entre los exégetas, K significa Ketib; Q, Queré; V. Vulgata; H, texto hebreo Ketib es la lección que trae el texto hebreo masorético y Queré se llama la corrección que los masoretas pusieron en el margen.

[8788] 45. Hombres justos son llamados los caldeos en cuanto ejecutan los designios del Señor, castigando a Israel, como lo harán más tarde con los gentiles (cf. 26, 7; 30, 10, etc.).

[8789] 1. El año noveno del cautiverio del rey Jeconías, esto es, en 588, cuando reinaba aún Sedecías en Jerusalén. Véase IV Reyes 25, 1; Jeremías 39, 1; 52, 4.

[8790] 3 ss. En esta parábola la caldera simboliza a Jerusalén; la carne a los habitantes; lo escogido, a los príncipes; los huesos, el ejército; el fuego, el sitio de la ciudad; el fuerte hervor, los sufrimientos de aquel asedio.

[8791] 6. La herrumbre significa las iniquidades del pueblo judío. Ezequiel ha de sacar de la caldera las carnes y los huesos, pedazo por pedazo, sin echar suertes sobre ellos. El simbolismo es: Dios no perdonará la vida a los sitiados, ni siquiera se echarán suertes como se suele hacer en la guerra para perdonar a algunos.

[8792] 7 s. Hay aquí una ironía de gran fuerza dramática. La sangre, aun de los animales, era cosa sagrada en Israel (Deuteronomio 12, 23), por lo cual, cuando se mataba alguno de los que era lícito comer, se debía verter la sangre sobre la tierra para que fuese absorbida (Deuteronomio 12, 24), o cubrirla con tierra (Levítico 17, 13). Pues bien, Israel, en sus homicidios, no cuidaba siquiera de hacer con la sangre humana lo que estaba ordenado para la sangre de las bestias, y de ahí que Dios lo castigará de igual modo, haciendo que la sangre israelita caiga sobre las piedras (versículo 8) y quede visible como escarmiento. Cf. Job 16, 19; Isaías 26, 21.

[8793] 11. La caldera vacía representa a Jerusalén después de la caída, o sea después de exterminados sus habitantes. Entonces la ciudad misma también será entregada a las llamas como para purificarla completamente de sus inmundicias (San Gregorio Magno). Mas ni aun así se quitará ese sarro que, por su fortísimo apego a las paredes de la caldera, es una figura sumamente gráfica (versículo 6) del afecto al pecado, que solo se quita con el amor. Cf. Apocalipsis 9, 21; Juan 14, 23 s.

[8794] 13. San Jerónimo ve en esta amenaza el castigo que los judíos sufrirán cuando rechacen al Mesías.

[8795] 16. Las delicias de tus ojos: tu mujer (versículo 18). El tremendo anuncio alude indudablemente a la pérdida que iba a sufrir Judá, pérdida semejante a la del ser más querido, tanto en lo que afectaría a cada familia que perdería sus deudos, cuanto al pueblo entero que perdería su ciudad capital. Pero ¿cómo no ver en ello, de un modo especial, el desgarramiento del corazón de Dios, obligado a decretar la ruina de Jerusalén, que también para Él representa la pérdida de una esposa amadísima (cf. 16, 1 ss. y nota), y donde Él mismo tendría que llegar a “profanar su santuario”? (versículo 21).

[8796] 17. Ni comas pan de duelo: Cf. Deuteronomio 26, 14 y nota.

[8797] 19 ss. El profeta, hecho señal para su pueblo (s. 24), como tantas otras veces, ha de omitir las costumbres de luto, porque tampoco habrá luto en el día de la ruina de Jerusalén, pues la desolación será tan grande que nadie podrá cuidarse de los demás.

[8798] 21. Yo profanaré mi Santuario: Cf. 7, 20; Jeremías 7, 14. Dramática expresión, que recuerda la amenaza a los sacerdotes: “maldeciré vuestras bendiciones... y os tiraré al rostro el estiércol de vuestras solemnidades” (Malaquías 2, 2 s.). También el segundo Templo recibiría un día una fatídica sentencia de Jesús, cuyos efectos duran todavía. Cf. Mateo 24, 1 ss.; Isaías 64, 11.

[8799] 23. No os quitéis el turbante: Es decir: no mostraréis ninguna señal de luto, pero sí de arrepentimiento (“gemiréis”).

[8800] 27. Ezequiel no recibirá más profecías para su pueblo hasta el día en que llegare el fugitivo de Jerusalén que anunciará la destrucción de la ciudad (véase 33, 21 s.). Entonces cesará el silencio impuesto al profeta en 3, 26 s. El cumplimiento de los vaticinios del varón de Dios servirá para justificarle a los ojos del pueblo. “Este permiso de hablar, para anunciar gozosas y gloriosas nuevas, es por sí solo una promesa de tiempos mejores, como lo demuestra la última parte del libro” (capítulos 33-48) (Fillion).

[8801] 1. Iníciase aquí la serie de profecías contra los gentiles hasta el capítulo 33 y siguientes, en que empiezan abiertamente los anuncios consoladores para Israel. Este capítulo contiene vaticinios contra los pueblos vecinos, primero contra los ammonitas y moabitas, incestuosos hijos de Lot; los idumeos, descendientes de Esaú, y los filisteos, pobladores de la región sudoeste de Palestina, todos los cuales miraban con gran satisfacción la destrucción del Santuario y de la ciudad de Jerusalén. El amor de Dios por su pueblo le hace mirar a los enemigos de este como suyos propios y vengarse de ellos (versículo 14 s.). Cf. 30, 3 y nota sobre el tiempo de los gentiles; Joel 3, 1 ss. sobre el juicio de las naciones enemigas de Israel.

[8802] 4. Los hijos del Oriente, son los árabes (Job 1, 31; Isaías 11, 14), que penetraron en el país de los ammonitas, abandonado y devastado a causa de la expedición de los caldeos (véase 21, 28 y nota). Los árabes, hijos de Ismael (Génesis 16, 15 s.; I Paralipómenos 1, 29), divididos también en doce tribus después de morir Abrahán (Génesis 25, 9-17), fueron objeto de diversas profecías bíblicas (Génesis 16, 10 ss.; 21, 13 y 18; Isaías 21, 13-17; Jeremías 9, 26; 25, 23 ss.; Salmo 71, 10, etc.). Hoy todavía ocupan parte de Palestina, que los judíos reclaman como herencia bíblica (Génesis 17, 20 s.; 26, 2-5; 15, 18; Romanos 9, 7; Miqueas 7, 20, etc.). Véase sobre esto 47, 13; Oseas 9, 3 y 17 y notas; Gálatas 4, 25.

[8803] 5. Rabbá, hoy día Aman, capital de los ammonitas, situada en el centro de Transjordania.

[8804] 8. Seir es sinónimo de Edom o Idumea. Los moabitas al par que los idumeos eran enemigos declarados de Israel y aprovechaban toda oportunidad para hacerle daño (versículo 12).

[8805] 12. Cuando se vengó cruelmente de los hijos de Judá: Cf. Salmo 136, 7; Isaías 34, 5 ss.; Jeremías 49, 7 ss.; Lamentaciones 4, 21 s., etc. Como se ve, todas las plagas contra los gentiles serán por su odio a Israel. Las de este, en cambio, serán por despreciar el amor privilegiado que Dios le ofrece, e inclinarse hacia los paganos.

[8806] 14. Vaticinio que se verificó en tiempo de los Macabeos cuando Juan Hircano (135-104) sometió a los idumeos (I Macabeos 5, 65; II Macabeos 10, 16).

[8807] 16. Los cereteos o cretenses que juntamente con los filisteos habían venido desde las islas del Mediterráneo y ocuparon una parte de la región costera de Palestina. Cf. Deuteronomio 2, 23; I Reyes 20, 14 y notas. La Vulgata dice matadores (en vez de cereteos).

[8808] 1. Entre los que aplaudieron la ruina de Jerusalén se hallaba también Tiro, importantísima ciudad de comercio que veía en Jerusalén la más fuerte competidora. Tres capítulos dedica el profeta aquí contra ella. (Isaías el capítulo 23, último de sus oráculos contra los gentiles, cf. Isaías 23, 11 y nota.) La Escritura menciona a Tiro como ciudad fuerte desde Josué 19, 29; II Reyes 24, 7 hasta Zacarías 9, 2 s. y la cita muchas veces (III Reyes 5, 1; II Paralipómenos 2, 3; Mateo 11, 22; 15, 21, etc.). De tiempo en tiempo surgen autores que tratan de aplicar este u otro de estos vaticinios contra las naciones, a tal o cual país moderno; pero siempre han fracasado esas tentativas que, por otra parte, suelen fundarse más en pasiones políticas que en puro amor a la verdad profética revelada por Dios. Sabemos, además, que para Él tiene incomparablemente mayor importancia el fenómeno religioso que todos los cambiantes problemas temporales de los hombres, como lo veremos a través de todos los profetas, en la historia del mismo Israel. Por tanto, si estos anuncios tuviesen alguna trascendencia escatológica, de esas que Dios hará entender “a su tiempo” (cf. Jeremías 23, 20; 30, 24; Daniel 12, 4-10, etc.) hemos de inclinarnos a pensar que ella será con respecto a fenómenos de orden espiritual y sobrenatural, como los relacionados con el Anticristo, la apostasía o la perversa Babilonia del Apocalipsis, que el mismo Libro sagrado llama “misterio” (Apocalipsis 17, 5), y ante cuya revelación el propio San Juan quedó “maravillado con asombro grande” (Apocalipsis 17, 6). En este sentido algunos pasajes de estas profecías (cf. 30, 3 y nota) muestran que tienen, como las de Babilonia, un seguro alcance escatológico, según es frecuente en los vaticinios mesiánicos y también en el gran discurso escatológico de Jesús (Mateo 24) que abarca, como en un paralelismo, la última caída de Jerusalén (70 d. C.) y los sucesos que acompañan la Parusía o “día del Señor”.

[8809] 2. Puerta de los pueblos: Jerusalén, por la concurrencia de gentes que frecuentaban el Templo. Se ha abierto para mí: la desaparición de Jerusalén es un provecho para mi comercio.

[8810] 5. Un lugar en medio del mar: Debe tenerse presente que eran dos ciudades. La nueva, aludida aquí y en los versículos 14 y 19, etc., formaba una isla a 200 metros de la costa. La antigua (Paletiro), aludida en versículo 7 ss. y en 27, 3, estaba sobre la ribera del Mediterráneo.

[8811] 6. Sus hijas, las ciudades de Fenicia que dependían de Tiro.

[8812] 7. Rey de reyes era el título que pomposamente se daban los reyes de Babilonia y los de Nínive (cf. Isaías 36, 4; Daniel 2, 37). El único Rey de reyes es el Mesías. Cf. Apocalipsis 17, 14; 19, 16.

[8813] 8. Circunvalará, etc.: No sabemos qué resultado tuvo este asedio. San Jerónimo dice que, viéndose los tirios ya sin esperanza de poder resistir a los caldeos, se embarcaron en sus naves llevándose cuanto pudieron y dejando la ciudad como peña muy lisa (versículo 4). De ahí que el Señor ofrezca a Nabucodonosor otro botín porque en Tiro “no tuvo recompensa”. Cf. 29, 17 ss.

[8814] 9. Arietes (o manteletes) se llamaban las máquinas con que los sitiadores perforaban los muros.

[8815] 10. Cuando él entrare por tus puertas. Véase en la nota 8 la opinión de San Jerónimo. Los historiadores antiguos hablan de un asedio de trece años. En 29, 17-20 vemos que Dios se lo reconoce a Nabucodonosor como un servicio. Más tarde la conquistó Alejandro Magno, pero tampoco la extinguió.

[8816] 14. Te dejaré como una roca desnuda: Hay que notar que la ciudad tan orgullosa no se levantó más de su caída. Su influencia política, que antes se extendiera hasta Cartago y España, quedó debilitada, sus colonias se independizaron y su comercio tuvo poderosas competidoras: las ciudades griegas.

[8817] 15 ss. La noticia de la caída de Tiro conmoverá las islas, es decir, los países alrededor del Mediterráneo, con los cuales Tiro estaba en relaciones comerciales. Los príncipes del mar (versículo 16): Los ricos mercaderes de los países y colonias que hacían comercio con Tiro quedarán atónitos al oír la noticia de la caída de la ciudad y le cantarán un estribillo compungido. Cf. Isaías 23, 8; Apocalipsis 18, 23.

[8818] 20 s. Para que no seas ya habitada: La completa destrucción de la ciudad no se realizó ni por Nabucodonosor ni por Alejandro Magno, sino por los mahometanos en 1291. Tan solo entonces desapareció el baluarte del mar y con él la tumba del emperador Federico Barbarroja, a quien los cruzados habían enterrado allí precisamente cien años antes de la destrucción de la ciudad. Yo doy la gloria a la tierra de los que viven. El profeta opone la gloria de la futura Jerusalén a la destrucción completa de Tiro. Algunos intérpretes refieren esta gloria al Mesías.

[8819] 1. “El profeta nos ofrece en este capítulo una hermosa elegía de la ciudad comercial y navegante, bajo la imagen de una rica nave, y nos describe el comercio de Tiro con todos los pueblos conocidos, todos los que figuran en la tabla etnográfica de Génesis 10 (Nácar Colunga).

[8820] 5 ss. Sanir: otro nombre del monte Hermón (Deuteronomio 3, 9). Basan, (versículo 6): la región septentrional de Transjordania, rica en encinas. Kitim: Chipre y las islas del Mediterráneo; San Jerónimo traduce Italia. Elisá (versículo 7): Grecia. Sidón y Arvad (versículo 8): ciudades fenicias, dependientes de Tiro, lo mismo que Gebal (versículo 9).

[8821] 10. Colgaron en ti sus escudos: Cf. Cantar de los Cantares 4, 4. En vez de Libia dice el texto hebreo Pur, tierra desconocida de África.

[8822] 11. Los de Gamad (en hebreo “gammadim”). San Jerónimo vierte pigmeos y anota que la voz hebrea “gammadim”, correspondiente a pigmeos, aquí significaría hombres valientes. Conviene, sin embargo, tomarla en sentido primitivo. Recientemente, en 1942, soldados americanos descubrieron en esa región sepulcros de pigmeos, de los cuales antes no se sabía nada. Se ve en este caso una vez más la importancia de la Biblia como fuente histórica. Muchísimos datos bíblicos, y precisamente los más discutidos, han sido comprobados por las excavaciones arqueológicas que, cada vez más, contribuyen a comprender el Libro divino.

[8823] 12. Tarsis: San Jerónimo vierte Cartago, colonia de Tiro, fundada en el siglo VII a. C. Se refiere más bien a España u otro lugar de las costas del Mediterráneo occidental, donde los fenicios explotaban las minas. Desde este versículo en adelante vemos un verdadero alarde de opulencia, con toda una erudición sobre las industrias de la época. Desde el versículo 27 veremos el “sic transit!”

[8824] 13 s. Javán (jonios): Grecia. Tubal, Mósoc, Togormá: países del Asia Menor y del Cáucaso. Véase 38, 2 y 6.

[8825] 15. Dedán: tribu árabe, cuyas caravanas transportaban las mercaderías de la India a la ciudad de Tiro, la cual las repartía entre los países del Occidente.

[8826] 19. Vedan y Javán de Uzal: Texto dudoso. La Vulgata dice: Dan, Grecia y Motel. De los tres nombres el primero es desconocido, si no es idéntico con Waddán, entre Medina y La Meca. “Javán, para muchos Grecia, para otros un punto de Arabia meridional. Uzal: según la tradición árabe sería la actual capital del Yemen; otros, un punto no lejos de Medina; otros, Izaallam” (Bover-Cantera).

[8827] 20 ss. Dedán: véase nota 15. Cedar (versículo 21): región del norte de Arabia. Sabá y Rama (versículo 22): situadas en el sur de Arabia. Harán (versículo 23): al norte de Mesopotamia. En esa misma región han de buscarse los demás países aquí mencionados.

[8828] 26. El viento solano, o, como traduce la Vulgata, el viento del Austro es muy peligroso en el Mediterráneo. Cf. Hechos 27, 4 y 12 y notas. Aquí es figura de Nabucodonosor.

[8829] 30 ss. Señales de luto acostumbradas entre los pueblos de Oriente. Hay en este pasaje, como lo muestra Gramática, muchas expresiones semejantes a las que se usan para la Babilonia apocalíptica (cf. Apocalipsis 8, 11-19; Salmo 136, 8 y nota). Véase 26, 1 y nota.

[8830] 1. Ese príncipe de Tiro, cuya tremenda humillación veremos, no es una persona determinada, sino la personificación de aquella ciudad impía y de todos los hombres engreídos que se resisten a Dios. Algunos Padres lo toman como figura de Luzbel.

[8831] 3. ¿Eres más sabio que Daniel? Ironía por la cual vemos, de paso, cuán grande era la celebridad del profeta Daniel por sus oráculos en Babilonia (véase Daniel capítulos 2; 4; 5; 13; 14). Lo más notable aquí es el contraste con Daniel, pues este, lejos de creerse sabio, antes de sus grandes oráculos imploraba la misericordia de Dios (Daniel 2, 18), y después que Él le revelaba los arcanos (Daniel 2, 19), el joven profeta prorrumpía en alabanzas al Nombre del Señor “porque de Él son la sabiduría y la fortaleza… Él da sabiduría a los sabios… Él revela las cosas profundas”, etc. (Daniel 2, 20 ss.). No puede ser más dramática su comparación con este príncipe insensato que, no sabiendo nada, cree saberlo todo por sí mismo. Así también vemos el destino de uno y de otro: Daniel, el pequeño, es citado aquí como prototipo de sabiduría proverbial (cf. 14, 14), en momentos en que el otro va a ser indeciblemente envilecido.

[8832] 4 ss. Se trata aquí de los males espirituales que el poder y la riqueza producen, pero no ya al individuo, sino colectivamente a las naciones o instituciones (véase nota 2). A este propósito San Hilario, refiriéndose al emperador Constancio, le dice, con respecto a la Iglesia: “Ahora luchamos con un perseguidor disfrazado, con un falso amigo, que no nos golpea sino que nos acaricia; que nos enriquece con bienes financieros, para conducirnos a la muerte, que nos honra en su palacio, para hacernos esclavos; que respeta nuestra cabeza, pero mata con su oro nuestro espíritu; que reprime las herejías, para evitar que siga habiendo verdaderos cristianos; que honra a los sacerdotes, para evitar que siga habiendo verdaderos obispos; que edifica iglesias, para demoler la fe.” Véase Dom Calmet, comentario sobre el Anticristo (II Tesalonicenses 2, 4). El Dante expresa análoga preocupación (Infierno 19, 112 ss.; Paraíso 20, 55 ss.). Véase Oseas 12, 8 y nota.

[8833] 5. Se ha engreído tu corazón: ¿No parece esto un apóstrofe a la sabiduría humana de nuestro tiempo, que con su ciencia parecería haber sorprendido los secretos del Creador, en tanto que se destrozan los hombres unos a otros? Buscaron sus conquistas como elementos para la ansiada felicidad, pero esta no llegó, y Dios explica aquí por qué: porque no se limitaron a procurarse el bienestar, sino que se engrió su corazón y se ensalzó, y quiso para sí la gloria, el mérito y la alabanza (cf. Juan 5, 44 y nota) por lo que no era sino un don de Dios, único dueño de toda gloria, único y exclusivo merecedor de toda alabanza (cf. Salmo 148, 13 y nota). Es muy de notar que el espíritu del Anticristo no será el de tales o cuales vicios, maldades o pecados, sino exactamente el que aquí se muestra: el ensalzarse como si fuera Dios (véase II Tesalonicenses 2, 4). Si bien miramos, el único valor auténtico de un hombre es esa humildad como la de Daniel, que lo asemeja al modelo sumo de toda perfección: Cristo. Porque si se trata de recoger aplausos, cualquier perverso es capaz de grandes esfuerzos para saciar su soberbia, que es la más fuerte de las pasiones. Alguien decía que si Satanás pudiera ser adorado, sería capaz de hacerse crucificar como Jesús. Y esto es muy verosímil si vemos lo que él dijo al Señor cuando le tentó en el desierto. (Lucas 4, 5-8).

[8834] 6. Por eso: a este cargo de soberbia, se agregaba el señalado en 26, 2: el odio antijudío.

[8835] 9. Picante sarcasmo. El que se cree semejante a Dios en sabiduría y poder, no sabe responder palabra a los que le matan. Recuerda la burla sobre las estatuas de los dioses en Baruc 6, 7 ss.

[8836] 10. La muerte de los incircuncisos: fórmula repetida en 31, 1, 8; 32, 19 ss. para expresar el destino ignominioso de los que no tenían alianza con Dios. Cf. Génesis 17, 13 s. y nota.

[8837] 12 s. El príncipe de Tiro poseía todas las prendas naturales de manera tal que podía imaginarse estar en el paraíso. Por donde se ve con cuánto temor hemos de mirar a esa prosperidad que, si no renovamos a cada instante el espíritu sobrenatural, envenenará nuestro corazón quitándole el hambre de los bienes verdaderos (cf. Lucas 18, 22-27 y notas), hambre que es indispensable para llegar a poseerlos. Véase Lucas 1, 53; 16, 25 y nota; Salmo 80, 10 s. y nota.

[8838] 14 s. Eras un querubín ungido para proteger: Otras traducciones: eras un querubín extendido y que cubre (Vulgata); un querubín que extiende las alas, protector (Bover Cantera); te pusieron junto al querubín (Nácar-Colunga). Este y otros rasgos de los versículo 12-15, hacen pensar a varios autores modernos, como a muchos de los Padres, que el sentido se dilata aquí, y se extiende aún más allá del primer hombre, a la excelencia que Dios había dado al príncipe de los ángeles rebeldes, cuya caída sería descrita, como rey de Babilonia, en Isaías 14, 9-14, único texto bíblico donde aparece el nombre Lucifer (en la Vulgata latina), que otras versiones traducen Lucero, o astro brillante, hijo de la aurora (Setenta: Eósforos). Muy poco se sabe de esa rebelión, porque Moisés, si bien el relato edénico la presupone, ni siquiera menciona la creación angélica, quizá, según piensa el Crisóstomo, por no dar a Israel pretextos de idolatría. Sabemos, sin embargo, además de esa creación (Colosenses 1, 16), que Satanás desde el principio no permaneció en la verdad (Juan 8, 44), y que para él y sus ángeles fue destinado el infierno (Mateo 25, 41), porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los mantiene reservados para el juicio (II Pedro 2, 4; Judas 6), por lo cual se explica que San Pablo diga que nosotros los juzgaremos (I Corintios 6, 3) y que Satanás después de ser encerrado en el abismo (Apocalipsis 20, 3) sea suelto nuevamente (Apocalipsis 20, 7) antes de recibir el cumplimiento definitivo de su sentencia en el “lago de fuego y azufre” (Apocalipsis 20, 9). Con respecto a esta rebelión, algunos suponen que, entre los versículos 1 y 2 del Génesis, habría no solo esa rebelión, sino también todo el larguísimo tiempo necesario para las formaciones que afirman algunos geólogos. Es decir, que la tierra solo habría llegado a estar “informe y vacía” después de esa gran catástrofe y no en el momento en que Dios la creó. En el monte santo de Dios: Del mismo modo que los Querubines estaban en el Santuario del monte Sión, así te puse en un lugar seguro e inaccesible para el enemigo.

[8839] 16 ss. En lo que se sigue parece alternarse misteriosamente lo preternatural con algún elemento terreno. De ahí que se haya visto en esto, no ya al mismo Satanás, sino a un personaje animado por él, como será la Bestia del Apocalipsis (cf. Apocalipsis 13, 1 ss.; 19, 20; Daniel 7). Así vemos que Satanás “entró en Judas” (Juan 13, 27), a quien Jesús llama “hijo de perdición” (Juan 17, 12), nombre que San Pablo da al Anticristo (II Tesalonicenses 2, 3). Lo mismo sucede con la serpiente que tentó a Eva (Génesis 3, 1 y nota), siendo de notar sin embargo, que el Apocalipsis (20, 2), al anunciar el encierro de Satanás, lo identifica expresamente con “aquella antigua serpiente”. Por otra parte, vemos que la maldición de aquella tiene un primer aspecto puramente terrenal: se arrastrará sobre su pecho y comerá tierra (Génesis 3, 14), y otro de evidente trascendencia sobrenatural, que contiene el Protoevangelio o primera promesa del Redentor (Génesis 3, 15). San Judas nos da idea de la altísima dignidad que tuvo el diablo, cuando nos revela que, aun después de su rebeldía, San Miguel, el gran príncipe, no se atrevió a maldecirlo, sino que le dijo: “Te reprenda el Señor” (Judas 9; Zacarías 3, 2), palabras que repetimos en el exorcismo final que León XIII mandó rezar después de la misa, para implorar el encierro de Satanás, el cual actualmente, ronda tratando de devorarnos (I Pedro 5, 8; II Corintios 2, 11), disfrazado de ángel de luz (II Corintios 11, 14) junto con sus principados y potestades en los lugares celestiales (Efesios 6, 12) para poder acusarnos (Job 1, 6 ss.), hasta que sea vencido por nuestro caudillo San Miguel (cf. Apocalipsis 12, 7-12; Daniel 12, 1; Lucas 10, 18).

[8840] 18 s. Las injusticias de tu comercio: Era proverbial entre los griegos la “falsedad fenicia” y la de su codiciosa colonia Cartago, como lo era entre los romanos la doblez de los griegos, que Virgilio llamaba “graeca fides”. La destrucción del rey de Tiro será completa y definitiva. Fuego de en medio de ti. Es decir que la causa de su destrucción saldrá de él mismo (o sea, que los frutos de su propio ingenio traerán su destrucción), así como se le anunció al rey de Judá (19, 14), lo cual vemos que ya no coincidiría con las profecías sobre la destrucción del Anticristo. Cf. II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 20; Isaías 11, 4.

[8841] 21 ss. Sidón, antigua capital de Fenicia, había pasado a segundo término, eclipsada por Tiro. Como esta, habrá también de caer, destruida por los persas en 351 a. C. y sin volver nunca a su prosperidad. El odio a Israel (versículo 24 y 26) es siempre el leitmotiv que en los Profetas reaparece como causa del castigo divino (cf. 26, 2). El versículo 25 introduce una rápida visión de la prosperidad que tendrá Israel restaurada cuando hayan caído todos sus enemigos (tema que el profeta explayará con preferencia desde el capítulo 33 en adelante), porque, como anota Fillion, “Yahvé es santificado por el castigo de las naciones que afligen a su pueblo, y es santificado también por el restablecimiento de este” Cf. 12, 16; 37, 23 y nota.

[8842] 3. Cocodrilo gigantesco (Vulgata: dragón grande): El cocodrilo era símbolo de Egipto. Véase 32, 2 y nota; Isaías 27, 1; 51, 9, etc. Sus ríos: los brazos del Nilo, la región del Delta. Reinaba entonces el orgulloso Uhabra (Hofra o Efree) que había aumentado la navegación del gran río. Yo lo hice: se refiere siempre al Nilo (cf. versículo 9) no obstante que este solía ser llamado padre del país de Egipto, el cual debía toda su prosperidad a su riego y, a su limo fertilizante.

[8843] 6 s. Un báculo de caña: débil como las cañas que crecen junto al Nilo (cf. Salmo 67, 31 y nota). Contraste sarcástico con el soberbio cocodrilo. Caña cascada había llamado también el arrogante asirio al apoyo egipcio en tiempo de Ezequías (Isaías 36, 6). Es admirable cómo el amor de Dios se venga de la falla de Egipto como aliado de Israel (cf. 17, 17 y notas), a pesar de que el pueblo escogido era culpable por haber contraído esa alianza contra la voluntad divina.

[8844] 10. Desde Migdol hasta Siene. Migdol (Magdalo) era la ciudad fronteriza en el extremo noreste de Egipto. Siene, hoy día Asuán, situada en el extremo meridional de Egipto, junto a la primera catarata.

[8845] 12 ss. Dispersaré a los egipcios: El anuncio se repite en 30, 23 y 26. Los cuarenta años, podrían tal vez coincidir con el fin de los setenta que Israel pasó en Babilonia. O se trata quizá de un período de prueba, que en la Biblia se indica muchas veces con ese número, como aún lo vemos en la cuaresma.

[8846] 14. Patros o Fatures: la parte sur de Egipto, la región de Tebas.

[8847] 15. Con la invasión de Nabucodonosor, Egipto perdió su independencia sin poder recobrarla, porque a los babilonios siguieron los persas; a estos, Alejandro Magno y los Ptolomeos, y luego los romanos, etc.

[8848] 18. Al sitiar a Tiro, Nabucodonosor obró como instrumento de Dios, perdiendo allí mucha gente y sufriendo muchos daños en los trece años que duró el asedio, por lo cual Dios le recompensó con el botín de Egipto. Cf. 30, 24 ss.

[8849] 21. En aquel día haré crecer un cuerno: El cuerno es símbolo del poder. Final análogo al de 28, 25 s., que se refiere a la restauración de Israel.

[8850] 3. El día de Yahvé: el juicio, el castigo de Dios. Véase Salmo 117, 24 y nota; Isaías 2, 12; 13, 9; Joel 1, 15; Amós 5, 18; Joel 1, 7 y 14 s.; etc. El tiempo de los gentiles: es la expresión usada por Jesús en Lucas 21, 24 (cf. Romanos 11, 25). “Es el tiempo en que Dios se propone hacer estallar su cólera contra todo el mundo pagano” (Fillion). Véase 26, 1 y nota. Los Setenta vierten: el fin de los gentiles o, lo que es lo mismo, el fin de las naciones. Algunos autores observan que ese tiempo de las naciones, cuyo fin se anuncia aquí es el que va a comenzar precisamente con lo que Ezequiel y Jeremías han venido anunciando, esto es, la caída de Judá y Jerusalén (última parte de Israel que quedaba libre) bajo el dominio pagano de Babilonia (cf. II Paralipómenos 36, 17 ss.). No puede negarse que en ese mismo capítulo (II Paralipómenos 36, 21-23) se recuerda el anuncio de Jeremías sobre la liberación de Israel al cabo de 70 años, y se narra el cumplimiento de ese anuncio. Pero no es menos cierto que en esta precaria repatriación, a pesar de la buena voluntad de Ciro (Esdras 1, 1 ss.) y de Artajerjes (Esdras 7, 12 ss.) los judíos siguieron siendo esclavos (Nehemías 9, 36 ss. y notas) y suplicando a Dios por su liberación (Eclesiástico 36, 1 ss.). Lejos de tener las naciones a sus pies (cf. 36, 36 ss.; Tobías 13, 11 ss.; Isaías 49, 22 ss.; 55, 5; 60, 3 ss.; 61, 5, etc.), Jerusalén estuvo siempre más o menos “pisoteada por gentiles”, según la expresión que el Señor usa también en el recordado texto (Lucas 21, 24), con todo lo cual se cumplen las sanciones que Dios le tenía anunciadas por su infidelidad. Véase Deuteronomio 28, 25, 36, 46 ss. y nota. El “tiempo de los gentiles” está anunciado principalmente en la gran profecía de Daniel que, al interpretar el sueño de Nabucodonosor sobre la estatua, como una sucesión de las dominaciones que se iniciarían con aquel mismo rey (Daniel 2, 29 ss), dejó uno de los monumentos más grandes con que cuenta la humanidad para la interpretación de la historia. Es de notar que la profecía de Ezequiel parece injertarse en la de Daniel, en cuanto estos reinos menores, desde Ammón, Moab e Idumea, hasta Tiro, Egipto y Asiria (Ezequiel capítulos 25-32) vienen a caer todos bajo el dominio del Imperio caldeo o babilónico, con el cual se inicia, como cabeza de oro, la soberbia estatua de Daniel.

[8851] 5. Texto y nombres inseguros. Etíopes, libios, lidios, en hebreo: Cus, Put, Lud, son los aliados de Egipto. La turba de gentes. Otros: la mescolanza de pueblos, es decir, todos los demás mercenarios del Faraón. Cub es desconocido. Los otros aliados: La Vulgata vierte: los hijos de la tierra de la alianza, lo que parece referirse a Palestina, si tomamos en cuenta la lección de los Setenta, que dicen: de mi alianza. Se trataría en tal caso de los judíos refugiados en Egipto según Jeremías capítulo 42 ss. Según otros, aquí no se trata sino de esos países gentiles aliados de Egipto, que caerán junto con los demás. Cf. versículo 3 y nota.

[8852] 12. La vida y la prosperidad de Egipto depende únicamente del Nilo, de modo que la falta de agua fluvial causa inmediatamente la ruina del país. Hombres feroces: los babilonios, en cuyas manos será entregado Egipto.

[8853] 13 ss. Enumeración de ciudades egipcias. Menfis (en hebreo Nol), situada al sur de la actual capital, sede del culto de Apis. Patros (versículo 14): cf. 29, 14. Tanis, en hebreo Zoan (Vulgata: Tafnis): ciudad del delta, al norte de El Cairo. No: ciudad del alto Egipto, que en la historia lleva el nombre de Tebas. Allí estaba el templo de Amón. La Vulgata la identifica con Alejandría. Sin (versículo 15): Pelusio (como traduce la Vulgata), ciudad lindante con Palestina. On, más tarde llamada Heliópolis, en las cercanías de El Cairo, célebre por el templo del Sol y los obeliscos que representaban los rayos del sol. Uno de ellos está hoy día en Roma en la plaza de San Pedro y da testimonio del Sol invictus. Bubaste, donde estaba un santuario dedicado a la diosa Bast, la cual era representada con cabeza de gato.

[8854] 20. Este oráculo se refiere al rey Hofra de Egipto (cf. 29, 3 Y nota; Jeremías 37, 6 s.) que en su tentativa de libertar a Jerusalén fue derrotado por Nabucodonosor (587 a. C.).

[8855] 26. Desparramaré a los egipcios: Véase 29, 12 ss. y nota. Será la consecuencia de lo que el profeta anuncia en versículo 24 s.

[8856] 3. Mira a Asur: La caída de Egipto será semejante a la de Asur (Asiria), de cuya destrucción, acaecida 20 años antes, todos se acordaban todavía. Era un cedro del Líbano: “Los exégetas se dividen, creyendo unos que el cedro simboliza el imperio asirlo, cuya ruina será finura de la de Egipto, y opinando otros que en el oráculo de Ezequiel no entra para nada Asiria y si solo el Faraón y Egipto. Así parece deducirse de varios versículos del capítulo” (Bover-Cantera).

[8857] 4 ss. El profeta desarrolla el vaticinio en forma de una alegoría. Así como fue Asiria, es también Egipto parecido a un cedro (versículo 8), en cuanto a la altura y hermosura. Su país tiene también abundancia de aguas (versículo 4), y los pueblos vecinos se cobijan bajo sus alas; con todo, Dios lo entregará a otro más poderoso que él (versículo 11): al más poderoso entre las naciones (algunos traducen: al dios de las naciones), que es Nabucodonosor. La soberbia del gran árbol (v. 10) será causa de que Dios lo haga destruir (cf. Isaías 10, 33 s. y nota), por haberse atribuido la gloria de esa prosperidad que solo Él le había dado (versículo 9) poniéndolo junto a las corrientes de agua (versículo 7). Cf. Salmo 1, 3. También un día será humillado el mismo Nabucodonosor, como un árbol semejante a este (Daniel 4, 10 ss.).

[8858] 12. Extranjeros: los babilonios. Estos cortarán las ramas del cedro, libertando los pueblos sometidos a Egipto. Lo mismo dice el versículo siguiente.

[8859] 14. Para que ninguno... confíe en sí mismo. He aquí la médula de toda la doctrina del Antiguo Testamento, y también del Nuevo, como nos enseña el Magníficat de la Virgen: “dispersa a los que se engríen en los pensamientos de su corazón, baja del trono a los poderosos y ensalza a los pequeños” (Lucas 1, 51 y 52).

[8860] 15. Scheol: nombre hebreo de la morada de los muertos. Cf. Job 19, 25 y nota

[8861] 16. Se consolaron en lo profundo de la tierra todos los árboles del Edén, es decir, todos los poderosos del infierno. Allí los vencidos se consuelan mutuamente al ver la llegada del más poderoso.

[8862] 18. Esto sucederá al Faraón: Por aquí se ve que el oráculo se dirige contra Egipto y no contra Asiria, Véase nota 3.

[8863] 1. El año duodécimo, etc.: Año y medio después de la caída de Jerusalén, cuando el resto de los judíos se refugió en Egipto. Cf. Jeremías capítulo 43.

[8864] 2. Un cocodrilo: La Vulgata vierte: un dragón. Cf. 29, 3 y nota. Enturbiando las aguas: Alusión a las turbias aguas del Nilo, que simbolizan las turbas de los vasallos del Faraón, “la mezcla de los pueblos” (cf. 30, 5, nota).

[8865] 7 s. Señales anunciadas para el día del Señor y juicio de las naciones (cf. versículo 19 y nota). Véase Joel 2, 31; 3, 15; Amós 8, 9; Isaías 13, 10; Mateo 24, 29; Apocalipsis 6, 12 s.

[8866] 14. Las aguas serán claras y limpias como aceite, debido a que no habrá nadie que pueda enturbiarlas. Todo el país parecerá un desierto.

[8867] 16. Las hijas de las naciones: personificación de los demás pueblos.

[8868] 17 ss. Es decir, quince días después del versículo 1. Se describe la ruina de Egipto bajo la imagen del descenso a lo más profundo de la tierra, el infierno (scheol). Véase 31, 15 y nota.

[8869] 19. Acuéstate entre los incircuncisos: Cf. versículo 28-30. Hemos visto también esta expresión en 28, 10 y 31, 18, etc. No se trata ya de personas, sino de personajes simbólicos y representativos de las naciones gentiles, por lo cual parece aludir al mismo juicio mencionado en versículo 7 s. y nota.,

[8870] 21. Compárese este pasaje con Isaías 14, 9 s.

[8871] 22. El rey de Egipto será recibido por los reyes de Asur, Elam (versículo 24) y otros que asimismo descendieron a lo más profundo. Sobre Elam cf. Jeremías 49, 34 ss. y nota.

[8872] 23 s. Que fueron el terror, etc.: Parece señalar un destino singularmente terrible para los grandes crímenes y depredaciones de orden colectivo. Cf. Salmo 67, 31 y nota; Daniel 12, 2; Sabiduría 5, 2; Isaías 66, 24; Mateo 26, 64.

[8873] 26. Mósoc, Tubal, etc.: Véase 27, 13. Mósoc se identifica, para algunos, con los escitas, o con otro de los pueblos que viniendo del Cáucaso invadieron la Mesopotamia, Siria, Palestina y Egipto. En 38, 2 Ezequiel menciona estos pueblos como auxiliares de Gog y enemigos de Dios y de Israel en los últimos tiempos.

[8874] 29. Otras amenazas contra los idumeos se encuentran en 35, 2 ss.; Jeremías 49, 7 ss.; Amós 1, 11 s.; Joel 3, 19 y Abdías. Su odio contra el pueblo de Israel era proverbial.

[8875] 30. Los príncipes del Norte, es decir, los jefes de los pueblos que vivían al norte de los pueblos bíblicos. Cf. la nota 26. Todos los sidonios: Vulgata: todos los cazadores.

[8876] 31. Consuelo irónico, semejante al de 31, 16. Cf. Isaías 14, 10.

[8877] 1. En este capítulo, que tiene reminiscencias de varios anteriores, nos enteraremos de que se ha consumado la caída de Jerusalén (versículo 21). “Dios elige este momento doloroso, para proclamar por su profeta la futura resurrección de Israel. Desde la primera parte, esta dulce promesa había sonado de tiempo en tiempo (cf. 11, 17; 16, 60; 17, 22; 20, 37, etc.), pero en términos rápidos. Ahora va a ser largamente desarrollada en estos dieciséis capítulos” (Fillion).

[8878] 2. Un hombre de su territorio: La Vulgata dice: uno de los últimos. El profeta va a ser nuevamente constituido atalaya de su pueblo (versículo 7) como en el capítulo 3. Fillion explica esta nueva instalación en ese cargo porque “al principio de su ministerio Ezequiel solo había recibido sus poderes para anunciar desgracias (cf. 2, 3; 3, 11), en tanto que ahora solo tendrá que anunciar bendiciones al pueblo de Dios”.

[8879] 5. Después de haber tratado en tantos ejemplos la responsabilidad colectiva, el profeta vuelve a revelar como en el capítulo 18 (véase allí las notas), la doctrina de la salvación individual, que aún era posible dentro de la nación colectivamente infiel. Así, dice San Pablo, “conoce el Señor a los que son suyos” y los que son vasos de oro y plata, en medio de una casa grande que tiene otros de barro (II Timoteo 2, 19-21). Así muestra Jesús que se salvarán los elegidos, como por milagro, en medio de la apostasía final (Mateo 24, 24).

[8880] 7. Véase 3, 16 ss., donde se expresa el mismo concepto sobre la misión del atalaya, que consiste en transmitir las palabras recibidas de Dios. Idéntica es la misión fundamental que Jesús encomienda a la Jerarquía de su Iglesia —obispo, o epíscopo, también significa atalaya, cf. Hechos 20, 28—, cuando le manda predicar el Evangelio para que se salven los que crean a esa palabra divina (Marcos 16, 15 s.). Jesucristo, que vino a darnos vida eterna para glorificar al Padre (cf. versículo 11 y nota), agrega que esa vida consiste en el conocimiento del Padre y del Hijo, que Este nos comunicó por su palabra (Juan 17, 3), dando luego su sangre para ganarnos esa vida eterna, de modo que su palabra de verdad tuviese eficacia santificadora (Juan 17, 17 y 19). Él mismo envió después a sus discípulos para predicarla (Ibíd. 18). Nosotros no podemos ganar la vida eterna para nadie, sino es por los méritos de aquel Único que la ganó (cf. 4, 4 y nota). Pero podemos comunicar como Él, esa vida eterna, transmitiendo a otros esas palabras divinas con las cuales Él nos la comunicó (Juan 6, 63). Por eso Él mismo dijo que escuchar a sus discípulos es como escucharlo a Él (Lucas 10, 16), siempre, naturalmente, que digamos lo mismo que Él dijo, y no incurramos en las tremendas sanciones que Ezequiel fulmina contra los pastores que predican como divinas sus propias opiniones (cf. 13, 3 ss.) o que se apacientan a sí mismos (cf. 34, 1 ss.).

[8881] 8. Impío, tú morirás: San Jerónimo aplica esta sentencia a la muerte espiritual. Por su parte San Agustín agrega una nota sobre la falsa esperanza que dice por un lado: Dios es bueno y hará lo que deseamos; por el otro, empero, desmaya pensando: Estamos condenados, ¿por qué entonces esforzarnos? A aquellos exhorta la Escritura a no postergar la conversión; a estos les inspira confianza con la promesa de que se olvidará de sus pecados con tal que se conviertan de sus malos caminos.

[8882] 9. Si el impío no se convierte de su camino: Reiteración de 3, 19. En ambos pasajes, como en 2, 5, y en muchos otros (cf. Cantar de los Cantares 3, 5; Eclesiástico 20, 2 y notas) vemos que Dios quiere la adhesión libre de la voluntad, sin coacción que la obligue, es decir, deja aquí a los hombres, y aun al pueblo en general, que acepte o rechace el mandato de su profeta, no obstante tratarse de una nación esencialmente religiosa y teocrática. Es Él quien castigará luego, porque a Él toca la venganza (cf. Deuteronomio 32, 35; Hebreos 10, 30). Es esta una enseñanza importante en nuestro apostolado, para librarnos del celo indiscreto que, al ver la bondad de una cosa, quiere obligar a todos a aceptarla. Jesús confirmó fundamentalmente esta doctrina al enseñarnos, en la primera de las parábolas (Mateo 13, 1 ss.), que su palabra es semilla, cuyo fruto depende de la disposición propia del terreno, es decir, que hay que dejarla caer sin pretender forzar la tierra a que se abra para recibirla. Recordémoslo también cuando se trate de llevar las almas a los sacramentos, para evitar que una invitación demasiado apremiante pueda provocar en ellas una aquiescencia falta de sinceridad, sin tener viva esa planta de la fe que viene de la semilla, o sea de la predicación de la Palabra de Dios. Así lo confirma San Pablo en Romanos 10, 17 ss.; y esta es una de las cosas que hacen incomparablemente digno de amor el yugo divino, que Cristo llama “excelente” (cf. Mateo 11, 30 texto griego y nota): la libertad cristiana, que Él proclama, y con Él todos los apóstoles (Juan 8, 32 ss.; II Corintios 3, 17; Santiago 1, 25; 2, 12; Gálatas 2, 4; 4, 31; Romanos 8, 15; II Timoteo 1, 7; I Pedro 2, 16; Juan 4, 18, etc.); pues el culto forzado no podría ser “adoración en espíritu y en verdad” (cf. Juan 4, 23 s.), de modo que nosotros mismos seamos templo de Dios (I Corintios 3, 17), “con suavidad, en el Espíritu Santo y con amor no fingido” (II Corintios 6, 6). En 44, 7 reprende Dios la admisión de los gentiles al Templo. Esto nos muestra cuán celoso es Él cuando se trata de la santidad de su Casa. Véase la nota que pusimos al citado versículo.

[8883] 11. Nueva y preciosa revelación de la voluntad salvífica del Padre (véase 18, 21 ss. y notas). Jesús la reafirma expresamente en Juan 6, 39 s. Por eso la gloria qué Él quiere dar al Padre consiste en darnos a nosotros vida eterna (Juan 17, 2 y nota). Y entretanto, lo devora el celo por evitar que el pecador se pierda, por lo cual siente sobre Sí mismo, como si Él los hubiera cometido, los baldones con que el pecador labra su ruina al apartarse del Padre (Salmo 68, 6-10 y notas). “No te aflijas, decía un varón de Dios, por los santos que sufren sin que tú puedas evitarlo.” En efecto, ellos están en manos de Dios (Sabiduría 3, 1) y su prueba, llena de consuelos interiores que la sobrepujan (II Corintios 7, 4); es como si estuvieran realizando un negocio que les traerá una prosperidad inmensa, aunque para hacerlo hayan tenido que irse a un lejano desierto. Mucho más sería de temer por los que están muy prósperos si son impíos. “¡Ay de los que pierden el sufrimiento y abandonan las vías de Dios para ir por sendas torcidas!” (Eclesiástico 2, 16). Porque esos ya tienen “sus bienes” (Lucas 16, 25 y nota). De ahí que “no hay mayor prueba que la de no ser probado”, como dice San Agustín (cf. Salmo 80, 13 y nota). Pero aun en tales casos (como el de Santa Mónica, madre del mismo Agustín) ¡qué consuelo es el saber que todo depende en definitiva del Dios bueno, fuerte y sabio que no quiere la muerte del pecador! convertíos: Para los que estamos ahora, bajo la alianza nueva consumada en la sangre de Cristo (Lucas 22, 20), “convertirse es progresar en el conocimiento del Padre y de su Hijo Unigénito Jesucristo, para pasar de la vía iluminativa a la vía unitiva por el florecimiento en nosotros de los dones del Espíritu Santo. Tal es la feliz condición de los perfectos”. “Es perfecto el que elimina de sus afectos todo lo que impide al alma volverse totalmente hacia su Dios y Padre; es perfecto el que permanece adherido a Dios y pone en Él todas sus complacencias; es perfecto el que ya no vibra sino con los atractivos de la soberana Bondad” (Santo Tomás). 12. Véase 18, 21-27 y notas.

[8884] 17. Véase 18, 29.

[8885] 21 s. El Señor le había prohibido profetizar hasta que llegase este fugitivo de Jerusalén (24, 25 ss.). Por ese motivo desde entonces no recibió profecías para sus compatriotas (cf. versículo 1 y 2 y notas) hasta este histórico momento en que se cumple todo lo que Dios ha venido mostrándole. Véase 8, 1 ss. y nota.

[8886] 24 ss. Los versículo 24-29 nos muestran que nada había que esperar de los que quedaron en Palentina, aferrándose a la tierra y pretendiendo que solo por ser muchos, obtendrían la posesión definitiva de aquella tierra en la que el mismo Abrahán, como dice San Pablo, no obstante ser el heredero de la promesa, solamente “peregrinó como en tierra ajena, morando en cabañas, como Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene los fundamentos y cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11, 9 s.). Estos vanos y descastados hijos de Abrahán (cf. Mateo 3, 9; Juan 8, 33 ss.) pretenden aquí obtener el cumplimiento de esa promesa no obstante sus iniquidades, sin comprender que el perdón no significa aprobación del delito y que, por lo tanto, presupone la contrición, como Dios acaba de decirlo (versículo 13). En vez de ese cumplimiento, el Señor les anuncia todo lo contrario (véase Oseas 9, 17 y nota). Ello no obsta a que el profeta renueve la promesa en los capítulos siguientes (cf. versículo 1 y nota), cuyo cumplimiento, en definitiva, será siempre obra de la pura misericordia de Yahvé, y nunca del merecimiento de su pueblo, según vimos en Jeremías 30, 13 y nota. Cf. Romanos 11, 5.

[8887] 30 ss. En el pasaje precedente vimos lo relativo a los judíos que habían quedado en Palestina. Aquí se trata de los que forman el auditorio de Ezequiel en Babilonia. Parece que estuvieran mejor dispuestos, pero, como vemos, todo es apariencia, según lo que ya había dicho Isaías 29, 13 y recordó el Señor Jesús en Mateo 15, 8. Hay aquí un cuadro de elocuente aplicación a los que, en todos los tiempos y países, siguen a los predicadores de moda, como quien va al teatro. Tal rebaño se mostraba en verdad digno de tener pastores como los que vemos en el capítulo siguiente.

[8888] 1 ss. Ultima increpación del profeta contra los que eran cabeza del pueblo, en lo religioso y también en lo civil (cf. Jeremías 2, 8), a quienes muy luego pondrá en contraste con el anuncio del gran Pastor y Rey Jesucristo (versículo 11 ss.). Véase 13, 1 ss.; Jeremías 23, 1-8, etc. Se apacientan a sí mismos (versículo 2): fórmula sangrienta de elocuente ironía, repetida en el versículo 8 (cf. Juan 10, 13). San Judas Tadeo la repite en su breve Epístola (Judas 12), para aquellos de los últimos tiempos contra quienes vendrá el Señor a juicio “entre millares de sus santos” (Judas 14 s.). Véase la parábola del pastor insensato en Zacarías 11, 15 ss. y la nota a Juan 21, 15 ss. La acusación de esquilmo abarca las tres cosas aprovechables de la oveja: la leche, la lana y la carne (versículo 3).

[8889] 4. Notemos cómo aparece, a través del reproche a los mercenarios y prepotentes, el Corazón del Pastor Bueno, que anticipa aquí su Evangelio, señalando como preferidas a las débiles, las enfermas, las heridas, las extraviadas y las perdidas (Mateo 9, 13; 11, 28; 18, 12 ss.; Lucas 15, 14 ss.; Juan 10, 10, etc.). Así lo confirma expresamente el versículo 16. Como muy profundamente observa Monseñor Sheen, en otras religiones es necesario ser bueno para acercarse a Dios, pero en la de Cristo sucede a la inversa, porque Él busca a los malos, y porque estos en vano pretenderían dejar de serlo sin recurrir antes al único Médico, al que nos lava... ¡hasta los pies! (Juan 13, 1 ss.). Véase versículo 16 y nota; I Pedro 5, 2 s.; II Corintios 1, 23.

[8890] 5 s. Así lo dijo en III Reyes 22, 17: Por su parte, Jesús lo reiteró en Mateo 9, 36 con respecto a los judíos de su tiempo. Y también lo repitió al final (Mateo 26, 31; Marcos 14, 27) citando a Zacarías 13, 7, con respecto a los discípulos suyos, para cuando Él les fuera quitado.

[8891] 10. Demandaré mis ovejas de su mano, para entregarlas al nuevo David, como se ve más adelante, en el versículo 23. Se cierne ya la figura del Buen Pastor que tendrá su cumplimiento en Cristo (Juan capítulo 10).

[8892] 11 ss. “El Señor se pone ante todo a la búsqueda de sus ovejas (versículo 11); luego las liberta en todos los lugares donde estaban dispersas (versículo 12; cf. 37, 21 y nota); en seguida las conduce al propio país de ellas (versículo 13) y las apacienta en las montañas de Israel (versículo 14-15)”. Cf. Isaías 40, 11; Jeremías 31, 10; Miqueas 2, 12 s.

[8893] 16 ss. Las gordas y fuertes las destruiré: La Vulgata dice al revés: las guardaré. El hebreo coincide con el contexto, especialmente con los versículo 17 y 20, y con lo que vimos en el versículo 4 y nota. El versículo 17 habla, además, de distinguir entre carneros y machos cabríos, expresión semejante a la que usa Jesús en Mateo 25, 32 s. al hablar del juicio universal: “El separará a los hombres, unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos.” Véase Zacarías 10, 3 y nota.

[8894] 18. Se refiere a la conducta de los ricos y avaros que lo que les sobraba no lo daban a los pobres; y también a los que no reparten el tesoro de la buena doctrina que les ha sido confiado, y a los que lo enturbian deformándolo con sus propias ideas (cf. 13, 7; Colosenses 2, 8 y notas). Véase el ¡ay! del Señor sobre los que a otros cierran el cielo (Mateo 23, 13 y nota).

[8895] 23 s. Un solo pastor: Es lo que anunció Jesús en la parábola del Buen Pastor: “Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco. A esas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.” (Juan 10, 16 y nota.) David es figura del gran Rey futuro, prometido a Israel, el Mesías, que será también su Pastor y Salvador. Véase 37, 24 s.; II Reyes 7, 12 ss.; Isaías 9, 6; 11, 1; Jeremías 23, 5; 30, 9; 33, 15; Oseas 3, 5; Amós 9, 11; Miqueas 5, 2 y notas. Cf. Lucas 1, 32 s.; I Corintios 15, 23; Hebreos 2, 8; 13, 20, etc. Crampón hace notar que “la unidad primitiva de Israel y de la realeza será restablecida: compárese 37, 22”.

[8896] 25. Es muy de notar que a esa nueva alianza con Judá e Israel se refiera especialmente San Pablo Hebreos 8, 8 ss.), citando a Jeremías 31, 31 ss., para convencerlos de que el Mediador de esa nueva alianza es Jesucristo mediante su Sangre (Hebreos 12, 24), pues tampoco la antigua alianza o Testamento había sido sin la sangre de los becerros, que se llamaba “sangre de la alianza” (Hebreos 9, 18 ss.), por lo cual fue necesario que Jesús muriera (ibíd. 16 s.; cf. Lucas 24, 44 ss.), y a tal efecto padeció fuera de la puerta de la ciudad, donde se quemaban los cuerpos de las víctimas antiguas, para santificar al pueblo con su Sangre (Hebreos 13, 11 s.); después de lo cual Dios lo resucitará (cf. 37, 24 y nota) también para Israel, porque Cristo fue ministro de la circuncisión para cumplir las promesas hechas a los padres por el Dios veraz (Romanos 15, 8; cf. 45, 22 y nota). De ahí que San Pablo aluda expresamente a este versículo sobre la alianza de paz, y a todo este capítulo sobre el Pastor fiel, cuando anuncia a los hebreos esa resurrección de Cristo, diciéndoles, como final de su Epístola: “El Dios de la paz, que resucitó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, Jesucristo, Señor nuestro, por la sangre de la eterna Alianza, os haga aptos para todo bien, a fin de que hagáis su voluntad. Él obre en vosotros por Jesucristo lo que sea agradable a sus ojos. A Él sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13, 20 s.).

[8897] 26 ss. De mi monte: “La colina de Sión, punto de partida y centro de la nueva teocracia que el Mesías debía fundar. Cf. Salmo 2, 6; 109, 2; Joel 2, 32, etc.” (Fillion). Después de señalar el “cuadro idílico de la edad de oro inaugurada por el Mesías, donde en todas partes reina la prosperidad y la paz” (versículo 27), el mismo autor comenta “la perpetuidad de este estado próspero” (versículo 28); la fertilidad del país, que (versículo 29) “no tendrá que temer, como la Palestina de antes, hambrunas periódicas, cf. 36, 29-30; Jeremías 14, 1-6, etc.”, ni tampoco “los reproches que los gentiles dirigían a los judíos cuando estos eran castigados por el Señor y en apariencia abandonados por Él (cf. versículo 14; 22, 4, etc.)”, y señala (versículo 30) que “el pueblo de Dios sentirá que la unión más perfecta existirá entre él y Yahvé”. Cf. 40, 2 y nota.

[8898] 29. Una vegetación magnífica: Otros: una prole de renombre. Los Setenta: pimpollo de paz, lo que parece aludir a Isaías 11, 1; Jeremías 23, 5 etc. Vugata: pimpollo de renombre.

[8899] 2. La montaña de Seír, o monte de Esaú (Abdías 21) o Duma (Isaías 21, 11): el país de los idumeos (Génesis 32, 3; Deuteronomio 2, 5), al sur de Palestina. Cf. 25, 12 ss. Sorprende este capítulo añadido aquí, entre las promesas de prosperidad para Israel (cf. 33, 1 y nota), habiendo terminado en el capítulo 32 la serie de anuncios contra las naciones enemigas de Israel. La excepción se debe a que Idumea es el país de Esaú, eterno enemigo de Jacob (cf. versículo 5) desde la bendición recibida por este (Génesis 27, 41) y aún más desde antes de su nacimiento, por el misterio de la elección divina, como lo indica San Pablo (Romanos 9, 10 ss.; Hebreos 12, 16; Génesis 25, 23; Malaquías 1, 2). El hecho es que el misterio de Idumea ocupa toda la profecía de Abdías, casi un capítulo de Jeremías (Jeremías 49, 7-22), y que Isaías elige también a Edom como símbolo de las naciones gentiles por oposición a Israel (Isaías 34, 1 ss. y notas) y especialmente en el día de la venganza, cuando el Salvador aparece con la vestidura teñida en sangre, no con la Suya propia, sino con la de sus enemigos de Bosra, ciudad idumea (Isaías 63, 1-6 y notas), y tal como se presenta en Apocalipsis 19, 13 ss. Crampón interpreta aquí que “para que el nuevo pueblo pueda tomar posesión del país de Judá, es menester desalojar a los enemigos invasores de su territorio, y singularmente a los idumeos”. Esto coincide con la célebre profecía mesiánica de Balaam: “La Idumea será posesión suya” (Números 24, 18). Cf. 36, 5; otras profecías sobre Idumea pueden verse en Salmo 107, 10; Isaías 11, 14; Jeremías 25, 21; Daniel 11, 41; Joel 3, 19; Amós 1, 11, etc. Cf. 32, 29.

[8900] 5. Idumea se ha comportado siempre como una hermana envidiosa (versículo 11), según lo testifica la historia del pueblo israelita (Génesis 25, 22; 27, 41; Números 20, 14 ss.; IV Reyes 8, 20 ss., etc.). Los idumeos mostraron su odio ante todo en la destrucción de Jerusalén (25, 12 ss.; Salmo 136, 7; Lamentaciones 4, 21; Abdías 11-14) y serán los primeros en el castigo. Cf. Salmo 75, 11; Isaías 63, 1; Habacuc 3, 3 y notas.

[8901] 6. La sangre te perseguirá, la sangre de tu hermano Israel. Cf. I Macabeos 4, 15; 5, 3. Otros traducen: Por no haber odiado la sangre te haré sangre (palabra que en hebreo se asemeja a Edom que significa rojo).

[8902] 10. Alusión a la pretendida primogenitura de Esaú, padre de los idumeos, porque el primogénito recibió doble porción de la heredad paterna. Los idumeos, con tal pretensión y con su fama de sabiduría (Jeremías 49, 7) y de fuerza, eran muy altivos (Jeremías 49, 14 ss.).

[8903] 12. El honor de Dios, protector de Israel, se siente aquí herido en su cuerda más sensible al oír decir que su pueblo está abandonado, como si Él pudiese olvidar alguna vez su amor y sus pactos, no obstante la ingratitud de Israel. Cf. Romanos 11, 27 ss.

[8904] 14 s. Edom se habla alegrado al enterarse de la ruina del pueblo de Dios. Es la ley del talión aplicada aquí a la patria del infame Doeg, cómplice de Saúl (I Reyes 22, 18). Cf. Salmo 136, 7.

[8905] 1 ss. Crampón y otros autores distinguen, en lo que sigue de esta profecía, un proceso de restauración que abarca sucesivamente varios aspectos: a) la tierra (36, 1-15); b) el pueblo (36, 15-37, 28); c) la eliminación de los enemigos (capítulos 38 y 39); d) el templo y lo relativo a él (capítulos 40-47) y e) la nueva división de Palestina entre las doce tribus (capítulo 48).

[8906] 2. Los collados eternos; o sea, los montes antiguos. Algunos toman estas palabras como dichas irónicamente por los enemigos de Israel los cuales querrían con ello mostrar que habían fallado los pactos de Dios que prometiera esas tierras a su pueblo. Sin perjuicio de esto, más bien parece que el sentido de esta expresión es semejante al de Génesis 49, 26 y Deuteronomio 33, 15 (véase las notas respectivas). Nácar-Colunga traduce de un modo muy diferente: “ruinas perpetuas”.

[8907] 5. Contra las otras naciones y contra la Idumea entera: Reitera la distinción hecha entre aquellas y esta (cf. 35, 2 y nota). Mis celos: el amor desbordante de Dios obra aquí celosamente como en 38, 19, etc., contra los enemigos que asuelan y humillan a su elegida Israel, así como otras veces castiga también a este mismo pueblo con la venganza propia del amor cuando es definitivamente despreciado. Cf. 5, 13 y nota.

[8908] 7. He alzado mi mano: en señal de juramento.

[8909] 10. La casa de Israel toda entera: es decir, las doce tribus reunidas (cf. 37, 16 ss.). Fillion hace notar que “de todo este pasaje, como de los que se le asemejan, sea en el libro de Ezequiel, sea en los otros escritos proféticos, hay que decir que después del fin del cautiverio solo tuvieron un principio de realización, teniendo un alcance mucho más largo que aquel porvenir inmediato”. Cf. Eclesiástico 36, 1 ss.; Esdras 2, 63; Números 9, 36 ss. y notas.

[8910] 13. Alusión a Números 13, 33, donde los exploradores enviados por Moisés desacreditaron la tierra prometida diciendo que ella se tragaba a sus habitantes. En el versículo 14 habla en singular, dirigiéndose a la tierra en lugar de los montes: No perderás más tu población (versículo 15): Se refiere a lo que expresa más adelante en el versículo 24. Cf. 37, 12 y 21.

[8911] 21 s. Por amor a mi santo Nombre: Sobre el alcance de esta expresión véase Éxodo 33, 19 y nota. Ni la vuelta de Babilonia, ni la restauración final serán mérito de Israel, sino obra de la pura misericordia del paternal Corazón divino, que cifra en ello su honor, en vez de ponerlo, como los hombres, en la venganza (cf. 33, 24 ss. y nota). Cuando el Señor repite así con insistencia una cosa como esta, poniendo en juego su Santo Nombre —que en la Biblia significa el contenido esencial de una persona (cf. Mateo 1, 21) — hemos de hacerle el honor de creer que no está diciendo una vaciedad, sino que quiere comunicarnos amorosamente una gran luz de vida. El Nombre suyo que Dios quiere aquí honrar, es el nombre de Padre, porque tal es, como observa el P. Joüon, el Nombre que Yahvé nos revela en el Evangelio, por medio de Jesús: “Yo les di a conocer tu Nombre” (Juan 17, 6 y 26), es decir, tu nombre de Padre. Pues bien, como Padre, Dios trata aquí a Israel como se debe tratar a un hijo: le anuncia el perdón y la misericordia que tendrá con él, para que no caiga en la desesperación (cf. Lucas 15, 20 y nota). Pero, como los hijos son muy inclinados a infatuarse ante las bondades paternas, creyendo que las merecen, el Padre se apresura a prevenir, y con toda insistencia, puesto que ya lo había hecho, sin ser escuchado, por medio de Moisés, en un pasaje admirable (Deuteronomio 8, 12 ss.), que la causa de ese amor y de esa bondad no esta en el amado, sino en el que ama (cf. Cantar de los Cantares 2, 10 y nota). ¡Qué lección para los padres, como educadores; y para los hijos educandos!

[8912] 23. Véase 37, 28; 38, 16; 39, 29; Salmo 101, 16 s. y notas.

[8913] 26. Véase 11, 19 s. y nota. El Catecismo Romano (IV, 14, 9) cita estas palabras de Dios a Israel, para explicar que la verdadera penitencia consiste en el dolor de corazón, y dice: “Viéndose David afligido por tales remordimientos, se movía a pedir el perdón de sus pecados. Y por tanto propondrán los párrocos a los fíeles, así el ejemplo del dolor de David, como la causa de su conducta, valiéndose del Salmo 50, para que a imitación de este profeta queden bien instruidos, tanto respecto de la naturaleza del dolor, esto es, de la verdadera penitencia, como en lo relativo a la esperanza del perdón.” Cuántas utilidades acarrea este modo de enseñar, a saber, que por los pecados mismos aprendamos a dolernos de ellos, lo declaran aquellas palabras de Dios por Jeremías, quien exhortando a penitencia al pueblo de Israel, le amonestaba que mirase bien los males que se siguen al pecado: “Mira, dice, cuán malo y cuán amargo es haber tú desamparado a tu Dios y Señor, y no hallarse temor de Mí en ti, dice el Señor Dios de los ejércitos” (Jeremías 2, 19). Y de los que carecen de este necesario reconocimiento y sentimiento de dolor, se dice en los profetas Isaías (46, 12), Ezequiel (36, 26) y Zacarías (7, 12) que “tienen corazón duro, de piedra y diamante”. La Liturgia utiliza este pasaje en el bautismo de adultos (cf. versículo 25), y San Ambrosio en su oración de preparación a la Misa (fragmento para la feria 5ª).

[8914] 27. Sobre este versículo y los que siguen hasta el fin del capítulo transcribimos, en su mayor parte, las explicaciones de Fillion, que sintetizan brevemente su contenido. Mi Espíritu: “Es como un nuevo principio vital que penetrará en ellos y les hará realizar obras dignas del Señor. Cf. Isaías 32, 15; Joel 2, 28; Zacarías 4, 6, etc.”

[8915] 28. Y habitaréis, etc.: Volveréis a encontrar, gracias a vuestra obediencia, lo que la rebelión os ha quitado. Cf. 28, 25; 37, 25. Y vosotros seréis el pueblo mío: Unión eterna y estrechísima entre Yahvé e Israel. Cf. 34, 30; Levítico 26, 11; Jeremías 7, 23.

[8916] 29. “La nueva nación teocrática será santa y no cometerá los crímenes de la antigua Israel. Haré venir el trigo: A la prosperidad moral corresponderá la prosperidad material.” (Cf. 34, 27 y 29; Jeremías 31, 12 etc.)

[8917] 31. Os acordaréis: Véase 6, 9; 16, 61-63. Tendréis asco: La Vulgata vierte: os serán amargos.

[8918] 33 ss. “Dios colmará de mil bendiciones a su pueblo así transformado. Es un desarrollo de los versículos 29-30. El día en que Yo os purificare: Como más arriba (versículo 25 ss.), el restablecimiento de los judíos en Palestina es presentado como una consecuencia del perdón que Dios les habrá acordado generosamente.” No parece viable suponer que todas esas promesas se dirigiesen a la Iglesia que formamos los gentiles, puesto que esta surgió con bendiciones propias y de un orden superior, como Cuerpo místico de Cristo, cuyo misterio, dicen los apóstoles, estuvo escondido por todos los siglos (Efesios 3, 9; Colosenses 1, 26; Romanos 16, 25; I Pedro 1, 20), Por otra parte, el nacimiento de la Iglesia, lejos de coincidir con una purificación de Israel (versículo 31), ni con una reintegración de la nación judía como esposa de Yahvé, adúltera y perdonada por Él según los anuncios de los profetas (cf. Isaías 54, 1; 62, 4; 27, 2 y notas), significó, al contrario, el abandono de Israel, de la cual nos dice San Pablo que su caída vino a ser la riqueza de los gentiles, agregando que no cayó para siempre, y anunciando su reintegración y su plenitud como algo muy grandioso (véase Romanos 11, 11-15). Además de muchos otros pasajes concordantes (como por ejemplo Jeremías 30, 3 y las notas coincidentes de Páramo, Réboli, etc.), no sería posible sin violencia aplicar a la santa Iglesia expresiones como las de los versículos 29-32. Tampoco hay que olvidar que en el actual período de pruebas, en que la cizaña estará siempre mezclada con el trigo (cf. Mateo 13, 24 y nota), los discípulos de Cristo, lejos de tener prometidas tales prosperidades, deberán al contrario ser perseguidos como lo fue el divino Maestro, y aun al final se hallará la Iglesia Esposa de Cristo frente a la apostasía (II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Mateo 24, 24; Lucas 18, 8 y nota, etc.), antes que termine “este siglo malo” (Gálatas 1, 4) y lleguen las ansiadas Bodas con el Esposo celestial (Apocalipsis 19, 7-9 ss.; I Tesalonicenses 4, 16 ss. etc.). Cf. 12, 24 y nota.

[8919] 37. Aun esto conseguirá la casa de Israel: Cuando Israel estaba manchado de crímenes. Dios rehusaba dejarse consultar por él y responderle (cf. 14, 3-4; 20, 3); en adelante, Él responderá paternalmente a sus consultas. Otra versión del primer hemistiquio: “Aún tengo que ser rogado acerca de esto”, como si aludiese a alguna calamidad aún futura, de la cual Israel hubiese de ser librado en su extrema aflicción (cf. capítulos 38 y 39). Los aumentaré: Cf. versículos 10, II, 23; Jeremías 31, 27; Oseas 1, 10, etc.

[8920] 1. La mano de Yahvé: Esta es la expresión que, como observa un autor, usa el texto hebreo en los siete períodos más culminantes de Ezequiel (1, 3; 3, 14 y 22; 8, 1; 33, 22; 37, 1 y 40, 1). En las secciones secundarias el hebreo usa la expresión la palabra de Yahvé (cf. 38, 1, etc.). Efectivamente, este capítulo es, al decir de San Jerónimo, una de las páginas que más celebradas fueron en la Iglesia. Nácar-Colunga lo llama “estupenda visión que representa la resurrección nacional de Israel y a la vez la edad mesiánica”. Se compone de dos revelaciones distintas: una visión (versículo 1-34) y una acción simbólica (versículo 15-28), que tienen por objeto predecir que la nación teocrática, tan humillada entonces debía ser restablecida con un nuevo esplendor. Este oráculo pertenece a la misma época que los precedentes, no siendo sino un desarrollo de estos.

[8921] 9. Profetiza al espíritu; es decir, llama al Espíritu de Dios, que da la vida. Estas palabras de maravillosa grandeza se refieren en primer lugar a la restauración de Israel, mas nos dan también una idea de la resurrección de los muertos. Cf. Isaías 26, 19. Sopla: Es la misma acción por la cual el Creador dio vida al primer hombre (Génesis 2, 7; cf. Job 27, 3 y nota).

[8922] 11 ss. Ezequiel consuela aquí a los judíos que durante el cautiverio se habían entregado a una completa desesperación y rehusaban creer en las promesas consoladoras que Dios les dirigía por sus profetas. Siendo los huesos secos figura del pueblo de Israel, las sepulturas (versículo 12 y 13) simbolizan los lugares de su destierro (cf. y. 23 y nota).

[8923] 14. Viviréis: Fillion anota que no se trata directamente del dogma de la resurrección de la carne, pero es claro que tal dogma está aquí implícito porque —agrega— “como dice muy bien un exégeta protestante, ese símbolo no podía tener valor sino para los que estaban familiarizados con la idea expresada en él”. Vacant comenta así este misterio en el Dictionnaire de la Bible de Vigouroux: “La muerte en los profetas continúa siendo mirada como un castigo y un objeto de terror. Todas las almas bajan al scheol, pero no ya todas tienen allí la misma suerte; hay en esa prisión partes más profundas, donde están sumergidos los enemigos de Dios (Isaías 14, 15). El reinado del Mesías es anunciado en términos magníficos y consoladores. Dios vendrá hacia su pueblo. Juzgará a todas las naciones. Traerá la salvación para siempre. No se conocerá más imperfecciones ni sufrimientos. Dios recogerá a sus servidores, los hijos de Israel, de en medio de los pueblos extranjeros. Él restablecerá a Jerusalén; hará con Israel una nueva alianza; pondrá en Israel su espíritu; lo colmará de bienes por la eternidad. Oseas (6, 3), Isaías (26, 19-21) y Ezequiel (37, 1-14), predicen o describen la resurrección de los hijos de Jacob que Dios arrancará del scheol. Daniel (12, 1-3) anuncia la resurrección de la carne y la vida eterna de los santos en el día de la salvación.” Y os daré reposo: San Agustín, siguiendo a otros Padres, señala este “sabatismo” (Hebreos 4, 8 s.) diciendo: El pueblo de Israel debía “sabatizar” (Éxodo 16, 30) descansando después de sus días de trabajo, y lo mismo la tierra cada siete años (Éxodo 23, 10; Levítico 25, 1 ss.; Deuteronomio 15, 1 ss.) en memoria del día séptimo en que Yahvé descansó después de la Creación (Génesis 2, 2). Así también ven los Padres el plan de Dios para el cual “mil años son como un día” (Salmo 89, 4; II Pedro 3, 8) y algunos hacen notar que pasaron dos mil años desde Adán hasta Abrahán, fundador de Israel, y que dos mil años duró también la vida de aquel pueblo escogido hasta la primera venida del Mesías; por lo cual, dicen, es lógico pensar que otros dos mil años transcurran “en la actual dispensación de la Iglesia” (San Bernardo) hasta que Israel vuelva a su Dios (cf. Cantar de los Cantares 3, 4 y nota; Oseas 6, 3). Según observa Schuster-Holzammer, esta profecía “se cumplirá en toda su amplitud al fin de los tiempos”, cuando haya un solo pastor y un solo rebaño. Cf. 34, 23 ss.; Romanos 11, 25 s.; Juan 10, 16. Vemos así la importancia que para los cristianos tiene el Antiguo Testamento, al que están vinculados indisolublemente los misterios de nuestra Religión, tanto pasados como futuros (“nova et vetera” dice Jesús en Mateo 13, 52), de los cuales nos recuerda San Pedro que hablaron y escrutaron los profetas antiguos, y les fue revelado, no para ellos sino para nosotros (I Pedro 1, 10-12). Si un argentino quiere saber la historia de su pueblo muchos siglos atrás, tiene que conocer la historia de España, sin la cual no existiría su patria. Con mucho mayor razón necesita un cristiano estudiar el Antiguo Testamento, en el cual se esconde el Nuevo, según la célebre expresión de San Agustín, quien agrega: “debéis entender de modo que las cosas que se leen en el Antiguo Testamento sepáis exponerlas a la luz del Nuevo”.

[8924] 16 ss. “La escisión del reino de David fue una gran calamidad para el pueblo de Dios; la restauración aquí prometida traerá la reunión de Israel y de Judá, bajo el cetro del descendiente de David, el Mesías” (Nácar-Colunga). Cf. Isaías 11, 16; Jeremías 3, 15; Oseas 1, 11, etc. Para Judá: Judá es el reino del Sur, con capital en Jerusalén, formado principalmente por la tribu de Judá y también por los hijos de Israel unidos a él; esto es, las tribus de Benjamín y Leví y restos de la extinguida tribu de Simeón (cf. II Paralipómenos 11, 12-16; 15, 9; 30, 11-16). Este reino es el que había caído en el cautiverio de Babilonia, donde se hallaba Ezequiel. Para José el báculo de Efraím y para toda la casa de Israel que le está unida, Este es el reino del Norte, con capital en Samaria, que había sido ya antes llevado a Asiria, de donde nunca volvió, y estaba formado por todo el resto de las doce tribus. Este anuncio de la reunión de las doce tribus puede leerse también en 16, 53; 20, 40 ss.; 39, 25; Isaías 27, 13; Jeremías 3, 18; 31, 1 y 31 ss. (citados en Hebreos 8, 8 ss.); 33, 14 ss.; Zacarías 8, 13; 10, 6 ss., etc. Cf. Esdras 1, 2; Nehemías 9, 37 s. y notas.

[8925] 19. En mi mano: La Vulgata dice: en su mano, es decir, en la mano de Judá. Los Setenta dicen expresamente: en la mano de Judá. Judá tendrá la hegemonía como la tuvo antes, pues el nuevo Rey, hijo de David, descenderá de Judá (Lucas 1, 32 s.).

[8926] 23. De todos los lugares: Cf. Salmo 106, 2 y 3 y notas. Algunos proponen apartarse del hebreo y del latín, y leer rebeliones (meshubot) en vez de lugares o habitaciones (moshebot); otros refieren esos lugares a las provincias de la misma Palestina donde en otro tiempo había idolatrado Israel. Si atendemos al contexto, el sentido se aclara por las palabras del mismo profeta en el versículo 21, tantas veces reiteradas en 11, 17; 20, 23 y 41; 28, 25; 34, 13; 36, 24; 38, 8; 39, 27, etc. y coincidentes con Isaías 11, 12; Jeremías 30, 3, etc. y con lo que otros observan sobre la expresión “toda la familia de Israel” (cf. 36, 10 y nota), a la cual hemos visto reunirse en versículo 15 ss. De ahí que Scío lo refiere simplemente a todos los lugares “donde estarán en cautiverio o en destierro, como en Babilonia, en Egipto, y en otros lugares, en donde se habrán contaminado con las idolatrías y supersticiones de los gentiles por la comunicación con ellos” (cf. 22, 15; Isaías 27, 12 y notas). Aquí, como en 36, 17-24, después de dejar constancia una vez más de las culpas e ingratitudes del pueblo escogido, Dios le promete acogerle con misericordia. Vemos reaparecer esta esperanza en las palabras que pronuncia María: “Acogió a Israel su siervo, recordando la misericordia, conforme lo dijera a nuestros padres en favor de Abrahán y su posteridad para siempre” (Lucas 1, 54 y nota), después de profetizar el destronamiento de los poderosos y el triunfo de los humildes; en tanto que Ella no llegó a ver sino lo contrario: el triunfo de los orgullosos fariseos, la condena del humildísimo Jesús y, en vez de la purificación de Israel, su tremendo rechazo del Mesías y su apostasía que durará hasta el fin de los tiempos (cf. Romanos 11, 25 ss.). De ahí la pregunta que los apóstoles formulan al Señor después de su Resurrección (Hechos 1, 6 s.).

[8927] 24. Sobre David como nuevo Rey y Mesías, véase la nota a los versículos 16 ss. y 34, 23 y nota. Es muy interesante observar cómo San Pedro, aplicando el Salmo 15, 10, explica a los judíos esta diferencia entre David y su Vástago, y demuestra que dicho Salmo se refiere a Este y no a aquel, y contiene el anuncio de la resurrección de Cristo (véase atentamente Hechos 2, 23-31 y también 13, 23-37, donde confirma el mismo concepto). Cuando el Credo de la Misa nos dice que Jesús resucitó “según las Escrituras”, no se refiere a los anuncios hechos en el Evangelio (escrito después de la Resurrección), sino al Antiguo Testamento.

[8928] 25. En la tierra: Véase Jeremías 30, 3 y nota. Será Para siempre su príncipe: “Por la visión simbólica de los huesos que reviven y por la conjunción de los dos leños se quiere significar la restauración de Israel que será realizada por el Mesías” (Simón-Prado).

[8929] 27. Serán el pueblo mío: Cf. versículo 23; 34, 30; 36, 28; Levítico 26, 11; Jeremías 7, 23.

[8930] 28. De ese Santuario ha de irradiarse la luz sobre los paganos (Salmo 101, 16 s. y nota; Isaías 2, 2 ss.; Miqueas 4, 1 ss.). La perpetuidad del Santuario es nota característica del reino del nuevo David, que no tendrá fin (Lucas 1, 32 s.).

[8931] 1. Como indica Nácar-Colunga, los dos capítulos que siguen tienen alcance escatológico: “Israel mora tranquilo en su tierra, sin temor de enemigos. De las regiones del aquilón llega una invasión feroz de pueblos desconocidos los cuales atraídos por la facilidad de la presa que les ofrece Israel, recién restaurado, pretenden acabar con él. Pero el Señor interviene en defensa de su pueblo, y echa la discordia sobre los invasores, que unos a otros se destrozan.”

[8932] 2. Gog es nombre misterioso, tal vez de origen sumerio. En este caso significaría tinieblas. Magog (en sumerio: país de Gog) se menciona en Génesis 10, 2 como hijo de Jafet. Según Flavio Josefo: los escitas. Ambos nombres han llegado a ser tipos de los reinos anticristianos (véase Apocalipsis 20, 7). Rosch o Ros (la Vulgata traduce etimológicamente Cabeza) correspondería al actual nombre “Rusia”, lo que geográficamente cuadra bien, y así se admite generalmente, de acuerdo con los historiadores bizantinos y árabes que sitúan ese pueblo a orillas del Volga. Mósoc y Tubal (cf. 27, 13; 32, 26 y notas). Algunos ven en estos nombres Moscú y Tobolsk. Otros atribuyen a esos pueblos habitación en el Cáucaso, entre el Mar Caspio y el Mar Negro.

[8933] 6. Gómer son los cimerios que habitaban en las orillas del Mar Negro. Sobre Togormá véase 27, 14.

[8934] 8. Al cabo de muchos días: Dios conserva a Gog y sus auxiliares como instrumento especial para los últimos tiempos (versículo 16 s.). Fillion expresa en su nota introductoria al capítulo 38 que el lugar que esta profecía ocupa en el libro de Ezequiel, y algunos textos como el presente y el versículo 11, “muestran que concierne a una época posterior al restablecimiento de Israel”. En cambio Scío considera que se trata de “todo el tiempo que correrá desde que la Judea fue asolada por Tito, hasta la venida del Anticristo”. Preferimos esta última opinión, pues, como veremos en 39, 26 y nota, Israel solo habitará tranquilamente después de la destrucción de Gog (véase Joel 2, 19 ss. y notas). Las palabras recogida de entre muchos pueblos, lo mismo que las del versículo 11, parecerían referirse a la feliz reunión de las doce tribus, tantas veces prometida (cf. 37, 23 y nota). Pero lo antes expuesto sobre la devastación que aquí sufre Israel, aparta de esa opinión, por lo cual piensan algunos que se trata aquí de la prueba final para purificar a Israel. Cf. Sofonías 2, 1 s.; Zacarías 13, 8 s.; Malaquías 3, 1 ss.; 2, 7; 4, 5. Hay quienes ven también este mismo anuncio en 22, 17 ss., y colocan entonces la misión final del profeta Elías. Véase Mateo 17, 11; Apocalipsis 11, 1-13.

[8935] 9. Cf. Apocalipsis 20, 7 ss. y notas.

[8936] 11. Una tierra indefensa; literalmente: un país abierto. Cf. Zacarías 2, 4. Que viven en paz, es decir, sin tener miedo. Cf. Zacarías 12, 1 ss. y 14; Sofonías 3, 13. Sin tener cerrojos ni puertas. Así también la Iglesia o Jerusalén celestial “que es de arriba, libre, y esta es nuestra madre” (Gálatas 4, 26) y Esposa del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9; 21, 9 s.) no tendrá muros, ni armas, ni puertas cerradas (Apocalipsis 21, 25). Véase en 44, 2 y 48, 35 y notas, algunos paralelismos y diferencias que distinguen a la Jerusalén celestial de la Jerusalén anunciada por los profetas.

[8937] 12. De entre las naciones: Cf. 37, 21 y nota, Israel tuvo en Egipto un primer cautiverio que Dios lo anunció (Génesis 15, 13-16); un segundo en Babilonia, que también se le anunció, duraría 70 años (Jeremías 25, 11 s.). La dispersión general entre las naciones le fue igualmente anunciada en Deuteronomio 28, 64 ss., y su retorno en Deuteronomio 30, 3 ss.; Jeremías 23, 6-8, etc. Cf. Santiago 1, 1. El centro (literalmente el ombligo) de la tierra: Jerusalén, como centro espiritual del mundo, lugar de la gloria de Dios en el Antiguo Testamento, y cuna de la religión cristiana.

[8938] 13. Sabá, Dedán y Tarsis, son representantes de los que tratan de comprar el botín que Gog va a hacer. Sabá y Dedán son regiones de Arabia. Tarsis, probablemente Tartessus (España).

[8939] 17. En aquel día se cumplirán las profecías sobre la lucha de las naciones contra el reino de Dios y la derrota de las mismas. Véase Isaías capítulos 24-27; Jeremías 30, 23 s.; Oseas 2, 18; Joel 3, 2 ss.; Miqueas 4, 11 ss.; Habacuc 3, 9 ss.; Sofonías 1, 14. De ahí que algunos vean aquí la gran batalla del Armagedón (Apocalipsis 16, 13-16; 17, 14; 19, 19).

[8940] 18. Reventará mi ira: No contra esa tierra, sino contra las naciones invasoras. La reciente edición vaticana del Salterio (nueva traducción latina según el original hebreo), refiere el Salmo 97 “a la magnífica victoria que Dios, sin ayuda de ninguna potestad humana, obtendrá en favor de su pueblo”, y hace notar que no se trata “de alguna victoria histórica, sino de aquella última con la que se incoará la edad mesiánica y de la cual tantas veces hablan los profetas”.

[8941] 19. En mis celos: Véase 36, 5 y nota, donde una vez más se pone de manifiesto el amor desbordante de Dios.

[8942] 20. Semejantes tribulaciones también se encuentran narradas en Mateo 24, 29; Lucas 21, 25; Apocalipsis 19, 11 ss.; Isaías 2, 10 ss., etc.

[8943] 22. ¿Coincide esta profecía con la de Apocalipsis 20, 9? Los comentaristas no lo aclaran, ni están de acuerdo al respecto. Las coincidencias son muchas, pero hay también diferencias de consideración. Allí parece tratarse de una destrucción súbita, por un fuego del cielo (sin peste ni espada), de los ejércitos de todas las naciones, seducidas por Satanás (Apocalipsis 20, 8), que sería seguida por el encierro definitivo del Diablo en el lago de fuego y azufre, donde estaban también desde antes (Apocalipsis 19, 20) la bestia del mar y el falso profeta (Apocalipsis 20, 10), y luego, inmediatamente, por el juicio final (Apocalipsis 20, 11 ss.). Aquí, empero, se alude a muchos pueblos (versículo 9) cuyo caudillo Gog partirá del Norte (versículo 15); se habla de varios períodos de tiempo que seguirán a la derrota (39, 9-15) y se menciona una ciudad que sería construida entonces (39, 16). Además, se invita para una gran cena a los volátiles de toda especie y a todas las bestias del campo (39, 17-20), lo cual coincide con Apocalipsis 19, 17-21, y también se relata el efecto que ello tendrá sobre las naciones y sobre Israel (39, 21 ss.). De ahí que varios autores se inclinen más bien a ver aquí una profecía distinta de aquella, o a relacionarla con la gran batalla que mencionamos en la nota al versículo 17.

[8944] 2. Del norte: Cf. 38, 15. Algunos relacionan esto con Joel 2, 20, donde se promete librar a Judá de un invasor del norte, después que el país ha sufrido una gran desolación (Joel 1), como parecería indicarse en 38, 8. Luego vendrían las promesas definitivas de los versículo 25 ss. en coincidencia con Joel 3, 1 s.

[8945] 4. Véase versículo 17 ss. donde se acentúa más este anuncio. En 29, 5 se usa contra el Rey de Egipto una expresión semejante, si bien aquí son más fuertes y recuerdan la gran cena de las bestias (Apocalipsis 19, 17 ss.).

[8946] 5. Cf. Apocalipsis 19, 20 s.; II Tesalonicenses 2, 8 donde se indica otra forma de destrucción del “hombre de pecado” y de las dos bestias apocalípticas (cf. Isaías 11, 4). Sobre la sepultura de Gog, véase versículo 11.

[8947] 6. Sobre este fuego, véase 38, 22. Aquí el fuego no solo cae en tierra de Israel contra el invasor, sino también en tierras de los que viven sin temor, lo mismo que Israel en 38, 11 (cf. I Tesalonicenses 5, 3), y abarcará también a las islas, o sea, los habitantes de países remotos.

[8948] 7. El Santo de Israel, literalmente: El Santo en Israel. Otros vierten más ampliamente: “que Yo, Yahvé, el Santo, estoy en medio de Israel”. Es lo que ya se expresó en 37, 27 s. Este carácter de perpetuidad es interpretado por Crampón diciendo: “No profanaré más mi santo Nombre: no permitiré más que mi nombre sea insultado por las naciones que, al ver la humillación de mi pueblo, negaban el poder de mi divinidad.” Fillion confirma este sentido y anota: “Este Nombre sagrado era profanado cuando Israel, el pueblo del Señor, era sometido a los gentiles y dispersado en tierra extranjera. Cf. 36, 20.” De ahí que el mismo Crampón señale y personifique en este Gog definitivamente vencido, “el último ataque del paganismo contra el pueblo de Dios”. La Biblia de Torres Amat, editada en Texas, ve aquí la derrota de las fuerzas del Anticristo (cf. 38, 17 y nota), según lo cual Gog representaría ese misterio en cuanto a su poder temporal.

[8949] 9 ss. Como lo hacen notar varios autores, ninguno identifica esta gran batalla y derrota de Gog con el fin del cautiverio de Babilonia, efectuado pacíficamente bajo el amparo de Ciro, quien fue movido a ello por el mismo Dios. Cf. Esdras 1, 1 ss.; 5, 13 s.; Isaías 45, 1 s. Véase versículo 23.

[8950] 11. Valle de los Pasajeros: Así vierte Bover-Cantera. La Biblia de Pirot y Nácar-Colunga prefieren con Kittel la lección valle de Abarim (al oriente del mar Muerto). Al oriente del mar, esto es, del mar Muerto, región maldita, asolada por la cólera divina a causa de los crímenes de Sodoma y Gomorra. Cf. 47, 8 s.; Joel 2, 20 y notas.

[8951] 12. A fin de purificar la tierra: De lo contrario quedaría inhabitable para los israelitas (cf. versículo 16), por haber contraído impureza a causa de los cadáveres. Véase Números 19, 11 ss.

[8952] 16. Hamona significa multitud. Esta ciudad, que debía construirse allí cerca, debía sin duda constituir un monumento en recuerdo del triunfo de Yahvé sobre el ejército de Gog. No se conoce ningún acontecimiento histórico que pueda considerarse como cumplimiento de esta profecía. Se cumplirá, por ende, de otra manera, tal vez en los últimos tiempos, dado su carácter escatológico. Véase 38, 1 y nota.

[8953] 17 ss. Véase versículo 4 y nota. El día en que el ejército enemigo será derrotado, se compara aquí con un gran convite ofrecido a las bestias que devoraran los cadáveres. Cf. Apocalipsis 19, 17 s.

[8954] 22 s. Desde aquel día en adelante: Todas las versiones traen esta expresión que alude a una conversión duradera de Israel (versículo 29; cf. Romanos 11, 25 ss.). Y las naciones entenderán: pues no habían comprendido que la causa de las humillaciones de Israel era que Dios mismo lo castigaba. Sobre las naciones: cf. 37, 23.

[8955] 26. Habitarán tranquilamente, es decir, no solo como en 38, 11, sino ya sin la amenaza o el peligro de otro Gog. Cf. versículo 7 y 29; Joel 2, 19; Jeremías 23, 6; 31, 16, etc.

[8956] 27. Manifestando en ellos mi santidad, etc.: Cf. 37, 23 y nota. Todos entendemos bien en qué consiste la gloria del hombre: en lucir u ostentar sus excelencias (aunque solo sean pretendidas), y verlas reconocidas y proclamadas como cosa extraordinaria. Exactamente lo mismo es la gloria que Dios pretende. De ahí que no la funda esencialmente en la manifestación de su grandeza y poder (porque esto, en el Omnipotente, es cosa ordinaria), sino en la manifestación de su bondad y de la misericordia sin límites que viene de su amor, y que lo lleva a inclinarse con asombrosa preferencia sobre los más miserables (cf. Romanos 11, 32 ss.). Alguien decía que Dios no es un “nuevo rico”, que se gloría en su riqueza, sino un padre, que se gloría de su bondad. Véase 20, 44, donde Él hace, ante Israel, esa misma ostentación de su misericordia que aquí hará ante los gentiles. Y en Mateo 21, 42 ss., al citar el Salmo 117, donde se habla de estas promesas a Israel como “cosa admirable a nuestros ojos”, Jesús se muestra a Sí mismo como piedra de tropiezo para Israel (cf. Lucas 2, 34). Quien cayere sobre ella “se hará pedazos”, a causa de su incredulidad que hará pasar la misericordia a los gentiles (Romanos 11, 30), y añade que “se hará polvo” aquel sobre quien cayere esa piedra, en lo cual parece aludir claramente a la profecía de Daniel (2, 34 s.) en que se pulveriza la estatua orgullosa de la gentilidad. Gog es un símbolo de esta, como vimos en el capítulo 38.

[8957] 29. No volveré más a esconder de ellos mi rostro: Fillion termina su comentario a esta parte de la profecía, diciendo: “El dichoso estado que acaba de ser descrito con tan sonrientes colores (versículo 25 ss.) no cesará jamás, y la nación no volverá nunca más a separarse de su Dios, después que Él haya derramado sobre ella su espíritu. Cf. 36, 26, etc.”

[8958] 1. La mano de Yahvé: expresión usada en las revelaciones más importantes. Cf. 37, 1 y nota. En efecto, estos nueve últimos capítulos de la profecía de Ezequiel, contienen la más extensa de las visiones que le fueron reveladas. Simón-Prado la titula “descripción del Reino restaurado” y la subdivide en la siguiente forma; “1) Nuevo Templo: su atrio exterior (40, 5-27), e interior (40, 28-47); santuario (40, 48; 41, 26) y gazofilacios del atrio exterior (42, 1-20). 2) Nuevo Culto: su inauguración por el ingreso de la gloria del Señor en el Templo (43, 1-12); ritos y leyes que deberán observarse con respecto al altar de los holocaustos (43, 13-27); de la puerta oriental (44, 1-3); de los extranjeros (44, 4-9); de los levitas y sacerdotes (44, 10-31); de las asignaciones a los ministros del Templo (45, 1-5); y al príncipe (45, 6-8); de los pesos justos (45, 9-12); de las primicias (45, 13-17); de los sacrificios (45, 18; 46, 24). 3) Manantial de salvación que fluye del Templo (47, 1-12). 4) Partición de la Tierra santa entre las tribus de Israel (47, 13; 48, 35). El profeta tuvo esta visión en 573, o sea después de la destrucción del primer Templo, como lo hace constar el versículo 1 (cf. 33, 21). El vigesimoquinto año se refiere al cautiverio del rey Jeconías (IV Reyes 24, 12 ss.). Todos los expositores, sin excepción alguna, admiten que no se trata del antiguo Templo de Salomón, pues “es aún más augusto y magnífico”, ni del construido por Zorobabel a la vuelta de Babilonia, el cual “fue tan inferior a aquel en esplendor y magnificencia, que los judíos, que habían conocido el primero, lloraban al ver este segundo, como se lee en Esdras” (Scío). Aquí las perspectivas del retorno de Israel “se confunden con las perspectivas mesiánicas y escatológicas”. Así entendían esta profecía ya los Santos Padres. Es notable la semejanza con los capítulos 21 y 22 del Apocalipsis de San Juan.

[8959] 2. Sobre un monte muy alto. Todos convienen en que se trata del monte donde estaba el Templo (Sión o Moriah), como lo dice el profeta Zacarías, posterior al retorno de Babilonia: “Yo he tenido grandes celos de Sión, y mis celos por causa de ella me irritaron sobremanera. Mas esto dice el Señor: Yo me he vuelto hacia Sión y habitaré en Jerusalén; y Jerusalén será llamada la ciudad de la verdad (esto es: la ciudad fiel), y el monte del Señor de los ejércitos, monte Santo” (Zacarías 8, 2 s.). Sobre Sión cf. 34, 26 ss.; Salmo 64, 2; 67, 18 y 26 y notas; 86, 1 ss.; Isaías 2, 2 ss.; Hebreos 12, 22; Apocalipsis 14, 1, etc. Una construcción semejante a una ciudad: Jerusalén. Comentando a Jeremías 31, 39-40, donde se hace igual anuncio, Crampón observa que esa nueva Jerusalén “será, en toda su extensión, lo que en la antigua Jerusalén era solo el Templo: el santuario de Yahvé” (cf. 48, 35). Algunos hacen notar que esta sección de la profecía de Ezequiel es continuación de las precedentes, según las cuales Dios restablecerá su Santuario (cf. 37, 26-23). Véase 33, 1 y nota.

[8960] 3. El hombre con la cuerda y con la caña es un ángel, representante de Dios. Véase 9, 2; 42, 16; 43, 6 y nota. Cf. Apocalipsis 11, 1; 21, 15 ss.; Zacarías 4, 10 y notas.

[8961] 4. Para mientes en todo lo que te voy a mostrar, etc.: A todos nos alcanza esta prevención hecha por Dios al profeta, porque estamos frente a uno de esos pasajes bíblicos que ponen saludablemente a prueba nuestra fe, ya que ante todo hemos de admitir que se trata, sin discrepancia, de una visión profética (cf. 43, 18) y divina (versículo 2), que merece y reclama nuestro infinito respeto, y una atención que no desmienta ese respeto. Por ello, confesando nuestra ignorancia para explicar lo que no entendemos (cf. nuestra introducción al Cantar de los Cantares), como lo hizo honradamente, en su tiempo, el erudito Cornelio a Lapide (cf. 48, 29 y nota), no por eso hemos de relegar al olvido estas palabras de Dios como si fueran una especie de fábula, según podría pensarse por el modo como algunos autores las tratan en forma enteramente marginal, lo cual hace decir a un autor de tanto peso como Le Hir, que “la excesiva abundancia de los detalles de ceremonias (que en general, según él mismo observa, concuerdan con la Ley de Moisés), de números y de medidas en los cuales el profeta se detiene con complacencia, parecerían sin objeto en una pura alegoría”. Hay puntos misteriosos, cuya investigación avanza lentamente, como por ejemplo los relativos al Príncipe y al Sumo Sacerdote (cf. 44, 3 y nota); al Arca de la Alianza (cf. 41, 26 y nota), etc. Pero esto muestra, como ha dicho Pío XII, “que Dios, con todo intento, inspiró para que no solo nos excitáramos con más intensidad a resolverlos, sino también, experimentando saludablemente los límites de nuestro ingenio, nos ejercitáramos en la debida humildad”. Recuerda también el Sumo Pontífice que “a veces se trata de cosas oscuras y demasiadamente remotas de nuestros tiempos y de nuestra experiencia”; y de ahí deduce que, “en tal condición de cosas, el intérprete católico… por nada debe cejar en su empeño de emprender una y otra vez las cuestiones difíciles no desenmarañadas todavía” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”; cf. Juan 21, 25 y nota). No sería, pues, conforme a las normas y enseñanzas pontificias, el refugiarse apriorísticamente en una simple afirmación alegórica sin buscar una solución concreta, sin el estudio que el Papa recomienda y sin el fundamento contextual necesario para que las profecías, faltas de “terreno firme en que descansar”, no queden reducidas a “fórmulas vacías y términos materiales de una simple figura retórica” (Encíclica Spiritus Paraclitus; cf. Isaías 7, 14 y nota). De ahí que San Gregorio Magno dijese, al referirse a esta profecía: “Tengamos bien presente que caminamos de noche y hemos de andar tanteando para buscar el camino.” Y San Jerónimo insistió igualmente en que, cuanto dejó escrito acerca de estos nueve capítulos, fue dictado como simple conjetura y no como interpretación asertiva. Cf. 43, 18 y nota, y 44, 5 y nota donde Dios repite una vez más al profeta la recomendación especial de este versículo. Tomando en cuenta todas estas dificultades y particularmente las derivadas del carácter profético del Libro, nos limitaremos en general a citar de ahora en adelante las opiniones de buenos autores.

[8962] 5. En tiempos de Ezequiel el codo común tenía 49 centímetros más o menos. Sin embargo emplea el profeta el codo grande o sagrado que tenía 55 centímetros. El texto dice: seis codos, cada uno de los cuales tenía un codo y un palmo, es decir, un codo corriente y un palmo. Las medidas que se dan a continuación, no coinciden con el Templo salomónico ni con el nuevo levantado después del cautiverio. “Un Templo nuevo se levantará, dice Fillion, digno del Señor, quien tomará posesión de él, como ahora nos lo revelará el profeta en 43, 1 ss. El pueblo de Israel volverá también a recobrar su patria, según Ezequiel lo tiene anunciado en 37, 25 y según aquí va a desarrollarlo extensamente. Los nueve últimos capítulos nos describen el nuevo reino de Dios, la restauración de la religión y de la nacionalidad judía. En una visión magnífica, Ezequiel es transportado a Tierra Santa el año vigesimoquinto de la cautividad, y allí Dios le muestra anticipadamente lo que Él realizará en lo futuro; el nuevo templo, el nuevo culto que le será dado, y el nuevo reparto de la Palestina.”

[8963] 6. Sobre esta puerta cf. 44, 1 ss. y nota.

[8964] 14. Vemos que los pilares han de ser altísimos. El resto del versículo es muy distinto según las versiones. El texto dice: hizo los pilares, lo cual no concuerda con el contexto; pues no se trata de construir el Templo sino de medirlo. La Biblia Pirot vierte: midió el vestíbulo; Nácar-Colunga; midió el atrio.

[8965] 16. Ventanas de reja: La Vulgata dice: ventanas oblicuas, lo que da la impresión de ventanas que por fuera tenían más distancia del suelo que por dentro.

[8966] 22. Este versículo, como el versículo 26 y también los versículos 37, 43, 48, etc., presentan variantes según las versiones.

[8967] 30. Este versículo falta en la versión de los Setenta y faltaba también en la antigua traducción latina. Se considera una glosa añadida, porque sus datos rompen la simetría.

[8968] 38 ss. Sobre los holocaustos y las víctimas véase 44, 5 y nota.

[8969] 44. Cámaras para los cantores, según el plano del Templo salomónico. En aquel Templo eran los levitas los encargados del canto sagrado; en el nuevo las cámaras han de servir para los sacerdotes (versículo 45 s.), pues los levitas apóstatas serán degradados (44, 10 ss.).

[8970] 46. Los únicos sacerdotes del nuevo Templo serán, según se confirma en 43, 19, estos hijos de Sadoc, de la familia de Eleazar, hijo de Aarón (II Reyes 15, 24; III Reyes 1, 8 y 38; 2, 35), y no ya, como antes, todos los hijos de Aarón (véase 44, 15 y nota). Cf. Jeremías 32, 31 s. Es muy de notar que el actual sacerdocio cristiano procede del mismo Jesús y según el orden de Melquisedec, personaje misterioso y quizás angélico según suponen algunos, es decir de un orden celestial (cf. Génesis 14, 18; Salmo 109, 4; Hebreos 5, 6 y 10; 6, 20). San Pablo, al tratar de este sacerdocio cristiano en el capítulo 7 de su Epístola a los Hebreos, para nada alude al anunciado aquí por Ezequiel.

[8971] 49. Las columnas recuerdan las dos columnas Jaquín y Boas (véase III Reyes 7, 15 ss.). Gradas: Los Setenta dicen: diez gradas; la Vulgata: ocho gradas.

[8972] 3. Luego entró: Nótese que solamente el varón (el ángel) entra en el Santo de los Santos. El profeta no puede seguirlo, porque únicamente al Sumo Sacerdote le era permitido entrar (cf. 44, 3 y nota). En vez de la anchura de la entrada, los Setenta se refieren a las paredes laterales.

[8973] 4. El Santísimo o Santo de los Santos (superlativo hebreo, como Cantar de los Cantares) forma aquí un cuadrado de veinte codos de lado, lo mismo que en el Templo de Salomón. Véase III Reyes 6, 16 s.

[8974] 6 s. Cf. III Reyes 6, 5 s. En este y algunos otros pasajes hay detalles de la descripción que varían según las distintas versiones. Así por ejemplo, la escalera de caracol (versículo 7) figura en otras traducciones como corredor circular. San Jerónimo tradujo caracol, de acuerdo con los rabinos a quienes consultaba. Las cámaras laterales se ensanchaban... al paso que se subía, porque en los pisos superiores los muros eran menos gruesos y las cámaras relativamente más anchas.

[8975] 12. Se trata de un edificio que ha de servir para guardar las cosas necesarias para el culto, la leña, etc.

[8976] 16. Nótese que el Santísimo de Ezequiel tiene ventanas. En el Templo salomónico no las había. También aquí la Vulgata vierte: ventanas oblicuas (en vez de ventanas de reja). Véase 40, 16 y nota.

[8977] 18. Dos caras, y no cuatro como en 1, 6, pues en la pared plana no es posible representar seres con cuatro caras. Cf. III Reyes 6, 29 s. y 35.

[8978] 21. Delante del Santuario, es decir, delante del Santísimo.

[8979] 23 s. Esta es la mesa que está delante de Yahvé: Algunos suponen que esta mesa altar, que Dios llama mi mesa en 44, 1-6, correspondería a la mesa de los panes de la proposición (Éxodo 37, 10 ss.; III Reyes 7, 48). Pero sus medidas son diferentes, y otros piensan en un nuevo mueble sagrado en que se combinase aquella mesa con el altar de oro de los perfumes, que existía tanto en el Tabernáculo de Moisés (Éxodo 30, 1 ss.) como en el Templo de Salomón (III Reyes 6, 20, 22, etc.). En este breve texto parece esconderse algún misterio, que ningún autor refiere a la Eucaristía por tratarse, como en los demás, del culto israelítico. (Cf. versículo 26 y nota.)

[8980] 26. Llama la atención, y sería digno de un detenido estudio, el hecho de que falten en la descripción el Arca de la Alianza, el altar del incienso (véase versículo 22 y nota), y el candelero de oro. El Arca y el altar desaparecieron junto con el Tabernáculo (cf. 45, 4 y nota) en la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Véase II Macabeos 2, 4-8 y notas sobre la profecía que allí se hace al respecto anunciando que serían hallados cuando la majestad del Señor reaparezca como se dejó ver en el Templo de Salomón (II Paralipómenos 7, 1), es decir, tal como la mostrará Ezequiel en 43, 2. El Arca reaparece en las visiones del Apocalipsis de San Juan cuando se abre “el Templo de Dios en el cielo” (Apocalipsis 11, 19); el Santuario del Tabernáculo se abre también en el cielo y de él salen los ángeles de las siete plagas, no pudiendo nadie entrar en él hasta consumarse ellas (Apocalipsis 15, 5-8). El altar del incienso (cf. 22 y nota; Éxodo 37, 25 ss.; Levítico 4, 7; Isaías 6, 6; III Reyes 6, 20; I Paralipómenos 28, 18; I Macabeos 1, 23; 4, 49) parece ser el que vemos en Apocalipsis 8, 3 como altar de oro que está delante del trono y junto al cual se pone el ángel llevando el incensario de oro con el incienso que se añade “a las oraciones de los santos”, antes de tocarse las siete trompetas. En cuanto al candelero de oro de las siete lámparas del Tabernáculo (Éxodo 25, 31 ss.; 37, 17 ss.; Levítico 24, 4; Números 8, 1 ss.), que según II Paralipómenos 13, 11, se conservaba en Judá después de Salomón, aunque el Templo de aquel tenía otros diez candeleros (III Reyes 7, 49; I Paralipómenos 28, 15; II Paralipómenos 4, 7 y 20), tampoco figura entre los objetos sagrados que fueron a Babilonia (Jeremías 52, 19), ni parece confundirse con los siete candeleros de Apocalipsis 1, 12 y 20, pero en cambio es objeto de una visión especial en el misterioso capítulo 4 de Zacarías. Véase sobre todo esto el no menos misterioso capítulo 4 de San Pablo a los hebreos.

[8981] 2. Versículo diversamente traducido. El hebreo dice literalmente: delante de una longitud de cien codos estaba la puerta del norte, etc. Vulgata: desde el norte. Setenta: hacia el norte.

[8982] 3. Varias veces se habla de este pavimento enlosado del atrio exterior, cuyo uso es sin duda común en Oriente, pues aún hoy los viajeros hallan fácilmente fragmentos de losas frente a la mezquita de Omar, la cual está emplazada en el lugar que ocupó el Templo de Jerusalén, como una señal de la triste dispersión que sufre Israel a la espera de su destino. Cf. 25, 4 y nota; Jeremías 30, 3; Romanos 11, 25 s. Bover-Cantera dice de este versículo: “Todo el texto es oscuro y apenas inteligible, por lo que las explicaciones divergen notablemente.”

[8983] 13. Se llaman cámaras santas, porque son destinadas como comedores para los sacerdotes que comerán allí las porciones sagradas que les toca de los sacrificios.

[8984] 1. Al encabezar su comentario sobre esta sección de la Profecía (43, 1; 46, 24), bajo el título “El nuevo culto”, Fillion expresa lo siguiente: “El profeta nos hace ante todo asistir a un episodio grandioso: la entrada de Yahvé en el Templo así reconstruido. Compárese, como contraste, los relatos de 10, 18 ss.; 11, 22 ss. Volviendo a tomar posesión del Santuario, el Señor muestra que ha perdonado enteramente a Israel y que quiere restablecerlo sobre una nueva base.” Llama la atención que este solemne retorno de la Gloria de Dios al Templo, como cuando entró en el Tabernáculo (Éxodo 40, 34 s.) y en el Templo de Salomón (III Reyes 8, 10 s.), no se encuentre en la Sagrada Escritura con respecto al segundo Templo. La explicación está en que aquel templo había de ser también destruido, por predicción del mismo Señor Jesús (cf. Ageo 2, 10 y nota; Daniel 9, 27).

[8985] 2. Venía del oriente: Cf. 11, 23. Alguien observa que del norte viene siempre la ira, y del oriente la salvación. En Zacarías 3, 8, según la Vulgata y los Setenta, se llama al Mesías “mi Siervo el Oriente”, y así también el anciano Zacarías en Lucas 1, 78 (cf. Malaquías 4, 2). El hebreo reza allí: “El Pimpollo” (cf. 34, 29 y nota), aludiendo, dice Crampón, a que Él es “el vástago por excelencia de la familia de David, de la que Él debe operar el restablecimiento”. Cf. Lucas 1, 32 ss.; Hechos 15, 16; Amós 9, 11 y notas. El gran misterio está en comprender cómo Jesús puede ser llamado autor de ese restablecimiento, no habiendo los judíos aceptado al Mesías. En tales casos hay que recordar las palabras del profeta Zacarías: “Si lo que anuncio parece difícil... ¿acaso será difícil para Mí?, dice el Señor de los ejércitos” (Zacarías 8, 6). Cf. 41, 26 y nota; Romanos 11, 25 ss. De una gran mole de aguas: el ruido de las alas de los Querubines. Cf. 1, 24; 3, 12.

[8986] 3. Cuando Él vino para destruir: cf. capítulos 9-12. Junto al río Cobar: cf. 1, 1 ss.

[8987] 6. Aquel varón: No parece ser otro que el ángel del capítulo 40, 3 ss., que aquí habla en primera persona como representando a Dios.

[8988] 7 ss. Sobre esta reiterada promesa véase 20, 40; 37, 26 ss.; 40, 2 y nota; 44, 5; Tobías 13, 12 ss.; Salmo 98, 2-5; 131, 7-14; Isaías 24, 23; 60, 13; Miqueas 4, 7; Jeremías 3, 17 y nota, etc. Fillion la interpreta aquí citando este último texto de Jeremías, y diciendo: “En calidad de rey del nuevo Israel, el Señor consiente en establecer su trono en Jerusalén y en el templo de una manera permanente.” Scío y otros autores antiguos insistían en interpretar esta profecía literalmente “de la renovación del Templo por Esdras y Zorobabel”. Los modernos han advertido que no puede aplicarse tales promesas a un templo cuya destrucción anunció personalmente Jesús (Mateo 24, 1 ss.); de donde Él arrojó a los mercaderes (comparar Zacarías 14, 21); donde no hubo la paz prometida por Ageo 2, 10 (cf. Hebreos 12, 26), etc. Con los cadáveres de sus reyes (cf. versículo 9). Algunos traducen (según la Vulgata): las ruinas de sus reyes; otros, los crímenes de sus reyes, según los Setenta. Los expositores autorizados entienden que aquí se suprime la inhumación en el templo, que quizá se practicó alguna vez aunque no consta en la Escritura. Véase Sabiduría 14, 15 ss., donde se muestra cómo el culto de los muertos llegó a ser idolatría. Quizá podría también tratarse aquí de agoreros que los reyes de Judá habían instituido para ofrecer sacrificios en los altos, y que fueron exterminados en la reforma de Josías (IV Reyes 23, 5-9).

[8989] 11. Y las pongan en práctica: Cf. versículo 18; 44, 5 y nota. El profeta tiene que ponerlo todo por escrito para que no puedan excusarse diciendo: nadie nos ha instruido.

[8990] 13. Comienza la descripción del nuevo altar de los holocaustos. Por sócalo entienden algunos un canal alrededor del zócalo del altar que servía para recibir la sangre de las víctimas. Otros traducen: seno. Véase Levítico 8, 15.

[8991] 15. Ariel es denominación de la parte superior del altar. Su significación etimológica es: fogón de Dios. Véase Isaías 29, 1, donde este vocablo se usa en sentido figurativo de Jerusalén. Sobre los cuatro cuernos del altar véase Éxodo 27, 1 ss. y nota.

[8992] 18. Según admiten todos los expositores, estas ceremonias son del mismo género que las celebradas para los antiguos altares (cf. Levítico 8, 10 ss.; III Reyes 8, 62 ss.; II Paralipómenos 7, 4 s.). Para cuando sea construido: De estas palabras y otros pasajes de esta profecía (versículo 7 y 11; 44, 5; 48, 29, etc.), deducen algunos autores que ella no puede reducirse a los límites de un puro capricho (cf. 40, 4 y nota) ni esfumarse en la vaguedad e imprecisión de las aplicaciones exclusivamente metafóricas, que privarían también de sentido concreto a los anteriores capítulos 33-39. Como observan en efecto los mejores exégetas, esta sección de la profecía (capítulos 40-48) es continuación de aquella (cf. 33, 1; 40, 2 y notas). Y derramar la sangre: Todo derramamiento de sangre por el pecado solo puede ser, o figurativo del Sacrificio de Cristo, o conmemorativo de él, porque, fuera de la sangre Suya, ni aun la de los mártires, puede tener eficacia propia para borrar el pecado (Hebreos 10, 4; Romanos 3, 25). Por otra parte, es claro que sería hacer injuria a la Iglesia de Jesucristo, el pretender que estos sacrificios de animales (cf. 44, 5 y nota) pudiesen tener relación con ella (cf. 40, 4 y nota) que rememora, renueva y actualiza cada día en la santa Misa el Sacrificio del divino Cordero, cuya perpetuación le está asegurada por Él mismo con las palabras “hasta la consumación del siglo” (Mateo 28, 20), o sea “hasta el fin” (Juan 13, 1). San Pablo aclara esto más aún, diciendo: “hasta que Él venga” (I Corintios 11, 26), en coincidencia con la profecía de Daniel sobre la cesación de los sacrificios antiguos (Daniel 9, 27), ya que este “siglo malo” (Gálatas 1, 4), o sea, la presente dispensación, como la llama San Bernardo siguiendo a San Pablo (Efesios 1, 10), terminará con esa venida del Esposo (I Tesalonicenses 4, 13-17; I Corintios 15, 51 ss. texto griego) para las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9). Así la Iglesia Santa, Cuerpo místico de Cristo, completado ya el número de los elegidos (Romanos 11, 25) al terminar el tiempo de las naciones (Lucas 21, 24), llegará ella también al cabo de su peregrinación dolorosa en este período militante de prueba y persecuciones a imitación de su Maestro, para ser ya la Esposa triunfante, incorporada, como otra Eva, al nuevo Adán (I Corintios 15, 21 s.; Judas 14; Zacarías 13, 5. Cf. Enchiridium Patrístico 10; Denz. 287) y reinar con Él para siempre en la Jerusalén celestial “que es nuestra madre” (Gálatas 4, 26).

[8993] 19. Del linaje de Sadoc: Véase 40, 46; 44, 15 y notas.

[8994] 24. Echarán sal sobre ellos: Este rito, de Levítico 2, 13, es recordado por Jesús en Marcos 9, 49.

[8995] 2. Esta puerta estará cerrada: Como observa Schuster-Holzammer, junto con Knabenbauer, Ezequiel presentó en toda esta profecía, “la reedificación de la ciudad y del Templo por medio de una serie de cuadros brillantes, que al mismo tiempo simbolizasen el esplendor de Israel (de Jerusalén y de Tierra Santa) en los últimos tiempos, pero sin hacer distinción entre el comienzo y el fin de la era mesiánica, entre la nueva Jerusalén terrena y celestial”. Solo a la luz del Nuevo Testamento podemos notar esas diferencias, comparando esta Jerusalén de Ezequiel con lo que el Apocalipsis nos revela sobre la Jerusalén celestial (Apocalipsis 21, 2 y 10), que será la Iglesia triunfante, esposa del Cordero (Apocalipsis 19, 6-9). De ella se dice que sus puertas no se cerrarán en todo el día, y que no habrá noche (Apocalipsis 21, 25). En Isaías 60, 11 se dice lo mismo de la nueva Jerusalén de que habla Ezequiel, pero no se suprime la noche, como en la celestial. En ambos casos se trata de las puertas de toda la ciudad, en tanto que Ezequiel solo alude a las del Templo. Y en ese Templo estriba precisamente la diferencia mayor con respecto a aquella Jerusalén celestial, que San Juan señala diciendo: “Y no vi en ella templo, pues su templo es el Señor Dios omnipotente, y el Cordero” (Apocalipsis 21, 22). Vemos también que allí nada hay que construir pues baja todo del cielo (Apocalipsis 21, 2 y 10 ss.). Cf. 38, 11; 48, 35 y notas. En el sentido acomodaticio, la Liturgia aplica estas palabras de la puerta cerrada a la Virgen Santísima, para señalar su perpetua virginidad (cf. versículo 3 y nota).

[8996] 3. Este príncipe no es otro, como lo decían con razón los antiguos rabinos, y como lo piensan aún la mayor parte de los intérpretes creyentes, que el nuevo David, que debía reinar sobre el pueblo de Dios en el tiempo del cumplimiento de la visión de Ezequiel (cf. 34, 23-24; 37, 24). Muchos lo identifican con el Mesías; para otros es un gran monarca y caudillo teocrático (véase Isaías 32, 1 y nota). A la luz del capítulo 34 se explica tal vez la ausencia de mención del nuevo Sumo Sacerdote (cf. 40, 4; 45, 17 y notas) ya que allí se anuncia como supremo Pastor al mismo Hijo de David (34, 23 y nota), a quien en el versículo siguiente 34, 24 se llama también, como aquí, Príncipe (véase 45, 17; 46, 16 ss. y nota). Cf. Isaías 40, 11; Juan 10, 16; Hebreos 13, 20; I Pedro 5, 4, etc. Es muy de notar que esta reserva para aquel Príncipe, hijo de David, de la puerta del oriente, que es propia de Dios, sería otro argumento de la divinidad de Cristo preanunciada en el Antiguo Testamento, como el de Salmo 109 donde el Mesías es también Sacerdote y Rey a un tiempo, y que Jesús les planteó a los fariseos para mostrarles que David llama su Señor al Mesías que debía ser su hijo (Mateo 22, 41-46). Sobre este arcano del príncipe y de la puerta de oriente véase 46, 8 ss. y 16 ss. y notas.

[8997] 5. Aplica tu atención: Recomendación especial, como la que vimos en 40, 4 y nota. El rigor con que el Señor establece aquí hasta los detalles de su culto para el Templo perfecto de la nueva Jerusalén, y como lo hizo para el Tabernáculo (Éxodo capítulos 25 ss.) y para la construcción del Templo salomónico (III Reyes 6), nos muestra que, aun cuando hoy rige el cambio sustancial traído por Jesús sobre la adoración del Padre “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23 s.), no por eso hemos de ser menos respetuosos en materia litúrgica, ni introducir en el culto público de Dios lo que no es sino capricho de la imaginación más o menos sentimental (cf. Baruc 6, 1 ss.). Con respecto a los ritos de que aquí se habla, cf. 20, 40; 43, 18 ss.; Salmo 50, 20 s.; Daniel 9, 27; Oseas 3, 4 s.; Malaquías 3, 3 s.; Eclesiástico 36, 1 y nota; Salmo 117, 25 s. y nota, etc.

[8998] 7 ss. Extranjeros, incircuncisos: Cf. 14, 7; Génesis 17, 10 ss.; Deuteronomio 10, 16 y notas. Esta severidad con respecto al Santuario, que no impedirá la igualdad con los extranjeros que se unan a los israelitas en la vida civil (47, 22 s.), nos muestra también a nosotros cuán grave es para Dios la profanación del Santuario, y cómo hemos de evitar que un falso celo nos lleve a querer introducir a todo trance, en los divinos misterios, a personas ajenas a la fe (cf. Cantar de los Cantares 3, 5 y nota), que pudieran abusar de los Sacramentos, o tal vez alabar con los labios mientras su corazón está lejos (Mateo 15, 8), como suele verse en ciertos acontecimientos mundanos como las bodas, funerales, etc. El título de “Misa de los catecúmenos”, que aún conserva la parte introductoria al divino Sacrificio recuerda la preocupación con que antiguamente se evitaba que asistieran a él los que no hubieran aún entrado en la fe. Véase 33, 9 y nota.

[8999] 10 ss. Cf. 48, 11. Esta degradación de sacerdotes y levitas, que eran para el Señor privilegiados como los primogénitos (Números 1, 49 ss.; 3, 12 ss.; 8, 5-19), es uno de los rasgos más elocuentes de la Biblia, y recuerda la palabra de Jesús sobre la sal que, cuando pierde su sabor, solo sirve para ser pisada (Mateo 5, 13). Ellos “llevarán sobre sí su confusión y la pena de sus maldades” (versículo 13), porque, habiendo envilecido su altísima misión espiritual, profanando y despreciando lo que era santo y divino, y prefiriendo los ídolos que les daban éxitos ante el pueblo, ahora descenderán a los oficios más bajos y materiales. De ahí la gran recomendación que el versículo 23 hace a los nuevos sacerdotes, de enseñar a “distinguir entre lo sagrado y lo profano”, como Dios lo había dicho a Aarón en “precepto perpetuo” (Levítico 10, 9 s.). Históricamente, sabemos que, después de la reapertura del Templo por Ezequías, que reunió a los sacerdotes y levitas para que se purificasen (II Paralipómenos 29, 4 s.), recayeron ellos en la idolatría de los “altos”, como se lo reprochó el rey Josías (IV Reyes 23, 8 s.). Después del cautiverio de Babilonia hubo nuevas apostasías y vemos que en tiempos de Judas Macabeo Jerusalén llegó a quedar desierta y “pisoteado el Santuario” (I Macabeos 3, 45). En cuanto a los días de Jesús, no vemos ya que Él los acuse de aquella idolatría sino más bien del doblez farisaico y de esa falta de caridad a que alude en la parábola del Buen Samaritano con el ejemplo del sacerdote y del levita (Lucas 10, 31 s.). Cf. Juan 1, 19.

[9000] 15. Cf. 48, 11. Sacerdotes levitas, hijos de Sadoc; es decir, sacerdotes de la tribu de Leví y de la familia de Sadoc. Estos habían sido fieles, como lo fue a David el mismo Sadoc (III Reyes 1, 38 s.; 2, 35). Es notable que esta familia sacerdotal figure entre los primeros sacerdotes pobladores de Jerusalén, tanto en I Paralipómenos 9, 11 (cf. nota), como en Nehemías 11, 11. Los autores discuten porque parece que el primero de estos textos se refiere a los que poblaron a Jerusalén apenas conquistada por David (II Reyes 5, 6 ss.), y el segundo a los que la repoblaron a la vuelta de Babilonia. La familia de Sadoc es la única mencionada en ambas listas que por lo demás son muy diferentes. Sadoc fue Sumo Sacerdote en Gabaón donde estaba el Tabernáculo (I Paralipómenos 16, 39; cf. 45, 4 y nota), y es de notar que descendía de Eleazar y de Fineés, a quienes los derechos del sacerdocio habían sido asegurados para siempre. Cf. Éxodo 29, 9; Números 25, 13; I Paralipómenos 6, 4-15; Salmo 105, 31; Eclesiástico 45, 8, 19 y principalmente 30 y 31, donde el Eclesiástico hace un paralelismo entre la promesa sacerdotal de Fineés, con respecto a su pueblo, y la promesa real de David sobre el mismo. Cf. I Paralipómenos 23, 24 s. y 22, 10. Es de notar que en el segundo Templo construido a la vuelta de Babilonia no hubo estas exigencias, sino que los sacerdotes y los levitas volvieron a sus funciones como antes (Esdras 6, 18 ss.; Nehemías 12, 1 ss.), si bien el mismo Esdras era de la familia de Sadoc y Fineés y Eleazar, como se hace constar expresamente en Esdras 7, 1 ss.

[9001] 16. Mi mesa: Véase 41, 22 y nota.

[9002] 17. Las ropas de lino son símbolo de la pureza. Véase Éxodo 28, 39 ss.; Levítico 16, 4. Los levitas vestían ropas de lana que provocan el sudor y difícilmente se conservan limpias.

[9003] 18. He aquí otro ejemplo de higiene y sencillez para los ornamentos sacerdotales.

[9004] 19. El que tocaba una cosa santificada, quedaba santificado él mismo, es decir, separado de la vida ordinaria por un tiempo, como cosa consagrada a Dios. Cf. Éxodo 29, 37; 30, 29-; Levítico 21, 1 s.

[9005] 20. Cf. Levítico 21, 5 ss. A diferencia de los nazareos, que debían dejarse crecer el cabello (Números 6, 5), se prescribe aquí lo mismo que indica San Pablo en I Corintios 11, 14. Lo relativo a las bebidas (versículo 21) era un precepto perpetuo dado por Dios a raíz del pecado de los hijos de Aarón (cf. Levítico 10).

[9006] 23. Es decir, como anota Crampón, “enseñarán al pueblo la Ley. Cf. Deuteronomio 17, 8 s.; 19, 17; 21, 1 s.”

[9007] 24. Juzgarán conforme a mis juicios: juzgarán según las Escrituras divinas y no por argumentos de autoridad humana (cf. Colosenses 2, 8 y nota).

[9008] 28. Tendrán también herencia: Texto dudoso. La Vulgata vierte a la inversa: no tendrán heredad. Ambas versiones dan el mismo sentido, si referimos el texto hebreo a la herencia espiritual, y, la de la Vulgata a la posesión de un territorio como lo poseían las otras tribus. Cf. Números 18, 20; Deuteronomio 18, 2; Eclesiástico 45, 27; II Timoteo 2, 4 y notas.

[9009] 30. Véase Éxodo 23, 19; Números 15, 19 s.; 18, 15. Sobre la bendición prometida cf. Malaquías 3, 10.

[9010] 1. No se especifica la medida usada. Unos entienden codos: otros, con San Jerónimo, cañas. Una caña tenía seis codos y un palmo (cf. 40, 5 y nota). Por suerte: véase 48, 8 y nota. Este nuevo reparto de la tierra no se ha llevado a cabo después del cautiverio, ni tampoco lo referente al espacio reservado al Templo (cf. versículo 4 y 18 y notas). Diez mil de ancho: Los Setenta dicen veinte mil, lo que parece más exacto (cf. versículo 3-5). Si la medida es el codo, se indica aquí un rectángulo de catorce kilómetros por seis; si se trata de cañas, sería de ochenta kilómetros por treinta.

[9011] 4. Recinto sagrado para el Santuario; literalmente santuario para el santuario: San Jerónimo vierte: santuario de santidad. Nótese la extraordinaria amplitud del terreno que se le destina (cf. nota anterior), mucho mayor que el de toda la ciudad. Es de tener presente que David, que había conservado hasta el fin el Tabernáculo de Moisés en Gabaón (II Paralipómenos 1, 3), donde puso a Sadoc (I Paralipómenos 16, 39; cf. 44, 15 y nota), había erigido en Jerusalén un Tabernáculo para el Arca de la Alianza (II Paralipómenos 1, 4; I Paralipómenos 16, 1; 21, 18 ss.; Salmo 131, 5), y sin duda con inspiración mesiánica, prefirió este segundo altar al de la alianza mosaica, diciendo: “Aquí está la casa de Dios” (I Paralipómenos 21, 29 s.; 22, 1). Y es también notable que Dios no le permita edificar personalmente el Templo (I Paralipómenos 28, 6 ss.), no obstante haber él organizado todo el culto (I Paralipómenos capítulos 23-26) y reunido todos los materiales (I Paralipómenos 28, 9-18), y haberle destinado cuantas ofrendas pudo (I Paralipómenos 29, 1-5), y aun haber recibido, “delineado por la mano del —Señor”, todo el diseño de aquel Templo legal (1 Paralipómenos 28, 19). No puede dejarse de ver en esto un hondo significado mesiánico, porque el profeta Amós 9, 11 s., al anunciar la restauración, no se refiere al Templo de Salomón, sino al Tabernáculo de David (cf. Hechos 15, 13 ss.). “El Tabernáculo se nos presenta, dice Schuster-Holzammer, como un todo magnífico y armonioso en todas sus partes... Menester es que todo encierre profunda significación. Mas, no diciendo nada expresamente la Sagrada Escritura acerca del particular, queda libre campo a la investigación.” La explicación de lo que antes observamos, está sin duda en que, como dice en otra parte el mismo autor. Tabernáculo significa “Mansión, porque allí quería Dios habitar de asiento entre su pueblo”, y esto es lo que anuncia ahora Ezequiel (cf. 37, 26; 43, 7; 48, 35; Salmo 131, 13 s.), en tanto que el Tabernáculo de Moisés anduvo errante, y el Templo salomónico y su sucesor perecieron trágicamente. Véase 41, 26; 43, 2 y notas.

[9012] 7. Es decir que, dejando en el medio el rectángulo descrito precedentemente, los enormes dominios del príncipe se extenderían a ambos lados hasta el Mediterráneo por el oeste, y hasta el Jordán por el este, dividiendo los territorios de las tribus en dos grupos: siete al norte y cinco al sur, según el capítulo 48.

[9013] 8. No oprimirán, etc.: Según la armonía de todo el contexto, este plural, usado aquí por única vez, parece indicar simplemente que ya no habrá príncipes como los hubo antes. Véase la explicación de Fillion en 44, 3 y nota; cf. 37, 24 s.; Salmo 131, 11 s.; Daniel 7, 14; Lucas 1, 33; Juan 12, 34, etc. Las advertencias que siguen se han de entender de acuerdo con lo anunciado en 43, 7, es decir, como reglas legales, dadas lo mismo que las del culto que se indican en 44, 5 s., y no como si hubieran de ser violadas, y esto ni aunque se tratase aquí de esos otros príncipes que las profecías sobre el triunfo mesiánico anuncian muchas veces, tanto sobre Israel cuanto sobre las naciones. Cf. Daniel 7, 18; Sabiduría 3, 8; Lucas 19, 17 ss.; 22, 29 s.; I Corintios 6, 2; Apocalipsis 2, 26 s.; 3, 21; 5, 10; 20, 4; Salmo 149, 6-9 y notas.

[9014] 10 ss. El efa o bato, contenía 36,44 litros; el siclo grande pesaba 16,83 gr., el siclo común 8,41 gr.

[9015] 17. También a este respecto vemos un preanuncio típicamente mesiánico en la persona de David, “el más pequeño de sus hermanos”, que, siendo pastor de ovejas y ungido rey desde niño (I Reyes 16, 11 ss.), aunque tiene que demorar su reinado mientras dominaba el siniestro Saúl, llega a revestirse de ornamentos y a ejercer funciones sacerdotales (véase II Reyes 6, 12-18; I Paralipómenos 16, 2 ss. y nota). Y esto precisamente cuando se lleva el Arca a Sión (cf. 40, 2), donde él le estableció un Tabernáculo (versículo 4 y nota), y con cuyo motivo compuso el Salmo 67 (cf. I Paralipómenos 15, 20 y nota). Como allí observamos, David bendijo entonces al pueblo, lo cual era función reservada a los sacerdotes (Números 6, 22), y Dios nos muestra expresamente que ello le fue agradable (cf. Eclesiástico 47, 11 s.), al contrario de lo que le ocurrió a Saúl cuando observó una conducta semejante (I Reyes 13, 8-14; 15, 22 ss.) y a Ocías cuando penetró en el Templo (II Paralipómenos 26, 16 ss.). Cf. 46, 16 ss. y nota. De ahí que algunos vean en el príncipe al Sumo Sacerdote. Cf. 44, 3 y nota.

[9016] 18. Desde aquí hasta 46, 15 se indican los sacrificios que el pueblo deberá ofrecer los días de fiesta (cf. 44, 5 y nota). Hay que notar que “este pasaje aporta modificaciones considerables al ritual mosaico y los judíos no han puesto nunca en práctica estas regias nuevas”.

[9017] 20. El día séptimo del mes: En la versión de Los Setenta se dice: el mes séptimo, el primer día del mes.

[9018] 22, Sobre las funciones sacerdotales del príncipe véase versículo 17 y nota; cf. Levítico 4, 14. Siguiendo la interpretación de Fillion (cf. 44, 3 y nota), para comprender este sacrificio que el príncipe ofrece por sí, hemos de considerar que obra en ello simplemente como un buen israelita que quiere “cumplir toda Justicia” (Mateo 3, 15), realizando un acto de culto agradable a Dios, como son todos los que el mismo Dios prescribe aquí, muchos según la Ley de Moisés (cf. 44, 5 y nota), y otros nuevos (cf. versículo 18 y nota). Jesús fue el primero que quiso obrar así, diciendo que Él no vino para abolir la Ley sino para cumplirla (Mateo 5, 17) y que esa Ley sería cumplida hasta la última iota (Mateo 5, 18), cosa que antes nunca fue hecha, según sabemos por Él mismo y por San Pablo (cf. 18, 21 y nota). De ahí que Él, aunque no lo necesitaba, se dejara circuncidar (Lucas 2, 21; Romanos 15, 8), y ofreciese, tanto el par de tórtolas que presentó su Madre como tributo por los primogénitos (Lucas 2, 23 s.; Éxodo 13, 2; Levítico 12, 2-8), cuanto la didracma del Templo (Mateo 17, 23 ss.), etc. En tal sentido, el sacrificio aquí ofrecido no significa en manera alguna que el que lo ofrece tenga pecado, sino un homenaje prestado a Dios en cumplimiento de la Ley común. Esta misma observación relativa al príncipe, puede aplicarse a todos los demás israelitas, los cuales ofrecerán sacrificios por el pecado aun cuando ya no lo tengan, según se ve en 43, 7 (cf. Isaías 60, 18, 21 y notas). El profeta Isaías menciona a este respecto una maldición para el pecador (cf. Isaías 65, 20 y nota), en la cual parece lógico deducir que no se refiere a los israelitas sino más bien a algunos de los muchos extranjeros que vivirán entre ellos (véase 44, 9; 47, 22 s.), sujetos a la anunciada rebelión de las naciones con Gog y Magog (véase capítulos 38 s. y notas; Apocalipsis 20, 7). Cf. versículo 17; 46, 16 ss. y nota.

[9019] 25. La solemnidad: la fiesta de los tabernáculos. Como vemos se conserva la misma fecha (Números 29, 12) y los sacrificios son los mismos que para la Pascua, aunque la Ley mosaica exigía más (Números 29, 13 ss.).

[9020] 2. Lo que en otros lugares se dice sobre el carácter singular de este soberano, no impedirá, como aquí vemos, la labor propia de los sacerdotes, la cual se detalla en 44, 15 ss.; 45, 19, etc. Cf. Apocalipsis 1, 6; 5, 10. El príncipe respetará entonces el lugar reservado para ellos. Cf. versículo 12.

[9021] 4. Véase versículo 16 ss. y 22 y notas.

[9022] 5. Sin duda encierra un bellísimo sentido espiritual esta libertad de ofrecer lo que él quisiere. Y esto siempre ocurre cuando se trata de corderos (cf. versículo 7 y 11).

[9023] 8. De la puerta, es decir, de la de oriente. Sobre el carácter de esta puerta, reservada al príncipe, véase 44, 3 y nota.

[9024] 15. El holocausto perpetuo es el del Cordero, símbolo evidente de la inmolación de Cristo, y que según Moisés debía ofrecerse cada día, mañana y tarde (Números 28, 3-5). David, figurando al Mesías sacrificado, habla solamente del “sacrificio vespertino” (Salmo 140, 2 y nota). Aquí, a la inversa, solo se prescribe el de la mañana. Todo ello contiene sin duda un misterio mesiánico y eucarístico, aunque ningún autor lo identifica con el Santo Sacrificio de la Misa, dado que la profecía se refiere a Israel. Cf. 40, 4; 44, 5 y notas; Malaquías 1, 11; 3, 3 s.

[9025] 16. La porción del príncipe será abundantísima (45, 7 s. y nota). Vemos aquí además de la institución del jubileo de las tierras (Levítico 25, 10), la promesa de que el nuevo príncipe no tendrá ya el inconveniente que anunció Samuel cuando Israel reclamó un rey como tenían las naciones (I Reyes 8, 14), ni confiscará como Acab la herencia de Nabot (III Reyes 21, 7). Les pertenecerá, es decir, al que recibió la donación. Las expresiones aquí usadas son muy diversamente traducidas según las versiones, aunque en ninguna de ellas implican la idea de sucesión o muerte del príncipe o nuevo David que está anunciado para siempre. Véase 37, 24 s.; 44, 3; Salmo 131 y sus notas, etc. “Hay aquí un misterio davídico-mesiánico que nadie explica (cf. Mateo 22, 30; Daniel 12, 2) y cuyo pleno conocimiento sobrepasa nuestras posibilidades actuales” (cf. 45, 17; Ageo 2, 24), ya que tiene carácter escatológico, según lo indican Knabenbauer, Schuster-Holzammer, etc. (cf. 44, 2 y nota). ¿Quién podrá, en efecto, decir las maravillas que Dios tiene reservadas para combinar estas promesas hechas a Israel, su antigua esposa (Isaías 54, 1 ss. y notas; II Reyes 7, 23 ss.), con el triunfo final de la Iglesia de Cristo, Esposa de su Hijo (cf. 43, 18 y nota), y las promesas que Él hizo a los suyos? (Lucas 22, 30, etc.). Véase por ejemplo en Salmo 9A, 17 y nota, las opiniones de Santo Tomás sobre Jeremías 23, 6 ss., etc.

[9026] 18. La figura de este príncipe perfecto encierra una alta lección de política (cf. 45, 8) y, en sentido espiritual, nos muestra que él, como representante de Dios, no necesita despojar a nadie en favor de los suyos. En nuestro trabajo sobre Job (“El libro del consuelo”, p. 249) señalamos la frase infundada de un talentoso escritor católico que, sin duda en momentos de amargo pesimismo, escribió: “Cuando uno goza, siempre hay otro que paga.” No puede admitirse como regla, ni aun en la presente vida de prueba, semejante “maltusianismo” espiritual que parecería revelar una mezquina idea del divino Padre, como si Él necesitase quitar a unos lo que a otros da; o, lo que es peor, como si los méritos de la Sangre de Cristo no alcanzasen para todos, siendo así que bastaría una sola gota de ella, como dice Santo Tomás, para redimir de todas sus iniquidades al mundo entero.

[9027] 20. Véase Levítico 6, 26; Números 18, 8 ss.

[9028] 24. Los sirvientes de la Casa: los levitas. Cf. 44, 11.

[9029] 1. Las promesas que comenzaron en el capítulo 33 (cf. 33, 1 y nota), después de referirse, como señala Crampón, a la “restauración del pueblo de Dios” (capítulos 33-37) y al “triunfo final sobre las naciones” (capítulos 38-39), terminan con “el nuevo Reino de Dios” (capítulos 40-48). Esta última sección, que se ha ocupado hasta aquí del nuevo Templo y de su culto, muestra ahora —antes de indicar los nuevos límites de la Tierra Santa (versículo 13-20) y el reparto de Palestina entre las doce tribus (47, 21; 48, 29)— las grandes bendiciones que saldrán de aquel Templo y que están simbolizadas por el misterioso torrente. Martini hace notar que estas aguas son las que el Profeta anunció en 36, 25 s., y que de las mismas habla Zacarías 14, 8 ss.; Isaías 12, 3 y 55, 1. Los modernos señalan además Salmo 45, 5; Isaías 27, 3; 35, 7; 43, 20; 44, 3; Jeremías 31, 12; Oseas 14, 6; Joel 3, 18; Amós 9, 13; Zacarías 13, 1 ss.; Apocalipsis 22, 1 ss., etc. Las aguas salían por la puerta oriental (cf. 43, 2 y nota). El nuevo Salterio ordenado por Pío XII (cf. 38, 18 y nota) hace notar esa santidad anunciada al Templo, “habitación terrena de Dios” (Salmo 92, 5), y refiere el Salmo 98 especialmente a los frutos de santidad que de él salen cuando el Señor “presente en el Templo, sentado sobre Querubines, hace suyo el reino sobre todos los pueblos, del cual es propia la justicia, que ejercerá en el pueblo de Israel”, mostrando que “son invitados a entrar al Templo no solo los israelitas sino todos los habitantes de la tierra, porque Dios es el Creador y Pastor de todos” (Introducción al Salmo 99). San Jerónimo dice de este río misterioso: “No hay más que un río que mana debajo del trono de Dios, y es la gracia del Espíritu Santo; y esta gracia del Espíritu Santo está encerrada en las Sagradas Escrituras.” El lado derecho marcaba para los hebreos el sur.

[9030] 2. Texto usado por la Liturgia en la aspersión del agua bendita. En sentido espiritual los santos Padres lo han aplicado con mucha razón a la Palabra de Dios (cf. nota 1 y Apocalipsis 22, 1 y nota) y a la gracia y dones del Espíritu Santo, a los sacramentos y a las bendiciones que nos ha conquistado y merecido Jesucristo, Él mismo habló, en efecto, del “agua viva” de su Palabra (Juan 4, 10) y del “río de agua viva” que mana de su seno y que es el Espíritu Santo (cf. Juan 7, 37 ss. y nota). A través de todo el libro de Ezequiel podemos ver figurado a Cristo como Aquel que es la vida (Juan 1, 4; 14, 6) y que comunica esa vida (Juan 3, 16; I Juan 4, 9). Desde el ímpetu vital que se revela en la visión de los Querubines y de la gloria de Dios en el capítulo 1, hasta la resurrección de los huesos en el capítulo 37, todo es vida y todo habla de dar la vida. “¡Vive, vive!” se le dice a Israel que yace envuelta en la miseria de su propia sangre (16, 6). Vida es lo que asegura el varón con vestidura de lino (9, 2 ss.) cuando marca en la frente con el signo de la cruz a los que están amenazados de muerte. Puesto que el Señor Dios no quiere la muerte del impío, sino que se convierta y viva: ¿por qué había de morir la Casa de Israel? (33, 11 ss.). Así cuando llegue su tiempo, el buen Pastor apacentará Él mismo a sus ovejas para que vivan y no las mate el lobo por culpa de los malos pastores (capítulo 34), etc. Aquí, en fin, vemos, saliendo del nuevo Templo, el río de la vida que todo lo vivificará, como el río que en la Jerusalén celestial sale del trono de Dios y del Cordero (Apocalipsis 22, 1 ss.).

[9031] 3 ss. La superabundancia de las aguas que salen del Templo amenazan anegar al Profeta, mostrando que aquellas bendiciones (versículo 1 y nota) superarán a cuanto el más ambicioso pudiera imaginar. Así también el Eclesiástico (Eclesiástico 24, 32 ss. y 40 ss.) compara la divina Sabiduría de las Escrituras (que es el mismo Cristo), con un río desbordante, que llega a hacerse mar sin orillas. De ahí la aplicación que se hace de este pasaje a la predicación del Evangelio: “El río de la Palabra divina y vivificadora debe brotar del templo.”

[9032] 7. “Arboles cuya súbita aparición no es menos maravillosa que el crecimiento mismo del torrente” (Crampón). “¿Con cuánta curiosidad, dice un autor, no asistiríamos a los misterios de los derviches, de los bonzos o del gran Lama? ¿Qué no haríamos por saber los secretos de los druidas, y aun del mitológico Eleusis, o sorprender la magia de un marabú y aun quizá, si pudiéramos, de alguna sesión espiritista? Y sin embargo, ¿cuántos son los que se interesan por saber lo que lloran los judíos ante el Muro de las Lamentaciones, o conocer los misterios de la esperanza que nos brinda la Escritura? La Biblia es el Libro misterioso por excelencia. Nada puede, ni de lejos, compararse a ella para saciar la sed de misterio. Pero, de tal manera se ha perdido el amor a la verdad, que la idea de misterio ha llegado a confundirse con la de ficción, siendo que esta es sinónimo de mentira, y el misterio es sinónimo de verdad profunda, porque es una verdad oculta, pero más real, según enseña San Pablo (II Corintios 4, 18), que las efímeras cosas que se ven.”

[9033] 8. El Arabá, hoy el Ghor, parte sur del valle del Jordán. Cf. Amós 6, 15 y nota. El Mar Salado: el Mar Muerto. Quedarán saneadas: las aguas del Mar Muerto, extremadamente saladas y bituminosas, serán tan sanas como las aguas del Jordán. “Notable muestra del favor divino operado en aquella región maldita y desolada”. Véase 13 ss.; 39, 11 y notas.

[9034] 9. Actualmente no pueden vivir peces en esas aguas del Mar Muerto, donde las ciudades culpables de la Pentápolis fueron anegadas en salitre y azufre ardiente (Deuteronomio 29, 23). Véase Génesis 19, 24 y nota.

[9035] 10. El Mar Grande: el Mediterráneo. Engadí y En-Eglaim: en la orilla occidental del Mar Muerto.

[9036] 11. Sus lagunas y juncales; es decir, los pantanos que queden separados y no reciban las aguas vivificantes del Templo.

[9037] 12. San Jerónimo observa que en estas maravillosas plantas están figuradas las divinas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, de las cuales no solamente los frutos, esto es, el sentido y espíritu que se esconde en ellas, sino también las mismas hojas, quiere decir, la letra y el sentido literal, son de gran virtud para curar todas las enfermedades del alma (Scío). Cf. Apocalipsis 22, 2.

[9038] 13 ss. Los versículos 13-20 indican, dice Fillion, “las fronteras de la región que el pueblo de Dios, regenerado y transformado, poseerá como preciosa herencia”, y agrega, con respecto al juramento de Dios (versículo 14), que “al dar así la tierra santa a su pueblo como una posesión definitiva, el Señor cumplirá sus antiguas y solemnes promesas. Cf. Génesis 13, 14 ss.; 15, 18 ss.; 26, 3; 28, 13 ss., etc.” En cuanto a esos límites, Crampón sugiere compararlos con la visión de Moisés en el monte Nebo (Deuteronomio 34, 1 ss.) donde Dios le mostró, antes de morir en tierra de Moab, la tierra prometida con relación a esos juramentos hechos “a Abrahán, a Isaac, y a Jacob”, la cual era más amplia que la que alcanzaron en su apogeo David y Salomón, y llegaba también “hasta el mar occidental”, comprendiendo la tierra de los filisteos o palestinos (cf. Ex. 23, 31). Hacia el sur, aquella visión de Moisés menciona expresamente a Segor, “la pequeña”, llamada antes Bala (Génesis 14, 2), que estaba al sur del Mar Muerto, siendo, de las cinco ciudades, la única que se salvó cuando perecieron Sodoma, Gomorra, Adama y Seboím. Cf. 25, 4 y nota. José obtiene doble medida como en la primera repartición del país por Moisés y Josué, debido a que sus dos hijos Efraím y Manasés fueron adoptados por Jacob. Cf. Génesis 48.

[9039] 15 ss. Vemos reaparecer aquí, entre algunos nombres difíciles de localizar hoy, varios de los que había señalado Moisés. Sedad: ciudad de Siria, en la frontera entre Palestina y Siria (Números 34, 8). En resumen, las fronteras del nuevo reino de Israel no coinciden con los antiguos reinos de Israel ni de Judá. Por el norte van desde el Mediterráneo hasta los montes del Haurán; por el este, el Jordán y el Mar Muerto han de servir de límite; por el sur, una línea desde Cades hasta el arroyo (de Egipto); por el oeste, el Mediterráneo. Haser-Hatticón: Vulgata: Casa de Ticón. Haurán, entre Palestina y Damasco. Haser-Enón (versículo 17): Vulgata: Atrio de Enón. Mar Oriental (versículo 18): Mar Muerto. Sobre el término Aguas de Meribá de Cades (versículo 19), véase Números 20, 13; Salmo 94, 8 y notas.

[9040] 23. Cf. Isaías 14, 1 y nota. Como observan los comentadores, es esto una derogación del antiguo orden, el cual, si bien mandaba a los israelitas tener la mayor caridad con el extranjero “amándole como a ellos mismos” (Levítico 19, 18 y 33 ss), les imponía algunas restricciones para incorporarlos a la comunidad (Deuteronomio 23, 7 s.), y no asignaba, como aquí, al prosélito, parte individual en las suertes de cada tribu. El mismo espíritu reina en la Iglesia que fundó Jesús (el Mesías a quien Israel iba a rechazar) muriendo “no por la Nación solamente, sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos” (Juan 11, 52), pues por medio de la santa Iglesia, Dios había también de “visitar a los gentiles y tomar de entre ellos un pueblo para su nombre” (véase Hechos 15, 14 ss.). En la Iglesia, “una” y “católica”, es decir, universal, la igualdad espiritual debe existir “sin acepción de personas” (Romanos 2, 11 s.; 10, 12), ni importa “la circuncisión, sino la nueva creatura” (Gálatas 6, 15), es decir, el haber nacido de nuevo en Cristo (Juan 3, 5 y nota). Por medio de la Iglesia y en ella, los gentiles, que éramos “extraños a la sociedad de Israel, extranjeros a las alianzas, sin esperanza en la promesa y sin Dios en el mundo” (Efesios 2, 12), hemos sido admitidos a la “familia de Dios” (Efesios 2, 19), y no solo participamos de las promesas de Israel, sino de mayores aún como miembros de su propio Cuerpo místico (Gálatas 3, 28; Colosenses 3, 11; Juan 17, 22 ss.; Efesios 1, 5; I Tesalonicenses 4, 16 s.; Apocalipsis 19, 6 ss., etc.).

[9041] 1 ss. Toca a cada tribu un territorio igual, y cada uno de ellos se extiende por todo lo ancho del país, de tal manera que al norte de Jerusalén se hallen las heredades de siete tribus: Dan, Aser, Neftalí, Manasés, Efraím, Rubén y Judá; y al sur las de las cinco tribus de Benjamín, Simeón, Isacar, Zabulón y Gad. Cf. 47, 14 donde Crampón hace notar que: “cada tribu tendrá una parte igual, no solamente en extensión, sino también por la calidad del suelo, a saber una banda de territorio que parte del Mediterráneo y llega al valle del Jordán, comprendiendo aproximadamente igual extensión de llanuras y de montañas”.

[9042] 8 ss. Esta porción principalísima, que ha de separarse del país para el Templo, la ciudad santa, los sacerdotes, los levitas y el príncipe (véase 45, 1 ss. y notas), quedará como vemos, entre las heredades de Judá y de Benjamín, que antes formaban juntas el reino del Sur, o de Judá.

[9043] 11. Sobre los sacerdotes... hijos de Sadoc, véase 44, 15 ss. y neta. Sobre los levitas, cf. 44, 10 ss. y nota.

[9044] 14. Primicias de la tierra: aquí no significan los primeros frutos, sino el país, la Tierra Santa, que, por quedar consagrada a Dios, será “hérem”, esto es, no podrá enajenarse (véase en Levítico 27, los vv. 10, 28 y 33). Esta palabra hebrea corresponde al griego “anatema”, que se ha hecho sinónimo de condenado o maldito. Cf. Romanos 9, 3; I Corintios 16, 22; Josué 6, 17, etc.

[9045] 18. Los trabajadores de la ciudad: según algunos solamente los obreros; según otros, los magistrados de la ciudad. Probablemente se trata de toda la población civil.

[9046] 21. Esto será para el príncipe: Véase 45, 7 ss. y nota.

[9047] 28. Sobre Meribá de Cades véase nota a 47, 15 ss. El torrente: Vulgata: heredad.

[9048] 29. Por suertes: Cornelio a Lápide declara que nadie explica ni él se atreve a adivinar cómo deba ser entendido o ejecutado este sorteo. Fillion resuelve satisfactoriamente esta dificultad, aclarando que “el detalle por suertes no se refiere a las partes de cada tribu, pues que Dios mismo se ha encargado de distribuirlas, sino a los lotes individuales de los miembros de cada tribu”.

[9049] 30. Terminado lo relativo a la tierra, se trata ahora de la nueva Jerusalén, según es frecuente en las profecías. Crampón recuerda que “sus esplendores fueron cantados ya por Tobías 13, 11-23”. Gramática señala Isaías 60, 14; Jeremías 23, 6 y 33, 16. “Aquí se inspiró San Juan para trazar las líneas de la Jerusalén celestial” (Nácar Colunga).

[9050] 31. Las puertas de la ciudad son doce, tres a cada uno de los puntos cardinales, y sus nombres son tomados de las doce tribus, lo mismo que el Apocalipsis dice de la Jerusalén celestial, la “Esposa del Cordero”, que el apóstol San Juan vio desde una grande y alta montaña (cf. 40, 2); “la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo de junto a Dios, brillante de la gloria de Dios” (Apocalipsis 21, 9 ss. y nota), y cuya muralla tenía además “doce piedras fundamentales y sobre ellas los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Apocalipsis 21, 14). Cf. 44, 2 y nota.

[9051] 35. Yahvé está allí; en hebreo: Yahvé schammah. Los Setenta dicen misteriosamente: “Y el nombre de la ciudad será el nombre de ella”, aludiendo quizás al nombre nuevo de Isaías 62, 4, que en hebreo es: “Mi amor está en ella”. Gramática cita aquí 35, 10; Jeremías 3, 17; Joel 3, 21; Zacarías 2, 10; Apocalipsis 21, 3. Crampón comenta: “De su santuario donde Él reside, extiende el beneficio de su presencia sobre la capital, por las bendiciones que derrama sobre ella.” “Después de haber abandonado a su ingrata capital (cf. 11, 22-23), Yahvé la había purificado por el castigo; luego había vuelto a ella (cf. 43, 1 y ss.) prometiendo residir allí para siempre. No puede marcar mejor el carácter indestructible de esa promesa, que dando a la nueva Jerusalén un nombre que iba a recordársela sin cesar. Nombre de los más consoladores, que expresa la suma de todos los bienes, la duración perpetua de la teocracia, su santidad y la omnipotencia de Dios” (Fillion). Scío recuerda también el misterio de Jesús Emmanuel (Isaías 7, 14 y nota), y Bover-Cantera anota: “Se cumplirá por la Encarnación. Emmanuel, Dios con nosotros, es la realización de lo predicho por Ezequiel: “Yahvé está allí.”

[9052] 1. Joakim, hijo del rey Josías de Judá, comenzó a reinar el año 608 o 607. El tercer año de su reinado corresponde, pues, al año 605 o 604.

[9053] 2. Sinear, esto es, Caldea (y su capital Babilonia), la parte meridional de Mesopotamia. El nombre parece un arcaísmo, porque no se usaba más en la lengua vulgar, pero se explica por el carácter profético y apocalíptico del Libro. Véase Génesis 11, 2; 14, 1.

[9054] 3 s. Nótese aquí el cumplimiento de la profecía de Isaías a Ezequías (Isaías 39, 7; IV Reyes 20, 18 y nota) y la confirmación de que Daniel llevaba, como Jesús, la sangre real de David (cf. Introducción). Los jóvenes fueron instruidos en las ciencias de los caldeos, no solamente en la lengua corriente, que en aquel tiempo era la aramea, el idioma de los habitantes de Aram o de la Siria, sino también en la antigua, que Daniel llama aquí caldea y que es la que se ha conservado en las inscripciones cuneiformes (cf. 2, 4 y nota). La instrucción abarcaba, además, la astrología y las ciencias mágicas.

[9055] 6. Daniel era entonces un adolescente. De ahí que los sucesos de su libro abarquen casi tres cuartos de siglo, desde Nabucodonosor hasta Darío el Medo (6, 1) y Ciro el Persa (cf. 10, 1). Su vida, que alcanzó honores casi reales (2, 46 ss.), llegó hasta el fin de la cautividad —en el cual sin duda alguna influyó como instrumento divino—, de modo que, habiendo sido contemporáneo de Jeremías y de Ezequiel (Ezequiel 14, 20; 28, 3), lo fue también de Esdras y de Zorobabel.

[9056] 7. Como expresa San Crisóstomo, el derecho de dar nombre equivale a ejercer el dominio y es signo de señorío sobre otro. Significa a la vez la recepción de los cuatro nobles hebreos en el pueblo caldeo, y el empeño por desvincularlos de Israel, pues sus nuevos nombres tienen vinculación con los dioses babilónicos (Bel, Nebo, etc.). Daniel significa: “mi juez (mi protector) es Dios”. Baltasar (o Belsasar según la transcripción hebraica) se traduce como una parodia del anterior: “Bel protege su vida”. Es de imaginar la repugnancia con que lo llevaría quien tan fiel había de ser al verdadero Dios de Israel (versículos 8-16, etc.). Cf. el cambio de nombre de Zorobabel (Esdras 1, 8 y nota) y el de José en Egipto (Génesis 41, 45).

[9057] 8. Daniel no vacila en preferir el ayuno al peligro de contaminarse comiendo manjares prohibidos por la Ley y que tal vez provenían de los sacrificios ofrecidos a los ídolos.

[9058] 11. Malasar: no es nombre propio sino de un cargo. Este lo ejerció amablemente. Y no sin provecho para sí mismo (versículo 16).

[9059] 15 s. El éxito confirma la fe confiada de Daniel, y nos muestra cómo ya entonces Yahvé daba todo “por añadidura”, como dijo Jesús (Mateo 6, 33), al que buscase ser fiel a la Ley. La observancia de los preceptos mosaicos referentes a la alimentación era más grave de lo que hoy suponemos después de escuchar a San Pablo (Colosenses 2, 16-23). A los que se extrañan de que los jóvenes hebreos rechazasen los manjares de los caldeos, pero no sus ciencias, responde San Jerónimo: “Aprenden ellos, no para seguir, sino para juzgar y convencer; aprenden la doctrina de los caldeos con el mismo propósito que había llevado a Moisés a estudiar las ciencias de los egipcios.”

[9060] 17. Dios concedió: Estas palabras bastan para responder a los que se sorprenden de que Daniel pueda ser el autor de este Libro, donde varias veces se le elogia (cf. 5, 11; 6, 4; 13, 45). Reconoce él simplemente, como lo hizo José (Génesis 40, 8), y Salomón, y San Pablo, y María Inmaculada, las “grandezas” que Dios obra en él (cf. Lucas 1, 48 s. y notas). Pero no lo hubo más fiel en dar al Señor toda la gloria (2, 18 ss.; cf. Ezequiel 28, 3 y nota). La humildad es simplicidad de niño ante Dios, y no mojigatería. Esa sinceridad es lo que Dios amó en David, y lo que el mismo Dios elogia en Daniel (cf. I Macabeos 2, 60; Ezequiel 14, 20). Daniel recibió un don especial de Dios, como José en Egipto (Génesis 40, 1 ss.; 41, 1 ss.): el don de sueños proféticos y el don de interpretarlos (véase Eclesiástico 34, 1 ss. y notas); don sumamente apreciado en Babilonia (cf. 2, 1 ss.).

[9061] 21. El año primero del rey Ciro: Cf. 9, 25. Fecha importantísima para los judíos, pues señala el fin del cautiverio babilónico (Esdras 5, 13; 6, 3; II Paralipómenos 36, 22). No significa que Daniel muriese ese año, sino que Dios lo conservaba aún entonces —después de salvarlo de todas las persecuciones con estupendos prodigios— para que presenciase el paso del imperio a manos del Anunciado por Isaías casi dos siglos antes (cf. Isaías 45, 3 y nota), según lo vaticinara también el mismo Daniel en 2, 39 y 5, 28.

[9062] 1. Para comprender la preocupación del rey hay que tener presente, no solo que los babilonios veían en los sueños algo sobrenatural, creyendo que por medio de ellos los dioses les intimaban órdenes y les descubrían cosas futuras, sino también que aquí había realmente una voluntad divina, como en el sueño del Faraón narrado en el capítulo 41 del Génesis, y no ya para dar un anuncio de alcance limitado como aquel, sino una revelación que abarcaría todo el desarrollo de la historia. Cf. versículo 28 s. y 45; 1, 17 y nota.

[9063] 2. Los caldeos: aquí como en 4, 4 y 5, 7, señala una clase de magos, o quizás a todos los sabios babilónicos. La crítica ha atribuido demasiada importancia a esta denominación, tomándola como indicio de que el Libro de Daniel hubiese sido compuesto después del destierro, cuando “caldeos” ya no significaba todo el pueblo, sino solo una casta. Aun concediendo este cambio del significado de la palabra, no necesitamos aceptar la opinión de los críticos, puesto que Daniel sobrevivió al fin del destierro y bien pudo conocer el nuevo sentido que se daba entonces al término “caldeo”.

[9064] 4. En siríaco, esto es, en arameo. Con esta misma palabra cesa aquí el texto hebreo y empieza el arameo que se usa hasta el fin del capítulo 7, en que Daniel vuelve al hebreo hasta el fin de la parte protocanónica. Su lenguaje hebreo es semejante al de Ezequiel, y el hecho de retornar a esa lengua patria denuncia al verdadero autor, que se apartó de ella por la necesidad de ser entendido en Babilonia, cuyo idioma usual bien conocía (cf. 1, 4 y nota). Ello no obsta a que los caldeos hablasen al rey en caldeo, en vez de arameo, y que estas palabras “en siríaco” sean puestas aquí por un copista como simple advertencia al lector de que en lo sucesivo el relato continúa en arameo.

[9065] 5. Convertidas en cloacas: Vulgata: serán confiscadas.

[9066] 11. Los magos tienen razón, mas los caprichos de un rey oriental solían ser tan absurdos que exigían cosas imposibles. Recuérdese la orden de azotar las aguas del Helesponto, dada por Jerjes (cf. Ester 8, 1 ss. y nota), llamado Asuero en el Libro de Ester, quien como rey de Persia se reconoce heredero de Ciro (Ester 16, 16 y nota), o sea, sucesor del imperio de Nabucodonosor un siglo después del cautiverio de Babilonia, y que, no obstante retener aún en “durísima esclavitud” (Ester 14, 8) a los muchos judíos que habían quedado “esparcidos por toda la tierra” (Ester 2, 6; 3, 8; 11, 4; 13, 4 y notas), los libró de la destrucción gracias a Ester, y les permitió seguir viviendo según sus leyes (Ester 16, 19), aunque “como súbditos de los persas” (Ester 16, 23).

[9067] 17. Notemos la hermosa solidaridad espiritual de estos amigos en el destierro.

[9068] 18 ss. Cf. 1, 17 y notas. Daniel no confía en las ciencias, aunque las había estudiado con el mejor de los éxitos (véase 1, 20), sino únicamente en la inspiración e iluminación que viene de Dios (cf. 27 ss.). Los cuatro jóvenes se arrodillan y, dirigiendo sus miradas (cf. 6, 10) hacia Jerusalén, la ciudad amada de Dios aunque castigada entonces, acuden a Aquel que es la sola fuente de toda verdadera Sabiduría (Eclesiástico 1, 1 y nota). Y Dios, que en su infinita misericordia siempre está atendiendo las oraciones y súplicas de los humildes, revela a Daniel el sueño del rey. Lo que sigue en los versículos 20-23 constituye una de las más bellas alabanzas de Dios que hay en la Biblia (cf. la oración de Daniel en 9, 3 ss., y las de sus amigos en 3, 26 ss. y 52 ss.). El joven profeta da la gloria a Dios que solo conoce las cosas profundas y recónditas y concede sabiduría y fortaleza a los que confiados en Él se las piden. Véase Job 12, 22; Salmo 138, 12. Cf. Ezequiel 28, 3 y nota. A fin de que no se quitase la vida: Preciosa simplicidad filial. Daniel no pretende penetrar los misterios por ningún alarde de ser sabio, pero no duda de que Dios se los revelará para salvarles la vida.

[9069] 21. Quita reyes y los pone: De aquí el dicho proverbial. Esa confesión de Daniel, llena de sabiduría política y base de toda filosofía de la historia, parece intuir ya el contenido de aquel sueño de Nabucodonosor, que revela precisamente el orden puesto por Dios para la sucesión histórica de los reinos. Cf. versículo 37 ss.; 4, 19 ss.; 5, 20 ss.

[9070] 22. Con estas palabras, de altísima piedad, el profeta nos previene sobre la extraordinaria importancia del misterio que va a ser descubierto, tan grande, que interesa a toda la historia. Y al mismo tiempo nos comunica Daniel una preciosa luz espiritual para el conocimiento de Dios en su llaneza inefable, pues, pudiendo Él guardarse todos sus misterios, nos comunica tantos. Cf. Amós 3, 7; I Corintios 2, 10; Hebreos 4, 13.

[9071] 24. No quites la vida, etc.: La caridad de Daniel se preocupa ante todo de salvar la vida a aquellos hechiceros. En el capítulo 6 vemos cuán distinta es la conducta que usaron con él los cortesanos urdiendo su muerte, de la que solo había de salvarlo un estupendo milagro.

[9072] 25. De los cautivos: Se refiere a la primera transmigración de los cautivos judíos, de la cual Daniel formaba parte el año 605 (cf. 1, 1 ss.); y le llama de Judá a diferencia de la de Israel o reino del norte, que estaba cautivo en Asiria desde 722 (cf. IV Reyes 17, 6 y nota) y a la cual perteneció Tobías, cuya tribu (de Neftalí) fue llevada aún antes de esa fecha (Tobías 1, 2 y nota; IV Reyes 15, 29).

[9073] 27 s. La respuesta de Daniel es un modelo de humildad. “Solo el Dios del cielo ha podido otorgar la revelación tan ardientemente deseada por el rey. De una manera análoga José había insistido delante del Faraón sobre este privilegio de Yahvé. Cf. Génesis 41, 16, 25, 28” (Fillion). De nuevo rechaza el profeta todo honor y gloria personal para él (versículo 30). “Es que el verdadero sabio, dice San Bernardo, como no se infla, ve las cosas tales como son en sí mismas: las divinas como divinas y las humanas como humanas.” Al fin de los días (versículo 28): Estas palabras aclaran el sentido de las expresiones del versículo 29: “después de estos tiempos” y “lo que ha de venir” (cf. versículo 45 y nota). Scío señala aquí su alcance escatológico y cita a Ezequiel 38, 8, que él interpreta del Anticristo, según lo cual la estatua de Daniel comprende “todo el tiempo de los gentiles” (Lucas 21, 24). Cf. Ezequiel 30, 3 y nota. De ahí la grande importancia histórica de esta profecía. Jesús en su discurso escatológico (Mateo 24, 15) cita otro pasaje de Daniel (9, 27).

[9074] 31. De un esplendor extraordinario: “Así se escribe la historia” y, como dice Jesús, los que dominan a las naciones aun son llamados bienhechores (Lucas 22, 25). Nótese el contraste con la humilde confesión de Daniel por los pecados de Israel, de sus padres y de sus reyes (9, 5-8). Pronto nos muestra Dios el destino de aquel soberbio monumento político: quedará reducido a polvo (versículo 35). Fillion hace notar que la estatua tenía forma humana, es decir, que representaba el humanismo, o sea, lo que Jesús llama “el mundo”, por oposición al Reino de Dios.

[9075] 32 s. Oro, plata, bronce, hierro, denotan cada vez mayor dureza y menor calidad en la misma estatua, hasta que aparece la frágil arcilla en los pies. “La potestad del mundo es una en todas sus fases. Por eso en la visión todas estas fases están unidas en una sola imagen” (Fillion).

[9076] 34. Sobre esta gran piedra véase versículo 45 y nota.

[9077] 35. Fillion llama la atención sobre el hecho de que “así pulverizadas las partículas de la estatua fueron llevadas por el viento de modo que todo rastro de ellas desapareció en absoluto”, pues la montaña llenaba toda la tierra. Véase 7, 26 s.; Lucas 18, 8 y nota. Cf. IV Esdras 12, 11 ss.; 13, 6 ss.

[9078] 37 ss. En la interpretación del sueño, que tiene gran semejanza con la visión de las cuatro bestias del capítulo 7, los exégetas católicos no han logrado hasta ahora una explicación homogénea. Según la interpretación tradicional, después del primer reino que evidentemente es el babilónico, el segundo sería el de los medos y persas, los cuales dominaron al primero; el tercer reino sería el de Alejandro Magno, y el cuarto el de los romanos, los que sometieron a casi todos los pueblos por el poder de las armas (el hierro), mas no supieron, dicen, transformarlos en un pueblo unido, de manera que su imperio se asemejaba a una mezcla de hierro y barro. Esta misma interpretación siguen algunos modernos, como Vigouroux, Knabenbauer, Fillion, Linder, etc. Al mismo tiempo esta interpretación afirma un paralelismo entre la visión de la estatua y la de las cuatro bestias (capítulo 7), la cual termina, según todos lo afirman, en la destrucción del Anticristo por la segunda venida del Señor, y la manifestación de su reino eterno, en tanto que esta terminaría según ellos en la primera venida de Cristo, considerando que al nacer la Iglesia pulverizó y sustituyó a todos los cuatro imperios. Algunos protestantes siguen igual interpretación de esos cuatro imperios, pero para obviar aquella dificultad sostienen que, según el Apocalipsis, habrá un renacimiento del imperio romano en los últimos tiempos. Otros autores consideran que el primer reino continuó con Darío el Medo y Ciro el Persa, pues su reino no fue menor que el de Nabucodonosor, ni ellos destruyeron a Babilonia como antes se creía, sino que continuaron aquel reino, y el mismo Daniel, ministro de Nabucodonosor, lo fue también de Darío, y continuaba en tiempo de Ciro. El segundo reino sería según esto el de los griegos, que, fundado por Alejandro, y consolidado por Seleuco, fue menor que el babilónico, y no dominó toda la tierra como se dice del tercero. Este, el de bronce, correspondería entonces a los romanos, que dominaron toda la tierra, y no como el de hierro que todo lo destruye, sino, dicen, difundiendo también su derecho y cultura, y dividiéndose luego (del vientre a los muslos) en dos: el Imperio de Oriente y el de Occidente. El cuarto reino, de hierro y barro, se inicia, según ellos, con las invasiones de los pueblos del Norte y los nuevos reinos por ellos fundados, y se caracteriza por estar dividido, porque ya no hay, como en los anteriores, una sola nación que domine universalmente, y solo se llama reino en el sentido lato de régimen o sistema político de ese último período de la historia de las naciones que el Profeta prevería para el tiempo final en que Cristo retornará, no ya como en su primera venida, naciendo de mujer y presentándose humilde como el cordero de Dios, la Víctima Redentora, sino como Juez que viene de improviso, sin mano de hombre, como una gran piedra que destruye toda la estatua del poder mundano, culminado en el Anticristo. Como se ve, esta segunda opinión hace terminar el último reino con la segunda venida de Cristo, lo cual corresponde mejor al sentido de la profecía, pues la piedra, es decir Cristo (versículo 45 y nota), en su primera venida, no destruyó el cuarto reino, el cual estaba entonces en toda su fuerza. Transcurrieron cinco siglos antes que fuese arruinado y sustituido por los pueblos del Norte, los cuales llegaron a fundar un nuevo Imperio bajo Carlomagno, el cual también se dividió. Otros intérpretes, en fin, como Calmet, Lagrange, Buzy, Riessler, Goettsberger, reduciendo el alcance de la visión al mundo oriental, refieren el cuarto reino a los sucesores de Alejandro Magno, que a causa de sus discordias desbarataron la obra del gran Macedonio. En este caso, la mezcla del versículo 43 se referiría a los matrimonios entre las familias de los Diadocos (sucesores de Alejandro). Como ejemplo de esta interpretación veamos la de Nácar-Colunga: “Esta visión representa los cuatro imperios que desde el caldeo se sucedieron en Oriente: el caldeo, el persa, el macedonio y el Seléucidas o sirio. No han faltado intérpretes que han querido ver en este último el imperio romano, llevados de la idea de que bajo este imperio había aparecido el Mesías. Pero Daniel no es una excepción entre los Profetas, que ven el reino mesiánico al término de su horizonte histórico.” Dentro de esta variedad de interpretaciones, hay todavía variedad en los detalles. Un exégeta moderno, H. Junker, atribuye solo al primer reino carácter histórico y ve en los otros algún poder humano. De ahí la necesidad que señala S. S. Pío XII de redoblar los esfuerzos de los estudiosos, para los cuales el Papa reclama una notable libertad.

[9079] 44. Un reino que nunca jamás será destruido: No puede ser sino el reino del Mesías. “Admirable profecía es esta del reino eterno de Jesucristo” (Páramo). Véase 7, 13-14; Números 24, 19; Salmo 2, 6-9; 71, 7-11; Isaías 9, 6-7; Jeremías 23, 5; Ezequiel 37, 24 ss.; Lucas 1, 32-33; Apocalipsis 1, 5; 19, 6.

[9080] 45. La piedra desprendida de la montaña sin concurso humano y que se hace ella misma un monte (versículo 34 s.) es, según opinión unánime, Jesucristo, el Mesías y Salvador. Él fundará su reino sobre las ruinas de los imperios del mundo. Él es la piedra fundamental del reino, de Dios, como vaticinó ya Isaías: “He aquí que pondré en los cimientos de Sión una piedra, piedra escogida, angular, preciosa, asentada por fundamento” (Isaías 28, 16). Jesucristo se llama a Sí mismo piedra en Mateo 21, 42 ss., donde dice a los judíos que el reino de Dios les será quitado, y agrega: “Quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo” (cf. Salmo 117, 22). El Mesías, en efecto, fue piedra de tropiezo para Israel que lo rechazó (cf. Lucas 2, 34; Isaías 8, 14; Romanos 9, 33; I Pedro 2, 7), y aquí se presenta haciendo polvo (versículo 35) a los imperios gentiles. También los intérpretes judíos están de acuerdo en reconocer que esta nueva descripción designa el reino que según los oráculos de los profetas debía fundar el Mesías. El monte de donde se desprende la piedra es “probablemente la colina de Sión que en otros oráculos cristológicos, está en relación estrecha con el Mesías y su reino. Cf. Salmo 2, 6; 19, 2; Isaías 2, 2, etc.” (Fillion).

[9081] 46 s. Sobrecogido de admiración. Nabucodonosor adora a Dios en la persona del profeta. En la triple confesión del rey se ha querido ver una alusión al misterio de la Trinidad: Dios de los dioses, el Padre; Señor de los señores, el Hijo; y Aquel que revela los arcanos, el Espíritu Santo. Vuestro Dios es realmente el Dios de los dioses: Es muy admirable el que Dios quiera presentarse en la Biblia como un Dios determinado. Es para que atendamos a esas mil características propias que Él nos revela sobre Sí mismo, y le tengamos una adhesión consciente, electiva, como la del que siguiese por ejemplo el partido de Júpiter por preferirlo al de otro. Claro está que Él mismo nos dice que Él es el único verdadero, y que “todos los dioses de los gentiles son demonios” (Salmo 95, 5). Pero Él no quiere que lo miremos en abstracto, simplemente como el Creador, porque eso no interesa a nuestro corazón, que ya tiende a ver en Él una fatalidad impersonal —el Fatum— a la que estaríamos sometidos como a las fuerzas cósmicas, pero que sería ajena a todo lo que constituye nuestro espíritu, o sea, la intimidad de nuestro ser, nuestros afectos, nuestra ansia de felicidad. Es precisamente esto, más que todo, lo que a este Dios peculiar le interesa, y por eso más que toda otra característica, más que toda su magnificencia, destaca Él su bondad, que viene de su amor por los hombres, no cansándose de repetir que “su misericordia dura eternamente” (Salmo 135, 1 ss.) y que Él es el “amador de los hombres” (Sabiduría 7, 22). Más tarde nos dirá que ese amor fue tan grande, que le hizo entregar a su Hijo (Juan 3, 16). Este es el Dios nuestro, y no una vaga divinidad cuyos atributos tuviese que adivinar la mente humana, como pretenden los teósofos.

[9082] 1. Según los Setenta y otras versiones, este episodio de la estatua de oro ocurrió dieciséis años después del sueño narrado en el capítulo 2, o sea, el año 18 del reinado de Nabucodonosor, que fue el mismo de la ruina de Jerusalén (IV Reyes 25, 8; Jeremías 52, 12). La llanura de Dura se extiende al sudeste de la ciudad de Babilonia. San Jerónimo opina que la estatua representaba al mismo Nabucodonosor, quien de este modo se hacía adorar como Dios. Otros piensan que se trataba de una columna hueca, revestida de chapas de oro, y coronada con la imagen del dios Marduk (Bel), el ídolo principal de los caldeos. Consideramos más acertada la opinión de San Jerónimo porque, históricamente, cuadra con la soberbia del rey conquistador del mundo y “cabeza de oro” de todos los imperios (cf. 2, 37 s.); y proféticamente nos muestra un anuncio de los honores divinos tributados al “hombre de pecado” que San Pablo revela en su profecía sobre el Anticristo (II Tesalonicenses 2, 3 ss.). Cf. versículos 6 y 18 y notas. Las proporciones de la estatua corresponden al sistema sexagesimal que en Babilonia estaba en uso (60 codos de altura por 6 de anchura = 30 por 3 metros, aproximadamente), siendo de notar que, así como el número siete es sagrado (cf. versículo 47), el número seis, aquí repetido, es propio de lo humano, y así también es el número 666, propio de la bestia apocalíptica (Apocalipsis 13, 18). En ese capítulo 13 sobre el Anticristo, encontramos un acontecimiento paralelo al presente: el Falso Profeta hace adorar una imagen de la Bestia (Apocalipsis 13, 14 ss.).

[9083] 2. Los sátrapas: los más altos dignatarios del imperio, puestos al frente de las provincias. Véase Esdras 8, 36; Ester 3, 12. Ellos y todos los jefes deberán someterse al plan del rey. Por cierto que Daniel no figura entre ellos aunque era alto personaje (cf. 2, 48). Pero tampoco figura luego junto a sus compañeros perseguidos (versículo 12 ss.), lo cual hace pensar que estaba, sin duda, ausente en aquellos días. De lo contrario, ¿no habría él disuadido al rey de su insensato proyecto de la estatua?

[9084] 5. La postración rostro en tierra, era entre los orientales el gesto de adoración (cf. 2, 46). Como se ve, se trataba de un culto idolátrico, al cual Daniel y sus compañeros no habrían podido acomodarse aunque se les hubiera prometido todo el imperio.

[9085] 6. En el Apocalipsis, es el Falso Profeta, o bestia de la tierra, quien manda matar a todos cuantos no adoraren la imagen de la Bestia del mar (Apocalipsis 13, 15). Después de anunciarnos Daniel en el capítulo 2 la caída de la potestad temporal de los imperios gentiles (cf. Ezequiel 30, 3 y nota), vemos aquí el fenómeno religioso: la idolatría del hombre (versículo 1 y nota), y su forma obligatoria que suprime la libertad espiritual, sometiéndola al orden político y económico y dirigiendo la “opinión pública”, la mentira en común, como lo vemos en este siglo xx.

[9086] 8. Acusaron: El texto original (arameo) emplea para expresar esta idea, un giro muy pintoresco: los comieron a pedazos; así como hoy, por “hablar mal de otro en su ausencia”, suele decirse “sacarle el cuero”.

[9087] 12. La sanción afectaba especialmente a los tres jóvenes por ser funcionarios (cf. 2, 49) y no haberse unido a todos los del versículo 2 s. (véase allí la nota sobre la ausencia del mismo Daniel). Los demás judíos no fueron molestados, y esto es lo que destaca más la lección magnífica que nos dan los tres jóvenes con su fidelidad al Dios verdadero, conservada en las alturas del poder, donde la vanidad y la llamada “razón de estado” provocan tantas prevaricaciones de los poderosos. Cuan implacable será Dios con ellos puede verse en 6, 6 ss.

[9088] 16 ss. La arrogancia del rey no los confunde. Así lo había dicho el Espíritu Santo por boca de David (Salmo 118, 46) y lo confirmó el mismo Jesús en su promesa de Mateo 10, 19 s. La fe confiada, firme y modesta de estos santos jóvenes, semejante a la de Mardoqueo (Ester 3, 2; 13, 14), es tanto más hermosa cuanto que en el cautiverio estaban privados de pastores y culto (versículo 38), y lejos de Jerusalén, la ciudad santa que había caído a causa de sus impiedades (cf. versículo 28 ss.; Ezequiel capítulo 8 y notas).

[9089] 18. La distinción entre los dioses y la estatua, repetida en los versículos 12 y 14 precisamente confirma la opinión de que esta no era la de uno de aquellos, sino la efigie del rey. Cf. versículo 1 y nota. También Darío manda que le adoren, en 6, 7.

[9090] 19. Los arqueólogos nos dicen que “el horno, con su abertura lateral, por la que se podía ver su interior e introducir el combustible, era uno de los tantos hornos de cocer ladrillos o de hacer cal que había en la región, lo suficientemente espaciosos para que en ellos se pudieran pasear los tres jóvenes” (Prado). Cf. el caso a que alude Jeremías en 29, 21-23. El fuego siete veces mayor parece simplemente un desahogo de ira, pues, como observa Fillion, con él sería más corto el suplicio. Pero esa prueba septenaria (cf. versículo 1 y nota), que encierra quizás un símbolo de las que han de purificar a los justos (I Pedro 1, 7), sirvió para que se manifestasen las obras de Dios (Juan 9, 3), como vemos en los versículos 46 ss.

[9091] 23. Entre este versículo y el 24 trae la Vulgata la siguiente nota de San Jerónimo: “Lo que sigue no lo hallé en los códices hebreos.” Se refiere a los versículos 24-90, deuterocanónicos, que el Doctor Máximo tomó de la versión griega de Teodoción. Sin este pasaje queda una laguna, y no se explicaría el asombro del rey Nabucodonosor en el versículo 91 (que era el 24) si faltase lo que aquí se relata en los versículos 24 y 49.

[9092] 25. El primer pensamiento después de verse libres los jóvenes de las ataduras y de las llamas es alabar a Dios. Ora aquí Azarías, y luego lo harán los tres (versículo 51).

[9093] 29 ss. Es posible que en el cántico de Azarías se haya conservado una de las oraciones que los israelitas desterrados solían rezar, o al menos, referencias a las mismas. De ahí las alusiones al cautiverio y a los pecados del pueblo. Nótese que esta oración es colectiva, a manera de las litúrgicas: el orante habla en plural incluyendo a los demás en sus plegarias, y empezando, como es característico de las oraciones bíblicas, por una sincerísima confesión de los pecados del pueblo, como acto de contrición colectiva. Así lo hace también Daniel en 9, 3 ss. Es de admirar en Israel ese “sentido de la Iglesia”, en que la oración individual no tarda en extenderse abarcando caritativamente a todo el pueblo, como lo vemos, por ejemplo, desde David (cf. Salmo 101, 1 y nota) hasta la Santísima Virgen María en el Magníficat (Lucas 1, 54 s.).

[9094] 35. Israel: Jacob, a quien se le da aquí el título de santo en el sentido de consagrado, porque Dios le otorgó, por medio de su padre Isaac, la bendición privilegiada de los primogénitos, que pertenecían singularmente a Él. Cf. Génesis 32, 22 ss.

[9095] 36 ss. Aquí como en Eclesiástico 36, 17 s. se da por pendiente aún la promesa hecha a Abrahán (Génesis 15, 5), no obstante lo mucho que el pueblo se había multiplicado en otros períodos de su historia. Cf. Eclesiástico 44, 22 y nota. Esto aclara las palabras de San Esteban en Hechos de los Apóstoles 7, 17. Cf. Éxodo 1, 7.

[9096] 38. Ni profeta: Cf. Salmo 73, 9; Lamentaciones 2, 9; Oseas 3, 4. Daniel no era un profeta sacerdotal, que pudiese ser pastor del pueblo (véase la introducción) y “los raros profetas que quedaban no se dirigían sino a fragmentos de la nación” (Fillion). Véase Ezequiel 14, 3 y 20, 3. Cf. Ezequiel 3, 25 y nota.

[9097] 39 s. Notará el lector que en este pasaje se inspira la oración de la Misa después del ofrecimiento del cáliz: “In spiritu humilitatis, etc.” Cf. Ezequiel 46, 15 y nota.

[9098] 43. Glorifica, oh Señor, tu Nombre: véase en Ezequiel 36, 21-22 y nota, el admirable sentido de estas palabras.

[9099] 46. Betún (en latín, nafta), que según San Jerónimo y Dioscórides abundaba en Babilonia y es un “betún líquido, incoloro y muy inflamable”.

[9100] 47. Cuarenta y nueve codos: en cifra redonda. Corresponde a siete veces siete, cuyo sentido místico es símbolo de la perfección y plenitud, igual que el número cuarenta. Ambos se usan muchas veces en la Escritura, y el siete especialmente en el Apocalipsis.

[9101] 49. EI Ángel del Señor: Es el cuarto personaje que ve el rey en el versículo 92.

[9102] 51. Según esto, la oración impetratoria de Azarías, alusiva a todo el pueblo (versículos 24-25) se convierte aquí en cántico de agradecimiento de los tres, al verse tan prodigiosamente salvados mientras Dios mostraba su poder contra los caldeos (versículo 48).

[9103] 52. La Iglesia ha recogido este grandioso himno de alabanza incorporándolo a la liturgia. “En cada uno de estos versículos se acumulan enérgicos epítetos para suplir la debilidad de la humana alabanza” (Cardenal Gomá).

[9104] 53 s. Templo y trono: Como observa Fillion, no pueden referirse al Templo de Jerusalén que se hallaba en ruinas, según dice el mismo Azarías en el versículo 38, sino al santuario eterno y al trono celestial. Véase Salmo 150, 1 y nota; cf. Salmo 10, 5; Isaías 6, 1; Habacuc 2, 20, etc.

[9105] 57 ss. Aquí empieza (hasta el versículo 88) el Benedicite, recitado cada día, después de la Misa, como himno de agradecimiento y alabanza en unión de todas las creaturas. El estribillo: loadle y ensalzadle, recuerda el Salmo 148. Véase también Salmo 102, 20 ss. y notas. Aprovechemos este rapto de sublime lirismo que aquí nos brinda el Espíritu Santo. La alabanza, propia del gozoso agradecimiento (como el Magníficat), es lo único que el hombre puede dar a Dios, y es lo que a Él le agrada (Salmo 49, 23 y nota). De ahí que toda entera ha de ser para Él, sin que el hombre se reserve la más mínima parte (Salmo 148, 13 y nota). Bien lo vemos, por contraste, en la estatua de oro (versículo 1 y nota). Cosa muy notable es que el Anticristo no nos es anunciado como el arquetipo de inmoralidad, ni siquiera de falta de misericordia, sino del que se hace alabar (II Tesalonicenses 2, 4). En este sentido será el antípoda de Cristo que solamente deseaba la gloria del que lo envió y no hay en él injusticia (Juan 7, 18). Cf. Lucas 13, 26 y nota.

[9106] 65. Espíritus: aquí, según el contexto, los vientos, no los ángeles. Véase Salmo 103, 4 y nota. Cf. Salmo 148, 8.

[9107] 73. Hasta este versículo el cántico se refiere a los fenómenos de los espacios celestes. Con el versículo 74 empieza la enumeración de las creaturas de la tierra, en progresión ascendente, de las menos perfectas a las superiores.

[9108] 83. Si Israel tiene motivos sin límites para tributar a su Dios el homenaje de la alabanza (versículo 57 ss. y nota), más aún los tiene la Iglesia de Jesucristo (cf. versículo 95 ss. y nota), aunque su actual peregrinación dolorosa a la espera del Esposo (cf. Cantar de los Cantares 1, 1 y nota) se parece mucho, como la de cada cristiano en particular, al destierro de Israel en Babilonia, cuando sus cantores, silenciosos al recuerdo de Sión, colgaban las arpas en los sauces. Véase Salmo 136, 1 ss. y notas. Cf. Filipenses 3, 20 s.

[9109] 86. Espíritus y almas: En el lenguaje bíblico, espíritu significa las facultades superiores, el sujeto de la vida sobrenatural; y alma indica las inferiores, que se refieren a la vida natural, psíquica y aun fisiológica (cf. I Tesalonicenses 5, 23; Hebreos 4, 12; Génesis 2, 7; Job 32, 8; Zacarías 12, 1). Aquí el término se refiere a los justos que murieron en el Señor, y es un elocuente testimonio de la inmortalidad del alma.

[9110] 89. Véase Salmo 135, 1 y nota.

[9111] 90. Al final de este versículo San Jerónimo anota: “Hasta aquí falta en el hebreo, y lo que hemos puesto es la versión de Teodoción.” Después continúa el texto arameo (protocanónico) que se interrumpió desde el versículo 23. El versículo 91 de la Vulgata corresponde al 24 del texto arameo.

[9112] 92. Hijo de Dios significa, en boca del rey pagano, el ángel del versículo 49. San Ireneo y Tertuliano ven en esta figura al Mesías, y claro está que espiritualmente estamos seguros de que Él “está con nosotros basta la consumación del siglo” (Mateo 28, 20), a través de las persecuciones anunciadas (Juan 16, 33; II Timoteo 3, 12) y simbolizadas sin duda en el suplicio de los tres jóvenes por no adorar al ídolo del mundo, que en una u otra forma será adorado hasta el fin de los tiempos (véase versículo 6 y nota).

[9113] 95 ss. Si bien el rey reconoce al Dios de Israel que acaba de salvar a los tres jóvenes, y aun reconoce que fue porque confiaron en Él, no parece atribuirle todavía la exclusividad, el carácter del Dios solo y único (cf. 2, 47 y nota), porque en 4, 5 llama a Baal su dios. En 4, 31 ss. le vemos hacer una más plena confesión del verdadero Dios. “Ante esa confesión y la de Darío (6, 25 ss.), en que reyes paganos proclaman la divinidad del Dios de Israel, podemos apreciar mejor, con San Pablo, todo lo que tiene de asombroso que nosotros, descendientes del “pueblo necio” de los gentiles (Romanos 10, 19), ajenos a las promesas de Israel y sin Dios en este mundo (Ef. 2, 12 ss.), hayamos sido admitidos a gozar de ese Dios por la fe en el Evangelio de su Hijo Jesucristo, y a participar, como cristianos, de promesas aún mayores. ¡Cuánto más preciosa no debería sernos esa fe, y cuán grande la humildad del olivo silvestre! (Romanos 11, 17 ss.).”

[9114] 98 Los versículos 98-100 corresponden en el texto original al capítulo siguiente.

[9115] 100. Cf. Salmo 144, 13 y nota.

[9116] 1. En el original este capítulo comienza con la carta, en 3, 98. Es generalmente atribuido al mismo Nabucodonosor en su opulenta vejez (cf. versículo 19 y nota). Algunos autores suponen que se ha de sustituir aquí a Nabucodonosor por Naboned, cuyo nombre se perdió probablemente por un copista. “El silencio de las fuentes babilónicas sobre la locura atribuida a Nabucodonosor, y la imposibilidad de considerar la narración de Daniel como gemela de la consignada por Eusebio (Praep. Evang. IX, 41, 6) relativa a una pretendida profecía de Nabucodonosor acerca de un conquistador persa, hace que los intérpretes vuelvan una y otra vez los ojos hacia la figura de Naboned” (Prado). Sabemos, efectivamente, por los documentos babilónicos, que Naboned pretendía ser favorecido por sueños que le enviaban los dioses, y también llama la atención el hecho de que Naboned estuviera ausente de Babilonia viviendo durante siete años en el desierto de Teima, lo que cuadraría con lo dicho en los versículos 13 y 29. Sabemos además que el vocablo Nabucodonosor, como Asuero en Persia y Faraón en Egipto, se usaba también a manera de un título en lugar del nombre propio del rey. Floreciente, esto es, en paz y gozando de buena salud. Cf. Salmo 1, 3; 91, 14; Proverbios 11, 28.

[9117] 4. Los caldeos: cf. 2, 2 y nota.

[9118] 5. La primera parte del nombre de Baltasar recuerda a Baal o Bel, dios principal de Babilonia (cf. 1, 7 y nota). El espíritu de los santos dioses: alusión a la interpretación del primer sueño (capítulo 2). El epíteto santos denota al parecer los dioses benévolos a los hombres, en contraste con aquellos seres superiores que procuran traer males sobre la humanidad.

[9119] 10. Velador y Santo: Nombre de ángeles, que solamente aquí se mencionan en la Sagrada Escritura (cf. versículo 14), pero al cual alude tres veces el Libro de Henoc (12, 4; 13, 10; 15, 9). También es conocido en otros libros apócrifos. Es llamado así “tanto por su naturaleza, la cual siendo espiritual está continuamente en acción y sin reposar un punto como por su oficio, que es el estar siempre pronto para recibir las órdenes de Dios y en vela para la guardia de la Iglesia y de los fieles”. (Scío). Véase 10, 13 y nota.

[9120] 14. Nótese que en el versículo 21 el decreto es del Altísimo. Los veladores, etc. (véase versículo 10 y nota). Aquí parece revelársenos una de las funciones de los ángeles como fieles ejecutores de la voluntad de Dios y de sus juicios. San Pablo nos lo previene muchas veces para que no veamos en ellos a unos semidioses o demiurgos, que obrasen con autonomía propia, como los eones de Valentino, de que habla San Ireneo. Véase 6, 22; II Reyes 24, 16; Ef. 1, 21 s.; Colosenses 1, 16; 2, 10 y 18; Hebreos 1, 7 y 13 s.; Apocalipsis 19, 10; 22, 9; I Pedro 3, 22, etc. Cf. 10, 13 y nota. El final (cf. versículo 22) establece una vez más la doctrina tan admirable y tan bíblica según la cual Dios se complace en elegir sus príncipes entre el estiércol (Salmo 112, 7 ss. y nota), mientras el soberbio desciende a lo más bajo (Lucas 1, 48 ss. y nota), doctrina que tiene aquí trascendencia histórico-política, pues se aplica directamente al rey que fue “cabeza de oro” en la gran visión del capítulo 2.

[9121] 16. Daniel se conturba porque Dios le había revelado ya el significado del sueño. Con benevolencia hacia el rey, le expresa primero el deseo de que los males que ha de anunciar se cumplan en los enemigos, y no en el rey mismo; pero, como profeta fiel, no calla nada de lo que Dios le ha mostrado.

[9122] 18. Véase versículo 29; Lucas 13, 18 ss. Son las características de un mal árbol de mostaza, es decir, de algo que se multiplica enormemente, pero no para bien sino para un fin catastrófico según veremos luego. Comparémoslo con las crisis mundiales presenciadas en el siglo XX, que los Sumos Pontífices desde Pío X han calificado tantas veces como tiempos apocalípticos: por una parte el enorme progreso científico, puesto mayormente al servicio de la corrupción en la paz y de la destrucción en la guerra; y por otra parte la caída de las más poderosas naciones desde el apogeo del progreso y la fuerza, al abismo de la ruina y del hambre. Véase versículo 29 ss.; Ezequiel 28, 5 s. y notas.

[9123] 19. No puede negarse que esta grandeza extraordinaria del rey, así como el afecto que le muestra Daniel (versículo 16) y la elección de este para la interpretación del sueño, etc., parecen referirse al mismo Nabucodonosor de los capítulos anteriores, en el cual la humillación extrema que aquí recibe, cuadra además perfectamente como castigo por la soberbia estatua del capítulo 3, en lo cual estriba la enseñanza espiritual de la visión según lo vemos en los versículos 14 y 22. Véase versículo 27 y nota.

[9124] 22. Son indicios de una enfermedad mental que sobrevendrá al rey. El cumplimiento se narra en el versículo 30. Siete tiempos (versículos 13 y 29): es decir, siete lapsos iguales, probablemente años, según se deduce también de 7, 25; Apocalipsis 12, 14; 13, 5; etc. Sobre el carácter místico del número siete, cf. 3, 47; 9, 27.

[9125] 23. Cuando reconozcas que es el cielo el que tiene la potestad. Se encierra aquí una enseñanza fundamental, cuya inobservancia ha causado la ruina de numerosas dinastías y dirigentes de pueblos. Reconocer que Dios es el Señor, al que hemos de someternos, parece a primera vista cosa fácil y agradable, mas la experiencia y la historia muestran que el orgullo de los seres creados intenta equipararse a Dios desde los días del paraíso, más aún, desde el momento de la creación de los ángeles; pues no dudamos de que la rebeldía de Satanás se produjo en los albores de su existencia. De ahí que ese ángel caído, a quien Jesús llama “el príncipe de este mundo” (Juan 14, 30) siga instigando al género humano a confiar en su propia fuerza y en su propia sabiduría. Cf. Salmo 148, 13; Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1, 17, etc.

[9126] 24. Con obras de misericordia: Como vemos, desde el Antiguo Testamento la Biblia no se cansa de destacar la importancia de la limosna para recibir el perdón de los pecados. Véase Tobías 4, 7-11 y notas; 12, 9 y nota; Mateo 5, 7; 25, 34 ss.; Hechos de los Apóstoles 10, 4; I Pedro 4, 8. Lo mismo hacen, claro está, los Santos Padres, San Cipriano y San Ambrosio comparan su eficacia a la del Bautismo y dicen que, así como el fuego del infierno se apaga con el agua saludable del sacramento, la llama del pecado se apaga con la limosna y las buenas obras. San León dice: “Las limosnas borran los pecados y preservan de la muerte y del infierno.”

[9127] 26 s. En opinión de San Jerónimo, Dios postergó por esos doce meses el castigo porque Nabucodonosor, exhortado por Daniel (versículo 24), hizo buenas obras. Ello no obstante, volvió a caer (versículo 27) en esa soberbia complacencia de sí mismo, que Dios no pudo soportar en ningún hombre (véase 3, 57 ss. y nota), ni aun en su gran amigo David (véase II Reyes 24; I Paralipómenos 21 y notas), y entonces el castigo anunciado en el sueño no tardó en sobrevenir. Todo esto parece confirmar que se trata de Nabucodonosor, y no de Naboned, como creen muchos modernos (cf. versículos 1 y 19 y notas), pues no se sabe nada de construcciones de Naboned en Babilonia, ni tendría sentido el castigo que relata el profeta, si no fuese contra el culpable de soberbia. Según Kaulen, una inscripción de Nabucodonosor ha conservado casi al pie de la letra la presuntuosa exclamación del versículo 27. Por lo demás, aunque él hubiese endilgado realmente a un enemigo suyo el terrible castigo anunciado (cf. versículo 16), según la leyenda de Eusebio, ello no significaría que tal pretensión se cumpliese, sino mostraría mejor la arrogancia que le hizo merecer ese castigo.

[9128] 29 s. A estar a los síntomas indicados en este párrafo, se trataba de una enfermedad mental que los médicos suelen llamar zoantropía, en que el enfermo cree ser transformado en un animal. Semejante humillación para el rey, cuando el poderoso imperio babilónico tocaba el cielo en su grandeza, y alcanzaba en su poderío los términos de la tierra (versículo 19), como el gran árbol que lo simbolizaba (versículo 18), hace que en esta narración se vea, como en las de los capítulos 2, 3 y 7, una figura profética de la caída de la gentilidad, y en la cepa no arrancada del todo, la señal de que en la gran tribulación del Anticristo, no obstante su extremada bestialidad, no perecerán totalmente las naciones y habrá quien permanezca fiel para la venida de Cristo (véase Mateo 24, 22-24; Apocalipsis 13, 7 ss.; 20, 4). En sentido espiritual, esta caída de Nabucodonosor nos ofrece la figura del pecador que pierde la gracia. Desde lo alto de la amistad divina se precipita al infierno y no solo se vuelve “como el caballo y el mulo que no tienen inteligencia” (Tobías 6, 17; Salmo 31, 9), sino —lo que es peor— se hace compañero de los demonios. Respecto a los siete tiempos véase versículo 22 y nota. Si este episodio se refiere a Nabucodonosor y no a Naboned (véase nota al versículo 1), dicen los que sostienen esa opinión, los siete tiempos de locura del rey serían posteriores al largo asedio de Tiro, que según Flavio Josefo se prolongó durante trece años y terminó sin resultado decisivo. Cf. Ezequiel 29, 18.

[9129] 33. Como Job, así también Nabucodonosor recobra su prosperidad, aun acrecida, pero solo después de la gran humillación (cf. Salmo 118, 67 y 71 y nota), en la cual aprendió a no usurpar ya la gloria, que es toda de Dios (versículo 34).

[9130] 1. He aquí el célebre festín sacrílego, que terminará en tragedia. Mil convidados no era cosa de asombrarse en el fasto oriental. Véase el de Asuero en Ester 1, 3-8. El nombre de Baltasar suena como el que fue puesto a Daniel (cf. 1, 7), pero en el caldeo tiene una variante y corresponde a Bel-sar-usur: “Bel proteja al rey”. El rey Baltasar o Belsazar actuaba más bien como virrey, asociado al trono de Naboned, pues durante el retiro de este a su palacio de Teima (véase la nota a 4, 1), llevaba aquel el gobierno del reino y tenía el mando del ejército, de suerte que prácticamente era considerado como rey, aun entre los babilonios. Así también el mismo Nabucodonosor es llamado rey en Jeremías 46, 2, cuando aún vivía su padre Nabopolasar, y lo mismo el asirio Asurbanipal fue proclamado rey en vida de Asarhaddón. Véase en Isaías 21, 5 el vaticinio (hecho casi dos siglos antes) de esta escena desenfadada que ocurre mientras Babilonia, que se cree inexpugnable, está ya sitiada por las tropas de Ciro.

[9131] 2. Los vasos de oro, etc.: Cf. 1, 2; IV Rey. 24, 13; Jeremías 52, 17 ss.; Esdras 1, 9 ss. Su padre Nabucodonosor: Por otro documento se sabe que el sucesor de Nabucodonosor fue su hijo Evilmerodac, luego asesinado por su cuñado y sucesor Neriglisar, a quien destronó y sucedió en 556 Naboned, quien en inscripciones cuneiformes no ha mucho descubiertas, llama a “Baltasar su primogénito, el retoño de su corazón”. Como observan Vigouroux, Fillion, Prado, etc., nada se opone a que Naboned fuese también cuñado de Evilmerodac, es decir, casado con una hija de Nabucodonosor, siendo este así abuelo de Baltasar. Esa hija sería la reina que aparece en el versículo 10 y evoca con insistencia los recuerdos de Nabucodonosor llamándolo padre de Baltasar, como queriendo decir que al ser padre de ella, lo era también del nieto que ella le había dado. También Daniel lo llama así por antonomasia (versículo 18) como indicando que fue el fundador de la grandeza de Babilonia (cf. 4, 27).

[9132] 3. Nótese el desenfreno de la orgía. No les bastaba el placer: tuvieron que poner la nota de burla contra Dios. Así también, al instante mismo en que se comete la horrible profanación, el Dios de Israel da su tremenda respuesta, que solo el israelita Daniel sabía descifrar (versículo 11 ss.). También el castigo de Nabucodonosor le cayó al instante (4, 27).

[9133] 7. El tercero en el gobierno del reino: El primero era Naboned el segundo, el mismo Baltasar.

[9134] 10. La reina: no la mujer de Baltasar, sino su madre, que conforme a la costumbre era la primera mujer del reino (véase III Reyes 2, 19). La reina madre, al llamar la atención sobre Daniel, que era ya un anciano de ochenta años y vivía retirado de la vida pública y de la política, muestra hasta qué punto era proverbial la sabiduría del profeta, al cual vemos llamado constantemente desde el capítulo 2, cada vez que se impone descifrar algo oculto. Se explica así la expresión de Ezequiel, dirigida al príncipe de Tiro, símbolo de la autosuficiencia anticristiana: “Está visto que tú te crees más sabio que Daniel” (Ezequiel 28, 3 y nota).

[9135] 11. El espíritu de los santos dioses: véase 4, 5 y nota.

[9136] 17 s. ¡Qué bien suena este lenguaje en el profeta de Dios, que no busca honores como los falsos profetas, ni teme la cólera de aquellos a quienes van dirigidas las amenazas divinas que debe anunciar! Como un precedente de harta elocuencia, Daniel empieza recordando al rey el castigo de su antepasado Nabucodonosor (véase capítulo 4). Es el preludio de la catástrofe que veremos desencadenarse en el versículo 30, en forma tan súbita como aquella, y como tantos otros ejemplos bíblicos en que la caída del soberbio se produce en el momento en que él se siente más alto. Ver Hechos de los Apóstoles 12, 21-23 y nota.

[9137] 23. No has dado gloria a Dios: El pecado de Baltasar consiste en haberse levantado, como Nabucodonosor, contra el dominador del cielo (cf. 4, 23 y nota). A este pecado el rey agregó el uso sacrílego de los vasos sagrados sacados del Templo de Jerusalén (versículo 2).

[9138] 25 ss. Mené, Mené, Tequel, Ufarsin (en la Vulgata: Mené, Tequel, Fares), la primera palabra, repetida, sin duda, para darle más relieve y precisión, significa contado; la segunda, pesado; la tercera, dividido o separado, con evidente alusión a los persas. En el versículo 28 se repite la tercera palabra en su forma primitiva (Perés).

[9139] 30. Baltasar fue asesinado por Ugbaru (Gobryas), gobernador de Gutium, aliado de los persas, en la noche del 15 al 16 del mes de Tischri del año 538 a. C. Según Jenofonte, Ciro se enteró que había en Babilonia una de esas grandes fiestas en las cuales los babilonios acostumbraban comer y beber, bailar y holgarse durante toda la noche. Abrió en aquella noche los fosos que venían al Éufrates, e hizo desviar el agua del río hacia los canales, de modo que los soldados pudieron vadearlo y llegar al palacio real, donde se hallaba, alegre y confiado, Baltasar con su corte. El P. Prado se inclina a ver en esta caída de Babilonia la profetizada por Isaías 13 y 14, aunque no la parte relativa al rey de Babilonia (Isaías 14, 4-21) a quien llama “personificación poética del imperio de los caldeos”, diciendo que no coincide con Nabucodonosor, ni con Naboned ni con Baltasar, y añadiendo que el pasaje de Isaías 14, 12-15, tampoco puede aplicarse a Satanás sino en un sentido acomodaticio. Hace notar que, según otros, Isaías quiso referirse, antes que a la ruina de Babilonia, a la de los imperios asirios. Los estudios más recientes sobre la toma de Babilonia los resume Schuster-Holzammer diciendo: “Cuando Ciro (desde 539) hizo la campaña contra Babilonia, le salió al encuentro Naboned, mientras Bel-sar-usur quedaba para defender la ciudad en calidad de general en jefe. Naboned fue derrotado y se rindió a Ciro, el cual le trató con toda suerte de consideraciones... Nada dice la Sagrada Escritura de la toma de Babilonia. Se efectuó —contra lo que antes se creía— sin resistencia y sin espada, con sorprendente rapidez, al mando de Ugbaru (Gobryas), gobernador de Gutium. Ciro, que entró en Babilonia tres meses más tarde, perdonó a la ciudad y adoró a los dioses, tomó el título de “rey de Babilonia” y puso de gobernador de ella (¿virrey?) a Ugbaru.” Los judíos cautivos recibieron trato benévolo y permiso de repatriarse de parte del conquistador Ciro (véase Esdras 1, 1 y nota), anunciado por el mismo Isaías como figura de la salud mesiánica (Isaías 44, 28; 45, 1 ss.); benevolencia que seguirían recibiendo más tarde (hacia 520 a. C.) de su nieto Darío I Histaspes (como luego también de Artajerjes Longimano: Esdras 7) al facilitar grandemente que se continuara la construcción del segundo Templo de Jerusalén (Esdras 5), interrumpida por orden de su predecesor Artajerjes (Esdras 4, 7-24), pues la sujeción de Israel continuó bajo los reyes de Persia como bajo Nabucodonosor, no obstante la salida de Babilonia. Por otra parte la Sagrada Escritura nos muestra la subsistencia de Babilonia, aún después del año 176 a. C., pues fue habitada por el rey Antíoco Epífanes (I Macabeos 6, 4) que comenzó a reinar en aquella fecha (I Macabeos 1, 11) sobre los griegos como antes la había habitado Alejandro Magno que allí murió.

[9140] 31. Recibió el reino, expresión que se confirma, como lo nota el mismo Schuster-Holzammer, por las palabras de 9, 1: “fue rey del reino de los caldeos”. El que así recibió —no de manos de Baltasar, sino del magnánimo conquistador Ciro— el gran reino de Nabucodonosor, para, continuarlo como virrey, no es otro que Ugbaru (cf. nota anterior) cuyo nombre de Darío parece ser (lo mismo que el de Ciaxares) un título que significa jefe, y que es llamado Medo. Se espera que la historia suministre nuevas aclaraciones sobre este punto un tanto oscuro como también que las inscripciones cuneiformes nos descubran un Baltasar, hijo de Nabucodonosor (cf. versículo 2 y nota), que pudiera, como dice Linder, haber sido “segundo del reino” de Babilonia después de su hermano Evilmerodac.

[9141] 1. Sobre la personalidad de este Darío (único de ese nombre que figura en Daniel), véase el final del capítulo anterior, y su nota. Algunos lo identifican también —además de Ugbaru— con Astiages (cf. 13, 65), hijo del medo Ciaxares, que en 9, 1 sería llamado Asuero, como título de su dignidad; otros, con Cambises II, hijo de Ciro, etc. Mientras se aclaran las divergencias de los historiadores, tenemos los creyentes sobrados datos con los que el profeta nos da aquí, y en otros lugares, para saber lo que interesa del punto de vista profético, y es que uno “de la estirpe de los medos gobernó el reino de los caldeos” (cf. 9, 1) o sea el imperio de Nabucodonosor, a cuyo frente veremos más tarde a Ciro el Persa (versículos 28 y 10, 1), lo cual nos muestra el cumplimiento de lo anunciado por Daniel en 5, 26 ss., y la forma en que se iba cumpliendo la profecía de la estatua (capítulo 2).

[9142] 2. El nuevo rey extranjero repone, y con el más alto rango (versículo 4), al mismo Daniel que había servido a Nabucodonosor (capítulos 1-4) y que luego había de continuar sirviendo a Ciro. A todos mostró el profeta igual fidelidad, que Darío retribuyó con extraordinaria estima y afecto, como se ve en todo este capítulo.

[9143] 3. Había en él un espíritu superior: La Vulgata dice: espíritu de Dios. Aunque la palabra Dios falta en el arameo, se entiende que la superioridad de Daniel en los negocios públicos le viene, como a David (véase Salmo 100 y notas), de que Dios era su guía también en cuanto al orden político y económico. Véase Mateo 6, 33.

[9144] 5. Debido al prestigio de su fidelidad, Daniel estaba fuera del alcance de las intrigas de la Corte (versículo 4), por lo cual sus enemigos tuvieron que buscar otro camino para eclipsarlo. “El plan de los conspiradores consistirá en colocar a Daniel en una situación tal que sus deberes civiles choquen forzosamente con los religiosos”, sabiendo que él no vacilará en preferir a su Dios. San Pedro (I Pedro 4, 16) destaca el honor de ser perseguidos por ser “cristianos” (cf. Hechos de los Apóstoles 11, 26 y nota).

[9145] 7. Al decir todos los presidentes, etc., exageran pérfidamente aquellos viles cortesanos, cuya actitud tan servil como la de los que vimos en 3, 2 ss., confirma que allí se trataba de adorar en estatua la persona de Nabucodonosor, como aquí a Darío. Hasta en la Roma de los Augustos se tributaba honores divinos a los emperadores, y al advenimiento de cada nuevo César, los Senadores se apresuraban a declararlo dios en la primera sesión que celebraban; y también hasta ahora, el Mikado del Japón ha sido considerado hijo del Sol. Aquí se trata de una prueba por treinta días, durante los cuales los babilonios tenían que mostrar mediante sus actos, que consideraban al rey como representante exclusivo de la divinidad.

[9146] 8. Era proverbial la fidelidad de los persas en cumplir la real palabra empeñada en los edictos (cf. versículos 12 y 15; Ester 2, 1; 8, 1 ss. y notas). Medos y persas: sigue uniéndose ambos nombres (cf. versículos 12, 15, etc.) para acentuar la idea de un mismo imperio.

[9147] 10. Tres veces al día, o sea, a las nueve de la mañana, a las doce y a las tres de la tarde (cf. III Reyes 8, 35 y nota; Salmo 27, 2; 54, 18; 137, 2; Hechos de los Apóstoles 3, 1; 10, 9). Al rezar dirigía Daniel la mirada hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, siguiendo en el destierro, y a pesar de que el Santuario había sido destruido, la piadosa costumbre de Israel desde que Salomón fundó el Templo, que miraba hacia oriente. También los templos cristianos suelen estar ubicados de modo que en lo posible miren hacia el oriente. Véase Ezequiel 43, 2; 47, 8; Lucas 1, 78 y nota.

[9148] 16. Nada resulta más paradojal que esta actitud del rey: condena al profeta por haber orado al Dios de Israel, y luego le dice que esta oración será su salvación. Prueba evidente de que los cortesanos, llenos de falsedad como los que acusaron a Cristo ante Pilatos, le habían arrancado por sorpresa el decreto, sabiendo que una vez dado sería irrevocable. Lo cual nos muestra que es “propio del sabio rectificar su opinión” y que aquella tradición medo-persa, yendo más allá de la fidelidad a la palabra empeñada, caía en una soberbia presunción de infalibilidad. Los romanos fueron más sabios, al reconocer que “es humano el errar”.

[9149] 17. Con buena razón el rey puso su sello sobre la piedra, para que nadie se atreviera a tocarla y para preservar al profeta de la persecución de sus enemigos, en la esperanza de que se salvase de los leones (versículos 16 y 20). Toda esta escena nos recuerda a los Sumos Sacerdotes que pusieron su sello sobre la piedra que cerraba el sepulcro de Jesús (Mateo 27, 66). Daniel es figura del Mesías, en cuanto los leones nada pudieron hacerle, así como Cristo resucitó triunfante de la muerte, en tanto que ella devorará un día para siempre a los enemigos del Salvador, como los leones devoraron a los cortesanos de Babilonia (versículo 24).

[9150] 22 s. Ha cerrado la boca de los leones: San Pablo emplea esta misma expresión, atribuyendo el milagro a la fe de Daniel (Hebreos 11, 33). La Sagrada Escritura trae muchos ejemplos que muestran cómo Dios salva por medio de un ángel (cf. 3, 49; 14, 33; Tobías 6, 4; Hechos de los Apóstoles 12, 7, etc.) a sus amigos que confían en Él, con lo cual se cumple la bienaventuranza anunciada a “todos aquellos que ponen en Él su confianza”. El versículo 23 destaca expresamente que se salvó “porque tuvo confianza en Dios”. Tal es la espiritualidad que se bebe y aprende en la Biblia entera, desde el Antiguo Testamento hasta las más altas revelaciones de Jesús. La salvación milagrosa de Daniel servía de ejemplo consolador a los cristianos en las persecuciones, como se ve en las pinturas de las catacumbas de Roma. Nótese que esta doctrina de la confianza encierra la más grande suavidad, pues parte del supuesto de sentirse amado con amor sin límites, y al mismo tiempo nos libra automáticamente del natural egocentrismo, como niños muy pequeños que, sabiendo que tienen quien vele por ellos con mayor cuidado que una madre (cf. Isaías 66, 13 y nota), se olvidan de pensar en sus intereses, y entonces pueden entregarse al amor. Tal es la doctrina espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús.

[9151] 25 s. Decreto notable, parecido al de Nabucodonosor en 3, 98 ss., y cuyo estilo, que coincide no poco con el de los Libros Sagrados, hace pensar que Daniel fue consultado para su redacción.

[9152] 27. Véase Isaías 45, 21; Oseas 1, 7; Sofonías 3, 17; cf. Mateo 1, 21.

[9153] 28. Prosperó, es decir, tuvo elevada posición en el reino. Lo cual duró por lo menos hasta el año tercero de Ciro (10, 1).

[9154] 1. Con este capítulo empieza la segunda parte del libro de Daniel (capítulos 7-12) que contiene, no ya la interpretación de revelaciones ajenas, sino las visiones propias del profeta. La primera visión se refiere a cuatro animales simbólicos, que significan cuatro reinos. La semejanza con el sueño de Nabucodonosor (capítulo 2), y en parte con el capítulo 8, salta a la vista, si bien no es tan fácil identificarla en todos sus detalles. Esta parece revestir un carácter más espiritual y aquella más político. Para poder asimilar las dos visiones en su significación final (cf. versículo 7 y nota), faltaría que los autores aclarasen de común acuerdo si ambas tienen o no carácter escatológico, es decir si la revelación hecha al profeta alcanza en ambos casos a la segunda venida de Cristo o se detiene en la primera. El año primero de Baltasar: Es decir, en 540 a. C, dos años antes de su muerte (véase 5, 29 ss.; 8, 1).

[9155] 3. El mar simboliza el mundo de los gentiles (cf. Isaías 17, 12; Apocalipsis 17, 15), quizá por oposición a la tierra santa de Israel, que la Biblia suele llamar por antonomasia “la tierra”. También sale del mar la gran Bestia de siete cabezas de Apocalipsis 13 (cf. Isaías 27, 1), y de ahí que algunos la identifiquen con estas cuatro bestias de Daniel, que entre todas también tienen siete cabezas, pues la tercera tiene cuatro (versículo 6).

[9156] 4. Como león: En este león con alas de águila, símbolo de fuerza y agilidad, se ve generalmente el imperio caldeo, significando esos emblemas la cabeza de oro de la estatua (cf. 2, 32). En Jeremías 4, 7 y 49, 19 ss., Nabucodonosor es figurado como león, y como águila en Ezequiel 17, 3; Habacuc 1, 8, etc. También con los asirios se usa la figura del león (Isaías 5, 29), y eran comunes en los monumentos de Nínive y Babilonia los leones alados, aunque no como esta bestia, sino con cabeza de hombre. No faltan, sin embargo, quienes piensan que, tratándose de una revelación sobre lo futuro, no podría aquí hablarse de Nabucodonosor que ya había muerto cuando Daniel tuvo esta visión (cf. v. 1 y nota), y de ahí que se inclinen a pensar que esta profecía no es una repetición del capítulo 2, sino que su paralelismo debe buscarse en el Apocalipsis de San Juan, viendo en ella reinos de un carácter más espiritual que histórico. El que le fueran arrancadas las alas, muestra, según algunos, la debilidad del reino bajo los últimos sucesores de Nabucodonosor, especialmente bajo Naboned y Baltasar (cf. capítulo 5). Queda la dificultad de lo que sigue: fue levantada de la tierra, etc. Unos ven aquí una nueva señal de debilitamiento; otros, de la curación de Nabucodonosor (4, 31 ss.). Otros recuerdan, al contrario, su locura, pero el cambio de corazón de aquel rey no fue de bestia en hombre sino a la inversa (4, 13 ss.). También hay algunos que suponen aquí una indicación de que el imperio caldeo, humanizado en manos de Ciro, se continuó en él.

[9157] 5. El oso, suele explicarse como correspondiente al segundo imperio del capítulo 2, 32, y la mayoría lo aplica al reino de los medos y persas, aunque algunos subdividen en dos a este imperio; otros ven en la segunda bestia el imperio de Alejandro a quien, dicen, cuadrarían mejor que a Ciro las palabras “come carne en abundancia”. Tres costillas en su boca, entre sus dientes (Vulgata: tres órdenes de dientes): Ellos significarían, dicen unos, Babilonia, Lidia y Egipto, tres países conquistados por Ciro; o bien, dicen otros, las vastas conquistas del imperio medo-persa. Nada puede decirse de seguro a este respecto. Vemos por esto con cuánta moderación hemos de usar las afirmaciones propias y ajenas en terreno tan debatido, que no solo está sujeto a variar según las investigaciones históricas (cf. 5, 30 y nota), sino que puede encerrar también misterios que solo quiera aclarar Dios en un “tiempo determinado”, como se le dice a Daniel en 12, 9 ss. (Véase la introducción.)

[9158] 6. Por el leopardo se entiende, en general, el imperio de Alejandro Magno. Las cuatro alas denotarían la velocidad de sus conquistas y las cuatro cabezas su división en cuatro reinos (Siria, Egipto, Asia Menor y Macedonia), correspondiendo este reino al tercero del capítulo 2 (2, 32 c. y 39 b.). Véase 8, 8 ss.; 11, 4. Otros lo aplican al rey de los persas. Otros observan que si esta bestia correspondiese al tercer reino del capítulo 2, se partiría en dos como el vientre y los muslos de la estatua y no en cuatro, alegándose por otra parte que los verdaderos sucesores de Alejandro Magno fueron en realidad dos, Seleuco y Ptolomeo, a los que Daniel llama, en el capítulo 11, rey del norte y rey del sur. Las tres bestias que aquí vemos: león, oso y leopardo, recuerdan las características de la Bestia apocalíptica, que “será semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como de león” (Apocalipsis 13, 2). Cf. versículo 3 y nota.

[9159] 7 s. La cuarta bestia no tiene nombre como las anteriores. Es tan diferente de ellas, que Daniel apenas halla palabras para describirla. Según la mayoría de los intérpretes, ella representa al imperio romano, y los dientes de hierro serían el hierro de la estatua descrita en 2, 33 ss. Las diez astas o cuernos corresponden a los dedos de los pies de la estatua del capítulo 2 (2, 33 y 41) y significan diez reyes (versículo 24) o diez reinos (cf. 2, 44), en que habría de dividirse el imperio romano en la Edad Media y en los tiempos modernos, lo cual tendría que armonizarse con la interpretación dada al capítulo 2. Fillion observa que “en ambos relatos se insiste especialmente sobre el cuarto de estos reinos”, y deduce que “ambos contienen la misma revelación”, por lo cual no se ve cómo allí puede referirse el profeta a la primera venida de Cristo, y aquí a la secunda, a la cual precederá el Anticristo del versículo 8 (II Tesalonicenses 2, 4 ss.). Una minoría sostiene que este cuarto reino es el de Alejandro Magno y los reinos de sus sucesores, mientras el tercero (el leopardo) correspondería al reino persa y el segundo (el oso) a los medos. El pequeño cuerno (versículo 8) es, en opinión de estos expositores, Antíoco Epífanes, y los diez cuernos representan, según ellos, los tres grandes generales de Alejandro y los siete reyes que precedieron a Antíoco. Nos parece poco probable esta opinión, no solo por las coincidencias históricas, que en ninguna de las dos interpretaciones alcanzan la seguridad necesaria para imponerse, sino por la autoridad de San Juan, que en los capítulos 13 y 17 del Apocalipsis atribuye a la bestia que sube del mar (versículo 3) las características de las tres antes señaladas (versículo 6 y nota), y sobre todo las de esta cuarta bestia de Daniel (diez cuernos, una boca que blasfema, guerra contra los “santos”, poder de tres años y medio), refiriéndose seguramente no al reino greco-sirio, sino a un reino futuro, y en el cual se contempla esencialmente el aspecto religioso.

[9160] 8. “En este pequeño cuerno los Padres —entre otros San Ireneo, Teodoreto, San Jerónimo, Lactancio— y los comentadores modernos —Maldonado, Cornelio a Lapide, Calmet— y muchos exégetas contemporáneos, sean católicos, sean protestantes, han visto con razón la figura del Anticristo. Véase los versículos 24 b-25” (Fillion). Muchos de ellos señalan que está tipificado en Antíoco Epífanes. Véase 8, 23-25; 9, 26 s.; 11, 36 ss.; 12, 11, etc. Algunos, para sostener la aplicación de la cuarta bestia al imperio romano, suponen que este renacerá por poco tiempo al final (Apocalipsis 17, 11 ss.).

[9161] 9. El Anciano de días: Este antropomorfismo, como observa Fillion, designa evidentemente a Dios, es decir, al eterno Padre. Véase Deuteronomio 33, 26-27; Ezequiel 1, 26; Apocalipsis 3, 21; 4, 2.

[9162] 10. Millares de millares: Véase Apocalipsis 5, 11; Hebreos 1, 14. En un notable grabado del artista Alberto Durero, el célebre ilustrador del Apocalipsis combina esta escena en que, el Hijo del hombre recibe del Padre la potestad eterna —en virtud de la cual todos los pueblos de la tierra le servirán—, con la de Apocalipsis 5, donde Dios, sentado en el trono, entrega al Cordero el Libro de los siete sellos Cf. Apocalipsis 5, 7 ss.

[9163] 11. Sobre la destrucción del Anticristo véase versículo 26; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 20; Isaías 11, 4.

[9164] 12. Algunos señalan esta subsistencia de las primeras bestias hasta el final, como argumento contra la interpretación histórica de los reinos que ellas representarían.

[9165] 13. En el Hijo del hombre ya los judíos veían al Mesías (cf. Salmo 79, 18 y nota). La palabra parecido prueba, que el Hijo del hombre no es simplemente igual a uno de nosotros, sino un Ser superior. Sobre el significado mesiánico de este título no cabe duda, ya que Jesucristo se lo aplica 80 veces a Sí mismo, 30 veces en San Mateo, 14 en San Marcos, 25 en San Lucas y 11 en San Juan, caracterizando con él toda su misión terrenal como predicador de la Buena Nueva, amigo de los pobres, enfermos y pecadores, como también su pasión, su muerte, su futura gloria y segunda venida como Juez. Véase especialmente Mateo 26, 64; Marcos 14, 62. Semejante retrato no se encuentra sino en los vaticinios de Isaías sobre el “Siervo de Yahvé” (Isaías capítulos 42, 49, 50, 52, 53), por lo cual Battifol cree que las palabras “Hijo del Hombre” son equivalentes a “Siervo de Yahvé”. En todo caso es una “expresión feliz en la que Cristo Nuestro Señor compendió a maravilla su misión de restaurar el reinado sobrenatural de Dios en el mundo y el modo de llevar a cabo tal restauración según las profecías del Antiguo Testamento” (Oñate). El Padre d'Alés, Joüon y otros expositores expresan que al llamarse así en alusión a su venida gloriosa, Jesús alude evidentemente a este pasaje del profeta Daniel.

[9166] 14. El señorío, la gloria y el reino: un reino universal (versículo 27 s.), en el cual serán recogidos todos los pueblos de la tierra y a cuyo rey obedecerán todas las naciones. Este es el reino que el Señor Jesús enseñó a pedir a sus discípulos en la oración dominical: “Venga a nos el tu reino” (venga a nosotros tu reino) (Mateo 6, 9). “En este cuadro, así como a menudo en los cuadros proféticos, la primera venida del Salvador para establecer el reino mesiánico, se junta con su segunda venida para darle perfección” (Crampón). Véase Miqueas 4, 7; Apocalipsis 11, 15, etc. “En cuanto Hijo de Dios el Mesías poseía la potestad infinita, pero en cuanto Hombre, necesitaba ser entronizado solemnemente por su Padre” (Fillion). Cf. Salmo 2, 8, que figura en la Misa de Cristo Rey junto con el presente versículo y con Salmo 71, 2, 8 y 11; 88, 27 s.; Juan 18, 33-37; Apocalipsis 5, 12; 19, 16; etc.

[9167] 18. Los santos del Altísimo; o sea, el verdadero pueblo teocrático, al que el mismo Dios había llamado nación santa (Éxodo 19, 6 y Deuteronomio 7, 6). Debido al carácter universal del reino de Cristo, todos los integrantes de la Iglesia tienen la esperanza de reinar con Cristo (cf. Apocalipsis 1, 6; 5, 10; 19, 6 s.; Lucas 21, 31; 22, 16 y 29 s., etc.). La Didajé se refiere a esta palabra de Daniel cuando dice; “Líbrala (a tu Iglesia) de todo mal, consúmala por tu caridad; y de los cuatro vientos reúnela santificada en tu reino que para ella preparaste, porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos.” Véase Ef. 1, 22-23.

[9168] 21 s. Se refiere al cuerno pequeño, que es el Anticristo. Su triunfo será de corta duración, porque el mismo Señor vendrá a juzgarlo “y matará con el aliento de su boca y destruirá con la manifestación de su Parusía”. Cf. versículo 26; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 11-21 y notas.

[9169] 24 s. Véase Apocalipsis 17, 12. Mudar los tiempos: a saber, los tiempos sagrados, las fiestas, las formas de culto. Un tiempo, (dos) tiempos y la mitad de un tiempo (cf. 12, 7). San Jerónimo y muchos otros intérpretes creen que un tiempo equivale a un año. Sin embargo puede haber aquí un número místico (véase 4, 22 y nota). Siendo siete el número de perfección, tres y medio puede ser propio de lo contrario, de algo incompleto y malo, esto es, una persecución que no alcanza su objetivo. Véase Apocalipsis 11, 2 y 13, 5, donde aparece la misma cifra misteriosa, expresada en meses. Los que ven en la cuarta bestia el reino greco-sirio, aplican este número a los tres años y medio que duró la profanación del Templo (168-165 a. C.).

[9170] 26. Véase 2, 35; Apocalipsis 19, 17-21; 20, 11 ss.; Isaías 11, 4.

[9171] 27. Véase versículo 14; Sabiduría 6, 21 y nota.

[9172] 1. Daniel deja aquí la lengua aramea y vuelve a usar el hebreo que dejó en 2, 4, porque hasta aquí las visiones se han referido al mundo pagano universal, durante el “tiempo de los gentiles”, y en adelante se refieren también a Israel y señalan, como dice Fillion, las calamidades que el pueblo de Yahvé deberá sufrir de parte de los gentiles hasta su glorioso restablecimiento. Esta visión del carnero y el macho cabrío tuvo lugar dos años después de la primera (capítulo 7), y está en íntima relación con ella, pues la completa y la aclara. En los versículos 2-8 empieza tratando de la lucha del reino de los persas con Alejandro Magno y de la división del imperio de este; los versículos 9-25 se refieren a Antíoco Epífanes, del que se habló en la nota a 7, 8 como figura del Anticristo. Véase 11, 45 y nota.

[9173] 2. Susán o Susa: segunda capital del reino de los persas. Sobre el río Ulai. Así se llama el río que atraviesa la provincia de Susiana. El profeta fue trasladado en espíritu a Susa y se encuentra cerca de la fortaleza, junto al río Ulai.

[9174] 3 s. El camero de dos cuernos es figura del reino de los medos y persas, como dice el ángel en el versículo 20. El asta alta simboliza a los persas, el asta pequeña a los medos. Ninguna bestia, es decir, ningún otro reino, pudo en su tiempo resistir a esos dos. Véase 7, 5 y nota.

[9175] 5 ss. El macho cabrío es tipo de Alejandro Magno, rey de los griegos (cf. versículos 21) que destruyó el imperio de los persas en las batallas del río Granico, de Iso y Arbela (334-331 a. C.).

[9176] 8. Los cuatro cuernos representan a los sucesores de Alejandro, el cual murió a los 32 años (323) y dejó los países conquistados a sus generales, que en 301 los dividieron en cuatro (originariamente en seis) zonas, quedando para Seleuco Siria y Babilonia, y para Ptolomeo, Egipto. Cf. 7, 6 y nota.

[9177] 9. Un cuerno pequeño: Alusión a Antíoco Epífanes, el octavo sucesor de Seleuco, que reinó de 175 a 164 y extendió su reino hacia el mediodía (Egipto), hacia el oriente (Persia) y hacia la tierra hermosa, esto es, Palestina con Jerusalén, profanando el Templo y prohibiendo el culto de Dios. Sobre este nombre de Palestina véase las denominaciones análogas en 11, 16; Jeremías 3, 19; Ezequiel 20, 6 y 15.

[9178] 10. Se engrandeció hasta llegar a la milicia del cielo y echó a tierra, etc.: Alusión a la persecución del pueblo judío por Antíoco IV, Epífanes, que profanó el Templo. La milicia o ejército del cielo son los ángeles y los astros. Cf. Génesis 2, 1 y nota.

[9179] 11. El príncipe de la milicia (celestial), esto es, el mismo Dios. El sacrificio perpetuo: el sacrificio matutino y vespertino que se ofrecía todos los días en el Templo (véase Éxodo 29, 38; Números 28, 6 ss.). El lugar de su Santuario (el Templo): Antíoco profanó el Templo dedicándole el culto pagano (véase I Macabeos 1, 23 ss.).

[9180] 12. A causa de los pecados: He aquí la humilde confesión del profeta en nombre de todo el pueblo. Israel prosperaba cuando servía a Yahvé, y sufría opresión y persecución cuando se alejaba de Dios. Así lo había prometido Él mismo a su pueblo (Deuteronomio capítulo 28).

[9181] 13. Uno de los santos: uno de los ángeles. El pecado de la desolación, es decir, los pecados que son causa de la desolación, o tal vez, el pecado que cometió el impío Antíoco desolando el Templo.

[9182] 14. El ángel indica el tiempo durante el cual el Santuario de Jerusalén será profanado por Antíoco. Los 2.300 días corresponden a seis años lunares y medio. Este número se reduce a la mitad, o sea, a tres años y medio, más o menos (que corresponderían a los años 168-165), si se supone como base del cálculo: una mañana y una tarde igual a un día. Cf. 12, 11. Sobre el número misterioso de tres años y medio véase 7, 25 y nota; 12, 7 y 11; Apocalipsis 11, 2; 13, 5. Cf. I Macabeos 1, 22 ss.; 4, 51 s.; II Macabeos 5, 12 ss.

[9183] 17. Para el tiempo del fin: al fin de los tiempos; según otros, al cabo de los acontecimientos que Daniel acaba de presenciar en la visión.

[9184] 21. El rey de Grecia (en hebreo: el rey de Javán). Con el nombre de Javán (Jonia), designaban los orientales a los pueblos helénicos. El rey primero: Alejandro Magno.

[9185] 23. Cuando los prevaricadores hayan completado su número: Por prevaricadores se entienden los israelitas apóstatas que por no sufrir tormentos, violaron la Ley. Véase 11, 14; I Macabeos 1, 58; 2, 23. Perito en intrigas: astuto, precursor del maquiavelismo de hoy. Exactamente esto fue Antíoco Epífanes. Véase 7, 8; 12, 11 y notas. Cf. 9, 26 s. y nota

[9186] 24. Pueblo de los santos: Así es llamada la nación israelita: “Seréis para Mí, le dice Dios, un reino sacerdotal, y una nación santa” (Éxodo 19, 6). San Pedro aplica esta grandiosa idea a todos los cristianos (I Pedro 2, 9). Cf. 7, 18 y nota.

[9187] 25. El Príncipe de los príncipes: Dios. Antíoco no será aniquilado por obra de hombre sino por mano del Altísimo. Véase el cumplimiento de esta profecía en I Macabeos 6, 8 ss.; II Macabeos 9, 5 ss. De la misma manera el Anticristo cuya figura es el rey Antíoco, será destruido por el mismo Jesucristo “con el aliento de su boca” y “el resplandor de su venida” (II Tesalonicenses 2, 8).

[9188] 1. Sobre Darío el Medo, véase 6, 1 y nota. Asuero: Jerjes, probablemente idéntico con Ciaxares. El año primero: 538 a. C.

[9189] 2. El profeta meditaba en los libros sagrados en que estaba escrito que el cautiverio había de durar setenta años (Jeremías 25, 11 ss.; 29, 10). Siendo el punto de partida el año 606-605 (la primera deportación de cautivos, de la cual Daniel formaba parte), los setenta años de la profecía de Jeremías estaban a punto de vencer. Tal vez creyera Daniel que Dios había postergado el cumplimiento del vaticinio por los pecados del pueblo (versículo 13 ss.).

[9190] 3 ss. El profeta une a la oración el ayuno, que eleva al hombre hasta el trono de Dios (San Atanasio), y el vestido de cilicio, señal de luto y penitencia. La oración de Daniel es una joya de la literatura religiosa, un llamamiento conmovedor al Padre de las misericordias, una confesión sincera los pecados, que en este caso no son del profeta porque él vivía fiel a la Ley del Señor, sino los de todo el pueblo. En esto Daniel es, como Ezequiel (cf. Ezequiel 4, 4 y nota), una figura de Jesucristo que siendo la inocencia en persona, llevó sobre sus hombros los pecados de todo el mundo. Esa confesión en plural: hemos pecado... hemos apostatado... no hemos obedecido, etc., ese acto de contrición colectiva de todo Israel, que era lo que le hacía recibir tantas veces la misericordia y el perdón, es lo que Pío XII ha indicado a toda la cristiandad, diciendo: “Es menester que la Cristiandad considere las responsabilidades que le tocan en las pruebas de nuestros días...; ¿Quién tendría el derecho de creerse inocente?... Entrad en vosotros mismos y reflexionad. Reconoced vuestras responsabilidades. Ellas os harán sentir en lo más profundo del alma la necesidad que tenéis de rogar y de obrar en vista de obtener la misericordia divina.” Cf. Joel 2, 17; Lamentaciones 3, 42 y nota. La presente oración tiene semejanza con la de Azarías (3, 25 ss.) y también con las de Esdras (Esdras 9, 6 ss.), Nehemías (Nehemías 1, 5 ss. y 9, 6 ss.) y Baruc (Baruc 1, 15 ss.). Cf. Ester 14, 7; Isaías 1, 9; 6, 5.

[9191] 7. La confusión del rostro: Expresión hebrea que significa los sentimientos de vergüenza y los remordimientos a causa de los pecados. El espíritu compungido es el sacrificio más grato a Dios: “Un corazón contrito y humillado Dios no lo despreciará” (Salmo 50, 19). “¡Oh dichoso dolor, exclama San Jerónimo, que atrae las miradas de Dios!” Tuya es, Señor, la justicia. Dios no es como los hombres que se dejan arrastrar por la cólera. A pesar de la severidad de sus castigos, permanece eternamente justo y misericordioso y no hay quien pueda inculcarle porque su misericordia sobrepuja todas sus obras (cf. Éxodo 20, 6). San Pablo lo llama “Padre de las misericordias y Dios de toda consolación” (II Corintios 1, 3), pues “por naturaleza es causa y origen del bien, y los juicios severos y los castigos vienen de nosotros; nuestros pecados nos los atraen” (San Bernardo).

[9192] 11. Véase Levítico 26, 16; Deuteronomio capítulo 28; 29, 19 ss.

[9193] 12. Una calamidad tan grande: Alusión a la destrucción de Jerusalén y la subsiguiente cautividad. Véase Lamentaciones 1, 1 ss.

[9194] 17. Haz resplandecer tu rostro. Cf. Números 6, 25, donde este término se usa en la fórmula de la bendición que los sacerdotes tenían que impartir al pueblo. No hay imagen más expresiva para señalar la infinita bondad de Dios.

[9195] 18. La ciudad sobre la cual ha sido invocado tu Nombre: Jerusalén. Confiando, no en nuestras justicias: es decir, no en nuestras obras. Justicia tiene en el hebreo postexílico también el significado de limosna.

[9196] 20. El santo monte: el monte Sión y en sentido más amplio, toda la ciudad de Jerusalén. Cf. versículo 16.

[9197] 21. Dios no tarda en escuchar la humilde oración, pues, como dice el Salmista: Él atiende a la oración de los humildes y no desprecia sus plegarias (Salmo 101, 18). Apenas terminada la oración, brotan sus frutos y Daniel es consolado por un mensaje mesiánico, cuyo portador es Gabriel. Como observa Suárez, el arcángel Gabriel es el mensajero de los misterios relacionados con la venida del Mesías. (Cf. Lucas 1, 26 ss.) La oblación de la tarde, o sea, la vespertina, que se ofrecía a las tres de la tarde, consistía en el holocausto de un cordero (Éxodo 29, 39; Números 28, 4; Salmo 140, 2 y nota). Nótese cómo el santo profeta emplea este término sagrado para indicar la hora, no obstante hallarse el templo en ruinas.

[9198] 23. Hemos traducido: eres muy amado, en lugar de la versión literal: tú eres un varón de deseos, que se encuentra en la Vulgata, pues varón de deseos “significa un hombre que es objeto de los deseos y del amor de Dios, por consiguiente el bien amado del Señor” (Fillion); de modo que los autores de ambos Apocalipsis son honrados con el título de Amado del Señor: Daniel aquí y en 10, 11 y 19, y San Juan en varios lugares de su Evangelio. Dios muestra su amor a Daniel, revelándole un gran misterio. “El profeta deseaba saber cuándo terminarían los setenta años de la cautividad; Dios le anuncia una liberación mucho más importante, de la cual la predicha por Jeremías es solamente figura.” El dar más de lo que pedimos es propio del Padre celestial, el cual, según dice Santo Tomás, está más dispuesto a dar que nosotros a recibir.

[9199] 24. Después de cumplirse setenta semanas será establecido el tiempo mesiánico. Los expositores y comentaristas, desde la era patrística, toman este número en el sentido de semanas de años, de manera que la suma total es siete veces mayor: 490 años. A fin de acabar con la prevaricación, etc.: Son enumerados aquí seis bienes espirituales que traerá el Mesías, todos referentes a su misión de borrar los pecados, restaurar la justicia y hacer la paz con Dios. La justicia será eterna: véase sobre esta característica del reino mesiánico, Salmo 71; Isaías 11, 4 s.; 51, 5 ss.; Jeremías 23, 5; Ezequiel 11, 19 s.; Oseas 2, 19; etc. Poner sello sobre la visión y la profecía; es decir que con la venida del prometido rey y sacerdote (Salmo 109) la profecía tendrá su fin y a la vez su cumplimiento. El santo de los santos significa, en general, el Santísimo (la parte más interior) del Templo, donde estaba el Arca de la Alianza. Aquí, empero, la mayoría de los intérpretes lo refieren a Cristo. La unción del Santo de los santos se manifiesta en su misión de Mesías, que significa Ungido.

[9200] 25. El ángel analiza las setenta semanas, excluyendo la última, de la cual tratarán los versículos 26 y 27, y dividiendo las restantes en siete, y setenta y dos. El punto de partida consistirá en un edicto que establezca la reedificación de la Ciudad Santa. Un Ungido, un Príncipe: en la exégesis más tradicional, el mismo Cristo; según otros, uno de los caudillos que libraron a los cautivos: Ciro (Lagrange, Nácar-Colunga) o Zorobabel. Las siete semanas corresponden a los 49 años que los regresados del cautiverio tendrán que emplear en la reconstrucción de la Ciudad Santa.

[9201] 26. Es este el punto culminante de la profecía: Pasadas las siete semanas empleadas en la reedificación de Jerusalén y las subsiguientes sesenta y dos, será muerto el Ungido. Su propio pueblo lo abandonará y renegará de Él (cf. Oseas capítulo 2; Hechos de los Apóstoles 13, 46; Romanos capítulos 9-11), y vendrá un pueblo extranjero con su caudillo que destruirá la ciudad y el santuario, lo que muchos refieren a los romanos y su emperador Tito, que destruyó a Jerusalén el año 70 d. C. Su fin: puede aplicarse a la destrucción de Jerusalén o al fin del imperio romano. En una inundación, y hasta el fin habrá guerra y las devastaciones decretadas: La inundación puede ser la de los pueblos bárbaros que siglos más tarde destruyeron el imperio romano. Es muy difícil armonizar esta grandiosa profecía con la cronología sagrada. Los exégetas católicos se dividen en dos opiniones, la primera de las cuales ve, en este vaticinio una profecía directamente mesiánica. Para sus representantes el “Príncipe” y “Ungido” no puede ser sino Cristo en persona y el número de las semanas fijadas debe terminar con la vida y muerte del Mesías. Tomando como punto de partida el año 445, año en que Artajerjes dio el permiso para reedificar a Jerusalén (Nehemías 2, 1 ss.), y teniendo en cuenta que Jesucristo nació 6-8 años antes de nuestra era, llegamos más o menos al año de la muerte de Cristo. La más exacta coincidencia se consigue eligiendo como fecha inicial el año 458 en que Artajerjes envió a Esdras a Palestina con plenos poderes (Esdras capítulo 7; cf. 9, 9). “Si tomamos como fecha del nacimiento de Jesucristo el año 747 de Roma, es decir, siete años antes de la era cristiana, ese período (que comienza con el año 458 a. C.) termina el año 39 del nacimiento de Jesucristo, es decir, el año 32 de nuestra era. Las siete y sesenta y dos semanas deben entenderse sin interrupción, formando un total de sesenta y nueve semanas; por lo menos no hay necesidad de separarlas. Este período de sesenta y nueve semanas es de tribulaciones, de expectación por el Mesías y de persecuciones. Por la importancia especial que encierra la última semana y porque no ha de ser completa, la profecía la separa de las demás; en cuanto a las sesenta y nueve restantes, se sirve el Ángel de la fórmula 7 + 62, conforme a la costumbre del profeta, que p. ej., en 7, 25 y 12, 7 dice 1 + 2 + ½ en vez de 3 ½. Mas no es preciso buscar un acontecimiento particular de la vida de Jesucristo, p. ej., el bautismo o el principio de la vida pública” (Schuster-Holzammer). Esta explicación, que puede llamarse la tradicional, no es aceptada por todos los exégetas católicos. Hay un grupo de intérpretes que toman por punto de partida una fecha anterior a Artajerjes y llegan con la última semana hasta los tiempos de los Macabeos. Sus principales representantes son Lagrange, Riessler, Szczygiel, Nácar-Colunga. Para ellos el Ungido a quien se quita la vida al final de la 69ª semana, es el Sumo Sacerdote Onías III (que fue muerto bajo Antíoco Epífanes), y el pueblo con el caudillo futuro son los sirios con ese mismo rey Antíoco. Este grupo toma la profecía en sentido típicamente mesiánico, es decir, su cumplimiento se realizaría en los tiempos de los Macabeos y sería tipo de lo que va a suceder con Cristo. Por su parte San Jerónimo alude a este texto al comentar Mateo 24, 15, y admite que la abominación puede referirse al Anticristo, opinión muy difundida entre los Padres.

[9202] 27. Este último verso de la profecía ofrece las mismas dificultades que los anteriores y algunas más. Una de estas es la explicación escatológica que surgió ya en la era patrística de la Iglesia y tiene hoy todavía valiosos defensores. Estudiamos primero el texto y las versiones. El hebreo dice literalmente: Y él confirmará el pacto con muchos durante una semana, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y sobre el ala de las abominaciones estará el devastador, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el devastador. La Vulgata vierte: Y afirmará una alianza con muchos en una semana, y en medio de la semana cesará la hostia y el sacrificio; y estará en el Templo la abominación de la desolación, y durará la desolación hasta la consumación y el fin. Nuestra traducción es la del hebreo con las correcciones de la Biblia de Pirot. Las interpretaciones se dividen en tres grupos, la tradicional, la moderna y la escatológica, la cual también pretende fundarse en la tradición. Del grupo moderno, que ve el fin histórico de esta profecía cumplida ya en la época de los Macabeos (cf. nota 26, final), tomamos como ejemplo la interpretación de Nácar-Colunga, que dice: “Queda una semana, que va desde la muerte de Onías hasta la de Antíoco (164). Esta semana será de persecución, la cual el intérprete (el ángel) divide en dos mitades, por la supresión del sacrificio perpetuo, realizada por Antíoco IV en 168 y que duró tres años. La salud mesiánica vendrá después, pero tampoco inmediatamente después, como acaece en los demás profetas. El número de años de cada grupo no se ajusta matemáticamente a los años de la historia, pero téngase en cuenta que Daniel es un profeta, no un historiador, y aun en estos últimos cabrían tales aproximaciones. (Véase Jeremías 25, 11 s.; 29, 10.)” Los defensores de la interpretación tradicional dicen: Por la muerte de Cristo se confirmará el pacto con muchos, no con todos, pues no todos van a convertirse inmediatamente a la doctrina de Cristo. Y cesarán los sacrificios, lo que significa que el culto del Antiguo Testamento será sustituido por el verdadero sacrificio expiatorio de Cristo. El Templo será destruido y profanado. Las palabras abominación desoladora (Vulgata: abominación de la desolación) se refieren, según los intérpretes antiguos al ídolo de Júpiter que erigió Antíoco Epífanes (cf. I Macabeos 1, 57) o a la imagen del César con que Pilato profanó el Templo o a una profanación semejante. A este pasaje alude Jesús en su gran discurso escatológico (Mateo 24, 15), enseñando que volverá a cumplirse en los tiempos que Él anuncia. De ahí que no todos los Padres apliquen esta profecía a la destrucción de Jerusalén, sino más bien a los tiempos del fin. El mismo Doctor Máximo admite que puede tratarse del Anticristo, lo que, entre otros, sostienen San Hipólito (en un fragmento cóptico, publicado en “Sefarad”, 1946, p. 359), San Cirilo de Jerusalén y San Atanasio. Algunos Padres creen que en los últimos tiempos los judíos edificarán un nuevo templo en Jerusalén que sería objeto de esa desolación por un falso Mesías, el Anticristo. Entre los modernos esta tesis escatológica ha sido defendida por Caballero Sánchez en su libro “La Profecía de las 70 Semanas”, Madrid. Editorial Luz, 1946. Apoyándose principalmente en las palabras de Jesucristo, quien combina este verso con los acontecimientos del fin (Mateo 24, 16-21; Lucas 21, 20; 21, 24; 21, 28-31), resume dicho autor sus puntos de vista en las siguientes palabras (pág. 115): “Las 70 semanas son tiempos judíos y… deben necesariamente interrumpirse durante los tiempos de la evacuación del Ungido y arriendo de la viña (de Israel) a otras gentes. Se reanudarán cuando, convirtiéndose a Cristo, las ramas naturales sean re-injertas en su Olivo propio. Cesa entonces la evacuación de Israel. Vuelve el hijo pródigo (el pueblo judío) a la casa paterna... Cesa también entonces el arriendo de la viña a otras gentes. Jerusalén vuelve a ser la capital religiosa de la comunidad y corre la última semana. Semana escatológica en que se atan los cabos de los siglos: siglo presente: tiempo de los gentiles; siglo futuro: era del Emmanuel. Semana escatológica, la del supremo combate: guerra destructora, culto abominable, magna tribulación por un lado, y por el otro, formación del bloque anticristo, estruendosa victoria de la cuarta bestia “pueblo invasor” de Palestina y apoteosis de su jefe. Semana escatológica que se clausura con la tempestad divina, que limpia definitivamente la tierra del Emmanuel para que allí resplandezca el nuevo orden del reino de Dios, gloria de Israel.” Sin embargo, hay que advertir, con Linder, que el nuevo pacto se confirmará “no solamente con los judíos, sino con todos los gentiles, pues el reino mesiánico se extenderá sobre todos los pueblos”.

[9203] 2. Daniel parece haberse afligido por la suerte de los judíos cautivos que habían regresado a Jerusalén, porque eran pocos en número y tenían que luchar con muchas dificultades, principalmente con el odio de los samaritanos, los cuales impedían la reconstrucción de la ciudad. Como en ocasiones anteriores, Daniel recurre a la oración y al ayuno, pidiendo a Dios consuelo y esclarecimiento sobre el porvenir de su pueblo. Dios escucha la súplica de su fiel servidor y le hace ver un “varón” (versículo 5) que le conforta y le da las explicaciones pedidas.

[9204] 5 ss. Nótese la semejanza de esta aparición con la de Jesucristo en Apocalipsis 1, 13 ss., por lo cual algunos comentaristas ven en el “varón” al Mesías, o al mismo Dios (cf. Ezequiel 1, 16 y 24). Efectivamente, la aparición del “varón” en Daniel y de Jesucristo en el Apocalipsis (capítulo 1) son tan parecidas que se puede pensar en la misma persona, aunque en el versículo 11 se llama “enviado” por Dios. El efecto que produjo esta visión en Daniel fue el mismo que sucedió a San Juan (cf. el versículo 8 con Apocalipsis 1, 17). Se notan también semejanzas con la visión que San Pablo tuvo de Cristo en el camino de Damasco (cf. el versículo 7 con Hechos de los Apóstoles 9, 7). Sin embargo, la interpretación más común de este pasaje es la que ve en el “varón” a un ángel (Gabriel).

[9205] 11. Varón muy amado: Cf. versículos 19; 9, 23 y nota.

[9206] 12. Alcanzar la inteligencia. Veamos aquí cuán agradable a Dios resulta este anhelo, que no era solo de doctrina espiritual sino de profecía. Cf. Eclesiástico 39, 1.

[9207] 13. Pasaje diversamente interpretado. San Jerónimo opina que el ángel custodio del reino de los persas hacía valer ante Dios los muchos pecados del pueblo judío para impedir su liberación del cautiverio. Otros comentaristas explican este pasaje en el sentido de que el ángel del reino de los persas resistía porque no quería perder los adoradores de Dios. Interviene en favor de los judíos San Miguel, el cual es, como se ve en el versículo 21 y en 12, 1, el ángel custodio de Israel y el príncipe de la milicia celestial. Su nombre significa: “¿Quién es como Dios?” San Judas (versículo 9) lo presenta luchando con el diablo y lo llama Arcángel, siendo el único que en la Sagrada Escritura lleva este título, solo repetido una vez por San Pablo en I Tesalonicenses 4, 15. También en Apocalipsis 12, 7 lucha San Miguel contra Satanás y su ejército (véase Ezequiel 28, 14 y nota), y aun la lucha nuestra, dice San Pablo, es contra esos espíritus a quienes llama principados y potestades, gobernadores de las tinieblas de este mundo, y huestes espirituales de la maldad en los lugares celestiales (Ef. 6, 12). Tales son los ángeles a quienes juzgaremos un día según el mismo San Pablo (I Corintios 6, 3). Su jefe Satanás, a quien Jesús llama el príncipe de este mundo (Juan 14, 30), no solo tiene las funciones de acusador ante Dios (Job 1, 9 ss.; Apocalipsis 12, 10) sino que hasta tuvo poder por ejemplo para impedir varias veces el viaje de San Pablo a Tesalónica (I Tesalonicenses 2, 18). Así también, dice Scío, “el ángel malo que bajo las órdenes de Satanás príncipe de las tinieblas, tiranizaba el imperio de los persas, se oponía con todo su poder a las santas inspiraciones de Gabriel, inclinando el corazón del rey (Cambises, hijo de Ciro) a la crueldad contra el pueblo de Dios”. Los ángeles del Señor, cuya función es alabarle (3, 58) no tienen caprichos propios (cf. 4, 14 y nota) sino que son fidelísimos “ejecutores de sus órdenes y prontos a obedecer la voz de sus mandatos”, según lo dice el Salmo 102, 20, usado como Introito en la Misa de todos los ángeles. La perfección con que estos ministros cumplen la voluntad de Dios, nos la muestra el mismo Jesús al enseñarnos a pedir, en el Padrenuestro, que la voluntad del Padre se haga en la tierra como se hace en el cielo. Ante tan claras enseñanzas no vemos cómo podría demostrarse, o suponerse siquiera, en los ángeles buenos, ni voluntades divergentes, contrarias a la perfección de la caridad, ni un conocimiento defectuoso de la voluntad divina. La Liturgia y la tradición atribuyen a San Miguel el papel de proteger las almas e introducirlas ante Dios en la gloria eterna. “He aquí, dice el Oficio de su fiesta, el Arcángel San Miguel, príncipe de la milicia angélica, cuyo culto es manantial de beneficios para los pueblos, y cuya oración conduce al reino de los cielos... El Arcángel San Miguel viene con una multitud de ángeles; a él le ha confiado Dios las almas de los santos, a fin de que los conduzca al gozo del paraíso.” Y en el Ofertorio de la Misa por los difuntos, la Iglesia ruega “que estas almas no caigan en las tinieblas, sino que el portaestandarte San Miguel las conduzca a la luz santa”.

[9208] 16. Hijo de hombre: Aquí no es el Hijo del hombre por excelencia, el Mesías, sino aquel varón del versículo 5. El hebreo usa el plural: uno semejante a los hijos de los hombres.

[9209] 20. El príncipe de Grecia: Véase la nota al versículo 13 sobre el llamado ángel de los persas.

[9210] 21. Contra ellos: contra los ángeles de Persia y Grecia.

[9211] 1. Este versículo cierra el capítulo anterior, porque el que habla es el interlocutor de 10, 21. Lo que sigue se lee como un resumen de la historia de los Seléucidas y Ptolomeos y sus injerencias en Palestina, por lo cual los críticos racionalistas niegan el carácter profético de este capítulo y lo atribuyen a un escritor posterior.

[9212] 2. Los tres reyes son, según unos, Cambises, Seudo-Smerdis y Darío Histaspes; según otros, Ciro, Cambises y Darío I, El cuarto es Jerjes, de cuyas inmensas riquezas nos dan cuenta los historiadores antiguos. Jerjes movilizó todas sus fuerzas para invadir a Grecia (480 a. C.).

[9213] 3 s. El rey poderoso es Alejandro Magno, que en el capítulo 8 es comparado al cuerno grande del macho cabrío. Alejandro murió en el año 323 a la edad de treinta y tres años, y su reino no pasó a sus descendientes sino que fue dividido entre sus generales. A partir del versículo 4 la profecía se ocupa solamente de dos de los reinos sucesores de Alejandro: Siria, el reino de los Seléucidas, y Egipto, el reino de los Ptolomeos.

[9214] 5. El rey del mediodía: Ptolomeo I Lasos, rey de Egipto (323-28S) y fundador de la dinastía de los Ptolomeos. Uno de sus príncipes: Seleuco I Nicator (323-280), fundador de la dinastía de los Seléucidas, reyes de Siria, a los cuales pertenecía también Babilonia y Persia, el núcleo principal del inmenso imperio que fue formando Alejandro Magno con sus innumerables conquistas.

[9215] 6. No podrá conservar la fuerza del brazo, etc. El final del versículo ha sido traducido de diversas maneras. Se refiere a Ptolomeo II Filadelfo, rey de Egipto (285-246) que casó a su hija Berenice con Antíoco II, rey del norte, o sea, rey de Siria (261-246), pero Laodice, la esposa legítima de Antíoco, envenenó a este y mató a Berenice junto con su hijo.

[9216] 7 ss. Ptolomeo III Euergetes (246-221), hermano de Berenice, declaró la guerra a Seleuco Calínico, rey de Siria (241-226) y lo derrotó. Los hijos de Seleuco se volvieron contra Egipto, penetrando hasta Rafia en la frontera de Palestina y Egipto, mas el rey de Egipto aniquiló su ejército el año 217 en la batalla de Rafia (versículo 11).

[9217] 14. Hombres violentos (La Vulgata: hijos de los transgresores): son aquellos judíos que se adhirieron a los sirios y a sus ritos paganos. Véase 8, 23 y nota.

[9218] 15. Ese rey del norte es Antíoco III Magno, rey de Siria (222-187), el cual derrotó al general egipcio Scopas en Paneas cerca de las fuentes del Jordán, y se apoderó de Sidón, ciudad de Fenicia, que estaba bajo el poder del rey del mediodía (Egipto).

[9219] 16. La tierra hermosa: Así es llamado con énfasis el país de los judíos. Véase versículo 41; 8, 9 y nota; Jeremías 3, 19; Ezequiel 20, 6 y 15.

[9220] 17 ss. Antíoco Magno casó su hija Cleopatra con Ptolomeo V de Egipto (204-181), con el fin de apoderarse de Egipto con la ayuda de ella, pero Cleopatra se puso de parte de su marido. Mientras tanto Antíoco conquistó algunas islas del Mediterráneo y países de la costa del Asia Menor, hasta que fue vencido por el romano Scipión en la batalla de Magnesia en 190 a. C. Caerá (versículo 19): Antíoco fue matado en un tumulto del año 187.

[9221] 20. La (tierra) más magnifica: Palestina. Cf. nota 16. Será quebrantado, etc. Se refiere a Seleuco IV Filopator, rey de Siria (187-175), que envió a Heliodoro para robar los tesoros del Templo de Jerusalén (véase II Macabeos 3, 1 ss.). Ese rey murió no en contienda ni en batalla, sino envenenado por el mismo Heliodoro.

[9222] 21 ss. El hombre despreciable es Antíoco IV Epífanes (175-164) que usurpó el trono con ardid y violencia contra el sucesor legítimo Demetrio (versículo 22). El príncipe de la Alianza (versículo 22): el Sumo Sacerdote Onías III, destituido injustamente por Antíoco (cf. II Macabeos 4, 1 y 33).

[9223] 23 s. Alusión a las exitosas expediciones de Antíoco Epífanes contra Egipto, cuyo rey Ptolomeo VI Filometor (181-145) traicionado por sus propios consejeros (versículo 26), fue vencido en la batalla de Pelusio.

[9224] 27. Dirán mutuamente mentiras. En este punto la humanidad no ha mejorado. La mentira sigue ocupando un lugar preferido en las negociaciones internacionales.

[9225] 28. La Alianza santa: el pueblo teocrático, Jerusalén y el Templo. De vuelta de Egipto, Antíoco saqueó el Templo (I Macabeos 1, 21 ss.; II Macabeos 5, 11 ss.).

[9226] 29. Esta expedición de Antíoco contra Egipto fue contrarrestada por los romanos. En su regreso de Egipto el rey impío se entrevistó en Jerusalén con muchos judíos apóstatas.

[9227] 30. Naves de Kitim: Alusión a los Romanos, por lo cual San Jerónimo traduce galeras y Romanos. Kitim significa la isla de Chipre, y en sentido más amplio, los pueblos de Occidente. Los que abandonaron, etc.: los judíos apóstatas. Véase versículo 14 y nota.

[9228] 31. Tropas: son las tropas que Antíoco puso como guarnición en Jerusalén (I Macabeos 1, 35). El Santuario de la fortaleza: el Templo de Jerusalén. La abominación es el culto idolátrico, pues Antíoco erigió en el Templo una estatua de Júpiter (I Macabeos 1, 57). Véase 9, 27 y nota. Cf. Mateo 24, 15 y nota.

[9229] 32 ss. Esta profecía se refiere a los Macabeos, especialmente a Matatías y sus hijos que, apoyados por algunos pocos (cf. versículo 34) lucharon contra Antíoco en defensa de la Ley de Dios. Los sabios (versículo 33) son probablemente los “hasidim”, que significa “los piadosos”. Así se llamaba aquel sector del pueblo judío que se mantenía fiel a la Ley (I Macabeos 2, 42) y en cuyo seno había de gestarse en adelante la secta de los fariseos. Se unirán a ellos hipócritamente (versículo 34): Se refiere a aquellos tímidos que se adhirieron al Macabeo solamente porque temían su severidad.

[9230] 36. Se engrandecerá sobre todo dios: “La manía antirreligiosa de Antíoco de que aquí se habla no se mostró solo en la persecución del culto judío, sino en su olvido del dios tradicional en su familia, Apolo, a quien sustituyó por Júpiter. A él dedicó el Templo de Jerusalén bajo el apellido de Olímpico” (Nácar-Colunga). Cf. II Tesalonicenses 2, 3 y nota. Hasta que se cumpla: Antíoco podrá ejercer su poder contra el pueblo judío solamente como instrumento de la ira de Dios y hasta que se apacigüe la indignación divina que permitía la opresión de los judíos como castigo de la apostasía.

[9231] 37. No respetará... a la (divinidad) predilecta de las mujeres (Vulgata: será codiciador de mujeres): Por esta divinidad se puede entender a Tammuz (Adonis), el dios favorecido por las mujeres (cf. Ezequiel 8, 14) o, tal vez, a Astarté, cuyo templo saqueó Antíoco (I Macabeos 6, 1 ss.). Así lo explica San Efrén. Quiere decir que Antíoco despreciará a los dioses de su propio país, lo cual sería el colmo de la impiedad (cf. nota 36).

[9232] 38. Al dios de las fortalezas: La Vulgata conserva la palabra hebrea Maosim que significa “fortalezas”. El nombre “Dios de las fortalezas” se da aquí a Júpiter Capitolino de Roma, cuyo culto introdujo Antíoco en su reino y para cuyo templo mandó numerosos regalos a Roma (Tito Livio 41, 20; 42, 6). Otros expositores ven en Maosim al dios romano Marte.

[9233] 40. Esta nueva expedición de Antíoco contra Egipto es desconocida, “Por esto, la explicación mas razonable de estos versículos 40-45 es que el profeta, dejando la Historia y apoyándose en ella, salta desde el gran perseguidor del pueblo judío a otro perseguidor del fin de los tiempos, al Anticristo, que entonces vendrá a suscitar la última prueba del pueblo de Dios. Sería esto como el puente entre la época de Antíoco y la época final, que nos describe en el capítulo siguiente” (Nácar-Colunga).

[9234] 41. La tierra hermosa es el país de los judíos. Véase versículo 16 y nota.

[9235] 44. Rumores desde el oriente y el norte: Aquí hay una alusión a la revuelta de los partos y de los armenios.

[9236] 45. Entre los mares: entre el Mar Mediterráneo y el Mar Muerto, o sea en Judea. El glorioso y santo monte: el monte Sión. Antíoco murió en 164 a. C. al despojar el Templo de Elimais (I Macabeos 6, 1 ss.). Muchos aplican al Anticristo lo que aquí se dice en los versículos 40-45. En todo caso Antíoco puede tomarse como figura de aquel. Cf. 7, 8 y nota.

[9237] 1. La visión profética pasa de las persecuciones de la época macabea a los últimos tiempos y a la salvación final de los escogidos, “El oráculo franquea aquí de golpe un intervalo de muchos siglos, para proporcionar a los israelitas pruebas de una consolación de orden superior” (Fillion). Cf. II Tesalonicenses 2, 7 y nota. Tu pueblo, es decir, el de Daniel (cf. 9, 15 s., 20 y 24; 10, 14). Crampón, que aplica los versículos 1-4 a la liberación de Israel por la muerte de Antíoco, añade que “parecen presentar en una misma perspectiva la liberación final del pueblo de Dios”. Vendrá un tiempo de angustia, etc. Jesucristo anuncia también “la gran tribulación” en su discurso escatológico (Mateo 24, 21). Cf. Jeremías 30, 5; Salmo 2, 5; Apocalipsis 7, 14, etc. Inscrito en el libro: Se refiere al libro de la vida, en el cual están inscritos aquellos que tienen derecho al reino de los cielos. Es un simbolismo tomado del registro civil de un reino. Cf. Salmo 68, 29; 138, 16; Éxodo 32, 32; Fil. 4, 3; Apocalipsis 3, 5; 13, 8; 20, 15, etc. Sobre San Miguel y su misión véase 10, 13 y nota; sobre su papel en la lucha contra Satanás, cf. Apocalipsis 12, 7 y notas.

[9238] 2. Los resucitados son divididos en dos clases, destinados unos a la vida eterna y otros a la eterna ignominia. Para ignominia y vergüenza eterna: Es de notar que aquí por primera vez el Antiguo Testamento anuncia a Israel la resurrección de los pecadores para la condenación. Este pasaje completa la revelación de Job 19, 25-27; Isaías 26, 19; 66, 24. Cf. Ezequiel 37, 1 ss. Indirectamente se enseña aquí la resurrección de todos los hombres, “porque para todos vale la misma razón. Lo que el Ángel dice implícitamente, lo dice Nuestro Señor explícitamente en Juan 5, 28” (Linder).

[9239] 3. Los sabios: los observadores de la Ley de Dios. San Jerónimo pone aquí la siguiente nota: “¿Ves tú qué distancia separa la santidad sin ciencia, de la ciencia unida a la santidad? La primera nos hace semejantes a las estrellas, la segunda al mismo cielo.” La promesa que en este pasaje se da a los que ejercen el apostolado de enseñar, tiene su paralelo en las palabras de Cristo: “Los justos, resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mateo 13, 43). También el apóstol San Pablo promete doblado honor a los presbíteros, “sobre todo los que trabajan en predicar y enseñar” (I Timoteo 5, 17). “Si vives santamente e instruyes perfectamente, dice San Juan Crisóstomo, serás juez de todos; si por el contrario, instruyes bien y vives mal, te juzgas a ti solo. Porque, viviendo y enseñando bien, das a conocer al pueblo cómo ha de vivir; pero, enseñando bien y viviendo mal, dices a Dios las razones que tiene para condenarte.” Cf. Eclesiástico 24, 31 y nota.

[9240] 4. Sella el libro, para que nadie modifique sus palabras, y guárdalo hasta el tiempo del fin. Nótese lo que se dice sobre el crecimiento del conocimiento. Muchos buscarán: Cf. Amós 8, 11 ss. Significa “la acción de buscar apresuradamente la verdadera doctrina... Al fin de los tiempos se leerá, con interés el libro de Daniel, a fin de comprenderlo lo mejor posible y admirar la maravillosa coincidencia de los acontecimientos con los vaticinios” (Fillion). Análoga idea expresa San Juan en el Apocalipsis, cuando dice: “No selles las palabras de la profecía de este libro, pues el tiempo está cerca— el justo se justifique más y más; y el santo más y más se santifique” (Apocalipsis 22, 10-12). Es asombroso cómo también en este punto concuerdan los dos vates: Daniel y San Juan. Este no ha de sellar el libro, porque los últimos tiempos están cerca; aquel ha de sellarlo para que se lo lea cuando el fin se acerque. San Juan subraya la importancia de la lectura del Apocalipsis diciendo: “Bienaventurado aquel que lee y escucha las palabras de esta profecía y observa las cosas escritas en ella” (Apocalipsis 1, 3). El mismo efecto tendrá sin duda la lectura y meditación de las profecías de Daniel, por lo cual pensamos que merece un comentario más completo. “El sabio indaga la sabiduría de todos los antiguos y hace estudio de los profetas” (Eclesiástico 39, 1).

[9241] 6. Ese varón es el mismo personaje que se presentó al profeta en el capítulo anterior. Véase 10, 5 y nota.

[9242] 7. Un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo: Cf. 7, 25 y nota, donde se encuentra el mismo número misterioso. En ambos lugares se refiere a la tribulación que los santos han de sufrir de parte de un poder que se levanta contra Dios. En el versículo 11 y en Apocalipsis 11, 2 y 13, 5 este número es expresado en días y meses. Cuando el poder del pueblo santo sea completamente destruido: EL vaticinio solo se cumplirá cuando el pueblo de Dios haya llegado al colmo de la tribulación. Cf. Salmo 101, 18 y nota.

[9243] 8. No comprendí: Aquí vemos, como en muchos otros lugares de los libros proféticos, que los profetas a menudo son voceros del Altísimo sin conocer el alcance de sus palabras. A esto se refiere San Pedro, diciendo que “ninguna profecía de la Escritura se hace por propia iniciativa” (II Pedro 1, 20, texto griego). Por lo cual exhorta San Pablo: “No queráis despreciar las profecías” (I Tesalonicenses 5, 20), porque tales anuncios son para las generaciones venideras, “una antorcha que luce en lugar oscuro, hasta que amanezca el día y nazca en vuestros corazones la estrella de la mañana” (II Pedro 1, 19).

[9244] 9. El profeta no consigue respuesta, pues Dios se ha reservado los tiempos y momentos, como dijo Jesús a los apóstoles que le preguntaron en un asunto parecido (Hechos de los Apóstoles 1, 7). Véase Mateo 24, 36; Marcos 13, 32 y notas. “Velad, ya que no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24, 42). Hasta el tiempo del fin, lo que cuadra bien al sentido escatológico de este capítulo. Cf. versículo 4.

[9245] 10. Véase 11, 35. En el tiempo del fin obrará el “hombre de pecado” y el “misterio de iniquidad” (II Tesalonicenses 2, 3 y 7), y los santos serán perseguidos de tal manera que ninguno se salvaría si ese tiempo no fuese abreviado por amor de los escogidos (Mateo 24, 22). Los sabios entenderán: Véase versículo 3. Los verdaderos fieles entenderán los misterios. Cf. I Tesalonicenses 5, 4; Lucas 21, 36-11. El término aquí indicado equivale a tres años y medio o cuarenta y dos meses. Cf. versículo 7 y nota; 7, 25 y nota; Apocalipsis 11, 2; 13, 5. Es en el Apocalipsis el período del poder que persigue en los últimos tiempos a la grey de Cristo, por lo cual no conviene aplicar este pasaje únicamente a Antíoco Epífanes, como lo hace la interpretación “histórica”. Por sacrificio perpetuo entiende aquí San Jerónimo con otros Padres el culto de la Eucaristía y todo el culto solemne de la Iglesia, que en los tiempos del Anticristo será obstaculizado. Abominación desoladora: Se refiere al Anticristo. Véase lo que sobre este tema llevamos dicho en las notas a los versículos 26 y 27 del capítulo 9.

[9246] 12 s. “Llama dichoso al que viviere después de la muerte del Anticristo; porque verá días felices de paz y de descanso; cuando habrá cesado su violenta persecución” (Scío). Hay en estos cuarenta y cinco días la diferencia entre 1335 y 1290, un misterio que Dios parece haber dejado intencionalmente en suspenso, para los últimos tiempos (cf. versículo 9 y nota) pero que de todas maneras es digno de la mayor atención, porque “nadie sabe el día ni la hora” (Mateo 24, 36; Marcos 13, 32). Marcha hacia tu fin y descansa (versículo 13): Se anuncia aquí a Daniel su resurrección y su premio de acuerdo con lo dicho en el versículo 2. “Así que aquel que había recibido tantos vaticinios para su pueblo, obtiene, al final, para sí mismo una profecía llena de consolación.” No es más que justo que las visiones de Daniel rematen en tan consoladora promesa, de la cual participamos todos los que en ellas creemos. Cf. el final del Apocalipsis del Nuevo Testamento, donde Jesús consuela con análoga promesa al Vidente de Patmos: “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome de balde el agua de la vida” (Apocalipsis 22, 17). Cf. Apocalipsis 1, 3. Al final del versículo 13 encontramos en la Vulgata la siguiente nota de San Jerónimo: “Lo que hasta aquí hemos puesto de Daniel se lee en el texto hebreo. Lo demás que sigue hasta el fin del libro se ha trasladado de la edición de Teodoción.”

[9247] 1. Los dos capítulos restantes 13 y 14 han sido tomados de la versión griega de Teodoción, como observa San Jerónimo en la nota con que concluye el capítulo 12. El capítulo 13 narra con un dramatismo sorprendente la historia de la casta Susana, cuyo nombre significa Azucena. Cronológicamente este episodio ha de colocarse entre los capítulos primero y segundo del Libro de Daniel, pues el profeta era aún joven al desempeñar el honroso papel de defensor de la inocencia (cf. versículos 45 y 64). Contra la historicidad de este capítulo se han levantado muchas objeciones, pero sabemos que siempre fue objeto de veneración, como lo demuestran ya las pinturas de las catacumbas.

[9248] 5. Los judíos desterrados podían vivir en Babilonia conforme a sus costumbres patrias, y disfrutaban de cierta autonomía en la administración de sus comunidades. No es de extrañar que tuvieran jueces propios, elegidos de en medio del pueblo. La palabra del Señor a la que el texto alude, no se halla textualmente en la Sagrada Escritura, si bien recuerda las acusaciones de los profetas contra los malos jueces y falsos profetas, que eran los causantes principales de la corrupción del pueblo.

[9249] 13 s. La escena no carece de comicidad. Ambos fingen retirarse, ocultando sus malos designios para volverse a encontrar en el mismo sitio, después de dar un rodeo.

[9250] 22 s. “De un momento a otro Susana vio que todo lo que tenía estaba en peligro de ser destruido: su vida, su hogar, su honor, su fama. Supo que iba a perder no solo su vida sino también el amor de su marido, el cariño de sus padres y de sus hijos, el respeto de sus criados; supo que iba a ser motivo de que se avergonzasen de ella. Una sola cosa podía salvarla y conservar todo lo que fue su dicha; consentir en el pecado, entregarse. «Mas prefiero caer inculpable en vuestras manos, antes que pecar contra el Señor» (versículo 23). Para Susana, por encima de toda su dicha, estaba Dios. Prefirió perderlo todo antes de perderle a Él. No pidió a Dios su vida, ni su fama; descansó en la certeza de que Dios sabía que la mataban siendo inocente, siendo la víctima de la maldad. Saberse sin culpa delante de Dios fue su consuelo; su entrega a Su voluntad fue sin reserva” (Elpis).

[9251] 34. Pulieron sus manos, etc.: Hicieron esto como testigos, según mandaba la Ley (Levítico 24, 14). ¡Dos criminales disfrazados de testigos! Con razón en los cuadros de las catacumbas Susana es representada como cordero, y los dos viejos como lobos. El proceso se desarrolla con apariencias de corrección y de conformidad con la Ley. La exigencia de que la acusada levante el velo (versículo 32), está de acuerdo con los usos del foro judío.

[9252] 42 s. Clamó en alta voz, “poniendo en este grito toda su alma, toda su angustia, toda su confianza, toda la fuerza de su inocencia”. Susana apela a Dios, el Juez eterno, que conoce los corazones (Hechos de los Apóstoles 1, 24; 15, 8) y no abandona a los que en Él confían. He aquí una ilustración elocuente de lo que dice el gran Apóstol San Pablo en Romanos 8, 26-27: “No sabemos cómo conviene lo que tenemos que pedir; pero el Espíritu mismo solicita en nuestro lugar con gemidos inexpresables. Y Él, que es escrutador de los corazones, conoce lo que ansía el Espíritu; sabe qué solicita para los santos según Dios.” Comentando estas palabras en una alocución pronunciada el 9 de julio de 1941, dice S. S. Pío XII: “El Espíritu Santo, que, con su gracia, obra en nuestras almas y nos inspira nuestros gemidos, sabe darles bien el verdadero sentido y el verdadero valor, y el Padre, que lee en el fondo de los corazones, ve clarísimamente lo que a través de nuestras plegarias y de nuestros deseos, pide su divino Espíritu para nosotros, y tales peticiones del Espíritu, profundamente íntimas en nosotros, las oye Él, sin duda alguna.”

[9253] 45. Suscitó el santo espíritu: Según la versión de los Setenta, un ángel había venido a imbuir a Daniel el espíritu de la sabiduría. Véase 4, 5; 5, 11 y 14. El procedimiento que se observa en la ejecución de la presunta adúltera es el conocido por la Mischna de los judíos. Un heraldo debía invitar a los espectadores a probar, si podían, la inculpabilidad del reo. Esta circunstancia dio a Daniel la posibilidad de intervenir legalmente en el último momento. Nótese que Dios eligió para el cargo de juez a un “tierno jovencito”. Lo hizo para avergonzar a los perversos ancianos. “Daniel, siendo aún jovencito, juzgó a los de muy larga edad, mientras que a los viejos deshonestos y torpes condenó su edad lasciva” (San Jerónimo. A Paulino). Daniel obtuvo este preciosísimo don como premio por su fidelidad a la Ley de Dios. Otros no lo alcanzan nunca porque se enredan en sus propios consejos. Cf. Salmo 118, 99 s.

[9254] 52. Tenemos aquí una nueva prueba de que el Espíritu de Dios habla por boca de Daniel. Un procedimiento estrictamente jurídico no habría logrado descubrir la verdad. Cf. versículo 45.

[9255] 56. Raza, de Canaán: Era la mayor injuria que se podía proferir contra un israelita. Los cananeos que habitaban el país de Palestina antes de que Israel lo tomara en posesión, habían sido maldecidos por Dios (Génesis 9, 25-27), de tal modo que los israelitas estaban obligados a aniquilarlos a causa de sus maldades.

[9256] 57. Israel: aquí no todo el pueblo de Jacob, sino solamente el reino del norte con Samaria por capital, que se llamaba de Israel, pero deshonraba ese nombre por acomodarse a la idolatría de los cananeos y mezclarse en matrimonios con esa raza maldita.

[9257] 64. Se destaca en la historia de Susana, por una parte su inquebrantable confianza en Dios (cf. Salmo 2, 13; 56, 2; 117, 8; Eclesiástico 2, 6; II Macabeos 15, 7, etc.), por la otra, la sabiduría y fortaleza del joven profeta. Pero ¿qué sería todo esfuerzo humano sin la mano omnipotente del Altísimo? Toda la sabiduría de Daniel le fue dada por Él (versículos 45 y 52) como el profeta se complacía en proclamarlo (cf. Ezequiel, 28, 3 y nota). Del Señor le vino también a Susana la fortaleza, y por Él fue salvada para que se aumente nuestra confianza en su santo Nombre.

[9258] 65. Sobre Astiages véase 6, 1 nota.

[9259] 1. En este último capítulo se narran dos episodios de la vida de Daniel que prueban la vanidad de los ídolos. Es una ilustración del capítulo 6 de Baruc, donde se describe la impotencia de los dioses de los gentiles. El rey aquí aludido es Ciro, como se deduce del capítulo anterior (13, 65), cuyo último versículo forma la transición a estos dos episodios de Bel y el dragón. Algunos creen que se trata del rey Cambises. Daniel no comía de los manjares de la corte, como sabemos por el capítulo 1, aunque se dice aquí que era comensal del rey. Esto solo quiere decir que el rey costeaba el sustento del profeta.

[9260] 2. Bel, llamado también Marduk, era el ídolo principal de los babilonios. Los paganos creían que los dioses comían los manjares colocados delante de sus estatuas. Por eso, en las inscripciones cuneiformes los sacrificios se llaman “manjares de los dioses”. De ahí la cólera del rey por el embuste de los sacerdotes al ver que eran ellos los que comían los manjares ofrecidos a Bel (versículo 20). Doce arfabas: 670 litros. Seis cántaros: seis metretas: 220 litros, más o menos.

[9261] 3. Llama la atención el hecho de que el persa Ciro haya tributado culto a los dioses de Babilonia. Así lo vemos efectivamente en una inscripción babilónica. Lo hizo sin duda por razones políticas.

[9262] 21. Según otra versión griega, solo fue destruida la sala de Bel y este mismo. Así quedó demostrada la inanidad del ídolo que en opinión de los babilonios estaba animado y habitado por la divinidad.

[9263] 22. El culto del dragón, es decir, de la serpiente alada, está atestiguado en Babilonia por las modernas investigaciones arqueológicas. Han sido encontrados relieves y figuras que representan este animal en diversas formas. El escritor pagano Arriano habla de un Templo babilónico dedicado a una serpiente que daba oráculos a la manera de la Pitia de Delfos (cf. Hechos de los Apóstoles 16, 16). La serpiente ha dejado profundas huellas, no solo en la Biblia (Génesis capítulo 3; Números 21, 6; Isaías 27, 1; Apocalipsis 12, 14, etc.), sino también en las mitologías de casi todos los pueblos, especialmente la serpiente alada, en las mitologías americanas (aztecas y mayas), y figura todavía hoy, como dragón, en el escudo de China. También en Palestina se han encontrado restos del culto de la serpiente. Los antiguos le atribuían una ciencia oculta y superior, razón por la cual la medicina que antiguamente se consideraba más bien como una ciencia mágica, lleva la serpiente en su escudo. Por esa misma razón usamos la palabra griega terapéutica, derivada de una análoga semítica que significa serpiente.

[9264] 26. El dragón reventó por comer aquellos objetos imposibles de digerir. Nótese que Daniel mató al dragón sin armas, para mostrar al rey y al pueblo que no es la fuerza la que vence a los ídolos, sino el poder del Dios vivo.

[9265] 30. Es la segunda vez que Daniel es arrojado al lago de los leones. Véase 6, 16.

[9266] 32. San Jerónimo opina que este Habacuc es idéntico con el octavo de los profetas menores. Los modernos intérpretes, en cambio, se inclinan a suponer que hubo otro profeta homónimo. El primer profeta de este nombre vivió en tiempo del rey Josías (638-608), es decir, casi cien años antes de los acontecimientos aquí relatados.

[9267] 35. Otros ejemplos de traslación corporal son la de Elías (III Reyes 18, 12; IV Reyes 2, 1 ss.), y del diácono Felipe (Hechos de los Apóstoles 8, 39 s.).

[9268] 40. Convencido por los grandes milagros aquí relatados, el rey Ciro reconoció que el verdadero Dios era el de los judíos, y permitió el regreso del pueblo israelita al país de sus padres, para reedificar el Templo y la Ciudad Santa (Esdras 1, 1 ss.), de donde se deduce la grande influencia de Daniel en ese acontecimiento (cf. 6, 28). Véase la Introducción.

[9269] 1. Véase en la nota introductoria los datos cronológicos correspondientes a estos reyes. Llama la atención el que la actividad de un profeta del reino de Israel se señale por el reinado de cuatro reyes de Judá. Es para incardinarlo también en este último, que es el reino teocrático.

[9270] 2 ss. Es discutida la realidad de los sucesos que se relatan a continuación, en los que Oseas fue usado por Dios como señal para su pueblo, tal como lo hizo también con otros profetas (v. gr. Ezequiel 5; Jeremías 13; Isaías 8, 18, etc.). Aunque San Jerónimo y algunos exégetas modernos los toman como puras metáforas o simbolismos verbales, la mayoría, desde San Ireneo y San Agustín, dan preferencia a la interpretación literal, admitiendo que se trataba de hechos reales. ¡Cuán duro para el profeta casarse con una ramera y perder su buena fama! Sin embargo, fue tremenda la impresión que produjo su conducta, quedando a las claras, para todos los que querían entender, que sus acciones no significaban sino la idolatría, la fornicación espiritual del pueblo de Israel con los ídolos. Por eso suponen algunos que la mujer fuese más bien idólatra que fornicaria. Pero aunque se tratase de una ramera, hemos de saber que todo cuanto manda el Señor Dios es, por ese solo hecho, perfectamente justo y santo, y toca a nosotros aceptarlo con adoración, y no pretender juzgarlo ni darle a Él patente de moralidad. Cf. 3, 1 ss.; II Macabeos 14, 46 y nota.

[9271] 4 s. Los nombres son simbólicos y muy apropiados para despertar la curiosidad del pueblo y hacerlo reflexionar. Jezrael (o Jesreel), hoy día Zerln, era el nombre de la residencia veraniega de los reyes de Israel y dio nombre a la llanura de Jezrael o Esdrelón, que se extiende entre Samaria y Galilea. Jezrael es símbolo de la iniquidad, pues allí Jezabel mató al justo Nabot (III Reyes 21) y fueron decretadas y perpetradas muchas maldades por Acab, su marido. Jezrael es también el lugar donde el rey Jehú dio muerte a la casa de Acab (IV Reyes 9, 15 ss.). Ahora se acerca el castigo a la misma casa de Jehú, a la cual pertenecía Jeroboam II. Exterminaré el reino de la casa de Israel: En realidad vinieron después de la muerte de Jeroboam, último rey de la casa de Jehú, otros seis reyes entre 743 y 722, pero ninguno de ellos supo mantenerse. El arco (versículo 5), esto es, el poder de Israel será quebrantado por los asirios en el campo de batalla, que es por su naturaleza la llanura de Jezrael.

[9272] 6. Lo Ruhama: La Vulgata vierte acertadamente: Sin Misericordia. El mismo Señor da la razón de este nombre aciago: la impenitencia del pueblo escogido, esposa de Yahvé.

[9273] 9. Lo-Ammi: La Vulgata traduce según la etimología: No-pueblo mío. Este nombre, lo mismo que el anterior (versículo 6), expresa la situación religiosa de Israel, su apostasía, por lo cual Yahvé ya no lo reconoce como pueblo suyo y aparta de él sus ojos de misericordia. Ya veremos, sin embargo, cómo esta triunfará, en el amante corazón divino, sobre todas las ingratitudes de su pueblo (cf. 11, 8 ss.). La unión entre Yahvé y su pueblo era tan estrecha que se puede hablar de un Cuerpo místico en el Antiguo Testamento, figura del Cuerpo místico de Cristo en la dispensación de la Nueva Alianza. Cf. versículo 2 y nota; 10, 1; Isaías 1, 21; 5, 1 ss. (viña de Yahvé); 43, 20; 60, 1, etc.

[9274] 10. Dios es fiel y cumplirá las promesas dadas a los patriarcas (Génesis 12, 2; 13, 16; 15, 5; 22, 17): el pueblo reducido y reprobado por sus pecados será numerosísimo y participará de las bendiciones del reino mesiánico. Israel será dispersado entre los otros pueblos, mas al fin se convertirá al Dios vivo (véase 2, 23 s.). Los apóstoles San Pedro y San Pablo aplican esta promesa a los gentiles, que recibimos misericordia al ser admitidos como hijos de Dios en la Iglesia, no obstante nuestra descendencia de pueblos que antes no fueron elegidos (Ef. 2, 13, s.). Cf. Romanos 9, 26; I Pedro 2, 10. “Que Dios, dice San León Magno, llame hijo suyo al hombre, y que el hombre llame Padre a Dios, es un favor superior a todos los favores.”

[9275] 11. Un mismo caudillo en vez de dos, como en tiempos del profeta cuando estaban divididos en dos reinos. Ese único caudillo no puede ser sino el Mesías. Véase Isaías 32, 1 y nota; Ezequiel 24, 23; Lucas 1, 32 s. Jezrael, antes nombre nefasto, será símbolo de la gloria mesiánica. “La gran derrota se trocará en gran victoria al fin de los tiempos” (Jünemann). Según la crítica moderna, el final de este capítulo, es decir, los versículos 10 y 11, han de leerse al fin del capítulo segundo, y el orden del texto era originariamente el siguiente: 1, 1-6, 8-9; 2, 2-24; 1, 7, 10-11; 2, 1.

[9276] 1. Una vez convertidos podrán darse, el uno al otro, nuevos nombres que señalan la bondad y misericordia del Señor. Todo en contraste con los nombres horrorosos del capítulo primero, que significan desastre y castigo.

[9277] 2. Como en el Cantar de los Cantares, Israel es tratada aquí a manera de esposa, pero no recibe elogios como allí (cf. Cantar de los Cantares 4), sino reproches del Esposo que le enrostra su ingratísima infidelidad. Véase en Ezequiel 16 el mismo reproche con respecto a Judá. “Sin duda el gran misterio de los amores no correspondidos sobre la tierra, se explica porque Dios los permite y utiliza para mostrar en forma viva, al hombre que ama sin esperanza, todo el dolor que Jesús sintió por el rechazo que ese mismo hombre —hoy acongojado por cosas en verdad efímeras— iba a hacer de Su amor, infinito y eterno.” Jeremías justifica también esta explicación (Jeremías 3, 20 y nota): “Como una mujer que rechaza a un hombre así me has despreciado tú.” Y el Cantar trata de lo mismo cuando la esposa no abre al enamorado (Cantar de los Cantares 5, 3 ss.). “Estoy a la puerta y llamo”, dice Él (Apocalipsis 3, 20). No es para hacerte daño, sino para que cenemos en un gran banquete como el del Evangelio (Lucas 14, 15 ss.; Apocalipsis 19, 9). El banquete es de amor, y no puede ser otra cosa, pues Dios es Amor, y tanto el Padre como el Hijo nos han declarado ese amor. “Fácil es ver entonces cómo, en el gran dolor que Cristo sufrió por nosotros durante la agonía exteriormente silenciosa de Getsemaní, desfilan ante Él por fuerza los pensamientos del enamorado caprichosamente despedido, que son los más amargos, según bien lo sabe el que ha hecho la experiencia: ¿por qué no me quiere? ¡Yo la haría tan feliz! (Juan 10, 10; 5, 40). ¿Quién podrá mirarla tan alto como la miro yo? (Juan 10, 29; Lucas 12, 7). ¿Qué no haría yo por ella, y quién sería capaz de hacer otro tanto? (I Corintios 6, 20; Juan 15, 13). ¿Qué ha podido ver en mí que la ahuyente, si la he tratado con insuperable amor (Juan 15, 9), con toda mi suavidad (Mateo 11, 28 ss.), y en todo no he deseado más que verla feliz? (Juan 17, 13).”

[9278] 3. La desnudez significa la destrucción de la fertilidad del país, la cual era obra de Dios y no de los Baales, como creían los idólatras.

[9279] 5. Iré en pos de mis amantes: los falsos dioses, como si estos hubieran colmado de bienes la tierra.

[9280] 6. Amenaza a las diez tribus de Israel el cautiverio de Asiria, lo que pronto se verificó (en el año 722).

[9281] 7. El primer esposo es Dios, el Esposo único y legítimo de la nación israelita. Véase 1, 9 y nota; 5, 15; Isaías 1, 21; Jeremías 3, 1 y nota; 3, 8; Ezequiel 16, 8. En la nación pecadora se despierta la confianza en el divino Esposo, la cual es más que un simple arrepentimiento, porque nos acerca más a Dios, quien, como dice San Bernardo, no derrama el aceite de su misericordia sino en el vaso de la confianza.

[9282] 8. A Dios (como a todo ser querido, ya sea padre, esposo, esposa, amigo, etc.) hay dos maneras de mirarlo: según que nos gocemos o no en su amor. Si no nos gozamos, no tendremos interés en considerar con detalle las pruebas de amor que de Él recibimos. Cuando las mencionamos lo haremos siempre en general, como para no faltar a un deber, pero en forma vaga y rápida. Pero en cambio, veamos a la novia enamorada, cómo se complace repasando en su memoria aquel momento determinado en que su amado la dedicó tal palabra afectuosa, o reviviendo aquel otro momento en que él le dio esta otra prueba de que la amaba, etc. En esto se conoce el amor vivo, y por eso las palabras de Dios en la Biblia son así: no definiciones generales y abstractas, sino momentos vivos que nos muestran otras tantas manifestaciones de su corazón; ya sea en la dulzura con que el Padre habla a Israel por boca de los profetas, con promesas, confidencias, o, como aquí, reproches de su amor dolorido; ya sea en lo que Jesús nos dice en tal ocasión, en tal parábola, hablando siempre “para mostrarnos su espíritu”, como dice San Pablo (I Corintios 2, 4), es decir, no sistemáticamente, sino con intimidad, como en la vida cotidiana. Tal es también el lenguaje con que se le habla fe Él en los Salmos, y de ahí el maravilloso privilegio que significa el poder apropiárnoslos para decirle al Padre nuestro amor balbuceante, con palabras tan divinas como esas, que son las que le decía Jesús, el Hijo perfectísimo que vino para ofrecérsenos como ejemplo y maestro de esa gratitud con que solamente Él sabía corresponder dignamente al amor del Padre.

[9283] 13. Los días de los Baales: las fiestas celebradas en honor de los dioses cananeos. Sin embargo, el Señor volverá a mostrar su misericordia (versículo 14).

[9284] 14. La atraeré, etc. Cf. Jeremías 30, 3 y nota. La llevaré a la soledad, “en lo cual da a entender que en la soledad se comunica y une Él con el alma; porque hablarle al corazón es satisfacerle el corazón; el cual no se satisface con menos que Dios” (San Juan de la Cruz. Cantico Espiritual XXXV). Hay también una soledad en el mundo. Oigamos la voz de un alma que la ha experimentado: “Tenemos un deseo vehemente de ser comprendidos y si no lo somos, nos sentimos aislados, solos, y esta soledad espiritual nos hace sufrir. Cuanto mayor el número de seres que nos rodean, tanto más sufrimos, pues buscamos a aquel que nos comprenda y no lo encontramos, Vamos de un desengaño a otro hasta que nos resignamos con una queja triste o amarga. Sin embargo no tenemos motivo de quejarnos, pues esta soledad interior es el desierto al cual Dios nos lleva para hablarnos al corazón. Tenemos que sufrir para buscar y encontrar a Dios, pues si el mundo nos satisficiese, nos olvidaríamos de Él. No todos pueden retirarse del mundo al silencio del claustro o al de las montañas o al de la inmensa llanura, para escuchar la voz de Dios. Por eso Él mismo crea el desierto de nuestra soledad en medio de los hombres y en este silencio nos habla al corazón.”

[9285] 15. El valle de Acor, conocido por su fertilidad (Isaías 65, 10) y también por el castigo del sacrílego Acán (Josué 7, 24 ss.), simbolizará en adelante no ya el desastre del pueblo, sino esa Soledad propicia a la contrición y la esperanza (cf. Deuteronomio 32, 36; Isaías 10, 20 ss., etc.), así como en él se abrió la esperanza de Josué con la toma de Jericó. Será una figura viva de la esperanza y felicidad, como sucedió con Jezrael (1, 11). Es otro rasgo más para mostrar la delicadeza y ternura con que Dios va a tratar a la Esposa arrepentida.

[9286] 16. Señor mío, en hebreo Baalí (mi Baal). Así llamaban las mujeres a sus maridos. Hay aquí un agudo juego de palabras, porque Baal era también nombre de los dioses locales cananeos, a los cuales los israelitas apóstatas invocaban con el mismo nombre Baalí: mi Señor. Estos desposorios (versículo 19) de Israel con Yahvé, encierran gran parte del misterio escondido en el Cantar de los Cantares, como allí se ha visto. Porque no se trata aquí de una boda como la del Cordero con la Iglesia, que se consuma en Apocalipsis 19, 6-9, cuando “la esposa se ha preparado”. Se trata, como observa Crampón (cf. Isaías capítulo 54 y notas) de la antigua esposa culpable y repudiada (cf. Isaías 62, 4), simbolizada por la ramera de 1, 2 y la adúltera de 3, 1.

[9287] 18 s. En favor de ellos: Los contrayentes son el pueblo de Israel, representado por Dios, y las bestias feroces, las cuales tendrán que respetar al pueblo teocrático. “Bella imagen de la protección especialísima con que Dios rodeará a los judíos” (Fillion).

[9288] 20. En fidelidad, porque Él permanece fiel a sus promesas, pero es también un “Dios celoso” (Éxodo 20, 5) que castiga inexorablemente al pueblo apóstata.

[9289] 21 s. El cielo da a la tierra la lluvia, para que ella produzca trigo, vino, aceite y otras cosas que sirven para satisfacer las necesidades del hombre. Jezrael ya no será signo de maldición, sino que representará lo que significa su nombre: Dios siembra (cf. 1, 11 y nota).

[9290] 23 s. Me compadeceré: Véase 1, 10; 11, 8 s.; Jeremías 12, 15; 30, 18; 31, 3 y 20; Ezequiel 20, 44; 36, 23, etc.

[9291] 1. Una mujer: tal vez la misma que tenía ya antes (capítulo 1), según creen no pocos expositores. De esta manera el profeta sería figura de Dios que vuelve sin repugnancia a su esposa infiel, el pueblo de Israel, a pesar de las infidelidades de la misma. Véase Ezequiel 16, 55 y nota. También puede tratarse de otra mujer, igualmente depravada: una prueba más para el fiel profeta, que en su persona tiene que representar la posición de su pueblo para con Dios. Véase 1, 2 y nota. Tortas de pasas, esto es, ofrendas que se hacían a Astarté, la “reina del cielo”. Véase Jeremías 7, 18 y nota; 44, 19.

[9292] 2. Oseas paga el precio de una esclava: en total: 30 siclos, más o menos (Éxodo 21, 32). Cf. Zacarías 11, 12.

[9293] 3. Tendrás que esperarme, antes de ser mi esposa. Veré si tu conversión es verdadera, para reconciliarte con tu legítimo esposo (San Jerónimo). Es de notar que Dios se dirige aquí al reino de Israel, o sea, de las diez tribus del Norte, sobre cuyo misterioso destino carecemos de toda noticia desde su cautiverio en Asiria (cf. Esdras 1, 2 y nota). Sin embargo, los profetas hablan de su vuelta (Isaías 11, 14 ss.).

[9294] 4. El sentido es: Israel quedará por mucho tiempo sin independencia política y también sin culto y sin oráculos. Massebah: Así se llamaban las piedras erigidas en honor de Baal. Efod era nombre de una prenda, en la cual el Sumo Sacerdote llevaba sobre el pecho los Urim y Tummim, que servían para averiguar la voluntad divina (Éxodo 28, 6 ss.). Israel quedará, por consiguiente, sin dirección divina. Terafines se llamaban los dioses domésticos. Véase Génesis 31, 19 y nota; I Reyes 19, 13 y nota. El profeta no cree en dichos ídolos, pero menciona la privación de ellos, haciendo ver que esta desolación apartará a Israel de la idolatría (Knabenbauer).

[9295] 5. David, el rey al cual están buscando, es el Mesías, descendiente de David (Ezequiel 37, 24 s.). Hay unanimidad entre los exégetas sobre el sentido de esta profecía. Todos la refieren al pueblo de Israel que un día, habiendo recibido “el doble por todos sus pecados” (Isaías 40, 2), volverá “con una voluntad diez veces mayor” (Baruc 4, 28 y nota), mirará y admirará al Redentor (Juan 19, 37; Zacarías 12, 10; Mateo 23, 39; Romanos 11, 25 s., etc.), cosa que ocurrirá “en la postrimería de los días” (Scío).

[9296] 1. Empieza aquí la segunda parte “que consta de cinco discursos proféticos, que explican más circunstanciadamente aquellas acciones simbólicas y las amenazas y consuelos representados en ellas, echando en cara al pueblo sus culpas y anunciando el castigo de Dios; pero profetizando al mismo tiempo la conversión, y aludiendo al Mesías y a su reino dichoso” (Schuster-Holzammer). No hay conocimiento de Dios. Cf. Jeremías 9, 24. He aquí una advertencia para nosotros. “La formación religiosa de los católicos de hoy tiene generalmente la edad de su primera comunión” (Mons. Landrieux). Donde no hay conocimiento de Dios, no hay fe; donde no hay fe, no hay moral; donde no hay moral, se derrumba la sociedad humana. Véase la característica del reino de Dios que señala Isaías 11, 9.

[9297] 2. Cf. Salmo 9B, 3-11; 13, 1-3; Amós 2, 6-8; Miqueas 7, 2-6; Romanos 3, 13-17. Todas estas aberraciones inundan al pueblo porque no hay conocimiento de Dios (versículo 1). Cf. Juan 16, 3; 17, 3 y nota.

[9298] 3. El país está de luto, por las calamidades que Dios enviará en castigo. Cf. Isaías 24, 3-7; Jeremías 12, 4; Amós 8, 8. San Pablo nos revela que las creaturas todas también tomarán parte en la felicidad del hombre redimido (Romanos 8, 19 ss.).

[9299] 4. Nadie reprenda: “Son los pecados de Israel tan inveterados, que el que da la voz de aviso pierde el tiempo” (Bover Cantera). Nácar-Colunga trae otra traducción: Nadie protesta, nadie reprende. ¡También contra vosotros me querello, oh, sacerdotes! En Deuteronomio 17, 8 ss. puede verse la autoridad de los sacerdotes de turno, que se extiende a lo temporal por tratarse de un régimen teocrático. Cf. Lucas 5, 14; Levítico 14, 2 ss.

[9300] 5. El profeta: el falso profeta. Tu madre: toda la nación de Israel. Nácar-Colunga vierte: Tropezarás en pleno día, y contigo tropezará también el profeta, y la noche será semejanza de tu día.

[9301] 6. Se refiere al conocimiento de Dios. Es lo mismo que reprende el profeta en el versículo 1 y en 6, 6. Cf. Malaquías 2, 7. Es este un mal que difícilmente se cura, pues el hombre cree fácilmente que puede bastarse a sí mismo. Toda la Biblia enseña que tal es el peor de los males, puesto que la vida eterna consiste en el conocimiento de Dios, como lo dice expresamente Jesús (Juan 17, 3). Tal es el mal que a las diez tribus les costará la “larga espera” (cf. 3, 3 y nota).

[9302] 7. Trocaré su gloria en ignominia: Cf. Malaquías 2, 1 s.

[9303] 8. Comen los pecados: Los sacerdotes del reino de Israel vivían de los sacrificios idolátricos del pueblo, por lo cual lo animaban a idolatrar aún más. Mi pueblo: Nótese este nombre cariñoso que Dios da todavía al reino apóstata. “No obstante el cisma, los habitantes del reino de Israel seguían siendo el pueblo de Yahvé, cuyo corazón sufría al ver hasta qué punto les sacerdotes abusaban de ellos” (Fillion).

[9304] 12. Sus leños: sus ídolos. Su palo: tal vez la vara de los agoreros, que para consultar a los dioses usaban varas (rabdomancia). Cf. Éxodo 21, 21. Fornicación: nombre bíblico de la idolatría.

[9305] 13. Alusión a los cultos prohibidos que los israelitas practicaban en los collados a manera de los cananeos. Los escritores sagrados se refieren frecuentemente a ese culto. Cf. III Reyes 14, 23; IV Reyes 17, 10 s.; Jeremías 2, 20; 3, 6; Ezequiel 20, 28; etc.

[9306] 14. Hieródulas: mujeres que se prostituían en honor de Astarté. Cf. III Reyes 14, 24 y nota; 15, 12; IV Reyes 23, 7. La Vulgata dice: afeminados: hombres que se dedicaban a la prostitución cultual en los templos.

[9307] 15. De aquí y otros lugares (9, 15; 12, 11; Amós 4, 4; 5, 5) se colige que Gálgala, lugar renombrado por el paso del Jordán (Josué 4, 19 s.), así como Betaven (Betel), eran centros de idolatría. Es de notar que Oseas trueca el nombre de Betel que quiere decir casa de Dios, en Betaven, o sea, casa de la abominación; pues allí se adoraba la imagen de un becerro, erigida por Jeroboam (III Reyes 12, 29).

[9308] 17. Efraím, aquí sinónimo de Israel, el reino de las diez tribus. Oseas usa con preferencia este nombre, en vez de Israel.

[9309] 19. El viento de la divina indignación los llevará al cautiverio.

[9310] 1. Este discurso profético se dirige en primer lugar contra los sacerdotes que aprovechaban la ignorancia del pueblo en favor de sus propios intereses. Los malos pastores, junto con los malos gobernantes, devastaban la viña del Señor, pisoteaban su herencia, convertían el culto de Yahvé en idolatría. Los pueblos, dice San Gregorio Magno, se creen autorizados para hacer lo que ven hacer a sus pastores, y se abandonan al crimen con más licencia. Lo que Oseas dice acerca de Israel, puede decirse también de Judá. Véase Ezequiel capítulos 13 y 34 y notas. Un lazo en Masfá, y una red tendida sobre el Tabor. El profeta quiere expresar que los sacerdotes se han convertido en lazos (escándalo) para el pueblo en Masfá (de Galaad) y sobre el monte Tabor (Galilea), dos puntos elevados que representan todo el reino de Israel. Se supone que hicieron culto prohibido en ambos montes. Otros piensan en Masfá de Samuel, que bajo aquel santo profeta fue el centro político-religioso del país, y tal vez, por eso se prestaba para cultos idolátricos.

[9311] 2. Sentido oscuro. Por sacrificios han de entenderse probablemente los sacrificios idolátricos. Nácar-Colunga vierte: Los perseguidores llevaron la perversidad hasta el extremo, pero Yo seré vara para todos ellos. Bover-Cantera propone leer: los de Settim excavaron una fosa profunda, mas Yo los castigaré a todos ellos.

[9312] 6. Rebaños y vacadas, es decir, los sacrificios que ellos presentan al Señor. Él no los acepta (cf. Miqueas 3, 4) por ser ofrecidos fuera del Templo y en forma prohibida por la Ley.

[9313] 7. Se retoma la imagen del matrimonio (capítulo 1). La infidelidad de la esposa (Israel) hace que los hijos sean bastardos, adoradores de los falsos dioses, por lo cual el Señor no los reconoce como hijos suyos. La nueva luna: Otra versión: un mes; o sea, muy pronto serán destruidos ellos con todas sus propiedades por los asirios, que se preparan ya para la invasión.

[9314] 8 s. Anuncio de la proximidad de los enemigos que castigarán a Israel. Betaven es Betel (véase 4, 15 y nota), situada en la frontera norte de Benjamín. Gabaá y Ramá se hallan ubicadas a mitad de camino entre Jerusalén y Betel. La derrota de Israel es cierta, porque Dios ha decretado el castigo, y su juicio es veraz (versículo 9).

[9315] 10. Los jefes de Israel que no observan la Ley del Señor, son semejantes a aquellos criminales que mudan los mojones para apropiarse injustamente un terreno ajeno. Esto constituía en el pueblo israelita un crimen tanto más grave cuanto que el mismo Dios había adjudicado, por medio de la suerte, a cada familia su propiedad. Véase Números 26, 55 s.; Deuteronomio 19, 14. Cf. Ezequiel 48, 29 y nota.

[9316] 11. Quiso andar tras el mandato (del rey Jeroboam), que obligaba a adorar a los becerros de Betel y Daniel Por esto Efraím se verá oprimido y tiranizado por los enemigos.

[9317] 12 s. El Señor castigará a ambos, primeramente a Israel, después a Judá. El rey llamado en defensa es Teglatfalasar III de Asiria (745-727 a. C), al que ambos reinos pagaron tributos sin lograr alivio, porque el Altísimo había determinado castigarlos.

[9318] 15. Me retiraré a mi lugar: Cf. Miqueas 1, 3. Hasta que reconozcan su culpa: Sin arrepentimiento no hay perdón de los pecados.

[9319] 1 s. Comentando estas palabras dice San Agustín: “Esta es la voz del Señor: Heriré y curaré. Corta la podredumbre de nuestro crimen, cura el dolor de la herida. Los médicos obran así: hieren, cortan y curan; se arman para herir; llevan hierro y vienen para curar.” El pueblo se arrepiente y pide ser librado de la tribulación. Pero le falta constancia como a todos los que son fáciles en prometer. Véase lo que enseña el Evangelio en Mateo 21, 28 ss.; Juan 13, 37, etc. Dios no se contenta con ritos exteriores sino que reclama lealtad interior antes que observancia externa (sacrificios). Todo esto se sintetiza en el versículo 6. La Iglesia emplea los versículos 1-6 en la Liturgia del Viernes Santo.

[9320] 3 s. Después de dos días: Véase la expresión parecida en Lucas 13, 32. Quiere decir: dentro de poco. Israel toma la ira de Dios como una cosa pasajera, semejante a los fenómenos de la naturaleza, y su bondad como una cosa fija, análoga a las lluvias de otoño y primavera (versículo 4) que son propias del clima palestinense. Algunos han visto en estos dos días, que para Dios serían como dos mil años (Salmo 89, 4; II Pedro 3, 8), un apoyo a la idea popular de que el siglo xx vería la conversión de Israel (Romanos 11, 25 s.), considerando que dos mil años vivió también Israel desde su padre Abrahán hasta Cristo, y otros dos mil pasaron desde Adán hasta la elección del pueblo hebreo. Se trata, sin embargo, de meras conjeturas. Al tercero nos resucitará: Alude a la resurrección espiritual del pueblo de Israel y a su restauración. La piedad cristiana ve en esta expresión un vaticinio de la resurrección de Jesucristo, “y nada impide que el Espíritu Santo, al inspirar al profeta Oseas esa fecha de los tres días, haya querido que ella se refiera accidentalmente al gran misterio de la Pascua cristiana” (Fillion).

[9321] 5. Los he tajado: La Vulgata dice: los he acepillado. Son expresiones gráficas que muestran que los profetas son instrumentos del poder de la palabra divina. Cf. metáforas semejantes en Isaías 11, 4; Jeremías 1, 11; 23, 29; Hebreos 4, 12, etc.

[9322] 6. Este versículo es la clave de toda la doctrina que el profeta quiere inculcar. Misericordia y conocimiento de Dios son el fundamento de la religión que los profetas oponen al ritualismo judaico. Cf. I Reyes 15, 22; Salmo 39, 7; 49, 8; 50, 18 s.; Sabiduría 9, 10 y nota; Isaías 1, 11; Jeremías 7, 21 ss.; Miqueas 6, 6-8. Recuérdese esta enseñanza, tan fundamental en la espiritualidad cristiana, que mereció ser citada dos veces por el mismo Jesús (cf. Mateo 9, 13 y 12, 7). Sobre esto dice un ilustre escritor: “Parece que algunos creyeran que los santos necesitaran ser forzosamente jorobados… ¡Cómo se castigan los hombres y cómo son castigados! ¡Tanta buena voluntad como hay en el mundo y en los claustros! Seguramente que habría muchos más santos si no hubiéramos gastado mucho nuestras energías en prácticas inútiles de la manifestación de nuestra piedad… Abandonémonos por medio de nuestro «Sí, Padre» totalmente a la dirección del Señor; que Él nos guiará de fuerza en fuerza hasta que aparezcamos delante de Él en Sión (Salmo 83, 8)” (Graef, Ita Pater).

[9323] 8. Galaad, probablemente Ramot Galaad, situado al otro lado del Jordán. Formaba parte del reino de Israel. Cf. 5, 8 y nota.

[9324] 9. Alude a los sacerdotes del reino de Israel, que al parecer asaltaban a los peregrinos del norte (Siquem) que iban a Jerusalén a adorar como mandaba la Ley. Cf. Jeremías 41, 1 ss.

[9325] 11. Una siega: el castigo. Véase Jeremías 51, 33; Joel 3, 13. También el reino de Judá ha de ser purificado por medio del cautiverio.

[9326] 1. Israel, Efraím y Samaria son sinónimos que designan el reino del norte con su capital Samaria. Este discurso profético se dirige de nuevo contra los jefes de ese reino desordenado que en vano busca auxilio por medio de alianzas con otros pueblos.

[9327] 3. Los versículos siguientes se refieren al espíritu rebelde e infiel de los habitantes del reino de Israel. Se asemejan a un horno cuyo fuego vuelve a encenderse cada mañana. Así, p. ej., celebran grandes fiestas en honor de sus nuevos reyes y los aplauden con orgías, mas al día siguiente encienden nuevamente la llama de la revolución (cf. I Reyes 15, 8-31). Bover-Cantera dice en la nota: “El versículo suele modificarse y verterse muy diferentemente, y su texto parece referirse, bajo esa comparación del panadero, a la simulada actuación de los conspiradores antes de cometer su atentado.”

[9328] 6. Texto oscuro, que ha sido corregido de muy diversas maneras, sin que se haya logrado explicarlo satisfactoriamente. El profeta parece referirse a las conspiraciones contra los últimos reyes de Israel que murieron por traición.

[9329] 8 ss. Esa torta, a la cual no se ha dado vuelta, es medio pan y medio masa, medio cocido y medio crudo. Así el pueblo del reino de Israel es medio pagano y medio israelita; en su política exterior es parecido a un anciano que a pesar de sus años no ha adquirido sabiduría (versículo 9). Las revoluciones se siguen una a otra después de la muerte de Jeroboam II (743). Su hijo Zacarías fue asesinado; Sellum, sucesor de Zacarías, murió asesinado por Menájem.

[9330] 11. Israel es como una paloma que ha perdido el sentido de orientación, por lo cual busca ayuda, ora en Egipto, ora en Asiria o en Damasco.

[9331] 12. Según lo anunciado en sus asambleas: Es decir, por medio de los vaticinios y amenazas de los profetas.

[9332] 14. Gimen sobre sus camas. Otra traducción: ululan junto a sus altares: pidiendo con gritos a sus dioses que les salven las mieses. Se preocupan: Los Setenta: se hacen incisiones. Los idólatras usaban ese rito (III Reyes 18, 28 y nota; Jeremías 16, 6) para ganarse la benevolencia de sus dioses. La Ley lo prohibía (Levítico 19, 27 s.; Deuteronomio 14, 1).

[9333] 16. Como arco engañoso, que hiere al que lo maneja (San Jerónimo). Nácar-Colunga da a este versículo una traducción muy diferente: Se vuelven hacia los que de nada sirven, se han convertido en arco engañoso. Los príncipes perecerán a la espada por sus insolentes bravatas.

[9334] 1. Oseas anuncia en este capítulo la inminente caída de Israel en castigo de sus crímenes, los cuales son tan grandes que el mismo Dios anula la Alianza. La casa de Yahvé: no significa aquí el Templo, sino la tierra de Israel que pertenecía a Dios. Véase la misma expresión en 9, 15. El águila que revolotea sobre el país, buscando presa, es figura de los enemigos. Véase Jeremías 48, 40; 49, 22.

[9335] 4. He aquí los grandes crímenes del reino de Israel: el cisma, o sea, la elección de reyes que no pertenecían a la casa de David, y la adoración de los becerros de Betel y Dan. Cf. III Reyes 11, 26 ss.; 12, 12 ss.; 12, 28 s.

[9336] 5. El becerro se toma como figura de la capital Samaria porque en ella se concentraba la falsa política y la idolatría del reino. Cf. 10, 5. El ídolo proviene de Israel, y no de otro país. Con sus propias manos fabricaron el becerro. Por esto se agrava su culpa. Yahvé no reconoce esas imágenes, aunque Israel las dedicó a Él y no a Baal, porque su majestad nada tiene que ver con un buey (Números, capítulo 32).

[9337] 7. Sembraron viento, etc. Locución proverbial que expresa la vanidad de sus esfuerzos. A sus malas obras corresponderán los castigos (véase 10, 13; Proverbios 22, 8; Gál. 6, 8). Morirán de hambre como en tiempos de Elías (III Reyes capítulos 17 y 18).

[9338] 9. Texto oscuro. Según la interpretación de Bover-Cantera y otros, alude el profeta a los regalos que Israel envía a Asiria para granjearse su favor. El mismo autor agrega: “Según algunos exégetas —que modifican el estado actual de H (texto hebreo) —, el profeta asemeja a Israel a una prostituta que pretende ganarse con sus artes a un amante. Así llama con ironía el pago de tributos a Asiria regalos amorosos. Sabido es que el vasallaje político en el Oriente antiguo implicaba a la vez sumisión religiosa.”

[9339] 10. El rey de los príncipes, o sea, el rey de los reyes, título que se daba a los reyes de Asiria.

[9340] 11. El gran número de altares no es prueba de piedad, sino muy al contrario, testimonio de la impiedad, pues la Ley prohibía erigir altares fuera del Templo de Jerusalén. Lo mismo vale decir de las hostias (versículo 13) y de los templos (versículo 14). Véase 10, 1.

[9341] 12. Yo le prescribí muchas leyes: toda la Ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas posteriores a Moisés. Hay aquí un lamento paternal de Dios, preciosísimo para mostrarnos el fondo de su corazón adorable: Escribí para él las palabras de mi Ley, pero las tienen por palabras de un extraño (véase 11, 2 y nota). Aplicando este concepto en un riguroso examen de conciencia, dice el Papa Adriano VI: “Todo hombre peca... si estima más las ciencias profanas que las divinas, y lee más los libros mundanos que los Sagrados. Más aún: no comprendo cómo pueden esos amar sobre todas las cosas al Dios que inspiró tan saludables Libros... En cuanto a los párrocos, a los que ha llamado Dios a ser modelos para los otros, no entiendo cómo sin culpa gravísima descuidan ellos el estudio de la Sagrada Escritura.” Cf. Malaquías 2, 7.

[9342] 13. A Egipto volverán: serán llevados a la cautividad donde estarán sometidos a la esclavitud como antes en Egipto. Esta vez servirán a Asiria. Cf. 9, 3 y nota.

[9343] 1. La paga: la recompensa por la idolatría. Atribuían la abundancia de los frutos al culto de Baal y Astarté cuya benevolencia procuraban ganar mediante pingües sacrificios.

[9344] 3. Alusión al destierro. Es como si volvieran a Egipto, al país en que sus padres llevaban el yugo de la esclavitud. El profeta menciona directamente el país de la nueva esclavitud, que será Asiria, país idólatra, donde todos los manjares son impuros, es decir, contaminados por la idolatría. Véase 8, 13 y nota. De este destierro nunca volvió Israel, pues no tuvo en Asiria un Ciro como lo tuvo Judá en Babilonia (Esdras 1, 1). Este anuncio de Oseas: no quedarán en la tierra de Yahvé, sigue resonando a través de los siglos para las tribus dispersas de Israel, que anhelan volver a la tierra prometida a sus padres.

[9345] 4 s. La casa del que moría quedaba inmunda, con el pan y todo lo que estaba dentro de ella. Nada de eso podía ser llevado al Templo como ofrenda. Véase Números 19, 14; Deuteronomio 26, 14. Los israelitas desterrados estarán como en una casa de luto, de manera que hasta el pan que toquen quedará inmundo y no tendrán ninguna ofrenda pura para las solemnidades de Yahvé (versículo 5).

[9346] 6. Egipto: aquí, como en el versículo 3, en sentido figurado: la servidumbre, el país del destierro. Véase 8, 13. Menfis: antigua capital de Egipto.

[9347] 7. Los días de la visita: los días del juicio de Dios. Las palabras “insensato” y “loco” son observaciones que los enemigos hacen sobre el profeta, el cual las repite irónicamente. El varón inspirado, literalmente: el varón del espíritu. Los profetas eran verdaderamente hombres inspirados por el Espíritu de Dios. Este Espíritu irrumpía en el profeta y hablaba por su boca, de modo que a partir de tal momento no era propiamente el profeta, como persona privada, quien hablaba, sino el Espíritu de Dios.

[9348] 8. Texto dudoso. Nuestra traducción se atiene a la de Crampón y Nácar-Colunga. El atalaya de Efraím: el mismo profeta. El templo de su Dios: según Fillion, para la mayoría de los interpretes de la Vulgata es: el santuario del becerro que consideraban como a su dios. Sin embargo, el hebreo está más de acuerdo con el contexto. La casa de su Dios: el país de Israel. Los Setenta dicen al final: Ellos han establecido la locura en la casa de Dios. Es el mismo misterio de iniquidad que Jesús señaló tantas veces en los pastores de Israel; y cuando dijo, en la Sinagoga de Nazaret, que ningún profeta es acogido en su tierra (Lucas 4, 24); cuando envió a sus discípulos “como corderos entre lobos” (Mateo 10, 16); y cuando arrojó del Templo a los mercaderes (Mateo 21, 12 ss.), etc.

[9349] 9. En Gabaá cometieron los benjaminitas un crimen horroroso, por el cual fue exterminada casi toda la tribu (Jueces 19-21). Véase 10, 9.

[9350] 10. Recuerda los tiempos de Moisés, cuando los israelitas estaban en el desierto y el Señor los amaba como hijos. Sobre Baalfegor véase Números 25, 1-5 y nota; Deuteronomio 4, 3. Han recaído en ese culto inmundo. Consagrándose al (ídolo) infame: Otra traducción: a la vergüenza. Vergüenza es en el Antiguo Testamento nombre de Baal.

[9351] 11 ss. La gloria de Efraím era el gran número de sus hijos (véase Génesis 49, 22 ss. y nota; Deuteronomio 33, 17). No se propagará más, se secarán sus raíces en el destierro, y el mismo Efraím los entregará al exterminio (versículo 13). De ahí la tremenda imprecación del versículo 14, que parece resonar hoy sobre los que han secado las fuentes de la vida. Véase Génesis 37, 36 y nota.

[9352] 13. Se compara el hermoso país de Efraím con Tiro, ciudad rica y poderosa, pero destinada al exterminio (Ezequiel 26-28).

[9353] 15. Gálgala, uno de los lugares, donde ofrecían sacrificios ilícitos. Véase 4, 15 y nota, 12, 11; Amós 4, 4; 5, 5. De mi casa: Véase 8, 1 y nota.

[9354] 17. Porque no lo escucharon: Aquí está sintetizado, para enseñanza nuestra, todo el fundamento de la sentencia contra el mísero pueblo escogido, todo el motivo de su repudio por parte de Dios que hasta hoy lo ha mantenido así, a la espera de su restauración (cf. Romanos 11, 25 ss.), disgregado y errante hasta el punto de negársele el derecho a la tierra que antiguamente había poseído. ¿Cómo es que semejante pueblo, único en tales privilegios, no ocupa en el mundo un lugar descollante? La respuesta está aquí: “Irán errantes entre las naciones”, y en el versículo 3: “no quedarán en la tierra de Yahvé”. ¿Y por qué tal destino para un pueblo que era para Dios tan exquisito como uvas en el desierto y como los primeros frutos de la higuera? (versículo 10). Aquí está la respuesta, llave para toda la historia del pueblo israelita hasta el día de hoy: no lo escucharon.

[9355] 1. Altares: Cf. 8, 11 y nota. Cuanto más abundó... tanto peor. ¿Quién, de nosotros no ha tenido que hacer esta misma confesión? Véase cómo lo prevenía ya Dios en Deuteronomio 8, 12 ss.

[9356] 2. Está dividido su corazón: Es lo mismo que Dios dice en 7, 8. Efraím es medio israelita y medio pagano, su corazón está dividido entre Yahvé y Baal. Cf. 14, 4 y nota. Jesús nos muestra este carácter absoluto de Dios que como esposo, lo da todo, pero no admite que otro comparta el corazón de la esposa. Véase Mateo 6, 24; 22, 37; Lucas 11, 23; I Corintios 7, 33, etc.

[9357] 3. “La ruina del trono será asociada, en el reino cismático, a la de los altares; en el momento en que desaparezca la realeza, los israelitas se verán obligados a reconocer que han merecido la ira de su Dios” (Fillion). Porque no tememos a Yahvé: Es la confesión de que el castigo del Señor es justo.

[9358] 4. Oseas se dirige a los seudoprofetas que aconsejan la alianza con Asiria y Egipto. El juicio, es decir, el castigo brota de las malas acciones como la yerba amarga de los campos. El campo es el reino de Israel; las malezas son el cisma, la idolatría, la anarquía.

[9359] 5. El ídolo instalado en Betaven, o sea, Betel (cf. 4, 15 y nota), también será transportado al cautiverio, junto con los sacerdotes que ahora se regocijan. Cf. 8, 5 y nota; 10, 2.

[9360] 6. Rey vengador es llamado el rey de Asiria, porque está encargado de ejecutar los designios de Dios.

[9361] 8. Clamarán a los mismos montes donde antes rendían culto a Baal, que caigan sobre ellos y pongan término a su vida de desesperación, fruto de la idolatría. El mismo grito se levantará en la destrucción de Jerusalén y en el día del Juicio cuando Él juzgará a las naciones (Lucas 23, 30; Isaías 2, 19; Apocalipsis 6, 16). Los altos de Avén: cf. nota 5.

[9362] 9. Sobre Gabaá véase 9, 9 y nota.

[9363] 10. Su doble maldad: los dos becerros, a los que tributan culto en Betel y Dan. En sentir de algunos intérpretes el profeta se refiere a las dos infidelidades: apostasía de Dios y rebeldía contra la casa de David. Según 14, 4 podría tratarse también de la confianza en los asirios y la confianza en los ídolos, en vez de ponerla toda en Él. También para Jesús el pecado por antonomasia consiste en negarlo a Él (Juan 16, 9), prefiriendo las tinieblas a la luz (Juan 3, 19). Véase el pecado del rey Asa en II Paralipómenos 16, 11 s. y nota.

[9364] 11. Trillar las mieses es cosa agradable para los animales ya que trillando el grano pueden comer libremente. (Deuteronomio 25, 4). De la misma manera Israel estaba feliz en los primeros tiempos cuando el Señor le dispensaba tus bendiciones. Mas ahora, a raíz de su apostasía, Dios le impone a él y a Judá, es decir, a toda la casa de Jacob, el yugo de duros trabajos: arar y abrir surcos, esto es obras de verdadero arrepentimiento. Con esa confesión de su culpabilidad provocan la misericordia de Dios. Cf. la palabra del Señor en Jeremías 18, 8: “Si la tal nación se arrepintiere de sus pecados, por los cuales pronuncié el decreto contra ella, me arrepentiré Yo también del mal que pensé hacer contra ella.”

[9365] 12. Sembrad obras de justicia, y Dios os mostrará su misericordia (véase Salmo 4, 6 y nota). Esa última oportunidad de enmienda que se les ofrece, no fue aprovechada y de ahí que en 11, 1 vemos ya la caída definitiva, que las diez tribus en manos asirias, que ocurrió en tiempo del rey Oseas (IV Reyes 17, 6 y nota). Desde entonces nada se sabe de estas diez tribus desterradas. Cf. 3, 3 y nota. Hasta que venga para derramar sobre vosotros la justicia. Se refiere evidentemente al Mesías. Véase Isaías 45, 8 y nota. “Reconoced que no podéis buscar útilmente al Señor, sino por medio de la fe en aquel Mesías que esperáis, que es él que ha de imprimir en vuestras almas la verdadera piedad y justicia, y como maestro único y autor de ella” (Scío).

[9366] 13. Arasteis maldad, etc.: La vida del impío es una cadena de iniquidades. Los deleites del pecado prometen felicidad, y en realidad no dejan más que tormentos.

[9367] 14. La versión de la Vulgata recuerda la hazaña de Gedeón, narrada en Jueces 6, 32. El texto hebreo habla de un rey Salmán que destruyó a Bet-Arbel. Salmán es, tal vez, el rey Salmanu de Moab, contemporáneo de Oseas, o según otros, una abreviación del nombre de Salmanasar, rey de Asiria, el cual asedió a Samaria poco después del vaticinio de Oseas.

[9368] 15. El profeta no se cansa de destacar la raíz de todos los males: Betel, el pecado de la idolatría. Cf. versículo 10.

[9369] 1. Al romper el alba no habrá más rey en Israel: Vulgata: Como pasa una mañana, así pasó el rey de Israel. Alude a Oseas, último de los reyes del reino del norte (732-722). La segunda parte del versículo se refiere en sentido literal a la salida de Israel de Egipto. Pero Israel, llamado por primera vez primogénito de Dios en Éxodo 4, 22, fue entonces al salir de Egipto, la figura de Jesús, Hijo Unigénito del Padre, y representaba simbólicamente el regreso del Niño divino a su país, como lo vemos en la cita de este texto hecha por San Mateo (2, 15). La comparación con Jesús es tanto más admirable, cuanto que aquí, como dice Fillion, “a su amor misericordioso el Señor opone la fría ingratitud de los hebreos”. Cf. versículo 2.

[9370] 2. Cuanto más se los llama, tanto más se alejan: El dolor de Dios, que aquí se expresa, por la ingratitud del pueblo a quien llama su hijo, es el dolor de todo padre en general, que preferiría ver en su hijo cualquier falta o culpa (que su corazón está siempre dispuesto a perdonar como en Lucas 15, 11 ss.), antes que ver en él ese desvío, que aleja al hijo e impide al padre perdonarlo y favorecerlo. El que esto entiende, ha penetrado el fondo del Corazón de Dios. Véase Salmo 102, 13 y nota,

[9371] 3. Lo tomé de los brazos: No hay palabra más expresiva para ilustrar el amor que Dios tiene al pueblo elegido. Las relaciones de Yahvé con este su pueblo no son las de Creador y creaturas, sino las de Padre e hijos (cf. Deuteronomio 32, 9-14; Malaquías 1, 6). Él es quien lo redime de la esclavitud de Egipto con mano potente y brazo extendido (cf. versículo 1; Éxodo capítulos 14-15; Deuteronomio 5, 15; Salmo 73, 12 ss.; 76, 15 ss.; 135, 11; Jeremías 32, 21, etc.), fundando así su reino, un reino sagrado y sacerdotal (Éxodo 19, 6; 15, 17-18). Desconocieron que Yo los cuidaba: Decía un humilde predicador que toda la prueba que impuso el Creador a la creatura —hombre o ángel— consiste simplemente en proponerle que reconozca esa realidad evidente en la creación, es decir: que Él es todo, y yo, creatura, soy nada. He aquí sin embargo lo que tanto nos cuesta admitir, siendo una verdad tan elemental. Si hiciéramos la prueba de decirle a quemarropa a cualquier persona: Usted no es nada, no puede nada, ni vale nada, ¿cuántos aceptarían esto sin tomarlo como un insulto? Ello nos muestra cuán lejos solemos estar de la más simple realidad de la fe, es decir, cuán falsa tiene que ser entonces nuestra vida espiritual, aunque pretendiéramos suplirla con iniciativas propias.

[9372] 4. El sentido es: Yo los colmé de beneficios, y quité el yugo de su cerviz y les di de comer. Pruebas todas estas, del amor paternal del Señor. De la misma manera nos atrae y conduce la gracia, no con látigos y cadenas, sino con el lazo del amor divino, y así, cuando Jesús quiere inculcarnos la misericordia, nos dice simplemente que imitemos la que el Padre tiene con nosotros (cf. Lucas 6, 35 s. y notas) y el amor que nos tiene el Hijo (Juan 13, 34 y nota). Por lo cual vemos que las características de la caridad que San Pablo enseña en I Corintios 13 son propias, ante todo, de la caridad de Dios para con nosotros. El que cree en ese amor es atraído, dice San Agustín; y exclama: “¡Qué dulce fue para mí verme privado de repente de las engañosas alegrías y de las vanas delicias! y lo que primero temía perder, me colmaba de alegría al verlo perdido. Tú alejabas de mí aquellas mentirosas dulzuras, oh Dios mío. Tú que eras la verdadera y suprema suavidad. Las arrojabas, y entrabas en el lugar que ocupaban, más dulce que todos los placeres del mundo.” (Confesiones).

[9373] 8. ¿Cómo te podré abandonar? Es esta una íntima revelación del corazón del Padre, que parecería una debilidad y que la prudencia humana hallaría sin duda poco recomendable. Por fortuna para nosotros, la bondad de Dios sobrepasa los límites de la nuestra. Adama y Seboím: dos ciudades que fueron destruidas junto con Sodoma y Gomorra. Véase Génesis 10, 19; 14, 2 y 8; Deuteronomio 29, 23.

[9374] 10. Dios no los perderá sino que los recogerá de los países de su destierro. Él mismo rugirá como un león para que todos oigan su voz y se reúnan a su derredor. Sus hijos: Aquellos israelitas que el Señor reconocerá como hijos suyos después de su conversión; acudirán, al ver su señal, del lado del mar, esto es, de todas aquellas remotas regiones donde estuvieren desterrados (Fillion). Véase Isaías 66, 20; Ezequiel 37, 21 y nota.

[9375] 11. Tierra de Asiria: Cf. Zacarías 10, 10; Miqueas 7, 12; Isaías 27, 12 s. y nota sobre este retorno.

[9376] 1. Se apacienta de viento: Locución proverbial que expresa la vanidad de sus ídolos. Lleva aceite, en forma de regalo, para ganarse la amistad de Egipto.

[9377] 3 s. Evoca las escenas relatadas en Génesis 25, 25 s.; 32, 24 ss., para mostrar el contraste entre Israel y el patriarca que le dio su nombre. Israel confía en su poder, sus aliados y sus altares idolátricos; Jacob, en cambio, luchó por su elección desde el seno materno —de ahí su nombre Jacob— y especialmente en Betel, donde recibió el nombre de Israel. El mismo celo deben mostrar los descendientes que del santo patriarca heredaron ese nombre y a los cuales se dirige aquí el profeta. Lloró (v 4). Este detalle no aparece en el libro del Génesis (capítulo 32).

[9378] 6. Misericordia y justicia: Véase 10, 12 y nota.

[9379] 7. Efraím, el pueblo del reino de Israel, es como un vil mercader (cananeo), que lleva falsa medida y falsa balanza para engañar a otros y llenar su propio bolsillo. Su único interés consiste en adquirir riquezas.

[9380] 8. Me he hecho rico, etc. Cf. capítulos 5-7. El peligro de esta riqueza colectiva, para el orgullo del espíritu, está señalado también en Ezequiel 28, 4 ss. (véase allí la nota de San Hilario). Aplicando este concepto a la Iglesia en su posición actual, que es la pasión del Cuerpo Místico, dice Pío XI: “La fuerza espiritual de la Iglesia se encuentra como ligada a su debilidad temporal: el poder de Cristo no fue nunca tan arrollador como en la Cruz.” Sabido es que nunca fue mayor esa fuerza que en las catacumbas, donde la debilidad de los cristianos superó el poder de los Césares, y la sangre de los mártires fue semilla de nuevos cristianos, según decía Tertuliano. Tal es el sentido del célebre apóstrofe del Dante a Constantino en la Divina Comedia (cf. Infierno, canto 19, versos 100-117). No se hallará en mi culpa: En la versión de Nácar-Colunga, es Dios quien contesta desde este versículo y dice: “Mas todas tus ganancias no bastarán para pagar las culpas que has cometido.” En ambos casos está caracterizada la soberbia farisaica que tanto condenó Jesús. Cf. Lucas 18, 9 ss; Sobre las riquezas como ídolos, véase Mateo 6, 24; Colosenses 3, 5; Ef. 5, 3. Basta recordar que por dinero vendió Judas al Señor.

[9381] 9. Otra vez en tiendas: “Según la interpretación que acabamos de dar, este versículo contiene una grave amenaza. Algunos comentadores (antiguamente San Jerónimo y hoy el P. Knabenbauer) piensan, al contrario, que expresa una promesa muy favorable, la del restablecimiento de Israel en Palestina después del cautiverio; pero este modo de ver parece en oposición directa con el contexto” (Fillion). En efecto, hemos visto antes (cf. capítulo 11), sobre el restablecimiento de Israel, promesas muy abundantes y superiores a la perspectiva de habitar en tiendas, lo cual es precisamente signo de peregrinación (Jeremías 35, 7), y no de la estabilidad de un pueblo que habita “a la sombra de su parra y de su higuera” (Miqueas 4, 4; Zacarías 3, 10). Vivirán de nuevo en tiendas cuando les sobrevenga el destierro.

[9382] 10. Aquí y en el versículo 13 subraya el mismo Dios el carácter sobrenatural de la profecía y la posición sagrada del profeta como intermediario de Dios. Cf. nuestra introducción a los Profetas.

[9383] 11. Sobre Galaad, véase 6, 8 y nota. Vanidad: ídolo. Gálgala: lugar situado al este de Jericó, primer campamento de los israelitas al oeste del Jordán. Precisamente por eso lo miraban como lugar sagrado. Véase 4, 15; 9, 15 y notas. El sentido es: Así como Galaad que representa la parte transjordánica del reino de Israel, es idólatra, lo es también Gálgala que representa la región cisjordánica; lo que quiere decir que todo el país es contaminado por la idolatría.

[9384] 12. Se refiere a Jacob. Véase Génesis 28, 10 ss.; 29, 20 y 27.

[9385] 13. Ese profeta no puede ser otro que Moisés. La repetición es para acentuar más la afirmación, como en el versículo 10, mostrando que los profetas son instrumentos de la misericordia divina, y no solamente anunciadores de desgracias, como se les solía considerar (véase 9, 8 y nota). Cf. Éxodo capítulos 14 y 15.

[9386] 1. Efraím gozaba de gran prestigio entre las tribus de Israel, debido a la preferencia que le dio Jacob y a consecuencia de su preponderancia política en el reino de Israel, que por eso se llama a veces reino de Efraím. Véase Génesis 48, 8 ss.; 49, 22 ss.; Jueces 8, 1 ss.; 12, 2, etc. De ahí que las demás tribus siguieran su palabra y su ejemplo, y también su corrupción y decadencia. Su ruina fue el resultado de su orgullo y de su idolatría, la cual se manifestó en la adoración de los becerros de Betel y Dan (versículo 2).

[9387] 2. Sobre el sacrificio de víctimas humanas véase IV Reyes 16, 3 y nota; 17, 17; Jeremías 19, 5, etc. Sobre el beso como expresión de homenaje, véase III Reyes 19, 18; Job 31, 27.

[9388] 3. Son imágenes de la caducidad e inanidad. Véase 6, 4. Las casas de oriente no tenían chimeneas, sino solamente ventanas y puertas, por las cuales salía el humo.

[9389] 5. Yo te conocí: Setenta: Yo fui tu pastor.

[9390] 10. Las diez tribus del reino de Israel se habían separado de la casa de David, eligiendo un rey independiente. El profeta dice sarcásticamente a estos reyes que salven al pueblo de las manos de sus enemigos.

[9391] 12. Atar la maldad y guardar los pecados, quiere decir: conservarlos para el día del juicio. La misma imagen se encuentra en Job 14, 17.

[9392] 13. La última parte de la frase es muy oscura y se traduce de diversas maneras. El sentido es, según Crampón: “Efraím ha llegado a un momento decisivo. Aprovechando las lecciones divinas quiere convertirse y nacer a una vida santa y feliz, pero, semejante a un niño que no se presenta para salir del seno maternal y por eso muere, Efraím se condena a sí mismo a la muerte.” Cf. Isaías 37, 3.

[9393] 14. El Señor los librará de la cautividad, y, en sentido más profundo, aun de la muerte (Isaías 25, 8) en la venida del Mesías, cuya gloriosa resurrección es la prenda de la resurrección de los justos. Cf. I Corintios 15, 54 ss., donde San Pablo cita estas palabras a continuación de Isaías 25, 9, según la traducción de los Setenta. En lugar de ¿dónde están tus plagas? etc., dice la Vulgata: Yo seré tu muerte, oh muerte; seré tu mordedura, oh infierno. Es que “el amor es fuerte como la muerte… Las muchas aguas no pueden extinguir el amor ni los ríos podrán sofocarlo” (Cantar de los Cantares 8, 6 s.). El Señor, dice el salmista, protege las almas de los justos y las libra de la mano de los malvados (Salmo 96, 10); Él arranca la vida de la muerte, libra los ojos del llanto y los pies de la caída (Salmo 114, 8). Aunque la muerte física es dueña de todos, y nadie puede escaparse de su imperio, el amor de Jesucristo ha triunfado de ella. De ahí que morir sea vivir, vivir con Cristo. “No sé, dice San Gregorio Nacianceno, si deberíamos llamar muerte nuestra vida, o dar, por el contrario, el nombre de vida a la muerte.” Scheol: morada de las almas de los muertos, también sinónimo de muerte y sepulcro.

[9394] 15. Aunque (Efraím) crezca: En hebreo Efraím y crezca forman un juego de palabras, porque Efraím significa: “el que crece”, “fértil”. Efraím era la tribu más fuerte de las que componían el reino del norte, sin embargo, el viento abrasador, el asirio, la destruirá. Cf. versículo 1 y nota.

[9395] 1. Samaria capital del reino de Israel y representante de todo el pueblo. Cf. 10, 14; IV Reyes 8, 12; Salmo 136, 8 s.; donde se ve que las amenazas aquí pronunciadas son propias del ambiente oriental.

[9396] 3. Sacrificios de nuestros labios: palabras de alabanzas y acción de gracias, en lugar de los sacrificios cruentos. Véase Salmo 49, 23; 50, 18 s. El profeta nos brinda aquí, en la confesión colectiva de un pueblo arrepentido, uno de los más hermosos pasajes de la literatura religiosa. Efraím reconoce la insensatez que cometió buscando ayuda en países paganos y sirviendo a dioses ajenos. Y el Dios misericordioso curará sus llagas, le dará un nuevo corazón (cf. Ezequiel 11, 19) y lo hará fructificar espiritualmente y con frutos de una nueva vida.

[9397] 4. Como vemos, el poner la confianza en los hombres y el adorar a otros dioses eran los dos pecados principales (véase 10, 10 y nota) a los ojos del Dios celoso de Israel. Era como admitir dos rivales al lado de Él. Cf. 10, 2; Miqueas 5, 7 ss. y notas.

[9398] 5 ss. Respuesta de Dios a la oración del pueblo arrepentido. Bajo la imagen de la felicidad temporal pinta Oseas la salud mesiánica. Los amaré por pura gracia: Así también dice San Pablo en Romanos 11, 5 ss. Notemos que Dios no tendría ninguna necesidad de hablar en este tono, si no fuera por amor.

[9399] 10. Conclusión solemne y síntesis de todo el libro: “Su palabra, su doctrina, su ley es santísima y muy saludable a los hombres; los justos, ayudados de la gracia, caminarán por ella sin tropiezo; pero esta misma será ocasión de ruina y de perdición a los impíos por su misma malicia e infidelidad” (Scío).

[9400] 1. En este primer discurso profético Joel traza ante nuestros ojos un cuadro terrible de la calamidad causada por una invasión de langostas, que a manera de un innumerable ejército enemigo (cf. v. 6) devastaba todo el país, dejando tras de sí la desolación y la miseria en grado nunca visto. El profeta aprovecha esta prueba para hablar al corazón de su pueblo, explicándole el significado de la calamidad y exhortándolo a convertirse sinceramente y pedir perdón a Yahvé.

[9401] 4. Gazam, arbeh, etc.: distintas clases de langostas que no se pueden clasificar en nuestra lengua. La Vulgata tradujo: oruga, langosta, pulgón, roya (otros: añublo). Innumerables olas de langostas invadieron el país y destruyeron los árboles, las viñas, el trigo y todos los vegetales. No hay duda de que esa devastación causada por las langostas está puesta como presagio y figura de otros males. San Jerónimo y muchos otros Padres ven en ellas una figura de los pueblos paganos que vendrán a devastar a Israel, la viña de Dios. Cf. Ezequiel capítulos 38 s.

[9402] 5. Los ebrios, como tipo de la opulencia, son los primeros invitados a llorar, puesto que el vino se ha agotado a raíz de la plaga de langostas que acabó con los viñedos.

[9403] 8. La joven esposa es el pueblo de Dios; el Esposo de la juventud es Yahvé. La alianza entre Dios y su pueblo era un místico matrimonio (véase Isaías 54, 4 ss.; 62, 4 ss.; Jeremías 2, 2; 3, 1 ss.; Oseas 2, 16 y nota, etc.).

[9404] 9. La devastación es tan grande que los sacerdotes, por falta de víctimas y provisiones, se ven imposibilitados para continuar el culto. Les faltan el trigo, el vino, el aceite para las ofrendas, y particularmente los corderos para el sacrificio perpetuo, de modo que la unión del pueblo de Dios con su divino protector, mantenida por medio de los sacrificios cotidianos, está interrumpida (cf. Oseas 3, 4; Ezequiel 38, 8 y nota; Sofonías 3, 12), calamidad que provoca el llanto de los ministros de Dios, siendo muy de notar que esta vez el profeta no increpa de propósito a Israel y sus pastores por su idolatría y sus pecados, como suelen hacerlo las profecías, sino que destaca, como en Ezequiel 38, 9 ss., lo mucho que el pueblo escogido sufrirá por la invasión extranjera, de la cual lo librará el Señor (cf. 2, 18) definitivamente (2, 19), y no ya sacándolo del cautiverio de Asiria o Babilonia, sino arrojando fuera al invasor (2, 20), y luego colmando al pueblo de bendiciones (2, 21 ss.; Ezequiel 39, 25 ss.).

[9405] 12. No hay más alegría entre los hijos de los hombres: Hoy más que nunca los hombres buscan la alegría, y no la encuentran, porque la confunden con la diversión, con el placer, con la comodidad, con el lujo y creen que la alegría se deja comprar por dinero. Mons. Keppler, el gran Obispo de Rottenburgo, dice en su libro “Más Alegría” (traducido a 33 lenguas): “La cultura moderna es en el fondo cultura de la existencia, cultura de los asuntos de esta tierra, cultura técnica, cultura intelectualista, y por tanto, insuficiente, equivocada, ineficaz y falta de alegría. La verdadera civilización debe ser cultura interior, cultura del corazón, cultura del alma.”

[9406] 13 s. Para conjurar la calamidad y aplacar la ira de Dios, el profeta exhorta a los sacerdotes. Promulgad un ayuno (v. 14), es decir, un ayuno extraordinario, como no se prescribía sino en las circunstancias más graves. Véase Esdras 8, 21; Judit 4, 11 s. El profeta recuerda aquí los deberes de los ministros del Señor en días de calamidad general, y cómo han de proceder cuando una catástrofe amenaza a su grey, intercediendo como Aarón (Núm. 16, 46 ss.), como Elías, Jeremías, Judas Macabeo y Onías, que se consumieron por su pueblo. Dice San Gregorio Magno: “Si Jacob, apacentando las ovejas de Labán, velaba y trabajaba con tanto celo, ¿cuáles no habrán de ser los trabajos, el celo y la vigilancia del que apacienta las ovejas de Dios?” Sobre la penitencia colectiva véase la nota a Lamentaciones 3, 42.

[9407] 15. El día de Yahvé: término muy frecuente en las profecías, que señala el día del juicio de Dios. Cercano está (cf. 3, 14): el hambre, la miseria, la suspensión del culto público en Israel, provocado por el enemigo invasor (cf. 2, 2), son para el profeta presagios de la ira del Dios celoso de la defensa de su pueblo (véase Ezequiel 36, 1-6; 38, 19; Zacarías 1, 14; 8, 2), que arrojará al invasor del norte (2, 20 y nota), y juzgará a todos los enemigos de Israel como lo vemos en 3, 1 ss. Sobre el día del Señor véase 2, 1; Isaías 2, 12 y nota; 13, 9; Jeremías 12, 3; 46, 10; Ezequiel 30, 3; Amós 5, 18; Miqueas 7, 4; Sofonías 1, 15, etc.

[9408] 1 ss. En lo sucesivo Joel pinta de nuevo la invasión de las langostas, con la diferencia de que en el primer capítulo se nos muestran los efectos de la plaga, y aquí las langostas mismas, o sea el enemigo invasor que viene del norte (v. 20 y nota), su enorme masa, su orden y disciplina, el pánico de la gente, etc. (v. 2-9). Las imágenes de este capítulo (2, 10; 2, 31; cf. 3, 15 s.) fueron retomadas por Jesucristo al describir la destrucción de Jerusalén y el fin del siglo (Mateo 24, 29; cf. Hechos 2, 17-21; II Pedro 3, 10). Según esto, y dado el carácter escatológico de Joel, algunos ven aquí, como en Ezequiel 38, 17 ss. a los pueblos que vienen para la gran batalla de Armagedón (cf. Apocalipsis 16, 16; 19, 19). Jardín de Edén, nombre del paraíso. La Vulgata dice: Jardín de delicias. El sentido es el mismo.

[9409] 5. El ruido de una manga de langostas es parecido al de los carros y al crepitar de una pradera en llamas. Véase Apocalipsis 9, 9.

[9410] 8. No se empujan: Las langostas no se aprietan la una contra la otra, sino que marchan en buen orden como los soldados de un ejército. San Jerónimo refiere haberlas visto volar así en Judea, con un orden perfecto.

[9411] 10. “Es el día del Señor. La descripción vuelve a retornar del tipo al antitipo, del espanto causado por las langostas, a los terrores que precederán al gran día de las venganzas de Yahvé. La transición tiene lugar suavemente, naturalmente, porque las imágenes empleadas por el escritor sagrado se ajustan todavía muy bien a la plaga de las langostas aunque van ahora más allá de ella” (Fillion).

[9412] 11. Sus batallones: Algunos dicen que las langostas son llamadas ejércitos del Señor por ser instrumentos dóciles de la venganza divina. No debe, empero, perderse de vista que los invasores son expulsados y humillados (v. 20), es decir, que no se consuma aquí una venganza contra Israel, sino contra las naciones (véase 3, 9). Otros opinan que este versículo habla realmente del ejército del Señor en la gran batalla del Apocalipsis (Apocalipsis 19, 19). Cf. 3, 13 y nota.

[9413] 13. Una vez más enseña Dios a su pueblo que el verdadero arrepentimiento, es decir, la sincera contrición, le asegura el perdón de los pecados. “No despreciarás, oh Dios, el corazón contrito y humillado” (Salmo 50, 19). Por lo cual, en tiempos calamitosos, la Iglesia dispone rogativas y nos exhorta a quebrantar el corazón con una auténtica conversión y llevar una vida propia del arrepentimiento. Véase Oseas 11, 8 s.; Lamentaciones 3, 42 y notas.

[9414] 15. Promulgad un ayuno, porque el ayuno purifica el alma, se entiende, aquel ayuno que se practicaba antiguamente y que consistía en no comer ni beber nada durante las horas del día. “El ayuno, dice San León Magno, engendra los pensamientos castos, las voluntades razonables y rectas, y los más saludables consejos. Con esta aflicción voluntaria la carne muere para las concupiscencias, y el espíritu se renueva con las virtudes” (Sermón II acerca del ayuno). Convocad una solemne asamblea: Se refiere a la asamblea religiosa. Véase II Paralipómenos 20, 13; 30, 17-20; Judit 3, 10.

[9415] 16. Salga de su cámara, etc.: La admonición es tanto más grave cuanto que la Ley, por no turbar la dicha de los jóvenes esposos, los dispensaba aun de ir a la guerra (Deuteronomio 24, 5). San Pablo enseña a ser fiel al tálamo (I Corintios 7, 5) mas sin poner en ello el corazón (I Corintios 7, 29-31), pues la vida es efímera. Cf. Lucas 17, 30 ss. y notas.

[9416] 17. Quiere decir: Los sacerdotes eleven con lágrimas sus plegarias en lo íntimo del Templo, entre la puerta del Santuario propiamente dicho, y el altar de los holocaustos. Cf. 1, 13 s.; Daniel 9, 3 ss., nota. La oración es la llave del cielo. “La oración sube y la misericordia de Dios baja” (San Agustín). La Iglesia nos recuerda este texto en la Liturgia del miércoles de ceniza para que no creamos, como el fariseo del Evangelio (Lucas 18, 11), que solo el publicano Israel tiene que arrepentirse, ya que “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13, 1-5); que si Dios no perdonó a la oliva castiza, menos perdonará al acebuche (Romanos 11, 21) que hasta ayer era ajeno a la familia de Dios (Efesios 2, 12); y que mayor suplicio que Israel merecen los que violan la Ley del Nuevo Testamento (Hebreos 10, 29). Véase en efecto, cómo toda la enseñanza de esta profecía nos muestra la misericordia de Dios para con Israel arrepentido, y su terrible venganza contra los gentiles. La herencia tuya: tu pueblo.

[9417] 18. Véase Ezequiel 39, 25 ss. Admiremos una vez más cómo Dios derrocha sus declaraciones de amor. Entre los hombres el que ama suele fingir indiferencia, sabiendo que lo que se prodiga mucho no es apreciado. Dios no usa ese artificio. Siendo Él la verdad, no puede fingir. Y tampoco puede dejar de amar, puesto que Él es la caridad. Él no provoca, como los hombres, la duda sobre su amor, sino que, al contrario, hace consistir nuestra virtud en la fe, es decir, precisamente en creer que Él nos ama (I Juan 4, 16). A los que así le creen, les da su Espíritu Santo, o sea les infunde el espíritu de hijos, con la capacidad de amarlo como lo ama Jesús, el Hijo perfecto (Juan 1, 12; Gálatas 4, 6; Romanos 8, 29, etc.). Vemos que, si no nos creemos amados del Padre, en vano pretenderíamos amarlo. De ahí que le tengamos poco amor, porque nos cuesta creernos amados de Él. Y es por una falsa modestia, que viene de no tener presente la gran revelación de que Él nos ama primero (I Juan 4, 10). Por eso, para que le creamos, nos prodiga Él tanto sus declaraciones de amor, como lo vemos especialmente en el Cantar de los Cantares (cf. 4, 1 y nota) y sobre todo en las palabras de Jesús. Véase Juan 15, 9; 17, 23 y 26, etc. Se ha compadecido: El profeta, que ha predicado la contrición en la suprema angustia de Israel (v. 12-17), no nos dice aquí nada de su conversión anunciada en Deuteronomio 30, 8 (cf. Oseas 3, 5 y nota). Es sin duda para destacar que todo será obra de la divina misericordia (véase Isaías 60, 20; Jeremías 30, 13 y nota; cf. Romanos 11, 5 s. etc.). De aquí las dos tendencias divergentes que aún hay entre los judíos: los sionistas, que quieren preparar el día del Señor, y aquellos otros que no quieren pensar en apresurarlo, porque dicen “que el Mesías lo hará todo a su tiempo”.

[9418] 19. No os haré yo más objeto de oprobio: Véase v. 26 y 27; Ezequiel 39, 22-29 y notas.

[9419] 20. Aquel que viene del norte: Los enemigos que vienen del norte (cf. Ezequiel 38, 15; 39, 1 s.) serán arrojados fuera y perecerán (cf. Ezequiel 39, 3-16). Algunos lo identifican con el rey del norte, que aparece en Daniel 11, 45, y con el asirio de Miqueas 5, 6, nombre que suele representar a las naciones enemiga de Israel (véase Isaías 5, 25 y nota; 8, 7 s.; 10, 5-34; 14, 24 s.; 30, 31 ss.. etc.). Es uno de los tantos misterios de la escatología que no han sido suficientemente aclarados. El mar oriental: el Mar Muerto. El mar occidental: el Mediterráneo. Su fetidez: Cf. Ezequiel 39, 11 ss.

[9420] 23. El Maestro de la justicia: Muchos vierten simplemente: “Él os ha dado justamente (es decir, a su tiempo) la lluvia”, etc. Los Setenta traducen: Él os ha dado manjares de justicia. Es evidente que el Maestro de la justicia, no podría ser aquí sino el Mesías, pues aunque los judíos siguen llamando a Moisés “nuestro maestro”, aquí no se trata de la Ley, sino de los tiempos mesiánicos, en los cuales todos serian enseñados de Dios (Isaías 54, 13; Juan 6, 45; Isaías 63, 1; Jeremías 31, 31 ss.; Hebreos 8, 8 ss., etc.).

[9421] 27. Sabréis, etc. Nótese el contraste con las palabras del Precursor, que echaba en cara a Israel su desconocimiento (Juan 1, 26). Y jamás, etc.: véase 3, 20 y nota.

[9422] 28. (En la Nova Vugata, aquí comienza el capítulo 3.) Después de esto: Crampón coloca estos versículos 28-32 en 3, 1-5, y observa: “A la restauración en el orden temporal sucederá, por el poder del Espíritu de Dios, una admirable floración espiritual, que se extenderá a todas las clases del nuevo pueblo de Dios. A todos hablará Dios por sueños y visiones, es decir, por las dos formas principales de las revelaciones proféticas, que antes no eran concedidas sino a un pequeño número de hombres.” Fillion hace notar que se encuentra la misma promesa en Isaías 44, 3 y-Ezequiel 36, 25-28. Véase la aplicación que hizo San Pedro de esta bellísima profecía (Hechos 2, 17). “Téngase presente que en los Evangelios, y en todo el Nuevo Testamento, se habla muchas veces de la primera venida de Jesucristo, y luego se pasa a hablar de la segunda, proponiéndosenos tan pronto a Jesucristo como Redentor amoroso para alentar nuestra esperanza o como Juez de vivos y muertos para movernos a la penitencia” (Paramo). Nótese que en esta profecía está predicha también la existencia de profetas en el Nuevo Testamento. Su cumplimiento en la Iglesia atestiguan San Pablo en I Corintios capítulo 14, y San Pedro en Hechos 2, 17.

[9423] 29. Aun sobre los siervos y las siervas: “El Espíritu Santo no mira a las personas ni busca las dignidades, sino la piedad del alma. Por lo tanto, no se enorgullezcan los ricos ni se entristezcan los pobres, sino que cada cual se prepare para recibir la gracia celestial” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis XVII).

[9424] 31. Véase v. 10; 3, 15 y las señales que Jesucristo anuncia en su discurso escatológico (Mateo 24, 29).

[9425] 32. Todo aquel que invocare... será salvo: San Pablo cita este pasaje con relación a la Iglesia, para mostrar que en ella no se distingue entre judío y gentil y que la salvación no es ya por las obras de la Ley sino por Jesucristo (Romanos 10, 11-13; cf. Isaías 28, 16; Hechos 2, 21; Proverbios 18, 10 y nota). Análoga aplicación hacen los apóstoles de la profecía de Oseas (cf. Oseas 2, 24 y nota). E) monte Sión: el lugar donde Yahvé tiene su habitación y su santuario. Como dijo Yahvé: cf. Abdías 17; Isaías 2, 3; capítulo 4; 37, 32; Ezequiel 40, 2 y nota. Que habrá llamado Yahvé: “los judíos dispersos en medio de los paganos, y también estos, que Yahvé quiere asociar a su reino y que responden a este llamado” (Crampón). Tal es la interpretación de San Jerónimo, quien refiere este pasaje a los judíos que Dios un día llamará para formar parte de su reino (Romanos 11, 25 s.), terminando así su larga reprobación y cumpliéndose lo anunciado por Jesús en Lucas 21, 24, según lo muestra el profeta en el capítulo 3.

[9426] 1. (En la Nova Vulgata, aquí comienza el capítulo 4). En este capítulo vemos unida la salud de Israel al juicio de las naciones. “Es Dios, que, como juez justo, da a cada uno según sus obras, o mejor, da a las naciones la justicia, y la misericordia a su pueblo. Ni más ni menos es lo que aquí nos da el profeta, el cual contempla a su pueblo disperso entre las naciones y a los que moran en Judá vejados por los pueblos vecinos” (Nácar-Colunga). En aquellos días: en el período mesiánico. Véase Ezequiel 38, 17 ss. Cuando Yo repatriare a los cautivos: Crampón anota: “Otros vierten: Yo cumpliré la restauración, Esta expresión parece tener el sentido general de una entera restauración.” Cf. Jeremías 30, 3 y nota. “Cuando Yo haya traído de nuevo a Palestina a los habitantes de Judá y de Jerusalén que habían sido deportados a tierra extranjera. Designa el restablecimiento del reino teocrático, y por consiguiente, una época lejana” (Fillion).

[9427] 2. Solo Joel menciona un valle de Josafat que, según opinión judía, sería el valle del Cedrón, situado entre Jerusalén y el Monte de los Olivos, y así lo estima San Jerónimo. Hoy día se encuentra allí el cementerio judío de Jerusalén, y gran parte del valle está sembrado de sepulcros. Siendo el significado del nombre “Dios juzga”, se trata más bien de un nombre simbólico. Es de notar que Joel aquí no habla del juicio universal (cf. Apocalipsis 20, 11 ss.), sino del castigo que Dios pronunciará contra los enemigos de Israel, su heredad. En favor de mi pueblo: He aquí el motivo por el cual Dios tratará con tanta severidad a las naciones gentiles: porque ellas no se han cansado de perseguir y atormentar a su pueblo elegido. Véase Sofonías 3, 8; II Macabeos 6, 14 ss.; Habacuc 3, 5; Zacarías 14, 3 ss. Cf. Romanos 11, 28; Deuteronomio 32, 34-46; Judit 16, 20; Isaías 41, 11; 49, 25; Jeremías 2, 3; Ezequiel 28, 26; 38, 17, etc. Algunos vinculan este juicio con el juicio de las naciones que anuncia Jesús en Mateo 25, 32.

[9428] 4. Tiro, Sidón, Filistea: representantes de las naciones gentiles que oprimieron a Israel en el transcurso de la historia. Cf. Ezequiel 25, 1 ss. y nota.

[9429] 6. Este crimen corre por cuenta de los fenicios, que eran los intermediarios entre el oriente y Grecia. Véase Éxodo 27, 13.

[9430] 8. Los sabeos: pueblo de Arabia, conocido como intermediario comercial entre la India y la costa del Mediterráneo.

[9431] 9. El Señor desafía a los guerreros enemigos a que se apresten para el combate. No les aprovechará nada, porque no prevalecerán contra el Señor. Él mismo ejecutará la sentencia. Véase 2, 11 y nota; Sofonías 3, 13, etc.

[9432] 10. Cf. Isaías 2, 4, donde se predice lo contrario para la era mesiánica. Véase Miqueas 4, 3.

[9433] 13. El Señor manda a sus siervos, los ángeles, que preparen la mies (el juicio) pues la malicia ha llegado al colmo. Véase Jeremías 51, 33; Oseas 6, 11 y nota. Jesús dice expresamente que la siega es la consumación del siglo (Mateo 13, 39). Así se presenta también en Apocalipsis 14, 14 ss.

[9434] 14. Valle de la Sedición: Vulgata: Valle de la matanza: Se refiere al valle de Josafat (v. 2 y 12).

[9435] 15. Cf. 2, 31 y nota.

[9436] 16. Cf. Oseas 5, 14; Amós 1, 2; 3, 4 y 8. Este rugido del león de la tribu de Judá, que es Jesús, el Cordero inmaculado, único capaz de abrir el libro sellado (Apocalipsis capítulo 5), ¿acaso no resonará hasta el fondo de nuestra alma para hacernos comprender la grandeza de aquel día?

[9437] 18. “Estos últimos versículos del libro de Joel expresan, en un lenguaje muy hermoso, la felicidad que, después de todos los sufrimientos, gozará, regenerado, el pueblo de Dios. Es evidente, según el mismo texto, que este magnífico cuadro va más allá de la Jerusalén terrenal y que ha de buscarse su realización completa en la Iglesia de Cristo, más bien en la Jerusalén celestial” (Fillion). Sobre la fuente milagrosa que saldrá del Templo, véase Ezequiel 47, 1-12 y notas; cf. Isaías 43, 19; Zacarías 14, 8; Apocalipsis 22, 1-2. El valle de las acacias: Vulgata: el valle de las espinas.

[9438] 20. Cf. 2, 27; Isaías 65, 17; 66, 22; Ezequiel 37, 26 ss.; Ageo 2, 7; II Pedro 3, 13; Apocalipsis 21, 1 ss. y notas.

[9439] 1. En 7, 14 Amós proclama ante el sacerdote Amasías su modesta condición de pastor, lo que no le impide increpar denodadamente a los poderosos y anunciarles los tremendos castigos de parte de Dios. No nos consta la fecha de este terremoto. Flavio Josefo lo relaciona con la usurpación de las funciones sacerdotales por el rey Ocías. Véase Zacarías 14, 5.

[9440] 2. Se anuncia el juicio. Ruge Yahvé: Cf. 3, 4 y 8; Oseas 5, 14; Salmo 28, 3-9 y nota, 103, 7; Apocalipsis 10, 3-4; Joel 3, 16. En lugar de “los pastos” vierte la Vulgata; “los más hermosos”. Hasta el monte Carmelo, conocido por su exuberante vegetación, se secará y quedará desolado como el desierto.

[9441] 3. Los reyes de Damasco, capital de Siria; serán castigados por las muchas maldades que hicieron contra Israel. Pero lo que cometieron contra los israelitas de Galaad (Transjordania), fue el colmo de todos los crímenes (cf. IV Reyes 10, 32 s.; 13, 7). Amós repite en estas amenazas contra los siete reinos vecinos el mismo giro introductorio: tres y cuatro (siete), quizá, según algunos, porque el número siete se toma en el hebreo como un superlativo para expresar la multitud. Más bien parece, como observa Crampón, que tres es ya un superlativo: y cuatro es algo que desborda toda medida. Véase fórmulas semejantes en Proverbios 6, 16; 30, 15 y 18; Jeremías 36, 23. No le doy perdón: es decir, no le daré ocasión de convertirse, no suspenderé mi castigo. La Vulgata dice: No la convertiré.

[9442] 4. Hazael y Benhadad: dos reyes de Damasco, cuyos nombres marcaron el apogeo del poder político de aquella ciudad.

[9443] 5. Los cerrojos, la barra de hierro que aseguraba la puerta de la ciudad, símbolo de su poder, como las llaves. La expresión valle de Avén (valle de la inanidad, o sea, del ídolo) caracteriza a Damasco como población impía. De ahí que aludiendo al ídolo de Betel, Oseas constantemente diga Betaven (casa del ídolo), en vez de Betel o Beth-El, que quiere decir casa de Dios. Bet-Edén: alusión a la vida lujosa de la ciudad. Kir: situada, como creen los arqueólogos, entre Babilonia y Media, adonde la población de Damasco será deportada por los asirios. La Vulgata dice Cirene.

[9444] 6 ss. Véase II Par. 28, 18. Gaza, Azoto, Ascalón y Acarón son las ciudades principales de los filisteos, los que nunca se cansaron de molestar al pueblo israelita. El profeta los acusa de haberse llevado un gran número de cautivos para entregarlos como esclavos a los edomitas. Igual crimen hicieron los fenicios en el norte del país, como se desprende del versículo que sigue. Cf. Ezequiel 27, 13; Joel 3, 6 y nota.

[9445] 9. Tiro, capital de Fenicia, cuyo rey Hiram, amigo de David hizo la fraternal alianza a la cual el profeta hace alusión (véase III Reyes 5, 12). El castigo alcanzó a Tiro en tiempos del rey Nabucodonosor (cf. Ezequiel capítulo 28), y sobre todo de Alejandro Magno (332 a. C, el cual conquistó la ciudad, la destruyó por completo y vendió treinta mil de sus habitantes como esclavos. Cf. Isaías capítulo 23; Ezequiel capítulos 26-28 y notas.

[9446] 11. A su hermano, esto es, a los israelitas, hijos de Jacob. Los idumeos, descendientes de Esaú, que fue hermano de Jacob, mostraron siempre odio contra el pueblo escogido, le negaron el paso por su país (Números 20, 14-21) y ayudaron a los babilonios, en la destrucción de Jerusalén (cf. Salmo 136, 7; Ezequiel 25, 12; 35, 1 ss. y notas; Abdías 10-14).

[9447] 12. Temán, una de las tribus de Edom (Génesis 36, 15; Jeremías 49, 7). Bosra (hoy día Buseire), una de las ciudades principales de la Idumea.

[9448] 13. Los ammonitas, hijos de Lot, que vivían en Transjordania, solían hostigar a los israelitas de Galaad, o sea, las tribus de Gad, Rubén y Manasés. Cf. I Reyes 11, 2; II Reyes 10, 1 ss.

[9449] 14. Rabbá, llamada también Rabbat Ammón; hoy día Ammán, capital de los ammonitas. David la conquistó y aplicó a sus habitantes la ley del talión (véase II Reyes 12, 31).

[9450] 15. Su rey: San Jerónimo vierte: Melcom. Melcom o Moloc era el dios nacional de los ammonitas. Cf. III Reyes 11, 5; Jeremías 49, 3; Sofonías 1, 5.

[9451] 1. Porque quemó: se refiere a un hecho desconocido. San Jerónimo supone que se trata de los huesos de aquel rey de Edom que acompañaba a los reyes Joram y Josafat en la expedición contra los moabitas.

[9452] 2. Kiryat, ciudad de los moabitas, mencionada en la inscripción del rey Mesa de Moab. Cf. todo el capítulo 48 de Jeremías. El país de Moab fue destruido alrededor del año 582 a. C. por las huestes de Nabucodonosor.

[9453] 3. A su juez: Así traduce también Crampón y observa que estarían entonces gobernados los moabitas por un juez (en hebreo sofet) como en un tiempo Israel. Nácar-Colunga traduce: a su rey.

[9454] 4. Sus mentiras: sus ídolos, sus falsos dioses. Cf. Oseas 8, 12 y nota.

[9455] 6 ss. Amós condena las injusticias en general, y particularmente las injusticias de los jueces contra el justo, o sea, el inocente (cf. I Reyes 12, 3), y los banquetes que los transgresores de la Ley hacían con los bienes de los pobres, sentándose sobre ropas empeñadas que la Ley mandaba devolver al pobre antes de la puesta del sol (Éxodo 22, 26 s.). Además cometían esas maldades en lugares sagrados, de manera que ofendían al Señor con doble pecado. Véase Oseas 4, 2 y nota.

[9456] 9. De la estatura gigantesca de los antiguos habitantes de Canaán, los amorreos, se habla en muchos pasajes de la Biblia, p. ej. Números 13, 33; Deuteronomio 1, 28; 2, 10 y 20; 3, 11. El oráculo da cuenta de la destrucción de ese pueblo.

[9457] 10. Véase Deuteronomio 29, 5; Salmos 104-106.

[9458] 11 s. Uno de los privilegios de Israel consistía en que Dios le enviaba profetas para anunciarle la voluntad divina en mensajes especiales y para inculcarle la obediencia a la Ley escrita. Otro privilegio era el nazareato (Números 6, 1 ss.). Los nazareos renunciaban a las bebidas alcohólicas, no se cortaban el pelo y no se contaminaban con cadáveres. El ingrato pueblo no sabía apreciar tal distinción; al contrario, como un desafío a Dios, obligaba a los nazareos a beber vino, y perseguía a los profetas impidiéndoles promulgar la palabra de Yahvé. Véase Isaías 30, 10 y nota. La palabra de Dios, es una espada aguda (Isaías 49, 2; Ef. 6, 17), pero que al mismo tiempo vivifica y produce frutos: “No volverá a Mí vacía, sino que obrará todo aquello que Yo quiero, y ejecutará felizmente aquellas cosas a que Yo la envié” (Isaías 55, 11). Por lo cual renuncia voluntariamente a la bendición de Dios quien no quiere oír su palabra. El mismo Jesucristo declara que la señal de la vocación a la vida eterna es oír la palabra de Dios (Juan 5, 24), pero rechazarla es la señal de reprobación (San Gregorio Magno). Véase Juan 12, 47 s.

[9459] 13. Texto oscuro: Nácar-Colunga traduce: Pues mirad: Yo pondré estorbos a vuestros pies y os tambalearéis como se tambalea el carro sobrecargado de haces; Bover-Cantera: He aquí que Yo haré crujir (el suelo) bajo vosotros, etc. Vulgata: He aquí que Yo rechinaré debajo de vosotros, etc.

[9460] 2 s. Poco sabemos meditar hoy sobre esta asombrosa elección de Dios (Salmo 147, 8 s. y nota) y esa predilección que le hizo destrozar por Israel pueblos y reyes (Salmo 134, 8-12; 135, 10-24). Os visitaré, para juzgaros. Al privilegio de ser el pueblo escogido, responden mayores deberes, mayor responsabilidad y más severo castigo de las infracciones a la santa Ley de Dios. “Antes de anunciar más detalladamente los pormenores del castigo, el profeta emplea siete imágenes tomadas de la vida ordinaria que parecen tener por objeto demostrar que sus oráculos vienen de Dios y que nada hace ni habla sin el consentimiento de Él” (Crampón). Si Dios anuncia un juicio, el profeta no puede callar sin faltar a su sagrada misión; y lo anunciado se cumplirá infaliblemente, porque el profeta y Dios son de la misma compañía (versículo 3).

[9461] 4. Sobre el Señor como león véase 1, 2 y nota. “Responde aquí a una secreta objeción que le hacen a Amós: Si tú eres pastor, ¿quién te ha metido a ser profeta? Véanse los versículos 6, 7, 8: El león prorrumpe en rugidos cuando quiere echarse sobre la presa. Así cuando Dios amenaza, es que va aparejando el cumplimiento de lo que anuncia. No en vano ruge el león de Judá” (Scío). Nótese que la profecía empieza con el rugido de Dios (1, 2), expresión que suele manifestar la ira contra los enemigos de su pueblo (cf. Isaías 42, 13; Jeremías 25, 30 ss.; Oseas 11, 10 s., etc.). El león de Judá victorioso, es nombre que se da a Jesucristo en su segunda venida (Apocalipsis 5, 5).

[9462] 6. Aprendamos aquí, como en 4, 7, que la naturaleza no obra ciegamente, sino dirigida por la voluntad de Dios, lo cual da a las calamidades y fenómenos de orden cósmico, terremotos, etc., un significado netamente sobrenatural (véase 1, 1; Mateo 28, 2; Hechos 16, 26; Apocalipsis 6, 12; 8, 5; 11, 13; 16, 18). Cf. lo que Jeremías dice de la lluvia (Jeremías 14, 22).

[9463] 7. Dios trata a los profetas como amigos suyos (Génesis 18, 17; véase Mateo 10, 41). Los llama siervos, es decir, fieles ejecutores de lo que oyen, aunque los hombres no les den crédito (cf. Isaías 53, 1 y nota). Y aquí vemos que, por amor nuestro, el Señor revela sus secretos planes a los profetas, para que puedan comunicárnoslos a fin de que no nos sorprendan. Sobre Dios anunciador véase Isaías 41, 21 ss. y nota.

[9464] 8. ¿Quién no profetizará? ¿Qué habría sido de Nínive si Jonás hubiera insistido en no profetizar? (Jonás 1, 2 ss.; 3, 4 ss.). ¡Cuántas pobres almas que no saben hoy nada de estas cosas, se convertirían como Nínive, si las oyeran! “Ay de mí si no evangelizare”, dice San Pablo (I Corintios 9, 16). Véase Ezequiel 3, 16; 33, 7 y notas. Así como merece la muerte el que habla falsamente en nombre de Dios y anuncia cosas que Él no ha dicho (Deuteronomio 18, 20; cf. Jeremías 23, 16 ss. y nota), así también es terrible infidelidad la del que pretende huir, como Jonás, de la misión divina (Jonás 1, 3-9 y notas; cf. Jeremías 20, 9). Cuanto mayor es la bondad de Dios que no quiere enviar catástrofes sin avisarnos por sus profetas (versículo 7), tanto más grave es el despreciar las profecías. Cf. Eclesiástico 39, 1 y nota.

[9465] 9. Los más encarnizados enemigos, los filisteos (Azoto), y los egipcios, son invitados a investigar las maldades de Samaria. Aun estos, hombres de malas costumbres, se pasmarán ante los crímenes que van a encontrar en la capital del reino de Israel. Cf. 2, 6 ss.; 4, 1 ss.

[9466] 12. El ángulo del diván es hoy todavía en oriente el sitio de honor. Así como prácticamente nada se salva del animal desgarrado por el león, así apenas habrá quien escape a la ruina en el rico y afeminado pueblo de Samaria, famoso por sus divanes de marfil (6, 4) y sus habitaciones de lo mismo (versículo 15).

[9467] 13. Casa de Jacob significa ordinariamente en la Sagrada Escritura todas las doce tribus descendientes del patriarca. Algunas veces, sin embargo, se aplica con preferencia al reino del norte, que llevaba el nombre de Israel (cf. Oseas 12, 2; Miqueas 1, 5). Así parece ocurrir también aquí, pues este anuncio se cumplió sobre Samaria (IV Reyes 17, 18-23). Sin embargo, la profecía de Amós se extiende a veces también a Judá (2, 4 s.) y al tabernáculo de David (9, 11), y en este mismo capítulo (3, 1) empieza hablando de “toda la familia” que el Señor sacó de Egipto.

[9468] 14. Los altares de Betel: los pecados que cometían ofreciendo sacrificios al becerro de Betel. Los cuernos del altar: Con la sangre de las víctimas se rociaban los saliente» o cuernos del altar (Lev. 4, 18 y 34), los cuales, por eso mismo, se consideraban como la parte más santa del altar. Véase Éxodo 27, 2 y nota.

[9469] 15. Las personas acaudaladas solían tener dos casas, una para invierno, y otra para verano (Jeremías 36, 22).

[9470] 1. Vacas de Basan: La región de Basán, situada en la parte nordeste de Transjordania, era conocida por sus ricos pastos (cf. Miqueas 7, 14) y sus rebaños de gordas vacas. A estas compara el profeta las ricas y lujosas mujeres de Samaria que vivían de la opresión de los pobres. La Vulgata llama vacas gordas a las grandes damas de Samaria, “rollizas y sensuales como lustrosas novillas” (Bover-Cantera).

[9471] 2. Por su santidad, o sea por la infinita veracidad del que no miente. Os sacarán con ganchos: Compara a las mujeres con los peces que son sacados del agua para ser echados en la caldera. Tal vez piense el profeta en las argollas que los asirios ponían en el labio superior de los cautivos para conducirlos.

[9472] 3. Harmón: palabra desconocida. Según algunos significaría palacio o torre. Nácar-Colunga traduce Hermón (monte de Palestina). Otros piensan en Armenia o Aram, adonde serán llevadas las mujeres cautivas.

[9473] 4 s. Betel: santuario principal del país apóstata, donde se adoraba un becerro dorado (cf. 1, 5 y nota). Sobre Gálgala como lugar de culto prohibido, véase Oseas 4, 15 y nota. La invitación ha de entenderse en sentido irónico, así como también la alusión a las ofrendas y sacrificios en el versículo 5. Como se ve, la falsa religiosidad de las diez tribus del norte imitaba el culto de la Ley de Moisés, aplicándolo al culto del becerro.

[9474] 6. Con los dientes limpios, Expresión sarcástica que señala la carestía. Habrá tanta escasez de alimentos que no necesitarán escarbadientes para limpiarse los dientes.

[9475] 7 ss. Yo detuve: Véase 3, 6 y nota. Se trata del segundo período de lluvia, la lluvia tardía (en el mes de febrero). San Jerónimo observa que la sequía que se produce tres meses antes de la cosecha, es para Palestina la más desastrosa. No obstante ello estas y otras calamidades (versículo 9) no surtieron efecto: no se convirtieron sino que siguieron transgrediendo la ley divina, como los hombres del tiempo del Diluvio (Mateo 24, 38-39; Lucas 17, 27). Véase Apocalipsis 9, 21; 16, 9 y 11.

[9476] 10. Alusión a las plagas de Egipto que en una u otra forma se repetirán en la destrucción de Sanarla.

[9477] 11. Como tizón arrebatado: Quiere decir: apenas un pequeño resto se salvará. Véase en Zacarías 3, 2 igual expresión usada para con los restos de Judá vueltos de Babilonia.

[9478] 12. Para salir al encuentro de tu Dios: Puesto que todos estos castigos no lograron romper tu espíritu renitente, disponte para sufrir mayores calamidades. Los Setenta traducen: Prepárate Para invocar a tu Dios. Esta versión ha dado lugar a pensar en que la misericordia del Señor daría al pueblo obstinado una última ocasión para convertirse.

[9479] 13. Dios hace ostentación de su actividad (cf. 5, 8 s.; 9, 5, etc.). No quiere que se le mire como a un ídolo inanimado, ni que, so capa de respeto, se le considere tan alto que no se ocupa de los hombres (cf. 3, 6; Salmo 112, 5 s.), o no se entera de lo que hacemos (cf. 9, 2 ss.; Salmo 9B, 13).

[9480] 1. En este capítulo trata el profeta el mismo tema que en los anteriores, pero en forma de elegía. Casa de Israel: el reino de las diez tribus, contra el cual Amós sigue lanzando sus amenazas.

[9481] 4. Buscadme y viviréis: Invitación y promesa a la vez. Ambas se repiten en el versículo 6 para mostrar que Dios no quiere destruir sino salvar; pues el que busca encontrará, como dice Jesús en Mateo 7, 7. Cf. 4, 12; Ezequiel 18, 23 ss. y notas.

[9482] 5. Betel, Gálgala y Bersabee, tres santuarios prohibidos por la Ley. En Betel estaba el becerro, en Gálgala las doce piedras que recordaban el paso del Jordán. A Bersabee lo consideraban lugar santo porque allí vivieron los patriarcas. Dios no quería que los convirtieran en ídolos haciendo allí peregrinaciones (8, 14). Cf. Oseas 4, 15 y nota.

[9483] 6. Casa de José: el reino de las diez tribus, llamado comúnmente reino de Israel o de Efraím.

[9484] 7. Tornar el derecho en ajenjo: es decir: convertir la suavidad en severidad y causar amarguras al inocente.

[9485] 8 s. Ejemplos del poder de Dios. Véase Job 9, 9; 36, 27-30; 38, 31. Nácar-Colunga añade estos dos versículos al final del capítulo 4, considerando que aquí no están en su lugar.

[9486] 10. En la puerta: Esto se refiere a la administración de la justicia. Los hombres se reunían junto a la puerta de la ciudad y allí los ancianos y jueces solían tratar los asuntos judiciales. Cf. Isaías 9, 9 s.

[9487] 11. Como material para las casas se usaba ladrillos; así nos lo han mostrado las excavaciones. Casas de piedra tallada eran cosa de lujo.

[9488] 13. El sabio se calla: ¿Para qué hablar si no le hacen caso? Los justos han de esperar en silencio y paciencia lo que disponga Dios. Véase Salmo 36, 5 ss. David dice que a veces callaba aun lo bueno, ante el pecador (Salmo 38, 2 s.). Cf. Lamentaciones 3, 26 y nota.

[9489] 17. Pasará por medio de ellos como lo hizo en Egipto cuando hirió de muerte a todos los primogénitos de los egipcios. Véase Éxodo 12, 12.

[9490] 18. Tremendo sarcasmo. El Mesías, Salvador y esperanza de Israel, había de venir también a hacer triunfar a todos los oprimidos (Salmo 71, 12 y nota) contra los opresores (versículo 11). ¿Cómo podían, pues, desearlo estos? (cf. 9, 4; Isaías 35, 4 s. y notas). Así también cuando Él vino, escondido en la humildad del Cordero, los suyos no lo recibieron (Juan 1, 11), y Él les fue motivo de “ruina” (Lucas 2, 34). Sobre el día del Señor véase Isaías 2, 12 y nota; Joel 1, 15 y nota. Nosotros hemos de anhelar Su segunda venida. Véase II Tim. 4, 8; Apocalipsis 22, 17 y 28 y notas.

[9491] 24. “Si estas vanas ceremonias, que no agradan al Señor por estar asociadas a la idolatría y a las malas costumbres, se transforman en prácticas sagradas y en buenas obras, entonces el pueblo será justificado y salvado” (Fillion).

[9492] 25. Lo mismo dice Jeremías (7, 22-23). Algunos intérpretes creen que en el viaje por el desierto las leyes cultuales, en particular las referentes a los sacrificios no pudieron observarse con regularidad.

[9493] 26. “Sikkut es el nombre del dios asirio Adar-Malek-Saturno. Otros leen sukkat “el tabernáculo” (de vuestro rey y dios), y otros Sakkut, dios babilónico equivalente probablemente a Ninurta, y vierten: llevasteis (en procesión) a Sakkut, vuestro rey; o bien: dios de vuestro rey” (Bover-Cantera). Quiyún o Keván, nombre de un dios del panteón asirio. Cf. Hechos 7, 42 s.

[9494] 27. Más allá de Damasco: Alusión al cautiverio que sufrirán más allá de Siria, en Asiria.

[9495] 2. Calné, ciudad situada junto al Tigris (Génesis 10, 10; Isaías 10, 9). Hamat, centro de la Siria septentrional. Gat o Get, ciudad principal de los filisteos. Así como estas ciudades y reinos, a despecho de su gran poder y prosperidad, se derrumbaron, así también Samaria y el reino de Israel serán destruidos. Cf. Ezequiel 47, 13.

[9496] 6. En copones (Crampón: anchas copas): Las copas ordinarias ya no les bastan. Sin compadecerse: de los males que aquejan a Israel. Vemos así que no se puede amar a la Iglesia y permanecer indiferente o celebrar festines, ante los males y los escándalos que la afligen (cf. II Corintios 11, 29).

[9497] 7. La batahola de los banqueteadores: Vulgata: la gavilla de los lascivos. Los magnates que viven una vida disoluta serán los primeros en ser llevados al cautiverio.

[9498] 10 s. ¡Trágica escena! La miseria será tan grande que quemarán los cadáveres de los muertos porque no tendrán tiempo para enterrarlos. Su tío, el pariente que debe hacerle los ritos funerales (cf. Jeremías 34, 5). Al que está en el fondo de la casa: al único sobreviviente de la casa a quien encontró vivo el pariente, el cual parece tener miedo de que se invoque el Nombre de Dios (versículo 11), porque ello podría provocar Su ira e incitarle a enviar castigos más terribles.

[9499] 12. La casa grande de los ricos, y la casa chica de los pobres, sufrirán igual miseria.

[9500] 13. Para probar la insensatez del pueblo impenitente, emplea Amós dos imágenes de la vida campestre, que significan: es imposible obrar injusticia y esperar la protección de Dios. Véase 5, 7 y nota.

[9501] 14. El texto hebreo es enigmático y ha encontrado interpretaciones muy divergentes. Algunos suponen en él un juego de palabras. Os regocijáis en lo que es nada, es decir, el pecado. “Señor, dice San Agustín, como nada ha podido hacerse sin Ti, al hacer nosotros el pecado, que es nada, nos hemos convertido en nada. Sin Ti, por quien todo ha sido hecho, nada somos. ¡Desgraciado de mí, que tantas veces me he convertido en verdadera nada! Me he hecho miserable, he sido reducido a la nada, y lo he ignorado. Mis iniquidades me han conducido a la nada, pues nada es bueno sin el Bien Supremo. El mal no es más que la privación del bien, así como la ceguera no es más que la privación de la luz”.

[9502] 15. Predice la invasión de los asirios que vendrán desde el norte por el camino de Hamat, para destruir el reino de Israel. El torrente del Arabá (Setenta: el torrente de los Sauces): el límite sur de Moab, que a la sazón pertenecía a Israel. La Vulgata dice: el torrente del desierto.

[9503] 1. La plaga de langostas sobreviene en el momento más desastroso, antes de la segunda siega del pasto, que pertenecía al pueblo. La primera era en total o en parte del rey. De ahí la expresión “siega del rey”.

[9504] 3. Dios escucha la humilde súplica del profeta y cesa de castigar. Aunque esto se verifica en una visión, es, sin embargo, un rasgo esencial de la fisonomía del Padre celestial que detiene su brazo cuando nos humillamos en la oración (cf. Éxodo 34, 6-7; Salmo 85, 5; 85, 15 y nota; 135; Joel 2, 13). La oración de los santos, dice San Jerónimo quebranta los decretos de Dios, y Santo Tomás observa que las profecías conminatorias llevan la condición de si no media el arrepentimiento (cf. Jonás 3, 10). San Efrén compara la oración de los santos a dardos con los cuales hieren el corazón de Dios y así triunfan, porque Él es “un Padre dominado por el amor” (Pío XII). Jesús nos promete todo si formulamos nuestros pedidos en su nombre: “En verdad, en verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá” (Juan 16, 23), y añade, no sin amargura: “Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre” (Juan 16, 24). Véase I Juan 5, 16 y nota).

[9505] 4. El fuego que seca hasta las aguas del grande abismo, es símbolo de la cólera del Señor. Sobre el grande abismo que alimenta todos los manantiales, véase Génesis 7, 11.

[9506] 7 s. Un muro hecho a plomo. Se refiere al reino de las diez tribus. Ya no lo perdonaré más: Esta vez los instrumentos del albañil no servirán para construir sino para destruir.

[9507] 9. Los lugares altos de Isaac, o sea, de Israel. La Vulgata vierte: los lugares altos del ídolo. “Lugares altos” se llamaban las alturas en que los cananeos y los israelitas apóstatas daban culto a Baal. La casa de Jeroboam, o sea, la dinastía de Israel, cuyo rey era Jeroboam II (783-743).

[9508] 10 ss. El sacerdote apóstata que servía al becerro de Betel, no puede soportar las palabras de verdad, y aprovecha la profecía de Amós acerca de la casa real para acusarle del crimen de lesa majestad e intimarle que se retire a su país. Es que la verdad es insufrible para los de corazón doble, como Jesús lo enrostraba a los fariseos (Juan 5, 43; 3, 19). Amasías aconseja a Amós que ejerza su “profesión” de profeta en Judá, porque por aquel tiempo el profetismo se había convertido ya en una “carrera” y los profetas se formaban en escuelas o seminarios. El sacerdote idólatra no piensa en la vocación divina de Amós, quien nada tenía que ver con las corporaciones de profetas (cf. versículo 14 s.).

[9509] 14. Admirable respuesta de Amós, testimonio de su humildad, y a la vez de la autenticidad de su vocación: No soy profeta de profesión, ni discípulo de profeta (véase I Reyes 10, 5); profetizo porque Dios me llamó del campo, de en medio de mis trabajos de pastor y labrador. Así fue la vocación de David (I Reyes 16, 11 ss.), y la de todos los profetas, que se sentían siempre incapaces para su misión (cf. Jeremías 1, 6 y nota; Ezequiel 2, 6 ss.). Lo mismo se puede decir de los apóstoles de Jesús, Todo el Magníficat de María (Lucas 1, 48 ss.) no hace sino recalcar esta costumbre de Dios, que saca al pobre del estiércol para hacerlo príncipe (Salmo 112, 7 s. y nota).

[9510] 17. Morirás en tierra inmunda, es decir, en un país pagano, probablemente Asiria.

[9511] 2 s. Un canasto. Véase Jeremías capítulo 24 donde se usa la misma imagen para representar a los judíos de Babilonia y de Judea. Fruta madura: lista para la cosecha, que es figura del juicio, lo mismo que la siega (cf. Joel 3, 13 y nota). Amós emplea un juego de palabras entre fruta y fin, que en hebreo tienen las mismas consonantes y se pronuncian casi idénticamente.

[9512] 5 s. ¿Cuándo pasará el novilunio?, es decir, el primer día del mes, la neomenia, las calendas, que se celebraban como fiesta (cf. Números 28, 11 ss.). De ahí la pregunta de los avaros mercaderes: ¿Cuándo pasarán los días sagrados en que no podemos hacer negocios? ¿Cuándo podemos abrir nuestros almacenes para vender mercaderías? El profeta, fiel a su programa, estigmatiza las trampas de los comerciantes insaciables, las cuales consistían en achicar la medida (en hebreo: el efa, que contenía 36 litros), agrandar el siclo (el peso) y usar balanzas falsas. Así se enriquecían y por medio del dinero injustamente adquirido oprimían al pobre.

[9513] 8. Alusión a las inundaciones del río de Egipto. La falta de inundación significa calamidades para el país del Nilo (cf. Ezequiel 29, 3 y nota).

[9514] 9. Tinieblas: Algunos Padres lo aplican a las tinieblas que se produjeron en la muerte de Jesucristo. Todos estos fenómenos son figuras de desastres.

[9515] 11. Profecía gravísima y terrible, que siempre está pendiente como una amenaza sobre nosotros. Si vivimos relegando la palabra de Dios, Él retirará un día esa palabra, como aquel médico que, habiendo preparado con gran trabajo un precioso remedio para los leprosos de su hospital, observó que todos lo elogiaban con grandes expresiones de gratitud... pero luego cada uno se buscaba un remedio propio, despreciando el único eficaz, que con tanto amor les había preparado. El médico, herido en su corazón, retiró entonces aquel bálsamo despreciado. Y los enfermos murieron todos. Tal es la conminación que aquí hace Dios, como en Salmo 80, 13. En ella vemos el más trágico fin de una cultura que pretende hallar soluciones a los problemas del mundo sin contar con la actividad de Dios, esto es mirándolo como un hombre del mundo y negando a su providencia la intervención activísima y constante que Él se reservó cuando nos dijo, por boca de su Cristo, que ni un pájaro, ni un cabello nuestro cae sin obra Suya (Mateo 10, 30; Lucas 12, 7), y que no será nuestro brazo, sino Su gratuita liberalidad la que nos dará “por añadidura” (Mateo 6, 33) también las soluciones de orden temporal si buscamos antes, para nuestra alma y la del prójimo, el Reino de Dios y la justicia y santidad que de Él viene y que se funda, como dice San Jerónimo, «en la predicación de las Escrituras que conduce a la vida». De ahí la necesidad absoluta de la predicación cristiana. Mons. Meyenberg, célebre orador sagrado suizo habla de una «tisis homilética», y el Cardenal Gomá afirma que este mal «es una corriente dentro de la historia de la predicación. Pero esta corriente, si diluye las responsabilidades, no descarga de ellas»” (Biblia y Predicación, pág. 55). Cf. Eclesiástico 51, 32; Lamentaciones 4, 4; Dan. 12, 4; I Corintios 9, 16; II Tesalonicenses 2, 10 y notas.

[9516] 12. Andarán errantes de mar a mar: Esta profecía es la continuación de la del versículo anterior y se refiere en primer lugar a la busca de la palabra de Dios. San Jerónimo hace una aplicación a la Sinagoga, que, dispersa por toda la tierra, sigue rechazando la doctrina de Jesucristo. Desgraciadamente, no se ve en ella el deseo de que habla el profeta, sino más bien la ceguera que le predijo San Pablo con respecto a sus propios libros Sagrados del Antiguo Testamento (II Corintios 3, 14 ss.). “El tiempo ha hecho estragos, y los gentiles modernos no han sido menos enemigos de la tradición bíblica israelita que los antiguos con sus dioses de palo y piedra. La misma cultura talmúdica y rabínica de los Raschí, de los Maimónides, de los ben Gabirol, de los Yehuda ha-Leví, de los ben-Ezra, formada en las tranquilas horas medioevales, ha sido ridiculizada por escritores de nota como los Abrabamowitsch y Gordon en el siglo pasado. Por otra parte la llamada reforma del judaísmo, en la que tanto influyó Moisés Mendelsohn, aquel hebreo con el espíritu de la Alemania de Federico el Grande, ha tendido a destruirlo todo, y hasta tal punto se ha entronizado el elemento negativo, que no se ha conservado casi nada de lo tradicional. Así, entre los mismos judíos, se ha llegado poco a poco a negar la creencia en el advenimiento de un Mesías personal, sustituyéndolo por la idea de la misión mesiánica del pueblo de Israel, que habría de realizarse en la era «mesiánica» de la humanidad.”

[9517] 14. El pecado de Samaria consiste en el culto del becerro de Betel. Un segundo becerro se veneraba en Dan. El profeta lo saluda irónicamente. Sobre Bersabee y el culto de los antepasados véase 5, 5 y nota.

[9518] 1. Este oráculo parece referirse a la destrucción del altar de Betel, pues Amós predica a las diez tribus del reino de Israel, cuyo centro cultual estaba allí.

[9519] 2 s. No hay lugar para huir. Los pecadores caen inevitablemente en manos del juez severo, ya que no han querido escuchar al Padre amante (cf. 7, 3; Oseas 9, 17 y notas. Véase Isaías 43, 5; Jeremías 23, 24; Salmo 138, 7 ss. y notas). La serpiente (versículo 3): el dragón o leviatán de que hablan Job (40, 20 ss.) e Isaías (27, 1). Véanse allí las notas. Scheol: los infiernos.

[9520] 4. Véase 5, 18 y nota. También a Judá dirige Dios tan triste amenaza, propia de un padre dolorido (Jeremías 21, 10). En el versículo 8 vemos que todavía el amor halla modo de añadir promesas, que en el versículo 11 ss. se harán más y más esplendorosas.

[9521] 6. Sobre estos conceptos cosmológicos véase Job 32, 22; Salmo 17, 16; 103, 6.

[9522] 7. No se engrían los de Israel, por ser el pueblo escogido, porque el Señor guía también a los demás pueblos, sacó, p. ej., a los filisteos de Caftor (Vulgata: Capadocia), esto es Creta (véase Génesis 10, 14; Deuteronomio 2, 23; Jeremías 47, 4), y trajo a los arameos (Vulgata: sirios) de Kir (Vulgata: Cirene). Véase 1, 5 y nota.

[9523] 8. No destruiré del todo: Esta promesa es tanto más notable cuanto que se refiere a las diez tribus del reino idólatra. La vemos en parte ya realizada en la milagrosa conservación de ese pueblo disperso, desde su cautiverio en Asiria y Babilonia. Cf. Isaías 27, 12 s.; Oseas 3, 3 y notas. “La raza de Jacob, a la cual pertenecía el reino rebelde, no debe ser extirpada del todo, pues había recibido promesas eternas” (Fillion). Ello no obsta a que antes sufra una purificación profunda (versículo 9 s.). Cf. Lev. 26, 33; Deuteronomio 28, 64; Oseas 9, 17.

[9524] 11. Como en los días antiguos: “como en la época más brillante de su historia, bajo David y Salomón” (Fillion). Como lo muestra esta observación de Fillion, relativa al esplendor de Israel bajo la casa de Judá y anterior al cisma del norte, Amós extiende aquí su vaticinio a todas las doce tribus. Cf. Ezequiel 37, 15 ss.; 39, 2S; Zacarías 8, 13; 10, 6 ss., etc. El Apóstol Santiago cita este anuncio en el Concilio de los Apóstoles (cf. Hechos 15, 15-17 y notas), según la versión de los Setenta, poniendo las palabras “después de esto volveré”, para probar que el carácter universal de la Iglesia con el llamamiento de los gentiles al redil de Cristo estaba de acuerdo con las profecías. En su sentido literal ha de aplicarse a la restauración del pueblo israelita. Cf. Jeremías 30, 3; Ezequiel 45, 4 y notas. “Después de tantas amenazas, el profeta termina con una dulce promesa, la restauración de la tienda de David, es decir, de su reino, y la dominación sobre los pueblos vecinos. Semejante promesa implica la promesa del Mesías y de su reino, como lo interpreta el Apóstol Santiago en Hechos 15, 16” (Nácar-Colunga).

[9525] 12. Ha sido invocado mi Nombre: Fórmula que expresa los derechos de propiedad de Yahvé. Joel 3, 19 y Abdías 19 hacen igual anuncio con respecto a Edom.

[9526] 13 s. Fillion hace notar que se alude aquí a la edad de oro mesiánica, y agrega: “Después de un largo exilio (cf. 4, 3; 5, 27; 6, 7, etc.) Israel será reinstalado en Palestina, donde será feliz y próspero. La era mesiánica es muy a menudo asociada en la Biblia al fin de la cautividad.”

[9527] 15. Yo los plantaré en su propio suelo. Véase promesas idénticas en Deuteronomio 30, 3-5; Isaías 27, 12 s.; Zacarías 10, 8 s. Es el sueño del sionismo judío, cuyo iniciador fue Teodoro Herzl de Viena, que trazó el programa sionista en el primer Congreso sionista de Basilea en 1897. El 2 de noviembre de 1917 se les abrió a los judíos la puerta de Tierra Santa por la declaración Balfour, y después de la segunda guerra mundial las Naciones. Unidas (UN) les adjudicaron una parte de Palestina y favorecieron el establecimiento de un reino judío. ¿Es este el comienzo del reagrupamiento del cual habla el profeta? No sabemos. Dios nos lo dará a conocer a su tiempo. Cf. nuestro estudio “El problema judío a la luz de la Sagrada Escritura” en “Revista Bíblica” (N° 53 del año 1949).

[9528] 1. Sobre esta profecía contra Idumea hallará el estudioso paralelos en Jeremías 49, 7-22 y en el cap. 35 de Ezequiel], que también está íntegramente dedicado a la descendencia de Esaú como enemiga perpetua del pueblo de Jacob. Cf. Salmo 59, 11.

[9529] 3. El país de los idumeos era muy rocoso. Su capital Petra, en hebreo Sela, se levantaba en medio de dos peñones y muchas de sus casas no eran más que cavernas, cavadas en las paredes de las rocas.

[9530] 4. Véase Jeremías 49, 16, probablemente tomado de este pasaje de Abdías. Véase Job 20, 6; Amós 9, 2.

[9531] 5. Los ladrones dejan intactas a lo menos algunas cosas, así como los vendimiadores olvidan uno que otro racimo. No así los destructores de Edom, que destruirán el país por completo. Véase Jeremías 49, 9.

[9532] 6. Esaú, el padre de los edomitas, del cual heredaron el odio a la descendencia de Jacob. Véase Jeremías 49, 10.

[9533] 8. Alusión a la proverbial sabiduría de los idumeos que en realidad no era verdadera sabiduría, pues carecía de fundamento religioso. Por eso no saben salvar a su pueblo.

[9534] 9. Temán: Esta región formaba parte del país de Edom y poseía fama por sus sabios (Job 2, 11; Jeremías 49, 7).

[9535] 10 ss. El pecado de Edom llegó al colmo cuando sus habitantes ayudaron a los babilonios a destruir la Ciudad Santa; cuando gritaron: “¡Destruidla hasta los fundamentos!” (Salmo 136, 7); cuando en la hora trágica de Jerusalén (587 a. C.) mataron a la gente inocente. Edom no tendrá más ocasión para cometer semejantes crímenes, puesto que el Señor le cortará la vida nacional. Cf. Lamentaciones 4, 21, s.; Ezequiel 25, 12 ss.; Amós 1, 11-12. La tremenda indignación de Dios es fruto del celo por su pueblo. Véase Ezequiel 36, 5 s. y nota. De ahí que sea el mismo Señor quien toma venganza por Él y por Israel, aniquilando para siempre al orgulloso enemigo. Así se dice expresamente en Joel 3, 19-21, de modo que mucho hemos de guardarnos de juzgar a Dios o atribuirle falta de caridad. Véase Ezequiel 35, 12 ss. y notas.

[9536] 12. No debías regocijarte: Algunos creen que el profeta alude no a la destrucción de Jerusalén sino a la invasión de los árabes en tiempo de Joram (II Paralipómenos 21, 17), entre los años 889-885 a. C. En este caso la profecía de Abdías sería la más antigua entre las profecías escritas.

[9537] 16. Del mismo modo que bebieron vino en el día de su triunfo, profanando el santo monte Sión, beberán el cáliz de la cólera del Señor todos los pueblos malvados, en primer término los edomitas. Véase Habacuc 3, 6 y nota; Jeremías 25, 15; 49, 12; 51, 7; Joel 3, 1 ss.; Apocalipsis 16, 1 ss.

[9538] 17 ss. “Magnífico cuadro que contrasta con el de la ruina de Idumea. Israel recuperará sus posesiones (v. 17), triunfará de sus antiguos enemigos (v. 18), se extenderá por todos lados (v. 19-20), hasta que el reino de Dios sea establecido en el mundo entero (v. 20)… Sobre... Sión... salvación: Cf. Joel 2, 32; 3, 17... Durante esa tempestad del juicio desencadenado sobre el mundo, ¿dónde estará el arca de salvación? En Jerusalén, la capital del reino teocrático” (Fillion). Será un lugar santo: Otros: será santidad. Cf. Ezequiel 40, 2 y nota.

[9539] 18. La casa de Jacob: el reino de Judá, por oposición a la casa de José, el reino de Israel. “El reino de Israel es asociado al de Judá para la salud final” (Crampón). Cf. Ezequiel 37, 15 ss. y notas. Fillion cita aquí Salmos 76, 16; 79, 2; 80, 5-6; Oseas 2, 2, etc. y añade: “Después de haberse reconstituido en una perfecta unidad y haber reconquistado sus antiguos dominios a sus enemigos, se lanzará a la conquista de los territorios de estos.”

[9540] 19. El sentido es: Los israelitas que viven en el sur de Judá (el Négueb) ocuparán a Edom; los que viven en la llanura (la Sefelá) se adueñarán de toda la vecina tierra de Filistea; y otros se apoderarán del territorio de Efraím, Samaria y Galaad. Négueb y Sefelá son nombres geográficos que dejan bien definidas las regiones de que se trata: el sur de Judea, y el oeste de la misma hacia el Mediterráneo. La llanura de Sefelá está al sur de la de Sarón, y esta al sur del Carmelo. Cf. Zacarías 7, 6 s., y nota.

[9541] 20. Sarepta: ciudad de Fenicia, célebre por la viuda que ayudó a Elías (III Rey. 17, 9 ss.). Sefarad, según San Jerónimo el Bósforo, según otros, Sardes del Asia Menor, o Esparta del Peloponeso; según el Targum de Jonatán ben-Uziel y la Peschitto (versión siríaca de la Biblia): España. Es interesante observar, como cosa relacionada con nuestra América, que, tomando la denominación Bósforo-Sefarad como nombre de España, surgió la hipótesis de que el Mediodía (Négueb) que han de ocupar los cautivos de Jerusalén que allí estarán, fuese la América del Sur. Tanta aceptación tuvo esta conjetura entre los judíos españoles, que ellos mismos se dieron y suelen conservar aún el denominativo de sefardí o sefardita. Uno de ellos, Antonio de Montesinos, fue más lejos y afirmó, en el siglo xvi, haber descubierto en Sudamérica las diez tribus, de Israel, desaparecidas desde el cautiverio de Asiria (tesis que luego habían de sostener, con respecto a Inglaterra, los partidarios de la British Israel). Mas aquella identificación contradice a los exactos términos geográficos que se emplean en estos versículos, y que se refieren todos a Palestina y países vecinos; por lo cual los exégetas modernos le atribuyen muy poca importancia. El orientalista Delitzsch ha mostrado que el nombre de Sefarad, o nombre con esas consonantes —únicas letras que se usaban en la escritura hebrea— se ha hallado en la antigua Babilonia y en Asia Menor. Podría tratarse de Suparda, región suroeste de Media, que pertenecía a Babilonia; o de Sparda (babilónico Sapardu), nombre persa que, según las inscripciones de Behistún (Persia), designaba a Asia Menor. La primera región es la más probable, por pertenecer al país del cautiverio. El sentido es, en resumidas cuentas, el que sigue: Volverán los cautivos a Judea y conquistarán nuevamente las ciudades del Négueb. La preexistencia de ciudades, y más todavía si se las supone ocupadas por idumeos, se opone también a la conjetura de identificar el Négueb con Sudamérica, aun en el caso de que Sefarad fuera España.

[9542] 21. Fillion hace notar que “es cosa cierta, y todos los intérpretes creyentes lo admiten sin vacilar”, que la precaria conquista de Idumea en tiempo de Judas Macabeo (I Macabeos 5, 3 y 65), Juan Hircano y Alejandro Janeo, no fue sino un tipo de lo que aquí se anuncia, y que “las predicciones de Abdías pueden bien haberse cumplido de una manera figurada y típica por Nabucodonosor, Zorobabel, etc.”. Pero aquí, agrega, “a consecuencia de este triunfo, el reino de Yahvé será establecido universal y eternamente. Glorioso horizonte que Joel (3, 21 b) abre también al final de su libro”; y concluye que las últimas palabras de Abdías: y reinará Yahvé, nos conducen “a la época en que la hermosa plegaria Adveniat Regnum tuum ya no tendrá razón de ser”. ¡Con qué dichosa esperanza no hemos de formular entretanto el ruego de que llegue ese glorioso día que Él nos mandó esperarlo vigilantes (Lucas 12, 43 y siguientes) y levantar la cabeza ante las señales de su venida (Lucas 21, 27 s) para estar con Él, no ya como en esta edad de prueba en que la cizaña estará siempre mezclada con el trigo y la fe huye de la tierra (Mateo 13, 30 y 39; Lucas 18, 8), sino cuando la Iglesia consume sus Bodas (Apocalipsis 19, 6-9) y reine eternamente con Él! (Apocalipsis 21, 2).

[9543] 2. Nínive, capital del imperio de los asirios, fue “la más esplendorosa de todas las del mundo antiguo”. Estaba situada en la orilla izquierda del Tigris y se componía de cuatro ciudades, por lo cual se llama aquí la ciudad grande, como también en 3, 2 s. y en 4, 11. Fue destruida por los babilonios entre los años 606-604, y se perdió el recuerdo de sus inmensas ruinas hasta que en 1842 los arqueólogos las descubrieron.

[9544] 3. En vez de ir a Oriente, Jonás baja a Jope (Jafa), puerto palestinense en la costa del Mediterráneo, para escapar hacia el lado opuesto, a Tarsis, ciudad o región situada en el extremo Occidente, probablemente en España. Tal vez fuera el motivo de su huida el temor de que Nínive, si se salvaba, llegase a ser un terrible azote para Israel (cf. 4, 1 s.). Así lo fueron, en efecto, como vemos en el cuarto libro de los Reyes (véase los capítulos 18 y 19) y en Isaías (véase capítulo 10), etc., las tremendas persecuciones de los asirios, que a veces son también símbolo profético de las naciones gentiles enemigas de Israel. Cf. Isaías 5, 25 y nota. San Juan Crisóstomo presenta al profeta desobediente como figura de los pecadores, “que, parecidos a hombres ebrios, no atienden adónde van, ni adonde ponen el pie, sino que, siguiendo sus pasiones, se pierden por su propia locura e inobediencia”. Si Dios nos confía una misión tenemos que dejar las comodidades y sacrificar nuestro yo. No busquemos refugio en los buques de Tarsis que obedecen a nuestro antojo; pues las olas del mar sirven a Dios y son más fuertes que las tablas del mísero barco de nuestro “yo”.

[9545] 5. Alguien ha comparado este sueño de Jonás con el de Jesús en Marc. 4, 38. Fuera de la coincidencia material de que ambos dormían en una embarcación durante una tormenta, nos parece que, en vez de similitud, hay oposición entre el caso del divino Salvador, cuya presencia y cuya palabra potente y bondadosa dominaron el mar y calmaron la tempestad, y el caso de Jonás culpable, que duerme displicentemente mientras los demás sufren por aquella borrasca que el Señor Dios mandaba contra él, y que, lejos de remediarla, como Jesús, tiene al contrario que abandonar el navío para que este no naufrague. Creemos que se ha de ser muy parco en tomar el nombre santísimo de Jesús para esas comparaciones que no contienen ni una enseñanza doctrinal, ni un homenaje a la gloria del Hombre Dios.

[9546] 9. Jonás comprende que es contra él la indignación de Dios, y reacciona con rectitud, confesando su culpa. Bien sabía que el Altísimo lo veía en todas partes. “Aquel divino semblante del que quiere huir, aquella presencia que pretende evitar, es el rostro que Dios interiormente enseñaba a su profeta.” Cf. Salmo 138, 7 y nota.

[9547] 12. “Ejemplo de admirable penitencia y de magnánima caridad. Es de creer que Jonás obraría así por inspiración de Dios, como Judit y tantos otros justos del Antiguo y Nuevo Testamento” (Páramo). Es sin duda Dios quien mueve a Jonás a este acto de rectitud, del que había de pender su propia salvación, la de sus compañeros, y el cumplimiento de los planes divinos de misericordia sobre Nínive. Para mirar a Jonás también aquí como figura del Salvador, habría que distinguir entre el Cordero sin mancha, que fue Jesús, víctima de los pecados ajenos, y Jonás, justamente perseguido por la justicia divina, y cuya culpa era causa de ruina para aquellos inocentes. Habría que recordar también que, en el caso del Evangelio, la tempestad del mar se calma gracias a las palabras del Señor presente a bordo, en tanto que aquí con Jonás ocurre precisamente lo contrario. Acerca de la serenidad cristiana en el naufragio, véase la aventura de San Pablo en Hechos 27 y notas, donde el Apóstol exhorta a los compañeros que llevan ya catorce días de tempestad.

[9548] 14. Los marineros paganos clamaron al Dios de Jonás, convencidos de que cada pueblo tiene su propio Dios y temiendo que el Dios del profeta pudiera castigarlos. Pero el Señor muestra inmediatamente que tal era su voluntad, haciendo cesar al punto (versículo 15) el furor de las aguas embravecidas por culpa de Jonás.

[9549] 1. Algunos ictiólogos opinan que el pez grande que se tragó a Jonás, fue de la especie squalus carcharías (perro marino, tigre marino, tiburón). Pero ni el nombre hebreo, ni su versión griega y latina, indican especie particular, sino que dicen simplemente “pez grande”, o sea monstruo. Por lo demás la expresión Yahvé hizo venir, muestra bien la divina mano, como en la planta de 4, 6. Las representaciones primitivas halladas en las paredes de las catacumbas, ponen al monstruo dos pies y lo toman por dragón. Aunque la historia natural conoce casos semejantes al de Jonás, no se puede explicar el hecho de que el profeta se hallara tres días en el vientre del pez sin sufrir daño. Hay que admitir un portentoso milagro, que el mismo Jesucristo se dignó recoger y presentarnos como figura del misterio de su propia resurrección (Mateo 12, 39-40), en la cual se funda toda nuestra esperanza, Véase I Corintios capítulo 15. Como bien dice un autor protestante, negar aquí el milagro no es ya ir solo contra el Libro de Jonás, sino contra la palabra del mismo Jesucristo. Jonás vivió en el vientre del pez, dice San Jerónimo, del mismo modo como pudieron vivir los tres jóvenes en el horno de Babilonia (Daniel 3).

[9550] 3 ss. La oración de Jonás refleja bien los pensamientos que agitaban su corazón en aquella más que angustiosa situación. Se apoya en oraciones conocidas y divulgadas entre los israelitas. Véase Salmo 15, 10; 17, 7; 29, 4; 30, 23; 41, 8; 68, 2; 119, 1, etc. Cf. la oración de Ezequías (Isaías 38, 10). Has atendido a mi voz: He aquí lo más hermoso de esta oración: el firmísimo sentimiento de confianza, que se da por salvado cuando aún está en pleno peligro. Así Jesús daba gracias al Padre anticipadamente. Véase Juan 11, 41 s.

[9551] 7. Sacaste mi vida desde la fosa: Lo mismo dijo David (Salmo 15, 10) mirando a Jesucristo, único en quien se cumplieron estas palabras proféticas.

[9552] 9. Las mentirosas vanidades; nombre bíblico de los ídolos. Abandonan su misericordia. Según algunos el sentido sería que los que sirven a los vanos ídolos no pueden hallar misericordia. Mas no se ve qué sentido tendría esto aquí, cuando precisamente Jonás era castigado por no querer que Dios perdonase a Nínive. Según Crampón, su misericordia querría decir “el autor de su gracia”. Nácar-Colunga dice; “¡Cómo se sustraen a su misericordia los que siguen las mentirosas vanidades!” Según esto, el sujeto de su misericordia sería Dios (versículo 8), cuya mano se hacía sentir pesadamente sobre Jonás por no haberle obedecido. Y también podría significar que el mismo Jonás se declara culpable de su falta de misericordia con los ninivitas, por lo cual se propone ofrecer la reparación del versículo 10. El sacrificio de alabanza es, en efecto el que más honra a Dios, y por el cual Él promete mostrarnos la salvación (Salmo 49, 23).

[9553] 1. Dios manda a veces callar a sus profetas (véase Hechos 16, 6). Pero ¡ay de los que callan cuando Él quiere que se hable! Cf. Ezequiel 3, 16-21 y notas.

[9554] 3. Ciudad grande delante de Dios: Hebraísmo; superlativo de grande. Cf. Génesis 10, 9; Salmo 67, 1-6 y nota. Nínive, fundada por Asur, originario de Babilonia, del cual tomó nombre la Asiria, formaba un conglomerado de cuatro ciudades: Nínive, Rehobot, Calé y Resen (Génesis 10, 11 ss.). Cf. 1, 2 y nota.

[9555] 4. La profecía, como todas las conminatorias, llevaba implícita la condición de cumplirse siempre que Nínive no se hubiera arrepentido (cf. versículo 10). San Agustín dice que la Nínive pecadora fue (simbólicamente) destruida y edificada en su lugar la Nínive penitente.

[9556] 5. Los ninivitas creyeron: Es decir, no solo se arrepintieron de sus maldades, sino que creyeron en Dios. Jesús dice que “Jonás fue una señal para los ninivitas” (Lucas 11, 30), lo cual muestra que estos conocieron el gran milagro del capítulo 2, que confirma la verdad del Dios en cuyo nombre hablaba el profeta (véase Lucas 11, 32). Esta conversión de Nínive, que pareciera haber sido un episodio momentáneo, es quizá el hecho histórico central del Libro de Jonás, pues la capital de Asiria fue la única ciudad pagana que admitió oficialmente la religión de Israel, sin lo cual no se concebiría su grande contrición pública ante el simple anuncio de un profeta que hablaba en nombre de una divinidad extranjera. Tan señalada fue la misericordia con que Dios buscó la conversión de Nínive, que su empeño por atraerla es lo que da origen a todos los sucesos del Libro de Jonás y a todas las pruebas que sufre el profeta. Después de dedicar así uno de sus libros a la conversión de Nínive, la Biblia dedica otro a su apostasía: la profecía de Nahúm, cuya interpretación se aclara y cuya trascendencia se destaca si lo estudiamos en conexión con el presente Libro. Véase Nahúm 3, 4 ss. y nota.

[9557] 7. No es cosa extraña ese edicto del rey. Sabemos, por ejemplo, que el rey Asarhaddón de Nínive (681-669) dio una orden parecida. Tampoco era extraordinario incluir a los animales en la penitencia. Herodoto narra que los persas hacían participar en el luto a los animales domésticos. Se los cubría con paños fúnebres y no se les daba de comer. Los balidos y bramidos que daban pidiendo alimento, instigaban aún más a los hombres a la contrición. Por otra parte, conviene leer la profecía de Nahúm, que es posterior a Jonás y se dirige contra Nínive, para saber que la capital de los asirios, primicias de los gentiles convertidos al Dios de Israel, será entre ellos la más rebelde. Véase Nahúm 1, 11 y nota.

[9558] 9. Lejos de ser esta una expresión de duda, lo es, al contrario, de esperanza. El pueblo culpable bien sabe que merece el castigo, pero se atreve a esperar en la inagotable misericordia de Dios, la cual se da precisamente con mayor abundancia cuanto más se confía en ella (Salmo 32, 22 y nota). Nada sería más erróneo que ver aquí palabras de duda (en Joel 2, 14 las usa el profeta mismo de parte de Dios), o pensar que esa duda pudiera favorecer el espíritu de contrición y oración, porque “nadie navega contra la corriente de la esperanza”. Y, en último análisis, San Pablo nos enseña que la causa del perdón “no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9, 16), “para que no se gloríe ninguna carne” (I Corintios 1, 29) creyendo que ha ganado el perdón por sus propios méritos, y le robe así a Dios la gloria, que Él cifra en el reconocimiento de su gratuita misericordia. Véase Salmo 50 y notas sobre el verdadero espíritu de contrición. Por lo demás, ¿quién, sino Dios mismo, pone en nosotros ese buen espíritu? “Aun en estado de gracia, necesitamos de una inspiración especial del Espíritu Santo para cada obra sobrenaturalmente buena” (Scheeben). ¿Qué no será para salir del pecado? Cf. 4, 1 ss.

[9559] 10. No lo llevó a cabo: Dios, quien no puede ser vencido por ninguna fuerza contraria, se deja vencer por los ruegos de los ninivitas. “La ciudad de Nínive, que habría perecido por sus pecados, se rescató con las lágrimas de penitencia” (San Jerónimo). Cf. Amós 7, 3. Jesús opone el ejemplo de los ninivitas a la impenitencia de los fariseos, cuando dice: “Los hombres de Nínive se levantarán, en el día del juicio, con esta raza y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás” (Mateo 12, 41). “El Señor nos propone este ejemplo de sincera conversión de los ninivitas para que, haciendo con ella un cotejo de la nuestra, veamos sí tiene alguna relación con la de este pueblo. Pide conversión de corazón y frutos dignos da penitencia: quiere que nos lleguemos a Él con grande fe, humildad y confianza; que lloremos, gimamos y clamemos haciéndole una santa violencia que le sea agradable y que nuestra penitencia no consista en apariencias y promesas vanas, sino en acciones contrarias a todo aquello que nos apartó de su amistad” (Scío).

[9560] 1. Se enojó, quizá, en parte, porque temía el gran poder de Asiria y las calamidades que este país ocasionaría a su patria (véase 1, 3 y nota), pero lo que aquí se nos enseña no es eso, sino la mezquindad de nuestro corazón humano que se duele de que Dios sea misericordioso (versículo 2), en vez de alegrarse como corresponde a la caridad (I Corintios 13, 4 ss). Pésima cosa es afligirse de que Dios sea bueno, como lo mostró Jesús con los obreros de la primera hora (Mateo 20, 15), y mucho más cuando vemos que Jonás no estaba exento de culpa y desobediencia (1, 3) y no podía por tanto arrojar la primera piedra (Juan 8, 7). Más aún, él acababa de ser perdonado después de su oración (capítulo 2), y ahora se oponía al perdón de otros, como en la parábola de Mateo 18, 24 ss., por no hacer un papel deslucido después de su amenaza de 3, 4. ¿Qué más podía desear un alma sacerdotal, sino el fruto de su predicación? Dios nos muestra aquí que es malo ese espíritu que se duele de su misericordia, como lo era, a la inversa, aquel que lo tomaba por duro en la parábola de las minas (Lucas 19, 20 ss. y notas). No se ve, en consecuencia, cómo podría ser agradable a Dios que nos pusiéramos a defender aquí a Jonás mientras Él lo está desaprobando.

[9561] 3. También Elías, fugitivo y amenazado de muerte por su fidelidad, pide al Señor, en un rapto de dolor, que le quite la vida (III Reyes 19, 4), pero lo hace en muy distintas circunstancias y “abrasándose de celo” por el honor de Yahvé (III Reyes 19, 10). Jonás está muy lejos de tener igual móvil, como se ve en los versículos 8 y siguientes. Nótese que lo que Dios le censura allí, es precisamente ese móvil, y no la debilidad de quejarse, pues sabemos que Job incurrió muchas veces en esa misma queja y Dios no se lo condenó.

[9562] 6. La voz hebrea Kikaión, que traduce San Jerónimo por hiedra, en los Setenta se vierte por calabacera; los modernos, en cambio, opinan que se trataba de la planta que se llama ricino, la cual en pocos días crece y con sus amplias hojas proporciona sombra. Cf. 2, 1.

[9563] 8. Como lo dice el mismo Dios en los versículos 9 y 10, este nuevo deseo de morir ya no es por el enojo del versículo 3, sino por la planta. Después de aquel enojo, había tenido Jonás “grandísimo placer” por la sombra de la planta (versículo 6), y ahora, como aquí vemos, se deseaba la muerte porque le abrasaba el calor. Precisamente este nuevo caso lo provoca el Señor con el fin de darle una lección sobre su sinrazón en el enojo anterior, mostrando al profeta, para confusión tuya, que se interesaba mucho por conservar una planta y nada por salvar toda una ciudad; y peor aún: se enojaba de que no fuera destruida, y eso a pesar del empeño que Dios le había mostrado por salvarla. Apenas puede darse un ejemplo más elocuente de lo que somos en nuestro corazón, egoísta y vil cada vez que no recurrimos a la caridad de Cristo, sin el cual nada podemos hacer (Juan 15, 5). El santo profeta quiso, sin duda, al escribir este Libro, dejarnos tan saludable enseñanza a costa de su propia humillación, como tantas veces nos alecciona el Evangelio con las faltas y errores del que había de ser el Príncipe de los Apóstoles.

[9564] 9 ss. He aquí el objeto y fin de este divino Libro: El Señor no es solamente Dios de Israel, sino de todas las naciones. Su bondad y misericordia se extienden sobre todas sus obras (Salmo 135), por lo cual envía un mensajero especial para inspirar ánimo penitente a una ciudad que, a los ojos del profeta, mil veces había merecido ser arrasada. ¿Qué diremos de las ciudades modernas, que, por su mayor responsabilidad, viven tal vez en peores condiciones espirituales que la antigua capital de Asiria? No nos toca a nosotros condenarlas (cf. Lucas 9, 54 s.), ni apresurarnos a quitar la cizaña del trigo (Mateo 13, 30 y 39), ni siquiera perder por ello la paz de nuestro corazón. Pero sí, hemos de estar prontos a “huir de Babilonia” para no participar de sus delitos y de sus plagas (Apocalipsis 18, 4; Jeremías 51, 6; Isaías 48, 20 y notas). “El que ama el peligro perecerá en él” (Eclesiástico 3, 27) y “si alguno ama el mundo, el amor del Padre no está en él” (I Juan 2, 15). Véase Salmo 54, 7 ss.; Cantar de los Cantares 1, 8.

[9565] 10. Ningún trabajo te ha costado: En cambio las almas, no solo pertenecen a Él por haberlas creado, sino que aún habían de costarle toda la Sangre de su Hijo Único. Jesús distingue al buen Pastor, de los otros, en que a estos no les interesan las ovejas como cosa propia (Juan 10, 12 s.). “¡Cómo se conoce que nada te ha costado redimirla!”, fue el reproche que escuchó una vez, desde un crucifijo, un pastor de almas que se resistió a absolver un pecador arrepentido.

[9566] 11. Ciento veinte mil: Si tomamos este número de niños pequeños como base, la población de Nínive bien pudo sumar más de medio millón de habitantes. Que no saben discernir su mano derecha de la izquierda: Análoga expresión se usa para designar a los pequeñuelos. En sentido moral todos corremos el riesgo de no distinguir entre la derecha y la izquierda, porque, como dice el Doctor Místico, “a cada paso tomamos lo malo por bueno, y lo bueno por malo, y esto, de nuestra cosecha es”. De ahí que en nuestra conducta práctica necesitemos siempre de consejo (véase Proverbios 12, 15). Obsérvese al final la delicadeza del Señor para con los animales. Véase Proverbios 12, 10.

[9567] 1. Sobre el marco histórico véase lo dicho en la nota introductoria.

[9568] 3 s. Nótese la solemne invitación a todos los pueblos. Las imágenes aquí empleadas recuerdan las de Salmo 17, 8 ss.; 67, 9; Habacuc 3, 3 ss., etc.

[9569] 5. Por Jacob se entiende la casa de Israel, esto es, el reino de las diez tribus, con su capital Samaria. Su pecado era el culto de Baal y los dos becerros de Betel y Dan (cf. Oseas 4, 15; 14, 4 y notas). Judá y Jerusalén pecaban por los lugares altos (cf. Lev. 26, 30; IV Reyes 15, 35; 16, 4, etc.).

[9570] 7. Se refiere, en sentido más amplio, a los donativos y exvotos que se ofrecían a los ídolos. En el estilo de los profetas toda clase de idolatría se llama prostitución o fornicación. Véase Jeremías 3, 20; Ezequiel 16; Oseas capítulos 1-2; 5, 7, etc.

[9571] 8. Descalzo y desnudo, en señal de luto (cf. II Reyes 15, 30) o para simbolizar la cautividad (cf. Isaías 20, 2 ss.).

[9572] 10 ss. No digáis nada en Gat (o Get), ciudad de los filisteos, para que no se alegren viendo vuestra miseria (cf. II Reyes 1, 20). En lo siguiente emplea Miqueas una serie de juegos de palabras, inimitables en las lenguas modernas, todos ellos referentes a las localidades vecinas. Miqueas se sirve de ellos de tal modo que el nombre de la ciudad signifique a la vez su destino. Así, por ejemplo, las palabras “no vayáis a llorar” alude al nombre de Acó (o Bekaim); “en el polvo”, al nombre de Betrafa, etc. La Vulgata traduce los nombres de las ciudades según la etimología. Las ciudades aludidas están situadas en la parte sudoeste de Judea, patria del profeta. Laquís (versículo 13) es llamada el origen del pecado en alusión a los carros de guerra de Salomón (III Reyes 9, 10; 10, 26), que indujeron a los reyes de Judá a poner su confianza en los armamentos más que en Dios. Véase 5, 10 y nota.

[9573] 15. Un heredero: irónicamente: el rey de Asiria, que se apoderaba de Maresá (Moréset) La cueva de Odollam, donde David se ocultó (I Reyes 22, 1 ss.) servirá nuevamente de refugio para la gloria de Israel (los príncipes).

[9574] 16. Alude a los ritos de duelo acostumbrados entre los pueblos paganos. Véase Lev. 19, 27 y nota; Deuteronomio 14, 1; Isaías 15, 2; 22, 12; Jeremías 16, 6, etc. Cuando contemplamos, a través de la historia, lo que el pueblo hebreo sufrió desde aquel tiempo, vemos que no exageraban los profetas cuando hablaban de tan tremendo luto. Si así sufrió el pueblo elegido por rechazar el amor de su Dios (cf. 2, 6), ¿qué no será con las naciones de los gentiles, llamados en la Biblia “pueblo necio” (Deuteronomio 32, 21; Romanos 10, 19), si ellos, admitidos de limosna a la salvación (Efesios 2, 1 ss.) gracias a la defección de Israel (Romanos 11, 12 y 15) rechazan el Nuevo Testamento (Hebreos 6, 4 ss.; 10, 29) hasta al punto que Jesús anuncia en Lucas 18, 8? Es el caso de aplicarnos el proverbio que el divino Maestro usa en Lucas 23, 31. Cf. 5, 3 y nota. Véase el contraste con 2, 11 y nota.

[9575] 1 ss. Son amenazas contra los poderosos y ricos que por medio de injusticias se apoderaban de los campos y casas de otros. Véase como ejemplo el caso de Nabot en III Reyes 21. La suerte cambiará. Precisamente aquellos que se han hecho ricos a costa de los pobres, se verán más castigados en los desastres que pronto van a sucederse en cadena. El sermón de Miqueas conserva, como vemos, su actualidad en todos los tiempos.

[9576] 4. Es la elegía que se entonará sobre los ricos cuando el enemigo los despoje. El pueblo escogido se pregunta cómo es que Dios le quita su parte. Y se contesta trágicamente: Para repartirla a los infieles.

[9577] 5. La congregación de Yahvé: el pueblo de Israel, el elegido de Dios. El versículo se refiere al reparto por sorteo de la tierra entre las familias de cada tribu. Cf. Josué 14, 1 ss.; Salmo 15, 4 s. Véase Ezequiel 48, 29 y nota; Oseas 5, 10.

[9578] 6 s. Texto muy diferente según las versiones. Aquí parece hablar alguno sobre la inutilidad de la predicación porque no será oída. Según otros: porque la predicación no alejará el oprobio. Según los Setenta, será inútil llorar en la asamblea, porque Dios no suspenderá el castigo. Dice la casa de Jacob (versículo 7): Parece aquí que confían ciegamente en que Dios no podrá castigarlos. Otra versión: Oh tú que te llamas casa de Israel, ¿acaso el Señor no tiene paciencia? Otros: Lo casa de Israel ¿no dice que se ha acordado de la magnanimidad de Yahvé? Según los Setenta, parece que habla Dios por el profeta y dice: Lo casa de Jacob ha provocado al Espíritu del Señor: ¿No son estas sus costumbres? Es muy difícil saber cuándo habla uno u otro.

[9579] 8 ss. Miqueas sigue hablando en nombre de Dios y se vuelve de nuevo contra los dirigentes que cometen violencias y crueldades: asalto a pacíficos viajeros, opresión de viudas y huérfanos, y que, no contentos con expoliar el manto de sus víctimas, les toman hasta la túnica que va debajo. Es notable que tal sea el ejemplo tomado por Jesús (Mateo 5, 40 y Lucas 6, 29) para enseñarnos a sufrir injusticias. Con ello vemos bien el plan de Dios: el profeta increpa duramente a los victimarios, y les anuncia los más tremendos castigos. Jesús se dirige a las víctimas y, precisamente porque Dios se reserva tomar por ellas esa venganza (Romanos 12, 19; II Tesalonicenses 1, 6; Lucas 18, 7 s.), les dice que, lejos de defenderse, y menos aún de atacar, ofrezcan al injusto más de lo que toma, con lo cual aumentará el castigo que Dios le dará (Romanos 12, 20). Aquí está, como vemos, una profunda verdad de la sociología cristiana. El Sermón de la Montaña no es para que triunfen los malos, sino para que Dios haga triunfar a las víctimas, según lo que está anunciado del Mesías (véase Lucas 4, 18 ss. y el Magníficat, el Salmo 71, etc.). Mi loor (versículo 9), porque de la boca de los pequeñuelos Dios se ha preparado alabanza (Salmo 8, 3; cf. Mateo 21, 16).

[9580] 10. Se reitera la condenación de los opresores. Parece anunciarles el destierro. Véase versículo 4 y 5.

[9581] 11. La Vulgata comienza este verso con una exclamación del profeta: ¡Ojalá no fuera yo un varón que tiene espíritu! El profeta desearía no serlo, para no estar obligado a anunciar castigos. Las palabras se dirigen contra el pueblo en general, y especialmente contra los falsos profetas, que no poseen el espíritu de Dios. La característica de los falsos profetas era anunciar cosas agradables (cf. 1, 16; 5, 3 y notas). Por eso eran creídos y aplaudidos, como dice Jesús (Lucas 6, 26; Juan 5, 43).

[9582] 12 s. Como un suspiro de alivio, el profeta parece pasar inmediatamente de las palabras conminatorias de los versículos 8-11 a las radiosas promesas de restauración, en que la paz no será falsa (cf. 5, 5). Lo mismo se nota en Amós 9, 8-15. Los santos Padres y los intérpretes modernos ven en estos dos versículos, no solo anunciado el regreso de la cautividad babilónica, sino también una profecía mesiánica. Marchará delante de ellos Aquel que les abrirá el camino, el caudillo, el Mesías. “El (Mesías es el caudillo restaurador, el Mesías es el rey del estado restaurado, y en él (en el Mesías) va personalmente Yahvé a la cabeza. En el versículo 12 se expone la restauración bajo la idea de reunión, en el versículo 13 se describe el agente y el modo como se lleva a cabo. Y ambas ideas, el «que» y el «cómo» aparecen proyectadas cual silueta luminosa que se recorta sobre las tinieblas de Egipto, como la columna de fuego a través del negro desierto, o como el cielo claro abierto entre las montañas densas de agua en el paso del Mar Rojo” (Gil Ulecia). Véase 7, 15; Éxodo 13, 21.

[9583] 1. Jacob e Israel no significan aquí el reino del norte, sino el de Judá, como se ve en el versículo 12.

[9584] 2 ss. Alusión a las injusticias con que los dirigentes del pueblo trastornan la Ley. Los términos son muy expresivos y muestran la atrocidad de los crímenes cometidos por avaricia, la que según San Pablo no es sino otra forma de idolatría (Efesios 5, 5).

[9585] 3. Devorar la carne de alguno significa robarle los medios de subsistencia y reducirlo a la pobreza. Véase Salmo 13, 4; Isaías 3, 15.

[9586] 4. Véase 6, 6-7; Oseas 5, 6 y nota.

[9587] 5. Para adormecer las conciencias prometen la paz en vez de predicar el arrepentimiento. Véase 2, 11 y nota; Isaías 5, 20; 57, 19 y nota. “En lugar de denunciar los crímenes de los grandes y del pueblo, les prometen un futuro próspero, para que los mantengan opíparamente, y amenazan con la venganza divina a los que son demasiado pobres o demasiado íntegros para darles dinero” (Crampón). Véase Zacarías 6, 6 y nota.

[9588] 7. No habrá respuesta de Dios. Véase Ezequiel 20, 3; 14, 1 ss. y nota.

[9589] 8. En vivo contraste con esos “ciegos, guías de ciegos” (Mateo 15, 14), se levanta en este versículo la magnífica figura del santo profeta, que ve su misión no en agradar a los dirigentes sino en decir a Jacob sus prevaricaciones, o sea, en tocar las conciencias explicando la Palabra del Señor. En esto consistía, tanto su apostolado como su patriotismo.

[9590] 10. Edificáis a Sión con sangre: Levantáis en Jerusalén edificios suntuosos con los bienes adquiridos por opresión e injusticia. Véase Jeremías 22, 13-17; Habacuc 2, 12.

[9591] 12. Jerusalén y el Templo serán destruidos. Profecía que se cumplió con la destrucción de la ciudad por Nabucodonosor (a. 587 a. C). A este pasaje se refiere Jeremías 26, 18. Arada como un campo: Esto se cumplió después de la destrucción de Jerusalén por los romanos (70 d. C). Cubierta de selva: Véase el cumplimiento en los tiempos de los Macabeos cuando crecieron árboles en los patios del Templo (I Macabeos 4, 38).

[9592] 1 ss. Los versículos 1-4 se encuentran casi textualmente en Isaías, contemporáneo de Miqueas, y tienen su eco en Zacarías 8, 20 ss. “Todas las naciones acudirán algún día al Templo de Jerusalén y reconocerán a Yahvé como único maestro suyo” (Fillion). Véase Isaías 2, 2 ss.; Salmo 45, 9 s. y notas. El monte de la Casa de Yahvé: el Sión (véase Éxodo 40, 2), De Jerusalén sale la Ley, la instrucción de las naciones (versículo 2), y de ahí la multitud de pueblos que afluyen allí como a su centro espiritual (cf. Jeremías 31, 12). Es esta una profecía de la misión apostólica entre las gentes obrada por un magisterio divino salido de Jerusalén (cf. Salmo 95, 3 y nota), como ya lo vimos en los comienzos de la Iglesia. Véase la introducción al Libro de los Hechos de los Apóstoles.

[9593] 3 ss. Reinará: Aunque se refiere visiblemente al Mesías en Persona (véase Isaías 2, 4; Joel 3, 12, etc.), también se podría tomar como sujeto de la frase la palabra de Yahvé (versículo 2), la cual tiene la fuerza de convertir a los hombres (cf. Hebreos 4, 12; Mateo 4, 4; Juan 12, 42, etc.). En realidad, San Juan llama al Hijo de Dios, que asumió la naturaleza humana, “la Palabra”, es decir, en griego Logos y en latín Verbum (Juan 1, 1), que también se identifica con la Sabiduría (cf. Eclesiástico 1, 1 y nota). El convertir las espadas en rejas de arado y el descansar debajo de la parra e higuera (versículo 2) son imágenes de la paz característica de la era mesiánica (Isaías 2, 4), e indican una seguridad perfecta. Véase Salmo 45, 9 ss.; Isaías 2, 4; Oseas 2, 18; Zacarías 3, 10.

[9594] 6 s. “Muestra como Dios restablecerá a su pueblo después de haberlo castigado, y como reinará de nuevo sobre este Israel transfigurado. En aquel día: En la época que más arriba (versículo 1) se llama el fin de los días... Se le asocia otra imagen, que compara la nación teocrática a una esposa infiel, repudiada y castigada por su esposo místico” (Fillion). Los restos: véase 2, 12 y 5, 3 y nota.

[9595] 8. El antiguo poderío: Sión volverá a la antigua potestad regia. “Anuncio del restablecimiento de la realeza davídica, después que ella haya sido aniquilada por la destrucción de Jerusalén (3, 12)” (Crampón). La restauración de la teocracia davídica en los profetas no es otra que la restauración mesiánica: el reino eterno de Dios que reina desde el collado de Sión por medio del Mesías (cf. Ezequiel 40, 2; Amós 9, ti y notas, etc.). Y tú, torre del rebaño, collado de la hija de Sión. Es este un hebraísmo que designa la colina sobre la cual estaba edificada la antigua ciudadela de Sión, y en sentido más amplio toda la ciudad.

[9596] 9 s. Cf. 5, 3 y nota. Habitarás en el campo (versículo 10): Alusión al cautiverio babilónico. La mención de Babilonia es tanto más notable cuanto que, en tiempos de Miqueas, Asiria poseía la hegemonía, y no Babilonia.

[9597] 11. Ahora: “Este «Ahora» puede ser escatológico y mirar a los últimos tiempos, como en Zacarías 14 y en Ezequiel 38-39” (Nácar-Colunga). Sea profanada: La Vulgata dice: sea apedreada, porque esta era la pena de las adúlteras. Jerusalén se comportaba como una adúltera por cuanto era infiel al Señor y se entregaba al culto de los dioses ajenos.

[9598] 12. No conocen los designios de misericordia que Dios tiene para con Israel y los terribles castigos que Él prepara contra los gentiles, enemigos de su pueblo (véase Ezequiel capítulos 25-32; Joel 3, 1 ss.). Cf. Salmo 149, 6-9; Abdías 12 ss. Los pueblos paganos que castigan a Jerusalén no son más que instrumentos en la mano de Dios, pero no han entendido; creían ser superiores a Israel y a su Dios, y atribuyen la victoria a sus vanos dioses; motivo por el cual Yahvé los castigará más severamente que a su propio pueblo (cf. Isaías capítulo 10). La derrota de los enemigos será definitiva, y el Señor reinará eternamente desde Sión (Abdías 17 y 21).

[9599] 13. Gil Ulecia hace notar que la alusión de Ezequiel 38, 17 garantiza la autenticidad de los versículos 11-13, y añade que en este último se trata “directamente, según toda apariencia, del triunfo escatológico sobre los réprobos; cf. Joel 3, 2, 9-13; Ezequiel 38-39; Apocalipsis 20, 7-10, etc.”.

[9600] 1. En el hebreo este versículo es 4, 14. Interpretación dudosa. Empieza en la versión de Nácar-Colunga diciendo: Tú ahora rodéate de muros, Bet Gader. Es este un nombre propio, que traducido significaría, según la versión de la Vulgata: Hija del ladrón, queriendo aludir, sin duda, a las injusticias de los jefes del pueblo escogido.

[9601] 2. Grandiosa profecía mesiánica, que reúne los fundamentos de la doctrina cristológica: la eternidad y divinidad del Mesías (cf. Proverbios 8, 22 s.); su consubstancialidad al Padre, su realeza y su reinado. Efrata (los Setenta leen: Casa de Efrata) es el antiguo nombre de Belén y significa la fértil (Génesis 35, 16; 48, 7; Rut 1, 2). Millares: No quiere decir que Belén tuviera mil familias, constituía más bien una subdivisión de la tribu de Judá (Éxodo 18, 21 ss.; Números 1, 16; 10, 4; Zacarías 9, 7 en el texto hebreo, etc.). Belén (Betlehem) significa: casa del pan... y lo fue del Pan vivo que descendió del cielo y da vida al mundo (Juan 6, 33) y es nuestro pan supersubstancial (Mateo 6, 11). De ti me saldrá: Es Dios quien habla, Yahvé, Esposo de Israel y Padre del Mesías que nació de Judá “secundum carnem” (Romanos 9, 5). El apóstrofe podría también dirigirse a Judá (a quien pertenece Belén), si se pusiese un punto después de “millares”, quedando así eliminada la preposición “de”. Esto coincidiría con la profecía de Jacob (Génesis 49, 10) dé que el Mesías saldría de Judá. Véase Ezequiel 21, 27 y nota. La inmensa trascendencia de este “glorioso pasaje mesiánico” se ve en la interpretación terminante que los príncipes de los sacerdotes y los doctores de la Ley dieron a Herodes de este anuncio de un dominador “que ha de regir a mi pueblo de Israel” (Mateo 2, 6; Juan 7, 42) y a quien los magos llamaban Rey de los judíos (Mateo 2, 2; cf. Lucas 1, 32). Un autor moderno propone una síntesis de las profecías mesiánicas en la forma siguiente: Jesús, anunciado por Juan Bautista como venido para el juicio (Mateo 3, 10; Lucas 3, 9), vino a cumplir las profecías que lo anunciaban como Mesías Rey de los judíos (Mateo 5, 17). Siendo rechazado por la violencia (Mateo 11, 12; Juan 1, 11), Él ofreció, a los que creyeron, hacerlos hijos de Dios (Juan 1, 12) y jueces con Él en el día de su venida para el juicio. (Mateo 19, 28; Apocalipsis 3, 21; 20, 4). Al efecto, después de resucitar, les dio en prenda su Espíritu Santo que había prometido en el nombre del Padre (Lucas 24, 49; Juan 14, 16; Hechos 1, 4; 2, 2-4; II Corintios 1, 22; 5, 5), y los reunió bajo su Ley de caridad (Juan 13, 34; 15, 12) en la Iglesia formada por los gentiles (Juan 12, 52; Hechos 13, 46) y perseguida como Él lo fue (Juan 15, 18; 16, 4; I Juan 3, 13; I Pedro 4, 12 ss.), prometiéndoles volver (Juan 14, 18 y 28; 16, 16) y celebrar, cuando se haya cumplido todo, sus Bodas con la Iglesia en la Jerusalén celestial (Apocalipsis 19, 6-9; 21, 2 ss.). Y cuando Él haya triunfado de todos sus enemigos (I Corintios 15, 25), entregará el reino a su Dios y Padre (I Corintios 15, 24), a quien se sujetará también el mismo Hijo para que el Padre sea todo en todas las cosas (I Corintios 15, 28).

[9602] 3. Concuerda este texto maravillosamente con Isaías 7, 14, el cual se refiere a la concepción virginal de Jesús. Algunos intérpretes lo relacionan con Apocalipsis 12, 2-6 y con la conversión final de Israel (cf. 4, 10; Isaías 66, 7). Por esto: sobre la relación de causalidad que establecen estas palabras, Gil Ulecia cita, y considera la más acertada, la interpretación de van Hoonacker, que dice: “La cosa motivada es la determinación del momento hasta el cual no será librado el pueblo, y el motivo es el advenimiento del Rey Salvador; puesto que un príncipe salido de Belén gobernará a Israel, que será oprimido o maltratado por sus enemigos hasta el tiempo en que dará a luz la que ha de dar a luz. Que Israel será sometido al sufrimiento, resulta de 4, 14” (es decir 5, 1 de la Vulgata). Los restos de sus hermanos: en la opinión de algunos “el resto de los hermanos del Mesías: aquellos de los judíos que habrán sobrevivido a las calamidades antes predichas”. Son los restos de que se habla en 4, 7; Joel 2, 32; Isaías 11, 12; etc. Según otros, el profeta anuncia la unidad del futuro Israel mesiánico, en que los de Judá volverán a unirse con los de Israel (Jeremías 3, 18; Ezequiel 37, 15 ss., etc.). Hay también quienes aplican este concepto de hermanos a otros pasajes. Cf. Salmo 21, 23; Hebreos 2, 12 y 16 s.; Juan 20, 17; Mateo 25, 40, etc.

[9603] 4. Estas palabras nos hablan de la gloria y universalidad del reino del Mesías, su poder y soberanía, “que no son otros que el poder y soberanía del mismo Yahvé. Si el Rey-Mesías fuera solamente hombre, sería incapaz de estar revestido de ellos. Esta frase es paralela a Isaías 9, 5 y 11, 2, y atestigua, como esos pasajes, la divinidad del Mesías. En consecuencia, 5, 4 arroja luz divinizante sobre 5, 2… y al mismo tiempo la recibe de él, pues la razón de estar el Mesías honrado con atributos divinos no es otra que sus orígenes divinos también” (Gil Ulecia). El mismo autor hace notar que antes vimos los orígenes del Mesías, y que ahora este versículo es la descripción magnífica de su imperio o las cualidades con que estará adornada su actividad como rey-emperador; el modo, el poder, la paz, su magnificencia (glorificación) y su amplitud (universalidad)”.

[9604] 5 s. Este será la paz: Beneficio en que se encierra todo lo que los hombres necesitan para vivir en seguridad y tranquilidad. Cf. Isaías 9, 6. Cuando el asirio penetrare: Crampón pone aquí una nota de gran importancia para la inteligencia de las profecías escatológicas: “El asirio figura como tipo de los enemigos de los últimos tiempos.” Véase Isaías 5, 25 y nota; 30, 28 y 31; 31, 4-8; Salmo 75 y 82 y notas, etc. El Israel de Dios, con la garantía de un príncipe grande, el Mesías, nada tendrá que temer de ningún enemigo. Análogo significado ha de atribuirse a la expresión la tierra de Nimrod (Babilonia), que es otra figura de los enemigos del Reino de Dios. Siete pastores y ocho príncipes, defensores del Reino, pero súbditos del Mesías. Siete es el número de la perfección, y ocho el de la superabundancia. El sentido es: Dios enviará tantos libertadores cuantos se necesiten.

[9605] 7 ss. Estos versículos tratan de la acción misional de Israel y de la eficacia divina que de allí ha de salir (cf. Salmo 95, 3 y nota; Isaías 37, 31 s.). Del reino mesiánico se derramarán bendiciones sobre todas las razas y naciones. Pero Israel será también como un león en medio de los pueblos, los pisoteará y desgarrará, siendo la ruina para muchos (cf. Isaías 60, 12; Lucas 2, 34). Es de notar que en Apocalipsis 5, 5 Jesús es llamado el león de la tribu de Judá (cf. Génesis 49, 9). Ni espera nada de los hijos de los hombres: Véase 4, 3 y nota. Tal había sido el gran pecado de Israel. Cf. Oseas 14, 4; Zacarías 11, 8 y nota.

[9606] 10. Caballos y carros simbolizan los armamentos de guerra de Israel. Esto no es amenaza, sino promesa. Cf. 4, 3. Cuando las naciones hayan sido reducidas a la impotencia, Israel no necesitará ya instrumentos bélicos. Cf. 1, 10 y nota (in fine).

[9607] 11. La purificación religiosa de Israel ha de extenderse a la destrucción de la idolatría. Solo habrá conocimiento y culto del Dios verdadero. Arruinaré las ciudades: Porque en la edad de oro mesiánica no harán falta esos grandes centros de corrupción. ¡Qué contraste con lo que presenciamos en nuestro tiempo!

[9608] 13. Piedras de culto (en hebreo: massebah): piedras representando a Baal. Ascheras: troncos de árboles o ramas que simbolizaban a Astarté. Véase Deuteronomio 16, 21.

[9609] 14. Toda esta depuración del pueblo de Dios es la condición de su acción misional entre los demás. “Israel, una vez santificado, podrá ejercer su juicio contra las naciones aún rebeldes” (Crampón). Dios se mostrará benigno con su pueblo, mas castigará severamente a los gentiles rebeldes.

[9610] 1 ss. Yahvé denuncia la ingratitud de su pueblo. Cf. Deuteronomio 32, 5 y siguientes; Isaías 1, 2. Los versículos 3 s. forman parte de los “Improperios” en la Liturgia de Viernes Santo, en los que se recuerda lo que Jesús sufrió en su Pasión por obra de la Sinagoga (véase Mateo 27, 27 y nota). Cf. Jeremías 2, 5-6; Amós 2, 10. María o Miriam (versículo 4), hermana de Moisés y Aarón, la cual era profetisa. Véase Éxodo 15, 20.

[9611] 5. Sobre Balaam véase Números capítulos 22-24. Sitim fue la última estación de la peregrinación del pueblo israelita por el desierto (Josué 3, 1); Gálgala, el primer campamento en el país de Canaán (Josué 4, 20).

[9612] 6 s. Pregunta del pueblo arrepentido que reconoce su culpa pero conoce muy mal el corazón de Dios, pensando en ofrecerle animales, que no le interesan (Salmo 49, 12 ss.; 50, 18 s.; 39, 7), y aun sacrificios humanos que Él detesta (Jeremías 7, 31 y nota).

[9613] 8. Palabras inmortales de Miqueas que condena el falso afán de aplacar a Dios con obras puramente exteriores. Lo principal es la práctica de la justicia y el espíritu de misericordia. Lo mismo dice el Señor a los fariseos (Mateo 9, 13; 12, 7). Cf. Deuteronomio 10, 12; I Reyes 15, 22; Salmo 50, 18; Isaías 2, 11 ss.; Jeremías 6, 20; Oseas 6, 6 y nota; Amós 5, 21 y 24; Santiago 1, 27.

[9614] 9. Dios vuelve a acusar, denunciando en primer lugar las injusticias sociales y la falta de honradez.

[9615] 10. Texto oscuro: San Jerónimo traduce: Aun el fuego está en la casa del impío, los tesoros de mal dad, y la medida menor, llena de ira. Bover-Cantera: ¿Puedo soportar la casa del impío, los tesoros de iniquidad, y un efa escaso, digno de la ira divina? El efa tenía 36 litros. Aquí, como en el versículo siguiente, Dios se dirige contra las injusticias en el comercio. Cf. Deuteronomio 25, 13-16; Amós 2, 6-8.

[9616] 14. Alusiones a los castigos: hambre e invasión enemiga. Véase Lev. 26, 24-26; Deuteronomio 28, 38-40.

[9617] 16. Amrí y su hijo Acab, reyes de Israel, son representantes de la injusticia que cunde también en Judá. Véase la maldad de Acab narrada en III Reyes 21.

[9618] 1 ss. Humilde súplica del pueblo que confiesa que no hay más hombres justos en su medio. Buscar a un justo en Judá es tan difícil como encontrar racimos en una viña vendimiada. Véase Salmo 9B, 3-11; 13, 2-3; Oseas 4, 2; Amós 2, 6-8: Romanos 3, 11 ss.

[9619] 4. Imágenes de la corrupción entre los príncipes, y el egoísmo brutal en el pueblo. Lo único que hacen bien es el mal. El día anunciado por tus centinelas: el día del castigo predicho por los profetas. Cf. Isaías 21, 6; Jeremías 6, 17; Ezequiel 3, 17. Tu visita: tu castigo.

[9620] 6. La malicia, es tan grande que ni siquiera los pertenecientes a la misma familia pueden fiarse el uno del otro. Lo mismo dice Jesús en Mateo 10, 21.

[9621] 7. El santo profeta permanece inconmovible en la confianza en Dios, lo mismo que Isaías en un caso semejante. “Si Dios está con nosotros, dice San Pablo, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 31). Cf. Salmo 54, 23; 26, 1.

[9622] 8. Enemiga mía: Es todo el pueblo el que habla. La enemiga puede ser Asiria o Babilonia. Sobre Dios como luz véase Salmo 26, 1; sobre el Mesías como luz, cf. Isaías 9, 2; 42, 16; 50, 10; 60, 1 ss.; Lucas 1, 78 s.; Juan 1, 9.

[9623] 10. Alegría de Israel al ver humillada a su enemiga. Así se caracteriza la liberación mesiánica como triunfo sobre los enemigos del pueblo de Dios. Cf. Salmo 108, 1.

[9624] 11. El profeta se coloca en lo futuro, en los días de la reconstrucción de Jerusalén, tomándola como tipo del porvenir mesiánico. La Ley: sin duda la del Antiguo Testamento, por la cual los judíos estaban separados de los demás pueblos. La abolición de la Ley da a los gentiles la oportunidad para entrar en la comunidad del pueblo de Dios. En vez de Ley lee Bover-Cantera frontera: en aquel día la frontera estará más distante.

[9625] 12. El río: el Éufrates. El sentido es: vendrán de todas partes del mundo. Se refiere a la universalidad del Reino mesiánico.

[9626] 13. La tierra: Según algunos intérpretes: Judá; según otros, los pueblos paganos.

[9627] 14. Oración del profeta a Dios para que apaciente a su pueblo como en tiempos antiguos. Toma como imagen los más ricos pastos de Palestina (Carmelo, Basan y Galaad).

[9628] 15 ss. Yahvé accede a los ruegos de su siervo (versículo 15-17). Su omnipotente brazo repetirá los prodigios de la salida de Egipto. La liberación de Israel de aquella servidumbre es un tipo de la salud mesiánica (cf. Isaías 11, 11 y 15; Oseas 2, 15 s.; Jeremías 23, 7; Mateo 2, 15; I Corintios 10, 1-6). Los efectos del nuevo milagro de Dios son estupendos: confusión entre los pueblos paganos, pero no una confusión estéril. Es un “timor salutaris” (Knabenbauer). Se doblan ante Él y lamen el polvo, en señal de sumisión y adoración, y se someten a Yahvé por medio del Mesías. Esto se entiende por los paralelos (Salmo 71, 9; 17, 46, donde David es tipo del Mesías).

[9629] 18 s. El santo profeta prorrumpe en un himno entusiasta ante la grandeza del Reino que Dios le manifestó. Así como Dios lo comparó con la salida de Egipto, así también los acentos de Miqueas recuerdan los de Moisés en Éxodo 15. La nota característica de este epílogo es la alegría, que tiene su origen en la seguridad de saber que Dios ha perdonado las culpas (cf. Isaías 43, 25; Daniel 9, 24). En su infinita misericordia las arrojará a lo más profundo del mar (versículo 19), donde los pecados de Israel quedarán invisibles. Los Padres y comentaristas antiguos han aplicado esta frase al paso del Mar Rojo y también al Bautismo. Allí fueron destruidos los egipcios de tal modo que los israelitas jamás volvieron a verlos (Éxodo 14, 13). Del mismo modo Dios entrega para siempre al olvido nuestros pecados cuando en el Bautismo somos “sepultados con Cristo en la muerte” (Romanos 6, 4). Es toda una imagen de la gracia divina, la cual, infundida en nuestra alma mediante la justificación, produce como primer efecto la destrucción de la noche atroz del pecado (Sto. Tomás). La remisión de que habla Miqueas es general y definitiva e incluye a todos, como lo dice también San Pablo. Véase Romanos 8, 1. Cf. Salmo 50, 9; 76, 10; Isaías 1, 18 y notas.

[9630] 20. Jacob y Abrahán se mencionan aquí no solo como representantes del pueblo judío, sino de todas las naciones. Israel y las gentes todas tendrán parte en la salud mesiánica. Este verso “es un amén profético de carácter preciso que ensalza la verdad y gracia de Yahvé y apela a su fidelidad (Lucas 1, 58) recordando el juramento en el que descansan cual sobre roca inconmovible (Hebreos 6, 16-18) las profecías mesiánicas que las naciones incircuncisas habrían de recoger del seno del pueblo escogido (Génesis 12, 3; 18, 18; 22, 18; 26, 4; 28, 14, etc.)… Así acaba Miqueas conmemorando la «veritas et gratia» con que comenzaría San Juan (Juan 1, 14 y 17)” (Gil Ulecia). Este versículo muestra el mismo sentido que el final del Magnificat. Véase Lucas 1, 55 y nota.

[9631] 1. Carga sobre Nínive: Profecía conminatoria contra Nínive. Véase Isaías 13, 1; 14, 28; 15, 1; Jeremías 23, 33, etc.

[9632] 2. Un Dios celoso: En el Pentateuco (Éxodo 20, 5; Deuteronomio 4, 24) el Señor recibió ya el epíteto de Dios celoso, que es la expresión de su amor a Israel.

[9633] 3. Como vemos en todo este elocuentísimo pasaje, Dios esperó antes de castigar las maldades de Nínive. La perdonó un siglo antes, en tiempo de Jonás (Jonás 3), cuando ella dio señales de arrepentimiento. Pero aquí la vemos de nuevo “sanguinaria y llena de fraudes” (3, 1 ss.), hecha otra ramera como Babilonia (3, 4), por lo cual, como esta, será arrasada para siempre (versículo 9). San Pedro enseña que la condición del apóstata, que vuelve atrás después de convertirse, es peor que la de antes (II Pedro 2, 20; cf. Mat. 12, 45). Ahora bien, mientras a su pueblo escogido, a pesar de sus repetidas apostasías, Dios le promete siempre una misericordia final y gratuita (véase Jeremías 30, 13 y nota; Romanos 9, 15; 11, 6), no hará lo mismo con la Nínive gentil (Isaías 1, 24-28). Es de notar que esta capital de los asirios, que figura a los enemigos del reino de Dios en los últimos tiempos (Isaías 5, 25; Miqueas 5, 5 y notas), siendo la única pagana que se convirtió al verdadero Dios (Jonás 3, 5), representa en sentido escatológico la apostasía religiosa de la gentilidad (versículo 11), como Babilonia la simboliza en lo político, aspectos ambos que se juntarán en el Anticristo. Cf. II Tesalonicenses 2; Apocalipsis 13.

[9634] 4. Basán, el Carmelo y el Líbano, son las regiones más amenas y fértiles de Palestina. Se desarrolla aquí un cuadro de la ira del Señor que baja del cielo para mostrar su poder. Véase Éxodo 19, 16 ss.; Salmo 17, 8-16; 67, 8 ss.; Hab. 3, 3, etc.

[9635] 7. Yahvé es bueno: La Biblia no es sino el inmenso arsenal de los Hechos de nuestro Padre, donde aprendemos a mirarlo como siempre activo y “dominado por el amor” (Pío XII). Si obramos con Él como un caballero obra con su padre ilustre, viviremos estudiando en las sagradas páginas esas hazañas suyas, para gloriarnos de ellas y pregonarlas. Esto es tenerle a Dios fe, esa fe viva que nos hace obrar por amor (Gal. 5, 6). Los Setenta dicen bellamente; Yahvé es para los que esperan en Él en el día de la tribulación. Como observa un autor, en el Antiguo Testamento, “esperar” o “confiar” equivale en el Nuevo Testamento a “creer” o “tener fe”.

[9636] 8. Aquel lugar: Nínive. Sus enemigos: los asirios, enemigos de Dios. Las mismas tinieblas perseguirán a los enemigos, porque se entregaron a las tinieblas, amando más las tinieblas que la luz (cf. Juan 3, 19).

[9637] 9. No surge dos veces la tribulación: La ruina de Nínive será tan completa que no se necesita otro golpe contra ella. Esto se cumplió históricamente (cf. 2, 11 ss.), y Nínive nunca volvió a levantarse después de la destrucción.

[9638] 11. De ti: de Nínive. El Que piensa mal contra Yahvé: el asirio. Pero aquí hay más que una alusión histórica. El asirio es figura del enemigo eterno de Dios (véase versículo 3 y nota. Cf. Isaías 5, 25; 30, 28 y 31; 31, 4-8; Salmo 75 y 82 y notas; Miqueas 5, 5 s. y nota, etc.). Pensar mal del Señor es exactamente lo contrario de lo que anotamos en el versículo 7. Es ir contra lo más esencial y primario de la sabiduría (Sabiduría 1, 1; 3, 9 y notas). Es lo propio de la soberbia apóstata que analiza a Dios y lo juzga. Véase II Corintios 10, 5; Col. 2, 8 y notas. Va sin decirlo, que este extravío espiritual, al impedir la gracia que viene de la amistad con Dios, y que Él niega a los soberbios (Santiago 4, 6; I Pedro 5, 5), conduce también a los abismos de la depravación moral que San Pablo señala en los gentiles (Romanos 1, 21-32).

[9639] 12. Además de ser un oráculo contra Nínive, este verso es también una promesa para Jerusalén. Dios consuela a su pueblo prometiéndole no afligirle en adelante por medio de los asirios. Observan algunos que esta promesa no es absoluta en sentido histórico y se limita a Nínive mientras existió. En realidad, caída esa capital en el año 612 a. C, lo que en adelante sufrió Judá no fue ya por parte de Asiria sino de Babilonia. Por lo demás, la promesa puede también referirse a los asirios en sentido escatológico (versículo 11 y nota).

[9640] 15. Buenas nuevas, etc.: la ruina de Nínive. Mensajeros que vienen de Asiria anunciarán la caída de la ciudad orgullosa y fortísima (cf. Jonás 1, 2 y nota). Su ruina significa la paz para Israel. Alégrese entonces el pueblo, celebre fiestas, y cumpla los votos que hiciera al Señor. Este pasaje recuerda una palabra semejante de Isaías (52, 7) que se refiere a la paz mesiánica. Tiene aquí el mismo sentido que en Isaías. Belial: hombre malvado, aquí el asirio.

[9641] 1. Los que suben son los destructores de la ciudad, los medos y babilonios. Este verso es en el texto hebreo el segundo.

[9642] 3 ss. Descripción de los guerreros que asaltan a Nínive. Vibran sus lanzas: La Vulgata vierte: Adormecidos (borrachos) sus conductores. Bover-Cantera: blandense los abetos (de las lanzas); Nácar-Colunga: al atacar sus caballos son un torbellino. El sentido es: Los enemigos avanzan rápidamente en irresistible arremetida. El versículo 5 quiere decir que el rey de Nínive se acuerda de sus valientes y los llama para defender la ciudad.

[9643] 6. Las puertas de los ríos: las que dan sobre el Tigris y su afluente; serán tomadas y destruidas lo mismo que el templo, que estaba también junto al río. San Jerónimo lo refiere a la multitud de habitantes.

[9644] 7. Texto muy oscuro. Ha sido llevado a cabo... ha sido desnudada: Vulgata: el soldado fue llevado cautivo. Bover-Cantera: es conducida (la ciudad) descubierta. Nácar-Colunga: la reina es desnudada. Otros vierten: Huzab ha sido llevada, tomando a Huzab como reina o diosa de Nínive, idéntica con Zib o Belit.

[9645] 9. Los vencedores se exhortan mutuamente a saquear la ciudad más rica del mundo.

[9646] 11. Guarida de los leones: Nínive, de donde los ejércitos salieron para despojar a otros pueblos. Véase Sofonías 2, 13 ss. donde se le profetiza la misma desolación. También el anciano Tobías lo había anunciado diciendo: “Presto sucederá la ruina de Nínive, pues la palabra de Dios no puede faltar” (Tobías 14, 6), lo cual muestra que él conocía ya en tiempo de Salmanasar (Tobías 1, 2 y nota) algún anuncio profético en tal sentido.

[9647] 13. La conquista de Nínive tan claramente profetizada por Nahúm, fue llevada a cabo entre 612 y 604 a. C. por los babilonios y medos, después de una inundación del Tigris que arruinó gran parte de las murallas. Su último rey, el célebre Sardanápalo, pereció en las llamas del palacio que él mismo mandó incendiar. Las ruinas parcialmente excavadas demuestran que Nínive fue saqueada, antes de la destrucción.

[9648] 2 s. Retoma el profeta la descripción de la caída de Nínive. Los conquistadores recorren enfurecidos las calles de la ciudad, dejando tras de sí montones de cadáveres.

[9649] 4 ss. Nínive fue como una ramera, por cuanto sabía atraer a otros pueblos mediante su enorme influencia política, económica y cultural. Por lo cual Yahvé le da el castigo que se-aplica a las rameras. Descubriré las faldas, etc. (versículo 5): Cf. Isaías 47, 2 f.; Jeremías 13, 22 ss.; Oseas 2, 5, etc. Es de notar que en la Sagrada Escritura la fornicación significa el culto de los ídolos; la infidelidad a Dios es sinónimo de adulterio. Este es el único pasaje en que el término se aplica a una ciudad pagana, quizá porque fue también la única convertida por el verdadero Dios con extraordinaria misericordia, como se ve en todo el Libro de Jonás, por lo cual su infidelidad ulterior podía llamarse en realidad apostasía. Compárese sobre Tiro Isaías 23, 16; cf. Ezequiel 16, 29; Oseas capítulos 1-3; Apocalipsis 14, 8; 17, 2; 18, 3; 19, 2.

[9650] 8 ss. No-Amón (Vulgata: Alejandría de los pueblos). Es esta la ciudad de Tebas, capital del Alto Egipto, conquistada y saqueada por los asirios en el año 664 a. C. En esa época Egipto estaba gobernado por una dinastía de Etiopía, que dominaba también el país de Libia. Alejandría no existía en tiempos de Nahúm. Los ríos: el Nilo y sus canales.

[9651]11. Te embriagarás: beberás el cáliz de la cólera del Señor. Metáfora frecuente. Véase Isaías 51, 17; Jeremías 25, 15; Hab. 2, 16, etc.

[9652] 14 s. Invitación irónica a Nínive a prepararse para afrontar el asedio. Teniendo las murallas treinta metros de altura y un espesor de quince metros, se necesitaba un inmenso número de ladrillos para repararlas.

[9653] 16. Todas las riquezas de tus comerciantes serán semejantes a las langostas que en un momento parecen innumerables y en otro desaparecen de repente trasladándose a otra parte. Como los comerciantes, así desaparecen también los capitanes y defensores cuyo número era tan grande como un ejército de langostas.

[9654] 18. Tus pastores duermen: tus reyes y príncipes han perecido. En sentido espiritual Jonás fue pastor de Nínive. Cuando los pastores se duermen perece el rebaño. Véase versículo 4 y nota sobre la apostasía de Nínive.

[9655] 1. Carga: Así se llaman las profecías que anuncian castigos. Véase Nahúm 1, 1 y nota. Se nota en estos primeros versos la santa inquietud del profeta, pues pide a Dios le libre de las dudas que le torturan por la preponderancia de la injusticia y violencia en medio de su pueblo.

[9656] 5 s. Empieza la respuesta de Yahvé. Ante todo anuncia el castigo del pueblo, mediante las naciones paganas, entre las cuales Israel será dispersada (Deuteronomio 28, 64 ss.). Voy a hacer, etc. San Pablo, hablando a los judíos de la dispersión en la sinagoga de Antioquía, cita este pasaje según los Setenta aplicándolo a la necesidad de la fe en la obra redentora de Cristo resucitado (Hechos 13, 41). Los caldeos (versículo 6): los babilonios, que en ese mismo tiempo empezaron a apoderarse del reino de Asiria, y extendían su poder con gran velocidad sobre todo el Oriente.

[9657] 11. Los caldeos hinchados por sus éxitos, se olvidan que no son más que instrumentos de Dios (cf. Isaías 10, 7 ss.). En su vana soberbia se atribuyen a sí mismos las victorias y divinizan su poder material (véase versículo 16). Por eso caerán juntamente con sus impotentes dioses. Otra traducción: El huracán avanza y pasa, y se hace culpable. Este su poder es su dios. Condena así la divinización de la fuerza, tan tentadora para los poderosos. Véase 2, 5 ss. y nota.

[9658] 12. El profeta formula de nuevo una pregunta referente a la justicia de Dios. Al castigar a su pueblo mediante los caldeos, ¿no será Dios demasiado severo, aniquilando tal vez al pueblo elegido? Yahvé... Dios mío, mi Santo: “Cada uno de estos tres nombres contiene un motivo especial, por el cual los hebreos contaban con la protección del Señor” (Fillion). Tú le has establecido: se refiere al pueblo caldeo y su rey Nabucodonosor. Roca: nombre de Dios. Cf. Salmo 17, 3 y nota.

[9659] 13 ss. ¿Cómo puede Dios servirse de los impíos caldeos para castigar a los judíos, que son menos culpables y más justos que los caldeos? Las naciones son comparadas a los peces que el caldeo pesca uno tras otro para devorarlos, y a los insectos que no tienen quien los proteja.

[9660] 16 s. El rey de Babilonia, al vencer a los judíos, endiosará sus armas creyendo que ellas le han traído el triunfo, de modo que no será honrado Dios sino un ídolo pagano.

[9661] 1. A manera de un soldado que está de centinela, y teme la ruina total de su pueblo, el profeta está esperando la respuesta del Señor a las ansiosas preguntas formuladas en 1, 12 ss. El Señor le contesta en los versículos 2 ss.

[9662] 2. Corrientemente: Cf. Isaías 8, 1; 30, 8; Apocalipsis 1, 19. Algunos traducen: para que corra el que lee (como mensajero de la visión).

[9663] 3. Espérala: Se refiere al cumplimiento de la visión. Vendrá con toda seguridad: “Según San Jerónimo y otros expositores, aquí se habla del Mesías más bien que de Ciro” (Páramo). El profeta debe entretanto vivir de fe (versículo 4), seguro de que los designios de Dios se cumplirán, y esperar en paciencia (cf. Lucas 21, 19; Hebreos 10, 36; Santiago 1, 3 s.). La paciencia todo lo alcanza, dice Santa Teresa, y es porque ella, como dice Tertuliano, tiene a Dios por guía y también por depositario. Véase, con su nota, Hebreos 10, 37, donde San Pablo aclara la trascendencia mesiánica de este pasaje. Cf. I Tesalonicenses 1, 10; Santiago 5, 8.

[9664] 4. El justo por su je vivirá: Esta sentencia ha de aplicarse en primer lugar a las circunstancias históricas. El soberbio (en hebreo: el que se infla) es el caldeo; el justo, en cambio, el pueblo israelita. Pero contiene también una revelación fundamental, que San Pablo cita tres veces (cf. Romanos 1, 17; Gálatas 3, 11; Hebreos 10, 38 y nota), porque es base de toda posible espiritualidad cristiana. Es como una síntesis de toda la Sagrada Escritura, ya que uno solo es el Espíritu que la inspira y que habló por todos los profetas. Vive en esta sentencia una verdad que nunca se agota, ya sea en cuanto nos enseña que nadie puede ser justo sin tener fe; ya en cuanto la fe es la vida del hombre justo, el cual desfallece si le falta esa fuerza con que sobrellevar las pruebas de la vida, muchas de las cuales, y especialmente la persecución, le vienen precisamente por ser justo, por no querer transigir con el mundo, y sobre todo, por adherirse de pleno corazón al escándalo de la Cruz (I Corintios 1, 23).

[9665] 5. El primer hemistiquio se traduce de diversas maneras: Comienza aquí la enumeración de los crímenes de los caldeos (versículos 5-20). Reúne bajo su dominio: Desde la caída de los grandes imperios universales de la antigüedad (cf. Daniel 2 y notas) hasta los más recientes acontecimientos contemporáneos, la historia nos muestra siempre la inmensa verdad contenida en estos versículos, que debieran grabarse en los muros de las casas de los gobernantes para enseñarles que no solo los individuos se pierden por el orgullo ambicioso, sino también las naciones. Cf. 1, 11 y nota.

[9666] 6. Las prendas son los tributos que los caldeos exigían a los vencidos. La Vulgata traduce denso lodo (en vez de prendas). De aquí que San Gregorio Magno diga que aquel lodo son los deseos de un sórdido deleite.

[9667] 9 s. Alusión a los palacios que los babilonios edificaron con las riquezas quitadas a otros pueblos. Todas estas cosas robadas claman a Dios por venganza. Las mismas piedras acusarán la rapacidad de sus poseedores.

[9668] 12. Este ay es lanzado contra los babilonios que injustamente habían extendido su poder.

[9669] 13. Trabajan en vano y solamente para el fuego, pues todo será pasto de las llamas en el momento en que Babilonia caerá en ruinas.

[9670] 14. Véase la misma profecía en Isaías 11, 9. Esto se dice aquí no solo del conocimiento de Dios (Jeremías 3, 1, 34) sino también del de su gloria, en contraste con el poder de Babilonia, que desaparecerá mientras que la gloria de Yahvé en su reino permanecerá para siempre (II Reyes 7, 16 s.; Zacarías 12, 8; Ezequiel 37, 24 ss.; Jeremías 23, 5 ss., etc.). Cf. versículo 3 y nota.

[9671] 15 s. La imagen está tomada del ebrio postrado en el suelo. Babilonia es la que embriagaba y humillaba a los pueblos, por lo cual ella misma se embriagará de la ira del Señor. Véase Isaías 19, 14.

[9672] 17. La violencia hecha al Líbano consiste en que los invasores caldeos talaron los bosques del Líbano y mataron las bestias que allí vivían. Véase Isaías 14, 8.

[9673] 18. Los babilonios ponen su confianza en vanos ídolos, hechuras de sus manos; los israelitas en el Dios de los cielos que tiene su trono en el Templo de Jerusalén. Véase Salmo 134, 15-18; Isaías 44, 9-20 y la carta de Jeremías en Baruc (capítulo 6).

[9674] 1. El Cardenal Gomá caracteriza este capítulo como un “fragmento eminentemente poético, uno de los más hermosos himnos de la Biblia. En él expone el profeta, como en los capítulos 1 y 2 de su libro, pero en forma nueva, los juicios divinos que pesan sobre los impíos, y los favores celestes que caen en abundancia sobre el pueblo privilegiado” (Salterio, pág. 398). Un ditirambo. Los Setenta traducen: sobre instrumentos de cuerda. Vulgata: por las ignorancias.

[9675] 2. Según San Agustín y otros santos Padres, este versículo se refiere al Mesías. La primera parte expresa el temor que sintió el profeta cuando Dios le dio el anuncio (la visión); la segunda encierra la súplica de llevar a cabo la obra de la liberación de su pueblo en medio de los años establecidos, es decir, pronto. Es una profecía mesiánica, siendo la liberación del pueblo de la mano de los caldeos una figura de la definitiva que debía traer el Mesías. En lugar de en medio de los años, los Setenta trasladan: Tú te darás a conocer en medio de dos animales; lección que, en combinación con Isaías (1, 3) dio jugar a la opinión de que Cristo habría nacido en el pesebre entre dos animales. La Liturgia ha adoptado la versión de los Setenta, rezando en el Responsorio de la cuarta lección de los Maitines de Navidad: “¡Oh gran misterio y admirable arcano: los animales ven al Señor nacido reclinado en el pesebre!”, y en el Responsorio de la sexta lección de la fiesta de la Circuncisión: “En medio de dos animales, yace en un pesebre y resplandece en los cielos.” Esta versión de la profecía de Habacuc dio origen a la costumbre cristiana de poner en el pesebre dos animales, un buey y un asno. Los Evangelios guardan silencio al respecto.

[9676] 3. El Señor accede al pedido de su siervo y desciende del cielo para hacer la obra de la liberación. Temán: región de Idumea que está al sur de Palestina. Farán significa esa misma región situada al norte de la península del Sinaí. Aquí y en los versículos 9 y 13 el hebreo usa, por única vez fuera de los Salmos, la nota Sélah, que según algunos es signo musical de pausa o acentuación, y según otros es como un subrayado que acentúa la trascendencia del pasaje, como cuando Jesús añadía: “En verdad, en verdad os digo”, o “Quien tiene oídos oiga”. El profeta alude a la peregrinación del pueblo por el desierto y a la teofanía del Señor en el Sinaí. Véase Éxodo 19, 16 ss.; Deuteronomio 33, 2; Jueces 5, 4; Salmo 17, 8-16; 67, 8 ss.; Nahúm 1, 3 ss.

[9677] 4. Rayos: literalmente: cuernos. El cuerno es símbolo del poder y de la fortaleza de Dios. De ahí la expresión “cornu salutis” en Salmo 17, 3. Cf. II Reyes 22, 3.

[9678] 5. La peste (Vulgata: la muerte): uno de los azotes que el Señor tiene en su mano. Fiebre ardiente (Vulgata: el diablo). Estos símbolos dan a entender que Dios desciende para hacer juicio, como se ve en todo el contexto. De ahí que este capítulo haya sido llamado pequeño apocalipsis y ningún autor moderno lo identifique con la primera venida de Jesús humilde y doliente.

[9679] 6. Se para, etc.: “Como un general que se detiene para examinar y medir las fuerzas del enemigo, así Dios observa y mide atento la tierra que va a juzgar” (Fillion). Sacude las naciones: Véase Joel 3, 1 ss. y notas. Esto parece posterior al terrible juicio sobre Edom (Abdías 16-18), pues de allí viene el Señor (versículo 3 y nota) y trae en sus vestiduras sangre de la ciudad edomita de Bosra (Isaías 63, 1 ss. y nota). Más culpables aún que los gentiles son los malos hermanos, los envidiosos hijos de Esaú. Véase la breve profecía de Abdías y su comentario. Los montes de la eternidad: Cf. Génesis 49, 26; Deuteronomio 33, 15; Ezequiel 36, 2. Suyos son los senderos eternos. Alusión a los designios eternos que Dios viene a cumplir como en los tiempos antiguos de la historia de Israel.

[9680] 7. Los países de Cusán (Etiopía) y Madián, situados el uno al sur, el otro al norte del Sinaí, son representantes de las naciones atemorizadas por la venida del Juez. Como se ve, describe el profeta la aparición de Dios bajo la imagen de una catástrofe física.

[9681] 8. Los caballos de Dios: los vientos y nubes. Tus carros: los Querubines. Cf. Salmo 17, 11 y nota. Fillion muestra la evidente alusión al Salmo 113, 3-6 y Éxodo 14, 14 ss. y hace notar que “también ahora el Señor acude para liberar a su pueblo”.

[9682] 9. Tus dardos son los juramentos que tienes pronunciados. “Dios, anota Fillion, al castigar a los paganos, cumple las promesas que bajo juramento tenía hechas, en los días antiguos, en favor de las tribus que formaban su pueblo. Cf. Génesis 22, 16; Deuteronomio 32, 40-42; Salmo 88, 50. Hiendes la tierra. Cf. Zacarías 14, 2 s.; Apocalipsis 12, 15 s.; Ezequiel 38, 17 s.

[9683] 10. Cf. Salmo 92, 3; 96, 5, etc.

[9684] 11. Yahvé sale de su morada como un guerrero, con flechas y lanza. Ambas armas simbolizan los relámpagos, y esos son símbolos de la cólera divina.

[9685] 13. Para salvación de tu ungido: “Ese ungido es el pueblo elegido, Israel, o también, el reino teocrático en general, incluso el Mesías, el más glorioso descendiente de la dinastía elegida” (Crampón). El impío es, en sentido literal, el caldeo y los demás enemigos de Israel; en sentido típico, el Anticristo, como se ve en Isaías 11, 4 y nota; II Tesalonicenses 2, 8; Apocalipsis 19, 15 ss.

[9686] 14. Se refiere a los caldeos que oprimen a Israel. Dios aplastará todo su poder.

[9687] 15. Es una alusión al paso del Mar Rojo. Véase Salmo 76, 20.

[9688] 16 s. La nueva traducción latina del Salterio y los Cánticos, que acaba de realizar el Pontificio Instituto Bíblico por disposición de Pío XII, contiene la siguiente nota: “Espero tranquilo (cf. I Reyes 25, 9; Isaías 14, 7); ya no pregunto impaciente (como en Habacuc 1, 2 s. y 17; 2, 1) hasta cuándo los inicuos nos oprimirán impunemente, sino que en quietud aguardo hasta que luzca el día de angustia en que será afligido el pueblo que nos oprime (de cuyo castigo tratan los versículos 13-15). Aunque no florezca... yo, con todo, etc.: aunque son tristísimas las condiciones presentes, yo me alegro, sin embargo, porque sé que Dios será nuestro auxilio.” He aquí el pensamiento que ha de consolarnos y alegrarnos en los tiempos calamitosos como los que Jesús anuncia que precederán a su glorioso retorno (cf. Mateo 24). El ver días de guerras y miseria, de apostasía (II Tesalonicenses 2, 3) y burla de las profecías “como en los días de Noé y de Lot” (Lucas 17, 26 ss.; II Pedro 3, 3 ss.), debe hacernos “levantar la cabeza porque nuestra redención se acerca” (Lucas 21, 28), y convertir nuestra inquietud en paz y gozo, al pensar en las maravillas que para entonces nos están prometidas. Cf. versículo 19; I Tesalonicenses 4, 16 s. y nota.

[9689] 18 s. Después de haber contemplado la visión, espera el profeta confiadamente que el Señor vendrá a salvar a su pueblo y guiarlo a su destino mesiánico. Por eso prorrumpe su alma en un himno de fe y alabanza con que termina este divino poema. Cf. Isaías 41, 16; 61, 10. El Señor es mi fortaleza (versículo 19): “La visión de Habacuc fue una carga (1, 1); una carga pesada, pues Dios le hizo ver todos los horrores de los cuales es capaz el hombre cuando Dios lo entrega a las pasiones por haberse alejado de Él (Romanos 1, 28). Vio el espanto y el terror que esta rebelión trae consigo y que en sí ya es castigo de Dios. Vio la ola de impiedad que cubría el mundo y que se exterioriza en luchas y violencias, aparentemente dirigidas contra hombres, pero efectivamente dirigidas contra Dios. ¿Estamos acaso también nosotros sometidos a estos poderes siniestros? Lo estaríamos si fuésemos del mundo; pero sobre los que Él ha entresacado del mundo, los que están en Él, los que el mundo odia a causa de Su Nombre y que son perseguidos por causa Suya, sobre estos el Maligno no tiene poder. Estos verán el castigo del impío, aunque fuese tan solo en el día del juicio. El Todopoderoso, el Vencedor, es Dios quien nos hace andar sobre nuestras alturas cantando salmos y alabanzas, pues todas estas luchas nos descubren la sabiduría y la magnificencia de Dios, nuestro Padre” (Elpis).

[9690] 1. La genealogía de Sofonías es la más larga de todos los profetas, quizá para hacerla remontar hasta Ezequías, lo que ha inducido a algunos a creer que se trata del rey del mismo nombre (721-693).

[9691] 2 s. Es el preludio de las grandes amenazas contra Jerusalén y el reino de Judá. Los escándalos: los ídolos.

[9692] 4. Los vestigios de Baal: He aquí la causa de la ira de Dios: la idolatría a manera de los cananeos, que adoraban a Baal y Astarté como personificaciones de la fertilidad de la naturaleza, practicando su culto en los lugares altos, contra los cuales se dirigieron durante varios años las reformas religiosas de los reyes piadosos, especialmente las de Ezequías y Josías.

[9693] 5. Milicia del cielo se llaman los astros a los cuales se ofrecían inciensos sobre los terrados (Jeremías 19, 13). El jurar por Milcom es síntoma de la diabólica mezcla del culto de Dios con la adoración de los ídolos, que es lo que a Él indigna más que nada. Milcom era el dios nacional de los ammonitas, cuyo culto inhumano se practicaba también en Jerusalén (III Reyes 11, 5 y 7). Cf. Jeremías 49, 3; Amós 1, 15 y nota.

[9694] 7. El día de Yahvé: el día del juicio (cf. versículos 14-15; Isaías 2, 12 y nota; Joel 1, 15; Abdías 15, etc.). Yahvé convida a los pueblos al trágico festín. La víctima es Judá. Los convidados han sido santificados, esto es, preparados ritualmente.

[9695] 8. Se visten como extranjeros: Evidente indicio de que también su corazón se ha alejado de la religión de los padres (cf. Isaías 2, 6 ss. y nota). El mayor desprecio a Dios, que eligió a Israel y la llenó de privilegios, era envidiar a los paganos. De ahí vino siempre la corrupción, la idolatría y la degeneración de Israel, y hasta el rey Salomón cayó por causa de las mujeres extranjeras. En la moda se manifiesta el espíritu, como lo vemos palpablemente en la de hoy. Véase Ezequiel 13, 18 s. y nota. En sentido espiritual el vestido extraño es la hipocresía. El hipócrita busca cómo disfrazarse, mas “ay del que es de corazón doble” (Eclesiástico 2, 14); al ojo de Dios no escapará. Cf. Isaías 29, 15; Mateo capítulo 23; Juan 1, 47 y nota.

[9696] 9. Saltan sobre el umbral: Así entraban los filisteos en su templo de Dagón. De ahí vino quizá la costumbre supersticiosa de no pisar el umbral de la casa, costumbre divulgada hasta entre los pueblos modernos. La Vulgata vierte: entran por los umbrales: Esta versión adoptada aquí por San Jerónimo parecería poner de relieve “la insolencia con que los grandes penetraban en el templo de Yahvé, para ofrecer sacrificios cuya materia provenía de la violencia y del robo” (Fillion).

[9697] 10 s. La puerta de los Peces se hallaba en la parte septentrional de Jerusalén. Por Segunda ha de entenderse un barrio nuevo, Los collados asimismo significan puntos topográficos de Jerusalén. Mortero: nombre de otro barrio de Jerusalén. Los traficantes: literalmente: el pueblo de los cananeos. Cf. Prov. 31, 24 y nota; Oseas 12, 7. Todos los que pesan plata: Vulgata: los envueltos en plata. Terrible alusión a los ricos de Jerusalén, que recuerda la de Santiago 5, 1 ss. Ellos, en primer lugar, han de experimentar la catástrofe, particularmente los negociantes. Cf. Zacarías 14, 21.

[9698] 12. Sentados sobre sus heces, es decir, los grandes y opulentos que reposan seguros como el licor sobre las heces de las cuales toma color y fuerza. Véase Jeremías 48, 11-12. Es la más ofensiva blasfemia para el Dios vivo, sin el cual “no cae un pajarillo”, para el Dios celoso que reclama amor “de todo el corazón” y exige que nos decidamos “por Él o contra Él”, el mirarlo así como a un ente pasivo e inútil, que no hace bien ni mal.

[9699] 13. Véase Deuteronomio 28, 30; Amós 5, 11; Miqueas 6, 15.

[9700] 15 ss. El día de ira es, como el día grande (versículo 14), día de juicio para Jerusalén (cf. 3, 1), como en 3, 8 ss. lo será para las naciones, o sea los gentiles. En este pasaje se inspiró el autor del “Dies irae”. Las enérgicas expresiones que el profeta emplea aquí y en los versículos siguientes, muestran que el juicio ejecutado en Jerusalén es figura del juicio general de las naciones, así como en el capítulo 24 de San Mateo Jesús habla al mismo tiempo de la ruina de Jerusalén y de lo que ocurrirá en su segunda Venida.

[9701] 2. Antes que se ejecute el decreto: antes que se realice el divino decreto de castigaros, y se produzca como efecto aquel día de ira.

[9702] 3. Es como si hablase Jesús. Cf. el Sermón de la Montaña (Mateo 5 ss.). Sofonías señala el único recurso para los que quieren evitar la ira del Señor.

[9703] 4. Este vaticinio contiene amenazas contra las ciudades de los filisteos que oprimían a Judá desde los tiempos de los Jueces y ayudaban siempre a los enemigos del pueblo escogido.

[9704] 5. La costa del mar: la costa del Mediterráneo El pueblo de los cereteos (Vulgata: el pueblo de perdición), es decir, cretenses; pues los filisteos vinieron de Creta o Caftor (Deuteronomio 2, 23; I Rey. 30, 14 ver notas). Cf. Ezequiel 25, 16.

[9705] 7. El resto de los judíos que volviere de la cautividad, ocupará el país de los filisteos (cf. Isaías 14, 28 ss.). Este vaticinio se cumplió en los tiempos de los Macabeos, en forma transitoria, y como figura los grandes anuncios que el profeta hace luego a los restos de Israel. Cf. 3, 13 ss.; Abdías 19.

[9706] 8 ss. Los moabitas y ammonitas se engrandecieron a costa de los israelitas penetrando en los territorios de las tribus de Rubén, Gad y Manasés que habitaban en Transjordania. Véase Isaías capítulos 15 y 16; Jeremías 48, 25 ss.; Ezequiel 25, 3 ss.

[9707] 11. Análogas promesas mesiánicas se hallan en Miqueas 4, 1 ss.; Zacarías 14, 8 ss.; Mal. 1, 11. Cf. Isaías 2, 2 ss.

[9708] 12. Etiopía representaba en aquel tiempo también a Egipto. El vaticinio se cumplió bajo Cambises rey de los persas en el año 525. Cf. Ezequiel 30, 1 ss.

[9709] 13. Nínive: Así reza el texto hebreo y la versión griega de los Setenta. La Vulgata dice: la hermosa. Asiria estaba todavía en el apogeo de su poder, pero poco después fue destruida por los babilonios. Cf. Isaías capítulo 10 y la profecía de Nahúm, toda referente a la ruina final de la capital asiria, figura de los enemigos del pueblo de Dios.

[9710] 14. Véase Isaías 13, 20-22; 34, 11.

[9711] 15. Véase Isaías 23, 7; 32, 13; 47, 8 ss.; Jeremías 19, 8; Miqueas 6, 16.

[9712] 1. Llega el juicio a Jerusalén, que tantas veces ha provocado la ira de Dios y tan a menudo fue rescatada por la mano fuerte del Señor, sin convertirse. Jesucristo repite la queja del profeta (versículo 2) y dice a los jefes de la Sinagoga: “Vosotros no lo habéis querido.” Véase Mateo 23, 37 y Lucas 13, 34. Cf. Lucas 19, 42-44 y notas. En la Vulgata reza este verso: ¡Ay de ti, ciudad rebelde, y rescatada, oh paloma!

[9713] 3. Véase Ezequiel 22, 27; Miqueas 3, 1 y 11, etc.

[9714] 4. Véase Ezequiel 22, 28; Oseas 4, 6; Miqueas 3, 11, etc.

[9715] 5. Cada mañana: cada día manifiesta el Señor su voluntad por su Ley y por boca de los profetas. Más aún, está presente en su santo Templo.

[9716] 6 s. ¡Admiremos la paternal ternura de este lenguaje! Pero Jerusalén no escarmentó por los castigos que cayeron sobre las otras naciones. El juicio que viene sobre ella, es pues, justísimo. Véase 1 y nota.

[9717] 8, Apostrofe del Señor a la ciudad impenitente. El día en que me levante para la presa. En efecto “si junta aquí a las naciones es precisamente para batirlas y para despojarlas” (Fillion). Cf. Zacarías 12, 1-9; Ezequiel capítulos 38 y 39 y notas.

[9718] 9 ss. En lo que sigue reconocen los santos Padres comúnmente una profecía mesiánica. Jesucristo mudará el semblante de la tierra. “Se hablará un nuevo lenguaje, puro y desconocido hasta entonces, con que todos con un mismo corazón y el mismo espíritu recibirán el yugo suave de la nueva Ley, invocando, adorando y alabando a un solo y verdadero Dios del cielo y de la tierra” (Scío). Algunos suponen aquí una restauración de la lengua universal que se confundió en Babel (véase Génesis 11, 1 y 9), lo que es poco probable, puesto que carecería de millares de palabras para designar los objetos de la cultura moderna.

[9719] 10. Me traerán ofrendas: Véase Isaías 60, 5-6; Salmo 67, 30-32; Miqueas 4. I ss.

[9720] 12. En aquel día salvará el Señor el resto del pueblo de Israel, para formar un nuevo reino de paz y santidad. Esta nota de humildad se halla en muchos pasajes como para mostrar que ello vendrá cuando el pueblo se halle en el colmo del abatimiento. Véase Salmo 17, 28; 89, 15; 101, 18 y nota; Isaías 48, 10.

[9721] 13. Véase esta paz anunciada en Ezequiel 39, 25 ss. Cf. Ezequiel 38, 11 ss.

[9722] 14 ss. Al final de este divino Libro, Sofonías pinta un cuadro de la edad áurea de Israel. No es más la Jerusalén rebelde; ni siquiera habrá malhechores, pues Dios los sacará de en medio de ella (versículo 18), sino la nueva Jerusalén, el Israel de Dios. En aquel día de perpetua felicidad, el mismo Dios celebrará las alabanzas de Sión y no dejará de amarla constantemente (versículo 17), después de librarla de todos sus enemigos. El Señor (versículo 15) “se manifestará como rey infinitamente poderoso, de suerte que no quedará en sus corazones ningún sentimiento de temor” (Fillion).

[9723] 16. Nótese el extraordinario lirismo del amor que se manifiesta en este pasaje, como un eco de Isaías 35, 3 s.; 62, 11 ss., etc.

[9724] 18. Texto dudoso: Se han propuesto muchas correcciones. La Vulgata vierte: Yo recogeré a los hombres vanos que se han apartado de la Ley, porque eran tuyos, para que no padezca más confusión a causa de ellos. Bover-Cantera: A los abatidos sin esperanto elimino de ti, pues se han convertido en oprobiosa carga. Fillion comenta: “Esto significa que en lo futuro ningún miembro del pueblo de Dios gemirá más en tierra extranjera, incapaz de asistir a las solemnidades religiosas que se celebraban en el Templo. En efecto, todos los crueles opresores habrán desaparecido. Cf. versículo 19.” Páramo anota: “Profecía de la conversión de todo el pueblo judaico a la fe de Jesucristo.” Véase Romanos 11, 25 ss.

[9725] 19. “El día del Señor, que el profeta anuncia, será un juicio sobre todas las naciones, que recibirán su castigo mientras que Israel, purificado por el cautiverio, se convertirá a Yahvé que le recibirá. Entonces Sión cantará alegre, tanto más cuanto que ve el castigo de cuantos la maltrataron” (Nácar-Colunga). Véase Isaías 60, 12 ss.; Joel 3, 1 ss., etc. A la que cojeaba, etc.: Véase Miqueas 4, 6 s.; Isaías 54, 1 y nota; 62, 4. Gloria y nombradía: Es tomado de Deuteronomio 26, 19. Cf. Isaías 61, 7, etc.

[9726] 20. El fin del cautiverio babilónico es tomado como punto de partida para la futura gloria de Israel. Cf. Salmo 13, 7; 84, 2; 125, 1 y 4; Isaías 11, 12; 27, 11 ss.; 56, 8; Jeremías 30, 18; Ezequiel 28, 25; 34, 13; 37, 21; 39, 25; Amós 9, 14, etc. Véase la Introducción al Libro del profeta Ageo. Ante vuestros ojos: es decir, de un modo manifiesto. En efecto, la libertad que aquí se anuncia solo será adquirida al precio de la muerte del Redentor (Hebreos 13, 20) y mediante su Resurrección (Hechos 3, 20-26; 13, 32-37 y notas).

[9727] 1. Darío. Se trata de Darío I Histasptes (521-485), que dio a los judíos el permiso de continuar la reconstrucción del Templo, empezada 16 años antes por los regresados del cautiverio. Zorobabel, descendiente del rey Jeconías, era jefe político de los regresados. Véase Esdras 1, 8 (donde Zorobabel es llamado Sesbasar); 2, 2. Jesús (Josué) el primer Sumo Sacerdote, después del cautiverio.

[9728] 2. Habían erigido un altar, como se lee en Esdras 3, 1 ss. y ofrecían el sacrificio perpetuo; hacían asimismo preparativos para la reconstrucción de la Casa del Señor, más por diversos factores, en primer lugar por razones políticas (oposición de los samaritanos), dejaron de trabajar.

[9729] 4. El mismo Dios deshace los argumentos del pueblo que decía que era imposible hacer construcciones (versículo 7). Si esto fuese verdad, dice Dios, ¿por qué levantáis vuestras propias casas y no esta Casa, la mía? Véase el versículo 9 y nótese el contraste con el espíritu del rey David, que, a la inversa, no se resignaba a tener casa para él, mientras no la hubiera para el Señor (II Reyes 7, 2; 24, 24; I Paralipómenos 21, 24 s.; 29, 2 ss.; Salmo 131, 2 ss.). Y eso que las tribus vueltas del cautiverio habrían debido desear con ansia la reconstrucción del Templo, si es que la vinculaban a las esperanzas mesiánicas. Cf. Ezequiel 43, 10 s.

[9730] 6. Todos los trabajos han resultado infructuosos, la cosecha es insuficiente, una sequía azota el país (versículo 11). Cf. Lev. 26, 28; Oseas 4, 10; Miqueas 6, 14 s. Todo esto es un castigo de Dios porque se han olvidado del Templo. Véase Mal. 3, 9 ss. ¿De qué les servía tanto esfuerzo? Cf. Eclesiástico 51, 35; Mateo 6, 33 y notas.

[9731] 7. Véase análoga expresión en 2, 16 y 19.

[9732] 8. Yo me complaceré en ella, etc.: Se trata aquí de un motivo para excitar el celo del pueblo. Véase 2, 10 y nota.

[9733] 11. En todo este pasaje se ve una vez más cómo los fenómenos de la naturaleza son obra de la activa providencia de Dios, y nada hay en ellos que Él deje al azar, de tal manera que el observarlos, el gozarlos con gratitud y el acatarlos con ánimo filial, es para nosotros un continuo motivo de oración, admiración y obediencia a nuestro Padre celestial. Véase Jeremías 14, 22; Salmo 8, 2; Daniel 4, 14 y notas. Cf. Apocalipsis 6, 6.

[9734] 12 ss. La amonestación del profeta surtió efecto. Todos obedecieron la palabra de Dios anunciada por Ageo, y no solo los príncipes y sacerdotes sino todo el pueblo reanudó la reconstrucción de la Casa del Señor. Mas el efecto fue transitorio como en el caso de Nínive, pues cayeron luego más gravemente, como se ve en los Libros de Esdras y Nehemías, los cuales deben leerse junto con el presente y con los de Zacarías y Malaquías, pues todos tratan del mismo período.

[9735] 1. En el hebreo está este versículo al final del capítulo anterior.

[9736] 4 s. Vivían todavía algunos que habían visto la majestad del primer Templo, destruido por Nabucodonosor en 587, en comparación con el cual este segundo parecía como nada. Cf. Esdras 3, 12-13 y nota. El profeta alienta de nuevo a los príncipes y al pueblo.

[9737] 6. Dios les recuerda el pacto del Sinaí en que los hizo su pueblo escogido. (Éxodo 19, 5 s.).

[9738] 7. Dentro de poco: “Faltaba algo más de quinientos años hasta el nacimiento de Jesucristo, y llamase un poco de tiempo con respecto a la eternidad de Dios” (Paramo). Cf. La expresión “dentro de poco” en Juan 16, 16 y nota. Véase la explicación que de este verso da San Pablo en Hebreos 12, 26 ss. Conmoveré, etc.: Los profetas pintan con estas imágenes de revolución terrestre y cósmica el juicio y la segunda venida de Cristo. Véase Isaías 13, 10; 34, 4; Jeremías 4, 23; Daniel capítulo 7; Joel 2, 30 s.; Apocalipsis 6, 12; cf. Mateo 24, 29. Fillion observa a este respecto que “la mayoría de los profetas, suponen, cuando anuncian la era mesiánica, que ella será precedida de grandes perturbaciones en el mundo pagano, para llevarlo a doblegarse bajo la ley del verdadero Dios”; y agrega que “esas perturbaciones son simbolizadas bajo la fisura de revoluciones producidas en el mundo material. Cf. Isaías 2, 2; 11, 10 ss.; 19, 16 ss.; 24, 1 ss.; 60, 1 ss.; Daniel 2, 36-45; 7, 2 ss.; Joel 2, 30 ss.; Miqueas 4, 1 ss., etc.”.

[9739] 8. Los tesoros de todos los pueblos. Realmente los reyes persas y los jefes de otros pueblos enviaron regalos y ofrendas para el nuevo Templo. Mas el vaticinio va más allá del restaurado reino judío (véase Salmo 67, 30; Isaías 60, 5 ss.), siendo su sentido mesiánico, como lo afirman muchos Padres, siguiendo la versión de la Vulgata: Vendrá el Deseado de todas las gentes. Este “deseado de todas las gentes” es, en sentir de ellos, Aquel mismo que Jacob llama según la Vulgata la esperanza de las naciones y el deseo de los collados eternos (si bien el hebreo da también allí un sentido diferente, como puede verse en Génesis 49, 10 y 26; Ezequiel 21, 27 y notas). Los Setenta traducen: los elegidos de entre los pueblos: lo que, en opinión de San Cirilo Alejandrino, querría decir que los mejores de los paganos se convertirán.

[9740] 9. Mía es la plata, mío el oro: San Agustín parte de estas palabras para inculcar a los ricos los deberes sociales y dice: “Si el oro y la plata son de Dios, esto quiere decir que cuando Dios os manda dar a los pobres, os manda dar lo que es suyo; y cuando hacéis limosna, lo hacéis con fondos que os prescribe distribuir, y no con lo que os pertenece” (De Moribus). Pues Dios es el dueño de todos nuestros bienes, y nosotros somos sus administradores.

[9741] 10. No obstante lo expuesto en la nota al versículo 20 sobre el rechazo que Israel había de hacer del Enviado, y que quitó a este segundo Templo la plenitud de la gloria que había de tener, es claro que el solo hecho de que Jesús entrase en él desde Niño (Lucas 2, 46 ss.) y predicase en él hasta el fin (Mateo 23), constituyó para ese Templo una gloria inmensa, si bien no definitiva según anunciaban los profetas (cf. Ezequiel 20, 40; 37, 26 ss.; 43, 7-9; 44, 4; Jeremías 33, 17 ss.; Tobías 13, 12 y nota), pues el mismo Jesús había de llamarlo, al menos por dos veces, mercado (Juan 2, 16) y guarida de ladrones (Mateo 21, 13 y nota), y predecirle su total destrucción (Mateo 24, 1 ss.) por no haber reconocido Israel “el tiempo de Su visita” (Lucas 19, 44). Tal vaticinio del divino Profeta se cumplió por los romanos el año 70, con esa destrucción, que aún perdura, porque el Templo no se levantó más y el pueblo judío vive disperso por el mundo entero, aunque una parte ha vuelto al país de sus padres (cf. Éxodo 25, 4 y notó). Daré la paz: De acuerdo con todo el conjunto de las profecías, la era del Cristo debía ser una era de paz. Cf. Miqueas 5, 4. Sobre Cristo como príncipe de paz, véase Salmo 71, 7; 84, 10; Isaías 9, 6; Miqueas 5, 5; Ezequiel 37, 26.

[9742] 13 s. Cf. Lev. 6, 20 s.; Números 19, 22 s. Crampón aduce el ejemplo de la naturaleza, en que un fruto sano, en contacto con otro picado, no puede sanar a este, sino que a la inversa, se pica él también. Véase Mateo 13, 21, cuya interpretación se vincula con este concepto.

[9743] 15. Se aplica lo que precede al pueblo judío. Este es semejante a un hombre inmundo que ha contraído impureza legal por contacto con un cadáver, de manera que todo lo que toca o hace queda inmundo, porque la inmundicia es contagiosa, en contraste con la santidad que no se comunica automáticamente (versículo 13). La inmundicia consiste en la indolencia que acaban de mostrar respecto a la reconstrucción del Templo. Por eso Dios considera todas sus obras como inmundas. Hay en esto una honda doctrina espiritual: Todo lo que no viene del corazón sencillo, es decir, recto y sin doblez, desagrada a Dios (véase Juan 1, 47 y nota). (Mencionemos de paso que algunos expositores ven en la inmundicia a los samaritanos cuyo contacto hacía impuros a los judíos (cf. Esdras 4, 1 ss.).

[9744] 17 ss. Se refiere a las malas mieses que obtenían, a causa del escaso interés en la reconstrucción del Templo. Desde aquel momento en que continúen reedificando la Casa del Señor, la tierra les dará sus frutos. Cf. versículo 20; Isaías 5, 10.

[9745] 20. La vid, la higuera, etc.: Todo debía hacer florecer el divino Padre (cf. Cantar de los Cantares 7, 12; Oseas 2, 14 ss., etc.) cuando viniese Jesús, el Deseado (versículo 8), en quien tenía Él todo su gozo (Mateo 17, 5) y por quien hizo todas las cosas (Hebreos 1, 2). Pero esas bendiciones prometidas a Israel quedaron en suspenso, porque el Ungido vino a su pueblo y él no lo recibió (Juan 1, 11). Para entender rectamente las profecías no puede perderse de vista este punto gravísimo del rechazo del Mesías, que lo convirtió en piedra de tropiezo, cosa que la misma Escritura llama asombrosa (Salmo 117, 22 y nota). El que vino para ser Salvador y príncipe de Israel (Miqueas 5, 2; Lucas 1, 32; Mateo 25, 31) fue motivo de su ruina, como lo anunció Simeón (Lucas 2, 34). De ahí el asombro de Pedro cuando Jesús le anuncia su Pasión (Mateo 16, 21 ss.), y de ahí que los discípulos lo aclamaran el domingo de Ramos como ya triunfante (Marc. 11, 10), y no comprendieran, hasta que Jesús mismo se lo explicó después de su Resurrección (Lucas 24, 25 ss.), que era necesario que Él padeciese antes de entrar en esa gloria con que lo presentaban los profetas (Jeremías 23, 5 ss.; Ezequiel 37, 22, 25; cf. Isaías 60, etc.), y que también esa Pasión y Muerte del gran Rey estaba anunciada (cf. Isaías 53; Salmo 21 y 68, etc.), lo mismo que su Resurrección (Hechos capítulos 3 y 13), porque Dios no podía ignorar que Israel rechazaría al Salvador que Él le mandaba; así como en el caso de Adán, aunque Él no lo creó para que pecase, no podía ignorar que iba a pecar. Véase Isaías 35, 5; Zacarías 3, 7 y nota; Mateo 11, 12; Hechos 3, 22 y 26; I Pedro 1, 3 y notas.

[9746] 21. Termina el Libro de Ageo con una promesa esplendorosa, y concordante con las de muchos otros profetas: los reinos paganos desaparecerán, más Zorobabel y su descendencia vivirán en paz y seguridad, esperando la salud prometida. Anuncio evidentemente mesiánico, pues sabemos que históricamente sucedió algo muy distinto. Cf. versículo 7, 10 y 20 y notas.

[9747] 24. Como anillo de sellar; que era guardado cuidadosamente; su portador nunca se separaba de él y lo llevaba siempre consigo. Véase Génesis 41, 42; Jeremías 22, 24; Cantar de los Cantares 8, 6. Siervo y escogido son epítetos mesiánicos, por lo cual San Jerónimo considera a Zorobabel como figura de Cristo, y realmente parece que en este notable pasaje relativo al último príncipe descendiente de David, caudillo de Judá (Esdras 2, 2) y restaurador del culto de Dios (cf. 1, 14; Esdras 3, 2 y 8; Nehemías 12, 46), a quien se dirige ante todo la profecía de Ageo (cf. 1, 1; 2, 3) y también la de Zacarías (Zacarías 4, 6-10), se escondiese también algo del misterio davídico y mesiánico que anotábamos en Isaías 32, 1 y nota; Ezequiel 46, 16 ss. Crampón comenta a este respecto: “El sello tiene una gran importancia entre los orientales: atestigua el derecho de su poseedor y certifica sus voluntades. Dios cuidará de Zorobabel como de una cosa de gran precio; hará de él el instrumento de sus voluntades, el agente fiel de sus decretos frente a su pueblo y frente al mundo entero, y hará propia la obra de su siervo, como obra privilegiada suya.” El Eclesiástico habla también de Zorobabel (y del sacerdote Jesús, hijo de Josedec) en términos ditirámbicos, lo mismo que Zacarías, y lo llama, como aquí anillo. Véase Eclesiástico 49, 13; cf. Mateo 1, 12.

[9748] 1. Esta fecha coincide con el año 520 a. C. Darío reinó de 521 a 485. Véase Ageo 1, 1. Hijo de Baraquías: en Esdras 5, I y 6, 14 llamado Hijo de Iddó, en el sentido lato de descendiente, como en Mateo 1, 8 se llama a Ocías hijo de Joram, que fue su bisabuelo. (Cf. II Paralipómenos 22, 1 y 11; 24, 27; IV Reyes 9, 14 y 20; y el caso de Baltasar en Daniel 5, 2 y nota).

[9749] 3. Convertíos a Mí, etc. Véase Malaquías 3, 7 y nota. En su alocución del 15 de abril de 1945 referente a una paz justa, S. S. Pío XII cita estas palabras, agregando que el espíritu de conversión es lo que necesitamos para salir de la gravísima crisis en que vivimos. Cf. Isaías 31, 6; Jeremías 3, 12, 14 y 22; 4, 1; 18, 11; Ezequiel 18, 30; Oseas 14, 2.

[9750] 4. Los profetas anteriores, es decir, los que predicaron las advertencias de Dios antes del exilio. Véase 7, 7. Porque Él no hace nada sin anunciarlo primero a sus profetas (Amós 3, 71 de modo que puedan salvarse de la catástrofe aquellos que presten atención a la voz de los profetas. Lo mismo está dicho para nosotros sobre las profecías del Nuevo Testamento, cuyos anuncios son aún más terribles, Véase Marcos 13, 17; Lucas 21, 28-36; I Tesalonicenses 5, 1-6 y 20, etc.

[9751] 7. El mes de Schebak era el undécimo del calendario judío; corresponde a la luna de enero-febrero.

[9752] 8. De noche: Todas las visiones de Zacarías son nocturnas (cf. versículo 11 y nota). La última termina en 6, 8. Vi a un hombre: Se trata de un ángel o mensajero, como se deduce de los versículos 9 y 11, pero de categoría superior a los otros, y el profeta lo trata de “Señor”. San Jerónimo opina que era el Arcángel San Miguel, protector del pueblo judío (cf. Daniel 10, 21). Crampón lo llama “imagen personal del Dios invisible, pero que se distingue de Él” (véase 2, 6 s. y nota). En vez de mirtos, dicen los Setenta montes. Los Setenta hablan también de cuatro caballos y cuatro colores, lo que cuadra mejor con el lugar paralelo de los cuatro carros (6, 1 ss.) y con el estilo apocalíptico. El simbolismo de los cuatro colores, que en Apocalipsis 6 tiene un sentido de exterminio (cf. versículo 18 y nota), encierra aquí un misterio que algunos refieren a los diferentes caracteres (San Jerónimo), o a los cuatro puntos cardinales del globo, y que otros interpretan más bien con relación al tiempo, refiriéndolo a los cuatro reinos gentiles de Daniel 2, o a las cuatro bestias de Daniel 7. Lo indudable es que se trata de ángeles enviados por Dios a recorrer la tierra (versículo 10) y que encuentran, en prosperidad (versículo 11 y 15) a esas naciones contra las cuales Dios está indignado (versículo 15 s.) porque son enemigas de Israel (versículo 12 y 18 ss.), es decir que deberá preceder su castigo antes de cumplirse las promesas consoladoras para Jerusalén (versículo 13 ss.) Véase versículo 11.

[9753] 11. Esta paz recuerda la que San Pablo anuncia en I Tesalonicenses 5, 3 (véase Lucas 21, 24; Isaías 29, 4-7 donde se habla también de visión nocturna). “Ageo acababa de anunciar que al advenimiento del libertador prometido a los judíos precederá una gran crisis, una especie de sacudimiento catastrófico entre las naciones paganas (véase Ageo 2, 7 ss. y 23); esta comprobación hecha por los emisarios de Yahvé denotaba, pues, que la hora de la liberación no había sonado aún para Israel. De ahí la ardiente súplica que el Ángel dirige en seguida a Dios en favor de Jerusalén y de las otras ciudades de Judá: Señor, ¿hasta cuándo? (versículo 12)” (Fillion). Cf. Isaías 26, 1-7; 40, 1-5; Lucas 3, 5, donde el anuncio se aplica al Bautista en sentido espiritual, y Malaquías 3; 1 ss., donde se lo aplica a la purificación de Israel.

[9754] 12. Son ya setenta años en número redondo, contando desde el comienzo de la aflicción de Judá, es decir, del asedio de Jerusalén por Nabucodonosor (588). No son estos los setenta años de la cautividad, los cuales terminaron el año primero de Ciro, dieciséis años antes.

[9755] 13. Palabras de consuelo: Dios se ha apiadado de su pueblo después de castigarlo durante setenta años. Jerusalén rebosará de bienes (versículo 17) y el Señor volverá a cuidar de Sión.

[9756] 14 s. “Bien sabemos, dice un autor piadoso, que Dios no tiene corazón de carne. Pero, ¿qué importa, si Él obra como si lo tuviese? ¿Acaso el lector de la divina Escritura no ha de creerle cuando Él mismo se digna hacernos así sus más íntimas confidencias? ¡Cuidado, pues, con pretender someterlo a nuestro juicio, o empeñarnos en conocerlo diferente de como Él quiere ser conocido! Si así se nos muestra el Dios de la verdad, es porque Él es así. ¡Y en conocerlo así, por sus palabras, en eso consiste la vida eterna!” Véase Juan 17, 3.

[9757] 16. La cuerda será tendida sobre Jerusalén: Jerusalén será reedificada. El cordel de medir significa en el lenguaje profético el trabajo del constructor y del que reparte la tierra. Véase 2, 1; 4, 10 y 6, 13 y notas; Apocalipsis 21, 15 ss.

[9758] 17. Nótese que las visiones siguientes desarrollan el doble contenido de esta: primero la explosión de la ira divina contra las naciones paganas (versículo 15), y luego la nueva elección de Jerusalén “más honorable que la primera”. Cf. II Paralipómenos 6, 6; 12, 13, etc. Tal observación facilita mucho el entendimiento de las misteriosas visiones que siguen.

[9759] 18 ss. Sobre el significado de los cuernos o astas véase Daniel 7, 24; Apocalipsis 17, 12. Los cuernos representan a los pueblos que han venido de los cuatro puntos cardinales de la tierra a oprimir y destruir el reino de Judá y de Israel. Dios envía a cuatro herreros, símbolos de los poderes sobrenaturales que van a destruir esas naciones enemigas. Véase versículo 8 y 11 y notas. Algunos equiparan estos cuatro agentes a las cuatro calamidades de Ezequiel 14, 21, a saber: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste, que coinciden con los cuatro caballos de Apocalipsis 6. En el hebreo, los versículos 18-21 pertenecen al capítulo 2 cuya numeración se adelanta así en cuatro versículos con relación a la Vulgata y a los Setenta.

[9760] 1. Véase 1, 16 y nota. La cuerda es para delimitar el circuito de la ciudad a reconstruir. Véase Ezequiel 40, 3 y 5.

[9761] 4 s. Corre: Cf. Habacuc 2, 2 y nota. La nueva Jerusalén es tan populosa que no cabe más dentro de los límites de las murallas. Esto mismo significa también que habrá paz y seguridad para sus habitantes. Un mundo de ciudades abiertas sería mucho más seguro que un mundo de fortalezas. Pero esta lección política que coincide con lo que vemos en Isaías 11, 6 ss., parecería un sueño en el mundo de hoy. Jerusalén tendrá una muralla de fuego (versículo 5) y por lo tanto infranqueable (cf. 12, 6 y nota). El mismo Dios protegerá la ciudad santa (Salmo 124, 2).

[9762] 6 s. Apóstrofe a los judíos que se hallan todavía en el destierro en el país del norte (Babilonia). Dios los exhorta a huir y volver a su patria. Véase Isaías 48, 20; Jeremías 51, 6 y notas; Apocalipsis 18, 4. “Todo el discurso que sigue es del Ángel de Yahvé, hablando ora como un solo y mismo ser con Yahvé, ora como una persona distinta” (Crampón). Sobre la misteriosa figura de este Ángel véase versículo 9; 1, 11 y nota.

[9763] 8. Para gloria suya: esto es “para aumentar la gloria del Señor. Anunciando de parte de Yahvé, primero el castigo de los pueblos paganos que habían oprimido al pueblo teocrático (cf. 1, 15), y después, su futura conversión (cf. versículo 11), el divino mensajero manifestará la gloria de Aquel que le ha confiado esta misión y en cuyo nombre obrará” (Fillion).

[9764] 9 s. Véase 12, 9 ss. Vengo y moraré en medio de ti (versículo 10): Vemos con plena claridad el carácter mesiánico del vaticinio. Jerusalén, la morada del Señor, será un centro hacia el cual afluirán los pueblos. Véase Isaías 12, 6; Sofonías 3, 15; Ezequiel 48, último versículo.

[9765] 11. Alude a la conversión de los gentiles al Dios de Israel, con el cual formarán un solo pueblo. Véase 8, 20-22; Ezequiel 47, 22 s.; Isaías 2, 1-4; 19, 18-25; Miqueas 4, 2.

[9766] 12. En la tierra santa. Es uno de los pocos lugares en que Palestina es llamada Tierra Santa, término con que hoy acostumbramos designar aquel país privilegiado por haber sido el escenario de la vida del Redentor (cf. Éxodo 3, 5; Daniel 8, 9; 11, 16; Isaías 8, 8; Oseas 9, 3; Ezequiel 47, 13 ss.).

[9767] 1. Jesús, llamado también Josué, Sumo Sacerdote, que con Zorobabel regresó del destierro, el año 536 a. C. Véase Esdras 2, 2; 3, 2; Eclesiástico 49, 13-14; Ageo 1, 1. Un gran misterio profético parece encerrarse en la figura de este Jesús como en la de su compañero Zorobabel (cf. Ageo 2, 24 y nota). Entre ambos reúnen los dos aspectos con que las profecías anuncian al Ungido o Mesías: el Sacerdocio y el Reino. Cf. 4, 14; 6, 12 s.; Salmo 109; Isaías 32, 1; Ezequiel 44, 3; 46, 15 y notas. Satán significa adversario, acusador, calumniador. Aparece aquí, lo mismo que en Job (1, 6 ss.; 2, 1 ss.), en esa postura de acusador (cf. Salmo 108, 6), como opositor de un siervo de Dios (cf. I Pedro, 5, 8; Apocalipsis 12, 10), acusándolo ante el tribunal divino, no para defender la causa de Dios, sino al contrario, para impedirla. Más que la reconstrucción material del Templo, preocupa a Satán la restauración espiritual, pues sabía sin duda que según las profecías esta nueva obra realizada por el Sumo Sacerdote Jesús y el jefe político Zorobabel había de ser el preludio de la era mesiánica. “Después del restablecimiento de Israel, anota Crampón, dos órganos esenciales a su vida deben ser reconstituidos: el sacerdocio y la realeza. La cuarta visión figura la reinstalación del sacerdocio.” (Véase Ezequiel 44, 15, ss.)

[9768] 2. Y dijo Yahvé: es decir, el gran Ángel que habla en nombre de Dios (cf. 1, 8 y nota). Él pide a Yahvé que increpe y rechace al mentiroso acusador (véase la referencia que se hace a esta expresión en Judas 9). El Sumo Pontífice León XIII cita este pasaje en la oración que ordenó se rezara después de la santa Misa, contra los enemigos de la Iglesia y contra el mismo Satán. Un tizón arrebatado al fuego: el Sumo Sacerdote y toda la nación, rescatados de Babilonia como restos que se salvan antes de ser completamente destruidos, con la esperanza de que aún puedan salvarse. Lo mismo dice Amós en 4, 11 s.

[9769] 3 ss. Las ropas sucias simbolizan el triste estado moral de la nueva teocracia que de propia fuerza no puede levantarse y por eso necesita ser renovada con la ayuda de la gracia divina. La limpieza que se hará luego (versículo 4) es imagen de lo que se anunciará para Israel en el versículo 9. Espiritualmente vemos aquí el estado en que nos hallamos todos, por lo cual jamás podemos renunciar al socorro que viene de arriba. Un magnífico pensamiento nos trae a la memoria el Apóstol de las gentes cuando pregunta: “¿Qué otra cosa tienes tú que no la hayas recibido, y si lo que tienes lo has recibido, por qué te jactas como si no lo hubieses recibido?” (I Corintios 4, 7). Cf. versículo 7 y nota. En cuanto al Sumo Sacerdote, el quitar los vestidos sucios significa el perdón del pecado y la reinstalación en el sacerdocio del Templo que se está construyendo. Es un rito más solemne que la consagración de Aarón (Éxodo capítulo 29), pues el nuevo Templo y su sacerdocio han de servir al Mesías (cf. Ageo 2, 10 y nota).

[9770] 7. En la persona del Sumo Sacerdote, Israel recibe aquí la promesa condicional (cf. 6, 15 y nota) de gobernar (“tú también”) con Zorobabel (cf. 4, 14; 6, 15) la casa de Dios (el Templo y todo el pueblo) y de ser ayudado por los ángeles (estos que están aquí presentes). San Pablo nos explicará luego que Israel prefirió la propia justicia en vez de aceptar la que venía de Dios por los méritos de Cristo (véase Romanos 3, 22 ss.; 10, 3; 11, 7 s. y como contraste Filipenses 3, 1-9). De ahí su rechazo del Mesías (Romanos 11; Ageo 2, 20 y nota). De ahí también las promesas renovadas que San Pedro y San Pablo le formulan en Cristo resucitado. Cf. Hechos de los Apóstoles 3, 22 y nota; Hebreos 4, 1-11. Véase en Apocalipsis 3, 17 ss. la advertencia a la Iglesia de Laodicea que muestra esa fe en su propia justicia.

[9771] 8. Varones de presagio, porque Jesús y los sacerdotes que le acompañan son figuras de un nuevo sacerdocio según el orden de Melquisedec (Salmo 109, 4; Hebreos 5, 10), personaje que algunos consideran angélico y que como sacerdote y rey prefiguraba al Mesías. Véase Génesis 14, 18 y nota; Hebreos 7, 1 ss. Mi Siervo, el Pimpollo. La Vulgata vierte: mi Siervo, el Oriente: Cf. 6, 12 y nota. El Targum traduce: mi siervo el Mesías. La palabra hebrea correspondiente a Oriente significa igualmente pimpollo, germen, vástago, renuevo (véase Isaías 4, 2; 11, 1 y 10; Jeremías 23, 5; 33, 15; Lucas 1, 78). “Este nombre caracteriza al Mesías como el retoño por excelencia de la familia de David cuya restauración debe operar” (Crampón). Cf. Amós 9, 11.

[9772] 9. Cf. 4, 7. La piedra recuerda la piedra fundamental del Templo y es a la vez el fundamento del reino teocrático. Se refiere en sentido típico a Jesucristo, piedra angular del nuevo reino de Dios (Salmo 117, 22; Isaías 28, 16; Mateo 21, 42). Los siete ojos, que también tiene el Cordero divino en Apocalipsis 5, 6 (cf. Apocalipsis 1, 4), parecen simbolizar la solicitud por su reino (cf. 4, 10). Quitaré... la iniquidad: esto es la obra específica del Mesías simbolizada en el versículo 4. Véase Isaías 59, 20, citado en Romanos 11, 26. En un día: cf. Isaías 60, 22 y nota.

[9773] 10. Locución muy expresiva para pintar una era de paz y prosperidad. Véase III Reyes 4, 25, y sobre todo Miqueas 4, 4, donde este mismo rasgo se refiere a la edad mesiánica. Cf. Isaías 11, 1-9.

[9774] 1 s. La nueva visión tiene por objeto mostrar la seguridad que la divina autoridad va a dar a la comunidad restaurada del pueblo, o sea, al restablecimiento de la realeza en la persona de Zorobabel. Es de notar que este príncipe davídico figura, tanto en la genealogía de Jesús por José (Mateo 1, 12 s.) como en la de María (Lucas 3, 27). Cf. versículo 6 ss. Un recipiente, para el aceite. El candelera es el de los siete brazos diseñado por Moisés (Éxodo 26, 31 ss.) con algunas diferencias (cf. versículo 3 y nota).

[9775] 3. Junto a él: a los dos costados del receptáculo, como lo explica el texto. Los dos olivos proporcionan el combustible para el candilero de oro. Fillion hace notar que este se distinguía del de Moisés por ese depósito de aceite, “de modo que las lámparas no necesitaban ser mantenidas por los sacerdotes, como en el candelabro antiguo”, y señala cómo “el rasgo más característico y notable” del nuevo es esta forma de alimentarse directamente desde los dos olivos, “que será completado en los versículos 11-14, y que subraya la ausencia de todo agente humano para mantener las lámparas”. Sobre estas se han propuesto diversos simbolismos: los siete dones del Espíritu Santo; los “siete ojos del Señor que recorren la tierra” (versículo 10), etc. Los dos olivos son figura de los dos ungidos: Jesús (Josué) y Zorobabel (cf. versículo 14 y nota).

[9776] 6. Palabra de Yahvé a Zorobabel: Véase Ageo 2, 24 y nota sobre la misión misteriosa de este importante personaje. No por medio de un ejército; es decir, no por el poder, ni por la fuerza, sino por mi espíritu. Palabra misteriosa a primera vista, pero aclarada por la visión. Aunque ninguna mano tocase el candelabro, sus lámparas brillaban sin cesar. Así también sin ninguna intervención humana, y únicamente por el Espíritu de Dios, simbolizado en el aceite, la teocracia, tan débil entonces (cf. Nehemías 4, 2), volvería a ser fuerte y gloriosa. En el Apocalipsis la Iglesia de Filadelfia, que según algunos autores simboliza los tiempos modernos, es también “de poca fuerza” (Apocalipsis 3, 8), y sin embargo, por haber guardado la Palabra, se le promete hacerla columna del Templo de Dios (Apocalipsis 3, 12), y guardarla de la tribulación que vendrá sobre el mundo entero (Apocalipsis 3, 10), además de otra promesa (cf. Apocalipsis 3, 9) cuyas palabras anuncian según la mayoría de los intérpretes la conversión de los judíos. Cf. Isaías 60, 14.

[9777] 7. Zorobabel acabará la construcción del Templo, no obstante las dificultades simbolizadas por el gran monte, el cual se reducirá a una llanura. Zorobabel pondrá la piedra de remate: la última piedra que corona la obra (cf. 3, 9). La Vulgata dice: la piedra primaria, que es la más importante. Gracia, gracia sobre ella: Bover-Cantera traduce: ¡Qué hermosa es! Vulgata: igualará su gracia a la gracia de aquel. Setenta: y traeré la piedra de la herencia, la gracia de ella igual a (mi) gracia. Sobre la piedra cf. 3, 9 y nota.

[9778] 10. La plomada: Véase 1, 16; 2, 1; 6, 13 y notas. Cf. Apocalipsis 11, 1 s.; Ezequiel 40, 3. Siete ojos: Véase 3, 9 y nota Que recorren la tierra: Cf. II Paralipómenos 16, 9; Job 34, 21 s.; Proverbios 5, 21; Jeremías 16, 17.

[9779] 12. Texto diversamente traducido. Nuestra versión es la de Bover-Cantera.

[9780] 14. Los dos ungidos: literalmente: los dos hijos de aceite, a saber: el Sumo Sacerdote Jesús y Zorobabel (cf. versículo 3; 3, 1; 6, 12 s. y notas). San Jerónimo, y con él varios modernos, piensan que estos son los dos testigos del Apocalipsis, de los cuales, “con Manifiesta alusión a este pasaje” (Prado), se dice allí que “son los dos olivos y los dos candeleros que están de pie delante del Dominador de la tierra” (Apocalipsis 11, 4), es decir, que (según el mismo autor) “le asisten como ministros de la potestad civil y de la potestad religiosa”. Esto no obsta a que aquellos ejercitarán poderes que fueron dados a Elías (Apocalipsis 11, 5 = IV Reyes 1, 10 y Eclesiástico 48, 1; Apocalipsis 11, 6 = III Reyes 17, 1) y a Moisés (Apocalipsis 11, 6 y 8 = Éxodo 7, 14-25), por lo cual, añade Prado, “no puede dudarse que el Vidente de Patmos tuviese a la vista aquellos dos ilustrísimos varones del Antiguo Testamento, Moisés y Elías, a quienes él personalmente había visto antes como asistentes del Señor en la Transfiguración (Mateo 17, 1-3; Marcos 9, 2-13; Lucas 9, 28-36)”. En 6, 12 s. y nota vemos de nuevo a Zorobabel y a Jesús ben Josedec como testigos del Mesías que resume en sí el sacerdocio y el reino. Véase 6, 5.

[9781] 1 ss. Un rollo de pergamino, en que se hallaban escritos las maldiciones y los castigos (versículo 3), o quizá el rollo de la Ley que condenaba aquellos delitos (cf. Jeremías 36, 2 ss.). Después de santificar a los jefes (capítulo 4), Dios procede a la santificación de los individuos y al destierro del pecado del pueblo (versículo 5-11).

[9782] 3. Toda la tierra: Parece referirse literalmente a la tierra de Judá y principalmente a Jerusalén. La desaparición de los pecadores es en los escritos de los profetas siempre una señal de la era mesiánica. Cf. Isaías 4, 3 ss.; Malaquías 3; 2, etc. El Profeta menciona en especial los crímenes de robo y perjurio (versículo 4), que cundían en la nueva comunidad sumida en extrema miseria.

[9783] 7. Una tapa de plomo: Vulgata: un talento de plomo. El efa contenía 36 litros. Aquí es sinónimo de cántaro.

[9784] 8. La mujer es la personificación del pecado. La echó al fondo, etc., porque la mujer hacia esfuerzos por salir del ánfora.

[9785] 9. Cf. las dos mujeres, Oholá y Oholibá, en Ezequiel capítulo 23.

[9786] 11. El cántaro con la mujer (la iniquidad) es llevado a Sinear, o sea, Babilonia (Génesis 10, 10; 11, 2), donde está la sede de la impiedad e idolatría. Cf. la Babilonia del Apocalipsis (capítulos 17-18), I Pedro 5, 13. No solamente los pecadores, sino también la raíz de la maldad, el pecado, han de ser extirpados en el reino mesiánico.

[9787] 1. Dos montes: Probablemente el monte Sión y el monte de los Olivos. El sentido de los carros está expresado en el versículo 5. Según Nácar-Colunga “son los ministros de la justicia divina en los cuatro ángulos de la tierra. Los que van hacia la tierra del Norte son los que ejecutarán las divinas venganzas contra Babilonia”. Véase Apocalipsis 7, 1-3; 9, 14 s. Un juicio semejante se ve en Joel 2, 3 ss.; Isaías 2, 10, 22, etc.

[9788] 2. Sobre los caballos y sus colores, véase 1, 8 y nota.

[9789] 6 s. La tierra del Norte: Babilonia y Asiria. La tierra del Mediodía: Egipto; o sea los dos principales enemigos del pueblo elegido (cf. Miqueas 3, 5 y nota). Algunos ven en las dos primeras la apostasía en sus aspectos civil y religioso, y en el tercero el “mundo” enemigo del Evangelio (cf. Juan 7, 7; I Juan 2, l5; Lucas 21, 34, etc.). Los caballos recorren la tierra para ejecutar los castigos de Dios. Véase Apocalipsis capítulo 6.

[9790] 8. Es decir, que su cólera se aplacó al ver que los dos carros lanzados contra las potencias del Norte habían destruido esas enemigas del pueblo de Dios. Cf. Jueces 8, 3; Ezequiel 16, 42; 24, 13.

[9791] 12 s. Llama la atención que la corona sea colocada sobre la cabeza del Sumo Sacerdote y no del jefe civil (Zorobabel), cf. 3, 1; 4, 14 y notas. Admirable misterio profético, en que el Sumo Sacerdote representa en este momento al Hombre cuyo nombre es Pimpollo (Vulgata: Oriente; en hebreo Zémach), es decir, el Mesías Sacerdote y Rey, que es nuestro adorable Salvador Jesús, del cual los profetas escrutaron y preanunciaron para nosotros, como nos dice San Pedro, “las pasiones y posteriores glorias” (I Pedro 1, 10 ss.). Véase 3, 8 y nota; Isaías 4, 2; 11, 1; Jeremías 23, 5; 33, 15; Lucas 1, 78. En su lugar, es decir, como el retoño desde su tronco. Fillion hace notar que “la obra de la reconstrucción del Templo está atribuida más arriba (cf. 4, 7-10) a Zorobabel, cuyo nombre no se menciona aquí”, y cita Ezequiel 40, 1 ss. Él será sacerdote sobre su solio. Él será, pues, rey al mismo tiempo que pontífice. Cf. Jeremías 23, 5, donde la realeza del divino Zémach ha sido netamente predicha. El trono le pertenecerá en propio como a heredero legal de David. Cf. II Reyes 7, 16; Salmo 88, 38; Lucas 1, 32, etc. Los Setenta traducen: y será sacerdote a su derecha. El P. Ramos García resume así la idea de estos dos versos: “Con esta institución perenne de la soberanía temporal… el Señor cumplirá fielmente a David la promesa jurada que le tiene hecha, de que no le faltará sucesor de su familia en el trono (Salmos 88, 20-38; 131, 11-18; Jeremías 33, 23-26); y por eso cabalmente el Zémach, en quien esa sucesión se reanuda felizmente, entre otros nombres simbólicos, divinamente expresivos, lleva también el de David, como ya vimos (Oseas, Isaías, Jeremías, Ezequiel, antes citados). El Salmo 88, donde más claramente se contiene la promesa divina, comienza justamente: “Misericordias Domini in aeternum cantabo”, con alusión a Isaías 55, 3; “misericordias Domini fideles”; y el citado paso de Jeremías (capítulo 33, 23 ss.) es un resumen de cuanto venimos diciendo sobre la restauración final de Israel bajo un solo caudillo de origen davídico, el cual llegará a dominar en todo el mundo a tenor del Salmo 71, etc.” (Estudios Bíblicos 1949, pág. 122).

[9792] 15. Véase Isaías 57, 19; 66, 20 y notas. Esto sucederá: La promesa es condicional, como la de 3, 7. La participación de los judíos en la salud mesiánica que iba a traer Cristo, dependía de que ellos escucharan la voz de Dios (Juan 5, 40 y 43; 12, 49 s., etc.), y no lo hicieron. Véase capítulo 11; Ageo 2, 20 y nota. Cf. Jeremías 30, 13 y nota.

[9793] 1. El mes de Casleu (o Kislev) corresponde a la luna de noviembre-diciembre.

[9794] 3. Llorar y ayunar, para conmemorar la destrucción del Templo acaecida en el mes quinto del año 587 (IV Reyes 25, 8-9). Ahora que el Templo está reconstruido, preguntan: ¿qué valer tiene todavía el duelo y el ayuno?

[9795] 5. Además del ayuno que hacían en el mes quinto (versículo 3) en memoria de la destrucción de Jerusalén, ayunaban el día trece del mes séptimo para recordar el asesinato de Godolías (Jeremías 41, 1-2).

[9796] 6 s. Vuestros ayunos no agradan al Señor, porque no provienen del espíritu de verdadero arrepentimiento ni producen enmienda en vuestra mala vida. Zacarías, como todos los profetas, se levanta contra las prácticas exteriores que habían ofuscado el espíritu de la Ley. Dios no se goza en vernos sufrir: lo que Él quiere son “sacrificios de justicia” (cf. Salmo 4, 6 y nota). Véase 8, 16-17; Isaías 1, 11 ss.; 58, 3 ss.; Jeremías 6, 20; Oseas 6, 6; 8, 13; 9, 4; Joel 2, 13; Amós 5, 24, etc. Négueb: la región meridional de Judea. Sefelá: la llanura filistea, entre Jafa y Gaza. Cf. Abdías 19.

[9797] 9 s. Admirable síntesis de la espiritualidad del Antiguo Testamento, representada principalmente por los profetas (Éxodo 22, 22; Deuteronomio 10, 19; Isaías 1, 17 y 23; Jeremías 5, 28; 7, 6; 21, 12; 22, 3; Ezequiel 22, 6 s.; Oseas 6, 6, etc.). El último de los profetas, San Juan Bautista, sintetiza la misma doctrina en Lucas 3, 8 ss., y Jesucristo la declara como propia suya y como signo por el cual el mundo puede conocer a sus discípulos (Juan 13, 35). Véase otra síntesis en 8, 16-17.

[9798] 13. No olvidemos esta fórmula de Dios, que es para todos los tiempos. Él puede llegar, en su misericordia insondable, al extremo de amar a quien no lo ama a Él. Así lo enseñó Jesús (Lucas 6, 35) y lo explicó San Juan (I Juan 4, 10). Pero ¿cómo puede Él escuchar a quien no quiere escucharlo? Véase Jeremías 7, 21 ss.; Juan 5, 40.

[9799] 14. Los dispersé en castigo de sus pecados, como les amenazaron los profetas desde Moisés (Levítico 26, 33 ss.; Deuteronomio 28, 36 ss. Véase Ezequiel 37, 21 y nota). Tierra de delicias: Palestina, la tierra prometida. Cf. 2, 12 y nota; Salmo 105, 24; Jeremías 12, 10; Ageo 2, 8; Malaquías 3, 12, etc. Todavía recoge el viajero esa impresión de aridez en aquella tierra seca que había de manar leche y miel. Cf. Baruc 1, 20; Éxodo 3, 8; 13, 5; 33, 6, 3; 11, 9; 26, 9; 27, 3; 31, 20; Josué 5, 6; Jeremías 3; Levítico 20, 24; Números 13, 28; 14, 8; 16, 13; Deuteronomio 11, 5; 32, 22; Ezequiel 20, 6 y 15, etc.

[9800] 1 ss. En este capítulo continúa la respuesta del capítulo precedente y se dan siete preciosos vaticinios sobre el cambio que se producirá en Jerusalén cuando Dios vuelva a habitar en la Casa del Señor (versículo 3). El duelo se convertirá en gozo (versículo 19); Jerusalén será santa y morada de Dios (versículo 3); rebosará no solamente de bendiciones espirituales, sino también de bienes temporales: Habrá cosechas abundantes, los desterrados volverán, y en las calles se verán ancianos felices que se alegran como niños más felices aún. Todas estas imágenes reflejan la perfección del nuevo reino teocrático. “Así dice Yahvé” (versículo 2): muestra evidentemente, como observa ya San Jerónimo, que estos anuncios no eran un simple reflejo de las esperanzas del profeta, sino promesas divinas (véase Isaías 7, 14; Ezequiel 12, 24; 36, 33 y notas). Grandes celos (versículo 2): Véase 1, 14; Éxodo 20, 5; 34, 14; Jeremías 2, 2 ss.; Ezequiel 5, 13; Oseas 2, 4 ss., etc. Sobre su cumplimiento cf. versículo 6 y nota.

[9801] 3. Ciudad fiel, porque en ella será practicada de nuevo la fidelidad y obediencia a la ley de Dios. Cf. la misma expresión en Isaías 1, 26.

[9802] 4. Sobre esta longevidad cf. Isaías 65, 20.

[9803] 6. El resto de este pueblo: cf. versículo 12. “En la época en que estas cosas se realicen, parecerán maravillosas a los ojos del pueblo, mas no a los ojos de Aquel que las habrá cumplido” (Fillion). Gramática cita aquí el Salmo 117, 23. Véase nuestra nota al versículo 25 de dicho Salmo. Cf. Mateo 23, 39; Romanos 11, 25 ss.; Jeremías 30, 3 y nota.

[9804] 7. Profecía que se refiere a los israelitas desterrados y dispersos entre los pueblos gentiles. Véase versículo 13; Isaías 43, 5-6; Ez. 37, 21; Joel 3, 6.

[9805] 8. Serán mi pueblo: Cf. Levítico 26, 12; III Reyes 8, 51; Salmo 78, 13; 99, 3; Jeremías 7, 23; Ezequiel 37, 27, etc. Compárese este pasaje con Jeremías 31, 31 ss., citado por San Pablo en Hebreos 8, 8 ss.

[9806] 9. Los profetas a los cuales Zacarías se refiere, son él mismo y su contemporáneo Ageo, que hablaron en el día (así el hebreo) o desde el día (así los Setenta) en que se empezó el Templo. Desgraciadamente Israel seguiría siendo sorda (cf. 6, 15; 7, 13), como lo fue también al anuncio del Bautista (Juan 1, 19; Ageo 2, 10 y 20 y notas).

[9807] 10. Véase Ageo 1, 6 y 9-11; 2, 17-20. Sobre el trabajo sin utilidad en materia espiritual alecciona San Pablo a los cristianos en I Corintios 3, 12 ss.; 13, 1 ss., etc.

[9808] 12. Habrá una perfecta armonía entre la tierra y el cielo: “Aquella dará sus mejores jugos, este sus lluvias y su rocío.” Cf. Joel 2, 21 ss.; Malaquías 3, 8-12 y notas.

[9809] 13. Esta profecía reviste máxima importancia por referirse no solamente a los de Judá sino también a las diez tribus del reino de Israel, que nunca volvieron del exilio (cf. 10, 6; 11, 4 y notas). Su carácter es, pues, mesiánico. Véase anuncios semejantes en 10, 6; Isaías 11, 12 y 16; 27, 13; Jeremías 3, 12 y 18 ss.; 31, 1; 33, 14; Ezequiel 16, 53; 20, 40 ss.; 37, 15-23; 39, 25 ss., etc. Seréis bendición: Véase Miqueas 5, 7 y nota.

[9810] 16 s. Véase versículo 1; 5, 3 s.; 7, 9 s. y notas. San Pablo alude a esto en Efesios 4, 25.

[9811] 19. Los judíos observaban después del cautiverio estos cuatro días de ayuno rememorando las calamidades caídas sobre Jerusalén: el primero recordaba la toma de Jerusalén por Nabucodonosor (587); el segundo, la destrucción del Templo; el tercero, el asesinato de Godolías; el cuarto, el comienzo del asedio de Jerusalén. Cf. 7, 3 y 6 s. y nota.

[9812] 20 ss. He aquí la culminación de la divina promesa. No solamente los judíos formarán la nueva nación teocrática, sino también, junto con ellos, todos los gentiles convertidos. Véase Ezequiel 47, 22 s. Los habitantes de muchas ciudades. Los paganos se estimulan mutuamente a ir a buscar al Señor (versículo 21). Véase en 14, 16-19 un anuncio semejante, y cómo el pecado de los gentiles consistirá en su incumplimiento. Análogas profecías mesiánicas se encuentran en Isaías 2, 2 ss.; Miqueas 4, 1 ss., etc. Cf. 2, 11; Juan 4, 22.

[9813] 1 ss. En este capítulo se describe la derrota de las naciones enemigas, la cual será el preludio de la venida de Cristo. El primer versículo es muy oscuro. Bover-Cantera vierte: Oréenlo. Palabra de Yahvé. El país de Hadrac y Damasco se han convertido en su morada; pues a Yahvé pertenecen los ojos del hombre y todas las tribus de Israel. Kittel propone la lección Aram (Siria) en vez de Adam (hombres). Carga: profecía conminatoria. Véase Isaías 13, 1; Nahúm 1, 1; Habacuc 1, 1. Hadrac fue, según las inscripciones cuneiformes, capital de un pequeño reino de Siria. Además de Hadrac serán juzgadas otras ciudades sirias y fenicias: Damasco, Hamat (Emat), Tiro y Sidón. Véase Ezequiel 28 y notas. Cf. especialmente Ezequiel 28, 18 y 29, 18 y notas sobre la destrucción de la antigua Tiro, que empezó en la invasión de Nabucodonosor y terminó bajo Alejandro Magno (332). Cf. también Isaías 23, 1-7; Jeremías 49, 23-27.

[9814] 5 ss. Las ciudades aquí mencionadas representan el país de los filisteos. Bastardos, o sea, extranjeros. Los filisteos renunciarán a sus maldades (sangre) y a la idolatría (abominaciones) y se convertirán al Señor (versículo 7). Su suerte será la misma que la de los jebuseos, los cuales, después de resistir largo tiempo, se adhirieron finalmente a la comunidad israelita. Véase Josué 15, 63; II Reyes 5, 6 ss.; I Paralipómenos 21, 15.

[9815] 8. Mi casa: mi pueblo. Velo con mis ojos: Nótese la ternura con que Dios habla de su pueblo.

[9816] 9. El mismo Dios exhorta a la población de Jerusalén a entregarse a la alegría y a saltar de gozo. El motivo de la alegría se manifiesta en los nombres que lleva el Mesías: Él es rey, el Rey prometido, el heredero del trono de David (II Reyes 7, 12-17; Lucas 1, 32); justo, el Justo por excelencia que trae la justicia (Salmo 71, 4 y 12 ss.; Isaías 11, 3; Mateo 11, 5; Lucas 7, 22). Trae salvación (cf. Salmo 21; Isaías 49, 7 ss.; 52, 13 ss.; 53, 1 ss.; Mateo 8, 17; Marcos 9, 11, etc.). Mas vendrá pobre y humilde montado en asnillo. He aquí un rasgo que los rabinos debieron reconocer cuando se cumplió al pie de la letra el Domingo de Ramos, en que los discípulos y los creyentes en las profecías lo aclamaron Rey de Israel (véase Mateo 21, 5-9; Marcos 11, 10; Lucas 19, 38; Juan 12, 13), si bien por tan pocas horas (cf. Lucas 16, 16; Mateo 16, 14-21 y nota). Es, por lo demás, imposible encontrar otra realización que haya ocurrido (de estos oráculos), puesto que después del destierro los judíos no han tenido ningún otro rey legítimo, más que el Mesías. Su reino iba a ser un reino de paz, por lo cual no venía montado en un caballo como los reyes conquistadores. Cf. Isaías 62, 11 y nota; Ez. 23, 6 y nota. En cuanto al rechazo de Jesús como Pastor de Israel (cf. 6, 12 s.) lo vemos en el capítulo 11, 10. Es de notar que en un principio los israelitas por mandato del Señor no usaban carros de guerra ni caballos, sino que confiaban en el auxilio que Dios les había prometido (Deuteronomio 17, 16). Ese ideal será restablecido por el Mesías, rey de paz (Isaías 2, 2-4; 11, 6 ss.; Ezequiel 34, 25; Oseas 2, 18). Véase especialmente Miqueas 5, 9-13 donde se encuentra una predicción igual. Desde un mar a otro: El reino del Mesías será universal. Cf. Salmo 71, 8. El río (Éufrates). Véase Isaías 7, 20; Miqueas 7, 12; Ezequiel 47, 13 ss. y nota.

[9817] 11. La sangre de tu alianza: Alusión a la alianza del Sinaí (Éxodo 24, 8). Si bien Israel se ha mostrado infiel y más de una vez rompió el pacto (cf. 11, 9 y nota), la sangre de la alianza no ha perdido su valor, pues Dios es fiel. Por lo cual Él mismo se ocupa de librar a los cautivos del lago. La fosa sin agua, simboliza a Babilonia.

[9818] 12. La fortaleza es Jerusalén. Dios se dirige a los prisioneros que no han extinguido la lámpara de la esperanza de volver a su tierra, y promete a Sión doblados bienes (cf. Isaías 61, 7), o sea, la porción de primogénito; porque al primogénito le toca doble herencia (Deuteronomio 21, 15-17) e Israel es el primogénito entre los pueblos (Éxodo 4, 22).

[9819] 13. Judá será el arco; Efraím (representante de las diez tribus) el carcaj lleno de flechas, y Sión la espada en la mano del Señor que los usará como armas contra los enemigos, de los cuales se mencionan especialmente los griegos (cf. Daniel 8, 20), lo cual, como dice Fillion, se supone que se cumplió en los tiempos de los Macabeos, sin perjuicio del sentido mesiánico de la profecía.

[9820] 14. La lucha de Dios por los pueblos se describe en forma poética. Las saetas son los relámpagos (Salmo 17, 15; 76, 18). El mismo Señor tocará la trompeta que da la señal para el combate y se lanzará sobre los enemigos como un huracán del Mediodía, esto es, del desierto (Isaías 21, 1; Oseas 13, 15). Sobre la trompeta véase Éxodo 11, 13; Levítico 23, 24; I Tesalonicenses 4, 16 y notas.

[9821] 15. Las huestes de Dios devorarán a los enemigos como un león y hollarán las piedras de la honda, lo cual significa la impotencia de las huestes adversarias que “serán bajo los pies (de los judíos) tan inofensivas y desdeñables como las piedras de la honda que erraron el tiro y yacen en tierra como un camino sobre el cual se puede pasar”. Se embriagaran, ebrios de la sangre de los enemigos, los vasos de libación y los ángulos del altar recuerdan el rito de los sacrificios. Los sacerdotes recogían la sangre de las víctimas en tazones y rociaban con ella los cuernos del altar de los holocaustos (Éxodo 29, 12; Levítico 4, 18 y 25).

[9822] 16. Como piedras de una diadema, que brillan sobre la tierra, es decir, como cosa preciosísima, porque representa la salvación espiritual del pueblo de Dios, las “ovejas del pueblo suyo”.

[9823] 17. Termina este hermoso capítulo con una pregunta que expresa la admiración del profeta al contemplar en éxtasis a su pueblo así glorificado por su Dios. El trigo hará florecer, etc. “Manera llena de gracia y delicadeza de prometer a los judíos ricas cosechas y abundantes vendimias. Es evidente que solo en sentido acomodaticio se puede aplicar este pasaje a la santa Eucaristía y a sus felices frutos” (Fillion).

[9824] 1. Es Yahvé quien hace los relámpagos. En Jeremías 14, 22 se expresa con gran relieve, esta verdad, diciendo que no son los cielos quienes pueden dar la lluvia. Sin perjuicio de este sentido literal, puede verse también aquí una efusión del divino Espíritu como la prometida en 12, 10; Jeremías 31, 33 s.; Éxodo 11, 19; 36, 26; Oseas 6, 3; Joel 2, 23-32. Algunos intérpretes entienden sin embargo que del glorioso futuro que ha descrito, Zacarías vuelve aquí al presente e invita a sus compatriotas a pedir la lluvia que necesitaban. Las lluvias tardías son las del segundo período de lluvias, o sea, las de la primavera, que son indispensables para las sementeras de Palestina.

[9825] 2. Terafim, o sea, dioses domésticos a manera de los lares y penates de los romanos (cf. Génesis 31, 34; 35, 2 y 4; IV Reyes 23, 24). Tales dioses no pueden enviar las lluvias. La superstición, según se ve, engaña al pueblo todavía después del cautiverio (cf. Nehemías 6, 10-14; Malaquías 3, 5; II Macabeos 12, 40). No tienen pastor (cf. Malaquías 2, 1 ss.): Cinco siglos más tarde estarán todavía sin pastor, es decir “abatidos y esquilmados”, como dirá Jesús (Mateo 9, 36), y así los vemos aún en su destierro. Véase Oseas 3, 4 s. Cf. 11, 15 y nota.

[9826] 3. ¿Quiénes son los pastores y machos cabríos? Según algunos, serían los jefes de los pueblos enemigos (cf. Isaías 14, 9; Jeremías 6, 3-4). Crampón dice: “Pastores: malos jefes de Israel (cf. Jeremías 23, 1 ss.; Ezequiel 34). Machos cabríos: los grandes (cf. Ezequiel 34, 17 ss.).” Él Señor castigará a esos poderosos, como lo vemos en 11, 15 ss. y nota.

[9827] 4 s. De ti: es decir que todos estos maravillosos efectos se harían por obra de Dios. Podría entenderse también que “él” es Judá, y así lo ven algunos citando a Éxodo 17, 6; I Pedro 2, 8; Isaías 22, 23 s.; Ezequiel capítulos 38 s. La piedra angular, símbolo de Jesucristo (Isaías 28, 16; Hechos de los Apóstoles 4, 11; Efesios 2, 20). La estaca o el clavo en que se suspenden los utensilios e instrumentos. Su significado simbólico se ve en Isaías 22, 23-24, donde es figura del poder y la autoridad. El arco se toma en la Biblia como símbolo de la fuerza (Salmo 44, 6). Todos los jefes juntos (Vulgata: exactores): los que oprimirán a los paganos y librarán a la nación santa (cf. Salmo 17, 43; Miqueas 7, 10). Los que montan en caballos (versículo 5): los jefes enemigos. Véase 9, 10 y nota.

[9828] 6 s. La casa de José, lo mismo que Efraím (y. 7), significa el reino de las diez tribus, llamado de Israel. También esas tribus participarán en la liberación de Judá por Dios (cf. 8, 13; 11, 14 y notas). Y serán cual si no los hubiese desechado, es decir, como en los días de su apogeo nacional. Véase 8, 13; Ezequiel 37, 16 ss. y notas, Cf. versículo 12; 9, 13 ss.; 12, 2 ss.; 14, 14; Miqueas 4, 13, etc.

[9829] 8 ss. De todas partes regresarán las dispersas ovejas de Israel. Con un silbido: cf. Isaías 5, 26; 7, 18. Egipto y Asiria (versículo 10), figuran como tipos de los opresores (cf. Isaías II, 11-16; Oseas 8, 13 y 9, 3). Galaad y el Líbano representan el Este y Norte de Palestina, es decir, Transjordania y parte de Siria. De ahí que el sionismo judío aspire también a la posesión de estos territorios.

[9830] 11. Pasarán por un mar de angustia: Alusión al paso del Mar Rojo, que es también tipo de la futura liberación. Los antiguos milagros se repetirán al conducirlos Dios en persona a su patria. Véase Isaías 11, 15, Sobre la soberbia de Asiria, cf. Miqueas 5, 5 y nota.

[9831] 12. Concluye el profeta con un cuadro de la felicidad y santidad de Israel libertado y restaurado, sobre cuyo sentido mesiánico no hay duda.

[9832] 1 s. Este capítulo explica por qué motivos las bendiciones y promesas del capítulo precedente todavía no se cumplieron. Antes viene la apostasía de Israel y el rechazo del Buen Pastor, el Mesías, motivo por el cual Dios tratará con tanta severidad a su nación privilegiada. Los primeros versículos (1-3) pintan en forma dramática un típico cuadro de la destrucción y desolación, que se había interrumpido en 10, 4 para dar lugar a las promesas. El Líbano y sus cedros y las encinas de Basán se usan en el lenguaje profético como símbolos de la prosperidad y altivez (Isaías 2, 13; 10, 34; 33, 9), y son también figuras de Judá y Jerusalén (Ezequiel 17, 3 y nota). Todo lo que constituye la gloria del país será abrasado. Sobre este anuncio, posterior a la liberación de Babilonia y de indudable trascendencia mesiánica, cf. versículo 14 y nota.

[9833] 3. Sobre los pastores cf. 10, 3 y nota. También los leoncillos se aplican a los reyes de Judá (Ezequiel 19, 2 y nota). La gloria del Jordán: Las orillas paradisíacas del Jordán, que representan aquí todo el país. Véase Jeremías 12, 5; 49, 19; 50, 44.

[9834] 4. Comienza aquí una de las más importantes profecías sobre el ministerio del Mesías en su primera venida. Dios manda al profeta que apaciente las ovejas del matadero (cf. Salmo 43, 22), o sea, el pueblo de Dios, que estaba guiado por malos jefes. Todo lo que el profeta tiene que hacer simbólicamente en esta visión, puede aplicarse a Cristo. Véase Salmo 22, 1 y nota; Isaías 40, 11; Ezequiel 34, 12 ss.; Juan 10, 11 ss.; Hebreos 13, 20 s.; I Pedro 2, 25.

[9835] 5. Los jefes civiles y espirituales de Israel no apacentaban la grey que Dios les había confiado sino que la esquilmaban cruelmente. Véase antes y durante el cautiverio, Jeremías 23, 1 y 11 s.; Ezequiel capítulos 13 y 34; Oseas 5, 1 ss.; después del regreso de Babilonia, Malaquías 1, 7 ss.; 2, 1 ss. En cuanto al tiempo del mismo Jesús, no cesó Él de increpar a los pastores, a quienes dedicó solemnemente su último discurso del Templo (Mateo 23; cf. Lucas 11, 37-53), ni se cansó de prevenir a las almas contra ellos (Mateo 7, 15 ss.; Lucas 12, 1 ss., etc.) declarándolos a todos como aquí, mercenarios, ladrones y salteadores (Juan 10, 8-12). Véase Mateo 9, 36. “Cuando el pastor anda a través de los precipicios, dice San Gregorio Magno, es muy natural que el rebaño caiga en ellos.” Cf. I Pedro 4, 17. No les tienen compasión; lo cual explica el sarcasmo de que aún pretendan alabar a Dios, Es la misma apariencia de piedad que San Pablo anuncia en los falsos doctores de los últimos tiempos (II Timoteo 3, 5) y la misma ceguera ante el error (I Timoteo 4, 1; II Tesalonicenses 2, 10 ss.; II Timoteo 4, 3 ss.). Véase II Pedro 3, 3; Judas 18; Romanos 11, 20 ss.

[9836] 6. Esta tierra: la Tierra Santa.

[9837] 7. Véase 13, 7 y nota. A los pobres los escogió en efecto la predicación de Jesús (cf. Lucas 4, 18; 7, 22; Mateo 11, 5; Lucas 2, 10). Gracia y Unión (Vulgata: Hermosura y Cuerda). Los nombres son simbólicos y significan: el primero, la solicitud de Yahvé por Israel; el segundo, la unión entre las dos grande secciones del pueblo: Israel y Judá (versículo 14). Cf. Salmo 22, 4.

[9838] 8. Los tres ejecutados son de los pastores crueles a que hace referencia el versículo 5. No se conocen sus nombres, y podría tratarse de un número simbólico como en Miqueas 5, 5. San Cirilo y Teodoreto los identifican con las tres categorías de jefes: los reyes sacerdotes y profetas (cf. Jeremías 2, 8 y 26); otros con criterio histórico, lo aplican a los tres pasados reyes: Sellum (Joacaz), Joakim y Jeconías (Jeremías 22, 10-30). Véase versículo 1 y las citas de Ezequiel que hacemos allí. También ellas estaban cansadas de mí: En ellas vemos la ingratitud de las ovejas, de la cual se queja tantas veces el Buen Pastor Jesús (cf. Lucas 19, 42 ss.).

[9839] 9 ss. Rechazado por el pueblo, el buen pastor abandona el pueblo ingrato a los enemigos y a luchas internas, en señal de lo cual rompe el primer cayado que simbolizaba no solamente los favores y la alianza antigua que Dios había hecho con el pueblo elegido (versículo 10; cf. 9, 11 y nota), sino también la Gracia la cual no puede recibirse sino “de su plenitud”, según la clara distinción de Juan 1, 16 s., que agrega: “Porque la Ley fue dada por Moisés, pero la Gracia y la verdad han venido por Jesucristo” (cf. 4, 7). Al rechazarlo y despreciar su Gracia (cf. Gálatas 2, 21; Romanos 10, 31 ss.) los judíos perdieron la promesa condicional (cf. 3, 7) y tropezaron con la Piedra (cf. 3, 9; Mateo 21, 42 s.) siendo entonces rechazados por Dios (cf. Lucas 19, 41-44; 21, 24) hasta que vuelvan al redil (Oseas 2, 18-20; 3, 4 s.; Romanos capítulo 11; cf. versículo 14 y notas. De ahí que los apóstoles se pasaran a los gentiles (Hechos de los Apóstoles 13, 46 y nota) y que Dios resolviese formar de entre estos “un pueblo para su Nombre” (Hechos de los Apóstoles 15, 14 y nota). Con todos los pueblos (versículo 10); Los Setenta dicen más exactamente: con todo el pueblo, y así traducen también algunas otras versiones.

[9840] 12 s. El buen pastor es despedido por el pueblo con desprecio, como lo prueba el salario que le pagaron. Treinta siclos de plata eran el precio de un esclavo (Éxodo 21, 32). Véase cómo todo esto se cumplió en Cristo, vendido por treinta monedas de plata, que luego fueron arrojadas en el Templo, y que sirvieron para comprar el campo del alfarero (Mateo 27, 3 Ss.). Es de una enorme grandeza el pensar que aun Judas, el traidor, vino a ser instrumento para que se cumpliese este vaticinio donde Cristo, en la persona del profeta Zacarías, rechaza, con el infinito sarcasmo de su amor lastimado, ese “lindo precio” en que le estimaron, y en cuyo significado, como precio de un “esclavo herido” reconocían sin quererlo (cf. Hechos de los Apóstoles 13, 27 y nota) que se trataba en verdad de Aquel a quien Isaías les había anunciado como el Siervo —“Siervo de Yahvé”— (Isaías 53, 11), cuyo propio Padre divino declara: “Yo le he herido por las maldades de mi pueblo” (Isaías 53, 8). Al citar este pasaje en Mateo 27, 9 se menciona a Jeremías, quizá refiriéndose a Jeremías 18, 2 s. y 32, 6 ss. Sabemos además que en Zacarías está Jeremías citado más de una vez (cf. Introducción).

[9841] 14. El pastor rompe también el segundo cayado, lo que significa la ruptura de la hermandad entre Judá e Israel; algo extraño en un tiempo en que existía solamente Judá (cf. Ezequiel 37, 16 ss. y notas). El acto simbólico debe representar algo más que esa separación de ambos reinos cuya unión no ha llegado a producirse (cf. Jer. 30, 3 y nota). Así como la ruptura del primer cayado (versículo 10) significa el fin de la alianza y la entrega del pueblo en manos de los gentiles, esta segunda ruptura entraña también su ruina total como nación, a consecuencia del rechazo del Mesías, al cual prefirieron la vil persona de Barrabás (Mateo 27, 16 ss.). En el año 70 d. C. realizaron los romanos lo que significaba la ruptura del segundo cayado. Véase Juan 11, 48, donde se ve que los judíos vislumbraban la catástrofe. Es este capítulo, un resumen de la historia del pueblo que fue el elegido y espera la hora de su vuelta (cf. versículo 9 ss. y nota).

[9842] 15 ss. El Señor obliga a Zacarías a tomar el papel de un pastor insensato. La palabra insensato o necio significa a la vez en el lenguaje bíblico, la incredulidad y la inmoralidad (cf. Salmo 13, 1; 93, 8; Proverbios 14, 9; Sabiduría 5, 4; Mateo 5, 22). Es decir que “después de haber rechazado al buen pastor, Israel vivirá en adelante bajo la guía de malos pastores” (Crampón). “Los zelotes, los cuales hicieron correr ríos de sangre en Jerusalén; y luego esos mismos pastores y el rebaño entero, fueron atrozmente tratados por los romanos.” Véase 10, 2 y nota. San Jerónimo aplica los versículos 15-17 al impío por excelencia, que es el Anticristo, y, aunque ello implica aquí un gran salto en el orden histórico, no puede negarse cierta semejanza entre la figura de este pastor insensato, antípoda del Mesías que se pinta en Ezequiel 34, 11-16, y lo que sabemos del “hombre de pecado” (II Tesalonicenses 2, 1-12), sobre todo según la Vulgata, que en el versículo 17 le llama pastor e ídolo (en vez de pastor inútil) coincidiendo con II Tesalonicenses 2, 4 (otros vierten allí: ¡Ay del pastor vano!). Cf. Daniel 7, 8; 11, 36-38; Juan 5, 43; I Juan 2, 18-22; Apocalipsis 13, 11-18; 19, 20. Sobre figuras del mal pastor véase versículo 5 y nota; Jeremías 23, 1 ss.; Ezequiel 34, 1 ss.; Juan 10, 12 s., etc. El brazo (versículo 17) significa el poder, el ojo la inteligencia, corrompidos ambos.

[9843] 1 ss. Después de los terribles anuncios del capítulo precedente, se inicia aquí el discurso final que abarca hasta 14, 21. Fillion lo llama de la era mesiánica refiriendo la sección 12, 1-13, 6 a “las luchas y el triunfo, la conversión y la santificación de los judíos”, y hace notar que aquí “por Israel debe entenderse toda la nación teocrática después del exilio. Cf. Malaquías 1, 5”. Dios revela en esta profecía que los paganos asaltarán a Jerusalén y que Él mismo la defenderá, haciendo temblar a los asaltantes como si estuviesen ebrios (cf. versículo 9 y nota). Copa de vértigo (véase Isaías 51, 17; Jeremías 49, 12; 51, 7), que embriagará a los pueblos circunvecinos y enemigos que la apuren, y no podrán hacer daño. Haré que Jerusalén sea una piedra pesada (versículo 3), es decir, que en vez de la Ciudad Santa serán destrozados los mismos asaltantes. Cf. Mateo 21, 44.

[9844] 4. Señales del pánico que consumirá a los enemigos en el asalto contra Jerusalén.

[9845] 5. Mi fortaleza, etc. “La idea del versículo es que los de Judá reconocerán que su fuerza no viene de la ciudad, sino de Dios” (Bover-Cantera).

[9846] 6. Dios los consumirá como fuego. Esto significan las dos imágenes aquí empleadas (fuego debajo de la leña y en medio de las gavillas). Recuérdese la muralla de fuego (2, 4 s. y nota).

[9847] 7. Dios se reserva la gloria de ser el Libertador como en los días del Éxodo. Ni siquiera la casa de David será quien salve a Jerusalén y la nación judía. Hay expositores que refieren este pasaje a los Macabeos, descendientes de la tribu de Leví (y no de la casa de David), que libertaron el país de la mano de Antíoco con la visible ayuda del Altísimo. Véase versículo 10 y nota.

[9848] 8. Toda la salvación vendrá de Dios. El más débil de los habitantes de Jerusalén se mostrará tan fuerte como David que mato a Goliat. Se cumplirán las reiteradas promesas de fortaleza que vimos en todo el capítulo 10. Cf. Ezequiel capítulos 38-39 y notas. La casa de David será como Dios, santa e invencible, lo cual no puede extrañar, pues que el Mesías será hijo de David. Cf. Mateo 22, 41-46. Como el Ángel: cf. 1, 8; 2, 2 y notas.

[9849] 10. La salvación de su ciudad y país impele a los salvados a convertirse y pedir perdón por un crimen que han cometido. La penitencia y el duelo que por ello sufren, es fruto del espíritu de gracia y de oración, o sea, obra de Dios (cf. Ezequiel 11, 19; 36, 26; Joel 2, 28-29; Jeremías 30, 13 y nota). Llenos de vergüenza reconocerán a quien traspasaron y le harán luto en todas las familias. Sin duda se trata aquí del Buen Pastor del capítulo 11, el cual, rechazado por la grey, ingrata, rompió los dos cayados, porque ya no pudo ser su pastor como lo anhelaba su alma. San Juan cita este texto en su Evangelio (19, 37), mostrando de una manera inequívoca que es una profecía de la pasión de Cristo y de la futura conversión de los hijos de Israel, los cuales le entregaron a la crucifixión aunque no fueron los ejecutores materiales de ella (cf. Mateo 27, 27 y nota). En Apocalipsis 1, 7 se usa una expresión semejante a la de esta profecía, y el Nuevo Testamento confirma en muchos pasajes el anuncio de la conversión de Israel (cf. Mateo 23, 39; Números 11, 11-32; II Corintios 3, 16, etc.).

[9850] 11 ss. Todo lo que sigue hasta el fin del capítulo son imágenes de un luto nunca visto antes. En la batalla de Megiddó murió el rey Josías (608 a. C). Véase IV Reyes 23, 29 y nota; II Paralipómenos 35, 22-25. El duelo por ese rey piadoso fue el más intenso que la historia de Judá conoce. Por eso se toma aquí como ejemplo e imagen del luto que harán por el Traspasado. A ese lugar refiere el Apocalipsis la gran batalla final de Armagedón (que significa: montaña de Megiddó). Cf. Apocalipsis 16, 16; 17, 14; 19, 19. Hadad Remmón: aldea situada cerca de Megiddó. Según algunos expositores se trataría aquí de otra forma de manifestar el duelo. Así como las mujeres paganas lloraban la muerte del dios Tammuz (o Hadad-Remmón), de la misma manera se hará luto en Israel por la muerte del Traspasado. El profeta describe luego (versículo 12-14) la universalidad del luto, tomando como ejemplos a dos familias principales: la familia real de David en la línea de Natán, y la familia sacerdotal de Levi, representada por la línea de Semeí. Se mencionan expresamente las mujeres, pues su participación en el luto era de especial importancia.

[9851] 14. Fillion añade aquí la siguiente recapitulación: “Esta profecía comenzó a cumplirse luego después de la crucifixión del Mesías, cuando todos los que en multitud asistían a ese espectáculo, habiendo visto lo sucedido, se volvieron golpeándose el pecho (cf. Lucas 23, 48). La realización se continuó el día de Pentecostés, cuando aquellos a quienes se dijo: Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús que vosotros habéis crucificado... sintieron el corazón vivamente conmovido (cf. Hechos de los Apóstoles 2, 36-37). Desde entonces ha continuado siempre cumpliéndose; pero el oráculo espera un cumplimiento más completo y más exacto, que tendrá lugar cuando todo Israel será salvo, según está escrito: el Libertador vendrá de Sión y quitará la impiedad de Jacob (cf. Romanos 11, 26).” Vemos así que la salvación de Israel, que San Pablo llama “misterio” (Romanos 11, 25), será total, y que su vuelta a Dios será colectiva, lo cual no obsta pan que aun en el tiempo presente se salven sus reliquias según la elección de la gracia (cf. Romanos 11, 5 ss), y por eso el mismo apóstol San Pablo trataba de provocar sus celos por si podía salvar algunos de ellos (Romanos 11, 14). Así también existe hoy, aprobada por la Sede Apostólica, la Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel, nacida a raíz de la conversión de los célebres hermanos Ratisbonne, y que funciona principalmente en Jerusalén y en París.

[9852] 1 ss. La fuente, como instrumento de ablución lustral (Números 18, 7; 19, 9, etc.), es figura de la gracia y de la contrición de Israel que vimos en 12, 10 ss. (Cf. Isaías 12, 3 ss.; Ezequiel 36, 25; 47, 1 ss.; Joel 3, 18; Juan 4, 10 ss.; 7, 37 s.). Véase 4, 18 y nota. Al duelo de antes, se une un ansia de perdón, de purificación y reconciliación por los agravios que habían infligido al Buen Pastor. La mayor mancha es la idolatría (versículo 2), y no menos que ella desagradan a Dios los falsos profetas, esa peste del pueblo apóstata. Ellos debían morir, según mandaba la Ley respecto de aquellos que hablando en nombre de Dios dijesen palabras que Él no había dicho (Deuteronomio 18, 20). Y esto se cumplirá ahora por mano de sus mismos padres (versículo 3). Hasta ese punto los detestarán, en vez de llenarlos de honores como hacían antes según lo recuerda Jesús en Lucas 6, 26. Nótese que la expresión: espíritu inmundo, aplicada por el Espíritu Santo (versículo 2) es usada aquí por única vez en el Antiguo Testamento, en tanto que es frecuente en el Nuevo.

[9853] 4 ss. Nada más dramático y grotesco a un tiempo que la actitud que asumirán aquellos solemnes personajes caídos en desgracia. Abandonarán el manto de pelo con que antes se cubrían, a imitación de Elías, para parecer más respetables, y ocultarán avergonzados su antiguo y lucrativo oficio, haciéndose pasar por simples labradores. La Vulgata añade que esto será según el modelo de Adán como agricultor (versículo 5). El hebreo y los Setenta son más fuertes, pues según ellos el falso profeta se declara simple esclavo, diciendo que un hombre (Adam) lo compró desde su juventud. Y cuando se les pregunte (versículo 6) el significado de las incisiones que solían hacerse los falsos profetas (III Reyes 18, 28; Jeremías 16, 6), dirán que las heridas se produjeron en una riña con amigos, o por el severo tratamiento que les dispensaron sus padres. Como se ve, no se podría, sin forzar totalmente su sentido, aplicar este pasaje, como a veces se ha hecho, a las llagas de Nuestro Señor Jesucristo.

[9854] 7. Profecía de la muerte del Buen Pastor, del que se habla en 11, 4-7 (cf. 12, 10 y nota). El Varón de mi compañía, o, como traducen otros: el Varón unido conmigo, es decir, el que participa de mi divinidad, el Mesías. Véase Juan 14, 10; 16, 32. Es esta una notable luz sobre el misterio de la Trinidad en el Antiguo Testamento, y tanto más elocuente cuanto que es el Padre (Yahvé) quien no vacila en apostrofar a la espada para que hiera a Aquel Hijo amadísimo en quien tiene puesta toda su felicidad. Bien vemos aquí anticipada la inefable revelación de Juan 3, 16, según la cual fue el Padre quien entregó a su Hijo por nosotros. Por su parte Jesús también cita, en Mateo 26, 31 y Marcos 14, 27, la segunda parte de esta profecía, aplicándola a Su propia Muerte y confirmando así que Él era aquel Pastor que Israel rechazaba como lo vimos en el capítulo 11. Y no citó Él esto para lamentar su Pasión tremenda, sino para dolerse por aquel rebaño que no se componía solamente de los apóstoles, sino, ideológicamente, de toda la nación judía, que no tardó en ser dispersada. Cf. los versículos 8 y 9. Los párvulos, o sea los espiritualmente pequeños, los “pobres de espíritu” (Mateo 5, 3 y nota). Cf. 11, 11, donde el profeta les llama “los pobres de mi grey”. Fueron ellos los “bienaventurados” que siguieron al divino Pastor sin escandalizarse de Él (Lucas 7, 23). De ahí que Él dijese que su Reino era solo para ellos. Véase Mateo 18, 1 ss.; Marcos 10, 15, etc. Cf. Lucas 1, 49 y nota.

[9855] 8 s. Fillion hace notar que “el profeta trata ahora de la santificación completa y de la gloria final del pueblo de Dios”, añadiendo en cuanto a la gran prueba anunciada aquí para toda la tierra (santa), que “los romanos de Vespasiano y de Tito comenzaron esta obra de destrucción, que el emperador Adriano y los otros perseguidores de los judíos han continuado”. Pero sabemos que no llegará a perecer ese pueblo: se salvará un pequeño resto, como dicen también otros profetas (cf. Isaías 1, 9; 6, 13; 10, 20-23 y notas; Jeremías 23, 38; 31, 7; Miqueas 2, 12; 5, 3; Sofonías 2, 9; Romanos 9, 27-29, etc.). Este resto, purificado por el fuego de la tribulación, se convertirá y Dios le dirá de nuevo: Pueblo mío eres tú (versículo 9, final; cf. Oseas 1, 10; 2, 14-23 y notas). Israel no tendrá que lamentar tan dolorosa y necesaria operación, pues ella traerá como resultado estrechar y hacer más dulces sus relaciones con su Dios. Véase 10, 6; Ezequiel 36, 26; Oseas 2, 24, etc.

[9856] 1 ss. Este capítulo ha recibido diversos títulos, los que en el fondo coinciden: “Ultimo ímpetu de los gentiles contra Jerusalén e imperio universal de Dios” (Simón-Prado): “El gran día dé Yahvé y la nueva Jerusalén” (Fillion); “Juicio de las gentes y santificación de Jerusalén” (Nácar-Colunga y Crampón), etc. Trata, en su primera parte (versículo 1-5) del asalto de las naciones; en la segunda (versículo 6-11), de la santificación de Jerusalén (cf. 13, 8 s. y nota); en la tercera (versículo 12-15), del castigo de los pueblos hostiles, y en la cuarta (versículo 16-21), de la adoración universal de Dios. El mismo Nácar-Colunga, después de señalar su carácter misterioso y escatológico, resume su contenido diciendo: “Las naciones se reúnen para luchar contra Jerusalén; pero el Señor la defiende, y las naciones quedan aniquiladas. Los restos se convertirán a Dios y vendrán a Jerusalén a celebrar las fiestas del Señor. Jerusalén quedará hecha centro de la religión verdadera.” Reuniré (versículo 2): Cf. Joel 3, 2 y 12; Sofonías 3, 8, etc. Los versículos 1-2 nos muestran todavía una vez los horrores de la guerra, la cual será siempre, en el orden de la Providencia, la más abominable plaga de la humanidad caída, como lo vemos hasta el capítulo 19 y aún hasta el capítulo 20 del Apocalipsis. Jerusalén es tomada por los enemigos y la mitad de la población llevada al cautiverio. En ese momento crítico el Señor obra un milagro: baja del cielo y asume la defensa de su pueblo (versículo 3-5), peleando como peleó en el día dé la batalla (cf. Éxodo 14, 14; 15, 3 ss.; Josué 10, 12 ss., etc.). Fillion desecha aquí la idea de que pueda tratarse de la toma de Jerusalén por los romanos, observando que “Dios no combatió entonces contra Roma para defender a los judíos”. Gramática cita 12, 9 y Apocalipsis 19, 19.

[9857] 4 s. El Señor pone sus pies sobre el Monte de los Olivos y a su contacto el suelo tiembla y se abre en dos partes, de manera que el resto de los habitantes pueda huir hacia el este por la abertura o nuevo valle formado por la división del monte (cf. Isaías 52, 7). Asal (versículo 5): localidad desconocida. Setenta: Jasod. Sobre el terremoto en tiempos de Ocías véase Amós 1, 1; cf. Isaías 29, 6. Y con Él todos los santos. De ahí que algunos crean que Jesús efectuará su vuelta sobre el monte de los Olivos, en el lugar mismo donde subió al cielo. La “Didajé” cita este pasaje en el sentido de que los santos acompañaran a Jesús en su segunda venida.

[9858] 6 s. No habrá luz, etc.: cf. Joel 3, 15; Mateo 24, 29. Según otros, el final dice: los astros cesarán de lucir (cf. Isaías 13, 10; Ezequiel 32, 7 s.; Joel 2, 31, etc.). Nácar-Colunga traduce: “En aquel día no se distinguirá el brillo de las piedras preciosas. Será único ese día, conocido de Yahvé. No habrá ya día y noche, de noche habrá clara luz”, lo cual supone una transformación de la naturaleza, en que no haya noche sino un solo día continuo. En Jeremías 30, 7 se habla también de un día sin semejante. Knabenbauer supone que al anochecer, cuando toda luz parezca extinguirse, el Señor dará súbitamente su luz, es decir, la victoria. Véase Isaías 60, 22.

[9859] 8. La milagrosa transformación de la naturaleza se extiende también al agua. Dos fuentes de aguas vivas brotarán de Jerusalén, una hacia el este, al Mar Muerto (mar oriental), otra hacia el oeste, al Mediterráneo (mar occidental). Las dos corrientes de agua viva no se secarán en el verano como los otros torrentes de Palestina. Este milagro recuerda profecías similares en Isaías 44, 3; Ezequiel 47, 1 ss.; Joel 3, 18 y en el Apocalipsis 22, 1, que significan las bendiciones del reino mesiánico. Véase las palabras de Cristo sobre los torrentes de agua viva (Juan 7, 38; 3, 5; 4, 10 ss.).

[9860] 9. Y Yahvé será Rey: Rey del mundo entero (cf. Salmo 92, 1; 96, 1, etc.), porque el reino teocrático se habrá hecho universal. Será único: “No habrá variedad en el culto de Dios” (Bover-Cantera).

[9861] 10. Todo el país será transformado en llanura, desde Geba hasta Rimmón, al sur de Jerusalén; y esta (Jerusalén) quedará elevada y será habitada en su sitio. Geba, situada al norte de Jerusalén, señala el límite norte de Judá; Rimmón, situada al noreste de Bersabee, el punto más meridional del antiguo territorio de Judá (Josué 15, 32; 19, 7; IV Reyes 23, 8). La montaña de Judá desaparecerá y será transformada en una llanura, en medio de la cual se levantará la ciudad. La puerta de Benjamín y las otras puertas aquí mencionadas se hallaban en la parte norte y oeste de la ciudad, donde estaba también la torre de Hananeel. Los lagares del rey se buscan en la parte meridional. Análogo cuadro de prosperidad se traza en Jeremías 31, 38 ss.

[9862] 11. Anatema: destrucción, exterminio. Vivirá en paz: cf. Jeremías 23, 6; 33, 15 s. y notas. “Bien se comprende, dice un prelado alemán; que el espíritu anticristiano y antisemita haya querido sustituir la Biblia por otros libros. Ella contiene, en favor de los judíos, misterios demasiado grandes que es necesario suprimir. Ella impresiona el espíritu pagano como una especie de cábala o superstición insensata. Ella contiene para los últimos tiempos predicciones tan catastróficas sobre el fracaso de nuestra civilización actual, que se hacen insoportables para el orgullo de la inteligencia.”

[9863] 12 ss. Se describe la terrible suerte de los enemigos de Jerusalén a que se refirió el versículo 3. Cf. 12, 9. Morirán de una peste horrorosa y buscarán apoyo sin encontrarlo (versículo 13), mientras que Jerusalén se apoderará de ricos despojos (versículo 14).

[9864] 16 s. Los gentiles sobrevivientes de la catástrofe se convierten, lo cual aquí se expresa por su participación en la fiesta de los Tabernáculos (cf. Isaías 60, 3; Jeremías 3, 17; Ez, 47, 22 s.). Si una nación se negare a concurrir, Dios la castigará con hambre (versículo 17) Véase 8, 20.

[9865] 19. Egipto representa aquí el mundo pagano (véase 6, 6 y nota). Su pecado consiste, según San Jerónimo, en su incredulidad en Jesucristo como Mesías. Cf. Juan 16, 8-9; Romanos 11, 31 y nota.

[9866] 20. En las campanillas de los caballos se escribirá: Consagrado a Yahvé: Muchos de los profetas terminan en forma semejante. Véase 2, 9 s. y nota. Todas las cosas serán santificadas, aun en las bestias (cf. Isaías 11, 6 ss.), y los hogares serán como un santuario. No habrá más cosa inmunda en esta perfecta teocracia, consumación de la tierra prometida, y de ahí que en ella no habrá ya cananeos, que fueron los enemigos de Israel en la conquista de aquella tierra, como se lee en Josué. Mons. Martini observa que Teodoreto concluye su comentario a Zacarías con una hermosa plegaria, en la que pide “que no haya entre nosotros ningún cananeo, sino que todos vivamos según las enseñanzas evangélicas, en la expectación de nuestra bienaventurada esperanza y de la venida del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo, a quien con el Padre y el Espíritu Santo sea gloria ahora y siempre y por todos los siglos. Amén”. Cf. Tito 2, 13.

[9867] 1. La palabra de Dios aparece aquí personificada y como juez. Lo mismo dice Jesús del Evangelio: “Quien me menosprecia y no recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue: la palabra que Yo he predicado, esa le juzgará en el último día” (Juan 10, 48).

[9868] 2 ss. Dios elige a quien quiere, como se ve en el ejemplo de Jacob y Esaú. Jacob, el menor fue elegido, y Esaú, el primogénito, fue rechazado. Véase Génesis 25, 23; 27, 1 ss. y notas. Malaquías elige este ejemplo para mostrar cómo Dios ama a su pueblo. Por este amor redujo a soledad las montañas de Esaú, el país de Edom (versículo 3) y destruyó todas las esperanzas de los idumeos (versículo 4). Cf. Salmo 136, 7; Jeremías 49, 7 ss.; Joel 3, 19; Amós 1, 11 s.; Abdías 1 ss., etc. Ello no obsta para que la esposa ingrata le pregunte todavía: “¿En qué nos amaste?” Releamos Ezequiel 16 con sus notas y mirémonos todos en ese espejo.

[9869] 7. Véase la pregunta del versículo 2, en que desconocen el amor con que son amados. Y ahora, como en 2, 17, desconocen su propia ingratitud. Cf. Juan 6, 3 y nota. Los sacerdotes, dice San Cirilo, aun sin pronunciar expresamente estas palabras irreverentes, mostraban en sus costumbres y actos que despreciaban el altar del Señor, como si en realidad tuvieran esta opinión impía. Ofrecían como sacrificios cosas viles e inútiles, pan inmundo (pan con levadura, en vez de panes ácimos; cf. Levítico 2, 4; Lucas 13, 21 y nota), y reses ciegas y cojas (cf. Levítico 3, 1 y 6; Deuteronomio 15, 21 etc.). ¿Cómo podía el pueblo tener respeto a lo santo, si los mismos sacerdotes, los consagrados al Señor, trataban las cosas divinas de un modo tan sacrílego? San Jerónimo aprovecha este pasaje para exhortar a los sacerdotes del Nuevo Testamento, diciéndoles: “Mancillamos el pan, esto es, el Cuerpo de Cristo, cuando nos acercamos indignamente al altar, y estando sucios bebemos aquella sangre limpia... mas las obras de los pecadores son un desprecio de la mesa del Señor; pues Este es vilipendiado y ultrajado cuando lo son sus sacramentos.”

[9870] 8 s. Nótese el carácter sarcástico de este pasaje. ¿Cómo pretendéis que Dios pueda escuchar semejante oración, hecha con un corazón doble, mientras por vuestra conducta despreciáis la fe y el amor? ¿Acaso podréis burlaros de Dios? Véase la tremenda respuesta que Él da en 2, 1 ss. Cf. 3, 7 y nota.

[9871] 10. El sentido es: ¡Ojalá se cerraran las puertas del Templo, para que nadie de vosotros pudiera entrar y encender el fuego! Véase Isaías 1, 11-15.

[9872] 11. Es grande mi Nombre: El nombre de Dios y de su Hijo Jesucristo será glorificado aun por los paganos, que se convertirán en masa. Cf. Isaías 2, 2 ss.; 11, 9; 49, 6; 60, 9; Miqueas 4, 2, etc. Se ofrece incienso. El incienso acompañaba todos los sacrificios. Ofrenda pura: El hebreo usa aquí, como en el versículo 10 y en 3, 4, la palabra minchah, que San Jerónimo traduce aquí por “ofrenda”, y más adelante por “sacrificio”. Este versículo es una grandiosa profecía que halla su cumplimiento en el sacrificio del Nuevo Testamento, la Santa Misa. Cf. Concilio Tridentino, sesión 22, capítulo 1. Entre las naciones: Aun en sentido literal reconocen todos que aquí no se trata, como en 3, 4, de Israel, ni de un sacrificio exclusivo para los israelitas, sino que esto presupone la conversión de los gentiles, en la que “le adorarán todos los reyes de la tierra, y todas las naciones le servirán” (Salmo 71, 10; cf. Salmo 101, 16 s. y nota). Presupone también la muerte redentora de Jesús. De todos modos, es un hecho que Jesús anunció la necesidad de su Pasión y Muerte, no solo después de resucitado (Lucas 24, 44-47) sino también desde el principio del Evangelio de San Juan, cuando expuso a Nicodemo la necesidad del nuevo nacimiento.

[9873] 13. ¡Qué fastidio! Vulgata: He aquí el fruto de nuestro trabajo: “Este versículo, dice Scío, es muy oscuro, y por esto se le dan varios sentidos. Decís que estas ofrendas que me hacéis son el fruto de vuestros trabajos y fatigas, y pretendéis así burlaros de mí, pero yo digo que ellas son fruto de vuestra rapiña. Así San Jerónimo.” De todas maneras vemos aquí expresada la abominación del divino Padre por el culto forzado y falto de amor, que obra como si con ello hiciera a Dios un favor.

[9874] 14. No solamente los sacerdotes son culpables, sino también los laicos que, inducidos por el mal ejemplo de aquellos, ofrecen animales defectuosos para los sacrificios (cf. versículo 7 y nota). “Los malos sacerdotes, dice San Gregorio Magno, son la causa de la perdición de los pueblos.” “Los sacerdotes escandalosos son los que destruyen el santuario de Dios” (San Jerónimo). Porque Yo soy un rey grande: Admiremos la majestad de estas palabras (Zacarías 14, 9), y temblemos ante esta maldición que nos amenaza si pretendemos “quedar bien con Dios” a base de lecciones exteriores, como si Él no conociese el fondo de nuestro corazón.

[9875] 1. Véase Zacarías 11, 5 y nota; Oseas 4, 7 s. Anunciase el castigo de los sacerdotes. Ellos serán entregados a la miseria (versículo 2) por haberse enriquecido, reteniendo las mejores ofrendas para sí. Dios anuncia aquí que sus bendiciones serán convertidas en maldiciones, para que las almas rectas no caigan engañadas por las apariencias (cf. Mateo 7, 15). Los sacerdotes bendecían al pueblo con una fórmula que Dios les había enseñado (Números 6, 22 ss.). “Según San Jerónimo, se habla también aquí de aquellos sacerdotes que adulan a los pecadores porque son ricos y poderosos, y disimulan sus vicios” (Réboli).

[9876] 3. La espaldilla derecha de las víctimas pacíficas pertenecía a los sacerdotes (cf. Levítico 7, 32). En el hebreo se refiere a las sementeras, que serán maldecidas. El estiércol de vuestras fiestas, o sea, los excrementos de los animales sacrificados en las fiestas, que según la Ley tenían que quemarse (Éxodo 29, 14). No hay palabra más dura para expresar la indignación de Dios con los infieles ministros de su santuario.

[9877] 4. Recuerda el pacto de Dios con Leví, a cuya tribu pertenecían los sacerdotes. Cf. Números 25, 12 s.; Deuteronomio 33, 8 ss.; Ezequiel 44, 15 y nota. Sigue una hermosa descripción del sacerdote fiel y temeroso de Dios (versículos 5-7).

[9878] 5. Vida y paz: El Señor les dio toda clase de bienestar, más aún, les inspiró el santo temor de Dios, del cual nace la verdadera sabiduría (Salmo 110, 10; Eclesiastés 12, 13).

[9879] 6. Apartó a muchos del pecado: He aquí la obra social más necesaria, la misión sacerdotal eminentemente divina: ser cooperador en la conversión de las almas. Según San Anselmo, lo propio del sacerdote es arrancar las almas al mundo perverso y darlas a Dios. “Muchas veces, dice San Juan Crisóstomo, los sacerdotes no se pierden por sus propios pecados, sino por los pecados de los otros que no han impedido.”

[9880] 7. Los labios del sacerdote han de guardar la doctrina: Los sacerdotes y levitas estaban encargados de adoctrinar al pueblo (Levítico 10, 11; Deuteronomio 17, 10 s.). San Ambrosio llama a la Biblia que contiene la Ley de Dios, el libro sacerdotal, libro propio del sacerdote, el cual tiene la obligación de leerlo asiduamente (De Off., libr. II). Ese mismo santo Doctor compara a los sacerdotes con las abejas. Como celestiales abejas, dice, los sacerdotes, deben formar suave miel con las flores de las divinas Escrituras, y disponer con arte todo lo necesario para curar las almas (De Off., libr. III). Él es mensajero (Vulgata: él es el Ángel): Lo mismo dice San Pablo de los sacerdotes de Cristo: “Somos embajadores de Cristo” (II Corintios 5, 20). La Encíclica “Acerbo Nimis” de Pío X agrega a este pasaje: “Por lo cual, en las sagradas Ordenes, el Obispo dice, dirigiéndose a los que van a ser hechos sacerdotes: Que vuestra doctrina sea remedio espiritual para el pueblo de Dios, y los cooperadores de nuestro Orden sean previsores, para que, meditando día y noche acerca de la Ley, crean lo que han leído y enseñen lo que han creído.” Cf. II Paralipómenos 30, 22; Oseas 8, 12 y nota. Cf. I Timoteo 5, 17 y nota.

[9881] 8 s. Por no predicar la Palabra de Dios y por dar mal ejemplo al pueblo los sacerdotes han quebrantado el pacto, a causa de lo cual el Señor lo declara nulo y les aplicará la pena merecida. Cf. Levítico 22, 15 y nota.

[9882] 10. Malaquías reprende en los versículos 10-16 al pueblo en general, cuyo pecado consiste principalmente en faltar al amor fraternal. No obstante ser todos hermanos e hijos de un mismo padre, se traicionan unos a otros, quebrantando de esta manera el pacto que concluyeron con Yahvé en el Sinaí (Éxodo 19, 5; Deuteronomio 7, 8 s.). Nótese la elocuencia que este pasaje adquiere en nuestro tiempo en que la fraternidad entre los que se llaman cristianos tiene un fundamento tan superior a la alianza antigua, como que es la verdadera filiación divina. Cf. Efesios 1, 5 y nota.

[9883] 11 s. Véase Éxodo 34, 16; Deuteronomio 7, 3 s.; Esdras capítulo 10; Nehemías capítulo 13. Hija de un dios extraño: mujer idólatra. El profeta condena los matrimonios mixtos y los amenaza, con la extirpación (versículo 12). Al maestro y al discípulo: Así la Vulgata. “La interpretación es insegura. ST «hijo y nietos»; corrientemente, «quien vela y quien responde», es decir, todo viviente; para otros sería expresión forense y jurídica «el que formula la, protesta (o se opone) y el que responde». Kittel corrige y lee «el testigo y el que responde»” (Bover-Cantera). Aquel que presente ofrenda: Será exterminado por causa del matrimonio mixto aunque ofrezca sacrificios en el Templo y cumpla con sus demás deberes.

[9884] 13. En lo sucesivo se dirige el profeta contra el divorcio, tomando bajo su protección las mujeres repudiadas por sus maridos que habían tomado mujeres paganas. Las lágrimas serían las derramadas por las mujeres desamparadas. Dios no mira más las ofrendas puestas en el altar, porque son salpicadas con las lágrimas de las desamparadas.

[9885] 14. ¿Por qué? La santidad del matrimonio es garantizada por el mismo Dios como testigo, el cual, en el caso de divorcio, va a acusar al marido que toma otra mujer. Malaquías se levanta en este admirable pasaje a la altura de la doctrina de Cristo, que repudia en absoluto el divorcio, mientras que en la Ley de Moisés era tolerado (cf. Deuteronomio 24, 1 ss.; Eclesiástico 7, 21 y notas; Marcos 10, 11 s.).

[9886] 15. Seguimos la traducción de San Jerónimo (Vulgata). Se han dado a este versículo muy diversas traducciones y explicaciones. Crampón resume la idea de la Vulgata diciendo: ¿No es el mismo Dios quien creó a la mujer como hizo al hombre? ¿Y el espíritu no es común a ambos? Así que la procreación de una descendencia santa en Israel, por el hombre y la mujer, es imposible si los maridos despiden a las mujeres israelitas y se casan con extranjeras (cf. Génesis 15, 5 s.; 21, 12; Romanos 11, 16). Guardad, pues, vuestro espíritu. Puede traducirse: Cuidad de vuestra vida, porque la vida de los dos es una y el divorcio destruye esta vida común.

[9887] 16. La Vulgata tiene otro matiz: Cuando la aborrecieres déjala. Así contestan al profeta, citando la Ley (Deuteronomio 24, 1 ss.), la que permitía el divorcio en ciertos casos. Malaquías subraya de nuevo la santidad e indisolubilidad del matrimonio: no seáis desleales, o sea, infieles a vuestras mujeres que os están unidas tan íntimamente como el vestido al cuerpo. Cf. Génesis 2, 23 ss.

[9888] 17. ¿Dónde está el Dios de la justicia? La pregunta se entiende bien en boca de los regresados del destierro, que esperaban la humillación de los pueblos enemigos y se admiraban de que estos prosperasen. No entendían la paciencia de Dios, el cual parecía aprobar todo lo que se hacía contra los judíos. Este versículo inicia la segunda parte del Libro, que va a tratar del juicio del Señor. Ese Caudillo salvador y justiciero “que ellos buscan” (3, 1), les sería dado, pero antes tendría que “purificar a los hijos de Leví” (3, 3). Y sucedió que vino y “los suyos no le recibieron” (Juan 1, 11), y entonces, “a los que lo recibieron les dio potestad de hacerse hijos de Dios” (Juan 1, 12), para lo cual fundó la Iglesia (Juan 11, 52; Mateo 16, 16 ss. y nota).

[9889] 1. Mi ángel: expresión que coincide con el nombre del mismo profeta Malaquías (cf. introducción). El ángel es el precursor del Mesías, San Juan Bautista. Dios anuncia el reino de los cielos traído por Jesucristo, y a su pregonero, el Bautista. Véase Isaías 40, 3; Mateo 11, 10 s.; 17, 10 ss.; Marcos 1, 2; Lucas 3, 4; 16, 16; Juan 1, 23. Cf. Zacarías 1, 11 y nota. Señor (Vulgata: dominador) es nombre del Mesías en Miqueas 5, 2 y significa su realeza. Cf. Apocalipsis 17, 14 y 19, 16, donde Cristo, en su Retorno triunfante, es llamado Rey de reyes y Señor de Señores. A quien buscáis: es como una respuesta a 2, 17. El Ángel de la Alianza: Esto nos hace pensar en el Ángel de la Antigua Alianza, que condujo al pueblo de Israel de Egipto y en que se puede ver con San Judas al mismo Jesucristo (Judas 5). Véase Éxodo 14, 19; 23, 20 y 23; 32, 34. Se refiere aquí al Ángel o Mediador de la Nueva Alianza, que es Jesucristo. Así lo exige el paralelismo con Señor. Cf. Jeremías 31, 31; Hebreos 8, 8 ss.; 10, 15 ss. He aquí que viene: es el sentido de la expresión aramea Maran atha, que San Pablo usa en I Corintios 16, 22 y que era una fórmula de saludo y de oración entre los primeros cristianos, como se ve en la Didajé. Véase Apocalipsis 1, 7; 22, 20 y nota.

[9890] 2 s. El día de su venida, cuando Él comience a juzgar a su pueblo. El Mesías vendrá como un fuego purificador que separa en Israel la escoria de la plata. Cf. Levítico 1, 3 ss. y nota; Isaías 1, 25 s.; Joel 2, 11; Zacarías 5, 3 s.; 13, 9. La actividad del Mesías “se dirigirá ante todo contra los ministros sagrados, cuya conducta infame hemos visto más arriba; los purificará por el castigo, de modo que sus sacrificios serán de nuevo agradables a Yahvé. Versículos 2-4... Cf. Mateo 3, 10-12, donde San Juan Bautista traza un retrato del Mesías en todo semejante a este” (Fillion). Véase allí la nota. Una vez purificados los hijos de Leví (versículo 3), serán limpios también sus sacrificios, el culto y la vida sacerdotal. Cf. Ezequiel 9, 6; 44, 10 ss.; I Pedro 4, 17. Y será grata, etc. (versículo 4): Es decir, como en las mejores épocas de la Antigua Alianza. Véase Isaías 56, 7; 60, 7; Éxodo 20, 40.

[9891] 5. Estas amenazas se dirigen contra los vicios del pueblo, particularmente contra la hechicería, el adulterio, el perjurio y la injusticia para con los pobres. Tal es el juicio que el Mesías debía realizar en Israel (cf. Salmo 71, 2 y nota).

[9892] 6. Soy inmutable: “Palabra muy profunda. Yahvé podrá aniquilar a su pueblo rebelde, pero a pesar de todo, siendo Él inmutable en sus promesas, cumplirá fielmente aquellas que en otro tiempo dio a “los hijos de Jacob” (nombre característico de este pasaje). Por eso, castigándolos, no los exterminará. Cf. Salmo 68, 28-37” (Fillion). Es lo que San Pablo dirá luego en Romanos 11, 28 s.; 15, 8, etc., para revelar que aún subsisten las misericordias prometidas a Israel. Véase Hebreos 13, 20 y nota.

[9893] 7. ¡Comparemos este pasaje con la ironía de 1, 8 s. y adoremos este triunfo de la indeficiente misericordia! Lo mismo les dice Dios en la profecía de Zacarías, desde el principio (Zacarías 1, 3). San Gregorio, comentando los Salmos Penitenciarios, aplica esto a la contrición de cada alma, añadiendo que “como no podemos convertirnos a Él sin que Él mismo nos lo ayude con su gracia, hemos de clamarle todo el día, con el Profeta: No apartes de mí tu rostro”.

[9894] 8 ss. Se refiere a la negligencia en pagar los diezmos y primicias que la Ley ordenaba (Levítico 23, 14; 27, 30-33; Deuteronomio 14, 22-29; 15, 19-23; 25, 1 ss.). De ahí que Dios los castigue con el azote de la carestía llamada maldición en el versículo 9. Véase Nehemías 10, 35 ss.; Proverbios 3, 9 s. Cf. la bendición del versículo 10.

[9895] 12. Anuncio de la salud mesiánica. Véase Isaías 62, 4; Zacarías 8, 13 y notas.

[9896] 13 ss. Vuestras palabras son insolentes: Se refiere a la falta de confianza en su Providencia, que los pusilánimes y faltos de fe han expresado ya en 2, 17. Según ellos, la fe en Dios y la obediencia a sus mandamientos deberían ser recompensadas inmediatamente, y todavía con gran largueza, como si el Señor tuviera que agradecerlos. Aún hoy, bajo la Ley de la Gracia, nos da esto una gran luz, porque solemos tener del pecado una idea legalista, pensando solamente si violamos tal o cual precepto. “No vemos que un padre, más que de las faltas del hijo, se duele de la ingratitud y desamor de su corazón.”

[9897] 16 s. Para sostén de los justos, el profeta los remite al libro de memoria, en el cual el Omnisciente apunta todos los sufrimientos de los fieles. Cf. el libro de la vida en Salmo 68, 29; 138, 16; Apocalipsis 20, 12, etc. y la Tau en Ez. 9, 4 (cf. Apocalipsis 7, 3; 9, 4). Admirable revelación esta de Malaquías, para consolar a los que, afligidos en los tiempos de corrupción general, se reúnen para buscar consuelo y esperanza celestiales. Véase Salmo 26, 14 y nota; Filipenses 3, 20 s.; Tito 2, 3; Apocalipsis 22, 17 y 20. Es a la vez una exhortación a practicar el apostolado de la buena conversación, que se hace para edificación mutua (véase Salmo 118, 79; Lucas 10, 42 y notas). San Pablo nos enseña también que agrada a Dios como “sacrificio de alabanza el fruto de los labios que confiesan su Nombre” (Hebreos 13, 15). Así el divino Padre se consuela de los que murmuran de Él (cf. versículo 13), con los que se juntan para discurrir sobre Él con interés y sin aburrimiento (cf. Eclesiástico 24, 29 s.; Sabiduría 8, 16 y notas). “A este grado de humillación llevamos a Dios, dice un autor, al punto de que cualquiera trivialidad mundana nos parezca más agradable o interesante como pasatiempo o tema de conversación que las estupendas cosas de que Él nos habla en su Libro, ese Libro que hasta los incrédulos llaman monumento de Sabiduría! ¡Y luego decimos creer que ese Dios nos tiene dado un Hijo para que nos divinice desde ahora por su gracia y luego con su propia gloria!” “Hermanas, una de dos: o no hablar o hablar de Dios” (Santa Teresa).

[9898] 1. El texto hebreo incorpora estos seis versículos al capítulo 3, con los números 19-24. Aquel día: el día del juicio, el cual será como un fuego en que los pecadores son quemados como estopa y paja. Palabras semejantes emplea el Precursor en Mateo 3, 12 y Lucas 3, 17. Para los justos, en cambio, nacerá el sol de justicia (versículo 2), que es Cristo. La exégesis católica siempre ha reconocido en este pasaje al divino Juez para hacer justicia a los justos. Gramática concuerda este pasaje con Isaías 60, 19; Lucas 1, 78 s.; II Pedro 1, 19; Zacarías 3, 8; 6, 12.

[9899] 3. Pisotearéis a los impíos: Es una cosa notable que según San Judas (Judas 14) ya Enoc profetizó esta venida del Mesías en gloria y con sus santos, es decir, la segunda venida, para este juicio terrible. Véase Salmo 149, 7-9 y notas.

[9900] 5. El día grande y tremendo: así se distingue esta venida de Elías en persona (para preparar el pueblo a la Parusía del Señor; cf. Mateo 17, 11; Marcos 9, 11 ss.; Eclesiástico 48, 1 ss.; Apocalipsis 11, 3) de la venida de San Juan Bautista “con el espíritu y la virtud de Elías” (cf. 3, 1) como precursor de Jesús en su primera venida (cf. Isaías 40, 3 ss. y nota), cuando “los suyos no lo recibieron” (Juan 1, 11). Cf. IV Reyes 2, 11 y nota; Mateo 11, 14; Lucas 1, 17. Convertirá el corazón, etc. La labor de Elías consistirá, dice Crampón, en “llevar a sus contemporáneos a la piedad de los días antiguos y a la imitación de los padres y patriarcas”.

[9901] 1 ss. S. Mateo da comienzo a su Evangelio con el abolengo de Jesús, comprobando con esto que Él, por su padre adoptivo, San José, desciende legalmente en linea recta de David y Abrahán, y que en Él se han cumplido los vaticinios del Antiguo Testamento, los cuales dicen que el Mesías prometido ha de ser de la raza hebrea de Abrahán y de la familia real de David. La genealogía no es completa. Su carácter compendioso se explica, según S. Jerónimo, por el deseo de hacer tres grupos de catorce personajes cada uno (cf. v. 17). Esta genealogía es la de San José, y no la de la Santísima Virgen, para mostrar que, según la Ley, José era padre legal de Jesús, y Este, heredero legal del trono de David y de las promesas mesiánicas. Por lo demás, María es igualmente descendiente de David; porque según San Lucas 1, 32, el hijo de la Virgen será heredero del trono “de su padre David”. Sobre la genealogía que trae S. Lucas, y que es la de la Virgen, véase Lc. 3, 23 y nota. Según los resultados de las investigaciones modernas hay que colocar el nacimiento de Jesús algunos años antes de la era cristiana determinada por el calendario gregoriano, o sea en el año 747 de la fundación de Roma, más o menos. Al no hacerlo así, resultaría que Herodes habría ya muerto a la fecha de la natividad del Señor, lo cual contradice las Sagradas escrituras. Ese hombre impío murió en los primeros meses del 750.

[9902] 3. Tamar. Aparecen, en esta genealogía legal de Jesús, cuatro mujeres: Tamar, Racab, Betsabée y Rut, tres de las cuales fueron pecadoras (Gn. 38, 15; Jos. 2, 1 ss.; 2 Sam. 11, 1 ss.) y la cuarta moabita. S. Jerónimo dice al respecto que el Señor lo dispuso así para que “ya que venía para salvar a los pecadores, descendiendo de pecadores borrara los pecados de todos”.

[9903] 16. Esposo de María: S. Ignacio y S. Jerónimo explican que fue de suma importancia que Jesús naciera de una mujer que conservando su virginidad, fuese a la vez casada, pues así quedaría velado a los ojos de Satanás el misterio de la Encarnación. Jesús (hebreo Yeschua) significa “Dios salva” (cf. v. 21). Cristo es nombre griego que corresponde al hebreo Mesías, cuyo significado es “Ungido”. En Israel se consagraban con óleo los Reyes y los Sumos Sacerdotes. Jesucristo es el Ungido por excelencia, por ser el “Rey de los Reyes” (Ap. 19, 16) y el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza (Cf. Hb. caps. 5-10; Sal. 109, 4 y nota).

[9904] 18. Entre los judíos los desposorios o noviazgo equivalían al matrimonio y ya los prometidos se llamaban, esposo y esposa.

[9905] 19. No habiendo manifestado María a su esposo la aparición del Ángel ni la maravillosa concepción por obra del Espíritu Santo, San José se vio en una situación sin salida, tremenda prueba para su fe. Jurídicamente S. José habría tenido dos soluciones: 1º acusar a María ante los tribunales, los cuales, según la Ley de Moisés, la habrían condenado a muerte (Lv. 20, 10; Dt. 22, 22, 24; Jn. 8, 2 ss.); 2º darle un “libelo de repudio”, es decir, de divorcio, permitido por la Ley para tal caso. Pero, no dudando ni por un instante de la santidad de María, el santo patriarca se decidió a dejarla secretamente para no infamarla, hasta que intervino el cielo aclarándole el misterio. “¡Y qué admirable silencio el de María! Prefiere sufrir la sospecha y la infamia antes que descubrir el misterio de la gracia realizado en ella. Y si el cielo así probó a dos corazones inocentes y santos como el de José y María, ¿por qué nos quejamos de las pruebas que nos envía la Providencia?” (Mons. Ballester). Es la sinceridad de nuestra fe lo que Dios pone a prueba, según lo enseña San Pedro (1 Pe. 1, 7). Véase Sal. 16, 3 y nota.

[9906] 23. Es una cita del profeta Isaías (7, 14). Con ocho siglos de anticipación Dios anuncia, aunque en forma velada, el asombroso misterio de amor de la Encarnación redentora de su Verbo, que estará con nosotros todos los días hasta la consumación del siglo (Mt. 28, 20). Será para las almas en particular y para toda la Iglesia, el “Emmanuel”: “Dios con nosotros”, por su Eucaristía, su Evangelio y por la voz del Magisterio infalible instituido por Él mismo.

[9907] 25. Sin que la conociera, etc.: Este es el sentido del texto que dice en el original: “no la conoció hasta que dio a luz”. “Hasta” significaba entre los hebreos algo así como “mientras” y expresa, como dice S. Jerónimo, únicamente lo que aconteció o no, hasta cierto momento, mas no lo que sucedió después. Véase, como ejemplo, Lc. 2, 37 y lo mismo 2 Sam. 6, 23: “Micol no tuvo hijos hasta el día de su muerte”.

[9908] 1. Mago es el nombre que entre los persas y caldeos se daba a los hombres doctos que cultivaban las ciencias, especialmente la astronomía.

[9909] 2. El rey recién nacido es a los ojos de los magos un rey universal, tal como lo daban a conocer los divinos oráculos de la Biblia que se habían ido esparciendo por el mundo de entonces (cf. Jr. 23, 5 ss.; 33, 15; Is. caps. 11, 32, 60; Ez. 37, 23 ss.). Pero no se trata para ellos de un rey como los demás, observa Fillion, “sino del rey ideal, desde tiempo atrás anunciado y prometido por Dios, que había de salvar a su pueblo y a toda la humanidad”. Véase la profecía del ángel en Lc. 1, 32; la aclamación del pueblo en Mc. 11, 10; la confesión de Pilato en Jn. 19, 19, etc.

[9910] 6. Véase Mi. 5, 2; Jn. 7, 42. Betlehem o Belén, ciudad situada a 8 kms. al sur de Jerusalén. Una magnífica Basílica recuerda el nacimiento del Salvador. En la gruta, debajo, arden constantemente 32 lámparas; y una estrella señala el lugar donde nació nuestro Redentor. Sobre el símbolo de la estrella véase la profecía de Balaam en Nm. 24, 17 y Ap. 22, 16, donde Jesús mismo se da ese nombre (cf. Sal. 109, 3 y nota).

[9911] 11. Como hijos de los gentiles, “reconozcamos en los magos adoradores las primicias de nuestra vocación de nuestra fe, y celebremos con corazones dilatados por la alegría los comienzos de esta dichosa esperanza; pues, desde este momento se inicia nuestra entrada en la celestial herencia de los hijos de Dios” (S. León Magno). Los dones de los magos son muy significativos: el oro simboliza la realeza; el incienso, la divinidad; la mirra, la humanidad. Se trata, pues, de una pública confesión de la divinidad del Hijo del hombre y de la realeza que había sido anunciada por el ángel (Lc. 1, 32; Sal. 71, 10 s. y notas).

[9912] 14. Unas ocho o diez jornadas de camino a través del desierto separan Egipto de Palestina. San José es modelo de la virtud de la obediencia. Sin proferir excusas, tan obvias en tal trance, abandona al instante el país natal y acata en todo la santa voluntad de Dios, que para él había reservado las tareas más penosas. A su obediencia y humildad corresponde su gloria y poder en el cielo.

[9913] 15. Véase Oseas 11, 1 y nota explicativa.

[9914] 18. Con el versículo citado, San Mateo quiere expresar la inmensidad del dolor aludiendo a la tumba de Raquel, esposa de Jacob, sepultada en el camino de Jerusalén a Belén (Gn. 35, 19; Jr. 31, 15). Rama: localidad situada al Norte de Jerusalén y campo de concentración de los judíos que por Nabucodonosor fueron llevados al cautiverio de Babilonia (587 a. C.). “Raquel se alza de su sepulcro para llorar la partida de sus hijos a Babilonia y para mezclar sus lamentos con los de las madres de los Inocentes”. La Iglesia celebra el 28 de diciembre la memoria de estos como flores del martirio por Cristo.

[9915] 22. El Patriarca José es un envidiable prototipo de las almas interiores, habiéndose formado él mismo en la escuela de Jesús y de María. Su vida fue una vida de silencio y trabajo manual. En el taller de Nazaret, este varón justo, como lo llama el Espíritu Santo (1, 19), nos da ejemplo de una santa laboriosidad, en unión con el divino Modelo, en cuyo nombre S. Pablo nos recomienda a todos sin excepción el trabajo manual (1 Ts. 4, 11).

[9916] 23. Nazaret: pequeña población de Galilea, donde nadie buscaba al Mesías. Véase v. 15; Lc. 1, 26; 2, 39; Jn. 1, 46; 8, 52; Nazareno, esto es, Nazareo o consagrado a Dios (Dt. 23, 16 y nota) y también Pimpollo (Is. 11, 1; 53, 2).

[9917] 2. El reino de los cielos, o sea, el reino de Dios. La condición necesaria para entrar en ese reino es arrepentirse de los pecados y creer al Evangelio (4, 17; Mc. 1, 15), cosas ambas que Jesús resume en la pequeñez, es decir, en la infancia espiritual o la pobreza en espíritu (5, 3; 18, 1-4). Véase v. 10 y nota.

[9918] 3. Véase Is. 40, 3.

[9919] 6. Este bautismo no era sino una preparación de Israel para recibir al Mesías (Hch. 19, 4 y nota). Tampoco era un sacramento la confesión que los pecadores hacían, pero sí una manifestación del dolor interior, un medio eficaz para conseguir la gracia de arrepentimiento, condición del perdón.

[9920] 10 ss. Aquí y en el v. 12 el Bautista señala a Jesús dispuesto a comenzar su reinado de justicia. En 11, 12 ss., el mismo Jesús nos muestra cómo ese reino será en ese entonces impedido por la violencia y cómo, aunque el Bautista vino con la misión de Elías (Mal. 4, 5), este habrá de volver un día (17, 11 s.) a restaurarlo todo. Fillion hace notar la similitud de este pasaje con Mal. 3, 2 s. (véase allí la nota), donde no se trata ya del juicio sobre las naciones como en 25, 32 (cf. Jl. 3) sino de un juicio sobre su pueblo. Cf. Sal. 49, 4 ss. y notas.

[9921] 14. Jesús no necesitaba del bautismo, pero queriendo cumplir toda justicia (v. 15), es decir, guardar puntualmente todas las leyes y costumbres de su pueblo, se sometió al bautismo como se había sometido a la circuncisión y demás ritos judíos.

[9922] 16. En el bautismo de Jesús se manifiesta la Ssma. Trinidad: el Padre que habla del cielo, el Hijo que está en forma de hombre arrodillado a la orilla del Jordán, y el Espíritu Santo que se hace visible en forma de paloma. Cf. Lc. 3, 22; Jn. 1, 32 ss. y nota.

[9923] 17. He aquí la primera revelación del más grande de los misterios: el infinito amor del Padre al Unigénito, en el cual reside toda su felicidad sin límites y por el cual, con el cual y en el cual recibe eternamente toda su gloria, como lo expresa el Canon de la Misa. Cf. sobre este amor 12, 18; 17, 5; Is. 42, 1; Jn. 3, 35; 12, 28; 2 Pe. 1, 17.

[9924] 1. Véase Mc. 1, 2 ss.; Lc. 4, 1 ss.

[9925] 3 ss. Esta tentación se comprende solo como humillación del Señor, quien, siendo el segundo Adán, quiso expiar así el pecado de los primeros padres. El tentador procura excitar las tres concupiscencias del hombre: la sensualidad por medio del apetito de comer, la soberbia por medio del orgullo presuntuoso, y la concupiscencia de los ojos por medio de los apetitos de riqueza, poder y goce. Preparose Jesús para la tentación orando y ayunando. He aquí las armas más eficaces para resistir a las tentaciones. Las citas de la Sagrada Escritura corresponden a los siguientes pasajes: v. 4 a Dt. 8, 3 y Sb. 16, 26; v. 6, al Sal. 90, 11 s.; v. 7, a Dt. 6, 16; v. 10, a Dt. 6, 13.

[9926] 7. “Guárdese el lector de entender que Cristo declara aquí su divinidad, diciendo a Satanás que no lo tiente a Él. Esto habría sido revelar su condición de Hijo de Dios, que el diablo deseaba vanamente averiguar. Venció Jesús al tentador con esta respuesta, enseñándonos que poner a Dios en el caso de tener que hacer un milagro para librarnos de un peligro en que nos hemos colocado temerariamente y sin motivo alguno, es pecado de presunción, o sea tentar a Dios”.

[9927] 10. Por tercera vez es vencido Satanás por el poder de la Escritura. San Pedro nos reitera esta doctrina de que, para vencer al diablo, hemos de ser fuertes en la fe (1 Pe. 5, 8) y San Juan nos da igual receta para vencer al mundo, cuyo príncipe es el mismo Satanás (Jn. 14, 30). Sobre el poder de la Palabra divina, véase Lc. 22, 36 y nota; Sal. 118, 1 ss.; Ap. 12, 11.

[9928] 13. Cafarnaúm, hoy Tel Hum, situada en la ribera norte del Lago de Genesaret.

[9929] 15 s. Véase Is. 9, 1 s. y nota.

[9930] 23. En las sinagogas de ellos: cf. Hb. 8, 4 y nota.

[9931] 24. Lunáticos se llamaban los epilépticos y enfermos de similar categoría, porque su enfermedad se atribuía a la influencia de la luna.

[9932] 3. Pobres en el espíritu son, como observa Sto. Tomás, citando a San Agustín, no solamente los que no se apegan a las riquezas (aunque sean materialmente ricos), sino principalmente los humildes y pequeños que no confían en sus propias fuerzas y que están, como dice S. Crisóstomo, en actitud de un mendigo que constantemente implora de Dios la limosna de la gracia. En este sentido dice el Magnificat: “A los hambrientos llenó de bienes y a los ricos dejó vacíos” (Lc. 1, 53).

[9933] 5. Los mansos tendrán por herencia el reino de los cielos, cuya figura era la tierra prometida. C. Sal. 36, 9; 33, 19 y nota.

[9934] 8. Verán a Dios: “Los limpios de corazón son los que ven a Dios, conocen su voluntad, oyen su voz, interpretan su palabra. Tengamos por cierto que para leer la Santa Biblia, sondear sus abismos y aclarar la oscuridad de sus misterios poco valen las letras y ciencias profanas, y mucho la caridad y el amor de Dios y del prójimo” (S. Agustín).

[9935] 10. Cf. Sal. 16 y sus notas.

[9936] 13 ss. En las dos figuras de la sal y de la luz, nos inculca el Señor el deber de preservarnos de la corrupción y dar buen ejemplo.

[9937] 16. Así brille: alguien señalaba la dulzura que esconden estas palabras si las miramos como un voto amistoso para que nuestro apostolado dé fruto iluminando a todos (cf. Jn. 15, 16), para gloria del Padre (Jn. 15, 8). Y si es un voto de Jesús ya podemos darlo por realizado con solo adherirnos a él, deseando que toda la gloria sea para el Padre y nada para nosotros ni para hombre alguno.

[9938] 17. San Pablo enseña expresamente que Jesús aceptó la circuncisión para mostrar la veracidad de Dios confirmando las promesas que Él había hecho a los patriarcas (Rm. 15, 8). Es lo que dice María en Lc. 1, 54 s.

[9939] 18. La jota (yod) es en el alefato hebreo la letra más pequeña. Este anuncio lo había hecho ya Moisés a Israel, diciéndole que un día había de cumplir “todos los mandamientos que hoy te intimo” (Dt. 30, 8). Lo mismo se había prometido en Jr. 31, 33; Ez. 36, 27, etc., y sin embargo Jesús había dicho a los judíos que ninguno de ellos cumplía la Ley (Jn. 7, 19). El Redentor quiere así enseñarles que tales promesas solo llegarán a cumplirse con Él. Cf. Ez. 44, 5 y nota.

[9940] 22. Se trata aquí de fórmulas abreviadas de maldición. Se pronunciaba una sola palabra, mas el oyente bien sabía lo que era de completar. Tomado por sí solo, racá significa estúpido y necio en las cosas que se refieren a la religión y al culto de Dios. Necio es más injurioso que “racá”, porque equivale a impío, inmoral, ateo, en extremo perverso. El concilio, esto es, el Sanhedrín o supremo tribunal del pueblo judío, constaba de 71 jueces y era presidido por el Sumo Sacerdote. Representaba la suprema autoridad doctrinal, judicial y administrativa. Gehenna es nombre del infierno. Trae su origen del valle Ge Hinnom, al sur de Jerusalén, donde estaba la estatua de Moloc, lugar de idolatría y abominación (2 R. 23, 10).

[9941] 24. “La misericordia del Padre es tal, que atiende más a nuestro provecho que al honor del culto” (S. Crisóstomo).

[9942] 27. Véase Ex. 20, 14; Dt. 5, 10.

[9943] 28. Es muy importante distinguir entre la inclinación y la voluntad. No hemos de sorprendernos de sentir el mal deseo ni tener escrúpulo de él, porque esto es lo normal; pecado sería consentir en lo que sentimos. Dios saca de él ocasión de mérito grandísimo cuando lo confesamos con plena desconfianza de nosotros mismos, y entonces nos da la fuerza para despreciarlo. Por eso Santiago (1, 12) llama bienaventuranza la tentación en el hombre recto.

[9944] 29 s. Véase Lc. 24, 19 s. Por ojo derecho y por mano derecha entiende Jesucristo cualquier cosa que nos sea tan preciosa como los miembros más necesarios de nuestro cuerpo.

[9945] 31 s. Véase Dt. 24, 1. Jesús suprime aquí el divorcio que estaba tolerado por Moisés, y proclama la indisolubilidad del matrimonio. Si no es por causa de fornicación: no quiere decir que en el caso de adulterio de la mujer, el marido tenga el derecho de casarse con otra, sino solamente de apartar la adúltera. El vínculo del matrimonio subsiste hasta la muerte de uno de los dos contrayentes (19, 6; Mc. 10, 11; Lc. 16, 18; Rm. 7, 2; 1 Co. 7, 10 s. y 39).

[9946] 34 ss. Véase Lv. 19, 12; Nm. 30, 3; Dt. 23, 21 ss. No se prohíbe el juramento, sino el abuso de este acto solemne y santo.

[9947] 38. Referencia a la Ley del Talión. Véase Dt. 19, 21; Lv. 24, 20 y Ex. 21, 24 con su nota explicativa.

[9948] 40. Véase Mi. 2, 8 ss.

[9949] 42. Da a quien te pide: “No digáis —observa un maestro de vida espiritual—: gasto mis bienes. Estos bienes no son vuestros, son bienes de los pobres, o más bien, son bienes comunes, como el sol, el aire y todas las cosas” (Dt. 15, 8; Si. 12, 1 s. y notas).

[9950] 43. Odiarás a tu enemigo: Importa mucho aclarar que esto jamás fue precepto de Moisés, sino deducción teológica de los rabinos que “a causa de sus tradiciones habían quebrantado los mandamientos de Dios” (15, 9 ss.; Mc. 7, 7 ss.) y a quienes Jesús recuerda la misericordia con palabras del A. T. (9, 3; 12, 7). El mismo Jesús nos enseña que Yahvé —el gran “Yo soy”— cuya voluntad se expresa en el Antiguo Testamento, es su Padre (Jn. 8, 54) y no ciertamente menos santo que Él, puesto que todo lo que Él tiene lo recibe del Padre (11, 27), al cual nos da precisamente por Modelo de la caridad evangélica, revelándonos que en la misericordia está la suma perfección del Padre (5, 48 y Lc. 6, 35). Esta misericordia abunda en cada página del A. T. y se le prescribe a Israel, no solo para con el prójimo (Ex. 20, 16; 22, 26; Lv. 19, 18; Dt. 15, 12; 27, 17; Pr. 3, 28, etc.), sino también con el extranjero (Ex. 22, 21; 23, 9; Lv. 19, 33; Dt. 1, 16; 10, 18; 23, 7; 24, 14; Mal. 3, 5, etc.). Véase la doctrina de David en Sal. 57, 5 y nota. Lo que hay es que Israel era un pueblo privilegiado, cosa que hoy nos cuesta imaginar, y los extranjeros estaban naturalmente excluidos de su comunidad mientras no se circuncidaban (Ex. 12, 43; Lv. 22, 10; Nm. 1, 51; Ez. 44, 9), y no podían llegar a ser sacerdote, ni rey (Nm. 18, 7; Dt. 17, 15), ni casarse con los hijos de Israel (Ex. 34, 16; Dt. 7, 3; 25, 5; Esd. 10, 2; Ne. 13, 27). Todo esto era ordenado por el mismo Dios para preservar de la idolatría y mantener los privilegios del pueblo escogido y teocrático (cf. Dt. 23, 1 ss.), lo cual desaparecería desde que Jesús aboliere la teocracia, separando lo del César y lo de Dios. Los extranjeros residentes eran asimilados a los israelitas en cuanto a su sujeción a las leyes (Lv. 17, 10; 24, 16; Nm. 19, 10; 35, 15; Dt. 31, 12; Jos. 8, 33); pero a los pueblos perversos como los amalecitas (Ex. 17, 14; Dt. 25, 19), Dios mandaba destruirlos por ser enemigos del pueblo Suyo (cf. Sal. 104, 14 ss. y nota). ¡Ay de nosotros si pensamos mal de Dios (Sb. 1, 1) y nos atrevemos a juzgarlo en su libertad soberana! (cf. Sal. 147, 9 y nota). Aspiremos a la bienaventuranza de no escandalizarnos del Hijo (11, 6 y nota) ni del Padre (Jc. 1, 28; 3, 22; 1 Sam. 15, 2 ss). “Cuidado con querer ser más bueno que Dios y tener tanta caridad con los hombres, que condenemos a Aquel que entregó su Hijo por nosotros”.

[9951] 44 s. Como se ve, el perdón y el amor a los enemigos es la nota característica, del cristianismo. Da a la caridad fraterna su verdadera fisonomía, que es la misericordia, la cual, como lo confirmó Jesús en su Mandamiento Nuevo (Jn. 13, 34 y 15, 12), consiste en la imitación de su amor misericordioso. El cristiano, nacido de Dios por la fe, se hace coheredero de Cristo por la caridad (Lv. 19, 18; Lc. 6, 27; 23, 34; Hch. 7, 59; Rm. 12, 20).

[9952] 48. Debe notarse que este pasaje se complementa con el de Lc. 6, 36. Aquí Jesús nos ofrece como modelo de perfección al Padre Celestial, que es bueno también con los que obran como enemigos suyos, y allí se aclara y confirma que, en el concepto de Jesús, esa perfección que hemos de imitar en el divino Padre, consiste en la misericordia (Ef. 2, 4; 4, 32; Col. 3, 13). Y ¿por qué no dice aquí imitar al Hijo? Porque el Hijo como hombre es constante imitador del Padre, como nos repite tantas veces Jesús (Jn., 5, 19 s. y 30; 12, 44 s. y 49; etc.), y adora al Padre, a quien todo lo debe. Solo el Padre no debe a nadie, porque todo y todos proceden de Él (Jn. 14, 28 y nota).

[9953] 2. No toques la bocina: Contraste con Nm. 10, 10. El Padre Celestial no necesita ya de esta advertencia, según vemos en el v. 4.

[9954] 3. Tu izquierda, es decir que no hemos de huir tan solo de la ostentación ante los demás, sino también de la propia complacencia que mostraba el fariseo del templo (Lc. 18, 11 s.).

[9955] 6 s. Dios, que quiere ser adorado en espíritu y en verdad (Jn. 4, 23), nos muestra aquí, por boca de su Hijo y Enviado, que el valor de la oración estriba esencialmente en la disposición del corazón más que en las manifestaciones exteriores. Cf. 15, 8; Is. 1, 11 y nota.

[9956] 8. Lo sabe ya el Padre: Es esta una inmensa luz para la oración ¡Cuán fácil y confiado no ha de volverse nuestro ruego, si creemos que Él ya lo sabe, y que todo lo puede, y que quiere atendernos pues su amor está siempre vuelto hacia nosotros! (Ct. 7, 10), y esto aunque hayamos sido malos, según acabamos de verlo (5, 45-48). Es más aún: Jesús no tardará en revelarnos que el Padre nos lo dará todo por añadidura (v. 32-34) si buscamos su gloria como verdaderos hijos.

[9957] 9 ss. El Padre Nuestro es la oración modelo por ser la más sencilla fórmula para honrar a Dios y entrar en el plan divino, pidiéndole lo que Él quiere que pidamos, que es siempre lo que más nos conviene. Véase Lc. 11, 2. Orar así es colocarse en estado de la más alta santidad y unión con el Padre, pues no podríamos pensar ni desear ni pedir nada más perfecto que lo dicho por Jesús. Claro está que todo se pierde si la intención del corazón —que exige atención de la mente— no acompaña a los labios. Véase 15, 8. Santificado, etc.: toda la devoción al Padre —que fue la gran devoción de Jesús en la tierra y sigue siéndolo en el cielo donde Él ora constantemente al Padre (Hb. 7, 25)—está en este anhelo de que el honor, la gratitud y la alabanza sean para ese divino Padre que nos dio su Hijo. Tu Nombre: en el Antiguo Testamento: Yahvé; en el Nuevo Testamento: Padre. Véase Jn. 17, 6; cf. Ex. 3, 14; Lc. 1, 49.

[9958] 10. No se trata como se ve, del Cielo adonde iremos, sino del Reino de Dios sobre la tierra, de modo que en ella sea obedecida plenamente la amorosa voluntad del Padre, tal como se la hace en el Cielo. ¿Cómo se cumplirá tan hermoso ideal? Jesús parece darnos la respuesta en la Parábola de la Cizaña (13, 24-30 y 36-43). Véase 24, 3-13; Lc. 18, 8; 2 Ts. 2, 3 ss.

[9959] 11. Supersubstancial, esto es, sobrenatural. Así traducen San Cirilo y San Jerónimo. Sin embargo, hay muchos expositores antiguos y modernos que vierten: “cotidiano”, o de “nuestra subsistencia”, lo que a nuestro parecer no se compagina bien con el tenor de la Oración dominical, que es todo sobrenatural. Este modo de pedir lo espiritual antes de lo temporal coincide con la enseñanza final del Sermón (v. 33), según la cual hemos de buscar ante todo el reino de Dios, porque todo lo demás se nos da “por añadidura”, es decir, sin necesidad de pedirlo.

[9960] 12. Perdonamos: esto es declaramos estar perdonando desde este momento. No quiere decir que Dios nos perdone según nosotros solemos perdonar ordinariamente, pues entonces poco podríamos esperar por nuestra parte. El sentido es, pues: perdónanos como perdonemos, según se ve en el v. 14.

[9961] 13. Aquí como en 5, 37, la expresión griega “Apó tu ponerú”, semejante a la latina “a malo” y a la hebrea “min hará”, parece referirse, como lo indica Joüon, antes que al mal en general al Maligno, o sea a Satanás, de quien viene la tentación mencionada en el mismo versículo. La peor tentación sería precisamente la de no perdonar, que S. Agustín llama horrenda, porque ella nos impediría ser perdonados, según vimos en el v. 12 y la confirman el 14 y el 15. Véase 18, 35; Mc. 11, 25; Jn. 17, 15. Tentación (en griego peirasmós, de peira, prueba o experiencia) puede traducirse también por prueba. Con lo cual queda claro el sentido: no nos pongas a prueba, porque desconfiamos de nosotros mismos y somos muy capaces de traicionarte. Este es el lenguaje de la verdadera humildad, lo opuesto a la presunción de Pedro. Véase Lc. 22, 33 (cf. Martini). Esto no quita que Él pruebe nuestra fe (1 Pe. 1, 7) cuando así nos convenga (St. 1, 12) y en tal caso “fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados más allá de vuestras fuerzas” (1 Co. 10, 13).

[9962] 14. ¡Es, pues, enorme la promesa que Jesús pone aquí en nuestras manos! ¡Imaginemos a un juez de la tierra que dijese otro tanto! Pero ¡ay! si no perdonamos, porque entonces nosotros mismos nos condenamos en esta oración (cf. 5, 43-48). Es decir, que si rezaran bien un solo Padrenuestro los que hacen las guerras, estas serían imposibles. ¡Y aún se dice que estamos en la civilización cristiana!

[9963] 16. El ayuno no era, como hoy, parcial, sino que consistía en la abstinencia total de todas las comidas y bebidas durante el día. Era, pues, una verdadera privación, una auténtica señal de penitencia, que practicaban también los primeros cristianos, principalmente el viernes de cada semana, por ser el día en que “el Esposo nos fue quitado” (9, 15).

[9964] 21. Jesús nos da aquí una piedra de toque para discernir en materia de espiritualidad propia y ajena. El que estima algo como un tesoro, no necesita que lo fuercen a buscarlo. Por eso San Pablo nos quiere llevar por sobre todo al conocimiento de Cristo (Ef. 4, 19). Una vez puesto el corazón en Él, es seguro que el mundo ya no podrá seducirnos. Véase 13, 44 ss.

[9965] 22. Estas palabras se refieren a la recta intención o simplicidad del corazón, tan fundamental según toda la Escritura. “Dios, dice S. Bernardo, no mira lo que hacéis, sino con qué voluntad lo hacéis”. Véase Sb. 1, 1 ss. y nota. Cf. Lc. 11, 34 y nota.

[9966] 24. Para poder entender el sentido literal, en el cual se encierra la profunda enseñanza espiritual de este texto, necesitamos ver detenidamente qué entiende Jesús por el uno y el otro. El primero es Dios, y el otro es Mammón, nombre que significa la personificación de las riquezas. De esto resulta que el que ama las riquezas, poniendo en ellas su corazón, llega sencillamente a odiar a Dios. Terrible verdad, que no será menos real por el hecho de que no tengamos conciencia de ese odio. Y aunque parezca esto algo tan monstruoso, es bien fácil de comprender si pensamos que en tal caso la imagen de Dios se nos representará día tras día como la del peor enemigo de esa presunta felicidad en que tenemos puesto el corazón; por lo cual no es nada sorprendente que lleguemos a odiarlo en el fondo del corazón, aunque por fuera tratemos de cumplir algunas obras, vacías de amor, por miedo de incurrir en el castigo del Omnipotente. En cambio, el segundo caso nos muestra que si nos adherimos a Dios, esto es, si ponemos nuestro corazón en Él, mirándolo como un bien deseable y no como una pesada obligación, entonces sentiremos hacia el mundo y sus riquezas, no ya odio, pero sí desprecio, como quien posee oro y desdeña el cobre que se le ofrece en cambio. Santo Tomás sintetiza esta doctrina diciendo que el primer fruto del Evangelio es el crecimiento en la fe, o sea en el conocimiento de los atractivos de Dios; y el segundo, consecuencia del anterior, será el desprecio del mundo, tal como lo promete Jesús en este versículo.

[9967] 25. Quiere decir: si lo que vale más (la vida y el cuerpo) me ha sido dado gratis y sin que yo lo pidiese, ¿cómo no ha de dárseme lo que vale menos, esto es el alimento para esa vida y el vestido para ese cuerpo? Es el mismo argumento que usa San Pablo en el orden espiritual: Dios que no perdonó a su propio Hijo y lo entregó por nosotros ¿cómo no habría de darnos con Él todos los bienes? (Rm. 8, 32).

[9968] 26. Véase un argumento análogo en Is. 40, 25-31, donde el divino Padre se queja de que se le mire como malo e indiferente ante nuestras necesidades.

[9969] 27. A su estatura: otros traducen: a su vida. Continuando el divino Maestro con su maravillosa dialéctica, nos presenta aquí la cuestión bajo un nuevo aspecto: No solo es cierto que el Padre Celestial es quien nos lo da todo gratuitamente, y que en Él hemos de confiar con más razón que los despreocupados pajarillos, sino también que, aun cuando pretendamos alardear de suficiencia y poner gran esfuerzo en nuestras iniciativas, seremos del todo impotentes si Él no obra, pues que nada podemos ni aun en aquello que nos parece más nuestro, como es la propia vida y la propia estatura. Véase Sal. 126 y notas.

[9970] 29. Como uno de ellos. Notemos que aquí nos da el Señor, de paso, una lección fundamental de estética, e inculca el amor a la naturaleza al mostrarnos la superioridad de las bellezas que su Padre nos dio, sobre todas las que puede elaborar el hombre; y así los pintores clásicos estudiaban la ciencia del colorido en flores y plumajes de aves. Todos habremos observado que, cuando estamos bien de salud y con el organismo descongestionado, nuestros ojos descubren esplendores nuevos en la luz y el color. Pensemos, pues, qué bellezas no vería en ellos la Humanidad santísima de Jesús, el ideal del hombre perfecto en todo sentido.

[9971] 31. En Jn. 6, 27, nos muestra Jesús cuál es el alimento por que hemos de preocuparnos.

[9972] 32. Vuestro Padre sabe. Véase vers. 8 y nota.

[9973] 33. Todo el orden económico del cristianismo está resumido en esta solemne promesa de Jesús. Su conocimiento y aceptación bastaría para dar solución satisfactoria a todos los problemas sociales. La justicia, según la Sagrada Escritura, no ha de entenderse en el sentido jurídico de dar a cada uno lo suyo, sino en el de la justificación que viene de Dios (Rm. 3, 25 s.; 10, 3 ss. y 3, 30 ss.; Fil. 3, 9), y de la santidad, que consiste en el cumplimiento de la divina Ley. Véase Sal. 4, 6 y nota; Hb. 13, 5. Cf. Lc. 18, 9 ss. y nota.

[9974] 34. A cada día le basta su propia pena: Suavísima revelación que solemos mirar como un molesto freno a nuestros impulsos de dominar el futuro, cuando debiera al contrario llenarnos de alegría. Porque si el Amo para el cual se destinan todos nuestros trabajos y el Dueño de nuestra vida nos dice que de este modo le gusta más ¿por qué hemos de empeñarnos en obrar de otro modo más difícil? Pensemos cuán grande tendría que ser la maldad de quien así nos habla si sus promesas no fueran seguras. ¡Porque ello significaría privarnos de la prudencia humana, para que luego nos quedásemos sin una cosa ni otra! ¿Es esto compatible con la compasión y riqueza de bondad que vemos derrochar a cada paso de la vida de Jesús? Sobre esta suavidad de Dios que nos presenta la sabiduría como una serenidad inquebrantable y muy superior a la sofrosyne de los griegos porque cuenta con la infalible intervención de una Providencia paternal, véase Sal. 36, 4 ss.; 111, 7; Jn. 14, 1 y 27, etc.

[9975] 1. Se prohíbe el juicio temerario. S. Agustín observa al respecto: “Juzguemos de lo que está de manifiesto, pero dejemos a Dios el juicio sobre las cosas ocultas” (Lc. 6, 37; Rm. 2, 1). Hay en este sentido una distinción fundamental entre el juicio del prójimo que nos está absolutamente prohibido, y el juicio en materia de espíritu que nos es recomendado por S. Juan, S. Pablo y el mismo Señor (7, 15; 1 Jn. 4, 1; 1 Ts. 5, 21; Hch. 17, 11; 1 Co. 2, 15).

[9976] 2. Es la regla del Padre Nuestro (6, 12 ss.). Importa mucho comprender que Cristo, al pagar por pura misericordia lo que no debía en justicia (Sal. 68, 5 y nota), hizo de la misericordia su ley fundamental y la condición indispensable para poder aprovechar del don gratuito que la Redención significa; esa Redención, sin la cual todos estamos irremisiblemente perdidos para siempre. Dedúcese de aquí, con carácter rigurosamente jurídico, una gravísima consecuencia, y es que Dios tratará sin misericordia a aquellos que se hayan creído con derecho a exigir del prójimo la estricta justicia. Bastará que el divino Juez les aplique la misma ley de justicia sin misericordia, para que todos queden condenados, ya que “nadie puede aparecer justo en su presencia” (Sal. 142, 2). Véase la “regla de oro” (v. 12) y la Parábola del siervo deudor (18, 21 ss.). S. Marcos (4, 24) añade a este respecto una nueva prueba de la generosidad de Dios.

[9977] 3 ss. Véase en la nota a Lc. 6, 42 el hondo sentido de este pasaje.

[9978] 6. El Evangelio es semilla. No debe darse por la fuerza a quienes tienen el espíritu mal dispuesto por la soberbia, pues solo conseguiríamos que lo profanasen y aumentasen su odio. Porque, como dice S. Juan de la Cruz, solo a los que negando los apetitos se disponen para recibir el espíritu, les es dado apacentarse del mismo. Véase Pr. 29, 9 y nota. Os despedacen: Véase Hch. 7, 54 y nota.

[9979] 7 s. Sobre estas inefables promesas en favor de la oración, que Jesús hace tan reiteradamente, y que nosotros miramos con tan poca fe, véase 21, 22; Mc. 11, 24; Lc. 11, 9; Jn. 14, 13; St. 1, 6 y 4, 3, etc.

[9980] 11. A los que le pidan: es decir que, no obstante saber bien el Padre cuanto necesitamos (6, 32), se goza en recibir el pedido de sus hijos. Dará cosas buenas: véase Lc. 11, 13.

[9981] 12. Es la regla de oro que Jesús nos ofrece para guía de nuestra conducta. Nótese su carácter positivo, en tanto que el Antiguo Testamento la presentaba en forma negativa (Tob. 4, 16; Lc. 6, 31; Hch. 15, 29).

[9982] 14. Por el camino estrecho no pueden pasar sino los pequeños. Es este un nuevo llamado a la humildad y al amor, el cual nos hace cumplir los mandamientos. Véase Lc. 13, 24 y nota.

[9983] 15. Jesús, como buen Pastor (Jn. 10, 1-29), nos previene aquí bondadosamente contra los lobos robadores, cuya peligrosidad estriba principalmente en que no se presentan como antirreligiosos, sino al contrario “con piel de oveja”, es decir, “con apariencia de piedad” (2 Tm. 3, 5) y disfrazados de servidores de Cristo (2 Co. 11, 12 ss.). Cf. Lc. 6, 26; 20, 45; Jn. 5, 43; 7, 18; 21, 15; Hch. 20, 29; 1 Jn. 2, 19; Rm. 15, 17 s., etc. Para ello nos habilita a fin de reconocerlos, pues sin ello no podríamos aprovechar de su advertencia. Cf. Jn. 7, 17; 10, 4, 8 y 14.

[9984] 21. Entendamos bien lo que significa hacer su voluntad. Si buscamos, por ejemplo, que un hombre no le robe a otro, para que la sociedad ande bien, y no para que se cumpla la voluntad de Dios, no podemos decir que nuestra actitud es cristiana. Ese descuido de la fe sobrenatural nos muestra que hay una manera atea de cumplir los mandamientos sin rendir a Dios el homenaje de reconocimiento y obediencia, que es lo que Él exige. ¡Cuántas veces los hombres que el mundo llama honrados, suelen cumplir uno u otro precepto moral por puras razones humanas sin darse cuenta de que el primero y mayor de los mandamientos es amar a Dios con todo nuestro ser!

[9985] 22. En aquel día: el día del juicio, llamado también “el día del Señor”, “el día grande”, “día de Cristo”, “día de ira”. Cf. Sal. 117, 24; Is. 2, 12; Ez. 30, 3 y notas; Jl. 1, 15; Ab. 15; Sof. 1, 7; Rm. 2, 5; 1 Co. 3, 13; 2 Co. 1, 14; Fil. 1, 6 y 10; 2 Pe. 3, 12; Judas 6.

[9986] 23. Terribles advertencias para los que se glorían de ser cristianos y no viven la doctrina de Jesucristo, Véase Jr. 14, 14 ss., donde el profeta de Dios habla contra los falsos profetas y sacerdotes que abusan del nombre del Señor.

[9987] 4. De testimonio: para que los sacerdotes reconocieran el milagro hecho por Él, y certificaran legalmente la curación.

[9988] 5. El centurión del ejército romano mandaba a cien soldados. Aquí se trata de un militar al servicio de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea.

[9989] 8. Palabras de humildad incorporadas a la Liturgia de la santa Misa.

[9990] 17. Véase Is. 53, 4.

[9991] 20. El Hijo del hombre: Es el título con que Jesucristo se presentaba como Mesías Rey según el profeta Daniel lo había aplicado en Dn. 7, 13 (Joüon). —¡No tiene dónde reclinar la cabeza! Jesús hace aquí ostentación de su pobreza, como todo amigo y todo esposo que no quiere ser buscado por su fortuna sino por su atractivo y afecto preferente hacia su propia persona (cf. Lc. 9, 57 ss.). ¡Y qué mayor atractivo que ese mismo, de ver que Aquel por quien y para quien fueron hechas todas las cosas, careció de todas —desde el pesebre a la cruz— despreciándolas por amor nuestro y mirándonos a nosotros, a cada uno de nosotros, como su único tesoro, como el más preciado de todos los dones que el Padre le hizo! (Jn. 10, 29 y nota). La suavidad de este asombroso amor es tanto más irresistible cuanto que lo vemos guardar luego esa pobreza para Él solo, en tanto que todo lo temporal lo da por añadidura (6, 33) a quienes lo acepten a Él y deseen ese Reino en el cual nos promete sentarnos a su mesa (Lc. 22, 29 s.).

[9992] 28. Gadara, ciudad situada al este del mar de Galilea. Marcos (5, 1) dice “Gerasa”; Lucas (8, 26), “Gergesa”; Vulg.: “Gerasa”.

[9993] 34. Los gadarenos representan a los que rechazan la luz de Cristo, pidiéndole “que se retire de su país”, o sea de sus casas y corazones, porque aman más las tinieblas que la luz (Jn. 3, 19). Cf. Lc. 8, 36 s.

[9994] 6. Sanando primero el alma, Jesús nos enseña que esta vale más que el cuerpo. No se olvide, pues, la preparación espiritual de los enfermos. Cf. St. 5, 14 s.

[9995] 11. Véase Lc. 5, 32 y nota; 15, 2 ss.; Jn. 6, 37.

[9996] 13. Véase Os. 6, 6; 1 Re. 15, 22; Si. 35, 24.

[9997] 15. El Esposo de esta parábola es el mismo Jesús; sus amigos, los apóstoles, no podían ayunar como si hicieran duelo por su presencia. En las bodas de los judíos los amigos solían acompañar al esposo cuando este salía al encuentro de la esposa (Mt. 25, 1-13; Jn. 3, 29). Sobre el ayuno véase 6, 16 y nota.

[9998] 18. Un magistrado: según Mc. 5, 22, uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. No se dice si este, como autoridad religiosa, admitía las enseñanzas de Jesús. Lo que sí vemos, es que recurre a Él cuando necesita de sus milagros.

[9999] 22. Es una máxima del reino de Dios: “Dios resiste a los soberbios, y da su gracia a los humildes” (St. 4, 6). La fe humilde y confiada que dio eficacia a la oración de la enferma, es condición indispensable de toda oración (St. 4, 3 ss.).

[10000] 27. Hijo de David, esto es, en el sentir de los judíos, el Mesías prometido. Cf. 1, 1 ss. y nota.

[10001] 36. Cf. Sal. 13, 4 y nota.

[10002] 37. La parábola de la mies y de los obreros tiene para nosotros el sentido de que faltan obreros en la Viña de Dios: sacerdotes y laicos celosos, llenos de espíritu de apostolado. Jesús enseña que estos obreros se han de pedir al Padre, porque solo Él es quien hace el llamado. Véase 15, 13; Jn. 6, 37 y 44; 1 Tm. 5, 22. Rogad: quizá quiere Jesús que se unan a su oración por los doce que va a llamar en seguida (10, 1 s.).

[10003] 2. Pedro, en arameo Kefa, esto es, piedra, llamado así porque a él será entregada la primacía (16, 17-19; Lc. 22, 31 s.; Jn. 21, 15-17).

[10004] 4. Iscariote, es decir, hombre de Cariot, pueblo ubicado cerca de Jerusalén (Jos. 15, 25).

[10005] 5. Gentiles y samaritanos, no son excluidos del reino de Dios; sin embargo, quería Jesús evangelizar primero las ovejas perdidas de su propio pueblo, y después a los demás. Véase Is. 9, 1 y nota.

[10006] 6. Cf. 15, 24; 28, 19; Lc. 24, 47. Después de Pentecostés S. Pedro abrió la puerta a los gentiles (Hch. 10) para ser “injertados” en el tronco de Israel (Rm. 11, 11-24) y manifestó que ello era a causa de la incredulidad de la Sinagoga (ibíd. 30 s.) y así lo confirmó el Concilio de Jerusalén (Hch. 15). Más tarde el pueblo judío de la Dispersión rechazó también la predicación apostólica y entonces Pablo les anunció que la salvación pasaba a los gentiles (Hch. 28, 23 ss.) y desde la prisión escribió a los Efesios sobre el Misterio del Cuerpo Místico (Ef. 1, 22), escondido desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26), por el cual los gentiles son llamados a él (Ef. 3, 6), no habiendo ya diferencia alguna entre judío y gentil.

[10007] 9 s. En estas palabras se contiene una exhortación a amar y practicar la pobreza, un llamado especial que Dios hace a los religiosos y sacerdotes que se dedican al sagrado ministerio. Jesús manda, tanto a los apóstoles, como a los discípulos (Lc. 10, 4), que no lleven bolsa, ni alforja, ni dinero, confiando en la eficacia propia de la divina Palabra, cuya predicación es el objeto por excelencia del apostolado, según se nos muestra en la despedida de Jesús (28, 19 s.; Mc. 16, 15); en la conducta de los Doce después de Pentecostés (Hch. 6, 2) y en las declaraciones de S. Pablo (1 Co. 1, 17; 9, 16).

[10008] 12. Esta costumbre, todavía hoy mantenida en Oriente, de darse el saludo La paz sea contigo, era seguida fielmente por los primeros cristianos. ¡Qué bien sería restaurarla según lo enseña aquí el Maestro! Saludar, en lenguaje pagano, es desear la salud. En lenguaje cristiano, es desear la paz, que es cosa del alma. Cf. Lc. 1, 28 y nota.

[10009] 16. Como ovejas en medio de lobos: He aquí el sello que nos permite en todos los tiempos reconocer a los discípulos. Un humilde predicador, atacado por un poderoso que defendía el brillo mundano de sus posiciones sacudidas por la elocuencia del Evangelio, se limitó a dar esta respuesta: “Una sola cosa me interesa en este caso, y es que Jesús no vea en mí al lobo sino al cordero”. Como las serpientes: Entre los pueblos de Oriente la serpiente era símbolo de la prudencia y de las ciencias ocultas. Nótese, con S. Gregorio Magno, que el Señor recomienda la unión de la prudencia con la sencillez. Esta para con Dios y aquella para con los hombres, como vemos en el v. 17 y ss.

[10010] 19. Cf. Lc. 21, 14 y nota.

[10011] 23. La venida del Hijo del hombre es, indudablemente, el retorno de Jesús al fin de los tiempos, y no podemos pensar que tal expresión se refiera a la ruina de Jerusalén, que ocurrió cuarenta años más tarde. La profecía de Jesús se cumplió ya en parte al pie de la letra, puesto que los apóstoles, rechazados en su predicación, hubieron de abandonar la Palestina sin evangelizar todas sus ciudades, lo cual, por tanto, ni se hizo entonces ni se ha hecho después. Las palabras del divino Maestro significaban, pues, una prevención a los apóstoles de que Israel no los recibiría favorablemente, prevención que Jesús les da a fin de que no se sorprendan al ser rechazados. Cf. Hch. 13, 46 y nota. S. Hilario refiere este pasaje a la conversión final de Israel, con motivo de la Parusía.

[10012] 24. El discípulo no es mejor que su maestro: He aquí una de esas palabras definitivas de Jesús, que debieran bastar para que nunca jamás aceptásemos la menor honra. ¿Tuvo honores el Maestro? No, tuvo insultos. Luego si Él no los tuvo, no debe buscarlos nadie porque nadie es más que Él. Véase Lc. 6, 40; Fil. 2, 7 y nota.

[10013] 25. Beelzebul (Dios de las moscas) es un nombre despectivo que los judíos daban a Satanás o a alguno de los príncipes de los demonios (2 R. 1, 2).

[10014] 27. Cf. Hch. 28, 23 y nota.

[10015] 28. Gehena: infierno. Véase 5, 22; I Jn. 4, 18 y notas.

[10016] 29. Por un as, moneda que en tiempos de Cristo equivalía a 1/16 de denario, unos cinco centavos argentinos.

[10017] 34. La verdad es como una espada. No puede transigir con las conveniencias del mundo. Por eso los verdaderos discípulos de Jesucristo serán siempre perseguidos. El Señor no envía sus elegidos para las glorias del mundo sino para las persecuciones, tal como Él mismo ha sido enviado por su Padre. Cf. Jn. 17, 18; Lc. 12, 51 s.; 22, 36 y nota.

[10018] 38. Cf. 16, 24 ss.

[10019] 39. Quien halla su vida, esto es, quien se complace en esta peregrinación y se arraiga en ella como si fuera la verdadera vida. Ese tal, ya habrá tenido aquí “sus bienes” como dijo Jesús al Epulón (Lc. 16, 25) y no le quedará otra vida que esperar. Véase el ejemplo de los Recabitas en Jr. 35. Otros traducen: “quien conserva su alma”, esto es, quien pretende salvarse por su propio esfuerzo, sin recurrir al único Salvador, Jesús. Véase Lc. 14, 26 ss.; 17, 33 y notas.

[10020] 40. A Mí me recibe: Jesús mismo vive en sus discípulos; es lo que da su significación a este comportamiento. Y cuando Jesús habla del “ethos” de la relación filial con Dios, de la actitud abierta y sin reservas frente al Padre y del amor fraterno recíproco que ha de unir a los hijos de Dios, el sentido de esta actitud se fundamenta asimismo partiendo de la persona de Jesús. “El que por Mí recibiere a un niño como este, a Mí me recibe; y el que escandalizare a uno de estos pequeños que creen en Mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le arrojaran al fondo del mar” (Mt. 18, 5-6) (Guardini).

[10021] 42. Si los que solo apagan la sed física de un discípulo de Cristo, obtendrán su recompensa ¿cuánto más la recibirán los ministros de Cristo que apaguen en las almas la sed de verdad?

[10022] 3. El que viene, esto es, el Mesías, rey de Israel, anunciado por los profetas. Véase Jn. 6, 14; 11, 27 y nota. En el v. 5 Jesús se presenta con las palabras con que lo anunciara Isaías (Is. 35, 5; 61, 1 y notas). Y como bien sabía Él que había de ser rechazado, expresa en el v. 6 la bienaventuranza de aquellos que excepcionalmente no hallaren en Él un tropiezo.

[10023] 5. En vez de larga respuesta, Jesús muestra a los enviados los prodigios que estaba obrando cuando ellos llegaron, y les prueba de este modo que Él es el Mesías, en quien se han cumplido las profecías (Is. 35, 5 s.; 61, 1).

[10024] 6. Dichoso el que no se escandalizare de Mí: Es decir, dichoso el que sabe reconocer que las precedentes palabras de Isaías sobre el Mesías Rey se cumplen realmente en Mí (cf. Lc. 4, 21 y nota), y no tropieza y cae en la duda como los demás, escandalizado por las apariencias de que soy un carpintero (Mt. 13, 55; Mc. 6, 3), y porque aparezco oriundo de Nazaret siendo de Belén (Mt. 21, 11; Jn. 7, 41 y 52), y porque mi doctrina es contraria a la de los hombres tenidos por sabios y virtuosos, como los fariseos. Dichoso el que cree a pesar de esas apariencias, porque ve esas obras que Yo hago (Jn. 10, 33; 14, 12) y esas palabras que ningún otro hombre dijo (Jn. 7, 46), y juzga con un juicio recto y no por las apariencias (Jn. 7, 24). Porque los que dudan de los escritos de Moisés y de los Profetas (Jn. 5, 46) no creerían aunque un muerto resucitara y les hablase. (Lc. 16, 31). ¡Y esto les pasó aun a los apóstoles con el mismo Jesús resucitado! (Lc. 24, 11). Dichoso el que sabe reconocer, en esa felicidad hoy anunciada a los pobres y cumplida en estos milagros, las profecías gloriosas sobre el Mesías Rey que, junto con dominar toda la tierra (Sal. 71, 8), tiene esa predilección que Yo demuestro por los pobres (Sal. 71, 12 ss.; Lc. 4, 18). Dichoso, en fin, el que, al pie de la Cruz, siga creyendo todavía, como Abrahán, contra toda esperanza (Rm. 4, 18), como creyó mi Madre (Lc. 1, 45; Jn. 19, 25 y nota) y comprenda las Escrituras según las cuales era necesario que el Mesías padeciese mucho, muriese y resucitase (Lc. 24, 26 s. y 45 s.; Jn. 11, 51 s.; Hch. 3, 22 y nota). Por eso nadie puede ir a Jesús si no le atrae especialmente el divino Padre (Jn. 6, 44), porque es demasiado escandaloso el misterio de un Dios víctima de amor (1 Co. 1, 23). Por eso muchas veces, aunque nos decimos creyentes, no creemos, porque somos como el pedregal (Mt. 13, 21). Véase Lc. 7, 23 y nota.

[10025] 11. Es decir: Juan es el mayor de los profetas del antiguo Testamento, pero la nueva alianza, el Reino de Jesucristo, será tan superior que cualquiera en él será mayor que Juan porque Él lo constituirá sobre todos sus bienes (24, 46 s.; Hb. 8, 8 s.). En cuanto a la Iglesia, fundada cuando Israel rechazó el reino del Mesías (cf. 16, 16 ss.; Rm. 11, 12 y 15 y notas), vemos cuán privilegiada es desde ahora nuestra situación de verdaderos hijos de Dios y hermanos de Jesús. Véase Jn. 1, 11-12; 11, 52; Ef. 1, 5 y notas, etc.

[10026] 12. Según algunos, los que no hacen violencia a Dios con su confianza inquebrantable, no entrarán en el reino de los cielos. Otros exégetas toman estas palabras en sentido profético, refiriéndolas a las persecuciones que el Reino de Dios ha de sufrir en la tierra. Véase Lc. 16, 16 y nota. Se apoderan de él: así también Buzy y la Biblia Pirot. Cf. 23, 13.

[10027] 14. Muchos consideraban al Bautista como el profeta Elías, el cual, conforme a la profecía de Malaquías (4, 5), ha de volver al mundo. Véase 17, 11 y nota.

[10028] 19. Véase Lc. 7, 35 y nota. La Sabiduría increada es el mismo Verbo divino que se hizo carne. Sus obras le dan testimonio, como Él mismo lo dijo muchas veces (Jn. 10, 37 s.; 12, 37-40; 15, 22-25).

[10029] 21 s. Corazín y Betsaida eran ciudades vecinas a Cafarnaúm. Las tres son aquí maldecidas por su incredulidad e infidelidad a los privilegios de que se gloriaban (cf. 7, 23; Lc. 13, 27). Tiro y Sidón: dos ciudades paganas de Fenicia.

[10030] 25. El Evangelio no es privilegio de los que se creen sabios y prudentes, sino que abre sus páginas a todos los hombres de buena voluntad, sobre todo a los pequeñuelos, esto es, a los pobres en el espíritu y humildes de corazón, porque “aquí tienen todos a Cristo, sumo y perfecto ejemplar de justicia, caridad y misericordia, y están abiertas para el género humano, herido y tembloroso, las fuentes de aquella divina gracia, postergada la cual y dejada a un lado, ni los pueblos ni sus gobernantes pueden iniciar ni consolidar la tranquilidad social y la concordia” (Pío XII en la Encíclica “Divino Afflante Spiritu”).

[10031] 28. No solo los muy agobiados; también todos los cargados, para que la vida les sea llevadera.

[10032] 29. Nótese que no dice que soy manso, sino porque soy manso. No se pone aquí como modelo, sino como Maestro al cual debemos ir sin timidez, puesto que es manso y no se irrita al vernos tan torpes.

[10033] 30. El adjetivo griego “jrestós” que Jesús aplica a su yugo, es el mismo que se usa en Lc. 5, 39 para calificar el vino añejo. De ahí que es más exacto traducirlo por “excelente”, pues “llevadero” solo da la idea de un mal menor, en tanto que Jesús nos ofrece un bien positivo, el bien más grande para nuestra felicidad un temporal, siempre que le creamos. El yugo es para la carne mala, mas no para el espíritu, al cual, por el contrario, Él le conquista la libertad (Jn. 8, 31 s.; 2 Co. 3, 17; Ga. 2, 4; St. 2, 12). Recordemos siempre esta divina fórmula, como una gran luz para nuestra vida espiritual. El Evangelio donde el Hijo nos da a conocer las maravillas del Eterno Padre, es un mensaje de amor, y no un simple código penal. El que lo conozca lo amará, es decir, no lo mirará ya como una obligación sino como un tesoro, y entonces sí que le será suave el yugo de Cristo, así como el avaro se sacrifica gustosamente por su oro, o como la esposa lo deja todo por seguir a aquel que ama. Jesús acentúa esta revelación en Jn. 14, 23 s., al decir a San Judas Tadeo que quien lo ama observará su doctrina y el que no lo ama no guardará sus palabras, Tal es el sentido espiritual de las parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa (13, 44 ss.). Del conocimiento viene el amor, esto es, la fe obra por la caridad (Ga. 5, 6). Y si no hay amor, aunque hubiera obras, no valdrían nada (1 Co. 13, 1 ss.). Todo precepto es ligero para el que ama, dice S. Agustín; amando, nada cuesta el trabajo: Ubi amatur, non laboratur.

[10034] 4. Alude Jesús a la historia que se refiere en el primer libro de los Reyes 21, 1-6. Los panes de la proposición, son los doce panes que cada semana se colocaban como sacrificio en la mesa de oro en el Santo del Templo. Véase Lv. 24, 5 ss.

[10035] 7. Véase 9, 13; Os. 6, 6; Si. 35, 4.

[10036] 18. Los vers. 18-21 son una cita tomada de Isaías 42, 1-4 y 41, 9. Véase Mt. 3, 17; 17, 5.

[10037] 19. Nadie oirá su voz en las plazas: Vemos aquí que los frutos que permanecen no son los de un apostolado efectista y ruidoso. Véase Jn. 15, 16 y nota. “El bien no hace ruido y el ruido no hace bien” (S. Francisco de Sales).

[10038] 24. Sobre Beelzebul véase 10, 25 y nota.

[10039] 31 ss. El pecado de los fariseos consiste en atribuir al demonio los milagros que hacía Jesús y en resistir con obstinación a la luz del Espíritu Santo, que les mostraba el cumplimiento de las profecías en Cristo. Es el pecado de cuantos, también hoy, se escandalizan de Él y se resisten a estudiarlo. Cf. 11, 6 y nota.

[10040] 34. La boca habla de la abundancia del corazón: La lengua es el espejo del corazón. La boca del justo es un canal de vida (Pr. 10, 11), mas la lengua del impío es una cloaca llena de cieno. Véase Ef. 4, 29; 5, 4-6; St. 1, 26; 3, 6 y 8; Pr. 12, 14; Si. 21, 29. S. Agustín lo aplica a Jesús y dice que el Evangelio es la boca por donde habla su corazón.

[10041] 40. Alude a su resurrección. Véase 27, 60; 28, 5.

[10042] 42. La reina de Sabá, que vino del Mediodía para ver a Salomón (1 R. 10, 1-13).

[10043] 46. La voz hermano comprende entre los judíos también a los primos y otros parientes. Los llamados hermanos de Jesús son sus primos: Santiago el Menor, Simón, Judas Tadeo y José el Justo, hijos de Cleofás o Alfeo.

[10044] 47. Admiremos la modestia silenciosa de la divina Madre que se queda afuera, esperando de pie, para no distraer a Jesús en su predicación.

[10045] 1. Véase Mc. 4, 1 ss.; Lc. 8, 4 ss.

[10046] 3. Parábola, término griego que significa “comparación”. Las del Señor nos hacen comprender de una manera insuperable las verdades de la fe sobrenatural. Más que todas las explicaciones científicas, son las parábolas el medio apropiado para instruir a los de corazón recto, sean letrados o ignorantes, aunque se explica que a aquellos les sea más difícil hacerse enseñables (11, 25; Jn. 6, 45; 8, 43; 1 Co. 1, 22 ss.; 2, 14; 2 Co. 10, 5). Como a los ricos en bienes (Lc. 18, 25), a los que se sienten ricos de pensamiento les cuesta mucho hacerse “pobres en el espíritu” (5, 3 y nota). Por eso las parábolas de Jesús son mucho menos comprendidas de lo que creemos (v. 11 y 57). Cf. Lc. 1, 53.

[10047] 9. Jesús usa esta expresión cuando quiere llamar nuestra atención sobre algo muy fundamental o muy recóndito para la lógica humana. Con respecto a esta parábola, Él muestra en efecto que ella contiene una enseñanza básica, pues nos dice (Mc. 4, 13) que el que no la entiende no podrá entender las demás.

[10048] 12. Es una ley en la economía del Reino que una gracia traiga otra, y que se pierdan por un pecado también los méritos antes obtenidos; si bien, como observa San Ambrosio, el perdón hace renacer los méritos perdidos, en tanto que los pecados borrados desaparecen para siempre. ¡Tal es la misericordia de la Ley de la Gracia a que estamos sometidos!

[10049] 14 s. Véase Is. 6, 9 s.; Jn. 12, 40; Hch. 28, 26 s.

[10050] 19. No la comprende. Es decir que no hay excusa para no comprenderla, puesto que el Padre la descubre a los pequeños más aún que a los sabios (11, 25). El que no entiende las palabras de Jesús, dice S. Crisóstomo, es porque no las ama. Ya se arreglaría para entenderlas si se tratase de un negocio que le interesase. Porque esas palabras no son difíciles, sino profundas. No requieren muchos talentos sino mucha atención (v. 23; Lc. 6, 47 y nota).

[10051] 23. La comprende: Ahí está todo (v. 19 y 51). El que se ha dejado penetrar por la virtud sobrenatural de las palabras del Evangelio, queda definitivamente conquistado en el fondo de su corazón, pues experimenta por sí mismo que nada puede compararse a ellas (Jn. 4, 42; Sal. 118, 85 y nota). De ahí el fruto que ya aseguraba David en Sal. 1, 1 ss.

[10052] 24. La parábola de la cizaña encierra la idea de que hay y habrá siempre el mal junto al bien y que la completa separación de los malos y de los buenos no se realizará hasta el fin del siglo, cuando Él vuelva (v. 39 ss.). Muestra también la santidad de la Iglesia, pues que subsiste a pesar del enemigo.

[10053] 30. Dejadlos crecer, etc.: La paciencia del Padre Celestial espera, “porque hay muchos que antes eran pecadores y después llegan a convertirse” (S. Agustín) y para que por los malos se pruebe la virtud de los buenos, porque “sin las persecuciones no hay mártires” (S. Ambrosio). Véase sobre esto 2 Pe. 3, 9; Ap. 6, 10 s.

[10054] 31 s. Cf. Lc. 13, 18 ss. y nota.

[10055] 33. Escondió: San Crisóstomo y otros hacen notar que no se dice simplemente que “puso” sino que lo hizo en forma que quedara oculta. Según suele explicarse, la mujer simbolizaría a la Iglesia; la levadura, la Palabra de Dios; la harina, a los hombres, de manera que así como la levadura va fermentando gradualmente la harina, así la fe iría compenetrando no solamente todo el ser de cada hombre, sino también a toda la humanidad. Pero las interpretaciones difieren mucho en este pasaje que San Jerónimo llama discurso enigmático de explicación dudosa. San Agustín opina que la mujer representa la sabiduría; S. Jerónimo, la predicación de los apóstoles o bien la Iglesia formada de diferentes naciones. Según S. Crisóstomo, la levadura son los cristianos, que cambiarán el mundo entero; según Rábano Mauro es la caridad, que va comunicando su perfección al alma toda entera, empezando en esta vida y acabando en la otra; según S. Jerónimo, es la inteligencia de las Escrituras; según otros, es el mismo Jesús. Las tres medidas de harina que, según S. Crisóstomo, significan una gran cantidad indeterminada, según San Agustín representan el corazón, el alma y el espíritu (22, 37), o bien las tres cosechas de ciento, de sesenta y de treinta (v. 23), o bien los tres hombres justos de que habla Ezequiel: Noé, Daniel y Job (Ez. 14, 14); según S. Jerónimo, podrían ser también las tres partes del alma que se leen en Platón: la razonable, la irascible y la concupiscible; según otros, sería la fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo; según otros, la Ley, los Profetas y el Evangelio; según otros, las naciones salidas de Sem, de Cam y Jafet. Santo Tomás trae a este respecto una observación de S. Hilario, según el cual “aunque todas las naciones hayan sido llamadas al Evangelio, no se puede decir que Jesucristo haya estado en ellas “escondido”, sino manifiesto, ni tampoco puede decirse que haya fermentado toda la masa”. Por eso conviene buscar la solución de otra manera. Fillion hace notar que la levadura es mencionada en otros pasajes como símbolo de corrupción, sea de la doctrina, sea de las costumbres (16, 6 y 12; 1 Co. 5, 6 ss.; Ga. 5, 9; cf. Ag. 2, 11 ss.), y Cornelio a Lapide explica por qué lo fermentado estaba prohibido, tanto en los sacrificios como en la Pascua (Ex. 12, 15; 13, 7; Lv. 2, 11; 6, 17; 10, 12, etc.) y expresa que por levadura se entiende la malicia, significando místicamente vicio y astucia. Añade que la levadura de los fariseos mataba las almas y que Cristo manda a los suyos cuidarse de esto, no en cuanto enseñaban la Ley, sino en cuanto la viciaban con sus vanas tradiciones. No faltan expositores que prefieren aquí este sentido, por su coincidencia con la Parábola de la cizaña que va a continuación. Cf. Lc. 13, 21 y nota.

[10056] 35. Véase Sal. 77, 2.

[10057] 44. El tesoro es la fe y la gracia que vienen del Evangelio, como lo dice Benedicto XV. El mismo Pontífice aplica esta parábola a los que se dedican al estudio de la Sagrada Escritura y alega como ejemplos a los dos grandes Doctores Agustín y Jerónimo, que en su dicha de haber encontrado el tesoro de la divina Palabra se despidieron de los placeres del mundo (Encicl. “Spiritus Paraclitus”). Véase 6, 21 y nota.

[10058] 45. Perla fina es llamado el reino de los cielos para indicar que quien lo descubre en el Evangelio, lo prefiere a cuanto pueda ofrecer el mundo. Otra interpretación de gran enseñanza espiritual es que Jesús dio todo lo que tenía por la Iglesia y por cada alma (Ga. 2, 20) que para Él es una perla de gran valor (Jn. 10, 39; Cf. 4, 1; 7, 11 y notas). Así se ha dado también a estas parábolas un sentido profético, aplicando la perla preciosa a la Iglesia y el tesoro escondido a Israel, por cuya caída Él extendió su obra redentora a toda la gentilidad. Cf. Rm. 11, 11 y 15.

[10059] 47. La red es la Iglesia visible con sus apóstoles encargados de reunir en uno a los hijos de Dios (Jn. 11, 52), pescando en el mar que es el mundo. En esta parábola nos muestra Cristo, como en la del banquete (22, 8-14), la existencia de buenos y malos dentro de esa Iglesia, hasta el día en que los ángeles hagan la separación y Jesús, celebrando sus Bodas con el Cuerpo místico, arroje del festín a los que no tenían el traje nupcial.

[10060] 49. Santo Tomás dice que es de notar que Jesús expone la parábola solo en cuanto a los malos, y luego observa que esos malos están entre los buenos como está la cizaña en medio del trigo (y la levadura en medio de la masa), tratándose por tanto aquí de los que no están separados de la Iglesia por diversidad de dogmas sino de los que hacen profesión de pertenecer a ella. Vemos así que no es esta una repetición de la parábola de la cizaña, pues allí el campo no es la Iglesia sino todo el mundo (v. 38), mientras que aquí la red de pescar se refiere a la Iglesia apostólica formada por aquellos que “echaban la red en el mar, pues eran pescadores” (4, 18), y a quienes Jesús hizo “pescadores de hombres” (ibid. 19).

[10061] 51 s. ¿Habéis entendido todo esto? Santo Tomás muestra cómo, según Jesús, la inteligencia de todas esas parábolas —más misteriosas de lo que parecen— es necesaria para “todo escriba que ha llegado a ser discípulo del Reino” (v. 52; cf. vv. 19 y 23 y notas; Mc. 4, 13). De esa manera será semejante al Dueño de casa, que es el mismo Jesús, a quien deben parecerse sus discípulos (10, 23) y el cual saca de su tesoro (v. 52) eternas verdades del Antiguo Testamento y misterios nuevos que Él vino a revelar, tanto sobre su venida a predicar el “año de la reconciliación”, cuanto sobre su retorno en el “día de la venganza” (Lc. 4, 17-21; Is. 61, 1 s.). El mismo Jesús confirma esto en Lc. 24, 44. Por donde, dice San Agustín, debéis entender de modo que las cosas que se leen en el A. T. sepáis exponerlas a la luz del Nuevo. Vemos, pues, aquí el conocimiento que el cristiano y principalmente el apóstol han de tener de todos los misterios revelados por Cristo y que se refieren tanto a sus padecimientos cuanto a su futuro triunfo (1 Pe. 1, 11).

[10062] 54 s. Su patria: Nazaret. Sus hermanos: cf. 12, 46 y nota.

[10063] 57. He aquí el gran misterio de la ceguera, obra del príncipe de este mundo que es el padre de la mentira (Jn. 8, 44) y cuyo poder es “de la tiniebla” (Lc. 22, 53). Veían lo admirable de su sabiduría y la realidad de sus milagros (v. 54) y en vez de alegrarse y seguirlo o al menos estudiarlo... se escandalizaban. Y claro está, como tenían que justificarse a sí mismos, sus parientes decían que era loco, y los grandes maestros enseñaban que estaba endemoniado (Mc. 3, 21-22). Por esto es que Él hablaba en parábolas (vv. 10-17), para que no entendieran sino los simples que se convertirían (cf. 11, 25 ss.). Los otros no habrían podido oír la verdad sin enfurecerse, como sucedió cuando entendieron la parábola de los viñadores (Mc. 12, 12 ss.). Por eso es Jesús “signo de contradicción” (Lc. 2, 34) y lo seremos también sus discípulos (Jn. 15, 20 ss.): a causa del “misterio de la iniquidad” o sea del poder diabólico (2 Ts. 2, 7 y 9) cuyo dominio sobre el hombre conocemos perfectamente por la tragedia edénico. (véase Sb. 2, 24 y nota) y cuyo origen se nos ha revelado también, aunque muy “arcanamente”, en la rebelión de los ángeles, que algunos suponen sucedió en el momento situado entre Gn. 1, 1 y 2. Cf. nuestro estudio sobre Job y el misterio del mal, del dolor y de la muerte.

[10064] 1. Herodes Antipas, hijo de aquel cruel Herodes que mató a los niños de Belén. Tetrarca, indica que tenía solo la cuarta parte del reino de su padre.

[10065] 3. San Juan había increpado a Herodes por haberse casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, en vida de este.

[10066] 9. Herodes no estaba obligado a cumplir un juramento tan contrario a la Ley divina y fruto del respeto humano. S. Agustín, imitando a San Pablo (1 Co. 4, 4 s.), decía : “Pensad de Agustín lo que os plazca; todo lo que deseo, todo lo que quiero y lo que busco, es que mi conciencia no me acuse ante Dios”. Cf. Sal. 16, 2 y nota.

[10067] 19. Como Jesucristo, así también nosotros hemos de bendecir la comida rezando y levantando el corazón al Padre de quien procede todo bien. Véase 1 Tm. 4, 3-5; Hch. 2, 46 y nota.

[10068] 23. Jesús se retiraba cada vez que podía (véase Mc. 1, 35; Lc. 5, 16; 6, 12; 9, 18, y 28; Jn. 6, 3, etc.) para darnos ejemplo y enseñarnos que el hombre que quiere descubrir y entender las cosas de Dios tiene que cultivar la soledad. No porque sea pecado andar en tal o cual parte, sino que es simplemente una cuestión de atención. Porque no se puede atender a un asunto importante cuando se está distraído por mil bagatelas (cf. Sb. 4, 12). No es otro el sentido de la semilla que cae entre abrojos (Mt. 13, 22). Cualquiera sabe y comprende, por ejemplo, que el que tiene novia necesita una gran parte de su tempo para visitarla, escribirle, leer sus cartas, ocuparse de lo que a ella le interesa, etc. Si pretendiésemos que esto no es lo mismo y que hay otras cosas más importantes, o que nos apremian más que nuestra relación con Dios, no entenderemos jamás la verdad, ni sabremos defender nuestros intereses reales, ni gozar de la vida espiritual, ni aprovechar de los privilegios en los cuales Dios, que todo lo puede, da por añadidura todo lo demás a quien le hace el honor de prestarle atención a Él (Mt. 6, 33). Pues Él nos enseña a poner coto a nuestros asuntos temporales, porque al que maneja muchos negocios le irá mal en ellos (Si. 11, 10 y nota), y además caerá en los lazos del diablo (1 Tm. 6, 9). Las maravillas de Dios, que consisten principalmente en el amor que nos tiene, no pueden verse sino en la soledad interior. Compárese el azul diáfano del cielo en el cenit con el color grisáceo que tiene más abajo, en el horizonte, cuando se acerca a esta sucia tierra.

[10069] 1 ss. Véase el pasaje paralelo en Mc. 7, 1-23.

[10070] 3. “Meditando cosas como estas —dice un piadoso obispo alemán— descubrimos con saludable humildad, aunque no sin dolorosa sorpresa, cuán lejos del espíritu de Jesucristo solemos estar nosotros y nuestro mundo de cosas que llamamos respetables, cuyo más fuerte apoyo está en la soberbia que busca la gloria de los hombres”. Cf. Denz. 190.

[10071] 4. Cf. Ex. 20, 12; 21, 17; Lv. 20, 9; Dt. 5, 16; Pr. 20, 20; Ef. 6, 2.

[10072] 5. Los fariseos pretendían que sus ofrendas dadas al Templo los librasen de cuidar de sus padres, siendo que ante Dios esto constituía otra obligación distinta y no menos grave que aquella, según el cuarto mandamiento. Cf. Mc. 7, 10 ss.

[10073] 8. Véase Is. 29, 13. Cf. 2 Co. 4, 18 y nota.

[10074] 13. Sobre el sentido de esta sentencia, cf. 9, 37 y nota.

[10075] 24. Con la aparente dureza de su respuesta, el Señor prueba la fe de la cananea, mostrando a la vez que su misión se limita a los judíos: cf. 10, 6 y nota. Pronto veremos que el lenguaje del Maestro pasa a la mayor dulzura, haciendo un admirable elogio de aquella mujer, cuya fe había querido probar. Cf. 1 Pe. 1, 7.

[10076] 30. Véase 11, 5; Mc. 7, 31 ss.

[10077] 39. Magadán, situada, según San Jerónimo, al este del mar de Galilea; según otros, al norte de Tiberíades, o sea en la orilla N. O. del Lago.

[10078] 3. Las señales de los tiempos: el cumplimiento de las profecías mesiánicas, los milagros y la predicación de Jesús. Como por el arrebol pueden opinar sobre el tiempo que ha de hacer, así podrían reconocer la llegada del Mesías por el cumplimiento de los vaticinios. (Cf. 24, 32 ss.; Mc. 13, 28 ss.; Lc. 21, 29 ss.).

[10079] 12. Sobre levadura véase 13, 33 y nota.

[10080] 13. Cesarea de Filipo, hoy día Baniás, situada en el extremo norte de Palestina, cerca de una de las fuentes del Jordán.

[10081] 18. Pedro (Piedra) es, como lo dice su nombre, el primer fundamento de la Iglesia de Jesucristo (véase Ef. 2, 20), que los poderes infernales nunca lograrán destruir. Las llaves significan la potestad espiritual. Los santos Padres y toda la Tradición ven en este texto el argumento más fuerte en pro del primado de S. Pedro y de la infalible autoridad de la Sede Apostólica. “Entretanto, grito a quien quiera oírme: estoy unido a quienquiera lo esté a la Cátedra de Pedro” (S. Jerónimo).

[10082] 20. Como señala Fillion, las palabras de este pasaje marcan “un nuevo punto de partida en la enseñanza del Maestro”. Cf. Jn. 17, 11; 18, 36. Desconocido por Israel (v. 14), que lo rechaza como Mesías-Rey para confundirlo con un simple profeta, Jesús termina entonces con esa predicación que Juan había iniciado según “la Ley y los Profetas” (Lc. 16, 16; Mt. 3, 10; Is. 35, 5 y notas) y empieza desde entonces (v. 21) a anunciar a los que creyeron en Él (v. 15 s.) la fundación de su Iglesia (v. 18) que se formará a raíz de su Pasión, muerte y resurrección (v. 21) sobre la fe de Pedro (v. 16 ss.; Jn. 21, 15 ss.; Ef. 2, 20), y que reunirá a todos los hijos de Dios dispersos (Jn. 11, 52; 1, 11-13), tomando también de entre los gentiles un pueblo para su nombre (Hch. 15, 14); y promete Él mismo las llaves del Reino a Pedro (v. 19). Este es, en efecto, quien abre las puertas de la fe cristiana a los judíos (Hch. 2, 38-42) y luego a los gentiles (Hch. 10, 34-46). Cf. 10, 6 y nota.

[10083] 23. Así como los apóstoles en general, tampoco San Pedro llegó a comprender entonces el pleno sentido de la misión mesiánica de Jesús, que era inseparable de su Pasión. Vemos así que el amor de Pedro era todavía sentimental, y continuó siéndolo hasta que recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés. Esto explica que en Getsemaní abandonase a Jesús y luego lo negase en el palacio del pontífice.

[10084] 24. Entonces, es decir, vinculando con lo que precede. Conviene notar aquí el contraste de Jesús con el mundo. Este, siguiendo al pagano Séneca, nos recomienda, como una virtud, el “Afírmate”. Jesús, sin el cual nada podemos, nos dice, en cambio: “Niégate” (para que Yo te afirme). No nos dice: Resignate a la desdicha, sino al revés: Hazte niño confiado y obediente, entrégate como hijo mimado, y Yo te daré el gozo mío (Jn. 17, 13); tendrás cuanto pidas (Mc. 11, 24) y mi Padre velará para que nada te falte (6, 33).

[10085] 28. Algunos discuten el sentido de este pasaje. La opinión de San Jerónimo y San Crisóstomo, que refieren estas palabras a la Transfiguración de Jesús, la cual es una visión anticipada de su futura gloria, está abonada por lo que dicen los apóstoles (Jn. 1, 14; 2 Pe. 1, 16-19). Véase Mc. 8, 38 y 9, 1; Lc. 9, 27.

[10086] 3. En la interpretación de los Santos Padres, Moisés representa la Ley Antigua, y Elías a los Profetas. Ambos vienen a dar testimonio de que Jesús es el verdadero Mesías, en quien se cumplen todos los divinos oráculos dados a Israel. Cf. 16, 20 y nota.

[10087] 5. Escuchadlo: “Si a cualquier pueblo, culto o salvaje, se dijera que la voz de un dios había sido escuchada en el espacio, o que se había descubierto un trozo de pergamino con palabras enviadas desde otro planeta... imaginemos la conmoción y el grado de curiosidad que esto produciría, tanto en cada uno como en la colectividad. Pero Dios Padre habló para decirnos que un hombre era su Hijo, y luego nos habló por medio de ese Hijo y enviado suyo (Hb. 1, 1 ss.) diciendo que sus palabras eran nuestra vida. ¿Dónde están, pues, esas palabras? y ¡cómo las devorarán todos! Están en un librito que se vende a pocos céntimos y que casi nadie lee. ¿Qué distancia hay de esto al tiempo anunciado por Cristo para su segunda venida, en que no habrá fe en la tierra ?” (P. d’Aubigny).

[10088] 11 s. Jesús no lo niega, antes bien les confirma que la misión de Juan es la de Elías. Pero les hace notar, en 11, 11-15 que su misión mesiánica sería rechazada por la violencia, y entonces Elías tendrá que volver al fin de los tiempos como precursor de su triunfo. Cf. Lc. 1, 17; 16, 16; Mal. 3, 1; 4, 5.

[10089] 20 s. Falta de fe: en griego apistía. Algunos códices dicen: poca fe (oligopistía). La Vulgata dice: incredulidad. Lo que el Señor agrega en este v. y lo que dijo en el v. 17 parece confirmar esta versión, lo mismo que el paralelo de Lc. 17, 6. El v. 21, que va entre corchetes, falta en el Codex Vaticanus y todo el contexto de este pasaje muestra, como hemos visto, que se trata más bien de una lección de fe. Pásate de aquí allá, etc.: según S. Crisóstomo, Cristo quiere enseñarnos la eficacia de la fe que vence todos los obstáculos. Las “montañas” más grandes son las conversiones de almas que Dios permite hacer a aquellos que tienen una fe viva. Cf. Lc. 17, 6.

[10090] 1 ss. Sobre este punto fundamental cf. Lc. 1, 49 ss.; Mc. 10, 14 s. y notas. “Si el valor de una conducta se mide por el premio, aquí está la principal. ¡Y pensar que la pequeñez es lo que menos suele interesarnos!”.

[10091] 3. Si no volviereis, etc.: todos hemos sido niños. El volver a serlo no puede extrañarnos, pues Jesús dice a Nicodemo que hemos de nacer de nuevo (Jn. 3, 3 ss.). “¡Ser niño! He aquí uno de los alardes más exquisitos de la bondad de Dios hacia nosotros. He aquí uno de los más grandes misterios del amor, que es uno de los puntos menos comprendidos del Evangelio, porque claro está que si uno no siente que Dios tiene corazón de Padre, no podrá entender que el ideal no esté en ser para Él un héroe, de esfuerzos de gigante, sino como un niñito que apenas empieza a hablar. ¿Qué virtudes tienen esos niños? Ninguna, en el sentido que suelen entender los hombres. Son llorones, miedosos, débiles, inhábiles, impacientes, faltos de generosidad, y de reflexión y de prudencia; desordenados, sucios, ignorantes y apasionados por los dulces y los juguetes. ¿Qué méritos puede hallarse en semejante personaje? Precisamente el no tener ninguno, ni pretender tenerlo robándole la gloria a Dios como hacían los fariseos (cf. Lc. 16, 15; 18, 9 ss.; etc). Una sola cualidad tiene el niño, y es el no pensar que las tiene, por lo cual todo lo espera de su padre”.

[10092] 5 s. A Mí me recibe: cf. 10, 40 y 25, 40. Recompensa incomparable de quienes acogen a un niño para educarlo y darle lo necesario “en nombre de Jesús”; y máxima severidad (v. 6) para los que corrompen a la juventud en doctrina o conducta. Escándalo es literalmente todo lo que hace tropezar, esto es, a los que creen, matando su fe en Él, o deformándola.

[10093] 7. Forzoso: inevitable, en un mundo cuyo príncipe es Satanás, el hallar tropiezo y tentación para nuestra naturaleza harto mal inclinada (cf. 1 Co. 11, 19). Pero ¡ay del que nos tiente! y ¡ay de nosotros si tentamos! Grave tema de meditación frente a las modas y costumbres de nuestro tiempo.

[10094] 8 s. Manos, pies, ojos: Quiere decir que debemos renunciar aun a lo más necesario para evitar la ocasión de pecado. “Huye del pecado como de la vista de una serpiente, porque si te arrimas a él te morderá” (Si. 21, 2). San Pablo enseña a dejar aun lo lícito cuando puede escandalizar a un ignorante (1 Co. 8, 9 ss. y notas).

[10095] 10. En esto se funda la creencia en los Angeles Custodios.

[10096] 11. Este v., cuyo sentido no se descubre aquí, falta en varios códices. Sin duda es una glosa a los vv. 12 ss. tomada de Lc. 19, 10.

[10097] 14. Literalmente: “Así no hay voluntad delante de vuestro Padre celestial que se pierda”, etc. El verdadero sentido según el contexto se ve mejor invirtiendo la frase: “Es voluntad... que no se pierda”. Así lo demuestra esta parábola de la oveja descarriada. Véase Lc. 15, 1 ss. y notas.

[10098] 15. Las palabras “contra ti” faltan en los mejores códices y proceden quizá del v. 21 o de Lc. 17, 4. Buzy y otros modernos las suprimen. Cf. Lv. 19, 17; Dt. 19, 17; 1 Co. 6, 1 ss.

[10099] 17. “Por lo cual los que están separados entre sí por la fe o por el gobierno no pueden vivir en este único cuerpo (Iglesia) y de este su único Espíritu” (Pío XII, Encíclica del Cuerpo Místico). Cf. 1 Co. 5, 3 ss.

[10100] 18. Los poderes conferidos a S. Pedro (16, 19) son extendidos a todos los apóstoles (vv. 1, 17 y 19 s.); sin embargo no habrá conflicto de poderes, ya que Pedro es la cabeza visible de la Iglesia de Cristo, pues solo él recibió “las llaves del reino de los cielos”. Véase Jn. 20, 22 ss.; Hch. 9, 32. Cf. Hch. 2, 46; Col. 4, 15.

[10101] 19. De entre vosotros: A todos los que queremos ser sus discípulos nos alcanzan estas consoladoras palabras.

[10102] 20. Grandiosa promesa: Jesús es el centro y el alma de tan santa unión y el garante de sus frutos.

[10103] 22. Es decir: siempre. Dedúcese de aquí la misericordia sin límites, con que Dios perdona, puesto que Jesús nos presenta a su Padre como modelo de la misericordia que nosotros hemos de ejercitar (Lc. 6, 35 s.).

[10104] 24. Diez mil talentos: más de 50 millones de pesos.

[10105] 28. Cien denarios: menos de cien pesos, esto es, una suma enormemente inferior a la que debía él a su amo.

[10106] 35. Aplicación de la quinta petición del Padre Nuestro. Véase 6, 14 s.

[10107] 4 ss. Véase Gn. 1, 27; 2, 24; 1 Co. 6, 16; 7, 10; Ef. 5, 31; Dt. 24, 1-4; Mt. 5, 31 y nota.

[10108] 12. La virginidad es el camino más perfecto, pero no todos son llamados a él, porque no somos capaces de seguirlo sin una asistencia especial de la gracia divina. Véase 1 Co. 7, 5.

[10109] 14. Muchas veces nos exhorta Jesús a la infancia espiritual, porque ella es el camino único para llegar a Él (18, 3). Santa Teresa del Niño Jesús extrajo esta espiritualidad como esencia del Evangelio y Benedicto XV la llama “el secreto de la santidad”.

[10110] 16 ss. Véase Lc. 18, 18 ss. y notas. Acerca de lo bueno; en S. Lucas: ¿Por qué me llamas bueno? En ambos casos Él nos enseña que la bondad no es algo en sí misma, como norma abstracta, sino que la única fuente y razón de todo bien es Dios y lo bueno no es tal en cuanto llena tal o cual condición, sino en cuanto coincide con lo que quiere el divino Padre (cf. Sal. 147, 9 y nota). “Alejémonos hermanos queridísimos, de esos innovadores que no llamaré dialécticos sino heréticos, que en su extrema impiedad sostienen que la bondad por la cual Dios es bueno, no es Dios mismo. Él es Dios, dicen, por la divinidad, pero la divinidad no es el mismo Dios. ¿Tal vez es ella tan grande que no se digna ser Dios, ya que es ella quien lo hace a Dios?” (S. Bernardo).

[10111] 26. Para Dios todo es posible: ¡Qué inmenso consuelo para cuantos sentimos nuestra indignidad! Notemos que no dice esto el Señor aludiendo a la omnipotencia que Dios tiene como Autor y Dueño de la creación, sino a su omnipotencia para dar la gracia y salvar a quien Él quiera, según su santísima voluntad. ¡Qué felicidad la nuestra al saber que esa voluntad es la de “un Padre dominado por el amor”! (Pío XII). Cf. Rm. 9, 15 ss.

[10112] 28. En la regeneración: esto es, en la resurrección; según S. Crisóstomo, en la regeneración y renovación del mundo en el día del Juicio. Cf. Lc. 22, 30; Jn. 5, 24; Hch. 3, 21; Rm. 8, 19 ss.; 1 Co. 6, 2 s.; 2 Pe. 2, 4; Judas 14; Ap. 20, 4; 21, 1 y notas. Doce tronos: en Lc. 22, 28, no se fija el número.

[10113] 29. Véase Mc. 10, 30. Como se ve, estas recompensas extraordinarias no son prometidas, como a veces se cree, por toda obra de misericordia, sino para los que se entregan plenamente a Jesús, dentro de la vida religiosa o aun fuera de ella. Cf. Lc. 18, 29 s.

[10114] 1 s. El padre de familia, Dios, invita al apostolado en su viña. El día de trabajo es la vida; el denario, el reino de los cielos. Llama la atención el hecho de que todos reciban “el mismo salario”, aun los últimos. Es que el reino de los cielos no puede dividirse, y su participación es siempre un don libérrimo de la infinita misericordia de Dios (Lc. 8, 47; 15, 7).

[10115] 12. El peso del día: El que así habla es como el de la parábola de las minas que pensaba mal de su Señor y que por eso no pudo servirlo bien, porque no lo amaba (Lc. 19, 21-23). El yugo de Jesús es “excelente” (11, 30) y los mandamientos del Padre “no son pesados” (1 Jn. 5, 3), sino dados para nuestra felicidad (Jr. 7, 23) y como guías para nuestra seguridad (Sal. 24, 8). El cristiano que sabe estar en la verdad frente a la apariencia, mentira y falsía que reina en este mundo tiranizado por Satanás, no cambiaría su posición por todas las potestades de la tierra. Esta parábola de los obreros de la viña nos enseña, pues, a pensar bien de Dios (Sb. 1, 1). El obrero de la última hora pensó bien puesto que esperó mucho de Él (cf. Lc. 7, 47 y nota), y por eso recibió lo que esperaba (Sal. 32, 22). Esto que parecería alta mística, no es sino lo elemental de la fe, pues no puede construirse vínculo alguno de padre a hijo si este empieza por considerarse peón y creer que su Padre le quiere explotar como a tal.

[10116] 15. Nótese el contraste entre el modo de pensar de Dios y el de los hombres. Estos solo avaloran la duración del esfuerzo. Dios en cambio aprecia, más que todo, las disposiciones del corazón. De ahí que el pecador arrepentido encuentre siempre abierto el camino de la misericordia y del perdón en cualquier trance de su vida (Jn. 5, 40; 6, 37).

[10117] 16. Así: es decir, queda explicado lo que anticipó en 19, 30. Sin duda la Parábola señalaba la vocación de nosotros los gentiles, no menos ventajosa por tardía. En ella el Corazón de Dios se valió también de las faltas de unos y otros para compadecerse de todos (Rm. 11, 30-36); y lo más asombroso aún es que igual cosa podamos aprovechar nosotros en la vida espiritual, para sacar ventajas de nuestras faltas que parecieran cerrarnos la puerta de la amistad con nuestro Padre. Véase Lc. 7, 41 ss.; 15, 11 ss.; Rm. 8, 28; Col. 4, 5 y nota.

[10118] 20 ss. Los hijos de Zebedeo, los apóstoles Juan y Santiago el Mayor. La madre se llamaba Salomé El cáliz (v. 22) es el martirio. “Creía la mujer que Jesús reinaría inmediatamente después de la Resurrección y que Él cumpliría en su primera venida lo que está prometido para la segunda” (S. Jerónimo). Cf. Hch. 1, 6 s. En realidad, ni la mujer ni los Doce podían tampoco pensar en la Resurrección, puesto que no habían entendido nada de lo que Jesús acababa de decirles en los vv. 31 ss., como se hace notar en Lc. 18, 34. Véase 18, 32 y nota.

[10119] 23. No es cosa mía. Véase expresiones semejantes en Mc. 13, 32; Jn. 14, 28; Hch. 1, 7 y notas. Cf. Jn. 10, 30; 16, 15; 17, 10.

[10120] 25. Véase Lc. 22, 25 y nota.

[10121] 26 ¡No será así entre vosotros! (cf. Mc. 10, 42; Lc. 22, 25 ss.). Admirable lección de apostolado es esta, que concuerda con la de Lc. 9, 50 (cf. la conducta de Moisés en Nm. 11, 26, 29), y nos enseña, ante todo, que no siendo nuestra misión como la del César (23, 17) no hemos de ser intolerantes ni querer imponer la fe a la fuerza por el hecho de ser una cosa buena (cf. Ct. 3, 5; 2 Co. 1, 23; 6, 3 ss.; 1 Ts. 2, 11; 1 Tm. 3, 8; 2 Tm. 4; 1 Pe. 5, 2 s.; 1 Co. 4, 13, etc.), como que la semilla de la Palabra se da para que sea libremente aceptada o rechazada (Mt. 13, 3). Por eso los apóstoles, cuando no eran aceptados en un lugar, debían retirarse a otro (10, 14 s. y 12; Hch. 13, 51; 18, 6) sin empeñarse en dar “el pan a los perros” (7, 6). Pero al mismo tiempo, y sin duda sobre eso mismo, se nos enseña aquí el sublime poder del apostolado, que sin armas ni recursos humanos de ninguna especie (10, 9 s. y nota), con la sola eficacia de las Palabras de Jesús y su gracia consigue que no ciertamente todos —porque el mundo está dado al Maligno (1 Jn. 5, 19) y Jesús no rogó por él (Jn. 17, 9)—, pero sí la tierra que libremente acepta la semilla, dé fruto al 30, al 60 y al 100 por uno (13, 23; Hch. 2, 41; 13, 48, etc.).

[10122] 28. Al saber esto los que, siendo hombres miserables, tenemos quienes nos sirvan ¿no trataremos de hacérnoslo perdonar con la caridad hacia nuestros subordinados, usando ruegos en vez de órdenes y viendo en ellos, como en los pobres, la imagen envidiable del divino Sirviente? (Lc. 22, 27). Nótese que esto, y solo esto, es el remedio contra los odios que carcomen a la sociedad. En rescate por muchos, esto es, por todos. “Muchos” se usa a veces en este sentido más amplio. Cf. 24, 12; Mc. 14, 24.

[10123] 1. Betfagé: Un pequeño pueblo situado entre Betania y Jerusalén. El Monte de los Olivos o “monte Olivete” está separado de Jerusalén por el valle del Cedrón.

[10124] 3. Los necesita: cf. Lc. 19, 31 y nota.

[10125] 5. Sión se llamaba en la antigüedad la colina en que estaba el Templo. Hija de Sión: la ciudad de Jerusalén. Notable cita de Is. 62, 11, en que se suprime el final de dicho v. y se añade en cambio el final de Za. 9, 9, en tanto que el final del primero es referido en Ap. 22, 12. Cf. Is. 40, 10 y nota.

[10126] 9. Hosanna es una palabra hebrea que significa: ¡ayúdanos! (¡oh Dios!) y que se usaba para expresar el júbilo y la alegría. El término “Hijo de David” es auténticamente mesiánico. Véase 9, 27. Cf. Mc. 11, 10; Lc. 19, 38; Jn. 12, 13. Como se ve, todos los evangelistas han registrado, usando expresiones complementarias, esta memorable escena en que se cumplió lo previsto en Dn. 9, 25. Según los cálculos rectificados por el P. Lagrange, ella ocurrió el 2 de abril del año 30, cumpliéndose así en esa profecía de Daniel la semana 69 (7 + 62) de años hasta la manifestación del “Cristo Príncipe”, o sea 483 años proféticos, de 360 días (como los de Ap. 12, 6 y 14) —que equivalen exactamente a los 475 años corrientes según el calendario juliano— desde el edicto de Artajerjes 1º sobre la reconstrucción de Jerusalén (Ne. 2, 1-8) dado en abril del 445 a. C.

[10127] 13. Véase Is. 56, 7; Jr. 7, 11. Cf. Mc. 11, 15-18; Lc. 19, 45-47; Jn. 2, 14-16.

[10128] 16. Véase Sal. 8, 3.

[10129] 19. La higuera seca simboliza al pueblo judío que rechazó a Jesús y por eso fue rechazado él mismo (cf. Lc. 13, 6 ss.). En sentido más amplio nos muestra a todos los hombres que por tener una fe muerta no dan los frutos propios de la fe (7, 16). Cf. St. 2, 18 y nota.

[10130] 21. Véase sobre este importante problema 17, 20 y nota.

[10131] 23 ss. Apreciemos esta lección de independencia espiritual que nos da el Maestro de toda humildad y mansedumbre. La timidez no es virtud; antes bien suele venir de la vanidad preocupada de agradar a los hombres. Cf. Ga. 1, 10.

[10132] 28. El primero de los dos hijos es el tipo de los que honran a Dios con los labios, pero cuyo corazón está lejos de Él (15, 8); el segundo es el hombre que, sobrecogido de los remordimientos de su conciencia, se arrepiente y se salva. “El remordimiento, dice S. Ambrosio, es una gracia para el pecador. Sentir el remordimiento y escucharlo prueba que la conciencia no está enteramente apagada. El que siente su herida, desea la curación y toma remedios. Donde no se siente el mal, no hay esperanza de vida”. Cf. 27, 5 y Si. 40, 8 y nota.

[10133] 31. Jesús se refiere a los dos casos extremos, y no indica ningún caso donde el que promete cumpla. Si añadimos a esto el tremendo fracaso de Pedro en sus promesas, que Dios quiso recalcarnos reiterándolo en los cuatro Evangelios (Mt. 26, 35; Mc. 14, 29; Lc. 22, 33; Jn. 13, 37), parece descubrirse aquí, con un carácter notablemente general, la falla de los que prometen y la doblez de los que se nos presentan melosamente (Si. 12, 10; 27, 25 ss., etc.). Aquí, claro está, el que promete cree ser sincero en el momento, como lo fue Pedro. La enseñanza estaría precisamente en prevenirnos que esa actitud de prometerle a Dios encierra en sí muchísimas veces una falacia, revelando una presunción que Él confunde, porque es vano ofrecer semejante anticipo a Quien está viendo que mañana tal vez ya no viviremos (St. 4, 14 s.), y que es el Único en saber si seremos o no fieles puesto que solo Él puede darnos la gracia de la fidelidad. De ahí que la actitud de verdadera fidelidad, lejos de prometer a Dios, implora de Él su sostén. Entonces sí que la fidelidad es segura, precisamente porque desconfía de sí misma y solo se apoya en Dios. Tal ha de ser, pues, el espíritu de todo verdadero propósito de enmienda.

[10134] 34 ss. Los viñadores representan al pueblo judío que rechazó al Mesías y, por eso, fue desechado. El “hijo del dueño de casa” es Jesucristo; los “criados” son los profetas y los apóstoles. Esta parábola nos enseña también a nosotros que el privilegio del don de Dios no se entrega sin grandísima responsabilidad. Véase Rm. 11, 17 ss.

[10135] 42 ss. Véase Sal. 117, 22; Is. 28, 16; Rm. 9, 33; 1 Pe. 2, 7. El primer caso del v. 44 es Israel (cf. Lc. 2, 34). El segundo, los gentiles. Cf. Dn. 2, 45.

[10136] 14. También esta parábola se refiere en primer lugar al pueblo escogido de la Antigua Alianza. A las fiestas de las bodas de su Hijo con la humanidad convida el Padre primeramente a los judíos por medio de sus “siervos”, los profetas. Los que despreciaron la invitación perderán la cena (Lc. 14, 24). Los “otros siervos” son los apóstoles que Dios envió sin reprobar aún a Israel (Lc. 13, 6 ss.), durante el tiempo de los Hechos, es decir, cuando Jesús ya había sido inmolado y “todo estaba a punto” (v. 4; Hch. 3, 22; Hb. 8, 4 y notas). Rechazados esta vez por el pueblo, como Él lo fuera por la Sinagoga (Hch. 28, 25 ss.) y luego “quemada la ciudad” de Jerusalén (v. 7), los apóstoles y sus sucesores, invitando a los gentiles, llenan la sala de Dios (Rm. 11, 30). El hombre que no lleva vestido nupcial es aquel que carece de la gracia santificante, sin la cual nadie puede acercarse al banquete de las Bodas del Cordero (Ap. 19, 6 ss.). Cf. 13, 47 ss. y notas.

[10137] 17. César: los emperadores romanos, de los cuales los judíos eran tributarios.

[10138] 21. Con estas palabras Jesús nos enseña a obedecer a las autoridades y pagar los impuestos, porque el poder de aquellos viene de Dios. Véase Lc. 20, 25 y nota; Rm. 13, 1-7.

[10139] 24 ss. Véase Dt. 25, 5-6. Se trata aquí de la ley del levirato, según la cual el hermano del que moría sin hijos, había de casarse con la viuda. Los saduceos ponen esta pregunta, no porque fuesen observantes ejemplares de la Ley, sino para mofarse de la resurrección de los muertos.

[10140] 29. ¡Erráis Por no entender las Escrituras! ¿No es este un reproche que hemos de recoger todos nosotros? Pocos son, en efecto, los que hoy conocen la Biblia, y no puede extrañar que caiga en el error el que no estudie la Escritura de la Verdad, como tantas veces lo enseña Jesús, y tanto lo recuerdan los Sumos Pontífices al reclamar su lectura diaria en los hogares. Cf. v. 31; 21, 42; Jn. 5, 46 y nota.

[10141] 32. Es de notar que aún no se había anunciado aquí la resurrección de 27, 52 s.

[10142] 37 ss. Véase Dt. 6, 5; Lv. 19, 18; Mt. 7, 12; Rm. 13, 9 s.; 5, 14; St. 2, 8; Si. 13, 19.

[10143] 44. Véase Sal. 109, 1 y nota. Es la dable naturaleza de Cristo, quien como hombre es hijo de David, pero en cuanto Dios es su Señor. Jesús proclama así claramente la divinidad de su Persona como Hijo eterno y consubstancial del Padre.

[10144] 5. En las filacterias o cajitas de cuero, sujetas con correas a la frente y a los brazos, llevaban los judíos pergaminos o papeles en que estaban escritos algunos pasajes de la Ley. Los fariseos formulistas habían exagerado esta piadosa práctica, destinada a tener siempre a la vista la Palabra de Dios. Véase Dt. 6, 8; 22, 12.

[10145] 8. Véase 20, 25 ss. Cf. Col. 2, 8 y nota; Ap. 2, 6 y nota.

[10146] 11. Meditemos esto en Lc. 22, 27 y nota.

[10147] 12. Es la doctrina del Magníficat (Lc. 1, 52; 14, 11; 18, 14).

[10148] 13. Cf. 11, 12; Lc. 11, 52 y notas.

[10149] 14. El versículo 14 falta en los mejores códices.

[10150] 15. Hacer un prosélito: convertir a un gentil a la religión judía. Había dos clases de prosélitos, según recibiesen o no la circuncisión: los prosélitos de la puerta y los de la justicia. Jesús enseña aquí que no siempre la mucha actividad es verdadero apostolado, si no está movida por la fe viva que obra por la caridad (15, 8; Jn. 4, 23; Ga. 5, 6; 1 Co. 3, 12-15). Sobre la gehenna véase 5, 22 y nota.

[10151] 23. Los judíos tenían que dar los diezmos de les frutos al Templo. Pero esto no bastaba a los fariseos: ellos, por pura vanagloria, extendían los diezmos a las hierbas insignificantes que cultivaban en sus huertos. Por lo cual, pretendiendo tener méritos, muy al contrario, se acarreaban el juicio. Por eso S. Crisóstomo llama a la vanagloria “madre del infierno”. S. Basilio dice: “Huyamos de la vanagloria, insinuante expoliadora de las riquezas espirituales, enemiga lisonjera de nuestras almas, gusano mortal de las virtudes, arrebatadora insidiosa de todos nuestros bienes”. Véase 6, 1 ss. y notas.

[10152] 25 s. Este espíritu de apariencia, contrario al Espíritu de verdad que tan admirablemente caracteriza nuestro divino Maestro, es propio de todos los tiempos, y fácilmente lo descubrimos en nosotros mismos. Aunque mucho nos cueste confesarlo, nos preocuparía más que el mundo nos atribuyera una falta de educación, que una indiferencia contra Dios. Nos mueve muchas veces a la limosna un motivo humano más que el divino, y en no pocas cosas obramos más por quedar bien con nuestros superiores que por gratitud y amor a nuestro Dios. Cf. 1 Co. 6, 7 y nota. En el v. 26 Jesús nos promete que si somos rectos en el corazón también las obras serán buenas. Cf. Pr. 4, 23.

[10153] 27. Según la costumbre judía se blanqueaban todos los años las partes exteriores de los “sepulcros”, para que los transeúntes los conociesen y no contrajesen impureza legal al tocarlos. Cf. Hch. 23, 3. En Lc. 11, 44 la figura es inversa. Cf. 7, 15 y nota.

[10154] 35. Este Zacarías no puede ser idéntico con el profeta del mismo nombre. S. Jerónimo cree que Jesús alude a aquel Zacarías que fue muerto por Joás (2 Cro. 24, 21) y cuyo padre se llamaba Joiada.

[10155] 39. “Las palabras hasta que digáis aluden, según los mejores intérpretes, a la vuelta de Cristo como juez y a la conversión de los judíos. Cf. Rm. 11, 25 ss. Reconociendo en Él a su Redentor lo saludarán entonces con la aclamación mesiánica: Bendito, etc. Cf. 21, 9; Sal. 117, 26” (Fillion). “Si no estuviéramos seguros de que el discurso fue pronunciado después del día de Ramos (21, 9), veríamos en él una profecía de las aclamaciones de Betfagé y del Monte de los Olivos. Pero el discurso es ciertamente posterior. Tenemos, pues, aquí el primer anuncio, aún impreciso de esa misteriosa Parusía de que va a tratarse en los capítulos siguientes y que no es otra que la Venida gloriosa del Hijo del Hombre al fin de los tiempos” (Pirot). En otra ocasión formuló Jesús este mismo anuncio en su imprecación contra Jerusalén (Lc. 13, 35). Cf. 24, 30 y nota.

[10156] 4 ss. Para comprender este discurso y los relatos paralelos en Mc. 13 y Lc. 21, hay que tener presente que según los profetas los “últimos tiempos” y los acontecimientos relacionados con ellos que solemos designar con el término griego escatológicos, no se refieren solamente al último día de la historia humana, sino a un período más largo, que Sto. Tomás llama de preámbulos para el juicio o “día del señor”, que aquel considera también inseparable de sus acontecimientos concomitantes. (Cf. 7, 22 y nota). No es, pues, necesario que todos los fenómenos anunciados en este discurso se realicen juntos y en un futuro más o menos lejano. Algunos de ellos pueden haberse cumplido ya, especialmente teniendo en cuenta el carácter metafórico de muchas expresiones de estilo apocalíptico (cf. 1 Co. 6, 2 s. y nota). Por su parte, S. Agustín señala en una fórmula cuatro sucesos como ligados indisolublemente: la Venida de Elías (cf. 11, 14 y nota; Ap. 11); la conversión de los judíos (cf. 23, 39; Jn. 19, 37; Rm. 11, 25 ss., etc.); la persecución del Anticristo (2 Ts. 2, 3 ss.; Ap. 13 y notas), y la Parusía o segunda venida de Cristo.

[10157] 5. Cf. Hch. 8, 9 y nota.

[10158] 6. No es todavía el fin: El exegeta burgalés J. A. Oñate, que señala como tema central de este discurso la historia del Reino de Dios y sus relaciones con la Parusía, pone aquí la siguiente cita: “Las guerras, las turbulencias, los terremotos, el hambre y las pestes, que suelen ser sus consecuencias; los fenómenos cósmicos aterradores..., nos indican la proximidad de la Parusía, que pondrá fin a todos estos males. Los apóstoles no deben espantarse por nada de esto, sino saber que les aguardan en la evangelización del Reino otros muchos trabajos y sinsabores, en cuya comparación, los indicados no son más que el comienzo de los dolores” (v. 8). ¡Todos esos dolores estuvieron presentes en el sudor de sangre de Getsemaní!

[10159] 12. Literalmente “de los muchos”, o sea de la gran mayoría (véase 20, 28 y nota). Nótese que Jesús, fundador de la Iglesia, no anuncia aquí su triunfo temporal entre las naciones, sino todo lo contrario. Cf. Lc. 18, 8; 2 Ts. 2, 1-12.

[10160] 14. La predicación del Evangelio por todas las tierras la afirma ya el Apóstol de los Gentiles (Col. 1, 6 y 23; Rm. 10, 18), y no como hipérbole retórica, pues él conocía mejor que nosotros los caminos misioneros de los apóstoles, los cuales sin duda cumplían la orden de hacer discípulos en todos los pueblos (28, 19). Si los primeros cristianos tan ansiosamente esperaban la segunda Venida del Señor, como lo vemos en los discursos y las cartas de S. Pablo, de Santiago y de S. Pedro, es porque consideraban que este testimonio del Evangelio había sido dado a todas las naciones, según la condición puesta por Cristo. Las cosas cambiaron sin duda con el retiro de Israel (Hch. 28, 25 ss.) y hoy no podemos, como observa Pirot, “mantenernos en el horizonte estrecho de la ruina de Jerusalén”, sino llegar “hasta la ruina del mundo”.

[10161] 15. Alusión a la profecía de Daniel (Dn. 9, 27; 11, 31; 12, 11). En 1 Mac. 1, 57 esta profecía se aplica a la profanación del Templo en tiempos de los Macabeos. Jesús enseña que volverá a cumplirse en los tiempos que Él anuncia. Algunos Padres la creían cumplida en la adoración de la imagen del César en el Templo en tiempos de Pilato o en la instalación de la estatua ecuestre de Adriano en ese mismo lugar. Otros Padres refieren este vaticinio a los tiempos escatológicos y al Anticristo. El que lee: Joüon añade las Escrituras. Tal es el sentido de estas palabras que, como observa Fillion, no son del Evangelista sino de Jesús, que las repite en Mc. 13, 14.

[10162] 20 s. El cumplimiento total de la profecía sobre la destrucción de Jerusalén es una imagen de cómo se cumplirá también todo lo que Jesús profetizó sobre el fin de los tiempos. El historiador judío Flavio Josefo describe la devastación de la capital judía, que se verificó a la letra y tal como Jesús lo había profetizado, en el año 70 de la era cristiana.

[10163] 23. Buzy, llamando la atención sobre el hecho de que Jesús habla constantemente en plural de falsos Mesías y de falsos profetas y nunca de un falso Mesías en singular o de un Anticristo, concluye: “que en la enseñanza de Jesús como en la de S. Juan (1 Jn. 2, 18-23) no hay un Anticristo individual; no hay sino una colectividad, poderosa y terrible, de anticristos”. Lo mismo observa dicho autor en su nota a 2 Ts. 2, 7.

[10164] 24. Los elegidos se librarán del engaño porque al justo se le dará por defensa un juicio seguro (Sb. 5, 19). Cf. 2 Ts. 2, 10 ss. y nota.

[10165] 28. Locución proverbial. Así como las águilas, así también los hombres acudirán volando al lugar donde esté Cristo (Maldonado). Véase 1 Ts. 4, 16 s.; Lc. 17, 37.

[10166] 30. La señal del Hijo del Hombre: en general se cree que es la Cruz y que aparecerá el mismo día de la Parusía. Según las Constituciones Apostólicas, sería muchos días antes. Todas las tribus (cf. Ez. 36, 31; 37, 15 ss.): harán duelo, como dice el P. Lagrange, en cuanto esa señal les recordará la muerte de Cristo (cf. 23, 39; Jn. 19, 37; Ap. 1, 7; Za. 12, 10 s.). Pirot, en la gran edición reciente de la Biblia comentada, anota aquí: “Y ellos verán: notar la paronomasia. kópsontai... kai ópsontai: se lamentarán y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran aparato: este último rasgo es visiblemente tomado de Dn. 7, 13. De esta manera Jesús se identifica claramente con el Hijo del Hombre que, en la célebre visión del Profeta, es el fundador del Reino de Dios”.

[10167] 31. Cf. Mc. 13, 27. Un poeta americano evoca esta gran trompeta en una poesía que titula “Canto de esperanza”, e invoca el retorno de Cristo, diciéndole con tanto fervor como belleza lírica:

Y en tu caballo blanco que miró el Visionario pasa. Y suene el divino clarín extraordinario.

¡Mi corazón será brasa de tu incensario!

Juntarán: el griego usa el mismo verbo que en 2 Ts. 2, 1: “episynáxusin”. Alude aquí el Señor al admirable rapto en su encuentro en las nubes que está prometido a nosotros los vivientes “que quedemos” (1 Ts. 4, 17). Cf. 1 Co. 15, 51; 2 Ts. 2, 1; Hb. 10, 25. Del cielo: es de notar que no dice de la tierra (cf. v. 30). Estos parecen ser los que el v. 28 llama las águilas. Véase Mc. 13, 27 y nota.

[10168] 32. El árbol de la higuera (Lc. 21, 29) es figura de Israel según la carne (21, 19; Mc. 11, 13), a quien se dio un plazo (Lc. 13, 8) para que antes de la destrucción de Jerusalén creyese en el Cristo resucitado que le predicaron los apóstoles (cf. Hb. 8, 4 y nota). Pero entonces no dio fruto y fue abaldonado como pueblo de Dios. Cuando empiece a mostrar signos precursores del fruto sabremos que Él está cerca. Las grandes persecuciones que últimamente han sufrido los judíos (cf. Za. 13, 8; Ez. 5, 1-13), los casos singulares de conversión, la vuelta a Palestina y al idioma hebreo, etc., bien podrían ser señales, aunque no exclusivas, que no hemos de mirar con indiferencia. Véase Lc. 21, 28.

[10169] 34. La generación esta: según S. Jerónimo, aludiría a todo el género humano; según otros, al pueblo judío, o solo a los contemporáneos de Jesús que verían cumplirse esta profecía en la destrucción de la ciudad santa. Fillion, considerando que en este discurso el divino Profeta se refiere paralelamente a la destrucción de Jerusalén y a los tiempos de su segunda Venida, aplica estas palabras en primer lugar a los hombres que debían ser testigos de la ruina de Jerusalén y del Templo, y en segundo lugar a la generación “que ha de asistir a los últimos acontecimientos históricos del mundo”, es decir, a la que presencie las señales aquí anunciadas (cf. Lc. 21, 28). En fin, según otra bien fundada interpretación, que no impide la precedente, “la generación esta” es la de fariseos, escribas y doctores, a quienes el Señor acaba de dirigirse con esas mismas palabras en su gran discurso del capítulo anterior (23, 36). Véase la nota a Lc. 21, 32.

[10170] 36. El Padre solo: Cf. Mc. 13, 32 y nota.

[10171] 42. Es indispensable velar para poder “estar en pie ante el Hijo del Hombre” (Lc. 21, 34-36); hay que luchar constantemente por la fidelidad a la gracia contra las malas inclinaciones y pasiones, especialmente contra la tibieza y somnolencia espiritual (Ap. 3, 15 s.). Tenga cuidado de no caer el que se cree firme (1 Co. 10, 12). “Marcháis cargados de oro, guardaos del ladrón” (S. Jerónimo). Cf. 25, 1 ss. y nota.

[10172] 44. A la hora que no pensáis, etc.: Es, pues, falso decir: Cristo no puede venir en nuestros días. La venida de Cristo no es un problema matemático, sino un misterio, y solo Dios sabe cómo se han de realizar las señales anunciadas. En muchos otros pasajes se dice que Cristo vendrá como un ladrón, lo cual no se refiere a la muerte de cada uno, sino a Su Parusía (1 Ts. 5, 2 s.; 2 Pe. 3, 10; Ap. 3, 3; 16, 15).

[10173] 45. Jesús pone esta pregunta no porque no conociera al siervo fiel y prudente, sino para mostrar cuán pocas veces se hallan estas cualidades (S. Crisóstomo). El sentido de este pasaje se ve más claro en Lc. 12, 41.

[10174] 47. Véase Lc. 12, 37. Toda su hacienda: En sentido espiritual; las almas (Jn. 10, 29 y nota). Es una promesa análoga a la de 16, 19; Lc. 19, 17; 22, 30.

[10175] 49. Cf. Lc. 12, 45 ss.; 1 Pe. 5, 1 ss.

[10176] 1 ss. Esta parábola, como la anterior, quiere enseñarnos la necesidad de estar siempre alerta, porque nadie sabe el día ni la hora del advenimiento de Cristo. Del esposo: La Vulgata añade: “y de la esposa”. El texto griego se refiere solamente al esposo, lo que cuadra mejor con las costumbres hebreas, porque las vírgenes solían estar con la novia, y junto con ella esperaban la venida del esposo acompañado de sus amigos. En cuanto a la explicación de la parábola, advierte ya S. Jerónimo que las diez vírgenes simbolizan a todos los cristianos. “La espera es el período que precede a la segunda venida del Salvador; su venida es la Parusía gloriosa; el festín de la felicidad del Reino de los cielos... Los fieles que no están preparados a la venida de Cristo serán eliminados de la beatitud parusíaca... El momento de la Parusía es capital... y hay que tener siempre a mano la provisión de aceite” (Pirot). En efecto, la lámpara sin aceite es la fe muerta que se estereotipa en fórmulas (15, 8). La fe viva, que obra por amor (Ga. 5, 6), es la que produce la luz de la esperanza que nos tiene siempre en vela; lo que no se ama no puede ser esperado pues no se lo desea. S. Pedro enseña que esa lámpara o antorcha con que esperamos a Jesús en estas tinieblas es la esperanza que nos dan las profecías hasta que amanezca el día cuando Él venga (2 Pe. 1, 19). David enseña igualmente que esa luz para nuestros pies nos viene de la Palabra de Dios (Sal. 118, 105), la cual, dice S. Pablo, debe permanecer abundantemente en nosotros, ocupando nuestra memoria y nuestra atención (Col. 3, 16), para que no nos engañe este siglo malo (Ga. 1, 4). El sueño —que no es aquí reproche, pues todas se durmieron— representa, dice Pirot, lo imprevisto y súbito de la Parusía, de modo que la lámpara de nuestra fe no se mantendrá iluminada con la luz de la amorosa esperanza, si no tenemos gran provisión del aceite de la palabra, que es lo que engendra y vivifica la misma fe (Rm. 10, 17).

[10177] 14. El hombre que va a otro país, es imagen de Jesucristo que sube al cielo, desde donde volverá a juzgar a los vivos y a los muertos (1 Pe. 4, 5 ss.). Los criados somos nosotros. Los talentos son los dones que Dios nos regala como Padre y Creador, como Hijo y Redentor, y como Espíritu Santo y Santificador. Pero los dones o cantidades son distintos, como los servicios que tenemos que prestar. Lo que Dios exige es solamente nuestra buena voluntad para explotar sus dones, de modo que la fe obre por la caridad (Ga. 5, 6).

[10178] 15. A cada cual según su capacidad: es decir, su capacidad receptiva. María enseñó que la abundancia será para los hambrientos (Lc. 1, 53; cf. 1 Re. 2, 5; Sal. 33, 11), por lo cual es de pensar que aquí también se da más al que tiene menores fuerzas, o sea al que menos alardea de ellas, ya que toda nuestra fuerza nos viene de Él (Jn. 15, 5; cf. Lc. 18, 9 ss.). Recordemos que el aceite de la viuda se detuvo cuando no hubo más vasos vacíos (2 R. 4, 6).

[10179] 29. Frase de hondo sentido espiritual: Los que aprovechan la gracia, no solamente la guardan, sino que crecen en ella y son recompensados con nuevos dones.

[10180] 32. Todas las naciones: “Como en las grandes asambleas apocalípticas que presentan los profetas (Jl. 3, 2 y 9; Za. 14, 2)” Pirot. Cf. 3, 10 ss. y nota.

[10181] 34. Venid... tomad: Sto. Tomás hace notar que parece extraño decir esto a los justos salvados ya mucho antes. Es que el alma sola no es toda la persona. Cf. Lc. 21, 28 y nota.

[10182] 35. Vemos así que el amor es un mandamiento obligatorio que encierra todos los demás mandamientos; es la “plenitud de la Ley”, según la cual sentenciará el Juez (Rm. 13, 10; Ga. 5, 14 ss.).

[10183] 40. A mí lo hicisteis: es la doctrina divinamente admirable del Cuerpo Místico (cf. 10, 40; 18, 5; Hch. 9, 10). Así también lo hecho a Él es hecho a nosotros. Cf. Rm. 6, 4; Ga. 2, 19 ss.; Ef. 2, 6; Fil. 3, 10 s.; Col. 3, 3 s.

[10184] 9. Los apóstoles tenían caja común para satisfacer las necesidades de la vida y dar limosnas a los pobres.

[10185] 13. En el sentir de la mayoría de los intérpretes, esta mujer era María de Betania, hermana de Lázaro, en tanto que S. Jerónimo y muchos otros se pronuncian contra esta identificación. Véase Mc. 14, 3-9; Lc. 7, 37; Jn. 11, 2; 12, 1-8.

[10186] 14. Iscariote, es decir, hombre de Kariot, que significa aldea y es también el nombre propio de una población de Idumea. Véase la profecía de Abdías que es toda contra Edom. Cf. v. 24; Sal. 59, 11; 75, 11; Is. 63, 1 ss.; Habac. 3, 3; Ap. 19, 13 ss.

[10187] 17. Los ázimos son panes sin levadura, que los judíos comían durante la Octava de la Fiesta de Pascua. El día era un jueves, ese mismo en que ellos anticipadamente debían comer el cordero pascual (Lc. 22, 8; Jn. 18, 28 y nota).

[10188] 25 Tú lo has dicho: Jesús pronunció estas palabras en voz baja, de modo que los otros discípulos no las entendieron, como se ve en Jn. 13, 28-29. La traición de Judas no es solamente fruto de su avaricia, sino también de la falsa idea que tenía del Mesías. Para él un Mesías humilde y doliente era un absurdo, porque no comprendía que Jesús quiso poner a prueba la fe de sus discípulos, con su humildad, que también estaba anunciada por los profetas lo mismo que los esplendores de su reino (Is. 49, 7 s.; 53, 1 ss.; 61, 1 ss.). Véase Lc. 24, 46 y nota.

[10189] 26. Cf. Lc. 22, 20 y nota. Merk cita aquí Ex. 24, 8; Jr. 31, 31; Za. 9, 11; Hb. 9, 12 y 20. El texto de Jeremías es el que S. Pablo reproduce ampliamente en Hb. 8, 8 ss., donde trata del sacerdocio de Cristo. Véase Mc. 14, 14 y nota. La Iglesia Católica Apostólica Romana profesa la fe de que, diciendo: “este es el cuerpo mío”, Jesús convirtió la substancia del pan en su Cuerpo, así como después la substancia del vino en su Sangre. Con esto no solo quedó instituido el sacramento de la Eucaristía, sino también El sacrificio de la Santa Misa, en que Jesús se ofrece constantemente al Padre. Véase los lugares paralelos.

[10190] 31. Cf. v. 56 y nota; Jn. 16, 32; Za. 13, 7.

[10191] 35. Dios nos deja en este pasaje una lección insuperable de desconfianza en nosotros mismos. Cf. v. 75; 21, 28 ss. y notas.

[10192] 36. Que ellos se sienten, mientras Él va a postrarse en tierra. Lo que sigue muestra cómo respondieron ellos... y nosotros.

[10193] 42. Esto es: quiero que tu voluntad de salvar a los hombres, para lo cual me enviaste (Jn. 6, 38-40), se cumpla sin reparar en lo que a Mí me cueste. Ya que ellos no aceptaron mi mensaje de perdón (Mc. 1, 15; Jn. 1, 11; Mt. 16, 20 y nota), muera el Pastor por las ovejas (Jn. 10, 11 y nota). Aquí se ve la libre entrega de Jesús como víctima “en manos de los hombres” (17, 12 y 22) para que no se malograse aquella voluntad salvífica del Padre. ¿Acaso no le habría Este mandado al punto más de doce legiones de ángeles? (v. 53). “Esta voz de la Cabeza es para salud de todo el cuerpo porque es ella la que ha instruido a los fieles, inflamado a los confesores, coronado a los mártires” S. León.

[10194] 45. ¿Dormís ahora y descansáis? Véase Mc. 14, 41 y nota.

[10195] 50. No le pregunta Jesús a qué ha venido, sino que le manifiesta conformidad con que lleve adelante su propósito, como cuando le dijo: lo que haces, hazlo cuanto antes (Jn. 13, 27).

[10196] 51 s. Fue S. Pedro (Jn. 18, 10). Cf. Gn. 9, 6; Ap. 3, 10 y nota.

[10197] 53. Véase v. 42 y nota. La bondad del divino Maestro no excluye a Judas (v. 50). Cf. Jn. 13, 27.

[10198] 54. Véase Is. 53, 7-10.

[10199] 56. ¡Todos! Véase Mc. 14, 50 y nota. Es muy digno de observar el contraste entre esta fuga y la escena precedente (v. 51-54). Allí vemos que se intenta una defensa armada de Jesús, es decir, que si Él la hubiese aceptado, obrando como los que buscan su propia gloria (Jn. 5, 43), los discípulos se habrían sin duda jugado la vida por su caudillo (Jn. 11, 16; 13, 37). Pero cuando Jesús se muestra tal cual es, como divina Víctima de la salvación, en nuestro propio favor, entonces todos se escandalizan de Él, como Él se lo tenía anunciado (v. 31 ss.), y como solemos hacer muchos cuando se trata de compartir las humillaciones de Cristo y la persecución por su Palabra (13, 21). Algo análogo había de suceder a Pablo y Bernabé en Listra, donde aquel fue lapidado después de rechazar la adoración que se les ofrecía creyéndolos Júpiter y Mercurio (Hch. 14, 10-18).

[10200] 60. Eran dos falsos testigos, que tampoco estaban acordes en su testimonio, como vemos en Mc. 14, 59.

[10201] 65. La blasfemia consiste, a los ojos de los sanhedrinitas, en el testimonio que Jesús da de Sí mismo, confesando la verdad de que Él es el Hijo de Dios. Cf. Lv. 24, 16.

[10202] 75. Pedro cayó, porque presumió de sus propias fuerzas, según se lo advirtió el mismo Cristo. Si hubiera pensado, como David, que solo la gracia nos da la constancia y fortaleza, no habría caído ciertamente.

[10203] 5. Mientras Pedro llora contrito, Judas se suicida, porque le falta la confianza en la misericordia de Dios, que a todos perdona. Es la diferencia entre el solo remordimiento, que lleva a la desesperación, y el arrepentimiento, que lleva al perdón. Cf. 21, 28 y nota.

[10204] 9. Véase Za. 11, 12 s.; Jr. 32, 6 ss.

[10205] 18. Por envidia: se refiere a los sacerdotes (Mc. 15, 10), contra cuya maldad apelaba Pilato ante el pueblo. Marcos (15, 11) reitera lo que aquí vemos en el v. 20 sobre la influencia pérfida con que aquellos decidieron al pueblo, que tantas veces había mostrado su adhesión a Jesús, a servirles de instrumento para saciar su odio contra el Hijo de Dios, hasta el punto de persuadirlo a que lo pospusiese a un criminal (Lc. 23, 18; Jn. 18, 40). San Pedro recuerda al pueblo esta circunstancia en Hch. 3, 14-17.

[10206] 19. Según una tradición piadosa, se llamaba Claudia Prócula. La Iglesia griega la venera como santa.

[10207] 24. Pilato dice este justo, confesando así públicamente la inocencia de Jesús; y sin embargo, lo condena a morir en una cruz. Vemos aquí el tipo del juez inicuo, que por política y cobardía abusa de su poder y viola gravemente los deberes de su cargo. Sus vacilaciones se prolongan por largo rato; pero puede más lo que él cree su interés, que la voz de su conciencia y la previsión de su mujer (v. 19). Véase Mc. 15, 2 ss.; Lc. 23, 3 ss.; Jn. 18, 33 ss.

[10208] 27. Nótese que no son obra directa del pueblo judío, como suele creerse, las atrocidades cometidas en la Pasión de Cristo. Los que azotan a la divina Víctima, le colocan la corona de espinas, le escarnecen y le crucifican son los soldados romanos (Jn. 19, 2 ss.), a cuya autoridad Jesús había sido entregado por los jefes de la Sinagoga (v. 18 y nota).

[10209] 32. Esta obra de caridad valió a Simón la gracia de convertirse. Murió, según una antigua tradición cristiana, como Obispo de Bosra. Sus hijos Alejandro y Rufo aparecen en el Evangelio de San Marcos como cristianos (Mc. 15, 21). Cf. Rm. 16, 13.

[10210] 35. Cf. Sal. 21, 19. Los que lo crucificaron... “El Evangelio está hecho para poner a prueba la profundidad del amor, que se mide por la profundidad de la atención prestada al relato: porque no hay en él una sola gota de sentimentalismo que ayude a nuestra emoción con elementos de elocuencia no espiritual. Por ejemplo, cuando llegan los evangelistas a la escena de la crucifixión de Jesús, no solamente no la describen, ni ponderan aquellos detalles inenarrables, sino que saltan por encima, dejando la referencia marginal indispensable para la afirmación del hecho. Dos de ellos dicen simplemente: Y llegaron al Calvario donde lo crucificaron. Otro dice menos aún: Y habiéndolo crucificado, dividieron sus vestidos. ¡Y cuidado con pensar que hubo indiferencia en el narrador! Porque no solo eran apóstoles o discípulos que dieron todos la vida por Cristo, sino que es el mismo Espíritu Santo quien por ellos habla”.

[10211] 45. Hora sexta: mediodía. Hora nona: a media tarde.

[10212] 46. Véase Sal. 21, 2; Mc. 15, 34 y nota.

[10213] 51. Según S. Jerónimo, al rasgarse milagrosamente el velo del Templo que separaba el “Santo” del “Santo de los Santos”, Dios quiso revelar que los misterios antes escondidas iban a ser en Cristo manifestados a todos los pueblos. Según S. Pablo, el velo figuraba la carne de Cristo que al romperse nos dio acceso al Santuario Celestial (Hb. 6, 19; 9, 3; 10, 20-22).

[10214] 52 s. “El abrirse los sepulcros tuvo sin duda relación con el terremoto y con el hendirse de las rocas, y se efectuó a la vez que estos dos fenómenos. En cuanto a la resurrección de los muertos, estuvo indudablemente relacionada con su aparición en la ciudad, lo cual aconteció después de haber resucitado Jesucristo. Estos “santos” eran justos insignes del Antiguo Testamento, venerados de manera especial de los judíos, de los contemporáneos de Jesucristo y de aquellos a quienes se aparecieron, y fallecidos con la fe puesta en el Redentor prometido. Su resurrección, etc. (v. 53) tenía por objeto dar fe de la de Cristo en Jerusalén y hacer patente que mediante la muerte redentora de Jesucristo había sido vencida la muerte, y que su gloriosa Resurrección encerraba la prenda segura de la nuestra. Cf. Hb. 2, 14 s.; Jn. 5, 25; 11, 25 s.; 1 Co. 15, 14-26 y 54 s.; Col. 1, 18; 2, 15; 1 Pe. 1, 3 y 21; Ap. 5, 5” (Schuster Holzammer). Véase la nota 1 Co. 15, 26. A estos santos parece referirse S. Ignacio de Antioquía cuando dice: “Cómo podríamos nosotros vivir fuera de Él, a quien hasta los profetas, sus discípulos en espíritu esperaban como a su Maestro. Por eso Él, después de su venida —por ellos justamente esperada— los resucitó de entre los muertos” (carta a los Magnesios 9).

[10215] 57. José de Arimatea se atreve a ser partidario de un ajusticiado, colocándolo en su propio sepulcro, para dar a entender a todos que Él era inocente. El noble senador, que no había consentido en la condenación de Jesús (Lc. 23, 51), es el modelo del cristiano intrépido que confiesa su fe sin cálculos humanos.

[10216] 59 s. Entierro anunciado en Is. 53, 9.

[10217] 62. Preparación, en griego “Parasceve”. Así se llamaba el viernes, por ser el día en que hacían los preparativos para el sábado.

[10218] 66. Estas precauciones que tomaron los sacerdotes y fariseos nos han proporcionado un testimonio muy valioso en favor de la resurrección del Señor. Porque esta misma guardia tuvo que confesar que Cristo había resucitado (28, 11).

[10219] 1. La otra María: la madre de Santiago el Menor (27, 56). Su marido se llamaba Cleofás o Alfeo.

[10220] 5. Notemos la lección del ángel: el que busca a Jesús nada tendrá que temer, ni aun frente a un terremoto como aquel. Así será en “el último día”. Véase 1 Ts. nn, 2-4; Lc. 21, 36; Sal. 45, 3.

[10221] 13. El fracaso de los argumentos contra la Resurrección es más que evidente: recurren a “testigos dormidos”. “¡Oh infeliz astucia!, exclama S. Agustín; cuando estaban durmiendo, ¿cómo pudieron ver? Si nada vieron, ¿cómo pueden ser testigos?”.

[10222] 19. Véase 10, 6 y nota.

[10223] 20. Enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado: Las enseñanzas de Jesús fueron completadas, según lo anunciara Él mismo (cf. Jn. 16, 13), por el Espíritu Santo, que inspiró a los apóstoles los demás Libros sagrados que hoy forman el Nuevo Testamento. De esta manera, según se admite unánimemente (cf. 1 Tm. 6, 3 y 20), la Revelación divina quedó cerrada con la última palabra del Apocalipsis. “Erraría, pues, quien supusiese que esta (la jerarquía) estuviera llamada a crear o enseñar verdades nuevas, que no hubiere recibido de los apóstoles, sea por la tradición escrita en la Biblia, sea por tradición oral de los mismos apóstoles”. Se entiende así cómo la Jerarquía eclesiástica no es, ni pretende ser, una nueva fuente de verdades reveladas, sino una predicadora de las antiguas, según aquí ordena Cristo, de la misma manera que la misión del tribunal superior encargado de interpretar y aplicar una carta constitucional, y de una universidad encargada de enseñarla, no es la de crear nuevos artículos, ni quitar otros, sino al contrario, guardar fielmente el depósito, de modo que no se disminuya ni se aumente. De ahí, como lo dice Pío XII, la importancia capitalísima de que el cristiano conozca en sus fuentes primarias ese depósito de la Revelación divina, ya que, según declara el mismo Pontífice, “muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los santos Padres” (Enc. “Divino Afflante”).

[10224] 2 s. Véase Mal. 3, 1; Is. 40, 3; Mt. 3, 1 ss.; Lc. 3, 2 ss. La voz de Juan es como el trueno que conmueve los desiertos (S. Ambrosio); y sin embargo, Israel no escuchó su mensaje ni preparó el camino. De ahí lo que dice Jesús en Mt. 17, 11-13.

[10225] 4. El desierto en que San Juan predicaba y bautizaba se hallaba a tres o cuatro leguas al este de Jerusalén, entre esta ciudad y el Mar Muerto. Su nombre geográfico es “desierto de Judea”. Acerca del carácter del bautismo de Juan véase Mt. 3, 6 y nota. Cf. v. 3; Mt. 3, 1; Lc. 3, 2.

[10226] 7. La conmoción que el Bautista con su predicación de penitencia y su modo de vivir produjo, fue tan grande, que muchos creyeron que él fuese el “Mesías” prometido. Para evitar este engaño, Juan acentúa su misión de “precursor” señalando con su dedo hacia Jesús: En pos de mí, viene uno... “Así como la aurora es el fin de la noche y el principio del día, Juan Bautista es la aurora del día del Evangelio, y el término de la noche de la Ley” (Tertuliano). Véase Juan 3, 30 y nota.

[10227] 13. Entre las fieras del desierto de Judea: chacales, lobos, zorras, etc. Detalle exclusivo de Marcos.

[10228] 15. Arrepentíos y creed: Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo. Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva de que Dios es un Padre que perdona (1 Jn. 1, 8 ss.; Lc. 13, 1 ss. y nota). El rechazo de este mensaje por parte del pueblo llevó a Jesús a la Cruz.

[10229] 16 ss. Cf. Mt. 4, 18 ss.; Lc. 5, 2 ss.; Jn. 1, 40 ss.

[10230] 20. Santiago y Juan pertenecían a la clase media, como se deduce del hecho de que su padre Zebedeo ocupaba jornaleros. Es, pues, un error considerar a los discípulos del Señor como gentes que nada tenían que perder y por eso seguían a Jesús (cf. 2, 14; Lc. 5, 27-29). Abrazaron la pobreza espontáneamente, atraídos, en la sinceridad de sus corazones, por el irresistible sello de bondad que ofrecía el divino Maestro a todos los que no tenían doblez.

[10231] 23 s. Véase Lc. 4, 31 ss.; El Santo de Dios: el Mesías (Lc. 1, 35; Dn. 9, 24).

[10232] 29 ss. Véase Mt. 8, 14-16; Lc. 4, 38-41.

[10233] 35. El retiro de Jesús a la oración, después de trabajar todo el día y gran parte de la noche, nos enseña que la oración es tan indispensable como el trabajo. Cf. 14, 38; Mt. 14, 23 y nota.

[10234] 44. La Ley de Moisés prescribía que el leproso curado se presentara a los sacerdotes y ofreciera un sacrificio (Lv. 14, 2-32; Mt. 8, 2-4; Lc. 5, 12-14). Así Jesús enseñaba a cumplir la Ley de Israel y respetar a sus sacerdotes sin perjuicio de conminarlos terriblemente cuando debía defender a las almas contra su hipocresía. Véase el gran discurso del Templo (Mt. 23, 1 ss.; Lc. 11, 46 ss.; 20, 45 ss.).

[10235] 4. Véase Mt. 9, 2 ss.; Lc. 5, 18 ss. Las casas judías estaban provistas de una escalera exterior, que aprovecharon los que llevaban al enfermo, para subir y abrir el techo.

[10236] 12. Cf. Lc. 7, 16.

[10237] 13. El Mar de Galilea, o lago de Genesaret o de Tiberíades.

[10238] 14. Leví, esto es, Mateo (Mt. 9, 9; Lc. 5, 29), nos da un ejemplo de la eficacia de la vocación. Una sola palabra de la boca del Señor, una sola mirada basta para convertirlo de un publicano en un fervoroso apóstol. Su vocación es consecuencia de la elección (Jn. 15, 16; Rm. 8, 29 ss.). “Dios nos previene para llamarnos, y nos acompaña para glorificamos” (San Agustín). Cf. 1, 20 y nota.

[10239] 17. Es una de las muchas verdades con aspecto de paradoja en boca de Jesús (cf. Lc. 7, 23 y nota) que nos descubre el fondo de su Corazón misericordioso y encierra una divina regla pastoral: buscar a la oveja perdida (Lc. 15, 1 ss.). El que se cree sano y justo no puede aprovechar la Redención de Cristo. Cf. Lc. 5, 32.

[10240] 20. Jesucristo es el Esposo que aspira a ganar el amor de todas y cada una de las almas (Mt. 9, 15; Jn. 3, 29; 2 Co. 11, 2 y nota).

[10241] 22. El Evangelio, al que San Agustín llama vino, tiene una inmensa fuerza espiritual y rompe los moldes que quieren someter a nuestra pobre razón los misterios del insondable amor de Dios (2 Co. 10, 5). Cf. Mt. 9, 16 ss. y notas.

[10242] 26. En 1 Sam. 21, 1 ss. se llama Aquimelec, padre de Abiatar, el cual le ayudaba. Cf. Mt. 12, 1 ss.

[10243] 27. ¡Qué caridad tan divina refleja esta sentencia! Jesús condena aquí definitivamente todo ritualismo formulista (véase Jn. 4, 23 ss.).

[10244] 6. Los herodianos o partidarios del rey Herodes eran amigos de los romanos y, por consiguiente, enemigos de los fariseos, eminentemente nacionalistas. Si los dos partidos, tan opuestos, se juntaron, solo fue por odio, para librarse de Jesús.

[10245] 13. A los que Él quiso: Nótese la libre elección divina: “No me elegisteis vosotros, sino que Yo os elegí” (Jn. 15, 16). Cf. Rm. 8, 28 ss.; 9, 15 ss.; Ef. 2, 10; 2 Tm. 1, 9.

[10246] 17. Véase Mt. 10, 2-4. El apodo de Boanerges, que significa “hijos del trueno”, demuestra que Juan estaba lejos de ser un sentimental, como lo representa a veces el arte, con menoscabo de la sólida piedad. Véase Lc. 9, 53 y nota.

[10247] 21. Ha perdido el juicio: No porque el oído se horrorice de la frase, deja esta de ser histórica (Maldonado). Véase Lc. 14, 26 y nota. La incomprensión de los parientes de Jesús, confirmada en Jn. 7, 5, es una advertencia para los que hemos de ser sus discípulos; pues Él nos anunció que correríamos igual suerte. Cf. Mt. 10, 35 ss.; 13, 57 y nota.

[10248] 22. Sobre Beelzebul véase Mt. 10, 25 y nota. Este fue el pecado que cometieron los jefes de la nación judía: el atribuir a Satanás lo que era obra del Espíritu Santo. Jesús hace ostentación de mansedumbre al detenerse a demostrar lo absurdo de tan blasfemas aseveraciones. Cf. Mt. 12, 24-28; Lc. 11, 15-20; Cf. Jn. 10, 20; 16, 9 y nota.

[10249] 29. La blasfemia contra el Espíritu Santo se caracteriza por la malicia y endurecimiento del pecador. De ahí la imposibilidad de que sea perdonada. La misericordia no puede concederse al que no quiere aceptarla.

[10250] 31. Admiremos la modestia en esta actitud de la Virgen Madre, concordante con la conducta silenciosa y oculta que siempre le vemos observar frente a la vida pública de Jesús.

[10251] 32. Tus hermanos: Véase la nota a Mt. 12, 46.

[10252] 34. Jesús no desprecia los lazos de la sangre; pero les antepone siempre la comunidad espiritual (Lc. 11, 28 y nota). María es la bendita, más porque creía en Cristo que por haberlo dado a luz (S. Agustín).

[10253] 5. Brotó en seguida: Es de admirar la elocuencia de esta imagen: la semilla en el estéril pedregal brota más rápidamente que en la tierra buena. Jesús nos enseña a ver en esto una prueba de falta de profundidad (v. 17). Debemos, pues, desconfiar de los primeros entusiasmos, tanto en nosotros como en los demás. De ahí el consejo que San Pablo da a Timoteo sobre los neófitos (1 Tm 3, 6).

[10254] 8. La buena tierra es el corazón sin doblez. Para creer y “crecer en la ciencia de Dios” (Col. 1, 10) no se requiere gran talento (Mt. 11, 25), sino rectitud de intención; hacerse pequeño para recibir las lecciones de Jesús. Sobre esta parábola véase Mt. 13, 1 ss., y sus notas; Lc. 8, 4 ss.

[10255] 12. Cf. Is. 6, 9 s.; Jn. 12, 40; Hch. 28, 26; Rm. 11, 8. Dios no es causa de la ceguedad espiritual, pero la permite en los que no corresponden a la gracia. Véase 2 Ts. 2, 10 ss. y nota.

[10256] 13. Estas palabras, exclusivas de San Marcos, muestran la enorme importancia que tiene la parábola del sembrador en la predicación de Jesús, como verdaderamente básica en el plan divino de la salvación, ya que esta procede de la fe, y la fe viene del modo cómo se escucha la palabra de Dios (Rm. 10, 17).

[10257] 22. Jesús insiste en que su predicación no tiene nada de secreto ni de esotérico. El grado de penetración de su luminosa doctrina depende del grado de atención que prestamos a sus palabras, como lo dice en el v. 24, en el cual promete a los que las oyen bien, una recompensa sobreabundante. Cf. Lc. 12, 1 ss. y nota.

[10258] 24. Véase en Mateo 7, 2 y nota la explicación de este pasaje. San Marcos añade aquí, en las palabras finales, un nuevo rasgo de esa divina misericordia que se excede siempre en darnos más de lo que merecemos. El Papa San Pío V condenó, entre los errores de Miguel Bayo, la proposición según la cual en el día del juicio las buenas obras de los justos, no recibirán mayor recompensa que la que merezcan según la mera justicia (Denz. 1014).

[10259] 26 ss. Esta pequeña y deliciosa parábola, exclusiva de Marcos, muestra la eficacia propia que por acción divina tiene la Palabra de Dios, con solo dejarla obrar en nuestra alma sin ponerle obstáculos. Cf. Jn. 17, 17 y nota.

[10260] 29. Muy apropiada es esta parábola para suprimir en los ministros del Evangelio la vanagloria; al mismo tiempo les inspira confianza, puesto que el éxito no depende de ellos sino de la gracia divina (Simón Prado). Véase 1 Co. 3, 7.

[10261] 30 ss. Véase Mat. 13, 31 s.; Lc. 13, 18 s.

[10262] 40. Véase Mt. 8, 23 ss.; Lc. 8, 22 ss. La barca abandonada a las olas es una imagen de la Iglesia, que sin cesar tiene que luchar contra toda clase de tormentas; mas Cristo está en la barca para conducirla a través del “tiempo de nuestra peregrinación” (1 Pe. 1, 17) “en este siglo malo” (Ga. 1, 4). Tengamos, pues, confianza.

[10263] 41. ¿Quién es entonces?: Vemos por esta expresión la incertidumbre en que aún estaban estos discípulos respecto de Jesús, no obstante la admirable confesión de Natanael en Jn. 1, 49.

[10264] 1 ss. Véase Mt. 8, 28 ss.; Lc. 8, 26 ss. S. Mateo habla de dos endemoniados. Marcos menciona uno solo, probablemente porque este desempeñaba el papel principal. Sobre Gerasa véase Mt. 8, 28 y nota.

[10265] 17. Los gerasenos son el tipo de aquellos hombres que se retiran de la Iglesia para no ser inquietados en la cómoda vida que llevan. Los cerdos, es decir, los bienes materiales, valen para ellos más que la fe y las promesas de Cristo. Véase la nota a Fil. 3, 11.

[10266] 20. Decápolis, o región de las “diez ciudades libres”, situadas en su mayoría en la Transjordania septentrional.

[10267] 21 ss. Véase Mt. 9, 18 ss. y notas.

[10268] 30 s. La pregunta del Señor tiene por objeto confirmar el milagro delante de toda la muchedumbre. La respuesta de los discípulos acusa su poca inteligencia del poder y sabiduría de Jesús, pues Él sabía muy bien quién le había tocado.

[10269] 41. “Talitha kum”: expresión aramea, que el Evangelista traduce para su auditorio de Roma.

[10270] 43. Parece que los padres, fuera de sí de alegría, olvidaban el alimento que requería su hija. Jesús no lo olvida, Véase Sal. 26, 10; 102, 13; Is. 66, 13 y notas.

[10271] 3. Véase Mt. 13, 54 ss.; Lc. 4, 16 ss.; Jn. 6, 42. No es sorprendente que tengan a Jesús por artesano, pues durante su vida oculta, hasta los treinta años, ayudaba a José en las tareas de carpintero, santificando así el trabajo manual. Respecto a los “hermanos” de Jesús véase 3, 32; Mt. 12, 46 y nota.

[10272] 8 s. Véase Mt. 10, 5 ss.; Lc. 9, 1 ss.; 10, 1 ss. Jesús quiere que sus ministros tengan plena confianza en la providencia del Padre Celestial (Mt. 6, 25 ss.) y se desprendan de todo lo que no sea absolutamente necesario. Les basta con la eficacia infalible de la palabra evangélica y la gracia que la acompaña. Véase 2 Tm. 2, 4.

[10273] 13. El óleo se usaba en primer lugar para reanimar las fuerzas físicas del enfermo. También hoy se lo emplea en la Santa Unción, que no es, como suele creerse, solo para los moribundos, sino como explica Santiago, un sacramento para confortar a los enfermos graves, incluso devolviéndoles la salud, y para perdonar pecados si los hubiere (St. 5, 14).

[10274] 14 ss. Véase Mt. 14, 1 ss.; Lc. 3, 19 s.; 9, 7 ss.

[10275] 16. Era la mala conciencia lo que atormentaba a Herodes; por eso veía en Jesucristo al Bautista, a quien había matado. “No hay pena comparable a una conciencia cargada de crímenes, porque cuando el hombre sufre exteriormente, se refugia en Dios; pero una conciencia desarreglada, no encuentra a Dios dentro de sí misma; entonces, ¿dónde puede hallar consuelos? ¿dónde buscar el reposo y la paz?” (S. Gregorio).

[10276] 18. Véase Lv. 18, 16.

[10277] 26. ¿Qué valía un juramento hecho contra Dios? fue el respeto humano, raíz de tantos males, lo que determinó a Herodes a condescender con el capricho de una mujer desalmada. No teme a Dios, pero teme el juicio de algunos convidados ebrios como él. Cf. Mt. 14, 9 y nota.

[10278] 33 ss. Véase Mt. 14, 13-21; Lc. 9, 10-17; Jn. 6, 2-15.

[10279] 44. Esta primera multiplicación de los panes tuvo lugar probablemente al E. del lago (Jn. 6, 1 y 17); según Otros, al N. O., en el lugar donde se ha descubierto una antiquísima Basílica erigida en recuerdo del milagro.

[10280] 45 ss. Véase Mt. 14, 22-32; Jn. 6, 15-21.

[10281] 4 ss. Se trata de purificaciones que no eran prescriptas por la Ley y que los escribas multiplicaban llamándolas “tradiciones”. “No conociendo la justicia de Dios y queriendo establecer la suya propia (Rm. 10, 3), el fariseo, satisfecho de sí mismo, espera sorprender a Dios con su virtud que nada necesita (Lc. 18, 1 s.). En realidad, el fariseo es el más temible de los materialistas, pues el saduceo sensual ignora lo espiritual; pero él, en cierto modo, lo conoce para reducirlo a la materia: hechos, realizaciones, obras visibles para que sean vistos de los hombres y los hombres los alaben y los imiten. Antítesis del fariseo es la Verónica que al acercarse a Dios presenta, a la faz de la gracia, el lienzo en blanco de su esperanza”. Es evidente que la doctrina de Jesucristo era tan incompatible con esa mentalidad como el fuego con el agua (véase 12, 38 y nota). La tradición que vale para la Iglesia es la que tiene su origen en la revelación divina, es decir, en la predicación del mismo Jesucristo y de los apóstoles, “a fin de que siempre se crea del mismo modo la verdad absoluta e inmutable predicada desde el principio por los apóstoles” (Pío X en el juramento contra los modernistas). Cf. 1 Tm. 6, 3 s. y 20.

[10282] 6. Véase Is. 29, 13; Cf. Mt. 15, 1-28; 23, 15; Lc. 11, 37-41; Jn. 4, 23 y notas.

[10283] 10. Véase Ex. 20, 12; 21, 17; Lv. 20, 9; Dt. 5, 16; Ef. 6, 2.

[10284] 11. Quiere decir que los fariseos se consideraban exonerados de la obligación de sustentar a sus ancianos padres, pretendiendo que les valiera por tal una ofrenda de dinero (Korbán) dada al Templo.

[10285] 26. Sirofenicia es lo mismo que cananea (Mt. 15, 22), porque los fenicios se llaman también cananeos.

[10286] 28. Como esta pagana, insistamos porfiados en la oración, aunque a veces parezca que Dios no quiere oírnos. Véase la parábola del amigo importuno (Lc. 11, 5 ss.). La perseverancia, dice San Bernardo, es una virtud sin la cual nadie verá a Dios, ni será visto por Dios. Cf. Lc. 21, 19.

[10287] 33. Este acto se repite hoy en la administración del Bautismo, cuando el sacerdote dice: “éfeta”: abre tus oídos a la palabra de Dios. Pío XII el 14 de enero de 1944 ha dispuesto que se suprima esto siempre que lo aconseje la higiene y la profilaxis en casos de grave peligro. (A. A. S. 36, 28-29).

[10288] 1 ss. Véase Mt. 15, 32-39.

[10289] 11 ss. Véase Mt. 16, 1-12; Lc. 11, 54.

[10290] 12. Según S. Mateo (16, 4) Jesús citó el caso del profeta Jonás como figura de su milagrosa resurrección.

[10291] 15. La levadura de los fariseos, según vemos en Lc. 12, 1, es la hipocresía. Hemos de guardarnos tanto de compartirla cuanto de ser su víctima. La levadura de Herodes es la mala vida, que se contagia como una peste. Véase Mt. 16, 6 y 12.

[10292] 22. Betsaida, la llamada Betsaida Julias, al E. de la desembocadura del Jordán en el lago de Genesaret.

[10293] 27. Véase Mt. 16, 13-16; Lc. 9, 18-20.

[10294] 29. Véase Mt. 16, 18, donde Jesús recompensó la fe de aquel humilde pescador, haciéndole príncipe de los apóstoles.

[10295] 31. ¡Reprobado! Y bien lo vemos en 14, 64 donde todos están horrorizados de sus “blasfemias”. Nosotros, gentiles, más que nadie debemos agradecerle, pues fue para abrirnos la puerta de la salud (Ef 2, 1 ss.). “Por el delito de los judíos la salud pasó a los gentiles; por la incredulidad de los gentiles volverá a los judíos” (S. Jerónimo).

[10296] 33. No obstante la confesión que acaba de hacer (v. 29), Pedro muestra aquí su falta de espíritu sobrenatural. Jesús, con la extrema severidad de su reproche, nos enseña que nada vale un amor sentimental, sino el que busca en todo la voluntad del Padre como lo hizo Él. Cf. Mt. 24, 42 y nota.

[10297] 34. A la luz de la doctrina revelada y definida, se comprende bien la suavidad de esta palabra de Jesús, que al principio parece tan dura. Renúnciese a sí mismo. Ello significa decirnos, para nuestros bien: líbrate de ese enemigo, pues ahora sabes que es malo, corrompido, perverso. Si tú renuncias a ese mal amigo y consejero que llevas adentro, yo lo sustituiré con mi espíritu, sin el cual nada puedes hacer (Jn. 15, 5). ¡Y cómo será de total ese apartamiento que necesitamos hacer del autoenemigo, cuando Jesús nos enseña que es indispensable nacer de nuevo para poder entrar en el Reino de Dios! (Jn. 3, 3). Renacer del Espíritu, echar fuera aquel yo que nos aconsejaba y nos prometía quizá tantas grandezas. Echarlo fuera, quitarlo de en medio, destituirlo de su cargo de consejero, por mentiroso, malo e ignorante. He aquí lo que tanto cuesta a nuestro amor propio: reconocer que nuestro fulano de tal es “mentira” (Rm. 3, 4) y de suyo digno de la Ira de Dios. Cf. Lc. 9, 23 y nota.

[10298] 1. Colocado al principio del capítulo, este v. (que en la Vulgata figura como 39 del cap. 8) muestra claramente que el anuncio de Jesús se refiere a su gloriosa Transfiguración, relatada en los vv. que siguen, y en la cual Jesús mostró un anticipo de la gloria con que volverá al fin de los tiempos. Tal es la gloria cuya visión nos refieren S. Juan en su Evangelio (1, 14), y S. Pedro en su segunda Epistola (1, 16 ss.). Cf. Mt. 16, 28 y nota. Lc. 9, 27.

[10299] 2 ss. Véase Mt. 17, 1-8; Lc. 9, 28-36. Un alto monte: según la tradición, el monte Tabor en Galilea.

[10300] 7. Aquí, como en el Bautismo de Jesús, el Padre da solemne testimonio de la filiación divina del Mesías, y añade el único mandamiento que el Padre formula personalmente en todo el Evangelio: que escuchemos a Jesús. Por eso, el Maestro nos dice: “Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel que Él os envió” (Jn. 6, 29).

[10301] 9. El monte Tabor y el Gólgota se complementan mostrándonos el doble misterio de Jesús que anunciaban las profecías (1 Pe. 1, 11). Aquí Jesús aparece en la gloria, con que vendrá en su triunfo (v. 1); allá lo verán sumido en un mar de penas y angustias. “En la transfiguración se trataba en primer lugar de quitar de los corazones de los discípulos el escándalo de la Cruz” (S. León Magno).

[10302] 13 s. “En espíritu S. Juan era Elías, mas no en persona” (S. Gregorio Magno). Véase Mt. 17, 11 s. y nota; Mal. 4, 5; Is. 53, 3.

[10303] 14 ss. Véase Mt. 17, 14, 21; Lc. 9, 37, 43 y notas.

[10304] 19. Este reproche de incredulidad es el único que el divino Maestro dirige a sus discípulos. Pero es el más grave. Véase 11, 22 ss. y nota.

[10305] 29. Y el ayuno: falta en el Codex Vaticanus. Cf. Mt. 17, 21.

[10306] 33 ss. Véase Mt. 18, 1 ss.; Lc. 9, 46 ss.

[10307] 40. Nosotros: Así reza el texto griego según Merk. Algunos códices dicen vosotros, como en Lc. 9, 50. La variante parece acentuar más aún la diferencia que Jesús establece entre Él —que es el fin (Mt. 12, 30)— y nosotros, simples medios. Cf. Fil. 1, 15 ss.; Nm. 11, 24-30.

[10308] 43. Véase Mt. 5, 29 s.; 18, 8 y notas. Cf. Pr. 5, 8; Si. 9, 4. Gehenna : infierno Cf. Mt. 5, 22 y nota.

[10309] 44. Dos vv. 44 y 46 faltan en los mejores códices griegos. Son repeticiones del v. 48, introducidas por los copistas (véase Merk, Joüon, etc.).

[10310] 48. Aquí Jesús define la eternidad de las penas del infierno. Véase Judit 16, 21; Is. 66, 24; Ap. 20, 10.

[10311] 49. Según la Ley (Lv. 2, 13) los sacrificios se rociaban con sal (de la Alianza).

[10312] 1 ss. Véase Mt. 19, y ss.; Gn. 1, 27; 2, 24; Dt. 24, 14; 1 Co. 6, 16; 7, 10 s.; Ef. 5, 31.

[10313] 11 s. Contra la primera: hay un bello matiz de caridad en esta clara definición que condena el desorden de nuestra época, en la que una legislación civil se cree autorizada para separar “lo que Dios ha unido”.

[10314] 14. Este llamado de Jesús es el fundamento de toda educación. Los niños entienden muy bien las palabras del divino Maestro, porque Él mismo nos dijo que su Padre revela a los pequeños lo que oculta a los sabios y prudentes (Lc. 10, 21).

[10315] 17 ss. Véase Mt. 19, 16 ss.; Lc. 18, 18 ss.

[10316] 22. Sobre este caso véase Lc. 18, 22 y nota.

[10317] 25. Jesús enseña que no puede salvarse el rico de corazón, porque, como Él mismo dijo, no se puede servir a Dios y a las riquezas (Mt. 6, 24). El que pone su corazón en los bienes de este mundo no es el amo de ellos, sino que los sirve, así como todo el que peca esclavo es del pecado (Jn. 8, 34). Tan triste situación es bien digna de lástima, pues se opone a la bienaventuranza de los pobres en espíritu, que Jesús presenta como la primera de todas (Mt. 5, 31). Véase Lc. 18, 24 y nota. “No se sepulte vuestra alma en el oro, elévese al cielo” (S. Jerónimo). Cf: Col. 3, 1, 4; Fil. 3, 19 ss.; Ef. 2, 6.

[10318] 30. Centuplicado. Todos los verdaderos pobres son ricos. “¿No os parece rico, exclama S. Ambrosio, el que tiene la paz del alma, la tranquilidad y el reposo, el que nada desea, no se turba por nada, no se disgusta por las cosas que tiene desde largo tiempo, y no las busca nuevas?” A diferencia de San Mateo (19, 27 ss.), no se habla aquí del que deja la esposa, y se acentúa en cambio que esta recompensa se refiere a la vida presente, aun en medio de las persecuciones tantas veces anunciadas por el Señor a sus discípulos. Cf. Lc. 18, 29.

[10319] 35 ss. Estos “hijos del trueno” (3, 17) recordaban los doce tronos (Mt. 19, 28) y pensaban coma los que oyeron la parábola de las minas (Lc. 19, 11), como los del Domingo de Ramos (11, 10), como todos los apóstoles después de la Resurrección (Hch. 1, 6), que el Reino empezaría a llegar. Jesús no condena precisamente, como algunos han creído, esta gestión que sus primos hermanos intentan por medio de su madre la buena Salomé (Mt. 20, 20) y que, si bien recuerda la ambición egoísta de Sancho por su ínsula, muestra al menos una fe Y esperanza sin doblez. Pero alude una vez más a los muchos anuncios de su Pasión, que ellos, como Pedro (Mt. 16, 22), querían olvidar, y les reitera la gran lección de la humildad, refiriéndose de paso a arcanos del Reino que San Pablo habría de explayar más tarde en las Epístolas de la cautividad.

[10320] 39. Ese bautismo a que Jesús alude no parece ser sino el martirio. Véase Lc. 12, 50. Ambos apóstoles lo padecieron (Hch. 12 y nota), si bien Juan salió ileso de su “bautismo” en aceite hirviendo. Cf. Jn. 21, 22 y nota.

[10321] 42 ss. Véase Lc. 22, 25-27.

[10322] 45. Véase Lc. 22, 27 y nota.

[10323] 46. San Mateo (20, 30) habla de dos ciegos: uno de ellos ha de ser este Bartimeo. Cf. Lc. 18, 35-43.

[10324] 52. En seguida: el evangelista nos hace notar que el dichoso ciego siguió a Jesús sin acordarse de recoger el manto arrojado a que se refiere el v. 50.

[10325] 2. La aldea de Belfagé, situada entre Jerusalén y Betania (Mt. 21, 1 ss.; Lc. 19, 29 ss.; Jn. 12, 12 s.).

[10326] 9. Con la aclamación Hosanna: ¡Ayúdanos (oh Dios)! el pueblo quiere expresar su desbordante alegría según el Salmo 117, 25 s.

[10327] 12. Era el lunes de Semana Santa.

[10328] 13 ss. La maldición de la higuera simboliza la reprobación del pueblo de Israel, rico en hojas pero estéril en frutos (Mt. 21, 18 s.; Lc. 13, 6 ss.).

[10329] 17. Véase Is. 56, 7; Jr. 7, 11; Cf. Mt. 21, 12-46; Lc. 19, 45-47; Jn. 2, 14-16.

[10330] 20 ss. Véase Mt. 21, 20-22.

[10331] 22 s. Sobre este punto principalísimo véase 9, 19 ss.; Mt. 17, 20; Lc. 17, 20 y notas.

[10332] 24. Tal es la eficacia de la fe viva, la del que no es “vacilante en su corazón” (v. 23; St. 1, 6 ss.) y perdona a su prójimo (v. 25).

[10333] 26. El vers. 26 falta en los mejores códices. Pertenece a Mt. 6, 15.

[10334] 27 ss. Véase Mt. 21, 23 ss.; Lc. 20, 1-8.

[10335] 1 ss. La parábola de los viñadores homicidas exhibe la actitud de la Sinagoga para con el dueño de la viña (Dios), su hijo (Jesucristo) y sus siervos (profetas y apóstoles). San Pablo nos enseña a sacar fruto de esta tremenda lección (Rm. 11, 17 ss.). Cf. Mt. 21, 33 ss.; Lc. 20, 9 ss.

[10336] 10. La piedra desechada es Jesucristo, quien se aplica esta figura que en la profecía representaba a Israel. Los constructores son los judíos, en particular los príncipes y sacerdotes del pueblo. Véase Sal. 117, 22 y nota; Is. 28, 16.

[10337] 14. Con esta frase los fariseos por primera y única vez rinden públicamente homenaje a la santidad de Jesús, mas solo para esconder sus verdaderas intenciones. Véase Mt. 13, 57; 22, 15 ss.; Lc. 20, 20 ss.

[10338] 17. Jesús establece aquí el respeto debido a la autoridad civil (cf. Rm. 13, 1 ss; Tt. 3, 1; 1 Pe. 2, 13) y suprime, como lo confirmarán los apóstoles, la teocracia o la unión del orden religioso con el político y temporal. Véase Lc. 12, 14; 2 Tm. 2, 4; 1 Pe. 5, 2 ss.; cf. Si. 45, 27 y 31 y notas.

[10339] 18. Ciérrase ahora la cadena de los enemigos y perseguidores en torno a Jesús: fariseos, saduceos, herodianos, escribas; todos los poderosos se han conjurado contra el Cordero (Sal. 2, 2). Todavía está fiel el pueblo humilde. ¿Hasta cuándo? Cf. Mt. 22, 23-33; Lc. 20, 27-38; Dt. 25, 5-6.

[10340] 26. Cf. Ex. 3, 2 y 6; Mt. 8, 11; Lc. 16, 22.

[10341] 30 ss. Véase Dt. 6, 4 s.; Lv. 19; 18; Jn. 13, 34 s.; 15, 12; Rm. 13, 9; Ga. 5, 14.

[10342] 35 ss. Cf. Mt. 22, 41-45; Lc. 20, 41-44; Sal. 109, 1 y nota. Jesús establece aquí, en forma intergiversable, el origen davídico de este célebre Salmo, que tantos han puesto en duda.

[10343] 38. Los escribas o intérpretes de la Ley pertenecían en su gran mayoría a la secta de los fariseos y gozaban de gran prestigio ante el pueblo ignaro que confiaba en ellos (véase la expresión de Jesús en Mt. 9, 36). El hecho de que distinguían 613 mandamientos, 248 preceptos y 365 prohibiciones nos da idea de su interpretación de la Ley. Cf. 7, 4 y nota; Mt. 23, 1 ss.; Lc. 11, 43; 20, 45 ss.

[10344] 42. Un cuarto de as: un centavo. Cf. Lc. 21, 1-4.

[10345] 43. Palabra magnífica del Señor. Dios no mira la cantidad de la limosna sino el corazón del donante. Cf. 2 Co. 9, 7 ss. “No busco lo vuestro: os busco a vosotros” (2 Co. 12, 14).

[10346] 1 ss. Este capítulo contiene, como entrelazadas, dos profecías: la ruina de Jerusalén y la venida del Señor al fin de los tiempos, Los vv. 6-13 se refieren a las persecuciones en general, los vv. 14-19 a la destrucción de Jerusalén, los vv. 19-27 al fin de “este siglo malo” (Ga. 1, 4). Para los detalles remitimos al lector a los lugares paralelos de Mt. 24, 1 ss.; Lc. 21, 5 ss. y notas.

[10347] 4. Véase Mt. 24, 3 ss. y nota. La pregunta de los discípulos se refiere aquí exclusivamente al tiempo, primero en general (¿cuándo?), y luego, al modo de conocer el instante mismo. Jesús les da amplias señales para que puedan estar alerta (v. 23), y aun para que conozcan cuándo Él estará ya “a las puertas” (v. 29). Pero no les precisa el instante, esto es, el día y la hora (v. 32) porque está dis puesto que Él vendrá cuando menos lo esperen (cf. v. 37 y nota). “como una red sobre la tierra entera” (Lc. 21, 35), de modo que solo estén preparados “los que aman su venida”. Cf. 2 Tm. 4, 8; 1 Ts. 5, 4; Lc. 17, 20-37; 19, 14; 21, 34-36.

[10348] 6. Ya pudo verse esto en tiempo de Simón Mago (Hech. 8, 9 s. y nota).

[10349] 9. Mirad por vosotros mismos: es decir, desconfiad de los hombres (Mt. 10, 16 ss.), y cuidaos de no arriesgar vuestra vida sin causa (véase Sal. 115, 15 y nota). En los apóstoles vemos ya cumplirse muchas veces estos anuncios (Hch. 17, 6; 18, 12; 24, 2; 25, 7; 27, 24). Cf. Mt. 23, 34.

[10350] 10. Véase la nota a Mt. 24, 14.

[10351] 11 s. Véase Mt. 10, 19-22; Lc. 12, 11 s.; 21, 14 s.; Mi. 7, 6.

[10352] 14. La abominación de la desolación, establecida allí donde no debe, es la profanación del Templo. Véase Dn. 9, 27; Mt. 24, 15 y nota. A este respecto se ha publicado recientemente un fragmento desconocido de s. Hipólito, que con otros Padres dice: “La abominación de la desolación es la imagen del César que fue colocada delante del altar en Jerusalén”. Y sigue: “Así sucederá en el tiempo del Anticristo: su imagen estará en todas las iglesias que hay en el universo, para que todo aquel que le ruegue, antes de orar, lleve el incienso delante de su imagen” (Sefarad, 1946, p. 359). Entienda el que lee: las Escrituras (Mt. 24, 15 y nota), pues solo quien conozca los grandes misterios vaticinados en las profecías antiguas podrá comprender la gravedad de estos anuncios.

[10353] 22. Según el Apocalipsis los que triunfarán con el Cordero reunirán tres condiciones: llamados, elegidos y fieles (Ap. 17, 14). Cf. Mt. 22, 14.

[10354] 24. Véase Is. 13, 10; Ez. 32, 7; Jl. 2, 10.

[10355] 27. Entonces... congregará, es decir, que el arrebato que anuncia S. Pablo en 1 Ts. 4, 15 ss. será al tiempo mismo de la Parusía, esto es cuando aparezca el Señor (v. 26), como lo dice el Apóstol. Así Marcos explica aquí que seremos llevados desde la extremidad de la tierra hasta el sumo cielo. Lo mismo dice Mt. 24, 31. Se trata de los elegidos, ya vivos transformados, ya resucitados de entre los muertos. Cf. 1 Co. 15, 51 ss. texto griego.

[10356] 30. Véase Mt. 24, 34 y nota; cf. Lc. 21, 32.

[10357] 32. Ni el Hijo, sino el Padre: Una de las más sorprendentes palabras del Evangelio que nos podría hacer dudar de la divinidad de Jesucristo, si no tuviésemos de su misma boca el testimonio de que Él es igual al Padre. Cf. Jn. 10, 30: “Mi Padre y Yo somos Uno”, y muchos otros pasajes (Mt. 28, 18; Jn. 5, 17; 6, 58; 14, 10; 16, 15; 17, 10, etc.). “La aparente contradicción se explica y justifica con la alteza del misterio que es preciso aceptar a menos que renunciemos a toda certeza. El Hijo todo lo recibe de su Padre, y el Padre todo lo da... pero a manera de comunicación continua, perpetua y constante, por la cual el Padre está en el Hijo, y en el Hijo ejecuta Él mismo sus obras, de modo que quienquiera que vea al Hijo y le conozca, ve al Padre y conoce al Padre con un conocimiento que es la vida eterna” (Breton, La Trinidad, pág. 33). Lo mismo expresan las clásicas palabras de S. Hilario: “El Padre no es mayor que el Hijo, en poder, eternidad y grandeza, sino en razón de que es principio del Hijo, a quien da la vida”. Cf. Mt. 24, 36; Jn. 14, 28; Hch. 1, 7; 1 Co. 15, 28 y notas. Los teólogos suelen distinguir entre la ciencia de Cristo como Dios y como Hombre.

[10358] 37. ¡Velad! Esta última palabra del capítulo es el resumen de las copiosas profecías que preceden. Notemos que en ellas Jesús afirma habérnoslo predicho “todo” (v. 23). Solo ignoramos “día y hora” (v. 32). Cuanto menos sabemos ese instante de la vuelta de Cristo, el cual vendrá “como un ladrón de noche” (1 Ts. 5, 2 y 4; 2 Pe. 3, 10; Mt. 24, 43; Lc. 12, 39; Ap. 16, 15), tanto más debemos estar alerta para esperarlo con el vehemente deseo con que aguardaban los patriarcas y profetas Su primera venida (Catecismo Romano, I, 8, 2).

[10359] 1. Dos días: la unción de Jesús, referida en los vv. 3 ss., tuvo lugar seis días antes de la Pascua (Jn. 12, 1).

[10360] 3. Sobre su cabeza: el Señor se dignó aceptarle esto en concepto de unción para la sepultura (v. 8) y limosna hecha a É1 como pobre (v. 6 s.). Véase sobre esto Jn. 20, 7 y nota. En Jn. 12, 3 se habla de los pies, como en Lc. 7, 38.

[10361] 5. Trescientos denarios: más o menos, el salario anual de un empleado de entonces.

[10362] 8. Cada vez más a menudo alude el Señor a su muerte, para preparar a sus discípulos a los tristes acontecimientos que se acercan.

[10363] 9. Este Evangelio: expresión singular y profética, pues sabemos que los santos evangelios fueron escritos mucho más tarde. Cf. Jn. 16, 12.

[10364] 10 s. Véase Mt. 26, 14-16; Lc. 22, 3-6.

[10365] 14. Comer la Pascua, es decir, el cordero pascual prescrito por la Ley (Ex. 12, 3 ss.). Jesús, que no había venido a derogarla (Mt. 5, 17), no ve inconveniente en observarla, como lo hizo con la circuncisión (cf. Rm. 15, 8), aunque Él había de ser, por su Pasión y Muerte en la Cruz, la suma Realidad en quien se cumplirían aquellas figuras; el Cordero divino que se entregó “en manos de los hombres” (9, 31) sin abrir su boca (Is. 53, 7); el que San Juan nos presenta como inmolado junto al trono de Dios (Ap. 5, 6), y que S. Pablo nos muestra como eterno Sacerdote y eterna Víctima. Cf. Hb. caps. 5-10; Sal. 109, 4 y nota.

[10366] 21. Judas el traidor es expresamente condenado por el Señor y entregado a la maldición. Por eso es imposible creer que se haya salvado. Véase Jn. 17, 12; Hch. 1, 16; Sal. 40, 10. Cf. en 1 Sam. 31, 13 la nota sobre Saúl.

[10367] 24. Véase Mt. 20, 28 y nota. No significa aquí: derramada “por obra de” muchos (aunque esto también sea verdad en el sentido de que todos somos pecadores), sino que se derrama como un bautismo de redención sobre todos los que lo aprovechen, según la palabra del Apocalipsis 22, 14 (Vulgata) coincidente con Ef. 1, 7; Col. 1, 14 y 20; Hb. 9, 12 ss.; 13, 12; 1 Pe. 1, 19; 1 Jn. 5, 6; Ap. 12, 11.

[10368] 27. Véase Za. 13, 7.

[10369] 28. Véase Mt. 26, 30 ss.; Mc. 14, 68-72; Lc. 22, 31 ss.; Jn. 13, 36 ss.; 16, 32.

[10370] 32. Una iglesia, construida recientemente, conmemora el lugar de la agonía del Redentor en el huerto de Getsemaní, situado al este de Jerusalén, entre la ciudad y el Monte de los Olivos.

[10371] 36. Véase Mt. 26, 42 y nota; Lc. 22, 42. El cáliz significa la pasión. Cf. 10, 38; Lc. 12, 50.

[10372] 37. ¡Simón! ¿duermes?: Jesús se dirige especialmente a Pedro, ya que este se había tenido por más valiente que los otros (v. 29) y porque el jefe de los apóstoles tenía que dar buen ejemplo. Cf. Mt. 26, 36-46; Lc. 22, 40-46.

[10373] 41. Estas palabras coinciden con las que el Señor había dicho a Pedro en el v. 37, y nos muestran, como una lección para nuestra humildad, el grado de inconsciencia de aquellos hombres en semejantes momentos. La versión que pone los verbos en imperativo resulta inexplicable ante la palabra que Jesús agrega inmediatamente: “¡basta!”. Véase Mt. 26, 45.

[10374] 43 ss. Véase Mt. 26, 47 ss.; Jn. 18, 3 ss.

[10375] 50. Esta, huída general, que nos enseña la miseria sin límites de que todos somos capaces, es también inexcusable falta de fe en la bondad y el poder del Salvador, pues Él había mostrado con sus palabras (Jn. 17, 12) y con su actitud (Jn. 18, 8 s. y 19 s.) que no permitiría que ellos fuesen sacrificados con Él. Véase Mt. 26, 56 y nota.

[10376] 52 Ese joven que iba siguiendo a Jesús es, según se cree, el mismo Marcos que escribió este Evangelio, único en traer el episodio.

[10377] 53. La casa de Caifás estaba en la parte sudoeste de la ciudad. Había que andar hasta allí unos dos kilómetros. Según una tradición piadosa, Jesús en este largo trayecto cayó en tierra, a consecuencia de los malos tratamientos, muchas veces más que las tres caídas del Vía Crucis. Cf. Sal. 109, 7 nota.

[10378] 58. Véase Jn. 2, 19. Gramática recuerda también aquí el templo celestial de Hb. 9, 11 y 24.

[10379] 62. “El nombre de Hijo del hombre, que Jesús mismo se dio, expresa su calidad de hombre, y por alusión a la profecía de Daniel, insinúa su dignidad mesiánica” (P. d’Alès). Véase Dn. 7, 13; Mt. 24, 30; 26, 64; Sal. 79, 16 y nota.

[10380] 64. Es condenado por blasfemia el Santo de los santos, el inmaculado Cordero de Dios, el único Ser en quien el Padre tenía puestas todas sus complacencias (Mt. 3, 17; 17, 5). Su “blasfemia” consistió en decir la doble verdad de que Él era el anunciado por los profetas como Hijo de Dios y Rey de Israel (Lc. 23, 3; Jn. 18, 37).

[10381] 66 ss. Véase Mt. 26, 69 ss.; Lc. 22, 55 ss.; Jn. 18, 16 ss.

[10382] 72. La caída de Pedro fue profunda, pero no menos profundo fue luego su dolor. Muchos seguimos a Pedro negando al Señor; sigamos también la preciosa lección del arrepentimiento, ya que, como enseña Jesús, el más perdonado es el que más ama (Lc. 7, 47).

[10383] 1. Pilato era gobernador y representante del emperador romano, de cuyo imperio formaba parte la Judea. Sin el permiso del gobernador los judíos no podían condenar a muerte (Jn. 18, 31; 19, 6 s.).

[10384] 2 ss. Véase Mt. 27, 11 ss.; Lc. 23, 2 ss.; Jn. 18, 29 ss.

[10385] 5. No respondió nada más: No era un rey que se imponía por la violencia (Mt. 26, 53), sino que, al contrario, la sufría (Mt. 11, 12; Jn. 18, 36). La Sinagoga lo rechazó formalmente (Jn. 19, 15; cf. Lc. 19, 14), no obstante la actitud del pueblo (11, 10; Mt. 21, 1-11; Lc. 19, 29-45; Jn. 12, 12 ss.).

[10386] 10 s. Véase la nota a Mt. 27, 18.

[10387] 15. Pilato había preguntado a Cristo qué verdad era aquella de que Él daba testimonio y no aguardó siquiera la respuesta (Jn. 18, 38), que le habría revelado las maravillas de los profetas (cf. Rm. 15, 8). De esta despreocupación por conocer la verdad nacen todos los extravíos del corazón. Pilato ha quedado para el mundo —que lo reprueba sin perjuicio de imitarlo frecuentemente— como el prototipo del juez que pospone la justicia a los intereses o al miedo. Véase en el Sal. 81 y sus notas las tremendas maldiciones con que Dios fulmina a cuantos abusan del poder.

[10388] 16 ss. Véase Mt. 27, 27 ss.; Jn. 19, 2 s.

[10389] 21. Marcos no solo menciona a Simón, sino también a sus hijos Alejandro y Rufo, conocidos en Roma, donde el Evangelista escribió su Evangelio (Rm. 16, 13). Esto demuestra que Simón con su familia se convirtió a la religión cristiana, sin duda como una gracia que Jesús concedió al que llevaba con Él la Cruz, aunque no lo hubiese aliviado mucho. Véase Lc. 23, 26 y nota.

[10390] 22 ss. Véase Mt. 27, 33; Lc. 23, 32 ss.; Jn. 19, 17 ss.

[10391] 25. La hora de tercia, o sea, el segundo cuarto del día que comenzaba a las nueve y terminaba a las doce. Según S. Juan (19, 14) eran casi las doce.

[10392] 28. Véase Is. 53, 12; Sal. 21, 8; 108, 25.

[10393] 29. Cf. 14, 58; Jn. 2, 19.

[10394] 34. Jesús no padeció a la manera de los santos mártires, que sufrían confortados por la gracia. Su alma estaba oprimida por el peso de los pecados que había tomado sobre sí (cf. Ez. 4, 4 ss. y nota), pues su divinidad permitió que su naturaleza humana fuera sumergida en un abismo insondable de sufrimientos. Las palabras del Sal. 21, que Jesús repite en alta voz, muestran que el divino Cordero toma sobre sí todos nuestros pecados. Véase nuestro comentario a dicho Salmo.

[10395] 36. Sobre el misterio de Elías, véase 9, 12 s. y nota.

[10396] 37. El Hijo de Dios muere emitiendo una gran voz para mostrar que no le quitan la vida sino porque Él lo quiere, y que en un instante habría podido bajar de la cruz y sanar de sus heridas, si no hubiera tenido la voluntad de inmolarse hasta la muerte para glorificar al Padre con nuestra redención (Jn. 17, 2; cf. Mt. 26, 42 y nota). Los evangelistas relatan que Jesús murió en viernes y, según los tres más antiguos, cerca de la hora nona, es decir, a las tres de la tarde.

[10397] 39 ss. Véase Mt. 27, 54 ss.; Lc. 23, 47 ss.; Jn. 19, 38 ss.

[10398] 42. Preparación: Los judíos llamaban así el viernes, pues se preparaba en este día todo lo necesario para el sábado, en que estaba prohibido todo trabajo.

[10399] 43. El heroísmo de José de Arimatea no tiene paralelo. Intrépido, confiesa pública y resueltamente ser partidario del Crucificado, confirmando las palabras con sus obras, mientras los apóstoles y amigos del Señor están desalentados y fugitivos. El Evangelio hace notar expresamente que José esperaba el reino de Dios, en lo cual vemos que esa esperanza era común entre los discípulos. Véase 10, 35 y nota; 11, 10; Mt. 23, 39; Lc. 19, 11; Hch. 1, 6; 2 Tm. 4, 1; Hb. 2, 8; 10, 37, etc.

[10400] 1 ss. Véase Mt. 28, 1 ss.; Lc. 24, 1 ss.; Jn. 20, 1 ss.

[10401] 6. S. Juan (20, 2) refiere que María Magdalena fue la primera en comunicar a los discípulos la resurrección del Señor (v. 9 y nota).

[10402] 7. Menciona especialmente a Pedro, como para indicar que le han sido perdonadas sus negaciones.

[10403] 9. El evangelista parece querer destacar, como una paradoja de la divina misericordia, esta preferencia de Jesús por aparecerse a Magdalena, la que estuvo endemoniada. El v. 6 nos muestra que ella fue la primera en tener noticia de la resurrección, y que recibió también el honor de anunciarla a los apóstoles. Así quiso el Maestro recompensar la fidelidad de quien había antepuesto a todo su divina Palabra (Lc. 10, 39), su perdón (Lc. 7, 37 ss.), su culto (14, 3 ss) y su apostolado (Lc. 8, 2), siguiéndolo, junto a la Madre fidelísima, al pie de la Cruz (Jn. 19, 25).

[10404] 11. Esta impresionante incredulidad general muestra cuán lejos estuvo el Señor de ser glorificado visiblemente hasta que el Padre lo glorificó en el cielo sentándolo a su diestra (v. 19; Sal. 109, 1) en el Tabernáculo “no hecho de mano de hombre” (Hb. 9, 11 y 24; Sal. 109, 4). De ahí que el Espíritu Santo no viniese hasta después de la Ascensión (Jn. 7, 39), y que ni en esta ni en la resurrección (que nadie presenció) se mostrase Él glorioso como en la Transfiguración, donde Él quiso manifestarse con la gloria que ostentará también en su segunda venida. Cf. 9, 1; Sal. 109, 1 ss.; 2 Ts. 1, 10; Hb. 1, 6.

[10405] 12. Alusión al episodio de Emaús que solo narra San Lucas (24, 13-25).

[10406] 14. Esta aparición se realizó el día de la resurrección por la tarde, probablemente en la casa de María, la madre de S. Marcos, donde los discípulos solían reunirse.

[10407] 16. Sobre esta precedencia de la fe véase Hch. 2, 41; Col. 2, 12 y notas.

[10408] 20. El final de este Evangelio (vv. 20) falta en muchos códices antiguos. Su inspiración fue definida en el Concilio Tridentino. Críticamente consta de su autenticidad.

[10409] 2. Desde el comienzo: Tal es la esencia de la tradición, y lo que hace su eficacia: no el que se haya trasmitido por mucho o poco tiempo, sino el que arranque de la fuente originaria y conserve sin ninguna variación el primitivo depósito. Cf. 1 Tm. 6, 20.

[10410] 3. Teófilo, a quien dedica el Evangelista su libro, es un noble amigo de San Lucas convertido al cristianismo, o un seudónimo que designa a todos los cristianos. Prefieren algunos exégetas esta interpretación no solo por ser desconocida dicha personalidad en la literatura evangélica, sino también por el nombre que significa: “el que ama a Dios”.

[10411] 5. De las 24 familias o grupos sacerdotales que se turnaban en el servicio del Templo, la familia de “Abía” era la octava (1 Cro. 24, 10).

[10412] 6. Mandamientos y justificaciones. No son dos términos sinónimos; de lo contrario, el segundo sería redundante. La Palabra de Dios no contiene exclusivamente preceptos, como un tratado de obligaciones, sino que está llena de revelaciones de amor y secretos de santidad, por lo cual Jesús llama a su Evangelio la Buena Nueva. Sobre el sentido de esas “justificaciones” en el Antiguo Testamento, puede verse especialmente el Sal. 118 y sus notas. En el Nuevo Testamento, S. Pablo enseña que nuestra justificación es la sangre de Cristo y la Resurrección del Redentor, el cual nos dejó como fruto la gracia del Espíritu Santo que se nos da mediante la fe. Cf. Rm. 3, 24 ss.; 4, 25; 5, 16 ss.; 8, 10 s., etc.

[10413] 7 ss. No tener hijos se consideraba entre los judíos como un castigo de Dios. Por tanto pedía Zacarías que se quitase a él y a su mujer el oprobio de la esterilidad. Véase 1 Sam. 1, 11.

[10414] 17. Véase Mal. 3, 1; 4, 6; Mt. 11, 11 y nota. Juan tendrá que preparar el camino para la primera venida de Cristo como Elías lo hará cuando se acerque la segunda (Mt. 17, 11 s. y nota).

[10415] 21. Después del sacrificio el sacerdote tenía que bendecir al pueblo con la fórmula de Nm. 6, 23 ss.

[10416] 27. De la casa de David: Aquí parece referirse más bien a José, que sin duda lo era (cf. Mt. 1, 6 y 16). Pero lo mismo se deduce de María en v. 32 y 3, 23 ss. (véase allí la nota). La diferencia entre ambos esposos está en que María descendía de David por Natán (línea no real) y José por la línea real de Salomón. Para que se cumpliese el anuncio del v. 32, Jesús debía reunir en Él la sangre de David, que recibió de su Madre, y el derecho a la corona, que recibió de su padre adoptivo. Bien lo sabían los judíos, pues de lo contrario los enemigos de Cristo lo habrían acusado de impostor cuando fue aclamado como “Hijo de David” (Mt. 21, 9-11).

[10417] 28. He aquí la fórmula original del Ave María, que se completa con las palabras de Isabel en el v. 42. El ángel la saludó sin duda en lenguaje arameo (el hebreo de entonces, con influencias de Siria y Caldea) con la fórmula “Shalom lak”, o sea literalmente: “Paz sobre ti” (10, 6; Mt. 10, 12 y nota). La fórmula griega “jaíre”, usada para ese saludo, significa literalmente “alégrate” y ha sido traducida al latín por la fórmula equivalente de salutación “Ave”. Las lenguas modernas han conservado a veces la palabra latina, como hace también el español al designar la oración Ave María, o la han traducido diciendo simplemente: “Yo te saludo”, o bien usando expresiones semejantes, por ejemplo: “Salve”. La fórmula “Dios te salve”, que es sin duda la más hermosa para saludar al común de los mortales, no puede evidentemente ser entendida en forma literal, como si la Virgen aún tuviera que ser salvada. “Llena de gracia” (en griego kejaritomene) es también sin duda la grecización de una expresión aramea que algunos traducen por: “objeto del favor divino”, según lo que el ángel agrega en el v. 30. De todas maneras hay una admirable lección de humildad en ese elogio que, sin perjuicio de establecer la más alta santidad en María (habiéndose fundado principalmente en ello el dogma de la Inmaculada Concepción), no alaba en la Virgen ninguna cualidad o virtud como propia de Ella, sino la obra de la divina predilección, como ella misma lo había de proclamar en el Magnificat (v. 48 s). Bendita tú entre las mujeres: estas palabras faltan aquí en muchos códices. Son las que Isabel dijo a María en el v. 42, donde se completa la primera parte del Ave María. La segunda parte fue añadida posteriormente.

[10418] 32 s. Véase 2, 50 y nota; Dn. 7, 14 y 27; Mi. 4, 7; Mt. 1, 18 ss.; Is. 9, 7; 22, 22; etc.

[10419] 34. Véase Mt. 1, 19 y nota. De derecho María era esposa de San José. Así la sabiduría de Dios lo había dispuesto para guardar la honestidad de la Virgen a los ojos de la gente. De las palabras: “No conozco varón” se deduce que María había hecho voto de guardar la virginidad. En las pocas veces que habla María, su corazón exquisito nos enseña siempre no solo la más perfecta fidelidad sino también la más plena libertad de espíritu. No pregunta Ella cómo podrá ser esto, sino: cómo será, es decir que desde el primer momento está bien segura de que el anuncio del Mensajero se cumplirá, por asombroso que sea, y de que Ella lo aceptará íntegramente, cualesquiera fuesen las condiciones. Pero no quiere quedarse con una duda de conciencia, por lo cual no vacila en preguntar si su voto será o no un obstáculo al plan de Dios, y no tarda en recibir la respuesta sobre el prodigio portentoso de su Maternidad virginal. La pregunta de María, sin disminuir en nada su docilidad (v. 38), la perfecciona, mostrándonos que nuestra obediencia no ha de ser la de un autómata, sino dada con plena conciencia, es decir, de modo que la voluntad pueda ser movida por el espíritu. De ahí que Cristo se presente como la luz, la cual no quiere que la sigamos ciegamente. Véase Jn. 12, 46; 1 Co. 12, 2 y notas.

[10420] 38. La respuesta de María manifiesta, más aún que su incomparable humildad y obediencia, la grandeza de su fe que la hace entregarse enteramente a la acción divina, sin pretender penetrar el misterio ni las consecuencias que para Ella pudiera tener.

[10421] 39. Una ciudad de Judá: Según unos Ain Carim, a una legua y media al oeste de Jerusalén; según otros, una ciudad en la comarca de Hebrón, lo que es más probable.

[10422] 46 ss. Este himno, el Magnificat, está empapado de textos de la Sagrada Escritura, especialmente del cántico de Ana (1 Sam. 2, 1-10) y de los Salmos, lo que nos enseña hasta qué punto la Virgen se había familiarizado con los Sagrados Libros que meditaba desde su infancia. El Magnificat es el canto lírico por excelencia, y más que nada en su comienzo. Toda su segunda parte lo es también, porque canta la alabanza del Dios asombrosamente paradojal que prefiere a los pequeños y a los vacíos. De ahí que esa segunda parte esté llena de doctrina al mismo tiempo que de poesía. Y otro tanto puede decirse de la tercera o final, donde “aquella niña hebrea” (como la llama el Dante), que había empezado un cántico individual, lo extiende (como el Salmista en el Sal. 101), a todo su pueblo, que Ella esperaba recibiría entonces las bendiciones prometidas por los profetas, porque Ella ignoraba aún el misterio del rechazo de Cristo por Israel. Pero el lirismo del Magnificat desborda sobre todo en sus primeras líneas, no solo porque empieza cantando y alabando, que es lo propio de la lira y el arpa, como hizo el Rey David poeta y profeta, sino también y esencialmente porque es Ella misma la que se pone en juego toda entera como heroína del poema. Es decir que, además de expresar los sentimientos más íntimos de su ser, se apresura a revelarnos, con el alborozo de la enamorada feliz de sentirse amada, que ese gran Dios puso los ojos en Ella, y que, por esas grandeza que Él hizo en Ella, la felicitarán todas las generaciones. Una mirada superficial podría sorprenderse de este “egoísmo” con que María, la incomparablemente humilde y silenciosa, empieza así hablando de sí misma, cuando pareciera que pudo ser más generoso y más perfecto hablar de los demás, o limitarse a glorificar al Padre como lo hace en la segunda parte. Pero si lo miramos a la luz del amor, comprendemos que nada pudo ser más grato al divino Amante, ni mas comprensivo de parte de la que se sabe amada, que pregonar así el éxtasis de la felicidad que siente al verse elegida, porque esa confesión ingenua de su gozo es lo que más puede agradar y recompensar al magnánimo Corazón de Dios. A nadie se le ocurriría que una novia, al recibir la declaración de amor, debiese pedir que esa elección no recayese en ella Sino en otra. Porque esto, so capa de humildad, le sabría muy mal al enamorado, y no podría concebirse sinceramente sino como indiferencia por parte de ella. Porque el amor es un bien incomparable —como que es Dios mismo (1 Jn. 4, 16)— y no podría, por tanto, concebirse ningún bien mayor que justificase la renuncia al amor. De ahí que ese “egoísmo” lírico de María sea la lección más alta que un alma puede recibir sobre el modo de corresponder al amor de Dios. Y no es otro el sentido del Salmo que nos dice: “Deléitate en el Señor y te dará cuanto desee tu corazón” (Sal. 36, 4). Ojalá tuviésemos un poco de este egoísmo que nos hiciese desear con gula el amor que Él nos prodiga, en vez de volverle la espalda con indiferencia, como solemos hacer a fuerza de mirarlo, con ojos carnales, como a un gendarme con el cual no es posible deleitarse en esta vida.

[10423] 49 ss. Véase Sal. 110, 9; 102, 13 y 17; 88, 11; 2 Sam. 22, 28. A la confesión de la humildad, sucede la grandiosa alabanza de Dios. Es muy de admirar, y de meditar, el hecho de que toda esta serie de alabanzas, que podrían haber celebrado tantas otras de las divinas grandezas, se refieran insistentemente a un solo punto: la exaltación de los pequeños y la confusión de los grandes, como para mostrarnos que esta paradoja, sobre la cual tanto había de insistir el mismo Jesús, es el más importante de los misterios que el plan divino presenta a nuestra consideración. En efecto, la síntesis del espíritu evangélico se encuentra en esa pequeñez o infancia espiritual que es la gran bienaventuranza de los pobres en espíritu, y según la cual los que se hacen como niños, no solo son los grandes en el Reino, sino también los únicos que entran en él (Mt. 3, 2 nota).

[10424] 51 ss. Véase Sal. 146, 6; 33, 11; 106, 9; 97, 3; Jb. 12, 19.

[10425] 53. Cf. Sal. 11, 6; 80, 11.

[10426] 54. Acogió a Israel su siervo: otros traducen “su hijo”. El griego “paidós” y el latín “puerum”, admiten ambas traducciones. ¿Alude aquí la Virgen al Mesías, Hijo de Dios, a quien le llegaban los tiempos de su Encarnación, o al pueblo de Israel, a quien Dios acogía enviándole al Mesías prometido? Fillion expone como evidente esta última solución, señalando además el sentido de protección que tiene el término griego “antelábeto” (acogió). Algunos —como Zorell— se inclinan a la primera solución, señalando como fuente de este texto el de Is. 42, 1 ss., en el cual se alude indiscutiblemente al Mesías como lo atestigua S. Mateo (12, 18 ss.). Pero no parece ser esa la fuente; la Biblia de Gramática ni siquiera la cita entre los lugares paralelos de nuestro texto. En realidad caben ambas interpretaciones del nombre de Israel. Vemos, por ejemplo, que el texto de Is. 41, 8 se refiere evidentemente a Israel y no a Jesús, pues en el v. 16 le anuncia que se glorificará en el Santo de Israel o sea en el Mesías. En el mismo Isaías Dios vuelve a referirse a Israel como siervo, llamándole sordo, con relación a su rechazo del Mesías (42, 19), y también en 44, 21 ss., donde le dice que vuelva a Él porque ha borrado sus iniquidades. En cambio, en la gran profecía del Redentor humillado y glorioso (Is. 49, 3 ss.), el Padre habla al “Siervo de Yahvé” y le llama “Israel” (si no es interpolación) dirigiéndose claramente al Mesías, pues le dice que será su servidor para conducir hacia Él las tribus de Jacob, y no solo para esto, sino también para ser luz de las naciones, tal como la profecía de Simeón llama a Cristo en Lc. 2, 32.

[10427] 55. En favor de Abrahán, etc. Como se ve, este texto, no solo en el griego sino también en la Vulgata, según lo hace notar Fillion, no dice que Dios se acordó de su misericordia, como lo hubiese anunciado a los patriarcas incluso Abrahán y su descendencia hasta ese momento, sino que Dios, según lo había anunciado a los patriarcas, recordó la misericordia prometida a Abrahán, a quien había dicho que su descendencia duraría para siempre. Lo cual concordaría también con el hecho de que la Virgen ignoraba el misterio del rechazo del Mesías en su primera venida, por parte del pueblo escogido, y creía, como los Reyes Magos (Mt. 2, 2-6), Zacarías (v. 69 ss.), Simeón (2, 32), los apóstoles (Hch. 1, 6) y todos los piadosos israelitas que aclamaron a Jesús el Domingo de Ramos, que el Mesías-Rey sería reconocido por su pueblo, según la promesa que María había recibido del ángel con respecto a su Hijo en el v. 32: “el Señor Dios le dará el trono de David su padre y reinará en la casa de Jacob para siempre, y su reinado no tendrá fin”. Véase 2, 35; 2, 50; Mi. 7, 20 y notas.

[10428] 60. Juan significa “Dios es bondadoso”. Zacarías le da este nombre como se lo había ordenado el ángel en el v. 13.

[10429] 67. El cántico de Zacarías es el Benedictus de la Liturgia. Así como el Magníficat, es rezado cada día en el Oficio divino, y contiene también, en primer lugar, una acción de gracias al Todopoderoso, y luego una grandiosa profecía de la Redención y del reino de Jesucristo, cuyo precursor será el recién nacido Juan.

[10430] 72 ss. Véase Sal. 104, 8 s.; 105, 45 s.; Gn. 17, 6 s.; 22, 16-18; 26, 3.

[10431] 78 s. El Oriente es Jesucristo, la verdadera luz (2, 32; Jn. 1, 4; 3, 19; 8, 12; 12, 35; Ap. 21, 23), que vino al mundo e ilumina a todo hombre (Jn. 1, 9) como “Sol de justicia” (Mal. 4, 2). Cf. Jn. 9, 5; Is. 60, 2 s.; Za. 3, 8.

[10432] 1. Véase Mi. 5, 2. Sin saberlo, el emperador romano Augusto fue el instrumento por el cual Dios dio cumplimiento a la profecía de Miqueas 5, 1 que el Caudillo de Israel nacería en Belén, aunque María y José vivían lejos de allí, en Nazaret, que dista más de cien kms. de la ciudad de Belén.

[10433] 6. El nacimiento se hizo en forma milagrosa, pues María pudo atender personalmente al Niño adorable, para el cual “no hubo lugar en la hostería”. ¿No es esta una figura del mundo y de cada corazón, donde los otros “huéspedes” no dejan lugar para Él?

[10434] 7. Primogénito es un término de la Ley mosaica. Así se llamaba al primero, aunque fuese hijo único (Ex. 13, 2). Cf. Mt. 1, 23 y nota.

[10435] 22 ss. La Virgen purísima no tenía que “purificarse”: sin embargo se sometió, como Jesucristo, a la ley judía que prescribía la purificación de la madre en el plazo de 40 días. La ofrenda es la de los pobres (Ex. 13, 2; Lv. 12, 2-8).

[10436] 29. La oración de Simeón es el “Nunc dimittis”, que se reza en el Oficio de Completas.

[10437] 34. Contradicción: Es el gran misterio de todo el Evangelio. Véase cómo actúa este misterio, en Mt. 13, 5-7. Cf. 7, 23 y nota.

[10438] 35. Por la profecía de Simeón se despierta en el alma de María el presentimiento de un misterio infinitamente doloroso en la vida de su Hijo. Hasta entonces Ella no había escuchado sino las palabras de Gabriel que le anunciaba para Jesús el trono de su padre David (1, 32). Simeón las confirma en el v. 32, pero introduce una espada —el rechazo del Mesías por Israel (v. 34)— cuya inmensa tragedia conocerá María al pie de la Cruz. Cf. Jn. 19, 25 y nota.

[10439] 43. María pudo creer que el Niño venía en el grupo de hombres.

[10440] 49. La voluntad del Padre es todo para Jesús. ¿Cómo podría oponerse a ella el amor de la familia?

[10441] 50. No comprendieron: Sobre este misterio de la ignorancia de María véase v. 35; 1, 55 y notas. María, pues, no obstante ser quien era, vivió de fe como Abrahán (Rm. 4, 18). De esa fe que es la vida del justo (Rm. 1, 17); de esa fe que Isabel le elogió como su virtud por excelencia (1, 45).

[10442] 51. Conservaba todas estas palabras, “como rumiándolas y meditándolas diligentísimamente” (S. Beda). Véase v. 19 y cap. 11, 28. Por esta declaración del evangelista se cree que él escuchó de labios de María muchas cosas, especialmente estas relativas a la infancia de Jesús, que S. Lucas es el único en referir.

[10443] 52. Crecía en sabiduría: No quiere decir que Jesús la tuviese menor en ningún momento, sino que la iba manifestando, como convenía a cada edad de su vida santísima.

[10444] 1. A pesar de las múltiples indicaciones no es posible fijar exactamente el año en que el Bautista empezó a predicar y bautizar. Probablemente fue el año 28 de nuestra era.

[10445] 2. No había más que un solo sumo sacerdote: Caifás. Anás, su suegro, que había sido sumo sacerdote, se menciona aquí, así como en la pasión de Cristo, por el influjo que aún tenía.

[10446] 4. Véase 1, 17 y nota; Is. 40, 3-5; Mt. 3, 3; Mc. 1, 2-3; Jn. 1, 23. Voz de uno que clama: Juan era todo voz, dice S. Ambrosio: la voz del Espíritu que anunciaba al Verbo.

[10447] 5. El sentido profético-histórico de estas palabras de Isaías se refería a las naciones gentiles que debían ser humilladas antes del triunfo mesiánico. Cf. Za. 1, 11; Mal. 3, 1.

[10448] 8. Aquí se condena la idolatría de la sangre. Dios no tiene en cuenta la raza o descendencia natural, sino el arrepentimiento y la sinceridad de conciencia.

[10449] 12. Los publicanos o recaudadores de impuestos, eran sumamente odiados por sus injustas exacciones.

[10450] 16. El bautismo de Juan era para dar el arrepentimiento en que Israel debía recibir al Mesías. Véase Hch. 19, 4. Cf. Rm. 6, 1 ss.

[10451] 21. No puede sorprendernos la humildad de Juan (v. 16) cuando vemos aquí al Verbo encarnado sometiéndose, para dar ejemplo, al bautismo de la penitencia.

[10452] 23. S. Mateo (1, 1 ss.) presenta a Jesús como hijo de Abrahán y de David, esto es: miembro del pueblo de Israel y heredero de su cetro. Como esta herencia se transmitía por línea masculina, Mateo expone, en forma descendente, la genealogía legal de Jesús, o sea la de San José, quien aparecía legalmente como su padre. S. Lucas, que acaba de mostrar aquí (v. 22) a Jesús como Hijo de Dios, nos da a continuación una genealogía ascendente que llega hasta Dios y cuyos personajes son distintos de los presentados por Mateo, lo cual inclina a pensar desde luego que no se refiere ya al mismo S. José, y tanto más cuanto que, en Mateo, la descendencia de David es por Salomón (línea real) y en Lucas por Natán. Dura cosa sería además aceptar la opinión de que ambos evangelistas hubiesen omitido darnos la verdadera y única genealogía de Jesucristo, que es la de “María su madre”. Una lectura atenta del texto griego muestra que la versión más probable de este texto es la que toma “hos” en el sentido de “mientras”, como se hace en Ga. 6, 10; Jn. 12, 36, etc., y sobre todo como lo hace el mismo Lucas, v. gr. en 24, 32 donde lo usa por dos veces diciendo: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo entre nosotros mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las Escrituras?” Resulta así que Jesús, en tanto que se le tenía por hijo de José, lo era en realidad —por la Virgen— de Elí, abreviación de Eliaquim (que significa lo mismo que Joaquín, según una tradición padre de María y abuela del Señor) y, en consecuencia, de todos los ascendientes de Elí hasta Adán, y también del mismo Dios. Creemos que las opiniones que se han apartado de esta interpretación literal, por lo demás ampliamente fundada en la obra de Heer “El árbol genealógico de Jesús” (Friburgo 1910), partieron de los textos latinos que usan —para indicar cada generación— la expresión “qui fuit”, introduciendo un elemento nuevo ausente en el original griego, en el cual se lee simplemente “tu”, que se traduce por “de”, esto es, “hijo de”. Véase 1, 27 y nota.

[10453] 31. Natán era, como Salomón, hijo de David por Betsabee (1 Cro. 3, 5), la mujer que este quitó a Urías (2 Sam. 11); por donde vemos la indecible humildad de Jesús que no desdeñó llevar esa sangre. Véase la nota a 1 Tm. 1, 4.

[10454] 2. Véase Mt. 4, 11; Mc. 1, 12 s. El diablo intentó averiguar quién era Jesús, y por otra parte quiso el Señor experimentar todas las debilidades de la naturaleza humana, aun las tentaciones. El ejemplo de Jesucristo nos enseña así que el ser tentado no es señal de ser rechazado: al contrario, las tentaciones son pruebas, y las pruebas conducen a la perfección (Rm. 5, 3 ss.; 2 Co. 12, 9; St. 1. ss. y notas). “Jesucristo ha sido tentado para que el cristiano no fuese vencido por el tentador, y vencedor Jesucristo, fuésemos nosotros también vencedores” (S. Agustín).

[10455] 4. Jesús cita aquí (cf. Mt. 4, 4) el texto de Dt. 8, 3 que recuerda a Israel, entre los beneficios de Yahvé su Dios, el maná con que supo milagrosamente alimentarlo en pleno desierto.

[10456] 6. Podría decirse que Satanás “padre de la mentira” (Jn. 8, 44) habla aquí como impostor al atribuirse frente a Cristo un dominio que precisamente le está reservado a Jesús (Mt. 28, 18; Sal. 2, 8; 71, 8 ss.; Dn. 7, 14, etc.). Debe observarse sin embargo que aquí no se alude ni a ese reino de Jesucristo, que no tendrá fin, ni tampoco al dominio actual sobre la naturaleza, que evidentemente pertenece a Dios (c. Sal. 103 y notas) y del cual nos enseña Jeremías que ni los mismos cielos pueden producir la lluvia sin una orden Suya (Jr. 14, 22); sino que se trata más bien del imperio de la mundanidad, con “sus glorias y sus pompas” a las cuales renunciamos en el Bautismo, es decir, al mundo actual con sus prestigios, cuyo príncipe es Satanás (Jn. 12, 31; 1 Jn. 2, 15; 5, 19) mediante sus agentes (cf. 22, 53; Jn. 18, 36). Tal es el mundo que odia necesariamente a Cristo (Jn. 7, 7; 15, 18 s.), aunque a veces haga profesión de estar con Él (véase Mt. 7, 21 s.; 2 Co. 11, 13 s. y nota). Sobre ese mundo adquirió Satanás, con la victoria sobre Adán, un dominio verdadero (cf. Sb. 2, 24 y nota) del cual solo se libran los que renacen de lo alto (Jn. 3, 3; Col. 1, 13), aplicándose la Redención de Cristo mediante la fe que obra por la caridad (Ga. 5, 6). A estos llama Jesús, dirigiéndose al Padre, “los que Tú me diste” (Jn. 17, 2) y dice que ellos están apartados del mundo (ibid. 6), y declara expresamente que no ruega por el mundo, sino solo por aquellos (ibid. 9) que no son del mundo, antes bien son odiados por el mundo (ibid. 14).

[10457] 8. Véase Dt 6, 13; 10, 20; Mt. 4, 10 y nota.

[10458] 10. Véase Sal. 90, 11; Mt. 4, 6. El diablo aplica esta promesa a Jesús, pero ella es para todos nosotros porque muestra la asistencia, grandemente consoladora, de los Angeles Custodios.

[10459] 12. Véase Mt. 4, 7 y nota; Dt. 6, 16.

[10460] 18 s. Buena Nueva: en griego “euangelion” (Evangelio). Jesús cita aquí Is. 61, 1 s. solo en la parte relativa a su primera venida. Véase allí la nota.

[10461] 23 ss. El gusto con que hasta ahora lo han estudiado va a tornarse en furia en cuanto Él, con ejemplos del A. T. (1 R. 17, 9; 2 R. 5, 14), les diga sin contemplaciones la verdad que no agrada al amor propio localista. Ya Jeremías tuvo que padecer como mal patriota por predicar de parte de Dios contra esa forma del orgullo colectivo. Cf. 6, 26; 16, 15.

[10462] 31. Jesús emigra. La primera vez fue de Belén a Egipto, y ahora es de Nazaret a Cafarnaúm (véase otra emigración en 8, 37). La Virgen lo acompañó, como sin duda lo hizo fidelísimamente en todos los pasos de Él, de cerca o de lejos, si bien los evangelistas parecen tener consigna divina de dejar en silencio cuanto se refiere a Ella. S. José había muerto ya.

[10463] 38 ss. Véase Mt. 8, 14-16; Mc. 1, 29-34.

[10464] 41. Jesús no quiere apoyarse en el testimonio de los demonios, que sirven a la mentira, aunque alguna vez digan la verdad, Él, que no recibió testimonio de los hombres y ni siquiera necesitaba el de Juan Bautista porque tenía el de su divino Padre (véase Jn. 5, 34-40 y notas), ¿cómo podía aceptar por apóstoles a los espíritus del mal? Por ahí vemos el honor inmenso que Él nos hace al enviarnos los apóstoles (Jn. 17, 18-21 y notas; 20, 21; Lc. 24, 48). Es de notar que Satanás mismo nunca expresó ese conocimiento que aquí manifiestan los demonios (v. 34 ss.).

[10465] 1 ss. Véase Mt. 4, 18 ss.; Mc. 1, 16 ss.

[10466] 3. Simón es el nombre primitivo de Pedro antes de su vocación. Desde esta escena la barca de Pedro es mirada como símbolo de la Iglesia.

[10467] 6. Se rompían: Nótese el contraste con la segunda pesca milagrosa (Jn. 21, 11), donde se hace constar que las redes no se rompían; por donde parece encerrarse en esto un significado simbólico, que ha sido interpretado de muy diversas maneras, pero que Jesús acentúa en el v. 10. Cf. Mt. 13, 47 y nota.

[10468] 8. Un día comprenderá Pedro que, precisamente porque somos pecadores, no podemos decirle a Jesús que se aleje, sino que venga como médico. Véase v. 32; Jn. 13, 8 y notas.

[10469] 10. Pescarás hombres: ¡Maravillosa promesa de eficacia en nuestro apostolado! Así como antes no conseguía ningún pez y ahora tiene tantos por haberse apoyado en la palabra de Jesús para echar la red, así también, aun en medio de este mundo malo, podremos pescar hombres sin número, si usamos para ello las palabras del Evangelio y no las nuestras. Cristo oró por nuestro éxito (Jn. 17, 20) y sigue orando hasta el fin (Hb. 7, 25).

[10470] 11. Pedro y sus compañeros tenían familia y hogar. En un instante lo dejaron todo para seguir a Jesús, y eso que en aquel momento no creían todavía en su divinidad. Es decir que nadie podía resistirse a la suavidad del trato con Jesús, a menos que tuviera doblez en la conciencia. Cf. Jn. 3, 19.

[10471] 14. Cf. Mc. 1, 44 y nota.

[10472] 17 ss. Véase Mt. 9, 1-8; Mc. 2, 1-12.

[10473] 24. La primera vez que manifiesta Jesús su divinidad es para perdonar (v. 21).

[10474] 28. Véase Mt. 9, 9 ss.; Mc. 2, 13 ss. Leví cambió no solo su profesión, sino también su nombre, llamándose en adelante Mateo. Llegó a ser un eminente apóstol y escribió el primer Evangelio. La vocación de un publicano y pecador nos enseña que todos podemos ser escogidos para el apostolado. Pero es Dios quien elige (Jn. 15, 16; Rm. 8, 30; Ga. 1, 16; Col. 1, 12 s.; 2 Ts. 2, 13 s.). Cf. Lc. 2, 14 y nota.

[10475] 32. Hay aquí, junto a la manifestación del Corazón misericordioso del Redentor, que se inclina sobre los necesitados de perdón, una honda ironía para los fariseos, es decir, para los que se creen justos. Ellos no se dan por redimidos, pues no se sienten necesitados de redención. Y Jesús no los llama a ellos porque sabe que no responderán. Terrible estado de espíritu que los hará morir en su pecado (Jn. 8, 21). Sobre la dialéctica de Jesús con los fariseos cf. Jn. 9, 39-41. Sobre el privilegio de los que mucho deben cf. 7, 41-49.

[10476] 34. El “esposo” es Jesucristo, los “compañeros” son los apóstoles, elegidos por Él mismo; el tiempo que Jesús pasa en la tierra es el anuncio de las Bodas eternas del Cordero que se realizarán en su segunda venida (Ap. 19, 6-9).

[10477] 36. La doctrina del nuevo nacimiento que trae Jesús (Jn. 3, 3 ss.) es una renovación total del hombre; no de a pedazos, como remiendo que sirve de pretexto para continuar en lo demás como antes. Toda ella tiene la unidad de un solo diamante, aunque con innumerables facetas. Es para tomarla tal como es, o dejarla. Veamos en 9, 57 ss.; 14, 25 y nota, la forma asombrosa en que Él reacciona porque no quiere mezclas (Mt. 6, 24; Ap. 3, 15; cf. Dt. 22, 11). Un día oye de Natanael una burla, y lo elogia por su sinceridad (Jn. 1, 46 s.). En cambio, oye de otros alabanzas, y las desprecia porque son de los labios y no del corazón (Mt. 15, 8). Por eso dice que se perdonará la blasfemia contra Él, pero no la que sea contra el Espíritu, el pecado contra la luz (Mt. 12, 31-33).

[10478] 37 s. Como el cuero viejo no es capaz de resistir la fuerza expansiva del vino nuevo, así las almas apegadas a lo propio, sean intereses, tradiciones o rutinas, no soportan “las paradojas” de Jesús (véase 7, 23 y nota) que son “un escándalo” para los que se creen santos, y “una locura” para los que se creen sabios (1 Co. 1, 23; cf. Lc. 10, 21). Hay aquí una lección semejante a la de Mt. 7, 6 sobre los “cerdos” para que no nos empeñemos indiscretamente en forzar la siembra en una tierra que no quiere abrirse. Cf. Mt. 13, 1 ss.

[10479] 39. Esta alegoría plantea al vivo el problema del “no conformismo” cristiano. Cristo, “el mayor revolucionario de la historia”, no es aceptado fácilmente por los satisfechos. Si no sentimos en carne viva la miseria de lo que somos nosotros mismos en esta naturaleza caída (cf. Jn. 2, 24 y nota) y de lo que es “este siglo malo” en que vivimos (Ga. 1, 4), no sentiremos la necesidad de un Libertador. Si no nos sentimos enfermos, no creeremos que necesitamos médico (v. 31 s.), ni desearemos que Él venga (Ap. 22, 20), y miraremos su doctrina como perturbadora del plácido sueño de muerte en que nos tiene narcotizados Satanás “el príncipe de este mundo” (Jn. 14, 30). El que está satisfecho con el actual vino, que es el mundo, no querrá otro (cf. Mt. 6, 24 y nota) porque si uno es del mundo no puede tener el Espíritu Santo (Jn. 14, 17), ni puede tener amor (1 Jn. 2, 15), entonces verá pasar la Luz, que es el bien infinito, y la dejará alejarse porque amará más sus propias tinieblas (cf. 18, 22 y nota). Tal es precisamente el tremendo juicio de discernimiento que Jesús vino a hacer (Jn. 3, 19). Y tal es lo que obliga al amor paternal de Dios a enviar pruebas severas a los que quiera salvar de la muerte.

[10480] 2. Véase Mt. 12, 1 ss.; Mc. 2, 23 ss.; 1 Sam. 21, 6. El sábado es hoy el domingo, día en que resucitó el Señor (cf. Hch. 20, 7; Col. 2, 16; 1 Co. 16, 2). Los fariseos hacían de él un día muerto. Hoy suele serlo de mundanidad.

[10481] 12. Con su ejemplo enseña Jesús como con su palabra, a orar “en todo tiempo” (Lc. 21, 36), especialmente antes de emprender como aquí cosas de importancia. Sobre la elección de los apóstoles véase Mt. 10, 1-4; Mc. 3, 13-19 y notas.

[10482] 20. Los vv. que siguen son como un resumen del “Sermón de la Montaña” (Mt. caps. 5-7). Santo Tomás llama a este el “Sermón del Llano”, haciendo notar que fue pronunciado al bajar del monte, estando de pie y rodeado de gran multitud, en tanto que aquel tuvo lugar sobre el monte y estando el Maestro sentado y rodeado de sus discípulos (Mt. 5, 1).

[10483] 24. ¡Ya recibisteis! Véase sobre esta grave reflexión 16, 25 y nota; Sant. 5, 1.

[10484] 26. ¡Y pensar que este es tal vez el más acariciado deseo de los hombres en general, y que el mundo considera muy legítima, y aun noble, esa sed de gloria! Vemos así cuán opuesto es el criterio del mundo a la luz de Cristo. Véase 16, 15; Jn. 5, 44; Sal. 149, 13; Za. 13, 2 ss.; Flp. 2, 7 y notas.

[10485] 27. Véase Mt. 5, 44. Como se ve, el amor al enemigo no consiste en el simple hecho de renunciar a la venganza, sino más bien en un acto positivo de perdón y benevolencia. Estas disposiciones han de tenerse en el fondo del corazón e inspirar nuestras obras respecto del prójimo, de modo que Dios vea nuestra intención, aunque el mismo prójimo no lo sepa.

[10486] 29. Véase Mi. 2, 8 ss. y nota.

[10487] 31. Véase Mt. 7, 12 y nota. Tob. 4, 16.

[10488] 35. Estas terminantes expresiones de la voluntad divina muestran cuán por encima está la ley cristiana, de la justicia o equilibrio simplemente jurídico tal como lo conciben los hombres (Mt. 7, 2 y nota). Es de señalar también la diferencia de matiz que existe entre este texto y su paralelo de Mt. 5, 45; allí se muestra cómo la bondad del Padre celestial devuelve bien por mal en el orden físico, dando su sol y su lluvia también a sus enemigos los pecadores. Aquí se alude al orden espiritual mostrando cómo Él es bondadoso con los desagradecidos y los malos.

[10489] 36. Otro paralelismo de gran importancia para el conocimiento de Dios, señalaremos entre este texto y el correspondiente de Mt. 5, 48. Allí se nos manda ser perfectos y se nos da como modelo la perfección del mismo Padre celestial, lo cual parecería desconcertante para nuestra miseria. Aquí vemos que esa perfección de Dios consiste en la misericordia, y que Él mismo se digna ofrecérsenos como ejemplo, empezando por practicar antes con nosotros mucho más de lo que nos manda hacer con el prójimo, puesto que ha llegado a darnos su Hijo único, y su propio Espíritu, el cual nos presta la fuerza necesaria para corresponder a su amor e imitar con los demás hombres esas maravillas de misericordia que Él ha hecho con nosotros. Véase Mt. 18, 35 y nota.

[10490] 37. Absolver es más amplio aún que perdonar los agravios. Es disculpar todas las faltas ajenas, es no verlas, como dice el v. 41. Hay aquí una gran luz, que nos libra de ese empeño por corregir a otros (que no están bajo nuestro magisterio), so pretexto de enseñarles o aconsejarles sin que lo pidan. Es un gran alivio sentirse liberado de ese celo indiscreto, de ese comedimiento que, según nos muestra la experiencia, siempre sale mal.

[10491] 38. Véase sobre este punto primordial Mt. 7, 2 y nota. ¡Medida rebosante! Nótese la suavidad de Jesús que no nos habla de retribución sobreabundante para el mal que hicimos, pero sí para el bien. Cf. Denz. 1014.

[10492] 41 s. Jesucristo nos muestra aquí que, en cuanto pretendemos juzgar a nuestro prójimo, caemos, no solo en la falta de caridad, sino también en la ceguera, porque una viga cubre entonces nuestros ojos, impidiéndonos juzgar rectamente. “¿Quién eres tú para juzgar al que es siervo de otro?” (Rm. 14, 4).

[10493] 45. Es decir que, para hacer el mal, no necesitamos que otro nos lo indique; nos basta con dar de lo propio. En cambio, nada podemos para el bien si no imploramos al Padre que nos dé de su santo Espíritu. Cf. 11, 13; Jn. 15, 5; Mt. 12, 34; Hch. 5, 42 y notas. “Cumplen su voluntad y no la de Dios cuando hacen lo que a Dios desagrada. Mas cuando hacen lo que quieren hacer para servir a la divina voluntad, aunque gustosos hagan lo que hacen, ello es siempre por el querer de Aquel por quien es preparado y ordenado lo que ellos quieren” (Denz. 196).

[10494] 47 ss. La fe firme que nunca vacila es la que se apoya sobre las palabras de Jesús como sobre una roca que resiste a las tormentas de la duda (Jn. 4, 4 ss.), porque dice: “Sé a quien he creído” (2 Tm. 1, 12). Los que escuchan la Palabra y no la guardan como un tesoro (2, 19 y 51; 11, 28), demuestran no haberla comprendido, según Él enseña en Mt. 13, 19 y 23. Cf. Sal. 118, 11 y nota.

[10495] 6. Se fue con ellos: como el servidor (22, 27) siempre dispuesto. Cf. Fil. 2, 7 y nota. No soy digno: Las palabras del centurión sirven para recordar antes de la Comunión, que no somos ni seremos nunca, dignos de la unión con Jesús. Pero antes se dice, en el Agnus Dei, que Él es el Cordero divino que lleva sobre Sí los pecados del mundo, como dijo Juan precisamente cuando “lo vio venir hacia él” (Jn. 1, 29). El mismo Jesús se encargó de enseñarnos que no vino a encontrar justos sino pecadores, y que, como figura del Padre celestial, el padre del hijo pródigo corrió al encuentro de este para abrazarlo, vestirlo y darle un banquete; y que si tenemos mucha deuda para ser perdonada, amaremos más, pues “aquel a quien menos se le perdona, menos ama” (Lc. 7, 47).

[10496] 8. Cf. Mt. 8, 5 ss. Además de la fe de este pagano (cf. Hch. cap. 10) es de admirar su caridad que le hace sentir la enfermedad de su criado como suya. Bella enseñanza para que amen los patrones a sus servidores, y las dueñas de casa a sus sirvientes. Véase Ef. 6, 5 ss. y nota.

[10497] 11. Naím, pequeña ciudad situada en la parte sur de Galilea.

[10498] 19 ss. Aun en la cárcel cumple el Bautista su misión de precursor del Mesías enviándole sus propios discípulos, que tal vez vacilaban entre él y Jesús. Este les responde mostrándoles sus obras, que atestiguan su divinidad. Véase Mt. 11, 2 s.; Is. 35, 5; 61, 1; Mal. 3, 1. Cf. Jn. 3, 30.

[10499] 23. ¡Escandalizarse de Jesús! Parecería irónico decir esto de la santidad infinita. Pero es Él mismo quien se anuncia como piedra de escándalo. Y es que Él, al revelar que el omnipotente Creador es un padre lleno de sencillez y de bondad como Él mismo, dejaba, por ese solo hecho, tremendamente condenada y confundida la soberbia de cuantos se creían sabios o virtuosos (Jn. 7, 7). De ahí que fueran estos, y no el común de los pecadores, quienes lo persiguieron hasta hacerlo morir. Jesús es signo de contradicción (2, 34) y todo su Evangelio es una constante ostentación de ella. En solo S. Lucas podremos recorrer las siguientes pruebas, con inmenso provecho de nuestra alma: Cap. 1, vv. 31, 36, 52, 53; cap. 2, 7, 12 y 49; cap. 3, 23; cap. 4, 24 y 41; cap. 5, 32; cap. 6, 20 y 29; cap. 7, 9, 22, 28 y 47; cap. 8, 18, 21, 32, 37; cap. 9, 3, 13, 22, 24, 48 y 58; cap. 10, 4, 12, 15, 21, 24, 33 y 41; cap. 11, 23 y 52; cap. 12, 11, 22, 31, 40 y 51; cap. 13, 2, 19, 24 y 30; cap. 14, 8, 13, 24 y 26; cap. 15, 7 y 29; cap. 16, 8, 15 y 22; cap. 17, 6, 18 y 22; cap. 18, 8, 14, 17, 27 y 34; cap. 19, 5, 10, 17, 24 y 40; cap. 20, 8, 17 y 46; cap. 21, 3, 14, 16 y 33; cap. 22, 21, 26 y 27; cap. 23, 9, 12, 18, 28, 38, 43 y 47; cap. 24, 21 y 46.

[10500] 28. Juan Bautista es el último y el más grande de los profetas de la Antigua Alianza. Los verdaderos hijos de la Iglesia son superiores a él, siempre que tengan esa fe viva cuya falta tanto reprochaba Jesús a los mismos apóstoles; pues siendo hijos de Dios (Jn. 1, 12) forman el Cuerpo de Cristo (Ef. 1, 22). Son la Esposa, que es “una” con Él como nueva Eva con el nuevo Adán —en tanto que de Juan solo se dice que es “amigo del Esposo” (Jn. 3, 29)—; se alimentan con su Carne y su Sangre redentora; reciben su Espíritu y esperan la vuelta del Esposo que los hará gloriosos como Él (Flp. 3, 20 s.). Justo es que a estos privilegios corresponda mayor responsabilidad. Cf. Hb. 6, 4 s.; 10, 26 ss.; Rm. 11, 20-22.

[10501] 32. Alusión a un juego de niños. Jesús desenmascara la mala fe de los fariseos que, censurándolo a Él como falto de austeridad y amigo de pecadores, habían rechazado también al Bautista que predicaba la penitencia. Cf. Mt. 21, 25 ss.

[10502] 33. Véase Mt. 3, 4; Mc. 1, 6.

[10503] 35. Por todos sus hijos: La Sabiduría es el mismo Jesús (Sb. 7, 26; Pr. 8, 22 y notas). Los verdaderos hijos de la Sabiduría son movidos por el Espíritu de Dios (Rm. 8, 14) y con su vida recta dan testimonio de ella. En Mt. 11, 19 dice: “por sus obras”. Véase allí la nota.

[10504] 37 s. Tan grande como el arrepentimiento era el perdón, y el amor que de este procedía según el v. 47. Como observa. S. Jerónimo y muchos otros intérpretes, esta cena no es la de Betania (Mt. 26, 6 s.; Mc. 14, 3 ss.; Jn. 12, 1 ss.).

[10505] 46. Cuando se trata de honrar a Dios no debemos ser avaros, y solo hemos de cuidar que sea según Él quiere (cf. Is. 1, 11 y nota), y que el amor sea el único móvil y no la vanidad o el amor propio. Véase Jn. 12, 1-8.

[10506] 47. Ama poco: Esta conclusión del Señor muestra que si la pecadora amó mucho es porque se le había perdonado mucho, y no a la inversa, como parecería deducirse de la primera parte del v. La iniciativa no parte del hombre, sino de Dios que obra misericordia (Sal. 58, 11; 78, 8; Denz. 187). S. Agustín confirma esto diciendo que al fariseo no se le podía perdonar mucho porque él, creyéndose justo, a la inversa de Magdalena, pensaba deber poco. Y entonces, claro está que nunca podría llegar a amar mucho según lo enseñado por Jesús.

[10507] 50. Véase 8, 48; 17, 19; 18, 42.

[10508] 2. Solo Lucas relata esos nombres de las mujeres que acompañaban a Jesús. Saludemos en ellas a las primeras representantes del apostolado de la mujer en la Iglesia.

[10509] 5 s. Véase Mt. 13, 1 ss. y el comentario que allí hacemos de esta importantísima parábola; Mc. 4, 1 ss.; Is. 6, 9 s.; Jn. 12, 40.

[10510] 10. Véase Is. 6, 9 s.; Jn. 12, 40; Hch. 28, 26; Rm. 11, 8.

[10511] 16. Mt. 5, 15. Vemos aquí cuán ociosa es la pregunta sobre si es necesario hacer alguna vez actos de fe. Ella ha de ser la vida del justo, según enseña San Pablo (Rm. 1, 17; Ga. 3, 11; Hb. 10, 38). Cf. Hab. 2, 4.

[10512] 21. María es precisamente la primera que escucha la palabra de Dios y la guarda en su corazón (1, 45; 2, 19 y 51; 11, 28). Jesús muestra además que la vocación del apóstol está por encima de la voz de la sangre. Cf. 2, 49; Mt. 12, 46 s.; Mc. 3, 31 ss.

[10513] 23. Véase Mt. 8, 23 ss.; Mc. 4, 35 s. Olvidado siempre de Sí mismo, el Verbo hecho hombre cae rendido de cansancio en la barca (cf. Jn. 4, 6). Con frecuencia pasaba la noche en el mar o al raso, donde no podía reclinar su cabeza. Cf. 9, 58; Mt. 8, 20; Fil. 2, 7.

[10514] 26. Gergesa: en Mateo (8, 28): Gadara; en la Vulgata Gerasa, situada al Este del Mar de Galilea.

[10515] 32. He aquí un ruego de demonios. Y Jesús lo escuchó. Era sin duda menos perverso que el que le hicieron los hombres en él v. 37.

[10516] 33. El ahogarse la piara parece un castigo infligido a los propietarios de los cerdos, para quienes los sucios animales valían más que la presencia del bienhechor que había curado al endemoniado. Cf. Mt. 8, 28 s.; Mc. 5, 1 ss.

[10517] 37. Es una oración que ruega a Jesús... ¡para que se vaya! Y es todo un pueblo el que así ruega, con tal de no arriesgar sus puercos. Cf. v. 32; 4, 31. Sobre el miedo que aleja de Cristo, véase Jn. 6, 21 y nota.

[10518] 41. La fe del que era jefe de la sinagoga no es tan grande como la del centurión pagano. Este creyó que la presencia de Jesús no era necesaria para hacer un milagro, mientras que Jairo insiste en que Jesús se presente personalmente. Cf. Mt. 9, 18 s.; Mc. 5, 22 s. Jesús nos muestra continuamente esas sorpresas para que no nos escandalicemos por nada. Cf. 10, 13-15 y 31-33; Mt. 15, 24-28; 21, 31; Jn. 16, 1-4.

[10519] 51. Esta medida y la prohibición de hablar de lo sucedido (v. 56) tienen por objeto prevenir la indiscreción de la muchedumbre que habría estorbado la actividad apostólica del Señor y contribuido a aumentar la envidia y provocar inútilmente la persecución antes del tiempo señalado (cf. 4, 30; Jn. 8, 59). Así también a sus discípulos “corderos entre lobos”, les enseña Él la prudencia de la serpiente (Mt. 10, 16) que cuida de no exponer su cabeza a que la aplasten. Recuérdese las catacumbas donde los cristianos, para hacer el bien, tenían que ocultarse como si fuesen malhechores. Cf. 9, 21.

[10520] 3. En 22, 35 Él les muestra cómo nada les faltó a pesar de esto. Los apóstoles y sus sucesores deben dedicarse exclusivamente a la propagación del reino de Dios. Es la Providencia la que se encarga de sustentarlos (Mt. 6, 23). Cf. Mt. 10, 9 ss.; Mc. 6, 8 s.; 2 Tm. 2, 4 y nota.

[10521] 4. El sentido es el mismo de 10, 7.

[10522] 11. Véase Mt. 14, 13-21; Mc. 6, 33-46; Jn. 6, 1-13.

[10523] 16. La multiplicación de los panes, efecto de la oración y bendición del Señor, es una figura del misterio eucarístico por el cual todos participamos de un mismo pan que es Cristo (1 Co. 10, 17), nuestro pan celestial (11, 3).

[10524] 18 s. Véase Mt. 16, 13 ss.; Mc. 8, 27 ss. Estaba orando a solas: Basta saber que Jesús cultivaba la soledad, para comprender que es bueno hacer lo mismo, y que en ello se encuentra un tesoro. No solamente en su Cuaresma del desierto (Mt. 4, 1 ss.; Lc. 4, 1 s.), ni solamente antes de elegir sus discípulos, sino de un modo habitual buscaba la soledad del monte (Mt. 14; 23), o de la noche (Lc. 6, 12; Jn. 8, 1 s.), o de Getsemani, para ponerse en oración; y así nos enseña a que lo imitemos, exhortándonos a orar en la soledad, y en el secreto del aposento (Mt. 6, 5 s.). Todas las biografías de hombres de pensamiento nos muestran que amaron la soledad, el silencio, el campo y que allí concibieron sus más grandes ideas. ¿Cuánto más será así cuando no se trata de puros conceptos terrenales o ensueños de poetas, sino de la realidad toda interior que se pasa entre el alma y Dios? Cuando vemos un paisaje, o sentimos una emoción, o se nos ocurre alguna idea, quisiéramos compartirla con los amigos como un desahogo sentimental. El día que nuestra fe llegue a ser bastante viva para recordar que Jesús, junto con el Padre (Jn. 14, 23) y el Espíritu Santo (Jn. 14, 16), habita siempre en los corazones de los que creen (Ef. 3, 17) y que, por tanto, siempre la soledad es estar con Él como Él estaba con el Padre (Jn. 16, 32) pensando con Él (Jn. 8, 16) y viviendo de Él (Jn. 6, 57); entonces amaremos ese trato con Él real y durable, en conversación activísima y permanente; pues si se interrumpe puede reanudarse siempre al instante. Es allí donde Él nos indica las cosas de caridad y apostolado que Él quiere realicemos, sea por escrito o de obra o de palabra, cuando llegue el momento. “Nadie puede sin peligro aparecer, dice el Kempis, sino aquel que prefiera estar escondido”. Cf. Ct. 1, 8 y nota.

[10525] 20. Cf. Mt. 16, 13 s. y notas. El Ungido o Mesías. Así también Mc. 8, 29. En Mt. 16, 16 se lee “el Hijo” de Dios, aunque algunos han leído como aquí ungido o “santo de Dios”.

[10526] 21. Cf. 8, 51 y nota.

[10527] 23. Jesús no dice, como el oráculo griego: “conócete a ti mismo”, sino: “niégate a ti mismo”. La explicación es muy clara. El pagano ignoraba el dogma de la caída original. Entonces decía lógicamente: analízate, a ver qué hay en ti de bueno y qué hay de malo. Jesús nos enseña simplemente a descalificamos a priori, por lo cual ese juicio previo del autoanálisis resulta harto inútil, dada la amplitud inmensa que tuvo y que conserva nuestra caída original. Ella nos corrompió y depravó nuestros instintos de tal manera, que San Pablo nos pudo decir con el Salmista: “Todo hombre es mentiroso” (Rm. 3, 4; Sal. 115, 2). Por lo cual el Profeta nos previene: “Perverso es el corazón de todos e impenetrable: ¿Quién podrá conocerlo?” (Jr. 17, 9). Y también: “Maldito el hombre que confía en el hombre” (ibid. 5). De Jesús sabemos que no se fiaba de los hombres, “porque los conocía a todos” (Jn. 2, 24; Mc. 8, 34 y nota).

[10528] 24. Cf. Mt. 10, 39 y nota. Bien se explica, después del v. 23, este fracaso del que intenta lo que no es capaz de realizar. Véase 14, 33; Jn. 15, 5 y notas. Su vida se traduce también: su alma.

[10529] 27. Véase San Mateo 16, 28 y nota; San Marcos 9, 1.

[10530] 28 s. Véase Mt. 17, 1-8; Mc. 9, 2 s.

[10531] 31. El éxodo: su muerte (cf. 2 Pe. 1, 15), como el nacimiento es llamado entrada en Hch. 13, 24 (cf. Sb. 3, 2; 7, 6). Jesús solía hablar de su partida y a veces los judíos pensaban que se iría a los gentiles (Jn. 7, 33-36; 8, 21 s.).

[10532] 35. Escuchadle: Véase Mt. 17, 5; Mc. 9, 6 y nota. “Como si dijera: Yo no tengo más verdades que revelar, ni más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; mas ahora el que me preguntase y quisiese que yo algo le revelase, sería en alguna manera pedirme otra vez a Cristo, y pedirme más verdades, que ya están dadas en Él” (S. Juan de la Cruz).

[10533] 37 ss. Véase Mt. 18, 1-5; Mc. 9, 33 s.

[10534] 41. Reprende a los discípulos por su falta de fe que les impidió hacer el milagro. Cf. Mc. 9, 29 y nota.

[10535] 50. Véase Mc. 9, 39 y nota.

[10536] 53. Los samaritanos y los judíos se odiaban mutuamente. Jesús, cuya mansedumbre contrasta con la cólera de los discípulos, les muestra en 10, 25 s.; 17, 18 y Jn. 4, 1 s. cómo hay muchos samaritanos mejores que los judíos.

[10537] 60. Los muertos que entierran a sus muertos son los que absortos en las preocupaciones mundanas no tienen inteligencia del reino de Dios (cf. 1 Co. 2, 14). Ni este aspirante, ni los otros dos llegan a ser discípulos, porque les falta el espíritu de infancia y prefieren su propio criterio al de Jesús. Véase 2 Co. 10, 5.

[10538] 3. Véase Mt. 10, 16 y nota.

[10539] 4. Ni saludéis: Los orientales son muy ceremoniosos y para ellos saludar equivale a detenerse y perder tiempo. Véase Mt. 10, 9 s. y nota.

[10540] 5 s. Hijo de paz es aquel que está dispuesto a aceptar la palabra de Dios. Hermosa fórmula de saludo (v. 5), que debiéramos usar en la vida, como se la usa en la Liturgia. Cf. 1, 28; Mt. 10, 12 y notas.

[10541] 12. El rechazo de los predicadores del Evangelio es para Jesús el peor de los agravios (Jn. 12, 47 s.).

[10542] 13. El ¡ay! del Señor se ha cumplido de modo espantoso. Las ruinas de esas ciudades lo denuncian hasta hoy. Cf. 11, 21-23.

[10543] 16. Véase Mt. 10, 40; Jn. 13, 20.

[10544] 18. Sobre esta visión profética de Jesús véase Ap. 12, 9; Dn. 12, 1.

[10545] 20. Están escritos en el cielo, “que, en buena teología, es como decir: Gozaos si están escritos vuestros nombres en el libro de la vida. Donde se entiende que no se debe el hombre gozar sino en ir camino de ella, que es hacer las obras en caridad; porque ¿qué aprovecha y qué vale delante de Dios lo que no es amor de Dios?” (S. Juan de la Cruz). Cf. Ap. 20, 15; 22, 19.

[10546] 21. He aquí el gran misterio de la infancia espiritual, que difícilmente aceptamos, porque repugna, como incomprensible al orgullo de nuestra inteligencia. Por eso S. Pablo dice que la doctrina del Evangelio es escándalo y locura (1 Co. caps. 1-3). Cf. 11, 34 s. y nota; 18, 17; Mt. 11, 25 y nota; 18, 3 s.; 19, 17; 1 Co. 14, 20; 2 Co. 4, 3.

[10547] 23 s. Véase Mt. 13, 16 s.

[10548] 37. El doctor de la ley, orgulloso de su raza, que en el v. 29 parecía dispuesto a no reconocer como prójimos sino a sus compatriotas, se ve obligado a confesar aquí que aquel despreciado samaritano era más prójimo del judío en desgracia que el sacerdote y el levita del pueblo escogido. En ese judío herido se veía representado el doctor, y confesaba humillado que el extranjero a quien él no aceptaba como prójimo le había dado pruebas de serlo al portarse como tal, en contraste con la actitud de los otros dos judíos. Cf. Mt. 22, 34 ss.; Mc. 12, 28 ss. Dt. 6, 5; Lv. 19, 18.

[10549] 38. La aldea es Betania, a tres Km. de Jerusalén. Jesús solía hospedarse allí en casa de estas hermanas de Lázaro.

[10550] 42. Es este otro de los puntos fundamentales de la Revelación cristiana, y harto dificil de comprender para el que no se hace pequeño. Dios no necesita de nosotros ni de nuestras obras, y estas valen en proporción al amor que las inspira (1 Co. 13). Jesucristo es “el que habla” (Jn. 4, 26; 9, 37), y el primer homenaje que le debemos es escucharlo (Mt. 17, 5; Jn. 6, 29). Solo así podremos luego servirlo dignamente (2 Tm. 3, 16).

[10551] 2 ss. Compárese esta versión de la Oración dominical con la de San Mateo, 6, 9-13 y notas. Santificado, etc.: Sobre el nombre de Dios, véase Ex. 3, 14 y nota; Sal. 134, 13; Lc. 1, 49. El P. Garrigou-Lagrange dice muy bien que toda la mística está en el Padrenuestro, por donde se ve que hablar de mística no ha de ser cosa rara ni excepcional entre los cristianos, pues que todos saben y rezan esa oración; a menos que la recitasen solo con los labios y teniendo su corazón distante. Tal es lo que Jesús imputa a sus peores enemigos, los fariseos (Mt. 15, 8). Cualquier cristiano tiene así a su disposición toda la mística, pues lo más alto de esta vida consiste en ser, respecto a nuestro Padre divino, “todo enseñable”, como los niños pequeños. Este Padrenuestro breve que trae San Lucas, sintetiza en forma sumamente admirable esa actitud filial que, deseando toda la gloria para su Padre (cf. Lv. 22, 32), ansía que llegue su reino (para que en toda la tierra se haga su voluntad, como se dice en San Mateo), y entretanto le pide, para poder vivir en este exilio, el don de Jesús que es la vida (1 Jn. 5, 11 s.), “el pan de Dios que desciende del cielo y da la vida al mundo” (Jn. 6, 33 y 48).

[10552] 4. Job fue puesto a prueba por Satanás con permiso de Dios, y Él lo sostuvo para que fuese fiel, con lo cual Job salió beneficiado de la prueba. Aquí, en cambio, la infinita delicadeza de Jesús nos enseña a pedir al Padre que nos ahorre esa prueba, y que para ello (como añade en Mt. 6, 13) nos libre del Maligno, a la inversa del caso de Job. Admiremos el amor que Jesús, nuestro Hermano Mayor, deja traslucir en esto, y recojamos la suavísima y enorme enseñanza sobre la estimación que Dios hace de la humildad y pequeñez, al punto que, el pedirle nos libre de las pruebas, confesando nuestra debilidad e incapacidad para sufrirlas, le agrada más que la presunción de querer sufrir como Job. Porque si así no fuese, nos habría enseñado Jesús a pedir pruebas. Compárese esto con el fracaso de Pedro cuando alardea de valiente (Jn. 13, 37 y nota). Inmenso y dichoso descubrimiento es este de que Dios no se goza en vernos sufrir y de que prefiere vernos pequeños como niños a vernos heroicos y soberbios. Toda la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux está aquí.

[10553] 5. Hemos fijado el verdadero sentido de esta compleja construcción semítica: el amigo importuno no es, en la parábola, uno de los oyentes de Jesús, que va a pedir a otro amigo, sino que es este otro quien viene a importunarlo a él. Jesús usa muchas veces esa fórmula: ¿Quién de vosotros no haría tal cosa?, lo cual es muy elocuente para que cada oyente se ponga en el caso y se examine en su corazón.

[10554] 9. Véase el envidiable ejemplo de la cananea (Mc. 7, 28) en su fe que cree aun contra toda apariencia (Rm. 4, 18 ss.).

[10555] 13. Dará el Espíritu Santo: Admirable revelación, que contiene todo el secreto de la vida espiritual. La diferencia entre nuestra actitud frente a Dios, y la que tenemos frente a todo legislador y juez, consiste en que a este último, o le obedecemos directamente, o incurrimos en el castigo, el cual no se perdona aunque nos arrepintamos. Con Dios, en cambio, no solo sabemos que perdona al que se arrepiente de corazón, sino que podemos también decirle esta cosa asombrosa: “Padre, no soy capaz de cumplir tu Ley, porque soy malo, pero dame Tú mismo el buen espíritu, tu propio Espíritu, que Jesús nos prometió en tu nombre, y entonces no solo te obedeceré, sino que el hacerlo me será fácil y alegre”. Tal oración, propia de la fe viva y de la infancia espiritual, es la que más glorifica al divino Padre, porque le da ocasión de desplegar misericordia; y su eficacia es infalible, pues que se funda en la promesa hecha aquí por Jesús.

[10556] 19. Porque ellos también alardeaban de exorcizar y con tan poca suerte como se ve en Hch. 19, 13 ss.

[10557] 28. Jesús no repite los elogios tributados a María, pero los confirma, mostrándonos que la grandeza de su madre viene ante todo de escuchar la Palabra de Dios y guardarla en su corazón (2, 19 y 51). “Si María no hubiera escuchado y observado la Palabra de Dios, su maternidad corporal no la habría hecho bienaventurada” (S. Crisóstomo). Cf. Mc. 3, 34 y nota.

[10558] 29 s. Véase Jonás 2.

[10559] 31. Alude a la reina de Sabá (Arabia) que visitó a Salomón, para ver su sabiduría (1 R. 10, 1; Mt. 12, 39-42; Mc. 8, 12). Estas referencias que hace Jesús a los que vanamente le piden milagros (cf. Jn. 6, 30; 12, 37), tienen por objeto mostrarles que su divina sabiduría basta y sobra para conquistarle, sin necesidad de milagros, la adhesión de cuantos no sean de corazón doble (Jn. 7, 17 y nota). Esta sabiduría de Jesús es la lámpara de que habla en el v. 33 ss., y que no debe ser soterrada por los indiferentes, ni escondida por los maestros, porque todos tenemos necesidad de ella para nosotros y para los demás.

[10560] 34 ss. Nuestro ojo verá bien, y servirá para iluminar todo nuestro ser, esto es, para guiar toda nuestra conducta, si él a su vez es iluminado por esa luz de la sabiduría divina, que no está hecha para esconderse (v. 33). Esa sabiduría es la que está contenida en la Palabra de Dios, a la cual la misma Escritura llama antorcha para nuestros pies (Sal. 118, 105 y nota). Entonces, cuando nuestro ojo iluminado ilumine nuestro cuerpo, él alumbrará a los demás (v. 36). Así, pues, el candelero (v. 33) somos nosotros los llamados al apostolado. El v. 35 nos previene que cuidemos no tomar por luz, guía o maestro lo que no sea verdad comprobada: es decir, no entregarnos ciegamente al influjo ajeno. Cf. Mt. 7, 15; 1 Jn. 1, 4 y notas.

[10561] 39 ss. Sobre la condenación del ritualismo farisaico y de su espíritu doble y falto de verdadera fe, véase el terrible discurso del Templo en Mt. 23, 1-36. Cf. Mc. 12, 38 s.; Lc. 20, 46 s.

[10562] 40. El contenido: esto es, como observa Pirot, lo que está dentro de las copas y platos. Es una de las grandes luces que da Jesús sobre el valor de la limosna, concordando con 16, 9.

[10563] 47 s. Pretenden no consentirlos (cf, Mt. 23, 29 ss.), pero lo harán obrando como ellos, según les anuncia en el v. 49.

[10564] 49. En Mt. 23, 34 se ve que Jesús habla de Él mismo, que es la Sabiduría de Dios, y les vaticina lo que harán con sus discípulos.

[10565] 51. Véase Mt. 23, 35; Gn. 4, 8; 2 Cro. 24, 20-22.

[10566] 52. La llave del conocimiento de Dios es la Sagrada Escritura (S. Crisóstomo). Los escribas y fariseos que la interpretaban falsamente, o la reservaban para sí mismos, son condenados como seductores de las almas. El pueblo tiene derecho a que se le predique la Palabra de Dios. En cuanto al conocimiento de la Sagrada Biblia por parte del pueblo, dice S. S. Pío XII en la reciente Encíclica “Divino Afflante”: “Favorezcan (los Obispos) y presten su auxilio a todas aquellas pías asociaciones, que tengan por fin editar, y difundir entre los fieles ejemplares impresos de las Sagradas Escrituras, principamente de los Evangelios, y procuren con todo empello que en las familias cristianas se tenga ordenada y santamente cotidiana lectura de ellas”.

[10567] 1 ss. Miles y miles del pueblo: Jesús no teme el escándalo saludable, y aprovecha esa enorme concurrencia para aleccionar públicamente a sus discípulos contra la hipocresía de los doctores y fariseos que acaba de enrostrar a estos mismos en pleno almuerzo (11, 37-54). Pero aquí hay un sentido especial. Ya no se trata solo de guardarse contra la doctrina de los fariseos (Mt. 16, 6-12) y del daño que ellos les harán (Mt. 10, 17 s.), sino de guardarse de no caer ellos mismos en la hipocresía, contaminados por la contagiosa levadura de los fariseos (cf. Ga. 2, 13 s. y notas). Es decir, pues, que no solo hemos de predicar y confesar la verdad en plena luz (8, 17), sino también saber que, aunque pretendiésemos usar de hipocresía, todo será descubierto finalmente (v. 3). No hemos pues de temer el decir la verdad (v. 4 s.) y el confesar a Cristo (v. 8) con todas sus paradojas y humillaciones (cf. 7, 23 y nota), pero sí temblar antes de deformar la doctrina por conveniencias mundanas, porque esa es la blasfemia contra el Santo Espíritu, que no será perdonada (v. 10; Mt. 12, 32; Mc. 3, 28 s.). Nótese en cambio la asombrosa blandura de Jesús para las ofensas contra Él (v. 10). Véase Mc. 4, 22 y nota.

[10568] 7. Nos parece este uno de los pasajes en que más se descubre la ternura del corazón de Cristo para con nosotros. No piensa Él por cierto muy bien de los hombres (cf. Jn. 2, 24 y nota), pero nos ama, y por eso es que valemos para Él y para el Padre más que muchos pajarillos, aunque no lo merezcamos. Contar todos los cabellos de nuestra cabeza es un extremo de amoroso interés a que no llegaría la más cariñosa madre. ¿Dudaremos de estas palabras de Jesús porque son demasiado hermosas? ¿Qué dogma puede haber más digno de fe y más obligatorio que las propias palabras de Jesucristo?

[10569] 11. Cf. 21, 14 y nota.

[10570] 14. El Señor no se entromete en cosas temporales. De acuerdo con esta directiva, la Iglesia prohibe que sus ministros se mezclen en tales asuntos (2 Tm. 2, 4 y 1 Tm. 3, 8). “Con razón rehusa ajustar diferencias mundanas Él que había venido a revelar los secretos celestiales” (S. Ambrosio). Véase 20, 25 y nota; Jn. 18, 30. En las palabras Quién me ha constituido hay como un recuerdo irónico de lo que ocurrió a Moisés cuando se rechazó su autoridad (Ex. 2, 14; Hch. 7, 27). Véase Hch. 3, 22 y nota. “¡Qué ocasión habría tenido aquí Jesús para intervenir como se lo pedían, si hubiera querido ganar influencia e imponer su reino en este mundo!” (cf. Jn. 6, 15; 18, 36; Mt. 11, 12).

[10571] 21. Jesús condena el atesorar ambiciosamente (1 Tm. 6, 9); no la ordenada economía, como en 9, 17.

[10572] 33 s. Vended aquello que poseéis: no se trata aquí de la pobreza total, como en el caso del joven rico (18, 22). Ello no obstante, vemos que Jesús está hablando a la pequeña grey de sus predilectos que han de compartir su reino (22, 28-30). No es de extrañar, pues, que, sin perjuicio de mantener la situación en que la providencia del Padre ha colocado a cada uno y a su familia, les aconseje desprenderse de lo que pueda ser un tropiezo para la vida espiritual, para no poseer con ahínco ningún bien en que hayamos puesto el corazón (v. 34) y que sea entonces como un pequeño ídolo, rival de Dios.

[10573] 37. Se pondrá a servirles: Jesús tiene derecho a que le creamos esta promesa inaudita, porque ya nos dijo que Él es nuestro sirviente (22, 27), y que no vino para ser servido, sino para servir (Mt. 20, 28). Por eso nos dice que entre nosotros el primero servirá a los demás (Mt. 20, 26 s.; Lc. 22, 26). En esto estriba sin duda el gran misterio escondido en la Escritura que dice “el mayor servirá al menor” (Gn. 25, 23; Rm. 9, 12). Jesús, aun después de resucitado, sirvió de cocinero a sus discípulos (Jn. 21, 9-12). Él, que desde Isaías se hizo anunciar como “el servidor de Yahvé” (Is. 42, 1 ss.; cf. Ez. 45, 22), quiere también reservarse, como cosa excelente y digna de Él, esa función de servidor nuestro. Y debemos creerle, porque hizo algo mucho más humillante que el servirnos y lavarnos los pies: se dejó escupir por los criados, y colgar desnudo entre criminales, “reputado como uno de ellos” (22, 37; Mc. 15, 28; Is. 53, 12). Vemos, pues, que la inmensidad de las promesas de Cristo, más aún que en la opulencia de darnos su misma realeza y ponernos a su mesa y sentarnos en tronos (Lc 22, 29 s.), está en el amor con que quiere ponerse Él mismo a servirnos. El que no ama no puede comprender semejantes cosas, según enseña S. Juan (1 Jn. 4, 8).

[10574] 40. El ilustre Cardenal Newman comenta a este respecto: “Sí, el Cristo debe venir algún día tarde o temprano. Los espíritus del mundo se burlan hoy de nuestra falta de discernimiento; mas quien haya carecido de discernimiento triunfará entonces. ¿Y qué piensa el Cristo de la mofa de estos hombres de hoy? Nos pone en guardia expresamente, por su Apóstol, contra los burlones que dirán: “¿Dónde está la promesa de su venida?” (2 Pe. 3, 4). Preferiría ser de aquellos que, por amor a Cristo y faltos de ciencia, toman por señal de su venida algún espectáculo insólito en el cielo, cometa o meteoro, más bien que el hombre que por abundancia de ciencia y falta de amor, se ríe de este error”. Véase 24, 42-44; Mc. 12, 33 s.; 1 Ts. 5, 2; 2 Pe. 3, 10; Ap. 3, 3; 16, 5.

[10575] 42 ss. Véase Mt. 24, 45-51; 25, 21; 1 Co. 4, 2; 1 Pe. 4, 10.

[10576] 44. Lo colocará al frente de toda su hacienda. Comp. con el v. 37. Allí habla en plural y se dirige a todos. Aquí habla en singular como en Mt. 24, 47 y se dirige a Pedro, a quien había prometido las llaves del Reino (Mt. 16, 19).

[10577] 45. “Abusa de su autoridad tanto más fácilmente cuanto que el amo tarda en venir, demora que él supone ha de prolongarse indefinidamente y que interpreta como una señal de que no volverá nunca (cf. 2 Pe. 3, 3-5)” Pirot.

[10578] 46. “Seria inútil, dice Buzy, tratar de suavizar el castigo, entendiéndolo por ejemplo de una manera metafórica. Se trata aquí de una pena capital”. Es de notar cómo este pasaje, que muestra la tremenda responsabilidad de los que tienen cura de almas (v. 48) prueba al mismo tiempo, contra la opinión de ciertos disidentes, que el plan de Cristo comporta la existencia de pastores hasta que Él vuelva. Cf. Hch. 20, 17 y 18; 1 Tm. 4, 14; Prefacio de Apóstoles.

[10579] 48. Al mayordomo (v. 41 s.) encarece Él especialmente esa continua espera de su venida (v. 35 ss.). Este recuerdo le librará de abusar como si él fuese el amo (v. 45 s.). Cf. 11, 45 s.; 1 Pe. 5, 1-4.

[10580] 51 s. Cf. Mt. 10, 34 s. Esta es la explicación y el consuelo para los que están en inevitable conflicto con familia o amigos por causa del Evangelio. Es necesario, dice S. Pablo, que la división muestre quiénes son aprobados por Dios (1 Co. 11, 19). Cf. 14, 26.

[10581] 59. Lepte: moneda inferior a un centavo.

[10582] 1 ss. Como los amigos de Job, tenemos tendencia a pensar que los que reciben a nuestra vista grandes pruebas son los más culpables. Jesús rectifica esta presunción de penetrar los juicios divinos y de ver la paja en el ojo ajeno, mostrando una vez más, como lo hizo desde el principio de su predicación (Mc. 15, 1 y nota), que nadie puede creerse exento de pecado y por consiguiente que a todos es indispensable el arrepentimiento y la actitud de un corazón contrito delante de Dios.

[10583] 3. El griego metanoeite es algo más que arrepentirse: pensar de otro modo. Equivale al “renunciarse”. Cf. 9, 23 y nota.

[10584] 6. La higuera estéril es la Sinagoga. Jesús le consiguió del Padre, al cabo de tres años de predicación desoída, el último plazo para arrepentirse (v. 5), que puede identificarse con el llamado tiempo de los Hechos de los Apóstoles, durante el cual, no obstante el deicidio, Dios le renovó, por boca de Pedro y Pablo, todas las promesas antiguas. Desechada también esta predicación apostólica, perdió Israel su elección definitivamente y S. Pablo pudo revelar a los gentiles, con las llamadas Epístolas de la cautividad, la plenitud del Misterio de la Iglesia (Hch. 28, 28 y 31 y notas; Ef. 1, 1 ss. y notas). En sentido más amplio la higuera estéril es figura de todos los hombres que no dan los frutos de la fe, como se ve también en la Parábola de los talentos (Mt. 25, 14 ss.).

[10585] 18 ss. Dijo entonces: Como observa Pirot, estas palabras (y las análogas del v. 20) vinculan lo que sigue con los vv. 15 ss., en que Jesús está reprochando a los fariseos su hipocresía que en 12, 1 llamó levadura. De ahí que algunos refieren a ellos estas dos parábolas, que Lucas trae aquí sueltas a diferencia de Mt. 13. El grano de mostaza (cf. Mt. 13, 31 s.; Mc. 4, 32) que puede también representar la técnica de la pequeñez, según la cual Dios bendice lo que comienza humildemente como empezaron los apóstoles, se refiere a la planta brassica nigra que, como la cizaña, es una plaga por su crecimiento excesivo. En tal caso los pájaros (v. 19) serían semejantes a los de Mt. 13, 4 y nota. Sobre la levadura cf. Mt. 13, 33 y nota.

[10586] 24. Como observan algunos exegetas, estas palabras de Jesús ni parecen las mismas de Mt. 7, 13, donde no se habla de esforzarse y se trata más bien de un pasaje que de una puerta. La imagen es sumamente gráfica, pues hace comprender que, así como nos esforzamos por hacernos pequeños para poder pasar por una portezuela en que no caben los grandes, así hemos de luchar por hacernos pequeños para poder entrar en ese reino que está exclusivamente reservado a los que se hacen niños según lo dice Jesús. Cf. 10, 21; Mt. 18, 1-4; Mc. 10, 15.

[10587] 26. Enseñaste en nuestras Plazas: En el v. 27. Él insiste en decir que no los conoce. Además, escrito está que “nadie oirá su voz en las plazas”, porque Él no será turbulento (cf. Mt. 12, 19 y nota). Si ellos escucharon, pues, fue a otros, como se lo anunció Jesús (Jn. 5, 43 y nota); a otros que no buscaban la gloria del que los envió, sino la propia gloria (Jn. 7, 18 y nota), por lo cual no podían tener fe (Jn. 5, 44 y nota). Esos no eran por tanto, los verdaderos discípulos a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escuda” (Lc. 10, 16), sino los falsos profetas sobre los cuales tanto había prevenido Él. Cf. Mt. 7, 15 y nota.

[10588] 27. Véase Mt. 15, 8, citando a Is. 29, 13. Mt. 7, 23; 25, 41. Condena Jesús anticipadamente a aquellos cristianos que se contentan con el solo nombre de tales y con la vinculación exterior a la Iglesia.

[10589] 33. Ni los fariseos, ni Herodes logran intimidarlo. Él va a morir libremente cuando haya llegado su hora. Cuando esta llega, lo vemos con sublime empeño “adelantarse” hacia Jerusalén, sin que nada ni nadie pueda detenerlo. Véase 9, 5; 18, 31; 19, 28. S. Pablo lo imitará. Cf. Hch. 21, 4.

[10590] 34. Jesús está hablando en singular con Jerusalén. El plural que usa luego alude sin duda a los jefes de la Sinagoga. Cf. Mt. 23, 37.

[10591] 35. En Mt. 23, 39 el Señor pronuncia este mismo vaticinio del Sal. 117, 26, al terminar su último gran discurso en el Templo. Véase allí la nota.

[10592] 7 ss. El humilde huye de los primeros puestos como por instinto, porque sabe que esto agrada al Padre Celestial. “el hombre según el Corazón de Dios, hace siempre lo que Él quiere; une su corazón al Corazón de Dios; une su alma al Espíritu Santo; quiere lo que Dios quiere, y no quiere lo que Él no quiere” (S. Crisóstomo).

[10593] 10. Véase Pr. 25, 6 s.; Mt. 23, 12; Lc. 1, 52; 18, 14; 1 Pe. 5, 5.

[10594] 14. La resurrección de los justos: Cf. 20, 35; Jn. 5, 25 ss.; 6, 39 s.; 11, 25 ss.; Ap. 20, 6; 1 Co. 15, 22 s.; 15, 51 ss. (texto griego); 1 Ts. 4, 16; Flp. 3, 11; Hch. 4, 2; 24, 15.

[10595] 16. En la presente parábola el que convida es el Padre Celestial, la cena es figura del reino de Dios. Los primeros convidados son los hijos de Israel, que, por no aceptar la invitación, son reemplazados por los pueblos paganos. Véase Mt. 22, 2-14.

[10596] 17. Jesús, siervo de Yahvé (Is. 42, 1 s.), se retrata aquí admirablemente como tal y muestra que venía a la hora del festín, es decir, cuando todo estaba dispuesto para el cumplimiento de las profecías (cf. Rm. 15, 8; Jn. 18, 36 s.). Bien sabía Él que lo iban a rechazar y por eso anuncia (v. 23 s.) la entrada del nuevo pueblo de que habla Santiago en Hch. 15, 13 ss. Cf. Is. 35, 5 y nota.

[10597] 25. Los proselitistas humanos hallarían muy sorprendente esta política de Jesús: Cuando inmensas multitudes lo siguen (cf. 12, 1) Él, en lugar de atraerlas con promesas, como suele hacerse, pone en el más fuerte aprieto la sinceridad de su adhesión (véase 9, 57 ss.). Con ello nos da una de las grandes muestras de su divina verdad. Cf. 12, 22 y nota.

[10598] 26. Quiere decir simplemente que en el orden de los valores Jesús ocupa el primer lugar, aun frente a los padres. Nótese que, si bien el honrar padre y madre es un gran mandamiento del mismo Dios, Jesús se declara Él mismo instrumento de discordia en las familias (véase 12, 51 y nota), y nos previene que los enemigos estarán en la propia casa (Mt. 10, 34 s.), donde el ambiente mundano o farisaico se burlará de los discípulos como lo hacían del Maestro sus propios parientes. Cf. Mc. 3, 21; Jn. 7, 3-5 y notas.

[10599] 27. Cf. 9, 23; Mt. 10, 38; 16, 24; Mc. 8, 34; Ga. 6, 14.

[10600] 33. Es notable que la conclusión de Jesús no nos habla de aumentar nuestros recursos propios, como parecería deducirse de la parábola. Es para enseñarnos que Satanás será siempre más fuerte que nosotros, si pretendemos combatirlo con las armas nuestras (cf. 9, 24 y nota) y sin el auxilio que el mismo Dios nos da por la gracia (1 Pe. 5, 8 s.). Cf. 9, 24; Mt. 10, 39; Jn. 15, 5 y notas.

[10601] 34 s. La sal, símbolo de la sabiduría sobrenatural, representa a los que han de difundirla en nombre de Jesús. Si ellos pierden la buena doctrina, se hacen despreciables ante Dios como el estiércol. La corrupción de la grey, dicen S. Jerónimo y S. Ambrosio, será siempre el síntoma de que los ministros del Evangelio se han desvirtuado. Cf. 11, 52 y nota.

[10602] 4. Empiezan aquí las tres parábolas llamadas de la misericordia, en que Jesús nos muestra, como una característica del Corazón de su Padre, la predilección con que su amor se inclina hacia los más necesitados, contrastando con la mezquindad humana, que busca siempre a los triunfadores.

[10603] 8. La dracma equivale a un peso argentino.

[10604] 10. Si para nuestro corazón, tan pobre, es un gozo incomparable presenciar la conversión de un amigo que había perdido la fe, ¿qué será esa alegría de los ángeles, que hallan corta la eternidad para alabar y querer y bendecir y agradecer?

[10605] 11. La parábola del hijo pródigo es sin duda una de las más bellas y trascendentales revelaciones del Corazón misericordioso del Padre celestial. Todos somos hijos pródigos, pecadores. En la primera parte describe Jesús la separación de Dios por parte del hombre; en la segunda, la vuelta del pecador a Dios; en la tercera, el recibimiento del pecador por parte del Padre. Algunos expositores antiguos y modernos refieren la parábola a la vocación de los gentiles, figurando el hijo menor a estos, y el mayor, a los judíos. Falta, empero, el elemento esencial, pues ni Israel pudo llamarse fiel como el hijo mayor, ni puede decirse que hubiese en la gentilidad un alejamiento y una vuelta al hogar, pues nunca había estado en él (Ef. 2, 12; cf. Is. 54, 1 y nota). La enseñanza de esta parábola es, pues, eminentemente íntima e individual como en 5, 32 y en la perícopa de Jn. 8, 1-11 (que según Joüon y otros corresponde también a Lucas. Cf. 21, 38 y nota). Véase el comentario al v. 28 y los vv. 1-3, que muestran claramente la ocasión en que Jesús habló y lo que quiso enseñar. Darle un sentido histórico sería desviar la atención de su inmenso significado espiritual, infalible para convertir a cualquier pecador que no esté perdido por la soberbia. Cf. Jn. 6, 37; Sant. 4, 6; 1 Pe. 5, 5.

[10606] 19. Hazme como uno de tus jornaleros: Notemos que esto se propone decirlo el hijo, y es una prueba de la humildad necesaria en la conversión. Pero cuando está ante el padre, ya no alcanza a decir esas palabras (v. 21), porque este se lo impide con el estallido de su amor generoso (v. 22). ¡Qué bien predica aquí el “misionero” Jesús, para hacernos comprender lo que es el Corazón de “su Padre y nuestro Padre”! (Jn. 20, 17). Él no impone su santo Espíritu; pero, apenas lo deseamos, nos lo prodiga (Lc. 11, 13 y nota), junto con su perdón y sus favores, como si el beneficiado fuera Él. Quien descubre así lo que es Dios —como lo habrá sentido Abrahán cuando el ángel le detuvo el brazo en el sacrificio de Isaac— ¿qué podrá ya pedir o esperar del mundo?

[10607] 20. Cuando estaba todavía lejos: Jesús revela aquí los más íntimos sentimientos de su divino Padre que, lejos de rechazarnos y mirarnos con rigor a causa de nuestras miserias y pecados, nos sale a buscar cuando estamos todavía lejos. Notemos que si Adán se escondió después del pecado (Gn. 3, 8 s.) fue porque no creyó que Dios fuese bastante bueno para perdonarlo. Es decir que el disimulo y el miedo vienen de no confiar en Dios como Padre. Por donde vemos que la desconfianza es mucho peor que el pecado mismo, pues a este lo perdona Dios fácilmente, en tanto que aquella impide el perdón y, al quitarnos la esperanza de conseguirlo, nos aparta de la contrición, arrastrándonos a nuevos pecados, hasta el sumo e irremediable pecado de la desesperación, que es el característico de Caín (Gn. 4, 3), de Judas (Mt. 27, 3-5) y del mismo Satanás. También la mentira viene de la desconfianza, pues si creyéramos en la bondad de Dios, que nos perdona lisa y llanamente, total y gratuitamente, no recurriríamos a buscar excusas por nuestros pecados, ni nos sería doloroso, sino al contrario, muy grato, declararnos culpables para sentir la incomparable dulzura del perdón (véase Sal. 50, 10 y nota). El que duda de ser perdonado por sus faltas, ofende a Dios mucho más que con esas faltas porque lo está tratando de falso, ya que ese divino Padre ha prometido mil veces el perdón, haciéndonos saber que “Él es bueno con los desagradecidos y malos” (6, 35). Hay en esto también una enseñanza definitiva dada a los padres de familia, para que imiten más que nadie, en el trato con sus hijos, la misericordia del Padre Celestial (cf. 6, 36 y nota), y sepan que los inducen a la mentira, más que a la contrición, si usan un rigor inexorable que les haga dudar de su perdón.

[10608] 28. El hijo mayor, que no podía comprender la conducta del padre para con el menor, viene a estar más lejos de Dios que su hermano arrepentido. Él es imagen de quienes, creyéndose usufructuarios exclusivos del reino de Dios, se sienten ofendidos cuando Dios es más misericordioso que ellos. Por eso el hijo “justo” recibe una reconvención, mientras su hermano pecador goza de la dicha de ser acogido festivamente por su padre y, al sentirse perdonado, crece en el amor (véase 7, 47). Nótese que esta parábola fue dirigida a los fariseos, como se ve en los vers. 1-3.

[10609] 6. El barril corresponde al bat hebreo = 36,4 litros.

[10610] 7. Cien medidas hebreas son 364 hectólitros.

[10611] 8. Los hijos de la luz son los hijos del reino de Dios. Jesús no alaba las malas prácticas del administrador, sino la habilidad en salvar su existencia. Como el administrador asegura su porvenir, así nosotros podemos “atesorar riquezas en el cielo” (Mt. 6, 20) y no hemos de ser menos previsores que él. Aun las “riquezas de iniquidad” han de ser utilizadas para tal fin. Es de notar que no se trata de un simple individuo sino de un mayordomo y que las liberalidades con que se salvó no fueron a costa de sus bienes propios sino a costa de su amo, que es rico y bueno. ¿No hay aquí una enseñanza también para los pastores, de predicar la bondad y la misericordia de Dios, que viene de su amor (Ef. 2, 4), guardándose de “colocar pesadas cargas sobre los hombros de los demás?” (Mt. 23, 4). Cf. Jr. 23, 33-40 y nota; Cat. Rom. III 2, 36; IV, 9, 7 ss.

[10612] 9. Enseñanza concordante con la de 11, 40.

[10613] 10. En lo muy poco: He aquí una promesa, llena de indecible suavidad, porque todos nos animamos a hacer lo muy poco, si es que queremos. Y Él promete que este poquísimo se convertirá en mucho, como diciendo: No le importa a mi Padre la cantidad de lo que hacéis, sino el espíritu con que obráis (cf. Pr. 4, 23). Si sabéis ser niños, y os contentáis con ser pequeños (cf. Mt. 18, 1 s.), Él se encargará de haceros gigantes, puesto que la santidad es un don de su Espíritu (1 Ts. 4, 8 y nota). De aquí sacó Teresa de Lisieux su técnica de preferir y recomendar las virtudes pequeñas más que las “grandes” en las cuales fácilmente se infiltra, o la falaz presunción, como dice el Kempis, que luego falla como la de Pedro (Jn. 13, 37 s.), o la satisfacción venosa del amor propio, como en el fariseo que Jesús nos presenta (18, 9 ss.), cuya soberbia, notémoslo bien, no consistía en cosas temporales, riquezas o mando, sino en el orden espiritual, en pretender que poseía virtudes.

[10614] 12. Lo ajeno son los bienes temporales, pues pertenecen a Dios que los creó (Sal. 23, 1 ss.; 49, 12), y los tenemos solamente en préstamo; porque Él, al dárnoslos, no se desprendió de su dominio, y nos los dio para que con ellos nos ganásemos lo nuestro, es decir, los espirituales y eternos (v. 9), únicos que el Padre celestial nos entrega como propios. Para la adquisición de esta fortuna nuestra, influye grandemente, como aquí enseña Jesús, el empleo que hacemos de aquel préstamo ajeno.

[10615] 15. Abominable. “Tumba del humanismo” ha sido llamada esta sentencia de irreparable divorcio entre Cristo y los valores mundanos. Cf. 1 Co. caps. 1-3.

[10616] 16. El Mesías-Rey vino a lo propio, “y los suyos no lo recibieron” (Jn. 1, 11). Su realeza fue apenas reconocida por un instante, el día de su entrada triunfal en Jerusalén (véanse las aclamaciones del pueblo en 19, 38; Mt. 21, 9; Mc. 11, 10; Jn. 12, 13). Algunos han interpretado metafóricamente el pasaje paralelo de Mt. 11, 12, en el sentido de que, para conquistar el Reino, hemos de hacer violencia a Dios con la confianza: y otros, que hemos de violentar nuestras malas inclinaciones. El contexto de ambos Evangelios muestra que el Señor no trata aquí de doctrina sino de profecía. Además, si este pasaje tuviera un sentido metafórico, nunca habría dicho que todos hacían violencia para entrar al Reino de los cielos, ya que desgraciadamente sucedía todo lo contrario con el rechazo de Cristo. Cf. 17, 20 ss.; Mt. 17, 10 s.; Is. 35, 5 y notas.

[10617] 18. El divorcio es, pues, contrario a la ley de Dios, aunque fuera aprobado en un país por la unanimidad de los legisladores. Véase Mt. 5, 32; Mc. 10, 11 s., 1 Co. 7, 10.

[10618] 21. Después de rico la Vulgata añade: y nadie le daba. Es una inserción proveniente de 15, 16.

[10619] 25. Recibiste tus bienes: es decir, el que solo aspira a la felicidad temporal ya tuvo lo que deseaba, como enseña Jesús (6, 24; 18, 22 y nota; Mt. 6, 2; 5, 16), y no puede pretender lo eterno, pues no lo quiso. Véase también Mt. 10, 39; 2 Pe. 2, 13 y notas.

[10620] 26. Cf. Mc. 9, 43; Is. 66, 24.

[10621] 31. Solemos pensar que la vista de un milagro sería suficiente para producir una conversión absoluta. Jesús muestra aquí que esta es una ilusión y que la conversión viene de la Palabra de Dios escuchada con rectitud (Mt. 13, 1 ss.). La fe, dice S. Pablo, viene del oír (Rm. 10, 17).

[10622] 1. Véase Mt. 18, 7; Mc. 9, 42.

[10623] 4. Siete veces en un día quiere decir: muchísimas veces, siempre. En Mateo (18, 22) dice el Señor: setenta veces siete. Dios nos da el ejemplo en 6, 35 s. Cf. 15, 21; Jn. 8, 1-11.

[10624] 5 s. Los discípulos piden un aumento como quien ya tiene algo de fe. Jesús los desilusiona sobre eso que creen tener. Véase Mt. 17, 20; 21, 21; Mc. 11, 23.

[10625] 10. “Entregarse todo entero y considerarse siervo inútil es una cosa preciosa para el hombre espiritual. Porque el que lo ha hecho es el que descubre fácilmente cuán mal sabe hacerlo. Y como desea hacerlo cada vez más, pues ha encontrado en ello su reposo, vive pidiendo al Padre que le enseñe a entregarse, comprendiendo que todo cuanto pueda hacer en ese sentido es también obra de la gratuita misericordia de ese Dios cuyo Hijo vino a buscar pecadores y no justos, y sin el cual nada podemos. De ahí que al hombre espiritual ni siquiera se le ocurre pensar —como lo hace el hombre natural— que es dura e injusta esa palabra de Jesús al decir que nos llamemos siervos inútiles, pues el espiritual se da cuenta de que ser así, inútil, no solo es una enorme verdad que en vano se pretendería negar, sino que es también lo que más le conviene para su ventaja, pues a los hambrientos Dios los llena de bienes, en tanto que si él fuera rico espiritualmente (o mejor: si pretendiera serlo) sería despedido sin nada, como enseña María (Lc. 1, 53). Vemos, pues, que en esto de ser siervo inútil está, no una censura o reproche de Jesús, sino todo lo contrario: nada menos que la bienaventuranza de los pobres en el espíritu (Mt. 5, 3 y nota). Así es la suavidad inefable del Corazón de Cristo: cuando parece exigirnos algo, en realidad nos está regalando. Y bien se entiende esto, pues a Él ¿qué le importaría que hiciéramos tal cosa o tal otra, si no buscara nuestro bien... hasta con su Sangre? De ahí que la característica del hombre espiritual sea esta: se sabe amado de Dios y por eso no se le ocurre suponerle intenciones crueles, aunque Él a veces disimule su bondad bajo un tono que nos parece severo, como al niño cuando el padre lo manda a dormir la siesta. Porque Él nos dice que no piensa en obligarnos sino en darnos paz (Jr. 29, 11)”. Sobre la diferencia entre el hombre espiritual y el que no lo es, véase 1 Co. 2, 10 y 14.

[10626] 18. Gloria a Dios: Una vez más hace resaltar Jesús que la gloria de Dios consiste en el reconocimiento de sus beneficios. La alabanza más repetida en toda la Escritura dice: “Alabad al Señor porque es bueno, porque su misericordia permanece para siempre” (Sal. 135, 1 ss. etc.). Sobre el “extranjero”, véase 9, 53 y nota.

[10627] 20 s. Jesús se presentó en la humildad para probar la fe de Israel; pero las profecías, como también los milagros, mostraban que era el Mesías. Cf. 16, 16 y nota. Como observan el P. de la Briére y muchos otros, el sentido no puede ser que el reino está dentro de sus almas, pues Jesús está hablando con los fariseos.

[10628] 24. Ahora Jesús habla con los discípulos y alude a su segunda venida, que será bien notoria como el relámpago (Mt. 24, 23; Mc. 13, 21; Ap. 1, 7). Antes de este acontecimiento se presentarán muchos falsos profetas y será general el descreimiento y la burla como en tiempos de Noé y de Lot (Gn. 7, 7; 19, 25; 2 Pe. 3, 3 ss.). No cabe duda de que nuestros tiempos se parecen en muchos puntos a lo predicho por el Señor. Cf. 18, 8 y nota.

[10629] 26. Véase Gn. 7, 7; S. Mt. 24, 37.

[10630] 29. Véase Gn. 19, 15-24.

[10631] 32. Estas palabras nos muestran que si la mujer de Lot (Gn. 19, 26) se convirtió en estatua (el hebreo dice columna) de sal, no fue por causa de curiosidad, sino de su apego a la ciudad maldita. En vez de mirar contenta hacia el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba y agradecer gozosa el privilegio de huir de Sodoma castigada por sus iniquidades, volvió a ella los ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús. “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” (Mt. 6, 21). La mujer deseaba a Sodoma, y Dios le dio lo que deseaba, convirtiéndola en un pedazo de la misma ciudad que se había vuelto un mar de sal: el Mar Muerto. Con el mismo criterio dice Jesús de los que buscan el aplauso: “Ya tuvieron su paga” (Mt. 6, 2, 5 y 16). Y al rico epulón: “Ya tuviste tus bienes” (16, 25). Es decir, tuvieron lo que deseaban y no desearon otra cosa; luego no tienen otra cosa qué esperar, pues Dios da a los que desean, a los hambrientos, según dice María, en tanto que a los hartos deja vacíos (1, 53; cf. Sal. 80, 11 y nota).

[10632] 33 s. Véase 9, 24; Mt. 10, 39; Mc. 8, 35: Jn. 12, 25; Mt. 24, 40 s.; 1 Ts. 4, 15.

[10633] 36. Este versículo falta en los mejores códices.

[10634] 37. Cuerpo y cadáver son dos voces parecidas en griego. Ambas se encuentran en las variantes. Véase Mt. 24, 28, donde el Señor aplica esta expresión a la rapidez y al carácter visible de su segunda venida. Cf. v. 24 y nota.

[10635] 7. Cf. Sal. 93, 1 s.; Is. 63, 4; Rm. 8, 33; 2 Ts. 1, 6; Ap. 6, 10.

[10636] 8. ¿Hallará la fe sobre la tierra? Véase 17, 23 s. y nota. Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que S. Pablo llama de iniquidad y de apostasía (2 Ts. 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso escatológico. Cf. Mt. 13, 24, 33, 47 s. y notas.

[10637] 9 ss. Su propia justicia: Véase Mt. 6, 33 y nota. Para los oyentes el fariseo era modelo de devoción; el publicano, de maldad. Dios mira si halla en el corazón la buena intención, la humildad, el arrepentimiento. Por lo cual el publicano arrepentido fue perdonado, y el fariseo, en cambio, agregó a sus pecados uno nuevo, el de la soberbia, que se atribuye a sí misma el mérito de las buenas obras y se cree mejor que el prójimo. Cf. 17, 10.

[10638] 14. Bajó justificado: Aquí como en 7, 47 y en 15, 20, enseña Jesús el inmenso valor de la contrición perfecta. Cf. Sal. 50 y notas.

[10639] 15. Nótese la elocuencia que tiene este pasaje en contraste con el de los fariseos (vv. 9 s.).

[10640] 17. Véase Mt. 19, 14; Mc. 10, 15. Cf. 10, 21 y nota.

[10641] 22. Todo el que quiere seguir el camino del reino de Dios (v. 25 y nota) ha de evitar “los abrojos” que impiden aprovechar el mensaje salvador de Jesús (Mt. 13, 22), y, sin dejar, de usar los bienes que el mismo Dios le promete por añadidura (12, 31) y abundantemente (1 Tm. 6, 17; Sal. 127), deberá huir del afán de enriquecimiento (1 Tm. 6, 9 s.), y no poner el corazón en las riquezas (Sal. 61, 11 y nota) so pena de tener en eso “su” recompensa (16, 25 y nota; 12, 15-34). Pero aquí se trata de un llamado particular a dejarlo todo y seguir con Él como los apóstoles, aprovechando sus privilegiadas promesas (v. 28 s.; 22, 28 ss.; Flp. 3, 7-11; 2 Tm. 2, 4). Es una primogenitura a la cual el dignatario prefirió las lentejas (Hb. 12, 16). Véase 5, 39 y nota. Según Mc. 10, 21, “Jesús lo miró con amor”. Pero él, por mirarse a sí mismo, no supo mirar a Jesús (Hb. 12, 2). El juicio en cada caso se lo reserva Dios según el v. 27.

[10642] 24 s. Jesús no quiere decir aquí que Dios no dejará al rico entrar en su Reino, sino que el corazón del rico no se interesará por desearlo, pues estará ocupado por otro amor y entonces no querrá tomar el camino que conduce al Reino. En Si. 31, 8 ss., se dice que hizo una maravilla el rico que, pudiendo pecar, no pecó.

[10643] 27. Cf. v. 22 y nota; Mt. 19, 16-29; Mc. 10, 17-30 y notas; Rm. 9, 15; 11, 6.

[10644] 30. Muchas veces: S. Mt. (19, 27 s.) y S. Marcos (10, 30 s.) dicen el céntuplo. Cf. las notas.

[10645] 32. Será entregado: Este es, como dice Santo Tomás, el significado del Salmo pronunciado por Jesús en la Cruz (cf. Sal. 21, 1 y nota), es decir, el abandono de Jesús en manos de sus verdugos, y no significa que el Padre lo hubiese abandonado espiritualmente, puesto que Jesús nos hizo saber ene el Padre siempre está con Él (Jn. 8, 29). Un ilustre predicador hace notar cómo Jesús recurría a los grandes milagros para confirmar sus palabras cada vez que anunciaba que según las profecías había de morir. Cf. v. 35 ss.

[10646] 34. No entendieron: Es que todo Israel esperaba al Mesías triunfante tan anunciado por los Profetas, y el misterio de Cristo doliente estaba oculto aun a las almas escogidas (cf. 1, 55 y nota). De ahí el gran escándalo de todos los discípulos ante la Cruz; fue necesario que el mismo Jesús, ya resucitado, les abriese el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, las cuales guardaban escondido en “Moisés, los Profetas y los Salmos” (24, 44 s.) ese anuncio de que el Mesías Rey sería rechazado por su pueblo antes de realizar los vaticinios gloriosos sobre su triunfo. Hoy, gracias a la luz del Nuevo Testamento (cf. Hch. 3, 22 notas), podemos ver con claridad ese doble misterio de Cristo doloroso en su primera venida, triunfante en la segunda, y comprendemos también el significado de las figuras dolorosas del Antiguo Testamento, la inmolación de Abel, de Isaac, del Cordero pascual, cuyo significado permanece aún velado para los judíos (2 Co. 3, 14-16) hasta el día de su conversión (Rm. 11, 25 s.).

[10647] 38. Cf. Mt. 20, 29-34; Mc. 10, 46-52. Llamando a Jesús “Hijo de David” confiesa el ciego que Jesús es el Mesías. De ahí la respuesta del Señor: “Tu fe te ha salvado” (v. 42). El ciego es una figura del pecador que se convierte pidiendo a Dics la luz de la gracia. “Quienquiera llegue a conocer que le falta la luz de la eternidad, llame con todas sus voces diciendo: Jesús, hijo de David, ten piedad de mí” (San Gregorio). Cf. Sant. 1, 5 ss.

[10648] 3. Era pequeño: detalle que parece puesto como un símbolo de la humildad y confianza que le valieron a este pecador tan dichosa suerte.

[10649] 5. Todo el que tiene interés por descubrir la verdad, encuentra, como Zaqueo la higuera que le haga ver a Jesús. Cf. Sb. 6, 14 ss.; Jn. 6, 37.

[10650] 11. Manifestado en seguida: El evangelista anticipa esta observación para señalar el carácter escatológico de la parábola de las minas. Cf. v. 38; 18, 34 y nota.

[10651] 13. Una mina, equivale a 750 gramos más o menos.

[10652] 14. No queremos que ese reine sobre nosotros. Nótese la diferencia entre estas palabras y el grito del Pretorio: “No tenemos otro rey que el César” (Jn. 19, 15), con el cual suele confundirse. Ese grito fue pronunciado por los Pontífices de Israel al rechazar a Cristo en su primera venida, en tanto que esta parábola se refiere a la segunda venida de Cristo.

[10653] 15. Trátase aquí de la segunda venida de Jesús para el juicio (v. 12). Hay en esta parábola un elemento nuevo, que no figura en la de los talentos (Mt. 25, 14 s.), si bien ambas acentúan la responsabilidad por los dones naturales y sobrenaturales. El siervo que guardaba la mina en un pañuelo, somos nosotros si no hacemos fructificar los dones de Dios.

[10654] 21 s. Precisamente proque pensaba el siervo que el rey era severo, tenía que trabajar con su don. Jesús recrimina aquí a los que piensan mal de Dios, mostrándonos que estos nunca podrán servirle, por falta de amor. Véase 17, 32 y nota; Jn. 14, 23 s.

[10655] 23. Es notable que Jesús no le dijese ¿por qué no lo trabajaste? — sino que le hablase de desprenderse del capital para entregarlo al banco. Él sabe que sin amor y confianza no puede trabajaste con eficacia, y nos señala en cambio la obligación de no retener responsabilidades si no hemos de hacerles frente. Cf. Sb. 6, 6; Sal. 81, 4; Si. 7, 4 y notas.

[10656] 27. Alude a los del v. 14. Es este un episodio que distingue la presente parábola de la de los talentos. Otros elementos diferenciales de ambas, están en el objeto del viaje del Señor (vv. 12 y 15) y en el carácter de la retribución (v. 17 s.).

[10657] 29 s. Véase Mt. 21, 1 ss.; Mc. 11, 1 s.; Jn. 12, 12 ss. Batfagé y Betania: dos pequeñas aldeas a unos dos y tres kms. al este de Jerusalén.

[10658] 34. El Señor lo necesita: como hace notar un tratadista de vida espiritual, estas palabras no están puestas sin profunda intención. ¡Jesús necesita de un borriquillo! No se dice en cambio que necesitase, de los reyes, ni de los sabios. Felices los que, por ser pequeños, merecen ser elegidos por Él, como María (Lc. 1, 48 s.), para recibir el llamado de la sabiduría (Pr. 9, 4) o la revelación de los secretos de Dios (Lc. 10, 21); para confundir a los sabios y a los fuertes (1 Co. 1, 27); para servir de instrumento a la gloria del Rey, como este borriquillo del Domingo de Ramos; o de instrumento a su caridad apostólica, como aquella escoba que sirvió para barrer la casa y encontrar la dracma perdida (Lc. 15, 8).

[10659] 36 ss. Con motivo de la fiesta de Pascua se había reunido enorme multitud en Jerusalén y sus alrededores, aprovechando la ocasión de ver a Jesús y aclamarle como Mesías Rey (v. 38).

[10660] 39. Nótese la perfidia farisaica y el odio. Estos que le llamaron endemoniado, y que le ven hoy triunfante, no vacilan en llamarle ahora Maestro, con tal de conseguir que Él no triunfe. Creían que la humildad de Jesús haría cesar la inmensa aclamación de toda Jerusalén como había hecho tantas otras veces al prohibir que se hablara de sus milagros. Ignoraban que ese triunfo, aunque tan breve, del Rey de Israel anunciado por los profetas, estaba en el plan de Dios para dejar constancia de su público reconocimiento por aquellos que a instancia de la Sinagoga habían de rechazarlo luego. El humilde Jesús responde esta vez lleno de majestad. Algunos consideran que este es el día en que comenzó a cumplirse la profecía de Daniel (9, 25), porque señaló la grande y única solemnidad en que fue públicamente recibido “el Cristo príncipe”. Cf. Mt. 21, 9 y 15; Mc. 11, 10; Jn. 12, 13.

[10661] 41. El Señor no tuvo reparo en llorar por el amor que tenía a la Ciudad Santa, y porque veía en espíritu la terrible suerte que vendría sobre ella por obra de sus conductores. Véase 13, 34 s.; 23, 28-31.

[10662] 44. Véase 21, 6; Mt. 24, 2; Mc. 13, 2.

[10663] 45 ss. Véase Mt. 21, 12-13; Mc. 11, 15-18; Jn. 11, 14-16; Is. 56, 7; Jr. 7, 11.

[10664] 1 s. Véase Mt. 21, 23-27 y nota; 11, 27-33.

[10665] 9 ss. Véase Mt. 21, 34 s. y nota; Mc. 12, 1-12.

[10666] 17 s. Esta palabra citada del Sal. 117, 22, quiere decir que Cristo, desechado por su pueblo, se convertirá para él en piedra de tropiezo, según lo había anunciado Simeón (2, 34; Is. 8, 14; Rm. 9, 33; Hch. 4, 11; 1 Pe. 2, 7). Nótese que no se dice piedra “fundamental”, que es cosa muy diferente. Cf. 1 Pe. 2, 6.

[10667] 21. Hacían este elogio de Jesús para fingirse discípulos de Él, como se ve en el v. 20. Jesús, que los conoce bien (v. 23) y los llamó hipócritas (Mt. 22, 18), evita admirablemente el compromiso político en que querían ponerlo (aunque no pudo impedir la calumnia de 23, 2), y lo aprovecha para dejarnos su doctrina al respecto: honradez en el pago de impuestos y prescindencia de lo religioso en lo temporal y viceversa, cosas ambas que Pedro y Pablo confirmaron de palabra y con su vida absolutamente ajena a lo político, no obstante haber vivido bajo persecuciones del poder judío (Hch. 4, 1-3), de Herodes (Hch. 12, 1 ss.) y de Roma, hasta morir bajo el sanguinario Nerón. Pedro, a ejemplo del Maestro, muere como un ciudadano cualquiera, sin resistir al mal (Mt. 5, 39), y Pablo solo alude al César para someterse a su autoridad (Hch. 25, 10) por mandato del ángel (Hch. 27, 24) y para referirse a los que él convirtió a Cristo en la propia casa del César (Fil. 4, 22).

[10668] 25. Véase Mt. 22, 15-22; Mc. 12, 13-17 y notas.

[10669] 28. Véase Dt. 25, 5.

[10670] 33. Esta pregunta capciosa es la última que intentaron los enemigos de Jesús. Agotados ya todos los recursos de astucia y perfidia recurrirán a la violencia. Cf. Jn. 9, 34 y nota.

[10671] 37. Véase Ex. 3, 6 y 15 s.

[10672] 44. David (Sal. 109, 1) llama a Jesús “su Señor” en cuanto es Dios; pero, en cuanto Jesús es hombre, desciende de David según la carne. Los enemigos ofuscados no podían contestar, porque no reconocían la divinidad de Jesús. Esperaban que Dios había de enviar al Mesías como un gran Profeta y Rey (Cf. Jn. 1, 21; 6, 14 s. y notas; Ez. 37, 22-28), mas no imaginaban que la magnanimidad de Dios llegase basta mandar a su propio Hijo, Dios como Él. Véase Mt. 22, 41, 45; Mc. 12, 35-37.

[10673] 45. En presencia de todo el pueblo: los evangelistas hacen notar varias veces que el divino Maestro, desafiando las iras de la Sinagoga, elegía las reuniones más numerosas para poner en guardia al pueblo contra sus malos pastores (v. 1 ss.; 12, 1; Mt. 4, 25 y 7, 15; 23, 1).

[10674] 46 ss. Véase 11, 43; Mt. 23, 1-7; 23, 14; Mc. 12, 38-40.

[10675] 4. Véase Mc. 12, 43 y nota. Cf. Sant. 2, 5.

[10676] 5 s. Véase Mt. 24; Mc. 13 y notas. También aquí parecen enlazadas las profecías de la ruina de Jerusalén y del fin del siglo, siendo aquella la figura de esta. Véase sin embargo v. 32 y nota.

[10677] 7. Véase Mt. 24, 3 y nota. Aquí la pregunta se ciñe más a la ruina de Jerusalén. Después de anunciada esta (v. 20-24), Jesús entra a hablar más de propósito acerca de su venida (v. 25 ss.).

[10678] 13. Nótese la diferencia con el texto semejante de Mt. 10, 18, que habla de que los discípulos de Cristo perseguidos darán testimonio ante sus perseguidores (Sal. 118, 46). Aquí, en cambio, se trata de que esa persecución será, para los mismos discípulos, un testimonio o prueba de la verdad de estos anuncios del divino Maestro, y un sello confirmatorio de que son verdaderos discípulos.

[10679] 14 s. Cf. 12, 11; Mt. 10, 19. Promesa terrenal como las de Mt. 6, 25-33, pero ¿quién puede hacerla si no es un Dios? Y si Él no fuera el Hijo ¿podría concebirse tanta falsía en prometer y tanta maldad en Aquel que pasó haciendo el bien (Hch. 10, 31) y desafiando a que lo hallasen en falsedad? (Jn. 8, 46 s.). Esta consideración “ad absurdum” es tan impresionante, que ayuda mucho a consolidar nuestra posición íntima frente a Cristo para creerle de veras todo cuanto Él diga, aunque nos parezca muy paradójico. Cf. 7, 23 y nota.

[10680] 20 ss. Teniendo presente esta profecía, los cristianos de Jerusalén dejaron la ciudad Santa antes de su ruina, retirándose a Pella al otro lado del Jordán. El tiempo de los gentiles (v. 24) va a cumplirse, esto es, va a terminar con la conversión de Israel (Rm. 11, 24), y el advenimiento del supremo Juez. Cf. Ez. 30, 3; Dn. 2, 29-45; 7, 13 s.; 1 Co. 11, 26; Jn. 19, 37 y notas.

[10681] 28. Esta recomendación del divino Salvador, añadida a sus insistentes exhortaciones a la vigilancia (cf. Mc. 13, 37), muestra que la prudencia cristiana no está en desentenderse de estos grandes misterios (1 Ts. 5, 20), sino en prestar la debida atención a las señales que Él bondadosamente nos anticipa, tanto más cuanto que el supremo acontecimiento puede sorprendernos en un instante, menos previsible que el momento de la muerte (v. 34). “Vuestra redención”: así llama Jesús al ansiado día de la resurrección corporal, en que se consumará la plenitud de nuestro destino. Cf. Mt. 25, 34; Flp. 3, 20 s.; Ap. 6, 10 s. San Pablo la llama la redención de nuestros cuerpos (Rm. 8, 23). Cf. 2 Co. 5, 1 ss.; Ef. 1, 10 y notas.

[10682] 29. Véase Mt. 24, 32. Cf. 13, 6 y nota.

[10683] 32. La generación esta: Véase Mt. 24, 34 y nota. Un notable estudio sobre este pasaje, publicado en “Estudios Bíblicos”, de Madrid, ha observado que “el Discurso escatológico no tiene sino un solo tema central: el Reino de Dios, o sea, la Parusia en sus relaciones con el Reino de Dios”. Que “la respuesta del Señor (Lc. 21, 8 ss.; Mc. 13, 5 ss.) como en Mt. (24, 4 s.) y el cotejo de su demanda (de los apóstoles) con la del primer Evangelio, nos certifican que, efectivamente, de solo ella principalmente se trata” y que “la intención primaria de la pregunta era la Parusía soñada”, por lo cual “que el tiempo se refiere directamente a la Parusía es por demás manifiesto” y “en la parábola de la higuera se nos dice que cuando comience a cumplirse todo lo anterior a la Parusía veamos en ello un signo infalible de la cercanía del Triunfo definitivo del Reino”; que la expresión todo esto significa todo lo descrito antes de la Parusía; que el triunfo del Evangelio encontrará “toda clase de obstáculos y persecuciones directas e indirectas” y que a su vez “la generación esta” implica limitación, presencia actual, y “tiene siempre, en labios del Señor, sentido formal cualificativo peyorativo: los opuestos al Evangelio del Reino (como en el Ant. Test. los opuestos a los planes de Yahvé)”. Cita al efecto los siguientes textos, en que Jesús se refiere a escribas, fariseos y saduceos: Mt. 11, 16; Lc. 7, 11; 12, 39, 41, 42, 45; Mc. 8, 12; Lc. 11, 29, 30, 31, 32; Mt. 16, 4; 17, 17; Mc. 9, 19; Lc. 9, 41; 23, 36; Lc. 11, 50, 51; Mc. 8, 38; Lc. 16, 8; 17, 25. Y concluye: “De todo lo cual parece deducirse que la expresión la generación esta es una apelación hecha para designar una colectividad enemiga, opuesta a los planes del Espíritu de Dios, que inicia la guerra al Evangelio ya desde sus comienzos (Mt. 11, 12; Lc. 16, 16; Mt. 23, 13; Jn. 9, 22, 34, 35 y en general a través de todo el Evangelio); el “semen diaboli” (Gn. 3, 15; cf. Jn 8, 41, 44, 38, etc.), en su lucha con el “semen promisum” (Gn. 3, 15 comp. Ga. cap. 3, especialmente 16 y 29)”.

[10684] 34. Lo único que sabemos acerca de la fecha del “último día”, es que vendrá de improviso. (Mt. 24, 39; 1 Ts. 5, 2 y 4; 2 Pe. 3, 10). Por lo cual los cálculos de la ciencia acerca de la catastrofe universal valen tan poco como ciertas profecías particulares. Velad, pues, orando en todo tiempo (v. 36).

[10685] 38. Algunos manuscritos (grupo Farrar) traen aquí la perícopa Jn. 8, 1-11 (el perdón de la adúltera) que, según observan algunos, por su estilo y por su asunto pertenecería más bien a este Evangelio de la misericordia.

[10686] 1. La Pascua se llamaba también “fiesta de los Ázimos” porque durante toda la octava se comía panes sin levadura, los que en griego se llaman ázimos. Cf. 13, 21 y nota.

[10687] 5. Véase Mt. 26, 14 ss.; Mc. 14, 10 s. La suma convenida fue de treinta monedas de plata, precio de un esclavo. El profeta lo llama “el lindo precio en que me estimaron” (Za. 11, 12 s. y nota).

[10688] 7. Véase Mt. 26, 17 ss.; Mc. 14, 12 ss.; Jn. 13, 1 ss.

[10689] 8. Las palabras “para que la podamos comer” insinúan tal vez que, si ellos no la comen hoy, mañana será demasiado tarde. Es, pues, natural que tenga Él mismo la iniciativa de los preparativos para esa cena anticipada. Véase Mt. 26, 17; Jn. 18, 28 y nota.

[10690] 16. Cf. Jn. 21, 19; Hch. 1, 3 y notas.

[10691] 17. Este cáliz que entrega antes de la Cena (dato exclusivo de Lucas) parece ser como un brindis especial de despedida, pues consta por lo que sigue (v. 20) y por Mt. 26, 27 y Mc. 14, 23, que la consagración del vino se hizo después de la del pan y también después de cenar. Cf. Sal. 115, 13 y nota.

[10692] 19. Dio gracias: en griego eujaristesas, de donde el nombre de Eucaristía. “Dar gracias tiene un sentido particular de bendición” (Pirot). Este es mi cuerpo. El griego dice: esto es mi cuerpo, y así también Fillion, Buzy, Pirot, etc. Tuto es neutro y se traduce por esto, debiendo observarse sin embargo que cuerpo en griego es también neutro (to soma). Que se da: otros: que es dado (cf. v. 22). “Su cuerpo es dado para ser inmolado, y esto en provecho de los discípulos” (Pirot). Cf. 24, 7; Mt. 16, 21; 17, 12; Jn. 10, 17 s.; Is. 53, 7.

[10693] 20. Tres son las instituciones de la doctrina católica que aquí se apoyan: 1º, el sacramento de la Eucaristía; 2º, el sacrificio de la Misa; 3º, el sacerdocio. Véase Mt. 26, 26-29; Mc. 14, 22-25 y nota; 1 Co. 11, 23 ss.; Hb. caps. 5-10 y 13, 10.

[10694] 24 ss. Véase Mt. 18, 1 s.; 20, 25 ss.; Mc. 10, 42 ss. ¡En el momento más sagrado, están disputando los apóstoles sobre una prioridad tan vanidosa! Solo con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés van a comprender el carácter de su mislón en “este siglo malo” (Ga. 1, 4), tan distinta de los ministros de un rey actual (v. 25). Cf. Jn. 15, 18 ss.

[10695] 25. Bienhechores, en griego Evergetes, título de varios reyes de Egipto y Siria.

[10696] 27. ¡Como el sirvienle! No podemos pasar por alto esta palabra inefable del Hijo de Dios, sin postrarnos con la frente pegada al polvo de la más profunda humillación y suplicarle que nos libre de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores a nuestros hermanos, o de querer tiranizarlos, abusando de la potestad que sobre ellos hemos recibido del divino Sirviente. Cf. Mt. 23, 11; Fil. 2, 7 s. y nota; 1 Pe. 5, 3; 2 Co. 10, 8; 3 Jn. 9 s.

[10697] 29 s. Véase v. 16 y 18; Mt. 26, 29; Ap. 2, 27 s.; 3, 21; 20, 4.

[10698] 32. Una vez convertido: Enseñanza fundamental para todo apostolado: nadie convertirá a otro si no es él mismo un “convertido”, pues nadie puede dar lo que no tiene. Véase las claras palabras de Cristo a Nicodemo, según las cuales el ser Su discípulo implica nada menos que un nuevo nacimiento. Cf Jn. 3, 13 ss. y nota.

[10699] 33. Jesús acaba de decirle que aún precisa convertirse (cosa que solo hará el Espíritu en Pentecostés), pero él pretende saber más y se siente ya seguro de sí mismo. De ahí la tremenda caída y humillación. Véase la inversa en Mt. 6, 13 y nota.

[10700] 34. Véase Mt. 26, 33-35; Mc. 14, 29-31; Jn. 13, 38.

[10701] 36 s. Compre una espada: Jesús está hablando de las persecuciones (v. 37). Ellos no las tuvieron en vida de Él (v. 35) porque Él los guardaba y no perdió ni uno (Jn. 17, 12). Ahora Él será tratado como criminal (v. 37); lo mismo lo serán sus discípulos (Jn. 15, 18 ss.; 16, 1 s.) hasta que Él vuelva en su Reino glorioso (cf. 13, 35; 23, 42), por lo cual necesitan un arma. ¿Cuál es? Pedro tenía una espada y cuando la usó, Él se lo reprochó (v. 51; Mt. 26, 52; Jn. 18, 11); luego no es esa la buena espada, ni ella lo libró de abandonar a su Maestro en la persecución (Mt. 26, 36 y nota; cf. Mt. 13, 21), y negarlo muchas veces (vv. 54 ss.). San Pablo nos explica que nuestra arma en tales casos es la espada del espíritu: la Palabra de Dios (Ef. 6, 17), la que el mismo Jesús usó en las tentaciones (Mt. 4, 10 y nota). La enseñanza que Él nos da aquí es la misma, como la confirma en Mt. 26, 41 y Jn. 6, 63. No es de acero la espada que Él vino a traer según Mt. 10, 34. El basta (v. 38) no se refiere, pues, a que basten dos espadas. Es un basta ya, acompañado, dice S. Cirilo de Alejandría, con una sonrisa triste al ver que nunca le entendían sino carnalmente. Pirot, citando a Lagrange concordante can esta opinión, agrega al respecto: “Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam interpretó las dos espadas como de la autoridad espiritual y de la autoridad temporal (E. D. 469); es sabido que en las definiciones los considerandos no están garantidos por la infalibilidad”.

[10702] 38. Sobre el ofrecimiento de espadas véase Mt. 26, 56 y nota.

[10703] 44. Cf. Mt. 26, 36 s.; Mc. 14, 26 ss. fue, como dice San Bernardo, un llanto de lágrimas y sangre, que brotaba no solamente de los ojos, sino también de todo el cuerpo del Redentor. Nótese que el dato del sudor de sangre y del ángel es propio de Lucas. Proviene tal vez de una revelación especial hecha a S. Pablo. Puede verse una referencia en las lágrimas de Hb. 5, 7.

[10704] 47 ss. Véase Mt. 26, 47-57; Mc. 14, 43-53; Jn. 18, 2-13.

[10705] 55 ss. Véase Mt. 26, 69-75; Mc. 14, 66-72; Jn. 18, 16-18 y 25-27.

[10706] 62. Sobre la caída de Pedro, cf. v. 33 y nota.

[10707] 66 s. Véase Mt. 26, 63-69; Mc. 14, 61-64; Jn. 18, 19-21.

[10708] 71. Los judíos consideraban la respuesta de Jesús como blasfemia, la que según la Ley de Moisés acarreaba la pena capital.

[10709] 2. Ahora le acusan de sedición, siendo que le habían condenado por blasfemia. A la malicia se agrega la mentira.

[10710] 4. No halla culpa, porque Jesús le ha dicho (en Jn. 18, 36) que su reino no es de este mundo. De lo contrario, al oírlo así proclamarse rey, Pilato lo habría considerado culpable como opositor al César.

[10711] 7. Así Pilato creía poder librarse del apuro. Por tener su domicilio en Cafarnaúm. Jesús era súbdito de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, el cual estaba en Jerusalén para la fiesta de Pascua. Este era hijo de Herodes el Grande (Mt. 2, 3) y tío de Herodes Agripa I, que hizo matar a Santiago el Mayor (Hch. 12, 1 ss.), y cuyo hijo, el “rey Agripa” (II) escuchó a Pablo en Hch. 25, 13 ss.

[10712] 9. Jesús no responde palabra al rey adúltero y homicida, que solo por curiosidad quiere ver un milagro. Lo visten con una ropa resplandecienle para burlarse de Él; según S. Buenaventura, para calificarlo de loco o tonto.

[10713] 16. Cf. v. 22. Véase Jn. 19, 1 y nota; Hch. 3, 13.

[10714] 17. Este v. es probablemente una glosa tomada de otro Evangelio. Véase Mt. 27, 15 s.; Mc. 15, 6 ss.; Jn. 18, 39 s.

[10715] 18 s. Jesús quiso agotar la humillación hasta ser pospuesto a un asesino. Había tomado sobre sí los delitos de todos los hombres (cf. Ez. 4, 4 y nota) y no le bastó ser contado entre los malhechores (22, 37; Is. 53, 12), fue peor que ellos, “gusano y no hombre” (Sal. 21, 6). Cf. Flp. 2, 7 s. y nota. La idea de nuestra muerte se endulza así indeciblemente al pensar que aceptando de buen grado, como merecido, ese transitorio envilecimiento de nuestro cuerpo comido por los gusanos de la “corrupción” (Hch. 13, 36), Podemos en espíritu “asimilarnos a la muerte de Él” (Flp. 3, 10), que si no vio corrupción en el sueño del sepulcro (Hch. 2, 31; 13, 37), la sufrió vivo en su cuerpo santísimo escupido, desangrado y expuesto desnudo entre dos patibularios, a la irrisión del público que a verlo “meneaba la cabeza” (Sal. 21, 8), no de compasión, sino de asco.

[10716] 26. Del texto deducen algunos que la ayuda de Cireneo no hacía sino aumentar el peso de la Cruz sobre el hombro del divino Cordero, al levantar detrás de Él la extremidad inferior. Véase Mc. 15, 21 y nota.

[10717] 28. ¡La última amonestación del Señor! Entre las mujeres que lloraban estaba quizá aquella “Verónica” que, según una antigua tradición, alargó a Jesús un lienzo para limpiar su rostro. La misma tradición narra que también María, la santísima madre de Jesús, acompañada de S. Juan, se encontró con su Hijo en la vía dolorosa.

[10718] 31. El leño seco arde más (Jn. 15, 6). Si tanto sufre el Inocente por rescatar la culpa de los hombres, ¿qué no merecerán los culpables si desprecian esa Redención? Véase Hb. 6, 4 s.; 10, 26 ss.

[10719] 33. Véase Mt. 27, 33; Mc. 15, 22; Jn. 19, 17.

[10720] 40 ss. Milagro de la gracia, que aprovecha este “obrero de la última hora” (Mt. 20, 8 y 15) pasando directamente de la cruz al Paraíso. Lo que valoriza inmensamente la fe del buen ladrón es que su confesión se produce en el momento en que Jesús aparece vencido y deshonrado. Cf. 22, 38 y nota.

[10721] 42. A esto observa Fillion: “El buen ladrón creía en la inmortalidad del alma y en la resurrección, y reconocía a Jesús como el Mesías-Rey. Por eso le pedía encarecidamente un lugar en su Reino”. Y añade: “El Paraíso representa aquí la parte de la morada de los muertos (los limbos) donde habitaban las almas de los elegidos, antes de la Ascensión de Jesucristo”. Cf. 1 Pe. 3, 19; 4, 6; Col. 1, 20.

[10722] 46. El Salmo 30, de donde Jesús toma estas palabras, resulta así la oración ideal para estar preparado a bien morir.

[10723] 47. Si la conversión del ladrón es el primer fruto de la muerte de Jesús, la del centurión romano es el segundo; judío aquel, gentil este.

[10724] 49. ¡A distancia los amigos y conocidos! Véase esto anticipado en Sal. 87, 9.

[10725] 50 ss. Véase Mt. 27, 57 ss.; Mc. 15, 42 ss.; Jn. 19, 38 ss.

[10726] 51 ss. José de Arimatea fue miembro del Gran Consejo (Sanhedrín) que condenó a Jesús a la muerte. En v. 52 s. da otra prueba de su intrépida fe en Él. No teme ni el odio de sus colegas ni el terrorismo de los fanáticos. Personalmente va a Pilato para pedir el cuerpo de Jesús; personalmente lo descuelga de la cruz, envolviéndolo en una sábana; personalmente lo coloca en su propio sepulcro, con la ayuda de Nicodemo (Jn. 19, 39). El santo Sudario, que nos ha conservado las facciones del divino Rostro, se venera en Turín. Cf. Jn. 20, 7 y nota.

[10727] 54. El evangelista quiere expresar que ya estaba por comenzar el sábado, el cual, como es sabido, empezaba al caer la tarde, y no con el día natural (véase Gn. 1, 5, 8, etc.). El griego usa un verbo semejante a alborear, pero cuyo sentido es simplemente comenzar.

[10728] 1 s. Véase Mt. 28, 1 ss.; Mc. 16, 1 ss.; Jn. 20, 1 y nota. Jesús estuvo en el sepulcro desde la noche del viernes hasta la madrugada del domingo.

[10729] 9. Los Once: faltaba Judas, que se había suicidado.

[10730] 13. Ciento sesenta esladios: o sea unos 30 kms., distancia que corresponde a la actual Amwás. En algunos códices se lee “sesenta”, en vez de “ciento sesenta”, lo que dio lugar a buscar, como posible escenario de este episodio, otros lugares en las proximidades de Jerusalén (El Kubeibe y Kaloníe).

[10731] 23. Gran misterio es ver que Jesús resucitado, lejos de ser aún glorificado sobre la tierra (cf. Hch. 1, 6), sigue luchando con la incredulidad de sus propios discípulos. Cf. Jn. 21, 9 y nota.

[10732] 26 s. Les mostró cómo las profecías y figuras se referían también a su primera venida doliente (cf. Is. 53; Salmos 21 y 68, etc.), porque ellos solo pensaban en la venida del Mesías glorioso. Cf. Hch. 3, 22 y nota.

[10733] 30. Pirot hace notar que ha sido abandonada la opinión de que esta fracción del pan fuese la Eucaristía.

[10734] 32. Felicidad que hoy está a nuestro alcance (cf. v. 45 y nota). “La inteligencia de las Escrituras produce tal deleite que el alma se olvida no solo del mundo, sino también de sí misma” (Santa Angela de Foligno).

[10735] 36. Véase Mc. 16, 14; Jn. 20, 19.

[10736] 41. No lo dice por tener hambre, sino para convencerlos de que tenía un cuerpo real. Y lo confirma comiendo ante sus ojos. Cf. Jn. 21, 9 y nota.

[10737] 45. Vemos aquí que la inteligencia de la Palabra de Dios es obra del Espíritu Santo en nosotros, el cual la da a los humildes y no a los sabios (10, 31). Véase v. 32; Sal. 118, 34 y nota.

[10738] 46. Véase v. 7; Mt. 26, 25; Is. 35, 5 y notas.

[10739] 47. Véase Mt. 10, 6 y nota.

[10740] 49. Esa “Promesa” del Padre es el Espíritu Santo, según lo refiere el mismo Lucas en Hch. 1, 4. Véase 3, 16; Mt. 3, 11; Mc. 1, 8; Jn. 1, 26; 14, 26.

[10741] 50 s. Esta bendición de despedida de Jesús no es sino un “hasta luego” (Jn. 16, 16 s. y nota), porque Él mismo dijo que iba a prepararnos un lugar en la casa de su Padre, y volvería a tomarnos para estar siempre juntos (Jn. 14, 2 s.). San Lucas continúa este relato de la Ascensión en los Hechos de los Apóstoles, para decirnos que, según anunciaron entonces los ángeles, Jesús volverá de la misma manera que se fue, esto es, en las nubes (Hch. 1, 11 y nota). Entonces terminarán de cumplirse todos esos anuncios de que habla Jesús en el v. 44, para cuyo entendimiento hemos de pedirle que nos abra la inteligencia como hizo aquí con los apóstoles (v. 45).

[10742] 53. En el Templo: El mismo de Jerusalén (cf. Hch. 3, 1) cuyo culto continuó hasta su destrucción por los romanos el año 70, después del anuncio hecho por San Pablo a Israel en Hch. 28, 25 ss. Cf. Hb. 8, 4 y nota.

[10743] 1 ss. Juan es llamado el águila entre los evangelistas, por la sublimidad de sus escritos, donde Dios nos revela los más altos misterios de lo sobrenatural. En los dos primeros versos, el Águila gira en torno a la eternidad del Hijo (Verbo) en Dios. En el principio: Antes de la creación, de toda eternidad, era ya el Verbo; y estaba con su Padre (14, 10 s.) siendo Dios como Él. Es el Hijo Unigénito, igual al Padre, consubstancial al Padre, coeterno con Él, omnipotente, omnisciente, infinitamente bueno, misericordioso, santo y justo como lo es el Padre, quien todo lo creó por medio de Él (v. 3).

[10744] 5. No la recibieron: Sentido que concuerda con los vv. 9 ss.

[10745] 6. Apareció un hombre: Juan Bautista. Véase v. 15 y 19 ss.

[10746] 9. Aquí comienza el evangelista a exponer el misterio de la Encarnación, y la trágica incredulidad de Israel, que no lo conoció cuando vino para ser la luz del mundo (1, 18; 3, 13), Venía: Así también Pirot. Literalmente: estaba viniendo (én erjómenon). Cf. 11, 27 y nota.

[10747] 12. Hijos de Dios: “El misericordiosísimo Dios de tal modo amó al mundo, que dio a su Hijo Unigénito (3, 16); y el Verbo del Padre Eterno, con aquel mismo único amor divino, asumió de la descendencia de Adán la naturaleza humana, pero inocente y exenta de toda mancha, para que del nuevo y celestial Adán se derivase la gracia del Espíritu Santo a todos los hijos del primer padre” (Pío XII, Encíclica sobre el Cuerpo Místico).

[10748] 13. Sino de Dios: Claramente se muestra que esta filiación ha de ser divina (cf. Ef. 1, 5 y nota), mediante un nuevo nacimiento (3, 3 ss.), para que no se creyesen tales por la sola descendencia carnal de Abrahán. Véase 8, 30-59.

[10749] 14. Se hizo carne: El Verbo que nace eternamente del Padre se dignó nacer, como hombre, de la Virgen María, por voluntad del Padre y obra del Espíritu Santo (Lc. 1, 35). A su primera naturaleza, divina, se añadió la segunda, humana, en la unión hipostática. Pero su Persona siguió siendo una sola: la divina y eterna Persona del Verbo (v. 1). Así se explica el v. 15. Cf. v. 3 s. Vimos su gloria: Los apóstoles vieron la gloria de Dios manifestada en las obras todas de Cristo. Juan, con Pedro y Santiago, vio a Jesús resplandeciente de gloria en el monte de la Transfiguración. Véase Mt. 16, 27 s.; 17, 1 ss.; 2 Pe. 1, 16 ss.; Mc. 9, 1 ss.; Lc. 9, 20 ss.

[10750] 16. Es decir que toda nuestra gracia procede de la Suya, y en Él somos colmados, como enseña S. Pablo (Col. 2, 9 s.). Sin Él no podemos recibir absolutamente nada de la vida del Padre (15, 1 ss.). Pero con Él podemos llegar a una plenitud de vida divina que corresponde a la plenitud de la divinidad que Él posee. Cf. 2 Pe. 1, 4.

[10751] 17. La gracia superior a la Ley de Moisés, se nos da gratis por los méritos de Cristo, para nuestra justificación. Tal es el asunto de la Epístola a los Gálatas.

[10752] 18. Por aquí vemos que todo conocimiento de Dios o sabiduría de Dios (eso quiere decir teosofía) tiene que estar fundado en las palabras reveladas por Él, a quien pertenece la iniciativa de darse a conocer, y no en la pura investigación o especulación intelectual del hombre. Cuidémonos de ser “teósofos”, prescindiendo de estudiar a Dios en sus propias palabras y formándonos sobre Él ideas que solo estén en nuestra imaginación. Véase el concepto de S. Agustín en la nota de 16, 24.

[10753] 19. Sacerdotes y levitas: Véase Ez. 44, 15 y nota. Cf. Lc. 10, 31 s.

[10754] 20. Muchos identificaban a Juan con el Mesías o Cristo; por eso el fiel Precursor se anticipa a desvirtuar tal creencia. Observa S. Crisóstomo que la pregunta del v. 19 era capciosa y tenía por objeto inducir a Juan a declararse el Mesías, pues ya se proponían cerrarle el paso a Jesús.

[10755] 21. El Profeta: Falsa interpretación judaica de Dt. 18, 15, pasaje que se refiere a Cristo. Cf. 6, 14 s.

[10756] 26. Yo bautizo con agua: Juan es un profeta como los anteriores del Antiguo Testamento, pero su vaticinio no es remoto como el de aquellos, sino inmediato. Su bautizo era simplemente de contrición y humildad para Israel (cf. Hch. 19, 2 ss. y nota), a fin de que reconociese, bajo las apariencias humildes, al Mesías anunciado como Rey y Sacerdote (cf. Za. 6, 12 s. y nota), como no tardó en hacerlo Natanael (v. 49). Pero para eso había que ser como este “un israelita sin doblez” (v. 47). En cambio a los “mayordomos” del v. 19, que usufructuaban la religión, no les convenía que apareciese el verdadero Dueño, porque entonces ellos quedarían sin papel. De ahí su oposición apasionada contra Jesús (según lo confiesa Caifás en 11, 47 ss.) y su odio contra los que creían en su venida (cf. 9, 22).

[10757] 29. Juan es el primero que llama a Jesús Cordero de Dios. Empieza a descorrerle el velo. El cordero que sacrificaban los judíos todos los años en la víspera de la fiesta de Pascua y cuya sangre era el signo que libraba del exterminio (Ex. 12, 13), figuraba a la Víctima divina que, cargando con nuestros pecados, se entregaría “en manos de los hombres” (Lc. 9, 44), para que su Sangre “más elocuente que la de Abel” (Hb. 12, 25), atrajese sobre el ingrato Israel (v. 11) y sobre el mundo entero (11, 52) la misericordia del Padre, su perdón y los dones de su gracia para los creyentes (Ef. 2, 4-8).

[10758] 34. El Hijo de Dios: Diversos mss. y S. Ambrosio dicen: el escogido (eklektós) de Dios. Cf. v. 45 y nota.

[10759] 40. El otro era el mismo Juan, el Evangelista. Nótese el gran papel que en la primera vocación de los apóstoles desempeña el Bautista (v. 37). Cf. v. 26 y nota; Mt. 11, 13.

[10760] 42. Véase Mt. 4, 18; 16, 18. Kefas significa en arameo: roca (en griego Petros).

[10761] 45. Natanael es muy probablemente el apóstol Bartolomé. Felipe llama a Jesús “hijo de José” porque todos los creían así: el misterio de la Anunciación (Lc. 1, 26 ss.) y la Encarnación del Verbo por obra del Espíritu Santo fue ocultado por María. Ello explica que fuese tan rudimentario el concepto de los discípulos sobre Jesús (cf. v. 34 y nota). Según resulta de los sinópticos combinados con Juan, aquellos, después de una primera invitación, se volvieron a sus trabajos y luego recibieron la definitiva vocación al apostolado (Mt. 4, 18-22; Mc. 1, 16-20; Lc. 5, 8-11).

[10762] 47. Las promesas del Señor son para los hombres sin ficción (Sal. 7, 11; 31, 11). Dios no se cansa de insistir, en ambos Testamentos, sobre esta condición primaria e indispensable que es la rectitud de corazón, o sea la sinceridad sin doblez (Sal. 25, 2). Es en realidad lo único que Él pide, pues todo lo demás nos lo da el espíritu Santo con su gracia y sus dones. De ahí la asombrosa benevolencia de Jesús con los más grandes pecadores, frente a su tremenda severidad con los fariseos, que pecaban contra la luz (Jn. 3, 19) o que oraban por fórmula (St. 4, 8). De ahí la sorprendente revelación de que el Padre descubre a los niños lo que oculta a los sabios (Lc. 10, 21).

[10763] 51. Algunos refieren esto a los prodigios que continuamente les mostraría Jesús (cf. Mt. 11, 4). Otros, a su triunfo escatológico.

[10764] 4. Jesús pone a prueba la fe de la Virgen, que fue en ella la virtud por excelencia (19, 25 y nota; Lc. 1, 38 y 45) y luego adelanta su hora a ruego de su Madre. Según una opinión que parece plausible, esta hora era simplemente la de proveer el vino, cosa que hacían por turno los invitados a las fiestas nupciales, que solían durar varios días.

[10765] 6. Una metreta contenía 36,4 litros.

[10766] 12. Entre los judíos todos los parientes se llamaban hermanos (Mt. 12, 46 y nota). Jesús no los tenía y lo vemos confiar el cuidado de su madre a su primo Juan (Jn. 19, 26).

[10767] 14. Estos mercaderes que profanaban la santidad del Templo, tenían sus puestos en el atrio de los gentiles. Los cambistas trocaban las monedas corrientes por la moneda sagrada, con la que se pagaba el tributo del Templo. Cf. Mt. 21, 12 s.; Mc. 11, 15 ss.; Lc. 19, 45 ss.

[10768] 16. El evangelio es eterno, y no menos para nosotros que para aquel tiempo. Cuidemos, pues, de no repetir hoy este mercado, cambiando simplemente las palomas por velas o imágenes.

[10769] 17. Cf. Sal. 68, 10; Mal. 3, 1-3.

[10770] 18. A los ojos de los sacerdotes y jefes del Templo, Jesús carecía de autoridad para obrar como lo hizo. Sin embargo, con un ademán se impuso a ellos, y esto mismo fue una muestra de su divino poder, como observa S. Jerónimo.

[10771] 19. Véase Mt. 26, 61.

[10772] 24 s. Lección fundamental de doctrina y de vida. Cuando aún no estamos familiarizados con el lenguaje del divino Maestro y de la Biblia en general, sorprende hallar constantemente cierto pesimismo, que parece excesivo, sobre la maldad del hombre. Porque pensamos que han de ser muy raras las personas que obran por amor al mal. Nuestra sorpresa viene de ignorar el inmenso alcance que tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado original. La Iglesia lo ha definido en términos clarísimos (Denz. 174-200). Nuestra formación, con mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo materialista, nos lleva a confundir el orden natural con el sobrenatural, y a pensar que es caritativo creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal creencia consiste la herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques Rousseau, origen de tantos males contemporáneos. No es que el hombre se levante cada día pensando en hacer el mal por puro gusto. Es que el hombre, no solo está naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borró con el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y expuesto además a la influencia del Maligno, que lo engaña y le mueve al mal con apariencia de bien. Es el “misterio de la iniquidad”, que S. Pablo explica en 2 Ts. 2, 6. De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo (3, 3 ss.) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la divina Persona del único Salvador, Jesús, mediante el don que Él nos hace de su Palabra y de su Cuerpo y su Sangre redentora. De ahí la necesidad constante de vigilar y orar para no entrar en tentación, pues apenas entrados, somos vencidos. Jesús nos da así una lección de inmenso valor para el saludable conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás, y muestra los abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para pensadores y sociólogos de nuestros días y que en el Evangelio están explicados con claridad transparente. Al que ha entendido esto, la humildad se le hace luminosa, deseable y fácil. Véase el Magníficat (Lc. 1, 46 ss.) y el Sal. 50 y notas.

[10773] 1 s. Vino de noche: La sinceridad con que Nicodemo habla al Señor y la defensa que luego hará de Él ante los prepotentes fariseos (7, 50 ss.) no menos que su piedad por sepultar al divino Ajusticiado (19, 39 ss.) cuando su descrédito y aparente fracaso era total ante el abandono de todos sus discípulos y cuando ni siquiera estaba Él vivo para agradecérselo, nos muestran la rectitud y el valor de Nicodemo; por donde vemos que al ir de noche, para no exponerse a las iras de la Sinagoga, no le guía el miedo cobarde, como al discípulo que se avergüenza de Jesús (Mt. 10, 33) o se escandaliza de Él (Mt. 11, 6; 13, 21), sino la prudencia de quien no siendo aún discípulo de Jesús —pues ignoraba su doctrina—, pero reconociendo el sello de verdad que hay en sus palabras (7, 17) y en sus hechos extraordinarios, y no vacilando en buscar a ese revolucionario, pese a su tremenda actitud contra la Sinagoga, en que Nicodemo era alto jefe (v. 10), trata sabiamente de evitar el inútil escándalo de sus colegas endurecidos por la soberbia, los cuales, por supuesto, le habrían obstaculizado su propósito. Igual prudencia usaban los cristianos ocultos en las catacumbas, y todos hemos de recoger la prevención, porque el discípulo de Cristo tiene el anuncio de que será perseguido (Lc. 6, 22; Jn. 15, 18 ss.; 16, 1 ss.) y Jesús, el gran Maestro de la rectitud, es quien nos enseña también esa prudencia de la serpiente (Mt. 10, 16 ss.) para que no nos pongamos indiscretamente —o quizá por ostentosa vanidad— a merced de enemigos que más que nuestros lo son del Evangelio. Muchos discípulos del Señor han tenido y tendrán aún que usar de esa prudencia (cf. Hch. 7, 52; 17, 6) en tiempos de persecución y de apostasía como los que están profetizados (2 Ts. 2, 3 ss.) y Dios no enseña a desafiar el peligro por orgulloso estoicismo ni por dar “perlas a los cerdos” (Mt. 7, 6); antes bien, su suavísima doctrina paternal nos revela que la vida de sus amigos le es muy preciosa (Sal. 115, 15 y nota). Lo dicho no impide, claro está, pensar que la doctrina dada aquí por Jesús a Nicodemo preparó admirablemente su espíritu para esa ejemplar actuación que tuvo después.

[10774] 3. Nace de lo alto: ¿No es cosa admirable que la Serpiente envidiosa contemple hoy, como castigo, que se ha cumplido en verdad, por obra del Redentor divino, esa divinización del hombre, que fue precisamente lo que ella propuso a Eva, creyendo que mentía, para llevarla a la soberbia emulación del Creador? He aquí que —¡oh abismo!— la bondad sin límites del divino Padre, halló el modo de hacer que aquel deseo insensato llegase a ser realidad. Y no ya solo como castigo a la mentira del tentador, ni solo como respuesta a aquella ambición de divinidad (que ojalá fuese más frecuente ahora que es posible, y lícita, y santa). No: Cierto que Satanás quedó confundido, y que la ambición de Eva se realizará en los que formamos la Iglesia; pero la gloria de esa iniciativa no será de ellos, sino de aquel Padre inmenso, porque Él ya lo tenía así pensado desde toda la eternidad, según nos lo revela San Pablo en el asombroso capítulo primero de los Efesios. Cf. 1, 13; 1 Pe. 1, 23.

[10775] 5. Alude al Bautismo, en que se realiza este nacimiento de lo alto. No hemos de renacer solamente del agua, sino también del Espíritu Santo (Conc. Trid. Ses. 6, c. 4; Denz. 796 s.). El término espíritu indica una creación sobrenatural, obra del Espíritu divino. S. Pablo nos enseña que el hombre se renueva mediante el conocimiento espiritual de Cristo (Ef. 4, 23 ss.; Col. 3, 10; Ga. 5, 16). Este conocimiento renovador se adquiere escuchando a Jesús, pues Él nos dice que sus palabras son espíritu y vida (6, 64).

[10776] 8. Viento y espíritu son en griego la misma palabra (pneuma). Jesús quiere decir: la carne no puede nacer de nuevo (v. 4) y así el hombre carnal tampoco lo puede (cf. v. 6; 6, 63; Ga. 5, 17). En cambio el espíritu lo puede todo porque no tiene ningún obstáculo, hace lo que quiere con solo quererlo, pues lo que vale para Dios es el espíritu (4, 23; 6, 29). Por eso es como el viento, que no teniendo los inconvenientes de la materia sólida, no obstante ser invisible e impalpable, es más poderoso que ella, pues la arrastra con su soplo y él conserva su libertad. De ahí que las palabras de Jesús nos hagan libres como el espíritu (8, 31-32), pues ellas son espíritu y son vida (6, 63), como el viento “que mueve aun las hojas muertas”. Pues Jesús “vino a salvar lo que había perecido” (Lc. 19, 10). Cf. 3, 16.

[10777] 12. Cosa de la tierra es el nacer de nuevo (v. 3 y 5), pues ha de operarse en esta vida. Cosas del cielo serán las que Jesús dirá luego acerca de su Padre, a quien solo Él conoce (v. 13; 1, 18).

[10778] 14. Véase Nm. 21, 9 y nota. Cf. 12, 32.

[10779] 16. “Este versículo, que encierra la revelación más importante de toda la Biblia, debiera ser lo primero que se diese a conocer a los niños y catecúmenos. Más y mejor que cualquier noción abstracta, él contiene en esencia y síntesis tanto el misterio de la Trinidad cuanto el misterio de la Redención” (Mons. Keppler). Dios nos amó primero (1 Jn. 4, 19), y sin que le hubiésemos dado prueba de nuestro amor. “¡Oh, cuán verdadero es el amor de esta Majestad divina que al amarnos no busca sus propios intereses!” (S. Bernardo). Hasta dar su Hijo único en quien tiene todo su amor que es el Espíritu Santo (Mt. 17, 5), para que vivamos por Él (1 Jn. 4, 9).

[10780] 17. Para juzgar al mundo: Véase 5, 22 y nota.

[10781] 19. Este es el juicio de discernimiento entre el que es recto y el que tiene doblez. Jesús será para ellos como una piedra de toque (cf. 7, 17; Lc. 2, 34 s.). La terrible sanción contra los que rechazan la luz será abandonarlos a su ceguera (Mc. 4, 12), para que crean a la mentira y se pierdan. S. Pablo nos revela que esto es lo que ocurrirá cuando aparezca el Anticristo (2 Ts. 2, 9-12). Cf. 5, 43 y nota.

[10782] 23. Ainón, situada en el valle del Jordán, al sur de la ciudad de Betsán.

[10783] 29. Juan se llama “amigo del Esposo” porque pertenece, como Precursor, al Antiguo Testamento y no es todavía miembro de la Iglesia, Esposa de Cristo, que no está fundada aún (véase Mt. 16, 20; Lc. 16, 16 y notas). De ahí lo que Jesús dice del Bautista en Mt. 11, 11 ss. Sobre la humildad de Juan véase Mc. 1, 7.

[10784] 30. Como el lucero de la mañana palidece ante el sol, así el Precursor del Señor quiere eclipsarse ante el que es la Sabiduría encarnada. Esta es la lección que nos deja el Bautista a cuantos queremos predicar al Salvador: desaparecer. “¡Ay, cuando digan bien de vosotros!” (Lc. 6, 26). Cf. 5, 44; 21, 15 y nota; Jn. 1, 7.

[10785] 36. Vemos aquí el gran pecado contra la fe, de que tanto habla Jesús. Cf. 16, 9 y nota.

[10786] 6. Ese pozo, que aún existe, tiene una profundidad de 32 metros y está situado al sudeste de la ciudad de Nablus, llamada antiguamente Siquem y Sicar. Los cruzados levantaron encima de la fuente una iglesia, cuya sucesora es la iglesia actual que pertenece a los ortodoxos griegos. ¡Fatigado! Es esta una de las notas más íntimas con que se aumenta nuestra fe al contacto del Evangelio. ¡Fatigado! Luego es evidente que el Hijo de Dios podía fatigarse, que se hizo igual a nosotros y que lo hizo por amarnos.

[10787] 8. El Evangelista quiere advertirnos de la delicadeza de Jesús, que no habría descubierto en presencia de ellos la vida íntima de esa mujer (cf. v. 18).

[10788] 9. La intención de la mujer no se ve con certeza, pero sí vemos que ella se coloca en la situación humilde de una despreciada samaritana (cf. Si. 50, 28 y nota). Esto es lo que hace que Jesús “ponga los ojos en su pequeñez” (Lc. 1, 48) y le muestre (v. 10) que no es Él quien pide, sino quien da. Porque el dar es una necesidad del Corazón divino del Hijo, como lo es del Padre; y por eso Jesús prefiere no a Marta sino a María, la que sabe recibir. Véase Lc. 10, 42; Jn. 13, 38 y notas.

[10789] 10. Si tú conocieras el don de Dios, es decir, no ya solo las cosas que Él te da, empezando por tu propia existencia, sino la donación que Dios te hace de Sí mismo, el Don en que el Padre se te da en la Persona de su único Hijo, para que Jesús te divinice haciéndote igual a Él o mejor transformándote para que puedas vivir eternamente su misma vida divina, la vida de felicidad en el conocimiento y en el amor.

[10790] 14. No tendrá sed, etc. Nótese el contraste con lo que se dice de la Sabiduría en Si. 24, 29 s. y nota. El que bebe en el “manantial de la divina sabiduría, que es la palabra de Dios” (Si. 1, 5), calmará la inquietud de su espíritu atormentado por la sed de la felicidad, y poseerá con la gracia una anticipación de la gloria.

[10791] 15 ss. La mujer no comprende el sentido, pensando solamente en el agua natural que tenía que sacar del pozo todos los días. Tan solo por la revelación de sus pecados ocultos viene a entender que Jesús hablaba simbólicamente de un agua sobrenatural, que no se saca del pozo. Jesús, antes de darle el “agua viva”, quiere despertar en ella la conciencia de sus pecados y la conduce al arrepentimiento con admirable suavidad. Ya brota la fe en el corazón de la samaritana. Lo prueba la pregunta sobre el lugar donde había que adorar a Dios. Los samaritanos creían que el lugar del culto no era ya el Templo de Jerusalén sino el monte Garizim, donde ellos tuvieron un templo hasta el año 131 a. C. Cf. Esd. 4, 1-5.

[10792] 21. Antes de anunciar en el v. 23 el culto esencialmente espiritual, que habría de ser el sello característico de la Iglesia cristiana, Jesús le anuncia aquí la Próxima caducidad del culto israelita (cf. Hb. 8, 4 y 13 y notas), y aun quizá también la incredulidad, tanto de los judíos como de los samaritanos. De ahí que, ante el fracaso de unos y otros, le diga: Créeme a Mí. Así viven los hombres también hoy entre opiniones y bandos, todos falaces. Y Jesús sigue diciéndonos: Créeme a Mí, único que no te engaña, y Yo te enseñaré, como a esta humilde mujer, lo que agrada al Padre (v. 23), es decir, la sabiduría. Véase Si. 1, 34 y nota.

[10793] 22. La salvación viene de los judíos: La nación judía fue hecha depositaria de las promesas de Dios a Abrahán, el “padre de los creyentes”, “en quien serán bendecidas todas las naciones de la tierra” (Gn. 18, 18; cf. 3, 17; Rm. 9, 4 s.; 11, 17 y 26). El mediador de todas esas bendiciones es Jesús, descendiente de Abrahán por María. Cf. Lc. 1, 32.

[10794] 23. En espíritu: es decir, “en lo más noble y lo más interior del hombre (Rm. 8, 5)” (Pirot). Cf. Mt. 22, 37. En verdad, y no con la apariencia, es decir, “con ázimos de sinceridad” (1 Co. 5, 8), y no como aquel pueblo que lo alababa con los labios mientras su corazón estaba lejos de Él (Mt. 15, 8), o como los que oraban para ser vistos en las sinagogas (Mt. 6, 5) o proclamaban sus buenas obras (Mt. 6, 2). Desde esta revelación de Jesucristo aprendemos a no anteponer lo que se ve a lo que no se ve (2 Co. 4, 18); a preferir lo interior a lo exterior, lo espiritual a lo material. De ahí que hoy no sea fácil conocer el verdadero grado de unión con Dios que tiene un alma, y que por eso no sepamos juzgarla (Lc. 6, 41 s. y nota). Porque las almas le agradan según su mayor o menor rectitud y simplicidad de corazón, o sea según su infancia espiritual (Mt. 18, 1 ss.). Cf. 1 Co. 2, 15.

[10795] 24. Para ponerse en contacto con Dios, cuya naturaleza es espiritual, el hombre ha de poner en juego todo lo que tiene de semejante a Él: toda su actividad espiritual, que se manifiesta en la fe, la esperanza y la caridad (véase 3, 5 y nota; 6, 64). San Juan de la Cruz aprovecha este pasaje para exhortarnos a que no miremos en que el lugar para orar sea de tal o cual comodidad, sino al recogimiento interior, “en olvido de objetos y jugos sensibles”. En efecto, si Dios es espíritu ¿qué pueden importarle, en sí mismas, las cosas materiales? “¿Acaso he de comer Yo la carne de los toros?”, dice Él, refiriéndose a las ofrendas que se le hacen (Sal. 49, 13 ss.). Lo que vale para Él es la intención, a tal punto que, según Santa Gertrudis, Jesús le reveló que cada vez que deseamos de veras hacer algo por darle gusto al Padre o a Él, aunque no podamos realizarlo, vale tanto como si ya lo hubiéramos hecho; y eso lo entenderá cualquiera, pues el que ama no busca regalos por interés, y lo que aprecia es el amor con que están hechos.

[10796] 28. Dejando su cántaro: detalle elocuente que muestra cómo el fervor del interés por Cristo le hizo abandonar toda preocupación temporal. Ni siquiera se detiene a saludar a los recién llegados (cf. Lc. 10, 4). Ella tiene prisa por comunicar a los de su pueblo (cf. Lc. 8, 39) las maravillas que desbordaban de su alma después de escuchar a Jesús (véase Hch. 4, 20). Los frutos de este fervor apostólico se ven en el v. 39.

[10797] 34. Esa obra, que consiste en darnos a conocer al Padre (1, 18) es la que Jesús declara cumplida en 17, 4. S. Hilario hace notar que esta fue la obra por excelencia de Cristo.

[10798] 35. Levantad vuestros ojos: Era esa la fértil llanura dada por Jacob a su hijo José, figura de Cristo (v. 5). Se refiere ahora a los samaritanos que vienen en su busca, guiados por la mujer, mostrando que la semilla esparcida en el pueblo de los samaritanos, tan despreciado por los judíos, ya daba fruto. Samaria fue la primera ciudad en que, después de Jerusalén, se formó una comunidad numerosa de cristianos (Hch. cap. 8).

[10799] 39. Cuanto he hecho: la samaritana, conquistada por la gracia de Jesús, no vacila en hacer humildemente esta alusión a sus pecados. Sus oyentes, que la conocían, se sienten a su vez conquistados por tan indiscutible prueba de sinceridad.

[10800] 41 s. He aquí señalada la eficacia de esas palabras de Jesús de las cuales podemos disfrutar nosotros también en el Evangelio (1 Jn. 1, 3 s.).

[10801] 44. Véase sobre esto Lc. 4, 14 ss.

[10802] 48. Los milagros confirman la autoridad del que predica (Mc. 16, 20); con todo, no son necesarios ni suficientes para engendrar por sí mismos la fe (2, 23 ss.; 12, 37 ss.). Ella viene de prestar asentimiento a la palabra de Jesucristo (Rm. 10, 17), explotando el “afecto de credulidad” (Denz. 178) que Dios pone en nosotros. Cf. 7, 17 y nota.

[10803] 50. Este acto de fe en la palabra de Jesús fue precursor de su conversión, referida en el v. 53.

[10804] 1 s. Según admiten muchos (Lagrange, Joüon, Olivier, Pirot, etc.), el cap. 5 debe ponerse después del cap. 6. Una fiesta: (varios mss., quizás de antes de la inversión de los capítulos, dice la fiesta): la Pascual, de la cual en 6, 4 se dice que está próxima. Sería la segunda Pascua de Jesús en Jerusalén. Para la primera, cf. 2, 13 y 23; para la tercera y última, cf. 12, 1.

[10805] 4. La mayoría de los exégetas niega autenticidad a este v., ausente de los mejores testigos griegos. Algunos desconocen también el final del v. 3 sobre la agitación del agua, si bien esta podría deberse a un carácter termal (Durand) u otra causa natural. El milagro singular aquí señalado sería único en la Biblia (Prat).

[10806] 14. El caso parece distinto del de 9, 3. Cf. nota.

[10807] 17. Continúa obrando: aun en sábado. Si Dios no obrase sin cesar, la creación volvería a la nada (Sal. 103, 29 y nota). Así también obra constantemente el Verbo, por quien el Padre lo hace todo (1, 3).

[10808] 22. A Jesús le corresponde ser juez de todos los hombres, también por derecho de conquista; porque nos redimió a todos con su propia Sangre (Hch. 10, 42; Rm. 14, 9; 2 Tm. 4, 8; 1 Pe. 4, 5 s.). Entretanto, Jesús nos dice aquí que ahora ni el Padre juzga a nadie ni Él tampoco (8, 15), pues no vino a juzgar sino a salvar (3, 17; 12, 47). Es el “año de la misericordia”, que precede al “día de la venganza” (Lc. 4, 19; Is. 61, 1 ss.).

[10809] 24. Véase 6, 40 y nota. No viene a juicio: “Algunos de los buenos se salvarán y no serán juzgados, a saber: los pobres en espíritu, pues aun ellos juzgarán a los demás” (Catecismo Romano, Expos. del Símbolo según Santo Tomás, Art. VII, I). Cf. Mt. 19, 28; 1 Co. 6, 2 s. y nota.

[10810] 25. Cf. v. 28; 2 Tm. 4, 1 y nota.

[10811] 30 ss. Continúa el pensamiento del v. 19. La justicia está en pensar, sentir y obrar como Dios quiere. Tal fue el sumo anhelo de Jesús, y así nos lo dice en 4, 34; 17, 4, etc.

[10812] 31 ss. Vale la pena detenerse en comprender bien lo que sigue, pues en ello está toda la “apologética” del Evangelio, o sea los testimonios que invocó el mismo Jesucristo para probar la verdad de su misión. El “Otro” (v. 32) es el Padre.

[10813] 33. Este fue enviado (1, 6 ss.), como último profeta del Antiguo Testamento (Mt. 11, 13), para dar testimonio del Mesías a Israel (1, 15; 3, 26-36; Mt. 3, 1 ss.; Mc. 1, 12 ss.; Lc. 3, 13 ss.).

[10814] 34 ss. Con ser Juan tan privilegiado (Mt. 11, 11), el Señor quiere mostrarnos aquí que el Precursor no era sino un momentáneo reflejo de la luz (1, 8). Vemos aquí una vez más que no hemos de poner de un modo permanente nuestra admiración en hombre alguno ni someter el testimonio de Dios al de los hombres sino a la inversa (cf. Hch. 4, 19; 5, 29; 17, 11). Por donde se ve que es pobre argumento para Jesús el citar a muchos hombres célebres que hayan creído en Él. Porque si eso nos moviera, querría decir que atendíamos más a la autoridad de aquellos hombres que a los testimonios ofrecidos por el mismo Jesús. Cf. v. 36 ss. y notas.

[10815] 36 ss. He aquí el gran testimonio del Hijo: su propio Padre que lo envió y que lo acreditó de mil maneras. Vemos así cómo el Evangelio se defiende a sí mismo, pues en él hallamos las credenciales que el Padre nos ofrece sobre Jesús, con palabras que tienen virtud sobrenatural para dar la fe a toda alma que no la escuche con doblez. Véase 4, 48; 7, 17; Sal. 92, 5 y notas. Este pasaje condena todo esfuerzo teosófico. San Juan nos dice que nadie vio nunca a Dios, y que fue su Hijo quien lo dio a conocer (1, 18), de modo que en vano buscaría el hombre el trato con Dios si Él no hubiese tomado la iniciativa de darse a conocer al hombre mediante la Palabra revelada de sus profetas y de su propio Hijo. Véase 7, 17 y nota; Hb. 1, 1 ss.

[10816] 39. Véase v. 46. Con esto recomienda el Señor mismo, como otro testimonio, la lectura de los libros del Antiguo Testamento. Quien los rechaza no conoce las luces que nos dieron los Profetas sobre Cristo. “En el Antiguo Testamento está escondido el Nuevo, y en el Nuevo se manifiesta el Antiguo” (S. Agustín). “Los libros del Antiguo Testamento son palabra de Dios y parte orgánica de su revelación” (Pío XI).

[10817] 41. No recibo, esto es (como en el v. 34): no os digo esto porque tenga nada que ganar con vuestra adhesión, sino que os desenmascaro porque conozco bien vuestra hipocresía.

[10818] 42. No tenéis en vosotros el amor de Dios. Es decir, que, como observa S. Ireneo, el amor acerca a Dios más que la pretendida sabiduría y experiencia, las cuales son compatibles (como aquí vemos) con la blasfemia y la enemistad con Dios.

[10819] 43. La historia rebosa de comprobaciones de esta dolorosa realidad. Los falsos profetas se anuncian a sí mismos y son admirados sin más credenciales que su propia suficiencia. Los discípulos de Jesús, que hablan en nombre de Él, son escuchados por pocos, como pocos fueron los que escucharon a Jesús, el enviado del Padre. Véase Mt. 7, 15 y nota. Suele verse aquí una profecía de la aceptación que tendrá el Anticristo como falso Mesías. Cf. Ap. 13.

[10820] 44. Es impresionante la severidad con que Jesús niega aquí la fe de los que buscan gloria humana. Cf. 3, 30; Lc. 6, 26; Ga. 1, 10; Sal. 52, 6.

[10821] 46 s. De Mí escribió él: “En cuanto al Salvador del género humano, nada existe sobre Él tan fecundo y tan expresivo como los textos que encontramos en toda la Biblia, y San Jerónimo tuvo razón de afirmar que ‘ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo’” (León XIII, Enc. “Providentissimus Deus”). Esta notable cita de San Jerónimo se encuentra repetida por Benedicto XV en la Encíclica “Spiritus Paraclitus” y también por Pío XII en la Encíclica “Divino Afflante Spiritu”. No podemos, pues, mirarla como una simple referencia literaria sino que hemos de meditar toda su gravedad. ¿Acaso pretendería alguien salvarse sin conocer al Salvador?” ¿Cómo creeréis a mis palabras? Argumento igual al del v. 44 y que se aplica con mayor razón aún a los que ignoran voluntariamente las propias palabras de Cristo. Cf. 12, 48 y nota.

[10822] 1. Después de esto. Véase 5, 1 y nota sobre el orden invertido de los capítulos.

[10823] 5. La multiplicación de los panes. Cf. Mt. 14, 13 ss.; Mc. 6, 34 ss.; Lc. 9, 10 ss., sirve de introducción al gran discurso sobre el pan de vida (v. 24).

[10824] 11. Jesús da gracias al Padre anticipadamente (cf. 11, 41 s.), a fin de referirle a Él la gloria del milagro. “Por Él y con Él y en Él te es dado a Ti, oh Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria” (Canon de la Misa).

[10825] 12. La importancia de esta operación, destinada a grabar en la memoria de los discípulos la magnitud del prodigio, se puede apreciar en Mc. 8, 17-21 y en Mt. 16, 8-10.

[10826] 13. En Mt. 14, 13-21; Mc. 6, 31-44; Lc. 9, 10-17, se dan mayores detalles.

[10827] 14. Véase 11, 27. El profeta, esto es, el Mesías Rey. Así lo entiende Jesús en el vers. 15. Cf. Mt. 21, 11.

[10828] 15. Solo una vez Jesús se dejó aclamar por Rey: fue el Domingo de Ramos (cf. 12, 12 s. y nota). Bien sabía nuestro Salvador que había de prevalecer en el pueblo el sentir hostil hacia Él de los jefes de la nación y que la afirmación de su realeza sobre Israel, anunciada por el ángel a María como una realidad futura, sería el capítulo principal de su acusación por los judíos cuando estos le hiciesen comparecer ante el gobernador romano (Lc. 1, 32; 23, 2).

[10829] 21. En seguida llegaron, aunque no habían recorrido sino la mitad del camino (v. 19), que fue la que recorrió Jesús caminando sobre las aguas, teniendo el lago un ancho de 10 a 13 kms. Notable episodio en que se ve que el miedo les había impedido aceptar a Jesús (cf. Lc. 8, 37). Cuando le perdemos el miedo y lo recibimos en nuestra navecilla llegamos felizmente al puerto (S. Beda).

[10830] 26. Desecharon en el milagro la evidencia, negándose a ver en Jesús a un enviado de Dios, con derecho como tal a ser escuchado. Le buscan como dispensador de bienes, mas no espirituales sino temporales.

[10831] 27. Pirot recuerda aquí el agua viva que ofreció a la Samaritana en 4, 13. Cf. v. 35. El sello del Padre son esos milagros que dan fe de la misión de Jesús (3, 33) y que Él prodiga con una bondad que no puede ser sino divina. Cf. Mt. 11, 4-6.

[10832] 29. Le preguntan por las obras: Él señala la obra por excelencia: la obra interior que consiste en creer recta y plenamente. La fe es también la obra de Dios en el sentido de que es Él quien nos atrae (6, 44 y 66).

[10833] 30. ¿Qué milagro haces? Asombrosa ceguera y mala fe de los fariseos que hacen tal pregunta cuando acaban de comer el pan milagrosamente multiplicado por Jesús.

[10834] 31. Véase Ex. 16, 15-16; Sal. 77, 25 s.; 1 Co. 10, 3.

[10835] 32. El “Don perfecto” por excelencia (cf. St. 1, 17) es el que ese Padre nos hizo de su Hijo muy amado (cf. 3, 16), el verdadero “pan del cielo”, que nos imparte la vida y la sustenta con el pan de su palabra (v. 63) y con su carne hecha pan supersubstancial (v. 51; Lc. 11, 3).

[10836] 33. Pan de Dios: De estas sublimes palabras viene la expresión popular que suele aplicarse para decir que alguien es muy bueno. Pero ¿cuántos piensan en aplicarla a la bondad del único a quien esas palabras corresponden? (Mt. 19, 16). Desciende del cielo: Nótese aquí, como en los v. 38 y 42, que Jesús es el único Hombre que se ha atrevido a atribuirse un origen celestial y a sostener su afirmación hasta la muerte. Cf. 3, 13; 8, 23 y 38 ss.

[10837] 34. Siguen creyendo que Jesús habla del pan multiplicado que ellos comieron. No acaban nunca de abrir su entendimiento y su corazón a la fe, como Jesús se lo reprocha en el v. 36.

[10838] 35. Aquí declara el Señor que Él mismo es el “pan de vida” dado por el Padre (v. 32). Más tarde habla del pan eucarístico que dará el mismo Jesús para la vida del mundo (v. 51).

[10839] 37. Sobre la iniciativa del Padre en la salvación, véase Rm. 10, 20; Denz. 200. La promesa que aquí nos hace Jesús, de no rechazar a nadie, es el más precioso aliento que puede ofrecerse a todo pecador arrepentido. Cf. en 5, 40 la queja dolorosa que Él deja escapar para los que a pesar de esto desoyen su invitación. Cf. 17, 10 y nota.

[10840] 38. El Hijo de Dios se anonadó a Sí mismo, como ocultando su divinidad (véase Fil. 2, 7 s. y nota) y se empeñó en cumplir esa voluntad salvífica del Padre, aunque ese empeño le costase la muerte de cruz. Cf. Mt. 26, 42 y nota.

[10841] 39. Lo resucite: “Para saber si amamos y apreciamos el dogma de la resurrección —dice un autor— podemos preguntarnos qué pensaríamos si Dios nos dijese ahora que el castigo del pecado, en vez del infierno eterno, sería simplemente el volver a la nada, es decir, quedarnos sin resurrección del cuerpo ni inmortalidad del alma, de modo que todo se acabara con la muerte. Si ante semejante noticia sintiéramos una impresión de alivio y comodidad, querría decir simplemente que envidiamos el destino de los animales, esto es, que nuestra fe está muerta en su raíz, aunque perduren de ella ciertas manifestaciones exteriores. Mucho me temo que fuese aterrador el resultado de una encuesta que sobre esto se hiciese entre los que hoy se llaman cristianos”. Véase lo que a este respecto profetiza el mismo Jesús en Lucas 18, 8.

[10842] 40. He aquí el plan divino: Jesús, el Mediador, es el único camino para ir al Padre. Es decir que, viéndolo y estudiándolo a Él, hemos de creer en el Padre (5, 24), del cual Cristo es espejo perfectísimo (14, 9; Hb. 1, 3). Solo ese Hijo puede darnos exacta noticia del Padre, porque solo Él lo vio (1, 18; 3, 32; 6, 46), y la gloria del Padre consiste en que creamos a ese testimonio que el Hijo da de Él (v. 29), a fin de que toda glorificación del Padre proceda del Hijo (14, 13). Véase atentamente 12, 42-49 y notas.

[10843] 41. Nótese, como siempre, la ingratitud con que responden los hombres a las maravillosas revelaciones que Jesús acaba de hacerles. Véase v. 34 y nota.

[10844] 44 s. Cf. Is. 54, 13; Jr. 31, 33-34; Mt. 16, 17. Es decir, que Dios nos atrae infaliblemente hacia Jesús (si bien, como dice S. Agustín, no contra nuestra voluntad). Es el misterio del amor del Padre al Hijo. El Padre está engendrando eternamente al Hijo, el cual es todo su tesoro (Mt. 17, 5); no obstante ello fue el mismo Padre quien nos lo dio, lo cual hace aún más asombrosa esa bondad. Justo es entonces que el Padre sea el solo Dispensador de su Hijo y Enviado, infundiendo a los que Él elige, el Espíritu Santo (Lc. 11, 13), que es quien nos lleva a Jesús. Cf. 14, 23.

[10845] 46. Esto es: al hablar (en el v. 45) de los que han “escuchado” al Padre, no digo que lo hayan visto directamente, como me ven a Mí, sino que el Padre habla por boca del Hijo, como se vio en el v. 40 y nota.

[10846] 51. Hasta aquí Jesús se ha dado a conocer como el pan de vida. En este v. se llama el pan vivo, y en vez de que baja (v. 50) dice que bajó. Pirot anota a este respecto: “La idea general que sigue inmediatamente en la primera parte del v.: Si uno come de este pan vivirá para siempre —repetición en positivo de lo que se dice negativamente en el v. 50— podría aún, en rigor, significar el resultado de la adhesión a Cristo por la fe. Pero el final del v.: y el pan que Yo daré es mi carne... para vida del mundo introduce manifiestamente una nueva idea. Hasta ahora el pan de vida era dado, en pasado, por el Padre. A partir de ahora, será dado, en el futuro, por el Hijo mismo. Además, el pan que hasta aquí podía ser tomado en un sentido metafórico espiritual, es identificado a la carne en Jesús (carne, como en 1, 14, más fuerte que cuerpo)... La única dificultad que aún provoca el v. es la de saber si el último miembro: Para la vida del mundo se refiere al pan o a la carne. La dificultad ha sido resuelta en el primer sentido por algunos raros manuscritos intercalando la frase en cuestión inmediatamente después de daré: el pan que Yo daré para la vida del mundo es mi carne. Pero la masa de los manuscritos se pronuncia por el segundo sentido. No parece, pues, dudoso que Juan haya querido establecer la identidad existente entre el pan eucarístico y la carne de Cristo en su estado de Víctima inmolada por el mundo”. El mismo autor cita luego como acertada la explicación del P. Calmes, según el cual en esa frase “se hallan confundidas la predicción de la Pasión y la promesa del pan eucarístico, y esto sin que haya equívoco, pues la Eucaristía es, al mismo tiempo que un sacramento, un verdadero sacrificio, un memorial de la muerte de N. S. J.”. Cf. Ef. 2, 14; Hb. 10, 20.

[10847] 54. Por cuarta vez Jesús promete juntamente la vida del alma y la resurrección del cuerpo. Antes hizo esta promesa a los creyentes; ahora la confirma hablando de la comunión eucarística. Peligra, dice S. Jerónimo, quien se apresura a llegar a la mansión deseada sin el pan celestial. La Iglesia prescribe la comunión pascual y recomienda la comunión diaria. ¿Veríamos una carga en este don divino? “La Iglesia griega se ha sentido autorizada por esto para dar la Eucaristía a los niños de primera edad. La Iglesia latina exige la edad de discreción. Puede apoyarse en una razón muy fuerte. Jesús recuerda que el primer movimiento hacia Él se hace por la fe (vv. 35, 45, 57)” Pirot. Cf. 4, 10 ss. El verbo comer que usa el griego desde aquí ya no es el de antes: estío, sino trago, de un realismo aún más intenso, pues significa literalmente masticar, como dando la idea de una retención (cf. v. 27, Lc. 2, 19 y 51). En el v. 58 contrastan ambos verbos: uno en pretérito: éfagon y otro en presente: trogon.

[10848] 57. El que me come: aquí y en el v. 58 vuelve a hablar de Él mismo como en el v. 50. Vivirá por Mí: de tal manera que vivamos en Él y Él en nosotros, como lo revela el v. anterior. Cf. 1, 16; Col. 2, 9; véase la “secreta” del Domingo XVIII p. Pentecostés. S. Cirilo de Alejandría compara esta unión con la fusión en una de dos velas de cera bajo la acción del fuego: ya no formarán sino un solo cirio. Cf. 1 Co. 10, 17. Nótese que Cristo se complace amorosamente en vivir del Padre, como de limosna, no obstante haber recibido desde la eternidad el tener la vida en Sí mismo (5, 26). Y esto nos lo enseña para movernos a que aceptemos aquel ofrecimiento de vivir de Él totalmente, como Él vive del Padre, de modo que no reconozcamos en nosotros otra vida que esta vida plenamente vivida que Él nos ofrece gratuitamente. Es de notar que por el Padre y por Mí pueden también traducirse para el Padre y para Mí. S. Agustín y Sto. Tomás admiten ambos sentidos y el último parece apoyado por el verbo vivirá, en futuro (Lagrange). ¡Vivir para Aquel que muriendo nos dio vida divina, como Él vivió para el Padre que engendrándolo se la da a Él! “El que así no vive ¿lo habrá acaso comido espiritualmente?” Véase v. 63; 2 Co. 5, 15; 1 Ts. 5, 10; Ga. 2, 20; cf. Hch. 17, 28; Rm. 14, 8; 2 Co. 4, 11; 6, 9; 1 Jn. 4, 9.

[10849] 59. He aquí, pues, las maravillas de la comunión explicadas por el mismo Jesús: nos da vida eterna (v. 50, 55 y 59) y resurrección gloriosa (55), siendo una comunidad (“comunión”) de vida con Jesús (57) que nos hace vivir su propia vida como Él vive la del Padre (58).

[10850] 60. Por no haber abierto sus almas a la inteligencia espiritual del misterio, incurren en el sarcasmo de llamar “dura” la doctrina más tierna que haya sido revelada a los hombres. Cf. v. 41 y nota.

[10851] 61. Véase Lc. 20, 17 s., donde el Maestro manso y humilde de corazón es llamado por el mismo Dios “piedra de tropiezo”, o sea de escándalo. Cf. Lc. 2, 34; Rm. 9, 32 s., etc. El mismo Jesús dijo muchas veces que los hombres, y también sus discípulos, se escandalizarían, de Él y de su doctrina, cuya generosidad sobrepasa el alcance de nuestro mezquino corazón (cf. Mt. 11, 6 y nota). De ahí la falta de fe que Él señala y reprocha en los v. 36 y 64.

[10852] 62. Subir: en el misterio de la Ascensión lo verán volver al cielo y ya no se escandalizarán (cf. v. 41 s.) de que se dijese bajado del cielo (v. 33, 46, 50 s., 58), ni podrán creer que les ha hablado de comerlo como los antropófagos (cf. v. 52).

[10853] 63. La carne para nada aprovecha: Enseñanza tan enorme y preciosa como poco aprovechada. Porque es difícil de admitir para el que no ha hecho la experiencia y para el que no escucha a Jesús como un niño, que acepta sin discutirle al Maestro. Quiere decir que “la carne miente”, porque lo tangible y material se nos presenta como lo más real y positivo, y Jesús nos dice que la verdadera realidad está en el espíritu, que no se ve (cf. 2 Co. 4, 18). El hombre “prudente” piensa que las palabras son humo y ociosidad. Quiere “cosas y no palabras”. Jesús reivindica aquí a la palabra —no la humana pero sí la divina— mostrándonos que en ella se esconde la vida, porque Él es a un tiempo la vida y la Palabra: el Verbo. Véase 1, 4; 14, 6. Por eso S. Juan lo llama el Verbo de la vida (1 Jn. 1, 1). Y de ahí que no solamente la Palabra es fuente de obras buenas (2 Tm. 3, 16 s.), sino que el estar oyéndolo a Él y creyéndole, es “la obra” por antonomasia (v. 29), la mejor parte (Lc. 10, 42), la gran bienaventuranza (Lc. 11, 28).

[10854] 65. Véase los vers. 44 y 64.

[10855] 68 ss. Los apóstoles (con excepción de Judas Iscariote, que más tarde fue el traidor) sostuvieron esta vez gloriosamente la prueba de su fe. Pedro habla aquí, como en otros casos, en nombre de todos (14, 27; Mt. 6, 16). El Santo de Dios; véase Lc. 1, 35.

[10856] 70. Jesús entrega a nuestra meditación esta sorprendente y terrible verdad de que el hecho de ser auténticamente elegido y puesto por Él no impide ser manejado por Satanás.

[10857] 1. Este v. sigue probablemente a 5, 47. Véase 5, 1 y nota.

[10858] 2. La fiesta de los Tabernáculos celebrábase con gran alegría en otoño, con tiendas de ramas, para recordar al pueblo los cuarenta años que estuvo en el desierto. Cf. Lv. 23, 34.

[10859] 5. Los hermanos, o sea los parientes de Jesús, muestran aquí la verdad de lo que el mismo Maestro enseñó sobre la inutilidad de los lazos de la sangre cuando se trata de espíritu (véase Mt. 12, 46 y nota). Consuela pensar que más tarde se convirtieron, según resulta de Hch. 1, 14.

[10860] 6. ¡Penetrante ironía! Para los mundanos siempre es tiempo de exhibirse. En el mundo están ellos en su elemento (v. 7) y no conciben que Jesús no ame como ellos la fama (v. 3 s.).

[10861] 13. Por miedo a los judíos, es decir, a los jefes de la Sinagoga y a los fariseos influyentes (12, 42).

[10862] 17. Procedimiento infalible para llegar a tener fe: Jesús promete la luz a todo aquel que busca la verdad para conformar a ella su vida (1 Jn. 1, 5-7). Está aquí, pues, toda la apologética de Jesús. El que con rectitud escuche la Palabra divina, no podrá resistirle, porque “jamás hombre alguno habló como Este” (v. 46). El ánimo doble, en cambio, en vano intentará buscar la Verdad divina en otras fuentes, pues su falta de rectitud cierra la entrada al Espíritu Santo, único que puede hacernos penetrar en el misterio de Dios (1 Co. 2, 10 ss.). De ahí que, como lo enseña S. Pablo y lo declaró Pío X en el juramento antimodernista, basta la observación de la naturaleza para conocer la existencia del Creador eterno, su omnipotencia y su divinidad (Rm. 1, 20); pero la fe no es ese conocimiento natural de Dios, sino el conocimiento sobrenatural que viene de la adhesión prestada a la verdad de la palabra revelada, “a causa de la autoridad de Dios sumamente veraz” (Denz. 2145). Cf. 5, 31-39 y notas.

[10863] 18. Jesús, “testigo fiel y veraz” (Ap. 3, 14), nos da aquí una norma de extraordinario valor psicológico para conocer la veracidad de los hombres. El que se olvida de sí mismo para defender la causa que se le ha encomendado, está demostrando con eso su sinceridad. Según esa norma, se retrata Él mismo, que fue el arquetipo de la fidelidad en la misión que el Padre le confiara (17, 4-8).

[10864] 19. Jesús trae aquí un recuerdo que resulta toda una ironía, pues cuando el pueblo recibió de Moisés la Ley hizo, como un solo hombre, grandes promesas de cumplir todas las palabras del Señor (Ex 24, 3), y ahora el Mesías les muestra que ni uno de ellos cumple.

[10865] 21. Una sola obra: Jesús alude aquí al milagro de la curación del enfermo de treinta y ocho años, realizada en día sábado (cap. 5, 1-9). Esto da un nuevo indicio de lo que observamos en 5, 1 sobre el orden de los capítulos.

[10866] 27. Este, en tono despectivo. Los judíos esperaban que el Mesías, después de nacer en Belén, del linaje de David, aparecería con poder y majestad para tomar posesión de su reino (cf. Lc. 17, 20 y nota). También creían erróneamente que Jesús era de Nazaret, y por lo tanto, no quisieron ver en Él al Mesías. Mas, a pesar de las palabras y hechos con que Él puso en evidencia que se cumplían en su persona todos los anuncios de los Profetas, nunca procuraron averiguar con exactitud dónde había nacido (v. 41 ss.; 8, 14), no obstante lo que se había hecho público en Mt. 2, 2-6.

[10867] 28 s. Jesús insiste sobre la necesidad de conocer a Dios como Padre suyo (4, 34 y nota), pues Israel ignoraba entonces el misterio de la Trinidad, o sea que Dios tuviese un Hijo. Cf. 3, 16; 8, 54 y nota.

[10868] 30. Los fariseos, y no el pueblo, pues muchos creyeron en Él, en contraste con los jefes. Véase v. 40 y 44.

[10869] 37. Según Lagrange, Pirot y otros modernos, debe preferirse esta puntuación, que parece ser la primitiva (S. Ireneo, S. Cipriano, etc.), a la otra según la cual el agua viva manaría del seno del que bebiese (cf. 4, 14). Mons. von Keppler hace notar que la alegría era la nota dominante, tanto en la asistencia al templo (Dt. 12, 7; 14, 26) cuanto en esa fiesta de los Tabernáculos (Dt. 16, 15), cuya culminación era la toma del agua, de la cual decía el proverbio: “Quien no ha visto la alegría de la toma del agua no ha visto alegría”. Por donde se ve que Jesús, al decir estas palabras, se manifestaba como el único que puede distribuir el agua viva de la alegría verdadera. Véase Is. 12, 3; 44, 3; Dt. 32, 51; Ez. 47, 1 y 12; Za. 14, 8.

[10870] 39 s. No había sido todavía glorificado: el Espíritu Santo, que Jesús resucitado anunció como promesa del Padre (Lc. 24, 49; Hch. 1, 4) para consolarnos como lo había hecho Él (14, 26; 16, 13), bajó en Pentecostés (Hch. 2, 1 ss.) después de la Ascensión de Jesús, es decir, solo cuando Él, glorificado a la diestra del Padre lo imploró para nosotros. Véase Hb. 7, 25; Sal. 109, 4 y nota. El profeta: véase 6, 14 s.; Hch. 3, 22 y notas.

[10871] 42 ss. Véase v. 17 y nota; 1, 46; 2 Sam. 7, 12; Sal. 88, 4 s.; Mi. 5, 2.

[10872] 48 s. Tremenda confesión hecha por ellos mismos. Solo creían los pequeños (v. 41; cf. Mt. 11, 25), a quienes ellos, los jefes legítimos pero apóstatas, despreciaban como ignorantes, porque ellos se habían guardado la llave de las Escrituras y no entraban ni dejaban entrar (cf. Lc. 11, 52).

[10873] 50. La defensa del Señor por parte de Nicodemo, es fruto de su conversación nocturna con el Señor (cap. 3). Sobre este fruto véase 4, 41 s. y nota.

[10874] 52. Falso, pues Jonás era galileo (2 R. 14, 25).

[10875] 1 ss. Sobre la perícopa 1-11 véase Lc. 21, 38 y nota.

[10876] 5 ss. Véase Lv. 20, 10; Dt. 22, 22-24; 17, 7.

[10877] 8. Según S. Jerónimo, esta actitud podría recordar a los fariseos el texto de Jr. 17, 13. En general se piensa que indicaba simplemente distracción o displicencia despectiva ante la odiosa conducta de aquellos hipócritas.

[10878] 9. “Quedaron estos dos: la mísera y la misericordia” (S. Agustín).

[10879] 12. Esta imagen de la “luz” fue propuesta con motivo de la iluminación del Templo. El mismo S. Juan nos presenta esta altísima doctrina de cómo la luz, que es el Verbo (1, 9), es para nosotros vida (1, 4). Según el plan de Dios, el Espíritu Santo nos es dado mediante esta previa iluminación del Verbo.

[10880] 13 s. Aunque Jesús no invoca generalmente su propio testimonio porque tiene el de su Padre (v. 18; 5, 31-36), todo profeta tiene un testimonio en su conciencia de enviado de Dios.

[10881] 15. Sobre este importante punto, véase 5, 22 y nota. Cf. v. 11.

[10882] 17. Véase Dt. 17, 6; 19, 15.

[10883] 23. Es como la síntesis de todos los reproches de Jesús a los falsos servidores de Dios de todos los tiempos: la religión es cosa esencialmente sobrenatural que requiere vivir con la mirada puesta en lo celestial (Col. 3, 1 ss.; Hb. 9, 12; 10, 22; 12, 2; 13, 15), es decir, en el misterio (1 Co. 2, 7 y 14), y los hombres se empeñan en hacer de ella una cosa humana “convirtiendo, dice S. Jerónimo, el Evangelio de Dios en evangelio del hombre” (cf. Lc. 16, 15). Es lo que un célebre predicador alemán comentaba diciendo: “El apostolado no consiste en demostrar que el Cristianismo es razonable sino paradójico. Solo porque lo ha dicho un Dios, y no por la lógica, podemos creer que se oculta a los sabios lo que se revela a los pequeños (Mt. 11, 25) y que la parte de María, sentada, vale efectivamente más que la de Marta en movimiento (Lc. 10, 38 ss.). Cf. Lc. 7, 23 y nota.

[10884] 24. En vuestros pecados: El v. 21 se refiere, en singular, al pecado por excelencia de la Sinagoga, que es el de incredulidad frente al Mesías (cf. 16, 9; Rm. 11, 22). Aquí muestra que, cometido aquel pecado, los demás pecados permanecerán también. Es como una tremenda condenación en vida, que Jesús anticipa a los hombres de espíritu farisaico.

[10885] 25. Algunos traducen: “Ante todo, ¿por qué os hablo?” Preferimos nuestra versión, según la cual Jesús muestra a los fariseos que ya no necesita repetirles la verdad de su carácter mesiánico: se lo ha dicho muchas veces, y ellos no quieren creerle. Cabe aún otra versión, cuyo sentido sería: Ante todo, ¿si Yo no fuera el Mesías, acaso os hablaría como os hablo?

[10886] 28. Anuncio de la crucifixión que va a abrir los ojos de muchos. Efectivamente, después de la muerte de Jesús (Mt. 27, 54; Mc. 15, 38 s.; Lc. 23, 47 s.) y en particular después de la venida del Espíritu Santo, muchísimos creyeron en Cristo como testimonio del amor del Padre que lo enviaba, si bien la conversión de todo Israel solo está anunciada para cuando Él vuelva (Mt. 23, 39 y nota). Cf. 19, 37; 3, 14; 12, 32. De Mí mismo no hago nada: Admiremos el constante empeño de Jesús por ocultarse a fin de que toda la gloria sea para el Padre. Véase 7, 28; 12, 49 s.; Fil. 2, 7 s.

[10887] 30. No muchos fariseos (v. 21 y 24) sino muchos del pueblo judío. Estos comprendieron ese misterio de la sumisión filial y amorosa de Cristo al Padre, que aquellos no entendieron (v. 27).

[10888] 31. Si permanecéis en mi palabra: Como si dijera: si mi palabra permanece en vosotros (15, 7).

[10889] 32. La libertad de los hijos de Dios se funda en la buena doctrina (v. 31). La vida eterna es conocimiento (17, 3). Cf. 2 Co. 3, 17; St. 1, 25; 2, 12.

[10890] 33. Los que replican no son los que creyeron (nota 30), sino los enemigos, que se dan indebidamente por aludidos, según se ve por lo que sigue. La falsedad de su afirmación es notoria, pues los judíos fueron esclavos en Egipto, en Babilonia, etc., y a la sazón dependían de Roma.

[10891] 34. Del pecado: falta en varios códices y no agrega, antes quita, fuerza. El hombre liberado por la verdad de Cristo (32) es espiritual (Ga. 5, 16) y no peca (1 Jn. 3, 6 y 9). El carnal es esclavo, porque no es capaz de seguir su voluntad libre, sino que obra dominado por la pasión (Rm. 7, 23).

[10892] 38. Ese padre es el diablo (v. 44), y sus hijos son mentirosos y maliciosos como él.

[10893] 43. Profunda enseñanza, según la cual, para comprender la Palabra de Jesús, hay que estar dispuesto a admitirla y a creer en su misión (véase 7, 17 y nota). Es la verdad que S. Anselmo expresaba diciendo: “Creo para entender”.

[10894] 44. Sobre su obra tenebrosa, véase Mt. 13, 57 y nota.

[10895] 48 s. Los judíos: aquellos a que se refiere el v. 33, no los del v. 30. Nótese, cómo no teniendo qué responder, recurren al puro ultraje, cosa que Jesús les hace notar en el v. 49, con sublime serenidad. Cf. v. 59; 9, 34; 10, 39.

[10896] 50. No busco mi gloria, dice el único merecedor de ser infinitamente glorificado por el Padre (v. 54). Antes había dicho: “No busco mi voluntad” (5, 30). Jesús obra en todo como un hijo pequeño y ejemplar, frente a su Padre. Se nos ofrece así como el modelo perfecto de la infancia espiritual, que es la síntesis de las virtudes evangélicas, el remedio de nuestras malas inclinaciones, y la prenda de las más altas promesas. Véase Mt. 5, 3; 18, 4; Lc. 10, 21 y notas. Hay quien la busca: Notemos la ternura de esta alusión de Jesús a su divino Padre. ¿Cómo no habla de glorificar Él al Hijo amado y al Enviado fidelísimo que así afrontaba los insultos, y hasta la muerte ignominiosa, por cumplir la misión salvadora que el Padre le confió? Véase 12, 28 y nota.

[10897] 51. Porque esa gloria (v. 50) que Jesús pedirá al Padre en 17, 1 consistirá precisamente en poder darnos vida eterna, es decir, librar de la muerte a los que guardemos su Palabra (17, 2 y nota). Sobre este misterio, cf. 5, 24; 6, 40; 11, 26; 1 Jn. 5, 13.

[10898] 54. Si Yo me glorifico, es decir, si Yo me glorificase y fuese orgulloso, como vosotros pretendéis, mi gloria sería falsa. Es lo que Jesús ha establecido en 7, 18 y en el v. 53. “Mi Padre... que es vuestro Dios”: se identifica aquí la persona del Padre con Yahvé, el Dios de Israel. Cf. 7, 28 y nota; Mt. 22, 44; Sal. 109, 1.

[10899] 56. En las promesas que Dios le dio, presintió Abrahán el día del Mesías (cf. Mt. 13, 17; Lc. 17, 22; Hb. 11, 13). También los creyentes nos llenaremos un día de ese gozo (1 Pe. 1, 8). Cf. Mt. 8, 11.

[10900] 58. Yo soy: presente insólito, que expresa una existencia eterna, fuera del tiempo. Cf. Jn. 1, 1 y Hb. 9, 14, donde la divinidad de Jesús es llamada “el Espíritu eterno”.

[10901] 2 s. Los discípulos, como los judíos en general, creían que todo mal temporal era castigo de Dios. En su respuesta rechaza el Señor este concepto. Véase 5, 14 y nota.

[10902] 5. Esto es: Él sigue, como en Mt. 11, 5, realizando esas maravillas para las cuales fue enviado (Is. 35, 5 y nota), hasta que la violencia se lo impida (Mt. 11, 12; Lc. 13, 32) y empiece para “este mundo” la noche que perdurará “hasta que Él venga” (Ga. 1, 4; 2 Pe. 1, 19; 1 Co. 11, 26). Sobre la luz, cf. 1, 4 y 8 s.; 3, 19; 8, 12; 12, 35 y 46.

[10903] 7. La piscina del Siloé se hallaba a 333 metros al sur del Templo. Hoy día se llama: Ain Sitti Miriam (Fuente de Nuestra Señora María).

[10904] 17. Es un profeta: El ciego quiere decir un enviado de Dios. Todavía no está seguro de que sea el Mesías. Más tarde lo confiesa plenamente (v. 38).

[10905] 27. La ironía que se revela en la pregunta del ciego, excita extremadamente a los fariseos, que son los verdaderos ciegos luchando contra la evidencia de los hechos.

[10906] 30 ss. “El que era ciego y ahora ve se indigna contra los ciegos” (S. Agustín). Vemos aquí en efecto que ese pecado de incredulidad de los fariseos (8, 24 y nota) es de ceguera voluntaria (v. 39 ss.) que deliberadamente niega la evidencia. Es el pecado contra la luz (v. 5; 3, 19) y en consecuencia contra el Espíritu (Mc. 3, 28-30; Hch. 7, 51), el que no tiene perdón, porque no es obra de la flaqueza sujeta a arrepentirse (Lc. 7, 47), sino de la soberbia reflexiva y de la hipocresía que encubre el mal con la apariencia del bien para poder defenderlo, (Mt. 23, 1-39; 2 Tm. 3, 5).

[10907] 34. Una vez más los fariseos recurren al insulto, a falta de argumentos (cf. 8, 48) y ponen en práctica lo que tenían resuelto según el v. 22.

[10908] 37. Jesús se define de la misma manera en 4, 26. Él es, por excelencia, la “Palabra”: el Verbo, el Logos.

[10909] 39. Es el juicio de 3, 19. Los soberbios serán heridos de ceguera espiritual (St. 4, 1; 1 Pe. 5, 5), ceguera culpable que los hará perderse (v. 40 s.; 2 Ts. 2, 10 ss.).

[10910] 41. Nótese la estupenda dialéctica del Maestro. El rechazo que ellos hacen de la imputación de cegueras se vuelve en su contra, como un argumentum ad hominem, mostrando así que su culpa es aún mayor de lo que Jesús les había dicho antes.

[10911] 1. Como expresa la perícopa de este Evangelio en el Domingo del Buen Pastor (II post Pascua), Jesús habla aquí “a los fariseos”, continuando el discurso precedente (cf. 9, 41 y nota), cosa que debe tenerse en cuenta para entender bien este capítulo. La puerta es Jesús (v. 7; 14, 6; cf. Sal. 117, 20 y nota). Aprisco: corral común donde varios pastores guardan sus rebaños durante la noche.

[10912] 3. ¿Quién es este portero tan importante, sino el divino Padre? Él es quien abre la puerta a las ovejas que van hacia el Buen Pastor. Porque, así como nadie va al Padre sino por Jesús (14, 6), nadie puede ir a Jesús si el Padre no lo elige (v. 37) y no lo atrae (6, 44 y 65). Y nótese que Jesús no solo es el Pastor bueno (v. 11) sino que Él es también la puerta (v. 7 ss.). Esa puerta que el Padre nos abre, es, pues, el mismo Hijo, porque el Padre nos lo dio para que por Él entremos a la vida (3, 16) y para que Él mismo sea nuestra vida. Véase 1, 4; 1 Jn. 4, 9; 5, 11-13.

[10913] 4 s. Las almas fieles no pueden desviarse: Jesús las va conduciendo y se hace oír de ellas en el Evangelio y por su Espíritu. Él es la puerta abierta que nadie puede cerrar para aquellos que custodian su palabra y no niegan su Nombre (Ap. 3, 8).

[10914] 5. ¡Privilegio de los que están familiarizados con el lenguaje de Jesús! Él les promete aquí un instinto sobrenatural que les hará reconocer a los falsos maestros y huir de ellos. Entonces se explica que puedan “ir y venir” (v. 9), porque las Palabras del Buen Pastor les habrán dado la libertad, después de prepararlas para ella, como lo explica Jesús en 8, 31 ss.

[10915] 8. Dice Durand: “Ladrones que roban por astucia y salteadores que se apoderan por la violencia” (cf. Mt. 11, 12 y nota). Los tales son ladrones de gloria, porque la buscan para sí mismos y no para el Padre como hacía Jesús (cf. 5, 43 s.; 7, 18); y salteadores de almas, porque se apoderan de ellas y, en vez de darles el pasto de las Palabras reveladas (v. 9) para que tengan vida divina (v. 10; 6, 64), las dejan “esquilmadas y abatidas” (Mt. 9, 36) y “se apacientan a sí mismos”. Cf. 21, 15 ss.; Ez. 34, 2 ss.; Za. 11, 5 y notas.

[10916] 11. Pone su vida: o sea la expone, lo cual es más exacto que decir “la da”. El pastor no se empeña en que el lobo lo mate, pero no vacila en arriesgarse a ello si es necesario en defensa de sus ovejas. Tampoco Jesús solicitó que lo rechazaran y le quitaran la vida. Antes por el contrario, afirmó abiertamente su misión, mostrando que las profecías mesiánicas se cumplían en Él. Mas si aceptó el reconocimiento de sus derechos (1, 49 s.; Lc. 1, 32 s.; Mt. 21, 16; Lc. 19, 39 s.), no quiso imponerlos por fuerza (Mt. 26, 52 s.; Jn. 18, 36), ni resistir a la de sus enemigos (Mt. 5, 39; Lc. 16, 16 y nota), y no vaciló en exponer su vida al odio de los homicidas, aunque sabía que la crudeza de su doctrina salvadora exasperaría a les poderosos y le acarrearía la muerte. Tal es el contenido de la norma de caridad fraterna que nos da S. Juan a imitación de Cristo: amar a los hermanos hasta exponer si es necesario la vida por ellos (1 Jn. 3, 16). En igual sentido dice S. Pablo que Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte de cruz (Fil. 2, 8), y tal es también el significado de la fidelidad que Jesús nos reclama “hasta el fin” (Mt. 10, 22; 24, 13), es decir, hasta el martirio si necesario fuera. Cf. v. 18 y nota.

[10917] 16. Las ovejas a quienes el Salvador fue enviado, son los judíos (Mt. 10, 5 s. y nota). Como ellas no oyen la voz de su pastor (Hch. 28, 25 ss.), Dios “escogerá de entre los gentiles un pueblo para su Nombre” (Hch. 15, 15; cf. Mt. 13, 47 ss.; Lc. 24, 47; Jn. 11, 52, hasta que con el retorno de Israel (Rm. 11, 25 ss.) se forme un solo rebaño con un solo pastor. Fillion y Gramática recuerdan aquí a Ez. 34, 23 y 37, 21 ss. Véase también Ez. 36, 37 s. y 37, 15 ss. con respecto a las diez tribus que estaban ausente en los días de Jesús.

[10918] 17. Para volver a tomarla: Texto diversamente traducido. El P. Joüon vierte: “mas la volveré a tomar”, lo que aclara el sentido y coincide con la nota de Fillion, según la cual “es la generosa inmolación del buen Pastor por sus ovejas, lo que lo hace extraordinariamente caro a su Padre”. No puede pedirse una prueba más asombrosa de amor y misericordia del Padre hacia nosotros.

[10919] 18. Es decir que la obediencia que en este caso prestó Jesús a la voluntad salvífica del Padre (3, 16; Rm. 5, 8 ss.; 1 Jn. 4, 10), nada quita al carácter libérrimo de la oblación de Cristo, cuya propia voluntad coincidió absolutamente con el designio misericordioso del Padre. Véase Mt. 26, 42; Sal. 39, 7 s. comparado con Hb. 10, 5 ss.; Is. 53, 7.

[10920] 20. Sobre estos “virtuosos” que se escandalizan de Jesús véase Mt. 11, 6; 12, 24-48; Lc. 11, 15-20; Mc. 3, 28-30 y notas.

[10921] 22. La fiesta de la Dedicación del Templo celebrábase en el mes de diciembre, en memoria de la purificación del Templo por Judas Macabeo. También se llamaba “Fiesta de las Luces”, porque de noche se hacían grandes luminarias. Cf. 8, 12 y nota.

[10922] 29. Esta versión muestra el inmenso aprecio que Jesús hace de nosotros como don que el Padre le hizo (cf. 11 s.; 17, 9 y 24; Mt. 10, 31, etc.). Otros traducen: “Mi Padre es mayor que todo”, lo que explicaría por qué nadie podrá arrebatarnos de su mano. Según otros, lo que mi Padre me dio sería la naturaleza divina y el poder consiguiente (cf. 17, 22; Mt. 11, 27; 28, 18).

[10923] 30. El Hijo no está solo para defender el tesoro de las almas que va a redimir con Su Sangre; está sostenido por el Padre, con quien vive en la unidad de un mismo Espíritu y a quien hoy ruega por nosotros sin cesar (Hb. 7, 24 s.).

[10924] 34 ss. Si la Escritura llama “dioses” a los príncipes de la tierra, para destacar su dignidad de lugartenientes de Dios, ¿por qué queréis apedrearme a Mí, si me llamo Hijo de Dios? Véase Sal. 81, 6. Hoy somos nosotros los hijos de Dios, y no solo adoptivos, sino verdaderos, gracias a Cristo. Cf. 1, 12; 20, 17; 1 Jn. 3, 1; Rm. 8, 16-29; Ga. 4, 5 s.; Ef. 1, 5 y nota.

[10925] 35. La Escritura no puede ser anulada: Vemos cómo Jesús no solo responde de la autenticidad de los Sagrados Libros sino que declara que no pueden ser modificados ni en un ápice. Véase Pr. 30, 6 y nota; Ap. 22, 18 s.

[10926] 36. Jesús proclama una vez más “su consagración y su misión teocrática, tanto más reales y elevadas que las de los jueces de Israel” (Fillion). Cf. 18, 37.

[10927] 39. ¡He aquí el fruto de tanta evidencia! (cf. 9, 30 ss. y nota). Sírvanos de gran consuelo esto que soportó Él, cuando nos hallemos ante igual dureza. Cf. 15, 18 ss. y notas.

[10928] 2. Véase 12, 3 ss.; Lc. 7, 36-50.

[10929] 3. Admírese la brevedad y perfección de esta súplica, semejante a la de María en 2, 3, que en dos palabras expone la necesidad y expresa la plena confianza. “Es como si dijesen: Basta que Tú lo sepas, porque Tú no puedes amar a uno y dejarlo abandonado” (S. Agustín).

[10930] 9 ss. Como en 9, 5 (cf. nota), Jesús quiere decir: nada tengo que temer mientras estoy en mi carrera terrenal, fijada por el Padre.

[10931] 16. La presunción de Tomás había de resultarle fallida, como la de Pedro en 13, 37 s. Véase su falta de fe en 20, 25, y la objeción con que parece rectificar a Jesús en 14, 5. Por lo demás era gratuita la creencia de que el Señor fuese entonces a morir, dado lo que Él acababa de decir en vv. 9 ss.

[10932] 18. Unos quince estadios: más de dos kilómetros.

[10933] 22 ss. La fe de Marta es pobre, puesto que no esperaba el milagro por virtud del mismo Jesús. Por eso dijo el Señor: “Yo soy la resurrección y la vida”. Crece entonces la fe de Marta de modo que confiesa: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (v. 27).

[10934] 24. Jesús les había sin duda enseñado ese misterio como en 6, 39, 40, 44 y 54.

[10935] 25 s. Cf. 6, 50. Léase, dice S. Pablo a este respecto (1 Co. 15, 51-55 y 1 Ts. 4, 13-18).

[10936] 27. El que viene: en griego, ho erjómenos, participio presente que traduce literalmente la fórmula hebrea: Ha-ba, con que el Antiguo Testamento anuncia al Mesías Rey venidero. Así lo vemos en Mt. 11, 13 y 21, 9, en Lc. 7, 19 y en Jn. 6, 14, etc., aplicado como aquí en el sentido de el que había de venir. En Mt. 23, 39 (véase la nota), Jesús se aplica la misma palabra griega correspondiente a la misma expresión hebrea del Sal. 117, 26 que Él cita allí, pero esta vez con relación a su segunda venida. Lo mismo hace en Mt. 16, 28; 26, 64; Mc. 13, 26; 14, 62, etc., anunciando la primera vez su Transfiguración, y todas las demás veces su Parusía, y usando siempre esta palabra en el sentido de futuro en que la había usado el Bautista al anunciar la primera en Mt. 3, 11, donde la Vulgata la traduce por: venturos (venidero). Es decir que aunque Jesús ya vino, sigue siendo el que viene, o sea el que ha de venir, pues cuando vino no lo recibieron (1, 11) y entonces Él anunció a los judíos que vendría de nuevo (cf. Hb. 9, 28; Hch. 3, 20 ss.; Fil. 3, 20 s., etc.), por donde en adelante el participio presente tiene el sentido de futuro como lo usa Jesús en los anuncios de su Parusía que hemos mencionado. Cf. 2 Jn. 7; Ap. 1, 8. Así lo hace también San Pablo (cf. Hb. 10, 37 y nota), tomando esa palabra que Habacuc (2, 3 s.) usa en los LXX para anunciar al Libertador de Israel, y aplicándola, como dice Crampon, al Cristo venidero en los tiempos mesiánicos, o sea, como dice la reciente Biblia de Pirot, “cuando venga a juzgar al mundo”.

[10937] 28. En secreto, para que no oyesen los judíos la venida de Jesús. Ellos creyeron que iba al sepulcro (v. 31).

[10938] 35. Jesús no repara en llorar por amor a un amigo, como no reparó en llorar por amor compasivo a Jerusalén (Lc. 19, 41).

[10939] 44. Los judíos solían envolver los cadáveres con fajas de lienzo. Por eso Lázaro no puede andar ni valerse de las manos.

[10940] 51 s. Preocupado solo de su intriga contra el Salvador, lejos estaba Caifás de suponer que sus palabras encerraban una auténtica profecía. Sobre su alcance, cf. 10, 16 y nota.

[10941] 54. Efraím, en otro tiempo relacionado con Betel (2 Cro. 13, 19), se identifica hoy con la aldea de Taibé a cinco leguas al N. de Jerusalén, casi en el desierto.

[10942] 3. Sobre esta cena de Betania véase también Mt. 26, 6 ss.; Mc. 14, 3 ss. Según S. Crisóstomo y S. Jerónimo, esta María, hermana de Lázaro de Betania, no sería idéntica con la pecadora que unge a Jesús en Lc. 7, 36-50. En cambio, otras opiniones coinciden con la Liturgia que las identifica a ambas, como se ve en la Misa de Santa María Magdalena, el 22 de julio, y consideran que la actitud amorosa y fiel de Magdalena al pie de la Cruz y en la Resurrección (19, 25; 20, 1-18), es muy propia de aquella que en Betania escuchaba extasiada a Jesús (Lc. 10, 38 ss.).

[10943] 6. Jesús, el más pobre de los pobres, no llevaba dinero, ni lo llevaban los apóstoles, sino que vivían de limosnas, cuyo administrador infiel era Judas Iscariote. Este es llamado ladrón porque sustraía los fondos comunes. Podemos juzgar lo que valía su defensa de los pobres, cuando él, por dinero, llegó a entregar a su divino Maestro. Cf. 1 Co. 13, 3.

[10944] 10. No lograron quitar la vida a Lázaro. Según una tradición, fue uno de los primeros obispos de Chipre. El emperador León VI exhumó su cuerpo para entregarlo a Santa Ricardis, esposa del emperador Carlos III.

[10945] 12 s. Compárese con Mt. 21, 1-11; Mc. 11, 1-11; Lc. 19, 29-45 y nótese el reconocimiento de la realeza de Cristo por parte de los buenos israelitas (cf. 6, 15) en tanto que la negaban sus enemigos. Cf. 18, 39 s.; 19, 12-15; Lc. 23, 2, etc. Hosanna: exclamación de júbilo, que significa: ¡ayúdanos! (oh Dios). Véase Salmo 117, 25; Mt. 21, 9 y notas.

[10946] 20. Los griegos que desean ver a Jesús son prosélitos o afiliados al judaísmo, como el centurión de Lc. 7, 2-10. Se les llamaba “temerosos de Dios” (Hch. 13, 43). De no ser así no habrían venido a Jerusalén a la fiesta.

[10947] 23. La hora, como anota Pirot, era de inmolación (v. 27), de la cual vendría su glorificación (Lc. 24, 26). Cf. Sal. 109, 7 y nota.

[10948] 24 ss. Jesús aplica esto primero a Él mismo, según vemos por el v. 23. Significa así la necesidad de su Pasión y Muerte (cf. Lc. 24, 46) para que su fruto sea el perdón nuestro (ibid. 47; cf. Is. 53, 10 ss.). En segundo lugar lo aplica a nosotros (v. 25) pata enseñarnos a no poner el corazón en nuestro yo ni en esta vida que se nos escapa de entre las manos, y a buscar el nuevo nacimiento según el espíritu (3, 3 ss.; Ef. 4, 24), prometiéndonos una recompensa semejante a la que Él mismo tendrá (v. 26). Cf. 17, 22-24.

[10949] 27. Mi alma está turbada: Santo Tomás llama a esto un anticipo de la Pasión. Jesús encara aquí su drama con la misma generosidad con que beberá en Getsemaní el cáliz de la amargura (Mt. 26, 39), y renuncia a pedir al Padre que lo libre, pues sabe que así debe suceder (Mt. 26, 53 s.).

[10950] 28. Glorifica tu nombre: En 17, 1 s. vemos que la glorificación que el Padre recibe del Hijo consiste en salvarnos a nosotros. El Padre quedará glorificado más y más (cf. 13, 31 s.) al mostrar que su misericordia por los pecadores no vaciló en entregar su divino Hijo (3, 16) y dejarlo llegar hasta el último suplicio (10, 17; Rm. 5, 10; 8, 32; 1 Jn. 4, 9). Y a su vez el Padre, que ya glorificó al Hijo dando testimonio de Él con su Palabra (Mt. 17, 5) y en los milagros, lo glorificará más y más, después de sostenerlo en su Pasión (Lc. 22, 43), y de resucitarlo, (Hch. 2, 24; 3, 15; Rm. 8, 11; Ef. 1, 20; Col. 2, 12), sentándolo a su derecha, con su Humanidad santísima, con la misma gloria que eternamente tuvo el Verbo (17, 5 y 24). Cf. Sal. 109, 1 ss.

[10951] 29. Así fue también en Hch. 9, 7; 22, 9; Fil. 3, 21. Sobre la dulce muerte a sí mismo (v. 25), véase Lc. 9, 23 s. y nota. Cf. Mt. 10, 39; 16, 25; Mc. 8, 35; Lc. 17, 33. Alma (gr. psyjé). Así también de la Torre. Otros vierten vida. El mismo v. trae otra palabra (zoé) que traducimos por vida.

[10952] 31. Satanás y sus satélites serán echados fuera de las almas por la regeneración que obrará en ellas el Bautismo (Ef. 4, 8; Denz. 140). Véase, empero, 14, 30 y nota.

[10953] 32. Lo atraeré todo hacia Mí: esto es, consumada mi redención, Yo quedaré como el centro al cual convergen todos los misterios de ambos Testamentos. Otros leen: atraeré a todos y lo interpretan del llamado que se extiende a toda la gentilidad. En Ef. 1, 10 (cf. nota), hay una base de interpretación aún más amplia de este anuncio del Señor.

[10954] 34. Aluden a las profecías sobre el Mesías Rey de Israel. Cf. Is. 49, 8; Ez. 37, 25.

[10955] 35 s. Mientras: en griego “hos” (cf. Lc. 3, 23 y nota). Jesús es la luz (9, 5) y los invita a obrar mientras Él está con ellos, pues Él los guardará como dice en 17, 12. No os sorprendan: sobre este sentido, véase Mt. 24, 24; 2 Ts. 2, 10.

[10956] 36. Creer a la Palabra de Jesús es la condición que Él mismo nos pone para hacernos hijos de Dios. Cf. 1, 12.

[10957] 37. Véase 6, 30; 9, 30; Lc. 11, 31 y notas.

[10958] 38. Cita de Is. 53, 1, profecía de la Pasión, como la del Sal. 21, 2, que Cristo pronuncia en la Cruz (Mt. 27, 46). Nadie las creía, ni los apóstoles.

[10959] 39 ss. Anuncio de la ceguera que los llevó a rechazar a Cristo, no obstante la claridad de las profecías antes invocadas (cf. 9, 39). Cuando vio su gloria: Cf. 8, 56; Is. 6, 9 ss.; Lc. 19, 14 y 27.

[10960] 42. Véase 7, 13 y nota.

[10961] 44. Véase 6, 40 y nota.

[10962] 45. Por el misterio que se ha llamado “circuminsesión”, el Padre está en el Hijo, así como el Hijo está en el Padre. Bajo los velos de la humanidad de Cristo late su divinidad, que posee con el Padre en la unidad de un mismo Espíritu. Véase 10, 30; 14, 7-11.

[10963] 46. Jesús no quiere que sus discípulos queden en tinieblas. Elocuente condenación de lo que hoy suele llamarse la fe del carbonero. Las tinieblas son lo propio de este mundo (9, 5 y nota), mas no para los “hijos de la luz”, que viven de la esperanza (1 Ts. 5, 4 s.).

[10964] 47. En esta mi primera venida no he de juzgar al mundo, pero sí en la segunda. Véase 3, 17; 5, 22 y nota; 8, 15; Ap. 19, 11 ss.

[10965] 48. Cf. 3, 18. Según esto, el no querer escuchar la Palabra de Cristo es peor que, después de haberla escuchado, no cumplirla. Confirma así el v. 46.

[10966] 49. El que hace caso omiso del Mediador, desecha la misericordia del que se dignó constituirlo. Véase 14, 31; 15, 10. Entretanto, admiremos una vez más la humildad de niño con que el divino Legado habla del Padre.

[10967] 1. El sentido literal de este v. puede ser doble: que los amó hasta el extremo (como lo veremos en lo que hace a continuación), o que quiso extender a todos los suyos, que vivirán hasta el fin de los tiempos, el mismo amor que tenía a aquellos que entonces estaban en el mundo. Así también lo vemos formular aquí su Mandamiento nuevo (v. 34), en el cual se ofrece por modelo del amor que hemos de tenernos entre nosotros, a fin de que ese amor Suyo por los hombres perdure sobre la tierra como si Él mismo se quedara, puesto que, mediante el Espíritu Santo (Lc. 11, 13), cada uno podrá amar a su hermano con el mismo amor con que Jesús lo amó. Es, como vemos, el aspecto inverso del mismo misterio de caridad que reveló en Mt. 25, 45 al decirnos que Él recibe, como hecho a su propia Persona, cuanto hacemos por el más pequeño de sus hermanos.

[10968] 3. El Evangelista, siempre tan sobrio y falto de todo encomio, parece querer acentuar esta vez la enormidad indecible que significa esa actitud de siervo tomada aquí por Jesús (v. 4), no obstante saber Él muy bien que, como aquí se expresa, Él era el Príncipe divino, el único hombre que ha habido y habrá digno de adoración.

[10969] 4. Los vestidos: plural de generalización. “Jesús no se quitó sin duda más que el manto” (Joüon).

[10970] 5. Algunos piensan aquí en una purificación de los apóstoles, pero Jesús explica en vv. 12 ss. el significado y el propósito ejemplarizador de este acto de su inefable humildad y caridad fraterna, “más para (ser) meditado que para expresado”, escribe S. Agustín. En el v. 10 les dice que ya estaban limpios, y el lavar los pies no era un acto de purificación de la conciencia sino un servicio de esclavo, que aquí es muestra de amor (cf. v. 1), tanto más especial cuanto que no se trata de visitantes recién llegados (cf. Lc. 7, 44). ¡También a Judas le lavó los pies! La idea de purificación es, pues, como dice Huby, ajena al discurso de Jesús.

[10971] 8. Sobre esta falsa humildad cf. Mt. 5, 8; 16, 23; Lc. 12, 37 y nota. “Para tener comunidad con Jesús es necesario no tener miedo de Él. Sin eso ¿cómo nos llamaríamos redimidos por Él?”

[10972] 10. Las palabras entre corchetes faltan en muchos manuscritos. Pirot las suprime totalmente.

[10973] 14. Sobre la sencillez y humildad sin límites de Jesús, véase Mt. 20, 28; Lc. 22, 27 y nota.

[10974] 18. Jesús ofrece aquí una nueva prueba de que es el Mesías, mostrando que va a cumplirse en Él la traición que David sufrió como figura Suya y que anunció mil años antes al presentar típicamente a Judas en la persona de Aquitofel (Sal. 40, 10; 54, 14 y notas). El divino Maestro nos enseña con esto la triste pero importante verdad de que no hemos de confiar imprudentemente ni en el más íntimo amigo, porque, aunque hoy nos parezca imposible, bien puede convertirse en el traidor de mañana.

[10975] 23. Aquel a quien Jesús amaba, el mismo Evangelista, quien por modestia oculta su nombre (véase 1, 39 y nota). Recostado quiere decir que Juan, según la costumbre oriental, estaba echado delante de Jesús, apoyándose sobre el codo izquierdo, con el pecho vuelto el Maestro.

[10976] 26. El bocado: no se dice de pan, ni que fuese mojado en vino, ni puede pensarse que Jesús daba a Judas la Eucaristía para que la recibiese sacrílegamente (Scio).

[10977] 27. En ese momento entró en él Satanás: Juan recalca el momento preciso, para distinguir esta posesión diabólica total de Judas del designio del v. 2, que Satanás “había puesto en su corazón”. Lucas coloca antes de la cena pascual esa posesión diabólica y el pacto con los sacerdotes para entregarles a Jesús (Lc. 22, 3-7 ss.), en lo cual coincide con Mt. 26, 14 ss. y Mc. 14, 10 ss., que sitúan ese pacto inmediatamente después de la cena de Simón el leproso. De ahí han supuesto algunos que esta cena del lavatorio de pies pudiese ser, como aquella que se le dio en Betania seis días antes (12, 1; Mt. 26, 6 ss.; Mc. 14, 3 ss.), anterior a la de Pascua (cf. v. 1). Se observa que falta aquí toda mención de la Eucaristía, que traen los tres sinópticos, y de la preparación de la Cena pascual (Mt. 26, 17 ss.; Mc. 14, 12 ss.; Lc. 22, 7 ss.); que esa fiesta se da aquí por futura (v. 29); que los discípulos parecen ignorar aún la culpa de Judas (v. 28), cosa que en la otra Cena se hizo pública (Mt. 26, 21-25); que la negación de Pedro (v. 38) no fue anunciada para esa misma noche (como lo fue en Mt. 26, 34; Mc. 14, 30; Lc. 22, 34); que Judas al salir ya de noche (v. 30) no pudo tener tiempo para convenir la entrega de Jesús esa misma noche; que los caps. 14 y 15 no aparecen continuando los anteriores como los caps. 16, 17 y 18; que el himno dicho al final de la Pascua (Mt. 26, 30) no pudo ser la oración del cap. 17 sino el Hallel (Sal. 112-117); que ambas Cenas tienen ya cada una su gran contenido propio e independiente (cf. v. 5 y nota); y que, en fin, los sinópticos escribieron cuando aún continuaba el apostolado sobre Israel, en tanto que Juan escribió casi treinta años después de haber rechazado Israel la predicación apostólica (Hch. 28, 25 ss.) y de la destrucción de Jerusalén y del Templo que siguió muy luego; por lo cual pudo Juan tener algún propósito especial provocado por esos grandes acontecimientos. Hazlo más pronto (así también de la Torre). ¡Es la urgencia de Lc. 12, 50 y 22, 15! La invitación parecería dirigida a Satanás que había entrado en Judas (cf. Lc. 8, 30) y que al promover la inmolación del Cordero no pensó por cierto que servía de instrumento al Redentor. Cf. v. 31 y nota; Hch. 13, 27; 1 Co. 2, 8.

[10978] 31 s. Ahora... ha sido: Los expositores suelen verse en aprietos para explicarse literalmente este verbo en tiempo pasado, que estaría en oposición con toda la economía de la Escritura, según la cual la glorificación de Jesús tuvo lugar cuando el Padre lo sentó a su diestra (cf. 16, 7; Sal. 109, 1 y notas). El evangelista sin embargo da a entender su pensamiento al poner en futuro el v. 32 y al señalar que Jesús dijo esto en el momento en que salió Judas para consumar su obra. Es como si dijera: “echada está la suerte. Debo padecer para entrar en mi gloria (Lc. 24, 26), y ahora tiene principio de ejecución el proceso que me llevará a glorificar al Padre y ser glorificado por Él”.

[10979] 34. El mandamiento es “nuevo” en cuanto propone a los hombres la imitación de la caridad de Cristo: amor que se anticipa a las manifestaciones de amistad; amor compasivo que perdona y soporta; amor desinteresado y sin medida (Rm. 13, 10; 1 Co. 13, 4-7).

[10980] 36. No puedes seguirme ahora, porque no estás confirmado en la fe, como se verá luego en sus negaciones. Lo seguirá más tarde hasta el martirio, cuando haya recibido el Espíritu Santo. Cf. 21, 19; 2 Pe. 1, 14.

[10981] 38. En lugar de anunciar anticipadamente el bien que nos proponemos hacer, cuidemos de proveemos de los auxilios sobrenaturales para poder cumplirlo. “Sin Mí, dice Jesús, nada podéis hacer” (15, 5). Cf. 1 Co. 3, 5.

[10982] 1. Despídese el Señor en los cuatro capítulos siguientes, dirigiendo a los suyos discursos que reflejan los íntimos latidos de su divino Corazón. Estos discursos forman la cumbre del Evangelio de S. Juan y sin duda de toda la divina Revelación hecha a los Doce. Creed en Dios: Recuérdese que Jesús les dijo que su fe no era ni siquiera como un grano de mostaza (Lc. 17, 6 y nota). Es muy de notar también esta clara distinción de Personas que enseña aquí Jesús, entre Él y su Padre. No son ambos una sola Persona a la cual haya que dirigirse vagamente, bajo un nombre genérico, sino dos Personas distintas, con cada una de las cuales tenemos una relación propia de fe y de amor (cf. 1 Jn. 1, 3), la cual ha de expresarse también en la oración.

[10983] 2. Tened confianza en Dios que como Padre vuestro tiene reservadas las habitaciones del cielo para todos los que aprovechan la Sangre de Cristo. En el Sermón de la Montaña (Mt. cap. 5 ss.), Jesús ha recordado que el hombre no está solo, sino que tiene un Dueño que lo creó, en cuyas manos está, y que le impone como ley la práctica de la misericordia, sin la cual no podrá recibir a su vez la misericordia que ese Dueño le ofrece como único medio para salvarse del estado de perdición en que nació como hijo de Adán, quien entregó su descendencia a Satanás cuando eligió a este en lugar de Dios (Sb. 2, 24 y nota). Ahora, en el Sermón de la Cena, Jesús nos descubre la Sabiduría, enseñándonos que en el conocimiento de su Padre está el secreto del amor que es condición indispensable para el cumplimiento de aquella Ley de nuestro Dueño. Pues Él, por los méritos de su Hijo y Enviado, nos da su propio Espíritu (Lc. 11, 13 y nota) que nos lleva a amarlo cuando descubrimos que ese Dueño, cuya autoridad inevitable podía parecernos odiosa, es nuestro Padre que nos ama infinitamente y nos ha dado a su Hijo para que por Él nos hagamos hijos divinos también nosotros, con igual herencia que el Unigénito (Ef. 1, 5; 2 Pe. 1, 4). De ahí que Jesús empiece aquí con esa estupenda revelación de que no quiere guardarse para Él solo la casa de su Padre, donde hasta ahora ha sido el Príncipe único. Y no solo nos hace saber que hay allí muchas moradas, o sea un lugar también para nosotros (v. 2), sino que añade que Él mismo nos lo va a preparar, porque tiene gusto en que nuestro destino de redimidos sea el mismo que el Suyo de Redentor (v. 3).

[10984] 3. Os tomaré junto a Mi: Literalmente: os recibiré a Mí mismo (así la Vulgata). Expresión sin duda no usual, como que tampoco es cosa ordinaria, sino única, lo que el Señor nos revela aquí. Más que tomarnos consigo, nos tomará a Él, porque entonces se realizará el sumo prodigio que S. Pablo llama misterio oculto desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26): el prodigio por el cual nosotros, verdaderos miembros de Cristo, seremos asumidos por Él que es la Cabeza, para formar el Cuerpo de Cristo total. Será, pues, más que tomarnos junto a Él: será exactamente incorporarnos a Él mismo, o sea el cumplimiento visible y definitivo de esa divinización nuestra como verdaderos hijos de Dios en Cristo (véase Ef. 1, 5 y nota). Es también el misterio de la segunda venida de Cristo, que San Pablo nos aclara en 1 Ts. 4, 13-17 y en que los primeros cristianos fundaban su esperanza en medio de las persecuciones (cf. Hb. 10, 25 y nota). De ahí la aguda observación de un autor moderno: “A primera vista, la diferencia más notable entre los primeros cristianos y nosotros es que, mientras nosotros nos preparamos para la muerte, ellos se preparaban para el encuentro con N. Señor en su Segundo Advenimiento”.

[10985] 4. Sabéis el camino: El camino soy Yo mismo (v. 6), no solo en cuanto señalé la Ley de caridad que conduce al cielo, sino también en cuarto los méritos míos, aplicados a vosotros como en el caso de Jacob (véase Gn. 27, 19 y nota) os atraerán del Padre las mismas bendiciones que tengo Yo, el Primogénito (Rm. 8, 29).

[10986] 6 s. El Padre es la meta. Jesús es el camino de verdad y de vida para llegar hasta Él. Como se expresó en la condenación del quietismo, la pura contemplación del Padre es imposible si se prescinde de la revelación de Cristo y de su mediación. En el v. 7 no hay un reproche como en la Vulgata (si me conocierais...) sino un consuelo: si me conocéis llegaréis también al Padre indefectiblemente. Vemos así que la devoción ha de ser al Padre por medio de Jesús, es decir, contemplando a ambos como Personas claramente caracterizadas y distintas (Concilio III de Cartago, can. 23). Querer abarcar de un solo ensamble a la Trinidad sería imposible para nuestra mente, pues la tomaría como una abstracción que nuestro corazón no podría amar como ama al Padre y al Hijo Jesús, con los cuales ha de ser, dice S. Juan, nuestra sociedad (1 Jn. 1, 3). La Trinidad no es ninguna cosa distinta de las Personas que la forman. Lo que hemos de contemplar en ella es el amor infinito que el Padre y el Hijo se tienen recíprocamente en la Unidad del Espíritu Santo. Y así es cómo adoramos también a la Persona de este divino Espíritu que es el amor que une a Padre e Hijo. El Espíritu Santo es el espíritu común del Padre y del Hijo, y propio de cada uno de Ambos, porque todo el espíritu del Padre es de amor al Hijo y todo el espíritu del Hijo es de amor al Padre. Del primero, amor paternal, beneficiamos nosotros al unirnos a Cristo. Del segundo, amor filial, participamos igualmente adhiriéndonos a Jesús para amar al Padre como Él y junto con Él y mediante Él y a causa de Él, y dentro de Él, pues Ambos son inseparables, como vemos en los vv. 9 ss.

[10987] 10. Es notable que ya en el Antiguo Testamento el Padre (Yahvé) habla del Mesías llamándolo “el Varón unido conmigo” (Za. 13, 7). Cf. 16, 32.

[10988] 12. Una de las promesas más asombrosas que Jesús hace a la fe viva, Desde el cielo Él la cumplirá.

[10989] 13. En este v. y en el siguiente promete el Salvador que será oída la oración que hagamos en su nombre. Esta promesa se cumple siempre cuando confiados en los méritos de Jesucristo y animados por su espíritu nos dirigimos al Padre. Es la oración dominical la que mejor nos enseña el recto espíritu y, por eso, garantiza los mejores frutos (Mt. 6, 9 ss.; Lc. 11, 2 ss.).

[10990] 15. Él que ama se preocupa de cumplir los mandamientos, y para eso cuida ante todo de conservarlos en su corazón. Véase v. 23 s.; Sal. 118, 11 y nota.

[10991] 16. El otro Intercesor es el Espíritu Santo, Que nos ilumina y consuela y fortalece con virtud divina. El mundo es regido por su príncipe (v. 30), y por eso no podrá nunca entender al Espíritu Santo (1 Co. 2, 14), ni recibir sus gracias e ilustraciones. Los apóstoles experimentaron la fortaleza y la luz del divino Paráclito pocos días después de la Ascensión del Señor, en el día de Pentecostés (Hch. 2) y recibieron carismas visibles, de los cuales se habla en los Hechos de los Apóstoles.

[10992] 17 ss. Mora con vosotros: Casi siempre vivimos en un estado de fe imperfecta, como diciéndonos: si yo lo tuviera delante al Padre celestial o a Jesús, le diría tal y tal cosa. Olvidamos que el Padre y el Hijo no son como los hombres ausentes que hay que ir a buscar sino que están en nuestro interior (vv. 20 y 23), lo mismo que el Espíritu (v. 26; 16, 13; Lc. 11, 13). Nada consuela tanto como el cultivo suavísimo de esta presencia de Dios permanente en nosotros, que nos está mirando, sin cansarse, con ojos de amor como los padres contemplan a su hijo en la cuna (Sal. 138, 1). Y nada santifica tanto como el conocimiento vivo de esta verdad que “nos corrobora por el Espíritu en el hombre interior” (Ef. 3, 16) como templos vivos de Dios (Ef. 2, 21 s.). Estará en vosotros: Entendamos bien esto: “El Espíritu Santo estará en nosotros como un viento que sopla permanentemente para mantener levantada una hoja seca, que sin Él cae. De modo que a un tiempo somos y no somos. En cuanto ese viento va realizando eso en nosotros, somos agradables a Dios, sin dejar empero, de ser por nosotros mismos lo que somos, es decir, “siervos inútiles” (Lc. 17, 10). Si no fuese así, caeríamos fatalmente (a causa de la corrupción que heredamos de Adán) en continuos actos de soberbia y presunción, que no solo quitaría todo valor a nuestras acciones delante de Dios, sino que sería ante Él una blasfemia contra la fe, es decir, una rivalidad que pretendería sustituir la Gracia por esa ilusoria suficiencia propia que solo busca quitar a Dios la gloria de ser el que nos salva.

[10993] 20. En aquel día: Véase 16, 16 y nota. Vosotros estáis en Mí, etc.. “En vano soñarán los poetas una plenitud de amor y de unión entre el Creador y la creatura, ni una felicidad para nosotras, como esta que nos asegura nuestra fe y que desde ahora poseemos “en esperanza”. Es un misterio propio de la naturaleza divina que desafía y supera todas las audacias de la imaginación, y que sería increíble si Él no lo revelase. ¿Qué atractivos puede hallar Él en nosotros? Y sin embargo, al remediar el pecado de Adán, en vez de rechazarnos de su intimidad (mirabilius reformasti) buscó un pretexto para unirnos del todo a Él, ¡como si no pudiese vivir sin nosotros!” Véase 17, 26 y nota.

[10994] 21. Es decir: el que obedece eficazmente al Padre muestro que tiene amor, pues si no lo amase no tendría fuerza para obedecerlo, como vemos, en el v. 23. No tiene amor porque obra, sino que obra porque tiene amor. Cf. Lc. 7, 47 y nota.

[10995] 23. El amor es el motor indispensable de la vida sobrenatural: todo aquel que ama, vive según el Evangelio; el que no ama no puede cumplir los preceptos de Cristo, ni siquiera conoce a Dios, puesto que Dios es amor (1 Jn. 4, 8). “Del amor a Dios brota de por sí la obediencia a su divina voluntad (Mt. 7, 21; 12, 50; Mc. 3, 35; Lc. 8, 21), la confianza en su providencia (Mt. 6, 25-34; 10, 29-33; Lc. 12, 4-12 y 22-34; 18, 1-8), la oración devota (Mt. 6, 7-8; 7, 7-12; Mc. 11, 24; Lc. 11, 1-13; Jn. 16, 23-24), Y el respeto a la casa de Dios (Mt. 21, 12-17; Jn. 2, 16)” (Lesétre).

[10996] 24. Dios nos revela a este respecto su intimidad diciendo: “Como una mujer que desprecia al que la ama, así me ha despreciado Israel” (Jr. 3, 20). Esto nos hace comprender que querer suplir con obras materiales la falta de amor, sería como si una mujer que rechaza el amor de un príncipe pretendiera consolarlo ofreciéndole dinero. O como si un hijo que se apartó del hogar creyese que satisface a su padre con mandarle regalos. Véase la clara doctrina de S. Pablo en 1 Co. 13, 1 ss.

[10997] 26. Jesús hace aquí quizá la más estupenda de sus revelaciones y de sus promesas. El mismo Espíritu divino, que Él nos conquistó con sus méritos infinitos, se hará el inspirador de nuestra alma y el motor de nuestros actos, habitando en nosotros (v. 16 s.). Tal es el sentido de las palabras “os lo enseñará todo”, es decir, no todas las cosas que pueden saberse, sino todo lo vuestro, como maestro permanente de vuestra vida en todo instante. San Pablo confirma esto en Rm. 8, 14 llamando hijos de Dios a “los que son movidos por el Espíritu de Dios”. Si bien miramos, todo el fruto de la Pasión de Cristo consiste en habernos conseguido esa maravilla de que el Espíritu de Dios, que es todo luz y amor y gozo, entre en nosotros, confortándonos, consolándonos, inspirándonos en todo momento y llevándonos al amor de Jesús (6, 44 y nota) para que Jesús nos lleve al Padre (vv. 6 ss.) y así el Padre sea glorificado en el Hijo (v. 13). Tal es el plan del Padre en favor nuestro (6, 40 y nota), de tal modo que la glorificación de ambos sea también la nuestra, como se ve expresamente en 17, 2. Para entrar en nosotros ese nuevo rector que es el Espíritu Santo, solo espera que el anterior le ceda el puesto. Eso quiere decir simplemente el “renunciarse a sí mismo”. Os recordará, etc.: es decir, traerá a la memoria en cada momento oportuno (Mt. 10, 19; Mc. 13, 11) las enseñanzas de Jesús a los que se hayan preocupado de aprenderlas. Véase 16, 13; Lc. 11, 13 y notas.

[10998] 28. El Padre es más grande que Yo significa que el Padre es el origen y el Hijo la derivación. Como dice S. Hilario, el Padre no es mayor que el Hijo en poder, eternidad o grandeza, sino en razón de que es principio del Hijo, a quien da la vida. Porque el Padre nada recibe de otro alguno, mas el Hijo recibe su naturaleza del Padre por eterna generación, sin que ello implique imperfección en el Hijo. De ahí la inmensa gratitud de Jesús y su constante obediencia y adoración del Padre. Un buen hijo, aunque sea adulto y tan poderoso como su padre, siempre lo mirará como a superior. Tal fue la constante característica de Jesús (4, 34; 6, 38; 12, 49 s.; 17, 25, etc.), también cuando, como Verbo eterno, era la Palabra creadora y Sabiduría del Padre (1, 2; Pr. 8, 22 ss.; Sb. 7, 26; 8, 3; Si. 24, 12 ss., etc.). Véase 5, 48 y nota; Mt. 24, 36; Mc. 13, 32; Hch. 1, 7; 1 Co. 15, 28 y notas. El Hijo como hombre es menor que el Padre.

[10999] 30. El príncipe del mundo: Satanás. Tremenda revelación que, explicándose por el triunfo originario de la serpiente sobre el hombre (cf. Sb. 2, 24 y nota), explica a su vez las condenaciones implacables que a cada paso formula el Señor sobre todo lo mundano, que en cualquier tiempo aparece tan honorable como aparecían los que condenaron a Jesús, Cf. v. 16; 7, 7; 12, 31; 15, 18 ss.; 16, 11; 17, 9 y 14; Lc. 16, 15; Rm. 12, 2; Ga. 1, 4; 6, 14; 1 Tm. 6, 13; St. 1, 27; 4, 4; 1 Pe. 5, 8; 1 Jn. 2, 15 y notas.

[11000] 31. No es por cierto a Jesús a quien tiene nada que reclamar el “acusador” (Ap. 12, 10 y nota). Pero el Padre le encomendó las “ovejas perdidas de Israel” (Mt. 10, 5 y nota), y cuando vino a lo suyo, “los suyos no lo recibieron” (1, 11), despreciando el mensaje de arrepentimiento y perdón (Mc. 1, 15) que traía “para confirmar las promesas de los patriarcas” (Rm. 15, 8). Entonces, como anunciaban misteriosamente las profecías desde Moisés (cf. Hch. 3, 22 y nota), el Buen Pastor se entregó como un cordero (10, 11), libremente (10, 17 s.), dando cuanto tenía, hasta la última gota de su Sangre, aparentemente vencido por Satanás para despojarlo de su escritura contra nosotros clavándola en la Cruz (Col. 2, 14 s.), y realizar, a costa Suya, el anhelo salvador del Padre (6, 38; Mt. 26, 42 y notas) y “no solo por la nación sino también para congregar en uno a todos los hijos de Dios dispersos” (11, 52), viniendo a ser por su Sangre causa de eterna salud para judíos y gentiles, como enseña S. Pablo (Hch. 5, 9 s.).

[11001] 2. Lo limpia: He aquí encerrado todo el misterio de Job y el problema de la tentación y del dolor. Recordémoslo para saber y creer, con la firmeza de una roca, que con cada prueba, siempre pasajera, nos está preparando nuestro Padre un bien mucho mayor. Es lo que la simple experiencia popular ha expresado en el hermoso aforismo: “No hay mal que por bien no venga”.

[11002] 3. “Esta idea de que la fe en la Palabra de Jesús hace limpio, es expresada aún más claramente por S. Pedro al hablar de los gentiles que creyeron: «por su fe Dios purificó sus corazones» (Hch. 15, 9)”. P. Joüon. Limpios significa aquí lo mismo que “podados”; por donde vemos que el que cultiva con amor la Palabra de Dios, puede librarse también de la poda de la tribulación (v. 2).

[11003] 4. Nosotros (los sarmientos) necesitamos estar unidos a Cristo (la vid) por medio de la gracia (la savia de la vid), para poder obrar santamente, puesto que solo la gracia da a nuestras obras un valor sobrenatural. Véase 2 Co. 3, 5; Ga. 2, 16 ss. “La gracia y la gloria proceden de Su inexhausta plenitud. Todos los miembros de su Cuerpo místico, y sobre todo los más importantes, reciben del Salvador dones constantes de consejo, fortaleza, temor y piedad, a fin de que todo el cuerpo aumente cada día más en integridad y en santidad de vida” (Pío XII, Enc. del Cuerpo Místico). Cf. 1 Co. 12, 1 ss.; Ef. 4, 7 ss.

[11004] 5. No podéis hacer nada: A explicar este gran misterio dedica especialmente S. Pablo su admirable Epístola a los Gálatas, a quienes llama “insensatos” (Ga. 3, 1) porque querían, como judaizantes salvarse por el solo cumplimiento de la Ley, sin aplicarse los méritos del Redentor mediante la fe en Él (cf. el discurso de Pablo a Pedro en Ga. 2, 11-21). La Alianza a base de la Ley dada a Moisés no podía salvar. Solo podía hacerlo la Promesa del Mesías hecha a Abrahán; pues el hombre que se somete a la Ley, queda obligado a cumplir toda la Ley, y como nadie es capaz de hacerlo, perece. En cambio Cristo vino para salvar gratuitamente, por la donación de sus propios méritos, que se aplican a los que creen en esa Redención gratuita, los cuales reciben, mediante esa fe (Ef. 2, 8 s.), el Espíritu Santo, que es el Espíritu del mismo Jesús (Ga. 4, 6), y nos hace hijos del Padre como Él (Jn. 1, 12), prodigándonos su gracia y sus dones que nos capacitan para cumplir el Evangelio, y derramando en nuestros corazones la caridad (Rm. 5, 5) que es la plenitud de esa Ley (Rm. 13, 10; Ga. 5, 14).

[11005] 6. Triste es para el orgullo convencerse de que no somos ni podemos ser por nosotros mismos más que sarmientos secos. Pero el conocimiento de esta verdad es condición previa para toda auténtica vida espiritual (cf. 2, 24 y nota). De aquí deducía un ilustre prelado americano que la bondad no consiste en ser bueno, pues esto es imposible porque “separados de Mí no podéis hacer nada”. La bondad consiste en confesarse impotente y buscar a Jesús, para que de Él nos venga la capacidad de cumplir la voluntad del Padre como Él lo hizo.

[11006] 7. Esto es lo que S. Agustín expresa diciendo “ama y haz lo que quieras”. Porque el que ama sabe que no hay más bien que ese de poseer la amistad del amado, en lo cual consiste el gozo colmado (1 Jn. 1, 3-4); y entonces no querrá pedir sino ese bien superior, que es el amor, o sea el Espíritu Santo, que es lo que el Padre está deseando darnos, puesto que Él nos ama infinitamente más que nosotros a Él. Cf. Lc. 11, 13 y nota; 1 Jn. 5, 14 s.

[11007] 8. El futuro seréis (genésesthe) según Merk está mejor atestiguado que el subjuntivo seáis. Así también Pirot y otros modernos. El sentido, sin embargo, no fluye con claridad, por lo cual cabe más bien, con la puntuación correspondiente, referir la glorificación del Padre a lo dicho en el v. 7, sentido por cierto bellísimo y que coincide exactamente con 14, 13 y con 17, 2, donde se ve que el Corazón paternal de Dios es glorificado en que nosotros recibamos beneficios de nuestro Hermano Mayor. En tal caso este final queda como una señal que nos da Jesús en pleno acuerdo con el contexto: que (hina con optativo) vuestro sarmiento fructifique mucho y entonces sabréis que está unido a la Vid, es decir, que sois realmente mis discípulos, así como por los frutos se conoce el árbol (Mt. 12, 33; Lc. 6, 43 ss.). El caso inverso se ve en Mt. 7, 15.

[11008] 9. No se puede pasar en silencio una declaración tan asombrosa como esta. Jesús vino a revelarnos ante todo el amor del Padre, haciéndonos saber que nos amó hasta entregar por nosotros a su Hijo, Dios como Él (3, 16). Y ahora, al declararnos su propio amor, usa Jesús un término de comparación absolutamente insuperable, y casi diríamos increíble, si no fuera dicho por Él. Sabíamos que nadie ama más que el que da su vida (v. 13), y que Él la dio por nosotros (10, 11), y nos amó hasta el fin (13, 1), y la dio libremente (10, 18), y que el Padre lo amó especialmente por haberla dado (10, 17); y he aquí que ahora nos dice que el amor que Él nos tiene es como el que el Padre le tiene a Él, o sea que Él, el Verbo eterno, nos ama con todo su Ser divino, infinito, sin límites, cuya esencia es el mismo amor (cf. 6, 57; 10, 14 s.). No podrá el hombre escuchar jamás una noticia más alta que esta “buena nueva”, ni meditar en nada más santificante; pues, como lo hacía notar el Beato Eymard, lo que nos hace amar a Dios es el creer en el amor que Él nos tiene. Permaneced en mi amor significa, pues, una invitación a permanecer en esa privilegiada dicha del que se siente amado, para enseñarnos a no apoyar nuestra vida espiritual sobre la base deleznable del amor que pretendemos tenerle a Él (véase como ejemplo 13, 36-38), sino sobre la roca eterna de ese amor con que somos amados por Él. Cf. 1 Jn. 4, 16 y nota.

[11009] 11. Porque no puede existir para el hombre mayor gozo que el de saberse amado así. En 16, 24; 17, 13; 1 Jn. 1, 4, etc., vemos que todo el Evangelio es un mensaje de gozo fundado en el amor.

[11010] 14. Si hacéis esto que os mando, es decir, si os amáis mutuamente como acaba de decir en el v. 12 y repite en el v. 17, porque el mandamiento del amor es el fundamento de todos los demás (Mt. 7, 12; 22, 40; Rm. 13, 10; Col. 3, 14).

[11011] 15. Notemos esta preciosa revelación: lo que nos transforma de siervos en amigos, elevándonos de la vía purgativa a la unión del amor, es el conocimiento del mensaje que Jesús nos ha dejado de parte del Padre. Y Él mismo nos agrega cuán grande es la riqueza de este mensaje, que contiene todos los secretos que Dios comunicó a su propio Hijo.

[11012] 16. Hay en estas palabras de Jesús un inefable matiz de ternura. En ellas descubrimos no solamente que de Él parte la iniciativa de nuestra elección; descubrimos también que su Corazón nos elige aunque nosotros no lo hubiéramos elegido a Él. Infinita suavidad de un Maestro que no repara en humillaciones porque es “manso y humilde de corazón” (Mt. 11, 29). Infinita fuerza de un amor que no repara en ingratitudes, porque no busca su propia conveniencia (1 Co. 13, 5). Vuestro fruto permanezca: Es la característica de los verdaderos discípulos; no el brillo exterior de su apostolado (Mt. 12, 19 y nota), pero sí la transformación interior de las almas. De igual modo a los falsos profetas, dice Jesús, se les conoce por sus frutos (Mt. 7, 16), que consisten, según S. Agustín, en la adhesión de las gentes a ellos mismos y no a Jesucristo. Cf. 5, 43; 7, 18; 21, 15; Mt. 26, 56 y notas.

[11013] 18 ss. El mundo, que no recibe a Jesús, ni a su Espíritu, tampoco recibirá a sus discípulos. Con toda claridad profetiza el divino Redentor las persecuciones, que prueban el carácter sobrenatural de su Cuerpo místico. El mundo odia lo sobrenatural en los cristianos, así como lo ha odiado en Cristo.

[11014] 20. Observarán: espiarán (Scio). Cf. Sal. 16, 11; 55, 7 y notas.

[11015] 21. Será motivo de gloria para los discípulos el odio y la persecución por causa del Nombre Santo, y una ocasión para afirmar su amor al Padre que nos envió a Jesús (cf. 16, 3; Ga. 6, 14).

[11016] 25. Véase Sal. 34, 19; 68, 5.

[11017] 26 s. Intercesor: Otros vierten: Defensor. Hay aquí una bellísima explicación del dogma trinitario. El Espíritu Santo procede del Padre y también del Hijo. Nuestra salvación fue objeto del envío del Hijo por el Padre, que nos lo dio; ahora anuncia Jesús que nuestra santificación va a ser objeto de la misión de otra Persona divina: el Espíritu Santo, que Él enviará desde la diestra del Padre (16, 7 y nota). Dará testimonio de Mí, p. ej. en la Sagrada Escritura, que es por eso un “tesoro celestial” (Conc. Trid.). Del testimonio del Espíritu Santo será inseparable la predicación y el testimonio de los apóstoles porque por su inspiración hablarán. Cf. Hch. 13, 9; Rm. 9, 1; 1 Ts. 1, 5; 2 Pe. 1, 21.

[11018] 1 s. No os escandalicéis, al ver que la persecución viene a veces de donde menos podía esperarse, Jesús nos previene para que no incurramos en el escándalo de que habla en Mt. 13, 21.

[11019] 2. Creerá hacer un obsequio a Dios: es decir, que se llega a cometer los más grandes males creyendo obrar bien, o sea que, por falta de conocimiento de la verdad revelada que nos hace libres (8, 32), caemos en los lazos del padre de la mentira (8, 44). Por eso dice: porque no han conocido al Padre ni a Mí, esto es, no los conocían aunque presuntuosamente creían conocerlos para no inquietarse por su indiferencia (cf. Ap. 3, 15 s.). Es esta la “operación del error” (de que habla con tan tremenda elocuencia S. Pablo en 2 Ts. 2, 9 ss.), a la cual Dios nos abaldona por no haber recibido con amor la verdad que está en su Palabra (17, 17), y nos deja que “creamos a la mentira”. ¿Acaso no fue este el pecado de Eva y de Adán? Porque si no hubieran creído al engaño de la serpiente y confiado en sus promesas, claro está que no se habrían atrevido a desafiar a Dios. Nuestra situación será mejor que la de ellos si aprovechamos esta prevención de Jesús. Rara vez hay quien haga el mal por el mal mismo, y de ahí que la especialidad de Satanás. habilísimo engañador, sea llevarnos al mal con apariencia de bien. Así Caifás condenó a Jesús, diciendo piadosamente que estaba escandalizado de oírlo blasfemar, y todos estuvieron de acuerdo con Caifás y lo escupieron Jesús por blasfemo (Mt. 26, 65 ss.). Él nos anuncia aquí que así sucederá también con sus discípulos (véase 15, 20 ss.).

[11020] 4. Cuando Jesús estaba con ellos Él los protegía contra todo (17, 12; 18, 8).

[11021] 5 s. Ya no os interesáis como antes (13, 36; 14, 5) por saber lo mío, que tanto debiera preocuparos, y solo pensáis en vuestra propia tristeza, ignorando que mi partida será origen de grandes bienes para vosotros (v. 7). Nótese, en efecto, que cuando Jesús subió al cielo, sus discípulos ya no estaban tristes por aquella separación, sino que “volvieron llenos de gozo” (Lc. 24, 52).

[11022] 7. Se refiere a Pentecostés (Hch. 2). El don del Espíritu (Lc. 24, 49 y nota), que es su propio espíritu (Ga. 4, 6), nos lo obtuvo Jesús del Padre, como premio conquistado con su Sangre. Se entiende así que el Espíritu Santo no fuese dado (7, 39) hasta que Jesús “una vez consumado” (Hb. 5, 9 s.) por su pasión (Hb. 2, 10) entrase en su gloria (Lc. 24, 26) sentándose a la diestra del Padre (Sal. 109, 1 ss. y notas). Cf. 20, 22 y nota.

[11023] 8. Presentará querella: “Desde entonces el mundo es un reo, sentado en el banquillo de Dios, perpetuamente acusado por el Espíritu. ¿Cómo podría tener la simpatía del creyente si no es por la engañosa seducción de sus galas?”

[11024] 9. Jesús se refiere únicamente al pecado de incredulidad, mostrándonos que tal es el pecado por antonomasia, porque pone a prueba la rectitud del corazón. Véase 3, 19; 3, 36; 7, 17; 8, 24; 12, 37 y siguientes; Mc. 3, 22; Rm. 11, 32 y notas.

[11025] 10. Es decir porque Él va a ser glorificado por el Padre, con lo cual quedará de manifiesto su santidad; y entre tanto sus discípulos, aunque privados de la presencia visible del Maestro, serán conducidos por el Paráclito al cumplimiento de toda justicia, con lo cual su vida será un reproche constante para el mundo pecador.

[11026] 11. El Espíritu Santo dará contra el espíritu mundano este tremendo testimonio, que consiste en demostrar que, no obstante las virtudes que suele pregonar, tiene como rector al mismo Satanás. Y así como ha quedado demostrada la justicia de la causa de Cristo (v. 10), quedará también evidenciada, para los hijos de la sabiduría humana, la condenación de la causa de Satanás. Esto no quiere decir que ya esté cumplida plenamente la sentencia contra el diablo y sus ángeles. Véase 2 Pe. 2, 4; Judas 6; Ap. 20, 3, 7 y 9.

[11027] 13. El Espíritu Santo, que en el Ant. Test. “habló por los Profetas”, inspiró también los Libros del Nuevo, que presentan las enseñanzas de Jesús, desenvuelven su contenido y revelan las cosas futuras, objeto de nuestra esperanza. No significa, pues, que cada uno de nosotros haya de recibir una revelación particular del Espíritu Santo, sino que debemos preocuparnos por conocer las profecías bíblicas y no despreciarlas (véase 14, 26 y nota; 1 Ts. 5, 20).

[11028] 16 ss. S. Agustín hace notar que ese otro poco de tiempo es el que empieza después de la Ascensión, que es cuando Jesús se va al Padre, o sea, que lo volveremos a ver cuando venga de allí a juzgar a los vivos y a los muertos, Esta interpretación se deduce del v. 20, donde Jesús se refiere a la alegría del mundo y a las persecuciones del tiempo presente, como también lo indica Sto. Tomás. Por eso cuando Él vuelva nadie nos quitará el gozo (v. 22). Véase 14, 3, 18 y 28. “Es, añade el doctor de Hipona, una promesa que se dirige a toda la Iglesia. Este poco de tiempo nos parece bien largo, porque dura todavía, pero cuando haya pasado, comprenderemos entonces cuán corto fue”. Cf. Ct. 1, 2; 8, 14 y notas.

[11029] 23. En aquel día: Véase 14, 20. No me preguntaréis más: Cf. Hb. 8, 11; Jr. 31, 34.

[11030] 24. En mi nombre: por el conocimiento que tenéis de mi bondad, y de todas mis promesas. La falta de este conocimiento es lo que explica, según S. Agustín, que tantas veces la oración parezca ineficaz, pues se pide en nombre de un Cristo desfigurado a quien el Padre no reconoce por su Hijo. Véase 14, 13 s.; 14, 20; 15, 11; 1 Jn. 5, 14; Mt. 7, 7; Mc. 11, 24; St. 1, 6 s.; 4, 3. Pedid, etc.: Algunos traducen: “pedid que vuestro gozo sea completo, y recibiréis” (lo que pedís), lo cual significaría que se nos promete no ya tales o cuales bienes pedidos, para que nos gocemos en ellos, sino que se nos promete el gozo mismo, como un bien inmenso, el gozo que el propio Jesús tenía (17, 13), la alegría del corazón que debe tenerse siempre (Fil. 4, 4; Tob. 5, 11) y que, siendo un fruto del Espíritu Santo (Ga. 5, 22), es explicable que se conceda a todo el que lo pida, pues si los malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, mucho más nos dará el Padre Celestial su buen Espíritu (Lc. 11, 13 y nota); ¡Admirable promesa de felicidad! Porque conceder así el gozo permanente a todo el que lo pida, no es solo hacernos seguramente felices, sino también darnos una fuente inexhausta de santidad (Si. 30, 23, Vulgata). ¿No es esto lo que se nos enseña a pedir ya en el Sal. 50, 10 y 14? No quiere Jesús que pongamos nuestra felicidad en la posesión de determinados bienes, que pueden no convenirnos, y por eso Santiago enseña que a veces pedimos y no recibimos (St. 4, 3); sino que pidamos el don del gozo espiritual, que es en sí mismo alegría inalterable, como la de aquel “hombre feliz que no tenía camisa”.

[11031] 26 s. No digo que rogaré. Rasgo de indecible delicadeza. Bien sabemos que rogará siempre por nosotros (Hb. 7, 24 s.), como que tal es su Ministerio de Sacerdote Eterno (Hb. 8, 2; 9, 11 y 24). Y Él mismo nos dijo: “nadie va al Padre sino por Mí” (14, 6). Pero aquí muestra su empeño de que la gloria y el amor sean para el Padre, y por eso, para inclinar hacia Este nuestro agradecimiento, nos dice que el mismo Padre nos ama. El ideal de Jesús es que nos ame tanto como a Él (17, 26). Y esa verdad de que no vamos al Padre sino por Él, se cumple también aquí, pues Jesús ha sido el instrumento de propiciación (Rm. 3, 25), y si, además del perdón, gozamos de ese amor del Padre es por haberlo amado a Jesús, como dice también en 14, 23: “Si alguno me ama... mi Padre lo amará”.

[11032] 28. Retorno al Padre: allí, hecho causa de eterna salud (Hch. 5, 9) y ofreciendo por nosotros su sacrificio del Calvario (Hch. 7, 24 s.; 8, 1 ss.; 9, 11-14), Jesús es el Pontífice (Hb. 5, 10; 6, 20; 7, 28; Sal. 109, 4 nota), el puente entre Dios y nosotros (Hb. 13, 10 y 15), el Don del Padre a nosotros (3, 16) y Don de nosotros al Padre. Es la “respiración del alma” que continuamente lo recibe a Él como oxígeno de vida (cf. 15, 1 ss.) y lo devuelve, para gloria de Ambos. al Padre que tiene en Él toda su complacencia (Mt. 17, 5). Todo el Evangelio está aquí, y sus discípulos no tardan en advertirlo (v. 29 s.), dejando sus inquietudes del v. 19, si bien creen erróneamente que ya llegó el feliz día del v. 28 (cf. v. 16 y nota). De ahí la rectificación que el divino Profeta les hace en v. 31 s.

[11033] 1 ss. Jesús, que tanto oró al Padre “en los días de su carne” (Hb. 5, 7), pronuncia en alta voz esta oración sublime, para dejarnos penetrar la intimidad de su corazón lleno todo de amor al Padre y a nosotros. Dando a conocer el Nombre de Padre (v. 6 ss.) ha terminado la misión que Él le encomendó (v. 4). Ahora el Cordero quiere ser entregado como víctima “en manos de los hombres” (14, 31 y nota), pero apenas hace de ello una vaga referencia en el v. 19. “Es pues con razón que el P. Lagrange intitula el c. 17: Oración de Jesús por la unidad, de preferencia al título de Oración sacerdotal, que ordinariamente se le da siguiendo al luterano Chytraeus Koohhafen + 1600” (Pirot).

[11034] 2. Que tu Hijo te glorifique... dando vida eterna: Meditemos aquí el abismo de bondad en el Padre y en el Hijo, ante tan asombrosa revelación. En este momento culminante de la vida de Jesús, en esta conversación íntima que tiene con su Padre, nos enteramos de que la gloria que el Hijo se dispone a dar al Eterno Padre, y por la cual ha suspirado desde la eternidad, no consiste en ningún vago misterio ajeno a nosotros, sino que todo ese infinito anhelo de ambos está en darnos a nosotros su propia vida eterna.

[11035] 3. El conocimiento del Padre y del Hijo —obra del Espíritu de ambos “que habló por los profetas”— se vuelve vida divina en el alma de los creyentes, los cuales son “partícipes de la naturaleza divina” (2 Pe. 1, 4). Cf. v. 17 y nota; Sb. 15, 3.

[11036] 5. Es evidente, como dice S. Agustín, que si pide lo que desde la eternidad tenía, no lo pide para su Persona divina, que nunca lo había perdido, sino para su Humanidad santísima, que en lo sucesivo tendrá la misma gloria de Hijo de Dios, que tenía el Verbo (cf. v. 22; Sal. 2, 7 y nota).

[11037] 6. Tu nombre, es decir, “a Ti mismo, lo que Tú eres, y por sobre todo, el hecho de que eres Padre” (Joüon).

[11038] 7. Hemos visto a través de todo este Evangelio que la preocupación constante de Jesús fue mostrar que sus palabras no eran de Él sino del Padre. Véase 12, 49 s.

[11039] 8. Ellos las han recibido... y han creído: Admiremos, en esta conversación entre las Personas divinas, el respeto, que bien puede llamarse humilde, por la libertad de espíritu de cada hombre, no obstante ser Ellos Omnipotentes y tener sobre sus creaturas todos los derechos. Nada más contrario, pues, a las enseñanzas divinas, que el pretender forzar a los hombres a que Crean, o castigar a los que no aceptan la fe. Véase Ct. 3, 5; Ez. 14, 7 y notas.

[11040] 9 ss. Nueva y terrible sentencia contra el mundo (véase 14, 30; 15, 18; 16, 11 y notas). ¡Nótese el sentido! 1º Por ellos ruego... porque son tuyos: pues todo lo tuyo me es infinitamente amable solo por ser cosa del Padre a quien amo. Es decir, que nosotros, sin saberlo ni merecerlo, disfrutamos de un título irresistible al amor de Jesús, y es: el solo hecho de que somos cosa del Padre y hemos sido encomendados por Él a Jesús a Quien el Padre le encargó que nos salvase (6, 37-40). 2º En ellos he sido glorificado, es decir, a causa de ellos (cf. v. 19). La gloria del Hijo consiste como la del Padre (v. 2 y nota), en hacernos el bien a nosotros. Jesús ya nos había dicho en 10, 17, que el amor de su Padre, que es para el Hijo la suma gloria, lo recibe Él por eso: porque pone su vida por nosotros (véase allí la nota). Ante abismos como este, de una bondad y un amor, y unas promesas que jamás habría podido concebir el más audaz de los ambiciosos, comprendemos que todo el Evangelio y toda la divina Escritura tienen que estar dictados por ese amor, es decir, impregnados de esa bondad hacia nosotros, porque Dios es siempre el mismo. De aquí que para entender la Biblia hay que preguntarse, en cada pasaje, qué nueva prueba de amor y de misericordia quiere manifestarnos allí el Padre, o Jesús. ¿Es este el espíritu con que la leemos nosotros? El que no entiende, es porque no ama, dice el Crisóstomo; y el que no ama, es porque no se cree amado, dice S. Agustín. También en otro sentido el Hijo ha sido glorificado en nosotros, en cuanto somos su trofeo. Si no pudiera mostrarnos al Padre y al universo como frutos de su conquista, ¿de qué serviría toda su hazaña, toda la epopeya de su vida? Vemos aquí la importancia abismante que se nos atribuye en el seno de la misma Divinidad, en los coloquios del Hijo con el Padre, y si vale la pena pensar en las mentiras del mundo ante una realidad como esta. Porque si somos del mundo, Él ya no ruega por nosotros, como aquí lo dice. Entonces quedamos excluidos de su Redención, es decir, que nuestra perdición es segura.

[11041] 11. Véase 18, 36; Mt. 16, 16 ss. y notas.

[11042] 12. El hijo de perdición es Judas. Véase Mc. 14, 21; Sal. 40, 10; 54, 14; Hch. 1, 16. Hijo de perdición se llama también al Anticristo (2 Ts. 2, 3).

[11043] 15. Es lo que imploramos en la última petición del Padre nuestro (Mt. 6, 13).

[11044] 17. “Vemos aquí hasta qué punto el conocimiento y amor del Evangelio influye en nuestra vida espiritual. Jesús habría podido decirle que nos santificase en la caridad, que es el supremo mandamiento. Pero Él sabe muy bien que ese amor viene del conocimiento (v. 3). De ahí que en el plan divino se nos envió primero al Verbo, o sea la Palabra, que es la luz; y luego, como fruto de Él, al Espíritu Santo que es el fuego, el amor”. Cf. Sal. 42, 3.

[11045] 19. Por ellos me santifico: Vemos aquí una vez más el carácter espontáneo del sacrifico de Jesús. Cf. 14, 31 y nota. En el lenguaje litúrgico del Antiguo Testamento “santificar” es segregar para Dios. En Jesús esta segregación es su muerte, segregación física y total de este mundo (v. 11 y 13); para los discípulos, se trata de un divorcio del mundo (v. 14-16) en orden al apostolado de la verdad que santifica (v. 3 y 17).

[11046] 20. La fe viene del poder de la palabra evangélica (Rm. 10, 17), la cual nos mueve a obrar por amor (Ga. 5, 6). La oración omnipotente de Jesús se pone aquí a disposición de los verdaderos predicadores de la palabra revelada, para darles eficacia sobre los que la escuchan.

[11047] 21. Para que el mundo crea: Se nos da aquí otra regla infalible de apologética sobrenatural (cf. 7, 17 y nota), que coincide con el sello de los verdaderos discípulos, señalado por Jesús en 13, 35. En ellos el poder de la palabra divina y el vigor de la fe se manifestarán por la unión de sus corazones (cf. nota anterior), y el mundo creerá entonces, ante el espectáculo de esa mutua caridad, que se fundará en la común participación a la vida divina (v. 3 y 22). Véanse los vv. 11, 23 y 26.

[11048] 22. Esa gloria es la divina naturaleza, que el Hijo recibe del Padre y que nos es comunicada a nosotros por el Espíritu Santo mediante el misterio de la adopción como hijos de Dios, que Jesús nos conquistó con sus méritos infinitos. Véase 1, 12 s.; Ef. 1, 5 y notas.

[11049] 23. Perfectamente uno: ¡consumarse en la unidad divina con el Padre y el Hijo! No hay panteísmo brahmánico que pueda compararse a esto. Creados a la imagen de Dios, y restaurados luego de nuestra regeneración por la inmolación de su Hijo, somos hechos hijos como Él (v. 22); partícipes de la naturaleza divina (v. 3 y nota); denominados “dioses” por el mismo Jesucristo (10, 34); vivimos de su vida misma, como Él vive del Padre (6, 58), y, como si todo esto no fuera suficiente, Jesús nos da todos sus méritos para que el Padre pueda considerarnos coherederos de su Hijo (Rm. 8, 17) y llevarnos a esta consumación en la Unidad, hechos semejantes a Jesús (1 Jn. 3, 2), aun en el cuerpo cuando Él venga (Fil. 3, 20 s.), y compartiendo eternamente la misma gloria que su Humanidad santísima tiene hoy a la diestra del Padre (Ef. 1, 20; 2, 6) y que es igual a la que tuvo siempre como Hijo Unigénito de Dios (v. 5).

[11050] 24. Que estén conmigo: Literalmente: que sean conmigo. Es el complemento de lo que vimos en 14, 2 ss. y nota. Este Hermano mayor no concibe que Él pueda tener, ni aun ser, algo que no tengamos o seamos nosotros. Es que en eso mismo ha hecho consistir su gloria el propio Padre (v. 2 y nota). De ahí que las palabras: Para que vean la gloria mía quieren decir: para que la compartan, esto es, la tengan igual que Yo. San Juan usa aquí el verbo theoreo, como en 8, 51, donde ver significa gustar, experimentar, tener. En efecto, Jesús acaba de decirnos (v. 22) que Él nos ha dado esa gloria que el Padre le dio para que lleguemos a ser uno con Él y su Padre, y que Este nos ama lo mismo que a Él (v. 23). Aquí, pues, no se trata de pura contemplación sino de participación de la misma gloria de Cristo, cuyo Cuerpo somos. Esto está dicho por el mismo S. Juan en 1 Jn. 3, 2; por S. Pablo, respecto de nuestro cuerpo (Fil. 3, 21), y por S. Pedro aun con referencia a la vida presente, donde ya somos “copartícipes de la naturaleza divina” (2 Pe. 1, 4; cf. 1 Jn. 3, 3). Esta divinización del hombre es consecuencia de que, gracias al renacimiento que nos da Cristo (cf. 3, 2 ss.), Él nos hace “nacer de Dios” (1, 13) como hijos verdaderos del Padre lo mismo que Él (1 Jn. 3, 1). Por eso Él llama a Dios “mi Padre y vuestro Padre”, y a nosotros nos llama “hermanos” (20, 17). Este v. vendría a ser, así, como el remate sumo de la Revelación, la cúspide insuperable de las promesas bíblicas, la igualdad de nuestro destino con el del propio Cristo (cf. 12, 26; 14, 2; Ef. 1, 5; 1 Ts. 4, 17; Ap. 14, 4), Nótese que este amor del Padre al Hijo “antes de la creación del mundo” existió también para nosotros desde entonces, como lo enseña S. Pablo al revelar el gran “Misterio” escondido desde todos los siglos. Véase Ef. 1, 4; 3, 9 y notas.

[11051] 25. Notemos el tono dulcísimo con que habla aquí a su Padre como un hijo pequeño y fiel que quisiera consolarlo de la ingratitud de los demás.

[11052] 26. Aquí vemos compendiada la misión de Cristo: dar a conocer a los hombres el amor del Padre que los quiere por hijos, a fin de que, por la fe en este amor y en el mensaje que Jesús trajo a la tierra, puedan poseer el Espíritu de adopción, que habitará en ellos con el Padre y el Hijo. La caridad más grande del Corazón de Cristo ha sido sin duda alguna este deseo de que su Padre nos amase tanto como a Él (v. 24). Lo natural en el hombre es la envidia y el deseo de conservar sus privilegios. Y más aún en materia de amor, en que queremos ser los únicos. Jesús, al contrario de nosotros, se empeña en dilapidar el tesoro de la divinidad que trae a manos llenas (v. 22) y nos invita a vivir de Él esa plenitud de vida divina (1, 16; 15, 1 ss.) como Él la vive del Padre (6, 58). Todo está en creer que Él no nos engaña con tanta grandeza (cf. 6, 29).

[11053] 1. El huerto se llamaba Getsemaní. Ya en el siglo IV se veneraba allí la memoria de la agonía del Señor, en una iglesia cuyos cimientos se han descubierto recientemente. David, como figura de Cristo, atravesó también este torrente huyendo de su propio hijo. Véase II Reyes 13, 23.

[11054] 8. Dejad ir a estos: Lo primero que el corazón sugiere a Jesús, en momento tan terrible para Él, es salvar a sus discípulos. Y se cuida de llamarlos tales para no exponerlos al peligro que cae sobre Él.

[11055] 9. La cita que aquí se hace (de 17, 12) no se refiere a que Él les salvase la vida corporal sino la espiritual. Es que sin duda esta depende aquí de aquella, pues si los discípulos, que lo abandonaron todos en ese momento de su prisión, hubiesen sido presos con Él, habrían tal vez caído en la apostasía (recuérdense las negaciones de Pedro). Solo cuando el Espíritu Santo los confirmó en la fe, dieron todos la vida por su Maestro.

[11056] 13 s. Le condujeron primeramente a Anás, porque este, a pesar de no ejercer ya las funciones de Sumo Sacerdote, gozaba de gran influencia. Caifás, el pontífice titular, lo dispuso probablemente así, esperando sin duda que su suegro fuese bastante astuto para hallar culpa en el Cordero inocente.

[11057] 14. Véase v. 24 y nota.

[11058] 15. Ese otro discípulo es Juan, el evangelista, que tiene la costumbre de ocultar su nombre (1, 39 y 13, 23).

[11059] 20. Nótese que nada responde sobre los discípulos y desvía la atención del Pontífice para no comprometerlos. ¡Y entretanto, Pedro estaba negándolo ante los criados!

[11060] 21. Ellos saben: En este y muchos otros pasajes vemos que en la doctrina de Cristo no hay nada esotérico, ni secretos exclusivos para los iniciados, como en los misterios de Grecia. Por el contrario, sabemos que el Padre revela a los pequeños lo que oculta a los sabios y prudentes (Lc. 10, 21).

[11061] 23. El ejemplo de Jesús muestra cómo ha de entenderse la norma pronunciada por Él en el Sermón de la Montaña (Mt. 5, 39).

[11062] 24. Como hacen notar algunos comentaristas, este v. debe ir inmediatamente después del v. 13, con lo cual se ve claro que el envío de Anás a Caifás fue sin demora, de modo que todo el proceso desde el v. 14 se desenvuelve ante Caifás.

[11063] 28. Los fariseos, que colaban mosquitos y tragaban camellos (Mt. 23, 24), creían contaminarse entrando en casas paganas, pero la muerte de un inocente no parece mancharlos. Y poder comer la Pascua: es decir que no la habían comido aún. Jesús se anticipó a comerla el jueves, pues sabía que el viernes ya no le sería posible. Cf. Lc. 22, 8 y nota.

[11064] 32. Notable observación del evangelista, para llamamos la atención sobre el hecho de que Jesús no sufrió el suplicio usual entre judíos, sino el de crucifixión, que era el usado en Roma para los criminales y que en efecto le fue aplicado y ejecutado por la autoridad romana que ejercía Pilato. El Señor mismo había profetizado que tal sería la forma de su muerte, y para que ello sería entregado a los gentiles (Mt. 20, 19). De ahí que, como anota S. Lucas (18, 34), los Doce no entendieron “ninguna de estas cosas”. Y, como para mayor contraste, S. Mateo agrega inmediatamente (Mt. 20, 20) que fue entonces cuando la madre de Santiago y Juan pidió para ellos al Señor un privilegio en su reino, como si este fuese a comenzar en seguida (Lc. 19, 11). Jesús les contesta que no saben lo que piden (Mt. 20, 22), pues ellos ignoraban que el grano de trigo debía de morir para dar su fruto (12, 24). Cf. Hch. 1, 6 s.

[11065] 36. Nunca definió Jesús con mayor claridad el carácter no político de su reino, que no es mundano ni dispone de soldados y armas.

[11066] 37. De la verdad: esto es, de la fidelidad de las profecías que lo anunciaban como tal (Lc. 1, 32; Si. 36, 18).

[11067] 38. ¿Qué cosa es verdad? Pilato es el tipo de muchos racionalistas que formulan una pregunta parecida y luego se van sin escuchar la respuesta de la Verdad misma, que es Jesucristo. Acertadamente dice S. Agustín: “Si no se desean, con toda la energía del alma, el conocimiento y la verdad, no pueden ser hallados. Pero si se buscan dignamente, no se esconden a sus amantes”. Cf. Sb. 6, 17 ss. San Pablo, en Rm. 15, 8, nos refiere la respuesta que Jesús habría dado a esa pregunta.

[11068] 1. Cruel inconsecuencia. Sabiendo y proclamando que Jesús es libre de culpa (v. 4), lo somete sin embargo, por librarlo de la muerte, a un nuevo y atroz tormento que no había pedido la Sinagoga... ¡y luego lo condena! (v. 16).

[11069] 6. Por tercera vez da el juez testimonio de la inocencia de Cristo y proclama él mismo la injusticia de su proceder al autorizar la crucifixión de la divina Víctima.

[11070] 8. Como pagano no conoció Pilato lo que decían, y por eso se llenó más de temor. Puede ser que temiera la ira de algún dios, o, más probablemente, que tuviera miedo de caer en desgracia ante el emperador. Los judíos advirtiendo su vacilación insisten cada vez más en el aspecto político (vv. 12 y 15) hasta que cede el juez cobarde por salvar su puesto, quedando su nombre como un adjetivo infamante para los que a través de los siglos obrarán como él. Sobre jueces prevaricadores cf. Salmos 57 y 81 y notas.

[11071] 11. O sea: la culpa de Caifás, Sumo Sacerdote del verdadero Dios, se agrava aún más por el hecho de que, no pudiendo ordenar por sí mismo la muerte de Jesús, quiere hacer que la autoridad civil, que él sabe emanada de Dios, sirva para dar muerte al propio Hijo de Dios.

[11072] 15. Cf. Lc. 19, 14 y nota. Es impresionante ver, a través de la historia de Israel, que este rechazo de Cristo Rey parecía ya como anunciado por las palabras de Dios a Samuel en 1 Sam. 8, 7, cuando el pueblo pidió un soberano como el de los gentiles.

[11073] 17. El Cráneo: eso quiere decir el Calvario: lugar de la calavera. Según la leyenda judía, es el lugar donde fue enterrado Adán. Estaba fuera de la ciudad; solo más tarde el sitio fue incorporado a la circunvalación. Hoy forma parte de la Iglesia del Santo Sepulcro.

[11074] 24. Véase Sal. 21, 19.

[11075] 25. Estaba de pie: Lo primero que ha de imitarse en Ella es esa fe que Isabel le había señalado como su gran bienaventuranza (Lc. 1, 45). La fe de María no vacila, aunque humanamente todo lo divino parece fallar aquí, pues la profecía del ángel le había prometido para su Hijo el trono de David (Lc. 1, 32), y la de Simeón (Lc. 2, 32), que Él había de ser no solamente “luz para ser revelada a las naciones” sino también “la gloria de su pueblo de Israel” que de tal manera lo rechazaba y lo entregaba la muerte por medio del poder romano. “El justa de fe” (Rm. 1, 17) y María guardó las palabras meditándolas en su corazón (Lc. 2, 19 y 51; 11, 28) y creyó contra toda apariencia (Rm. 4, 18), así como Abrahán, el padre de los que creen, no dudó de la promesa de una numerosísima descendencia, ni aun cuando Dios le mandaba matar al único hijo de su vejez que debía darle esa descendencia. (Gn. 21, 12; 22, 1; Si. 44, 21; Hb. 11, 17-19).

[11076] 26. Dijo a su madre: Mujer: Nunca, ni en Cana (2, 4), ni en este momento en que “una espada atraviesa el alma” de María (Lc. 2, 35), ninguna vez le da el mismo Jesús este dulce nombre de Madre. En Mt. 12, 46-50; Lc. 2, 48-50; 8, 19-21; 11, 28 —los pocos pasajes en que Él se ocupa de Ella— confirmamos su empeño por excluir de nuestra vida espiritual todo sentimentalismo, y acentuar en cambio el sello de humildad y retiro que caracteriza a “la Esclava del Señor” (Lc. 1, 38) no obstante que Él, durante toda su infancia, estuvo “sometido” a Ella y a José (Lc. 2, 51). En cuanto a la maternidad espiritual de María, que se ha deducido de este pasaje, Pío X la hace derivar desde la Encarnación del Verbo (Enc. ad diem illum), extendiéndola de Cristo a todo su Cuerpo místico. Cf. Ga. 4, 26.

[11077] 27. En el grande y misterioso silencio que la Escritura guarda acerca de María, nada nos dice después de esto, sino que, fiel a las instrucciones de Jesús (Lc. 24, 49), Ella perseveraba en oración en el Cenáculo con los apóstoles, después de la Ascensión (Hch. 1, 13 s.), y sin duda también en Pentecostés (Hch. 2, 1). ¡Ni siquiera una palabra sobre su encuentro con Jesús cuando Él resucitó! Con todo, es firme la creencia en la Asunción de María, o sea su subida al Cielo en alma y cuerpo, suponiéndose que, al resucitar este, su sepulcro quedó vacío, si bien no hay certeza histórica con respecto al sepulcro; y claro está que bien pudo Dios haberla eximido de la muerte, como muchos creyeron también de aquel discípulo amado que estaba con Ella (Jn. 21, 22 ss. y nota); pues siendo, desde su concepción, inmaculada (en previsión de los méritos de Cristo) María quedó libre del pecado, sin el cual la muerte no habría entrado en el mundo (Rm. 5, 12; Sb. 1, 16; 2, 24; 3, 2 y notas). Sin embargo murió, a semejanza de su Hijo.

[11078] 28. Todas las profecías sobre la pasión quedaban cumplidas, especialmente los Salmos 21 y 68 e Isaías cap. 53, incluso el reparto y sorteo de las vestiduras por los soldados, que Jesús presenció, vivo aún, desde la Cruz.

[11079] 30. Está cumplido el plan de Dios para redimir al hombre. Si nos tomamos el trabajo de reflexionar que Dios no obra inútilmente, nos preguntaremos qué es lo que pudo moverlo a entregar su Hijo, que lo es todo para Él, siendo que le habría bastado decir una palabra para el perdón de los hombres, según Él mismo lo dijo cuando declaró la libertad de compadecerse de quien quisiera, y de hacer misericordia a aquel de quien se hubiera compadecido (Ex 33, 19; Rm. 9, 15), puesto que para Él “todo es posible” (Mc. 10, 27). Y si, de esa contribución infinita del Padre para nuestra redención, pasamos a la del Hijo, vemos también que, pudiendo salvar, como dice Sto. Tomás, uno y mil mundos, con una sola gota de su Sangre, Jesús prefirió darnos su vida entera de santidad, su Pasión y muerte, de insuperable amargura, y quiso con la lanzada ser dador hasta de las gotas de Sangre que le quedaban después de muerto. Ante semejantes actitudes del Padre y del Hijo, no podemos dejar de preguntarnos el por qué de un dispendio tan excesivo. Entonces vemos que el móvil fue el amor; vemos también que lo que quieren con ese empeño por ostentar la superabundancia del don, es que sepamos, creamos y comprendamos, ante pruebas tan absolutas, la inmensidad sin límites de ese amor que nos tienen. Ahora sabemos, en cuanto al Padre, que “Dios amó tanto al mundo, que dio su Hijo unigénito” (3, 16); y en cuanto al Hijo, que “nadie puede tener amor más grande que el dar la vida” (15, 13). En definitiva, el empeño de Dios es el de todo amante: que se conozca la magnitud de su amor, y, al ver las pruebas indudables, se crea que ese amor es verdad, aunque parezca imposible. De ahí que si Dios entregó a su Hijo como prueba de su amor, el fruto solo será para los que así lo crean (3, 16 in fine). El que así descubre el más íntimo secreto del Corazón de un Dios amante, ha tocado el fondo mismo de la sabiduría, y su espíritu queda para siempre fijado en el amor (cf. Ef. 1, 17).

[11080] 35. El que lo vio: Jn. (21, 24; 1 Jn. 1, 1-3).

[11081] 36. Véase Ex. 12, 46; Nm. 9, 12; Sal. 33, 21.

[11082] 37. Refiérese a una profecía que anuncia la conversión final de Israel y que dice: “Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén el espíritu de gracia y de oración, y pondrán sus ojos en Mí a quien traspasaron, y llorarán al que hirieron como se llora a un hijo único, y harán duelo per Él como se hace por un primogénito” (Za. 12, 10). Cf. Ap. 1, 7.

[11083] 1 ss. Véase Mt. 28, 1-10; Mc. 16, 1-8; Lc. 24, 1-11. El primer día de la semana: el domingo de la Resurrección, que desde entonces sustituyó para los cristianos al sábados día santo del Antiguo Testamento (cf. Col. 2, 16 s.; 1 Co. 16, 2; Hch. 20, 7). Sobre el nombre de este día cf. Sal. 117, 24; Ap. 1, 9 y notas.

[11084] 7. Es de notar la reverencia especial para con la sagrada Cabeza de Jesús que demuestran los ángeles. No quiso Dios que el sudario que envolvió la Cabeza de su Hijo muy amado quedase confundido con las demás vendas.

[11085] 16. María Magdalena, la ferviente discípula del Señor, es la primera persona a la que se aparece el Resucitado. Así recompensa Jesús el amor fiel de la mujer penitente (Lc. 7, 37 ss.), cuyo corazón, ante esa sola palabra del Señor, se inunda de gozo indescriptible. Véase 12, 3 y notas.

[11086] 22 s. Recibid: Este verbo en presente ¿sería una excepción a los reiterados anuncios de que el Espíritu solo descendería cuando Jesús se fuese? (16, 7 y nota). Pirot expresa que “Jesús sopla sobre ellos para significar el don que está a punto de hacerles”. El caso es igual al de Lucas 24, 49, donde el Señor usa también el presente “yo envío” para indicar un futuro próximo, o sea el día de Pentecostés. Por lo demás esta facultad de perdonar o retener los pecados (cf. Concilio Tridentino 14, 3; Denz. 913) se contiene ya en las palabras de Mateo 18, 15-20, pronunciadas por Jesús antes de su muerte. Cf. Mt. 16, 19. La institución del Sacramento de la Penitencia expresada tan claramente en estos versículos, obliga a los fieles a manifestar o confesar sus pecados en particular; de otro modo no sería posible el “perdonar” o “retener” los pecados. Cf. Mt. 18, 18; Conc. Trid. Ses. 1; cap. V. 6, can. 2-9

[11087] 25. La defección de Tomás recuerda las negaciones de Pedro después de sus presuntuosas promesas. Véase 11, 16, donde Dídimo (Tomás) hace alarde de invitar a sus compañeros a morir por ese Maestro a quien ahora niega el único homenaje que Él le pedía, el de la fe en su resurrección, tan claramente preanunciada por el mismo Señor y atestiguada ahora por los apóstoles.

[11088] 29. El único reproche que Jesús dirige a los suyos, no obstante la ingratitud con que lo habían abandonado todos en su Pasión (Mt. 26, 56 y nota), es el de esa incredulidad altamente dolorosa para quien tantas pruebas les tenía dadas de su fidelidad y de su santidad divina, incapaz de todo engaño. Aspiremos a la bienaventuranza que aquí proclama Él en favor de los pocos que se hacen como niños, crédulos A las palabras de Dios más que a las de los hombres. Esta bienaventuranza del que cree a Dios sin exigirle pruebas, es sin duda la mayor de todas, porque es la de María Inmaculada: “Bienaventurada la que creyó” (Lc. 1, 45.). Y bien se explica que sea la mayor de las bienaventuranzas, porque no hay mayor prueba de estimación hacia una persona, que el darle crédito por su sola palabra. Y tratándose de Dios, es este el mayor honor que en nuestra impotencia podemos tributarle. Todas las bendiciones prometidas a Ahrahán le vinieron de haber creído (Rm. 4, 18), y el “pecado” por antonomasia que el Espíritu Santo imputa al mundo, es el de no haberle creído a Jesús (Jn. 16, 9). Esto nos explica también por qué la Virgen María vivía de fe, mediante las Palabras de Dios que continuamente meditaba en su corazón (Lc. 2, 19 y 51; 11, 28). Véase la culminación de su fe al pie de la Cruz (19, 25 ss. y notas). Es muy de notar que Jesús no se fiaba de los que creían solamente a los milagros (véase 2, 23 s.), porque la fe verdadera es, como dijimos, la que da crédito a Su palabra. A veces ansiamos quizá ver milagros, y los consideramos como un privilegio de santidad. Jesús nos muestra aquí que es mucho más dichoso y grande el creer sin haber visto.

[11089] 31. Escritos para que creáis: San Lucas confirma esta importancia que tiene la Sagrada Escritura como base, fuente y confirmación de la fe. En el prólogo de su Evangelio dice al lector que lo ha escrito “a fin de que conozcas la certeza de lo que se te ha enseñado”. Véase en Hch. 17, 11 cómo los fieles de Berea confirmaban su fe con las Escrituras Sagradas.

[11090] 1. Por mandato del Señor, los apóstoles habían ido a Galilea. Véase Mt. 28, 7.

[11091] 9. Santo Tomás de Aquino opina que en esta comida, como en la del Cenáculo (Lc. 24, 41-45) y en la de Emaús (Lc. 24, 30), ha de verse la comida y bebida nuevas que Jesús anunció en Mt. 26, 29 Lc. 22, 16-18 y 29-30. Otros autores no comparten esta opinión, observando que en aquellas ocasiones el Señor resucitado no comió cordero ni bebió vino, sino que tomó pescado, pan y miel, y que, lejos de sentarse a la mesa en un banquete triunfante con sus discípulos, tuvo que seguir combatiéndoles la incredulidad con que dudaban de su Redención (cf. Lc. 24, 13; Hch. 1, 3 y notas).

[11092] 15 ss. Las tres preguntas sucesivas quizá recuerdan a Pedro las tres veces que había negado a su Maestro. Jesús usa dos veces el verbo amar (agapás me) y Pedro contesta siempre con otro verbo: te quiero (filo se). La tercera vez Jesús toma el verbo de Pedro: me quieres (filéis me). También usa el Señor verbos distintos: boske y póimaine, que traducimos respectivamente apacienta y pastorea (así también de la Torre), teniendo el segundo un sentido más dinámico: llevar a los pastos. En cuanto a corderos (arnía) y ovejas (próbata) —el probátia: ovejuelas, que algunos prefieren la segunda vez, no añade nada (cf. Pirot)— indican matices que han sido interpretados muy diversamente. Según Teofilacto, los corderos serían las almas principiantes, y las ovejas las proficientes. Según otros, representan la totalidad de los fieles, incluso los pastores de la Iglesia. Pirot hace notar la relación con el redil del Buen Pastor (10, 1-16; cf. Ga. 2, 7-10). El Concilio Vaticano, el 18 de julio de 1870, invocó este pasaje al proclamar el universal primado de Pedro (Denz. 1822), cuya tradición testifica autorizadamente S. Ireneo, obispo y mártir. Ello no obstante es de notar la humildad con que Pedro sigue llamándose simplemente copresbítero de sus hermanos en el apostolado (1 Pe. 5, 1; cf. Hch. 10, 23 y 26 y notas), a pesar de ser el Pastor supremo.

[11093] 18 s. A raíz de lo anterior Jesús profetiza a Pedro el martirio en la cruz, lo que ocurrió en el año 67 en Roma, en el sitio donde hoy se levanta la Basílica de S. Pedro. Cf. 2 Pe. 1, 12-15. Véase 13, 23 y nota.

[11094] 22 s. S. Agustín interpreta este privilegio de Jesús para su íntimo amigo, diciendo: “Tú (Pedro) Sígueme, sufriendo conmigo los males temporales; él (Juan), en cambio, quédese como está, hasta que Yo venga a darle los bienes eternos”. La Iglesia celebra, además del 27 de diciembre, como fiesta de este gran Santo y modelo de suma perfección cristiana, el 6 de mayo como fecha del martirio en que S. Juan, sumergido en una caldera de aceite hirviente, salvó milagrosamente su vida. Durante mucho tiempo se creyó que solo se había dormido en su sepulcro (Fillion).

[11095] 24. Este v. y el siguiente son el testimonio de los discípulos del evangelista, o tal vez de los fieles [de Éfeso] donde él vivía.

[11096] 25. El mundo no bastaría: la Sabiduría divina es un mar sin orillas (Si. 24, 32 y nota). Jesús nos ha revelado los secretos que eternamente oyó del Padre (15, 15), y tras Él vendría Pablo, el cual escribió tres décadas antes que Juan y explayó, para el Cuerpo místico, el misterio que había estado oculto por todos los siglos (Ef. 3, 9 ss.; Col. 1, 26). Quiso Jesús que, por inspiración del Espíritu Santo (15, 26; 16, 13) se nos transmitiesen en el Evangelio sus palabras y hechos; no todos, pero sí lo suficiente “para que creyendo tengamos vida en su nombre” (20, 30 s.; Lc. 1, 41. Sobre este depósito qué nos ha sido legado “para que también nos gocemos” con aquellos que fueron testigos de las maravillas de Cristo (1 Jn. 1, 1-4), se han escrito abundantísimos libros, y ello no obstante, Pío XII acaba de recordarnos que: “no pocas cosas... apenas fueron explicadas por los expositores de los pasados siglos”, por lo cual “sin razón andan diciendo algunos... que nada le queda por añadir, al exégeta católico de nuestro tiempo, a lo ya dicho por la antigüedad cristiana”. Que “nadie se admire de que aún no se hayan resuelto y vencido todas las dificultades y que hasta el día de hoy inquieten, y no poco, las inteligencias de los exegetas católicos, graves cuestiones”, y que “hay que esperar que también estas... terminarán por aparecer a plena luz, gracias al constante esfuerzo”, por lo cual “el intérprete católico... en modo alguno debe arredrarse de arremeter una y otra vez las difíciles cuestiones todavía sin solución”. Y en consecuencia el Papa dispone que “todos los restantes hijos de la Iglesia... odien aquel modo menos prudente de pensar según el cual todo lo que es nuevo es por ello mismo rechazable, o por lo menos sospechoso. Porque deben tener sobre todo ante los ojos que... entre las muchas cosas que se proponen en los Libros sagrados, legales, históricos, sapienciales y proféticos, solo muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado par la autoridad de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los santos Padres. Quedan, pues, muchas otras, y gravísimas, en cuya discusión y explicación se puede y debe ejercer libremente la agudeza e ingenio de los intérpretes católicos” (Encíclica “Divino Afflante Spíritu”, septiembre de 1943).

[11097] 1. El primer libro, esto es, el tercer Evangelio, poco antes compuesto por el mismo autor (Lc. 1, 1 ss.). Este capítulo es, pues, como una continuación del cap. 24 del Evangelio de S. Lucas, que termina con la Ascensión del Señor (cf. v. siguiente).

[11098] 3. Cuarenta días: Solo Lucas nos comunica este dato que fija la fecha de la Ascensión y que tiene gran valor, pues según Lc. 24, 44-53 esta parecería haberse producido el mismo día de la Resurrección. “La obra de Jesús sobre la tierra se encierra entre dos cuarentenas. Apenas salido del desierto Jesús había anunciado el reino de Dios. De él vuelve a hablar en sus últimos coloquios” (Boudou). Cf. 19, 8 y nota. Siendo visto de ellos: para que fuesen testigos de su Resurrección (1, 22; 2, 32), pero no estaba ya con ellos ordinariamente, como antes, sino que se les apareció en las ocasiones que refieren los Evangelistas. Del reino de Dios: expresión que S. Mateo llama Reino de los cielos, señalando su trascendencia universal (Mt. 3, 7), y que “designa el reino que debía fundar el Mesías... No es usada en el Ant. Testamento, aunque la idea que ella expresa sea a menudo señalada. Véase Is. 42, 1 y 49, 8; Jr. 3, 13 ss., y 23, 2 ss.; Ez. 11, 16 ss.; 34, 12 ss.; Os. 2, 12 ss.; Am. 9, 1 ss.; Mi. 2, 12-13; 3, 12 ss.; etc. Sobre todo, Dn. 2, 44; 7, 13-14” (Fillion). Esto explica la pregunta del v. 6.

[11099] 4. La promesa del Padre, o sea, la venida del Espíritu Santo, anunciada por Jesús como don del Divino Padre. Cf. Mt. 3, 11; Mc. 1, 8; Lc. 3, 16; 24, 49; Jn. 1, 26; 14, 26.

[11100] 5. El Precursor había anunciado este bautismo distinto del suyo (Mt. 3, 11; Mc. 1, 8; Lc. 3, 16). Cf. 11, 16; Jn. 3, 5 y nota.

[11101] 6 s. Habiéndose reunido: Lucas destaca con esto la solemnidad de la pregunta que iban a hacer. Como observa Crampon, la reunión debió ser al aire libre, pues inmediatamente después tuvo lugar la Ascensión del Señor. Los apóstoles pensaban en las profecías sobre la restauración de Israel, que ellos, según se ve en su pregunta, tomaban en sentido literal, como aquellos que glorificaron al Señor en el día de Ramos (Mt. 21, 9; Mc. 11, 10; Lc. 19, 38; Jn. 12, 13). Cristo no les da contestación directa, sino que los remite a los secretos que el Padre tiene reservados a su poder (Mt. 24, 36; Mc. 13, 32; Jn. 14, 28). El Espíritu Santo no tardaría en revelarles, después de Pentecostés, el misterio de la Iglesia, previsto de toda eternidad, pero oculto hasta entonces en el plan divino; y sin el cual no podrían cumplirse las promesas de los profetas, como lo explicó Santiago en el Concilio de Jerusalén (15, 14-18; Hb. 11, 39 s.; Rm. 11, 25 s.; etc.). Cf. Ef. 3, 9; Col. 1, 26.

[11102] 8. Los extremos de la tierra: Es de notar que hasta la muerte de S. Esteban los apóstoles no predicaban fuera de Jerusalén y Judea; más tarde el diácono Felipe y después S. Pedro y S. Juan fueron a evangelizar la Samaria (cf. 8, 5 ss.), aquella provincia ya madura para la cosecha (Jn. 4, 35); finalmente, y poco a poco, osaron predicar a los gentiles. Cf. 28, 28 y nota.

[11103] 9. Entre este v. y el anterior, Jesús los había sacado de Jerusalén donde estaban (v. 4), hacia Betania, cosa que el mismo Lucas había dicho ya en su Evangelio (Lc. 24, 50). Desde allí se volvieron (v. 12). El Evangelio hace notar también —¡por única vez! — que los discípulos adoraron al Señor (Lc. 24, 52), aunque no consta que Él apareciese en esta ocasión con el brillo de su gloria, tal como se mostró en la Transfiguración, que era como un anticipo de su Parusía triunfante (3, 21). Cf. Mc. 9, 1 y nota.

[11104] 10. Dos varones: dos ángeles, Cf. Jn. 20, 12.

[11105] 11. Varones de Galilea: Se señala aquí cómo los once apóstoles que le quedaron fieles, eran todos galileos. Solo Judas era de Judá. Vendrá de la mismo manera, es decir, sobre las nubes, según Él mismo lo anunció. Véase Mt. 24, 30; Lc. 21, 27; Judas 14; Ap. 1, 7; 1 Ts. 4, 16 s.; cf. también Ap. 19, 11 ss. Consoladora promesa que explica, dice Fillion, la gran alegría con que ellos se quedaron (Lc. 24, 52). Y en adelante perseveraban en la “bienaventurada esperanza” (Tit. 2, 13) de la venida de Cristo (1 Co. 7, 29; Fil. 4, 5; St. 5, 7 ss.; 1 Pe. 4, 7; Ap. 22, 12).

[11106] 12. La distancia que era lícito recorrer en sábado, equivalía a poco más de un kilómetro.

[11107] 13. Cenáculo se llamaba la parte superior de la casa, el primer piso, solamente accesible por afuera mediante una escalera. En el cenáculo se albergaban los huéspedes y se celebraban los convites. De ahí su nombre. El texto griego dice: el Cenáculo, lo que solo puede referirse a un cenáculo conocido, esto es, aquel en que los apóstoles solían reunirse y donde Jesucristo había instituido la Eucaristía. Se cree que se hallaba en la casa de María, madre de Marcos (véase 12, 12). El local se señala aún en Jerusalén, como uno de los santuarios más ilustres de la cristiandad, si bien está en poder de los musulmanes.

[11108] 14. Hermanos se llamaban entre los judíos también los parientes (Mt. 12, 45 y nota). Los parientes de Jesús, que antes no creían en Él (Jn. 7, 5) parecen haberse convertido a raíz de su gloriosa Resurrección. Todo el grupo sumaba unas ciento veinte personas.

[11109] 18. Pedro evoca la espantosa muerte del traidor, a fin de llenarnos de horror ante tan abominable pecado. Cf. Mt. 27, 5.

[11110] 20 s. Cf. Sal. 68, 26; 108, 8; Jn. 15, 27.

[11111] 21. Entonces, como ahora, la condición por excelencia del sacerdote había de ser su íntimo conocimiento del Evangelio, es decir, de Cristo en todo cuanto dijo e hizo. Los apóstoles, dice S. Bernardo, tienen que tocar la trompeta de la verdad.

[11112] 22. Nótese que Pedro dirige la elección del nuevo apóstol, lo que es una prueba evidente de su primado.

[11113] 26. Este modo de interrogar la voluntad divina, por el sorteo acompañado de oración, en los asuntos de suma importancia, es frecuente en la Escritura. Cf. Jos. 7, 14; 1 Sam. 10, 24. Batiffol hace notar que Matías no recibe imposición de manos, porque se considera que es nombrado por el mismo Cristo.

[11114] 1. La fiesta de Pentecostés se celebraba 50 días después de la Pascua, en memoria de la entrega hecha por Dios a Moisés, en el monte Sinaí, de las tablas de la Ley, así como en acción de gracias por la cosecha. La venida del Espíritu Santo en ese día produjo una cosecha espiritual de tres mil hombres (v. 41). Todos juntos: no solamente los apóstoles, sino también todos los discípulos y fieles. En el mismo lugar: véase 1, 13 y nota.

[11115] 2. Viento es sinónimo de espíritu, es decir, algo que sopla desde afuera y es capaz de animar lo inanimado. Como el viento levanta y anima a una hoja seca e inerte, así el divino Espíritu vivifica a nuestras almas, de suyo incapaces de la virtud (Mt. 26, 41; Jn. 15, 5; Flp. 2, 13, etc.). Llenó toda la casa: El espíritu es difusivo. Por eso se dice que el cristiano es cristífero: doquiera va, lleva consigo a Cristo y lo difunde. También Jesús dice que la luz ha de ponerse sobre el candelero para que alumbre toda la casa. Cf. Mt. 5, 15; Lc. 8, 16 y nota.

[11116] 3. Por el fuego del Espíritu Santo se consuma la iluminación y ese renacimiento espiritual que Jesús había anunciado a Nicodemo (Jn. 3, 5; 7, 39), por lo cual S. Crisóstomo llama al Espíritu Santo reparador de nuestra imagen. Las lenguas simbolizan el don de la palabra que los presentes recibieron inmediatamente, y su eficacia para predicar “las maravillas de Dios (v. 11). El Espíritu se comunicó en esta ocasión con un carácter de universalidad; por eso se considera a Pentecostés como el día natal de la Iglesia, y por eso esta se llama católica, es decir, universal, abierta a todos los pueblos e individuos; si bien con una jerarquía instituida por el mismo Jesús con el cargo de difundir el conocimiento del Evangelio (lo cual presupone la ignorancia de muchos) y con la advertencia de que muchos serán los llamados y pocos los escogidos (22, 14), lo cual presupone la libertad que Dios respeta en cada uno para aceptar o rechazar el Mensaje de Cristo.

[11117] 4. “¡Qué artista es el Espíritu Santo!, exclama S. Gregorio: instruye en un instante, y enseña todo lo que quiere. Desde que está en contacto con la inteligencia, ilumina; su solo contacto es la ciencia misma. Y desde que ilumina, cambia el corazón”.

[11118] 8. Cada uno en nuestra propia lengua: En los vv. 4, 6 y 11 se insiste en destacar esta maravilla del don de lenguas que el Espíritu Santo concedía para el apostolado, y el gozo de cada uno al poder entender. Confirmase aquí una lección que se nos da en ambos Testamentos sobre el carácter abierto de la Religión de Cristo y la suma conveniencia de transmitirla en forma que todos puedan entender cuanto a ella se refiere. Cf. Mt. 10, 27; Mc. 4, 33; 16, 15; Jn. 18, 21; 1 Co. 14, 19; Bar. 1, 5; Ne. 8, 12 y notas.

[11119] 11. Prosélitos se llamaban los gentiles incorporados al judaísmo. Había dos clases: prosélitos de la puerta, o sea, los creyentes que no recibían la circuncisión, y prosélitos de la justicia, que la recibían.

[11120] 17 ss. Sobre toda carne: sobre todos los hombres. Esta profecía (Jl. 2, 28-32; cf. Is. 44, 3), además de su cumplimiento en Pentecostés, tiene un sentido escatológico, como se ve en los v. 19 s. referentes a los fenómenos cósmicos que están anunciados para los últimos tiempos (cf. Mt. 24, 29; Ap. 6, 12), o sea para “el día del Señor” (v. 20), cuya venida los primeros cristianos esperaban “de hora en hora”, como dice San Clemente Romano. Cf. 1, 6; 1 Co. 1, 8; 7, 29; Fil. 4, 5; 1 Ts. 5, 2; Hb. 10, 25 y 37; St. 5, 8; 2 Pe. 3, 9; etc. “Téngase presente que en los Evangelios y en todo el Nuevo Testamento se habla muchas veces de la primera venida de Jesucristo y luego se pasa a hablar de la segunda” (Biblia de El Paso). De ahí las palabras después de esto con que empieza el citado texto de Jl. (2, 28, que en el hebreo es 3, 1). Véase allí la nota de Crampon. La misma expresión después de esto usa Santiago, en 15, 16.

[11121] 22. Que Dios hizo por medio de Él: S. Pedro y todos las apóstoles cuidan de mantener esta profunda verdad que el mismo Jesús no se cansaba de repetir y que no es sino la absoluta y total humillación del Hijo ante el Padre (Fil. 2, 6-8). Pudiendo el Verbo obrar por su propia virtud divina, que recibe del Padre eternamente, nunca hizo obra alguna, ni aun la propia Resurrección (v. 24), sino por su Padre a fin de que toda la gloria fuese para el Padre (Hb. 5, 4 ss.). No hay cosa más sublime que sorprender así en el seno mismo de la divina Familia, el espectáculo de esa fidelidad del Hijo por una parte, y por la otra el amor infinito con que el Padre elogia a Jesús (véase p. ej. Sal. 44, 3 ss.) y le da “un Nombre que es sobre todo nombre” (Flp. 2, 9).

[11122] 24 ss. Sobre este notable anuncio de la Resurrección de Jesús en el Antiguo Testamento, cf. 3, 22 y nota.

[11123] 25 ss. Véase Sal. 15, 8-11 y notas. David no habla por su propia persona, sino en representación y como figura de Jesucristo. Véase la explicación que S. Pedro da en los v. 29 ss. Está a mi derecha para que yo no vacile: Esa asistencia constante que el Padre prestó a su Hijo amadísimo (v. 22 y nota; Jn. 8, 29), para sostenerle en su Pasión (Sal. 68, 21 y nota), es una gran luz para comprender que el abandono de que habla Cristo en la Cruz (Mt. 27, 46; Mc. 15, 34; Sal. 21, 2) no significa que el Padre retirase de Él su sostén (eso habría sido desoír la oración de Cristo), sino, como bien observa Santo Tomás, que lo abandonaba “en manos de los hombres” (Mt. 17, 22), en vez de mandar contra ellos ¡“más de doce legiones de ángeles”! (Mt. 26, 53).

[11124] 30. Véase en 2 Sam. 7, 8 ss. esta promesa, que fue recordada por el Salmo de Salomón (Sal. 131, 11), por el de Etán (Sal. 88, 20-38) y ratificada por el ángel a María (Lc. 1, 32). S. Pablo la reitera en Antioquía de Pisidia (13, 32 ss.).

[11125] 31. Habló de la resurrección de Cristo: Véase la profecía de Moisés invocada en igual sentido por el Apóstol (3, 22 y nota).

[11126] 33. La promesa del Espíritu Santo: por donde se ve que fue con su Pasión cómo Cristo conquistó para nosotros el Espíritu Santo, según lo confirma S. Juan (7, 39). Sobre el valor infinito de este don, cf. Jn. 14, 26; 15, 26; 16, 7 y notas.

[11127] 34 ss. Véase Sal. 109 y nota. El mismo Jesús explicó esta profecía en Mt. 22, 41-46 como prueba de su divinidad. Pedro la usa aquí (v. 36), lo misma que S. Pablo (Hb. 1, 8-13; 1 Co. 15, 25), como anuncio del futuro triunfo de Cristo.

[11128] 36. Ha constituido: Cf. Sal. 109, 4 y nota.

[11129] 41. Aquellos que aceptaron sus palabras: Porque sin tener fe no podían ser bautizados. Véase 8, 36 ss.; Mc. 16, 16; Col. 2, 12 y notas. “La primera función ministerial es la de la palabra, que engendra la fe. A la profesión de fe sigue el Bautismo, en nombre de la Santísima Trinidad, que es el rito de introducción al reino de Jesucristo” (Card. Gomá). Cf. 4, 4; 8, 37 y notas.

[11130] 42. En la doctrina de los apóstoles: en griego: Didajé toon Apostóloon. Con este mismo nombre se ha conservado un documento escrito, del siglo primero, que es de lo más antiguo y por tanto venerable que poseemos como tradición apostólica después de las Escrituras, y que todos debieran conocer. Fracción del pan se llamaba la celebración de la Eucaristía (cf. v. 46) ya en los primeros días, inmediatamente después de la Ascensión del Señor. La continuidad de esta tradición apostólica de la Iglesia judío-cristiana ha sido luego atestiguada por S. Ireneo y S. Justino. La Vulgata traduce: “la comunión de la fracción del pan”. El griego distingue ambas palabras, como observa Fillion pues la primera se refiere a esa vida de fraternal unión en la caridad. Cf. v. 44 y nota. Así también el Credo habla de la comunión de los santos.

[11131] 44. Todo lo tenían en común, etc. Se ayudaban mutuamente con plena caridad fraterna y vendían sus propiedades si eran necesarias para poder socorrer a los pobres (4, 37). Esta comunidad voluntaria nada tiene que ver con lo que hoy se llama comunismo. Era un fruto libérrimo del fraternal amor que unía a los discípulos de Cristo en “un solo corazón y una sola alma” (4, 32 ss.) según las ansias que el divino Maestro había expresado a su Padre (Jn. 17, 11) y a ellos mismos (Jn. 13, 34 s.), ya que, como observa admirablemente S. Agustín, únicamente la caridad distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo. Todo el valor sobrenatural y toda la eficacia social de aquella vida le venía de esa espontaneidad, como se ve en el episodio de Ananías y Safira (véase 5, 1 ss.). El P. Murillo S. J. comprueba, en un célebre estudio histórico-teológico, el triste enfriamiento que han ido sufriendo la fe y la caridad desde los tiempos apostólicos. En cuanto a las perspectivas futuras, véase lo que dice Jesús en Mt. 24, 12 y Lc. 18, 8.

[11132] 46: En el Templo: es decir en el templo judío de Jerusalén. La ruptura con el culto antiguo no se realizó hasta más tarde (cf. 5, 29 y nota; 15, 1 ss.; 16, 3; Flp. 3, 3; Hb. 8, 4 y nota). Pero desde un principio los cristianos tenían la Eucaristía o fracción del pan (v. 42) y el hogar era santuario, como se ve en las palabras por las casas, pues también predicaban en ellas (5, 42) y en ellas se reunían (Rm. 16, 5; Col. 4, 15). Tomaban el alimento con alegría: Trazo que completa este admirable cuadro de santidad colectiva, propia de los tiempos apostólicos y que no volvió más. Sobre la santificación del alimento existe una preciosa oración, sin duda muy antigua, hecha toda con textos de S. Pablo y que traducida dice así: “Padre Santo, que todo lo provees con abundancia (1 Tm. 6, 17) y santificas nuestro alimento con tu palabra (1 Tm. 4, 5), bendícenos junto con estos dones, para que los tomemos a gloria tuya (1 Co. 10, 31) en Cristo y por Cristo y con Cristo, tu Hijo y Señor nuestro, que vive contigo en la unidad del Espíritu Santo y cuyo reino no tendrá fin. Amén”. La acción de gracias, para después, empieza diciendo: “Gracias, Padre, por todo el bien que de tu mano recibimos (St. 1, 17)” y termina con el mismo final de la anterior: “en Cristo, etc.”, que parece inspirado en Ef. 5, 20, donde San Pablo enseña que el agradecimiento por todas las cosas ha de darse siempre a Dios Padre y en nombre de Nuestro Señor Jesucristo.

[11133] 47. Añadía el Señor: como observa Fillion, el narrador tiene buen cuidado de anotar que esto no era obra de los hombres, sino de Dios “que da el crecimiento” (1 Co. 3, 6 s.).

[11134] 1. Hora de nona: las quince, hora de la oración y del sacrificio vespertino. Cf. Sal. 140, 2 y nota.

[11135] 2. La Puerta Hermosa: probablemente aquella que separaba el atrio de los gentiles del atrio de las mujeres.

[11136] 6. “Los apóstoles eran, pues, tan pobres como su Maestro. El dinero que se les llevaba (cf. 2, 45; 4, 35; etc.) era distribuido por ellos a los cristianos pobres” (Fillion). Dante alude a esto en el “Paraíso” por boca de S. Pedro Damián, presentando a los apóstoles “magros y descalzos” (canto 21, 21), y en el célebre discurso de S. Benito (canto 22, 82-88). Véase el caso análogo de Eliseo en 2 R. 6, 5 y nota.

[11137] 11. En este mismo pórtico de Salomón pronunció Jesús sus discursos en la fiesta de la Dedicación del Templo. Véase Jn. 10, 23 ss.

[11138] 13. Nótese cómo los apóstoles, al hablar de Dios, distinguen siempre con perfecta propiedad las divinas Personas. San Pedro llama Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob al divino Padre, esto es, a la primera Persona, pues añade que “glorificó a su Hijo Jesús”, y sería una monstruosidad decir que Cristo es Hijo de la Trinidad o de una Esencia divina impersonal, como lo hizo el herético P. Berruyer, a quien refuta admirablemente San Alfonso de Ligorio. Tal error, en el cual quizás incurre hoy sin darse cuenta más de un cristiano, es lo que el IV Concilio Lateranense llama “la cuaternidad” (Denz. 431).

[11139] 16. Por la fe en su nombre: La fe excede, pues, infinitamente todo poder humano. Y si el mundo no le da tanta importancia es porque, como dice S. Ambrosio, “el corazón estrecho de los impíos no puede contener la grandeza de la fe”. Véase Mt. 9, 22; Mc. 5, 34; Lc. 7, 50; 8, 48; 17, 19; 18, 42; etc.

[11140] 17. Véase en Mt. 27, 18 y nota la seducción del pueblo por los sacerdotes de Israel.

[11141] 20. Los tiempos del refrigerio: Según Buzy, S. Pedro usaba con aquellos judíos esta expresión como “metáfora de los tiempos mesiánicos”. Cf. Rm. 11, 25 ss. Para vosotros: cf. v. 22 y nota.

[11142] 21. Restauración de todas las cosas: “En su segundo advenimiento el Mesías operará la restauración de todas las cosas según el orden fijado por Dios” (Crampon). Cf. 1, 11 y nota; Ef. 1, 10; 2 Pe. 3, 12-13; Mt. 19, 28; Ap. 21, 1. Se entiende por esto “la época en que el universo entero será restaurado, transformado, regenerado con todo lo que contiene. En efecto, según la doctrina bíblica, si la tierra, que participó en cierto modo en los pecados de la humanidad, fue condenada con ella, será también transfigurada con ella al fin de los tiempos. Sobre esta enseñanza, cf. Rm. 8, 19 ss.; 2 Pe. 3, 10-13; Ap. 21, 5, etc.” (Fillion).

[11143] 22. Os suscitará un profeta: Este notable pasaje puede traducirse también: Os resucitará un profeta. Según esta interpretación, el célebre vaticinio de Moisés sobre el Mesías (Dt. 18, 15) anunciaría que tales profecías habían de cumplirse en Él después de muerto y resucitado. Lucas al narrar, y Pedro al hablar aquí, usan en griego el verbo anastesei (lo mismo que el texto de Moisés en los LXX, que es la versión citada por S. Pedro), cuyo sentido principal es resucitará, y repiten el mismo verbo en el v. 26, donde tal sentido es evidente y exclusivo de todo otro: levantar de entre los muertos. Esta versión tiene en su favor circunstancias importantes, puesto que Pedro está hablando de la Resurrección de Jesús, y su intención expresa es aquí (como en 2, 24 ss., donde usa el mismo verbo), mostrar precisamente que esa resurrección estaba anunciada desde Moisés, como lo estaba por David (véase 2, 25 ss., cita del Sal. 15, 8 ss., y 2, 30, cita del Sal. 131). Igual testimonio que estos de Pedro, da Pablo en 13, 33 ss., con idénticos argumentos y usando el mismo verbo. Por lo demás, Jesús ya lo había dicho a los discípulos de Emaús (uno de los cuales era tal vez el mismo Lucas) llamándolos “necios y tardas de corazón” en comprender que su rechazo por Israel, sus dolores, muerte y resurrección estaban previstos, para lo cual “comenzando por Moisés” les hizo interpretación de las profecías (Lc. 24, 25-27). Y el mismo Lucas relata luego que, a fin de hacerles comprender esos anuncios, el divino Maestro “les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras” y les dijo que estaba escrito “en Moisés, en los Profetas y en los Salmos” que el Cristo sufriese “y resucitase de entre los muertos al tercer día” (Lc. 24, 44-46). Cf. 26, 23. Como a mí: Sobre el sentido de estas palabras, véase 7, 37 y nota. Cf. 17, 18 y nota.

[11144] 24. Todos los profetas: Cf. Rm. 15, 8; Hb. 13, 20; Ez. 34, 25 y nota.

[11145] 25. Véase Gn. 12, 3; 18, 18; 28, 18. Tu descendencia: Jesucristo.

[11146] 26. En primer lugar: no dice exclusivamente (cf. cap. 10). El final del v. se habría cumplido si Israel hubiese escuchado esta predicación apostólica. Cf. Rm. 11, 26; Is. 59, 20.

[11147] 1. Los saduceos, los epicúreos y poderosos del pueblo, difundidos en la clase sacerdotal (cf. 23, 6 ss. y nota) negaban la resurrección de los muertos, aparentemente para no ser estorbados en su vida cómoda (cf. Mt. 22, 23). Empezamos a ver aquí cómo la Sinagoga, la misma que había perseguido a Jesús hasta la muerte, rechazó también a los apóstoles que, iluminados en Pentecostés, daban testimonio de su Resurrección como prueba de que Él, redivivo, cumpliría aun las promesas de los profetas sobre el Mesías glorioso. Cf. igual persecución en 7, 52; 23, 6 ss.; 24, 15-21; 26, 7; 1 Ts. 2, 16, etc., lo mismo que el rechazo en el Areópago de Atenas, también por predicar la resurrección (17, 32). Sobre la resurrección de entre los muertos, cf. también Flp. 3, 11; 1 Co. 15, 23 y 52; 1 Ts. 4, 14 ss.; Ap. 20, 4 ss.; Lc. 14, 14; 20, 35, etc.

[11148] 4. Aquí, como en 2, 41, creyeron, gracias a la Palabra, es decir aceptaron, al conocerlo, el misterio infinitamente bondadoso de un Cristo que, en vez de anunciarles el castigo de Dios por haber matado a su Hijo (v. 2), les brindaba, en ese mismo Hijo resucitado, el camino de la gracia mediante la fe en Él. Así fue Pedro el Apóstol por excelencia de los judíos, mientras Pablo lo sería de los gentiles (cf. Ga. 2, 8). “En ambos encontramos, no ya al moralista que clama contra los vicios del pueblo y de los sacerdotes —como hacían los antiguos profetas— sino al expositor de la Buena Nueva, que despierta las almas rectas al amor de las promesas evangélicas”.

[11149] 11. Véase Sal. 117, 22; Is. 28, 16 y notas; Mt. 21, 42; Mc. 12, 10; etc.

[11150] 12. No hay salvación en ningún otro: Inolvidable enseñanza que nos libra de todo humanismo, y qué S. Pablo inculcaba sin cesar para que nadie siguiese a él ni a otros caudillos por simpatía o admiración personal, sino por adhesión al único Salvador, Jesús (1 Co. 1, 12; 3, 4 ss.), y mostrándose él como simple consiervo (14, 9-14), como lo son los mismos ángeles (Ap. 19, 10). Es este un punto capital porque afecta al honor de Dios, siendo muy de notar que la figura del Anticristo no es presentada como la de un criminal o vicioso, sino como la del que roba a Dios la gloria (2 Ts. 2, 3 ss.). Sobre la extrema severidad del divino Maestro en esta materia véase Jn. 5, 30 y 43 ss.; 7, 18; Mt. 23, 6-12; etc.

[11151] 13. La admiración del tribunal supremo nos muestra que en Pedro habló el Espíritu Santo, “el alma de nuestra alma” (Sto. Tomás), cumpliéndose la promesa del Señor en Mt. 10, 19 s. Esta santa audacia para predicar la divina Palabra sin disminuirla, es la gracia que más anhelaban los apóstoles. Cf. v. 29; 28, 31; Ef. 6, 19; Col. 4, 3; 2 Ts. 3, 1.

[11152] 16 ss. Ejemplo clásico del espíritu farisaico que peca contra la luz (Jn. 9, 30): no pueden negar la verdad del milagro, pero entonces, en vez de admitirla, tratan de ocultarla. Véase el caso notable del ciego de nacimiento en Jn. 9. Esto muestra, además, que, como enseñó Jesús, no es el milagro lo que engendra la fe (Lc. 16, 31 y nota), sino la Palabra sembrada en el corazón que la entiende (Mt. 13, 23 y nota).

[11153] 19. Cf. un caso análogo en 5, 29. Admirable respuesta, preciosa luz y estímulo. No somos autómatas para dejarnos llevar ciegamente (1 Co. 12, 2). Sabemos que Dios no se contradice, por lo cual no puede haber oposición entre la obediencia a los que en Su nombre mandan y la voluntad divina. En caso de conflicto como este, Él mismo nos da la conciencia que ha de ser quien decida (cf. 17, 11; Rm. 14, 23; 1 Ts. 5, 21; St. 4, 17, etc.).

[11154] 20. En esta bellísima confesión, que más parece un desahogo del alma apostólica, vemos la fuerza incontenible del Evangelio, “vino nuevo que rompe los cueros viejos” (Mt. 9, 17; cf. Jb. 32, 19). Es la embriaguez del Espíritu, que los hacía pasar por borrachos ante el mundo (2, 13 y 15), como Cristo pasaba por loco ante sus parientes (Mc. 3, 21).

[11155] 24. Tú eres el que hiciste, etc.: Modelo de oración frecuente en la Biblia (cf. Sal. 88, 12). Es un acto de fe viva que proclama las maravillas de Dios y lo alaba por ellas. Lo mismo hace María en Lc. 1, 47 ss.

[11156] 25. Cita del Sal. 2, 1 s. Es que los primeros cristianos usaban los Salmos para glorificar a Dios para agradecerle y para cualquier clase de oración. El Salterio era el devocionario cristiano, y siguió siéndolo durante los siglos de mayor fe. Algo nos dice que empieza a reanudarse esta costumbre. La S. Congregación de Seminarios por deseo de Pío XII, ha ordenado en todos los seminarios de Italia un curso especial de dos años, dedicado a conocer los Salmos como objeto de oración. También en América van aumentando las familias que cada día, después de leer un capítulo del Evangelio, rezan Salmos en forma dialogada.

[11157] 29 s. Es tal su anhelo de libertad para predicar el Evangelio, que no vacilan en pedir milagros. Y Dios les muestra que accede (v. 31).

[11158] 32. Sobre el “comunismo” de la Iglesia de Jerusalén véase 2, 44 y nota. Aquel comunismo era fruto de la caridad fraterna, mientras el moderno trae su origen del odio de las clases y la injusticia social. Cf. Mt. 6, 33, donde Jesús enseña el único modo de que se restablezca el orden económico, no ciertamente por obra del hombre, como lo pretende con incorregibles fracasos la suficiencia humana, sino por obra de la activa Providencia divina, como promesa de Dios a la fidelidad con que lo busquemos primero a Él.

[11159] 33. Gracia abundante: He aquí la raíz de la vida ejemplar de los cristianos de Jerusalén. Por la gracia nos convertimos en miembros vivientes de Cristo. Dice el Concilio de Trento: “Cristo derrama continuamente su virtud en los justos, como la cabeza lo hace con los miembros y la vid con los sarmientos. Dicha virtud precede siempre a sus buenas obras las acompaña y las sigue, dándoles un valor sin el cual en modo alguno podrían resultar del agrado de Dios, ni meritorias” (Ses. VI, c. 16).

[11160] 35. A los pies de los apóstoles: cf. 3, 6 y nota. “¿De qué sirve revestir los muros con piedras preciosas, si Cristo se muere de hambre en la persona del pobre?” (S. Jerónimo). Es un concepto muy propio de la tradición de la Iglesia que los bienes de la misma pertenecen a los pobres. La Didascalia dice a los obispos: “Gobernad, pues, debidamente todo lo que es dado y lo que entra en la Iglesia, como buenos ecónomos de Dios, según el orden, para los huérfanos y las viudas, para los que tienen necesidad, y para los extranjeros, sabiendo que Dios que os ha dado este cargo de ecónomo, pedirá de ello cuenta a vuestras manos”. Cf. Dante, Paraíso, 22, 82 ss.

[11161] 36. Bernabé es presentado aquí prestigiosamente a causa del papel importante que desempeñará después (9, 27; 13, 1, etc.). Fillion hace notar que el sobrenombre que le había sido dado por los apóstoles parece puesto aquí en el sentido de buen predicador (cf. 11, 13; 13, 1; 1 Co. 14, 3). Esto se confirma en el oficio de su fiesta (11 de junio), donde se dice que al hallarse por el emperador Zenón su cuerpo martirizado en la isla de Chipre, tenía en su pecho el Evangelio de San Mateo copiado por la mano del mismo Bernabé.

[11162] 1 ss. Este extraordinario episodio nos muestra que, aun entre la pureza de aquella era apostólica, tan parecida en eso a la edad de oro anunciada por los profetas, Satanás (v. 3) seducía sin embargo algunas almas, como que no tardó en seducir a muchas (Flp. 2, 21; 2 Tm. 4, 9 y 14 ss.; 1 Jn. 2, 18 s.; 3 Jn. 9 s.; Judas 4 ss., etc.). Con elocuencia insuperable, S. Pedro nos descubre la obra diabólica que deforma el corazón de aquel infeliz matrimonio, empeñándolo en realzar una obra que no era obligatoria, e impidiéndole poner en ella el amor que es lo único que valoriza las obras (1 Co. 13, 1 ss.; 2 Co. 9, 7; Flm. 14; Hb. 13, 17; Si. 35, 11, etc.). Por donde la obra, lejos de valerle, fue su ruina; porque Dios no necesita de nuestros favores (Jb. 13, 7 s. y notas), pero sí exige la rectitud del corazón (Jn. 1, 47 y nota). S. Pablo revela cómo se quemarán tristemente tales obras (1 Co. 3, 12 ss.).

[11163] 10. Pedro no ejerce aquí un poder de quitar la vida, sino que obra como profeta, declarando el castigo que enviaba Dios (cf. el caso de Eliseo en el camino de Betel; 2 R. 2, 23 ss.). S. Agustín supone que de esta muerte corporal se sirvió la divina misericordia para evitarles la muerte eterna. Así enseña también S. Pablo que la Eucaristía mal recibida es causa de que mueran muchos corporalmente (1 Co. 11, 30).

[11164] 11. Sobre este castigo, que fue ejemplar para todos, dice el Crisóstomo: “Tú podías guardar lo que era tuyo. Entonces ¿por qué consagrarlo si lo habías de tomar de nuevo? Tu conducta muestra un soberano desprecio. No merece, perdón”.

[11165] 12 ss. Cf. 8, 12 y nota; 19, 12; cap. 28, etc. Estos milagros servían, como los de Jesús, para dar testimonio de que Dios los enviaba (Jn. 3, 2; 7, 31; 9, 33; Mc. 16, 20; Hch. 8, 6; 14, 3; etc.). Pero las conversiones a la fe se operaban esencialmente por la predicación de la Palabra evangélica (cf. 2, 41; 4, 4 y nota). Jesús hace notar muchas veces que los milagros no convierten verdaderamente (Jn. 6, 26; 11, 47; 12, 37; Lc. 11, 31 y nota; cf. Nm. 14, 11, etc.), y cuando algunos aparecen creyendo en Él por los milagros, el Evangelista nos advierte que Jesús no se fiaba de ellos (Jn. 2, 23 ss.). Es que esa impresión pronto se desvanece, como muere la plantita nacida en el pedregal (Mc. 4, 5 y nota). El mismo Dios nos anuncia de varios modos que los falsos profetas y el Anticristo obrarán también grandes prodigios (Mt. 24, 24; 2 Ts. 2, 9; Ap. 13, 13 s.; 16, 14; 19, 20).

[11166] 15 s. Así lo había anunciado Jesús (Mc. 16, 17 s.) y aún prometió cosas “mayores” (Jn. 14, 12). Eran sanados todos: es decir, muchísimos que no se detallan (cf. Lc. 6, 19).

[11167] 20. Id al Templo: El Ángel confirma, de parte de Dios, la actitud de los apóstoles que seguían yendo al Templo de Jerusalén, centro del culto judío (v. 29 y nota). Las palabras de esta vida: es decir, haced conocer, por las palabras del Mesías esta nueva y maravillosa vida que se brinda a todos en la gracia de Cristo. Él, que es la vida, porque el Padre le ha dado tenerla en Sí mismo (Jn. 5, 26), es también el camino hacia la vida nuestra, mediante la verdad de su doctrina (Jn. 1, 4; 14, 6) y la comunicación de su propia gracia (Jn. 1, 16 s.) que Él nos consiguió lavándonos con su Sangre preciosa para hacernos hermanos suyos, hijos de Dios como Él.

[11168] 28. Nótese la contradicción con lo que ellos mismos, al frente del populacho, habían clamado en Mt. 27, 25.

[11169] 29. Respuestas como esta y las de 4, 19 s., 23, 3 ss., etc., son tanto más notables cuanto que los apóstoles concurrían a las sinagogas y al Templo de Jerusalén (cf. v. 20; 2, 46; Hb. 8, 4 y notas), al menos hasta que los judíos se retiraron definitivamente de S. Pablo y él anunció que la salud pasaba a los gentiles. Véase 28, 23-28 y notas.

[11170] 30. Vosotros, esto es, ese mismo tribunal (4, 6). Los apóstoles distinguen entre la pérfida sinagoga y el pueblo judío (v. 26), que muchas veces había seguido a Jesús y a sus discípulos. Véase Lc. 13, 34 y nota.

[11171] 32. A los que le obedecen (cf. v. 29). Vemos así cómo podemos asegurarnos la asistencia del Espíritu Santo que “por la gracia permanece realmente en nosotros de un modo inefable” (Sto. Tomás), con tal que pidamos al Padre que Él nos lo envíe (Lc. 11, 13 y nota).

[11172] 34 ss. Gamaliel, doctor celebérrimo de la Ley, fue maestro de San Pablo (cf. 22, 3). La leyenda le hace morir cristiano, lo que no parece inverosímil, puesto que Dios da la gracia a los que Él quiere, y Gamaliel mostró tener buena voluntad. Si habrá recompensa para aquel que diere un vaso de agua a un discípulo (Mt. 10, 42); ¿cuánto más para aquel que salvó la vida a tan grandes amigos de Jesucristo? La sabiduría de este consejo de Gamaliel, que es la misma del Sal. 36, debe servirnos de lección para no temer ante el aparente triunfo de los enemigos de Dios.

[11173] 40 s. ¡Y azotarlos! Es exactamente lo que hizo Pilato con Jesús: admiten su inocencia, pero los azotan (Jn. 19, 1 y nota). De ahí el gozo de los discípulos por imitar en algo al querido Maestro, “El Cristianismo ha sido el primero en ofrecer al mundo el ejemplo de un dolor alegre y jubiloso” (Mons. Keppler). Jesús nos llama “dichosos” cuando nos maldijeren a causa de Él (Mt. 5, 11).

[11174] 42. Por las casas: Véase 2, 46 y nota; 20, 20; Jn. 4, 23. Imitando a Jesús, que sembraba su Palabra de salvación por todas partes y que mandó repetirla “desde las azoteas” (Mt. 10, 27), los apóstoles nos dejaron un alto ejemplo y una enseñanza de que el apostolado no tiene límites. El cristiano tiene así, en cada reunión o visita, ocasión de hablar de la doctrina evangélica, como hablaría de cualquier tema literario, sin aire de sermón, y dejar así la preciosa siembra, si es que ama la Palabra. Porque el mismo Jesús enseñó que la boca habla de lo que nos desborda del corazón (Mt. 12, 34 y nota).

[11175] 1. Por hebreos se entiende aquí los cristianos palestinos o nacidos en el país, mientras que los griegos, o cristianos de lengua griega eran los extranjeros y, por ende, más necesitados, porque no tenían casa en Jerusalén. Como observa el P. Boudou en sus comentarios a los Hechos (Verbum Salutis), este rasgo de disensión es uno de los que nos prohíben idealizar indiscretamente la vida de la Iglesia en sus comienzos, como si ya se hubiera realizado sobre la tierra la plenitud del reinado cristiano (cfr. 2 Tm. 4, 11); la cizaña, anunciada por Jesús, estará mezclada con el trigo hasta “la consumación del siglo” (Mt. 13, 39). Cf. 5, 1 y nota.

[11176] 2. Nótese la importancia primordial que ya los apóstoles atribuyen al ministerio de la predicación evangélica (cfr. 1 Tm. 5, 17), aun por encima de la atención de los pobres que, como lo vimos en 4, 35 y nota, es también obligación de la comunidad cristiana. Recordemos la célebre exclamación de S. Pablo: “¡Ay de mí si no predicare el Evangelio!” (1 Co. 9, 16). Cf. 1 Co. 1, 17.

[11177] 4. La oración: Se cree que alude a la pública y litúrgica. Pero algunos sostienen que se trataba del culto del Templo israelita (cf. 5, 20), y otros que habla de un culto propio de la comunidad cristiana. El ministerio de la palabra, o sea la predicación es, como dice Pío XI, un derecho inalienable y a la vez un deber imprescindible, impuesto a los sacerdotes por el mismo Jesucristo (Encíclica “Ad Catholici Sacerdotii”). Cf. 20, 9 y nota.

[11178] 5. Todos los siete parecen pertenecer a los griegos, a juzgar por sus nombres, con lo cual los apóstoles habrían mostrado su caridad satisfaciendo ampliamente el reclamo de los helenistas (v. 1). De entre esos diáconos veremos la gran actuación de Esteban el protomártir (cap. 7) y la de Felipe (8, 5 ss.; 21, 8 ss.). Nicolás es mirado, según algunos (Ireneo, Epifanio, Agustín), como el autor de la “doctrina” y “hechos” de los nicolaítas aunque no lo admite así Clemente Alejandrino ni muchas opiniones modernas. Véase Ap. 2, 6 y 15 y notas.

[11179] 6. Les impusieron las manos. Tal acto puede ser una bendición (Gn. 48, 14 ss.; Lv. 9, 22; Mt. 19, 13 y 15; Lc. 24, 50) o una consagración a Dios (Ex. 29, 10 y 15; Lv. 1, 4), o un modo de transmitir poderes espirituales (Nm. 27, 18 y 23, etc.) como aquí en que va unido a la oración litúrgica (véase 13, 3; 1 Tm. 4, 14; 5, 22; 2 Tm. 1, 6). S. Crisógono la llama “kirotonia”, nombre dado a la ordenación pero luego duda de que estos “siete” fuesen verdadero diáconos. Como observa Boudou, y también Fillion, Knabenbauer, etc., según S. Clemente Romano los apóstoles instituyeron obispos y diáconos (cfr. 20, 17 y 28 y notas), y S. Ireneo resuelve claramente la cuestión al decir que Nicolás era “uno de los siete que fueron los primeros ordenados al diaconado por los apóstoles”. Cf. 8, 17 y nota.

[11180] 10. No podían resistir: Admirable cumplimiento de las promesas de Jesús (Lc. 21, 15; Mt. 10, 19 s). “El Espíritu Santo da la fuerza... y lo imposible a la naturaleza, se hace posible y fácil por su gracia” (S. Bernardo).

[11181] 14. Mudará las costumbres, etc.: Jesús no había dicho tal cosa, sino al contrario, que no destruiría ni a Moisés ni a los Profetas, y que ni un ápice de ellos quedaría sin cumplirse hasta que pasasen el cielo y la tierra (Mt. 5, 17 s.). La Sinagoga infiel no defendía, pues, la Ley de Moisés, cuya violación les había echado en cara el mismo Jesús (Lc. 16, 31; Jn. 5, 45-47; 7, 19), sino las costumbres de ellos, que el Divino Maestro llamaba “tradición de los hombres” (Mc. 7, 8 ss.; Mt. 15, 9), y por culpa de las cuales los acusaba de haber abandonado las palabras de Dios (Mt. 5, 1-6). Así, pues, esta acusación contra Esteban era tan calumniosa (cf. v. 11 ss.) como las que levantaron contra Jesús (cf. Mt. 26, 59 ss.; etc.).

[11182] 15. “Lo que llenaba su corazón, se traslució en la faz; y el esplendor radiante de su alma inundó su rostro de belleza” (S. Hilarlo).

[11183] 2 ss. El discurso de San Esteban, que debe estudiarse como una luminosa síntesis doctrinal de todo el Ant. Testamento, tiene por fin mostrar cómo el pueblo israelita resistió a la gracia hasta que finalmente rechazó al Mesías. Es al mismo tiempo un verdadero compendio de la historia sagrada, como vimos en los Salmos 77; 104-107; Ne. 9, 6 ss., etc. Haran, o Caran, ciudad de Mesopotamia, donde se detuvo Abrahán antes de trasladarse a Canaán. Cf. Gn. 12, 1.

[11184] 5. San Pablo, escribiendo a los Hebreos les llama igualmente la atención sobre ese hecho de que Abrahán y los patriarcas no hubiesen visto el cumplimiento de las promesas. Véase Hb. 11, 8 ss. y notas.

[11185] 6. En tierra extraña: en Egipto (Gn. 15, 13 ss.; Ex. 2, 22; 12, 40).

[11186] 8. Cf. Gn. 17, 10; 21, 2 y 4; 25, 25; 29, 32; 35, 22.

[11187] 9 ss. Acerca de la historia de José, cf. Gn. caps. 37 ss.

[11188] 11 ss. Repite respecto de Jacob el argumento hecho sobre Abrahán en el v. 5. S. Ireneo recuerda a este respecto la bendición que recibió el patriarca (Gn. 27, 28 s.) y la pone en contraste con esa pobreza (Gn. 42, 2) y emigración a Egipto (Gn. 46, 1), para mostrar que tales promesas solo se cumplirán mediante Jesucristo.

[11189] 13. Véase Gn. 45, 3. “José es una impresionante figura de Jesús. Ambos son víctimas, y ambos son salvadores; sucumben a la envidia de sus hermanos, y luego los salvan por allí mismo donde estos creían perderlos. La conciencia de tanta bondad, frente a tanta ingratitud, excita en el alma de Esteban un hondo dolor que pronto va a desbordar en gritos de indignación” (Boudou).

[11190] 14. Setenta y cinco: Según Gn. 46, 27, solamente setenta. Esteban sigue la versión griega la cual incluye a algunos otros, descendientes de la familia de José, y llega así a setenta y cinco.

[11191] 15. Cf. Gn. 46, 5; 49, 32.

[11192] 16. Cf. Gn. 23, 16; 50, 13; Jos. 24, 32. Parece haber en este pasaje una confusión de nombres que seguramente no proviene del autor sagrado: en cuanto al sepulcro, no se alude aquí a la gruta de Mambre (Gn. 23, 1-20), ni a la compra de Jacob) en Siquem (Gn. 33, 19 s.), pudiendo referirse, según suponen varios autores, a otro hecho que Esteban conociese por tradición.

[11193] 17 ss. Cf. los primeros caps. del Éxodo.

[11194] 20. Cf. Hb. 11, 23.

[11195] 22. Fue instruido, etc.: Este detalle puramente humano, al cual se ha dado excesiva importancia, ni siquiera figura en el Éxodo, y Esteban lo conocía sin duda por tradición (cfr. v. 16 y nota). Dios da sabiduría a los pequeños (Lc. 10, 21) y hace elocuente la lengua de los niños (Sb. 10, 21) por su Espíritu Santo, como acabamos de verlo en Esteban (6, 10 y nota). Y aquí mismo vemos que Él hizo a Moisés “poderoso en palabras” a pesar de que era tartamudo (Ex. 4, 10 ss.). Como vimos en Ex. 3, 11 y nota, todos los profetas se sintieron defectuosos e inútiles, y sin duda por eso los eligió el Dios que “harta a los hambrientos y deja vacíos a los ricos” (Lc. 1, 53; 1 Sam. 2, 5).

[11196] 25. Creía, etc.: El historiador judío Josefo dice que Dios había revelado a Amrán, padre de Moisés, la misión libertadora que tendría su hijo. He aquí otro dato que Esteban parece haber tomado de la tradición. Por su medio Dios les daba libertad: Según S. Agustín, estas palabras demuestran que Moisés mató al egipcio por un movimiento del Espíritu Santo, es decir, con la más legítima y santa autoridad.

[11197] 30. Sina (Sinaí) u Horeb son como sinónimos en el Pentateuco; el primero es más bien un monte; el otro una cordillera. Un ángel: el mismo Yahvé (cf. v. 31 s.; Ex. 3, 2 y 14; Dt. 33, 16). “¿Y dónde se aparece Dios? ¿Acaso en un templo? No: en el desierto. Bien ves cuántos prodigios se realizan, y sin embargo no hay templo ni sacrificio en ninguna parte... Lo que santifica este lugar es la aparición (S. Crisóstomo). Cf. 5, 42 y nota; Jn. 4, 23.

[11198] 32. Esta fórmula, usada muchas veces por el mismo Padre celestial es recordada por el Señor Jesús en Lc. 20, 37.

[11199] 33. De aquí la costumbre oriental de quitarse el calzado al entrar en lugar santo.

[11200] 36 ss. Véase Ex. 7, 3 y 10; 14, 21; Nm. 14, 33; Dt. 18, 15; Ex. 19, 3; Dt. 9, 10; Nm. 14, 3; Ex. 32, 1. Os suscitará: Véase 3, 22 y nota. Como a mí: algunos traducen semejante a mí, pero el contexto muestra claramente que el pensamiento de Esteban, como lo dice Fillion, es hacer un paralelo de Moisés con Cristo, no en cuanto a su persona, sino por cuanto este otro Príncipe y Redentor, bien superior a Moisés, no obstante haber sido muy manifiestamente acreditado por Dios, fue sin embargo rechazado por los judíos como lo fuera Moisés (v. 35), y luego resucitó de entre los muertos para cumplir su obra después de ese rechazo. Tal es el claro sentido de las palabras de Jesús en Jn. 12, 24; Lc. 24, 26 y 46 s., etc.

[11201] 38. Pueblo congregado: literalmente Iglesia, que significa la asamblea o congregación de los sacados afuera. Así llama Esteban en pleno desierto al conjunto de los hijos de Israel sacados de Egipto, Jesús se propuso congregar en uno a todos los hijos de Dios que estaban dispersos (Jn. 11, 52), y, después de su rechazo por Israel, “Dios visitó a los gentiles para escoger de entre ellos un pueblo para su nombre” (15, 14). Los cristianos, según lo dice Cristo muchas veces, no son ya del mundo, porque Él los ha sacado fuera del mundo (cf. Jn. 15, 19; 17, 14-16; etc.). Paro dároslas: otros traen dárnoslas. Recibir las Palabras del Padre para dárnoslas, es la misión que se atribuye el mismo Jesús (Jn. 17, 8; Hb. 1, 2). Notemos que aun al mensaje de Moisés se llama aquí palabras de vida. ¡Cuánto más no lo serán las del Evangelio! Cfr. Jn. 6, 36; 12, 49 s.; 15, 15, etc.

[11202] 42. s. La milicia del cielo: los astros, cuyo culto estaba muy difundido entre los pueblos de Oriente. El libro de los Profetas: Esteban, como los Evangelistas (cf. Lc. 24, 27) y el mismo Jesús (Mt. 5, 17; Lc. 24, 44), sigue considerando a la Biblia dividida en tres partes según el sistema judío: la Ley (Torah), los Profetas (Nebiyim) y los Hagiógrafos (Ketubim). La cita es de Amós 5, 25-27, que dice Damasco en vez de Babilonia (v. 43); el sentido es el mismo, y eso es lo que interesa a los autores sagrados que a veces lo citan libremente. Moloc: el dios principal de los ammonitas. Refan (o Remfán, o Romfa, etc.): el planeta Saturno,

[11203] 44 ss. Cf. Ex. 25, 40; Jos. 3, 14; 1 Sam. 16, 13; 1 R. 6, 1.

[11204] 45. Con Jesús: es decir, con Josué.

[11205] 46. Sobre David cfr. 13, 22; Sal. 131, 5.

[11206] 49 s. Cf. Is. 66, 1 s. S. Esteban se defiende en este párrafo contra el cargo de haber blasfemado del Templo (6, 13-14).

[11207] 51. La acusación es dura pero justa. Si el corazón no está dispuesto para la verdad, la circuncisión de nada sirve, y sois peores que los gentiles (cf. Flp. 3, 3). Aplicadas a nuestros tiempos, estas palabras quieren decir que la sola partida de Bautismo, sin la fe viva, no da ningún derecho al Reino de Dios. Véase Mc. 16, 16 y nota.

[11208] 52. ¿Quién no recuerda aquí las invectivas de Jesús? (Mt. 23, 13 ss). Una cosa muy digna de meditación, y la que tal vez más sorprenderá al lector novel, es que S. Pablo y los suyos, los legítimos pastores, los que estaban en la verdad, no fuesen aquí los que ejercían la autoridad sino que al contrario obraban como “una especie de francotiradores rebeldes, trashumantes y perseguidos por la autoridad constituida” como Jesús (cf. 22, 14; Jn. 11, 47 ss.), como Juan (3 Jn. 9), como todos los verdaderos discípulos (Jn. 16, 1-3). Cf. 4, 1; 11, 23; 17, 6; Rm. 10, 2 y notas.

[11209] 54. El crujir los dientes por odio es, según nos enseña la Biblia, la actitud propia del pecador ante el justo (cf. Sal. 36, 12 y nota). Es muy importante, para el discípulo de Cristo, compenetrarse de este misterio, a primera vista inexplicable, pues el justo no trata de hacer daño al pecador, sino bien, como lo dice S. Pablo a los Gálatas (Ga. 4, 16). Es el caso de los cerdos, que no solo pisotean perlas, sino que nos devoran (Mt. 7, 6). Es que “para el insensato, cada palabra es un azote” (Pr. 10, 8; 18, 2), y la sola presencia del justo es un testimonio que les reprocha su maldad (Jn. 7, 7). Solo meditando esto podremos tener conciencia de que no somos del mundo, sino que estamos en él “como corderos entre lobos” (Mt. 10, 16 y nota; Jn. 15, 19; 17, 14 ss.; etc. y “como basura” (1 Co. 4, 13), lo cual nos sirve de testimonio de que nuestra vocación no es mundana, como sería si fuéramos aplaudidos por los hombres (Lc. 6, 26; Jn. 5, 44 y nota).

[11210] 58 ss. Tanto en el proceso como en la muerte de Esteban vemos nuevas semejanzas con el divino Maestro. Ambos son acusados de quebrantar la Ley, ambos enrostran a los poderosos su falsa religiosidad, y ambos mueren “fuera de la ciudad”, perdonando y orando por sus verdugos. “Si Esteban no hubiese orado, dice S. Agustín, la Iglesia no habría tenido un Pablo”, salvo, claro está, el libre e impenetrable designio de Dios, que había segregado a Pablo “desde el vientre de su madre” (Ga. 1, 15). Saulo, era, en efecto, el que pronto había de ser Pablo. Su discípulo Lucas no vacila en transmitirnos aquí (y en el comienzo de 8, 1 que algunos incorporan al v. 60) esta negra nota anterior a la conversión del gran Apóstol, que él mismo confiesa en 24, 10.

[11211] 60. Se durmió: la Vulgata añade en el Señor, expresión que aún suele usarse para anunciar el fallecimiento de los cristianos.

[11212] 1. La muerte de Esteban fue la señal de una persecución general, mas el mismo fanatismo de los enemigos sirvió para propagar la Iglesia por todo el país y más allá de Palestina, sacando Dios bien del mal, como solo si sabe hacerlo. Cf. 12, 23 y nota.

[11213] 3. Recordemos lo que fue después Pablo, y admiremos aquí la obra de Dios que tan milagrosamente lo transformó. Ello nos enseña a no desesperar nunca de un alma (1 Jn. 5, 16 y nota), porque no podemos juzgar los designios que Dios tiene sobre ella. Quizás Él espera a tener que perdonarle más para que ame más (Lc. 7, 47; cf. Rm. 11, 32 ss). El mismo Pablo confirma detalladamente, en muchas ocasiones, sus culpas contra la Iglesia; véase 7, 58 y 60; 9, 1, 13 y 21; 22, 4 y 19; 26, 10 s.; 1 Co. 15, 9; Ga. 1, 13; Fil. 3, 6; 1 Tm. 1, 13.

[11214] 5. No se trata del apóstol Felipe, pues estaba todavía en Jerusalén (v. 1), sino de uno de los siete diáconos (cf. 6, 5).

[11215] 9. S. Ireneo nos ha conservado de él las siguientes palabras, demostrativas de que se presentaba como el Mesías, cumpliendo así lo anunciado por Jesús (Mc. 13, 6): “Yo soy la palabra de Dios, yo soy el hermoso, yo el Paráclito, yo el omnipotente, yo el todo de Dios”.

[11216] 14 ss. En este pasaje, que forma la Epístola de la Misa votiva del Espíritu Santo, vemos cómo los despreciados samaritanos recibían la Palabra de Dios con buena voluntad, dando una nueva prueba de lo que tantas veces había dicho Jesús en favor de ellos y de otros paganos, como el Centurión y la Cananea, cuya fe podía servir de ejemplo a los mismos israelitas (cf. 10, 2 ss.; Is. 9, 1 ss. y nota). Vemos también la caridad y la sencillez de la Iglesia naciente, en que los apóstoles, todos judíos, no vacilan en mandar al mismo Papa Pedro y al Discípulo amado, a que visiten y evangelicen a aquellos samaritanos, confirmándolos en la fe con ayuda del Sacramento de la Confirmación (v. 17). Cf. 10, 23 y nota.

[11217] 16. Esto es: con el Bautismo que los discípulos, a ejemplo del Bautista, habían administrado copiosamente ya desde que Jesús predicaba (Jn. 3, 22; 4, 1 s.), o sea cuando “aún no había Espíritu por cuanto Jesús no había sido todavía glorificado” (Jn. 7, 39). Hoy disfrutamos del gran misterio de la gracia, que pocos aprovechan, porque no lo conocen: El cristiano recibe del Padre no solo el perdón de los pecados por los méritos de Cristo, sino que también recibe la fuerza para no pecar más mediante la gracia y los dones del Espíritu Santo (cf. Rm. 6): pues Él nos hace hijos de Dios (Ga. 4, 6), y “el que ha nacido de Dios no peca” (1 Jn. 3, 9). Tal es el Bautismo que iba a dar Jesús con su sangre: el Bautismo “en Espíritu Santo y fuego” según las palabras con que lo preanunciaba el Bautista (Mt. 3, 11; Mc. 1, 8; Lc. 3, 16; Jn. 1, 26). Cf. 1, 5; 11, 16 y 19, 2-6, donde el Bautismo en nombre del Señor Jesús va igualmente seguido de la imposición de las manos. Véase 19, 4.

[11218] 17. Se trata aquí no ya del Orden (6, 6 y nota) sino de la Confirmación (sobre el sacerdocio de los fieles véase 1 Pe. 2, 2-9). San Crisóstomo observa que Felipe no había podido administrarla porque estaba reservada a los Doce, y él era simple diácono, “uno de los siete”. Habían recibido ya al Espíritu Santo en el Bautismo, pero no en esa plenitud con que se manifestó en Pentecostés sobre los discípulos reunidos (2, 1 ss.) y que trascendió aquí también en carismas visibles y don de milagros, como lo nota el ambicioso Simón Mago (v. 18). Cf. 19, 6.

[11219] 18 ss. De aquí el nombre de simonía dado a la venta de dignidades eclesiásticas o bienes espirituales. San Pedro señala con gran elocuencia (v. 20) la contradicción de querer comprar lo que es un don, es decir, lo que es dado y no vendido (cfr. Ct. 8, 7 y nota). Recordaba la palabra terminante de Jesús a los Doce: “Gratis recibisteis, dad gratuitamente” (Mt. 10, 8).

[11220] 24. Esta otra conversión de Simón Mago tampoco parece haber sido duradera (cf. v. 13). La tradición dice que volvió a sus malas costumbres de hechicero, perjudicando mucho a los cristianos. La Historia eclesiástica le llama “padre de los herejes”.

[11221] 27. Eunuco: aquí título que correspondía a los ministros y altos funcionarios de la corte. Cf. Gn. 39, 1; 2 R. 25, 19. Para adorar: Era, pues, un “prosélito” de la religión de Israel, y no un simple gentil. De entre estos el primer bautizado fue Cornelio (10, 1 ss.).

[11222] 30 s. La contestación del etíope es una refutación elocuente a los que creen que la Sagrada Escritura es siempre clara, y que cualquiera puede interpretarla sin guía. Por eso el Señor envía a Felipe, como advierte S. Jerónimo, para que descubra al eunuco a Jesús que se le ocultaba bajo el velo de la letra. “Los cristianos, dice S. Ireneo, deben escuchar la explicación de la Sagrada Escritura que les da la Iglesia, la que recibió de los apóstoles el patrimonio de la verdad” (1 Tm. 6, 20 y nota). Cf. los decretos del Concilio Trid. (Ench. Bibl. 47 y 50). De ahí también necesidad de notas explicativas en las ediciones bíblicas.

[11223] 32 s. Véase Is. 53, 7-8. El profeta habla del Mesías. La cita es según los LXX.

[11224] 34. Pregunta de gran interés exegético, pues cierta interpretación israelita, que no reconoce a Jesús como el Mesías, quisiera acomodar todo aquel admirable pasaje de Isaías para aplicarlo al mismo pueblo de Israel. Cf. Is. 52, 14 y nota.

[11225] 35. Le anunció la Buena Nueva: Preciosa expresión y no menos precioso ejemplo de catequesis bíblico. Así lo hizo también el mismo Jesús (Lc. 24, 27, 32 y 44 ss.) partiendo de un texto de la Sagrada Escritura (cf. Lc. 4, 16 ss.).

[11226] 37. Merk, cuyo texto traducimos, omite este versículo. Otros, como Brandscheid, lo traen idéntico a la Vulgata, que dice: “Y Felipe dijo: si crees de todo corazón, lícito es. Él repuso: Creo que Jesucristo es el Elijo de Dios”. Fillion observa que “su autenticidad está suficientemente garantida por otros testigos excelentes”. También el contexto parece requerirlo como respuesta a la pregunta del v. 36, la cual sin él quedaría trunca, y entonces no se explicaría que el eunuco hiciese parar el carro (v. 38) como pretendiendo recibir el bautismo sin conocer la conformidad de Felipe. En cuanto a la doctrina de este texto, según la cual “Felipe exigió del neófito una profesión exterior de fe antes de bautizarlo” (Fillion), es la misma de otros pasajes (cfr. 2, 41 y nota). Es un caso más en que la fe se muestra vinculada al conocimiento de la Palabra de Dios (v. 35), según lo enseña S. Pablo (Rm. 10, 17).

[11227] 40. Azoto, ciudad filistea situada entre Gaza y Joppe.

[11228] 1 ss. Sobre el mismo episodio véase 22, 6 ss.; 26, 9 ss.; 1 Co. 15, 8; 2 Co. 12, 2. ¡Qué comienzo este para las hazañas del más grande Apóstol! La saña de Saulo era sin duda tan apasionada como lo fue luego su caridad, que lo convirtió en “todo para todos”. Sin límites en su empeño, no vacila aquí en hacer a caballo los 250 kms. que separan Damasco de Jerusalén. Esa sinceridad que lo llevaba a entregarse todo a lo que él creía verdad, fue sin duda lo que más agradó a Jesús en él (cf. Jn. 1, 47 y nota), porque Dios “vomita de su boca” a los indiferentes (Ap. 3, 16), a los cuales el Dante señala una de las penas más viles del infierno (Canto 3, 34-51).

[11229] 2. Enseñanza elocuente sobre el espíritu de libertad —no ya solo de caridad— que trajo Jesús. Saulo, celoso fariseo (23, 6; Flp. 3, 5 s), quiere la cárcel y aun la muerte para los que no piensan como él (cf. 7, 58; 26, 10). Pablo, celoso cristiano, respetará con suma delicadeza la conciencia de cada hombre, no sintiéndose autorizado a condenarlo (cf. 2 Co. 1, 23; 4, 5; 1 Pe. 5, 2 s.; Mt. 23, 8; Ct. 3, 5 y notas). Nos muestra así que, según el plan de Dios, la certeza de estar en la verdad religiosa no obliga ni autoriza a imponerla a otros, ni aun teniendo, como el Apóstol tuvo, las más excepcionales revelaciones sobre la doctrina que él predicaba (cf. 26, 16 y nota).

[11230] 4. Me persigues: Jesús, que recibe como hecho a Él mismo el bien que hagamos a sus hermanos los pequeños (Mt. 25, 40), manifiesta aquí lo mismo respecto de la persecución de los que creen en Él.

[11231] 5. Cf. 26, 14 y nota.

[11232] 7. Cf. 22, 9 y 26, 14. Los hombres oían la voz como un sonido pero no como articulación de palabras. En Jn. 12, 28 ss., Jesús oye la voz del Padre celestial y los circunstantes creen que ha sido un trueno, el cual en la Biblia es llamado muchas veces la voz de Dios. No viendo a nadie: De aquí se deduce, como observa Fillion, que Saulo conoció entonces a Jesús, viendo su divino Rostro glorificado, como en la Transfiguración lo vieron los tres apóstoles “con la gloria propia del Unigénito del Padre” (Jn. 1, 14).

[11233] 8. La ceguera confirma que hubo aparición y no solo visión interior de Pablo.

[11234] 12. Este v. es generalmente admitido como un paréntesis del narrador para advertir que Saulo tuvo esa visión de lo que iba a acontecerle con Ananías. Así vemos en el cap. 10 la visión de Cornelio unida a la de Pedro.

[11235] 13. La Sagrada Escritura, y principalmente S. Pablo, designa con el nombre de santos a los cristianos, para mostrar que todos somos llamados a la santidad (1 Ts. 4, 3 y 7). ¡Qué poco meditamos en este don magnífico que nos tiene preparado el Espíritu Santo! Cf. Jn. 17, 23 y nota.

[11236] 15. Véase 26, 1 y nota.

[11237] 16. Véase 26, 17 y nota.

[11238] 17. Le impuso las manos: es de notar que Pablo, no obstante su llamado directo y extraordinario sin ser de los Doce (Ga. 1, 15 ss.), recibe de la Iglesia dos imposiciones de manos. Esta, para efusión del Espíritu Santo (confirmación), y la de 13, 3 para “separarlo” destinándolo a un apostolado especial. Cf. 11, 16 y nota.

[11239] 20. Pablo, sin duda instruido por Dios aun antes de retirarse a estudiar (v. 23 y nota), pone especialmente el acento en la divinidad de Jesús, en tanto que Pedro, sin perjuicio de lo mismo, acentúa más bien, ante los judíos, la mesianidad del Hijo de David (2, 25 ss.).

[11240] 21. El que por Jesús fue escogido para Apóstol de los gentiles, no tarda en mostrar la misma valentía que antes había puesto al servicio de los enemigos de Cristo. La conversión y transformación de Pablo no proviene de sus propios esfuerzos, sino que es, como enseñan los Padres, un milagro de la gracia divina, y muestra cómo Dios tiene recursos para mover con eficacia aun a las más rebeldes de sus almas elegidas, según el mismo Cristo dijo a Ananías (cf. Rm. 9, 15; Jn. 6, 44). Es lo que pedimos en la preciosa “secreta” del Domingo IV después de Pentecostés.

[11241] 23. Bastantes días más tarde: transcurridos tres años. Después de su conversión San Pablo estuvo en el desierto de Arabia (Ga. 1, 17), preparándose para su futura misión y recibiendo las revelaciones del Señor. De Arabia volvió a Damasco, donde reanudó su predicación y fue obligado a huir de nuevo (v. 24 s. y 30). Sobre estos lapsos, discutidos para fijar la fecha del Concilio (cap. 15) y de la Epístola a los Gálatas, cf. 12, 25; Ga. 2, 1 y nota.

[11242] 24. Cf. 2 Co. 11, 32. Véase igual aventura corrida por David (1 Sam. 19, 12) y por los exploradores de Josué (Jos. 2, 15). S. Gregorio Magno cita este caso como ejemplo de que la valentía en el servicio de Dios no consiste en desafiar la muerte sin necesidad. Cf. Flp. 1, 23 s.

[11243] 27. Bernabé (cf. 4, 36 y nota) aparece aquí como guía de Pablo, y lo mismo en 11, 25 s. Más adelante se destaca la primacía del gran Apóstol, no obstante lo cual ambos conservaban su libertad de espíritu, como se ve en el episodio de su separación (15, 16 ss.).

[11244] 29. Con los griegos, es decir con los judíos helenistas, los mismos con quienes él había colaborado en la muerte de Esteban, que también disputó con ellos (6, 9 ss.). De ahí que ahora quisiesen igualmente matar a Pablo.

[11245] 31. Gozaba de paz: Contrasta con la persecución de pocos años antes (cf. 8, 1). Estamos alrededor del año 37, durante el imperio de Calígula que trataba de erigir su estatua en el Templo de Jerusalén, por lo cual los judíos tenían otras preocupaciones que la de perseguir a los cristianos. La persecución de Heredes Agripa I, que hizo matar a Santiago, fue hacia el año 42 (cf. 12, 1 ss.).

[11246] 32. Lidda: hoy Lud, ciudad situada entre Jerusalén y Joppe (Jafa). Nótese que Pedro visita las iglesias en calidad de jefe supremo. Las primeras comunidades cristianas no eran sectas, como opinan algunos modernistas, sino miembros del mismo Cuerpo Místico, que es la Iglesia, sin perjuicio de la unidad de cada “pequeña grey” o iglesia local, como vemos en las cartas a las siete Iglesias (Ap. 1, 20; 3, 22). San Pablo llama iglesia al grupo de fieles que se reúne en casa de uno de ellos (Col. 4, 15; cf. Hch. 2, 46 y nota), y en igual sentido habla Jesús al tratar de la corrección fraterna (Mt. 18, 17). En tal sentido es que muchas versiones griegas del v. 31 usan el plural “las iglesias... gozaban, etc.”, si bien las más acreditadas de entre ellas confirman el singular de la Vulgata (Fillion, Boudou, etc.). El Crisóstomo comenta la visita pastoral de Pedro diciendo: “Como un general en jefe, recorría las filas para ver cuál estaba unida, cuál bien armada, cuál necesitaba de su presencia”. Cf. 10, 35 y nota.

[11247] 39. Tabita es un modelo de mujer cristiana, cuya fe obra por la caridad (Ga. 5, 6). El llanto de los pobres sobre la tumba de la bienhechora es su mejor testimonio. La caridad de Pedro, siempre dispuesto a servir a todos, recuerda aquí la actitud de Jesús con el Centurión: “Yo iré y lo sanaré” (Mt. 8, 7). Sobre esta característica de Pedro y la encantadora llaneza de sus relaciones con los fieles y con los paganos, véase 8, 14; 10, 5, 23 y 26; 1 Pe. 5, 1-3, etc. Por su parte Dios bendecía sus pasos, al extremo inaudito de que hasta la sombra de su cuerpo curaba a los enfermes, como lo vimos en 5, 15.

[11248] 42. “Es notable este ejemplo de sencillez y humildad apostólica. El Príncipe de los apóstoles elige para su morada la casa de un curtidor, enseñando con su ejemplo a los ministros de Jesucristo, que solo deben mirar a Dios en los negocios que son de Dios, quitando todo motivo a los grandes de ensoberbecerse, y a los pobres de avergonzarse del estado en que la Providencia los ha puesto” (Scio).

[11249] 1. Cesarea, en la costa del mar Mediterráneo, entre Joppe y Haifa, era sede del Procurador romano. Había allí cinco cohortes, de 500 a 600 soldados cada una.

[11250] 2 ss. Dios nos pone a la vista el caso de este pagano, a quien llama “piadoso”, a fin de enseñarnos que Él se reserva salvar a quien quiera (Rm. 9, 15 ss.), y que lejos de despreciar a los de fuera (Rm. 11, 18 ss.), hemos de tener sentimientos de contrición como los que muestra la oración de Daniel (Dn. 9), sabiendo que se pide más cuenta al que mucho se dio (Lc. 12, 48), y que en la red barredera entra toda clase de peces (Mt. 13, 47), como en la sala del banquete que se llenará con “buenos y malos” (Mt. 22, 10), pero que solo quedan los que tienen “el traje nupcial” (ibid. 11 ss.), siendo “muchos los llamados pero pocos los escogidos” (ibid, 14; Jn. 15, 19). ¿Y cuál es el traje nupcial, sino el de la fe viva, que obra por amor (Ga. 5, 6) y vive de la esperanza? (2 Tm. 4, 8; Tt. 2, 13). Véase la grave advertencia de Jesús de que los publicanos y las rameras precederán a los fariseos en el Reino de Dios (Mt. 21, 31). Cf. v. 28.

[11251] 4. Admiremos la universal Providencia de Dios que acepta las oraciones y las buenas obras de este pagano. Tal será uno de los motivos que luego decidirá a Pedro a recibirlo sin vacilar en el seno de la Iglesia. Cf. 17, 23 y nota.

[11252] 15. Pedro todavía no comprende la finalidad de esa visión, que no era más que un hecho simbólico para convencerle de la abolición de las leyes rituales judías y de que en lo sucesivo no habrá para los cristianos manjares puros e impuros, ni tampoco distinción entre pueblo judío y gentil. Todos cuantos creen en Jesucristo son purificados por la fe. Cf. 15, 9. Vemos aquí una vez más ese espíritu de insondable caridad de Dios que solo en la Biblia se descubre. En vez de ser Dios aquí el preceptivo, el exigente, es Él quien levanta la prohibición, y el hombre es quien se empeña en mantenerla. El Señor le enseña entonces que se cuide de violar algo mucho más grave que el precepto anterior: el respeto debido a su Majestad. Guardémonos de este gran peligro farisaico de querer ser más santos que Dios (cf. Mc. 7, 4 y nota). En ello esconde el diablo la peor especie de soberbia, y consigue así, no solo quitar todo valor a las obras con que pretendemos obsequiar a Dios contra Su voluntad (Sb. 9, 10 y nota), sino también hacernos caer en el pecado abominable que hizo de Saúl un réprobo después de ser un elegido. Véase 1 Sam. 13, 9; 15, 1 ss.; 30, 13 y notas. Dice a este respecto el P. Gräf: “Ni vayas a creer que tengamos que buscarnos penas y sufrimientos y cruces que cargar sobre nuestros hombros, privaciones, ni sacrificios; nada de esto; porque aun en esto suele haber mucho de nuestro “yo”, es decir, de la causa de donde se originan nuestros más comunes defectos. Solamente estamos obligados a cargar con lo que Dios impone en cada instante, y tanto cuanto Él impone, ni una milésima de gramo más, y nada más que durante el tiempo que Él dispusiere; ni una hora más, ni un segundo más”.

[11253] 23. Marchó con ellos: Nótese nuevamente la humildad y caridad de Pedro: Siendo él Sumo Pontífice y agobiado por los ministerios de la Iglesia naciente, no vacila en emprender personalmente un viaje para ponerse al servicio de un simple pagano, Cf. 8, 14 y nota.

[11254] 26. Véase Lc. 5, 8. Lo mismo hacen Pablo y Bernabé en 14, 14 y el ángel en Ap. 19, 10 y 22, 8 s. En el Antiguo Testamento, Mardoqueo nos da un ejemplo semejante (Est. 3, 2 y nota). Véase también Dn. 2, 18.

[11255] 28. Comparemos esta actitud con la de Jesús en Mt. 9, 9 ss. y con la de los personajes de la Sinagoga, que temían mancharse entrando en casa de un pagano... mientras procuraban la muerte del Hijo de Dios (Jn. 18, 28). Cf. v. 2 y nota.

[11256] 35. La salvación no estará en adelante reservada a determinada nación o raza, sino que todos los que temen a Dios y obran bien merecen el agrado del Altísimo. Véase Jn. 4, 23; 9, 31. Como observa un comentarista, Pedro, depositario de las llaves del Reino (Mt. 16, 9), abre también aquí las puertas de la Iglesia a los gentiles, como en Pentecostés las abrió para los judíos (2, 14 ss.).

[11257] 38. Haciendo el bien, etc.: “La caridad celestial tiende en primer lugar a comunicar los bienes, celestiales. Pero, así como el Hijo de Dios descendió a la tierra, no solo para traernos los bienes espirituales, sino también para curar las miserias corporales y temporales de la humanidad —pasó haciendo bien y cada uno de sus pasos está proclamando sus maravillosos portentos benéficos—, así el amor divino que el cristiano profesa a su prójimo, sin renegar de su origen y de su carácter celestiales, se extiende del alma al cuerpo” (Scheeben).

[11258] 40. Dios le resucitó: ¿Qué significa esta expresión, lo mismo que la del v. 38: Dios estaba con Él? ¿Acaso el mismo Cristo no era Dios? Tal pregunta, que muchos se hacen y que llevó a antiguos y modernos herejes a dudar de la divinidad de Jesús, el Verbo encarnado, viene de no distinguir las divinas Personas e ignorar que en la Sagrada Escritura el nombre de Dios por antonomasia es dado a la Primera Persona, es decir, al divino Padre, porque en Él está la naturaleza divina, como en su Fuente primera, según se expresan los santos Padres, y es Él quien la comunica a su Hijo, al engendrarlo eternamente (cf. Sal. 109, 3 y nota), y es Él quien, con el Hijo, la comunica a la Tercera Persona. De ahí la adoración constante de Cristo al Padre, pues, si bien la Persona del Hijo posee también la divinidad con idéntica plenitud que la Persona del Padre, no olvida que como hombre lo ha recibirlo todo del Padre, que es el que da y no recibe de nadie. He aquí la verdadera llave para comprender el Evangelio sin asombrarse al observar cómo la Persona del Verbo-Hombre se humilla continuamente, como un niñito, ante la Persona de su Padre. Por eso es por lo que Jesús, no obstante poder hacerlo todo por su propia virtud deja constancia de que es el Padre quien todo lo hace en Él y por Él, y asimismo todo lo hace para Él, porque en Él tiene toda su complacencia. De ahí que el divino Hijo, agradecido al divino Padre, no se canse de repetirnos que es el Padre quien lo envía, quien lo asiste en sus obras, quien lo resucita, quien lo eleva en su Ascensión (Mc. 16, 19; Lc. 24, 51), quien lo sienta a su diestra (Sal. 109, 1 y nota), etc., al punto de que, dice San Pablo, ni siquiera se atrevió Jesús a asumir por sí mismo el sacerdocio, sino que esperó que se lo diera Aquel que le dijo: “Tú eres el Sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec” (Hb. 5, 5 s.; Sal. 109, 4 y nota).

[11259] 42. “Es entonces un hecho, que Cristo es el juez de vivos y muertos, ya sea que entendamos por muertos a los pecadores y por vivos a los que viven rectamente, ya sea que con el nombre de vivos se comprenda a los que entonces vivirán, y con el de muertos a todos los que murieron” (Sto. Tomás). S. Pedro aclara este punto usando esos términos en su sentido propio (1 Pe. 4, 5 s.).

[11260] 43. Cuantos crean: “Una sola condición es exigida, dice Fillion, pero sin ninguna excepción”. Es decir, que la fe ha de ser viva, real, confiada y animadora de todos nuestros pasos. Esa fe que se dice tener por tradición de familia, etc., “es cosa muerta que no justifica a nadie. La fe, más que ninguna otra virtud, exige un examen de conciencia para saber si la adoptamos en forma plena activa, voluntaria y libérrima, o si la aceptamos pasivamente de los demás, como una costumbre de la convivencia social”.

[11261] 44 ss. Así como en Abrahán precedió la justicia de la fe a la circuncisión que fue como el sello de esta misma fe que le había justificado, del mismo modo Cornelio fue santificado por la infusión del Espíritu Santo para que recibiese en el Bautismo el Sacramento de la regeneración, que da la santidad (San Agustín). Tan extraordinaria aparece esta nueva Pentecostés de la Palabra (11, 15), que los discípulos venidos con San Pedro (v. 45) quedan pasmados (literalmente “fuera de sí”) al ver que el Espíritu Santo no era, como hasta entonces, privilegio de los cristianos de origen judío, sino que se extendía también a los gentiles, y que el ministerio de la predicación (v. 42) era seguido de semejante efusión de carismas. Esto nos da también a nosotros una idea del valor insospechado de la predicación del Evangelio (véase 6, 2; 1 Co. 1, 17) y no es sino el cumplimiento de lo anunciado en Mc. 16, 15 ss. “Para hacernos vivir de esta gracia del Espíritu Santo fue preciso que se nos instruyera mediante la palabra eterna de la Escritura acerca de los misterios que debíamos creer y de los preceptos que habíamos de observar. La predicación del Evangelio ha de ser espíritu y vida; preciso es, pues, que el apóstol tenga hambre y sed de la justicia de Dios”, y que esté poseído del don de fortaleza para que le sea dado perseverar hasta el fin y arrastrar las almas a su doctrina” (Garrigou-Lagrange). Cf. 11, 16 y nota.

[11262] 48. Pedro no vacila en administrar el Bautismo al comprobar la venida del Espíritu Santo sobre Cornelio y demás paganos reunidos en su casa. Aún no se había resuelto la cuestión principal que agitaba a los cristianos de Jerusalén acerca de si la Ley ceremonial judía era obligatoria para los gentiles convertidos.

[11263] 3. La conversión de Cornelio objeto de discusiones en los ambientes judío-cristianos, que no podían familiarizarse con la idea de que hubiese sido derribado el muro establecido hasta entonces entre ellos y los gentiles (10, 28; Ef. 2, 11). Ello estaba, sin embargo, anunciado desde Moisés. Véase Dt. 32, 21 citado en Rm. 10, 19; Is. 65, 1 en Rm. 10, 20; Os. 2, 4 y 1, 10 en Rm. 9, 25 s., donde S. Pablo extiende en sentido típico a los gentiles lo que Oseas anuncia sobre la conversión de las diez tribus del reino de Israel.

[11264] 14. ¡Palabras que salvan! Lo mismo dice S. Pablo (Rm. 1, 16) y Santiago (St. 1, 21). “Nunca he conseguido una conversión verdadera sino por alguna palabra de la Santa Escritura. Es la semilla que penetra hasta el fondo cuando hay tierra dispuesta. Y si no la hay, de nada valen los esfuerzos humanos sino para arrancar promesas falaces...” (“Experiencias de un viejo sacerdote”).

[11265] 16. Entonces me acordé: Vemos cómo se cumple la promesa de Jesús de que el Espíritu Santo les enseñaría cuanto debían hacer (v. 12) y les recordaría las Palabras suyas (Jn. 14, 26). Bautizados en Espíritu santo: Es lo que Jesús les dijo en 1, 5, llamando Bautismo a Pentecostés porque allí fueron “investidos de fuerza desde lo alto” (Lc. 24, 49), operándose en ellos, como dice Boudou, “el beneficio de la regeneración espiritual”, que ahora se extendía a los gentiles “como don igual, concedido con una sola y misma condición: la fe”. Están en el error quienes creen que el Bautismo del Espíritu Santo, que prometió Jesús, es dado desde este momento a todos directamente por el mismo Espíritu mediante la fe en Cristo. No puede negarse que Pedro bautizó con agua aun después de la efusión del Espíritu (10, 44-48), y que los Doce y también Pablo continuaban usando la imposición de las manos, tanto para el desempeño de funciones especiales (13, 3; 1 Tm. 4, 14) como para comunicar el Espíritu Santo (2 Tm. 1, 6). Cf. 6, 6; 8, 17; 9, 17.

[11266] 17. Hermosa muestra del espíritu sobrenatural de Pedro, que contrasta con el ritualismo de los fariseos, cultores de las fórmulas.

[11267] 18. El arrepentimiento para la vida: es decir, el perdón, cumpliéndose así textualmente las palabras de Jesús en Lc. 24, 47, donde el Señor lo extiende a todas las naciones después de mandar que comiencen por Jerusalén. Vemos la verdadera unidad espiritual de la Iglesia reflejada en esta alegría de todos (v. 23; 12, 5). “Si el Espíritu único habita en nosotros, el único Padre de todos estará en nosotros, y, como Dios, por su Hijo unirá entre sí y consigo mismo a los que se han hecho participantes del Espíritu Santo” (S. Cirilo de Alejandría). Algunos se preguntan si en esta admisión de los gentiles, prevista ya en el Evangelio y considerada como un injerto en Israel (Rm. 11, 17), hay alguna diferencia con la que S. Pablo anuncia más tarde a los gentiles en Ef. 3, 6, presentándola como un misterio oculto hasta entonces y como un llamado directo.

[11268] 20. La obra que el Espíritu Santo empezó en Cesarea (cap. 10) iba a manifestarse con más intensidad en Antioquía, entonces capital de Siria y centro de todo el Oriente. Convirtiéronse allí los griegos, es decir, los gentiles, en tan “gran número” (v. 21), que los apóstoles enviaron a Bernabé (v. 22) para que dirigiera ese nuevo movimiento.

[11269] 26. Fueron llamados cristianos: Los discípulos de nuestro Señor eran objeto de burla como lo fue Él mismo, y mirados como una extraña secta que seguía los pasos de un judío ajusticiado. Los judíos les llamaban despectivamente “nazarenos” (cf. Jn. 1, 46; 7, 52), y los paganos les pusieron el apodo de christiani (desinencia latina del griego xristós); apodo despectivo como vemos por los únicos textos en que aparece (26, 28 y 1 Pe. 4, 16). En este último, S. Pedro nos enseña a llevar ese nombre sin rubor, glorificando a Dios en él. Conviene, pues, usar siempre, añadiéndole el carácter de “católico” que significa universal, este glorioso título de “cristiano”, que parece ir quedando cada vez más para uso de los disidentes, lo mismo que el de “evangélico”, no menos honroso y envidiable para un discípulo de Jesús.

[11270] 28. Claudio, emperador romano (41-54 d. C.).

[11271] 30. Los ancianos presbíteros, que aquí se mencionan por primera vez, se llaman así menos por su ancianidad que por la dignidad de su cargo. Sobre presbíteros cf. 15, 2, 4, 6; 1 Tm. 5, 17; Tt. 1, 5. Sobre diáconos cf. 6, 1 ss. Véase 20, 17 y 28 y notas. Los envíos no eran de dinero sino de víveres (trigo de Alejandría, higos de Chipre, etc.), pues —lo mismo que hoy en casos tales— en la carestía casi no había qué comprar allí.

[11272] 1. Herodes Agripa I, nieto de aquel cruel Herodes el Grande, que mató a los niños de Belén, y sobrino de Herodes Antipas que se burló del Señor (Lc. 23, 8 ss.).

[11273] 2. Se trata aquí de Santiago el Mayor, cuya decapitación tuvo lugar en Jerusalén el año 42. Sobre Santiago el Menor cf. v. 17. Una tradición traída por Clemente Alejandrino refiere que Santiago murió perdonando al que lo había delatado, el cual también se hizo cristiano. Contra los que pretenden que Juan murió aquí con su hermano (cf. Mc. 10, 39), basta recordar que San Pablo lo encuentra vivo en Jerusalén siete años después (Ga. 2, 9).

[11274] 3. Los días de los Ázimos: La semana de Pascua.

[11275] 5. Sin cesar: es el verdadero sentido de la locución griega echemos que Lucas aplica a la oración de Jesús (Lc. 22, 44).

[11276] 7. ¡Presto! Al decirle esta palabra ya estaba dándole la idea de un milagro, pues Pedro no habría podido moverse con rapidez sin ser aliviado de las cadenas.

[11277] 12. Se cree comúnmente que este Marcos es el Evangelista del mismo nombre.

[11278] 15. Su ángel: el Ángel Custodio (cf. Mt. 18, 10). Su existencia se conocía desde el Antiguo Testamento (Dn. 10, 13 y 20 s.), pero es de notar aquí el espíritu de fe de los cristianos, que se apresuran a pensar en las explicaciones de orden sobrenatural, que hoy difícilmente se buscarían no obstante haber pasado tantos siglos de experiencia cristiana.

[11279] 17. Vemos el ambiente de fraternidad en que vivían los santos comunicándose todo entre ellos, en medio de esa vida aventurera que llevaban, como malhechores que tienen que ocultarse. Lo mismo sucedía en las catacumbas. “¡Cuántas veces, dice un piadoso autor, tenemos que pasar por desobedientes... para obedecer!” A otro lugar: si el autor sagrado no indica el lugar adonde se retiró Pedro después de escapar de Herodes, lo hizo probablemente por razones de seguridad para el Príncipe de los apóstoles. “Para algunos este otro lugar es Roma, adonde Pedro habría partido sin demora. Para otros es Antioquía. Otros, tal vez más prudentes, no alejan demasiado al Apóstol de Jerusalén. Los escritos apostólicos no nos dicen casi nada de los hechos y actitudes de Pedro después de su liberación. S. Pablo se encuentra de nuevo con él en Jerusalén, para el concilio (15, 7), y más tarde en Antioquía (Ga. 2, 11). Entre los bandos que se formaron en la Iglesia de Corinto, menciona uno que se apoya en Pedro: Yo soy de Cefas (1 Co. 1, 13). Quizá es este un indicio de que Pedro visitó esa ciudad, como parece afirmarlo S. Dionisio de Corinto. Por lo demás, a pesar de las negaciones desesperadas a las cuales los descubrimientos arqueológicos recientes han dado el golpe de gracia, es históricamente cierto que Pedro fue a Roma y murió allí. Pero ¿cuándo fue allá?... En todo caso los datos escriturarios no permiten precisar las idas y venidas ni fijar su cronología; y en cuanto a los de la tradición están lejos de disipar toda incertidumbre” (Boudou). El apóstol Santiago del que aquí se hace mención es Santiago el Menor, hijo de Alfeo y “hermano”, es decir, pariente del Señor. El fue el primer Obispo de Jerusalén. Cf. v. 2 y nota.

[11280] 19. Parece indudable que los guardias fueron ajusticiados sin culpa, como en el caso de los santos Inocentes. Bien podríamos suponer que Dios salvó sus almas por amor a su siervo Pedro, como en el caso de S. Pablo (16, 25-34).

[11281] 23. Por no haber dado a Dios la gloria: Dios no cede a nadie el honor que a Él solo es debido (Is. 42, 8; 48, 11; Sal. 148, 13; 1 Tm. 1, 17). Esta horrible muerte de Herodes Agripa I, padre del rey Agripa II (cf. 25, 13) en igual forma que Antíoco Epífanes (2 Mac. 9, 5 ss.), nos muestra que no se incurre impunemente en esa soberbia, que será la misma del Anticristo (2 Ts. 2, 3 ss.; cf. Ez. 28, 5 y nota). El v. 24 muestra, en notable contraste, cómo la semilla divina germinaba en medio de la persecución (cf. 8, 1 y nota). Las persecuciones son para la Iglesia lo que el fuego para el oro (S. Agustín). Cf. 1 Pe. 1, 7. “La fuerza espiritual de la Iglesia se encuentra como ligada a su debilidad temporal: el poder de Cristo no fue nunca tan arrollador como en la Cruz” (Pio XI).

[11282] 1. El oficio del profeta cristiano es, según S. Pablo (1 Co. 14, 3), edificar, exhortar y consolar, en tanto que el del doctor es instruir y enseñar. Este comporta el don de ciencia e inteligencia; aquel el don de sabiduría, que es superior a todos. El Apóstol recomienda desear para sí mismo y también cultivar, el don de profecía (1 Co. 14, 39). La Didajé da normas de cómo tratar a esos profetas y predicadores, cuyo oficio era formar a los ya llegados a la fe, yendo de una comunidad a otra y viviendo de limosnas, sin cobrar nada por su ministerio, Cf. 20, 28; Ef. 4, 11 y notas.

[11283] 3. La oración con ayunos es llave que abre los tesoros de a gracia (Tob. 12, 8). Los primeros cristianos solían ayunar antes de toda obra importante: y el ayuno no era parcial como el de hoy, sino total (véase 1 Co. 9, 27 y nota). Con él se preparaban para el Bautismo, tanto el que lo administraba como el que lo recibía. Sobre la imposición de las manos cf. 6, 6 y nota.

[11284] 9. Algunos explican el cambio de nombre de Saulo como un acto de simpatía hacia el procónsul Sergio Pablo (v. 7). Por lo demás, era frecuente el llevar dos nombres uno hebreo y otro griego o latino, como Simón-Pedro, Tomás-Didimo, Juan-Marcos.

[11285] 10. Hijo del diablo: con esta tremenda palabra llama también Jesús a los fariseos (Jn. 8, 44). Cuidemos, pues, de no confundir con la falta de caridad esta santa indignación de Pablo (cf. 23, 3 y nota).

[11286] 12. “La ceguera de Elimas abrió los ojos del procónsul”, haciéndole prestar atención a las maravillas de la Palabra que engendra a fe. Cf. 8, 6; 5, 12 y nota.

[11287] 13. Juan Marcos lo hizo quizás a causa de su juventud, no avezada a las fatigas de un viaje peligrosísimo a través de las montañas Panfilia y Pisidia. Sobre las consecuencias de este episodio véase 15, 36 ss.

[11288] 15. Exactamente como hizo Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lc. 4, 16 ss.; cfr. Mt. 13, 54). El culto judío en las sinagogas consistía principalmente, entonces como hoy, en una doble lectura bíblica primero del Pentateuco (Torah), y luego de los profetas y hagiógrafos (nebiyim y ketubim).

[11289] 16 Israelitas: Como vemos, la predicación de San Pablo empieza por los judíos. Solo cuando estos lo rechacen pasará a los gentiles (cf. v. 45 s.). Los que teméis a Dios, es decir, los prosélitos. Véase 2, 11 y nota.

[11290] 17. El gran discurso que sigue, semejante al de San Esteban (cap. 7) es una grandiosa síntesis de la historia de Israel, y como un nexo entre ambos Testamentos, que nos muestra a través de ellos el plan de Dios según las profecías mesiánicas.

[11291] 20. Es decir, unos 450 años esperó Israel hasta entrar en posesión de la tierra prometida (cf. 7, 7): cuatrocientos en Egipto, cuarenta en el desierto, y unos diez en tomar posesión de las tierras de Canaán.

[11292] 22. Notable elogio del Rey Profeta, a quien la Escritura alaba con gran frecuencia como no de los mayores amigos de Dios, no obstante su caída. Véase 7, 46; 1 Sam. 13, 14; 16, 13; 1 R. 11, 32 y 34; Sal. 88, 21; Si. 47, 9.

[11293] 26. A vosotros: Pablo va a anunciar a los judíos, exactamente como Pedro en sus grandes discursos 2, 22 ss. y 3, 12 ss. el gran misterio de cómo las promesas de los profetas, que parecían truncadas para siempre por el rechazo y la crucifixión del Mesías, se cumplirán en Jesús resucitado (v. 32 ss.). La palabra de esta salvación: Texto adoptado como lema para la moderna colección “Verbum Salutis” que publica en París la casa Beauchesne, con estudios sobre el Nuevo Testamento.

[11294] 27. ¡Al desconocer las profecías les dieron cumplimiento! Observación de profunda sagacidad, porque, si es cierto que del Mesías estaban anunciadas muchas cosas gloriosas, también es cierto que estaba anunciada, no solamente la Pasión y Muerte del Redentor (3, 22 y nota; cf. Sal. 21; Is. 53; Lc. 24, 44 ss.) sino, igualmente, su misión depuradora de la propia Sinagoga (Mal. 3, 3; Za. 13, 9; Is. 1, 25 ss.), que haría justicia a los pobres y confundiría a los opresores y a los soberbios (Sal. 71, 2 ss.; Is. 11, 4; Lc. 1, 51 ss.), etc., cosas todas que el último profeta, san Juan Bautista, anunciaba como inminentes al predicar que el hacha estaba ya puesta a la raíz de los árboles para limpiar la era (Mt. 3, 10). No podían, pues, los altivos fariseos pensar de buena fe que el Mesías debía venir solamente para dar a Israel un triunfo y prosperidad según la carne, sino también ante todo una purificación, para la cual el Bautismo de arrepentimiento que ofrecía Juan, debía “preparar el camino” (Mc. 1, 2-5). Pero estaba escrito que “mientras el buey reconoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo, Israel no me reconoce y no entiende mi voz” (Is. 1, 3), y así, al “desconocer el tiempo de su visita” (Lc. 19, 41 ss.; 13, 34 ss.), ellos cumplieron sin quererlo, como les dice aquí Pablo, esas profecías tantas veces recordadas en el Evangelio, de que tendrían ojos para no ver y oídos para no oír a causa del embotamiento de su corazón (Is. 6, 9; Mt. 13, 14; Mc. 4, 12; Lc. 8, 10; Jn. 12, 40; Rm. 11, 8). Y esto mismo había de repetirles Pablo hasta el fin (28, 23-27) cuando les anunció definitivamente que la salud era trasmitida a los gentiles (ibid. 28 s.).

[11295] 32. Idéntico lenguaje usa Pedro en 2, 24-36 y 3, 18 ss. En Rm. 15, 8 ss. Pablo expone igualmente la misión mesiánica de Cristo en favor de Israel, y explica luego su extensión a los gentiles. Cf. Hb. 13, 20; Ez. 34, 23.

[11296] 33 s. Resucitando: Observa aquí Fillion que el verbo anastésas no puede tener la significación de suscitando o enviando, como si pudiera referirse a la venida de Jesús en su Encarnación pues el contexto exige el sentido de resucitando, ya que todo el pasaje (vs. 26-37) trata del milagro de la Resurrección del Señor. Confirma así lo que expusimos en la nota a 3, 22. Tú eres mi Hijo, etc.: Cita de Sal. 2, 7-9: compárese allí lo relativo a Israel y a las naciones. Cf. 2, 27 ss.; Is. 55, 3; Sal. 15, 10.

[11297] 39. Todo aquel que tiene fe: “Nada podemos hacer sin la fe; viene a ser la primera piedra sobre la que se apoyan todos los otros actos saludables: es la raíz viva y sólida de la que brota y recibe su fuerza cuanto es preciso para adquirir la gracia” (Scheeben). Bajo la Ley de la gracia el hombre es justificado gratis por la fe, la cual es como dice el Tridentino “el fundamento y la raíz de toda justificación”. Cf. Rm. 1, 17 y nota. Esto es lo que el Apóstol predica con tanta elocuencia a los “insensatos Gálatas” judaizantes (Ga. 3, 1 ss.) que buscaban justificare como antes, por sus propias obras legales, despreciando la salvación que viene de Jesús, e inutilizando su muerte redentora (Ga. 2, 21; cf. Rm. 3, 20; 10, 3; Flp. 3, 9 y notas).

[11298] 41. Cf. Hab. 1, 5. El Apóstol aplica este pasaje en sentido figurado a la vocación de los gentiles, la cual encerraba según S. Pablo maravillas ocultas hasta entonces en los arcanos de Dios (Ef. 3, 8 ss.; Col. 1, 26), si bien tal amenaza existía para Israel desde Moisés (Rm. 10, 19 s., citando a Dt. 32, 21 e Is. 65, 1 s.). Véase los vv. 27 y 46 s. y notas.

[11299] 45. Para la sinagoga incrédula, admitir la resurrección que les predicaba Pablo (vs. 32-37), significaba renovar el problema de la fe en Cristo como el Mesías Rey, que ellos habían rechazado, pues los apóstoles predicaban que en el Señor resucitado se cumplirán todas las promesas de los antiguos profetas no obstante su rechazo por parte del pueblo de Israel (cf. 2, 30; 3, 22; Rm. 15, 8; Hb. 13, 20; Lc. 16, 16 y notas). Los pretendidos privilegios de raza, impidieron a estos judíos en la diáspora, como a los de Jerusalén, aceptar la Buena Nueva de la Redención.

[11300] 46. Esto, como 18, 6, son preludios del acontecimiento transcendental de 28, 28, que traería el paso de la Iglesia a los gentiles (cf. Lc. 21, 24; Rm. 11, 25; Ap. 11, 2) y el cumplimiento de los terribles anuncios de Jesús contra Jerusalén (Mt. 24). Cf. Mt. 10, 6; Lc. 24, 47.

[11301] 47. Cita de Is. 49, 6 sobre el Mesías, que debía ser no solo “gloria de Israel” sino también “luz de las naciones” paganas. Véase Is. 42, 6; Lc. 1, 32; 2, 30 ss.

[11302] 48. Ordenados: La Vulgata dice preordinados. De la Torre traduce destinados (cf. 15, 7; Rm. 8, 28 ss.). Por donde vemos que el creer a las palabras del Evangelio nos llena de gozo y es una feliz señal de predestinación, pues “el Evangelio es una fuerza divina” de salvación que se encarga de transformar las almas de los que creen en él (Rm. 1, 16; Jn. 12, 36 y 48 y notas). Porque, como hace notar S. Agustín, “Dios ha colocado la justificación, no en la Ley, sino en la fe de Jesucristo...; ha prometido a la justicia de la fe, esto es, a sus justos según la fe la salvación y la vida eterna”. Vemos también que no hemos de inquietarnos si no todos creen a nuestra predicación. Así le ocurrió al mismo Señor Jesús y así lo mostró Él en la gran parábola del Sembrador (Mt. 13). Véase Rm. 10, 16; Mc. 1, 15; 2 Ts. 1, 8; I Pe. 4, 17.

[11303] 50. Las mujeres devotas de distinción: La Vulgata dice religiosas y honestas. Como observa Fillion, la partícula “y” no está en los mejores manuscritos, de modo que el sentido se refiere a las devotas de alto rango, como eran los fariseos entre los hombres.

[11304] 52. ¡Gozosos no obstante la partida de ellos! Es que no eran “de Pablo o de Apolo o de Cefas”, sino de Cristo (1 Co. 1, 12 ss.).

[11305] 1. Sucedió como antes en Antioquía (13, 48).

[11306] 4. Esta apasionada división de opiniones se observó también con Jesús (Jn. 7, 12). Pero los enemigos fueron, como aquí, más encarnizados que los amigos, porque de estos había pocos que fuesen fieles y que lo confesasen (Jn. 7, 13; 12, 42 ss.), y también porque Jesús no se defendió con espíritu combativo (Mt. 26, 53; 27, 14), sino que, al contrario, nos enseñó a no resistir al malo (Mt. 5, 39; 10, 14 ss.). La palabra divina es semilla: no podemos forzar la tierra a que la reciba. Cf. 13, 48; Ct. 3, 5 y notas.

[11307] 5. Cf. v. 19. En 2 Tm. 3, 11 el Apóstol recuerda estas persecuciones.

[11308] 11 s. En la mitología antigua Júpiter era el jefe de los dioses y Mercurio el dios de la elocuencia. Como el que hablaba era Pablo, le identificaron con Mercurio, mientras que a Bernabé, de estatura majestuosa, le compararon con Júpiter. Pablo, según una leyenda (cf. “Actos de Pablo y de Tecla”) era pequeño y calvo.

[11309] 15. Cf. 10, 26 y nota.

[11310] 16. Sobre los gentiles de antes de Cristo, cf. 17, 30; Ef. 2, 11 ss.

[11311] 17. No dejó de dar testimonio de Sí mismo, de modo que pudiesen conocerle por la naturaleza en su existencia y aun en ciertos atributos (Rm. 1, 20; cf. 17, 24 ss.), si bien no se les había revelado por su palabra como hizo con Israel (Rm. 9, 4; Sal. 147, 8 s. y notas).

[11312] 19. Sobre esta elocuente muestra de lo que vale la adhesión de los hombres, tan parecida al paso del Domingo de Ramos al Viernes Santo, véase la nota en Mt. 26, 56. En Listra la predicación y los sufrimientos del campeón de Cristo no quedaron sin fruto. Allí ganó para la fe al que más tarde sería su discípulo predilecto: San Timoteo.

[11313] 22. Fortaleciendo los ánimos: Véase 15, 41. Es la técnica apostólica de Pablo: “La primera vez les daba el conocimiento del Dios Amor, para conquistar los corazones con sus maravillas. La segunda los prevenía de la inevitable persecución anunciada por Cristo para evitar pedregales” (esto es, los que se escandalizan a causa de la persecución que la Palabra de Dios provoca: véase Mc. 4, 5 y nota). Para aquellos neófitos, perseverar en la fe significaba entregársele totalmente. “La justicia de nada sirve a quien se detiene en el camino” (S. Jerónimo).

[11314] 23. Presbíteros: Boudou traduce literalmente ancianos, explicando que se conservó el nombre griego de presbítero (anciano) en vez de hierens (sacerdote), porque lo entendían a un tiempo les judíos, “en cuyo sanhedrín junto a sacerdotes y escribas había ancianos”, y los griegos a los cuales recordaba los nombres de ciertos funcionarios (cf. 20, 17 y nota). En cuanto a la institución, añade que, cualquiera fuese su forma, bien se ve que ella se efectuó en una ceremonia religiosa bajo la autoridad apostólica (cf. 13, 3) y que si bien no consta aquí la imposición de manos, como en el caso de Timoteo (cf. 2 Tm. 1, 6 s.), debe suponérselo por analogía. Cf. 11, 16 y nota; 1 Tm. 5, 22; Tit. 1, 5 ss.

[11315] 25. Este primer viaje lo hizo San Pablo en los años 46-49. El camino recorrido per él y Bernabé es de unos 2.500 kms. (distancia de Buenos Aires al Perú). El fruto respondió al celo, fundándose Iglesias en una vasta zona del Asia Menor.

[11316] 1. Como se deduce del v. 5, algunos fariseos que habían abrazado a fe inquietaban a los paganos convertidos, diciendo que estos no podían ser bautizados si antes no se hacían judíos por medio de la circuncisión. Es de notar que los perturbadores no tenían ninguna autoridad por parte de los apóstoles (v. 24) y que negaban virtualmente la salvación por la fe en Jesucristo.

[11317] 2. De entre ellos: La Vulgata dice: de entre los otros. Es una confusión (aliis por illis), pues se refiere a los hermanos fieles y no a aquellos judaizantes del v. 1, o fariseos del v. 5, a quienes San Pablo alude en Ga. 2, 4, llamándolos falsos hermanos. Cf. Ga. 2, 12; 5, 2 s.

[11318] 3. Despedidos tiene aquí el sentido de acompañados hasta cierta distancia, lo que muestra la importancia del viaje y el interés de todos por la doctrina, como también la caridad que había entre ellos, y no mera cortesía formal. Cf. Ga. 2, 1.

[11319] 4. Por la Iglesia y los apóstoles, etc.: La Iglesia en el sentido de comunidad de los fieles. Con ellos: es decir, lo que Dios había obrado, siendo ellos los instrumentos (cf. v. 12; 14, 27; 21, 19). En igual sentido dice María: “En mí obró grandezas el Poderoso” (Lc. 1, 49).

[11320] 7 ss. Como observan Scio, Crampon y otros, alude S. Pedro a la conversión del centurión Cornelio (10, 9 ss.).

[11321] 8. Del mismo modo que a nosotros: véase esa nueva Pentecostés en 10, 44 y nota.

[11322] 9. No ha hecho diferencia: S. Pablo explica dramáticamente en Ef. 2 este llamado de los que, no siendo del pueblo judío escogido, aún estaríamos sumidos en la noche de la depravación pagana, si la divina obra de Jesús no hubiese “derribado el muro” de separación. Purificado sus corazones por la fe: Preciosa noticia que el mismo San Pedro amplía (en 1 Pe. 1, 22), enseñándonos que esa purificación que viene de la “obediencia a la verdad” (cf. 2 Co. 10, 5) es lo que nos prepara para la caridad fraterna. Igual concepto expone S. Pablo en Ga. 6, 6, precisamente para declarar que nada significa ya la circuncisión para el que se atiene a la gracia. Cf. Hb. 8, 4 y nota.

[11323] 10. Es lo que San Pablo expresó en Ga. 2, 14.

[11324] 11. Véase Ga. 2, 21 y nota.

[11325] 12. Toda la asamblea: Así traduce Boudou (Vulg.: multitudo), citando los vv. 4 y 22 para mostrar que en el v. 7 Pedro habla en presencia de toda la Iglesia. Aquí se ve también el perfecto acuerdo de él y de Santiago con Pablo en materia de justificación (cf. Ga. 2; St. 2). Refirieron, etc.: “¡Hechos! Siempre van a los hechos. Ningún prejuicio doctrinal, ningún espíritu de casta, ningún nacionalismo estrecho subsistirá contra estos. Vano sería oponerse a la voluntad divina”.

[11326] 13. Santiago: el Menor, que habla con su autoridad de obispo de Jerusalén, no obstante lo cual vemos que prima la autoridad de San Pedro (v. 7).

[11327] 14. Simeón: forma hebraica de Simón (Pedro). Primero: no solo por primera vez (en el caso a que alude antes Pedro en v. 7), sino también antes de ejecutar lo anunciado por el profeta. Para escoger de entre ellos: esto es, no ya colectivamente a las naciones, como lo hizo con todo Israel (cf. Ez. 18, 4 y nota), sino por elección individual de los escogidos para ser hijos de Dios (Rm. 8, 28 ss.; Jn. 11, 52), que son “los que creen en su Nombre” (Jn. 1, 12), o sea no todos los peces “buenos y malos” de la red (Mt. 13, 47 ss.); no todos los entrados al banquete, sino los que tienen el traje nupcial (Mt. 22, 12), siendo muchos los llamados y pocos los escogidos (ibíd. 22, 14). Grave revelación para los que pensaren que basta ser bautizado, sin preocuparse de avivar la fe. Cf. 2, 41; Mc. 16, 16; Ef. 2, 8.

[11328] 16. Cita libre de Am. 9, 11 s., según los Setenta. El tabernáculo de David: Boudou traduce: la casa de David. Después de eso: o sea, después del tiempo antes referido (v. 14). Santiago añade esas palabras, que no están en los LXX ni en el hebreo, para precisar mejor su interpretación. Cf. Hb. 12, 26 ss. y nota.

[11329] 17. Sobre este texto observa Boudou: “Según la profecía de Amós. Dios realzará la tienda de David; reconstruirá el reino davídico en su integridad y le devolverá su antiguo esplendor. Entonces Judá e Israel conquistarán y poseerán el resto de Edom, tipo de los enemigos de Dios, y todo el resto de las naciones extranjeras sobre quienes el nombre de Dios ha sido pronunciado. La principal diferencia entre el texto hebreo de Amós y la cita de los Hechos, reside en que, allí donde el hebreo dice: “Ellos poseerán el resto de Edom y todas las naciones..., el griego (y Santiago) ha leído: los hombres (Adam, en lugar de Edom), y sustituido el verbo buscar al verbo poseer: El resto de los hombres y todas las naciones buscarán al Señor. En el hebreo nada corresponde a este último término, el cual falta también en varios testigos de la versión griega. En el hebreo predomina la idea de conquista, de compulsión por la fuerza; en el griego y en Santiago, la de un deseo, de parte de los pueblos, de hallar al Señor y convertirse a Él”. Sobre la confusión entre Edom y Adam cf. Sal. 75, 11 y nota.

[11330] 18. Santiago reproduce palabras de Is. 45, 21. El texto antioqueno dice más ampliamente: “Conocidas por Dios desde la eternidad son todas sus obras”.

[11331] 19. Los gentiles que se convierten: Dice esto porque hasta entonces la primitiva Iglesia Cristiana solo estaba formada de judíos, como lo eran los apóstoles.

[11332] 20 s. Como observa muy bien Santo Tomás, estas disposiciones, que han sido tan discutidas, se fundaban simplemente en un propósito de caridad, a fin de no escandalizar a los judíos cristianos que formaban la Iglesia primitiva (v. 19) y que al ver a los paganos convertidos conservar esas costumbres, podían creer que perseveraban en la idolatría, tanto más cuanto que en las sinagogas, a donde aquellos seguían concurriendo (cf. 13, 15), se hablaba siempre de la Ley mosaica. De las cuatro cláusulas (cf. Gn. 9, 4; Lv. 3, 17; 5, 2; 17, 10-16), la primera se refiere al comer carne de las víctimas ofrecidas a los ídolos; la tercera y cuarta al comer carne de animales sofocados y la sangre de animales. Estas tres cláusulas tenían valor transitorio (1 Co. 8). La segunda vale para siempre. Sobre el v. 21 cf. Hb. 8, 4 y nota.

[11333] 22 ss. Con toda a Iglesia: Cf. 2 Co. 8, 19. Como observa Boudou, los fieles reunidos prestaron su concurso en la elección de los delegados y “aprobaban la decisión doctrinal, lo que era una preciosa ventaja”, si bien la fuerza de aquella le venía de los apóstoles y presbíteros (v. 23). Esta posición que en la Iglesia primitiva tenían todos los creyentes bautizados y que habían recibido el Espíritu Santo con la imposición de las manos o confirmación (8, 17; 11, 16; cf. 2 Tm. 2, 2) es singularmente apoyada por S. Pedro que reconoce también un sacerdocio de laicos (1 Pe. 2, 4-9), y ha sido recordada por Pío XI al declarar que en el apostolado del clero corresponde a los laicos una participación activa. Esta, no pudiendo consistir en la celebración de la Misa ni en la administración de los Sacramentos, ha de ser en la difusión de la Palabra de Dios (cf. 20, 9; 21, 8 y notas). A este respecto el P. Garrigou Lagrange, de gran autoridad teológica, refiere con singular complacencia cómo su vocación religiosa se despertó al leer las palabras, llenas de ardiente fe, de Ernest Hello, el laico autor de “Palabras de Dios”, meditaciones sobre algunos textos de la Sagrada Escritura.

[11334] 23. Los presbíteros hermanos: Algunos códices dicen: los presbíteros y los hermanos, lo que cuadra mejor con el v. anterior. Así leen también S. Crisóstomo y las versiones siríacas (Peschitto y la Heraclense) y la etíope.

[11335] 28. No imponeros otra carga: Es como un eco del reproche dirigido por Jesús a los fariseos en Mt. 23, 4. En realidad, bajo esta simple fórmula se encierra una instrucción de enorme trascendencia, que implica el tránsito del Antiguo Testamento al Evangelio. Es como decirles con S. Pablo: “Ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Rm. 6, 14).

[11336] 29. Adiós: literalmente: quedad robustos, o sanos. Algunos textos, como el Codex Bezae (D y d), San Ireneo, San Cipriano, etc., omiten la prohibición de comer carne de animales sofocados, y añaden en cambio la regla de oro de la caridad en forma negativa: “Y lo que no queréis que os sea hecho no lo hagáis a otro” (véase Mt. 7, 12). Algunos suponen que de la sangre significa: del homicidio. Cf. v. 20; Sal. 50, 16 y nota. Este Concilio de los apóstoles fue celebrado en Jerusalén, hacia el año 51, y es el modelo de todos los que se han celebrado en la Iglesia asistidos por el Espíritu Santo (v. 28).

[11337] 32. Eran profetas: es decir, tenían el don de edificar, exhortar y consolar. Cf. 1 Co. 14, 3.

[11338] 34. Versículo discutido. Merk lo suprime, pero Fillion lo sostiene, y está confirmado por el v. 40. Silas, que se queda en Antioquía, será más tarde compañero de San Pablo en sus viajes apostólicos (15, 40; 18, 5; 2 Co. 1, 19; 1 Ts. 1, 1; etc.).

[11339] 36. Este segundo viaje fue por los años 51-53.

[11340] 39. Pirot hace notar que el incidente fue vivo (el griego dice paroxismo). Pero, como sucede entre hombres de espíritu, el desacuerdo no disminuyó su unión en la caridad y en el apostolado, pues más tarde cita Pablo a Bernabé como modelo de celo apostólico. Su separación contribuyó, como observa S. Jerónimo, a la propagación del Evangelio en otras regiones. En cuanto a S. Marcos, había de compartir con el Apóstol las fatigas de la prisión (1 Co. 9, 6; Col. 4, 10 s.; 2 Tm. 4, 11). Ambos casos son para nosotros ejemplos de santa libertad de espíritu (véase el caso de S. Pedro y S. Pablo en Ga. 2, 11 ss.). “Algunos antiguos se afligen por esta discusión. Se encarnizan por demostrar que la conducta de cada uno de los actores de este pequeño drama fue rigurosamente conforme a las más exquisitas exigencias de la perfecta santidad. El genial buen sentido de Crisóstomo, al contrario, se alegra de que San Lucas, como verídico historiador, haya así puesto de relieve lo que quedaba de humano en los apóstoles. Nuestra debilidad encuentra en ello un estímulo para no desanimarse” (Boudou).

[11341] 41. La Vulgata y algunos testigos del griego (texto occidental) añaden aquí: “prescribiéndoles que guardaran los preceptos de los apóstoles y de los presbíteros”. De todos modos, igual expresión está en 16, 4 y es un testimonio del aprecio en que se tenía esa tradición oral de los tiempos apostólicos, aunque Fillion la refiere allí limitadamente a las decisiones del Concilio de Jerusalén.

[11342] 3. Admiremos la Providencia que aquí ofrece a Pablo un colaborador en remplazo de Bernabé (cf. 15, 39). La circuncisión de Timoteo se efectuó únicamente por razones prácticas, es decir, para que pudiera predicar ante los judíos, los que nunca habrían querido escuchar a un incircunciso.

[11343] 5. “¡Raro incremento, a la vez en grado y en número!”

[11344] 6 s. Asia: el “Asia Proconsular”, provincia del Asia Menor, con Éfeso por capital. Les prohibió el Espíritu Santo predicar: San Crisóstomo y otros Padres creen que Dios reservaba esta región a San Juan (cf. 20, 28 y nota), que habitó por allí y en efecto allí estaban “las siete Iglesias” del Apocalipsis. Así también Dios reservó a Salomón la construcción del Templo que David deseaba emprender (cf. Sal. 131, 1 ss. y nota). Los apóstoles solo iban adonde Dios los llamaba (cf. v. 10) y no salían por el mundo como Quijotes que se ofrecen para remediar todos los males. Hay en esto una grandísima lección de fe, que S. Vicente de Paúl expresaba en su lema: “No anticiparse a la Providencia”: “En las cosas de Dios, que no necesita de nuestros favores, hemos de temer más que nada la actividad indiscreta con pretensiones de apostolado, pensando que esto le desagravia a Él más que cualquier inacción, y que tales obras se quemarán tristemente, como enseña S. Pablo cuando venga Jesús ‘a juzgar el mundo por el fuego’” (1 Co. 3, 13-15; cf. Is. 30, 15). El Espíritu de Jesús es el mismo Espíritu Santo “que procede del Padre y del Hijo”, como dice el Credo.

[11345] 10. Procuramos: nótese desde este v. el cambio de la tercera persona por la primera. Es porque desde este momento. Lucas, el autor de este libro acompaña al Apóstol (cf. 27, 1 y nota). Como observamos en la nota 3, la Providencia sigue aquí guiando los pasos de estos fieles siervos deseosos de obedecerle (cf. v. 6 y nota), y nos muestra cuán prontos hemos de estar, tanto para quedarnos quietos si Dios no nos llama (Jn. 11, 20), como para acudir apenas oigamos su voz (Jn. 11, 29). “Solo el que con gusto se esconde, puede luego aparecer”, dice el Kempis.

[11346] 11. Neápolis: ciudad de Macedonia y puerto de Filipos. Para evitar confusiones conviene seguir los viajes de S. Pablo a través del mapa especial agregado al fin de este libro.

[11347] 12. Filipos: la primera ciudad europea en que predicó Pablo, era un centro importante de Macedonia, célebre por la batalla del año 42 a. C. en la que venció el emperador Augusto. Fue destruida en el siglo XIV por los turcos. Los modernos observan que Filipos no fue la primera en importancia ni en orden de tiempo, y se inclinan a traducir más bien “ciudad del primer distrito de Macedonia” (Turner, Blass, Boudon).

[11348] 13 ss. Encantadora simplicidad, y ejemplo de cómo todos los lugares y momentos de la vida ordinaria son aptos para hablar del Evangelio (2 Tm. 4, 2).

[11349] 14. Aquí, como en Lc. 24, 45, vemos que es el Espíritu de Dios quien nos da, sin excluir a las mujeres, la inteligencia de la Buena Nueva. ¡Roguémosle que ilumine a cuantos hoy también quieren estar atentos a lo que escribió Pablo! Para ello contamos seguros con la oración del mismo Jesús (Jn. 17, 20).

[11350] 16. Espíritu pitónico: literalmente son dos sustantivos: un espíritu, un pitón: este era un demonio. Su nombre se deriva de Apolo Pitio (así llamado por haber dado muerte a la serpiente Pitón), porque este dios tenía un oráculo en Delfos. S. Agustín le llama ventrílocua, es decir que fingía voces distintas y engañosas. Los demonios pueden hacerse pasar por adivinos pero nunca predecir cosas futuras —si no es por especial disposición divina, como en el caso de la pitonisa que consultó Saúl (1 Sam. 2, 8)— pues Dios nos enseña que Él solo se reserva el predecir lo porvenir. Cf. Is. 44, 7; 45, 21, etc.

[11351] 17. El plural nosotros desaparece, aquí hasta 20, 5 en que Pablo vuelve a Filipos, lo que hace pensar que Lucas se quedó allí. Es notable la confesión que se ven obligados a hacer los demonios lo mismo que hacían con Jesús (Mc. 1, 24; Lc. 4, 41 y nota). Como el divino Maestro, S. Pablo no acepta ni quiere aprovechar un testimonio que viene del “padre de la mentira” (Jn. 8, 44) y le duele ver que los demonios admitan la verdad más que los hombres. Cf. Lc. 8, 28; St. 2, 19.

[11352] 19. Nótese la ironía con que se repite el mismo verbo partir del v. 18. Es este uno de los raros episodios bíblicos que ofrecen un aspecto humorístico, si bien contiene una gran enseñanza psicológica que encierra la explicación de muchas actitudes revestidas de celo religioso. Véase el caso de los plateros de Éfeso en 19, 24 ss.

[11353] 20. Véase igual acusación en 17, 6. Jesús fue muchas veces acusado de lo mismo, e igualmente lo fueron los profetas (cf. 1 R. 18, 17; Jr. 38, 4; Am. 7, 10).

[11354] 24. El cepo era, como los que hoy se ven en los museos, una tabla con dos orificios en los que se introducía los pies del preso. Le impedía todo movimiento, lo que causaba dolores atroces.

[11355] 32. Le enseñaron la palabra: Hermosa expresión que señala el valor pedagógico de las palabras divinas. Cf. Rm. 1, 16; 10, 17; 1 Co. 2, 4; 2 Tm. 3, 16.

[11356] 34. De haber creído a Dios: No olvidemos esta fórmula, para poder regocijarnos. ¿Quién se arrepintió jamás de haberle creído? En cambio, ¿no es cierto que cada día tenemos que dolernos de haber creído al hombre, y sin embargo seguimos creyéndole? (véase Jn. 2, 24; 1 Ts. 2, 13 y notas).

[11357] 37. La viril conducta del humildísimo Pablo nos enseña que la humildad cristiana no consiste en someterse a los caprichos de los poderosos del mundo.

[11358] 38. Porque no era lícito azotar a un ciudadano romano. Cf. 22, 25.

[11359] 1 s. Tesalónica, hoy Salónica, era la capital de la provincia romana de Macedonia, al norte de Grecia. Es de notar cómo, no obstante su apartamiento de los judíos en Antioquía de Pisidia (véase 13, 14-46), Pablo continuó buscando ante todo a “las ovejas de la casa de Israel”, que aquí habían de perseguirlo implacablemente (v. 5 y nota). Véase el mismo caso repetido en Corinto (18, 4-6), hasta terminar en Roma (28, 23 ss.).

[11360] 3. La preocupación constante de Pablo como la de Pedro, era mostrar a los judíos que la muerte del Mesías no había alterado las grandes promesas de los profetas, pues Cristo había nacido israelita para confirmarla, según la veracidad de Dios (Rm. 15, 8), el cual lo había resucitado ante todo para ellos (3, 26), como lo había confirmado el mismo Cristo en Lc. 24, 44-46, declarando que el Mesías había de sufrir antes de ser glorificado, Véase 2, 23-35; 3, 15-21; Mc. 16, 11 y nota; Is. 52, 13 ss.; 53, 9 ss.; cf. Hb. 13, 20 y Ez. 34, 17 ss.

[11361] 4. Aquí, y en el v. 12, la actitud de la aristocracia contrasta con la que vimos en Antioquía (13, 50 y nota). A esta piadosa Iglesia de Tesalónica había de escribir S. Pablo sus dos admirables cartas (1 y 2 Ts.) donde alude a la doctrina que les había predicado, especialmente rica en materia de profecía (cf. 1 Ts. 4, 13 ss.; 5, 1 ss.; 2 Ts. 1, 6 ss.; 2, 11 ss.).

[11362] 5. Empezamos a ver la hostilidad de los judíos de Tesalónica, que combatirán a Pablo hasta en Berea (v. 13 y nota). Ahora ya no se valen de las damas influyentes (13, 50), sino de los ociosos del populacho,

[11363] 6. Los que han trastornado al mundo: Jesús habría aceptado contento, para sus discípulos, esta definición de revolucionarios, que todo lo trastornan con la visión sobrenatural (cf. Lc. 7, 23 y citas) de manera que el mundo no puede transigir con ellos (Jn. 7, 7; 14, 30; 17, 14; Ga. 1, 4 y notas; etc.). Toda la tierra de entonces aparece conmovida según esta acusación, lo cual es un precioso testimonio de la rapidez e intensidad con que la humilde predicación de los apóstoles penetraba el mundo con la Palabra de Cristo: “¡ese mundo que hoy, dice el Papa Benedicto XV, al cabo de casi veinte siglos, había de estar más lejos de Dios que nunca! Cf. v. 19; 19, 23; 24, 14 y notas.

[11364] 7. Rey Jesús: Notemos que idéntico crimen reprocharon los jerarcas judíos a nuestro Señor ante el tribunal de Pilato (Lc. 23, 2; Jn. 18, 33-37; 19, 12 y 15), y más tarde los paganos a los cristianos del Imperio Romano (cf. las Apologías de S. Justino y Tertuliano). El misterio del Reino Mesiánico que San Pablo les predicaba en Cristo resucitado (cf. 19, 8; 23, 6; 24, 21; 26, 22 s.; 28, 21-23 y 31; etc.), los exaspera al extremo grotesco de recurrir tan luego “a aquel populacho para que se muestre celoso amigo del César”, cf. v. 31 y nota.

[11365] 10. Lejos de defenderse, huyen una vez más, como lo había enseñado Jesús en Mt. 10, 23 (cf. v. 14; 14, 6). La caridad de S. Pablo no habría querido jamás comprometer a Jasón por haberlo hospedado.

[11366] 11. Eran de mejor índole, porque no eran tan orgullosos, y creían lo que la Escritura decía sobre Cristo. Los fieles de Berea nos muestran con qué espíritu debemos leer la Sagrada Biblia, esa “carta de Dios a los hombres” (Gregorio Magno), y son un ejemplo de cómo las Sagradas Letras del Antiguo Testamento eran tenidas en máxima veneración como fuente de doctrina (véase 16, 32 y 34 y notas). “Investigad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de Mí”, dice Jesús (Jn. 5, 39). Bien se explica, pues, esta precaución de los habitantes de Berea: es la prudencia sobrenatural del que, por encima de todo, busca la verdad (cf. 1 Ts. 5, 21; 1 Jn. 4, 1), para poder guardarse de los falsos profetas que siempre se presentan con piel de oveja (Mt. 7, 15), y de los falsos apóstoles que se disfrazan de Cristo como el misma Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Co. 11, 13). La indiferencia que a veces notamos, en esta materia tan grave, no es sino esa falta de amor a la verdad, que es lo que hará caer en las seducciones poderosas de la mentira, según revela S. Pablo al hablar del Anticristo, (2 Ts. 2, 10 ss.).

[11367] 13. Escribiendo a los de Salónica, el Apóstol recuerda esta encarnizada persecución “hasta fuera”, y habla con gran severidad contra aquellos orgullosos judíos que perseguían a sus propios compatriotas cristianos (1 Ts. 2, 14 ss.). “No condena al pueblo judío en general, ni para siempre, ya que él mismo y las «columnas» de la Iglesia son de origen judío. Quien medita en Rm. 11, especialmente los vv. 12 y 15, notará cuán lejos está S. Pablo del antisemitismo”.

[11368] 16 ss. S. Pablo se queda solo, ¡y en Atenas! Es como decir: Cristo ante la filosofía; el pensamiento y el Verbo del Dios Amor, entregado al Juicio de la “cultura clásica”; la locura de la Cruz, propuesta a la sensatez de los sabios, en aquella academia que era todavía, a pesar de su decadencia, la más alta del mundo antiguo, ¿Cuál será el resultado? Quien haya leído los primeros capítulos de 1 Co., podrá adivinarlo fácilmente, pues allí aprendemos que Jesús, es decir la Vida que vino en forma de Luz (Jn. 1, 4), después de ser escándalo para los judíos, sería para los gentiles (greco-romanos) tontería y necedad. Lo primero, lo vimos cumplirse en vida de Él mismo; lo segundo lo veremos en este capítulo que es de un interés insuperable, porque lo mismo sigue repitiéndose cada día, en medio de esto que aún llamamos civilización cristiana. Se consumía: El griego da la idea de paroxismo. “El celo de tu casa me devora”, se había dicho de Cristo (Sal. 68, 10; Jn. 2, 17). ¿Qué ansias no sentiría el humilde discípulo al verse, con las manos llenas de verdades, frente a hombres tan calificados para lo intelectual... y tan ciegos, tan indigentes, tan miserables en lo espiritual? Veámoslo lanzarse, como un león suelto, a la disputa con los maestros, tanto de Israel como de Grecia (v. 17 y 18) en aquella “Ciudad-Luz” de la antigüedad. Ya veremos después cómo lo escuchan (v. 32 ss.). Cubierta de ídolos: “La Acrópolis es algo así como un templo todo cubierto de santuarios dedicados a Diónisos, a Esculapio, a Afrodita, a la Tierra, a Ceres, a la Victoria Antera, etc.”.

[11369] 18. Epicúreos y estoicos: Las dos antípodas más alejadas del espíritu evangélico: aquellos, materialistas y sensuales; estos, a la inversa, llenos de soberbia como los fariseos, persuadidos de sus virtudes propias. San Justino, que más tarde recorrió todas las escuelas filosóficas, incluso la platónica, pitagórica y aristotélicas atestigua la vulgaridad interesada de unos, la sofística doblez de otros, la vana y ociosa vaciedad de todos, que San Lucas retrata elocuentemente en el v. 21. Siembra-palabras: No es raro que tales pensadores obsequiaran a Pablo con este mote despectivo, sin sospechar que le hacían el elogio más glorioso. ¿Acaso no había enseñado Jesús que la predicación de sus Palabras es verdadera siembra? (Mt. 13, 4 ss.). Un día podrán llamarlo también “sembrador de sangre”, porque había de dar su cabeza por sostener la verdad de aquellas palabras que antes sembró.

Jesús y la resurrección: Es decir, un dios y una diosa (Anástasis). Así imaginaban aquellos hombres superficiales (según interpretaba ya S. Crisóstomo, como hoy Prat y otros modernos), ante la insistencia con que el Apóstol predicaba “en Cristo la resurrección de entre los muertos”. Cf. 3, 22; Flp. 3, 11 y notas.

[11370] 19 s. La extraordinaria curiosidad despertada por San Pablo se deduce de esta invitación a exponer sus ideas ante el Areópago (Colina de Marte), que era el Senado de los atenienses y decidía en los asuntos más importantes.

[11371] 22. Extremadamente religiosos: Literalmente: los que más temen a los demonios (genios o espíritus). No hemos de ver en esto ironía, puesto que el santo Apóstol trata de conquistarlos amablemente lejos de querer burlarse ni imputar a aquellos paganos su ignorancia. De ahí que no empezase invocando directamente las divinas Escrituras, y que, aun al hablar de Cristo, lo presente como “un hombre” constituido por Dios, cuyo título para regir el universo le viene de que Dios lo acreditó visiblemente al resucitarlo (v. 31).

[11372] 23. ¡Profundísima enseñanza! El que busca al Dios desconocido, ya lo ha encontrado, pues busca “al Dios que es”, sea quien sea ese Dios, y precisamente así se definió Dios: Yahvé significa “El que es”, o sea “el verdadero”; los otros son “los que no son” (cf. Sal. 95, 3). Vemos, pues, que los que elevaron ese altar al Dios desconocido, no fueron ciertamente estos que aquí rechazan a S. Pablo (v. 32) sino las almas rectas que, entre la tiniebla del paganismo, tenían el instinto sobrenatural de Dios como el centurión Cornelio (10, 2 ss.). Cf. Jn. 7, 17 y nota.

[11373] 24. Vemos ya aquí la revelación altamente espiritual que Jesús hizo a la samaritana sobre el culto que a Dios agrada (Jn. 4, 22-24). Si esta visión resultaba insoportable para el ritualismo farisaico judío, no podía menos de chocar también con aquel materialismo mitológico que había sembrado la ciudad de imágenes (v. 16 y 29). Salomón expresaba ya un concepto análogo, que Santa Teresita recogió con respecto a la Eucaristía (1 R. 8, 27 y nota).

[11374] 25. Cf. Sal. 15, 2; 39, 7; 49, 7-13; Is. 1, 11, etc.

[11375] 26. “Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen común en Dios” (Pío XII). Cf. Ef. 4, 6. De uno solo: La revelación destruía así la legendaria pretensión de los griegos que se creían autóctonos, es decir, nacidos de su propia tierra como raza superior que podía despreciar a los “bárbaros”. Hay en este v. toda una síntesis de filosofía de la historia, mostrando que Dios separa a los hombres y fija los límites de los pueblos (Dt. 32, 8); cambia los tiempos y quita y pone los reyes (Dn. 2, 21); ensancha las naciones y las aniquila (Jb. 12, 23). Daniel nos muestra más aún: el orden histórico de los imperios del mundo (Dn. 2 y notas).

[11376] 28. Algunos de vuestros poetas: Arato, Cleantes, Píndaro, Cf. Gn. 1, 27; Is. 40, 18; Hch. 19, 26. S. Pablo aprovecha hábilmente la cita de autores paganos, así como antes aprovechó el altar del Dios desconocido (v. 23), para deducir la trascendencia sobrenatural de aquellos conceptos.

[11377] 29. Siendo así linaje de Dios: ¡Cosa infinitamente admirable! Lo que había soñado la fantasía de aquellos poetas griegos, se hizo realidad. “En el principio era el Verbo”, un solo Hijo divino, y ahora seremos muchos. Él era el único engendrado, y los hombres éramos creados. Ahora, Él será “el Primogénito de muchos hermanos” (Rm. 8, 29), porque nosotros también, gracias a Él, hemos sido engendrados de Dios (Jn. 1, 12-13) por el Espíritu Santo (Ga. 4, 4-7) lo mismo que Jesús (Lc. 1, 35; Ef. 1, 5-6), siendo desde entonces verdaderos hijos divinos (1 Jn. 3, 1), renacidos de lo alto (Jn. 3, 3) por el nuevo Adán, y destinados, como verdaderos miembros del Cuerpo de Cristo (1 Co. 12, 27), a vivir de su misma vida divina y eterna, como Él vive del Padre (Jn. 6, 57), y a ser consumados en la unidad de Ambos por el amor (Jn. 17, 21-23).

[11378] 30. Los tiempos de la ignorancia: “Pablo no insiste en esto, pero, para quien ha leído y meditado el cap. 1 de su carta a los Romanos, tal expresión basta para mostrar lo que él piensa de los filósofos” (Boudou). Véase Rm. 1, 19 ss.; Col. 2, 8; Ga. 1, 11; 1 Co. 2, 4, etc.

[11379] 31. Juzgar en justicia: Merk indica la concordancia de este pasaje con Sal. 9, 8; 95, 13; 97, 9.

[11380] 32. He aquí pintado magistralmente el espíritu del mundo. Los sabios de la Grecia admiraron el genio del Apóstol, mientras su discurso se mantuvo en el terreno de la especulación. Pero, en cuanto llegó a su verdadera razón de ser, esto es, a la verdad divinamente revelada, lo despidieron con amables palabras, dejando eso “para otro día”, que nunca había de llegar. Véase 24, 25 y nota.

[11381] 33. El evangelista subraya este hecho, con su expresión lapidaria que parece decirnos: así como era necesario que el Maestro fuese reprobado por la más alta jerarquía sacerdotal y civil, y por los fariseos que eran los sabios y santos de Israel (Mc. 8, 31; Lc. 9, 22; 17, 25), así también su doctrina, que el Padre revela a los pequeños (Lc. 10, 21), fue aquí despreciada por el supremo tribunal de la filosofía y de la sabiduría humana, cumpliéndose lo que había anunciado tantas veces sobre su absoluto divorcio con el mundo y sus valores (Lc. 16, 15). “Lección de inmensa trascendencia actual, ella nos previene contra todo humanismo, que tiende a hacernos olvidar la realidad sobrenatural” (cf. v. 30 y nota). Garrigou-Lagrange dice agudamente a este respecto que S. Tomás tiene muchos admiradores pero pocos devotos, aludiendo a que en él ha de buscarse ante todo la doctrina sobrenatural de la gracia, y no mirarlo como un simple filósofo discípulo del pagano Aristóteles.

[11382] 34. Bossuet hace notar que no obstante este aparente fracaso “en la Grecia pulida, madre de los filósofos y de los oradores, S. Pablo estableció allí más iglesias que discípulos ganó Platón con su elocuencia creída divina”. Dionisio el Areopagita, llegó a ser, según Eusebio, el primer obispo de Atenas. En cuanto a los famosos escritos publicados baja su nombre, hoy es unánime la opinión de considerarlos como obra de un autor del siglo V.

[11383] 2. Véase vv. 18 y 26; Rm. 16, 3; 1 Co. 16, 19; 2 Tim. 4, 19. En Aquila y Priscila encontramos un matrimonio que tanto se esforzó por la causa de Cristo, que S. Pablo pide a todas las iglesias gratitud para ellos (Rm. 16, 4). Privados de hijos, según parece, llenaban intensamente su vida con las luchas y los incomparables goces del apostolado. Son el ejemplo clásico para los cónyuges a quienes no ha sido concedida descendencia.

[11384] 3. En su juventud Pablo había aprendido el oficio de tejedor, de manera que podía vivir del trabajo de sus manos y no necesitaba molestar a nadie. Esto era su gloria: deberlo todo a Dios y nada a los hombres. Véase 20, 33 ss.; 1 Co. 4, 12; 1 Ts. 2, 9; 2 Ts. 3, 7. Notemos que, muy lejos del necio prejuicio pagano “el trabajo manual era tenido por los judíos en tan eran estima, que los rabinos más célebres se gloriaban de practicar un oficio durante las horas que no consagraban al estudio” (Fillion). Aun bajo el punto de vista higiénico, es indispensable alternar el trabajo intelectual con el físico, según lo prescriben sabiamente las reglas monásticas de los órdenes contemplativas. La falta de esos derivativos ha traído hoy la necesidad de los deportes.

[11385] 6. Es decir, no es culpa mía si os abandono a vuestro terrible destino, pues que rechazáis al Salvador. Como hemos visto otras veces, no se decidía a un abandono definitivo, y el amor de Pablo por Israel a quien llama su pueblo (Rm. 9, 3; 11, 14), no obstante tener la preciada ciudadanía romana, no tardará en llevarlo de nuevo a “disputar sobre el reino de Dios” en la sinagoga de Éfeso (v. 19 y 19, 8), hasta que llega el episodio final de Roma (28, 28).

[11386] 8 ss. Este detalle consolador, después del aparente rechazo general, nos recuerda el caso de Atenas (17, 34), y tantos otros en que nuestro amable Padre celestial nos estimula en medio de las persecuciones, para hacernos comprobar que nunca es vano lo que se hace por sembrar la Palabra divina. Es lo que Jesús en persona se digna revelar a Pablo esa noche (v. 9 s.).

[11387] 10. Un pueblo numeroso: Corinto había de ser en efecto el hogar del cristianismo en toda la península helénica. A él dirigió el Apóstol dos de sus más célebres Epístolas (1 y 2 Co.).

[11388] 11. Desde aquí escribió Pablo sus dos cartas más antiguas: 1 y 2 Tesalonicenses.

[11389] 14 ss. Galión, personaje célebre, sobrino del poeta Lucano, y hermano mayor de Séneca, participa sin duda de la opinión despectiva que su hermano había expresado sobre los judíos. Sus palabras “Vedlo vosotros” (v. 15) recuerdan las de Pilato (Jn. 18, 31). De ahí su actitud indiferente, quizá no exenta de complacencia, ante la azotaina del v. 17.

[11390] 17. Los griegos: Estas palabras faltan en el texto oriental, por lo cual S. Crisóstomo suponía que fuesen los judíos, indignados por el fracaso de su jefe. Como se ve, el arcesinagogo, probablemente sucesor del convertido Crispo (v. 8), fue por lana y salió trasquilado. En este suceso es fácil admirar la protección prometida a Pablo por el Señor (v. 10). Podría ser que este corintio Sóstenes se hubiese lego convertido también, y fuese el mismo quo más tarde, desde Éfeso, saluda a los corintios (1 Co. 1, 1).

[11391] 18. El voto, aunque se ha creído fuese el de los nazareos, que por cierto tiempo o por toda la vida se consagraban a Dios, renunciando, entre otras cosas, a las bebidas alcohólicas y dejando de cortarse los cabellos, parece más bien haber sido el acostumbrado según Josefo (Bell. Jud. II, 15, 11): treinta días de oración, con la cabeza rapada. Véase 21, 23 ss. S. Jerónimo refiere este voto a Aquila, pero no hay duda de que e1 texto se refiere a Pablo, como lo muestran S. Crisóstomo y los modernos.

[11392] 19. Pablo visitó con preferencia las grandes ciudades, para dar a la Palabra de Dios la más intensa repercusión. Después de Corinto, la ciudad más grande de Grecia, se encamina a Éfeso, la capital de Asia menor.

[11393] 21. Si Dios quiere: Expresión frecuente en S. Pablo (cf. Rm. 1, 10; 1 Co. 4, 19; 16, 7), que se ha perpetuado hasta hoy en su forma latina Deo volente (o abreviada D. v.). Santiago recomienda expresamente su uso, burlándose de los que creen tener segura esta vida que es “como un humo que se disipa” (St. 4, 13 ss.).

[11394] 22. A la Iglesia: claro testimonio de que la de Jerusalén era todavía el centro de todas las Iglesias. Que se trata de Jerusalén, y no de Cesarea, se ve por las expresiones subió y bajó a Antioquía, y consta de un manuscrito de la Cadena Armenia (Jacquier).

[11395] 23. El tercer viaje apostólico comienza hacia el año 54 y termina hacia el año 58.

[11396] 26. Estos cónyuges ejemplares (v. 2 s. y nota) y predilectos de S. Pablo, por cuyo apostolado se jugaron la vida (Rm. 16, 3 s.), realizan aquí una de sus hazañas, en la cual la esposa Priscila —diminutivo de Prisca (2 Tm. 4, 19)— tuvo sin duda la iniciativa puesto que aquí la nombran a ella primero. Su honda visión sobrenatural, adquirida junto al gran Apóstol, no tarda en advertir la conveniencia de completar la formación del fogoso Apolo, y sin vacilar le brindan, junto con la hospitalidad del propio hogar, el ambiente edificante, saturado de fe y sabiduría de aquella casa que Pablo llama Iglesia (cf. 1 Co. 16, 19).

[11397] 28. Por la Escritura, es decir, per el A. T. pues se trata de judíos como en 28, 23. Cf. 17, 11 y nota.

[11398] 1. Las regiones superiores: Galacia y Frigia, en el centro del Asia Menor, llamadas así por su altura. Éfeso, la gran capital del Asia y su primer puerto, ya no existe. Junto a sus ruinas hay un mísero caserío: Ayasoluk, nombre que los turcos deformaron del griego “ho hagios theólogos” (el santo teólogo), conservado en recuerdo de San Juan que allí vivió, y a quien se llamó así por su conocimiento sobrenatural de Dios.

[11399] 2. Si hay Espíritu Santo: es decir, no sabemos que haya tal cosa. Otra variante traduce: “Ni siquiera hemos oído que se recibe (otros: que se da) el Espíritu Santo”. Notemos al pasar cuántos podrían decir esto mismo hoy, en que al cabo de veinte siglos vemos tantos, llamados cristianos, que no saben de Dios sino las cosas esquemáticas que recuerdan del catecismo de su infancia, en tanto que Pio XII llama a todos al conocimiento de las Escrituras, en su notable Encíclica “Divino Afflante Spiritu” (cf. v. 6 y nota). Recordamos el caso de un niño de cinco años el cual, habiendo oído una explicación sobre las palabras de Jesús relativas al Espíritu Santo, dijo días más tarde: “El Espíritu Santo es la fuerza para ser bueno. Y hay que pedirlo a Dios porque si no, no podemos ser buenos”. Imposible sintetizar con mayor profundidad y sencillez la más alta doctrina de la vida espiritual. El divino Padre lo hizo comprender a ese pequeño, mientras lo esconde como dijo Jesús, a muchos tenidos por sabios y prudentes.

[11400] 4. Como observan Scio, Fillion, etc., el bautismo de Juan solo tenía por objeto preparar al pueblo judío, por medio del arrepentimiento, a recibir al Mesías Rey. No tenía, pues, ya razón de ser después que Jesús había establecido el bautismo cristiano. Véase 8, 16 y nota; 13, 24; 18, 25; Mt. 3, 6 y nota.

[11401] 6. Según se ve, los carismas visibles acompañaban siempre al Espíritu Santo: sea en Pentecostés (2, 4), como en el primer discurso de Pedro a los gentiles (10, 44 ss.), etc. Véase 8, 17; 1 Co. 12, 1 y notas. Esto explica la pregunta concreta de San Pablo en el v. 2. En cuanto a la imposición de las manos hecha aquí por el Apóstol, con posterioridad a la nueva Pentecostés de los gentiles (10, 44 s.; 15, 8 y notas), muestra que, ello no obstante, continuó la administración de los sacramentos en esos gentiles “ingeridos” (Rm. 11, 17 ss.), aunque lo nieguen algunos disidentes. Claro está que el divino Espíritu no se ha atado las manos para manifestarse a las almas según Su soberana libertad, como lo hizo con Cornelio (10, 2-4). Mas de ello no se infiere, como vemos, la supresión de los sacramentos, puesto que San Pablo continúa administrándolos. Cf. 11, 16 y nota.

[11402] 8. Persuadiendo acerca del reino de Dios: Véase *** expresión usada respecto de Jesús en 1, 3 y nota.

[11403] 9. No obstante el pedido anterior (18, ***) había, como siempre, empedernidos. Pablo nos enseña una vez más a no insistir (Mt. 10, 23) ni “dar perlas a los cerdos” (Mt. 7, 6), y se contenta con hablar en un local profano (cf. 5, 42 y nota; 20, 20). “Ved, exclama S. Gregorio... no reconocen a Jesucristo a pesar de las profecías que leen cada día”.

[11404] 12. Cf. 5, 12 y nota.

[11405] 16. Episodio de los más pintorescos, en que Dios confunde a los que invocan, sin verdadera fe, el sagrado Nombre de Jesús (cf. v. 17). El Señor alude en Mt. 12, 27 a esta clase de exorcistas que pretendían obrar en nombre de Dios y no eran sino supersticiosos. El fruto de este ejemplar castigo se ve en v. 18 s.

[11406] 19. Es decir, unos 50.000 pesos argentinos. Si los cristianos de hoy imitaran este “grande escrutinio” —que fue totalmente espontáneo— con los libros de mala doctrina que tienen “apariencias de piedad” (2 Tim. 3, 5), habría combustible y calefacción para mucho tiempo.

[11407] 20. Boudou vierte también así. Nos parece evidentemente más exacto que traducir: “la palabra del Señor crecía poderosamente”. Otra variante dice la fe, en vez de la palabra: son conceptos equivalentes, pues según la Escritura, la fe viene por la Palabra de Dios. Véase 5, 12 y nota; Rm. 10, 17.

[11408] 21. El Señor había de confirmarle en este designio: Cf. 23, 11 y nota.

[11409] 22. Se detenía: Quería quedarse en Éfeso (Asia menor) hasta Pentecostés (1 Co. 16, 8 ss.) del año 57, contando quizá con la abundante ocasión de predicar el Evangelio a tantos peregrinos que en honor de Diana se agolpaban allí en el mes de Artemision (Abril-Mayo). Pronto habían de surgir los adversarios, que esta vez no serán los judíos.

[11410] 23. El Camino es el Evangelio, que a todos aparecía revolucionario y destructor de las tradiciones humanas. Cf. 17, 6 y nota.

[11411] 24. La diosa Artemis o Diana, a la que pretende defender el platero, era muy venerada en Éfeso, donde le estaba consagrado uno de los santuarios paganos más frecuentados le aquel tiempo, pues se la miraba, dice San Jerónimo, no ya como la Cazadora, sino como la diosa madre de la fecundidad y abundancia, representándola llena de pechos (multimammia), y sus incontables devotos le pedían favores y bienes materiales, en tanto que otros, como Demetrio y sus colegas, negociaban “piadosamente” con esa devoción. De aquí que su templo era una de las siete maravillas del mundo. De allí también la fina lección que a todos nos da San Lucas en este memorable episodio. No debe confundirse a este Demetrio con el que San Juan cita con tanta estimación en 3 Jn. 12.

[11412] 24 ss. El platero Demetrio es uno de los muchos que cubren sus intereses materiales con la máscara de la religiosidad. Lo que le movió a hacer el alboroto, no fue la piedad, sino el temor de perder la clientela; y los medios que emplea son los más viles: odio y fanatismo.

[11413] 27. Este histórico pasaje ha quedado como un ejemplo clásico de ese espíritu del mundo que explota lo sagrado con apariencias de piedad. El mismo S. Pablo que aquí fue perseguido, lo anuncia igualmente para los últimos tiempos (2 Tm. 3, 5).

[11414] 31. Los principales de Asia, llamados asiarcas, eran los jefes de la provincia, elegidos por término de un año y encargados de presidir la asamblea provincial, los sacrificios y las fiestas.

[11415] 32. En su mayoría no sabían por qué ¡Cuán aguda y verdadera es esta observación para la psicología de las masas! Nada más fácil que llevar al pueblo a cometer desatinos en ese estado de inconsciencia. De ahí la sabia conducta de Pablo al seguir el consejo de amigos y magistrados (v. 30 s.). En el momento del furor fanático, sin duda le habrían quitado la vida. Poco después, todo quedó en nada.

[11416] 33. El judío Alejandro y sus amigos juzgaban oportuno el momento para descargar el odio contra los cristianos, pero fracasaron, porque la multitud no quería escuchar a un judío. Por ello y por la actitud prudente del secretario de la ciudad se evitó la persecución de los cristianos. Cf. 26, 17 y nota.

[11417] 2 s. En Grecia: Allí se detuvo el Apóstol en Corinto, donde escribió la Epístola a los Romanos en el invierno del año 57-58.

[11418] 7. El primer día de la semana: Valioso testimonio de que ya en tiempo de los apóstoles se celebraban los sagrados misterios el domingo y no ya el sábado de los judíos. Cf. Jn. 20, 1 y nota; 1 Co. 16, 2. Para partir el pan: para celebrar la cena Eucarística. Véase 2, 42 y nota,

[11419] 9 ss. Notamos aquí cómo Pablo, consecuente con su opinión sobre la máxima importancia del ministerio de la Palabra, se detenía largas horas (v. 1 y 2), hasta media noche (v. 7) y hasta el alba (v. 11), exponiendo ante los oídos maravillados de jóvenes y ancianos las inagotables riquezas de Cristo, que habían estado escondidas por todos los siglos (Ef. 3, 8-11), y amonestando “día y noche, con lágrimas” a los que tenían cura de almas (20, 31). Véase 6, 2-4 y notas. Es muy de recordar este ejemplo, para no confundir esa abundancia de predicación y riqueza de doctrina divina, con el mucho hablar a lo humano, en lo cual “no faltará pecado” (Pr. 10, 19 y nota). Véase lo que Pablo aconseja y previene al Obispo Timoteo en 2 Tm. 4, 2 ss. Cf. 1 Co. 14, 19.

[11420] 14 ss. Conviene seguir este itinerario teniendo a la vista el mapa de los viajes de S. Pablo: maravillosa peregrinación espiritual a través de toda esa costa e islas de incomparable belleza natural, hoy como entonces. No lejos de la isla de Samos, famosa por su dulce vino, hacia el centro del Mar Egeo, tan legendario en los poetas clásicos, está Patmos, donde Juan recibió y escribió la más alta de las profecías: el Apocalipsis.

[11421] 17. Los presbíteros: Cf. 14, 23 y nota. La Vulgata dice “los mayores de edad”. Otros traducen “los ancianos” (Fillion, Boudou, etc.). Son los que San Pablo en el v. 28 llama episcopoi u obispos. El P. Boudou hace notar que para el Apóstol, como para el autor de los Hechos, los términos presbítero y obispo son estrictamente sinónimos. El P. Prat observa que los jefes de la Iglesia de Éfeso “no eran evidentemente obispos, pues que Pablo deberá más tarde dejar a Timoteo en Éfeso para ejercer allí el cargo episcopal”.

[11422] 22. Por el Espíritu; otros: en espíritu (véase 21, 4 y nota). Sin saber, etc.: Vemos que el don de profecía, que S. Pablo posee en grado eminentísimo, no significa que supiese por sí mismo lo que iba a sucederle, sino cuando Dios se lo revela especialmente (cf. v. 25; 2 Tm. 4, 6; 2 Pe. 1, 14).

[11423] 24. El ministerio: la Vulgata dice el ministerio de la palabra. Nótese la preciosa expresión el Evangelio de la gracia. En el v. 32 lo llama la palabra de su gracia, siempre empeñado en mostrar el carácter esencialmente misericordioso del mensaje de Cristo, que Él mismo llamó “la Buena Nueva”.

[11424] 27. El designio entero: Es lo que Jesús había ordenado en Mt. 28, 20 (cf. 2 Co. 4, 2; Ga. 1, 10; 2 Tm. 2, 15). Bien sabía el Apóstol que pronto vendrían falsos pastores (v. 29 ss.). Véase en Ap. 22, 18 s., las maldiciones de los que disminuyen o aumentan las Palabras de Dios.

[11425] 28. Por vosotros mismos: “Los pastores de la Iglesia de Éfeso debían poner en el primer lugar de sus preocupaciones el cuidado de su santificación personal” (Fillion). Obispos: El P. Boudou traduce supervigilantes (“surveillants”) y observa con el P. Prat: “En vida del Apóstol no hubo obispos en las comunidades cristianas fundadas por él; no hubo sino visitadores o delegados temporarios semejantes a los periodeutes de los tiempos posteriores, revestidos tal vez de carácter episcopal pero revocables a discreción y sin autoridad autónoma ni situación fija. Tito y Timoteo son obispos misioneros que le sirven de coadjutores (cf. 13, 1 y nota). Las iglesias de Asia, fundadas por Pablo, pasaron finalmente bajo la influencia del Apóstol Juan, y de este recibieron su organización definitiva con el episcopado sedentario que Pablo no había establecido en ellas” (16, 6 y nota). Cf. 3 Jn. 5; S. Jerónimo, Coment. Epist. a Tt. 1, 5.

[11426] 29 ss. Alude a la advertencia de Jesús en Mt. 7, 15 ss. sobre los “lobos con piel de oveja”, es decir, que están dentro del rebaño (v. 30) y se disfrazan de Cristo (2 Co. 11, 12 ss.), “teniendo apariencia de piedad” (2 Tm. 3, 5). Lo mismo dice S. Juan de los anticristos (1 Jn. 2, 19). Su característica es el éxito personal y el buscar la propia gloria, que es, como dice S. Jerónimo la capa del anticristo (v. 30; Lc. 6, 26; Jn. 5, 43; 7, 18; 10, 12; 21, 15 y nota).

[11427] 31. Véase 1 Co. 12, 26; 2 Co. 2, 12; Hb. 4, 15; Si. 7, 38.

[11428] 32. Herencia: el reino de Dios. Cf. Ef. 1, 18; Col. 1, 12.

[11429] 33 s. Se revela aquí el corazón y la conciencia de Pablo. Trabajaba con sus manos para no ser molesto a su grey. Véase 18, 3 y nota; 2 Co. 11, 9.

[11430] 35. Confirma la precedente lección de desinterés dada, en los vv. 33-34, a sus compañeros en el sacerdocio (v. 17). La preciosa sentencia de Jesús que aquí nos comunica San Pablo, no está en el Evangelio, si bien recuerda lo que el divino Maestro dijo a sus apóstoles “Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro ni plata”, etc. (Mt. 10, 8 ss.). “Muchas veces parece caridad lo que es carnalidad. Porque la inclinación de la carne, la propia voluntad, la esperanza de galardón, la afección del provecho pocas veces nos dejan” (Imit. de Cristo III, 5).

[11431] 36 ss. Vemos cómo la suavidad de Dios consuela íntimamente nuestro débil corazón de carne, brindando al Apóstol, en medio de tantas desilusiones y persecuciones por el Evangelio, esa profunda adhesión de los creyentes. No es esta el aplauso y la admiración personal que recogen los falsos apóstoles (cf. v. 29 ss. y nota) sino el amor espiritual, puro y filial de esas almas que Pablo “había engendrado en Cristo por el Evangelio” (1 Co. 4, 15).

[11432] 1. Arrancándonos: Elocuente expresión de cómo el espíritu hubo de sobreponerse a todo afecto puramente humano. En el v. 5 s. vemos para imitarlo cuando nos llegue el caso, un modelo de despedida cristiana: orando en común antes de partir. Pátara: el Codex Bezae añade y Mira.

[11433] 2. Sin duda el barco anterior no iba más allá, y Pablo tenía urgencia por llegar a Jerusalén para Pentecostés.

[11434] 4. Encontramos: Sin duda tuvieron que buscarlos, pues los discípulos de Tiro no serían muchos. La persecución (¡siempre favorable al crecimiento de la Iglesia!) había dispersado, después del martirio de Esteban (cap. 7), a algunos creyentes que sembraron el Evangelio en Fenicia. Pablo los había visitado antes, de paso para el Concilio de Jerusalén (15, 3). Por el Espíritu: porque presentían la persecución que esperaba al querido Apóstol (20, 22 ss.). Pero, como muy bien observa Boudon, “de ellos y no del Espíritu Santo vienen esa opinión y esos ruegos. El Apóstol sabe adónde va y por qué. El Espíritu Santo le ha revelado lo que le espera, pero no lo detiene como cuando él quería seguir por Asia o por Bitinia (cf. 16, 6); al contrario lo empuja adelante. He aquí por qué él está decidido a tomar la dirección de Jerusalén. Ningún asalto de la ternura de los fieles podrá desviarlo” (cf. v. 10 ss.). Véase el sublime ejemplo de Jesús en Mc. 10, 32 ss.; Lc. 9, 51; 13, 33 y nota; 18, 31; 19, 28, etc. Algunos sostienen, a la inversa, que en 20, 22 se trata del espíritu o deseo de Pablo, movido por el amor a los judíos, y que aquí se trata del Espíritu Santo, que inspira a los discípulos esa oposición al viaje de Pablo. No parece aceptable que el Apóstol, tan dócil a la divina voluntad, la desoyese en tal caso. Cf. v. 26, 27 y 32 y notas.

[11435] 5. Cf. v. 1 y nota. Vemos aquí, como en 7, 60; 20, 36, etc., la costumbre de arrodillarse para orar.

[11436] 7. Ptolemaida, la antigua Aco, hoy Aca, llamada por los cruzados San Juan de Acre, es el puerto más septentrional de Palestina, célebre por innumerables asedios y hechos de armas a través de la historia.

[11437] 8 s. Felipe, el celoso diácono misionero (8, 5-40) fue según parece, la cabeza de los fieles de Cesarea. Sus cuatro hijas, vírgenes y profetisas como Ana (Lc. 2, 36), son el primer testimonio de que, ya en el cristianismo primitivo, había vírgenes voluntarias (cf. 1 Co. 7, 8 y 25 ss.), lo que el judaísmo consideraba como un estado poco honroso (cf. Jc. 11, 35 y nota). Evangelistas (Ef. 4, 11) eran, según Eusebio, los que, sin carácter episcopal como los apóstoles distribuían sus bienes a los pobres y, emigrando “a los que aún no habían oído nada de las palabras de la fe, iban a predicarles y transmitirles los escritos de los divinos Evangelios” (Cf. 15, 22 y nota).

[11438] 11. Atose: En acto simbólico, Cf. 1 R. 22, 11; Is. 20, 3; Jr. 13, 5; 19, 10 s., etc.

[11439] 13. Véase v. 4 y nota. Adviértase que en esta manifestación de S. Pablo no hay nada de la presuntuosa declaración de Pedro, que Jesús confundió (Mt. 26, 35; Mc. 14, 29; Lc. 22, 33; Jn. 13, 37). Lleno del Espíritu Santo, Pablo está ya todo entregado a Cristo: halla “en Él su vida, y la muerte le es ganancia” (Flp. 1, 19 ss.). Confía plenamente en la fuerza del Espíritu Santo, prometido por nuestro Señor a sus apóstoles, y en ellos a todos nosotros con las palabras: “Seréis revestidos de la fortaleza de lo alto” (Lc. 24, 49). S. Crisóstomo llama a esta gracia muro inexpugnable, y muestra que tiene virtud para allanar todas las dificultades y hacer llevaderas todas las cargas.

[11440] 16. Nos condujeron a casa de Mnason: Así traduce Nácar-Colunga de acuerdo con los más autorizados códices, lo que aclara la confusión de pensar que (a la inversa) Mnason fue traído a Pablo. Esto implicaría el doble absurdo de una etapa directa a Jerusalén sin pasar por Chipre y de suponer que en Jerusalén centro de la cristiandad, no tuviese Pablo dónde alojarse.

[11441] 18. Santiago: el Menor, entonces Obispo de Jerusalén (cf. 12, 17; 15, 13). Con esta ocasión San Pablo, entregó el resultado de la colecta hecha en Asia Menor y Grecia para los hermanos de Jerusalén (24, 17). Todos los presbíteros (cf. 20, 17 y 28): prueba de que la visita de Pablo era un acontecimiento para la Iglesia madre.

[11442] 20. Estos millares son los judíos-cristianos que siguen aún la Ley de Moisés y miran con cierta preocupación judaizante (Ga. 2, 4) el modo libérrimo de S. Pablo en la conversión de los gentiles. Allanándose a veces a los antiguos usos, para no escandalizar a los pusilánimes, el Apóstol predica abiertamente su inutilidad frente a la Ley de gracia que viene de la fe en Cristo. Véase el cap. 15 y sus notas.

[11443] 24. El consejo del Apóstol Santiago tiene por objeto evitar una persecución en Jerusalén. Por eso propone a Pablo documentar públicamente su adhesión a la costumbre de los padres, agregándose a los cuatro hombres que en aquellos días cumplían el voto de nazareato (cf. 18, 18 y nota). El papel de Pablo sería acompañar a los cuatro y pagar por ellos las costas del sacrificio, que consistía en un cordero, una oveja y un cabrito (Nm. 6, 14 ss.).

[11444] 25. Es decir, habían cumplido lo dispuesto por el Concilio, que los liberaba de las prescripciones judías, salvo estas excepciones (15, 23 ss.).

[11445] 26. “Pablo, fiel a su principio de hacerse todo para todos (1 Co. 9, 22) cuando no estaba en juego la verdad doctrinal, accede al consejo que le daban los jefes de la comunidad” (Boudou). No sabemos si tuvo éxito entre los judaizantes, pues la persecución que le sobrevino (v. 27 ss.) fue de los judíos. Cf. 26, 17 y nota.

[11446] 28. A los paganos les estaba prohibido, bajo pena de muerte, el ingreso a los atrios interiores del Templo. Cf. 6, 13; 24, 6.

[11447] 30. Sirviendo el Templo de asilo para los perseguidos, cerraron las puertas para que Pablo no pudiera refugiarse en él.

[11448] 34. A la fortaleza Antonia, situada en la parte norte del Templo.

[11449] 37. El tribuno romano Claudio Lisias, cuya lengua era el griego, se sorprende al oír la corrección con que Pablo se expresa en ese idioma.

[11450] 38. Alude a un impostor llamado el Egipcio, revoltoso contra Roma, de que habla el historiador Josefo. Sicarios viene del latín sicca: puñal.

[11451] 39. El humilde Pablo, que no obstante despreciarlo todo y afrontar por Cristo cualquier ignominia (2 Co. 11, 23-28), sabe defenderse cuando es para gloria de su Señor.

[11452] 40. En hebreo: es decir, en el hebreo vulgar, o mejor dicho, en lengua aramea, que en aquel entonces era la corriente entre los judíos.

[11453] 1. Llama respetuosamente padres a sus ancianos compatriotas, los sanhedrinitas.

[11454] 3. Pablo, discípulo de Gamaliel (5, 34 y nota), confiesa primero su adhesión a la Ley y a la secta de los fariseos. Con esta táctica gana, por algunos momentos, la atención de los oyentes. Lo que sigue es la narración auténtica de su conversión, que corresponde a lo dicho en el cap. 9.

[11455] 4. Esta doctrina: en griego este camino, o sea la nueva religión cristiana. Cf. 19, 23 y nota.

[11456] 9. Véase 9, 7 y nota.

[11457] 14. Al Justo, esto es, a Cristo (cf. 3, 14), a quien Pablo ha visto cara a cara (v. 18). Oigas la voz de su boca: Como se ve, aunque S. Pablo no conoció personalmente a Jesús, ni pudo escucharlo en vida de Él, como los Doce (1 Jn. 1, 1 ss.), recibió el extraordinario privilegio de una instrucción directa de Cristo que confiere a sus palabras el valor de un Evangelio. Cf. 18, 9; 26, 16; 27, 23; Ga. 1, 1, etc.

[11458] 20. Véase 8, 1 (Vulgata 7, 60).

[11459] 22. Hasta esta palabra, es decir, hasta que les habló de pasar a los paganos. Por eso fue encarcelado (25, 24), y así pudo escribir a los gentiles de Éfeso que era “prisionero de Cristo por amor de ellos” (Ef. 1, 1). Los judíos, orgullosos de sus privilegios que los habían hecho superiores a todos los pueblos paganos, no quieren ni oír hablar de la vocación de los gentiles. No comprenden, en su ceguera, que son ellos los que desconociendo al Mesías, hicieron derramarse sobre todas las naciones la misericordia de la Redención (Rm. 11, 15) que debía venir a través de ellos (28, 28; Lc. 1, 32; 2, 32; Ef. 3, 6).

[11460] 23 s. Era esto señal de suma indignación. El tribuno creía todavía que se trataba de un delincuente común que merecía el castigo.

[11461] 25. Estaba prohibido azotar a un ciudadano romano. Para reparar su error, el tribuno muestra en adelante la mayor deferencia posible.

[11462] 5. Nótese la reverencia que Pablo muestra para con las autoridades de Israel (cf. 4, 19; 5, 29; Hb. 8, 4 y notas). A pesar del trato injusto y cruel que le dan, se excusa por haber proferido una palabra de indignación, en cuanto descubre la jerarquía del indigno Sacerdote (cf. 13, 10 y nota). Ananías murió en efecto, no mucho después, apuñalado por los sicarios como amigo de Roma. Véase Lv. 19, 15; Mt. 23, 27.

[11463] 6 ss. La esperanza y la resurrección en la gloriosa venida de Cristo (28, 20; Tit. 2, 13; 2 Tm. 4, 8). Boudou vierte: la esperanza de Israel. Pablo vuelve sobre semejante tema en sus discursos ante Félix (24, 15-21) y ante Agripa (26, 6 ss.), hablando de las promesas hechas a las doce tribus, o sea, de las referentes al Mesías y su reino según los profetas (26, 22). Admiremos de paso esta nueva prueba del ingenio apostólico: explota hábilmente la disensión entre los dos partidos del tribunal, uno de los cuales, el de los saduceos, negaba la resurrección (cf. 4, 1 s. y nota). Así encuentra ayuda de parte de los fariseos y hasta creen que lo inspira un ángel, que no era sino el Espíritu “autor de la prudencia” (S. Crisóstomo), Cf. Mt. 10, 16 ss.

[11464] 11. “El Señor entrado en agonía fue confortado por un ángel. Aquí es Él en persona quien lo consuela y anima al Apóstol... Oye Pablo la misma voz que sobre el lago tranquilizaba a los discípulos asustados en su barca, o que los fortalecía en el cenáculo contra los asaltos del mundo, diciéndoles que Él lo había vencido. Después de Jerusalén Roma. Así va precisándose el plan divino” (Boudou). Sobre el cumplimiento de esta promesa véase 28, 23 y 31.

[11465] 23. Por la numerosa comitiva de 470 soldados se puede deducir la importancia que el tribuno atribuía al asunto. Nunca tuvo un apóstol mayor asistencia militar.

[11466] 30. La carta del tribuno es un modelo de astucia diplomática: pasa por alto las propias faltas y subraya los méritos que se atribuía con respecto a un ciudadano romano.

[11467] 2 ss. El Sumo Sacerdote se sirvió de un abogado romano experto en adulación.

[11468] 10 ss. En contraste con su acusador, Pablo habla con claridad, refutando punto por punto las falsas imputaciones.

[11469] 11 ss. Doce días desde que llegaron a Jerusalén (21, 17), o sea: los siete días de la purificación (21, 27) más los cinco de que habla el v. 1.

[11470] 14. Un elocuente escritor comenta así esta actitud magnifica del Apóstol: “Orgulloso se anticipa a confesar que quiere ser “hereje” con Jesucristo. ¡Cuántos santos después de Pablo habían de seguir ese camino para “confesar delante de los hombres” a Aquel que fue “reprobado por los ancianos, escribas y sacerdotes”, “contado entre los criminales”, “gusano y no hombre”! Esta es la bienaventuranza de los que “no se escandalizan de Él ni de sus palabras”, porque Él los confesará delante de su Padre celestial”. Véase 7, 52; 17, 6 y notas.

[11471] 15. Pablo acentúa una vez más. que la esperanza cristiana, que él llama “la dichosa esperanza” (Tt. 2, 13), reside en la resurrección de nuestros cuerpos (cf. 4, 1 s. y nota), o sea cuando Cristo retorne para “transformar nuestro vil cuerpo haciéndole semejante al suyo glorioso” (Fil. 3, 20 s.). No hemos, pues, de limitar nuestra visión a la hora de nuestra muerte, sino extenderla a esos misterios cuya expectación nos llena de gozo “si los creemos” (1 Pe. 1, 7-8), y que Jesús puede realizar en cualquier momento (2 Pe. 3, 10) tanto con los vivos como con los muertos (1 Pe. 4, 5-6; 1 Ts. 4, 13-17; 1 Co. 15, 51 ss. texto griego. Cf. Lc. 21, 28; Rm. 8, 23; etc.). Como ellos mismos la aguardan: Notable luz sobre la fusión del cristianismo con el Antiguo Testamento, que Jesús “no vino a abrogar sino a cumplir” (Mt. 5, 17; Rm. 15, 8; etc.). Después de confesar que él conserva la fe en la Ley y los Profetas (v. 14), el Apóstol hace notar que una misma esperanza nos es común con Israel, ofreciéndonos así una enseñanza que puede ser preciosa para el apostolado entre los judíos que aún creen en el Mesías personal, pues nosotros sabemos que ese Mesías anunciado por los profetas, ora humillado, ora glorioso, no es otro que Jesús, a quien nosotros esperamos por segunda vez y ellos por la primera.

[11472] 16. También S. Juan expresa, y más concretamente aún, el valor de esa virtud de Esperanza para el progreso de nuestra vida espiritual, diciendo: “Sabemos, sí, que cuando Él se manifestare claramente seremos semejantes a Él porque le veremos tal como Él es. Entretanto, quien tiene en Él esta esperanza, se santifica a sí mismo así como Él es santo” (1 Jn. 3, 2 s.). La esperanza es, pues, “la vida de nuestra vida” (S. Agustín). Cf. 2 Co. 3, 18; Hb. 4, 11; 6, 11; 10, 25; 2 Pe. 1, 19; 3, 12 y 14; etc.

[11473] 17. Sobre estas limosnas cf. Rm. 15, 25 ss.; 1 Co. 16, 1 ss.; 2 Co. 8, 1 ss.; 9, 1 s.; Ga. 2, 10.

[11474] 22. El gobernador Félix estaba informado sobre esta doctrina cristiana, probablemente por medio de su mujer Drusila, judía e hija de Herodes Agripa I.

[11475] 23. Los suyos: Había en Cesarea una comunidad cristiana, fundada por S. Pedro (cap. 10) y atendida por el diácono Felipe (21, 8).

[11476] 25. Véase 17, 32; 26, 24 y notas. Los escritores romanos admiten que Félix, además de venal (v. 26), era cruel, codicioso e inmoral, por lo cual no es de extrañar que no pudiese escuchar las palabras del Apóstol sobe justicia y caridad. Tanto más cuanto que para Pablo la justicia no era, como para él, la simple honradez pagana de “dar a cada uno lo suyo” según el principio del Derecho Romano, sino el cumplimiento de la voluntad manifestada por Dios, cuya Ley se resume en la caridad obligatoria (cf. Sal. 4, 6; Mt. 5, 44 ss.; 7, 2 y notas). En el nuevo Testamento según explica el mismo San Pablo se entiende también por justicia la justificación, mas no la propia, como la pretendía el fariseo del Templo (Lc. 18, 9 ss.), sino la santidad que viene de Dios y que nos es dada con Cristo, en Cristo y por Cristo, Cf. Mt. 6, 33 y nota.

[11477] 27. Los dos años de prisión y aplazamiento del proceso, son pruebas elocuentes del carácter de Félix. Retenía al Apóstol solo por motivos personales sea por miedo a los judíos, como dice expresamente S. Lucas, sea por codicia, esperando sacar dinero de ambos lados (cf. v. 26).

[11478] 2 ss. Es decir que el odio de la Sinagoga contra Pablo no había disminuido en los dos años pasados que él llevaba en la prisión (véase 24, 27). Vemos también (v. 3) que la emboscada antes propuesta contra él por algunos conjurados (2, 12-15) había merecido plena aceptación de los jefes del clero judío, y que estos no vacilaban en trasladarse inmediatamente a Cesarea (v. 6-7) para proseguir su encarnizamiento calumnioso contra el fiel amigo del Jesús.

[11479] 9. A Jerusalén: recuérdese la emboscada del v. 3.

[11480] 12. Como ciudadano romano Pablo tenía derecho de ser juzgado por el César. Era el último recurso que le quedaba para salvar su vida (cf. 28, 19) y al mismo tiempo se le ofrecía así la tan deseada ocasión de ir a Roma, centro del mundo pagano (cf. 19, 21; 23, 11; Rm. 1, 10-15), donde mucho habría de trabajar aunque preso (28, 16-31).

[11481] 13. Agripa II, hijo de Herodes Agripa I (12, 23), había recibido del emperador Claudio las tetrarquías de sus tíos Felipe y Lisanias (cf. Lc. 3, 1) y las ciudades de Tiberíades, Julias y Tariquea. En su actitud con Pablo, lo mismo que en la del gobernador Festo, hallamos un eco de la conducta del romano Pilato con Jesús. Berenice, hermana de Agripa con la que este vivía incestuosamente, y cuñada del gobernador Félix, por sus muchos escándalos mereció el nombre de “Cleopatra de la familia de los Herodes”.

[11482] 16. El romano proclama orgullosamente la vocación jurídica de Roma, ante aquellos perversos personajes que, escudados en su farisaica dignidad (v. 15), pretenden, ardiendo de odio, una condena sin proceso, como hicieron con Cristo (Jn. 18, 30).

[11483] 18. Festo declara la inocencia de Pablo, exactamente como Pilato hizo con el Maestro (Jn. 18, 38, etc.). Pero, lo mismo que aquel, se muestra perplejo (v. 20) porque no quiere disgustar a los dignatarios judíos (v. 9). Por donde vemos cuán poco vale la aparente rectitud que él ostenta en el v. 16. ¡Y hacía más de dos años (v. 2 y notas) que el acusado estaba preso esperando sentencia! Observemos de paso (v. 19), la superficialidad grotesca con que habla del “difunto Jesús”.

[11484] 21. Augusto: título de los Cesares. El César reinante era Nerón.

[11485] 23 ss. La escena que aquí se presenta, no es un proceso, sino una audiencia entre Agripa y su comitiva para preparar la redacción de los informes sobre Pablo.

[11486] 24. ¡No debe seguir viviendo! (cf. 22, 22). Así, como una peste que infectase al mundo con su aliento, es tratado Pablo, ¿Acaso no hicieron lo mismo con su Maestro en el “tolle, tolle”? (Jn. 19, 15; Lc. 23, 18). No es el discípulo más que el maestro... a quien le llamaron “Beelzebul” (Mt. 10, 24 s.). El mismo Pablo enumera los odios que se atrajeron, por su fe, tantos otros; “de quienes el mundo no era digno” (Hb. 11, 36-38). En cuanto a nosotros, véase Jn. 15, 18-25; 16, 1-4 y notas.

[11487] 1. Aquí se cumple la palabra de Cristo de que Pablo predicaría el Evangelio delante de reyes. Cf. 9, 15; Sal. 118, 46 y nota.

[11488] 2. Pablo, hablando al estilo de los oradores antiguos, y reconociendo los amplios conocimientos del rey, trata primeramente de ganarse su favor, y luego comienza la defensa aclarando su posición respecto al judaísmo y al cristianismo, y su actividad como Apóstol.

[11489] 4. Todos conocen: Saulo había sido un hombre público descollante en el judaísmo. Cf. v. 12; Ga. 1, 14, etc.

[11490] 6 s. La esperanza: Véase v. 22; 23, 6 y nota.

[11491] 9 ss. Véase 9, 1-20; 22, 3-21 y las notas correspondientes. Es la tercera vez que en los Hechos se narra la conversión del Apóstol.

[11492] 14. Dar coces contra el aguijón: proverbio antiguo que se halla también en los autores clásicos y que expresa muy bien lo que es contraproducente, pues cuanto más damos contra la punta, más se nos introduce ella en las carnes. Sobre esta “persecución implacable” que Dios hace a los escogidos hasta que los rinde a su amor, véase el magnífico poema de Thompson “El lebrel del cielo” en el apéndice a nuestro volumen sobre Job, “El libro del consuelo”.

[11493] 16. Semejantes instrucciones directas de Jesús invoca Pablo en Ga. 1, 1 y 11 s.; 1 Co. 11, 23; 15, 3; 2 Co. 12, 2 ss.; Ef. 3, 3 y 8. Cf. 18, 9; 22, 14; 23, 11; 27, 23; 2 Tm. 4, 17, etc.

[11494] 17. Librándote del pueblo (judío) y de los gentiles: ¡Admirable Providencia! Desde el cap. 13 hemos visto, y seguimos viéndolo, cuánto persiguieron ambos enemigos al Apóstol que por ellos se desvivía de caridad. Cumplíanse así los anuncios de 9, 16 y 21, 11 (cf. 25, 24 y nota). Ello no obstante, lo mismo que Pedro (cf. 12, 11), Pablo fue también liberado, aun milagrosamente, de innumerables persecuciones y peligros (16, 25 ss.; 19, 30; 27, 33 ss.; 28, 3 ss.; 2 Co. 1, 10; 11, 26; etc.), por mano de “Aquel que cuida de nosotros” (1 Pe. 5, 7), y no por las iniciativas tomadas en su favor (cf. v. 32; 21, 24-27 y notas).

[11495] 18. He aquí sintetizada por el mismo Jesús la misión del Apóstol de los gentiles. Fórmula y programa ideal para todo apostolado moderno en tiempos de fe claudicante, porque la potestad de Satanás no solo se ejercitaba en el paganismo antiguo, sino también en todo lo que Jesús llama el mundo, el cual “todo entero yace en el Maligno” (1 Jn. 5, 19; cf. Jn. 14, 30 y nota; 15, 18 ss.; Ga. 1, 4, etc.). En este traslado “de las tinieblas a la luz” sintetizará Pablo la obra redentora del Padre y del Hijo (Col. 1, 12-14).

[11496] 22. Estoy firme, etc.: “Pablo, dice el Crisóstomo, lleno de caridad, consideraba a los tiranos y al mismo cruel Nerón como mosquitos; miraba como un juego de niños la muerte y los tormentos y los mil suplicios”.

[11497] 24. Estás loco: ¡“Locura para los gentiles”! Es lo que escribió Pablo en 1 Co. 1, 23. Lo mismo decían de Jesús (Mc. 3, 21). Como siempre, cuando falta la rectitud interior, los oyentes no logran convencerse de la verdad (Jn. 3, 19 ss.; 7, 17 y nota). Festo y Agripa, espíritus materialistas, se burlan del predicador. Por eso enseñó Jesús a no dar lo santo a los perros, ni echar las divinas perlas ante los puercos (Mt. 7, 6).

[11498] 25. Cordura: el griego dice sofrosyne, que significa sabiduría y serenidad, o sea lo contrario de la locura que le atribuye el gobernador, a quien S. Pablo da, no sin ironía, el trato oficial de Excelentísimo, contrastando con el agravio que Festo le infiere públicamente.

[11499] 26. En algún rincón: la vida entera y milagrosa de Jesús, desde su nacimiento en que “se conmovió toda Jerusalén” (Mt. 2, 3) hasta su aclamación como Rey de Israel (Mc. 11, 10; Jn. 19, 19), su ruidosa crucifixión (Lc. 24, 8 ss.) y su Resurrección, no podían ser ignorados por Agripa.

[11500] 32. La apelación al Augusto no podía retractarse. Con todo la impresión de las palabras del Apóstol fue tan grande, que influyó sin duda en los informes que el gobernador tenía que enviar sobre él al César, y dio favorables expectativas a su viaje, hecho “bajo la égida de la justicia de Roma”. Allí había de ser finamente absuelto, aunque no sin prolongarse su cautiverio por otros dos años. Estos fueron sin embargo de incesante apostolado (cf. 28, 23-31 y notas).

[11501] 1. Navegásemos: Este plural (cf. 16, 10 y nota) nos revela que vuelve a incluirse en la acción, acompañando a Pablo en su azaroso viaje (cf. v. 32 y nota), el fiel narrador S. Lucas, de quien nada oíamos desde 21, 17 s. El santo “médico carísimo” (Col. 4, 14), “cuya celebridad por el Evangelio se oye por todas las Iglesias” (2 Co. 8, 18), fue el único que estuvo con S. Pablo en tiempos de apostasía, cuando todos lo abandonaban próximo a su martirio (2 Tm. 4, 11). Bien merece, pues, por su larga e íntima unión de espíritu con el Apóstol, que su Evangelio haya sido llamado el Evangelio según S. Pablo.

[11502] 2. El viaje comenzó en la segunda mitad del año 60. Adramitena: es decir, de un puerto situado al fondo del “sinus Adramyttenus” (un golfo de la Misia). La Vulgata parece referirse al puerto de Adrumeto, hoy Susa, situado en Túnez. Sobre Aristarco cf. 19, 29; 20, 4; Flm. 24, y Col. 4, 10, donde S. Pablo lo cita como compañero de cautividad en Roma. Su vida estuvo en peligro en el tumulto de los plateros de Éfeso (cap. 19).

[11503] 3. Humanamente: el griego dice con filantropía. Lo mismo en 28, 2. Es el modo de expresar la benevolencia que no puede llamarse caridad porque no se funda en el amor de Dios.

[11504] 4. Por ser contrarios los vientos: Cf. v. 12 y nota. Todo este capítulo ha sido siempre “el gozo y la admiración de los marinos”, y los técnicos declaran que ningún experto habría podido superar la destreza de las maniobras efectuadas durante la tempestad (P. Ricard). La navegación hacia el O. era mucho más difícil que la inversa, especialmente en la estación poco favorable y en época en que no existía la brújula. El Almirante Nelson releyó este pasaje antes de la batalla de Copenhague, y declara que en él se inspiró la maniobra que le dio la victoria.

[11505] 5. Mira: la Vulgata, sin duda por error de copista, dice Listra la cual no estaba en Licia sino en el interior de Licaonia (cf. 2 Tm. 3, 11).

[11506] 8. Buenos Puertos (o Bellos Puertos); así se llama todavía. Lasca: otros, Alasa. La Vulgata dice Talase.

[11507] 9. Se refiere a la fiesta del día de la Expiación o Yom Kippur (Lv. 16, 29; 23, 27 ss.) que se celebraba con un gran ayuno en el mes de Tischri, correspondiente a Septiembre-Octubre. Después de este término la navegación era suspendida hasta el mes de Marzo, a causa de las tormentas.

[11508] 12. Sureste y Noreste: Llamados entonces el Abrego (o Áfrico) y el Cauro.

[11509] 13. Viento sur: llamado entonces Austro, el cual solía ser tan temible en el Mediterráneo que Dios lo usa como figura de Nabucodonosor en Ez. 27, 26. Muy cerca de tierra: La Vulgata, tomando esto por nombre de la ciudad, vierte Asón, situada cerca de Tróade (Asia Menor).

[11510] 16. Esquife: el pequeño bote que iba a remolque.

[11511] 17. La Sirte: banco de arena en la costa de Libia (hoy golfo de Sidra), célebre en los poetas clásicos (cf. Virgilio, Eneida 1, 11; Horacio, Oda I, 22, 5, etc.).

[11512] 21 ss. El magnánimo “prisionero” sostenido milagrosamente por Dios, empieza a dar aquí continuos ejemplos de virilidad, caridad y fe confiada, con una autoridad que nadie puede resistir. Cf. v. 35; 28, 15 y notas.

[11513] 23. Recordemos esta preciosa expresión de amor filial: ¡el Dios de quien soy!

[11514] 24. Por amor de su siervo Pablo, Dios salvará aquellas vidas cuya pérdida era segura. Muchas veces hizo lo mismo “por amor de su siervo David” (1 R. 11, 13; 2 R. 19, 34; 20, 6; Sal. 131, 10; Is. 37, 35, etc.), y por Abrahán, a quien llama su amigo, y por Isaac y Jacob (cf. St. 2, 23; 2 Cro. 20, 7; Is. 41, 8; Dn. 3, 34, etc.). Así son las delicadezas del divino Padre, que también nos enseñó a no desesperar de la salvación de los que amamos, como lo muestra San Juan (1 Jn. 5, 16 y nota).

[11515] 27. El Adria: no el actual mar Adriático, sino él Jónico, entre Italia, Grecia y África.

[11516] 32. La descripción de los más minuciosos detalles del viaje y del subsiguiente naufragio de Pablo, no puede ser sino el relato de un testigo ocular, lo cual confirma que el autor, Lucas acompañó al Apóstol durante el viaje. Cf. v. 1 y nota.

[11517] 35. Comiendo él mismo, Pablo da ejemplo de buen ánimo, y también de piedad al bendecir el alimento mediante la acción de gracias, como hacía Jesús (véase 2, 46 y nota). En este caso la fracción del pan no era la cena eucarística sino una simple comida (cf. Lc. 24, 30 y nota).

[11518] 1. Melita: hoy Malta. El lugar de la isla donde el Apóstol naufragó se llama aún Bahía de S. Pablo,

[11519] 2. Bárbaros no en el sentido moderno de la palabra sino según el uso que le daban los griegos y romanos, quiere decir que los habitantes de la isla no hablaban el latín ni el griego.

[11520] 4. Dike: la diosa de la justicia. La Vulgata dice: la Venganza.

[11521] 6 ss. Se cumple aquí en S. Pablo lo que anunció Jesús en Mc. 16, 18: “Tomarán las serpientes; y si beben algo mortífero no les hará daño alguno; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”. Acerca de esto último véase el v. 8 s. y nota. Bien podemos, pues, invocar a San Pablo como intercesor en casos tales. Un dios: cf. el caso de Listra en 14, 12.

[11522] 11. Dióscuros: Los mellizos Cástor y Póllux, hijos de Júpiter y Leda, que eran tenidos por protectores de los navíos. S. Pablo no repara en embarcarse, haciendo caso omiso de esa superstición,

[11523] 13. De Siracusa, en Sicilia, pasan a Reggio de Calabria, y de allí a Pozzuoli, cerca de Nápoles.

[11524] 15. Cobró buen ánimo: ¡Cuán consolador es, para los que somos tan débiles, el ver que S. Pablo, el gran animador de los demás (cf. 27, 21 ss. y nota), también necesitaba confortarse! Véase Lc. 22, 43.

[11525] 16. Como particular, en su casa, es decir, que su prisión no era dura, y en ella podía, como veremos, continuar su incesante apostolado, no obstante conservar sus cadenas (cf. v. 20; Flp. 1, 17; Flm. 1), come las tuvo también en su segunda prisión, cuando escribió la última carta a Timoteo (2 Tm. 2, 9).

[11526] 17. El Apóstol, que bien conoce la mentalidad de sus paisanos, quiere evitar falsos rumores, por lo cual informa personalmente a los principales sobre su apelación al César.

[11527] 19. Me vi obligado: (25, 12 y nota). Es de observar la caridad y delicadeza con que habla aquí de los judíos, que tanto lo habían perseguido.

[11528] 20. Cf. 23, 6; 26, 6 s.

[11529] 22. Halla contradicción en todas partes: valioso testimonio, en boca de los judíos de Roma, sobre esta característica de los discípulos que había sido la del Maestro. Pablo era de ello un ejemplo viviente.

[11530] 23. San Pablo se alza aquí por última vez, a lo que parece, en un extremo esfuerzo, por conseguir que Israel y principalmente Judá, acepte a Cristo tal como Él se había presentado en el Evangelio, es decir, como el Profeta anunciado por Moisés (cf. Hch. 3, 22 y nota; Jn. 1, 21 y 45; Lc. 24, 27 y 44) que no viene a cambiar la Ley sino a cumplirla (Mt. 5, 17 ss.); que “no es enviado sino a las ovejas perdidas de Israel” (Mt. 15, 24), y a Israel envía también primero sus discípulos (Mt. 10, 6). Por eso se dirige Pablo en este último discurso de los Hechos a los judíos principales de Roma, aclarándoles que en nada se ha apartado de la tradición judía (v. 17) antes bien que está preso por defender la esperanza de Israel (v. 20), y les predica según su costumbre, a Cristo y el Reino de Dios con arreglo a la Ley de Moisés y a los Profetas, como lo hace en la Carta a los Hebreos (cf. Hb. 8, 8 ss.) y como “siempre que predicaba a los judíos” (Fillion). Pero ellos se apartaron de él todos (v. 25 y 29), sin quedarse siquiera los que antes le creyeron (v. 24). Es el rechazo definitivo, pues Pablo, preso por dos años más (v. 30), no puede ya seguir buscándolos en otras ciudades (véase Hch. 13, 46; 18, 6 y notas; cf. Mt. 10, 23 y nota). Termina así este tiempo de los Hechos, concedido a Israel como una prórroga del Evangelio (cf. la parábola de higuera estéril: Lc. 13, 8 s.) para que reconociese y disfrutase al Mesías resucitado, a quien antes desconoció y que les mantuvo las promesas hechas a Abrahán (cf. 3, 25 s.). San Pablo escribe entonces desde Roma, con Timoteo, a los gentiles de Éfeso y de Colosas la revelación del “Misterio” del Cuerpo Místico, escondido desde el principio (Ef. 1, 1 ss. y notas).

[11531] 26. Texto de Isaías 6, 9 s. Con la misma cita había reprochado Jesús la incredulidad de Israel (véase Mt. 13, 14; Mc. 4, 12; Lc. 8, 10; Jn. 12, 40; Rm. 11, 8). Cf. 4, 16; 13, 47 y notas.

[11532] 28. Véase v. 23 y nota.

[11533] 29. Este v. falta en algunos manuscritos antiguos y los críticos modernos lo suprimen aún de la Vulgata. Creemos, como Fillion, que aun podría ser auténtico, pues esta discusión parece explicable por la disidencia del v. 24, que recuerda las provocadas por el mismo Jesús (Jn. 7, 40 ss.), si bien se ve que el retiro de los judíos fue total (v. 25), pues dio lugar al solemne anuncio de Pablo (v. 28), que ya no parece de carácter personal, como los anteriores de 13, 46 y 18, 6, sino de parte de Dios. Cf. Col. 4, 11.

[11534] 31. El autor de los Hechos concluyó su Libro antes del fin del proceso de San Pablo. Por eso no menciona el resultado. No cabe duda de que el Apóstol fue absuelto y puesto en libertad hacia el año 63. Hemos de bendecir a la Providencia por esta demora de S. Pablo en Roma. En esta época escribió el Apóstol de los Gentiles, después del retiro de Israel, las Epístolas “de la cautividad” (Ef. Col. Flp. Filem.), joyas insuperables, las tres primeras, de divina ciencia cristológica, donde se nos revela o se nos confirma, junto con la vocación indistinta de los gentiles con Israel (Ef. 3, 6; cf. Rm. 11, 17), los altísimos misterios del amor de Cristo, “ocultos hasta entonces desde todos los siglos” (Ef. 3, 9; Col. 1, 26), hasta la dicha que nos espera cuando Él venga a “transformar nuestro vil cuerpo para hacerlo semejante al Suyo glorioso” (Flp. 3, 20 s.). El Libro de los Hechos señala así, como la Carta a los Hebreos, un nexo de transición entre “lo nuevo y lo viejo” (Mt. 13, 52), en cuya interpretación, a la luz de las últimas Epístolas paulinas, nos queda aún quizá no poco que ahondar.

[11535] 1. San Pablo escribió esta Carta desde Corinto, a principios del año 58, con el ánimo de preparar su viaje a Roma, acreditando sus títulos ante esos fieles, que no lo conocían aún. Muchos la consideran posterior a la Epístola a los Gálatas (cf. Ga. 2, 1 y nota), pero o sin duda anterior a la Carta a los Efesios y demás Epístolas llamadas de la cautividad, que fueron escritas al final del tiempo de los Hechos, durante la primera prisión del Apóstol en Roma (años 61-63), es decir, después de su paso definitivo a los gentiles (Hch. 28, 23 ss. y notas). El Apóstol explica en la primera parte (caps. 1-11), como lo hace también a los gentiles de Galacia, el misterio de la justificación mediante la fe que Jesucristo nos mereció gratuitamente, igualando en ella a judíos y gentiles. Y revela el misterio de la conversión final de Israel según los anuncios del Antiguo Testamento, confirmados por Jesús en el Evangelio. En la segunda parte trata otras cuestiones de vida espiritual, y añade, en la doxología final, una referencia al “misterio oculto desde tiempos eternos” que expondrá especialmente en las Cartas a los Efesios y a los Colosenses.

[11536] Separado: San Pablo alude a su vocación especial como Apóstol de los Gentiles, que, sin ser él de los Doce, recibió de Jesús directamente (Ga. 1, 12 ss.; 2, 8 y notas).

[11537] 2 ss. Como observa San Crisóstomo, la complejidad de los términos oscurece el sentido de la frase. Es de notar que el Apóstol habla aquí simplemente de la “resurrección de los muertos” y no dice “su resurrección de entre los muertos” (cf. Fil. 3, 10-11). El sentido se aclara así, refiriéndose no ya a la glorificación de Jesús-Hombre a la diestra del Padre (como en Hb. 1, 2-5; Sal. 2, 7; 109, 1) sino a la futura manifestación de Cristo en poder (Hb. 1, 6; 2, 8) que no tuvo lugar durante su vida mortal salvo en el momento de la Transfiguración (cf. Mc. 9, 1 y nota).

[11538] 7. “Imposible agotar en un breve comentario toda la plenitud teológica de esta salutación (v. 1, 7). La desbordante exuberancia del pensamiento rompe la cohesión de la fórmula ordinaria de la salutación epistolar”. (Bover).

[11539] 8. La acción de gracias debe realizarse por el mismo en quien somos agraciados, es decir, mediante Jesucristo al Padre (S. Tomás). Cf. nota en Hch. 2, 46.

[11540] 10. Por la voluntad de Dios: Arde en deseos de verlos, pero no lo quiere sin la voluntad de Dios, bien conocida por las circunstancias. Es uno de los grandes sellos del hombre de Dios: desconfiar siempre de la propia iniciativa.

[11541] 11. Todo el que lleva el Evangelio es como un vehículo de gracia y bendición (v. 16; 15, 29; 1 Co. 15, 11).

[11542] 12. He aquí el mejor móvil de toda visita. El Apóstol quiere confortar a los hermanos en la fe, y confortarse él mismo, en medio de las tribulaciones de su apostolado, con la gozosa unión de caridad que reina entre los que comparten de veras la misma fe (Jn. 13, 35; Sal. 132, 2).

[11543] 14. Griegos: los pueblos de cultura helenística; bárbaros: los demás hombres, aunque formasen parte del Imperio Romano. Soy deudor: me debo a todos, como apóstol de los gentiles.

[11544] 15. A predicar el Evangelio: no sospechaba que solo iría allí acusado y preso (Hch. 25, 12 y nota). Pero ello no le impidió librar una gran batalla apostólica, que había de ser la última para Israel (Hch. 28, 23-31 y notas).

[11545] 16. He aquí la tesis en torno a la cual gira toda esta carta: la eficacia sobrenatural de la divina Palabra, engendradora de la fe (10, 17). Cf. 1 Co. 4, 19 s. y nota. Nótese la preferencia que se da a los judíos (cf. Mt. 10, 5; 15, 26 ss.; Lc. 24, 47; Hch. 3, 26).

[11546] 17. La justicia, en lenguaje paulino, significa la justificación que nos viene de Dios, fundada en la fe (3, 24 s.; Hch. 13, 39; Ef. 2, 8 s.; Fil. 3, 9), la cual es por eso “raíz y fundamento de toda justificación” (Concilio Tridentino) y nos lleva a obrar por amor (Ga. 5, 6; St. 2, 18). De ahí que la fe sea verdaderamente la vida del justo (Hab. 2, 4; Ga. 3, 11; Hb. 10, 38 y notas) porque nadie puede ser justo por sí mismo (Sal. 142 y notas; 1 Jn. 1, 18). La fe es así piedra de toque de la rectitud. Porque el hombre de intención recta reconoce a cada instante que su fe es pobrísima, y pide aumento de ella casi instintivamente, lo cual hace que viva, aun quizá sin darse cuenta, en una actitud de constante oración, que es precisamente lo que valoriza su vida delante de Dios. No tiene nada propio, pero vive pidiéndolo, y al pedir recibe. Mas el hombre soberbio no se aviene a vivir mendigando ese aumento de fe, y entonces se acostumbra a la idea de que ya tiene fe bastante, y construye su vida sobre una falsa idea. Desde ese momento desaparece en él la rectitud de intención, porque naturalmente rechazará toda posible enseñanza que le muestre la insuficiencia de su fe. Es el caso, terrible pero común, que señaló Jesús al decir que la luz vino al mundo pero los hombres amaron más las tinieblas para no tener que convertirse. Tal es “el juicio” que Él vino a hacer (Jn. 3, 19). Es decir, un juicio de discernimiento de los espíritus para que se descubriese la rectitud de cada uno y “se revelase el secreto de los corazones” (Lc. 2, 35). Ese juicio pone a prueba, no nuestra virtud propia, sino nuestra sinceridad en confesar que no la tenemos. Es el juicio que Jesús realizó constantemente, no con los pecadores (porque siempre los perdonaba), sino con los fariseos de corazón doble, es decir, con la falsa virtud que, ni quiere entregar el corazón a Dios para amarlo sobre todas las cosas, ni quiere hacer profesión de impiedad, porque teme los castigos. Tales son, en todos los tiempos, aquellos que cuelan el mosquito y tragan el camello (Mt. 23, 24); que honran a Dios con los labios mientras su corazón está lejos de Él (Mt. 15, 8), etc. Jesús quiere que se esté con Él o contra Él, y esa mezcla de la piedad con el espíritu del mundo, su enemigo, es abominada de Dios. Desde el Dt. 22, 9 s., se nos inculca a tal punto la idea de que Dios odia toda mezcla, que Moisés prohíbe sembrar semillas mezcladas, arar con yunta de buey y asno, y hasta vestirse con mezcla de lana y lino. De ahí que cuando Jesús quiere caracterizar en Natanael al buen israelita, dice simplemente que “en él no hay doblez” (Jn. 1, 47).

[11547] 20. Revelación de suma importancia: Las cosas creadas son como símbolos de las increadas e invisibles (Sal. 18, 1 ss.) y las almas rectas descubren incontables maravillas de Dios en la naturaleza (Sal. 103), como en otra biblia, si bien con exclusión de las verdades sobrenaturales que conocemos por la Revelación. Porque los misterios del amor del Padre que nos dio su Hijo y lo hizo Hermano nuestro, solo nos han sido descubiertos por la Palabra revelada. Tal, por ejemplo, la doctrina del Cuerpo Místico (1 Co. 12, 12 y nota). La fe, pues, no consiste en aquella simple creencia racional en el gran Arquitecto del Universo, sino en dar crédito a las palabras reveladas por el “Dios sumamente veraz”. Así lo declaró Pío X en el juramento antimodernista (Denz. 2145).

[11548] 22. Véase el extremo opuesto en 1 Co. 3, 18.

[11549] 24. Los entregó Dios: Como observa S. Tomás, no lo hizo empujándolos al mal, sino abandonándolos, retirando de ellos su gracia. Así cayeron en grandes errores y en vicios vergonzosos (Gál. 5, 19; Ef. 4, 19). Lo mismo hizo con Israel según el Sal. 80, 13.

[11550] 26. La perversión sexual tan extendida en los centros de cultura moderna, es consecuencia de la apostasía de nuestro siglo, que lo asemeja a aquellos tiempos paganos señalados por S. Pablo. La santa crudeza con que habla el Apóstol nos sirva de ejemplo de sinceridad y amor a la verdad. “El mundo suele escandalizarse de las palabras claras más que de las acciones oscuras”.

[11551] 1. He aquí la esencial doctrina del Padrenuestro. Solo podrá salvarse el que juzga conforme a la nueva Ley de Misericordia, pues así evitará que Dios le juzgue exclusivamente según la justicia (v. 5), en cuyo caso todos estaríamos condenados sin la menor duda.

[11552] 5. El pecador, abusando de la paciencia de Dios, se «atesora» ira —¡qué ironía!— para el día del juicio justo (dies irae), en el cual se habrá acabado el tiempo de la misericordia. “Los impíos, florecen en el mundo, pero se secarán de espanto en el día del juicio”. (S. Agustín). Cf. Mt. 7, 22 y nota.

[11553] 9 s. Por griegos se entiende aquí los paganos. Véase 1, 14 y nota. «Los judíos son los primeros en el castigo como en la recompensa» (Buzo).

[11554] 11 s. En Dios no hay acepción de personas, porque Él es justo. No por ser aquel judío, y este, griego o gentil, ha de recibir honor aquel y este castigo; sino que el honor y el galardón será de todo aquel que obra bien (v. 10). Nótese la delicadeza del Apóstol para con los judíos. No les dice crudamente: el gentil es igual al judío; usa más bien un método indirecto para convencerlos sin provocar su indignación (cf. Hch. 22, 22 y nota). Por eso añade que los que sin Ley pecaron, sin Ley perecerán, y cuantos con Ley pecaron, por la Ley serán juzgados (v. 12). De esta manera muestra que el judío, por tener la Ley, está más gravado que el gentil que no tiene Ley. A los judíos les parecía muy extraño que un hombre que no conocía la Ley, hubiese de recibir honor por sus obras, porque en su altivez y orgullo se creían muy superiores a los paganos. San Pablo no niega esa superioridad inicial, pero agrega que el conocimiento de la Ley encierra más responsabilidad porque el que fue objeto de mayores cuidados por parte de Dios, tanto mayores penas sufrirá. Más adelante explayará el Apóstol a los Efesios el misterio del Cuerpo místico en el cual los gentiles son llamados al par que Israel y ya no hay judío ni griego.

[11555] 13. “¿No ves cuánto mayor necesidad de recurrir a la gracia impone el Apóstol a los judíos? Porque diciendo ellos que no necesitaban de la gracia, como justificados por la Ley, les prueba que necesitan de ella más que los griegos, pues de lo contrario serían más gravemente castigados” (S. Crisóstomo).

[11556] 14. La Ley natural es una escritura que Dios graba en nuestros corazones y que se manifiesta por la voz de la conciencia, a la cual están sometidos aun los paganos. Si estos pues, no la cumplen, se condenan como si hubiesen desobedecido a la revelación. Pero como San Pablo supone aquí que pueden cumplirla, debemos concluir que en tal caso el Espíritu que les dio la gracia para ello como a Cornelio (Hch. 10, 4) les dará también el necesario conocimiento de Cristo para que tengan esa fe en Él sin la cual es imposible agradar a Dios (Hb. 11, 6; cf. Hch. 4, 12). Si es necesario, dice S. Tomás, Dios les mandará un ángel, y esto coincide con a envío de Pedro a Cornelio (Hch. 10, 9 ss.).

[11557] 15. Estos razonamientos son los juicios ocultos depositados en la mente o conciencia del hombre, que se revelarán en el día del juicio, de tal manera que habrá perfecto acuerdo entre la conciencia y el Supremo Juez.

[11558] 24. Es el estrago causado por quienes deberían ser luz y son tinieblas (Mt. 5, 13-16).

[11559] 25. En lo restante de este capítulo San Pablo censura de nuevo a los que, confiados en la circuncisión, se creían superiores a los demás. De nada les sirve la circuncisión sin la observancia de la Ley, en la que se funda la circuncisión, siendo de notar que nadie era ni es por sí mismo capaz de cumplir la Ley (Ez. 18, 21 y nota). Así tampoco, de nada sirve el Bautismo al cristiano que no vive su fe (véase Mc. 16, 16).

[11560] 27. Aquí vemos no solamente el carácter acusador y vengador de la Ley contra sus transgresores, sino también el papel de jueces que tendrán los incircuncisos contra los malos observantes de la Ley, como cuando dijo Cristo: “Los ninivitas se levantarán en el día del juicio con esta raza y la condenarán... La reina del Mediodía se levantará en el juicio con esta raza y la condenará” (Mt. 12, 41 s.).

[11561] 29. La circuncisión del corazón, cuya idea inculcaba ya Moisés (Dt. 10, 16; cf. Jr. 9, 26; Ez. 44, 7; Hch. 7, 51) significa aquí la rectitud con que nos dejamos conducir por el Espíritu Santo, el cual nos salva entonces gracias a la Redención de Cristo, mediante la fe y las obras de amor que de ella proceden (Ga. 5, 6). Deberemos, pues, superar las malas inclinaciones de nuestra carne, usando con sinceridad el instrumento del Espíritu que se nos da para hacernos capaces de sobreponemos a la carne (Ga. 5, 16 ss.). Cf. 8, 9 ss.; Fil. 3, 3.

[11562] 2. Con todo, los judíos aventajan a los gentiles porque Dios les ha entregado los oráculos, es decir, las Sagradas Escrituras, que contienen las divinas promesas y dan testimonio del Mesías. El mérito no es, pues, de los judíos; su prerrogativa consiste más bien en haber sido objeto de un especial don y beneficio que Dios realizó al elegirlos como portadores de la Revelación a través de los siglos anteriores a Cristo.

[11563] 4. Véase Sal. 115, 11. Por el pecado de Israel se ha manifestado que solo Dios es veraz y fiel. Esta conexión aparentemente paradójica, entre el pecado del hombre y la manifestación de la justicia y verdad de Dios, la muestra San Pablo citando el Salmo 50, 6, según los Setenta.

[11564] 8. Ya en su tiempo se combatía esta doctrina, demasiado sublime para que la admitan los que no piensan bien de Dios (Sb. 1, 1). ¿Cómo pretender, y S. Pablo lo enseña claramente, el absurdo de que la fe en la gracia y misericordia de un Dios amante (Ef. 2, 4) pueda llevarnos a ofenderlo? Pues esa fe es precisamente la que nos hace obrar por amor (Ga. 5, 6). No es otra cosa lo que enseña Santiago al decirnos que las obras son la prueba de que uno tiene fe (St. 2, 18).

[11565] 9. Judíos y gentiles son parecidos en el pecado. La Ley no es capaz de justificar al hombre, puesto que no da la gracia necesaria para cumplir los preceptos que impone. En cambio el Evangelio de Jesucristo trae aparejada la gracia para los que creen en Él (1, 16; Jn. 1, 17) porque es ley del Espíritu de vida en Cristo (8, 2; Jn. 6, 63).

[11566] 10. Los versículos 10-18 son citas de los Salmos y del Profeta Isaías. Véase Sal. 5, 11; 9, 7; 3, 1 ss.; 35, 2; 52, 2 ss.; 139, 4; Is. 59, 7. En estos textos se prueba la apostasía general, la impiedad de los judíos y de los paganos. El Apóstol cita estos pasajes no por puro afán de acusar, sino “para abrir a los oyentes una espléndida puerta hacia la fe”.

[11567] 19. El mundo entero: todo hombre, no solo el gentil sino también el judío, lo cual implica una condenación de la arrogancia del pueblo escogido. Todos necesitaban igualmente la gracia, como un reo desvalido e incapaz de defender su causa necesita de un abogado que lo defienda y patrocine.

[11568] 20. Por medio de la Ley nos viene el conocimiento del pecado: “De nuevo se lanza contra la Ley pero con más suavidad, pues lo que aquí dices no acusa a la Ley, sino a la desidia de los judíos; sin embargo, como va a hablar de la fe insiste en la flaqueza e inutilidad de la Ley. Pues si te empeñas en gloriarte de la Ley, dice, ella más bien te avergüenza manifestando y condenando tus pecados... Luego también será mayor el suplicio de los judíos. Pues la acción de la Ley fue esta: darte conocimiento del pecado. El evitarlo, a tu cuenta quedaba: si no lo hiciste, te acarreaste mayor castigo” (S. Crisóstomo).

[11569] 22. La salvación solo es posible por la fe en Jesucristo nuestro único Mediador, quien haciéndose víctima en la cruz, nos redimió y nos mereció la gracia de la justicia y salvación. No hay ninguna nación que en esto sea privilegiada (v. 29).

[11570] 24. Por esto para todos hay un solo y mismo camino de justificación, que el hombre no puede ganar mediante sus propios esfuerzos porque es un don gratuito de Dios. Por la gracia nos convertimos en hijos de Dios como miembros vivientes de Cristo y participamos de sus méritos. Dice el Concilio de Trento: “Cristo derrama continuamente su virtud en los justos, como la cabeza lo hace con los miembros y la vid con los sarmientos. Dicha virtud precede siempre a las buenas obras, las acompaña y las sigue, dándoles un valor sin el cual en modo alguno podrían resultar del agrado de Dios ni meritorias” (Ses. VI, cap. 16). Cf. Conc. Trid. ses, VI, cap. 8. Véase 1 Co. 15, 50; 2 Co. 10, 17; Ef. 1, 6; 2, 8 s.; 2 Pe. 1, 4.

[11571] 26. Véase 1, 17 y nota. Esto nos hace entender la justicia de que habla Jesús en Mt. 6, 33.

[11572] 27. Nótese cómo esta doctrina lleva eficazmente a la verdadera humildad (Ef. 2, 7; 1 Co. 2, 5; Denz. 174 ss.).

[11573] 28. Cf. Ga. 2, 16. No se refiere a las buenas obras de la caridad (1 Co. 13), en las cuales se manifiesta la fe (St. 2, 20-24), sino a las obras de la Ley, las que carecen de valor para la justificación. “San Pablo habla de las obras que preceden a la fe, Santiago de las que la siguen” (S. Agustín).

[11574] 30. Adoremos la sabia providencia de Dios que dio a todos la capacidad de llegar a Él por la fe, a los judíos y a los gentiles. “Los judíos son justificados «en virtud de la fe», inherente a las promesas mesiánicas y como entrañada en ellas; los gentiles, en cambio, son justificados «por medio de la fe», como por un remedio que les vino de fuera” (Bover).

[11575] 1. Pasa el Apóstol a demostrar que también en el Antiguo Testamento la justificación no se realizó por medio de las obras de la Ley, sino por la fe. Abrahán, el padre de los judíos, fue justificado ya antes de la circuncisión (Gn. 15, 6), por la gracia de Dios y la fe en el Mesías. Por eso es llamado padre de los creyentes. La fe viva y firme de aquel santo patriarca debe ser modelo de la fe de todo cristiano. Véase Hb. 11, 6 ss. Refiriéndose al pasaje citado define el Concilio de Trento que la fe es “el principio de la humana salvación, el fundamento y la raíz de toda justificación” (Ses. VI, cap. 8). Cf. Ef. 2, 8 s.; Denz. 191 ss. Sin embargo, no podernos salvarnos sin que nuestras obras confiesen la fe (10, 10), por lo cual debemos practicarlas sin cesar y luchar contra el mal.

[11576] 7. Véase Sal. 31, 1 s. y nota; 50, 1 ss. y notas.

[11577] 12. Abrahán es el padre de todos los que creen, sean o no circuncisos, puesto que fue elegido y justificado antes de la circuncisión y recibió tal promesa espiritual antes de ser padre del pueblo judío según la carne. Así se revela ante nuestros ojos el misterio de la unión de los dos Testamentos. Véase Gn. 17, 5, citado en el versículos 17.

[11578] 18 s. Contra toda esperanza: Tenía el patriarca cien años, y Sara, la estéril, noventa. Véase Hb. 11, 8 ss. Mas él no vaciló ni siquiera cuando la naturaleza le impedía creer. De ahí que junto a la promesa que Dios hizo a Abrahán de que poseería la tierra de Canaán, le aseguró también que su posteridad sería tan numerosa como las estrellas del cielo y las arenas del mar.

[11579] 25. “Es en la resurrección donde se completa la obra de nuestra salvación. Muriendo, Jesús nos liberó del mal; resucitando, nos conduce al bien” (S. Tomás). Véase 8, 23 y nota.

[11580] 1. La enemistad creada por el pecado, entre Dios y el linaje humano, fue borrada por el triunfo de Cristo sobre el pecado. El fruto de esta victoria es la paz con Dios. Si Jesucristo hizo tanto por los pecadores, ¿qué no podemos esperar de su bondad nosotros los redimidos? (v. 9 ss.).

[11581] 4. La esperanza, que resulta de la prueba, es una virtud teologal, fruto de la fe viva animada por caridad, (Ga. 5, 6). El que cree y ama, espera con vehemente deseo los bienes que Cristo nos promete, y tiene, pues, en la esperanza el supremo sostén de su optimismo. “La gloria que espero, dice S. Francisco de Asís, es tan grande, que todas las enfermedades, todas las mortificaciones, todas las humillaciones, todas las penas, me llenan de alegría”.

[11582] 5. Esta divina revelación, que la Iglesia recoge en la Liturgia de la semana de Pentecostés, nos muestra hasta dónde llega la obra santificadora del Espíritu Santo, que pone en nosotros su propia fuerza para hacernos capaces de corresponder al amor con que Dios nos ama. Cf. 8, 16 y 26; Ef. 1, 13 s.

[11583] 7. Aquí se nos muestra el carácter del amor de Cristo por nosotros. En el v. 10 vemos el amor del Padre. En ambos resplandece ante todo la misericordia en un grado tan incomprensible, que se vale del suplicio y muerte del Verbo encarnado, para otorgarnos la redención en vez de castigarnos. Tal misericordia es lo que asombra a San Pablo en 8, 32 ss. Cf. Ef. 2, 4 ss.

[11584] 10. Como enemigos: Inmensa, asombrosa revelación de lo que es el corazón de Dios. En ello consiste toda nuestra felicidad, pues de no haber sido Él así, estaríamos perdidos sin remedio, ya que nacimos enemigos de Él y propiedad de Satanás (Sal. 50, 7). El Padre nos da así el ejemplo del amor a los enemigos, que es la esencia del Sermón de la Montaña: no solo es bueno con los desagradecidos y malos (Lc. 6, 35) y hace salir su sol para ambos (Mt. 5, 45) sino que lleva esa bondad al grado infinito y no vacila en entregar a su Hijo (Jn. 3, 16) incondicionalmente, a la muerte ignominiosa (8, 32), con el fin, no solo de perdonar, sino de hacernos iguales al Hijo que se sacrificaba (8, 29), hijos como Él (Ef. 1, 5). Así comprendemos por qué Jesús nos pone al Padre de arquetipo y modelo del amor y misericordia que hemos de tener con el prójimo (Lc. 6, 36 y nota). Nada podremos en materia de amor si no recordamos que Él nos amó primero (1 Jn. 4, 10 y 19), y si no descubrimos ese amor y le creemos (1 Jn. 4, 16). Una sola vez nos expone Jesús el gran mandamiento del amor en forma solemne (Mt. 22, 34-38), pero nos habla, a la inversa, de lo que el Padre nos ama a nosotros, de que nos ama tanto como a Él (Jn. 17, 23 y 26), hasta entregarlo a Él y alegrarse de que Él se entregara por nosotros (Sal. 39, 7-9) y amarlo especialmente a Él por eso (Jn. 10, 17); también nos dice que Él mismo nos ama tanto como el Padre a Él (Jn. 15, 9), y que si lo amamos a Él (a Jesús tal como se mostró en el Libro de los Evangelios), el Padre nos amará especialmente, y ambos vendrán a nosotros (Jn. 14, 23 s.), y entonces sí seremos capaces de cumplir aquel gran mandamiento de amor al Padre, porque al venir así Él con su Hijo a habitar espiritualmente en nosotros, estaremos llenos del Espíritu de Ambos, que es el Espíritu Santo, el Espíritu de Amor, el cual pondrá en nosotros la capacidad de amar como somos amados (v. 5).

[11585] 12. Nótese el paralelo entre Adán y Cristo; en cambio recibimos la vida nueva de la gracia. Aquí se ve fundamentada la doctrina del pecado original. S. Agustín contemplando la argumentación del Apóstol, exclama: “¡Oh, feliz culpa, que nos mereció semejante Redentor! Si fue grande la malicia, [mucho más] aún fue la caridad”.

[11586] 14. Sobre los que no habían pecado: [por ej.] los niños y dementes, los que no pudieron pecar. Su muerte no se puede explicar sino porque participaban del pecado de Adán. De Aquel que había de venir: Cristo, el segundo Adán.

[11587] 15. Los muchos, expresión que significa todos. Cf., Mt. 24, 12.

[11588] 20. Se aumentó el pecado, por las mismas prohibiciones que contenía. Esto es, lo que antes no se conocía como pecado, por la Ley se dio a conocer como tal y comenzó, además a trocarse en incentivo para las pasiones humanas.

[11589] 2. ¡Muerto al Pecado! ¿Nosotros?... La gran sorpresa que esto nos produce, muestra hasta qué punto vivimos apartados de la fe plena, ignorando el alcance y los misterios maravillosos de nuestra Redención por Jesucristo, y debatiéndonos en las miserias y derrotas de nuestra alma sin sospechar siquiera los recursos de la gracia que Dios regala. No es ciertamente nuestra inclinación natural, nuestra carne, lo que está muerto al pecado (véase 7, 23 y nota). Es la «nueva vida» espiritual y sobrenatural (v. 4), según el «nuevo espíritu» que nos desata de la Ley (7, 6); vida nueva que Cristo nos entregó ya con su «ley del espíritu de vida» que nos libra de la «ley del pecado y de la muerte» (8, 2). Este don, como todos los de fe, lo obtienen los que creen que es verdadero, pues el creer es la medida del recibir (Mt. 8, 3; Mc. 9, 22; 11, 13; Is. 57, 10-13 y notas). Y para poder creer en esos favores hay que conocerlos. San Pablo va para eso a enseñarnos, en este capítulo y en los que siguen, cosas que superan a toda posible capacidad de admiración, hasta estallar él mismo por dos veces (8, 35 ss.; 11, 32 ss.) en himnos de adoración rendida ante los beneficios que nos trajo la Crucifixión de Jesús. El disfrutarlos en nuestra alma, desde hoy para siempre en «nueva vida», depende del interés que pongamos en seguir estudiándolos, como lo hacemos en este feliz momento sin permitir que Marta, con su reclamo (Lc. 10, 40) que no dejará de presentarse, venga a quitarnos nuestro privilegio, superior a todos sin excepción (Lc. 10, 42).

[11590] 4. Se refiere al Bautismo de los primeros cristianos, los cuales se bautizaban sumergiéndose completamente en el agua. Así como Cristo fue sepultado en la muerte, así nosotros somos sepultados en el agua del Bautismo (Col. 2, 12). S. Pablo nos revela aquí el aspecto más hondo de la doctrina del Cuerpo Místico, que no solo consiste en esa comunicación de bienes espirituales entre los cristianos, que se llama la Comunión de los Santos, sino esencialmente en que Cristo vive, sufre y muere sustituyéndole a cada uno de nosotros, por lo cual el cristiano de viva fe, siendo verdaderamente parte del mismo Cristo, puede decir que murió cuando Cristo murió, y que resucitó con Él (Col. 3, 1). “Es cierto que físicamente uno muere primero y después es sepultado, pero espiritualmente es la sepultura en el Bautismo la que causa la muerte del pecador” (S. Tomás). Lo que acontece en el Bautismo, propiamente no es otra cosa que —si así se lo puede llamar— una extensión del proceso de la divina generación de la segunda persona de Dios, sobre el hombre, a través de la Encarnación del Hijo de Dios; sobre el hombre que por estar en Cristo Jesús, también se hace hijo de Dios” (P. Pinsk).

[11591] 5. Somos injertados en Cristo, vivimos en Él y Él en nosotros; somos los sarmientos. Él es la vid; resucitaremos en Él, seremos glorificados en Él, y reinaremos con Él eternamente (8, 1; 8, 7; Jn. 15, 1; 17, 24 y nota; Ga. 3, 27; Ef. 2, 5; Col. 2, 12 s.; 2 Tm. 2, 11 s.).

[11592] 6 ss. Nuestro hombre viejo: el hombre que está bajo el dominio del pecado, en contraposición al nuevo que se ha regenerado en Cristo por la fe y el Bautismo. El cuerpo del pecado: Como observa S. Crisóstomo, este término indica el pecado en general, que dimana en nuestro cuerpo. De ahí que, habiendo muerto nosotros también en el Bautismo con Cristo (v. 8), como miembros de su cuerpo, estamos justificados del pecado, porque al morir así hemos ya recibido el castigo del pecado, que es la muerte (v. 7). Claro está que para la aplicación gratuita de este admirable misterio, se requiere que cada uno crea en el mismo con una fe viva (9, 30 ss.; Jn. 1, 12) y obre según ella.

[11593] 10. Murió al pecado: Expresión misteriosa que parece equiparar a Cristo al pecador, que con su conversión rompe de una vez para siempre los lazos que le tenían sujeto al pecado. “Es que Cristo también —por su inefable dignación— antes de la muerte estaba en cierto modo sometido al pecado; no a pecado alguno personal, pues era la inocencia misma, sino al «pecado del mundo» que sobre sí había tomado y por el cual muriendo había de satisfacer a la justicia divina. Por esto al librarse con la muerte de esta especie de sujeción al pecado puede decirse que «murió al pecado». Y como esta muerte al pecado fue definitiva y eterna, quiere S. Pablo que el pecador, a su imitación, rompa con el pecado de una vez para siempre” (Bover).

[11594] 18. Cada uno debe servir a aquel de quien se ha hecho siervo. Como siervos de Cristo estamos obligados a servirle siempre a Él y no al pecado. Solo cuando le servimos a Él somos verdaderamente libres. Véase Jn. 8, 31-36.

[11595] 23. La gracia de Dios es la vida eterna: “Mediante la gracia descansamos bajo la tienda de la eternidad divina junto a la fuente de todo ser y de toda vida. Nuestra existencia eterna está tan asegurada como si fuéramos Dios en persona. Pueden perecer el cielo y la tierra, caer los astros del firmamento, desquiciarse la tierra de sus bases, no importa; nada de esto nos afectará puesto que reposamos más arriba que todas las creaturas en el seno del Creador” (Scheeben).

[11596] 1. Los siguientes vv. quieren decir: la entrega total a Jesucristo no es infidelidad al dueño anterior, o sea, a la Ley mosaica. La muerte mística realizada en el sacramento del Bautismo nos libró, de la misma manera que queda libre una mujer, al morir su marido, para contraer nuevo matrimonio. La comparación supone la indisolubilidad del vínculo matrimonial.

[11597] 4 ss. Habéis muerto a la Ley: He aquí otra expresión muy capaz de escandalizar al espíritu farisaico o paganizante que, confiando en sí mismo y suprimiendo toda visión del misterio sobrenatural, no concibe más espiritualidad que una moral fundada en el esfuerzo (y por tanto en el mérito) propio, sin dejarle a Cristo el honor de habernos salvado. Sobre este punto, que S. Pablo discutía con los “insensatos gálatas (Ga. 3, 1 ss.), véase v. 23; 6, 2; Mc. 7, 4; Ga. 5, 18 y notas. El v. 5 sintetiza la ley de la carne, que expondrá en el presente capítulo; el v. 6, la “ley del Espíritu de vida”, que explayará en el cap. 8. La primera es la del hombre natural, sin redentor y sometido a una ley que su naturaleza caída era incapaz de cumplir para salvarse (cf. 1 Co. 2, 10). La segunda es la del que cuenta con un Redentor cuyos méritos puede invocar, mediante la fe en El, para recibir la vida nueva del Espíritu que lo ilumina y lo hace vivir de amor. Esta es para los “enfermos” y “pecadores”, que reconocen la necesidad del bondadoso Médico para poder vivir (Lc. 5, 32 y nota). Los que se creen “sanos” y “justos” se quedan con aquella y desprecian la gracia del Redentor (Ga. 2, 21), ignorando que sin Él “todos perecerán” miserablemente (Mc. 1, 15 y nota).

[11598] 7. La Ley mosaica como tal era buena, pero dada la mala inclinación del hombre caído, el conocimiento de la Ley aumentaba la concupiscencia. De ahí que nadie fuese capaz de cumplir la Ley. Solo el conocimiento de Cristo al darnos la gracia puede librarnos de ese tristísimo estado, como lo dice el Apóstol en el v. 24.

[11599] 8. Muerto: no en cuanto no existiera el pecado, sino porque el hombre no tenía conciencia de él (S. Agustín.)

[11600] 11. Lo que los primeros padres experimentaron en el paraíso después del pecado, se repite en la vida de todo hijo de Adán: no solo pierde la paz y la armonía entre su razón y su voluntad, sino que está incapacitado para producir, por sí mismo, obras agradables a Dios en el orden sobrenatural, las cuales solo pueden provenir de la gracia divina. Cf. 5, 5 y nota.

[11601] 13. Por medio de lo que es bueno: (cf. v. 12) ¡Triste condición la nuestra, que aun del bien saca el mal! Así también la bondad del prójimo suele ser ocasión de que abusemos de ella, y la belleza de la naturaleza no nos impide aprovecharla para ofender a Aquel que nos la dio. En cambio Él sabe, a la inversa, sacar bien del mal, y del pecado mismo nos brinda la humillación saludable que poco a poco nos lleva al amor.

[11602] 14 ss. Como hombre espiritual va a describir el Apóstol la disensión entre el espíritu y la carne, y el poder del pecado en el hombre sometido a la Ley y aún no renovado por la gracia de la Redención. Véase el remedio en v. 24 y nota.

[11603] 18 ss. “En otras religiones se necesita ser bueno para poder acercarse a Dios. No así en la cristiana. El cristianismo concuerda con la realidad de la vida: empieza por reconocer que el hombre, no importa cómo sea, no es lo que debiera ser. Si en el mundo todo fuese perfección no se necesitaría a Dios, porque nuestra perfección sería nuestra justificación. Dios, empero, es necesario porque existe el mal. El cristianismo empieza reconociendo que en nuestras vidas y en el mundo hay algo que no debiera ser, que no necesitaría ser y que muy bien podría ser de otra manera, si el hombre no se resolviese por el mal. Si el hombre quiere ser bueno, debe reconocer ante todo que no lo es” (Monseñor Sheen). Cf. Ga. 1, 4 y nota.

[11604] 23. La ley del pecado que está en mis miembros: S. Pablo plantea aquí todo el problema moral del hombre, o sea, la tragedia del hombre caído, que se expresa por aquella fórmula que dice: “El acto sigue al deseo, si no se opone un amor, fundado en conocimiento, que da voluntad mejor”. Es decir, que por el amor nos alejamos del pecado, cuyo deseo está en nuestros miembros y estará hasta la muerte, pues la carne nunca dejará de rebelarse contra el espíritu (Ga. 5, 17). Jesús enseña eso claramente al decir (Jn. 14, 24 s.) que el que no lo ama no podrá guardar su doctrina, y que por eso Él no se manifestará a todos (ibíd. v. 22). La experiencia propia y ajena nos lo muestra también, pues son muchos los que temen al infierno, y sin embargo pecan. En cambio los que desean a Dios (como un bien deseable desde ahora, y no como la salvación de un mal), esos no pecan, porque ese amor que les hace desear a Dios es el mismo Espíritu Santo (5, 5); amor que por consiguiente nadie tiene si no le es dado, pero que a nadie se le niega si lo pide, como que el Padre está deseando darlo (Lc. 11, 3). Y cuando lo tenemos, somos hijos de ese Padre (Ga. 4, 5) y Él, mediante ese Espíritu, que es soplo, impulso, nos mueve a obrar, como tales hijos (8, 14), y no ya como esclavos (8, 15); y entonces no podemos pecar (1 Jn. 3, 9) y hemos vencido al Maligno (1 Jn. 2, 14), pero no ciertamente con la carne sino con el espíritu (Ga. 5, 16), puesto que tenemos entonces el mismo Espíritu de Dios, más poderoso que el que está en el mundo (1 Jn. 4, 4). Gracias a este conocimiento espiritual que nos es dado por las palabras de Dios, esencialmente santificadoras (Jn. 17, 17), nos decidimos a aceptar esa vida de amor divino como cosa deseable y no solo como obligatoria (1 Jn. 4, 18), y entonces no puede sorprender que este deseo sea más fuerte que aquellos deseos de la carne, que hay en nuestros miembros como aquí vemos, pues no se trata ya de desear cosas que Dios nos dará, sino de desearlo a Él mismo, como desea todo el que ama. Él mismo es nuestra recompensa (Sb. 5, 16 y nota; Ap. 22, 12); es decir, que el ser amado de Él, y poder amarlo, es un bien infinito que poseemos desde ahora, y claro está que, si de veras creemos en tal maravilla, despreciaremos y odiaremos, aun contra nuestros propios miembros, todo lo que pretenda quitarnos esa actual posesión y disgustarlo a Él que así nos amó hasta divinizarnos mediante el don de su propio Hijo y de su propio Espíritu.

[11605] 1. Comienza el Apóstol a pintar con expresiones entusiastas la imagen del hombre redimido y elevado a la libertad de Cristo mediante el Espíritu Santo.

[11606] 2. La ley del Espíritu de vida: véase 3, 9 y nota. “Como el espíritu natural produce la vida natural, así el Espíritu Santo crea la vida de la gracia” (S. Tomás). “Jesucristo se hizo hombre para hacernos espirituales; en su bondad, se ha rebajado para elevarnos; ha salido para hacernos entrar; se ha hecho visible para enseñarnos las cosas invisibles” (S. Gregorio Magno).

[11607] 3. Véase Hch. 15, 10; Hb. 9, 15.

[11608] 5. Véase sobre esto Ga. 5, 17 s. y nota.

[11609] 6. He aquí el criterio para distinguir las tendencias que agitan al mundo: la sabiduría de la carne, que pretende salvarse sin Cristo, es muerte. San Pablo divide a los hombres en dos categorías: el hombre simplemente racional, que él llama “psíquico”, y el hombre espiritual. Tanto aquí como en 1 Co. 2, 10-16, nos muestra la manera de ser de cada uno de ellos.

[11610] 14 s. Son movidos: Tanto en la Vulgata como en el griego, el verbo está en voz pasiva. No se trata, pues, aquí de una simple regla de moral, sino de revelarnos el asombroso misterio del Espíritu Santo que se digna tomar el timón de nuestra vida cuando nos le entregamos con la confiada docilidad de los que se saben hijos del Padre celestial. Véase la inefable promesa de Jesús en Lc. 11, 13, y su nota. “El espíritu de filiación o adopción divina se conoce en cuanto que aquel que lo recibe es movido por el Espíritu Santo a llamar a Dios su Padre” (S. Crisóstomo). Con esta adopción de hijos de Dios no solamente se recibe la gracia, la caridad y los dones del Espíritu Santo, sino también al mismo Espíritu, que es el don primero e increado (véase 5, 5 y nota). “Unidos a Cristo, nuestra Cabeza, como sarmientos a la vid, y circulando por todos una misma vida, podemos decir: ¡Padre! y alcanzaremos la misma herencia del Hijo” (Oñate). Olvidar esta verdad sería negar la conciencia, que es ley aun para los paganos (2, 14), e incurrir en el espíritu de esclavitud, que el mismo S. Pablo declaró ajeno al dogma cristiano y sustituido por este espíritu de hijos de Dios (v. 21). Cf. Ga. 4, 3-7; 2 Tm. 1, 7; St. 1, 25; 2, 12; Jn. 8, 32; 1 Co. 12, 1 ss.; 2 Co. 3, 17.

[11611] 18. Palabras que deberían leerse a la entrada de cada hospital. No nos inquietaremos por un poco de dolor —que nunca nos tienta más allá de nuestras fuerzas (1 Co. 10, 3)— si de veras creemos y esperamos una gloria sin fin, igual a la de Aquel que, por conquistarla para su Humanidad santísima y para nosotros, no obstante ser el Unigénito de Dios, sufrió en la vida, en la pasión y en la cruz más que todos los hombres.

[11612] 21. Hasta la creación inanimada, que a raíz del pecado de los primeros padres fue sometida a la maldición (Gn. 3, 17), ha de tomar parte en la felicidad del hombre. De la transformación de las cosas creadas nos hablan tanto los vates del Antiguo Testamento como los del Nuevo. Véase Is. 65, 17 y nota; 2 Pe. 3, 13; Ap. 21, 1 ss.; Ef. 1, 10; Col. 1, 16 ss. Los Santos Padres hacen notar que el Hijo de Dios precisamente se hizo hombre porque en la naturaleza humana podía abrazar simultáneamente la sustancia material y espiritual de la creación. Es la promesa maravillosa de Ef. 1, 10. Véase allí la nota.

[11613] 23. La filiación: cf. Ef. 1, 5 y nota. La redención de nuestro cuerpo: su resurrección y transformación (1 Co. 15, 51) a semejanza de Cristo (Fil. 3, 20 s.). Véase Lc. 21, 28; Ef. 1, 10 y nota. “Como nuestro espíritu fue librado del pecado, así nuestro cuerpo ha de ser librado de la corrupción y de la muerte” (S. Tomás). Lo que se operará en nosotros ese día será como lo que se operó en Jesús cuando el Padre glorificó su Humanidad santísima (Sal. 2, 7 y nota) y lo sentó a su diestra (Sal. 109, 1; cf. Ef. 2, 6). Por eso también seremos reyes y sacerdotes (Ap. 5, 10) como Él (Sal. 109, 3 y 4).

[11614] 26. Con esta palabra apostólica consuélense los que se lamentan de no poder orar con la perfección necesaria: ¡El Espíritu ora en nosotros! Como dicen los místicos, la oración es tanto más perfecta cuanto más parte tiene en ella Dios y menos el hombre: “¿No es cierto que solemos estar bien lejos de este concepto y que atribuimos la pasividad a Dios y la actividad al hombre?” Es decir, que para nosotros es una actividad más bien receptiva, pero incompatible con la distracción, pues ella está hecha precisamente de atención a lo que Dios obra en nosotros con su actividad divina fecundante. Esa atención no acusa modificaciones sensibles, sino que es nuestro acto de fe vuelto hacia las realidades inefables de misericordia, de amor, de perdón, de redención y de gracia que el Esposo obra en nosotros apenas se lo permitimos, pues sabemos que Él siempre está dispuesto, ya sea que lo busquemos —en cuyo caso no rechaza a nadie (Jn. 6, 37)— o que simplemente lo dejemos entrar, porque Él siempre está llamando a la puerta (Ap. 3, 20); y aun cuando no le abramos, atisba Él al menos por las celosías (Ct. 2, 9), y aun nos persigue como un “lebrel del cielo” (cf. Sal. 138, 7 y nota, y también el apéndice de nuestro estudio “Job, el libro del consuelo”). Cuanto más sabemos y creemos esto, más aumenta nuestra amorosa confianza y más se despierta nuestra atención a las realidades espirituales, hasta hallarse firme y habitualmente vuelta hacia el mundo interior (Ef. 3, 16), no ciertamente el mundo de la introspección psicológica (cf. 1 Co. 2, 14 y nota), sino a la contemplación de Jesús “autor y consumador de nuestra fe” (Hb. 12, 2; Sal. 118, 37 y nota). Nuestra vida se vuelve entonces un acto cuasi permanente de esa “fe que es la vida del justo” (1, 17), animada por la caridad (Ga. 5, 6; Ef. 3, 17) y sostenida por la esperanza (5, 5; Fil. 3, 20 s.; 1 Ts. 4, 18; 5, 8; Tt. 2, 3; 1 Jn. 3, 3). Nuestro mayor empeño entonces, lejos de llevarnos en la oración a una gárrula e importuna actividad, está precisamente en no poner límites a cuanto Dios quiera obrar en nuestra alma (2 Co. 5, 3 y nota), aunque a veces no lo percibamos. Para ello no hay nada que ayude tanto como el trato continuo con la Escritura, pues en esa oración escuchamos constantemente a Dios. No es que se trate de nuevas o milagrosas revelaciones individuales, sino que se actualizan en nuestra mente o en nuestra memoria las palabras que el Espíritu Santo “nos habló por los profetas” y por Jesús (Jn. 14, 26 y nota; Hb. 1, 1 s.), adquiriendo sentidos cada vez más claros, más atrayentes y más profundos, en esa rumia, que es lo que David llama la bienaventuranza del que día y noche medita la Palabra de Dios (Sal. 1, 1 ss.). No era otra la vida de oración de la Virgen María, según nos lo indica por dos veces S. Lucas en 2, 19 y 51, y una vez el mismo Jesús (Lc. 11, 28 y nota), y según lo revela ella misma en su himno el Magnificat (Lc. 1, 47 ss.), pues está hecho todo con palabras de la Escritura que Ella recordó en ese momento, por obra del Espíritu Santo. Y así, en la Vigilia de Pentecostés (Oración de la 3ª Profecía), se dice que “también a nosotros nos instruyó Dios por Moisés mediante su cántico”. Cf. Dt. 31, 22-30.

[11615] 28 ss. Vislumbramos aquí el misterio de la Predestinación. Hay dos opiniones con respecto a estos vv. Los Padres griegos, y los latinos hasta San Agustín, los interpretan como predestinación a la gracia: a los que sabe que responderán con fidelidad, Dios los premia con la gracia de la fe. Los autores latinos después de S. Agustín se inclinan a ver aquí la predestinación a la gloria. Los llamó: Llamados y escogidos son los términos que usa Jesús en el banquete para decir que aquellos serán muchos (cf. Hch. 15, 14), y estos, pocos (Mt. 24, 23; Lc. 21, 24; Rm. 11, 25). En Ap. 17, 14 vemos a “los llamados, escogidos y fieles” combatiendo con Jesús contra el Anticristo (cf. Ap. 19, 11 ss.; 1 Ts. 4, 16 s.; Judas 14, etc.).

[11616] 31 ss. Rebosando de confianza, seguro de la salvación, el Apóstol desafía al mundo, para entregarse por completo al amor de Dios. Imitémosle, principalmente en las horas de la tribulación cuando todos nos abandonan. En esas horas debemos recordar estas palabras, como lo hacía Santa Teresa, al decir: “Señor, Vos lo sabéis todo, Vos lo podéis todo, y Vos me amáis”. Y también: “Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”.

[11617] 34. Ese es el que intercede por nosotros: Es decir, nuestro Santo Patrono y Protector por excelencia. Véase Hb. 7, 25 y nota.

[11618] 35 ss. Como lo nota San Bernardo, “nuestra conformidad con el Verbo en el amor une con Él nuestra alma de un modo absolutamente indisoluble, como la esposa está unida a su esposo”. El mismo Señor Jesús nos enseña esta verdad en Jn. 10, 28 y 29. A través de este himno se ve la fe del Apóstol, que se siente seguro en el amor que Jesús le tiene, y ansía comunicarnos igual seguridad. “La confianza, la acción de gracias, la caridad —dice aquí Lagrange— brotan del fondo del alma de Pablo y se difunden como antorcha encendida para inflamar a todos los hombres, tan apasionadamente amados por Dios”.

[11619] 1. Los tres capítulos siguientes explican por qué fue desechado el pueblo judío, a pesar de las grandes bendiciones y promesas que le fueron dadas.

[11620] 3. Por mis hermanos: en bien de ellos o quizá en lugar de ellos. Es un bello rasgo de su caridad que ama a los hermanos más que a sí mismo (cf. 10, 1). Pero bien sabe Pablo —acaba de proclamarlo en 8, 35-39— que nada podría separarlo del amor de Cristo.

[11621] 4. La filiación: cf. Ex. 4, 22; Dt. 14, 1; Jr. 31, 9; Os. 11, 1; etc. A esa filiación colectiva del pueblo sucedió otra más sobrenatural para cada uno de los elegidos (8, 15 ss.).

[11622] 6 ss. La promesa no fue para los descendientes carnales de Abrahán, pues desde luego no entraron en ella los árabes, hijos de Abrahán por Ismael (v. 7; Gn. 21, 12), ni los idumeos, hijos de Isaac por Esaú (v. 12 s.; Gn. 25, 23; Mal. 1, 2 s.).

[11623] 9 s. Cf. Gn. 18, 10 y 14.

[11624] 14. La justicia distributiva nada tiene que hacer cuando se trata de cosas que son regaladas voluntaria y misericordiosamente (S. Tomás). Por libre gracia y misericordia nos llama Dios.

[11625] 16 ss. No del que quiere ni del que corre: Cf. v. 11; 8, 29 ss. S. Crisóstomo y S. Gregorio Nacianceno hacen resaltar en estas formidables palabras la iniciativa de Dios en nuestra salvación y la soberana libertad que Él se reserva, sin tener que dar cuenta de ella a nadie. Véase Mc. 10, 27; Sal. 32, 17; 146, 10 s. y nota. De ahí comprendió Santa Teresa de Lisieux que el camino hacia Él no era tratar de justificarse a sí mismo, ya que esto es imposible (10, 2 s.; Sal. 142, 2 y notas) sino “ganarle el lado del corazón” (Is. 66, 13 y nota) haciéndose pequeño (Mt. 18, 1 ss.; Lc. 10, 21).

[11626] 21. Confirmase en esta imagen el beneplácito con que Dios llama a unos, por pura misericordia, a la gloria, y reprueba a otros en justo aunque oculto juicio (S. Agustín).

[11627] 25 ss. Prueba con citas de los profetas que Dios va a llamar a los gentiles después de desechar a los obstinados judíos, de los cuales, según los profetas, una parte será salvada (v. 27). Cf. Os. 1, 10; 2, 24; Is. 10, 22 s.; 1, 9; Jr. 49, 18; 50, 40; Am. 4, 11; 1 Pe. 2, 10.

[11628] 27 ss. Solo un resto será salvo: corresponde a la voz hebrea Schear Yaschub, nombre simbólico del hijo de Isaías (Is. 7, 3), quien con este simbolismo alude a la salvación de las reliquias de Israel, que alcanzarán por obra gratuita de la misericordia divina. Pero Isaías (10, 21) alude a los convertidos que se salvarán al fin (cf. 11, 25 s.; Jr. 30, 13 y notas). En cambio S. Pablo lo aplica a los de su tiempo (11, 5 s.), es decir, a los que, por divina elección, fueron discípulos fieles de Jesús y formaron el núcleo primitivo de la Iglesia de Pentecostés. Véase Ga. 6, 16 y nota. En su conjunto Israel se excluyó a sí mismo de la salud mesiánica (v. 31) porque, tanto la Sinagoga en el tiempo del Evangelio, cuanto el pueblo de la dispersión en el tiempo de los Hechos, no quisieron seguir el camino de la fe, sino salvarse por las obras de la Ley. Véase lo que sigue en 10, 3 ss.; cf. Fil. 3, 9.

[11629] 33. Véase Is. 8, 14; 28, 16; 1 Pe. 2, 6 s.; Lc. 2, 34; Mt. 21, 42; Hch. 10, 43 s.

[11630] 1. Para que sean salvos: los judíos: cf. 9, 3; 11, 11 y notas.

[11631] 2. ¡Observemos esta notable enseñanza! Es decir, que no todo era maldad en los fariseos que condenaron al Señor. Era un celo. ¿Acaso no lo tuvo el mismo Saulo cuando perseguía a muerte a los cristianos y consentía en la lapidación de S. Esteban? Un celo fanático por la Ley, contra ese Cristo cuya doctrina hallaba “paradójica y revolucionaria”; hasta que Saulo, hecho Pablo, se convirtió en su más hondo intérprete y... pasó a ser tenido por paradójico y revolucionario, tal como él había mirado a los demás. Cf. Hch. 7, 52 y nota. El celo de Israel era falsos porque no se inspiraba en el recto conocimiento de Dios, sino más bien en la soberbia de tener el monopolio de la salvación entre todos los pueblos, y en la presunción de salvarse por sí mismo sin el Mesías Redentor. He aquí una de las más grandes lecciones que la caída de Israel nos da para nuestra vida espiritual. No les faltaba celo, pero no era según la Palabra de Dios (cf. Sb. 9, 10 y nota), sino apego a sus propias tradiciones (Hch. 6, 14 y nota) y soberbia colectiva (Jn. 8, 33; Mt. 3, 9; etc.). “Es necesario no juzgar las cosas según nuestro gusto, sino según el de Dios. Esta es la gran palabra: Si somos santos según nuestra voluntad, nunca lo seremos; es preciso que lo seamos según la voluntad de Dios” (S. Francisco de Sales). Véase 9, 30 y nota.

[11632] 3. Véase cómo Pablo se aplica esto a sí mismo en Fil. 3, 9.

[11633] 4. El fin de la Ley: “Jesucristo es la perfección y la consumación de la Ley, porque lo que no ha podido hacer la Ley, como es justificar al pecador, lo ha hecho Jesucristo” (S. Crisóstomo).

[11634] 5. Véase Lv. 18, 5, donde Moisés habla de la justificación por la Ley, mediante su cumplimiento.

[11635] 6 ss. “No digas que es imposible saber la voluntad de Dios. Para buscar a Dios no es menester que hagas cosas difíciles; Dios ha puesto como Mediador a su Hijo”. Tal es el ascensor de que habla Sta. Teresa de Lisieux, que nos permite subir rectamente adonde en vano pretenderíamos llegar por la escalera de nuestro puro esfuerzo. El v. 8 nos muestra cuán cerca la tenemos. Cf. v. 17 y nota; Dt. 30, 11; 14.

[11636] 11. Véase Is. 28, 16. No será confundido: alcanzarán la vida eterna por lo que acabamos de ver en este capítulo; porque la fe en Cristo es “el principio de la salvación humana, fundamento y raíz de toda justificación” (Concilio de Trento).

[11637] 13. Cita de Jl. 2, 32, que hace también Pedro en Pentecostés (Hch. 2, 21).

[11638] 15. Véase Is. 52, 7; Nah. 1, 15; Ef. 6, 15.

[11639] 16. No todos dieron oído: Jesús nos aclara este punto en la parábola del sembrador (Mt. 13), donde nos muestra con terrible realidad, que de las cuatro tierras en que se siembra la divina Palabra, solo una la retiene y llega a dar fruto. La causa de esto está señalada por el mismo Señor en Jn. 3, 19.

[11640] 17. Hay aquí una luz de extraordinaria importancia para nuestra propia conversión y la del prójimo: Es la Palabra divina la que tiene fuerza sobrenatural para transformar las almas, como ya lo señalaba David en el Salmo 18, 8 ss. Véase 1 Co. 4, 19 s. y nota; Hb. 4, 12.

[11641] 18. Es muy importante considerar esta rotunda afirmación que hace S. Pablo al citar aquí el Salmo 18, 5, aplicándolo por analogía a la predicación de los apóstoles (v. 19). La expresión toda la tierra no parece referirse aquí a la tierra de Palestina, ni abarcar los límites del Imperio Romano solamente (cf. 15, 19), sino la totalidad de las regiones conocidas hasta entonces. Esto, coincidiendo con la escasez de nuestras noticias sobre los lugares —sin duda lejanos— donde evangelizó la mayoría de los doce apóstoles, llevaría a pensar que Dios los condujo efectivamente hasta las extremidades del mundo conocido. Cf. Col. 1, 23; St. 1, 1. Sobre las diez tribus del Reino del norte, dispersas desde su cautiverio entre los Asirios (2 R. 17, 6) cf. Os. 3, 3; Is. 49, 6 y 10 y notas; 4 Esdras 13, 39 ss.

[11642] 19 ss. Véase Dt. 32, 21; Is. 65, 1 y 2; Hch. 13, 45.

[11643] 1 s. No todos los israelitas fueron desechados: Pablo mismo es una prueba de ello (cf. v. 5). Al cual preconoció: Cf. la misma idea en 8, 29.

[11644] 3. Véase 1 R. 19, 10 y 14. Es la queja de Elías que tuvo que huir de la presencia de Jezabel. El Señor le alienta con las palabras que siguen en el v. 4.

[11645] 4. Aplicación para nosotros: Cuando la gran masa se aleja de Dios, un pequeño grupo, “la pequeña grey” (Lc. 12, 32), ha de ser el depositario de los misterios de la gracia. Véase Mt. 24, 11 ss. y 24.

[11646] 5. Un resto: véase 9, 27 y nota. No era quizá tan pequeño como suponemos, pues muchos judíos creyeron en Cristo. Pero de todas maneras era una pequeña minoría (v. 12). Sobre el resto en sentido escatológico cf. Ap. 7, 3 ss. y nota.

[11647] 8. Véase v. 25; Dt. 29, 3 s.; Is. 6, 9; 29, 10; Mt. 13, 14; Jn. 12, 40; Hch. 28, 26.

[11648] 9. Cita de David (Sal. 68, 23 s.): la mesa es la Ley, que para los judíos soberbios se volvió lazo. Así lo vemos en 10, 2 y nota.

[11649] 11. Por la caída: cf. v. 30 s. y nota. A emulación: Tal fue entonces el empeño de la predicación de Pablo (v. 13) y de su Epístola a los Hebreos. Pero hubo de renunciar finalmente (Hch. 28, 23 ss.), quedando pendiente lo que anuncia en el v. 25 del presente capítulo.

[11650] 12. Es decir: a) mediante el crimen de Israel tuvo el mundo la riqueza de Cristo Redentor; b) la disminución de Israel o sea su minoría reducida a un resto (v. 5) fue la base de la Iglesia por la cual se extendería la salvación a los gentiles (9, 27; Ga. 6, 16). ¿Cuánto mayor salvación no ha de traer cuando todo Israel (v. 25) se convierta a Cristo? Cf. v. 15 y nota.

[11651] 15 s. Su repudio: cf. Is. 54, 1 ss. y nota. Reconciliación del mundo: cf. v. 12 y nota. Su readmisión: cf. v. 25 s. Vida, etc.: Buzy traduce resurrección de entre los muertos. Merk cita aquí 1 Ts. 4, 15. “El Redentor, a quien Sión no reconoció y a quien rechazaron los hijos de Jacob, va a volver hacia ellos para lavar sus pecados, y los restaurará para que entiendan las profecías que ya habían olvidado durante largo tiempo” (Bossuet). El mismo autor y muchos otros intérpretes creen que ese gran acontecimiento tendrá lugar antes de la muerte del “hombre de iniquidad” (2 Ts. 2, 8) o derrota del Anticristo (Ap. 19, 11-21) y que después, como opina S. Agustín, habrá un lapso antes que venga el fin. Cf. Sal. 9A, 17 y nota de S. Tomás. Las Primicias y la raíz significan los santos patriarcas, padres del pueblo judío. La masa y las ramas son el pueblo de Israel.

[11652] 17 s. Admonición tremenda para los gentiles llamados a la salud mesiánica, es decir, para nosotros. Israel es el olivo de cuya raíz creció el cristianismo, y los gentiles son el olivo silvestre injertado en él. Adoremos la bondad de Dios que, entre tantos, nos ha elegido para hacernos herederos de las más preciosas riquezas (Ef. 2, 11 ss.) en el Misterio de Cristo Jesús, y miembros vivos de su Cuerpo místico.

[11653] 20 ss. No te engrías: El Apóstol nos exhorta a los cristianos a no jactarnos por nuestra vocación y elección, a manera de los fariseos del tiempo de Jesucristo, ni despreciar a los judíos caídos, pues nuestra incredulidad nos arrastraría a la misma reprobación, con más motivo que a ellos. Esta advertencia resulta una gravísima perspectiva en presencia de las profecías de Jesucristo y de San Pablo que anunciaron, junto con la vuelta de los judíos (v. 25 s.), la apostasía de las naciones (2 Ts. 2, 3 ss.) y la falta de fe en la tierra en el retorno de Cristo (Lc. 18, 8).

[11654] 25. No quiero que ignoréis este misterio: El P. Sales hace notar que el Apóstol usa esta forma cuando quiere dar una enseñanza de gran importancia (1, 13; 1 Co. 10, 1; 12, 1, etc.), y agrega: “De ahí que el nombre de misterio se use para significar los designios de Dios en la redención del mundo por medio de Jesucristo (Mt. 13, 11; Rm. 16, 25; 1 Co. 2, 7, etc.), o para indicar ciertas verdades divinas más difíciles de comprender (1 Co. 2, 13) o para revelar un punto de doctrina, por ej., la resurrección gloriosa de los muertos (1 Co. 15, 51), el simbolismo del matrimonio cristiano” (Ef. 5, 25-32), etc. La plenitud de los gentiles significa, como explica Scio, “un número prodigioso de gentiles que Dios ha resuelto llamar a la fe antes de la última conversión de los judíos”, con lo cual terminará lo que Jesús llama el tiempo de los gentiles (Lc. 21, 24), es decir: “los siglos destinados para su conversión llegarán a su fin y entonces habrá sonado la hora para los judíos” (Fillion). Es en tal sentido que se habla de una universalidad, o sea la integración del número de aquellos gentiles “llamados, escogidos y fieles” que Dios determinó “para escoger de entre los gentiles un pueblo consagrado a su Nombre” (cf. Hch. 15, 14 y nota). Esto concuerda con lo anunciado por el Señor y por el mismo S. Pablo (cf. Lc. 18, 8; Mt. 24, 21 ss.; 2 Ts. 2, 3 y notas). Una parte: Así era cuando Pablo escribió esta carta, es decir durante el tiempo de los Hechos: varias ramas del Olivo castizo (v. 18) habían sido cortadas sucesivamente, empezando por Jerusalén (Mt. 23, 39) y siguiendo por la dispersión en Antioquía de Pisidia (Hch. 13, 46-51). Corinto (Hch. 18, 6), Éfeso (Hch. 19, 9). En Roma (Hch. 28, 26 ss.) la incredulidad de Israel se haría total de modo que la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, ya no estaría injertada en Israel porque no había ya distinción entre judío y gentil (Col. 3, 11) como cuando la Iglesia de Dios estaba formada por judío-cristianos que seguían guardando el culto del Templo (cf. Hb. 8, 4 y nota). Sin embargo, como aquí se ve, el rechazo de Israel ni aun entonces fue definitivo, y el Olivo cortado reverdecerá.

[11655] 26. Todo Israel, aquí en el sentido propio, Israel según la carne (1 Co. 10, 18) (Crampon). Según está escrito: en Is. 59, 20 y 27, 9. “En efecto, en esos dos lugares de su Libro, Isaías habla de los últimos tiempos del mundo y de los dichosos beneficios que obrará el Mesías en medio de Israel” (Fillion). Véase Sal. 13, 7.

[11656] 27. “Será, dice Fillion, la obra segunda de Cristo. Gracias a Él, Dios establecerá con los judíos, una alianza nueva, aquella que está anunciada desde antiguo por los profetas. Cf. Jr. caps. 31-34, etc.”. Véase dichos textos citados por S. Pablo en Hb. 8, 8 ss. y 10, 16 s. A este respecto observa Martini “Esa profecía no se ha cumplido aún, porque el profeta habla de una liberación que se extienda a todos los descendientes de Jacob, lo que significa que se extienda a todas las tribus, las cuales abrazarán de un modo general la nueva alianza. Será, pues, cumplida, como explican todos los Padres, al fin de los tiempos”. Cf. Os. 3, 3 y nota.

[11657] 30 s. “Por el delito de los judíos la salud pasó a los gentiles; por la incredulidad de los gentiles volverá a los judíos” (S. Jerónimo).

[11658] 32. Sobre este prodigio de la misericordia, que asombra a San Pablo, véase Ga. 3, 22.

[11659] 34. Véase Is. 40, 3; Jr. 23, 18; Sb. 9, 13; 1 Co. 2, 16.

[11660] 1. Aquí se da comienzo a la segunda parte de la Epístola, que trata de la espiritualidad evangélica y de la conducta que a ella corresponde en el orden individual y social. Un culto espiritual: en contraste con las ceremonias antiguas, pues “no ha quitado Dios un formulismo para caer en otro” (cf. Mt. 15, 8 y Jn. 4, 23 s.). Comporta “sacrificios de alabanza” (Hb. 8, 5; 13, 15; 1 Pe. 2, 4 ss.) y su característica es el amor y el sometimiento de nuestra inteligencia (2 Co. 10, 5).

[11661] 2. No os acomodéis: es el no conformismo cristiano, que ambiciona mayor plenitud y no se resigna a contentarse con esto que es apenas “una noche pasada en una mala posada” (Sta. Teresa) (cf. Hch. 7, 52; 17, 6; 22, 14 y notas). Además, entre Cristo y el mundo hay un abismo (cf. Jn. 14, 30; Ap. 11, 15) que jamás se va a cerrar en “este siglo malo” (Ga. 1, 4). Sobre la renovación de la mente, que Jesús llama nuevo nacimiento (Jn. 3, 3 ss.), véase Ef. 4, 23; Col. 3, 10; Jn. 17, 17.

[11662] 4. “Así como en la naturaleza no basta cualquier aglomeración de miembros para constituir un cuerpo, sino que necesariamente ha de estar dotado de los que se llaman órganos, o de miembros que ejercen diferente función y están dispuestos en un orden conveniente, así la Iglesia ha de llamarse cuerpo, principalmente por la razón de estar formada por una recta y bien proporcionada armonía y trabazón de sus partes y provista de diversos miembros que convenientemente se corresponden los unos a los otros” (Pío XII, Encíclica “El Cuerpo Místico de Cristo”).

[11663] 6. La profecía es el don de edificar, exhortar y consolar (cf. 1 Co. 14, 3) y ha de practicarse de tal manera que la fe sea confirmada por medio de ella (S. Tomás). Sobre los diversos dones véase 1 Co. 12, 1 ss.; Ef. 4, 11 ss.

[11664] 8. Sobre la alegría en las obras de misericordia, véase 2 Co. 9, 7; Flm. 14; Hb. 13, 7. “La verdadera limosna consiste en dar de modo que sintamos alegría en aquel acto y nos consideremos más bien beneficiados que protectores; porque menos favor hacemos a los pobres que a nosotros mismos, si se tiene presente que recibimos más de lo que damos” (S. Crisóstomo). Véase las palabras de Jesús en Hch. 20, 35.

[11665] 9 ss. Siguen reglas prácticas, que constituyen todo un programa de vida cristiana.

[11666] 15. Gozaos coro los que se gozan: “Aunque parezca corto obsequio este de alegrarse con los que se alegran, no es pequeño, sino muy grande y prueba de un ánimo sumamente caritativo y generoso” (S. Crisóstomo), Cf. Fil. 3, 1; 4, 4; 1 Ts. 5, 16.

[11667] 19. No os venguéis: Dios os vengará y castigará a los que os ultrajen. Cf. Sal. 65, 5 y nota; Si. 18, 1-3; Dt. 32, 35. Dad lugar a la ira: esperad hasta que la ira de Dios entre en acción. Cf. Ef. 4, 27.

[11668] 20. Amontonar ascuas encendidas sobre la cabeza, podría significar que las obras de caridad que dispensas a tu enemigo, le encenderán en amor hacia ti, según la idea del v. 21 (cf. Pr. 25, 21 s.) y la célebre palabra de S. Agustín: “Ninguna mayor incitación al amor que adelantarse amando”. Según otros, se refiere al v. 19, es decir a la ira de Dios que caerá sobre él si no se arrepiente con tu bondad. En este sentido es usada tal expresión en 4 Esdras 16, 54 (libro no canónico), diciendo que el pecador que pretende no haber pecado se acumula carbones encendidos sobre su propia cabeza.

[11669] 1. El presente capítulo inculca los deberes para con la potestad civil, y es de señalar que S. Pablo escribió estas amonestaciones en tiempos de Nerón, perseguidor en extremo cruel de los cristianos. Obedecer a las autoridades es una obligación independiente de las cualidades personales de los mandatarios. Véase Mt. 22, 21; 1 Pe. 2, 13-15; Jn. 19, 11. Los Padres de la Iglesia procuraron con toda diligencia profesar y propagar esta misma doctrina: “No atribuyamos sino al Dios verdadero la potestad de dar el reino y el imperio” (S. Agustín). Vemos una elocuente confirmación de esta doctrina en Ef. 6, 5 ss. Y en la sumisión de Pablo y de Pedro hasta la prisión y el martirio.

[11670] 7. Es decir que el pago de los impuestos no es obligación meramente civil, de lo cual un cristiano pueda dispensarse en conciencia, sino un deber religioso. El Evangelio es así no solo la fuerza de Dios para la salvación (1, 16), sino también el insuperable motor de cada alma para el orden y bienestar de la sociedad organizada.

[11671] 8. Señala como ley básica de la vida cristiana el amor de caridad, que es el resumen y la cumbre de los mandamientos de la Ley. Cf. Ex. 20, 13 ss.; Dt. 5, 17 ss.; Lv. 19, 18; Ga. 5, 14; Col. 3, 14.

[11672] 10. Es esta una lección fundamental de doctrina y espiritualidad. El que tiene amor tiene todas las virtudes; si le falta el amor, no tiene ninguna que merezca tal nombre en el orden sobrenatural. Véase 1 Co. 13, 1 ss.; Mt. 22, 39; Ga. 5, 14.

[11673] 11 s. Las obras de las tinieblas son las propias de Satanás que es la potestad de las tinieblas (Col. 1, 13), es decir, del mundo (Jn. 14, 30) “en este siglo malo” (Ga. 1, 4). Jesús se presentó como la luz que nos saca de esas tinieblas (Jn. 12, 46; 1 Jn. 1, 6 s.). El Apóstol mueve siempre a esperar el Retorno del Señor, el gran día próximo a amanecer (cf. Hb. 10, 37 y nota) y exhorta como Él a vigilar (Mc. 13, 37) conociendo el tiempo esto es, las señales que están anunciadas. Cf. Mt. 24; Lc. 17 y 21.

[11674] 1. La cuestión que el Apóstol trata en este capítulo agitaba mucho a los primeros cristianos. Los de procedencia judaica seguían observando escrupulosamente las prescripciones rituales de los judíos (cf. Hb. 8, 4 y nota), absteniéndose a veces de comer carne, porque temían que pudiese proceder de los sacrificios paganos; en tanto que algunos cristianos de la gentilidad los increpaban por no haberse libertado de la Ley (cf. Ga. 3, 1 ss.). A los primeros los llama el Apóstol flacos (v. 2). Sin embargo a ambos exhorta a no escandalizarse mutuamente ni entrar en disputas.

[11675] 4. Para juzgar al siervo ajeno: Cuando nos vemos en conflicto con el prójimo, sentimos una fuerte inclinación a formarnos un juicio sobre él: sea para condenarlo, satisfaciendo nuestro amor propio, o para justificarlo benévolamente. La verdad no está ni en una cosa ni en la otra. Está en el abstenerse de ese juicio. No es necesario que sepamos a qué atenernos con respecto a una persona, sino con respecto a su doctrina (cf. Mt. 7, 1 y nota). En esto último sí que hemos de proceder con libertad de espíritu para aceptar o rechazar la que nos proponen. Pero esa tendencia a juzgar al prójimo debe abandonarse y dejarse el caso para que Dios lo resuelva, sin pretender justificarse uno mismo con las fallas del otro. No juzgar al siervo de otro es, pues, prescindir de la opinión propia (Lc. 6, 37 ss. y notas), resignarse a ignorar, sin condenar ni absolver (1 Co. 4, 3 y nota).

[11676] 7. Véase 13, 10 y nota. “Cuando me olvidé de mí, fui feliz” (Sta. Teresita).

[11677] 10. Véase Hch. 17, 31; Mt. 25, 31 s.; 2 Co. 5, 10; Is. 45, 23.

[11678] 17. Gozo en el Espíritu Santo: “El Espíritu Santo no solamente disipa las tristezas, los pesares y los malos pensamientos, sino que nos da también el recuerdo de Dios, de modo que podamos decir con David: Me he acordado de Dios, y la alegría se ha apoderado de mí” (S. Ambrosio). Véase Jn. 14, 26; 1 Co. 4, 19 s. y notas.

[11679] 20. Véase 1 Co. 8, 11-13; 10, 28 s. El Apóstol recomienda renunciar a un manjar permitido, con tal de evitar el peligro de escandalizar al prójimo. Vemos así que no es el mero derecho, sino la caridad lo que debe gobernar nuestra conducta social. Cf. Mt. 7, 2; 1 Co. 6, 7 y notas.

[11680] 3. Véase Jn. 5, 30; Sal. 68, 10.

[11681] 4. La consolación de las Escrituras: En ellas nos habla el mismo Dios, cuya Palabra es el fundamento inquebrantable de nuestra esperanza porque está llena de promesas. Véase Sal. 118, 49 s.; 1 Ts. 5, 20 y notas. “Cuando descubrí el Evangelio, dice Sta. Teresa de Lisieux, los demás libros ya no me decían nada”. Cf. Sal. 118, 85; 1 Co. 9, 10; 10, 11; 1 Tm. 3, 16 y notas.

[11682] 8. La circuncisión, o sea los circuncidados, es decir, Israel. Jesús, dice el P. Sales, “puede ser llamado de modo especial ministro, esto es, siervo de los judíos, porque a ellos solos predicó su doctrina en forma inmediata y a ellos solos dijo haber sido enviado (Mt. 15, 24); entre ellos vivió, y observó la Ley de ellos”. Demostrando la fidelidad de Dios, Jesús confirmó a Israel las promesas hechas a los patriarcas (cf. 9, 4 s.; 11, 20) y les declaró expresamente que ni una iota de la Ley ni de los profetas dejaría de cumplirse “hasta que pasen el cielo y la tierra” (cf. Mt. 5, 17; 23, 39, etc.). Esas promesas, como observa Fillion, “anunciaban que el Mesías traería la salud especialmente al pueblo teocrático”, y así lo recuerdan también los apóstoles. Cf. Hch. 3, 20 ss.; 23, 20 y notas; Hb. 8, 8 ss.; 13, 20, etc.

[11683] 9 ss. Véase Sal. 17, 50; 2 Sam. 22, 50; Dt. 32, 43; Sal. 116, 1; Is. 11, 10.

[11684] 13. El Dios de la esperanza: Volvemos a encontrar aquí el concepto del gozo anticipado que vimos en el v. 4. La virtud del Espíritu Santo: Véase los siete dones del divino Espíritu en Is. 11, 2 s. y sus frutos en Ga. 5, 22 s. “El Espíritu Santo da sombra al alma, templa el fuego de todas las tentaciones, y cuando toca el alma con el soplo de su suavidad, aparta de ella todo lo que la quemaba; renueva todo lo gastado; con Él reverdece lo marchito y aquel soplo divino hace renacer la fuerza, y acrece el vigor con que corremos hacia la vida eterna” (S. Gregorio, In Exod.).

[11685] 15. Discúlpase el Apóstol de su franqueza, invocando su misión de siervo de Jesucristo y misionero de los gentiles. Véase 1, 5; Hch. 13, 2 y 47; 26, 17 s.

[11686] 19. Desde Jerusalén hasta el Ilírico (Dalmacia), es decir, un territorio cuyo diámetro es mayor de 1.500 kilómetros. Mas nada le bastaba a Pablo, porque su ansia era universal (2 Co. 10, 3 ss.). Movido por el Espíritu (v. 13 y nota), no habría descansado jamás mientras quedase un lugar, un alma a quien dar noticia, no de cosa alguna humana o personal suya (v. 18), sino de lo que Jesucristo había hecho por medio de él. “Por cierto que nadie podría tildar su oficio de burocrático”. Véase Hch. 20, 10; 22, 17 ss.; Col. 1, 25.

[11687] 20 s. La cita es de Is. 52, 15. Aprovechemos en nuestro apostolado esta norma de sabiduría sobrenatural, que según el mundo parecería ilógica. El Libro de los Proverbios confirma muchas veces cómo es más fácil enseñar al ignorante que al persuadido de saber algo, pues este difícilmente se coloca en la situación del discípulo ávido de aprender. Cf. Jn. 6, 45; Lc. 10, 21.

[11688] 24. Cuando me dirija a España: Tal era, como se ve, la firme intención del Apóstol, y si bien no tenemos información sobre lo ocurrido en los cuatro últimos años de S. Pablo (64-67), es de creer que lo realizó después de ganar su causa ante Nerón, saliendo de aquella primera cautividad en Roma con cuyo relato termina el libro de S. Lucas. Así lo atestiguó S. Clemente Romano, diciendo que antes de dejar este mundo, Pablo fue a la extremidad del Occidente. También el canon de Muratori señala como notoria la partida de Pablo de la ciudad (Roma) en viaje a España. Así también lo afirmaron S. Epifanio, S. Crisóstomo, Teodosio, S. Jerónimo y otros.

[11689] 25. No obstante su propia pobreza, Pablo hallaba modo de ayudar a los cristianos pobres de Jerusalén. Cf. 1 Co. 16, 1; 2 Co. caps. 8 y 9.

[11690] 30 ss. Notarnos en todo este final el perfume de caridad y sencillez que respiran las relaciones de Pablo con sus hijos espirituales. La solemnidad era cosa desconocida para aquel hombre que confesaba haber recibido su magisterio directamente de Jesucristo (Ga. 1, 1 y 12). Cf. 16, 22 y nota.

[11691] 1. Febe, la portadora de la carta, estaba al servicio de la Iglesia de Cencrea, el puerto de Corinto, y es la primera diaconisa que se menciona en la historia eclesiástica. Las diaconisas, así como las viudas, tenían que prestar servicios en el bautismo de mujeres y en la asistencia a los pobres. Cf. 1 Tm. 3, 11.

[11692] 3. Prisca (a veces llamada con el diminutivo Priscila) y Aquila, que “expusieron sus cabezas”, eran cooperadores del Apóstol en Corinto y Éfeso. Pablo nombra aquí a Prisca antes que a su marido, sin duda porque ella no desmerecía en nada como verdadera misionera (cf. v. 15 y nota). Véase sobre este admirable hogar Hch. 18, 2 y 26 y notas.

[11693] 15. Además de Febe (v. 1) y Priscila (v. 3), se encuentran en la lista de las recomendaciones y saludos nueve mujeres más, lo que prueba que el sexo femenino tuvo una gran parte en la propagación del Evangelio. He aquí nombres olvidados, que debieran ser familiares a los cristianos de hoy, como el de Lidia, la de Tiatira (Hch. 16, 14 y nota). ¡Las madres honrarían a sus hijas si les pusieran estos nombres como un sello de amor al Evangelio y a las almas!

[11694] 17. El Apóstol nos suministra datos para reconocer a los falsos pastores contra los cuales nos previno Jesús (Mt. 7, 15 y nota). Sobre estos mismos cf. Fil. 3; 1 Tm. 4; 2 Tm. 3, etc.

[11695] 22. S. Pablo dictó la carta a Tercio, quien aprovecha la ocasión para agregar sus saludos. Esta interrupción permitida por el Apóstol, y la repetición que notamos en los vv. 20 y 24 muestran una vez más la encantadora sencillez que reinaba entre aquellos discípulos de Jesús. Cf. 15, 30 y nota.

[11696] 25 s. Admirable elogio del Evangelio como alimento de la fe. S. Lucas, en el prólogo de su Evangelio, expresa igual concepto diciendo que escribe para que conozcamos la verdad de lo que se nos ha enseñado (Lc. 1, 4). Y Jesús nos confirma el valor de la Escritura en forma elocuentísima diciendo: “Si no creéis lo que Moisés escribió, ¿cómo habéis de creer lo que Yo os digo?” (Jn. 5, 47). Aquel que puede confirmaros, según mi Evangelio: cf. Judas 24. El misterio oculto: el misterio de la Iglesia como Cuerpo místico, que el Apóstol explaya, como oculto hasta entonces, en las Epístolas de la cautividad (Ef., etc.). Ef. 3, 9; 5, 32; Col. 1, 26 y notas.

[11697] 27. En otros lugares vemos que Él (y Jesús como Él) es el solo bueno (Lc. 18, 19): el solo Santo (Ap. 15, 4); el solo Señor (Is. 37, 20); el solo Altísimo (Sal. 82, 19); el solo justo (2 Mac. 1, 25); el solo poderoso (1 Tm. 6, 15); el solo que posee la inmortalidad (1 Tm. 6, 16); el solo que salva (1 Sam. 10, 19); el solo que conoce el corazón de todo hombre (1 R. 8, 39); el solo Dios (Tob. 8, 19); el solo que extendió los cielos (Jb. 9, 8); el solo que hace maravillas (Sal. 135, 4), etc. En otros lugares vemos también que es el solo sabio. Por eso Él es también el único que debe ser alabado (Sal. 148, 13 y nota). Y si solo Él es sabio, se comprende que el solo Maestro sea su Hijo Jesucristo (Mt. 23, 8-10), porque Este nos transmitió cuanto había recibido de Él (Jn. 15, 15; 12, 49; 17, 8), porque Él es también y por encima de todo, el solo Padre (Ef. 3, 15; 4, 6).

[11698] 1 s. El Apóstol escribió esta epístola durante su tercer viaje apostólico, en Éfeso, a principios del año 57. Entre los cristianos de Corinto se habían producido disensiones y partidos que se combatían mutuamente: uno de Apolo, otros de Pedro y de Pablo, y hasta uno que se proclamaba partido de Cristo. Además, cundían entre ellos grandes abusos y escándalos, procesos y pleitos, desórdenes en los ágapes, ciertas libertades de las mujeres en la iglesia, y otras cuestiones que llamaban la atención de San Pablo. Ningún otro documento apostólico pinta tan clásicamente las dificultades de la Iglesia en medio de un mundo pagano. Sóstenes parece ser la misma persona de que se habla en Hch. 18, 17. El hermano: así se llamaban entre ellos los discípulos de Cristo.

[11699] 2. Santificados: “para siempre” (Hch. 10, 10 y 14). Santos por vocación: por la vocación de Dios a todos los creyentes (Rm. 8, 29 ss.); 1 Ts. 4, 7 s. y nota).

[11700] 5. Enriquecidos en Él: “Dios ha bajado, y el hombre ha subido; el Verbo (la palabra) se hizo carne para levantar al hombre y llevarlo a la diestra de Dios” (S. Ambrosio). En la Palabra de Dios y el conocimiento sobrenatural que ella nos trae, ve S. Pablo esas riquezas que nos fueron ganadas por la obra redentora de Cristo. Véase lo que Él mismo dice en Jn. 17, 3 y 17.

[11701] 7. Véase Lc. 17, 30; Fil. 3, 20; 1 Ts. 2, 19; 3, 13; 2 Ts. 1, 7; 2 Tm. 4, 8; Tt. 2, 13. La revelación, en griego: apocalipsis, es la segunda venida de Cristo, lo mismo que en Ap. 1, 1.

[11702] 12. Cf. 3, 3 ss. Apolo predicaba en Corinto después de San Pablo (Hch. 18, 4 ss.). Cefas es Pedro, jefe de los apóstoles. Ni de Pablo ni, de Apolo: Esta es una fórmula eterna que nos enseña a no seguir a las personas sino en cuanto son fieles siervos del único Maestro Jesucristo. ¡Con Él sí que debemos ser “personalistas”! (Mt. 15, 3-9; 23, 8; Col. 2, 8; 2 Ts. 3, 6). Véase 1 Ts. 2, 13 y nota; Hch. 16, 34 y nota.

[11703] 17. Para que no se inutilice la Cruz: para que no se atribuyese las conversiones al poder de la elocuencia, sino a la virtud de la cruz de Jesucristo (S. Tomás). De lo contrario, Cristo habría muerto en vano, como el mismo Pablo dijo a San Pedro (Ga. 2, 21), añadiendo, con enorme elocuencia, que a no quería desperdiciar la gracia de Dios. Los corintios, como buenos paganos, desconocían esa divergencia entre la doctrina cristiana y la sabiduría humana: que el cristianismo no es filosofía ni ciencia, sino virtud de Dios (Col. 2, 8). ¿No nos esforzamos, quizás, demasiado por demostrar la fe, en vez de mostrar la fuerza de la Palabra de Dios? Ella, dice Benedicto XV, “no necesita de afeites o de acomodación humana para mover y sacudir los ánimos, porque las mismas Sagradas Páginas, redactadas bajo la inspiración divina, tienen de suyo abundante sentido genuino; enriquecidas por divina virtud, tienen fuerza propia; adornadas con soberana hermosura, brillan por sí solas” (Encíclica “Spiritus Paraclitus”). Cf. Rm. 1, 16 y nota.

[11704] 19. Véase Is. 29, 14; Sal. 32, 10. “Por el pecado del primer hombre, de tal manera se declinó y se deterioró el libre albedrío, que nadie desde entonces puede rectamente amar a Dios o creerle, u obrar por amor a Dios lo que es bueno, sino aquel que haya sido socorrido previamente por la gracia de la divina misericordia” (Denz. 199).

[11705] 25. Esta sabiduría la encontramos, como observa S. Jerónimo, en primer lugar en la meditación y ciencia de las Sagradas Escrituras, que en medio de las tribulaciones y torbellinos del mundo conservan el equilibrio de nuestra alma. San Pablo la llama “nuestra consolación” (Rm. 15, 4).

[11706] 29. Carne llama el Apóstol a todo hombre en sí mismo, para recordarnos, con saludable humillación, no solo nuestro carácter de creaturas, sino también de seres caídos que de nada podrían gloriarse. Véase v. 19; 2, 14 y notas.

[11707] 30. No es, pues, nuestra sabiduría la fuente de nuestra justificación, como tampoco nuestra bondad nos merece la santificación. “Es el amor de Dios el que derrama y crea la bondad en todas las cosas” (S. Tomás). Cf. v. 4. S. Pablo se aplica esto a sí mismo en 15, 10. Mons. Keppler, el aun llorado obispo de Rottenburgo que unía a su celo de pastor la honda espiritualidad bíblica del exegeta y la vocación apostólica del predicador del Evangelio, nos formuló un día esta verdad profundísima, que penetró para siempre en el espíritu de más de uno de sus discípulos: “En buena cuenta, el hombre quisiera que Dios lo admirase y premiase como reconocimiento de sus méritos. Y resulta al revés, que Dios lo ama a causa de su miseria, y tanto más cuanto más miseria tiene, como hace un padre con el hijo enfermo. El que sienta mortificada su “dignidad” en aceptar, como hombre insignificante, un amor gratuito de misericordia, no podrá entender la pequeñez (que es la verdadera humildad), ni la gracia de la Redención. ¡Y ay de él si, excluyéndose de la misericordia, cree poder contar con merecer un premio según la justicia!” Cf. Mc. 7, 4; Rm. 10, 3 y notas.

[11708] 31. No dice que no nos gloriemos, sino que nos gloriemos en Dios. Con ello hacemos acto de verdadera infancia espiritual, que es el mejor modo para olvidarse a sí mismo, como lo hace el niño que camina ufanamente apoyado en el fuerte brazo de su padre. Cf. 2 Co. 10, 17; Jr. 9, 23 s.

[11709] 1. Es imposible poner mayor elocuencia sobrenatural que en estas líneas donde se niega la elocuencia. En lugar de testimonio de Dios dice la Vulgata: testimonio de Cristo. En vez de testimonio, la última edición de Merk señala que el reciente P. 46 (Papyrus Chester Beatty, 1936) cuya antigüedad remonta al siglo II dice misterio. Esta palabra parece corresponder mejor aún al pensamiento del Apóstol, pues él nos dice en el v. 7 que la sabiduría de Dios se predica en misterio. Tal es también lo que Jesús nos enseña al decir que ella se oculta a los sabios y se revela a los niños de lenguaje sencillo (Lc. 10, 21). Véase v. 7 y nota.

[11710] 3. Pablo no era persona de prestancia. Al contrario, su pequeña estatura y su falta de postura académica le quitaban todo prestigio externo como orador, de manera que se apoyaba únicamente en la virtud de la Palabra de Dios, y no en recursos humanos. Nada prueba mejor que su propio ejemplo la verdad aparentemente paradojal que aquí nos enseña: pues no ha habido desde él, en casi veinte siglos, palabra que arrastre tanto como la de este tímido.

[11711] 4. Discursos persuasivos: Pío IX exhorta a los predicadores a no ejercer el ministerio evangélico en forma elegante de humana sabiduría, ni con el aparato y encanto profanos de vana y ambiciosa elocuencia, sino en la manifestación del espíritu y la virtud de Dios con fervor religioso, para que, exponiendo la palabra de la verdad, y no predicándose a sí mismo, sino a Cristo crucificado, anuncien con claridad y abiertamente los dogmas de nuestra santísima religión (Encíclica “Qui pluribus”).

[11712] 6. Entre los perfectos: Véase el sentido de esta expresión en los vv. 3-14 y sus notas.

[11713] 7. En misterio: cf. v. 1 y nota. La que estaba escondida: aquellas cosas “que desde todos los siglos habían estado en el secreto de Dios” (Ef. 3, 9); especialmente el misterio de la Redención y de la gracia, que comprende el misterio de la Iglesia. Cf. Rm. 16, 15; Col. 1, 25-27.

[11714] 8. Satanás nunca habría inspirado la traición de Judas (Jn. 13, 27), ni la condenación de Cristo, si hubiera podido conocer su divinidad y el valor de Redención que había de tener su muerte. De ahí que Jesús le ocultase siempre su carácter de Hijo de Dios (Lc. 4, 1 ss.).

[11715] 9. Cf. Is. 64, 4 y nota. Tiene Dios preparado para los que le aman: Es característico del hombre el hastío o el aburrimiento ante la monotonía o repetición de las mismas cosas. Y es que el hombre fue hecho a imagen de Dios. Bien podría Él desafiar a cualquiera a que encontrara dos crepúsculos iguales. No hay panorama en la creación que no cambie de aspecto con la mañana y con la tarde; con la luna o el sol; con las cuatro estaciones del año. El hombre también cambia con la edad como cambia el día según las horas, y cambian los climas, y las flores se renuevan como los frutos. Y como todas estas cosas de la naturaleza no son sino imágenes de las realidades espirituales (Rm. 1, 20), al mismo tiempo que vemos en su variedad un recuerdo de su fugacidad (7, 31; 2 Co. 4, 18) y una advertencia de que nuestro estado no es normal sino transitorio (Fil. 3, 20; Hb. 13, 14; 1 Jn. 3, 2; Is. 11, 1 ss.; Col. 3, 2), vemos también en ello una figura y una prenda que el divino Padre nos da de la infinita variedad y riqueza de que Él mismo se jacta para colmar, sin hastío, nuestro corazón por todas las edades de la eternidad (Is. 48, 6 ss. y nota). De la misma manera también su Palabra (que es su mismo Verbo o Sabiduría) colma sin medida el corazón de los que cada día buscan en ella su felicidad (Sb. 8, 16; Is. 48, 17; Sal. 36, 4; Si. 24, 38 s. y notas).

[11716] 11 s. Nadie llegó a conocerlos: Solo Dios, por su naturaleza, puede conocerse a Sí mismo; solo su hijo Unigénito, “que es en el seno del Padre” (Jn. 1, 18) lo ve cara a cara; solo el Espíritu que escudriña las cosas más intimas de Dios (v. 10) penetra y sondea su naturaleza. Ahora bien, ese mismo Espíritu que dentro de Dios conoce las cosas de Dios, es el que nos es dado (v. 12 y 16). Se explica, pues, que ese mismo Espíritu, dentro de nosotros, nos haga conocer también las profundidades de Dios (v. 10). He aquí revelado en uno de sus admirables aspectos, el del conocimiento, el Misterio del Espíritu Santo en nosotros (Jn. 14, 17; Lc. 11, 13 y notas). De Él nos dice Jesús que “nos lo enseñará todo” (Jn. 14, 26). El espíritu de este mundo es, según S. Tomás, la sabiduría del mundo y el amor al mundo, el cual incita al hombre a hacer y gustar lo que es del mundo (Mc. 8, 33). Según otros, es el mismo Satanás príncipe y animador del mundo (Jn. 14, 30). Notemos que ese espíritu sobrenatural se nos da para que apreciemos la gratuidad del don de Dios, pues el criterio de la lógica humana no nos dejaría comprender (v. 14) que Dios puede amarnos hasta tal punto.

[11717] 13. S. Pablo insiste siempre sobre el origen y valor divino de su predicación. Véase Ga. 1, 1 y 11 s.; Ef. 3, 3. Destacando esta doctrina de que hemos de espiritualizarnos para entender las cosas espirituales —lo cual no significa ser eruditos sino ser niños (Lc. 10, 21)— dice Fillion: “San Pablo va a explicar aquí las palabras entre los perfectos del v. 6. Acaba de decir que en la predicación de los apóstoles todo es espiritual, tanto las palabras como los pensamientos”.

[11718] 14. El hombre natural: Literalmente, el hombre psíquico. Buzy traduce: el hombre simplemente razonable. No se refiere, pues, al hombre entregado a los vicios, sino a todo hombre natural, a toda naturaleza caída que no haya nacido de nuevo por el Espíritu (Jn. 3, 5 y nota), es decir, a todo el que no es espiritual y no vive la vida sobrenatural de la fe, aunque pueda haber sido bautizado, pues esto le quitó el pecado original, mas no la depravación natural (cf. 1, 19 y nota). Así también los sabios del paganismo, sin la luz de la revelación bíblica, solo llegaron a ver la virtud como la concibe tristemente Horado: “Virtus est medium vitiorum utrimque reductum”, es decir, como la simple resultante de los vicios opuestos entre sí y limitados unos por otros. Solo nuestro Dios se nos revela como el Maestro de la virtud positiva, de la cual Él mismo es la fuente, y que Él comunica mediante su propio Espíritu a los que, dejando de ser siervos, se hacen hijos de Él, como vemos en Jn. 1, 12 s. Cf. Rm. 8, 6; Judas 19.

[11719] 15. El hombre espiritual es capaz de valorar las cosas profanas y las espirituales; el hombre carnal, empero, solo puede discernir las cosas materiales; porque le falta el espíritu, la luz del Espíritu Santo. Véase 12, 3; Jn. 14, 26; Rm. 15, 13. De nadie es juzgado: es decir, que los hombres en general, simplemente naturales (v. 14 y nota), no son capaces de comprenderlo ni de apreciarlo rectamente. De ahí las persecuciones que Jesús anuncia a todos sus discípulos, no obstante tratarse de hombres benéficos que, en lógica humana, debieran ser amados de todos.

[11720] 16. ¡Quién ha conocido! etc.: Véase Is. 40, 13; 55, 8 s.; Rm. 11, 34. Nosotros: es decir, los hombres espirituales, a que se refiere el v. 15 (cf. 7, 40). Esos tienen el instinto sobrenatural que les hace entender las cosas de Dios, porque se las muestra el Espíritu Santo que está en ellos (v. 12 y nota). No son así los corintios, aún carnales, como va a decírselo el Apóstol en 3, 1. Esta permanencia en nosotros del Espíritu Santo, que nos da el sentido de Cristo, es, pues, un punto de suma importancia, y está fundada en la Palabra de Jesús que nos lo prometió para “que quede siempre con vosotros el Espíritu de verdad” (Jn. 14, 16). Observa un autor que esta ha de ser en el cristiano una situación permanente y, puesto que ya se nos ha dado (Rm. 5, 5), está cumplida la promesa de Lc. 11, 13, y hemos de creer en la ayuda del Espíritu Santo y que en esa fe ha de estar el íntimo resorte de nuestra rectitud, pues, sabiendo que a Dios no podríamos engañarlo, el aceptar esta situación creyendo ingenuamente a la promesa, lejos de ser presunción (como sería si creyésemos tener alguna capacidad propia), nos obliga a mantener nuestra alma bien desnuda en la presencia de Dios “como el que vuela en avión y sabe que la caída sería mortal”.

[11721] 1 ss. Como a espirituales: Véase 2, 12 ss., y notas. Los corintios, a pesar de la cultura que ostentaban, carecían de la verdadera sabiduría, y en tal sentido el Apóstol los llama niños (cf. Hb. 5, 12-14). Guardémonos de confundir la infancia espiritual con esta imagen usada aquí como señal de ignorancia, puesto que Jesús enseña, muy al contrario, que en ser niños está la mayor santidad (Mt. 18, 1-4) y la más alta sabiduría (Lc. 10, 21 y nota). Discordias (v. 3); cf. 10 ss.

[11722] 9 ss. Pablo es, pues, el gran arquitecto del Evangelio, el gran expositor de sus bases, y esto no solo para los de Corinto, sino para todos nosotros. El “otro” (v. 10), que edifica sobre el cimiento, era quizás aquí Apolo (v. 6), pero se aplica a todos los predicadores, de palabra o de pluma. Para esto dice Lacordaire que Santo Domingo, “viendo que el apostolado perecía en la Iglesia”, propuso al Papa Inocencio III, la fundación de una Orden que fuese de Predicadores, es decir, “que tuviese como función perpetua y universal enseñar el Evangelio”. El fundamento sobre el que edifican los predicadores, “es el mismo Jesucristo, su Persona y su obra, pero en cuanto encarna en sí todo el Evangelio, predicado a los Corintios por el Apóstol” (Bover) Cf. 1, 12 y nota. Oro, Plata, piedras preciosas (v. 12) señalan la recia predicación del Evangelio según el Espíritu sobrenatural; madera, heno, paja, su predicación según las enseñanzas de la sabiduría humana, cuya vanidad viene explicando el Apóstol desde los capítulos que preceden (véase Mt. 7, 22 y nota). Cf. Ef. 2, 19-22, donde San Pablo muestra la buena edificación a base de los apóstoles y profetas.

[11723] 13. El fuego: el día del Señor, o sea la venida de Cristo triunfante, el cual, como dice la Liturgia, vendrá a juzgar a este siglo por medio del fuego. Por el fuego entienden S. Agustín y S. Gregorio, las tribulaciones; o, como dice Allo, “el conjunto de pruebas y juicios” que acompañarán el día del Señor. El griego lleva el artículo (he hemera), el día por excelencia, conforme a otros muchos pasajes, Cf. 1, 8; 4, 3 ss.; Rm. 2, 16 y 13, 12; 2 Ts. 1, 10; 2 Tm. 1, 12 y 18; Hb. 10, 35; 2 Pe. 2, 9, etc.), (Fillion). Bover, comparando este pasaje con 2 Pe. 3, 7, que anuncia la conflagración de los elementos, pregunta: “Esta conflagración ¿debe entenderse en sentido propio o bien en sentido puramente metafórico?” Y agrega: “Esta pregunta merece estotra contrapregunta: ¿contra el sentido propio y verdadero qué dificultad seria puede alegarse o se ha alegado?”

[11724] 14. Recibirá galardón: Como dice Fillion, “esta recompensa no consistirá solamente en la salvación eterna, común a todos los justos, sino en algunos privilegios particulares”. Véase, por una parte, Ef. 2, 8 s.; Rm. 6, 23; Jn. 4, 10, etc., y, por otra, Mt. 10, 42; 19, 28; Lc. 19, 12; 19, 17; 22, 28-30; 1 Co. 9, 25 y nota; 2 Tm. 4, 7 s.; 1 Pe. 5, 4; Ap. 2, 10; Dn. 12, 3, etc. Nuestro horizonte es, pues, más vasto que la expectativa de la muerte y el destino inmediato del alma sola. Jesús vendrá, como aquí vemos “trayendo su recompensa” (Ap. 22, 12). Cf. 4, 8 ss. y nota; Fil. 3, 20 s.; Rm. 8, 23; Lc. 21, 28; 1 Pe. 1, 5-7, etc.

[11725] 15. A través del fuego, es decir, a duras penas, después de tanto trabajo perdido. He aquí un tema de profunda meditación. Según S. Gregorio, “esta doctrina se dirige a aquellos predicadores, que semejantes a los adúlteros, que no buscan en sus delitos la fecundidad, sino cómo satisfacer a su sensualidad, predican por vanidad; y llevados de la gloria temporal, no se aprovechan de la gracia, que Dios les ha dado, para engendrar hijos espirituales para Dios, sino que abusan de ella, para hacer una vana ostentación de su saber”. En este fuego suele verse una insinuación del purgatorio. En tal caso no sería el mismo fuego mencionado antes como propio del día del Señor. El P. Sales, citando a Fillion, Cornely, Corluy, etc., hace notar que el Apóstol no habla directamente del purgatorio; primero, porque solo trata de los predicadores del Evangelio, y luego, porque se refiere al juicio universal.

[11726] 17. El Espíritu de Dios que nos convierte en templo de Dios, habitando en nosotros (v. 16), ha de ser nuestro maestro (cf. 2, 12), sin lo cual no podemos entender las cosas de Dios ni, en consecuencia, edificar según ellas con oro y piedras preciosas (v. 12). “Destruye, pues, el templo de Dios quien prescinde de escuchar como maestro al Espíritu Santo y pretende edificar sobre el fundamento de Cristo, según su propia iniciativa”.

[11727] 19. Cf. Jb. 5, 13. Es notable que la cita sea de Elifaz, el mal amigo de Job. Véase la explicación en la nota a Job. 5, 9.

[11728] 20. Véase Sal. 93, 11 y nota. Todas estas advertencias, como las del cap. 4, han de referirse en primer lugar a los predicadores de que trata aquí el Apóstol. Uno de los grandes secretos prácticos de la vida del cristiano está en comprender cómo se armoniza la caridad con la desconfianza que hemos de tener en los hombres. El más celoso amor de caridad, que desea en todo el bien del prójimo y nos impide hacerle el menor mal, no nos obliga en manera alguna a confiar en el hombre, ni a creer en sus afirmaciones para halagar su amor propio. Así el Evangelio nos libra de ser víctimas de engaño. Véase Jn. 2, 4 y nota.

[11729] 22. Admirable felicidad. Somos dueños de todas las cosas con tal que pertenezcamos a Dios, porque, como dice S. Buenaventura “el Señor, el Amigo, el Padre no permitirá que falte nada a su servidor, a su amigo, a su hijo”. Cf. 1 Pe. 5, 7.

[11730] 23. Cristo es del Padre que lo engendró, y que es su Cabeza (11, 3), y así la voluntad de Jesús durante toda la eternidad será estar sometido Él mismo al Padre, junto con todo su reino. Véase en 15, 24-28 la revelación de este sublime misterio.

[11731] 1 s. El Apóstol es depositario de los misterios de la fe. Por lo tanto no le es lícito predicar sus propias ideas, y tampoco está sometido a juicio humano alguno. Y puesto que nadie debe confiar en los hombres (3, 21) no ha de verse en los apóstoles valores propios, sino mirarlos solamente como agentes cuyo valor depende todo de la fidelidad con que cumplen aquel mandato que consiste en poner al alcance de las almas esos misterios revelados por Dios. Distribuidores (literalmente: ecónomos). Cf. Mt. 24, 45; Lc. 12, 42. Los misterios son “las verdades evangélicas predicadas por los apóstoles y los otros misioneros de Cristo. Cf. 2, 7. No puede tratarse aquí de los sacramentos sino de una manera muy indirecta” (Fillion).

[11732] 3 ss. Dado que todo apóstol es siervo de Dios (v. 1), solo por Él debe ser hallado fiel (v. 4), sin importarle los vanos juicios de los hombres (3, 20), ni el juicio propio, que podría ser parcial (2 Co. 10, 18). S. Pablo confirma esto elocuentemente en Rm. 14, 4. Entre los tesoros de doctrina que nos brinda a cada paso la Escritura, he aquí uno que es a un tiempo de virtud sobrenatural y de sabiduría práctica. S. Pablo no descuida su buen nombre, y aun lo defiende a veces con cruda sinceridad (Hch. 20, 33 s.; 2 Co. cap. 11; 1 Ts. 2, 9, etc. Cf. Pr. 22, 1 y nota); pero conoce las lecciones del gran Maestro sobre la falacia de los hombres (Jn. 2, 24 y nota) y sobre la inconveniencia de sus aplausos (Lc. 6, 26). Y entonces les fulmina aquí su despreocupación por el “qué dirán”, con una libertad de espíritu que “en sociedad” sería de muy mal tono y calificada de soberbia, en tanto que no es sino verdadera humildad cristiana que desprecia el mundo, empezando por despreciarse a sí mismo: No me importa nada lo que ustedes piensan de mí, porque no aspiro al elogio; ni creo merecerlo, pues nadie lo merece; ni lo aceptaría si me lo dieran, ni lo creería sincero, etc., por lo cual solo me interesa “quedar bien” con mi buen Padre celestial, el único sabio, que me juzga con caridad porque me ama, y ha entregado mi juicio a su Hijo (Jn. 5, 22 y nota) que es mi propio abogado (1 Jn. 2, 1), un abogado que se hizo matar por defenderme (1 Jn. 2, 2). Por tribunal humano: literalmente: por humano día: algunos piensan que el Apóstol alude más bien a la dispensación actual; queriendo decir que nada vale juzgar antes que venga el verdadero Juez (v. 5).

[11733] 7. Es decir: si tienes ventaja sobre otro, ¿quién te la da, sino Dios? Algunos traducen: ¿qué es lo que te distingue a ti? o sea ¿qué tienes tú de propio? Cf. Ga. 6, 3 y nota.

[11734] 8 ss. Los siguientes vv. son una amarga acusación contra los críticos y murmuradores, que en su altivez desprecian a los mensajeros de Dios. Las antítesis son tan cortantes y sarcásticas, que revelan la profundísima indignación del Apóstol. Habéis llegado a reinar: “Mordiente ironía... Al fin de los tiempos, cada cristiano participará en el Reino de N. S. Jesucristo. Cf. 2 Tm. 2, 12; Ap. 3, 21; 5, 10, etc. ¿Esta época gloriosa habría, pues, comenzado ya para los corintios?” (Fillion). “Al ver la suficiencia de los corintios, se diría que ya habían llegado a la plenitud de la realeza mesiánica” (Crampon). Véase 3, 14; 10, 11 y notas; Ap. 1, 6; 5, 10.

[11735] 9 ss. Traza aquí S. Pablo un cuadro elocuentísimo de cómo todo verdadero apóstol ha de ser despreciado a causa de Cristo, aun por aquellos por quienes se desvela. No es esto sino un comentario de lo que Jesús anunció mil veces como característica de sus verdaderos discípulos, y nos sirve para saber distinguir a estos, de los falsos que arrebatan el aplauso del mundo. Cf. Lc. 6, 22-26; 2 Tm. 3, 11 s. Espectáculo: como las víctimas del circo, entregadas a las fieras. ¿No los envió Jesús como a “corderos entre lobos”? (Mt. 10, 16). Cf. Hch. 14, 18; 16, 22 ss.; Rm. 8, 36; 2 Co. 1, 9; 11, 23, etc. Para los ángeles: ¡He aquí el consuelo dulcísimo! Mientras los hombres nos desprecian o juzgan mal, los ángeles obran como Rafael en Tob. 12, 12.

[11736] 10. La ironía culmina en esta antítesis. ¿Vosotros recibís honores y creéis ser discípulos de Cristo? ¡Como si eso fuera posible! Cf. Jn. 5, 44 y nota.

[11737] 12. Trabajando con nuestras manos: Se refiere al trabajo manual que practicaba S. Pablo para ganarse la vida y para no ser molesto a las Iglesias por él fundadas. Cf. Hch. 18, 3; 20, 34; 1 Ts. 2, 9.

[11738] 15. Es decir que por medio del Evangelio se engendran en Cristo hijos para que lo sean del Padre (Jn. 1, 12 s.). ¿Puede concebirse misión más alta y divina que semejante predicación? En tal sentido Pablo llama “hijo” a Timoteo (v. 17), como Pedro a Marcos (1 Pe. 5, 13), convertidos por ellos. Cf. Mt. 23, 9.

[11739] 17. Sobre esta fidelidad de Timoteo cf. Fil. 2, 20.

[11740] 19 s. Contra esos hinchados de palabras, que ya motejaba de tales el apologista romano Minucio Félix, escribe San Cipriano: “Nosotros somos filósofos de hechos, no de palabras; ostentamos la sabiduría no en el manto de filósofo, sino mediante la verdad”. Su fuerza: (en griego: dynamis). Otros traducen: poder, eficacia, realidades, etc. Debe notarse que es el mismo término que el Apóstol aplica al Evangelio en Rm. 1, 16. El reino de Dios (v. 20) no consiste, pues, en palabras, cuando ellas son de hombres, según esa sabiduría humana que S. Pablo acaba de desahuciar tan inexorablemente en los anteriores capítulos. Pero sí consiste en la Palabra divina, a la cual él mismo, en el citado pasaje, la llama fuerza de Dios para salvar. Esa fuerza de que aquí habla por oposición a las palabras de los hombres, es, pues, la del Verbo, o sea precisamente la palabra del Evangelio, de la cual viene la fe (Rm. 10, 17) y cuya suma eficacia quedó afirmada en el v. 15. Véase Rm. 14, 17, donde S. Pablo nos dice que el Reino de Dios consiste en los frutos que vienen de la Palabra.

[11741] 1. La mujer de su padre: la madrastra. Como lo anotan los historiadores (Estrabón, Pausanias, etc.), la corrupción de Corinto era proverbial, al punto de que en toda la Grecia se usaba el verbo “corintiar” como sinónimo de vivir de manera disoluta. S. Pablo muestra aquí que algunos cristianos tampoco eran ajenos a esa corrupción (cf. 3, 1), aunque solían ser harto inflados, como vimos en el capítulo precedente.

[11742] 5. Los tormentos y las vejaciones de Satanás (cf. 1 Tm. 1, 20) deben conducirlo al arrepentimiento para que se convierta y pida perdón. Sobre este castigo temporal para evitar la perdición eterna, cf. 11, 30; 1 Pe. 3, 20; Sb. 12, 10 y notas. Es de recordar que este pecador es perdonado en 2 Co. 2, 5 s. Véase allí el sentido de la excomunión.

[11743] 6. El incestuoso es como una bacteria peligrosa que puede contagiar a toda la comunidad. Véase Ag. 2, 13 s. y nota.

[11744] 7. Masa nueva: por la gracia del Bautismo. La levadura simboliza la corrupción, ya desde el Antiguo Testamento. “La razón principal que hacía proscribir el pan fermentado en la octava de Pascua y en las ofrendas (Ex. 29, 2; Lv. 2, 11; 7, 12; 8, 2; Nm. 6, 15) era que la fermentación es una manera de putrefacción” (Vigouroux). Los ázimos (panes sin levadura) se comían en la semana de Pascua. (Cf. Ex 12, 21; 13, 7; Is. 53, 7; Lc. 13, 21; 1 Pe. 1, 19). La Iglesia usa este pasaje en la Liturgia de esa misma semana para movernos a resucitar espiritualmente en Cristo y con Cristo. Véase Rm. 6, 4 ss.; Ef. 4, 22.

[11745] 9. Esa carta no se encuentra entre los libros canónicos y se la considera perdida (cf. Col. 4, 16 nota), aunque algunos, como el Crisóstomo, pensaban que se trataba de la Epístola presente.

[11746] 11. Llamándose hermano: Los que son solo cristianos de nombre, perjudican a la Iglesia más que los paganos. Por lo tanto no debemos tener trato con ellos. Véase las severas normas dadas en Col. 3, 14; 2 Ts. 3, 6 y 14; 2 Jn. 10.

[11747] 12 s. Gran lección de humildad colectiva, para que no queramos ver siempre el mal fuera de nuestra comunidad. Véase Lm. 3, 42 y nota. Quitad al malvado, etc. (v. 13): es una cita de Dt. 13, 5. Nótese que no es el caso de la cizaña, la cual no debe arrancarse hasta la siega (Mt. 13, 29 s.). La cizaña está en el campo del mundo (Mt. 13, 38), mientras que S. Pablo habla aquí de los que se dicen discípulos de Cristo, en la red (Mt. 13, 47 ss.). En el v. 10 nos dice claramente que no se trata de los del mundo, sino que su severidad se refiere a los nuestros. Cf. 1 Tm. 5, 20.

[11748] 1. El Apóstol entiende por inicuos a los paganos (cf. v. 9), y llama santos a todos los verdaderos cristianos (cf. 1, 2 y nota). Deberían avergonzarse de ir en busca de jueces paganos en vez de escoger como tales a hermanos cristianos.

[11749] 2 s. He aquí una de las más estupendas promesas divinas: los santos juzgarán al mundo y a los ángeles. Así lo comentan S. Crisóstomo, Teofilacto, Teodoreto, S. Ambrosio, S. Anselmo y otros expositores antiguos. Fundándose tanto en estos testigos de la tradición, como en el contexto, que habla del establecimiento de un juicio en sentido literal, se dirige Cornelio a Lapide contra los que intentan diluir la promesa en una alegoría y expone que en aquel día del Señor los apóstoles y los que todo lo despreciaron por amor a Cristo estarán sentados más cerca del divino Juez, en calidad de príncipes y asesores del Reino. Más o menos explícitamente se encuentra la misma enseñanza consoladora en Sb. 3, 8; Dn. 7, 9 y 22; Lc. 19, 17 ss.; 22, 30; Judas 14; Ap. 3, 21; 20, 4; etc. Cf. Didajé 10, 7. El P. Sales, con Fillion y otros, considera esto como una extensión de la promesa hecha por Jesús a los apóstoles (Mt. 19, 28 y nota), “a todos los cristianos que hayan vivido su vocación”, si bien es de observar que allí se habla de doce tronos y de las tribus de Israel, en tanto que en otros lugares se habla de juzgar a las naciones (véase Ap. 2, 26 s.). De todas maneras vemos que S. Pablo levanta aquí buena parte del velo que cubre los Novísimos, como lo hace también en 15, 23; 15, 51; 1 Ts. 4, 12 ss.; 2 Ts. 2, 3 ss.; Rm. 11, 23 ss., etc., penetrando resueltamente en el campo de la profecía escatológica. De todo esto se sigue que aquel “día” en que Dios juzgará a la Humanidad y formará “nuevos cielos y nueva tierra” (2 Pe. 3, 13), no ha de medirse con el reloj humano, sino que, como observa S. Agustín, será uno de aquellos de que habla S. Pedro (2 Pe. 3, 8) y cabrán en él muchas cosas que nos son todavía oscuras. Cf. Mt. 24, 3 ss., y notas.

[11750] 4. Según esto no valdría la pena ocupar en eso a los más sabios. Pero el v. es diversamente interpretado. Fillion cree que S. Pablo habla aquí irónicamente. La solución estaría quizá en la forma interrogativa: ¿Acaso sentáis como jueces a los despreciables? Como si dijera: ¿Es que vais a otros jueces porque no sabéis elegir los vuestros? ¿No tenéis otros mejores?

[11751] 7. ¿Por qué más bien no soportáis la injusticia? Es la doctrina del Sermón de la Montarla, fundamental por lo tanto en el cristianismo, como todo lo que afecta a la caridad (Mt. 5, 39; Lc. 6, 29; Rm. 12, 17; 1 Ts. 4, 6; Tt. 3, 2; St. 4, 2). Vemos así cuánto importa huir de los litigios y de cuántos males nos libraría Dios con ello, tanto en el orden colectivo como en el individual. Y si bien miramos, tal doctrina afecta, más que a nuestros intereses, a nuestro amor propio. Sabemos que hay, por ejemplo, personas de corazón sensible, que con verdadero gusto dan importantes cantidades para los pobres, y que sin embargo se indignan furiosamente de que alguien les tome, sin su permiso, aunque sea una gallina, porque con esto se sienten burlados. ¿No valdría mucho más ante Dios, dejarse quitar la gallina, que entregar una suma, puesto que aquella cosa, materialmente pequeña, requiere una negación de sí mismo, una renuncia a la voluntad de la carne, mucho mayor que lo otro? Porque está claro que si uno no es capaz de dejarse tomar la gallina, menos tendrá la caridad sobrenatural necesaria para hacer una obra mayor; por donde se ve que una gran donación muchas veces no responde a la pura voluntad caritativa, sino que va mezclada con sentimentalismo y propia satisfacción. De ahí lo que el Apóstol nos dice en 4, 5. Solo Dios conoce lo que vale cada alma, y por eso no hemos de pretender condenarlas ni canonizarlas desde ahora, porque nosotros tendemos a juzgar por las apariencias (Jn. 7, 4). Cf. Mt. 23, 26 y nota.

[11752] 8. Nótese la fuerza del contraste: lejos de soportar como víctimas, a imitación de Cristo (1 Pe. 2, 19-24), son ellos los victimarios.

[11753] 11. Tales erais: es decir, cuando paganos (v. 1). Cf. Rm. 1, 18-32; Ef. 2, 12 ss.

[11754] 13 ss. Decían algunos, a la manera de los materialistas modernos: fornicación y lujuria son cosas tan naturales y necesarias como satisfacer las exigencias del estómago. A ellos responde el Apóstol: En verdad el estómago es para los manjares, pero el cuerpo, como templo del Espíritu santo (v. 19), está destinado para la gloria eterna. La Iglesia rechaza, por consiguiente, el culto de la carne, tan fomentado en los teatros y en la literatura, y esto no porque desprecie el cuerpo (Col. 2, 16 y nota), sino porque respeta la dignidad del mismo. “Si tú dices: tengo derecho a llevar una vida regalada y entre placeres, respóndete el Apóstol: Ya no eres hombre libre y dueño de ti mismo; ya eres esclavo del regalo y del placer” (S. Crisóstomo). El cuerpo es para el Señor, etc.: Es decir, para hacerse uno mismo con Cristo, como miembro de Él. Véase Ez. 18, 4 y nota. Y Él es para el cuerpo, pues será Él quien lo resucitará y glorificará. Cf. Fil. 3, 20 s.

[11755] 17. Un mismo espíritu, por participar de la divina naturaleza mediante la gracia. Cf. 6, 23; 2 Pe. 1, 4. “De la naturaleza del amor es transformar al amante en el amado; por consiguiente, si amamos lo vil y caduco nos hacemos viles e inestables... Si amamos a Dios nos hacemos divinos” (S. Tomás).

[11756] 19. “La impureza es un materialismo grosero, un sacrilegio que deshonra los miembros de Cristo, una degradación del propio cuerpo, una profanación que viola el templo del Espíritu Santo, una injusticia que desconoce los derechos de Cristo sobre nosotros” (Bover).

[11757] 20. Por un precio grande: El texto dice solamente: por un precio: el Apóstol quiere recalcar que en esa compra el precio fue enteramente pagado, de modo que no puede dudarse que ya no somos nuestros. Véase en 7, 23, cómo insiste en esa misma verdad para convencernos de que no podemos esclavizar tampoco a otros hombres. “No contento con purificarnos, el Salvador nos ha enriquecido, pues nos mereció con su muerte la gracia santificante y la felicidad celeste. Por lo tanto, considerando que la Sangre de Cristo ha sido el precio de nuestro rescate, ¿no nos sentimos inducidos a guardarnos más cuidadosamente de toda caída?” (S. Tomás).

[11758] 3. “Existen algunos que enseñan que la unión del varón y la esposa no está libre de pecado, lo que es herético” (S. Tomás).

[11759] 4. He aquí algo que probablemente ignora gran parte de los cónyuges. El recordarlo convertiría en caridad lo que antes era pura concupiscencia egoísta.

[11760] 5. Contestando el Apóstol a las consultas que le habían sido presentadas, expone el ideal del matrimonio cristiano con admirable libertad de espíritu, previniendo a los cónyuges que si Dios los mueve a dejar, por algún tiempo, la cohabitación y dedicarse a la oración, lo hagan siempre atendiendo a la debilidad humana del modo que lo dijo en el v. 2, esto es, para evitar el peligro de la incontinencia, o sea para que la presunción de ostentar ante Dios una virtud heroica, no los haga olvidar la miseria humana y caigan en adulterio u otros actos prohibidos, por evitar aquellos que no lo están. Véase el ejemplo de Tobías, y la promesa que él contiene de las más grandes bendiciones para el hogar (Tob. 6, 18 ss. y nota). Por encima del estado matrimonial, recomienda el Apóstol la virginidad (v. 26 ss. y nota).

[11761] 9. Abrasarse, es decir, entregarse a malos pensamientos y pasiones “hasta consumirse en el oculto fuego” (S. Agustín).

[11762] 10 s. Le indisolubilidad del matrimonio es, como se ve, un mandamiento que viene del Señor, y del que no puede dispensar ninguna potestad. Cf. Mt. 5, 32; 19, 9; Mc. 10, 11; Lc. 16, 18.

[11763] 12. Esta norma que se llama Privilegio Paulino o “privilegio de la fe” (v. 15), se observa aún hoy día cuando uno de los esposos infieles abraza la fe cristiana. Véase el Código de Derecho Canónico, cánones 1120 ss. Admiremos el espíritu de caridad que la inspira: “pues Dios nos ha llamado a la paz”. Se trata de una excepcional y verdadera disolución del vínculo, plenamente reconocida hoy (algunos autores antiguos la negaban) y se refiere, como vemos, al caso de un matrimonio preexistente, entre infieles, que resulta mixto por conversión ulterior de un cónyuge. Mas tal disolución requiere la libre voluntad del cónyuge infiel y no solo la del creyente, pues sin aquella este no sería dueño de su cuerpo (v. 4). Claro está que la voluntad de aquel presupone que admita una convivencia “sin injuria del Creador”, pues de lo contrario el creyente no podría tener aquella paz. También, a la inversa, si el cónyuge creyente ha dado al otro un justo motivo de abandonarlo, la ley canónica declara improcedente este privilegio (canon 1123). Algunos ven aquí solo un permiso o consejo (S. Agustín. S. Tomás, Cornely), otros un precepto (cf. Van Steenkiste). También discuten los autores si el privilegio se extiende o no a los bautizados en una secta disidente (O. Arendt).

[11764] 14. El cónyuge convertido, santificado como miembro de Cristo (1, 2; 6, 15 y 19), santifica al otro por la íntima unión que con él tiene (14, 35 y nota). “La limpieza de la mujer fiel vence la inmundicia del varón infiel, y también la limpieza del varón fiel vence la inmundicia de la mujer infiel” (S. Crisóstomo). Es una notable excepción a la ley del contagio (cf. 5, 6 y nota), y coincide con lo que dice S. Pedro sobre la santidad de la misión de los cónyuges (1 Pe. 3, 1 y nota). La caridad aconseja no separarse en este caso, dice S. Agustín, porque la separación dificultaría la salvación de los infieles (cf. v. 36 y nota). Vuestros hijos: Los PP. griegos (Crisóstomo, Teodoreto, etc.) advierten que el cónyuge infiel por su unión con el fiel tiene mayor esperanza de salvación así como los hijos de padres cristianos más seguramente llegan a la fe (Cornely). Los autores coinciden hoy en señalar que S. Pablo, al decir aquí “vuestros”, se refiere no ya a los hijos de aquellos matrimonios mixtos, sino a los de todos los cristianos de Corinto.

[11765] 16. En este caso ya no podría seguirse sin presunción el caritativo empeño del v. 14. Por donde vemos la suavidad de los caminos que Dios abre a los rectos de corazón, que miran la amistad de Él como la preocupación central de su vida. Cf. Sal. 111, 4 y nota; Mt. 19, 14; Mc. 10, 14; Lc. 18, 16.

[11766] 18. No se haga incircunciso: Por medio de una operación quirúrgica los judíos helenistas que apostataban de su Dios disimulaban la circuncisión para evitar la burla de los griegos en los gimnasios donde aparecían desnudos (gimnasio viene del griego gymnós, desnudo). Cf. I Mac. 1, 15-16.

[11767] 21. El cristianismo remedia la lucha de clases y quiere que todos se hagan, voluntariamente, siervos de Cristo y hermanos entre sí.

[11768] 23. Por un precio (grande): esto es, con la preciosísima Sangre de Jesucristo. Habéis sido hechos libres por Jesucristo, y vuestro espíritu no puede ser esclavo de nadie, por lo tanto, no importa a qué condición social pertenezcáis. Véase 6, 20 y nota; 1 Pe. 1, 18 s.; Jn. 8, 32 ss.

[11769] 25. Misericordia para ser fiel: He aquí un pasaje que, como muchas otras palabras reveladas, puede escandalizar al criterio humano, naturalmente opuesto al criterio esencialmente divino de la Sagrada Escritura (2, 14 y nota). La Iglesia lo cita, con algunos más (1 Tm. 1, 13; Fil. 1, 29; Ef. 2, 8; 1 Co. 4, 7; St. 1, 17; Jn. 3, 27, etc.), para demostrar que la fidelidad del hombre a Dios, lejos de ser un favor que a Él le hacemos es un favor, el más grande, que recibimos de Él. (Denz, 199).

[11770] 26 ss. Las ventajas y excelencias de la virginidad por causa de Dios no se pueden destacar mejor que en este incisivo discurso, de un valor que no sufre menoscabo por el cambio de tiempos ni de circunstancias. La inminente tribulación, a saber, las cargas y cruces de la vida matrimonial, las persecuciones y la vanidad y fugacidad de este mundo (cf. v. 31 y nota), cuyo fin siempre puede estar cerca con el ansiado Retorno del Rey de Reyes (Fil. 4, 5; St. 5, 8; Ap. 1, 3; 19, 11 ss.; 1 Ts. 5, 1 ss.; 1 Pe. 4, 7). Sobre esto insiste también en el v. 29: El tiempo es limitado, y en 10, 11: Ha venido el fin de las edades. Como se ve, S. Pablo no presenta la virginidad como precepto (1 Tm. 4, 3), sino que la ofrece como un estado más conveniente y feliz aun en esta vida, de acuerdo con lo que Jesús dijo en Mt. 19, 11 s. Lo mismo dice sobre el estado de viudez en el v. 40.

[11771] 29. Limitado: El griego usa una expresión náutica que significa cargar las velas; según observa Buzy, es para señalar que no podemos contar con largo tiempo, que estamos próximos a zarpar, lo cual es doblemente cierto, por la brevedad e incertidumbre de nuestra vida y por el eventual retorno del Señor en cualquier momento (v. 26 ss.; Mc. 13, 37 y notas).

[11772] 31. La apariencia de este mundo pasa: El cristiano pleno, en vez de ser, pues, el tipo da hombre satisfecho, casi prosaico, según se lo imagina el mundo al verlo huir de sus oropeles, es el grande y audaz aventurero, que se juega el todo por el todo frente a lo infinito. Él ve que las bellezas temporales, según la carne, producen emociones intensas, y que lo espiritual no es emotivo sino tranquilo. Pero él sabe que aquello es apariencia, y que esto es “la verdad”; porque “las cosas que se ven son transitorias, mas las que no se ven son eternas” (2 Co. 4, 18). Entonces, al ver que todo esto es una apariencia, una escena como en el teatro, no se resigna a poner todo su destino en tan poca cosa, porque es ambicioso. Y entonces no tarda en descubrir que la realidad está escondida en el misterio (2, 7), y que ese misterio es todo de amor, como el mismo Dios, por lo cual sin el amor no podemos entender nada (1 Jn. 4, 8). Y cuando se entrega del todo al amor, es decir, a la felicidad de ser amado (Ct. 2, 7 y nota), empieza a sentirse satisfecho, tanto en su corazón como en su mente; y a medida que va hallando la sabiduría, va haciéndose cada día más pequeño delante de Dios, como un niñito de pecho, y comprueba alborozado cómo es que el Padre muestra a los pequeños esas cosas que oculta a los que los hombres llaman sabios (Lc. 10, 21). Véase la introducción al libro de la Sabiduría.

[11773] 33. Está dividido: Tal es sin duda lo común. Podemos sin embargo agregar, para consuelo de los casados que quieren amar a Dios, aquello que Jesús dijo en Lc. 18, 27: “Las cosas imposibles para hombres, posibles para Dios son”. Véase en Hch. 18, 2 y 26 y notas, el caso bellísimo de Aquila y Priscila, los cónyuges amigos de S. Pablo, que vivían solo para el Evangelio.

[11774] 39. Que sea en el Señor: esto es, dentro del Cuerpo Místico (Ef. 5, 25 ss.), con un esposo cristiano. De ahí que la Iglesia prohíba los matrimonios mixtos y no los permita sino con ciertas precauciones. La forma externa actual del Matrimonio data del Concilio de Trento.

[11775] 40. Véase vv. 26, 28 y 32-35. El estado de viudez ha merecido siempre gran respeto en la Iglesia. Cf. 1 Tm. 5, 3 ss., etc.

[11776] 1 ss. Parte de los sacrificios que los paganos ofrecían a sus ídolos, se vendía en el mercado. Por lo tanto, algunos cristianos se sentían inquietos al comer carne, especialmente cuando eran convidados por algún pagano.

[11777] 2 s. Quiere decir: nada sabe; y esto no solamente porque la pura ciencia infla (v. 1) y nada vale sin la sabiduría sino también porque son tantos los misterios revelados por Dios en la Escritura, que jamás sabremos de ellos todo cuanto habría que saber. En cambio el que ama (v. 3), o sea el que tiene la caridad que edifica (v. 1), ese es conocido de Dios (v. 3). Y esto es lo que importa: lo que Él conoce; porque la realidad es lo que sucede ante Dios y no lo que ocurre en el campo de la mente nuestra, sujeta a error y que puede ser víctima de la imaginación. Por eso es que las emociones propias no tienen tanto valor en la vida espiritual. Cf. 7, 31 y nota.

[11778] 6. Un solo Dios, el Padre, etc.: Es esta una de las grandes luces para el conocimiento del verdadero Dios, que hallamos en la Sagr. Escritura, donde el Padre siempre es llamado Dios por antonomasia (cf. 1, 3; 8, 4 ss.; Jn. 8, 54 y nota; Ef. 4, 6; 1 Tm. 2, 5, etc.) El Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu Santo es amor, porque los tres son una sola Divinidad y Dios es amor (1 Jn. 4, 16). El Padre es el Principio del amor (“Caritas Pater”). El Hijo es el Don del amor (“Gratia Filius”), y al mismo tiempo su expresión (Verbo del amor), su conocimiento (la luz del amor que viene a este mundo: Jn. 1, 9; 3, 19; 12, 46), y su contenido mismo: resplandor de la gloria del Padre y figura de su sustancia (Hb. 1, 3), y viene como “Dios con nosotros” o Emmanuel (Is. 7, 14). El Espíritu Santo es el Soplo del amor (“Communicatio Spiritus Sanctus”) y da todavía un paso más que el Verbo Jesús, realizando la divinización de los hombres como hijos de Dios, si ellos aceptan a Jesucristo. El Padre es, diríamos, Dios Amor en Sí. El Hijo es ese Dios Amor con nosotros. El Espíritu Santo es ese Dios Amor en nosotros (Jn. 14, 16), terminando así el proceso divino ad extra, es decir trayéndonos eficazmente, en virtud de la voluntad del Padre que nos dio al Hijo, y de los méritos del Hijo ante el Padre, la participación en la naturaleza divina (2 Pe. 1, 4), el nacimiento de Dios como hijos (Jn. 1, 12-13; Ef. 1, 5), la vida de amistad con el Padre y el Hijo en virtud de ese amor (1 Jn. 1, 3) y la unidad, en fin, consumada con el Padre y el Hijo (Jn. 17, 21-23). Cf. 2 Co. 13, 3 y nota.

[11779] 7. Contaminada, no por el hecho mismo, sino por la viciada intención del que lo hizo creyendo que era pecado. Vemos aquí la importancia capitalísima y decisiva que tiene ante Dios la rectitud de conciencia. Cf. 10, 25-29; Rm. 14, 14-23.

[11780] 9. El cristianismo es la religión de la caridad, y no una tabla de derechos y fórmulas. Es, por consiguiente, deber nuestro renunciar a una cosa lícita para salvar un alma. Lo que en sí es cosa indiferente y lícita, puede redundar en perjuicio de otro, si para este es ocasión de pecado. Véase nota anterior.

[11781] 12. Pecan contra Cristo porque son culpables de que muera un miembro de su Cuerpo Místico, un alma que Él amó hasta entregarse por ella (Ga. 2, 20) y cuyas ofensas Él mira como hechas a Sí mismo (Mt. 25, 40 y 45).

[11782] 2. Cf. Ga. 1, 12; 2, 8; Rm. 1, 1 y notas.

[11783] 5. No se trata de las mujeres casadas con los apóstoles, pues ellos habían abandonado sus familias, y S. Pablo practica y recomienda el celibato (cf. 7, 7 y 25 ss.), sino más bien de mujeres piadosas que los acompañaban y asistían con sus bienes, como lo hicieron con el mismo Señor (Lc. 8, 1-3).

[11784] 6. Se refiere al trabajo manual o lucrativo para la propia subsistencia, lo cual le quitaría tiempo para el apostolado. Ello no obstante, bien sabemos que Pablo hacía aún esos trabajos, para no ser gravoso a las Iglesias y conservar su libertad de espíritu (v. 12 ss.; 1 Ts. 2, 6-10; 2 Ts. 3, 8 s., etc.).

[11785] 9 s. Cf. Dt. 25, 4; 1 Tm. 5, 18; 2 Tm. 2, 6.

[11786] 11 s. Los predicadores del Evangelio merecían como se ve, especial consideración (1 Tm. 5, 17; Hch. 6, 2 y nota).

[11787] 13. Los apóstoles tienen, pues, derecho a ser sustentados por los fieles a quienes sirven. Cf. Nm. 18, 8 y 31; Dt. 14, 22 ss.; 18, 1 ss. S. Pablo renunció a tal derecho, ganándole la vida con su propio trabajo corporal, como acto ejemplar de caridad.

[11788] 14. Se refiere a lo dicho por Jesús en Mt. 10, 10 s. y Lc. 10, 7, sobre el sustento de los obreros evangélicos. En cuanto a la generosidad de los fieles por una parte, y el desinterés de los pastores por otra, véase Mt. 10, 8 s.; 1 Pe. 5, 2; Mal. 3, 8 ss. y notas. Cf. Hch. 8, 18 ss. y nota; Dante, Inf. 19, 115 ss.

[11789] 15. La gloria consiste en haber trabajado gratuitamente por el Evangelio (Hch. 18, 3; 20, 34; 2 Co. 11, 10). Así podía increpar a los que negociaban con las almas (2 Co. 11, 20). Cf. v. 18; Ap. 18, 13.

[11790] 16. ¡Ay de mí si no predicare el Evangelio!: Vemos una vez más la importancia capitalísima que los apóstoles atribuyen a la predicación de la Palabra de Dios. Cf. Hch. 6, 2; 1 Tm. 5, 17; 2 Tm. 4, 2. Vale la pena destacar cómo, al cabo de dos mil años, el amor a la verdad ha llevado a un escritor moderno —venido del judaísmo y que explotó antes muchos campos literarios con éxito tan brillante como su estilo— a esta misma conclusión de S. Pablo. En plena mitad del siglo XX, frente a los horrores de la guerra y del odio, tan parecidos a las señales del fin anunciadas por Jesús, René Schwob ha dicho que solo un campo queda, solo un asunto tiene sentido para ocupar al escritor de hoy: el comentario al Evangelio. Por lo demás, el Papa Pío XII corrobora el concepto en la Encíclica “Divino Afflante Spiritu”, sobre la Biblia, al decir que, lejos de ser este un campo ya agotado, está muy al contrario lleno de cosas que quedan por entender y explicar. De modo que puede vaticinarse el alcance insospechado que tendrá, con el favor de Dios, el movimiento bíblico católico que se ha iniciado en muchos países del mundo con una simultaneidad que responde a la sed universal de las almas. Cf. Amós 8, 11; Jn. 21, 25 y notas.

[11791] 22. Para de todos modos salvar a algunos. La Vulgata dice: para salvarlos a todos. Véase 2 Co. 11, 29; Rm. 11, 14.

[11792] 24. El Apóstol pinta en los siguientes versículos al cristiano militante, valiéndose de las comparaciones con los famosos juegos ístmicos: carrera (v. 4) y pugilismo (v. 26), donde todos se lanzan, se controlan y renuncian a cuanto pueda apartarlos de su objetivo. Así hemos de empeñarnos nosotros, y con tanto mayor razón, por obtener el premio de la eternidad, renunciando a la propia gloria y al propio interés y haciéndolo “todo por el Evangelio” (v. 23). Cf. Mt. 10, 38; 16, 24. La comparación recuerda la que hace Jesús entre el celo de los hijos de las tinieblas y el de los hijos de la luz (Lc. 16, 8).

[11793] 25. Véase 3, 14 y nota. Las monedas que se conservan de Corinto, traen grabada la corona de aquellos efímeros triunfos, que era de pino, de perejil o de olivo. El apóstol nos lleva a fijar en cambio la atención sobre el premio que nos espera (Fil. 3, 8-14), para alegrarnos desde ahora (Rm. 5, 2; Tt. 2, 13; Lc. 6, 23; 10, 20; Jn. 16, 22) en la esperanza cierta de una felicidad, que si no nos cautiva el corazón es porque apenas tenemos una vaga idea del cielo, e ignoramos las innumerables promesas que Dios nos prodiga en la Sagrada Escritura. David dice que ellas le dieron esperanza. Y eso que aún no conocía todas las del Nuevo Testamento. He aquí algunas para nuestra meditación: 2, 9; 3, 8; 6, 2 s.; 15, 24 ss., y 51 ss.; Rm. 8, 17 s.; Col. 3, 4; Fil. 3, 20 s.; Lc. 22, 29 s.; 2 Tm. 2, 12; 4, 8; 1 Pe. 1, 4; 5, 4; St. 1, 12; 2, 5; Mt. 25, 34; Ap. 2, 10 y 27 s.; 3, 21; 5, 10; 14, 3 s.; 20, 4; caps. 21 y 22; 2 Co. 4, 17; 5, 1; Hb. 9, 15; 10, 34; 11, 10; 12, 28; Dn. 7, 27; 12, 3; 1 Ts. 4, 16 s., etc.

[11794] 27. He aquí el propósito del ayuno: Sabemos que los deseos naturales de la carne van contra el espíritu (Ga. 5, 17). Es necesario, entonces, que ella esté siempre sometida al espíritu, pues en cuanto le damos libertad nos lleva a sus obras que son malas (Ga. 5, 19 ss.; Jn. 2, 4 y nota). S. Pablo nos revela el gran secreto de que nos libraremos de realizar esos deseos de la carne, si vivimos según el espíritu (Ga. 5, 16; cf. Sal. 118, 11 y nota). Importa ta mucho comprender bien esto, para que no se piense que las maceraciones corporales tienen valor en sí mismas, como si Dios se gozase en vernos sufrir (Col. 2, 16 ss.; Is. 58, 2 ss. y notas). Lo que le agrada ante todo son los “sacrificios de justicia” (Sal. 4, 6 y nota) y los “sacrificios de alabanza” (Hb. 13, 15; 1 Pe. 2, 4-9), es decir, la rectitud de corazón para obedecerle según Él quiere, y no según nuestro propio concepto de la santidad, que esconde tal vez esa espantosa soberbia por la cual Satanás nos lleva a querer ser gigantes, en vez de ser niños como quiere Jesús (Mt. 18, 1 ss.; Lc. 1, 49 ss. y nota) y a “despreciar la gracia de Dios” (Ga. 2, 21), queriendo santificarnos por nuestros méritos, como el fariseo del Templo (Lc. 18, 9), y no por los de Cristo (Rm. 3, 26; 10, 3; Fil. 3, 9, etc.). Bien explica S. Tomás que “la maceración del propio cuerpo no es acepta a Dios, a menos que sea discreta, es decir, para refrenar la concupiscencia, y no grave excesivamente a la naturaleza”. Porque el espíritu del Evangelio es un espíritu de moderación, que es lo que más cuesta a nuestro orgullo.

[11795] 1 ss. Nuestros padres: Los de Israel, que también lo son nuestros, como hijos que somos también de la promesa hecha a los Patriarcas (Rm. 4, 1 ss.; 9, 6; Ga. 3, 7; Ef. 2, 20, etc.). Alude S. Pablo al éxodo de los israelitas de Egipto bajo Moisés cuando pasaron el Mar Rojo, guiados por una nube que les daba sombra de día y luz de noche (Ex. 3, 21; Sal. 104, 39; Sb. 10, 17; 19, 7 y notas). En orden a Moisés, es decir, fueron incorporados a él, como nosotros a Cristo (cf. Ex. 14, 3). Manjar y bebida: los israelitas, dice S. Juan Crisóstomo, recibieron maná y agua; nosotros, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El adjetivo todos se repite cinco veces para acentuar que aunque todo Israel recibió aquellas bendiciones, solo un pequeño número entró en la tierra prometida. Véase la tremenda Parábola del banquete nupcial (Mt. 22, 14). Cf. Mt. 13, 47 ss.

[11796] 4. Piedra es, desde antiguo, uno de los nombres divinos (Dt. 32, 4; 15, 8; 2 Sam. 2, 22; Sal. 17, 3, etc.). La piedra era Cristo: Así le llama también el Príncipe de los Apóstoles (1 Pe. 2, 4 ss.) y el mismo Pablo en Ef. 2, 20. S. Justino, fundándose en los Evangelios (que él llama “Memorias de los Apóstoles”) escribe a Trifón el judío: “Porque leemos (en ellos) que el Cristo es el Hijo de Dios, lo proclamamos y lo entendemos como Hijo, el mismo que en los libros de los Profetas es llamado la Sabiduría, el Día, el Oriente, la Espada, la Piedra, etc.”. “Era el Mesías quien acordaba a la nación teocrática no solamente el agua para saciar su sed, sino también todas las demás gracias que necesitaba. Nada más bello y nada más real que esta actividad anticipada del Mesías en la historia judía (v. 9; Jn. 12, 41, etc.). Ya un escritor sagrado del Antiguo Testamento había dicho (Sb. 10, 15 ss.) que la divina Sabiduría estaba con los judíos en el desierto; ahora bien, esa Sabiduría es el mismo Verbo de Dios” (Fillion). Cf. nuestra introducción al Libro de la Sabiduría; Si. 4, 15 y notas. Véase también el v. 17 y 12, 12; Judas 5 y notas.

[11797] 5. Cita de Nm. 14, 16 y 29 según los LXX.

[11798] 6. Como figuras: así como los israelitas fueron bautizados en la nube y en el mar (vv. 1 y 2) y alimentados con un manjar espiritual (vv. 3 y 4), así también nosotros recibimos las aguas del Bautismo y el Pan del cielo en la Eucaristía. Lo malo: alusión a los israelitas que codiciaron las carnes de Egipto. Pero mientras tenían aún la carne de las codornices entre los dientes, fueron castigados (Nm. 11, 4 ss.).

[11799] 7. Cita de Ex. 32, 6. En los lugares mundanos de hoy, el baile entre las comidas parecería querer imitar esto al pie de la letra.

[11800] 8. Cf. Nm. 25, 1 y 9. Fornicar se usa generalmente en la Sagrada Escritura para señalar cuánta infidelidad se esconde en la idolatría (St. 4, 4 s., y nota; Ap. 17, 2; 18, 3. Aquí se refiere a la fornicación con las hijas de Moab. Nm. 25, 1 ss.

[11801] 9 s. Véase Nm. 21, 5 s.; 11, 1; 14, 1 s.

[11802] 11. El fin de las edades: Fórmula semejante a la hebrea acharit hayamim (Is. 2, 2); es aplicada, como observa Fillion, por oposición a los tiempos en que aún se esperaba la primera venida del Mesías. Véase expresiones semejantes en Ga. 4, 4; Ef. 1, 10; Hb. 9, 26; 1 Pe. 1, 5; 1 Jn. 2, 18. Así también S. Pablo aplica en forma análoga el anuncio de Is. 49, 8 en 2 Co. 6, 2. Cf. 3, 14; 4, 8 ss.; 2 Tm. 3, 1 y notas.

[11803] 12. Es decir que no estamos aún confirmados en la gracia (cf. Hb. 8, 8 ss.), y que nuestra carne estará inclinada al mal hasta el fin, por lo cual, aunque ya somos salvos en esperanza (Rm. 8, 4), hemos de saber que solo podremos vencer nuestras malas inclinaciones recurriendo a la vida según el espíritu (Ga. 5, 16 y nota), y que cada instante en que nos libramos de caer en la carne es un nuevo favor que debemos “a la gracia de la divina misericordia” (Fil. 1, 29; 2, 13 y notas), “para que no se gloríe ninguna carne”, como dijo el Apóstol en 1, 29. Cf. Ef. 2, 9.

[11804] 13. Es la consoladora doctrina que expone Santiago (St. 1, 13 y nota), añadiendo aún que de la tentación saldremos mejor que antes (St. 1, 12). “El que de la tentación hace que saquemos provecho, de manera que podamos sostenernos, Él mismo nos asiste a todos y nos da su mano para que alcancemos las eternas coronas por gracia y benignidad de Nuestro Señor Jesucristo, con espléndida aclamación” (S. Crisóstomo). Véase Sal. 124, 3 y nota.

[11805] 14 ss. Para evitar toda especie de idolatría, el Apóstol va a dar instrucciones sobre el misterio eucarístico. Comunión (v. 16); el griego dice koinonía, que la Vulgata traduce “comunicación” y “participación” (cf. v. 17 s.). Con el ejemplo que S. Pablo pone, comparándola con la participación en los sacrificios (vv. 18 ss.), les explica perfectamente este misterio sobrenatural, pues ya los judíos que aún seguían el antiguo culto (v. 18; cf. Hb. 8, 4 y nota), y hasta los paganos en sus sacrificios idolátricos (v. 19 s.), creían que la manducación de la víctima los ponía en comunión con el altar (v. 18). Así vemos toda la realidad sobrenatural de la fracción del pan (cf. Hch. 2, 42 y nota) como verdadera comunión del Pan de vida que es Cristo, y de su Sangre derramada en el Calvario (cf. Jn. 6, 48-58; Mt. 26, 27 y notas), y de ahí que declare el Apóstol la imposibilidad de mezclar ambos altares (vv. 19-21), lo cual notifica aquí a los gentiles de Corinto, como lo hará a los Hebreos en la carta para ellos (Hb. 8, 5; 13, 10 y notas). S. Justino y S. Ireneo atestiguan a este respecto la fe de los primeros cristianos sobre esta unión con Cristo, Víctima da Calvario y Sacerdote Eterno, mediante el misterio eucarístico al cual llama por eso S. Agustín “señal de unidad y vínculo de amor”. La Didajé (escrita a fines del primer siglo cristiano), en su oración eucarística toma este concepto con trascendencia escatológica diciendo: “Así como este pan fraccionado estuvo disperso sobre las colinas y fue recogido para formar un todo, así también de todos los confines de la tierra sea tu Iglesia reunida para el reino tuyo... De los cuatro vientos reúnela, santificada, en tu reino que para ella preparaste, porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. ¡Venga la gracia! ¡Pase este mundo! ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Maran Atha! Amén”. Cf. 16, 22. Mediante esas comparaciones y la del maná del cielo como alimento espiritual (v. 3) y la bebida espiritual de la Piedra que es Cristo (v. 4 y nota), S. Pablo quiere llevarnos a penetrar el escondido misterio espiritual del “único Pan” (v. 17).

[11806] 16. El cáliz de bendición: El cáliz eucarístico. Cf. Mt. 26, 27; Hch. 2, 42.

[11807] 21. En 11, 17 volverá a hablarnos de la fracción del pan, como instituida por el mismo Jesús para memoria del Calvario, y se referirá a los ágapes para condenar los abusos que en ellos se cometían.

[11808] 23. Sigue el pensamiento de 6, 12.

[11809] 24. Aquí concreta netamente el Apóstol, en una clara norma de vida (cf. 13, 5 y nota), esa verdadera obsesión que hemos de tener por la caridad fraterna según el Sermón de la Montaña. En 13, 5 nos dice él mismo que la caridad no busca sus propios intereses. Esto no quiere decir que el cristiano quede abandonado y sin recursos, sino todo lo contrario: porque para ellos precisamente dijo Jesús que el Padre les dará todo por añadidura si antes buscan ellos lo que a Dios agrada (Mt. 6, 33). Véase Mt. 6, 8 y nota.

[11810] 25 ss. S. Pablo vuelve a tomar el hilo dando normas prácticas de cómo comportarse en los banquetes (caps. 8 y 9). Distingue tres casos, mostrando que la licitud en comer no estriba en lo que afecta a los manjares (cf. Col. 2, 16 ss.), sino en la caridad de que antes habló. La regla general es tener consideración con los flacos para no darles ocasión de tropiezo, Cf. Rm. 14, 2 ss.; 15; 2.

[11811] 26. Nótese con qué hermosa elocuencia y libertad aplica aquí esta cita del Sal. 23, 1.

[11812] 31. También esta ha sido llamada regla de oro de la caridad (cf. Mt. 7, 12 y nota). Todo ha de hacerse por agradar a nuestro Padre (cf. Hch. 2, 46; Sal. 34, 28 y nota). Y como lo que más le agrada a Él es que tengamos caridad unos con otros, tal ha de ser nuestra constante preocupación (cf. v. 24 y nota). Recordemos para siempre que aquí estaría la solución —¡la única!— de todos los problemas individuales, sociales e internacionales, y que en vano se la buscará sin la caridad en las grandes asambleas, las habilidades diplomáticas o las técnicas sociológicas. Todo será inútil, dice León XIII en Rerum Novarum, sin “una gran efusión de caridad”. Mas no es tal cosa lo que anuncia Jesús, sino que nos previene que habrá toda suerte de guerras y odios entre hermanos, padres e hijos (Mt. 24, 6 ss.). De lo cual hemos de sacar una saludable desconfianza en las soluciones humanistas (Jn. 2, 24 y nota) y en el “simpático optimismo”, que según la Biblia es la característica de los falsos profetas (Ez. cap. 3 y notas), que surgirán precisamente (Mt. 24, 11) cuando falte ese amor (Mt. 24, 12).

[11813] 1. El Apóstol, que al terminar el capítulo anterior no ha vacilado en señalar su propia conducta para mostrar que ella no contradice lo que sus labios predican, se apresura a completar aquí su pensamiento con el Nombre del divino Maestro. Solo Él es santo, y nadie puede serlo sino gracias a Él. Cf. 10, 17; Jn. 1, 16; Rm. 16, 27 y notas.

[11814] 3. S. Pablo, que en las Epístolas de la cautividad nos presentará a Jesús como la Cabeza del Cuerpo Místico (Ef. 1, 22 s.; 4, 16, etc.) quiere aquí “que sepamos” que Jesús es Cabeza de cada varón, siendo este para Cristo lo mismo que la esposa es para él, es decir, algo que, si bien le está sometido, no es una simple esclava sino el objeto de todo su amor, a quien él mismo se entrega totalmente. Este concepto del alma esposa de Cristo, que meditamos en el Cantar de los Cantares, es completado por S. Pablo en 2 Co. 11, 2, donde dice que nos ha presentado a Cristo para desposarnos con Él como una casta virgen. Dios es cabeza de Cristo: Véase en 3, 22-23 y notas, cómo este misterio de amor y sumisión de la mujer al varón y del varón a Cristo, es el mismo que existe entre Jesús y el Padre.

[11815] 5 ss. Tomen nota las mujeres cristianas del celo con que S. Pablo señala esta conveniencia de velarse la cabeza en el Templo, cosa que hoy está olvidada o deformada por el uso de sombreros que nada cubren y que no son signo de dependencia como ha de ser el velo (v. 10). En tiempo de S. Pablo, solo las rameras se atrevían a tener esa conducta.

[11816] 7. “No se dice aquí que el varón sea la imagen y la gloria de Dios en atención solamente al cuerpo, alma y espíritu (1 Ts. 5, 23) puesto que a este respecto lo es igualmente la mujer... No debe el varón cubrir su cabeza, porque el velo es señal de sujeción” (S. Crisóstomo). En esta época de excesivo feminismo conviene recordar que la sujeción de la mujer no es doctrina de tal o cual escuela, sino que fue impuesta expresamente por Dios: “Estarás bajo la potestad de tu marido y él te dominará” (Gn. 3, 16). Véase Ef. 5, 22; cf. Ez. 3, 17-19 y notas. “La tesis desarrollada en todo este capítulo es que la mujer, siendo inferior al hombre, debe guardar su rango y llevar el signo de su inferioridad” (Buzy). Cf. v. 10; 14, 34-35 y nota.

[11817] 10. Es decir por respeto a los ángeles de la guarda, y quizá también por los que asisten invisiblemente a las asambleas de los cristianos (S. Crisóstomo y S. Agustín). Cf. v. 5 y nota.

[11818] 17. Con motivo de la “fracción del pan” (Hch. 2, 42) se organizaba una comida, el ágape que en griego significa amor, acto de fraternidad y que beneficiaba a los pobres. En esta hermosa institución, que S. Crisóstomo llama “causa y ocasión para ejercer la caridad”, el espíritu del mundo se había introducido, como siempre, mezclando las miserias humanas con las cosas de Dios. El Apóstol señala francamente esos abusos.

[11819] 9. Menester es que haya entre vosotros facciones: esto es, disensiones. No es que sea necesario, sino que es inevitable, porque Jesús anunció que Él traería división (Mt. 10, 34) y que en un mismo hogar habría tres contra dos (Lc. 12, 51 s.) y a veces hay que odiar a la propia familia para ser discípulo de Él (Lc. 14, 26), porque no todos los invitados al banquete de bodas tienen el traje nupcial (Mt. 22, 14), y la separación definitiva de unos y otros solo será en la consumación del siglo (Mt. 13, 47-49). Entretanto, en la lucha se manifiesta y se corrobora la fe de los que de veras son de Él (1 Pe. 1, 7; St. 1, 12). De ahí que el ideal de paz entre los que se llaman hermanos (Mc. 9, 49), no siempre sea posible (Rm. 12, 18) y que a veces los apóstoles enseñen la separación (cf. 5, 9-10). Véase 5, 11 ss. y nota; Hch. 20, 29; 1 Jn. 2, 19, etc.

[11820] 23 ss. Yo he recibido del Señor: En este pasaje vemos una vez más que el Apóstol, cual otro evangelista, nos transmite verdades recibidas directamente del Señor (cf. 15, 3; Hch. 22, 14; 26, 16; Ga. 1, 11 y notas). En efecto, como hace notar Fillion, este relato “ha debido servir de fuente a la relación que S. Lucas (discípulo de Pablo) consignó en su Evangelio” (Lc. 22, 19 s.). Sobre la Eucaristía, Véase 10, 14 y nota. En este párrafo el Apóstol nos enseña las siguientes verdades como directamente recibidas del Señor (cf. 15, 3; Ga. 1, 11, etc.): a) la Eucaristía es realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo (24 s.); b) el Apóstol y sus sucesores están autorizados para perpetuar el acto sagrado (24-26); c) la Misa es un sacrificio (25); d) el mismo de la Cruz (26); e) la Eucaristía debe recibirse dignamente (27), es decir, con la plenitud de la fe y humildad del que severamente examina su conciencia (28-31).

[11821] 26. Anunciad la muerte del Señor: Solo en la Cena dijo Jesús que su Cuerpo se entregaría por nosotros. Antes, había tenido que revelar muchas veces, a los azorados ojos de sus discípulos, el misterio de su rechazo por la Sinagoga y de su Pasión, Muerte y Resurrección. Pero su delicadeza infinita lo apartaba de decir que esa muerte era el precio que Él pagaba por el rechazo de Israel y la culpa de todos (Mt. 16, 13-21 y notas), y que ella había de brindar a todos la vida (Jn. 11, 49-52). Solo en el momento de la despedida les reveló este misterio de su amor sin límites, eco del amor del Padre, y, queriendo anticiparles ese beneficio de su Redención, esa entrega total de sí mismo (Lc. 22, 15), les entregó —y en ellos a todos nosotros, según lo dice Él mismo (Jn. 13, 1 y nota)— la Eucaristía como algo inseparable de la Pasión. Tal es lo que enseña aquí San Pablo, lo mismo que en el v. 27. Hasta que Él venga: Es decir que el Memorial eucarístico subsistirá, como observa Fillion, hasta la segunda venida de Cristo, porque entonces habrá “nuevos cielos y nueva tierra” (2 Pe. 3, 13; Is. 65, 17; Mt. 28, 20; Ap. 21, 1 y 5, etc.). Cf. Hb. 10, 37 y nota.

[11822] 27. Quien comiere indignamente: “El que no piensa como Cristo, no come su Carne ni bebe su Sangre, aun cuando todos los días reciba para su juicio tan magno Sacramento. No piensa como Cristo el que, apartando de Él el afecto de su corazón, se vuelve al pecado; y bien puede llamarse miserable a este tal, a quien un bien tan grande es dado frecuentemente y de ello no recibe ni percibe una ventaja espiritual” (S. Agustín). Será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor: Se deduce de estas palabras que Jesucristo está presente bajo cada una de las dos especies (pan y vino). De no ser así, el Apóstol no podría decir que cualquiera por tomar indignamente alguna de ellas sería reo del Cuerpo y también de la Sangre del Señor.

[11823] 28. Cf. 2 Co. 13, 5. Según Buzy, habría aquí una “alusión a la confesión pública o exomológesis practicada desde aquella época”. Véase St. 5, 16. En el Confiteor que hoy se recita al principio de la Misa y antes de comulgar, tanto el sacerdote como los fieles hacemos confesión pública de que somos pecadores, gravemente de corazón, de palabra y de obra, y sin descargo alguno, al decir, “por mí culpa... mi máxima culpa”. Véase Sal. 50, 6 y notas.

[11824] 30. Muchos débiles y enfermos, etc. Vemos cómo S. Pablo observaba ese tristísimo fenómeno de las comuniones sin fruto que hoy notamos en los ambientes mundanos con apariencia de fe, que hallan compatible la unión eucarística con las desnudeces, las conversaciones, las lecturas, los espectáculos y las costumbres del mundo, el cual está condenado (v. 32) y cuyo príncipe es Satanás (Jn. 14, 30 y nota). San Pablo enseña también —cosa ciertamente insospechada— que tal es la causa de muchas enfermedades y aun de muchas muertes corporales y que en esto hemos de ver, no una severidad de Dios, sino al contrario, una misericordia que quiere evitar el castigo eterno. Cf. 5, 5 y nota.

[11825] 1. En los capítulos 12, 13 y 14 responde S. Pablo a la consulta sobre los carismas o dones especiales del Espíritu Santo (el griego dice literalmente los pneumáticos) concedidos abundantemente a los cristianos por el divino Espíritu, según era visible en la Iglesia. Véase Hch. 2, 1 ss.; 8, 17; 19, 6 y notas. Fillion hace notar que esas manifestaciones espirituales “se han enrarecido [poco y poco] y aun desaparecieron casi completamente”. Dejan de mencionarse en la Escritura desde el final del tiempo de los Hechos.

[11826] 2. A los que mirasen nuestra fe como un ciego dogmatismo gregario y servil, opone S. Pablo aquí un verdadero alarde de vida espiritual. Jesús es la luz, y no quiso que se le siguiera en tinieblas con “la fe del carbonero” (Jn. 12, 46), porque la vida eterna consiste en conocerlo bien a Él y por Él al Padre (Jn. 17, 3). De ahí que el gran Apóstol no quiere que los cristianos ignoren los misterios del Espíritu (v. 1), y opone la Ley de Cristo (v. 3) —que no es ídolo mudo, porque habló y sus Palabras son la verdad que hace libres a los que las buscan y conservan (Jn. 8, 31 s.)— a la oscura esclavitud de los paganos que, sin vida espiritual propia, se dejaban pasivamente conducir a la superstición por mentores semejantes a aquellos sacerdotes de Bel cuyos subterfugios descubrió tan admirablemente el profeta Daniel (Dn. 14, 1-21). Cf. 2 Co. 1, 23; 13, 4; Ga. 4, 8 y notas.

[11827] 3. He aquí la regla general para distinguir los espíritus: todas las manifestaciones de palabra o de hecho que se oponen a Jesús, esto es, a su gloria o a su enseñanza, son malas. Nótese que el Espíritu Santo, que por voluntad del Padre es el glorificador de Jesús (Jn. 16, 14), es también quien nos anima y capacita para confesar que Jesús es el Señor (cf. Mc. 9, 38; 1 Jn. 5, 1 y 5; Fil. 2, 11 y nota). Las almas iluminadas por el Espíritu Santo se elevan a la espiritualidad propia de los hijos de Dios (Rm. 8, 14) merced a la mansión en ellas del divino Espíritu (2, 11 ss.; 3, 17 ss. y notas). “El Espíritu Santo es fuente de un gozo sin fin que consiste en la asimilación de Dios. ¡Convertirse en Dios! Nada puede apetecerse de más bello” (S. Basilio).

[11828] 4 ss. Los mejores autores señalan en los versículos 4-6 la mención sucesiva del Espíritu Santo, del Verbo encarnado y del Padre, de donde se deducen preciosas enseñanzas sobre la doctrina de la Santísima Trinidad y la distinción de las divinas Personas. Véase 8, 6 y nota.

[11829] 7. Es decir, no para Él sino para toda la Iglesia (vv. 12 ss.), lo cual comporta gravísima responsabilidad en quien recibe los dones, como se ve en la parábola de los talentos (Mt. 25, 14 ss.). Ello explica que haya habido profetas infieles a su misión, y nos muestra que la posesión de esos dones no es por sí misma un indicio suficiente de santidad.

[11830] 8 ss. Trátase de los diversos carismas o inspiraciones y dones especiales, ministerios apostólicos y operaciones sobrenaturales. Véase vv. 28-30; Rm. 12, 6-8; Ef. 4, 11. Buzy hace notar cómo S. Pablo coloca por encima de la ciencia la sabiduría o conocimiento de los designios íntimos de Dios. Cf. 2, 10 ss. y notas.

[11831] 9. Se refiere, como observan Fillion, Buzy, etc., no a la fe teologal sino a la fe que obra milagros, y cuyos efectos son enumerados a continuación (cf. Mt. 17, 20). Véase 3, 2 y nota.

[11832] 11 ss. Como hay muchos miembros, pero un solo cuerpo, así hay también muchos carismas, pero un solo Espíritu. Ninguno se juzgue despreciado si otros están dotados de un don más apetecido. Cada uno guarde su puesto y el don que el Espíritu le ha concedido, pues que no se trata de dones personales (v. 7 y nota) y todos los carismas son inútiles sin la caridad (12-26). Véase Rm. 12, 3 y 6; Ef. 4, 7. No hay felicidad mayor que la de saber que, de toda eternidad, Dios tenía un destino elegido especialmente para cada uno, por su infinito amor, de modo que en ese destino estará para nosotros el máximum de la dicha que a cada uno conviene, tanto en la eternidad como desde ahora. Pretender cambiar esa posición por iniciativa propia sería, no solamente querer superar el amor de Dios y su sabiduría, sino también alterar el fin que Él mismo se propuso al crear a cada uno. Véase 15, 38 ss. Por lo demás, si bien las palabras según quiere se refieren al divino Espíritu, también es, en cierta manera, según quiere cada cual, es decir según acepta y desea. Porque el mismo Dios nos advierte que Él llena de bienes a los hambrientos (Lc. 1, 53) y nos invita a abrir bien la boca para poderla colmar (Sal. 80, 11 y nota). En un mercado donde todo se da gratis, el que pide poco es un necio (cf. Is. 55, 1 y nota). Solo se trata, pues, de hacerse pequeño como un niño para recibir la que se niega a los sabios y a los prudentes (Lc. 10, 21). Tal es el sentido de las palabras de S. Agustín: “Si quieres ser predestinado, hazte predestinado”.

[11833] 12. Admiremos cómo se ensancha aquí la visión al mostrársenos la Iglesia de Dios como un cuerpo orgánico, pero místico. Lo que el Espíritu Santo hace al distribuir así diversamente sus dones, no es sino edificar el cuerpo de Cristo que hemos de formar todos los cristianos (v. 13). De manera que si cada uno de nosotros tiene dones distintos, es porque somos miembros de ese Cuerpo y entre todos hemos de hacer la armonía del conjunto (v. 14). Y esto, lejos de obstar al bien de cada uno, según lo que vimos en la nota anterior, lo confirma de una manera nueva, haciéndonos comprender que la mano no está hecha para ser usada como pie, ni el oído para ser ojo, etc., ni la mano podría ser feliz cortada del cuerpo, como si fuera ella misma una persona (v. 19), por lo cual la plenitud de nuestro bien está en la armonía de ese Cuerpo, que es el Cristo total, cuya Cabeza o centro vital es el mismo Jesús (Ef. 4, 15 s.) de cuya plenitud lo recibimos todo (Jn. 1, 16). Esta alegoría del cuerpo humano, acerca de la cual suele recordarse imágenes semejantes de autores paganos (Menenio Agripa, Séneca, Marco Aurelio, etc.), no es pues, según vemos, sino el desarrollo de la alegoría propuesta por el mismo Señor sobre la vid y los sarmientos: algo vital y orgánico, e infinitamente más real y profundo que toda figura literaria, como que los cuerpos físicos y todas las cosas creadas son imágenes visibles de las invisibles realidades espirituales, según lo vimos en Rm. 1, 20 y nota, y como lo señala aquí el v. 24 al mencionar la expresa disposición de Dios. S. Pablo presenta aquí el concepto de cuerpo especialmente en cuanto a la solidaridad entre los miembros, de donde se deduce también la comunidad de bienes espirituales (cf. 2 Co. 10, 15). En las Epístolas de la cautividad esencialmente Cristológicas, explayó el gran misterio del Cuerpo Místico con relación a Aquel que resucitado de entre lis muertos, sentado a la diestra del Padre y puesto sobre la casa de Dios (Hb. 10, 21) como Sumo Sacerdote del Santuario celestial (Hb. 8, 2; 9, 11 y 4), es a un tiempo la Cabeza y la vida de toda “la Iglesia que es su Cuerpo” (Ef. 1, 20-23; 2, 6; Col. 1, 18, etc.). Cf. Mt. 13, 47 y notas.

[11834] 23 s. Así como en este gráfico análisis del cuerpo físico —en que el Apóstol señala expresamente las deliberadas voluntades del Creador— sucede en el Cuerpo Místico de Cristo: los que hayamos estado más bajos, según el mundo, seremos los privilegiados de la gloria, los preferidos de Aquel que estuvo entre nosotros como un sirviente (Lc. 22, 27). Tal es lo que S. Pablo nos ha dicho antes sobre la posición siempre despreciada de los apóstoles (4, 9 ss.; 2 Co. 6, 4 ss. y notas), no obstante ser esa vocación la primera (v. 28), y la más deseable (v. 31). ¿Es que acaso no habrían de cumplirse las predicciones de Jesús sobre los apóstoles verdaderos? (Jn. 15, 18 ss.; 16, 1-4). He aquí una piedra de toque para saber encontrarlos.

[11835] 25 s. El Apóstol quiere acentuar, con toda razón, que esa solidaridad existe entre los miembros como un hecho real, o sea que no se trata de un precepto que deba cumplirse en sentido moral, sino de algo que afecta vitalmente al interés de todos y de cada uno, tanto en un cuerpo espiritual como en el físico. “De ahí han tomado los sociólogos, no solamente la concepción orgánica de la sociedad humana, sino también el concepto de la solidaridad social que sirvió de base para demostrar la conveniencia y la necesidad de la armonía entre los hombres”.

[11836] 27 ss. Miembros (cada uno) en parte. Es decir, no que unos seamos miembros de otros, según resultaría de la Vulgata, sino que nadie es más que una parte de esos miembros, o sea que necesita de los demás, según la solidaridad que antes vimos, y no puede pretender que él solo es todo el Cuerpo de Cristo. Esas distintas partes son las que luego enumera (v. 28 ss.), y entre ellas hay que aspirar ambiciosamente a las más grandes (la Vulgata dice: mejores), que son el apostolado y la profecía (14, 1). El sentido de esta se ve en 14, 3.

[11837] 31. “Ya está Pablo ardiendo, llevado al amor”, dice aquí S. Ambrosio. El amor es más que todo, y es lo que valoriza todo, como veremos en el cap. 13, y lo es todo en sí mismo, como que se confunde con el mismo Dios puesto que Él es amor (1 Jn. 4, 8 y 16). Por eso el discípulo amado debió al amor su Evangelio y su gran Epístola, y en ellos hallamos la cumbre de lo que Dios reveló en materia de espiritualidad, así como en el Apocalipsis, del mismo Juan, está la cumbre de los misterios revelados en cuanto a nuestro destino y al del universo.

[11838] 1. Todo el capítulo es más que un sublime himno lírico a la caridad; es un retrato, sin duda el más auténtico y vigoroso que jamás se trazó del amor, el más alto de los dones y de las virtudes teologales, para librarnos de confundirlo con sus muchas imitaciones: el sentimentalismo, la beneficencia filantrópica, la limosna ostentosa, etc., San Pablo fija aquí el concepto de la caridad según sus características esenciales, pues son las que cualquiera puede reconocer simplemente en todo amor verdadero. Si no es así no es amor. Mas para poder pensar en la caridad como amor de nuestra parte a Dios y al prójimo, hemos de pensar antes en la caridad como amor que Dios nos tiene y que Él nos comunica, sin lo cual seríamos incapaces de amar (Denz. 198 s.). Dios es amor (1 Jn. 4, 8); y ese amor infinito del Padre por el Hijo nos es extendido a nosotros por la misión del Espíritu Santo (Rm. 5, 15), el cual pone entonces en nosotros esa capacidad de amar al Padre como lo amó Jesús, y de amarnos entre nosotros como Jesús nos amó (Jn. 13, 34; 15, 12). Es de notar que S. Pablo usa siempre la voz griega agapé, que suele traducirse indistintamente por caridad o amor. Este último es el adoptado generalmente en las traducciones del griego para este capítulo y para pasajes muy vinculados al presente, como 16, 24; Rm. 12, 9 y 13, 10; 2 Co. 2, 4 y 8, 7; Ga. 5, 13; Ef. 2, 4; 3, 19; 5, 2; Col. 1, 4 y 8, etc.; y también, sobre todo, para las palabras de Jesús, como por ejemplo Jn. 5, 42; 13, 35; 15, 9, 10 y 13; 17, 26, etc., por lo cual hemos alternado en estas notas ambas voces, usando la última donde consideramos que contribuye mejor a la inteligencia espiritual del texto de acuerdo con los demás citados.

[11839] 2. Como muy bien observa Fillion, la fe de que aquí se trata entre otros carismas, es lo que se llama “fides miraculosa” (12, 9) y no en manera alguna “la primera de las tres virtudes teologales”, que sobrepasa los límites de aquella y que, siendo el “principio de la humana salvación, el fundamento y la raíz de toda justificación” (Conc. Trid.), es la base y condición previa de toda posible caridad, pues es cosa admitida que no pueda amarse lo que no se conoce. Según la expresión clásica, “el fuego de la caridad se enciende con la antorcha de la fe”, o sea que en vano pretenderíamos ser capaces de proceder como en el v. 4 si antes no hemos buscado el motor necesario entregando el corazón al amor que viene del conocimiento de Cristo, como lo dice la Escritura. En ella se nos revela el Amor del Padre que “nos amó primero” (1 Jn. 4, 10) hasta darnos su Hijo (Jn. 3, 16). Solo ese conocimiento espiritual, admirativo y consolador (cf. Jn. 17, 3 y 17 y notas), es decir, solo la fe que obra por la caridad (Ga. 5, 6; Jn. 14, 23 s. y notas), la fe en el amor y la bondad con que somos amados (1 Jn. 4, 16), podrá convertir nuestro corazón egoísta, a esa vida que aquí indica S. Pablo, en que el amor es el móvil de todas nuestros actos. Véase Col. 1, 9 y nota.

[11840] 3. Esto es lo que ha sido llamado “lección formidable”, es decir terrible: Antes que las obras materiales, hay que cuidar la sinceridad del amor con que las hacemos; amor que solo puede venir de una fe viva (Ga. 5, 6), formada en el conocimiento espiritual de Dios, que Él mismo nos da por medio de su Palabra (Jn. 17, 3; Rm. 10, 17). En 3, 10-15 y notas vimos, revelada por el Apóstol, la tragedia de las obras hechas sin amor, según parecerán en “el día del Señor” que debe juzgarlas y premiarlas.

[11841] 5. No busca lo suyo: Nótese que esta admirable norma, sin la cual nuestro natural egoísmo viviría sembrando ruinas desenfrenadamente, no significa que hayamos de empeñarnos en buscar las cosas desagradables sino en cuidar ante todo que ninguna de nuestras ventajas pueda ser en detrimento de otro (10, 24). Hartas cosas agradables nos permite Dios que no son con daño ajeno. Más aún, todas nos las promete Él por añadidura si tenemos esta disposición, fundamental de caridad que no aceptaría nada que fuese con perjuicio del prójimo. ¡Qué paraíso de paz y bienestar sería entonces el mundo! Pero si no podemos hacer que lo sea para todos, nadie puede impedirnos que lo hagamos un paraíso así entre nosotros. Cf. 10, 31 y nota.

[11842] 7. Apliquemos esto al amor que Dios tiene con nosotros y veremos hasta dónde llega su asombrosa bondad (Lc. 6, 36 y nota). Todo lo cree: a Dios (véase 1 Jn. cap. 5). En cuanto al prójimo, S. Juan nos da la regla en 1 Jn. 4, 1. Cf. Mt. 10, 16 ss.; Jn. 2, 4; Hch. 17, 1; 1 Ts. 5, 21 y nota.

[11843] 12. Solo por el espejo de la fe, perfeccionada por el amor y sostenida por la esperanza (v. 13), podemos contemplar desde ahora el enigma de Dios. ¿Cómo podríamos de otra manera ver las realidades espirituales con los ojos de la carne, de una carne caída que no solo es ajena al espíritu sino que le es contraria? (Ga. 5, 17). De ahí el inmenso valor de la fe, y el gran mérito que Dios le atribuye cuando es verdadera, haciendo que nos sea imputada como justicia (cf. Rm. cap. 4). Porque, es necesario realmente que concedamos un crédito sin límites, para que aceptemos de buena gana poner nuestro corazón en lo que no vemos, quitándolo de lo que vemos, solo por creer que la Palabra de Dios no puede engañarnos cuando nos habla y nos ofrece su propia vida divina, mostrándonos que aquello es todo y que esto es nada. De ahí que nuestra fe, si es viva, honre tanto a Dios y le agrade tanto, como al padre agrada la total confianza del hijito que sin sombra de duda le sigue, sabiendo que en ello está su bien. Él nos da entonces evidencias tales de su verdad cuando escuchamos su lenguaje en las Escrituras, que ello, como dice Santa Ángela de Foligno, nos hace olvidar del mundo exterior y también de nosotros mismos. Pero, sin embargo, el deseo de ver cara a cara, ese anhelo de toda la Iglesia y de cada alma, con el cual termina toda la Biblia: “Ven, Señor Jesús” (Ap. 22, 20 y nota), crece en nosotros cada vez más porque se nos ha hecho saber que ese día, al conocer de la manera en que también fui conocido, seremos hechos iguales a Jesús (Fil. 3, 20 s.; Rm. 8, 29; Ga. 4, 9; 1 Jn. 3, 2). El mismo S. Juan nos revela que esta anhelosa esperanza de ver a Jesús, nos santifica, así como Él es santo (1 Jn. 3, 3; cf. Ct. 8, 14 y nota). Y S. Pablo nos muestra que no se trata de desear la muerte (2 Co. 5, 1 ss. y notas), sino la transformación que él mismo revela nos traer Cristo en su venida. Cf. 15, 51; 1 Ts. 4, 16 s. y notas.

[11844] 13. S. Agustín, previniéndonos contra la vanidad del culto puramente exterior, nos dice que el culto máximo que Dios recibe de nosotros es el de nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor (cf. v. 1-3 y notas; Jn. 6, 29). La caridad es, como dice Santo Tomás, la que, mientras vivimos, da la vida a la fe y a la esperanza, pero un día solo la caridad permanecerá para siempre y, como dice el Doctor Angélico en otro lugar, la diferencia en la bienaventuranza corresponderá al grado de caridad y no al de alguna otra virtud. Por esta razón, entre mil otras, ella es la más excelente de las tres virtudes teologales, si las miramos como distintas entre sí. Notemos que así cumplirá Él, de un modo infinitamente admirable y superabundante, aquella loca ambición de nuestros primeros padres (Gn. 3, 4), que Satanás les inspiró sin sospechar que en eso consistía el ansia del mismo Dios por prodigar su propia vida divina, mas no por vía de rebelión, que era innecesaria, sino por vía de Paternidad, haciéndonos hijos suyos iguales a Jesús y gracias a los méritos redentores de Jesús. Tal es la obra que hace en nosotros el Espíritu Santo. Cf. Ef. 1, 5; Rm. 8, 14 y notas.

[11845] 1. Aspirad al amor: Fruto del grandioso capítulo precedente es esta norma que S. Pablo nos da a manera de conclusión y lema de toda vida cristiana. El amor es todo y sin él no hay nada. De ahí la audaz fórmula de S. Agustín: “Ama y haz lo que quieras” (Dilige et quod vis fac). Véase 13, 1 ss.; Jn. 14, 23 s.; Rm. 13, 10; Ef. 5, 2 y notas. Particularmente el de profecía, es decir, el don de entender la auténtica Palabra de Dios y hablarla para edificar a otros, para exhortarles y consolarlos (v. 3). Los profetas son, pues, en primer lugar, predicadores. Cada predicador de la verdad sobrenatural revelada por Dios es un moderno profeta, cuya existencia en la Iglesia debe ser cosa normal, según enseña el Apóstol.

[11846] 2. Hablar en lenguas, es decir, predicar o alabar a Dios en una lengua que los oyentes no entienden (glosolalia), según el Apóstol no es de provecho para el prójimo, porque así no se puede edificar ni estar unido a los oyentes (v. 16 y 19).

[11847] 10. Notable observación que nos hace admirar las maravillas de la naturaleza no obstante haber caído ella también cuando pecó el hombre (Rm. 8, 21 y nota). Vemos, pues, que todo en ella es un lenguaje expresivo, desde el grito de los animales y el canto de los pájaros que alaban a Dios, hasta los ruidos que nos parecen puramente materiales como el trueno, en el cual la Biblia nos señala muchas veces la voz de Dios (Sal. 28, 3 ss.; 18, 4; 103, 7 y notas). El Apóstol se vale de este vigoroso contraste para mostrar cuánto más inteligible ha de ser el lenguaje de la oración, puesto que debe entenderse con la mente (v. 14).

[11848] 11 ss. Insiste el Apóstol sobre la necesidad de edificar a la comunidad, y no a sí mismo; lo cual nos muestra cuánto desea S. Pablo que el pueblo esté unido a la oración litúrgica de la Iglesia. Así lo manifiesta el “Orate fratres”, en que el sacerdote se dirige al pueblo diciéndole que la Misa es un sacrificio de él y de ellos (“meum ac vestrum sacrificium”).

[11849] 16. Tal fue precisamente el origen de la adopción, por la Iglesia Occidental, de la lengua latina, que entonces era la vulgar. Las Iglesias griegas vinculadas a la Sede romana continuaron usando el griego, y en los países orientales usan también el árabe, el armenio, siríaco, etc. De tiempo en tiempo se manifiesta, por parte de teólogos, liturgistas o canonistas, alguna tendencia, deseo o súplica en favor de los idiomas vernáculos. La Santa Sede ha accedido a dispensar del latín en el caso de algunos países, teniendo en cuenta diversas circunstancias particulares.

[11850] 19. S. Pablo quiere decir: Lo que uno no entiende, no puede servir para la edificación. Por eso no debe omitirse ninguna diligencia para poner a los fieles en estado de tomar parte en las oraciones públicas, ya sea explicándoselas de viva voz, ya sea poniendo en sus manos versiones fieles y exactas que ilustren su entendimiento, sostengan y fomenten su atención (Conc. Trid. Ses. XXII, cap. 8).

[11851] 26. La intervención de los fieles en la Iglesia, como se ve, era frecuentísima. El orden resultaba de la caridad del Espíritu Santo, que a todos los llenaba. Véase Hch. 13, 15. Hoy desgraciadamente la actitud de los fieles en el templo es demasiado pasiva.

[11852] 32. Obedecen a los profetas: es decir, según bien explica Santo Tomás, que los profetas no se ponen fuera de sí (como aquellos a quienes un demonio enfurece con movimientos violentos y extraordinarios para decir sus falsas revelaciones) sino que saben moderar sus transportes según las conveniencias del auditorio. Cf. 2 Co. 5, 13 y nota.

[11853] 35. ¡Cuán lejos estamos de esta normalidad! En vez de que los hombres instruyan a sus mujeres, estas suelen verse obligadas a catequizar a sus maridos. Pero el Apóstol deja firmemente constancia de que tal es el plan de Dios, para que lo conozcan quienes busquen agradarle según Él nos enseña y no según la ocurrencia propia. Cf. 7, 14; 11, 7 y notas.

[11854] 36. Grave advertencia a los predicadores para que no crean que es palabra divina toda palabra que sale de sus labios, sino que busquen su inspiración en las Palabras reveladas por Dios, aunque estas no les conquisten el aplauso del mundo. Cf. 16, 4 y nota; 2 Co. 2, 17.

[11855] 1. En este capítulo nos ilustra S. Pablo sobre lo que más nos interesa en nuestro destino eterno: el gran misterio de nuestra resurrección corporal, que es consecuencia de la de Cristo Redentor, y nos descubre arcanos de inmenso consuelo, tristemente ignorados por muchos.

[11856] 5. De esta aparición de Jesús a Cefas nos habla S. Lucas (24, 34). San Pablo recibió su Evangelio de boca del mismo Jesús, y no por otros conductos (Ga. 1, 1 y 12; Ef. 3, 3). Por eso su testimonio sobre la Resurrección vale tanto como el de los demás apóstoles. Véase Lc. 24, 34-43; Mc. 16, 14.

[11857] 10. Santo Tomás, siguiendo a S. Basilio, nos explica los efectos de la gracia empleando la imagen del hierro: de sí rudo, frío e informe, se vuelve ardiente, luminoso, flexible, cuando se lo coloca en el fuego y este lo penetra. La gracia es el fuego que nos transforma.

[11858] 12. El siguiente párrafo quiere decir que, en Cristo Jesús, Él y los fieles son un mismo místico cuerpo, cuyos miembros participan del destino de la Cabeza. Niegan, pues, su propia resurrección quienes no creen en la del Señor.

[11859] 21. Ese segundo hombre es Cristo. Nuestro Señor Jesucristo, dice S. Ambrosio, es la vida en todo; su divinidad es la vida, su eternidad es la vida, su carne es la vida, y su pasión es la vida... Su muerte es la vida, sus heridas son la vida, y su resurrección es también la vida del Universo. Cf. Ez. 16, 6 y nota.

[11860] 23. S. Pablo toca el gran misterio de la Parusía o segunda venida del Señor, objeto de nuestra esperanza. Buzy traduce: “los que serán de Cristo en el momento de su venda”. El Apóstol revela aquí un nuevo rasgo de la Escatología que se refiere a la resurrección. Muchos expositores antiguos y también muchos modernos niegan el sentido cronológico de las palabras “primicia”, “luego” y “después”. Según ellos no se trataría de una sucesión sino de una diferencia en la dignidad: los de Cristo alcanzarían más felicidad que los otros. Por su parte S. Crisóstomo, Teofilacto, y otros Padres interpretan que los justos resucitarán en el gran “día del Señor” antes que los réprobos en cuyo juicio participarán con Cristo (6, 2 s.). Cornelio a Lapide sostiene también el sentido literal y temporal: Cristo el primero, según el tiempo como según la dignidad; después los justos, y finalmente la consumación del siglo. Véase 6, 2 s.; 1 Ts. 4, 13 ss.; Ap. 20, 4 ss. y notas. Como expresa Crampon en la nota al v. 51, también S. Jerónimo admite que este capítulo se refiere exclusivamente a la resurrección de los justos. La Didajé o Doctrina de los Apóstoles se expresa en igual sentido, citando a Judas 14 (Enchiridion Patristicum nº 10).

[11861] 24. Derribado: Véase Sal. 109, 5 s. y nota.

[11862] 25. Hasta que ponga, etc.: Después de haber triunfado completamente de todos sus enemigos, Jesucristo cambiará esta manera de reinar, en otra más sublime y más espiritual (S. Tomás). Cf. Sal. 9A, 17; 109, 1 y notas; Hb. 1, 13; 10, 13; 2, 8.

[11863] 26. Véase vv. 51-55 y notas. Cf. Mt. 27, 52 y nota sobre la resurrección de los justos del Antiguo Testamento junto con Jesús. S. Ambrosio, S. Jerónimo, S. Cirilo Alejandrino, Rábano Mauro, Cayetano, Maldonado, etc., sostienen que aquella resurrección fue definitiva.

[11864] 29. De aquí se deduce que algunos corintios se bautizaban en lugar de los difuntos que no habían recibido el Bautismo. El Apóstol no dice que apruebe tal cosa, antes señala el absurdo de practicarla si no se cree en la resurrección.

[11865] 36. Con imágenes tomadas de la naturaleza explaya San Pablo, en lo que sigue, la doctrina de la resurrección del cuerpo, explicando a la vez la glorificación del cuerpo mediante la vida que hemos recibido de Cristo.

[11866] 41. Esta diferencia entre los destinos de las almas no significa que cada persona tenga su religión, como si adorase a distinto Dios, pero sí que cada uno tiene su religiosidad, es decir, su espiritualidad característica. Algunos oscilan entre la superstición y la fe, según el grado de conocimiento que tienen de Dios. Jesús nos muestra muchas veces estas diferencias, presentándonos tipos de esa distinta religiosidad y señalándonos cuál es la mejor, principalmente en el caso de Marta y María. (Lc. 10, 38 ss.). Véase también los paralelos que Él hace del fariseo con el publicano (Lc. 18, 9 y ss.); de los dos hermanos (Mt. 21, 28 ss.); de la pecadora con el fariseo (Lc. 7, 36-47) y hasta de Sodoma y Gomorra o de las ciudades paganas de Tiro y Sidón, con las ciudades elegidas de Betsaida y Cafarnaúm (Mt. 11, 21 ss.) y aun de los publicanos y las rameras, mejores que los orgullosos maestros y dignatarios de la Sinagoga (Mt. 21, 31 s.), que se habían apoderado de la llave del conocimiento de Dios que está en las Escrituras, sin explicar a los demás su sentido (Lc. 11, 52).

[11867] 42 ss. Destaca el Apóstol las cualidades de incorruptibilidad, inmortalidad y espiritualidad o sutileza de los cuerpos glorificados, y nos revela que nuestro cuerpo así transformado tendrá un esplendor semejante al del mismo Cristo glorioso. Cf. Fil. 3, 20 s.

[11868] 44. Cuerpo natural: el texto griego dice literalmente psíquico, como en 2, 14. Véase allí la nota.

[11869] 47. “Mirabilius reformasti”, dice la Misa. Cristo no solo nos volvió, con su Redención, a la imagen y semejanza divinas en que fuimos creados y que perdimos por el pecado, sino que nos elevó más alto, hasta hacernos como Él, verdaderos hijos de Dios, si creemos en su nombre (Jn. 1, 12; 1 Jn. 3, 1). Ante semejante prodigio dice S. Crisóstomo: “Os ruego y os suplico que no permitáis que los más bellos dones, si los descuidamos, aumenten, a causa de su misma grandeza, nuestro pecado”.

[11870] 51. No todos moriremos, pero todos seremos transformados: Esta verdad expresa S. Pablo también en la primera carta a los tesalonicenses (1 Ts. 4, 17). S. Agustín y S. Jerónimo siguen esta interpretación, según la cual se librarán de la muerte los amigos de Cristo que vivan en el día de su segunda venida (cf. v. 23 y 53 s.). Así lo indica también S. Tomás (I-II, Q. 81, art. 3 ad 1) y muchos teólogos modernos. El P. Bover dice al respecto: “Existen varios textos del Apóstol que parecen afirmar que los fieles de la última generación serán gloriosamente transformados, sin pasar por la muerte... Tratándose de textos suficientemente claros y de una interpretación hoy día corrientemente admitida por exégetas y teólogos, bastará citarlos”. Y cita a continuación el presente pasaje con 1 Ts. 4, 15-17 y 2 Co. 5, 1-4. Cf. la expresión “vivos y muertos” en el Credo, en Hch. 10, 42; Rm. 14, 9 y 1 Pe. 4, 5. Cf. también Mc. 13, 27.

[11871] 52. Véase el pasaje paralelo en 1 Ts. 4, 3 ss. Cf. Fil. 3, 11; Hch. 4, 2; Lc. 20, 35; Jn. 5, 25 y 28; Ap. 20, 4.

[11872] 53. O sea la resurrección gloriosa de los muertos y Jn. 11, 25 s.

[11873] 54. La muerte es engullida en la victoria: Esta cita suele atribuirse a Os. 13, 14, que alude al mismo misterio. En realidad corresponde a Is. 25, 8, que en la Vulgata dice “abismará la muerte para siempre” pero que en los LXX y algunas versiones del hebreo corresponde textualmente a la cita del Apóstol.

[11874] 55. Es decir: tu victoria sobre los que ya mataste, y tu aguijón para seguir matando en adelante. Así se entiende lo que dijo en el v. 26.

[11875] 56. Es decir: “en cuanto el pecado se aumentó por la Ley y así alcanzó el máximum de su poder” (S. Tomás).

[11876] 1. Los santos o cristianos a que se refiere el Apóstol, son los pobres de la Iglesia de Jerusalén. Cf. Hch. 24, 17; 2 Co. cap. 8 y 9; Rm. 15, 26.

[11877] 2. Como se ve, ya los primeros cristianos santificaban el primer día de la semana, o sea, el domingo, sustituyéndolo al sábado del Antiguo Testamento. Cf. Jn. 20, 1 y nota.

[11878] 6. El Apóstol pasó el invierno en Corinto (Hch. 20, 1-3).

[11879] 15. Estéfanas, Fortunato y Acaico eran los mensajeros enviados por los corintios a San Pablo.

[11880] 19. Aquila y Priscila le habían dado hospedaje en Corinto y están ahora con él en Éfeso. Véase sobre estos cónyuges ejemplares, Hch. 18, 2 y 26 y notas; Rm. 16, 3 y 5.

[11881] 21. Véase 2 Ts. 3, 17. La firma de propio puño era sello de autenticidad

[11882] 22. Maran-atha, palabras arameas que significan: Nuestro Señor viene. Así se saludaban los primeros cristianos para prepararse a la segunda venida del Señor. Véase Ap. 22, 20: “Ven, Señor Jesús”. Según la Didajé o Doctrina de los Apóstoles esta palabra formaba parte del rito de la Eucaristía. Cf. 10, 17 ss. y nota. El escritor judío Klausner ha hecho la siguiente observación a este respecto: “Para los primeros cristianos esta parusía de Jesús y su palabra de saludo era Marana tha (¡Ven, Señor nuestro!), y no Maran atha (Nuestro Señor ha venido)”.

[11883] 1. Esta segunda epístola fue escrita poco después de la primera, a fines del año 57, en Macedonia, durante el viaje del Apóstol de Éfeso a Corinto. Tito, colaborador de S. Pablo, le trajo buenas noticias de Corinto, donde la primera carta había producido excelentes resultados. La mayoría acataba las amonestaciones de su padre espiritual. No obstante, existían todavía intrigas que procedían de judíos y judío-cristianos. Para deshacerlas les escribió el Apóstol por segunda vez antes de llegarse personalmente a ellos. Santos: los cristianos. Cf. Hch. 9, 13; 1 Ts. 5, 27.

[11884] 2 s. Notemos la preocupación del Apóstol por enseñarnos siempre a distinguir entre las divinas Personas del Padre y del Hijo (véase Jn. 17, 3; 1 Jn. 1, 3; 1 Co. 3, 6 y nota).

[11885] 3. Padre de las misericordias y Dios de toda consolación: Recordemos este admirable título que él da a nuestro Padre celestial, tan distinto del de un severo gobernante o de un simple Creador. Cf. Ef. 1, 3; 1 Pe. 1, 3.

[11886] 4. Lo que aquí dice del consuelo, lo dice de los bienes en 9, 8-11: Dios nos da una y otra cosa sobradamente, para que pueda alcanzar hasta nuestro prójimo, y recibamos así, además del don mismo, el beneficio aún mayor de hacerlo servir para nuestra santificación.

[11887] 5. Véase un ejemplo de está en 7, 4 ss.

[11888] 8 s. En Éfeso, donde el platero Demetrio, con apariencia de piedad, promovió un ruidoso alboroto contra el Apóstol, por defender su negocio de imágenes de la diosa Diana (Hch. 19, 23 ss.). La respuesta de muerte: Se cree que el Apóstol alude a una grave enfermedad o a la persecución de 1 Co. 15, 32. S. Pablo no vacila en mostrarnos su flaqueza para enseñarnos, como tantas veces lo hace David en los Salmos, que solo de Dios viene el remedio, y cuán saludable resulta, para el aumento de nuestra fe, esa comprobación de nuestra debilidad.

[11889] 14. El día de N. S. Jesús: el día del juicio. Cf. Mt. 7, 22; 1 Co. 3, 13; Fil. 1, 6 y 10; 2 Pe. 3, 12; Judas 6.

[11890] 15 ss. Los intrigantes le habían acusado de inconstancia, por el simple hecho de haber cambiado el plan de viaje. El Apóstol se defiende diciendo que lo hizo por ser indulgente con ellos (v. 23). Las divinas promesas se han confirmado y cumplido en Cristo que es el absoluto (v. 19). El Amén (v. 20) es nuestra respuesta, profesión de fe y sumisión al llamado de Dios.

[11891] 21 s. Sto. Tomás, comentando estos versículos en la Suma contra los Gentiles, dice que el sello es la semejanza, la unción, el poder de obras perfectas, y las arras, la esperanza segura del Reino, que actualiza desde ahora en nosotros la beatitud de Dios. Cf. Ef. 1, 13. El P. Prat llama la atención sobre el concurso de las tres Divinas Personas en la obra del Apostolado: “Véase cómo contribuyen las Divinas Personas a dotar a los predicadores de la fe: el Padre, como primer autor de los Dones espirituales; el Hijo, como fuente de la vida sobrenatural de esos predicadores, y el Espíritu Santo, como sello de la misión de ellos y como prenda del éxito que alcanzarán”.

[11892] 23. Si no he ido todavía, etc.: Es de admirar el espíritu sobrenatural y la humildad verdadera de S. Pablo, que lejos de creerse indispensable, se abstiene de ir, convencido de que así convenía más a los fieles en tal caso. Veamos también el altísimo concepto que el Apóstol tiene de la misión del pastor de almas y de la delicadeza con que ha de tratárselas sabiendo que nadie es dueño de la salvación de otros. Véase a este respecto la lección de S. Pedro (1 Pe. 5, 2), y el notable ejemplo de impersonalidad que da Moisés en el episodio de Eldad y Medad (Nm. 11, 29), como también su celo sublime por la pura gloria de Yahvé y el bien de su pueblo, en contra de las ventajas personales que el mismo Dios le ofrece (Nm. 14, 10 ss.).

[11893] 5. Parece que la excomunión infligida al incestuoso en la primera carta (1 Co. 5, 1-5) ha producido buenos efectos, de modo que la comunidad le puede recibir de nuevo. Esta exclusión se llamó excomunión, no en cuanto quedaba privado de la fracción del pan, sino en cuanto se le excluía de la comunidad de los fieles o Iglesia (Mt. 18, 18 ss.) que era llamada comunión por su vida de fraterna unión en la caridad (Fillion). Cf. Hch. 2, 42 y nota.

[11894] 12. Tróade, ciudad del Asia Menor, situada cerca de la antigua Troya. Una puerta: una ocasión para predicar el Evangelio.

[11895] 15 s. La predicación del Evangelio produce distintos efectos, según la rectitud de los oyentes. No hay que olvidar ese gran misterio de que Cristo fue también presentado como piedra de tropiezo y signo de contradicción “para ruina y resurrección de muchos” (Lc. 2, 34; Rm. 9, 33; 1 Pe. 2, 6 s.; Sal. 117, 22 y nota). El que rechaza la Palabra está peor que si no se le hubiera dado (Jn. 12, 48), porque se pedirá más cuenta al que más se le dio (Lc. 12, 48). Recordemos, pues, la necesidad, enseñada por Jesús, de no dar el pan a los perros ni las perlas a los cerdos (Mt. 7, 6). S. Pablo nos enseña que Dios nos prepara de antemano las obras para que las hagamos (Ef. 2, 10). A esas obras hemos de atender, sin creernos con arrestos de quijote capaz de salvar al mundo (cf. Sal. 130 y notas). El efecto de tal suficiencia lo muestra el Señor en Mt. 23, 15. Cf. 8, 10 s.; 1 Co. 1, 30 y nota.

[11896] 17. Véase sobre este punto 1 Co. 16, 26 y nota.

[11897] 3. Los frutos que mi predicación del Evangelio ha producido entre vosotros son la mejor recomendación.

[11898] 5. “Nadie, dice S. Agustín, es fuerte por sus propias fuerzas, sino por la indulgencia y misericordia de Dios”. Es este ciertamente uno de los puntos más fundamentales, y muchas veces olvidados, de la espiritualidad cristiana.

[11899] 6. Como ministro del Nuevo Testamento, el Apóstol está por encima de Moisés, pues en el Antiguo fue dada la Ley, en tanto que Cristo nos trajo la gracia y la ley del espíritu de vida (Rm. 7, 6; 8, 2; Jn. 1, 17; 1 Jn. 1, 1 y 5).

[11900] 7. Después de conversar con Dios, el rostro de Moisés se revestía de un resplandor tal que el pueblo lo advertía mientras le trasmitía las palabras de Dios. Al terminar cubría su rostro con un velo, que solo se quitaba cuando volvía a hablar con Dios (Ex. 34, 33).

[11901] 8 s. El ministerio del Espíritu: la nueva Ley, el Evangelio. A esto opone el Apóstol el ministerio de la condenación (v. 9), esto es, la Ley Antigua. Así lo llama por la falta de cumplimiento de la Ley por parte del pueblo escogido.

[11902] 14. Todavía hoy, en las sinagogas, el Libro Sagrado está cubierto con un lienzo. S. Pablo refiere este hecho a la triste ceguedad de los judíos, que no habiendo aceptado la luz de Cristo que es la llave de toda la Escritura (Jn. 12, 32 y nota), han quedado sin poder entender sus propios libros santos. Cf. Rm. 11, 25; Hb. 5, 11.

[11903] 16. Cuando vuelvan al Señor: “Esta última expresión, que en el Éxodo (34, 34) se dice de Moisés cuando se volvía al Señor para hablar con Él, aplica S. Pablo a los judíos cuando por la fe se vuelvan al Señor” (Bover). Véase Rm. 11, 25 ss.; Mt. 23, 39; Jn. 19, 37; Za. 12, 10.

[11904] 17. “El desacuerdo de los exégetas (sobre este pasaje) no puede ser más completo” (Prat). Por eso pusimos la traducción literal de este texto difícil que, según los Padres griegos se refiere al Espíritu Santo, según otros a Cristo. Este, al revelarnos el carácter espiritual de su mensaje (Jn. 4, 23 s.) y de nuestro destino, nos ha librado de toda esclavitud de la Ley (Jn. 8, 31 s.; Ga. 4, 31; St. 2, 12). La falsa libertad consiste en querer obrar a impulsos de nuestra voluntad propia, porque “haciendo lo que quería, dice S. Agustín, llegaba adonde no quería”. Cf. Rm. cap. 7.

[11905] 18. Como aquí vemos, esa transformación nos convierte en imagen del mismo Espíritu que nos conforma. Véase en Rm. 8, 1, cómo nuestra resurrección corporal a semejanza de Cristo será también obra del Espíritu.

[11906] 1. La misericordia que se nos ha hecho: La vocación sobrenatural del Apóstol a predicar el Evangelio (Hch. 9, 15; 13, 2).

[11907] 2. Viril retrato del verdadero apóstol.

[11908] 3. Se refiere al velo de que habló en 3, 12 ss. Para los que se pierden: véase este tremendo misterio tratado nuevamente en 2 Ts. 2, 10.

[11909] 4. El dios de este siglo: El espíritu mundano ciega sus corazones para que oigan y no entiendan. La imagen de Dios: Cristo es imagen de Dios por tener la misma naturaleza que el Padre, siendo su Hijo unigénito y consubstancial (Hb. 1, 3; Col. 1, 15; Jn. 6, 46; 14, 9; Sb. 7, 26 y nota).

[11910] 5. Siervos vuestros por Jesús: S. Pablo no cesa de insistir (cf. 1, 23 s. y nota) en la humildísima misión de todo verdadero apóstol, que no ha sido puesto para dominar, ni ser admirado o servido, sino para servir según la expresa instrucción de Cristo, que se presentó Él mismo como sirviente (Lc. 23, 25-27 y nota).

[11911] 6. Es decir que es el mismo Espíritu Santo quien nos hace descubrir al Padre, en el rostro de Cristo, que es su perfecta imagen (v. 4). Por esto dice S. Juan que el que niega al Hijo tampoco tiene al Padre (1 Jn. 2, 23), y que todo el que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, en Dios permanece y Dios en él (1 Jn. 4, 15). El cristiano, una vez adquirida esta luz, se hace a su vez luz en las tinieblas para manifestar a otros la gloria de Dios. Es lo que Jesús enseña en el Evangelio. Véase Lc. 11, 34 ss.; Ef. 5, 8 s.

[11912] 7. La fe es un tesoro que llevamos en vasijas de barro, por lo cual a cada rato necesitamos cerciorarnos de que no la vamos perdiendo cada día, sin darnos cuenta, por haberse roto la vasija al contacto del mundo y de su atrayente espíritu, que es contrario al Evangelio y constantemente tiende a deformar la fe, dejándonos solo la apariencia de ella. De ahí que la fe necesite ser probada como el oro en el crisol (1 Pe. 1, 7; cf. IV Esd. 16, 74), y Dios enseñe también bondadosamente por boca del mismo S. Pablo, la suma conveniencia de que seamos nosotros mismos quienes nos preocupemos por mantener viva esa fe que tan fácilmente se adormece (13, 5; 1 Co. 11, 31). De lo contrario Él se vería obligado a mandarnos pruebas de carácter doloroso, en tanto que nosotros podemos hacerlo con insuperable dulzura por el contacto continuo de nuestro pensamiento con la divina Palabra, la cual nos mantiene atentos a la verdadera realidad, que es la sobrenatural, oculta a nuestros sentidos y tan ajena a las habituales preocupaciones del hombre de hoy. Así es como la divina Palabra libra de las pruebas, según enseñó Jesús. Cf. Jn. 15, 2 s. y nota.

[11913] 10. Cf. 1, 5. Expuestos todos los días a mil tormentos y a la misma muerte, representamos en nuestros cuerpos la imagen de Jesucristo, paciente y muerto (S. Tomás). Y esto será mientras la cizaña esté mezclada con el trigo, es decir, hasta el fin (Mt. 13, 30 y 39). En vano, pues, pretenderíamos para la Iglesia militante en este mundo un triunfo que sería todo lo contrario de lo que anunció su divino Fundador. Cf. Lc. 18, 8.

[11914] 13. Véase Sal. 115, 1. Los predicadores y creyentes al Evangelio tienen la misma fe que los justos del Antiguo Testamento: estos, como dice S. Agustín, creían en el Cristo que había de venir, y nosotros que Él ha venido ya, mas nuestra fe no se detiene en los misterios pasados, sino que abarcando “lo nuevo y lo viejo” (Mt. 13, 52), nos lleva a los misterios de la resurrección, contemplando a Jesús, como dice S. Pedro, en sus pasiones y posteriores glorias (1 Pe. 1, 11).

[11915] 16. De ahí que el mismo Apóstol nos enseñe que en su debilidad está su fortaleza (10, 10; 1 Co. 1, 25-27; 12, 10).

[11916] 18. ¡He aquí algo que puede ser definitivo para curarnos de todo amor efímero! Dios quiere lo que es y no parece: la Eucaristía. El hombre, a la inversa, quiere lo que parece y no es (cf. Mt. 15, 8). Por eso busca tanto las obras exteriores, sin comprender que Dios no las necesita y que ellas valen solo en proporción del amor que las inspira. Como por desgracia no es normal que tengamos siempre ese amor en nosotros, debemos previamente preparar el espíritu por la meditación y la oración, que aumentan la fe y la caridad (4, 7 y nota). Entonces todo lo que hagamos inspirados por ese amor tendrá la certeza de ser agradable a Dios. De ahí la lección fundamental de los Proverbios (4, 23): “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón”. Porque del estado de este depende el valor de todo lo que hagamos. Sobre la fugacidad de lo visible, cf. 1 Co. 7, 31 y nota.

[11917] 1. Esta tienda de nuestra mansión terrestre: el cuerpo. Nuestra verdadera habitación es el cielo (v. 2; Fil. 3, 20).

[11918] 2 ss. “Querríamos llegar a la vida eterna sin pasar por la muerte. Este deseo solo es realizable con la condición de hallarnos vivos en el momento de la Parusía (1 Ts. 4, 13-18; 1 Co. 15, 50-54)” (Buzy). Cf. la nota en 1 Co. 15, 51.

[11919] 3. Es decir, anhelamos la glorificación de nuestro cuerpo, mas no a través de la muerte, que nos desnudaría del mismo (v. 2 y nota). Es muy de notar que el Apóstol no nos señala como prueba de amor y esperanza el deseo de la muerte, sino el de la segunda venida de Jesús, y bien se explica, puesto que solo entonces la visión será plena (Fil. 3, 20 s.; Jn. 3, 2; Ap. 6, 9 ss.; Lc. 21, 28; Rm. 8, 23, etc.). Este misterio en que lo mortal será absorbido por la vida, lo explica el mismo Apóstol en 1 Co. 15, 51-55. Sobre la muerte de los mártires, véase Ap. 2, 10 y nota.

[11920] 5. Cf. 1, 22. El Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo es el principio vital de la resurrección en Cristo. S. Crisóstomo acentúa la verdad contenida en este v., diciendo: “Dios es el que nos ha creado para este fin, esto es, para hacernos inmortales e incorruptibles, dándonos su Espíritu y su gracia como prenda y arras de esta inmortalidad y gloria venideras”.

[11921] 8. Continúa el Apóstol insistiendo sobre el mismo admirable misterio de nuestra dichosa esperanza (Tt. 2, 13). Después de mostrarnos que, lejos de ser ella una ambición ilegítima, es un deseo que el mismo Espíritu Santo nos pone en el alma (v. 5), nos muestra ahora, como S. Juan en 1 Jn. 3, 3, la eficacia santificadora de este deseo, único capaz de hacernos despreciar todo afecto terreno (Lc. 17, 32 s. y nota) y preferir el abandono de la presente vida, cosa que se nos hace harto difícil cuando se trata de pasar por la muerte. Solo la falta de conocimiento de estos misterios puede explicar quizá la sorprendente indiferencia en que solemos vivir con respecto al sumo acontecimiento, tan inefablemente feliz para el fiel cristiano. Cf. Ap. 22, 20 y nota.

[11922] 9. Como observa Fillion, es este deseo y esta esperanza de gozar de N. S. Jesucristo por toda la eternidad, lo que nos excita poderosamente a hacer desde ahora lo que a Él le agrada.

[11923] 10. Cristo ha sido, en efecto, constituido por el Padre como Juez de vivos y muertos. Cf. Hch. 10, 40; Rm. 14, 10; 1 Pe. 4, 5 s.; Ap. 19, 11 ss. La concreta referencia a nuestros cuerpos, que se hace en este versículo, contribuye grandemente a la preparación señalada en la nota anterior. Ya no se trata solamente de la hora de nuestra muerte y el misterioso destino del alma sola, sino del inmenso acontecimiento del retorno de Jesús como Juez, cuando vendrá “como ladrón de noche” (1 Ts. 5, 2 y nota) a salvar a los suyos y destruir las cabezas de sus enemigos (Sal. 109, 5 s. y nota), “como vasos de alfarero” (Sal. 2, 9; 1 Co. 15, 25). Esta reflexión, la más grave que un hombre puede hacerse en la presente vida, explica la insistencia con que el mismo Juez, hablándonos como Salvador, nos dice amorosamente: “no sea que volviendo de improviso os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad! (Mc. 13, 36 s.).

[11924] 11. Ante Dios estamos patentes: Los apóstoles no necesitan protestar de su sinceridad ante Dios que conoce sus corazones, pero sí delante de los hombres (1 Co. 2, 14), cuyo Juicio carnal difícilmente entiende la lógica sobrenatural del Evangelio, en el cual tanto se escandalizaban de Jesús (Lc. 7, 23 y nota). De ahí que el Apóstol tenga que ser cuerdo para con ellos, como les dice en el v. 13 (cf. 1 Co. 14, 32 y nota), dejando para el trato con Dios aquella locura que no tiene límites ante el misterio del amor con que somos amados (v. 14 y nota).

[11925] 14. El amor que Cristo nos mostró, muriendo por nosotros y haciendo que su muerte nos redimiese como si cada uno de nosotros hubiese muerto como Él, es algo tan inmenso que reclama irresistiblemente nuestra correspondencia. “Al que así nos amó, cómo no amarlo”, dice S. Agustín, y lo repite un himno de la Liturgia (Adeste fideles). Este es el pensamiento que según el Apóstol nos lleva a enloquecer de gozo (v. 13).

[11926] 16. Según la carne, esto es, según miraba cuando no conocía a Cristo. Se refiere al tiempo antes de su conversión. Mas ahora, dice, ha comenzado nuestra resurrección en Cristo. “No dudamos con desconfianza, ni aguardamos con incertidumbre, sino que habiendo empezado a recibir el cumplimiento de nuestra promesa, empezamos a ver las cosas venideras con los ojos de la fe, y alegrándonos de la futura exaltación de nuestra naturaleza, de modo que lo que creemos ya es como si lo tuviéramos (S. León Magno).

[11927] 17. Sobre esta nueva creatura, véase Jn. 3, 5 y nota; Ef. 4, 13 ss. “El intento de hacer vida «cristiana», tomando como base la vida natural propia, es impracticable; pues el plano de la vida de Cristo, frente a la forma humana de vida, es totalmente diferente y nuevo. El «nuevo hombre» se forma mediante la transposición del hombre natural a nueva forma de vida fundada en la vida de Cristo. Pero si esta nueva forma de vida ha de lograrse, debe realizarse una real transposición de sí mismo. Debe realizarse, por así decir, una incorporación mediante la cual se establezca la unión con esa otra nueva vida” (P. Pinsk). Cf. Rm. 6, 6; Ef. 4, 22; Col. 3, 9.

[11928] 18 ss. Tan solo Dios pudo renovarlos; no hay redención hecha por hombres; no hay redención sino en Cristo. S. Crisóstomo, contemplando el amor de Dios en la obra de la reconciliación, exclama: “¿Qué ha dejado de hacer Dios para que lo amemos? ¿Qué no ha hecho? ¿Qué ha omitido? ¿Qué mal nos ha hecho nunca? Gratuitamente le hemos ofendido y deshonrado, habiéndonos Él colmado de innumerables beneficios. De mil modos nos llamaba y atraía, y en vez de hacerle caso proseguimos en ultrajarle y ofenderle, y ni aun así quiso vengarse, sino que corrió tras nosotros y nos detuvo cuando huimos... Después de todo esto apedreamos y matamos a los profetas y perpetramos otros infinitos crímenes Y ¿qué hizo Él entonces? No envió más profetas, no ángeles, no patriarcas, sino a su mismo Hijo... y después de matado el Hijo, persevera exhortando, rogando, y nada omite para que nos convirtamos”.

[11929] 19 s. Nótese la sublimidad de la misión confiada al verdadero predicador evangélico: al ofrecer a los hombres la reconciliación conquistada por Cristo, es como si el mismo Dios hablase por su boca (v. 20). Cf. 1 Pe. 4, 11.

[11930] 21. Para que fuéramos justicia: “Para que este beneficio nuestro fuera simplemente posible, era menester que Cristo se compenetrare e identificase tan íntimamente con nosotros, que nuestro pecado pudiera llamarse suyo. Y esto significa por nosotros: en representación nuestra, Cristo se hizo como la personificación de toda la Humanidad; y como la Humanidad entera era como una masa de puro pecado, Cristo vino a ser como la personificación de nuestro pecado” (Bover). Cf. Ez. 4, 4 y nota.

[11931] 2. En el tiempo aceptable, etc.: Es una cita tomada de Is. 49, 8, según los Setenta, donde, como observa Crampon, se refiere a la liberación de Israel (cf. 1 Co. 10, 11 y nota). También observa el mismo autor que allí estas palabras se dirigen no al pueblo, sino al Siervo de Yahvé, es decir, al Mesías, en respuesta a su oración. De ahí que S. Pablo las aplique igualmente a sí mismo y a los que ejercen el ministerio, como se ve en todo lo que sigue.

[11932] 3. Para que no sea vituperado el ministerio: Señala el Apóstol cómo la fe sufre detrimento porque las almas le imputan a ella las fallas de los pastores. De ahí la tremenda responsabilidad de los que haciendo profesión de difundir la buena doctrina, le sirven, al contrario, de tropiezo.

[11933] 4 ss. He aquí el retrato auténtico de la vida apostólica, que se completa con el trazado por el mismo S. Pablo en 1 Co. 4, 1 ss., con una elocuencia que no necesita comentario, pero sí mucha meditación.

[11934] 10. Lo poseemos todo: Véase 1 Co. 3, 22 y nota.

[11935] 11 ss. El gran Apóstol después del claro desahogo que precede, trata de despertar un eco de caridad fraterna en el mezquino corazón de aquellos corintios, que es el mismo de todos nosotros.

[11936] 14 ss. Para muchos cristianos el trato con los paganos era peligroso. No quedaba otro remedio que huir de la ocasión próxima de pecado. S. Jerónimo cree que S. Pablo prohíbe aquí los matrimonios con los infieles.

[11937] 15. Belial o Beliar: palabra que significa la causa de los malos: nombre de Satanás, príncipe de los demonios.

[11938] 16. Cita libre de Lv. 26, 12, hecha en forma análoga; pues, como observa Fillion, se ve aquí un eco de la promesa hecha a Israel en Ez. 37, 27 (cf. 2 Sam. 7, 14; Is. 43, 6; 52, 11; Jr. 31, 9; 32, 38; 51, 45; Ez. 20, 34 y 41; Os. 1, 10). Para el cristiano es aún más íntima y ya presente la habitación de Dios en su alma, que debe alejarlo con repugnancia de toda contaminación exterior (1 Co. 3, 16; 6, 19). “Si en vez de mirar a Dios como un objeto exterior a mí, lo considero en mí, hallo ya cumplida y colmada mi oración, pues nunca soñaría yo en llegar a pedirle que habitase en mí y me transformase a la imagen de su Hijo Jesús. Eso es lo que ya ha hecho Él conmigo, y continúa haciéndolo a cada instante por la gracia de su bondad ‘a causa del excesivo amor con que nos ama’ (Ef. 2, 4 ss.). Basta esa consideración inicial: ‘yo estoy ya divinizado por la gracia’, para que inmediatamente el alma entre en la paz, superando por un lado toda inquietud o escrúpulo, y por otro lado evitando con el mayor esfuerzo posible todos los peligros de pecado, y quedando así en el estado de ánimo propicio para crecer en la fe y en el amor. He aquí lo que hemos de recordar especialmente cuando nos sentimos incapaces de orar”.

[11939] 2. El Apóstol, que tanto ama a los corintios, les pide nuevamente amor y confianza.

[11940] 4. Como vemos en el v. 6 s., S. Pablo se refiere al gran consuelo que tuvo con la llegada de Tito. Bello ejemplo de lo que el mismo Apóstol enseña en 1, 5.

[11941] 6. Tito, llegado de Corinto, lo consuela relatándole los preciosos frutos de la 1ª Epístola.

[11942] 10. De la contrición cristiana del corazón, nacen santos (cf. Mt. 5, 5; Hch. 11, 18; 1 Pe. 2, 19); de la tristeza del siglo, que es la consecuencia del abuso de los bienes, salen, en cambio, hombres débiles, malignos, suicidas. Cf. Si. 38, 18 ss.

[11943] 12. Del que lo padeció: Se supone que alude al padre del incestuoso de 1 Co. 5, 1 ss. Algunos piensan que se refiere a otro caso, o quizás al mismo Pablo que había sido ofendido por uno o algunos de la comunidad.

[11944] 1. Empieza la segunda parte de la carta, que trata de la organización de una colecta para los cristianos de Jerusalén. El Apóstol misionero es aquí organizador de obras de beneficencia cristiana. Es de notar que huye como con repugnancia de nombrar el dinero. Aquí, por ejemplo, llama a la colecta “gracia de Dios”, en el v. 19, “beneficio”, en 9, 5, “bendición”, como para mostrar que “más dichoso es dar que recibir” (Hch. 20, 35). Véase Ga. 2, 10.

[11945] 4. Los santos: los cristianos (1, 1 y nota). La colecta estaba destinada para alivio de los judío-cristianos de Jerusalén, cuna de la religión cristiana y primera residencia de los apóstoles.

[11946] 5. Primeramente al Señor: Como hace notar Fillion, el Apóstol destaca la rectitud de intención sobrenatural de aquellos fieles, mostrando que antes de tomar la empresa de ningún hombre (1 Co. 1, 12 s.), se habían entregado a Dios, por lo cual sus obras eran de verdadera caridad. Cf. 1 Co. 13, 1 ss.

[11947] 8. En 9, 7 vemos por qué S. Pablo no quiere obrar como quien manda.

[11948] 9. Notemos que no habla de hacernos ricos por la riqueza del poderoso Redentor, sino ante todo por su pobreza. Nunca quiso Él ser rico, para que nadie pudiese atribuir su predicación al afán de lucro. “Si los discípulos hubieran tenido riquezas, dice S. Jerónimo, creeríamos que predicaron, no por la salvación de los hombres, sino por aumentar sus haberes”.

[11949] 10. En este caso práctico nos muestra precisamente el Apóstol cómo lo que importa es tener siempre la buena disposición en el corazón (Pr. 4, 23 y nota), pues, habiendo esta, la ejecución de las buenas obras vendrá en el momento oportuno, cuando Dios nos muestre su voluntad para que las hagamos, ya que es Él mismo quien las prepara (Ef. 2, 10).

[11950] 13 ss. Esta igualdad es el equilibrio de que habla en el v. 14, según lo confirma en 9, 12 y en Rm. 15, 27, es decir, de manera que “en esta ocasión” los corintios participen de los bienes espirituales de los santos de Jerusalén a quienes ayudan con sus bienes materiales. Claro está que este elevado pensamiento de S. Pablo no impedía, antes bien favorecía una generosidad material tan amplia como libre, según nos muestran los Hechos de los Apóstoles (Hch. 4, 34 s. y notas). Cf. 1 Co. 9, 11; Ga. 6, 6.

[11951] 15. Véase Ex. 16, 18. Se refiere al maná que caía del cielo en forma que a nadie faltaba y a nadie sobraba. Los que recogían mucho no tenían más que los que recogían poco, por donde se ve que la superabundancia era estéril como la del avaro que se llena de lo que él no puede aprovechar e impide que lo aprovechen los otros. Véase lo que sucedía a este respecto con el mismo maná (Ex. 16, 19 s.) Cf. Si. 27, 1 y nota.

[11952] 18. Este hermano parece ser S. Lucas, aunque podría tratarse también de Bernabé o Silas, y aun de alguno de los que acompañaban a S. Pablo en Hch. 20, 4. Sobre el v. 19 cf. Hch. 15, 22 s. y notas.

[11953] 20. En la administración de fondos y limosnas el ministro de Dios debe cuidarse aun de la apariencia de enriquecerse a sí mismo. Por lo cual S. Pablo delega en otros tales funciones.

[11954] 1. Delicada fórmula que muestra cuánto confía el Apóstol en la fidelidad de los hijos que había engendrado por el Evangelio, lo cual no le impide hablarles con toda franqueza (v. 3 ss.).

[11955] 2. Acaya: nombre de la provincia cuya capital era Corinto.

[11956] 7. En 1 Co. 13, 3 ha mostrado el Apóstol que sin el amor nada valen las obras. El que ama da con gusto, porque está deseando dar (Flm. 14; Hb. 13, 17; Si. 35, 11). “Si podéis dar, dad; si no podéis mostraos afables. Dios recompensa la bondad de corazón del que nada tiene que dar. Nadie diga, pues, que no tiene; la caridad no necesita bolsa” (S. Agustín) Cf. 12, 15; Rm. 12, 8 y nota.

[11957] 8. El mismo Dios nos da, tanto los bienes para la limosna cuanto el deseo de darla. Véase 1, 4 y nota; 8, 16; Ef. 2, 10; Fil. 2, 13.

[11958] 9. Véase Salmo 111, 9 y nota.

[11959] 12. La gratitud más agradable a Dios consiste en glorificarle a Él que es el Padre de quien proceden todos los bienes (St. 1, 17). No es cristiana la costumbre de colocar placas recordatorias para honrar a los hombres que han hecho obras de beneficencia, puesto que el honor solo ha de ser para Dios (Sal. 148, 13 y nota). Por lo demás, lejos de favorecerles se les hace el mayor daño, pues Jesús enseña que el que buscó y aceptó aplauso ya tuvo su recompensa y no tendrá otra (Mt. 6, 1-5).

[11960] 1. San Pablo se defiende categóricamente contra algunos agitadores, que sembraban desconfianza ridiculizándolo por su fragilidad corporal y lo que llamaban “su lenguaje despreciable” (v. 10), que contrastaba con la elocuencia de su pluma. Véase 11, 6.

[11961] 4. Aprendamos que no hemos de combatir al mundo con sus propias armas, ni en su propio terreno, sino con las armas espirituales y en el terreno del espíritu. En aquel siempre seremos vencidos, porque en el mundo seguirá dominando Satanás (Jn. 14, 30); en este venceremos con la omnipotencia de Dios. Véase Fil. 4, 13; Rm. 13, 12; 2 Co. 13, 10; Ef. 6, 13-17.

[11962] 5. Cautivamos todo pensamiento, empezando por el propio. Cuando el tentador nos presenta la idea de un pecado revestido de toda la belleza que él sabe ponerle, sea de soberbia o de concupiscencia, sentimos que estamos espontáneamente inclinados a dar nuestra aprobación, y solo la condenamos después de reflexionar que tiene que ser cosa mala, puesto que está prohibida por Dios. Esta experiencia que todos hemos hecho, debería alarmarnos hasta el extremo, pues nos demuestra la debilidad de nuestro entendimiento. Y desde entonces ¿qué fe podemos tenerle, como guía de nuestros actos, a un entendimiento que formula juicios favorables a lo que Dios condena? Por eso S. Pablo nos dice que nos renovemos en el espíritu de nuestra mente (Ef. 4, 23) y seamos transformarlos por la renovación de nuestra mente (Rm. 12, 2), o sea, como aquí dice, cautivando todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Entonces podremos ser árbol bueno, y de suyo los frutos serán buenos todos (Mt. 12, 33). Cf. Lc. 6, 44 s.; 11, 13 y 28 y 34. Esto se entiende fácilmente, pues ¿cómo vamos a odiar un acto, mientras lo miramos como cosa deseable? ¿Cómo vamos, por ejemplo, a juzgar con el criterio de la Verdad cristiana una ofensa recibida del prójimo, mientras conservamos nuestra lógica humana, que nos dice que una ofensa necesita reparación porque eso es lo justo?. El mismo Cristo nos está diciendo que lo justo y lo lógico no es eso sino todo lo contrario, es decir, el perdonar una, y siete, y quinientas veces por día a cuantos nos ofendan; y que solo así podremos pretender que Dios nos perdone nuestras deudas si “nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Para eso el Evangelio nos enseña que necesitamos nada menos que nacer de nuevo (Jn. 3, 3), y S. Pablo no hace sino desarrollar esa doctrina explicándonos que la renovación ha de ser por el conocimiento y según la imagen de Cristo, como Cristo lo es del Padre (Col. 3, 10) y que para poder imitar a Cristo en sus actos es necesario que primero nos pongamos de acuerdo con Él en sus pensamientos, y como Él es signo de Contradicción y opuesto a esa lógica nuestra; nada válido haremos en el orden de la conducta, mientras no hayamos “cautivado todo nuestro pensamiento a la obediencia de Cristo” (véase 1 Co. caps. 1-3).

[11963] 12. No sin ironía fustiga el Apóstol a ciertos sujetos, cuya única fuerza consistía en ensalzarse a sí mismos.

[11964] 15. Admirable ejemplo de la comunicación de bienes espirituales. Cf. 1 Co. 12, 2 y nota.

[11965] 18. Por eso S. Pablo no se preocupa del juicio ajeno, ni tampoco del propio, como lo vimos en 1 Co. 4, 3 ss. y nota.

[11966] 1. Fatuidad: En sentido irónico les pide que lo dejen hablar de sí mismo como suelen hacer los otros. Bien puede él hacerlo sin ser sospechoso de vanagloria, puesto que tanto les ha probado amarlos con santo celo, con el celo de Dios (v. 2), y que su amor está en vivo contraste con la frialdad de los corintios y con la hipocresía de los falsos apóstoles.

[11967] 2. A un solo Esposo: es decir, no os busco para mí, sino para Él. Bellísima expresión de fidelidad que hallamos también en boca del Bautista, cuando declara que no es el Esposo, sino simple amigo de Este (Jn. 3, 28-30). Vemos también aquí, como en el Cantar de los Cantares, que no solo la Iglesia en su conjunto (Ef. 5, 27 ss.; Ap. 19, 6 ss.), sino también cada alma es personalmente la esposa de Cristo. Cf. 1 Co. 11, 3 y notas.

[11968] 4 s. Bien lo toleraríais. Es exactamente lo que dice Jesús en Jn. 5, 43 para mostrar que los falsos profetas son mejor recibidos que los verdaderos. Superapóstoles: Claro está que S. Pablo habla con ironía, y no se refiere en manera alguna a Pedro, Santiago y Juan como algunos han pensado, sino a sus jactanciosos adversarios, los falsos apóstoles (v. 13), según lo confirma todo el contexto. Vemos aquí, como en muchos otros pasajes, el gran peligro de apartarse de la primitiva y verdadera tradición apostólica, sobre todo si perdemos la primitiva sencillez propia de Cristo (v. 3), para caer en manos de los falsos apóstoles. Véase la fuerza con que habla de esto en Ga. 1, 6 ss.

[11969] 9. Aquellos críticos cobraban remuneraciones por el ministerio que ejercían en Corinto, en tanto que Pablo jamás pidió dinero por la predicación del Evangelio, sino que se sustentaba con el trabajo de sus manos (Hch. 20, 34) Cf. 3 Jn. 7.

[11970] 13 ss. Véase 2 Ts. 2, 7 ss.; 1 Jn. 2, 18; Mt. 7, 15; 1 Tm. 4, 1; 2 Tm. 3, 5; 4, 3 ss.; 11 Pe. 3, 3; Judas 18.

[11971] 18. Los continuos ataques obligan al Apóstol a hablarles de sí mismo, pero no por vanidad, como sus adversarios, sino para sostener su autoridad apostólica. La continua ironía de su lenguaje, tan ajena a su habitual mansedumbre, muestra cuán a disgusto se ve obligado a descender a tal defensa.

[11972] 23. Hablo como un loco: S. Pablo extrema el sarcasmo, diciendo que habría que estar loco para afirmar que tales hombres son ministros de Cristo. A continuación añade el Apóstol una impresionante lista de sus aventuras que podría formar un film maravilloso, titulado: el aventurero de Cristo. En los pasajes que citamos más adelante pueden verse muchos de ellos, tan apasionantes, que han tentado la pluma de muchos biógrafos buenos y malos, siendo solamente de lamentar que el interés biográfico y anecdótico, o el de la erudición histórica, hayan primado por lo general sobre el de la admirable doctrina sobrenatural revelada y predicada por el Apóstol y sobre el carácter netamente bíblico del personaje dentro de ese plan de Dios que lo suscita a él solo, sin que forme parte de los Doce (Ga. 2, 7 ss.; Rm. 1, 1 ss.; Ef. 3, 8 ss., etc.), para descubrir los más recónditos arcanos de su eterna misericordia. Cf. 6, 5; Hch. 16, 23; Rm. 3, 36; 1 Co. 15, 30-32.

[11973] 24. La Ley permitía dar cuarenta azotes, y para no sobrepasar ese número, los judíos por precaución daban solamente 39. Tal era el premio que reciba de los hombres, por los cuales se desvivía haciéndoles el bien. Véase Dt. 25, 3.

[11974] 25. Véase Hch. 14, 19; 16, 22; 27, 2 y 41.

[11975] 26 s. Véase por su orden: Hch. 13, 4 ss.; Rm. 15, 9; Ga. 1, 17; Hch. 9, 23; 13, 50; 14, 5; 17, 5; 1 Ts. 2, 15; Hch. 14, 5; 19, 23; 27, 42; Ga. 2, 4; 1 Ts. 2, 9; 2 Ts. 3, 8; 1 Co. 4, 11; Fil. 4, 12.

[11976] 28. Llama, exteriores las pruebas que le afectan personalmente, y sobrepone a ellas la lucha espiritual en que lo mantiene su celo por las Iglesias y por cada alma.

[11977] 30. He aquí un pensamiento genuinamente paulino: no gloriarse de las virtudes sino de la flaqueza, porque esto es lo que provoca la misericordia de Dios a ayudarnos. Cf. 12, 9 s. y notas.

[11978] 32. Etnarca: Gobernador de un distrito o pueblo.

[11979] 33. S. Pablo nos enseña a no perder, en una estéril muerte, la vida que Dios nos ha dado para glorificarle. Cf. Ap. 2, 10 y nota.

[11980] 2. S. Pablo habla de sí mismo en tercera persona, para destacar que en tales visiones, todo fue obra de Dios, sin mérito alguno de su parte. El tercer cielo: Los rabinos distinguían tres cielos: el atmosférico, el astral, y el empíreo. S. Pablo se refiere al último, pero entendiéndolo como cielo espiritual, la morada de Dios. Cf. Sal. 113B, 6 y nota.

[11981] 7. Un aguijón: más exactamente una espina en la carne, como un dolor prolongado. Algunos entienden que el Apóstol alude a una enfermedad o dolencia física (cf. Ga. 4, 13); otros piensan en la rebeldía de la concupiscencia de la que habla en Rm. 7, 23.

[11982] 8. Tres veces rogué: Es para que no nos desalentemos en nuestras peticiones. Es lo que Jesús enseña en las parábolas del amigo (Lc. 11, 5 ss.) y de la viuda (Lc. 18, 1-8).

[11983] 9. En la flaqueza se perfecciona la fuerza: S. Pablo ha entendido bien a Cristo en el misterio de la pequeñez, según el cual Dios da a los débiles y pequeños lo que niega a los grandes y a los fuertes (mejor dicho, a los que se creen tales). Con sumo gusto se niega a sí mismo, para que así, hallándolo bien vacío, pueda llenarlo más totalmente la fuerza del Dios esencialmente poderoso y activo, que solo desea vernos dispuestos a recibir, para podernos colmar (Sal. 80, 11 y nota). No es otra la doctrina de la vid y los sarmientos (Jn. 15, 1 ss.), según la cual estos no pueden tener ni una gota de savia que no les venga del tronco, o sea de Cristo, “de cuya plenitud recibimos todos” (Jn. 1, 16).

[11984] 10. Sobre esta paradoja, que no puede explicarse sino por el misterio de la gracia, véase 4, 16 y nota. De aquí sacó Santa Teresa de Lisieux su célebre y profunda sentencia: “Amad vuestra pequeñez”, idea que parecería tanto más paradójica cuanto que no se trata aquí de la pobreza o humildad en lo material sino de nuestra incapacidad para las grandes virtudes, de nuestra insignificancia y debilidad espiritual, que nos obliga a vivir en permanente reconocimiento de la propia nada y en continua actitud de mendigos delante de Dios. Pero ahí está lo profundo. Porque si Él nos dice, por boca de su Hijo Jesús, que nos quiere niños y no gigantes, no hemos de pretender complacerle en forma distinta de lo que Él quiere, creyendo neciamente que vamos a hacer o a descubrir algo más perfecto que su voluntad. Esta presunción que el mundo ciego suele elogiar llamándola “la tristeza de no ser santo” encierra; como vemos, una total incomprensión del Evangelio.

[11985] 11. Me volví fatuo: Véase 11, 1 ss. y notas, sobre el sentido de esa insensatez frente a tales falsos apóstoles.

[11986] 14. No busco los bienes vuestros, sino a vosotros: Cualquiera que ama entenderá esto. Podemos hacer la experiencia de preguntar a una madre, la más ignorante campesina, cuál de sus hijos le da mayor gusto: si el que le da muchos regalos, o el que le dice que ha estado todo el día pensando en ella. No dudará en declarar que se siente mil veces más feliz con este último, que le dedica sus pensamientos, es decir, algo de sí mismo. He aquí por qué María vale más que Marta. Si en cambio hacemos la pregunta a un simple negociante, dirá sin duda que prefiere los regalos a los pensamientos. Por eso el que no ama, no entiende nada de Dios, dice S. Juan, porque Dios es amor (1 Jn. 4, 8). El que no ama, no concibe otra norma que la lógica comercial del “do ut des”. Y eso es precisamente lo que Jesús quiso destruir con el ejemplo de su amor, pagando Él, inocente, para que no pagásemos nosotros, los culpables. Eso es lo que quiso inculcarnos en el sermón de la montaña, cuando impuso como obligatoria la Ley de la caridad, tan distinta de aquella norma de la justicia humana (Mt. 7, 2 y nota). Si bien miramos aquí está sintetizado todo el problema de la espiritualidad. Por lo demás, S. Pablo ha dejado antes bien establecido que, al buscar las almas, no las pretende para él sino para el Esposo. Cf. 11, 2 y nota.

[11987] 15. Vemos cómo el Apóstol cumplía él mismo lo que nos enseña en 9, 7.

[11988] 16 s. Contesta a la última y más insolente calumnia. Los falsos doctores decían que si bien el Apóstol no se enriquecía por sí mismo, lo hacía por medio de sus compañeros en el apostolado, Tito y otros, que organizaban la colecta para los pobres de Jerusalén.

[11989] 1. La Ley de Moisés exigía tres o por lo menos dos testigos, para condenar a un acusado, (Dt. 19, 15; Mt. 18, 16).

[11990] 4. Nosotros, como miembros suyos, participamos de sus debilidades, de sus abatimientos y penas; mas participaremos también de su poder, y de esto os daremos pruebas muy claras, juzgando y castigando a los incorregibles (Santo Tomás). Cf. 1, 5.

[11991] 5. Este es el verdadero examen de conciencia sobre la fe viva, pues sin ella no podremos tener ninguna virtud sobrenatural. El Apóstol insiste en que sea cada uno quien haga tal examen de sí mismo (1 Co. 11, 28 y 31), pues el Espíritu Santo da testimonio a nuestra conciencia sobre nuestra sinceridad (Rm. 9, 1), y las almas no han de ser esclavos en su fe, sino libres (1, 23; 1 Co. 12, 2). ¿O no reconocéis, etc.?: Como enseña el mismo Apóstol, Cristo ha de habitar en nosotros si nuestra fe es verdadera (Ef. 3, 17). Nótese la gravedad con que S. Pablo exige a los cristianos este estado de espíritu, al extremo de agregar las palabras: a no ser que estéis reprobados. Cf. Jn. 14, 20; 17, 26; Rm. 8, 10 y 39; 1 Jn. 5, 20.

[11992] 8. Véase las notas en 10, 4 y 11, 2; Hb. 11, 36 ss.

[11993] 9. He aquí uno de esos alardes de la inmensa caridad del Apóstol, que llega a olvidarse totalmente de sí mismo, como en Rm. 9, 3.

[11994] 10. Para edificar y no para destruir: es decir, que S. Pablo quería adoctrinarlos siempre positivamente, dándoles un mayor conocimiento de Cristo para aumento de su fe y de su caridad, sin verse obligado a interrumpir su enseñanza con reprimendas dolorosas para su corazón de pastor.

[11995] 13. La comunicación del Espíritu Santo: “El Padre es amor; el Hijo, gracia; el Espíritu Santo, comunicación”; así reza la Antífona del 3er. nocturno en el Oficio de la Santísima Trinidad. Porque Él habitará en nosotros y estará siempre con nosotros (Jn. 14, 16 s.). Sin Él las maravillas del Padre y de Cristo existirían objetivamente, pero fuera de nosotros. No serían nuestras. Antes de la inmolación de Jesús “aún no había Espíritu” (Jn. 7, 39). Él es, pues, la comunicación, la entrega efectiva del bien que nos ganó Cristo. ¿Y cuál es ese bien? La divinidad misma, dice S. Pedro (2 Pe. 1, 4), o sea, todo lo que Él había recibido del Padre: “La gloria que Tú me diste, Yo se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros” (Jn. 17, 22). Y agrega: “Yo en ellos y Tú en Mí, para que sean consumados en la unidad” (ibíd. v. 23) y “el amor con que me has amado sea en ellos y Yo en ellos” (ibíd. v. 26). Esto, que Jesús nos conquistó y mereció, es lo que el Espíritu Santo realiza comunicándonos eso que el Padre dio a Jesús: la calidad de hijo (Ef. 1, 5; Jn. 1, 12 s.; Rm. 8, 29; Ga. 4, 4 ss.; 1 Jn. 3, 1 ss.), y su propia gloria que es la máxima promesa (2 Pe. 1, 3-4), con su misma vida eterna (Jn. 17, 2), que algún día poseeremos en cuerpo y alma (Fil. 3, 20 s.; Lc. 21, 28; Rm. 8, 23) y que se nos anticipa en la Comunión (Jn. 6, 57 y nota). ¡Parece mentira que podamos creer estas cosas sin morir de felicidad! Tal es lo que imploramos cada día en el Padrenuestro al pedir el pan supersustancial (Mt. 6, 11 y Lc. 11, 3, texto griego).

[11996] 1. Los habitantes de Galacia, provincia del Asia Menor, fueron ganados al Evangelio por S. Pablo en su segundo y tercer viaje apostólico. Poco después llegaron judíos o judío-cristianos que les enseñaban “otro Evangelio” es decir, un Jesucristo deformado y estéril, exigiendo que se circuncidasen y cumpliesen la Ley mosaica, y pretendiendo que el hombre es capaz de salvarse por sus obras, sin la gracia de Cristo. Además sembraban desconfianza contra el Apóstol, diciendo que él no había sido autorizado por las primeros Apóstoles y que su doctrina no estaba en armonía con la de aquellos. Para combatir la confusión causada por esos doctores judaizantes; S. Pablo escribió esta carta probablemente desde Éfeso, según sude creerse, entre los años 49 y 55 (cf. 2, 1 y nota). Su doctrina principal es: El cristiano se salva por la fe en Jesucristo, y no por la Ley mosaica.

[11997] 4. Este siglo malo: Es esta una de las orientaciones básicas de la espiritualidad que nos enseña la Escritura en oposición al mundo. Jesús nos la hace recordar continuamente al darnos la afanosa petición del Padrenuestro: “venga tu Reino” (Mt. 6, 10), protesta esta que los cristianos del siglo I parafraseaban diciendo en la Didajé, al rogar por la Iglesia: “reúnela santificada en tu Reino... Pase este mundo. Venga la gracia”. “Este mundo” es pues este siglo malo, con el cual no hemos de estar nunca conformes (Rm. 12, 2), porque en él tiene su reino Satanás (Jn. 14, 30 y nota); en él serán perseguidos los discípulos de Cristo (Jn. 15, 18 y nota) y en él la cizaña estará ahogando el trigo hasta que venga Jesús (Mt. 13, 30) y no encuentre la fe en la tierra (Lc. 18, 8); pues Él no vendrá sin que antes prevalezca la apostasía y se revele el Anticristo (2 Ts. 2, 3 ss.), a quien Jesús destruirá con la manifestación de su Parusía” (ibíd. 8). Nunca podrá, pues, triunfar su Reino mientras no sea quitado el poder de Satanás (Ap. 20, 1 ss.) y Cristo celebre las Bodas con su Iglesia (Ap. 19, 7), libre ya de toda arruga (Ef. 5, 27; Ap. 19, 8), después de la derrota del Anticristo (Ap. 19, 11-20), cuando la cizaña haya sido cortada (Mt. 13, 39-40), los peces malos estén separados de los buenos (Mt. 13, 47 ss.) y sea expulsado del banquete el que no tiene traje nupcial (Mt. 22, 11 ss.). Tal es la dichosa esperanza del cristiano (Tt. 2, 13) sin la cual nada puede satisfacerle ni ilusionarle sobre el triunfo del bien (Ap. 13, 7; 16, 9 y 11). Tal es lo que el Espíritu Santo y la Iglesia novia dicen y anhelan hoy, llamando al Esposo: “El Espíritu y la novia dicen; Ven... Ven Señor Jesús” (Ap. 22, 17 y 20), mientras lo aguardamos con ansia en este siglo malo, llevando, según S. Pedro, las esperanzas proféticas como antorcha que nos alumbra en este “lugar obscuro” (2 Pe. 1, 19). Cf. 1 Tm. 6, 13 y nota.

[11998] 8. El Evangelio no debe ser acomodado al siglo so pretexto de adaptación. La verdad no es condescendiente sino intransigente. El mismo Señor nos previene contra los falsos Cristos (Mt. 24, 24), los lobos con piel de oveja (Mt. 7, 15, etc.), y también S. Pablo contra los falsos apóstoles de Cristo (2 Co. 11, 13) y los falsos doctores con apariencia de piedad (2 Tm. 3, 1-5). Es de admirar la libertad de espíritu que el Apóstol nos impone al decirnos que ni siquiera un ángel debe movernos de la fe que él enseñó a cada uno con sus palabras inspiradas. Véase 2 Co. 11, 14; 13, 5 y nota. Cf. 2, 4 ss.

[11999] 10. Es decir, que la mínima parte de gloria que pretendiésemos para nosotros mismos, bastaría para falsear totalmente nuestro apostolado y convertirnos por tanto en instrumento de Satanás. De ahí la gran preocupación que S. Pablo muestra a este respecto. Cf. Jn. 5, 44 y nota.

[12000] 11. El orador sagrado, agrega aquí S. Jerónimo, está expuesto cada día al grave peligro de convertir, por una interpretación defectuosa, el Evangelio de Cristo en el evangelio del hombre. Cf. Sal. 11, 2; 16, 4; 1 Co. 15, 1; Tt. 1, 10; 3, 9 y notas.

[12001] 12. S. Pablo va a destacar netamente su vocación excepcional y directa de Jesús. Cf. Ef. 3, 3.

[12002] 15 ss. Habla de su predestinación al apostolado y a la predicación del Evangelio (Hch. 13, 2; Rm. 1, 1), para lo cual Dios lo tenía escogido y predestinado personalmente.

[12003] 17. A Arabia: Debe entenderse que los tres años mencionados en el versículos siguiente, fueron los que pasó en Arabia, estudiando las Escrituras y recibiendo las instrucciones del mismo Jesucristo.

[12004] 18. Para conversar con Cefas: no para instruirse, como observa S. Jerónimo, pues tenía consigo al mismo Autor de la predicación, sino para cambiar ideas con el primero de los Apóstoles. Véase 2, 1 ss.

[12005] 19. Este Santiago, o Jacabo, Obispo de Jerusalén, era el Apóstol Santiago el Menor, hijo de Alfeo y María, hermana de la Santísima Virgen. Ya por eso se entiende que “hermano” significa aquí “pariente”.

[12006] 24. Bien vemos por qué el Apóstol prefería gloriarse en sus miserias (2 Co. 11, 30). De ellas resultaba especial gloria para Dios, pues veían todos que lo sucedido en él no podía ser sino un prodigio de la gracia. Cf. Jn. 17, 10; Rm. 8, 28 y nota.

[12007] 1. Catorce años después de su conversión. Se trata tal vez del viaje al cual se refieren los Hechos en 11, 30 y 12, 25. Según ello, las conferencias que celebró entonces con los jefes de la Iglesia de Jerusalén, no deben confundirse con el Concilio de Jerusalén, el cual, según opinan varios exegetas, no tuvo lugar sino después de compuesta la Epístola a los Gálatas. La argumentación que hace S. Pablo exige que no pase inadvertido este segundo viaje efectuado a Jerusalén. De otra suerte no se explicaría que no haga mención alguna en esta Epístola del Concilio de Jerusalén, que resolvía la cuestión debatida, sino porque hasta ese momento no había tenido lugar (Crampon). Otros opinan, a la inversa, que estos catorce años no se contarían desde la conversión de Saulo, sino desde su viaje a Siria (1, 21), y que se trata aquí del viaje que S. Pablo y Bernabé hicieron para asistir al Concilio (Hch. 15, 2). La disidencia sobre este punto se vincula a la cuestión relativa a la fecha de la Epístola a los Gálalas, que varía, según las opiniones, desde el año 49 hasta después de la primera cautividad del Apóstol en Roma.

[12008] 2. Los más autorizados eran los Apóstoles columnas (versículos 9): Pedro, Santiago y Juan, los cuales se habían convencido de que el Evangelio de Pablo estaba de acuerdo con el suyo. Por no correr: “No es que S. Pablo, instruido directamente por N. S. Jesucristo, sintiese la menor duda acerca de lo que él llama su Evangelio. Pero los judaizantes le discutían su legitimidad, y por eso él quería hacer cortar la cuestión por los apóstoles, a fin de mostrar que no había estado en error, y de no comprometer el fruto de su predicación futura” (Fillion). El resultado no pudo ser más consolador (v. 6-10).

[12009] 4. Falsos hermanos: a saber, judío-cristianos, que decían que la circuncisión era necesaria para todos los cristianos. La libertad: la derogación de la Ley mosaica para los que creen en Cristo. La servidumbre: la sumisión a la Ley, mediante la cual querían impedir la predicación de S. Pablo (v. 5; 5, 9 notas). Cf. Hch. 15, 1 y 24.

[12010] 5. Como observa Fillion, el Apóstol se apresura a añadir que mantuvo con vigor los derechos de la verdad, siguiendo el ejemplo de su divino Maestro (2 Co. 7, 8; 1 Ts. 2, 17; Flm. 15).

[12011] 6. No acepta cara de hombre; es decir, no hace acepción de personas. Cf. St. 2, 1 s. y nota.

[12012] 8. Era el mismo Cristo quien había instituido a ambos, por diversos modos. ¿Quién podría rectificarlo a Él? Por lo demás, la vocación de Pablo hacia los gentiles (Hch. 9, 15) no le impidió evangelizar también a los judíos, así como Pedro fue el primero en admitir a los gentiles en la Iglesia (Hch. cap. 10).

[12013] 9. S. Pablo nombra a Santiago antes que a Pedro probablemente porque aquel era el que más se había caracterizado en su celo por la Ley, (v. 12; Hch. 21, 19 ss.). Nótese sin embargo que eso no le impidió su gran actuación en el Concilio de Jerusalén, para resolver precisamente esta cuestión (Hch. 15, 13 ss.).

[12014] 11. En Antioquía se había levantado una disputa entre Cefas (Pedro) y Pablo, porque aquel se retiró de la mesa de los cristianos gentiles, para no escandalizar a los judío-cristianos. S. Pablo no tardó en censurar tal proceder como inconsecuente y peligroso. A esta escena (que algunos suponen ocurrida en la época señalada en Hch. 15, 35 ss.) se refiere el Apóstol en el siguiente discurso que dirige públicamente a S. Pedro, señalándole la contradicción con su propia conducta, dictada por la idea fundamental de que los preceptos rituales de la Ley mosaica habían perdido su valor para los cristianos, y recordando sin duda la Palabra del Maestro contra toda levadura de doblez (Lc. 12, 1). S. Agustín, comentando este pasaje en una de sus Epístolas, alaba a ambos apóstoles: a Pablo por su franqueza, a Pedro por la humildad con que acepta el reproche del “queridísimo hermano Pablo”, cuya sabiduría celestial alaba en 2 Pe. 3, 15. El mismo Doctor de Nipona reprende a S. Jerónimo que explicaba este encuentro como maniobra táctica convenida de antemano entre los dos apóstoles con el fin de aclarar la verdad, y le dice que Dios no necesita de nuestras ficciones. Digno de reprensión: algunos traducen: criticado (por los fieles).

[12015] 14. No andaban rectamente: No se trataba de un error de doctrina. Más aún, “todo judío convertido tenía el derecho de observar la Ley. Lo que S. Pablo censura es la duplicidad en la conducta, tratándose del Jefe de la Iglesia, que podía inducir a error a las almas”. Fillión hace notar que el discurso de Pablo a Pedro no termina en este v., sino que continúa hasta el v. 21, como se ve en el v. 15, el cual no puede dirigirse a los gálatas, pues ellos no eran judíos sino paganos de nacimiento. “Las palabras ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar? podrían repetirse como un refrán al final de cada uno de los versículos que siguen”.

[12016] 16. Las obras de la Ley no tenían por sí mismas la virtud de salvar al hombre porque el proceso de la justificación es obra de la gracia y de la fe en Jesucristo (3, 1 ss.; Rm. 3, 20 ss.; 4, 1 ss.). Las palabras finales son como un eco del Sal. 142, 2.

[12017] 17. Es decir: ¿qué te importa que te llamen pecador contra la Ley por seguir a Cristo, si tú sabes que siguiéndolo a Él no puedes pecar? En cambio (v. 18) si tú vuelves a cumplir la Ley que habías abandonado, es como si confesaras que pecaste al abandonarla, lo cual no es verdad.

[12018] 19 s. Si la misma Ley me dice que no tenía otro objeto más que el de llevarme a Cristo (3, 23 s.), que es el fin de la Ley, está claro que, gracias a la misma Ley estoy ahora libre de ella por la muerte de Cristo. Sus méritos se me aplican por la gracia como si yo estuviese con Él clavado en la Cruz, y muerto con Él a la Ley (cf. 3, 13 s.; Rm. 6, 3 ss.), de modo que si aún vivo (debiendo estar muerto), es el Resucitado quien me hace vivir de su propia vida, es decir, quien vive en mí mediante mi fe en Él (Ef. 3, 17), la cual es la vida del justo (3, 1). Me amó y se entregó por mí (v. 20): Todo entero por mí, y lo habría hecho aunque no hubiese nadie más. También ahora me mira constantemente (Ct. 7, 11 y nota), como si no tuviera a otro a quien amar. Es muy importante para nuestra vida espiritual el saber que “el amor de Cristo no pierde nada de su ternura al abarcar todas las almas, extendiéndose a todas las naciones y a todos los tiempos”. Véase Ct. 4, 1 y nota sobre la elección individual de cada alma. ¿Y por qué se entregó por mí? ¡Para llevarme a su propio lugar! (Jn. 14, 2 s.). La caridad más grande del Corazón de Cristo ha sido, sin duda alguna, el deseo de que su Padre nos amase tanto como a Él (Jn. 17, 26). Lo natural en el hombre es la envidia y el deseo de conservar sus privilegios. Y más aún en materia de amor, en que queremos ser los únicos. Jesús, al contrario de los otros, se empeña en dilapidar el tesoro de la divinidad que trae a manos llenas (Jn. 17, 22) y nos invita a vivir de Él por la fe (Jn. 1, 16; 15, 1 ss.) y por la Eucaristía (Jn. 6, 57), esa plenitud de vida divina, como Él la vive del Padre. Todo está en creerle (Jn. 6, 29), sin escandalizarnos de ese asombroso exceso de caridad (Jn. 6, 60 y nota), que llega hasta entregarse por nosotros a la muerte para poder proporcionarnos sus propios méritos y hacernos así vivir su misma vida divina de Hijo del Padre, como “Primogénito de muchos hermanos” (Rm. 8, 29). Cf. Ef. 1, 5 y nota.

[12019] 21. No inutilizo la gracia de Dios: ¡Expresión de profunda elocuencia! No seré tan insensato como para desperdiciar semejante don de Dios. No soy tan opulento como para despreciar la salvación que el Hijo de Dios me ofrece a costa de toda su Sangre (1 Tm. 2, 6). Si el Padre quiere aplicarme gratis los méritos de su Hijo, que son infinitos, ¿acaso habría de decirle yo que no se incomode, y que prefiero tratar de ser bueno por mi propio esfuerzo? Tal soberbia, disfrazada de virtud, sería tanto más abominable cuanto que por sí mismo nadie es capaz de ser bueno aunque quiera, y las grandes promesas heroicas acaban siempre si Dios no nos ayuda... en las tres grandes negaciones de Pedro. Esta es no solamente la espiritualidad de S. Pablo y la doctrina que él enseña (Rm. 3, 20 y 26; 10, 3; Fil. 3, 9), deducida del Evangelio (Mt. 9, 12 s.), sino que es también la espiritualidad de toda la Escritura. David la expresa a cada paso, y Job, además de ser consciente de que nadie puede aparecer justo ante Dios (Jb. 7, 21; 14, 4 y notas), añade que, aun cuando tuviese algo que alegar en su defensa, preferiría implorar la clemencia de su juez, porque “¿quién soy yo para poder contestarle y hablar con Él?” El que no piensa así, no ha entendido el misterio de la Redención y no puede decir que tiene fe en Jesucristo, el cual no vino a buscar a los que ya son justos, sino a los que necesitamos a Él para poder ser buenos (Hb. 7, 11). Gramatica cita aquí los cánones 16 y 21 del II Concilio Araus, del año 529.

[12020] 1. Empieza aquí la Parte dogmática de la carta, que comprende los capítulos 3 y 4. La propia experiencia debe demostrar a los gálatas, que recibieron la justificación sin las obras de la Ley, de lo cual son testimonio los carismas del Espíritu Santo que se derramaron sobre ellos.

[12021] 3. Acabáis ahora en carne: ¿Cómo el esfuerzo del hombre caído podría ir más lejos que el Don redentor de Dios, de un valor infinito?

[12022] 5. Una de las cosas más sorprendentes del Cristianismo, para el que lo mirase como una mera regla moral sin espiritualidad, es ver cuántas veces los reprobados por Dios son precisamente los que quieren multiplicar los preceptos, como los fariseos de austera y honorable apariencia. Toda esta Epístola a los gálatas, en que el Apóstol de Cristo parece escandaloso porque lucha por quitar preceptos en vez de ponerlos (2, 4 y 14; 5, 18 ss., etc.), es un ejemplo notable para comprender que lo esencial para el Evangelio está en nuestra espiritualidad, es decir, en la disposición de nuestro corazón para con Dios. Lo que Él quiere, como todo padre, es vernos en un estado de espíritu amistoso y filial para con Él, y de ese estado de confianza y de amor hace depender, como lo dice Jesús (Jn. 6, 29; 14, 23 s.), nuestra capacidad —que solo de Él nos viene (Jn. 15, 5)— para cumplir la parte preceptiva de nuestra conducta. Desde el Antiguo Testamento, que aún ocultaba bajo el velo de las figuras los insondables misterios de su amor que el Padre había de revelarnos en Cristo (Ef. 3, 2 ss.), descubrimos ya, a cada paso, ese Dios paternal y espiritual cuya contemplación nos llena de gozo y que conquista nuestro corazón con la única fuerza que es capaz de hacernos despreciar al mundo: el amor. Véase, con sus respectivas notas. Jr. 23, 33; Is. 1, 11; 58, 2; 66, 2; Os. 6, 6; Mt. 7, 15; 12, 1 ss.; 23, 2 s. y 13 y 23 ss.; Mc. 7, 3 ss.; Lc. 11, 46; 13, 14; Jn. 4, 23 s.; 5, 10 ss.; 8, 3 ss.; 2 Co. 11, 13 ss.; Col. 2, 16 ss.; 1 Tm. 4, 3; 2 Tm. 3, 5, etc.

[12023] 6. Véase Gn. 15, 6. Como en la Epístola a los Romanos, S. Pablo toma por ejemplo a Abrahán, a quien dio Dios la promesa para todos los pueblos, y el cual fue justificado no por la circuncisión, sino por la fe. Así como Abrahán recibió la santificación únicamente por la fe, así los verdaderos hijos de Abrahán son los que tienen la fe en Cristo. Cf. 4, 22 s.; Rm. 4, 3 ss., y notas.

[12024] 8. Cf. Gn. 12, 3; 18, 18; Si. 44, 20; Hch. 3, 25.

[12025] 10. Cf. Dt. 27, 26; St. 2, 10; Mt. 5, 19.

[12026] 11. Cf. Hab. 2, 4; Rm. 1, 17; 3, 21 s.; Hb. 10, 38.

[12027] 12. Cita de Lv. 18, 5. Como en realidad nadie fue capaz de cumplir la Ley, resultó que nadie pudo vivir por ella y todos cayeron en la maldición del versículos 10, salvo los que se justificaron por la fe en Jesucristo.

[12028] 13. Para librarnos de la maldición se hizo Él maldición (cf. Dt. 21, 23). Esto muestra el abismo que significa la Redención de Cristo. Dios pudo perdonarnos gratis, pero el Hijo quiso devolverle toda la gloria accidental que el pecado le quitaba. Entonces no se limitó a pagar nuestra deuda como un tercero, sino que quiso sustituirse a nosotros de tal modo que Él fuese el pecador, y nosotros los inocentes, lavados por su Sangre. Cf. Ez. 4, 4 y nota.

[12029] 16. Cf. Gn. 12, 7; 13, 15; 17, 7 s.; 22, 18; 24, 7.

[12030] 17. Cf. Ex. 12, 40. Las promesas de Dios a Abrahán de santificar en él a todos los pueblos, son anteriores a la Ley. Anularlas por las prescripciones posteriores de esta, sería contrario a la fidelidad de Dios, sería exigir un precio por lo que había ofrecido gratuitamente (v. 18).

[12031] 19. Fue añadida. No olvidemos esta revelación que debe estar en la base de nuestra vida espiritual si queremos ser cristianos y no judaizantes: la Ley fue añadida a la promesa hasta que viniera el que había de cumplirla. Desde entonces lo prometido se da por la fe en Jesús (v. 22), es decir a los que, creyendo en Él, se hacen como Él hijos de Dios (4, 6; Jn. 1, 11 s.). Luego nuestra vida no es ya la del siervo que obedece a la Ley (4, 7) sino la del hijo y heredero que sirve por amor (1 Jn. 3, 1). El mediador de la Ley antigua fue Moisés; la promesa, empero, se dio a Abrahán, sin mediador, por Dios es, pues, superior a la Ley de Moisés. No se trata de un contrato bilateral, sino de una promesa espontánea.

[12032] 22. La Escritura, etc.; Cf. Rm. 11, 32 y nota.

[12033] 24. Nuestro ayo: nuestro instructor, por cuanto dio testimonio en favor de la fe (2, 19 s.) y no cesó de inculcar la necesidad de la fe. “Repara, dice el Crisóstomo, cuán fuerte y poderoso es el ingenio de Pablo, y con cuánta facilidad prueba lo que quiere. Pues aquí muestra que la fe no solo no recibe daño ni descrédito alguno de la Ley, sino que esta le sirve de ayuda, introductora y pedagoga, preparándole el camino”. Recordemos, empero, que en todo esto hay, más que el ingenio de Pablo, la sabiduría del Espíritu Santo.

[12034] 26. “Nadie es hijo adoptivo de Dios, si no está unido al Hijo natural de Dios” (S. Tomás). Nótese aquí la necesidad de la filiación divina, cuyo sello es la fe. La Ley solamente preparaba para Cristo, pero no supo proporcionar en ningún momento la inserción [el injertarnos] en un tronco divino. El Antiguo Testamento no conocía la grandiosa idea del Cuerpo Místico, porque este misterio, reservado para la revelación de S. Pablo, estaba escondido de toda eternidad, aun para los ángeles. Cf. Ef. 3, 9 ss.; Col. 1, 25 ss. y notas.

[12035] 2 s. Antes de la venida de Jesucristo la humanidad necesitaba de un tutor puesto que todos sin excepción estaban caídos y esclavos del pecado (Sal. 24, 8 y nota). Los judíos tuvieron como ayo la Ley (cf. 3, 24), mas se hicieron esclavos de las fórmulas, y para ellos la Ley fue letra muerta, “letra que mata” (2 Co. 3, 6). También los paganos estaban sujetos a la rudimentaria sabiduría del mundo. Con Cristo nos llegó la libertad de los hijos de Dios (Jn. 8, 36; Mt. 16, 25), por la “Ley del espíritu de vida” (Rm. 8, 2).

[12036] 4. Este versículo y el siguiente encierran toda la Cristología: la preexistencia eterna de Cristo, su venida en la plenitud del tiempo como Enviado de Dios, su nacimiento de la Virgen y sumisión a la Ley para redimirnos y hacernos partícipes de la filiación divina. Cf. Jn. 11, 51 s.; Rm. 15, 8 y notas.

[12037] 6. Abba: voz aramaica que significa Padre. Así llamaba Jesús al Padre Celestial. Parece que los primeros cristianos conservaban este nombre como herencia sagrada, y así lo era para el mismo Cristo, que sintetizaba todas sus virtudes en ser un hijo ejemplar de su Padre; por eso vemos aquí que el Espíritu de Jesús es eminentemente un espíritu filial. Y como ese Espíritu de Él, que nos es dado, es el mismo Espíritu Santo (Rm. 5, 5) que nos hace hijos del Padre (Ef. 1, 5), es claro que el amor con que los hijos de Dios lo amamos a Él, no puede nacer en nosotros mismos, “hijos de ira” (Ef. 2, 3), siendo, como es, cosa esencialmente divina (1 Jn. 4, 8). Ese divino espíritu de amor, que se llama Espíritu Santo, es en el Padre, amor paternal, y en Jesús amor filial. El Padre es el gran dador, y solo a Él está reservado ese amor de índole paterna, de protección, de generosidad, que da y nada recibe. A nosotros se nos da el mismo Espíritu de amor para que podamos corresponder al amor del Padre, y por eso no se nos da, claro está, como amor paternal, sino como amor filial, es decir, de gratitud, de reverencia, de gozo infantil. Así, pues, S. Pablo nos revela expresamente que recibimos de Dios Padre, gracias a la Redención del hijo que Él mismo nos dio (Jn. 3, 16), el Espíritu de ese Hijo que nos lleva a llamarlo Padre nuestro y santificar su Nombre, como Jesús lo llamó su “Padre Santo” (Jn. 17, 11; 20, 17), es decir, que nos permite amarlo como lo amó el mismo Jesús. Y ese amor filial, que fue la suma virtud de Jesús, es la infinita maravilla que Dios, nos da gratis con la sola condición de no despreciarlo (1 Ts. 4, 8 y nota). Bien vemos así cómo es verdad que desde ahora podemos vivir vida divina (2 Pe. 1, 4), que es vida eterna, incorporándonos, por la gracia, a esa misma vida de amor con que se aman entre sí las divinas Personas. Cf. 2 Co. 13, 13 y nota.

[12038] 8. Sobre esta servidumbre contraria a la libertad cristiana, cf. 1 Co. 12, 2 y nota.

[12039] 9. Habéis sido conocidos de Dios: Véase 1 Co. 13, 12 y nota.

[12040] 10. Mantenéis la observancia de los días, etc.: Las fiestas de la Ley de Moisés, las neomenias, el año sabático, etc.

[12041] 12. El Apóstol comienza a hablar con la ternura de una madre. Las fuertes censuras de los capítulos anteriores no eran más que expresión del amor a sus hijos espirituales, los gálatas.

[12042] 13. En enfermedad de la carne: la enfermedad de que padecía el Apóstol y que le obligó a permanecer en Galacia (2 Co. 12, 7). Algunos piensan que era una enfermedad de la vista, por lo que dice en el v. 15 y por las grandes letras con que escribe cuando no tiene a quien dictar (6, 11).

[12043] 16. Hay aquí todo un examen de conciencia sobre el apostolado, tanto para el predicador como para el oyente. Los Libros sapienciales nos muestran reiteradamente cómo el necio aborrece la enseñanza, no obstante la gran necesidad que tiene de ella, en tanto que el sabio, menos necesitado, la desea y la busca apasionadamente. El Apóstol recrimina a los “insensatos gálatas” (3, 1) que rechazan como un acto de enemistad sus esfuerzos henchidos de caridad por revelarles las maravillas de Cristo. Tal es la ingratitud que espera a los verdaderos apóstoles, según lo anunció Jesús. Cf. Sal. 16 y notas.

[12044] 21 ss. Pasa a ilustrar nuevamente lo imperfecto del Antiguo Testamento, aludiendo a Agar y a Sara, Agar, la esclava, y su hijo Ismael, son los tipos de la Ley, la que no conoce más que la esclavitud. Sara, en cambio, es el tipo de la “Jerusalén de arriba” (v. 26), Esposa del Cordero (Ap. 19, 6-9; 21, 9 ss.; 22, 1 ss.). Esa es nuestra Madre. Su hijo es libre e hijo de la promesa de Dios, pero también objeto de persecución, así como Isaac fue perseguido por Ismael. Notable argumento. Los que pretendan invocar la Ley olvidan que ella misma no pretendía ser un fin sino un ayo para llevarnos a Cristo (3, 24).

[12045] 25. Un monte en Arabia: La tradición judía localizaba el monte Sinaí más al norte del Sinaí actual, en la región de Farán y Seír, esto es, cerca del golfo de Akaba (Arabia). Allí nació la Ley, que simboliza a la Jerusalén actual. Cf. Ez. 25, 4 y nota.

[12046] 27. Véase Is. 54, 1 y nota. El Profeta habla de la Jerusalén abandonada que será perdonada y fecunda. Lo mismo dice Os. 2, 1-23 de la Israel adúltera (cf. Mi. 5, 2), refiriéndose especialmente a las diez tribus del Norte. S. Pablo aplica en forma análoga esa expresión al paralelo que viene haciendo entre Agar, fecunda según la carne, y Sara, la que parecía estéril, y cuya fecundidad será grande, sobre todo espiritualmente, entre los hijos de Isaac según la promesa (v. 28), o sea los descendientes de Abrahán por la fe (cf. también Is. 54, 1 ss.). Estos serán hijos de la Jerusalén celestial (v. 26; Hb. 12, 22 s.), o sea de la libre (v. 30 s.), que el Apóstol contrapone a la Jerusalén actual. Es frecuente en la Escritura, como vemos en los textos citados, y especialmente en el Cantar de los Cantares, el misterio de Israel como esposa adúltera y perdonada por Yahvé, y el de la Iglesia como virgen prometida a un solo Esposo (2 Co. 11, 1 s.), el Cordero (Ap. 19, 6 ss.; Jn. 3, 29; Rm. 7, 4; Ef. 5, 23-27). Este misterio, unido sin duda al de los hijos de Dios (3, 26 y nota; Jn. 10, 16; 11, 51 s.; Ef. 1, 5; Ap. 21, 7) y al del pueblo “escogido para su Nombre de entre los gentiles” (Hch. 15, 14), aparece por dos veces descubierto al final del Apocalipsis, donde Juan ve “la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, preparada como una novia engalanada para su esposo” (Ap. 21, 2), y más adelante el ángel le dice: “Ven y te mostraré la novia, la Esposa del Cordero”, y le muestra, desde un monte grande y elevado, “la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo y venía de Dios, con la gloria de Dios” (Ap. 21, 9 ss.), de la cual hace entonces S. Juan una maravillosa descripción. Cf. sobre el Israel de Dios, 6, 16 y nota.

[12047] 30. Cf. Gn. 21, 10. En todo este párrafo Agar representa la Ley antigua, y Sara e Isaac, la Ley de Cristo, el Evangelio.

[12048] 1. Insiste el Apóstol en que no hemos de perder la libertad que nos ganó Cristo con su gracia. Los que se circuncidan, se someten a la Ley, y no tienen parte en Cristo ni en la gracia redentora.

[12049] 2. Es decir que la rectitud está en aceptar y amar la verdad tal como ella es, sin querer imponerle condiciones. La sabiduría está en descubrir que esa verdad consiste en la aceptación gustosa de nuestra nada propia, para recibir en cambio el todo, gracias a la generosísima Redención de Cristo.

[12050] 4. La santidad no consiste, pues, en hacer tales o cuales cosas, sino en estar unido a Jesús (Jn. 15, 1 ss.). Estando con Él no podemos sino hacer lo mejor y con la ventaja de que en todo quedará honrado Él, de cuya plenitud todos recibimos (Jn. 1, 16), y no correremos peligro de creer, como el fariseo, que nuestras obras se deben a méritos propios, en cuyo caso sería mucho mejor no haberlas hecho.

[12051] 6. La fe obra por el amor, esto es: las obras del verdadero amor brotan espontáneamente del verdadero conocimiento. “No sería tan grande la osadía de los malos, ni habría sembrado tantas ruinas, si hubiese estado más firme y arraigada en el pecho de muchos la fe que obra por medio de la caridad, ni habría caído tan generalmente la observancia de las leyes dadas al hombre por Dios” (León XIII, en la Encíclica “Sapientia Christiana”). Cf. 2 Ts. 1, 11; 1 Tm. 5, 8; St. 2, 22; 2 Pe. 1, 5; 1 Jn. 2, 24.

[12052] 8. Porque Jesucristo no nos llamó para esclavitud sino para libertarnos mediante la verdad (v. 18 y nota; 2, 4). Cf. Jn. 8, 31 s.; 2 Co. 3, 17; 11, 10; St. 1, 25; 2, 12; Rm. 8, 15; 2 Tm. 1, 7, etc.

[12053] 9. S. Pablo usa siempre la idea de la levadura en el sentido del fermento de corrupción y putrefacción, como lo hace el Ant. Testamento. “La razón principal que hacía proscribir el pan fermentado en la octava de Pascua y en las ofrendas (Ex. 29, 2; Lv. 2, 11; 7, 12; 8, 2; Nm. 6, 15) era que la fermentación es una manera de corrupción” (Vigouroux). Aquí la refiere S. Pablo, lo mismo que Jesús (Lc. 12, 1) a la levadura o hipocresía de los fariseos, que so capa de austeridad querían someter las almas al rigor de la Ley (Lc. 11, 46), para tenerlas en realidad sujetas a ellos mismos (2, 4 s.; 6, 12 s.). Contra ellos lucha S. Pablo denodadamente en toda esta Epístola, como lo hace en Corinto contra los “superapóstoles” (2 Co. 11, 5; 12, 11). Se le desacreditaba queriendo negarle autoridad legítima para predicar por el hecho de que su elección fuese tan extraordinaria, no figurando él entre los doce apóstoles del Evangelio, como si Cristo no tuviera el derecho y la libertad absoluta de elegir a quien quisiere y hacer de este antiguo perseguidor de la Iglesia el encargado de revelar los misterios más ocultos de nuestra fe (Ef. 3, 2-9). En 1 Co. 5, 6 la levadura no es como aquí un punto de falsa doctrina que llega a corromper toda nuestra fe, sino una persona que por su influencia corrompe a los que le rodean.

[12054] 11. Parece que los adversarios decían que también el Apóstol predicaba la necesidad de la circuncisión, a lo cual este contesta: Si yo hiciera tal cosa, los judíos no me perseguirían; pero entonces dejaría de ser escandaloso el misterio de la Cruz según él mismo lo había dicho tantas veces (1 Co. 1, 22 s.). La verdad es que S. Pablo circuncidó a Timoteo, por razones meramente prácticas (para que este pudiese predicar en las sinagogas), y no porque creyese que la circuncisión era necesaria para la salud.

[12055] 12. Frase sarcástica. El sentido, como anotan S. Justino, S. Jerónimo, S. Agustín, etc., es que se mutilasen del todo tales hombres que tanta importancia daban a esa pequeña operación de la carne.

[12056] 13. Siervos unos de otros por la caridad: ¡Qué programa social! Vivir amándonos y sirviéndonos libremente por amor de Aquel que nos amó y nos lavó los pies (Jn. 13, 4 ss. y 14 ss.) y declaró que Él era nuestro sirviente (Lc. 22, 27 y nota). He aquí el gran motor, el único, para no servir “al ojo” (Ef. 6, 6 s.; Col. 3, 22), esto es para que esas expresiones que el mundo suele usar por cortesía: “servidor de usted”; “a sus órdenes”; “su seguro servidor”, etc., no sean una mentira, pues todos los mentirosos, dice el Apocalipsis (21, 27), quedarán fuera de la Jerusalén celestial (cf. 4, 27 y nota). Alguien ha hecho notar con acierto que no en vano el verbo “servir”, además del humilde sentido de ser siervo de otro, tiene también el honroso significado de ser eficaz. Porque el hombre que no es capaz de hacer un servicio a otro, es sin duda un hombre que no sirve para nada. Notemos que esta norma de santa servidumbre en materia de caridad la da S. Pablo a los gálatas después de haber insistido tanto por librarlos de toda servidumbre en materia de espíritu. Cf. v. 9 y nota.

[12057] 14. ¿No bastaría este descubrimiento para inspirarnos la verdadera obsesión de la caridad fraterna? Cf. v. 6; Rm. 13, 8-10 y notas.

[12058] 16. También el hombre redimido tiene que luchar con los apetitos de la carne, y eso será hasta el fin, pues en vano querríamos vencerla con la misma carne. S. Pablo nos descubre aquí el gran secreto: la venceremos si nos dejamos guiar filialmente por el Espíritu (v. 18; 4, 6; Rm. 8, 14; Lc. 11, 13 y notas). Él producirá en nosotros los frutos del Espíritu (v. 22) que se sobrepondrán a toda concupiscencia enemiga. Cf. Rm. 13, 14; 1 Pe. 2, 11.

[12059] 18. El Espíritu Santo, que es espíritu de hijo, porque es también el Espíritu de Jesús, nos hace sentirnos, como Jesús, hijos del Padre (4, 6; Rm. 8, 14 s.; Jn. 20, 17) y serlo de verdad, como nacidos de Dios (3, 26; Jn. 1, 12 s.; 1 Jn. 3, 1), permaneciendo en nosotros la semilla de Dios, por la cual, dice resueltamente S. Juan, un tal hombre “no hace pecado” (1 Jn. 3, 9; 5, 18). De ahí que el que escucha la Palabra de Jesús y cree a Aquel que Dios ha enviado, “tiene la vida eterna y no viene a juicio, sino que ha pasado ya de muerte a vida” (Jn. 5, 24; 12, 47). Las leyes son para los delincuentes, dice S. Pablo (3, 19; 1 Tm. 1, 9), y ya lo había dicho David (Sal. 24, 8). Esto es, para el hombre simplemente natural, que no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios (1 Co. 2, 14). Los creyentes “no estamos bajo la Ley sino bajo la Gracia” (Rm. 7, 14 ss.).

[12060] 22. Donde brotan los frutos del Espíritu, no es menester la Ley, la cual se dirige únicamente contra el pecado (v. 18 y nota). “La Ley amenazaba, no socorría; mandaba, no ayudaba” (S. Agustín). Este pasaje nos revela los frutos del Espíritu Santo, el cual es, como dice S. Crisóstomo, el lazo de nuestra unión con Cristo. El texto original solo enumera nueve (y no doce como la Vulgata) y los llama en singular: “el fruto”, indicando, como observa Fillión, que todos salen del amor que es el primero.

[12061] 25 s. Esto es: si tal es nuestra vida interior, tales serán nuestras actividades, mas nos previene el Apóstol que para ello el peor impedimento será el deseo de alabanza, cosa evidente, pues no podrá vivir según el Espíritu quien no se haya persuadido de su propia nada y miseria, detestando por tanto la alabanza. Cf. Jn. 5, 44 y nota.

[12062] 1. Con espíritu de mansedumbre: Pues cuando el pecador, dice S. Jerónimo, conociendo su llaga se entrega al médico para ser curado, entonces no es necesaria la vara, sino el espíritu de dulzura (Jn. 6, 37). Lo que ejecutaréis sin duda, añade S. Agustín, si reflexionáis que sois del mismo barro y que estáis expuestos a las mismas tentaciones y caídas. Véase lo indicado por Jesús en Mt. 18, 15 ss. Cf. 2 Co. 2, 5 y nota.

[12063] 2. Basta recordar las palabras que Él dijo: “El precepto mío es, que os améis unos a otros, como Yo os he amado a vosotros” (Jn. 15, 12). ¿Y cómo nos amó Él? “Cargará con las iniquidades de ellos... llevaba sobre sí los pecados de todos e intercedía por los pecadores” (Is. 53, 11 s.).

[12064] 3. Terminante afirmación de que todo hombre es nada. Peor aún, “ningún hombre tiene de propio más que la mentira y el pecado”, dice el segundo Concilio Arausicano (Denz. 195), pues la imagen y semejanza de Dios se perdió por el pecado original, y solo la recupera en Cristo el hombre que renace de Él por el agua y por el Espíritu (5, 16; Jn. 3, 5), para lo cual es necesario negarse a sí mismo (Mt. 16, 24; Lc. 9, 23). Todo el horrible daño que la fe ha sufrido del orgullo humano le viene del olvido de esta doctrina elemental (Jn. 2, 24 y nota). Por donde quien creyese que el cristiano ha de ser un hombre orgulloso de sus cualidades personales, iría directamente contra la doctrina del santo Apóstol, pues la nada nunca puede estar orgullosa. Y si se trata de lo que hemos recibido por gracia de Cristo, no es sino mayor motivo para humillarnos, como hace la Virgen Santísima en Lc. 1, 48, pues de lo contrario se opondría también al Apóstol que dice: “¿Qué tienes tú que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieses recibido?” (1 Co. 4, 1).

[12065] 6. Véase Rm. 16, 27; 1 Co. 9, 11; 2 Co. 8, 13 y nota.

[12066] 10. Si toda verdadera caridad con el prójimo consiste en amarlo por amor de Cristo, es perfectamente comprensible que amemos más a los que son sus amigos. Cf. Si. 12, 1 ss. y notas.

[12067] 11. Lo que sigue, lo escribió el Apóstol de propio puño y aun hace notar que lo hace en grandes letras como para dar más relieve a ese pasaje que es una recapitulación de toda la carta. Véase 5, 9 y nota.

[12068] 15. Nueva creatura en Cristo, transformada por la gracia de siervo en hijo (5, 6; 2 Co. 5, 17; Jn. 3, 3). La Palabra tiene en ello, según Jesús, una parte esencial. Véase Jn. 15, 3 y 15; 6, 36; 8, 31 s.; 17, 17. Cf. Rm. 1, 16; St. 1, 21; 1 Pe. 1, 23.

[12069] 16. El Israel de Dios: Concordante con lo dicho en el v. anterior sobre la nueva creatura, S. Pablo alude aquí a los que circuncidan su corazón y no su carne (Rm. 2, 29) y tienen la fe que tuvo Abrahán aun antes de ser circuncidado (Rm. 4, 12). Son, pues, todos los hijos de la promesa (4, 23), por oposición al Israel según la carne (1 Co. 10, 18; Rm. 9, 6-8); y los que por la fe en Jesús fueron hechos hijos de Dios (Jn. 1, 13). S. Pablo los menciona aquí junto a los gentiles cristianos de Galacia, a quienes escribe, como recordando a estos que, no obstante cuanto les deja dicho contra los judaizantes, no se refiere a aquella parte fiel que formó el núcleo primitivo de la Iglesia de Dios, el olivo en que se hizo el injerto de los gentiles (Rm. 11, 17 ss.), Cf. Ef. 3, 6.

[12070] 17. Recuerda, como dice S. Crisóstomo, las señales que dejaron en su cuerpo las heridas y golpes recibidos en las persecuciones. Por lo cual la autenticidad de su misión, tan evidente por su espíritu y por su ciencia de Dios (Ef. 3, 4), resultaba confirmada por esos signos exteriores de la persecución, que es el sello del verdadero apóstol (1 Co. 4, 9 ss.; 2 Co. 4, 11; 2 Tm. 3, 12, etc.). Muchos comentadores creen que S. Pablo llevaba los estigmas de Cristo, como más tarde S. Francisco de Asís, pero no parece ser este el sentido del texto, y, como bien expresa Fillion, la palabra estigma, o marca de fuego llevada por los esclavos como señal indeleble del amo a que pertenecían, “nada tiene aquí de común con el fenómeno místico y patológico que se designa con tal nombre desde la edad media”.

[12071] 1. Toda esta epístola es un insondable abismo de misterios divinos que hemos de conocer porque nos revelan el plan de Dios sobre nuestro destino, e influyen de un modo decisivo en nuestra vida espiritual, situándonos en la verdadera posición, infinitamente feliz, que nos corresponde gracias a la Redención de Cristo. Frente a tales misterios, dice el Card. Newman, “la conducta de la mayoría de los católicos dista muy poco de la que tendrían si creyeran que el cristianismo era una fábula”. Éfeso, capital de Asia Menor, donde más tarde tuvo su sede el Apóstol S. Juan, es la ciudad en la que S. Pablo, en su tercer viaje apostólico, predicó el Evangelio durante casi tres años. La carta, escrita en Roma en el primer cautiverio (61-63), se dirige tal vez no solo a los efesios sino también a las demás Iglesias, lo que se deduce por la ausencia de noticias personales y por la falta de las palabras “en Éfeso” (v. 1), en los manuscritos más antiguos. Algunos han pensado que tal vez podría ser esta la enviada a Laodicea según Col. 4, 16.

[12072] 3. Los versículos que siguen, asombrosamente densos y ricos de doctrina, parecen una catarata incontenible de ideas que desbordan del alma del Apóstol, y deben ser estudiadas, comprendidas y recordadas de memoria por todo cristiano como una síntesis del misterio de Cristo, pasado, presente y futuro. Su tema es la nueva vida, nuestra incorporación al Cuerpo Místico de Cristo. Vuelca su doctrina mística en tres estrofas. El Eterno Padre nos predestinó para ser hijos suyos (v. 3-6), el Hijo llevó a cabo la incorporación mediante la Redención (v. 7-12), el Espíritu Santo la completa (v. 13-14).

[12073] 5. La palabra griega: Huiothesia que la Vulgata traduce adopción de hijo, significa exactamente filiación, es decir, que somos destinados a ser hijos verdaderos y no solo adoptivos, como lo dice S. Juan (1 Jn. 3, 1), tal como lo es Jesús mismo. Pero esto solo tiene lugar por Cristo, y en Él (cf. Jn. 14, 3 y nota). Es decir que “no hay sino un Hijo de Dios, y nosotros somos hijos de Dios por una inserción vital en Jesús. De ahí la bendición del Padre (v. 3), que ve en nosotros al mismo Jesús, porque no tenemos filiación propia sino que estamos sumergidos en su plenitud”. Este es el sublime misterio que estaba figurado en la bendición que Jacob, el menor, recibió de Isaac como si fuera el mayor (Gn. 27, 19 y nota). Pero este nuevo nacimiento (Jn. 1, 12 s.) que Jesús nos obtuvo (Ga. 4, 4-6), debe ser aceptado mediante una fe viva en tal Redención (Jn. 1, 11). Es decir que gustosos hemos de dejar de ser lo que somos (Mt. 16, 24; Rm. 6, 6) para “nacer de nuevo” en Cristo (Jn. 3, 3 ss.) y ser “nueva creatura” (2 Co. 5, 17; Ga. 6, 15). Esta divina maravilla se opera desde ahora en nosotros por la gracia que viene de esa fe (2, 8). Su realidad aparecerá visible el día en que “Él transformará nuestro vil cuerpo haciéndolo semejante al suyo glorioso” (Fil. 3, 20 s.). Véase v. 14; Rm. 8, 23; 1 Ts. 4, 14 ss.; 1 Jn. 3, 2; Lc. 21, 28; 1 Co. 15, 51 ss., etc. ¿Qué otra cosa, sino esto, quiso enseñar Jesús, al decir que Él nos ha dado aquella gloria que para sí mismo recibió del Padre, esto es la gloria de ser Su hijo, para que Él sea en nosotros, y nosotros seamos consumados en la unidad que Él tiene con el Padre, el cual nos ama por Él y en Él? (Jn. 17, 22-26). ¿Qué otra cosa significa su promesa de que, desde ahora, quien comulga vivirá de su misma vida, como Él vive la del Padre? (Jn. 6, 58). Es la verdadera divinización del hombre en Cristo, que S. Agustín expresa diciendo que el Verbo se humanó para que el hombre se divinice. Jesús nos lo confirma literalmente, al citar con ilimitada trascendencia las palabras del Sal. 81: “Sois dioses, hijos todos del Altísimo” (Jn. 10, 34). No hay sueño panteísta que pueda compararse a esta verdadera realidad. Cf. Ga. 2, 20 y nota.

[12074] 6. Para celebrar la gloria de su gracia. Es este un versículos llave de toda la espiritualidad cristiana. Nosotros podríamos pensar: ¿Qué le importa a Dios que lo alabemos o no? Ciertamente que Él no puede ganar ni perder nada con ello. Pero ahí está el fondo de la Revelación que Dios nos hace sobre Él mismo: “Mi gloria no la cederé a otro” (Is. 42, 8 y 48, 11). No es ya solo la alabanza de lo que es Él, maravilla infinita, digna de eterna adoración: es la alabanza de su gracia, de su bondad, de sus beneficios contenidos todos en el Amado, en Cristo, en el cual Él ha puesto toda su complacencia (cf. Hb. 13, 15 y nota). Si un hijo desconoce todo lo que tu padre hace por él, no solo lo desprecia a él, sino que no se interesará por aprovechar sus favores, y sin ellos perecerá. He aquí por qué Dios, ese Corazón exquisito, quiere ser alabado en su bondad. No por Él: por nosotros, por nuestro bien (Jn. 17, 2 y nota). Ahora bien, está claro que esa alabanza de la gracia que recibimos, es incompatible con la orgullosa complacencia del hombre en sí mismo y con toda suficiencia de su parte. Porque esta solo se concibe en un hijo ignorante de que todo lo debe a su padre. En tal caso, no tenemos derecho de decir que creemos en la Redención. Y entonces, al despreciar la Hazaña infinita del Amado, hacemos el agravio más sangriento al Corazón del Padre que, como aquí se dice, nos lo dio según el designio de su eterna misericordia (Jn. 3, 16), dándonos en Él, con Él y por Él, participación de la propia divinidad que nos ofrece a sus hijos, igualándonos al Unigénito (v. 5; Jn. 1, 12; 17, 22; Rm. 8, 29; Fil. 3, 20 s.; 1 Jn. 3, 1 s., etc.).

[12075] 10. ¡Reunirlo todo en Cristo! (Así el Crisóstomo y muchos modernos). Otros vierten: recapitular o restaurar. Es el mismo verbo que el griego usa en Rm. 13, 9 para decir que todos los mandamientos se resumen en el amor. Así Cristo es, tanto en el mundo cósmico cuanto en el sobrenatural “centro y lazo de unión viviente del universo, principio de armonía y unidad” (D’Alés). Todo lo que estaba separado y disperso por el pecado, “en el mundo sensible y en el mundo de los espíritus”, Dios lo reunirá y lo volverá definitivamente a Sí por Cristo, el cual, como fue por la creación principio de existencia de todas las cosas, es por la Redención en la plenitud de sus frutos (v. 14; Lc. 21, 28; Rm. 8, 23) “principio de reconciliación y de unión para todas las creaturas”. Así Knabenbauer y muchos otros y así puede entenderse, en su sentido final, la palabra de Jesús en Jn. 12, 32: “lo atraeré todo a Mí”, puesto que en Él han de unirse a un tiempo el cielo y la tierra como en el “principio orgánico de una nueva creación”. Pirot nota con Westcott que tal extensión de la Redención a todas las creaturas, materiales y espirituales, “no es expresada con esta claridad y esta fuerza sino en las Epístolas de la cautividad: cf. Fil. 2, 9-10; Col. 1, 20; Ef. 1, 10-21”. En la dispensación de la plenitud de los tiempos (cf. vv. 11 y 14 sobre la herencia y el completo rescate): Es la consumación que nos muestra S. Pedro en Hch. 3, 20 ss. Véase Mt. 19, 28; Rm. 8, 19 ss.; 2 Pe. 3, 13; Ap. 21, 1; Is. 65, 17; 66, 22, etc. Como contraste cf. Ga. 1, 4 y nota sobre este mundo, y Fil. 2, 7 sobre la humillación de Aquel que aquí tendrá tal gloria.

[12076] 11. Nosotros: los judíos, por oposición a vosotros (v. 13) los gentiles. Herederos: versión preferible a herencia, según el contexto (v. 14). Cf. Rm. 8, 17; Ga. 3, 29; Tt. 3, 7. Conforme al consejo de su voluntad: es decir, procediendo con absoluta libertad según la benevolencia propia de su amor (cf. 2, 4) que se extiende aun “a los desagradecidos y malos” (Lc. 6, 35).

[12077] 12. Los que primero: esto es, el núcleo de Israel que fue el origen de la Iglesia en Pentecostés (Ga. 6, 16 y nota). A continuación (v. 13) habla de los gentiles.

[12078] 13 s. Sellados con el Espíritu de la promesa: el valor y el mérito de nuestras acciones se mide, según dice S. Tomás, “no de acuerdo con nuestras fuerzas y nuestra dignidad naturales, sino teniendo en cuenta la fuerza infinita y la dignidad del Espíritu Santo que está en nosotros. He aquí una de las razones por las que el Apóstol llama tan frecuentemente al Espíritu Santo el Espíritu de la promesa, las arras de nuestra herencia y la garantía de nuestra recompensa”. Dios es en hebreo El (el Padre). Jesús es Emmanuel —Dios con nosotros (Is. 14)— es decir, el Hijo humanado “que conversó con los hombres” (Bar. 3, 38), porque es la Sabiduría hecha hombre (Si. 1, 1 y nota). El Espíritu Santo puede llamarse Lanuel (L’anu El), o sea, Dios para nosotros y en nosotros: las arras, es decir, más que una prenda, el principio de cumplimiento de esa divinización que desde ahora se opera invisiblemente por la gracia (Rm. 5, 5) y que se hará visible “el día de la manifestación de la gloria de los hijos de Dios” (Rm. 8, 23; 1 Co. 13, 12). Entre estas arras presentes y aquella realidad futura (v. 10 y nota) está todo el programa de nuestra vida. Para alabanza de su gloria (v. 14), es decir, eternamente, a los que hayan aceptado y celebrado aquí la alabanza de su gracia (v. 6).

[12079] 15. Los santos: es decir, los cristianos. Cf. 2 Co. 1, 1.

[12080] 17 s. S. Pablo nos señala y nos desea los bienes que necesitamos para entender y disfrutar de tan grandes misterios. Cf. 3, 7.

[12081] 22 s. El Apóstol presenta a nuestra admiración el misterio sumo: el del Cuerpo Místico. Aquel que todo lo llena (v. 23) se ha dignado incorporarnos a Sí mismo como el Cuerpo a la Cabeza. Toda nuestra vida adquiere así, en Cristo, un valor de eternidad. Pero Él sigue siendo la Cabeza, el tronco de la vida (Jn. 15, 1 ss.), de manera que nada vale el cuerpo separado de la Cabeza, así como el sarmiento separado de la vid se muere. Cf. Rm. 12, 5; 1 Co. 12, 27; Col. 1, 19. Bover propone otra traducción del versículos 23, a saber: la cual es el cuerpo suyo, la plenitud del que recibe de ella su complemento total y universal; y le da esta explicación: “Cristo recibe su último complemento o consumada plenitud de la Iglesia. Desde el momento que Cristo quiso ser Cabeza de la Iglesia, la Cabeza necesitaba ser completada por los demás miembros para formar el cuerpo íntegro, el organismo completo, el Cristo integral”.

[12082] 2 s. Príncipe: Así lo llama también Jesús (Jn. 14, 30 y nota) y en toda la Escritura abundan los pasajes como este, que muestra la importancia y extrema gravedad de la doctrina revelada sobre el misterioso poder diabólico. “No se conoce el mal en su naturaleza profunda y en todas sus consecuencias más que cuando se le considera no como aislado en el mundo moral, como un vacío, una falta en relación al bien, ni siquiera únicamente como el efecto de la corrupción de la naturaleza humana, sino en su inevitable conexión con esta potencia de las tinieblas, de que la revelación nos habla sin cesar, desde el principio del Génesis hasta el fin de Apocalipsis”. Véase 6, 12; Jn. 12, 31; 14, 30; Col. 1, 13.

[12083] 4. Este versículos contiene la revelación más íntima que poseemos sobre Dios nuestro Padre, al mostrarnos, no solo el carácter misericordioso del amor que Él nos tiene, sino también que, como hace notar S. Tomás, “Dios no hace misericordia sino por amor”. En vano buscaríamos una noción más precisa para base de nuestra vida espiritual, pues, como expresa S. Agustín según revelación del mismo S. Pablo (Rm. 5, 5), nada nos mueve tan eficazmente a devolver a Dios amor, como el conocimiento que tenemos del amor con que Él nos ama. Véase 1 Jn. 4, 16.

[12084] 5. Cf. 1, 22 y nota. Como un muerto no puede por sí mismo volver a la vida, así tampoco el pecador es capaz de darse la nueva vida espiritual. Solamente la Redención gratuita de Cristo es causa y garantía de esa vida, que comienza en la justificación y termina en la resurrección y en la felicidad del cielo. El Apóstol rechaza así una vez más la teoría de que el hombre pueda redimirse a sí mismo, tan divulgada no solamente entre los judaizantes de entonces, sino también entre los filósofos modernos.

[12085] 6. Nos hizo sentar en los cielos: Los miembros comparten la condición de la cabeza. Es lo que Jesús pidió para nosotros en Jn. 17, 24. Ese triunfo suyo es, pues, nuestra esperanza, dice S. Agustín, pero una esperanza anticipada: “El empleo del pretérito es muy significativo; la redención es ya como un hecho cumplido, y solo de cada uno depende el apropiársela, respondiendo al divino gaje” (Fillion).

[12086] 8. Gratuitamente salvados: Véase Tt. 2, 14; 3, 5 ss.; Rm. 3, 24; Hch. 15, 11; Jn. 1, 17, etc.

[12087] 9. Para que ninguno pueda gloriarse: Si el hombre no es el forjador de su salvación eterna, claro está que todo el que se gloría de haberse justificado por sus propios méritos, y no mediante la gracia, usurpa la gloria que solo corresponde a Dios. Cf. 1 Co. 1, 29; Sal. 148, 13; Ez. 18, 21 y notas.

[12088] 10 s. De Él somos hechura: esto es, una nueva creación (Ga. 6, 15 y nota). “Cristo se ha formado en nosotros de una manera inefable y no como una creatura en otra, sino como Dios en la naturaleza creada, transformando por el Espíritu Santo la creación, o sea a nosotros mismos, en su imagen, elevándola a una dignidad sobrenatural” (S. Cirilo de Alejandría). Que Dios preparó: Nótese la suavidad de esta doctrina para las almas rectas que en todo momento desean hacer sin equivocarse la voluntad de Dios, y no buscar su propia gloria saliendo a la ventura, como campeones que se sintieran capaces de salvar a toda la humanidad, y suprimir de la tierra el sufrimiento que Dios permite. Véase la aplicación de esta doctrina en 2 Co. 8, 10 y nota. De ahí que “aún el gran mandamiento de la caridad fraternal nos hable ante todo de amar al prójimo, es decir, al que tenemos más cerca, a aquel que en cada momento ha colocado Dios a nuestro alcance como objeto de nuestra caridad. Si siempre velamos por cumplir ese deber máximo, viviremos en estado de caridad y unión con Dios (1 Jn. 4, 16), sin pretender juzgar a Dios por el espectáculo de los males del mundo, ni poner con ello a prueba nuestra fe, ya que no es este sino un mundo malo y pasajero en el cual la cizaña estará siempre mezclada con el trigo” (Mt. 13, 39 ss.).

[12089] 11 s. Por su muerte Cristo unió a judíos y gentiles, derribando el muro de la Ley que los separaba (v. 14). En la carne: lo dice para distinguirla de la circuncisión del corazón, propia del Evangelio. Véase Col. 2, 11. En este pasaje insiste S. Pablo sobre la tristísima condición en que estaríamos los que no descendemos del pueblo elegido, sin el favor que nos hizo hijos de Abrahán por la fe. Cf. Rm. 11, 17 ss.

[12090] 14. El muro que representaba materialmente esta separación era la balaustrada de mármol que en el Templo separaba el atrio de los gentiles, manteniéndoles a gran distancia del altar de los holocaustos.

[12091] 17 s. Los de lejos, son los paganos; los de cerca, los judíos. Por Jesucristo fueron todos llamados hacia el Padre por medio de la Iglesia, en la cual “no hay ya griego y judío” (Col. 3, 11), sino “la nueva creatura” (Ga. 6, 15).

[12092] 19. Los extranjeros y los advenedizos (forasteros de paso) no gozaban de los derechos de ciudadanos.

[12093] 20. Pocas veces meditamos en esta raíz que nuestra religión tiene en los Profetas del Ant. Testamento, y aún hay quien lo mira como un libro judío, ajeno al cristianismo, y prefiere inspirarse en las fuentes del paganismo greco-romano, que dieron lugar a un humanismo anticristiano. Pío XI condena rigurosamente esa ideología en la Encíclica “Mit brennender Sorge”. “¿Se atrevería alguien a negar que el cristianismo tiene mucho más que ver con el Ant. Testamento que con la filosofía griega y el derecho romano? Nadie, sin duda. Pero ¿somos consecuentes con esta verdad?”. “Muchos son, decía un célebre predicador, los que se indignarían si les dijesen que la Biblia no es verdaderamente un Libro divino y defenderían apasionadamente su autenticidad. Y entonces, ¿por qué no la estudian?”. Entre los apóstoles y profetas se comprende tanto los del Ant. Testamento (Lc. 24, 25; Hch. 3, 18 y ss.; 10, 43; Rm. 16, 26, etc.; y especialmente, 2 Pe. 1, 19 y 3, 1) como los del Nuevo (3, 5; 4, 11; Hch. 13, 1; 15, 22 y 32; 1 Co. 12, 10 y 29; 13, 2, etc.). Debe, sin embargo, considerarse la opinión del P. Joüon y otros, según los cuales el Apóstol se refiere aquí a estos últimos como en 3, 5 y 4, 11, pues envuelve en el mismo artículo a apóstoles y profetas y cita después a estos como para evitar que sean confundidos con los profetas antiguos. Cf. 1 Co. 14, 39; Didajé XI. Piedra angular (Mt. 21, 42; Hch. 4, 11; 1 Co. 10, 4 y nota). Se trata aquí de Jesús como coronamiento de la Revelación (Hb. 1, 1 s.) y cabeza de la Iglesia que es el cuerpo Suyo (1, 22; 4, 16). Véase 1 Pe. 2, 4 ss. S. Jerónimo, recordando sin duda ese pasaje de S. Pedro, dice: “Para ser parte de este edificio has de ser piedra viva, cortada por mano de Cristo”.

[12094] 21. Todo el edificio... trabado: parece indicar, según observa el Cardenal Faulhaber, que, como la Piedra angular (v. 20) o “llave de bóveda” sustenta la unión de ambos muros en el vértice superior, así en Cristo se juntan los judíos y los gentiles (v. 14 ss.).

[12095] 22. Es decir, que también con respecto a cada uno, individualmente, es Jesús a un tiempo el coronamiento y el “fundamento único” sobre el cual podemos edificar y arraigar (1 Co. 10, 4 y nota; Col. 2, 7).

[12096] 1. El prisionero: En su primera cautividad de Roma. Véase Hch. 28, 31 y nota. Por amor de los gentiles: Por sostener su parte en la Redención (v. 6) había incurrido en el odio de sus compatriotas judíos que lo hicieron encarcelar. Cf. versículos 13; Hch. 22, 22; 25; 24 y notas.

[12097] 2. El Apóstol se ve obligado a decir algunas palabras sobre su ministerio de predicar el Evangelio a los gentiles, especialmente sobre la revelación del misterio de que los gentiles serán herederos del reino de Dios.

[12098] 4. Si lo leéis podéis entender: Notemos la elocuencia de este insinuante paréntesis. Si no lo leemos ¿cómo podríamos entender? S. Crisóstomo releía íntegramente a S. Pablo cada semana. Y los hombres del mundo, decía, con mayor razón han de hacerlo, pues se confiesan ignorantes.

[12099] 8. S. Pablo, antes fariseo y defensor de los privilegios de Israel, sin haber pertenecido a los Doce ni haber siquiera conocido a Jesús personalmente, es el elegido por la libérrima voluntad de Dios para cambiar el panorama espiritual del mundo y comunicar a todos los pueblos no solo el carácter universal de la Redención, que en adelante se extendería a todos los pueblos, sino también los inefables misterios del amor de Cristo y sus riquezas, que nos deparan un destino superior aun a lo previsto en el Ant. Testamento, puesto que estaba escondido de toda eternidad, como lo dice en los vv. 9 y 10. Véase Mt. 13, 35; Rm. 16, 25; Col. 1, 26; 1 Pe. 1, 20; Jn. 12, 32 y nota. De ahí las grandes luchas que tuvo que sufrir el Apóstol de parte de los que desconocían la legitimidad de su misión. Cf. Ga. 2, 2 y nota.

[12100] 10. Cf. 6, 12 y nota,

[12101] 12. Acceso: Cf. Jn. 14, 6 y 23. “El que se hace amigo del Príncipe será admitido a la mesa del Rey”. Aquí hay más aún: véase 1, 5; Ga. 2, 20 y notas.

[12102] 14 ss. S. Pablo ruega a Dios se digne fortalecer a los fieles en la fe, que es la nueva vida con Cristo, y arraigarlos definitivamente en el amor. La súplica, que constituye la cumbre de esta carta, es a la vez un modelo de oración.

[12103] 15. Toda paternidad procede del Gran Padre (6, 2 y nota), así como toda la familia y todas las cosas le deben el ser (4, 6). El Nombre de Dios es “Padre”, dice Joüon (Jn. 17, 6 y nota). S. Tomás piensa que así se llamaría aun cuando no tuviera un Hijo. Sobre el conocimiento y la devoción al divino Padre —que es la cumbre de todas porque era la de Jesús (Jn. cap. 17 y notas)— recomendamos el precioso libro de Mons. Guérry “Hacia el Padre”, todo hecho con textos bíblicos. Sobre algunas de las maravillas del Padre —cuya Persona, la Primera de las Tres, no ha de confundirse con la Esencia divina o con una vaga Deidad impersonal (Dz. 431)— puede verse 1, 3-5; Mt. 5, 45; 6, 18, 26 y 32; 10, 29; 11, 25; Jn. 4, 23; 5, 26; 6, 32 y 40; 2 Co. 1, 3; Ga. 4, 6; Col. 1, 12 s.; 2 Ts. 2, 16; St. 1, 17; 1 Pe. 1, 3; 1 Jn. 3, 1; 4, 9; Ap. 5, 13, etc.

[12104] 16. Cf. Rm. 8, 26 y nota.

[12105] 17. Y Cristo por la fe habite, etc.: “Creer es recibir a Cristo, porque Él habita en nuestros corazones por la fe” (S. Tomás). Véase 2 Co. 13, 5 y nota. Para disfrutarlo, para vivir esa inefable realidad, solo requiere acordarse de que existe. Tal es exactamente la vida de oración, y así nos la desea aquí S. Pablo, de modo que estemos fijos, arraigados en el amor. La ventaja es que Jesús, nuestro amante, nunca está ausente, sino al contrario, está llamando a nuestra puerta para ofrecernos su intimidad (Ap. 3, 20), y habitar en nuestros corazones, si así lo creemos, junto con el Padre y el Espíritu Santo (Jn. 14, 16 s. y 21-23; 1 Co. 3, 16 s.; 6, 19; 2 Co. 6, 16).

[12106] 18. Estas cuatro dimensiones las refieren S. Jerónimo y S. Agustín, en sentido alegórico, a la Cruz que también las tiene. S. Crisóstomo lo interpreta del misterio de la vocación y de la predestinación de los gentiles. En el v. 19 muestra el Apóstol que se refiere a la grandeza inconmensurable del amor que Cristo nos tiene (Rm. 8, 35 ss.; 11, 33 y, lo mismo que antes vimos del Padre. Cf. 2, 4 y nota.

[12107] 19. Conocer el amor... para que seáis colmados de toda la plenitud de Dios: He aquí el más sólido fundamento de la espiritualidad (Jn. 17, 3 y 17; 1 Jn. 4, 16 y nota; 5, 20, etc.) que se alimenta con los misterios que el Espíritu Santo nos revela en la S. Escritura. Porque Dios, a diferencia de nuestro miserable corazón, siempre está dispuesto a hablar de amor, ya que su vida entera es, como su esencia, puro amor, y no tiene nada que lo distraiga de él, como tenemos nosotros en esta vida transitoria. Por eso, cuando estemos con Cristo, el éxtasis será sin fin porque también nosotros seremos capaces de permanecer sin distracciones, en el puro goce del amor (1 Jn. 3, 2; 1 Co. 13, 12). Tal es lo que Él quiere anticiparnos desde ahora cuando nos dice que permanezcamos en su amor (Jn. 15, 9 y nota), es decir, arraigados en Él (v. 17). Todo este admirable pasaje (v. 8-19) forma la Epístola de la Misa del Sagr. Corazón.

[12108] 20. Cf. Rm. 16, 25; Judas 24; 2 Co. 9, 8. Más de lo que pedimos, etc.: ¡Qué luz para la confianza en la oración! Es lo que la Iglesia ha recogido en la oración (colecta) del Domingo XI después de Pentecostés.

[12109] 21. Es decir, como explica Fillion, que la Iglesia ha de glorificar al Padre, y debe hacerlo “en Jesucristo”, es decir, unida a Él y con Él. Así se expresa en el Canon de la Misa: “Per Ipsum, etc.”. El Concilio III de Cartago dispuso al efecto que “nadie en las oraciones nombre al Padre en lugar del Hijo o al Hijo en lugar del Padre. Y en el altar diríjase la oración siempre al Padre”. Véase 5, 20 y nota. La edad de las edades: la eternidad, que se nos presenta como una sucesión de edades, que a su vez se componen de generaciones (Fillion).

[12110] 3. La unidad del Espíritu: Es el misterio que nos explica S. Cirilo Alejandrino diciendo: “Al hablar de la unión espiritual seguiremos el mismo camino y diremos que cuando recibimos al Espíritu Santo, nos unimos entre nosotros y con Dios en una sola unidad. Tomados individualmente, somos numerosos, y Cristo derrama en el corazón de cada cual su Espíritu y el del Padre; pero este Espíritu es indiviso, reúne en una sola unidad a los espíritus separados de los hombres, de modo que todos aparezcan formando como un solo espíritu. De la misma manera que la virtud del Sagrado Cuerpo de Cristo forma un cuerpo de todos aquellos en que ha penetrado, así también el Espíritu de Dios reúne en una sola unión espiritual a todos aquellos en quienes habita”.

[12111] 4 ss. “Este texto recuerda a 1 Co. 12, 4-6, en que el orden de las Divinas Personas es el mismo: el Espíritu, el Señor, Dios” (Prat).

[12112] 7. Las gracias o carismas son particulares del que los recibe, y enriquecen al Cuerpo místico sin afectar su unidad, porque todos son dones del mismo Espíritu. Véase Rm. 12, 3 y 6; 1 Co. 12, 11; 2 Co. 10, 13.

[12113] 8. Es una cita tomada del Sal. 67, para aplicarla a la Ascensión del Señor. Antes había bajado a los lugares más bajos de la tierra (v. 9), es decir, a los infiernos, al Limbo de los Padres, donde libró a los “cautivos”. Cf. Sal. 67, 19 y nota.

[12114] 11. Jesucristo es la fuente de todas las energías vitales del Cuerpo Místico. De Él se derivan y dependen todas las capacidades, vocaciones o ministerios que contribuyen a su desenvolvimiento. Cf. v. 16 y nota.

[12115] 13. Quiere decir: no debe haber estancamiento en la vida espiritual. Todos deben alcanzar la plena madurez “que llegue aun a la ciencia profundizada (epígnosis) de la revelación de Cristo” (Pirot). Y el crecimiento de cada uno debe ser en ese conocimiento de Cristo (3, 19) hasta llegar a la edad perfecta de Cristo, o sea a la plenitud de sus dones. S. Pablo nos muestra así el carácter creciente (v. 15) y orgánico de nuestra fe. Una piedra puede permanecer inmutable, pero un ser vivo no puede estancarse sin morir (Col. 1, 28). Cuán lejos estamos de vivir tal realidad, nos lo recuerda Mons. Landrieux al decir que la formación religiosa de la gran mayoría de los adultos, “tiene siempre la edad de su primera comunión”, por no haber conocido el Evangelio desde niños.

[12116] 14. San Pablo da extraordinaria importancia a la ilustración de nuestra fe por el conocimiento (v. 22 ss.) para que pueda ser firme contra los embates del engaño, principalmente cuando este reviste las apariencias de la virtud, según suele hacerlo Satanás (Mt. 7, 15; 2 Co. 11, 14; 2 Tm. 3, 5, etc.). En 2 Ts. 2, 9-12 nos confirma que será precisamente la falta de amor a esa verdad libertadora, lo que hará que tantos sigan al Anticristo, creyendo en él para propia perdición. Cf. 5, 12; 1 Co. 12, 2 y notas.

[12117] 15 s. Claro está que quien vive en el amor de Dios, anda en la verdad, como que aquel procede de esta (Ga. 5, 6), y no se podría tener el coronamiento del edificio, que es el amor, sin tener antes el cimiento, que es la verdad revelada, en la cual S. Pablo quiere que estemos firmes contra las seducciones intelectuales o sentimentales de los falsos doctores (v. 14). Pero, como muy bien lo observa el P. Bover en “Estudios Bíblicos” (julio de 1944), aquí se trata de mostrar que el crecimiento es por el amor, según se confirma al fin del v. 16. Hemos, pues, preferido traducir en tal sentido, como lo hace análogamente Buzy. Esto se corrobora en 2 Ts. 2, 10, donde el Apóstol, hablando del Anticristo, nos enseña que los que serán seducidos por error, como aquí se dice en el v. 14, se perderán “porque no recibieron el amor de la verdad”. Tal es el sentido en que hemos tomado el participio aletheuóntes, que suele traducirse de muy diversas maneras. Véase 3, 17 y nota, sobre el arraigo en el amor. Aplicando este pasaje al mundo económico social, dice Pío XI en la Encíclica “Quadragesimo Anno”: “Hay, pues, que echar mano de algo superior y más noble para poder regir con severa integridad ese poder económico de la justicia social y de la caridad social. Por tanto... la caridad social debe ser como el alma de ese orden; la autoridad pública no debe desmayar en la tutela y defensa eficaz del mismo, y no le será difícil lograrlo si arroja de sí las cargas que no le competen”. Cf. Col. 2, 19.

[12118] 22 ss. Cf. Rm. 8, 13; 12, 2; Col. 3, 9; Ga. 6, 8. Los deseos del error, expresión de enorme elocuencia para mostrarnos la parte principal que en nuestras malas pasiones corresponde a la deformación de nuestra inteligencia. Cf. v. 24; 5, 9 y 14; 1 Ts. 4, 5; 2 Tm. 1, 10, etc.

[12119] 24. Véase Rm. 8, 13; Col. 3, 9; Ga. 6, 8. Quiere decir: Renovaos interiormente en vuestro espíritu, conformándoos a la imagen de Jesucristo. Así os desnudaréis del hombre viejo (v. 22), que es corrompido y sometido al pecado (Ga. 5, 16). Creado según Dios, “lo cual no es otra cosa sino alumbrarle el entendimiento con lumbre sobrenatural, de manera que de entendimiento humano se haga divino, unido con el divino, y, ni más ni menos, informarle la voluntad con amor divino” (S. Juan de la Cruz). Esto nos coloca en la justicia y santidad de la verdad, que es, como dice Huby, “el ambiente vital y el clima espiritual” propio del hombre nuevo. Vemos así una vez más la importancia básica insustituible que, para la vía unitiva del amor, tiene la vía iluminativa del conocimiento espiritual de Dios. Cf. Jn. 17, 3 y 17.

[12120] 26. Cf. Sal. 4, 5. No se ponga el sol sobre vuestra ira. Aquí vemos que el acto primero de la cólera es una flaqueza inevitable de nuestra carne “y aun puede haber ocasiones en que una santa ira sea un deber” (Fillion) Véase Mc. 3, 5; Jn. 2, 15. Lo que S. Pablo quiere es que no consintamos en esa mala tendencia de nuestra naturaleza caída. Cf. v. 31; Mt. 5, 22; Ga. 5, 20; 1 Tm. 2, 8; Tit. 1, 7; St. 1, 19, etc.

[12121] 27. “En donde hay ira, no está el Señor, sino esta pasión amiga de Satanás” (S. Clemente). Cf. St. 1, 20. S. Crisóstomo llama por eso a la ira “demonio de la voluntad”; y S. Basilio dice también que el que se deja dominar de la ira aloja en su interior a un demonio. Sobre esta expresión “dar lugar”, véase Rm. 12, 19 y nota.

[12122] 30. No contristéis el Espíritu Santo: Él es, dicen S. Agustín y S. Gregorio, el que nos hace desear las cosas celestiales y nos llena con los consuelos de su gracia. ¿Puede haber mayor motivo para mirarlo en nuestra devoción como al Santo por antonomasia? En efecto, la misión que atribuimos más comúnmente a los santos es la de intercesores delante de Dios para que rueguen por nosotros. Y S. Pablo nos enseña que el Espíritu Santo ruega por nosotros, y precisamente cuando no sabemos y para suplicar lo que no sabemos (Rm. 8, 26 s.). Y también cuando sabemos, pues en tal caso es Él mismo quien nos lo está enseñando todo, como luz de los corazones (“Lumen cordium”) (Jn. 14, 26), y nos está animando a orar como a Dios agrada (v. 28; Lc. 11, 3; Rm. 5, 5 y nota), es decir, con la confianza de niños pequeños que le dicen “Padre” (Ga. 4, 6). Jesús nos señala especialmente este papel de intercesor que tiene el Santo Espíritu, cuando lo llama el Paráclito, que quiere decir el intercesor y también el que consuela (Jn. 14, 16), y nos dice que para ello estará siempre con nosotros (ibíd.), y aun dentro de nosotros (Jn. 14, 17), es decir, a nuestra disposición en todo momento para invocarlo como al Santo por excelencia de nuestra devoción, porque Él es, como aquí se dice, el sello de nuestra redención, y la prenda de la misma (2 Co. 1, 22), por ser Él quien, aplicándonos los méritos del Hijo Jesús, nos hace hijos del Padre como es Jesús (1, 5), y por tanto sumamente agradables al Padre, para poder rogarle con confianza. Todo lo cual se comprende muy bien si pensamos que ese Santo Espíritu es precisamente aquel por quien el Padre y el Hijo nos aman a nosotros, el mismo Amor con que se aman entrambas Personas. La maravilla es que este Amor no sea aquí un simple sentimiento, sino también una tercera Persona divina, el Amor Personal, propiamente dicho. De ahí que, siendo una Persona, podamos dirigirnos a Él como a los santos, recordando que, aun aparte de ser infinitamente poderoso como Intercesor, tiene hacia nosotros una benevolencia que ninguno podría igualar, una benevolencia infinita, como que Él es el Amor con que se aman el Padre y el Hijo.

[12123] 32. Aquí está sintetizado el Evangelio, desde el Sermón de la Montaña (Mt. 5 ss.) hasta el Mandamiento Nuevo de Jesús (Jn. 13, 34).

[12124] 1. Sobre la imitación de Dios. Cf. Mt. 5, 44-48; Lc. 6, 35 s. y notas.

[12125] 2. Vivid en amor: Cf. 1 Co. 14, 1 y nota.

[12126] 4. Ni bufonerías: Gran enseñanza: las bromas no agradan a Dios (1 Tm. 1, 4; 4, 7; 2 Tm. 2, 23; Mt. 12, 36 s.) y menos si son contra la caridad (2 R. 2, 24 y nota).

[12127] 5. Llama la atención que el Apóstol equipare la avaricia a la idolatría. Es que el avaro mira las riquezas como a su Dios: primero, porque en ellas fija toda su esperanza, y luego, porque en vez de servirse de ellas, es él quien las sirve (Mt. 6, 24 y nota). “Aquel que no sabe servirse de oro, es tiranizado por él. Sed dueños del oro, y no sus esclavos; porque Dios, que ha hecho el oro, os ha creado superiores a este metal; ha hecho el oro para uso vuestro, mas a vosotros os ha hecho a imagen Suya y solo para Él” (S. Agustín). Cf. 1 Tim. 6, 10.

[12128] 8. Tinieblas. por vosotros mismos. Luz, en Cristo y gracias a Cristo. “La verdadera ciencia del hombre consiste en saber bien que él es la nada y que Dios es el todo” (S. Buenaventura).

[12129] 9. Admirable revelación que nos muestra cómo la buena conducta procede del conocimiento sobrenatural de la luz de Cristo. Cf. v. 14; 4, 22 y nota; 2 Tm. 3, 16; Hb. 4, 12.

[12130] 10. He aquí la “experiencia religiosa” que cada uno debe realizar en su propia vida. Investigar lo que agrada a Dios es, según los Libros Sapienciales, el sumo objeto de la Sabiduría (Si. 1, 34; 2, 16; 4, 15 y notas). Examinadlo, dice S. Jerónimo, “a la manera de un prudente cambista, que no solo echa una mirada a una moneda, sino que la pesa y la hace sonar”.

[12131] 11. No toméis parte: S. Cipriano observa que Jesucristo es nuestra luz, no solo porque nos revela los secretos de la salvación, y la eficacia de una vida nueva, sino también porque nos descubre todos los proyectos, la malicia y los fraudes del diablo para preservarnos de ellos.

[12132] 12. Denunciado el mal hábito públicamente (v. 11), lo que era un peligro, mientras estaba oculto, se convierte en saludable advertencia y luminosa lección para evitarlo (1 Tm. 5, 20). S. Pablo destruye así un concepto equivocado que suele tenerse del escándalo, mostrando que la pública reprobación de los males —como lo hacía Jesús tantas veces— puede ser muy conveniente, porque Satanás es “el padre de la mentira” (Jn. 8, 44), y sus grandes engaños son tanto más peligrosos y difíciles de evitar cuanto más se disimulan por las tinieblas y la ignorancia (4, 14 y nota), en tanto que la verdad liberta a las almas (Jn. 8, 32; 12, 46 y notas). Tal es el sentido del v. 14, y lo confirman las recomendaciones de los vv. 15 y 17.

[12133] 14. Esta cita parece ser un fragmento de un himno cristiano primitivo. Cf. Is. 26, 19; 60, 1; Rm. 13, 11.

[12134] 18. Es decir, que en el Espíritu hay también una hartura, y más exquisita que la de cualquier vino (cf. Hch. 2, 4 y 13 ss.; 2 Co. 5, 13 y nota). Pero en vez de llevarnos a la lujuria, nos lleva al amor y sus frutos (Ga. 5, 22). El v. 19 nos muestra cómo se obtiene esta divina embriaguez mediante la palabra de Dios, que ha de habitar en nosotros “con opulencia” (Col. 3, 16 y nota).

[12135] 20. En el nombre de N. S. Jesucristo: Cf. Hb. 13, 15 y el Canon de la Misa, donde en el momento final y culminante, llamado “pequeña elevación”, de la Hostia y el Cáliz juntamente se dice al Padre que todo honor y gloria le es tributado por Cristo y en Él y con Él (cf. la forma paulina de acción de gracias en Hch. 2, 46 y nota). Mucho importa no pronunciar esas palabras sin sentir la riqueza infinita de su contenido. Gracias y honor al Padre por Cristo, es agradecerle el infinito don que el Padre nos hizo de su Hijo (Jn. 3, 16). Gracias y honor al Padre en Cristo, es identificarnos con Jesús, cuyo Cuerpo Místico formamos, y, tomándolo como el único instrumento infinitamente digno, ofrecérselo al Padre como retribución por todo el bien que recibimos. Y también con Cristo le agradecemos y lo glorificamos solidarizándonos así con Jesús en la gratitud y alabanza que Él mismo —el Hijo agradecido por excelencia— tributa eternamente al Padre (Jn. 14, 28 y nota). Tan agradecido, que por ello se ofreció a encarnarse e inmolarse (Sal. 39, 8 y nota) para dar a su Padre muchos otros hijos que compartiesen la misma gloria que Él recibió. Cf. 1, 5; 3, 21 y notas.

[12136] 21. Según los mejores autores este v. pertenece al pasaje siguiente, del cual es como un resumen. En efecto, en el v. 22 la palabra sujétense falta en algunos códices griegos.

[12137] 22. Empiezan aquí las instrucciones para cada estado (cf. 6, 1 y 5): primero para los esposos cristianos, cuya unión es una figura de la de Cristo, como Cabeza, con la Iglesia. Este gran misterio (v. 32) del cual fluye la santificación más alta del matrimonio, muestra su carácter sagrado, y prohíbe considerarlo como un contrato puramente civil, sujeto a la fluctuación de las voluntades. Jesús dice terminantemente: “Lo que Dios ha unido” (Mt. 19, 6; Mc. 10, 9). Por eso la Iglesia no reconoce el enlace civil como matrimonio legitimo. Sobre la sumisión de la mujer, véase 1 Co. 11, 7 y nota.

[12138] 24. Esta sumisión no implica que la mujer haya de cumplir todos los deseos del marido, aun con detrimento de su conciencia. Léase al respecto la Encíclica “Casti Connubii” de Pío XI.

[12139] 25 ss. El amor de Cristo a su Iglesia es desinteresado y santo. El divino Esposo se entrega a Sí mismo para lavar a su Esposa con su Sangre y hacerla digna de Él. De la misma manera el marido ha de amar a su mujer, con el fin de protegerla, dignificarla y favorecer su santificación. Tal es el altísimo sentido del matrimonio cristiano. Cf. 1 Co. cap. 7.

[12140] 27. A fin de presentarla delante de Sí: en las Bodas del Cordero (Ap. 19, 6-9). Este es el misterio que S. Pablo llama “grande” (v. 32) por el cual Dios resuelve formarse de los gentiles un pueblo (Hch. 15, 14), antes separados de Israel (2, 14), a fin de reunir en la Iglesia a todos los hijos de Dios (Jn. 11, 52), incluso los de Israel, bajo un solo Pastor: Jesucristo (Jn. 10, 6), en el cual Dios se propuso recapitular todas las cosas (1, 10). Se llama misterio parque en vano se habría pretendido descubrirlo en el Ant. Testamento, ya que solo a Pablo le fue dado revelar el designio eterno y oculto (3, 9 s.; Col. 1, 26; Rm. 16, 25), por el cual la benevolencia de Dios nos destinaba a ser sus hijos por obra de Jesucristo (1, 4 s.) e iguales a Él (Rm. 8, 29), un día en nuestro cuerpo glorificado (Fil. 3, 20 s.). Sobre otros “misterios” enseñados por S. Pablo puede verse el misterio de la Sabiduría de Dios (1 Co. 2, 7 ss.); el misterio de iniquidad (2 Ts. 2, 7 ss.); el misterio de la transformación (1 Co. 15, 51 ss.); el misterio de la salvación de Israel (Rm. 11, 25 ss.).

[12141] 29. Nadie jamás tuvo odio a su propia carne: Y la mujer es la propia carne (v. 31), es decir, que la misma naturaleza coadyuva a esa solidaridad, en tanto que otros amores, como el de los hijos a los padres, requieren ser más espirituales para poder sobreponerse a los impulsos del egoísmo natural. En cuanto a su sentido literal, esta sentencia de S. Pablo nos previene contra el suicidio, el deseo de la muerte ajena a la voluntad de Dios, y el fakirismo o la falsa ascética que perjudica a la salud faltando a la caridad consigo mismo. Cf. 2 Co. cap. 5; Ap. 6, 10; Col. 2, 16-23 y notas.

[12142] 30 ss. El misterio del Cuerpo Místico (v. 30) se aplica a la unión matrimonial (v. 31; cf. Gn. 2, 24 y nota), y de ahí lo que expresa el v. 32.

[12143] 32. El misterio aludido, dice el Apóstol, es la unión de Cristo con la Iglesia, de la cual el matrimonio cristiano es figura. “¿Cómo podría ser y decirse símbolo de tal unión el amor conyugal, cuando fuera deliberadamente limitado, condicionado, desatable, cuando fuese una llama solamente de amor temporal?”. “En este bien del sacramento, además de la indisoluble firmeza están contenidas otras utilidades mucho más excelsas y aptísimamente designadas por la misma palabra “sacramento”; pues tal nombre no es para los cristianos vano y vacío, ya que Cristo Nuestro Señor, fundador y perfeccionador de los venerandos sacramentos, elevando el matrimonio de sus fieles a verdadero y propio sacramento de la Nueva Ley, lo hizo signo y fuente de una peculiar gracia interior, por la cual aquel su natural amor se perfeccionase, confirmase su indisoluble unidad y los cónyuges fueran santificados” (Pío XI en la Encíclica “Casti Connubii”).

[12144] 2. Es notable el paréntesis que S. Pablo introduce aquí en la cita del cuarto Mandamiento (Ex. 20, 12; Dt. 5, 16) para destacar que es el primero (y único) a cuyo amor nos estimula Dios por una promesa de felicidad aun temporal (5, 29 y nota). Sin duda interesa especialmente al divino Padre ver honrada la paternidad que es una imagen de la Suya (3, 15).

[12145] 5 ss. “Que los amos no se ensoberbezcan por su autoridad en el mando; de lo alto viene toda autoridad. Y por eso la mirada del cristiano se levanta para contemplar en toda autoridad, en todo superior, aun en el amo, un reflejo de la autoridad divina, la imagen de Cristo, que se humilló desde su forma de Dios (Fil. 2, 7 s.), adoptando la forma de siervo nuestro, hermano según la naturaleza humana” (Pío XII, Aloc. del 5 de agosto de 1943 a los recién casados). Para el problema social, que no se resolverá levantando a unos contra otros, sino haciendo que cada uno conozca la voluntad de Dios a su respecto para sembrar la paz (Mt. 5, 9), podría hacerse un juicioso e instructivo estudio consultando textos como los siguientes: sobre el plan de Dios: Si. 11, 14 y 23; Sal. 36, 25; Ap. 3, 19; Jn. 12, 5 y 8; sobre los amos: 1 Tm. 6, 9 s. y 17 ss.; St. 5, 1-6; Lv. 19, 13; Mal. 3, 5; 1 Co. 13, 1 ss.; sobre los servidores: Dt. 32, 35; Rm. 12, 19; St. 5, 7-11; Si. 28, 1-14; Tt. 2, 9 s.; Col. 3, 22-25; 1 Pe. 2, 18-24; 1 Jn. 4, 11; Mt. 6, 33; Lc. 3, 14, etc.

[12146] 9. Cf. Col. 4, 1. El Apóstol deja el aspecto temporal de la esclavitud como institución existente entonces según el derecho civil romano (Lc. 12, 13 s.; 20, 25; Mt. 22, 21; Mc. 12, 17; Jn. 18, 36), y proporciona, como predicador del Evangelio (Mc. 16, 15), los motivos sobrenaturales para que también los esclavos amen su estado, que los asemeja al Hijo de Dios (Lc. 22, 27; 1 Pe. 2, 18-24). Cf. Fil. 2, 7 s. y nota.

[12147] 12. Poderes mundanos: “S. Pablo toma este mundo en el sentido moral. Son los hombres hundidos en las tinieblas de la ignorancia religiosa y del pecado. Tal es la tiniebla, sobre la cual reinan los demonios” (Pirot). En lo celestial: Fillion hace notar que, según traducen los antiguos comentadores griegos, esto significa que nuestra lucha es en lo relativo al Reino de los cielos. Cf. 3, 10; Mt. 11, 12; Lc. 16, 16; Rm. 8, 38; Col. 1, 16; 2 Ts. 2, 10.

[12148] 13. Estar en Pie: sobre esta expresión, véase Sal. 1, 5 y nota.

[12149] 16. El Apóstol tiene presentes las armas de los soldados romanos y las toma como un símbolo de las espirituales que el cristiano ha de usar en su lucha contra el diablo y el pecado, Entre esas armas había también dardos encendidos que recuerdan al Apóstol los malos apetitos y concupiscencias. Sobre todo este pasaje (v. 13-17) dice S. Crisóstomo: “No hemos de estar preparados para una sola clase de lucha... por lo cual es necesario que quien ha de entrar en la lucha con todos (los enemigos), conozca las maquinaciones y tácticas de todos; que sea a la vez sagitario y hondero y conductor, jefe y soldado de infantería y caballería, marino y agresor de muros”.

[12150] 1. La cristiandad de Filipos, ciudad principal de Macedonia, y primicias de la predicación de S. Pablo en Europa, había enviado una pequeña subvención para aliviar la vida del Apóstol durante su prisión en Roma. Conmovido por el gran cariño de sus hijos en Cristo, el Apóstol, desde lo que él llama sus cadenas por el Evangelio, les manda una carta de agradecimiento, que es, a la vez, un modelo y un testimonio de la ternura con que abrazaba a cada una de las Iglesias por él fundadas. La Epístola fue escrita en Roma hacia el año 63.

[12151] 6. El día de Cristo Jesús: el día del juicio en su segunda Venida. Cf. v. 10; 3, 20; Mt. 7, 22; Rm. 2, 5; 1 Co. 3, 13; 2 Co. 1, 14, etc.

[12152] 13. El Pretorio: El lugar donde el Apóstol estaba internado en un aposento, junto a los soldados de la guardia de Nerón. Allí, en Roma, no perdía ocasión para dar a conocer las maravillas de Jesucristo. Véase Hch. 28, 23 s. y notas.

[12153] 17 s. La envidia se infiltra aun en las cosas santas y despierta la rivalidad entre los ministros de Dios. Aunque otros se habrían desalentado por ese triste fenómeno. S. Pablo muestra su espíritu sobrenatural prescindiendo de todo lo humano y alegrándose con tal que se predique el Evangelio de Cristo (v. 18). Cf. Mc. 9, 38; Nm. 11, 29.

[12154] 22. Si me es útil vivir para que muchos se conviertan a Jesucristo, no sé a la verdad qué partido tomar, si el de vivir o el de morir. Para mí sería mucho mejor el morir, porque me uniría con Cristo; mas el permanecer en esta carne mortal es más necesario para vuestra salud y la de todos los fieles. De estas dos cosas desea la una el Apóstol ardientemente, y sufre la otra por amor a sus hermanos (S. Tomás). Véase Hb. 9, 27; 2 Co. 5, 8; 1 Ts. 5, 10; 2 Tm. 4, 6-8, de donde se deduce la inmediata visión beatífica de las almas justificadas, aun antes de la resurrección de los cuerpos, como lo definió el Concilio de Florencia.

[12155] 25. Se trata de la primera prisión de S. Pablo que se acercaba a su fin y terminó con la restitución de su libertad.

[12156] 29. Padecer por la causa de Cristo es una gracia, puesto que al mismo tiempo se nos da el mérito de la prueba y la capacidad para soportarla. Cf. Mt. 5, 10-12; Hch. 5, 41.

[12157] 1 s. Este capítulo, que nos presenta el Sumo Ejemplo que hemos de imitar en nuestra conducta, empieza, como vemos, con la más florida efusión de un corazón apostólico.

[12158] 3. La conducta propia de la caridad fraterna, que el Apóstol jamás deja de inculcar a los nuevos cristianos, es a los ojos de los paganos la mejor recomendación de la fe. Cf. Rm. 12, 10; Ga. 5, 26. Así lo había anunciado el Señor en Jn. 13, 35 y 17, 21.

[12159] 7 s. S. Pablo nos descubre aquí la inmensa, la infinita paradoja de la humillación de Jesús, en la cual reside todo su misterio íntimo, que es de amorosa adoración a su Padre, a quien no quiso disputar ni una gota de gloria entre los hombres, como habría hecho si hubiera retenido ávidamente, como una rapiña o un botín que debiera explotar a su favor, la divinidad que el Padre comunicara a su Persona al engendrarle eternamente igual a Él. Por eso, sin perjuicio de dejar perfectamente establecida esa divinidad y esa igualdad con el Padre (Jn. 3, 13; 5, 18-23; 6, 27, 33, 40, 46, 51 y 57; 7, 29; 8, 23, 38, 42, 54 y 58; 10, 30; 12, 45; 14, 9-11, etc.), para lo cual el Padre mismo se encarga de darle testimonio de muchas maneras (Mt. 3, 17; 5, 17; Jn. 1, 33; 3, 35; 5, 31-37; 8, 18 y 29; 11, 46 s.; 12, 28 ss.; Lc. 22, 42 s., etc.), Jesús renuncia, en su aspecto exterior, a la igualdad con Dios, y abandona todas sus prerrogativas para no ser más que el Enviado que solo repite las palabras que el Padre le ha dicho y las obras que le ha mandado hacer (Jn. 3, 34; 4, 26 y 34; 5, 19 y 30; 6, 38; 7, 16 y 28; 8, 26, 28 y 40; 12, 44 y 49; 15, 15; 17, 4, etc.). Y, lejos de ser “un mayordomo que se hace alabar so pretexto que redundará la gloria en favor del amo”, Él nos enseña precisamente que “quien habla por su propia cuenta, busca su propia gloria, pero quien busca la gloria del que lo envió, ese es veraz y no hay en él injusticia” (Jn. 7, 18). Y así Jesús es, tal como lo anunció Isaías, el Siervo de Yahvé, a quien alaba y adora postrado en tierra (Mt. 26, 39; Lc. 6, 12; 10, 21; 22, 42-44) y a quien llama su Dios (Jn. 20, 17, etc.), declarándolo “más grande” que Él (Jn. 14, 28 y nota); a quien sigue rogando por nosotros (Hb. 5, 7; 7, 25; 10, 12), y a quien se someterá eternamente (1 Co. 15, 28), después de haberle entregado el reino conquistado para Él (1 Co. 15, 24). Pero hay más aún, Jesús no solo es el siervo de su Padre, que vive como un simple israelita sometido a la Ley (Rm. 15, 8) y pasando por hijo del carpintero (Mc. 6, 3), sino que, desprovisto de toda pompa de su Sumo Sacerdocio, no tiene donde reclinar su cabeza (Lc. 9, 57 s.) y declara que es el sirviente nuestro (Lc. 22, 27) y que lo será también cuando venga a recompensar a sus servidores (Lc. 12, 37). ¿Qué deducir ante tales abismos de humillación divina? Un horror instintivo a la alabanza (Jn. 5, 44 y nota), que es la característica del Anticristo (Jn. 5, 43; 2 Ts. 2, 4; Ap. 4 y 7 ss.). Porque Jesús dijo que sus discípulos no éramos más que Él (Mt. 10, 24 ss.) y que, por lo tanto, también entre nosotros, el primero debe ser el sirviente de los demás (Mt. 23, 11; 20, 26 ss., etc.). Fácil es así explicarse por qué Pablo enseña que los apóstoles están puestos como basura del mundo (1 Co. 4, 13), y por qué conservando él su trabajo manual de tejedor, lejos de todos los poderosos del mundo, ajeno a sus cuestiones temporales y perseguido de ellos por su predicación de este misterio de Cristo, puede decir a sus oyentes lo que pocos podríamos decir hoy: “Sed imitadores míos como yo soy de Cristo” (1 Co. 4, 16 y 11, 1). Ante estos datos que Dios nos muestra en la divina Escritura, quedamos debidamente habilitados para descubrir a los falsos profetas que son lobos con piel de oveja (Mt. 7, 15), y de los cuales debemos guardarnos, porque así lo dice Jesús, y a quienes Él caracteriza diciendo: “Guardaos de los escribas que se complacen en andar con largos vestidos, en ser saludados en las plazas públicas, en ocupar los primeros sitiales en la sinagoga y los primeros puestos en los convites (Mc. 12, 38-39). Cf. 3 Jn. 9.

[12160] 9. S. Pablo emplea la expresión nombre en el sentido antiguo. Entre los judíos y también entre los paganos, el nombre de Dios participaba del carácter sagrado de la divinidad y era considerado como una representación de la misma.

[12161] 11. Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre: Este pasaje, que forma el Introito en la misa del Miércoles Santo, tal como se presenta en la Vulgata (“N. S. J. C. está en la gloria de Dios Padre”) “parecería afirmar, como una gran cosa, que Jesús salvó su Alma y participa de la gloria”. Por desgracia muchos tienen esa idea de que la divina Escritura está llena de cosas aburridas a fuerza de resabidas, y toman v. g. las parábolas del Evangelio como cuentitos para niños, sin sospechar el abismo de profundidad y grandeza, de belleza y consuelo que ha puesto en ellos el divino genio de Cristo, o sea (para hablar menos humanamente y más exactamente), el Espíritu Santo. El original griego expresa el sublime misterio del amor del Padre a su Hijo, que hace que el Padre se sienta glorificado en que confesemos como Señor a Cristo, “por quien, y con quien y en quien” recibe el Padre todo honor y gloria, como se proclama en el Canon de la Misa.

[12162] 12. Con temor y temblor, o sea con total desconfianza de nosotros mismos, como se ve en el v. 13. Cf. 1 Jn. 4, 18 y nota.

[12163] 13. ¡El querer y el hacer! He aquí lo suficiente para que nadie pueda nunca atribuirse ningún mérito a sí mismo; y también para que nadie se desanime, puesto que aun la voluntad que nos falta puede sernos dada por la bondad de nuestro divino Padre. Es lo que expresa la oración del Domingo XII después de Pentecostés: “Dios misericordioso, de cuyo don viene el que tus fieles puedan servirte digna y provechosamente”. S. Bernardo circunscribe la cooperación humana a la siguiente fórmula: Dios obra en nosotros el pensar, el querer y el obrar. Lo primero sin nosotros. Lo segundo con nosotros. Lo tercero por medio de nosotros. Cf. Conc. Trid. Ses. 6, cap. 5.

[12164] 17. S. Pablo, a ejemplo de Jesús, no solamente se desvive por sus hermanos, sino también está dispuesto a dar la vida (Jn. 10, 11; 2 Co. 12, 15; 1 Jn. 3, 16), no ya como víctima de redención, pues ya está pago el precio, sino como testimonio de Cristo y si es necesario en pro de la fe de ellos. Véase v. 30.

[12165] 20. Insuperable elogio que contrasta con el tremendo versículo siguiente, propio de todos los tiempos.

[12166] 23 s. El Apóstol espera ser puesto en libertad, lo que se había de cumplir muy pronto.

[12167] 30. Ministerio: literalmente liturgia. Las obras de caridad hacia los amigos de Cristo ¿no son acaso un ministerio sagrado que se hace a Él mismo?

[12168] 2. Previene a los Filipenses, como lo había hecho muchas veces (cf. v. 18) contra los judaizantes, los que, como perros, ladran por todas partes y muerden cobardemente. Mutilados llama despectivamente (cf. Lv. 21, 5; 1 R. 18, 28; Is. 15, 2) a los falsos doctores porque tenían solo la circuncisión de la carne y no la del corazón. Véase Ga. 5, 6 y 11.

[12169] 3 ss. En espíritu: S. Pablo aplica aquí —en oposición a los vv. 2 y 18 s.— la revelación fundamental de Jesús a la samaritana (Jn. 4, 23) que nos servirá como piedra de toque para distinguir entre unos y otros. El resto del pasaje contiene una importante enseñanza para la cual vemos que la confianza en Dios está en razón directa de la desconfianza en la carne, esto es, en nosotros mismos y en nuestros recursos. “Si un niñito camina en una calle obscura, de la mano de su robusto padre, y confía en la fuerza y en el amor de este para defenderlo contra cualquiera, todo su empeño estará en no soltarse de la mano del padre y en seguir sus pasos, sin ocurrírsele la idea de llevar él también un pequeño bastón para su defensa”. Y si lo hiciera, demostraría que vacila su confianza en el padre y lo disgustaría gravemente con ello y con su presunción de valiente al empuñar ese objeto ridículo e ineficaz. Toda la Escritura y principalmente los Salmos (por ej. el 32) están llenos de textos que nos muestran que así piensa Dios, como ese padre. No se trata ciertamente de no hacer nada, sino al contrario de hacer lo que aquí enseña el gran Apóstol en su empeñosa carrera por seguir de la mano del Padre celestial, las buenas que Él nos señala con el ejemplo de su Hijo, diciéndole lo mismo que Jesús: “no como yo quiero sino como Tú”.

[12170] 7. He aquí el “amor de preferencia”. La expectativa de una espléndida carrera lo alejaba de penetrar a fondo en lo más apetecible: el misterio de amor que hay en Cristo. Entonces nada le costó despreciar lo que ofrece el mundo (Ct. 8, 7).

[12171] 9. No justicia mía: Concepto fundamental que, expresado ya en Rm. 10, 3 (cf. Rm. 3, 20-26), muestra que ser bueno según Dios, es decir, en el orden sobrenatural, no es serio según nos parece a nosotros (cf. Is. 1, 11; 66, 3 y notas). En efecto, el hombre busca en su amor propio la satisfacción de darse a sí mismo un [brillo] de aprobación y poder decir: soy bueno, como el fariseo del templo (Lc. 18, 11 ss.). Pero Dios enseña que nadie puede ser justo delante de Él (Sal. 142, 2 y nota), y bien se entiende esto, pues de lo contrario nada tendría que hacer el Redentor. Es una gran lección de fe que distingue fundamentalmente al cristiano del estoico. Este lo espera todo de su esfuerzo; aquel acepta a Cristo como su Salvador (Rm. 3, 20; 10, 3; Ga. 3, 1 ss.). La Biblia no enseña, pues, a poseer virtudes propias, como quien llevase en su automóvil un depósito de nafta que se acaba pronto. Ella nos enseña a conectar directamente el motor de nuestro corazón con el “surtidor” que es el Corazón de Cristo (Jn. 15, 1 ss.), el cual nos da de lo suyo (Jn. 1, 16), en porción tanto mayor cuanto más vacíos y necesitados nos encuentra, porque no vino para justos sino para pecadores (Mt. 9, 10-13). Tal nos enseña la Virgen cuando dice que el Padre “llenó de bienes a los hambrientos y dejó, a los ricos sin nada” (Lc. 1, 53). No queremos poseer virtudes, como si fuésemos dueños de ellas, porque el día que creyéramos haberlo conseguido, las pregonaríamos como el fariseo (Lc. 18, 9 ss.). Jesús quiere, que nuestra propia izquierda no sepa el bien que hacemos, como los niños, que son tanto más encantadores cuanto menos saben que lo son. Vivamos, pues, unidos a Él por la fe y el amor, y de allí surgirán entonces obras buenas de todas clases, pero no como conquistas nuestras, “para que no se gloríe ninguna carne delante de Él” (1 Co. 1, 29). Bien vemos en esto que la Sagr. Escritura no enseña a ser capitalista, poseedor de virtudes, sino a ser eterno mendigo, pues en esto se complace Dios cuando ve “la nada de su sierva”, como María (Lc. 1, 48). Por eso la Biblia suele tener tan poca acogida, porque no nos ofrece cosas como “la satisfacción del deber cumplido” ni esas otras fórmulas con que el mundo alienta nuestro orgullo so capa de virtud. Véase v. 10; 1 Co. 10, 12 y notas.

[12172] 10. Conformado a la muerte Suya: La espiritualidad cristiana no busca la aniquilación de la vida sino la participación en la muerte de Cristo, que es una vida sobrenatural. Véase la doctrina del Bautismo en Rm. 6, 3-5; Col. 2, 12 y notas. “Nuestro trato con Dios es una sociedad en que el hombre pone lo malo y Él pone lo bueno. Pero, como se trata de explotar un Producto que limpia (la Sangre de Cristo), apenas entramos a ocuparnos de él sentimos que él nos ha limpiado y sigue limpiándonos constantemente. Y el Capitalista se siente feliz en su bondad, pues ¿de qué le serviría tener ese producto si nadie lo aprovechara? Él no quiere ganar nada en cambio, ni lo necesita. Solo quiere acreditar y difundir el Producto, por amor a su Hijo admirable, a quien este Producto le costó la vida. Cf. 1, 29; 3, 9 y notas.

[12173] 11. Resurrección de entre los muertos: Cf. v. 21; Jn. 6, 55; 11, 25; Hch. 4, 2; 1 Co. 15, 23 y 52; Lc. 14, 14; 20, 35; Ap. 20, 4 ss., etc. Véase la nota en Jn. 6, 39.

[12174] 12 s. El hombre, mientras está en vida, jamás es perfecto. La inquietud hacia Dios nunca le deja descansar sobre lo que ha alcanzado. “Nuestro corazón está inquieto hasta que no repose en Ti” (S. Agustín). Aquello para lo cual, etc. El Apóstol alude aquí al fin que se propone en el v. 11. Para eso lo convirtió Jesús dándole pruebas de extraordinaria predilección. Aprendamos que para eso hay que olvidar lo que dejamos atrás, tanto nuestros afectos mundanos (v. 7 s.) cuanto nuestro pretendido capital de méritos (Mt. 20, 8 ss.; Lc. 17, 10), y también nuestros pecados (Lc. 7, 47 y nota).

[12175] 14. Corro derecho. La vida cristiana es esencialmente progreso hacia la unión con Dios. Si no, es muerte. “Si tú dices: basta, ya estás muerto” (S. Agustín). Véase 1 Co. 9, 24; 2 Tm. 4, 7. Vocación superior: Fillion hace notar que el Apóstol usa aquí una “locución extraordinaria”, que otros traducen por superna, altísima, suprema, etc., porque es la más alta de cuantas pueden darse, ya que nos identifica con Cristo (v. 21; Ef. 1, 5 y nota). Os ilustrará Dios: El Maestro que Dios nos envió para ello es Jesucristo, y Él “no nos extravía porque es el Camino; no nos engaña porque es la Verdad” (S. Hilario). De ahí que Pablo promete así la plenitud del progreso espiritual a los que sean fieles a la luz (gran consuelo para las almas pequeñas), enseñando de paso (v. 16) que no rechacemos a los que aún no han llegado.

[12176] 17. Sed conmigo imitadores: es decir, imitadores de Cristo, como lo soy yo. Cf. 2, 7 y nota; Ef. 5, 1.

[12177] 18 s. Son muchos, y el Apóstol habla de ellos a menudo (cf. v. 1). Es que, aunque el tema sea triste y negativo, no puede prescindirse de él por el interés de las almas que serían engañadas (Mt. 7, 15; Jn. 2, 24 y notas).

[12178] 20 s. La ciudadanía nuestra: Nuestra patria o morada (Vulg. conversación) donde habitamos espiritualmente. Véase Ef. 2, 6; Col. 3, 1 s.; Hb. 12, 22; 13, 14. Como Salvador: cf. Lc. 21, 28; Rm. 8, 23. Aquí se nos llama la atención sobre la maravillosa gloria de esta Resurrección que nos traerá Jesús, mostrándonos que la plenitud de nuestro destino eterno no se realiza con el premio que el alma recibe en la hora de la muerte (Ap. 6, 9 ss.; 1 Co. 15, 25 ss. y 51; 2 Co. cap. 5; 1 Ts. 4, 13 ss.; Col. 3, 4). Estamos aguardando al Señor: Es la inscripción que se lee en el frontispicio interior del cementerio del Norte de Buenos Aires, como palabra de dichosa esperanza puesta en boca de los muertos. Cf. Jb. 19, 25 s. y nota. Del poder de Aquel: Así también Buzy y otros, concordando con 1 Co. 15, 25; Sal. 109, 1 ss., etc. Otros vierten: “del poder con que es capaz de someterse a Sí mismo todas las cosas”.

[12179] 1. El sentido de este v. parece ser: Puesto que sois tan amados míos, así también manteneos en el Señor como amados de Él. Es lo que dice Jesús en Jn. 15, 9: Permaneced en mi amor, o sea, como amados míos (véase allí la nota). Es mejor ver aquí esa gran lección de doctrina que nos lleva a vivir sabiéndonos muy amados de Jesús y del Padre (espiritualidad bien paulina, como vemos en Ef. 5, 1, donde se habla también de imitación, como aquí en 3, 17), antes que suponer una simple repetición del adjetivo “carísimo” al final. Bien sabemos que S. Pablo no obstante su corazón ardiente y lleno de caridad, no era nada inclinado a lo sentimental. La lección consiste, pues, en que, para facilitarnos la imitación de un modelo, sea el mismo Dios, o sea Pablo como fiel discípulo, se nos recuerda que ese modelo nos ama especialmente, pues eso nos inclina a querer ser como él. No otra cosa hace Jesús cuando nos pone por modelo a su Padre “que es bueno con los desagradecidos y malos” (Lc. 6, 35), y cuando se pone Él mismo para que lo imitemos en amar a los hermanos como Él nos amó a nosotros (Jn. 13, 34).

[12180] 2. Las dos eran, según la opinión de varios expositores, diaconisas de la Iglesia de Filipos; pero vivían en discordia dando un ejemplo poco edificante. El Apóstol les recuerda la unidad de espíritu que antes predicó en 2, 2.

[12181] 3. Compañero: Algunos creen que en el griego esta palabra indica un nombre propio. Clemente es tal vez aquel que más tarde fue Pontífice de la Iglesia de Roma (S. Jerónimo).

[12182] 4. S. Pablo proclama la gran excelencia de la alegría, la cual en la Vulgata es llamada tesoro inexhausto de santidad (Si. 30, 23). Mas debemos evitar que esa hermosa fuerza de la alegría descienda del espíritu a la carne. ¡Cuántas veces sucede que un banquete para celebrar algo espiritual concluye con la ebriedad que nos bestializa y nos mueve al Pecado! Véase 1 Co. 11, 17 y nota.

[12183] 5. El Señor está cerca, esto es, su segunda venida. Cf. 1 Co. 7, 29; Hb. 10, 37; St. 5, 8; Ap. 1, 3; 22, 7 y 10.

[12184] 6. No os inquietéis: “Proviene la inquietud de un inmoderado deseo de librarse del mal que se padece o de alcanzar el bien que se espera, y con todo, la inquietud o el desasosiego es lo que más empeora el mal y aleja el bien, sucediendo lo que a los pajarillos, que al verse entre redes y lazos, se agitan y baten las alas para salir, con lo cual se enredan cada vez más y quedan presos. Por tanto, cuando quieras librarte de algún mal o alcanzar algún bien, ante todas las cosas tranquiliza tu espíritu y sosiega el entendimiento y la voluntad” (S. Francisco de Sales). La vida del que espera al Señor en “la dichosa esperanza” (Tt. 2, 13) excluye, como enseña Jesús, todo apego como el de la mujer de Lot. Cf. Lc. 18, 32.

[12185] 7. Sobrepuja todo entendimiento: “Por lo mismo domina las ciegas pasiones y evita las disensiones y discordias que necesariamente brotan del ansia de tener” (Pío XI, Encíclica “Ubi arcano Dei Concilio”).

[12186] 12. Véase 2 Co. 6, 10; 11, 27; 1 Co. 4, 11.

[12187] 13. “Nada prueba mejor el poder del Verbo, dice S. Bernardo, que la fuerza que comunica a los que en Él esperan. El que así está apoyado en el Verbo y revestido de la virtud de lo alto no se deja abatir ni subyugar por fuerza alguna, por ningún fraude ni ningún peligroso atractivo; siempre es vencedor”. Véase 2 Co. 12, 10 y nota.

[12188] 15. Cuentas de dar y recibir: Con esta expresión, tomada de la vida comercial, S. Pablo quiere indicar que los filipenses como deudores suyos le devuelven en bienes materiales lo que le deben espiritualmente por la predicación del Evangelio, y les recuerda con exquisita caridad que ellos son los compañeros de las difíciles horas iniciales (Hch. 16, 40). Cf. 2 Co. 8, 13 y nota.

[12189] 19. Conforme a la riqueza suya: Cf. Sal. 50, 2 s. y nota.

[12190] 22. Como se ve, el cristianismo ha penetrado ya en la casa del César, siendo probablemente servidores, soldados y cortesanos los que recibieron la fe.

[12191] 1. El Apóstol escribe esta carta desde Roma donde estaba preso, hacia el año 62, con el fin de explayarles, como a los Efesios, aspectos siempre nuevos del Misterio de Cristo, y de paso desenmascarar a los herejes que se habían introducido en la floreciente comunidad cristiana, “con apariencia de piedad” (2 Tm. 3, 5), inquietándola con doctrinas falsas tomadas del judaísmo y paganismo (necesidad de la Ley, de la observancia de los novilunios y de la circuncisión, culto exagerado de ángeles, gnosticismo, falso ascetismo). A este respecto véase, con sus notas, la Epístola a los Gálatas, especialmente el cap. 2.

[12192] 5. Sobre esta esperanza véase 3, 4; Tt. 2, 13; Hch. 3, 21; Fil. 3, 20 s. y notas.

[12193] 9. A pesar de no conocer personalmente a la Iglesia de Colosas, fundada por un discípulo suyo (Epafras), el Apóstol no cesa de recordarla en sus oraciones, deseándole los más altos bienes del espíritu, e insistiendo en hacer notar que ellos nos vienen siempre del conocimiento espiritual de Dios (v. 6 y 10). A esto lo llama “el poder de la gloria” (v. 11), que sostiene nuestra conducta y nuestro gozo en la paciencia. Véase igual concepto en 2 Tm. 3, 16 s. “No se debe hablar de las cosas de Dios según nuestro sentir humano. Nosotros debemos leer lo que está escrito, y comprender lo que leemos. Solo entonces habremos cumplido con nuestra fe” (S. Hilario). Véase 2, 8 y nota.

[12194] 14. Algunos añaden como en la Vulgata: por su sangre.

[12195] 15 ss. Los siguientes versículos de esta Epístola, esencialmente cristológica, muestran la singularidad y absoluta majestad de la persona de Jesús. Jesús no es solo infinitamente superior a los ángeles y otras creaturas sino que Él constituye el principio y fin del universo, por quien Dios lo ha creado todo. Cristo es, por consiguiente, cabeza de todas las cosas y especialmente de la Iglesia. Véase el Prólogo del Evangelio de San Juan (Jn. 1, 1-14). Cf. Hb. 1, 1-14; Ga. 6, 15; 2 Co. 5, 17; Ef. 1, 10 y 22; 5, 23-32, etc.

[12196] 16. Según suele entenderse estas expresiones se aplican a distintos órdenes de ángeles (cf. 2, 10 y 15; Rm. 8, 38; Ef. 1, 21) y también de demonios (cf. 2, 15; Ef. 3, 10 y 6, 12).

[12197] 18. Cf. 2, 19; 1 Co. 15, 20; Ga. 3, 28; Ap. 1, 5. “Si la Iglesia es un cuerpo, necesariamente ha de ser una sola cosa indivisa, según aquello de S. Pablo: “Muchos formamos en Cristo un solo cuerpo” (Rm. 12, 5). Por lo cual se apartan de la verdad divina aquellos que se forjan la Iglesia de tal manera que... muchas comunidades cristianas, aunque separadas mutuamente en la fe, se juntan, sin embargo, por un lazo invisible” (Encíclica de Pío XII “Cuerpo Místico de Cristo”).

[12198] 20. Véase Ef. 1, 7 y 10; 2, 13 ss.; 1 Jn. 2, 2; 1 Pe. 3, 19; 4, 6. Reconciliar consigo todas las cosas: “Con cuya expresión fácilmente se desliza un sentido restringido exclusivamente al dominio ético. En realidad no se trata solamente de que sean “renovados” los actos morales del hombre por el cumplimiento de la Ley de Cristo sino más bien que el cosmos total, aun en su existencia y actividad, sea “incluido” en Cristo. Así como al final de un libro todos los capítulos antecedentes toman una forma nueva, concentrada, que los abarca todos, en un capítulo final y son “recapitulados” en él, así también el cosmos completo, el espiritual y el material, ha sido realmente construido de nuevo en el Hombre-Dios, Jesucristo” (P. Pinsk).

[12199] 23 s. Sobre la esperanza del Evangelio, véase v. 27; Rm. 8, 25; Fil. 3, 20 y nota; Hb. 3, 6; 7, 19; 11, 1, etc. Ha sido predicado... debajo del cielo: Sobre la amplitud de esta expresión, véase Rm. 10, 18 y nota. Ministro: S. Pablo, que poco antes sufría cadenas “por la esperanza de Israel” (Hch. 28, 20), está ahora, desde el rechazo total de los judíos (Hch. 28, 26 ss.), plenamente entregado a la Iglesia cuerpo místico, en que ya no hay judío ni gentil (3, 11), de la cual se llama ministro, en griego diácono. Ahora sus cadenas son “por vosotros, gentiles” (Ef. 3, 1), y por esta Iglesia acepta gozoso (v. 24) lo que en su carne le toque aún, por designio de Dios, padecer con Cristo (Rm. 6, 3 s.; 8, 17 s.; Fil. 3, 10). Lo que en mi carne falta de las tribulaciones de Cristo: “Los sufrimientos de la Iglesia y de cada uno de sus miembros son sufrimientos de Cristo (Hch. 9, 5; Ap. 7, 4)” (Crampon). No quiere decir, pues, que faltase nada en la pasión sobreabundante de Nuestro Señor, “de cuya Sangre habría bastado una gota para redimir a todo el mundo de todo delito” (S. Tomás). Sabido es que “la carne desea contra el espíritu” (Ga. 5, 17); por eso el Apóstol la tiene reducida a servidumbre (1 Co. 9, 27) y acepta con gozo (2 Co. 7, 4), en unión con Jesús (Rm. 8, 17), las tribulaciones que le sobrevienen o puedan sobrevenirle (2 Co. 1, 5), como ministro de la Iglesia (v. 25), y por amor a la misma a ejemplo de Cristo (Ef. 5, 25).

[12200] 25. Anunciar en su plenitud el divino Mensaje: Otros traducen: Completar la palabra de Dios, es decir revelar el misterio de que habla a continuación, el cual hasta entonces había estado escondido, siendo sin duda una de esas cosas que Jesús no reveló a los Doce porque ellos no estaban preparados para recibirla (Jn. 16, 12). Es muy notable que Dios eligiera para esto a Pablo, que no era de los Doce, “como prototipo de los que después habían de creer en Él” (1 Tm. 1, 16), y que Pablo solo explayase este misterio en las Epístolas de la cautividad (Ef. cap. 1 y notas), es decir, terminado el periodo de los Hechos de los Apóstoles (Hch. 28, 21 y nota), de modo que la plenitud de su revelación a los gentiles solo llegó cuando Israel desoyó la predicación apostólica, como había de desoír también la Epístola de los Hebreos. Más tarde el Apóstol hará a Tito una confirmación de lo expuesto aquí. Véase Tt. 1, 2 s.

[12201] 26. Sobre este misterio escondido, véase Ef. 3, 9 y nota.

[12202] 3. Escondidos: Cf. 1, 26; I Cor. 2, 7 y nota. Por lo cual en vano se pretendería investigarlos fuera del estudio de la divina Revelación (v. 4 y 8), para el cual más bien que la agudeza del dialéctico, se requiere la espiritualidad (1 Co. 2, 3) y la simplicidad propia de los humildes (Lc. 10, 21).

[12203] 7. Jesucristo es la “piedra” sobre la cual el alma está edificada y elevada por encima de sí misma, de los sentidos, de la naturaleza, por encima de los consuelos y de los dolores, por encima de lo que no es únicamente Él. Y allí, en su plena posesión, ella se domina, se supera a sí misma y sobrepuja de este modo todas las cosas (Sor Isabel de la Sma. Trinidad). Véase Ef. 2, 20-22 y notas. Esto dice el mismo Señor refiriéndose al que edifica sobre sus Palabras (Mt. 7, 24).

[12204] 8. Fundadas en la tradición de los hombres: Es esta una de las frases más expresivas de S. Pablo. Pone el dedo en la llaga sobre la prudencia de los hombres, y el espíritu meramente humano, como predicador de una doctrina que no solo es toda sobrenatural y divina, recibida por él de Cristo y “no de los hombres”, “ni según los hombres”, “ni para agradar a los hombres” (Ga. 1, 1-12), sino que, como tal, es contraria a toda sabiduría humana, y tan despreciada y perseguida por los carnales cuanto por los intelectualistas (1 Co. cap. 1-3) y por los que se jactan de sus “virtudes” (Lc. 10, 21; 18, 9, etc.). Todo esto forma lo que Cristo llama “el mundo”, que es necesariamente su enemigo (Jn. 7, 7). Por el solo hecho de no estar con Él, está contra Él (Lc. 11, 23), y no pudiendo recibir la verdadera sabiduría del Espíritu Santo, porque “no lo ve ni lo conoce” (Jn. 14, 17), considera “altamente estimable lo que para Dios es despreciable” (Lc. 16, 15), y se constituye, a veces so capa de piedad y buen sentido, en el más fuerte opositor de las “paradojas” evangélicas, porque le escandalizan (Lc. 7, 23; Mt. 13, 21 y notas). El gran Apóstol que fue burlado en la mayor academia clásica del mundo (Hch. 17, 32 y nota), nos previene aquí contra el más peligroso de todos los virus porque es el más “honorable”. Al terminar la segunda guerra mundial, se anunció que el campo de la cultura, para orientar a la humanidad, se disputará entre dos tendencias: la humanista por una parte, y por otra la pragmatista, utilitarista y positivista. S. Pablo, que otras veces nos previene contra esta última y contra aquellos “cuyo dios es el vientre” (Fil. 3, 19), señalándonos la inanidad de esta vida efímera (1 Co. 6, 13; 7, 31; 2 Co. 4, 18; Hb. 11, 1, etc.), nos previene aquí también contra la primera, recordándonos que “todo el que se cree algo se engaña, porque es la nada” (Ga. 6, 3), y que “uno solo es nuestro Maestro”: Jesús de Nazaret (Mt. 23, 8), el cual fue acusado precisamente porque “cambiaba las tradiciones” (Hch. 6, 4). Véase Mc. 7, 4; Mt. 15, 3; Ne. 9, 6 y notas. “Si Babel trata de alzar más y más su torre, decía un Santo, cavemos nosotros más profundo aún nuestro pozo, hasta la nada total, hasta el infinito no ser, para compensar en cuanto se pueda el desequilibrio”.

[12205] 9 ss. S. Pablo defiende contra los falsos doctores tres grandes verdades: 1º) Cristo es superior a los ángeles, porque en Él reside plenamente la naturaleza divina y no en los ángeles; 2º) nuestros pecados son perdonados por Él, en la circuncisión espiritual, el Bautismo (v. 11), y no por los ángeles (v. 11-13); 3º) Cristo puso término al dominio de Satanás (v. 14 s.).

[12206] 11. Nótese el contraste con Ef. 2, 11.

[12207] 12. Sepultados con Él: Fillion hace notar que el mejor comentario de este pasaje lo da el mismo S. Pablo en Rm. 6, 3-5, y que el Bautismo era administrado originariamente por inmersión y figuraba así, primero la muerte y sepultura del hombre viejo, y luego la resurrección del hombre nuevo (cf. Const. Apost. 3, 17). Por la fe, etc.; es decir, que esta fe en la resurrección del Hijo hecha por el Padre ha de ser anterior al Bautismo. Así lo dice el Señor en Mc. 16, 16 y lo vemos en Hch. 2, 41; 8, 36 s., etc. Como observa el Cardenal Goma, el Bautismo es posterior a la profesión de fe, y esta fe viene de la palabra, la cual es, como él dice, “la primera función ministerial”. En el bautismo de los párvulos se supone que estos piden previamente esa fe a la Iglesia, y luego hacen profesión de ella por medio de los padrinos.

[12208] 13 ss. El argumento de S. Pablo es: Jesús, nuestro divino Campeón humilló hasta la infamia a los espíritus infernales (1, 16 y nota), arrebatándoles la escritura donde constaban nuestras culpas y dejándolos así en descubierto al despojarlos de la prueba en que se fundaban para acusarnos como enemigos nuestros. Manera tan sublime como audaz de presentar todo cuanto debemos a nuestro divino Abogado (1 Jn. 2, 1 s.). Cf. 3, 4; Lc. 21, 28; Jn. 14, 31 y notas; Rm. 8, 23; Ap. 12, 10, etc.

[12209] 16. Los falsos doctores predicaban muchas prácticas exteriores como indispensables para la salud; ciertos manjares, fiestas, sábado judío, celebración de novilunios, etc. Semejantes cosas no valen más que la sombra en comparación con el sol. Sábados: Aquí se confirma la sustitución del antiguo sábado por el domingo, día de la Resurrección del Señor. Véase 1 Tim. 4, 4 ss. y nota.

[12210] 18. El culto de los ángeles como otras tantas divinidades menores, semejantes a los “eones” de Valentino que menciona S. Ireneo, era una característica de los gnósticos. Parece que estos, ya en tiempo de S. Pablo, se infiltraron en las comunidades cristianas del Asia Menor. Cf. Mt. 24, 4.

[12211] 19. Véase Ef. 4, 16 y nota. “A la manera como en el cuerpo el cerebro es centro de los nervios, los que para él son instrumentos de los sentidos, así también el Cuerpo de la Iglesia recibe del Señor Jesucristo las fuentes de la doctrina y las causas que obran la salud” (Teodoreto).

[12212] 23. Para la hartura de la carne: Así también el P. Bover. “Las prácticas en cuestión no tienen ningún valor ante Dios, porque provienen del orgullo y carecen de sinceridad; por otra parte, lejos de mortificar y someter a la carne, es decir, la naturaleza caída, le brindan un nuevo pasto, porque ella cree fácilmente que basta infligirse algunas maceraciones para hacer grandes progresos en la virtud” (Fillion). Es de advertir que este versículos ha sido traducido erróneamente por algunos, haciéndole decir, al revés, que en ese falso ascetismo hay algo de verdadera virtud.

[12213] 3. He aquí la profunda realidad del Cuerpo Místico: estamos ya muertos al mundo por el Bautismo (2, 12; Rm. 6, 3 ss. y notas). No podemos aún salir del mundo, pero necesitamos librarnos de todas las cosas que se oponen al orden sobrenatural (v. 5), porque ya no somos del mundo. “Preceda el corazón al cuerpo. Hazte sordo para no oír. Los corazones, allá arriba” (S. Agustín). Cf. Jn. 17, 14-16; 1 Jn. 2, 15.

[12214] 4. “La vida de la gracia está escondida en el fondo del alma: así como nuestros ojos mortales no perciben a Cristo en el seno del Padre, nada tampoco manifiesta exteriormente nuestra unión a Cristo y a su Padre. Pero el día en que Cristo vendrá a inaugurar la fase definitiva de su reino, la gracia florecerá en gloria y nosotros seremos asociados a su triunfo” (Pirot). Cf. 1, 5 y nota; 1 Co. 15, 43; Fil. 3, 20; 1 Jn. 3, 2.

[12215] 7. También vosotros: los gentiles. Cf. Ef. 2, 11 ss. y notas.

[12216] 9 s. Debemos cuidar la exactitud de una expresión que suele repetirse, según la cual para el cristianismo todos los hombres son hermanos, como hijos del mismo Padre. Lo son, ciertamente, como creaturas. Pero hijo de Dios, en el sentido sobrenatural, no es sino el que ha “nacido de nuevo” (Jn. 3, 3), es decir, el que vive su fe y su bautismo, convertido totalmente a Cristo, o sea el que ya no es del mundo (v. 3), el que ha renunciado a sí mismo y es un “hombre nuevo” (Ef. 4, 21-24). Quizás nos asombraríamos si pudiéramos ver cuántos son los que realmente viven la ley de gracia que nos hace, no solo llamarnos hijos de Dios, sino serlo de veras (1 Jn. 3, 1). Estos, dice S. Juan, no pecan más, porque han nacido de Dios y la semilla divina permanece en ellos (1 Jn. 3, 9). Nótese que, según la doctrina central de esta Epístola, nuestro “hombre viejo” se renueva por el conocimiento, el cual no puede ser sustituido por ningún mecanismo, meramente exterior (v. 10; 1, 9 y nota; v. 4, 24, etc.). Es, pues, de trascendental importancia sembrar la Palabra de la cual nace el conocimiento sobrenatural de Dios (Jn. 17, 3 y 17), que es, como dice S. Tomás, una participación al conocimiento que Dios tiene de Sí mismo. Cf. 2 Tm. 2, 19 s. y notas.

[12217] 12 ss. La caridad es algo más que un uniforme con que estamos vestidos: es la señal de nuestra elección. El mundo debe conocernos por las obras de nuestra caridad. Jesús puso como señal para sus discípulos el mutuo amor y enseñó que este espectáculo es el que puede convertir al mundo (Jn. 13, 34; 15, 12; 17, 21). Por eso dice: el vínculo de la perfección (v. 14), es decir, el lazo de unión que vincula y caracteriza a los perfectos (Fil. 3, 3). “En verdad que la caridad es el vínculo de la perfección, porque une con Dios estrechamente a aquellos entre quienes reina, y hace que los tales reciban de Dios la vida del alma, vivan con Dios, y que dirijan y ordenen a Él todas sus acciones” (León XIII, en la Encíclica “Sapientia Christiana”).

[12218] 15. Véase Rm. 12, 5; 1 Co. 12, 13.

[12219] 16. Con opulencia: es decir, que nadie puede pretender que conoce bien la Palabra de Dios si ignora el Evangelio y confía en los pocos recuerdos que puedan quedarle del Catecismo de su infancia (cf. 1 Ts. 2, 13 y nota). Santa Paula cuenta que, todavía en su tiempo, “el labriego conduciendo su arado cantaba el “aleluya”; el segador sudando se recreaba con el canto de los salmos, y el vendimiador, manejando la corva podadora, cantaba algún fragmento de las poesías davídicas”.

[12220] 18 ss. De la idea principal de la caridad se desprenden los deberes de cada uno, particularmente los de los padres, hijos, esclavos y amos. Hay un paralelismo entre todo este pasaje y el que empieza en Ef. 5, 22. Véase 4, 16 y nota.

[12221] 21. La autoridad paterna, por lo mismo que es la más elevada como reflejo de la divina Paternidad (Ef. 3, 15 y nota), ha de tomar ejemplo del Padre celestial, que no quiere movernos como autómatas, ni nos ha dado el espíritu de esclavitud (Ga. 5, 8 y nota), sino de hijos como Jesús (Ga. 4, 6 y nota), y lejos de querer abrumarnos (Ga. 3, 5 y nota), se preocupa especialmente de evitar que caigamos en esa desesperación o pusilanimidad que aquí señala S. Pablo. Cfr. Ef. 6, 4; 5, 21 ss.; 1 Co. 7, 20; 1 Pe. 3, 1. De lo contrarío, la obediencia del hijo nunca se haría consciente y voluntaria, y llegado a ser adulto sacudiría el yugo paterno en vez de asimilarse sus enseñanzas. De ahí que la Iglesia nos lleve a renovar, en la edad adulta, las promesas del Bautismo, que no pudimos formular por nosotros mismos cuando párvulos.

[12222] 22. Véase sobre este importante punto la nota en Ef. 6, 5 ss. y las citas correspondientes.

[12223] 1. “Elevemos, pues, los ojos al cielo: es a la luz de este pensamiento cómo amos y siervos han de considerarse iguales ante la faz de su común Amo y Señor” (Pío XII, Alocución del 5-VIII-1943).

[12224] 3. ¡Una puerta para la Palabra! Es todo lo que ambiciona el Apóstol: poder entrar con la Palabra de Dios donde lo escuchen. Véase 1 Co. 16, 9; Hch. 19, 22 y nota; 2 Co. 2, 12; Ef. 6, 18-20; Rm. 12, 12; 1 Ts. 5, 17; 2 Ts. 3, 1.

[12225] 5. Los de afuera: los que no son miembros de la Iglesia. Nuestra conducta sea tal que el mundo pueda palpar la verdad de nuestra religión, y decir, como de los primeros cristianos: “¡Mirad cómo se aman!” (cf. 3, 12 ss. y nota; 1 Co. 13). Aprovechad bien el tiempo: Literalmente: “redimiendo el tiempo”, aprovechando intensamente los fugaces días de nuestra vida para hacer el bien y edificar a otros. El que antes no lo hubiese hecho, tiene en Jesús el secreto único para recobrarlo con ventaja, pues Él nos descubrió, no solo en la Parábola del Hijo Pródigo que el Padre celestial, lejos de rechazar al que se arrepiente, o castigarlo o disminuirlo, lo viste con las mejores galas y le da un banquete (Lc. 15), sino también en la Parábola de los Obreros, que al de la última hora se le pagó antes (Mt. 20, 13 s.), porque amará más aquel a quien más se perdonó (Lc. 7, 41 ss.), y S. Pablo enseña que “todas las cosas cooperan al mayor bien de los que aman” (Rm. 8, 28). Meditemos en esta maravilla qué significa poder entregarnos hoy a Dios como si jamás hubiésemos pecado ni perdido un instante. Dios concedió esta gracia a Santa Gertrudis de un modo expreso, pero le mostró que la misma está al alcance de todos, como acabamos de verlo. Véase Sal. 50 y notas.

[12226] 6. La sal simboliza la sabiduría cristiana (cf. el rito del Bautismo, en que se administra al bautizando “la sal de la sabiduría”).

[12227] 9. Onésimo, el mismo de quien trata la carta de San Pablo a Filemón.

[12228] 10. Cf. 1, 5 y nota; Hb. 10, 37; Lc. 21, 37.

[12229] 11. ¡Triste experiencia! Marcos y Jesús “el Justo” son los dos únicos israelitas que quedan fieles al Apóstol de los gentiles cuando se produce el retiro de los demás (Hch. 28, 29 y nota). Por otra parte es hermoso ver la fidelidad de Marcos a pesar del vivo incidente de Hch. 15, 39, y no obstante que Marcos era más bien discípulo de Pedro (1 Pe. 5, 13).

[12230] 14. Lucas, el médico amado: el Evangelista y acompañante del Apóstol en la prisión. Cf. Hch. 27, 1 y nota. Era sirio (de Antioquía) y vemos que Pablo no lo cuenta entre los de la circuncisión (v. 11).

[12231] 16. La carta a los de Laodicea, de la que habla S. Pablo, se ha perdido, a no ser que se trate de la carta a los Efesios, la cual, tal vez, estaba dirigida también a los de Laodicea (Ef. 1, 1 y nota). Compréndese aquí el empeño de S. Crisóstomo para que los creyentes lean constantemente las Cartas de S. Pablo (cfr. Hch. 28, 31 y nota) puesto que el mismo Apóstol así lo recomienda (1 Co. 5, 9; 1 Ts. 5, 27; 2 Ts. 2, 15; 3, 14).

[12232] 1. Tesalónica (hoy Salónica), capital de Macedonia, recibió la luz del Evangelio en el segundo viaje apostólico de S. Pablo. No pudiendo detenerse allí a causa de la sedición de los judíos, el Apóstol se dirige a ellos mediante esta carta, escrita en Corinto hacia el año 52 —es decir que es la primera de todas las epístolas— para confirmarlos en los fundamentos de la fe y la vocación de la santidad, y consolarlos acerca de los muertos con los admirables anuncios que les revela sobre la resurrección y la segunda venida de Cristo.

[12233] 5. En poder y en el Espíritu Santo. El Papa León XIII agrega a estas palabras el siguiente comentario: “Hablan fuera de tono y neciamente quienes al tratar asuntos religiosos y proclamar los divinos preceptos no proponen casi otra cosa que razones de ciencia y prudencia humanas, fiándose más en sus propios argumentos que en los divinos” (Encíclica “Providentissimus Deus”).

[12234] 6. Con gozo del Espíritu Santo: “El Espíritu Santo es la alegría de nuestra alma, el regocijo del corazón... el consuelo de los que lloran, el paño de lágrimas de la tristeza, el reposo del espíritu” (S. Crisóstomo).

[12235] 8. No tenemos necesidad de decir palabra: Como elocuente testimonio a esos fieles recientemente convertidos (v. 9) S. Crisóstomo da aquí esta explicación: “Porque convertidos los discípulos en nuestros y doctores, hablaban e instruían con tanto valor y confianza a todos, que los arrastraban y convertían. No había dique capaz de contener la predicación, sino que, más vehemente que el fuego, avasallaba el orbe entero”. Cf. Rm. 15, 23; 2 Tm. 2, 2. La fe vuestra que es para con Dios: Fillion señala la singularidad de esta expresión y la explica así: “Vuestra fe que se dirige hacia Dios, que tiene como fin a Dios”. Es decir, fe en Dios y no en los hombres, como la que el Apóstol censura en 1 Co. 1, 12 ss.

[12236] 9 s. “La conversión al Cristianismo es resumida en tres puntos concretos: el abandono del culto de los ídolos, la adhesión al Dios único, que es llamado vivo y verdadero por oposición a las divinidades sin vida y sin realidad del paganismo, y la espera de la segunda venida de Jesucristo, juez futuro de los vivos y de los muertos” (Fillion) Cf. 2, 19; 4, 16 s.; 5, 1 ss. “Si entonces había que superar la dificultad de una religión completamente nueva y repugnante a la mentalidad pagana o judaica, amén de la hostilidad del poder político que divinizaba al César y condenaba a muerte a quien se negaba a adorarlo, hoy, después de veinte siglos de cristianismo, los obstáculos a vencer no son menores. La idolatría práctica es harto más peligrosa que la idolatría teórica y es más difícil hacer cristiano a quien ha renegado de su bautismo que convertir a un pagano o a un ignorante de buena fe” (P. J. B. Penco).

[12237] 2. Cf. Hch. 16, 19 ss. y 17, 5 ss.

[12238] 3. Defiéndese contra las calumnias que sus adversarios esparcían, y destaca, como la más clara refutación, la labor realizada con desinterés y abnegación en bien de lo comunidad de Tesalónica.

[12239] 4. Para que nuestra predicación produzca fruto sobrenatural hemos de renunciar a la elocuencia mundana. Véase 1, 5 y nota; 1 Co. 1, 17; Ga. 1, 10, etc.

[12240] 7. S. Pablo vive plenamente el precepto de Cristo de que el mayor sirva al menor. Cf. Mt. 20, 26 s.; Mc. 10, 43 s.; Lc. 22, 27; Jn. 13, 12-17.

[12241] 9. El Apóstol trabajaba manualmente, haciendo tiendas de campaña, para ganarse el sustento, lo que es de valorar tanto más, si pensamos en su inmensa actividad espiritual. Cf. Hch. 18, 3 y nota; 1 Co. 4, 12; 2 Co. 11, 28; 2 Ts. 3, 8; etc.

[12242] 13. No como palabra de hombre: S. Agustín, escribiendo sobre esto a S. Jerónimo, le dice: “Con toda franqueza te confieso que solo a los Libros de la Sagrada Escritura, llamados canónicos, venero hasta creerlos infalibles. De modo que si en estos Libros veo algo que me parezca contrario a la verdad digo sin vacilar que el ejemplar está errado o que el traductor no entendió el sentido, o que yo no lo entiendo. Mas a todos los otros autores, por santo e ilustrados que puedan ser, me cuido bien de creer verdadero lo que dicen porque lo digan ellos, sino porque, con la autoridad de aquellos autores canónicos o con razones de peso, me persuaden que es conforme a la verdad. Y estoy seguro que tal es la regla que tú sigues como yo, y que no pretendes ciertamente que se lean tus libros con la misma deferencia que a los Profetas y los Apóstoles, a quienes no se podría sin delito atribuir el más pequeño error” (Carta 82). En otro lugar confirma esto diciendo “Tal soy yo con los escritos ajenos. Y así quiero que sean con los míos” (cf. 1, 8; Hch. 16, 34; 1 Co. 1, 12 y notas). Y consecuente con tal criterio, fulmina también este apóstrofe: “Vosotros, que creéis lo que queréis y rechazáis lo que no queréis a vosotros os creéis, y no lo que dice el Evangelio. Queréis ser la autoridad y ocupar el sitio que corresponde al Libro Santo”. Cf. Jn. 21, 25 y nota. Palabra de Dios que es una energía: Las palabras divinas de la Sagrada Escritura, escuchadas y leídas constantemente, meditadas día y noche, como dice el Profeta David en el Salmo primero, son de extraordinario provecho para la plenitud de nuestra vida espiritual, pues en ellas está la sustancia que Dios nos ha dado para nuestra oración. Para cada cristiano llega el peligro de que sus oraciones se conviertan en frías fórmulas, intelectuales, y si le falta entonces a la oración ese contenido espiritual de las Palabras divinas, que son espíritu y vida, cae insensiblemente en el ritualismo verbal, o sea, como dice Jesús, en el rezo a fuerza de palabras y en la alabanza que solo honra a Dios con los labios, mientras el corazón está lejos de Él (Mt. 6, 7 ss.; 15, 8).

[12243] 14 ss. De parte de nuestros compatriotas: Parece aludir a los que vemos en Hch. 17, 5. De los judíos: cf. Hch. 6, 9 ss.; 8, 1 ss.; 9, 1 s. En el v. 15 evoca también sus culpas anteriores, como hacía e Señor. Cf. Mt. 5, 12; 23, 31 y 37; Hch. 3, 15; 7, 52; Hb. 11, 38.

[12244] 16. Hasta el colmo: “Mas simplemente la cólera divina llegó a su término, porque pronto va a desencadenarse completamente sobre los judíos” (Fillion). Así les sucedió, por su oposición a los designios de Dios, cuando los romanos destruyeron Jerusalén el año 70, y empezó la dispersión de Judá que duraba todavía hasta el tiempo de que habla S. Pablo en Rm. 11, 11-25. Cf. Hch. 13, 50 s.; 14, 4 ss., y 18 ss.; 17, 5 ss.

[12245] 18. Satanás, sin duda por medio de sus agentes empeñados en sofocar la expansión del Evangelio. Nada preocupa tanto al padre de la mentira (Jn. 8, 44) y “príncipe de este mundo” (Jn. 14, 30) como impedir la obra netamente sobrenatural de no penetración de la palabra del Evangelio en las almas, porque sabe que ella es la fuerza de Dios para salvar a los que creen (Rm. 1, 16).

[12246] 19. Sobre la Parusía o segunda venida de Cristo triunfante. Cf. 1, 9 y nota; 3, 13; 4, 15; 5, 23, etc.

[12247] 3. Notable observación que S. Pablo aplica a sí mismo (Hch. 9, 16; 14, 21) y que repiten también S. Pedro (1 Pe. 4, 12) y el mismo Señor (Jn. 16, 2) para que nadie se sorprenda. Véase 1 Co. 4, 19; 2 Tm. 3, 12, etc.

[12248] 6. Timoteo, enviado por Pablo a Tesalónica, trajo buenas noticias a Corinto donde estaba el Apóstol.

[12249] 9. La oración que sigue atestigua el amor del Apóstol a sus hijos espirituales, en particular su interés por el acrecentamiento de la fe.

[12250] 11. S. Pablo nos enseña a cada paso a distinguir las Divinas personas en la oración.

[12251] 12. La caridad fraterna, señal característica del verdadero cristiano y de su elección (Jn. 13, 35; cf. Col. 4, 5 y nota), debe crecer constantemente sin menguar.

[12252] 13. Es la advertencia que constantemente nos da Jesús de estar preparados no solo para la hora final de nuestra muerte, sino para su venida que puede ser en cualquier momento, “como la de un ladrón”. Cf. 5, 2 y nota; St. 5, 8. Con todos sus santos: Judas 14; 1 Co. 5, 23 y nota.

[12253] 1. Informado por Timoteo sobre el estado espiritual de aquella cristiandad (3, 6), el Apóstol añade aquí sus exhortaciones sobre la santidad de vida, enseñándoles a huir la deshonestidad, la doblez y la holganza.

[12254] 4. Que se abstengan de la fornicación con aquella pureza y honestidad que corresponde a la condición de nuestro cuerpo, que debe ser templo de Dios (1 Co. 3, 16 s.; 6, 19; 1 Pe. 3, 17). El fin inmediato del matrimonio es la procreación de los hijos para que lo sean de Dios, y miembros de Cristo; el fin último, la gloria de Dios. Ambos fines han de guiar la vida y la conducta de los casados (Sto. Tomás).

[12255] 7. Sino en santidad, es decir, que la santidad es para todos los hijos de Dios (Cf. 1 Co. 1, 2 y nota), y esto porque É1 nos ha dado también su santo Espíritu (v. 8). Aquí, como en Rm. 5, 5, vemos terminantemente destruida nuestra abominable suficiencia. El mismo Apóstol, por la forma de hablar, nos muestra su asombro ante la maravilla que nos está revelando. Porque según esto la santidad es un ofrecimiento de Dios que nos invita a ser santos como Él es santo (Lv. 11, 44; 19, 2; 20, 26; 21, 8; 1 Pe. 1, 15 s.; Lc. 6, 36 y nota). Si aceptamos, si lo deseamos con sinceridad, Él mismo nos da entonces su propio Espíritu, que es el Espíritu de santidad (Rm. 5, 5), de la propia santidad de Dios. Si el sol mira a la tierra, la verá luminosa, como nosotros vemos a la luna, pero esa luz es la que le da É1, nada más que Él. Y más aún la luminosidad será tanto mayor cuanto más lisa sea la superficie que la refleja, es decir, cuanto más quitemos nuestros propios inventos para vivir y obrar según todo lo que nos viene de Él. De ahí que quien esto rechaza, no desprecia a un hombre sino a Dios.

[12256] 13 ss. A los primeros cristianos, más que a nosotros, les preocupaba la segunda venida de Cristo, especialmente en cuanto a la suerte de los muertos. Creían que estos, tal vez, fueran remitidos al último lugar en la resurrección o que la resurrección ya había pasado (2 Tm. 2, 16 ss. y nota). Contesta S. Pablo: De ninguna manera habéis de angustiaros; ellos resucitarán los primeros, y los otros justos que estén vivos serán arrebatados al encuentro de Cristo en el aire. Los Padres griegos, y de los latinos S. Jerónimo y Tertuliano, opinan que esto sucederá sin que antes sea necesaria la muerte física. Lo admiten también S. Anselmo y Sto. Tomás, etc. Véase 3, 13; 1 Co. 6, 2 s.; 15, 23 y 51; 2 Tm. 4, 8 y notas.

[12257] 16. El Arcángel: probablemente S. Miguel, pues es el único que en la Sagrada Escritura lleva este título. Véase Judas v. 9; Dn. 10, 13 y notas. Acerca de la trompeta de Dios cf. Za. 9, 14, donde el mismo Dios hace sonar la trompeta. Resucitarán primero: cf. 1 Co. 15, 23.

[12258] 2. Cf. Mt. 24, 36; Mc. 13, 32; Lc. 12, 39; St. 5, 8; 2 Pe. 3, 10; Ap. 3, 3; 16, 15. El Apóstol se refiere a la Parusía de Cristo, no a la muerte individual de cada uno.

[12259] 3 s. Paz y seguridad ha sido siempre, a través de toda la Biblia, el mensaje de los falsos profetas, cuyo éxito, superior al de los verdaderos, se funda precisamente en ese agradable optimismo (véase la introducción general a los Libros Proféticos). De ahí que el que ignora las profecías bíblicas fácilmente vive en la ilusión, no percibe el sentido trágico de la vida presente, ni el destino tremendo a que marchan las naciones. Véase Lc. 18, 8; Ap. 9, 21; 16, 9; 19, 19; etc. Nada más consolador que la excepción contenida en el v. 4 para aquellos que viven a la luz de la Palabra divina (Sal. 118, 105).

[12260] 6 s. No durmamos como los demás, en la despreocupación e indiferencia. La embriaguez señala el aturdimiento espiritual en que vive el mundo.

[12261] 16. Gozaos siempre: Este es el versículo más corto de la Biblia. No podemos quejamos de su contenido. Él resume lo que todo el divino Libro desea, ofrece y realiza, con infalible eficacia, en todo amigo que frecuenta su intimidad.

[12262] 17. Orad sin cesar: S. Agustín hace notar que esto no significa “rezad todo el día”, y menos con pura oración vocal, sino mantenerse incesantemente en la presencia y el amor de Aquel cuyo culto máximo es nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza. Nuestros trabajos y toda nuestra vida deben ser oración. Véase 1 Co. 10, 31 y nota. Decía alguien, como una broma casi inocente, que sus mejores negocios los había planeado durante el Rosario. ¿No le habría valido mucho más planearlos en su escritorio? He aquí cosas que no se entienden sino a la luz del amor. Porque no es obligación visitar a un amigo ni es prohibido ocuparse de un negocio; pero si yo me pongo a pensar en el negocio durante la visita a mi amigo y desatiendo su conversación, ciertamente le daré un disgusto mucho mayor que si no hubiese ido a verlo. Y así comprobamos una vez más que lo único que Dios nos pide es que no tengamos doblez, pero esto lo exige en absoluto. De ahí que toda la Biblia nos muestra como mucho más abominable a Dios la falsa religiosidad y el fariseísmo que los extravíos de los pecadores. Cfr. Lv. 19, 19; Dt. 22, 11, sobre el horror de Dios a las mezclas.

[12263] 18. He aquí un gran secreto de espiritualidad: vivir ofreciendo el Hijo al Padre en acción de gracias por el don que nos hizo de este Hijo (Jn. 3, 16), y recibiendo constantemente ese don por la Eucaristía y por la fe (Ef. 3, 17), como el “pan supersustancial” del Padrenuestro (Mt. 6, 11). Esta doble y continua actitud de recibir y entregar a Cristo, Mediador entre el Padre y nosotros y luego entre nosotros y el Padre, ha sido llamada con acierto “la respiración del alma”.

[12264] 19. No apaguéis el Espíritu: “Y si el Espíritu se apaga, ¿cuál será la consecuencia? Lo saben todos aquellos que se han encontrado en una noche oscura. Y si resulta difícil trasladarse durante la noche de una parte de la tierra a otra, ¿cómo recorrer de noche el camino que va de la tierra al cielo? ¡No sabéis cuántos demonios ocupan el intervalo, cuántas bestias salvajes, cuántos espíritus del mal se hallan apostados! Mientras tengamos la luz de la gracia, no pueden dañarnos; pero si la tenemos apagada, se arrojarán sobre nosotros, nos asirán y nos despojarán de cuanto llevamos. Los ladrones tienen por costumbre echar mano cuando han apagado la linterna, ven claro en estas tinieblas, en tanto que nosotros no estamos habituados a la luz de la oscuridad” (S. Crisóstomo). Cf. 1 Co. cap. 12 y 14.

[12265] 20. No menospreciéis las profecías: Cf. 1 Co. 14, 39. Hoy solemos interesarnos poco por las profecías, a las cuales la Sagrada Escritura dedica, sin embargo, gran parte de sus páginas. En el Eclesiástico (39, 1) se nos muestra el estudio de las profecías como ocupación característica del que es sabio según Dios (cfr. Am. 3, 7 ss. y notas). “Doctrina y profecía tienen la misma íntima relación que conocimiento y deseo. Lo primero es doctrina, o sea conocimiento y fe; lo segundo es profecía, o sea esperanza y deseo vehementísimo, ambicioso anhelo de unión que quisiera estar soñando en ello a toda hora, y que con solo pensar en la felicidad esperada, nos anticipa ese gozo tanto más eficazmente cuanto mayor sea el amor. ¿Cómo podría entonces concebirse que hubiera caridad verdadera en un alma despreocupada e indiferente a las profecías?”. Véase Rm. 15, 4 y nota.

[12266] 21. Examinadlo todo: No todo lo que parece ser bueno, lo es en efecto. Hay que examinarlo a la luz de la fe. Véase 1 Jn. 4, 1; Hch. 17, 11, donde se muestran los de Berea mejores que los tesalonicenses, porque recibían ávidamente la palabra de S. Pablo y constantemente la comprobaban con las Escrituras. El Apóstol nos da así una vez más la noción del tesoro que es nuestra alma para que no la abandonemos a la opinión de cualquiera. Ciertamente, dice Clemente Alejandrino, no somos incautos cuando se trata de bienes materiales. Cf. 1 Co. 12, 2; Ef. 4, 14. La Escritura nos enseña claramente a desconfiar de nosotros mismos en nuestras determinaciones, y buscar el consejo del prudente (Pr. 12, 15; 13, 10; Si. 6, 35 s., y notas), pero con la libertad del hombre espiritual (Si. 37, 17-19 y nota). Tal es el testimonio de la propia conciencia (Rm. 8, 16 y nota) que Dios da aun a los paganos (Rm. 2, 14) y sin el cual el hombre no podría ser recto, pues nunca podría saber que lo era (Rm. 9, 1).

[12267] 22. Absteneos de toda clase de mal: no solo de lo que en realidad lo es. De este modo cortaréis todas las ocasiones de escándalo y de murmuración (S. Basilio). Véase Si. 9, 4 y nota.

[12268] 23. La caridad de S. Pablo nos desea, aun para el cuerpo, la dicha de disfrutar el misterio que nos anunció en 4, 16 y en Fil. 3, 20 s. S. Ireneo, siguiendo al Apóstol, distingue también en el cristiano cuerpo, alma y espíritu. Son tres dominios superpuestos: el del cuerpo es el animal o físico; el del alma es el psíquico (1 Co. 2, 14 y nota); el del espíritu es el sobrenatural, único verdaderamente espiritual. Véase 1 Co. 15, 44; Hb. 4, 12.

[12269] 26. En ósculo santo: Esta fórmula espiritual es grata a S. Pablo (Rm. 16, 16; 1 Co. 16, 20; 2 Co. 13, 12) y a S. Pedro (1 Pe. 5, 14). Sin duda viene de que el beso era, entre los judíos, parte de la salutación (Mt. 26, 48; Lc. 7, 45; 22, 48, etc.). S. Justino y otros atestiguan que pasó a los primeros cristianos, y aún lo vemos conservado en la Liturgia como señal de paz.

[12270] 27. Os conjuro por el Señor: No puede ser más apremiante el reclamo que el mismo Apóstol hace de que todos lo lean. El Crisóstomo que no dejaba pasar una semana sin releer él mismo a todo San Pablo, dice que los laicos deben hacerlo aun con mayor razón que los sacerdotes, por lo mismo que son más ignorantes en materia espiritual.

[12271] l. Esta segunda carta fue también escrita en Corinto, poco después de la anterior, como lo acredita la permanencia de Silvano y Timoteo (cf. 1 Ts. 1, 1), para tranquilizar a los tesalonicenses que, por lo que se ve (2, 2 y nota), eran engañados por algunos sobre el alcance de aquella carta, cuyo contenido, lejos de rectificarlo, confirma el Apóstol en 2, 15 (Vulg. 2, 14). Porque no faltaban quienes descuidaban sus deberes cotidianos, creyendo que el día de Cristo había pasado ya, y que por consiguiente, el trabajo no tenía valor (cf. 1 Ts. 4, 16), o que las persecuciones que sufrían (v. 4; 1 Ts. 2, 14) pudiesen ser ya las del “día grande y terrible del Señor” sin que ellos hubiesen sido librados por el advenimiento de Cristo y la reunión con Él (2, 1). S. Pablo los confirma en su esperanza (v. 5-12) y les da las aclaraciones necesarias refiriéndose en forma sucinta a lo que largamente les había conversado en su visita. De ahí que, para nosotros, el lenguaje de esta carta tenga hoy algún punto oscuro que no lo era entonces para los tesalonicenses (cf. 2, 5). “¿No debe esto despertarnos una santa emulación para no saber hoy menos que aquellos antiguos?”

[12272] 8. En llamas de fuego: La Liturgia de Difuntos (Dies irae) nos recuerda constantemente aquel día en que el Señor volverá “a juzgar al mundo por el fuego”. Véase 1 Co. 3, 13 y nota; 2 Pe. 3, 10 ss.; Ap. 19, 12.

[12273] 2. Ni por pretendida carta: No bien había S. Pablo fundado la Iglesia en Tesalónica y partido de allí —dice un autor moderno— aparecieron falsos maestros inquietando los ánimos de sus convertidos. En este caso vemos que llegaron a forjar una falsa carta de S. Pablo. Y el lenguaje de esos falsos maestros parece haber sido el de Himeneo y Fileto, contra los cuales el Apóstol previene en 2 Tm. 2, 17. ¿Vosotros estáis esperando el segundo Advenimiento? ¡Pobres ingenuos! Ya ha sucedido. Cristo ha venido y congregado a sus santos con Él. ¡Y vosotros habéis sido dejados! También pudo referirse esa falsa carta al segundo Advenimiento como cosa futura, pero con exclusión de los que ya hubiesen muerto (Cf. 1 Ts. 4, 13 ss.). De ahí que los creyentes se sintieran tan terriblemente conmovidos. Véase 2 Tm. 2, 16 ss. y nota.

[12274] 3 s. Es decir, que la apostasía ha de preceder al hombre de iniquidad, como culminación del “misterio de iniquidad” (v. 6) y clima favorable a la desembozada aparición del v. 8 (S. Tomás, Estio, C. a Lapide, S. Belarmino, Suárez, etc.). Nadie niega que la apostasía (Lc. 18, 8) ha comenzado ya (cf. v. 7), no solo en los ambientes intelectuales, sino también en los populares, lo que Pio XI caracterizaba como el gran escándalo de nuestro tiempo. Lo peor es que los apóstatas en gran parte se queden dentro de la Iglesia (2 Tm. 3, 1-5; cf. 1 Jn. 2, 18 s.) e infecten a otros (cf. Ag. 2, 12 ss.; Ga. 5, 9 y notas). De ahí la tremenda advertencia de los vv. 10 y 11. “He aquí desde ahora la apostasía —dice S. Cirilo de Jerusalén— porque los hombres abandonan la verdadera fe de manera que confunden en Dios al Padre con el Hijo”. El hombre de iniquidad (tes anomías), lección preferible a tes hamartías (de pecado), pues coincide con el “misterio de la iniquidad” (v. 7) ligado íntimamente a él. Judas Iscariote recibe un nombre semejante en Jn. 17, 12. Es creencia general que se trata del Anticristo, si bien algunos dan este nombre a la bestia del mar (Ap. 13, 1 ss.) y otros a la bestia de la tierra o falso profeta (Ap. 18, 11 ss.). Se discute si será una persona singular o una colectividad. En todo caso parece que esta necesitaría siempre de un caudillo o cabeza que la inspirase y guiase. Pirot, después de recordar muchos testimonios y especialmente el de S. Agustín que trae como definición del Anticristo “una multitud de hombres que forman un cuerpo bajo la dirección de un jefe” (cf. Dn. 9, 26), concluye que “el adversario es una serie ininterrumpida de agentes del mal que se oponen y se opondrán a la doctrina y a la obra de Cristo desde la fundación de la Iglesia hasta el último día”. Véase 1 Jn. 2, 18-19 y 22; 4, 3; 2 Jn. 7; 2 Pe. 3, 3; Judas 18; Mt. 24, 24. En el templo de Dios (v. 4): según S. Crisóstomo, Teofilacto, Ecumenio y Teodoreto: la Iglesia. S. Hilario escribe a este respecto: “Hacéis mal en amar tanto los muros, en fincar así en los edificios vuestro respeto por la Iglesia, y cubriros de este pretexto para invocar una pretendida paz: ¿Puede dudarse que el Anticristo se sentará en los mismos lugares?” S. Hipólito cree que en los últimos tiempos el Anticristo tendrá su imagen en todas las iglesias. Otros piensan en un nuevo Templo de Jerusalén. Varios autores llaman la atención sobre el hecho de que no se caracteriza el Anticristo por sus crímenes o inmoralidades, sino como “el gran usurpador de la gloria”, que querrá ser adorado él solo, como el príncipe de Dn. 11, 36 s. “En verdad, si se considera los muchos pasajes que el Apocalipsis reproduce de los antiguos profetas, se tiene la impresión creciente de que, en los fenómenos escatológicos, Israel juega un papel mayor de lo que solemos pensar”.

[12275] 5. Véase la nota en 1, 1.

[12276] 7. El misterio de la iniquidad, que culminará en el Anticristo y su triunfo sobre todos los que creerán a la mentira (v. 11) por no haber aceptado el “misterio de la sabiduría” (1 Co. 2, 7), ya está operando desde el principio, en forma subrepticia de cizaña mezclada con el trigo y de peces malos entre la red (Mt. 13, 47 s.), a causa del dominio adquirido por Satanás sobre Adán, y mantenido sobre todos sus descendientes que no aprovechan plenamente la redención de Cristo. Es, no solo el gran misterio de la existencia del pecado y del mal en el mundo, no obstante la omnipotente bondad de Dios, sino principalmente, y en singular, ese misterio de la apostasía (v. 3), que llevará al triunfo del Anticristo sobre los santos (Ap. 13, 7), a la falta de fe en la tierra (Mt. 24, 24; Lc. 18, 8), y, en una palabra, a la aparente victoria del diablo y aparente derrota del Redentor hasta que Él venga a triunfar gloriosamente en los misterios más adelante señalados para el fin. Las armas del Anticristo son falsas ideologías y doctrinas que Satanás, “el príncipe de este mundo”, va introduciendo desde ahora bajo etiquetas de cultura, progreso y aun de virtudes humanas que matan la fe, y gracias a los medios que la técnica moderna le da para monopolizar la opinión pública. Un autor americano reciente ve el misterio de iniquidad en el “conformismo”, o sea en la acomodación de los cristianos al mundo, en la infiltración del mundo en las filas de los discípulos de Cristo (Hanley Furfey, The Mistery of Iniquity). Cf. Ga. 1, 4 y nota.

[12277] 7. El que ahora detiene: En el v. 6 este masculino es un neutro: lo que le detiene. Son variadísimas las interpretaciones que se dan a este oscuro lugar. La antigua creencia de que ese obstáculo sería el Imperio Romano, quedó desvirtuada por la experiencia histórica y no parece posible mantenerla, pues todos los Padres y autores están de acuerdo en que se trata de un hecho escatológico, es decir, para los últimos tiempos, puesto que el mismo Jesús anuncia que cuando Él venga, no encontrará fe en la tierra (Lc. 18, 8). De ahí que S. Agustín presente como inseparables estos cuatro fenómenos; “Elías Tesbita (Mal. 4, 5 s.; Mt. 17, 11); fe de los judíos (Mt. 23, 39; Jn. 19, 37; Rm. 11, 25 s.; 2 Co. 3, 16); persecución del Anticristo (Ap. 13, 1 ss.; 19, 1-21) y venida de Cristo”. Teodoreto y otros piensan que el obstáculo que detiene la aparición desembozada del Anticristo es el decreto divino (Sal. 2, 7 ss.). No significa ello que el decreto haya de aparecer de en medio, sino que el mismo comporta esperar (2 Pe. 3, 9) hasta que el Padre resuelva poner todos los enemigos a los pies de su Hijo (Sal. 109, 1 ss.; Hb. 2, 8; 10, 13), y entonces aparecerá el inicuo a quien Él destruirá (v. 8) después de su breve triunfo (Ap. 13, 5). En última instancia sabemos que es el Espíritu Santo quien detiene los poderes del mal y vence al Anticristo (1 Jn. 4, 3-4) y al Maligno (1 Jn. 2, 13-14). Hasta que aparezca de en medio: Otros traducen: hasta que sea quitado de en medio, lo cual aumenta aún más la oscuridad de ese misterioso pasaje, siendo difícil saber a quién se refieren cada vez los distintos verbos. Hemos de pensar que si Dios ha querido dejar este lugar en la penumbra, ello es sin duda porque hay cosas que solo se entenderán a su hora (Jr. 30, 24; Dn. 12, 1-10; Ap. 10, 4). No obstante lo cual poseemos ya, para nuestra vida espiritual, mil otros anuncios claros y reiterados que nos sirven colmadamente para alimentar nuestra esperanza y para conocer las señales de los tiempos tal como nos previene el mismo Señor. Cf. Mt. 24, 33; Lc. 21, 28, etc.

[12278] 8. Cf. Is. 11, 4; Dn. 7, 11; 8, 25; 1 Jn. 2, 18 s.; Ap. 19, 15 y 20 y notas.

[12279] 10. Los que han de perderse: Este pasaje (v. 9-12) es tal vez uno de los más terribles de la Escritura y digno de grave meditación. Dios que es la misericordia misma, es también la verdad, cuya expresión nos da en su Hijo Jesucristo, que es su Verbo o Palabra encarnada, y que no cesa de presentarse como la Verdad y la Luz. Así, pues, como habrá una tremenda venganza del Amor despreciado (Ct. 8, 6 y nota), así también vemos aquí la venganza de la verdad desoída. Vemos en Sal. 80, 13 que Dios abandonó a sus devaneos al pueblo de Israel que no quiso escucharle; así hará aquí entregándolos desarmados “para que crean a la mentira, ya que no tuvieron interés en armarse de la espada del espíritu que es la Palabra de Dios” (Ef. 6, 11, 13 y 17). Y se cumplirá entonces trágicamente —como hace tiempo se está cumpliendo— aquella palabra de Jesús en Jn. 5, 43, que algunos interpretan precisamente como un anuncio del Anticristo. Véase también Am. 8, 11 y nota.

[12280] 12. El que es incrédulo a la verdad, se complacerá en la maldad por lo mismo que vimos, a la inversa, en Ef. 5, 9 y nota.

[12281] 13. Sobre la santificación del Espíritu véase 1 Ts. 4, 6 y nota. El crédito a la verdad: Obsérvese que el crédito —también en el lenguaje bancario— se da en proporción a la estima que inspira cada persona. Por eso no hay mayor ofensa que dudar de la palabra. ¿Dónde hallaremos, dice un autor moderno, quien quiera apostar en favor de la fidelidad de Dios? Jesús nos había revelado ya que todo el que obra mal, odia la luz (Jn. 3, 20). Aquí vemos que, a la recíproca, todo el que odia la luz, obra mal. Bastaría esta doble norma para guiar hacia la sabiduría una vida entera. Porque el hombre sincero, que tiene a su disposición el Evangelio, no tiene por qué preguntar dónde está la sabiduría, y por tanto la santidad. “Mis Palabras, dice Jesús, son espíritu y son vida” (Jn. 6, 64). Cf. Sal. 118, 105 y nota.

[12282] 1. Que la Palabra... corra, etc.: Este ideal del grande amigo de Dios se reproduce textualmente en la oración de la preciosa Misa votiva “de propagatione fidei” cuya celebración en los días de rito simple nunca podría recomendarse bastante como acto anhelo de apostolado, insuperablemente grato a nuestro Padre celestial.

[12283] 3. Os guardará del Malo o del Maligno, es decir, de Satanás. Es lo que pedimos en el Padrenuestro. Véase Mt. 6, 13 y nota.

[12284] 6. Las exhortaciones finales tienden, ante todo, a inculcar la obligación de trabajar y guardarse de una vida desordenada. El Apóstol invoca el ejemplo que él mismo dio a los tesalonicenses, trabajando entre ellos aun de noche, para no comer el pan de otros (v. 8). Cf. Hch. 20, 34; 1 Co. 4, 12; 2 Co. 11, 7; 1 Ts. 2, 9.

[12285] 15. Tratándose de un pecador, la severidad del v. 14 se suaviza aquí por la caridad. Más grave es cuando se trata de los que no aceptan la buena doctrina. Cf. Rm. 16, 17; 2 Jn. 10. Véase también 1 Co. 5, 10 ss.; 2 Tm. 4, 14 y 16.

[12286] 17. De mi propia mano: la firma del Apóstol tuvo especial importancia para los tesalonicenses, ya que entre ellos circulaban palabras o cartas apócrifas de Pablo, como se deduce de 2, 2.

[12287] 1. Timoteo, hijo de padre pagano y madre judía, era el discípulo más querido de Pablo, socio en su segundo viaje apostólico y compañero durante el primer cautiverio en Roma. Después de ser puesto en libertad, Pablo le llevó al Asia Menor, donde le confió la dirección de la Iglesia de Éfeso. Esta primera carta, escrita probablemente hacia el año 65, quiere alentar al Obispo Timoteo en su lucha contra las falsas doctrinas y darle instrucciones referentes al culto y a las cualidades de los ministros de la Iglesia, por lo cual constituye una lección permanente de espíritu pastoral, dada por el mismo Espíritu Santo, junto con la segunda a Timoteo, que es un doloroso cuadro de la apostasía, y la de Tito, análoga a la presente y que contempla más el ordenamiento particular de cada Iglesia, que hoy llamaríamos diócesis.

[12288] 4. Alude tal vez a los judíos que, llevando consigo las tablas genealógicas, se jactaban de su descendencia de Abrahán, y cuyo orgullo provocaba muchas disputas dentro de la comunidad. Hay aquí una lección contra el orgullo de raza o familia, que, como todos los orgullos, es necedad, según lo muestra el Apóstol en Ga. 6, 3 y 1 Co. 4, 7. El mismo S. Pablo nos dice que entre los creyentes no había muchos poderosos ni muchos nobles (1 Co. 1, 26), cosa explicable por lo que Jesús señala el especial peligro en que los ricos están de caer en el amor del mundo, que no es compatible con el amor de Dios (1 Jn. 2, 15). De ahí que el mismo Señor eligiese también en general a hombres modestos, y figurase Él mismo como hijo del carpintero (Mt. 13, 55; Mc. 6, 3), siendo como era Hijo de Dios y descendiente del Rey David. El orgullo por la descendencia carnal de Abrahán es claramente condenado por el Señor (Jn. 8, 33-47) y por el Bautista (Mt. 3, 9), y también reprueba Jesús el apego a las tradiciones humanas, porque son otros tantos ídolos que rivalizan con Dios (Mt. 15, 2 ss.; Mc. 7, 3 ss.). Muy al contrario, los pecados de los antepasados son aludidos a menudo, tanto por Dios en sus reconvenciones (2 Cro. 30, 7 s.; Bar. 2, 33; Nm. 32, 8; Hb. 3, 9, etc.), cuanto por los mismos israelitas en sus actos de contrición (2 Cro. 29, 6; Ne. 9, 29; Dn. 9, 8; cf. Lm. 3, 42 y nota). El único buen orgullo genealógico que vemos en la Biblia —donde tanto nos humilla la común descendencia de Adán—, es el que invoca Tobías como una responsabilidad “porque somos hijos de santos” (Tob. 2, 18). Por lo demás, si observamos “cómo se escribe la historia”, veremos que el orgullo racista de pertenecer a esa prosapia de Abrahán (como lo deseaba S. Ignacio de Loyola para tener la misma sangre que Jesús), la más ilustre de la tierra por su elección directa de parte de Dios, se ha convertido hoy, según el reiterado anuncio de los profetas, en “fábula y ludibrio de la tierra” (Donoso Cortés). Sin embargo, no se excluye en este pasaje una posible referencia a los gnósticos, cuya especialidad consistía en hacer genealogías de los ángeles y eones. Véase 4, 7; 2 Tm. 2, 23; Tt. 3, 9.

[12289] 5. No se puede expresar más terminantemente la diferencia del mensaje de amor que Cristo nos trajo de su Padre, con cualquier otra legislación puramente preceptiva. Dios no da órdenes como un simple soberano que exige obediencia, sino como un Padre que busca hijos amantes, según lo expresa Cristo e el gran mandamiento que no reclama sino amor. Véase Mt. 22, 37 ss.; Rm. 13, 10; Ga. 5, 14 y nota. Como comentario a tan preciosa norma que S. Pablo da al Obispo Timoteo sobre la predicación, nada mejor que las siguientes líneas de un piadoso obispo alemán: “El concepto de un Dios legislador no es cosa singular del cristianismo y está en todas las religiones, aun las más groseras. En cambio, el sublime dogma revelado de un Dios Padre que no necesita de nuestros favores, que amó a los hombres hasta entregarles su Hijo único, y que solo nos pide un amor, que Él mismo nos da con su santo Espíritu, para llegar a divinizamos como Él, eso sí que es exclusivo del cristianismo. De ahí que lo que debe enseñarse y predicarse para transformar sustancialmente los espíritus es sobre todo esa concepción espiritual de Dios. Por eso dijo Jesús que la vida eterna consiste en conocer al Padre y a su Hijo y Enviado el Cristo. Porque el saber las reglas morales no basta para cumplirlas si no hay ese amor que nace del conocimiento espiritual de Aquel que es amable sobre todas las cosas”.

[12290] 7. Característica no solo de los falsos doctores de entonces, sino también de los charlatanes modernos, que hablan de la religión cristiana sin estudiar sus fuentes.

[12291] 9. La Ley no fue dada para los justos: Sobre esta notable doctrina véase Ga. 5, 18 y 22 y notas.

[12292] 14. La gracia... sobreabundó: Es decir: más poderoso que nuestra miseria y nuestras culpas fue a amor triunfante de Cristo, que se sobrepuso a toda consideración de justicia y no reparó en medios con tal de salvarnos. Véase Sal. 50, 9 y nota.

[12293] 15. Es la maravillosa doctrina expuesta por el Salvador en Mt. 9, 10 ss.; 18, 11; Lc. 19, 10, etc. Como muy bien observa Mons. Sheen, “en otras religiones se necesita ser bueno para poder acercarse a Dios. No así en la cristiana”. “Jesucristo ha venido a tomar nuestras debilidades para armarnos con su fuerza; a revestirse de la humanidad para darnos la divinidad; a aceptar las humillaciones para hacernos dignos de los honores; a sufrir las pesadumbres para alcanzarnos la paciencia” (S. Pedro Crisólogo).

[12294] 16. Para estímulo de todos los pecadores y convertidos “obreros de la hora undécima” (Mt. 20, 8), S. Pablo no pierde ocasión de destacar la gratuita misericordia que con él se tuvo al confiarle una misión única en la revelación del misterio escondido de Cristo (Ef. caps. 1 y 3), a pesar de haber perseguido a la Iglesia (Ga. 1, 13) y de no pertenecer siquiera al grupo de los doce que conocieron y siguieron al Señor (Hch. 1, 15 ss.). Pablo se nos presenta así como el primogénito de los convertidos. De ahí la explosión de gratitud y alabanza en el v. 17.

[12295] 17. Sobre este punto esencial, cf. Rm. 16, 27.

[12296] 20. Sobre Himeneo cf. 2 Tm. 2, 17 s. Sobre Alejandro cf. 2 Tm. 4, 14. En un caso se trataba de mala doctrina, y en otro de oposición a la buena. Tal es quizá lo que S. Pablo llama blasfemia, pues antes habla de naufragio en la fe (v. 19). Entregado a Satanás: según S. Crisóstomo, para que Satanás los castigara en su cuerpo a fin de que no perecieran eternamente. Cf. 1 Co. 5, 5 y nota.

[12297] 1. Pasa a dar instrucciones sobre el culto, y destaca la importancia de rogar por los que tienen la tremenda responsabilidad del mando (v. 2 s.).

[12298] 4. Aquí se nos revela el fondo del corazón de Dios. Su voluntad salvífica era ya conocida en el Antiguo Testamento (Ez. 18, 23; 33, 11 y notas). Cristo al confirmarla (Lc. 19, 10; Mt. 18, 11; 21, 31; Jn. 3, 17), nos descubrió que esa salvación nos llega, como aquí dice S. Pablo, mediante el conocimiento de la verdad contenida en la Palabra del Padre que nos fue traída por el Hijo (Jn. 15, 15; 17, 17), mostrándonos así que en su doctrina no hay nada esotérico ni secretos exclusivos para los iniciados. Véase Mt. 10, 27.

[12299] 5. “Solo Jesucristo, por derecho propio, por representación propia, por méritos propios, es el Mediador entre Dios y los hombres. Los santos, y singularmente la Virgen María, lo son en cuanto son asociados a la mediación única de Jesucristo” (Bover).

[12300] 8. Levantar las manos era la hermosa actitud del orante en el Ant. Testamento (1 R. 8, 22; Ne. 8, 6; 2 Mac. 3, 20). Sin ira ni disensión: es decir, que para orar necesitamos antes perdonar a todo enemigo, tal como Jesús lo exige al que presenta una ofrenda ante el altar (Mt. 5, 23 ss.). En todo lugar: Véase Jn. 4, 21 ss.; Mt. 6, 6.

[12301] 9 s. ¿No parece esto escrito a propósito para grabarlo visiblemente en los muros de todos los templos? A fuerza de leer esta palabra de Dios, se penetrarán de ella las almas rectas (2 Tm. 3, 16 s.).

[12302] 12. “En la primitiva Iglesia era permitido a cada uno de los fieles que se sintiera impulsado a ello, dirigir la palabra a la asamblea congregada para asistir a los divinos oficios. También se les permitía orar en voz alta (1 Co. 14, 26 ss.). Las mujeres reclamaban para sí igual derecho (1 Co. 11, 1 s.); pero S. Pablo se lo rehúsa (1 Co. 14, 34 s.)” (Don Penco). La prohibición aquí dada se refiere en primer lugar a la predicación. Por eso, la Iglesia jamás permitió que mujeres tomasen la palabra desde la cátedra. Esto no excluye que privadamente puedan instruir a otros en el Evangelio, como vemos en el hermoso caso de Priscila (Hch. 18, 26 y nota) y en las catequistas de hoy.

[12303] 15. La vocación de la mujer es la maternidad que también puede extenderse, en sentido espiritual, a las almas que se entregan al apostolado o al servicio de los que sufren. Cf. Ez. 3, 19 y nota.

[12304] 1. S. Agustín, comentando este pasaje, hace notar que S. Pablo dice obra y no honra, porque la Escritura acentúa especialmente la humildad que hemos de guardar en todo alto cargo. Cf. Si. 3, 20; 7, 4; 31, 8; Lc. 22, 24-27; Fil. 2, 7 s. y notas.

[12305] 2. En la antigüedad cristiana no había aún precepto de celibato para los obispos y presbíteros, sino que se ordenaban también casados; mas estaban excluidos de la ordenación los casados en segundas nupcias. Esto quiere expresar el término marido de una sola mujer. Cf. Tt. 1, 7; 1 Co. 7, 25-40.

[12306] 5. Aplicando esto también a lo espiritual, dice S. Crisóstomo: “Más cercanos y más próximos somos nosotros de nosotros mismos que de cualquier prójimo. Pues si a nosotros mismos no nos persuadimos ¿cómo pensamos persuadir a otros?... ¿Cómo es posible que el que no guarda ni protege su alma tenga cuidado de la ajena y procure convertirla y mejorarla?”

[12307] 10. Sean probados primero: En la vida de S. Vicente de Paul, cuya Misa proclama que “promovió el decoro del orden eclesiástico” (colecta del 19 de julio), se refiere que formaba a su clero al lado suyo, entregándoles, desde jovencitos, la Sagrada Escritura para formarlos en la piedad y poniéndolos en contacto con los pobres para probarlos en la caridad.

[12308] 11. Se trata aquí probablemente de las mujeres de los diáconos (v. 8).

[12309] 15. “En el Antiguo Testamento era el templo lo que llevaba ordinariamente el nombre de Casa de Dios. Sin embargo, desde el Libro de los Números 12, 7, esta locución es empleada en sentido figurado para representar la familia espiritual de Yahvé, es decir, su pueblo. Así también aquí. Cf. Hb. 10, 21; 1 Pe. 2, 5; 4, 17. La Iglesia: En la acepción más amplia, la asamblea de los fieles de todos los países... Al destacar así la grandeza de la Iglesia, el Apóstol insinúa con qué celo deben servirla sus ministros” (Fillion). En cuanto a la jerarquía, su sagrada misión consiste ante todo en transmitir fielmente y plenamente a la grey de Cristo las palabras de la Verdad eterna (Mt. 28, 20; Hch. 3, 22; Mal. 2, 7 ss.), que S. Pablo llama “el depósito” (6, 20 y nota). En efecto, la palabra jerarca viene de “hierarches” = guarda, custodio de un santuario o de cosas sagradas. “Jerarquía”, “Hierarjía” es el oficio de un “hierarjes”, de un “custodio de cosas sagradas”... La palabra no figura entre los clásicos griegos, pero se la encuentra en inscripciones. Su uso corriente se debe a los escritos de Dionisio Seudo-Areopagita, presumiblemente de la época de Justiniano” (S. Huber). San Pablo insiste en el carácter esencialmente sobrenatural de la función de los “presbíteros” (2 Tm. 2, 4 y nota), y Pío XI quiso extenderlo aun a las actividades de la Acción Católica, que son consideradas como participación en el apostolado jerárquico, al alejarlas de toda intervención de orden meramente político o temporal.

[12310] 16. El v. 16 parece ser una estrofa de un himno cristiano que resume en versos el misterio de Cristo, llamándolo misterio de la piedad (fe) digno de toda veneración. Manifestado en carne: véase Jn. 1, 14. Justificado en Espíritu: El Espíritu Santo testificó la santidad de Jesús (Jn. 16, 8 ss.), y completó su obra en el día de Pentecostés y en las variadas manifestaciones carismáticas de que gozaban los fieles (1 Co. 14). Visto de ángeles: ¿Podría esto ser un eco de Ef. 3, 10, como supone Bover? Cf. Ef. 6, 12.

[12311] 1 ss. En 2 Tm. 3, 1 ss., vuelve S. Pablo a hablar gravemente de la apostasía con relación a los “postreros días” en tanto que aquí se refiere como observa Fillion a un porvenir más o menos próximo y no a los últimos tiempos.

[12312] 3. Es de notar la suavidad del Apóstol que, después de tan tremenda introducción (vv. 1 y 2), no se refiere a miserias y fallas de nuestra concupiscencia sino a la inversa a los que imitando a los fariseos quieren imponer otro yugo que el de Cristo, sabio recurso de Satanás para alejar del amor “con apariencia de piedad” (2 Tm 3, 5). Ya en los primeros tiempos observaban esto las Constituciones Apostólicas diciendo que el que no ama a Cristo es porque considera su yugo “más pesado que el hierro”. La secta de los encratitas y otros gnósticos consideraban el matrimonio como un estado pecaminoso y obligaban a sus adeptos a abstenerse también de comer carne es decir, imponiendo un ascetismo inventado por ellos (Col. 2, 16 ss.) mientras su conciencia les permitía a ellos todos los excesos (v. 2). Véase lo que dice Jesús en Lc. 11, 46. S. Pablo nos previene contra tales hipocresías, enseñándonos que la palabra de Dios y las oraciones de los fieles quitan a las cosas materiales la maldición, fruto del pecado (v. 4 y 5). Aprendamos de aquí a no sentarnos ni levantarnos de la mesa sin hacer oración al Padre de quien todo lo recibimos (6, 17; Col. 2, 17; St. 1, 17). Véase una bella fórmula en Hch. 2, 46 y nota.

[12313] 4 ss. Todo lo que Dios ha creado es bueno: “Una sola cosa interesa y es que el Nombre de Dios sea honrado y glorioso”. Si miramos nuestro cuerpo y sus alimentos sistemáticamente como cosa odiosa en sí misma, no veremos en ellos dones de Dios, como en verdad son, sino otros tantos lazos que Él nos pusiera para hacernos pecar. ¿Cómo podríamos honrarlo entonces, y agradecerle esos alimentos que Él nos da con abundancia (cf. 6, 17) y los santifica con su palabra? (v. 6) ¡No! Lo que hay que cuidar es el tomarlos con gratitud, como aquí enseña el Apóstol, y en el nombre de Cristo (Ef. 5, 20), es decir, de modo que esos dones nos sirvan para honrar a tal Padre (1 Co. 10, 31), y que nunca jamás los bienes que Él nos hace puedan sernos instrumentos de ingratitud y pecado, como sería si los tomáramos con gula, mirándolos por sí mismos como un bien que sedujese nuestro corazón, y así llegasen a ser como ídolos, rivales de Aquel que nos los dio. Esta reflexión fundamental se aplica a todos los bienes temporales que nos agradan en esta vida. Del Padre proceden todos los bienes (St. 1, 17), y es Él mismo quien nos enseña que la carne desea contra el espíritu (Ga. 5, 17), y por lo cual no hemos de poner nuestro corazón en los dones sino en el amante Padre que nos lo dio, de modo que ellos nos sirvan santamente para agradecerle y amarlo más. Las cosas en sí mismas no son odiosas, porque ellas no pecaron, sino que sufren de estar sometidas “mal de su grado” (Rm. 8, 20 ss.) a una naturaleza que cayó por culpa del pecado nuestro (Gn. 3, 17 s.). No son ellas lo odioso, sino nuestro ánimo malvado, que tiende a valerse de ellas para apartarse de su Creador. S. Pablo condena aquí, pues, lo mismo que en el v. 3, el ascetismo de los falsos doctores que se sienten más santos que Dios. Lo mismo vemos en Col. 2, 16-23.

[12314] 8. No prohíbe los ejercicios corporales, deportes, gimnasia, etc., pero los pone en su lugar: Primero, el ejercicio del espíritu que “sirve para todo” (Sb. 10, 12 y nota); luego, el deporte que “sirve para pocas cosas”. Sería conveniente colocar este texto en todas las canchas, estadios, rings, hipódromos, etc., y recordar que el término gimnasia viene del griego gymnós, esto es, “desnudo”, y que la decadencia y corrupción de Israel vino de imitar los gimnasios de los griegos y sus costumbres paganas (1 Mac. 1, 15; 2 Mac. 4, 9 y notas).

[12315] 13 ss. Los discípulos de S. Pablo se alimentaban con la Sagrada Escritura para poder luego trasmitirla a los fieles: es el mismo programa que Santo Tomás expresa en su fórmula: “Contemplata aliis tradere”: transmitir a otros lo que hemos contemplado. Cuando oramos, dice S. Agustín, hablamos a Dios, mas cuando leemos la Sagrada Escritura, Dios nos habla a nosotros. Si el discípulo se encuentra en presencia del maestro, ¿se pondrá a hablar todo el tiempo, o le convendría escuchar? Bello programa para un culto eucarístico bíblico que dijese como Samuel: “Hablad Señor, que vuestro siervo escucha” (1 Sam. 3, 10), y se dedicase como María (Lc. 10, 39 ss.) a oír hablar a Jesús (Mt. 17, 5), que nos ofrece las Palabras del Padre (Jn. 15, 15), para santificarnos (Jn. 17, 17) y darnos paz (Sal. 84, 9), mostrándonos su Corazón (Lc. 6, 45) como a los que lo oyeron en su tiempo (Lc. 10, 24), pues para eso dice San Juan que escribió su Evangelio (1 Jn. 1, 3 s.).

[12316] 14. En virtud de profecía: cf. 1, 18. Sobre la imposición de las manos cf. 2 Tm. 1, 6.

[12317] 3. Verdaderas viudas son las que, conservando su estado de castidad y de luto, están desamparadas y necesitan socorro.

[12318] 4. Aprendan estos: Saludable lección: Los hijos y nietos no deben abandonar a padres o abuelos, ni entregarlos sin necesidad a la asistencia pública.

[12319] 9. El Apóstol se refiere a aquellas viudas que se prestaban, como diaconisas, para el servicio de la Iglesia. Su cargo consistía en asistir al bautismo de las mujeres, que era de inmersión (Col. 2, 12 y nota), en atender a los pobres y huérfanos, y en otras obras de caridad. En el Concilio de Calcedonia se resolvió reducir a cuarenta años la edad mínima para recepción de esas viudas.

[12320] 11. Las viudas que estaban al servicio de la Iglesia no debían casarse en segundas nupcias. Por lo cual habla el Apóstol de la violación de la fe, y aun del voto que quizás habían hecho, cosa frecuente en las viudas jóvenes que llevadas por su sentimentalismo buscaban a Cristo para consolar su viudez y luego lo dejaban, posponiéndolo al mundo y a Satanás (v. 15). Por eso S. Pablo les dice que se casen directamente (v. 14). Es indudable la semejanza del estado de las viudas con el de las religiosas de hoy. Algunas de ellas vivían en común.

[12321] 16. Nótese el alto concepto de caridad que tenían las comunidades cristianas. Hacerse cargo del sustento de las viudas pobres les parecía natural obligación, cuando no tenían quien las amparase. Los sacerdotes o diáconos reservaban para los pobres una porción de los ingresos, otra porción para el culto, y otra para el propio sustento. A los paganos les impresionaba fuertemente ese ejemplo de amor fraternal que no veían en sus templos y sacerdotes.

[12322] 17. Doble honor: El Apóstol exhorta a contribuir el sustento de los sacerdotes, y no dejarlos en la miseria (cf. 2 Co. 8, 13 y nota). Nótese que en primer lugar son recomendados los que trabajan en predicar y enseñar. Véase 1 Co. 1, 17; 9, 14; Hch. 6, 2; Dn. 12, 3.

[12323] 20. Delante de todos: Admiremos la libertad de espíritu que aconseja S. Pablo en esta actitud que él mismo usó en Ga. 2, 11 ss., y que coincide con la pública actitud del divino Maestro (Mt. 7, 15 ss.; 14, 3; 23, 1-37; Lc. 11, 37-54; 12, 1 ss. y nota; Juan caps. 5-10, etc.), y con lo que más de una vez han declarado los Sumos Pontífices combatiendo la pusilanimidad: “La Iglesia no ha de temer nada sino la ignorancia”. Cf. Hch. 15, 39; Ef. 5, 12 y nota.

[12324] 23. Delicado rasgo de caridad apostólica, que contraste con 4, 1-3. ¿Por qué no lo curó Pablo, por quien tantos milagros habla hecho Dios? Llama la atención de los comentadores el que, terminado el tiempo de los Hechos de los Apóstoles, ninguno de ellos haga en adelante mención de prodigios ni de carismas visibles que en aquel tiempo eran cosa normal en los que recibían el Espíritu Santo. Cf. Hch. 2, 8; 5, 12; 8, 17 y nota, etc.

[12325] 24. Normas para el examen de los que aspiran a órdenes sagradas. “Tan hábiles son ciertos hombres en disimular sus pecados, que difícilmente les afectan las consecuencias desagradables de estos ante la opinión pública. Que Timoteo tenga pues los ojos bien abiertos para no tomar con demasiada facilidad por inocentes a los presbíteros culpables” (Fillion).

[12326] 1-2. Los cristianos esclavos o servidores han de obedecer con todo respeto a sus amos paganos y evitar que estos atribuyan a la Ley de Dios la desobediencia de ellos. Tampoco descuide el esclavo sus deberes para con el amo cristiano. La adopción de la fe cristiana no dispensa a los súbditos de la obediencia, aunque siervos y amos son hermanos en la fe. Véase la nota y citas de Ef. 6, 5 ss.

[12327] 3. La doctrina que es según la piedad: es decir, que es sobrenatural y no se detiene en lo terreno. Cf. Tt. 1, 1. La apostasía de Babilonia (Ap. 17, 2) consistirá precisamente en esa actitud mundanal (Jn. 14, 30 y nota) de poner a Dios principalmente como agente de bienes temporales, convirtiendo la “vida eterna” traída por Jesús en programa de puros valores humanos, sea con carácter de cultura o de bienestar económico o de influencia política, etc. La conducta de los santos apóstoles Pedro y Pablo será siempre un modelo para nosotros, como dice el Prefacio de los Apóstoles. A ellos hemos de imitar (Hb. 13, 7), pues “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos” (Hb. 13, 8); cf. Ga. 1, 4 y nota. Benedicto XV se refiere muy severamente a los predicadores que “tratan cosas que solo tienen de sagrado el lugar donde se predican”, y agrega: “Y acontece no pocas veces que de la exposición de las verdades eternas se pase a la política, sobre todo si algo de esto cautiva más la atención de los oyentes. Parece que una sola cosa ambicionan: agradar a los oyentes y complacerles. A estos tales les llama S. Pablo halagadores de oídos (2 Tm. 4, 3). De ahí esos gestos nada reposados y descensos de la voz unas veces, y otras, esos trágicos esfuerzos; de ahí esa terminología propia únicamente de los periódicos; de ahí esa multitud de sentencias sacadas de los escritos de los impíos y no de la Sagrada Escritura ni de los santos Padres” (Encíclica Humani Generis Redemptionem).

[12328] 5. Que piensan que la piedad es una granjería: dirígese contra los que predicaban para hacer ganancias, “sorprendiendo a los simples con sus apariencias para reducirlo todo a su provecho” (Scio). No hay cosa más repugnante que la mezcla de piedad y negocio (cf. Dt. 22, 11). Por eso S. Pablo muestra a su querido discípulo en qué consiste la verdadera granjería de los apóstoles (v. 6 ss.). El negociar con la religión so capa de piedad como los plateros de Éfeso (Hch. 19, 27 y nota), o los sacerdotes de Bel (Dan 14, 1-21), o como los de Israel que obligaron a los reyes Joás y Josías a fiscalizar los dineros del culto (2 R. 12, 4-8; 22, 4 y 9), es lo más abominable para Dios, tanto por la doblez que ello encierra (Jn. 1, 47; Dt. 22, 9; Mt. 15, 8; 23, 24, etc.), cuanto por el desprecio de su Majestad y la burla de su amor que implica el posponerlo a Él, el Sumo Bien, y colocarlo al servicio de mezquinos negocios del momento, sean financieros o políticos. Cf. Si. 46, 22 y nota.

[12329] 9. Los que quieren ser ricos: S. Pablo nos da en esto una gran luz en orden práctico. No dice “los que tienen bienes”. Estos, con tal que cuiden muchísimo de no poner el corazón en su hacienda (Sal. 61, 11 y nota; Lc. 12, 34; 18, 24 s., etc.), pueden aun ser objeto de una bienaventuranza (Si. 31, 8 ss., y nota), pero lo serán precisamente si no corren tras el oro, como allí dice el Eclesiástico, o sea si no están dominados por la ambición de enriquecimiento que hoy parece ser el ideal de tantas vidas (Si. 27, 1 s. y nota). S. Pablo muestra aquí que no solo la conducta peligra, con esto, sino también la fe (v. 10), lo que no es de extrañar pues que el amor al dinero es idolatría. (Ef. 5, 5; Col. 3, 5). De ahí que se caiga también en lo que vimos en el v. 5, con lo cual la “fe que queda ya no es más que una sombra vana que solo sirve para más ofender a Dios”. Esto, aparte de los dolores que el Apóstol les anuncia (v. 10). “¿Por qué —se pregunta un autor— hay tan pocos hombres que se retiren de los negocios cuando ya no necesitan más? Porque sus vidas están vacías espiritualmente, y les aterra el no saber con qué llenarlas. Hay una vocación que llenaría una y mil vidas: dedicarse a conocer la Palabra de Dios”. Nótese, en efecto, que es este un campo sin límites (Si. 24, 38 y nota), propio del verdadero sabio (Si. 39, 1 y nota) y del mayor santo (Lc. 10, 42), y sin embargo al alcance de todos, especialmente de los más pequeños (Lc. 10, 21). Cf. Sal. 118, 97 ss. y notas.

[12330] 10. “Por amor a las riquezas transitorias el avaro sacrifica las riquezas celestiales e imperecederas. Tiene ojos y no ve; abandona los bienes verdaderos por los falsos, lo que dura por lo que pasa, el cielo por la tierra; trueca tesoros infinitos por la pobreza, la gloria por la miseria, lo cierto por lo dudoso, el bien por el mal, la alegría real por la aflicción. Recoge por fuera nimiedades y se empobrece interiormente; se aficiona a bagatelas que desaparecen, elige la tierra y es esclavo de infierno” (S. Cirilo de Jerusalén).

[12331] 13. La bella confesión: como observa Pirot, estas palabras que se encuentran en todos los manuscritos, hacen pensar, más que en el martirio del Señor, en un testimonio oral dado por Él (v. 12). El contexto (v. 15) muestra que se trata de Jn. 18, 37, donde Jesús, en medio de la suma humillación de aquel momento, hizo la majestuosa declaración de sus derechos a la realeza, que entonces no ejerció porque su reino no era de este mundo (Jn. 18, 36). Cf. Jn. 14, 30; Ga. 1, 4; Ap. 11, 15.

[12332] 14. Porque Él, como dice S. Pablo, es el Príncipe de los Pastores y cuando aparezca traerá para los que hayan sido fieles la corona inmarcesible (1 Pe. 5, 4). Cf. Ap. 22, 12.

[12333] 15 s. A su tiempo hará ostensible: presentándose en su Parusía “con gran poder y gloria” (Lc. 21, 27) y visible a todos (Ap. 1, 7) “como el relámpago fulgurando desde una parte del cielo resplandece hasta la otra” (Lc. 17, 24), en contraste con su primera venida, como lo dijo a los fariseos (Lc. 17, 20 y nota). Rey de los reyes, etc.: así nos lo muestra también el Apocalipsis en su segunda venida (Ap. 19, 16).

[12334] 16. Posee la inmortalidad: también como Hombre, porque ya murió y resucitó inmortal (Rm. 6, 9; Hb. 7, 16 y 23 ss.). A Él etc.: Cf. Sal. 109, 3 y nota.

[12335] 20. Con esta expresión cuida el depósito nos da Pablo el verdadero concepto de la Tradición, mostrándonos que ella consiste en conservar fielmente lo mismo que se nos entregó en un principio, y que lo que importa, no es el tiempo más o menos largo que tiene una creencia o una costumbre, sino que ella sea la misma que se recibió originariamente. Sin esto ya no habría tradición, sino rutina y apego a esas “tradiciones de hombres” que tanto despreciaba Jesús en los fariseos (Mt. 15, 3-6). De ahí el empeño de S. Pablo porque se conservase lo mismo que se había recibido (4, 6) sin abandonarlo aunque un ángel del cielo nos dijese algo distinto (Ga. 1, 6 ss.). Véase la definición de la tradición por S. Vicente de Leríns: “lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos”. Cf. 2 Ts. 2, 14 y nota; 1 Jn. 2, 24.

[12336] 21. En el v. 9 s. (cf. notas) señalase un peligro para la fe: la ambición de riqueza. Aquí se nos muestra otro: la falsa ciencia (Col. 2, 8 y nota; 1 Jn. 2, 24).

[12337] 1. El entrañable amor de S. Pablo a su “hijo carísimo” es el móvil ocasional de esta segunda carta, escrita en Roma en el año 66 ó 67, que contiene, podemos decir, el testamento espiritual de Pablo como Apóstol y Mártir. Estaba de nuevo en cadenas, esta vez en la cárcel mamertina, y sentía la proximidad del martirio, por lo cual pide a Timoteo que se llegue a Roma tan pronto como le fuese posible, y con tal motivo exhorta a sus discípulos a la constancia en la fe, les anuncia la apostasía y los previene contra las deformaciones de la doctrina y la defección de muchos pretendidos apóstoles.

[12338] 5. Desilusionado al ver que “todos buscan sus propios intereses (Fil. 2, 21). Pablo se complace en destacar que al menos en Timoteo la fe no es fingida. A nadie tenía tan unido en espíritu como a él (Fil. 2, 20). Sobre esta defección de los amigos, véase v. 15; 4, 9 ss.

[12339] 6. Le recuerda el día de su consagración a Dios. Cf. 1 Tm. 4, 14 y nota.

[12340] 10. Aparición: La Vulgata se refiere a Cristo como iluminación (Jn. 1, 4; 2 Co. 4, 6; Ef. 5, 14; Tt. 2, 12). El Apóstol acalla aquí dos causas de nuestra salvación que son la predestinación o propósito eterno que tuvo Dios de usar con nosotros de misericordia, y la gracia justificante; porque así como Dios quiso nuestra salvación, quiso también el modo con que pudiésemos llegar a lograrla; no precisamente por nuestras obras, sino por la gracia de Jesucristo (S. Tomás).

[12341] 12. Sé a quién he creído y estoy cierto, etc.... San Pablo nos llama aquí la atención sobre la diferencia entre creer a las palabras de los hombres y creer a las de Dios. La fe es más que una creencia; es un saber. En el lenguaje usual, que ha depravado tantas cosas sagradas, “yo creo”, significa “opino, sospecho, me parece”. En la vida religiosa y espiritual no se podría decir, por ejemplo: opino que el mundo fue creado por Dios, y me parece que la Biblia dice la verdad y que el Padre me envió su Hijo para que fuese mi salvación porque yo estaba perdido, y supongo que Jesús volverá un día, etc. Job (19, 25) dice, con una fuerza inmensa: “Yo sé que vive mi Redentor y que he de resucitar de la tierra en el último día, y de nuevo he de ser revestido de esta piel mía y en mi carne veré a mi Dios, a quien he de ver yo mismo en persona y no otro”. Es decir, no solo tengo la certeza de esto, sino que lo afirmo exteriormente; lo sé con mayor firmeza que lo que me dicen mis sentidos, pues estos pueden engañarme, pero la Palabra de Dios no. Y por eso, el saberlo, significa confiarme en ello sin límites, apoyando y arriesgando todo sobre esa verdad. Y el afirmarlo, significa sostenerlo, difundirlo y dar testimonio hasta el fin de la vida y hasta dar la vida (Mt. 10, 22; 24, 13) —mártir significa en griego testigo— puesto que el bien de saber y poseer lo definitivo no puede compararse con ningún otro bien transitorio. Esta certidumbre de la fe es la condición para llegarse a Dios y bien se explica que así sea, pues de lo contrario sería ofender a Dios negándole crédito o dudando de su palabra. De ahí que nada sea más necesario que el examen de conciencia sobre la sinceridad de nuestra fe, que es tal vez el único que nunca hacemos suficientemente. Véase 2 Co. 13, 5 y nota; Hb. 10, 22; Ef. 3, 12; St. 1, 6 s.; Mt. 17, 20; Mc. 11, 23, etc. Cristo habló y sabemos que es fiel y podemos adherirnos sin peligro a todo cuanto Él ha dicho (Tt. 1, 2). Sobre el final del vers. véase Judas 24; Rm. 14, 4; 16, 26; 1 Co. 1, 8. Aquel día: el día de su Advenimiento.

[12342] 14. Sobre esta fidelidad en guardar el depósito de la tradición tal como vino de los apóstoles (v. 13), cf. 2 Ts. 2, 14; 1 Tm. 6, 20 y notas.

[12343] 4. Fiel a la exhortación del Apóstol, la Iglesia prohíbe a los sacerdotes los negocios seculares. Por otra parte, los ministros de Dios tienen derecho a ser sustentados por los fieles (v. 6). Ninguno que milita, es decir, ningún soldado o militar puede agradar a su jefe, si con otra clase de asuntos, sean comerciales, políticos, etc., se distrae de la milicia, pues esta le exige su vida entera. También a este respecto los Pontífices, y singularmente Pío XI, han recordado que la misión de la Jerarquía eclesiástica es para las almas y no para “lo que es del César”, y que aun los laicos de Acción Católica, en su actuación política, no obran en cuanto tales miembros sino en cuanto simples ciudadanos. Por lo demás, es evidente que las cosas “de esta vida” distraen tiempo y atención, y por eso, aunque no sean malas en sí mismas, lo son para aquellos que hacen profesión de dejarlo todo para seguir a Cristo. Véase Lc. 9, 57-62.

[12344] 9. La palabra de Dios no está en cadenas: ¡Supremo consuelo del alma apostólica! Podrán hacerme cuánto quieran —lo cual será un gran honor para mí (Hch. 5, 41; 1 Pe. 2, 19-25; 4, 12 ss., etc.)—, pero las verdades que yo he dicho, según la Palabra de Dios, ya están obrando en el fondo de los espíritus (3, 16 s.; Hb. 4, 12), como la semilla viva del Evangelio (Mt. 13), y nada ni nadie podrá impedir que esa Palabra “corra y sea glorificada” (2 Ts. 3, 1 y nota) ni separar las almas del amor de Cristo (Rm. 8, 35 ss.; Jn. 10, 28 y 29).

[12345] 13. Admirable retrato de Dios.

[12346] 16. Alude a la doctrina de los falsos doctores, dos de los cuales, Himeneo (1 Tm. 1, 20) y Fileto, son mencionados nominalmente. Enseñaban que la resurrección ya pasó (v. 18; cf.: 2 Ts. 2, 2 y nota). No se trata, pues, de la negación de la resurrección, sino de la inversión de su fecha, con lo cual se arrebataba a los cristianos su más cara esperanza (1 Ts. 4, 13-17 y notas). Según la doctrina de S. Pablo, los que son de Cristo, los santos tienen preferencia en el día de la resurrección (1 Co. 15, 23; Ap. 20, 5 y notas), y juzgarán con Cristo al mundo y hasta a los ángeles (1 Co. 6, 2 s. y nota). Por lo cual los cristianos debemos aguardar con paciencia Su venida (4, 8; 2 Ts. 3, 5; Tt. 2, 13, etc.). Himeneo y Fileto negaban esa esperanza y parece que “la reducían a la resurrección espiritual de la muerte del pecado a la vida de la gracia” (Nácar-Colunga), en tanto que S. Pablo, especialmente en la segunda carta a los Tesalonicenses, defiende el carácter futuro y real de semejante privilegio. Cf. 2 Ts. 2, 2 y nota. Acerca del éxito obtenido ya entonces por esos “hombres de mentira”, anota sabiamente Fillion: “El espíritu humano es tan fácil de extraviar, que basta enseñar un error, para que en seguida halle adherentes”. De ahí la insistencia de S. Pablo en 1, 14.

[12347] 19. El fundamento: La Iglesia (1 Tm. 3, 14 s.). Conoce el Señor, etc.; cita de Nm. 16, 5. Es decir, que a Él no puede engañársele con apariencia como a los hombres (Jn. 10, 14 y 16). Apártese, etc. (cf. Nm. 16, 26; Is. 52, 1). Esto parece complementar la cita anterior. Fillion se adhiere a los que ven aquí la palabra de Jesús: “Apartaos de Mí todos los operarios de la maldad” (Lc. 13, 27, cita del Sal. 6, 9). Cf. Sal. 49, 16 ss.; Col. 3, 9 y notas.

[12348] 20. Véase Rm. 9, 21 ss. En Mt. 13, 24 se habla de una mezcla semejante que ocurre en el campo del mundo (ibíd. v. 38).

[12349] 22. “El máximo culto le es dado a Dios por la fe, la esperanza y la caridad” (S. Agustín), Cf. 1 Co. 3, 13.

[12350] 23. He aquí un programa de pedagogía cristiana: La acumulación de palabras, como medio de la predicación, aunque pueda conseguir éxitos momentáneos y personales, de nada sirve para los fines sobrenaturales del apostolado (Jn. 21, 15 ss. y nota). Lo mismo ha de decirse de las disputas y “contiendas de palabras” (v. 14), porque no dan fruto espiritual, sino que, al contrario, enojan a los oyentes. Hay que dejar caer simplemente la Palabra del Evangelio, puesto que Jesús nos enseña que esta es una semilla (Mt. 13, 24; Lc. 8, 11).

[12351] 25 s. Muestra S. Pablo la grande caridad y prudencia que se debe tener en toda polémica sobre asuntos religiosos, y también cómo lo que parece incomprensión suele venir de que falta el arrepentimiento (Jn. 3, 19), que Jesús declaró indispensable para todos sin excepción. Cf. Mc. 1, 15 y nota. Estos arrepentidos parecen ser los mencionados en el v. 21.

[12352] 1 ss. En los últimas días, esto es, en los tiempos que preceden a la segunda venida del Señor. Es un término que abarca todo el tiempo de la Ley Nueva, porque a nosotros, como dice S. Pablo en 1 Co. 10, 11, nos ha tocado el vivir al fin de las edades. Recuérdese que, según la parábola de los obreros de la última hora (Mt. 20, 6), nosotros, los gentiles, somos los últimos llamados. Es pues, erróneo referir este pasaje solamente a los que vendrán después de nosotros, como si hoy fuéramos mejores que ellos. Véase 1 Tm. 4, 1; 2 Pe. 3, 3; Judas 18.

[12353] 3. Inhumanos... despiadados: Es impresionante ver aplicado este pasaje al mundo de hoy. En su alocución del 17 de julio de 1940, dice Pio XII: “Es verdad que la fuerza sigue siendo la dominadora indiscutida de la naturaleza irracional de las almas paganas de hoy, semejantes a las que desde su tiempo llamaba el Apóstol S. Pablo: sin corazón y despiadadas hacia los pobres y los débiles (2 Tm. 3, 3)”.

[12354] 5. Lo que hace más peligrosos a los falsos profetas es precisamente esta característica de que no se presentan como defensores del mal “sino con piel de oveja” (Mt. 7, 15; 1 Tm. 4, 3). S. Pablo enseña que ya está obrando ese “misterio de iniquidad” (2 Ts. 2, 7) que solo aparecerá sin disimulo cuando se presente triunfante el Anticristo. Cf. 2 Ts. 2, 8; Ap. 13.

[12355] 6. El Apóstol vuelve sobre este tema en Tt. 1, 11. Véase Mt. 23, 14, donde Jesucristo dice lo mismo de los fariseos.

[12356] 8. Jannes y Jambres (la Vulgata dice Mambres), dos hechiceros egipcios, que en tiempos de Moisés deslumbraron con sus artificios a Faraón. Véase Ex. 7, 1.

[12357] 12. No dice por cierto que los amigos de Dios serán desdichados, o enfermos o indigentes; antes bien se les promete el gozo cumplido que tenía el mismo Jesús (Jn. 17, 17), la misma paz de Él (Jn. 14, 27) y aun todo lo necesario por añadidura (Mt. 6, 33). Pero la persecución, consecuencia inevitable del misterio de iniquidad (v. 5; Jn. 16, 1 s.), será siempre el sello propio de los verdaderos discípulos de Cristo (Jn. 15, 18 ss.), y de ahí que el premio sea prometido al que, a pesar de ella, guarda la fe (4, 7 s.) no fingida (1, 5) confesando a Cristo delante de los hombres (Mt. 10, 32 s.), cuya impostura seguirá creciendo de mal en peor (v. 13).

[12358] 14. De quienes: La Vulgata dice de quien, para expresar que lo fue el mismo Pablo.

[12359] 16. Este pasaje es un testimonio de que la lectura de la Sagrada Escritura es de suma utilidad para la vida cristiana, principalmente para la formación del espíritu y para la enseñanza de la fe. Es a la vez uno de los textos clásicas para probar la divina inspiración de la Escritura (cf. 2 Pe. 1, 21). El mismo Jesús apelaba constantemente a la autoridad de las Escrituras; y los discursos y libros de los apóstoles “están como tejidos con textos del Antiguo Testamento usados como argumentos firmísimos en favor de la Nueva Ley” (Enc. “Providentissimus Deus” de León XIII). Cf. Hb. 4, 12.

[12360] 17. He aquí el fruto de la Palabra de Dios en el alma: la perfección interior, en la fe, el amor y la esperanza. Y ello es lo que trae a su vez la disposición para toda obra buena (Ef. 5, 9 y nota). Tanto confiaba la Iglesia en ese poder sobrenatural de la Palabra divina (Rm. 1, 16) que, aun tratándose de personas consideradas fuera de su seno, el Concilio IV de Cartago dispuso en su canon 84 que los Obispos “no prohibieran oír la Palabra de Dios a los gentiles, heréticos y judíos durante la Misa de los Catecúmenos”. El Papa Pío VI, escribiendo en 1769 a Mons. Martini, le manifestaba su deseo de que se excitara “en gran manera a los fieles a la lección de las Santas Escrituras, por ser ellas las fuentes que deben estar abiertas para todos, a fin de que puedan sacar de ahí la santidad de las costumbres y de la doctrina”. De ahí que, como lo hace notar Scio, el Tribunal de la Inquisición española declaraba en 20 de diciembre de 1782 que los deseos de la Iglesia son “que el pan de la divina Palabra sea el alimento cotidiano y común de los fieles”.

[12361] 1 ss. Este célebre pasaje (1-8) se lee como Epístola en la misa de los santos doctores mostrando que su oficio por excelencia es la predicación del Evangelio, y cuán grandes son los obstáculos que se le oponen según tantas veces lo anunció el mismo Jesús (3, 12; Jn. 15, 20 y nota). “Conjura a su discípulo tomando por testigos a Dios y a su Cristo. Este es el Juez de los vivos y de los muertos (cf. 1 Pe. 4, 5; Hch. 10, 42), es decir, no de los justos y de los pecadores, sino de los hombres que estarán aún vivos en el día de su venida y de los que habrán muerto. La fórmula entró en el Símbolo, y es posible que ya S. Pablo la haya tomado de un Kerygma. La manifestación del Señor de que aquí se trata, es la que debe preceder al gran Juicio. Cf. 1 Tm. 6, 14; 2 Tm. 1, 10” (Pirot).

[12362] 2. Predica la Palabra: el Evangelio. “Los sacerdotes... después de haber investigado ellos por si con diligente estudio las Sagradas Páginas, y haberlas hecho suyas en la oración y la meditación, tomen diligentemente en sus sermones, homilías y exhortaciones las riquezas celestiales de la Palabra divina, confirmen la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los Libros Sagrados e ilústrenla con los preclaros ejemplos de la Historia Sagrada y especialmente del Evangelio de Cristo N. Señor” (Pío XII, Encíclica “Divino Afflante Spiritu”). Cf. 1 Co. 2, 4 y nota.

[12363] 3. Son los maestros que nos ha descrito en 3, 1 ss. Véase 1 Tm. 6, 3 y nota.

[12364] 8. ¡Amar su venida! Cada uno de nosotros puede examinar su corazón a ver si en verdad tiene este amor, con el cual debemos esperar a nuestro Salvador hora por hora, según la expresión de S. Clemente Él vendrá como un verdugo. Véase versículos 1; 1 Co. 15, 23; 2 Ts. 1, 10; Hb. 9, 20; Ap. 1, 7; 19, 11 ss.; 22, 20 y nota.

[12365] 13. La capa: Detalle íntimo que nos deja suponer la estrechez en que vivía el Apóstol, y los fríos que habrá pasado esperándola.

[12366] 14. Se trata probablemente de aquel Alejandro que es mencionado en Hch. 19, 33, o del que fue excomulgado por el Apóstol (1 Tm. 1, 20). Nótese el admirable contraste con el v. 16: Cuando se trata de los que dañaron a él personalmente, S. Pablo pide a Dios que los perdone; pero a los que dificultaron su obra apostólica, les anuncia el terrible castigo del Señor.

[12367] 17. Todos los gentiles; pues los judíos ya se habían apartado de él (Hch. 28, 25 ss. y notas). La boca del león: El sumo peligro en que se hallaba. Todos los testigos que había presentado le desampararon, como los Doce al Señor (Mt. 26, 56). Tomemos nota de esto para librarnos de ilusiones, y desilusiones. Cf. Jn. 2, 24 y nota.

[12368] 18. Me librará: Lo cual concuerda con Rm. 16, 25; 1 Co. 1, 8; Judas 24, etc., y bastaría por si solo para colmarnos de gozo, gratitud y esperanza. “Si no tuviésemos la revelación escrita y hablada de Dios y de su Hijo Jesucristo, dice un escritor, me bastaría ver mi propia impotencia y miseria espiritual, y mi debilidad física en la enfermedad o en la vejez —que todos palpamos tarde o temprano— para comprender que el Creador no pudo poner en tal situación al hombre, a quien hizo para rey del mundo, sino a causa de una gran caída; y también, que no pudo dejarlo en esa situación sino para redimirlo, pues de lo contrario cuando cayó lo habría destruido y no conservado. Desde entonces me alegro de mi inutilidad, pues cuanto más necesito de Cristo para todo, mayor es su gloria como mi Salvador”. Cf. Sal. 22, 6 y nota.

[12369] 21. S. Ireneo nos hace saber que este Lino iba a ser el primer sucesor de Pedro, y así lo menciona el Canon de la Misa.

[12370] 1. La presente carta, contemporánea de la primera a Timoteo, fue dirigida, hacia el año 65, a Tito compañero apostólico de Pablo en varios viajes y más tarde obispo de la Isla de Creta. Tito, nacido de padres paganos, era “hijo querido según la fe”, lo que quiere decir que el Apóstol mismo lo había ganado para Cristo. La situación religiosa en la isla era muy triste: los cretenses se entregaban a muchos vicios, eran mentirosos, perezosos, inmorales; sin hablar de los herejes que allí se habían infiltrado. Por lo cual Pablo escribe aquí otra de sus Epístolas llamadas pastorales, para consolar a su hijo en la fe, dándole a la vez instrucciones para el ejercicio del ministerio episcopal. Conforme a la piedad: Vemos una vez más cómo el Apóstol relaciona íntimamente, desde el principio, la piedad con el exacto conocimiento de la verdad, porque una cosa depende de la otra. Véase Ef. 5, 9 y nota; 1 Tm. 6, 3; 2 Tm. 3, 16 y notas.

[12371] 2. El que no miente: Véase 2 Tm. 1, 12; 3, 14; Sal. 118, 49 y notas. Es este uno de los títulos que más honran a Dios, porque Él es ante todo la Verdad, la Luz (1 Tm. 6, 16; 1 Jn. 1, 5). Así también se llamó su Hijo Jesucristo: la verdad y la luz (Jn. 1, 4, 14 y 17; 3, 19, 8, 12; 12, 35; 14, 6; Ap. 21, 23, etc.), es decir, lo contrario de Satanás que es el padre de la mentira (Jn. 8, 44) y potestad de la tiniebla (Lc. 22, 53; Ef. 5, 11; 6, 12; Col. 1, 13).

[12372] 3. San Pablo se declara especial predicador de la esperanza cristiana (2, 13), escondida desde los tiempos eternos (v. 2) y revelada por él (Ef. 1, 10; 3, 8 ss. y nota), que nos da a conocer sobre ella cosas antes ignoradas (1 Ts. 4, 13-17; 1 Co. 15, 51 ss.; 2 Ts. 2, 8, etc.). Entre los judíos se declaró también muchas veces predicador de la esperanza de Israel (Hch. 28, 20 y nota). Cf. Col 1, 25 s.; Hb. 10, 23 y notas.

[12373] 5. Véase 1 Tm. 3, 1 ss.

[12374] 6. Este precepto no prohíbe del todo las segundas nupcias, sino solamente para los ministros de la Iglesia. Hoy día todos los sacerdotes del rito latino viven célibes; los del rito oriental tienen la facultad de seguir la costumbre antigua tal cual aquí se describe. Véase 1 Tm. 3, 2.

[12375] 7. El obispo: “Para indicar el matiz que existe entre este nombre y el de Presbítero, puede decirse que el primero es de origen cristiano y el segundo de origen hebraico (presbítero significa anciano, y los ancianos eran los jefes de las comunidades judías); que el primero expresa la naturaleza de los deberes asignados a los ministros sagrados, deberes que se resumen en la supervigilancia pastoral, en tanto que el segundo denota más bien la situación general y el carácter” (Fillion). Cf. Hch. 20, 28 y nota.

[12376] 9 s. Fillion traduce: Fuertemente apegado a la palabra auténtica, es decir, tanto más íntimo conocedor y amante de las Sagradas Escrituras cuanto más necesita sobreponerse a los embaucadores (v. 11). Esta severidad de lenguaje contra los que deforman la doctrina es usada también por S. Judas (12 s.), y por S. Pedro (2 Pe. 2, 17). Véase 3, 9 y nota.

[12377] 11. Por torpe ganancia: “No hay cosa más detestable que un avaro; no hay cosa más inicua que el que codicia el dinero, porque vende hasta su alma” (Si. 10, 9 s.).

[12378] 12. Es un verso del poeta Epiménides, natural de Creta, que vivió en el siglo VI a. C.

[12379] 14. Se refiere a ciertos judíos que anteponían la Ley mosaica y sus prescripciones ceremoniales a la doctrina de Jesucristo.

[12380] 15. Para los limpios todo es limpio: frase que algunos suelen citar aplicándola a la castidad o pudor, como si los que la citan pudiesen pretenderse naturalmente puros en tal materia. El Apóstol habla de la pureza de la intención y quiere decir: Las cosas que Dios ha creado son limpias para los que no las usan con depravada intención. Cf. Rm. 14, 20; 1 Tm. 4, 4 ss. y nota.

[12381] 16. S. Pablo no se cansa de insistir sobre esta duplicidad farisaica que también señaló a Timoteo (2 Tm. 3, 5).

[12382] 2. Los ancianos: No habla aquí de los presbíteros (1, 7 y nota), sino de los fieles de edad madura.

[12383] 3-5. Nótese bien que el Apóstol no considera a las ancianas como personas que no tienen valor, sino muy al contrario, como misioneras del hogar, educadoras de las hijas casadas y modelos de virtud. Consuélense, pues, las ancianas que a veces creen estar de sobra. Su campo de acción es estrecho según las apariencias, pero es muy grato a Dios porque responde a su clara Voluntad. “Es necesario no juzgar las cosas según nuestro gusto, sino según el de Dios. Esta es la gran palabra: si somos santos según nuestra voluntad, nunca lo seremos; es preciso que lo seamos según la voluntad de Dios (S. Francisco de Sales).

[12384] 8. Para que el adversario se avergüence, esto es, que al verte irreprensible, encuentre motivo de humillarse interiormente para su propia y saludable edificación. No se trata, pues, en manera alguna, de que busquemos hundir al adversario en la derrota humillante, faltando a la caridad para con él y moviéndolo al odio más que a la contrición, sino como decía Ozanam, de hacerle amable esa religión cuya verdad queremos demostrar, pues que el apostolado no es una cuestión de dialéctica a lo humano (1 Co. 2, 5; Col. 2, 8), sino de espíritu, es decir, de rectitud interior (3, 10 s. y nota; Jn. 3, 19; 7, 17 y nota) para recibir la semilla que es la Palabra de Dios. Véase Mt. 13, 19 y nota.

[12385] 9. Cf. Ef. 6, 5-9; Col. 3, 22-25; 1 Tm. 6, 1 s., etc.

[12386] 11 ss. En este pasaje usado como Epístola de Navidad. S. Pablo vincula según se ve la primera venida de Jesús como Maestro (v. 11 y 12) con su Parusía o segunda venida como premio (v. 13). “He aquí que vengo presto, y conmigo mi recompensa” (Ap. 22, 12).

[12387] 13. La dichosa esperanza: Así se llama el segundo advenimiento de Cristo en gloria y majestad (2 Ts. 2, 8; 1 Tm. 6, 14; 2 Tm. 1, 10; 4, 1; 4, 8). Dios y Salvador: No se refiere esta vez al Padre, sino, según el contexto, solo a Jesucristo. Así lo han interpretado los Padres griegos y latinos.

[12388] 14. “El hombre, dice S. Tomás necesitaba dos cosas en su triste estado de perdición: Necesitaba la participación a la Divinidad, y ser despojado del hombre viejo. Jesucristo nos ha dado una y otra cosa: la primera al hacernos partícipes de la naturaleza divina con su gracia, y la segunda cuando nos regenera por medio del Bautismo. Cf. Mc. 16, 16. Un pueblo peculiar suyo: Cf. Hch. 15, 17 y nota.

[12389] 1. En virtud de esta palabra, la religión cristiana es el mejor apoyo del orden social, prohibiendo las sediciones o inculcando el respeto a las autoridades, no por miedo sino por conciencia. Cf. 2, 9; Rm. 13, 1; Ef. 2, 10; 6, 5; Col. 3, 22; 1 Pe. 2, 18.

[12390] 4 ss. Es este uno de los pasajes en que S. Pablo sintetiza magistralmente la obra de las Tres Divinas Personas respecto a nosotros. El Padre, movido por su infinito amor, nos salva (Ef. 2, 4 y nota), siendo Jesucristo el Mediador entre Dios y los hombres, y el Espíritu Santo el Agente inmediato de nuestra santificación. Véase 2 Co. 13, 13 y nota.

[12391] 9. Cf. 1 Tm. 1, 4 y nota. Sobre las genealogías de las cuales solían abusar los judíos (1, 14) escribe un autor moderno: “El nieto de un criminal no pensaría en gloriarse de su familia, aunque su padre haya sido honrado. Y bien, todos somos nietos de Eva y de Adán, los grandes rebeldes que, teniendo por mentiroso al Dios que los hizo, se sublevaron contra Él de acuerdo con la serpiente. Y así pactaron libremente con Satanás, entregándose al dominio de este junto con todos nosotros sus nietos, y nosotros seguimos siendo suyos cada vez que el corazón nos aparta un instante de Jesús, pues en cuanto el sarmiento se separa del tronco deja de recibir la savia, y no estando con Él, estamos contra Él con Satanás. Tales fueron, pues, los verdaderos fundadores de la familia humana. ¡Tal fue el tronco de su árbol genealógico! En cuanto a los hijos de Adán y Eva, nacieron después que ambos fueron expulsados, y el mayorazgo fue Caín, que asesinó a su hermano. En este breve cuadro que podríamos multiplicar sin límites, vemos cómo el mundo no puede amar la Biblia, que contiene la Palabra de Dios, sino que la odia —como odió a Cristo (Jn. 7, 7; 15, 18)— porque ella le recuerda sus vergüenzas para traerlo a la saludable humildad, en tanto que él se empeña en construir la Babel de la gloria humana para robarle a Dios esa gloria, lo mismo que intentó su abuelo Adán. Pero esta vez no habrá otro Mesías, sino el mismo que “volverá después de recibido el reino” (Lc. 19, 12 y 15), a vengar los fueros de su Padre. Y el mundo terminará en la batalla de Armagedón”. S. Jerónimo aprovecha la crítica de estas vanidades para insistir sobre el valor de la lectura bíblica: “Libremos nuestro cuerpo del pecado y se abrirá nuestra alma a la sabiduría; cultivemos nuestra inteligencia mediante la lectura de los Libros Santos: que nuestra alma encuentre allí su alimento de cada día”. Véase 1, 10 y nota.

[12392] 10 s. Sapientísima norma para el apostolado. Son los sordos que no quieren oír, tantas veces calificados por Jesús. Véase 2, 8 y nota.

[12393] 12. Nicópolis: ciudad de la Grecia septentrional (Epiro); según S. Crisóstomo, sería una ciudad de Tracia. De Nicópolis escribió el Apóstol probablemente esta carta a Tito, en cuyo caso el uso del “allí” en sentido de “aquí” se explicaría quizás por el estilo epistolar de la época, según el cual el que escribía se colocaba en la situación del destinatario.

[12394] 1. Una mera carta privada, casi una esquela; pero sin embargo una joya de la Sagrada Escritura. Tal es esta Epístola, escrita por S. Pablo en Roma, por el año 63. Su objeto es interceder por el esclavo Onésimo que había huido de la casa de su amo Filemón de Colosas. La huida contribuyó a salvar el alma del fugitivo que se hizo esclavo de Jesucristo y entonces volvió voluntariamente a su dueño, sin preocuparse de la servidumbre material pues ya era libre en el alma, según lo que Pablo enseña en 1 Co. 7, 20-24. La carta es un documento clásico para demostrar la posición de la Iglesia primitiva respecto de los esclavos (Tt. 2, 9 s. y nota). “Filemón, el destinatario de la epístola, parece haber sido uno de los principales cristianos de la ciudad, dado que en su casa tenían los fieles sus reuniones; por otra parte, es llamado colaborador del apóstol, es decir, uno de aquellos que le prestaron ayuda en la difusión del Evangelio. Seguidamente son nombrados: Apia y Arquipo. La primera es llamada hermana, en la acepción cristiana de la palabra; el segundo, compañero de armas en el trabajo del apostolado y la predicación (2 Tm. 2, 3), parece haber sido el jefe (Col. 4, 17) o por lo menos uno de los jefes de la comunidad que tenía sus habituales reuniones en casa de Filemón. Aunque del mismo texto no pueda deducirse con seguridad, algunos han unido a estas tres personas con vínculos más estrechos, haciendo a Arquipo hijo de Filemón y Apia. Sostienen también unánimemente los comentadores, que la Iglesia a que se hace aquí referencia es la Iglesia de Colosas, ciudad de Frigia, evangelizada por los discípulos del Apóstol; en efecto, en la carta a los Colosenses, escrita en esta misma época, aparecen nombradas las mismas personas que en la nuestra, y en tratándose de Onésimo, se dice que es de dicha ciudad y que acompaña al portador de la carta Tíquico, (Col. 4, 7 ss.) llevando a su vez, concluimos nosotros, la carta comendaticia para su dueño” (Primatesta).

[12395] 7. He aquí una bella y lapidaria fórmula para honrar la caridad de un cristiano.

[12396] 9. Suplicar en vez de mandar es norma apostólica de S. Pablo (2 Co. 1, 23) y de S. Pedro (1 Pe. 5, 2-3), pues ellos mismos nos enseñan a ser libres en Cristo (1 Co. 12, 2 y nota). Véase 1 Ts. 2, 11; 2 Tm. 2, 24; 2 Co. 10, 8 etc.

[12397] 10. Engendrado entre cadenas: bautizado por el Apóstol que estaba en la cárcel.

[12398] 11. Alude a la significación del nombre de Onésimo, que quiere decir “hombre útil”.

[12399] 16. Como hermano: No nos enfurezcamos con nuestros siervos, sino aprendamos a perdonar sus faltas; no seamos siempre ásperos, ni nos ruboricemos de vivir con ellos si son buenos (cf. Dt. 12, 18). Cualquiera que haya visto, a la luz de la Sagrada Escritura, como la única amistad durable es la que se funda en la comunidad de espíritu (Si. 6, 16; 13, 19 s.; 25, 2; 37, 15; 40, 23 y notas) y cuán deleznable es la que solo se funda en la carne y sangre (Mt. 10, 36; 12, 48; 13, 57; Lc. 12, 52; Jn. 7, 5 etc. y notas) comprenderá muy bien que S. Pablo estuviese tan seguro de esa fraternal intimidad en Cristo que debía reinar entre amo y siervo (S. Crisóstomo).

[12400] 19. Filemón se debe todo a S. Pablo, que lo convirtió al cristianismo. Por lo que es ilusorio apuntar algo en la cuenta, dice con buen humor el Apóstol. De mi puño: Él dictaba sus cartas, y solo escribía por excepción, lo que ha hecho pensar que la enfermedad que lo aquejaba (2 Co. 12, 7) fuese quizás oftalmía.

[12401] 21. Harás todavía más: El Apóstol sabe que Filemón, por ser su hijo espiritual, no solo recibirá a Onésimo como hermano sino que también le pondrá en libertad. Cf. Ex. 21, 1-5; Dt. 15, 12-18.

[12402] 1. ¿Por qué una carta a los Hebreos? Véase la explicación en 8, 4 y nota. Si bien el final de la carta muestra que fue para una colectividad determinada, su doctrina era para los judío-cristianos en general. También Santiago, y S. Pedro se dirigen epistolarmente, y en varios discursos de los Hechos, a todos los Hebreos de la dispersión (St. 1, 1; 1 Pe. 1, 1), muchos de los cuales se hallaban tu peligro de perder la fe y volver al judaísmo, no solo por las persecuciones a que estaban expuestos, sino más bien por la lentitud de su progreso espiritual (5, 12 y nota) y la atracción que ejercía sobre ellos la magnificencia del Templo y el culto de sus tradiciones. El amor que el Apóstol tiene a sus compatriotas (Rm. 9, 1 ss.) le hace insistir aquí en predicarles una vez más como lo hacía en sus discursos de los Hechos, no obstante su reiterada declaración de pasarse a los gentiles (Hch. 13, 46; 18, 6 y notas). Su fin es inculcarles la preexcelencia de la Nueva Alianza sobre la Antigua y exhortarlos a la perseverancia —pues no los mira aún como maduros en la fe (3, 14 y nota), con la cual tendían a mezclar lo puramente judaico (Hch. 21, 17 ss., etc.)— y a la esperanza en Cristo resucitado (cap. 8 ss.) en quien se cumplirían todas las promesas de los Profetas (Hch. 3, 19-26 y notas). Aun la exégesis no católica, que solía desconocerla por falta del usual encabezamiento y firma, admite hoy la paternidad paulina de esta Epístola, tanto por su espíritu cuanto por indicios, como la mención de Timoteo en 13, 23, y consideran que S. Pedro, al mencionar las Epístolas de S. Pablo (2 Pe. 3, 15 s.), se refiere muy principalmente a esta carta a los Hebreos. El estilo acusa cierta diferencia con el de las demás cartas paulinas, por lo cual algunos exegetas suponen que Pablo pudo haberla escrito en hebreo (cf. Hch. 21, 40) para los hebreos, siendo luego traducida por otro, o bien valerse de un colaborador, hombre espiritual, como por ejemplo Bernabé, que diera forma a sus pensamientos. Fue escrita probablemente en Italia (13, 24), y todos admiten que lo fue antes de la tremenda destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos el año 70, atribuyéndosele comúnmente la fecha de 63-66, si bien algunos observan que, por su contenido, es coetánea de la predicación que Pablo hacía aún a los judíos en tiempo de los Hechos de los Apóstoles, es decir, antes de apartarse definitivamente de aquellos, para dedicarse por entero a su misión de Apóstol de los gentiles (Hch. 28, 23 ss.; 2 Tm. 4, 17 y notas) y explayarles el misterio escondido del Cuerpo Místico, como lo hizo especialmente en las Epístolas que escribió en su primera cautividad en Roma.

[12403] 2 s. Hizo las edades (cf. 9, 26; 11, 3): es decir, salió de la eternidad pura en que vivía unido con su Verbo en el amor del Espíritu Santo, para realizar en la creación ad extra el plan de las edades (tus aionas) que conduciría a la glorificación de Cristo-Hombre (cf. Mc. 16, 11 y nota). Impronta (literalmente “carácter”) de su sustancia: consustancialmente igual al Padre. Cf. Sb. 7, 26 y nota. Se ha sentado a la diestra: cf. Sal. 109, 1 y nota.

[12404] 4. Después de consumada su Hazaña redentora (v. 3) Jesús-Hombre fue, en la gloria del Padre, hecho superior a los ángeles, a los cuales parecía inferior por un momento (2, 6) mientras asumió la naturaleza caída del hombre mortal. Más eminente (cf. Fil. 2, 9): es decir, recibió la gloria de Hijo de Dios también para su Humanidad santísima como dice el v. 5. De ahí que Jesús insistiese antes en llamarse “el Hijo del hombre”. Cf. Lc. 1, 32; Jn. 5, 25 y 27 donde Él alude alternativamente al “Hijo de Dios” y al “Hijo del hombre”.

[12405] 5. En estas palabras del Sal. 2, 7 “la tradición católica constante y unánime desde el tiempo de los apóstoles (Hch. 4, 27; 13, 33; Ap. 2, 27; 19, 15) ve una profecía relativa directamente al Mesías” (Pirot), es decir, al Verbo, no ya en su generación eterna (Jn. 1, 1 ss.) sino en su Humanidad santísima (cf. v. 2 ss.) glorificada a la diestra del Padre (v. 3). Así lo vemos aplicado en esos pasajes citados por Pirot, y lo confirma la cita que añade el Apóstol: “Él será mi Hijo”, tomada de 2 Sam. 7, 14 y Sal. 88, 27. Cf. 5, 5; Rm. 1, 2 ss. y notas.

[12406] 6. S. Pablo interpreta este v. del Sal. 96, 7 refiriéndose al triunfo de Cristo en la Parusía, cuando el Padre le introduzca de nuevo en este mundo. Cf. 2, 5-8. Como Sal. 44, 3 ss.; 71, 11; 109, 3, etc., es este uno de los pasajes de más inefable gozo para el espíritu creyente que, colmado por su “dichosa esperanza” (Tt. 2, 13), pone los ojos en Jesús (3, 1; 12, 2) y piensa despacio en lo que significará verlo de veras aclamado y glorificado para siempre —como en vano esperaríamos verlo en “este siglo malo” (Ga. 1, 4 y nota)— a ese Salvador, tan identificado en su primera venida con el dolor (Is. 53, 3) y la humillación (Fil. 2, 7 s.), que nos cuesta concebirlo glorioso. ¡Y lo será tanto más cuanto menos lo fue antes! Véase Fil. 2, 9; Ap. 5, 9; 1 Pe. 1, 11; Sal. 109, 7.

[12407] 7. Cf. Sal. 103, 4, tomado, como todas las citas que hace S. Pablo, de la versión griega de los LXX.

[12408] 8 s. Esta cita constituye un valioso testimonio de la realeza de Jesucristo. Está tomada del Sal. 44, 7 s., para cuya interpretación es un documento preciosísimo, pues muestra que quien habla en este S., es el Padre celestial dirigiéndose a Jesús.

[12409] 10 ss. Cf. Sal. 101, 26-28; Is. 34, 4; Ap. 6, 14; 20, 11; Hb. 2, 8; 10, 13; Mt. 22, 44; Sal. 109, 1; 1 Co. 15, 25; Ef. 1, 22.

[12410] 14. Cf. Dn. 7, 10; Ap. 5, 11.

[12411] 1. De lo dicho en el cap. 1 el Apóstol brinda, como fruto espiritual, esta recomendación que fluye de la superioridad de los nuevos misterios sobre los antiguos, tema que desarrollará en los capítulos siguientes.

[12412] 2. La palabra anunciada por ángeles: La Ley del Antiguo Testamento. Cf. Hch. 7, 53; Ga. 3, 19.

[12413] 5. Cf. v. 8; 1, 6 y nota; 1 Co. 15, 25.

[12414] 6 ss. Alguien: David, en Sal. 8, 5-8, donde este texto, según el hebreo, presenta otros matices que señalamos en las notas respectivas. S. Pablo lo cita según los LXX y lo aplica a Cristo. Lo rebajaste (así también Pirot y otros); cf. 1, 4; Fil. 2, 7 y notas.

[12415] 8. S. Pablo explica que la omnímoda potestad que pertenece a Jesús no se ejerce ahora plenamente. Es que Jesús anunció que la cizaña estaría mezclada con el trigo hasta el fin del siglo (Mt. 13, 38-43), no obstante hallarse Él desde ahora coronado de gloria a la diestra del Padre, como lo dice en el v. 9. Cf. 1, 5; Sal. 109, 1 y 3; Lc. 20, 25; Jn. 18, 36; Rm. 1, 4; 1 Co. 15, 25.

[12416] 12 s. Cf. Sal. 21, 23; 2 Sam. 22, 3; Sal. 17, 3; Is. 8, 18.

[12417] 16. “No solamente asumió Cristo la naturaleza humana, sino que, además, en un cuerpo frágil, pasible y mortal, se ha hecho consanguíneo nuestro. Pues si el Verbo se anonadó a sí mismo tomando la forma de esclavo (Fil. 2, 7), lo hizo para hacer participantes de la naturaleza divina a sus hermanos según la carne, tanto en este destierro terreno por medio de la gracia santificante cuanto en la patria celestial por la eterna bienaventuranza” (Encíclica de Pío XII sobre el Cuerpo Místico de Cristo).

[12418] 17. Por disposición de Dios el Hijo se humilló, asemejándose a nosotros para hacerse Mediador entre Dios y los hombres. Solo de esta manera pudo ser el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, es decir, nuestro Redentor.

[12419] 18. Difícilmente podría darse un motivo y argumento más concreto para confiar en la protección de Jesús, aun en todas las pruebas temporales. Por lo cual nos exhorta S. Crisóstomo: “Quien se deja agobiar por el dolor y pierde el ánimo en las pruebas, no tiene gloria; quien abrumado por la vergüenza se esconde, no tiene confianza”. Cf. 3, 6; 4, 15; 7, 19; Col. 1, 23 y notas.

[12420] 1-6. Sigue en los v. 1-6 la comparación entre Moisés y Cristo. Ambos son mediadores, mas el Mediador del Nuevo Testamento supera incomparablemente a Moisés, pues el Padre, fundador de la Alianza de Moisés, la hizo, como hace todas las cosas, por Cristo su Hijo, “por quien creó también los siglos” (1, 2; Judas 5).

[12421] 6. Insiste sobre la confianza (2, 18 y nota), pero esta vez en el sentido sobrenatural (v. 14).

[12422] 7 ss. Recuerda aquel lugar de contradicción en el desierto, donde los israelitas murmuraban contra Moisés y contra Dios, porque les faltaba el agua. Cf. Nm. 14, 21 ss.; Sal. 94, 8 ss.; Ex. 17, 7; Nm. 20, 25.

[12423] 14. S. Pablo enseña aquí que la fe viva es como un nuevo ser espiritual en Cristo y nos hace despreciar las cosas de abajo que nos roban este privilegio por el cual somos verdaderamente divinizados en Cristo. Pero a los Hebreos no les da aquí doctrina tan sobrenatural como a los Efesios, Colosenses, etc., por las razones que vimos en 1, 1 y nota. Cf. Jn. 10, 34; Sal. 81, 6; 2 Pe. 1, 4.

[12424] 19. A causa de su incredulidad: Conclusión semejante a la que expone en Rm. 11, 30-32. Véase Jn. 16, 9, donde Jesús muestra que el pecado por antonomasia está en no creerle a Él como Enviado del Padre porque si fueran rectos le creerían (Jn. 3, 19; 7, 17 y nota) y esto es todo lo que Dios les pide (Mt. 17, 5; Jn. 6, 29, etc.). Cf. 4, 1; 6, 4 ss. y notas.

[12425] 1. En el presente capítulo el Apóstol prueba que la promesa de que los israelitas entrarían en el reposo, no se cumplió en aquel pueblo obstinado. De lo contrario, Dios no la habría repetido por medio de David (3, 7-8). Las palabras tienen, pues, un sentido mesiánico y se cumplirán tan solo en el Nuevo Testamento, siendo la fe la condición para entrar en el reino de Dios.

[12426] 3. Véase Sal. 94, 11. Los que hemos creído: Nótese con qué insistencia presenta S. Pablo la fe como la llave del reino de Dios. Cf. v. 6; 3, 19 y nota. A esto dedicará también todo el grandioso cap. 11 (cf. 10, 38 y nota).

[12427] 8 s. Se refiere a las promesas que aún quedan por cumplirse a favor del pueblo de Dios. Cf. 8, 8 ss.; 10, 16 s.; Sal. 104, 8; Hch. 3, 19 ss. y notas.

[12428] 11. Así como el reposo prometido al pueblo de Dios consiste en el reino mesiánico, hay también un reposo para cada creyente redimido por Cristo en aquel completo abandono que nada busca sino a Él.

[12429] 12. He aquí un extraordinario testimonio de la fuerza penetrante de la Sagrada Escritura (2 Tm. 3, 16 s. y nota). Por eso dice S. Gregorio Magno: “Es necesario que quienes se dedican al ministerio de la predicación no se aparten del estudio de la Biblia”; y S. Agustín: “Quien no se aplica a oír en su interior la Palabra de Dios será hallado vacío en su predicación externa”. Es lo que no han cesado de inculcar en sus Encíclicas los unimos Pontífices: León XIII en Providentissimus Deus, Benedicto XV en Spiritus Paraclitus y Humani Generis, Pío XII en Divino Afflante.

[12430] 14. Nueva incitación a permanecer en la fe. En 6, 4 ss. les expondrá las tremendas consecuencias de abandonarla.

[12431] 15. Para que nuestra confianza en Él no tuviera límites, Jesús quiso ponerse a nuestro nivel experimentando todas nuestras miserias menos el pecado (2, 18 y nota). “Cuando miro a Jesús “no como a mi Juez sino como a mi Salvador” (según reza la jaculatoria), esto me parece a primera vista una grande insolencia, por la cual Él debería indignarse. ¿Qué diría de eso un juez de los Tribunales?... Pero luego recuerdo que esa confianza es precisamente lo que a Jesús le agrada y que en eso consiste la divina paradoja de que “la fe es imputada a justicia”, o sea, es tenida por virtud, como nos lo revela S. Pablo. Entonces comprendo que tal paradoja se explica por el amor que Él tiene a los pecadores como yo y que al creer en ese amor —cosa dura para mi orgullo— lejos de incurrir en aquella insolencia culpable, me coloco en la verdadera posición de odio al pecado. Porque lo único capaz de hacerme odiar eso que tanto atrae a mí natural maldad, es el ver que ello me hace olvidar un bien tan inmenso y asombroso como es el de ser amado sin merecerlo”.

[12432] 16. Al trono de la gracia: es decir, al Santuario celestial (v. 14). “Recuerdas cuánto consuelo has recibido cada vez que has abierto tu corazón, y desahogado en otro corazón amigo tus íntimos deseos y preocupaciones, tus penas y tus culpas. Eso es lo que aquí se nos enseña a hacer en la oración. Nuestra fe será plena si aprendemos a obrar así con el Padre Celestial, invocando a su Hijo Jesucristo como Mediador”. “¿Cuál oración —pregunta Santo Tomás— puede ser más segura que la dictada por Aquel en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría (Col. 2, 3) y que, según lo dice S. Juan, es nuestro abogado delante del Padre?”. “Puesto que es Cristo quien aboga por nosotros ante su Padre ¿qué mejor que implorar nuestro perdón en los términos que nos ha dictado nuestro abogado?” (S. Cipriano).

[12433] 1. Requisitos indispensables en el Sumo Sacerdote deben ser la compasión hacia el prójimo y la vocación de Dios. Cristo es el supremo modelo de ambas. Cf. 1 Tm. 1, 16. Pontífice significa el que hace puente, esto es, el mediador entre Dios y los hombres.

[12434] 4. Aarón el primer Sumo Sacerdote a quien eligió Dios mismo. Cf. Ex. 28, 1; 2 Cro. 26, 18; Sal. 104, 26.

[12435] 5. “La idea dominante, dice Pirot, es, junto a la perfección personal, la del poder de salvación que le viene desde entonces en calidad de Pontífice según el orden de Melquisedec, es decir, de Pontífice perfecto” (Sal. 2, 7; 109, 4). Claro está que el término personal solo ha de referirse aquí a la Humanidad santísima de Jesús, ya que la Persona divina del Verbo no podía perfeccionarse. Así lo añade a continuación el mismo autor refutando a disidentes que ponían en duda la divinidad de la Persona de Jesús: “No en cuanto Dios se instruye y se perfecciona Jesús por el sufrimiento, sino en cuanto hombre, venido para salvar a los hombres”. Cf. 1, 5 y nota.

[12436] 6. Melquisedec, sacerdote y rey de Jerusalén, tipo de Jesucristo (cap. 7). Cf. Sal. 109, 4.

[12437] 7. Para salvarle de la muerte: No se trata de oraciones por otros, pues “en este pasaje el Apóstol quiere mostrar que Cristo compartió nuestras debilidades” (Pirot). Cf. Mt. 26, 39 ss.; Mc. 14, 35 s.; Lc. 22, 42 ss.; Sal. 68, 21 y nota. Entonces obtuvo ser librado del temor (así S. Ambrosio y muchos modernos) y se hizo, como Él quería, instrumento de propiciación para que el Padre se demostrase justo no obstante haber “disimulado antes los pecados”. Véase sobre esto la asombrosa revelación de Rm. 3, 21 ss. Así se comprende por qué no fue posible librarlo de la muerte, aunque el Padre le habría mandado, si Jesús hubiese querido, más de doce legiones de ángeles. Cf. Mt. 26, 42; Jn. 14, 31 y notas.

[12438] 8. “El más amado y el más obediente de los hijos se sometió —por evitárnoslo a nosotros— a ese duro camino del castigo, como si Él lo hubiera merecido por desobediencia, o como si su Padre no lo amase y lo tratase rudamente. No falló, empero, el amor del Padre, ni la obediencia del Hijo: fuimos nosotros los que fallamos, y el Amor misericordioso lo que triunfó”.

[12439] 9. Perfeccionado: ¿Es posible esto? Tratándose de la Humanidad santísima del Señor, solemos inclinarnos a pensar que su Cuerpo fue como el de Adán antes de la caída. Pero S. Pablo insiste en mostrarnos que no es así. Para poder condolerse de nuestra flaqueza (v. 2 y 4, 15) y ser ahora un Pontífice misericordioso (v. 10; 4, 16; 6, 20; 7, 28) tuvo que tener carne mortal, pues vemos que solo recibió después de resucitado la inmortalidad que le permitió ser hecho Sacerdote para siempre a diferencia de los demás (7, 23-25) y encumbrado sobre los cielos (7, 26) a la diestra del Padre (Sal. 109, 4). Es decir que Jesús, “hecho de mujer” (Ga. 4, 4) y descendiente de Adán (Lc. 3, 37), fue en todo igual a nosotros salvo en el pecado (4, 15), o sea que sin tener pecado heredó y soportó como nosotros las consecuencias del pecado, esto es, la naturaleza sujeta a la muerte, al hambre (Lc. 4, 2), al cansancio (Jn. 4, 6), a la tristeza (Mt. 26, 38), al llanto (Lc. 19, 41; Jn. 11, 35), al miedo (v. 7) y aun a la tentación de Mt. 4, 1 ss., aunque no al pecado ni a nuestra inclinación al mal; y también a la pérdida de fuerzas físicas, pues que lo hicieron ayudar por el Cireneo (cf. Sal. 68, 21). El poderoso grito que dio al morir (Mt. 27, 50), para mostrar que nadie le quitaba la vida sino que Él la entregaba voluntariamente (Jn. 10, 18; 19, 30), fue sin duda milagroso como fue milagrosa la Transfiguración en que Él mostró anticipadamente la gloria que tendrá el día de su Parusía (Mc. 9, 1). Vemos que, aun resucitado, lo confunde Magdalena con un jardinero (Jn. 20, 14 s.) y que solo entró en la gloria cuando el Padre lo sentó a su diestra (cf. Mc. 16, 11 y nota), dándole como hombre, es decir también en su Cuerpo, la gloria que tenía como Verbo de Dios igual al Padre (v. 5; 1, 5 y notas; Jn. 17, 5; Sal. 2, 7; 109, 1 y 3 y notas). Esta glorificación es la que Él pidió también para nosotros (Jn. 17, 21-26; cf. Jn. 14, 2 s. y notas) y que nos dará el día que venga a ser glorificado también aquí (2 Ts. 1, 10; Sal. 109, 5 ss.) haciéndonos “semejantes al cuerpo de su gloria” (Fil. 3, 20 s.). Este conocimiento de Cristo en su Humanidad que “vino a ser causa de sempiterna salud” es lo que nos une a Él con fe y amor sin límites, mostrándonos que Él es el Santo por excelencia de nuestra admiración y devoción, sin ocurrírsenos más ese pensamiento, que se oye a veces con apariencias de piedad: “Claro está que Jesús hizo maravillas, pero... era Dios”, como diciendo que los ejemplos del Evangelio no son para imitarlos nosotros.

[12440] 10. Véase 6, 20.

[12441] 11. Se os han embotado los oídos: Véase Rm. 11, 10; 2 Co. 3, 14 ss.

[12442] 12. Reproche análogo a este de los hebreos hace a los gentiles de Galacia (Ga. 4, 9) y de Corinto (1 Co. 3, 1). Hay aquí una indiferencia y lentitud espiritual que impide al Apóstol darles, como quisiera, la plenitud del misterio de Cristo (Cf. 1, 1; 3, 14 y notas).

[12443] 13 s. ¡Cuidado con tomar esta ceguera como infancia espiritual! Cf. 1 Co. 3, 1 ss. y nota.

[12444] 1 s. Recordando la necesidad de la perfección en la enseñanza, el Apóstol, como observa Dom Delatte, se esfuerza aquí, no obstante lo dicho antes (5, 11 s. y notas), por arrastrar consigo a sus compatriotas (véase la confesión que él nos hace en Rm. 11, 14). Notemos que considera como rudimentos la necesidad del arrepentimiento para todos (conversión de las obras muertas) y de la fe (Mc. 1, 15; Hch. 2, 38). Habla de bautismos (v. 2), en plural, tal vez porque se hacían tres inmersiones (cf. Col. 2, 12), o abarcando quizás el bautismo de Juan (Hch. 19, 4 y nota) y las abluciones judaicas. Imposición de las manos es el sacramento de la Confirmación (Hch. 8, 17 s.; 19, 6) y del Orden (Hch. 6, 6; 1 Tm. 4, 14, etc.). Sobre la resurrección y juicio eterno (v. 2) cf. Hch. 17, 31; 1 Co. 15; 1 Ts. 4, 12 ss., etc. Parece que el Apóstol alude así a la catequesis primitiva y a la preparación al Bautismo, sosteniendo que un bautizado no puede contentarse ya con la enseñanza de un catecúmeno. Véase sobre estas cosas la “Didajé”, manual cristiano del primer siglo.

[12445] 2. Más que del juicio eterno prefiere el Apóstol hablarles de eterna salvación (5, 9); eterna redención (9, 12); eterno espíritu (9, 14); eterna herencia (9, 15); eterna alianza (13, 20). Cf. 7, 19 y nota.

[12446] 3. Es decir que S. Pablo se confirma en ese propósito de ir mas tejos en la exposición de la doctrina, empezando por mostrarles a continuación la gravedad que entraña la apostasía (v. 4 ss.), luego Iris estimula con paternal confianza (v. 9 ss.) reconociendo su caridad, y en fin les muestra como meta la esperanza en Cristo resucitado. Cf. 7, 19; 10, 23 y notas.

[12447] 4 ss. El Apóstol muestra aquí a los judíos (y lo confirma en 10, 26 s.) el peligro de la apostasía de la fe, la cual comporta el pecado contra el Espíritu Santo, porque rechaza la luz (3, 19 y nota) y que por tanto los dejaría privados de la gracia que viene de la fe, y entregados sin defensa en manos de Satanás, padre de la mentira. Así lo muestra también S. Pablo, respecto de los gentiles, en 2 Ts. 2, 11 s. De ahí la imposibilidad de levantarse de este pecado, que reniega del Bautismo y del Espíritu Santo y es semejante a un nuevo pecado de Adán, que elige libremente a Satanás antes que a Dios. Tampoco puede borrarse por un nuevo Bautismo, porque este se da una sola vez. A lo mismo parece aludir también S. Juan cuando habla del que comete pecado de muerte (1 Jn. 5, 16 y nota). Hasta aquí llega lo que puede entender el hombre. Más allá es indudable que subsiste el misterio de la infinita y libérrima misericordia de Dios, que puede siempre aplicarla a quien quiera y como quiera, sin dar cuenta a nadie de su conducta (Rm. 9, 15 s.; St. 4, 12). Algunos ven figurada la actitud de tales hebreos, que así retroceden hallándose al borde de la salvación, en la de aquellos que en Cadesbarne, no obstante haber visto los frutos de la Tierra prometida, no quisieron subir hasta ella por incredulidad a la Palabra de Dios (Dt. 1, 25 ss.).

[12448] 7. Cf. la Parábola del Sembrador (Mt. 13, 1 ss.).

[12449] 12. Cf. Ap. 13, 10 y nota.

[12450] 18. Las dos cosas inmutables son la promesa de Dios y su juramento a Abrahán. El v. 20 aludirá al juramento que también Jesús había recibido en Sal. 109, 4, sobre su Sacerdocio para siempre. Cf. 7, 28.

[12451] 19 s. El velo es la carne mortal de Jesús (10, 20). El velo que ocultaba al Santo de los Santos en el Templo de Jerusalén (9, 3 s.) simbolizaba esa Carne, es decir, la Humanidad santísima de Jesús (cf. 5, 9 y nota) y por eso se rasgó al momento de su muerte (Mt. 27, 51). Era necesario que Él muriese (Hch. 3, 22 y nota) y fuese glorificado para que se cumpliesen las promesas dadas a los Patriarcas (Rm. 15, 8). Como áncora: de aquí que el ancla sea el signo de la esperanza.

[12452] 1. Sigue la comparación con Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén), que es en el Antiguo Testamento tipo de Cristo Sacerdote y Rey (Sal. 109, 3 y 4; Is. 11; Za. 6, 11 ss., etc.). Como aquel, así también Cristo es “rey de paz” y “sin padre”, es decir, sacerdote por vocación de Dios y no por herencia de familia levítica; y así como Melquisedec descuella sobre Abrahán y Leví, así también la Persona de Cristo tiene preeminencia sobre la persona de aquel. Para hacernos comprender su argumentación, el Apóstol aduce los diezmos que Abrahán dio a Melquisedec, mostrando así la superioridad de este. Cf. Gn. 14, 18 y nota.

[12453] 3. Sin padre, sin madre, etc.: modelo del sacerdote en general, que no pertenece a ninguna familia sino solo a Dios. Ni fin de vida: No parece esto afirmar que Melquisedec continúe viviendo (como lo sabemos de Elías y Enoc), sino que su muerte permanece tan ignorada como todas las demás circunstancias de su vida que enumera S. Pablo sobre este misterioso personaje. Algunos lo creían de naturaleza angélica y querían así explicar que “el orden de Melquisedec” se aplicase al sacerdocio de Jesús (5, 6). De todos modos recalca S. Pablo el carácter celestial del divino Pontífice, que fue “nombrado por Dios” (5, 10), que penetró los cielos (4, 14) y dijo a los sacerdotes de Israel: “Vosotros sois de abajo; Yo soy de arriba” (Jn. 8, 23).

[12454] 8. Aquí: en el sacerdocio de Leví; allí: en el sacerdocio de Melquisedec, donde tenemos un sacerdote inmortal: Cristo.

[12455] 11. Aarón, el primer Sumo Sacerdote, representa el sacerdocio levítico que no era capaz de ofrecer un don perfecto, cual es hoy el sacrificio eucarístico, memorial de la Nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo (1 Co. 11, 25).

[12456] 13. Porque Cristo, a quien miraban estos vaticinios de David, no fue de la tribu de Leví, de la que eran tomados los sacerdotes, sino de la de Judá, a quien no pertenecía la función sacerdotal. Cf. 8, 4 y 13; Ez. 44, 15 y nota.

[12457] 16 s. Indestructible (Buzy, traduce: con el privilegio de la inmortalidad): porque Jesús resucitado no es mortal como antes y ya no puede morir (v. 24; Rm. 6, 9). De ahí que sea constituido Sacerdote “para siempre” (vv. 17 y 20). Cf. 5, 6; Sal. 109, 4 y nota.

[12458] 19. La Ley (dada en Ex. caps. 19 ss.), fue superada por el Evangelio, como doctrina (Mt. 5, 17-48) y como espiritualidad (Ga. 3, 1 ss.). Una esperanza mejor: la Nueva Alianza de los creyentes en Cristo, la Ley de la gracia y las promesas que superan a las esperanzas puramente terrenales de Israel. Véase 11, 10; 12, 18 ss.; 1 Ts. 4, 16 s.; Ga. 4, 24 ss.; Ap. 21, 10. Cf. 8, 8 ss.; 10, 23 ss. Otros traducen en el sentido de que la perfección no vino de la Ley, pero sí vino al introducirse una mejor esperanza (Rm. 5, 2). Junto con esta mejor esperanza Pablo anuncia a los hebreos mejor pacto (8, 6); mejor posesión (10, 34); mejor patria (11, 16); mejor resurrección (11, 35); algo mejor (11, 40); sangre que habla mejor que la de Abel (12, 24). Cf. 6, 2 y nota.

[12459] 25. ¡Qué consuelo no significa para nosotros el saber que podemos contar permanentemente con la oración todopoderosa de Cristo por nosotros y por nuestro ideal apostólico! Cf. 5, 7 y nota; 10, 4; Jn. 17, 20; Rm. 8, 34. Solemos pensar que a Jesús, por ser Dios, no debemos pedirle que ruegue por nosotros, como si fuera impropia de Él tal cosa. Aquí vemos, con más claridad aún que respecto de los santos y la Santísima Virgen, cómo Jesús no solo rogó por nosotros en vida (Jn. 17, 9 ss.) y prometió rogar después (Jn. 14, 16) sino que está rogando permanentemente por nosotros, siendo esta precisamente su misión como Sacerdote (v. 26).

[12460] 26. Bellísimo retrato sacerdotal de Jesús, a quien S. Pedro llama el Pastor y Obispo de nuestras almas (1 Pe. 2, 25). Cf. 13, 20; Jn. 10, 11.

[12461] 27. “Este sacrificio único bastó a causa de su valor infinito. Cf. 9; 12, 25-28; 10, 10. En efecto, consistió en la inmolación de Jesucristo mismo. Por primera vez en los escritos del Nuevo Testamento se presenta aquí, abiertamente a Jesús como sacerdote y víctima a un tiempo”. (Fillion).

[12462] 28. Llegado a la perfección: (así también Pirot). Cf. 5, 9 y nota.

[12463] 1 ss. La preexcelencia del sacerdocio de Cristo se muestra, además, por el lugar donde ejerce sus funciones, es decir, no en la tierra, en el Sancta Sanctorum, sino en el cielo (9, 11 y 24; 10, 19). Esto quiere decir que, allá en lo Alto, Jesucristo presenta perpetuamente a su Padre el mérito de su pasión y de su muerte consumada ya en la cruz (5, 7 y nota), misterio que repetimos cada día en el sacrificio eucarístico. Inmensa novedad para los destinatarios de esta carta. Según el judaísmo talmúdico, dice Klausner, el Mesías solo libraría a Israel de la sujeción política, haría prosélitos de los gentiles y juzgaría a las naciones con rectitud y equidad.

[12464] 4. Pues hay: Fillion hace notar que el griego, a diferencia de la Vulgata, usa el presente (cf. 13, 11) “de donde se concluye, con justificada razón —añade— que el culto judío aún subsistía cuando fue compuesta la Epístola y que ella apareció, por consiguiente, antes de la ruina de Jerusalén. El detalle según la Ley —prosigue— es importante: aquí abajo ya se ofrecía a Dios los sacrificios exigidos por Él; era, pues, menester que el nuevo Pontífice ofreciera el suyo en el cielo”. La actitud de S. Pablo frente al culto judío, continuado en el Templo de Jerusalén hasta su destrucción el año 70, así como su conducta en las sinagogas judías donde él mismo predicaba (Hch. 13, 14 y 44; 14, 1; 18, 4, etc.), confirma la verdad, a menudo olvidada de que el rechazo definitivo de Israel fue al fin del tiempo de los Hechos de los Apóstoles (Hch. 28, 28). Este tiempo le fue acordado a Israel, según la Parábola de la higuera infructuosa (Lc. 6, 13 ss.) para que los judíos de la Dispersión reconocieran, mediante la predicación apostólica, al Mesías resucitado a quien los jefes de la nación judía rechazaron mientras Él vivió (Hch. 3, 17-26 y notas). El mismo Jesús había aludido a esto al anunciar la necesidad de su Muerte y Resurrección (Lc. 24, 44 ss.), pues sin ello la semilla no daría fruto (Jn. 12, 24 y 32), ya que antes de eso “aún no había Espíritu” por cuanto Jesús no había sido todavía glorificado (Jn. 7, 39). De ahí, pues, que durante “esos días anunciados por los Profetas” (Hch. 3, 24), los judíos, aun cristianos, frecuentaran el templo y observaran la Ley, continuando sin embargo las señales milagrosas y los carismas visibles del Espíritu Santo. Mas desoída por Israel la predicación de los apóstoles, no solo en Jerusalén, sino también en Antioquía de Pisidia (Hch. 13, 14-48), en Tesalónica (Hch. 17, 5-9), en Corinto (Hch. 18, 6) y finalmente en Roma, donde Pablo les habla por última vez de Jesús, “según la Ley de Moisés y los Profetas” (Hch. 28, 23), el Apóstol, al verlos apartarse (ibíd. v. 25), les anuncia solemnemente que “esta salud de Dios ha sido transmitida a los gentiles” (ibíd. 28, 28 ss. y notas), a quienes en adelante explayará principalmente el misterio del Cuerpo Místico escondido desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26).

[12465] 5. Cf. Ex. 25, 40. En 13, 10 vemos el contraste entre estas figuras materiales y la realidad celestial y espiritual (cf. 13, 9; Jn. 4, 23 s.). En el monte: figura del cielo (v. 2) donde está Cristo el eterno Sacerdote. El Apóstol, “después de haber probado, por la naturaleza del Sacerdocio de Jesucristo, que su teatro es el cielo, lo prueba una vez más por la tipología” (Pirot). Cf. Hb. 9, 23; 10, 1; Col. 2, 17. “En las palabras de S. Pablo hay que dar no pequeña parte a la metáfora. Como sería ridículo afirmar que existe en el cielo un “tabernáculo verdadero” que sirviera de modelo al construido por Moisés, así sería irracional pretender deducir de las palabras del Apóstol que Jesucristo solamente en el cielo consumó su sacrificio. Lo único que inculca S. Pablo es que el sacerdocio y el sacrificio de Jesucristo no son terrenos a la manera de los levíticos, ni están vinculados a un santuario material” (Bover).

[12466] 8. Vemos aquí que Jesucristo es también mediador de las promesas referentes a la salvación de Israel, a quien fue prometido antes que a los gentiles (10, 16; Ez. 34, 25 y nota; 37, 21-28; 2 Co. 3, 15 s.). Es de notar que las profecías mesiánicas de Jr. 31, 31 ss., que aquí reproduce S. Pablo y que corresponden a Israel y a Judá, son paralelas a las de Is. 59, 20 s., que el mismo reproduce en Rm. 11, 25 ss., como anuncio de la conversión final de Israel (cf. Jr. 30, 3 y nota). Lo mismo vemos en otros pasajes del Nuevo Testamento (10, 29; 12, 26 ss.; Hch. 2, 17 s.; 3, 22 ss.; 15, 16 ss.; Rm. 9, 25 ss., etc. y notas). Se admite comúnmente la aplicación de estas promesas al período actual de la gracia, en que no hay “ni judío ni griego” (Ga. 3, 28 s.).

[12467] 13. El Apóstol se refiere a los sacrificios antiguos (cf. v. 4; 7, 13 y 19 y notas) y no a las divinas Escrituras del Antiguo Testamento. “Los Libros santos del Antiguo Testamento son Palabra de Dios y parte orgánica de su revelación” (Encíclica “Mit brennender Sorge”).

[12468] 2 s. Describe el Santuario terrestre, es decir, el tabernáculo, que Moisés hizo por orden de Dios en el desierto, y cuya continuación era el Templo de Jerusalén. Cf. Ex. 25 y 26; 36, 8; Lv. 16. Sobre el velo cf. 6, 19 s. y nota.

[12469] 4. El detalle de la conservación de la vara de Aarón en el Arca nos es dado solamente por S. Pablo. Nótese la suma veneración con que se guardaban las tablas de la Ley. Con el mismo espíritu solíase conservar antiguamente el sagrado Libro del Evangelio al lado de la Eucaristía. Cf. v. 19.

[12470] 5. Propiciatorio: Así se llamaba la plancha de oro con que estaba cubierta el Arca de la Alianza. Sobre ella se derramaba la sangre de las víctimas en el día de la Expiación. Cf. v. 12 y nota.

[12471] 11 s. Los bienes venideros: cf. v. 15. Pirot hace notar la lección de S. Efrén: “Pontífice futuro, no de los sacrificios sino de los bienes”. Después de haber obtenido: otra diferencia entre el Sacerdote celestial y los de la Ley: el Sumo Pontífice entraba una vez al año en el santuario (Santo de los Santos) del Tabernáculo (y luego del Templo único) de Jerusalén; y, después de entrar, derramaba sobre el Propiciatorio sangre de animales por los pecados del pueblo y los suyos (Lv. 16, 14 ss.; Nm. 19, 9 y 17). En cambio Jesucristo, antes de entrar, y por única vez, al Santuario celestial (10, 19), constituido Sacerdote para siempre (5, 9; 6, 20; 8, 2; 10, 21), había derramado como Víctima, en este mundo, su Sangre de infinito valor, y así obtenido redención eterna (v. 12), pues el Padre “lo puso como instrumento de propiciación por medio de la fe en su Sangre” (Rm. 3, 25), con esa eficacia definitiva (10, 10) que no tuvo aquel antiguo Propiciatorio. De aquí deducen los sectarios la objeción de que la misa sería una repetición innecesaria del Sacrificio de Cristo ya consumado en el Calvario y ofrecido en el cielo. La verdad es que Jesús mandó hacer en memoria suya lo que Él realizó en la Cena, y el mismo S. Pablo (1 Co. 11, 20 ss.) y S. Lucas (Hch. 2, 42) nos muestran que, en su cumplimiento, los primeros cristianos “perseveraban en la fracción del pan” y “en la Cena del Señor”. S. Justino y S. Ireneo recogen en igual sentido la tradición primitiva de la Iglesia. Y lo mismo hicieron S. Ignacio Mártir y S. Clemente Romano. El cristiano de fe ilustrada sabe que en la misa no se ofrece una víctima distinta de la que fue inmolada en el Calvario (v. 26) y que todos nuestros ruegos, como los del celebrante, han de unirse a los de la divina Víctima Jesús, el Sumo Sacerdote para siempre, que allí en el Santuario celestial, “con su intercesión incesante, con la aplicación de los frutos de la cruz y con la continuada renovación del sacrificio eucarístico, da cierta perpetuidad moral al sacrificio del Calvario” (Bover).

[12472] 13. La ceniza de la vaca sacrificada y quemada se mezclaba con agua y se la esparcía sobre los que tenían que purificarse.

[12473] 14. Por su Espíritu eterno: como observa Pirot, más que el Espíritu Santo parece entenderse aquí el Verbo, o sea la naturaleza divina de Jesús que ofrece al Padre su Humanidad como víctima (cf. Rm. 1, 4; 1 Co. 15, 45; 1 Tm. 3, 16). “Este espíritu, siendo poderoso y eterno, comunica a la efusión de la sangre en la Cruz un valor infinito y una eficacia eterna” (10, 10).

[12474] 17. El testamento, o sea la promesa (en hebreo berith) de la nueva alianza que tendría por Mediador al Mesías (v. 15; 8, 6-13; 10, 15-18), no pudo entrar en vigor sino por su muerte. Cf. Hch. 3, 22 y nota.

[12475] 23. Véase este contraste en 8, 5 y 13, 10. Cf. 10, 1.

[12476] 26. En la consumación de las edades: en esta última edad del mundo, pues su muerte borra los pecados de todas las generaciones. Cf. 1 Co. 10, 11; Ga. 4, 4; 1 Jn. 2, 18.

[12477] 28. Véase v. 12 y nota. “Aparecerá, no ya para ofrecerse en sacrificio por el pecado, sino para dar la salud eterna a todos aquellos que le esperan con amorosa impaciencia, deseando su eterna libertad” (S. Crisóstomo). Cf. Lc. 21, 28; Rm. 8, 23; Fil. 3, 20 s.; 2 Tm. 4, 8; 1 Pe. 3, 18; 2 Jn. 7.

[12478] 5 ss. Cita del Sal. 39, 7 s. (según los LXX). Véase allí las notas. El Apóstol ve en esta oración la de Cristo que motiva su presencia en la tierra por el deseo de cumplir la voluntad de su Padre (véase Mt. 26, 42; Jn. 14, 31 y notas). Para ello se ofreció Él como víctima y sufrió todo lo que de Él estaba escrito en el rollo del libro, esto es, en la Escritura. En estas palabras ha de admirarse, pues, la primera oración del “Hijo del hombre” “al entrar en el mundo”, o sea en el momento de la Encarnación del Verbo. Es digno de nuestra mayor atención que la primera oración del Dios Hombre sea tomada del Salterio, como también su última: “en tus manos encomiendo mi espíritu” (Sal. 30, 6; Lc. 23, 46). Véase Jn. 4, 34; 10, 17 s.; Is. 53, 7. Comentando estas palabras misteriosas dice el Papa Pío XI: “Aun en la Cruz no quiso Jesús entregar su alma en las manos del Padre antes de haber declarado que estaba ya cumplido todo cuanto las Sagradas Escrituras habían predicho de Él, y así toda la misión que el Padre le había confiado, hasta aquel último tan profundamente misterioso “sed tengo” que pronunció “para que se cumpliese la Escritura” (Jn. 19, 28). (Encíclica “Ad Catholici Sacerdotii”).

[12479] 13. Aguardando lo que resta: Véase 2, 8; 2 Ts. 2, 6; Sal. 109, 1-4 y notas.

[12480] 16. Véase 8, 10 y 12; Jr. 31, 33 s. y notas.

[12481] 19 s. “Las alusiones y atrevidas metáforas de este pasaje reclaman alguna declaración. Ante todo hay una alusión, que pudiéramos llamar fundamental, al segundo velo del Templo, a través del cual penetraba el Pontífice con la sangre de las víctimas en el Lugar Santísimo. Otra segunda alusión recuerda el velo del Templo que se rasgó de alto a bajo al morir el Redentor. Luego, una osada metáfora presenta la carne del Salvador, rasgada con los clavos y principalmente con la lanza, como el velo rasgado, a través del cual entramos en el Santuario celeste” (Bover).

[12482] 21. La casa de Dios. Cf. 1 Pe. 2, 5; Judas 20.

[12483] 23. Nuestra esperanza: es decir, la meta que propuso como perfección (7, 19; Tt. 2, 3 y notas) cuyo objeto supremo, Cristo, señala en el v. 25 Cf. 6, 3; 9, 28 y notas.

[12484] 25. La común reunión: En griego “episynagogué”, palabra solo usada aquí y en 2 Ts. 2, 1 para indicar la unión de todos en Cristo el día de su venida. Cf. 1 Ts. 4, 16 s. Esta reunión de los fieles es la Iglesia (Mt. 13, 47 ss. y notas). El día: “El día de la segunda venida de Jesucristo, que los primeros cristianos miraban como próximo. Cf. v. 37” (Crampon). Cf. Sal. 117, 24 y nota. Fillion observa que el griego dice: “Ten hemeran, con el artículo: el día bien conocido. Es cosa cierta que el autor ha querido designar aquí el segundo advenimiento de Jesucristo (cf. 1 Co. 3, 13; 1 Ts. 5, 4; 2 Tm. 1, 12 y 18, etc.)”. El mismo autor hace notar el importante papel que la esperanza ocupa en toda esta Epístola destinada a luchar contra el desaliento, y cita 3, 6; 6, 11 y 18 s.; 7, 19, etc. La esperanza mesiánica sería también hoy el lazo de unión para cristianos y judíos (cf. Hch. 23, 6; 26, 6-8; 28, 20), pues entre estos “se ha llegado poco a poco a negar la creencia en el advenimiento de un Mesías personal, sustituyéndolo por la idea de la misión mesiánica del pueblo de Israel, que habrá de realizarse en la era mesiánica de la humanidad”. Cf. Am. 8, 12 y nota.

[12485] 26. Véase 6, 4 y nota.

[12486] 29. S. Pablo insiste en mostrar a los hebreos que es más grave despreciar los dones de la Nueva Alianza en la sangre de Cristo (9, 17 y nota; Lc. 22, 20), por lo mismo que son más preciosos que los de la Antigua. Véase Ct. 8, 6.

[12487] 30. Cf. Dt. 32, 35 s.; Sal. 134, 14; Rm. 12, 19.

[12488] 32. Iluminados por Cristo (6, 4; 2 Co. 4, 4; Ef. 1, 18; 2 Tm. 1, 10). Algunos lo refieren concretamente al Bautismo, el cual, por esto se llama también, especialmente en la Iglesia oriental, Sacramento de la Iluminación. “Los iluminados en la primitiva Iglesia eran los bautizados (entonces adultos) que estaban en “novedad de vida” (Rm. 6, 6) porque se habían revestido de Cristo”. Cf. Jn. 12, 46.

[12489] 37 s. Cita de Hab. 2, 3 s. Brevísimo tiempo: esta idea, frecuentemente expresada (cf. v. 25 y nota; Rm. 13, 11; 1 Co. 1, 7; 1 Ts. 1, 10; 2 Ts. 1, 7 y 10; 2, 13; St. 5, 8; 1 Pe. 4, 7, etc.) ha hecho suponer a algunos que tal vez la defección de Israel (Lc. 13, 6; Hch. 28, 23 ss.; Rm. 11, 30) retardó en el plan divino el cumplimiento de esa promesa. Cf. 2 Pe. 3, 4 y 9; Rm. 11, 25 s. El que ha de venir: Crampon hace notar que el griego “nombra al Mesías: Ho erjómenos (Dn. 7, 13; Za. 9, 9; Mal. 3, 1; Mt. 11, 3; Lc. 7, 19) y aplica el oráculo a los tiempos mesiánicos”, (cf. Jn. 11, 27 y nota). El justo mío vivirá por la fe (v. 38): El justo vive de la fe por todos conceptos: en cuanto solo la fe puede hacerlo justo según Dios; en cuanto solo la confianza que da esa fe puede sostenerlo en medio de las persecuciones anunciadas a los creyentes; y en cuanto esa misma fe es la prenda de la promesa de vida eterna. Por tres veces S. Pablo cita este texto, y —cosa admirable— cada vez saca de él una nueva luz. En Rm. 1, 17 presenta la fe del Evangelio como don universal a judíos y griegos, y muestra en consecuencia la inexcusabilidad de los que no lo aceptan. En Ga. 3, 11 presenta la fe en Cristo por oposición a las obras de la Ley, mostrando que ya nadie se justificará por estas sino por aquella. Aquí presenta a los hebreos la fe en el sentido de confiada esperanza, como la actitud que corresponde necesariamente a todo el que vive en un período de expectación y no de realidad actual, es decir, el que va persiguiendo un fin y no se detiene en los accidentes del camino sino que mira y goza anticipadamente aquel deseado objeto, que ya poseemos y disfrutamos “en esperanza” (Rm. 5, 2; 8, 24; 12, 12). Los dos maravillosos capítulos que siguen (11 y 12) no son sino el desarrollo de este concepto, de esta visión, a través de innumerables ejemplos, hasta culminar (12, 26 s.) en la cita de Ag. 2, 6 aplicándola al gran cambio que espera a las cosas transitorias (12, 27).

[12490] 39. Aquellos que se retiran: Alude a la deserción de la esperanza, que señaló en el v. 25. Alma: puede traducirse también vida. Cf. Lc. 21, 19.

[12491] 1 s. La seguridad que la fe nos proporciona de las cosas invisibles es incomparablemente mayor que la alcanzada por medio de la ciencia humana. De ahí que la fe viva sea el único fundamento (el griego dice sustancia) sobre el cual se puede apoyar la esperanza de los bienes venideros, para lo cual ha de estar animada por el amor, ya que sin este no desearíamos esos bienes (3, 6; 7, 19; 8, 6; 10, 23, etc.). Muy necesario es, pues, avivar la fe. Tal es el objeto de todo este admirable capítulo y no es otro el de toda la Epístola y aún el de toda la Sagrada Escritura. El único reproche que Jesús hacía a sus discípulos era la falta de fe (Lc. 17, 5 s. y nota). ¡Son tantas y tan distintas de la lógica humana las maravillas que Él nos propone creer en cada página del Evangelio! (Lc. 17, 23 y nota). Por eso la fe es la vida del justo (10, 38) porque, si no es fingida (1 Tm. 1, 5), nos lleva a obrar por amor (Ga. 5, 6). La prueba de lo que no se ve (cf. vv. 3 y 7), es sinónimo de seguridad y certeza, de confianza total, de crédito ilimitado a la Palabra de Dios, aunque a veces nos parezca un crédito en descubierto; de entrega sin condiciones, como la desposada que se juega toda su vida al dejar el hogar de sus padres para entregarse a un extraño (Gn. 2, 24; Ef. 5, 31; Sal. 44, 11 s.) “¡Dichosos los que no vieron y creyeron!” (Jn. 20, 29). ¿Y nosotros? ¿Es así como hemos creído a Cristo? ¿Quién se atrevería a pretenderlo? Mientras así no sea, estamos en falta de fe y necesitamos crecer en ella cada día, a cada instante. Tenemos, pues, que pedirla, porque es un don de Dios (Mc. 9, 23), y buscarla especialmente en las Sagradas Escrituras, pues la fe viene de la palabra (Rm. 10, 17); y no averiguar otra explicación para nuestras tristezas y nuestras faltas de espíritu o de conducta: todas vienen de que no le creemos a Jesús, pues al le creemos, Él habita en nuestros corazones (Ef. 3, 17) y vivimos de Él como el sarmiento de la vid (Jn. 15, 1 ss.). Sobre esto de creerle a Cristo decía con fuerte ironía un predicador: “Conviene recordar bien de memoria todas y cada una de las palabras de Jesús. A lo mejor resulta que son ciertas y que perdemos lo que en ellas se nos promete por no haberlo sabido o no habernos interesado en recordar lo que escuchamos con frialdad y escepticismo”.

[12492] 2. Testimonio: cf. 5 y 39.

[12493] 3. Las edades: cf. 1, 2; 9, 26 y nota.

[12494] 4. El Apóstol va a mostrar a los hebreos muchos ejemplos de fe, aun desde antes de Israel, comenzando por Abel, quien por su fe habla todavía, y cuya sangre clama a Dios (Gn. 4, 8; Mt. 23, 35). Aquí se nos muestra por qué el sacrificio de Abel, figura del Cordero, fue más grato a Dios que el de Caín (Gn. 4, 4).

[12495] 5. Sobre Enoc, cf. Gn. 5, 24; Si. 44, 16; 49, 16.

[12496] 6. Crea su ser: “Al que se ha de ir uniendo a Dios, conviénele que crea su ser. Como si dijera: el que se ha de venir a juntar en una unión con Dios, no ha de ir entendiendo ni arrimándose al gusto, ni al sentido ni a la imaginación, sino creyendo su ser, que no cae en entendimiento, ni apetito, ni imaginación ni otro algún sentido, ni en esta vida se puede saber” (San Juan de la Cruz). Para eso no basta la creencia de que hay una deidad creadora del universo (Rm. 1, 20). Eso lo creen también los demonios, y no se salvan (St. 2, 19). Es necesario mirar a Dios tal como Él se ha revelado, es decir, conocerlo tal como Él quiere ser conocido (Jn. 17, 3) para poder pensar bien de Él (Sb. 1, 1) y tenerle entonces esa fe absolutamente confiada que vimos en el v. 1. Tal es lo que entiende el Apóstol al decir “que Él es remunerador de los que le buscan”, o sea, no un simple juez de justicia sino un Salvador que hace misericordia a cuantos confían en Él. Cf. Sal. 32, 22; Lc. 1, 50; Ef. 2, 4; Jn. 3, 16; 6, 37, etc.

[12497] 7. Por la fe: Construyendo el arca y creyendo a la Palabra de Dios, condenó la incredulidad de sus contemporáneos (Gn. 6, 8-22; Si. 44, 17; 1 Pe. 3, 20). Jesús pone aquella fe y esta incredulidad como ejemplo de lo que ocurrirá con las señales de su segunda Venida (Lc. 17, 26 s.).

[12498] 8 ss. Cf. Gn. 12, 1-4; 15, 5; 17, 19; 21, 2; 22, 17; 23, 4; 26, 3; 32, 12; 35, 12 y 27; Si. 44, 20-23; Hch. 7, 2-8; Rm. 4, 16-22.

[12499] 12. Azarías recuerda a Dios esta promesa en Dn. 3, 36, haciéndole presente la escasez del pueblo durante el cautiverio de Babilonia. Según algunos, las estrellas del cielo serían los descendientes fieles de Abrahán, y las arenas del mar los que solo descienden de él según la carne (Rm. 9, 6 ss.; Ga. 4, 28).

[12500] 13. En la tierra de Canaán los patriarcas encontraron solo una figura de la patria que buscaban (v. 16), y se consideraron peregrinos (Gn. 23, 4; 47, 9; 1 Cro. 29, 15) como todos lo somos en esta vida (Sal. 38, 13). S. Ireneo hace notar que entonces no recibieron cumplimiento de las promesas (Gn. 13, 14 ss.; 15, 18; 27, 23, etc.) y tanto Abrahán (Gn. 12, 10) como Jacob (Gn. 42, 10; 43, 1, etc.) tuvieron que recurrir a Egipto a causa del hambre. Y agrega respecto al primero: “y entonces no recibió su herencia en aquella tierra, ni siquiera un palmo, sino que siempre fue en ella peregrino y extranjero. Y cuando murió Sara su esposa, queriendo voluntariamente los heteos darle lugar para sepultarla, no quiso recibirlo sino que compró un monumento a Efrén hijo de Seor, heteo, entregando cuatrocientos ciclos de plata (Gn. 23, 10), prefiriendo atenerse a la promesa de Dios y no queriendo aparecer como que recibía de los hombres lo que le había prometido Dios, el cual en otro lugar (Gén. 15, 18) le había dicho: “A tu posteridad daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el grande río Éufrates”.

[12501] 19. “Abrahán era figura del Padre celestial e Isaac la de Jesús (Buzy). Isaac es también figura del Señor resucitado, por cuanto Dios lo devolvió a su padre que estaba a punto de inmolarlo como sacrificio (Gn. cap. 22). En esto consistió el ejemplo admirable de la fe de Abrahán, que creyó esperando contra toda esperanza (Rm. 4, 18 ss.). Así creyó la Virgen María al pie de la Cruz (Jn. 19, 25 y nota).

[12502] 21. Cf. Gn. 47, 31. S. Pablo sigue la versión de los Setenta, cuyo sentido sería que Jacob acataba el señorío de José y es él, como figura, la realeza de Cristo.

[12503] 24. Moisés es modelo de los que por la fe desprecian los honores y seducciones del mundo. Así lo hizo el mismo Apóstol, Véase Fil. 3, 8; cf. Nm. 11, 28 s.

[12504] 26. El oprobio de Cristo: S. Pablo toma como tipo de Jesucristo al pueblo de Israel por los oprobios que sufrió en Egipto.

[12505] 27. Como si viera ya: He aquí el secreto de la esperanza, que permite evadirse del presente doloroso y vivir en el gozo anticipado de lo que se espera, manteniéndose firme en esa confianza y sabiendo que el Padre está presente aunque no se le vea con los ojos de la carne. Cf. Jn. 14, 23.

[12506] 28 s. Cf. Ex. 12, 21; 14, 22; Jos. 6, 20; 2, 3.

[12507] 33. Los vv. 33-39 son un resumen de manifestaciones de fe que los lectores de esta Carta conocían bien; por eso no traen nombres. Hay referencias a Daniel cerrando la boca de los leones (Dn. 6, 22); a Jeremías torturado (Jr. 20, 2); a Elías y Eliseo resucitando muertos (1 R. 17; 2 R. 4); a Zacarías lapidado (2 Cro. 24, 21); a Isaías, aserrado por medio (según es tradición judía), etc.

[12508] 40. El Mesías trajo la salud también para los justos del A. T. Según algunos, Dios habría querido que esperasen para entrar en el cielo hasta que fuese abierto por la Ascensión del Salvador para que sus almas recibiesen con nosotros esa eterna recompensa. Pero aquí se trata de una perfección o consumación definitiva (cf. Ef. 4, 12 s.) y no del destino del alma solamente (cf. Ap. 6, 10). De ahí que S. Crisóstomo, S. Agustín, Estio y otros antiguos y modernos reconozcan aquí la resurrección corporal, que se efectuaría para los justos del A. T. (Dn. 12, 2) como para los del Nuevo (Lc. 14, 14; 1 Co. 15, 23 y 51 ss.; 1 Ts. 4, 16, etc.), al mismo tiempo, esto es, en el Advenimiento de Cristo al juicio. Tenía provisto algo mejor: Esta mejor provisión podría consistir simplemente en esa espera de los antiguos. Véase sin embargo Mt. 27, 52 s. y nota. Algunos deducen de aquí un destino superior para los cristianos que para los justos de la Antigua Alianza, considerando a estos como “amigos del Esposo” (Jn. 3, 29 y nota), y a la Iglesia como Esposa del Cordero (Ap. 19, 6 ss.). Con todo, en el v. 16 y en 12, 22 vemos que los patriarcas están llamados a la Jerusalén celestial (Ap. 21, 2 y 10). Cf. 10, 25 y notas; 13, 14. Son estos puntos de escatología, muy difíciles de precisar, que envuelven el misterio de Israel como Esposa de Yahvé y de la Iglesia como Esposa de Cristo, y que Dios parece haber dejado en el arcano (Ga. 6, 16 y nota) hasta el momento propicio en que se han de entender (Jr. 30, 24; Dn. 12, 4 y 9). Compárese al respecto el misterio de los siete truenos (Ap. 10, 4) que es el único que a S. Juan se le mandó sellar (Ap. 22, 10), por lo cual parecería lógico suponer que en él se encierra la llave para la plena inteligencia del plan de Dios según esa grande y definitiva profecía del Nuevo Testamento. Entretanto, algo parece cierto y es: que si el Cordero que subió a lo más alto de los cielos (Ef. 1, 20) será la lumbrera que ilumine la Jerusalén celestial (Ap. 21, 23), los que estemos incorporados a Él (Jn. 14, 3) como su Cuerpo místico (Ef. 1, 23) asimilados “al cuerpo de su gloria” (Fil. 3, 20 s.), tendremos en Él una bendición superior a toda otra. Cf. Jn. 17, 24 y nota.

[12509] 1 ss. Siguiendo el ejemplo de tan grandes santos que supieron evadirse de sí mismos (11, 27 y nota), pongamos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe. Véase al respecto Sal. 118, 37 y nota y la introducción al Libro de la Sabiduría.

[12510] 6 s. Todo este pasaje es el más eficaz consuelo en las pruebas de esta vida. “No lleguemos a figuramos, dice S. Crisóstomo, que las aflicciones sean una prueba de que Dios nos ha abandonado y de que nos desprecia, pues son, al contrario, la señal más manifiesta de que Dios se ocupa de nosotros; porque nos purifica de nuestros vicios, y nos facilita los medios de merecer su gracia y protección”. Cf. nuestro estudio sobre “Job, el libro del consuelo”.

[12511] 11. Cf. 2 Co. 4, 17 s.; Sb. 3, 5; Jn. 16, 20; 1 Pe. 1, 6; St. 3, 18; Is. 35, 3; Job. 4, 4.

[12512] 12. Cf. Is. 35, 3 ss., de donde está tomada la cita.

[12513] 13. Los lectores de la carta andaban claudicando entre judaísmo y cristianismo (1, 1 y nota). Por lo cual les amonesta a marchar directamente hacia el fin, que es la salvación en Jesucristo.

[12514] 14. Vemos una vez más que, para Pablo, la santidad es en el cristiano el estado normal y necesario. Véase 1 Ts. 4, 8 y nota.

[12515] 16 s. Cf. Gn. 27, 38. No pudo cambiar (v. 17), esto es: Esaú no pudo mover a su padre Isaac a que se arrepintiese de la bendición dada a Jacob ni volviese sobre sus pasos. El desprecio de la privilegiada elección de Dios que significaba la primogenitura (v. 23), es lo que más ofende al amor (Ct. 8, 6 y nota). Véase en Revista Bíblica Nº 39, pág. 29, un estudio intitulado “Primogenitura”, sobre este caso de Esaú.

[12516] 18 ss. Recuerda los acontecimientos tremendos que se produjeron cuando la manifestación de Dios en el monte Sinaí. Vemos cuánto más suave o la Ley de gracia y de amor traída por Jesús, y cuánto debemos apreciar las palabras de confianza que se nos dan en el Evangelio. Así también es mayor la responsabilidad del que las conculca (10, 29) o las menosprecia desdeñando escucharlas (Jn. 12, 47-48). Cf. v. 25.

[12517] 22. “El Apóstol señala sucesivamente el teatro de la Nueva Alianza (v. 22) y las promesas que ella aporta (vv. 22-24)... Sobre las promesas gloriosas vinculadas a Sión y a Jerusalén, cf. Sal. 2, 6; 47, 2; 77, 68 ss.; 124, 1; Is. 52, 1; Mi. 4, 7; Ga. 4, 26; Ap. 21, 2 y 10, etc.” (Fillion). Véase el paso del Sinaí al Sión en Sal. 67, 18 y nota.

[12518] 23. Primogénitos: cf. v. 16 y nota. Según algunos, los justos del Antiguo Testamento. Según Fillion, todos los fieles, porque “en la familia cristiana todos los hijos son primogénitos; pues participan todos de las mismas ventajas, que son la realeza y el sacerdocio”. Véase 1 Pe. 2, 9; Ap. 1, 6; 5, 10 etc.

[12519] 24. La sangre de Abel clamaba venganza (11, 4; Gn. 4, 10); la sangre de Cristo, en cambio, pide perdón y misericordia, porque es también sangre de una alianza (9, 18; 13, 11 s.) pero mejor que la antigua. Cf. 8, 6; 13, 20 y nota

[12520] 25. Vemos que la condenación de aquellos se funda en que no quisieron oír la Palabra. Gran lección para nosotros. El que no oye la divina Palabra no puede amar a Dios, pues no lo conoce. Y si no lo ama, no puede cumplir sus mandamientos (Jn. 14, 23 s.). Leamos, pues, esa carta (la Sagrada Escritura) que Dios —dice S. Gregorio— escribió al género humano; oigamos atentos el Mensaje que Él nos mandó por medio de su Hijo, para que no se apague nuestro amor. Cf. v. 18 ss. y nota; 1 Sam. 12, 15; Jr. 6, 10; 7, 23; Os. 9, 7 y nota; Jn. 12, 48.

[12521] 26 s. Cita de Ag. 2, 6, según los Setenta, que, coincide con el texto hebreo. En la Vulgata es Ag. 2, 7 (véase allí la nota). El Apóstol acentúa las palabras “una vez todavía” queriendo mostrar a los hebreos que los bienes definitivos que Israel esperaba del Mesías, a quien luego rechazó (cf. Is. 35, 5 y nota), se cumplirán plenamente en Cristo resucitado (13, 20; Hch. 3, 22 y notas). Para entender bien este pasaje, que es la conclusión de todo lo que precede, véase 8, 4; 10, 38 y nota. Cf. Is. 13, 13; Ez. 21, 27; Jl. 3, 16; Mt. 24, 29; 2 Pe. 3, 10 s. Reino inconmovible (v. 28): De él habla el Credo: “cuyo Reino no tendrá fin”.

[12522] 28. Tengamos gratitud (así el Crisóstomo). Cf. 13, 15 y nota, donde se habla también del culto agradable a Dios en el sentido de alabanza, fruto de la gratitud. Otros vierten: retengamos la gracia (cf. v. 15).

[12523] 29. Dios consume como un fuego a sus amigos, para fundirlos consigo; a sus enemigos, para destruirlos. Cf. Dt. 4, 24; 9, 3; Is. 33, 14, etc.

[12524] 2. Alude a Abrahán, Tobías y otros, de los que la Biblia narra que hospedaron a ángeles (Gn. 18, 2 ss.; 19, 1 ss.; etc.). Cf. 1 Pe. 4, 9; Rm. 12, 13; Fil. 2, 14, etc.

[12525] 3. Consecuencia de la caridad fraterna (v. 1) es acordarse de los que sufren y estar con ellos en espíritu, como hacía S. Pablo (2 Co. 11, 29). Y después de hacer por ellos cuanto el Señor nos muestra (Ef. 2, 10) hemos de saber que no está en nuestra mano el suprimir de la tierra los dolores —sin duda necesarios para prueba de la fe (1 Pe. 1, 6 s.)— y así, sin perder la paz y la alegría, encomendaremos al Padre celestial, según las intenciones de Cristo, a esos hermanos doloridos y desdichados que sufren a ejemplo de Él (1 Pe. 2, 21; 3, 14; 4, 14) y cuya existencia nos consuela a su vez en las pruebas nuestras.

[12526] 4. Es decir, todos honren el matrimonio respetando el tálamo, sea propio o ajeno, para no ser fornicarios o adúlteros. No puede sostenerse la interpretación de algunos disidentes, según la cual el matrimonio debe ser obligatorio para todos (cf. 1 Tm. 3, 2; Tt. 1, 6). Porque, si bien S. Pablo condena a los que prohíben el matrimonio como si fuese pecado (1 Tm. 4, 3; 1 Co. 7, 25), no es menos cierto que el mismo Apóstol aconseja la virginidad como más conveniente (1 Co. 7, 27 ss.) y el Señor nos enseña que, aunque no todos lo entienden, hay eunucos que se hacen tales a causa del Reino de los cielos (Mt. 19, 12).

[12527] 5. Cf. Dt. 31, 6; 1 Cro. 28, 20; Jos. 1, 5. Cf. Sal. 33, 4 s.; Fil. 4, 19.

[12528] 6. Cita del Sal. 117, 6. Este salmo contiene las grandes esperanzas de Israel y Jesús lo cita también en su despedida del Templo (Mt. 23, 39 y nota).

[12529] 7. Cf. v. 17 y 24. Las expresiones acordaos y fin de su vida muestran que se refiere a los primeros apóstoles, ya mártires entonces, como Esteban (Hch. 7) y Santiago (Hch. 12, 1 s.). El Apóstol destaca una vez más como distintivo y mérito esencial de los pastores el haber transmitido la Palabra de Dios (Hch. 6, 2 y nota). “Mucho se debe a aquellos de quienes se ha recibido la palabra evangélica” (Fillion). Cf. 1 Ts. 5, 12 s.; 1 Pe. 4, 11.

[12530] 8 s. Si Cristo siempre es el mismo, su Evangelio es invariable, y también las tradiciones apostólicas (1 Tm. 6, 20; Ga. 1, 8 ss. y notas). “Es, pues, falso que se deba modernizar la doctrina de Cristo, y adaptar su mensaje, esencialmente sobrenatural, a una propaganda puramente sociológica o política, como si el Señor fuese un pensador a la manera de tantos otros que se ocuparon de cosas temporales, y no un Profeta divino que nos llamó de parte del Padre a su Reino eterno, prometiendo darnos lo demás por añadidura y dejando al César el reino de este mundo” Cf. Mt. 6, 33; 22, 21; Lc. 12, 14; Jn. 18, 36; 2 Tm. 2, 4, etc.

[12531] 9. Advertencia semejante a la que hace a los gentiles en 1 Co. 10, 14. Cf. nota.

[12532] 10. Tenemos un altar: Pirot, refiriéndose a la opinión de los que ven aquí la mesa eucarística, dice: “Es no tener en cuenta la doctrina general de la Epístola, para la cual el sacrificio cristiano es siempre el Sacrificio de la Cruz”. Y añade que los vv. siguientes son la explicación del presente. En efecto, el v. 15 (cf. nota) habla de que ofrezcamos “un continuo sacrificio de alabanza”, y que ello sea por medio de Jesús. Y que sea “fuera del campamento” (v. 13). ¿Cuál es ese campamento? Este mundo, “porque aquí no tenemos ciudad permanente sino que buscamos la futura” (v. 14) es decir, el cielo, donde está desde ahora nuestra habitación (Ef. 2, 6; Fil. 3, 20; Col. 3, 1-3). Así, pues, las Palabras tenemos un altar corresponden a las anteriores: “Tenemos un Pontífice... en los cielos, Ministro del Santuario” (8, 1 s.) al cual Santuario “tenemos libre acceso” por la sangre de Jesús (10, 19), y allí “tenemos un gran Sacerdote sobre la casa de Dios” (10, 21) al cual hemos de llegarnos confiadamente (10, 22). No es otra la opinión de S. Tomás, pues dice: “Este altar, o es la cruz de Cristo en la cual Él se inmoló por nosotros, o es el mismo Cristo en el cual y por el cual ofrecemos nuestras preces”.

[12533] 12. Fuera de la puerta: el Calvario quedaba entonces fuera del recinto de Jerusalén (Mt. 27, 32; Jn. 19, 17 y 20), esto es, dice Teodoreto, fuera del sistema teocrático.

[12534] 13. Alusión al “macho cabrío emisario” que simbólicamente llevaba los pecados del pueblo al desierto en el gran día de la Expiación. Salgan así también de su pueblo los hebreos cristianos, disponiéndose a separarse de quienes en Israel no acepten el nuevo sacrificio redentor de Cristo. Este es tal vez el misterioso sentido del Sal. 44, 11 s., cuando dice: Abandona la casa de tu padre, etc. Llevando su oprobio; porque los judíos cristianos eran despreciados por sus compatriotas, como lo fue el Maestro (10, 32 ss.; 11, 26; 12, 11). Cuando recordamos la Pasión de Jesús, sentimos que nada puede ser más deseable para el corazón que ser humillado en compañía del divino Rey escupido, abofeteado y coronado como rey de burlas. Cf. Fil. 2, 7 y nota, Hch. 5, 41.

[12535] 14. La futura: Alude sin duda a la Jerusalén celestial, como vimos en 11, 40 y nota. Allí está escondida nuestra vida que es Cristo (Col. 3, 4). De allí esperamos que Él venga y en eso ha de consistir nuestra conversación (Fil. 3, 20 s.). Eso hemos de buscar (Col. 3, 1 s.) y saborear anticipadamente en esperanza (Tt. 2, 13). Véase en Jr. 35, 7 ss. el ejemplo de los Recabitas que vivían como peregrinos en la tierra. Cf. 11, 14 y nota.

[12536] 15. He aquí para todos una gran luz acerca de la oración: El sacrificio de alabanza es lo propio de todo creyente, sacerdote en cierto modo, según enseña San Pedro (1 Pe. 2, 4 ss.); y hemos de ofrecerlo continuadamente y por medio de Él, pues es el Sacerdote del Santuario celestial (5, 9; 6, 20; 7, 24 s.; 8, 2; 9, 11 y 24; 10, 19 s.). Cf. v. 10; Rm. 12, 1 y notas. Dios se digna recibir nuestra alabanza como un obsequio precioso (Sal. 49, 23 y nota; 68, 31 s.). Y no es porque su infinita Majestad divina tenga nada que ganar con que lo alabemos, sino porque ello es, para nosotros y para nuestro bien, el mayor acto de justicia y santidad que podemos hacer: alabar al Único que es digno de alabanza (Sal. 148, 13; Rm. 16, 27 y notas), y tal será el lenguaje de los santos el día de la glorificación final de Cristo (Sal. 149, 6). De ahí que la patente señal del extravío del mundo sea —aunque él naturalmente no lo cree así— haber sustituido la alabanza de Dios por la de los hombres. Tal será el sumo pecado del Anticristo y el misterio de la iniquidad: ocupar el hombre el lugar de Dios como quiso Lucifer (2 Ts. 2, 6 ss.; Is. 14, 12-15 y notas).

[12537] 17. Como observa Fillion, el v. 7 se refiere a los pastores antiguos, y este a los de entonces.

[12538] 19. Esta referencia personal y la mención de Timoteo (v. 23) muestran bien que la Epístola es de S. Pablo aunque no lleve su firma.

[12539] 20. Alusión a la promesa de Ez. 34, 25 (véase allí la nota). Jesús anunció en Jn. 10, 12 que el buen Pastor pone la vida por sus ovejas y en Lc. 22, 20 enseñó que la Nueva Alianza era en su Sangre derramada. Ahora vemos cómo esa función de “Pastor y Obispo de las almas” (1 Pe. 2, 25), que Cristo resucitado asumirá en la Nueva Alianza (1 Pe. 5, 4), se funda en la sangre que derramó. Fillion hace notar que el epíteto eterna, aplicado a esta alianza, resume lo que el Apóstol ha dicho antes en 8, 8 ss. y 12, 26 s. Merk cita además los siguientes lugares: Is. 63, 11; Za. 9, 11; Is. 55, 3; Jr. 32, 4 y Ez. 37, 26.

[12540] 21. Es, pues, Dios quien nos hace capaces de cumplir su propia voluntad. Véase Fil. 2, 13; Rm. 5, 5; Judas 24, etc. Hasta entonces los hebreos ignoraban esto, pues no contaban con la Sangre redentora de Cristo (v. 10 ss. y nota). Lo mismo reprocha S. Pablo a los gentiles de Galacia (Ga. 3, 1 ss. y notas), y aun podría reprocharlo a muchos de nosotros cuando piramos a Jesús como un simple moralista, ignorando el misterio de la Redención o inutilizando los méritos que Él nos ganó (Ga. 2, 21), con lo cual, imposibilitados de amar a Cristo porque no tenemos conciencia de lo que le debemos, no pensamos en la amistad con Él y solo nos preocupamos como el fariseo del Templo (Lc. 18, 9 ss.) de elaborar presuntuosamente virtudes propias como si eso fuera posible sin Él (Jn. 15, 5; cf. Mc. 7; 4 y nota). En la Sagrada Escritura la palabra virtud es aplicada a Dios, pues significa fuerza, y a Él le corresponde plenamente, porque “nadie es bueno sino solo Dios” (Lc. 18, 19). Cf. Lc. 1, 35; 5, 17; 6, 19; Hch. 8, 10; Rm. 1, 16 y 20; 1 Co. 1, 18; 2 Co. 12, 9, etc.

[12541] 23. Sabed, etc. Según Santo Tomás, el Apóstol quiere decir a los hebreos que reciban a Timoteo con benevolencia, tanto más cuanto que había sido circuncidado no obstante ser hijo de padre gentil (Hch. 16, 3).

[12542] 24. Se refiere a los apóstoles aún vivientes (cf. vv. 7 y 17) y a todos los hebreos creyentes. ¿Quiénes serían? Es un punto digno de meditación el que de tantos discípulos directos del Señor incluso los 72 primeros, entre los cuales ha de haber tantas almas escogidas, no nos haya quedado memoria alguna. No anunció Jesús que sus amigos tendrían gloria aquí abajo.

[12543] 1. A las doce tribus: véase la nota introductoria. La mención del número total de las tribus indica que Santiago, designado Apóstol “de la circuncisión”, como Pablo para los gentiles (Ga. 2, 8 y 9), entendía abarcar aquí a los cristianos procedentes de toda la casa de Jacob, es decir, tanto a los del antiguo reino meridional de Judá, que volvió de Babilonia con las tribus de Judá y de Benjamín, cuanto a los del reino de Israel que, formado por las diez tribus del norte, con capital en Samaria, fue llevado cautivo a Asiria y permaneció desde entonces en dispersión (2 R. 17, 6; 25, 12 y notas). Hasta qué punto esas diez tribus llegaron a tener noticias de Jesucristo es cosa que Dios parece haber querido dejar en la penumbra (cf. Rm. 10, 18 y nota), quizá con miras a la futura salvación de las doce tribus que S. Pablo anuncia como un misterio en Rm. 11, 25 s.; cf. Ez. 37, 15 ss.; 4 Esd. 13, 39 ss. Entretanto es de notar que Jesús empezó su predicación en tierras de Zabulón y Neftalí (Mt. 4, 15; Is. 9, 1) y que los Once (excluido ya Judas Iscariote) son todos llamados galileos por el Ángel (Hch. 1, 11).

[12544] 3. Paciencia en sentido de perseverancia, resistiendo frente a las tentaciones y tribulaciones. Cf. Rom. 5, 3; 2 Pe. 1, 5-7.

[12545] 5. Sin echarlo en cara: sin zaherir a nadie. Notemos la suavidad inefable de esta actitud: al revés de un padre gruñón que, antes de darnos el dinero que necesitamos, nos reprochase porque no sabemos ganarlo etc. (quitándonos así las ganas de recurrir a él). Nuestro divino Padre, que es aquel “Padre admirable” del hijo pródigo (Lc. 15, 20 ss.), no se sorprende, ni menos se fastidia ni se incomoda de que le pidamos mucho de ese “dinero” insuperable que es la sabiduría, ni encuentra mal que no seamos capaces de tenerla ni de adquirirla por nosotros mismos. No desdeñemos el maravilloso ofrecimiento que aquí se nos hace gratuitamente, de ese divino don de la sabiduría “con la cual nos vienen todos los bienes” (Sb. 7, 11). Repitámosle sin cesar, con o sin palabras, la súplica de Salomón: “Dame aquella sabiduría que tiene su asiento junto a tu trono” (Sb. 9, 4). ¿No es ella acaso el mismo Cristo, que es la Sabiduría del Padre y se hizo carne (Sb. 7, 26 ss. y notas) y cuyo don espiritual nos enseña Él mismo a pedir en el Padrenuestro al decir: “Danos cada día nuestro pan supersustancial” (cf. Lc. 11; 3; Mt. 6, 11). Sepamos bien que esta sabiduría es la que el mundo desprecia llamándola necedad (cf. v. 27 y nota); la que los fariseos pretenden poseer ya con su prudencia, sin necesidad de pedirla; y la que el Padre nos prodiga cuando nos hacemos como niños (Lc. 10, 21).

[12546] 6. Sin vacilar: significa, por una parte, sin dudar o sea creyendo firmemente que la bondad de Dios nos la concederá. Esta fe o confianza es la condición previa de toda oración y es también la medida de todo lo que recibimos en ella (Sal. 32, 22 y nota; Mt. 7, 7; 21, 22; Mc. 11, 24; Lc. 11, 9; Jn. 14, 13; 16, 23 s. etc.). Pero el Apóstol se refiere especialmente al que no tiene ánimo dividido (v. 8), es decir, al que no vacila en querer recibir la sabiduría, en desearla y buscarla (Sb. 6, 14 ss.), lo cual presupone la rectitud del que quiere la verdad, sean cuales fueren sus consecuencias, y presupone la humildad del “pobre en el espíritu” (Mt. 5, 1) que se reconoce falto de sabiduría (v. 5). Un caso ejemplar de esto fue el de S. Justino, que después de buscar en vano la verdad pasando por todas las escuelas de la filosofía (cf. Col. 2, 8), la halló en el Libro de la Sagrada Escritura, cuyas palabras de divina eficacia lo llenaron de admiración y amor hacia Cristo, convirtiéndolo a Él que es la misma Sabiduría encarnada. La vacilación en desear la sabiduría y buscarla en las Palabras de Dios viene del apego a nuestras obras —pero no solo a los vicios sino también a nuestras rutinas o pretendidas virtudes— y muestra que esas obras son malas, pues el que huye de la luz es porque obra mal (Jn. 3, 20). En esto precisamente consiste, dice Jesús, el juicio que Él vino a hacer (Jn. 3, 19). De ahí la gravedad de lo que revela en Jn. 12, 48 al decir que lo desprecia el que no quiere oír sus amorosas palabras. ¿Es de extrañar que Dios tome como un desprecio el rechazo del tesoro de la sabiduría que nos ofrece gratis? (Is. 55, 1 ss.; Ap. 22, 17). ¿No significa eso decirle que se guarde sus lecciones pues nosotros ya sabemos más que Él?

[12547] 7. Véase 4, 3.

[12548] 8. Consecuencia del v. 6. La fidelidad es una voluntad que cree. Si vacila pues la fe, vacilará la voluntad y por tanto la constancia en el obrar.

[12549] 9. Por su elevación, esto es por el privilegio especial con que Él exalta a los pequeños y humildes, como lo vemos especialmente en el Sermón de la Montaña (Mt. 5, 1 ss.) y en el Magnificat (Lc. 1, 49 ss. y notas). El rico solo puede gloriarse si reconoce como humillante su posición. Por aquí se ve a qué distancia solemos estar de estas verdades sobrenaturales.

[12550] 10. “El rico ponga su gloria en la humildad, pensando humildemente de sí mismo y considerando que estas riquezas, en cuanto le granjean la veneración y el respeto de los hombres, le hacen pobre y despreciable a los ojos de Dios” (S. Agustín). Cf. Si. 14, 18; Is. 40, 6; 1 Pe. 1, 24.

[12551] 12. Recapitula lo dicho en el v. 2. Cf. Job, 5, 17 ss. Aquí se encierra toda la espiritualidad del dolor. Y también una gran luz contra los escrúpulos, pues nos muestra el abismo que hay entre tentación y pecado, al punto de ser ella una bendición para los de corazón recto.

[12552] 13. No pudiendo Dios ser tentado al mal, claro está que no podría tentar a otros sin dejar de ser Él mismo la fuente de todo bien. Cuanto Él hace es infinitamente santo por el solo hecho de ser suyo (Mt. 19, 16 y nota). El hecho de que a veces no lo veamos, muestra hasta dónde está caída nuestra naturaleza y cómo la carne lucha contra el espíritu (Ga. 5, 17).

[12553] 15. Habiendo concebido: es decir, cuando la tentación ha ganado el corazón, ya es seguro el triunfo del maligno. De ahí la lección de Jesús en Lc. 22, 40 y 46 y lo que Él nos enseñó a pedir en el Padrenuestro. Véase Lc. 11, 4. Engendra muerte: cf. 1 Co. 15, 56.

[12554] 17. Cosa bien natural y al mismo tiempo bien admirable. Del padre procede todo cuanto recibe un hijo, y así viene de nuestro divino Padre también todo el bien que recibimos y nunca el mal (v. 13). Véase en Hch. 2, 46 y nota una bella oración de agradecimiento. Jesús es el primero en proclamar que todo lo recibe de su Padre (Jn. 3, 35; 5, 19 ss., etc.). El Apóstol, para colmar nuestro consuelo, recuerda aquí la inmutabilidad del Padre, como diciendo que no corremos ningún peligro de perder tal Bienhechor. Cf. Jn. 10, 29; Ef. 2, 4 y nota. Siempre será Él la “luz sin tiniebla alguna” (1 Jn. 1, 5).

[12555] 18. Nótese el vigor de la expresión: la palabra de la verdad nos engendra de nuevo (1 Pe. 1, 23). Tal es la virtud propia de esa palabra, al entrar en nuestra alma como semilla de vida (Mt. 13, 1 ss.), que, como añade el Apóstol en el v. 21, “esa palabra ingerida” es capaz de salvar nuestras almas (Rom. 1, 16).

[12556] 19. Santiago abunda en estas preciosas normas de sabiduría práctica, que recuerdan los Libros sapienciales. Cf. Pr. 17, 27.

[12557] 20. La justicia de Dios significa aquí la santidad: todo lo que agrada a Dios (Sal. 4, 6 y nota). La ira del hombre es una rebeldía contra Él, pues encierra una voluntad de protesta contra algo que Él permite. Jesús quería que su voluntad coincidiese siempre con la del Padre (Mt. 26, 39). Véase Ef. 4, 26.

[12558] 22. Oír la Palabra del Evangelio y no ajustarse a ella es prueba de que no se la ha recibido rectamente, según vemos en los vv. 18 y 21. Así lo enseña Jesús en la parábola del sembrador (Mt. 13, 3 y nota). Cf. Mt. 7, 24; Rom. 2, 13.

[12559] 23 s. Conviene entender bien todo lo que significa esta comparación. Cuando estamos frente al espejo, vemos nuestra imagen con extraordinario relieve, al punto que ella parece existir realmente detrás del cristal. Y sin embargo, apenas nos retiramos, desaparece totalmente, sin dejar el menor rastro, como las aves de que habla el Libro de la Sabiduría no dejan huella alguna de su vuelo en el espacio. Es decir, pues, que necesitamos tener permanentemente la Palabra de Dios, para que ella obre su virtud en nosotros (Col. 3, 16), pues si la olvidamos, nuestra miserable naturaleza vuelve automáticamente a hacernos pensar y sentir según la carne, llevándonos a obrar en consecuencia. Por eso Jesús nos dice que solo seremos discípulos suyos y conoceremos la verdad, si sus palabras permanecen en nosotros (Jn. 8, 31).

[12560] 25. La Ley perfecta de la libertad es el Evangelio, cuya verdad nos hace obrar como libres (Jn. 8, 32). Véase la comparación que hace S. Pablo en Ga. 4, 21 ss. Cf. 1 Co. 12, 2 y nota.

[12561] 27. Nótese que preservarse de la contaminación del mundo no significa solamente abstenerse de tal o cual pecado concreto, sino vivir divorciado en espíritu del ambiente y modo de pensar que nos rodea (cf. v. 5 y nota). Es vivir como peregrino en “este siglo malo” (Ga. 1, 4 y nota) con la mirada vuelta a lo celestial (Jn. 8, 23 y nota).

[12562] 1 ss. Es de notar la tremenda severidad con que se condena como pecado (v. 9) la acepción de personas, la cual consiste, como se desprende de los vv. siguientes, en dar preferencia a los poderosos del mundo y despreciar a la gente humilde. Es esta una preocupación que Dios no cesa de inculcarnos a través de toda la sagrada Escritura (cf. Lv. 19, 15; Dt. 1, 17; 16, 19; Pr. 24, 23; Si. 42, 1, etc.). No es otra cosa que lo que S. Juan llama fornicación con los reyes de la tierra (Ap. 17, 2). Santiago escribía esto como Obispo de Jerusalén, pocos años antes de la terrible catástrofe del 70, en que esta ciudad fue definitivamente asolada por los Romanos, es decir, cuando existía ese enfriamiento general de la caridad, que Jesús había anunciado para entonces y también para los últimos tiempos (Mt. 24, 12). Véase el apóstrofe a los ricos en el cap. 5.

[12563] 2. Asamblea: literalmente: Sinagoga. Véase la nota introductoria. Cf. Hb. 8, 4 y nota.

[12564] 3. El Apóstol nos hace ver uno de los abismos de mezquindad que hay en nuestro corazón siempre movido por estímulos que no son según el espíritu sino según la carne. Damos gustosos cuando nos seduce el atractivo de la belleza, de la simpatía, de la cultura, inteligencia, posición, etc., o sea, cuando de lo que damos esperamos algo que sea para nosotros deleite o ventaja o estima o aplauso o afecto. Jesús nos enseña no solo a dar sin esperar nada, a amar y a hacer bien a nuestros enemigos (Lc. 6, 35), sino que nos describe la ventaja que hay en convidar especialmente, no a amigos, parientes y ricos, sino a pobres, lisiados, etc. (Lc. 14, 12 ss.), no ya solo porque esos son lógicamente los que necesitan misericordia sino también porque en eso está la gran recompensa que “en la resurrección de los justos” (Lc. 14, 14) dará el Padre a los que son como Él, prodigándonos la misericordia según la hayamos usado con los demás (Mt. 7, 2 y nota); y la misericordia está en dar no según los méritos —que solo Dios conoce (Mt. 7, 1)—, sino según la necesidad. “Señor —escribía un alma humilde— no me extraño ni me escandalizo de no saber cumplir tu sublime Sermón de la Montaña; sé que mi corazón es fundamentalmente malo. Pero Tú puedes hacer que lo cumpla en la medida de tu agrado, que es la voluntad del Padre, dándome el Espíritu que necesito para ello: tu Santo Espíritu, que conquistaste con tus infinitos méritos” (Lc. 11, 13 y nota).

[12565] 5. El Apóstol acentúa con su habitual elocuencia la predilección de Dios por los humildes y pequeños, que el divino Maestro enseñó en el Sermón de la Montaña (Mt. 5, 1 ss.; Lc. 6, 20-26), y que S. Pablo expuso en los tres primeros capítulos de 1 Corintios. La explicación de esto la da el presente v. mostrando cómo los pobres en valores mundanos suelen ser los ricos en fe. Cf. 1 Co. 1, 26; 1 Tm. 1, 4; Tt. 3, 9 y notas.

[12566] 7. El hermoso nombre: el de Jesús, en quien habían sido bautizados (Hch. 2, 38; 8, 16; 10, 48). Sobre el nombre de cristianos, cf. Hch. 11, 26.

[12567] 8. Ley regia: destaca la majestad del gran mandamiento. Cf. Lv. 19, 18; Mt. 22, 39; Mc. 12, 31; Rm. 13, 10; Ga. 5, 14.

[12568] 11. Con esta alusión al criterio legalista que nunca alcanza la verdad plena (Ga. 3, 2), Santiago nos ofrece la contraprueba de lo que S. Pablo enseña en Rm. 13, 8-10: solo en el amor puede estar el cumplimiento de la Ley (cf. Jn. 14, 23 s.). Tal es la Ley regia (v. 8) y Ley de la perfecta libertad (v. 12; 1, 25), la que se ufana contra el juicio (v. 13).

[12569] 13. “No recuerdo haber leído nunca que el que haya ejercido con agrado la limosna tuviese mala suerte” (S. Jerónimo). Se ufana: no lo teme porque el juicio no la alcanza. Es la bienaventuranza de los misericordiosos (Mt. 5, 7), que a su vez son perdonados (Mt. 7, 2 y nota). Cf. Jn. 5, 24.

[12570] 18. Lejos de oponerse a la doctrina de S. Pablo sobre la justificación (Rm. 3, 28; 4, 8 ss.), Santiago nos confirma en este pasaje, con la más viva elocuencia, que la fe obra por la caridad, según enseña también S. Pablo en Ga. 5, 6. S. Pablo en los lugares citados opone la ley judía a la fe de Cristo, en tanto que Santiago habla de la fe práctica, animada por la caridad, en oposición a la fe muerta que no produce obras. En 1 Ts. 1, 3 el Apóstol de los gentiles nos dice, como aquí, que recordemos las obras de nuestra fe. Y Santiago no nos habla del que tiene fe sin obras, sino del que dice que tiene fe, pero no obra según la fe (Cf. 2 Tm. 3, 5), con lo cual muestra que se engaña o es un impostor. Si tuviera fe, ella se manifestaría por el amor, y de ahí el desafío del Apóstol: ¡Muéstrame, si puedes, tu fe sin obras! Cf. Hb. 11, 4.

[12571] 19. Los demonios creen, dice S. Tomás, pero como unos esclavos que aborrecen a su Señor, cuyos castigos no pueden evitar. Pero así como de nada sirve a los demonios este conocimiento que tienen, porque su voluntad es perversa, de la misma suerte de nada sirve a un cristiano esa creencia si no lo mueve el amor de Dios que se manifiesta en la conducta. Sobre lo que es la verdadera fe, véase Rm. 1, 20; Hb. 11, 1 ss. y notas.

[12572] 20. Véase v. 18 y nota; Flm. 6.

[12573] 21. Cf. Gn. 22, 9-18; Rm. 4, 13 ss.

[12574] 22. Es una vez más la doctrina de Ga. 5, 6. Porque, como vimos en la nota al v. 11, esas obras de que aquí se habla son las del amor y misericordia.

[12575] 25. Véase Hb. 11, 31. Rahab acogió a los exploradores israelitas en Jericó y así mostró su fe (Jos. 2, 4 ss.).

[12576] 1. El Maestro es uno solo (Mt. 23, 8). El afán de enseñar a otros implica gran responsabilidad porque la lengua es difícil de domar (v. 8), y de ella, no obstante su pequeñez (v. 3-5), proceden calamidades tan grandes (v. 6). Por lo cual nadie puede ejercer semejante ministerio si no es llamado (1 Co. 12, 8; Ef. 4, 11) y si no enseña las palabras de Cristo (1 Pe. 4, 11; Jn. 10, 27). Cf. Rm. 16, 18; Flp. 3, 2 y 18 s.; Ga. 6, 12; 2 Pe. 2, 1 ss. Véase el ejemplo de Jesús según Hb. 5, 4 ss.

[12577] 5. “Ningún órgano le sirve tan bien al diablo para matar el alma y llevarnos al pecado” (S. Crisóstomo).

[12578] 6. El mundo de la iniquidad; pues, como observa S. Basilio, la lengua encierra todos los males, enciende el fuego de las pasiones, destruye lo bueno, es un instrumento del infierno. La rueda: otros: el ciclo, o sea todo el curso de la existencia. Figura semejante a la usada en los horóscopos.

[12579] 7 ss. El hombre, dice S. Agustín, doma la fiera y no doma la lengua. De manera que sería inútil pretender frenarla por propio esfuerzo (v. 8). El remedio está en entregarse a la moción del Espíritu Santo (Lc. 11, 13; Rm. 5, 5; 8, 14). Entonces, cuando nos inspire el amor en vez del egoísmo, podremos hablar cuanto queramos, oportuna e inoportunamente (2 Tm. 4, 2). No es otro el pensamiento del mismo Obispo de Hipona cuando nos dice en su célebre máxima: “Dilige et quod vis fac”. Ama y haz lo que quieras. Entonces será la misma lengua el mejor instrumento de los mayores bienes (v. 9 ss.). Cf. Si. 28, 14.

[12580] 12. Véase Mt. 7, 16.

[12581] 14 ss. Los amargos celos son la envidia y la aspereza; es el espíritu de disensión y discordia. Y donde domina la envidia y la discordia allí viven de asiento todos los vicios (S. Ambrosio).

[12582] 17 s. Precioso retrato de la tranquila sabiduría celestial. ¡Qué dicha si sacáramos de aquí el fruto de no discutir! Véase, según el texto hebreo, el Sal. 36 y nota. La Palabra de la Sabiduría es semilla (v. 18; Lc. 8, 11; Mc. 4, 14). Es, pues, cuestión de dejarla caer solamente. A los que no la recojan, vano sería querer forzarlos (véase Mt. 13, 19 y 23 y notas), pues les falta la disposición interior (Jn. 3, 19; 12, 48). Quizá no ha sonado aún para ellos la hora que solo Dios conoce. Cf. Jn. 7, 5 y Hch. 1, 14.

[12583] 1. S. Gregorio hace notar que cuando el fuego de la concupiscencia se apodera de alguno ya no puede ver el sol de la inteligencia. Es la doctrina de S. Agustín sobre la “mens mundata” (cf. Mt. 5, 8 y nota). Vemos aquí explicado, sin ir más lejos, cómo hombres dirigentes y naciones caen en la monstruosa ceguera de las guerras. Y sabemos que seguirán cayendo, pues las guerras serán la primera señal del fin (Mt. 24, 6 ss.) y los hombres no se convertirán (Ap. 9, 15-21; 16, 9, etc.). Cf. 1 Co. 6, 7.

[12584] 3. “Dios oye las oraciones de la creatura racional, en cuanto desea el bien. Pero ocurre tal vez que lo que se pide no es un bien verdadero, sino aparente, y hasta un verdadero mal. Por eso esta oración no puede ser oída por Dios” (S. Tomás). Cf. 1 Jn. 5, 14. Nótese que el Apóstol dirige sus exhortaciones a quienes se llaman cristianos. Y no excluye a los de todos los tiempos. Cf. 1, 6 s.; Mt. 7, 7.

[12585] 4. Adúlteros: En el lenguaje de la Biblia la apostasía se llama adulterio, porque la unión del alma con Dios es como un matrimonio, y el esposo que ama de veras es necesariamente celoso (Dt. 32, 21; Sb. 5, 18; Hb. 10, 27, etc.). De ahí que el Espíritu de Dios que mora en nosotros (Jn. 14, 16 s.) tenga celos (v. 5) y no permita que nos entreguemos a las cosas del mundo, porque es verdad revelada que si alguno ama el mundo no puede amar al Padre (1 Jn. 2, 15). Cf. 6, 24 y nota. El Apóstol alude aquí a Ez. 23, 25.

[12586] 6. Cf. Pr. 3, 34; 1 Pe. 5, 5; Lc. 1, 51-52. Y lo más admirable es que esa humildad es también, según está definido, un don previo del mismo Dios. Véase Denz. 179.

[12587] 7. ¡Gran secreto! El diablo, con todo su poder, es cobarde. Si nos ve decididos, huye. Cf. Ef. 4, 27.

[12588] 8 ss. Acercaos a Dios: ¿Por qué camino podemos acercarnos al Omnipotente? S. Agustín responde: “Ved, hermanos míos, un gran prodigio: Dios es infinitamente elevado; si quieres elevarte, se aleja de ti; y si te humillas, desciende hacia ti”. Así lo dice el Apóstol en el v. 9. Notemos cuán fácil es esta humildad en la presencia del Señor, es decir, toda interior, y no con un espíritu de servilismo, sino con la pequeñez de un niñito delante del Padre que lo ama. Cf. 1 Pe. 5, 6.

[12589] 12. Hay aquí una gran luz para comprender que Dios, autor de la Ley, no está sujeto a ella, y conserva su omnímoda libertad para proceder en todo según su beneplácito. Véase Sal. 147, 9 y nota; Si. 18, 8; Is. 46, 10; Mt. 20, 13; Rm. 9, 15; Ef. 1, 11; Hb. 2, 4, etc. Sobre el juicio del prójimo, véase Rm. 14, 4.

[12590] 13 ss. Vemos cuán bueno es el decir siempre: si Dios quiere (v. 15; cf. Hch. 8, 21).

[12591] 17. Cf. Rm. 14, 23. Toda la Escritura nos muestra que la responsabilidad ante Dios es mayor cuando hay más conocimiento (cf. Lc. 12, 47 s.). De ahí la gravísima posición de los que dirigen. Cf. Si. 3, 20; 7, 4; 31, 8, etc.

[12592] 1 ss. Llorad y plañíos: ¡Elocuente apóstrofe! (Cf. 1, 9 s.), pues os creéis felices y no sabéis que es todo lo contrario (Ap. 3, 17): lo que llamáis opulencia es podredumbre (v. 2) y será causa de vuestra ruina (vv. 4 y 5). Sobre el mal uso de las riquezas y la avaricia, cf. 2, 5 s.; Is. 58, 3 ss. y notas; Mt. 19, 23 s.; Lc. 6, 24; 1 Tm. 6, 9, etc.

[12593] 3. El moho por falta de uso es lo que convierte la avaricia en idolatría (Ef. 5, 5; Col. 3, 5). León Bloy la llama “la crucifixión del oro”, el cual, retirado de su fin natural, aparece levantado entre la tierra y el cielo, como un blasfemo remedo de Cristo.

[12594] 4. Véase Ef. 6, 5 ss. y nota.

[12595] 5. El día de la matanza, o sea la venida del juez (v. 7). La expectativa de la venganza inminente la extraordinaria fuerza a esta figura. ¡Querer arraigarse en el destierro y hartarse como quien ceba un animal para matarlo en seguida, sin tener siquiera tiempo de gozar la hartura!

[12596] 7 ss. Después de la severa admonición precedente, el Apóstol alecciona también a los que obedecen (v. 4 y nota), enseñándonos a buscar así la paz social y no el odio. Su lenguaje es todo sobrenatural, como un eco del Sermón de Jesús (Lc. 6, 20 y nota). Compadece a los poderosos (v. 1) y envidia a los que, pareciendo débiles, son los grandes afortunados (Sal. 71, 2 y nota).

[12597] 8. La Parusía del Señor está cerca: véase Rm. 13, 11; 1 Co. 7, 29; Flp. 4, 5; Hb. 10, 25 y 37; Ap. 1, 3; 22, 7 y 10. Lagrange y Pirot, citando de Maistre a propósito de este último texto, dicen que esa impresión de que Jesús volvería en cualquier momento, “es lo que hizo la fuerza de la Iglesia primitiva. Los discípulos vivían con los ojos puestos en el cielo, velando para no ser sorprendidos por la llegada del Señor, regulando su conducta ante el temor de su juicio... y de esa intensidad de su esperanza vino su heroísmo en la santidad, su generosidad en el sacrificio, su celo en difundir por doquiera la vida nueva, según el Evangelio.

[12598] 11. Véase Tob. 2, 15.

[12599] 12. Véase Mt. 5, 34. Según nos lo muestra la conducta del Señor (Mt. 26, 63 ss.) y de S. Pablo (2 Co. 1, 23; Ga. 1, 20) no se condena todo juramento, sino el abuso y la tendencia a prometer presuntuosamente. Véase Mt. 21, 31; Jn. 13, 38 y notas.

[12600] 13. Norma para todos los momentos de la vida.

[12601] 14. Es la unción de enfermos o Santa Unción insinuada ya en Mc. 6, 13, como dice el Conc. de Trento. Se supone que el enfermo está en cama, pues no puede salir, y luego se dice: lo levantará (v. 15); pero no se habla en manera alguna de moribundos como muchos piensan; de modo que por falso prejuicio, que hace mirar con temor esta unción, se pierden quizá muchas curaciones tanto corporales como espirituales. En Si. 38, 1-15 vemos que la oración ha de preceder al médico y al farmacéutico. El plural los presbíteros parece indicar solo la categoría, así como en Lc. 17, 14 Jesús dice: “mostraos a los sacerdotes” (de Israel). Según la tradición judía cada sinagoga tenía, como observa Lagrange, además del jefe o archisinagogo “un consejo de ancianos (presbíteros), prototipo de los que tomarán rango en la Iglesia cristiana” (cf. Hch. 14, 23; 15, 23; 20, 17 y 28; 1 Tm. 5, 17; Tt. 1, 5; 1 Pe. 5, 1). El Concilio Tridentino declaró que no compete a los laicos hacer esta unción.

[12602] 15. La oración de la fe: en Lc. 5, 20 se dice: “viendo la fe de ellos”. Salvará (sosei) es usado siempre en sentido espiritual (v. 20; 1, 21; 2, 14; 4, 12). ¿Tiene aquí sentido de curación? El v. 16 usa otro verbo que significa literalmente sanar. Lo levantará se refiere indudablemente al lecho. Le serán perdonados: como observa Pirot, “el pensamiento del autor no hace reserva alguna” y comprende todos los pecados graves o leves.

[12603] 16. Confesaos unos a otros: la expresión “por tanto” vincula este v. al anterior y parece, como piensa Pirot, exhortar al grupo presente junto al enfermo para que antes de orar por él y a fin de valorizar su oración, disponga cada uno su alma (cf. Si. 18, 23) por el arrepentimiento, confesándose pecador delante de todos, como se hace en el Confíteor (cf. 1 Co. 11, 28; 1 Jn. 1, 7-10). Fillion dice que el pronombre allelus (unos a otros) muestra que no se trata aquí de confesión sacramental. Chaine, como otros modernos, lo entiende de una confesión hecha en grupo, como la oración que le sigue, y observa que “no es hecha especialmente a los presbíteros, aunque ellos están presente y la oyen”. Añade que “no está dicho que la confesión sea detallada”, y la relaciona con la institución del “día del perdón” (Lv. 16, 30) que aún conservan los judíos con su nombre de Yom Kippur, en que el Sumo Sacerdote hacía a nombre del pueblo (Lv. 16, 21) una confesión dirigida a Dios (cf. Sal. 32, 5; Dn. 9, 4 ss.; Esd. 9, 6-15; Pr. 28, 13; Si. 4, 26). La Didajé dice también: “Confesarás tus pecados en la asamblea (Iglesia) y no te pondrás en oración con mala conciencia” (4, 14; 16, 1). Lo mismo dice la Epístola de Bernabé (19, 12). Entre los intérpretes antiguos, empero, la mayoría refiere estas palabras de Santiago a la confesión sacramental (S. Crisóstomo, S. Alberto Magno, Sto. Tomás, etc.), mientras una minoría sostiene que se trata de la confesión pública hecha por humildad entre los hermanos con el fin de despertar la contrición y obtener la ayuda espiritual de las oraciones de los otros. Sobre este v. versaron, como recuerda Pirot, las controversias de la Edad Media acerca de la confesión hecha a los laicos. El Concilio de Trento puso fin a las discusiones condenando solemnemente a quien desconociera como precepto de Jesucristo “el modo de confesar en secreto con el sacerdote, que la Iglesia católica ha observado siempre desde su principio y al presente observa” (Ses. 14, can. 6).

[12604] 17. Véase 1 R. 17, 1 ss.; 18, 42-45; Lc. 4, 25.

[12605] 20. Véase Pr. 10, 12.

[12606] 2. Obsérvese la exposición del misterio de la Santísima Trinidad: el Padre nos eligió, el Hijo nos roció con Su Sangre, y el Espíritu Santo es quien non santifica aplicándonos los méritos Jesús que son la prenda y el germen de nuestra herencia incorruptible (v. 4).

[12607] 5. La salvación significa para el Apóstol la gloriosa resurrección de entre los muertos que, a semejanza de la Suya (v. 3) nos traerá Jesús el día de su Parusía (vv. 7, 9 y 10 ss.), que Él llama de nuestra redención (Lc. 21, 28), y que nos está reservada en los cielos (v. 4) porque de allí “esperamos al Señor que transformará nuestro vil cuerpo conforme al Suyo glorioso” (Flp. 3, 20 s.).

[12608] 6. Cf. 5, 1 y 10.

[12609] 7. Cf. Pr. 17, 3; Sb. 3, 6; Si. 2, 5; Mal. 3, 3; Rm. 2, 7 y 10; Sant. 1, 3; Ap. 1, 1.

[12610] 8. S. Pedro se dispone a comentarnos el misterio de esa segunda venida de Jesús y nos anticipa el gozo inmenso contenido en esa expectativa que S. Pablo llama la bienaventurada esperanza (Tt. 2, 13). Es, en efecto, propio del hombre el alegrarse de antemano con el pensamiento de los bienes que espera. De ahí que esta esperanza supone el amor, pues nadie puede desear el advenimiento de aquello que no ama.

[12611] 10. Ya los profetas del Antiguo Testamento habían anunciado la salud que nos vendría por Jesucristo mediante sus padecimientos y glorias posteriores (v. 11), porque el Espíritu de Cristo (el Espíritu Santo), los iluminaba.

[12612] 11. Cf. Lc. 24, 44; Ef. 1, 10.

[12613] 12. Cosas que los mismos ángeles desean penetrar: o sea, los misterios de la manifestación de Cristo glorioso (v. 13). La Vulgata dice: en quien los ángeles desean penetrar, como si se tratase de escudriñar los misterios del Espíritu Santo.

[12614] 13. Imagen tomada de los obreros y combatientes que se ceñían el vestido para trabajar y luchar mejor (Ef. 6, 17). Jesús usa también esta imagen cuando nos dice que esperamos su retorno “ceñidos nuestros lomos” (Lc. 12, 35). Cf. v. 7.

[12615] 14. Literalmente: hijos de obediencia, expresivo hebraísmo: el que ha conocido a Dios como Padre, no puede sino estar del todo entregado a complacerlo (Rm. 12, 2). Cf. v. 22. El tiempo de vuestra ignorancia parece referirse a los de origen pagano (Hch. 17, 30; Rm. 1, 15 ss.; Ef. 2, 3 y 4, 17 s.). Cf. v. 18; 2, 10.

[12616] 15. Sobre esta vocación a la santidad, véase 1 Ts. 4, 3 y nota.

[12617] 16. Véase Lv. 11, 44; 19, 2; 20, 7.

[12618] 19. Sobre la Preciosa Sangre, cf. 1 Co. 6, 20; 7, 23; Hb. 9, 14; 1 Jn. 1, 7; Ap. 1, 5.

[12619] 20. Véase Ef. 3, 9 y nota.

[12620] 21. Que vuestra fe sea también esperanza: Preciosa observación. Lo que se cree bueno se ama, y por tanto se lo espera con ansia.

[12621] 22. La obediencia a la verdad (v. 14) tiene, pues, la eficacia de purificar las almas (véase el punto opuesto en 2 Ts. 2, 10 y nota), y prepararlas para el verdadero amor al prójimo (cf. 2 Tm. 3, 16 y nota), pues tal es el mandamiento principal, que S. Pablo llama la plenitud de la Ley (Rm. 13, 10; Ga. 5, 14).

[12622] 23. Viva y permanente: se refiere a la Palabra (v. 25) y no al mismo Dios como en la Vulgata. Véase Sal. 118, 89 y nota; St. 1, 18; Ap. 14, 6.

[12623] 24. Véase Is. 40, 6 ss.; St. 1, 10 s.

[12624] 2. La leche espiritual: la pura y verdadera Palabra de Dios (Hb. 5, 12 s.). En 1, 23 nos habló S. Pedro de renacer por la Palabra (cf. St. 1, 18 y nota). Ahora nos habla de crecer en la salud por medio de ella, y nos dice que debernos anhelarla como niños.

[12625] 3 s. Nótese el proceso espiritual: primero desear sus dones (v. 2) y luego, si hemos gustado que Él es benigno, allegarnos a Él (cf. 2 Pe. 1, 2 ss. y nota). Es muy natural que el que cree en la bondad de Dios aproveche para pedirle mucho. Pero, al verlo tan bueno y admirable, descubre que Él es también, y sobre todo, atrayente por Sí mismo. Entonces es a Él a quien busca, y cuando va a pedirle, le pide ante todo su amistad, pues ha comprendido que hay mayor felicidad en Él mismo que en todas las cosas que puede dar. S. Pedro nos señala de esta manera el proceso de la sabiduría.

[12626] 5. La gran casa o templo espiritual, así edificada sobre Él como Piedra viva (vv. 4 y 6; Ef. 2, 20) y cuyas piedras somos nosotros, es la Iglesia (Mt. 16, 18; Hb. 10, 21; Judas 20). Todos somos llamados a ese sacerdocio santo, es decir, los cristianos tenemos el derecho y el deber de ofrecer esos sacrificios espirituales que S. Pablo llama “sacrificios de alabanza, fruto de nuestros labios” (Sal. 115, 8; Hb. 13, 15 y nota). Cf. Ef. 2, 21 s.; Sal. 50, 17.

[12627] 6. Piedra angular: Jesucristo. Cf. Is. 28, 16 y nota; Rm. 9, 33; 10, 11.

[12628] 7 s. Cf. Sal. 117, 22; Is. 8, 14 s.; Mt. 21, 42; Hch. 4, 11; Rm. 9, 32 s.

[12629] 9. Sacerdocio real: es decir, como Cristo, sacerdotes y reyes. Sacerdotes como Él, injertados por el Bautismo, en el Sumo Sacerdote celestial (Rm. 7, 6 ss.; Sal. 109, 4 y nota) y capaces de ofrecer los sacrificios del v. 5. Y reyes como Él, partícipes de su reino y llamados a juzgar con Él al mundo (1 Co. 6, 2; Ap. 2, 26; 5, 10). Pueblo conquistado: como propio Suyo, según debió serlo Israel (Ex. 19, 4-6). Cf. Mal. 3, 17; Tt. 2, 14.

[12630] 10. S. Pablo (Rm. 9, 25) hace también libremente esta cita de Os. 2, 24 (2, 25 en hebreo) y la aplica a los cristianos venidos de la gentilidad como ejemplo de la soberana libertad de Dios para hacer misericordia. Las palabras del profeta, según observa Crampon, “en su sentido propio y literal, tratan de las diez tribus (del Norte), corrompidas e idólatras como verdaderos paganos separados de Yahvé y cuya conversión, que les devolverá las prerrogativas de pueblo de Dios, se presenta al espíritu de Pablo como figura de la entrada de los gentiles”. ¿Hace Pedro igual aplicación aquí? ¿O se refiere más bien, como Apóstol de la circuncisión (Ga. 2, 7-9), a la nueva Alianza según Oseas, tal como lo hace Pablo en Hb. 8, 8 ss. con respecto a Jeremías? Los comentadores suelen aplicarlo de un modo genérico a los cristianos, es decir, tanto a los israelitas o judíos a quienes se dirige especialmente la Epístola (1, 1 y nota), como a los de la gentilidad. Cf. 1, 14; Ef. 2, 11 ss.; Hb. 11, 40 y nota.

[12631] 11. Comentando este pasaje, exhorta S. León Magno: “¿A quién sirven los deleites carnales sino al diablo que intenta encadenar con placeres a las almas que aspiran a lo alto?... Contra tales asechanzas debe vigilar sabiamente el cristiano para que pueda burlar a su enemigo con aquello mismo en que es tentado”. Cf. 5, 8 s.; Mt. 4, 10; Lc. 22, 34; Rm. 13, 14; Ga. 5, 16; Hb. cap. 11 y notas.

[12632] 13. A pesar de que las autoridades civiles perseguían a los cristianos, predicaban estos la sumisión a todas ellas, y no solo por razones humanas (para tapar la boca a los paganos), sino como “siervos de Dios”, de quien viene toda potestad. Véase Rm. 13, 1-7. Es de notar que estas palabras fueron escritas durante el reinado de Nerón.

[12633] 21. “Esta es la vocación y este es el carácter propio de los discípulos de Jesucristo: abrazarse con la Cruz de su divino Maestro, copiar fielmente a este divino original, imitarle en la paciencia con que Él su frió todos los agravios y las persecuciones” (S. Cipriano).

[12634] 23. Al justo Juez, es decir, al Padre celestial, en cuyas manos había puesto Jesús la justicia de su causa. La Vulgata habla, a la inversa, de entregarse al que le sentenciaba injustamente.

[12635] 25. El Pastor y Obispo de vuestras almas es Jesucristo. Cf. Is. 53, 6; Ez. 34, 5; Mt. 18, 12 ss.; Jn. 10, 11 s. y 16; Hb. 8, 1 ss.; 13, 20; cf. Tt. 2, 5.

[12636] 1. Como S. Pablo, así también S. Pedro ve la misión de la mujer cristiana más en una vida ejemplar que en palabras y discusiones, tan raras veces fructuosas y a las cuales no está llamada. Come aquí vemos, la misión de la esposa puede alcanzar un extraordinario valor apostólico. Cf. Ef. 5, 22 ss.; 1 Co. cap. 7.

[12637] 6. Sara era obediente: así quiere Dios que sea el orden del hogar. Dice al respecto la Encíclica “Casti Connubii”: “En cuanto al grado y al modo de esta sujeción de la esposa al marido, puede ella variar según la diversidad de las personas, de los lugares y de los tiempos; más aún, si el hombre viene a menos en el cumplimiento de su deber, pertenece a la esposa suplirlo en la dirección de la familia. Pero en ningún tiempo ni lugar será licito subvertir o transformar la estructura esencial de la familia y de sus leyes firmemente establecidas por Dios”.

[12638] 7. Sobre el trato que el marido debe dar a la mujer, véase Ef. 5, 28; 1 Ts. 4, 4; 1 Co. 7, 3.

[12639] 9. La bendición: la vida eterna de Cristo. Véase 1, 4; cf. Pr. 17, 13; Mt. 5, 44; Rm. 12, 14. Ef. 1, 10 y nota; 1 Ts. 5, 17.

[12640] 10 s. Cita del Sal. 33, 13-17 según los LXX. Cf. Is. 1, 16; St. 1, 26. Buscar la paz y perseguirla empeñosamente no es pues, ideal de ociosos o egoístas, sino de sabios (cf. Jn. 14, 27). La misma Sabiduría que nos da este consejo, nos enseña a realizarlo “guardando sobre toda cosa el corazón” (Pr. 4, 23). “¿Cuántos hay, por ejemplo, que han perdido buena parte de su paz huyendo de los periódicos que, como una especie de obligación inventada por nosotros mismos, nos llenan de turbación o de ira cada día, con los ecos perversos y dolorosos del mundo, los mejores instantes que podríamos dedicar a leer y escuchar los consuelos de Dios en su Palabra que es continua oración?” (Mons. Keppler).

[12641] 14. Véase Mt. 5, 10.

[12642] 15. Es decir, que debemos también estar preparados en la doctrina y en el conocimiento de la Revelación y de las profecías, para satisfacer a cualquiera que nos pida razón, no solamente de la fe, sino también de la esperanza (1, 21; cf. 2 Tm. 3, 16; 1 Ts. 5, 20 y nota). Esto confirma una vez más la grave sentencia de S. jerónimo “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. La esperanza en que vivís es el glorioso advenimiento de Cristo. Cf. 1, 5 ss.; Mt. 24, 30; Mc. 14, 62; Hch. 1, 11; 1 Co. 1, 8; 2 Tm. 4, 8; Tt. 2, 13.

[12643] 16. Con mansedumbre y reserva: la primera, para no tener un celo amargo (St. 3, 14 ss.). La segunda, para conservar “la prudencia de la serpiente” (Mt. 10, 16) y “no dar las perlas a los cerdos” (Mt. 7, 6).

[12644] 18. Véase 2, 23; Rm. 5, 6; Hb. 9, 28.

[12645] 19. Es el misterio de que habla el Credo de los Apóstoles al decir “descendió a los infiernos”. Sobre esta predicación del Evangelio (cf. Mc. 1, 15) hecha a los muertos (4, 6; Col. 1, 20 y 23; Is. 42, 7), el Apóstol nombra expresamente a aquellos que en el diluvio fueron castigados con la muerte por su rebeldía ante los anuncios de Noé durante ciento veinte años (Gn. 6, 1 ss.; cf. 1 Co. 5, 5; 11, 30 y notas). A este respecto se han manifestado muy diversas opiniones, sobre lo cual anota Mons. Charue: “En el contexto esta observación debe probar el beneficio de los sufrimientos del Salvador, cosa que debe recordarle cuando se habla sobre el descendimiento a los infiernos, pues es desde luego imposible la interpretación, llamada espiritual, de S. Agustín, de S. Tomás y de todos los occidentales hasta el siglo XIV, según los cuales el Cristo, preexistente, habría intervenido por intermedio de su profeta Noé para predicar a los contemporáneos del diluvio —¿cómo se les puede llamar espíritus?— la verdad que los libraría de la prisión, es decir de las tinieblas de la ignorancia y del pecado”. Según el mismo autor, S. Cirilo de Alejandría expresó en un sermón “que todas las almas fueron salvadas y el diablo quedó solo en su infierno”; pero en otra parte “se contenta con el principio que enunciaron Orígenes y S. Gregorio Nazianceno, de que Cristo salvó a todos los que quisieron, a todos los que creyeron en Él” (cf. Rm. 3, 21-26). Añade que fue necesario esperar el fin del siglo IV para hallar una reacción vigorosa contra la tesis “aún mitigada de la evangelización de los muertos infieles, tesis que continúan profesando muchos críticos no católicos”. S. Agustín y otros padres supusieron la conversión de esas almas en el diluvio (cf. Gn. 7, 1-7; Mt. 24, 37 ss.; Lc. 17, 26 ss.; Hb. 11, 7; 2 Pe. 2, 5) y S. Jerónimo y S. Crisóstomo lo aplicaron a las almas de los justos del Antiguo Testamento, a los que Cristo visitó para anunciarles que estaban abiertas las puertas del cielo. Cf. Mt. 27, 52 ss.

[12646] 21. S. Pedro señala el bautismo como antitipo del diluvio porque en aquel también nos salvamos “a través del agua” (v. 20) que significa una muerte mística. Véase Rm. 6, 4; Ga. 3, 27; Col. 2, 12; Ef. 4, 23, etc.

[12647] 22. Subió al cielo: la Vulgata añade: después de haber devorado la muerte (en su victoria). Cf. 1 Co. 15, 54. Está a la diestra de Dios: cf. Sal. 109, 1.

[12648] 1. De este v. se colige una vez más que la Carta, en parte por lo menos, va dirigida también a los cristianos que antes eran paganos. Véase 2, 10 y nota. Cf. Ef. 2, 3; Tt. 3, 3.

[12649] 6. A los muertos: S. Pedro fija aquí el sentido del v. anterior en que usa la expresión vivos y muertos, conservada en el Credo y frecuente en el Nuevo Testamento (cf. 2 Tm. 4, 1; Rm. 14, 9; Hch. 10, 42). “Según diversos comentadores antiguos y modernos (S. Agustín, el Ven. Beda, etc.), el adjetivo muertos debería entenderse en sentido moral y designaría a los que están muertos espiritualmente, los pecadores, y particularmente a los paganos. Pero al fin del v. 5 este adjetivo ha sido tomado en su sentido propio, y no hay manera de creer que se use dos acepciones diferentes en la misma línea” (Fillion). Este pasaje es correlativo de 3, 19 s. Cf. nota.

[12650] 7. “Con estas palabras da a entender que pasa como un soplo el tiempo de nuestra vida, y que aun el espacio que mediará entre la primera y la segunda venida del Señor es brevísimo si se compara con los días eternos que le han de suceder (1 Co. 7, 29; Flp. 4, 5; St. 5, 7 ss.). Y por esto nos exhorta a que no seamos necios dejando pasar inutilmente este brevísimo lapso que se nos concede para ganar la felicidad eterna, y a que estemos siempre alerta y en vela, para emplear bien todos los momentos de la vida presente” (S. Hilario). El fin... está cerca, pues, como dice S. Pablo, nos hallamos ya al fin de los siglos (1 Co. 10, 11). Lo mismo señala S. Ignacio Mártir en su carta a los Efesios: “Ya estamos en los últimos tiempos”. Cf. Hb. 10, 37; 2 Pe. 3, 12; 1 Jn. 2, 18.

[12651] 8. La caridad cubre multitud de pecados: cita de Pr. 10, 12 (véase nota). Cf. Col. 3, 14; St. 5, 20. Citando este pasaje agrega Sto. Tomás: “Si alguien ofende a uno y después le ama íntimamente, por el amor perdona la ofensa; así Dios perdona los pecados a los que le aman... Justamente dice “cubre” porque no son considerados por Dios para castigarlos”.

[12652] 9. Sobre la hospitalidad, cf. Rm. 12, 13; Flp. 2, 14; Hb. 13, 2.

[12653] 10. Alude a los dones o carismas especiales de los cristianos (Rm. 12, 6 ss.; 1 Co. 12, 4 ss.; Ef. 4, 7 ss.), de los cuales cada uno debe ser un buen dispensador empleándolos para el bien común (cf. 1 Co. 4, 1 s.). No hay piedad egoísta. La verdadera piedad es siempre caritativa y social, aunque trabaje ignoradamente desde el fondo de un desierto.

[12654] 11. Ya en el Antiguo Testamento reveló Dios a Moisés que “morirá el profeta que se enorgullezca hasta el punto de hablar en mi Nombre una palabra que no le haya mandado decir Yo” (Dt. 18, 20). Y León XIII dijo: “Hablan fuera de tono y neciamente quienes al tratar asuntos religiosos y proclamar los divinos preceptos no proponen casi otra cosa que razones de ciencia y prudencia humanas, fiándose más de sus propios argumentos que de los divinos” (Encíclica Providentissimus Deus). S. Pedro es tanto más severo en esto con los que enseñan, cuanto que también exige conocimiento a los simples creyentes. Véase 3, 15 y nota. Cf. St. 3 ss.

[12655] 13. Alegraos, etc.: véase Rm. 8, 17; 2 Tm. 2, 12. Como miembros del Cuerpo místico nos gloriamos de tener por Cabeza una ceñida con corona de espinas que nos permite, por la fe, asociamos a Él (Flp. 3, 9 s.) y apropiarnos sus méritos redentores (Ga. 2, 19 ss.). “Lo cual, dice Pio XII, ciertamente es claro testimonio de que todo lo más glorioso y eximio no nace sino de los dolores, y que por tanto hemos de alegramos cuando participamos de la Pasión de Cristo, a fin de que nos gocemos también con júbilo cuando se descubra su gloria” (Encíclica sobre el Cuerpo Místico de Cristo). En la aparición de su gloria: cf. 1, 5-7; 5, 1 y 4; Rm. 2, 5; 8, 21; 1 Co. 1, 7; 2 Ts. 1, 7; Judas 24, etc.

[12656] 15. Extrañas: a la vocación sobrenatural (v. 11; 2 Tm. 2, 4). Fillion observa que según algunos el término tenía significado político.

[12657] 16. S. Pedro usa el título de cristianos aludiendo a que entonces era aplicado cómo un oprobio. Cf. Hch. 11, 26 y nota.

[12658] 17. Comienza por la casa de Dios: “Después de la muerte del Salvador ha comenzado el período escatológico (final)... La casa de Dios, es decir, el conjunto de los justos (cf. 2, 5) es la primera en ser purificada” (Pirot). Así lo anunció el Señor a sus discípulos (Jn. 15, 18-27; 16, 1 ss.), y S. Basilio dice que Dios comienza a juzgar a los cristianos por medio de tribulaciones y persecuciones, por lo cual sería ilusorio que esperasen ahora el triunfo que solo está anunciado para cuando aparezca la gloria de Jesús (v. 13 y nota).

[12659] 18. Es una cita tomada de Pr. 11, 31, según los LXX. Cf. Lc. 23, 31; Rm. 11, 21; Jr. 25, 29.

[12660] 19 Notemos el precioso nombre que se da al Padre: es un Creador fiel y un “Dios leal”, como lo llama André de Luján. Cf. 5, 7.

[12661] 1. S. Pedro, aunque era cabeza de todos, por humildad se llama copresbítero o sea presbítero como los otros. Cf. Ga. 2, 9; 2 Pe. 3, 15.

[12662] 2 ss. Hay aquí una de las más inspiradas enseñanzas pastorales en boca del primer vicario de Jesucristo. Sobre las cualidades que debe tener el pastor de almas, véase Lc. 22, 25 ss.; 1 Co. 4, 9 ss.; 9, 19; 2 Co. 1, 25; 6, 3 ss.; 10, 8; 1 Ts. 2, 11; 1 Tm. 3, 1 ss. y 8; 2 Tm. 2, 24 ss.; Tt. 1, 7 ss.; 3 Jn. 9 ss. Aquí los previene el Apóstol ante todo contra la avaricia, la cual es tan mala como la idolatría (Ef. 5, 5). Empleemos nuestras riquezas, dice S. Pedro Damián, en ganar almas y en adquirir virtudes.

[12663] 3. Herencia: en griego: clero, esto es, porción; en sentido pastoral, la grey que cada presbítero o prelado tiene que apacentar. Cf. Tt. 2, 7.

[12664] 7. Entre los privilegios con que Dios colma a los que confían en su divina providencia ¿no es este uno de los más maravillosos? Él toma sobre sí nuestras preocupaciones y nos anticipa, por medio de la gracia, la fruición de las cosas divinas, frente a las cuales nada son los bienes ni los cuidados de esta vida. Cf. 4, 19 y nota; Sal. 54, 23; Mt. 6, 25-33; 18, 4; Lc. 12, 22; Rm. 8, 28; 1 Co. 3, 22.

[12665] 8. Palabras del Oficio de Completas para recordar la propia debilidad. Véase Sal. 21, 14; Ef. 6, 12; 1 Ts. 5, 6. El que por primera vez se entera del descubrimiento de Pasteur sobre los gérmenes infecciosos que pululan por todas partes, siente como una reacción que lo hace ponerse a la defensiva, movido por el instinto de conservación. S. Pablo, que ya nos enseñó cómo las cosas de la naturaleza son imágenes de las sobrenaturales (Rm. 1, 20), nos revela en el orden del espíritu, lo mismo que Pasteur en el orden físico, para que podamos vivir a la defensiva de nuestra salud contra esos enemigos infernales, que a la manera de los microbios, no por invisibles son menos reales, y que como ellos nos rondan sin cesar buscando nuestra muerte. Nótese que estos demonios son llamados príncipes y potestades. Jesús los llama ángeles del diablo (Mt. 25, 41). Véase Jn. 12, 31; 14, 30; Col. 1, 13. ¿No es cierto que pensamos pocas veces en la realidad de este mundo de los malos espíritus, donde están nuestros más peligrosos enemigos? Véase 2 Co. 2, 11. La Sagrada Escritura nos enseña que Satanás será juzgado definitivamente al fin de los tiempos (Ap. 20, 9), como también “los ángeles que no conservaron su dignidad” (S. Judas, 6).

[12666] 12. Silvano probablemente es el mismo Silas mencionado en Hch. 15, 22; 16, 19; Cf. 2 Co. 1, 19; 1 Ts. 1, 1; 2 Ts. 1, 1.

[12667] 13. Por Babilonia se entiende Roma, que constituía el centro del paganismo. La Roma pagana significaba para los cristianos el mismo peligro que antes Babilonia para los judíos. También S. Juan usa el mismo término para designar a Roma y predice su destrucción (Ap. 14, 8; 17, 5; 18, 2 y 10). Mi hijo Marcos: el evangelista del mismo nombre, que era hijo espiritual de S. Pedro, y fue también uno de los dos únicos discípulos “de la circuncisión” que quedaron fieles a S. Pablo (Col. 4, 10 s.).

[12668] 14. Sobre el ósculo de caridad, cf. Rm. 16, 16; 1 Co. 16, 20, etc. Mons. Charue se pregunta si este final en las Cartas de S. Pedro y de S. Pablo no insinúa que ellas eran leídas en alguna reunión cultual.

[12669] 1. Esta segunda carta de S. Pedro es (como lo fue la segunda de Pablo a Timoteo) el testamento del Príncipe de los Apóstoles, pues fue escrita poco antes de su martirio (v. 14) Probablemente desde la cárcel de Roma entre los años 64 y 67. Los destinatarios son todas las comunidades cristianas del Asia Menor o sea que su auditorio no es tan limitado a los judío-cristianos como el de Santiago (cf. St. 1, 1). Sobre el fin de la Carta véase la nota introductoria a las Epístolas de S. Pedro.

[12670] 2 ss. De este conocimiento no simplemente intelectual sino intimo, espiritual y sobrenatural (no simple gnosis, sino epígnosis), que viene de la Palabra de Dios, arranca aquí S. Pedro el maravilloso proceso experimental que aquí nos presenta (cf. Ef. 3, 19; Tt. 1, 9 s.; 1 Pe. 2, 3 s. y notas). Para ello pide rectitud o sinceridad, es decir, que no pretendamos engañar a Dios y estemos dispuestos a creer lo que Él dice, aunque nos parezca muy sorprendente. Cf. Mt. 11, 6; 13, 1 ss.; Lc. 7, 23 y notas.

[12671] 4. Partícipes de la naturaleza divina: este misterio, en que consiste el destino inefablemente dichoso del hombre, se realiza por medio del Espíritu Santo, por la cual merced a la Redención de Cristo somos hechos verdaderamente hijos de Dios como Él lo es aun en su Humanidad santísima (Ef. 3, 5; 1 Jn. 3, 1; cf. Sal. 2, 7 y notas). Por eso afirma S. Tomás que la gracia nos diviniza. Y S. Maximino: “Se nos da la divinidad cuando la gracia penetra nuestra naturaleza de su luz celestial y cuando, por la gloria, esa gracia nos eleva más allá de ella misma”. Sobre la corrupción, del mundo, cf. Jn. 14, 30; Ga. 1, 4 y notas. “Dios permite que la concupiscencia viva todavía en nosotros y nos aflija profundamente para humillarnos a fin de que, conociendo lo que la gracia nos proporciona, nos hallemos inclinados a pedírsela sin cesar” (S. Bernardo).

[12672] 5 ss. En esta cadena, preciosa para el examen de conciencia espiritual porque va de la fe a la caridad o amor de Dios, es decir, del principio al término de la vida cristiana (S. Ignacio de Antioquía), cada eslabón es como la piedra de toque o condición de la autenticidad del precedente. El último, como dice Pirot, recordando a S. Pablo, es el broche de la perfección, porque encierra en una sólida atadura todas las virtudes (Col. 3, 14) que sin él nada valen (1 Co. 13, 1 ss.) y que de él reciben la vida (Rm. 5, 5).

[12673] 10. Vuestra vocación y elección: la Vulgata añade las palabras: Por medio de buenas obras, que faltan en los principales códices griegos.

[12674] 13. La tienda de campaña es el cuerpo mortal (2 Co. 5, 1). Cf. 1 Pe. 2, 11. Sobre la predicción de Jesús, véase Jn. 21, 18 s. No obstante ese buen estado espiritual de la grey (v. 12) S. Pedro siente la obligación pastoral de mantenerla despierta por la constante predicación del Evangelio: sabe bien cuán malos y cambiantes somos.

[12675] 15. Como expresa Pirot, no se sabe si en este propósito se refiere el Apóstol a la misma Epístola presente, que quedaría como testimonio con sus graves advertencias sobre los falsos doctores (cap. 2), o al Evangelio de S. Marcos, aprobado por él, “o a la formación de sucesores competentes y celosos”. Algunos suponen otro escrito, que se hubiese perdido, pero si así fuera habrían fallado con ello las promesas del Apóstol, en tanto que esta Epístola subsiste aún, para aleccionar con su inmensa sabiduría a cuantos quieran leerla y profundizarla. Cf. 3, 1 y nota.

[12676] 16. S. Pedro confirma el dogma de la segunda venida de Cristo, que algunos negaban preguntando: “¿Dónde está la promesa de su Parusía? (3, 4). Testigos oculares de su Majestad: en la Transfiguración (Mt. 17, 1-9), donde por primera vez vieron al Señor en la gloria en la cual ha de venir (Mc. 9, 1 y nota).

[12677] 18. En el monte santo de la Transfiguración (v. 16). Cf. Jn. 1, 14.

[12678] 19. Más segura aún: que el testimonio de nuestros sentidos (v. 16 ss.). “Bébaios significa lo que está sólidamente fijado (una raíz, un ancla) bien consolidado, afirmado, y por tanto seguro y sin disputa”. (Pirot). Añade el mismo autor que la palabra profética en rigor podría ser todo el Antiguo Testamento, “pero el contexto designa, directamente al menos, los oráculos sobre la gloria y la Parusía del Mesías”, los cuales “son una luz provisoria, pero ya preciosa mientras esperamos la aurora de la perfecta luz que será la Parusía del Señor”. Nuestra lámpara en la noche de este siglo malo (Ga. 4, 1) han de ser, pues, esas profecías de que está llena la Sagrada Escritura, colmadas de dichosas promesas para el alma y para el cuerpo, para la Iglesia y para Israel. En ellas, no menos que en la doctrina, está lo que S. Pablo llama la consolación de las Escrituras (Rm. 15, 4; cf. Ef. 1, 10; Tt. 2, 13 y notas). “Si el viajero que temblando cruza una “jungla” poblada de fieras e insectos pestíferos, pudiera ir leyendo una alegre novela que absorbiese su atención ¿no viviría contento en ese mundo de su espíritu olvidándose de la angustia que lo rodea? ¿Qué cosa mejor que ese libro podrían ofrecerle para su felicidad presente? Eso es la Sagrada Escritura para el que atraviesa este mundo en el que a cada paso podemos ser víctimas de la maldad humana, de un crimen, de una injusticia o calumnia, de un accidente, de un contagio, de la miseria y de la guerra. Pero hay dos diferencias fundamentales: la novela consolaría con la ficción; la Biblia consuela con la verdad. La novela haría olvidar el peligro, mas no lo conjugaría; la Palabra de Dios lo conjura, porque Dios es el único que puede prometer y promete, por añadidura, todo cuanto necesitamos para el tiempo presente, si ponemos nuestra atención en desear su Reino y su justicia”. Cf. Mt. 6, 33; 2 Tm. 2, 8; Hb. 11, 1 y nota.

[12679] 20 s. Las profecías no vienen “de la voluntad de hombre” (v. 21) porque nadie puede conocer lo porvenir (Is. 41, 23). Antes bien tienen su origen en Dios (Dn. 12, 8) y por eso es que las que anuncian la glorificación de Cristo son absolutamente fieles y seguras (v. 19), confirmando y confirmándose recíprocamente con el testimonio de Pedro (v. 16 ss.). Así lo expone Cornelio a Lapide y también muchos autores modernos (Allioli, Crampon, Camerlynck, Simón-Prado, de la Torre, etc.), según los cuales “se trata aquí de la composición de la Escritura y no de su interpretación, como se explica en el v. siguiente” (de la Torre). “Titubea la fe, escribe S. Agustín a S. Jerónimo, si vacila la autoridad de las divinas Escrituras”. Sobre las palabras del Concilio de Trento: “A la Iglesia pertenece juzgar del verdadero sentido e interpretación de la Sagrada Escritura”, véase las de Pío XII en la nota a Jn. 21, 25. El mismo a Lapide añade a este respecto que “para eso puso Dios en la Iglesia doctores, para que interpreten las Escrituras, y la interpretación de las palabras es uno de los carisma del Espíritu Santo como enseña Pablo en 1 Co. 12, 10 y 14, 26”. Cf. Rm. 12, 5 ss.; Ef. 4, 11 ss. Veamos algunos preciosos testimonios que él mismo trae: “Para indagar y comprender los sentidos de la Escritura es necesaria una vida recta, un ánimo puro y la virtud que es tal según Cristo, a fin de que la mente humana, corriendo por el camino de Él, pueda conseguir lo que busca, en cuanto es concedido a la mente humana penetrar las cosas de Dios” (S. Atanasio). “Las Escrituras reclaman ser leídas con el espíritu con que han sido escritas: con ese espíritu se entienden” (S. Bernardo). Y el Abad Teodoro “expresa que la inteligencia de las Escrituras ha de buscarse no tanto revolviendo comentarios de intérpretes cuanto limpiando el corazón de los vicios de la carne, expulsados los cuales, dice, pronto el velo de las pasiones cae de los ojos y empiezan estos a contemplar, como naturalmente, los misterios de las Escrituras”. Cf. Mt. 5, 8; Lc. 10, 21; 1 Co. 2, 10 y 14 y notas.

[12680] 1 ss. Todo el capítulo segundo, que muestra notables semejanzas con la Epístola de S. Judas, es una tremenda denuncia contra los falsos doctores que reemplazan a los falsos profetas del Antiguo Testamento, porque como ellos hablan con “razones inventadas” (v. 3; cf. Jr. 23, 16 y 21); como ellos “se apacientan a sí mismos” (Ez. 34, 2 ss.) “haciendo tráfico” de las ovejas (v. 3); como ellos sustituyen a Dios (Jr. 23, 27) renegando del único Salvador (v. 1) para presentarse ellos como tales (cf. 2 Ts. 2, 3 ss.). Y como serán “del mundo”, muchos los seguirán (v. 2; cf. Jn. 5, 43; 7, 7; 15, 19) y el camino de los verdaderos discípulos de Cristo será infamado (v. 2; cf. Jn. 16, 1 ss.). Véase 1 Tm. 4, 1 ss.; 2 Tm. 3 ss. Cuya ruina, etc.: El destino del falso profeta es el mismo del Anticristo y de Satanás (Ap. 20, 9).

[12681] 4. Los ángeles que pecaron por su orgullo fueron arrojados del cielo (Judas 6). No hay que confundir este pasaje con la escena descrita en Ap. 12, 7 ss., la cual tiene sentido escatológico. Cf. Jb. 4, 18. Reservados para el juicio: cf. 1 Co. 6, 3 y nota; 1 Pe. 3, 19.

[12682] 5. Véase Gn. 7, 1; 8, 18. El viejo mundo: el mundo antediluviano, en que el patriarca Noé predicaba con su ejemplo y sus exhortaciones (Gn. 6, 1 ss.; cf. 1 Pe. 3, 19 s.; Hb. 11, 7), Noé es llamado el “octavo” porque estaban con él siete personas (Gn. 7, 7). Cf. 1 Pe. 3, 20; Judas 14.

[12683] 6. Véase Gn. 19, 25; Judas 7.

[12684] 9. Véase Ga. 5, 21 y nota.

[12685] 10. El título de Señorío corresponde a Dios y a Cristo (Ap. 11, 15). Las Glorias son los ángeles caídos (Judas 8) a los cuales, como aquí vemos no hemos de maldecir, pues Dios se reserva el juzgarlos (v. 4 y nota). Véase Judas 9 y nota. Según el v. 11 s. los ángeles buenos dan a estos presuntuosos doctores una lección de humildad y caridad (Judas 10).

[12686] 13. “Es realmente asco lo que siente Pedro al pensar en esos servidores arrogantes” (Pirot). El salario de la iniquidad o soborno que el mundo ofrece por ella (v. 15) es la terrible sentencia que anuncia Jesús cuando dice que “ya tuvieron su paga” aquí abajo (Mt. 6, 5 y 16; Lc. 16, 25 y nota). Véase también el castigo que S. Pablo señala en 2 Ts. 2, 10 ss.: la ceguera soberbia que los arraigará en el error para llevarlos a la perdición final como a los fariseos enemigos de Cristo (Jn. 12, 40; Hch. 28, 26 y nota).

[12687] 14. “Los fieles deben reaccionar contra la seducción de los falsos doctores, so pena de sufrir una cruel desilusión cuando después del período de agitación febril en que les despiertan todas las esperanzas, se encuentran fríamente ante el vacío doctrinal” (Charue). Cf. v. 17 ss.

[12688] 15 s. El camino de Balaam semejante al de Simón Mago (Hch. 8, 9 ss.) fue querer valerse del don de Dios para ventaja propia. Amó el salario de la iniquidad, o sea los grandes honores y regalos que el rey Balac le ofrecía para que maldijera a Israel (Nm. 22, 17 y 38; 24, 11). Dios no le permite hacerlo y aun le prohíbe ir al rey (Nm. 22, 12), mas en cuanto le da permiso (ibíd. 20) él, sin desconfiar de sí mismo ni huir la ocasión del pecado muestra su deseo de ir a halagar al poderoso, al extremo de que castiga cruelmente a la burra que reprimió el extravío del profeta (v. 16) y cuya marcha detenía el ángel (ibíd. 22 ss.) para apartarlo de su propósito (ibid. 32 ss.). A pesar de sus declaraciones de fidelidad, Balaam conserva sus mundanos deseos en el fondo de su corazón, y, como no puede satisfacer directamente al rey maldiciendo a Israel, encuentra, en su elástica “doctrina” (cf. Ap. 2, 14) otro modo de complacerlo y así, no obstante la admirable profecía que Dios acababa de inspirarle sobre los destinos mesiánicos de Israel (Nm. 24, 3 ss.) y antes de pronunciar otra aún más admirable sobre el triunfo de Cristo (ibid. 15 ss.), promete y da a Balan el pérfido “consejo” (ibid. v. 14) con el cual hizo corromper a Israel (Nm. 25, 1; 31, 16) y provocó la santa reacción del sacerdote Fineés (ibid. 25, 6 ss.). Sobre el error de Balaam, véase Judas 11 y nota.

[12689] 18. “A los que aún no son espirituales fácil es cautivarlos por una espiritualidad sentimental en que la carne se disfraza de espíritu”. Cf. 1 Co. 2, 14; 3, 1.

[12690] 19. Les prometen libertad: la libertad del espíritu, la que nos libra tanto de los lazos del mundo cuanto de nuestro propio afecto al pecado; es la que Jesús enseña y ofrece en Jn. 8, 31. Cf. Jn. 8, 34; Rm. 6, 16 y 20.

[12691] 20. Grave enseñanza espiritual que puede aplicarse a todos, pues concuerda con la de Mt. 12, 45. Cf. Hb. 6, 4.

[12692] 21. El camino de la justicia: el de la salvación por Cristo. Los primeros cristianos llamaban a la vida de fe el “camino” como se ve en 2, 2; Hch. 9, 2, etc., y especialmente en la Didajé, el primer libro de la era de los padres apostólicos, donde la doctrina cristiana se explica bajo la imagen de dos caminos: el camino de la vida y el de la muerte.

[12693] 22. Véase Pr. 26, 11. “Advierte qué horrible comparación es la que hace de estos el Apóstol” (S. Agustín).

[12694] 1 s. En este capítulo, llamado “un verdadero Apocalipsis del Príncipe de los Apóstoles”, S. Pedro ofrece quizá el memorandum permanente que prometió en 1, 15, queriendo prevenirles contra la mala doctrina de los falsos doctores (cap. 2), la cual “se acompaña de la incredulidad en la Parusía de Cristo... suprema esperanza a la que hizo varias alusiones en 1 Pe. 1, 3-12; 4, 7; 5, 1-4, etc.” (Pirot). Cf. 1 Jn. 2, 18. Contra esos “impostores burlones” (v. 3) insiste en el v. 2 para que se tengan presentes en tal materia las mismas fuentes de que habló en 1, 16-21, es decir, los anuncios de los antiguos profetas y la predicación de los apóstoles.

[12695] 3 ss. S. Agustín menciona estas palabras de S. Pedro como relativas a los tiempos del fin y al Anticristo, si bien, como observa Pirot, ellas abarcan “el futuro mesiánico sin distinguir los períodos” (cf. Judas 17 s.). El Apóstol expone aquí la verdadera doctrina sobre el retorno de Cristo que queda en lo oculto en cuanto al tiempo (v. 10), porque nadie conoce el día y la hora, ni siquiera los ángeles, ni el mismo Hijo del hombre (Mc. 13, 32; Mt. 24, 36; Hch. 1, 7), aun cuando sabemos que vendrá “pronto” (Ap. 22, 12; 1 Co. 7, 29; Jn. 16, 16; St. 5, 8; Hb. 10, 25; Flp. 4, 5; 1 Pe. 4, 7), por lo cual debemos estar siempre esperándolo (Mc. 13, 37; St. 5, 8 y nota), aunque Dios no mide el tiempo como nosotros (v. 8). Véase Mt. 24, 4 ss. y nota. Sobre los impostores y sus burlas, cf. también Mt. 24, 37; Lc. 17, 26 ss.; 1 Tm. 4, 1; 2 Tm. 3, 1, etc.

[12696] 4. Véase 1, 16 y nota. Cf. Ez. 12, 22 y 27.

[12697] 5. Porque así lo quieren: esto es, porque no se dan el trabajo de estudiar con rectitud la Palabra de Dios. Sobre esta incredulidad soberbia, cf. Jn. 9, 30 y nota.

[12698] 7. Exterminio: véase las consoladoras palabras de S. Pablo en 1 Ts. 5, 4 sobre este punto.

[12699] 8. Dios es eterno y, por eso, paciente. Su día no tiene noche. Por lo cual mil años son para Él como un día (cf. Sal. 89, 4). Esta expresa indicación, que S. Pedro no quiere que se nos escape (como a los del v. 5), puede servir de guía para el estudio e interpretación del tiempo en otros anuncios proféticos. Véase también Ez. 4, 5 y 6, donde Dios computa al profeta un año por cada día.

[12700] 9. En Ap. 6, 10 s., hallamos una explicación semejante. Solo la caridad de Dios con los pecadores detiene esa manifestación del Señor que tanto anhela la Iglesia (Ap. 22, 20 y nota) y sin duda también el Padre Celestial, ansioso de ver a su Hijo triunfante y glorificado entre las naciones (cf. Sal. 2, 7 s.; 44, 4 ss.; 71, 2; 109, 3 ss., etc.). Véase sobre esta demora 2 Ts. 2, 6; Rm. 11, 25. Ello no obstante, San Pedro nos enseña en el v. 12 cómo podemos apresurarla.

[12701] 10. Se refiere siempre a la segunda venida del Señor que la Liturgia sintetiza en la frase del “Dies irae”: “Dum veneris judicare saeculum per ignem: Cuando vengas a juzgar al mundo por el fuego”. Véase Mt. 24, 29 y 35; 24, 43; 1 Co. 3, 13; 1 Ts. 5, 2 s.; 2 Ts. 1, 8; Ap. 3, 3; 16, 15; 20, 11; Is. 66, 16.

[12702] 11 ss. En lo que sigue nos muestra San Pedro la espiritualidad dichosa y santa que resulta de vivir esa esperanza (cf. St. 5, 8; 1 Jn. 3, 3), pues sabiendo que todo lo ha de consumir el fuego (v. 12; 1 Co. 3, 15), cuidaremos de no poner el corazón ni en los objetos ni en nuestras obras, sino de conservarnos inmaculados (v. 14; Judas 24) y esforzarnos por anticipar ese día (v. 12), con la mirada puesta en Cristo autor y consumador de nuestra fe (Hb. 12, 2). “El que sigue la Ley de Dios, dice Teodoreto, y conforma su vida a esta Ley, es amigo de pensar en la venida del Señor”. Cf. 1, 19; 1 Pe. 1, 13; Tt. 2, 12 s.

[12703] 13. Según estas palabras es de suponer que Dios no destruirá por completo la tierra, sino que el fuego de que habla el Apóstol en los vv. anteriores será un medio para purificarla. Toda la naturaleza estará libre de la maldición, y la justicia habitará en el mundo. “Esto mismo es lo que Jesucristo poco antes (Mt. 19, 28) había expresado con el expresivo nombre de palingenesia (Vulg. restauratio), el nuevo nacimiento, la regeneración, la renovación del mundo presente; idea que ya en tiempos pasados había expresado el profeta Isaías” (Fillion). Véase 1 Co. 3, 13; Rm. 8, 19 ss.; Ef. 1, 10; Ap. 21, 1; Is. 65, 17; 66, 22; Hch. 3, 21. “Mientras las promesas de los falsos profetas se resuelven en sangre y lágrimas, brilla con celeste belleza la gran profecía apocalíptica del Redentor del mundo: “He aquí que yo renuevo todas las cosas” (Pío XI en la Encíclica “Divini Redemptoris”).

[12704] 14. Para que Él os encuentre en paz, o sea, sin miedo. En esto consiste, dice S. Juan, la perfección del amor de Dios (1 Jn. 4, 17).

[12705] 15. Este pasaje contribuye a demostrar que S. Pablo es el autor de la Epístola a los Hebreos. Aun la exégesis protestante, que suele desconocerlo, admite que aquí S. Pedro alude también a esa Epístola, pues que, como vemos en 1 Pe. 1, 1, el Príncipe de los apóstoles escribe principalmente para hebreos. Es de admirar la estimación de Pedro respecto de Pablo, mostrando que la caridad entre ellos había crecido, lejos de sufrir detrimento por el incidente de Antioquia. Cf. Ga. cap. 2.

[12706] 16. De esto mismo, es decir, de la Parusía, cuyo misterio, dice el cardenal Billot, es “el alfa y la omega, el principio y el fin, la primera y la última palabra de la predicación de Jesús”. Hace notar S. Pedro la atención que también S. Pablo prestó en todas sus Epístolas a este sagrado asunto que tanto suele olvidarse hoy. Contra esos ignorantes y superficiales se indigna S. Jerónimo diciendo: “Enseñan antes de haber aprendido” y “descaradamente se permiten explicar a otros una materia que ellos mismos no comprenden”. Nótese el contraste entre esos que deformaban las Epístolas paulinas y los de Berea que, a la inversa, estudiaban el mensaje del Apóstol a la luz de las Escrituras (Hch. 17, 11). Sobre el Magisterio de la Iglesia en la interpretación de los Libros santos, véase 1, 20 s. y nota.

[12707] 17. Con esta advertencia definitiva contra los falsos doctores, puesta al final de su última Carta, S. Pedro parece confirmar la trascendencia de lo expresado en v. 1 s. y nota. Igual preocupación se advierte en la última carta de cada uno de los demás apóstoles (2 Tm. 3, 1 ss.; St. 3, 1 ss.; 3 Jn. 9 ss.; Judas, 4-18) en lo cual se confirma, como dice Boudou, que ya en vida de ellos operaba el misterio de la iniquidad (2 Ts. 2, 7) y que no sin gran lucha florecía la santidad en la primitiva Iglesia.

[12708] 1 s. El Verbo de la vida es Jesucristo, que nos comunicó la vida divina. Véase el Prólogo del Evangelio de S. Juan (Jn. 1, 11), al cual esta Epístola sirve de introducción (cf. v. 3). Esa vida comenzó a manifestarse en la Encarnación en el seno virginal de María, cuando el Verbo “sin dejar de ser lo que era, empezó a ser lo que no era” (S. Agustín) y “el Hijo de Dios se hizo hombre, a fin de que los hijos de hombre puedan llegar a ser hijos de Dios” (S. León Magno).

[12709] 3. Comunión: en griego koinonía (cf. Hch. 2, 42 y nota). “Esta palabra designa a la vez una posesión y un goce en común, es decir, un estado y un intercambio de acciones; una comunidad y una comunión; en una palabra, una comunidad de vida con Dios” (Cardenal Mercier). En esta vida íntima con el Padre y con su Hijo, el Espíritu Santo, lejos de estar ausente, es el que lo hace todo.

[12710] 4. Vuestro gozo: algunos mss. dicen nuestro gozo. El fruto infalible de esta lectura será, pues, colmarnos de gozo. Lo mismo dice Jesús de sus Palabras en Jn. 17, 13. Cf. 2 Jn. 12.

[12711] 5. La luz a que se refiere el Apóstol es sobrenatural. “Dios es espíritu” (Jn. 4, 24) y “habita en una luz inaccesible que ningún hombre ha visto” (1 Tm. 6, 16). Pero no existe nada tan real, vivo y exacto como esa imagen de la luz para hacernos comprender lo que es espiritual y divino. Lo mismo vemos por los otros términos usados por S. Juan: vida y amor. De ahí que la espiritualidad joanea, siendo la más alta, sea en realidad la más sencilla y propia para transformar las almas definitivamente (cf. 4, 16 y nota). ¡No hay tiniebla alguna! Es decir, que Dios no solamente es perfecto en Sí mismo —lo cual podría sernos inaccesible e indiferente—, sino que lo es con respecto a nosotros, no obstante nuestras miserias y precisamente a causa de ellas, pues su característica es el amor y la misericordia que busca a los necesitados (v. 8 ss.). Es, pues, un Dios como hecho de medida para los que somos miserables (cf. Lc. 1, 49 ss. y nota).

[12712] 6. Véase Jn. 12, 46 y nota.

[12713] 7. Cf. Hb. 9, 14; 1 Pe. 1, 19; Ap. 1, 5.

[12714] 8. “Luego ¿quién podrá considerarse tan ajeno al pecado, que la justicia no tenga algo que reprocharle o la misericordia que perdonarle? De donde la regla de la sabiduría humana consiste, no en la abundancia de palabras, no en la sutileza de la discusión, no en el afán de la gloria y alabanzas, sino en la verdadera y voluntaria humildad, que nuestro Señor Jesucristo eligió y enseñó con gran valor desde el seno de su madre hasta el suplicio de la Cruz” (S. León Magno).

[12715] 9. Si confesamos...: La pobre alma que ignora la gracia y no cree en la misericordia supone que salir de su estado pecaminoso es como subir a pie una montaña. No se le ocurre pensar que Dios ha imaginado todo lo más ingenioso posible para facilitar este suceso que tanto le interesa (recuérdese al Padre admirable del hijo pródigo: Lc. 15, 20 ss.), de modo tal que, apenas nos confesamos sinceramente culpables, Él nos previene con su misericordia, y lo demás corre por su cuenta, pues que es a Él a quien toca dar la gracia para la enmienda (Flp. 2, 13) y sin ella no podríamos nada (Jn. 15, 5). Un buen médico solo necesita para sanarnos que le declaremos nuestra enfermedad. No pide que le enseñemos a curarnos. Jesús vino de parte del Padre como Médico y así se llama Él mismo expresamente (Mt. 9, 13). Es un médico que nunca está ausente para el que lo busca (Jn. 6, 38). Hagamos, pues, simplemente que Él vea bien desnuda nuestra llaga, y sepamos que lo demás lo hará Él. Cf. 3, 20 y nota. Es la doctrina del Sal. 93, 18: “Apenas pienso: «Mi pie va a resbalar» tu misericordia, Yahvé, me sostiene”. Cf. Sal. 50, 5-8 y notas. Más aún, observa Bonsirven, el mismo Jesús se hace nuestro abogado en el Santuario celestial (Hb. 7, 25). Cf. 2, 1.

[12716] 10. Es la condenación del farisaísmo de los que se creen santos y justos (Lc. 18, 9 ss.) y buscan la pajita en el ojo del prójimo mientras no ven la viga en el propio (Mt. 7, 3). “Todo hombre es mentiroso” dice S. Pablo (Rm. 3, 4) con el Salmista (Sal. 115, 2), y el II Conc. Araus, definió que “ningún hombre tiene de propio más que la mentira y el pecado” (Denz. 195).

[12717] 1. Obsérvese cómo la Palabra de Dios preserva del pecado. Ya lo había dicho el Espíritu Santo por la pluma del Salmista: “Dentro de mi corazón deposito tus palabras para no pecar contra Ti” (Sal. 118, 11). Jesús ha quedado constituido Mediador entre el Padre y los hombres (1 Tm. 2, 5), único que puede salvar a los que se acercan a Dios (Hch. 4, 12; Hb. 6, 20; 7, 25).

[12718] 4. Sobre esta admirable doctrina de la sabiduría que santifica por el conocimiento espiritual de Dios, véase 3, 6; 4, 4 y 7-9; Jn. 17, 3 y 7; Tt. 1, 16; Sb. 7, 25, etc.

[12719] 6. Obligación de imitar a Jesucristo, viva imagen del Padre. El pronombre Él con que se designa antes al padre lo emplea el Apóstol sin transición alguna para designar al Hijo.

[12720] 7. “Este mandamiento de la caridad lo llamó nuevo el divino Legislador, no porque hasta entonces no hubiese ley alguna, divina o natural, que prescribiese el amor entre los hombres, sino porque el modo de amarse entre los cristianos era nuevo y hasta entonces nunca oido. Porque la caridad con que Jesucristo es amado de su Padre, y con la que Él ama a los hombres, esa consiguió Él para sus discípulas y seguidores, a fin de que sean en Él un corazón y una sola alma, al modo que Él y el Padre son una sola cosa por naturaleza” (León XIII, Encíclica “Sapientiae Christianae”).

[12721] 10. No hay en él tropiezo, pues con ello cumple toda la Ley, según lo enseña San Pablo en Rm. 13, 10, Cf. 3, 10 y 14.

[12722] 12. La expresión afectuosa hijitos, que aparece varias veces en el curso de la Epístola, indica la colectividad entera de los cristianos. Juan los llama así porque él es su pastor y padre espiritual, y porque es la voluntad del Señor que todos los creyentes en Él nos volvamos párvulos (Mt. 18, 3),

[12723] 15. S. Juan desenvuelve aquí, con toda su grave trascendencia, la terminante enseñanza de Jesús (Mt. 6, 24 y nota; cf. St. 4, 4). Sorprende que la Escritura sea siempre más severa con el mundo que con el pecador: es porque este no presume ser bueno, mientras que aquel sí reclama una patente de honorabilidad, pues, con la habilidad consumada de su jefe (Jn. 14, 30), reviste el mal con apariencia de bien (2 Tm. 3, 5). Y aunque carece de todo espíritu sobrenatural (Jn. 14, 17; 1 Co. 2, 14), finge tenerlo (Mt. 15, 8) cultivando la gnosis (cf. 2 Jn. 9; 3 Jn. 11 y notas; Col. 2, 8) y la prudencia de la carne, que es muerte (Rm. 8, 6). Refiriéndose al v. 16 decía un predicador: “No os llamo pecadores, os llamo mundanos que es mucho peor, porque a todas las concupiscencias el mundo junta, como dice S. Juan, la soberbia que, lejos de toda contrición, está satisfecha de sí misma y aun cree merecer el elogio, que os prodigan otros tan mundanos como vosotros”.

[12724] 16. La concupiscencia de la carne es la de los sentidos, que es enemiga del espíritu (Ga. 5, 16-25; 1 Co. 2, 14); la concupiscencia de los ojos: es decir, el lujo insaciable y la avaricia que es idolatría (Ef. 5, 5; Col. 3, 5), pues ponemos en las cosas el corazón, que pertenece a Dios (St. 4, 4); la soberbia de la vida, o sea, amor de los honores aquí abajo. Esta es la más perversa porque justifica las otras y ambiciona la gloria, usurpando lo que solo a Dios corresponde (Jn. 5, 44; Sal. 148, 13 y nota),

[12725] 17. Pasa: véase 1 Co. 7, 31 y nota.

[12726] 18. La última hora es todo el período de la dispensación actual hasta la venida de Cristo (1 Pe. 4, 7; 1 Co. 10, 11). Para los apóstoles y los primeros cristianos comienza este tiempo o “siglo” con la Ascensión de Cristo y dura hasta “la consumación del siglo” (Mt. 28, 20; Ga. 1, 4), o sea, hasta su retorno para el juicio. El Anticristo (cf. 4, 3; 2 Jn. 7; St. 5, 3; Judas 18). Como S. Pablo (2 Ts. 2, 3), así también Juan habla del anunciado fenómeno diabólico en que el odio a Cristo y la falsificación del Mismo por su imitación aparente (2 Ts. 2, 9 s.) tomará su forma corpórea quizá en un hombre, aunque sea el exponente de todo un movimiento (Bonsirven, Pirot, etc.). Sus precursores son los falsos doctores y falsos cristianos, porque “de entre nosotros” (v. 19) “han salido al mundo” (4, 1; 5, 16), pero no en forma visible sino espiritualmente, mientras pretenden conservar la posición ortodoxa. Es lo que S. Pablo llama “el misterio de la iniquidad” que obra en este tiempo (2 Ts. 2, 6 y nota) en que la cizaña está mezclada con el trigo (Mt. 13). Véase 2 Tm. 3, 1; 2 Pe. 2, 1 ss.; 3, 3; Judas 4 s.; Ap. 2, 2 y nota. Tal es el “siglo malo” en que vivimos (Ga. 1, 4) bajo la seducción de Satanás, príncipe de este mundo (cf. Lc. 22, 31; Jn. 14, 30; 1 Pe. 5, 8; 2 Co. 2, 11; Ef. 6, 12, etc.), esperando a nuestro Libertador Jesús. Cf. Lc. 18, 8; 2 Pe. cap. 3 y notas.

[12727] 20. Tenéis la unción: “Aquí y en el v. 27 esta palabra designa al Espíritu Santo que los cristianos reciben del cielo para alumbrarlos y dirigirlos. Cf. Hch. 4, 27 y 2 Co. 1, 21 donde el mismo verbo jrizein es usado en un sentido igual para Cristo que para los cristianos. Sobre este Don divino del Espíritu Santo, hecho por Dios (del Santo) a los fieles, véase también Jn. 16, 13; Rm. 8, 9 ss., etc. Y sabéis todo: La Vulgata ha seguido la mejor lección griega (panta: todo en vez de pantes: todos vosotros). El Apóstol enuncia un felicísimo efecto que produce la presencia del Espíritu de Dios... ningún error puede seducirlos si quieren ser fieles. Cf. Judas 5” (Fillion). Bonsirven y Pirot prefieren la lección sabéis todos, considerando que S. Juan quiere oponerse aquí “a las pretensiones aristocráticas de la gnosis” en favor de los iniciados en la filosofía. Cf. Lc. 10, 21.

[12728] 21. De la verdad no procede ninguna mentira: esto es, no solo puedo hablaros abiertamente, como a quienes conocen toda la verdad y no se escandalizan, sino que tampoco podemos engañar ni engañarnos con disimulos o mentiras los que estamos en la verdad. Cf. 1 Tm. 5, 20.

[12729] 23. “El acto de la fe cristiana implica, como cosa correlativa, la filiación divina (cf. 3, 1) y comporta el amor a Dios, autor de esa generación espiritual. S. Juan concibe también la fe como una fe viva, animada por la caridad, y que entraña la vida de la gracia” (Bonsirven). Cf. Ef. 1, 5 y nota.

[12730] 24. Desde el principio: “Se ha de mantener aquello que la iglesia recibió de los apóstoles y los apóstoles recibieron de Cristo” (Tertuliano). Cf. v. 27; 1 Tm. 6, 20 y notas.

[12731] 26. “El Apóstol escribe su carta pensando en esos doctores del error” (Pirot). Cf. 2 Pe. cap. 2 y notas.

[12732] 27. No es ciertamente que ahora el hombre nazca sabiendo (cf. Jr. 31, 34), sino que S. Juan se refiere a los del v. 24, que han conocido la palabra de Dios tal como la dieron los apóstoles y recibido la sabiduría del Espíritu (v. 20 s.; cf. 5, 20 y nota). S. Agustín lo explica diciendo: “He aquí, hermanos, el gran misterio que debéis considerar: el sonido de nuestras palabras golpea los oídos, pero el Maestro está adentro. No penséis que un hombre pueda aprender de otro hombre cosa alguna... ¿No es cierto que todos vosotros escucháis este discurso? ¿Y cuántos se retirarán sin haber aprendido nada?... Es, pues, el Maestro interior el que instruye, es su inspiración la que instruye”. Cf. Jn. 6, 44 ss.; 14, 26.

[12733] 1. Cf. 2, 23 y nota. Como Pablo al final de los capítulos 8 y 11 de su carta a los Romanos, Juan prorrumpe aquí en admiración ante el sumo prodigio obrado con nosotros por el Padre al igualarnos a su Hijo Unigénito. ¿No es cosa admirable que la envidiosa serpiente del paraíso contemple hoy, como castigo suyo, que se ha cumplido en verdad, por obra del Redentor divino, esa divinización del hombre, que fue precisamente lo que ella propuso a Eva, creyendo que mentía, para llevarla a la soberbia emulación del Creador? He aquí que —¡oh abismo!— la bondad sin límites del divino Padre halló el modo de hacer que aquel deseo insensato llegase a ser realidad. Y no ya solo como castigo a la mentira de la serpiente, ni solo como respuesta a aquella ambición de divinidad (que ¡ojalá fuese más frecuente ahora que es posible, y lícita, y santa!). No; Satanás quedó ciertamente confundido, y la ambición de Eva también es cierto que se realizará en los que formamos la Iglesia; pero la gloria de esa iniciativa no será de ellos, sino de aquel Padre inmenso, porque Él lo tenía así pensado desde toda la eternidad, según nos lo revela S. Pablo en el asombroso capítulo primero de los Efesios.

[12734] 2. Él, gramaticalmente parece aludir a Dios (el Padre), pero en general se explica el pensamiento del Apóstol como referente “a la Parusía de Cristo, última fase de nuestra glorificación (Col. 3, 4)”, pues la Escritura no habla sino de nuestra asimilación al Hijo. Seremos semejantes, no porque el alma se hará tan capaz como Dios, pues eso es imposible, como dice S. Juan de la Cruz, imposible al alma en sí misma. Pero sí por participación, como Cuerpo Místico de Cristo que se unirá definitivamente a su divina Cabeza el día de su venida para las Bodas (Jn. 14, 3; Ap. 19, 6 ss.). Lo que S. Pablo dice en Ga. 2, 20, quedará consumado, no solo místicamente, sino real y visiblemente. Véase 4, 17 y nota; cf. 1 Co. 13, 12; 2 Co. 3, 18; Ef. 1, 10; Flp. 3, 20 s. y notas.

[12735] 3. He aquí el fruto de la virtud teologal de la esperanza. Cf. 2 Pe. 3, 11 ss. y nota; 1 Ts. 5, 8, etc.

[12736] 4. La iniquidad es decir, la injusticia, pues le niega a Dios el amor a que tiene derecho quien todo nos lo ha dado. “El Nuevo Testamento entiende por iniquidad (anomía) el estado de hostilidad con Dios en que se encuentra quien rechaza los adelantos divinos hechos por Cristo a la humanidad. Es la pertenencia al diablo, jefe de este mundo, y la sumisión al mal” (Rigaux).

[12737] 6. “Esto de que en Cristo no haya nada del pecado es un principio que puede servir de diagnóstico de las almas: puesto que la unión a Cristo preserva del pecado, todo desfallecimiento moral acusa una deficiencia de vida sobrenatural... El pecado denota al mismo tiempo una parálisis de nuestra comunión con Dios y una falla en el conocimiento de Cristo, ese conocimiento experimental que se derrama en caridad activa” (Pirot).

[12738] 7. Como nadie podría tener luz solar sino tomada del sol, nadie puede tener justicia sino gracias al único Justo, “de cuya plenitud recibimos todo” (Jn. 1, 16).

[12739] 8. Cf. 2, 29. Cf. v. 5; Jn. 8, 44.

[12740] 9. Confirma el Apóstol lo dicho en el v. 6. El Padre nos ha engendrado con la Palabra de verdad (St. 1, 18). Esta palabra es la semilla que Dios ha puesto en nuestros corazones, para que germine y dé frutos de santidad. El que la conserva es preservado del pecado por la acción del Espíritu Santo. “Ni peca ni puede pecar mientras conserva la gracia del nuevo nacimiento que ha recibido de Dios” (S. Jerónimo). Véase 2, 4 y nota; 5, 18; Jn. 1, 12; Ga. 5, 6.

[12741] 10. S. Agustín anota aquí elocuentemente: “Persígnense todos con la señal de la cruz de Cristo, respondan todos Amén, canten todos Alleluia, bautícense todos, entren a las iglesias, hagan las paredes de las basílicas: pero no se distinguirán los hijos de Dios de los hijos del diablo sino por el amor”.

[12742] 11. Véase 2, 7 y nota; Jn. 13, 34.

[12743] 12. La vida del justo es un constante reproche, que el malo no puede soportar y que da lugar a la envidia y a murmuraciones de los tibios (Jn. 7, 7; 15, 19; 17, 16). Así se explica el odio de las gentes mundanas, al cual se suma el clamor de los malos cristianos contra los fieles servidores de Cristo. Cf. Jn. 15, 18-27; 16, 1 ss.; 1 Pe. 4, 12; 3 Jn. 9 y nota, etc.

[12744] 14 s. El que no ama se queda en la muerte: He aquí uno de esos grandes textos que como el de 1 Co. 13, 3 y tantos otros, presentan la esencia del misterio de la Redención. Dios nos redimió por amor (Ef. 2, 4 ss.) y puso también el amor como condición para aprovechar de aquel beneficio (v. 10 y nota), sin exceptuar el amor a los enemigos (Mt. 5, 44 y nota). “El día en que vuelvan los creyentes a familiarizarse con estas verdades fundamentales del espíritu —dice un predicador moderno— acabarán de comprender que nuestro Padre no pide nuestros favores sino nuestro corazón. Terminará entonces ese triste pragmatismo que a veces mide la religiosidad por los movimientos exteriores, que más de una vez no son sino expresiones de la vanidad humana. El amor es don del Espíritu Santo y no puede existir en quien no haya muerto el espíritu mundano. El mundo, dice Jesús, no puede recibir el Espíritu Santo, porque no lo ve ni lo conoce (Jn. 14, 17). El mundo no puede amar porque, como dice S. Juan, solo se mueve por la carne, por la avaricia y por la soberbia” (2, 16).

[12745] 15. Aquí vemos cuán grande es el peligro de ser homicida. “Que me quiten hasta los ojos, decía S. Vicente de Paul, hablando de sus detractores, con tal que me dejen el corazón para amarlos”. Cf. 4, 7 ss.

[12746] 16. El Verbo Encarnado “nos demostró con su muerte cuán fuerte es el amor con que ama el Padre a las almas” (S. Francisco de Sales). Nuestros sentimientos deben modelarse sobre los del Verbo Divino. Véase el Sermón de la Montaña (Mt. caps. 5-7). Cf. Flp. 2, 5 ss.

[12747] 17. Bienes de este mundo: “Es un error, dice S. Crisóstomo, creer que las cosas de la tierra son nuestras y nos pertenecen en propiedad. Nada nos pertenece; todo es de Dios, que es quien todo lo da”. Y no olvidemos que todo perecerá por el fuego (1 Co. 3, 13 ss.; 2 Pe. 3, 11 y nota).

[12748] 18 s. Sobre este grave asunto, véase 2 Co. 8, 10; St. 2, 14-18 y notas.

[12749] 20. Cualquiera sea (ho ti eán en vez de hoti eán): así también Pirot, el cual considera acertadamente inexplicable la sucesión de dos hoti. El sentido se aclara notablemente dándonos una admirable norma, muy joanea por cierto, de confianza en el perdón del Padre, que nos ama sabiéndonos miserables (Sal. 102, 13) y que solo nos pide sinceridad en confesarnos pecadores (1, 8-10; Sal. 50, 6). Soberano remedio para escrupulosos, cuya explicación da el Apóstol en forma que no puede ser más sublime: porque Dios es más grande que nuestro corazón y su generosidad sobrepuja a cuanto podemos esperar (Os. 11, 8-9 y nota); y además lo sabe todo (Mt. 6, 8), de manera que ni siquiera necesitamos explicarle esos íntimos reproches del corazón.

[12750] 21 s. Cf. 5, 14 y nota.

[12751] 24. Conocemos que Él mora en nosotros: “Se refiere a una experiencia cristiana, única y específica, el sentimiento del Espíritu Santo presente en el alma. S. Pablo corrobora esta experiencia afirmando que hemos recibido un espíritu de filiación, el cual nos hace exclamar: Abba, Padre; el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Rm. 8, 14; Ga. 4, 6)” (Bonsirven).

[12752] 1 s. S. Pablo nos da también esta sabia norma de libertad espiritual en 1 Ts. 5, 21; y más tarde, en 1 Co. 12, 2 ss., nos da elementos para usarla. Véase el ejemplo de los cristianos de Berea en Hch. 17, 11. Entre los pocos “Agrafa”, palabras del Señor no escritas, que se dicen conservadas fuera del Evangelio, hay una que traen muchos antiguos, desde Orígenes, repitiéndola como auténtica S. Crisóstomo y S. Jerónimo y que dice: “Sed probados cambistas”, o sea, sabed distinguir en materia espiritual la moneda auténtica de la adulterada. El sentido sería el mismo de este pasaje de S. Juan y de los citados de S. Pablo, como también de la advertencia de Jesús en Mt. 7, 15.

[12753] 3. Cf. 2, 18 ss.

[12754] 5. Cf. 2, 15 s.

[12755] 6. Preciosa regla para el discernimiento del espíritu: los discípulos del Anticristo no quieren oír las palabras apostólicas. El que es de Dios escucha a sus heraldos. Véase Jn. 18, 37.

[12756] 7. “En el nombre de Dios, que es amor, y en el de Cristo, que nos ha enseñado a vencer y a extinguir en el amor las devastadoras llamas de los odios y de las venganzas, no se cansen los corazones católicos de oponer a tantos males la cruzada de la caridad; y en el amor, más fuerte que la muerte, su devoción por la causa del bien reivindique el verdadero nombre de cristiano” (Pío XI).

[12757] 8. Dios es amor: Hallamos aquí la más alta definición de Dios. El Padre es el Amor infinito, el Hijo es el Verbo Amor, la Palabra de Amor del Padre (Jn. 17, 26), unidos Ambos por el divino Espíritu de Amor. El Padre siendo el Amor es lo contrario al egoísmo, es decir, algo que difícilmente imaginamos sin honda meditación espiritual. Porque solemos imaginarlo como el infinito omnipotente vuelto hacia Sí mismo, contemplándose y amándose por no existir nada más digno de ello que Él mismo. Pero olvidamos que el Padre tiene un Hijo, eterno como Él, y que su amor está puesto en Él, de modo que el amor infinito, que es la sustancia del Padre, no se detiene en Sí mismo, en su Persona, sino que sale hacia Jesús, y en Él hacia nosotros.

[12758] 9. Véase Jn. 1, 4; 3, 16.

[12759] 10. Dios no nos amó por méritos o atractivos nuestros, ni siquiera porque nosotros nos hubiésemos arrepentido de nuestros pecados, sino que Él se adelantó a ofrecernos la gracia para que pudiéramos arrepentirnos: “La causa meritoria de nuestra justificación, declara el Concilio de Trento, es el Hijo Unigénito de Dios, nuestro Señor Jesucristo, el cual, cuando éramos enemigos, movido del excesivo amor con que nos amó, por su santísima Pasión en el leño de la Cruz nos mereció la justificación y satisfizo por nosotros a Dios Padre” (Denz. 799). Cf. Rm. 5, 10; 11, 35; Ef. 2, 4; Col. 2, 14.

[12760] 11. He aquí el supremo fundamento para el amor paterno (¿o fraterno?). Véase v. 19; Jn. 15, 2 y su sanción en Mt. 7, 2 y nota.

[12761] 12 s. Es decir, que la caridad para con el prójimo nos proporciona una piedra de toque sobre el estado de nuestra amistad con Dios (cf. v. 20). La explicación está en el v. 13: si estamos con Dios Él nos da su propio Espíritu, que es todo amor (v. 8).

[12762] 16. Permanecer en el amor no significa (como muchos pensarán), permanecer amando, sino sintiéndose amado, según vemos al principio de este v.: hemos creído en ese amor. S. Juan que acaba de revelarnos que Dios nos amó primero (v. 10), nos confirma ahora esa verdad con las propias palabras de Jesús que el mismo Juan nos conservó en su Evangelio. “Permaneced en mi amor” (Jn. 15, 9). También allí nos muestra el Salvador este sentido inequívoco de sus palabras, admitido por todos los intérpretes: no quiere Él decir: permaneced amándome, sino que dice: Yo os amo como Mi Padre me ama a Mí; permaneced en mi amor, es decir, en este amor que os tengo y que ahora os declaro (cf. Ef. 3, 17 y nota), que aquí descubrimos es, sin duda alguna, la más grande y eficaz de todas las luces que puede tener un hombre para la vida espiritual, como lo expresa muy bien S. Tomás diciendo: “Nada es más adecuado para mover al amor, que la conciencia que se tiene de ser amado” (cf. Os. 2, 23 y nota). No se me pide, pues, que yo ame directamente, sino que yo crea que soy amado. ¿y qué puede haber más agradable que ser amado? ¿No es eso lo que más busca y necesita el corazón del hombre? lo asombroso es que el creer, el creerse que Dios nos ama, no sea una insolencia, una audacia pecaminosa y soberbia, sino que Dios nos pida esa creencia tan audaz, y aun nos la indique como la más alta virtud. Feliz el que recoja esta incomparable perla espiritual que el divino Espíritu nos ofrece por boca del discípulo amado; donde hay alguien que se cree amado por Dios, allí está Él, pues que Él es ese mismo amor. La liturgia del jueves Santo (lavatorio de los pies) aplica acertadamente este concepto a la caridad fraterna, diciendo: “Donde hay caridad y amor, allí está Dios”, lo cual también es exacto porque ambos amores son inseparables (v. 20-21), y Jesús dijo también que Él está en medio de los que se reúnen en su Nombre (Mt. 18, 20). Fácil es por lo demás explicarse la indivisibilidad de ambos amores si se piensa que yo no puedo dejar de tener sentimientos de caridad y misericordia en mi corazón mientras estoy creyendo que Dios me ama hasta perdonarme toda mi vida y dar por mí su Hijo para que yo pueda ser tan glorioso como Él. Por eso es que no podría decirse “peca fuerte y cree más fuerte”, según la célebre fórmula, pues cuando pecamos lo primero que falla es la fe (cf. 5, 4; 1 Pe. 5, 9).

[12763] 17. Tal como es Él somos también nosotros: Se ha buscado muchas explicaciones a estas palabras a primera vista sorprendentes. El sentido, sin embargo, es sencillo según el contexto: Él es amor y por lo tanto, si nosotros permanecemos en el amor (v. 16) somos como Él, puesto que hacemos lo mismo que Él. En igual sentido dice Jesús: “Sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt. 5, 48); y “sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre” (Lc. 6, 36). Así también aquí, habiéndonos mostrado (de muchos modos desde el v. 9) cómo el Padre es amante, se nos dice luego: sed amantes como es Él, y entonces seréis semejantes a Él aun desde este mundo, puesto que haréis lo mismo que Él hace: amar. Y en tal caso claro está que el amor en nosotros es perfecto en todo sentido como lo anticipó el v. 12: perfecto en cuanto a Él, porque en la mutua permanencia (v. 13) nos da Él la plenitud de su santo Espíritu que es quien derrama en nosotros su caridad (Rm. 5, 5); y perfecto en sí mismo, pues como vimos, se inspira en el modelo sumo del amor y de la misericordia (cf. Ef. 2, 4 y nota). Y entonces claro es también que tenemos confianza segura en el día del juicio, pues ese pleno amor excluye el miedo (v. 18) y ya se dijo que “si el corazón no nos reprocha, tenemos confianza delante de Dios” (3, 21), Por donde vemos la dependencia entre la caridad y la esperanza, que de ella viene (cf. 3, 3 y nota; Lc. 21, 28 y 36). En otro sentido puede también decirse que somos ya desde ahora semejantes a Cristo nuestro hermano, puesto que, si nos hemos “revestido del hombre nuevo en la justicia y santidad que viene de la verdad” (Ef. 4, 24), el Padre nos ha reservado ya un asiento a su diestra en lo más alto de los cielos (Ef. 2, 6), de modo que nuestra verdadera morada es el cielo (Fil. 3, 20) y nuestra vida está escondida en Dios con Cristo (Col. 3, 1-3). Solo esperamos el día en que cese el provisorio estado actual en este siglo malo (Ga. 1, 4) y aparezca la realidad de nuestra posición. Tal es lo que Juan nos dijo en 3, 2, y S. Pablo en Col. 3, 4 y Fil. 3, 21. Es como si un hijo que está en la guerra recibiese cartas de su padre el Rey sobre el modo cómo le ha preparado un cuarto precioso en el hogar. El cuarto ya es suyo y solo espera con ansia que termine aquella guerra larga y cruel; pues ¿cómo podría amar ese destierro que le impide tomar posesión de su casa? (Sal. 119, 5). Bien se explica así que los que viven tan prodigiosa expectativa se consideren aquí abajo como “separados” (Jn. 17, 16) y aun odiados (Jn. 17, 14; 15, 18 s.; Lc. 6, 22 ss.), pues ya vimos que el amor del mundo excluye de este banquete (2, 15-17). Cf. Lc. 14, 24; Jn. 14, 30 y nota.

[12764] 18. El amor perfecto echa fuero el temor: Vemos así claramente que ese temor de Dios, de que tan a menudo habla la Sagrada Escritura no puede ser el miedo, porque si este es excluido por el amor, resulta evidente que si tenemos miedo es porque no tenemos amor, y en tal caso nada valen nuestras obras (cf. 1 Co. 13). El temer a Dios está usado en la Biblia como sinónimo de reverenciarlo y no prescindir de Él; de tomarlo en cuenta para confiar y esperar en Él; de no olvidarse de que Él es la suprema Realidad. “Soy Yo, no temáis... ¿por qué teméis?... no se turbe vuestro corazón; la paz sea con vosotros; os doy la paz mía”. ¿Puede ser este el lenguaje del miedo? Cf. Sal. 85, 11; 110, 10 y notas. Hay, sin embargo, un temor y temblor de que habla S. Pablo, pero no por falta de confianza en Dios, sino en nosotros mismos (Fil. 2, 12), “porque es Él quien obra en nosotros, tanto el querer como el obrar (Fil. 2, 13). El soberbio, el que se cree capaz de salvarse por sus propios méritos, ese debe temblar y temer, más aún que a los que matan el cuerpo, al Amor despreciado de un Dios que “puede perder cuerpo y alma en la gehena” (Mt. 10, 28). Cf. Ct. 8, 6 y nota.

[12765] 19. “De todas las invitaciones a amar, la más poderosa es la de prevenir amando... He aquí, pues, por qué vino principalmente Cristo: a fin de que el hombre aprenda hasta qué punto es amado de Dios y que, habiendo aprendido, se inflame de amor hacia Aquel de quien ha sido eternamente amado” (S. Agustín).

[12766] 1. “Por la fe creemos en el amor infinito del Padre, mas no llegamos a ser verdaderamente sus hijos, sino en la medida en que esta creencia transforma toda nuestra alma para hacerla vivir de la divina vida del Padre, que es amor” (Guerry).

[12767] 2. Esta es la prueba inversa de la que vimos en 4, 12 y nota. Y es anterior a aquella, pues claro está que nuestro amor al prójimo procede de nuestro amor a Dios y no esto de aquello; así como el amor que tenemos a Dios procede a su vez del amor con que Él nos ama y por el cual nos da su propio Espíritu que nos capacita para amarlo a Él y amar al prójimo (4, 13 y 16; Rm. 5, 5).

[12768] 4 s. Cf. 1 Pe. 5, donde se nos muestra que también a Satanás lo venceremos por la fe. Cf. 2, 13 s.

[12769] 6 ss. El que vino (ha elthón) equivalente de “el que viene” (ho erjómenos). Cf. Hb. 10, 37 y nota; 2 Jn. 7. A través (diá) de agua y de sangre: algunos pocos más añaden y espíritu, pero es sin duda un error de copista (repetición de esa palabra que viene más adelante) y no está en la Vulgata ni en los modernos (cf. Bonsirven, Pirot, etc.), pues el agua y la sangre son dos pruebas exteriores para creer tanto en la realidad humana de Cristo cuanto en la divinidad de su Persona de “engendrado de Dios” (v. 1). En el bautismo que Él recibió de Juan santificando el agua, una voz celestial lo proclamó Hijo de Dios (Mt. 3, 13 ss.; cf. Jn. 1, 31-34). Y con el otro bautismo de su sangre (Lc. 12, 50), Jesús fue el gran mártir, (es decir, testigo), que dio en la Cruz el máximo testimonio de la verdad de todo cuanto afirmara (Jn. 10, 11 y nota), al punto de que arrancó a los asistentes la confesión de Mt. 27, 54; “Verdaderamente Hijo de Dios era este”. En igual sentido dice Tertuliano que nos hizo “llamados, por el agua; y escogidos, por la sangre”, pues con el Bautismo empezó la predicación del Evangelio y con su Muerte consumó la Redención, aun para los que no habían escuchado su Palabra (Lc. 23, 34). Fillion estima poco probable que haya en este v. una referencia a Jn. 19, 34, pues allí las palabras sangre y agua están en orden inverso que aquí. Añade que “no es posible ver en esto, como diversos comentadores, una alusión directa a la institución de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, pues él segundo estaría imperfectamente representado por las palabras “y la sangre”, sin contar que se trata aquí de hechos que conciernen personalmente al Salvador”. Y el Espíritu, etc.: con su Muerte Jesús nos ganó el Espíritu (Jn. 14, 26; 16, 13). Y como el Espíritu es la verdad, nos da testimonio de ella (2, 20 y 27; 3, 24; 4, 2; Jn. 15, 26; Hch. 5, 32; Rm. 2, 15; 8, 16) y ese testimonio divino es superior al de los hombres (v. 8; Hch. 4, 19; 5, 29). Así es como “los tres concuerdan” (v. 8).

[12770] 7. Lo que va entre corchetes no está en el antiguo texto griego y falta igualmente en muchos mg. latinos, habiendo sido muy discutida su autenticidad con el nombre de comma johanneum. Hoy “casi todos los autores, aun los católicos, niegan que haya sido escrito por el Apóstol S. Juan” (P. Hoepfl) y algunos lo consideran agregado por Prisciliano (año 380) que habría fundado en él su herejía unitaria. El controvertido pasaje fue finalmente objeto de dos resoluciones del Magisterio eclesiástico que refiere así el P. Bonsirven: “El 13 de enero de 1897 la Sagrada Congregación de la Inquisición había declarado, en un decreto confirmado el 15 por León XIII, que no se podía negar ni poner en duda que 1 Jn. 5, 7 sea auténtico. Muchos autores explicaron que el decreto no tenía más valor que un valor disciplinario que prohibía tachar caprichosamente de la Biblia el texto controvertido. El 2 de junio de 1927 el Santo Oficio aseguraba que el decreto solo había sido dado para oponerse “a la audacia de los doctores privados que se atribuyen el derecho de rechazar la autenticidad del comma johanneum o en último análisis al menos ponerlo en duda, pero que en manera alguna quería impedir a los escritores católicos que investigasen más ampliamente la cuestión y que, ponderados los argumentos con la moderación y templanza que la gravedad del asunto requiere, se inclinaran a la sentencia contraria a la autenticidad con tal que mostrasen estar dispuestos a atenerse al juicio de la Iglesia a la cual fue confiado por Jesucristo no solo el don de interpretar las Sagradas Letras sino también de custodiarlas fielmente” (Ench. Bibl. 120 s.; Denz. 2198). Desde otro punto de vista es de observar que el testimonio de las tres divinas Personas está implícitamente comprendido en el del agua y de la sangre y del Espíritu, pues, como vimos en la nota del v. 6 en la primera dio testimonio el Padre y en la segunda el mismo Hijo (cf. Jn. 8, 18), después de cuya Muerte y Ascensión el que da testimonio es el Espíritu (cf. Jn. 7, 39).

[12771] 9. Es este uno de los mayores fundamentos para ser devoto de las Sagradas Escrituras. Cf. Jn. 5, 32; Hch. 17, 11 y nota.

[12772] 12. Cf. v. 20; 4, 9 y nota; Jn. 1, 4.

[12773] 14 s. No podemos pedir nada mejor que el cumplimiento de la voluntad de Dios en nosotros y por medio de nosotros. Jesús nos enseñó a hacerlo en el Padrenuestro. Porque la voluntad de Dios es toda amor: quiere para todos y para cada uno de nosotros el mayor bien, incomparablemente mejor de cuanto podríamos desear nosotros mismos. De ahí que su amor le impida acceder cuando le pedimos lo que no nos conviene. Cf. 3, 21 s. El Sal. 36, 4 expresa ya el concepto de este v. al decir: “Cifra tus delicias en el Señor y te dará cuanto desea tu corazón”.

[12774] 16. Los vv. 14 y 15 preparan el ánimo para recibir esta promesa extraordinaria, que debe colmar de gozo principalmente a los padres de familia. Lo que en la santa Unción de enfermos se promete respecto al cuerpo —“y la oración de la fe sanará al enfermo” (St. 5, 14 s.)— se promete aquí respecto al alma de aquel por quien oremos. Y no es ya solamente como en St. 5, 15, en que se le perdonará si tiene pecados sino que se le dará vida, es decir, conversión además del perdón. Es la esperanza de poder salvar, por la oración, el alma que amamos, como santa Mónica obtuvo la conversión de su hijo Agustín; como a la oración de Esteban siguió la conversión de Pablo (Hch. 8, 3 y nota); como Dios perdonó a los malos amigos de Job por la oración de este (Jb. 42, 8 y nota). En cuanto al pecado de muerte, no es lo que hoy se entiende por pecado mortal, sino la apostasía (2, 18 y nota; Hb. 6, 4 ss.; 10, 26 ss.; 1 Pe. 2, 1 ss.), el pecado contra el Espíritu Santo (Mc. 3, 29). En tal hipótesis no habríamos de querer ser más caritativos que Dios y hemos de desear que se cumpla en todo su voluntad con esa alma, pues sabemos que Él la ama y la desea mucho más que nosotros y porque nuestro amor por Él ha de ser “sobre todas las cosas” y nuestra fidelidad ha de llegar si es preciso, a “odiar” a nuestros padres y a nuestros hijos, como dice Jesús (Lc. 14, 26 y nota).

[12775] 19. Esta bajo el Maligno: Cf. Jn. 14, 30. La gran obra de misericordia del Padre, dice S. Pablo, consiste en sacarnos de esa potestad para trasladarnos al reino del Hijo de su amor (Col. 1, 13). Esto sucede a los que se revisten del hombre nuevo mediente el conocimiento íntimo de Cristo (Col. 3, 9 s.), dejando al hombre viejo que yacía bajo el Maligno. Porque el conocimiento de Cristo buscado con sinceridad es para el hombre una iluminación sobre la verdad del Padre (v. 20). “Creía conocer a Cristo desde la infancia, mas cuando lo estudié en las Escrituras vi, con inmensa sorpresa, que había hecho un descubrimiento nuevo, el único que siempre puede llamarse descubrimiento, porque cada día nos revela, en sus palabras, nuevos aspectos de su sabiduría. Esta nunca se agota, y nosotros nunca nos saciamos de penetrarla” (Mons. Keppler).

[12776] 20. Hacernos conocer al verdadero Dios es la obra que Cristo proclama suya por excelencia (Lc. 24, 45; Jn. 1, 18; 7, 16 s.; 15, 15; 17, 26; Hb. 1, 1 ss. etc. “De la venida en carne del Hijo de Dios y la revelación de su Evangelio se sigue para nosotros el don de la sabiduría cristiana: diánoia es la aptitud para discernir, para penetrar, es la sagacidad sobrenatural” (Pirot). Cf. 2, 27 y nota. Y además de esta, que a nadie es negada para sí mismo (St. 1, 5), se da también, a los que son pequeños (Lc. 10, 21), otra especial “para utilidad de los demás” (1 Co. 12, 7 ss.), según la medida de la donación de Cristo (Ef. 4, 7 y 11 ss.; Rm. 12, 6 ss.). “Nada es comparable al conocimiento de Dios, dice S. Agustín, porque nada hace tan feliz. Este conocimiento es la misma bienaventuranza”.

[12777] 21. Pirot hace notar que este final, aparentemente desconectado, se explica bien, tanto por el contexto cuanto por las Epístolas paulinas y el Apocalipsis (y no menos por 2 Pe. 2 y Judas), donde se ve que los cristianos venidos del paganismo tendían a conservar, en forma de ceremonias cultuales (1 Co. 10, 20 s. y también Hb. 13, 9), ciertas prácticas y aun misterios de las antiguas religiones, que los falsos doctores o anticristos toleraban sin duda y con los cuales se producía “una disimulada reinfiltración del paganismo bajo forma de sincretismo”.

[12778] 1. Sobre el título el Presbítero (Anciano) y la destinataria, véase la nota introductoria a las Epístolas de S. Juan. Electa o elegida es sinónimo de Iglesia. Juan usa esta forma “velada y misteriosa” según Pirot, quizá como prudente disimulo en aquellos tiempos en que la apostasía (cf. 2 Pe. 3, 17 y nota), llegaba al punto de que S. Juan ya no era recibido en algunas Iglesias (cf. 3 Jn. 9). Parece confirmar esta suposición la forma semianónima de la carta que, empezando según la costumbre por mencionar al autor y a la destinataria, omite nombrarse él y a ella la llama señora. Que no se trata de una persona en singular se ve claro en v. 13 donde se le habla de su hermana Electa. No eran, pues, dos hermanas del mismo nombre sino dos Iglesias hermanas. Sabido es que entonces se llamaba Iglesia a cada uno de los grupos que formaban una pequeña grey (Lc. 12, 32; cf. Mt. 18, 19 s.; Rm. 16, 5 y 16). Como observan los comentadores, esta carta, no obstante tales precauciones que hacen pensar ya en las catacumbas, parece haber sido interceptada (cf. 3 Jn. 9 y nota), lo cual explicarla que la carta siguiente fuese dirigida a un particular (3 Jn. 1). El objeto de la presente es prevenir, como lo dice también la anterior (1 Jn. 2, 26), contra la seducción de esos falsos doctores (v. 7) y jefes que se habían enseñoreado ya de algunas iglesias amando los primeros puestos (Mt. 23, 6 ss.) al extremo de expulsar a los enviados de S. Juan (3 Jn. 10), no obstante ser este el último de los apóstoles que vivían aún; pues estas cartas, como todos los escritos de S. Juan, son posteriores al año 90, es decir, más de veinte años después de caer Jerusalén, y más de treinta años después de la muerte de Pedro y Pablo. Es una lección impresionante y de saludable humildad el observar este abandono que desde el principio sufrieron los apóstoles y cuyo relato nos han dejado como si fuera su testamento y una admonición (2 Tm. 3, 1 ss.; 2 Pe. 2, 1 ss.; Judas 3 s.), concordante con la del mismo Jesús (Lc. 8, 8 y nota).

[12779] 2. Para siempre: literalmente: por el siglo, es decir: mientras dure esta peregrinación terrenal, los discípulos de Cristo —que es la Verdad— tenemos prometida su asistencia “hasta la consumación del siglo” (Mt. 28, 20). Y es claro que “los que han conocido la verdad” (v. 1) se aman entre sí tanto más cuanto más crecen en ese conocimiento y lo comparten (Sal. 118, 79 y nota). Así también se explica que el amor mutuo sea el sello de los verdaderos discípulos (Jn. 13, 35). Cf. 3 Jn. 14 y nota.

[12780] 4. Andar en la verdad es poner en práctica las enseñanzas de Cristo, que el Padre nos dio como único Maestro en su mandamiento del Tabor: “Este es mi hijo muy amado... A Él habéis de escuchar” (Mt. 17, 5).

[12781] 5. Cf. 1 Jn. 2, 7 y nota.

[12782] 6. Habéis oído desde el principio: Como en 1 Jn. 2, 7 y 19; 4, 6, etc., sigue el anciano Apóstol insistiendo en la necesidad de atenerse tanto más a la verdad segura (v. 4) de la Revelación bíblica y apostólica, cuanto mayor sea el peligro de aquellos seductores (v. 7). Cf. 1 Tm. 6, 20 y nota.

[12783] 7. Cf. 1 Juan cap. 4, donde trata del discernimiento de espíritus.

[12784] 8. Cf. 1 Co. 3, 15.

[12785] 9. El atenerse con fe viva a la enseñanza que Cristo predicó y confió a sus apóstoles (Jn. 7, 16; 18, 19; cf. 8, 31; 1 Jn. 2, 22-23) implica la incorporación a Cristo y al Padre. El herético, al contrario, es el que quiere ir más adelante: probablemente el gnóstico, que se separa de esa fe tradicional so pretexto de elevarse a una ciencia más sublime (Bonsirven) o “de una gnosis privilegiada” (Pirot). Véase la nota introductoria.

[12786] 10. Esta doctrina: la recibida de Cristo (v. 6) sin las desviaciones que señaló en los vv. 7 y 9. Tal conducta, según aquí se nos enseña, no es falta de caridad sino prudencia (v. 8) y respeto por la fe. El que recibe a los que hacen profesión de mala doctrina se hace cómplice de ella (v. 11). Cf. 1 Co. 5, 9; Ef. 5, 10 ss.; 2 Ts. 3, 6 y 14; Tt. 3, 10.

[12787] 12. Cf. 1 Jn. 1, 4 y nota.

[12788] 13. La Electa (elegida), es decir, la Iglesia desde la cual escribe el autor. Cf. v. 1 y nota.

[12789] 1. Véase nota introductoria a las Cartas de S. Juan.

[12790] 3. Es decir; dieron testimonio de que estás en la verdad puesto que andas en la verdad. Notable fórmula sintética para enseñar que no puede haber divorcio entre la doctrina y la vida, de modo que por esta puede inferirse aquella y viceversa.

[12791] 4. Juan deja ver aquí su corazón de pastor. Cf. Sal. 118, 74 y notas.

[12792] 5. Los forasteros eran venidos de otras ciudades, especialmente los evangelizadores que visitaban la comunidad, enviados por Juan, como Pablo enviaba antes a los obispos viajeros Timoteo, Tito y otros. Cf. Hch. 20, 38 y nota.

[12793] 7. Los gentiles: es decir simplemente los paganos infieles, no convertidos. Así lo usa S. Pablo en Ef. 4, 17 aún dirigiéndose a gentiles. Aunque Juan era apóstol “de la circuncisión” (Ga. 2, 9) no habla ya aquí de gentiles por oposición a Israel, pues hacía más de veinte años que con la caída de Jerusalén en el 70 había cesado también de hecho toda la diferencia entre judío y gentil (cf. Ga. 3, 28).

[12794] 9. Escribí algo: Algunos mss. dicen como la Vulgata: escribiría yo algo. Diótrefes era sin duda uno de los obispos designados por el mismo S. Juan “puesto que ejerce una autoridad sobre la comunidad; no parece que haya usurpado el poder, pero abusa de él” (Bonsirven). El que gusta primar (filoproteuon, etimológicamente significa el que ama el primer puesto): vemos ya producirse en la primitiva Iglesia estos casos del misterio de iniquidad (2 Ts. 2, 6) que Jesús caracterizaba en Mc. 12, 38-40 y S. Pedro prevenía en 1 Pe. 5, 3. No le bastaba dominar sino que excluía a los que no estaban con él (v. 10), aunque fuesen enviados del Apóstol. “Verdaderas excomuniones, dice Mons. Chante, que tendían a dividir a la Iglesia en dos fracciones rivales”. Cf. 1 Jn. 3, 12; 2 Jn. 1 y notas.

[12795] 10. Como observa Pirot, las palabras del v. 9 parecen referirse a “la intercepción de la carta enviada a la comunidad y además a la negativa de recibir a los misioneros del Apóstol y de aceptar su misión”.

[12796] 11. Lo malo, etc.: “Usando lo abstracto S. Juan tenía el pensamiento en casos muy concretos... Diótrefes, de cuyo mal ejemplo había que huir, y Demetrio, digno de imitación” (Fillion). No ha visto a Dios: “Si el reproche de no haber visto a Dios como se debe es hecho a Diótrefes, hemos de pensar sin duda en las pretensiones de los anticristos a una gnosis superior. Cf. 1 Jn. 2, 3 y 29; 3, 6 y 9, etc.” (Pirot). Es lo que dice el Apóstol en 2 Jn. 9 sobre los que van “más allá” de las enseñanzas de Cristo.

[12797] 12. La figura unitiva de Demetrio, honrada por todos, ofrece un contraste con la acción disolvente del prepotente Diótrefes. La verdad misma da testimonio en pro de Demetrio con la sana doctrina que pone en su boca. Se supone, fundadamente que él era el principal enviado de Juan, sin duda como portador de esta carta.

[12798] 14. El saludo es solamente a los amigos (cf. 2 Jn. 2 y nota) y a cada uno en particular y sin nombrarlos “porque Diótrefes no permitiría dirigirse a la comunidad en nombre de Juan” (Pirot).

[12799] 1. S. Judas, hermano de Santiago el Menor, campuso la presente carta entre los años 62 y 67, con el fin de fortalecer en la fe a los judío-cristianos y prevenirlos contra la doctrina de los falsos doctores. Sobre esta preocupación común en todos los escritos apostólicos, véase 2 Pe. 3, 17 y nota. En muchos pasajes tiene esta Carta notoria semejanza con 2 Pe. 2. Cf. v. 17 s. y nota.

[12800] 3. No sabemos si antes pensaba tratar de este asunto o de algún otro punto doctrinal. Pero le urge la prevención contra los lobos con piel de oveja” (Mt. 7, 15) introducidos insensiblemente dentro del rebaño (v. 4), porque seducen a muchos con su influencia mundana (2 Pe. 2, 2; Mt. 24, 11), como en Israel los falsos profetas (Dt. 13, 2 ss.; Jr. 7, 8; 14, 14; 27, 10; Ez. 13, 9; Za. 13, 4, etc.), siempre más aplaudidas que los verdaderos (Lc. 6, 22-26).

[12801] 4. Reniegan de Jesucristo como único Soberano (v. 17 y nota). Según 1 Pe. 3, reniegan también de Él como Salvador. A los tales se referirá en adelante llamándoles “ellos” (vv. 8, 11, 12, 14, 16, 19). Se alude principalmente a los gnósticos, soberbios filósofos despreciadores de la Revelación, a los pervertidos simonitas y a los nicolaitas (Ap. 2, 6 y nota).

[12802] 5. Jesús: Algunas variantes dicen: el Señor. Según Pirot, en ambas lecciones “el Cristo de la Parusía dio en los ejemplos aquí traídos la medida de su justicia y la prueba de su poder”, pues no obstante haber librado (figurado por el ángel) a los israelitas de las manos del Faraón, luego dio muerte a los rebeldes en el desierto (Nm. 14, 1 ss.; cf. Sal. 94, 7-11). S. Jerónimo entiende por Jesús a Josué, en cuanto era ministro de Moisés y figura de Cristo.

[12803] 6. Véase Is. 24, 21 s.; Mt. 7, 22 y nota; 2 Pe. 2, 4 y 9; Jn. 8, 44; 1 Co. 6, 3; Ap. 20, 1.

[12804] 7. Cf. Gn. 19, 24.

[12805] 8. Sobre el sentido de el Señorío (Dios) y de las Glorias (ángeles), véase 2 Pe. 2, 10 ss. y notas.

[12806] 9. En Dt. 24, 5 ss., relata que Moisés fue sepultado en un valle de Moab, enfrente de Fogor, y agrega: “Ningún hombre hasta hoy ha sabido su sepulcro”. Según tradición judía el gran profeta fue enterrado por el Arcángel Miguel quien, como aquí se ve, tuvo que luchar con Satanás. Clemente Alejandrino, Orígenes y muchos modernos creen que Judas cita aquí el libro apócrifo de la Ascensión de Moisés (cf. v. 14 y nota). Entre esos modernos algunos piensan que Dios tenía en reserva el cuerpo de Moisés para manifestarlo en la Transfiguración (Mc. 9, 1-4). Cf. Ap. 11, 6 y nota, Reprímate el Señor: Palabras tomadas de Za. 3, 2 y recordadas por León XIII en la oración que se reza después de la Misa para pedir el encierre en el abismo (v. 6; Ap. 20, 1) de Satanás y sus ángeles “que vagan por el mundo para perder las almas”. Judas quiere destacar el contraste entre la actitud de los falsos doctores y la del príncipe de los ángeles, S. Miguel, el cual ni siquiera al ángel caído dijo palabra de maldición (2 Pe. 2, 11). Sobre S. Miguel véase Ap. 12, 7 y nota. Este es el único lugar de la Escritura en que uno de los príncipes celestiales lleva el título de arcángel; Cf. 1 Ts. 4, 16.

[12807] 10. Esto es: lo sobrenatural no lo entienden, porque no son espirituales, y de ahí que al tratar de lo sobrenatural blasfeman. En cambio conocen demasiado lo temporal y carnal y esto les sirve de ruina.

[12808] 11. Sobre Balaam véase 2 Pe. 2, 15 s. y nota. El error de Balaam procede, como observa Mons. Charue, del espíritu mundano que no tiene el sentido de las cosas de Dios. Y así él, deseoso de congraciarse con el rey, no podía comprender, según la lógica humana, que Dios no quisiese maldecir a Israel, pueblo ingrato. Esta falta de sentido sobrenatural (1 Co. 2, 10 y 14) que no puede entender los misterios de la misericordia (cf. Rm. 3, 21-26; 9, 15; 11, 30-33) es lo que valió la grave reprimenda de Jesús a Pedro (Mt. 16, 23) y la de Dios al profeta Jonás (Jon. 4). Coré fue tragado por la tierra porque se levantó envidioso de Moisés y Aarón, elegidos por Dios. (Nm. 24).

[12809] 12. Apacentándose a sí mismos: como falsos pastores. Cf. 2 Pe. 2, 1 ss. y nota.

[12810] 14. Enoc fue llevado por Dios, como Elías, sin ver la muerte (Gn. 5, 24 y nota; Si. 44, 16) y, según una opinión difundida, vendría al fin para predicar el Reino de Cristo (Hb. 11, 5; cf. Ap. 11, 3 ss.). El anuncio de Enoc citado aquí por S. Judas se encuentra casi textualmente en la versión etiópica del libro apócrifo de Enoc (cf. Enoc 1, 9). Las palabras: el séptimo desde Adán se hallan en el mismo libro (Enoc 60, 8) dichas por Noé, que llama así a su abuelo Enoc, en fragmento que su comentador Martín considera posterior al mismo, si bien el propio Enoc se llama a sí mismo: “Yo el séptimo” (Enoc 93, 3). Estas citas (cf. v. 9 y nota), dice Fillion, no asustaban a escritores eclesiásticos como Tertuliano, según el cual S. Judas daba así su aprobación a la profecía de Enoc, y S. Agustín, según el cual el patriarca Enoc escribió “no pocas cosas divinas”. Esto no significa necesariamente que se hayan de dar por aprobados los libros que llevan ese nombre, ni elimina la posibilidad de que el Apóstol hubiese bebido en la misma fuente que ellos. Pons recuerda que “Tertuliano, Clemente Alejandrino, S. Atanasio. S. Jerónimo y otros, hablan de este libro de Enoc como custodiado en el Arca, en tiempos del diluvio”, es decir, que lo consideraban escrito por el mismo patriarca, esto es, como si fuese anterior al Pentateuco de Moisés. Los modernos, empero, atribuyen al autor un gran conocimiento de la Biblia, especialmente de los Libros Sapienciales, y piensan que su antigüedad no va más allá del siglo segundo a. C. Con las miríadas de sus santos: Véase 1 Co. 6, 2; Dn. 7, 22; Sb. 3, 8; Za. 14, 5; Ap. 3, 21; 19, 14. Al citar estas mismas palabras la Didajé, documento de siglo I, formula anuncios escatológicos muy semejantes a los que hemos visto en los escritos apostólicos, y dice: “En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y corruptores y las ovejas se convertirán en lobos y la caridad se convertirá en odio; tomando pues incremento la iniquidad, los hombres se tendrán odio mutuamente y se perseguirán y se traicionarán, y entonces aparecerá el engañador del orbe diciéndose hijo de Dios y hará señales y prodigios; la tierra será entregada en sus manos, y hará iniquidades tales como nunca se hicieron en los siglos. Entonces lo que crearon los hombres será probado por el fuego, y muchos se escandalizarán y perecerán; mas los que perseveraren en su fe se salvarán de aquel maldito y entonces aparecerán las señales de la verdad: primero la señal del cielo abierto, luego la señal de las trompetas, y tercero, la resurrección de los muertos; mas no de todos sino, según está dicho, vendrá el Señor y todos los santos con Él. Entonces verá el mundo al Señor viniendo sobre las nubes del cielo” (Ench. patristicum 10). Cf. Ap. 1, 7; 22, 12.

[12811] 17 s. El v. 18, eco evidente de 2 Pe. 2, 3 s. ¿es una cita de dicha Epístola, como Pedro cita las de Pablo en 2 Pe. 3, 15 s.? ¿O será a la inversa, como piensan algunos modernos, y en tal caso la Carta de Judas será anterior a la otra? La primera solución parece más probable por la mayor amplitud que S. Pedro da al asunto, por la referencia que vemos en el v. 17 y por los verbos en presente que usa esta Epístola (cf. v. 3 s.) en tanto que la de Pedro los pone generalmente en futuro.

[12812] 19. Los que disocian: son lo contrario de los del v. 20 que edifican sobre la fe, por lo cual son para ruina de la Iglesia (Mt. 7, 24-27). Cf. 2 Pe. 2, 1. Hombres naturales: el griego dice psíquicos, por oposición a pneumáticos; lo cual no significa precisamente sensuales sino que no son espirituales (cf. 1 Co. 2, 15) o sea que no tienen espíritu sobrenatural como se requiere para entender en las cosas de Dios. Véase 1 Co. 2, 14 y nota.

[12813] 20. “La fe, como fundamento del edificio que es la Iglesia, es una expresión bien conocida de S. Pablo (Rm. 15, 20; 1 Co. 3, 9-12; sobre todo Ef. 2, 19-22; Col. 2, 7) y también de S. Pedro (1 Pe. 2, 5 ss.). La fe se entiende aquí como la fe objetiva, pero la invitación a edificarse sobre ella implica la fe subjetiva... Nótese también cómo la vida cristiana es resumida en la práctica de las tres virtudes teologales y en el recurso de la oración” (Pirot). Orando en el Espíritu Santo: Véase Rm. 8, 26 nota.

[12814] 21. Permanecer en el amor con que somos amados es la espiritualidad de S. Juan. Cf. Jn. 15, 9; 1 Jn. 4, 10 y notas.

[12815] 22 s. El texto es inseguro. Como indica Fillion, se enseña aquí la conducta a observar para con los partidarios de esos falsos doctores, y sin duda también con ellos mismos, dividiéndolos en tres categorías. Según el sentido de Crampón, que es el de la Vulgata, se trata a la inversa de los que hay que mirar como del todo separados de nosotros, “ya juzgados”, como lo dice Jesús terriblemente de los que desprecian su Palabra no queriendo oírla (Jn. 12, 47 s. y notas). No es que debamos hacernos jueces de la conducta del prójimo (Mt. 7, 1 ss.) sino que, tratándose de doctores que pretenden ser creídos en su doctrina, hemos de examinar si tienen o no el espíritu de Dios (1 Jn. 4, 1; 1 Ts. 5, 21), ya que Jesús nos dice que nos guardemos de los falsos profetas (Mt. 7, 15), lo cual significa que nos dará las luces necesarias para conocerlos si es que somos rectos en nuestra conciencia; pues los que rechazan el amor de la verdad son abandonados a la seducción del engaño para que se pierdan (2 Ts. 2, 10 s.). Algunos leen en esta primera categoría: a los que vacilan, convencerlos, pero tales casos parecen estar comprendidos en la segunda categoría, de los que hay que arrebatar del fuego, tratando de sacarlos del peligro inminente en que están (cf. Am. 4, 11; Za. 3, 1 ss.; St. 5, 19 ss.), para lo cual nos dará Dios la ocasión y la eficacia cuando tal sea su designio (Ef. 2, 10 y nota). Con los demás, sin perjuicio de tenerles misericordia rogando por ellos y aun haciéndoles bien si llega el caso, no hemos de mantener el contacto pues hemos visto que sus atractivos carnales son peligrosos (2 Pe. 2, 18; 2 Ts. 2, 9). Es la actitud aconsejada muchas veces: cf. 1 Co. 5, 5; 1 Tm. 5, 20; Tt. 3, 10; 2 Jn. 10 s. La figura de la túnica contagiosa es tomada de los leprosos (Lv. 13, 47).

[12816] 24 s. Preciosa doxología, “la más bella del Nuevo Testamento” (Jacquier), que recuerda la de Rm. 16, 25 (cf. nota). En exultación: La Vulgata añade: en la Parusía de N. S. Jesucristo. Salvador se llama también al divino padre en 1 Tm. 1, 1; Tt. 1, 3, por ser Él la causa primera de nuestra salvación, al enviarnos a su Hijo Unigénito Jesús.

[12817] 1. “Revelación de Jesucristo” ¿por ser recibida de Cristo o porque tiene a Cristo por objeto? Para resolver esta cuestión hay que observar que el término Revelación (en griego Apocalipsis) en el lenguaje del Nuevo Testamento se aplica generalmente a la manifestación de Jesucristo en la Parusía o segunda venida (Rm. 2, 5; 8, 9; 1 Co. 2, 7; 2 Ts. 1, 7; Lc. 17, 30; 1 Pe. 1, 7 y 13; 4, 13). Allo en su comentario admite ambos sentidos: Jesucristo da esta revelación, y Jesucristo es el objeto de la misma. La segunda acepción corresponde más al sentido escatológico y a la idea del inminente juicio de Dios, que prevalece a través de este Libro. Por medio de su ángel: cf. Dn. 9 y 10; Za. 1 y 2, etc., donde también un ángel es intermediario de la divina Revelación.

[12818] 3. A causa de la bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. Para formarse una idea de la veneración en que era tenido por la Iglesia, bastará saber lo que el IV Concilio de Toledo ordenó en el año 633: “La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión” (Enchiridion Biblicum Nº 24). El momento está cerca: esto es, el de la segunda Venida de Cristo. Véase 22, 7 y 10; 1 Co. 7, 29; Fil. 4, 5; Hb. 10, 37; St. 5, 8; 1 Jn. 2, 18. Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear (2 Tm. 4, 8), estaba cerca en los albores del cristianismo ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos? Sobre su demora, véase 2 Pe. 3, 9 y nota.

[12819] 4. Las destinatarias de las siguientes cartas son las siete comunidades cristianas enumeradas en el v. 11. Los siete espíritus parecerían los mismos de Tob. 12, 5. Llama la atención, sin embargo, que sean mencionados antes que Jesucristo (v. 5). San Victorino, cuyo comentario es el más antiguo de los escritos en latín, ve en estos siete espíritus, como en las siete lámparas (4, 5), los dones del Espíritu Septiforme.

[12820] 5. Véase 3, 14; 19, 16; Col. 1, 18; 1 Jn. 1, 7; 2, 2, etc.

[12821] 6. Hizo de nosotros un reino, etc.: cf. 5, 10. Es lo mismo que nos anuncia, desde el Antiguo Testamento, Daniel: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo y los obtendrán por siglos y por los siglos de los siglos (Dn. 7, 18). Lo mismo expresa la Didajé (alrededor del año 100 d. C.) cuando dice: “Líbrala (a tu Iglesia) de todo mal, consúmala por tu caridad; y de los cuatro vientos reúne la santificada en tu Reino que para ella preparaste” Cf. Ef. 1, 22 s.

[12822] 7. Viene con las nubes: Así lo vemos en 14, 14 ss., a diferencia de 19, 11 ss. donde viene en el caballo blanco para el juicio de las naciones. Según algunos, la nube sería la señal de la cosecha y la vendimia final de Israel (Mal. 3, 2 s. y nota; Mt. 3, 10 y nota), por medio de sus ángeles, conforme al anuncio de Mt. 24, 30-31, confirmado a Caifás (Mt. 26, 64), a quien Jesús dijo como aquí que lo verían ellos mismos que le traspasaron. S. Juan trae iguales palabras en Jn. 19, 37, citando a Za. 12, 10 donde se anuncia como aquí que entonces harán duelo por Él. Cf. Ez. 36, 31; Os. 3, 5, etc.

[12823] 8. Alfa y Omega: primera y última letras del alfabeto griego. Algunos manuscritos añaden: el principio y el fin (cf. v. 17; 22, 13 y nota). Después de Cristo no habrá otro, pues él es el mismo para siempre (Hb. 13, 8). El que es, traducción del nombre de Yahvé (Ex. 3, 14).

[12824] 9. Observa Allo que las palabras tribulación y reino se pueden tomar en sentido escatológico. La paciencia es el lazo entre ambos. Por medio de paciencia y esperanza pasamos de la tribulación a su Reino glorioso (8, 24).

[12825] 10. En el día del Señor: el artículo usado en el texto griego nos hace pensar en un día determinado y conocido. De ahí que, aunque muchos vierten simplemente un Domingo, otros lo refieran, como el v. 7, al gran día de juicio que lleva en la Biblia el nombre del Día del Señor (Sal. 117, 24 y nota; Is. 13, 6; Jr. 46, 10; Ez. 30, 3; Sof. 2, 2; Mal. 4, 5; Rm. 2, 5; 1 Co. 5, 5; 1 Ts. 5, 2, etc.), entendiendo que el vidente fue transportado en espíritu a la visión anticipada del gran día. Cf. 4, 1 y nota. La trompeta, en los escritos apocalípticos, tiene significado escatológico. Cf. 8, 6 ss.; 1 Co. 15, 52; 1 Ts. 4, 16.

[12826] 11. Escríbelo: Pirot hace notar que esta visión corresponde a las visiones inaugurales de los grandes profetas (Is. 6; Jr. 1; Ez. 1-3) y la diferencia está en que aquellos hablan de ser predicadores orales, en tanto que Juan debe escribir (cf. v. 19), lo cual denota la importancia de lo escrito en el Nuevo Testamento (cf. Jn. 5, 47 y nota). Las siete ciudades se hallan todas en la parte occidental del Asia Menor, con Éfeso como centro. No se sabe quién fundó esas iglesias. Algunos suponen que fue S. Pedro (1 Pe. 1, 1), y otros que pudo S. Pablo llegar a fundarlas cuando anduvo por Éfeso y Colosas en esa región. Estaban también en ella otras importantes Iglesias como la de Tróade (Hch. 20, 5 s.; 2 Co. 2, 12) y la de Hierápolis cuyo obispo era a la sazón Papías, discípulo de S. Juan, y que había sido fundada probablemente, como también la de Laodicea, por Epafras, colosense de origen pagano y coadjutor de S. Pablo (Col. 4, 13). ¿Por qué no se menciona aquí estas Iglesias? Fillion responde: “es el secreto de Dios”.

[12827] 12. Los siete candelabros son las siete Iglesias (v. 20). Desde la antigüedad ven muchos comentaristas en el número siete un símbolo de lo perfecto y universal, de manera que las siete Iglesias representarían una totalidad (S. Crisóstomo, S. Agustín, S. Gregorio, S. Isidoro). Muchos consideran que las siete Iglesias corresponden a otros tantos períodos de la historia de la Iglesia universal (cf. 1, 19 y nota). Su más conocido representante en la patrística es S. Victorino de Pettau, quien en su comentario caracteriza los siete períodos de la siguiente manera: 1) el celo y la paciencia de los primeros cristianos; 2) la constancia de los fieles en las persecuciones; 3) y 4) períodos de relajamiento; 5) peligro por parte de los que son cristianos solamente de nombre; 6) humildad de la Iglesia en el siglo y firme fe en las Escrituras; 7) las riquezas y el afán de saberlo todo cohíbe a muchos para seguir el recto camino. Este sistema, con más o menos variantes, se mantuvo durante la edad media y encontró, en un escrito atribuido a Alberto Magno, la siguiente exposición: Éfeso: el período de los apóstoles, persecución por los judíos; Esmirna: período de los mártires, persecución por los paganos; Pérgamo: período de los herejes; Tiatira: período de los confesores y doctores y herejías ocultas; Sardes: período de los santos sencillos, durante el cual se introducen las riquezas y el escándalo de malos cristianos que aparentan piedad; Filadelfia: abierta maldad de cristianos; Laodicea: período del Anticristo. En la Edad moderna han difundido este modo de interpretación el santo sacerdote Bartolomé Holzhauser, Manuel Viciano Rosell y otros.

[12828] 13. Nótese que el Hijo del hombre (Jesús) lleva la vestidura de rey y sacerdote. Cf. Dn. 10, 5 ss., donde el profeta narra una visión semejante a esta. De ahí que algunos exégetas vean en aquel “varón” al Hijo del hombre. Véase Dn. 7, 13; Za. 6, 12 y notas.

[12829] 14. Ojos como llama (cf. 2, 18). Nada falta en la Biblia para nuestro consuelo. La sobriedad del Evangelio no nos da, si exceptuamos la Transfiguración (Mc. 9, 1 ss. y paralelos), ningún detalle sobre la hermosura de Jesús, pero en cambio lo encontramos suplido con este y otros datos que nos ayudan a imaginar triunfante al hermosísimo entre los hombres (Sal. 44, 3 y nota) que por amor nuestro llegó a perder toda belleza (Is. 52, 14; 53, 2), y nos revelan también nuevas palabras de su boca como las que vemos en este Libro y en los Salmos, etc. Véase nuestra introducción al Salterio.

[12830] 16. La espada de dos filos es figura del poder de la Palabra de Dios. La misma imagen se encuentra en 19, 15 y Hb. 4, 12. Cf. 2 Ts. 2, 8.

[12831] 17. El primero y el último: título que indica la divinidad de Jesús. Véase v. 8; 22, 13; cf. Is. 44, 6; 48, 12.

[12832] 18. El viviente: otro nombre que señala a Cristo (Hb. 7, 16 y 23 ss.). Porque Él murió y resucitó, es el Señor de la muerte y retiene las llaves de la muerte y del infierno.

[12833] 19. Parece ser este un texto llave: a) Lo que hayas visto o sea la visión de los vv. 12-18 (que en el v. 11 es llamado lo que vas a ver, y en efecto lo vio desde que se volvió en el v. 12 hasta que se desmayó en el v. 17); b) Lo que es: lo contenido en las siete cartas a las Iglesias (v. 11) que empiezan en el cap. 2; c) Lo que debe suceder después sería el objeto de la nueva visión que empieza en el cap. 4, la que tiene lugar a través de una puerta abierta en el cielo, y en la cual se le muestra la gran revelación escatológica que resulta del libro de los siete sellos. De acuerdo con esto dice Crampon que “las siete cartas que siguen tienen ciertamente relación con la situación de la Iglesia de Asia en el momento en que fueron dictadas a S. Juan, el cual había recibido la orden de escribir “lo que es”, y solo después de terminar esas cartas fue admitido a conocer “lo que debe suceder después de esto” (4, 1). Ello no obstante, el mismo autor admite con S. Victorino y S. Andrés de Cesarea que, dado el carácter simbólico del número siete y la advertencia general que se repite al fin de cada carta, estas pueden ser destinadas a todas las épocas. Cada carta tendría así un interés permanente, pues siempre sus enseñanzas hallan aplicación parcial en tal tiempo o tal lugar. Ello explica quizá la insistencia con que se anuncia en cada una de ellas la venida del Señor (2, 1 y nota). En la última (a Laodicea) esa venida se presenta como más inminente: “Estoy a la puerta y golpeo” (3, 20), por lo cual cuanto dejamos dicho no se opone a que cada carta pueda acaso, retratar, como vimos en el v. 12 y nota, sucesivos períodos de la Iglesia en general.

[12834] 20. Aquí ángeles significa los espíritus representantes de las siete Iglesias. Cf. Si. 5, 5; Mal. 2, 7 s. No puede tratarse de los Ángeles custodios de las Iglesias, pues vemos que más adelante casi todos son reprendidos, lo que no se concibe en los espíritus puros que “cumplen la Palabra de Dios”. Cf. Dn. 10, 13 y nota. Pirot observa que “la tradición latina ha visto en ellos a los obispos, pero en el Apocalipsis un ángel no representa nunca a un ser humano y por otra parte las advertencias tienen en vista a las Iglesias en sí mismas” (cf. 10, 1 y nota). También se ha supuesto que los ángeles fuesen mensajeros enviados a Juan desde esas Iglesias, pero en tal caso el de Éfeso sería el propio Juan y tendría que escribirse a sí mismo.

[12835] 1. Al ángel: palabra de sentido oscuro (1, 20 y nota). En cuanto al estilo de las siete cartas, los expositores hacen notar que todas llevan la misma estructura y la misma distribución de los elementos constitutivos: indicación del destinatario, examen del estado de la Iglesia, exhortación y promesa. Nótese también al comienzo de cada carta la referencia a alguno de los atributos de Cristo mencionados en su descripción de 1, 12-16 y la fórmula cada vez más apremiante en que Jesús anuncia su Venida: Vengo a ti (2, 5); vengo a ti presto (2, 16); hasta que Yo venga (2, 25); vendré como ladrón (3, 3); mira, pronto vengo (3, 11); estoy a la puerta y golpeo (3, 20).

[12836] 2. Los que se dicen apóstoles y no lo son: Según Battifol, Zahn y otros, se trata de los mismos jefes de los nicolaítas (vv. 6 y 14). S. Pablo ya en su tiempo los caracteriza como disfrazados de apóstoles de Cristo (2 Co. 12, 11) y los llama irónicamente superapóstoles (2 Co. 11, 5 y 13) porque quieren ir más adelante que Él (2 Jn. 9; cf. Col. 2, 8 y 6 y notas). S. Juan enseña a defenderse de ellos en 1 Jn. 4, 1 ss.

[12837] 5. Quitaré tu candelabro: te expulsaré de entre los santos y daré tu sitio a otro. ¡Cuántas veces no hemos visto análogas remociones! Países enteros que antes se llamaban cristianos son ahora musulmanes. Cf. Sal. 74, 9; Mt. 21, 41.

[12838] 6. Nicolaítas (cf. v. 15): créese que fuera una secta de falso ascetismo, que prohibía el matrimonio, el vino y el consumo de carne (véase Hch. 6, 5; Col. 2, 16 y notas). S. Ireneo dice que vivían indiscretamente, por lo cual se duda, dice Allo, si su abuso consistía en entregarse a los placeres de la carne, o a la inversa, a una maceración excesiva. Algunos la explican por su etimología, de nikao (conquistar) y laos (pueblo) y piensan que el nicolaísmo era odioso a Dios porque pretendía dominar a las almas so capa de religiosidad, contrariando lo enseñado por Jesús en Mt. 23, 8 (cf. v. 2 y nota). Observa Pirot a este respecto que el sentido de esa palabra en griego equivale al de Balaam en hebreo. Cf. v. 14 y nota.

[12839] 7. El árbol de la vida: literalmente el leño (xylon) lo mismo que en 22, 2. Así también llaman los LXX al que estaba en el Paraíso (Gn. 2, 9; 3, 22). El árbol de la vida es Cristo, dice S. Beda y de Él se priva el soberbio que, como Adán, pretende poseer la ciencia (la gnosis dicen los LXX) del bien y el mal. Sobre esos gnósticos, cf. 3 Jn. 9 y nota. “La referencia a las imágenes de Gn. 2, 9 (árbol de vida del Paraíso) recuerda uno de los temas favoritos del apocalíptico, el del retorno a los orígenes: habrá al fin de los tiempos una nueva creación (Is. 41, 4; 43, 18 s.; 44, 6), nuevos nombres (Is. 62, 2), una reedición de la paz entre hombres y animales (Ez. 34, 25)” (Pirot).

[12840] 10. Fiel hasta la muerte: esto es, no solo hasta el fin (Mt. 10, 22; 24, 13), sino hasta exponer la vida y darla si es necesario como lo hizo Jesús (véase Jn. 10, 11 y nota). Tal es el caso de los mártires, cuya virtud no consiste en desear la muerte (cf. Hch. 9, 24 s.; 2 Co. 5, 3 s. y notas) sino en la fidelidad con que dan testimonio de Cristo. “No padecer ni morir, dice Santa Teresa de Lisieux, sino lo que Dios quiera”. Esa es la espiritualidad evangélica, la verdadera infancia espiritual, que no presume de las propias fuerzas (cf. Jn. 13, 37 s.; 18, 25 ss.), ni pretende, como dice Job, hacer favores a Dios, ni piensa que Él se complace en nuestras dolores (Sal. 102, 13 y nota), antes cree a Jesús cuando nos revela que el primero en el Reino será el que más se parezca a los niños (Mt. 18, 1 ss.), los cuales no son heroicos sino que son confiados y por lo tanto dóciles. Cf. Sal. 130, 1 y nota. Sobre la presunción, véase Kempis L. 3, cap. 7, 2 s.

[12841] 11. La segunda muerte es el estanque de fuego y azufre (20, 14; 21, 8). En 20, 6 se menciona la misma bienaventuranza prometida aquí.

[12842] 12. La ciudad de Pérgamo, situada en el norte del Asia Menor, era famosa por el culto de los Césares y por sus esplendidísimos templos, entre ellos el de Asclepio (Esculapio), que atraía, a muchos peregrinos, y un suntuoso y blasfemo altar de Júpiter como salvador (Zeus Soter), levantado en una altura de trescientos metros sobre la ciudad.

[12843] 13. Donde está el trono de Satanás: Aunque esta iglesia era quizá la que estaba dominada por el obispo Diótrefes que combatía a S. Juan (cf. la introducción a las Epístolas joaneas), esta expresión parece aquí, con mayor amplitud, referirse al espíritu mundano, pues el mismo Juan nos enseña que el mundo todo está asentado sobre el maligno (1 Jn. 5, 19), el cual es su príncipe (Jn. 14, 30). Algunos lo explican refiriéndolo al culto de Júpiter o al de Esculapio (v. 12 y nota) cuyo emblema era una serpiente, suponiendo que esta podría simbolizar a Satanás (cf. 20, 2). Otros piensan en la persecución que había en Pérgamo.

[12844] 14 s. Sobre Balaam (Nm. 24, 3; 25, 2; 31, 16), véase Judas 11 y nota. La doctrina de Balaam, muy de acuerdo con la de los Nicolaítas (v. 6; Hch. 6, 5 y notas), es la del que enseñó a los hijos de Israel a fornicar con los extranjeros y está aplicada aquí en sentido religioso (como la Jezabel del v. 20) a la fornicación espiritual, que ya no es con los ídolos como en el antiguo Israel (Os. 14, 4 y nota) sino con los poderosos de la tierra (17, 2; 18, 3), es decir, a la que vive en infiel maridaje con el mundo (St. 4, 4), olvidando su destino celestial y la fugacidad de su tránsito por la Peregrinación de este siglo (Ga. 1, 4 y nota).

[12845] 16. La espada de mi boca: véase 1, 16 y nota.

[12846] 17. Maná oculto: cf. Sal. 77, 24 imagen que significa nueva vida espiritual. Piedrecita blanca, señal de elección. En piedras blancas (“albo lapillo”) se escribían para memoria los nombres de los que habían de ser coronados en el certamen. Nombre nuevo: cf. 3, 12; 22, 4; Is. 62, 2; 65, 15. El nombre nuevo en la Biblia es como un nuevo ser: “El nombre escrito, probablemente el del Verbo (19, 13), será gustado por cada uno de los fieles vencedores; su experiencia de Cristo será íntima y personal” (Gelin).

[12847] 20. Jezabel, nombre de la mujer del rey Acab, la cual hizo idolatrar al pueblo de Israel (1 R. 16, 31). Aquí se da este nombre cómo símbolo, aplicándolo, según Pirot, a “una profetisa que, ocupando sin duda en esa Iglesia una situación oficial, predica el error nicolaíta (vv. 6 y 14 s.)”. Sobre lo sacrificado a los ídolos, cf. v. 24 y nota.

[12848] 22. Adulteren: en el sentido de idolatría y falsa doctrina. Cf. v. 14 y nota.

[12849] 24. Las profundidades de Satanás: Los gnósticos pretendían dar una ciencia de los secretos divinos —de ahí su nombre— y en realidad eran impostores y sus llamados misterios y su ciencia secreta eran inventos de Satanás que llenaban a los adeptos de soberbia e impiedad. Véase 22, 10; 2 Jn. 9 y notas. Otra carga: Pirot recuerda aquí la abstención de los sacrificios a los ídolos (v. 20), prohibición judía que se extendió a los gentiles en Hch. 15, 20 y 28 s. S. Pablo les había prevenido que en cuestión de comidas solo se trataba de evitar el escándalo a otros que juzgan. (Rm. cap. 14; 1 Co. cap. 8). Más tarde en Col. 2, 16 dice caramente: “Nadie, pues, os juzgue, en comida o en bebida”. ¿Qué alcance tenían entonces estas advertencias de S. Juan, hechas muchos años después de Pablo y que parecerían judaizantes? No es fácil explicarlo, Véase también 1 Co. 10, 14-30; Hb. 13, 9. Fillion se inclina a pensar que significa no participar en los castigos que recibirá Jezabel.

[12850] 26 s. Allo refiere esto al triunfo de Cristo que se cumplirá en la Parusía. Cf. Sal. 2, 8 s.; 109, 5 ss.; 149, 6 ss. y notas.

[12851] 28. Como yo lo recibí, etc. En lo que Jesús prometió personalmente a los suyos en Lc. 22, 29 s. La estrella matutina (la Vulgata dice Lucifer: el lucero; cf. Sal. 109, 3 y nota) es símbolo de Cristo y de su gloria. Véase 22, 16. Así lo anunció Balaam, como la estrella de Jacob (Nm. 24, 15-19). Es decir, pues, que aquí Cristo se nos promete Él mismo (22, 12 y nota), Pero ¿acaso el árbol de la vida (v. 7), el maná oculto (v. 17) no son también figuras de Él? Porque Él será nuestro verdadero premio. Cf. 3, 4 s.

[12852] 29. Esta advertencia, que en las tres primeras cartas iba antes de enunciar el premio, en las cuatro últimas va después.

[12853] 3. Cf. 16, 15; 1 Ts. 5, 2; 2 Pe. 3, 10.

[12854] 4. Sardes era centro de la industria textil. De ahí la imagen tomada de las vestiduras. Andar vestido de blanco significa participar en el triunfo del mismo Cristo (cf. 2, 28 y nota). Nombres: personas.

[12855] 5. El vencedor: véase 2, 7 y nota; 2, 17; 3, 21. Sobre el libro de la vida, véase 13, 8; 17, 8; 20, 12 y 15; 21, 27; Sal. 68, 29; Dn. 12, 1.

[12856] 7. El que tiene la llave de David: el poder supremo. Véase 1, 18 y nota. Esta expresión reviste sentido mesiánico (cf. 5, 5; 22, 16). Fillion observa que es “tomada de Is. 22, 22, donde se lee: Yo daré (a Eliacim) la llave de la casa de David. Manera de decir que este personaje será el primer ministro del rey. Jesucristo nos es, pues, presentado aquí ejerciendo las funciones de Primer Ministro en el Reino de Dios”. Que abre y nadie cerrará: Cristo tiene el poder y la autoridad suprema para admitir o excluir a cualquiera de la nueva ciudad de David y de la nueva Jerusalén. En Filadelfia se adoraba al dios de las puertas (Jano), que tenía una llave en sus manos. El Apóstol alude a ese ídolo, diciendo: solo Cristo tiene la llave para abrir y cerrar la puerta del Reino.

[12857] 8. Una puerta abierta al apostolado que Dios nos prepara (1 Co. 16, 9; 2 Co. 2, 12; Col. 4, 3). La promesa de que nadie podrá cerrarla es tanto más preciosa cuanto que se trata de un tiempo de apostasía muy avanzada, pues se anuncia ya la gran persecución (v. l0). La debilidad nos muestra la humildad del Apóstol que, como S. Pablo, está reducido a ser “basura de este mundo” (1 Co. 4, 13) y que, sin espíritu de suficiencia propia, cuenta solo con la gracia, al revés de los de Laodicea que se creían ricos y eran miserables. Cf. 2, 9 y 3, 17.

[12858] 9. “Palabras tomadas de Is. 60, 14, que anuncian, según la mayoría de los intérpretes, la conversión de los judíos de Filadelfia” (Fillion). Cf. Rm. 11, 25 s.

[12859] 10. La palabra de la paciencia mía. Así dice el griego literalmente (cf. v. 8). Según Pirot: mi consigna de paciencia (cf. 1, 9; 13, 10; 14, 12); según Holtzmann, la paciente esperanza en la venida de Cristo (Hb. 6, 12; St. 5, 7; 2 Pe. 3, 3-12). Como anota Pirot, “este v. abre las perspectivas de la vasta persecución de que tratará el cap. 13”. En efecto, “si se considera las Iglesias en el orden cronológico (1, 12 y nota), la de Filadelfia precede a la última en la cual se consumaría con el Anticristo el misterio del mal. Por eso algunos suponen (cf. v. 15 y nota) que este período de Filadelfia, es semejante al nuestro y que a este se refieren las grandes promesas hechas a los que guardan la Palabra de Dios en medio del general olvido de ella.

[12860] 11. Cf. v. 20; 22, 10 y nota.

[12861] 12. Columna: Así fueron llamados Pedro, Juan y Santiago en la Iglesia de Dios (Ga. 2, 9; 1 Tm. 3, 15). Pero aquí se trataría no ya de la formación de esa Iglesia (Ef. 2, 20; 1 Pe. 2, 5), ni de la Jerusalén celestial, pues su Templo será Dios mismo (21, 22), sino de sostener la verdadera fe en tiempos de apostasía (cf. Mt. 24, 24; Lc. 18, 8; 2 Ts. 2, 3). Sobre la nueva Jerusalén, véase el cap. 21. El nombre mío nuevo: véase v. 14; 2, 17 y notas. Fillion cita a 19, 12 y dice que “el Cristo lleva un nombre nuevo porque ha entrado en su gloria nueva que durará para siempre”.

[12862] 15. El Amén: voz hebrea que significa: verdad, en este caso la Verdad misma: Jesucristo. En Is. 65, 6 se dice: “el Dios de Amén”. Véase v. 7, donde Cristo es llamado “el Veraz”, como en 6, 10; y 19, 11, donde se le da el nombre de “Fiel y Veraz”. Cf. Jn. 1, 14; 1 Jn. 5, 7.

[12863] 15. La primera Encíclica del S. P. Pío XII reproduce este tremendo pasaje y dice: “¿No se le puede aplicar (a nuestra época) esta palabra reveladora del Apocalipsis?”

[12864] 17. Es lo contrario de la bienaventuranza de los pobres en espíritu (Mt. 5, 3 y nota). Cf. v. 8 y nota; 18, 7.

[12865] 18. El divino Salvador emplea una imagen bien conocida por la industria cosmética de Laodicea, el colirio. Así también ven algunos en la tibieza una alusión a las tibias aguas de sus termas, las que en tal caso serían imagen de ese estado espiritual falto de amor e ideal en que esa Iglesia “se arrastra en una mediocridad contenta de sí misma” (Pirot) y que según S. Agustín es peligrosísimo para el alma y termina por conducirnos “al abismo de todos los excesos” (S. Jerónimo).

[12866] 19. Cf. Pr. 3, 12; Hb. 12, 6.

[12867] 20. Allo señala aquí una referencia especial a la Eucaristía, cosa que otros no consideran verosímil (cf. Fillion) aunque el pasaje se presta a ser comentado espiritualmente como lo hace Bossuet o Ballester Nieto (Cf. Jn. 14, 23). Sales recuerda los movimientos de la gracia y cita oportunamente al Conc. Trid. para recordar que el hombre con sus fuerzas naturales “no puede hacer ningún bien útil para la salvación”. De acuerdo con los paralelos citados por Merk (Mc. 13, 35; St. 5, 9; Lc. 12, 36; 22, 29 s.) lo que aquí se indica es, con mayor apremio, lo mismo que en las cartas precedentes.

[12868] 21 Pirot, confirmando lo que expresamos en la nota anterior, dice: “Aquí, como en las cartas anteriores, la promesa es escatológica (cf. 20, 4)”. Sobre el trono véase el capítulo siguiente. Los que vencieren en esta iglesia final serán probablemente los mártires del Anticristo (13, 7), y este trono parece ser entonces el de 20, 4.

[12869] 1. Las cosas que han de suceder empezarán en el cap. 6 con la apertura de los sellos, después de esta visión. Igual expresión usa Dn. 2, 29 y 45 y tal parece ser el objeto principal del Apocalipsis en cuanto profecía, según se ve en 1, 1 (cf. 1, 19 y nota). Para los que ven figurado en Laodicea el último período de la Iglesia (cf. 1, 12; 3, 15 y notas), aquí empieza el tiempo de la gran tribulación anunciada para el final. Algunos suponen que la puerta abierta en el cielo y el llamado con voz de trompeta aluden a 1 Ts. 4, 14-17.

[12870] 2 ss. Me hallé en espíritu, exactamente como en 1, 10, lo cual confirmaría lo que allí señalamos. Sobre la visión de Dios, cf. Ez. 1, 22 ss. y nota. Todo este capítulo, lo mismo que el siguiente, se inspira en los Profetas, especialmente Is. 6; Ez. 1; Dn. 7. El rapto de Juan al cielo durará hasta el fin del cap. 9.

[12871] 3. No puede dudarse que aquí se nos muestra, en su excelsa y serena majestad, la Persona del divino Padre, Cf. 5, 7 y nota.

[12872] 4 ss. Los veinticuatro ancianos que están sentados alrededor del trono de Dios parecen simbolizar el Antiguo y el Nuevo Testamento: los doce Patriarcas y los doce Apóstoles, que —por su parte— representarían a todos los santos del cielo. En la explicación mística de S. Cirilo Alejandrino significaría el trono elevado, la soberanía de Dios; el jaspe, su paz inmutable; el arco iris, su eternidad; los sitiales de los veinticuatro ancianos, su sabiduría; las siete lámparas, el gobierno universal de su Providencia; los resplandores y el trueno, la omnipotencia de su voluntad; el mar de cristal, su inmensidad; tiene cubiertos el rostro y los pies por las alas de los Serafines para darnos a entender su misteriosa infinitud. “En esta plenitud esplendorosa nada impresiona tanto a los Serafines cubiertos de ojos como su santidad, pues ella los deja suspensos de admiración. Por eso repiten sin cesar el canto jubiloso: Santo, Santo, Santo eres Señor Dios de los Ejércitos. En efecto, Dios es llamado con frecuencia el Santo de Israel, porque este nombre incluye todos los demás. Cuando el Salmista quiere describir el esplendor de la generación eterna del Hijo de Dios, dice únicamente que procede del Padre en el esplendor de la santidad (Sal. 109, 3). Todas las otras perfecciones de Dios reciben de la santidad su brillo más subido, su última consagración”.

[12873] 5. Relámpagos, voces y truenos son señales del poder de Dios (Ex. 19, 16; Sal. 28, 3 ss.). Las siete lámparas son los siete Espíritus que vimos en 1, 4. En adelante no se habla más de ellos (cf. 5, 11) y se los considera identificados con los siete ojos del Cordero (3, 1; 5, 6). Señalamos aquí, a título de curiosidad, una reciente hipótesis de Greslebin, según la cual este capítulo del Apocalipsis sería lo que se representa en la puerta del templo del sol en Tiahuanaco. Su autor cree haber encontrado veinticuatro coincidencias entre el texto bíblico y las esculturas precolombinas de dicho templo.

[12874] 8. Los cuatro vivientes aparecen como seres celestiales semejantes a aquellos que vieron los Profetas como Serafines (Is. 6, 2 s.) y Querubines (Ez. 1, 5 ss.). El libro de Enoc (71, 7) añade los Ofanim. Los innumerables ojos (v. 6; Ez. 1, 18) significan su sabiduría; las alas, la prontitud con que cumplen la voluntad de Dios. Más tarde se comenzó a tomar los cuatro animales como símbolos de los cuatro Evangelistas. Su himno es el Trisagion (Is. 6, 3; cf. Enoc 39, 12). Que viene: aquí se trata del Padre (v. 3). Cf. 21, 3.

[12875] 9 ss. Pirot hace notar que en adelante “el Trono será colocado, según la tradición de Is. 6, 1, en el interior de un Templo celestial (7, 15), prototipo del terrestre (Ex. 25, 40; Hb. 8, 5) con un altar de los holocaustos (6, 9), un altar de los perfumes (8, 3) y sin duda un Santo de los santos con su Arca de la Alianza (11, 19)”. Añade que “esta porción del Templo será sin duda la residencia de la divinidad”.

[12876] 1. Casi todos los intérpretes antiguos entienden por este Libro la Sagrada Escritura, principalmente el Antiguo Testamento, cuyas figuras y profecías referentes a Cristo eran antes difíciles de entender. Así, por ej. Orígenes ve descubiertos en él los acontecimientos predichos en el Antiguo Testamento, los cuales tan solo después de la Resurrección comenzaron a ser comprendidos. Allo opina más bien que en el Libro se contiene “toda la escatología” (cf. 4, 1 y nota). Los siete sellos que lo cierran señalan su carácter arcano (cf. Is. 29, 11; Ez. 2, 9). El misterioso número siete se repetirá en las siete trompetas (8, 2), las siete copas (15, 1 ss.) y también en los siete truenos (10, 3), etc. Cf. v. 6 y nota.

[12877] 5. El León de la tribu de Judá: Cristo, como hijo de David de la tribu de Judá. Véase la profecía de Jacob acerca de Judá en Gn. 49, 9 y las notas a Ez. 21, 27 y Am. 3, 4. La raíz de David (cf. 22, 16); título también mesiánico, tomado de Is. 11, 10. Cf. Rm. 15, 12; Ef. 1, 10; Ap. 11, 15; Sal. 95-99.

[12878] 6. El Cordero inocente y santo de Jn. 1, 29 es aquí el poderoso e irritado. Cf. 6, 16 s. (Lagrange, Pirot). Los siete cuernos representan la plenitud del poder; los siete ojos, la plenitud del saber (cf. 1, 4; 4, 5; Za. 3, 9 y notas). En el cielo conserva aún el Redentor las señales gloriosas de su Muerte (cf. Luc. 24, 39; Jn. 20, 27), según lo expresa S. Juan con las palabras Cordero como inmolado (cf. 1 Co. 5, 7, usado en la liturgia de Pascua). Por eso Él es el único que se hizo digno de abrir el Libro (v. 9). Cf. Lc. 24, 26 y 46 s. Un fresco del benedictino chileno Dom Pedro Subercaseaux, reproducido en nuestra edición popular del Evangelio, ha representado, con gran acierto, en un ambiente de transparente luminosidad, esta escena que hoy se vive en el Santuario celestial (Hb. 10, 19 s. y nota), poniendo en los brazos del Padre a Jesús crucificado (el Cordero inmolado) que le ofrece su Sangre para interceder por nosotros (Hb. 7, 24 s.) y que lleva, aunque está vivo, la lanzada que le dieron después de muerto (Jn. 19, 33 s.) con lo cual se indica que se trata del Señor ya en el cielo, glorificado por el Padre después de su Resurrección y Ascensión. Cf. Mc. 16, 11; Sal. 2, 7 y notas.

[12879] 7. El gran artista Alberto Durero, en una de sus célebres ilustraciones del Apocalipsis, combina este pasaje en que el Cordero recibe el Libro de los Siete Sellos de manos de su Padre Dios, con el pasaje del profeta Daniel (cap. VII), donde el Hijo del hombre recibe del “Anciano de Días” la potestad eterna, en virtud de la cual todos los pueblos le servirán. Es de admirar la fusión que el artista hace de ambas escenas, al punto de que los millares y millones de seres que en Daniel rodean el trono del Anciano de Días, son sustituidos por la misma asamblea de los seres animados y de los veinticuatro ancianos que rodean esta escena del Apocalipsis. Se advierte también, debajo del trono, hacia la izquierda, la figura siniestra de Satanás que sale huyendo, con lo cual el autor muestra una vez más su conocimiento de las Escrituras, al relacionar nuevamente con Daniel (que profetiza el levantamiento del “gran Príncipe San Miguel”, en el capítulo doce) la derrota de la antigua serpiente o dragón, Satanás, y su precipitación a la tierra, que el Apocalipsis anuncia como resultado del triunfo de San Miguel (véase Ap. 12, 7 ss.). Cf. 13, 2 y nota.

[12880] 9. Un cántico nuevo: ¡Y tan nuevo! Como que celebra no ya solo la obra de la Redención, como lo hizo el mismo Juan en 1, 5 y 6, sino también, por fin, la plena glorificación del Redentor en la tierra (Hb. 1, 6 y nota) Vanamente esperada desde que Él se fue. Cf. Ap. 14, 3; Sal. 95, 1 y 97, 1 y notas.

[12881] 10. Reino y sacerdotes. Véase 1, 6; 1 Pe. 2, 9 y notas. Cf. Ex. 19, 6; Is. 61, 6; Rm. 8, 23.

[12882] 11. Millares de millares: Cf. v. 7 y nota; Dn. 7, 10.

[12883] 12. Nótese la septiforme alabanza de los ángeles, que nos recuerda que Jesús completa la obra de la creación con los siete dones del Espíritu Santo. Vemos siempre reaparecer los números místicos o sagrados, especialmente 7 y 4 (v. 1 y nota). Aquí los habitantes del cielo dividen el pensamiento en siete miembros y los de la creación natural en cuatro (v. 13).

[12884] 1. Vi cuando el Cordero abrió: Así se dice también en la apertura del sexto sello, a diferencia de los demás (cf. v. 12 y nota). Charles ha mostrado “que a sucesión de los sellos corresponde, a las de las señales del fin en el pequeño apocalipsis sinópico de Mc. 13, Mt. 24, Lc. 21”. ¡Ven! Este llamado, que en el original no está seguido por las palabras: y verás (como en la Vulgata), no se dirige a Juan sino al primero de los cuatro jinetes, como una orden de ponerse en marcha, del mismo modo que en los vv. 3, 5 y 7.

[12885] 2 ss. Este primer jinete sería, en la opinión antigua, el mismo Cristo. Según Allo, si no es el Verbo mismo, como en 19, 11, es por lo menos el curso victorioso del Evangelio a través del mundo. Así lo vio también Loisy, dice Gelin; pero, si así fuera, ¿cómo conciliar ese triunfo del Evangelio con todo el cuadro catastrófico de la escatología apocalíptica y las palabras de Jesús en Mt. 24, 9 ss., Lc. 18, 8; Jn. 15, 20 s.; 16, 2 s., etc.? Buzy y otros ven aquí al ángel de la guerra, en tanto que Fillion hace notar que, faltando todavía muchas calamidades antes de la Venida de Cristo en el cap. 19 (cf. 2 Ts. 2, 3 ss.), este guerrero cuyo caballo blanco imita al de Jesús en 19, 11, “personifica la ambición y el espíritu de conquista que ocasionan tantos dolores”. Adherimos a esta opinión que hoy parece ser comprobada en lo espiritual y aun en lo temporal por la historia contemporánea, y hacemos notar a nuestra vez, frente a opiniones tan diversas, cuán lejos se está de haber agotado el estudio de la Sagrada Biblia y cuán necesario es por tanto proseguirlo según las exhortaciones de Pio XII en la Encíclica “Divino Afflante”. Los cuatro caballos recuerdan la visión de Za. 1, 8; 6, 1 ss. donde, como bien dice Pirot, simbolizan calamidades contra los enemigos del pueblo de Israel y no es verosímil que en los tres septenarios —sellos, trompetas, copas (cf. 5, 1 nota)— solo un elemento sea heterogéneo. ¿No hemos de ver, pues, con varios modernos, en este jefe conquistador semejante al de Daniel (Dn. 7, 21 y 25; 9, 26 s., etc.), al mismo Anticristo del cap. 13? Los colores de los caballos señalan, en la terminología de los apocalípticos, los cuatro rumbos o partes del mundo: banco, el oriente; bermejo, el norte; negro el sur; pálido, el oeste; y al mismo tiempo simbolizan los grandes acontecimientos y plagas que provocan sus jinetes. El caballo color de fuego significa la guerra; el negro, el hambre; en el pálido, el nombre de la muerte representaría la peste (Fillion, Buzy, Gelin), mientras el Hades o Scheol, personificado como en 20, 14, sigue detrás para recoger las víctimas.

[12886] 4. Cf. Is. 34, 5; Mt. 24, 6 s. Otra gran matanza se ve también en la 6ª trompeta (9, 15 ss.), pero es dirigida por ángeles.

[12887] 6. A un peso (equivalente de un denario), es decir, trece veces más del precio normal (cf. Ez. 4, 16). Pirot hace notar que esta carestía no era desconocida en tiempo de S. Juan por haber sido cada vez más descuidado el cultivo del trigo a causa de que el Estado romano se había hecho comprador y distribuidor del cereal y los pequeños propietarios se dedicaron a plantar viñas, de lo cual resultó un precio ruinoso para el vino, hasta que Domiciano, según Suetonio, prohibió aumentar los viñedos y mandó destruir por lo menos la mitad de lo existente.

[12888] 9 s. Degollados: es el mismo término empleado para el Cordero en 5, 6. Estas almas, separadas del cuerpo, son representadas descansando en el cielo debajo de un altar semejante al de los holocaustos en el Templo de Jerusalén, lugar que les es dado sin duda por cuanto han sido sacrificadas como víctimas de holocausto. ¿Son estos cristianos, o también israelitas del A. T.? No lo dice como en otros pasajes (cf. 7, 4 ss.). Una de las grandes llaves para entender el Apocalipsis es esa distinción, a veces difícil y a veces olvidada, considerando el Apocalipsis un Libro exclusivo de los cristianos de la gentilidad, pues desde que S. Pablo anunció a los judíos rebeldes que la salvación pasaba a los gentiles (Hch. 28, 28). Israel como tal desapareció de los escritos neotestamentarios, salvo en la gran carta paulina a los Hebreos, cuya fecha no ha podido fijarse con exactitud y que algunos creen anterior a ese episodio. Como bien observa Pirot, Juan es aquí lo que los judíos llamaban un paitán, es decir, que habla continuamente con palabras de los profetas, al punto de que tiene más citas del A. T. que versículos (cf. introducción). Debe, pues, tenerse en cuenta el carácter especial de este Libro, que es una profecía escatológica en la que Juan —declarado “Apóstol de la circuncisión”, como Pedro y Santiago (Ga. 2, 8-9)— hace actuar ya el misterio de la conversión de Israel, que S. Pablo y el mismo Juan anunciaron para los últimos tiempos (Rm. 11, 25 s.; Jn. 19, 37; Za. 12, 10; Ap. 1, 7) y nos presenta, entre otros misterios, la misión de Elías, que es para Israel (Mal. 4, 5 s. y nota) y del cual dijo Jesús: “Ciertamente Elías vendrá y lo restaurará todo” (Mt. 17, 11). Así, pues, muchos puntos aún oscuros se aclararían sin duda el día en que pudiéramos distinguir netamente los que se refieren y los que no se refieren a Israel (cf. 7, 2 y 8 notas). Sobre el altar celestial, cf. 4, 9 y nota; 8, 3; Hb. 13, 10.

[12889] 10. Santo y Veraz, es decir, Cristo. Véase 3, 7; 19, 11; Za. 1, 12; Sal. 78, 10 s. Un autor moderno hace notar que esta súplica de los mártires, el primero de los cuales es S. Esteban, que murió pidiendo perdón para sus verdugos, está concebida en la forma de las imprecaciones de los Salmos. Ello se explica porque aquí se trata del tiempo de la justicia, como antes fue el de la misericordia (cf. Is. 61, 1 s. y nota). De ahí también el nuevo aspecto del Cordero (5, 6 y nota). Lo que desean estos santos es la resurrección de sus cuerpos (S. Gregorio Magno) como se verifica en la visión del cap. 20, comprendiendo sin duda a todos los que sufrirán el martirio bajo el Anticristo (20, 4). Entretanto vemos aquí (lo mismo que en IV Esd. 4, 35) cómo las almas, aun de los salvados, suspiran por la plenitud de su destino (cf. Fil. 3, 20 s.). Combinando el presente pasaje con 12, 7-17; 2 Co. 5, 8 y 2 Pe. 3, 9, puede explicarse la causa que demora la Venida de Cristo. Cf. 2 Ts. 2, 6 ss.

[12890] 11. La túnica blanca (o estola) es como una prenda cierta del triunfo definitivo (cf. 3, 4; 7, 9; 19, 14). Pero estas oraciones de los santos son las mencionadas en 8, 3-5, como causa de las tribulaciones que caerán sobre la tierra en el séptimo sello para apresurar el final (cf. v. 12 ss.; 8, 1 y notas). Esto confirma, a la luz de S. Pablo, lo que hemos dicho más arriba sobre el primer jinete (v. 2 ss.), pues lo que detiene la liberación de estas almas es la necesidad de que primero venga la apostasía —o “el misterio de la iniquidad que ya obra” desde entonces (2 Ts. 2, 7)— y luego se haga manifiesto el Anticristo (ibíd. v. 3); y es necesario que este se revele abiertamente (ibíd. v. 8), dando lugar para que pueda ser eliminado por la manifestación de la Parusía (ibíd. v. 8; cf. 19, 19 ss.). De ahí que el ven del primer sello (v. 1 s.) sea “el momento esperado y decisivo para la consumación del misterio de Dios” (10, 7) lo mismo que vemos en 13, 1.

[12891] 12 ss. Algunos consideran que este sello, el 6º en orden de colocación en el libro, no es abierto sino después del 7º (8, 1), porque la gran tribulación (7º sello) es necesariamente anterior a las catástrofes cósmicas que aquí se anuncian y que preceden inmediatamente a la Parusía (v. 17). El Señor dice en efecto que el oscurecimiento del sol, etc., se verificará “inmediatamente después” de la tribulación (Mt. 24, 29; Mc. 13, 24); que la Parusía vendrá a continuación de aquellos fenómenos (Lc. 21, 25); que las persecuciones contra los justos serán “antes de todo eso” (Lc. 21, 11-12). Es de observar que S. Juan, a diferencia de los otros sellos, dice aquí “yo vi cuando él abrió”, lo cual podría ser una visión anticipada del fin. Y parece confirmarlo el hecho de que en 7, 14 (bajo el 6º sello) nos muestra ya a elegidos y a los que vienen de la gran tribulación, como si las calamidades del 7º sello hubiesen ya pasado. Según ello, estas serían la respuesta de Dios a la oración clamorosa de los santos del 5º sello (6, 9-11), y así lo vemos en 8, 3-5. Quedaría también explicado así el silencio de media hora en el cielo (8, 1), fenómeno que nadie aclara y que consistiría simplemente en que cesaba de oírse aquel clamor de los santos (6, 10). La media hora sería el poco de tiempo de reposo que se les indicó en 6, 11. Gelin, que ha observado este fenómeno (cf. 8, 1 y nota), dice: “Juan utiliza el esquema sinóptico en el cual parece haber querido introducir este orden general: plagas sociales (1º a 5º) y luego las cósmicas (6º). Ha encerrado varias plagas en el 6º sello para poder derivar hacia el 7º, que está vacío, la segunda serie de calamidades”. Pero no se entiende cómo podrían continuar estas pruebas si la Parusía tiene lugar al fin del 6º sello. En todo caso, los acontecimientos escatológicos, de que habla San Pablo (1 Ts. 4, 15 s.) no podrán ser anteriores a la gran tribulación o período del Anticristo, como dice cierta exégesis protestante, sino que se refieren, como está anunciado, únicamente a la Parusía, en la cual los muertos y “los que quedemos”, seremos, cuando Él descenderá del cielo (ibid. v. 16), arrebatados a su encuentro para estar con Él siempre (ibid. v. 17) y no solo por un período. Esto explicaría, finalmente, la existencia de justos sobre la tierra en tiempos del Anticristo (cf. 13, 7; 20, 4), de modo que la promesa que Jesús hace a sus amigos de escapar a todas las calamidades (Lc. 21, 36), repetida a la Iglesia de Filadelfia (3, 10), ha de explicarse como una especial protección, mediante la cual “no perecerá ni un cabello de nuestra cabeza” (Lc. 21, 18). Véase, p. ej., 12, 6 y 14. En cuanto a los sucesos aquí anunciados, véase los vaticinios de Jesucristo sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del siglo en Mt. cap. 24 y en Lc. cap. 21. Cf. Is. 24, 19 ss.; Os. 10, 8; Joel, 2, 30-31; 3, 12-15; Am. 8, 9 s.

[12892] 16. Sobre la ira del Cordero, véase 5, 6 y nota. En cuanto al gran día del furor, algunos suponen que es contra Israel como en Am. 5, 18, porque en 7, 1-8 se trata de sellar a aquellos de las doce tribus que abrían de librarse de ese día. Sin embargo, en el v. 15 se ve que se trata más bien de reyes de todas las naciones como en Sal. 109, 5 s. ¿Quién puede estar en pie? Cf. Sal. 1, 5 y nota.

[12893] 2 ss. Este sello recuerda la orden de Dios dada en Ez. 9, 4. Cf. también 9, 4; 14, 1; 22, 4; Ex. 12, 23; Is. 44, 7. Las cifras 12.000 y 144.000 pueden ser simbólicas, para significar una gran muchedumbre, si bien no podemos asegurarlo, pues, como dice S. Crisóstomo, “cuando la Escritura alegoriza, nos advierte ella misma que alegoriza”. Cf. 21, 16 y nota. No concuerdan los exégetas en la explicación de este pasaje, aunque todos reconocen que el sello es la señal de elección y salvación. La diferencia consiste en puntualizar cuáles sean los salvados y explicar el carácter de su salvación contra las calamidades de la tierra y del mar (cf. 12, 14 ss.). Orígenes cree que se refiere a todos los cristianos, en tanto que otros ven aquí solamente los salvados del judaísmo, los que con la predicación de Elías se convertirán a la fe (Scío, Nácar-Colunga, etc. Véase v. 8; cf. 6, 9 s. y notas; 12, 1 ss.). Tampoco hay unanimidad sobre si los 144.000 de este capítulo son los mismos que los del cap. 14, 3. En general se cree que no, pues de aquellos no se dice que sean de Israel y además aparecen sobre el monte Sión, como quitados de la tierra, en tanto que aquí vemos una escena terrestre. Cf. Hb. 12, 22 ss.

[12894] 4. Aparecen aquí, primera y última, respectivamente, como abrazando a las demás tribus, las de Judá y Benjamín, que antes formaban juntas el Reino meridional de Judá y que en la visión de Ezequiel ocupan la parte central de la Tierra Santa abrazando entre ambas la porción del príncipe (cf. Ez. 48, 22).

[12895] 5. La tribu de Judá es la primera nombrada por ser la del Mesías.

[12896] 6. Manasés ocupa aquí el sexto lugar que correspondería a la tribu de Dan. Se trata quizá de un error de copia, pues el v. 4 se refiere a todas las tribus de los hijos de Jacob, y sabemos que Manasés no era hijo sino nieto, y no tendría por qué aparecer aquí, pues ya figura su padre José, ni se explicaría en todo caso su mención sin la de su hermano Efraín. No tiene fundamento serio la antigua creencia de que esta ausencia de la tribu de Dan respondía a que de ella hubiese de salir el Anticristo, pues se apoyaban en textos como Gn. 49, 17 y Jr. 8, 16 que nada tienen que ver al respecto.

[12897] 8. “Todos ellos, dice Jünemann, son israelitas convertidos al fin del mundo y sellados con el martirio y víctimas del Anticristo”. Integrarían así el número de los mártires de 6, 11 y de allí que su elección aquí siga inmediatamente al clamor de aquellos (6, 9), pues se hace antes de los grandes cataclismos (v. 3; cf. 6, 12 ss. y nota). Según esto, a “las reliquias de Israel” o grupo fiel de los hebreos que formaron la Iglesia en sus comienzos (Rm. 11, 5) correspondería también este otro grupo fiel de los últimos tiempos, convertido aquí “por pura gracia” (Rm. 11, 6), quizás antes de la predicación de los dos testigos (cap. 11) y en todo caso antes de la conversión total de Israel (Rm. 11, 25 ss.).

[12898] 9. Si los vv. 4-8 se refieren exclusivamente a los salvados del pueblo judío, aquí se alude en cambio a innumerables cristianos que vienen “de todas las naciones”, o sea de la gentilidad, por lo cual los intérpretes refieren a los cristianos todo este capítulo. La Liturgia aplica los vv. 9-12 como Epístola en la Misa de Todos los Santos. Según Tertuliano se trataría de los salvados en tiempos del Anticristo (cf. 12, 6 y 14 y nota a los vv. 2 ss.). Las túnicas blancas y palmas y lo dicho en el v. 19 sobre la tribulación los vincula con los sacrificados de 6, 11, por donde parecería que aquí se ha completado el número que allí se anuncia. No, puede negarse, sin embargo, la concordancia del v. 17 con 21, 4, ni la del v. 15 con 21, 3 y 22, 3 que parecen tener un alcance más general.

[12899] 14. Cf. 6, 12 ss. y nota. Sobre esta tribulación, véase las palabras de Jesús en su discurso escatológico (Mt. 24, 31). Cf. Dn. 12, 1 y notas.

[12900] 16 s. Véase 21, 4; Sal. 22, 2; Is. 25, 8; 49, 10; Jr. 2, 13; Ez. 34, 11 ss. “Jesucristo será su pastor que los llenará de bienes, los apartará de todo mal y los conducirá a la misma fuente de la vida que es la visión pura de Dios” (Scío).

[12901] 1. Véase la probable explicación de este silencio en la nota a 6, 12 ss. Según ello, esta escena sería la continuación del 5º sello y el silencio sería el de los santos que allí clamaban y ahora esperan los acontecimientos que se describen de aquí en adelante. Según otros, el silencio sería simplemente la interrupción de las alabanzas de 4, 8 ss., 5, 8 ss., mas no explican el motivo de ella. Pirot reconoce que “aquí esperábamos el desenlace final y solo vemos un final de acto”, y añade que “la apertura del 7º sello permite la introducción de una nueva serie de catástrofes”, cosa que no parece posible según las expresiones de nuestra citada nota de 6, 12 ss. Cf. v. 3 y nota.

[12902] 2. En Tob. 12, 15 se habla también de los siete ángeles. El libro de Enoc (20, 2-8) los nombra así: Uriel, Rafael, Raguel, Saraquiel, Gabriel, Remeiel. Las trompetas son señal de Juicio (Is. 27, 13; Jl. 2, 1; Mt. 24, 31; 1 Co. 15, 52; 1 Ts. 4, 16).

[12903] 3. Véase 5, 8 y nota. Los perfumes que el ángel recoge aquí son las oraciones de los santos que piden la venganza de su sangre en 6, 9 s. Sin ello sería difícil explicarse cómo las oraciones de los santos de la tierra pueden producir tales calamidades sobre ella.

[12904] 5. Del fuego del altar: de los perfumes (cf. Is. 6, 6). Lo arrojó: cf. Ez. 10, 2. Los truenos, etc., marcan el final de los sellos y también el de las trompetas (11, 19) y el de las copas (16, 18).

[12905] 6 ss. Las siete trompetas son otras tantas plagas y recuerdan las de Egipto (Ex. caps. 17 ss.). S. Ireneo y Lactancio las interpretan en sentido literal. S. Agustín solo como metáfora de grandes azotes y castigos.

[12906] 7. Cf. Ex. 9, 24; Jl. 3, 3.

[12907] 8 s. Cf. Ex. 7, 20; Sof. 1, 3.

[12908] 10. La caída de esta estrella, que simboliza a un ángel con nombre de amargura (v. 11; cf. Enoc 86, 1 ss.), hace pensar en a palabra de Jesús que comparó la caída de Satanás con la de una estrella (Lc. 10, 18). Véase 9, 1 y nota. Cf. 12, 9 ss.

[12909] 11. “En IV Esd. 5, 9 se señala un cambio semejante como signo del fin —«en las aguas dulces se encontrará sal»— así como a la inversa el mismo Mar Muerto se convertirá en sano en los tiempos mesiánicos (Ez. 47, 8). Pirot.

[12910] 13. Los tres ayes indican que las tres plagas que siguen serán más espantosas que las cuatro que preceden (9, 12; 11, 14; 12, 12; cf. Ez. 9, 8). El águila representa probablemente un ángel, como lo dicen expresamente algunos códices griegos.

[12911] 1. Aunque hay otras opiniones sobre ángeles buenos, parece claro que esta estrella es la que cayó en la tercera trompeta (8, 10 y nota). Aquí Satanás se pone en campaña, abriendo el pozo del abismo, lo cual parece ser lo mismo que desencadenar a los demonios. Cf. Lc. 8, 31. En 20, 1 ss. lo veremos a él encerrado en ese abismo.

[12912] 3 ss. También en el Antiguo Testamento las langostas son anunciadas como ejecutoras de los juicios de Dios contra los moradores de la tierra. Véase Ex. 10, 12-15; Sb. 16, 9; Jr. 51, 14; Jl. 1, 4 ss.; 2, 2 ss. El encargo que se les da en los vv. siguientes, y su descripción, muestran que son demonios. Ya en la antigua Babilonia, p. ej., en la leyenda de Gilgamesch algunos demonios son representados en forma de hombres-escorpiones.

[12913] 4 s. Que no tuviesen sello de Dios: cf. 7, 2 ss. y nota; Lc. 21, 36. Por cinco meses: se ha observado que las plagas de langostas suelen extenderse en Asia por espacio de cinco meses.

[12914] 6. Cf. Is. 2, 19; Os. 10, 8; Lc. 23, 30.

[12915] 9. El ruido de una manga de langostas es parecido al de los carros de guerra, como dice ya el profeta Joel al describir una plaga de langostas que devastaba a Palestina (Jl. 2, 5). Muchos han creído ves aquí alguna monstruosa arma de guerra ultramoderna. Pero no ha de olvidarse que salieron del pozo del abismo (v. 2).

[12916] 11. Abaddon, equivalente de infierno, significa en hebreo exterminio o ruina (en griego: apó’eia). Cf. Jb. 26, 6. Así se llama también el jefe del infierno, cuyo oficio consiste en la destrucción de los hombres, porque “los ángeles buenos o malos suelen tomar su nombre de aquel ministerio en que se ocupan” (S. Gregorio Magno).

[12917] 12. Sobre los tres ayes, cf. 8, 13 y nota.

[12918] 14. El Eúfrates era el límite oriental del Imperio Romano y del mundo civilizado. Véase 16, 12.

[12919] 15 s. Puede tratarse muy bien de cuatro ángeles malos, pues están encadenados (cf. Tob. 8, 3). Las innumerables tropas de a caballo que producen tan enormes matanzas parecerían simbolizar las grandes guerras mundiales, que ya nos hemos acostumbrado a ver como características de nuestro tiempo (cf. 6, 2 y nota). Las cifras, como en todo el Apocalipsis, significan la inmensa magnitud de las catástrofes, aun cuando no se las tome en sentido aritmético, si bien ante los pavorosos “progresos” de la humanidad en esa materia, ya no nos sorprenden tales cifras que a los antiguos parecían siempre simbólicas.

[12920] 20. Ni siquiera con estos castigos en que perece una tercera parte de los hombres (v. 18) se obtiene el arrepentimiento de los malos que quedan con vida. La tremenda comprobación se repite en 18, 9 y 11. Solo en 11, 13, cuando los dos testigos resucitados suben al cielo a la vista de todos se habla de un arrepentimiento cuyo alcance ignoramos. Dolorosa confirmación de la pertinacia humana, que empezó en el Paraíso y no terminará nunca mientras pueda tomar el partido de Satanás contra Cristo, como se ve en 16, 14; 19, 19 y hasta en 20, 7. Bien lo anunció ya el mismo Jesús (cf. Lc. 18, 8; Am. 4, 8 y nota).

[12921] 1. Juan había sido raptado al cielo en 4, 2. Se considera que desde este momento está de nuevo en la tierra. Vemos que entre la sexta trompeta (9, 13) y la última (11, 15) hay una interrupción en el Libro, como entre el 6º y el 7º sellos (6, 12 ss. y notas). Otro ángel poderoso: como el de 5, 2. Según observa Fillion, su aspecto recuerda el de Jesús transfigurado (1, 16; Mt. 17, 2), por donde se ve que no podría simbolizar a ningún personaje humano, cosa que no sucede nunca ni en el Apocalipsis ni en toda la Biblia (cf. 1, 20 y nota), y que se confirma por toda su actitud en este capítulo (cf. v. 6 s.). El que sea poderoso ha hecho pensar que pudiera tratarse de Gabriel, cuyo nombre significa fuerza de Dios.

[12922] 3 s. Los truenos, que según la Biblia indican la voz de Dios (Sal. 28, 1 ss.; Jn. 12, 28 s.), suenan como para ratificar la autoridad del ángel, que tal vez se dirigió a ellos, pero además expresan algo inteligible, puesto que Juan se disponía a escribirlo (v. 4), según se le ordenó al principio (1, 11 y 19). La prohibición de hacerlo esta vez —cosa excepcional en todo el Apocalipsis (cf. 1, 3; 22, 10; Dn. 12, 4 y 9)— no le es dada por la misma voz de los truenos, ni por la del ángel, sino por una voz del cielo, la misma del v. 8. “¿Qué misterio encierra esta reserva absoluta, inesperada para los desaprensivos?”

[12923] 5 s. Alzó su mano: para jurar. No habrá más tiempo: o sea más plazo, pues va a terminar la presente dispensación temporal y a cumplirse los anuncios escatológicos de los profetas (v. 7). Cf. Lc. 21, 24.

[12924] 7. El misterio de Dios quedará consumado: “Desde ahora se sabe que el momento de la consumación será marcado por la séptima trompeta (3er. ay: 11, 15-19), que introduce todo el período final. Este período verá el advenimiento efectivo y reconocido de la soberanía divina. Satanás y sus agentes los Anticristos serán destruidos (11, 17-18)... Plan grandioso llamado, en razón de su carácter secreto, el misterio de Dios. Se halla en Ef. 1, 9-11 y Col. 2, 2 la misma expresión y concepción: el plan divino comporta la unificación de todas las cosas bajo el Cristo que las reúne (anakefalaiósastai)... La demora para ese final, fuertemente marcada aún en 6, 11 y 7, 1-3, desaparece ya” (Pirot). Sobre esto, que S. Pablo llama por antonomasia el misterio, véase Mt. 24, 14; Rm. 16, 25; Ef. 1, 1 ss.; 3, 1-12; Col. 1, 26; 1 Pe. 1, 10 ss. y las notas respectivas. Cf. Hch. 3, 20 s.; 15, 14 ss. y notas. Sobre la séptima trompeta cf. 11, 15.

[12925] 8 ss. La voz del cielo: cf. v. 3. El libro en el v. 2 es llamado librito. Comer el libro recuerda a Ez. 2, 8 s.; 3, 1 y simboliza que el Apóstol ha de enterarse por completo de su contenido. Su gusto dulce (cf. Jr. 15, 16) y luego amargo, significa la dulzura de la divina Palabra y el horror del santo Apóstol al contemplar en espíritu, como en 17, 6 y como Jesús en Getsemaní, los abismos de la apostasía y sus castigos. Scío ve en este libro el Evangelio que hubiese de ser predicado de nuevo (v. 11) con la buena nueva del Reino, precisamente antes de la consumación mencionada en el v. 7 (Mt. 24, 14). Los modernos ven más bien las profecías que siguen desde la séptima trompeta (cf. 11, 15, etc.), lo cual en definitiva es un desarrollo de lo anunciado por Jesús en sus predicaciones escatológicas. Pirot considera, en este sentido, que el librito debe comprender las visiones que siguen y “que tienen el color político de los caps. 11 a 20; en particular los reyes aludidos no pueden ser sino los de 17, 10 y 12”.

[12926] 11. Es menester que profetices de nuevo: Apoyados en este texto, en Jn. 21, 22 s. y en Mt. 16, 28, creían algunos que S. Juan el Apóstol y Evangelista no había muerto todavía y que vendría personalmente, como los dos testigos del cap. 11, para predicar y morir. Así S. Hilario, S. Ambrosio, S. Gregorio Nacianceno, S. Francisco de Sales, etc. Si bien los teólogos modernos no atribuyen mayor importancia a esta interpretación, algunos autores piensan, como Nácar-Colunga, que: “Esta nueva profecía mira a las naciones y a Israel mismo, que deben sufrir un juicio divino antes de cumplirse el misterio de Dios o sea el misterio del Mesías”. Por su parte González Maeso da por seguro que si San Juan no viene personalmente a cumplir esa predicción, su profecía será entonces leída en todos los pueblos y naciones para dar cumplimiento a la promesa divina”. Véase 14, 6 y nota.

[12927] 1. Fillion inicia el comentario de este capítulo haciendo notar que “es en él donde hallamos indicada la suerte que espera al pueblo judío” y observa que la mención del Templo de Dios (v. 2) nos muestra al Templo de Jerusalén y la operación de medir recuerda la de Ezequiel (cf. Ez. 40, 3 ss.; 41, 13; 42, 16), siendo de notar que no puede tratarse del Templo histórico, pues este había sido destruido por los Romanos el año 70, es decir, casi treinta años antes que S. Juan escribiera el Apocalipsis. “El Templo de Dios, que hasta ahora era el templo celestial se aplica al templo de Jerusalén (v. 1); esta ciudad es llamada la Ciudad Santa (v. 2), expresión que designa a la Jerusalén celestial en 21, 2 y 10; 22, 19; asimismo se llama a Jerusalén la gran ciudad (v. 8), designación técnica de Roma (16, 19; 17, 18; 18, 10); en fin, los habitantes de la tierra (v. 10) son los Palestinos, en tanto que la expresión se aplica de ordinario al conjunto de los gentiles” (Pirot). Una caña: cf. 21, 15; Za. 2, 2.

[12928] 2. A los gentiles: Así lo anuncia Jesús en Lc. 21, 24, añadiendo que ello será hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido. Cuarenta y dos meses, espacio que corresponde a los 1.260 días del v. 3 y de 12, 6; a los tres tiempos (años) y medio de 12, 14 y a los cuarenta y dos meses de 13, 5 (cf. v. 6 y nota). Buzy, citando a Dn. 9, 27, hace notar que este hecho pertenece a la última semana de Daniel. Gelin observa igualmente que el texto viene de Dn. 7, 25 y 12, 7. Cf. Dn. 12, 11 y 12.

[12929] 3. Los intérpretes antiguos ven en los dos testigos a Elías y a Enoc, que habrían de venir para predicar el arrepentimiento (cf. Si. 44, 16; 48, 10; 49, 16 y notas). Hoy se piensa más bien en Moisés y Elías (Simón-Prado), los dos testigos de la Transfiguración (Mc. 9, 1 ss. y notas) que representan “la Ley y los Profetas”; y es evidente la semejanza que por sus actos tienen con aquellos estos dos testigos (v. 5 s. y notas), siendo de notar que Moisés, según una leyenda judía que trae Josefo, habría sido arrebatado en una nube en el monte de Abar. Por otra parte, y sin perjuicio de lo anterior, Bossuet ve en los dos testigos la autoridad religiosa y la civil y en tal sentido es también evidente la relación que ellos tienen con “los dos olivos” de Zacarías, que son el príncipe Zorobabel y el sacerdote Jesús ben Josedec (véase Za. 4, 3 y 11 s.; Si. 49, 13 ss. y notas). Ello podría coincidir con los muchos vaticinios particulares sobre el “gran monarca” que lucharía contra el Anticristo de consuno con la autoridad espiritual, ya que también las dos Bestias del Apocalipsis presentan ambos aspectos: el político en la Bestia del mar (13, 1 ss.) y el religioso en el falso profeta que se pondrá a su servicio (13, 11 ss.).

[12930] 4. Los dos olivos: alusión evidente a Za. 4. Véase la nota anterior.

[12931] 5. Alusión a Elías (2 R. 1, 10 y 12).

[12932] 6. Alude igualmente a Elías, en cuyo tiempo no hubo lluvia (1 R. 17, 1) y a Moisés que convirtió el agua del Nilo en sangre (Ex. 7, 19). Algunos han pensado sin embargo que Moisés y Elías son más bien las dos alas referidas en 12, 14. Con respecto al primero, dice un autor que la cifra de tres años y medio (los 42 meses del v. 2) “ha tomado la significación alegórica de tiempo de crisis, sentido de tal modo tradicional que St. 5, 17 y Lc. 4, 25 se sirvieron de él para señalar la duración de una sequía que en realidad no duró sino tres años”. Notemos que el texto que narra el fin de aquella sequía en 1 R. 18, 1 se armoniza muy bien con los citados, si se entiende, según la versión más exacta, que Dios ordenó la lluvia “pasados ya muchos días del año tercero” o sea cuando estaban muy excedidos los tres años. Así lo entendieron sin duda tanto Jesús como el Apóstol Santiago al hablar de este episodio en os citados pasajes.

[12933] 7. La bestia que sube del abismo simboliza al Anticristo y su aparición se anticipa aquí, pues solo se tratará de ella en el cap. 13. Ello muestra de nuevo que dicho capítulo se vincula cronológicamente al presente.

[12934] 8. En la plaza: más exacto que en las plazas (Vulgata). Sodoma y Egipto, figuras del mundo enemigo de Dios, son aquí nombres dados a esa Jerusalén pisoteada (v. 2). Véase Is. 1, 10; Jr. 23, 14; Ez. 16, 46.

[12935] 10. El mundo, adulado por sus falsos profetas, se llena de júbilo creyendo verse libre de aquellos santos cuyos anuncios no podía soportar (cf. Jn. 7, 7; 15, 18 ss.). Pronto se verá su error, como lo demuestran las plagas que siguen.

[12936] 13. Dieron gloria: cf. 14, 7 y 16, 9. Contraste con 9, 20 s. “Se admite bastante comúnmente que este rasgo anuncia la conversión futura de los judíos, predicha de igual modo por S. Pablo en Rm. 11, 25 ss. En el Nuevo Testamento el título de Dios del cielo no aparece más que aquí y en 16, 11. Cf. Dn. 2, 18 y 44” (Fillion). Véase 7, 2 ss. y nota.

[12937] 14. Sobre los tres ayes véase 8, 13 y nota. Después de la intercalación que separa como siempre las unidades 6ª y 7ª de cada serie (cf. 10, 1 y nota) sigue aquí el relato interrumpido en 9, 21. Ahora, dice Pirot, “va a realizarse el misterio de Dios (cf. 10, 7), su soberanía efectiva y la del Cristo que de antemano se ha visto como cumplida”.

[12938] 15. Cf. 9, 13; 10, 7, y nota. Ante el reino de Cristo que llega, los cielos prorrumpen en júbilo. Muchos expositores creen que aquí se trata del triunfo de Jesús sobre el Anticristo (cf. 19, 11-20) a quien Él matará “con el aliento de su boca y con el resplandor de su venida” (2 Ts. 2, 8). Es decir, que este v. es el antípoda de Jn. 14, 30, donde Jesús declaró que el príncipe de este mundo es Satanás (cf. Jn. 18, 36). Entonces, después de la muerte del Anticristo, como comentan algunos SS. PP. e intérpretes, se convertirán los judíos, “no habiendo más obstáculo al establecimiento del reino completo de Dios y de Cristo sobre el mundo” (Fillion). Cf. Dn. 7, 14 y nota. Pirot señala como característica del estilo apocalíptico la falta de esperanza en el “siglo presente” para refugiarse en el “siglo futuro”. Podría extenderse esta característica a todos los escritos del Nuevo Testamento, siendo evidente que tener esperanza significa no estar conforme con lo presente (cf. Ga. 1, 4 y nota), pues quien está satisfecho con lo actual se arraiga aquí abajo (cf. Jr. 35, 10) y no desea que venga Cristo (22, 20). Lo que se teme no se espera, dice S. Pablo (Rm. 8, 24), y de ahí que a los mundanos parezca pesimista el Evangelio no obstante sus maravillosas promesas eternas, como aquellos “que no pueden perdonarle a Cristo que haya anunciado la cizaña hasta el fin (Mt. 13, 30 y 39 ss.) en vez de traer un mensaje de perfección definitiva en esta vida” (cf. Lc. 18, 8). He aquí una piedra de toque para que probemos la realidad de nuestra propia fe (cf. 1 Pe. 1, 7), sin lo cual ella puede degenerar en una simple costumbre, tal vez con apariencia de piedad (2 Tm. 3, 5), pero sin carácter sobrenatural, según lo que reprochó Jesús a Pedro y a los discípulos aun después de su Resurrección (Mt. 16, 23; Lc. 24, 25). La esperanza del Mesías, dice el Conc. Trid., no es menos para nosotros que para el antiguo Israel. Si ahora tuviésemos la plenitud, no viviríamos de esa esperanza. Pasajes como este, llenos de espíritu de alegría, de esperanza y amor, abundan en el Apocalipsis y nos muestran una vez más (cf. introducción a Isaías) que los libros proféticos no son fríos anuncios de sucesos futuros —lo que ya bastaría para darles extraordinario interés—, sino también precioso alimento de nuestra vida espiritual. Comprendemos entonces que esta lectura sea llamada una bienaventuranza. Cf. 1, 3 y nota.

[12939] 16. Sobre los ancianos véase 4, 4 ss.

[12940] 17. La Vulgata añade: Y que has de venir, palabras que el original griego no contiene ni aquí ni en 16, 5, lo cual se explica porque, como observan los comentadores, el advenimiento se da por realizado ya.

[12941] 18. Habíanse airado las naciones: eco retrospectivo del Sal. 2, 1. Fillion lo compara con Sal. 98, 1, en el cual se ve la ira de los enemigos del pueblo de Dios. Los capítulos que siguen muestran las plagas que caerán sobre ellos.

[12942] 19. El arca de su alianza, oculta a los ojos de los mortales en el Templo de Jerusalén, se manifestará a todos (15, 5), lo cual significa el triunfo final del Cordero que fue inmolado y que ahora será el León de Judá (5, 5), y los bienes provenientes de este triunfo cuya descripción se hará en los capítulos siguientes. Los terribles cuadros que van desfilando ante nuestros ojos, son otros tantos motivos de fe, amor y esperanza para los que tienen sus ojos fijos en Aquel que está simbolizado en el Arca del Testamento. Sobre ella, véase Ez. 41, 26 y nota. “Ella figuraba, dice Fillion, el trono del Señor en medio de su pueblo. Su aparición súbita, en el momento en que acaba de comenzar el Reino eterno de Dios, es muy significativa: la alianza está consumada para siempre entre el Rey celestial y su pueblo”. Hubo relámpagos, etc., como sucede paralelamente al final de los sellos (8, 5) y de las copas (16, 18).

[12943] 1 ss. “La mujer de las doce estrellas aparece en el cielo como una señal, es decir, una realidad prodigiosa y misteriosa... Esta personificación de la comunidad teocrática era como tradicional (Os. 2, 19-20; Jr. 3, 6-10; Ez. 16, 8) y la imagen de Sión en trance de alumbramiento no era desconocida del judaísmo (Is. 66, 8). La maternidad mesiánica afirmada aquí (vv. 2 y 5) lo es también en 4 Esd. 9, 43 ss.; 10, 44 ss.” (Pirot). Sobre su frecuente aplicación a la Iglesia, dice Sales que en tal caso la palabra Iglesia debe ser tomada en su sentido más lato, de modo que comprenda ya sea el Antiguo, ya el Nuevo Testamento”. Algunos restringen este simbolismo a Israel que se salva según el capÍtulo anterior (11, 1, 13 y 19; cf. 7, 2 ss. y nota), considerando que las doce estrellas son las doce tribus, según Gn. 37, 9. Gelin dice a este respecto que “en cuanto refugiada en el desierto (v. 6 y 14-16) la mujer no puede ser sino la comunidad judío-cristiana”, pero no precisa si es la que se convierte al principio de nuestra era (cf. Rm. 9, 27; Gal. 6, 16) o al fin de ella (Rm. 11, 5 ss.). Cf. Mi. 5, 3 ss. En cuanto a la Iglesia en el sentido de Cuerpo Místico de Cristo, ¿cómo explicar que ella diese a la luz al que es su Cabeza (Col. 1, 18), cuando, a la inversa, se dice nacida del costado del nuevo Adán (Jn. 19, 34; Rm. 5, 14) como Eva del antiguo (Gn. 3, 20)? Ni siquiera podría decirse de ella como se dice de Israel, que convirtiéndose a Cristo podría darlo a luz “espiritualmente” como antes lo dio a luz según la carne (Rm. 9, 5), pues la Iglesia es Cuerpo de Cristo precisamente por la fe con que está unida a Él. Por otra parte, el misterio es más complejo aún si consideramos que empieza como una señal en el cielo (v. 1), o sea, fuera del espacio y también del tiempo (lo cual parece brindar amplio horizonte a la interpretación), mas luego vemos que el dragón, que también estaba en el cielo (vv. 3 y 7), es precipitado a la tierra (vv. s. y 12) y sin embargo aún persigue a la mujer (v. 13) y ella huye al desierto (v. 14), dándose así a entender que también ella estaba entonces en la tierra, y aunque el parto había sido ya aquí, pues que el Hijo es arrebatado hacia Dios (v. 5) y ella había huido al desierto ya en v. 6. La Liturgia y muchos escritores patrísticos emplean este pasaje en relación con la Santísima Virgen, pero es solo en sentido acomodaticio, pues “la mención de los dolores del parto se opone a que se vea aquí una referencia a la Virgen María”, la cual dio a luz sin detrimento de su virginidad. Puede recordarse también la misteriosa profecía del Protoevangelio (Gn. 3, 15 s.), donde se muestra ya el conflicto de este capítulo entre ambas descendencias (cf. Mt. 3, 7; 13, 38; 8, 44; Mi. 5, 3; Rm. 16, 20; Col. 2, 15; Hb. 2, 14) y se anuncian dolores de parto como aquí (v. 2; Gn. 3, 16), lo cual parecería extender el símbolo de esta mujer a toda la humanidad redimida por Cristo, concepto que algunos aplican también a las Bodas de 19, 6 ss., que interpretan en sentido lato considerando derribado el muro de separación con Israel (Ef. 2, 14). Planteamos estas observaciones como materiales de investigación para que ahonden en ella los estudiosos (cf. Jn. 21, 25 y nota) hasta que el divino Espíritu quiera descubrirnos plenamente este escondido misterio, que es grande pues de él depende quizá la solución de muchos otros. Dice un autor moderno que en nuestro tiempo hay mayores luces bíblicas que en otros. Un tiempo así está anunciado en Dn. 12, 3-4. ¿Será el nuestro? (cf. 3, 8 y nota).

[12944] 3. El dragón, llamado serpiente en el v. 14, es el mismo Satanás (vv. 17 y 10; 20, 2). ¡Siete diademas! Ellas indican, dice Fillion, su autoridad real. Son las que le corresponden como príncipe de este mundo (Lc. 4, 5 ss.; Jn. 14, 30). Pero muchas más tendrá Jesús el día de su triunfo (19, 12).

[12945] 4. Estas estrellas ¿son los ángeles malos? No lo parece, pues estos están aún en el cielo en el v. 7. El dragón, como rival, anhela destruir los planes de Dios desde Gn. 3, 15. Cf. 1 Pe. 5, 8; Mt. 16, 18.

[12946] 5. Fillion, recordando a Primasio, explica que se trata de un nacimiento espiritual y señala que la mención del cetro de hierro alude a 2, 27; 19, 15; Sal. 2, 9, por lo cual “el recién nacido no es el Cristo en su humillación tal como apareció en Belén, sino el Mesías omnipotente y rey del mundo entero” (11, 15 ss.). Su arrebato “para Dios y para el trono suyo” parece encerrar los misterios que se describen en Sal. 109, 1 ss. y Dn. 7, 13 ss., o sea los de la glorificación de Cristo, tanto a la diestra del Padre cuanto en su triunfo final a la vista de las naciones (cf. 5, 7 y nota; Sal. 44, 71, 95-98, etc.). Los que ven en la mujer a Israel, como esposa repudiada y perdonada de Yahvé (Is. 54, 1 ss.), sostienen que ella dará a luz espiritualmente a Cristo el día de su conversión (cf. 11, 13) después de haberlo dado a luz prematuramente, sin estar preparada para recibirlo, cuando “Él vino a su propia casa y los suyos no lo recibieron” (Jn. 1, 11). Cf. Is. 66, 17, s.; Mi. 5, 2.

[12947] 6. Véase v. 14 y 11, 2 y 3, donde este mismo tiempo es expresado en días y en meses. Cf. Is. 26, 20; Os. 2, 14.

[12948] 7. Como dice Mons. Ballester Nieto, “esta batalla no se ha de entender la misma que narra S. Pedro (2 Pe 2, 4) que hubo en el cielo cuando la defección de Lucifer, sino una batalla que habrá en los últimos tiempos”. Entretanto el dragón (cf. v. 10 y nota) espera el momento (Is. 27, 1; Judas 6), Pues “según el principio apocalíptico de retorno a los orígenes (cf. 2, 7 y nota) la lucha primordial se repetirá en los tiempos finales” (Pirot). Cf. Mt. 19, 28; Hch. 3, 21; Ef. 1, 10. A este respecto Iglesias hace notar que “todos los intentos de Satanás serán arruinar a Cristo y su obra. Toda la vida de la Iglesia será sufrir los dolores que necesita sufrir para que los tiempos mesiánicos traigan a los hombres la paz de Cristo en el reino de Cristo”. “Miguel, en hebreo Mi-ka-El (¿quién como Dios?), uno de los principales ángeles, probablemente uno de los siete que están delante del trono de Dios (cf. 1, 4 y nota); es llamado arcángel en Judas 9; Daniel lo llama “uno de los principales jefes” (Dn. 10, 13) y dice que está especialmente encargado de los intereses del pueblo de Israel (Dn. 10, 21; 12, 1)” (Crampon). Cf. 20, 1; 1 Ts. 4, 16 y notas.

[12949] 10. Ha llegado la salvación: En el N. T., como en el Antiguo, se entiende por salvación no el día de la muerte de cada uno, sino el día de la glorificación que recibirá Cristo ante las naciones y ante Israel (Lc. 21, 28; Rm. 8, 23). Lo mismo se dice aquí de su poderío (como en 11, 5; 19, 6, etc.) en que se cumplirá la promesa del Sal. 109, 3, pues Él está ahora como Sacerdote del Santuario celestial intercediendo por nosotros (Rm. 8, 34; Hb. 7, 24 s.; 8, 1 ss.) “aguardando lo que resta” para el momento que aquí describe S. Juan (Hb. 10, 12 s.; 2, 8). Acusador: Satán significa, en hebreo, acusador o calumniador. Lo mismo significa en griego la voz diablo. De nuestros hermanos: (Mi. 5, 2; cf. Mt. 25, 40). Fillion hace notar que el ejemplo del indicativo presente en el griego señala un hecho perpetuo. Sobre este hecho véase 1 Cro. 21, 1-2; Jb. 1, 6 ss.; 2, 1 ss.; Za. 3, 1 s., etc.”. Es notable que el espíritu del mal no tenga en ningún idioma nombre sustantivo sino adjetivo, a la inversa de Dios, cuyo nombre es Yahvé, el sustantivo por antonomasia, o sea “El que es” (Ex. 3, 14). Es que el espíritu maligno es “el que no es”; quiere decir que no es un principio del mal que exista por sí mismo y que pueda hacer frente a Dios (como Ahrimán a Ormuzd en la religión persa de Zoroastro), sino una simple creatura rebelde a su creador. Cf. Judas 9; Za. 3, 2; Is. 14; Ez. 28, 11 ss. y notas). El misterio del gran poder de Satanás está en que el hombre se le entregó voluntariamente, prefiriendo pertenecer a él antes que a Dios (cf. Sb. 2, 24 y nota).

[12950] 11. Notemos las dos armas que dan el triunfo: la Sangre del Cordero y su Palabra. Cf. Mt. 4, 10 y nota.

[12951] 12. Comienza el tercer ay, Las asechanzas de los poderes infernales crecerán, pues, y este lamento final recuerda la advertencia de 8, 13. La esencia de la historia se sintetiza durante todos los siglos en el combate que el dragón desencadena para destruir la obra de Cristo, pues desde antiguo está obrando el misterio de la iniquidad (2 Ts. 2, 7). Pero ahora es arrojado a la tierra (v. 9) y multiplicará su furor porque queda poco tiempo antes de su encierro (20, 2 s.), preludio de su derrota final también decidida (20, 9). Nos lo muestra el himno triunfal que aquí entonan los moradores del cielo (cf. 4, 8-11), en primer lugar sin duda las almas que allí clamaban en 6, 10. Dedúcese de aquí una verdad que nuestra pobre carne nos hace olvidar cada día: si el incremento del mal en la tierra es condición indispensable y preanuncio de que se acerca la venida del Señor (2 Ts. 2, 3; Mt. 24, 24; Lc. 17, 26-30; 18, 8, etc.), el espíritu, lejos de turbarse y dejarse engañar (Mt. 24, 5-6), debe alegrarse ante la dichosa esperanza que se acerca (Tt. 2, 13).

[12952] 13 s. Cf. v. 6 y nota. “No se trata de una segunda huida de la mujer al desierto. Los vv. 13 y 14 vuelven a tomar el v. 6 y lo desarrollan” (Buzy). Las dos alas del águila grande: símbolo de la protección divina (cf. Ex. 19, 4; Is. 40, 31). Algunos piensan que las dos alas, que se dan por conocidas, son dos personajes, probablemente Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas. Cf. 11, 3; Os. 11, 11. Al desierto, Cf. Os. 2, 14-20; 3, 5; 6, 1-3. Fundados en estos textos de Oseas, que era un profeta del reino de Israel, algunos dicen que podría haber en esta mujer una alusión especial a esas diez tribus de la diáspora, que no habían conocido a Jesucristo porque cuando Él vino estaban ausentes por su cautiverio en Asiria (2 R. 17, 6). Cf. v. 19; 16, 12; Is. 54, 1; Ez. 37, 19 ss.; Jn. 10, 16; 4 Esd. 13, 39 ss. Por un tiempo, etc. Serían tres años y medio, el mismo lapso que se halla en el v. 6 y en 11, 2 y 13, 5. Fillion observa que la expresión es tomada de Dn. 7, 25 y que su sentido es; “hasta la Parusía de Cristo”. Cf. Dn. 12, 7.

[12953] 17. Cf. 13, 10; 14, 12, 18, 10. Merk cita aquí Gn. 3, 5 y Fillion ve asimismo una evidente alusión a dicho texto. La persecución se extendería a todos los santos (3, 7).

[12954] 18. Apostose: algunas fuentes griegas dicen aposteme.

[12955] 1. Esta primera bestia (cf. 11, 7; 17, 3 y nota) es, según sentencia común, el símbolo de las potencias que luchan contra el Reino de Dios, o la encarnación del Anticristo con sus secuaces. La unión de elementos tan disímiles en la misma bestia significa que las tendencias más opuestas entre sí se unirán (cf. Sal. 2, 2) para destruir la obra del Redentor, engañando a los desprevenidos (2 Ts. 2, 9 s.) con apariencia de piedad (2 Tm. 4, 3) y de paz (1 Ts. 5, 3). La historia de la Iglesia es ya una prueba de ello, porque “el misterio de la iniquidad” obra desde el principio como enseña S. Pablo (2 Ts. 2, 6 s.) y el mismo S. Juan (1 Jn. 4, 3). Pero aquí se trata de la crisis final de este misterio, llevado a su colmo con el endiosamiento del hombre (2 Ts. 2, 4) en forma no ya disimulada como hasta entonces en aquel misterio”, sino abierta, desembozada y triunfante (vv. 4, 12, 15, etc.).

[12956] 2. Pantera, oso, león: son las tres primeras bestias de la visión de Daniel (7, 3-7). Esta bestia del Apocalipsis recuerda también la cuarta de Daniel por los diez cuernos. Además reúne en sí el total de las siete cabezas de aquellas cuatro bestias. Sobre otros paralelismos con Daniel: cf. 5, 7 y nota.

[12957] 3. La apostasía general no debe llenarnos de pasmo, pues es anunciada por Jesucristo y por los apóstoles como antecedente del Anticristo y preludio del triunfo de nuestro Redentor (véase 12, 12 y nota). Siempre quedará un pequeño grupo de verdaderos y fieles cristianos, la “pequeña grey” (Lc. 12, 32), aun cuando se haya enfriado la caridad de la gran mayoría (Mt. 24, 12) al extremo de que si fuera posible serían arrastrados aun los escogidos (Mt. 24, 24). Jesús nos enseña que sarán librados sus amigos (Lc. 21, 28 y 36); los que velen guardando sus palabras y profecías “como una lámpara en lugar oscuro hasta que amanezca el día” (2 Pe. 1, 19).

[12958] 5. Altanerías y blasfemias: Lo mismo se dice del pequeño cuerno en Dn. 7, 8 que, en sentir de muchos autores patrísticos y modernos, es el Anticristo o lo representa. Le fue dada autoridad: Dios permite esta persecución. Sin ella claro está que no se concebiría su momentánea victoria ni la fuerza con que vencerá a los santos (v. 7). Cuarenta y dos meses: véase 11, 2 y nota.

[12959] 6. Los que habitan en el cielo: Cf. 6, 9 ss.; 7, 14 s. Mas la victoria final será de estos (11, 15; 19, 20).

[12960] 8. Escritos desde la fundación del mundo (cf. 17, 8; Ef. 1, 4). En la gran tribulación desencadenada por el Anticristo no perecerán, pues, todos; habrá quien permanezca fiel para la venida de Cristo (20, 4). Sobre el Libro de la vida, cf. 3, 5; 20, 12 y 15; 22, 19. Como observa un autor, para obtener esta gloria y poder del Anticristo sobre todo el mundo, que le serán dados por el dragón precipitado a tierra en 12, 9, el Anticristo habrá hecho sin duda ese acto de adoración del diablo que Jesús negó a este en Lc. 4, 4-8 y a cambio del cual Satanás le prometía ese mismo poder y gloria que él tiene como príncipe de este mundo (12, 3 y nota).

[12961] 10. El texto está tomado de Jr. 15, 2 y 43, 11 y no se trata aquí, como bien observa Pirot, de que el que a hierro mata a hierro muere (Gn. 9, 6; Mt. 26, 52), según se deduce de otras versiones, sino de que no hemos de rebelamos contra las persecuciones, “las cuales en el plan divino están destinadas a manifestar y perfeccionar a los santos”. Para un cristiano el lema no es, como para el mundo, fuerza contra fuerza (Mt. 5, 39; Rm. 12, 19; 2 Tm. 2, 24; 1 Pe. 2, 23), sino paciencia y firmeza en la fe. Cf. 14, 12; Hb. 6, 12. De ahí que no sea en el terreno del mundo donde hemos de desafiarlos, pues vemos que en él siempre vencerán ellos. Nuestras armas son las espirituales según nos enseña Dios en la Sagrada Escritura (12, 11; 2 Co. 10, 4; 13, 3 s.; 1 Co. 2, 5; Ef. 6, 11-18; 1 Ts. 5, 8; 1 Tm. 1, 19; 2 Tm. 2, 3-4.

[12962] 11 s. Esta segunda bestia, que tiene mucha semejanza con el pastor insensato de Za. 11, 15 ss., sirve a la primera, y ambas sirven al dragón (cf. 16, 13; Mt. 24, 23 ss.). Tertuliano y S. Ireneo creen que esta segunda bestia simboliza un gran impostor que aparece con la mansedumbre de un cordero (cf. Mt. 7, 15 y nota), pero engaña por su astucia a los hombres a tal punto que los lleva a adorar a la primera bestia (v. 12). Cf. 11, 18; Sb. 13, 6 y nota; 2 Ts. 2, 9 ss. En 16, 13; 19, 20 y 20, 10 se le da el nombre de falso profeta. Es de notar que el Cordero en el Apocalipsis no tiene dos cuernos como este sino siete (5, 6) cf. Za. 3, 9 y 4, 10. Pirot recuerda también la advertencia de Jesús sobre los lobos que se vestirán de corderos y, luego de señalar interpretaciones que suponen haberse realizado esto en el siglo III con los sacerdotes del culto imperial romano, concluye expresando que se puede ver en la segunda Bestia “todo un sistema de pensamiento que sustituye al ideal divino un ideal terrestre —estatolatría, culto de la humanidad— para hacerle adorar”.

[12963] 16 s. Alude al boycot económico por medio del cual serán sometidos los cristianos al sistema del terror, cosa que ya no nos toma de sorpresa en esta época. Según observan los expositores, se trataría de marcas indelebles, es decir, tatuadas en la piel.

[12964] 18. Cifra de hombre: Algunos como Sacy vierten: cifra de un nombre de hombre, lo que coincide con lo dicho en el v. 17. Cf. 15, 2. Los judíos, y también los griegos, usaban las letras como signos numéricos. No es difícil encontrar nombres cuyas letras tengan el valor de 666, por lo cual se han propuesto muchos. Algunos piensan en Nerón, cuyo nombre y título de César, ambos escritos y leídos como cifras, alcanzan a la suma de 666, pero en idioma hebreo, y S. Juan escribió en griego. En todo caso no podría tratarse de Nerón en persona sino como tipo del Anticristo, siendo de notar que buscar a este en aquel remoto pasado no solo sería romper la economía del proceso escatológico que nos presenta el Vidente inspirado, sino también quitar a este gran fenómeno toda su eficacia para las almas y aun todo valor como lección para la historia. He aquí por qué no nos detenemos a exponer y refutar, como algunos modernos, las supuestas fuentes de este divino Libro en los mitos paganos o en las leyendas judaicas extrabíblicas, cosa que nos parece inconducente para el carecimiento sobrenatural en la fe, ya de suyo harto reñida con el orgullo propio de nuestra razón caída (véase la Introducción). Por lo demás no han faltado en griego muchos nombres propuestos, tanto concretos de personas, como abstractos, en el sentido de apostasía y endiosamiento del hombre, que son las características fundamentales del Anticristo, en el doble aspecto religioso y político (cf. 11, 3 y nota). En sentido simbólico, así como sabemos que el número siete significa plenitud y el ocho es, como superabundante, el número de la bienaventuranza eterna, así también el seis sería el número de la imperfección, repetido aquí tres veces para darle su máxima intensidad. Esta explicación es, entre otros, de S. Beda el Venerable y S. Alberto Magno. En tal caso las palabras cifra de hombre significarían un simple hombre, miserable e impotente como tal (cf. 15, 2) cuyo poder le viene de prestado (cf. v. 5 y nota). Y si se leyera: la cifra del nombre del hombre parecería quedar confirmado que el Anticristo será en su esencia la culminación del humanismo que desafía a Dios frente a frente (cf. 2 Ts. 2, 3 ss. y notas). Los mismos paganos tenían una concepción semejante en el mito de Prometeo que, rival de los dioses, se atrevió a arrebatar el fuego del cielo. La rebelión del primer hombre no fue otra cosa que ese mismo instinto primario y monstruoso de disputar al Creador la divinidad —“seréis como dioses” (Gn. 3, 5)— sin ver que esta es inseparable de su propio Ser. Y todo es obra del dragón, pues él fue, el primero que quiso hacer lo mismo. Ciertos manuscritos como el Codex Laudianus traen la gematría 616 en vez de 666, y algunos modernos han propuesto su aplicación a Diocleciano en forma ingeniosa pero meramente conjetural. No sería fácil entender cómo podría quedar así anticuado, según se arriesgan a decir algunos, un Libro revelado cuyo contexto lo muestra como esencialmente escatológico, destinado a confortar las almas en los tiempos del fin (cf. 22, 10 y nota) y que termina precisamente fulminando sanciones tremendas para quien se atreva a quitarle cualquiera de sus palabras (22, 18 s.). Fillion lo dice bien claro: “La mayoría de esas soluciones nos retrotraen al pasado, pero el Anticristo pertenece al futuro”.

[12965] 1 ss. El Cordero no está ya aquí, como en 5, 6, sino “como un rey glorioso entre su corte resplandeciente” (Fillion). El número perfecto podría indicar una cantidad completa, si bien no parecen ser estos los mismos 144.000 de que se habla en 7, 4 ss. (cf. notas). Aquí se alude a seres virginales (v. 4) aunque no es fácil limitar a eso su calificación, pues es ampliada en el 5. Según algunos (Crampon, Pirot) se trataría de todos los elegidos, seleccionados de entre los hombres (v. 4), y no de entre los creyentes. Otros, como Fillion, observan acertadamente que, faltando el artículo, no parece hablarse de ellos como de personajes conocidos y que los vv. 3-5 parecen designar a un grupo especial (primicias). En IV Esd. 2, 42-48 hay una escena muy semejante a esta. Cf. v. 6 y nota.

[12966] 2 s. Cf. Sal. 67, 26 ss. y nota. Un cántico muevo: así se anuncia en Sal. 95, 1 y 97, 1.

[12967] 4 “Jesucristo dice de sus servidores que le seguirán adonde quiera que fuere y que estarán en donde Él estuviere. Pero ¿adónde le han de seguir y a qué? A gozarse con Cristo, de Cristo y en Cristo, por Cristo y sin perder a Cristo” (S. Agustín).

[12968] 6. Los tres ángeles que se presentan en este capítulo serían, según sentir de muchos autores eclesiásticos, tres grandes predicadores, y este primero sería en tal caso Enoc (Si. 44, 16; cf. 11, 3). Pero más tarde se ha visto que nunca los ángeles son figura de hombres (cf. 1, 20; 10, 1). Por medio del cielo: cf. 8, 13. Un Evangelio eterno (cf. 10, 2 y 9): el Sagrado Libro del Evangelio, o tal vez solamente el decreto eterno de Dios que el ángel va a promulgar en el v. 7 como última advertencia antes da juicio de las naciones. Véase Mt. 24, 14. Algunos (cf. Nácar-Colunga) opinan que no se trata del juicio universal, sino del indicado en el v. 8. Pirot en cambio dice que “el ángel anuncia el juicio final”, y así se ve en las penas del v. 10, pero no parece haber oposición, pues aquel es un juicio previo pero también escatológico. Cf. 19, 1-6.

[12969] 8. Babilonia: nombre simbólico de Roma, como se ve en los caps. 17-18 y en 1 Pe. 5, 13. El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así como el de Sión o Jerusalén el reino de Dios. Cf. 17, 18; 18, 2; Is. 21, 9; Jr. 50, 2; 51, 8.

[12970] 9 ss. La bestia; el Anticristo (cf. 13, 15), en lo cual se confirma su carácter escatológico que no permite confundirlo con ningún personaje de la historia antigua (cf. 13, 18 y nota). Así lo señalaba ya S. Agustín al presentar como cuatro hechos inseparables “la venida de Elías Tesbita, la conversión de los judíos, la persecución del Anticristo y la Parusía de Cristo”. Por donde vemos que en los misterios apocalípticos la parte de Israel es mayor de lo que solemos pensar (cf. v. 19 y nota) y que la inteligencia de lo que de ellos ha quedado escondido no depende tanto de la información sobre las circunstancias históricas en que fue escrita la profecía cuanto de los designios de Dios que, de esta como de las demás, nos dice que esas cosas se entenderán a su tiempo (Jr. 30, 24). Así será sin duda con las voces de los siete truenos (10, 4 y nota) como con lo que se dijo a Daniel en Dn. 12, 9-10. Entonces “aumentará” el conocimiento (Dn. 12, 4; cf. nuestra introducción al Cantar de los Cantares). ¿No es esto el mayor móvil para mantener nuestra atención pía y ansiosamente vuelta hacia los misterios de la divina revelación? En la presencia, etc.: Cf. Is. 66, 24 y nota; Si. 7, 19. Es la gehenna de que habló Jesús (cf. Jr. 7, 31 s.; 19, 6 ss.; Enoc 67, 4 ss.).

[12971] 11. Tomado de Is. 34, 10. Cf. Sb. 10, 7.

[12972] 12. Cf. 12, 17; 13, 10.

[12973] 13. Desde ahora: Pirot hace notar que esta es la segunda de las siete bienaventuranzas del Apocalipsis y señala las otras en 1, 3; 16, 5; 19, 9; 20, 6; 22, 7 y 14 (cf. sobre los otros septenarios v. 20 y nota). La Vulgata pone estas palabras antes de: dice el Espíritu. Cf. Misa cotidiana de difuntos.

[12974] 14 ss. Una nube blanca: véase 1, 7 y nota. Este Hijo de hombre (sin artículo) parece que no puede ser sino el Mesías (cf. 1, 13), como lo sostienen los más. Su corona atestigua que viene triunfante, como un día lo anticipara (Mt. 16, 27 s.; 17, 1 ss.; Mc. 9, 1 ss. y nota). La intervención de ángeles que aquí vemos coincide con lo que Él anunció (Mt. 24, 30 s.) y no implica necesariamente que este gran Personaje sea uno de ellos según suponen algunos, pues no le vemos descender personalmente como en 19, 11 ss., sino que Él los envía (Mt. 13, 39 y 41) y actúa desde la nube donde “todo ojo lo verá” (1, 7).

[12975] 15 ss. Buzy opina que esta siega (vv. 15-16) es la de los elegidos (cf. Mt. 9, 37; Mc. 4, 29; Jn. 4, 35 ss.), en tanto que la vendimia (vv. 18-20) es la de los malos. Debe observarse sin embargo que no se habla aquí de mies madura, sino seca. Además, hay otras cosechas que son castigos (Is. 18, 4 s.; Jr. 51, 33) y aun en Mt. 13, 39 vemos que la siega abarcará cizaña junto con trigo. La vendimia es figura sangrienta (v. 20), tanto para Israel (Lm. 1, 15) cuanto para las naciones (19, 15; Is. 63, 2 s.; Jl. 3, 12 s.).

[12976] 18. Del altar: es decir, siempre como eco de la oración de aquellos que pedían venganza en 6, 9 ss. Cf. 8, 3 y nota.

[12977] 19. La viña de la tierra: Algunos, considerando que en la Biblia la viña es Israel (Jr. 2, 21; Ez. 15 y 17; Os. 10, etc.) y que por la tierra suele entenderse la Palestina o Tierra Santa, suponen que este juicio desde la nube (v. 14 y nota), previo al de 19, 11 ss., y que ocurre fuera de la ciudad de Jerusalén (v. 20), sería sobre Israel o quizá sobre Judá como prueba definitiva antes de su reconciliación (cf. Mal. 3, 2 s. y nota). Esta idea aclararía tal vez no pocas vacilaciones y desacuerdos de los expositores. Sin perjuicio de esto debe recordarse que de ese mismo lugar (el valle de Josafat, que significa Yahvé juzga) se habla también para el juicio de las naciones (Jl. 3, 2 y nota).

[12978] 20. El lagar pisado es en la Biblia imagen de la venganza divina (v. 15 ss. y nota). Crampon observa que tanto este septenario de las siete señales (12, 1 y 3; 13, 13 y 14; 15, 1; 16, 14; 19, 20), como el de los siete sellos y el de las siete trompetas, nos conducen igualmente a la consumación del siglo, por lo cual deduce que hay entre todos un “paralelismo real”, aunque cada uno nos revela distintos aspectos del plan de Dios. También son siete, dice Pirot, las menciones de la caída de Babilonia (v. 8; 16, 17-21; 17, 16; 18, 1-3, 4-8, 9-20, 21-24). Fuera de la ciudad: de Jerusalén (cf. nota anterior). ¡Un estadio equivale a 185 metros, por lo cual este lago de sangre humana se extiende a casi trescientos kilómetros!

[12979] 1. Sorprendente (thaumastón): voz no usada hasta ahora y que se repite en el cántico (v. 3). Vemos en el v. 2 que a esta séptima y última señal ha precedido la manifestación plena del Anticristo (cap. 13), pues figuran aquí los que escaparon de él. También este cántico llamado del Cordero parece inspirarse en el que entonó Moisés poco antes de morir (cf. Dt. 32) para celebrar las bondades de Dios con Israel. Véase también Nm. 10, 35 y Sal. 61, 7. Comp. 14, 3 y nota.

[12981] 3 s. Rey de las naciones. Los expositores señalan aquí un verdadero mosaico bíblico: “El v. 3 se inspira en los Salmos 96, 2; 109, 2; 88, 14; 1 Cro. 16, 9; Za. 14, 9. El v. 4 en Jr. 10, 7; Ex. 9, 16; Mi. 7, 15-17” (Gelin). Cf. 14, 7; Sal. 64, 3; 85, 9. Como observamos en la introducción, el Apocalipsis tiene, en sus 404 versículos, 518 citas del Antiguo Testamento, y llama la atención de los expositores el hecho de que, no obstante la coincidencia de la escatología apocalíptica con la del Evangelio y las Epístolas, y haber escrito Juan 30 años más tarde, no haya referencias expresas al Nuevo Testamento ni a las instituciones eclesiásticas nacidas de él, ni a los presbíteros, obispos o diáconos de la Iglesia, cosa que confirma sin duda su carácter estrictamente escatológico. Se han hecho manifiestos: es decir, ahora son visibles y evidentes.

[12980] 3 s. “Así habían hecho los Israelitas cantando el feliz éxito de su salida de Egipto (Ex. 15, 2-19). El nuevo cántico celebra también una liberación; se diría en cierto modo que el mar cristalino es simétrico del mar Rojo así como el libertador Moisés es figura de Cristo” (Pirot). Cf. Hch. 3, 22; 7, 37 y notas.

[12982] 5. El templo del tabernáculo del testimonio: se abre como en 11, 19. En el Tabernáculo de la Alianza, llamado del testimonio (Nm. 9, 15; cf. Nm. 17, 10), se hallaba el Arca de la Alianza, “ese testimonio inmediato de Dios a su pueblo (véase Ex. 25, 16; 27, 21)” (Crampon). Cf. Ez. 41, 26 y nota.

[12983] 6. Nueva presentación de los ángeles del v. 1, después del himno intermedio entre ambos. Así ocurre con los ángeles de las trompetas (8, 2 y 6) y la escena intermedia (8, 3-5). Lo mismo parece suceder en el cap. 12 donde el v. 4 es como un anticipo de los vv. 7-12 y el v. 6 como un anticipo de los vv. 13-17.

[12984] 7. Véase una entrega semejante en Ez. 10, 7. Sobre la copa o cáliz como símbolo de la ira de Dios, cf. 16, 19; Is. 51, 17; Jr. 25, 15 y 17; 49, 12; Ez. 23, 32; Ab. 16, etc.

[12985] 8. El humo significa la nube en que está Dios (Ex. 40, 32 ss.; 1 R. 8, 10 s.; Is. 6, 4; Ez. 10, 4). El templo lleno de humo para que nadie pueda entrar hasta que las órdenes de Dios se cumplan, indica que sus juicios son ya irrevocables, pues que todo acceso y apelación ante Él quedan cerrados.

[12986] 1 ss. Las plagas de este capítulo, más terribles que las anteriores (cf. 15, 1) y que las que Dios descargó sobre los enemigos de su pueblo en Egipto (Ex. caps. 7-10), conservan mucha semejanza con estas. Como en las trompetas, empiezan por tierra, mar, ríos y sol; pero la calamidad es total, en tanto que allí era de un tercio, y en los sellos era de un cuarto. Sobre la marca de la Bestia, cf. 14, 11; 15, 2.

[12987] 5. El Ángel de las aguas: S. Agustín y S. Tomás nos llaman la atención sobre la admirable Providencia de Dios que aun al cuidado de las cosas materiales ha puesto a un ángel. “Las siete copas (como los otros septenarios del Apocalipsis) se dividen en dos grupos de tres y de cuatro, separados por la intervención del ángel de las aguas. Esta división tiene sin duda por objeto acentuar mejor el simbolismo del número siete, haciendo destacar sus dos elementos significativos: 3, número de Dios y 4, número para el mundo” (Crampon). Que eres y que eras: nótese como en 11, 17, que ya no se agrega que has de venir (erjómenos: cf. Hb. 10, 37 s. y nota) sin duda porque ya sus juicios se han hecho manifiestos (15, 4).

[12988] 7. Oí al altar: es decir, a los mártires que descansan debajo del altar (6, 9), los cuales han visto su clamor satisfecho con creces.

[12989] 9. ¡No se arrepintieron! (cf. vv. 11 y 20; 9, 21 y nota). ¿No es acaso lo que ya estamos viendo? Dios castiga al mundo con terribles azotes y sin embargo la sociedad humana sigue sus propios planes sin preocuparse por saber cuáles son los de Él. Dios Todopoderoso respeta entonces la libertad de sus creaturas (cf. 22, 11) porque, siendo Padre, no exige por la fuerza el amor de sus hijos; pero derramará sobre los hombres la copa de su ira porque estos preferirán seguir siendo “hijos de ira”, como cuando eran paganos sin redención (cf. Ef. 2, 3 ss.; 5, 6), y quedar sujetos a la potestad de las tinieblas, rehusando trasladarse al reino del Hijo muy amado (Col. 1, 12 s.). La venganza del amor ofendido (cf. Ct. 8, 6 y nota) será tan terrible como acabamos de ver en 14, 20 y como lo veremos en 19, 17 ss. Pirot observa que estas plagas caen sobre todas las naciones de la gentilidad y es de notar que su apostasía contrasta con la conversión de Israel (véase 11, 13 y nota) como ya lo advirtió S. Pablo a los Romanos (cf. Rm. 11, 20 y 31 y notas). Tan claro anuncio hecho por Dios bastaría para argüir de falsos profetas a todos los creyentes en el progreso indefinido de la humanidad, que la halagan (cf. 2 Tm. 4, 13) y la adormecen pronosticándole días mejores. Jesús mostró que así será hasta el fin (Lc. 18, 8; Mt. 24, 24-30). Cuando digan paz y seguridad vendrá la catástrofe (1 Ts. 5, 3). Cf. 11, 15 y nota.

[12990] 10. De tinieblas: cf. 9, 2; Ex. 10, 22; Sb. 17, 1 ss.

[12991] 12. El Eúfrates, en la 6ª copa, como en la 6ª trompeta (9, 14 y nota), será secado como lo fue el Mar Rojo (Ex. 14, 21) y el río Jordán (Jos. 3, 13-17). Algunos piensan que puede haber aquí “alusión a la manera como Ciro se apoderó de Babilonia desviando el curso del Eúfrates” (cf. Is. 44, 27; Jr. 50, 38; 51, 36). Y ¿quiénes son estos del oriente? Algunos, pensando en el pasado, responden: “los Partos, terror de Occidente” (cf. 9, 14-19; 17, 12 s. y 16 s.). Otros, como Fillion, que serán reyes venidos de esa dirección para combatir al Señor, unidos a los de toda la tierra (v. 14) y cuya reunión aprovechará Él “para ejecutar contra ellos sus proyectos de venganza (cf. 19, 19)”. Otros, considerando que los de los vv. 13 s. no se unen con estos sino contra estos, ven aquí el cumplimiento de lo anunciado sobre la vuelta, para su conversión (Rm. 11, 25 s.), de las diez tribus de Israel (Efraín) dispersas (cf. Is. 11, 14-16; 49, 12 texto hebreo; Ez. 37, 12-23; 4 Esd. 13, 39-50), las cuales no habrían sido comprendidas en la infidelidad de Judá pues solo a esta se refería y solo a ella se comunicó la profecía de Is. 6, 9 mencionada por S. Pablo en Hch. 28, 25 s.

[12992] 13 s. Espíritus inmundos: como los que vemos actuar en el Evangelio (Mt. 10, 1; Mc. 1, 23). No sabemos si obrarán por medio de algún poseso. Cf. 1 Tm. 4, 1; Ex. 8, 2. Los reyes de todo el orbe: cf. 17, 4; 19, 19-21; Sal. 2, 2; 47, 5; Ez. caps. 38 y 39. Como Fillion (cf. v. 12 y nota) también Pirot indica que hay en el v. 14 una anticipación de las batallas finales del cap. 19. Sobre el gran día, cf. 6, 17 y nota.

[12993] 15. Juan parece interrumpir su relato para recordar aquí, como para consuelo frente a esa horrible visión, estas palabras que, como dice Gelin, son de Cristo (Lc. 12, 39 s.) y se refieren a su Parusía (3, 3). Sobre esta reiterada advertencia de Jesús cf. 22, 7, 12 y 20; 1 Ts. 5, 2 y 4; 2 Pe. 3, 10. “Velad, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor” (Mt. 24, 42). “La bienaventuranza de los que velan es una de las siete de nuestro Libro” (Pirot). Cf. 22, 7. Sus vestidos: señal de estar preparado, como Él lo dice en Lc. 12, 35.

[12994] 16. Harmagedón, en hebreo: Har Megiddo, esto es el monte de Megiddo, situado cerca del Monte Carmelo, donde varias veces se decidió el destino de la Tierra Santa. Era el campo de batalla por excelencia. Véase Jc. 5, 19; 2 R. 9, 27; 23, 29. Figura aquí como lugar de una derrota definitiva, la misma que indica el triunfo de Cristo en 19, 19 ss. Cf. Ez. 38, 17 ss.; 39, 8 y 21; Jl. 2, 1 ss. y notas.

[12995] 17. Hecho está: lo ordenado en el v. 1.

[12996] 18. Otros terremotos hay en 6, 12 y 11, 13. Este es el último y el mayor de todos y corresponde al fin de las 7 copas, paralelamente a 8, 5 y 11, 19.

[12997] 19. La gran ciudad: véase 17, 18 y nota. Cayeron: algunos identifican esto con el final del tiempo indicado en Lc. 21, 24 (cf. Dn. 2, 34 s.). Babilonia: aquí, como en 14, 8, se nos da según Crampon, una transición a este punto dominante de los caps. 17 y 18, antes de llegar a la consumación. Gelin, comparando este sismo con el de Jerusalén en 11, 13, hace notar que allí solo fue un décimo y aquí es total.

[12998] 21. De un talento: o sea de 40 kilos, por donde se ve la enorme violencia de las calamidades. Pero, como en 9, 2 s.; 16, 9 y 11, la gentilidad seguirá hasta el fin sin convertirse. Cf. Rm. 11, 25 y nota.

[12999] 1. La gran ramera Babilonia es representante del mundo anticristiano (S. Agustín), en particular de la ciudad de Roma (S. Jerónimo), levantada sobre siete montes (v. 9) como la Bestia sobre la cual se asienta la ramera grande (v. 3). En tiempo de S. Juan ella era la capital del mundo y centro de la corrupción pagana. Varios autores, entre ellos S. Roberto Belarmino, creen que en los últimos tiempos Roma volverá a desempeñar el mismo papel que en los tiempos de los emperadores. Los ángeles que tenían las siete copas acaban de terminar su misión en el cap. 16, pero ello, como observa Pirot, “va a introducir aún no pocos acontecimientos”. Véase 14, 8 s. y notas. También S. Pedro entiende por Babilonia a la ciudad de Roma (1 Pe. 5, 13). Cf. Dante, Divina Comedia. Inf. 19, 106 ss. Comp. vv. 2 y 5; 14, 8 y 18, 9. El profeta Isaías (Is. 1, 21) llama ramera a Jerusalén por su infidelidad. En Is. 23, 15 y Nahúm 3, 4 usa igual figura para Tiro y Nínive, tomadas según algunos como símbolos proféticos lo mismo que Asiria (cf. Is. 5, 25 y nota). El ángel que aquí figura es quizá el mismo que en 21, 9 muestra a S. Juan la Jerusalén celestial. Sentada sobre muchas aguas: cf. v. 15 y nota. En el v. 3 aparece sentada sobre una bestia.

[13000] 2. Véase v. 5 y nota; Is. 23, 17; Jr. 51, 7.

[13001] 3 s. A un desierto en espíritu: o sea, donde el espíritu estaba ausente o muerto. Como se verá en adelante, no se trata de un desierto material, como el refugio de la mujer del capítulo 12, sino a la inversa de una opulenta metrópoli dominadora de pueblos. Al respecto dice Fillion que “este retrato, vigorosamente trazado, contrasta con el de la madre mística de Cristo” que vimos en 12, 1 s., pues tanto la púrpura del vestido de la mujer (v. 4) como el color bermejo de la bestia significan, “al mismo tiempo que la alta dignidad” (en Roma la púrpura llegó a ser exclusiva de los emperadores), la sangre de los mártires (v. 6) y a soberbia (cf. 1 Mac. 8, 14; Bar. 6, 71; Lc. 16, 19; Mc. 15, 17 y 20). Entre la bestia y la mujer hay unión estrecha, representando ambas la misma idea. La bestia es sin duda la que vimos en 13, 1 ss. o sea el Anticristo. Abominaciones: en la Sagrada Escritura, término para señalar la idolatría y los vicios que proceden del culto a los ídolos. La abominación específica de Roma era el culto de los Césares. Comentando este v. dice S. Juan de la Cruz: “¿Quién no bebe poco o mucho de este cáliz dorado de la mujer babilónica? Que en sentarse ella sobre aquella gran bestia... da a entender que apenas hay alto ni bajo, ni santo ni pecador, al que no dé a beber de su vino, sujetando en algo su corazón”.

[13002] 5. Escrito sobre su frente. “No sin duda en la frente misma sino en un lazo elegante que rodeaba su frente. En Roma las mujeres de mala vida solían ostentar así su nombre... Un nombre, un misterio: es decir, un nombre misterioso que debe ser interpretado alegóricamente” (Fillion). Este misterio de una Babilonia alegórica, que asombra grandemente a Juan (v. 6), parece ser la culminación del misterio de la iniquidad revelado por S. Pablo en 2 Ts. 2, 7 ss., refiriéndose tal vez a alguna potestad instalada allí como capital de la mundanidad y quizá con apariencias de piedad como el falso profeta (13, 11; 2 Tm. 3, 5, etc.). Madre de los fornicarios: es decir, de los que como ella fornican con la idolatría y los valores y glorias del mundo (cf. v. 2). La extrema fuerza del lenguaje empleado con esta ramera recuerda las expresiones usadas contra Jerusalén en Ez. 16 (véase allí las notas).

[13003] 6. Ebria de la sangre: cf. 16, 6. Juan había visto ya la bestia (13, 1), pero no a la mujer. Su grande asombro, según explican los comentaristas, procede de verlas juntas. “Esta visión es hoy todavía llena de oscuridad para nosotros, al punto que este pasaje es la parte más difícil del Libro entero” (Fillion). Esta ebriedad, que no es de la bestia sino de la mujer, es interpretada tanto como la responsabilidad por la sangre cristiana derramada (cf. lo que Jesús increpa a los fariseos en Mt. 23, 34 s.) cuanto como una actitud soberbia que usurpa los méritos de los mártires y santos revistiéndose hipócritamente de ellos.

[13004] 7 s. De la mujer y de la bestia: En realidad el ángel, quizá a causa del asombro de Juan, habla primero de la bestia (vv. 8 ss.) y solo en el v. 18 vuelve a la mujer. Va a su perdición: Los cristianos perseguidos por los Césares de todos los tiempos no tienen que temer: la bestia va a la ruina: “Vi al impío sumamente empinado y expandiéndose como un cedro del Líbano; pasé de nuevo, y ya no estaba; lo busqué, y no fue encontrado” (Sal. 36, 35 s.). Hablando de esta bestia, en la que muchos ven a un imperio romano redivivo, dice Pirot: “Era, no es y reaparecerá; lo cual es una parodia del nombre divino dado en 1, 4 y 8; 4, 8; asimismo la herida que lleva (13, 3 y 14) es la réplica de la del Cordero; y su reaparición (parestai) también imita la “parusía” de Cristo”. Del abismo: no parece referirse al abismo de 9, 1; 20, 1 y 7 s., sino al de 13, 1, es decir, al mar, símbolo de las naciones o gentiles (v. 15).

[13005] 9 ss. Que tiene sabiduría: es decir, que es para que lo entienda el hombre espiritual, sobrenatural (cf. 13, 8 y 18; 1 Co. 2, 10 y 14). Siete montes: alusión a las siete colinas de la ciudad de Roma, con la cual todos los autores clásicos y cristianos la han identificado. “Pero esta, dice Crampon, no parece personificar la Roma de los Césares, ni exclusivamente ni siquiera principalmente”. Añade que ella es “la ciudad de los hombres, opuesta a la ciudad de Dios”. Fillion ve en ella “la capital mística del imperio del Anticristo en los últimos días del mundo”, y en los siete reyes, “de acuerdo con el cap. 17 de Daniel, las grandes monarquías paganas o animadas del espíritu pagano... y finalmente el conjunto de los reinos europeos actuales, en lo que tienen de perverso y anticristiano”, pues hay que tomar en cuenta que el Apóstol no describe los fenómenos políticos sino en cuanto estos interesan al aspecto religioso, mostrándonos las consecuencias que de ellos resultan para el orden espiritual. Es de notar la semejanza de este pasaje con Dn. 7, 7-8.

[13006] 11 ss. Por temor de deformar su sentido, hemos vertido literalmente este v. tal como lo presenta el griego. Se trata del último rey de Roma (v. 10), “simbolizado por la bestia misma, el Anticristo, cuyas son las siete cabezas”. En esta 7ª y última cabeza estarán sin duda, como dice Simón-Prado, los diez cuernos o nuevos reyes (v. 12) que le servirán (v. 13). Sobre los diez cuernos, cf. también Dn. 7, 7 y 24 y notas. Por una hora: Parece esto una parodia de realeza, quizá para imitar lo anunciado en Lc. 22, 29 s. Por eso dice Jesús: “Cuando os digan que el Cristo está aquí o allí, no les creáis”. (Mt. 24, 23 ss.). Con la bestia: S. Hipólito lee estas palabras uniéndolas a las que siguen: con la bestia tienen esos reyes un mismo designio.

[13007] 14. El Cordero los vencerá: “Este v. anuncia sin duda lo de 19, 11-22 donde Cristo (19, 16) es igualmente declarado soberano de los que imperan; su ejército, opuesto al de la bestia, será victorioso” (Pirot). Cf. 16, 14 y 16. También los suyos: cf. 19, 14; 1 Ts. 4, 14. Llamados y escogidos y fieles: Sobre su escaso número véase Mt. 22, 14. Cf. Rm. 8, 29 s. Este v. relativo al juicio confirma el carácter escatológico del pasaje.

[13008] 15. Las aguas, etc.: En Is. 17, 12 y, Dn. 7, 3 las aguas del mar simbolizan, como aquí, la gentilidad. De las aguas sale también la gran bestia de las siete cabezas (13, 1). Cf. v. 1 y nota.

[13009] 16 s. Aborrecerán ellos mismos a la ramera, que había sido objeto de su pasión (v. 2) y cuya caída deplorarán luego (18, 9 s.). Vemos así (v. 17) cuán admirablemente se vale Dios de sus propios enemigos para realizar sus planes y sacar de tantos males un inmenso bien, como será la caída de la gran Babilonia (cf. 18, 20; 19, 1 ss.). Así esta fortaleza anticristiana en el orden espiritual (18, 8 y nota) perecerá a manos de la otra fuerza anticristiana del orden político, la cual a su vez, con todos los reyes coligados con ella, será destruida finalmente por Cristo en 19, 19 ss. Sorprende que así luchen entre ellos los secuaces de Satanás, cuando sabemos que todos se unirán (v. 13; 16, 14; 19, 19) contra el Señor y contra su Cristo (Sal. 2, 2). “¿Creerán quizá en ese momento que ella encarna el verdadero Dios y la odiarán por eso?” No lo sabemos. Pirot hace notar que esto es tomado del pasaje de Ooliba (Ez. 23, 22-36) donde se anunciaba a Jerusalén un trato semejante de parte de las naciones con las cuales fornicó (cf. Jr. 50, 41 s.; 51 ss.).

[13010] 18. S. Juan pasa aquí de la bestia a la ramera Babilonia sentada sobre ella (v. 3). El cap. 18 es todo sobre el castigo de esta mujer. Aquella ciudad: cf. 16, 19 y nota. Que tiene imperio, etc.: ejerciendo sin duda cierta potestad supranacional (v. 15; cf. 4 Esd. 5, 1). A este respecto es de recordar que Babilonia o Babel (Bab-ilu: puerta del cielo), sea lo que fuere de las inscripciones de su último rey, según el cual habría sido fundada 3.800 años antes de él, tuvo al menos veinte siglos de opulencia, lo que explica el papel de cabeza de oro, es decir, el primero de todos los imperios universales, que Daniel le atribuye en la gran profecía de la estatua (Dn. 2). La Babilonia mística aparece aquí en el otro extremo de la profecía, unida a la última bestia de Daniel 7. “Lo que Babilonia fue para Jerusalén, esta lo es para la Iglesia” (Pannier).

[13011] 1 ss. En su estilo este anuncio se parece a los de los profetas antiguos contra Babilonia (cf. Is. caps. 13 y 14; 21, 9; Jr. caps. 50 y 51). Véase en la nota al Sal. 137, 8 los muchos paralelismos entre ambas Babilonias.

[13012] 2. Véase 14, 8; Is. 13, 21; 21, 9; 24, 11 ss.; Jr. 50, 39; 51, 8.

[13013] 3. Véase 17, 2; Jr. 51, 7. Reyes y mercaderes: cf. vv. 9 y 11.

[13014] 4 s. Salid de ella: la orden recuerda los pasajes que se refieren a la Babilonia histórica en Is. 48, 20; Jr. 50, 8; 51, 6 y 45; Za. 2, 7. Pirot señala un paralelismo con Jerusalén en Mc. 13, 14; Mt. 24, 16. Como observamos al comentar esta expresión en Is. 48, 20, con la caída de Babilonia debía empezar la redención del pueblo judío, que entonces solo fue imagen de la que había de traer Jesucristo (Lc. 21, 28; cf. Ne. 9, 37 y nota). La salida de los judíos fue pacífica por la merced de Ciro (Esd. 1, 1 ss.), que en la profecía es figura de Cristo y fue anunciado dos siglos antes para ser el restaurador de Israel (Is. 44, 28; 45, 1 ss.; cf. 2 Cro. 36, 23; Jr. 25, 11; 29, 10). En cuanto al alcance de aquel anuncio según el cual Babilonia “será barrida con la escoba de la destrucción” (Is. 14, 23 texto hebreo), observa Schuster-Holzammer que los datos modernos han rectificado la antigua opinión, pues cuando Naboned se rindió al conquistador Ciro este lo trató con toda suerte de consideraciones, y añade: “Nada dice la Sagrada Escritura de la toma de Babilonia. Efectuose —contra lo que antes se creía— sin resistencia y sin espada, con sorprendente rapidez, al mando de Ugbaru (Gobryas), gobernador de Gutium. Ciro, que entró en Babilonia tres meses más tarde, perdonó a la ciudad y adoró a los dioses, tomó el título de “rey de Babilonia” y puso de gobernador de ella (¿virrey?) a Ugbaru”. Vemos, pues, la perfecta coincidencia entre S. Juan e Isaías el gran profeta que “consoló a los que lloraban en Sión y anunció las cosas que han de suceder en los últimos tiempos” (Si. 48, 27 s. y nota). Históricamente, dice Vigouroux, “Babilonia hasta quedó como una de las capitales del imperio de los persas” y conservó restos de su civilización y monumentos “más allá aún de la era cristiana”. La Basílica de S. Pedro, dice el profesor H. Mioni, sería casi un pigmeo junto al templo de Baal, que Herodoto asegura tenía en ladrillo 192 metros de altura. Este historiador, que visitó Babilonia en 450 a. C. (un siglo después de Ciro), habla también de sus muros de 200 codos de altura y 50 de espesor, protegidos por 250 torres y 100 puertas de bronce. Pueblo mío: En la ciudad corrompida y en medio de los adoradores de la bestia viven los marcados con el sello del Cordero que, recordando la palabra de Jesús sobre la mujer de Lot (Lc. 17, 32), se guardan de arraigar el corazón en los afectos y respetos humanos. A ellos se dirige esta voz del cielo que, sin duda es la de Jesús, pues Dios Padre es nombrado en tercera persona (vv. 5 y 8). S. Agustín observa que con los pasos de la fe podemos huir de este mundo hacia Dios, nuestro refugio.

[13015] 6. Cf. Jr. 50, 29.

[13016] 7. Véase Is. 47, 8, donde Babilonia se jacta de la misma manera. Cf. 3, 17; 17, 6; Bar. 4, 12.

[13017] 8. Será abrasada en fuego: “En el fondo de su simbolismo Juan encierra la idea principal que causa la ruina de la soberbia Babilonia. La pena del fuego (cf. 17, 16; 19, 3) era el castigo reservado por la Ley para el adulterio o la fornicación de carácter sacrílego (cf. Lv. 21, 9)” (Iglesias).

[13018] 11 ss. Los lamentos de los mercaderes son el retrato de los hombres del mundo. Lejos de llorar la perversidad de la ciudad caída o siquiera compadecer su trágica suerte como hacen los reyes (v. 9), deploran ante todo sus propias pérdidas, porque nadie comprará ya sus mercaderías (v. 11). Su egoísmo no repara en la iniquidad tremendamente castigada por Dios, sino en que ello le trae un lucro cesante. Cf. Ez. 27, 12 ss.

[13019] 13. Cuerpos y almas: Tremendo tráfico que recuerda el de Tiro con los esclavos (Ez. 27, 13), pero al que se añade aquí el de las almas.

[13020] 17 ss. Cf. Ez. 27, 29 ss. El humo (la Vulgata dice el lugar). Cf. v. 9.

[13021] 20. Los santos y los apóstoles: (Vulg.: santos apóstoles). Esta invitación al júbilo tiene un eco deslumbrante en 19, 1-7.

[13022] 21. Significa la sorprendente rapidez (cf. v. 8) y el carácter irreparable con que será destruida la fortaleza del mundo anticristiano. Véase igual acto en Jr. 51, 63 s., a propósito de Babilonia.

[13023] 22 s. Recuerda ante todo, como dice Pirot, el duro anuncio de Jeremías a Jerusalén (Jr. 25, 10; 7, 34; 16, 9). Cf. Is. 24, 1-13; 47, 9; 23, 8; Ez. 26, 13.

[13024] 24. Sangre de santos: cf. 6, 10; 16, 6; 17, 6; 19, 2; Mt. 23, 35 ss.; Jr. 51, 49.

[13025] 1 s. Véase 4, 11; 16, 7; Sal. 18, 10; 118, 137. Muchos observan aquí cuán dramático es el contraste entre el mundo, que se lamenta por la caída de Babilonia (18, 9 y 11), y el cielo, que se llena de la máxima exultación, lo cual se explica, dice Fillion, pues esa caída “va a facilitar y acelerar el establecimiento universal del reino de Dios”. Cf. 18, 20; Jr. 51, 48.

[13026] 5 ss. Aleluya: locución hebrea (Hallelú Yah), no significa alegría, como suele creerse, sino ¡alabad a Yahvé! Usada frecuentemente en los Salmos, solo aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y es en los vv. 1, 3, 4 y 6 de este capítulo. Es aquí la respuesta al petitorio del v. 4 y coincide naturalmente con el colmo del gozo (18, 20) ante el acontecimiento que significa la culminación del Libro y de todo el plan de Dios en la glorificación de su Hijo (cf. 11, 15 ss.). “Voces celestiales cantan la toma de posesión por el Señor de su reino universal y eterno al mismo tiempo que las Bodas del Cordero. Este hermoso pasaje sirve de transición entre la ruina de Babilonia y la derrota, ora del Anticristo ora de Satanás” (Fillion). Cf. sobre el primero v. 19 s.; sobre el segundo, 20, 1 s. y 7 ss.

[13027] 7. Cf. Mt. 22, 2 ss.; 25, 1 ss.; Lc. 14, 16 ss. La desposada (cf. Ct. 4, 17, nota) se prepara para celebrar las nupcias con su divino Esposo (cf. Ef. 5, 25-27). Pirot opina que aquí S. Juan deja solamente entrever las bodas del Cordero y de la Iglesia que se celebrarán según él en el cap. 21, y recuerda que “la metáfora del matrimonio traducía en el A. T. la idea de alianza entre Yahvé e Israel (Os. 2, 16; Is. 50, 1-3; 54, 6; Ez. 16, 17 ss.; Cant.)”. Jünemann ve aquí “los desposorios perfectos, triunfales y eternos de Cristo con la humanidad restaurada por Él” (cf. 12, 1 y nota). Los primeros cristianos anhelaban ya la unión final con el Esposo, en la oración que desde el siglo primero nos ha conservado la “Didajé” o “Doctrina de los doce Apóstoles”: “Así como este pan fraccionado estuvo disperso entre las colinas y fue recogido para formar un todo, así también, de todos los confines de la tierra, sea tu Iglesia reunida para el Reino tuyo... líbrala de todo mal, consúmala por tu caridad, y de los cuatro vientos reúnela, santificada, en tu reino que para ella preparaste, porque tuyo es el poder y la gloria en los siglos. ¡Venga la gracia! ¡Perezca este mundo! ¡Hosanna al Hijo de David! Acérquese el que sea santo; arrepiéntase el que no lo sea. Maranatha (Ven, Señor). Amén”.

[13028] 8. Contraste con la actitud de Babilonia (17, 4; 18, 16).

[13029] 9. Dichosos los convidados al banquete nupcial: Véase la parábola de Jesús en Mt. 22, 2 ss. Cf. 3, 20; Is. 25, 6 y Lc. 14, 15 donde esta idea va unida a lo que Jesús llama “la resurrección de los justos” (Lc. 14, 14). He aquí la bienaventuranza suprema y eterna (cf. 20, 8; 21, 2 y 9 ss.). Pirot señala la frecuencia de esta idea del banquete en el N. T. y cita además Mt. 8, 11; Lc. 22, 18 y 4 Esd. 2, 38.

[13030] 10. A Dios adora: “Es decir, reserva para Él solo todos tus homenajes” (Fillion). El ángel se declara siervo de Dios como los hombres (cf. 22, 8; Hb. 1, 14). S. Pedro nos da a este respecto un bello ejemplo en Hch. 10, 25 s. “El término adorar, dice Crampon, debe ser tornado aquí, como en varios lugares de la Escritura, en el sentido lato de venerar, dar una señal extraordinaria de respeto”. Cf. Sal. 148, 13 y nota. El espíritu de la profecía no ha sido dado solo al ángel sino también al hombre (cf. Ef. 1, 9 s.; 1 Pe. 1, 10 ss.) y consiste en dar testimonio de Jesús y de sus palabras (1 Co. 14). Juan tiene también ese espíritu, y ello le es asimismo un testimonio de que Jesús está con él. Cf. 1, 9; 12, 17, donde parece mostrársenos que hay una persecución especial para los que tienen este testimonio de orden profético, quizá porque es lo que al orgullo humano más le cuesta aceptar, según sucedió con Israel. Cf. Jn. 12, 40-41; Lc. 19, 14.

[13031] 11 ss. Fiel y Veraz: (cf. 1, 5; 3, 7 y 14): el mismo Jesucristo, cuyas palabras se llaman por eso “fieles y verdaderas” (21, 5; 22, 6). Él, juez del mundo, vendrá como Rey a derrotar a sus enemigos: juzga y pelea como en Is. 63, 1. Su triunfo, anunciado desde las primeras páginas del Libro sellado (7, 2), va ahora a manifestarse ante todo contra el Anticristo (2 Ts. 2, 8). “El Mesías en persona se reserva la primera ejecución” (Pirot).

[13032] 12. Muchas diademas: más que el dragón (12, 3) y que la bestia (13, 1). El Canon de Muratori, fragmento de fines del siglo II, entre los grandes misterios de Cristo sobre los cuales es una sola nuestra fe, señala “su doble advenimiento, el primero en la humildad y despreciado, que ya fue; y el segundo, con potestad real... (aquí faltan algunas palabras) preclaro, que será” (Ench. Patristicum 268).

[13033] 13. Un manto empapado de sangre (v. 13) alude asimismo a la visión de Is. 63, 1-6 (cf. nota). No es la sangre de Jesús, como algunos han creído, sino de la vendimia de sus enemigos (cf. 14, 20 y nota). Los hijos de Esaú, Idumeos (de Bosra), siempre aparecen los primeros castigados como los que más odiaron a su hermano Israel (cf. Is. 34, 6; Sal. 136, 7; Hab. 3, 3; Ab. 17 ss. y notas, etc.).

[13034] 14. Los ejércitos del cielo son los ángeles (Mt. 25, 31; 26, 51; 2 Ts. 1, 7) y sin duda también, como observa Pirot, los santos (17, 4) resucitados al efecto (1 Ts. 4, 16 s.; Judas 14).

[13035] 15. “Como en Is. 11, 4... como el Rey de Sal. 2, 9, será duro para los goyim” (Gelin). Véase además sobre la espada que sale de su boca, 2, 16; 2 Ts. 2, 8; sobre el cetro de hierro, 12, 5; Sal. 109, 6; 149, 6 ss.; sobre el lagar del vino de la furiosa ira, v. 13 y nota. Pirot, citando a Lagrange, hace notar que “Jesús durante su vida mortal no dio cumplimiento a estas profecías: fue especialmente el Mesías doctor y paciente; las perspectivas gloriosas, las promesas de dominación sobre el mundo, el aspecto triunfal del mesianismo, no se realizaron entonces: el mesianismo parecía como cortado en dos”. Cf. Jr. 30, 3; Mt. 5, 17-18; Lc. 24, 44; Hch. 3, 20 ss.; 1 Pe. 1, 11.

[13036] 16. Pío XII, en su primera Encíclica, cita este pasaje y dice: “Queremos hacer del culto al Rey de reyes y Señor de señores, como la plegaria del introito de este nuestro Pontificado”. Cf. 17, 14; Dt. 10, 17. Resumiendo un estudio de Cerfaux a este respecto, dice Gelin: “El título de Señor (Kyrios) tiene una significación real y triunfal: corresponde al belu de la correspondencia de Tell-el-Amarna, al Adón de los hebreos, al marana de los papiros de Elefantina. Ese título debió ser utilizado en la Iglesia judeo-aramea para expresar la dignidad del Rey Mesías. Se puede leer con esta idea los siguientes pasajes donde está usado en su contexto real y triunfal: Mc. 11, 3; 12, 35-37; 1 Co. 16, 22 (Marana = Kyrios); 11, 26; Hch. 5, 31; 7, 60; Lc. 19, 11; Mt. 24, 42.

[13037] 17 s. Véase Ez. 39, 17 ss., donde el Profeta invita a las aves del cielo a comer la carne de los enemigos de Israel; y Dn. 7, 11 y 26, donde se anuncia la destrucción de la bestia que es figura del Anticristo (cf. v. 20). También Isaías, después de anunciar la Pasión y Muerte de Jesús, revela su triunfo final sobre todos sus enemigos, diciendo: “Y repartirá los despojos de los fuertes” (Is. 53, 12).

[13038] 19 ss. Véase 16, 16 y nota. “La batalla final es el advenimiento triunfante de Jesucristo para juzgar al mundo” (Crampon). Cf. 20, 11. Matados los dos testigos (11, 8) y tramada la coalición de todas las fuerzas anticristianas (16, 13), el gran enemigo de Dios es derrotado por Jesucristo en Persona. “Esta matanza es obra del mismo Cristo. Aunque hubiese un ejército numeroso, el Verbo de Dios parece ser el único que toma parte efectiva en el combate” (Fillion). Cf. Is. 11, 4; 2 Ts. 2, 8; Dn. 7, 21 y notas. Sobre la bestia y el falso profeta, véase cap. 13 (cf. Dn. 8, 25 s.; 11, 36). S. Agustín cree que, entre la muerte del Anticristo y el fin del mundo, mediará un tiempo, al cual se refiere también S. Tomás diciendo: “Consolará el Señor a Sión (Is. 51, 3)... y a causa de esto, después de la muerte del Anticristo, será también doble la consolación: esto es, la paz y la multiplicación de la fe; porque entonces todos los judíos se convertirán a la fe de Cristo, viendo que fueron engañados: en aquellos días suyos, Judá será salvo e Israel vivirá tranquilamente y el nombre con que será llamado helo aquí: Justo Señor nuestro (Jr. 23, 6)”.

[13039] 21. “Los soldados de las Bestias (16, 14; 18, 3) son muertos en el combate y sus almas van probablemente al Hades, de donde no saldrán sino en 20, 14-15. Hay, pues, en la parte inferior del teatro apocalíptico varias mansiones que no coinciden: el Hades, el estanque de fuego (Gehenna); el abismo (cf. 9, 1) del que va a hablarse en seguida” (Pirot). Cf. 20, 3.

[13040] 1. Para apoderarse del dragón (v. 2) el ángel desciende del cielo a la tierra, pues antes Satanás había sido precipitado a ella (12, 9-12). Este ángel parecería ser el Arcángel S. Miguel, que es el vencedor de Satanás (cf. 12, 7 y nota), y a quien la liturgia de su fiesta considera como el ángel mencionado en 1, 1 (cf. Epístola del 8 de mayo y 29 de septiembre). León XIII lo expresa así en su Exorcismo contra Satanás y los ángeles rebeldes al citar este pasaje cuando pide a San Miguel que sujete “al dragón, aquella antigua serpiente que es el diablo y Satanás” para precipitarlo encadenado a los abismos de modo que no pueda seducir más a las naciones. El mismo Pontífice prescribió la oración después de a misa en que se hace igual pedido a Miguel, “Príncipe de la milicia celestial” para que reduzca a “Satanás y los otros espíritus malignos que vagan por el mundo”. Véase 1 Pe. 5, 8, que se recita en el Oficio de Completas. Cf. 2 Co. 2, 11; Ef. 6, 12.

[13041] 2. “Aquí, dice Gelin, el ángel malo por excelencia sufre un castigo previo a su punición definitiva (20, 10). Se trata de una neutralización de su poder, que refuerza la que le había sido impuesta en 12, 9”. Por mil años: los vv. 3, 4, 5, 6 y 7 repiten esta cifra. Según S. Pedro, ella correspondería a un día del Señor (2 Pe. 3, 8; Sal. 89, 4). S. Pablo (1 Co. 15, 25) dice: “hasta que Él ponga a sus enemigos por escabel de sus pies”, como lo vemos en los vv. 7-10.

[13042] 3. Al Abismo: véase v. 9; 19, 21 y nota. Cf. 2 Pe. 2, 4; Judas 6. Para que no sedujese: cf. v. 1 y nota. Ha de ser soltado: cf. v. 7 ss.

[13043] 4. Martini opina que “el orden de estas palabras parece que debe ser este: Vi tronos, y las almas de los que fueron degollados, etc. y se sentaron y vivieron, y reinaron, etc.”. Cf. 3, 21 y nota. Otros piensan que esos tronos serán solo doce (Mt. 19, 28), reservados a aquellos que se sentaron, pues de esos otros resucitados no se dice que se sentaron aunque sí que reinaron por no haber adorado como todos al Anticristo (cap. 13), que fue destruido en el capítulo anterior (19, 20), y serán reyes y sacerdotes (v. 6; 1, 6; 5, 10). Véase 1 Co. 6, 2-3, donde S. Pablo enseña que los santos con Cristo juzgarán al mundo y a los ángeles. Cf. Sb. 3, 8; Dn. 7, 22; Mt. 19, 22; Lc. 22, 30; 1 Co. 15, 23; 1 Ts. 4, 13 ss.; Judas 14 y notas.

[13044] 5. La primera resurrección: He aquí uno de los pasajes más diversamente comentados de la Sagrada Escritura. En general se toma esta expresión en sentido alegórico: la vida en estado de gracia, la resurrección espiritual del alma en el Bautismo, la gracia de la conversión, la entrada del alma en la gloria eterna, la renovación del espíritu cristiano por grandes santos y fundadores de Órdenes religiosas (S. Francisco de Asís, Santo Domingo, etc.), o algo semejante. Bail, autor de la voluminosa Summa Conciliorum, lleva a tal punto su libertad de alegorizar las Escrituras, que opta por llamar primera resurrección la de los réprobos porque estos, dice, no tendrán más resurrección que la corporal, ya que no resucitarían para la gloria. Según esto, el v. 6 alabaría a los réprobos, pues llama bienaventurado y santo al que alcanza la primera resurrección. La Pontificia Comisión Bíblica ha condenado en su decreto del 20-VIII-1941 los abusos del alegorismo, recordando una vez más la llamada “regla de oro”, según la cual de la interpretación alegórica no se pueden sacar argumentos. Sin embargo, hay que reconocer aquí el estilo apocalíptico: En 1 Co. 15, 23, donde S. Pablo trata del orden en la resurrección, hemos visto que algunos Padres interpretan literalmente este texto como de una verdadera resurrección primera, fuera de aquella a que se refiere San Mateo en 27, 52 s. (resurrección de santos en la muerte de Jesús) y que también un exegeta tan cauteloso como Cornelio a Lapide la sostiene. Cf. 1 Ts. 4, 16; 1 Co. 6, 2-3; 2 Tm. 2, 16 ss. y Fil. 3, 11, donde San Pablo usa la palabra “exanástasis” y añade “ten ek nekróon” o sea literalmente, la ex-resurrección, la que es de entre los muertos. Parece, pues, probable que San Juan piense aquí en un privilegio otorgado a los Santos (sin perjuicio de la resurrección general), y no en una alegoría, ya que S. Ireneo, fundándose en los testimonios de los presbíteros discípulos de S. Juan, señala como primera resurrección la de los justos (cf. Lc. 14, 14 y 20, 35). La nueva versión de Nácar-Colunga ve en esta primera resurrección un privilegio de los santos mártires, “a quienes corresponde la palma de la victoria. Como quienes sobre todo sostuvieron el peso de la lucha con su Capitán, recibirán un premio que no corresponde a los demás muertos, y este es juzgar, que en el sentido bíblico vale tanto como regir y gobernar al mundo, junto con su Capitán, a quien por haberse humillado basta la muerte le fue dado reinar sobre todo el universo (Fil. 2, 8 s.)”. Véase Fil. 3, 10-11; 1 Co. 15, 23 y 52 y notas; Lc. 14, 14; 20, 35; Hch. 4, 2.

[13045] 6. Con el cual reinaron los mil años: Fillion dice a este respecto: “Después de haber leído páginas muy numerosas sobre estas líneas, no creemos que sea posible dar acerca de ellas una explicación enteramente satisfactoria”. Sobre este punto se ha debatido mucho en siglos pasados la llamada cuestión del milenarismo o interpretación que, tomando literalmente el milenio como reinado de Cristo, coloca esos mil años de los vv. 2-7 entre dos resurrecciones, distinguiendo como primera la de los vv. 4-6, atribuida solo a los justos, y como segunda y general la mencionada en los vv. 12-13 para el juicio final del v. 11. La historia de esta interpretación ha sido sintetizada en breves líneas en una respuesta dada por la Revista Eclesiástica de Buenos Aires (mayo de 1941) diciendo que “la tradición, que en los primeros siglos se inclinó en favor del milenarismo, desde el siglo V se ha pronunciado por la negación de esta doctrina en forma casi unánime”. La Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio cortó la discusión declarando, por decreto del 21 de julio de 1944, que la doctrina “que enseña que antes del juicio final, con resurrección anterior de muchos muertos o sin ella, nuestro Señor Jesucristo vendrá visiblemente a esta tierra a reinar, no se puede enseñar con seguridad (tuto doceri non posse)”. Para información del lector, transcribimos el comentario que trae la gran edición de la Biblia aparecida recientemente en París bajo la dirección de Pirot-Clamer sobre este pasaje: “La interpretación literal: varios autores cristianos de los primeros siglos pensaron que Cristo reinaría mil años en Jerusalén (v. 9) antes del juicio final. El autor de la Epístola de Bernabé 15, 4-9) es un milenarista ferviente; para él, el milenio se inserta en una teoría completa de la duración del mundo, paralela a la duración de la semana genesíaca: 6.000 + 1.000 años. S. Papías es un milenarista ingenuo. S. Justino, más avisado empero, piensa que el milenarismo forma parte de la ortodoxia (Diálogo con Trifón 80-81). S. Ireneo lo mismo (Contra las herejías V, 28, 3), al cual sigue Tertuliano (Contra Marción III, 24). En Roma, S. Hipólito se hace su campeón contra el sacerdote Caius, quien precisamente negaba la autenticidad joanea del Apocalipsis para abatir más fácilmente el milenarismo”. Relata aquí Pirot la polémica contra unos milenaristas cismáticos en que el obispo Dionisio de Alejandría “forzó al jefe de la secta a confesarse vencido”, y sigue: “Se cuenta también entre los partidarios más o menos netos del milenarismo a Apolinario de Laodicea, Lactancio, S. Victorino de Pettau, Sulpicio Severo, S. Ambrosio. Por su parte, S. Jerónimo, ordinariamente tan vivaz, muestra con esos hombres cierta indulgencia (Sobre Isaías, libro 18). S. Agustín, que dará la interpretación destinada a hacerse clásica, había antes profesado durante cierto tiempo la opinión que luego combatirá. Desde entonces el milenarismo cayó en el olvido, no sin dejar curiosas supervivencias, como las oraciones para obtener la gracia de la primera resurrección, consignadas en antiguos libros litúrgicos de Occidente (Dom Leclereq)”. Más adelante cita Pirot el decreto de la SS. Congregación del S. Oficio, que transcribimos al principio, y continúa: “Algunos críticos católicos contemporáneos, por ejemplo Calmes, admiten también la interpretación literal del pasaje que estudiamos. El milenio sería inaugurado por una resurrección de los mártires solamente, en detrimento de los otros muertos. La interpretación espiritual: Esta exégesis —sigue diciendo Pirot— comúnmente admitida por los autores católicos, es la que S. Agustín a dado ampliamente. Agustín hace comenzar este período en la Encarnación porque profesa la teoría de la recapitulación, mientras que, en la perspectiva de Juan, los mil años se insertan en un determinado lugar en la serie de los acontecimientos. Es la Iglesia militante, continúa Agustín, la que reina con Cristo hasta la consumación de los siglos; la primera resurrección debe entenderse espiritualmente del nacimiento a la vida de la gracia (Col. 3, 1-2; Fil. 3, 20; cf. Juan 5, 25); los tronos del v. 4 son los de la jerarquía católica y es esa jerarquía misma, que tiene el poder de atar y desatar. Estaríamos tentados —concluye Pirot— de poner menos precisión en esa identificación. Sin duda tenemos allí una imagen destinada a hacer comprender la grandeza del cristiano: se sienta porque reina (Mt. 19, 28; Lc. 22, 30; 1 Co. 6, 3; Ef. 1, 20; 2, 6; Ap. 1, 6; 5, 9)”. La segunda muerte: El Apóstol explica este término en el v. 14.

[13046] 8. Gog y Magog: son aquí, como en Ez. 39, 2, representantes de los reinos y pueblos anticristianos. Gog se llama en Ezequiel rey de Rosch, Mosoc y Tubal, reinos situados al norte de Mesopotamia, e identificados por algunos intérpretes con Rusia, Moscú y Tobolsk (Siberia). ¿Debe esta rebelión identificarse con aquella invasión de Tierra Santa que anuncia Ezequiel? Véase allí los caps. 38-39 y sus notas. Lo que no puede dejar de señalarse es lo que esto significa como “etapa” final de la invariable apostasía del hombre frente a Dios (cf. 13, 18 y nota). “Empezó en el paraíso (Gn. 3), y se repitió diez y seis siglos más tarde en el diluvio (Gn. 4-7) y cuatro siglos después con la torre y ciudad de Babel (Gn. 8-11). Después de la elección de Abrahán, la era patriarcal termina paganizada en la esclavitud de Egipto (430 años), y luego de otros quince siglos el pueblo electo de Israel, seducido por sus jefes religioso-políticos, reclamó y consiguió una cruz para el Mesías tan esperado. ¿Acaso las naciones de la gentilidad habrán de ser más fieles? Las hemos visto en el capítulo anterior siguiendo al Anticristo y las vemos aquí, apenas suelto Satanás, precipitarse de nuevo a su ominoso servicio. ¡Triste comprobación para la raza de Adán! Digamos, pues, que si toda la humanidad no es salva, no será porque Dios no haya agotado su esfuerzo asta entregar su Hijo”. Cf. Jn., 3, 16.

[13047] 9. Subieron a la superficie: cf. Ez. 39, 11-16 y notas. La ciudad amada: como anota Pirot, “el ataque se hace contra Jerusalén, capital del Reino mesiánico, como en Ez. 38, 12... Los santos no necesitan salir, pues Dios interviene desde el cielo”. En efecto, bajó fuego del cielo y los devoró: esto es, súbitamente y sin batalla como en 19, 11 ss. Las palabras entre corchetes son probablemente una glosa. Así morirán todos, para ser juzgados con los demás muertos (vv. 5 y 11 ss.). Véase v. 14 y nota. Como lo expresa la mayoría, este parece ser el fuego que S. Pedro anuncia en 2 Pe. 3, 7-8 como perdición final de los hombres impíos (cf. v. 11 y nota) si bien no es fácil conciliar esto con el mencionado en 1 Co. 3, 15, pues en la Parusía del Señor lo vemos con nubes (14, 14) o sobre caballo blanco (19, 11) pero nunca con fuego.

[13048] 10. Cf. Is. 24, 21 s. y nota.

[13049] 11 ss. Descripción del juicio final, cuya explicación encierra todavía muchos misterios para la exégesis moderna. Se diría que, como en 19, 11 ss. y en Mt. 25, 31 ss., el juez es Cristo, el Hijo a quien Dios entregó el poder de juzgar al mundo (Jn. 5, 22; Hch. 10, 42; 17, 31; Rm. 2, 16; 1 Pe. 4, 5 s.) después de haber hecho entrega de ese mismo Hijo “para que el mundo se salve por Él” (Jn. 3, 16-17). Sin embargo, los autores modernos (Fillion, Pirot, etc.) dan por seguro que S. Juan presenta aquí a Dios Padre a quien llama desde el principio “el que está sentado en el trono” (4, 9 y 10; 5, 1, 7, y 13; 7, 15, etc.) y que es el único juez supremo” (Gelin) Cf. 22, 13 y nota. Huyó la tierra, etc.: no es ya parcialmente, como en 6, 14; 16, 20, sino que aquí no hay más tierra de modo que, dice Pirot, “es imposible ubicar el lugar del juicio” y por tanto no puede aplicarse, como en Mt. 25, 31 ss., lo anunciado sobre el juicio de las naciones al retorno de Cristo en el valle de Josafat (Jl. 3, 2), ni expresa allí Jesús las otras características que aquí vemos, como la resurrección, el tratarse solo de muertos (vv. 12 y 13) sin quedar ningún vivo (v. 9; cf. 1 Ts. 4, 16-17); los libros abiertos; la exclusiva mención del castigo y no del premio (vv. 14 y 15); el contenido general del juicio sin referencia a las obras de caridad (Mt. 25, 35 ss.), ni al Rey (íd. 34 y 40), ni a su Parusía, ni a sus ángeles (íd. 31), ni a sus hermanos (íd. 40), ni a las naciones (íd. 32), ni a la separación entre ovejas y machos cabríos (v. 33). Por ahí vemos cuánto debe ser aún nuestro empeño en profundizar la doctrina e intensificar nuestra cultura bíblica. Sobre el Libro de la vida, cf. 3, 5 y nota.

[13050] 14. Solo aquí se ve que no habrá más muerte sobre la tierra. Por eso S. Pablo dice que “la muerte será el último enemigo destruido” para que todas las cosas queden sujetas bajo los pies de Jesús (1 Co. 15, 26; Ef. 1, 10) y Él pueda entregarlo todo al Padre (1 Co. 15, 24 y 28). La muerte y el Hades parecen personificar a los muertos que había en ellos (v. 13), no nombrándose el mar porque había desaparecido en el v. 11 como se deduce de 21, 1. De lo contrario nadie podría explicar por ahora el significado de ambos personajes.

[13051] 1. Habían pasado en 20, 11, sin duda junto con el mar, como aquí vemos. No se dice que esto sucediese mediante el fuego de 20, 9, sino que “huyeron” ante la faz de Dios (20, 11). También se habla de fuego en 1 Co. 3, 13 y en 2 Pe. 3, 12 (cf. notas), pero rodeado de circunstancias que no es fácil combinar con las que aquí vemos. Por ello parece que hemos de ser muy parcos en imaginar soluciones, que pueden ser caprichosas, en estos misterios que ignoramos (cf. 20, 11 y nota). Aquí, como observa Gelin, aparece a la vista de los elegidos “un cuadro nuevo y definitivo”, por lo cual parecería tratarse ya de lo que S. Pablo nos hace vislumbrar en 1 Co. 15, 24 y 28. Cielo nuevo y tierra nueva se anuncian también en Is. 65, 17 ss. como en 66, 22 (cf. notas); pero allí aún se habla de algún muerto, y de edificar casas y de otros elementos que aquí no se conciben y que Fillion atribuye a “la edad de oro mesiánica” y Le Hir llama retorno a la inocencia primitiva (cf. Is. 11, 6 ss.; Ez. 34, 25; Za. 14, 9 ss.; Mt. 19, 28; Hch. 3, 21; Rm. 8, 19 ss.; etc.).

[13052] 2. Pirot observa que la Jerusalén de Ez. 40-48 era todavía terrestre, y añade que la de Is. 54, 11 ss. está descrita con un lirismo deslumbrante, pero no establece ni explica que haya diferencia entre ambas (cf. v. 22 y nota). La Jerusalén que aquí vemos desciende toda del cielo, como dice S. Agustín y es la antítesis de Babilonia la ramera (caps. 17-18); la imagen es tomada de la Jerusalén terrenal, pero la idea es otra y no podemos confundirla con nada de lo que era la tierra, fuese o no transformada.

[13053] 3. La morada de Dios entre los hombres: Algunos suponen a este respecto que la substancia de los elementos adquirirá nuevas cualidades convenientes y relativas a nuestros cuerpos inmortales. Otros observan que en esta consumación definitiva de los misterios de Dios seremos en realidad nosotros, y no las cosas eternas, los que nos transformaremos, como “nueva creación” (2 Co. 5, 17; Ga. 6, 15) y asumiremos como tales esa vida divina. Desde ahora la poseemos por la gracia, pero entonces la disfrutaremos plenamente con lo que se ha llamado el lumen gloriae. Porque esa vida eterna, sin fin, tampoco tuvo principio y nosotros fuimos, desde la eternidad, elegidos para poseerla gracias a Cristo (véase Ef. 1, 1 ss. y notas) y con Él y en Él como los sarmientos en la vid (Jn. 15, 1 ss.), como los miembros en la cabeza (Col. 1, 19). ¿No es esta la Jerusalén “nuestra madre” de que habla el Apóstol en Ga. 4, 26? ¿No es este el Tabernáculo “que hizo Dios y no el hombre” (Hb. 8, 2), “el mismo cielo” donde entró Jesús (Hb. 9, 24), “la ciudad de fundamentos cuyo artífice y autor es Dios” a la cual aspiraba Abrahán (Hb. 11, 10), “la ciudad del Dios vivo, Jerusalén celeste” a la cual convoca S. Pablo a todos los hebreos (Hb. 12, 22)? Ella viene aún como novia, no obstante haberse anunciado desde 19, 6 ss. las Bodas del Cordero. ¿Encierra esto tal vez un nuevo misterio de unidad total, en que habrán de fundirse las bodas de Cristo con la Iglesia y las bodas de Yahvé con Israel? (Véase 19, 9 y nota). He aquí ciertamente el punto más avanzado, donde se detiene toda investigación escatológica y que esconde la clave de los misterios quizá postapocalípticos del Cantar de los Cantares (véase nuestra introducción a ese Libro).

[13054] 5. Yo hago todo nuevo: Ya habló de cielo nuevo y tierra nueva (v. 1) y de la Jerusalén celestial (v. 24). ¿Qué nueva novedad encierra todavía esta asombrosa declaración de Dios? Algunos la refieren a lo precedente, como si fuera una redundancia. Parece sin embargo que en estos capítulos finales el Padre acumula uno sobre otro los prodigios de su esplendidez hasta más allá de cuanto pudiera fantasear el hombre. Crampon lo considera simplemente como una nueva creación, algo que no está ya expuesto a un “fracaso” como el de Adán, y comenta: “Es una renovación de este mundo donde vivió la humanidad caída, el cual desembarazado al fin de toda manca, será restablecido por Dios en un estado igual y aún superior a aquel en que fuera creado; renovación que la Escritura llama en otros lugares palingenesía, o sea regeneración (Mt. 19, 28) y apocatástasis pántoon, esto es, la restitución de todas las cosas en su estado primitivo (Hch. 3, 21)”. Bien puede ser sin embargo que Dios vaya más lejos en ese empeño que el hombre no puede sino adorar sin comprenderlo ya, a causa de la estrechez de nuestra mente y la mezquindad de nuestro corazón. Traigamos a la memoria las palabras de Dios en Isaías: “Mira ejecutado todo lo que oíste... Hasta ahora te he revelado cosas nuevas, y tengo reservadas otras que tú no sabes” (Is. 48, 6; cf. Is. 42, 9; 43, 19). Aquí es tal vez el caso de “volvernos locos para con Dios” según la expresión de S. Pablo (2 Co. 5, 13) y admitir, como un kaleidoscopio sub specie aeternitatis, un fluir de creación eternamente renovado para nuestro éxtasis, un fluir inexhausto de “la sabiduría infinitamente variada de Dios” (Ef. 3, 10) y de su amor en Cristo “que sobrepuja a todo conocimiento”, para que seamos “total y permanentemente colmados de Dios, a quien sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones de la edad de las edades, amén” (Ef. 3, 19-21).

[13055] 6. El agua de la vida. Sobre esta imagen, que significa la inmortalidad, véase 7, 17; 22, 1; Is. 4, 1; Ez. 47, 1-12; Jn. 4, 10 y nota.

[13056] 7. El mismo trato de hijo que tiene Jesús a la diestra del Padre, tal es lo que se nos ofrece para siempre (cf. v. 23 y nota) y lo que desde ahora podemos vivir en espíritu (Ga. 4, 6; Ef. 1, 5 y notas). Cumplida totalmente la adopción (Rm. 8, 23) oiremos del Padre lo mismo que Jesús oyó en Sal. 2, 7. ¿Qué somos pues nosotros en la vida de Dios? Lo que un niñito pequeño e insignificante es para su padre: nada, en cuanto es incapaz de prestarle el menor servicio; todo, en cuanto es el objeto de todos los desvelos y de los más bellos planes de su padre, que han de cumplirse en él (Rm. 8, 17; Ga. 4, 7).

[13057] 8. En contraste diametral con lo del v. 7, y ya sin ningún término medio, muestra este v. la segunda muerte, o sea, el lago de fuego y azufre, el mismo infernal destino que la Bestia y el Falso Profeta inauguraron según 19, 20 y adonde Satanás acaba de ser arrojado (20, 9 s.). Cf. 21, 6. Llama la atención ver allí a los tímidos. Ni es esto lo que Israel llamaba santo temor de Dios (la reverencia con que lo honramos), ni tampoco es lo que el mundo suele llamar cobardía, en los que no hacen alarde de arrojo y estoicismo, pues la suavidad de las virtudes evangélicas no lleva por ese rumbo sino por el de la pequeñez infantil (Mt. 5, 3; 18, 3; Sal. 68, 15 y 21 y notas). Los tímidos que no llegarán a este cielo maravilloso son los que fluctúan entre Cristo y el mundo (Mt. 6, 24 y nota); los que se escandalizan de las paradojas de Jesús (Mt. 11, 6; Lc. 7, 23 y notas); los de ánimo doble, que dan a Dios todo, menos el corazón, lo único que a Él le interesa, y no se deciden a pedirle la sabiduría que Él ofrece porque temen que el divino Padre les juegue una mala partida (St. 1, 5-8 y notas); los que se dejan llevar “a todo viento de doctrina” (Ef. 4, 14; 1 Co. 12, 2; Mt. 7, 15) y, por falta de amor a la verdad, concluyen siempre seducidos por la operación del error para perderse (2 Ts. 2, 10 y nota).

[13058] 9. El mismo ángel que antes le presentó a la ramera (17, 3) le muestra ahora a la novia. Cf. 4 Esd. 10, 25 ss.

[13059] 10. A un monte grande y alto: cf. Ez. 40, 2; Is. 2, 2.

[13060] 11. Cf. Tob. 13, 21-22; Is. 54, 11-12 y notas. Su luminar es Cristo (v. 23 s.).

[13061] 12. El muro (cf. v. 17 s.) no existía en la de Za. 2, 4. En esta solo es un atributo de su belleza pues ya no teme ataques como en 20, 9. Nótese e simbolismo invertido de las doce puertas y doce cimientos: aquellas (lógicamente posteriores al cimiento) con los nombres de las doce tribus de Israel (cf. v. 21) y estos (v. 14) con los de los doce apóstoles, ¿No significa esto la unión definitiva entre los dos Testamentos en el Reino del Padre? Cf. v. 2; 12, 1 y notas

[13062] 16. Cuadrada: (cf. Ez. 43, 16; 48, 15 ss.). Doce mil estadios: o sea 2.220 kilómetros (cf. 14, 20) Como se ve, esta cifra parecería simbólica a causa de la magnitud e igualdad de las dimensiones, lo cual significa perfección. No se puede, empero, asegurarlo, pues para Dios nada es imposible. En Ez. 48, 16 la ciudad es cuadrada de 4.500 “cañas” de lado. “Interpretar en sentido figurado lo que podemos interpretar en sentido propio, es digno de los incrédulos o de los que buscan rodeos a la fe” (Maldonado). “La ciudad formaba un cubo perfecto, dice Fillion, como el Santo de los santos en el tabernáculo de Moisés y en el Templo; lo cual quiere expresar que la nueva Jerusalén toda será el sitio de la manifestación directa y muy íntima del Señor”.

[13063] 17. Es que el ángel se apareció en forma humana.

[13064] 18. Los preciosos metales y gemas pueden ser figuras materiales de aquella belleza inefable (2 Co. 12, 4) que “ni ojo vio ni oído oyó, ni pasó a hombre alguno por pensamiento” (Is. 64, 4; 1 Co. 2, 9). Mas no lo sabemos, y por tanto no hemos de empeñarnos en negar de antemano todo sentido real y perceptible a estos esplendores, prometidos aquí por el mismo Dios que nos enseña la vanidad del mundo presente. Bien podría el Enemigo, so pretexto de espiritualidad, quitarnos así el ansia de tener “un tesoro en el cielo”, sabiendo él que “donde está nuestro tesoro está nuestro corazón” (Lc. 12, 33-34) ¿Acaso la belleza visible habría de quedar solo para los pecadores de este mundo? ¿Por qué, dice un autor, no cabría una perfección en el orden de la materia restaurada, pues que hemos de resucitar con nuestro cuerpo? El Dios de los crepúsculos, de las flores, de los lagos es quien nos hace estas promesas. Si no le creemos a Él, dice S. Ambrosio, ¿a quién le creeremos? Si alegorizamos todo, nos quedaremos sin entender nada. Hoy podríamos agregar que si la vidrieras de una catedral gótica, por ejemplo, deslumbran nuestra sensibilidad aún carnal, con una belleza de color que nos parece casi sobrehumana ¿por qué no abríamos de creer simplemente a Dios cuando nos promete toda esta pedrería como un marco digno de la patria divina, sin perjuicio del amor puro pues ya no la miraremos con afectos carnales? Véase v. 23; 22, 4 y notas.

[13065] 19. Zafiro: cf. Is. 54, 11.

[13066] 20. Sardónice: “un sardio mezclado con ónice. El sardio es amarillento o rojizo; cuando es veteado con vetas regulares, se llama sardónice porque el ónice tiene vetas irregulares” (Jünemann).

[13067] 21. Perlas: en Is. 54, 12 las puertas son carbunclos (Vulg: “piedras deseables”).

[13068] 22. No habrá templo en ella. Cf. Ez. 44, 2 y nota sobre las diferencias con la que allí se describe. Sin duda la ciudad misma será toda un santuario, y los comentadores exponen que en la Jerusalén celestial no habrá altar ni sacrificios como en Ez. 43, 13 ss.; Sal. 50, 20 s. (cf. notas), suponiendo que al renovarse todo (v. 5) habrán pasado los tiempos de la intercesión en el Santuario celestial (cf. Hb. 7, 24 s.). Dios y el Cordero serán el divino templo de la continua alabanza, así como serán también la recompensa de la esperanza (22, 2 y nota; cf. Hb. 10, 19). Es muy hermoso ver aquí a Jesús con igual gloria y honor que “su Dios y Padre”, ante quien se postraba con profunda adoración y a quien ya habrá entregado el Reino para quedarle Él mismo sujeto por siempre “a fin de que el Padre sea todo en todo” (1 Co. 15, 24 y 28). Cf. Ez. 48, 35.

[13069] 23. Cf. Is. 60, 19 s. Al admirar, con el alma colmada de gratitud, esos esplendores, no olvidemos que todo viene de que el Cordero será el luminar, y que sin Él nada podría ser apetecible (cf. Sal. 15, 2 texto hebreo). La novia (v. 1) no desdeña el palacio que le brindará el Príncipe, pero es a él a quien desea. Recordemos también que Jesús, esa lumbrera de los cielos, nos ilumina ya desde ahora si nos dejamos guiar por su Palabra (Lc. 11, 36. Jn. 9, 5; 2 Tm. 1, 10; Sal. 118, 105 y nota). El misterio del Hijo como antorcha de la claridad del Padre —luz de luz dice el Credo— es el que nos anticipa el Sal. 35, 10 al decir a Dios: “En tu luz veremos la luz”. A este respecto algunos autores desde la época patrística, han distinguido entre los justos varias esferas de bendición. Parece fundado pensar que, siendo el Cordero la lumbrera de la Jerusalén celestial, los que le están más íntimamente unidos y viven aquí de la vida de Él con fe amor y esperanza, estarán incorporados a Él compartiendo su suerte (cf. v. 7; Jn. 14, 3; 17, 22-24) en lo más alto de los cielos (Ef. 1, 20; 2, 6) es decir, formando parte de ese luminar... Hic taceat omnis lingua. Cf. 22, 4 y nota.

[13070] 24. La expresión usada aquí por el Apóstol recuerda el vaticinio de Isaías (Is. 60, 3). Cf. Za. 2, 11; 8, 23. Gelin hace notar que aún se mantiene aquí esa diferencia entre israelitas y naciones de la gentilidad. Dato ciertamente digno de atención y estudio; pero no nos apresuremos a juzgar sobre él ni a criticar audazmente el divino Libro, y menos aún en materia como la escatología en que bien puede decirse que estamos en pañales. Nuestro empeño ha de ser, cuando no vemos soluciones ni las han visto otros, confesarlo para suscitar en el lector el anhelo ardiente de ahondar cuanto pueda la investigación hasta que Dios quiera entregarnos la llave de los misterios adorables que envuelven lo que tan de cerca interesa a nuestra eterna felicidad. Sobre los reyes, cf. también 20, 4.

[13071] 25 ss. Cf. Is. 60, 11; 35, 8; 52, 1. Véase en Ez. 44, 2 y 48, 35 y notas otros paralelismos y diferencias entre esta Jerusalén celestial y la Jerusalén anunciada por los antiguos profetas.

[13072] 1. El agua que fluye es el símbolo de la vida inmortal perpetuamente renovada (cf. 21, 5 y nota). S. Juan recuerda aquí a Ez. 47, 1-12 (cf. Sal. 45, 5; Is. 66, 12; Za. 14, 8). Así fluían también los cuatro ríos del Paraíso (Gn. 2, 10 ss.). Los SS. PP. entienden este río de muy distintas maneras. Algunos, del mismo Jesucristo; S. Ambrosio, del Espíritu Santo. Benedicto XV, citando a S. Jerónimo, dice: “No hay más que un río que mana de bajo el trono de Dios y es la gracia del Espíritu Santo, y esta gracia está encerrada en las Sagradas Escrituras, en ese río de las Escrituras. Y este corre entre dos riberas, que son el Antiguo y el Nuevo Testamento, y en cada orilla se encuentra plantado un árbol, que es Cristo” (Enc. “Spiritus Paraclitus”). ¿Acaso no son estas, en el desierto de este siglo (Ga. 1, 4), el “agua viva” que da Jesús (Jn. 3, 5; 4, 10; 7, 37 ss.), de la cual sale vida eterna (Jn. 4, 14; 17, 3)? En el v. 17 nos la ofrece gratis desde ahora, como lo había hecho Is. 55, 1-11.

[13073] 2. En el nuevo Paraíso no habrá ya árbol prohibido y sí multitud de árboles de vida. El griego no usa el término dendron = árbol, sino xylon, literalmente leño, que puede traducirle también bosque. Véase 2, 7; Gn. 2, 9 ss. Su fruto cada mes: Estos frutos, de árboles plantados por el mismo Dios (cf. Is. 60, 21) ¿no serán los que el Esposo y la esposa van a recoger después de la unión definitiva en Ct. 7, 10-13? Hay que confesar que la mayoría de los enrolados como cristianos están harto lejos de preguntarse estas cosas que tanto les interesan, y menos con la idea que muchos se hacen del cielo con las almas solas, olvidando el gran hecho de la resurrección de los cuerpos (cf. 1 Co. 15; Rm. 8, 23; Fil. 3, 20 s.).

[13074] 4. Y verán su rostro: en una visión fruitiva (véase Jn. 17, 24 y nota; 1 Jn. 3, 2). Imaginando las maravillas de esta Jerusalén de gloria que Dios prepara a los suyos, dice Bossuet: “Si en el cielo se terminan todos los designios de Dios ¿qué obra no será esa a cuyo creación todo el universo no ha servido sino de preparación, que Dios tuvo en mira en todo cuanto hizo, que ha sido el blanco de todos los deseos divinos y concluida la cual Dios quiere descansar por toda la eternidad?” (Cf. 21, 18 y nota). Pero en vano querríamos suponer cosas deleitosas más allá de Dios mismo, más allá del goce y la posesión íntima de la divinidad (Jn. 17, 22 s.), incorporados al Padre en Cristo mediante la filiación divina operada en nosotros por el Espíritu Santo (cf. 21, 7 y nota). En la introducción al Libro de la Sabiduría mostramos esa síntesis de conocimiento y amor, semejante a la de la luz y el calor en un rayo de sol. Pero aquí estaremos ya como fundidos y transformados en el mismo Sol divino (cf. Ct. 2, 6 y nota). Así, pues, en el v. 12 nos dice Jesús que su galardón viene con Él mismo, y Dios lo anunciaba desde el Antiguo Testamento diciendo a Abrahán: “Soy Yo, tu inmensa recompensa” (Gn. 15, 1). Cf. 21, 23 y nota.

[13075] 5. Lucirá sobre ellos: cf. 21, 24. Reinarán por los siglos de los siglos: Con este anuncio definitivo termina aquí la fase final de la profecía. Cf. 20, 4 y 6; Is. 60, 20. Lo que sigue es un epílogo para confirmar su extraordinaria importancia y volver el ánimo del lector a la expectación de la Parusía de Cristo, acto inicial de este último proceso revelado a S. Juan.

[13076] 7. No se trata aquí de mandamientos que cumplir, sino de palabras que retener y para ello hay que conocerlas muy bien. Cf. 1, 3 y nota.

[13077] 10. No selles: no cierres, no ocultes, porque el tiempo está cerca y la venida de Cristo será cuando menos se la espera (16, 15 y nota). Sobre el valor espiritual de esta actitud expectante, cf. St. 5, 7 ss.; 1 Jn. 3, 3 y notas. Nótese el contraste con lo que se le dice a Daniel cuando estos misterios estaban aún muy lejanos (Dn. 12, 4). Ello confirma que en la Revelación divina no hay nada esotérico ni reservado a una casta especial, nada incomprensible para los espíritus simples (Lc. 10, 21), sea en doctrina o en profecía. “Lo que os digo al oído, predicadlo sobre los techos”, dijo el Señor en las instrucciones a los apóstoles (Mt. 10, 27); y al Pontífice que lo interroga sobre su doctrina, le responde: “Yo he hablado al mundo abiertamente. Interroga tú a los que me han oído, ellos saben lo que Yo he dicho” (Jn. 18, 20). Recordemos que al iniciarse el cristianismo, en el instante de a muerte del Redentor, el velo del Templo, que representaba su carne (Hb. 10, 20), se rompió de alto a bajo (Mc. 15, 38), mostrando el libre acceso al Santuario celestial, que S. Pablo llama “el trono de la gracia” (Hb. 4, 14-16). Lo mismo se nos enseña aquí con respecto a la profecía. “Preguntadme acerca de las cosas venideras”, dice el Señor (Is. 45, 11). “Yo no he hablado en oculto... ni dije buscadme en vano... Yo hablo cosas rectas” (Is. 45, 19); “desde el principio jamás hablé a escondidas” (Is. 48, 16). Es de notar que las célebres palabras de la Vulgata: “Tú eres un Dios escondido” están en el citado capítulo (Is. 45, 15), puestas en boca de los extranjeros paganos y desmentidas por las que hemos transcripto. Por lo demás, otra versión según el hebreo dice: “Tú eres Dios y yo no lo sabía”. Es muy interesante observar en el mismo Isaías cómo Dios solo esconde su rostro cuando está indignado (Is. 8, 17; 54, 8; 57, 17; 64, 7). Y lo explica el profeta diciendo: “Vuestros pecados son los que han escondido su rostro de vosotros” (Is. 59, 2); “porque la sabiduría no entrará en alma maligna” (Sb. 1, 4). Es la bienaventuranza de los limpios de corazón, que “verán a Dios” (Mt. 5, 8 y nota). Así lo entiende también S. Agustín en la doctrina de la “mens mundata”. Y se aplica una vez más la fórmula del Crisóstomo: “El que no entiende es porque no ama”. Véase 1, 3; 2, 24 y notas. Cf. 10, 4.

[13078] 11. Pirot trae esta notable observación de Andrés de Creta: “Es como si Cristo dijera: que cada uno obre a su guisa: Yo no fuerzo las voluntades” (cf. Ct. 3, 5 y nota). Buzy traduce la primera parte en futuro: el impío seguirá adelante; siga también el justo. Es decir, que “la sorpresa de la Parusía o el Retorno será tal que cada uno será hallado en su habitual estado: el pecador en su pecado; el justo en su justicia” (Calmes).

[13079] 12. Vengo presto: cf. v. 2 y nota sobre el premio que aquí se promete. Cuatro veces repite Cristo, en este capítulo final de toda la Biblia, el anuncio de su Venida (vv. 7, 10, 12 y 20), porque ella es la meta y cumplimiento del plan de Dios y por lo tanto de la historia del género humano, o sea, como dice el Cardenal Billot, “el acontecimiento supremo al cual se refiere todo lo demás y sin el cual todo lo demás se derrumba y desaparece”. Como observa un escritor moderno, vengo presto no se refiere necesariamente a un tiempo inmediato, sino que significa que Él viene con diligencia, que viene a su tiempo, como lo hizo la primera vez (Ga. 4, 4). Es decir, que para ese encuentro anhelado Él está pronto siempre (Ct. 7, 10) y así hemos de estar nosotros (v. 17). Ignoramos el día fijo (Hch. 1, 7) pero conocemos las señales próximas del día (Mt. 24, 33; Lc. 21, 28; cf. IV Esd. 5, 1 s.), y aún podemos apresurarlo (2 Pe. 3, 12). Y aquí se aumenta nuestro consuelo al saber que vendrá sin demora no bien suene el instante (2 Pe. 3, 9). En cuanto a nosotros, esta espera, como bien dice un predicador, comporta la esperanza de que Él llegue en nuestros días, pues su anuncio, repetido por S. Juan mucho después de la caída de Jerusalén, ya no podría confundirse con aquel acontecimiento. Si se nos dice que vivamos esperando a Jesús y que “el tiempo está cerca” (v. 10), ello significa la posibilidad de que Él llegue en cualquier momento, sin que nada pueda oponerse a la dichosa esperanza (Tt. 2, 13), pues vendrá “como un ladrón” (16, 15), esto es, aunque muchos piensen que aún no se han cumplido los signos precursores. Mi galardón: porque este es Él mismo (cf. v. 4 y nota). No obstante que la Redención fue obtenida por la divina Víctima en el Calvario (Col. 2, 14; Hb. 9, 11), tanto el Señor como los apóstoles insisten en que ella será manifestada cuando Él venga (Lc. 21, 27; Hch. 3, 20 s.; Rm. 8, 23; Ef. 1, 10; Fil. 3, 20 s.; Col. 3, 3 s. Hb. 9, 28; 1 Pe. 5, 4; 2 Pe. 2, 19; 3, 13; 1 Jn. 3, 2 s., etc.).

[13080] 13. Aplicados indistintamente al Padre y a Cristo, como observa Gelin (1, 8 y 17; 2, 8; 21, 6; Is. 41, 4; 44, 6; 42, 12), estos títulos muestran en Ambos, tanto la potestad creadora como la judicial. Cf. 20, 11 y nota.

[13081] 14. Vestiduras, literalmente estola. El mismo Jesús es la Puerta (Jn. 10, 9), pues sin su Redención nadie entra en la Jerusalén celestial (21, 10). Cf. 21, 27; Hb. 9, 14; Jn. 14, 6. La Vulgata añade aquí, como en 1, 5 y 7, 14 en la Sangre del Cordero.

[13082] 15. En esta lista, como en 21, 8, se pone el acento más aún que en los pecados, en la doblez e infidelidad, pues los celos del Amor ofendido son “duros como el infierno” (Ct. 8, 6). De ahí que los perros, más que a los sodomitas como en Dt. 23, 18, designan aquí a los de Fil. 3, 2, que en Ga. 2, 4 se llaman “falsos hermanos” (cf. 2 Tm. 3, 5). El Señor lo usa para los paganos en Mt. 15, 22, queriendo solamente probar la fe de la cananea. Más fuerte es el sentido que le da en Mt. 7, 6 aplicándolo a los que sería inútil evangelizar, pues rechazando la Palabra de amor de Dios (Jn. 12, 48) se excluyen de la sangre salvadora del Cordero (v. 14) y bien merecen el nombre de perros.

[13083] 16. Las Iglesias: cf. 1, 1; 2, 28 y nota. La raíz etc., cf. 5, 5. La estrella... matutina: “Precursora del Día eterno” (Jünemann).

[13084] 17. El Espíritu y la novia dicen: Ven: “Ven, Señor Jesús” es el suspiro con que termina toda la Biblia (v. 20) y con ella toda la Revelación divina; es el mismo con que empieza y acaba el Cantar de los Cantares (cf. Ct. 1, 1; 8, 14 y notas). El mismo suspiro de Israel para llamar al Mesías, es el que hoy, con mayor motivo después de haberlo conocido en su primera venida, emite la Iglesia ansiosa de las Bodas (19, 6 ss.). Aquí vemos que ese suspiro es igualmente el de cada alma creyente, que también es novia (2 Co. 11, 2). Diga también quien escucha: Ven. El vehemente pedido de que Él venga sin demora, nos parecería tal vez una insistencia egoísta y atrevida, como que pretendiera enseñarle a Él cuando ha de venir (cf. v. 12 y nota). Bien vemos aquí, sin embargo, que es Él quien nos enseña que así lo llamemos (cf. 2 Pe. 3, 12). Fácil es entender esto comparándolo con el caso de cualquier esposo a quien la esposa ausente llamase con ansias, porque él lo es todo en su vida. ¿Cómo no habría de complacerlo a él tal deseo de verlo, que es la mejor prueba del amor? Así la Esperanza es la mejor prueba de la Caridad. Pero la amada no lo fuerza, porque sabe que solo algo muy importante puede detenerlo a que demore la unión (cf. 6, 10 s.; 2 Ts. 2, 3 ss.; Lc. 21, 24; Rm. 11, 25 ss.; 2 Pe. 3, 9): debe antes completarse el número de los elegidos, y la novia ha de estar vestida de blanco (9, 17, s.), sin mancha ni arruga alguna, como Él la quiere (Ef. 5, 25 ss.; cf. Cant. 4, 7 y nota; Os. 2, 19 s.; 3, 3-5). En esto se vive, pues, muy intensamente el precepto de la caridad fraterna, al compartir la longanimidad de Dios (Rm. 3, 26); y también el misterio de la comunión de los Santos, al solidarizar nuestra esperanza con la de toda la Iglesia (como lo hacía todo buen israelita, cuya esperanza mesiánica se confundía con la de todo Israel) y al aceptar de buen grado que esa plenitud de felicidad, que esperamos junto con la glorificación del Amado, esté sometida, por obra de su insondable caridad divina, a esa gran paciencia con que solo Él sabe esperar a los pecadores durante el justo tiempo hasta completar el ramillete que ha de ofrecer un día “a su Dios y Padre” (1 Co. 15, 24, Jn. 17, 2 y nota). Sobre el agua de la vida véase v. 1; 21, 6 y notas. El tener sed es la condición para recibirla (cf. Sal. 32, 22; 80, 11; Is. 55, 1; Lc. 1, 53 y notas).

[13085] 18 s. Véase sobre esto los graves textos de Dt. 4, 2; 12, 32; Pr. 30, 6; Is. 1, 7. Sobre el que añade cf. Dt. 18, 20; Jr. 14, 14. Sobre el que quita (v. 19) cf. 13, 18 y nota. Ser excluido del Libro de la vida significa el lago de fuego (20, 15), o sea el infierno eterno (20, 9 s.). Como confirmando la maldición que caerá sobre los que falsifican las palabras de este Libro, leemos en el v. 17, la bendición de que gozarán quienes guarden esta divina profecía. Véase en 1, 3 y nota la sanción bajo la cual el Concilio IV de Toledo decretó la predicación anual del Sagrado Libro del Apocalipsis.

[13086] 20. ¡Ven, Señor Jesús! Véase v. 17 y nota. El Espíritu Santo nos enseña aquí a usar con nuestro Salvador esa hermosa y breve expresión: el Señor Jesús, que tanto usaba San Pablo y que está muy olvidada entre nosotros. Sobre este gran misterio de la Parusía como asunto de predicación y objeto de nuestro constante anhelo, dice el Catecismo Romano: “Esta segunda venida se llama en las Santas Escrituras día del Señor, del cual el Apóstol habla así: “El día del Señor vendrá como el ladrón por la noche” (1 Ts. 5, 2) —es decir que dicho texto no se refiere a la muerte, como muchos creen— y agrega: “Toda la Sagrada Escritura está llena de testimonios (y el comentario cita muchos, como 1 Sam. 2, 10; Sal. 95, 13; 97, 8; Is. 66, 15 s.; Jl. 2, 1; Mal. 4, 1; Lc. 17, 24; Hch. 1, 11; Rm. 2, 16; 2 Ts. 1, 6 ss., etc.), que a cada paso se ofrecerán a los Párrocos, no solamente para confirmar esta venida, sino aún también para ponerla bien patente a la consideración de los fieles; para que, así como aquel día del Señor en que tomó carne humana, fue muy deseado de todos los justos de la Ley antigua desde el principio del mundo, porque en aquel misterio tenían puesta toda la esperanza de su libertad, así también después de la muerte del Hijo de Dios y de su Ascensión al cielo, deseemos nosotros con vehementísimo anhelo el otro día del Señor esperando el premio eterno y la gloriosa venida del gran Dios”. El día y la hora nadie lo sabe (Mt. 24, 36), pero “el tiempo está cerca” (1, 3; Fil. 4, 5). Un día veremos realizarse el anuncio (1, 7), y el Señor Jesús reinará con las santos del Altísimo (Dn. 7, 22), y su reino no tendrá fin (Sal. 2, 8 s. y nota). Esta es la insuperable felicidad a que aspiramos y que esperamos y que muy especialmente deseamos a todos los lectores de la Sagrada Biblia, al despedimos aquí de ellos (hasta la próxima lectura, porque la primera es apenas para empezar) y decirles, como Bossuet, que Dios les haga la gracia de repetir de veras este último llamado en el silencio gozoso de su corazón.

SOBRE ESTA VERSIÓN

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